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Spanish; Castilian Pages [311] Year 2013
BAR S2577 2013 GUIJO MAURI LOS HUESOS HUMANOS EN EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO
B A R
Los huesos humanos en el contexto arqueológico Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro desde las características de depositos del S.O. de la Península Iberica
Juan Manuel Guijo Mauri
BAR International Series 2577 2013
Los huesos humanos en el contexto arqueológico Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro desde las características de depositos del S.O. de la Península Iberica
Juan Manuel Guijo Mauri
BAR International Series 2577 2013
ISBN 9781407312002 paperback ISBN 9781407341705 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781407312002 A catalogue record for this book is available from the British Library
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ÍNDICE RESUMEN/ABSTRACT 1-2 DISCUSIÓN PRELIMINAR. EL DEPÓSITO ANTROPOLÓGICO COMO ENTIDAD DINÁMICA Y CAMBIANTE Y SU REPERCUSIÓN EN LOS ASPECTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS 3-10 1. Permeabilidad y cambio del depósito antropológico 3 2. La matización del hecho ritual 3 3. Transición y evolución en el depósito osteológico4. Objetivos y planteamientos metodológicos 3-4 4. Objetivos y planteamientos metodológicos 4-10 I. PRIMERA PARTE. LAS SUPERPOSICIONES SOBRE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA: NUEVOS SIGNIFICANTES Y FALSOS SIGNIFICADOS. CARACTERIZACIÓN TAFONÓMICA DEL MATERIAL ANTROPOLÓGICO (FACTORES AMBIENTALES POSTDEPOSICIONALES) 11-59 A. PREÁMBULO 12 B. PROCESOS ABIÓTICOS 13-41 B1. Procesos mecánicos. Diferenciación de roturas y deformaciones 13-17 a. Deformaciones 13 b. Roturas sobre hueso fresco 13-14 c. Roturas sobre hueso seco o desprovisto de sustancia orgánica 14 d. Erosiones 14
B2. ACCIONES TÉRMICAS 17-32
a. Roturas y deformaciones 18-24 b. Cambios de coloración 24-29 c. Pérdida de peso 29-32
B3. ALTERNANCIA DE LA HUMEDAD AMBIENTAL 32-33 a. Daños óseos 32 b. Zonas próximas al nivel freático 32 c. Zonas inmersas en el nivel freático 32-33 d. Alteraciones químicas y orgánicas 33
B4. PIGMENTACIÓN POR ELEMENTOS METÁLICOS 33-34 B5. EXPOSICIÓN EN AMBIENTES AEROBIOS 34-38 a. Cambios físicos del material óseo 34-35 b. Modificación de las relaciones anatómicas 35-36 c. Desecación y momificación 37-38
B6. ACCIÓN DEL SUELO
39-42
a. Alteraciones en la posición de los huesos y en la normalidad anatómica 39 b. Alteraciones químicas y físicas 39-40
C. PROCESOS BIÓTICOS 42-55 C1. Vegetación 42-45 C2. Fauna 45-47 C3. Agentes humanos
47-55
a. Usos funerarios 48-54 b. Alteraciones por infraestructuras 54-55
BIBLIOGRAFÍA 56-59 II. SEGUNDA PARTE. LA INFLUENCIA DEL HUESO: TIPO DE TEJIDO, DEMOGRAFÍA, MORFOLOGÍA Y CONDICIÓN PATOLÓGICA 61-148 A. LAS CARACTERÍSTICAS DEL HUESO COMO CONDICIONANTE 61-69 1. Cráneo 62-63 2. Esqueleto apendicular 64-66 3. Esqueleto costovertebral 67-69 B. FACTORES DEMOGRÁFICOS EN LA CONSERVACIÓN Y EL REGISTRO 70-80 1. Demografía infantil 70-75 2. Contexto y demografía en la condición adulta 76-81 a. Cráneo 76 b. Tórax 76
i
c. Zona pélvica 76-77 d. Esqueleto apendicular 77
3. Variables anatómicas 81-84 C. LOS FACTORES PALEOPATOLÓGICOS COMO CONDICIONANTES EN LA EXCAVACIÓN 85-148 1. Los procesos traumáticos en el contexto 85-104 a. El proceso traumático y el grado de conservación ósea 85-86 b. Una panorámica histórica 86-87 c. Panorámica anatómica 87-104
2. Los procesos infecciosos en el contexto y conservación 105-120 a. La realidad aguardada en las evidencias conocidas 106-107 b. Las alteraciones patológicas y la conservación 107-119
3. Procesos reumáticos 120-130 4. Procesos anémicos 130-132 5. Perdidas de densidad ósea. Trastornos metabólicos ligados a la edad 132-134 a. Atrofias parietales 132 b. Osteoporosis 132
6. Exostosis, tumoraciones, procesos seudotumorales y otros 135-137 7. Lesiones dentarias 138-140 8. Presencia de elementos patológicos intraarticulares o asociados al enterramiento 140-141 BIBLIOGRAFÍA 141-148 III. TERCERA PARTE. EXCAVACIÓN DE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA EN SU CONTEXTO 149-228 A. LOS REFERENTES ESTRUCTURALES (EL CONTENEDOR) EN LA RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA 150-171 1. Fosas 151-157 a. El mundo romano 151 b. Contextos islámicos 151-152 c. Comunidad judía medieval 152 d. El mundo cristiano 152 e. Las fosas colectivas 152-153
2. Estructuras 158-164
a. El mundo romano 158 b. Minorías mozárabes 158 c. La comunidad islámica medieval 158 d. La minoría judía medieval 158-159 e. La ciudad cristiana 159-160
3. Cubiertas 164-168
a. Cubiertas romanas 164 b. Comunidad islámica 164-165 c. Evidencias cristianas 165 d. Comunidad judía medieval 165
4. Ataúdes 168-173
a. La Sevilla romana 169 b. Contextos islámicos 169-170 c. Comunidades cristianas 170 d. Población judía medieval 170-171
B. EXCAVACION DE CONJUNTOS ARTICULADOS 174-206 1. Área de ocupación antropológica. Consideración de la densidad 174-175 2. El espacio definido por un cuerpo 176-179 a. El conocimiento de la talla estimada 176-178 b. La semiflexión y la flexión en el espacio que ocupa un cuerpo 178-179 c. Las dimensiones transversales de zonas del cuerpo 179
3. Análisis de la evidencia ósea preliminar 180-181
a. Identificación de la pieza 180 b. Identificación de las zonas articulares 180 c. Posición que presenta sobre el terreno 180 d. Inferencia de las articulaciones y huesos adyacentes 180 e. Inferencia de la posición o zona que nos deben presentar los hipotéticos huesos adyacentes 180 f. Estimación de la ubicación de los diversos sectores del cuerpo 180-181
4. Delimitación perimetral 181-182 5. Prioridades durante el proceso de excavación 182 ii
a. Conservación de las evidencias anatómicas 182 b. Mantenimiento de las relaciones anatómicas selladas en el depósito 182-183 c. Consideración de las particularidades estratigráficas del depósito 183 d. Redefinición del espacio del depósito original 183-184
6. Excavación de un conjunto articulado en decúbito supino 185-192 a. La realidad aguardada 185 b. La estrategia 186-192
7. Excavación de un cuerpo en decúbito prono 193-197 a. La realidad encontrada 193-194 b. Aspectos metodológicos 194-197
8. Excavación de un cuerpo en decúbito lateral 198-206 a. La realidad encontrada 198-200 b. La estrategia metodológica 200-206
C. EXCAVACIÓN DE LOS CONJUNTOS MÚLTIPLES, COLECTIVOS Y GRANDES DEPÓSITOS SECUNDARIOS 207-216 1. Consideraciones temporales y tipos de contexto 207-210 a. Inhumaciones múltiples 207 b. Inhumaciones colectivas 207-208 c. Las evidencias secundarias 208-210
2. La actuación en la acumulación osteológica 210-216
a. El diseño de la actuación y la importancia de las relaciones estratigráficas 210-211 b. Definición de los episodios estratigráficos osteológicos que componen el depósito antropológico 211-212 c. La excavación de la evidencia osteológica 212-216
D. EXCAVACIÓN DE CREMACIONES 217-223 1. Excavación de evidencias primarias 217-219
a. Características sedimentarias del bustum 218 b. Características del material óseo 218-219 c. Tamaño de la fosa 219
2. EXCAVACIÓN DE EVIDENCIAS SECUNDARIAS 220-223
a. Fosas 220 b. Urnas 220 c. Ustrinum 220 d. La representación anatómica como indicio del esfuerzo empleado 220
E. ARTEFACTOS Y ECOFACTOS EN EL PROCESO DE EXCAVACIÓN 223-225 1. Vegetales 223 2. Fauna 224 3. Fibras textiles 224 4. Otros materiales 224 BIBLIOGRAFÍA 226-228 IV. CUARTA PARTE. REGISTRO DE LOS CONTEXTOS ANTROPOLÓGICOS Y EXTRACCIÓN OSTEOLÓGICA 229-292 A. REGISTRO DE INDIVIDUOS. DEPÓSITOS INDIVIDUALES 230-258 1. Identificación de las unidades estratigráficas 230-234
a. Unidades estructurales y sedimentarias vinculadas al depósito antropológico 231-233 b. Unidades que alteran el depósito osteológico y el continente 233 c. Relación con otras entidades antropológicas 234
2. Registro de evidencias materiales asociadas 234 3. Descripción del esqueleto 235-252
a. Evaluación del grado de conservación y registro gráfico esquelético 235-237 b. Influencia en las bases osteológicas y en la representación anatómica 237-238 c. Registro de los daños esqueléticos 239 d. Valoración de las posiciones anatómicas 239-252 1) Descripción de las posiciones óseas 240-242 2) Proceso de esqueletización y factores postdeposicionales 242-247 3) Interpretación de las posiciones anatómicas en el entorno perideposicional 247-252 4) Influencia de los factores patológicos en la dinámica articular 252
4. Caracterización antropológica 252-258
a. Diagnósticos demográficos 252-257 b. Procesos paleopatológicos 257-258
B. DEPÓSITOS COLECTIVOS Y SECUNDARIOS 259-274 1. Situación 259-260 iii
a. Depósitos primarios inalterados 259-260 b. Depósitos mixtos 260 c. Depósitos secundarios 260
2. Registro de las evidencias primarias 260-267
a. Identificación de los conjuntos individuales en conexión anatómica 260-262 b. Estimación de los diferentes conjuntos articulados y de sus relaciones 262-267
3. Registro de los elementos aislados 267-272
a. Identificación 267 b. Registro espacial 267 c. Orientación e identificación de la zona que nos presenta el hueso 267-268 d. Grado de buzamiento 268 e. Diagnóstico antropológico 268 f. Atribuciones a individuos concretos o evidencias en conexión anatómica 268 g. Caracterización ambiental 268-269 h. Registro gráfico 269 i. La importancia del registro en la interpretación histórica 269-272 j. Una ficha de registro 272
C. EXTRACCION DE LA EVIDENCIA OSTEOLOGICA 275-289 1. Consideraciones previas a la extracción 275-277 2. Extracción de un cuerpo en decúbito supino 277-281 3. Extracción de un conjunto en decúbito prono 281-285 4. Extracción de un cuerpo en decúbito lateral 285-288 5. Extracción de evidencias aisladas. Contextos secundarios 288-289 BIBLIOGRAFÍA
289-292
CONCLUSIONES
293-300
ANEXO II. IDENTIFICACIÓN Y NUMERACIÓN DE LAS ABREVIATURAS DE LAS LÁMINAS 301-302
iv
A mis padres A Raquel
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
El análisis de los depósitos del tercer milenio a. C. dentro del proyecto El pie de Sierra en el Bajo valle del Guadalquivir, dirigido por la Dra Rosario Cruz-Auñón (Universidad de Sevilla), representó el germen por el que comenzamos a interrogarnos cómo se forjan los depósitos antropológicos, sus causas culturales y naturales, en especial en lo que se refiere a los fenómenos colectivos de inhumación. Las implicaciones metodológicas y de registro y la experiencia profesional posterior desembocaron en la elaboración de la Tesis Doctoral en la que se basa este trabajo, codirigida por los Dres Rosario Cruz-Auñón Briones, del Departamento de Prehistoria y Arqueología y Jesús Ambrosiani Fernández, del Departamento de Anatomía Humana de la Universidad de Sevilla.
Juan M. Guijo Mauri
El punto fundamental de nuestra investigación se centra en un mapa diacrónico de la ciudad de Sevilla, abarcando diversos momentos históricos entre el siglo I y el siglo XVII. Intentamos hacer una panorámica de las diversas realidades que podemos encontrar al excavar un depósito funerario o antropológico en un periodo histórico determinado. A partir de las series analizadas podemos considerar una serie de factores, interpretaciones contextuales, realidades demográficas y patológicas que cabe considerar en el momento de la actuación. Esto nos exigirá un diseño metodológico adecuado para tener en consideración la realidad poliédrica representada por los depósitos antropológicos. A lo largo de este camino nos encontraremos continuamente ante la necesidad de refutar o más bien aplazar la posible asimilación de los restos humanos en su configuración final con prácticas rituales. El uso abusivo de este concepto no se ampara en muchas ocasiones en una demostración de una actividad humana o de una intención merecedora del mismo, sustentándose sólo en apriorismos cientificos, definiendo falsas identidades y olvidando múltiples interrogaciones:
RESUMEN Si tenemos en cuenta las diferentes episodios que afectan a los restos humanos de contextos arqueológicos, desde el momento del enterramiento hasta que pasan a ser evidencias que se registran, recuperan (en diverso grado) e interpretan, la investigación arqueológica implica en cierto modo la medición de la distancia que separa las condiciones originales del depósito y el producto identificado en la intervención arqueológica. El depósito osteológico es el producto de la interacción de diversos factores, que arrancan desde los propios episodios vitales hasta el almacenaje. Trataremos de demostrar como el control de las diversas variables de tipo ambiental, factores antrópicos y metodología a la hora de abordar un depósito antropológico pueden ayudarnos a acortar la distancia entre la realidad histórica y la realidad detectada. Así, la estructura de triángulo invertido que define el conocimiento arqueológico y, en concreto, los registros osteológicos, podría parecerse más al nivel original: el grupo que vivió en un determinado momento histórico. Partimos de la consideración de que la evidencia esquelética no es un material inerte, sino que es receptor de modificaciones que vienen inducidas por el continente, materiales asociados, naturaleza de las relaciones anatómicas, suelo, ritual, alteraciones ambientales y por las propias características del soporte óseo como tejido dinámico influido por las condiciones vitales. Nuestro trabajo no pretende ser un análisis de arquitectura funeraria, tipos de tumba, artefactos y ecofactos relacionados con un depósito antropológico, sino que se centra en la consideración de estas realidades en cuanto que conllevan unas relaciones de causa-efecto con la evidencia primaria del hombre en el contexto arqueológico: sus propios restos esqueléticos. En los términos más simples se trataría de ver cómo aparecen los restos óseos humanos en el contexto arqueológico en una perspectiva diacrónica y qué variables pueden condicionar la interpretación del depósito, falseando o requiriendo unos análisis determinados. Semejante proceso implica considerar momentos anteriores al enterramiento, vinculados con aspectos vitales y otros eventos anteriores al depósito y a procesos que actúan tras la inhumación. De esta manera, podremos esbozar una mejor respuesta metodológica para la excavación, registro y recuperación de los restos.
Depósito intencional o accidental Posible actuación de los procesos naturales en el modelado del depósito Diferencias entre el producto final y el original (persistencia o modificación del ritual original y de las configuraciones no rituales en el sujeto o sujetos presentes en el depósito) Modos de acceso a la comunidad de los muertos Representatividad en relación al grupo o parte del mismo grupo
La investigación se estructura sobre cinco bloques: 1) Características de los factores que anteceden a la formación del depósito, de los que se relacionan con el enterramiento y aquellos que se agregan con posterioridad, puesto que estos últimos pueden remodelar la acumulación osteológica. Todos ellos pueden influir en alguna medida en la integridad de las evidencias óseas, en su registro e interpretación. 2) El modo en que los caracteres propios del hueso ligados al tipo de tejido, demografía, aspectos patológicos y morfológicos influyen en la preservación del material antropológico, con la consiguiente necesidad de tener en cuenta estas evidencias en la metodología de recuperación, registro y remoción. 3) Caracterización histórica de depósitos antropológicos, considerando las limitaciones impuestas por el tipo de continente, posición del cuerpo y presencia de otros materiales, con una reflexión metodológica sobre la excavación de depósitos individuales, sepulturas colectivas y múltiples, acumulaciones secundarias y contextos de cremación. Los diversos aspectos temáticos y su reflejo en los distintos depósitos siguen un hilo diacrónico.
1
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
4) Consideración del registro antropológico y de otras evidencias asociadas a partir del análisis directo de la evidencia esquelética, relaciones que se establecen entre los huesos y del modo en que se organiza ese contenido. La naturaleza de los depósitos y su composición exigen un tratamiento diferenciado de los diversos contextos: enterramientos primarios, individuales, secundarios, múltiples y colectivos,, pero sin dejar de lado las posibles zonas de confluencia.
Juan M. Guijo Mauri
consider a number of factors, contextual interpretations, demographic and pathological realities to be considered at the time of the performance. This will require adequate methodological design to take into account the multifaceted reality represented by anthropological deposits. Along this path we will continually faced with the need to refute or rather postpone the possible assimilation of human remains in its final configuration with ritual practices. Abuse of this concept is not often covers a demonstration of a human activity or of intention worthy of it, subsisted only on scientific preconceptions, false identities defining rituals and forgetting many questions:
5) Análisis metodológico de los procedimientos de remoción de la evidencia osteológica en función de particularidades anatómicas, tipos de depósito y posición del hueso.
ABSTRACT Considering the different episodes affecting human remains from archaeological contexts, from the time of burial until they become evidence that is recorded, recovered (to varying degrees) and interpreted, archaeological research in some way involves measuring the distance between the original conditions of the deposit and the product identified in the archaeological intervention.The osteological deposit is the product of the interaction of various factors, which start from their own life events to storage. We will try to demonstrate how the various control variables of environmental, human factors and methodology in addressing anthropological deposit can help to bridge the gap between historical reality and the reality detected. Thus, the structure of the triangle that defines the archaeological knowledge, specifically, osteological records could be closer to the original level: the group who lived in a particular historical moment. We start from the consideration that skeletal evidence is not an inert material, but is receiving modifications that are induced by the continent, associated materials, nature of the anatomical relationships, soil, ritual, and environmental changes due to the characteristics of the support bone as a dynamic tissue influenced by living conditions.Our work is not intended as an analysis of funerary architecture, types of tomb artifacts or ecofacts related to a anthropological deposit but focuses on the consideration of these realities as they involve a cause-effect relationships with the primary evidence of man in archaeological context: their own skeletal remains. In the simplest terms it would be to see how they appear human skeletal remains in archaeological context in a diachronic perspective and what variables may influence the interpretation of the deposit, falsifying or requiring a specific analysis. Such a process involves considering moments prior to burial, related events and other vital issues before the deposit and processes acting after the burial. Thus, we outline a methodology for better response excavation, recording and recovery of remains. The fundamental point of our research focuses on a diachronic map of Seville, covering various times between the first century and the seventeenth century. We tried to make an overview of the various situations that we find to dig a burial deposit or anthropological in a given historical period. From the series analyzed can
Intentional or accidental deposit Posible intervention of natural processes for modeling deposit Differences among final product and the original provision (persistence or modification of the original ritual and non ritual configurations in the subject or subjects present in the deposit) Ways of access to the community of the dead Representativity in relation to the group or part of the same group
The research focuses on five essential parts: 1) Characteristics of the factors leading to the formation of deposit, which relate to burial and those that are added subsequently, since the latter can reshape osteological accumulation. They can influence to some extent on the integrity of the bone evidence, in recording and interpretation. 2) The way in which the characters themselves linked to bone tissue type, demographics, pathological and morphological aspects influencing the preservation of anthropological material, with the consequent need to consider this evidence in the recovery methodology, recording and removal. 3) Historical anthropological characterization of deposits, considering the limitations imposed by the type of continent, body position and presence of other materials, with a methodological reflection on the excavation of individual deposits, collective and multiple graves, secondary accumulations and contexts of cremation. The various topics and their reflection in the various deposits follow a diachronic thread. 4) Consideration of the anthropological record and other evidence associated from direct analysis of the skeletal evidence, relations established between the bones and how that content is organized. The nature of the deposits and their composition require differential treatment of different contexts: primary, individual, multiple and collective burials, but without neglecting the possible areas of convergence. 5) Methodological analysis of procedures for the removal of osteological evidence based on anatomical features, deposit rates and position of the bone. 2
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
DISCUSIÓN PRELIMINAR. EL DEPÓSITO ANTROPOLÓGICO COMO ENTIDAD DINÁMICA Y CAMBIANTE Y SU REPERCUSIÓN EN LOS ASPECTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS
Juan M. Guijo Mauri
un depósito osteológico, que nada tienen que ver con unas circunstancias históricas. 2. La matización del hecho ritual
La investigación que abordamos representa una reflexión teórica y empírica en el registro y análisis del material osteológico humano en contextos arqueológicos diversos, en base a una experiencia en diferentes situaciones abordadas desde la actuación interdisciplinaria. Los planteamientos metdológicos se fundamentan en una noción determinada de lo que es el depósito antropológico y su vinculación a unas causalidades históricas y ahistóricas, en unas fuentes materiales, históricas y geográficas, para desde ahí articular una serie de reflexiones teórico-metodológicas, que nos atrevemos a llamar propuestas.
Existe sin duda una tendencia a ritualizar el depósito osteológico cuando además coexisten otros factores en su formación que quizás nada tengan que ver con el aspecto cultual. Esa magnificación excesiva y acientífica de los aspectos funerarios explica en parte la marginación de los posibles elementos intrusivos, potenciales agentes en el proceso de formación del depósito. Las prácticas funerarias requieren una preparación previa, una actividad que conforma el depósito y la existencia de otras actividades posteriores, por lo que deben diferenciarse de los procesos distorsionantes o que tienen un origen distinto. De este modo, la asunción del concepto funerario o ritual sólo debería ser parte de un abanico de posibles interpretaciones, a probar a lo largo del proceso de investigación, estructurado sobre un diseño metodológico. Las características del depósito pueden verse condicionadas no solo por alteraciones ambientales y el comportamiento antrópico ligado al ritual, sino también por las propias características antropológicas, como la demografía y las lesiones del esqueleto, puesto que el organismo humano es una entidad dinámica, lugar de convergencia de múltiples significados: sociales, dietas, enfermedad, etc. Por todo ello, además del concepto ritual se han de considerar otras múltiples lecturas en la caracterización de los depósitos de restos óseos humanos.
1. Permeabilidad y cambio del depósito antropológico La tierra obedeció directamente y abriendo sus fértiles entrañas produjo el nacimiento de innumerables criaturas vivientes, de formas perfectas, fornidas y maduras John Milton. El Paraiso perdido Los versos de Milton pueden servirnos para ilustrar toda una concepción estática de la Naturaleza y de las distintas formas de vida en la ciencia preevolucionista, pero también puede representar ciertas actitudes que persisten a la hora de entender el contexto arqueológico, sus vestigios materiales y la forma en que se organizan. Ese contexto arqueológico puede llegar a percibirse como un ente inmutable e incapaz de transformarse, convirtiendo a las evidencias arqueológicas en una imagen congelada, cuyos frutos maduros a recolectar serían la directa expresión de las circunstancias históricas que los fijaron. Esto implica una ausencia de dudas sobre los aspectos formales y organización de las evidencias materiales y, por tanto, acerca de los contenidos de los que éstas nos pueden informar. Resulta especialmente significativa la pervivencia de estos comportamientos en la valoración e interpretación de los depósitos antropológicos en los más diversos contextos históricos. La descripción de las posiciones óseas y conservación del material no considera en ocasiones la introducción de nuevos elementos, distorsionantes o que aportan nuevos significados, entre el momento de la deposición y el momento del hallazgo. En la delimitación de las connotaciones rituales o de los procesos que han conformado el depósito se agregan no solo elementos intrusivos producto de la intervención antrópica en el momento del enterramiento o con posterioridad al mismo, sino también las mismas transformaciones ambientales vinculadas al entorno postdeposicional. ¿Podemos hablar de productos históricos y ahistóricos en el depósito? ¿Cuál es la línea de separación entre ambos? El olvido de estas premisas puede conducir a la aceptación de evidencias, de cara a la interpretación y definición de los patrones culturales de
3. Transición y evolución en el depósito osteológico En los restos humanos arqueológicos encontramos unos testimonios de lo que fue una comunidad histórica, cuyas características premortem han quedado esbozadas con base en componentes genéticos, tipológicos y los derivados del propio proceso histórico o, dicho de otro modo, procedentes de las propias formas de vida y de la valoración social a la hora de conformar el depósito antropológico. Sin embargo, esas evidencias físicas primarias de comunidades históricas podrían definirse como el producto encontrado en el proceso de la investigación arqueológica, consecuencia de una serie de transiciones desde lo que fue un grupo humano determinado hasta el propio momento de la investigación. Desde que la comunidad viviente forma parte de un proceso histórico concreto hasta que se integra en el mundo de los muertos, pueden intervenir una serie de factores sociales o ideológicos susceptibles de modificar la geografía o la concepción del depósito osteológico, que puede tener o no connotaciones rituales. De este modo, asistiremos a diferencias en el tratamiento y transformación del cuerpo, las cuales se traducirán en una falta de correspondencia entre lo que es la comunidad muerta y la depositada. Posteriormente, otros procesos de tipo postdeposicional actuarán sobre esta realidad depositada, pudiendo variar el grado de preservación de
3
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
la evidencia osteológica humana en los distintos lugares de enterramiento (Ubelaker 1995: 41). Es necesario ser conscientes de las diversas transformaciones que operan sobre el hombre físico, desde la comunidad viviente a la propia comunidad encontrada, de modo que se producirán pérdidas de información y se agregarán nuevos significados.
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como en muerte, como aquellos que al perder la vida no participan de ese reconocimiento social. Las características de esta misma comunidad serán el reflejo de un momento histórico determinado, implicando formas diferenciales o compartidas de acceso al mundo de los muertos a partir de hechos diferenciales o compartidos en vida, por lo que la organización en vida del grupo configurará la expresión formal de que se reviste el depósito. En todo caso, la comunidad de los muertos no es equiparable al conjunto de individuos a los que se provee en la muerte de una simbología y unas manifestaciones materiales que pudieran definirse como rituales. No se debe olvidar el azar como modelador o definidor de depósitos antropológicos. Las mismas características vitales de los componentes de un grupo humano podrán explicar su presencia en la comunidad de los muertos. El acceso a la comunidad de los muertos no tendrá los mismos componentes o un mismo ritmo de constitución, cuando sobrevienen procesos epidémicos, episodios bélicos, crisis de subsistencia o catástrofes ambientales, con lo cual toda cautela es imprescindible a la hora de realizar interpretaciones globales sobre unos sujetos históricos en un momento dado sin tener en cuenta la naturaleza del depósito. La mejor expresión de ello la encontramos en la población subadulta como el grupo afectado de forma dominante en las crisis de subsistencia, marginalidad social e impactos epidémicos tal como revelan las fuentes históricas y los testimonios arqueológicos.
a) Comunidad de vivientes Representaría el momento en que una comunidad humana determinada, en un periodo histórico concreto, adquiere, partiendo de su interacción con el medio ambiente y de la dinámica que se establece entre todos sus componentes humanos, unos recursos vitales y una organización social, aceptando u optando, de forma libre o impuesta, por un modo de vida. Ello tendrá su reflejo en un perfil demográfico determinado, una esperanza de vida y unos factores condicionantes de ésta, como pueden ser los factores nutricionales y patológicos que se derivan de esas relaciones internas, entre los agentes sociales, y externas, con el entorno ecológico y con otras comunidades. Estaríamos ante lo que la visión más integradora de las formaciones sociales define como biocenosis en términos ecológicos, que autores como Nawrocki identifican como comunidad viviente, y cuyas características pueden o no quedar selladas en el registro arqueológico (Nawrocki 1995: 49). Esta comunidad viviente puede ser concebida también como el escenario en que se fijan las características premortem o antemortem como portadoras de significados vitales o momentos predeposicionales: características demográficas, patológicas y morfológicas del material esquelético. Su clarificación está estrechamente ligada a la definición de los procesos postdeposicionales y a cómo éstos inciden sobre la evidencia conservada. Se impone la diferenciación entre modificaciones del material óseo debidas a eventos antemortem o circunstancias vitales, como pueda ser una fijación articular de orden patológico, y el entorno ritual o deposicional. Las propias características vitales de las evidencias esqueléticas pueden impedir tratamientos rituales o deposiciones normalizadas. En muchos casos esas evidencias demográficas y patológicas dejan su impronta visible en los restos esqueléticos humanos y en otros desaparecen con la desintegración de los tejidos no óseos. Puede ser factible que muchas de esas realidades dejen un rastro sólo legible desde el punto de vista bioquímico, microbiológico o genético. En cualquier caso, esas huellas sobrevivientes son susceptibles de ser rastreadas si los procesos que sobrevienen a la muerte del individuo permiten su conservación.
c) Comunidad "depositada" El tipo de proceso que conduce a la muerte, el carácter repentino o crónico del mismo y los propios sujetos sociales, ya sean grupos de edad, sexo, condición familiar o social, pueden incidir en la forma en que tiene lugar la deposición. El ritual aparecerá como elemento diferenciador o igualador, ocultando o poniendo de manifiesto unos valores sociales, creando formas varias de tratamiento de la evidencia antropológica y deposición de la misma según el papel reconocido a los componentes sociales. Esas actividades, que pueden definirse como prácticas funerarias, pueden implicar la destrucción y/o desaparición de partes del esqueleto, por lo que resulta necesario detectar cómo estos usos pueden modificar los componentes esqueléticos (Andrews y Bello 2006: 14). Igualmente es posible que no quepa hablar de ritual sino de simple deposición, deposición accidental e incluso de una asimilación del depósito antropológico a otros desechos orgánicos e inorgánicos por parte de la comunidad que inhuma. En consecuencia, la comunidad muerta no se asimila a la comunidad depositada en su totalidad, pudiendo ser esta última representativa de un sector social, de una circunstancia histórica o de factores accidentales. En esta comunidad es necesario considerar todos aquellos procesos que operan sobre el material esquelético, desde el momento en que se produce la muerte hasta la deposición o historia predeposicional. Corresponderían esencialmente a procesos ligados a transformaciones de la conservación anatómica o pérdidas de la individualidad de origen ritual. Las mismas
b) Comunidad de los muertos En la comunidad de los muertos cabría incluir a lo que se define desde la concepción ecológica de la actividad humana como tanatocenosis, compuesta por los individuos asociados a través de la muerte y no necesariamente depositada o hallada. En ella se incluirían tanto los integrantes de la sociedad considerados miembros de pleno derecho, tanto en vida 4
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
características físicas del soporte óseo son susceptibles de transformaciones rituales antes de la deposición, como es el caso de la cremación. Aquellas alteraciones o características del depósito que nos pueden remitir a cicunstancias asociadas al momento de la muerte formarían parte del momento perimortem, lo cual permite subrayar la importancia del registro sobre el terreno. Las circunstancias en que se producen los enterramientos de la evidencia osteológica humana son susceptibles de introducir otros potenciales elementos de alteración, que crean significativas diferencias entre comunidad depositada y comunidad encontrada. El entorno del cuerpo en el momento de su deposición puede conllevar modificaciones de la configuración original del depósito, tenga o no la etiqueta de ritual, alteraciones de imprescindible detección para no tejer un falso universo de pseudointerpretaciones. Estos hechos nos podrán remitir a cuestiones sobre manipulación del cuerpo o esqueleto, formas de traslado, arrastres, sujeciones, colocación en la estructura o fosa, alteraciones accidentales o episodios traumáticos. El continente tendrá una influencia decisiva en las modificaciones postdeposicionales, así como la sucesión de inhumaciones, objetos asociados, ubicación del depósito osteológico, etc. En los depósitos producto de remociones o reutilizaciones del espacio la fijación cronológica de los mismos habrá de considerar una doble vertiente: la cronología relativa del depósito primario y las circunstancias temporales que se asocian a la redeposición. Esto podría dotar de una incertidumbre ante quem, o fijación temporal de los depósitos primarios, a los contextos donde los enterramientos se distribuyen en un amplio margen cronológico.
Juan M. Guijo Mauri
los casos, la simple constatación de un daño o la esterilidad de una evidencia. Por ello, una adecuada actuación metodológica será fundamental para la discriminación de todos los factores ambientales que definen el universo postdeposicional. Siempre se hallará presente el peligro de esbozar pseudointerpretaciones rituales o diagnósticos antropológicos partiendo de esos factores distorsionantes, desvinculados de una concepción ritual, de procesos vitales o, en suma, de cualquier causa histórica. En esta comuidad encontrada se habrá producido la resta de una parte significativa de la información. e) Comunidad susceptible de estudio El estudio de la comunidad encontrada y su valor para aproximarnos a la comunidad viviente tendrá una mayor efectividad en la medida en que la comunidad encontrada y la susceptible de estudio guarden una mayor correspondencia. Una metodología defectuosa en la recuperación de los restos antropológicos puede dar lugar a una reducción de la muestra susceptible de estudio, con lo cual la posibilidad de acercamiento a lo que fue la comunidad viviente se verá aún más dificultada. Nos encontramos con la fase fundamental en la cual puede ejercerse un control para salvar una evidencia histórica. No sólo las prácticas funerarias, el tipo de tumba y las alteraciones póstumas condicionan la conservación esquelética, sino también de forma decisiva el procedimiento de excavación y el almacenaje de los restos. Dentro de lo que pueden llamarse actuaciones negativas pueden destacarse:
Escaso rigor en el estudio de campo, de forma que se pasan por alto problemas rituales, evidencias sociales solo legibles en el contexto, factores accidentales, así como aspectos demográficos y patológicos. Ello implica que, al no detectarse, no se previene su conservación o registro y se anula la imprescindible explicitación de los fundamentos diagnósticos de presupuestos científicos determinados. El desconocimiento de los diferentes tipos de tejido, modificaciones de los mismos en relación a hechos demográficos o lesiones patológicas, sostiene en gran parte los daños ocasionados en el proceso de excavación. Persisten todavía actitudes que conceden solo validez a una serie de sectores anatómicos y relegan a otros, prescindiéndose de su recogida o relajando los procedimientos de recuperación. Ese desconocimiento afecta también a los restos transformados mediante procedimientos como la cremación, influyendo en la recogida de la información.
d) Comunidad encontrada Además de ser portadora de parte de los significados anteriores, este grupo es también resultado de los factores que comienzan a actuar sobre la evidencia esquelética desde que el individuo o parte de sus restos pasan a formar parte de un depósito arqueológico, integrándose en la litosfera, como diría Efremov. Este grupo o comunidad encontrada en un contexto arqueológico representa la tafocenosis desde el punto de vista ecológico y en sus restos materiales se habrán de tener en cuenta una serie de factores exógenos, que no formaban parte de la comunidad depositada y que introducen nuevos significados en relación a ésta. Esos elementos añadidos al depósito original son producto de fenómenos ambientales que inciden en los constituyentes químicos del hueso, sus características físicas, relaciones anatómicas o modificando la situación fijada en el depósito entre los diversos elementos arqueológicos. Hemos de referirnos a procesos postdeposicionales o diagenéticos, de tipo abiótico o biótico, entre los cuales se incluye a la propia actividad humana. Resulta evidente que estas alteraciones influirán en la estrategia de recuperación de los restos humanos y, por tanto, en la potencial investigación. Existirán lecturas e interpretaciones a partir de significantes inalterados y otras muchas que exigirán vías indirectas o, en el peor de
Ausencia
de explicitación en todo el procedimiento científico, desde el terreno al depósito, delimitando los aspectos metodológicos e identificando las mismas evidencias recuperadas.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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entre el estrato del que se parte, el grupo que vivió en un determinado momento histórico, y el nivel superior, los restos estudiados con variable nivel de competencia.
Despreocupación por lo que constituye el almacenaje y depósito de los restos en unas condiciones idóneas que prevengan su destrucción, con lo cual el depósito se convierte en un agente destructor más que en la salvación.
Partimos de la consideración de que la evidencia esquelética no es un material inerte, sino que es receptora de modificaciones que vienen inducidas por el continente, materiales asociados, naturaleza de las relaciones anatómicas, suelo, ritual, alteraciones ambientales y por las propias características del soporte óseo. Se trata de un proceso bidireccional, puesto que la actuación sobre esas otras realidades asociadas o el intento de captarlas puede verse condicionado por la interrelación establecida con los restos esqueléticos. Nuestro trabajo no pretende ser un análisis de arquitectura funeraria, tipos de tumba, artefactos y ecofactos relacionados con un depósito antropológico, pueda o no catalogarse de funerario, sino que se centra en la consideración de estas realidades en cuanto que conllevan unas relaciones de causa-efecto con la evidencia primaria del hombre en el contexto arqueológico: sus propios restos esqueléticos. En los términos más simples se trataría de ver cómo aparecen los restos óseos humanos en el contexto arqueológico en una perspectiva diacrónica y qué variables pueden condicionar, falseando o requiriendo análisis determinados desde diversas perspectivas, la interpretación del depósito. Semejante proceso implica considerar momentos predeposicionales, relacionados con la deposición de los huesos y los procesos que actúan tras la deposición de los mismos (Tabla 1) y abordar una posible respuesta metodológica encaminada a la excavación, registro y recuperación.
De este modo puede hablarse de una serie de transiciones en proceso de decrecimiento, desde el periodo vital hasta el depósito de los restos, transiciones que podrían expresarse en un esquema piramidal. En el paso o transición de una comunidad a otra asistiremos a una resta progresiva de nuestras bases de conocimiento e información, de modo que la proporción de cada nivel dependerá en gran parte del grado de adecuación metodológica, además de limitaciones impuestas por imponderables inherentes a la actividad arqueológica (alteraciones ambientales, factores presupuestarios, plazos de ejecución y aptitud). 4. Objetivos y planteamientos metodológicos a) Objetivos Considerando las diferentes fases por las que pasan los restos humanos arqueológicos hasta que se convierten en evidencias susceptibles de registro, interpretación y recuperación (en diverso grado), la actuación arqueológica implica en cierto modo la medición de la distancia que separa las condiciones originales del depósito y el producto identificado en la intervención arqueológica. Cualquier intento de interpretación del depósito arqueológico o una hipotética reconstrucción del ritual funerario o de los factores que gestaron el depósito, sin tener en cuenta la información aportada por los restos humanos a partir del propio contexto, podría considerarse, como estima Duday, “… una flagrante aberración epistemológica” (Duday 2006: 30). A partir de esto se trata en definitiva, como apunta Lull, de generar (…) nuevas estrategias de excavación y categorización de las unidades de registro adecuadas para discernir entidades arqueológicas de acuerdo con la incidencia de los distintos factores que operan en un yacimiento (…) (Lull 1993: 25). Al Igual que “…la dialéctica no concibe el universo como una colección de cosas finitas y acabadas, sino como el conjunto total de los procesos objetivos en desarrollo…”26, el depósito osteológico debe reconocerse como producto de la interacción de diversos factores, en marcha desde los propios episodios vitales hasta el almacenaje. El control de las diversas variables de tipo ambiental, factores antrópicos y aspectos metodologicos pueden ayudarnos a la hora de intervenir y caracterizar un depósito antropológico a que esa estructura piramidal creada por la progresiva disminución del conocimiento, adquiera en lo posible la máxima semejanza morfológica 26 Prólogo de D.Lacalle en Engels, F. Introducción a la Dialéctica de la Naturaleza. Ayuso. Madrid. 1974
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Juan M. Guijo Mauri
Figura 1. La transición de las fuentes antropológicas
Tabla 1. Objeto del estudio deposicional ENTORNO DEPOSICIONAL PROCESOS PREDEPOSICIONALES PROCESOS PERIDEPOSICIONALES
PROCESOS POSTDEPOSICIONALES
TRANSFORMACIÓN
Características vitales (condiciones predeposicionales) Transformaciones rituales de la evidencia antropológica Condiciones intencionadas en las que se gesta el depósito (características del cuerpo, sujeciones, etc,) Modificaciones accidentales Alteraciones ambientales (procesos postdeposicionales) de tipo biótico o abiótico Alteraciones acontecidas por una mala praxis arqueológica
A partir de las series analizadas podemos considerar una serie de factores, interpretaciones contextuales, realidades demográficas y patológicas que cabe considerar en el momento de la actuación y un diseño metodológico que nos exigirá contemplar la realidad poliédrica representada por los depósitos antropológicos. El recorrido se estructura sobre cinco bloques:
por el tipo de continente, posición del cuerpo y presencia de artefactos y ecofactos, con una reflexión metodológica sobre la excavación de sepulturas individuales, colectivas, múltiples, secundarias y contextos de cremación. Los diversos aspectos temáticos siguen una trabazón diacrónica y con una lectura estadística. 4) Consideración del registro antropológico y de su entorno a partir del análisis directo de la evidencia ósea, relaciones que se establecen entre los componentes del depósito y organización de esas lecturas. La naturaleza de los depósitos y su composición llevan a tratar por separado a los depósitos contextos primarios individuales, secundarios, múltiples y colectivos, pero sin dejar de lado sus posibles convergencias.
1) Caracterización de los factores predeposicionales, deposicionales y postdeposicionales que pueden influir en alguna medida en la integridad del material antropológico, en su registro y en su interpretación y cómo estos elementos modelan los depósitos antropológicos. 2) Condicionamiento en la metodología de recuperación impuesto por factores intrínsecos al propio hueso: tipo de tejido, demografía, aspectos patológicos y morfológicos. Diversas estadísticas nos pueden informar sobre la realidad aguardada en las diversas etapas históricas.
5) Análisis metodológico de los procedimientos de extracción de la evidencia osteológica en función de particularidades anatómicas, tipos de depósito y posición del hueso.
3) Caracterización diacrónica de depósitos antropológicos, considerando las limitaciones impuestas
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
A lo largo de este camino nos encontraremos continuamente ante la necesidad de refutar, o más bien aplazar, la asociación del depósito osteológico con el hecho funerario o cultual. La utilización abusiva de este concepto no se ampara en muchas ocasiones en una demostración de una intencionalidad o de una actuación antrópica merecedora del mismo, sustentándose sólo en apriorismos acientíficos, llegando a falsas atribuciones rituales. Pero por encima de todo, el mayor riesgo residiría en dejar de lado unos conocimientos mínimos sobre lo que es el hueso y aún así optar por descripciones y registros de los mismos, construyendo castillos de naipes anclados en la ignorancia del material tratado. Se trata no solo de dar respuestas sino también de asumir múltiples interrogaciones:
cronológico 28 . Dentro de las condiciones que han contribuido a captar la complejidad de actuación sobre un depósito osteológico y la necesidad de adecuación metodológica, ha tenido también un importante papel la diferente disponibilidad de recursos, tiempo de actuación y otros limitantes impuestos por el propio yacimiento.
¿Qué tenemos y cómo se ordena? ¿Depósito intencional o accidental? ¿Han intervenido procesos naturales para modelar el depósito osteológico? ¿Hasta que punto la realidad final es distinta de la concepción original? ¿Cabe pensar en un acceso diferencial a la comunidad de los muertos? ¿Es representativo del grupo o de parte del mismo? ¿Persiste la identidad ritual o se ha despojado de la misma al sujeto o sujetos presentes en el depósito?
Las series de referencia abarcan un ámbito cronológico entre el tercer milenio a.C. y el siglo XX. Sin embargo, el núcleo de nuestra investigación se estructura en torno a un eje temático metodológico considerando un mapa diacrónico de la ciudad de Sevilla, abarcando diversos momentos históricos entre el siglo I y el siglo XX, a modo de una modesta carta de riesgo sobre las realidades que podemos aguardar encontrar al tocar un depósito funerario o antropológico en un periodo histórico determinado y las potenciales consideraciones metodológicas que pueden exigir.
Por ello, salvo en los casos en que se ha probado la existencia de un comportamiento ritualizado, haremos referencia a depósitos antropológicos como salida más aséptica y que evita todo condicionamiento, a partir de la cual habrá que argumentar y demostrar cómo se ha conformado esa realidad analizada.
Consideraciones científicas
Ámbito geográfico Se incluyen series de procedencia del sudoeste peninsular para caracterizar algunos puntos de la investigación pero ocupándonos especialmente de series sevillanas, núcleo de las referencias estadísticas más exhaustivas. Ámbito cronológico y cultural
En su mayor parte se trata de series en las que ha existido un control de campo por parte del responsable de este trabajo o en corresponsabilidad compartida con otros investigadores del material osteológico, de forma que las condiciones en que ha aparecido el material óseo y el entorno deposicional han sido registrados sobre el terreno. Nos encontramos ante diversos casos en que, bien por estar desligados del registro de campo y centrarnos en el estudio, bien por encontrarse los materiales bajo la responsabilidad de otros investigadores, nos hemos limitado en estos casos a tomar como referencia el aparato descriptivo en material publicado, incluyendo la adscripción cronológica, siempre que las evidencias sean susceptibles de contrastación. En esas situaciones se ha contado con la documentación de la intervención y con la posibilidad de inspeccionar y estudiar el material. En la relación de las diversas series esqueléticas que vertebran nuestra investigación hacemos explícitas las características del análisis o la referencia del investigador. Asimismo diferenciamos entre series que proporcionan estadísticas globales y son aptas como complementos metodológicos y series que empleamos sólo como referentes metodológicos, en cuanto que las
b) Bases arqueológicas El análisis que abordamos sobre la complejidad de situaciones y requerimientos metodológicos que puede presentar el contexto antropológico se ha articulado a partir de una experiencia directa en múltiples intervenciones arqueológicas a lo largo de una serie de años de actividad profesional y especialización, por lo que este trabajo no procede de una inspiración repentina. Tampoco ha constituido un producto acabado o ha significado ninguna propuesta metodológica perfectamente modelada desde el principio de cada una de esas actuaciones, sino que las reflexiones y propuestas que presentamos proceden de fallos, refutaciones diagnósticas y correcciones, al mismo tiempo que esperamos que también se nutran de diversos aciertos metodológicos, formando un largo camino de aprendizaje interdisciplinar. Esas actuaciones se han integrado en proyectos globales de investigadores de diferente trayectoria, cuyos diseños metodológicos para la intervención en el yacimiento han influido sin duda en la actuación sobre la evidencia osteológica 27 , abarcando un amplio margen
en ámbitos urbanos como de ámbito rural, dentro de edificios históricos así como en áreas abiertas 28 Nuestra experiencia se ha nutrido de contextos desde el quinto milenio a. C. hasta el propio siglo XX, dentro de un área geográfica andaluza y en menor medida de actuaciones fuera de este ámbito autonómico.
27
Los diversos contextos de intervención se corresponden a actuaciones en excavaciones sistemáticas y de urgencia, tanto
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
lecturas estadísticas se apartan un tanto del marco geográfico sevillano.
Juan M. Guijo Mauri
esta minoría entre las series sevillanas nos ha llevado a considerar diversos aspectos de la misma, como marco de contrastación a lo largo de una secuencia histórica. En todo caso el objetivo se ha centrado prioritariamente en aspectos como la conservación y complementos metodológicos por encima de los estadísticos.
Únicamente nos hemos permitido como excepción entre las series que proporcionan las estadísticas comparativas más importantes el uso de datos procedentes de la necrópolis mozárabe de Cercadilla (Córdoba). La imposibilidad de contar con referencia de
Tabla 2. Relación de yacimientos sevillanos utilizados en las estadísticas globales y complementos metodológicos Yacimiento/serie Prado de San Sebastián (PR / PS) Prado de San Sebastián (PR/PS) Hospital de los Inocentes (HI) Calle San Fernando (CSF) Trinidad (TR) Esperanza (ES) Cercadilla (CER)
Procedencia
Dirección arqueológica L.Mercado
Investigación antropológica J.M.Guijo y R.Lacalle
Control serie Registro+estudio
104
Sevilla
Adscripción culturalcronología Romano-inhumaciones (I-III) Romano-cremaciones
L.Mercado
J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
106
Sevilla
Romano (s. I)
M.Ortega
J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
11
Sevilla
Romano (III-IV)
M.Hunt
Registro+estudio
2
Sevilla Sevilla Córdoba
Romano (I-V) Romano (IV-V) Mozárabe (X)
I.Carrasco J.A.Valiente R.Hidalgo y C. Fuertes E.Vera/E.Conlin/ I.Carrasco E.Vera/E.Conlin/ I.Carrasco M.Hunt
J.C.Pecero y J.M.Guijo R.Lacalle y J.M.Guijo J.M.Guijo y R.Lacalle J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio Registro+estudio Estudio
109 1 194
J.M.Guijo
Estudio demográfico Registro+estudio
42
J.M.Guijo/J.C.Pecero I.López/M.Magariño J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
175
Registro+estudio
21
Registro+estudio
65
M.A. Tabales
J.M.Guijo/J.C.Pecero I.López/M.Magariño J.M.Guijo
Registro+estudio
13
M.A. Tabales
J.M.Guijo
Registro+estudio
97
P.Oliva
J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
44
A.Romo
J.M.Guijo
Registro+estudio
125
Sevilla
Nº ndividuos
Lerena (fase I) (LE)
Sevilla
Islámico califal (IX-X)
Lerena (fase II) (LE)
Sevilla
Islámico califal (IX-X)
San Jorge (SJ)
Sevilla
Islámico (XI-XIII)
San Hermenegildo (CAT/CSH) Castillo de San Jorge (SJ) San Clemente (SCL)
Sevilla
P.Oliva
Sevilla
El Carmen (EC)
Sevilla
Monasterio de Santa Clara (MSC) Catalina de Ribera (CR) Monasterio de Santa Clara (MSC) Plaza de Cuba (PC)
Sevilla
Medieval cristiano (XIV) Medieval cristiano (XIIIXV) Medieval cristiano (XIIIXV) Medieval cristiano (XIIIXV) Medieval cristiano (XIIIXV) Medieval judío (XIIIXV) Moderno (XVI-XVIII)
P.Oliva
J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
40
L.Mercado
J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
46
Sevilla Sevilla Sevilla Sevilla
Medieval-moderno cristiano (XV-XVI) Moderno (XVI-XVII) Moderno (XVI-XVII) Moderno (XVII) Moderno (XVII)
M.A. Tabales M.A. Tabales I.Carrasco J.Moro
J.M.Guijo J.M.Guijo R.Lacalle y J.M.Guijo R.Lacalle y J.M.Guijo
Registro+estudio Registro+estudio Registro+estudio Registro+estudio
114 16 78 13
Sevilla
Moderno (XVII)
I.Carrasco
R.Lacalle y J.M.Guijo
Estudio
87
El Carmen (EC) San Clemente (SCL) Trinidad (TR) Carretera Carmona 8 (CC8) San Laureano (SL/SLA)
Sevilla
Sevilla Sevilla Sevilla
M.Hunt
J.M.Guijo
30
Tabla 3. Relación de yacimientos del sudoeste peninsular utilizados como complementos metodológicos Yacimiento/serie
29
Procedencia
El Negrón
Gilena (Sevilla)
Valdelinares
Zufre (Huelva)
Adscripción cultural-cronología Calcolítico (III milenio a.C.) Calcolítico
Dirección arqueológica R. Cruz-Auñón
Investigación antropológica J.M.Guijo
E.Romero
La Traviesa
Almacén (Sevilla)
Edad del Bronce
L.García sanjuan
Cobre Las Cruces (CLC) Bellidos (BE) JFL29 Mirasierra (MI/ES)
Gerena (Sevilla)
Edad del Bronce
Écija (Sevilla) Carmona (Sevilla) Estepa (Sevilla)
Romano (s. I) Romano (I-II d. C.) Romano (IV-V)
Control serie
Nº individuos
Estudio
31
Excavación
9
Estudio
1
Elena Vera
J.C.Pecero y J.M.Guijo J.C.Pecero y J.M. Guijo J.M.Guijo y R.Lacalle
Registro+estudio
20
J.Tinoco Museo Carmona J.M. Juárez
J.M.Guijo y R.Lacalle J.M. Guijo R.Lacalle y J.M.Guijo
Registro+estudio Estudio Registro+estudio
23 13 19
Investigación financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía a través del Conjunto de la Necrópolis de Carmona
9
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro….. Noreña (NO) San Miguel (SM) Jardín Alá
Córdoba Morón (Sevilla) Salteras (Sevilla)
Mozárabe (X) Islámico Islámico almohade
J.M.Bermúdez M.Vera/R.Fernández M.Hunt
San Juan (SJ) La Concepción (LC) Aljamar (ALJ) Plaza de España (PE) Fontanar (FO) PP08 ZUM´07 San Miguel (SMR) Convento Franciscanos Monasterio San Jerónimo Fosas comunes30 (FCA) Fosas comunes31 (FCP) Fosas comunes32 (FCC)
San Juan (Sevilla) Carmona (Sevilla)
Islámico almohade Islámico
L.Mercado I. Carrasco
Tomares (Sevilla) Écija (Sevilla)
Islámico almohade Islámico (IX-XIII)
E.Conlin A.Romo
Córdoba Córdoba Córdoba El Rompido (Huelva) Puerto Real (Cádiz)
Islámico califal (X) Islámico califal (X) Islámico califal (X) Medieval-moderno (XV-XVI) Moderno (XVI-XVII)
J.M.Bermúdez Rosa Rodríguez Jorge Cepillo J.A.Valiente R.Lacalle S. Fernández
Granada
Moderno
IAPH
Aguilar de la Frontera (Córdoba) Puebla de Cazalla (Sevilla) Cazalla de la Sierra (Sevilla)
1936
Juan M. Guijo Mauri
J.M.Guijo y R.Lacalle J.M. Guijo J.C.Pecero y J.M.Guijo J.M.Guijo y R.Lacalle R.Lacalle y J.M. Guijo
Registro+estudio Estudio Registro
53 3 70
Registro+estudio Estudio
21 15
R.Lacalle y J.M. Guijo J.M.Guijo/J.C.Pecero/ R.Lacalle J.M.Guijo y R.Lacalle J.M.Guijo y R.Lacalle J.M.Guijo y R.Lacalle R.Lacalle y J.M.Guijo
Registro Registro
226 2916
Registro+estudio Registro+estudio Registro+estudio Registro+estudio
138 149 119 116
J.M.Guijo
Estudio
3
Registro+estudio
3
J.Cepillo y V.Barea
J.M. Guijo, R. Lacalle y J.C. Pecero J.M.Guijo
Estudio
63
1936
MHyJ /Arq´uatro
J.M.Guijo
Estudio
En torno a 40
Entre 1936 y los años 40
MHyJ /Arq´uatro
J.M.Guijo
Estudio
En torno a 40
30
Con el permiso de Rafael López, presidente de la asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía Con el permiso de Rafael Espino, presidente de AREMEHISA 32 Con el permiso de Rafael López, de la asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía 31
10
I. PRIMERA PARTE. LAS SUPERPOSICIONES SOBRE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA: NUEVOS SIGNIFICANTES Y FALSOS SIGNIFICADOS. CARACTERIZACIÓN TAFONÓMICA DEL MATERIAL ANTROPOLÓGICO (FACTORES AMBIENTALES POSTDEPOSICIONALES)
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
RESUMEN
Juan M. Guijo Mauri
ciertas analíticas, puesto que los cambios pueden enmascarar enteramente la información antropológica o ritual perseguida por los investigadores. Surge así el concepto de tafonomía. El concepto de tafonomía fue acuñado por Efremov en 1940, para referirse al estudio de la transición de los restos animales de la biosfera a la litosfera. Se la concibe como una rama de la paleoecología o un subsistema de la paleontología que pretende explicar cómo ha sido producido y qué modificaciones ha experimentado el registro fósil (Villalaín y Puchalt 2000: 306). Desde la Antropología Forense implica el “…análisis de aquellos procesos que experimentan los restos humanos como consecuencia de la influencia de los factores del ambiente y del lugar del enterramiento” (Polo y Villalaín 2000: 307) o, dicho de otro modo, “…tiene por objeto el estudio del enterramiento y de los fenómenos que le acompañan” (Polo y Villalaín 2000: 306). Siguiendo el significado literal de la palabra compuesta (tafos y nomos), leyes de la muerte, estimamos más adecuado en ceñir su objeto de estudio a los procesos que operan entre el momento de la muerte y el momento en que se realiza el estudio osteológico, como defiende White (White 1991: 357), lo cual servirá de autocrítica al investigador. De igual manera puede entenderse como el estudio de todos los procesos que determinan la conservación diferencial del registro osteológico (Nawrocki 1995: 49). Desde el punto de vista forense cabe definirla como la ciencia que tiene por objeto el estudio del enterramiento y de los fenómenos que le acompañan en relación a las circunstancias ambientales y al lugar del mismo (Villalaín y Puchalt 2000: 306). Más allá de definir las pequeñas matizaciones según la disciplina científica que tiene interés en los estudios tafonómicos, es más importante captar las verdaderas significaciones puesto que, como afirma Lull (1993), "...los agentes físico-químicos (promovidos o no desde la esfera artificial) generan en los atributos de su materialidad (dimensiones y propiedades) y en su disposición (localización espacial) transformaciones que los convierten en nuevos significantes de textos indescifrados, de incierta relación con las realidades de que formaron parte o con los significados que les fueron atribuidos". Los nuevos significados o los simples cambios físicos operados en el material enterrado poseen un interés vital para definir los verdaderos límites del objeto de investigación, así como del tratamiento que requerirá la preservación de su materialidad.
Las características del hueso y del propio enterramiento pueden verse alteradas por episodios que se suceden entre la formación del depósito y el hallazgo final. Se trata de realidades agregadas que introducen nuevos significados en el lugar de enterramiento y pueden llevarnos a contar con falsos argumentos o llegar a falsas interpretaciones históricas. Factores bióticos, como la acción de la vegetación, la fauna y la propia actividad humana, y factores abióticos como el agua, el fuego, el aire y el suelo pueden haber dejado su huella en el material óseo y en su entorno. Estos agentes pueden introducir nuevos elementos químicos, alterar la forma del hueso, daños de diversa magnitud, modificar el color del hueso y cambiar la disposición original del material. La delimitación de estos factores será el primer paso para inferir las posibles realidades históricas y cómo se han visto modificadas. ABSTRACT The characteristics of bone and burial itself could be altered by events that occur between the formation of the deposit and the final finding. These are realities that introduce new meanings added in the place of burial and can lead to false claims or have reached historical misinterpretations. Biotic factors, such as the action of vegetation, wildlife and human activity itself, and abiotic factors such as water, fire, air and soil may have left their mark on the bone material and its environment. These agents may introduce new chemicals, altering the shape of the bone, damage of various sizes, change the color of bone and changing the original layout of the material. The delineation of these factors is the first step to infer possible historical realities and how they have been modified.
A. PREÁMBULO Al intervenir en contextos arqueológicos con depósitos antropológicos habremos de afrontar no sólo la evidencia física del hueso y de sus particularidades, sino también una serie de elementos cuya presencia puede ser accidental o intencional, estar vinculada a una actuación ritual o a la total ausencia de la misma, sellada en el momento de la inhumación o intrusiva. Esas evidencias, sincrónicas o diacrónicas en relación a los restos esqueléticos, pueden introducir significados que incidan en un determinado aspecto de la investigación. Para sacar el mayor partido del estudio de las evidencias osteológicas de poblaciones prehistóricas e históricas resulta imprescindible incrementar la comprensión de los procesos que afectan a la preservación esquelética (Bello y Andrews 2006: 1).
En base a lo anterior, las cuestiones que a continuación desarrollamos pretenden incidir en una serie de procesos, agentes y alteraciones, que pueden tener un origen en cualquiera de los grupos o momentos transicionales a que nos hemos referido. Esos procesos, que son los últimos que actúan sobre la evidencia antropológica antes del hallazgo, han de ser delimitados antes de abordar el análisis del universo ritual, antropológico o que tenga por objeto captar circunstancias que rodean a la deposición de un cuerpo, o relativas a su perfil vital, por cuanto han podido modificar la naturaleza de alguna de estas circunstancias.
La consideración de las alteraciones osteológicas póstumas tendrá un valor decisivo para mostrar u objetivizar las condiciones en que se ha emitido un diagnóstico y los condicionantes o factores limitantes de
12
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 4. Alteraciones ambientales TIPO DE ALTERACIÓN
ALTERACIONES BIÓTICAS
ALTERACIONES ABIÓTICAS
ALTERACIÓN
Raíces y hongos Animales (carnívoros y roedores) Acción antrópica o Remociones funerarias o Nuevas construcciones Agua Aire Metal Fuego (inducido o no por el ritual) Daños mecánicos Derivadas del entorno geológico Erosión química
B. PROCESOS ABIÓTICOS (Lám. 4-7) y nos remiten a circunstancias perimortem o postmortem antes de la pérdida del colágeno. Algún autor, como Müller, estima que la grasa en los huesos persiste hasta unos 5 o 10 años después de la muerte (Villalaín 1992: 140), de modo que la aparición de estas fracturas podría abarcar un periodo amplio entre el entorno de la muerte y momentos posteriores a ésta. La sustancia orgánica del hueso y la presencia de los tejidos blandos determinan que el primero se rompa por percusión en líneas regulares, al servir de elemento protector esa envoltura (Dastugue y Gervais 1992: 22). La presencia de un alto contenido de colágeno en el hueso hace que éste actúe como aglutinante, determinando fracturas en espiral o con ángulos oblicuos (Turner 1994: 103) y los bordes claramente marcados, con filos agudos y regulares (White 1991: 359). La ausencia de signos de remodelación ósea dificulta la identificación de lesiones inmediatamente antes de la muerte, quizás como causa directa de ésta, por lo cual “(…) resulta muy importante el estudio directo del esqueleto en el lugar donde se localiza“(Etxeberría 1993: 51). Esos episodios perimortem pueden presentarse en forma de discontinuidades óseas, con separación de partes de un mismo hueso o como rotura en múltiples fragmentos de un hueso. La persistencia de la integridad de las zonas articulares adyacentes estará en relación con la existencia de tejidos de retención cuando tuvo lugar el episodio que ocasionó el daño, circunstancia a diferenciar del daño póstumo. De todo esto se extrae la importancia del registro in situ. La consideración de fuerzas o impactos aplicados sobre el hueso y la respuesta de éste en forma de irradiaciones, roturas concéntricas, hundimientos, ángulos de los bordes de rotura y afectación de las tablas interna y externa, como puede ocurrir en los traumatismos craneales, puede facilitar una adecuada interpretación contextual de la pieza rota, partiendo igualmente del descarte de factores intrusivos que pudieran haber causado tal modificación. Etxeberría atribuyó un hundimiento craneal del neolítico francés (Boileau) a la causa de la muerte, teniendo en cuenta la inexistencia de reacción cicatricial y la inmutabilidad del contexto, todo ello dentro de un riguroso control
B1. PROCESOS MECÁNICOS. DIFERENCIACIÓN DE ROTURAS Y DEFORMACIONES Las roturas óseas constituyen hechos que revisten un carácter accidental o intencional, que pueden ser el producto de la intervención humana o de factores ajenos a la intervención del hombre. Asimismo, pueden ubicarse en momentos vitales, circunstancias que rodean a la deposición del cuerpo, como puede ser el rito o a agentes cuya acción se desencadena tras la deposición del material esquelético. a. Deformaciones Los sedimentos pueden deformar los huesos y provocar o o causar roturas (Lám. 1), asemejando una patología o manipulación ritual. Esa alteración en la forma inducida por el medio determinará, en el caso de que existan rotura y separación de fragmentos, la imposibilidad de reintegrar la pieza por discrepancia de los bordes y falta de coincidencia de los planos de rotura, frente a la deformación motivada por causas patológicas, morfológicas o deformaciones inducidas artificialmente. La acidez del suelo incide negativamente sobre el hueso, diluyendo los componentes minerales, descalcificándolo y favoreciendo su deformación. La bóveda craneal es el elemento más susceptible de deformaciones por presión, pudiendo inducirnos a falsas lecturas paleopatológicas como confundir una modificación de origen tafonómico con anomalías morfológicas (Polo y Villalaín 2000: 322). En las inhumaciones en las que la bóveda craneal aparece colocada sobre uno de sus lados, ya sean contextos primarios o secundarios, pueden darse importantes deformaciones craneales por la simple presión del sedimento. b. Roturas sobre hueso fresco Se trata de roturas desprovistas de toda reacción vital, pero producidas en un momento muy cercano a la muerte
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contextual que permitió descartar cualquier elemento intrusivo postdeposicional (Etxeberría 1993: 55). Las fosas de represaliados por el franquismo nos ofrecen una amplia variedad de daños perimortem de estas características. La supervivencia a roturas o fracturas se evidenciará en la detección de una reacción cicatricial con posterioridad a una lesión, de modo que el tejido que forma parte de la sección del hueso queda cubierto por la neoformación, o en respuestas de otros huesos o articulaciones a la hipotética lesión vital. En los momentos iniciales de reacción cicatricial pueden no ser posibles los diagnósticos a simple vista, siendo necesaria una confirmación radiológica. Podemos encontrarnos ante cambios muy sutiles de tipo osteolítico o en el comienzo de la formación del callo óseo como indicios del trauma, de manera que los bordes de rotura no presentarán las características antes mencionadas del hueso fresco sin reacción vital. Por ello, el control de las circunstancias contextuales se antoja imprescindible para prevenir una pérdida de información.
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relacionados con la excavación o astillamientos al exhumar indebidamente un hueso, sobre todo costillas y huesos largos, cuando aún no ha sido liberado de sedimento (efecto palanca). En estos casos suele ayudarnos la coloración a distinguir entre fracturas recientes, próximas al momento del hallazgo, y las antiguas, impregnadas de los tonos del sedimento y con pátina. Tal diferenciación es imprescindible como preveción frente a pseudointerpretaciones rituales o patológicas (procesos destructivos de hueso como neoplasias, e infecciones determinadas y trepanaciones). En otros casos nos pueden remitir a circunstancias antrópicas durante el funcionamiento de la zona de enterramiento o en relación a otros eventos póstumos anteriores al hallazgo arqueológico, pudiendo correlacionarlos con determinados episodios estratigráficos. d. Erosiones En el transcurso de los procesos postdeposicionales el hueso puede estar afectado por erosiones o pérdidas de sustancia que pueden llevarnos a confusión con procesos paleopatológicos donde dominan los procesos osteolíticos. Las mismas circunstancias de una excavación defectuosa pueden favorecer descamaciones, exfoliaciones o cortes superficiales que sustenten falsos diagnósticos. Es muy usual en los grandes osarios cristianos, e incluso en inhumaciones secundarias de menor magnitud de otros grupos, la existencia de muescas, erosiones y pérdidas de sustancia muy localizadas que podrían relacionarse con las circunstancias de la remoción y el transporte.
c. Roturas sobre hueso seco o desprovisto de sustancia orgánica En los huesos secos o con bajo contenido en colágeno suelen aparecer bordes de morfología muy distinta a las evidencias aún provistas de colágeno (Turner 1994: 103). El corte presenta un plano irregular, con escasas aristas y relieves redondeados, aspecto poroso y en muchos casos pulverulentos (Láminas 2 y 3). Suele ser frecuente la observación de restos óseos en los que se han producido roturas producto de hundimientos, impactos de útiles
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LÁMINA 1. INHUMACIÓN INDIVIDUAL DE LA EDAD DEL BRONCE (CLC-COBRE LAS CRUCES, GERENA) CON APLASTAMIENTO EXTREMO DE LAS EVIDENCIAS ÓSEAS (GUIJO Y LACALLE 2011)
LÁMINAS 2 Y 3. A LA IZQUIERDA SECCIÓN DE UNA TIBIA EN SU TERCIO SUPERIOR, CON ROTURA EN SECO Y TOTALMENTE DESPROVISTA DE PÁTINA. INDIVIDUO ALMOHADE DE SEVILLA (GUIJO 2002d) (SJ). A LA DERECHA SECCIÓN DE LA DIÁFISIS DE UN FÉMUR EN SU ZONA CENTRAL (MONASTERIO DE SANTA CLARA-MSC, SIGLOS XVI-XVIII) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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LÁMINAS 4 Y 5. ROTURAS DE HUESO FRESCO, CON BORDES NÍTIDOS Y AFILADOS Y PLANOS DE ROTURA REGULARES. SE CORRESPONDEN A EPISODIOS PERIMORTEM POR IMPACTOS DE PROYECTIL EN REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE 1936-1937. A LA IZQUIERDA HUESO PROCEDENTE DE AGUILAR DE LA FRONTERA-FCA (GUIJO 2010, PERMISO DE AREMEHISA) Y A LA DERECHA DE CAZALLA DE LA SIERRA-FCC. (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AMHyJA)
LÁMINA 6. ROTURA DE HUESO FRESCO, CON ENCABALGAMIENTO QUE DENOTA LA PLASTICIDAD DEL MATERIAL ÓSEO (FCC-CAZALLA DE LA SIERRA, SEVILLA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AMHyJA)
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LÁMINA 7. FRACTURA PERIMORTEM EN LA ZONA PROXIMAL DE LA DIÁFISIS DE UN FÉMUR IZQUIERDO. ESQUELETO PROCEDENTE DE FCA-AGUILAR, CÓRDOBA (FOSA DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE 1936) (GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
LÁMINA 8. ROTURA PERIMORTEM, CON FRAGMENTACIÓN DEL EXTREMO PROXIMAL DE LA DIÁFISIS DEL HÚMERO DERECHO. EPISODIO DE VIOLENCIA EN UNA FOSA COMÚN DE REPRESALIADOS POR EL FRANQUISMO (FCA-AGUILAR DE LA FRONTERA, CÓRDOBA) (GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
los procesos geotérmicos la aparición de roturas y deformaciones (Henke y Rothe 1994) y cambios característicos de coloración, en un proceso que implica la pérdida de la matriz orgánica del tejido óseo (White 1991: 361). El material óseo quemado puede aportar
B2. ACCIONES TÉRMICAS Los mayores cambios experimentados por los restos óseos tienen lugar bajo la acción del fuego, suponiendo
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valiosa información, tanto sobre el individuo como acerca de las condiciones bajo las cuales sucedió la cremación (Chamberlain 1994: 11).
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En los huesos que forman parte de una cremación ritual y que han alcanzado una escasa transformación pueden percibirse huellas de corte y roturas impactadas, ante la necesidad de reducir el volumen de huesos o eliminar retenciones. También en el material más afectado por el fuego pueden detectarse roturas antrópicas secundarias a la reducción de la acumulación ósea, aunque en este caso puede ser difícil la diferenciación de estas roturas en relación a las inducidas por el fuego. Manos y pies suelen tener un nivel de destrucción alto (Reverte 1991: 875-876) (Krogman e Isçan 1986: 40). Los huesos quemados totalmente desprovistos de sustancia orgánica presentarán en consecuencia alteraciones totalmente diferentes (Herrman et al.1999-cit en Krenzer 2006; Shipman et al. 1984; Buikstra y Swegle 1989; Correia 1997; Correia y Beattie 2001):
Desde el punto de vista antropológico la cremación es el producto de la interactuación de tres factores: temperatura suficiente para la combustión, suficiente tiempo para la oxidación de los tejidos y suficiente suministro de oxígeno (McKinley 2006: 84). Tanto el color, patrones de roturas, grado de deformación y destrucción de los fragmentos óseos nos darán indicación de si el material se quemó en estado fresco, temperatura, duración y condiciones oxidantes bajo las cuales tuvo lugar el proceso (Binford 1963; Chamberlain 1994: 11; Herrman et al.1999-cit. en Krenzer 2006; Shipman et al. 1984; Buikstra y Swegle 1989; Correia 1997; Correia y Beattie 2001). El mismo registro de las localizaciones cromáticas y roturas pueden permitir la reconstrucción del procedimiento crematorio (Ubelaker 1989: 36).
Planos irregulares de corte Cortes de aspecto pulverulento y granuloso Escasas modificaciones en el volumen del material Escasas deformidades Fisuras menos frecuentes e irregulares y menor intensidad de las roturas. Predominio de las formas de rotura longitudinales frente a las transversales en el hueso fresco
a. Roturas y deformaciones La primera consideración nos lleva a inferir si la cremación aconteció sobre huesos frescos o completamente desprovistos de sustancia orgánica. Puesto que la cremación de un cuerpo implica un proceso de oxidación, deshidratación, incluyendo la pérdida del 35 % del componente orgánico del esqueleto (Mckinley 2000: 403), cabe esperar una respuesta diferencial del tejido óseo. Sobre bases experimentales, como los trabajos de Baby (1954) y Binford (1963), se ha reconocido un patrón diferencial de fracturación entre huesos secos, por un lado, y huesos provistos de sustancia orgánica y recubierto de tejidos blandos por otro (Ubelaker 1989; Chamberlain 1994; Turner 1994; Campillo 1995; Krogman e Iscan 1986; Herrman et al.1999-cit en Krenzer 2006; Shipman et al. 1984; Buikstra y Swegle 1989; Correia 1997; Correia y Beattie 2001). Las mayores alteraciones tienen lugar cuando la incineración afecta a hueso fresco o con cubierta de tejidos blandos, pudiendo ir desde fracturas transversales y onduladas a fisuras longitudinales irregulares, asociadas a planos regulares de roturas, con filos angulosos, puesto que la evaporación del componente orgánico tiende a seguir líneas regulares (Lám. 8-20). Los huesos se fragmentan “… siguiendo las líneas de fuerza que les ofrecen las trabéculas óseas, que tienen siempre una dirección y disposición constante” (Polo y Villalaín 2000: 324). Las modificaciones morfológicas más intensas desembocan en marcadas deformaciones y torsiones así como en una pérdida general de volumen (Lám. 10, 1416, 19-20). La contracción del material se da en asociación a fisuras que siguen los planos de las fibras de colágeno, a causa de la vaporización de éste (Krogman e Isçan 1986: 40). El mayor grado de roturas acontece por encima de los 600ºC, comenzando la recristalización de la porción mineral entre los 600ºC y 1000ºC (McKinley 2000: 406). El punto de fusión de los cristales se corresponde a unos 1630ºC, aunque no se detecta en cremaciones arqueológicas (Krenzer 2006).
La diferente morfología de las diversas zonas anatómicas, tanto con cubierta de tejidos blandos como por las propias características del material óseo, determina patrones de rotura característicos en los huesos provistos de colágeno: 1) Diáfisis de los huesos largos La afección de hueso fresco da lugar a marcadas torsiones o incurvaciones en el eje longitudinal de la diáfisis (Krogman e Isçan 1986: 39) (Dastugue y Gervais 1992: 25) (Chamberlain 1994: 12). Los contextos de cremación analizados muestran enroscamientos del hueso en tal grado que alteran totalmente la identidad del mismo. Asociadas a estas deformidades suelen aparecer fisuras de bordes incurvados hacia el interior de la diáfisis, con diferente grado de separación y entre los que pueden persistir puentes óseos, evidenciando fenómenos de contracción. Las alteraciones más usuales y propias del hueso fresco son las roturas transversas o perpendiculares al eje mayor de los huesos (Krogman e Isçan 1986: 39; Dastugue y Gervais 1992: 25). Éstas suelen seguir un patrón curvilíneo (Chamberlain 1994: 12), en U (McKinley 2000: 405) o, como se refiere Reverte, en óvalos concéntricos (Reverte 1991: 872) (Lám. 11-17). Estas roturas transversas, en forma de anillos concéntricos, se ubican sobre todo en las zonas más convexas y bordes. Arrancando desde finas roturas superficiales pueden llegar a penetrar la cortical hasta sus estratos más profundos, desembocando en el desprendimiento de recortes radiales o concéntricos. La mayor separación de los bordes de rotura de las fisuras en arco suele darse en la zona central o clave, con disminución progresiva del grosor hacia los laterales de la fisura o extremos del arco. En algunos fragmentos llegan 18
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a formarse fisuras longitudinales, menos marcadas que las transversales, que unen diversos segmentos concéntricos. A veces las diversas lascas concéntricas pueden llegar a mostrar diversos grados de contorsión cuando se ha separado el fragmento en el que se incluyen. En las localizaciones más planas del fuste suelen darse en mayor medida los cuarteamientos.
roturas en círculos concéntricos con el núcleo o concavidad orientado hacia la articulación escápulohumeral y la zona más convexa de las roturas apuntando hacia el cuerpo escapular (ángulo externo). En el entorno del acromion y la apófisis coracoides suelen aparecer fisuras de bordes discrepantes en relación a los fenómenos de contracción.
2) Zonas articulares (epífisis) del esqueleto apendicular y zonas esponjosas
En las costillas las deformidades se ven favorecidas por roturas que siguen el eje principal. Las mayores fisuras, múltiples o aisladas, se asocian en buena lógica a la cara externa, siendo evidentes los encabalgamientos o discrepancias de bordes de rotura que denotan la contracción del hueso. Suele detectarse un desprendimiento preliminar del borde inferior del hueso (con el canal costal) antes de que la destrucción evolucione al resto del fuste costal. Es también habitual el despegue de las caras interna y externa. En todo caso, este hueso representa una de las zonas anatómicas con más perdidas de información cuando la acción del fuego, en base a la coloración y destrucciones óseas, es mayor.
Estas zonas óseas se encogen pero no se deforman de manera excesiva (Krenzer 2006). Las superficies convexas y cóncavas de las epífisis y cavidades articulares se rompen, agrietándose en pequeños pentágonos que le dan el aspecto de laguna desecada (Reverte 1991: 872) o morfología reticulada (Krogman e Isçan 1986: 39). Observamos también roturas en anillos concéntricos en las zonas más convexas, aunque no se alcanza el grado de desprendimiento que tiene lugar en las porciones del esqueleto apendicular, y además se suelen observar pequeñas fisuras que unen los segmentos concéntricos en mayor medida que en las diáfisis. La malla o retícula de roturas es más homogénea en la anchura de las fisuras en comparación con las zonas diafisiarias. Al igual que en las vértebras, las zonas esponjosas del esqueleto apendicular representan las evidencias con menores deformaciones, más susceptibles de producirse en el tejido compacto cortical por sus condiciones plásticas.
5) Vértebras Las líneas de fractura cursan siguiendo las líneas de menor resistencia, como es a nivel de las láminas y los pedículos (Reverte 1991: 874). En las caras anteriores de los cuerpos vertebrales, incluyendo el sacro, se producen grietas que, en expresión de Reverte, recuerdan los arañazos de un gato (Reverte 1991: 873) 6) Dentición
3) Cráneo Representa la zona anatómica que pervive a las temperaturas más elevadas. Aunque el esmalte es un tejido de gran dureza (95% de sustancia inorgánica, 1% sustancia orgánica, 4% de agua) (Türp y Alt 1998: 74), su integridad depende en buena medida de la estabilidad de la dentina (70% inorgánica, 20% orgánica, 10% agua) (Türp y Alt 1998: 73), por lo cual en el proceso de incineración las peculiaridades de ambos tejidos hacen que se separe el esmalte de la dentina por “...la diferencia en el coeficiente de contracción y dilatación...” (Diamond 1991: 43). La incineración destruye la parte orgánica del cemento pero conserva la inorgánica, así como la morfología general de la raíz. En la cremación acontece una contracción de un 25% debido a que “...las moléculas de las sales inorgánicas se aproximan más entre sí” (Diamond 1991: 47). Según Holck los cambios descritos en las evidencias dentarias tienen lugar a temperaturas sobre los 900ºC (Borgognini y Pacciani 1993), de modo que sólo por encima de 800ºC o 900ºC tiene lugar el estallido del esmalte (Reverte 1991) (Krogman e Isçan 1986), pudiendo preservarse fragmentos de la raíz.
Suele ser el primer hueso afectado por la exposición de un cuerpo al fuego debido a sus características morfológicas (Krogman e Isçan 1986: 39). El estallido de la caja craneal suele provocar la separación de ambas tablas y de ambas caras de la mandíbula (Krogman e Isçan 1986: 39) (Reverte 1991: 873), siendo frecuentes zonas de fisuras cuarteadas, siguiendo un patrón de laguna desecada. La separación de los bordes de rotura es mayor en la zona exocraneal. En ocasiones la tabla externa, zona más abombada en relación a la interna, suele presentar roturas en anillos concéntricos. Los fenómenos de contracción dan lugar a que los bordes vecinos de una rotura muestren incurvaciones y discrepancias en el espacio que los separa. Las deformaciones suelen ser más intensas en los elementos del macizo facial. 4) Huesos planos En la escápula dominan las roturas longitudinales en las zonas de menor espesor, mientras que en las localizaciones donde el espesor cortical es mayor, como en la cercanía de la cavidad glenoidea, pueden aparecer
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LÁMINA 9. ACCIÓN DE FUEGO SOBRE HUESO FRESCO. ROTURAS CONCÉNTRICAS EN FRAGMENTOS CRANEALES PROCEDENTES DE UNA CREMACIÓN ROMANA DE CALLE SAN FERNANDO (CSFSEVILLA) (PECERO Y GUIJO 2004)
LÁMINA 10. FRAGMENTO PARIETAL CON CONTRACCIONES EN LOS BORDES DE LA FISURA (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS)) (GUIJO 2012)
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LÁMINA 11. ROTURAS Y FISURAS EN LOS FUSTES DIAFISIARIOS (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS)) (GUIJO 2012)
LÁMINAS 12 Y 13. A LA IZQUIERDA FISURAS EN LA ZONA PROXIMAL DE UN FÉMUR PROCEDENTE DE CONTEXTOS DE CREMACIÓN DE CARMONA (SIGLOS I-II) (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS) (GUIJO 2012). A LA DERECHA FISURAS PROVOCADAS POR EL FUEGO EN EL FUSTE (VISTA DE LA ZONA MEDULAR) DE UN HUESO LARGO DE LOS SIGLOS I-II (TUMBA 11, PR-PRADO DE SAN SEBASTIÁN) (GUIJO Y LACALLE 2007)
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LÁMINAS 14 Y 15. CONTRACCIÓN Y FISURAS CON ENCABALGAMIENTO DE LOS BORDES EN UN PRIMER METACARPIANO (IZQ) Y UN METATARSIANO, AMBOS PROCEDENTES DE CONTEXTOS DE CREMACIÓN DE CARMONA (SIGLOS I-II) (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS) (GUIJO 2012)
LÁMINA 16. FRAGMENTO DE DIÁFISIS DE CÚBITO, CON FISURACIONES Y ENROSCAMIENTO ORIGINADOS POR LA ACCIÓN DEL FUEGO SOBRE HUESO FRESCO. NECRÓPOLIS ROMANA PROCEDENTE DE LA CALLE SAN LUÍS (HI-HOSPITAL DE LOS INOCENTES, SEVILLA) ((GUIJO Y LACALLE 2000).
