Los criollos de base ibérica. 8484891623, 9788484891628

Artículos que abordan, desde diversas perspectivas teóricas y metodológicas, los idiomas criollos de base ibérica de Asi

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Índice
Introducción. Mauro Fernández
Criollos ibéricos de Asia
Nikola ALBRING & Eugénia LOURENÇO: A hipótese de Dalgado de recíproca transfusão parcial: Avaliando a sua utilidade pela comparação do crioulo português de Sri Lanka com o papia Kristang
J. Clancy CLEMENTS: La armonización vocálica en los criollos indo-portugueses
Mauro FERNÁNDEZ: Plurifuncionalidad de la partícula na en el chabacano de Zamboanga
Philippe MAURER: La marca de los objetos en los criollos de Batavia y Tugu
Patrick O. STEINKRÜGER: Sobre la morfología derivacional del chabacano zamboangueño
Criollos ibéricos de África
Nélia ALEXANDRE& Tjerk HAGEMEIJER: The nominal domain in Santome
Luís BATALHA: The politics of Cape Verdean Creole
Ana Margarida BOTELHO DA SILVA: Ideofones nos crioulos portugueses do Golfo da Guiné e línguas africana
João COSTA & Fernanda PRATAS: Capeverdean Creole: Some parametric values
Jürgen LANG: Affinités grammaticales entre le créole portugais de l’Île de Santiago (Cap Vert) et le wolof (Sénegal): Aspect et temps
Jean-Louis ROUGÉ: Le catéchisme créole de Ziguinchor
Olga SOLOVOVA: Progressive markers in the Creoles of Cape Verde and Guiné-Bissau: The outcome of different sociolinguistic histories
Dominika SWOLKIEN: Factores sociolinguísticos no povoamento da ilha de São Vicente de Cabo Verde
Criollos ibéricos de América y variedades vernáculas del protugués en Brasil
Alan BAXTER& Norma LOPES: Aconcordância no SN plural no português afrobrasileiro do século XIX
Liliana INVERNO: Português vernáculo do Brasil e português vernáculo de Angola: Restructuração parcial vs. mudança linguística
Dante LUCCHESI: Aparticipação do contato entre línguas na formação do português popular do Brasil: Novas evidências empíricas
Arthur K. SPEARS: Los sustantivos sin determinantes en el palenquero y en el inglés afro-estadounidense
Varia
Angela BARTENS: Acomparative study of reduplication in Portuguese- and Spanish-based creoles
Odete BURGEILE: Ainfluência do português do Brasil no inglês barbadiano e granadino de Porto Velho
Hugo CARDOSO: “Kabah teh a bi sunta dem”: The path of two Portuguese elements in Saramaccan
John HOLM: Social and linguistic factors in partial restructuring
Dan MUNTEANU COLÁN: Elemento africano vs. elemento europeo en los criollos de base ibérica
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Los criollos de base ibérica.
 8484891623, 9788484891628

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Mauro Fernández, Manuel Fernández-Ferreiro Nancy Vázquez Veiga Los criollos de base ibérica ACBLPE 2003

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LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA Vol. 24

DIRECTORES: Concepción Company Company María Teresa Fuentes Morán Eberhard Gärtner Emma Martinell Hiroto Ueda Reinhold Werner Gerd Wotjak

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Mauro Fernández Manuel Fernández-Ferreiro Nancy Vázquez Veiga

Los criollos de base ibérica ACBLPE 2003

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Bibliographic information published by Die Deutsche Bibliothek Die Deutsche Bibliothek lists this publication in the Deutsche Nationalbibliografie; detailed bibliographic data are available on the Internet at .

Reservados todos los derechos © Iberoamericana, Madrid 2004 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2004 Wielandstr. 40 – D-60318 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 84-8489-162-3 (Iberoamericana) ISBN 3-86527-169-3 (Vervuert) Depósito Legal: Cubierta: Marcelo Alfaro Impreso en España por The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706

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ÍNDICE

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Introducción CRIOLLOS IBÉRICOS DE ASIA Nikola ALBRING & Eugénia LOURENÇO: A hipótese de Dalgado de recíproca transfusão parcial: Avaliando a sua utilidade pela comparação do crioulo português de Sri Lanka com o papia Kristang

19

J. Clancy CLEMENTS: La armonización vocálica en los criollos indo-portugueses

33

Mauro FERNÁNDEZ: Plurifuncionalidad de la partícula na en el chabacano de Zamboanga

41

Philippe MAURER: La marca de los objetos en los criollos de Batavia y Tugu

61

Patrick O. STEINKRÜGER: Sobre la morfología derivacional del chabacano zamboangueño

73

CRIOLLOS IBÉRICOS DE ÁFRICA Nélia ALEXANDRE & Tjerk HAGEMEIJER: The nominal domain in Santome

85

Luís BATALHA: The politics of Cape Verdean Creole

101

Ana Margarida BOTELHO DA SILVA: Ideofones nos crioulos portugueses do Golfo da Guiné e línguas africanas

111

João COSTA & Fernanda PRATAS: Capeverdean Creole: Some parametric values

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Jürgen LANG: Affinités grammaticales entre le créole portugais de l’Île de Santiago (Cap Vert) et le wolof (Sénegal): Aspect et temps

137

Jean-Louis ROUGÉ: Le catéchisme créole de Ziguinchor

149

Olga SOLOVOVA: Progressive markers in the Creoles of Cape Verde and Guiné-Bissau: The outcome of different sociolinguistic histories

159

Dominika SWOLKIEN´: Factores sociolinguísticos no povoamento da ilha de São Vicente de Cabo Verde

171

CRIOLLOS IBÉRICOS DE AMÉRICA Y VARIEDADES VERNÁCULAS DEL PORTUGUÉS EN

BRASIL

Alan BAXTER & Norma LOPES: A concordância no SN plural no português afrobrasileiro do século XIX

187

Liliana INVERNO: Português vernáculo do Brasil e português vernáculo de Angola: Restructuração parcial vs. mudança linguística

201

Dante LUCCHESI: A participação do contato entre línguas na formação do português popular do Brasil: Novas evidências empíricas

215

Arthur K. SPEARS: Los sustantivos sin determinantes en el palenquero y en el inglés afro-estadounidense

227

VARIA Angela BARTENS: A comparative study of reduplication in Portuguese- and Spanish-based creoles.

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Página 9

Odete BURGEILE: A influência do português do Brasil no inglês barbadiano e granadino de Porto Velho

255

Hugo CARDOSO: “Kabah teh a bi sunta dem”: The path of two Portuguese elements in Saramaccan

267

John HOLM: Social and linguistic factors in partial restructuring

283

Dan MUNTEANU COLÁN: Elemento africano vs. elemento europeo en los criollos de base ibérica

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INTRODUCCIÓN MAURO FERNÁNDEZ Universidad de A Coruña

El paso inicial hacia la creación de una nueva asociación académica es siempre entusiasta, decidido y esperanzador. Los pasos subsiguientes, en cambio, son con frecuencia equívocos, titubeantes y de dirección incierta. Son muchos los proyectos de asociación que no logran superar esta etapa de incertidumbre, y por ello, aunque no sepamos qué nos depara el futuro –y menos todavía en estos momentos en los que las ciencias del lenguaje podrían ver reducido el soporte institucional que hasta ahora tenían en los países de la Comunidad Europea– debemos congratularnos de que la Asociación de Criollos de Base Léxica Portuguesa y Española (ACBLPE) haya llegado hasta aquí. La ACBLPE inició su andadura en abril de 1999, en el transcurso de un workshop sobre criollos de base léxica portuguesa, organizado por Ernesto d’Andrade y Alain Kihm, que tuvo lugar en Universidad de Lisboa los días 29 y 30 del susodicho mes. Según el programa, participaron como ponentes en este encuentro, además de los dos organizadores, los siguientes investigadores, enumerados por orden alfabético de apellido: Clancy Clements, Hildo Honório do Couto, Perpetua Gonçalves, Tjerk Hagemeijer, John Holm, Jürgen Lang, Gerardo Lorenzino, Heliana Melo, Mikael Parkvall, Dulce Pereira, Matthias Perl, Marike Post, Jean-Louis Rougé, Isabel Tomás y Tonjes Veenstra. Estos diecisiete lingüistas orientados hacia el estudio de las lenguas criollas –más tal vez algunos otros asistentes sin ponencia de cuya presencia no ha quedado rastro documental– constituyen, pues, el núcleo fundacional de la Asociación. El primer encuentro post-fundacional tuvo lugar en Coimbra dos años más tarde, los días 28 y 29 de junio de 2001, aprovechando la veteranía y la capacidad de convocatoria de la Society for Pidgin and Creole Linguistics, que iba a celebrar en esa ciudad su tradicional Summer Conference los días 26 y 27. El resultado no pudo ser más esperanzador, pues se presentaron a la convocatoria de ACBLPE nada menos que veintiocho comunicaciones, a cargo de treinta y dos autores. Si a ello le añadimos el dato de que la cuarta parte de las comunicaciones presentadas en el congreso de la SPCL versaban también sobre criollos de base ibérica, no cabe duda de que ésa fue una gran semana para esta parcela de la criollística. El segundo encuentro, ya en solitario, se celebró en la Universidad de Lisboa en junio de 2002. Y el tercero, del que proceden los trabajos que aquí se publi-

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can, tuvo lugar en la Universidad de A Coruña en junio de 2003. En agosto de 2004 tuvo lugar en Curaçao el cuarto encuentro, en convocatoria conjunta con la SPCL y la Society for Caribbean Linguistics (SCL). Mientras tanto, la Asociación ha ido creciendo en número de miembros y ha ido resolviendo todos los problemas burocráticos relacionados con su personalidad jurídica. Puede encontrarse más información sobre la ACBLPE en el portal http://www.umac.mo/fsh/dp/acblpe/, mantenido provisionalmente por el Departamento de Portugués de la Universidad de Macao, a la espera de una ubicación definitiva. Naturalmente, como siempre sucede, la Asociación no surgió de la noche a la mañana. Los precedentes y tanteos en la configuración institucional de la criollística ibero-románica son numerosos y bien visibles. A riesgo de olvidar reuniones e iniciativas importantes, destacaré las siguientes: (i)

(ii)

(iii)

(iv)

(v)

(vi)

El coloquio sobre criollos de base portuguesa que tuvo lugar en la Universidad de Lisboa en junio de 1991, al que se presentaron catorce comunicaciones, y cuyas actas fueron publicadas por Kihm & d’Andrade (1992). El coloquio sobre criollos portugueses que tuvo lugar en Figueira da Foz en noviembre de 1993, organizado por Benjamín Pinto Bull, al que se presentaron once comunicaciones. El Coloquio sobre criollos ibéricos celebrado en la Universidad de Brasilia del 3 al 6 de septiembre de 1994, al que se presentaron veintidós comunicaciones. Las Actas de este coloquio se publicaron como números de Papia 3:2 (1994) y 4:1 (1995) (Couto et alii, 1994–1995). El II Coloquio internacional sobre lenguas criollas de base española y portuguesa, celebrado en el Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín, del 7 al 11 de octubre de 1996, al que se presentaron veintiséis comunicaciones, y cuyas actas fueron publicadas por Zimmermann (1999). Coloquios de temática más restringida, especializados en algún criollo en concreto, como el Seminario internacional “Palenque, Cartagena y Afro-Caribe: Conexiones históricas y lingüísticas”, celebrado en la Universidad de Cartagena en agosto de 1996, del que procede el volumen editado por Moñino & Schwegler (2002), con diecisiete artículos, casi todos ellos sobre el palenquero. También el simposio sobre los criollos hispano-filipinos celebrado en Manila los días 19 y 20 de octubre de 2000, Shedding light on the Chabacano language, cuyas ponencias plenarias fueron editadas por Fernández (2001). En cuanto a la actividad editorial, además de las publicaciones procedentes de los encuentros científicos, cabe destacar la relativa estabilidad

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Introducción

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de Papia: Revista de Crioulos de Base Ibérica, iniciada por Hildo do Couto en 1990, y que ha llegado al número 12 en el año 2002. *

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De los veinticinco trabajos presentados al Tercer Encuentro de la Asociación (descontadas ya las inevitables cancelaciones de última hora), publicamos aquí veintidós. Dos de las ausentes, las de Marlyse Baptista y Tjerk Hagemeijer han sido publicadas en otras fuentes: la de Baptista procede de su detallada exploración de la sintaxis de las variedades del caboverdiano de Sotavento (Baptista 2002) y la de Hagemeijer acaba de publicarse en el número 2 de la Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana (Hagemeijer, 2003). Las ocho secciones en las que se estructuró el Encuentro se reducen aquí a cuatro, siguiendo un criterio geográfico. En la primera, dedicada a los criollos ibéricos de Asia, se recogen cinco contribuciones. La segunda, sobre los criollos ibéricos de África, es la más nutrida, con ocho contribuciones. La tercera agrupa cuatro trabajos sobre criollos ibéricos de América o sobre variedades vernáculas del portugués brasileño. Por último, una sección de varia agrupa los cinco trabajos restantes, que no encajan bien en ninguna de las secciones anteriores. Hay en este volumen un desequilibrio evidente entre el número de contribuciones dedicadas a los criollos de base portuguesa y a los de base española. Este balance insatisfactorio no se explica sólo por el hecho de que haya más materia prima en los primeros que en los segundos; a ello hay que añadir, sin duda, el escaso interés que las variedades de contacto del español han suscitado hasta ahora entre los lingüistas españoles: el entusiasmo y la maestría académica de algunas notables excepciones, como Germán de Granda, no han cuajado en la conformación de un grupo estable de investigadores orientados hacia la criollística. En el Coloquio Internacional de Berlín, los organizadores reconocen que tuvieron que esforzarse para equilibrar el número de contribuciones relativas a los dos conjuntos de criollos. En esta ocasión, en cambio, solamente tres trabajos se refieren a variedades de base española; e incluso podría decirse de uno de ellos que no está plenamente centrado en una variedad española, pues se trata de una comparación entre el palenquero y el inglés afro-americano. Mayor interés que en España existe entre los círculos de investigación de ciertos países hispanoamericanos, pero justo es reconocer que A Coruña les queda demasiado lejos, especialmente en tiempos de crisis económica generalizada. Hacemos votos porque la publicación de este volumen ayude a fomentar entre los lingüistas españoles un mayor interés por estas variedades. Como compensación a este desequilibrio no deseado, quisiera destacar la importancia de que por primera vez haya sido posible dedicar una sección específica a los criollos de Asia, y que dentro de

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esta sección haya dos trabajos sobre los criollos hispano-filipinos, la Cenicienta de los estudios criollos. *

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La celebración del Encuentro y la publicación de este volumen no hubiesen sido posibles sin la colaboración de diversas personas e instituciones. Debo mencionar en primer lugar y de forma muy especial a mis compañeros en la Comisión Organizadora, Nancy Vázquez Veiga (vocal) y Manuel Fernández Ferreiro (secretario), ambos también coeditores de este libro. La Universidad de A Coruña, dentro de sus menguadas posibilidades, ayudó económicamente concediéndonos una de sus subvenciones con cargo al programa de ayudas para la organización de congresos y jornadas, cofinanciado por el Banco de Santander Central-Hispano. La Facultad de Filoloxía nos concedió otra subvención en el marco de su programa de actividades culturales, además de cedernos las instalaciones necesarias y asumir parte de los gastos de protocolo. El Departamento de Galego, Portugués, Francés e Lingüística le dio al Encuentro el respaldo institucional necesario para poder solicitar tanto las subvenciones anteriores como otras dos más, concedidas por la Xunta de Galicia: una por la Dirección Xeral de Investigación e Desenvolvemento (Consellería de Innovación, Industria e Comercio), y la otra por la Dirección Xeral de Universidades (Consellería de Educación e Ordenación Universitaria). Debo agradecer también a Klaus Vervuert su buena disposición para acoger este volumen en su fondo editorial, y a Ariadna Allés su trabajo técnico con los originales. Y naturalmente, mi agradecimiento mayor va dirigido a todos los participantes, ponentes y no ponentes, que nos hicieron pasar dos días inolvidables de exposiciones y debates de elevado nivel científico, en modo alguno incompatible con el espíritu lúdico y fraternal que dominó todo el encuentro. Si alguien llegó a nuestra ciudad con dudas sobre el futuro de esta parcela de investigación, habrá regresado repleto de entusiasmo. Sinceramente, muchas gracias a todos.

Referencias bibliográficas ANDRADE, Ernesto de & Alain KIHM (eds.). (1992). Actas do Colóquio sobre “Crioulos de Base Lexical Portuguesa”. Lisboa: Edições Colibri. BAPTISTA, Marlyse. (2002). The syntax of Cape Verdean creole: The Sotavento varieties. Amsterdam & Filadelfia: John Benjamins. COUTO, Hildo Honório do, Ana Adelina LÔPO & Josênia ANTUNES VIEIRA (eds.). 1994–1995. Atas do Coloquio sobre Crioulos de basel portuguesa e espanhola (= Papia. Revista de Crioulos de Base Ibérica 3(2), 1994 y 4(1), 1995).

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Introducción

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FERNÁNDEZ, Mauro (ed.). 2001. Shedding light on the Chabacano Language (= Estudios de Sociolingüística 2:2). Vigo: Universidad de Vigo. HAGEMEIJER, Tjerk. (2003). “A negação nos crioulos do Golfo da Guiné: Aspectos sincrónicos e diacrónicos”. Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana 2, 151-178. MOÑINO, Yves & Armin SCHWEGLER (eds.). (2002). Palenque, Cartagena y Afro-Caribe: Historia y lengua. Tübingen: Max Niemeyer. ZIMMERMANN, Klaus (ed.). 1999. Lenguas criollas de base lexical española y portuguesa. Frankfurt am Main: Vervuert / Madrid: Iberamericana.

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C RIOLLOS

IBÉRICOS DE

A SIA

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A HIPÓTESE DE DALGADO DE RECÍPROCA TRANSFUSÃO PARCIAL: AVALIANDO A SUA UTILIDADE PELA COMPARAÇÃO DO CRIOULO PORTUGUÊS DE SRI LANKA COM O PAPIA KRISTANG NIKOLA ALBRING & EUGÉNIA LOURENÇO Universidade de Coimbra

1. Introdução1 Há mais de um século atrás, Hugo Schuchardt (1889: 476) dividiu os crioulos asiáticos de base portuguesa em quatro grupos distintos, nomeadamente em gauro-português, dravídico-português, malaio-português e sino-português. Sebastião Rodolfo Dalgado, depois de ter efectuado um estudo comparativo dos crioulos indo-portugueses, encontrou semelhanças lexicais e estruturais entre eles, cuja explicação não se encontra, na sua totalidade, no superstrato comum, o português europeu, nem nas fundamentais línguas indianas subjacentes. Consequentemente, revelou-se céptico quanto aos critérios utilizados por Schuchardt, sobretudo na divisão dos crioulos indo-portugueses em gauro-português e dravídico-português2 (Dalgado, 1917: 41). Assim, sabendo do frequente contacto entre falantes dos crioulos do Índico, sobretudo dos indo-portugueses, Dalgado introduziu o seu famoso conceito de ‘recíproca transfusão parcial’: “É necessário, além disso, admitir frequente contacto dum com outros e recíproca transfusão parcial, proveniente da constante migração da grande parte dos indivíduos que os falavam” (ibidem). Tomando como ponto de partida os crioulos portugueses de Sri Lanka (CPSL3) e de Malaca, o Papia Kristang (PK), decidimos avaliar a utilidade da hipótese 1 Os nossos agradecimentos a Alan Baxter, Clancy Clements, John Holm e às nossas colegas de Mestrado em Linguística Descritiva da Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra (2002/2003), pelos comentários e sugestões na elaboração deste resultado final. 2 O gauro-português e o dravídico-português enformam o grupo dos crioulos indo-portugueses. Ora, Schuchardt, apercebendo-se do facto de que os crioulos indo-portugueses mais ao Centro e Noroeste da Índia têm como principais línguas de substrato línguas indo-arianas, como o cingalês e concani, enquanto que os crioulos indianos mais ao Sul e Sudeste da Índia, bem como o crioulo português de Sri Lanka, têm na sua base principalmente línguas dravídicas, como o tamil, dividiu os crioulos indo-portugueses nos dois grupos supra mencionados. 3 As abreviaturas usadas são: AC = Acusativo, CBP = Crioulo Português de Batticaloa, CLSL = Crioulo Literário de Sri Lanka, CPSL = Crioulo Português de Sri Lanka, DAT = Dativo, GEN = Partícula de Genitivo, LOC = Partícula de Locativo, P = Partícula de Passado Verbal. PE = Português Europeu, PK = Papia Kristang, TB = Tamil de Batticaloa.

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avançada por Dalgado, através da análise de algumas características gramaticais presentes nestes crioulos, designadamente o acusativo, o locativo, o genitivo e a reduplicação, tendo em conta as respectivas línguas de substrato, a língua de superstrato, bem como possíveis desenvolvimentos internos dos crioulos, influências recíprocas e a convergência de todas ou algumas destas influências. O objectivo será o de aplicar e estender a hipótese de Dalgado ao contacto entre os crioulos mencionados, a fim de problematizar o argumento de que a propagação de traços se deu apenas no sentido Oeste → Este, como Dalgado o considerava. De sublinhar que os Portugueses, quando chegaram à Ásia e se casaram com mulheres indígenas ou formaram os seus haréns, entraram, eles próprios, nas comunidades locais, facto que permitiu a manutenção das línguas indígenas (John Holm, 1989: 264). Ao longo do tempo, a formação de novas castas com base na língua e na religião permitiu a contínua assimilação de falantes de línguas locais nas novas castas. Assim, devido a estes cenários bilingues, muitas vezes multilingues, as línguas crioulas estavam expostas à pressão das línguas locais que as influenciavam nos seus processos evolutivos, para os quais também contribuíram os constantes contactos entre comunidades da Ásia. Aliás, o PK e o CPSL, mais precisamente a variedade coloquial de Batticaloa (CBP)4, foram, durante muito tempo e devido a estes cenários de bilinguismo/multilinguismo relativamente estáveis, dois casos particulares de convergência, uma vez que essa convergência se processou no sentido das línguas de substrato/adstrato, e não do superstrato. Consequentemente, detectam-se imensas congruências, gramaticais e lexicais, entre o PK e o malaio (Alan Baxter, 1988), mais precisamente o malaio de bazar, e entre o CPB e o tamil de Batticaloa (Ian Smith, 1979).