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LÁMINAS 17 Y 18. A LA IZQUIERDA FRAGMENTO DE HÚMERO CON SEPARACIÓN DEL TEJIDO COMPACTO (T1-7) Y A LA DERECHA FISURAS CONCÉNTRICAS EN VÉRTEBRAS CERVICALES (T1-7). EVIDENCIAS PROCEDENTES DE CARMONA (SIGLOS I-II) (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS) (GUIJO 2012)
LÁMINAS 19 Y 20. A LA IZQUIERDA ROTURAS CONCÉNTRICAS EN LA DIÁFISIS DE UN HUESO LARGO, CREMACIÓN ROMANA PROCEDENTE DE CSF-CALLE SAN FERNANDO (PECERO Y GUIJO 2004). A LA DERECHA FISURAS POR CONTRACCIÓN DEL MATERIAL ÓSEO EN FRESCO EN UN FRAGMENTOS ÓSEO DE CÚBITO DE UNA CREMACIÓN ROMANA DE LOS SIGLOS I-II DE PR-PRADO DE SAN SEBASTIÁN (GUIJO Y LACALLE 2007)
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LÁMINA 21. MAGNIFICACIÓN X 20 AUMENTOS DE UN FRAGMENTO CRANEAL DE ÈPOCA ROMANA PROCEDENTE DE LA NECRÓPOLIS DE CREMACIÓN DE BE-BELLIDOS (ÉCIJA, SEVILLA, SIGLO II), CON FISURAS EN OJIVA ORIGINADAS POR CONTRACCIÓN DEL HUESO FRESCO A CAUSA DE LA ACCIÓN DEL CALOR. ASPECTO MARMÓREO A CAUSA DE LA RECRISTALIZACIÓN (REGISTRO DE GUIJO Y LACALLE 2000)
a negro con temperaturas entre 200ºC y 300º C y unos tonos azules-grises con unos 800ºC (Turner 1994: 96). Según Wahl (1982) (cit. en Trelliso 2001: 5), entre los 200ºC y los 300°C la coloración oscila entre los tonos marfil y gris parduzco. Entre los 300ºC y los 400ºC el hueso muestra coloraciones que van cambiando con el aumento de la temperatura desde el marrón al marrón oscuro, adquiriendo un color negruzco hacia los 400ºC, causado por Ia combustión parcial de Ia materia inorgánica del tejido óseo (Wahl 1982 cit en Trelliso 2001: 5). Sobre los 550ºC los colores oscilan desde el gris oscuro al gris claro. En el interior del tejido compacto pueden observarse aún tonos negros. En la última fase, entre los 650ºC y los 700ºC los huesos toman un color blanco mate y adquieren una consistencia blanda, de aspecto yesoso. Desde los 750ºC el hueso experimenta una marcada contracción de su volumen y a partir de 800º C nos presenta una apariencia lisa y una consistencia dura a causa de la concreción que forma la apatita. El color del hueso también se nos presenta blanco en la sección (WahI 1982 cit en Trelliso 2001). Pueden acontecer cambios de coloración en huesos de un mismo sector anatómico y entre zonas de un mismo hueso, indicándonos exposiciones diferenciales al fuego (Lám. 22-33).
b. Cambios de coloración La coloración que presentan las evidencias osteológicas guarda una estrecha vinculación a la temperatura de exposición. Para Brothwell, los huesos muy ennegrecidos pueden indicar que todavía existían tejidos blandos (Brothwell 1987: 34). Los tonos ocres y marrones nos hablarían de temperaturas entre 250 y 300 grados centígrados y los negros de unos 350ºC (Campillo 2001; Reverte 1991; Turner et al 1994). Las tonalidades que oscilan entre un gris azulado y el blanco indicarían una exposición a altas temperaturas y una mayor deshidratación (Krogman e Isçan 1986: 39), incrementándose desde el azul al blanco. Una temperatura por encima de 600ºC produce en el hueso un color gris, alcanzándose el blanco por encima de los 650 grados (Chamberlain 1994: 11-12; Campillo 2001: 438). La cristalización de la porción mineral del hueso se inicia a partir de los 600ºC, adquiriendo las superficies visibles una apariencia vidriada, que se acentúa a partir de los 650ºC-700ºC (Chamberlain 1994: 11-12; Campillo 2001: 438-439). Ello le confiere un sonido parecido a la cerámica (Krogman e Isçan 1986: 39). Frente a las coloraciones oscuras. Considerando las temperaturas de exposición, Buikstra y Swegle (1989) y Shipman et al (1984) asimilan una gradación cromática de color marrón
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LÁMINA 22. PERSPECTIVA DE CONJUNTO DE UNA CREMACIÓN Y DE LA GRADACIÓN CROMÁTICA DE LAS EVIDENCIAS ÓSEAS. DEPÓSITO PROCEDENTE DEL PRADO DE SAN SEBASTIAN (PR-UE 188, SIGLOS I-II) (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINA 23. RESTOS CRANEALES DE ÉPOCA ROMANA DE UN MISMO SUJETO EXPUESTO AL RITUAL DE LA CREMACIÓN. LAS DIFERENTES COLORACIONES REVELAN UNA EXPOSICIÓN DIFERENCIAL A LAS TEMPERATURAS. DEPÓSITO PROCEDENTE DEL PRADO DE SAN SEBASTIÁN (PR, SEVILLA) (GUIJO Y LACALLE 2007)
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LÁMINA 24. FRAGMENTOS ÓSEOS DE UNA CREMACIÓN DE LOS SIGLOS I-II CON DIFERENCIAS CROMÁTICAS ENTRE HUESOS Y ENTRE ZONAS DE UNA MISMA PIEZA, EN RELACIÓN A DISTINTA INCIDENCIA DE LOS FOCOS CALÓRICOS (PR, T-188) (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINAS 25 Y 26. COLORACIONES DIFERENCIALES EN LA DIÁFISIS DE UN RADIO (A LA IZQUIERDA) Y DE UN HÚMERO (A LA DERECHA). T1-8 DE CARMONA (SIGLOS I-II) (JFL, CARMONA. PERMISO CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS) (GUIJO 2012)
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LÁMINAS 27 Y 28. A LA IZQUIERDA FÉMUR CON AFECCIÓN DIFERENCIAL POR LA ACCIÓN DEL FUEGO, CON LA ZONA ARTICULAR PRESERVADA POR LA CONEXIÓN ANATÓMICA (CREMACIÓN 68 DEL PRADO DE SAN SEBASTIÁN). A LA DERECHA RÓTULA IZQUIERDA CON COLORACIÓN DIFERENCIAL ENTRE SUS MITADES EXTERNA E INTERNA (PR, CREMACIÓN 184 ) (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINA 29. SECCIÓN DE FÉMUR PROCEDENTE DE ITALICA –IT (SIGLOS I-II) CON DIFERENTES GRADOS DE EXPOSICIÓN AL CALOR (GUIJO 2010)
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LÁMINAS 30 Y 31. SECCIONES DE LA CORTICAL DE UN HUESO LARGO (DERECHA (TUMBA 111) Y FRAGMENTO CRANEAL (IZQUIERDA) (TUMBA 112) PROCEDENTE DE UN CONTEXTO ROMANO DE CREMACIÓN (X 20), CON ALTERACIONES CROMÁTICAS EN FORMA DE SÁNDWICH (LOS COLORES BLANCOS REPRESENTAN LAS TEMPERATURAS MÁS ALTAS Y LA COLORACIÓN NEGRA INDICA LA ZONA MENOS AFECTADA POR LA ACCIÓN DEL CALOR). PRADO DE SAN SEBASTIÁN (PR), SEVILLA (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINA 32. SECCIÓN DE LA RAÍZ DE UN MOLAR SUPERIOR PROCEDENTE DE UNA CREMACIÓN ROMANA (UE 11) DEL PRADO DE SAN SEBASTIÁN (PR, SEVILLA). EL ESMALTE HA ESTALLADO BAJO LA ACCIÓN DEL CALOR Y LA MAYOR TEMPERATURA HA AFECTADO A LA PERIFERIA DEL CEMENTO FRENTE AL CENTRO, EN EL QUE SE DISTINGUE EL CONDUCTO PULPAR (FLECHA). (GUIJO Y LACALLE 2007)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINA 33. PIEZAS DENTARIAS CON PRESERVACIÓN CASI EXCLUSIVA DE LAS RAÍCES POR EL ESTALLIDO DEL ESMALTE (PR, CREMACIÓN 11) (GUIJO Y LACALLE 2007)
un 12 y un 15 % y de los diámetros entre un 25 y un 30 por ciento por encima de 1000ºC, pero con variabilidad según el tamaño de los huesos. Ubelaker admite reducciones hasta el 25% entre los 700ºC y 900ºC (Ubelaker 1999 en Krenzer 2006). Aunque somos conscientes de que en el peso del hueso tiene una influencia decisiva el entorno, podemos hacernos una idea de la transformación que se opera en la evidencia esquelética si consideramos el peso medio de un esqueleto en algunas series sevillanas y, por tanto, del esfuerzo y coste empleados en semejante labor. Los individuos tenidos en cuenta en cada serie son sólo parte de los sujetos en mejor estado de conservación. La serie islámica se vincula a un contexto donde se ha producido la esqueletización en ambiente colmatado, al contrario que la muestra judía. La media del peso de las cremaciones de época romana representa aproximadamente una décima parte del peso de estos escasos datos disponibles de individuos completos, Si bien con importantes oscilaciones, podemos hablar de una concentración entre 400 y 900 gramos. No podemos obviar la influencia que tiene en este aspecto el procedimiento de recuperación en la actividad arqueológica. Las características primarias o secundarias del depósito influyen en el peso de las cremaciones. En los propios depósitos ecundarios en urnas o en fosas simples existen claras diferencias en función del esfuerzo dedicado a recoger los restos de la pira.
c. Pérdida de peso La exposición al fuego supone una notable pérdida de peso del hueso por la progresiva eliminación de líquidos, porción orgánica y carbonatos. La intensidad del proceso dependerá del esfuerzo empleado en la transformación del cuerpo por la acción del fuego: cantidad de combustible y duración del proceso. La intervención antrópica póstuma, en forma de selección del material, directamente de la pira o con existencia de un lavado antes del depósito definitivo, también debe ser tenida en cuenta. En el intervalo térmico de 300ºC a 350ºC comienzan a producirse cambios importantes en Ia estructura del hueso, teniendo lugar la eliminación del agua y la combustión de la materia orgánica, aumentando la longitud de los cristales. En torno a los 650ºC el fosfato tricálcico se convierte en fosfato tricálcico b, con los cristales mayores y más desorganizados (Wahl 1982 en Trelliso 2001: 5-6). Herrman et al (1990) (cit. en Trelliso 2001) refieren como hasta los 600ºC los restos van perdiendo consistencia y esto se invierte a partir de los 800ºC, a causa de la recristalización y conversión del fosfato cálcico en fosfato tricálcico, con lo que adquiere una mayor dureza y resistencia mecánica. La reducción del hueso se incrementa con la temperatura con una disminución de las longitudes entre
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 5. Fases durante la cremación según Correia 1997 FASE
CAMBIOS HISTOLÓGICOS
TEMPERATURA
Deshidratación
Extracción del agua
105-600
Descomposición
Extracción de los componentes orgánicos
500-800
Inversión
Extracción de los carbonatos
700-1100
Tabla 6. Coloración, temperaturas y nivel de reducción (% volumen) en el hueso incinerado Color Amarillo
Marrón
Negro
Gris oscuro-azul-gris claro
Blanco
Temperatura 100-300 100-200 200-250 250-300 250-300 300-400 300 200 300-400 350 300-350 400-500 400 300 400-550 500-700 500-600 550-600 800 550-650 650 + 650 + 800 700-800 900-1000 650 +
Reducción 1-2 1-2 1-2 1-2 -
Referencia Schafberg 2002 (en Krenzer 2006) Hermann 1988 Polo y Villalaín 2000 Turner et al 1994 / Reverte 1991 / Campillo 2001 Polo y Villalaín 2000 Schafberg 2002 (en Krenzer 2006) Hermann 1988 Buikstra y Swegle 1989 / Shipman et al 1984 Wahl 1982 (en Krenzer 2006) Turner et al 1994 / Reverte 1991 / Campillo 2001 Polo y Villalaín 2000 Schafberg 2002 (en Krenzer 2006) Hermann 1988 Buikstra y Swegle 1989 / Shipman et al 1984 Wahl 1982 (en Krenzer 2006) Schafberg 2002 (en Krenzer 2006) Hermann 1988 Polo y Villalaín 2000 Turner 1984 Wahl 1982 (en Krenzer 2006) Chamberlain 1994 / Campillo 2001 Polo y Villalaín 2000 Schafberg 2002 (en Krenzer 2006) Hermann 1988 Hermann 1988 Wahl 1982 (en Krenzer 2006)
1-2 1-2 1-2 1-2 5-25 5-13 + 25
Tabla 7. Peso de diversos esqueletos completos en dos grupos medievales sevillanos SEXO Adultos masculinos
Adultos femeninos
YACIMIENTO
N
MEDIA
OSCILACIÓN
San Jorge (islámico)
14
7350
6760-7590
Cano y Cueto (judío)
10
7124
6740-7440
Media
24
7280
6740-7590
San Jorge (islámico)
15
6460
5680-6700
Cano y Cueto (judío)
10
6520
5710-6680
Media
25
6495
5680-6700
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Gráfico 1. Peso medio de cremaciones masculinas de Hispalis en relación al peso medio de un esqueleto en seco (% del peso)
10,26
Total esqueleto
peso cremación
Gráfico 2. Porcentaje del peso medio de cremaciones femeninas de Hispalis en relación a un esqueleto seco (% del peso)
10,65
Total esqueleto
peso cremación
31
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Gráfico 3. Peso de cremaciones masculinas y femeninas de Hispalis 900 800 700 600 500 400 300 200 100 0 Total cremaciones
Cremaciones primarias
Adultos masculinos (n=52)
B3. ALTERNANCIA AMBIENTAL
DE
LA
HUMEDAD
Cremaciones secundarias
Adultos femeninos (n=49)
b. Zonas próximas al nivel freático La proximidad al nivel freático en diversos contextos funerarios de Sevilla, con alternancia de ambientes, favorece unas condiciones muy negativas en diversas zonas del subsuelo de la ciudad. En estos ambientes mixtos son usuales los fenómenos de disolución de la porción mineral de los huesos, que presentan una apariencia normal pero con la estructura mineral disgregada y ablandada, especialmente en las zonas de tejido esponjoso. De ahí que en algunos casos, sus contornos aparezcan difuminados o en forma de simples manchas. En evidencias romanas próximas pero no incluidas en el nivel freático del entorno de San Luís, depósitos monásticos y en la Catedral de Sevilla, la humedad del contexto alcanza un grado tan elevado que los diversos elementos óseos presentan una clara disgregación e indiferenciación de sus contornos. Incluso el tejido compacto adquiere una compacidad semejante al yeso húmedo.
a. Daños óseos El hueso es un material higroscópico, por lo que absorbe la humedad con facilidad siendo muy sensible a cambios bruscos en el depósito, con las consiguientes alternancias de contracción y expansión (Laborde 1986: 28). La desintegración física del hueso puede ser provocada por bruscas alteraciones de humedad y temperatura, que facilitan la aparición de fisuras (Nawrocki 1995: 52). La existencia de un entorno aerobio conlleva alteraciones notables en los huesos por una mayor exposición a los cambios de humedad ambiental (ver entorno aerobio). Las sales solubles presentes en el agua, asociadas por ejemplo a un medio salino, y que penetran en el hueso pueden cristalizarse con la disminución de la humedad del entorno ambiental, provocando importantes daños mecánicos en base a contracciones-dilataciones. Asimismo, las aguas alcalinas introducen solutos que se dilatan y contraen provocando la desintegración de las estructuras óseas. El agua puede conllevar erosión y disolución de sales minerales componentes del hueso, imitando las lesiones destructivas u osteolíticas, pero nunca creando patrones de neoformación ósea. Esa acción destructiva del agua puede guardar una gran semejanza morfológica con infecciones periósticas, prestándose a interpretación pseudopatológica, al producir una serie de estriaciones y fisuras que recuerdan a patologías óseas inflamatorias (Polo y Villalaín 2000: 323).
c. Zonas inmersas en el nivel freático Las aguas del subsuelo de carácter básico pueden hacer que los patrones de conservación del hueso sean excepcionales si existe una estabilidad ambiental, como ocurre con restos en completa inmersión en el nivel freático de Sevilla. Esto puede detectarse en inhumaciones y cremaciones romanas en el norte del casco antiguo y en sepulturas judías en el exterior de la muralla en las proximidades de la Puerta de la Carne. El material presenta una gran solidez, alteraciones mínimas
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
o ausentes en las porciones más frágiles, condiciones que se mantienen tras el secado progresivo del material
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estas condiciones a la descomposición de la fracción orgánica (Laborde 1986: 28) o proteínas colágenas, dando lugar a un proceso de degradación más rápido (Nawrocki 1995: 52). El agua que se filtra en los niveles de enterramiento puede introducir una serie de elementos químicos (Nawrocki 1995: 52), como fluor, plomo y arsénico (Dastugue y Gervais 1992: 27).
d. Alteraciones químicas y orgánicas En todo caso, un medio ambiente húmedo facilita los fenómenos de hidrólisis y la solubilización del hueso por la alteración de su Ph, conduciendo en la prolongación de
LÁMINA 34. FRAGMENTO DE FUSTE DE UN FÉMUR ADULTO PROCEDENTE DE LA CUEVA ARTIFICIAL DE LA MOLINA (LM), CON FISURAS, PÉRDIDA DE LA CORTICAL EXTERNA Y REDONDEAMIENTO DE LAS ARISTAS POR FENÓMENOS DE DISOLUCIÓN (X 20 AUMENTOS) (LACALLE Y GUIJO 2010)
B4. PIGMENTACIÓN METÁLICOS
POR
En ocasiones es el mismo color del sedimento y de los huesos adyacentes quienes nos advierten de la proximidad de elementos metálicos como anillos, monedas y alfileres o agujas. En la Sevilla romana la presencia de huesos impregnados localmente de la coloración del cobre o bronce se relacionan con la presencia de monedas, colocadas en la palma de la mano o junto a otra zona del cuerpo, y con clavos de este material que suelen aparecer (al igual que el hierro) en las incineraciones, evidenciando quizás la deposición de los restos en una urna o caja de madera. También entre el material incinerado pueden detectarse anillos de bronce o cobre en condición fragmentaria. En los contextos islámicos de inhumación analizados no aparecen objetos metálicos y de manera accidental sólo algunas monedas no vinculadas a usos funerarios. Las inhumaciones cristianas sí pueden presentar objetos de bronce como alfileres en el perímetro craneal de sujetos femeninos, sobre todo en inhumaciones conventuales, quizás atribuible a la sujeción del pelo o de
ELEMENTOS
El cobre y el bronce, que producen una tinción verdosa, y el hierro, rojiza, constituyen los metales que en mayor medida introducen modificaciones cromáticas en el soporte óseo, tanto por contacto directo como por contacto indirecto a través del sedimento en el que están presentes esos elementos metálicos. Las zonas manchadas del hueso suelen seguir un patrón concéntrico cuando media un contacto directo, de forma que la intensidad es mayor en el punto de contacto y a partir de ahí aparece una gradación con disminución progresiva de la intensidad del color. Cuando la trasposición al hueso de la coloración de elementos metálicos se da por contacto con sedimento afectado por la oxidación, como puedan ser los clavos de un ataúd, los tonos son más homogéneos y difusos.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
algún tipo de tocado. En los individuos medievales del Monasterio de Santa Clara sólo quedan trazas indirectas de metales en contacto con el hueso por impregnaciones verdosas, atribuibles a cobre o bronce, sin que quede resto metálico alguno. A partir del siglo XVI se han conservado este tipo de objetos en la serie moderna. En poblaciones cristianas medievales (San Jorge) y modernas (Trinidad), tanto en adultos de ambos sexos como en subadultos, suelen aparecer en diversas zonas del tronco alfileres u objetos que tendrían como función la sujeción del sudario. No es hasta época moderna, entre el siglo XVI y XVIII cuando en los registros arqueológicos se extiende el uso de crucifijos, rosarios o medallas frente a las casi totales ausencias antes del siglo XVI. Es el caso de la comunidad monástica de Santa Clara, en la que el uso de estos objetos se identifica en un 50 % de individuos de época moderna, sin traza alguna de evidencias semejantes entre la comunidad medieval. También entre la población judía medieval pueden aparecer en ambos sexos y en diversos grupos de edad (salvo el grupo por debajo de tres años) evidencias directas o indirectas de objetos de cobre. Los objetos identificados corresponden a alfileres o agujas y a anillos, siendo portadores de éstos en exclusiva sujetos femeninos y subadultos entre los 7 y los 15 años.
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Además de los clavos podemos encontrar también hebillas de cinturón en entornos medievales cristianos y judíos, colgantes y crucifijos de este metal, sobre todo desde el siglo XVI. B5. EXPOSICIÓN EN AMBIENTES AEROBIOS a. Cambios físicos del material óseo La presencia del aire en los depósitos óseos determina una serie de cambios agresivos del material antropológico, que pueden oscurecer tanto las lecturas rituales y deposicionales y limitar de forma considerable los diversos diagnósticos. Las modificaciones del material procedente de este entorno ofrecen un marcado contraste con las características del hueso en espacios que rápidamente se han colmatado y se ven cubiertos por el sedimento, ya sea de forma inmediata tras la inhumación o por una cubierta de materiales de rápida destrucción. La exposición a la intemperie conlleva algunas alteraciones semejantes a las evidencias óseas expuestas a entorno aerobios o espacios no colmatados. En opinión de Reverte los huesos expuestos al aire, agua y sol tienen un color blanco mate característico (Reverte 1991), acompañándose de un incremento de su fragilidad, con erosión de las superficies corticales (Krenzer 2006). Los patrones de la intemperie definidos por Lyman y Fox (en Krenzer 2006) definen un intervalo entre la esqueletización y los quince años posteriores a la muerte en el que acontece un intenso grado de fragmentación caracterizado por: agrietamientos longitudinales en los huesos largos (paralelos a la estructura fibrosa), astillamientos, craquelado de las zonas articulares, separación de la cortical externa y pérdida de la misma, grietas con bordes redondeados y afilados, desprendimiento de esquirlas. Según Bass (1997) tras el primer decenio sobreviene la exfoliación cortical y aparecen grietas longitudinales en los huesos largos expuestos al sol. La exposición a entornos aerobios incluye los depósitos en los que no existe colmatación o que presentan cámaras de aire aisladas, implicando modificaciones en la integridad del material osteológico, que son las que mayores exigencias plantean en la actuación arqueológica, así como alteraciones de las relaciones anatómicas facilitadas por la existencia de un espacio libre. En estos contextos la presencia combinada de la humedad puede llegar a reducir a la evidencia osteológica a una condición pulverulenta (Jannet-Vallat 1986: 23). Igualmente podemos hablar tanto de una incidencia localizada en zonas concretas del enterramiento o depósito como de una afección a nivel de todo el espacio de inhumación.
La proximidad de objetos de hierro junto al hueso en un prolongado lapso de tiempo provoca la impregnación del punto de contacto tras el proceso de oxidación y suele tener consecuencias más significativas en la degradación de la evidencia osteológica, mayores que las que sobrevienen con el cobre y bronce. Pueden aparecer destrucciones del hueso dado que la “…acción corrosiva de las sales ferrosas puede producir verdaderos orificios…” (Polo y Villalaín 2000: 327). Los objetos de hierro más comunes en el registro arqueológico están representados por clavos asociados al ataúd. En las inhumaciones provistas de este continente la única evidencia de éste pueden llegar a ser las hiladas de clavos que se disponen perimetralmente al esqueleto, conformando una determinada figura y que puede aparecer en contextos antiguos, medievales y modernos, sobre todo en los dos últimos. Pueden llegar casi a la unanimidad de inhumaciones en contextos sepulcrales judíos y, aunque se da en series cristianas de todas las épocas se detecta con seguridad a partir del siglo XIV y se incrementa su uso desde el XVI. La interpretación de estos elementos del ataúd ha dado lugar en ocasiones a diagnósticos un tanto excéntricos, que traspasarían las articulaciones siguiendo un peculiar ritual (Pérez Herrero 1978). Pueden detectarse asimismo refuerzos transversales del ataúd en inhumaciones judías y refuerzos en los ángulos en algunos contextos de época moderna (Convento de la Victoria). En las cremaciones romanas pueden conservarse trazas directas, en forma de clavos, de ataúdes o parihuelas y trazas indirectas en los huesos. La existencia de precipitaciones cálcáreas en gran parte de los restos y la cercanía de los clavos puede dar lugar a la presencia de una ganga calcárea teñida de óxido férrico.
El material osteológico procedente de las inhumaciones provistas de impedimentos estructurales o receptáculos funerarios que puedan frenar temporal o hasta el momento del hallazgo el proceso de colmatación, muestran importantes modificaciones en forma de grietas y fisuras de diferente intensidad, relacionadas con el 34
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directo impacto sobre el hueso de cambios de humedad y temperatura ante la inexistencia de un espacio colmatado que proporcione una estabilidad ambiental. Así, cuando el material óseo carece de los efectos protectores de la envoltura sedimentaria, como atenuante de los cambios de temperatura y humedad (ver acción del agua), se ve sometido directamente a efectos de contraccióndilatación. El carácter higroscópico (alta capacidad de absorber el agua) del hueso favorece su dilatación en un entorno húmedo y su contracción en un microclima más seco. En ese entorno aerobio la deshidratación y la oxidación dilatan la estructura porosa interna del fosfato cálcico (hidroxiapatita) y deja al descubierto los sistemas de canales y las estructuras de crecimiento más débiles. Partiendo de cambios iniciales leves que determinan fisuras muy superficiales, los daños progresan a defectos cada vez más penetrantes con una progresiva eliminación de la cortical externa por desprendimientos de lascas superficiales. El proceso continúa en la formación de grandes bloques prismáticos en toda la profundidad de la cortical, culminando en los desprendimientos de estos bloques o de lascas en toda la sección del hueso (Láminas 35-38). Otros estudios han demostrado que los huesos en contacto directo con el aire prisionero dentro de una tumba o espacio confinado pueden aparecer recristalizados en su superficie y, si están acompañados además por una humedad ambiental, presentan una condición pulverulenta (Duday y Masset 1987). El entorno aerobio en combinación con la acción del agua puede definirse como uno de los más agresivos, no solo
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por los daños a que da lugar puesto que son irreversibles, sino por la mayor susceptibilidad a que predispone los restos óseos en relación a otros agentes agresores. En restos esqueléticos cuyas oquedades internas han quedado libres de sedimentos, como puede ser ocasionalmente en bóvedas craneales o contextos de tipo secundario en los que no se da una completa compactación, encontramos alteraciones semejantes en las zonas que no están en contacto con el sedimento. Jannet-Vallat (1986) documentó notables alteraciones en los restos provistos de ataúd. Incluso en relación a acontecimientos tan próximos como la Segunda Guerra Mundial estudios publicados por Mant en 1987 (Nawrocki 1995: 54) pudo observarse que los cuerpos esqueletizados en ataúdes mostraban una mayor degradación que los desprovistos de ellos. Los testimonios antropológicos de yacimientos sevillanos, desde la Prehistoria al siglo XVIII, ilustran estas modificaciones de la evidencia osteológica (Tabla 8) y las exigencias que plantean en la intervención, desde el registro a los medios de preservación y lo que ello conlleva en el empleo de un tiempo y medios. En todo caso, las características del continente funerario de la evidencia esquelética alcanzan un papel determinante por su papel como barrera que impide la colmatación del espacio deposicional. Estos materiales pueden presentar también decoloraciones de las zonas expuestas al aire, en claro contraste con las porciones anatómicas revestidos de sedimentos, que ofrecen una coloración homogénea parecida a la del sedimento.
Tabla 8. Procesos destructivos en el material expuesto a entornos aerobios en series sevillanas FASE DE DESTRUCCIÓN
1
MORFOLOGÍA DEL PROCESO DESTRUCTIVO
Fisuras longitudinales superficiales
y
cuarteamientos
4
Fisuras longitudinales más penetrantes en el córtex, acompañadas de algunas transversales más pequeñas Fisuraciones longitudinales y transversales profundas, produciéndose desprendimientos prismáticos Pérdida del córtex y multifragmentación
5
Pulverización
2 3
SERIES
Romana Medievales islámicas, judías y cristianas Modernas (XVI-XVIII) Romana (casos aislados) Medievales islámicas, judías y cristianas Modernas (XVI-XVIII) Romana (casos aislados) Medievales islámicas, judías y cristianas Modernas (XVI-XVIII) Medievales islámicas, judías y cristianas Modernas (XVI-XVIII) Medievales judías Casos aislados medievales y modernos cristianos
descomposición al vacío la existencia de un espacio alrededor del hueso tras la descomposición aporta una inestabilidad a la posición del mismo (Duday 2006: 41). Resulta necesario considerar posibles efectos de rebote, de modo que la situación de una pieza puede ser el resultado de la modificación en la posición de otra, como por ejemplo una alteración característica en el decúbito supino con la pelvis empujando a los fémures, al caer hacia fuera ambos coxales, y los fémures a las rótulas (Duday 2006: 40). Las modificaciones en las relaciones anatómicas, daños que podrían verse aumentados por las intrusiones potenciales de roedores o por la acción de la vegetación, se caracterizan por:
b. Modificación de las relaciones anatómicas Desde el punto de vista de la estática del material osteológico en un espacio colmatado, o que se colmata por filtraciones a través de las que el sedimento reeemplaza de manera progresiva a los tejidos, acontecen cambios mínimos en las relaciones articulares. Por el contrario, en un entorno aerobio, con ausencia de sedimentación antes de que el cuerpo se descomponga completamente, tendrán lugar desplazamientos de los conjuntos articulados por la exposición a factores gravitacionales (Masset 1986: 114). En la 35
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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registro, que se ve afectado asimismo por los rodamientos y desarticulaciones. Todo esto se ve complicado por la acción antrópica vinculada a las reutilizaciones del espacio. Entre el siglo IX y el XIII ninguna evidencia de ataúd se detecta en contextos islámicos salvo en un caso (PE, Écija). La naturaleza limosa que caracteriza a los depósitos de estos momentos y la compacidad del sedimento favorecen el sellado de las articulaciones y la estabilidad de las relaciones anatómicas, con escasos movimientos verticales, horizontales y rodamientos, en su mayoría relacionados con la condición subadulta. Las únicas estructuras corresponden a cubiertas de teja sobre fosa simple en forma de T, sin que apenas se hayan registrado desplazamientos óseos, pudiendo hablarse de conexiones articulares selladas, que indican que los cuerpos se han esqueletizado en un espacio colmatado. Entre las comunidades cristianas medievales entre el siglo XIII y XV (San Jorge) la exposición del esqueleto a entornos aerobios se conectan en exclusiva a la presencia de ataúdes y estructuras en las que se alojan. En combinación con la acción del agua los agrietamientos, erosión de los bordes de rotura y aspecto pulverulento del hueso llegan a provocar daños notables en algunos casos, siendo también usuales desplazamientos y rodamientos del material. En espacios conventuales este tipo de contextos viene definido por criptas y ataúdes, sobre todo a partir del siglo XVI, en convivencia con la fosa simple. Desde estos momentos, en los contextos conocidos de los siglos XVI Y XVII se incrementa la utlización de ataúdes y de estructuras que los alojan, creando una doble capa protectora frente a la colmatación.
Movimientos verticales y horizontales de manos y pies Desarticulación entre mandíbula y cráneo Rodamientos vertebrales, de manera que pueden presentarse discrepancias entre segmentos Rodamientos o deslizamientos de huesos tubulares desde posiciones inestables Apertura de la cintura pélvica con completa horizontalidad de los huesos iliacos Los restos óseos aparecen en un plano más horizontal En época romana el entorno aerobio viene definido por la existencia de fosas simples y estructuras con cubierta, cuya presencia puede oscilar entre un 42 % en contextos altoimperiales (Prado de San Sebastián) y la totalidad de las inhumaciones en la Trinidad (entre el I y el V d.C.). Las desarticulaciones y los agrietamientos son mayores en el segundo yacimiento, proceso acentuado por la proximidad de un medio fluvial, de modo que la acción del agua contribuye a intensificar los daños. Entre las diversas series y yacimientos estudiados las mayores alteraciones se registran entre la comunidad judía (yacimiento de Cano y Cueto), con cronologías entre el siglo XIII y el XV. La existencia de inhumaciones en ataúd, el cual a su vez es incluido en una estructura abovedada, que en la mayor parte de los casos ha quedado perfectamente aislada del exterior, se relaciona con un estado de multifragmentación del esqueleto, con roturas que penetran todo el grosor del tejido, pérdida de la cortical externa en los mejores casos o casi completa pulverización en los peores. Estas alteraciones han hecho necesaria la aplicación extrema de métodos de preservación y una mayor minuciosidad en el
Gráfico 4. Distribución de las desarticulaciones en relación a tipo de continente y periodo cultural (% de individuos) 80 70 60 50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
5
Fosa simple
6
Fosa+ataúd
Nº Yac
1 Prado
2 Prado
3 Trinidad
4 Lerena
5 San Jorge
Poblac Siglo
Roma I-II
Roma I-II
Roma I-V
Islámico IX-X
Islámico XI-XII
6 Cano y Cueto Judío XIII-XV
7
8
Estructura 7 Cano y Cueto Judío XIII-XV
36
9
10
11
12
13
11 El Carmen
12 S. Clara
13 Trinidad
Crist XVI-XVII
Crist XVI-XVIII
Crist XVII
Estructura+ataúd
8 San Jorge
9 El Carmen
Cristiano XIII-XV
Crist XV
10 S. Clara Crist XIVXV
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aire es más seco o el depósito se encuentra perfectamente sellado. Se trata de zonas de las techumbres, partes elevadas de altares e incluso en la torre. No cabe duda del gesto simbólico de estos depósitos al situarlos en lugares elevados pero en todo caso se trata de inhumaciones clandestinas o semiclandestinas. Las cronologías de estos enterramientos arrancan del siglo XVIII y alcanzan los principios del XX.
c. Desecación y momificación En diversas iglesias sevillanas (Catedral de Sevilla, la parroquia de la O y la iglesia de Santa Catalina) se han podido recuperar evidencias de restos subadultos parcialmente momificados (Láminas 39 y 40), con importante preservación de tejidos blandos, al depositarse los cuerpos en zonas elevadas, en las que el
LÁMINA 35. CUARTEAMIENTOS Y FISURAS DE LA ZONA EXOCRANEAL DE UN INDIVIDUO DE ÉPOCA MODERNA PROCEDENTE DE UN CONTEXTO SECUNDARIO NO COLMATADO. PS-PARROQUIA DEL SALVADOR DE SEVILLA. SIGLOS XVIII-XIX (REGISTRO GUIJO 2004 EN PECERO 2004)
LÁMINA 36. CUARTEAMIENTO DE UN COXAL IZQUIERDO FEMENINO EN VISTA EXTERNA PROCEDENTE DE UN OSARIO DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA DE SEVILLA-MSC. SIGLOS XVI-XVIII. ALTERACIONES EN ESPACIO NO COLMATADO (UNIDAD 709) (GUIJO Y LACALLE 2006 a)
37
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LÁMINAS 37 Y 38. A LA IZQUIERDA DESCAMACIONES SUPERFICIALES DE LA CORTICAL EXTERNA (IZQUIERDA) Y CUARTEAMIENTOS PRISMÁTICOS PENETRANTES (DERECHA) EN RESTOS HUMANOS (ESQUELETO APENDICULAR) PROCEDENTES DE UN CONTEXTO COLECTIVO DE INHUMACIÓN. ESPACIO NO COLMATADO. CUEVA ARTIFICIAL DE LA MOLINA (LM) (LORA DE ESTEPA, SEVILLA) (LACALLE Y GUIJO 2010). TERCER MILENIO ANTES A.C. (MAGNIFICACIÓN X 10 AUMENTOS). A LA DERECHA FRAGMENTO DE FUSTE DE UN FÉMUR ADULTO PROCEDENTE DE LA NECRÓPOLIS ROMANA DE LA TRINIDAD (TR, SIGLOS I-V) (LACALLE Y GUIJO 2005), CON CUARTEAMIENTOS Y DESPRENDIMIENTOS PRISMÁTICOS. ESPACIO NO COLMATADO (X 20 AUMENTOS)
LÁMINAS 39 Y 40. A LA IZQUIERDA CUERPO PARCIALMENTE MOMIFICADO DE UN FETO A TÉRMINO PROCEDENTE DE LA CAPILLA DE SAN JOSÉ (DEPÓSITO DE FINES DEL XIX-PRINCIPIOS DEL XX) (GUIJO 2011). A LA DERECHA ESQUELETO FETAL PROCEDENTE DE LA IGLESIA DE SANTA CATALINA (SIGLOS XVIII-XIX) (REGISTRO GUIJO 2005)
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B6. ACCIÓN DEL SUELO
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estabilidad con el medio que los rodea…” y una vez “…conseguido el punto de equilibrio las modificaciones sufridas por el objeto disminuirán o incluso cesarán durante el tiempo que permanezca enterrado…” (Laborde 1986: 10), salvo que el tipo de suelo incida negativamente en su conservación.
a. Alteraciones en la posición de los huesos y en la normalidad anatómica Las características de los suelos, como compacidad y textura, pueden favorecer alteraciones gravitacionales diferenciales del material óseo o desplazamientos diferenciales en otro plano. Como afirma Butzer los procesos geomorfológicos seleccionan los huesos por tamaño, según la energía del transporte (Butzer 1989: 188). En este sentido, las alteraciones póstumas de un enterramiento en el proceso de colmatación se verán directamente influido por el tipo de sedimento y velocidad del proceso. Los depósitos óseos en limos y suelos arenosos y con buen drenaje son los que mejor contribuyen a sellar las características del depósito originario. El tipo de suelo puede determinar considerables modificaciones en los elementos óseos si posee unas cualidades dinámicas.
El suelo se puede convertir en un factor de distorsión para interpretar la evidencia ósea, acometer estudios bioquímicos del material óseo o explicar una conservación diferencial. El hueso sufre muchas alteraciones después de la muerte, al sustituirse las relaciones entre el tejido óseo y el individuo viviente por una relación dinámica equivalente entre el hueso y diferentes fuerzas geoquímicas (Sandford 1992: 86). Esas alteraciones dependen de la textura química o composición química del suelo (Reverte 1991: 73) y de factores intrínsecos a las evidencias óseas (Sandford 1992: 88) (Buikstra y Ubelaker 1994: 168). Las diferencias en las condiciones del suelo, incluso dentro de un mismo enterramiento, pueden determinar una destrucción distinta de zonas del esqueleto (White 1991: 360) o intercambios químicos entre el hueso y el suelo circundante o viceversa, dependiendo de la movilidad de los elementos de la química del suelo, grado de acidez del agua y tiempo de duración de la inhumación (Chamberlain 1994: 22). Aquellos suelos cretáceos, pero que presentan una naturaleza permeable, determinan en los huesos según Brothwell un considerable grado de erosión y fragilidad (Brothwell 1987: 21).
Movimientos compresivos El caso más claro está representado por arcillas expansivas, que pueden dar lugar a anómalos cambios en el espacio físico que ocupa un esqueleto en una posición dada. Se puede producir una disminución de las dimensiones transversas de un esqueleto en conexión anatómica, de modo que la anchura en zonas como los hombros y caderas se reduce al mínimo. También pueden desembocar en superposiciones o relaciones anatómicas anómalas, pudiendo agudizarse la posición de los miembros, aumentando por ejemplo los grados de flexión. Los depósitos romanos de inhumación al este de Alcalá de Guadaira y al norte de Dos Hermanas muestran una gran afección por estas arcillas expansivas, con modificaciones a extremos inverosímiles de la morfología de un conjunto articulado.
Los elementos químicos que contiene el suelo pueden influir en la coloración del hueso, especialmente las sales de hierro, que tienden a infiltrar el hueso, tiñéndolo de color rojo y endureciéndolo (Reverte 1991: 79). Sanford define una serie de mecanismos de cambios diagenéticos entre suelo y hueso que pueden influir en su densidad (Sanford 1992: 86):
Aumento del espacio que ocupa un cuerpo
Los movimientos de ladera pueden contrinuir a explicar también las características de algunos depósitos, en los que el esqueleto ocupa un espacio mayor del normal anatómico, de forma que tenemos una talla artificial y una mayor anchura de dimensiones transversas. Estos movimientos de ladera pueden influir en la exacerbación de los grados de flexión o en su corrección póstuma, dependiendo de la relación entre orientación del cuerpo y dirección del desplazamiento. Este tipo de alteraciones caracterizan a los depósitos de la Edad de Bronce del yacimiento SE-B (Cobre Las Cruces de Gerena) (Lám 41 y 42) (Guijo y Lacalle 2011).
Precipitación de elementos minerales en las pequeñas roturas y poros del hueso Intercambio de iones solubles presentes en el suelo con otros procedentes de la hidroxiapatita esquelética o porción mineral del hueso Recristalización y aumento de los cristales de apatita
Los cambios diagenéticos del hueso, ya sean morfológicos, histológicos o químicos, vienen directamente inducidos por el tipo de suelo. El PH del suelo se encuentra entre las condiciones que más negativamente influyen en la conservación ósea. La mejor preservación del hueso se presenta en zonas bien drenadas, con el nivel freático bajo, en suelos con un PH alcalino ligero o neutro y en áreas templadas (White 1991: 360). Los suelos ácidos ocasionan la descalcificación de los huesos (Wells 1967: 6-7) por descomposición de sus componentes minerales, sobre todo calcio y fosfato o de la sustancia inorgánica básica (hidroxiapatita) (Pyatt 1995) (Chamberlain 1994: 53) (Cornwall 1974: 205) (Villalaín 1992: 140) y en ellos la actividad orgánica es limitada (Laborde 1986: 12). En las turbas del norte de Europa, con un sustrato geológico
b. Alteraciones químicas y físicas Las características del suelo condicionarán de manera decisiva la conservación del material enterrado en cuanto que el hueso dista de ser una entidad inerte e inmune a los estímulos del entorno. En el contexto del enterramiento los materiales tienden a “…buscar una relación de 39
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
ácido y con ausencia de oxigenación, la combinación de unas condiciones anaerobias con ausencia de bacterias putrefactoras en un medio fuertemente ácido, ha facilitado la conservación de los llamados cuerpos de los pantanos (bog bodies), en los cuales se ha perdido la porción mineral del hueso conservándose la materia orgánica (Cornwall 1974: 206) (Pyatt et al 1995: 63). En estos contextos el hueso puede volverse flexible y, si no se da la impregnación por sales de hierro o manganeso, se acelera la desintegración de la matriz ósea, su fragilidad y su fragmentación (Villalaín 1992: 140), favoreciendo su aplastamiento y las pérdidas de sustancia (Brothwell y Bourke 1995). Desde el punto de vista macroscópico aparecen defectos superficiales, exfoliación y fisuras, con deterioro de cóndilos y epífisis, conservándose mejor el hueso compacto. Así, aunque pueda existir una apariencia externa normal, a nivel microscópico son evidentes los daños histológicos (Villalaín 1992: 141) (Brothwell y Bourke 1995).
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carbonatos, ocasionando fenómenos de fosilización y petrificación (Villalaín 1992: 141). El contexto edafológico puede dar lugar a la formación de depósitos o cementaciones en las cavidades normales o anormales del hueso, pudiendo inducir a falsas lecturas, como falsas imágenes patológicas en análisis radiológicos o anquilosis entre superficies articulares (Dastugue y Gervais 1992: 27-28). La cementación es una deposición en poros y cavidades del hueso, así como en su superficie, de soluciones mineralizantes o compuestos químicos que a veces crean productos minerales de durabilidad y alta densidad (Butzer 1989: 113). Los materiales que más usualmente forman cementaciones son sílice, calcita y óxido de hierro. La calcita se produce en un entorno edafológico en el que los componentes calcáreos se concentran en las aguas del suelo y que se someten a periodos de alternancia de desecación-imbibición. La proximidad de algunos depósitos funerarios sevillanos de época romana a cursos de agua, como es la presencia del Tagarete, explicaría la presencia de importantes concreciones de calcita (Lámina 44) que afectan a inhumaciones, cremaciones, materiales arqueológicos metálicos y otros asociados, pudiendo llegar a conformar una profusa amalgama. En las estructuras en las que la cubierta o el perímetro de la fosa aparecen definidos por bloques de caliza resultan usuales los depósitos calcáreos sobre los restos óseos (Lámina 43). Conviene considerar esos procesos diagenéticos en la prevención de interpretaciones pseudopatológicas, como las anquilosis óseas derivadas de concreciones calcáreas inducidas por el entorno, como puede ser la fusión de cuerpos vertebrales sin que medie proceso patológico alguno. En otros casos nos podemos encontrar con la formación de depósitos calcáreos que simulan recrecimientos óseos, exóstosis o lesiones tumorales o invasiones de la cavidad medular por parte del sedimento, que pueden simular estrechamiento del espacio medular. La misma naturaleza y condiciones del hueso (porosidad, tipo de tejido) pueden magnificarse o minusvalorarse por la diagénesis.
Al valorar la relación entre suelos altamente ácidos y el clima algunos autores como Krogman e Isçan pretenden evaluar temporalmente el ritmo de destrucción ósea. Según estos autores la combinación de un suelo ácido con un clima húmedo puede causar la destrucción de un cuerpo en un lapso temporal entre 25 y 100 años, con una mayor supervivencia en condiciones climáticas secas (entre 100 y 500 años); en lugares fríos y secos entre 200 y 500 años y, finalmente entre 50 y 200 años en lugares fríos y húmedos (Krogman e Isçan 1986: 29). La observación de tales secuencias deja bien a las claras su insuficiencia para captar las transformaciones que operan en los contextos arqueológicos de mayor antigüedad. Las investigaciones efectuadas en contextos funerarios prehistóricos de la sierra de Aracena justificaban la ausencia de restos óseos por el nivel de acidez del sustrato (Amo 1975), aúnque sin un soporte analítico que permitiera definir diferencias geográficas. En la actualidad, conocemos a partir de diversas excavaciones la existencia de variaciones regionales en ese mundo de las cistas, con una directa relación entre las condiciones de acidez del suelo y la conservación de la evidencia ósea. Las actuaciones en el yacimiento de La Traviesa (Sevilla) pusieron de manifiesto una notable disgregación del tejido trabecular, que cobra una apariencia yesosa, en comparación con equivalentes zonas anatómicas de individuos de semejantes características demográficas de contextos aún más antiguos pero procedentes de contextos edafológicos básicos (Pecero y Guijo 1998). El análisis de muestras edafológicas (Valdés et al 1998) evidenció la naturaleza ácida del suelo y su influencia en la desaparición de los huesos. Otros trabajos en el mismo ámbito geográfico, como el realizado en Valdelinares (Zufre, Huelva) permitieron correlacionar unos valores básicos del suelo con una notable conservación osteológica (Romero et al 2001), o detectar el reemplazo de la hidroxiapatita por calcita en los suelos alcalinos en otras zonas próximas, lo que favorece la mejor preservación del hueso. En otras ocasiones existe remineralización y endurecimiento a causa de que los diversos componentes reemplazan la absorción de
La contaminación que puede afectar al hueso en el contexto de su enterramiento (Subirà 2001: 441) puede influir en la validez de ciertos análisis químicos, a partir de los cuales se pretenden inferir aspectos relativos a la nutrición, parentesco, identificación de procesos patológicos e incluso cronológicos. El intercambio entre suelos y hueso, dependiendo de las condiciones ambientales y del elemento químico, puede provocar la migración de elementos del hueso al suelo, por lo que un muestreo debe contemplar siempre el contexto edafológico (Subirà 2001: 441). La propia naturaleza del tejido óseo determina una incidencia diferencial de procesos diagenéticos, como han demostrado estudios de Buikstra y otros (Sandford 1992: 88), señalando que el hueso esponjoso tiene una mayor propensión a la diagénesis que el hueso cortical, habiendo detectado la acumulación de niveles significativos de acero, aluminio y manganeso en las costillas. A nivel analítico, la diagénesis conlleva una serie de problemas concretos:
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Análisis de elementos traza e isótopos estables (dieta)
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bioquímicas en la composición orgánica de los constituyentes óseos, ya sea por penetración mineral o de material orgánico (Zivanovic 1982: 50). Para Garlick la cantidad de colágeno y su misma detección se encuentran en relación al entorno deposicional, desapareciendo la actividad de la colagenasa en condiciones fuertemente ácidas (el PH desciende), frente a las condiciones alcalinas (Garlick 1980 520-521). La misma materia orgánica que el suelo contiene ha demostrado su influencia en la fiabilidad de la lectura, pudiendo llegar a mostrar una falsa homogeneidad intergrupal o intragrupal de una serie o series esqueléticas (Ricq 1986: 78).
La lectura de estos elementos está claramente limitada por factores fisiológicos y diagenéticos (Buikstra y Ubelaker 1994: 168). Las investigaciones de Nelson y otros demostraron que los isótopos estables de colágeno no eran alterados por procesos postmortem mientras que los valores de estroncio en la apatita sí se veían afectados (Katzenberg 1992: 109). Para Keegan la apatita no puede ser utilizada en el estudio de la dieta a causa de que el carbonato presente en la porción mineral del hueso es reactivo con el carbonato procedente del entorno medioambiental (Keegan 1989: 230). Elementos como el zinc y el bario son relativamente inmóviles, sin que existan efectos diagenéticos demostrados sobre éstos, aunque el plomo puede migrar con una mayor facilidad del suelo al hueso, particularmente en suelos ácidos (Aufderheide 1989: 238) (Chamberlain 1994: 22). Para Chamberlain elementos químicos del componente orgánico, como el nitrógeno y el carbono, tienen isótopos más estables que pueden sobrevivir mejor a los condicionantes ambientales (Chamberlain 1994: 24). Los valores de aluminio, hierro, manganeso y vanadio son considerados por algunos autores como altamente diagenéticos (Subirà 2001: 447-449).
Ciertas condiciones ambientales y de destrucción orgánica, como la oxidación y degradación enzimática, pueden producir, según Chamberlain, daños o pérdidas en el DNA a través de los procesos químicos que desencadenan (Chamberlain 1994: 25). Cronología absoluta Las estimaciones cronológicas absolutas a partir del análisis del nitrógeno pueden verse alteradas por cuanto el ritmo de desaparición del nitrógeno en el hueso enterrado tiende a depender a corto plazo de la presencia y posibilidades que tenga el medio ambiente para sustentar los microorganismos que contiene la colagenasa y de factores como composición, PH e hidrología de la matriz, oxigenación, temperatura y cambios producidos por la flora del suelo (Garlick 1985: 521).
Paleoserología y estudio de DNA Zivanovic señala la importancia de considerar la composición del suelo debido a que puede repercutir en la reacción de los antígenos y provocar alteraciones
LÁMINAS 41 Y 42. INHUMACIÓN DE LA EDAD DEL BRONCE (CLC-GERENA) CON ROTURAS Y MOVILIZACIÓN DE LOS FRAGMENTOS EN RELACIÓN A MOVIMIENTOS DE LADERA DE UN SUELO INESTABLE. A LA DERECHA ESTIMACIÓN DE LA POSICIÓN DEL SUJETO (GUIJO Y LACALLE 2011).
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LÁMINAS 43 Y 44 A LA IZQUIERDA VISTA DE LA CARA ENDOCRANEAL DEL OCCIPITAL DE UN SUJETO SUBADULTO. YACIMIENTO DE SLA (SEVILLA), SIGLO XVII, CON UNA CONCRECIÓN CALCÁREA LINEAL SOBRE LAS FOSAS CEREBELOSAS Y LA FOSA CEREBRAL DERECHA (LACALLE Y GUIJO 2007 a). A LA DERECHA CONCRECIONES EN EL FUSTE DE UN FÉMUR DE ÈPOCA ROMANA (CSF), ZONA PRÓXIMA A UN MEDIO FLUVIAL (PECERO Y GUIJO 2004)
hueso nos solemos encontrar con otros daños en forma de desplazamientos o aplastamientos por la presión desde el exterior.
C. PROCESOS BIÓTICOS C1. VEGETACIÓN
Otra consecuencia de la acción de las raíces que se adhieren firmemente al hueso (Lám 49) es la causada por la segregación de sustancias (auxinas, cinetinas y ácido indolacético) con propiedades osteolíticas sobre la superficie del hueso (Polo y Villalaín 2000: 330), de modo que se crean improntas radiculares aisladas o a modo de retícula (White 1991: 365) (Nawrocki 1995: 51), con surcos en forma de U (Chamberlain 1994: 39) en la sección del hueso. Las improntas vasculares (Lám. 50) suelen ser de un color más claro que el hueso circundante a causa de la descalcificación causada por el ácido (White 1991: 365) (Turner 1994: 97). En algunos casos tienen un papel decisivo en la acidificación del contexto y en la gran pérdida de elementos óseos, pudiendo no ser detectables a simple vista.
La presencia de plantas en el contexto osteoarqueológico puede tener una gran repercusión en la conservación del material óseo y en la misma estrategia de su recuperación (Reverte 1991: 80). La vegetación puede provocar daños mecánicos de consideración en el cráneo, sobre todo al penetrar por las cavidades de la zona facial (Lámina 45). En los huesos largos suelen circunscribir los fustes (Lámina 46) o alojarse en su interior, aprovechando los orificios nutricios o incluso accediendo desde las zonas articulares, llegando a recorrer la zona medular en toda su longitud (Lámina 47). Los numerosos forámenes de las zonas esponjosas son una vía óptima de acceso y hacen a este tipo de tejido el más afectado por la acción de las raíces en su posterior crecimiento desde el interior, con consecuencias más negativas en la preservación en relación a las zonas compactas. La consecuencia suele ser la disgregación o multifragmentación de las zonas articulares creando importantes problemas a la hora de exhumar el esqueleto, tanto por la destrucción como por la posible existencia de retenciones que impiden levantar el hueso. Junto a la presión ejercida desde el interior del
Autores como Wells (Wells 1967) y Campillo (Campillo 1983) han señalado la importancia de considerar la acción de las plantas sobre el hueso como medio de discriminación de falsas interpretaciones pseudopatológicas. En el cuello de los dientes pueden provocar alteraciones que simulen caries (Dastugue y Gervais 1992: 28). Igualmente pueden crear efectos
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falsos de hipervascularidad o alteraciones subperiósticas (Lámina 50). En los más diversos contextos funerarios desde el siglo I al XVII este tipo de problemas ha sido constante en todos los casos en que afrontábamos la excavación de contextos muy superficiales, siendo mucho más usual en zonas de enterramiento al aire libre o en zonas extramuros, en necrópolis de época romana o en grupos judíos y musulmanes medievales. Sin embargo, los daños más superficiales están presentes incluso en series medievales y modernas que se integran en edificios monásticos y eclesiásticos.
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produce perforaciones demostrables por microrradiografía (Villalaín 1992: 143). Al limpiar elementos óseos cubiertos parcialmente de hongos apreciamos a simple vista erosiones en la cortical externa que contrastan con el aspecto de las zonas libres de hongos. La actuación imprudente de algunos excavadores, almacenando huesos y sedimentos húmedos, favorece la proliferación de los mismos y un daño irreversible, de fácil prevención, en el material osteológico. Los fenómenos bióticos vegetales provocan alteraciones químicas que pueden contaminar el colágeno, como ha demostrado Katzenberg, apreciando una elevación de los niveles isotópicos de carbón y nitrógeno en muestras contaminadas con ácido húmico (Katzenberg 1992: 109). Según Sandford, los hongos y otros microorganismos parecidos pueden ser muy efectivos en el transporte de bario al hueso (Sandford 1992: 87).
En una escala menos evidente a simple vista pero con importantes consecuencias, hay que resaltar la acción destructiva de los hongos. Dastugue y Gervais se refieren al patrón en carta geográfica como característico de la acción micológica (Dastugue y Gervais 1992: 28). Villalaín explica su actuación destructora por un defecto lítico-enzimático que degrada la materia orgánica y
LÁMINA 45. ACCIÓN DE LAS RAÍCES EN UN SUJETO ISLÁMICO PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE) (REGISTROS GUIJO 2003)
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LÁMINAS 46 Y 47. A LA IZQUIERDA ACCIÓN DE LAS RAÍCES EN EVIDENCIAS ANTROPOLÓGICAS ISLÁMICAS DE ÉCIJA (PE) (REGISTROS GUIJO 2003). A LA DERECHA. INTRUSIÓN DE UNA RAÍZ POR LA ZONA MEDULAR DEL PERONÉ DERECHO DE UN SUJETO MOZÁRABE PROCEDENTE DE CÓRDOBA (TUMBA 44-NOR) (GUIJO Y LACALLE 2006b)
LÁMINA 48. ACCIÓN DE RAÍCES SOBRE AMBOS FÉMURES DE UN SUJETO ROMANO (SE40)-ALCALÁ DE GUADAIRA (SEVILLA) (REGISTROS GUIJO 2009)
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LÁMINAS 49 Y 50. A LA IZQUIERDA ADHERENCIAS RADICULARES AL FUSTE DE UN HUESO LARGO (CSJ-XIII-XV) DE SEVILLA (GUIJO 2002d). A LA DERECHA IMPRONTAS EN LA ZONA POSTERIOR DE UN FÉMUR DE UN SUJETO DEL SIGLO XVII (TR) (LACALLE Y GUIJO 2005)
incluso la supervivencia del material óseo (Micozzi 1991: 61). La actuación de estos animales es reconocible por la presencia de trazos dentarios, pequeñas fracturas deprimidas, orificios circulares en las proximidades de una rotura y unas preferencias anatómicas (Dastugue y Gervais 1992: 28) (Micozzi 1991: 62-63). Los animales carnívoros tienden a mostrar preferencia por las zonas epifisiarias (White 1991: 363) (Reverte 1991: 79) (Micozzi 1991: 61), más blandas y con un mayor contenido nutritivo (Botella et al 2001: 417) y en las porciones finas de huesos como la escápula, costillas y coxal (Chamberlain 1994: 39) (Krogman e Isçan 1986: 38), destruyendo las superficies articulares y las epífisis (Ubelaker 1989: 106). Haglund, estudiando la acción de los cánidos sobre evidencias humanas, detecta una preferencia mayor por zonas como la escápula, epicóndilo y troquíter en el húmero, radio, cresta iliaca y cuerpo costal (Haglund 1991: 150-157):
C2. FAUNA Las alteraciones postdeposicionales del material esquelético pueden tener su origen en la intervención de animales, macrofauna y microfauna (Wells 1967: 18) (Campillo 1983: 121), debiendo distinguir entre el aprovechamiento del hueso como alimento y especies intrusivas que sólo llegan a ocasionar remociones de diversos elementos. En el aprovechamiento del hueso la mayor parte de las destrucciones acontecerían poco tiempo después de la deposición, a causa de que posteriormente los huesos pierden su mayor contenido proteínico y por tanto el interés alimentario (Masset 1986: 114) (Botella y Alemán 2001: 418). Este tipo de aprovechamiento determina que los patrones de modificación estén en relación sobre todo con el uso de los dientes de carnívoros y roedores (Micozzi 1991: 61). Los trabajos forenses de investigadores como Haglund (Haglund 1997 a y b) nos permiten comprobar la gran distancia que puede existir entre población muerta y población preservada cuando interviene la fauna como agente destructivo. Junto a las pérdidas de sustancia que se infligen al hueso aparece también el papel de los animales en la dispersión de las evidencias esqueléticas. Haglund demostró una correlación negativa entre el tiempo transcurrido desde la muerte, consumo de tejido, desarticulación y material recuperado. La exposición a la acción de carroñeros entre 6 meses y cuatro años desde el momento de la muerte se asoció a una recuperación del 20 % del esqueleto, cifra que asciende al 80% si la acción se limita a los 6 meses desde el momento de la muerte. Esto nos lleva a la importancia de valorar esta realidad a la hora de comprender ausencias anatómicas, alteraciones articulares y formación de depósitos secundarios, evitando el riesgo de falsas interpretaciones. La acción de animales carnívoros puede conllevar una modificación morfológica, topográfica e
En el cráneo se detecta una preferencia por los márgenes del orificio nasal, contorno orbitario y zona mastoidea. En el tronco las costillas se conservan en mayor medida en la zona de la cabeza y el cuello, frente a mayores pérdidas de la zona esternal; en la columna dominan los daños en apófisis transversas y espinosas. En los huesos largos del miembro superior el extremo proximal suele ser el más afectado, así como la zona del codo. En la extremidad inferior las porciones más afectadas corresponden a las zonas que más sobresalen de la cintura pélvica, fémur y tibia. La acción de clavar el diente en los huesos largos suele provocar fracturas en espiral, longitudinales y con hundimientos en el punto de impacto (Haglund 1991: 154-57) (Micozzi 1991: 62), eliminando las epífisis y astillando los fustes o diáfisis (Botella et al 2001: 417). Las improntas de los dientes se reflejan en indentaciones o cavidades cónicas sobre la superficie del hueso cuando
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la fuerza aplicada para partirlo y acceder a la médula no es suficiente (Haglund 1991: 52) (Turner 1994: 98), con muescas antagónicas, circulares y de sección en U con bordes rugosos correspondientes a los cuatro caninos (Botella y Alemán 2001: 417). La acción de carnívoros se ha registrado puntualmente en contextos arqueológicos sevillanos pero el aprovechamiento de este material por carroñeros no debió ser un hecho infrecuente, dada la limitación de espacio y la constante intromisión de la vida diaria en los depósitos funerarios intramuros (Carmona 2000). El yacimiento de San Laureano, con inhumaciones secundarias en nichos, y con cronología del siglo XVII, presenta evidencias osteológicas con claras indentaciones, cavidades cónicas u orificios circulares en U en zonas de tejido compacto y algunos daños en zonas epifisiarias (Lámina 54). Algunas de estas depresiones se asocian al astillamiento de la superficie ósea, sin que se desprendan los fragmentos. La existencia de un acceso al depósito osteológico por parte de estos animales implica una exposición a la intemperie, de manera parcial o total, o una escasa profundidad del depósito. Según Bass las marcas de roedor pueden aparecer durante el primer año desde el momento de la muerte, incluyendo la afección del interior de la cavidad craneal, actividad que se multiplica durante el primer decenio (Bass 1997). Los roedores, como ratones, conejos y ardillas, suelen dejar unas improntas muy
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características tras su acción en el hueso. La forma y disposición de sus dientes producen un patrón regular de muescas lineales (Ubelaker 1989: 105), surcos paralelos (Haglund 1991: 158) (White 1991: 363) (Turner 1994: 98) o estrías de la longitud de sus dientes (Dastugue y Gervais 1992: 28), con una sección cuadrada a diferencia de los carnívoros (Botella y Alemán 2001: 418). Muestran preferencia por convexidades óseas, como los rebordes orbitarios (Reverte 1991: 79) (Chamberlain 1994: 39) o la cresta iliaca (Turner 1994: 98), sin discriminar tejido compacto ni hueso esponjoso. Incluso en zonas como la bóveda craneal hemos documentado huellas de roedores en el exocráneo (Lámina 53). Diversas especies de caracoles son necrófagos y pueden originar alteraciones en forma de túneles que perforan u originan surcos en el hueso (Campillo 2001: 437). Las bacterias pueden simular lesiones periósticas e incluso tuberculosis o infección piogénica (Wells 1967: 9), dando lugar a cavitaciones intraóseas (Campillo 2001: 437). En algunos casos hemos documentado desplazamientos óseos en sepulturas intactas, con desplazamientos simultáneos de varios elementos o de zonas anatómicas contiguas y desarticulaciones, que sólo pueden ser achacados a la acción de fauna intrusiva cuando el cuerpo no se hallaba totalmente esqueletizado (Lám. 51 y 52).
LÁMINAS 51 Y 52. A LA IZQUIERDA ROTACIÓN SINCRÓNICA DE BLOQUES COSTALES (IMPLICANDO EXISTENCIA DE TEJIDOS DE RETENCIÓN) Y DESARTICULACIONES EN UN CONJUNTO CERRADO (MI, OSTIPPO) (LACALLE Y GUIJO 2008 a). A LA DERECHA INHUMACIÓN TARDOANTIGUA EN ESTRUCTURA DE LAJAS PROCEDENTE DE SEVILLA (ES), CON REMOCIONES Y DESARTICULACINES DE GRAN MAGNITUD ATRIBUIBLES A FAUNA INTRUSIVA (GUIJO Y LACALLE 2001).
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LÁMINA 53. MARCAS DE ROEDOR (ACANALADURAS PARALELAS) EN EL FRONTAL DE UN SUJETO MOZÁRABE DE ÉPOCA CALIFAL (CER-CÓRDOBA). SIGLO X D. C. (GUIJO Y LACALLE 2002).
LÁMINA 54. CAVITACIONES DE MORFOLOGÍA CÓNICA QUE PODRÍAN RELACIONARSE CON INDENTACIONES DE UN CARNÍVORO (INDIVIDUO SUBADULTO DEL SIGLO XVII, SLA) (LACALLE Y GUIJO 2007 a)
diferenciar entre una actividad antrópica en directa dependencia de la dinámica funeraria y otros factores de origen humano que nada tienen que ver con usos funerarios. El proceso histórico de la ciudad de Sevilla nos proporciona una gran variedad de fuentes
C3. AGENTES HUMANOS El tipo de actividad antrópica relacionada con la conformación de los depósitos osteológicos nos lleva a
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antropológicas, no solo vinculadas a la diversidad cultural sino totalmente dependientes de la misma dinámica urbana8 :
Depósitos antropológicos en lugares acondicionados como cementerios extramuros (comunidades romana, islámica, judía y cristianos), en los que el agotamiento más tardío de las posibilidades de crecimiento en horizontal determina menores patrones de alteración por la dinámica en vertical de los depósitos
Depósitos antropológicos en lugares acondicionados en el interior de la ciudad (comunidad cristiana), más limitados para sus desarrollos en horizontal por el entorno urbano y por los espacios en que se confinan. Ello supone un mayor dinamismo en vertical y una más notable transformación de los depósitos originales
Depósitos improvisados guiados por acontecimientos epidémicos o episodios agudos de gran impacto demográfico, con ubicación tanto intramuros como extramuros
Depósitos en los que los restos humanos se mezclan con otros desechos, integrándose en la basura orgánica e inorgánica de la ciudad por la superposición de actividades humanas a lo largo del proceso urbano. Este hecho se da tanto durante el funcionamiento de un espacio de enterramiento como en relación a factores desvinculados del mismo
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inhumación de época romana son las que presentan menores alteraciones por la dinámica funeraria del mismo grupo humano. Sin embargo, al abordar el peso específico que alcanzan los individuos identificados en los contextos secundarios en relación al total de sujetos inhumados (Gráfico 6) la ciudad cristiana se destaca con mayor claridad, con un incremento de los efectivos en completa desconexión anatómica en relación a grupos romanos, islámicos y comunidad judía. En relación a las series estudiadas cristianas sólo el recinto de inhumación laico de la Trinidad, localizado al exterior del recinto amurallado, presenta inhumaciones secundarias en un grado tan bajo como las zonas funerarias romanas y medievales. Hispalis Los depósitos funerarios (mayores áreas excavadas) documentados de la ciudad romana se corresponden usualmente a áreas estables, no sometidas a una dinámica de constante transformación por parte del grupo humano del que depende el funcionamiento de la zona de enterramientos. Aunque también en estos momentos nos encontramos con fosas colectivas y osarios de gran magnitud, las inhumaciones primarias nos muestran alteraciones de origen antrópico, ligadas al funcionamiento del contexto funerario, que producen alteraciones anatómicas limitadas sin que pueda hablarse de reutilizaciones a la escala del mundo medieval, especialmente entre las comunidades cristianas. Entre un 15,17 % (Prado de San Sebastián) y casi un 23 % (Trinidad) de los sujetos procede de contextos secundarios. Un 11,60 % de las inhumaciones primarias procedentes del Prado presentan desarticulaciones y pérdidas de sustancia infligidas en el curso del funcionamiento de la necrópolis, en su mayor parte originadas por inhumaciones dobles, múltiples y colectivas que representan el 19,64 % de los individuos de época altoimperial (Prado), frente al 54,11 de una necrópolis de mayor amplitud cronológica como la Trinidad (siglos I-V) asociado a inhumaciones dobles y múltiples. La dinámica de crecimiento de las áreas funerarias sigue un modelo horizontal con escasas implicaciones o daños derivados de desarrollos en vertical, como acontece intramuros y en algunos espacios islámicos.
a. Usos funerarios (Lám. 55-60) Panorámica Los usos funerarios pueden conllevar alteraciones parciales de los registros primarios y formación de grandes depósitos secundarios. Nos hallamos con una ubicación extramuros (en relación al momento de funcionamiento de ese espacio) de las necrópolis romanas, judías e islámicas y otras minorías, frente a los depósitos cristianos, de localización intramuros en la mayor parte de los casos. La actividad antrópica ligada al uso funerario conlleva en todos esos espacios modelos de alteración que siguen patrones horizontales y de funcionamiento vertical, influidos en este último caso por la escasa disponibilidad del espacio o su constreñimiento a un recinto determinado, lo que puede determinar grandes superposiciones. Una panorámica diacrónica de diversas series esqueléticas, considerando el peso que alcanzan en diversos momentos las inhumaciones primarias modificadas de forma parcial, nos revela una mayor incidencia de este tipo de alteraciones en los contextos de época cristiana, aunque en necrópolis islámicas de época califal y entre la comunidad judía medieval se alcanza una repercusión importante (Gráfico 5). Las tumbas de
Evidencias islámicas Entre series islámicas las alteraciones de los espacios primarios de inhumación, siempre considerando los daños infligidos por el propio grupo que conforma el depósito funerario, se caracterizan por daños perimetrales, con desarticulaciones en la extremidad inferior y cráneo. Las remociones funerarias implican en algunos casos daños sobre material provisto de retenciones de tejidos blandos (existen movimientos simultáneos de huesos con mantenimiento de la integridad articular), sobre todo manos, pies y cráneo, con afección diferencial de los elementos del lado izquierdo, el más elevado y expuesto a la excavación de fosas superpuestas. Cuando las nuevas
8 En la alusión a la ubicación al exterior e interior de la ciudad nos referimos al momento en que se conforma el depósito concreto, puesto que en una lectura diacrónica asistimos a una total transformación de esos límites.
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fosas inciden sobre la zona torácica, aún arrasando parcialmente el lado izquierdo, suelen respetar el resto del tronco, a diferencia de lo que ocurre con manos y pies cuando presentan una ligera separación del tórax. Este tipo de modificaciones se asocia a un mayor crecimiento en vertical de la secuencia de inhumaciones y se han detectado en necrópolis califales actualmente ubicadas en el centro de Sevilla (Lerena y Alberto Lista) y en su momento ubicadas extramuros. Esas superposiciones, aunque ocasionan daños como los descritos anteriormente, suelen respetar la mayor parte de los depósitos primarios precedentes. En la conformación de los escasos conjuntos secundarios de época islámica se dan las mismas características que en las grandes acumulaciones cristianas: escasa presencia de elementos de manos y pies, seguidos de costillas y vértebras, así como de sujetos subadultos en términos demográficos.
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espacios funerarios medievales y modernos de la ciudad de Sevilla, también extensibles a otras ciudades con amplia sucesión cultural. Ante el crecimiento de la población y la existencia de un marco urbano constreñido en sus límites, sobre todo a partir del siglo XVI, los depósitos antropológicos y espacios cultuales funerarios se convierten en entornos sensibles a esa presión y por tanto susceptibles de una mutación constante, mutación no tanto en los reflejos externos del paisaje funerario sino en sus depósitos o vísceras. Ese encorsetamiento de los espacios cristianos aumenta el recurso a la modificación y al desplazamiento de los depósitos antropológicos por la exigencia casi imperativa de reaprovechamiento. En zonas de enterramiento con una identidad y con una independencia tan definidas como espacios conventuales 10 e iglesias asistimos a constantes modificaciones de los espacios precedentes, que llegan a representar acumulaciones secundarias de gran magnitud. La costumbre de enterrar en los espacios públicos que rodean a las iglesias o dentro de la misma conlleva continuas remociones, extracciones y redeposiciones de restos óseos y, en consecuencia una importante dificultad para asignar una cronología a los restos en desconexión anatómica, posibilidad solo factible en cuanto al resultado final pero no a la individualidad del sujeto. La intervención en contextos contemporáneos del Monasterio de Santa Inés nos ha permitido detectar una clara planificación en el funcionamiento de una cripta, en la que, una vez que la esqueletización estaba muy avanzada o finalizada, se asume la pérdida de la individualidad de los depósitos primarios, con vaciado de los ataúdes en una zona concreta sin pérdida de elementos anatómicos (Guijo 2000a). En este nuevo depósito existe una casi total correlación entre número de individuos y realidades anatómicas aguardadas, hecho no identificado en los depósitos secundarios de múltiples individuos en otros entornos monásticos, en los cuales la menor presencia de ataúdes o su carácter más deleznable haría necesario el uso de procedimientos de traslación más inseguros.
La comunidad judía medieval En el mundo medieval las zonas de enterramiento de la comunidad islámica y de la minoría judía pueden definirse como relativamente estables en la preservación de los espacios sepulcrales frente a la ciudad cristiana, aunque también en ellas las reutilizaciones, inhumación de más de un sujeto y formación de depósitos secundarios son una constante. El ejemplo de mayor estabilidad durante el periodo de funcionamiento del espacio sepulcral está representado por la comunidad judía sevillana. Las reutilizaciones son mínimas, afectando a un 3,85 % de individuos y conllevan la remoción de una inhumación anterior y la colocación de los restos sobre un nuevo sujeto inhumado 9 , sin que se vea afectada su representación anatómica. Aunque durante el periodo de uso de la necrópolis un 28,46 % de los individuos muestran alteraciones por nuevas fosas, estructuras y por las mencionadas reutilizaciones, los contextos secundarios son mínimos y se vinculan completamente a los sujetos reinhumados. Las modificaciones antrópicas asociadas a nuevas inhumaciones se relaciona básicamente con el aprovechamiento del espacio entre las tumbas, con escaso peso del crecimiento en vertical.
Los espacios de inhumación ubicados al exterior quedan menos expuestos a la continua transformación a que se ve sometida la ciudad cristiana dentro del espacio intramuros. En esos espacios nos podemos encontrar con depósitos en los que se preservan las características individuales de los sujetos inhumados11, en convivencia con alteraciones de diversa magnitud. La necrópolis medieval de San Jorge presenta a poco más de un 37% de la población identificada (37,38) procedente de contextos secundarios, sobre todo a sujetos subadultos que alcanzan casi a la mitad de los efectivos, tanto al exterior como al interior de la Capilla de San Jorge. En otro caso situado fuera del recinto urbano, en cronología del siglo XVII, la necrópolis de la Trinidad nos muestra casi un 20 % de efectivos vinculados a depósitos secundarios. La diferencia con espacios monásticos resulta evidente,
La ciudad cristiana Los usos sepulcrales adaptados a entornos arquitectónicos concretos y la limitación impuesta por el propio marco urbano, amparan una constante transformación de los depósitos antropológicos, pudiendo convertir en entidades indiferenciadas y lejos de cualquier procedimiento ritual a sujetos originalmente susceptibles de consideración cultual y de un tratamiento diferenciado. De este modo, la frontera entre espacios personalizados, señalados por el propio depósito primario, y entornos anónimos en los que el individuo se diluye en depósitos secundarios por reutilización o colectivos vinculados a procesos epidémicos, se revela como una barrera muy tenue. Este caso es el que nos encontramos en los
10 Centros asistenciales diversos pueden convertirse también en receptores de inhumaciones (Carmona 2000, 1999) 11 Es el caso de la necrópolis bajomedieval de San Jorge (ss XIII-XV) y de la Trinidad (s. XVII)
9
Sólo se detectan en estructuras abovedadas y no en fosas simples
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especialmente en depósitos posteriores al siglo XV en adelante (Gráfico 6). Además de las grandes acumulaciones secundarias podemos hablar de la existencia de asociaciones de depósitos primarios con secundarios, con mantenimiento de la individualidad del sujeto en desconexión anatómica. Este tipo de asociación suele seguir un patrón de redeposición consistente en reacumulaciones del esqueleto precedente a los pies del nuevo cuerpo inhumado, encima del mismo o en la proximidad de la nueva inhumación. Se trataría de depósitos muy cercanos en el tiempo y que perviven en la memoria de los sujetos que realizan las nuevas
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inhumaciones, con lo cual estaríamos ante la mejor situación posible para establecer la cronología del depósito. Ni el estatus social garantiza el mantenimiento de la individualidad tras la muerte o la inmutabilidad de los contextos primarios. En contextos medievales del Monasterio de Santa Clara y la Catedral de Sevilla, en este último caso muy ligados a espacios de de uso familiar, el número de individuos representados en inhumaciones secundarias está muy por encima de los procedentes de contextos primarios, de modo que resulta evidente que la preeminencia social tampoco otorga inmunidad a un depósito primario (Gráficos 5 y 6).
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Gráfico 5. % inhum aciones prim arias con alteraciones parciales por rem ociones funerarias 70 60 50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
5
Romanos
Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Pobl Siglo
Romanp I-II
Romano I-V
Islámico IX-X
4 San Jorge Islámico XI-XII
6
7
Islámicos
5 San Jorge Cristiano XIII-XV
6 El Carmen Cristiano XV
8
9
Cristianos
7 Santa Clara Cristiano XIV-XV
8 Cano Cueto Judío XIII-XV
10
11
12
Judíos
y
9 El Carmen Crist XVI-XVII
10 Santa Clara Crist XVI-XVIII
11 La Victoria
12 Trinidad
Crist XV-XVII
Crist XVII
Gráfico 6. % individuos de contextos secundarios sobre primarios 80 70 60 50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
Romanos Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Pobl Siglo
Romanp I-II
Romano I-V
Islámico IX-X
4 San Jorge Islámico XI-XII
5 San Jorge Cristiano XIII-XV
5
6
7
Islámicos 6 El Carmen Cristiano XV
8
9
Cristianos 7 Santa Clara Cristiano XIV-XV
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8 Cano Cueto Judío XIII-XV
10
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Judíos
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9 El Carmen Crist XVI-XVII
10 Santa Clara Crist XVI-XVIII
11 La Victoria
12 Trinidad
Crist XV-XVII
Crist XVII
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LÁMINAS 55 Y 56. A LA IZQUIERDA ESQUELETO MOZÁRABE CORTADO POR LA FOSA DE UNA NUEVA INHUMACIÓN A LA ALTURA DE LAS RODILLAS (NOR, CÓRDOBA / SIGLO X) (GUIJO Y LACALLE 2006b). A LA DERECHA INHUMACIÓN ISLÁMICA CORTADA POR UNA FOSA DE INHUMACIÓN POSTERIOR (PP07-10, CÓRDOBA) (GUIJO Y LACALLE 2008b).
LÁMINA 57. SEPULTURA INDIVIDUAL PRIMARIA REUTILIZADA PARA ALOJAR LOS RESTOS DE OTRO SUJETO, CON DESARTICULACIÓN DEL CRÁNEO DEL PRIMERO EN UN ENTORNO NO COLMATADO. INHUMACIÓN EN ESTRUCTURA PERTENECIENTE A LA COMUNIDAD JUDÍA DE SEVILLA. SIGLOS XIIIXV (CR, UNIDADES 358A Y 358B) (GUIJO 2002c).
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LÁMINA 58. INHUMACIÓN EN ATAÚD, MSC (SIGLO XVI-XVIII), CON REDEPOSICIÓN DE RESTOS EN DESCONEXIÓN ANATÓMICA SOBRE UN DEPÓSITO PRIMARIO (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 59. DEPÓSITO SECUNDARIO DE LOS SIGLOS I-II CORRESPONDIENTE A UN ÚNICO SUJETO (PR) (GUIJO Y LACALLE 2006c)
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LÁMINA 60. OSARIO DE LOS SIGLOS XIV-XV DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA-MSC (SEVILLA) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
encontramos ejemplos de ello en restos islámicos, afectados por infraestructuras cristianas
b. Alteraciones por infraestructuras (Lám. 61-63) Suelos y pavimentos
Pozos Sólo tenemos constatación de alteraciones sepulcrales por la construcción de suelos o pavimentaciones en contextos islámicos medievales.
En los contextos medievales, tanto islámicos como cristianos y en la Sevilla cristiana resulta bastante usual encontrar pozos, tanto de agua potable como de aguas negras, además de hallarse en mutua cercanía, seccionando diversos contextos sepulcrales. Las evidencias romanas situadas en el eje de la calle San Luís se ven notablemente dañadas por pozos medievales y modernos. No podemos hablar en ningún caso de una sincronía en el funcionamiento de la necrópolis y de los pozos.
Fosas de cimentación Las fosas de cimentación resultan una constante en todos los periodos pero destaca su presencia en los ámbitos cerrados de los monasterios, tanto en las comunidades religiosas como laicas. Estas fosas de cimentación proceden en muchos casos de la ampliación de estancias del edificio e incluso de la construcción de nuevas criptas o de sus accesos.
Remociones contemporáneas
Conducciones de agua y desagües
Resulta imposible evitar los daños infligidos por infraestructuras actuales y demasiado frecuentes las alteraciones durante la excavación cuando no existe un seguimiento antropológico sobre el terreno.
Aunque no resulta muy usual la intervención de este tipo de estructuras en los daños de la evidencia osteológica
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LÁMINAS 61 Y 62. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN PRIMARIA (TUMBA 15) DE ÉPOCA ROMANA (SIGLOS I-II, PR-SEVILLA). CRÁNEO, LA MITAD DERECHA DEL TÓRAX Y LA EXTREMIDAD INFERIOR SE HAN VISTO AFECTADAS POR REMOCIONES CONTEMPORÁNEAS (SONDEOS GEOTÉCNICOS) (GUIJO Y LACALLE 2006c). A LA DERECHA INHUMACIÓN MEDIEVAL (EC), AFECTADA POR UNA FOSA DE CIMENTACIÓN QUE CERCENA LOS PIES DEL SUJETO (GUIJO 2002b)
LÁMINA 63. DETALLE DE INHUMACIONES DE LA FASE MEDIEVAL (SIGLOS XIV-XV) DE LA SALA DE PROFUNDIS DEL MONASTERIO DE SANTA CLARAMSC, CON INHUMACIONES EN FOSA SIMPLE ALTERADAS POR LA CIMENTACIÓN DE UN MURO DEL SIGLO XV (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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II. LA INFLUENCIA DEL HUESO: TIPO DE TEJIDO, DEMOGRAFÍA, MORFOLOGÍA Y CONDICIÓN PATOLÓGICA
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RESUMEN Las características intrínsecas del material óseo, en forma de distintas calidades de tejido y de su morfología exigen unas cautelas en la forma de proceder durante la excavación y recuperación del material, cuya ausencia tiene importantes consecuencias en la preservación del hueso. El hueso en el sujeto vivo es un tejido dinámico sujeto a una renovación, reparación y remodelado como respuesta a diferentes estímulos. Las particularidades demográficas pueden influir en la resistencia del hueso y en la complejidad de sus componentes. Las características morfológicas y paleopatológicas pueden implicar una diferente susceptibilidad de los huesos humanos, con una forma alterada, una disminución de su resistencia o una modificación de los límites anatómicos normales. Todos estos aspectos deben tenerse en cuenta en la actuación sobre el terreno, como cautela metodológica y prevención diagnóstica. La ignorancia sobre la repercusión de las características vitales en el hueso puede conllevar graves daños en el material y pérdidas de información, tanto si estamos ante un esqueleto de características anatómicas normales como si nos encontramos ante cambios del material óseo determinados por la enfermedad o procesos vitales.
2.
Los diversos accidentes anatómicos pueden implicar proyecciones o depresiones de zonas anatómicas en cualquier sentido, perimetral, inferior o en la perspectiva superior, que es necesario conocer y prever
Las conexiones anatómicas implican un tipo de relaciones y se asocian a unas características morfológicas de sus componentes, que exigen un procedimiento de movilización
4.
Los diversos grados de libertad de los miembros y la capacidad de movimiento de las zonas del esqueleto representan un abanico de posibles posiciones, cuyo conocimiento resulta esencial para prevenir y planificar las relaciones de simultaneidad, anterioridad y posterioridad que se establecen en el esqueleto como sistema.
5.
En la calidad del hueso o en las relaciones anatómicas pueden influir aspectos vinculados a la condición demográfica y a las características paleopatológicas de cada elemento óseo.
A. LAS CARACTERÍSTICAS DEL HUESO COMO CONDICIONANTE Diversos autores han explicado la presencia de huesos o de perfiles demográficos determinados como consecuencia de prácticas sociales y culturales (Crubèzy et al 1990) (Duday y Masset 1987). Sin embargo, en las frecuencias esqueléticas es necesario diferenciar entre efectos del ritual y patrones de preservación relacionados con la estructura anatómica de los huesos (Bello y Andrews 2006: 1). La sobrerepresentación de unos elementos frente a otros puede tener que ver con la estructura anatómica del hueso y no con actuaciones rituales o selección antrópica (p.e. carácter secundario) (Bello y Andrews 2006: 9). Aspectos intrínsecos a las características del propio hueso influyen en la conservación del material e imponen una serie de precauciones en el proceso de excavación, en la recuperación de las evidencias antropológicas y en la interpretación del contexto. Podemos hablar de dos tipos de arquitectura ósea: la constituida por el tejido compacto y la representada por el tejido esponjoso (Micozzi 1991: 55), los cuales presentarán grosores variables en función del hueso y de las zonas de un mismo elemento. En función de las características morfológicas del hueso y del tipo de tejido podemos hablar de una diferente susceptibilidad a presiones mecánicas, a desplazamientos del sedimento y a la influencia que puedan tener otros elementos u objetos. La proximidad de zonas constituidas por tejido esponjoso a objetos metálicos, sobre todo hierro, y a madera se asocia a un mayor proceso de degradación de estas zonas ante la oxidación del metal y la putrefacción vegetal. Como ya nos referimos, los entornos aerobios
El conocimiento de la morfología del hueso constituye un requerimiento fundamental a la hora de intervenir en cualquier depósito antropológico. Este conocimiento no garantiza por sí mismo una calidad en la intervención pero su ausencia sí es garantía de daños de importante magnitud. Existen diversas calidades del tejido óseo que exigen distintas cautelas de actuación
3.
En el punto que sigue nos hemos basado no solo en actuaciones sobre el terreno sino en la observación de los daños que presenta el material óseo.de series exhumadas sin control antropológico.
ABSTRACT The intrinsic characteristics of the bone material in the form of different qualities of tissue and morphology require some caution in the manner of proceeding during the excavation and recovery of material, whose absence has important implications for the preservation of bone. The bone in the living subject is a dynamic tissue subject to renovation, repair and remodeling in response to different stimuli. The particular demographic can affect bone strength and complexity of its components. Morphologic and paleopathological may involve a different susceptibility of human bones, with an altered form, a decrease in resistance or a modification of normal anatomical boundaries. All these aspects must be considered in acting on the ground, as diagnostic methodological caution and prevention. Ignorance about the impact of the vital characteristics of the bone can lead to serious material damage and loss of information, whether this is a normal anatomical skeleton as if we are to changes in the bone material from the disease or certain life processes.
1.
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dan lugar a una mayor disgregación del tejido esponjoso frente al compacto.
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Las bóvedas orbitarias presentan un grosor casi papiráceo que las hace totalmente frágiles ante cualquier movimiento perpendicular. Asimismo, el contorno de la apertura piriforme es especialmente frágil, junto con los huesos propios de la nariz y el vómer. Los arcos cigomáticos, sobre todo en su prolongación temporal, pueden fracturarse. La pared anterior del maxilar, bajo la que se alojan los senos, es otro punto de fácil deterioro ante excesivas presiones perpendiculares. Todo el reborde alveolar presenta una fina capa compacta sobre las cavidades que acogen a los dientes, a los que puede dejar fácilmente expuestos. En la zona inferior el esfenoides (apófisis pterigoides y contorno de diversos orificios), palatino y apófisis estiloides del temporal constituyen los elementos más susceptibles de fragmentación.
Hemos recogido un amplio repertorio gráfico de intervenciones que por razones presupuestarias, criterios de autoridad que se nos antojan arbitrarios o decisiones administrativas sin las mínimas cautelas científicas, prescinden del control antropológico durante el proceso de excavación y sobre los que estimamos más conveniente mantener el anonimato de su procedencia. En todo caso estas referencias sirven para destacar la diversa semántica de las palabras excavar y escarbar. 1. CRÁNEO Durante el proceso de excavación las presiones excesivas o no controladas pueden provocar el aplastamiento y la multifragmentación de la caja craneal. Dada la importancia que posee este sector anatómico resultaría muy importante una planificación de la excavación contando con un conocimiento previo de la orientación y de las ubicaciones esqueléticas. En el caso del cráneo es necesario tener en cuenta la existencia de zonas especialmente frágiles como el macizo facial, zona que usualmente presenta los valores más bajos de conservación (Bello y Andrews 2006: 4), parte de la zona basal, y la zona escamosa de los temporales. La zona facial puede desprenderse de la calota por zonas como los arcos cigomáticos en su articulación con el temporal, maxilar y el frontal, siendo relativamente sencillo el desprendimiento en relación al esfenoides, con o sin fragmentación de sus alas mayores.
Las intervenciones sin planificación antropológica nos muestran en las colecciones obtenidas importantes ausencias de piezas dentarias, de modo que los alveolos aparecen íntegros y vacíos como testimonios acusadores, sin que las pérdidas pueden explicarse por razones patológicas. Las piezas que mayores ausencias suelen mostrar son los incisivos mandibulares seguidos de los superiores laterales y de los premolares. Los daños a la zona alveolar impedirán constatar el grado de afección de procesos como la enfermedad periodontal, que puede depender de la cuantificación de la recesión (Strohm y Alt 1998). Los daños infligidos a la zona craneal durante el proceso de excavación en situaciones no controladas, en las que no se tiene en cuenta la posición, tamaño y características anatómicas, definen un amplio catálogo de mutilaciones (Láminas 64-68).
LÁMINAS 64 y 65. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN DEL CRÁNEO EN DEPÓSITOS ISLÁMICOS CON EL ESQUELETO EN DECÚBITO LATERAL DERECHO
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LÁMINAS 66 y 67. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN Y EXHUMACIÓN DEL CRÁNEO
LÁMINA 68. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN DEL CRÁNEO CON DESTRUCCIÓN DE LA BÓVEDA Y ZONA FACIAL A EXCEPCIÓN DE LA MANDÍBULA
elementos del antebrazo y que la tibia y el peroné (Bello y Andrews 2006: 4). En huesos como el coxal y la escápula el tejido compacto se reduce a una fina capa. La escápula, el hueso de mayor fragilidad del esqueleto apendicular, presenta sus menores grosores en la zona central, de modo que suele producirse su rotura y desprendimiento en relación al anillo periférico de mayor resistencia formado por el borde axilar, zona superior y en menor medida el borde medial. La separación entre el borde axilar y la zona
2. ESQUELETO APENDICULAR En el esqueleto apendicular es necesario considerar huesos largos o tubulares, huesos planos y otros como los representados en el carpo y el tarso además de la rótula. El grosor del tejido compacto y la esponjosa determinarán diferentes comportamientos ante procesos postdeposicionales y circunstancias de su recuperación. Las zonas más densas se conservan mejor, incluso entre huesos largos, de modo que el fémur resiste más que los
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glenoidea (hasta el cuello) por un lado y el resto de la escápula, con multifragmentación de ésta última por otro, suele acontecer en casi todas las exhumaciones incontroladas y resultan difíciles de evitar cuando se ha producido daño en la zona que forman la fosa infraespinosa y la subescapular, como caras de una moneda. En la escápula la proyección posterolateral que forma el acromion debe tenerse en cuenta, pudiendo desprenderse éste a cualquier altura de la fosa supraespinosa. En el hueso coxal los puntos más resistentes corresponden al isquion y al perímetro de La zona iliaca. El contorno del foramen obturador y el pubis son zonas especialmente frágiles, al igual que el centro de la fosa ilíaca. En las actuaciones incontroladas o en las que media una ignorancia anatómica suele ser un hecho constatado el desprendimiento de la zona púbica. En los huesos largos el fuste es la zona que ofrece una mayor consistencia en relación al notable grosor del tejido compacto. Por contra, las características de los extremos articulares de los huesos largos aconsejan mayores precauciones en el momento de la manipulación durante la excavación, a causa del menor grosor del tejido compacto en esas zonas y de la presencia de tejido esponjoso. La rótula suele estar subrepresentada y puede ser fácilmente removida durante la descomposición por la
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acción de animales excavadores (Bello y Andrews 2006: 4). Los huesos cortos del carpo y tarso presentan su mayor susceptibilidad a la humedad y a los daños mecánicos en su estructura esponjosa dominante. En opinión de autores como Bello y Andrews la supervivencia está muy ligada al tamaño del hueso en lo que se refiere a manos y pies (Bello y Andrews 2006: 5), tendencia que constatamos en la observación de series sin control antropológico sobre el terreno:
Mejor conservación de los huesos tubulares de manos que de pies Mejor conservación de metacarpianos y metatarsianos que de carpo y tarso Mayor supervivencia de falanges proximales que mediales y distales y de mediales más que de distales, tanto en manos como en pies Notable ausencia de elementos del carpo y mayores pérdidas de los cuneiformes en los pies que del resto del tarso.
Las situaciones de mala praxis arqueológica definen diversos estados de mutilación, con ausencias anatómicas significativas y daños en las zonas esponjosas (Láminas 69-76).
LÁMINAS 69 y 70. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. A LA IZQUIERDA DESTRUCCIÓN DEL ANTEBRAZO IZQUIERDO Y A LA DERECHA MUTILACIÓN DE MANOS Y PIES ENTRE OTROS DAÑOS
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LÁMINAS 71 y 72. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. A LA IZQUIERDA PÉRDIDA DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR IZQUIERDA Y EN LA IMAGEN DERECHA ANÓMALAS MUTILACIONES DE LAS MANOS
LÁMINAS 73 y 74. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. DESAPARICIÓN DEL COXAL IZQUIERDO Y DE LA ZONA PÚBICA
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LÁMINAS 75 y 76. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN, EXHUMACIÓN Y REGISTRO. A LA IZQUIERDA DESTRUCCIÓN DE LOS EXTREMOS ARTICULARES EN UN DEPÓSITO SECUNDARIO. A LA DERECHA ARTICULACIONES DE LA MUÑECA Y METACARPIANOS EN CONEXIÓN ANATÓMICA EN UN DEPÓSITO DEFINIDO COMO SECUNDARIO POR SUS EXCAVADORES.
proceso de excavación por el desconocimiento de la morfología ósea. El componente esponjoso de los cuerpos vertebrales los hace muy susceptibles a hundimientos por presiones o movimientos perpendiculares. Las vértebras dorsales y lumbares, cuando el esqueleto aparece en entornos muy húmedos o en los que se dan importantes transiciones ambientales, como pueden ser las favorecidas por un entorno aerobio, pueden presentar roturas en el cuerpo en forma de separación entre el perímetro de hueso compacto y el interior esponjoso. Esta zona esponjosa de la vértebra puede aparecer casi totalmente disgregada en los entornos más agresivos. La conservación de la columna lumbar suele ser mayor que en las zonas dorsal y cervical, con clara influencia de la forma y robustez. También suele ser importante en las dos primeras vértebras cervicales, por la protección que ejerce el cráneo. En el hueso sacro los mayores problemas vienen dados por la menor resistencia del tejido esponjoso en entornos de condiciones ambientales cambiantes, ante el aire y agresiones mecánicas. La rotura más característica puede implicar la separación de la cresta medial y el promontorio de la primera vértebra sacra (Bello y Andrews 2006: 4) o la destrucción del tercio inferior.
3. ESQUELETO COSTOVERTEBRAL La zona posterior de las vértebras presenta puntos especialmente frágiles y que pueden fragmentarse con facilidad. Los procesos espinosos, que constituyen la máxima proyección posterior de la vértebra, suelen romperse más frecuentemente en las vértebras dorsales. Cuando esos procesos espinosos están parcialmente trabados en el sedimento las tracciones ejercidas en el proceso de exhumación suelen provocar una rotura por la zona de las láminas y, sobre todo, por los pedículos, produciéndose la separación entre la zona anterior o cuerpo y el arco posterior. El menor grosor de los pedículos y la morfología del proceso espinoso convierten a las vértebras dorsales en la zona de la columna en que más fácilmente podemos encontrar esta separación, en menor medida en las últimas dorsales, en las que se incrementa su grosor. En las cervicales esta rotura es más inusual por la protección que ejercen los procesos transversos y por la morfología de los procesos espinosos. Después de las vértebras torácicas la separación entre arco anterior y posterior se da en mayor medida en la zona lumbar. Los procesos transversos dorsales suelen actuar más como palancas transmisoras favoreciendo la rotura por las zonas de los pedículos. Por el contrario en la zona lumbar las apófisis transversas o procesos costales, más finos, sí suelen romperse. Entre la tercera y sexta cervical la pared anterior de los forámenes transversos pueden romperse fácilmente, así como el tubérculo posterior. Dependiendo de la posición de la columna estas proyecciones representadas por las apófisis espinosas y transversas corren el peligro de quedar segadas en el
En el esqueleto costal la ejecución de movimientos perpendiculares a las superficies mayores del hueso y los intentos de remoción sin una adecuada exposición de toda la costilla suelen tener como consecuencia la fractura de la costilla, siendo especialmente frágil la zona del cuello. El mínimo grosor del borde costal inferior le hace también muy susceptible de astillamientos, pudiendo separarse del resto. Tanto la
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existencia de roturas antiguas como de las originadas en el proceso de excavación si el sujeto está asociado a un entorno agresivo, sobre todo de humedad, pueden disgregar la costilla llegando a difuminar los contornos. En el esternón el patrón de rotura más usual suele ser la separación de la zona anterior y posterior del cuerpo. El componente esponjoso de este hueso explica sus problemas de conservación en entornos agresivos de humedad y transiciones ambientales bruscas. A diferencia del cuerpo del esternón el manubrio presenta menores problemas en su recuperación.
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Las malas prácticas científicas (Láminas 77-83) conllevan que las columnas vertebrales queden reducidas a los arcos posteriores o se cercene en las vértebras cualquier proyección ósea más allá del cuerpo. En otros casos toda la zona torácica queda reducida a una masa informe de hueso, con total indiferenciación de los componentes anatómicos. En la consecuencia más negativa de esa mala praxis suele llegarse a vaciados completos o amputaciones de uno o de ambos lados del tórax, quedando el esqueleto reducido a un marco formado por los huesos largos.
LÁMINAS 77 y 78. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. DESAPARICIONES DE ELEMENTOS ÓSEOS DE LA ZONA TORÁCICA
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LÁMINA 79. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. DESTRUCCIÓN DE ELEMENTOS COSTOVERTEBRALES EN UNA INHUMACIÓN ISLÁMICA
LÁMINAS 80 y 81. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. ARRASAMIENTO DE LA ZONA TORÁCICA (IZQUIERDA) Y AHUECAMIENTO Y DESTRUCCIÓN DEL TÓRAX (DERECHA)
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LÁMINAS 82 y 83. MALA PRAXIS EN LA EXCAVACIÓN. VACIAMIENTO DE LA ZONA TORÁCICA, CON COMPLETA DESTRUCCIÓN DE LOS ELEMENTOS COSTOVERTEBRALES
et al 1995: 77), lo que le otorga una fragilidad más señalada que el esqueleto adulto. En el sujeto subadulto el grosor del tejido compacto es menor y la presencia de tejido esponjoso es mucho mayor que en el esqueleto adulto. De este modo, presiones perpendiculares a las superficies ejercidas con demasiada fuerza pueden conllevar hundimientos o fracturas del hueso. El cráneo alcanza grosores mínimos en los sujetos neonatos e infantiles de edad más temprana. Durante el desarrollo del cráneo persisten durante un tiempo las fontanelas, mostrando los bordes de éstas un grosor casi papiráceo (Lámina 86). Es usual la desarticulación de los huesos del cráneo en sujetos donde persisten los espacios fontanelarios. Fundamentalmente en la excavación de un esqueleto subadulto hemos de atender a la multiplicación de elementos óseos no fusionados entre sí (Lám. 85, 8790). Esos centros de osificación pueden ser primarios, como las diáfisis o fustes de los huesos largos, secundarios, como son las epífisis o extremos articulares y los dentarios, clasificables en permanentes y deciduales. En la decimoprimera semana intrauterina el esqueleto humano tiene unos 806 centros de crecimiento, que se convierten en 450 en el momento del nacimiento para desembocar en unos 206 huesos en el adulto (Krogman e Isçan 1986). El hecho es que los centros de osificación, que pueden ser de uno o pocos milímetros, suelen pasar desapercibidos en excavaciones inadecuadas o resultar
B. FACTORES DEMOGRÁFICOS EN LA CONSERVACIÓN Y EL REGISTRO En el momento de acometer la excavación y registro de inhumaciones, la actuación sobre la evidencia esquelética ha de tener en cuenta la existencia de zonas anatómicas que proporcionan elementos diagnósticos decisivos relativos a la edad y al sexo del individuo y que, ya sea por la fragilidad inherente a la zona o por factores postdeposicionales, requieren de una precaución en el momento de incidir sobre ellas. Es factible que ni los efectos del ritual u otras prácticas sociales y culturales puedan explicar los patrones de preservación, pudiendo estar por el contrario conectados éstos a categorías demográficas de sexo y edad (Bello y Andrews 2006: 2). . 1. DEMOGRAFÍA INFANTIL Los esqueletos subadultos suelen estar peor preservados y menos representados en las colecciones osteológicas por la menor resistencia del hueso (Bello y Andrews 2006: 5). Junto a la menor resistencia es necesario considerar los problemas derivados de su maduración incompleta y el tamaño de las evidencias. El hueso subadulto es menos denso y presenta un mayor contenido orgánico y un menor contenido mineral que el hueso adulto (Saunders
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mezclados entre sí. Diversos autores, como Cornwall (1974), Brothwell (1987), Krogman e Isçan (1986), Ubelaker (1989 a y b), Reverte (1991), Bass (1987) o Stewart (1979), abordan las secuencias de aparición y fusión de los distintos puntos epifisiarios, como fundamento de la edad. La constatación de la existencia de éstos puede ser esencial para diversos diagnósticos paleopatológicos (Lewis 2000: 40) Una atención espacial debe concederse a la recuperación de los gérmenes dentarios, de vital importancia para la identificación de la edad subadulta con un importante grado de precisión. Las piezas dentarias comienzan a desarrollarse en torno a los cuatro meses de la concepción desde la zoa oclusal hacia las raíces (Whittaker 2000: 84). Aparecen limitadas en sus estadios evolutivos iniciales a puntos de esmalte aislados o finas capas de un grosor mínimo, con desarrollo desde la zona oclusal a la raíz (Brothwell 1987: 225) (Pinkham 1991). La existencia de daños y pérdidas de sustancia en el hueso alveolar de maxilar y mandíbula en un individuo subadulto exigirá una prevención especial para la recuperación de gérmenes dentarios desplazados de su ubicación, sobre todo en los sujetos de más corta edad. El hecho de que se desconozca que los huesos en su desarrollo se componen de zonas más pequeñas, que requerirían de una mayor sutileza tanto en la excavación como la exhumación, puede favorecer una selección por parte del excavador de los huesos más visibles, como puedan ser los fustes diafisiarios o porciones craneales, en detrimento de epífisis y gérmenes dentarios. Los contextos primarios con restos craneales desplazados y el sedimento de los osarios y fosas colectivas presentarán las mayores exigencias para la recuperación de estos restos. En las evidencias procedentes de osarios, en excavación no controlada por conocedores de estas realidades, quedará la duda sobre la parte de la selección inducida por los excavadores y aquella otra procedente de la inhumación original o de los factores postdeposicionales. Junto a la pérdida de los puntos epifisarios y dentarios, el desconocimiento de las características osteológicas de un esqueleto subadulto y de su grado de articulación puede conllevar una modificación de las posiciones originales de los huesos. Si en el adulto el mantenimiento de parte de las articulaciones se ve favorecido por el modo en que se relacionan los huesos adyacentes, con existencia de cavidades o formas de unión que aseguran cierta coherencia articular, tales medios de contacto no han alcanzado el suficiente desarrollo en el esqueleto subadulto, con espacios articulares ocupados en mayor medida por tejidos blandos, para concederle esa estabilidad. En consecuencia, el simple desplazamiento de un pincel o la más mínima presión incontrolada pueden ocasionar la remoción de elementos anatómicos y la pérdida de información ritual o contextual. La estrategias de excavación deben considerar, pues, la inexistencia de anclajes articulares y la necesidad de mantener los equilibrios gravitacionales. En todo caso, también debemos tener en cuenta la importancia de la preservación de los huesos en su integridad por la información demográfica de sus
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características métricas. Tanto en el esqueleto craneal como en el poscraneal son especialmente importantes para la estimación de la edad fetal (Kòsa 1989) (Ubelaker 1989 a y b) y etapas subadultas posteriores (Hoffmann 1979) (Krogman e isçan 1986) (Ubelaker 1989 a y b), así como para la la estimación de la talla infantil, con el fémur como principal referencia (Reverte 2003) (Krogman e Isçan 1986). Todas las consideraciones anteriores encuentran una situación especialmente compleja en la excavación de conjuntos primarios de sujetos de muy corta edad y aún alojados en la cavidad pélvica, lo que se añade a la complicación del esqueleto materno (Lámina 84). En relación a lo que podemos aguardar en los diversos registros arqueológicos de Sevilla, la presencia de subadultos es variable (Gráfico 7), reduciéndose su presencia en los contextos monásticos. Sólo en depósitos secundarios de estos ámbitos monásticos, quizás ligados a expósitos, es usual encontrar acumulaciones de individuos de corta edad. La presencia de subadultos llega a alcanzar más de la mitad de los individuos en la comunidad judía medieval (CC) y un mínimo de casi el 30 % de los efectivos demográficos representados en el yacimiento en una población laica del siglo XVII (TR). Dentro de las series subadultas la realidad es más compleja y la proporción de los diferentes grupos de edad puede ser muy diferente. Los sujetos entre el nacimiento y los 6 años, sobre todo entre edad fetal a término y los 3 años, están más representados en las comunidades islámicas y judías medievales, mientras que los sujetos por encima de 6 años presentan una mayor proporción entre los judíos y necrópolis cristianas no incluidas en iglesias y monasterios que en los restantes (Gráfico 8). Las mayores presencias de subadultos se asocian a un peso más notable de individuos neonatos y fetos a término. Entre estos diversos yacimientos hemos podido detectar claras diferencias en los depósitos de población subadulta almohade. En el yacimiento de San Jorge fue detectada una clara concentración zonal de efectivos subadultos, sobre todo por debajo de los 3 años, en el sur de la necrópolis. Esto sirve para ilustrar el riesgo que se podría correr, si no puede discernirse entre una práctica cultural o factores ambientales, en el caso de que no se hubiese tocado tocar esa zona, de atribuir a la potencial debilidad del esqueleto infantil o abordar otras seudointerpretaciones acerca de ese presunto vacío. Las intervenciones en contextos modernos de la Parroquia del Salvador y de San Laureano 12 han permitido la identificación de grandes depósitos de efectivos subadultos, de los cuales más de tres cuartas partes de los individuos contenidos están por debajo de los dos años, posiblemente expósitos. Frente a los recintos más estables de grupos romanos, islámicos y judíos, la presencia de subadultos en entornos monásticos (expósitos y novicios)
12
Los datos de la Parroquia del Salvador corresponden a los datos preliminares de la intervención de 2004 (Pecero 2004), sin que tengamos información de aspectos definitivos de la Memoria Científica que pudieran haber modificado esta interpretación.
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se suele asociar a inhumaciones secundarias, aunque cabe
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aguardar realidades anatómicas en perfecta conexión.
Gráfico 7. % individuos subadultos en diversas series arqueológicas sevillanas (siglos I-XVII) 60 50 40 30 20 10 0
1
2
3
4
5
Romanos Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Poblac Siglo
Romanp I-II
Romano I-V
Islámico IX-X
6
Islámicos
4 San Jorge Islámico XI-XII
5 San Jorge Cristiano XIII-XV
7
8
Cristianos
6 El Carmen Crist XV
7 Santa Clara Crist XIVXV
9
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Judíos 8 Cano Cueto Judío XIIIXV
9 El Carmen Crist XVI-XVII
10 Santa Clara Crist XVIXVIII
11 La Victoria Crist XV-XVII
12 Trinidad Crist XVII
Gráfico 8. Distribución de la población subadulta en grupos de edad en series sevillanas entre el siglo I y el siglo XVII
50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
5
Preadultos (13-17)
Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Poblac Siglo
Romanp I-II
Romano I-V
Islámico IX-X
4 San Jorge Islámico XI-XII
5 San Jorge Cristiano XIII-XV
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7
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Infantil 2 (7-12)
6 El Carmen Crist XV
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7 Santa Clara Crist XIVXV
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12
Infantil 1 (0-6)
8 Cano Cueto Judío XIIIXV
9 El Carmen Crist XVI-XVII
10 Santa Clara Crist XVIXVIII
11 La Victoria Crist XV-XVII
12 Trinidad Crist XVII
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Tabla 9. Condicionamientos de la demografía subadulta en la recuperación de la evidencia ósea Multiplicidad de evidencias esqueléticas y tamaño de las mismas como condición básica en la excavación-exhumación Mayor fragilidad del esqueleto subadulto Desarticulaciones importantes por la incompleta maduración esquelética Posible confusión con restos faunísticos en los depósitos secundarios
LÁMINA 84. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN MOZÁRABE PROCEDENTE DE CÓRDOBA (CER, SIGLO X D.C.). DETALLE DE LA PELVIS DE UN SUJETO FEMENINO (TUMBA 80, UNIDAD 405) EN QUE SE ALOJA UN FETO A TÉRMINO. LA INTERVENCIÓN DE CAMPO APORTA UN CASO TOTALMENTE INFRECUENTE EN LA LITERATURA PALEOPATOLÓGICA. ENTRE LA PELVIS ABIERTA ASOMAN PARTE DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES DE UN INDIVIDUO QUE HA SUPERADO EL TIEMPO DE DESARROLLO FETAL (MESES LUNARES), LO CUAL PODRÍA SIGNIFICAR UN RETRASO EN EL PARTO (POSIBLE DISTOCIA DE ORIGEN FETAL). EL INDIVIDUO ADULTO APARECE EN POSICIÓN DE DECÚBITO SUPINO CON EXTENSIÓN DEL MIEMBRO INFERIOR (REGISTRO C. FUERTES Y R. HIDALGO) (GUIJO Y LACALLE 2004c) LÁMINA 85. A LA DERECHA INHUMACIÓN ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE). INDIVIDUO SUBADULTO (UNIDAD 3252) EN TORNO A 3 AÑOS DE EDAD. LA AUSENCIA DE SINOSTOSIS DE LOS HUESOS CRANEALES HA OCASIONADO EL DESPLOME DE LA BÓVEDA (REGISTROS GUIJO 2003)
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LÁMINA 86. PERSPECTIVA SUPERIOR DE UN CRÁNEO INFANTIL (PS), EN EL QUE AÚN PERMANECE ABIERTA LA FONTANELA BREGMÁTICA (SIGLO XVIII-XIX) (REGISTROS GUIJO 2004, EN PECERO 2004)
LÁMINA 87. DETALLE DE LA CINTURA PÉLVICA DE UN SUJETO SUBADULTO EN TORNO A 7 AÑOS (UNIDAD 505), PROCEDENTE DE LA NECRÓPOLIS JUDAICA DE SEVILLA (CR) (SIGLOS XIV-XV). VENCIMIENTO DE LOS COMPONENTES PÉLVICOS SIN FUSIONAR EN UN ENTORNO NO COLMATADO (INHUMACIÓN EN ATAÚD Y ESTRUCTURA) (GUIJO 2002c)
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LÁMINAS 88 y 89. DETALLE DE LA ARTICULACIÓN DE LA CADERA IZQUIERDA DE UNA POSIBLE MONJA NOVICIA (14-16 AÑOS) (UNIDAD 770) PROCEDENTE DE CONTEXTOS MEDIEVALES DE SEVILLA, SIGLOS XIV-XV (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006a). NO SE CONSTATA UNIÓN EPIFISIARIA NI EN FÉMUR NI EN TIBIA. A LA DERECHA RODILLA DE UN SUBADULTO DE LOS SIGLO SIGLOS XVI-XVII DE SEVILLA (EC) (GUIJO 2002b)
LÁMINA 90. SACRO DE UN SUBADULTO ADOLESCENTE PROCEDENTE DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA-MSC (SIGLOS XIV-XV), EN EL QUE SE CONSTATA LA AUSENCIA DE FUSIÓN DE LAS VÉRTEBRAS (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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2. CONTEXTO Y DEMOGRAFÍA CONDICIÓN ADULTA
EN
LA
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Junto a la información paleopatológica, la recuperación de las piezas dentarias puede permitir abordar el análisis de relaciones intragrupales de tipo epigenético y las características tipológicas de los dientes (Moss et al 1967).
La intervención arqueológica sobre restos óseos supone también la necesidad de considerar la existencia de una valiosa información antropológica sobre la demografía de la condición adulta (Ferembach 1980) (Krogman e Isçan 1986) (Feucht y Polo 2000).
b. Tórax El esqueleto costal suele ser una de las zonas que peor trato reciben en las excavaciones. Las pérdidas de sustancia que se producen en la zona esternal suelen condicionar otro criterio de estimación de edad adulta como es el de la evolución de los procesos degenerarivos que acontecen en la carilla esternal (Lám. 96-97) a partir de los trabajos de Isçan, Loth y Wright (Loth e Isçan 1989) (Krogman e Isçan 1986) (Ubelaker 1989 a). En la excavación de la caja costal podemos encontrarnos ante proyecciones óseas o estadios poróticos que caracterizan a las fases más avanzadas de la zona esternal, con un aumento añadido de su fragilidad. Los anillos superior e inferior de las vértebras (Lám. 91-92) no alcanzan su completa fusión hasta el entorno de los 25 años (Cox 2000a: 65), comenzando alrededor de los 18 el proceso de fusión, por lo que cualquier manipulación de los cuerpos vertebrales puede provocar la pérdida o la fractura de estas piezas, quizás induciendo en el primer caso a definir una edad por debajo de la realidad. La excavación debe estar atenta a la supervivencia de elementos como el cartílago tiroides, cuya evolución al calcificarse, en base a los trabajos de Vlcek, permite hacer estimaciones de edad entre los 15 y los 70 años (Krogman e Isçan 1986: 127-129) (Loth e Isçan 1989: 120-122). Situado en la zona del cuello, encima de la zona anterior cervical, su fragilidad es extrema y puede presentar la calcificación sólo de ciertas zonas.
a. Cráneo La importancia diagnóstica de las diversas zonas y su fragilidad debe tenerse en cuenta a la hora de actuar sobre la caja craneal, considerando que en el análisis antropológico se habrán de abordar criterios métricos y criterios morfológicos. En el cráneo la mayor carga diagnóstica para el diagnóstico del sexo reside en el temporal, frontal y occipital (Reverte 1991) (Brothwell 1987) (Ubelaker 1989 a) (Krogman e Isçan 1986). Junto a los caracteres morfológicos se han desarrollado diversos métodos discriminantes a partir de datos métricos. El diagnóstico de la edad a través de las suturas craneales, bien a partir de las estimaciones más tradicionales, como las de Martin, Manouvrier y Todd o las más novedosas, basadas en la cuantificación del grado de cierre en puntos muy concretos como las de Meindl y Lovejoy (1985) o Masset (1979), se verá influido por la zona conservada y el grado de deterioro de las mismas. En consecuencia, la intervención en depósitos antropológicos durante el proceso de excavación puede influir negativamente en esta referencia diagnóstica, haciendo que el grado de apertura sutural pueda verse acentuado por estas manipulaciones postdeposicionales, con lo que podría llevarnos a subestimar la edad real. El intento de extracción del cráneo sin una clara liberación perimetral del sedimento, aún cuando no se produzca su ruptura, puede dar lugar a tensiones que dañen el recorrido de las suturas. La misma naturaleza del terreno puede conllevar depósitos de sedimento en el interior de la sutura posibilitando su confusión con un proceso de sinostosis avanzado. La preservación de las características morfológicas, preservando la integridad de los puntos craniométricos, se antoja decisiva para la caracterización tipológica, en la que se aúnan fundamentos morfológicos (Ubelaker 1989) (Maat et al 1997) (Olivier 1960) (Brothwell 1987) (White 1991) (Reverte 2003) y métricos, a veces proyectados en métodos discriminantes más complejos (Krogman e Isçan 1986) (Giles y Elliot 1962) (Birkby 1966) (Howells 1995). Una excavación inexperta suele dañar el macizo facial en mayor medida, precisamente la zona que mayor carga diagnóstica posee para la caracterización tipológica de una población. Los huesos nasales, la espina nasal y la zona alveolar pueden dañarse en manos inexpertas durante el proceso de excavación-extracción. También la deficiente manipulación puede conducir a roturas en y base del cráneo, zona de muy compleja restauración, ocasionando daños que pueden ser irreversibles para el estudio morfométrico.
c. Zona pélvica La estimación del sexo encuentra en la cintura pélvica la zona de mayor carga diagnóstica (Phenice 1969) (Bass 1987) (Brothwell 1987) (Thompson 1982) (White 1991) (Reverte 1991) (Ubelaker 1989 a), siendo el punto de partida morfológico más valioso para contrastar las diferencias sexuales que nos pudiera proporcionar la métrica del esqueleto poscraneal. Aunque la fragilidad del coxal puede influir en el deterioro de cualquier zona, es de especial fragilidad la zona sinfisiaria y el contorno del foramen obturador (Lám. 99-102). Al mismo tiempo, diversos trabajos como los de Todd (Todd 1920) (Krogman e Isçan 1986) (Reverte 1991 y 2003) (White 1991) (Ubelaker 1989 a), Katz y Suchey (1986), Brooks y Suchey (1990), Mckern y Stewart y Gilbert y Mckern (Krogman e Isçan 1986) (Meindl y Lovejoy 1989) se centran en la valoración de la superficie sinfisiaria como criterio diagnóstico para la identificación de la edad (Lám. 94-95), mostrando incluso diferencias raciales (Katz y Suchey 1989). Esta zona, incluida en el hueso púbico, representa la ubicación anatómica más dañada en las intervenciones arqueológicas que no tienen en cuenta la potencial carga informativa del coxal. En el mejor de los casos se suele provocar el desprendimiento de la 76
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sínfisis y de las ramas vertical y horizontal del pubis. En el proceso de delimitación de la pelvis la ausencia de una noción de la morfología de este hueso puede conllevar la destrucción completa de esta zona. En la superficie auricular del ileon (Lámina 98), valorada como referente de edad adulta por los trabajos de Meindl y Lovejoy (1989), los mayores daños en una intervención arqueológica pueden presentarse al intentar separar los componentes de la articulación sacroiliaca, induciendo a despegues de zonas de la superficie auricular y a una modificación de sus características. El resto de la porción ilíaca suele presentar menores complicaciones que la zona púbica, aunque en los casos en que aún no se ha producido la fusión de la cresta ilíaca, que proporciona una identificación de edad en sujetos adultos jóvenes entre los 18 y principios de la veintena13, debe tenerse cautela por el escaso grosor de este punto secundario y el hecho de que puede estar desprendido lo hace muy susceptible de ser dañado.
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hueso en un individuo puede tener una importante influencia en la estimación de la talla. Desde el punto de vista de la maduración de las extremidades sólo la zona medial o esternal de la clavícula (Lámina 93) puede conservar el centro secundario de osificación hasta la mitad de los veinte años o incluso aproximarse a la treintena (Cox 2000a: 66).
En la exposición del coxal es necesario tener en consideración la posibilidad de detectar evidencias fetales en la cavidad pélvica (Lámina 86), lo que añade una importante complejidad al proceso de excavación de la zona. Teniendo en cuenta el incompleto desarrollo del esqueleto de un individuo de condición fetal, contando con múltiples centros de osificación, podemos encontrarnos ante restos en desconexión anatómica como hecho más plausible si los procesos de descomposición no implican unas condiciones de colmatación óptimas. La claridad en la exposición del cuerpo, sin alterar la relación con la pelvis femenina que lo contiene, resultan decisivos para comprender si la hipotética muerte de los dos sujetos se produjo durante el momento del parto (vid. demografía subadulta). La pelvis nos ofrece también información sobre la existencia de partos en el pubis (Cox 2000b) (Reverte 2003). d. Esqueleto apendicular La actuación sobre el esqueleto apendicular durante el proceso de excavación y extracción puede conducir también a limitaciones diagnósticas evidentes si da lugar a pérdidas de sustancia. En los extremos proximales y distales, en los que la cortical es más fina y existe una mayor presencia del tejido esponjoso, los daños pueden anular la caracterización osteométrica de estas zonas, de las que puede depender el diagnóstico sexual, tipológico o la estimación de la talla. De este modo, pueden introducirse factores distorsionadores, creándose una selección anatómica por tipos de hueso, lado, etc, la cual tendrá una influencia en los diversos diagnósticos. En este sentido es muy importante tener en cuenta que las particularidades del tejido esponjoso hacen que retenga un mayor tiempo la humedad y sean en consecuencia zonas más friables, susceptibles de desmoronarse o hundirse. El diferente peso específico que tenga cada
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Estudios radiográficos de población actual sitúan la fusión completa en pocos meses más allá de los 18 años (Cox 2000: 64)
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LÁMINAS 91 y 92. VÉRTEBRAS DE UN SUJETO DE POCO MÁS DE 20 AÑOS, CON UNA INCOMPLETA FUSIÓN DE LAS LÁMINAS EPIFISIARIAS. ADULTO JOVEN PROCEDENTE DE ENTORNOS MONÁSTICOS (SIGLOS XVI-XVIII) DE SEVILLA (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 93. ZONA MEDIAL DE UNA CLAVÍCULA. SUJETO ADULTO PROCEDENTE DE AGUILAR, CÓRDOBA (FCA), CON LA LÁMINA EPIFISIARIA EN PROCESO DE FUSIÓN (FOTO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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LÁMINAS 94 y 95. SÍNFISIS PÚBICAS DE UN SUJETO A PRINCIPIOS DE LA VEINTENA (A LA IZQUIERDA) Y ADULTO MADURO (A LA DERECHA). SUJETOS PROCEDENTES DE AGUILAR DE LA FRONTERA, CÓRDOBA (FCA) (FOTO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA) .
LÁMINAS 96 y 97. ZONAS ESTERNALES COSTALES DE SUJETOS DE DIFERENTES EDADES, CON MÁS DETERIORO EN EL CASO DE LA IZQUIERDA. EVIDENCIA DE DEPÓSITOS MODERNOS-CONTEMPORÁNEOS DE GRANADA (MSJ-A LA IZQUIERDA) (GUIJO ET AL 2004) Y DE LOS SIGLOS XVI-XVIII DE SEVILLA (MSC) A LA DERECHA (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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LÁMINAS 98 y 99. A LA IZQUIERDA VISTA DORSAL DE LA ZONA PÚBICA DE UN INDIVIDUO FEMENINO DE ÉPOCA ROMANA BAJOIMPERIAL (SIGLOS IV-V) PROCEDENTE DE SEVILLA (RE) (GUIJO Y LACALLE 2005d), CON MUESCAS SECUNDARIAS AL PARTO. A LA DERECHA ZONA DORSAL DEL PUBIS DE UN SUJETO FEMENINO ISLÁMICO PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE, SIGLO XII) (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINAS 100 y 101. ZONA PÚBICA DE UN SUJETO MASCULINO (A LA IZQUIERDA) JUNTO A OTRO FEMENINO (A LA DERECHA). PROCEDENTES DE CONTEXTOS ISLÁMICOS DE ÉCIJA (PE) (REGISTRO GUIJO 2003)
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LÁMINA 102. SUPERFICIE AURICULAR DEL ILEON DE UN ADULTO JOVEN. (MSC-SIGLOS XVI-XVIII) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
reales del hueso o influir en una resistencia menor del tejido. Hemos de estar atentos a variables morfológicas en diversas zonas zonas del tronco: costilla ahorquillada, fisura esternal, dehiscencias del sacro, espina bífida, hemivértebras, espondilolisis, etc, cuyas características condicionarán el proceso de recuperación. La ausencia de partes del hueso, las pérdidas de individualidad de un elemento y la aparición de relieves accesorios e incluso de huesos supernumerarios representan los más claros inductores de confusión durante la excavación y exhumación. La caracterización tipológica del cráneo o la identificación de peculiaridades individuales como el grado de prognatismo dependerá de la cautela al operar sobre el esqueleto facial (Lámina 103).
3. VARIABLES ANATÓMICAS Las evidencias antropológicas pueden presentarnos una serie de variables morfológicas que pueden tener un origen congénito, vincularse a rasgos epigenéticos o identificarse como anomalías de origen patológico. La relación de rasgos constituye un extenso catálogo de variaciones craneales, dentales, torácicas y del esqueleto apendicular. En zonas como el esqueleto dentario la identificación de la modificación de forma, tamaño o número dependerá de la recuperación de la pieza por la mayor resistencia del esmalte. Sin embargo, en lo que se refiere al cráneo, esqueleto apendicular y costovertebral pueden implicar alteraciones morfológicas de tal magnitud que pueden crear confusión sobre los límites
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LÁMINA 103. PROGNATISMO SUBNASAL MARCADO Y CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS MANDIBULARES COMPATIBLES CON RASGOS NEGROIDES EN UN SUJETO ISLÁMICO DE ÉPOCA CALIFAL DEL SIGLO X PROCEDENTE DE CÓRDOBA (PP07-8, IND 122) (GUIJO Y LACALLE 2008a)
LÁMINA 104. PERLAS DEL ESMALTE EN MOLARES DE SUJETOS PREHISTÓRICOS (VC) (REGISTRO GUIJO 2005)
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LÁMINAS 105 y 106. A LA IZQUIERDA ESPINA BÍFIDA PARCIAL EN EL SACRO DE LA IZQUIERDA (INDIVIDUO TARDOANTIGUO PROCEDENTE DE SEVILLA (SEG, UNIDAD 1018) (GUIJO Y LACALLE 2004d). A LA DERECHA SACRALIZACIÓN PARCIAL DE LA QUINTA LUMBAR EN UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (CER, U. 253) (GUIJO Y LACALLE 2002)
LÁMINAS 107 y 108. A LA IZQUIERDA ESPONDILOLISIS DE LA QUINTA LUMBAR EN UN SUJETO ALMOHADE DE SEVILLA (CSJ, U. 83) (GUIJO 2002d). A LA DERECHA HIATO EN EL ARCO POSTERIOR DE LA QUINTA LUMBAR, ADEMÁS PARCIALMENTE SACRALIZADA, EN UN SUJETO DE LOS SIGLOS XVIXVIII DE SEVILLA (PC) (GUIJO Y LACALLE 2005b)
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LÁMINAS 109 y 110. A LA IZQUIERDA HIATUS EN EL CUERPO DEL ESTERNÓN DE UN SUJETO ISLÁMICO PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE) (REGISTRO GUIJO 2003) Y A LA DERECHA HIATUS DE ESCASO DESARROLLO EN UN SUJETO DEL SIGLO XVIII DE SEVILLA (PS). (FOTO GUIJO 2004, EN PECERO 2004)
LÁMINA 111. COSTILLA AHORQUILLADA DERECHA JUNTO A COSTILLA IZQUIERDA NORMAL DEL MISMO SUJETO (INDIVIDUO ROMANO PROCEDENTE DE OSTIPPO (MI-UNIDAD 9) (LACALLE Y GUIJO 2008a)
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C. LOS FACTORES PALEOPATOLÓGICOS COMO CONDICIONANTES EN LA EXCAVACIÓN
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discontinuidad parcial o completa del hueso (Ortner y Putschar 1985: 55) (Ubelaker 1989: 109) a causa de la intervención de una fuerza externa superior a la elasticidad y resistencia que puede oponer el tejido esquelético (Aufderheide y Rodríguez 1998: 20). La repercusión dependerá de la intensidad y dirección de la fuerza aplicada y de las características del soporte óseo afectado (características histológicas y arquitectónicas de cada hueso o de cada zona del mismo), determinando respuestas diferentes del hueso afectado. La supervivencia a una fractura queda atestiguada por la presencia de tejido compacto cicatricial que envuelve las porciones fracturadas del hueso afectado, y por fenómenos osteolíticos, reacciones orgánicas sólo factibles en un sujeto vivo. Después del episodio traumático el proceso reparador estará en función de la intensidad de los daños sobre los tejidos blandos y el propio hueso (Ubelaker 1989: 109) y de otros procesos patológicos superpuestos, como infecciones secundarias. Las etapas que conducen a la reconstrucción ósea (Ortner y Putschar 1985: 61-63) (Merbs 1989: 163) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 21) (Guillén 1984: 4-7) (Mays 1998: 162-163) (López Alonso 1999: 3025), representan diversos grados de conservación del material y, por lo tanto, estados diferentes de resistencia del tejido. Por ello, debemos considerar procesos destructivos, productivos de hueso y alteraciones morfológicas. El análisis del contexto además del propio hueso puede orientarnos hacia el factor causal.
Al afrontar la recuperación de restos óseos humanos procedentes de contextos arqueológicos podemos encontrarnos con una conservación que puede estar influida directamente por una condición patológica. Esas modificaciones ante mortem fijadas por la enfermedad pueden afectar a la densidad del tejido óseo, a la normal morfología del hueso y a la modificación de sus límites, pudiendo convivir distintos procesos en un mismo individuo o existir variaciones dentro de una misma pieza. Cierto conocimiento de estas particularidades se antoja imprescindible para prevenir pérdidas de información decisivas en el estudio de una población arqueológica así como para la conservación de evidencias que pueden tener un carácter único. Podemos hablar de afecciones que conllevan la disminución de la calidad del hueso, destruyendo o disminuyendo su componente inorgánico, de procesos patológicos que implican el proceso contrario, un endurecimiento del hueso, y de otros que alteran la forma, introducen elementos nuevos junto a las evidencias esqueléticas o dan lugar a la fusión de huesos distintos. En todo caso, es la pérdida de calidad del tejido óseo la que representa las mayores amenazas para su supervivencia en el contexto arqueológico, por cuanto que facilita la acción de los agentes tafonómicos, abriendo vías de acceso y acortando el tiempo de resistencia del hueso tras el enterramiento.
Procesos destructivos La existencia de fisuras y roturas estará en función del origen y mecanismo del trauma o episodios violentos, así como de la forma del propio hueso pero el resultado final será también consecuencia de procesos osteolíticos al comenzar el proceso reparador. En este punto no podemos olvidar a los daños perimortem, como posibles indicios de episodios traumáticos poco antes de la muerte. Junto a las características roturas del hueso fresco o provisto de colágeno la pervivencia de conexiones anatómicas en las articulaciones adyacentes podrían ser indicios del trauma en el entorno de la muerte.
1. LOS PROCESOS TRAUMÁTICOS EN EL CONTEXTO a. El proceso traumático y el grado de conservación ósea Los traumas pueden llevar a defectos locales de sustancia que vuelven al hueso más frágil en la proximidad o contorno de ese punto por disminución de los grosores o alterando significativamente los normales relieves anatómicos. Pueden ir desde traumas en las superficies articulares a daños fuera de la articulación. La reacción cicatricial ante una probable supervivencia puede encontrarse en un estadio determinado, lo que le concederá a la zona afectada por el trauma una resistencia diferencial en función de lo avanzado que se encuentre el proceso reparador. Es posible que la identificación del proceso o de las consecuencias esqueléticas, que pueden implicar efectos irradiados a otros sectores anatómicos, sea legible sólo sobre el terreno o que dependa del análisis de una zona muy concreta del hueso. La fractura de un hueso puede traducirse en notables diferencias de conservación y variaciones de la anatomía normal, dependiendo de la existencia de supervivencia, duración de la misma y consecuencias del episodio traumático. Una fractura implica la disrupción o
Producción de hueso Los procesos productivos de hueso en la reparación que sobreviene en la supervivencia al trauma no tienen por que implicar una total restauración de la solidez del hueso. En las diversas evidencias esqueléticas podemos constatar diversos estados del callo óseo, desde sutiles puentes entre los bordes de una rotura hasta una casi completa restauración de las propiedades originales del hueso. Los mismos bordes de rotura pueden presentar una superficie recubierta de tejido compacto cicatricial. Alteraciones morfológicas Las consecuencias de un proceso traumático pueden quedar selladas en las evidencias óseas recuperadas como reparaciones defectuosas, que conllevan acortamientos, 85
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encabalgamientos, hundimientos o disposiciones anatómicas anómalas, tanto si consideramos la eventualidad de procesos perimortem como fracturas en las que media un proceso reparador. Esto exigirá que nuestra actuación respete no solo la integridad sino la disposición de los elementos óseos. En el contexto arqueológico, esas anomalías morfológicas en un hueso o en la relación entre huesos pueden ser el único testimonio de las consecuencias de un trauma y de los mecanismos de fractura, si no se constata un proceso reparador visible, al menos en el momento de recuperación de las evidencias óseas. Su levantamiento sin una interpretación contextual o un registro adecuado podría ocasionar la pérdida de esa información.
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hueso podrían revelarnos la supervivencia del sujeto y en el segundo, sólo el rigor en el registro de campo nos puede aportar información valiosa sobre su mecanismo si el material se encuentra muy dañado. La intervención paradigmática de estos casos procede del yacimiento prehistórico alavés de San Juan ante Portam Latinam (Etxeberría et al 1992). En los depósitos de represaliados en la Guerra Civil española es usual encontrar evidencias directas de proyectiles o armas, además de repercusiones en el hueso. b. Una panorámica histórica En las diversas series históricas incluidas en esta investigación el impacto de los traumas presenta considerables diferencias, en muchos casos procedentes del grado de conservación de las distintas zonas anatómicas. Aunque los procesos traumáticos presentan una mayor incidencia poblacional en grupos islámicos y grupos cristianos con posterioridad al siglo XV, el panorama variará considerablemente si tenemos en cuenta la repercusión en las diversas zonas del esqueleto.
Objetos asociados En el proceso de recuperación de la evidencia osteológica es necesaria la prevención ante la posibilidad de encontrarnos cuerpos extraños incrustados en el hueso o en las proximidades del mismo que pudieran identificarse como proyectiles. En el primer caso sutiles cambios en el
Gráfico 9. Perspectiva de las lesiones traumáticas en series antropológicas sevillanas (sobre población afectada) 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 I-V (TR)
Yacimiento Procedencia Comunidad
TR (La Trinidad) Sevilla Romanos
IX-X (LE) XI-XIII (SJ) XIII-XV (SJ)
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámica
SJ (San Jorge) Sevilla Islámica
SJ (San Jorge) Sevilla Cristiana
XIII-XV (CC)
XIV-XV (SCL)
CC (Cano y Cueto) Sevilla Judía
XVI-XVII (LV)
SCL (Santa Clara) Sevilla Cristiana
XVII (TR)
LV (La Victoria) Sevilla Cristiana
XVI-XVIII (SCL) TR (La Trinidad) Sevilla Cristiana
SCL (Santa Clara) Sevilla Cristiana
islámicos de época almohade muy por encima de otras series14.
c. Panorámica anatómica Esqueleto costal
Teniendo en cuenta la fragilidad del esqueleto costal, la identificación de fracturas in situ puede constituir el único argumento para establecer la sincronía o diacronía de múltiples traumas costales,
Aún tratándose de una zona tan frágil como el esqueleto costal, las diversas secuencias en la evolución de una fractura se detectan en esta zona con mayor frecuencia en relación al resto del esqueleto en las diversas series históricas sevillanas. La mayor presencia de fracturas costales se registra en contextos
14 En entornos cordobeses aparece también frecuentemente en series mozárabes
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puesto que pueden revelarnos una alineación de las zonas de fractura (Lámina 112). El escaso avance del proceso reparador aumentaría la potencial fragilidad en el momento de la excavación y extracción del hueso. En los diversos testimonios la secuencia del proceso
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reparador nos habla de diferentes estadios (Lám. 113117) desde una fase incipiente, con sutiles puentes óseos que comienzan a sobreponerse sobre los procesos osteolíticos iniciales, pasando por diferentes fases de formación del callo hasta la consolidación definitiva.
LÁMINA 112. FRACTURA RECIENTE. DETALLE DEL HEMITÓRAX IZQUIERDO DE UN SUJETO ISLÁMICO PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE), CON FRACTURAS CONSOLIDADAS DE FORMA PARCIAL EN DOS COSTILLAS. LOS CAMBIOS ÓSEOS CORRESPONDERÍAN A UN PROCESO REPARADOR INICIADO MJY POCO TIEMPO ANTES DE LA MUERTE (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINAS 113 y 114
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LÁMINAS 115 y 116
LÁMINA 117 LÁMINAS 113-117. DIVERSOS CALLOS ÓSEOS EN EL ESQUELETO COSTAL (DE IZQUIERDA A DERECHA Y DESDE ARRIBA ABAJO). SE TOMAN COMO REFERENCIA DIVERSAS FRACTURAS COSTALES DE INDIVIDUOS ALMOHADES PROCEDENTES DE ÉCIJA, SEVILLA (PE) (REGISTRO GUIJO 2003). EN LA ZONA SUPERIOR IZQUIERDA OSTEOLISIS DE LOS BORDES AÚN VISIBLE E INCIPIENTE CALLO ÓSEO EN LA ZONA SUPERIOR (115), CON FORMACIÓN DE UN CALLO ÓSEO, DE DIVERSA CONSISTENCIA, QUE CIRCUNDA EL PERÍMETRO COSTAL (116-119). ABAJO CONSOLIDACIÓN COMPLETA AUNQUE SE APRECIA CON CLARIDAD EL CALLO ÓSEO
Esqueleto apendicular
En la extremidad superior (Láminas 118-127) en las series sevillanas entre el siglo I y el XVII el radio y la clavícula suelen ser los huesos más afectados, así como en otros ámbitos del sudoeste. Las fracturas en la clavícula (Lámina 118) son frecuentes por las características morfológicas del hueso, su papel de arbotante entre la extremidad superior y el tronco (a través del esternón) y por su ubicación superficial (Sánchez Vera 1999a: 3235).
Extremidad superior En el esqueleto apendicular una fractura puede dar lugar a la formación de callos óseos exuberantes, que sobrepasan los límites normales del hueso o bien a acabalgamientos de los fragmentos desplazados, de manera que podemos encontrarnos con alineaciones defectuosas. También es factible detectar anquilosis postraumáticas o fusiones entre elementos a causa de la proliferación del callo o de la calcificación de tejidos blandos a consecuencia del trauma. Estos procesos son más usuales en el esqueleto apendicular.
Cabe aguardar la aparición de traumas en este hueso en los diversos yacimientos sevillanos, con una menor incidencia en las comunidades monásticas, pudiendo alcanzar un notable acortamiento por el
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acabalgamiento de los fragmentos. A veces se asocia a fracturas costales de la zona superior del tórax. La escápula (Lámina 119) no suele presentar fracturas, si bien en ello influirá si duda la fragilidad del hueso y los procedimientos inadecuados de recuperación. La afección de la zona central, si además se le une pérdida de sustancia, complica aún más la recuperación de esta evidencia. En los testimonios arqueológicos sevillanos la mayor problemática viene dada por las deformidades axiales (Lámina 118), sobre todo en la clavícula, y por las modificaciones morfológicas a que puede dar lugar el callo óseo. En todo caso la intensidad de estos procesos dista del grado que puede alcanzarse en la extremidad inferior. Aunque también pueden detectarse fracturas diafisiarias en los antebrazos y en el húmero (Lámina 120), a veces asociadas a notables encabalgamientos, el tipo de fractura y su localización más característica aparece en la zona distal del radio, conocida como fractura de Colle´s, originada en una caída sobre la palma de la mano abierta (Trías 1999: 3290) (Roberts 2000). Este tipo de fracturas del radio (Lámina 122) se asocia también a roturas y hundimiento de la zona articular de este hueso (fracturas intraarticulares), implicando también esto último fuerzas de compresión que hunden el escafoides de la mano sobre el radio. La afección de las superficies articulares de la extremidad superior es inhabitual, debiendo aguardarla básicamente en el radio. En las series medievales sevillanas se asocia en mayor
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medida al sexo femenino, con una importante incidencia en época islámica. En los contextos monacales femeninos se suele asociar a individuos que presentan marcados signos osteoporóticos y edad avanzada. De forma más anómala pueden identificarse fracturas en los huesos de las manos (Lámina 123). El estudio in situ, dándose una adecuada exposición del material, tanto de un hueso como de las articulaciones adyacentes, puede ser decisivo a la hora de identificar otras consecuencias o daños en estructuras blandas. Destaca el caso en la literatura paleopatológica de un esqueleto femenino neolítico de Bonniface (Francia), en el que H. Duday pudo diagnosticar a través del examen in situ una neuropatía cubital postraumática (Campillo 1993: 89-90), con parálisis cubital, por la actitud característica de la mano en garra (Dastugue y Gervais 1992: 13) (Campillo 1995: 71), debido a la existencia de una fractura consolidada, con deformación del cúbito izquierdo y osteoporosis secundaria a la inmovilidad de los metacarpianos. Hemos documentado numerosos casos de roturas perimortem en depósitos clandestinos de la Guerra Civil española, con casos de fracturas de diverso tipo, incluyendo fracturas conminutas derivadas del impacto de proyectiles (Lám. 124-127). En esos casos la identificación sobre el terreno y su registro han sido esenciales.
LÁMINA 118. DETALLE DEL HEMITÓRAX IZQUIERDO DE UN INDIVIDUO (TUMBA 1) PROCEDENTE DEL CONVENTO DE LA VICTORIA (PC, SEVILLA, SIGLOS XV-XVI), CON FRACTURA MAL CONSOLIDADA DE LA CLAVÍCULA IZQUIERDA, Y ACORTAMIENTO DEL HUESO (GUIJO Y LACALLE 2005b)
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LÁMINAS 119 Y 120. A LA IZQUIERDA FRACTURAS EN LA ESCÁPULA DERECHA DE UN SUJETO ISLÁMICO PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE, UNIDAD 11395). SE APRECIAN CON CLARIDAD LAS DISCONTINUIDADES DE LAS FRACTURAS EN LA FOSA SUBESCAPULAR Y DOS ORIFICIOS EN EL ACROMION (FLECHAS) QUE PODRÍAN RELACIONARSE CON UNA OSTEOMIELITIS SECUNDARIA. A LA DERECHA FRACTURA DEL TERCIO INFERIOR DE LAS DIÁFISIS DE RADIO Y CÚBITO DERECHOS DE UN SUJETO ISLÁMICO MEDIEVAL (PE, UNIDAD 6477), CON CONSOLIDACIÓN DEFECTUOSA Y ANGULACIÓN DE CONVEXIDAD EXTERNA (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINA 121. FRACTURA DE LA CABEZA DEL RADIO DERECHO CON ALTERACIONES ARTICULARES SECUNDARIAS AL TRAUMA, JUNTO AL RADIO IZQUIERDO DESPROVISTO DE LESIONES (FCA) (REGISTRO GUIJO 2011, PERMISO DE AREMEHISA)
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LÁMINAS 122 Y 123. EN LA IMAGEN DE LA IZQUIERDA ZONA DISTAL DE UN RADIO NORMAL JUNTO A UNA FRACTURA DE COLLE´S CON DESVIACIÓN LATERAL Y POSTERIOR. SUJETO DEL SIGLO XVIII (PS). (FOTO GUIJO 2004, EN PECERO 2004). A LA DERECHA SEGUNDO METACARPIANO DERECHO CON UNA FRACTURA MAL CONSOLIDADA Y NOTABLE ALTERACIÓN MORFOLÓGICA POR EL MARCADO ACORTAMIENTO. JUNTO A ÉL UNA PIEZA SANA COMO REFERENCIA DEL DAÑO EXPERIMENTADO (SUJETO DE LOS SIGLOS XVI-XVII, HI-SEVILLA) (REGISTRO GUIJO 2000)
LÁMINAS 124 y 125. A LA IZQUIERDA FRACTURA PERIMORTEM DEL EXTREMO DISTAL DEL RADIO, CON PRESERVACIÓN DE TODAS LAS CONEXIONES ANATÓMICAS. A LA DERECHA FRACTURA DEL HÚMERO IZQUIERDO, CON ENCABALGAMIENTO DE LOS FRAGMENTOS Y ACORTAMIENTO DE LA EXTREMIDAD.DENTRO DEL MANTENIMIENTO DE LAS CONEXIONES ANATÓMICAS. SE LE ASOCIA UN PROYECTIL EN LA INTERSECCIÓN DE AMBOS FRAGMENTOS. FOSA DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE PUEBLA DE CAZALLA (FCP, SEVILLA) (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMHyJA)
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LÁMINA 126. FRACTURA CONMINUTA DE CÚBITO Y RADIO POR EL IMPACTO DE UN PROYECTIL EN UNA FOSA DE REPRESALIADOS POR EL FRANQUISMO (PUEBLA DE CAZALLA, SEVILLA) (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMHyJA)
LÁMINA 127. DETALLE DE LA IMAGEN ANTERIOR. FRACTURA CONMINUTA DE CÚBITO Y RADIO POR EL IMPACTO DE UN PROYECTIL EN UNA FOSA DE REPRESALIADOS POR EL FRANQUISMO (PUEBLA DE CAZALLA, SEVILLA) (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMHyJA)
Extremidad inferior
excavación (Lám. 130-131). Suelen presentarse con importantes desviaciones, armónicas o disarmónicas, exuberantes callos óseos o una fusión de los dos huesos de la pierna, sobre todo en su zona distal. Este tipo de traumas aparece en mayor medida en series islámicas y entre los grupos cristianos de época moderna. Aunque la zona de fractura, consolidada o con deformidades
Las mayores deformaciones y acabalgamientos, así como las anquilosis postraumáticas en las diversas series esqueléticas de referencia se identifican en la extremidad inferior. Las fracturas tibio-peroneas constituyen los casos más frecuentes detectados en el proceso de
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angulares, suele presentar un tejido resistente también se identifican casos en los que nos encontramos ante callos recientemente formados y en un proceso de remodelación muy incipiente, lo que le concede una importante debilidad estructural. Las características del soporte óseo en el momento en que tiene lugar una fractura, como puede ser una disminución de su densidad a causa de una osteoporosis, o a consecuencia de la misma, con los mismos efectos en la pérdida de masa ósea, deben ser tenidas en cuenta. Nos podemos encontrar ante procesos traumáticos que se asocian a sujetos de edad avanzada y con signos de osteoporosis, casos en los que sobrevienen una pérdida de masa ósea importante. La fractura del cuello del fémur (Lám. 134-135), aunque se ha identificado en diversos grupos, alcanza características específicas en comunidades monásticas de alta esperanza de vida. En algunos casos podemos encontrarnos con la resorción de la cabeza femoral por necrosis aséptica
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epifisiaria (Lámina 134). La vinculación de la osteoporosis y la edad con la fractura de cadera (Collado 1999: 3467), unida a su paralización funcional, concede una mayor debilidad estructural a estas piezas. Cabe la posibilidad de encontrarnos ante hundimientos de superficies articulares (Lámina 136-139) en la cabeza del fémur, platillos tibiales, rótula y zona proximal del primer metatarsiano y primera falange proximal del pulgar como localizaciones más frecuentes. El hundimiento de uno o de los dos platillos tibiales tiene una mayor presencia en series cristianas a partir del siglo XV. Los posibles hematomas subperiósticos pueden inducir a error a la hora de precisar los límites del hueso (Lám. 128-129). Los episodios perimortem son habituales en las fosas de inhumación de represaliados republicanos de la Guerra Civil española, en muchos casos asociados a fracturas conminutas y presencia de proyectiles (Lámina 140).
LÁMINAS 128 Y 129. A LA IZQUIERDA FÉMUR IZQUIERDO DE UN SUJETO ISLÁMICO (5570) PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE) (REGISTRO GUIJO 2003) CON UN POSIBLE HEMATOMA SUBPERIÓSTICO. A LA DERECHA HEMATOMA SUBPERIÓSTICO EN UNA TIBIA DERECHA PROCEDENTE DE MORÓN DE LA FRONTERA (SM, SIGLO VII-VIII) (GUIJO 1993). LA ANÓMALA PROMINENCIA EN EL BORDE ANTERIOR Y PARTE DE LA CARA INTERNA SE CARACTERIZA POR UN TEJIDO ESPONJOSO MUY FRÁGIL
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LÁMINAS 130 Y 131. A LA IZQUIERDA EXTREMIDAD INFERIOR DE UN SUJETO DE ÉPOCA ALMOHADE DE ÉCIJA (PE), CON UNA FRACTURA MAL CONSOLIDADA DE TIBIA Y PERONÉ. A LA DERECHA DETALLE DE LA EXTREMIDAD INFERIOR DE UN SUJETO ISLÁMICO ADULTO (PE, UNIDAD 3223), CON FRACTURA OBLÍCUA TIBIO-PERONEA Y CONSOLIDACIÓN DEFECTUOSA POR ACABALGAMIENTO DE LOS FRAGMENTOS (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINAS 132 Y 133. DETALLE DE UNA TIBIA DE UN SUJETO ADULTO DE ÉPOCA ISLÁMICA DE ÉCIJA (PE) (REGISTRO GUIJO 2003), CON FRACTURA PARCIALMENTE CONSOLIDADA. A LA DERECHA FRACTURA DE LA ZONA PROXIMAL DE UN FÉMUR DERECHO CON COMPLICACIONES OSTEOMIELÍTICAS Y UNA PIEZA NORMAL COMO REFERENTE DEL DAÑO EXPERIMENTADO (SUJETO ALMOHADE DE PE, ÉCIJA) (REGISTRO GUIJO 2003)
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LÁMINA 134. A LA IZQUIERDA PÉRDIDA DE LA CABEZA FEMORAL Y REABSORCIÓN DEL CUELLO CON GRAN PÉRDIDA DE DENSIDAD ÓSEA EN RELACIÓN A UNA POSIBLE NECROSIS ASÉPTICA DE LA CABEZA DEL FÉMUR SUBSIGUIENTE A UNA FRACTURA DE CADERA, CON PIEZA SANA COMO COMPARACIÓN DE LA MAGNITUD DE LOS DAÑOS A SU DERECHA. EN ESTOS CASOS LA ROTURA DE VASOS SANGUÍNEOS PUEDEN DAR LUGAR A ISQUEMIAS (MUERTE DE ZONAS ÓSEAS) SECUNDARIAS Y NECROSIS ASÉPTICA. LA REACCIÓN VITAL Y POR TANTO LA SUPERVIVENCIA DEL SUJETO QUEDA EVIDENCIADA EN EL TEJIDO COMPACTO DE ASPECTO GRANULOSO EN LA ZONA QUE CORRESPONDE A LA UBICACIÓN DEL CUELLO. INDIVIDUO ADULTO FEMENINO (SIGLOS XVI-XVIII) DE EDAD AVANZADA (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 135. FRACTURA DEL CUELLO DEL FÉMUR CON ALTERACIONES MORFOLÓGICAS SECUNDARIAS DE LA CABEZA JUNTO A UNA PIEZA NORMAL COMO REFERENTE DE LAS MODIFICACIONES EXPERIMENTADAS (SJ). INDIVIDUO ALMOHADE (GUIJO 2002 a)
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LÁMINAS 136 Y 137. A LA IZQUIERDA FRACTURA IMPACTADA DE LA CABEZA DEL FÉMUR, CON MODIFICACIÓN DE LA SUPERFICIE EN DIVERSOS PLANOS. INDVIDUO ALMOHADE DE SEVILLA (SJ) (GUIJO 2002 a). A LA DERECHA RÓTULA IZQUIERDA VISTA POR SU CARA POSTERIOR E INVERTIDA, CON LÍNEAS DE FRACTURA QUE IRRADIAN DESDE EL CENTRO. INDIVIDUO ISLÁMICO (PE, ÉCIJA) (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINA 138. HUNDIMIENTO DEL CÓNDILO LATERAL DE LA TIBIA EN UN SUJETO ALMOHADE (PE, U.2789) (REGISTRO GUIJO 2003).
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LÁMINA 139. FRACTURA DE LA SUPERFICIE DISTAL DE UNA TIBIA (ASOCIADA A UNA FRACTURA DEL MALÉOLO EXTERNO) EN UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (CER) (GUIJO Y LACALLE 2002)
LÁMINA 140. ROTURAS PERIMORTEM EN UN FÉMUR IZQUIERDO DE UNA FOSA COLECTIVA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (FCG), PRODUCIDAS POR EL IMPACTO DE UN PROYECTIL DE ORIFICIO CLARAMENTE IDENTIFICADO (REGISTRO GUIJO 2012, PERMISO DE ARMH 19MG)
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Columna
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en las diversas poblaciones históricas pero con una especial incidencia en series islámicas y en comunidades monásticas, en este último caso asociadas de manera dominante a edades avanzadas. La posición del esqueleto y las características del tronco sobre el terreno pueden venir dadas por procesos traumáticos en los cuerpos vertebrales (Lám. 141-143). Las fracturas del pedículo, láminas y apófisis espinosa son menos usuales y se conservan en menor medida. La mala praxis en el procesaiento de las evidencias vertebrales y los daños mecánicos no controlados pueden determinar un sesgo en la lectura de uno de los procesos traumáticos más habituales: las hernias intracorporales. Éstas se originan cuando sobreviene la rotura del disco vertebral y la salida del material gelatinoso que contiene crea una depresión en una o las dos caras articulares del cuerpo (Campillo 1988: 121) (Lombas 1979: 468-469). Es lo que se conoce como nódulo de Schmorl (Farreras 1979: 1004) (Campillo 1988: 121) (Sánchez Vera 1999b). La calcificación del ligamento común posterior puede contribuir a conservar la evidencia de una herniación del núcleo pulposo con derivación al canal medular (Lámina 144). Aún en condición fragmentaria podría conservarse información de estos procesos.
La existencia de fracturas vertebrales puede conllevar un diverso grado de rectificación en las curvaturas de la columna, influyendo en la posición de otros elementos del tronco, con el consiguiente reflejo en el contexto. El aplastamiento o hundimiento del cuerpo en sus caras articulares o en la zona anterior aumenta más la susceptibilidad mecánica de la pieza. Usualmente las fracturas vertebrales detectadas (Lám. 141-143) responden a mecanismos de compresión o por hiperflexión traumática de la columna, de modo que el cuerpo vertebral muestra una pérdida de altura anterior en relación a la posterior en lo que se conoce como fractura por acuñamiento (López Alonso 1999b: 3816). Puede ser evidente en algún caso una línea de fractura parcialmente consolidada, en forma de un resalte o discontinuidad de la cara anterior, representando una zona especialmente débil. En la clínica actual la incidencia de este tipo de fracturas en la zona dorsal se asocia de manera dominante a pacientes de edades avanzadas con osteoporosis (López Alonso 1999b: 3815), por lo que la debilidad estructural puede influir en el estado de preservación en las evidencias con osteoporosis. Los aplastamientos del cuerpo en todo su contorno o en la zona anterior aparecen
LÁMINA 141. FRACTURA DE DOS VÉRTEBRAS DORSALES EN UN INDIVIDUO ALMOHADE (SJ, UNIDAD 37), CON AUMENTO DE LA CIFOSIS DORSAL (GUIJO 2002d)
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LÁMINAS 142 y 143. A LA IZQUIERDA APLASTAMIENTO ANTERIOR DE TRES VÉRTEBRAS DORSALES (D7, D10 Y D11) EN UN SUJETO DE ÉPOCA ALMOHADE (PE). LA CONSECUENCIA ES EL AUMENTO DE LA CIFOSIS DORSAL, MÁS IMPORTANTE EN D7 Y D10, EN LAS CUALES HA TENIDO LUGAR UNA PÉRDIDA DE MÁS DEL 50 %. DE LA ALTURA DEL CUERPO. A LA DERECHA APLASTAMIENTO ANTERIOR DE LA SEGUNDA LUMBAR EN UN SUJETO ISLÁMICO (PE, ÉCIJA) (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINA 144. CARA INFERIOR DE UNA VÉRTEBRA LUMBAR (L1) QUE PRESENTA LA CALCIFICACIÓN DEL LIGAMENTO COMÚN POSTERIOR DE LA COLUMNA Y UNA HERNIA DE DERIVACIÓN POSTERIOR HACIA EL CANAL MEDULAR (MSJ, INDIVIDUO 1) (GUIJO, LACALLE Y PECERO 2004)
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Cráneo
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de la muerte, teniendo en cuenta la inexistencia de reacción cicatricial y la inmutabilidad del contexto, todo ello dentro de un riguroso control contextual que permitió descartar cualquier elemento intrusivo postdeposicional (Etxeberría 1993: 55). La traumatología craneal nos ofrece un amplio repertorio de daños o alteraciones morfológicas localizadas en forma de depresiones y erosiones que no han conllevado fractura. Afectan de manera superficial a la tabla externa, con un origen en traumas por impactos de objetos romo-convexos y cortantes (Láminas 145-146 Y 149-152). Entre éstos últimos la completa afección de la sección craneal sólo ha sido registrada por nosotros en limitados casos: un caso en depósitos paleocristianos de Mértola (Portugal) (Guijo 1994), otro caso en contextos almohades de Sevilla (Lámina 150) (Guijo 2002d), uno con supervivencia procedente de contextos islámicos de Carmona (Lámina 149) (Lacalle y Guijo 2008) y otro desprovisto de ella identificado en la Capilla de San Hermenegildo de la Catedral de Sevilla (Lám. 152 y 153) (Guijo 2004 a y b). El peligro en estos casos, al igual que en las fracturas craneales, viene dado por los potenciales daños que pueden infligirse en una inadecuada manipulación del hueso, llegando a crearse fracturas póstumas a partir de los daños patológicos, aumentando el grado de fragmentación. La forma del propio defecto de sustancia será un indicio del factor causal, como en los casos de los orificios de proyectil (Lámina 154), con una morfología en forma de V, con la primera zona de paso de diámetro menor que en la zona de paso posterior (Krenzer 2006), si tenemos en cuenta por ejemplo la tabla del cráneo. En los casos de perforación por arma punzante los contornos suelen estar muy claramente definidos (Brothwell 1987: 177). Es necesaria la prevención ante la posibilidad de que una zona de la bóveda craneal afectada por un trauma presente un adelgazamiento del diploe y por tanto una mayor debilidad estructural (Lám. 145-146).
En el cráneo resulta decisiva la conservación de los contornos y bordes del defecto, como prueba de la reacción cicatricial, tanto en lo en lo que se refiere a procesos osteolíticos subsiguientes a la fractura como a los osteogénicos, que denotan un avance del proceso reparador. Es necesario tener en cuenta que tras la fractura sobreviene una fase degenerativa, en la que las roturas vasculares conducen a una necrosis isquémica y a fenómenos de reabsorción (Campillo 2001: 308). En la posterior fase regeneradora tiene lugar la formación de tejido de granulación, seguida de la deposición posterior de sales de calcio. El tejido compacto cicatricial recubre las cedillas diploicas y no se forma callo óseo, aunque sí puede existir una reacción osteogénica (exostosis) y una osteolisis dominante (Campillo 2001: 308). La posibilidad de encontrarnos ante supervivencias de días o pocas semanas exigen una total sutileza en la actuación sobre el hueso. También pueden preservarse hundimientos de la bóveda con un equilibrio muy inestable de las piezas, que exigirá la máxima cautela en la excavación. La ubicación de fracturas en zonas provistas de mayor cantidad de tejido esponjoso como la mandíbula (Lám. 147 Y 148) puede acentuar los factores de riesgo. Los traumas no seguidos de supervivencia y que pueden determinar fracturas lineales, conminutas, con hundimiento y con pérdida de sustancia ósea (Campillo 2001), pueden ser sólo legibles sobre el terreno, en el cual pueden quedar sellados. La consideración de fuerzas o impactos aplicados sobre el hueso y la respuesta de éste en forma de irradiaciones, roturas concéntricas, hundimientos, ángulos de los bordes de rotura y afectación de las tablas interna y externa, puede facilitar una adecuada interpretación contextual de la pieza rota, partiendo igualmente del descarte de factores intrusivos que pudieran haber causado tal modificación. Etxeberría atribuyó un hundimiento craneal de un sujeto neolítico procedente del yacimiento francés de Boileau a la causa
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LÁMINA 145. TRAUMA SOBRE EL FRONTAL EN SU PARTE DERECHA EN UN SUJETO ALMOHADE DE SEVILLA (SJ 1998) (GUIJO 2002d)
LÁMINA 146. TRAUMA EN LA PARTE DERECHA DE LA ESCAMA FRONTAL DE UN SUJETO ALMOHADE DE SEVILLA, EN FORMA DE ZONA DEPRIMIDA Y RECORRIDA POR UNA FISURA QUE ALCANZA LA CRESTA TEMPORAL DEL FRONTAL. LA SUPERVIVENCIA VIENE INDICADA POR PUENTES ÓSEOS EN DIVERSOS TRAMOS DE LA FISURA Y POR LA OBTURACIÓN DE LAS CELDILLAS DIPLOICAS (LAS PÉRDIDAS DE SUSTANCIA ARRIBA Y ABAJO SON DE CARÁCTER PÓSTUMO). LA ZONA DE LA DEPRESIÓN APARECE ADELGAZADA EN RELACIÓN AL GROSOR DEL RESTO DE LA BÓVEDA (SJ, UNIDAD 41) (GUIJO 2002d)
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LÁMINAS 147 y 148. GRAN PÉRDIDA DE SUSTANCIA EN UNA MANDÍBULA DEL SIGLO X (SUJETO ADULTO MASCULINO MOZÁRABE DE UNOS 50 AÑOS), CON COMUNICACIÓN DE LA PARTE ANTERIOR CON LA POSTERIOR (TUMBA 8-UNIDAD 286 A, CER). EL CONTORNO INFERIOR DE ESTE DEFECTO QUEDA ENMARCADO POR UNA DELGADA CINTA ÓSEA. TODO EL HUESO QUE CONTORNEA EL DEFECTO DE SUSTANCIA ESTÁ FORMADO POR TEJIDO COMPACTO. LA OBSERVACIÓN DEL PRIMER PREMOLAR DERECHO, HUNDIDO EN RELACIÓN AL BORDE ALVEOLAR Y CON UN MÍNIMO DESGASTE REVELA UN TIEMPO MUY LIMITADO DE CONTACTO CON EL ANTAGONISTA DE LA ARCADA SUPERIOR, LO QUE LLEVARÍA A ESTABLECER LA POSIBILIDAD DE LA EDAD DEL TRAUMA POCO TIEMPO DESPUÉS DE HABER COMPLETADO SU ERUPCIÓN, EN LA ADOLESCENCIA (GUIJO Y LACALLE 2002).
LÁMINA 149. TRAUMA CRANEAL POR HERIDA CON OBJETO CORTANTE EN LA ZONA POSTERIOR DEL PARIETAL DERECHO. INDIVIDUO ISLÁMICO DE CARMONA, SEVILLA (LC) (LACALLE Y GUIJO 2008c)
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LÁMINAS 150 y 151. A LA IZQUIERDA DEPRESIÓN DE MORFOLOGÍA LINEAL CON EL LECHO FORMADO POR TEJIDO COMPACTO, LO QUE EVIDENCIA UNA REACCIÓN CICATRICIAL, RELACIONADO CON UN OBJETO CORTANTE (SJ) (GUIJO 2002d). A LA DERECHA DEPRESIÓN DE ORIGEN TRAUMÁTICO SOBRE EL FRONTAL DE UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS DEL SIGLO X (UNIDAD 654, CER) (GUIJO Y LACALLE 2002)
LÁMINAS 152 y 153. A LA IZQUIERDA PERSPECTIVA DE LA ZONA POSTERIOR PARIETAL Y DETALLE DE LA ZONA SAGITAL CRANEAL DEL INDIVIDUO ANTERIOR (CSH, UNIDAD 48) CON EVIDENCIAS PERIMORTEM DE CORTES SOBRE HUESO FRESCO. LAS ROTURAS PERIMORTEM AFECTAN A TODA LA ESCAMA OCCIPITAL Y ALCANZAN LA PARTE BASAL, CON FRACTURAS PÓSTUMAS DE ESTA ZONA. A LA DERECHA PANORÁMICA DEL ESQUELETO EN SU CONTEXTO ORIGINAL (GUIJO 2004b)
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LÁMINA 154. ORIFICIO DE SALIDA DE PROYECTIL EN EL LADO DERECHO DEL FRONTAL (REPRESALIADO REPUBLICANO FCG, SEVILLA) (PERMISO DE ARMH 19MG)
Tabla 10. Recapitulación. Traumas y condicionantes en la recuperación de la evidencia esquelética MODIFICACIÓN
CIRCUNSTANCIA En la fase osteolítica subsiguiente a la fractura: porosidad y reabsorción
DISMINUCIÓN DE LA CONSISTENCIA DEL HUESO
En los primero depósitos minerales durante el proceso reparador, caracterizados por un hueso poroso e inmaduro En las complicaciones infecciosas En las fisuras o líneas de fractura Pérdidas de densidad por daños funcionales
MODIFICACIÓN LOCAL DE LA FORMA
FIJACIÓN DE LAS RELACIONES ANATÓMICAS MODIFICACIONES EN LAS RELACIONES ANATÓMICAS ROTURAS SOBRE HUESO FRESCO
Engrosamientos exuberantes
relacionados
con
callos
óseos
Hematomas subperiósticos Desviaciones en la alineación, hundimientos o pérdidas de altura Anquilosis que pueden seguir al desarrollo de procesos inflamatorios, complicaciones infecciosas o articulares consecuencias del trauma Consecuencias de un trauma determinado y su reflejo o irradiación en otros huesos o zonas: parálisis, pérdidas o adaptaciones funcionales Traumas perimortem
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2. LOS PROCESOS INFECCIOSOS CONTEXTO Y CONSERVACIÓN
EN
EL
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No queremos plantear ninguna discusión sobre procesos epidemiológicos en la Sevilla histórica sino reseñar una serie de posibilidades cuya preservación debe venir dada por el conocimiento de lo que implica a efectos anatómicos. Es necesario aclarar que la mayor parte de los daños deben ser catalogados como inespecíficos, dada la ausencia de un patrón anatómico, o de daños que nos remitan a un proceso identificable y, en casi todas las circunstancias, por la carencia de cualquier apoyo analítico que permitiera una precisión absoluta. Considerando a la población subadulta cabe aguardar mayores sujetos afectados en poblaciones almohades y judías medievales si tenemos en cuenta las series conocidas. La extremidad inferior constituye el asiento predilecto de las alteraciones, de tipo subperióstico en su mayoría, sobre todo entre la población adulta, con una mayor repercusión en elementos de los siglos XVI y XVII. Un posible indicador de episodios infecciosos o contagiosos está representado por la presencia de cal en las inhumaciones. En ocasiones, y siempre en contextos cristianos medievales y modernos, hemos podido registrar enterramientos sobre los que se había dispuesto una tongada de cal, tanto en osarios como en depósitos primarios (Guijo 1997) (Guijo 2002 a-b, d). Sólo en un caso puntual, procedente del Monasterio de Santa Clara (Guijo y Lacalle 2006 a), se detectaron huellas esqueléticas de procesos infecciosos 15 . Este caso que presenta una asociación entre el uso de la cal y daños esqueléticos visibles corresponde a un sujeto femenino de época moderna, en torno a 55 años de edad, y que mostraba una tongada de cal muy evidente sobre el tórax y abdomen, llegando a alcanzar esta capa un grosor de casi 8 centímetros, así como alteraciones subperiósticas visibles sobre el terreno en ambas tibias (Lám. 154-156). Parece razonable pensar que los signos de este proceso eran evidentes a los ojos de su comunidad, por lo que debió optarse por la cal como medio de prevención. El testimonio más representativo del uso de cal como prevención de los efluvios de la infección proceden de una gran fosa colectiva de Morón de la Frontera (Vera y Fernández 1991), en contextos del XIX, que presentaba una gran tongada de cal sobre los esqueletos vinculados a una epidemia de fiebre amarillaen base a los testimonios históricos.
En los procesos infecciosos nos encontramos sin duda con la mayor causa de mortalidad en las poblaciones arqueológicas y con evidencias anatómicas cuyo estado de conservación puede verse inducido por esos episodios, con las consiguientes repercusiones en su recuperación y su lectura in situ. Las evidencias conocidas apuntan a una serie de momentos históricos en los que existe una mayor posibilidad de enfrentarnos a estos hechos patológicos, la mayor parte de los cuales, por la ausencia de fundamentos concretos, cabe definir como inespecíficos. a. La realidad aguardada en las evidencias conocidas En los registros arqueológicos sevillanos se pone e manifiesto una correlación entre el aumento de las lesiones infecciosas y el incremento de la agregación humana en diversas etapas. Durante los momentos en que la densidad urbana adquiere un mayor desarrollo, como en la Sevilla almohade y en toda la ciudad moderna, se detecta el mayor impacto de estas alteraciones. Las condiciones sociales de los congestionados asentamientos urbanos de Europa durante los siglos XV y XVI contribuiría de forma decisiva a la difusión de infecciones como la sífilis (Hackett 1967: 165) (Isidro et al 2003: 241) (Kelley 1989: 194). En toda la etapa medieval y postmedieval la relación de la lepra y la tuberculosis con los fenómenos de agregación ha sido puesta de manifiesto de forma repetida (Manchester 1991) (Stirland y Waldron 1990). Las diversas fuentes históricas (Velázquez y Sánchez 1866) (Ortiz de Zúñiga) y los estudios documentales (Morales 1989) (Piñero 1993: 158-161) (Carmona 2000 y 2003) definen diferentes problemas sanitarios en una ciudad insalubre, con una infraestructura urbana incapaz de solventar los grandes problemas de higiene y en diversos colectivos humanos desamparados. En este marco el incremento de infecciones específicas llega a alcanzar una repercusión endémica a partir del siglo XV en base a los testimonios históricos (Carmona 1993; 2000; 2003) y posibles evidencias óseas, aunque su diagnóstico diferencial se complica por el peso específico que alcanzan los depósitos secundarios. Entre las series romanas y las escasas evidencias conocidas anteriores a la etapa almohade cabe hablar básicamente de procesos inespecíficos. En relación a los enterramientos primarios, incluyendo en un todo las lesiones infecciosas específicas y aquellas para cuya identificación carecemos de argumentos anatómicos, podemos hablar de una mayor presencia en contextos almohades, califales y modernos posteriores al siglo XVII. Sin embargo, al considerar diagnósticos de enfermedades infecciosas concretas detectamos la presencia de algunas asociadas casi en exclusiva a momentos determinados, así como un incremento de éstas a partir del siglo XII, con un recrudecimiento importante desde el XVI.
15
Ello nos llevaría a procesos agudos o a simples procedimientos higiénicos.
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Gráfico 10. Distribución de las alteraciones infecciosas (específicas e inespecíficas) en series antropológicas sevillanas entre el siglo I y el XVII (% de afectados)
80 70 60 50 40 30 20 10 0
TR (I-V)
LE (IX-X)
Total población Yacimiento Comunidad Procedencia
TR (La Trinidad) Romana Sevilla
SJI (XII-XIII)
SJC (XIII-XV)
Adultos femeninos LE-AL (Lerena) Islámica Sevilla
CC (XIII-XV)
LV (XVI-XVII)
Adultos masculinos
SJ (San Jorge) Islámica Sevilla
SJ (San Jorge) Cristiana Sevilla
TR (XVII)
Subadultos
CC (Cano y Cueto) Judía Sevilla
LV (La Victoria) Cristiana Sevilla
TR (La Trinidad) Cristiana Sevilla
Gráfico 11. Distribución de las alteraciones subperiósticas en la extremidad inferior en grupos masculinos y femeninos entre el siglo I y el XVII sobre realidad anatómica conservada
80 60 40 20 0
TR (I-V)
IX-X (islámico)
XI-XIII (Almohade)
XIII-XV (cristiano)
Adultos masculinos Yacimiento Comunidad Procedencia
TR (La Trinidad) Romana Sevilla
LE-AL (Lerena) Islámica Sevilla
SJ (San Jorge) Islámica Sevilla
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CC (XIII-XV)
LV (XVI-XVII)
TR (XVII)
Adultos femeninos SJ (San Jorge) Cristiana Sevilla
CC (Cano y Cueto) Judía Sevilla
LV (La Victoria) Cristiana Sevilla
TR (La Trinidad) Cristiana Sevilla
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En elementos como las costillas, a los que no se les suele conceder un tratamiento tan preferencial como a las extremidades y al cráneo, la existencia de alteraciones subperiósticas en la cara visceral de las costillas (Lám. 165-166) ha sido relacionada por Kelley y Micozzi con diversos trastornos pulmonares, entre los cuales la tuberculosis suele ser una de las afecciones más frecuentes (Kelley y Micozzi 1984) (Buikstra 1991). Tales alteraciones se han identificado en series antropológicas sevillanas almohades y cristianas entre los siglos XIII y XVII (Guijo 2002d; Guijo et al 2003; Guijo y Lacalle 2005) momentos históricos en los que la densidad de población alcanza un notable impacto en cuanto a la agregación humana y los problemas sanitarios que ello conlleva. Estos depósitos se caracterizan por su porosidad y su fácil desprendimiento de la cara visceral de la costilla. En diversos procesos infecciosos el dominio de los procesos destructivos ocasiona pérdidas locales o generales, favoreciendo esto la debilidad estructural del hueso y una mayor facilidad para su deterioro. Es lo que tiene lugar cuando las bacterias invaden la cavidad medular y la infección alcanza el interior del hueso, proceso conocido como osteomielitis (Lám. 162, 168169). El hueso se necrosa y aparecen fístulas de drenaje de la infección. Las lesiones osteomielíticas inespecíficas se han detectado entre inhumaciones primarias de época almohade procedentes de Écija (PE), en contextos del XVI de Huelva (Guijo et al 2000) (Lacalle y Guijo 2007b), depósitos moásticos modernos de Sevilla (Guijo 2002b) y en depósitos de los siglos XVIII-XIX de la Parroquia del Salvador (Pecero 2004).
b. Las alteraciones patológicas y la conservación Al enfrentarnos a la recuperación de la evidencia osteológica podemos encontrarnos ante procesos osteolíticos o destructivos, procesos neoformadores de hueso y episodios mixtos, donde conviven ambos tipos de alteraciones. Aunque la infección en el hueso puede suponer la afección del mismo a nivel externo o afectando a la cavidad medular (Mays 2000: 123) las alteraciones habituales se localizan en los huesos mayores de las extremidades, sobre todo en la inferior, en forma de procesos productivos de hueso (Láminas 156-166). Se trata de modificaciones externas en un proceso conocido como periostitis o inflamación del periostio, membrana que recubre el hueso en estado fresco teniendo un papel esencial en la nutrición, crecimiento y remodelación del tejido óseo. Este tejido neoformado puede presentar diversas morfologías: estriada, laminar, espiculada o de apariencia porótica (Aufderheide y Rodríguez 1998: 179) (Trancho et al 1996: 225) (Suzuki 1991: 130-131). Cuando la infección progresa al interior de la médula el proceso desemboca en una osteomielitis, que puede conllevar una mayor fragilidad de la pieza por la necrosis del tejido y las cavidades de drenaje. Los procesos productivos pueden implicar la formación de finas capas de hueso poroso, sobre todo entre la población subadulta, o depósitos claramente estratificados y de fácil desprendimiento ante acciones mecánicas incontroladas. Debe contemplarse también que estos depósitos pueden aparecer en la mayor parte de un hueso o sólo en zonas concretas. La máxima preservación de su distribución anatómica y su correlación con otros procesos puede hacer factible la definición del factor causal.
LÁMINAS 155 y 156. INHUMACIÓN INDIVIDUAL PROCEDENTE DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA (MSC, UNIDAD 727, SIGLOS XVI-XVIII), DEPOSITADA EN ATAÚD AL QUE SE SOBREPONE UN OSARIO. A LA DERECHA DETALLE DE LAS ZONAS DEL TRONCO Y EXTREMIDAD INFERIOR, SOBRE LAS QUE SE DEPOSITÓ UNA TONGADA DE CAL QUE ALCANZA UN ESPESOR DE 8 CM (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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LÁMINA 157. DETALLE DE UNA TIBIA DE LA INHUMACIÓN PRECEDENTE, CON CLARAS ALTERACIONES SUBPERIÓSTICAS (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 158. SUJETO ISLÁMICO EN DECÚBITO LATERAL DERECHO CON VUELCO PARCIAL SOBRE LA ZONA ANTERIOR Y PROCEDENTE DE PERÚ 3, BOLLULLOS DEL CONDADO, HUELVA. LA TIBIA DERECHA PRESENTA UN MARCADO ENGROSAMIENTO EN RELACIÓN A UNA OSTEOMIELITIS. LA TIBIA IZQUIERDA PRESENTA UN ASPECTO NORMAL (GUIJO ET AL 2000)
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LÁMINA 159. CAPA DE HUESO SUBPERIÓSTICA DE ASPECTO POROSO SOBRE EL HUESO COMPACTO EN UNA TIBIA INFANTIL DEL SIGLO XVII (SLA, UNIDAD 352). CONTEXTO SECUNDARIO DE INHUMACIÓN (UNIDAD 352). MAGNIFICACIÓN BINOCULAR X10 (LACALLE Y GUIJO 2007c)
LÁMINAS 160 y 161. NEOFORMACIÓN SUBPERIÓSTICA EN LA ZONA CENTRAL DEL CÚBITO DE UN ADULTO FEMENINO DEL MONASTERIO DE LA VICTORIA (PC, UNIDAD 16). A LA DERECHA VISTA (X 10) DE LA ESTRATIGRAFÍA, CON LA CAPA DE HUESO NUEVO DE ASPECTO POROSO (GUIJO Y LACALLE 2005b)
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LÁMINAS 162 y 163. A LA IZQUIERDA ALTERACIONES SUBPERIÓSTICAS EN LOS CÚBITOS DE UN SUJETO DEL SIGLO XVI EN EL QUE APARECEN LESIONES CRANEALES COMPATIBLES CON SÍFILIS (PC) (GUIJO Y LACALLE 2005b). A LA DERECHA LESIÓNES EN UN RADIO DE UN SUJETO PROCEDENTE DEL MONASTERIO DE LA VICTORIA, SEVILLA (PC). A LA DERECHA DAÑOS EN EL RADIO DE UN SUJETO DEL SIGLO XVI, HUELVA (SMR) CON AFECCIÓN DE LA ZONA MEDULAR (OSTEOMIELITIS) JUNTO A UNA PIEZA INALTERADA COMO REFERENCIA COMPARATIVA (GUIJO Y LACALLE 2007b)
LÁMINAS 164 y 165. A LA IZQUIERDA DETALLE DE UNA ZONA DEL CÚBITO IZQUIERDO DE LA LÁMINA 162, CON EL ESTRATO DE TEJIDO POROSO SOBREPUESTO AL CÓRTEX. (X 20) (GUIJO Y LACALLE 2005b). A LA DERECHA DETALLE DE TEJIDO NUEVO AGREGADO SOBRE EL CÓRTEX EN UN SUJETO DE LOS SIGLOS XV-XVI (SMR) DE EL ROMPIDO (HUELVA) X 10 AUMENTOS (GUIJO Y LACALLE 2007b)
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LÁMINAS 166 y 167. VISTA DE LA CARA VISCERAL DE DOS COSTILLAS DE SUJETOS ALMOHADES DE ÉCIJA (PE), CON DEPOSICIONES ÓSEAS QUE PODRÍAN VINCULARSE A UN PROCESO INFLAMATORIO PULMONAR (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINA 168. ALTERACIONES ENDOCRANEALES CON DEPÓSITOS DE TEJIDO POROSO EN LA ZONA INTERNA DE LA ESCAMA OCCIPITAL DE UN SUJETO INFANTIL DEL SIGLO XVII DE SEVILLA (SLA) (GUIJO Y LACALLE 2007c)
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LÁMINAS 169 y 170. LESIONES OSTEOMIELÍTICAS (INFECCIÓN DEL CONDUCTO MEDULAR) EN UN PERONÉ DE UN SUJETO ALMOHADE (IZQUIERDA, PE) (REGISTRO GUIJO 2003) Y UN QUINTO METACARPIANO DE UN SUJETO DEL XVIII (PS) (FOTO GUIJO 2004, EN PECERO 2004) EN COMPARACIÓN CON PIEZAS SANAS
Se alcanza así la giba o cifosis característica de la tuberculosis vertebral o mal de Pott. Otra lesión infecciosa en la que los daños óseos aparecen preferentemente en la zona vertebral es la brucelosis. Los daños se suelen localizar en la parte inferior de las dorsales, lumbares y articulación lumbosacra. La lesión inicial conlleva la destrucción del margen anterosuperior del cuerpo (signo de Pedro Pons) y cambios escleróticos posteriores en la zona (Ortner 2003: 216) (Fernández 1999: 3040) (Etxeberría 1996) (Aufderheide y Rodríguez 1998). Ortner recoge una serie de casos en los que diversas vértebras presentan procesos líticos con cavidades bien circunscritas, con un diagnóstico de brucelosis. La enfermedad en su progresión puede desembocar en la destrucción del disco y de los platillos vertebrales, pudiendo llegarse a la pérdida del espacio articular y a la anquilosis. Las cavitaciones pueden contagiarse desde un cuerpo adyacente a través del núcleo pulposo del disco intervertebral. Así, el tejido esponjoso dentro del foco es destruido y el córtex perforado (Ortner 2003: 216). En todo caso, no se alcanza el colapso y las deformidades angulares que sí aparecen en la tuberculosis (Ortner 2003: 218). Se han encontrado testimonios de esta enfermedad en contextos califales de Sevilla (Lerena) con la típica muesca característica del borde anterosuperior del cuerpo (Guijo 2001)17. Contamos con testimonios del siglo X de Córdoba (Guijo y Lacalle 2004c), si bien no son definitivos.
En zonas en las que el tejido esponjoso está muy presente, como la columna, diversos procesos infecciosos conducen a modificaciones morfológicas notables así como en la consistencia del hueso (Lám. 171-176), en relación a la realidad anatómica que cabe aguardar. Una enfermedad infecciosa en la que se combinan destrucciones y modificaciones articulares considerables es la tuberculosis. Los testimonios antropológicos de las series estudiadas proceden de grupos mozárabes 16 , almohades y grupos cristianos de los siglos XVI-XVII (Guijo y otros 2003) (Guijo y Lacalle 2004) (Pecero 2004). En su ubicación preferencial en la columna (Brothwell 1987: 189) (Ubelaker 1989: 114) (White 1991: 344) (Waldron 2001: 97) prima en los tramos dorsal y lumbar (Ortner y Putschar 1985: 144) (Viladot y Rabat 1999). Hay que tener en cuenta procesos destructivos que parten de los llamados abscesos fríos a nivel de los discos intervertebrales, los cuales suelen propagarse a las vértebras adyacentes en sentido descendente (Mestre et al 1996: 309) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 122). Una vez afectada la vértebra la esponjosa es destruida progresivamente, formándose grandes cavitaciones que provocan el colapso del cuerpo vertebral (Morse 1967: 249) (Zivanovic 1982: 227). La consecuencia más directa es la cifosis vertebral o arqueamiento anterior de la columna (Ubelaker 1989: 114) (Chamberlain 1994: 31). Los procesos inflamatorios que acontecen en la zona afectada pueden conducir a la fusión vertebral, con una completa alteración de los límites normales de las articulaciones, llegando a formarse un bloque de varias vértebras (Lám. 174-176).
17
En cronologías semejantes del siglo X aunque en Córdoba contamos también con testimonios, aunque con diagnósticos diferenciales más problemáticos.
16
En el ámbito del sudoeste peninsular se ha registrado igualmente en grupos mozárabes cordobeses del siglo X.
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LÁMINAS 171 y 172. POSIBLES DESTRUCCIONES TUBERCULOSAS EN LA ESPONJOSA DE VÉRTEBRAS LUMBOSACRAS PROCEDENTES DE CONTEXTOS ALMOHADES DE ÉCIJA (PE), FORMÁNDOSE GRANDES CAVITACIONES CON REACCIÓN ÓSEA (A-C) (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINA 173. VISTA ANTERIOR DE UNA VÉRTEBRA LUMBAR QUE PRESENTA CLAROS PROCESOS DESTRUCTIVOS CON SUPERVIVENCIA. SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (CER, U. 639). ¿BRUCELOSIS? (GUIJO Y LACALLE 2004c)
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LÁMINAS 174 y 175. A LA IZQUIERDA ANQUILOSIS VERTEBRAL CON COMPLETA DIFUMINACIÓN DE LOS LÍMITES ARTICULARES NORMALES, CON UNA IMPORTANTE DEFORMIDAD ANGULAR EN BLOQUES VERTEBRALES Y CON ORIFICIO DE DRENAJE. A LA DERECHA EL MISMO BLOQUE EN PERSPECTIVA LATERAL. MOZÁRABE CORDOBÉS DEL SIGLO X (CER) (GUIJO Y LACALLE 2004c)
LÁMINA 176. ANQUILOSIS VERTEBRAL, CON COMPLETA DIFUMINACIÓN DE LOS LÍMITES ARTICULARES NORMALES, CON UNA IMPORTANTE DEFORMIDAD ANGULAR EN UN BLOQUE VERTEBRAL DE UN SUJETO PROCEDENTE DEL SIGLO XVIII DE SEVILLA (PS). POSIBLE TUBERCULOSIS (FOTO GUIJO 2004, EN PECERO 2004)
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Otra enfermedad infecciosa que conlleva un dominio del componente osteolítico, como principal factor que debemos tener en cuenta en el proceso de recuperación, es la lepra. Conlleva destrucciones en el cráneo y el esqueleto apendicular (Lám. 177-183) que pueden pasar totalmente inadvertidas, confundiéndose con alteraciones tafonómicas u otras lesiones más usuales como puede ocurrir en el maxilar superior (Lámina 177), conllevando un aumento de la fragilidad del hueso. La destrucción del hueso alveolar, con destrucción diferencial de la zona del prostion y pérdidas ante mortem de los incisivos, ha sido descrita como una lesión típica de la lepra desde las primeras investigaciones de Möller-Christensen en las leproserías danesas (Möller-Christensen 1960, 1967) y por diversos autores (Brothwell 1987) (Ortner y Putschar 1985) (Campillo 1983). Otros signos craneales pueden ser un ensanchamiento de la apertura piriforme y daños en la cavidad nasal (destrucción del vómer) y paladar óseo (Möller-Christensen 1960: 28) (Möller-Christensen 1967: 296) (Brothwell 1987: 199) (Ortner y Putschar 1985: 177) (Campillo 1995: 85) (Aufderheide y Rodríguez 1998. 150-151). La fragilidad anatómica inherente a la anatomía del esqueleto facial queda así potenciada por los efectos de esta enfermedad. En las manos y pies (Lám. 178-183) las destrucciones relacionadas con la lepra pueden conllevar la desaparición o destrucción parcial de elementos falángicos terminales de las manos y proximales y mediales de los pies, así como de los metatarsianos (Möller-Christensen 1960: 28) (Möller-Christensen 1967: 296) (Brothwell 1987: 199) (Ortner y Putschar 1985: 177). Pueden acompañarse de reabsorciones de los fustes y de un incremento de la porosidad (Burgener y Kormano 1997: 294), lo que puede facilitar aún más la acción negativa del entorno ambiental. A consecuencia de la atrofia del sistema nervioso periférico pueden aparecer infecciones en el interior del hueso y fístulas, que lo hacen más frágil. Asimismo, las alteraciones inflamatorias que sobrevienen pueden dar lugar a la anquilosis de diversos elementos anatómicos, con una morfología totalmente modificada. Hasta el momento las únicas evidencias de esta enfermedad en contextos arqueológicos sevillanos corresponden al mundo medieval (Guijo et al 2001) (Isidro et al 2000) (Isidro et al 2003) (Montiel 2003), en contextos islámicos almohades (SJ) (Lám. 177, 180-183) y en la comunidad cristiana hay del siglo XVII en el yacimiento de la Trinidad (Lámina 178) (Lacalle y Guijo 2005). Hemos podido documentar otros casos en
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contextos almohades de Écija (PE) (Lámina 179) y Tomares (Aljamar), así como entre la comunidad mozárabe cordobesa (CER) (Guijo y Lacalle 2004a; 2004c), si bien en este caso sin documentación in situ. En los restantes casos la detección de los daños y la prevención diagnóstica durante el proceso de excavación fue decisiva. Entre los procesos infecciosos que conllevan destrucciones del hueso se encuentra la sífilis en su localización craneal (Lámina 184). Se caracteriza en esta zona anatómica por la osteolisis de la tabla externa craneal, con aparición de orificios múltiples que confluyen con posterioridad (Aufderheide y Rodríguez 1998: 163), y que en los estadios más avanzados determinan lesiones extensivas exocraneales (Brothwell 1987: 193) (Ortner y Putschar 1985) y focos de destrucción localizados, en forma de cavitaciones y fisuras radiales (Campillo 1995). La sífilis venérea puede determinar también la destrucción de la zona naso-facial (Isidro et al 2003: 242). En diversos casos hemos documentado testimonios de sífilis con afección craneal y el típico patrón de la caries sicca en mujeres ingresadas en el Hosital de las Cinco Llagas (Guijo y Lacalle 2003). Algunos casos nos dejan algunas dudas al presentar alteraciones incipientes, como en el convento de la Victoria (Guijo y Lacalle 2005b), si bien se asociaban a alteraciones poscraneales de gran magnitud. Los huesos largos afectados en la sífilis pueden presentar notables engrosamientos (Lámina 185), sobre todo aquellos elementos que tienen un mayor grosor muscular (Ortner 2003: 285) (Dastugue y Gervais 1992: 149), y una superficie externa irregular e hipervascularizada, viéndose afectada incluso el interior del hueso (zona endosteal) (Ortner 2003: 285-286). El canal medular puede llegar a estar completamente obliterado por la formación de hueso (Goff 1967: 279290) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 159), sin diferenciación clara entre el tejido esponjoso que rellena la médula, muy frágil, y el córtex. En las extremidades inferiores afecta de manera dominante a fémures y tibias (Graciansky 1973: 150). Los depósitos de hueso subperióstico en la circunferencia de los huesos largos son también característicos de la sífilis congénita en sujetos subadultos (Ortner 2003: 291). Depósitos medievales y modernos del SO peninsular muestran daños compatibles con esta enfermedad (Guijo y Lacalle 2003) (Pecero 2004) (Guijo y Lacalle 2005b) (Lacalle y Guijo 2007b) (Lacalle y Guijo 2007a).