2. O crioulo português de Sri Lanka (CPSL): uma realidade com duas faces Convém notar que, relativamente ao CPSL, é possível fazer uma distinção entre variedades coloquiais –sugerindo um uso do crioulo como língua franca na ilha, pelo menos até meados do século XIX– e uma variedade literária (CLSL). Esta variedade literária, cujas origens não são evidentes, terá sido usada especialmente para fins de missionação e é estruturalmente mais semelhante a outras variedades do indo-português, ao PK e ao português padrão, do que as variedades coloquiais5. O CLSL, que foi estudado por Dalgado em finais do século XIX, não é representativo da variedade coloquial da época (Dalgado, 1998[1900]; Smith, 1979).

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Mas sobretudo o PK. De entre todas as variedades coloquiais debruçamo-nos sobre a de Batticaloa por ser aquela acerca da qual existe mais informação. 5

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A hipótese de Dalgado de recíproca transfusão parcial

3. Objectos de análise: acusativo, genitivo, locativo, reduplicação Quadro 1 Acusativo, genitivo e locativo LÍNGUAS

ACUSATIVO

GENITIVO

LOCATIVO

PORTUGUÊS EUROPEU (PE)

a Ø

sa/ssa/sua/seu de

em

CRIOULO PORTUGUÊS BATTICALOA (CPB)

-p Ø

-su (we)

-(u)ntu -(u)nta: 

su(a) `s de

né, em, de, redundo, Ø

sa Ø di

na (na) + rentu, drentu, riba,... botá/meté + (na)

e

DE

CRIOULO LITERÁRIO per(a), para SRI LANKA (CLSL) Ø

DE

e

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PAPIA KRISTANG (PK)

ku Ø

TAMIL DE BATTICALOA (TB)

-a(y) Ø

-r´a

-(i)-la(y) -(i)Tta(y)

MALAIO



Ø

dalam

MALAIO DE BAZAR

sama

punya

dalam

3.1. O ACUSATIVO Em português europeu, a língua de superstrato comum aos dois crioulos em análise, encontramos a preposição a para marcar o complemento ou objecto directo –sobretudo com alguns verbos transitivos, em expressões fixas– embora não seja obrigatória e, por vezes, nem sequer adequada ou considerada arcaica6: (1) PE:

O Luís feriu (a)/(o) Pedro.

(2) PE:

Amar (a) Deus.

6 Note-se que, no português da Idade Média, o complemento directo tomaria, frequentemente, a partícula a quando o SN denotasse ente animado, tornando mais clara a função objectiva do substantivo. Havia também uma hesitação entro o uso do duplo acusativo ou de dativo e acusativo, sobretudo com verbos como ‘perguntar’, de modo que podemos encontrar em documentos antigos construções como perguntou-lhe algo ou perguntou-o algo’.

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Esta preposição, para além de poder marcar o complemento directo, pode exercer outras funções, entre as quais marcar o complemento indirecto7: (3) PE:

mostrar o escravo ao rei.

Tal como podemos observar no quadro inicial, o CPB, o CLSL e o PK marcam de modo diferente o acusativo, embora os itens lexicais usados nessa marcação sejam semelhantes a preposições do português (per8; com). O CPB, apesar de fazer uso de um sufixo (-p´) semelhante à preposição per do português europeu, do CLSL e de outros crioulos asiáticos, usa efectivamente um sufixo, o que poderá ser atribuído a uma influência do substrato/adstrato, o TB, que também se serve de morfemas sufixais, nomeadamente -a(y) para marcar substantivos [+definidos] e Ø para substantivos [–definidos] (Smith, 1979: 198). É provável que se tenha efectuado uma reinterpretação da preposição per, que passou a ser usada como sufixo de acusativo, bem como de dativo. Provavelmente e tomando em consideração o alargamento semântico da preposição original per ao valor de acusativo, deu-se um jogo de influências que poderá ter envolvido não apenas as estruturas das línguas de substrato/adstrato e de superstrato, mas também estruturas e usos lexicais de outros crioulos asiáticos e/ou de um provável pidgin proto-asiático surgido a partir de 1510 do contacto entre os Portugueses e falantes do concani, em Goa9. No entanto, no TB o uso de morfema de acusativo está relacionado com o traço [+definido]10, enquanto que no CPB o uso obrigatório se prende com o traço [+humano], sendo o seu uso opcional se o substantivo for [+animado] e [–humano], e desnecessário se for [–animado] (Smith, 1979: 198). No CLSL, a preposição per (ou pera/para), além de ser multifuncional, tal como acontece em muitos outros crioulos do Sul da Ásia, aparece quase sempre para marcar o complemento indirecto (tal como acontece com a preposição a em PE), e frequentemente para marcar o complemento directo, nominal ou pronominal. Quando, no CLSL, ocorrem ambos os complementos, o directo, sem preposição, antecede o indirecto, tal como acontece em PE em que o objecto directo, normalmente não marcado, antecede o indirecto, a menos que o objecto indirecto surja na sua forma pronominal:

7

Desde que se trate de um substantivo. A preposição per, usada nos séculos XVI e XVII, tinha, no PE, vários valores, mas não marcava o complemento directo. 9 Se bem que é possível que um pidgin se tenha formado antes de 1510, quando os Portugueses alcançaram pela primeira vez a Índia em 1498, através do contacto com falantes do malaiala (Clements & Koontz-Garboden, 2002). 8

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A hipótese de Dalgado de recíproca transfusão parcial

(4) CLSL:

Elle ja dá ele P dar ‘Deu-lho’.

aquél o/aquilo

per DAT

elle. ele

23

(Dalgado, 1998[1900]:103)

As preposições para ou per(a), antes de um objecto pronominal e em contextos semelhantes, são típicas dos crioulos indo-portugueses11, do papiamento (pa:) e do sabir, mas não ocorrem nos crioulos da África Ocidental (Ivens Ferraz, 1987: 353), nem no PK12. No PK e no crioulo das Filipinas usam-se outros itens lexicais para exprimir o acusativo, nomeadamente ku e kon, que são semelhantes à preposição com do PE, sendo que, em PE, com não exprime o acusativo, mas papéis semânticos, tais como comitativo, instrumento, causa, maneira, oposição, contrariedade. Portanto, no PK, os verbos transitivos ligam-se aos objectos nominais através da preposição ku (Baxter, 1988:156; Ian Hancock, 1975: 222). Esta preposição é semelhante ao morfema per indo-português, uma vez que é multifuncional13 e, por vezes, desnecessária em termos de marcação do acusativo, sendo que, nesse caso, é a ordem das palavras que determina esta função. Quanto mais animado (e/ou definido) o objecto, mais obrigatório será marcar o acusativo, tal como acontece em CPB, em TB e em PE, sobretudo medieval14. Note-se que o complemento indirecto pode anteceder ou seguir o complemento directo, mas se ambos forem marcados e humanos, tem sempre de o seguir: (5) PK: […] olotu ja da ku eli ku ‘ngua mulé china. (Baxter, 1988:162) eles P dar AC ele DAT uma mulher chinesa ‘deram-no a uma mulher chinesa’.

Quanto mais animado (e/ou definido) o objecto, mais obrigatório será marcar o acusativo, tal como acontece em CPB, em TB e no português europeu, sobretudo medieval. De sublinhar que no CLSL também existem verbos que pedem construções com a preposição com para exprimir o objecto indirecto (Dalgado, 1998[1900]: 103), embora estas sejam menos frequentes do que construções com per. 10

Aliás, muitas línguas do sub-continente Índico operam em termos dos traços [animado] e [definido]. 11 Como os de Cochim e Mangalore. 12 Embora no PK encontremos padi/pa/para para exprimir a função de ‘benefactivo’, mas não a de complemento directo. 13 De referir que esta multifuncionalidade também está presente em línguas de substrato/adstrato do PK, como o malaio de bazar, em que é a partícula sama que marca o acusativo, podendo esta exprimir igualmente o recipiente e o comitativo. 14 O facto de o acusativo ter de ser marcado ou não com base no traço [+animado] do SN é uma característica típica não só dos crioulos do Sul da Ásia, como também do de Macau (Baxter, 1988: 221), e, até determinado ponto, do PE medieval.

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3.2. O LOCATIVO No português europeu a preposição em expressa o locativo (sentido estático). Porém, a preposição em é multifuncional, podendo ser usada para nos referirmos ao espaço e ao tempo, para exprimir estado, divisão, distribuição, e se for usada com verbos, como lançar, meter, pôr, entre outros, pode também ter o valor de ‘lugar para onde’ (sentido directivo). Da contracção com artigos definidos resultam as formas na(s)/no(s), que são semelhantes à preposição de locativo dos crioulos do Atlântico, nomeadamente na, que pode ser omitida com verbos de movimento, sobretudo, com topónimos, o que também acontece no PK, quando a construção é feita com verbos em série: (6) Papiamento15: E ta bai _ Miami. Ele vai _ Miami ‘Ele vai para Miami’.

(Michel ms., apud Holm, 2000: 230)

(7) PK: eli ja acha bai Singapore. ele P receber ir Singapura ‘Ele conseguiu ir a Singapura’.

(Baxter, 1990: 168)

Nestes crioulos, a preposição na pode significar lugar onde (em), lugar para onde (para) e lugar donde (de), dependendo do contexto ou do verbo (Holm, 2000: 229). No PK, a preposição na também parece ter um leque mais alargado de valores semânticos do que meramente ‘lugar onde’ e ocorre obrigatoriamente se a localização for o elemento central do SN ou com verbos intransitivos. Quando e apenas se for possível usar outras partículas mais específicas, tais como rentu, drentu, riba, basu, tras, diánti, fora, o uso de na é opcional, tal como acontece algumas vezes com os verbos meté e botá: (8) PK: nu meté ngua tersu (na) sa nós meter um terço (LOC) GEN ‘nós metemos-lhe um terço na mão’.

mang. mão

(Baxter, 1988: 162)

Também no CLSL se usa uma preposição semelhante, nomeadamente né. Contudo, a preposição em surge em diversos exemplos, sobretudo em expressões fixas, para além de surgirem também as preposições de e redundo. Tal como nos crioulos supra referidos, em CLSL, a marcação por meio de preposições não é

15

Esta construção também encontra paralelo em línguas africanas.

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sempre necessária. De referir ainda que algumas destas preposições podem ser usadas como posposições (Dalgado, 1998[1900]: 104). De acordo com Smith (1979: 197-198), no CPB temos os sufixos -(u)ntu ou (u)nt-aù que parecem ter a sua base no item lexical português ‘juntado’16, certamente submetido a um processo de reinterpretação e permitindo, mais uma vez, convergência estrutural com o TB, onde encontramos os sufixos -(i)-la(y) com substantivos [–humanos] e -(i)Tta(y) com substantivos [+humanos]. Contudo, note-se que quer no CPB, quer no TB, o locativo pode ser usado com verbos de movimento se o SN for [+animado]: (9) (10)

CPB:

pa:y

TB:

appa: -Tta LOC pai ‘vai ao pai’.

-ntu

e

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enda:

(Smith, 1979: 198)

po: vai

(Smith, 1979: 198)

3.3. O GENITIVO No português europeu, encontramos as construções possessivas: ‘objecto possuído + de + possessor’ (a casa do Pedro), ‘objecto possuído + possessor / forma de genitivo do pronome pessoal’ (a casa dele), ‘artigo definido / demonstrativo /... + adjectivo possessivo + objecto possuído’ (a sua casa, a minha casa). No português europeu, os possessivos podem ser usados como adjectivos ou pronomes, sendo que, quando usados como adjectivos, antecedem o substantivo, ao passo que, no século XVI, o adjectivo possessivo era, por vezes, usado depois de um substantivo17: (11)

PE: Mova-te a piedade sua e minha.

(Camões, Os Lusíadas, Canto III, Estrofe 127)

Nos crioulos podemos encontrar dois grandes tipos de construção de genitivo: a) Tipo 1 → possessor + marcador de genitivo + objecto possuído No CLSL, encontramos esta construção, em que o possessivo, usado como marcador de genitivo, ocorre quase sempre no feminino singular (pronome ou adjectivo), embora também haja construções com o masculino: 16 Nós consideramos que a semelhança é maior com o item lexical ‘junto’, seguido ou não da preposição a˘, por motivos de acentuação. 17 Em documentos antigos, podemos encontrar as formas femininas mha, ta, sa (ssa), sua usadas como adjectivos (Said Ali, 1964:96).

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(12)

CLSL:

Peter su(a) filho. Pedro GEN filho ‘O filho do Pedro’.

(Dalgado, 1998[1900]: 103)

Dalgado argumenta, contrariamente a Schuchardt, que o marcador de genitivo su(a)18 não é de origem inglesa, uma vez que ocorre em contextos inadmissíveis em inglês (Dalgado, 1998[1900]: 103). É provável que tenha entrado no crioulo no momento de formação deste, antes da chegada dos Ingleses e Holandeses. Dalgado diz-nos também que, nos prácritos, como o cingalês e o concani, o genitivo do pronome pessoal ocorre também como possessivo, sobretudo antes de substantivos flexionados, correspondentes às preposições perto, junto, juntado, trás, do CLSL, onde o possessivo ocorre geralmente com estas preposições e não o pronome pessoal, podendo-se estabelecer aqui um paralelo com os prácritos: (13)

CLSL:

sua perto

‘perto dele’.

(Dalgado, 1998[1900]: 104)

No entanto, na poesia, podemos encontrar uma forma semelhante ao morfema de possessivo do inglês: (14)

CLSL:

Com Jesu ´s grande dors. (Dalgado, 1998[1900]: 104) com Jesus GEN grandes dores ‘com as grandes dores de Jesus’.

Em PK e no malaio de bazar também existe a construção do Tipo 1: (15)

PK:

yo

(16)

Malaio de bazar:

saya punya bedil. GEN espingarda eu ‘a minha espingarda’.

sa

spinggarda.

(Hancock, 1975: 229) (Hancock, 1975: 229)

Note-se que o sa do PK e o punya do malaio de bazar indicam igualmente o possessivo absoluto. De sublinhar que esta construção não ocorre no malaio (Hancock, 1975:229). Contudo, no PK e em malaio, podemos omitir a partícula, indicando posse através da mudança da ordem das palavras19, embora esta não seja uma construção muito aceite ou utilizada pelos falantes de PK:

18

Dá-se frequentemente uma apócope do a antes de consoantes (Dalgado, 1998[1900]: 87). O malaio de bazar também aceita este tipo de construção, embora a sua utilização seja muito limitada, em detrimento do uso do marcador de genitivo. 19

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(17)

PK:

kaza

juang.

(Hancock, 1975: 220)20

(18)

Malaio:

rumah jon. casa João ‘a casa do João’.

(Hancock, 1975: 220)

A construção ‘possessor + marcador de genitivo + objecto possuído’ surge também noutros crioulos, como em papiamento (Hancock, 1975: 223), em afrikaans21 (Hancock, 1975: 223), em bidau e em macaísta: (19)

Macaísta22:

Siára -sua pe. Senhora GEN pé ‘o pé da senhora’.

(Holm, 1989: 298)

Não encontramos um marcador de genitivo semelhante no crioulo das Filipinas, nem nos crioulos do Golfo da Guiné ou da Costa da Guiné. No CPB, mais uma vez, faz-se uso de um sufixo, nomeadamente -su(we), tal como acontece em TB (-r´a) (Smith, 1979: 198). No entanto, a semelhança do sufixo do CPB com os itens lexicais utilizados noutros crioulos de base lexical portuguesa leva-nos a considerar, mais uma vez, a hipótese de ter havido aqui uma influência combinada. e

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b) Tipo 2 → objecto possuído + de/di + possessor A preposição de exprime muitos valores no português europeu incluindo o de genitivo. Esta construção (Tipo 2) é usada no PE, bem como no PK, em papiamento (Goilo, 1972, apud Holm, 2000: 218) e em palenquero (Friedemann & Patiño, 1983: 149-150, apud Holm, 2000: 218): (20)

PK:

kaza di Juang. casa GEN João ‘a casa do João’.

(Hancock, 1975: 220)

Também no CLSL a preposição de é uma preposição de genitivo, sendo que, no seguinte exemplo, ela marca o complemento determinativo, em vez

20

Neste caso, o uso da preposição di não é obrigatório. O uso de se em afrikaans pode ter sido influenciado pelos crioulos asiáticos. 22 As mulheres dos primeiros portugueses em Macau não eram chinesas mas mulheres de Malaca falantes de malaio-português (Batalha, 1974: 21 e 29, apud Holm, 1989: 296) e, até meados do século XVII, o contacto entre Macau e Malaca e outras partes do império asiático de Portugal, através de rotas de navegação regulares, era intenso (Holm, 1989: 298). 21

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do complemento possessivo, tal como pode acontecer noutros crioulos, como no PK: (21)

CLSL:

Hum cidade [na] borda de o mar. (Dalgado, 1998[1900]: 104) Uma cidade LOC beira GEN o mar ‘Uma cidade à beira do mar’.

De referir ainda que, em CLSL, a preposição pode ser omitida, mantendo-se a ordem das palavras.

3.4. A REDUPLICAÇÃO Tanto quanto nos foi possível averiguar, o processo da reduplicação ocorre na maioria dos crioulos de base portuguesa. Contudo, a reduplicação não é um mecanismo sintáctico em português europeu. No PK, paralelamente a outros mecanismos de pluralização de substantivos, encontramos a reduplicação23, usada sobretudo com substantivos comuns concretos24, embora não se trate do mecanismo de pluralização mais frequentemente utilizado: (22)

PK:

barku-barku

‘barcos’ ou ‘todos os barcos’.

(23)

PK:

krensa-krensa (krenkrensa) ‘crianças’.

(Hancok, 1975: 219)

‘crianças’.

(Hancock, 1975: 229)

O mesmo acontece em malaio e no malaio de bazar: (24)

Malaio e malaio de bazar:

anak-anak

‘crianças’.

(Hancock, 1975: 229)

No crioulo português de Sri Lanka, quer coloquial, quer literário, a reduplicação de substantivos com função pluralizadora não é um processo sistemático, tal como não acontece em tamil. Aliás, este é o único exemplo detectado por Dalgado: (25)

CLSL:

fifes ou fifi

‘filhos/filhas’.

(Dalgado, 1998[1900]: 81)

De referir que, nas línguas indígenas, existe uma expressão com o significado de ‘filha/filho’ usada para referir crianças de ambos os sexos (Dalgado, 1998[1900]: 23

Actualmente, a reduplicação não é um processo produtivo com esta função de pluralização nem PK, nem em outros crioulos asiáticos (como o crioulo das Filipinas). 24 Sendo que uns são mais favoráveis à reduplicação do que outros.

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81), sendo que outros crioulos asiáticos, como o de Mangalore e o PK (exemplo 24), também têm uma expressão reduplicada semelhante (Ferraz, 1987: 352). O fenómeno de reduplicação associada à pluralização de nomes ocorre também noutras línguas, como no crioulo de Macau (Holm, 1989: 298) e no crioulo de base lexical espanhola das Filipinas: (26)

Crioulo das Filipinas:

cosa-cosa

‘cosas’.

(Holm, 1989: 320)

A reduplicação é um mecanismo recorrente na maioria dos crioulos asiáticos com funções como distribuição de numerais, intensificação de advérbios, entre outras, podendo ser considerada um calque de construções semelhantes encontradas nos substratos (Ferraz, 1987: 352)25. Estes tipos de reduplicação, bem como a reduplicação para exprimir o plural de adjectivos ocorrem nos crioulos do Golfo da Guiné e da Alta Guiné. Sendo que a relação entre forma e função na utilização da reduplicação é icónica, podemos associar um universalismo à sua utilização. Porém, nos casos em que a reduplicação ocorre com a função de pluralizar substantivos, talvez seja possível atribuir a sua origem ao malaio, até porque em malaio e em outras línguas austronésias a reduplicação ocorre com todas as classes de lexemas26. 4. Conclusão Ao compararmos algumas características dos crioulos de Sri Lanka e de Malaca entre si e com as respectivas línguas de superstrato e substrato e com outros crioulos asiáticos, fica-nos a certeza de serem vários os factores que convergem para a formação, manutenção e evolução de uma língua. Na maioria das vezes, não é possível subscrever-se este ou aquele traço morfo-sintáctico a uma determinada causa. Assim, se, por um lado, os crioulos têm como grande fonte lexical as línguas de superstrato, enquanto que as línguas de substrato os inspiraram sobretudo ao nível estrutural27, sendo por vezes clara a convergência de influências, por outro lado, os agrupamentos de crioulos estabelecidos com base apenas na comparação com superstratos e substratos, por si só, não explicam a existência de deter-

25 Se bem que, confirmada a presença de malaios na Índia, devido a um fluxo inverso de pessoas através do comércio marítimo, também se coloca a possibilidade de ter havido uma influência de Este para Oeste. 26 Esta é a nossa tradução da expressão inglesa content words recentemente indicada por Alan Baxter em comentário feito a esta secção. 27 Embora os substratos, por vezes, também tenham exercido uma influência lexical nos crioulos.

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minados traços neles encontrados e que são comuns a outros crioulos que, pela divisão, pertenceriam a um grupo diferente. Neste sentido, torna-se importante não excluir uma análise das línguas de adstrato, bem como desenvolvimentos internos e factores sociais, como o mutilinguismo e os contactos constantes entre as diversas comunidades de falantes. Todos estes factores podem ter exercido uma influência conjunta e não-unilateral no surgimento e evolução dos traços analisados neste nosso estudo. De salientar que a hipótese de Dalgado quanto a uma influência que se terá processado no sentido Oeste → Este afigura-se como uma hipótese plausível e, de facto, possível de ser aplicada aos crioulos em questão, pelo menos tomando em consideração alguns aspectos deste nosso estudo. Efectivamente, a História narra a presença não só de africanos desde o Sri Lanka até Macau28, mas também de malaios em Sri Lanka e na Índia, canalizados, por exemplo, para o serviço militar, sobretudo pelos Holandeses. Este tipo de movimentos migratórios sempre foi bastante comum e favorece o argumento de que poderá ter havido uma difusão ou transfusão de traços quer no sentido Oeste → Este, quer no sentido Este → Oeste.

Referências bibliográficas ALI, Said. 1964. Gramática histórica da língua portuguesa. São Paulo: Edições Melhoramentos. BATALHA, Graciete Nogueira. 1974. O inquérito linguístico boléo em Malaca. Coimbra: Biblos 62. BAXTER, Alan. 1988. A grammar of Kristang (Malacca Creole Portuguese) (= Series B 95). Canberra: The Australian National University, Department of Linguistics, Pacific Linguistics. — 1990. “Some observations on verb serialization in Malacca Creole Portuguese”. Boletim de Filologia (Lisboa) XXXI, 161-184. CAMÕES, Luís de. 1980[1572]. Os Lusíadas. Porto: Porto Editora Lda. CLEMENTS, J. Clancy & Andrew KOONTZ-GARBODEN. 2002. “Case-marking in Dravidian languages and Indo-Portuguese creoles: Substrate influence or independent development?”. Comunicação apresentada na South Asian Language Analysis Round Table, 21-23 de Junho, Iowa. DALGADO, Sebastião Rodolfo. 1917. “Dialecto indo-português de Negapetão”. Revista Lusitana 20, 40-53. — 1998[1900]. Dialecto indo-português de Ceilão. Lisboa: Comissão para as Comemorações dos Descobrimentos Portugueses (Colecção Cadernos-Ásia).

28 Em Macau houve até meados do século XX um contingente de soldados africanos, na maioria landins de Moçambique.

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FERRAZ, Luiz Ivens. 1987. “Portuguese Creoles of West Africa and Asia”. In G.G. Gilbert (ed.), Pidgin and creole languages, 337-360. Honolulu: University of Hawaii Press. FRIEDEMANN, Nina S. & Carlos PATIÑO ROSSELLI. 1983. Lengua y sociedad en el palenque de San Basilio. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. GOILO, E.R. 1972. Papiamentu textbook. Aruba: De Wit. HANCOCK, Ian. 1975. “Malaccan Creole Portuguese: Asian, African or European?”. Anthropological Linguistics 17(5), 211-236. HOLM, John. 1989. Pidgins and creoles, vol. 1. Cambridge: Cambridge University Press. — 2000. An introduction to pidgin and creoles. Cambridge: Cambridge University Press. MICHEL, Abigail. 1992. “The preverbal markers of Papiamentu in Curaçao: ta, tabata, a, o”. Comunicação apresentada na reunião anual da Society for Pidgin and Creole Linguistics, Filadélfia. SCHUCHARDT, Hugo. 1889. “Beiträge zur Kenntnis des kreolischen Romanisch. V. Allgemeineres über das Indoportugiesische (Asioportugiesische)”. Zeitschrift für romanische Philologie 13, 476-516. SMITH, Ian. 1979. “Convergence in South Asia: A creole example”. Lingua 48, 193-222.

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LA ARMONIZACIÓN VOCÁLICA EN LOS CRIOLLOS INDO-PORTUGUESES J. CLANCY CLEMENTS Indiana University, Bloomington

1. Introducción Las preguntas a las que nos gustaría poder responder en este estudio son las siguientes: ¿qué tipos (o vestigios) de armonización vocálica existen en los criollos indo-portugueses de Damão y Korlai? y ¿han estado estas realizaciones de armonización vocálica presentes en estos criollos desde su formación en el siglo XVI, o representan un desarrollo ulterior en la evolución de estas lenguas? Para abordar las cuestiones relacionadas con estas preguntas, tenemos que definir primero el objeto de estudio. El término ‘armonización vocálica’ se refiere a la asimilación de una vocal a (o hacia) la altura de otra vocal siguiente, típicamente en la misma palabra. Dado que el rasgo (por ej. [+alto]) de la segunda vocal afecta la altura de la primera, la asimilación es regresiva. Un caso específico de armonización vocálica es la ‘metafonía’, o la adaptación de una vocal tónica a otra que sigue. En general, los procesos de la armonización vocálica y la metafonía se consideran distintos, aunque Lloyd (1979: 297) alude a que la primera podría considerarse una forma de metafonía. Hualde (1989: 773) considera tanto la asimilación de la vocal tónica como la asimilación de la vocal átona tipos de armonización vocálica. En este estudio, consideraremos la armonización vocálica el proceso general y la metafonía un caso particular de la misma. Sin embargo, también emplearemos el término ‘armonización vocálica’ en este estudio para hablar de la asimilación regresiva de una vocal ‘átona’. Doy ejemplos de la armonización vocálica y la metafonía en (1) y (2) respectivamente. (1) La armonización vocálica en el verbo gallego y en el portugués antiguo (Martins, 1988:353) Latín: Gallego y portugués antiguo:

a. (/ε/ ~ /i/)

/sεrb/ b. (/ɔ/ ~ /u/) /dɔrm/ ↓ ↓ /sirbímos/ /durmímos/ /sirbídes/ /durmídes/ /sirbía/ /durmía/

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↓ /sirbín/ /sirbíra/ /sirbíse/ /sirbiréi/ /sirbiría/ /sirbír/ /sirbíndo/ /sirbído/

↓ /durmín/ /durmíra/ /durmíse/ /durmiréi/ /durmiría/ /durmír/ /durmíndo/ /durmído/

(2) La metafonía en el verbo portugués (Martins 1988: 249) Latín: Portugués:

a. se˘rvıˇam ↓ sirvo

se˘rvis b. doˇrmıˇo ↓ ↓ serves [sε´r-ves] durmo

doˇrmis ↓ dormes [dɔ´r-mes]

En los ejemplos en (1), la vocal pretónica cambia de altura de [+ATR] a [+alt] por la influencia de la tónica alta siguiente. En los ejemplos en (2), la vocal rizotónica sube un grado por la influencia de una yod siguiente (representada aquí por ˘ı ). Los ejemplos en (1) y (2) son del sistema verbal, pero también se encuentra la armonización vocálica y la metafonía en formas nominales, como vemos en los ejemplos (3) y (4). (3) La armonización vocálica en sustantivos del portugués brasileño (Lipski, 1973: 18) a. ([ɔ´]~ [o])

[kɔ´pu] ‘vaso’ [kopíñu] ‘vasito’

b. ([ε´]~ [e])

[sε´stɐ] ‘siesta’ [sestíñɐ] ‘siestita’

(4) Metafonía en las formas nominales del portugués ([ɔ´]~ [ó])

[nɔ´vɐ] ‘nueva’ [nóvu]‘nuevo’

[pɔ´rkɐ] ‘puerca’ [pórku] ‘puerco’

En los ejemplos en (3), vemos que una vocal media abierta en posición tónica ([ɔ´] y [ε´ ] respectivamente) sube a media cerrada en posición pretónica ([o] y [e]) por influencia de la [i] tónica en la sílaba siguiente. En (4) tenemos el conocido caso de la armonización entre una vocal media abierta tónica y una central postónica por un lado, y una vocal media cerrada tónica y una alta postónica por otro. Habiendo visto las definiciones que vamos a emplear para el presente estudio y algunos ejemplos ilustrativos del fenómeno que se va a considerar, vamos a ver los datos en las lenguas criollas en cuestión.

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2. Los datos de armonización vocálica y metafonía en los criollos de Damão y Korlai 2.1. VESTIGIOS DE ARMONIZACIÓN VOCÁLICA Y METAFONÍA En los criollos de Damão y Korlai existen aún vestigios de la metafonía nominal ejemplificada en (4). Así, en ambos criollos encontramos las formas en (5) 1. (5) [pɔ´rk] (< ptg. porca ‘puerca’) [pórk] (< ptg. porco ‘puerco’)

Asimismo, encontramos verbos, en (6), que muestran indicaciones de armonización vocálica presentes en el portugués del siglo XVI. (6) Damão durmi pidi simya sinti siya visti

Korlai

Portugués

durmi pidi simya siti siya wisti

dormir (d[u]rmir; véase [1b]) ‘dormir pedir ([pidir] ?) ‘pedir’ semear (s[imj]ar ?) ‘sembrar’ sentir (s[i]ntir ?) ‘sentir’ ceiar (c[iy]ar ?) ‘cenar’ vestir (v[i]stir ?) ‘vestir’

Aparte de estos datos, existe una serie de verbos en el CD y el CK en los que la átona inicial es [+alto] y corresponde a una vocal [-alto][-bajo] en el portugués moderno (véase [7]). En estas formas no parece haber habido armonización vocálica sino la subida de la vocal átona inicial. (7) Damão ---ishpra kume kuzinya kwise, kuñse simεt ulya uskre

Korlai

Portugués

gum(i)ta isra kume kudzinya kwise siment ulya, ilya uskre

gomitar (coll.) [gumitar] ? esperar comer cozinhar conhecer semente olhar escrever

1 Es interesante que en estas lenguas no existan vestigios de metafonía en los adjetivos. Es decir, no hay formas en estos CIPs que se deriven del portugués [nóvu] y [nɔ´vɐ]. Lo que tenemos es el reflejo de la forma masculina: [nov] en el criollo de Damão (CD) y [nob] en el de Korlai (CK). En general, todas las palabras en el CD y el CK tienen la tónica en la última sílaba.

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Es probable que en el portugués del siglo XVI la sílaba inicial de estos verbos ya era [+alto], como hemos visto en los ejemplos del portugués antiguo en (1b)2. En cuanto a la antigüedad de los fenómenos de la armonización vocálica y la subida de la átona inicial, sabemos que la armonización es un fenómeno antiguo porque la encontramos no solo en el portugués antiguo sino también en el gallego, así como en varios dialectos del norte de España (cf. Penny, 1969 y Hualde, 1989). Así pues, no es de extrañar que surja el mismo fenómeno en el portugués de Brasil (Hancin, 1991) e incluso en los criollos de base léxica portuguesa.

2.2. CASOS INDEPENDIENTES DE ARMONIZACIÓN VOCÁLICA EN LOS CRIOLLOS DE DAMÃO Y KORLAI Aún queda otra serie de datos de los criollos en cuestión para los que no hemos encontrado una correspondencia exacta en ninguna otra variedad del portugués. En el CD, encontramos en verbos bisilábicos y trisilábicos un caso de armonización vocálica en las formas del pretérito que involucra tanto las vocales anteriores (8a) como las posteriores (8b, 8c). Es interesante que en el ejemplo (8c) la antepenúltima es la vocal afectada por la armonización vocálica. Esto tiene que ver, parece, con que la antepenúltima lleva también el acento secundario. Esta cuestión merece un estudio aparte y no podemos detenernos aquí para abordarla en más detalle. (8) Armonización vocálica en CD a. e ~ i (palabra bisilábica) berra (< berrar ‘gritar’) – birro (< berrou ‘gritó’) chega (< chegar ‘llegar’) – chigo (< chegou ‘llegó’) chera (< cheirar ‘oler’) – chiro (< cheirou ‘olió’) entra (< entrar ‘entrar’) – intro (< entrou ‘entró’) engəna (< enganar ‘engañar’) – ingəno (< enganou ‘engañó’) kebra (< quebrar ‘romper, quebrar’) – kibro (< quebrou ‘rompió, quebró’) ker(e) (< quer(er) ‘quiere/querer’) – kiri (< queria ‘quería’) leva (< levar ‘llevar’) – livo (< levou ‘llevó’) pega (< pegar ‘tomar’) – pigo (< pegou ‘tomó’) 2 En nuestra base de datos, encontramos un solo caso de una palabra en que falta la subida de la pretónica en CK y está presente en CD:

(i) Damão uvi

Korlai owi

Portugués ouvir

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pensa (< pensar ‘pensar’) – pinso (< pensou ‘pensó’) pentya (< pentear ‘peinar’) – pintyo (< penteou ‘peinó’) rrega (< regar ‘regar’) – rrigo (< regou ‘regó’) rreza (< rezar ‘rezar’) – rrizo (< rezou ‘rezó’) b. o ~ u (palabra bisilábica) gosta (< gostar ‘gustar’) – gusto (< gustou ‘gustó’) korta (< cortar ‘cortar’) – kurto (< cortou ‘cortó’) kompra (< comprar ‘comprar’) – kumpro (< comprou ‘compró’) c. o ~ u (palabra trisilábica) konserta (< consertar ‘reparar’) – kunsərto (< consertou ‘reparó’)

Se encuentran casos de armonización vocálica en el CK exclusivamente en palabras trisilábicas. En (9) incluimos los ejemplos citados por Clements (1996: 65). (9) Armonización vocálica en CK (a ~ o) ispárga (< esfregar ‘fregar’) - ispórgo (< esfregou ‘fregó’) kombársa ‘hablar’ (< conversar) ‘hablar’ - kombórso (< conversou ‘conversó’) ‘habló’ kosárta (< consertar ‘reparar’) - kosórto (< consertou ‘reparó’) umbárka (< embarcar) ‘invertir’- umbórko (< embarcou ‘invertió’) umbársa o hembársa (< embaraçar ‘enredar’) - umbórso (< embaraçou ‘enredó’) utárna (< entornar ‘derramar’) - utórno (< entornou ‘derramó’)

Llama la atención el hecho de que la vocal afectada sea la tónica. Es decir, a primera vista, los datos en (9) parecen ser casos de metafonía ya que el rasgo [-alto] [-bajo] de la vocal postónica afecta regresivamente la altura de la vocal tónica. Sin embargo, hay un argumento a favor de considerar los ejemplos en (9) casos de armonización vocálica. Según los datos disponibles, en CK parece que está vigente una versión de acentuación perteneciente al Marathi, la lengua con la que está en contacto el CK. La regla en Marathi, que se llama yogatmak, se expresa en (10). (10) Yogatmak: En una palabra que contiene un grupo consonántico de dos consonantes, la vocal que precede al grupo consonántico es la tónica.

En el CK, esta regla no se aplica a palabras bisilábicas. Es decir, las palabras bisilábicas del CK siempre tienen la tónica en la última sílaba, como muestran los ejemplos en (11).

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(11) aldé (< aldeia ‘aldea, pueblo’) andá (< andar ‘andar’) ‘ir’ angε˜ (< alguem ‘alguien’) durmí (< dormir ‘dormir’) firjí (< frigir ‘freir’) fundá (< fundear `fondear’) ‘fundarse’ gostí (< gostar ‘gustar’) irgí (< erguir ‘levantar’) ‘levantarse’ iskól (< escola ‘escuela’) ispí (< espinha ‘espina’) istór (< histôria ‘historia’) komsá (< confessar ‘confesar’) kortá (< cortar ‘cortar’) marchá (< marchar ‘marchar’) ‘andar’ pagmε˜ t (< pagamento ‘pagamento’) pisnór (< ?+hora ‘un tiempito, un poco de tiempo’) sandé (< acender ‘encender’)

En las palabras trisilábicas que contienen un grupo consonántico, como las de (9), la tónica aparece antes del grupo, siguiendo la regla yogatmak. Y en el CK resulta que, cada vez con más frecuencia, los hablantes de CK extienden la regla, aplicándola a cualquier palabra trisilábica, contenga o no un grupo consonántico. Esto se relaciona con los ejemplos en (9) de la siguiente manera: se supone que la armonización vocálica afectó a esas formas verbales en una fase de la evolución del CK en la que la tónica era todavía la última sílaba. Después de establecerse el patrón de armonización vocálica, esas formas se vieron afectadas por la regla yogatmak, por cuya influencia la tónica se desplazó a la penúltima sílaba. Es decir, la armonización vocálica en esas formas ya estaba establecida antes de ser sometidas a la regla de acentuación yogatmak.

3. Conclusión Durante la época en que se formaron los criollos de Damão y Korlai, las variedades de portugués que se empleaban en la India durante esta época contenían considerable metafonía y armonización vocálica. La primera parte de este estudio (apartado 2.1) muestra clara evidencia de la presencia de ambos fenómenos en los criollos de Damão y Korlai, cuya fuente tenía que ser una o más variedades del portugués, inclusive en pidgin portugués, que se hablaba entonces. En la segunda parte del estudio (apartado 2.2) hemos visto casos de lo que consideramos instancias de armonización vocálica, pero instancias de este fenómeno que no se encuentran actualmente en el portugués y que tampoco se cono-

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cían en los escritos del siglo XVI. Sin embargo, dada la fuerte presencia de la armonización vocálica en el portugués, no debemos extrañarnos de que existieran más casos de este fenómeno que los documentados. Creemos que estos casos formaban parte de las estructuras con las que se crearon estas lenguas criollas. En criollos africanos de base portuguesa, aunque no encontramos casos de armonización vocálica tipo CD chega-chigo (< portugués chegar-chegou), sí hay casos de la subida de la vocal pretónica tipo tchiga (< portugués chegar) en el criollo de Cabo Verde (Marlyse Baptista:p.c.; cf. Quint 2000:81). Para los ejemplos de tipo kombársa-kombórso (véanse las formas in [9]), que a primera vista parecen ser casos de metafonía, hemos proporcionado argumentos a favor de considerarlos también instancias de la armonización vocálica que luego fueron afectadas por la regla yogatmak (cf. [10]) que aparentemente habían adoptado del Marathi los hablantes del CK. Dado que la armonización vocálica es un fenómeno muy común en el portugués y dado que hay una fuerte presencia de vestigios del fenómeno en los criollos, no vemos argumentos en contra de aceptar que las nuevas ocurrencias de armonización vocálica procedan también de una o más variedades del portugués que se hablaba en el siglo XVI en el subcontinente de la India. La posibilidad de que estos casos de armonización vocálica hayan surgido posteriormente no tiene mucha fuerza dada la fuerte presencia de este fenómeno en el portugués de la época en cuestión. Así, aceptando la suposición más probable de que estos casos de armonización vocálica formen parte de estos criollos desde el principio, sigue en pie la propuesta de Clements (1996) y Clements & Koontz-Garboden (2002) de que estos criollos se formaron temprano, el CK hacia 1540, el CD hacia 1590 aproximadamente.

Referencias bibliográficas CLEMENTS, J. Clancy. 1996. The genesis of a language: The formation and development of Korlai Portuguese. Amsterdam & Filadelfia: John Benjamins. CLEMENTS, J. Clancy & Andrew KOONTZ-GARBODEN. 2002. “Two Indo-Portuguese creoles in contrast”. Journal of Pidgin and Creole Languages 17, 191-223. HANCIN, Barbara. 1991. “On the phonology-morphology interaction in Brazilian Portuguese vowel harmony”. Studies in the Linguistic Sciences 21, 39-54. HUALDE, José Ignacio. 1989. “Autosegmental and metrical spreading in the vowel-harmony systems of northwestern Spain”. Linguistics 27, 773-805. LIPSKI, John. 1973. “Binarity and Portuguese vowel raising”. Zeitschrift fhr Dialektologie und Linguistik 40, 16-28. LLOYD, Paul. 1979. “La metafonía vocálica y el sistema verbal románico”. En Alberto Várvaro (ed.), XIV Congresso Internazionale de Linguistica e Filologia Romanza, 4º tomo, 297-311. Amsterdam: John Benjamins.

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MARTINS, Ana Maria. 1988. “Metafonia verbal no portuguLs”. En Dieter Kremer (coord.) Homenagem a Joseph M. Piel, 346-366. Tubinga: Max Niemeyer. PENNY, Ralpfh. 1969. “Vowel harmony in the speech of Montes de Pas (Santander)”. Orbis 18, 148-166. QUINT, Nicolas. 2000. Grammaire de la langue Cap-Verdienne. Étude descriptive et compréhensive du créole afro-portugais de Îles du Cap-Vert. París: L’Harmattan.

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PLURIFUNCIONALIDAD DE LA PARTÍCULA NA EN EL CHABACANO DE ZAMBOANGA MAURO FERNÁNDEZ1 Universidad de A Coruña

I. Introducción Pese a la escasez de trabajos que aborden directamente los criollos hispano-filipinos, la forma na ha recibido alguna atención, e incluso ha sido objeto de cierta controversia, si bien de baja intensidad. Whinnom, en su monografía sobre estos criollos, la considera una preposición muy versátil (“an all-purpose preposition”, 1956: 28), cuyo significado recubre el de diversas preposiciones españolas. Aunque en esta obra el autor no se pronuncia definitivamente sobre el origen de esta preposición, cree que hay una alta probabilidad de que provenga de la contracción na (< em a) del portugués, que habría sido adoptada por el ternateño –la matriz, según él, de todos los criollos hispano-filipinos– a partir de un pidgin comercial portugués-malayo. De hecho, insiste Whinnom, corresponde a las contracciones portuguesas no, na, usadas ambas en indoportugués. Es bien sabido que Whinnom creía que los criollos hispano-filipinos se formaron a partir de una relexificación de este pidgin malayo-portugués por el español. Sostiene también Whinnom (1956: 79) que la preposición na, en todas las variedades del chabacano, ‘usurpa’ parte de la función del artículo definido. Por ello, continúa, siempre habrá de omitirse ese artículo tras la preposición na2. En otro lugar de su monografía (1956: 95) Whinnom se refiere a las dos preposiciones na y de como si fueran marcas de caso: de para el atributivo y genitivo, y na para el locativo. Ya unas páginas antes, en la sección dedicada al artículo

1 Debo agradecer muy especialmente la ayuda prestada Ben Saavedra, hablante nativo de zamboangueño e informante extraordinario. Naturalmente, la responsabilidad por los errores que contenga este trabajo es exclusivamente mía. 2 En efecto, na parece ser determinado por defecto: no hay en mis datos ningún ejemplo con na el, excepto cuando el artículo forma parte de un nombre propio, como tindera na “el barato” [comillas añadidas]. No obstante, uno de los ejemplos de Grant (2003: 205) contiene la secuencia (¿agramatical?) “na el ventana”. Es asimismo poco frecuente su combinación con demostrativos, aunque na este aparece al menos en un caso: por pabor man post na este tread todo palabras na chabacano […]. La determinación se anula mediante la presencia de una marca específica de indeterminación, como na un.