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Juan M. Guijo Mauri
LÁMINA 177. INDIVIDUO ALMOHADE PROCEDENTE DE SEVILLA (SJ) CON LESIONES FACIALES Y BUCALES DE LEPRA. SOBRE EL TERRENO EL SUJETO (UNIDAD 43) PRESENTABA UNA CLARA DESTRUCCIÓN DE LA ZONA ALVEOLAR, MÁS MARCADA EN EL PROSTION, JUNTO A LA DESTRUCCIÓN DEL TABIQUE Y LA ESPINA NASALES (GUIJO ET AL 2001b)
LÁMINAS 178 y 179. DESTRUCCIONES POR LEPRA. A LA IZQUIERDA VISTA PALMAR DE ELEMENTOS DE LA MANO DERECHA DE UN SUJETO DEL SIGLO XVII PROCEDENTE DE SEVILLA (TR) (LACALLE Y GUIJO 2005). A LA DERECHA VISTA PALMAR DE LA MANO DERECHA DE UN SUJETO ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE, U. 3345). EL QUINTO METACARPIANO PRESENTA UNA CLARA RESORCIÓN DEL FUSTE Y LA PÉRDIDA DE LA ARTICULACIÓN METACARPO-FALÁNGICA JUNTO A OTRAS DESTRUCCIONES. TODAS LAS FALANGES PROXIMALES MUESTRAN EN SU ZONA DISTAL FACETAS PROVOCADAS POR LA FIJACIÓN EN FLEXIÓN DE LOS DEDOS EN RELACIÓN A LA ATROFIA DEL SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO ((GUIJO Y LACALLE 2004c)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 180. DETALLE DE LOS PIES DE UN SUJETO ALMOHADE (UNIDAD 326) PROCEDENTE DE SEVILLA (SJ) QUE PRESENTA UNA NOTABLE RESORCIÓN DE LOS METATARSIANOS, CON PÉRDIDA DE LAS ARTICULACIONES METATARSO-FALÁNGICAS. ALGUNOS METATARSIANOS REDUCEN SU FUSTE A PROYECCIONES AFILADAS DE HUESO (GUIJO ET AL 2001b)
LÁMINA 181. PERSPECTIVA COMPARADA DE LOS METATARSIANOS DERECHOS E IZQUIERDOS DE UN INDIVIDUO DESPROVISTO DE LESIONES (PIEZAS COMPLETAS) JUNTO A PIEZAS QUE PRESENTAN UN NOTABLE GRADO DE RESORCIÓN EN UN SUJETO AFECTADO POR LEPRA (SJ, UNIDAD 326, VER IMAGEN PRECEDENTE) (GUIJO ET AL 2001b)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 182 y 183. A LA IZQUIERDA PIE DERECHO (ARTICULACIONES METATARSO-FALÁNGICAS) DE UN SUJETO ALMOHADE (SJ, UNIDAD 363), CON DESTRUCCIONES DE ORIGEN LEPROSO, AFECTANDO SOBRE TODO AL PRIMER Y QUINTO METATARSIANO Y A LAS FALANGES, ACOMPAÑADAS DE ANQUILOSIS DE DIVERSOS ELEMENTOS. A LA DERECHA DETALLE DEL GRADO DE DESTRUCCIÓN DEL QUINTO METATARSIANO, CON LA INFECCIÓN EXTENDIDA A LA CAVIDAD MEDULAR (COMPARACIÓN CON UNA PIEZA SANA A SU IZQUIERDA) (GUIJO ET AL 2001b)
LÁMINA 184. LESIONES CRANEALES DE TIPO DESTRUCTIVO ASOCIADAS POSIBLEMENTE A LA FASE TERCIARIA DE LA SÍFILIS EN UN SUJETO FEMENINO DE LOS SIGLOS XVI-XVII (PC-CONVENTO DE LA VICTORIA, UNIDAD 16) (GUIJO Y LACALLE 2005b)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 185. VISTA DE LA SECCIÓN DE UN FÉMUR CON LA CAVIDAD MEDULAR PARCIALMENTE RELLENA DE TEJIDO NEOFORMADO. SE RELACIONA CON ALTERACIONES EXOCRANEALES COMPATIBLES CON LA SÍFILIS (SMR, UNIDAD 3 A LA IZQUIERDA) EN CONTEXTOS DE LOS SIGLOS XVI-XVII (GUIJO Y LACALLE 2005b)
Tabla 11. Recapitulación. Procesos infecciosos y conservación MODIFICACIÓN EN LA CONSERVACIÓN DEL HUESO O EN LA RELACIONES ANATÓMICAS NORMALES
PROCESO -Neoformaciones
subperiósticas
de
tipo
poroso,
asociadas o no a infecciones concretas -Osteomielitis
MENOR RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO
-Procesos
destructivos
relacionados
con
la
lepra,
tuberculosis, la sífilis en menor medida y otros procesos infecciosos FUSIONES ENTRE DIVERSOS ELEMENTOS
-Cambios secundarios a la lepra -Bloques vertebrales en la tuberculosis
CAMBIOS DE FORMA
–En relación a los procesos destructivos –En relación a las neorformaciones subperiósticas –En relación a las modificaciones articulares
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ligeras labiaciones a grandes excrecencias y deben considerarse en la exposición y levantamiento de la pieza. Cuando la enfermedad se encuentra muy avanzada pueden aparecer cambios óseos que afectan a la consistencia del hueso. Un marcado deterioro articular puede conllevar la formación de quistes subcondrales, porosidad y esclerosis articular (Mannik y Gilliland 1983: 2792), con los dos primeros como factores debilitantes y la esclerosis como el proceso contrario (Lámina 201). Con la reducción del espacio articular entre los elementos óseos y la destrucción del cartílago puede llegarse al progresivo contacto de las superficies óseas que conforman la articulación (Farreras 1979: 1030) (Ortner y Putschar 1985: 419) (Ubelaker 1989ª: 108) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 94), ocasionando el pulimento de las zonas articulares, proceso conocido como eburneación por el aspecto marfileño que cobra el hueso (Roberts y Manchester 1997: 103) (Brothwell 1987: 210) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 94) (Viladot 1999 a) (Viladot y Rochera 1999) (Viladot y Saló 1999). Ese estrechamiento del espacio articular nos limitará en mayor medida la movilización de las diferentes piezas de cara a la extracción. Al abordar la intervención en depósitos antropológicos sevillanos cabe aguardar un panorama variable en función de los sectores anatómicos y población analizada (Guijo 2000; 2002a; 2002b; 2002c; 2002d) (Guijo y Lacalle 2005b; 2006a) (Lacalle y Guijo 2005). Las lesiones vertebrales (Gráficos 12 y 13) afectan en mayor medida a poblaciones cristianas medievales y modernas, con clara predilección por la columna dorsal en series femeninas y por la lumbo-sacra en grupos masculinos adultos. La misma tendencia se advierte en la extremidad superior (Gráficos 14 y 15) y en la inferior (Gráficos 16 y 17), aunque con claras diferencia e lo que podemos aguardar entre ambos sexos según la articulación. Salvo en la serie califal, en la que existe una correlación muy directa con procesos traumáticos, la mayor presencia de artrosis se relaciona con la edad.
3. PROCESOS REUMÁTICOS Los procesos reumáticos pueden dar lugar a una serie de modificaciones de la evidencia osteológica (Rogers y Waldron 1995) (Aufderheide y Rodríguez 1998) (Cunha 2003) sobre las que es necesario estar sobre aviso en el momento de la excavación y de la extracción: Neoformaciones óseas o calcificaciones que dan lugar a accidentes o relieves que exceden los límites anatómicos normales de un elemento o de un conjunto articular (Lám. 186-190). Bajo la inexperiencia podrían confundirse con concreciones aportadas por el medio físico. Fijación de relaciones articulares que lleva a la formación de bloques, pudiendo conservarse o no la identidad anatómica de las piezas afectadas (Lám. 191197). Su mayor problema aparece con la extracción. Procesos erosivos o destrucciones que pueden facilitar el acceso de los agentes tafonómicos o facilitar los daños mecánicos durante el proceso de excavación (Lám. 198-203).
El proceso reumático más común en el registro arqueológico es la enfermedad articular degenerativa o artrosis (Lámina 186-190, 198-201). En esta enfermedad las alteraciones degenerativas dominan sobre el componente inflamatorio (Campillo 1995: 134). Después de la fibrilación o fisuración del cartílago (Povedano y Moreno 1990: 8) (Rogers y Waldron 1995: 35) (López 1999a: 3164) se producen neoformaciones características de hueso (conocido como osteofito), a modo de cornisas o coronas perimetrales, en la periferia de la articulación (Figueroa 1990) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 94) (Rogers 2000: 166), en un intento de reequilibrio articular (Rogers y Waldron 1995: 35) (Roberts y Manchester 1997: 101-103) (Poal-Manresa 1999) (Viladot 1999 a) (Viladot y Rochera 1999) (Viladot y Saló 1999). Los factores traumáticos y otras enfermedades pueden influir en la magnitud de los cambios, con neoformaciones o coronas perimetrales (Lám. 186-190) que pueden ir desde
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Gráfico 12. Distribución de las lesiones artrósicas vertebrales en series m asculinas sevillanas
80 60 40 20 0 TR (I-V)
LER (IX-X)
SJI (XI-XIII)
Cervical Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
SJC (XIII-XV)
Dorsal
LV (XVI-XVII)
TR (XVII)
Lumbo-sacra
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
Gráfico 13. Distribución de la artrosis vertebral en series femeninas entre el siglo I y el XVII
100 80 60 40 20 0
TR (I-V
LER (IX-X)
SJI (XI-XIII)
SJC (XIII-XV) SCL (XIV-XV) LV (XVI-XVII)
Cervical Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
Dorsal SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
121
SCL (XVIXVIII)
TR (XVII)
Lumbo-sacra SCL (Santa Clara Sevilla Cristiano
LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
SCL (Santa Clara) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
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Gráfico 14. Distribución de las lesiones artrósicas en el miembro superior de series masculinas sevillanas entre el siglo I y el XVII
80 70 60 50 40 30 20 10 0 TR (I-V)
LER (IX-X)
SJI (XI-XIII)
Hombro
Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
SJC (XIII-XV)
Codo
Muñeca
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
LV (XVI-XVII)
TR (XVII)
Mano
SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
Gráfico 15. Distribución de la artrosis en la extremidad superior de series femeninas sevillanas entre el siglo I y el XVII
35 30 25 20 15 10 5 0 TR (I-V)
LER (IX-X)
SJI (XI-XIII)
SJC (XIII-XV)
Hombro Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
Codo SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
122
SCL (XIV-XV)
Muñeca SCL (Santa Clara Sevilla Cristiano
LV (XVI-XVII)
SCL (XVI-XVIII)
TR (XVII)
SCL (Santa Clara) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
Mano LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Gráfico 16. Distribución de la artrosis en la extremidad inferior de series masculinas entre el siglo I y el XVII
50 40 30 20 10 0 TR (I-V)
LE (IX-X)
SJI (XI-XIII)
SJC (XIII-XV)
Cadera Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
Rodilla
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
LV (XVI-XVII)
TR (XVII)
Tobillo SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
Gráfico 17. Distribución de la artrosis en la extremidad inferior de series femeninas entre el siglo I y el XVII
70 60 50 40 30 20 10 0 TR (I-V)
LER (IX-X)
SJI (XI-XIII)
SJC (XIII-XV) SCL (XIV-XV) LV (XVI-XVII)
Cadera Yacimiento Procedencia Ref histórica
TR (La Trinidad) Sevilla Romano
LE-AL (Lerena) Sevilla Islámico califal
SJ (San Jorge) Sevilla Almohade
Rodilla SJ (San Jorge) Sevilla Cristiano
123
SCL (XVIXVIII)
TR (XVII)
Tobillo SCL (Santa Clara Sevilla Cristiano
LV (La Victoria) Sevilla Cristiano
SCL (Santa Clara) Sevilla Cristiano
TR (La Trinidad) Sevilla Cristiano
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En otros casos pueden ser tejidos extraarticulares los que se calcifican, como ocurre con el ligamento común anterior de la columna en el curso de la enfermedad conocida como DISH (hiperostosis esquelética idiopática difusa), también conocida como enfermedad de Forestier o Rotes-Querol, asociada a obesidad y diabetes del tipo II (Roberts y Manchester 1997: 120) (Mays 1998: 128) (Rogers 2000: 171) (Waldron 2001: 92) (Subirana 2002) (Contreras et al 2006)18. El proceso conlleva una gradual fusión del esqueleto axial vertebral (Lám. 191-194) por la calcificación del ligamento anterior longitudinal, conformando puentes con una apariencia de cera derretida (Roberts y Manchester 1997: 120) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 97) (Rogers 2000: 170) (Waldron 2001: 92), sobre todo en el lado derecho ya que el latido aórtico impide el desarrollo de la calcificación en el lado izquierdo (Lombas et al 1979: 471) (Rogers 2000: 170) (Waldron 2001: 92) (Subirana 2002). Los espacios articulares, tanto entre el cuerpo como a nivel del arco, permanecen libres (Aufderheide y Rodríguez 1998: 9798) (Rogers 2000: 171) (Campo et al 2001: 248) (Waldron 2001: 92) (Campo 2003: 171) (Contreras et al 2006). Esta enfermedad se ha detectado en contextos medievales del siglo XIV procedentes de la Catedral de Sevilla (4,54 % de la población y 7,14 % de los adultos) y en época moderna en el Monasterio de Santa Clara (5 % de la población adulta total), en ambos casos vinculados a grupos de elevado estatus (Guijo 2004a) (Guijo y Lacalle 2006a). También se ha identificado en un escaso porcentaje en contextos medievales de la comunidad judía (0,79 % de la población y 1,64 % de los adultos) y en el siglo XVIII en el Salvador 19 , sin que tengamos constancia de la posición social de los sujetos de estos dos yacimientos (Guijo 2002c) (Pecero 2004).
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Suele ser frecuente encontrar la fusión de diversos elementos (Lám. 195-197) sin que sea factible asociarla a una enfermedad concreta, sobre todo en la columna y entre falanges de manos y pies, dada la gran variedad de procesos inflamatorios articulares que presentan signos parecidos. Un proceso como la espondilitis anquilosante, que no hemos podido registrar en las series analizadas, ocasiona también la fusión de la columna vertebral en su integridad, acompañándose de la anquilosis de los elementos costales, adoptando una morfología en caña de bambú. Los episodios traumáticos pueden desencadenar también procesos inflamatorios conducentes a la anquilosis. Entre los procesos destructivos la artritis reumatoide puede conducir a erosiones marginales de la periferia articular. Sin embargo, al igual que acontece en los procesos inflamatorios, otras entidades reumáticas de tipo erosivo pueden dar lugar a lesiones semejantes. En todo caso es necesaria la prevención en los límites externos de las articulaciones para no magnificar posibles daños marginales o alterar la calidad del tejido en los bordes y paredes de los defectos. Los diagnósticos de las enfermedades reumáticas que no sean una artrosis, salvo que presente signos tan claro como el DISH o la espondilitis anquilosante, y que tengan mayor peso del componente inflamatorio y de procesos osteolíticos se ven muy mermados por la dificultad de recurrir a analíticas más precisas, sobre todo artropatías erosivas e inflamatorias (Lám. 202-203).
18
La presencia de DISH se asocia a cifras entre un 25% y un 50% de individuos afectados por diabetes (Lombas et al 1979: 471) (Campos 2003: 171). 19 Desconocemos la referencia estadística de la serie de la Parroquia del Salvador (Pecero 2004)
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LÁMINAS 186 y 187. A LA IZQUIERDA DETALLE DE LA ZONA LUMBAR CON PROYECCIONES ÓSEAS ENTRE L4 Y L5 QUE LLEGAN A PROVOCAR SU FUSIÓN Y OSTEOFITOS MARGINALES ENTRE L3 Y L4 Y ENTRE L2 Y L3. SUJETO ROMANO DE LOS SIGLOS I-II (PR, UNIDAD 164) (GUIJO Y LACALLE 2006c). A LA DERECHA COLUMNA DORSAL Y LUMBAR DE UN SUJETO DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX PROCEDENTE DE AGUILAR DE LA FRONTERA, (FCA) CON GRANDES ALTERACIONES OSTEOFÍTICAS (GUIJO 2010, PERMISO DE AREMEHISA)
LÁMINA 188. COXAL DERECHO DE UN SUJETO DE LOS SIGLOS XVI-XVII PROCEDENTE DE ZAHARA DE LA SIERRA (ZA-CÁDIZ) CON LUXACIÓN CONGÉNITA DE LA CADERA. NO EXISTE DESARROLLO DE LA CAVIDAD ACETABULAR Y SE HA FORMADO UNA NUEVA SUPERFICIE ARTICULAR PLANA Y CON UNA GRAN VISERA OSTEOFÍTICA QUE MODIFICA LOS LÍMITES NORMALES DEL HUESO (GUIJO ET AL 2002).
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LÁMINA 189. ARTICULACIÓN TIBIO FEMORAL DE UN ADULTO MADURO FEMENINO (MSC, UNIDAD 780), CON GRAN PROLIFERACIÓN PERIMETRAL DE OSTEOFITOS (GUIJO Y LACALLE 2006 a)
LÁMINA 190. VISTA POSTERIOR DE LAS DOS RÓTULAS DEL SUJETO DE LA IMAGEN PRECEDENTE (MSC, UNIDAD 780) CON GRANDES CORONAS Y PROYECCIONES OSTEOFÍTICAS QUE ENVUELVEN EL HUESO (GUIJO Y LACALLE 2006 a)
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LÁMINAS 191 Y 192. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN JUDÍA DE LOS SIGLOS XIV-XV PROCEDENTE DE SEVILLA (CR, UNIDAD 509), CON CALCIFICACIÓN DEL LIGAMENTO COMÚN ANTERIOR QUE PROVOCA LA UNIÓN DE DIVERSAS VÉRTEBRAS DORSALES POR HIPEROSTOSIS ESQUELÉTICA DIFUSA. PUEDE APRECIARSE LA CINTA QUE FORMA EL LIGAMENTO CALCIFICADO COMO MEDIO DE UNIÓN DE LAS VÉRTEBRAS, EN LAS QUE LOS ESPACIOS INTERVERTEBRALES PERMANECEN LIBRES (GUIJO 2002c). A LA DERECHA ANQUILOSIS DE SEIS VÉRTEBRAS TORÁCICAS (PS, SIGLO XVIII) POR LA CALCIFICACIÓN DEL LIGAMENTO COMÚN ANTERIOR, FORMANDO UNA CINTA EN LA PARTE ANTERIOR DERECHA DE LOS CUERPOS Y CON PRESERVACIÓN DE LOS ESPACIOS INTERVERTEBRALES (GUIJO 2004, EN PECERO 2004)
LÁMINAS 193 y 194. A LA IZQUIERDA HIPEROSTOSIS DIFUSA ESQUELÉTICA. CALCIFICACIÓN DEL LIGAMENTO COMÚN ANTERIOR EN DOS VÉRTEBRAS DORSALES PROCEDENTES DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA (MSC, UNIDAD 742) DE LOS SIGLOS XVI-XVIII (GUIJO Y LACALLE 2006 a). A LA DERECHA CALCIFICACIÓN DEL LIGAMENTO COMÚN ANTERIOR EN UN INDIVIDUO PROCEDENTE DE LA CATEDRAL DE SEVILLA (CSH, UNIDAD 79 B) EN DEPÓSITOS DEL SIGLO XIV (GUIJO 2004a).
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LÁMINAS 195-197. A LA IZQUIERDA ANQUILOSIS DEL HÚMERO Y CÚBITO EN UN SUJETO ADULTO MASCULINO (¿?) PROCEDENTE DE UN OSARIO MODERNO DEL CUARTEL DEL CARMEN (EC, SEVILLA). (REGISTRO GUIJO 2005). EN EL CENTRO ANQUILOSIS DE ORIGEN DESCONOCIDO ENTRE EL SEGUNDO Y TERCER METACARPIANOS DERECHOS EN UN SUJETO FEMENINO TARDOANTIGUO (RE, SIGLOS III-V) PROCEDENTE DE LA CALLE RELATOR DE SEVILLA (GUIJO Y LACALLE 2005d). A LA DERECHA ANQUILOSIS POSTRAUMÁTICA DEL TERCER Y CUARTO METATARSIANOS, PRIMER Y SEGUNDO CUNEIFORME Y CUBOIDES DE UN SUJETO DEL SIGLO VII PROCEDENTE DE PORTUGAL (MER, MÉRTOLA). LA ANQUILOSIS SE ASOCIA A UNA FRACTURA CONSOLIDADA EN LA ZONA DISTAL DE LA DIÁFISIS TIBIAL (GUIJO 1993) (GUIJO ET AL 1994)
LÁMINA 198. VISTA POSTEROSUPERIOR DE UNA VÉRTEBRA CERVICAL DE UN SUJETO DE ÉPOCA MODERNA (MSC, UNIDAD 670). EN LA APÓFISIS ARTICULAR SUPERIOR IZQUIERDA, JUNTO A UNA CORONA DE OSTEOFITOS PERIMETRALES, EL HUESO MUESTRA UNA CLARA POROSIDAD QUE DISMINUYE SU CONSISTENCIA (GUIJO Y LACALLE 2006a)
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LÁMINAS 199 Y 200. A LA IZQUIERDA VISTA DE LA SUPERFICIE ARTICULAR PROXIMAL DE UN RADIO DE UN SUJETO ALMOHADE (PE) CON CLARAS EVIDENCIAS DE EBURNEACIÓN Y MARCADA POROSIDAD QUE ALTERA LA RESISTENCIA DE LA SUPERFICIE (REGISTROS GUIJO 2003). A LA DERECHA SUPERFICIE ARTICULAR PROXIMAL DE LA TIBIA DERECHA DE UN SUJETO FEMENINO DE LOS SIGLOS XVI-XVIII DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA (UNIDAD 780), CON UN PRIMER PLANO DEL CÓNDILO INTERNO CON EBURNEACIÓN, PRODUCTO DEL ROCE DE HUESO CON HUESO) Y POROSIDAD TRAS LA PÉRDIDA DE HUESO COMPACTO QUE EXPONE LA ESPONJOSA (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 201. FRAGMENTO DE CABEZA DE FÉMUR DE UN SUJETO ROMANO (UNIDAD 90) DE LOS SIGLOS I-II (PR, SEVILLA). EN LA SECCIÓN DE LA ESPONJOSA PUEDE ADVERTIRSE LA EXISTENCIA DE QUISTES SUBCONDRALES. SE LE ASOCIA UNA SUPERFICIE ARTICULAR POROSA Y CON EBURNEACIÓN (GUIJO Y LACALLE 2006c)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 202 Y 203. A LA IZQUIERDA EROSIONES MARGINALES EN UN HÚMERO DE UN SUJETO ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE). (REGISTRO GUIJO 2003) A LA DERECHA DESTRUCIONES EN EL EXTREMO DISTAL DE UN METATARSIANO DE UN SUJETO DEL SIGLO XVII PROCEDENTE DEL YACIMIENTO DE LA TRINIDAD (SEVILLA) (LACALLE Y GUIJO 2005)
Tabla 12. Recapitulación. Procesos reumáticos y conservación MODIFICACIÓN EN LA CONSERVACIÓN DEL HUESO O EN LA RELACIONES ANATÓMICAS NORMALES MENOR RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO APORTAN NUEVOS RELIEVES
FAVORECEN LA RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO
CREAN FIJACIONES ARTICULARES (FUSIONES)
PROCESO
o o o
Quistes subcondrales y porosidad en la artrosis Zonas expuestas en las artropatías erosivas
o o o o o
Modificaciones escleróticas en diversos procesos Calcificación de elementos periarticulares Osteofitos
Osteofitos, calcificación de ligamentos y estructuras articulares
Por calcificación de estructuras interarticulares Por calcificación de estructuras periarticulares
espacio medular y la lámina externa, de modo que el incremento de médula roja conduce a una expansión del hueso esponjoso que la contiene (Lám. 204-205) y a la reabsorción de la tabla externa orbitaria y de la calota (Stuart-Macadam 1985: 393) (Ascenzi 1991: 73) (Chamberlain 1994: 33). Así, tiene lugar un aumento anormal del grosor del diploe, tejido situado entre las láminas externas del cráneo a expensas de la tabla externa compacta (Stuart-Macadam 1991: 36) (Roberts y Manchester 1997: 167) (Aufderheide y Rodríguez 1998: 348-349), que presenta una imagen radiográfica de cepillo (espiculosa) (Brothwell 1987: 234) (Campillo 1995). Puede existir una relación directa entre procesos infecciosos, agregación humana y condición anémica (Kent 1989) (Graver 1993). En todo caso, a la fragilidad del techo orbitario se añade la derivada del tejido porótico.
4. PROCESOS ANÉMICOS A nivel local las anemias pueden causar un aumento del tejido esponjoso y, por tanto, facilitar la actuación de los agentes tafonómicos o relacionados con la excavación. Esos procesos anémicos, bien estudiados por StuartMacadam (1985; 1987; 1989; 1991; 1996), se localizan en el exocráneo y en el techo orbitario, si bien en este último caso la evidencia pervive hasta la condición adulta, siendo conocidos en la Paleopatología como Cribra Orbitalia e hiperostosis porótica (Angel 1967) (Campillo 1995: 150). Ambos conceptos aluden a la cribosidad que presenta la superficie de esas zonas (eminencias frontales y parietales y techo orbitario), y suele manifestarse con patrones simétricos y bilaterales (Stuart-Macadam 1991: 36) (White 1991: 346). Las alteraciones en las zonas citadas se deben a cambios en el
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 204. CRIBRA ORBITALIA EN UN SUJETO DEL SIGLO XVII PROCEDENTE DE SAN LAUREANO (LACALLE Y GUIJO 2007a)
LÁMINA 205. CRIBOSIDAD DE UN TECHO ORBITARIO EN UN INDIVIDUO SUBADULTO ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE). PUEDE APRECIARSE COMO EL TEJIDO COMPACTO EXTERNO HA SIDO PARCIALMENTE REABSORBIDO POR LA EXPANSIÓN DE LA ESPONJOSA (GUIJO 2002d)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 13. Recapitulación. Procesos anémicos, episodios carenciales y conservación MODIFICACIÓN EN LA CONSERVACIÓN DEL HUESO O EN LA RELACIONES ANATÓMICAS NORMALES
PROCESO En los procesos que conllevan una expansión de la esponjosa a expensas de la tabla externa craneal o del tejido cortical como la Cribra
MENOR RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO
orbitalia y la Osteoporosis hiperostósica En los procesos en que se altera la calidad mineral del hueso como el raquitismo y la osteomalacia
hueso se rompe a favor de este último (Lám. 208-209), quizás por una reducción en la actividad de las células formadoras de hueso, los osteoblastos (Brickley 2000: 191). Así, la masa ósea resulta disminuida con agrandamiento de los espacios trabeculares y una disminución evidente del peso (Aufderheide y Rodríguez 1998: 314) (Ortner 2003: 411). Cuando los sujetos afectados están en edades posmenopáusicas podríamos hablar de osteoporosis primaria del tipo II o senil (Brickley 2000: 191), pudiendo ser un óptimo asiento de fracturas. La pérdida de masa ósea puede incrementar la fragilidad de huesos como la escápula o el coxal, de modo que la pérdida de tejido esponjoso y de grosor cortical en general pueden hacerlos casi translúcidos. Aunque se detectan evidencias en todos los periodos históricos (al igual que las depresiones parietales bilaterales) se registra un mayor impacto entre las series monásticas sevillanas. Las poblaciones de los monasterios de San Clemente y de Santa Clara representan las series de mayor incidencia, con una intervención muy directa del factor edad.
5. PERDIDAS DE DENSIDAD ÓSEA. TRASTORNOS METABÓLICOS LIGADOS A LA EDAD a. Atrofias parietales La tabla craneal puede mostrar depresiones en las eminencias parietales, con notable adelgazamiento del diploe, de modo que en las depresiones solo resta una fina lámina de tejido compacto y un tejido esponjoso diploico muy disminuido o ausente (Campillo 2001: 2001). El adelgazamiento biparietal (Lám. 206-207) es una alteración metabólica, de implantación usual en el sexo femenino y que suele coincidir con la menopausia o edades avanzadas, aunque no está claro su origen (Lodge 1967: 407) (Ortner 2003: 412). La fragilidad del hueso en la zona deprimida lo vuelve casi translúcido e incluso pueden existir reabsorciones puntuales. b. Osteoporosis La osteoporosis consiste en una enfermedad metabólica en la que el equilibrio entre formación y resorción de
Tabla 14. Recapitulación. Trastornos metabólicos vinculados a la edad y conservación del hueso MODIFICACIÓN EN LA CONSERVACIÓN DEL HUESO O EN LA RELACIONES ANATÓMICAS NORMALES
PROCESO Disminución en el grosor del tejido cortical
MENOR RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO
Agrandamiento de los espacios trabeculares
AUMENTO DE LA CONSISTENCIA DEL HUESO
Engrosamientos de la tabla frontal interna en la hiperostosis frontal interna
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
LÁMINA 206. ATROFIA BIPARIETAL EN UN INDIVIDUO SENIL (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006 a)
LÁMINA 207. ATROFIA BIPARIETAL EN UN INDIVIDUO SENIL (PE, ÉCIJA) (REGISTRO GUIJO 2003)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 208. SECCIÓN DE UNA VÉRTEBRA LUMBAR DE UN SUJETO FEMENINO DE EDAD MADURA DE DEPÓSITOS MONÁSTICOS SEVILLANOS DEL SIGLO XVI (SCL), CON AGRANDAMIENTO DE LOS ESPACIOS TRABECULARES POR OSTEOPOROSIS Y MORFOLOGÍA DE VÉRTEBRA DE PEZ (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 209. SECCIÓN DE DOS FÉMURES ADULTOS PROCEDENTES DEL CONVENTO DE LA VICTORIA (PC, SEVILLA) (UNIDAD 26). A LA IZQUIERDA PIEZA NORMAL Y A LA DERECHA PIEZA AFECTADA POR ALTERACIONES OSTEOPORÓTICAS, CON UNA IMPORTANTE REABSORCIÓN DEL TEJIDO COMPACTO (GUIJO Y LACALLE 2005)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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fragilidad, o de tejido compacto. Diversas tumoraciones, como pueda ser el osteoma u osteocondromas pueden dar lugar a una proyección de hueso lejos de la superficie normal, en el último caso recordando la miositis osificante pero con afectación del tejido medular. También los traumas en inserciones musculares puede provocar la calcificación (miositis osificante) de parte de estos tejidos. La sobreutilización funcional puede producir la calcificación parcial de ligamentos o inserciones musculares.
6. EXOSTOSIS, TUMORACIONES, PROCESOS SEUDOTUMORALES Y OTROS Sin entrar a la valorar la etiología de todos estos procesos por la complejidad diagnóstica de los procesos tumorales, seudotumorales y exostosis en general, es necesario tener en cuenta una amplia gama de alteraciones morfológicas localizadas en el hueso, procedentes de calcificaciones, engrosamientos del propio hueso, etc. Pueden llegar a mostrar diversas formas (Lám. 210-217) y estar compuestos de tejido esponjoso, lo que aumenta su
LÁMINA 210. OSTEOMA EXOCRANEAL DE UN SUJETO ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE) (REGISTROS GUIJO 2003)
LÁMINAS 211 Y 212. EXOSTOSIS EN UN HÚMERO DERECHO Y UN RADIO IZQUIERDO DE SUJETOS ALMOHADES PROCEDENTES DE ÉCIJA (REGISTROS GUIJO 2003)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 213. EXOSTOSIS EN LA ZONA DISTAL DE UN HÚMERO DE UN SUJETO ALMOHADE PROCEDENTE DE ÉCIJA (PE), SEVILLA (REGISTROS GUIJO 2003)
LÁMINAS 214 y 215. POSIBLE MIOSITIS OSIFICANTE EN LA CARA ANTERIOR DE UN FÉMUR PERTENECIENTE A UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (U. 8, CER). VISTA GENERAL DE LA CARA INTERNA Y DETALLE (GUIJO Y LACALLE 2004c)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 216 Y 217. OTRAS FORMACIONES ANÓMALAS DE HUESO EN SUJETOS ALMOHADES PROCEDENTES DE ÉCIJA (PE). EN EL TERCIO SUPERIOR DE UN FÉMUR DERECHO (A LA IZQUIERDA) Y ENTRE DOS METATARSIANOS (DERECHA) (REGISTROS GUIJO 2003)
sanguíneos. A causa de las características de la cavidad pulpar, con una salida en el extremo de la raíz, una infección puede extenderse a través de este foramen (Alt et al 1998: 249) hacia los tejidos y hueso subyacentes. La consecuencia es la aparición de diversas formas de osteítis o infección periapicales en la zona comprendida entre el ápice radicular y el hueso (Alexandersen 1967: 576-577) (Cawson 1983) (Alt et al 1998: 247), en el curso de las cuales intervienen las células destructoras de hueso (osteoclastos) formando una cavidad rellena de pus. La evolución de los daños puede ocasionar la destrucción de zonas más allá de la primera localización, siendo usual en la diseminación de la infección por el hueso alveolar la perforación de la lámina externa del maxilar o mandíbula junto al ápice del diente, con salida o drenaje en la superficie de la mucosa (Cawson 1983: 77) (Brothwell 1987: 221) (Giunta 1991: 76-77) (Lukacs 1989: 271). Es lo que se conoce como absceso, proceso supurativo que puede ser agudo o cronificarse (Nadal 1987: 323,329). En ocasiones las vías de fistulización o drenaje pueden abrirse paso a través del piso de las fosas nasales, paladar, mandíbula, seno maxilar e incluso frontal, tal como se recoge en la literatura paleopatológica. De este modo la máxima cautela debe centrarse no sólo en evitar daños en la proximidad de los defectos óseos, sino en la necesidad de evitar daños póstumos seudopatológicos en el hueso alveolar. Especial precaución debe tenerse en la preservación del cálculo, que no debe confundirse con concreciones calcáreas.
7. LESIONES DENTARIAS La prevención ante las lesiones dentarias que pueden aguardarse en los diversos contextos históricos sevillanos se centra basicamente en las consecuencias que puede tener procesos osteolíticos y otras destrucciones (Cawson 1983) (Poyton 1989) (Pinkham 1991) (Chimenos 1995) (Chimenos 2003). La presencia de caries puede influir en el estado de conservación de una pieza dentaria, llegando a ocasionar una destrucción progresiva de los tejidos duros dentarios a partir de la actividad microbiana en la superficie del esmalte (Nadal 1987: 207) (Ortner y Putschar 1985: 437) (Caselitz 1998: 203). El proceso puede progresar hasta la completa destrucción de la dentina, reduciendo el esmalte hasta un simple contorno o dejando las raíces como los vestigios que pueden ser la única prueba de la lesión. Una destrucción importante de la pieza facilitará el desprendimiento de los restos dentarios. Desde la lesión cariosa se abre una vía para que las bacterias lleguen a los tejidos subyacentes (Cawson 1983: 26) influyendo en la conservación del hueso alveolar. En relación a las modificaciones del hueso en el entorno del aparato masticador, diversos procesos, como una caries, un proceso traumático e incluso el desgaste (sobre todo en poblaciones prehistóricas), pueden conducir a la exposición de la cavidad pulpar del diente (Alt et al 1998: 249), originando una infección en el conducto radicular, que contiene nervios y vasos
Una responsabilidad importante en la recuperación de la evidencia esquelética reside en la
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
necesidad de preservar las piezas dentarias in situ y recuperar los elementos desgajados del alveolo. La observación de las piezas en su lugar de implantación, además de facilitar un mejor conocimiento de la nutrición
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y los episodios críticos, al igual que puede hacerse con las piezas desprendidas, puede ser vital para tener un mejor conocimiento de las relaciones de causa-efecto entre diversos procesos paleopatológicos.
LÁMINAS 218 Y 219. A LA IZQUIERDA SUJETO ADULTO MASCULINO PROCEDENTE DE CONTEXTOS MOZÁRABES CORDOBESES (CER, T-8) CON DESTRUCCIONES POR CARIES (GUIJO Y LACALLE 2004c). A LA DERECHA SUJETO MOZÁRABE (CER, UNIDAD 417) CON UN PROCESO INFECCIOSO PERIAPICAL ORIGINADO EN UNA CARIES DEL PRIMER MOLAR INFERIOR IZQUIERDO (GUIJO Y LACALLE 2004c )
LÁMINAS 220 Y 221. A LA IZQUIERDA DETALLE DE LA ZONA DENTAL DE UN SUJETO ISLÁMICO DE ÉCIJA (PE), CON ABSCESOS EN LOS MOLARES SUPERIORES E INFERIORES DEL LADO DERECHO (REGISTROS GUIJO 2003). A LA DERECHA DETALLE DE LA ZONA DERECHA DEL MAXILAR Y LA MANDÍBULA (IN SITU) DE UN SUJETO ALMOHADE DE ÉCIJA (PE, U. 10908), CON VARIOS ABSCESOS ALVEOLARES Y DESTRUCCIONES DEL ESMALTE POR CARIES EN EL MAXILAR SUPERIOR. LOS DAÑOS PATOLÓGICOS PERIAPICALES Y LA CARIES HACEN FÁCILMENTE DESPRENDIBLES A LAS PIEZAS DENTARIAS (REGISTROS GUIJO 2003)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 222. GRAN FÍSTULA EN EL MALAR DERECHO A CONSECUENCIA DE LA AFECCIÓN DEL SENO MAXILAR POR UNA EXPOSICIÓN PULPAR DE ORIGEN CARIOSO O TRAUMÁTICO. INDIVIDUO ALMOHADE DE SEVILLA (SJ, UNIDAD 388) (GUIJO 2002d)
LÁMINAS 223 Y 224. A LA IZQUIERDA FÍSTULA EN EL PALADAR DE UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (CER) A CAUSA DE LA FRACTURA DE LA CORONA DEL INCISIVO CENTRAL DERECHO (GUIJO Y LACALLE 2004c). A LA DERECHA PALADAR DE UN SUJETO DEL SIGLO XVIII DE SANTA CLARA (PUERTO DE SANTA MARÍA, CÁDIZ), CON UNA GRAN CAVIDAD Y REACCIÓN VITAL (¿SECUNDARIO A INFECCIÓN DENTARIA?) (GUIJO Y LACALLE 2011)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
La ausencia de cautela en la recuperación de piezas dentarias puede hacernos perder evidencias del estado de salud de una población arqueológica a partir de lo que se conoce como hipoplasia del esmalte. Consiste en un trastorno en la calcificación del esmalte, de modo que se modifica su calidad quedando este episodio grabado
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mediante un surco o una banda transversal (Schultz 1998), pudiendo hablarse de causas multifactoriales pero que nos remiten a la condición subadulta (Skinner y Goodman 1992) (Goodman y Rose 1996: 78,85) (Hillson 2000: 252) (Whittaker 2000: 84).
Tabla 15. Recapitulación. Lesiones dentarias y conservación de la evidencia anatómica MODIFICACIÓN EN LA CONSERVACIÓN DEL HUESO O EN LA RELACIONES ANATÓMICAS NORMALES
PROCESO En las destrucciones dentarias por caries En los márgenes de las cavidades formadas en lesiones periapicales
MENOR RESISTENCIA DEL TEJIDO ÓSEO
En los márgenes alveolares expuestos a enfermedad periodontal EVIDENCIAS PATOLÓGICAS ADHERIDAS
Cálculo o sarro dental
ser cristales de ácido úrico en relación a la gota (Bourke 1967: 368) (Rogers y Waldron 1995: 78). Algunas zoonosis como la equinoccocis pueden dejar evidencias del quiste calcificado en diversas zonas esqueléticas (Lám. 225-228). Igualmente cabe la posibilidad de detectar cálculos renales o biliares en los entornos torácico y abdominal. En estos casos de formación de cuerpos extraños el peligro reside en la posible confusión con piedras o gravas.
8. PRESENCIA DE ELEMENTOS PATOLÓGICOS INTRAARTICULARES O ASOCIADOS AL ENTERRAMIENTO En el momento de la excavación es necesario considerar la posibilidad de que numerosas afecciones patológicas puedan dejar testimonio de su existencia a través de la presencia de restos químicos en diversas zonas anatómicas. Es el caso de depósitos intraarticulares o periarticulares en diversas articulaciones, como puedan
LÁMINAS 225 Y 226. DETALLE DE LA ZONA PÉLVICA DE UN SUJETO DE ÉPOCA CALIFAL (SIGLOS IX-X) PROCEDENTE DE SEVILLA (LE, UNIDAD 61), EN LA QUE SE DETECTÓ UN CUERPO EXTRAÑO POSTERIORMENTE DIAGNOSTICADO COMO UN QUISTE HIDATÍDICO CALCIFICADO (GUIJO 2000; 2001)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 227 Y 228. A LA IZQUIERDA CORTE DEL CUERPO ALOJADO EN LA PELVIS DE LAS LÁMINAS ANTERIORES (GUIJO 2000; 2001). A LA DERECHA ENVOLTURA CALCIFICADA DE UN POSIBLE QUISTE PROCEDENTE DE UN SUJETO MOZÁRABE CORDOBÉS (GUIJO Y LACALLE 2006b)
De todo lo anterior se derivan una serie de necesidades:
piezas afectadas, teniendo en cuenta las diversas posibilidades patológicas
Conocimiento de la anatomía que permita identificar el límite normal de una superficie ósea
Conocimiento sobre procesos patológicos y de unos procedimientos adecuados para la exposición de
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III. TERCERA PARTE. EXCAVACIÓN DE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA EN SU CONTEXTO
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
RESUMEN La intervención en depósitos antropológicos se verá influida por factores en relación a la forma en que se dispone el material óseo, componentes antropológicos y las características de la envoltura externa o contenedor. A lo largo de un espacio temporal de veinticuatro siglos el paisaje de la muerte en Sevilla está marcado por la diversidad cultural y por un espacio urbano que influye de diferentes maneras en las formas de la muerte y del destino de los muertos. El mundo romano dispone sus muertos en el exterior de la ciudad, al igual que hacen las poblaciones islámicas y judías. Solo el paso del tiempo y el crecimiento del espacio urbano en tiempos posteriores absorben estos espacios en la ciudad. Desde el siglo XIII el mundo cristiano los lugares de enterramiento están asociados a espacios públicos intramuros, monasterios, iglesias, hospitales y todo tipo de contenedores. Esta inmersión en el espacio urbano expone estas zonas a una continua transformación, dentro del pulso diario de la ciudad. Las inhumaciones en fosas, ataúdes y estructuras definen un universo de identidades colectivas, comportamientos rituales y no rituales, realidad multiforme cuya configuración puede ayudar a prevenir el qué nos podemos encontrar y cómo puede disponerse y ordenarse la evidencia antropológica. La forma en la que se disponen los restos óseos humanos varía entre los diversos grupos en función de pautas rituales o factores de otro tipo. En todo caso, no nos encontramos ante compartimentos estancos, mundos impermeables o inmunes a influencias culturales. Muchas circunstancias que nada tienen que ver con los hechos históricos en los que se producen los enterramientos pueden romper la configuración ritual. La forma en que se nos puede presentar colocado un esqueleto, el grado de articulación de las evidencias y los componentes antropológicos exige una estrategia adaptable a múltiples circunstancias. Esto exigirá un nivel de aptitud por parte del equipo arqueológico, con una amplia experiencia de campo para diferenciar los diversos eventos estratigráficos así como un alto conocimiento antropológico.
Juan M. Guijo Mauri
prevent what we can find and how to disposed and ordered the anthropological evidence. The way in which they are arranged human bones varies among different groups according to ritual patterns or other factors. In any case, we are not dealing compartmentalized worlds impervious or immune to cultural influences. Many circumstances that have nothing to do with the historical events that occur in the burial can break the ritual configuration. The way that we may have placed a skeleton, the degree of articulation of the evidence and anthropological components requires a strategy adaptable to many circumstances. This will require a level of competence by the archaeological team, with extensive field experience to differentiate the various stratigraphic events and a high anthropological knowledge. La importancia de la planificación metdológica viene dada no solo por la necesidad de recuperar y registrar con la máxima calidad las evidencias antropológicas y arqueológicas del depósito, sino por la obligación de gestionar la estrategia, medios empleados y tiempo de la forma más armónica posible. Este proceso exigirá una adecuada lectura de las diversas evidencias antropológicas y se verá facilitado por la comprensión de las características del continente y pautas rituales o deposicionales en un contexto cultural determinado.
ABSTRACT Intervention in anthropological deposits will be influenced by factors relating to the manner in which the bone material is available, anthropological components and characteristics of the outer wrapper or container. Throughout the time span of twenty-four centuries the landscape of death in Seville is marked by cultural diversity and urban space in different ways influences the ways of death and the fate of the dead. The Roman world has their dead outside the city, as do Muslim and Jewish populations. Only time and growth of urban space in later times absorb these spaces in the city. From the thirteenth century the Christian world burial sites are associated with indoor public places, monasteries, churches, hospitals and all types of containers. This immersion in the urban space exposes these areas to a continuous transformation within the daily pulse of the city. The burials in graves, coffins and structures define a universe of collective identities, behaviors, rituals and no rituals, multiple reality whose configuration can help 150
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
A. LOS REFERENTES ESTRUCTURALES (EL CONTENEDOR) EN LA RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA
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los miembros, transformaciones experimentadas por el material óseo (como pueda ser la cremación) y de la existencia de otros continentes, como recipientes cerámicos y ataúd. La limpieza del terreno en la fase preliminar y la búsqueda de contrastes cromáticos mediante el empleo de algún tipo de humidificador permitirán la detección de las fosas, que tenderán a presentar una coloración más oscura. Color, compacidad y textura del relleno, también influidas por la inhumación, aportarán las diferencias esenciales con el terreno circundante (Hunter y Cox 2005: 32, 102). En ocasiones, al tratarse de un terreno removido en relación al entorno, la actividad vegetal puede estar mucho más presente en el interior de la fosa. El proceso de excavación de la fosa, una vez claro el contorno de la misma, ha de partir de rebajes desde el perímetro exterior hacia el interior, buscando la definición del bulto redondo que forma el esqueleto y respetando la conformación de las paredes. Las mejores condiciones para la definición del esqueleto vendrán dadas por la clarificación de las zonas marginales, alrededor del cuerpo o en otra zona del interior de la fosa, así como de la delimitación del nivel de base sobre el que fue situado el cuerpo. Se trata de definir el espacio entre el sujeto inhumado y los límites estructurales. Toda esta clarificación será fundamental en la estrategia, ritmo y calidad del trabajo. Sin embargo, una de las mayores dificultades puede venir dada por la profundidad de la fosa, que en los contextos islámicos y en los espacios en que se suceden enterramientos en vertical, como puede ocurrir en iglesias y monasterios puede llegar a ser importante. Con los posibles inconvenientes añadidos de la profundidad y estrechez de la fosa resulta decisiva la definición de las zonas de mayor libertad operativa, no condicionadas (o al menor nivel posible) por el depósito osteológico, como lugares de apoyo o de salida del sedimento.
RESUMEN Las características del continente influirán de forma decisiva en la estrategia y recuperación de los restos. Sus características nos pueden informar de los contenidos, episodios de reutilización, susceptibilidad a alteraciones ambientales y determinarán un distinto grado de afección de los restos óseos en forma de daños mecánicos, químicos o en la forma en que se disponen. ABSTRACT The characteristics of the continent decisively influence the strategy and recovery of remains. Their characteristics can tell us the content, episodes of re-use, susceptibility to environmental changes and will determine a different degree of involvement of the skeletal remains as mechanical damage, chemical or how they are arranged. El rigor de la excavación de un depósito antropológico va unido directamente a la adecuada definición del entorno estructural o continente en el que se aloja la evidencia osteológica. Sólo la adecuada comprensión de sus límites, consistencia y de las particularidades que pueda presentar puede permitirnos racionalizar todo el procedimiento, aunando calidad y un ritmo adecuado. En función de la envoltura estructural, tipo de cubierta y otros receptáculos funerarios podremos prever una serie de riesgos durante la exposición de la evidencia esquelética, así como en algunos casos aguardar una serie de modificaciones ambientales que condicionarán la estrategia de recuperación. La misma posición de los restos óseos puede haberse visto condicionada por las características del continente, jugando incluso la forma del contenedor un papel esencial en la posición del cuerpo. Los diferentes significantes, o realidades físicas que resultan de la convivencia con un marco estructural determinado, pueden remitirnos a certidumbres rituales o antropológicas o conllevar lecturas de falsos contenidos o significados. Al considerar los diversos marcos estructurales que pueden condicionar la integridad, relaciones anatómicas y la propia recuperación del material osteológico no pretendemos elaborar ningún catálogo ni tipología, sino analizar las diversas consecuencias que pueden tener en la evidencia antropológica como condicionantes de su preservación, como influencia en su recuperación y como indicio de la realidad que nos podemos encontrar en el depósito.
a. El mundo romano En época romana podemos encontrarnos con depósitos (Prado) en los que más del 98% de las inhumaciones se realizan en fosa con cubierta o desprovistas de ella, sin diferencias significativas por grupos de sexo y edad. La anchura de la fosa es mayor que en los depósitos islámicos y similar al tamaño que presenta en necrópolis cristianas. Como algo inusual nos podemos encontrar algún ejemplo de fosas en las que el piso de la misma aparece revestido de tégulas. En un entorno posterior a partir del siglo III hasta el V, como revela el yacimiento de la Trinidad, se impone la tendencia contraria, con una mayor presencia de las estructuras frente a la fosa simple, aunque en este caso puede influir la proximidad al mundo cristiano (Carrasco et al 2006) (Lacalle y Guijo 2005). Otras necrópolis en contextos altoimperiales del medio rural (Los Adaínes)20 o tardíos (calle Segovias) presentan una unanimidad de la inhumación en fosa (Guijo y Lacalle 2004d).
1. FOSAS La fosa simple representa el marco más sencillo para el alojamiento del cuerpo y su morfología varía en función del número de inhumaciones, edad del sujeto, posición de
20 Referencia de Sebastián Corzo, responsable de las investigaciones desde 2009
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b. Contextos islámicos
XV (Romo et al 2001a: 378-379), hecho confirmado por otras intervenciones (Quirós y Rodrigo 2002). Este tipo de tumbas se dispone en alineaciones, con los enterramientos subadultos formando agrupaciones diferenciadas de las alineaciones adultas.
Los referentes islámicos de Sevilla y su entorno geográfico entre el siglo IX y el XIII presentan un absoluto dominio de la fosa, con las únicas variaciones dadas por el empleo de fosa simple o con cubierta de tejas (San Jorge, Buhayra, Lerena y Alberto Lista) (Piechotta y Mantero 1996: 260) (Pecero, López, Magariño y Guijo 1999) (Guijo 2000b; 2002d; 2007) (Vera, Conlin y Guijo 2001) (Conlin et al 2003) (Guijo et al 2003) (Guijo y Lacalle 2004a; 2005a). En las fosas con cubierta de tejas podemos encontrar diferentes morfologías:
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d. El mundo cristiano Entre los grupos cristianos medievales, refiriéndonos tanto a población laica como a la procedente de entornos monacales, la fosa simple representa el continente casi exclusivo en las inhumaciones primarias, residiendo las diferencias en el uso del ataúd (Guijo 1998 a y b) (Guijo et al 2000) (Tabales 1997) (Tabales et al 2002) (Jiménez 2002) (Guijo y Lacalle 2005b) (Guijo y Lacalle 2006a) (Guijo 2004b). En algún caso aislado procedente del Castillo de San Jorge la fosa simple es revestida con piedras irregulares (Guijo 2002d). La perpetuación de usos funerarios en un mismo espacio por parte de una comunidad religiosa o por el uso privado de un grupo familiar debe ser tenida en cuenta a la hora de captar el funcionamiento de zonas de enterramiento en la ciudad cristiana, puesto que determina una planificación y una dinámica determinadas. En diversos espacios monacales y en iglesias las fosas que alojan directamente los cuerpos o los ataúdes suelen reflejarse en los suelos de la estancia que acoge a los enterramientos, no sólo por el dibujo de la fosa ladrillos en zonas concretas sino incluso en el diseño general de todo el suelo. Se trata de espacios rectangulares formados por una solería a la palma acompañados o no de un marco, a veces delimitado en rojo (como se ha detectado en enterramientos bajomedievales del Cuartel del Carmen) (Tabales et al 2002). Las fosas se organizan en estos espacios más o menos amplios, tanto en planta como en toda la potencia de ocupación, con un diseño en forma de parrilla o de fosas dispuestas de forma paralela. Estos espacios se localizan en los ángulos de los claustros, en salas capitulares o en capillas y suelen presentar usos funerarios espaciados en el tiempo. El conservadurismo y la planificación alcanzan su extremo en espacios como la sala De Profundis del Monasterio de Santa Clara (Guijo y Lacalle 2006a), en la que el diseño del espacio de inhumación en forma de parrilla arranca en la etapa medieval. En estos momentos (siglo XIV-XV) los cuerpos se inhuman en fosas cuyo eje mayor se dispone en sentido este-oeste, con los cráneos apuntando al oeste. A partir del siglo XVI cambia la orientación del cuerpo en 180º pero se perpetúa el uso de los espacios de inhumación, repitiendo el diseño medieval pero con una menor densidad debido al incremento del empleo de ataúdes de gran tamaño, con lo que ello conlleva en cuanto a mayor ocupación del espacio. El uso en el tiempo de espacios de inhumación en fosa, diseñados en los pavimentos, se puede relacionar también con su usufructo por familias entre los grupos cristianos nobiliarios. Se suceden así inhumaciones primarias y secundarias en un espacio de límites casi inmutables en planta, trasmitiendo así una idea de eternidad y cohesión del grupo, pero mutables hasta lo
La cubierta de tejas cubre una fosa en U La sección revela una fosa en forma de T, con la base más estrecha reservada al esqueleto. La mayor anchura de la fosa superior guarda una relación muy directa con el tamaño de las tejas. Podría tratarse más de un procedimiento corrector, para fijar con más seguridad el decúbito lateral, que de una variable ritual.
A mayor anchura de la fosa aumentan las posibilidades de un vuelco anterior o posterior del cuerpo y en ocasiones pueden detectarse fosas de notable estrechez en las que, una vez encajado el cuerpo, se asegura su estabilidad. Suele ser frecuente el apoyo del lado izquierdo sobre una de las paredes de la fosa, a consecuencia de desplazamientos gravitacionales tras la colocación del cuerpo en decúbito lateral derecho. La anchura de la misma es menor en la media de las series islámicas consideradas en relación a otros grupos históricos. Podemos hablar de una diferencia con grupos islámicos de Córdoba y del entorno de Écija, donde a la fosa simple sin otras modificaciones se le agregan numerosos casos de envolturas de la oquedad con adobe o con otros elementos materiales, piedra o algún tipo de argamasa (ver estructuras) (Guijo et al 2003) (Guijo y Lacalle 2008a; 2008b). Otro hecho diferencial es que en estas zonas puede recurrirse a esos materiales para delimitar en superficie el espacio de enterramiento, además del usual recurso a la cubierta de tejas. c. Comunidad judía medieval En la comunidad judía entre el siglo XIII y XV, sobre los testimonios exhumados en los jardines de Catalina de Ribera, la edad de los sujetos condiciona de forma significativa su inclusión o no en fosa simple. Ésta se asocia a más del 80% de la población subadulta y a poco menos del 40% de los individuos adultos. Los sujetos entre 13 y 17 años son inhumados en su mayoría en fosa simple con ataúd (Guijo 2002c). Sólo en contados casos de la primera fase (a principios del siglo XIV) identificamos enterramientos en fosa adultos (Romo et al 2001a). A consecuencia de las persecuciones que tienen lugar a finales del siglo XIV el empobrecimiento progresivo de la comunidad está representado por la mayor presencia de fosas a partir de estos momentos, generalizadas en relación a las estructuras abovedadas en los momentos finales del siglo 152
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inhumaciones colectivas de más de dos sujetos (Guijo y Lacalle 2008b; 2009).
extremo en la reutilización por parte de ese mismo grupo. La Capilla de San Hermenegildo de la Catedral constituye un claro ejemplo en este sentido (Guijo 2004a; 2004b). En los contextos laicos y monacales la remoción de contextos primarios puede conllevar la recolocación de los restos del sujeto desplazado en los pies de la nueva inhumación o en una fosa próxima, que suele ser de planta circular, en torno a 30-50 centímetros de diámetro (Guijo 1997; 2002a; 2002b). El desinterés por preservar la individualidad de los restos se acrecienta a partir del siglo XVI por el incremento de los efectivos demográficos, exigiendo limpiezas exhaustivas de tumbas para realizar nuevas inhumaciones y la creación de nuevas fosas de planta rectangular o muy alargadas, en las que se disponen los restos de múltiples sujetos. Llegan a aprovecharse incluso las zanjas de cimentación para la formación de grandes osarios, como resulta evidente en los contextos monásticos del Cuartel del Carmen (Tabales et al 2002: 123). Estos procesos han de entenderse como simples redeposiciones o limpiezas sin finalidad ritual alguna. e. Las fosas colectivas Los testimonios arqueológicos más antiguos sobre la existencia de fosas colectivas de inhumación en la ciudad de de Sevilla se detectan en la ciudad romana. En el yacimiento del Prado de San Sebastián (Guijo y Lacalle 2006c) se pudo excavar una gran fosa colectiva de inhumación primaria 21 , con la deposición de al menos catorce individuos, identificable como un puticuli o inhumación colectiva para pobres o sectores sociales marginales, así como una múltiple con tres sujetos inhumados de forma coetánea. En el mundo cristiano medieval y en la ciudad cristiana posterior, hasta el siglo XIX, los espacios de enterramiento se ubican generalmente en fosas simples en el interior de iglesias, plazas y en los cementerios anexos a las mismas, tal como recogen diversos testimonios escritos cuando no basta la arqueología (Carmona 2000). Durante toda la historia de la ciudad los grandes desastres de tipo epidémico, hambrunas y desbordamientos del río y la disparatada mortalidad subsiguiente llevaban a la excavación de fosas colectivas en diversas zonas al exterior de la ciudad 22 como en el Prado de San Sebastián, proximidades del Hospital de la Sangre, Arenal y entorno de la Puerta Osario, así como en los cementerios de hospitales intramuros y otros espacios urbanos (Carmona 1993) (Carmona 2000: 129, 102). Hemos detectado casos en Maqbaras califales de Qurtuba la existencia de amplias fosas para acoger a 21 Intervención ejecutada dentro de los trabajos de la Línea 1 del Metro y dirigida por Laura Mercado Hervás, a la que agradecemos las facilidades dadas. La profundización de esta información queda a la espera de su Tesis Doctoral, centrada en este yacimiento. 22
El Prado de San Sebastián y el exterior de la Puerta Osario fueron espacios elegidos en diversas ocasiones (Carmona 2000) (Velázquez y Sánchez 1866).
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LÁMINAS 229-231. A LA IZQUIERDA DETECCIÓN DE LA FOSA, RESALTE DE LA MISMA (CENTRO) Y EXCAVACIÓN EN TODA SU LONGITUD (DERECHA). FOSAS MOZÁRABES CORDOBESAS DEL SIGLO X (NOR) (GUIJO Y LACALLE 2006b).
LÁMINAS 232-234. EXPOSICIÓN DEL CUERPO DESDE LOS BORDES DE LA FOSA. A LA IZQUIERDA Y CENTRO FOSAS MOZÁRABES DEL SIGLO X (NOR) (GUIJO Y LACALLE 2006b) Y A LA DERECHA INHUMACIÓN MEDIEVAL ALMOHADE (JA) (PECERO Y GUIJO 2006).
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Tabla 16. Dimensiones medias de la fosa en inhumaciones femeninas entre el siglo I d.C. y el siglo XVII CONTEXTO Referencia cultural Romanos (Guijo y Lacalle 2006c) Mozárabes (Guijo y Lacalle 2006b) Califal islámico (Guijo 2000b) Almohade (Guijo 2002d) Judíos (Guijo 2002c) Cristiano bajomedieval (Guijo 2002d) Monástico bajomedieval (Guijo 2002a) Monástico moderno (Guijo 2002b)
Yacimiento Prado Noreña Lerena San Jorge San Jorge Catalina de Ribera San Clemente Santa Clara
LONGITUD FOSA Media Oscilación 157 143-172 159 142-180 154 142-161 155 147-171 155 146-169 156 145-161 160 155-166 158 152-170
ANCHURA FOSA Media Oscilación 40,5 36-46 38 37-45 34 28-40 33 27-39 39 32-44 39 33-43 41 38-43 41,5 32-46
PROFUNDIDAD FOSA Media Oscilación 30 21-34 28 19-32 31 20-34 34 29-37 29 19-35 20 15-24
Tabla 17. Dimensiones medias de la fosa en inhumaciones masculinas entre el siglo I d.C. y el siglo XVII CONTEXTO Referencia cultural Romanos (Guijo y Lacalle 2006c) Mozárabes (Guijo y Lacalle 2006b) Califal islámico (Guijo 2000b) Almohade (Guijo 2002d) Judíos (Guijo 2002c) Cristiano bajomedieval (Guijo 2002d) Monástico bajomedieval (Guijo 2002a) Monástico moderno (Guijo 2002b)
Yacimiento Prado Noreña Lerena San Jorge Catalina de Ribera San Jorge El Carmen El Carmen
LONGITUD FOSA Media Oscilación 168 153-182 174 166-203 171 166-185 169 158-181 170 156-179 166 155-170 170 159-176 167 162-169
ANCHURA FOSA Media Oscilación 43 36-46 47 44-66 35 30-44 35 29-44 43 36-45 43 37-43 44 38-46 42 39-44
PROFUNDIDAD FOSA Media Oscilación 29 20-35 21 18-27 31 21-34 32 30-35 29 18-35 20 19-23 21 17-23
LÁMINA 235. FOSA EN FORMA DE T EN UNA SEPULTURA ISLÁMICA CON CUBIERTA DE TEJAS (EN SECCIÓN) Y ESPACIO MÁS ESTRECHO RESERVADO PARA CONTENER AL CADÁVER (JA, TUMBA 33) (PECERO Y GUIJO 2006).
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LÁMINA 236 Y 237. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ISLÁMICA EN FOSA SIMPLE DE GRAN ESTRECHEZ QUE CONTRIBUYE AL ANCLAJE DEL DECÚBITO LATERAL DERECHO (JA, TUMBA 3) (PECERO Y GUIJO 2006). A LA DERECHA INHUMACIÓN EN FOSA SIMPLE (UNIDAD 1300) PROCEDENTE DE LA PARROQUIA DEL SALVADOR (SIGLO XV) (REGISTRO GUIJO 2004, EN PECERO 2004)
LÁMINA 238. FOSAS MEDIEVALES PROCEDENTES DE CONTEXTOS MONÁSTICOS SEVILLANOS SEÑALIZADAS ORIGINALMENTE EN EL DIBUJO DE LA SOLERÍA. CUARTEL DEL CARMEN (EC) (GUIJO 2002a).
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LÁMINA 239. FOSAS ALINEADAS EN PARRILLA EN EL MONASTERIO DE SANTA CLARA (MSC), CON CONVIVENCIA DE INHUMACIONES PRIMARIAS ALTERADAS Y NO ALTERADAS Y REUTILIZACIONES (GUIJO Y LACALLE 2006a)
Tabla 18. Contenidos de las fosas de inhumación. Síntesis Periodos histórico
Tendencia
Mundo romano
Prevalece la fosa simple, desprovista de cubierta o con ella
Grupos judíos
Se asocia a más del 80% de la población subadulta y a poco menos del 40% de los individuos adultos Se impone la fosa con exclusividad, sin elementos añadidos en el contorno exterior o en sus paredes (salvo otros yacimientos del SO) Domina de forma exclusiva la cubierta de tejas sobre todo el espacio de la fosa o parte del mismo Domina la fosa simple sin otros aderezos materiales y contados casos de ataúdes Dominan las fosas simples y asociadas a ataúdes, especialmente en las comunidades monásticas y en edificios religiosos Se identifican en el mundo romano y en la comunidad islámica en diversas zonas del SO Se identifican en todos los grupos
Grupo islámicos
Grupos cristianos medievales
Grupos cristianos modernos
Inhumaciones dobles y múltiples (sincrónicas) Inhumaciones dobles o de más sujetos diacrónica
Fosas colectivas sincrónicas
Se identifican en el mundo cristiano en relación a episodios epidémicos Existe un caso en Córdoba en el que hemos registrado la inhumación sincrónica de cinco individuos
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caliza, sarcófagos tallados en caliza y sólo de forma minoritaria el recurso a cista de ladrillo (Juárez 2008) (Lacalle y Guijo 2008a) (Romo 2003). Los mayores daños osteológicos vienen impuestos por la acción del aire y la humedad en los casos en que no existe una descomposición en espacio colmatado, así como por los daños mecánicos inducidos por desprendimientos. Directamente vinculados a la humedad pueden darse fenómenos de disolución del material pétreo calcáreo y formación de depósitos sobre el hueso.
2. ESTRUCTURAS Un factor decisivo en la excavación, no sólo como condicionante metodológico sino como elemento vinculado a la conservación de la evidencia osteológica, se asocia a las estructuras que pueden albergar los restos óseos. La inhumación en estructuras encuentra una amplia variedad 23 , dependiendo del número de sujetos enterrado, la utilización de otros contenedores como ataúdes y los materiales utilizados. En muchos casos se registran evidentes reaprovechamientos de materiales de épocas precedentes, sobre todo en contextos islámicos en relación al mundo romano y entre comunidades cristianas de diversos momentos, como pueden ser readaptaciones o reformas de criptas (Guijo 1997; 2000; 2002 a; 2002b; 2002c; 2003; 2004a; 2004b;; 2007) (Guijo y Lacalle 2004a; 2004c; 2005a; 2005b; 2005c; 2006a; 2006b; 2007) (Lacalle y Guijo 2005; 2007a; 2008 a: 2008b) (Guijo y otros 2000; 2003) (Pecero 2004) (Pecero y Guijo 2006) (Romo et al 2001 a) (Vera y Conlin 2001). El marco estructural puede condicionar la exposición, registro y recuperación de las evidencias óseas, así como potenciar determinados procesos postdeposicionales que afectan a la integridad del material óseo.
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b. Minorías mozárabes Aunque no se han identificado comunidades mozárabes sevillanas conocemos por el estudio de series cordobesas la existencia de cistas de piedra caliza en contextos de los siglos IX-X (Hidalgo y Fuertes 2001) (Bermúdez et al 2007)). En estos espacios suele ser frecuente la reutilización y por tanto el hallazgo de depósitos primarios y secundarios. c. La comunidad islámica medieval Al considerar las comunidades islámicas podemos encontrar una gran variedad estructural: cajas de ladrillo, cistas de fragmentos de ladrillo, cistas de adobe, cistas de lajas de caliza. En un caso aislado procedente del Castillo de San Jorge (Sevilla) se identificó una inhumación de un sujeto adulto femenino (unidad 88), con las paredes de la fosa revestidas de ladrillos de canto. Procedentes del mismo yacimiento, una inhumación neonatal (unidad 11) presentó las paredes de la fosa revestidas de fragmentos de lebrillo. El mejor ejemplo de diversidad estructural y de tipos de materiales nos lo proporciona la maqbara de la Plaza del Salón de Écija (Romo 2003). En ésta las paredes de las estructuras están formadas por distintos materiales reaprovechados en los espacios de enterramiento de mayor densidad de ocupación. Los mayores problemas corresponden a la definición de los límites de las estructuras de adobe, proceso que puede complicarse en los casos en que existe una plancha del mismo material a modo de cubierta o en la base de la estructura, pudiendo mezclarse entre los huesos al desplomarse. En todo caso las estructuras son minoritarias frente a las fosas.
Se pueden haber producido cambios en las relaciones anatómicas si los cuerpos se han descompuesto en espacio no colmatado. La degradación de los restos puede ser notable por las repercusiones directas en el soporte óseo de los cambios de humedad y temperatura (vid aire), posibilidad que se incrementa en los espacios no colmatados. Tanto en los espacios individuales como en los destinados a múltiples recepciones podemos encontrarnos frente a una clara diacronía de los depósitos así como ante diversas formas de inhumación. La diversidad morfológica en el orden de las diversas evidencias osteológicas estará unida al tipo de recepción, función dominante del espacio y actividad ligada a un uso prolongado en el tiempo.
a. El mundo romano Las estructuras de enterramiento de Hispalis pueden oscilar entre cifras casi anecdóticas de poco menos del 2% (1,85) en el Prado de San Sebastián (hasta el siglo III d. C.) a casi la totalidad de los continentes en la Trinidad (siglos I-V d.C.). En todo caso prevalece un diseño en forma de cista de ladrillos, fragmentos de tégula y caliza, con o sin cubierta. A partir del siglo III cabe hablar de un incremento de la reutilización en esos espacios. Otros paralelos tardoantiguos de fuera de la ciudad, como Estepa y Écija, nos muestran el uso de cistas de lajas de
d. La minoría judía medieval Entre la comunidad judía medieval, a través de la intervención en Catalina de Ribera (Romo et al 2001a) (Gráfico 18) y en el solar de la actual Diputación (Santana et al 1997) (Santana ), las inhumaciones individuales en estructura de planta trapezoidal, con la cabecera más ancha que los pies y, con bóveda de medio cañón, identificadas incluso en el entorno de San Bernardo (Quirós y Rodrigo 2002), se imponen en las últimas fases entre la población adulta (por encima del 60 %) y preadulta (por encima del 80%). En múltiples casos se trata de verdaderos conjuntos, entre dos y cuatro tumbas, unidas por un murete común en la cabecera, permaneciendo sin taponar los pies de las estructuras
23
Hemos de reiterar que este trabajo no pretende un inventario exhaustivo de tipos de estructuras, cubiertas, o recipientes funerarios, sino tener en cuenta estos tipos en cuanto que afectan a la conservación, recuperación e investigación de los restos óseos que pueden contener.
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(Romo et al 2001a: 377). La existencia de aire en su interior lleva a extremar las precauciones en el desmontaje de las estructuras. En todo caso, la realidad anatómica se nos presenta en la mayor parte de los casos
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con un intenso grado de fragmentación y mezcla de los restos ante las reutilizaciones y, sobre todo, por la acción del aire y la humedad.
Gráfico 18. % individuos judíos en estructuras abovedadas (Catalina de Ribera)
100 80 60 40 20 0 Total población
Adultos masculinos Adultos femeninos
Infantiles 1 (0-6)
Infantiles 2 (7-12)
Preadultos (13-17)
se realiza en estructura individual o compartida (hasta cuatro sujetos). No se trata de recintos donde se den notables acumulaciones óseas o que muestren el horror vacui por una agobiante necesidad de aprovechar el espacio disponible, como puede ocurrir en muchas criptas modernas, sino de entidades constructivas destinadas a unos sujetos concretos en cantidad determinada. Este tipo de enterramientos podría tener una clara connotación social de modo que prevalecen en la mayor cercanía a la Iglesia y se convierten en simples fosas en la zona más alejada (según la intervención de Carretera de Carmona 10) (Moro 2008, información oral). En algunos casos los enterramientos se han realizado en el interior de amplios recintos dejando una amplia zona libre en el contorno (Carrasco et al 2006). Hay que mencionar el recurso a sarcófagos de material pétreo para alojar a personajes ilustres en la ciudad medieval y moderna. El deterioro de los restos del Cardenal Cervantes en la Catedral de Sevilla constituye un claro ejemplo de la influencia de la humedad y el aire en un espacio no colmatado (Guijo y Lacalle 2004) (Guijo 2004), deterioro que plantea una contradicción con la intención de perdurabilidad que plantea la monumentalidad de este tipo de sepultura. Desde el XV y sobre todo en el mundo moderno destacan como referencias estructurales las grandes criptas monásticas y eclesiásticas. Los marcos estructurales como los que representan las criptas se componen de una realidad compleja y multiforme, pudiendo detectarse inhumaciones primarias, secundarias, en ataúd, grandes osarios, fosas de inhumación primaria o, lo más habitual, una combinación de todo ello. Ello nos remite a la
e. La ciudad cristiana Aunque las inhumaciones individuales provistas de estructura no alcanzan demasiada prédica en el mundo medieval cristiano conocemos desde el siglo XIII enterramientos individuales en cajas de ladrillo (Guijo 1997). En los primeros depósitos cristianos del Monasterio de San Clemente la reutilización de estos espacios resulta usual, con los depósitos secundarios (remoción de un ocupante anterior) a los pies, alrededor e incluso bajo una inhumación primaria. Contextos laicos medievales (San Jorge) y modernos (Trinidad) nos ofrecen asimismo simulacros de estructura en forma de un cinto de ladrillos y medios ladrillos en el contorno de la fosa (Guijo et al 2000) (Lacalle y Guijo 2008b). En la Catedral de Sevilla se han podido recuperar evidencias de los siglos XIII-XIV, anteriores al edificio gótico, asociados al exterior de lo que entonces era mezquita ya cristianizada, en forma de fosas revestidas de ladrillo en el espacio que acoge a la mitad superior del cuerpo en sus lados mayores. Estas estructuras presentan un lecho con ladrillos dispuestos en V, un tapizado de las paredes con ladrillos de canto y un relleno de cascotes y ladrillos sobre el ataúd, conformando una cubierta plana. El recurso a estructuras individualizadas e incluso compartidas entre diversas inhumaciones primarias no resulta usual más allá de los enterramientos en cripta. La necrópolis del XVII del yacimiento de la Trinidad nos muestra una extendida utilización de estructuras o recintos de ladrillo para acoger a las inhumaciones en ataúd. Casi el 98 % de las inhumaciones
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diacronía de su funcionamiento como otra cuestión que, más allá de los procedimientos rituales, añade complejidad a su registro, desembocando a veces en situaciones insalvables en cuanto a la precisión cronológica. Las criptas suelen mostrar una planta rectangular con una entrada de planta cuadrada y escalinata de ladrillo. Durante el siglo XV y el XVI, como revelan las intervenciones en el Cuartel del Carmen (Tabales et al 2002) y Monasterio de la Victoria (Guijo 2005), la cubierta es plana, formada por la solería de la estancia que alberga a la cripta. Esta situación se puede mantener en el siglo XVII, como se aprecia en la Iglesia del Monasterio del Carmen (Tabales 2002). Sin embargo, a consecuencia de las grandes obras, con un aumento de la monumentalización y de efectivos demográficos al calor de la Contrarreforma en el siglo XVII, las criptas aumentan de proporción, multiplican sus ubicaciones (compás, iglesia, capillas, claustro, sala capitular) y se convierte en usual la sección rematada en bóveda de cañón. Las situaciones de menor densidad de acumulación de restos mantienen los enterramientos a los lados de la cripta, dejando libre el acceso. Si la reutilización es prolongada y los restos numerosos suelen
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vaciarse las sepulturas previas y acumularse su contenido junto a la pared del fondo de la cripta o de manera menos habitual, en uno de los lados. En los casos más extremos se alcanza la colmatación de todo el espacio, siendo usual la realización de un conducto accesorio en la bóveda desde el que realizar los depósitos. Una versión reducida de las criptas es el empleo de nichos, detectado en el entorno monástico (siglo XVII) de San Laureano (Carrasco et al 2004), los cuales se convierten en este yacimiento en el marco de inhumaciones secundarias, sobre todo de sujetos infantiles (Lacalle y Guijo 2006). Las excavaciones en el Monasterio de Santa Inés (Guijo 2000a) nos han permitido detectar la existencia de espacios, representados por cajas rectangulares de ladrillo que se destinan únicamente al vaciado de ataúdes, con lo cual existe una directa proporción entre evidencias anatómicas y número de individuos en relación a los componentes que deberíamos encontrar en inhumaciones primarias. No resulta descartable que, dado el conservadurismo de los métodos que se registran entre el siglo XV y el siglo XX, muchos osarios medievales y modernos respondan a un procedimiento semejante, con lo cual podríamos tener vías más factibles de cronología si el acotamiento estratigráfico resulta de rigor.
LÁMINAS 240 Y 241. A LA IZQUIERDA ESTRUCTURA REVESTIDA DE SILLARES, CUBIERTA Y SUELO PLANOS (TÉGULAS) PROCEDENTE DE LA TRINIDAD (SIGLOS I-III), CON SUJETO ALTERADO POR REMOCIONES ANTRÓPICAS (LACALLE Y GUIJO 2005). A LA DERECHA SUJETO INHUMADO EN ESTRUCTURA CON CINTURÓN PERIMETRAL DE LADRILLOS PROCEDENTE DE CALLE ESPERANZA (ES) (SIGLOS IV-V) (REGISTRO GUIJO 2000b)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 242 y 243. INHUMACIONES TARDOANTIGUAS EN CISTAS DE CALIZA PROCEDENTES DE OSTIPPO (MI). A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN INDIVIDUAL (TUMBA 9) Y A LA DERECHA INHUMACIÓN PRIMARIA Y SECUNDARIA ASOCIADAS (TUMBA 4) (LACALLE Y GUIJO 2008a)
LÁMINAS 244 y 245. INHUMACIONES ISLÁMICAS EN CISTAS DE LADRILLO Y CISTAS DE ADOBE (FLECHAS) PROCEDENTES DE ÉCIJA, SEVILLA (PE) (REGISTRO GUIJO 2002)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINAS 246-248. INHUMACIONES ISLÁMICAS CON CISTAS DE ADOBE (IZQUIERDA Y CENTRO) Y LAJAS DE CALIZA REAPROVECHADAS DE MATERIALES ROMANOS (A LA DERECHA), PLAZA DE ESPAÑA DE ÉCIJA (REGISTRO GUIJO 2002)
LÁMINAS 249 y 250. INHUMACIONES JUDÍAS MEDIEVALES (UNIDADES 596 A LA IZQUIERDA Y 346 A LA DERECHA) EN ESTRUCTURA ABOVEDADA Y ATAÚD (SIGLOS XIII-XV) (CR). (GUIJO 2002c)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINAS 251 y 252. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN CRISTIANA BAJOMEDIEVAL PROCEDENTE DE SAN JORGE (SJ) (SIGLOS XIII-XIV) CON REVESTIMIENTO PERIMETRAL DE LADRILLOS (GUIJO 2002d). A LA DERECHA PANORÁMICA DE LA SALA CAPITULAR DEL CUARTEL DEL CARMEN (EC), CON DETALLE DE LA CRIPTA A LA DERECHA (FLECHA) CON EL ACCESO (SIGLO XV) (GUIJO 2002b)
LÁMINAS 253 y 254. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN INDIVIDUAL EN FOSA SIMPLE Y ENVOLTURA PERIMETRAL DE LADRILLOS Y A LA DERECHA ESTRUCTURA DE INHUMACIÓN MÚLTIPLE. YACIMIENTO DE LA TRIIDAD (TR). SIGLO XVII (LACALLE Y GUIJO 2005)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 19. Contenidos de las estructuras de inhumación. Síntesis Periodos histórico Mundo romano
Tendencia En un importante porcentaje de estructuras conocidas se identifican fenómenos de reutilización
Grupos judíos
Representan un fenómeno posterior a las fosas y se les asocian reutilizaciones en muchos casos, algo que no acontece en las fosas
Grupo islámicos
El uso de estructuras es anómalo en base a las evidencias conocidas, aumentando su uso hacia la zona oriental con la influencia cordobesa
Los escasos ejemplos de estructuras individuales de la ciudad cristiana se identifican en espacios religiosos, monasterios, iglesias y proximidades de éstas
Grupos cristianos medievales
La presencia de inhumaciones individuales en estructuras o remedos de la misma se caracteriza por la ausencia dominante del ataúd. Éste se asocia en mayor medida a edificios religiosos.
No es usual la individualidad de la estructura y además son de escasa complejidad. La excepción está representada por los enterramientos de grandes personalidades
Grupos cristianos modernos
Las grandes estructuras (criptas y nichos) se asocian a inhumaciones diversas, con y sin ataúdes, sincrónicas y diacrónicas, colmatadas o escasamente aprovechadas, tanto en planta como en profundidad
Inhumaciones dobles o de más sujetos diacrónica
Se dan de forma minoritaria en estructuras cristianas, asocíándose hasta cuatro sujetos inhumados en diversos momentos
hablar de un dominio de las cubiertas planas si consideramos asimismo las referencias romanas de los siglos I-V procedentes de La Trinidad y otros contextos tardíos (Carrasco et al 2006). Otras evidencias tardoantiguas de comunidades cristianas pueden presentar cubriciones a base de lajas de caliza, (basílica paleocristiana de Ostippo) (Juárez 2008). Ocasionalmente se recurre a la construcción de cubiertas a base de material fragmentario como porciones de ánforas, trozos de ladrillo y de tégula (Guijo y Lacalle 2006c). Este tipo de cubierta tiene una relación muy directa con la edad del inhumado, asociándose en el total de los casos con sujetos subadultos. Las características de los materiales determinan en casi todos los enterramientos el desplome de la cubierta sobre el individuo.
3. CUBIERTAS Los diferentes tipos de cubierta pueden implicar diferentes estrategias de aproximación a la evidencia esquelética dependiendo de las relaciones físicas entre las mismas y el material óseo. En la dinámica postdeposicional las consecuencias mecánicas, derivadas del desplome de la cubierta o de parte de la misma, representan los daños de mayor magnitud. Esa misma cubierta puede potenciar un tipo determinado de colmatación del espacio funerario o exponer los restos óseos a unas condiciones ambientales determinadas, sobre todo derivadas de la humedad y temperatura. El completo sellado asegurado por la cubierta, sin que exista esqueletización en espacio colmatado, puede implicar notables desplazamientos óseos y modificaciones de la integridad articular.
b. Comunidad islámica a. Cubiertas romanas En las inhumaciones islámicas las cubiertas presentes son en casi todos los casos tejas que se disponen en una (dominante) o dos hiladas paralelas (más inusuales), pudiendo ocupar o no toda la longitud de la fosa o toda la anchura de la misma (Valor y Mantero 1995) (Vera y Rodríguez 2000) (Vera et al 2001) (Conlin et al 2003). En otros casos aparecen de manera aislada, señalando los extremos y la cabecera de la tumba, sólo en la cabecera o de manera aislada. Las tejas pueden presentarnos su lado convexo o presentar una alternancia de convexidadconcavidad. En directa relación con la anchura de la fosa estos elementos van a experimentar una serie de importantes cambios en su posición que puede afectar de
Sí tomamos como referencia la mayor necrópolis documentada de Hispalis, en contextos que llegan al siglos III del Prado de San Sebastián24, encontramos que las cubriciones a base de tégulas, planas o a doble vertiente, se asocian a casi el 21 % de las inhumaciones adultas y a poco más del 42 % (42,22) de las subadultas. También se asocian a busta en los que junto al espacio de un cuerpo se han detectado conexiones anatómicas de material cremado (Guijo y Lacalle 2007). Podemos 24
Las precisiones cronológicas se presentarán en los trabajos de investigación correspondientes a la Memoria Científica y a la Tesis doctoral de Laura Mercado
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
manera decisiva a la evidencia osteológica, sobre todo teniendo en cuenta que no existe ningún tipo de obra de contención. Si se apoyan en el sedimento removido por debajo del cual se encuentra el cuerpo cederán ante los espacios creados en el proceso de descomposición, en desplazamientos verticales que pueden ser armónicos o desiguales. En estos casos pueden encontrarse separadas del hueso por una capa de pocos centímetros en su lado más bajo. Si se ha dado el caso de que el cuerpo inhumado se ha descompuesto en espacio no colmatado podrían encontrarse en contacto directo con el hueso, pudiendo haber provocado quizás de forma póstuma daños en el hueso o encontrarse totalmente adosadas. Estos casos suelen darse en aquellas fosas en U y en menor medida en los tipos de fosa con sección en T, en la que la porción horizontal de la letra viene representada por una anchura superior de la fosa y el mástil por una fosa más estrecha, más o menos centrada, que ayuda a la estabilización del cadáver en decúbito lateral. En los ejemplos de doble hilada de tejas paralelas pueden tener lugar hundimientos por el centro además de los ya descritos. Entre las inhumaciones islámicas sevillanas se ha podido constatar la existencia de una cubierta formada por listones de madera en una fosa islámica califal del yacimiento de Lerena (Vera y Conlin 1997) en contextos de los siglos IX y X.
Juan M. Guijo Mauri
existencia de cubiertas de tejas, sin diferencias significativas con las series islámicas en cuanto a colocación, y de cubriciones a base de grandes losas de caliza y de pizarra o a fragmentos de éstos materiales (Guijo y Lacalle 2006B) (Bermúdez et al 2007). La condición más fragmentaria del material determinará siempre el desplazamiento de la cota original de la cubierta por la descomposición del cuerpo. En inhumaciones individuales solo hemos podido constatar cubiertas planas en dos depósitos del entorno de la primitiva Catedral de Sevilla en contextos del XIII-XIV, que no son otra cosa que la corona del relleno de la fosa. Posteriormente las únicas evidencias de cubierta están representadas por las bóvedas de las criptas, desde el tercio de cañón al medio cañón, pero sin evidencias en las inhumaciones individuales. Aunque no podemos considerarlas propiamente como cubiertas hay que mencionar las señalizaciones en las solerías de monasterios e iglesias, de formas rectangulares o cuadrangulares. d. Comunidad judía medieval Las cubiertas están representadas de manera exclusiva por las bóvedas de medio cañón que coronan las estructuras, cuya consistencia experimenta un deterioro en las fases más avanzadas, a partir del siglo XIV, en relación a las dos primeras fases (segunda mitad del siglo XIII-siglo XIV) (Romo et al 2001a: 377-378), presentando desplomes más frecuentes sobre los restos óseos o mayor susceptibilidad a derrumbes durante el proceso de excavación (Guijo 2002c).
c. Evidencias cristianas Si bien no podemos hablar de ejemplos mozárabes en Sevilla diversos yacimientos cordobeses muestran la
LÁMINAS 255-257. A LA IZQUIERDA PERSPECTIVA VERTICAL DE UNA ESTRUCTURA DE INHUMACIÓN ROMANA (TUMBA 7, PR), PROVISTA DE TÉGULAS PERIMETRALES EN UN LADO Y EN LA CABECERA CON CUBIERTA PLANA DE TÉGULAS (SIGLOS I-II). EN EL CENTRO Y DERECHA INHUMACIONES ROMANAS INFANTILES CON CUBIERTAS A BASE DE FRAGMENTOS DE ÁNFORA (PR, SIGLOS I-II) (GUIJO Y LACALLE 2006c)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINA 258. CUBIERTA DE TÉGULA A DOBLE VERTIENTE ASOCIADA A UN BUSTUM (TUMBA 11) DE LOS SIGLOS I-II (PR) (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINAS 259 y 260. A-B-C. VISTA VERTICAL DE LAS CUBIERTAS DE DOS SEPULTURAS DE INHUMACIÓN DE LA COMUNIDAD MOZÁRABE CORDOBESA (NOR, SIGLO X). A LA IZQUIERDA TUMBA CON CUBIERTA DE LAJAS DE PIZARRA (TUMBA 27) Y A LA DERECHA CON LAJAS DE CALIZA (TUMBA 12) (GUIJO Y LACALLE 2006b)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 261 Y 262. A-B-C. VISTA VERTICAL DE LAS CUBIERTAS DE DOS SEPULTURAS DE INHUMACIÓN DE LA COMUNIDAD MOZÁRABE CORDOBESA CON CUBIERTA DE TEJAS (NOR, SIGLO X). A LA IZQUIERDA TUMBA 13 Y A LA DERECHA TUMBA 61 (GUIJO Y LACALLE 2006b).
LÁMINAS 263 y 264. SEPULTURAS DE INHUMACIÓN ISLÁMICA CON CUBIERTAS DE TEJA (A LA IZQUIERDA TUMBA 26 Y A LA DERECHA PANORÁMICA DEL SECTOR NO PROCEDENTES DE JA (SALTERAS, SEVILLA) (PECERO Y GUIJO 2006).
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 265. ESTRUCTURAS DE INHUMACIÓN JUDÍAS DEL SIGLO XV (CC), CON BÓVEDAS EN FORMA DE MEDIO CAÑÓN (GUIJO 2002c)
Tabla 20. Las cubiertas de los depósitos antropológicos y sus componentes. Síntesis Periodos histórico
Tendencia
Las cubiertas planas se imponen frente a las de doble vertiente En las evidencias conocidas de inhumaciones en fosa las cubiertas constituyen una expresión minoritaria
Mundo romano
Las cubiertas representadas por materiales fragmentarios se asocian de manera exclusiva a la población subadulta y en muchos casos se desploman directamente sobre el esqueleto
Todas las estructuras se cierran con bóvedas de medio cañón que mantienen su integridad, con una altura máxima sobre el esqueleto entre
Grupos judíos
30 y 40 centímetros Grupo islámicos
Salvo excepciones todas las cubiertas son de tejas y en un gran número de casos se desploman al interior de la fosa, sobre los propios huesos
Grupos cristianos medievales
Dominan los enterramientos desprovistos de cubierta y en los casos en que éstas existen suelen mantener su integridad
Grupos cristianos modernos
Dominan los enterramientos desprovistos de cubierta
La posibilidad de reconstruir las características morfológicas del mismo Modificaciones articulares y físicas de los restos en un entorno aerobio
cuerpo, cuya alineación puede permitir el conocimiento de la forma del ataúd en planta. También la profundidad del mismo puede ser estimada considerando las hiladas perimetrales superiores e inferiores. A veces los clavos pueden aparecer sólo en los ángulos o variar en su número en las diversas zonas del contorno. En todo caso, siempre hemos detectado el mayor número en la zona inferior. Dado el tamaño de los clavos y la facilidad para alterar su posición en el proceso de excavación resulta aconsejable el uso de indicadores, como pueden ser varillas finas de madera, como referencia.
Las evidencias más usuales del ataúd vienen dadas por las hiladas de clavos en el perímetro del
A veces la superficie superior del ataúd puede estar señalada por refuerzos metálicos pero su detección
4. ATAÚDES La existencia del ataúd como continente del cuerpo, presente en todas las series históricas aunque en diferente proporción (Gráfico 19), condiciona el proceso de excavación en dos sentidos:
168
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
vendrá dada por un cambio en la compacidad de la tierra, mucho más suelta por la cantidad de materia orgánica de la madera, o por manchas que puede variar en color en función del tipo de madera e incluso de pinturas. En todo caso suele dominar la tonalidad rojiza oscura en la madera muy descompuesta. Si los testimonios directos de la madera se han perdido completamente, la ubicación y la forma del ataúd puede percibirse en todo el contorno del esqueleto como una delgada cinta de color más oscuro que el sedimento, con o sin clavos. Cuando ésta se presenta muy disgregada, pero sin que pueda hablarse de una descomposición importante, puede conservar sus tonos claros originales. Sólo en contados casos se preservan porciones de madera, desde minúsculas
Juan M. Guijo Mauri
porciones (desde el siglo XIV) a planchas de buen tamaño (a partir del XVI). Las diferencias de textura entre el interior y el perímetro permiten delimitar con claridad este receptáculo y definir el contorno en todas sus dimensiones antes de acometer la excavación del esqueleto. Una vez conocidos los patrones morfológicos de este tipo de continente en una serie determinada y dada la posible ausencia de monumentalidad del ataúd, resulta más operativa la preservación de testigos en los ángulos de la zona superior del mismo y el mantenimiento de las alineaciones de clavos o de la forma como base del registro, a no ser que la cubierta superior conserve algún tipo de ornato o variabilidad morfológica.
Gráfico 19. % de inhumaciones en ataúd sobre total de enterramientos primarios en series históricas sevillanas 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
5
Ref nº Yacimiento
1 Prado+Trinidad
2 San Jorge
3 Catedral
4 El Carmen
Ref cultural Siglo
Romanos Siglos I-V
Cristiano XIII-XV
Cristiano XIV
Cristiano XV
6 5 Cano y Cueto Judío XIII-XV
7
8
6 La Victoria
7 El Carmen
Cristiano XV-XVI
Cristiano XVI-XVII
9 8 Santa Clara Cristiano XVI-XVIII
9 Trinidad Cristiano XVII
a. La Sevilla romana b. Contextos islámicos En época romana sólo en algo menos del 0,5 % (0,45) de inhumaciones registradas en los dos yacimientos de referencia (Prado y Trinidad) se registra la presencia de ataúd (siglo I d.C). Su morfología sólo puede inferirse por la alineación de clavos, sin que queden trazas perimetrales, en la zona superior o en la base, de madera (Guijo y Lacalle 2006c). Tampoco se advierten diferencias de compacidad que permitan señalar el contorno salvo los mencionados clavos. No podemos inferir si las modificaciones anatómicas que presentan los sujetos se deben al carácter deleznable del ataúd y a su vencimiento o puede hablarse de un material más resistente, dada la inclusión en estructuras que también pueden haber dado lugar a esos cambios.
Sólo en un caso hemos documentado en Sevilla 25 evidencias de ataúd, en forma de hiladas de clavos y sin que pervivan trazas de madera (Vera et al 2001) en cronología de los siglos IX y X, aunque también ha podido identificarse en un yacimiento de Écija (Plaza de España) durante la excavación de 2002 (Guijo et al 2003). Tampoco la materia orgánica ha pervivido lo 25
El uso de ataúdes en otras zonas islámicas de enterramiento se generaliza a partir del siglo XI (Casal 2001), basándose los investigadores en un aumento de la anchura de la fosa y en la presencia de clavos e la misma, aunque sin que se nos indique la disposición de esos elementos metálicos.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
suficiente para sellar texturas distintas que permitan definir el continente funerario en dos o tres dimensiones. En todo caso, las características anatómicas de los escasos individuos a los que se asocian evidencian un vencimiento rápido, que no da lugar a modificaciones articulares significativas.