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(1956: 78), había explorado la posibilidad de que estas dos preposiciones correspondiesen parcialmente a la flexión del artículo tagalo, cuya verdadera esencia ha sido muy discutida. Sea lo que fuere3, el llamado a veces ‘artículo’ adopta diversas formas según las relaciones sintácticas que se establecen entre la frase nominal que encabeza y el predicado. Whinnom sostiene que el caso atributivo, que en tagalo adopta la forma ng, corresponde a la mayor parte de los usos españoles de de+ ART.DEF., de modo que los hablantes de tagalo, poco acostumbrados a usar dos partículas en este contexto, podrían imaginar que el español de era la equivalencia del caso atributivo del tagalo ng. Pero termina su razonamiento (mediante el que pretende explicar la aparición de de en ciertos casos en los que esperaríamos del) reconociendo que esta analogía podría ser inadecuada4. Más adelante (1956: 95), Whinnom retoma esta idea de considerar las preposiciones como casos, al analizar someramente la preposición sa del tagalo, mediante el ejemplo sa ibabaw ng mesa, que descompone en ‘caso locativo + sustantivo (‘top’, ‘bottom’, ‘interior’) + caso atributivo’. De lo que concluye que tal vez sea erróneo considerar las formas de y na como verdaderas preposiciones; no habría, pues, en chabacano auténticas preposiciones, sino sólo locuciones preposicionales o preposiciones compuestas, formadas por un nombre más dos formas flexionadas del artículo, como en tagalo. De modo que en algún momento, especialmente al intentar explicar la ocurrencia de formas como na arriba de, Whinnom vaciló ante la posibilidad de que el chabacano na fuese un equivalente de la forma del tagalo sa, interpretada esta última como un caso locativo del artículo. Con el tiempo, sin embargo, en el pensamiento de Whinnom fue ganando firmeza la idea de la conexión portuguesa de na, de modo que unos años más tarde sostiene que están “inequívocamente documentadas” sus ideas sobre el origen de los criollos hispano-filipinos en un pidgin portugués, más próximo al de la lejana Goa que al de los más cercanos Macao, Malacca o Java (Whinnom, 1965: 512). La preposición na sería precisamente uno de los cinco rasgos que, según este autor, demuestran a plena satisfacción el origen portugués de los criollos hispa-

3 Reid (2002) recoge veintiocho denominaciones diferentes de estas ‘partículas’, y añade una más, inesperada, pero razonable: según su novedosa propuesta, estas ‘partículas’ serían realmente nombres. 4 En lo que se refiere al zamboangueño, sin duda es inadecuada, ya que, a diferencia del caviteño, del sí existe en la variedad de Zamboanga, y es además de uso frecuente (814 ocurrencias en mi corpus, más unas cuantas docenas de de la, de los y de las). Pero el contraste entre la elevada frecuencia de del y la escasez o ausencia de na el resulta ciertamente intrigante, y bien pudiera ser que esta ausencia se deba a una analogía similar, sólo que con la partícula que marca el caso oblicuo, sa, que en tagalo incluye el rasgo [+DEF] (cf. Himmelmann en prensa a,b).

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no-filipinos. La partícula en cuestión ha jugado un papel importante en la demostración de la existencia de semejanzas estructurales entre criollos de base léxica diferente; en concreto, es uno de los doce rasgos apuntados por Taylor (1971: 294), quien le atribuye un valor locativo general, equivalente al de “at; by; from; in; on; to”. Taylor encuentra este rasgo en todos los criollos de base ibérica (portuguesa y española), holandesa, inglesa y francesa (con la excepción de los criollos franceses del Océano Índico). Otros autores han mostrado cautela o escepticismo en diversos grados: McKaughan (1958), Frake (1971), Forman (1972, 1988), Lipski (1985, 1988). Esta cautela llega a sugerir a veces la posibilidad de un desarrollo del chabacano zamboangueño parcialmente independiente del desarrollado en diversos lugares próximos a Manila, a 1000 Km. de distancia de Zamboanga. Y en cuanto a la partícula na en concreto, Forman (1988) nos recuerda que no existe en todos los criollos portugueses del Índico, y nos muestra cómo su uso en zamboangueño se parece más al criollo de Diu que a los de Mangalore y Ceilán, cuestionando así, de paso, la base uniforme portuguesa que se había propuesto para los criollos de Mangalore, Diu y Goa. Cuando menos, concluye Forman, el origen de na sigue siendo una cuestión abierta, por cuanto los datos sobre su uso son todavía fragmentarios. Y también sigue estando abierta a discusión la formación de los criollos hispano-filipinos, pues, como el mismo Forman dice a propósito de los cinco rasgos que apuntalan la hipótesis de Whinnom, ¿qué pensar de una lengua que en poco menos de trescientos años pierde todos los rasgos gramaticales que la ligan a su origen, excepto cinco? En esta comunicación intento presentar la diversidad de usos y funciones de na en el chabacano de Zamboanga, mostrando que hay en el uso de esta partícula facetas imposibles de explicar desde el portugués y fácilmente explicables, en cambio, desde las lenguas filipinas. En concreto, pretendo mostrar: i) Que algunas de las funciones que tiene na en chabacano proceden directamente de las funciones de na en tagalo y en otras lenguas filipinas. Dicho brevemente, en muchos casos na no es una preposición. ii) Que en los usos que podríamos considerar ‘preposicionales’ hay muchos significados además del locativo, y que estos usos siguen el modelo de la partícula sa en tagalo (o, lo que viene a ser lo mismo en líneas generales, pero más pertinente en el caso del zamboangueño, el sa del hiligainón o del cebuano, o el pa /ha del tausug, el ha del waray, el hap del yakano, etc.). La analogía que Whinnom apuntaba tímidamente en relación con las preposiciones compuestas no sólo es válida en estos casos de gramaticalización débil, sino que debe extenderse a la totalidad de los usos preposicionales de na. En otras palabras, si bien la forma fónica podría ser de origen portugués (lo que, dicho sea de paso, no es la única opción disponible; cfr. nota 10, más abajo), la gramática, en cambio, se

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aproxima mucho más a la de las lenguas filipinas, por lo que nos hallaríamos ante un caso bastante claro de relexificación.

2. Usos no preposicionales de na en zamboangueño En tagalo existe un na exclamativo, de uso muy frecuente. En zamboangueño hay también un uso abundante de esta interjección, que con frecuencia se traslada a la escritura, especialmente en los chats de Internet, sin ninguna marca prosódica, por lo que adopta la apariencia de la preposición. Por ejemplo: (1) Na pasensia ya lang ole5. ‘Bueno, paciencia otra vez’. Puesto que esta interjección se usa también en otras lenguas filipinas, en zamboangueño pudo haberse adoptado a partir del cebuano o del hiligainón. b) También es común a éstas y otras lenguas filipinas un uso de na que los diccionarios suelen recoger como adverbial de tiempo, pero que a veces parece ser más bien aspectual, con valores diversos, dependiendo de con qué otro aspecto se combine; puede expresar un valor incoativo, o puntual, o incluso un valor temporal próximo a nuestro pluscuamperfecto. Whinnom, en el análisis de su pequeño corpus, sugiere en dos ocasiones que podríamos hallarnos ante este adverbio, pero ambos casos son confusos. Mis datos, en cambio, contienen muchos ejemplos de este na adverbial, bastantes de ellos en combinación con la negación hindi: hindi na es muy frecuente en tagalo con el significado de ‘ya no’, ‘no más’, o con valor enfático, ‘de ninguna manera’. Todos estos valores aparecen frecuentemente en zamboangeño, incluida la expresión hindi na lang ‘basta ya’. Este na, al igual que el anterior, es tónico, por lo que nunca se confunde en la lengua oral con el siguiente, que es átono, al igual que los usos preposicionales. c) La función más importante de na en tagalo es la de ligar al nombre con sus adyacentes en la frase nominal; de ahí el nombre de ‘ligatura’ que suelen usar los filipinistas. Cumple, pues, una función similar a la que desempeñan la concordancia de género y número en lenguas como el español. Esta ligatura se pos-

5 Casi todos mis ejemplos proceden del depósito de mensajes de SyP [= Serioso y Pendehadas], que, a través de Internet, liga a los zamboangueños dispersos por el mundo con los locales. Conservo en todos los casos la grafía original con la que fueron escritos los textos; sólo he corregido los errores obvios de mecanografía.

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pone al primer elemento de la frase (que puede ser tanto el sustantivo como un adyacente), y tiene dos alomorfos en distribución grosso modo complementaria, según sea o no vocálico el segmento tras el que debe colocarse; adopta la forma ng tras vocal (como en klimang mainit ‘clima cálido’), y la forma na tras consonante (como en el mismo ejemplo anterior si invertimos el orden de los constituyentes: mainit na klima). Este na no solamente une los elementos de la frase nominal, sino que funciona como un auténtico ‘pegamento universal’: une cláusulas a nombres, con una función equivalente a la de nuestros pronombres relativos, o introduce las oraciones completivas, con una función equivalente a la de nuestra conjunción que, locuciones conjuntivas como de que, etc. En cebuano y en hiligainón la ligatura, que tras consonante adopta la forma nga, funciona del mismo modo. No hay en zamboangueño usos de na con función de ligatura en el interior de la frase nominal. Pero sí los hay con valor de pronombre relativo, como en (2), de adverbio relativo como en (3), o de conector conjuntivo como en (4): (2) Muchos gracias tamen con el todo na ya dale di ila supporta. ‘Muchas gracias también a todos los que nos dieron su apoyo’. (3) [...] despues pichi lang con el icon na ta abla Voice/Text/Chat y BINGO! ‘[...] después sólo pincha el icono {que/donde} dice Voz/Texto/Chat y BINGO! (4) Alli yo ya queda aware na el Social Injustice aquel tiempo de Marcos ay puerte gayot. ‘Ahí me enteré de que la injusticia social en la época de Marcos [era] muy grande’.

3. Correspondencias entre na/con en zamboangueño y sa/kay en tagalo y otras lenguas filipinas Ya hemos visto que Whinnom abandonó su intuición inicial acerca de una posible relación entre el chabacano na y el tagalo sa. En contra de esta postura, sostengo que conviene explorar con más detalle esta posible relación, pues en el caso de que estuviese bien fundamentada, explicaría muchos de los significados no locativos de na, que, en general, han sido pasados por alto. Es cierto que diversos autores han atribuido a na un amplio espectro de significaciones, pero cuando se detallan éstas, resultan ser todas ellas locativas. Así, Whinnom (1956), como ya vimos, la considera “an all-purpose preposition”, y según Quilis (1992: 177) “equivale a varias preposiciones en español: a [...]; en [...]; por [...]”. Forman (1972), con un tratamiento más detallado, dedica un apartado de su tesis a las na-phrases, cuyo significado presenta del siguiente modo:

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usually indicate location, interpreted in a broad sense, in time as well as in space, location as a descriptive characteristic, location or direction towards which, and source, which includes direction from which, as well as other references as, for instance, to language. (1972: 192)

Casi todos los ejemplos aportados por Forman encajan bien en esta caracterización del significado de na. Sin embargo, más adelante, otros ejemplos llevan a Forman a aclarar que en el sentido amplio de location están también incluidas nociones como las de “instrument, cause or source” (1972: 194), roles que en ese contexto son considerados más o menos como sinónimos. Con esta ampliación un tanto ad hoc da cuenta el autor de la presencia de na en contextos como “mantunuk na peskáw” ‘pincharse con una espina de pescado’, en la que la preposición antecede a una ‘FUENTE, o “tumbá [...] na pwérsa del byénto” ‘combarse por la fuerza del viento’, en la que introduce una ‘CAUSA’. Y otros ejemplos, todavía, parecen indicar comportamientos específicos que se resisten a una sistematización. Además, algunas palabras concretas parecen exigir na: “na phrases occur in constructions which include the word myédo ‘fear’ or its derived myedúhin ‘fearful, coward’; possibly other words are so modified, but I have none in my data” (1972: 194). Esta última posibilidad se ve plenamente confirmada en mis datos: hay, efectivamente, otras palabras con las que es posible (u obligado) el uso de na. Más aún: hay tantas que resulta inviable su explicación como peculiaridades, como casos raros. Tiene que haber algún principio más general que subyazga a su uso. Una consideración más detallada de los ejemplos que aporta Forman para ilustrar la peculiaridad de myédo y de myéduhin nos mostrará el camino para una explicación alternativa. (5) ta tené yo myédo na bisikléta. ‘I was afraid of the bicycle’.

(Forman, 1972: 194)

(6) byen myedúhin gat ése na maga burúhu. ‘that (person) was really very fearful of witches’.

(Forman, 1972: 194)

En mi colección de mensajes en Internet hay unos cuantos relativos al miedo que experimentan quienes los escriben: Zamboanga es un objetivo frecuente en las acciones de los grupos terroristas que actúan en Mindanao. En ninguno de estos casos el argumento que expresa la causa del miedo va precedido de na, sino de con. Y lo mismo sucede con el verbo en forma causativa, hace miedo. En el caso de que la expresión del argumento sea pronominal, se usa la forma de los pronombres personales que tienen con incorporado (conmigo, contigo, con ele, kanamon (exclusivo) / kanaton (inclusivo), kaniño /con ustedes, kanila). Los ejemplos (7) y (8) ilustran este modelo:

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antes man bien miedo kame con mi nana. ‘antes teníamos mucho miedo a mamá’.

(8)

Si no quiere sila anda aqui na website, hace miedo kanila. ‘Si no quieren venir aquí a la web, asustadlos’.

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Los ejemplos (5) a (8) insinúan que miedo rige con cuando el argumento es [+HUMANO], y na cuando es [–HUMANO]. Lo insinúan sólo, pero no lo demuestran de modo contundente, pues en el ejemplo (6) el causante del miedo puede considerarse como [+HUMANO] y sin embargo lleva na. Ahora bien, serían imposibles (9) y (10), mientras que sería posible (11): (9) (10) (11)

miedo *con la bicicleta. miedo *na Pedro. miedo con el maga buruhu.

Parece ser, pues, que cuando el rasgo [+HUMANO] no pertenece a individuos específicos, sino a colectivos, es posible usar tanto na como con. Es posible también que (11) tenga una interpretación más referencial que (6): los brujos del ejemplo (11), inventado por mí, podrían ser unos brujos concretos mencionados anteriormente en la conversación, mientras que (6) podría referirse a los brujos en general; pero sin descartar esa posibilidad, que podría manifestarse más bien como tendencia, lo cierto es que na se refiere a veces a colectivos humanos referenciales en grado máximo, y en alternancia con con el. Compárense los ejemplos (12) y (13): (12) Cuando ya pregunta con ele si Alex Magno, political analyst, si porque ele nuay na Malacañan hunto con el mana raliysta, porque ele nuay alla para man pacify con estos [...]. ‘Cuando Alex Magno, analista político, le preguntó por qué no estaba en Malacañang con los manifestantes, por qué no estaba allí para apaciguarlos [...]’. (13)

[...] pero ele ya anda daw alla para man pacify na maga raliyista. ‘[...] pero parece que fue allí para apaciguar a los manifestantes’.

Ambos ejemplos proceden de mensajes escritos en los primeros días de mayo del 2001, tras las manifestaciones en favor del presidente recientemente depuesto, Joseph Estrada, y que estuvieron a punto de desembocar en un motín popular. Los manifestantes son en ambos casos completamente específicos y referenciales, son los mismos en ambos mensajes, y sin embargo, en el primero de ellos se usa con el, y en el segundo na.

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Si comparamos los ejemplos (5) a (11) con los tres siguientes, en tagalo, se puede apreciar una correspondencia evidente: (14)

takot sa kasal. ‘miedo al matrimonio’.

(15)

Bakit sila takot kay FPJ? ¿Por qué [tienen] ellos miedo a FPJ [= Fernando Poe Junior, un candidato a las próximas elecciones presidenciales]?

(16)

[...] mas takot sa Kano at mas takot sa Abu. ‘más miedo a los americanos y más miedo al Abu. [= Abu Sayaf, un grupo terrorista que opera en Mindanao.]

Si en vez del sustantivo hubiésemos empleado un verbo como matakot, obtendríamos, naturalmente, la misma distribución de sa y kay. Los ejemplos zamboangueños sugieren que na, en estos usos, se corresponde con el tagalo sa, mientras que con se corresponde con el tagalo kay. Pero hay una diferencia importante entre las dos lenguas: kay en tagalo se usa solamente con nombres propios de persona, mientras que en zamboangueño con, obligatorio con nombres de persona, se usa también con sustantivos con el rasgo [+HUMANO], acompañado en estos caso de el (con el), salvo que la frase nominal contenga un posesivo antepuesto (cfr. miedo con mi nana vs. miedo con el nana di mio). Podemos postular, pues, un proceso diacrónico en zamboangueño consistente en una expansión del territorio de con, a expensas del territorio de na. En este caso, ejemplos como (6) son testimonio de esa competencia territorial, que parece ir ganando con. En efecto, con el ha ido avanzando a lo largo de las escalas de animación y de determinación, hasta el punto de que ha sido interpretado como una marca de objeto directo. Por ejemplo: Quilis (1992: 177) señala que en chabacano “con equivale a ‘a’ ante objeto directo o indirecto de persona [...]; en zamboangueño, ante cualquier objeto directo: ele ya empesá buscá que buscá con el sal ‘él empezó a buscar y a buscar la sal’”. Es éste un tema que necesita una exploración más detallada, pues aunque el proceso de expansión es evidente, es también cierto que todavía no se ha completado: hay objetos directos que no llevan con, y hay verbos cuyos objetos no lo llevan nunca o casi nunca. Y hay también, como ya hemos visto y tendremos ocasión de ver de nuevo, alternancias entre con y na en las funciones de objeto directo e indirecto. Los filipinistas suelen referirse al tagalo sa como un marcador de argumentos oblicuos y de adjuntos, que actúa conjuntamente con otros dos marcadores, ang y ng, y con la morfología del verbo, para señalar las relaciones semánticas y/o sintácticas que se establecen entre el predicado y las frases nominales. Roles temáticos como los de ‘receptor’ y ‘beneficiario’, cuando no son el ‘foco’ de la cláusula,

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se marcan en tagalo con la misma partícula que los adjuntos: con sa (o kay cuando se trata de nombres personales), como muestran los ejemplos (17 ) y (18): (17)

(18)

Sinabi ng kaniyang FOCO-OBJ. PAS. decir GEN de él-LIG ‘dijo su madre a los criados’.

ina sa madre OBL

mga PL

tagapaglinkod. criados

Sinabi ni Jesus kay Pedro. ‘Dijo Jesús a Pedro’.

Estos roles temáticos frecuentemente se vinculan en español a la función de objeto indirecto. Pero hay también roles asociados con otras funciones sintácticas (objeto directo, objeto de régimen preposicional) que muestran el mismo patrón de alternancia de estas dos partículas (sa y kay) cuando el rol puede ser desempeñado tanto por nombres de persona como por los de no persona, o por una de ellas en caso contrario. Así, rigen sa y/o kay los equivalentes en tagalo de ‘depender de algo (sa) o alguien (kay)’, ‘enviar a alguien (kay) a algún sitio (sa)’, ‘cruzar, atravesar algún sitio (sa)’, ‘llamar por teléfono (sa)’, ‘llamar a alguien (kay)’, ‘preocuparse por algo (sa) o alguien (kay)’ ‘casarse con alguien (kay)’, etc. Y en todos estos casos encontramos en zamboangueño la pareja correspondiente, na y con(el), aunque con el territorio respectivo delimitado de forma diferente, como ya hemos visto, y con una zona de variación que es huella clara de un reparto anterior. No estoy postulando una influencia directa del tagalo sobre el zamboangueño, ya que no me convence demasiado la hipótesis que hace derivar este criollo de los que se desarrollaron en la Bahía de Manila. Pero la mayoría de las lenguas filipinas muestran un comportamiento semejante; limitándonos a aquellas de las que nos consta que estuvieron presentes en el lugar de los hechos, el equivalente del tagalo kay es kay en hiligainón, kang en cebuano, kan en tausug y en samareño; esta última forma ostenta una notable semejanza fonética con el español con, presente en contextos en los que las lenguas filipinas usarían ese marcador, como en hablar con alguien, casarse con alguien etc. Y el tagalo sa tiene su equivalente en el hiligainón, samareño y cebuano sa6, tausug pa, ha, etc. Sin tomar en consideración la reestructuración del reparto territorial, esperaríamos, pues, que las versiones en zamboangueño de (17) y (18) fuesen las siguientes: 6 Esta afirmación debe tomarse como una simplificación ad hoc. En realidad, la distribución de sa en tagalo es algo diferente de la que encontramos en cebuano, hiligainón y otras lenguas visayas. En éstas, el espectro de usos de sa es todavía más amplio que en tagalo, pues recubre todas las posibilidades de objetos oblicuos específicos, repartidas en tagalo entre sa y ng (véase Himmelmann, en prensa-b para el cebuano, y Spitz (2001) para el hiligainón).

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(19) (20)

?* Ya habla el disuyo inay na mga criado. Ya habla si Jesus con Pedro.

Obsérvese que (20) es completamente gramatical, pero es además la única posibilidad: no se puede suprimir con ni reemplazarlo por otra ‘preposición’. En cambio, he marcado (19) como problemática y posiblemente agramatical. En zamboangueño actual habría que decir: (21)

Ya habla el disuyo inay con el mga criado.

Desde una perspectiva complementaria de la que nos ofrece el ejemplo (6), el ejemplo (21) parece ser también un argumento en contra de la analogía que defiendo, puesto que lo que aparece en el ejemplo es con el para marcar el rol de ‘receptor’ sin que éste sea nombre de persona, en vez de na, como predice la correspondencia que pretendo establecer. Pero aquí es donde entra en juego la reestructuración del territorio ya apuntada, proceso que hay que interpretar como un cambio en marcha, ya muy avanzado, pero con importantes zonas residuales que muestran cómo era el reparto anterior. En efecto, en mi documentación hay ejemplos en los que sí aparece el esperado na, como en los siguientes: (22)

El Dios lang puede juzga por eso no juzga na otro gente. (Ariston 2002:94) ‘Sólo Dios puede juzgar, por eso no juzguéis a los demás’.

(23)

ya lang yo habla na tindera. ‘le dije a la tendera’.

(24)

pabor ya lang habla na maga classmate de atun... ‘sólo un favor, dile a nuestros compañeros de clase...’.

(25)

Ya sigui yo na grupo del maga Horticulturist y Demolays na Edsa. ‘seguí al [fui tras el] grupo de los Horticulturists y Demolays7 hacia Edsa’.

Estos residuos de na corresponden a la primera fase del cambio: la extensión de con desde los nombres de persona (y los pronombres personales) a los nombres animados con referencia específica. Es en este cambio cuando se produce la incorporación de el, que da como resultado el marcador invariable con el. Esta incorporación marca la ‘determinación’, y evita la ambigüedad de otros usos de con, tales como el ‘instrumental’ o el ‘comitativo’.

7

El texto se refiere a la gran marcha masiva hacia Edsa (una gran avenida de MetroManila) que inició el movimiento de expulsión del dictador Fernando Marcos, en 1985. Los Demolays y los Horticulturists son organizaciones filantrópicas, al estilo de la Masonería.

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Podemos observar ese cambio también en algunas lenguas filipinas. He podido documentarlo en bicolano, en waray-waray, en kinaraya, en hiligainón, etc. En (26) tenemos un ejemplo en kinaraya, con el marcador de nombre propio, kang, en vez del esperado sa: (26)

kang akon bug-os nga pamilya. ‘a toda mi familia’.

La limitada difusión de este cambio en las lenguas visayas (cuyo papel en la formación del zamboangueño es indudable) parece indicar que nos hallamos ante procesos independientes, siendo posterior el de las lenguas filipinas (dicho sea con la debida cautela, pues las variedades populares de las lenguas filipinas todavía no están bien documentadas). En una segunda fase, todavía incipiente a juzgar por el escaso número de ejemplos que he encontrado, comenzó a extenderse a nombres animados peor situados en la escala de especificidad, sustituyendo el por un como en (27), que contrasta con la conservación de na en (28), con un plural no específico, y en (29), con un singular indeterminado: (27)

Ya cují [el] maga pulis con un suspechao ladron de manok. ‘la policía detuvo a un sospechoso de [ser] ladrón de pollos’.

(28)

quiere lang yo na maga single hombre. ‘sólo me gustan los hombres solteros’.

(29)

ya pregunta ele na un hombre. ‘le preguntó a un hombre’.

Posteriormente con el avanzó hacia los nombres específicos inanimados, ocupando parte del espacio que en tagalo ocupa ng, y ello explica la apariencia de ‘marcador de objeto directo’ que ostenta a veces en la actualidad: podríamos decir que estamos asistiendo a la sintactización de un marcador semántico; pero este proceso está todavía en sus inicios8. 8

Los verbos que admiten un caso oblicuo, como compra ‘comprar’, parecen bloquear la aparición de con el en el objeto directo: en mis datos, de 44 ejemplos con este verbo + OD, solamente 2 llevan con el, y podrían interpretarse como casos de hipercorrección. Incluso con verbos en los que se prescinde frecuentemente del caso oblicuo aunque puedan llevarlo, como le ‘leer’, la presencia del marcador con el es rara. Se necesita estudiar con más detalle la distribución de con el, pero en principio no parece que pueda afirmarse sin más que aparezca “ante cualquier objeto directo” (Quilis, 1992: 177). En otra dimensión, también parece ser hipercorrección un ejemplo como el siguiente: kada sabado [...] ta pasa kame con este tienda

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4. Conclusión Schuchardt (1883) vio con suma claridad la correspondencia entre con en malayo-español y sa en tagalo, pero no se percató de la existente entre na y sa, y que en realidad no es sino otra faceta de la misma, porque nada había en los materiales manejados por él que pudiese señalarle ese camino. Los diversos na que aparecen en los materiales que Schuchardt dio a conocer (ninguno de los cuales procede de Zamboanga) son locativos y direccionales. Lo mismo sucede más tarde con los materiales de Whinnom (en este caso sí hay materiales de Zamboanga, pero son claramente inadecuados). De modo que Schuchardt se vio abocado a explicar la presencia de con postulando que esta preposición española desplazó a la también española a, que es la que marca en español los dativos y acusativos que en tagalo van marcados con sa; y como razón para tal sustitución aduce a la mayor prominencia fónica de con frente a a. Es decir, la forma específica que adopta ante los nombres de persona el marcador oblicuo de las diversas lenguas filipinas (kay, kang, kan) no desempeña ningún papel en el planteamiento de Schuchardt9. Pero en la hipótesis que planteo aquí, la analogía entre con y sa destacada no sería sino el resultado de la modificación de otra analogía, la que existe entre con para compra maga delicacies. Despues ta anda kame na San Roque para come con el delicacies, en el que con invade incluso los usos locativos. Obsérvese, de paso, el contraste entre la presencia y ausencia de con el ante delicacies, según el grado de determinación y de referencialidad: ‘comprar dulces’ frente a ‘comer los dulces [que se acaban de comprar]’. 9 Baxter (1995) destaca también la correspondencia entre ku dativo y acusativo en papia kristang y sama en malayo de bazar, en un escenario sumamente complejo en el que podría haberse producido una convergencia de lenguas de la India, del chino de Hokkien, del malayo, del portugués y del holandés. También Maurer (2004) destaca el paralelismo entre kung en el criollo portugués de Batavia, ka en el de Tugu, y sama en malayo de bazar, y sugiere el chino de Hokkien y el mon como origen de la ampliación semántica del comitativo malayo (sama), que es también un marcador de objeto, tanto en las variedades coloquiales del malayo de Indonesia como en los criollos. La presencia de este con en los criollos portugueses de Malacca y de Batavia no implica necesariamente un origen común con los de Filipinas, ya que na tiene en aquellos una distribución muy diferente, puramente locativa, y tampoco es idéntica la distribución de con. Pero en el fondo, no deja de ser posible que el con de estos otros criollos tenga un origen ‘similar’ al que proponemos para los de Filipinas, pues aunque no exista actualmente una distinción entre marcadores de nombre de persona y de no persona en malayo de bazar y en bahasa malayo, ello podría deberse al hecho de que ambas son variedades muy simplificadas, y que pueden por consiguiente haber perdido esa distinción. Y en cuanto a las Molucas, territorio originario del supuesto pidgin malayo portugués que, según Whinnom, está en el origen de los criollos de Filipinas, perdidos el Arte y el Vocabulario del padre Diego de Esquivel, nada sabemos con certeza de la lengua que hablaban los moluqueños cristianizados que lo siguieron hasta Filipinas, tras el desmantelamiento de la guarnición española de Ternate.

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y kan (o kang, o kay, o todas ellas simultáneamente). El uso de con como marcador de dativo o acusativo de persona no es una peculiaridad exclusiva de los criollos de la zona, sino que está también ampliamente documentada en el español hablado por los filipinos como segunda lengua. Wolf (2001) argumenta convincentemente que tuvo que haber en Filipinas un grupo bilingüe que empleaba el español como marca de contexto social y de status, de modo semejante a como emplea hoy el inglés buena parte de la población: con una buena dosis de gramática tagala, pues sólo un pequeño sector ilustrado ajusta su inglés a las expectativas derivadas de la lengua estándar. Si se acepta este escenario, lo que los hablantes de las lenguas filipinas buscarían en la lengua española serían los equivalentes de sus propias marcas de caso, y en esta búsqueda no podía faltar la del elemento que permitiese diferencias las personas de las no-personas, es decir, los equivalentes españoles de kay (o kang, kan, etc.) y de sa. A partir de ejemplos como “fue casada con”, en los que con ocupa la posición y desempeña la función del marcador filipino de caso oblicuo de persona, parece lógico interpretar que ese marcador es en español con. Pero al mismo tiempo que se produce esta inferencia, no puede dejar de producirse otra, inducida por la presencia en los mismos contextos de formas como conmigo o contigo. Las lenguas filipinas usan en estos casos sa (ikasal siya sa akin ‘él/ella se casó conmigo’, etc.). De modo que, aunque lo que se busca es una marca de nombre personal, lo que se encuentra es una marca de animación. Así debió haber comenzado, ya desde el primer momento, la extensión de con. Pero na siguió presente en esta competición, como nos muestran los casos de alternancia entre na y con que hemos presentado, y en los que hasta ahora, que yo sepa, no se había reparado. Y a pesar del territorio cedido a con, el espectro de usos de na sigue siendo tan amplio que resulta imposible derivarlo de la preposición locativa portuguesa em (em a) o de la española en. En el apéndice incluyo una relación provisional y no exhaustiva, con una cincuentena de expresiones que no admiten en ni en español ni en portugués, y que exigen na, o la alternancia na/con(el), en zamboangueño. Ordeno la relación alfabéticamente según los significados en español, lo que no es desde luego la mejor forma de ordenarla; pero tampoco es este el mejor momento para tomar parte en la discusión sobre el número y tipo de roles semánticos, relaciones temáticas, macrorroles y otras cuestiones que de ello derivan. Si bien es cierto que el español en y el portugués em tienen también una notable variedad de significaciones y pueden traducirse por diversas preposiciones en otras lenguas, su ámbito de significación es, sin embargo, considerablemente más reducido que el del zamboangueño na. Parece imposible derivar de los significados que tienen las preposiciones portuguesa y española em y en otros tales como los que aparecen en casa na un americano ‘casarse con un americano’, ya oi yo na un filipino ‘oí a un filipino’, o bien worried yo enantes na un amiga

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dimiyo ‘estaba muy preocupada por una amiga mía’10. En cambio, éstos significados son perfectamente explicables si postulamos una relación estrecha entre na y sa. De modo que, en el caso de que aceptáramos un origen portugués (o español) para la forma fónica na, nos encontraríamos ante un caso bastante claro de ‘relexificación’, pues el na zamboangueño no es ni semántica ni sintácticamente el portugués em, sino el filipino sa. En esencia, era esto lo que sostenía ya Forman hace ya treinta años, al afirmar que los rasgos distribucionales generales de las frases con el, di, con y na del zamboangueño coinciden con los diversos tipos de frases nominales en las lenguas filipinas (1972: 235). En el caso de na, al menos, los ejemplos del apéndice muestran una notable y masiva correspondencia entre na y sa, en doble dirección: i) Casi siempre que hay sa en tagalo, en cebuano o en hiligainón, hay (o puede haber) na en chabacano. Las excepciones a esta generalización tienen que ver, en su mayor parte, con la extensión del uso de con en zamboangueño, por lo que encontramos esta última forma ante nombres animados (y, a veces, ante inanimados), que en las lenguas filipinas irían precedidos de sa. ii) A la inversa, casi siempre que encontramos na ‘preposicional’ en chabacano, hay sa en tagalo, en cebuano, en hiligainón, o partículas similares con otra consonante inicial (ha, pa) en otras lenguas de la zona. Las dos afirmaciones anteriores no implican una adhesión por mi parte a una teoría estricta de la relexificación, tal como la que se ha propuesto en estos últi10

La hipótesis que planteo predice que los hablantes de lenguas filipinas deberían de haber encontrado también algún equivalente de sa, para aquellos casos en los que con no era aplicable. En las reproducciones del ‘español de los filipinos’, que documentan tan abundantemente el uso de con, no aparece en cambio na hasta finales del siglo XIX, cuando de lo que se está dando cuenta es del español de San Roque, en Cavite (es decir, del chabacano). Sin embargo, he encontrado algunos textos en los que en se usa con los valores de sa. En la versión española del memorial de Julkarnain y en el conjunto de cartas que constituyen las tarsilas de Cotabato, traducidas posiblemente del maguindanao por un zamboangueño, a principios del siglo XIX, encontramos: dar auxilio en la capital; su cadáver embalsamaron y llevaron en Zamboanga; el que rompio primero el asunto si Bamba Malinug que dijo con Ama [...] porque V. patig ya socorre en Zamboanga; muy pronto recibirá la cabeza la corona en la mano del español; arrancarnos a mí y a mi hija en nuestro suelo natural. Si estos usos de en no se reproducen en las imitaciones de la forma de hablar de los filipinos es, tal vez, porque son menos llamativos para los oídos españoles que los de con. Pero mientras que con fue retenido por los criollos, en fue sustituido por na. Está por explorar todavía el papel que en esta sustitución pudieron haber desempeñado formas como el pseudoverbo tagalo nasa [nása] (en cebuano e hiligainón na sa), con el que se forman predicados locativos, y cuya correspondencia estricta en zamboangueño es na (Tg. nasa Manila na ako ‘ya [estoy] en Manila’, Zb. na Manila ya yo).

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mos años para la formación del haitiano y otros criollos considerados ‘radicales’, otorgando un protagonismo absoluto a las lenguas de sustrato. Los rasgos procedentes de la gramática del español en chabacano son abundantes y bien visibles, y ello no deja en buen lugar a una teoría que postula la relexificación como característica esencial en el proceso formativo de todos los criollos (salvo que nos empeñemos en explicar la presencia de esos rasgos de la lengua de superestrato como casos de ‘descriollización’, otra noción escurridiza que el caso del zamboangueño resulta ser especialmente problemática). Pero es evidente también que sí existen importantes aportaciones de las lenguas de sustrato, y el comportamiento de la pareja de preposiciones na / con en zamboangueño es una buena muestra de ello.

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APÉNDICE

• ‘A LA DERECHA / A LA IZQUIERDA’: Tg. sa kanan / sa kaliwa. – Zb.: na derecha, na izquierda. • ‘APRENDER DE’: Tg. matuto sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. aprende na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘BAJAR DE’: Tg. panaog sa – Zb.: abaja na. • ‘CAER DE’: Tg. malaglag sa – Zb. cay na. • ‘CANSADO DE’: Tg: mapapagod sa – Zb. cansao na [también cansao de]. • ‘CASARSE CON’: Tg. ikasal sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. casa na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘CERCA DE’: Tg. malapit sa / kay [+ nombre de persona] – Zb.: cerca na / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘COMPARAR [ALGO] CON’: Tg. ikumpara ang [...] sa [...] – Zb.: compara [algo] na [algo]. • ‘CONTRA’: Tg. kontra sa / kay [+ nombre de persona] o laban sa / kay – Zb. contra na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘CONTRIBUIR A’: Tg. makatulong sa – Zb. contribui na. • ‘CRUZAR, ATRAVESAR [LA CALLE]’: Tg. tumawid sa [kalye] – Zb. cruzar, travesa na [p.ej. camino]. • ‘DAR OPORTUNIDAD A’: Tg. pagkakaton sa /kay [+ nombre de persona] – Zb. dale chance na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado específico]. • ‘DECIR A’: Tg. sinabi sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. habla na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘DEPENDER DE (ALGO)’: Tg. mabatay sa – Zb. depende na. • ‘DETRÁS’: Tg. sa likuran o sa likod – Zb. na detrás. • ‘ENCIMA’: Tg. sa ibabaw o sa ilalim – Zb. na insima. • ‘ENVIAR A’: Tg. magpadala sa [+ nombre de persona] – Zb. imbia na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘ESTAR PREOCUPADO POR [ALGO/ALGUIEN]. Tg. mababahala sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. malingasa na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘GRACIAS A / POR [ALGO]’: Tg. salamat sa – Zb. gracias na [también gracias por]. • ‘HASTA’: Tg. hangang ( sa) – Zb. hasta (na) [na opcional en ciertos casos]. • ‘IGUAL QUE/ COMO’: Tg. pareho sa / kay [+ nombre de persona] – Zb.: igual na / con [+ nombre animado]. También como na / con.

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• ‘IR A’: Tg. pumunta sa – Zb.: anda na. • ‘IR HACIA’: Tg. papunta sa – Zb. anda na. • ‘JUZGAR’: Tg. maglitis sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. juzga na [+ nombre animado no específico] / con [+ nombre animado determinado]. • ‘LEJOS DE’: Tg. malayo sa / kay [+ nombre de persona] – Zb.: lejos na / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘LLAMAR A [ALGÚN SITIO / ALGUIEN]’: Tg. dumawad sa / kay [+ nombre de persona] – Zb.: llamá na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘LLAMAR POR TELÉFONO’: Tg. tumawag sa telepono – Zb.: llama na telefono. • ‘LLEGAR A / VENIR A’: Tg. dumating sa – Zb.: llega na / vene na. También con un significado figurado, no ‘alativo’, como en llega na cantidad de [...]. • ‘MALICIA [HACIA ALGUIEN]’: Tg. malisya sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. malicia na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado específico]. • ‘MIEDO A’: Tg. takot sa / kay [+ nombre de persona] – Zb.: miedo na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘MOVER A’: Tg. ilipat sa – Zb. mobe na. • ‘OÍR / ESCUCHAR A’: Tg. makinig sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. oi na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘PARA’: Tg. para sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. para na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘PASAR POR’: Tg. makampas sa – Zb. pasa na. • ‘PERDER [ANTE /CONTRA/CON]’: Tg. natalo [ang...] sa – Zb. perde [por ej. un equipo] na [otro equipo]. • ‘POR CAUSA DE’: Tg. dahila sa – Zb. por casa na (más frecuente, por causa de o por casa de). • ‘PREGUNTAR A’. Tg. magtanong sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. pregunta na [+ nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado determinado]. • ‘PROTEGER DE’: Tg. kalingain sa – Zb. proteje na. • ‘QUITAR DE / SACAR DE’: Tg. natiwalag sa – Zb. quita /saca [algo / con alguien] na. • ‘RECORDAR’ [a alguien algo]: Tg. antigin sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. hace acorda na [+nombre animado no específico] / con (el) [+ nombre animado específico]. • ‘RELATIVO A’: Tg. tungkol sa – Zb.: regarding na / sobre na. • ‘RESPETO A [algo, alguien]. Tg. galang sa / kay [+ nombre de persona] – Zb. respeto na/ con (el) [+ nombre animado específico]. • ‘RESPUESTA A’: Tg. sagot sa – Zb. respuesta na. • ‘SALIR DE’: Tg: umalis sa – Zb.:sale na.

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• ‘SEGUIR A’: Tg. sumunod sa / kay [+ nombre personal] – Zb. sigui na /con (el) [+ nombre animado específico]. • ‘SEGÚN’: Tg. (sang-)ayon sa / kay [+ nombre propio de persona] – Zb. según na / con (el) [+ nombre animado]. • ‘SUBIR A’: Tg. umakyat sa – Zb.: subi na. • ‘TRADUCIR A’: Tg. magsalin sa – Zb. traduci na. • ‘TRASLADARSE A’: Tg. lumipat sa – Zb. mobe na. • ‘VISITAR’: Tg. bumisita na / kay [+ nombre de persona] – Zb. visita na /con (el) [+ nombre animado]. • ‘VOLVER A’: Tg. bumalik sa – Zb.: volve na.

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LA MARCA DE LOS OBJETOS EN LOS CRIOLLOS DE BATAVIA Y TUGU1 PHILIPPE MAURER Universidad de Zurich

Como en la mayoría de los criollos lusoasiáticos, en los criollos malayoportugueses de Batavia y Tugu (Indonesia), ya extinguidos, los objetos directos e indirectos llevan a veces un marcador. En la mayoría de los casos, este marcador corresponde a la preposición kung ‘con’, con sus variantes ku y ka; algunas veces se emplea también la preposición par ~ per ‘para’. En mi contribución voy a determinar bajo qué condiciones se marcan los objetos directos e indirectos, con el fin de comprobar si los datos concuerdan con la así llamada ‘jerarquía de animación’. También trataré la cuestión de la influencia del substrato o del adstrato. Las dos variedades malayoportuguesas de Batavia y Tugu se conocen únicamente gracias a la monografía publicada por Hugo Schuchardt en el año 1891. Las fuentes de Schuchardt en cuanto toca a la variedad de Batavia datan del año 1780, y las fuentes de Tugu datan de los años 80 del siglo XIX, es decir, cien años más tarde. En lo que sigue me basaré en el corpus publicado en dicha monografía. Este corpus es bastante restringido, y siendo que las dos variedades criollas ya están extinguidas y que no se tiene acceso al conocimiento lingüístico de hablantes nativos, el análisis que voy a presentar es necesariamente incompleto y las conclusiones que se pueden sacar del análisis no pueden ser más que hipotéticas.

1. Batavia 1.1. EL OBJETO DIRECTO En el corpus de Batavia, los pronombres de primera y segunda persona están siempre marcados por la preposición kung ‘con’, y’ o per ‘para’:

1 Quisiera darle las gracias a Alan Baxter por sus comentarios a una versión preliminar de esta contribución.

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tara kung eo. […]2. enterrar OBJ 1S ‘[…] que me enterrarás […]’. (Schuchardt 1891: 99)

(1) B. […] ki

CONJ3

lo

FUT

(2) B. […] eo lo dali per bose. FUT pegar OBJ 2S 1S ‘Te pegaré’. (Schuchardt 1891: 95)

El pronombre de la tercera persona, cuando es objeto directo, está omitido en todos los ejemplos del corpus: (3) B. Su

moler sua pai leva __ tres bes rundundu di akel mujer POS padre llevar OD tres vez alrededor de DEM sepultura […]. sepultura ‘Su suegro [lo] llevó tres veces alrededor de la sepultura […]’. (Schuchardt 1891: 98) POS

Los nombres comunes humanos a veces están marcados, a veces no: (4) B. Choma kung kusir. llamar OBJ cochero ‘Llama al cochero’. (Schuchardt 1891: 95) (5) B. Ile choma ___ su konsedu, […]. 3S llamar POS conocido ‘Invitó a sus conocidos, […]’. (Schuchardt 1891: 106)

Los nombres comunes animados e inanimados no están marcados: (6) B. […] e acha por ola di londji ___ ung liang […]. y hallar CONJ ver de lejos ART león ‘[…] y de lejos pudieron ver un león, […]’. (Schuchardt 1891: 99) (7) B. […] tara ___ ung orta di betël. plantar un huerta de betel ‘[…] plantar una huerta de betel’. (Schuchardt 1891: 106)

2

La ortografía empleada, tanto en los ejemplos criollos como en los ejemplos malayos, está simplificada. Las traducciones al español son mías. 3 Las abreviaturas utilizadas son: B = criollo de Batavia, I = indonesio, T = criollo de Tugu, MT = malayo de Batavia, MT = malayo de Tugu; ART = artículo, CONJ = conjunción, DEM = demostrativo, FUT = futuro, LOC = locativo, NEG = negación, OBJ = objeto, OD = objeto directo, OI = objeto indirecto, P = plural POS = posesivo, S = singular.