Juan M. Guijo Mauri
(Guijo y Lacalle 2006a). El caso contrario se da en una muestra monacal de Carmelitas Descalzos (monasterio del Carmen) en la que puede hablarse de un 40 % de inhumaciones en ataúd en el siglo XV (Guijo 2002a; 2002b). Incluso en un mismo yacimiento pueden darse marcadas diferencias entre una misma comunidad religiosa en distintos momentos. Es el caso de la sala De Profundis del Monasterio de Santa Clara, en la que a partir del XVI asistimos a la generalización del ataúd como recipiente funerario hasta cifras cercanas al 100%, en marcado contraste con el vacío de esta práctica hasta finales del siglo XV. En espacios conventuales donde se acoge a una población laica en el entorno de la Iglesia o en otras áreas, el uso del ataúd constituye una práctica minoritaria, tal como han revelado los restos del Convento de la Victoria y Cuartel del Carmen. La única población laica en la que se extiende el uso del ataúd en la totalidad de las inhumaciones primarias, con la excepción de la corta muestra de la Catedral de Sevilla, se documenta en el siglo XVII en el área de la Trinidad, sin diferencias entre grupos de edad. En el mundo medieval existe un mayor uso de ataúdes trapezoidales, más anchos en la cabecera mientras que con posterioridad se usan en mayor medida los rectangulares. Éstos pueden llegar a alcanzar grandes tamaños en comunidades monásticas.
c. Comunidades cristianas Hasta el siglo XV la presencia del ataúd en los depósitos primarios viene sugerida en entornos laicos por las hiladas perimetrales de clavos en la mayor parte de los casos (Guijo 1997; 2002a; 2002b; 2004a; 2004b) (Guijo y Lacalle 2006a) (Lacalle y Guijo 2005). Sólo en las inhumaciones que tienen lugar en recintos conventuales e iglesias, ya sean comunidades laicas o del clero, se ha podido detectar en cronología del siglo XIV una cinta perimetral de materia orgánica descompuesta como único testimonio de las paredes del ataúd, además de los clavos. Las diferencias de textura entre interior y exterior son mínimas y no constituyen una referencia, de modo que sólo los elementos metálicos y las diferencias cromáticas de la madera descompuesta constituyen elementos diagnósticos. Estas últimas pueden convertirse en casi la única referencia entre la población subadulta, a la que se asocia un uso de clavos más pequeños o a un menor número de ellos. Ello prueba la utilización de materiales de escasa consistencia, cuya rápido vencimiento impide una sedimentación diferenciada en el interior del ataúd, potencialmente identificable con textura y color distintas del relleno al exterior. A partir del siglo XVI las diferencias de textura entre el exterior y el interior del ataúd son más evidentes, resultando más fácil la definición del espacio que ocupa. También es más factible encontrar evidencias de madera y elementos metálicos. Aunque los referentes estratigráficos del ataúd aumentan en todos los depósitos primarios, permitiendo recuperar grandes porciones de los mismos, son sobre todo los restos en el interior de iglesias y monasterios los que presentan las mejores condiciones para el proceso de excavación. Desde el punto de vista cuantitativo las comunidades cristianas laicas entre el siglo XIII y el XV nos ofrecen un panorama diverso en función del tipo de población (laica o religiosa), grupos de edad y entorno del depósito. Los grupos bajomedievales representados en este ámbito cronológico en el Castillo de San Jorge (Guijo 2002d) aparecen inhumados en ataúd en poco más de un 30 % de los depósitos primarios, con una ausencia total de este tipo de continente en sujetos por debajo de 14-15 años. Por el contrario, en grupos nobiliarios inhumados en la Catedral de Sevilla durante el siglo XIV la utilización del ataúd se extiende casi al 100% de los enterramientos primarios, abarcando incluso a sujetos infantiles de corta edad, incluso neonatos (Guijo 2004a; 2004b). No existe una relación directa entre el uso del ataúd y la preeminencia social de las comunidades monásticas. Series monacales entre el siglo XIII y el XV procedentes del Monasterio de San Clemente y de Santa Clara, ligadas a estratos sociales de elevado estatus, no se asocian al ataúd como recipiente funerario (Guijo 1997)
d. Población judía medieval Entre el siglo XIII y XV, salvo el caso de la Catedral de Sevilla, la comunidad entre la que más acogida tiene el uso del ataúd es la población judía, que recurre a él de forma sistemática, ya sea en las inhumaciones en fosa simple o en los enterramientos en estructura. La utilización de este continente en todas las inhumaciones primarias, constatado en base a la posición de los clavos y a la existencia de herrajes a modo de refuerzos transversales externos, se ha documentado en todos los vestigios funerarios de esta comunidad (Guijo 2002c) (Romo et al 2001a) (Santana 1997) (Quirós y Rodrigo 2002). Es precisamente la disposición in situ de los clavos la que nos ha permitido caracterizar métricamente los ataúdes. Se trata de ataúdes de planta trapezoidal, más anchos en la cabecera que e los pies, con una morfología convexa de la cubierta o tapa en base a las características de los refuerzos de acero que han permanecido in situ, evidencias que sólo se encuentran asociadas a inhumaciones adultas. En ningún caso se han encontrado restos de madera. La posición de los clavos en otros contextos funerarios judíos de la Península, lejos de servir para constatar la existencia de un ataúd, ha servido para crear en algún caso seudointerpretaciones ceremoniales, que sostienen la perforación ritual (¿?) de diversas zonas del cuerpo (Pérez Herrero 1978). Frente a lo que ocurre en poblaciones cristianas del mismo ámbito cronológico, el factor edad interviene de manera menos decisiva en la utilización de este receptáculo funerario, sin exclusión de la población subadulta. Al comparar dos series medievales, un grupo cristiano exhumado en la Capilla de San Jorge (Guijo 2002d) y una población judía procedente de los jardines 170
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
de Catalina de Ribera (Guijo 2002c), se pone de manifiesto el uso preponderante el ataúd en este último grupo en todos los tramos de edad y en los dos sexos
Juan M. Guijo Mauri
(Gráfico 20), destacando la diferencia en el grupo infantil.
Tabla 21. Dimensiones de los ataúdes en la comunidad judía medieval (N=92) LONGITUD
OSCILACIÓN
ANCHURA CABECERA
Adultos masculinos 180,45 170-200 46,18 Adultos femeninos 161,33 145-190 43,83 Infantiles 0-6 78,85 60-115 33 Infantiles 7-13 155,44 130-179 40 * Con la excepción de uno rectangular con 64 cm de ancho
OSCILACIÓN
ANCHURA EN LA ZONA DE LOS PIES
OSCILACIÓN
40-64 (*) 41-45 25-45 30-47
28,66 26 15,66 27,42
25-40 25-28 10-25 18-34
Gráfico 20. Presencia del ataúd en inhumaciones primarias cristianas y judías entre los siglos XIII-XV
100
50
0
Adultos masculinos Adultos femeninos
Infantiles 0-6
Infantiles 7-12
Cristianos
Preadultos 13-17
Total
Judíos
LÁMINA 266 Y 267. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ROMANA DE UN SUJETO INFANTIL (TUMBA 7, PR) CON ESTRUCTURA DE TÉGULAS Y ATAÚD (SIGLOS I-II) (GUIJO Y LACALLE 2006c)., CUYO CONTORNO PUDO DETECTARSE POR LAS HILADAS PERIMETRALES DE CLAVOS, DEFINIENDO UNA FORMA RECTANGULAR. A LA DERECHA DETALLE DE UNA INHUMACIÓN ISLÁMICA (CON ALTERACIONES POSTDEPOSICIONALES) E INCLUIDA EN UNA ESTRUCTURA DE ADOBE (UNIDAD 3380), CON CLAVOS ALINEADOS COMO ÚNICA EVIDENCIA DEL ATAÚD (PE, ÉCIJA). REGISTRO GUIJO 2002
171
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINAS 268 Y 269. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN JUDÍA MEDIEVAL (CR-UNIDAD 900) EN ESTRUCTURA Y ATAÚD, DEL QUE PUEDEN PERCIBIRSE REFUERZOS METÁLICOS DE LA ZONA SUPERIOR (FLECHAS), QUE NOS HABLAN DE UNA MORFOLOGÍA CONVEXA. A LA DERECHA DETALLE DE LA ZONA TORÁCICA DE UNA INHUMACIÓN DE LA COMUNIDAD JUDÍA MEDIEVAL DE SEVILLA EN ATAÚD, CON IMPORTANTES ALTERACIONES EN LA CÁMARA DE AIRE FORMADA POR LA COMBINACIÓN DE ATAÚD Y ESTRUCTURA (GUIJO 2002c).
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINA 270. INHUMACIÓN EN ATAÚD DE LA CATEDRAL DE SEVILLA (CSH-SIGLO XIV) (GUIJO 2004 a; 2004b)
LÁMINA 271. PANORÁMICA DE LA CRIPTA DE LA SALA DE PROFUNDIS DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA (MSC). INHUMACIONES EN ATAÚD DE LOS SIGLOS XVI-XVIII. LA TEXTURA DEL SEDIMENTO PERMITE EL COMPLETO VACIADO DEL MISMO Y SU EXPOSICIÓN PERIMETRAL (GUIJO Y LACALLE 2006 a).
Tabla 22. Los ataúdes en los depósitos antropológicos. Síntesis Periodos histórico
Tendencia
Mundo romano
Poseen una presencia insignificante
Grupo islámicos
Poseen una presencia insignificante
La inhumación en ataúd encuentra en esta comunidad su máxima expresión en la panorámica
Grupos judíos
de todas los periodos históricos, registrándose en la totalidad de sus efectivos antropológicos
Grupos cristianos medievales
Se recurre de forma muy limitada al ataúd, identificándose en parte de los efectivos monásticos y espacios de iglesias. Desconocemos la tendencia en los espacios urbanos reservados a las poblaciones laicas, como plazas en las cercanías de iglesias y en otras instituciones.
Grupos cristianos modernos
Se incrementa el uso del ataúd en comunidades laicas y extiende a la casi totalidad de las inhumaciones monásticas. Desconocemos la tendencia en los espacios urbanos reservados a las poblaciones laicas, como plazas en las cercanías de iglesias y en otras instituciones aunque se constata en grupos laicos del XVII en la Trinidad.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
B. EXCAVACION ARTICULADOS
DE
Juan M. Guijo Mauri
lecturas anatómicas que vayan surgiendo. En todo caso, resultará básico tener en cuenta las diferentes posibilidades anatómicas que puede ofrecer un conjunto articulado, se parta o no de un conocimiento previo de la forma en que se nos presentarán las evidencias primarias.
CONJUNTOS
RESUMEN La excavación y exhumación de un esqueleto debe tener en cuenta las distintas exigencias que impone la conexión anatómica en función de cómo se nos presentan colocadas las evidencias óseas. Además de las lecturas estratigráficas los requisitos metodológicos vendrán condicionados por las características de una zona anatómica, su morfología, tipo de tejido y caracteres antropológicos. En todo el proceso será decisivo tener claro el espesor del depósito antropológico en el interior de la fosa. Será fundamental liberar en lo posible al esqueleto del sedimento que lo envuelve y establecer los límites de los diferentes elementos óseos, así como de la superficie sobre la que se apoyan. Es importante reconocer la necesidad de adaptar la estrategia a unas circunstancias o imprevistos, pero estos factores no pueden justificar una excavación no sustentada en una experiencia arqueológica sobre el terreno.
1. ÁREA DE OCUPACIÓN ANTROPOLÓGICA. CONSIDERACIÓN DE LA DENSIDAD La distribución de individuos en un yacimiento está en dependencia del tipo de depósito, tiempo de utilización, momento histórico con el que se relacionan variables demográficas, subsistenciales y sanitarias. Sin embargo, un recorrido por diversas series incluidas en este análisis metodológico nos habla de claras diferencias que, si bien no deben valorarse en términos cerrados por la complejidad de los depósitos antropológicos en sus diferentes etapas históricas, sí pueden considerarse como una mínima aportación a la valoración de la realidad enterrada y aguardada, como modesta herramienta para la planificación (Gráfico 21). Para la estimación de la densidad solo hemos considerado las áreas específicas de necrópolis o lugar de enterramiento y no los metros cuadrados totales del yacimiento. Asimismo, tampoco se han incluido los condicionantes estructurales, que reducirán o ampliarán la zona útil para depósitos antropológicos. Esos condicionantes estructurales alcanzarán un gran peso en zonas de enterramiento romanas como el espacio de la Trinidad (carretera de Carmona nº 6). En base a las evidencias analizadas (Gráfico 21) la menor densidad se da en contextos romanos, seguidos de evidencias judías. Salvo en alguna zona del entorno de Sevilla, como puede ser el caso de Tomares, los espacios de enterramiento islámicos se caracterizan por una elevada densidad en zonas urbanas, sobre todo en depósitos almohades (con cifras semejantes en depósitos califales cordobeses). En las series islámicas la densidad de individuos por metro cuadrado viene dada por la magnitud de superposiciones (entre tres y seis niveles de enterramiento). En grupos cristianos de Sevilla la alta densidad de ocupación por metro cuadrado viene aportada por el notable incremento de los depósitos secundarios, que pueden representar entre una cuarta parte y casi dos tercios de los efectivos. En todo caso, se pone de manifiesto el aumento de la densidad en los depósitos cristianos, algo que cabe aguardar en los entornos parroquiales intramuros, zonas de especial problemática de ocupación de la Sevilla cristiana (Carmona 2000).
ABSTRACT The excavation and exhumation of a skeleton must take into account the different requirements imposed by the anatomical connection in terms of how we have placed the bone evidence. In addition to stratigraphic readings the methodological requirements come conditioned by the characteristics of an anatomical area, morphology, tissue type and anthropological characteristics. Throughout the process will be critical to be clear about the shell thickness anthropological inside the pit. Releasing of the sediment will be essential as far as possible to the skeleton that surrounds and establish the boundaries of the different skeletal elements, as well as the surface on which they rest. It is important to recognize the need to adapt the strategy or unforeseen circumstances, but these factors do not justify an excavation unsupported by archaeological experience in the field. Entendemos como tales aquellas evidencias antropológicas con conexiones anatómicas en inhumaciones individuales o colectivas. Al excavar un conjunto articulado, aislado o colectivo nos podemos encontrar con un conocimiento previo de las características rituales o deposicionales, colocación del cuerpo, características de los miembros y orientación, de modo que todo ello contribuye a una estrategia mejor planificada. Sin embargo, en muchos casos desconocemos cualquier dato sobre las características del conjunto primario, por lo cual la metodología dependerá solo del conocimiento del espacio de deposición y de las
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
Gráfico 21. Densidad estimada (individuos por metro cuadrado-área de depósitos antropológicos) en diversos yacimientos sevillanos
12 11 10 9
Referencia
8 7 6 5 4 3 2 1 0
0,2
0,4
0,6
0,8
1
1,2
1,4
1,6
1,8
2
Individuos/metro cuadrado Romanos
Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Poblac
Romanp
Romano
IX-X
4 San Jorge XI-XII
Ref
Guijo y Lacalle 2006c
Lacallle y Guijo 2005
Guijo 2000b
Guijo 2002d
5 Tomares Almohade Guijo y Lacallle 2004a
Islámicos
Judíos
6 Plaza España (Écija) Islámico
7 Catalina R. Judío
Guijo et al 2003
Guijo 2002c
Cristianos
8 San Jorge XIIIXV Guijo 2002d
9 El Carmen XV Guijo 2002a
10 Santa Clara XIV-XV
11 El Carmen
Guijo y Lacallle 2006a
Guijo 2002b
XVI-XVII
Tabla 23. Recapitulación. Densidades de áreas de enterramiento Zonas Espacios de inhumación primaria
Espacios de inhumación secundaria
Densidad de mayor a menor por adscripción cultural 1º Grupos islámicos 2º Grupos cristianos modernos 3º Grupos cristianos medievales 4º Grupos judíos 5º Series romanas 1º Osarios modernos cristianos 2º Osarios medievales cristianos 3º Inhumaciones secundarias romanas 4º Inhumaciones secundarias islámicas
175
12 Santa Clara XVI-XVIII Guijo y Lacallle 2006a
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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la totalidad de la talla que los sujetos debieron alcanzar en vida. Las cifras por debajo del 95% suelen relacionarse con casos en que la cortedad del espacio obliga a la flexión anterior cráneo-cervical o a una leve inclinación lateral. Los datos son semejantes en los sujetos de series islámicas que aparecen extendidos. En la serie judía medieval el espacio que ocupa un cuerpo extendido está más próximo a la talla que en series cristianas y romanas.
2. EL ESPACIO DEFINIDO POR UN CUERPO En el interior de una fosa, estructura o de cualquier espacio que constituye el lugar de recepción de una evidencia primaria ésta se relaciona con una ocupación en tres dimensiones: anchura, potencia y longitud. La anchura, la longitud y la profundidad en sección del espacio que puede alcanzar un sujeto en conexión anatómica estarán en función de la posición que el cuerpo presente, ya sea intencional o producto de factores postdeposicionales: grado de lateralidad, características articulares y modificaciones anatómicas que siguen al proceso de esqueletización. El espacio de un cuerpo en su longitud está más en dependencia de posiciones sectoriales de los miembros en relación a la intencionalidad ritual y tracciones perideposicionales. En todo caso la lectura de las diferentes posiciones nos aportará múltiples matices susceptibles a valorar en el momento en que acometemos la exposición de un conjunto primario26. a. El conocimiento de la talla estimada En nuestra actuación sí puede resultarnos de ayuda a la hora de prever el espacio que puede ocultar un sujeto, cuyo contexto deposicional nos remite a unas coordenadas culturales determinadas, el conocimiento previo de la talla media que pueda haberse obtenido por el estudio de diversas series, considerando adultos masculinos y adultos femeninos sobre las ecuaciones de Trotter y Glesser. Las evidencias subadultas resultan de una enorme variabilidad entre el nacimiento y la etapa adulta, debiendo siempre partirse del conocimiento de la edad para la evaluación de la talla en vida. Siempre con las limitaciones que impone la posición general de un cuerpo, podemos caracterizar grupos sevillanos entre los siglos I y XVIII. Los valores más altos en series masculinas (Gráfico 22) se han obtenido en evidencias califales y grupos nobiliarios de la Catedral de Sevilla (Guijo 2004a; 2004b) y los más bajos en dos grupos monásticos (El Carmen) (Guijo 2002a; 2002b) y en series romanas (Lacalle y Guijo 2005) (Guijo y Lacalle 2006c). Los valores medios más elevados de la estatura femenina (Gráfico 23) se encuentran en una serie nobiliaria procedente de la Catedral de Sevilla (San Hermenegildo) y en evidencias modernas del Monasterio de Santa Clara. Cabe aguardar una mayor talla en series cristianas que en otros grupos. En las series romanas, judías y cristianas el espacio que ocupa la longitud de un cuerpo en la fosa o estructura, estimación obtenida a partir de la distancia entre el vértex craneal y la base del calcáneo (en conexión anatómica), viene a representar entre el 87% y 26 Estas observaciones descartan de partida aquellas evidencias mutiladas por episodios póstumos.
176
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
Gráfico 22. Perspectiva histórica de la talla masculina (en cm)
170
168
166
164
162
160
158
156 1
2
3
4
Romanos
5
6
Islámicas
7
Judíos
8
9
10
Cristianas
Tabla 24. Series esqueléticas de referencia en el estudio de la talla masculina Nº identificación
Yacimiento
Cronología
Referencia
1
Prado
I-III
Guijo y Lacalle 2006c
2
La Trinidad (Sevilla)-serie romana
I-V
Lacalle y Guijo 2005
3
Lerena (Sevilla)
IX-XI
Guijo 2000b
4
San Jorge (Sevilla)-series islámicas
XI-XII
Guijo 2002d
5
Cano y Cueto (Sevilla)
XIII-XV
Guijo 2002c
6
San Jorge (Sevilla)-series cristianas
XIII-XV
Guijo 2002d
7
El Carmen (serie medieval)
XIV-XV
Guijo 2002a
8
San Hermenegildo (Catedral de Sevilla)
XIV
Guijo 2004 a y b
9
El Carmen (serie moderna)
XVI-XVII
Guijo 2002b
10
Monasterio de la Victoria
XV-XVI
Guijo y Lacalle 2005b
11
La Trinidad (Sevilla)-serie moderna
XVII
Lacalle y Guijo 2005
177
11
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
Gráfico 23. Perspectiva histórica de la talla femenina en series arqueológicas sevillanas 158
156
154
cm 152
150
148
146 1
2
3
4
Serie romana
5
6
Serie islámica
7
8
Serie cristiana
9
10
11
Serie judía
Tabla 25. Series esqueléticas de referencia en el estudio de la talla femenina Nº identificación
Yacimiento
Cronología
Referencia
1
Prado
I-III
Guijo y Lacalle 2006c
2
La Trinidad (Sevilla)-serie romana
I-V
Lacalle y Guijo 2005
3
Lerena (Sevilla)
IX-XI
Guijo 2000b
4
San Jorge (Sevilla)-series islámicas
XI-XII
Guijo 2002d
5
San Hermenegildo (Catedral de Sevilla)
XIV
Guijo 2004 a y b
6
San Jorge (Sevilla)-series cristianas
XIII-XV
Guijo 2002d
7
Santa Clara-series medievales
XIV-XV
Guijo y Lacalle 2006a
8
Cano y Cueto (Sevilla)
XIII-XV
Guijo 2002c
9
Monasterio de la Victoria
XV-XVI
Guijo y Lacalle 2005b
10
Santa Clara-series modernas
XVI-XVIII
Guijo y Lacalle 2006a
11
La Trinidad (Sevilla)-serie moderna
XVII
Lacalle y Guijo 2005
dependiendo enteramente del grado de flexión que presenta la extremidad inferior. Lo más frecuente está entre el 75 y el 90 %, coincidiendo con la semiflexión (más de 90º-menos de 180º), seguido de una ocupación del espacio (longitud vértex-plantar) por encima del 90%, correspondiendo esta cifra a esqueletos con completa
b. La semiflexión y la flexión en el espacio que ocupa un cuerpo En series islámicas el espacio que ocupa un cuerpo en el piso del lugar de deposición en relación a la talla representa entre el 60% y en muy pocos casos el 100%,
178
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
extensión de la extremidad inferior pero con sutiles modificaciones introducidas por otros sectores anatómicos. En los casos de mayor flexión se puede llegar a ocupar un espacio por debajo del 70% de la talla real. En ningún caso hemos detectado hiperflexiones extremas en las que el espacio a que queda reducido un cuerpo en su longitud vértex-plantar llega a oscilar entre el 45% y el 50% de la estatura que debió tener en vida, tal como suele ocurrir en sepulturas colectivas del Calcolítico.
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diferencias entre los dos sexos, considerando tanto la completa horizontalidad del cuerpo como una posición del mismo más o menos oblícua. En las distancias máximas entre hombros y caderas en los cuerpos colocados en una posición oblícua, transición entre un decúbito lateral perfecto y un decúbito supino o prono, algo inusual en series islámicas, existe una gran variabilidad en función de los grados de inclinación. En todos los casos nos podemos hallar ante una directa influencia de las posiciones fijadas en el momento de la inhumación, como puedan ser verticalizaciones claviculares que disminuyen las dimensiones transversales de los hombros, o desplomes de la cintura pélvica, que suponen un incremento o disminución de la distancia que en el plano horizontal separaría los dos lados de la pelvis por sus límites externos. La población subadulta suele presentar la mayor problemática en los individuos de edad más corta, sobre todo en los fetos y neonatos, en los que la posición de hombros y caderas se ve muy influida por los desplomes de porciones anatómicas aún no fusionadas. Hasta llegar a la etapa preadulta las posibilidades son muy variadas y resulta muy difícil definir unos márgenes por edades.
c. Las dimensiones transversales de zonas del cuerpo El conocimiento del espacio que ocupa un cuerpo en su anchura, considerando hombros y caderas, resulta decisivo para la planificación metodológica. Las posiciones que permiten el mantenimiento de una simetría entre los dos lados del cuerpo representan la situación ideal. En el peor de los casos figura el vuelco lateral del cuerpo. Entre ambas posibilidades se definen una serie de variables en función del grado apoyo lateral que podemos encontrar en caderas y hombros. Así, la distancia entre la máxima anchura que ocupan los hombros y las caderas se corresponden a claras
Tabla 26. Distancia (plano horizontal) entre el hombro izquierdo y el derecho en el decúbito supino27 y el prono HOMBRO
CADERA
Conceptos
N
Oscilación
Media
N
Oscilación
Media
Adultos masculinos
34
29-49
42
32
30-44
39
Adultos femeninos
46
24-33
31
44
26-45
38
Subadultos (fetos y neonatos)
24
12-15
13
21
6-9
8
Tabla 27. Distancia (plano horizontal) entre el hombro izquierdo y el derecho en el decúbito lateral parcial28 HOMBRO
27 28
CADERA
Conceptos
N
Oscilación
Media
N
Oscilación
Media
Adultos masculinos
45
18-37
27
42
19-34
25
Adultos femeninos
53
16-25
24
48
19-31
32
Subadultos (fetos y neonatos)
26
8-12
10
23
5-9
8
Series romanas de Hispalis (PR) y cristianas de los siglos XIV y XV (San Jorge y Catedral de Sevilla) Series islámicas de Sevilla (Lerena y San Jorge) 179
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
ÓSEA
Desde el momento del primer hallazgo osteológico hasta la exhumación de esas evidencias hemos de abordar un proceso encadenado, en el que un eslabón viene condicionado por el anterior y debe fundamentar el posterior. El grado de racionalidad de los planteamientos metodológicos encontrará respuestas equivalentes en las distintas fases del proceso, conducentes a recuperar los restos antropológicos, aún cuando cuestiones incontroladas, como las alteraciones ambientales, podrían ser decisivas. Desde esa primera evaluación nos jugamos cuestiones básicas de planificación y lo que ello puede conllevar tanto en su vertiente positiva, por su adecuación o rigor, como negativa, por la inadecuación y los potenciales daños que podamos inferir. En este segundo supuesto la inseguridad y las dudas de la ineficacia añadirán una ralentización de todo el proceso. El análisis a partir de la primera evidencia implicará un progresivo ascenso desde lo particular y puramente individual, delimitando diversas entidades articuladas a partir del modo en que se ordenan las diversas realidades óseas, hasta desembocar en la definición del conjunto. Los diversos grados de alteración de la evidencia esquelética pueden detener el análisis en restos aislados o en segmentos anatómicos, cuya disposición y origen deberán ser explicados en todo caso.
3. ANÁLISIS PRELIMINAR
DE
LA
EVIDENCIA
d. Inferencia de las articulaciones y huesos adyacentes El análisis individualizado de la pieza en lo que se refiere a la identificación de sus zonas articulares nos conducirá a la inferencia del hueso que debería ir asociado a una articulación determinada, así como el tipo de relación articular que debería existir. La identificación y ubicación de las caras de una zona anatómica puede permitirnos en elementos anatómicos bilaterales, como en el caso del antebrazo, inferir la posición de elementos adyacentes como pueden ser las manos. En este último caso puede darse un contacto o sobreposición de las mismas siendo básica la diferenciación de zonas palmares o dorsales, lectura que puede obtenerse también desde la posición de los antebrazos (pronación y supinación).
Se trata de identificar la evidencia que tenemos ante nosotros, hueso, lado, miembro o sector anatómico en el que se engloba. Esa identificación puede ser solo factible a partir de las asociaciones que establece con otros elementos, por lo cual deben considerarse no sólo argumentos anatómicos particulares sino la propia realidad articular.
e. Inferencia de la posición o zona que nos deben presentar los hipotéticos huesos adyacentes. La posición de la evidencia preliminar y las mismas características de la articulación y de los movimientos que tolera nos permitirán tener en cuenta diversas posibilidades sobre la ubicación de los huesos asociados y las zonas que deberían mostrarnos, siempre considerando una posición anatómica normalizada.
b. Identificación de las zonas articulares Correspondería a la identificación de los extremos distal y proximal de los huesos largos, zona vertebral o esternal en el caso de las costillas, superficies articulares vertebrales (superior o inferior), ubicación de las conexiones articulares con la mandíbula y el atlas o primera cervical en el caso del cráneo.
f. Estimación de la ubicación de los diversos sectores del cuerpo La identificación de la ubicación que habrían de tener los otros elementos anatómicos, así como la posición que habrían de presentarnos sus diferentes zonas, tiene sentido a la luz de los pasos anteriores, por cuanto la relación entre los diversos miembros tiene unas connotaciones dinámicas y espaciales determinadas. Aunque pueden intervenir factores postdeposicionales que alteran la estática ósea, ya sean intrusivos o derivados de la descomposición del cuerpo, e incluso factores predeposicionales que inciden en un tratamiento determinado del cuerpo, la valoración de las posiciones relativas de los diferentes elementos óseos, partiendo desde la individualidad a los segmentos articulados y llegando a la posición global del esqueleto, resulta de gran importancia de cara a evitar los daños que suelen crear intervenciones arbitrarias, sostenidas en una búsqueda a ciegas. La consecuencia de ello suele ser
c. Posición que presenta sobre el terreno Se trata de conocer que zona del hueso estamos percibiendo:
Zonas anterior o posterior, bordes superior o inferior, extremo esternal o zonas articulares con las vértebras en la caja costal Cráneo: zonas posterior, anterior o facial, superior, basal (inferior) y laterales
En los casos de los huesos largos cabe la posibilidad de un buzamiento significativo y que la primera evidencia resaltable sea un extremo proximal o distal. Los buzamientos significativos del material óseo pueden relacionarse con las condiciones ambientales pero también con la posición del esqueleto, de modo que evidencias parciales pueden permitirnos reconocer una disposición general del conjunto.
a. Identificación de la pieza
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Huesos mayores del esqueleto apendicular: zonas anterior, distal o proximal, posterior, medial o lateral Manos; zonas laterales, palmar (anterior) o dorsal (posterior), distal o proximal Pies: caras plantar (inferior), dorsal (superior), distal o proximal o laterales Vértebras: zonas ventral (anterior), dorsal (posterior), laterales o articulares
180
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
causar un gran daño al material y ralentizar aún más la problemática de su exhumación, levantamiento y consolidación. La alternativa a esa búsqueda a ciegas, por desgracia no tan infrecuente como desearíamos, nos conduciría a:
Racionalización metodológica en base al conocimiento en todo momento de las variables de posición y orientación en que se nos pueden revelar las diferentes evidencias anatómicas
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Imposición de un ritmo adecuado de trabajo en la exposición del material osteológico, al estimar sobre unas bases racionales los condicionantes de conservación diferencial que nos pueden ofrecer los huesos, con la importancia preventiva que ello tiene Controlar en todo momento las evidencias diagnósticas de orden demográfico o patológico a partir de esa construcción racional que deberá guiar la exposición de todo el esqueleto
Tabla 28. Análisis de la evidencia ósea preliminar Identificación de lo particular-Qué tenemos
Identificación del sector inmediato-con qué se relaciona Identificación del conjunto global-cómo se sitúan el resto de las evidencias
Qué hueso tenemos ante nosotros Qué parte percibimos Dónde se ubican las articulaciones adyacentes Cómo se orienta Qué elementos deben corresponder a las articulaciones identificadas Qué abanicos de posiciones pueden presentar éstos Qué anomalías o armonías anatómicas se pueden definir Cual es la posición y orientación de los restos del esqueleto Coherencias e incoherencias en las relaciones anatómicas Diferenciación con otros conjuntos
La delimitación perimetral persigue, al mismo tiempo que facilitar la operatividad del proceso de excavación, evitar incidir en zonas especialmente frágiles como puedan ser la caja torácica, la cintura pélvica y el esqueleto facial. Resulta incongruente comenzar la excavación de un conjunto articulado por dichas zonas, las cuales por su mayor fragilidad pueden ser más fácilmente dañadas por el desplazamiento del sedimento y el instrumental. Por el contrario, la disposición de un espacio libre en el perímetro facilitará tal proceso. En la medida en que el contexto patrimonial así lo permita el acceso al nivel de base sobre el que se apoya el esqueleto, liberando en lo posible el contorno, facilitará el movimiento por gravedad del sedimento. El resultado de todo ello será que antes de comenzar la minuciosa excavación que requieren por ejemplo la caja torácica o manos y pies conoceremos la periferia del esqueleto, lo que nos proporcionará una mejor capacidad de planificación. Es necesario tener en cuenta la posibilidad de que el enterramiento deba ser catalogado como un depósito desprovisto de cualquier intención ritual, ligado a la necesidad de un enterramiento apresurado o a un completo desinterés sobre la forma en que tiene lugar la inhumación. La variabilidad en la posición de un cuerpo, en su orientación y la distorsión que pueden presentar los miembros, se ha documentado en diversos enterramientos en masa (Wright et al 2005) y deberían llevarnos a una reflexión sobre la naturaleza del depósito.
4. DELIMITACIÓN PERIMETRAL Tras la toma de contacto con la primera evidencia osteológica y la demostración o, al menos la probable certificación, de que nos encontramos ante un conjunto articulado, cuya orientación presuponemos, se trata de adoptar una estrategia que al mismo tiempo que evite daños en zonas especialmente frágiles, facilite el proceso de excavación sin modificar la situación de los restos. La delimitación perimetral o delimitación del contorno del esqueleto tiene como objeto una diferenciación zonal lo más clara posible entre el espacio en el que se ubica el esqueleto y el contorno que permanece libre a su alrededor. Ello permitirá que contemos con un espacio que sirva para evacuar el sedimento o nos facilite puntos de apoyo en caso de pequeña disponibilidad espacial para desenvolvernos. La creación de ese espacio variará lógicamente en función del continente o espacio de inhumación. El conocimiento previo de la posición del cuerpo por la repetición de una regularidad anatómica, sea o no ritual, facilitará que partamos de la delimitación externa de las zonas anatómicas más sólidas para contornear el cuerpo, como los huesos mayores de las extremidades superiores e inferiores y el cráneo. Si el cuerpo no se ha detectado resulta aconsejable partir de pequeños sondeos periféricos, que pueden estar limitados por el marco estructural o el borde de la fosa, creando áreas libres periféricas a partir de las cuales resulta más fácil dibujar el contorno.
181
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Figura 2. Planteamiento perimetral de la excavación de una sepultura
del espacio disponible para desenvolverse, dándose la posibilidad de que nos encontremos con un espacio suficiente o ante un ámbito estrecho o de difícil desenvolvimiento. En esos casos no queda otra alternativa que considerar las zonas libres que dejaría la posición del esqueleto y la resistencia de las diferentes partes, que apuntan en un sentido más negativo a tórax y abdomen. En ciertos casos podemos recurrir al uso de un aspersor de mano con el que proyectar pequeños chorros de agua o alcohol, si la conservación así lo permite, a baja presión. Este medio auxiliar puede ser útil para el ablandamiento de un sedimento demasiado endurecido y evitar excesivas presiones en el proceso de excavación. En cualquier caso, el uso del agua u otros medios de ablandar la dureza del sedimento estará en función del estado de conservación del material y del grado de humedad del terreno, que no debería complicarse con nuestra acción.
5. PRIORIDADES DURANTE EL PROCESO DE EXCAVACIÓN La excavación de un depósito antropológico debería tener en cuenta una serie de obligaciones troncales, sean cuales sean las opciones metodológicas. a. Conservación de las evidencias anatómicas Las prioridades del proceso de excavación, aún cuando cualquier estrategia esté condicionada a la urgencia del procedimiento, recursos y naturaleza del entorno, siempre deberían tener el objeto de conservación de las evidencias anatómicas en paralelo a la recuperación del marco estructural u otros aspectos patrimoniales del depósito. En demasiadas ocasiones se percibe al material óseo como un obstáculo para la recuperación del entorno patrimonial al que se asocia, quizás como excusa para justificar una deficiente o dañina actuación. En función de la posición del esqueleto y de la situación u orientación de los diferentes elementos anatómicos, se impone la constante consideración de qué tipo de superficie o resistencia ósea nos podemos encontrar y de cómo puede reaccionar ante determinadas presiones, evitando en caso de potencial fragilidad la ejecución de movimientos perpendiculares a la misma y sustituyéndolos por tangenciales u oblícuos. Establecidas la delimitación perimetral y confirmada la posición del cuerpo, la prioridad de las zonas a exhumar se verá sujeta a la problemática derivada
b. Mantenimiento de las relaciones anatómicas selladas en el depósito Las características del conjunto anatómico pueden estar más o menos conectadas a las condiciones originales o haberse visto influidas por otros factores posteriores. En todo caso se trata de captar las realidades selladas. La existencia de zonas anatómicas cuyos componentes pueden ser especialmente susceptibles al desplazamiento de sedimentos o a desplazamientos verticales u 182
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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horizontales, requiere dejar en lo posible hasta el final la excavación de las articulaciones o sectores en potencia más inestables, en especial manos y pies, de cara a preservar las condiciones articulares fijadas en el depósito. La mayor fragilidad de las porciones articulares también aconseja evitar tempranas manipulaciones. Al abordar la excavación de zonas como manos y pies puede resultar muy útil el recurso a la aplicación de un pequeño chorro de alcohol a presión para evitar daños mecánicos o movilización de elementos en zonas inaccesibles o difíciles de controlar con los habituales instrumentos de excavación. El grado de disolución del alcohol en agua puede ser variable en función de la tolerancia que la evidencia antropológica tenga en ese momento a la humedad.
base a compacidad, módulo de los cascotes o gravas, puede ayudar a comprender variaciones anatómicas o modificaciones en la posición del esqueleto. De este modo, las pérdidas de tejidos pueden implicar un aumento de las presiones periféricas del sedimento, implicando una mayor aproximación de los huesos largos esqueletizados en los individuos hiperflexionados (Duday 2006: 43).
c. Consideración de estratigráficas del depósito
3) Unidades negativas
las
2) Sucesión de depósitos antropológicos Cada inhumación o nuevo depósito representa un episodio temporal o estratigráfico, con unas consecuencias y unas causas que nos permitirán captar el funcionamiento del enterramiento.
particularidades
Remociones posteriores, en relación a nuevas fosas u otras actividades, pueden quedar claramente señaladas en sus límites y explicar las características de la acumulación ósea.
El proceso de excavación ha de tener en cuenta las particularidades estratigráficas en relación al funcionamiento interno del depósito, que puede aportar una importante información cronológica al menos de tipo relativo.
d. Redefinición del espacio del depósito original
1) Unidades sedimentarias
La intervención en el depósito antropológico implicará la definición, en función de que las alteraciones póstumas lo permitan, del espacio en el que se conformó el enterramiento, tanto en su contorno como en el nivel de base o superficie sobre la que que se dispone el cuerpo (Lám. 272-275), reflejando las diferencias de cota entre los componentes del conjunto anatómico.
Los cambios de coloración del sedimento pueden relacionarse con episodios intrusivos, aportando una explicación acerca de modificaciones anatómicas particulares. La variabilidad de las características del sedimento dentro del espacio del depósito funerario, en
LÁMINA 272. DETALLE DE UNA INHUMACIÓN MEDIEVAL DE UN SUJETO ISLÁMICO DE ÉCIJA (PE), CON COMPLETA DEFINICIÓN DE LA BASE DE APOYO Y DEL ESQUELETO EN SU CONTORNO (REGISTRO GUIJO 2002)
183
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
LÁMINAS 273 Y 274. EXCAVACIÓN CON LA COMPLETA EXPOSICIÓN DEL ESQUELETO SOBRE LA SUPERFICIE ORIGINAL. INHUMACIONES DE REPRESALIADOS POR EL FRANQUISMO (FCA, CÓRDOBA) (GUIJO 2010, PERMISO DE AREMEHISA)
LÁMINA 275. VISTA DE LA ZONA PÉLVICA DE UN SUJETO ISLÁMICO DE CÓRDOBA (PP07-10) CON EXPOSICIÓN DE LA SUPERFICIE ORIGINAL SOBRE LA QUE SE DEPOSITA EL CUERPO (GUIJO Y LACALLE 2008b)
184
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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series islámicas la aparición de sujetos en decúbito supino reviste características completamente accidentales, sin obedecer a intencionalidad alguna, por la basculación de los cuerpos desde la posición inestable que representa el decúbito lateral derecho. Así, si la fosa es lo bastante ancha o el cuerpo tiene espacio a los lados puede bascular en sentido posterior, de modo que el tórax adquiere una posición en decúbito supino, pudiendo estar acompañado o no de la extremidad inferior, sobre todo cuando ésta se presenta extendida o semiflexionada. En los contextos cristianos la posición de decúbito supino es dominante, dándose de forma exclusiva en algunos yacimientos, tanto en entornos monásticos (Guijo 1997) (Guijo 2002a; 2002b) (Guijo y Lacalle 2006a), eclesiásticos (Pecero 2004; 2006) (Guijo 2004a; 2004b), considerando tanto series amplias como evidencias aisladas (Jiménez 2002). La modificación de esta posición obedece a factores accidentales y culturales.
6. EXCAVACIÓN DE UN CONJUNTO ARTICULADO EN DECÚBITO SUPINO a. La realidad aguardada La posición de decúbito supino constituye la forma más frecuente en la que un conjunto articulado se presenta en contextos funerarios romanos de inhumación, etapas medievales, exceptuando a las poblaciones islámicas, y postmedievales (Gráfico 24). Las mayores diferencias se dan en la ubicación de la extremidad superior. En las series romanas estudiadas el decúbito supino es la posición dominante. Sin embargo, en contextos altoimperiales (Prado) sólo unos dos tercios de los sujetos en conexión anatómica la presentan, con el sector subadulto alcanzando poco más de la mitad de sus efectivos. Si el decúbito supino se convierte en la posición exclusiva en las inhumaciones judías medievales, en las
Gráfico 24. Distribución de la posición de decúbito supino en series sevillanas entre el siglo I y el siglo XVII (% inhumaciones primarias) 120
100
80
60
40
20
0 1
2
3
4
5
Romano Nº Yac
1 Prado
2 Trinidad
3 Lerena
Poblac Siglo
Romanp I-II
Romano I-V
Ref
Guijo 2007
Guijo 2007
6
Islámico
7
8
Cristiano
Islámico IX-X
4 San Jorge Islámico XI-XII
5 San Jorge Cristiano XIII-XV
6 El Carmen Crist XV
7 Santa Clara Crist XIV-XV
Guijo 2007
Guijo 2007
Guijo 2002d
Guijo 2002a
Guijo y Lacalle 2006a
185
8 Cano Cueto Judío XIIIXV Guijo 2002c
9
10
11
12
11 La Victoria Crist XV-XVII
12 Trinidad
Guijo y Lacalle 2005b
Lacalle y Guijo 2005
Judío 9 El Carmen Crist XVI-XVII Guijo 2002b
10 Santa Clara Crist XVIXVIII Guijo y Lacalle 2006a
Crist XVII
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b. La estrategia
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cráneo una vez esqueletizado y la exposición de la zona basal Cuando la longitud de la fosa es muy corta en relación al cuerpo podemos encontrar una flexión más o menos marcada de la zona cervical, con inclinación del cráneo, de modo que la perspectiva vertical de esa zona de la inhumación corresponde al vértex.
Una vez establecida la delimitación perimetral según las limitaciones que imponga el contexto, la problemática viene condicionada por la posición y características del material óseo. Cráneo
Extremidad superior (Gráfico 25) La excavación de la bóveda craneal de un cuerpo en esta posición implica que el esqueleto facial se convierte en el punto más elevado o que en primer lugar es detectado desde la perspectiva del excavador. La previa delimitación de la bóveda craneal o neurocráneo nos permitirá un mayor cuidado en la excavación del esqueleto facial, la zona más frágil, creando un espacio perimetral para desalojar el sedimento. El hecho de que nos podamos encontrar el esqueleto facial directamente en proyección vertical hace que los movimientos perpendiculares o presiones verticales sean absolutamente contraproducentes en relación a los techos orbitarios, zona nasal y zona alveolar, en especial en el primer caso. La búsqueda del contorno facial a partir del frontal y malar-arcos cigomáticos puede ser la primera referencia del macizo facial. A partir de la articulación temporomandibular podrá inferirse la posición de la mandíbula que, en muchos casos en que se da este tipo de posición puede haber experimentado una caída vertical de modo que su borde inferior reposa sobre la zona superior del tórax. Los cóndilos mandibulares son muy susceptibles de roturas si el peso del sedimento o la acción mecánica de la excavación ejecutan presiones excesivas perpendiculares o por despejar de sedimentos la zona de la articulación témporo-mandibular, sin la eliminación de los que cubren el esqueleto facial. La evacuación del sedimento que contienen las cavidades orbitarias requiere evitar en lo posible movimientos verticales o perpendiculares al techo orbitario, dicíciles de evitar por la propia posición en decúbito supino, y recurrir a movimientos tangenciales en lo posible. En la cavidad nasal puede llegarse a la rotura del vómer, conchas o daños en el contorno interior, provocando la caída al interior de la bóveda de los materiales rotos. En los laterales del cráneo los arcos cigomáticos son elementos óseos de gran fragilidad, cuyo desprendimiento puede verse favorecido por su delimitación por suturas. La excavación del macizo facial ha de abordarse en todo caso en un momento en que el sedimento que lo recubre se encuentre fresco para su mejor eliminación. El endurecimiento de la tierra que rellena los techos orbitarios suele ser un motivo de su hundimiento. La posición de decúbito supino admite diversas posibilidades secundarias a la pérdida de los tejidos blandos, como caída de la caja craneal sobre el pecho, zona posterior o lados, desarticulación con las cervicales, con o sin acompañamiento de la mandíbula, con una separación completa o parcial en relación al tronco. También puede darse la rotación lateral de la caja craneal en un momento perideposicional, posibilidad que en nuestra casuística se ha visto acompañada siempre de la mandíbula. Puede darse incluso el volteamiento del
El silueteado o delimitación perimetral nos habrá permitido contactar con el perímetro exterior del húmero y de los antebrazos, a no ser que los últimos se encuentren en cualquier grado de flexión en relación al brazo y, por tanto con la mano sobre el tórax o la zona abdominal. La determinación del grado de flexión del antebrazo se antoja imprescindible para ubicar la posición de las manos, puesto que la naturaleza de los elementos que la componen pueden dificultar notablemente la excavación de una zona, al mismo tiempo que se requiere un cuidado especial para evitar desarticulaciones de falanges o metacarpianos. A partir de la muñeca no resulta complicada la detección de carpo y metacarpo como puntos de referencia para la delimitación de las falanges, de cara a no proceder a ciegas. La mayor garantía de ausencia de desarticulaciones postdeposicionales de elementos metacarpofalángicos e interfalángicos viene dada por la posición de la manos a los lados del cuerpo o sobre la zona ilíaca. Los grados de flexión del antebrazo y la consiguiente ubicación de las manos presentan muchas posibilidades: flexión unilateral, bilateral, antebrazo en pronación o supinación. En todo caso, la posición de manos sobre caja costal y zona púbica suele conllevar desarticulaciones de gran magnitud, con caídas al interior de la caja pélvica. En los diferentes registros históricos, con series en decúbito supino, la posición de la extremidad superior cuando existe una armonía bilateral permite esbozar algunas tendencias claras. La abducción del húmero (separación en relación al tronco) suele ser leve, relacionada usualmente con la semiflexión del antebrazo, y las manos no suelen apartarse del cuerpo. Los casos extremos tienen una mínima incidencia estadística y podrían atribuirse a tracciones ejercidas en el proceso de inhumación, quedando selladas sin ningún intento de corrección. Estas distorsiones pueden estar asociadas a hechos parecidos en la extremidad inferior. Sólo en casos muy contados encontramos la ubicación de las manos junto al cráneo o en los hombros. En el mundo romano el comportamiento de la extremidad superior asociado al decúbito supino nos muestra al húmero alineado con el exterior del tórax, con mínimas abducciones, y a los antebrazos semiflexionados o flexionados en las inhumaciones con un comportamiento bilateral armónico (dos tercios de las inhumaciones primarias). Las manos se disponen (cruzadas o no) sobre la pelvis o parte baja del tórax. Ninguna evidencia subadulta presenta la extensión bilateral, en disposición paralela al torso, del miembro superior. 186
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En las inhumaciones medievales judías domina casi en exclusiva la completa extensión del miembro superior, con alineación de brazo y antebrazo de forma paralela al tórax, y las manos situadas a los lados de la cadera con la palma sobre el suelo, evitando zonas que implican la desarticulación, como es el caso de la caja costal y de la cavidad abdominal (Romo et al 2001a) (Quirós y Rodrigo 2002) (Santana y Mantero 2004). Los escasos ejemplos islámicos en que el cuerpo presenta un vuelco sobre su zona posterior y el esqueleto adopta el decúbito supino nos ofrecen un dominio de la semiflexión, con las manos junto a las caderas o sobre las mismas. Suelen ser frecuentes las diferencias entre los dos lados. Entre las comunidades cristianas medievales existe un claro dominio de la flexión de los antebrazos, de
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modo que las manos pueden aparecer situadas sobre la zona púbica, estómago y el pecho, por lo que a la complejidad de exposición de la zona torácica se le une la que aportan las manos. Las flexiones, entre los 80º y 90º, suelen implicar la superposición del antebrazo de un lado sobre el otro, o bien dispuestos de forma paralela formando un cuadro con los húmeros, y con las manos junto al codo antagonista. En enterramientos monásticos a partir del siglo XVI y en comunidades femeninas puede aparecer un rosario envolviendo la muñeca o la mano o bien un crucifijo colocado sobre el pecho. La semiflexión de los antebrazos es la segunda posición más usual entre las series cristianas, con las manos colocadas sobre su palma a los lados de las caderas o sobre las mismas.
Gráfico 25. Distribución de la posición de la extremidad superior en individuos en decúbito supino entre el siglo I y el siglo XVII en series sevillanas 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 1
2
3
4
5
Extensión Nº Yac
1 Prado
Poblac Siglo Ref
Romanp I-II Guijo 2007
2 Cano Cueto Judío XIII-XV Guijo 2002c
6
Semiflexión
7
8
9
Flexión
3 San Jorge
4 El Carmen
5 Santa Clara
6 El Carmen
7 Santa Clara
8 Trinidad
9 La Victoria
Cristiano XIII-XV Guijo 2002d
Crist XV Guijo 2002a
Crist XIV-XV Guijo y Lacalle 2006a
Crist XVI-XVII Guijo 2002b
Crist XVI-XVIII Guijo y Lacalle 2006a
Crist XVII Lacalle y Guijo 2005
Crist XV-XVII Guijo y Lacalle 2005b
Caja costal y tórax
Su exposición desde el exterior resulta más aconsejable dada la mayor inestabilidad de la zona esternal. La proximidad de la sobreposición de los diferentes elementos costales en el lateral de la caja torácica, concede a esta zona una mayor estabilidad gravitacional que la zona interior o esternal, por lo que resulta más fácil y viable, tanto de cara a la preservación como a la imposición de un mejor ritmo la excavación de arriba
Partiendo de la definición de los hombros y de la identificación de un hueso relativamente resistente como la clavícula, se puede acceder a la zona cervical, salvo por las limitaciones que puede imponer la desarticulación de la mandíbula. La identificación de la primera costilla permite buscar la línea externa de ambas cajas costales.
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abajo de la caja costal, partiendo de la línea lateral. Desde aquí, aunque dependiendo del estado de conservación o fragmentación costal, puede accederse a las articulaciones costovertebrales. Los espacios intercostales pueden utilizarse para la evacuación del sedimento. Para conseguir exponer las articulaciones costovertebrales es necesaria la definición del espacio libre que puede existir entre la zona esternal y el cuerpo vertebral, hecho que no siempre se da o resulta insuficiente. En todo caso siempre restará una zona en los espacios intercostales donde será imposible la completa eliminación del sedimento. La excavación de la columna cervical puede acometerse a partir de la definición de la mandíbula, hombros y zona superior de las cajas costales. La exposición de la zona dorsal puede hacerse totalmente paralela a la de la caja costal. En el caso de las lumbares y dependiendo de la ubicación de las manos su delimitación será fácil por la mayor disponibilidad de espacio tras la exhumación de la caja costal. Todas las zonas de la columna presentan la dificultad añadida de las apófisis transversas a los lados de cada cuerpo y que el excavador encontrará en el plano vertical. En el caso del sacro estará todo condicionado a la estabilidad de la cintura pélvica, aunque si ésta lo permite la referencia de las lumbares y del contorno iliaco facilitan el acceso. La sobreposición del arco púbico o la inestabilidad de éste condicionarán el grado de exposición del sacro. En un esqueleto en buen estado de conservación la evacuación del sedimento puede realizarse por el foramen obturador, aunque la habitual fragilidad de la sínfisis y de la zona vertical del pubis aconseja hacerla desde la zona ilíaca, más resistente. En este punto la ubicación de las manos tendrá una directa influencia en la estrategia.
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limpieza definitiva. En la articulación de la rodilla hemos de tener en cuenta la existencia de la rótula. En el coxal conviene desarrollar primero una exposición del contorno iliaco y las partes laterales a partir del seguimiento del fuste femoral hacia la cavidad cotiloidea, aunque la delimitación de los antebrazos puede habernos conducido a los lados o a la zona superior iliaca. El pubis (básico para el diagnóstico de sexo y edad) quedará en un nivel más alto que las fosas ilíacas, hecho a tener en cuenta puesto que puede representar en el plano vertical la primera evidencia detectada, circunstancia que subraya una vez más la necesidad de partir de un conocimiento perimetral. La buena condición del hueso y la posición excéntrica de las manos pueden facultar una completa excavación de la cintura pélvica, en cuyo caso debe partirse de la definición lateral y externa, aproximación a la sínfisis por la zona de la eminencia iliopectínea o desde el isquion, despejando de sedimentos el foramen obturador sólo si la conservación así lo aconseja. El mayor o menor grado de exposición del contorno del foramen obturador dependerá del estado de conservación de la zona isquiopúbica y de si ésta requiere del sedimento que la rodea como sostén o retención. En todo caso no conviene dejar a la zona del contorno del foramen obturador librada al peso de sedimento por encima, hecho que podría dar lugar a la rotura de la zona. En un cuerpo en decúbito supino la zona plantar de los pies puede aparecer apoyada en la pared de la fosa o sepultura, posición que ocasiona importantes desarticulaciones por la inestabilidad de los elementos metatarso-falángicos, produciéndose la caída parcial o total de falanges sobre la zona dorsal de otras falanges, sobre el metatarso, tarso o por la zona plantar. Estas desarticulaciones acontecen en mayor medida en las inhumaciones en estructura o en ataúd y en menor medida en las fosas simples. Lo más frecuente es una leve rotación externa de una o ambas piernas que hace que el pie se nos presente por su cara interna, con una superposición en paralelo de metatarsianos y falanges. También puede tener lugar el desplome durante la descomposición de todo el pie, a causa de la morfología de la articulación tibio-astragalina, de manera que quede colocado enteramente sobre su superficie plantar. La mejor referencia para la excavación de los pies, una vez definida la zona distal de tibia y peroné, pasa por la definición perimetral del tarso y metatarso, para ubicar a partir de aquí los dedos. La persistencia de conexiones anatómicas metatarso-falángicas facilitará el avance de la excavación desde las falanges cuando se sitúan en la cota más elevada, para ir descendiendo progresivamente. Esto permitirá aprovechar mejor los desplazamientos gravitacionales de sedimentos y evitar deslizarlos por zonas ya excavadas de las articulaciones interfalángicas, mucho más susceptibles de desarticulación que los metatarsianos y tarso, ocasionando la modificación de su posición original. Si metatarsianos y falanges se sitúan al mismo nivel el proceso será más fácil a partir de la exposición de los primeros. Las diferencias de cota entre ambos lados del pie y la estabilidad del conjunto marcarán el grado de exposición de todos los elementos.
Las características articulares de la caja torácica no introduce variables significativas dentro de la posición general de decúbito supino. Sólo en el caso de las cervicales puede darse una flexión acentuada, por el arrastre provocado por la bóveda craneal sobre el pecho cuando aún toda la zona del cuello cuenta con retenciones ligamentosas. El mismo segmento cervical presentará sus caras anteriores o laterales en función de la rotación que el cráneo pueda haber experimentado. Toda la estrategia queda condicionada a la posición de las manos en relación al tórax. Extremidad inferior Considerando que se de una posición canónica en decúbito supino, que llevaría a la existencia de mayores espacios laterales y entre los huesos mayores, contaríamos con una mayor libertad de movimientos en la zona para diseñar la estrategia de excavación de todo el esqueleto. La definición perimetral nos habrá permitido la identificación de los huesos mayores, cuya delimitación interna y externa facilitará la creación de espacios de evacuación del sedimento o de acceso a zonas de especial complicación como el coxal. Unicamente las necesidades de preservación de la estática articular y de zonas frágiles como las epífisis harían recomendable la postergación de la completa exposición de las articulaciones hasta la
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El decúbito supino se asocia en los registros históricos cristianos y judíos de Sevilla a la completa extensión de la extremidad inferior, totalmente alineada con el eje principal del cuerpo y en parte de las inhumaciones romanas conocidas (Guijo 1997; 2002 a; 2002b; 2002c; 2002d; 2004 a; 2004b; 2007) (Guijo y Lacalle 2006c) (Lacalle y Guijo 2005) (Pecero 2004; 2006). En una gran parte de las evidencias conocidas de Hispalis y en la comunidad islámica asistimos a una serie de excepciones. Al abordar las características de los depósitos primarios de época romana identificados en la necrópolis del Prado de san Sebastián el decúbito supino puede ir asociado a diversos grados de flexión de la extremidad inferior, posición impuesta por la corta longitud de la fosa en relación al tamaño del cuerpo y en diversos casos por haber sido arrojados los cuerpos a la fosa sin un tratamiento ritual (Guijo y Lacalle 2006c). En todo caso, prevalece la asociación entre la posición general de decúbito supino y la completa extensión de la extremidad inferior. Cabe referirse a las inhumaciones primarias de las comunidades islámicas como las que más discrepancias presentan entre la posición del tronco y la extremidad inferior, de modo que no es inusual encontrarse el tronco en posición de decúbito supino y la extremidad inferior con cierto grado de lateralidad y viceversa (Guijo 2000b; 2002d) (Guijo et al 2003) (Guijo y Lacalle 2004a; 2005ª; 2008; 2009). En los casos en que se ha producido el vuelco posterior, hacia el
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decúbito supino, puede quedar sellado el intento original de inhumar en decúbito lateral derecho, antes de que se produzca el vuelco, de modo que todos los elementos del lado derecho nos presentan la cara interna, mientras que el tronco y el lado izquierdo pueden presentarnos la zona anterior gracias al giro de la articulación coxofemoral en el lado derecho, sin que se vea arrastrada la pierna de ese lado. En todo caso prevalece la extensión. Las inhumaciones de la comunidad judía representan los conjuntos primarios con una alineación más armónica entre tórax, extremidad superior, extremidad inferior y zona sagital del cráneo (Guijo 2002c). Las características de la extremidad inferior de todas las series cristianas que comparten el decúbito supino mantienen la completa extensión. Lectura en sección En muchos hallazgos accidentales nos encontramos con la necesidad de hacer una lectura en sección de forma previa a la excavación de las evidencias óseas. La lectura en sección de inhumaciones en decúbito supino nos revela la ocupación de un espacio vertical entre 15 y 20 cm, con un dominio de la horizontalidad de los elementos, mínimos buzamientos de los mismos sin diferencias bilaterales, y orientaciones semejantes de los extremos proximales de los huesos mayores del esqueleto apendicular.
LÁMINA 276. EXPOSICIÓN DE LA ZONA PÉLVICA HASTA EL NIVEL DE BASE SOBRE SOBRE EL QUE DEPOSITA ORIGINALMENTE EL CUERPO. ESQUELETO SUBADULTO (MSC-SEVILLA, SIGLOS XVI-XVIII) (GUIJO Y LACALLE 2006 a).
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LÁMINAS 277 Y 278. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN EN FOSA SIMPLE Y EN POSICIÓN DE DECÚBITO SUPINO (PC/TUMBA 2, SIGLOS XV-XVI). LAS RAÍCES DEL CONTEXTO HAN DADO LUGAR A LAS DESARTICULACIONES CRÁNEO-MANDIBULAR Y CÚBITO RADIAL DEL LADO IZQUIERDO. MÁXIMA DEFINICIÓN DE LOS ELEMENTOS ANATÓMICOS EN TRONCO Y EXTREMIDAD SUPERIOR. EN EL CRÁNEO EL PROCESO ESTÁ CONDICIONADO POR LAS ALTERACIONES PÓSTUMAS (GUIJO Y LACALLE 2005b). A LA DERECHA DETALLE DE LA ZONA TORÁCICA, CRÁNEO Y EXTREMIDAD SUPERIOR DE UNA INHUMACIÓN PRIMARIA EN FOSA SIMPLE REVESTIDA DE LAJAS DE PIZARRA. SUJETO MOZÁRABE (TUMBA 44) PROCEDENTE DE CÓRDOBA (NOR). ÉPOCA CALIFAL. INDIVIDUO EN POSICIÓN DE DECÚBITO SUPINO. LAS FISURAS COSTALES HAN ACONSEJADO NO ACOMETER UNA EXPOSICIÓN DE LAS COSTILLAS AL MÁXIMO NIVEL (GUIJO Y LACALLE 2006b)
LÁMINAS 279 Y 280. LAS POSICIONES DE LOS ANTEBRAZOS EN LEVE SEMIFLEXIÓN, CON MANOS SOBRE LAS CADERAS, EN FLEXIÓN CON LAS MANOS SUPERPUESTAS O PARALELAS SOBRE EL CENTRO DEL TÓRAX SON EL PATRÓN HABITUAL EN CONTEXTOS CRISTIANOS MEDIEVALES Y MODERNOS DE SEVILLA. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN DEL CONVENTO DE LA VICTORIA (PC, SIGLOS XV-XVII) (GUIJO Y LACALLE 2005a) Y A LA DERECHA DE SANTA CLARA (MSC, SIGLOS XVI-XVIII) (GUIJO Y LACALLE 2006a).
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LÁMINAS 281 Y 282. LAS POSICIONES DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR, EN AMBOS CASOS PROCEDENTES DE CONTEXTOS ROMANOS (PR/TUMBAS 157 Y 172, SIGLOS I-II), SON INFRECUENTES. LO MISMO OCURRE CON LA POSICIÓN DE LA EXTREMIDAD INFERIOR EN EL CASO DE LA DERECHA. EN EL CASO DE LA IZQUIERDA PODRÍA DEBERSE A UNA ADAPTACIÓN A UNA FOSA DEMASIADO CORTA. NO SE ACOMETE CORRECCIÓN ALGUNA DE LOS MIEMBROS TRAS LA INHUMACIÓN (GUIJO Y LACALLE 2006c).
LÁMINA 283. INHUMACIÓN INDIVIDUAL EN FOSA SIMPLE DE UN SUJETO MOZÁRABE DE ÉPOCA CALIFAL PROCEDENTE DE CÓRDOBA (NOR). EL INDIVIDUO OCUPA UNA FOSA EL DOBLE DE LO USUAL Y PRESENTA UNA POSICIÓN ANÓMALA DE LAS EXTREMIDADES, QUIZÁS OBEDECIENDO SU POSICIÓN A LAS SUJECIONES EFECTUADAS (GUIJO Y LACALLE 2006c). .
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LÁMINAS 284 Y 285. A VECES LOS DAÑOS POSTDEPOSICIONALES EXIGEN LA REHABILITACIÓN DE LA POSICIÓN DEL CUERPO, PARA LO QUE RESULTA NECESARIO TENER EN CUENTA LA POSICIÓN DE OTRAS ZONAS, COMO ES EL CASO DE LOS PIES (FLECHA)EN LAS LÁMINAS B-C), CUYA CERCANÍA AL COXAL EVIDENCIÓ EL NOTABLE GRADO DE FLEXIÓN DE LA EXTREMIDAD INFERIOR (POSICIÓN RECONSTRUIDA A LA DERECHA). INDIVIDUO ROMANO (PR/TUMBA 173) (GUIJO Y LACALLE 2006c)
LÁMINAS 286 Y 287. INHUMACIONES DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE AGUILAR (FCA, CÓRDOBA), CON MARCADAS DISTORSIONES DEL ESQUELETO APENDICULAR EN RELACIÓN A SUJECIONES, TRACCIONES Y ATADURAS (GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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7. EXCAVACIÓN DE UN CUERPO EN DECÚBITO PRONO
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presentar una total horizontalidad en la zona de los hombros y un aumento progresivo de la lateralidad hacia la zona inferior del tronco y huesos largos de la extremidad inferior, y el caso contrario, gracias a la dinámica articular de la cintura pélvica. A partir del siglo XIII la inhumación en posición de decúbito prono se convierte en algo totalmente anecdótico desde el punto de vista estadístico en los registros osteológicos sevillanos. En una inhumación moderna (ss XVII-XVIII) procedente del Monasterio de Santa Clara apareció un sujeto en posición de decúbito prono inhumado en ataúd (unidad 680) (Guijo y Lacalle 2006a). Considerando la profundidad del espacio de inhumación y las dificultades que existirían para descender el fardo fúnebre, creemos, como hipótesis más razonable, que la adopción de esa posición estaría motivada por el volteamiento del ataúd en su descenso al interior de la sepultura, a causa de los notables estímulos gravitacionales a los que estaría expuesto. Otro caso excepcional en la norma se registró en la zona exterior de la muralla (jardines de Catalina de Rivera), en contextos del siglo XVII (Guijo 2002c). Se trata de un sujeto de características negroides inhumado en prono, a diferencia de la posición que presentaban las otras inhumaciones de esta minoría (Romo et al 2001b). El hecho de que una de los lados mayores de la fosa se adosaba a la muralla crearía dificultades para descender el cuerpo a la fosa desde el otro lado, pudiendo escaparse al control de los inhumadores, de modo que se voltearía en el aire y quedaría depositado en posición de decúbito prono. La otra opción es que hubiese sido directamente arrojado desde la muralla al lugar de inhumación.
a. La realidad encontrada El hallazgo de inhumaciones en decúbito prono (bocaabajo) no suele constituir un hecho frecuente en los contextos funerarios sevillanos (Gráfico 26). Semejante posición puede ser atribuida en la mayoría de los casos adultos a desplazamientos gravitacionales o pérdidas de control de la posición del cuerpo. Entre la población subadulta, la colocación de la extremidad superior, con flexión del antebrazo y manos junto a la cabeza en la mayoría de los casos, indica una clara intencionalidad. La mayor presencia de sujetos en esta posición se da en inhumaciones romanas de los siglos I-II d.C. (PR), caracterizando sobre todo a sujetos subadultos (Guijo y Lacalle 2006d). En el caso de los sujetos adultos entendemos esa posición como pérdidas de control, con volteamiento del cuerpo, en el momento de ser descendidos al interior de la fosa o por el simple hecho de arrojar el cuerpo al interior de la fosa. Aunque hallazgos de sujetos adultos en decúbito prono aparecidos en Valencia (Polo y García 2002) se han identificado como esclavos no contamos con argumentos para llegar a una conclusión semejante. En contextos islámicos pueden aparecer individuos con un vuelco total sobre la zona anterior sólo en el tórax, en la extremidad inferior o en todo el cuerpo, si bien cabe considerarlos derivaciones del decúbito lateral, que queda anulado ante el basculamiento del cuerpo si dispone de un espacio que permita la caída sobre la zona anterior (Guijo 2000b; 2002d) (Guijo y Lacalle 2004a; 2005a). Aunque hemos identificado numerosos casos de inhumación en decúbito prono completo suele ser más frecuente el decúbito prono parcial, con el individuo presentando unos 2/3 de la zona posterior, por el freno de las paredes de la fosa durante la caída o por la colocación bajo el cuerpo del miembro superior. Así, podemos encontrarnos con una posición totalmente horizontal, o el mantenimiento de cierto grado de lateralidad y una mayor elevación del lado izquierdo. Puede existir cierta diferencia entre el tronco y la extremidad inferior, de modo que el primero puede
Considerando las ubicaciones de los miembros en los casos de decúbito prono, la exposición gravitacional y las características del continente, entendemos que semejante posición anatómica carece de cualquier intencionalidad ritual, salvo el caso de la población subadulta de contextos islámicos y romanos. Sólo las pérdidas de control del fardo fúnebre, con el volteamiento del cuerpo en el momento de descenderlo al interior de la fosa, o el simple hecho de arrojarlo, podrían explicar esta anomalía ritual o pseudoritual.
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Gráfico 26. % de individuos en decúbito prono en series sevillanas
30 25 20 15 10 5 0
Romanos (PR) (Guijo y Lacalle 2006d)
Califal (LE) (Guijo 2000)
Total
Adultos
Almohade (SJ) (Guijo 2002d)
Subadultos
La identificación del contorno externo del húmero nos permitirá acceder al borde axilar de la escápula y definir su contorno antes de exponer completamente la cara posterior de ésta. En el omóplato el acromion presentará los relieves más prominentes en esta perspectiva, siendo muy susceptible de romperse en la zona en que se independiza del cuerpo del omóplato. En la posición de decúbito prono la clavícula estará cubierta por el acromion. La limpieza de la cara posterior de la escápula ha de tener en cuenta la fragilidad del hueso y recurrir a movimientos lo más tangenciales posibles para evacuar el sedimento. Cualquier fuerza perpendicular excesiva a la fosa infraespinosa producirá su hundimiento. La excavación de la escápula en sujetos que presentan el decúbito prono se podrá realizar con mayores garantías partiendo de las referencias de la zona más gruesa de la misma, la cavidad glenoidea, siguiendo el borde axilar antes que intervenir a ciegas en el lado contrario con el riesgo que puede tener para la caja costal y el mismo omóplato. Siguiendo la diáfisis humeral hacia el codo podremos deducir la posición de antebrazos y manos. La extremidad superior puede aparecer totalmente paralela a cada lado del tórax, con las manos a los lados de la cadera, o con la flexión o semiflexión de uno o de los dos antebrazos, de manera que el tronco se puede superponer a éste y a la mano en funció del grado de aducción que muestre el húmero. La flexión bilateral del antebrazo es la posición más frecuente en los contextos arqueológicos sevillanos seguida de la semiflexión y de la extensión. En la posición de flexión las falanges distales y mediales de la mano aparecen por el lado contrario o bajo la zona ilíaca del otro lado. Podemos encontrar también individuos con las manos situadas en la zona posterior de la cadera y zona ilíaca en contextos islámicos, de modo que los antebrazos aparecen extendidos en la zona lateral posterior de la caja costal. En ningún caso hemos atestiguado la flexión de los dos antebrazos por detrás del tórax.
b. Aspectos metodológicos Cráneo Un hipotético decúbito prono en sus términos más absolutos conlleva que la parte del occipital sea la más próxima a nosotros si no media un buzamiento de la zona superior del cuerpo. Este hecho favorece la excavación sin problemas de esa porción del cráneo, con la prevención necesaria para no provocar hundimientos de la bóveda si existen fisuras. Una zona especialmente frágil la constituyen la apófisis estiloides del temporal y el borde posterior de la rama mandibular. El límite de la extensión a exponer de la caja craneal lo marcará la prudencia para no hacer recaer sobre el macizo facial, que estaría apoyado sobre el suelo, el impacto de nuestras presiones verticales en el proceso de excavación. Es necesario considerar que la caja craneal puede estar rellena de forma parcial o total de sedimento, con lo que tenderá a acumularse en la zona más baja que corresponderá al esqueleto facial, por lo que cualquier movimiento provocará un comportamiento diferencial de las zonas rellenas y de aquellas otras desprovistas de sedimento. En sujetos con la sutura coronal totalmente abierta pueden desprenderse la zona facial y el hueso frontal. Desde las zonas laterales la mayor fragilidad de las porciones anatómicas a exponer corresponderá a los arcos cigomáticos, el contorno lateral de la órbita y cóndilos mandibulares. A diferencia del decúbito supino, los mínimos casos de conjuntos articulados en decúbito prono que hemos documentado no presentan desarticulaciones mandibulares ni cráneo-cervicales. Lo más habitual es que el cráneo aparezca con la zona facial orientada hacia un lado en concreto, en cuyo caso los cuidados más extremos deberían tener en consideración la ubicación de esa zona anatómica de mayor fragilidad. Extremidad superior
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También podemos encontrarnos al húmero (uno o los dos lados) en ligera separación del tronco (abducción) y flexión del antebrazo, con ubicación de la mano en la cercanía del cráneo o de los hombros. Esta posición de la extremidad superior es usual en la población subadulta islámica.
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representada por las evidencias subadultas de las series islámicas entre la cual la extensión y la semiflexión de la extremidad inferior presentan una incidencia semejante. Frente a las limitaciones que imponía la posición de decúbito supino en la excavación de la cintura pélvica, el decúbito prono nos ofrece la posibilidad de una mayor velocidad y de menores riesgos al encontrarnos con la zona más consistente. A partir del fuste de los fémures o partiendo del contorno iliaco pueden excavarse toda esta porción, sin olvidar que las características del tejido del coxal lo pueden hacer muy sensible a excesivas presiones verticales. La posición del coxal permite la completa exposición del ileon en su parte posterior y las zonas laterales en su articulación con el fémur. El límite de la zona a exponer debe venir marcado por las necesidades que imponga la conservación de la zona sinfisiaria, sobre la que tampoco resulta aconsejable crear excesivas presiones verticales dado su potencial como fuente de información demográfica. En lo que se refiere a los huesos largos se ha de tener en cuenta la existencia de relieves anatómicos que sobresalen en la zona posterior, como el trocánter menor en el fémur y los cóndilos en el mismo hueso y en la tibia. La exposición del pie garantiza una mayor estabilidad y un menor riesgo de desarticulaciones si se efectúa a partir del tobillo, siguiendo la cara plantar de sus diversos componentes. En un decúbito prono claro nos encontraremos con la zona posterior del calcáneo como el punto más sobresaliente y la concavidad plantar con relieves más marcados que el dorso, puesto que el sujeto suele presentar el pie apoyado parcialmente sobre el dorso. Es usual una rotación parcial hacia la zona lateral o medial. Aquellos sujetos que no presentan un decúbito prono puro muestran una posición más lateral del pie, con lo que será necesario tener en cuenta el grado de superposición que se establecerá entre los metatarsianos y falanges de un mismo pie.
Caja torácica En la excavación del tronco la referencia de la extremidad superior, en especial de los húmeros, que puede servir para formar un marco en torno a la caja torácica, representa el mejor punto de partida. La exposición de la bóveda craneal, y en concreto de la zona cervical, y del hombro, pueden señalar el punto de partida en la excavación del tronco. En la columna habremos de tener en cuenta la situación de las apófisis espinosas, que señalarán la zona más sobresaliente de la columna, y de los procesos transversos a los lados. A partir de la detección y excavación de las apófisis espinosas podremos acceder a las apófisis transversas y las articulaciones costovertebrales. El peligro reside en ejecutar una excesiva presión sobre el arco posterior que lleva a su fracturación en la zona de los pedículos y a las costillas en su conexión con las evidencias vertebrales. Por la misma razón resulta más positivo no intentar la evacuación del sedimento en los conductos medulares como mejor medio para contribuir a la estabilidad del arco posterior. La exposición de la caja costal resultará más fácil partiendo de la exposición de las apófisis espinosas y de los procesos transversos de la columna. La caja costal ofrece una mejor resistencia en su excavación desde arriba abajo, al igual que en la posición de decúbito supino, partiendo de su articulación con la columna vertebral y aprovechando los espacios intercostales para la evacuación de los sedimentos. En sujetos procedentes de contextos islámicos y que pueden conservar parcialmente una posición de decúbito lateral el decúbito prono puede no ser armónico. De este modo, sujetos que nos muestran la extremidad inferior en decúbito lateral nos presentarán la zona baja del tronco en sólo dos tercios de la cara posterior, y los hombros con una completa horizontalidad apoyados en el piso de la fosa o estructura, con apreciación de toda la cara posterior en esta zona.
Lectura en sección En sección el depósito osteológico puede alcanzar una potencia semejante al decúbito supino, sin buzamientos significativos de la columna o huesos mayores del esqueleto poscraneal. Sólo en contextos islámicos, en los que esta posición procede de la modificación del decúbito lateral, podemos encontrarnos una mayor oblicuidad del tronco y de la extremidad inferior. La interpretación en sección nos exigirá la identificación de aquellos accidentes anatómicos cuya lectura nos revele una compatibilidad con la posición en decúbito prono: morfología de las zonas posteriores o posibilidades dinámicas de otras porciones dentro del decúbito prono.
Extremidad inferior La extensión de la extremidad inferior se asocia a todas las evidencias adultas detectadas, con la única excepción
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LÁMINAS 288 Y 289. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ROMANA DE HISPALIS EN DECÚBITO PRONO, ATRIBUIBLE A UN VOLTEAMIENTO POR LA PÉRDIDA DE CONTROL DEL CUERPO EN EL MOMENTO DEL DESCENSO A LA FOSA O AL HABER SIDO ARROJADO A SU INTERIOR (PR, 34 A) (GUIJO Y LACALLE 2006c). A LA DERECHA INHUMACIÓN ALMOHADE DE SEVILLA EN DECÚBITO PRONO, ATRIBUIBLE A LA CAÍDA ANTERIOR DEL CUERPO TRAS COLOCARLO EN DECÚBITO LATERAL DERECHO EN UNA FOSA MUY ANCHA (SJ, TUMBA 34) (GUIJO 2002d).
LÁMINAS 290 Y 291. INHUMACIÓN SEVILLANA DEL SIGLO XVII (CR, UIDAD 505) CON EL SUJETO EN POSICIÓN DE DECÚBITO PRONO. EL CUERPO APARECIÓ AL PIE DE LA MURALLA, LO QUE PODRÍA INDICAR QUE HABÍA SIDO ARROJADO DESDE LA MISMA. A LA DERECHA DETALLE DE LA IMAGEN ANTERIOR, CON LA COMPLETA DEFINICIÓN PERIMETRAL DE LOS ELEMENTOS DEL TÓRAX Y CINTURA PÉLVICA (GUIJO 2002c)
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LÁMINAS 292 Y 293. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ISLAMICA DE CÓRDOBA (PP07-08) CON EL ESQUELETO CASI EN DECÚBITO PRONO COMPLETO (GUIJO Y LACALLE 2009). A LA DERECHA INHUMACIÓN EN DECÚBITO PRONO Y EN ATAÚD DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA DE SEVILLA (MSC, SIGLO XVIII) (GUIJO Y LACALLE 2006a) PARCIALMENTE CONSERVADA. EL VOLTEAMIENTO DEL ATAÚD EXPLICARÍA ESTA ANÓMALA POSICIÓN EN RELACIÓN EN RELACIÓN A LOS CÁNONES HABITUALES CRISTIANOS. PRESENTA DAÑOS PROVOCADOS POR OTRO ENTERRAMIENTO.
LÁMINA 294. ESQUELETO EN DECÚBINO PRONO DE LA FOSA DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE PUEBLA DE CAZALLA, SEVILLA (FCP), CON ASIMETRÍA DEL TRONCO Y ABDUCCIÓN DEL BRAZO DERECHO (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMHyJA).
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articuladas, con una incidencia semejante en adultos y subadultos, frente a un nueve por ciento de sujetos en decúbito lateral derecho. La inhumación en esta posición no equivale en todos los casos a una perfecta lateralización, tal como revelan las características de los esqueletos islámicos (Guijo 2000b; 2002d) (Lacalle y Guijo 2004a; 2005a). Los registros abarcan desde un decúbito lateral totalmente canónico, favorecido por el auxilio de calzos, por el límite de una de las paredes o por la estrechez de toda la fosa, que actúan como elementos de contención a cualquier estímulo gravitacional. Junto a esta posibilidad se pueden detectar posiciones en decúbito lateral parcial del tórax y miembro inferior, consecuencias de caídas sobre la zona anterior o la zona posterior del cuerpo. Es precisamente la inestabilidad de un cuerpo inhumado en decúbito lateral lo que motiva esos basculamientos a modo de respuestas a la gravedad y que no deben entenderse como fijados ritualmente. La caída del cuerpo sobre la parte anterior o posterior en su máxima expresión conduce a la adopción de decúbitos supinos y pronos (Gráfico 29).
8. EXCAVACIÓN DE UN CUERPO EN DECÚBITO LATERAL a. La realidad encontrada La posición de decúbito lateral se relaciona predominantemente con poblaciones islámicas, con prevalencia casi total del decúbito derecho y algunos anómalos casos del izquierdo. Esta posición del esqueleto cuenta con un buen número de casos entre restos romanos, mínimas evidencias en los grupos cristianos medievales y modernos y sin presencia alguna entre la comunidad judía medieval (Gráficos 27 y 28). En contextos funerarios romanos de los siglos III el decúbito lateral caracteriza casi al 16% de las inhumaciones primarias (Prado), sin grandes diferencias entre sexos y entre población adulta y subadulta (Guijo y Lacalle 2006c). La explicación de esta posición no parece residir en una intencionalidad ritual sino en una adaptación al limitado espacio de la fosa, por cuanto se asocian en buena medida a la flexión de la extremidad inferior, o con el simple hecho de haber sido arrojados los cuerpos al interior de la fosa, dada la distorsión que pueden presentar las extremidades. Hemos de destacar la presencia de inhumaciones en decúbito lateral izquierdo en algo más del seis por ciento de las evidencias
Gráfico 27. % de individuos en decúbito lateral derecho en series sevillanas 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Romanos (Prado) (Guijo Califal (Lerena) (Guijo y Lacalle 2006c) 2000)
Almohade (San Jorge) (Guijo 2002d)
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Cristianos (San Jorge) (Guijo 2002d)
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Gráfico 28. % de individuos adultos y subadultos en decúbito lateral en series sevillanas
90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Romanos (Prado) Califal (Lerena) (Guijo Almohade (San Jorge) Cristianos (San Jorge) (Guijo y Lacalle 2006c) 2000) (Guijo 2002d) (Guijo 2002d)
Total
Adultos
Subadultos
Gráfico 29. Variaciones dentro del decúbito lateral derecho en dos yacimientos islámicos de Sevilla
90 80 70 60 50 40 30 20 10 0
Parcial anterior adultos
Parcial posterior adultos
Lateral completo adultos
Lerena IX-XI (Guijo 2000)
Parcial anterior subadultos
Parcial posterior subadultos
Lateral completo subadultos
San Jorge (XI-XII) (Guijo 2002d)
Sólo en una serie cristiana de los siglos XIII-XV (San Jorge) se han identificado evidencias articuladas en posición de decúbito lateral, también afectados por numerosas alteraciones postdeposicionales (Guijo 2002d). La densidad de inhumaciones en la capilla, donde se mezclan evidencias secundarias con primarias, muchas
de las cuales son desplazadas por nuevas inhumaciones antes de que acabe la esqueletización, así como la aparición de numerosos sujetos en espacios compartidos y fosas de longitud insuficiente, podrían explicar estas posiciones como una adaptación a la disponibilidad del
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espacio 29 . La incidencia en la población subadulta está claramente por encima de la muestra adulta, por lo que no resulta factible defender en estos casos la adaptación a un espacio. También pueden intervenir factores de orden patológico, como en una inhumación moderna procedente del Monasterio de Santa Clara (unidad 674), en la que el sujeto presentaba un decúbito lateral izquierdo (Guijo y Lacalle 2006a). Al exhumar el esqueleto pudo apreciarse cómo el individuo presentaba el aplastamiento anterior de dos vértebras dorsales, con la consiguiente cifosis o inclinación anterior de la columna. Se trataría de una alteración del ritual normal, causada por la fijación postural a que da lugar la lesión, de modo que resultaría imposible una ubicación boca-arriba estable y con un espacio suficiente dada la curvatura de la espalda, siendo también el único caso de la serie carente de ataúd. También se identifica en diversos individuos negroides de los siglos XVI y XVII, inhumados al exterior de la muralla (jardines de Catalina de Ribera) en fosas simples (Romo et al 2001b) (Guijo 2002c).
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mayores de las extremidades como marco de referencia, mucho más consistente que un esbozo de la silueta en base a la caja torácica. A una mayor lateralidad del cuerpo la acompañará una mayor estrechez del espacio (en anchura) que ocupa el esqueleto y una mayor potencia del depósito óseo. La identificación del lado que aparece en la cota más alta nos puede hablar indirectamente del límite de la fosa, puesto que éste puede haber actuado como un freno a la caída anterior o posterior del cuerpo, pudiendo incluso asociarse a la presencia de algún tipo de calzo. Desde este momento se trata de definir los límites del esqueleto desde las referencias de cota más alta, contando con rebajes perimetrales controlados que no vayan más allá de la realidad estratigráfica de la superficie de deposición. El silueteado debe orientarse a partir de los rebajes desde el marco de las extremidades (en los casos de menor lateralidad) o a partir de la cota más alta del cuerpo (cuando el decúbito lateral es más acentuado), hasta alcanzar el nivel de base. Para la detección y ubicación de los elementos situados en el plano inferior podemos recurrir a los mencionados sondeos laterales, desde el borde la fosa hasta el interior. Si se trabaja con hipótesis acerca de la potencia del depósito óseo y no con realidades contrastadas, los rebajes perimetrales han de tener en cuenta la posibilidad de que la extremidad superior se proyecte más allá del tórax, o de que la anchura del espacio ocupado por el cuerpo (más pequeño que la fosa), sea mayor que lo estimado. Las restantes cuestiones metodológicas pasan por no exponer a las evidencias anatómicas y a la forma en que se organizan a estímulos gravitacionales que las puedan modificar.
b. La estrategia metodológica El punto de partida ideal es la exposición de la zona más elevada que puede presentarnos la extremidad superior (brazo y antebrazos) y la extremidad inferior (fémur, tibia y peroné). La definición preliminar de estas últimas evidencias dará mayores garantías frente a la extremidad superior, por el riesgo de afectar a la zona torácica en estos momentos preliminares en que se trata de establecer la silueta del cuerpo. La identificación de la cota de base o superficie en la que se apoya el cuerpo, a partir de esos primeros testimonios de la extremidad inferior, nos servirá de medida para los rebajes que habrá que efectuar alrededor del esqueleto. Considerando la mayor potencia que alcanza un cuerpo en decúbito lateral, frente al supino y al prono, la evacuación de sedimentos será considerablemente mayor, proceso que puede verse afectado por la posibilidad de encontrarnos ante fosas mucho más estrechas. Por ello, el conocimiento de dónde se debe proceder a los rebajes, con la delimitación en lo posible de la cota de base y de los límites del esqueleto o, dicho de otro modo, con el establecimiento de pasillos perimetrales, permitirá un mejor control y mayor precisión metodológica. La definición de la posición del cuerpo en esos primeros momentos, grado de lateralización o buzamiento, tanto en tórax como en extremidad inferior, será fundamental para prever la ubicación de los diferentes elementos, considerar su posición o las diferentes posibilidades que puede presentarnos, como mejor vía para delimitar con precisión el contorno del cuerpo. A una mayor caída anterior o posterior del cuerpo se unirá una mayor capacidad de utilizar los elementos
Cráneo El previo conocimiento de la ubicación de la parte anterior o posterior del cuerpo, ya sea por un patrón definido por referencias históricas o fuentes arqueológicas o por la exposición perimetral, facilitará la localización y exhumación cuidadosa de la zona facial, sin que el resto de la bóveda ofrezca grandes problemas. En la lateralidad del cráneo son los huesos propios de la nariz, por su proyección en relación al macizo facial, y los arcos cigomáticos las zonas más frágiles. También el maxilar superior constituye una zona de espacial fragilidad por la presencia de espacios en su interior (senos maxilares). Los diversos contextos analizados nos muestran un dominio de la lateralidad completa del cráneo, seguida de una mínima presencia de zonas craneales en posición de decúbito supino. Extremidad superior Una lateralización completa del cuerpo implicará que los puntos más altos en el espacio vertical que ocupa el esqueleto o que hallaremos en primer lugar serán los huesos del hombro. El vencimiento del cuerpo hacia adelante o atrás determinará que las zonas más elevadas de la extremidad superior en relación al plano vertical del que parte la excavación, correspondan a parte de la zona
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Carecemos en todo caso de otros argumentos para confirmar o refutar la identificación de estos sujetos con una comunidad mudéjar, puesto que nuestra actuación se limitó a una zona muy concreta por decisión del arquitecto responsable y no conocemos los registros de campo de la mayor parte de las evidencias de la capilla.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
anterior (clavícula, articulación húmero-escapular) o posterior del hombro (zona acromial de la escápula o húmero). Los patrones anatómicos de las dos series islámicas sevillanas utilizadas como referencia (Guijo 2000b; 2002d) nos muestran un dominio de la extensión de la extremidad superior en los individuos almohades y de un mayor peso de la semiflexión, que suele alcanzar los 150º-160º en las evidencias califales (Gráfico 30), gracias en este caso a la incidencia de la población subadulta, puesto que la extensión se impone en los grupos adultos (Gráfico 31). La flexión del antebrazo es la posición menos frecuente, con mayor peso en el grupo califal. A partir de la referencia de los puntos más altos (en el lado izquierdo) resulta fácil seguir el fuste del húmero hasta llegar al antebrazo, cuyo grado de flexión nos podrá informar de una hipotética ubicación de las manos por delante del tórax o directamente encima de la caja costal. La ubicación de la extremidad superior con extensión del antebrazo y superposición sobre la caja costal representa la situación más sencilla de excavación, siguiendo la simple alineación de brazo y antebrazo. En otros casos, el miembro superior puede aparecer extendido y proyectado hacia la parte posterior del tórax, más o menos alejado, unilateral o bilateralmente, pero siempre en coincidencia con una aproximación al decúbito prono o al supino (Lám. 302 y 303). En este segundo caso implicará la superposición del tórax sobre la extremidad superior. En el caso de vuelco sobre la zona anterior la exposición de la extremidad superior solo habrá de considerar la simple alineación brazo-antebrazo-manos. Dependiendo del grado de reclinación, bien sobre la parte anterior o la parte
posterior el tórax, será posible exponer en mayor o menor extensión ambas escápulas o clavículas. La necesidad de mantener la estabilidad del conjunto puede postergar la exposición de la mayor parte de los elementos del lado opuesto o sobre el que se apoya el cuerpo. Considerando el enterramiento islámico usual encontramos que la extremidad superior derecha se suele presentar debajo de la caja costal derecha o al exterior de ésta con completa extensión del antebrazo, seguido de la semiflexión del antebrazo con desplazamiento posterior del húmero. En el caso del miembro superior izquierdo o situado a una cota más alta encontramos un claro dominio de la semiflexión del antebrazo en relación al brazo, con la mano apoyada por su cara palmar sobre la cadera derecha, sobre la zona púbica o, en la posición más cercana a la flexión, junto a la zona anterior de la caja costal izquierda e incluso junto a la cadera del lado opuesto si se ha producido el desplazamiento anterior del húmero y el antebrazo se ha adaptado a la cara anterior del abdomen. En la posición de manos y antebrazos domina la pronación, con la lógica asociación de zona palmar sobre el suelo. Destaca la diferencia bilateral en la zona del hombro, de modo que el húmero derecho suele aparecer más próximo al cráneo, acompañado de una verticalidad notable de la clavícula derecha y de un ascenso del manubrio en los caso en que éste se ha conservado in situ (véanse interpretaciones en la documentación anatómica), hechos que interpretamos producto de la tracción del hombro derecho durante el enterramiento para fijar el cuerpo en la fosa.
Gráfico 30. Posición del antebrazo con respecto al brazo en época califal y almohade (% sobre individuos con simetría bilateral) 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Extendidas
Semiflexionadas
Serie califal (Guijo 2000)
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Flexionadas
Serie almohade (Guijo 2002d)
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Gráfico 31. Posición de la extremidad superior en el decúbito lateral derecho (antebrazo con respecto al brazo) en dos series islámicas de Sevilla (Guijo 2000; 2002d)
100 80 60 40 20 0 Extendida (califal)
Extendida (almohade)
Semiflexionada (califal)
Adultos masculinos
Semiflexionada (almohade)
Flexionada (califal)
Adultos femeninos
Caja torácica
Flexionada (almohade)
Subadultos
situados a una cota inferior. En todo caso, la exposición de la columna sólo procederá tras la delimitación de cada elemento costal del lado más elevado y siempre que se aseguren unos mínimos apoyos a los fustes costales. La posición de la caja torácica, en directa relación al tipo de articulación de los elementos costovertebrales, presenta mayores sincronías entre todos sus componentes en relación a lo que ocurre con las articulaciones periféricas.