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1.2. EL OBJETO INDIRECTO En el corpus sólo aparecen ejemplos con una primera persona pronominal, marcada por la preposición kung: (8) B. […] kantu kere da akel ondra kung eo […]. si querer dar DEM honor OBJ 1S ‘[…] si quiere darme el honor de […]’. (Schuchardt 1891: 94)

2. Tugu En la variedad de Tugu, el marcador de objeto es ku ~ ka y par ~ per. En el caso de la primera persona singular existen formas especiales: (9) T. Fala koyo. decir OBJ.1S ‘Dime’. (Schuchardt 1891: 78) (10) T. Fala parmi. decir OBJ.1S ‘Dime’. (Schuchardt 1891: 78)

2.1. EL OBJETO DIRECTO Hay ciertas diferencias con los datos de Batavia, en el sentido de que encontramos ejemplos en los que el pronombre de la tercera persona no se omite; este pronombre puede estar marcado (ejs. 11 y 12) o no (ej. 13): (11) T. […] podi gampang nos acha ponta per eli. poder fácilmente 1P hallar cazar OBJ 3 ‘[…] fácilmente podemos lograr cazarlos (= los jabalíes)’. (Schuchardt 1891: 59) (12) T. […] asmis djenti lanta ku ele, […]. inmediatamente gente levantar OBJ 3 ‘[…] la gente las (= las plantas de arroz) coge inmediatamente, […]’. (Schuchardt 1891: 45) (13) T. […] tami mara ___ ele djunta. y amarrar 3 juntar ‘[…] y las amarra’. (Schuchardt 1891: 46)

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En el caso de la primera persona del plural, el pronombre también puede estar marcado o no. Los ejemplos (14) y (15) muestran esta alternancia en un contexto casi idéntico: (14) T. Siyor kriya ___ nos deri chilaka. fuera.de desgracia Señor criar 1P ‘El Señor nos ampara de la desgracia’. (Schuchardt 1891: 64) (15) T. Ora kal unte Siyor kriya ka nos deri chilaka? hora REL donde Señor criar OBJ 1P fuera.de desgracia ‘¿Cuándo el Señor nos ampara de la desgracia?’ (Schuchardt 1891: 64)

Los nombres comunes humanos (o divinos) también pueden estar marcados o no : (16) T. Podi nos ola ka Siyor? ver OBJ Señor poder 1P ‘¿Podemos ver al Señor?’ (Schuchardt 1891: 63) (17) T. […] choma ___ djenti tara aka somenti […]. llamar gente plantar DEM semilla ‘[…] llamamos a la gente para plantar las semillas […]’. (Schuchardt 1891: 52) (18) T. […] podi kriya ___ mai pai. poder criar madre padre ‘[…] pueden apoyar a sus padres’. (Schuchardt 1891: 67)

Los nombres comunes animados e inanimados no se marcan: (19) T. Iyo kere ola ___ aka kabalu querer ver DEM caballo 1S ‘Quiero ver aquel caballo’. (Schuchardt 1891:73) (20) T. Mas dianti nos machika ___ aka neli […]. machacar DEM arroz más delante 1P ‘Primero machacamos el arroz […]’. (Schuchardt 1891: 48)

2.2. EL OBJETO INDIRECTO En el caso del objeto indirecto, se puede observar la misma alternancia entre la presencia y la ausencia del marcador de objeto con nombres humanos:

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(21) T. Figu radja madur djenti kustuma da kumi___ filu piklinu […]. plátano rey maduro gente acostumbrar dar comer hijo pequeño ‘El plátano maduro, la gente acostumbra a dárselo de comer a los niños pequeños, […]’. (Schuchardt 1891: 58) (22) T. […] nobu da kumi ka aka filu […]4. nuevo dar comer OBJ DEM hijo ‘[...] entonces se lo dan de comer a los niños […]’. (Schuchardt 1891: 58)

En el único ejemplo del corpus de un nombre animado en función de objeto indirecto, el objeto no es marcado: (23) T. Suwa

taudu podi da kumi ___ kabalu. mixtura poder dar comer caballo ‘Su mixtura se les puede dar de comer a los caballos’. (Schuchardt 1891: 54) POS

3. Comparación entre los datos de Batavia y Tugu La comparación entre los datos de Batavia y Tugu (Cuadro 1) no muestra una gran diferencia entre estas dos variedades criollas. Lo que más llama la atención es la posibilidad, en la variedad de Tugu, de dejar sin marcador el objeto indirecto y la de no omitir y marcar el pronombre de la tercera persona de singular. En resumidas cuentas se puede concluir que

• en la mayoría de los casos, los pronombres de primera, segunda y tercera persona se marcan para el objeto directo e indirecto; • los nombres comunes humanos se pueden marcar; • en la mayoría de los casos, los nombres comunes animados no se marcan; • los nombres comunes inanimados no se marcan. Este análisis es perfectamente compatible con la jerarquía de animación (véase por ejemplo Dixon 1979:85, ‘potentiality of agency’): 4

Baxter (1988: 155) demuestra que, en Papia Kristang, el objeto directo generalmente se marca cuando se trata de nombres comunes humanos definidos, y no se marca por lo general cuando los nombres comunes humanos son indefinidos o genéricos. En la variedad de Tugu no hay suficientes ejemplos de objetos directos para verificar esta hipótesis; sin embargo los ejemplos (21) y (22) demuestran que en el caso del objeto indirecto la oposición definido vs. indefinido / genérico no parece ser pertinente, pues en el ejemplo (22), el nombre común humano está marcado a pesar de tratarse de un nombre genérico. Sin embargo, hay demasiado pocos ejemplos para poder sacar una conclusión definitiva.

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Cuadro 1: Objeto directo e indirecto en los criollos de Batavia y Tugu

pronombres

nombres

OD

OI

1s Batavia 1s Tugu

kung parmi

kung koyo, parmi

2s Batavia 2s Tugu

per —

— —

3s Batavia 3s Tugu

(omitido) ka ~ ku, per / Ø

kung ka ~ ku

1p Batavia 1p Tugu

— ka / Ø

— ku

2p Batavia 2p Tugu





3p Batavia 3p Tugu

— —

— —

humanos Batavia humanos Tugu

kung / Ø ka / Ø

— ka ~ ku / Ø

animados Batavia animados Tugu

Ø Ø

— Ø

inanimados Batavia inanimados Tugu

Ø Ø

— —

pronombre de la primera persona > pronombre de la segunda persona > demostrativo/pronombre de la tercera persona > nombres propios > nombres comunes humanos > nombres comunes animados > nombres comunes inanimados Para las variedades criollas de Batavia y Tugu, este esquema se puede simplificar de la manera siguiente: pronombres > nombres comunes humanos > nombres comunes no humanos

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4. La cuestión del substrato o adstrato El análisis propuesto muestra que la manera de tratar los objetos directos e indirectos en los criollos de Batavia y Tugu corresponde en grandes líneas a la del Papia Kristang5. La diferencia mayor es de índole morfológica: concierne el empleo del marcador par ~ per, que no se emplea en Kristang; es más bien típico de los criollos indoportugueses6. El marcador de objeto del Papia Kristang es ku, correspondiendo así a una de las variantes del criollo de Tugu. En cuanto a la cuestión del substrato, es cierto que en las gramáticas descriptivas del indonesio o del malayo estándar actual no aparece ninguna preposición comitativa que funcione como marcador de objeto, pues esta lengua emplea otras estrategias para marcar la transitividad del verbo. Sin embargo, según Mintz (1994: 107), en las variedades coloquiales del malayo y del indonesio se emplea, entre otras, la preposición comitativa sama ‘con, y’ para marcar objetos7. He aquí los diferentes empleos de sama en la variedad indonesia: (24) I. Saya sempat berbicara sama Rajan tadi, […]. 1s oportunidad hablar con Rajan antes ‘Tuve la oportunidad de hablar con Rajan antes, […]’. (Mintz 1994: 107) (comitativo) (25) I. Saya sama adik saya. 1S con hermana.menor POS.1S ‘Yo y mi hermana menor’. (Mintz 1994: 54) (conjunción de sintagmas nominales) (26) I. Ajat berjanji sama Euis dia tidak pergi […]. Ajat prometer OBJ Euis 3S NEG ir ‘Ajat le prometió a Euis que no iría […]’. (Mintz 1994: 107) (objeto indirecto)

Las preposiciones kung (Batavia) y ka ~ ku (Tugu) tienen casi los mismos empleos que sama. Los siguientes ejemplos ilustran el empleo como comitativo y como conjunción de sintagmas nominales:

5

Véase Baxter (1988: 151, 155), y arriba nota 4. Nótese que en el criollo de Korlai (India) se utilizan también los dos tipos de marcadores (ku y formas equivalentes al portugués para) y los emplea de manera diferencial (Clements 1996:160), aunque el paralelo entre Korlai y Batavia/Tugu no es tan grande como entre Batavia/Tugu y el Papia Kristang. 7 Otra preposición que se emplea como marcador de objeto (mayormente benefactivo) es pada, como se puede observar en la forma padaku en el ejemplo (29). Analizando el Papia Kristang, Hancock (1973, 1975) y Baxter (1988:167, 1995) llaman la atención sobre los paralelos entre la preposición malaya sama y la preposición ku del Kristang. 6

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(27) T. Kere anda rudiya ku me suwa amidjadu? querer ir pasear con 1S POS amistad ‘Quiere ir a pasear con nuestras amistades?’ (Schuchardt 1891: 76) (comitativo) (28) B. Tridji koler, faka kung garfu. traer cuchara cuchillo con tenedor ‘Trae una cuchara, un cuchillo y un tenedor’. (Schuchardt 1891: 93) (conjunción de sintagmas nominales)

La diferencia entre los criollos de Batavia y Tugu y el indonesio consiste en que sama sólo funciona como marcador de objeto indirecto, no de objeto directo, por lo menos en los ejemplos de Mintz (1994). Sin embargo, en las versiones malayas de los textos publicados en Schuchardt (1891), se encuentran ejemplos de sama marcando tanto objetos directos como objetos indirectos, pronominales y nominales en las variedades de Batavia y de Tugu8: (29) MB. Sumpah padaku yang nanti B. Fai ung djuramentu ki lo hacer un juramento OBJ. 1S CONJ FUT di na

esta

sini

LOC

DEM

lugar lugar

tanam sama gua tara kung eo enterrar OBJ 1S

[…]. […].

aquí

‘Jura que me enterrarás en este lugar […]’. (Schuchardt 1891:99) (objeto directo, pronombre) (30) MB. Gua nanti puku sama lu. B. Eo lo dali per bose. 1S FUT pegar OBJ 2S ‘Te pegaré’. (Schuchardt 1891:95) (objeto directo, pronombre) (31) MT. Barangkali T. Alumbes quizás saudara. irmang hermano

juga mes mismo

saya iyo 1S

boleh podi poder

tolong djuda ayudar

sama ka OBJ

saudara irmang hermano

kambradu. camarada

‘Quizás yo pueda ayudarles a ustedes, hermanos y compañeros’. (Schuchardt 1891: 73) (objeto directo, nombre)

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(32) MB. […] dan bilang sama dia yang gua […]. B. […] e fala kung ile ki eo […]. y decir OBJ 3S CONJ 1S ‘[…] y dile que yo […]’. (Schuchardt 1891: 97) (objeto indirecto, pronombre) (33) MT. Itu T. Aka

kita mau bilang sama tuan tuan [...]. nos kere fala ku siu siu [...]. DEM 1P querer decir OBJ señor señor ‘Esto es lo que queremos decirles a los señores […]’. (Schuchardt 1891: 47) (objeto indirecto, nombre)

Si bien es cierto que los dialectos iberorrománicos conocen en mayor o menor grado el empleo de la preposición a para marcar el objeto directo de manera diferencial, la preposición empleada en los criollos malayoportugueses no es a, sino mayormente el reflejo de la preposición portuguesa com. Ahora, si se puede postular una influencia substrática (y/o adstrática) del malayo hablado en Batavia y Tugu en las dos variedades criollas, queda planteado el problema de establecer de dónde proviene la extensión semántica del comitativo sama ‘y, con’ del malayo estándar en el malayo y el indonesio coloquial. Una fuente posible son los dialectos chinos. De hecho, en el dialecto de Hokkien (Southern Min), hablado por muchos inmigrantes chinos tanto en Malasia como en Indonesia, se marca el objeto indirecto (benefactivo) con el marcador ka– (Teng 1982: 332)9 y, bajo ciertas condiciones, tambien el objeto directo10, que originalmente es un marcador del comitativo (Chappell en prensa: 12, 26). Nótese que fonéticamente, ka– corresponde a una de las variantes del marcador de Tugu. La influencia del dialecto de Hokkien en el malayo de Batavia y Tugu se puede observar, a nivel formal, en los ejemplos malayos arriba mencionados (gua ‘yo’, ej. 31, y lu ‘tú’, ej. 32). 8 Baxter (1988:170, nota 5) ya menciona el empleo paralelo del marcador de objeto entre el criollo de Tugu y el malayo en los textos de Schuchardt (1891). 9 Un ejemplo del benefactivo (los tonos no están indicados):

Li-e phue, gua e ka li the-khi kia. 2S-POS carta 1S FUT OBJ 2S llevar-ir correo ‘Tu carta, te la voy a llevar al correo’. (Teng 1982:332) 10

Un ejemplo del objeto directo: só-í gún lóng ka– k’ò t’n`g-k’í-lâi. todo OBJ pantalón quitar- DIR por.eso 1P ‘Por eso todos nos quitamos el pantalón (para ir a nadar)’. (Chappell en prensa :11)

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Por otro lado, en la lengua mon, hablada en el sur de Birmania y en el oeste de Tailandia, existe un marcador comitativo kÛ que también se emplea para marcar objetos, pero sólo indirectos (Mathias Jenny, comunicación personal), de forma análoga al marcador sama del malayo-indonesio. La forma del marcador kÛ se parece tanto al marcador hokkien ka– Û como al marcador de Tugu ka. Podría ser que el hecho de que en el malayo e indonesio coloquial se marque el objeto indirecto con un marcador comitativo se deba a una difusión areal desde Tailandia y Birmania, y que el hecho de que las variedades malayas y criollas de Batavia y Tugu marquen también el objeto indirecto con un marcador comitativo se deba a la influencia de los inmigrantes chinos en Malasia e Indonesia. Nótese que, según una fuente histórica (Lopes 1936:67-68, apud Baxter 1996: 310), en 1706 el criollo portugués de Batavia era empleado, entre otros, por familias oriundas de Tailandia. Por otra parte cabe mencionar que desde finales del siglo XVI hasta comienzos del siglo XVII, los portugueses mantenían facctorías en Pegu y Martaban, ambos en territorio mon (Baxter 1996: 305, 321), así que no se puede descartar una influencia directa del mon sobre los criollos de Indonesia. Como ya he mencionado arriba en la nota 7, en el criollo portugués de Korlai (India), el marcador ku puede marcar objetos directos e indirectos, como en los criollos malayoportugueses. Koontz & Clements (ms) emiten la hipótesis de que el empleo de ku en el criollo de Korlai se debe a la influencia sub- o adstrática indirecta del malayalam, pues esta lengua posee un marcador comitativo-dativo ooTə. Según Koontz & Clements, este marcador influyó en el proto-criollo indoportugués hablado alrededor de Cochim (región de la India que fue el primer lugar donde llegaron los portugueses y donde se habla malayalam), que después se fue expandiendo a otros criollos de la zona. Sea como fuere, es poco probable que la extensión semántica de la preposición portuguesa com ‘con’ en los criollos de Batavia y Tugu sea una innovación espontánea, pues este tipo de polifuncionalidad del marcador etimológicamente comitativo existe en otras lenguas de la zona. Esta extensión semántica tampoco se debe a tendencias universales, pues tanto Chappell (en prensa:26) como Koontz & Clements (ms) demuestran que la evolución comitativo → marcador de objeto, respectivamente el sincretismo comitativo + objeto indirecto, es un fenómeno marcado tipológicamente, pues parece ser que no se da fuera de algunas regiones de Asia.

Referencias bibliográficas BAXTER, Alan. 1988. A grammar of Kristang (Malacca Creole Portuguese). Camberra: Pacific Linguistics. — 1995. “Um importante sincretismo no português crioulo de Malaca: a preposição multifuncional ku”. En Celine da Cunha Pereira & Paulo Roberto Dias Pereira (eds.),

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Miscelânea de estudos lingüísticos, filológicos e literários in memoriam Celso Cunha, 15-33. Río de Janeiro: Nova Fronteira. — 1996. “Portuguese in the Pacific and Pacific Rim”. En Stephen A. Wurm & Peter Mühlhäusler (eds.), Language atlas for intercultural communication in the Pacific rim area, 299-338. Stuttgart: Geocenter. CHAPPELL, Hillary. En prensa. “From Eurocentrism to Sinocentrism: The case of accusative constructions in Sinic languages”. En Felix Ameka, Alan Dench & Nicholas Evans (eds.), Catching language: The challenge of grammar writing. Berlín: Mouton de Gruyter. CLEMENTS, J. Clancy. 1996. The genesis of a language: The formation and development of Korlai Portuguese. Amsterdam & Filadelfia: John Benjamins. DIXON, Robert M. W. 1979. “Ergativity”. Language 55(1), 59-138. HANCOCK, Ian F. 1973. “Malacca Creole Portuguese: A brief transformational account”. Te Reo 16, 23-44. — 1975. “Malacca Creole Portuguese: Asian, African or European?”. Anthropological Linguistics 17(5), 211-236. KOONTZ-GARBODEN, Andres. J. & J. Clancy CLEMENTS. ms. junio 2002. “Case-marking in Dravidian languages and Indo-Portuguese creoles: Substrate influence or independent development?”. LOPES, David. 1936. A expansão da lingua portuguesa no Oriente nos séculos XVI, XVII e XVIII. 2ª edição, 1969. Oporto: Portucalense. MINTZ, Malcolm W. 1994. A student’s grammar of Malay & Indonesian. Singapur: EPB Publishers. SCHUCHARDT, Hugo. 1891. “Kreolische Studien IX: Über das Malaioportugiesische von Batavia und Tugu“. Sitzungsberichte der philosphisch-historischen Classe der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften Wien 122, 1-256. TENG, Shou-hsin. “Disposal structures in Amoy”. Bulletin of the Institute of History and Philology (Academia Sinica, Taipé) 53(2), 331-352.

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SOBRE LA MORFOLOGÍA DERIVACIONAL DEL CHABACANO ZAMBOANGUEÑO

PATRICK O. STEINKRÜGER ZAS, Berlín

1. Introducción El chabacano de Zamboanga es un criollo de base léxica española con un fuerte sustrato filipino, más concretamente, bisayo. Después del proceso de criollización, el zamboangueño se ha visto sometido a un proceso de mezcla que llega hasta nuestros días. Esta perspectiva diacrónica se refleja en su morfología derivacional, que destaca, contrariamente al ‘tipo criollo’, por su riqueza, por no hablar de ‘complejidad’. El objetivo de esta ponencia es presentar una exposición empírica de la morfología derivacional del chabacano de Zamboanga y realizar un análisis de la etimología, el funcionamiento y la semántica de sus morfemas productivos. Mis datos se basan en los trabajos de Forman (1972) y Riego de Dios (1976), en datos secundarios, como son las descripciones de lenguas bisayas (Bunye & Yap, 1971a,b; Spitz, 2001; Zorc, 1977) y finalmente en datos primarios, es decir, en mis propios análisis realizados con hablantes del criollo, a quienes desde aquí quiero agradecer su colaboración. La aplastante mayoría de los morfemas productivos del chabacano se puede identificar como hiligaynon (ilonggo), cebuano o raramente como tagalo. En algunos casos los morfemas son idénticos en más de una de estas lenguas, sobre todo, en aquellas de origen bisayo. Contrariamente al análisis de Forman (1972) y también al de Riego de Dios (1976), casi todos los afijos derivacionales de origen español ya no son productivos sino que forman parte de entidades lexicalizadas. Esto también es, por ejemplo, válido para el sufijo nominalizador –a y –o para indicar el sexo de seres humanos y animales, que en muchos casos se utiliza ya sin distinción. También se halla este sufijo en palabras de origen español en las lenguas filipinas. La única excepción –es decir, el único afijo de procedencia española con una indudable productividad– es el marcador de nomina actionis –da, al que me referiré más adelante. En este artículo nos limitaremos al análisis de la derivación. Para otros procesos de formación de palabras en chabacano, como la composición y la reduplicación, véase Forman (1972: 114-142) y Steinkrüger (2003).

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Patrick O. Steinkrüger

2. Los afijos de procedencia filipina A continuación, mencionaré los morfemas más frecuentes de procedencia filipina, principalmente bisaya (entre otros, el prefijo causativo verbal maka- y el nominalizador paka-). Entre paréntesis se hallan los étimos y su función en la lengua de origen, en caso de no coincidir ésta con la del zamboangueño. En cuanto a las reglas morfofonológicas (dislocación del acento por los sufijos), son las mismas que se observan en bisayo. Los que siguen son los doce afijos productivos de origen filipino:

• ika- (< bis.1 ika-): prefijo de números ordinales: dos ‘dos’ → ika-dos ‘segundo’, sinko ‘cinco’ → ika-sinko ‘quinto’.

• ma- (< bis. ma-): prefijo muy productivo en la formación de adjetivos •



• • •

generalmente denominales, indicando abundancia de algo: pyédra ‘piedra’→ ma-pyédra ‘lleno de piedras’. maka- (? < bis. maka-; no hay ninguna correspondencia exacta en bisayo2): en zamboangueño es un prefijo con valor causativo, que forma adjetivos a partir de nombres, adjetivos y verbos, especialmente cuando se trata de unidades léxicas que describen un estado físico o anímico: bungúl ‘sordo’ → maka-bungúl ‘hacer sordo, ensordecedor’; triste ‘triste, con añoranza’ → maka-triste ‘causar añoranza, entristecedor’. Su eventual carácter verbal queda por analizar detalladamente. man- (< bis. mang-): verbalizador de nombres; ejemplos: amígo ‘amigo’ → man-amígo ‘ser/hacerse amigo’. Hay dos formas fonológicamente reducidas a [m] y [n] respectivamente: en yan-atrás ‘atrasaba’. También funciona con lexemas ingleses. man- (etim. ?): prefijo para nombres que expresan parentesco: man-ermáno ‘grupo de hermanos’ (cf. Forman, 1972: 122; cf. mag-). mag- (< bis. mag-): prefijo para nombres (colectivos) de parentesco: ermáno‚ ‘hermano’ → mag-ermáno ‘tratando de hermanos’. Es considerado como ‘no-chabacano’ por los hablantes (cf. man-). pa- (< bis. pa-; prefijo causativo de nombres en muchas raíces3): como prefijo verbal expresa reciprocidad y con nombres, direccionalidad y/o causalidad: alísto ‘hábil; activo’ → pa-alísto ‘ensayar mutuamente su habi-

1 En este artículo se usan las abreviaturas siguientes: bis. (bisayo), esp. (español), tag. (tagalo). 2 En ilonggo maka- indica habilidad inherente especificada por la raíz o calidad expresada por la raíz. 3 Forman defiende una procedencia española (< esp. para).

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Sobre la morfología derivacional

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lidad’, balábak ‘calidad de ser corvo, torcido’ → man-pa-balábak ‘torcer’. Todavía no se han solucionado los problemas de la combinatoria morfológica de este prefijo ni la conexión con la intencionalidad del sujeto lógico. paka- (< bis. pagka-): prefijo nominalizador para adjetivos: alísto ‘hábil; activo’ → paka-alísto ‘talento, dotes’. -han, -an (< bis. -(h)an, cf. Spitz, 2001: 23): reciprocidad de una acción: kwénto ‘relación, relato’ → man-kwentó-han ‘contarse, narrarse’. Desplaza el acento a la sílaba anterior al sufijo. Forman encuentra una sola raíz de procedencia malayo-polinesia (man-pilít-an ‘estar fijado, pegado, clavado’), pero funciona con muchas más. Con verbos de procedencia española, el prefijo verbalizador man- es obligatorio, es decir, tiene carácter de circumfijo: enkontrá ‘encontrar’→ man-enkontrá-han ‘encontrarse’, pero *enkontrá-han. -hán, -án (< bis. -(h)an): lugar de una acción, de un producto, etc.: tubú ‘caña de azúcar’ → tubu-hán ‘plantación de caña de azúcar’. -hin, -in (? < bis. –gin): marcador para adjetivos (sobre todo para los que expresan estado de ánimo) denominando a personas con esta calidad: myédo ‘miedo’ → myedú-hin ‘persona miedosa, temerosa’, ásma ‘asma’ → asmá-hin ‘asmático’ (sin. asmátiko). Desplaza el acento a la sílaba anterior al sufijo. -un (? > bis. –ún o bis. –um-, interfijo de nomina agentis): designación de una persona: bígaq ‘coqueteo’ → bigáqun ‘persona que coquetea mucho’. Desplaza el acento a la sílaba anterior al sufijo; paronomía con el sufijo español –ón (por eso hay confusión en Forman, 1972: 125).

3. Afijos de procedencia española Ahora me dispongo a analizar los sufijos de procedencia española. En mi análisis sobre la productividad de morfemas de procedencia española, he tomado en consideración el concepto de ‘productividad’ tal como lo plantean Koefoed & Marle (2000), así como los criterios desarrollados por Brousseau, Filipovich & Lefèbvre (1989) en su trabajo sobre morfología haitiana. En este artículo, los autores presentan cinco pruebas a través de las cuales se puede analizar la autonomía de la morfología derivacional del criollo comparándolo con su lengua lexificadora. Siguiendo el análisis de ese artículo, la morfología derivacional en chabacano se puede considerar autónoma si: 1) un afijo va con una base de procedencia no-española 2) un afijo va con una base que en español no acepta este afijo 3) un afijo aparece en una posición diferente a la del español

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4) las propiedades semánticas y sintácticas de la palabra derivada no son idénticas en ambas lenguas 5) un proceso morfológico no tiene correspondencia en español. Aplicando estos criterios a los afijos que, según Forman (1972)4 y Riego de Dios (1976), son productivos tenemos como resultado que casi la totalidad de ellos no lo son:

• -ísta (< esp. –ista): para nomina agentis indicando ‘alguien que sigue haciendo la misma cosa, etc.’: chabakanísta ‘experto del Chabacano’.

• -syón (< esp –sión, -ción): nominalizador: dibidí ‘dividir’ → dibisyón ‘división’.

• -tíbo (< esp –tivo): sufijo formando adjetivos: pensá ‘pensar’ → pensatíbo •



• •

‘pensativo’5 . -ésa (< esp –eza): nominalizador de adjetivos, cuyo significado es ‘calidad de X’: ríko ‘rico’ → rikésa ‘riqueza’, póbre ‘pobre’ → pobrésa ‘pobreza’. Forman encuentra un “small group of nouns” y todas las formas parecen lexicalizadas. -(y)á, -í , é (< esp –ar, –ir , –er): sufijos verbalizadotes: bíbo ‘vivo’ → bibí ‘vivir’. De entre todos estos sufijos verbalizadores, -a sería el único al que se podría considerar ‘productivo’. Frente a la opinión de Forman, considero que se trata de una adopción directa del español. El único verbalizador que permanece con una indudable productividad es el prefijo man-. -a, -o (< esp –a, –o): en chabacano se usan estos sufijos de distinción de sexo para seres humanos y animales: nyéta ‘nieta’ vs. nyéto ‘nieto’. Contrariamente a Forman y Riego de Dios, mantengo que ya no son productivos6. -dór, -dóra (< esp -dor, -dora): sufijo para nomina agentis: peská ‘pescar’ → peskadór ‘pescador’. En Forman se encuentra la forma nadadór ‘marinero’, pero no se halla esta forma en Riego de Dios (1976), ni pude comprobarlo en mis análisis con los informantes.

La existencia de palabras con desinencias idénticas no se puede considerar un criterio de productividad. Es necesaria la combinación con una cierta cantidad de

4 Forman menciona el prefijo aspectual ta- (< esp está) que, desde su punto de vista, tiene función derivacional en la combinación ta-man-pa- → tampa-, por ejemplo, ríko ‘rico’→ tampa-ríko-ríko ‘fingir ser rico, aparentar ser rico’. Pero es el puro y único prefijo verbal del aspecto imperfectivo, es decir, la forma básica es manpa-ríko-ríko. 5 Forman encuentra una sola forma y en Riego de Dios hay algunas más. 6 También existen en otras lenguas bisayas (por ejemplo, cebuano) en palabras prestadas del español que mantienen la distinción de sexo.

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raíces y la frecuencia de estas formas derivadas. Finalmente, “morphological productivity may be considered to belong, more or less, to the communis opinio of the linguistic community” (Koefoed & Marle, 2000: 303). De otro lado se encuentran los afijos siguientes que ostentan una productividad cierta:

• -éro, -éra (< esp –ero, –era): sufijo para nomina agentis: kaskás (tag.) → kaskaséro ‘conductor furioso que corre a toda velocidad’7. Parece el único sufijo que funciona con palabras de origen filipino. • -do, -w (< esp –do8): sufijo formando adjetivos: kurtá ‘cortar’ → kurtáw ‘cortado’, mantéka ‘manteca; grasa alimenticia’ → mantekádo ‘mantecoso’. Va solamente con palabras de origen español. • -da (< esp -da): nominalizador de muchas nomina actionis con los significados ‘manera de actuar’, ‘lugar de actuar’, ‘producto, etc. de una acción’, ‘temporada’: ensenyáda ‘enseñanza’, abláda ‘manera de hablar’, entendída ‘manera de entender o de comprender’. Parece el único afijo productivo de procedencia española. Para demostrar que la formación de palabras en chabacano con afijos del español no es solamente un calco de éste, vamos a analizar el sufijo –(a,i)da. Es un hecho conocido que muchas nominalizaciones en español se forman con –da (correr → corrida, beber → bebida)9. Sabemos que el español de Zamboanga es, sobre todo, una aportación de la fuerte inmigración mejicana y, sólo minoritariamente, de una población europea. Por esta evolución demográfica y la realidad socio-histórica de Mindanao hay que buscar los orígenes de cada entidad lingüística en el otro lado del mundo, es decir, en el español de América central (o también América del Sur). En este contexto me parece importante mencionar el hecho de que en América Latina este sufijo es mucho más productivo que en Europa (para el español de Méjico, cf. Moreno de Alba, 1986). En esas variedades del español americano se pueden formar, con verbos de acción –según algunos autores, con casi todos los verbos– como dar, pegar, echar, etc. más el sufijo –da, diversos nomina actionis: darse una desorientada, dar una hablada a alguien, echarse una buena investigada, etc. (ejemplos de Rainer, 1993: 440). El proceso morfológico en chabacano como tal es muy regular; es decir, se añade el sufijo –da a la raíz verbal mayoritariamente de procedencia española. Según el modelo español, los verbos de la segunda y tercera conjugación toman

7 8 9

También existe en tagalo con el mismo significado. El sinónimo cebuano es tigpatulin. Parece que la forma con -d- en chabacano es una influencia del español escrito. Cf. en Rainer (1993: 437ss) la función de –da en español.

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la vocal temática -i-: poné → ponída/*ponéda (‘manera/acto de poner’) y salé → salída/*saléda (‘manera de salir; salida, partida’). Forman (1972: 130-132) atribuye a las formas deverbales las siguientes funciones semánticas: a) Lugar: kedáda ‘alojamiento’, pasáda ‘senda’ b) Acción: banyáda, abláda, gritáda, kamináda, lyigáda (‘acto de bañarse, hablar, gritar, etc.’) c) Cosa afectada o procesada: labáda ‘ropa’, ensenyáda ‘enseñanza’, eskribída ‘escrito(-s)’ d) Temporada: maduráda, prutáda, kayída (‘temporada de cosecha, de cocos’) e) Manera de actuar: abláda, kantáda (‘manera de hablar, cantar’) Las formas que se refieren a personas (mencionadas por Forman, 1972: 131) no derivan de raíces chabacanas sino que son sucesoras de palabras ya lexicalizadas en español (1) o resultados de aféresis (2): (1) (2)

querida > kerída (? ← keré ‘querer’) ahijado > eháw, ahijada > eháda

Después de haber analizado unas treinta palabras con un hablante del zamboangueño (kantáda, kontestáda, gumitáda, lyamáda, salída, etc.), puedo confirmar el significado de esta forma que ya le fue atribuido por Forman (1972) y Riego de Dios (1976): marcador de nomina actionis y, a veces, indicando también la manera de actuar. Entonces se puede concluir que en chabacano –da es un afijo derivacional genuino añadido a la raíz con el significado ‘hecho o manera de actuar’. Se trata de un significado que ya se puede hallar en español. Por otra parte, hay muchas palabras en chabacano que en español están construidas sin –da, o en algunos casos tienen otra raíz; por ejemplo: (3) (4) (5) (6)

chab. chab. chab. chab.

peskáda abaháda kompráda preguntáda

esp. pesca esp. bajada esp. compra esp. pregunta

También los ejemplos que se muestran en el cuadro de la página siguiente muestran que las formas derivadas no son simplemente copias del español. Además quiero añadir que, desde un punto de vista sincrónico-semántico, las formas con -da no son siempre transparentes. Compárense los ejemplos siguientes:

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Forma chabacana

Étimo español

Significado

Sinónimo español

komída

comida

comida

id.

entráda

entrada

entrada

id.

kamináda

caminada ?

acto de caminar

caminata etc.

kortáda

cortada ?

acto de cortar

corte etc.

eskribída

escribi-

escritos

escritos etc.

ensenyáda

enseña-

acto de enseñar

enseñanza, clases etc.

kombersáda

conversa-

manera de hablar

manera de conversar, conversación etc.

gritáda

grita-

acto de gritar

gritos, barullo etc.

(7) (8) (9) (10)

chab. mariháda (< esp. marejada) chab. apuntáda ‘apunte, nota’ (← chab. apuntá ‘apuntar’) chab. kerída ‘querida’ (< esp. querida) chab. eskribída ‘escritos’ ( ← chab. eskribí ‘escribir’)

Sin embargo, hay que diferenciar al menos tres tipos de formas con –da en el chabacano de Zamboanga: 1) formas ya lexicalizadas en español (querida) 2) formas lexicalizadas en zamboangueño (peskada) 3) formas derivadas espontáneamente con una semántica bastante regular Después de diversas pruebas con distintos informantes, me parece que actualmente incluso se puede derivar a partir de raíces filipinas. Fue imposible encontrar un paralelismo morfológico exacto en hiligaynon u otra lengua filipina. El único morfema bisayo con una función comparable es el sufijo –(h)án, que indica el lugar de una actividad.

4. Conclusiones Sin duda, la mayoría de los afijos derivacionales con productividad en chabacano son de procedencia filipina. En cifras, de los veintidós afijos analizados, doce

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son de procedencia filipina. De los diez afijos españoles, siete no son o ya no son productivos, dos ostentan una productividad restringida y solo un afijo (-da) se puede considerar muy productivo. Es decir, más del 80% de los afijos productivos son de procedencia filipina. No he podido hallar una correspondencia exacta de –da con un morfema en las lenguas bisayas. Puede ser que se produzca interferencia con –(h)án que se refiere al lugar de una actividad. El retroceso de la productividad de morfemas españoles hay que relacionarlo con el intenso contacto del criollo con las lenguas filipinas (sobre todo tagalo y bisayo), hecho que repercute en la tipología de los afijos, es decir, lenguas con el orden VS(O) prefieren prefijos. El hecho de la productividad de –da corresponde con el pasado socio-histórico de las Filipinas, es decir, la fuerte productividad de –da en Méjico, ha dejado sincrónicamente su herencia.

Nota adicional Después la redacción final de este artículo, el autor ha encontrado durante sus investigaciones un proceso morfológico adicional. Se trata del sufijo –r nominalizador para verbos de origen español, p.e. kantá ‘cantar’ → (el) kantár ‘el cantar’. Hay que profundizar el análisis en el futuro.

Referencias bibliográficas BROUSSEAU, Anne-Marie, Sandra FILIPOVICH & Claire LEFEBVRE. 1989. “Morphological processes in Haitian Creole: The question of substratum and simplification”. Journal of Pidgin and Creole Languages 4(1), 1-36. BUNYE, Maria Victoria R. & Elsa Paula YAP. 1971a. Cebuano for beginners. Honolulú: University of Hawaii Press. — 1971b. Cebuano grammar notes. Honolulú: University of Hawaii Press. FORMAN, Michael. 1972. Zamboangueño texts with grammatical analysis. Cornell University (tesis doctoral). KOEFOED, Geert & Jaap VAN MERLE. 2000. “Productivity”. En Geert Booij , Christian Lehmann & Joachim Mugdan (eds.), Morphology, 303-311. Berlín & Nueva York: Walter de Gruyter. MORENO DE ALBA, José G. 1986. Morfología derivativa nominal en el español de México. Méjico: UNAM. RAINER, Franz. 1993. Spanische Wortbildung. Tubinga: Niemeyer. RIEGO DE DIOS, Sr Maria Isabelita. 1976. A composite dictionary of Philippine Creole Spanish (= Studies in Philippine Linguistics 7(2), 1987). Manila: Linguistic Society of the Philippines. SPITZ, Walter L. 2001. Hiligaynon/Ilonggo. Múnich: LINCOM.

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STEINKRÜGER, Patrick O. 2003. “Morphological processes of word formation in Philippine Spanish Creole (Zamboangueño)”. En Ingo Plag (ed.), Phonology and morphology of creole languages, 253-268. Tubinga: Niemeyer. ZORC, R. David Paul. 1977. The Bisayan languages of the Philippines: Subgrouping and reconstruction (= Pacific Linguistics C-41). Camberra: Australian National Library.

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C RIOLLOS

IBÉRICOS DE

Á FRICA

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THE NOMINAL DOMAIN IN SANTOME NÉLIA ALEXANDRE Universidade Autónoma de Lisboa TJERK HAGEMEIJER1 Universidade de Lisboa

1. Introduction In what follows we will discuss the properties of the nominal domain in Santome (ST)2 focusing on the elements that modify the interpretation of the noun and their respective interaction. It will be argued that in ST there is no substantial evidence for a Determiner Phrase (DP) (cf. Longobardi, 1994, 2001). Rather, definiteness in this language is a compositional feature obtained derivationally. Furthermore, we argue that specific marker (SP) se, which behaves like a clitic, is the core element of the nominal domain, anchoring the identifiability of the noun. In section 2 we deal with the descriptive properties of the nominal domain in ST and in section 3 we will provide a data analysis of our findings. A structural outline of our proposal is to be found in section 4. 2. Data description This section separately discusses the different lexical items that may be hosted by the noun. For the sake of clarity, we have split the elements that operate on the noun into a prenominal and a postnominal class. 2.1. THE LEFT-HAND OF THE HEAD NOUN 2.1.1. Indefinite article u˜a ‘a, an’ This item corresponds to the indefinite article and numeral ‘one’.

1 Funded by doctoral grant BD/3159/2000 of the Foundation for Science and Technology and the European Structural Fund within the IIIrd Community Support Framework, Portugal. 2 Santome is the Portuguese-based Creole spoken on the island of S. Tomé in the Gulf of Guinea and is better known in previous work as São-Tomense.

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(1)

U~a ome/bwê... ‘a/one man/cow…’.

2.1.2. Plural marker inen Inen marks plurality on the noun and also corresponds to the 3rd person pronoun, a common feature among Creole languages. Nouns that are exclusively modified by inen (i.e., without any other material modifying the noun), as in (2-3), are scarce in our corpus. (2) Ise sa depositu ku kwa ku inen blanku ka fla nê. This is deposit with thing that 3PL white ASP speak of-3SG ‘This is the deposit, and so forth, white people (= the white) talk about’. (3) Inen PL

bunzu, whelk

inen PL

tslôkô, sea-devil

inen PL

vwadô: flying-fish

yô many

pixi fish

ku ngê na ka kume fa. NEG that people NEG ASP eat ‘Whelks, sea-devils, flying fishes: there are many fish species people don’t eat’.

These two examples show that inen basically conveys a pluralizing reading. The absence of other functions associated to inen, for example definiteness or specificity, is particularly clear in (3) where we are dealing with an enumeration of species in general. The plural marker shows a preference for nouns with the feature [+human], which we consider a consequence of its sensitivity to a semantic principle that takes [+human] as being more individuated than items that are [–human]3. This preference is also expected if we consider that inen is the standard 3rd person plural pronoun and, as such, still retains part of its pronominal features. Interestingly, inen is very often found in direct speech addressing a number of hearers with the meaning ‘you’, as illustrated in (4-5). (4) Jina solo, jina inen migu since sun since PL friend ‘Since sunrise, since you friends left’.

xê leave

3

dai here

en. EMPH

A very common exception to this are the examples in (i). We consider these examples crystallized forms, as follows from the translation. (i)

inen kwa thing 3PL ‘these things

se SP

// // //

tudu inen kwa se. all 3PL thing SP all these things (everything)’.

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(5) Inen ke mu, sa pingada fan. 3PL house mine is gun EMPH ‘My friends (=people at my place), it’s a gun!’

The referred asymmetries with respect to plural marking on [+/–human] nouns are confirmed by dislocation tests. Pluralized [–human] items are typically co-indexed with a 3rd person singular pronoun (cf. 6), although there seems to be some variation among speakers and syntactic environments, whereas [+human] dislocated constituents are always co-indexed with a 3rd person plural pronoun (cf. 7). (6)

zanela se, bô {fis’e/fis’inen/*fisa}. window SP 2SG {close-3SG/close-3PL/close} ‘The windows (in question), you closed them’.

Inen PL

(7)

ome se ala, Zon {bê inen/*bê’lê/*bê}. man SP there Zon {see-3PL/see-3SG/see} ‘The men (in question) overthere, Zon saw them’. Inen

PL

2.1.3. Quantifiers and numerals As far as we know, the following quantifiers modify the noun in ST: yô ‘many’, maxi montxi ‘many’, tudu ‘all’, kwakwali ‘any’, u˜a dôsu˜ ‘some’, ôtlô ‘other’, nyu˜a ‘no N’, kada ‘every’, pôkô ‘few’. They occur typically in the leftmost position within the nominal domain and are mutually exclusive (cf. 8). Our corpus shows that especially tudu ‘all’ is commonly followed by plural marker inen, a solution that also exist for yô ‘many’, maxi montxi ‘many’ and pôkô ‘few’ (cf. 9). (8)

{yô / maxi / montxi / tudu / kwakwali / u˜a dosu / ôtlô / nyu˜a / kada / pôkô} bisu … {all / many / some…} bird(s) ….

(9)

{tudu / yô / maxi montxi / pôkô} {all / many / many / few}

inen PL

ngê. person

These facts about quantifiers suggest that they sit in the topmost specifier position in the nominal domain. In section 4 we will argue that, in the absence of other evidence, this is the specifier of the Number Phrase (Spec,NbP). Numerals, on the other hand, may occur in different structural positions: (10) a. Inen

dôsu mosu two boy ‘The two boys…’. PL

se… SP

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b. Dôsu inen mosu se… ‘Two of the boys…’. c. Inen mosu se dôsu… ‘These/those two boys…’.

The (10a) example corresponds to the numeral’s canonical position within the nominal domain. The (10b) and (10c) examples correspond to specific partitive-focus readings. In section 4 we will argue that numerals are base-generated in different positions, but the (10b) reading favors the intuition that in this position dôsu ‘two’ also occurs in the quantifier slot. This explains why its co-occurrence with other quantifiers is precluded. 2.1.4. Augmentation / diminution Operations of augmentation/diminution take place to the immediate left of the noun they modify and can be recursive (11b). (11)

a. U˜a mina ke. a child house ‘A small house’. b. Memen vapô ope. big boat foot ‘An enormous foot’.

These modifying items are apparently derived from nouns entertaining a compounding relation with the head noun (contrasting with adjectives, which occur to the right of the noun). This hypothesis is supported by the occurrence of specific marker se, a clitic that in these cases can only attach to the right of the head noun (cf. section 2.2.1). (12)

Memen (*se) vapô (*se) ope *(se). ‘The very big foot in question’.

2.2. THE RIGHT-HAND OF THE HEAD NOUN 2.2.1. Specific marker se ‘the, this, that, these’ This marker establishes deictic/anaphoric proximity4 by referring textually, situationally or inferentially to specific objects in the world that represent shared 4

Santome exhibits two other, less commonly used anaphoric/deictic markers, xi ‘that (less proximate)’ and sala ‘that (distant)’. The nominalization of se, xi and sala yields respectively ise/isaki ‘this (here)’, ixi ‘that’ and isala ‘that’.

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knowledge of speaker and hearer. Se always occurs to the immediate right of the noun and requires at least one of the following hosts: i) Pronouns5 (13)

... punda non se na tê zêtê doxi fa. because 1PL SP NEG have olive-oil sweet NEG ‘…because we (in question) don’t have sweet olive oil’.

ii) Nouns (14)

N mêsê pa men jê mina awa se da anzu se. (Common) 1SG want for mom fetch little water SP give baby SP ‘I want you (affective way to address a woman) to bring a bit of that water (in question) for the baby (in question)’.

(15)

Fernanji se di Mate Ferdinand SP of Mateus ‘Ferdinand of Mateus Angolar’.

(16)

Kuma non lentla setembru se en sa non sa ni tempu suba za. (Time) as 1PL enter September SP EMPH be 1PL be in time rain already ‘Since it’s September, we are already in the rainy season’.

(17)

San se ê, fe mu favôlô axi such miss SP EMPH do me favor ‘Oh miss, could you do me a favor…’.

Ngola. (Proper) Angolar

an.

(Vocative)

EMPH

(18)

Montxi Makaku, liba se dai ôbô6. (Prepositional) Mount Monkey on-top SP here jungle ‘Mount Monkey, over there up in the jungle’.