A partir de la zona costal más alta o exterior del hemitórax más elevado, pueden excavarse los diversos elementos costales e ir definiendo las dos vertientes, anterior y posterior, de arriba abajo y desde la zona superior del tórax a la zona inferior, arrancando siempre de la previa definición del miembro superior del lado más elevado. Al excavar el lado situado a una cota inferior se ha de considerar la proyección superior que tienen los extremos esternales costales, sobresalientes hacia arriba en la zona externa del hemitórax, que correspondería al lado derecho en contextos funerarios islámicos. La misma búsqueda del miembro superior en la cota más baja ha de contemplar la eventualidad de que se encuentre por debajo de la zona costal situada en el plano más bajo. En el caso de la columna cualquier movimiento en la zona posterior del cuerpo, entre el límite de la fosa y la posible ubicación del esqueleto, debe tener en cuenta la proyección lateral que tienen las apófisis espinosas, que podrían representar el límite o margen posterior del conjunto primario e incluso ser las primeras evidencias en aparecer si ha existido un completo vuelco sobre la zona anterior. El decúbito lateral hace que las primeras evidencias que podamos detectar de la columna sean las apófisis transversas, las cuales en el tramo dorsal pueden hallarse más protegidas por la caja costal. A mayor proximidad u orientación parcial hacia el decúbito supino corresponderá una mayor superficie de los cuerpos vertebrales en el plano vertical del excavador, frente a una mayor zona expuesta del arco posterior hacia la visión del excavador en la mayor proximidad al decúbito prono. Las posiciones intermedias y el grado de sobreposición entre ambas cajas costales y la columna determinarán al grado de exposición de los elementos
Extremidad inferior La lateralización de un cuerpo conllevará que la zona externa del coxal y fémur puedan ser, junto con el hombro, las zonas que se presentan a una cota más elevada, hecho que deberá tenerse en cuenta a la hora de planificar la estrategia. En función de la cercanía al decúbito supino, al prono o de la existencia de una completa lateralidad deberá plantearse la estrategia. Tanto en la posición de decúbito lateral como en la cercanía al supino deberemos estar advertidos en relación a la cercanía del pubis. En el primer caso la exposición de esta zona corre el riesgo de realizarse casi a ciegas, por lo que el objetivo no habría de ser una eliminación integral de los sedimentos hasta el momento de la extracción. Asimismo, la exhaustiva excavación del elemento situado en un plano inferior podría dar lugar a fisuras y daños más importantes si permitimos que el hueso, desprovisto del entorno sedimentario, reciba todas las presiones del lado superpuesto. El grado de exposición del coxal dependerá también de si las manos se ubican en esa zona, aparecen en el interior de la cavidad abdominal o en el exterior de la cintura pélvica, circunstancias que cabe deducir a partir de la orientación de los antebrazos en su extremo proximal.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Los huesos largos de la extremidad inferior han de tener prioridad en el proceso de excavación en relación a la pelvis, puesto que la definición de su posición y de las relaciones anatómicas que de ellas se pueden deducir nos permitirá minimizar los riesgos en la intervención de una zona tan frágil como el hueso coxal. Además nos faciltarán la definición del piso sobre el que se apoya el esqueleto. La existencia de sobreposición de un lado con respecto a otro señalará la prioridad en la excavación de la zona más elevada. Tanto fémur como tibia y peroné pueden presentar una extensión o diversos grados de flexión, con diferencias bilaterales. A veces, en el transcurso de la caída anterior o posterior de un cuerpo puede producirse el anclaje entre ambas extremidades produciéndose un entrecruzamiento que nada tiene que ver con el ritual.
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En los casos romanos el decúbito lateral se asocia sobre todo con la semiflexión y la flexión y en las dos series islámicas sevillanas que utilizamos de referencia detectamos un dominio de la semiflexión en el grupo califal (adultos femeninos y subadultos) y de la extensión en la serie almohade (Gráfico 32). Resultan inusuales los casos de extrema flexión de la extremidad inferior. No hemos de olvidar que la norma ritual de inhumación en decúbito lateral derecho no supone un cumplimiento absoluto por diversas razones, de modo que podemos intervenir sobre evidencias primarias de la extremidad inferior desprovistas de esa presupuesta morfología ritual (véanse decúbitos supinos y pronos). De este modo la extremidad inferior puede experimentar variaciones en relación al tronco.
Gráfico 32. Posición de la extremidad inferior en el decúbito lateral derecho (pierna con respecto al muslo) en dos series islámicas de Sevilla (Guijo 2000; 2002d)
80 60 40 20 0
Extendida (califal)
Extendida (almohade)
Semiflexionada (califal)
Adultos masculinos
Semiflexionada (almohade)
Flexionada (califal)
Adultos femeninos
Lectura en sección
Flexionada (almohade)
Subadultos
una potencia vertical entre 25 y 40 cm, dependiendo de la mayor o menor inclinación o lateralidad del tronco, y del sexo (cercano al margen menor en el sexo femenino y al mayor en el masculino). Se pueden observar mayores buzamientos en el lado más elevado y una mayor horizontalidad entre los situados en la cota inferior.
A efectos de estratigrafía vertical el hecho más relevante viene dado por el mayor espacio que ocupa el cuerpo a causa de la lateralización del tórax o del abdomen. Ello determina que en sección el depósito osteológico tenga
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LÁMINAS 295 Y 296. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ROMANA DE HISPALIS EN DECÚBITO LATERAL DERECHO (PR/TUMBA 165), CON MARCADA FLEXIÓN DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR (MANOS POR DELANTE DE LA ZONA ANTERIOR DEL TÓRAX) E INFERIOR (GUIJO Y LACALLE 2006c). A LA DERECHA INHUMACIÓN ROMANA DE HISPALIS EN DECÚBITO LATERAL DERECHO, CON UNA POSICIÓN SEMEJANTE A LA ANTERIOR, DE MODO QUE LAS MANOS APARECEN ALEJADAS DEL VOLUMEN PRINCIPAL DEL CUERPO (PR/TUMBA 200) (GUIJO Y LACALLE 2006c).
LÁMINAS 297 Y 298. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ISLÁMICA CALIFAL DE SEVILLA (LE/TUMBA 62) (GUIJO 2000b) Y A LA DERECHA ALMOHADE DE ÉCIJA (PE) (GUIJO Y OTROS 2003), EN POSICIÓN DE DECÚBITO LATERAL DERECHO CON VUELCO PARCIAL POSTERIOR EN LOS DOS CASOS.
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LÁMINA 299. DETALLE DE LA ZONA TORÁCICA EXCAVADA DE U SUJETO DEL SIGLO XI PROCEDENTE DE CÓRDOBA (PP07-10), CON EL ESTERNÓN CAÍDO DE FORMA PÓSTUMA SOBRE LA CARA VISCERAL DE LA CAJA COSTAL DERECHA Y VERTICALIDAD DE LA CLAVÍCULA DERECHA POR LA TRACCIÓN AXILAR (GUIJO Y LACALLE 2008a)
LÁMINAS 300 Y 301. A LA IZQUIERDA DETALLE DE UNA INHUMACIÓN ISLÁMICA SEVILLANA DE ÉPOCA CALIFAL. PRESENTA UN DECÚBITO LATERAL DERECHO (LE, UNIDAD 44), CON PROYECCIÓN POSTERIOR DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR, ANOMALÍA QUE PODRÍA ESTAR RELACIONADA CON TRACCIONES RELACIONADAS CON LA SUJECIÓN DEL CUERPO EN EL MOMENTO DE DESCENDERLO A LA FOSA (GUIJO 2000b). A LA DERECHA DETALLE DE UNA INHUMACIÓN ISLÁMICA SEVILLANA DE ÉPOCA CALIFAL (LE), CON EL SUJETO EN POSICIÓN DE DECÚBITO LATERAL DERECHO. TRAS LA EXHUMACIÓN DEL COXAL IZQUIERDO Y EL SACRO SE DETECTA CON CLARIDAD LA POSICIÓN DE MANOS Y ANTEBRAZOS TRAS EL TÓRAX, TOTALMENTE PARALELOS ENTRE SÍ Y CUYA PROXIMIDAD PODRÍA REMITIRNOS A POSIBLES ATADURAS COMO ELEMENTOS DE SUJECIÓN (GUIJO 2000b)
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LÁMINAS 302 Y 303. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN EN DECÚBITO LATERAL DERECHO EN CONTEXTOS SEVILLANOS DEL SIGLO XVII, PERTENECIENTES A LA MINORÍA NEGROIDE. MANOS JUNTO A LA CADERA DERECHA CON POSIBLE DESPLAZAMIENTO GRAVITACIONAL DE LA IZQUIERDA (CR/TUMBA 501) (GUIJO 2002c). A LA DERECHA INHUMACIÓN EN DECÚBITO LATERAL DERECHO EN CONTEXTOS SEVILLANOS DEL SIGLO XVII, PERTENECIENTES A LA MINORÍA NEGROIDE. MANOS JUNTO A LA CADERA DERECHA CON POSIBLE DESPLAZAMIENTO GRAVITACIONAL DE LA IZQUIERDA DESDE UNA POSICIÓN MÁS ALTA (CR/TUMBA 62) (GUIJO 2002c).
LÁMINA 304. LATERALIZACIÓN DE LA EXTREMIDAD INFERIOR ASOCIADA A POSICIÓN DE DECÚBITO SUPINO DEL TRONCO. INHUMACIÓN DE REPRESALIADO REPUBLICANO DE AGUILAR DE LA FRONTERA, CÓRDOBA (FCA) (GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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C. EXCAVACIÓN DE LOS CONJUNTOS MÚLTIPLES, COLECTIVOS Y GRANDES DEPÓSITOS SECUNDARIOS
inhumaciones múltiples e incluso colectivas, en muchos casos totalmente desligadas de cualquier intencionalidad ritual.
RESUMEN La metodología en la excavación de un esqueleto no debe quedarse solo en el individuo como un ente aislado sino que debe contemplar la realidad de inhumaciones colectivas, en las que los diversos individuos o depósitos mantienen unas relaciones de contacto o proximidad entre ellos. Esas relaciones tendrán unos efectos en función de la sincronía, diacronía y otras actuaciones inducidas por la actividad humana. Se trata de conocer qué tenemos, el espacio que ocupa, las modificaciones que ha experimentado en su integridad y en su disposición y cómo se relacionan los diversos elementos antropológicos entre sí. El conocimiento de los límites de un esqueleto en sus tres dimensiones nos ayudará a predecir estrategias y tiempo que llevará la excavación. De este modo, no hay excusa para un desconocimiento de la osteología humana en este tipo de depósitos.
a. Inhumaciones múltiples Este tipo de depósitos vienen definidos por una simultaneidad o escasa diferencia temporal entre las inhumaciones primarias, evidenciándose en las relaciones entre los diversos sujetos una total conexión anatómica en el momento en que se producen los enterramientos. En la Sevilla romana se conocen depósitos antropológicos en fosa simple en el Prado de san Sebastián (Guijo y Lacalle 2006c) (Guijo 2007), representando a poco más del 7% (7,14) de la población inhumada, que acogen inhumaciones múltiples (de tres individuos como contenido máximo) en los que las relaciones anatómicas prueban la casi coetaneidad de los depósitos, puesto que no se identifican modificaciones articulares o anomalías de posición que denoten un estado de esqueletización o descomposición en los sujetos a los que se sobreponen otras evidencias. En la serie almohade de San Jorge los contextos con más de una inhumación primaria representan en torno al 2 % de la población (Guijo 2002d) (Guijo 2007). Algo menos del 2 % de las inhumaciones de la necrópolis islámica de Salteras (JA 2006) corresponden a depósitos dobles y sincrónicos (Pecero y Guijo 2006). Una cifra algo superior (3 % de los individuos) se registró en contextos islámicos de Écija (Plaza de España) (Guijo et al 2003), en forma de inhumaciones dobles, pero cuyo tamaño muestral prueba la rareza de este tipo de depósitos entre la comunidad islámica en las maqbaras al oeste de Córdoba. En los enterramientos califales cordobeses son más usuales las inhumaciones dobles e incluso triples (Guijo y Lacalle 2008 a).
ABSTRACT The methodology in the excavation of a skeleton should not be alone on the individual as an isolated entity but must contemplate the reality of collective burials, in which different individuals or deposits maintain relations of contact or proximity between them. These relations have effects in terms of synchrony, diachrony and other actions induced by human activity. This is what we know, the space it occupies, the changes it has experienced in its entirety and in its disposition and how the various anthropological elements relate each other. The knowledge of the limits of a skeleton in a 3-D space will help to predicting the strategies and the time that the excavation will take. Thus, there is no excuse for ignorance of human osteology in these deposits
b. Inhumaciones colectivas Un espacio de inhumación puede implicar una prolongación en el tiempo de su funcionalidad, de modo que al actuar sobre estos depósitos formados en un largo periodo el excavador se encuentra ante la necesidad de detectar una posible reorganización relacionada con la colocación de cada nuevo cuerpo, en contacto con los previos que se han visto alterados (Duday 2006: 49). Esto nos lleva a considerar todo elemento osteológico, ya sea conjunto articulado o hueso aislado, como eventos estratigráficos, cuya lectura pueden proporcionarnos información sobre episodios diacrónicos o sincrónicos. El uso perpetuado en el tiempo de un espacio de deposición conlleva la convivencia de conjuntos articulados junto a depósitos secundarios, los cuales son la consecuencia de las remociones y desarticulaciones inducidas por las nuevas inhumaciones. Esta continuidad temporal implicará que una mayor duración de su uso en el tiempo irá asociada a más modificaciones de los depósitos primarios precedentes, por lo que cada reorganización se asimila a un nuevo hecho estratigráfico. La mayor proximidad en el tiempo de las inhumaciones, incluyendo la total coetaneidad de las mismas, determinará por el contrario una mayor pervivencia de
1. CONSIDERACIONES TEMPORALES Y TIPOS DE CONTEXTO La intervención en contextos funerarios o depósitos antropológicos puede tocar espacios donde se han depositado multitud de individuos de forma sincrónica, ya sean inhumaciones primarias o secundarias, o de manera diacrónica en un determinado lapso temporal. Las observaciones estratigráficas deducibles de cada conjunto anatómico o de las características sedimentarias serán decisivas para establecer el número de episodios deposicionales e inferir la posible duración del proceso. El grado de conexión anatómica y la sincronía o diacronía entre los diversos elementos óseos nos permitirán inferir no solo la secuencia de deposición sino también los lapsos temporales que las separan. Aunque las fuentes históricas hacen referencia a grandes inhumaciones colectivas por calamidades ambientales, plagas y hambrunas en la ciudad cristiana, tanto moderna como medieval, la intervención en contextos sepulcrales sevillanos desde el siglo I al XVIII puede reportarnos una gran diversidad de situaciones de
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entidades en conexión anatómica. A mayor simultaneidad de los depósitos debería acompañar una mayor ausencia de desplazamientos (Duday 2006: 49-50). En las inhumaciones en masa tienen lugar importantes migraciones verticales a causa de la esqueletización (Duday 2006: 50). En la intervención en este tipo de contextos siempre habremos de tener en cuenta la reutilización del espacio como factor que guiará la comprensión estratigráfica o los diversos episodios que tuvieron lugar. Frente a muchas opiniones tradicionales que sostenían el carácter simultáneo o bien secundario de las sepulturas colectivas de la Prehistoria Reciente de la Península, sin aportar una argumentación a partir de los propios restos, es necesario oponer una argumentación anatómica durante todo el proceso de excavación. La observación de los sucesivos depósitos nos permitirá inferir los límites individuales, las atribuciones anatómicas y los contactos óseos entre los diferentes individuos, argumentos que nos ayudarán a demostrar la sincronía o diacronía de la acumulación, así como inferir un ambiente en el cual fueran propicias determinadas alteraciones osteológicas. Los principios que guían ese funcionamiento pueden obedecer a ocultamientos, improvisación por cuestiones sanitarias, a la pervivencia de la memoria de un grupo ligado por lazos parentales, a un mero interés pragmático para la racionalización de un espacio o de su mejor aprovechamiento, o a una mezcla de diversas posibilidades. En cualquier caso podemos encontrarnos depósitos colmatados y entornos que dejan de utilizarse aún cuando no exista una colmatación o aprovechamiento óptimo del espacio. De este modo podremos hablar de agotamiento del uso de ese espacio por criterios puramente arqueológicos o de la rescisión de su utilización por cuestiones que el conocimiento del grupo histórico abordado puede aportar, quizás en un plano teórico. Las sepulturas colectivas del tercer milenio a.C., ligadas hipotéticamente a clanes o grupos familiares, constituyen sin dudas el paradigma del uso de un espacio de enterramiento, en el que los depósitos primarios diacrónicos son al mismo tiempo que el mecanismo de funcionamiento el factor de distorsión de los registros. Con posterioridad encontramos un caso de una fosa colectiva de inhumación en la Sevilla romana de los siglos III-IV, en el Prado de San Sebastián. Esta fosa acogía a catorce individuos que presentaban diversos grados de articulación, con modificaciones de restos aún provistos de conexión anatómica y de esqueletos totalmente desprovistos de tejidos (Guijo y Lacalle 2006c) (Guijo 2007). El espacio se aprovecha colocando los cuerpos extendidos y en paralelo, sin que existan vacíos intermedios. En criptas medievales y modernas (Guijo 1997; 2002a; 2002b; 2004a; 2004b) (Guijo y Lacalle 2005b; 2006a), en las que no existen compartimentaciones estructurales y los cuerpos se introducen en fosas simples o se colocan en ataúdes, las constantes remociones y reutilizaciones, con recolocaciones de huesos, dan una imagen semejante a lo que acontece en una sepultura colectiva del tercer milenio a.C., evidenciándose porciones anatómicas con elementos aún en conexión,
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esqueletos desmembrados y numerosas piezas aisladas. Aunque la Arqueología no nos ha suministrado ningún ejemplo de fosas medievales y modernas 30 con enterramientos múltiples y sincrónicos fuera de recintos religiosos y hospicios, las fuentes históricas recogen diversos momentos tras el impacto de procesos epidémicos, hambrunas e inundaciones, en los que la gran mortandad da lugar a grandes fosas de inhumación o carneros (Velázquez y Sánchez 1866) (Peraza 1550) (Ladero 1984) (Piñero 1993) (Carmona 1993, 2000, 2003) (Andrews y Bello 2006: 17). La premura por la posibilidad de que la gran cantidad de cuerpos por sepultar aumentase los riesgos sanitarios podía incrementar la improvisación de fosas. Contamos con testimonios califales cordobeses, hasta con cinco inhumaciones sincrónicas, que demuestran que esta práctica no es anomala en el mundo islámico (Guijo y Lacalle 2009). La identificación de depósitos primarios colectivos o múltiples con un carácter sincrónico implica la argumentación de unas relaciones o contactos físicos determinados.
Dominan las relaciones de proximidad en las que los sujetos, con deposiciones que denotan anterioridad, posterioridad o simultaneidad, se adosan sin que se originen desplazamientos, roturas o alteraciones de los depósitos precedentes. Las zonas de intersección y de estrecha proximidad evidencian un respeto mutuo de las evidencias óseas La lectura de los depósitos permite hablar de un periodo de amortización muy corto del espacio de enterramiento, sin tiempo suficiente para que los cuerpos se esqueletizasen o descompusieran a un ritmo diferencial. Las relaciones de proximidad anatómica descartan la presencia de sujetos esqueletizados durante el funcionamiento del depósito c. Las evidencias secundarias 1) Conceptos La recuperación de una evidencia osteológica y su análisis va más allá de las situaciones idealizadas definidas por una inhumación primaria sin otras connotaciones. Ya nos hemos referido a la posibilidad de que en un mismo depósito primario diversos procesos, asociados a factores póstumos e incluso ligados a las circunstancias perideposicionales, ocasionen modificaciones parciales en el grado de conexión anatómica. En estos casos las relaciones de proximidad, la coherencia anatómica y las compatibilidades demográficas servirán para la reasignación de elementos desplazados. Sin embargo, diversos agentes, con la 30
Tenemos noticias de posibles hallazgos de este tipo en el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla, pero desconocemos las características del depósito.
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actividad humana como esencial inductora, podrán dar lugar a modificaciones de las relaciones anatómicas a una escala mayor, depósitos que suelen ser definidos como inhumaciones secundarias. El concepto de depósito e inhumación secundarios requiere de diversas matizaciones conceptuales, en cuanto que puede designar realidades distintas en función de los agentes causales, del espacio de la acumulación, tanto en origen como de destino, y de los componentes anatómicos. La proporción de los diversos huesos identificados en relación al número de elementos anatómicos que cabría aguardar en un conjunto primario nos remitirá a diversos agentes modificadores, confirmando o descartando un determinado escenario. Los procesos que han conformado el depósito osteológico, el receptáculo final y la composición esquelética pueden ser fundamentales para precisar los conceptos.
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Se trataría también de diferenciar las alteraciones causadas por episodios como fosas, cimentaciones y excavación de otro enterramiento de una intencionalidad cultual en la redeposición de los restos. 4) Inhumaciones secundarias en series sevillanas Las inhumaciones secundarias producto de la traslación de restos o de reducciones de inhumaciones primarias se detectan en diversos periodos históricos sevillanos en sus registros antropológicos. Los depósitos secundarios a pequeña escala pueden asociarse con inhumaciones individuales a las que se ha hecho sitio, apareciendo acumulados en su cercanía, encima, a los lados o debajo de un sujeto en conexión anatómica. Esta morfología se da en etapas tardoantiguas y en los entornos monásticos medievales y modernos (Guijo 1997; 2002 a; 2002b) (Guijo y Lacalle 2006a; Lacalle y Guijo 2008a). Las inhumaciones entre dos y 5 individuos, con uno de ellos en conexión anatómica como último depósito o con todos en total desconexión, alcanzan a la mitad del total de individuos de los siglos I-V exhumados en la Trinidad (Lacalle y Guijo 2005), en los que la totalidad de los continentes están representados por estructuras con cubierta. No se trata de reducción de inhumaciones primarias puesto que a cada individuo corresponde una proporción de elementos óseos muy por debajo de lo que debería darse. Al considerar series islámicas, la inhumación de más de un sujeto en desconexión anatómica, asociada a un enterramiento primario, alcanza en series islámicas califales a poco más del 2 % de individuos (Guijo 2000b; 2002d; 2007). En la serie almohade de San Jorge se detectan sólo en un 1,5 %. No se han detectado reducción de inhumaciones primarias para acomodar a otros restos. La presencia de uno o dos sujetos asociados a la inhumación primaria se da entre la población judía medieval (CC) en poco menos de un 4 % (3,85) de individuos, exclusivamente en las inhumaciones en estructura (Guijo 2002c). En todos los casos se trata de depósitos secundarios, procedentes de remociones in situ (reducciones) y recolocaciones, como prueba la armonía entre la proporción de elementos óseos que debería corresponder al mínimo número de individuos identificados y los restos en desconexión anatómica. En la Sevilla cristiana es donde cabe aguardar el mayor número de espacios compartidos, en los que a un sujeto en conexión anatómica se le asocia casi en exclusiva un depósito secundario cuyo mínimo número de individuos puede oscilar entre uno y tres sujetos, a los pies de la fosa o ataúd, a los lados, en el lecho o encima (Guijo 1997; 2002a; 2002b; 2004a; 2004b) (Guijo y Lacalle 2005b; 2006a) (Lacalle y Guijo 2005). En los espacios monásticos y los entornos eclesiásticos se acentúan estas asociaciones. Pueden oscilar entre el 5,79 % en un espacio de inhumación laica claramente diferenciado en el siglo XVII como en la Trinidad (sobre todo reducciones de inhumaciones primarias), hasta cifras entre el 80 y el 90 % en monasterios, tanto en grupos medievales como modernos. En estos últimos prevalecen las inhumaciones secundarias puras, en las que media una traslación o una selección de restos, aunque se da también
2) Acumulaciones secundarias Una depósito secundario puede abarcar a evidencias acumuladas por procesos ambientales o seleccionadas por la intervención de la fauna, objetos de estudio en tafonomía, paleontología y en investigaciones forenses (Haglund 1991). Acumulaciones de restos humanos prehistóricos se han explicado por la acción de carroñeros (Aguirre 1992) e incluso por medios de transporte como corrientes de agua. Las migraciones de elementos óseos que caracterizan contextos sepulcrales de diversos periodos históricos sevillanos pueden proceder del propio proceso de esqueletización o de procesos ajenos a la intervención humana. En consecuencia, detrás de esas realidades deposicionales no existe intencionalidad ni intervención antrópica. 3) Inhumación secundaria La necesidad de consideración del papel humano más allá de un agente tafonómico nos lleva sin embargo a la defensa de un concepto que designe enteramente al resultado final de la actividad del hombre. Frente al concepto de acumulación, más unido al azar y a procesos naturales, la inhumación secundaria implicaría la reagrupación de elementos óseos por la intervención intencionada del hombre, con una separación importante entre la muerte y el depósito final. Hay que distinguir entre una verdadera inhumación secundaria y la reducción de un cuerpo, implicando esta última posibilidad el reacomodo de los huesos de un individuo en conexión anatómica en el mismo espacio donde tuvo lugar la esqueletización o en un entorno muy cercano. El origen de los depósitos secundarios en las sepulturas colectivas puede obedecer a este patrón. Los desplazamientos pueden dar lugar a alteraciones de gran magnitud, lo que nos llevará a la necesidad de una evaluación anatómica global para inferir el mínimo número de individuos inhumados, pudiendo captar así la correspondencia entre sujetos presentes y número de evidencias óseas que deberían estar presentes en función del mínimo número de individuos (Duday 2006: 47). 209
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la remoción de inhumaciones primarias y el reacomodo de los restos dentro de la misma fosa o estructura. En los grandes osarios medievales y modernos correspondientes a la comunidad cristiana suele ser muy frecuente una discriminación a favor de los elementos mayores del esqueleto apendicular y el cráneo, con una menor representación de elementos de manos, pies, columna y escápula.
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XVI y XVII en criptas. Las conclusiones más importantes nos llevan a sostener:
Esta estrategia resulta totalmente válida para las grandes acumulaciones óseas de carácter secundario en las que puede existir un patrón intencional o de cara a inferir patrones anatómicos en la distribución de los restos óseos No resulta válida como estrategia para la excavación y exhumación de sepulturas colectivas, en las que persisten relaciones complejas entre entidades articuladas y desarticuladas o resulta fundamental captar las relaciones de contigüidad que se establecen entre los sucesivos depósitos, quedando obviadas las lecturas estratigráficas por esa maraña artificial. No permite la restitución en planta de la configuración del depósito más cercana a las circunstancias históricas que lo originaron
2. LA ACTUACIÓN EN LA ACUMULACIÓN OSTEOLÓGICA El proceso de excavación puede depender del tipo de estructura y de los daños que pueda presentar la misma, densidad de enterramientos y espacio disponible entre las premisas básicas, por lo que no puede hablarse de una misma receta para casos con distinta problemática. No estaremos en la misma situación ante una fosa claramente delimitada que ante una estructura excavada en la tierra y con variada complejidad estructural. Tampoco será la misma situación la excavación de un osario contenido en una estructura de mampostería perfectamente accesible en todo su espacio que una cripta con múltiples inhumaciones en ataúdes o rellena de evidencias en desconexión anatómica. Las dimensiones del continente, organización interna y tipo de cubierta o cierre serán vitales para señalar la estrategia, puesto que puede darse el caso de complicaciones estructurales que condicionen el proceso de excavación. En cualquier caso la referencia de los límites externos o perímetro de la acumulación osteológica será de gran importancia, así como otros eventos estratigráficos como rellenos o acumulaciones resultantes de derrumbes o intrusiones, que pueden indicarnos zonas alteradas sobre las que actuar en un primer momento.
La opción más científica y rigurosa pasa por la adecuada lectura estratigráfica del depósito, con demarcación de las relaciones de anterioridad, simultaneidad y posterioridad que se establecen, así como las causas y consecuencias en el registro óseo. Cualquier subdivisión debe obedecer a necesidades planimétricas y seguir la estratigrafía interna o natural del conjunto. El uso de cuadrantes o subdivisiones artificiales desde los que progresa la exhumación puede influir en las estratigrafías complejas y en los depósitos potentes, creando parcelaciones rompedoras de la continuidad de las unidades estratigráficas, sean antropológicas o de otro tipo. Dicho de otro modo, la subdivisión artificial de un espacio sin considerar los límites naturales de cada depósito, ya sea primario, primario alterado o desarticulado, puede convertirse en una coartada de la ignorancia anatómica. Los problemas de acceso a un espacio amplio podrían solventarse con otros recursos que no modifiquen la configuración original del depósito ni las relaciones reales entre los diversos elementos óseos. Un medio puede ser el mantenimiento de zonas o plataformas (Figuras 3 y 4) sin excavar en el espacio del depósito para permitir un acceso a las zonas más inaccesibles, evitando pisar sobre la acumulación ósea, siempre que en el posterior retranqueo pueda liberarse el espacio que ocupan. Esos espacios habrían de tener simplemente unas dimensiones adecuadas como zona de apoyo para acceder a los espacios más inaccesibles del depósito y acometer una excavación con los criterios científicos más rigurosos.
a. El diseño de la actuación y la importancia de las relaciones estratigráficas La compartimentación del espacio que ocupa el depósito osteológico puede ser una estrategia válida para gestionar el proceso de excavación y el registro. Ubelaker propone un sistema de excavación de áreas grandes dividiendo la zona, de forma que se acometa primero la excavación de tiras laterales, creando espacios despejados, y aislando la zona central. Todo ello pasando por la ubicación, identificación y extracción de las evidencias óseas antes de pasar a la siguiente subdivisión, de forma que pueda reconstruirse la posición de todo el material aún cuando la estrategia impida la exposición al mismo tiempo de toda la superficie (Ubelaker 1989a, p.22). El uso de un espacio compartimentado exigiría que numerosos materiales se asignaran a las diferentes cuadrículas en función de su mayor o menor inclusión en una de ellas. En diversos contextos monásticos de los siglos XVI y XVII de Sevilla empleamos esta estrategia en las acumulaciones secundarias, subdividiendo la superficie de extensos y potentes depósitos secundarios de los siglos
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Figuras 3 y 4. Esquemas de posibles planteamientos para excavar fosas de grandes áreas y grandes acumulaciones óseas, con preservación de plataformas de acceso a las zonas centrales del depósito, al que seguiría el progresivo retranqueo de las mismas
Identificación de los episodios estratigráficos posteriores al depósito osteológico
b. Definición de los episodios estratigráficos osteológicos que componen el depósito antropológico
La exposición del espacio y superficie del depósito deben tener como precepto básico la atención a los más elementales principios estratigráficos, su documentación y reversión hasta alcanzar el contenido antropológico o las diferentes unidades estratigráficas o episodios que lo conforman. En este sentido nos interesan las relaciones de posterioridad con la acumulación antropológica en cuanto que pueden condicionar la identidad o evolución del depósito:
La perpetuación del uso en el tiempo de un espacio funerario tiene como consecuencia la creación de múltiples realidades antropológicas que transmiten una información estratigráfica y, por tanto de la sincronía y diacronía de los depósitos. En la realidad multiforme que define a una sepultura colectiva podemos encontrarnos conjuntos primarios completos así como porciones de los mismos o agrupaciones óseas que son el testimonio de un individuo. Junto a ello aparecerá gran cantidad de restos óseos en aparente desorden y que pueden proceder de desplazamientos horizontales o migrar desde acumulaciones superiores a consecuencia del proceso de esqueletización. También los grandes depósitos que se conforman con elementos en posición secundaria, con mayor o menor diferencia temporal, son susceptibles de reflejar estratigraficamente la realidad de sus componentes antropológicos.
Descripción de las unidades de relleno superpuestas al depósito
Identificación de los episodios que rompen al depósito (límites de fosas o unidades negativas)
Tratamiento diferenciado de los rellenos de fosas vinculadas a esos episodios póstumos
Definición de los contenidos óseos alterados y desplazados y tratamiento diferenciado
La conservación de las posiciones anatómicas y de las relaciones que se establecen entre los diversos depósitos ha de ser el precepto básico en la excavación de este tipo de depósitos, pudiendo permitirnos reasignaciones de elementos alterados en conjuntos individuales. El estudio de las conexiones anatómicas y la definición de las diversas entidades individuales nos pueden permitir inferir desplazamientos de huesos, superposiciones y desarticulaciones. Dependiendo del grado de descomposición de las inhumaciones precedentes, las nuevas inhumaciones producirán modificaciones sobre restos aún provistos de tejidos de retención o alterarán evidencias totalmente esqueletizadas, lo que implicará diferentes respuestas del material afectado. Las relaciones ante quem, post quem y los comportamientos sincrónicos aportarán los principales
El tratamiento diferenciado de cada unidad posterior al depósito así como los efectos que su presencia ha causado en el mismo será esencial para definir la acumulación original, captando los límites en planta y en sección, despojándola de todo lo añadido de forma póstuma. Identificación de episodios sincrónicos al depósito Definición de artefactos, ecofactos o preparación del entorno o de otro tipo vinculados en origen al depósito antropológico.
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Aplanamiento de todo el volumen de la acumulación
argumentos interpretativos de este tipo de depósitos. Podemos hablar de diversas realidades antropológicas:
osteológica
Las acumulaciones con grandes buzamientos en su
Depósitos primarios íntegros, para cuya ubicación se
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superficie pueden implicar rodamientos de diversos elementos óseos hacia las cotas más bajas La prolongación en el tiempo y la mayor potencia de los depósitos puede conllevar buzamientos de gran magnitud en los materiales
pueden llegar a desplazar acumulaciones previas, esqueletizadas o no y quizás en diversos momentos Depósitos primarios parcialmente alterados, esqueletos parciales o porciones del mismo, de los que se deduce la existencia de retenciones anatómicas en el momento en que fueron conformados en su posición final Depósitos primarios afectados por las remociones y de cuyas alteraciones se deduce una completa esqueletización al sobrevenir la remoción o pérdida de de zonas anatómicas Restos en desconexión anatómica pero que pueden seguir aún una individualidad Restos en desconexión anatómica de diversos sujetos y que resultan de imposible individualización salvo que aporten caracteres demográficos determinados. Los elementos más pequeños pueden proceder de migraciones en vertical por su tamaño (dientes, huesos largos de manos y pies y subadultos).
La presencia de entidades en desconexión anatómica, ya sea por los normales procesos de esqueletización y migración dentro del depósito o por desplazamientos de depósitos precedentes, puede implicar una dispersión de los restos sin patrón alguno pero también reacumulaciones de sujetos concretos. La ubicación del material podría contribuir a explicar el funcionamiento de los depósitos si median criterios diferenciadores de morfología, demografía u otros aspectos antropológicos que nos permitan captar el recorrido de un conjunto individual. En las acumulaciones secundarias unifásicas y con límites estructurales simples no se plantearán los mismos problemas estratigráficos que en los contextos más sometidos a reutilizaciones ni tampoco los mismos problemas de excavación y extracción más allá de los impuestos por el propio hueso.
La sucesión de depósitos tendrá como consecuencia la existencia de áreas de destrucción o de remoción en el perímetro de las inhumaciones más recientes. Si el conjunto precedente no ha sufrido aún una completa esqueletización podemos encontrarnos con modificaciones en la posición de los miembros que pueden introducir falsos significados cultuales. En su máximo grado se llegará a la total desarticulación. En consecuencia, las diversas realidades óseas, aisladas o formando agrupaciones determinadas, pueden representar secuencias de deposición/remoción, formando parte de unidades estratigráficas en forma de fosas o rellenos. En algunas criptas medievales y modernas esas acumulaciones óseas, producto de desplazamientos y arrinconamientos pueden llegar a ser el único argumento estratigráfico, sin que pueda hablarse de fosa o de cambios en las características del sedimento. Los huesos de un sujeto pueden mostrar una coloración o unas características que difieren de otros depósitos del entorno, en relación a lugares anteriores y entorno ambiental en el que el sujeto se ha esqueletizado. En los depósitos complejos el proceso de definición y exposición de las diversas entidades antropológicas debe contemplar situaciones en la acumulación osteológica que obedecen a dos factores: la existencia de un entorno no colmatado durante el tiempo que funciona el depósito y el proceso de esqueletización. En ambos casos podemos encontrarnos ante desplazamientos de cierta magnitud de elementos óseos que encuentran un espacio que persiste o que ha sido creado por la pérdida de tejidos blandos. Esta lectura será de especial importancia en el momento de definir las diferentes entidades estratigráficas y las relaciones de causa-efecto.
c. La excavación de la evidencia osteológica Las características de los distintos depósitos vendrán impuestas no solo por las pautas cultuales o procedimiento de enterramiento sino por las consecuencias que puede tener la dinámica deposicional. Salvo en los contextos medievales, donde en las superposiciones de ataúdes en criptas, aunque se produzca el vencimiento de esos continentes, los esqueletos (decúbito supino) presentan una posición casi canónica, la actuación en este tipo de sepulturas en otros periodos históricos partirá desde el desconocimiento. 1) Delimitación del espacio en perímetro y superficie La mayor claridad vendrá dada por la mejor definición posible de los límites del recinto o espacio que acoge al depósito osteológico siempre en función de los diferentes episodios que han quedado sellados. La delimitación perimetral de las zonas o espacios en la que se acumulan las evidencias antropológicas permitirá crear contornos de seguridad que permitan la evacuación de sedimentos y nuestra operatividad, límites que pueden coincidir con el interior de la estructura o continente u ocupar un menor espacio. La excavación minuciosa del conjunto o conjuntos no debe acometerse hasta que exista una seguridad razonable de las fronteras, de las necesidades en todo el proceso de excavación y de los aspectos más pragmáticos, como la misma evacuación del sedimento. La superficie de un depósito antropológico viene configurada por los tiempos de uso, sincrónicos o diacrónicos, la potencia que alcanza la acumulación, la forma en que se dispone el material antropológico o se deja caer, el grado de colmatación y todo el universo
Notables desplazamientos verticales de los huesos de menor tamaño
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posdeposicional. De este modo, los límites de una unidad estratigráfica representada por un esqueleto pueden no presentarse en un plano horizontal e idealizado si el plano de buzamiento del lecho es marcado o los depósitos previos conservan espacios disponibles para albergar importantes grados de abducción de zonas del esqueleto apendicular. A mayor sincronía se suelen asociar pautas en el espacio del depósito donde los materiales se disponen en planos horizontales. A mayor densidad de los depósitos y diferencias temporales entre los mismos corresponden mayores buzamientos.
f)
2) Identificación y contextualización de la evidencia osteológica La lectura de la acumulación ósea debe perseguir desde su estadio inicial la comprensión anatómica y estratigráfica de la realidad que se está percibiendo: qué huesos tenemos, disposición que presentan esos huesos y como se orientan, qué conjuntos o relaciones anatómicas forman, qué relaciones guardan con otros conjuntos, efectos que se derivan de esas relaciones, qué materiales están desprovistos de conexiones. a)
b) c)
d)
e)
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superposiciones, pérdidas de sustancia y posibles desplazamientos de porciones anatómicas, de modo que la posición de un hueso determinado puede explicar lo que ha acontecido con otra inhumación o conjunto de huesos. Es necesario considerar que un conjunto articulado puede verse desplazado en alguna de sus zonas a una cota inferior o, aunque cortado por otro episodio estratigráfico, proseguir más allá de la zona de interrupción Definición del área de alteración que puede haber provocado una inhumación en forma de desplazamientos, arrinconamientos y destrucciones, como aportación a la cronología relativa de los depósitos, así como las modificaciones sedimentarias. Es especialmente importante poder llegar a establecer una directa relación entre las características sedimentológicas y la acumulación de restos óseos, lo que podría ayudar a definir zonas de especialización funcional (Duday 1986: 92).
La no contemplación de estas eventualidades repercutirá en todo el procedimiento de excavación, en los registros del material y en la exhumación de los mismos. En ciertos periodos históricos los cuerpos se disponen en sus depósitos en las posiciones más inverosímiles, a causa de tracciones perimortem, fijaciones en los miembros con o sin sentido ritual o por factores accidentales que motivan comportamientos anómalos de los miembros. Estas posibilidades pueden influir en adaptaciones a planos de buzamiento marcados, aumento del espacio que un cuerpo ocupa en vertical en la fosa o inflexiones anómalas del mismo. Se trata de saber pues donde comienza y acaba cada entidad durante el proceso de excavación, información que condicionará el registro y la exhumación en un sentido positivo o negativo. Son demasiado frecuentes las intervenciones en espacios donde la complejidad del conjunto se asimila a evidencias secundarias, sin conexión anatómica, por incapacidad de captar esas relaciones. El recurso a rebajes artificales contribuye a mutilar la identidad histórica del depósito analizado, convirtiéndolo en un osario simple, de modo que la estrategia puede convertirse en una justificación de la destrucción. La estrategia de excavación puede hacer conveniente la extracción de elementos aislados si no se prueba ningún patrón deposicional y siempre con el registro de los mismos. Así pueden crearse zonas marginales que ayuden al acceso a las zonas de mayor importancia.
Identificación de la primera evidencia osteológica, con orientación de sus particularidades anatómicas, deducción de las conexiones anatómicas que les deberían corresponder y ubicación de los elementos adyacentes Excavación de los elementos anatómicos vecinos Estimación de la zona que debería ocupar el resto del esqueleto y la posición que éste puede presentar. Se trataría de apreciar la coherencia de la proximidad del material óseo presente asociado o que debería aparecer en el transcurso de la excavación, considerando un engranaje anatómico normalizado pero considerando también la magnitud de las alteraciones inducidas por el funcionamiento del espacio sepulcral. Es necesario tener en cuenta que en los depósitos colectivos, si no media una consideración ritual, los cuerpos pueden presentar distorsiones notables, sobre todo en relación a los miembros (Whright et al 2005). Consideración de características intrínsecas al propio hueso, puesto que los caracteres antropológicos si permiten una individualización pueden ayudarnos a captar las dispersiones del material o el funcionamiento del depósito Delimitación de las diferentes entidades antropológicas teniendo en cuenta las
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINAS 305 Y 306. A LA IZQUIERDA DETALLE DE UNA FOSA DE INHUMACIÓN COLECTIVA ROMANA (PR). LAS SUCESIVAS INHUMACIONES AFECTAN A EVIDENCIAS ANATÓMICAS EN DIFERENTE GRADO DE DESARTICULACIÓN, INDICANDO ASIMISMO LA ACCESIBILIDAD DEL ESPACIO DURANTE UNA LARGO PERIODO HASTA COFORMAR UN DEPÓSITO DE 14 INDIVIDUOS. A LA DERECHA FOSA DE ÉPOCA ROMANA CON INHUMACIÓN MÚLTIPLE ROMANA (PR, UNIDAD 63) EN SECUENCIA DEPOSICIONAL CLARAMENTE ESTIMADA, CON EL 3 COMO ÚLTIMA INHUMACIÓN (GUIJO Y LACALLE 2006c).
LÁMINAS 307 Y 308. A LA IZQUERDA INHUMACIÓN ISLAMICA DOBLE (PP07-08, CÓRDOBA) (GUIJO Y LACALLE 2009). A LA DERECHA INHUMACIÓN ISLÁMICA DE TRES CUERPOS DE FORMA SINCRÓNICA O MUY POCO ESPACIADOS EN EL TIEMPO (PP07-8C, CÓRDOBA) (GUIJO Y LACALLE 2008b)
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LÁMINAS 309 Y 310. PERSPECTIVAS DE DOS FOSAS COLECTIVAS SINCRÓNICAS DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS EN 1936 Y 1937, FCP A LA DERECHA (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMHyJA) Y FCG A LA IZQUIERDA (REGISTRO GUIJO 2012-PERMISO ARMH19-MG)
LÁMINA 311. DEPÓSITO SECUNDARIO MOZÁRABE EN CISTA PROCEDENTE DE CÓRDOBA (CER, U.422) DEL SIGLO X. LA FRECUENCIA DE ELEMENTOS ANATÓMICOS PRUEBA UNA MÍNIMA PÉRDIDA DE ELEMENTOS ANATÓMICOS, LO QUE EVIDENCIA UNA REMOCIÓN IN SITU DE UN ENTERRAMIENTO PRIMARIO (REGISTRO CAMINO FUERTES SANTOS, CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE CERCADILLA)
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LÁMINAS 312. Y 313 A LA IZQUIERDA FOSA DE INHUMACIÓN SECUNDARIA PRODUCTO DE LA REMOCIÓN DE UNA INHUMACIÓN PRIMARIA IN SITU PARA HACER ACOMODO A UN NUEVO SUJETO (PE, U. 1216) (REGISTRO GUIJO 2002). A LA DERECHA FOSA DE INHUMACIÓN SECUNDARIA INDIVIDUAL PROCEDENTE DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA (MSC, UNIDAD 804) SUPERPUESTA SOBRE UNA INHUMACIÓN PRIMARIA DE LA QUE SE PERCIBEN LOS FÉMURES Y TIBIAS (GUIJO Y LACALLE 2006a)
LÁMINA 314. IMAGEN DE UNA GRAN FOSA DE INHUMACIÓN SECUNDARIA DE LOS SIGLOS XV-XVI (SMR, UNIDAD 3 PROCEDENTE DE EL ROMPIDO (HUELVA), FORMADA POR LA TRASLACIÓN DE ALGÚN TIPO DE CEMENTERIO CON UN SESGO EN LA RECOLECCIÓN A FAVOR DE LOS HUESOS MAYORES DEL ESQUELETO APENDICULAR (LACALLE Y GUIJO 2007b)
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between individuals crematorium procedure. In any case, the definition of the treatment given to different subjects require a high individualization of the remains
D. EXCAVACIÓN DE CREMACIONES RESUMEN Exhumar un depósito de cremación no es solo extraer huesos quemados, carbones u otras evidencias materiales y tampoco puede entenderse como el gesto de vaciar de cualquier modo un recipiente provisto de huesos humanos quemados. La información del depósito y de los propios restos puede esconder realidades como cremaciones de un cuerpo en el mismo depósito final, con lo que será factible la persistencia de conexiones o relaciones anatómicas. Podríamos estar ante cremaciones dobles, con diferencias entre el procedimiento crematorio de los individuos. En todo caso, la delimitación del tratamiento conferido a los distintos sujetos exigirá la máxima individualización de los restos
La cremación intencional de los restos óseos humanos se circunscribe de manera exclusiva al mundo romano, a la luz de las evidencias anatómicas procedentes de Sevilla (Guijo 1992) (Guijo 1997) (Guijo 1998). Hasta tiempos muy recientes se venía sosteniendo la imposibilidad de recuperar información alguna del material cremado, tanto desde el propio contexto, o modo en que son colocados los restos en un continente determinado, como en cuanto a datos antropológicos. Sin embargo, la investigación de los contextos de cremación nos puede remitir a circunstancias en las que tuvo lugar el procedimiento crematorio, posición del cuerpo, manipulaciones posteriores de los restos y tratamiento diferenciado por individuos. Por todo ello podemos hablar de una notable complejidad en la recuperación de estas evidencias y que puede influir de manera determinante en el estudio de los restos. Considerando las características del material antropológico afectado por la cremación podemos diferenciar entre evidencias primarias y evidencias secundarias, en este último caso considerando la presencia del material sobre el terreno y su inclusión en urnas (Gráfico 33).
ABSTRACT Exhume a deposit of cremation is not just remove burnt bones, coal or other material evidence and can not be seen as empty gesture in any way a vessel fitted with burned human bones. The information of the deposit and the remains themselves can hide realities like cremation of a body in the same final deposit, which will likely persistence of anatomical connections or relationships. We could be facing double cremations, with differences
Gráfico 33. Depósitos de incineración en Sevilla (Prado de SanSebastián) (Guijo y Lacalle 2007)
Bustum
Fosa simple
Fos simple+cubierta
Cista ladrillos
Urna fosa+cubierta
Urna fosa simple 0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
fusión entre el lugar en el que tuvo lugar la cremación y el espacio que acoge el definitivo depósito de los restos. A diferencia del bustum el ustrinum representa el lugar en el que se acometen las cremaciones pero del que se recogen los restos del individuo. Además del bustum
1. EXCAVACIÓN DE EVIDENCIAS PRIMARIAS El hallazgo de evidencias primarias en contextos romanos de cremación se relaciona con la existencia de un espacio de deposición conocido como bustum, producto de la 217
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
otros espacios de deposición están representados por fosas, urnas, etc, que se destinan a recoger las evidencias en desconexión anatómica. Un bustum presenta características claramente diferenciadas en relación al ustrinum y a las fosas en las que se deposita el material incinerado, tanto en lo que se refiere a las características sedimentarias como al material antropológico.
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Junto a zonas en las que se advierte con claridad esta sucesión de capas, encontramos otras en las que se da la mescolanza entre restos de carbón, tierra y elementos óseos. La mayor parte de las evidencias antropológicas presentan restos de carbón y cenizas en el interior de las zonas medulares, adherido al hueso o impregnándolo. Este tipo de depósito sí nos remitiría a la remoción de la pira crematoria, en un intento de racionalizar el espacio.
a. Características sedimentarias del bustum b. Características del material óseo Al estudiar la sección del bustum se advierten varios estratos claramente diferenciados de arriba abajo: el relleno (intencional o postdeposicional) que colmata el depósito, la acumulación de huesos, una capa más o menos densa de carbón, un nivel de sedimento oxidado y el piso original (natural o de aportación antrópica).
Desde un primer momento debemos tener en cuenta que las coloraciones más oscuras, indicio de una menor temperatura y de menores transformaciones del material, nos hablarán de mayores posibilidades de que persistan conexiones anatómicas si bien dominando los tonos blancos y grises. Aunque pueden existir remociones del depósito a lo largo del proceso ritual y tras concluir la cremación, podrían persistir conexiones anatómicas o un determinado grado de asociación anatómica en zonas concretas si el lugar de cremación y el lugar de deposición coinciden. En los contextos sevillanos de cremación en que hemos detectado la existencia de busta el grado de relaciones anatómicas se manifiesta por dos vías:
1) Nivel de oxidación La base del depósito está formada por sedimentos endurecidos por la existencia de combustión en un entorno oxidante, lo que les confiere un tono rojizo. Se trata de la capa sobre la que tiene lugar la cremación, cuya compacidad y características cromáticas facilita en todo momento su detección durante la excavación. El sedimento adquiere una mayor dureza, parecida a la del adobe cocido. Estos sedimentos o capas suelen formar pequeñas cubetas de escasa profundidad, en forma de pequeños recrecimientos que delimitan el espacio de la deposición o presentan una homogeneidad horizontal en el espacio del depósito.
Relaciones articulares directas entre elementos anatómicos, más usuales en la columna, y en concreto en la zona lumbar.
Asociaciones anatómicas claras que, aún no presentando una relación directa, muestran un grado de proximidad notable. Las orientaciones llegan a ser totalmente compatibles.
2) Capa de restos carbonizados Sobre el nivel oxidado o superficie de cremación suele aparecer una capa de restos carbonizados de tipo vegetal, de los que se advierte con claridad la disposición de los haces leñosos. Puede presentar un grosor variable, que puede llegar a 6-8 centímetros, sobre todo en la zona central del espacio de recepción.
Acumulaciones
localizadas formadas por componentes de una zona anatómica concreta, si bien en total desorden articular.
Entre las evidencias de las cremaciones identificadas en c/ San Luís31 y registradas por nosotros sobre el terreno los busta detectados nos muestran conexiones anatómicas directas entre elementos de la columna vertebral y relaciones de proximidad evidentes entre elementos craneales y cervicales (Lámina 318). La mayor necrópolis de cremación hasta el momento identificada en Sevilla, situada en el Prado de San Sebastián, nos presenta más numerosos ejemplos de persistencia de conexiones anatómicas directas, también de componentes vertebrales lumbares y sacros (Lámina 317). En algún caso se infiere una proximidad anatómica muy evidente entre zona maxilar y mandíbula (Lámina 316). Las asociaciones anatómicas de proximidad, dentro de la lógica espacial que debería presentar un cuerpo, son claras entre mandíbula, maxilar y fragmentos craneales (un solo caso) y articulaciones de la extremidad superior. Además de estas realidades anatómicas detectamos zonas concretas de acumulaciones compuestas por elementos de
3) Restos óseos Encima de los restos de carbón detectamos las evidencias antropológicas, presentando éstas diversas alteraciones cromáticas. 4) Rellenos de colmatación La única diferencia viene dada por la procedencia del relleno, antrópica (fosas) o colmatación natural (fosas con cubiertas), proceso último al que se asocia un sedimento más fino y limpio. La conservación de esa microestratigrafía en todo el espacio de deposición o en parte del mismo, representaría la preservación de zonas intactas de la pira funeraria original, puesto que no existe mezcla de carbones, huesos y sedimento que nos hablen de una actividad antrópica posterior para reacomodar los restos o aumentar su fragmentación mediante cualquier procedimiento mecánico.
31
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Intervención dirigida por M. Ortega en 2006
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
una zona determinada, haciendo evidente la existencia de un proceso de reducción.
exposición a la temperatura durante mucho tiempo. Aunque existe una clara reducción de los restos no existe pérdida de representatividad anatómica.
o Los restos se empujan desde los laterales hacia la
o
o
o No existen conexiones anatómicas, quizás por la
zona central del bustum, espacio que representa la zona menos alterada, coincidiendo con la ubicación de la columna dorso-lumbar. En la extremidad inferior los restos se empujan desde los pies hacia la zona proximal y desde ahí al centro, de manera que los componentes de los pies, tibias y peroné aparecen superpuestos al fémur e incluso a elementos de la caja torácica Con una sola excepción, a la que ya nos hemos referido, los restos craneales son también empujados hacia la zona central del bustum
intensidad del proceso de reducción de los restos acometido, pero se mantienen las características del lecho del depósito en diversas zonas y la representatividad anatómica
La diferencia con las fosas simples u otros depósitos es tan grande que la mayor duda que nos resta para hablar de ustrinum, en los casos en que el tamaño de la fosa no se acomoda a la talla del sujeto, es pensar que la pira es más pequeña y que se recurrirá a procedimientos de reducción a medida que avanza la cremación. Es posible que la combustión del cuerpo no fuese sincrónica en todas las zonas, de modo que el foco calórico fuese más pequeño que el espacio del primero. En el curso de la cremación se iría produciendo la reacumulación o movimientos del material hasta su completa cremación o descarnamiento. La existencia de zonas del esqueleto que evidencian alteraciones diferenciales por el calor nos indican que en muchas ocasiones el tamaño de la fosa sería inferior al espacio que ocuparía un cuerpo extendido. En los enterramientos de tipo busta identificados en el Prado de San Sebastián (Gráfico 34) podemos hablar de un nivel progresivo de certidumbre al ir desde aquellas identificaciones que se apoyan sólo en las características del terreno, siguiendo a aquellas otras que se fundamentan en ese dato y en el tamaño de la fosa y en el máximo nivel de certidumbre, las que proceden de la presencia de los datos anteriores y de la constatación de la conexión anatómica.
En el mejor de los casos los restos óseos están muy cerca de las posiciones anatómicas reales (tumba 11). c. Tamaño de la fosa Aunque teóricamente el tamaño del ustrinum debe acomodarse al tamaño del individuo que será objeto de cremación, sólo en algo más del 23 % de las cremaciones del Prado hemos encontrado una relación directa entre la longitud del ustrinum y la estatura posible en función del sexo y la edad. Al contrario, es más frecuente en los registros de cremaciones efectuados hasta el momento por nosotros (n=125), la discrepancia entre el tamaño del espacio de recepción y la estatura estimada del sujeto. En esta circunstancia podemos encontrar una serie de variables:
o Se
detectan características
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conexiones anatómicas y las sedimentarias que denotan una
Gráfico 34. Variedades de enterramientos tipo busta en Sevilla (PR) (Guijo y Lacalle 2007)
70 60 50 40 30 20 10 0 Alteraciones sedimentarias por el fuego
Alteraciones sedimentarias por el
Alteraciones sedimentarias por el
fuego+tamaño del cuerpo
fuego+conex ión anatómica+tamaño cuerpo
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2. EXCAVACIÓN SECUNDARIAS
DE
EVIDENCIAS
características denotan funcionamientos muy distintos en un mismo yacimiento.
Ustrina en forma ovoide o rectangular de los que
a. Fosas
persisten escasas evidencias de carbones Ustrina que consisten en un espacio rectangular u ovoide de tierra cocida y cubierta de carbones, con mínimas evidencias óseas Ustrina en los que persisten carbones y gran cantidad de huesos, que corresponden a diversos individuos. El color de los huesos denota que no se han expuesto a las máximas temperaturas
Los depósitos secundarios en fosa simple, con cubierta o en cista presentan características totalmente distintas, tanto en los componentes antropológicos como en las características sedimentarias, que descartan cualquier confusión con los busta. o
o
o o
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No existen alteraciones sedimentarias producto de la acción del calor de la magnitud que presentan los busta pero su presencia podría indicar una proximidad del depósito final al lugar en el que acontece la cremación La estratigrafía del espacio de deposición es más simple, constando de una mezcla de carbón, huesos y tierra e los casos más complejos. Esta lectura resulta de interés en cuanto que nos habla de la existencia o ausencia de un tratamiento más pormenorizado del material o del lavado del mismo Puede existir o no una representación de todas las zonas anatómicas No existen asociaciones articulares
De este modo, podemos hablar de ustrina en los que existe un esfuerzo importante en la recolección del material, otros en los que no existe esa intensidad en la recolección del material y otros que hablan de situaciones intermedias. Desconocemos si esas diferencias se deben a aspectos sociales en relación a un trato preferencial o a la labor de los profesionales responsables de la pira. d. La representación anatómica como indicio del esfuerzo empleado Los depósitos en fosa, ustrina y urnas que se encuentran rotas en el contexto nos exigen recopilar el material de la foma más exhaustiva posible, puesto que los contenidos pueden influir en la matización del hecho ritual y en las lecturas sociales que se desprenden de ello.
b. Urnas En las cremaciones depositadas en urna no debería existir ninguna complejidad estratigráfica pero siempre habría que estar advertidos sobre la presencia de cremaciones dobles o de depósitos que se hayan efectuado en un orden determinado. Sólo en un caso hemos podido realizar una microexcavación en una urna por la posibilidad de que existieran dos individuos cremados. Se trata de un recipiente recuperado de la calle Matahacas (Tabales 2001) cuya excavación controlada permitió identificar un depósito diferenciado de dos individuos, un sujeto masculino y otro femenino (Guijo 1997).
La mayor representación anatómica indica la existencia de procedimientos de recolección del material más elaborados o un proceso ritual más individualizado. En este sentido, los restos que pueden aparecer en el ustrinum indican el proceso contrario. Las ausencias anatómicas, además de las pérdidas que pueden sobrevenir de forma póstuma, pueden indicar una recolección menos pormenorizada de los restos, con menor preservación de la individualidad o menor esfuerzo en todo el proceso. Los materiales asociados pueden permitirnos hablar de tratamientos como el lavado de los restos. La mezcla de contenidos en la recuperación de los distintos depósitos provocará confusiones en la interpretación.
c. Ustrinum Las evidencias del lugar de cremación pueden informarnos de si se trata de un entorno de amplio uso, de usos en relación a un depósito, del cuidado y preparación del mismo. Podemos hablar de quemaderos en las proximidades de los depósitos secundarios de cremación en el Prado de San Sebastian y entorno de San Luís cuyas
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 315. FOSA DE CREMACIÓN PRIMARIA DE HISPALIS (PR, UNIDAD 111), CON DISTRIBUCIÓN DE ELEMENTOS ANATÓMICOS COMPATIBLES CON LA POSICIÓN DE UN CUERPO EN DECÚBITO SUPINO, CON LOCALIZACIÓN DE CRÁNEO (ARRIBA IZQUIERDA), EXTREMIDAD SUPERIOR DERECHA (ABAJO A LA IZQUIERDA), EXTREMIDAD SUPERIOR IZQUIERDA (ZONA MEDIA A LA IZQUIERDA) Y EXTREMIDAD INFERIOR (A LA DERECHA), ÉSTA CON ELEMENTOS REMOVIDOS ANTES DEL SELLADO DEL DEPÓSITO (GUIJO Y LACALLE 2007)
LÁMINA 316. DETALLE DE UNA CREMACIÓN ROMANA (PR, TUMBA 111) DE HISPALIS DE TIPO PRIMARIO (BUSTUM). SE PUEDEN APRECIAR LAS EVIDENCIAS DEL MAXILAR SUPERIOR (1) Y DE LA MANDÍBULA (2), ASÍ COMO RESTOS DE LAS ESCÁPULAS Y CLAVÍCULAS (3) (GUIJO Y LACALLE 2007)
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LÁMINAS 317 Y 318. A LA IZQUIERDA DETALLE DE UNA CREMACIÓN ROMANA (PR, TUMBA 111) DE HISPALIS, CON EVIDENCIAS VERTEBRALES EN CONEXIÓN ANATÓMICA, PUDIENDO APRECIARSE LOS CUERPOS Y LOS ESPACIOS INTERVERTEBRALES, LO QUE IDENTIFICA A UN DEPÓSITO PRIMARIO O BUSTUM (GUIJO Y LACALLE 2007). A LA DERECHA RESTOS EN CONEXIÓN ANATÓMICA (DOS VÉRTEBRAS LUMBARES) EN UNA CREMACIÓN ALTOIMPERIAL DE HISPALIS (SL), QUE IDENTIFICA A UN DEPÓSITO PRIMARIO (BUSTUM) (REGISTRO GUIJO 2006)
LÁMINA 319. DETALLE DE LA ESTRATIGRAFÍA DE UN DEPÓSITO DE CREMACIÓN DE HISPALIS (SL), CON CAPA DE CENIZA Y HUESOS, SOBRE UNA CAPA DE CARBÓN Y EL LECHO SEDIMENTARIO AFECTADO POR LA OXIDACIÓN, LO QUE LE CONCEDE UN COLOR ROJIZO (REGISTRO GUIJO 2006)
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 320. DETALLE DEL RELLENO DE UN DEPÓSITO COLECTIVO DE RETOS DE CREMACIÓN (PR), CON UNA MEZCLA DE HUESOS Y DOS URNAS CON RESTOS ÓSEOS (REGISTRO GUIJO 2006).
E. ARTEFACTOS Y ECOFACTOS PROCESO DE EXCAVACIÓN
EN
material depositado de manera intencional para referirnos a las evidencias asociadas al depósito antropológico por razones cultuales, prestigio, ornato personal o simples restos del aderezo. Junto a esto habría que considerar al material incluido en el relleno sin voluntariedad alguna. En los diversos depósitos sevillanos medievales y modernos existe una vinculación muy clara entre esqueleto y el material del relleno en cuanto a la cronología pero es usual encontrarnos ante material de épocas anteriores. La mayor prevención debe aplicarse a los conjuntos secundarios por cuanto cabe la posibilidad de traslaciones de depósitos a entornos estructurales o fosas de épocas posteriores. Finalmente habría que tener en cuenta el material intrusivo cuya presencia puede correlacionarse con diversos hechos estratigráficos, como remociones funerarias o estructurales.
EL
RESUMEN La cautela en todo el procedimiento debe aplicarse también a los posibles hallazgos de otros materiales, relacionados con el ornato personal, aspectos rituales, relación con la muerte e incluso con la dieta. ABSTRACT The caution in the whole procedure should also apply to the possible findings of other materials related to personal ornament, ritual aspects, concerning the death and even diet. La importancia de estos elementos viene dada no sólo por su valor cronológico y su funcionalidad sino por la potencial información que pueden darnos sobre intrusiones (fauna y vegetales), sustancias que pueden influir en la química del hueso (metales y cerámica 32) o del sedimento subyacente. Las implicaciones no serán las mismas si se trata de material intrusivo, material incluido en el sedimento que puede sellar la tumba o en su sustrato, o elementos de ornato o ajuar. Las circunstancias que dan lugar a la presencia de esos materiales constituyen argumentos decisivos en la evaluación de aspectos cronológicos, adscripción cultural e interpretación del depósito. Tendríamos que hablar de
1. VEGETALES Entre los restos óseos, cenizas o carbón de la cremación romana pueden persistir restos vegetales relacionados con el banquete funerario o con ofrendas al difunto. El hecho de que las semillas y cáscaras fuesen arrojadas a rescoldos favoreció su carbonización y no su completa destrucción en un fuego más potente. Junto a restos de la madera utilizada en la pira se han identificado restos de nueces y huesos de aceituna. La posibilidad de encontrarnos con restos de semillas en el tracto digestivo, aunque remota, debe hacernos tomar especiales precauciones en la excavación
32
Diversos elementos químicos como el cobalto, estaño, etc pueden encontrarse en la decoración de la cerámica 223
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
de la zona torácica inferior y de la cavidad abdominal o tomar muestras en esa zona. Los intentos acometidos hasta el momento en una reducida muestra en contextos funerarios sevillanos no ha revelado nada positivo. Los únicos casos positivos fuera del ámbito cronológico que tocamos corresponden a represaliados republicanos de Puebla de Cazalla en 1936, en cuya zona torácica se han recuperado granos de uva, coincidentes con el momento del año en que tuvo lugar su muerte.
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modernos, con un mayor peso de tramas bastas. En depósitos monásticos pueden persistir restos muy degradados y a veces sólo evidentes por el color con que han sido teñidos. Sólo en depósitos de la Catedral de Sevilla se han podido detectar evidencias de tejidos de mayor lujo. 4. OTROS MATERIALES Entre las evidencias antropológicas de los contextos de cremación pueden encontrarse hallazgos cerámicos como lucernas, ungüentarios y vasos de vidrio, amuletos, orfebrería, anillos de bronce y hierro, monedas, clavos relacionados con las parihuelas que sustentarían el fardo funerario que se colocaría en la pira y hueso trabajado. Estas evidencias pudieran haber sido depositadas en la pira activa o de forma póstuma entre los rescoldos de la misma. Las cremaciones documentadas en la Hispalis del siglo I d.C. (Prado de San Sebastián, calle San Luís) (Guijo 2007) revelan que se trata de materiales en su mayoría depositados tras la acción del fuego, en algunos casos en los rescoldos aún calientes, como revelan los daños parciales que presentan elementos de hueso trabajado, muy por debajo de las alteraciones del material antropológico. En otros casos el vidrio nos revela notables deformaciones indicándonos una exposición a altas temperaturas y un depósito previo a la aplicación del fuego. Salvo ciertos tipos cerámicos, objetos de vidrio y objetos metálicos que constituyen elementos de ornato personal no se plantean problemas significativos de conservación con estos materiales. Otros como los materiales cerámicos, que en ciertas formas decorativas recurren a sustancias como cobalto, zinc y plomo, y metales como el plomo en ataúdes romanos, representan sustancias contaminantes que es necesario tener en cuenta en cualquier muestreo químico del hueso o del terreno circundante. Las inferencias en paleodietas podrían verse especialmente afectadas.
2. FAUNA La fauna sellada en un depósito funerario no constituye un hallazgo usual. Sólo en evidencias romanas se han podido detectar restos de fauna vinculadas al banquete funerario. Desde macrofauna a ictiofauna de procedencia marina y fluvial, pasando por aves y malacofauna, los restos faunísticos abarcan malacofauna de río, marina (almejas, chirlas), peces (como atún), ovicápridos, gallina, buey y cerdo, pudiendo presentarse tanto afectados por el fuego como inalterados. Junto a la información estratigráfica que proporciona el sedimento, resulta de especial interés a la hora de evaluar factores intrusivos y conocer el entorno ambiental al que han estados expuestos los huesos. Roedores y caracoles constituyen los hallazgos más habituales de este tipo de fauna. El proceso contrario puede darse en depósitos prehistóricos y evidencias medievales y modernas, en las que los restos humanos se alejan de la identidad orginal de su depósito y se integran en unidades de desecho. 3. FIBRAS TEXTILES Estas evidencias se detectan desde el tercer milenio a. C. y aumentan su presencia desde el mundo romano. Asociados a restos romanos encontramos impresiones de tejido sobre el sedimento asociado. Las únicas evidencias directas se han identificado en contextos medievales y
Tabla 29. Artefactos y ecofactos más usuales asociados a depósitos antropológicos sevillanos
ARTEFACTOS o o o o o o
ECOFACTOS
Elementos cerámicos Elementos metálicos Fibras textiles Útiles de madera y hueso trabajado Material lítico Vidrio
o o
224
Fauna (macrofauna, microfauna y malacofauna) Vegetales
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LÁMINAS 321 Y 322. A LA IZQUIERDA IMPRESIÓN RETICULADA DE EVIDENCIAS TEXTILES SOBRE LA CABEZA DEL FÉMUR EN LA SEPULTURA DEL CARDENAL CERVANTES (CSH-CATEDRAL DE SEVILLA). A LA DERECHA RESTOS DE FIBRAS IDENTIFICADAS EN EL SEDIMENTO PROCEDENTES DEL MISMO ENTORNO (SIGLO XV). CAPILLA DE SAN HERMENEGILDO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA (GUIJO Y LACALLE 2004c) (GUIJO 2004b)
LÁMINAS 323 Y 324. A LA IZQUIERDA FIBRA DE TEJIDO DORADO PROCEDENTE DE UNA INHUMACIÓN PRIMARIA DEL SIGLO XIV DE LA CATEDRAL DE SEVILLA (CSH), ASOCIADA A UN ENTERRAMIENTO EN UN LUGAR PREFERENTE JUNTO AL ALTAR (GUIJO 2004a; 2004b). A LA DERECHA FIBRAS DE TEXTILES DE UN SUDARIO DE UN SUJETO ISLÁMICO CORDOBÉS (PP07-10) (REGISTRO GUIJO 2008)
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Juan M. Guijo Mauri
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228
IV. CUARTA PARTE. REGISTRO DE LOS CONTEXTOS ANTROPOLÓGICOS Y EXTRACCIÓN OSTEOLÓGICA
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Juan M. Guijo Mauri
A. REGISTRO DE INDIVIDUOS. DEPÓSITOS INDIVIDUALES RESUMEN El registro del depósito habrá de considerar múltiples componentes y su rigor permitirá aproximarnos en mayor o menor grado a las circunstancias históricas que lo conformaron. Las unidades estratigráficas (fosas, rellenos, etc) nos informarán de la cronología relativa de los distintos episodios, desde la preparación del entorno hasta el sellado del depósito. La posición del cuerpo requerirá de una atención específica: posición de las extremidades, grado de contorsión de cuerpo, daños óseos, inventario esquelético en relación a la presencia o ausencia de cada elemento y características antropológicas.
RESUMEN El registro de la evidencia osteológica será decisivo para delimitar depósitos, individuos, tratamientos rituales y circunstancias accidentales, así como las circunstancias que rodean al enterramiento. La identificación de aspectos demográficos y paleopatológicos dependerá del rigor del procedimiento si contamos con una preservación desfavorable del material. El registro al máximo nivel posible en el trabajo realizado es tanto una obligación científica como ética, debiendo dejar claros los cimientos en los que descansan los diagnósticos e interpretaciones. La importancia de saber qué tenemos, el orden de los distintos vestigios y la comprensión de los distintos procesos, como base para la reconstrucción de los hechos históricos, exigirá un conocimiento suficiente.del material osteológico
ABSTRACT Registration of the deposit will be considered multiple components and its rigour will allow closer to a greater or lesser extent to the historical circumstances that shaped. Stratigraphic units (graves, fillers, etc) we will be informed of the relative chronology of the different episodes, since the preparation of the environment to the sealing of the place where the materials are deposited. Particular attention needs to be paid to the position of the body: distribution of the limbs, contortion of the body, damaged bones, skeletal inventory of the presence or absence of each element and anthropological characteristics. Associated material evidence we may speak of life of own subject, intrusive episodes or the ritual universe.
ABSTRACT The osteological record of the evidence will be critical to delineate deposits, individuals, rituals treatment and accidental circumstances, and the circumstances surrounding the burial. The identification of demographic and paleopathological depend on the rigor of the process if we have an unfavorable conservation material. Registration to the highest possible level in the work is both a scientific and ethical obligation and should make clear the foundations on which rest the diagnoses and interpretations. The importance of knowing what we have, the order of the various traces and understanding of the different processes as the basis for the reconstruction of historical fact, require a sufficient knowledge of osteological material.
1. IDENTIFICACIÓN ESTRATIGRÁFICAS
Considerando todo lo anteriormente expuesto y cómo los procesos vitales o características del propio hueso, el entorno perideposicional, el ritual como agente transformador y los procesos postdeposicionales condicionan el registro osteológico al introducir unos significados y esconder otros, se pone de manifiesto la importancia de un registro que contemple esas variables. Por detrás de todo ello, y como objeto fundamental, estaría la posibilidad de captar los mecanismos de funcionamiento de un espacio funerario, o depósito de la comunidad muerta, cuyas huellas pueden haber quedado selladas en la zona excavada. Semejante posibilidad dependerá no solo del puro registro osteológico sino de cómo éste y sus marcos de referencia, su espacio y continente, se relacionan entre sí y se articulan en el contexto arqueológico en función de diversas variables. Los registros individuales deben trascender a lecturas más allá del propio lugar de enterramiento, en parte contempladas en las características poblacionales de la comunidad enterrada, que nos hablen de cómo funcionan los distintos espacios de enterramiento desde el punto de vista sincrónico y diacrónico, definiendo un paisaje determinado.
DE
LAS
UNIDADES
Se trata de identificar y definir las diversas entidades estratigráficas asociadas al conjunto primario analizado: continentes (fosa, estructura, ataúd, otros), sedimentos, alteraciones estratigráficas (Tabla 30). Su lectura es imprescindible a la hora de realizar interpretaciones sobre reutilizaciones, intrusiones o alteraciones del depósito osteológico así como los distintos eventos anteriores, sincrónicos y posteriores a la misma unidad estratigráfica que conforma el depósito antropológico. Las evidencias estratigráficas pueden estar representadas por un muro, una cimentación, una estructura funeraria, sedimentos e interfacies como una superficie de ocupación o una fosa, y otras evidencias antropológicas en conexión o desconexión anatómica. Esas entidades poseerán unas características físicas, de textura, coloración, dimensiones y componentes. La identificación de estos episodios implicará describir, numerar y secuenciar los diversas eventos asociados al depósito del individuo en cuanto a las relaciones físicas que se establecen (el cómo se relaciona un depósito con otro) y a las implicaciones cronológicas que cabe deducir de esas relaciones físicas.
230
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Al analizar un depósito antropológico hay que entenderlo como un foco emisor de determinados efectos sobre la estratigrafía precedente y también como receptor de procesos póstumos que alteran su configuración original e incluso sus significados más profundos. Por ello no debe
Juan M. Guijo Mauri
concebirse una unidad de enterramiento como algo pasivo y de características originales impermeables, sino como un entorno susceptible de hablarnos de determinadas relaciones de causa-efecto.
Tabla 30. Descripción de las unidades estratigráficas UNIDAD
o
Identificación numérica
TIPO
o o o o o
Interfacies Estructura Depósitorelleno Material óseo Otros materiales
DEFINICIÓN
o o o o
Textura Color Dimensiones Componentes
RELACIONES FÍSICAS
o o o o o o o o o o o
Bajo Cubre a Corta a Sobre Es cubierta por Es cortada por Rellena a Se adosa a Igual a Contiene a Se le adosa
RELACIONES TEMPORALES RELATIVAS
o o o
Posterior a Anterior Igual a
DATACIÓN
o o
Cronología Fase
funerario, puede seguir unas normas de funcionamiento regidas por la proximidad a vías de acceso, deambulación de la población y mantenimiento de la memoria de la comunidad muerta, como evidencias susceptibles de ser registradas.
a. Unidades estructurales y sedimentarias vinculadas al depósito antropológico Se trata de identificar, numerar y describir las unidades estratigráficas que conforman con el sujeto el depósito antropológico, así como sus relaciones físicas y temporales. El registro de las características del continente será decisivo para interpretar las modificaciones en la evidencia ósea resultantes de unas características ambientales determinadas. Los propios mecanismos de funcionamiento de los depósitos óseos, en función de una actitud ritual o antrópica conscientes o derivados de procesos naturales, pueden encontrar una explicación en las alteraciones que el depósito objeto de análisis emite sobre otras realidades preexistentes o recibe de otras agregadas.
2) El continente. Características morfométricas del receptáculo Las diversas características morfológicas y métricas del continente (Tabla 32) permitirán esbozar una panorámica histórica sobre las formas que adopta el depósito de restos óseos. En este sentido será fundamental el conocimiento de la potencia del contenedor, con la diferencia de cota entre el nivel de base sobre el que se apoya el esqueleto y la superficie de cota superior en el caso de fosas y estructuras. La relación entre el espacio útil del continente y el espacio del depósito real nos podrá conducir a procesos claves, como la amortización del continente en relación al esfuerzo empleado en su creación. En los ataúdes o contenedores de madera la destrucción de la madera llevará a la delimitación de sus caracteres a partir de la ubicación de los clavos de los ángulos o de los cambios cromáticos inducidos por el material degradado. Aunque en fosas y estructuras no suelen existir diferencias en las dimensiones transversales los ataúdes cristianos suelen tener forma trapezoidal (en contextos medievales y modernos), con mayor anchura en la cabecera que en los pies, frente al rectangular entre la comunidad judía y en algunos depósitos monásticos modernos.
1) El continente. Tipología de depósito Por el tipo de continente (Tabla 31) encontraremos desde el tipo de depósito más sencillo, representado por la fosa simple, hasta estructuras complejas. El análisis de las características del continente será decisivo en la planificación metodológica, identificación de aspectos diacrónicos ligados ligados al depósito y de cara a la interpretación social del espacio. Aunque la mayor complejidad estructural puede remitirnos a un mayor esfuerzo social en la integración del sujeto al mundo de los muertos, puede ir también unida a unos usos funerarios más extendidos en el tiempo en forma de reutilizaciones, algo que acontece de manera más usual entre grupos judíos y cristianos. Las relaciones que se establecen con otros depósitos o la identificación de referencias comunes, ya sea en alineaciones, conjuntos o recintos resultará de especial importancia a la hora de definir algún tipo de patrón regido por la edad, sexo, rasgos físicos o condición social. La misma organización del espacio de enterramiento, en lo que podría llamarse paisaje
3) El continente. Indicadores externos y cubierta Los indicadores externos de un enterramiento se identifican en ocasiones con la propia cubierta del enterramiento (Tabla 33): solerías, cubriciones de diversa morfología y materiales, paneles de azulejos, ánforas, etc.
231
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
remociones de otros elementos óseos y daños al entorno estratigráfico preexistente.
Sin embargo, en muchos casos se desconoce cualquier tipo de señalización de la sepultura durante todo el periodo en que la necrópolis estuvo en funcionamiento. Indudablemente nos encontramos ante una de las mayores carencias en el registro funerario y que hace que el paisaje funerario en muchos periodos históricos sea totalmente especulativo. Es necesario estar alerta ante potenciales indicadores o señalizaciones de la tumba que, como señalan autores como Martínez Enamorado refiriéndose a contextos islámicos, pudieran consistir en simples guijarros como intento de rememoración de las lápidas. 4) El continente. Características de paredes y lecho La posición de los elementos óseos podría encontrar una explicación en las características de las paredes y el piso del contenedor. El buzamiento del nivel sobre el que se sitúa la evidencia osteológica podría influir en desarticulaciones selectivas y explicar la posición del material, al igual que la regularidad de la superficie. Los componentes del lecho pueden generar daños mecánicos de entidad, como puede acontecer con los pisos de grava o cascotes. 5) Rellenos relacionados con el depósito osteológico Las características del relleno pueden ser vitales para comprender la dinámica postdeposicional y explicar la conservación del hueso. Un tipo de sedimento o una colmatación parcial puede favorecer movimientos óseos en el proceso de esqueletización. También un tipo de sedimento puede implicar un PH ácido y negativo para la conservación osteológica.
Sedimento sobre el que se ha depositado el cuerpo, semejante o no a las paredes de la fosa y al relleno que colmata la sepultura Sedimento en que se incluye el esqueleto, idéntico o no al que representa el lecho, cuyas características pueden permitirnos hablar de la sincronía o diacronía del proceso de colmatación y definir su origen, ya sea en factores antrópicos, filtraciones o derrumbes Diferencias zonales en los rellenos que puedan hablarnos de intrusiones antrópicas o de otro orden así como de diferentes procesos de colmatación Particularidades sedimentarias que respondan al desmoronamiento o alteraciones del continente Materiales en la proximidad del esqueleto que pudieran tener relación con la posición del esqueleto, como pueden ser cascotes diversos para calzar el cuerpo una vez depositado, tal como hemos podido detectar en fosas islámicas almohades33 .
6) Efectos causados sobre otras unidades Se trata de evaluar las modificaciones que el individuo y las entidades estratigráficas a éste asociadas han causado en el contexto circundante (Tabla 34), en especial 33
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Unidades 1, 14,16, 38 y 77 232
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 31. Identificación del continente COMO CONTINENTE INDIVIDUAL
MATERIAL
Fosa simple Estructura Sin receptáculo Con ataúd Sin ataúd Tipo de fardo
POR SU RELACIÓN CON OTROS
Piedra Ladrillo Teja Mampostería Madera Adobe Cerámica Esparto Pieles/textil
Aislada Alineaciones Conjuntos Recinto
Tabla 32. Dimensiones del continente FOSA
ESTRUCTURA
Longitud Anchura Profundidad Contorno Croquis en planta y sección
ATAÚD
Longitud Anchura Profundidad Contorno Módulo de los componentes Croquis en planta y sección
Longitud Anchura Profundidad Contorno Grosor Croquis en planta y sección
Tabla 33. Consideraciones en la descripción de la cubierta MATERIALES Lajas Ladrillos Sillares Tégulas Tejas Mampostería Madera Otros Sin cubierta No identificada
MORFOLOGÍA
DIMENSIONES
Plana Abovedada A dos aguas Amorfa
Longitud Anchura media Anchura cabecera Anchura pies Módulo de los materiales
mecánicas y cronológicas en la identidad del depósito sobre el que actúan. La forma en que éste se ha visto afectado puede remitirnos al factor causal y al tiempo que opera entre el depósito original y la alteración. Las modificaciones pueden estar ligadas o no a nuevos rellenos, fosas o eventos estructurales y la forma que ello reviste nos puede proporcionar información decisiva sobre el porqué, cambio de actitudes ante la muerte o sobre nuevos significados culturales.
b. Unidades que alteran el depósito osteológico y el continente Diversos procesos de orden antrópico (rituales, constructivos), otros agentes bióticos (animales, plantas), de tipo mecánico (derrumbes) o abiótico (escorrentías), pueden haber modificado el depósito objeto de caracterización (Tabla 35). Esas intervenciones pueden afectar a sujetos que presentan un determinado grado de esqueletización y determinan unas consecuencias
Tabla 35. Repercusión desde otras unidades Entidad estratigráfica inductora (evento que incide sobre el depósito que describimos)
Relaciones físicas
Se adosa a / junto a
Cortada por
Fosa Estructura Relleno sedimentario Evidencias osteológicas
Debajo de
Efecto causado
233
Inferencias cronológicas
Pérdidas de sustancia Destrucciones Remoción de elementos secos Remoción de huesos provistos de tejidos Introducción de nuevos depósitos o elementos
Anterior a Igual a
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c. Relación con otras entidades antropológicas Aunque este aspecto se tocará con mayor profundidad al abordar los depósitos colectivos y secundarios el registro de un depósito primario debe contemplar las relaciones
físicas con otros sujetos y las impicaciones temporales de las mismas.
Tabla 36. Repercusión desde otras unidades REFERENCIA ANATÓMICA
o o o
o o o o o o o
Miembro Hueso Lado
RELACIÓN FÍSICA Se adosa bajo Se adosa sobre Cortado por Corta a Desplaza a Es deplazado por Junto a
potencial influencia en la conservación del hueso y a la alteración de otras lecturas analíticas. El registro de su posición en relación a los elementos óseos y el depósito servirán para detectar un patrón ritual, una práctica ornamental, un proceso puramente accidental, una posible contaminación de los restos óseos o inferir una cronología.
2. REGISTRO DE EVIDENCIAS MATERIALES ASOCIADAS Junto a los restos óseos podemos encontrarnos con otras evidencias materiales que pueden definirse como artefactos, ecofactos o material de imposible adscripción hasta su estudio (Tabla 37). En la excavación de los restos óseos nos hemos referido a estos elementos, a su
Tabla 37. Artefactos y ecofactos en el contexto
MATERIAL
O
Artefactos
O
Ecofactos
Semillas Restos vegetales Fauna (macrofauna, microfauna, malacofauna, etc) Sin adscripción o Fragmento o Completo o Junto a un hueso (elemento y zona anatómica) o En el relleno o En una superficie o Ornato o Ritual o Intrusivo o Afectando al hueso o Cromáticos o Integridad física o Desplazamiento o Daños químicos o Perideposicional en relación al hueso o Anterior a la evidencia ósea o Posterior a la evidencia ósea
CONSERVACIÓN UBICACIÓN FUNCIÓN
EFECTOS SOBRE EL HUESO (localizados o generalizados) ASOCIACIONES CRONOLÓGICAS
O
Cerámica Metal Textil Fibra desconocida
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1998) sugiere variadas perspectivas anatómicas que permiten una mayor precisión en la explicitación de las evidencias osteológicas disponibles. Las variadas perspectivas de la bóveda craneal se recogen en algunas de estas propuestas, pero son los trabajos de Thillaud (Thillaud 1994) los que destacan por su mayor claridad. En el caso del esqueleto apendicular y la columna habríamos de optar por una perspectiva simplificada considerando las múltiples opciones existentes (anterior, lateral, medial, posterior) por las repercusiones prácticas que tendría la contemplación de todas ellas y la explicitación de la conservación mediante estos esquemas. Las diversas realidades anatómicas que imponen los diversos segmentos de edad tampoco suelen aparecer en la documentación de los registros osteológicos en la excavación arqueológica. Evidentemente en los individuos subadultos resulta del todo imposible reflejar la realidad anatómica completa de los múltiples centros de osificación pero podría optarse por el uso de esquemas gráficos que abarcasen a la edad fetal-neonatal, a las posteriores etapas subadultas y a la etapa adulta. El esqueleto dental no suele incluirse en los registros gráficos de la conservación esquelética por las exigencias que su conocimiento anatómico requiere y por la dificultad para su identificación, relegándose a fichas temáticas. En todo caso, su incorporación a una ficha que centralice la información de la evidencia anatómica conservada es fundamental, puesto que representa la zona más resistente del esqueleto y en ocasiones será el único testimonio que nos permita la identificación individual. Considerando los diversos grupos de edad y la convivencia durante un largo tiempo de la dentición temporal y la permanente hablaríamos entonces de tres posibles esquemas dentarios: dentición decidual (reducida a individuos de muy corta edad), dentición mixta y dentición permanente. Puede optarse por una perspectiva frontal o labial de las piezas o una visión oclusal (desde las zonas masticatorias), que permite definir con más precisión los relieves dentarios. En cualquier esquema utilizado siempre se habrán de tener en cuenta el lado y la arcada en base a la visión que nos presenten. Cabe emplear como otra opción un registro numérico siguiendo el sistema de dígitos universal o un esquema visual. En el sistema correlativo de dígitos (Tablas 38 y 39) el primer número indica el cuadrante o hemiarcada, de manera que los dientes se numeran de derecha a izquierda en el maxilar superior y de izquierda a derecha en la mandíbula. El segundo número corresponde a la posición de cada diente en su cuadrante, contando a partir de los incisivos. Se trata de la identificación más objetiva y rápida pero con una alta especialización.
3. DESCRIPCIÓN DEL ESQUELETO a. Evaluación del grado de conservación y registro gráfico esquelético Las circunstancias contextuales pueden determinar grados de conservación diferencial del esqueleto, entre individuos o con diferencias topográficas dentro de un mismo esqueleto. La explicitación del grado de conservación y de las partes conservadas, incluso por sectores, de las diversas piezas anatómicas, tendrá una gran importancia de cara a atender a:
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Poseer una noción de las evidencias recuperadas en relación a la realidad aguardada durante la recuperación de los restos, con la finalidad de rectificar o revisar atribuciones y controlar la calidad del proceso Clarificación de las bases que sustentan los diversos diagnósticos, tanto como constatación de una argumentación positiva como testimonio del sesgo que puede introducir una conservación parcial en la investigación global de una población dada. La valoración tafonómica o comprensión de los diversos procesos que alteran los huesos y establecen unas frecuencias de conservación y destrucción variables, ya sea por edades o por tipos de tejidos. Posibles inferencias rituales o de tratamiento diferencial de los cuerpos, como rito predeposicional o como actuaciones predeposicionales.
Junto a las descripciones anatómicas que puedan hacerse resulta de gran utilidad un método de registro que suponga la plasmación visual de las evidencias conservadas. Los esquemas anatómicos serían un simple boceto de la conservación, con la fialidad de captar rápidamente la evidencia conservada, pudiendo recurrirse a sombrear sobre un boceto las pérdidas de sustancia o indicar con tramas distintas la fragmentación del material. Ese mismo esquema gráfico serviría para indicarnos las zonas afectadas por otros eventos estratigráficos, ubicar otras circunstancias contextuales o alteraciones esqueléticas y localizar procesos paleopatológicos. Diversos investigadores han realizado propuestas para la explicitación de las evidencias antropológicas a partir de un esquema gráfico, sobre el que se indican las zonas conservadas o las ausencias anatómicas. La mayor parte de estos esquemas gráficos de conservación esquelética presentan una perspectiva anatómica frontal, que impide reflejar aspectos del otro lado del cuerpo. La propuesta de investigadores como Etxeberría (Etxeberría
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a
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b
Figura 5. Esquema de las piezas dentarias temporal (a) y permanente (b)
Tabla 38. Identificación dentaria de elementos permanente por el sistema correlativo de dígitos ARCADA
PIEZAS DENTARIAS
Maxilar
18
17
16
15
14
13
12
11
21
22
23
24
Pieza
M3
M2
M1
P2
P1
C
I2
I1
I1
I2
C
P1
Lado
Derecho
25
26
27
28
P2
M1
M2
M3
Izquierdo
Mandíbula
48
47
46
45
44
43
42
41
31
32
33
34
35
36
37
38
Pieza
M3
M2
M1
P2
P1
C
I2
I1
I1
I2
C
P1
P2
M1
M2
M3
Tabla 39. Sistema correlativo de dígitos en la dentición temporal Arcada Maxilar Pieza Lado Mandíbula Pieza
55 m2
54 m1
85 m2
84 m1
53 c Derecho 83 c
52 i2
Piezas dentarias 51 61 i1 i1
62 i2
82 i2
81 i1
72 i2
Sin embargo, la posibilidad de reflejar todas las normas o perspectivas del esqueleto y de todas las evidencias anatómicas puede encontrar problemas prácticos en el registro de campo, sin el complemento de un registro fotográfico y dibujos que reflejen más fielmente las
71 i1
63 c Izquierdo 73 c
64 m1
65 m2
74 m1
75 m2
pérdidas de sustancia o zonas conservadas. Se trataría de recoger en lo posible la realidad observada sobre el terreno, que luego se verá completada por las descripciones del laboratorio, de la manera más sencilla posible y que conceda la mayor operatividad.
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Figuras 6-8. Esquema visual de conservación en fetos y neonatos (izq) y en sujetos infantiles y juveniles (derecha) (bocetos esqueletos en Brothwell 1987) y en sujetos adultos (boceto esqueleto en Thillaud 1994)
diagnósticos se han apoyado sobre la pelvis, el cráneo o cualquier otra parte y cuales son los referentes por sexos o edades o las diferencias por zonas anatómicas. No posee la misma implicación apoyar un diagnóstico sexual sobre la observación del coxal que utilizando parámetros métricos del esqueleto poscraneal. La ausencia de un control de las condiciones de extracción o registro de campo conlleva una disminución de las mencionadas bases anatómicas que mayor rigor aportan en el diagnóstico de sexo y edad. Igualmente tampoco cabe situar en el mismo plano una estimación de edad subadulta en base a la calcificación o la erupción dentarias o recurrir recurriendo a la caracterización métrica del esqueleto poscraneal (Reverte 2003) (Krogman e Isçan 1986) (Chamberlain 1994) e incluso craneal (Kòsa 1989) en base al manejo de un solo criterio o al uso de múltiples fundamentos. Los fundamentos diagnósticos de edad que permite la conservación anatómica de diversas poblaciones históricas subadultas revelan diferencias que pueden ser significativas. La explicitación de las bases anatómicas y, por tanto, de su grado de conservación en los elementos que fundamentan aspectos como la identificación de la talla resulta esencial por la disparidad que puede darse entre la extremidad superior e inferior. En series sevillanas medievales es el cúbito el elemento más distorsionador, presentando una notable sobreestimación en relación a las lecturas de huesos como el fémur y la tibia, de modo que resulta imprescindible explicitar la disponibilidad de elementos para comprender el comportamiento de la talla individual (Gráfico 33). La perspectiva poblacional de los procesos paleopatológicos cobra otra perspectiva cuando se valora de manera exhaustiva el grado de conservación anatómica. Si diversos procesos patológicos presentan patrones específicos anatómicos nos podemos encontrar ante importantes limitaciones estadísticas si no se considera esa realidad osteológica. Las manos y pies constituyen zonas anatómicas muy afectadas por pérdidas de los elementos que las componen durante procesos de excavación y extracción defectuosos. La identificación de lesiones como la lepra en los elementos metacarpofalángicos y metatarso-falángicos tropieza con las pérdidas anatómicas, más usuales en manos y pies (Gráfico 34).
b. Influencia en las bases osteológicas y en la representación anatómica Una colección esquelética con un sesgo en la representatividad anatómica, que puede estar inducido por una intervención de campo deficiente, por aspectos rituales o procesos postdeposicionales, puede condicionar diversos aspectos de la investigación si no se tiene en cuenta esa realidad anatómica. La discriminación de los factores causales y la descripción del estado de preservación del material permite fijar no solo la fundamentación diagnóstica en todos los terrenos de la investigación, explicitando las evidencias de las que se parte, sino que también permitirán dotarnos de unos argumentos de cara a las interpretaciones del contexto, de los propios condicionantes culturales que han llevado a la formación del propio yacimiento, sin incurrir en argumentos no depurados ni sometidos a crítica. Se trata de confrontar la realidad anatómica encontrada con la realidad anatómica aguardada (huesos que deberían corresponder a un número de sujetos concretos, con unas determinadas características de sexo y edad) de cara a:
Definir el estado de conservación de un material, base anatómica sustentadora de las estadísticas antropológicas Patrones anatómicos Patrones demográficos Detección de factores causales Culturales Postdeposicionales ligados a la naturaleza del yacimiento Metodológicos . La conservación diferencial de zonas anatómicas, grupos de edad y sexo crea un sesgo importante con lo que entendemos por población representada. Problemas locales de conservación pueden impedir la observación de elementos anatómicos y su caracterización demográfica, de modo que la referencia a la totalidad del grupo no es proporcional a las evidencias susceptibles de análisis. Resultará de relevancia a efectos del conocimiento del sexo y la edad saber qué
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Gráfico 33. Distribución de la talla basada en el cúbito y en la extremidad inferior de cinco series femeninas (medias absolutas en cm)
160 158 156 154 152 150 1
2
3
4
Fémur+tibia
Referencia Yacimiento Cronología Referencia cultural
1 Trinidad (Sevilla) (Lacalle y Guijo 2005) I-V Romana
2 Cercadilla (Córdoba) (Guijo y Lacalle 2004c) X Mozárabe califal
5
Media cúbito
3 Santa Clara (Sevilla) (Guijo y Lacalle 2006a) XIV-XV Medieval cristiana
4 Santa Clara (Sevilla) (Guijo y Lacalle 2006a) XVI-XVIII Moderna cristiana
5 Trinidad (Sevilla) (Lacalle y Guijo 2005) XVII Moderna cristiana
Gráfico 34. Índice de conservación de manos y pies (% sobre población total identificada)
70 60 50 40 30 20 10 0 Serie califal LE
Serie almohade SJ
MANOS Referencia Cronología
LE-Lerena (Guijo 2000b) Siglos IX-X
Serie cristiana bajomedieval SJ
PIES SJ-San Jorge (Guijo 2002d) Siglos XII-XIII
238
SJ-San Jorge (Guijo 2002d) Siglos XIII-XV
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postdeposicionales pero considerando también en su identificación aquellas inducidas por procesos paleopatológicos. Las características de las alteraciones pueden presentar innumerables fisonomías (Tabla 41). Podríamos agrupar las alteraciones postdeposicionales en dos grandes bloques, procesos bióticos y modificaciones abióticas (Tabla 40), cuya naturaleza u origen sólo será discernible en muchos casos a través de analíticas muy concretas pero cuya claridad de adscripción en otros casos nos evitará alguna falsa lectura del registro. La delimitación de estos procesos puede ser vital para comprender daños de conservación, explicitar los fundamentos diagnósticos y prevenir seudointerpretaciones.
c. Registro de los daños esqueléticos La lectura tafonómicas y las modificaciones ambientales de los restos óseos humanos procedentes de contextos arqueológicos no han constituido un tema de atención en los estudios de los yacimientos. Sólo en el momento del estudio antropológico podían abordarse ciertas observaciones, pero que no pasaban habitualmente de meras descripciones de pérdidas de sustancia o una catalogación de zonas conservadas, de manera que no se enlazaban esos problemas tafonómicos con la interpretación del propio yacimiento o con nuevas informaciones que pudieran transmitir los restos óseos. Esquemas como el propuesto por Thillaud (Thillaud 1994) abordan una clasificación de alteraciones
Tabla 40. Naturaleza de los procesos postdeposicionales PROCESOS ABIÓTICOS
PROCESOS BIÓTICOS
Alteraciones mecánicas
Acciones de carnívoros
Acción del fuego
Acciones de roedores
Agua y aire
Bacterias y hongos
Tipo de suelo
Acción antrópica relacionada con el ritual
Elementos metálicos
Acción antrópica por otros usos
Tabla 41. Alteraciones del material óseo y circunstancias deposicionales ALTERACIÓN
Alteraciones superficiales Pérdidas de sustancia localizadas Roturas Alteraciones en la forma
Alteraciones en la densidad Alteraciones cromáticas Cuerpos extraños
Depósitos anquilosantes
MORFOLOGÍA
Erosiones Impresiones Incisiones Perforación Cavitación Fisuras Aplastamiento Deformación axial Torsión Hundimiento Engrosamiento
LOCALIZACIÓN Y CARACTERÍSTICAS Zona anatómica, pieza afectada, lado Tipo de tejido Estado del soporte óseo (fresco o seco) Características del borde, corte del hueso y piso de la zona alterada
CRONOLOGÍA RELATIVA
Zona anatómica, pieza afectada, lado Tipo de tejido Roturas asociadas
Disminución Aumento
Localizada/generalizada Tejido compacto/tejido esponjoso
Localizadas Generalizadas
Superficiales Penetrantes
Sueltos Adheridos Sedimento Óseos
Zona anatómica, pieza afectada, lado
POSTDEPOSICIONAL (TAFONÓMICA) DE BIÓTICO O ABIÓTICO
PERIDEPOSICIONAL
PALEOPATOLÓGICA PREDEPOSICIONAL)
TIPO
(VITAL-
Entre articulaciones Entre zonas no articulares
implica un hallazgo de todos los elementos en adecuada posición anatómica (Duday 2006: 33) a no ser que medien anomalías genéticas, paleopatológicas o vinculadas a la causa de la muerte. La evidencia esquelética excavada puede ser el producto tanto de unas condiciones perideposicionales, de unos condicionantes
d. Valoración de las posiciones anatómicas En el registro de una inhumación es necesario demostrar que cuando el cuerpo fue colocado en la tumba, el soporte orgánico y estructuras que mantenían las articulaciones estaban presentes e intactos, puesto que un cadáver fresco
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vitales y de los acontecimientos postdeposicionales, así como de una combinación de todos ellos. Esos procesos en sus diferentes secuencias temporales podrían influir, por tanto, en las relaciones anatómicas selladas en el depósito. En función de la intensidad de los condicionantes postdeposicionales las relaciones óseas, sean cuales sean, fijadas en un entorno vital o creadas en el proceso de enterramiento, pueden verse distorsionadas. Los factores intrusivos pueden afectar a un esqueleto en el que se ha producido una pérdida diferencial de tejido en diversas articulaciones, pudiendo probar esos desplazamientos la existencia de un espacio circundante y la ausencia de cubrición del esqueleto cuando sobrevino semejante proceso (Crubèzy y Hellas 1986: 36-38). El conocimiento de la dinámica articular es pues un elemento decisivo en el registro de los conjuntos primarios para inferir el estado del cuerpo cuando fue inhumado, movimientos que experimentó durante la inhumación, modificaciones póstumas y situaciones fijadas en vida, tomando como referencia la normalidad o anomalía de movimientos y posiciones en base a la lógica articular. Dicho de otro modo, podemos hablar de unas relaciones anatómicas u organización del conjunto osteológico recuperado en la excavación que son consecuencia de:
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Grado de conexión articular, correlaciones entre los diversos huesos y evaluación de los movimientos experimentados nos hablarán de factores causales de diversa índole. En todo caso, aunque pueda contarse con argumentos irrefutables de manera puntual los fundamentos se tendrán que amparar en la lógica anatómica que, en muchas ocasiones, permitirá una diversidad de posibilidades razonables. Las relaciones anatómicas que se establecen entre los componentes de una articulación imponen un determinado grado de libertad de cada hueso y a la vez una respuesta activa o pasiva de los elementos vecinos, de modo que la dinámica de un miembro puede tener un variado grado de repercusión en la posición u orientación de otras articulaciones vecinas. Estas armonías o concordancias llevan a que en una posición determinada o en un movimiento de los elementos de una articulación puedan preverse las caras, lados, contigüidad y límites en la flexión o rotación dentro de una lógica anatómica. 1) Descripción de las posiciones óseas La constatación de una serie de variables en la posición, orientación y características de los miembros nos deberá llevar a identificar con mayor o menor profundidad cuáles han sido los procedimientos rituales, los factores ligados a la deposición y las circunstancias póstumas que han conformado el depósito antropológico.
Fijación de un procedimiento ritual Factores accidentales durante el momento de la inhumación, como puedan ser basculamientos o movimientos gravitacionales, no inducidos por el diseño ritual Alteraciones intrínsecas a la descomposición del cadáver, desde simples desarticulaciones a movimientos sincrónicos de miembros o sectores anatómicos cuando aún están provistos de retenciones de tejidos blandos. El espacio y posición original de las zonas anatómicas condicionarán las diversas modificaciones que acontezcan durante el proceso de esqueletización. Factores intrusivos de cualquier orden que afecten a un conjunto articulado en diverso grado de descomposición. Condiciones en las que se produce la esqueletización
a. Caracteres generales del individuo en el contexto (Tabla 42). Cabe considerar el tipo de sepultura en relación al número de individuos que la integran, el grado de conexión anatómica, la orientación y la posición global del cuerpo. No es probable encontrar situaciones donde se vean preservadas al máximo grado las relaciones anatómicas de una inhumación. Bien sea por los potenciales componentes antropológicos del depósito, grado de conexión anatómica y posición del cuerpo, y todo lo que puede agregarse como significado postdeposicional, habrán de contemplarse situaciones complejas, donde convivan diversos tipos de relaciones.
Tabla 42. Caracterización general de la unidad primaria Tipo de depósito en relación a número de individuos
Individual Doble Múltiple Colectiva
Grado de conexión anatómica
Primario Secundario Mixto
Orientación (e indicación en grados)
Cráneo Macizo facial Eje principal del cuerpo
b. Posiciones sectoriales
Posición del cuerpo
Decúbito supino Decúbito lateral izquierdo o derecho Decúbito prono Transición Parcialmente reclinado sobre el dorso Parcialmente reclinado sobre la zona anterior
derivada de la colocación de los miembros, gravedad, intrusiones, tipo de relleno, etc. Junto a la amplia variedad de posiciones que pueden presentar los diferentes elementos debe contemplarse en todo momento la unilateralidad o bilateralidad de dichas posiciones.
La misma complejidad podremos encontrar en la descripción de los diferentes sectores anatómicos, en función del piso del lugar de enterramiento, inestabilidad
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Tabla 43. Consideraciones en la descripción de la posición cráneo-facial Cráneo Zona identificada desde la perspectiva vertical
Características Esqueleto facial, zona basal, zonas laterales, zona superior
En función del grado de flexión y extensión en la región cervical
Flexión anterior Flexión lateral Extensión
En función de los movimientos de C1 y C2
Cráneo rotado a izquierda Cráneo rotado a la derecha
Desarticulación cráneo-mandibular Desarticulación cráneo-cervical Fragmentado
En función del fragmentación
grado
de
articulación
y
Además de las implicaciones que la identificación general conlleva en la comprensión de la posición del tronco (Tabla 44), podemos ir más allá en las posiciones sectoriales de los elementos costovertebrales, sobre todo en lo que se refiere al grado de inclinación de su eje como un todo y por sectores. Puede ser básica la descripción en cuanto que las incurvaciones pueden venir dadas por procesos patológicos o alteraciones morfológicas (escoliosis, lordosis o cifosis anómalas o exacerbadas). Considerando al sistema costovertebral como un todo estamos ante la zona que mayores alteraciones volumétricas experimenta en su forma total. En la extremidad superior (Tabla 45) la descripción de las posiciones anatómicas pasa por las relaciones que se establecen con el tronco a partir del movimiento del
brazo, desde la abducción o separación del mismo en diversos grados, hasta la aducción o acercamiento, así como la proyección anterior o posterior. Entre brazo y antebrazo es necesario caracterizar el grado de flexión así como la posición de giro del antebrazo. Aplicando los criterios de Ubelaker (Ubelaker 1989 a) cabe entender la extensión como la completa extensión del antebrazo con respecto al brazo (180 º), la semiflexión como el espacio por encima de 90º y por debajo de 180º y la flexión como la relación que determina un ángulo por debajo de los 90º. En las manos, además de la ubicación de las mismas, las caracterización articular pasa por la explicitación de la flexión o extensión metacarpo-falángica e interfalángica, así como la posición de apoyo sobre la cara palmar, dorsal o lateral.
Tabla 44. Consideraciones en la descripción de la posición del tronco DISPOSICIÓN Y ORIENTACIÓN En función de la zona que nos presenta en perspectiva vertical
En función del grado de flexión o extensión (perspectiva lateral, frontal o posterior)
En función de las relaciones de las costillas entre sí
En función del grado de articulación
CARACTERÍSTICAS Zonas anterior, posterior o laterales (cervicales, dorsales y zona lumbosacra) Exterior, cara interna o bordes costales Flexión anterior Flexión lateral Extensión Rotación Disposición de los fustes en relación al eje-grado de alineación de los fustes costales Aplanamiento anteroposterior de la caja costal Aplanamiento transverso de la caja costal Vértebras o costillas alineadas Desalineación de evidencias costo- vertebrales Desarticulación de evidencias costovertebrales
Tabla 45. Consideraciones en la descripción de la posición de la extremidad superior ZONA ANATÓMICA o
Cintura escapular
o o
Brazo
o o o o o o o
CARACTERÍSTICAS Abducción (desplazamiento anterior), con la parte lateral más adelantada hacia la zona anterior del tórax Aducción (desplazamiento posterior), con las zona medias más adelantadas) Elevación (clavícula más vertical y extremo externomás elevado) Depresión Abducción (separación del tronco) Alineado con el tronco (máximo grado de aducción) Flexión (húmero proyectado hacia delante y hacia medial unos 45º en relación al plano sagital) Extensión (proyección posteomedial, contraria a la extensión) Rotación (medial o lateral Posición con respecto al tronco
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En función de sus conexiones articulares Extensión (antebrazo en posición anatómica) Flexión (movimiento en sentido anterior, hacia la cara anterior del brazo) Semiflexión (entre 180º y 90º) Hiperflexión (menos de 20º) Pronación (el giro medial al máximo del radio coloca su extermo distal y el pulgar hacia la zona medial, cruzándose con el cúbito) Semipronación (el radio se cruza con el cúbito en el giro medial parcial) Supinación (antebrazo en posición anatómica y con cúbito y radio en paralelo, con el pulgar en el lateral) En relación a las caderas En relación a la pelvis Sobre el tórax En la parte posterior del tórax En relación al cráneo En relación al hombro Apoyada sobre la palma o el dorso Apoyadas sobre la zona medial o lateral Flexionadas Extendidas Flexión ulnar o flexión radial Relaciones que se establecen entre articulaciones vecinas Tipo de relaciones que se establecen entre ambos lados
o o o
Grado de flexión del antebrazo
o o o
Posición de giro del antebrazo (radio)
o o o o o o o o o o o o o o o
Posición con respecto al tronco, cráneo y extremidades inferiores (junto a, sobre, bajo, dentrás de) Manos (por su posición) Manos (por la posición de las falanges) Manos (por el grado de flexión) Extremidad derecha e izquierda
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En la caracterización de la extremidad inferior (Tabla 46) hemos de considerar la posición que se establece entre fémur y tronco: flexión (la cara anterior del fémur se aproxima a la zona anterior del abdomen), extensión (la cara posterior se aproxima a la zona glútea), abducción
(alejamiento de la línea media), aducción (acercamiento a la zona media) y explicitación del grado de rotación experimentada. La posición de la tibia y el peroné con respecto al muslo implica considerar el grado de flexión y la rotación experimentada.
Tabla 46. Consideraciones en la descripción de la posición de la extremidad inferior O O O O O O O o o o o o o o o o
Muslo con respecto al tronco
Rodilla (tibia y peroné con respecto al fémur) Pie (a partir de la articulación del tobillo) Extremidad inferior en su conjunto
2) Proceso de postdeposicionales
esqueletización
y
Extendido (la zona distal desciende o se proyecta en sentido posterior) Semiflexionado Flexionado (la zona distal se eleva) Hiperflexionado Abducción Aducción Rotación medial o lateral Extendida (180º) Semiflexionada (90 º-180 º) Flexionada (90 º-45 º) Hiperflexionada (45 º- 0 º) Rotación medial o lateral Dorsiflexión (elevación por encima de la posición de reposo) Flexión plantar (inclinación inferior) Relaciones que se establecen entre articulaciones vecinas Relaciones que se establecen entre los dos lados
factores
tipos de articulación y la morfología que presentan, así como las características vitales del sujeto, determinarán una secuencia diferencial en el proceso de esqueletización. La esqueletización de un cuerpo puede desarrollarse en entornos estables, que no conlleven modificaciones articulares, o inestables, que puede dar lugar a alteraciones anatómicas de diversas magnitud. La inestabilidad puede suponer episodios de corta duración,
El proceso de esqueletización y pérdida de los tejidos blandos afecta de manera desigual a las diversas zonas considerando unas condiciones ambientales iguales para todo el esqueleto. Los diferentes tipos de tejidos que envuelven el hueso y constituyen las articulaciones, los
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muy cercanos al depósito del cuerpo, o prolongados hasta el momento del hallazgo. El tipo de colmatación condicionará de manera importante el grado de estabilidad del conjunto primario. En función del estado del cuerpo nos encontraremos respuestas distintas ante intrusiones o en la evolución del proceso de colmatación. Desde la Antropología Forense diversos investigadores han postulan secuencias de desaparición de las partes blandas y tejidos. En torno a los cinco años
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podríamos hablar de una esqueletización avanzada: las partes blandas desaparecerían entre los 2 y 4 años y los cartílagos a loa cinco años o por encima de éstos (según Müller 1940 en Polo 2000). En otros casos las investigaciones forenses proporcionan una secuencia de desarticulación, como es el caso de Quintana y Alesan (2003), que sitúan a la columna dorso-lumbar como el segmento que más tarde completa su esqueletización (Tabla 47).
Tabla 47. Secuencia de esqueletización de un cuerpo enterrado según Quintana y Alesan 2003 (en Krenzer 2006) ORDEN 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º
ZONA ANATÓMICA Cervicales Separación cráneo-cervical Articulaciones costo-esternales Extremidades (manos y pies e su zona distal) Extremidades (resto) Articulación temporomandibular Columna dorsal y lumbar
En contextos arqueológicos resulta usual encontrarnos ante desplazamientos de bloques óseos o huesos que componen una articulación en relación al conjunto, cuya simultaneidad de movimiento denota la existencia de un medio de retención y, en consecuencia, la persistencia de tejidos blandos en el momento en que aconteció semejante episodio. En los espacios reutilizados pueden verse afectados individuos que no han culminado su proceso de esqueletización. Esto es habitual en los depósitos de la ciudad cristiana, situados intramuros, a los que la densidad humana y los problemas de espacio exponen a una reutilización y remoción contínua. Un entorno colmatado, en el que se ha producido una entrada de sedimentos antes de que sobrevengan pérdidas de tejidos, sellará las relaciones articulares. Semejante fijación podrá presentar variables en función del estado de descomposición del cuerpo al sobrevenir la colmatación o en base al ritmo de la misma. Las características del espacio de inhumación nos podrán proporcionar claves sobre la existencia de posibles modificaciones tras la colocación del cuerpo, como basculaciones gravitacionales o manipulaciones del cuerpo, antes de que se produzca la colmatación. Existen comportamientos óseos usuales en el curso de la descomposición, aún en situaciones en las que la esqueletización se ha desarrollado en espacio colmatado (Duday 2006: 35):
lado contrario con entrecruzamiento de las zonas esternales de los dos lados. Dislocación parcial de la columna, con desalineación de los componentes vertebrales e incluso rodamientos de los mismos en los casos de posiciones más inestables. El tramo lumbar aparece como la zona más estable. Colapso de la cintura pélvica, de modo que en el decúbito prono el sacro se hunde, en decúbito lateral el coxal de arriba se desploma hacia adelante en el vielco parcial sobre la zona anterior y hacia atrás en el vuelco parcia posterior, mientras que en el decúbito supino sobrevienen caídas laterales de los coxales. Tanto en el decúbito supino como en el prono asistimos a un aplanamiento de la cintura pélvica. Desplome de las articulaciones ubicadas sobre grandes masas de tejidos blandos, como puede ser las manos en el interior de la caja pélvica, al interior del tórax o sobre otros sujetos
Si la esqueletización tiene lugar en entornos no colmatados se detectarán importantes movimientos gravitacionales, rodamientos y desarticulaciones (ver alteraciones aerobias en la primera parte), si bien las trasformaciones pueden no ser de la suficiente magnitud para esconder fijaciones perideposicionales. Ambas posibilidades pueden darse en los espacios mixtos, con colmatación diferencial en ciertas zonas, tanto por influencia antrópica como por factores intrusivos (derrumbes, roedores y plantas). La explicitación del grado de conexión anatómica que pueden presentar las diversas articulaciones puede ser de importancia a efectos de establecer la cronología relativa de ciertas alteraciones del depósito. En las remociones será decisiva la identificación de comportamientos o desplazamientos simultáneos o aislados, que nos hablarán en el primer caso de movimientos sincrónicos como sinónimo de la existencia de retenciones, o enunciarán comportamientos
Aplanamiento de la caja torácica por la desaparición de las conexiones costovertebrales y de las retenciones intercostales, implicando la consiguiente pérdida de volumen. En el decúbito supino y en el prono la caja costal puede mostrar un aumento de sus dimensiones trasversales a expensas del volumen anteroposterior de la misma, de modo que las zonas esternales se pueden desplazar a los lados por la apertura de los fustes costales. En los decúbitos laterales la caja costal del lado situado en una posición más elevada puede desplomarse sobre el
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diacrónicos en el segundo caso, testimonio de completa pérdida de los tejidos de retención. A través de las posiciones de los distintos elementos anatómicos susceptibles de registro podrían detectarse causas y consecuencias de las relaciones espaciales que se establecen. Ya sea desde las propias características morfológicas, la posición del cuerpo, los aspectos diferenciales de la esqueletización o los mismos procesos postdeposicionales, las modificaciones de un elemento o de una zona podrían influir en el entorno circundante, definiendo por tanto distintas entidades estratigráficas. En el registro de las relaciones óseas resulta necesario considerar el máximo grado de proximidad anatómica, la modificación parcial de la misma, las asociaciones lógicas anatómicas o las discrepancias entre elementos óseos vecinos y la desarticulación con total desplazamiento de huesos o superficies de contacto. Podríamos hablar de una serie de conceptos como expresión de esas armonías o disarmonías articulares, los cuales pueden corresponder a distintas realidades presentes en un mismo conjunto primario:
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Las contigüidades entre superficies articulares mantienen una lógica proximidad, con la salvedad de que existen desplazamientos en el plano vertical u horizontal que modifican la continuidad articular. Estas alteraciones van más allá de la libertad de movimiento que se presupone a un hueso dentro de una articulación. c. Desarticulación en proximidad Este proceso implica la completa separación de los elementos de la articulación pero con mantenimiento de una proximidad relativa, sin dispersión de las evidencias óseas. Este tipo de disgregación articular caracteriza a los individuos que se esqueletizan en un espacio no colmatado, de manera que la disponibilidad de espacio permite rodamientos o caídas verticales de cierta magnitud. Otros desplomes óseos conducen a movimientos horizontales de otros cercanos. La superficie de buzamiento que se define, ya sea por el sustrato edafológico, vacíos sedimentarios, la propia estructura u otros materiales óseos, favorecen esas alteraciones a pequeña escala.
a. Conexión anatómica d. Desarticulaciones en dispersión Implica el mantenimiento de la proximidad anatómica entre huesos que componen una articulación, sin separaciones o desplazamientos verticales u horizontales más allá de los que implicarán las lógicas pérdidas del cartílago. En este sentido habría que incluir a las uniones por coalescencia, producto de procesos patológicos determinados, aunque éstas pueden aparecer en depósitos secundarios.
Diversos hechos pueden conducir a remociones de zonas anatómicas o esqueletos enteros, reacumulados en la cercanía o no, pero sin mantenimiento de relación de proximidad alguna. La constatación de esas modificaciones articulares permite un análisis paralelo de otros conceptos como es la inferencia de retenciones en las remociones osteológicas y del tipo de colmatación que cabe deducir de los movimientos postdeposicionales que ha experimentado el esqueleto (Tabla 48).
b. Asociación anatómica
Tabla 48. Consideraciones en la descripción de las relaciones articulares y su contexto O O
Grado de proximidad anatómica Situación del proceso de esqueletización en las remociones
O o
o
Entorno de la esqueletización
o
o El análisis por zonas anatómicas resulta complicado aunque en un registro del máximo nivel proponemos un recorrido exhaustivo por articulaciones, con indicación del lado. Puesto que semejante nivel de intensidad queda fuera del conocimiento de no especialistas que acometan
Conexión anatómica Asociación anatómica Desarticulación (con cercanía o dispersión) Remoción en seco Remoción con retenciones Esqueletización en espacio colmatado Esqueletización en espacio no colmatado
la recuperación de restos óseos, las descripciones y registro gráfico deben abordar en lo posible esos conceptos por la pérdida de información que pueda producirse en determinados contextos o las falsas lecturas históricas.
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LÁMINA 325. ESQUELETO EN DECÚBITO PRONO, CON MARCADA ABDUCCIÓN DEL HÚMERO IZQUIERDO (FCA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA). REPRESALIADO REPUBLICANO DEL AÑO 1936.
LÁMINA 326. INHUMACIÓN PRIMARIA DE ÉPOCA ROMANA (PR, UNIDAD 78B). EL ESQUELETO PRESENTA UNA CLARA DESARTICULACIÓN CRÁNEOCERVICAL, CON RETENCIÓN DE LA ARTICULACIÓN TEMPOROMANDIBULAR, LO QUE EVIDENCIA UNA MODIFICACIÓN CUANDO EL SUJETO SE ENCONTRABA AÚN PROVISTO DE TEJIDOS (GUIJO Y LACALLE 2006c).
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LÁMINA 327. INHUMACIÓN DEL SIGLO XVI DEL CONVENTO DE LA VICTORIA (PC, SEVILLA), CON ALTERACIONES ARICULARES EN LAS MUÑECAS Y MANOS (GUIJO Y LACALLE 2005b)
LÁMINA 328. DESARTICULACIONES Y REMOCIONES ANATÓMICAS, CON MOVIMIENTOS SIMULTÁNEOS DE VARIOS ELEMENTOS COSTALES E INDIVIDUALES DE OTROS HUESOS. INHUMACIÓN DE OSTIPPO (MI, SIGLOS IV-V) (LACALLE Y GUIJO 2008a)
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LÁMINAS 329 Y 330. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN ROMANA DE SEVILLA (TR) CON REMOCIÓN DE LA ZONA COSTOVERTEBRAL Y CINTURA PÉLVICA (SIGLOS I-V). EN EL CENTRO LA REMOCIÓN HA PROVOCADO EL DESPLAZAMIENTO SINCRÓNICO DE DOS CUERPOS DORSALES, LO QUE DA A ENTENDER LA EXISTENCIA DE TEJIDOS DE RETENCIÓN CUANDO SOBREVINO LA ALTERACIÓN (LACALLE Y GUIJO 2005). A LA DERECHA INHUMACIÓN MODERNA DE SEVILLA (EC, U. 33), CON DAÑOS EN LA CAJA COSTAL, CRÁNEO Y LADO IZQUIERDO DE LAS EXTREMIDADES SUPERIOR E INFERIOR CUANDO EL SUJETO SE ENCONTRABA ESQUELETIZADO EN LA VECINDAD DE LAS ZONAS AFECTADAS (LAS EPÍFISIS DE LA RODILLA PERSISTEN IN SITU Y NO EXISTEN ARRASTRES QUE INDIQUEN LA EXISTENCIA DE TEJIDOS DE RETENCIÓN) (GUIJO 2002b).
3) Interpretación de las posiciones anatómicas en el entorno perideposicional
zona del mentón y de hundimientos y descensos del esternón, como estrategia para colocar el cuerpo sobre su lado derecho. El reacomodo del cuerpo sobre el lado derecho parece más fácil de obtener ampliando así la base de apoyo de la zona axilar que conlleva esta posición del miembro superior. En inhumaciones en las que el sujeto ha sido depositado en posición de decúbito supino es usual encontrarse a veces una marcada verticalidad bilateral de las clavículas, con aproximación de las zonas proximales del húmero hacia la base de la mandíbula, acompañados de una depresión de la zona esternoclavicular, apuntando también a tracciones y sujeciones axilares para la colocación del cuerpo en la fosa o ataúd. La proyección posterior de los dos lados de la extremidad superior en inhumaciones en decúbito lateral, con flexión en los codos, podría guardar relación con retenciones del cuerpo durante el proceso de inhumación por medio de la sujeción de los antebrazos, codos o axilas, tal como se ha detectado en contextos funerarios califales (Lerena) y almohades (San Jorge). Sólo en una ocasión hemos detectado testimonios de posibles ataduras de la extremidad superior. El caso corresponde a un sujeto califal de la necrópolis de Lerena (Vera y Conlin 1998) (Guijo 2000), el cual presenta una proyección de las extremidades superiores hacia la zona posterior del cuerpo, con los antebrazos en una posición totalmente forzada, colocado uno sobre otro y con las manos palma contra palma. Semejante posición podría exigir algún tipo de retención o fijación entre los dos lados puesto que no
La posición del esqueleto en conexión anatómica o de una zona del mismo puede obedecer a diversas circunstancias:
Ritual Respuestas gravitacionales perideposicionales Tracciones perideposicionales Otra intencionalidad de orden antrópico
Se trata de abordar un registro de la suficiente calidad que permita discriminar entre factores intencionales o accidentales. a. El elemento intencionado La lectura de las posiciones de zonas anatómicas concretas puede permitirnos comprender aspectos parciales de la inhumación que, en ocasiones, nada tienen que ver con el ritual. Miembro superior y extremidad inferior son los mejores informantes de realidades anatómicas inducidas por factores accidentales, acción de la gravedad, intentos de reacomodo del cuerpo e incluso ataduras. En los contextos islámicos, con inhumaciones en decúbito lateral, es usual detectar marcadas verticalizaciones claviculares, acompañadas de elevación notable de las zonas proximales de los húmeros hasta la 247
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se detectaron desarticulaciones o anomalías anatómicas que pudiesen identificar semejante posición como postdeposicional.
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En las fosas clandestinas vinculadas a muertes violentas y episodios de represión en la Guerra Civil son usuales las posiciones forzadas de un miembro o de varios en relación a tracciones o arrastres del cuerpo.
LÁMINAS 331 Y 332. DETALLE DE LOS ANTEBRAZOS DE DOS ESQUELETOS DE AJUSTICIADOS REPUBLICANOS CON ATADURAS EN LAS MUÑECAS Y MANOS (FCA) (AGUILAR, CÓRDOBA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA).
LÁMINA 333. AJUSTICIADO REPUBLICANO CON LOS ANTEBRAZOS SUJETOS CON ALAMBRE A LA ALTURA DE LAS MUÑECAS (AGUILAR, CÓRDOBA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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LÁMINAS 334 Y 335. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN CALIFAL ISLÁMICA DE SEVILLA (LE), CON ELEVACIÓN DE LAS ESCÁPULAS (A LA IZQUIERDA) Y TRACCIÓN POSTERIOR DE LOS ANTEBRAZOS EN RELACIÓN A POSIBLES SUJECIONES PARA EL DESCENSO A LA FOSA (GUIJO 2000). A LA DERECHA SUJETO ISLÁMICO CALIFAL DE SEVILLA (LE), QUE TRAS EL LEVANTAMIENTO DEL SACRO Y EL COXAL IZQUIERDO PRESENTÓ UNA POSICIÓN FORZADA DE LOS ANTEBRAZOS, PARALELOS ENTRE SÍ Y CON LAS MANOS PALMA CONTRA PALMA (¿POSIBLES ATADURAS?) (GUIJO 2000)
LÁMINAS 336 Y 337. A LA IZQUIERDA SUJETO MOZÁRABE CALIFAL (SIGLO X) DE CÓRDOBA (CER), CON UNA CLARA VERTICALIDAD DE AMBAS CLAVÍCULAS, HECHO QUE PODRÍA INDICAR UNA TRACCIÓN AXILAR RELACIONADA CON LA SUJECIÓN PARA LA DEPOSICIÓN EN LA FOSA (FOTO CAMINO FUERTES SANTOS) (GUIJO Y LACALLE 2004c). A LA DERECHA SUJETO ALMOHADE DE ÉCIJA (PE), CON DIFERENCIAS ENTRE AMBAS CLAVÍCULAS: LA DERECHA TOTALMENTE VERTICAL EN RELACIÓN A LA TRACCIÓN AXILAR EJERCIDA PARA ACOMODAR AL SUJETO EN LA FOSA Y FIJAR EN EL MÁXIMO EQUILIBRIO POSIBLE EL DECÚBITO LATERAL DERECHO (REGISTRO GUIJO 2002)
b. Circunstancias accidentales y pseudoritual en el entorno perideposicional
La lectura de los contextos funerarios puede conducir a veces al establecimiento de patrones rituales diferenciales entre los individuos que están representados. Sin embargo, la consideración de las posibilidades dinámicas
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del esqueleto o de articulaciones concretas puede ayudarnos a considerar otras interpretaciones, de modo que lo que se define como un elemento ritual único o particular, que puede llevar a establecer diferencias culturales, no sea más que el producto de una serie de hechos accidentales o relacionados con las pautas de deposición. Esos hechos accidentales dependen a veces de la estabilidad o inestabilidad que posee un cuerpo en el momento de la inhumación, introducción en la fosa o deposición en el fondo de la misma, de modo que puede ceder a la gravedad o producirse pendulaciones de los miembros, así como vuelcos sectoriales o totales del cuerpo. Los usuales enterramientos islámicos en los que acomete la inhumación en decúbito lateral derecho representan una posición disarmónica frente al equilibrio axial existente en la posición de decúbito prono o supino. Frente a lo que ocurre en inhumaciones de individuos en decúbito supino e incluso en decúbito prono (bocabajo), en que los existe una armonía axial dado el equilibrio que imponen en esta posición los dos lados del cuerpo y el eje del mismo, en el decúbito lateral el cuerpo adopta una posición inestable, desequilibrio especialmente agudo durante el proceso de deposición del individuo en el piso de la fosa. En el momento en que el cuerpo es apoyado en el fondo de la mencionada fosa, en caso de no mediar una sustentación anterior o posterior que haga de cuña, el cuerpo tenderá a caer hacia delante o hacia detrás. De este modo, dependiendo del límite que imponga la pared de la fosa, estructura o de que el cuerpo o algunas zonas anatómicas sean calzadas para evitar su basculación, adoptará una aproximación mayor o menor al plano horizontal, y por tanto al prono o al supino. El extremo de la caída anterior o posterior es la casi completa horizontalidad de todas las porciones anatómicas en algunos casos. Si embargo, y a diferencia de los cuerpos dispuestos originalmente en decúbito prono o supino, la
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extremidad inferior derecha quedará anclada en una posición lateralizada, dada las posibilidades dinámicas que impone la articulación de la cadera. Encontramos casi indefectiblemente en las inhumaciones en decúbito lateral derecho que el antebrazo izquierdo se encuentra flexionado o semiflexionado y con las manos sobre la cadera del lado derecho o sobre la zona púbica. En este caso, podríamos encontrarnos igualmente con una posición producto de circunstancias accidentales, la gravedad en este caso, que conllevaría la caída de la mano y antebrazo izquierdo desde la zona más alta, representada por el lado izquierdo del cuerpo. En los casos en que se detectan sujetos en decúbito prono habría que preguntarse si semejante posición o obedecería a pérdidas de control del esqueleto o del receptáculo que los contiene o sustenta, como puedan ser un ataúd o unas parihuelas, durante el descendimiento al interior de la fosa. Los volteamientos serían de dificultosa corrección dada la profundidad de la fosa o de la imposibilidad de mover el cuerpo. En otros casos en que las extremidades presentan una posición totalmente anómala habría que considerar un total desapego no solo en relación al procedimiento de inhumación sino sobre el propio sujeto. La presencia de cuerpos con marcadas contorsiones, en los que está ausente un cuidado en el depósito y cuyos miembros pueden llegar a presentar marcadas distorsiones, pueden hablarnos de sujetos arrojados simplemente al interior de una fosa sin un cuidado ritual o un respeto o de arrastres de los cuerpos, tal como se han documentado en inhumaciones en masa o en ocultaciones de cuerpos desde actuaciones forenses (Wright et al 2005). En los registros arqueológicos no resulta inhabitual encontrarnos ante individuos que presentan actitudes forzadas de las extremidades, torsiones anómalas o volteamientos difíciles de justificar desde la intencionalidad ritual.
LÁMINAS 338-340. A LA IZQUIERDA INDIVIDUO MOZÁRABE CORDOBÉS (NOR) (GUIJO Y LACALLE 2006b), Y EN EL CENTRO Y DERECHA SUJETOS ROMANOS DE SEVILLA (PR) (GUIJO Y LACALLE 2006c), CON ANÓMALAS POSICIONES, INFLUIDAS POR TRACCIONES, SUJECIONES O FACTORES ACCIDENTALES DURANTE LA INHUMACIÓN
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LÁMINAS 341-343. INDIVIDUOS CUYAS POSICIONES OBEDECEN A TRACCIONES PERIDEPOSICIONALES (SUJETO ROMANO DE SEVILLA A LA IZQUIERDA) (GUIJO Y LACALLE 2006c), ESTÍMULOS GRAVITACIONALES (FCA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA) O FACTORES RITUALES (A LA DERECHA UNA INHUMACIÓN ISLÁMICA CORDOBESA MÚLTIPLE, PP07-8 A) (GUIJO Y LACALLE 2009)
LÁMINA 344. POSICIÓN DE LOS MIEMBROS FORZADA AL GRADO EXTREMO, CON ATADURA DE LAS MUÑECAS A LOS TOBILLOS, QUE OBLIGA A SU VEZ A LA FLEXIÓN DE LA EXTREMIDAD INFERIOR. INDIVIDUO REPRESALIADO POR EL FRANQUISMO EN UNA FOSA CLANDESTINA DE AGUILAR (FCA), CÓRDOBA (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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c. El registro
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La profundidad de las descripciones y la intensidad de la toma de datos estarán logicamente en función de las exigencias que impone la conservación, disponibilidad de recursos, plazos de ejecución de la actuación y competencia de los responsables.
La posición de las diferentes zonas que componen un conjunto primario en cuanto que podría obedecer a una intencionalidad ritual, a tracciones ejercidas para manipular el cuerpo y a respuestas accidentales, sobre todo gravitacionales, exige una lectura en el contexto, que eviten falsas lecturas. Resulta necesario contemplar el análisis del esqueleto por las distintas zonas articulares si bien este tipo de análisis dependerá de la importancia histórica o de unas particularidades rituales determinadas debido a la complejidad que posee y al grado de conocimiento de la dinámica articular que se requiere.
a. Diagnósticos demográficos 1) Identificación de la edad Los fundamentos para la identificación de la edad en el registro de campo serán de tipo morfológico y métrico, con la máxima precisión sobre los referentes anatómicos:
4) Influencia de los factores patológicos en la dinámica articular 34
o o o o o o
Diversas enfermedades ocasionan distorsiones articulares selladas en el campo y que unicamente pueden ser diferenciadas sobre el terreno. Artritis reumatoide y gota producen una fijación determinada de los dedos de las manos y pies (Waldron y Rogers 1995) (Lombas et al 1979). En otros casos, lesiones como fracturas pueden dar lugar a parálisis y contracciones de otros miembros a causa del daño de unas estructuras nerviosas determinadas (Dastugue y Gervais 1992). En algún caso histórico se han llegado a identificar factores tóxicos como causas primarias de ciertas modificaciones articulares (Aguirre 1996). En síntesis, la explicitación del grado de alteración de las relaciones anatómicas y de los comportamientos sincrónicos o diacrónicos de elementos óseos nos podrá informar de aspectos cronológicos relativos y de formas de manipulación del cuerpo en el momento del enterramiento, así como ayudarnos a discriminar entre el factor intencionalidad y los hechos puramente accidentales.
Fundamento (unión epifisiaria, calcificación dental, suturas craneales) Pieza identificada y zona del hueso Implicación demográfica Fase/Estadio Margen de edad Referente considerado (bibliografía, investigación)
A un mayor número de criterios corresponderá una mayor precisión en la identificación de la edad (Tablas 49-50). La consideración del estado de conservación del material óseo podría llevar a la selección de muestras informativas de la edad que pudieran deteriorarse de manera irreversible, de cara a un análisis posterior sobre material limpio o restaurado. El registro fotográfico resulta básico para complementar los argumentos diagnósticos.
4. CARACTERIZACIÓN ANTROPOLÓGICA La intervención de campo nos pone ante posibles deterioros del material en el momento en que se procede al registro, situación que puede mantenerse o complicarse en todo el proceso ulterior. Por ello, una función esencial del registro antropológico sobre el terreno es considerar potenciales pérdidas de información por destrucciones irreversibles del material y captar el mayor número posible de datos y descripciones, quizás solo legibles en el contexto. La confirmación o refutación de los mismos en el estudio, mediante la consolidación del material o el análisis de las muestras, llevará a la delimitación de los márgenes de edad más aproximados. Otra posibilidad es que el registro de campo se convierta en la única vía de conocimiento de esas evidencias antropológicas si la exhumación no se ve completada por un estudioantropológico.
34
En el análisis de los factores intrínsecos del hueso que pueden influir en la conservación y la recuperación del esqueleto hemos abordado diversos casos.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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Tabla 49. La edad subadulta sobre el terreno. Toma de datos FUNDAMENTO
LOCALIZACIÓN ANATÓMICA Y REFERENCIA 1)
Morfológicos
Métricos
Identificación de piezas dentarias o
Calcificación de piezas sueltas
o
Constatación del estadio de la erupción
2)
Aparición de los centros secundarios de osificación
3)
Grado de unión de los centros primarios y secundarios de osificación
4)
Evolución del esqueleto craneal o
Fusión de la mandíbula
o
Cierre fontanelario
o
Evolución del temporal
1)
Características métricasde los huesos craneales en la edad fetal
2)
Longitud de las diáfisis de los huesos largo
Tabla 50. Los fundamentos para identificar la edad adulta sobre el terreno LOCALIZACIÓN
FUNDAMENTO
Cráneo
Grado de cierre de las suturas craneales (en función del deterioro craneal , consolidación y limpieza de al zona) 1)
Evolución del extremo costal esternal
Esqueleto costo-
2)
Unión de puntos primarios y secundarios en edades adultas tempranas
vertebral
3)
Maduración de las vértebras en sus estadios más tardíos. Constatació de procesos degenerativos
4)
Calcificación del cartílago tiroides
1)
Morfología de la sinfisis púbica
2)
Evolución de la superficie auricular del ilion
3)
Uniones epifisiarias tardías (centros secundarios)
Pelvis Huesos largos
Uniones más tardías de los centros primarios y secundarios de osificación en caderas y rodillas
2) Identificación del sexo
diagnósticos métricos parciales, de modo que la actuación sobre el terreno se convierte en básica. La captación de datos morfológicos estará directamente influida por la posición que presente el esqueleto y por la posibilidad de prolongar el registro durante la fase de extracción. En el caso de los fundamentos métricos la selección de los mismos dependerá de la conservación y de las potenciales pérdidas de información que puedan estimarse hasta su llegada al laboratorio o depósito. La conservación del material, los procedimientos de restauración y el grado de urgencia de la intervención tendrán una influencia decisiva en el número y tipo de argumentos.
Los elementos pélvicos y craneales, sobre todo la cintura pélvica, nos aportan las mejores evidencias diagnósticas para la identificación del sexo (Tabla 51). Partiendo de las seguridades diagnósticas identificadas mediante pelvis y cráneo el individuo nos proporcionará una serie de referentes métricos los cuales, en la lectura de la serie se distribuirán en unos valores medios y unas oscilaciones en cada sexo, datos potencialmente utilizables en evidencias aisladas y osarios. Esas características métricas se podrán apoyar asimismo en datos de otras series. Es necesario considerar la posibilidad de un deterioro de tal magnitud que sólo nos quepa el recurso a
Tabla 51. Fundamentos para la identificación del sexo FUNDAMENTO
ZONA ANATÓMICA Morfología del cráneo
Rasgos morfológicos
Pelvis
ELEMENTO ÓSEO o
Frontal (escama frontal, rebordes supraorbitarios y contorno orbitario)
o
Temporal (mastoides y cresta supramastoidea
o
Occipital (relieves nucales y protuberancia occipital externa)
o
Pómulos (malar)
o
Escotadura ciática mayor
o
Pubis
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro….. o Columna Huesos largos Métrica Pelvis
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Rama vertical del pubis
o
Morfología del sacro
o
Longitudes
o
Circunferencias
o
Dimensiones de las zonas proximales (radio, húmero, fémur y tibia)
o
Dimensiones de las zonas articulares distales (radio y fémur)
o
Ángulo subpúbico
o
Altura y anchura del hueso coxal
3) Identificación de la talla
y peroné. Destacan Los trabajos clásicos de Trooter Y Glesser, Manouvrier, Pearson y las más recientes investigaciones de Mendonça. Diversos investigadores proponen el uso de los metacarpianos (Musgrave y Harneja 1978) (Steele y Bramblett 2000) (Meadows y Jantz 1992), columna (Jason y Taylor 1995) y metatarsianos. Considerando la posibilidad de que algunas de estas piezas presenten zonas articulares ocultas por la proximidad de otros elementos anatómicos, cabría la posibilidad de ampliar el procedimiento al momento en que la extracción despeje esas zonas. Dadas las potenciales diferencias entre los dos lados deben explicitarse los casos en que se recurre a medidas unilaterales o bilaterales, hecho que condicionará la conservación o la claridad de las zonas expuestas.
En los sujetos extendidos cabe utilizar como complemento la distancia que separa el vértex y la base del calcáneo, si bien ello dependerá de la posición concreta de esos elementos anatómicos. Además del dato procedente de la longitud ocupada por un cuerpo extendido, la obtención de las dimensiones (longitud) de los huesos mayores del esqueleto apendicular, considerando el lado del mismo, puede hacer imprescindible la actuación sobre el terreno en situaciones de gran deterioro de la pieza o imposibilidad de reconstrucción. Para la estimación de la talla se puede recurrir a las referencias de los huesos mayores del esqueleto apendicular: húmero, cúbito, radio, fémur, tibia
Tabla 52. Longitudes de los huesos mayores del esqueleto apendicular
Identificación del hueso Identificación del lado Longitud Estimación sobre la referencia utilizada
poblaciones históricas, el registro sobre el terreno debe ir encaminado a la toma de datos cuyo referente anatómico pueda perderse o sufrir un deterioro irreversible. Teniendo en cuenta la complejidad de las mediciones y el condicionamiento impuesto por el contexto sedimentario, la posición del sujeto y las conexiones anatómicas que restan espacio nos encontraremos ante posibilidades muy limitadas, por lo que los referentes gráficos y la descripción morfológica podrán amparar estas evidencias tipológicas. Nuevamente habrá que considerar si el momento de la extracción podrá utilizarse como momento de captación de nuevos datos, en función de las necesidades operativas de la intervención o del estado de conservación del material. La perspectiva lateral y frontal permitirá el mayor número de observaciones y las situaciones en que podemos observar un cráneo en perspectiva posterior y basal se relacionan en casi todos los casos con desarticulaciones. Las medidas preventivas para la mejor conservación del cráneo pueden limitar el acceso a los puntos craniométricos aunque los datos métricos potencialmente legibles sobre el terreno se suelen limitar a escasas referencias de la bóveda y del macizo facial.
Es necesario prevenirse ante distorsiones en la medición y ante la deformación del material. Incluso las longitudes de elementos menores como metacarpianos y metatarsianos de manera preventiva pueden ayudar a prevenir pérdidas de información. 4) Tipología craneal y poscraneal La lectura tipológica del esqueleto craneal constituye la vía más apropiada para el conocimiento de la diversidad morfológica de las poblaciones arqueológicas. La simplificación en categorías numéricas de referencias morfológicas como anchura, longitud y proporciones entre diversos puntos constituye un paso imprescindible para la interpretación tipológica intergrupal y poder abordar un análisis comparativo con otras series antropológicas (Krogman e Isçan 1986) (Bass 1987) (Olivier 1960) (Ubelaker 1989ª) (Reverte 1991). Circunstancias semejantes nos encontramos en el esqueleto poscraneal. Dada la potencial importancia de esta información para el conocimiento de la dinámica de
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Tabla 53. Consideraciones morfométricas craneales O
PROYECCIÓN LATERAL
Características del macizo facial (recto, proyección anterior)
O
Morfología del occipital
O
Grado de proyección de los hueso nasales
O
Correlación entre la altura y longitud de la bóveda
MORFOLOGÍA
o
Características de los pómulos
o
Morfología del orificio nasal
o
Morfología del macizo facial
Proyección superior
o
Morfología de la bóveda
Proyección posterior
o
Proyección frontal
Relación antre anchura craneal y altura de la bóveda
Proyección basal
Zona facial Métrica
o
Relación entre longitud y anchura del cráneo
o
Características del maxilar
o
Características de los pómulos
o
Anchura máxima y altura facial superior
o
Altura y anchura nasales
o
Altura y anchura orbitarias
o
Dimensiones de la mandíbula (altura y anchura rama)
Zona de la bóveda
o
Longitud craneal
o
Anchura craneal
o
Anchura frontal mínima y máxima
Tabla 54. Consideraciones métricas en la extremidad superior EXTREMIDAD SUPERIOR
1. Instrumental
Circunferencias y perímetros-Empleo de cinta métrica flexible Longitudes de los huesos largos mayores-Tabla osteométrica con tope deslizante Diámetros diafisiarios-Calibre Diámetro epifisiarios-Calibre Altura de los huesos menores-Calibre Longitudes de los huesos menores-Calibre Diámetros varios de los huesos menores-Calibre
2. Medidas a.Omóplato
Longitud escapular (desde el extremo superior al inferior) Anchura escapular (desde el centro de la cavidad glenoidea al otro extremo) Altura cavidad glenoidea Anchura cavidad glenoidea
b. Medidas clavícula Longitud máxima Perímetro, en el centro, con cinta métrica c. Húmero
Longitud máxima, desde la parte superior de la cabeza a la parte más sobresaliente o margen interno de la tróclea Longitud fisiológica, desde la parte superior de la cabeza a zona inferior condilar Perímetro, en la parte media de la diáfisis Diámetro máximo, anteroposterior o transverso, en la parte media de la diáfisis Diámetro mínimo, anteroposterior o transverso, en la parte media de la diáfisis Diámetros vertical y horizontal (perpendicular al vertical) de la cabeza humeral Diámetro transverso distal máximo
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d. Cúbito
Longitud máxima, desde la parte superior del olécranon en el extremo proximal hasta el extremo de la apófisis estiloides Longitud fisiológica, desde el ángulo de la cavidad sigmoidea mayor hasta la parte inferior de la cabeza Circunferencia mínima, en el tercio inferior Circunfrencia en el centro de la diáfisis Diámetros transverso diafisiario, por debajo del olécranon Diámetro anteroposterior diafisiario, perpendicular al transverso Anteroposterior y transverso de la parte distal
Longitud máxima, desde parte superior de la cabeza al extremo de la apófisis estiloides Longitud fisiológica, desde la cabeza a la parte distal más medial Diámetros anteroposterior y transverso, por debajo de la tuberosidad bicipital Circunferencia mínima, por debajo de la tuberosidad bicipital Diámetro máximo de la cabeza Diámetros anteroposterior y transverso de la epífisis distal
e. Radio
f. Metacarpianos Primero: Del centro de la superficie articular al ápex de la cabeza Segundo: Del punto proximal que es en la muesca dividiendo la superficie articular en dos lados al ápex de la cabeza Tercero: Del punto proximal en el centro del surco longitudinal, dividiendo la faceta del metacarpal II y la faceta del capitato, al ápex de la cabeza Cuarto: Del centro de la superficie proximal al ápex de la cabeza Quinto: Del punto próximo-distal en el centro de la cavidad al ápex de la cabeza
En los elementos mayores del esqueleto apendicular el mayor número de referentes corresponderá a las longitudes. Las restantes referencias estarán ligadas sobre todo al momento que separa la extracción del material y la constitución del depósito. Sólo la óptima conservación aconsejerá prescindir de cualquier característica métrica antes del estudio definitivo. En la ficha que centraliza la información individual puede incluirse una mayor o menor referencia a criterios métricos, pero dada la carga diagnóstica que posee este tipo de datos, de cara a la identificación del sexo, características tipológicas de la serie y aspectos funcionales, no debería quedar olvidada.
genéticas e incluso tipológicas que no están claramente precisadas en el panorama actual de las investigaciones. Sin embargo, la definición de estas variaciones es imprescindible para captar posibles regularidades espaciales en la organización interna de la necrópolis. Junto a la distribución de poblacional abordamos en este capítulo del estudio antropológico una relación pormenorizada de rasgos e individuos, de cara a facilitar una lectura espacial por parte de los excavadores. La relación de rasgos constituye un extenso catálogo de variaciones craneales, dentales, torácicas y del esqueleto apendicular (Brothwell 1987) (Testut y Latarjet 1979) (Berry y Berry 1967) (Comas 1957) (Nadal 1987) (Negre 2000) (Turner et al 1991) (Giunta 1991) (Poyton 1992) (Finnegan 1978). Sin embargo, el mayor número de evidencias procede de la bóveda craneal y de las piezas dentarias. Nos encontramos así ante relieves accesorios, elementos supernumerarios y variaciones morfológicas de número o tamaño (Tabla 55).
5) Otras variables morfológicas Las evidencias antropológicas pueden ofrecernos información de aspectos relativos a herencia, conexiones de parentesco o grupales. Tales fuentes informativas, conocidas como rasgos morfológicos no métricos, discretos o epigenéticos, están gobernadas por relaciones
Tabla 55. Consideraciones métricas en la extremidad inferior EXTREMIDAD INFERIOR
1. Instrumental
Circunferencias y perímetros-Empleo de cinta métrica flexible Longitudes de los huesos largos mayores-Tabla osteométrica con tope deslizante Diámetros diafisiarios-Calibre Diámetro epifisiarios-Calibre Altura de los huesos menores-Calibre Longitudes de los huesos menores-Calibre Diámetros varios de los huesos menores-Calibre
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2. Medidas a. Fémur
Longitud máxima, desde la cabeza al cóndilo interno siguiendo el eje de la diáfisis Longitud oblicua o fisiológica, colocando los dos cóndilos sobre una superficie vertical se toma la distancia entre éstos y la parte superior de la cabeza Diámetros vertical y horizontal de la cabeza Diámetros subtrocantéreo anteroposterior y transverso por debajo del trocánter menor Diámetros anteroposterior y transverso, en la parte media del hueso Diámetro transverso bicondilar
b. Tibia
Longitud máxima, desde el maléolo hasta el plano de las superficies articulares superiores no teniendo en cuenta la espina Diámetro transverso máximo proximal Perímetro diafisiario, en la parte media de la diáfisis y nutricio (sexo) a la altura del orificio del mismo nombre Diámetros anteroposterior y transverso para el índice cnémico, a la altura del agujero nutricio Diámetros anteroposterior y transverso diafisiarios, centro de la diáfisis Diámetros anteroposterior y transverso de la epífisis distal
c. Peroné d. Astragalo e. Calcaneo
Longitud máxima Perímetro o circunferencia, en el centro de la diáfisis Diámetro anteroposterior y diámetro transverso (centro de la diáfisis) Longitud Anchura Altura Longitud Anchura máxima Altura
Tabla 56. Consideración de rasgos epigenéticos
Cráneo
Dentición
Esqueleto costovertebral
Esqueleto apendicular
O
Suturas accesorias
O
Huesos supernumerarios
O
Orificios accesorios
O
Ausencia de orificios normales
O
Facetas y relieves accesorios
o
Relieves y accidentes accesorios
o
Variaciones de número
o
Variaciones de tamaño
o
Variaciones de localización y posición
o
Defectos de fusión
o
Variaciones de forma
o
Variaciones de número
o
Variaciones de tamaño
o
Relieves y elementos accesorios
o
Orificios accesorios
o
Ausencia de elementos
modificaciones articulares, cambios morfológicos y procesos destructivos, pudiendo presentarse de forma localizada o generalizada, afectar a un hueso o a elementos anatómicos adyacentes (Tabla 57). Aunque la revisión diagnóstica en el estudio del material pueda conllevar la rectificación, matización o total confirmación del diagnóstico, cualquier llamada de atención en el registro de campo servirá para adoptar una prevención
b. Procesos paleopatológicos No resulta factible abordar un análisis paleopatológico exhaustivo por la dificultad de abordar con rigor las descripciones necesarias en el estado en que puede aparecer el material. Sin embargo, resulta de vital importancia el control de las diversas alteraciones que puede presentar el tejido esquelético en consistencia, 257
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
determinada de cara a la extracción, constitución del depósito o diseño del procedimiento investigador posterior. El índice gráfico de conservación puede servir de soporte para señalar las diferentes alteraciones patológicas en huesos y articulaciones mediante referencias numéricas, las cuales representarían la
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codificación de las evidencias paleopatológicas. Sin que ello suponga un diagnóstico definitivo, a confirmar o refutar en el posterior estudio, puede actuar como llamada de atención a un patrón anatómico de las lesiones y como prevención ante actuaciones posteriores sobre el material esquelético, comenzando por su extracción y almacenaje.
Tabla 57. Descripción y ubicación de las alteraciones paleopatológicas
Hueso Identificación anatómica
Zona del hueso Articulaciones adyacentes Alteración volumétrica (localizada o generalizada) Deformación Proceso osteogénico (neoformación de hueso) Proceso osteolítico (destrucción) Proceso ostegénico-osteolítico
Daños esqueléticos
Coalescencia (anquilosis) Calcificación Pérdida de densidad Aumento de densidad Presencia de cuerpos extraños
Características del hueso
Morfología de las presuntas lesiones o procesos patológicos
258
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
B. DEPÓSITOS SECUNDARIOS
COLECTIVOS
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“Cuando los restos óseos se han conservado la mezcla de los mismos da la impresión de un osario; para algunos, esto puede ser la muestra de que se trata de enterramientos secundarios pero la hipótesis más frecuente es que estos osarios responden a las contínuas limpiezas y reorganizaciones del espacio para dar paso a posteriores inhumaciones” (Rincón 2005: 270)
Y
RESUMEN El registro de un enterramiento en masa o sepultura colectiva debe incluir un detallado inventario esquelético, que será el punto de partida diagnóstica para la reconstrucción de la estratigrafía interna del depósito osteológico y de las relaciones que se establecen entre todos sus componentes. La descripción del grado de articulación nos ayudará a fijar los límites entre todos los episodios osteológicos, con una numeración tanto para los esqueletos y depósitos secundarios identificados como eventos estratigráficos. El objetivo es inferir como esta acumulación ósea, en apariencia caótica, puede estar organizada. La posición de los esqueletos y la distorsión de los miembros pueden estar vinculadas a un respeto o consideración sobre los cuerpos cuyas implicaciones tendrán que ser investigadas.
Aunque la autora recoge una interpretación plausible resulta llamativo que en el año de publicación se aluda a hipótesis frecuentes, incertidumbre de argumentos que podían ser lógicos décadas atrás. Esas líneas resumen de forma muy acertada la problemática de comprensión de este tipo de depósitos, donde de bajo del desconocimiento de qué tenemos, subayace la ignorancia de las identidades anatómicas y cómo se ordenan las distintas evidencias. Los depósitos colectivos no representan simples osarios que son la consecuencia de limpiezas y reorganizaciones del espacio sino que suponen una realidad más compleja. En esos depósitos se integran inhumaciones primarias, en mayor o menor grado de modificación, cuyas características pueden haber quedado selladas desde su deposición o haber sido modificadas por las sucesivas inhumaciones, y por los restos aislados que resultan de la esqueletización y de la remoción de las evidencias primarias. En muchos casos la persistencia diferencial de los tejidos de retención establecerá una secuencia de desarticulación distinta entre las zonas anatómicas. Las principales complicaciones del registro procederán de ese carácter diacrónico del depósito osteológico, debiendo contemplar la descripción y atribuciones anatómicas para las inhumaciones primarias, la correspondencia entre éstas y los restos desarticulados y otros sujetos y la posible individualización o referencia espacial de los depósitos secundarios. En todo caso, resultará muy dificultosa cualquier precisión cronológica por la complejidad del funcionamiento de este tipo de depósitos. Al hablar de sepulturas que acogen a múltiples individuos se trataría de discernir, pues, entre diversas realidades:
ABSTRACT The registration of a mass grave or colective burial must include a detailed skeletal inventory, which will be the starting point diagnostic for the reconstruction of the internal stratigraphy of the osteological deposit and relationships established between all components. The description of the degree of articulation will help to define the boundaries between all the episodes osteological, with a numbering for both the skeletons and secondary deposits identified as stratigraphic events. The aim is to infer how this bone accumulation, apparently chaotic, can be organized. The position of the skeletons and distortion of the limbs may be linked to respect or consideration of the bodies whose implications need to be investigated.
1. SITUACIÓN Los depósitos colectivos, los osarios y las sepulturas en las que pueden mezclarse evidencias en desconexión anatómica representan una realidad muy compleja desde el punto de vista cronológico (sucesión de los depósitos), pautas que regulan la deposición y componentes antropológicos. Las malas interpretaciones que asimilan los depósitos colectivos con meros osarios o confunden éstos con sepulturas colectivas suelen estar presentes en la literatura arqueológica. La claridad en los conceptos e interpretaciones de las sepulturas múltiples, colectivas y de los grandes osarios se revela como un asunto de extrema importancia, dada la precariedad en los argumentos que se suelen utilizar en gran parte de las investigaciones, a veces incurriendo en conceptos contradictorios, y la facilidad interpretativa a la que se asocia. Nos da una idea de la improvisación con la que se suele abordar el análisis de este tipo de depósitos un texto de reciente publicación sobre las sepulturas colectivas del calcolítico:
a. Depósitos primarios inalterados Nos ofrecen una lectura cronológica muy clara en cuanto a la secuencia temporal en que acontecen y al orden que siguen. Caracterizan a las inhumaciones colectivas realizadas de forma apresurada, bajo la presión de circunstancias como epidemias, muertes colectivas u ocultamientos, como en las fosas conformadas en masacres de poblaciones o genocidios.
Los enterramientos se suceden en un lapso de tiempo tan corto que no hay lugar para el avance de la esqueletización, ni diferencias en el grado de articulación de los distintos individuos, así como tampoco existirá un entorno no colmatado que facilite los movimientos óseos. Dominan las relaciones de proximidad en las que los sujetos, con deposiciones que denotan anterioridad,
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
posterioridad o simultaneidad, se adosan sin que se originen desplazamientos, roturas o alteraciones de los depósitos precedentes. Las zonas de intersección y de estrecha proximidad evidencian un respeto mutuo de las evidencias óseas. La lectura de los depósitos permite hablar de un periodo de amortización muy corto del espacio de enterramiento, sin tiempo suficiente para que los cuerpos se esqueletizasen o descompusieran a un ritmo diferencial.
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postdeposicionales. Mostrarán una equivalencia entre evidencias anatómicas y mínimo número de individuos identificados. 2) Depósitos secundarios en los que media una traslación de los restos Puede operar una selección anatómica accidental, influida por cuestiones como el tamaño del hueso, o intencionada. Asimismo puede ser factible que la individualidad del sujeto afectado por la traslación o remoción quede preservada en el trato que se le concede en la redeposición. Más allá de la individualidad podrían preservarse depósitos con unas características cronológicas y físicas. La lectura de la proximidad anatómica, la frecuencia y proporción de elementos óseos serán herramientas esenciales para captar estas posibilidades. En los depósitos conformados por la traslación de los restos pueden aparecer huellas de meteorización por la exposición del material a unas condiciones ambientales o a unas alteraciones inducidas por el contexto original.
b. Depósitos mixtos La correspondencia entre las evidencias anatómicas y el mínimo número de individuos presentes definirá la identidad de estos depósitos. 1) Consecuencia de la diacronía de depósitos primarios Las proporciones anatómicas en relación al mínimo número de individuos guardarán una total similitud.
Podemos estar ante depósitos primarios afectados por inhumaciones muy posteriores en el tiempo, de modo que los depósitos precedentes pueden haber experimentado pérdidas de tejidos o encontrarse en avanzado estado de esqueletización. Cuando se agregan los nuevos depósitos sobre sectores inestables o de fácil movilización tras la pérdida de los tejidos de retención pueden sobrevenir desplazamientos de variada magnitud o pérdidas de elementos en diverso grado. Puede conllevar la presencia de zonas anatómicas en conexión articular, desgajadas del esqueleto de referencia, si las nuevas inhumaciones afectan a evidencias esqueléticas que no han pérdido los tejidos blandos. Depósitos antropológicos de elementos en desconexión anatómica asociados a evidencias articuladas, resultantes de las modificaciones de los depósitos primarios, de modo que se situarían en la cercanía del conjunto de procedencia o, en las situaciones más extremas, mezclados con otros restos y con un determinado grado de fragmentación.
2. REGISTRO DE LAS EVIDENCIAS PRIMARIAS Las evidencias primarias pueden identificarse con esqueletos completos o reducirse a conexiones anatómicas parciales. A su vez las relaciones anatómicas pueden oscilar entre la conexión total y cierta discrepancia entre superficies articulares, con posiciones contradictorias en los elementos óseos pero que denotan la existencia de ligazones o tejidos de retención. La delimitación de los conjuntos primarios, que nos ofrecerán un diferente grado de representación esquelética si se integran en un espacio reutilizado, constituirá el principal desafío metodológico. A esto se agregará la necesidad de vincular los restos en desconexión articular con las evidencias primarias cercanas. a. Identificación de los conjuntos individuales en conexión anatómica Se trata de acotar los diferentes conjuntos primarios, parciales o completos, intactos o alterados, posibilidad más difícil si se unen la parcialidad de los restos en conexión anatómica y el desconocimiento de la persona que procede a la excavación.
2) Consecuencia de la convivencia de depósitos primarios y secundarios En éstos se identifican depósitos primarios, ya sean esqueletos completos o sectores anatómicos, y elementos aislados. No existirá una proporcionalidad entre el mínimo número de individuos identificados y el total de elementos anatómicos que deberían corresponderles.
1) Identificación de los elementos óseos en conexión anatómica Se trata de precisar la identidad de los huesos que en el campo mantienen la conexión anatómica. La precisión de este análisis sostendrá toda la estrategia posterior: para saber qué evidencias faltan, donde podrían hallarse esas evidencias y los elementos antropológicos inductores de un potencial daño solo cabe conocer qué hueso tenemos ante nosotros.
c. Depósitos secundarios 1) Depósitos secundarios producto de remociones in situ de depósitos primarios Compuestos por evidencias esqueléticas en completa desconexión anatómica producto de remociones antrópicas y otras intensas modificaciones
2) Registro de la posición y orientación 260
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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el terreno puede resultar muy difícil en ocasiones identificar la zona del hueso que estamos percibiendo en una perspectiva vertical, por lo que puede resultar aconsejable siglar o marcar esa zona hasta que pueda hacerse una identificación clara tras su extracción.
La posición de los elementos que componen una articulación puede haber quedado sellada, oscilando entre los diversos grados de libertad que conceden unas conexiones anatómicas determinadas. Ante la existencia de remociones, que podrían tener lugar en diferentes fases del proceso de pérdida de los tejidos blandos, pueden surgir incompatbilidades anatómicas, de manera que tengan lugar giros o movimientos individuales que resultan imposibles a la luz de las posibilidades dinámicas de la articulación. En este sentido, la orientación y la lectura de las zonas que nos presentan los diferentes elementos nos servirán para inferir esos procesos y quizás aspectos temporales (Tabla 58). Sobre
Teniendo en cuenta que los esqueletos conservados pueden reducirse a pocos huesos y que el establecimiento de las pautas rituales o deposicionales van a depender de mínimas evidencias, puede ser aconsejable hacer referencia a la orientación de los extremos proximales de los huesos o de zonas concretas de los mismos, en base a criterios que deben ser especificados.
Tabla 58. Consideraciones en el registro y la posición de evidencias anatómicas en inhumaciones múltiples
Posición general dominante en el conjunto Posición por elementos (zonas o sectores que nos presentan) Orientación Discrepancias e incompatibilidades
3) Inferencia espacial de los elementos anatómicos ausentes
Es necesario tener en cuenta que las migraciones verticales de elementos óseos son usuales en evidencias pequeñas, como falanges, vértebras y dientes desgajados de sus alveolos.
Los depósitos primarios afectados por reutilizaciones imponen en su registro una exigencia aún más condicionada por la necesidad de un mínimo conocimiento anatómico: la identificación de las zonas ausentes, que pueden estar o no presentes en el depósito.
b. Reconstrucción de los vacíos y pérdidas de sustancia individual El registro gráfico y la perspectiva espacial del entorno que puede ocupar un cuerpo tendrán una importancia decisiva a la hora de realizar las atribuciones y rellenar los vacíos o pérdidas de sustancia. Una vez fundamentadas las atribuciones anatómicas y la posición de los elementos conservados de un sujeto en concreto, restará el establecimiento de la posición individual y global de los elementos anatómicos ausentes, según las posibilidades artrológicas del material osteológico conservado, de cara a reconstruir la posición del cuerpo (Tabla 59). En todo caso, un croquis, dibujo o restauración de la posición de todo el esqueleto debería señalar claramente la diferencia entre los elementos susceptibles de observación y aquellos cuya posición podemos reconstruir a partir de los primeros. Las ausencias del esqueleto apendicular y las mayores posibilidades dinámicas de las extremidades harán que a la hora de estimar la posición que podrían ocupar debamos reflejar un abanico de posibilidades.
a. Inferencias directas Una vez precisados los conjuntos primarios conservados la estrategia habrá de llevar a tener en cuenta los elementos ausentes y su ubicación potencial en la zona o lugar que deberían ocupar a la luz de las realidades conocidas. La consideración de los enterramientos posteriores, derrumbes u otras alteraciones póstumas podrían implicar modificaciones en la continuidad del conjunto primario en alguna zona, desplazándo esos restos a una cota inferior o creando interrupciones en el espacio que ocupa el sujeto. Ese espacio puede aparecer ocupado por otros elementos óseos o rellenos sedimentarios y más allá de este episodio podría proseguir el resto del sujeto. Por ello, la lectura espacial será fundamental para la atribución de las diferentes entidades que permanecen en conexión anatómica. En el mismo sentido es necesario operar con la adscripción zonal de los elementos óseos removidos, correlacionándolos con las evidencias articuladas y asociadas espacialmente.
261
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Tabla 59. Definición del conjunto primario individual en relación a las restantes evidencias articuladas O O O O O O O O
Identificación de las conexiones anatómicas existentes y de las realidades ausentes Análisis de la posición y orientación por elementos Definición del espacio potencial de ocupación del cuerpo Diferenciación de las zonas de destrucción provocadas por remociones Conexión y reasignación de porciones próximas aisladas en conexión anatómica Registro gráfico individualizado de las evidencias observables Reconstrucción-idealización de la posición global del esqueleto (realidad observada+realidad inferida) Análisis antropológico, que puede poner de manifiesto compatibilidades o contradicciones en la atribución de elementos óseos
b. Estimación de los diferentes conjuntos articulados y de sus relaciones
diferencial. Esto podrá definir la dinámica sepulcral. Se trataría en defiitiva de abordar:
Las reconstrucciones individuales y las atribuciones del material sólo podrán llevarse a cabo a partir de la lectura de los diferentes conjuntos y de la interacción que se establece entre ellos. En una acumulación ósea notable el registro de las diferentes entidades puede resultar problemático y habrá que recurrir a diversos complementos sobre el terreno y a un registro gráfico pormenorizado.
o o
o o
Diferenciación o indicación en el terreno de los diferentes cuerpos mediante rótulos u otro recurso gráfico. Diferenciación fotográfica de las distintas entidades en tramas o colores distintos desde diversos programas informáticos. Reconstrucción de las posiciones de los cuerpos en un croquis o dibujo, señalando mediante tramas o colores distintos los diferentes conjuntos individuales. Establecimiento de las relaciones de superposición y contigüidad de cara a determinar la sincronía/diacronía de los enterramientos, infiriendo una cronología relativa. Nos apoyaríamos en la evidencia de las articulaciones persistentes, de proximidad en el plano vertical y horizontal, para detectar cuáles eran las características de las inhumaciones que, en un lapso determinado de tiempo después de su deposición, reciben al lado o encima una nueva inhumación, pudiendo ser desplazadas para hacer sitio. Lógicamente, teniendo en cuenta el grado de descomposición preexistente, el conjunto desplazado o que recibe presiones verticales u horizontales, tendrá un comportamiento
o o
Identificación de los huesos en contacto y del tipo de relación espacial que entre ellos se da. Descripción de las modificaciones óseas que recibe desde el entorno un conjunto determinado (en seco, con retenciones, con destrucciones, remociones). Modificaciones óseas que el conjunto descrito inflige a otros conjuntos. Valoración de la conservación anatómica, puesto que la frecuencia de pérdidas o remociones de una zona concreta podría permitirnos, en una perspectiva global del espacio de enterramiento, la identificación de un patrón determinado que podría estar influido por unas determinadas características óseas (tamaño, tipo de tejido, zona del esqueleto), condicionado por la posición original de los cuerpos o por las características del sedimento de relleno. Valoración de los depósitos en relación a variables como el buzamiento y episodios postdeposicionales. Consideración de la proximidad de elementos óseos en relación a las evidencias objeto de registro, valorando compatibilidades demográficas, morfológicas y estratigráficas que pudieran llevar a un posible reagrupamiento.
El proceso de registro de las diversas entidades articuladas implicará, pues, un análisis individualizado y un análisis extenso de las relaciones que se establecen entre las realidades primarias y los elementos aislados, sin atribución posible, y acumulaciones secundarias (Tablas 60 y 61).
Tabla 60. Definición de las relaciones entre los distintos conjuntos primarios
Definición de las diversas realidades primarias y de las evidencias en desconexión anatómica
Diferenciación de los efectos estratigráficos de las superposiciones-remociones
Evaluación de las evidencias en desconexión anatómica para las reasignaciones individuales
Registro planimétrico del espacio, con indicación mediante tramas o diferentes colores de los distintos individuos
Evaluación de la dinámica sepulcral desde las relaciones sincrónicas o diacrónicas
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Tabla 61. Relaciones físicas que un sujeto puede establecer con otros en base a los contactos anatómicos INDICIOS ANATÓMICOS
Esqueleto general Zona torácica Extremidad Superior Inferior Lado Zona Hueso Tipo de tejido Esponjoso Compacto
CRONOLOGÍA RELATIVA
Anterioridad Simultaneidad
Posterioridad
RELACIÓN FÍSICA
EFECTO PRODUCIDO
Cortado o roto por
Destrucción
Desplazado por
Remoción
Adosado bajo
Respeto
Adosado a, junto a Corta o rompe a
Respeto Destrucción
Desplaza a
Remoción
Adosado sobre
Respeto
LÁMINA 345. DIFERENCIACIÓN DE LOS DIVERSOS SUJETOS DE UN DEPÓSITO COLECTIVO A PARTIR DE DIVERSAS TRAMAS O TONOS DESDE LOS RECURSOS DIGITALES (FCA ,AGUILAR DE LA FRONTERA-CÓRDOBA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
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LÁMINAS 346 Y 347. A LA IZQUIERDA DETALLE DE UNA FOSA ROMANA DE INHUMACIÓN MÚLTIPLE EN LA QUE LAS RELACIONES Y SUPERPOSICIONES AFECTAN A INDIVIDUOS EN CONEXIÓN ANATÓMICA. LAS ZONAS DE CONTACTO NOS MUESTRAN UN ORDEN CLARO EN LA COLOCACIÓN DE LOS CUERPOS (PR, UNIDAD 63). LOS HUESOS SE ADOSAN SIN PROVOCAR DAÑOS O DESPLAZAMIENTOS (GUIJO Y LACALLE 2006c). A LA DERECHA FOSA COLECTIVA CON DEPÓSITOS SIN SEPARACIÓN TEMPORAL O CASI SINCRÓNICOS. INHUMACIÓN CLANDESTINA DE REPRESALIADOS REPUBLICANOS DE AGUILAR (FCA), CÓRDOBA. LOS HUESOS SE ADOSAN SIN PROVOCAR DAÑOS O DESPLAZAMIENTOS (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA)
LÁMINAS 348 Y 349. CONVIVENCIA ARMÓNICA DE DIVERSAS INHUMACIONES, CON RESPETO EN LAS ZONAS DE INTERSECCIÓN. A LA IZQUIERDA COLUMNA SOBRE COLUMNA (FCG)(REGISTRO GUIJO 2012-PERMISO DE ARMH-19MG) Y A LA DERECHA BRAZO SOBRE ANTEBRAZO Y SOBRE PALA ILIACA (PECERO Y GUIJO 2006). LOS HUESOS SE ADOSAN SIN PROVOCAR DAÑOS O DESPLAZAMIENTOS (JA)
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LÁMINA 350. CONVIVENCIA ARMÓNICA DE DIVERSAS INHUMACIONES, CON RESPETO EN LAS ZONAS DE INTERSECCIÓN. LOS HUESOS SE ADOSAN SIN PROVOCAR DAÑOS O DESPLAZAMIENTOS (FCP) (REGISTRO GUIJO 2009-PERMISO DE AMH yJA)
LÁMINA 351 Y 352. A LA IZQUIERDA CONVIVENCIA ARMÓNICA DE DOS INHUMACIONES, CON RESPETO EN LAS ZONAS DE INTERSECCIÓN. LOS HUESOS SE ADOSAN SIN PROVOCAR DAÑOS O DESPLAZAMIENTOS (FCA) (REGISTRO GUIJO 2010-PERMISO DE AREMEHISA). A LA DERECHA CONVIVENCIA EN DISARMONÍA DE DOS DEPÓSITOS ROMANOS (PR), CON UNO ROMPIENDO LA CAJA TORÁCICA DE LA INHUMACIÓN PRECEDENTE, CON REMOCIÓN EN SECO DE ELEMENTOS COSTOVERTEBRALES Y DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR DERECHA (GUIJO Y LACALLE 2006c)
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LÁMINA 353. VOLTEAMIENTO DE ELEMENTOS VERTEBRALES, CON DOS LUMBARES MOSTRÁNDONOS LA CARA SUPERIOR DEL CUERPO E INDICÁNDONOS LA PRESENCIA DE FACTORES INTRUSIVOS (GUIJO Y LACALLE 2005b).INHUMACIÓN JUDÍA DEL SIGLO XIV (CR).
LÁMINA 354. INHUMACIÓN PRIMARIA MUTILADA POR NUEVOS USOS FUNERARIOS (MSC XIV-XIV) ((GUIJO Y LACALLE 2006a)
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En el registro de sepulturas múltiples y colectivas será de importancia decisiva la existencia de un croquis en el que expliciten las relaciones que se establecen entre los diversos conjuntos, en planta y en vertical, así como un esquema estratigráfico que relacione los diferentes conjuntos primarios y la caracterización de las alteraciones experimentadas. A este registro de relaciones zonales habrán de unírseles las fichas (véase registros individuales) de las diversas evidencias primarias o individualizables. Las atribuciones a individuos concretos podrán alcanzar un margen de seguridad variable, a partir del grado de compatibilidad morfológica y demográfica, de modo que diversos elementos anatómicos articulados o aislados, parte de un conjunto, y que se han visto afectados por una serie de modificaciones póstumas, pueden reagruparse.
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cuerpos y arcos, en caso de condición fragmentaria, y las especificidades anatómicas. Cualquier marginación de elementos en el proceso de registro puede alterar la interpretación del depósito puesto que la composición de la colección está directamente influida por la existencia o inexistencia de una traslación. En los contextos conformados originalmente como lugares de inhumaciones primarias y convertidos por procesos postdeposicionales, rituales o ambientales, en acumulaciones secundarias, las piezas pequeñas que componen manos, pies, vértebras y dientes, pueden haber experimentado grandes migraciones, pero la frecuencia anatómica mostrará una clara correlación con la cantidad de elementos aguardados en los sujetos identificados. Un contexto totalmente secundario, en cuya formación media una traslación de restos, mostrará una composición totalmente distinta a los contextos cuyo resultado final es la desconexión anatómica de los huesos a partir de remociones in situ de enterramientos primarios.
3. REGISTRO DE LOS ELEMENTOS AISLADOS El panorama que nos ofrece una acumulación de restos óseos en desconexión anatómica o de simples evidencias aisladas puede corresponder a un depósito totalmente caótico, libre de cualquier patrón. Sin embargo, cabe la posibilidad de que la acumulación siga un comportamiento determinado, en función de los componentes demográficos, tipos de hueso, intervención de agentes naturales en el transporte y de una intencionalidad antrópica. La ausencia de una intencionalidad en la acumulación llevará a que, salvando las lecturas estratigráficas que impone la intervención arqueológica, sea sólo el interés histórico el que decida el grado de intensidad en el registro de campo. En diversos contextos secundarios, sobre todo en los grandes osarios medievales y modernos, puede resultar una cuestión irrelevante un exhaustivo nivel de registro de cada hueso.
b. Registro espacial Una identificación exacta puede permitir unos diagnósticos inmediatos preliminares al finalizar la excavación. Sin embargo, teniendo en cuenta la posibilidad de que la pieza no sea identificable sobre el terreno o de que el excavador carezca de la pericia necesaria para hacerlo, este desconocimiento anatómico puede suplirse con un inventario numérico o alfabético de las distintas evidencias, trasladable a su registro espacial. La ubicación espacial de cada elemento óseo, cada uno con una numeración, resulta fundamental para definir cualquier patrón deposicional y reasignar un hueso a un sujeto, con referencia en coordenadas x, y, z de los elementos óseos, tomando como referencia la zona central del mismo. En el caso de los huesos largos, su posición puede ser fijada tomando como referencia un punto medio en la zona conservada de su fuste
a. Identificación Las identificaciones sobre el terreno pueden contribuir a aclarar atribuciones a individuos concretos en un espacio determinado, siempre que se den las compatibilidades antropológicas mínimas. No solo la pieza sino la explicitación de las zonas conservadas pueden ser útiles en la interpretación de la colección osteológica. Dada la posibilidad de fragmentación del hueso, puede acometerse la definición de una serie de zonas numeradas en cada hueso, basándonos en criterios anatómicos explícitos, de modo que pueda tenerse en cuenta el grado de fragmentación y la aportación de cada zona diferenciada al recuento general de sujetos inhumados. A modo de ejemplo cada hueso largo tendría dos zonas fijas, los extremos distal y proximal, con las subdivisiones entre cada una de éstas que impongan las particularidades anatómicas. En otras zonas como el cráneo sólo resta la identificación de cada hueso. Los criterios identificadores del número de individuos basándonos en las vértebras habrían de tener en cuenta la diferenciación del tramo (cervical, dorsal y lumbo-sacro)
c. Orientación e identificación de la zona que nos presenta el hueso El registro de la posición del hueso nos podría permitir conocer los mecanismos de desarticulación, inferir determinadas regularidades o identificar unos patrones organizativos del espacio. La identificación de la zona que nos presenta el hueso nos permitirá, junto con la orientación del mismo, valorar las posibilidades de asignación a un conjunto primario determinado (por compatibilidad anatómica, demográfica, orientación y proximidad) o a uno secundario. La orientación de los elementos aislados puede tomar como referencia la zona más cercana o más alejada al cráneo (proximal o distal) pero ha de basarse en criterios explícitos y comunes en el depósito. En los casos de imposible identificación sobre el terreno, por el estado de conservación de la pieza o por el desconocimiento del excavador, sería necesaria la utlización de unos criterios comunes en todo el proceso 267
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de registro, que conllevan la señalización sobre la pieza de la orientación y de la zona que nos presenta, de cara a que en la hipotética restitución en el estudio de los materiales puedan abordarse las identificaciones y correlaciones anatómicas correctas.
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de modo que la comprensión de la dinámica de este depósito pasa por la reasignación de los huesos de un mismo individuo para estudiar su distribución por toda la sepultura. Estas relaciones anatómicas de segundo orden, tal como define Duday a los elementos desgajados de conjuntos primarios (Duday 2006: 51), pueden ser investigadas a través de una serie de confluencias y compatibilidades:
d. Grado de buzamiento Los huesos largos constituyen el mejor indicador del buzamiento, en base al desplazamiento vertical del extremo proximal o distal con respecto al extremo contrario. Su intensidad nos puede hablar del tipo de depósito, desplazamientos póstumos y potenciales individualizaciones. Los buzamientos marcados se suelen asociar en las acumulaciones secundarias y colectivas a una mayor potencia estratigráfica, a depósitos creados por la traslación de restos producto de una selección intencional o accidental, con marginación de los elementos pequeños. El mecanismo de depósito es el arrojamiento de los restos sin otra intencionalidad. Semejante circunstancia se da en los grandes osarios de comunidades cristianas medievales y modernas. En esas mismas comunidades medievales y modernas en los casos en que existe una ausencia de buzamientos o éstos son muy poco marcados, el depósito secundario suele estar próximo al conjunto primario del que proceden los huesos. La conversión de conjuntos primarios en secundarios en el mismo lugar de deposición suele también coincidir con escasos buzamientos de la evidencia esquelética, como en reutlizaciones de fosas o estructuras.
Reintegración de un mismo hueso (unión de
fragmentos separados) Articulaciones como fragmentos craneales (suturas) Estado de maduración esquelética Compatibilidades demográficas Alteraciones patológicas Caracteres morfológicos, estén o no dentro de la normalidad anatómica
De este modo, la existencia de características demográficas diferenciales y alteraciones morfológicas y patológicas muy específicas nos permitirían reagrupaciones de lo que pudo ser un conjunto primario e investigar el proceso de dispersión. g. Caracterización ambiental Las condiciones sedimentarias, tipo de suelo, agentes bióticos o abióticos y las condiciones de conservación predeposicionales del material óseo tendrán un papel muy importante en el comportamiento del material osteológico en los grandes depósitos. Como paso previo a la identificación de los comportamientos antrópicos existe la necesidad de delimitar todas estas realidades añadidas.
e. Diagnóstico antropológico Las características demográficas de los elementos aislados podrían contribuir de manera decisiva a la reagrupación de elementos y a definir el comportamiento del depósito, por lo que los diagnósticos sobre el terreno, siempre con la posibilidad de refutarlos con posterioridad, se convierten en fundamentales para la reorganización de las entidades antropológicas y la interpretación. La identificación de estas evidencias en el progreso de la excavación y no al final asegurará un mayor rigor. Al igual que en los contextos primarios el mayor número posible de referencias morfométricas servirá para paliar posibles pérdidas de información tras la extracción. La semejanza morfológica puede facilitar establecer afinidades entre evidencias bilaterales.
1) Correlación entre el tipo de hueso y las características sedimentarias Puede darse una correlación entre la frecuencia de elementos óseos y los hechos sedimentarios o postdeposicionales, así como especializaciones zonales (Duday 1986: 92-96). La naturaleza del sedimento puede favorecer la migración vertical de elementos óseos pequeños, dando lugar a desarticulaciones o pérdidas anatómicas en los conjuntos primarios que nada tengan que ver con remociones antrópicas. La evolución de la representación esquelética en la potencia del depósito, nos podrá dar una idea de si el tamaño de los huesos a partir de su desarticulación interviene en las características deposicionales.
f. Atribuciones a individuos concretos o evidencias en conexión anatómica
2) Grado de colmatación que se deduce de los depósitos osteológicos
Todos los criterios anteriores junto con las características de los conjuntos primarios conservados parcialmente sustentarán o no adscripciones de las piezas aisladas a individuos concretos. Las migraciones verticales de huesos pequeños y las direcciones de las remociones pueden ser pistas que nos ayuden a incrementar las referencias individuales. Las sepulturas colectivas aportan una cantidad de material óseo fragmentado y desarticulado, con conjuntos articulados muy parciales,
Estimación de las condiciones ambientales que se requieren para que se den las migraciones óseas, desplazamientos sincrónicos o diacrónicos de articulaciones. 3) Alteraciones ambientales del hueso
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
Características de la superficie ósea: roturas, fisuras, descamaciones, decoloraciones.
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contabilización de elementos más fácilmente individualizables que nos ofrecería un esqueleto (cráneo=1, vértebras = 24 + sacro, huesos largos mayores = 12 y huesos de manos y pies = 106) y conociendo la proporción que guardan entre sí (prescindiendo de aquellos cuya fragmentación puede imposibilitar su adecuada individualización, como las costillas), resultará factible inferir el tipo de depósito. Al abordar sobre estas premisas anatómicas la composición de cinco depósitos de diferentes periodos históricos 35 , la proporción de elementos identificada presenta diferencias sustanciales. Recurrimos a tres yacimientos sevillanos (Santa Clara, El Carmen, San Laureano) y a dos estructuras prehistóricas procedentes de Gilena (Sevilla) junto a la composición que mostraría un esqueleto que conservase los elementos de referencia (Tabla 62).La lectura del gráfico (Gráfico 35) nos muestra la gran diferencia entre los contextos secundarios resultantes de la traslación de elementos y los primarios removidos in situ. Ante ciertas evidencias las precauciones en la recogida y registro deberán ser más extremas puesto que pueden pasar más inadvertidas. En los contextos secundarios puros u originales, formados por el traslado de restos procedentes de contextos primarios o de lugares en los que se ha producido el descarnamiento o desarticulación, se da una selección anatómica, de forma que existe una frecuencia dominante de piezas grandes. En los diversos entornos de inhumación de la ciudad de Sevilla, partiendo de época romana, encontramos en los contextos secundarios formados por un traslado de restos y no por la remoción in situ de una inhumación primaria, una selección totalmente favorable a la preservación de cráneos y huesos mayores de ambas extremidades. A una mayor cercanía de los lugares de inhumación primaria o a vaciados de ataúdes acompañará una aproximación de los valores entre porcentaje de piezas aguardadas y porcentaje de elementos anatómicos encontrados. Al encontrarnos con inhumaciones secundarias, no asociadas a reducciones, en la ciudad cristiana la diferencia entre realidad anatómica encontrada y realidad anatómica aguardada es enorme en muchos contextos, como puedan ser criptas. Resultan particularmente dañinas las consecuencias a nivel de evidencias dentarias, que en los contextos secundarios de la ciudad cristiana llegan a estar unos 80 puntos por debajo de lo esperado. En algunos casos, como el de la fosa de San Miguel de El Rompido, la representación de elementos de manos y pies en relación a la realidad aguardada apenas llega a superar al 1 %.
4) Otros indicios Presencia de elementos o evidencias no antropológicos, que pueden hablarnos de las condiciones ambientales necesarias para su intrusión. h. Registro gráfico Un registro fotográfico por zonas puede contribuir a clarificar el funcionamiento del depósito y dar coherencia individual a la colección osteológica. En las referencias planimétricas es necesario considerar la distribución de los huesos por morfología, zona anatómica y particularidades demográficas, para captar las posibles migraciones experimentadas, sean verticales u horizontales. i. La importancia del registro en la interpretación histórica Al intervenir en un depósito aparentemente secundario cabe considerar diversas posibilidades para explicar su origen y tener en cuenta variados mecanismos de formación, que incluso pueden trascender a la interpretación del propio yacimiento y proporcionar datos relevantes sobre la actuación de las comunidades humanas que le dieron existencia. Las diversas posibilidades diagnósticas nos llevan a unos determinados conceptos:
Podemos afrontar un conjunto desarticulado pero que tuvo en el contexto funerario una deposición primaria original. A consecuencia de una reducción del espacio o de una remoción, no acompañada de extracción, quedaría destruida la evidencia articulada, conllevando un depósito secundario final en la que estarían representados todos los elementos anatómicos.
Puede existir una intencionalidad en la deposición y distribución de elementos óseos por elementos anatómicos, grupos de edad, sexos, caracteres tipológicos, entidades patológicas, en la orientación de los elementos
Las alteraciones que muestran los materiales óseos pueden guardar relación con los contextos primarios de que proceden, condiciones ambientales y ritual, así como hablarnos de los procedimientos de manipulación del material esquelético para crear el depósito secundario
El adecuado registro estratigráfico y la rigurosa atribución de evidencias a una diversidad de depósitos y unidades sedimentarias alcanzan, pues, una gran importancia para captar la concepción o el significado
Si consideramos contextos primarios afectados por remociones e intrusiones, que determinan la completa descontextualización de los restos, y contextos secundarios resultantes del vaciado de sepulturas o de la traslación de elementos anatómicos, resultará evidente la diferente naturaleza de su composición. Partiendo de la
35
Las características de los depósitos medievales y modernos tienen un papel muy importante como instrumento que permite captar gran parte de los mecanismos de formación de depósitos, asociados a una mayor oscuridad en su conformación, como son periodos prehistóricos.
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original que un grupo humano determinado proyectó sobre su propia comunidad de los muertos, así como la
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forma en que ésta fue organizada.
Gráfico 35. Proporción de elementos esqueléticos en contextos secundarios de origen primario y contextos secundarios en los que media una traslación 80
70
60
50
40
30
20
10
0 CUEVA A
CUEVA C
Cráneo
Esqueleto completo
Columna
Santa Clara
Huesos largos
El Carmen
San Laureano
Manos+pies
Tabla 62. Referencias históricas utilizadas YACIMIENTO Gilena Cueva A
REFERENCIA
CRONOLOGÍA
Guijo 2008
Tercer milenio a.C.
INTERPRETACIÓN DEL DEPÓSITO Inhumaciones primarias removidas en su primer lugar de deposición
Gilena Cueva C
Guijo 2008
Tercer milenio a.C.
Inhumaciones primarias removidas en su primer lugar de deposición
Monasterio
de
Santa
Clara
(Sevilla) (MSC) Cuartel del Carmen (osarios
Guijo, J.M. y Lacalle, R.
Siglo XIV-XV
2006a
Inhumaciones primarias removidas en su primer lugar de deposición
Guijo, J.M. 2002b
Siglo XVI-XVII
Depósitos secundarios producto de traslaciones
Lacalle y Guijo 2007a
Siglo XVII
Depósitos secundarios producto de traslaciones
cripta del claustro) (CC) San Laureano
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Gráfico 36. Diferencia por zonas anatómicas entre realidad observada y lógica anatómica sobre individuos identificados (media de elementos/individuo) en una cripta de inhumación secundaria del siglo XVII-Cuartel del Carmen) (Guijo 2002a; 2002b)
70 60 50 40 30 20 10 0 Costillas
Columna
Extremidad superior
Realidad observada
Extremidad inferior
Realidad aguardada
Gráfico 37. % piezas encontradas sobre el total de piezas dentarias aguardadas en los contextos secundarios de San Laureano (siglo XVII) (Lacalle y Guijo 2007a)
100 80 60 40 20 0 Temporal
Permanente
Piezas encontradas (n=132)
271
Piezas aguardadas (N=2108)
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Relación entre el número de metacarpianos, metatarsianos y falanges completos identificados y número de piezas aguardadas (%) en relación a individuos en la unidad 3 de San Miguel (Lacalle y Guijo 2007b)
1,4 1,2 1 0,8 % 0,6 0,4 0,2 0 Metacarpianos
Falanges mano
Metatarsianos
Falanges pie
Tabla 63. El registro de las evidencias aisladas
Identificación de cada pieza Orientación y evaluación de la zona que nos presenta Grado de buzamiento Identificación del episodio estratigráfico al que se asocia Identificación de las compatibilidades anatómicas con conjuntos primarios de las cercanías Numeración y referencia espacial de la pieza Características antropológicas
deberían estar en función de la importancia histórica del depósito. En las referencias espaciales resultará fundamental explicitar la relación estratigráfica y física que un hueso pueda presentar en relación a otro, buzamiento, orientación e identificación de la zona que nos está presentando en el momento del hallazgo. Un croquis puede ser muy útil en la reasignación.
j. Una ficha de registro La mayor complejidad residiría en la contextualización e inventario. El registro espacial, por lo pormenorizado y la inversión de tiempo, estará en función del interés histórico del contexto o de alguna particularidad única del contexto. El inventario y numeración de los huesos se corresponderán a referencias idénticas, ya sea en forma de siglado provisional o en bolsas señalizadas, aunque el inventario in situ y a medida que se extrae
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LÁMINAS 355 Y 356. A LA IZQUIERDA INHUMACIÓN SECUNDARIA PRODUCTO DE LA REMOCIÓN IN SITU DE UN ESQUELETO COMPLETO Y REDEPOSICIÓN SOBRE LA EXTREMIDAD INFERIOR DE UNA NUEVA INHUMACIÓN SIN PROVOCAR DAÑOS SOBRE ÉSTA. SUJETO ROMANO DE LOS SIGLOS IV-V PROCEDENTE DE OSTIPPO (MI) (LACALLE Y GUIJO 2008a). A LA DERECHA INHUMACIÓN SECUNDARIA ISLÁMICA DE ÉCIJA (PE) PRODUCTO DE LA REMOCIÓN IN SITU DE UN DEPÓSITO PRIMARIO (REGISTRO GUIJO 2003).
LÁMINA 357. DEPOSITO SECUNDARIO ISLÁMICO DE ÉCIJA (PE) PRODUCTO DE LA TRASLACIÓN DE ELEMENTOS ÓSEOS, CON CLARO SESGO ANATÓMICO Y PRESENCIA DE MACROFAUNA ASOCIADA (REGISTRO GUIJO 2003).
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LÁMINA 358. DEPÓSITO SECUNDARIO PRODUCTO DE LA TRASLACIÓN DE RESTOS ÓSEOS. EXISTE UN CLARO SESGO A FAVOR DE LOS ELEMENTOS MAYORES DEL ESQUELETO APENDICULAR (SMR- HUELVA, SIGLO XVI) (LACALLE Y GUIJO 2007b)
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evitar según las condiciones en que se da alguna excavación. Las fosas o estructuras funerarias pueden cubrirse con esterillas que ayuden a graduar los cambios ambientales, siempre que se haga de modo que no caiga peso alguno sobre zonas óseas. Igualmente ocurre en los casos en que de un entorno sedimentario relativamente seco se pasa a un ambiente exterior con mayor humedad.
C. EXTRACCION DE LA EVIDENCIA OSTEOLOGICA RESUMEN Considerando las características anatómicas del material y la diversidad de depósitos que pueden detectarse resulta evidente que no puede abordarse una exhumación a ciegas. En todo este proceso el camino metodológico vendrá dado por la posición del sujeto, las relaciones entre los materiales y la seguridad sobre los límites de las diversas entidades. Podemos hacernos una idea de las consecuencias en una realidad multiforme como un depósito colectivo, de lo que puede representar la ignorancia anatómica como compañera en el proceso de extracción.
b. Consolidación antes del levantamiento 1) Estrategia El contraste entre la identidad real de la pieza, que presupondrá determinadas deducciones morfológicas y sobre la calidad del tejido, las características físicas que presenta en el momento de la extracción y la importancia científica del elemento óseo, ayudarán a definir el tratamiento de preservación más adecuado. Junto a la interacción de estos hechos, la consolidación de la pieza para su levantamiento no podrá dejar de lado otras cuestiones decisivas:
ABSTRACT Considering the anatomical characteristics of the material and the variety of deposits that can be detected clearly not an exhumation can be approached blindly. Throughout this process the methodological way is given by the position of the subject, the relationship between materials and the safety of the limits of the various entities. We can get an idea of the consequences in a multiform reality as a collective deposit of which may represent the anatomical ignorance as a partner in the extraction process. 1. CONSIDERACIONES EXTRACCIÓN
PREVIAS
A
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Las potenciales analíticas sobre el material óseo Determinados análisis podrían verse condicionados por la aplicación de procedimientos consolidantes, de modo que el proceso podría conllevar la toma de muestras o la preservación de ciertos elementos anatómicos.
LA
El grado de reversibilidad de las aplicaciones consolidantes La consolidación del hueso podrá solucionar el problema planteado para su levantamiento pero no tendría que plantearse a costa de inutilizar intervenciones posteriores, haciendo imposible la eliminación del material consolidante o creando dificultades insuperables en tiempo y recursos para la exposición del hueso.
Antes de la extracción es imprecindible contar con la seguridad de que se dan unas mínimas condiciones para conferir al material óseo una mejor resietencia mecánica, lo cual implica evaluar la estructura de los mismos y las condiciones ambientales, tanto las postdeposicionales como las asociadas al momento de funcionamiento del depósito (aunque en este caso resultarán más difíciles) que nos pueden ayudar a elegir uno u otro procedimiento consolidante.
Consideraciones sobre el estudio antropológico Una mayor o menor cercanía al estudio del material extraído puede hacer variar la solución consolidante, de manera que optemos por medios que a corto o medio plazo produzcan los mismos efectos pero que en un tiempo más prolongado no sean la solución más adecuada para mantener la integridad del hueso. La ausencia de garantías sobre la realización de un estudio posterior nos conduce a la necesidad de valorar las circunstancias del depósito, temporal o permanente.
a. Evaluación de las condiciones del entorno ambiental La transición desde el entorno contextual al ambiente de la excavación o el depósito pueden provocar daños en los materiales óseos por los bruscos cambios de humedad relativa y temperatura. La procedencia de un entorno deposicional húmedo exige una paulatina gradación en las condiciones de exposición al ambiente exterior de cara a provocar la evaporación del agua. Si a las condiciones del entorno de procedencia del hueso se añade la repercusión aportada por los descensos de temperatura, la lluvia y la condensación nocturna, los cuidados deben ser extremos para conseguir la máxima pérdida de humedad del hueso empapado. A veces una vez secos los materiales resisten su extracción y transporte con un embalaje correcto. Conviene evitar una exposición directa a una luz solar muy fuerte para evitar la pérdida brusca de humedad, circunstancia difícil de
2) Consolidación ambiental La primera fase de la consolidación vendrá de la gradual adaptación al entorno exterior, en el periodo definido entre la excavación y la extracción y en los momentos subsiguientes a la extracción. A una mayor separación entre el momento de la excavación y la extracción habrá que considerar la protección de la evidencia osteológica
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Planchas de algodón
para que el aire y los cambios de temperatura no añadan nuevas complicaciones, cubriendo la fosa o sepultura. Una vez extraidos los huesos es necesario un periodo de adaptación a la temperatura ambiente, en condiciones que no sean extremas, de modo que se eliminen humedades que puedan llegar al depósito.
Pueden aplicarse en seco, sobre una capa de celulosa o papel no tintado, envolviendo el bulto rígido y como separación entre el hueso y preparaciones rígidas. Asimismo, pueden servir para rellenar cavidades y estabilizarlas.
3) Otros medios de consolidación
Escayola El levantamiento de conjuntos, esqueletos o bultos de buen tamaño encuentra una mayor seguridad en el uso de escayola, siempre que se utilice algún tipo de separación en relación al hueso.
Cabe la posibilidad de tener que recurrir a la adopción del uso de otros medios consolidantes o que ayuden a mantener la integridad ósea de cara a evitar roturas durante el levantamiento. Los tratamientos in situ, ya sean por impregnación o por sujeción mecánica, no han de ser normalmente definitivos sino como prevención momentánea, por lo que deberán eliminarse con facilidad no deben provocar cambios de coloración ni deformaciones y ser reversibles. No debe hacerse una consolidación que obstruya los poros y desencadene en el interior cambios y reacciones adversas e irreversibles.
c. Definición de la evidencia anatómica La definición de los elementos anatómicos ha de afrontarse en dos terrenos, la identidad precisa de los elementos que van a ser extraídos, como medio de tener presentes las diversas características óseas que pueden influir en el proceso de extracción y gestionar la clasificación posterior, y la identidad de la evidencia en el espacio físico del contexto arqueológico.
Medios mecánicos de sujeción En ciertos casos en que no existe forma de evacuar toda la humedad del hueso y del entorno asociado el hueso y el mismo sedimento pueden poseer la suficiente consistencia para una extracción de la pieza. En otras ocasiones el estado de fragmentación del hueso y la imposibilidad de conseguir la adherencia de consolidantes mediante la evacuación de la humedad, es posible levantar un hueso afectado recurriendo a la fijación de su contorno mediante bolsas de polietileno que actúen de retención. Una vez cubierta la superficie del hueso puede recurrirse a la sujeción del material que lo envuelve, y por tanto a la del propio hueso, con algún tipo de cinta adhesiva. Esta posibilidad requiere sin embargo que podamos fijar con absoluta precisión los contornos de la pieza y que una vez completada la extracción se comience la adaptación gradual del hueso al nuevo entorno.
1) Identificación y diferenciación anatómica La identificación anatómica es imprescindible por cuanto los diversos tipos de elementos óseos y las características de su tejido aconsejan una determinada manipulación. El conocimiento de las diferentes articulaciones y de como traban relaciones o establecen unas determinadas sobreposiciones los distintos elementos óseos permite controlar la ejecución de movimientos en el proceso de extracción. Los caracteres demográficos y paleopatológicos introducen otras necesidades decisivas de consideración. La ignorancia de ello tiene como primera consecuencia la uniformización de procedimientos para la extracción de elementos con una resistencia o unas características anatomopatológicas distintas, con ausencia de delimitación precisa de las diferentes realidades anatómicas. La fragmentación del material es el resultado último. En la secuencia extracción-constitución del depósito las características de ciertas zonas anatómicas imponen precauciones parecidas en los diferentes tipos de contextos. Desde la extracción al depósito ha de otorgarse un tratamiento diferenciado a aquellas realidades anatómicas que así lo exijan para evitar confusiones en su identificación, como puede ser el caso de las falanges de manos y pies. Tendríamos así dos requisitos básicos:
Consolidantes
Resinas sintéticas (paraloid b72 o xinocryl 9233x) diluidas en un disolvente orgánico o en emulsión (tolueno o xileno) sobre material seco. Pueden aplicarse directamente sobre el hueso o recurrirse a envolturas, como gasas, sobre el hueso, que aporten una nueva capa rígida. Envolturas
Diferenciación de aquellas zonas con identidad anatómica bilateral: caja costal, extremidad superior y miembro inferior
Celulosa o papel de cocina Suele utilizarse sobre el hueso o bulto (seco) como separación si recurrimos a escayola.
Diferenciación por zonas anatómicas y sectores dentro de ésta, cuyo tratamiento más o menos generalizado o particularizado dependerá de la exigencia que pueda imponer un hueso concreto.
Gasas Se puede recurrir a ellas como separador entre el hueso y pastas consolidantes o como envoltura sobre la que se aplica una solución resinosa.
En el caso de las articulaciones metatarso y metacarpo-falángicas resulta muy útil acometer desde el
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proceso de extracción la diferenciación por tiras, de modo que un metatarsiano o metacarpiano concreto es extraido, o al menos embalado, con la referencia de las falanges proximales, mediales y distales que le corresponden. Los huesos mayores de ambos miembros, una vez establecida la diferenciación por lados y zonas anatómicas, son los que un menor tratamiento como piezas individuales requieren, salvo las impuestas por conservación o caracteres específicos. Otros huesos como la escápula o el coxal sí requieren de un tratamiento totalmente individualizado por su mayor debilidad, al igual que cada elemento costal. Ese tratamiento deberá ser más intenso cuando se den unas condiciones de fragmentación mayor del material.
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la extracción del esqueleto, las posiciones que las diversas zonas anatómicas pueden mostrar oscilarán entre la fidelidad total (circunstancia rara) y un determinado grado de variabilidad (circunstancia usual), bajo los condicionamientos que hemos tratado en los puntos anteriores. d. Procesamiento del material en la extracción y depósito Si bien la utilización de métodos consolidantes puede depender de limitaciones presupuestarias, con un contexto de máxima celeridad muy usual por desgracia en numerosas intervenciones, en ningún caso la extracción debería ir seguida de una actuación desordenada. Suele ser demasiado común acometer momentos después de la extracción el embalado de los restos óseos. En algunos casos se recurre a su colocación en hojas de periódico o en bolsas, sin permitir que durante un tiempo se sequen a temperatura ambiente o pierdan la humedad del sedimento que los envuelve. Las consecuencias son catastróficas puesto que favorecen la aparición de hongos que desintegrarán progresivaente el hueso en el depósito, situación que se perpetuará en los casos en que no se acomete el estudio de los mismos. También resulta usual en estos procederes la ausencia de toda clasificación anatómica a a medida que el esqueleto se va sacando. Esto favorece la confusión y aumenta la posibilidad de mezclar restos ante cualquier eventualidad. Esa improvisación y la ausencia de rigor en la clasificación anatómica a medida que el esqueleto se extrae se intentan fundamentar en necesidades de una mayor celeridad para dspejar el campo de excavación, argumento que no se sostiene. La simple utilización de camas rígidas, como tableros, sobre los cuales se van colocando los huesos a medida que se sacan, permite en un momento dado trasladar al sujeto. En el caso contrario, la profusión de bolsas y embalajes dificultará aún más despejar el terreno. Sobre esa cama rígida los restos encontrarán más facilidades para secarse antes de su embalaje y será más factible la clasificación anatómica.
2) Exposición de las evidencias osteológica El hecho fundamental a tener en cuenta es que la existencia de sedimento que represente resistencia a la movilización provocará que, al levantar el hueso, se desgaje parte de la pieza ósea o se multifragmente. La excavación de la pieza debería haber permitido la máxima claridad anatómica, situación que si no ha tenido lugar habrá que afrontar momentos antes del levantamiento. Resulta imprescindible contar con un espacio perimetral suficiente para movilizar los diferentes elementos óseos con una mínima libertad. Al remover los diversos elementos óseos, la horizontalidad, verticalidad o ángulos en que se ejecuten los movimientos dependerá de las posibilidades que permita la trabazón de los elementos anatómicos y el grado de exposición del esqueleto. El levantamiento de los huesos requiere evitar los movimientos de palanca o hacer presión sobre un punto concreto sin haber liberado de sedimentos todo el contorno o los extremos de la pieza. En ciertos huesos como la escápula, el coxal o los elementos costales los daños pueden ser significativos. En el proceso de extracción las características de una articulación determinada nos pueden plantear problemas para la completa liberación de los huesos que la componen. Tanto en estos casos, como la articulación coxo-femoral, o en otros donde los sedimentos ofrezcan una resistencia importante a la movilización de los huesos, puede recurrirse a la inyección de algún tipo de disolvente en esas zonas, como la acetona o el alcohol, los cuales ofrecen la ventaja de su rápida evaporación sin dejar una humedad excesiva en el entorno. La mezcla de alcohol y agua puede ser útil también aunque dependerá de la conservación de la pieza y lo contraproducente que pueda ser la introducción de mayor humedad. En cualquier caso es necesario contar con una flexibilidad de planteamiento y considerar que raramente se dan casos puros en la forma que se nos presenta un conjunto primario, por cuanto una tendencia dominante en la posición de un cuerpo suele ser compatible con variaciones de zonas anatómicas concretas. Aunque pueden seguirse supuestos teóricos basándonos en las características articulares y en la posición general del cuerpo, siempre deberá prevalecer el análisis de la situación real ante la que nos enfrentamos, por lo que lo habitual implicará una adaptación a la realidad del terreno. Por ello, al abordar la problemática anatómica en
2. EXTRACCIÓN DE UN CUERPO EN DECÚBITO SUPINO La extracción de un conjunto articulado en posición de decúbito supino determina una serie de sobreposiciones anatómicas que hacen más fácil y riguroso el levantamiento desde los pies a la cabeza, desde las zonas distales a las proximales. Las variaciones locales con lateralizaciones parciales exigirán una extracción más conforme a los principios de sobreposición. Podríamos hablar de la siguiente secuencia: a. Pies 1.
277
Extracción de falanges distales, mediales y proximales, seguidas del metatarso, respetando las alineaciones metatarso-falángicas. El grado
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2.
de flexión de las falanges podrían hacer variar el orden. Suelen ser muy frecuentes los derrumbes de falanges y en menor medida de los metatarsianos. Levantamiento del tarso: cuneiformes, escafoides y cuboides, astrágalo y calcáneo por este orden, si bien el giro de la pierna puede hacer que el maléolo interno (tibia) o el maléolo externo (peroné) se sobrepongan al astrágalo, con lo que habría que seguir la lógica estratigráfica.
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la posición de cúbito y radio nos lo adviertan, la ubicación sobre la cavidad abdominal supondrá casi siempre el desplome de los componentes de las manos. La presencia de las manos sobre el pubis, junto a las prevenciones que exige la conservación de una zona tan frágil, suele implicar asimismo su desplome fuera y dentro de la cavidad abdominal. d. Antebrazo, brazo y clavícula La ubicación de los antebrazos sobre el tórax o la cintura pélvica hace indistinto un levantamiento previo o no a ambos fémures. Sin embargo, su situación en extensión a los lados del coxal, requiere de su previa movilización para la extracción del fémur, debido a la tracción lateral y a las remociones necesarias para desalojarlo de la cavidad cotiloidea. En el caso de que la posición del antebrazo sea producto de un movimiento de supinación nos encontraremos que cúbito y radio se nos aparecen por su cara anterior y el húmero pisa al cúbito en la articulación del codo, en cuyo caso se requiere del previo levantamiento del húmero. Si los elementos del antebrazo se nos presentan por su cara posterior radio y cúbito, por este orden, pueden exhumarse previamente al húmero si éste ha experimentado una leve rotación interna en el movimiento de pronación que permita despejar por el lado la cavidad olecraniana. Las facilidades que la situación del húmero deje para la extracción previa del cúbito dependerán de numerosas situaciones intermedias que pueda ofrecer entre la pronación y la supinación. En todo caso las características de la articulación húmero radial y cúbito-radial permiten que sea el radio el primero extraerse. La extracción de cúbito y radio puede tropezar con la dificultad impuesta por un rodamiento de alguno de estos dos elementos al interior de la cavidad pélvica, en cuyo caso la integridad de la misma debería orientar nuestra actuación. Los únicos obstáculos en la extracción del húmero pueden proceder de su proximidad a la caja costal, circunstancia a tener en cuenta en caso de necesidad de rebajar en esa zona. El levantamiento de las clavículas puede verse relegado a la extracción del cráneo, por cuanto éste puede pisar la zona medial de las mismas cuando bascula y cae sobre el pecho o bien cuando lo hace la mandíbula.
b. Huesos de la pierna La lógica estratigráfica impuesta por las relaciones anatómicas nos habla de un secuencia clara: a) Extracción de la rótula b) Extracción de la tibia c) Levantamiento del peroné, que en las inhumaciones en esta posición, en las que además suele existir una leve rotación externa de los huesos de la pierna, queda por debajo de la tibia. La extracción de toda la porción esquelética por debajo de la rodilla habrá posibilitado la creación de un espacio muy útil para desenvolvernos. c. Manos Colocadas sobre la zona abdominal, parte inferior de la caja torácica, sobre el pecho, junto al cráneo o a los lados de las caderas, requieren de un tratamiento similar a los pies. Si aparecen junto a las caderas, aún no existiendo una obstaculización para la extracción del fémur, resulta aconsejable el levantamiento de las manos por las remociones de sedimentos que habremos de realizar en la zona proximal del fémur y en el entorno de la cavidad cotiloidea, antes del levantamiento de fémur y cintura pélvica. Sólo la ubicación por debajo de la cintura pélvica o caja torácica, retrasará su exhumación. La presencia de las manos sobre la caja torácica requerirá de mayor prudencia para operar en una zona de especial fragilidad. En los casos en que exista una integridad articular es importante mantener las referencias longitudinales (articulaciones metacarpo-falángicas), intentando la diferenciación por tiras, tanto en relación a una mano apoyada sobre la zona palmar o dorsal como sobre uno de los lados, procediendo desde las zonas más periféricas de los dedos hasta la muñeca.
e. Fémur La mayor problemática en la extracción del fémur reside en la conformación de la articulación coxofemoral, con la cabeza del fémur engastada en la cavidad acetabular. La ceja y la concavidad cotiloideas impiden el recurso a movimientos verticales para levantar el hueso, por lo cual debe recurrirse a un desplazamiento horizontal del fémur, es decir, contrario a la bóveda de la cavidad cotiloidea. Una presión en sentido perpendicular a la misma podría ocasionar la fragmentación del coxal. Es en la articulación de la cadera donde nos encontramos más frecuentemente con la necesidad de recurrir a la inyección de algún tipo de disolvente o alcohol para acabar con la retención que puede causar el sedimento.
a)
Falanges distales, mediales y proximales por ese orden b) Metacarpianos c) Carpo El caso de mayor difircultad para exhumar las manos de un sujeto en decúbito supino procederá de la posición de sus elementos sobre el coxal. La posición de las manos en la zona iliaca se relacionará en la mayor parte de los casos con la integridad articular. Por el contrario, cuando 278
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f. Cintura pélvica y sacro
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almismo tiempo de la zona mandibular y de tod ala porción que apoye sobre el suelo bastarán suaves movimientos de palanca, siempre que no se apliquen fuerzas excesivas en un punto determinado.
Una vez extraidos ambos fémures la zona más delicada se localiza en el entorno del pubis y en la articulación con el sacro. La zona central del coxal, en torno a la cavidad cotiloidea, es la que mejor soporta las presiones desde abajo para el levantamiento de la pieza. En todo caso, la mejor garantía de preservación parte de la extracción diferenciada de cada lado, lo que exigirá la clara delimitación de las zonas laterales. Los rebajes a los lados de la pirza serán fundamentales dada la sobreposición de las alas sacras sobre la superficie auricular del ilion, lo cual aconsejará que la primera porción del coxal a exhumar reciba cierto desplazamiento lateral. Una vez levantado uno de los dos coxales el proceso puede ir seguidode la extracción del sacro como mejor modo de facilitar la remoción del otro coxal. El levantamiento del sacro de manera previa a los coxales resulta imposible por la dificultad de trabajar desde el perímetro del mismo, de modo que sólo el extremo del coccix presenta una pequeña zona accesible, aunque su proximidad en línea vertical con la sínfisis púbica desaconseja cualquier actuación. Sólo en casos anómalos derivados de alteraciones postdeposicionales, como la ausencia de cuerpos lumbares, facilitaría una zona de acceso.
h. Esternón y caja costal Una vez delimitado el perímetro de la caja torácica y facilitada la existencia de un amplio espacio en su contorno, el esternón (incluyendo el manubrio, cuerpo y quizás el apéndice xifoides) es el previo obstáculo a la extracción de la caja costal. Su componente esponjoso y su sobreposición a las costillas, así como la posible anquilosis de sus componentes, exigen un cuidado especial en su levantamiento. En un sujeto en decúbito supino la caja costal resulta de más fácil extracción desde la zona superior a la inferior, comenzando por la primera costilla para ir descendiendo por la caja torácica primero en un lado y luego en el restante. Es básico establecer la diferenciación por orden de costillas y por lados, puesto que los fragmentos costales, sin establecer la comparación entre piezas íntegras, resultan de imposible identificación. Ha de darse una completa exposición del contorno costal hasta el nivel de base y en sus extremos para evitar toda fractura, sin que debamos olvidar las informaciones demográficas y la cautela que supone la definición de las zonas esternales. En el proceso de levantamiento de una costilla las roturas perpendiculares al fuste del hueso representan la mejor posibilidad de restauración. Sin embargo, las roturas y astillamientos paralelos al eje mayor de la costilla darán lugar a destrucciones casi irreversibles.
g. Cráneo En un cuerpo en posición de decúbito supino el levantamiento del cráneo podría abordarse en cualquier momento, circunstancia que dependerá esencialmente de la disponibilidad de espacio para acometer las operaciones necesarias. La fragilidad de los huesos orbitarios aconsejará la evacuación del sedimento antes de que se endurezca o recurrir a procedimientos para ablandarlo, evitando que las paredes se hundan. Los arcos cigomáticos y la base anular del occipucio constituyen otros puntos de especial debilidad a tener en cuenta. Las tracciones hacia arriba del esqueleto facial son especialmente peligrosas, pudiendo provocar el desprendimiento de los arcos cigomáticos y huesos malares, con el consiguiente daño a la zona orbitaria. En el caso de que el sedimento impida la separación de la mandíbula y el maxilar superior ha de asegurarse la zona de los cóndilos maxilares para evitar su rotura. El desprendimiento de la mandíbula y su caída sobre la parte superior del tórax facilita la extracción de la caja craneal. Por el contrario su extracción se complica cuando el deúbito supino del cuerpo se ve acompañado del giro del cráneo hacia un lado, lo cual podrá llevar al levatamiento del cráneo al mismo tiempo que la mandíbula. En la proximidad del paladar y zona anterior cervical podemos encontrar evidencias de calcificación del cartílago tiroides y del hioides. Una vez considerado el grado de fragilidad de la zona facial y la posible consolidación previa la major manera de exhumar el cráneo vendrá dada por rebajes en la zona posterior del mismo, socavando progresivamente su apoyo sedimentario, hasta que descanse simplemente sobre la escama occipital. Asegurando la movilidad
i. Escápulas La escápula podrá mantener mejor su integridad mediante la aplicación de productos consolidantes, acompañados o no de gasas, sobre todo en su porción central. Para el levantamiento será importante socavar unos centímetros por debajo de la cara sobre la que se apoyan, evitando así presiones excesivas sobre un hueso de mínimo grosor, y teniendo en cuenta que el punto de máxima proyección inferior en este plano está representado por la espina. Una vez asegurada la estabilidad de la zona central la elevación de la escápula se podrá realizar con una pequeña presión desde la zona glenoidea, que constituye el punto de máxima resistencia. Cualquier intento de levantar la pieza ejerciendo palanca en el ángulo inferior o en el lado opuesto a la zona glenoidea suele conducir a roturas. Si no se asegura una respuesta homogénea de toda la escápula el centro de la misma puede quedar pegado al sedimento. La fragilidad del omóplato puede hacer aconsejable mantener el sedimento por debajo al extraerlo, siempre que el hueso se coloque sobre una superficie rígida y se proceda de manera inmediata a la eliminación de la tierra. En sujetos en esta posición el levantamiento de estos huesos va precedido de la extracción de cráneo, clavícula, zona superior de las costillas, por las sobreposiciones que estos presentan, y del húmero, como factor limitante en la clarificación de su contorno. 279
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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cuerpos mediante el ablandamiento del sedimento es muy útil el empleo de alcohol. La extracción no tiene por qué acometerse vértebra a vértebra sino que, una vez asumida la problemática que puede plantear la relación anatómica, puede abarcar varias piezas vertebrales formando un bloque, posibilidad que puede contribuir al mantenimiento de la integridad más que una individualización exhaustiva que tropieza con la difícil delimitación de la zona posterior. En los casos en que exista un deterioro de las evidencias vertebrales, la adopción de procedimientos de inmovilización será inevitable. En este caso la consolidación o fijación debería abarcar hasta las apófisis transversas para evitar roturas por las zonas de los pedículos. Aunque el decúbito supino representa una posición relativamente estable el planteamiento metodológico en la extracción de la evidencia esquelética debe considerar variaciones locales en los miembros, compatibles con las posibilidades dinámicas de una articulación concreta. Las situaciones que pueden presentarse se corresponden en su integridad con el decúbito lateral en cráneo, tronco o extremidad inferior.
j. Columna Una vez completada la extracción de la caja costal puede acometerse el levantamiento de la columna procediendo desde la parte lumbar hacia la zona cervical. En la posición de decúbito supino cualquier presión lateral puede provocar la separación entre el cuerpo y el arco. De forma previa al levantamiento de la pieza habrá que tener la seguridad de haber liberado de sedimento los procesos espinosos, transversos y articulares, cuya retención podría provocar el desprendimiento del arco posterior. El mismo sedimento que contiene el conducto vertebral puede servir de refuerzo. La delimitación de cada elemento vertebral desde la zona inferior nos permitirá ver la zona ocupada por los procesos espinosos y calcular mejor los movimientos. En el plano inferior serán las apófisis espinosas lumbares las más prominentes, mientras que las dorsales se caracterizarán por invadir una parte de la zona posterior de la vértebra inferior. Las apófisis espinosas cervicales, y más que ellas el arco posterior, presentarán una mayor fragilidad. Para la liberación de los distintos
LÁMINA 359. LA EXTRACCIÓN DE UN ESQUELETO EN DECÚBITO SUPINO DESDE UN CASO ARQUEOLÓGICO (MSC) (GUIJO Y LACALLE 2006a)
Tabla 64. Secuencia de exhumación desde un caso arqueológico
280
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro….. Orden secuencia 1 2 3 4 5 6
7-9
Zona
Orden secuencia
Pies (Por alineación de metatarso y falanges) 1. Falanges 2. Metatarso 3. Tarso Rótulas Tibia (superpuesta al peroné) Peroné (bajo la tibia)
3. EXTRACCIÓN DE DECÚBITO PRONO
UN
CONJUNTO
Zona
13
Cintura pélvica 1. Coxal izquierdo o derecho 2. Sacro 3. Coxal izquierdo o derecho Húmero Clavícula Esternón y costillas (de arriba hacia abajo y por lados) Escápulas
14
Cráneo
15
Columna (de abajo hacia arriba y por sectores). La lumbar y dorsal no ofrecen problemas para su extracción antes del cráneo y las cervicales después
7-9 10 11 12
Fémures Manos (sobrepuestas a la columna y coxal) (Por alineación de metacarpo y falanges) 1. Falanges 2. Metacarpo 3. Carpo Antebrazo (el izquierdo sobre la columna) 1. Radio 2. Cúbito
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extracción de la tibia debe tener en cuenta la posibilidad de un desplazamiento inferior de la rótula.
EN
c. Manos a. Pies Su levantamiento puede ser necesariamente anterior al del fémur si se encuentran a los lados de la cadera o sobre la zona superior del muslo, considerando las operaciones que han de ejecutarse a los lados de los fémures. El proceso de extracción debe respetar las alineaciones de los diversos segmentos metacarpo-falángicos. En los casos de inhumaciones en decúbito prono documentadas en Sevilla entre el siglo I y el XVIII es frecuente la proyección de antebrazos y manos hacia las zonas posterolaterales de las caderas y parte inferior del tórax. Si estos elementos se adosan a la zona anterior de tórax o cintura pélvica podría postergarse su exhumación hasta completar el levantamiento de toda la extremidad inferior, cintura pélvica y parte de la caja costal.
La primera necesidad viene dada por el respeto a las alineaciones metatarso-falángicas. La prioridad de extracción de los diversos elementos del tarso vendrá dada por la mayor o menor exposición plantar. Puede darse el caso de que el calcáneo aparezca como el elemento más cercano a nuestra perspectiva y se sobreponga claramente al resto del tarso y metatarsianos. También en los casos en que exista una marcada flexión de la zona metatatarso-falángica con respecto al tarso supondrá la superposición de este último con respecto a los metatarsianos. La marcada curvatura que pueda presentar la zona plantar podría hacer aconsejable la previa extracción de las falanges. Se trataría en todo caso de mantener la secuencia de las mismas y los metatarsianos. Así, considerando la posición más usual del pie en el decúbito prono, con la zona distal del tarso depremida en relación al resto, tendríamos que considerar la siguiente secuencia en la extracción:
d. Antebrazo Al referiros a la posición de las manos ya nos hemos referido a casos frecuetes en los que el sujeto en posición de decúbito prono presenta la extremidad superior extendida hacia la zona posterior, de modo que manos y antebrazos se apoyan sobre la zoa posterior de la cadera o fémur. Bajo estas circunstancias el levantamiento de los antebrazos precederá a la extracción de la cintura pélvica e incluso del fémur. Si el sujeto presenta la supinación del antebrazo (huesos paralelos entre sí), con la presentando la mano su zona dorsal, será indistinto el orden de extracción de cúbito y radio. La existencia de semipronación o pronación (en la que se nos presentará la mano por su zona palmar) implicará la superposición del cúbito al radio como condicionamiento en la extracción.
a) Calcáneo b) Falanges distales, mediales, proximales y metatarsianos correspondientes por este orden c) Cuneiformes, cuboides, escafoides y astrágalo por este orden b. Piernas En la posición anatómica más usual la ubicación del peroné en una posición levemente retrasada en relación a la tibia, lo que lo aproxima en mayor medida a nuestra perspectiva, le convierte en la primera pieza a levantar, si bien el grado de rotación de la pierna con respecto al muslo es el que establece la prioridad estratigráfica. La
e. Coxales y sacro
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
En el decúbito prono de la cintura pélvica el riesgo de rotura de la zona del foramen obturador, que representa la cota más baja del coxal en esta posición, a causa de presiones verticales excesivas. El mantenimiento de la integridad articular implica la superposición de ambos coxales sobre el sacro, aunque en ocasiones la cintura pélvica sufre desplazamientos laterales de la zona iliaca o el desplome de la zona superior del sacro acompañando a la porción lumbar de la columna. Este hecho facilitará un mejor acceso a los elementos de la cintura pélvica. Si la extracción del sacro resulta factible podrá controlarse en mayor medida el riesgo de daños sobre la zona púbica. En las fases previas al levantamiento de los dos coxales es esencial despejar en lo posible de sedimentos las zonas laterales, hasta alcanzar el nivel de base sobre el que se apoya el hueso, evitando imprimir movimientos perpendiculares a la superficie del hueso y contando con la posibilidad de consolidaciones preventivas que con las que el hueso soporte mejor las cargas. En el momento de levantar los dos coxales resulta básico evitar que el peso del sedimento sobre las fosas iliacas desgaje el ilion, el isquion o el pubis, así como realizar movimientos del hueso sin asegurarse de que la liberación de los sedimentos permita respuestas sincrónicas de todas sus zonas.
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intercostales podremos acceder a la cara anterior de la escápula. h. Caja costal La cara posterior del tórax nos presenta en la línea media la columna y a los lados las costillas, que conformarán el límite lateral de toda esta región. Los contactos articulares de las costillas con la columna tienen lugar entre las apófisis transversas de las vértebras con la tuberosidad costal, en la zona posterior, y por delante se establecerán entre la cabeza costal y las semicarillas que presentan los cuerpos. Esto determina que las apófisis transversas de la columna se sobrepongan a la cabeza costal, pero tembién que la conexión anatómica en esta zona represente un impedimento para la movilización de las vértebras. A la hora de considerar si hemos de levantar en primer lugar la columna o la caja costal hemos de considerar una serie de posibilidades: a) La dificultad de exhumar las vértebras dejando intactas las costillas Este hecho viene dado por el riesgo de dejar en el aire los extremos articulares costales en caso de que pudiésemos extraer las vértebras. Implicaría además una mayor ralentización del proceso.
f. Fémur b) El grado de inclinación del tórax Puede contituir el fundamento orientativo esencial, en cuanto que la existencia de cualquier lateralidad leve nos llevará a la secuencia ideal de extracción, lado costal más elevado, columna y zona costal situado en la cota de base.
La orientación de las cavidades cotiloideas hace que exista una superposición del coxal en relación al fémur, de forma que la exhumación de éste puede acometerse si se libera de forma suficiente el entorno de la cavidad cotiloidea, para extraer la cabeza del fémur en un movimiento lateral y oblícuo hacia abajo. Esto implicará la previa liberación de condicionantes impuestos por manos o antebrazos y de despejar de sedimentos una zona más profunda, que permita ejecutar los movimientos necesarios. En el caso de que esto no sea posible la exhumación del fémur deberá aguardar al levantamiento de la cintura pélvica. Las dos posibilidades pueden darse en la extracción de individuos en esta posición e incluso cabe la posibilidad de que un fémur pueda extraerse antes del coxal y otro después, dependiendo de basculamientos del coxal.
La extracción de la caja costal implica la realización de rebajes perimetrales hasta el nivel de base de las costillas, una vez solventados los problemas que puedan plantear las piezas que integran la extremidad superior, única zona anatómica que condicionará la actuación sobre los elementos costales. Dada la forma en que se relacionan los diversos elementos costales en un sujeto en decúbito prono, con sobreposiciones de una costilla sobre otra (en relación a nuestra perspectiva vertical) a medida que descendemos, el procedimiento lógico de extracción es proceder desde las costillas flotantes hacia la zona superior del tórax, diferenciando ambos lados. La necesidad de crear espacios puede hacer aconsejable alternar el levantamiento de elementos costales de ambos lados así como de vértebras. La extracción de la columna lumbosacra pude preceder sin problemas a la caja costal, con lo que aumentará la disponibilidad de espacio.
g. Escápula y húmero Frente a lo que ocurría en la posición de decúbito supino nos encontramos la superposición de la escápula sobre la parte posterior de la caja costal. El omóplato no se ve obstaculizado por ningún elemento para su extracción pero sí puede condicionar el levantamiento del húmero, por la obstaculización que puede suponer el acromion si existe una mayor elevación del borde interno. La relación de superposición que establece la escápula en relación a la zona superior de la caja costal requerirá de su previa extracción. La adherencia que puede presentar la fosa subescapular a la parte posterior costal puede aconsejar la consolidación de toda la zona comprendida por debajo de la espina y proceder con cuidado extremo a movilizarla. A través de los espacios
i. Columna La extracción de la columna en sujetos en decúbito prono puede abordarse desde abajo hacia arriba, al mismo tiempo o después de actuar sobre la caja costal, o desde arriba hacia abajo, tras el levantamiento del cráneo. La disponibilidad de espacio para desenvolvernos marcará en gran medida el camino a elegir pero además habrán de
282
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
considerarse ciertos condicionamientos anatómicos impuestos por las conexiones articulares. Contando con que el cráneo presente un decúbito prono completo y tenga que aguardar hasta el final para su extracción, o que no contemos con espacio para actuar desde la zona cráneo cervical, el proceso más lógico implicará el levantamiento en este orde de la zona lumbar, dorsal y cervical, desde abajo hacia arriba, tras la extracción de las costillas o acometiéndola de manera alterna a la columna, siempre con los elementos costales que correspondana a cada dorsal por delante. En la zona lumbar los procesos espinosos presentan una horizontalidad que no planteará ningún problema se superposición, a lo que se añade la ausencia de potenciales complicaciones inducidas por las costillas. En el tramo dorsal sí nos encontraremos con la necesidad de tener en cuenta a los elementos costales. Entodo el recorrido dorsal y en las últimas cervicales habrá que considerar la sobreposición que se establece entre los procesos espinosos, de manera que a medida que avanzamos hacia la zona vertical cada arco posterior se superpone a la vértebra inferior. Este procedimiento constituye el método más rápido y limpio. La extracción de la columna desde arriba abajo, también previa extracción de las costillas, dependerá de la extracción del cráneo, para la que habrá que considerar fundamental la disponibilidad de espacio, sobre todo en la posición de decúbito prono. El inconveniente es que el levantamiento de las cervicales dependerá de los movimientos anteriormente ejecutados con la exhumación del cráneo, que pueden haber conllevado la remoción de vértebras y su rotura. Este hecho estará en función de la precisión que podamos tener en la definición de las cervicales.
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j. Clavículas y esternón En una posición de prono el esternón y las clavículas constituirán los elementos más profundamente situados. En el caso del esternón la exhumación del tramo dorsal superior exigirá las máximas precauciones. Dependiendo de las exigencias en la exhumación del cráneo el levantamiento de estos elementos podrá ser anterior o posterior al mismo. k. Cráneo La literalidad del decúbito prono en lo que a la caja craneal se refiere conlleva que las relaciones de sobreposición que establece la columna cervical determinan la exhumación posterior del cráneo, a no ser que circunstancias de peso señalen al cráneo como prioridad absoluta. La necesaria definición de la potencia vertical que ocupa el cráneo en su contorno, con especial atención al macizo facial, exige la prioritaria exhumación de la columna cervical. Lo contrario supondría sacrificar el tramo cervical para salvar la mandíbula o bien recurrir a un movimiento muy complejo para levantar el cráneo sin arriesgar las cervicales. Por contra, cuando se da una lateralización del cráneo y contamos con la seguridad de la ubicación del esqueleto facial, evitando la sobreposición de las cervicales sobre la mandíbula, sí resulta más plausible la exhumación en primer lugar del cráneo. Dentro de la flexibilidad que hay que considerar ante las variadas situaciones determinadas por posiciones anatómicas anómalas, compatibles o no con las posibilidades dinámicas de una articulación, el decúbito prono puede ser compatible con posiciones individuales de miembros en decúbito lateral. Extremidad inferior, tronco o cráneo son las localizaciones que más frecuentemente muestran desviaciones en este sentido.
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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LÁMINA 360. LAEXTRACCIÓN DE UN ESQUELETO EN DECÚBITO PRONO DESDE UN CASO ARQUEOLÓGICO (CR) (GUIJO 2002c)
Tabla 65. Secuencia de exhumación desde un caso arqueológico Orden secuencia 1
2 3 4
5
Zona y relaciones
Orden secuencia
Pies 1. Pie derecho 2. Alineaciones de falanges y metatarsianos 3. Tarso 4. Pie izquierdo (en la misma secuencia que el derecho) Tibia y peroné 1. Lado derecho 2. Lado izquierdo Fémur derecho (se sobrepone levemente a la zona distal del izquierdo y a la mano derecha)
10
Escápulas
11
Caja costal derecha (se superpondrá parcialmente sobre la clavícula de este lado)
12
Fémur izquierdo (parte de la zona distal está por debejo del fémur derecho)
13
Mano derecha (adosada a coxal y fémur derechos) 1. Articulaciones lineales de falanges y metacarpianos
14
284
Zona
Mano izquierda (colocada bajo la caja costal derecha) Columna (los procesos transversos izquierdos se sobreponen parcialmente a las costillas de ese lado y los cuerpos pueden aparecer sobre esternón y zona medial de la clavícula) Esternón
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
6 7-8 9
2. Carpo Antebrazo derecho (dificulta los rebajes junto al coxal del mismo lado)
15
Cintura pélvica 1. Coxal 2. Sacro
16
Húmeros
17 18
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Clavícula derecha (si persiste la articulación con el esternón su zona medial alcanzaría la zona anterior de la columna) Caja costal izquierda (en algunas zonas bajo los procesos transversos vertebrales y una superpuesta a la clavícula de ese lado) Antebrazo izquierdo (colocado bajo la caja 1. costal izquierda y la columna) 2. Clavícula izquierda Cráneo (tras la exhumación de las cervicales)
4. EXTRACCIÓN DE UN CUERPO EN DECÚBITO LATERAL
cavidad cotiloidea. Es necesario evitar excesivas presiones verticales en este proceso para no provocar la rotura del coxal.
a. Pies
El levantamiento del fémur situado en un plano inferior podría implicar un momento posterior a la extracción de toda la extremidad inferior del lado contrario, la cintura pélvica e incluso de la zona inferior de la columna vertebral en los casos de decúbito lateral extremo. La separación entre cavidad cotiloidea y fémur en el lado que nos señala el decúbito lateral (zona inferior) encuentra más dificultades que el lado antagonista.
El lado más elevado señalará la prioridad en la extracción del pie y el grado de buzamiento e inclinación lateral del mismo determinará el orden en la extracción del tarso y de las alineaciones metatarsofalángicas. A una mayor separación en el plano horizontal de los dos lados y a la inexistencia de superposición entre el lado derecho y el izquierdo, aunque queden situados a diferentes alturas, podrá optarse por el levantamiento de cualquiera de los pies. Sin embargo, la existencia de una mayor grado de flexión del lado situado en el plano inferior en relación al superior, puede determinar que el pie quede bajo la tibia, peroné e incluso el fémur del lado colocado por encima, de modo que el levantamiento de los elemenos óseos del lado a niel inferior se pospondría a la íntegra extracción del superior.
e. Manos La extracción de la mano situada en un plano superior puede preceder a la extracción del fémur si aparece ubicada sobre la cadera o en la cercanía. Si no se ha producido su desarticulación las falanges pueden estar adosadas a la cara lateral del fémur o de la cadera. A mayor cercanía a la zona interior de la cintura pélvica las desarticulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas (sobre todo) serán más factibles. La recuperación de las alineaciones entre metacarpianos y falanges será más factible en el lado situado en un plano más inferior, donde la mano puede situarse sobre la zona iliaca o aparecer bajo el ilion (posición más frecuente), asegurándose en mayor medida la inmovilización anatómica.
b. Rótula El levantamiento de tibia y peroné en cada lado deberá ir precedido de la extracción de la rótula. c. Tibia y peroné Teniendo en cuenta las mismas circunstancias planteadas ante la extracción de los elementos del pie, relacionadas con el mayor o menor grado de superposición, diferencias en el plano horizontal y grado de flexión, la lógica anatómica nos pondrá ante el peroné como el primer elemento a levantar en el lado situado a una cota más alta y en la tibia en el lado sobre el que se apoya el cuerpo. De este modo, cabe considerar una extracción alterna entre los dos lados si el grado de flexión de los elementos situados en un plano más bajo no nos obliga a aguardar la extracció del miembro superpuesto.
f. Pelvis La proximidad o superposición de manos y antebrazos requerirá de su previo levantamiento. En el coxal situado en un plano más bajo la extracción puede llegar a ser posterior a la del resto de la cintura pélvica, e incluso de parte de la columna. En el decúbito lateral más acentuado este proceso puede hacer necesaria la remoción previa de la caja costal del lado más elevado. A mayor basculamiento anterior o posterior encontraremos más facilidad para la extracción. En el coxal situado en el plano superior, una vez levantado el fémur y perfilado el contorno, sobre todo hasta la zona ilíaca correspondiente a la superficie auricular, será fundamental el despegue de la articulación sacroilíaca. La remoción de sedimentos en la base de la pieza deberá tener encuenta la especial fragilidad de la sínfisis púbica. Si se ha producido un vuelco posterior en diversos grados podríamos encontrarnos ante la necesidad
d. Fémures La extracción del fémur correspondiente al lado más elevado dependerá de la situación de las manos. La colocación de la misma sobre la cadera implicará una previa extracción de ésta e incluso podría obligar al levantamiento del antebrazo. Los mayores problemas los encontraremos para liberar la cabeza femoral de la
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
de levantar primero el sacro. La extracción de esta pieza debe contemplar la contigüidad de la zona auricular en relación a cualquiera de los dos coxales. Si esta posibilidad no resulta factible por las limitaciones de espacio que impone la cavidad pélvica la extracción del coxal más elevado dependerá de movimientos en sentido posteroinferior, una vez asegurado el despegue de la zona auricular. La existencia de basculaciones anteriores facilitará el levantamiento pero dificultará la separación de los componentes articulares sacroiliacos. Al intentar soltar el sedimento bajo la fosa ilíaca será necesaria una precaución para no dañar el hueso. Una vez perfilados los contornos y ablandada la resistencia del sedimento, la elevación del hueso a partir de la zona contraria a la cavidad cotiloidea (línea innominada y eminencia iliopectínea) representará la mejor opción. Las tracciones desde la zona ilíaca pueden llevar a la completa separación del ilion en relación a isquion y pubis; desde el pubis pueden llegar a fragmentar el contorno óseo que define el foramen obturador. En el coxal situado en un plano más bajo el movimiento de elevación debe ejecutarse desde la zona de la cavidad cotiloidea.
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costal situada en un plano más inferior dependerá de la extracción previa de la columna, clavícula del mismo lado y quizás del cráneo. El proceso será anterior al levantamiento de la extremidad superior del mismo lado, ubicada en casi todos los casos al exterior de la caja costal. j. Columna La extracción de la columna deberá ser posterior a la caja costal, extermidad superior y coxal de la zona más elevada del cuerpo, pudiendo procederse desde abajo hacia arriba. La mayor lateralidad nos exigirá tener en cuenta la relación de los procesos transversos y las costillas al remover el sedimento antes de la extracción. Los grados en el vuelco anterior o posterior del tórax nos llevará a adiptar las consideraciones que nos imponga la cercanía al decúbito supino o al prono. k. Escápula
En la posición de decúbito lateral o con ligera basculación posterior del cuerpo, la extracción de la clavícula precederá al levantamiento de la caja costal. A medida que se incremente la basculación hacia la zona anterior del cuerpo nos podremos encontrar ante la necesidad de levantar primero la caja costal.
En el decúbito lateral puro la zona escapular más próxima en el lado más elevado está representada por el acromion, apófisis coracoides, zona glenoidea y borde axilar. Si se encuentra totalmente adosada a la caja costal las mayores dificultades vendrán dadas por la necesidad de despegarla en relación a los fustes de las costillas. Los mismos espacios inetrcostales pueden facilitarnos el acceso para facilitar la remoción. En función de las posibilidades que nos permita la posición del cuerpo podremos optar por levantar el omóplato antes o después de las costillas. Un mayor vuelco del cuerpo sobre su parte anterior nos obligará a utilizar los espacios intercostales para despegar primero la escápula. Por el contrario, los vuelcos en diverso grado sobre la zona posterior del cuerpo nos permitirán levantar primero las costillas. Las argumentos anteriores se aplican casi en exclusiva al lado más elevado de la escápula, puesto que en el lado contrario la cota y las superposiciones convierten quizás al omóplato situado en un plano más bajo en la última pieza a extraer. En cualquier caso, suele ser frecuente en los sujetos en decúbito lateral un desplazamiento de la escápula con respecto a la zona costal posterior, lo que facilitará nuestras operaciones. En el lado más elevado la tracción desde la zona axilar o glenoidea, combinando un movimiento posteroinferior, garantizará más la conservación del hueso. En el hueso situado en u plano más inferior la tracción deberá efectuarse desde la zona más inferior, también correspondiente a la zona axilar y cavidad glenoidea, ejecutando un movimiento de elevación.
i. Caja costal
l. Cráneo
En casi todas las posibilidades su levantamiento habrá de esperar a la extracción de clavícula, húmero, antebrazo y manos en el lado más elevado. Si existe un vuelco anterior del cuerpo la escápula puede superponerse. La remoción podrá realizarse de arriba hacia abajo en casi todas las posibilidades, siempre que no se haya producido un completo basculamiento anterior del tórax. La caja
La extracción del cráneo puede acometerse en cualqueir momento si no existen condicionamientos provocados por la cercanía de otros elementos anatómicos. Si no existe una intencionalidad en la colocación del cuerpo en decúbito lateral la independencia de la caja craneal con respecto al hombro es mayor. La intencionalidad ritual a la hora de disponer un cuerpo en decúbito lateral puede
g. Antebrazo y brazo La superposición o adosamiento a la pelvis puede hacer prioritaria su extracción. En función de las relaciones de superposición que se establecen entre cúbito y radio y entre éstos y el húmero nos vendrán dadas las prioridades en el proceso de extracción. La mayor exposición de la cara anterior del húmero, sea cual sea el grado de rotación de antebrazo, hará que el cúbito sea el último elemento extraído, una vez liberada el olécranon del extremo distal del húmero. La mayor exposición de la cara posterior del húmero, y por tanto de la cavidad olecraniana, convertirá a este hueso en el último elemento a extraer tras cúbito y radio. Si ha tenido lugar un basculamiento anterior o posterior del tronco la extracción del lado situado en un plano más bajo no dependerá de la superposición de otros elementos anatómicos. h. Clavícula
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
llevar a la colocación del cráneo sobre el hombro situado en un plano más bajo. En los casos en que no media una intencionalidad ritual el decúbito lateral del reato del cuerpo puede ir asociado a un cráneo con la zona facial vuelta hacia arriba. El levantamiento de un cráneo en decúbito lateral deberá tener en cuenta la mayor fragilidad del arco cigomático. Puede ser aconsejable una extracción incluyendo una capa de sedimentos como seguridad, que
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no conlleve un oeso excesivo, que se eliminará una veza alzada la pieza. En definitiva, en la extracción de sujetos en decúbito lateral como posición general que presenta el cuerpo los planteamientos metodológicos habrán de ajustarse a una mayor variabilidad en cuanto a las posiciones anatómicas que podemos aguardar en las diversas zonas esqueléticas, a causa de la aproximación o posición intermedia que puede llegar a mostrar con el decúbito prono o el supino.
LÁMINA 361. LA EXTRACCIÓN DE UN ESQUELETO EN DECÚBITO LATERAL DESDE UN CASO ARQUEOLÓGICO (PP07-10) (GUIJO Y LACALLE 2008a)
Tabla 66. Secuencia de exhumación desde un caso arqueológico Orden secuencia 1 2 3
Zona y relaciones
Orden secuencia
Pies (por alineación metatarso-falángica) 1. Izquierdo 2. Derecho Tibias y peronés 1. Izquierdo 2. Derecho Rótula derecha
287
Zona
9
Húmero izquierdo (sobre caja costal izquierda)
10
Clavícula izquierda
11
Caja costal izquierda (bajo húmero izquierdo) Columna
Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
4
Fémur y rótula izquierdos
5
Fémur derecho
6
Antebrazo izquierdo (sobre zona sacrolumbar, coxal y cavidad abdominal) Coxal izquierdo (bajo antebrazo izquierdo y superpuesta al sacro)
7
8
12 13-14
Mano izquierda (desplomada al interior de la cavidad pélvica)
15 16-17
18
Juan M. Guijo Mauri
Sacro 1. 2. Lumbares 3. Dorsales 4. Cervicales Coxal derecho-mano derecha (por alineación metacarpo-falángica) Cráneo Clavícula y caja costal derechas Extremidad superior derecha 1. Radio 2. Húmero 3. Cúbito 4. Escápula
LÁMINAS 362-364. CONSOLIDACIÓN DE DIVERSOS SEGMENTOS ANATÓMICOS EXTRAÍDOS EN BLOQUE (PE, ÉCIJA), MEDIANTE EL AUXILIO DE PLANCHAS DE ALGODÓN Y UNA CAMA RÍGIDA DE ESCAYOLA SUPERPUESTA (REGISTRO GUIJO 2003)
LÁMINAS 365 Y 366. CONSOLIDACIÓN PARA LA PRESERVACIÓN DE LA BÓVEDA CRANEAL EN PELIGRO DE DESMORONAMIENTO (PE, ÉCIJA) (REGISTRO GUIJO 2003)
que alternar una y otra vez excavación, registro y extracción.
5. EXTRACCIÓN DE EVIDENCIAS AISLADAS. CONTEXTOS SECUNDARIOS
a. La conformación del depósito en el proceso de extracción
La mejor situación estará representada por la presencia de evidencias secundarias aisladas o que no conformen una gran acumulación. Cuando nos encontremos ante depósitos de gran potencia la constante aparición de elementos ocultos hasta el momento hará que tengamos
La existencia o no de intencionalidad en la forma en que se nos presenta una acumulación osteológica, o de un orden determinado en la formación de un depósito,
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
determinarán la estrategia de extracción. La ausencia de cualquier patrón puede llevarnos a dar prioridad a una estrategia en base al espacio disponible, accesos y zonas de circulación en el entorno. Se tratará de discernir en este punto la aplicación de un método que considere sólo la exhumación del hueso o que tenga en cuenta la existencia de diversos tipos de depósitos o diferentes patrones acumulativos. La forma en que se agregan los diversos elementos al depósito, considerando las vías de acceso, nos hablará de unos determinados mecanismos en la acumulación, que puede responder a un patrón detectable o a una ausencia total del mismo. Podríamos encontrarnos ante una estratigrafía horizontal de lo más convencional, un funcionamiento concéntrico o deposiciones acompañadas de recolocaciones o ante una total ausencia de organización, tanto osteológica como estratigráfica.
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c. Manipulación del material En este tipo de acumulaciones, además de las consideraciones estratigráficas, sólo las características de cada hueso derivadas del tipo de tejido, condición demográfica, patológica y daños ambientales, así como la lectura de las consecuencias que su exhumación puede desencadenar en el resto de la acumulación, nos marcarán el orden y forma de extraerlo. d. Clasificación e inventario La clasificación por zonas anatómicas y unidades sedimentarias de las evidencias extraídas puede abordarse a medida que se va extrayendo las piezas, pudiendo utilizarse un tablero o una superficie rígida en la que el material pueda perder su humedad. Este proceso facilitará el almacenamiento de los restos teniendo en cuenta la resistencia de los mismos, la zona anatómica, posibles atribuciones individuales o en base a aspectos antropológicos y paleopatológicos. La utilización de soportes rígidos sobre los que ir colocando las diversas piezas de una unidad estratigráfica nos proporcionará un escenario óptimo para el secado a temperatura ambiente, así como nos permitirá abordar una clasificación preliminar de cara al depósito de los elementos anatómicos, con la posibilidad de percibir mejor unas relaciones demográficas o un comportamiento de la acumulación.
b. Clarificación de las distintas acumulaciones y piezas En términos generales la definición precisa de los límites de la acumulación nos proporcionará una mejor clarificación del espacio y nos permitirá unos movimientos más certeros en el levantamiento del material. Esto debe ir complementado con una completa delimitación perimetral de la pieza, liberando su superficie de sedimento y teniendo en cuenta la diferente resistencia que puede concedernos según los diversos tejidos (ver segunda parte). El entorno de una pieza debe ser considerado ante la fragmentación del material y de su dispersión en las cercanías.
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puede ser superada en buena medida a partir de una lectura interdisciplinar y una concepción dinámica, acumulativa, de todo el proceso. Una sola de sus partes o eslabones no es por sí misma transmisora de unos significados determinados si no se entiende como resultado de fases anteriores del conocimiento y como causa determinante en la conformación de otros eslabones. La construcción científica y las consecuencias que ella puede tener en la interpretación histórica deben hacernos cuestionar cómo se han esbozado esos peldaños sobre el que se sustenta toda la construcción, lo cual implica descartar la existencia de bloques estancos, incomunicados o susceptibles de no recibir unos efectos o transmitir unas consecuencias determinadas. La delimitación de los múltiples significados a partir de las realidades empíricas susceptibles de identificación será vital para captar la verdadera entidad patrimonial de esos restos humanos y del propio contexto arqueológico del que proceden.
CONCLUSIONES 1. La construcción científica como proceso acumulativo: desde el contexto a la recuperación de las evidencias antropológicas A lo largo de este trabajo hemos intentado abordar una reflexión metodológica a partir del análisis de diversas series esqueléticas, considerando procesos posteriores a los momentos vitales, tanto en momentos coetáneos a la formación del depósito como realidades agregadas al mismo. Asimismo, se ha valorado la influencia del propio material en su recuperación e interpretación, analizando cómo se sitúan esas evidencias en el contexto arqueológico y esbozando una serie de consideraciones metodológicas a partir de ello. De todo ello podemos inferir que la distancia que separa a los momentos vitales, durante los cuales adquiere existencia histórica la entidad antropológica, de la conformación del depósito, sólo
LA CONSTRUCCIÓN CIENTÍFICA COMO PROCESO ACUMULATIVO: EVIDENCIAS HISTÓRICAS Y AHISTÓRICAS Tipológicos y Paleopatológicos
Demográficos
PROCESOS PERIDEPOSICIONALES
PROCESOS POSTDEPOSICIONALES
VITALES
SOCIALES
Valores simbólicos
Sistema económico
EVIDENCIAS AHISTÓRICAS
EVIDENCIAS HISTÓRICAS
CONFIGURACIÓN DEPÓSITO ANTROPOLÓGICO
AMBIENTALES
MÉTODO DE ANÁLISIS Tabla 67
necesario asumir que todo el diseño metodológico que determina el proceso de excavación, recuperación y registro de las evidencias antropológicas tendrá que afrontar una amalgama donde se mezclen realidades producto de diversas circunstancias: históricas, ambientales y relacionadas con la propia calidad del trabajo científico o con la gestión de la intervención.
2. El contexto antropológico como entidad cambiante y deformadora El depósito antropológico, incluyendo en éste todo el entorno al que se asocia, es la consecuencia de una planificación predeposicional, de unos procedimientos sincrónicos a la formación del depósito y de una gran diversidad de agentes postdeposicionales. Es
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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EL CONTEXTO ANTROPOLÓGICO COMO ENTIDAD CAMBIANTE Y DEFORMADORA. LA CONTEMPLACIÓN DE LOS MÚLTIPLES SIGNIFICADOS AGREGADOS
Evidencias vitales
Circunstancias antemortem Circunstancias perimortem Circunstancias postmortem
PREVIOS AL DEPÓSITO
Evidencias culturales Evidencias culturales
CONSTITUCIÓN DEL DEPÓSITO
Circunstancias postmortem Factores accidentales Procesos abióticos
POSTERIORES AL DEPÓSITO
Circunstancias postmortem Procesos bióticos
Actividad humana Proximidad cultural
Medio vegetal y animal
Usos distantes en el tiempo Tabla 68
a) Delimitación de factores distorsionantes agregados
de las evidencias y luego el análisis de la conservación anatómica fundamentarán los componentes de esas elaboraciones poblacionales, que implicaran no solo a individuos en términos generales sino también a sectores anatómicos concretos. Si a la progresiva resta de evidencias disponibles, que se puede ir produciendo desde el sujeto viviente hasta el individuo detectado en el contexto arqueológico, agregamos las que pueden proceder de inadecuaciones metodológicas, los cimientos de la construcción científica nos presentarán una considerable debilidad. Incluso ante deterioros que dificulten notablemente o imposibiliten ciertas actuaciones científicas por procesos no inducidos desde malos procedimientos metodológicos, resultará coherente la definición de las evidencias con las que contamos, como explicitación diagnóstica, de cara a que las limitaciones que hemos de afrontar resulten claras. Este ejercicio de clarificación será vital para guiarnos en posteriores actuaciones, tras captar cómo los métodos empleados, recursos y nuestro papel pueden haber condicionado la evidencia osteológica. Dentro del mismo marco del proyecto en que se englobe nuestra actuación la claridad de las realidades sobre las que procedemos a trabajar sacará a la luz limitaciones y aciertos y permitirá valorar adecuadamente el equilibrio entre esfuerzo invertido en la actuación y respuesta científica dada.
Los agentes ambientales que actúan tras la formación del depósito o forzados por la propia intervención antrópica, como podría ser la transformación mediante la cremación en procedimientos rituales, agregan nuevas realidades sobre las evidencias preexistentes a modo de nuevos estratos. El modo en que se superponen y su procedencia pueden oscurecer la conformación original del depósito, maquillando los verdaderos significados y dando paso a interpretaciones estructuradas sobre elementos no relacionados con episodios históricos, vitales o con la conformación del depósito, quizás asimilable con un ritual. b) Clarificación de las bases atómicas como explicitación diagnóstica Todos esos episodios agregados, algunos de los cuales pueden proceder de nuestra actuación, condicionarán la información que obtenemos del depósito antropológico, puesto que éste no se queda en la delimitación de realidades individuales demográficas, paleopatológicas o rituales, como en la concepción más tradicional anterior a los años 30 del pasado siglo, sino que trasciende a un marco más amplio de muestras documentadas susceptibles de informarnos de una realidad poblacional. Primero, la prevención metodológica en la recuperación
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Los huesos humanos en el contexto. Consideraciones metodológicas sobre su excavación y registro…..
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sobre los aspectos vitales del propio hueso, influirá de manera decisiva en la calidad científica de la investigación. Se trata de no olvidar que ese material esquelético contribuirá en parte a revelar cómo vivió el individuo al que pertenece o qué experiencias influyeron en las características que presenta.
3. Los episodios vitales en las características intrínsecas del hueso: su influencia en su recuperación y registro La intervención a ciegas sobre este tipo de material, relegando al olvido todo este tipo de consideraciones
LO S E P I S O D I O S V I T AL E S EN E L HU E S O . LA V AL O R AC I Ó N DE L AS CARACTERÍSTICAS INTRÍNSECAS DEL MATERIAL ÓSEO. SU INFLUENCIA EN LA MANIPULACIÓN Y PROCESAMIENTO DE LA EVIDENCIA OSTEOLÓGICA
Entre diferentes zonas del esqueleto A. TIPO DE TEJIDO
Resistencia diferencial Entre zonas de un mismo hueso Disminuyen-aumentan la resistencia del hueso
B. CONDICIONANTES DEMOGRÁFICOS Favorecen o disminuyen la estática articular
Disminuyen la resistencia del hueso Aumentan su resistencia
C. PROCESOS PALEOPATOLÓGICOS
Modifican sus límites, morfología y relaciones
Tabla 69
Las características intrínsecas del propio hueso y del sujeto, portador de unas características demográficas y paleopatológicas, se reflejan en la consistencia del material esquelético y en cómo se organizan las diversas zonas anatómicas. Los caracteres histológicos de las diferentes zonas anatómicas y dentro de una misma pieza confieren al hueso una resistencia variable ante procesos vitales, como puedan ser lesiones, ante procesos tafonómicos y ante la actividad arqueológica. La distribución del tejido esponjoso y compacto exige un trato diferencial de los distintos elementos anatómicos. La misma arquitectura del hueso plantea una compatibilidad o incompatibilidad de movimientos o tracciones, durante la excavación y extracción, con la morfología de una articulación o de la pieza completa. Los caracteres demográficos pueden significar la presencia de múltiples evidencias óseas por encima de lo aguardado, como son los centros secundarios y terciarios de osificación, a cuya complejidad de recuperación se añade el mínimo tamaño que pueden alcanzar. Dada la importancia diagnóstica de zonas anatómicas concretas a efectos de identificación del sexo o la edad su consideración resulta fundamental en el proceso de excavación y extracción para aumentar las evidencias que pueden informarnos de tales aspectos. La ausencia de consideración de las realidades anatómicas de mayor fragilidad podría tener una influencia decisiva
postdeposicionales, creando artificiales vacíos de determinados sectores anatómicos o demográficos. En nuestro recorrido por diversas series sevillanas y del sudoeste andaluz resulta claro el reflejo de las características paleopatológicas del soporte óseo, pudiendo hablarse en numerosas casos de evidencias excepcionales desde el punto de vista del patrimonio arqueológico. A partir de diversas lesiones el hueso puede mostrar una disminución de su consistencia, tanto en términos esqueléticos globales, un sector determinado, un mismo hueso o una porción de éste. Esas alteraciones de consistencia pueden proceder de pérdidas locales de sustancia o de una modificación de la densidad ósea, con lo cual se abren aún más fácilmente camino los agentes tafonómicos. Al mismo tiempo, esa disminución más o menos extendida de la calidad del tejido óseo nos alerta sobre la necesidad de prevención en el procesamiento de los restos antropológicos ante potenciales daños mecánicos. Otra vertiente del reflejo de los procesos paleopatológicos en el contexto está representada por aquellas alteraciones que conllevan un aumento de la consistencia del hueso, una modificación en la forma del mismo o la presencia de neoformaciones óseas, de modo que se pueden detectar relieves óseos fuera de sus normales límites. La recuperación individualizada de las diferentes piezas puede verse imposibilitada por la fusión de elementos óseos en determinados procesos patológicos. La recuperación de la evidencia antropológica habrá de afrontar esos factores distintivos y
en la representatividad de la muestra, por sí misma muy influida por la dinámica del yacimiento y por los factores
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que pueden ser básicos para el diagnóstico diferencial. La búsqueda de la normalidad puede hacer que estas
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deformaciones o fusiones pasen desapercibidas o resulten aniquiladas durante la excavación y extracción.
esencial para la adopción de una metodología racional encaminada a la recuperación de la mayor cantidad posible de información, y de una planificación que conceda operatividad a la actuación arqueológica. Su aportación será esencial para discriminar entre lo fundamental o de importancia histórica y lo accesorio.
4. La importancia del depósito en la estrategia metodológica de intervención y recuperación de las evidencias La consideración de la naturaleza del continente y la disposición que adopta el contenido antropológico, inducida culturalmente o por otros factores, resulta
LA ESTRATEGIA EN LA INTERVENCIÓN EN EL DEPÓSITO. DISPOSICIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LAS EVIDENCIAS ANTROPOLÓGICAS DESDE LA PERSPECTIVA ANATÓMICA
1. CAPTACIÓN DE LA INFLUENCIA DEL ENTORNO: CONTINENTE, ARTEFACTOS, ECOFACTOS
Tiempo 2. RACIONALIZACIÓN DE LA ESTRATEGIA Planificación de los recursos 3. COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD APRECIADA Qué vemos Relación con otras evidencias antropológicas y eventos estratigráficos Orden en el tiempo y en el espacio Vías de procesamiento en la excavación, registro y extracción
Tabla 70
a) El continente
sobrevenir con rapidez con cubiertas deleznables o prolongarse hasta el momento de la recuperación del material. Ese mismo tipo de continente podrá favorecer la movilidad de los elementos óseos o contribuir en mayor medida a preservar las situaciones originales. También condicionarán los daños mecánicos y la presencia intrusiva de otros factores ambientales, como el acceso de fauna. Las mismas características de ese continente, ya sea fosa, estructura, ataúd, asociados o no entre ellos y provistos o no de cubiertas, resultan de gran importancia a la hora de planificar nuestra actuación y prever ciertos comportamientos del material, con lo que tiene de fundamental en la organización de recursos y tiempo. Las características morfométricas de los receptáculos o continentes de material antropológico, revistan o no un carácter funerario, se relacionan en ocasiones con la posición y espacio que ocupa un cuerpo de una características determinadas. Esas especificidades morfométricas se corresponden a diferencias más o
La morfología del continente, sus dimensiones, materiales y alteraciones experimentadas en el curso del tiempo son fundamentales para prever la situación de la evidencia antropológica que contiene: modificaciones experimentadas y necesidades operativas que pueden exigir. Aunque la densidad del yacimiento depende de factores culturales y a veces de condicionamientos impuestos por el subsuelo y la topografía, los yacimientos sevillanos nos ofrecen diferentes ejemplos de ocupación en relación a potencia, extensión y densidad de los depósitos antropológicos, con una influencia muy directa de la morfología del receptáculo en que se ubican. El tipo de continente condiciona la conservación de los restos óseos y puede influir en la modificación del espacio en que se alojan. Uno de los procesos más determinantes corresponde al grado de colmatación del entorno en que tiene lugar la esqueletización, proceso que podrá
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menos marcadas, pero susceptibles de ser utilizadas en el diseño metodológico, entre diversos momentos históricos y grupos culturales. Esos referentes estructurales o la valoración de las características del continente, podrán ser valorados a efectos de obtener la máxima operatividad durante la intervención sobre el terreno. En función de accesos, morfología y características concretas podrán alcanzarse soluciones semejantes para abordar receptáculos diferentes o caminos distintos para continentes muy parecidos. A pesar de la aparición de ciertas regularidades tanto el azar, episodios accidentales y la imprevisibilidad de la actuación humana asomarán continuamente.
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depósito compuesto por múltiples conjuntos primarios, haciendo decisiva la delimitación de cada conjunto y de las sucesiones estratigráficas que se establecen entre los diversos sujetos. Si se introduce un elemento diacrónico, con sucesión durante un importante lapso temporal de los depósitos, nos encontraremos ante una de las situaciones más complejas, con un espacio donde se sucederán depósitos primarios y secundarios, con una estratigrafía guiada por depósitos en horizontal y en vertical. La precisión en la exposición de las diferentes entidades se revelará básica no solo para interpretar el depósito sino para recuperarlo. Las evidencias antropológicas se corresponden en ocasiones a restos óseos aislados, cuya disposición y ubicación resulta totalmente azarosa y cuya importancia se limita a su recuperación, y a depósitos en los podría existir una intencionalidad en la acumulación/dispersión de los restos o remitirnos estos a un patrón organizativo determinado. La demostración de la individualidad estratigráfica de los depósitos secundarios representa la necesidad más usual en etapas medievales y postmedievales.
b) Morfología de los depósitos óseos: desde lo simple a lo complejo La forma en que se nos presenta la evidencia ósea y las relaciones entre todas los componentes osteológicos, ya sea en un único sujeto o entre diversos conjuntos primarios o/y secundarios, tiene una influencia decisiva en la planificación y, por tanto en el grado de productividad científica. La posición del conjunto primario posee una influencia decisiva en el modo en que tenemos que afrontar la intervención arqueológica. Esa variabilidad de posición nos señalará una serie de prioridades en el proceso de excavación y extracción del material antropológico condicionadas por las relaciones anatómicas que se establecen entre los diversos componentes del esqueleto. Esas conexiones determinan superposiciones, se vinculan a la morfología de una articulación y, en definitiva, hacen más aconsejables ciertos movimientos de eliminación del sedimento, una determinada secuencia anatómica en el proceso de excavación y en el momento de extraer un conjunto primario. Esa lógica anatómica se ha de contemplar asimismo como un recurso imprescindible para acelerar los tiempos de ejecución. Los diversos momentos históricos nos informan en unos casos de correspondencias estrictas entre la posición general del cuerpo y los miembros y, en otros ejemplos, de posiciones y ubicaciones anómalas de esos miembros, quizás vinculadas al modo en que se ha producido la inhumación. Frente a la realidad aguardada en la posición de un esqueleto resulta plausible encontrar rupturas de la norma aceptada para esa comunidad o grupo histórico. El decúbito prono aparece como la posición más vinculada a estas anomalías o actitudes que pueden estar lejos de lo ritual. La intervención arqueológica puede ponernos ante situaciones complejas en las que se afronte un
5. El registro antropológico como medio de captación de una realidad multiforme Asumiendo que toda la actividad que precede al registro tendrá una influencia decisiva en su desarrollo, mutilando posibles actuaciones o potenciando líneas de investigación, el análisis del depósito antropológico en su contexto nos hablará no sólo de unos diagnósticos preliminares de los sujetos inhumados, sino de cómo se ha conformado y a qué entidades o actores cabe reconocer como responsables. La identificación de las condiciones, homogéneas o heterogéneas, en que se han integrado a la comunidad de los muertos esas diferentes realidades antropológicas y cómo se relacionan entre sí, pueden explicar las circunstancias históricas que influyeron o la valoración de la que fueron objeto por parte del grupo, quizás ligada a características de sexo, edad, tipológicas o paleopatológicas. El registro de un depósito antropológico implica contemplar una realidad multiforme, compuesta por las características del continente en sus tres dimensiones, la evidencia osteológica, desde el simple elemento aislado a la presencia de múltiples entidades antropológicas, artefactos y ecofactos, sedimentos y la amplia gama de relaciones que se establecen entre todos esos componentes. La importancia del registro será aún más decisiva ante situaciones irreversibles en la extracción del material, que pueden conducir a pérdidas importantes.
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EL REGISTRO ANTROPOLÓGICO COMO MEDIO DE CAPTACION DE UNA REALIDAD MULTIFORME A. CONCEPCIÓN DEL DEPÓSITO COMO REALIDAD ESTRATIGRÁFICA. DELIMITACIÓN-DESCRIPCIÓN DE LAS DIVERSAS ENTIDADES ANTROPOLÓGICAS
Posición sobre el terreno desde la valoración de las relaciones anatómicas Grado de articulación
Relaciones entre los componentes de un conjunto individual
Verosimilitud anatómica Tipo de jerarquía
Relaciones entre diversas entidades antropológicas
Causa-efecto de la relación Relaciones con evidencias sedimentarias/estructurales/interfaciales B. REGISTRO GRÁFICO DE LAS EVIDENCIAS CONSERVADAS-INVENTARIO C. REGISTRO DE VARIABLES DEMOGRÁFICAS, MORFOLÓGICAS Y PALEOPATOLÓGICAS + EXPLICITACIÓN DIAGNÓSTICA D. PROCEDIMIENTOS DE EXTRACCIÓN DESDE LA LÓGICA ESTRATIGRÁFICA Y ANATÓMICA
E. ORGANIZACIÓN DEL DEPÓSITO EN FUNCIÓN DE LA ESTRATIGRAFÍA Y CLASIFICACIÓN ANATÓMICA
Tabla 71
a) Concepción del depósito antropológico como realidad estratigráfica
ambiente determinado y a la intervención de factores postdeposicionales. Las diferentes respuestas de los componentes óseos nos remitirán a momentos durante la pérdida de los tejidos o a la completa pérdida de los mismos, de modo que podríamos hablar de conexión anatómica, asociación anatómica (modificación articular parcial), asociaciones anatómicas relativas (solo de proximidad espacial) y desarticulaciones. Asimismo, cabrá hablar de modificaciones naturales a la secuencia de esqueletización y de cambios inducidos por factores intrusivos de diverso origen. Al trasladar esas lecturas de un conjunto individual a depósitos múltiples y colectivos resulta básico establecer las relaciones de causa-efecto entre las diversas unidades estratigráficas que representan las entidades osteológicas. El conocimiento de la anatomía y las particularidades anatómicas representarán una argumentación esencial en la intervención en depósitos múltiples, secundarios y colectivos en dos sentidos:
Bajo la confusión terminológica que se pone de manifiesto al referirse a depósitos primarios, secundarios, múltiples y colectivos se esconde realmente una limitación metodológica para discriminar secuencias de deposición o de alteraciones entre los componentes antropológicos. Es usual encontrarse los dos extremos, de modo que una identificación de un conjunto secundario puede haber pasado por alto la existencia de conexiones anatómicas parciales y compatibilidades anatómicas, o una definición de un depósito colectivo como sincrónico no considere evidencias desarticuladas. La valoración no solo de los efectos que ocasiona la sucesión de inhumaciones sino del comportamiento de una simple inhumación individual estará condicionada por la comprensión de la anatomía y de las posibilidades dinámicas del hueso. Los restos óseos deben ser considerados como entidades susceptibles de proporcionar información sobre la cronología relativa de diversos episodios, los cuales nos podrán remitir a eventos anteriores a la deposición, relacionarse con el mismo momento en que son depositados los restos o tener un origen en factores póstumos. Dentro de un mismo conjunto individual las relaciones anatómicas serán el producto de los movimientos infligidos al sujeto para depositarlo (tracciones y sujeciones), en otros casos estarán influidas por episodios vitales (lesiones) y otra parte será el resultado del proceso de esqueletización, sometido a un
Asegurar a través de las compatibilidades anatómicas y orientaciones óseas que se trata de un depósito secundario, puesto que en muchos casos, como ocurre con las sepulturas colectivas, se toma como una realidad informe de restos en desconexión anatómica un depósito compuesto por diferentes sujetos en diferentes estado de esqueletización. Inferir el tipo de depósito secundario, quizás producto de traslaciones aleatorias o quizás consecuencia de remociones in situ, posibilidades que exigirán distintas respuestas
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sobre el esquema anatómico, con la posibilidad de captar regularidades en la distribución.
Esos efectos y consecuencias en la sucesión de depósitos determinan una modificación de las relaciones anatómicas preexistentes reflejadas en discrepancias o disarmonías articulares. El registro gráfico, la posición y orientación de las evidencias óseas, la estratigrafía y las compatibilidades anatómicas nos ayudarán a delimitar las diversas entidades y captar como se pueden haber transformado las condiciones originales del depósito. En los depósitos complejos múltiples y colectivos gran parte de los desplazamientos se relacionará con migraciones esqueléticas durante el proceso de esqueletización y la dinámica del proceso de colmatación podrá tener una influencia decisiva. En ocasiones la frontera que separa a los procesos inducidos por una acción antrópica de secuencias naturales de esqueletización será tan tenue que resultará difícil discernir entre ambos factores causales. Esa lectura contextual puede permitir sustentar diversas interpretaciones, decisivas para captar la importancia histórica de la realidad analizada. La identificación de pautas culturales, las cuales podrían tener o no significados rituales, o el cuestionamiento de las mismas ante plausibles factores accidentales, como movimientos gravitacionales, pérdidas de control del cuerpo o secuencias de esqueletización, podrían depender del rigor en el análisis de esas relaciones. La posibilidad de descartar situaciones inducidas por prácticas culturales, diferenciando lo significativo desde el punto de vista histórico de lo accesorio, aportará una mayor precisión a la intervención, despojándola de lastres en tiempo y recursos.
c) Definición de las características vitales y explicitación diagnóstica La captación de la mayor cantidad posible de fundamentos diagnósticos que amparen las identificaciones sobre el terreno es fundamental para prevenir posibles pérdidas de información y obtener una valoración del depósito, considerando el alargamiento del estudio antropológico o su propia inexistencia. Resulta de espacial importancia la recopilación del mayor número posible de datos métricos, dependientes de posibles pérdidas de sustancia es el procedimiento de exhumación y en el depósito. La identificación de los aspectos demográficos, identificación del sexo y la edad, pueden verse complementadas por el registro gráfico de esos fundamentos. La explicitación de esos argumentos (métricos y morfológicos) puede servir para señalar unas prioridades en la conservación y en el posterior análisis de esas evidencias. 6. Adecuación metodológica como valoración de los recursos No todos los depósitos antropológicos son portadores de la misma información histórica. Además de la información que pueda obtenerse del propio hueso la actuación sobre el terreno puede implicar distintas prioridades, siendo un punto esencial en el diseño metodológico la consideración de cuestiones como tiempo y recursos, algo que de forma sorprendente no se tiene en cuenta en la planificación en muchas intervenciones. A esto debemos unir el peso específico que debe tener el diseño metodológico
b) Explicitación de la realidad conservada como base de la construcción científica estadísticas poblacionales La explicitación de qué tenemos para dejar claro qué hacemos o qué podemos hacer puede entenderse como una argumentación científica pero también como una necesidad ética, que permita resaltar las bases del trabajo posterior, como una piedra angular decisiva.
Resulta evidente la multiplicidad de informaciones que pueden obtenerse a partir de las evidencias antropológicas y que, dependiendo de nuestras actuaciones, a veces voluntarias y a veces heredadas, pueden oscurecer las lecturas históricas. Sin embargo, podemos encontrarnos ante situaciones en las que en una intervención se dan ritmos dispares en la recuperación de unos restos, con una mayor intensidad temporal en contextos de un limitado interés histórico y que podrían tener una respuesta metodológica que implicase mayor celeridad. Frente a esas ralentizaciones desprovistas de coherencia metodológica resulta usual ver penalizados depósitos que sí poseen interés especial, histórico, antropológico o ambos.
Desde la relación de evidencias recuperadas hasta el registro gráfico de los restos óseos conservados, se trata de aclararlas bases diagnósticas que sustentarán el posterior trabajo así como toda la investigación efectuada sobre el terreno. Ese registro gráfico, partiendo de la delimitación de la realidad global, resultará fundamental para subrayar aspectos concretos de la evidencia antropológica vinculados a la interpretación del depósito y a los propios diagnósticos, permitiendo contrastar qué tenemos sobre el terreno y qué nos encontramos en el depósito. Las características del material óseo en forma de roturas, pérdida de sustancia, alteraciones inducidas por un agentes determinado, modificaciones cromáticas, etc, será fundamental para discernir entre lo culturalmente inducido y el factor accidental, o simplemente llamar la atención sobre determinados hechos de cara al estudio de los restos. Su inclusión en el registro de conjuntos primarios puede complementarse con la señalización
En cualquier disciplina científica la inseguridad en el procedimiento aportará un mayor desequilibrio y una mayor irracionalidad en todo el camino de la investigación, por un lado creando una mayor ralentización ante lo desconocido y por otro favoreciendo la confusión de lo accesorio con lo esencial. El resultado desemboca en una mala planificación y en la dilapidación de tiempo y recursos. Frente a la inseguridad, el terreno 299
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firme asentado sobre el conocimiento de las posibilidades o diversos ropajes que puede presentarnos el depósito antropológico, permitirá definir mucho mejor los ritmos, organizar el equipo y sus tareas y tener un mejor pulso con los tiempos de ejecución, con las consecuencias positivas que todo ello alcanza sobre el control de los recursos. El tipo de respuesta metodológica puede depender en muchos casos de realidades asumidas y no creadas y a veces de actuaciones condicionadas por una serie de limitaciones presupuestarias, o sometidas a otras prioridades patrimoniales. Aún en estos casos la valoración del entorno y condiciones de las evidencias osteológicas será vital tanto para dejar claras nuestras limitaciones como para definir las áreas más susceptibles de aprovechamiento científico. La adecuación metodológica como vía de optimización de recursos, asentará los mejores argumentos para la valoración histórica y patrimonial de las evidencias analizadas.
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Hemos intentado hacer una serie de reflexiones sobre cómo el contexto al que se asocia el depósito antropológico representa un paisaje vivo, modelado por múltiples agentes de una diferente importancia histórica. Desde ese recorrido histórico y en el análisis metodológico propuesto hemos intentado, más que ofrecer un catecismo, algo que no estamos en condiciones de hacer, suscitar unas reflexiones sobre cómo se actúa ante este tipo de evidencias, que valor se les concede en cuanto a fuente de información histórica y cómo se las trata en cuanto entidad patrimonial. Una de las cuestiones pendientes pero que no hemos estado en situación de aclarar está representada por el desconocimiento del paisaje funerario en diversas etapas históricas, no solo de la ciudad sino de otros entornos. Con toda seguridad, la interrelación entre esa geografía y lo que subyace en el contexto antropológico podría aportar elementos decisivos para comprender el proceso histórico.
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ANEXO II. IDENTIFICACIÓN Y NUMERACIÓN DE LAS ABREVIATURAS DE LAS LÁMINAS ABREVIATURA BE CAM CER
REFERENCIA YACIMIENTO Bellidos (Écija, Sevilla) Cueva artificial de La Molina (Lora de Estepa, Sevilla) Cercadilla (Córdoba)
CLC CR
Cobre Las Cruces (Gerena, Sevilla) Catalina de Ribera (Sevilla)
CSH
FCC FCG FCP HI IT JA JFL LC LE LM MER MI MSC
Capilla de San Hermenegildo (Catedral de Sevilla) Calle San Fernando (Sevilla) Castillo de San Jorge (Sevilla) Capilla de San José (Catedral de Sevilla) El Carmen (Sevilla) Esperanza (Sevilla) Fosas comunes de Aguilar de la Frontera (Córodoba) Fosas comunes de Cazalla de la Sierra (Sevilla) Fosa común de Gerena (Sevilla) Fosas comunes de Puebla de Cazalla (Sevilla) Hospital de los Inocentes (Sevilla) Italica (Santiponce, Sevilla) Jardín de Alá (Gerea, Sevilla) Juan Francisco L (Carmona, Sevilla) La Concepción (Carmona, Sevilla) Lerena (Sevilla) La Molina (Lora de Estepa) Mértola (Portugal) Mirasierra (Estepa, Sevilla) Monasterio de Santa Clara (Sevilla)
MSJ NOR PC PE
Monasterio de San Jerónimo (Graada) Noreña Plaza de Cuba, Convento de la Victoria (Sevilla) Plaza de España (Écija, Sevilla)
CSF CSJ CSJO EC ES FCA
PER PP07-08 PP07-8C PP07-10 PR
PS PSM RE
Perú 3 (Bollullos del Condado, Huelva) Plan Parcial 07/8 de Córdoba Plan Parcial 07/8C de Córdoba Plan Parcial 07/10 de Córdoba Prado (Sevilla)
Parroquia del Salvador (Sevilla) Puerto de Santa María (Cádiz) Relator (Sevilla) Reservadas
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NÚMERO DE LÁMINA 21 34 53,84,106,139,147-148,151,173-175,214-215,218219,223,311,336 1,41-42 57,87,191,249-250,265,268-269,290291,302,303,353,360 152-153,194,270,321-323 9,19,44 49,107 39 62,89,195,238,252,330 52,241 4,7,8,93-95,121,187,273-274,286-287,304,326,331333,342,344-345,347,351 5,6 140,154,309,348 124-127,294,310,350 123 29 234-236,263-264,349 10-12,14-15,17-18,25-26 149 16,225-227,297,300-301,334-335 34,37 197 51,111,242-243,328,355 3,36,58,60,88,90-92,97,102,108,134,155-157,189190,193,198,200,206,239,271,276,280,293,313,354,3 59 96,144 47,55,228-233,259-262,278,283,338 118,160-162,184,209,277,279,327 45-46,85,99-101,109,112-117,119-120,128,130133,137-138,142-143,166-167,169,171-172, 179,199,202,205,207,210-213,216-217,220-221,244248,267,272,298,312,337,356-357,362-366 158 103,292,307,343 308 56,275,299,324,361 13,20,22-24.27-28,30-33,59,61,63,186,201,255258,266,281-282,284-285,288,295,296,305-306,315317,320,326,339-341,346,352 35,37,86,110,122,170,176,192,237 224 98,196 64-83
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SCAT SCL SE40 SEG SJ
Santa Catalina (Sevilla) San Clemente (Sevilla) Circunvalación SE40 (Sevilla) Segovias (Sevilla) San Juan (San Juan de Aznalfarache, Sevilla)
SL SLA SMM SMR TR VC ZA
San Luís (Sevilla) San Laureano (Sevilla) San Miguel (Morón de la Frontera, Sevilla) San Miguel, El Rompido (Huelva) Trinidad (Sevilla) Valencina de la Concepción (Sevilla) Zahara de la Sierra (Cádiz)
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40 208 48 105 2,135-136,141,145-146,150,177,180-183,222, 251,289 318-319 43,54,159,168,204 129 163-165,185,314,358 37,50,178,203,240,253-254,329 104 188