(19)

Kengê se ku fe mu favôlô? (Interrogative) SP KU do me favor who ‘Who (of the persons in question) does me a favor?’

5 Note that etymologically the 2nd person plural (i)nanse~(i)nense is likely to have its origin in inen+se ‘they+se’, i.e ‘you (pl.)’, establishing proximity with respect to the point of view of the speaker (cf. also examples (4-5)). 6 Some syntactic tests (e.g. intransitivity) show that several prepositions in ST, among which liba ‘on top of’, behave as nominals.

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iii) Numerals (20)

Non tlêxi se three SP 1PL ‘Just the three of us’.

so. only

In the light of the available data, we postulate the hypothesis that se is a clitic requiring a nominal host7. The following syntactic tests corroborate this claim: a) Adjacency requirement (21)

Inen

mosu *(se) dôsu boy (SP) two ‘The two boys in question’.

PL

(*se). (SP)

Compare (21) to examples (10a-c), where we have shown the mobility of numerals. It follows that, despite their mobility, numerals are crucially not able to split up a sequence of noun-specific marker. b) Se does not license ellipsis of its nominal host (22)

Zon paga *(mwala) se. Zon pay woman SP ‘Zon payed the woman in question’.

Whereas plural marker inen and indefinite marker u˜a allow for gapping of the noun, se does not and should therefore be considered a more grammaticalized item. c) The specific marker cannot be stranded (23b) or fronted (23c) (23)

a. Mwala se, Zon pag’e. woman SP Zon pay-3SG ‘The woman, Zon payed her’.

7

In a very few exceptional cases of temporal constructions like in the example below, se appears to modify verbs. Given ST’s tendency to derive nouns from verbs by null affixation, it might well be the case that there is some reanalysis going on, since the aspectual and temporal modification are not morphologically realized on the verb itself. (i) Ola san ska pali se, san ka give.birth SP lady ASP when lady ASP ‘While she was in labour, the woman screamed …’.

glita ... scream

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b. *Mwala, woman c. *Se SP

so FOC

Zon Zon Zon Zon

{pag’e/paga} {pay-3SG/pay} paga pay

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se. SP

mwala [-]. woman

d) Compounding Compounds form another piece of evidence. The reanalysis of two Xº as a single one predicts correctly that it should not have internal structure. Hence, the clitic can only attach to the right of the newly coined word in the examples (24a-d). (24)

a. [[[boka] [sabi]] se]. Mouth key SP ‘The keyhole in question’. b. [[[kwa] [kume]] se]. Thing eat SP ‘The food in question’. c. [[[kota] [bega]] se]. Cut belly SP ‘The last-born in question’. d. [[[tempu] [glavana]] se]. Weather dry.season SP ‘The dry season in question’.

The relevant contrast is with (25a-d), which may resemble compounds due to juxtaposition of nouns without any overt mediating case marker. The crucial difference with the examples in (24) is that the clitic, as expected, may modify the head noun, its complement, or even both if one would like to. (25)

a. [[[opo] se] [(di) glavana]]. dust SP (of) dry.season ‘The dry season’s dust’. b. [[[Fenanji] se] [(di) Mate Ferdinand SP (of) Mateus ‘Ferdinand from Mateus Angolar’. c. [[[klonveson] se] [doxi-doxi]]. talk SP sweet.sweets ‘The very nice talk in question’.

Ngola]]. Angolar

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d. [[tudu ngê] [[flêgêja] se]]. SP Every person district ‘Everyone of the district in question’.

2.2.2. Modifiers There is nothing special to be said about modifiers, except for the fact that they are adjoined categories that always occur to the right of the head obeying the order possessive > adjective > relative clause, as in (26) below. (26)

vinpema mu doxi ku n Palm-wine my sweet that 1SG ‘My sweet palm wine that I drank’.

bêbê. drink

2.3. BARE NOUNS In addition to the modifying lexical items discussed so far, a minimal account of the nominal domain in ST would be very incomplete without dealing with bare noun phrases (BNPs). These nouns, characterized by what we call a zero morpheme, are multifunctional and complex in the sense that they license a wide range of interpretations that are highly dependent upon syntactic (e.g. subject/object position), semantic (e.g. verbal aspect) and discursive anchoring (e.g. new/old information) which we cannot discuss in this venue for reasons of space. We will limit ourselves to providing some examples of their main uses. In subject (cf. 27-28) and object (cf. 29) position, [+human], BNPs are more readily associated to singular readings, but this is a mere tendency and not a rule (cf. discussion in section 2.1.2). In addition to the singular/plural readings, BNPs in object position can be definite singulars/plurals or indefinite plurals (cf. 29). (27)

Piskadô ba ple. man go beach ‘The {fisherman/(fishermen)} went to the beach’.

(28)

Kabla ba matu. goat go bush ‘The {goats/goat} went into the bushes’.

(29)

Mwala se pya ome/kabla. SP look-at men/goat woman ‘The woman looked at {men, goats, the man/men, the goat/goats}’.

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Furthermore, BNPs in ST license generic (cf. 30), existential (cf. 31) and characterizing (cf. 32) readings. (30)

Maji vinpema ka fe ome mali. but palm-wine ASP do man bad ‘But palm wine isn’t good for {men/a man}’.

(31)

Mwala sa maxi montxi dôkê ome woman be more many than man ‘There are more women than men in Santome’.

(32)

N sa ome ku ka kume fluta 1SG be man who ASP eat breadfruit ‘I’m the type of man that eats a lot of breadfruit’.

ni in

Santome. Santome

muntu. a lot

3. Data analysis 3.1. IDENTIFIABILITY Lambrecht (1994) distinguishes between (i) pressuposed proposition: (some) shared knowledge between speaker and hearer, and (ii) asserted proposition: speaker’s representation at the time of utterance. The article system of Creole languages was already an important aspect of Bickerton’s (1981) Bioprogram. This author claimed that these languages exhibit a threefold determiner system based on the cognitive elements pressuposed-specific (definite article), assertedspecific (indefinite article) and nonspecific (zero marker, i.e. BNPs). Although this system may work for other languages, it does not for ST, since we argue that this language has no definite articles proper. Rather, definiteness is a compositional feature that obtains derivationally, whereas the semantically realized core consists of specificity (cf. following sections). Furthermore, zero markers in ST commonly do range into the specific domain. Example (33) exemplifies the relevance of discourse anchoring with respect to the determiner system. (33)

Avia u˜a sungê ku was a man with

mina child

sun. Sun se man man SP

sa be

ve old

ketekete. IDEOPH

Mina se sa ai, sun ka sam’e… child SP be here man ASP call-3SG ‘Once upon a time there was a man (formal) with his child. He was very old. He calls his child who was close by’.

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Under normal circumstances (here at the start of a folk story), the indefinite reading gives rise to a specific one that anaphorically recovers this information with se. As a consequence, the information is assumed to be familiar to the hearer/speaker and licenses a BNP with a specific and singular interpretation. Table 1 illustrates these findings. Table 1 Information structure OLD NEW

SINGULAR PLURAL

ANCHORING

ANCHORED

u˜a {kabla/ome}

{kabla/ome} se

{kabla/ome}

{kabla/ome}

inen {kabla/ome} se

{kabla/ome}

It follows from the table that in ST BNPs are underspecified items with respect to identifiability.

3.2. LEXICALIZED FUNCTIONAL ITEMS The data have shown that ST has three nuclear lexicalized functional items and a non-lexical item in the nominal domain, namely u˜a, inen, se and the zero morpheme, each with the following semantic core feature: Table 2 Core semantic features of lexicalized functional items PLURAL

u˜a



inen

+

se zero morpheme

SPECIFIC

+ α

α

Hence, the items with lexical realization have a single specified feature corresponding to its basic use (singular marker, plural marker, specific marker). BNPs

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‘exhibit’ a zero morpheme with no lexical content which we assume to correspond to unspecified features. The derivation will assign a positive or negative value to this zero morpheme. Clusters of these items occur frequently and assemble these features to derive the interpretation. Table 3 Clusters of lexicalized functional items PLURAL

SPECIFIC

u˜a + N + se



+

inen + N + se

+

+

zero morpheme

α

α

The following examples illustrate the findings of table 2 and 3. The relevant features of table 2 are transferred to the cluster. BNPs remain of course unspecified and have to pick up their features in the course of derivation. (34)

pali D’e u˜ a kabalu blanku d’e. u˜ a kabalu se blanku. prepare a horse white give-3SG give-3SG a horse SP white ‘They prepared a white horse for him. They gave him a white horse’. A

IMP

(35)

Kum’ê sa inen ome se ku ka têndê man SP who ASP listen as-3SG be PL

kwa mwala ka fla, thing wife ASP say

ê na xê fa. NEG go-out NEG 3SG ‘Because he is one of these men that listens to his wife, he didn’t go out’.

Examples (34-35) nicely show the relevance of discourse in assigning a specific meaning to the noun. The anaphoric function of se clearly comes about.

4. Tendencies and structural representation 4.1. TENDENCIES The data above lead us to the following findings with respect to the nominal domain in ST:

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(i)

The left periphery (pre-nominal) in ST is essentially restricted to ‘quantity-denoting’ modifiers (numerals, augmentation, diminution, quantifiers and number marking elements). (ii) The right periphery (post-nominal) is used for specificity operations on the noun (cf. section 2.2). The arguments that support this hypothesis are (a) the presence of se and of other modifying constituents (e.g. possessives, adjectives and relative clauses) and (b) the specific focus reading of numerals in the post-nominal domain. (iii) Although it may yield syntactic and semantic nuances, the semantic feature of ‘animacity’ doesn’t seem to be a core feature of the nominal domain in the same sense as specificity and number (cf. section 2.1.2). (iv) BNPs show unspecified features. The wide range of interpretations of BNPs seems to be linked to the early stages of creolization. Especially if we assume an initial ‘pidgin’ (pre-creole) stage in which nouns must have been the essence of identifiability (a less functional stage), it is not surprising that BNPs still exhibit a whole range of specific and generic readings which were only restricted by more functional material when the ‘pidgin’ developed into a full-blown language. The number of BNPs in early Sranan, for instance, was much higher than it is nowadays (cf. Bruyn, 1994, 1995).

4.2. DIRECTIONALITY OF THE DP AND ITS STRUCTURAL REPRESENTATION Taking into account considerations (i-iv) of the section above, we propose a syntactic structure that subsumes the following two fundamental aspects: a) se as a clitic, which is the lexical representation of ‘specificity’, a central functional category (SpP) to this system; and b) the importance of ‘number’, since the data have shown that there is no evidence for a Determiner node and that the structure of the nominal domain in this language only reaches as far as the Number node. In the light of the available data, we argue that the DP structure in Santome is right-branching based on the following evidence: (i) (ii)

absence of postpositions; relative clauses, adjectives and possessives occur to the right of the noun; (iii) compounds are head-initial; (iv) economy principles of representation.

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The data description now leads us to the tree structures that are outlined below. (36)

(37)

~ a. U a mina se b. Inen mina se

‘a child in question’. ‘the children in question’.

NbP Nb’ Nbº

SpP

u˜ a

Sp’

inen Spº minai

NP se

ti

Based upon (36a-b), the noun mina in (37) moves through left-adjunction to the head of the Specific Phrase (Spº) to check its feature. u˜a and inen are the referred lexical functional items that occupy the head of Number (Nbº), in accordance with their indefinite and plural nature. (38)

(39)

a. Tudu inen bisu se b. Dôsu inen bisu se

‘all the birds in question’. ‘two of the birds in question’.

NbP QP/NumP tudu Nbº

Nb’ SpP

dôsu inen

Sp’ Spº bisui

NP se

ti

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In (39), representing examples (38a-b), we propose that the Quantifier Phrase (QP) tudu is base-generated in the specifier of the NbP (Spec,NbP), an A’-position, where it has scope over the full sentence. When numerals precede inen and trigger the (specific) partitive-focus reading (cf. section 2.1.3), the Numeral Phrase (NumP) has to be base-generated in Spec,NbP to scope over the whole sentence, as in (10b). Note that numerals are ‘quantity denoting elements’ and it is therefore a natural assumption that they carry a [number] feature. (40) (41)

Inen dôsu mina se

‘the two children in question’.

NbP Nb’ Nbº inen

SpP NumP dôsu minai

Sp’ Spº

NP se

ti

Sentence (40) and its corresponding tree (41) exhibits the canonical word order found with numerals (cf. (10a) above). Although dôsu ‘two’ and numerals in general express number, we assume that the NumP is base-generated in Spec,SpP, where it focuses on and licenses the specific reading8. (42)

8

~ Ua kabla mu blanku ku sa One goat mine white REL be ‘A white goat of mine that’s in the garden’.

kinte. garden

The reanalysis of ?a dôsu ‘some’ as a quantifier supports this view.

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(43)

NbP Nb’ Nbº

SpP

u˜ a

Sp’ Spº

PossP

kablai

Poss’ Poss

AP

mu

A’ A

NP

blanku CP ku sa…

NP N’ N ti

Sentence (42) shows that modifiers occur structurally to the right of the noun, where they are subcategorized by the functional category Spº, which licenses their specific reading. The surface word order is obtained by raising the noun kabla ‘goat’ to Spº where it checks its features.

5. Final remarks We have tried to show that specificity is the core of ST nominal domain system and therefore directly linked to the NP. The nature of number and quantification

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require these domains to be in a higher position where they have scope over specificity. Additionally, the high degree of grammaticalization and functionality of se, and determiners in general, make a good point for its nuclear status with respect to the noun. In a certain respect, the nominal domain structure in Santome resembles this language’s verbal domain, where the aspect marker shows the highest degree of grammaticalization and functionality and behaves like a clitic hosted by the verb. Our findings for Santome suggest that, in absence of positive evidence, not all languages should receive a classical DP analysis, since the D(eterminer) feature may be obtained compositionally (in a similar fashion, the evidence from Santome arguably does not support the Split-I hypothesis in the verbal domain). This is why we believe that the structural representation we propose for ST still mirrors the primitives of the nominal domain that was expanded upon over time.

References BICKERTON, Derek. 1981. Roots of language. Ann Arbor: Karoma. BRUYN, Adrienne. 1994. “Noun phrases”. In Jacques Arends, Pieter Muysken & Norval Smith (eds.), Pidgins and creoles: An introduction, 259-269. Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins. — 1995. Grammaticalization in Creoles: The development of determiners and relative clauses in Sranan. PhD dissertation. Amsterdam: IFOTT. LAMBRECHT, Knud. 1994. Information structure and sentence for: Topic, focus and the mental representation of discourse referents. Cambridge: Cambridge University Press. LONGOBARDI, Giuseppe. 1994. “Reference and proper names: A theory of N-movement in syntax and logical form”. Linguistic Inquiry 25(4), 609-665. — 2001. “The structure of DPs: Some principles, parameters, and problems”. In Mark Baltin & Chris Collins (eds.), The handbook of contemporary syntactic theory, 562604. Oxford: Blackwell Publ.

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1. The interest for Creole languages began to emerge in the linguistic circles of Europe in the late 1800s. Addison Van Name comparative study (1869-70) of the creoles found in the Caribbean (French, Spanish, Dutch and English) is considered by some as the beginning of the scientific study of Creole languages (Holm, 2000: 24). In Portugal, Francisco Adolfo Coelho published his studies of Cape Verdean Creole in the Boletim da Sociedade de Geografia de Lisboa (Bulletin of the Geographical Society of Lisbon), titled “Os Dialectos Românicos ou Neo-Latinos na África, Ásia e América” (“The Roman or New-Latin Dialects in Africa, Asia and America”), between 1880 and 1886 (Morais-Barbosa, 1967: xiii). The pioneering scholars who reflected on Cape Verdean Creole understood it as a sort of broken Portuguese (Coelho, 1880, 1882, 1886; Brito, 1887; Lopes, 1941; Silva, 1957; Almada, 1961), a view that passed on to the Cape Verdean colonial elite and which served their agenda of ‘assimilation’ on to the metropolitan culture. They saw Cape Verdean Creole as the result of the incapacity of the African Negroes to speak properly Portuguese, which was seen as much too complex a language to be spoken by ‘uncivilized’ and ‘uncultured’ peoples. However, they forgot that the creole language was the language not only of Negro slaves but of everybody else, including the erstwhile white elite. This may be true for creoles in general: There is considerable evidence that at the time of the creoles’ early development Europeans often spoke them more fluently than has generally been assumed. (Holm, 2000: 70)

Being dominated by an assimilationist view of colonization the Cape Verdean colonial elite viewed the Cape Verdean culture and language as mostly determined by the Portuguese cultural contribution, which they saw as prevailing over everything else: In Cape Verde, the Portuguese language had to struggle fiercely with the Negroes’ languages. The Portuguese language came out as a winner from that struggle, but not

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unhurt. The blows it suffered left it with so many scars that it lost its shape. (Silva, 1984[1957]: 11, translation mine)

The African Negroes’ contribute was seen as having been ‘pathological’ and deleterious to the language formation in Cape Verde: The Creoles (Negro-European languages) correspond to the miscegenation of human types. We know that the Portuguese brought the vocabulary and grammar, which the Afro-Negro simplified. It was to him the pathological modification of the Portuguese that led to the creation of the Creole language. (Silva, 1936: 5, translation mine)

This somehow refusal of the African cultural and linguistic contribution to the formation of colonial societies is understandable in light of the enculturation context of the colonial Creole subjects. As Frantz Fanon points out: To speak (…) means above all to assume a culture, to support the weight of a civilisation (…). Every colonized people –in other words, every people in whose soul an inferiority complex has been created by the death and burial of its local cultural originality– finds itself face to face with the language of the civilising nation, that is, with the culture of the mother country. (1968: 17-18)

Or in the words of Murdoch: The ordeal of being forbidden to speak Creole at school –and, among the burgeoning middle classes, even at home– on pain of punishment creates a situation in which the colonial subject is forced to develop a psycholinguistic ‘double consciousness’, in which he or she adopts a language determined by the social context or even, in some cases, by the interlocutor. (2001: 21)

2. Despite the overall view being that Creoles were broken dialects resulting from the mixture of Portuguese and African languages, some of the analysts had insights that matched the most modern ‘theories’ about creole languages, as in the case of some of the remarks made by Rodrigo de Sá Nogueira in the prologue to Silva’s grammar of Cape Verdean Creole published in 1957. In the quotation below a ‘substratist’ stance is implicitly assumed by admitting that the African languages supplied the rules to creole language: Those Negroes did not learn Portuguese under the rule of school. In order to speak Portuguese they guided themselves by the rules of the languages of their own. (Silva, 1984[1957]: 12, translation and emphasis mine)

Sometimes, as we can see from the words of Sá Nogueira in the prologue to Silva’s grammar of Cape Verdean Creole, analysts thought that it was the Por-

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tuguese language which influenced the African languages, assuming thus a ‘superstratist’ stance: There is in the scientific study of the African languages, among others, some value which many scholars do not recognise. By this I mean the influence exerted by the European languages over the African languages ever since the Europeans began to establish themselves in Africa. (Silva, 1984[1957]: 9, translation and emphasis mine)

The general ‘pre-scientific’ view on creole languages is well summarised in Holm’s words: What earlier generations thought of pidgin and creole languages is all too clear from their very names: broken English, bastard Portuguese, nigger French, kombuistaaltje (‘cookhouse lingo’), isikula (‘coolie language’). This contempt often stemmed in part from the feeling that pidgins and creoles were corruptions of ‘higher’, usually European languages, and in part from attitudes toward the speakers of such languages who were often perceived as semi-savages whose partial acquisition of civilized habits was somehow an affront. (Holm, 2000: 1)

3. Sometimes the Cape Verdean Creole was compared to the dialectical forms of the Portuguese in the archipelagos of Azores and Madeira, pointing out that the great difference was that in these archipelagos there had been no African influence. So, African influence was seen as the corruptor of the metropolitan Portuguese, and the African natives were seen as incapable of learning the ‘complex’ structure of Portuguese language, as we can see from the following quotations: In the Azores the Portuguese is the same as in the metropolis, only with minor scratches. In Cape Verde, the Portuguese is deeply wounded in its phonetics, morphology, semantics and syntax. (…) The language spoken in the Azores is properly called Portuguese, while in Cape Verde is called Creole. (Silva, 1984[1957]: 11, translation mine) Judging from the Cape Verdean speaking, the Creoles in that archipelago are nothing but the Portuguese profoundly changed in the mouth of the Negroes, either in its phonetics, morphology, semantics or syntax. (Silva, 1984[1957]: 12, translation mine) It was the morphological part which suffered the most of the mutilations, particularly in terms of verbal morphology, which was reduced almost exclusively to the infinitive. The morphological structure of Portuguese must have looked too complex to the dominated people. (Almada, 1961: 18, translation and emphasis mine)

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The culture of the peoples dominated by the Portuguese had not yet led them to the creation of certain words since the concepts those words represented were unknown to them. (…) If we look into the child’s language we will see that she only plays with words that express the meaning of concrete objects or which are related to them. The child in this case represents the mentality of the dominated peoples. (Almada, 1961: 23, translation and emphasis mine)

4. The standpoints of Silva, Nogueira and other contemporaries of the first half of the twentieth century represented an advance in relation to the traditional nineteenth-century view on creole languages quite well expressed by Lima: [European teachers] who may pronounce correctly Portuguese without the corruption of the African Creole (ridiculous slang, monstrously assembled from the antique Portuguese and the languages of Guinea, which the people prises so dearly and the white imitate pleasantly). (Lima, 1844–46:81, quoted in Silva, 1984[1957]: 13, translation and emphasis mine)

Nogueira assumes a critical standpoint towards this sort of remarks excusing Lima for his lacking proper scientific and linguistic knowledge of Creole: If we consider the Creoles ridiculous and monstrous just because they represent an adulteration of the metropolitan Portuguese, then we should also consider ridiculous and monstrous the varieties of the Portuguese spoken in the Azores, Madeira and Brazil. Furthermore, we should then consider the Portuguese itself and all the other roman languages as nothing else than adulterated forms of Latin. (Nogueira’s prologue to Silva, 1984[1957]: 16, translation mine)

Silva shows some division between his allegiance to the Portuguese cultural ‘origin’ of Cape Verdean Creole and the necessity of affirming CV Creole as an independent language capable of representing the Cape Verdean ‘culture’ as a world of its own. Rodrigo de Sá Nogueira clearly states that the Creole languages have a grammar of their own and are not gibberish talk without rules (prologue to Silva, 1984[1957]: 18). Silva says that the Creole of Guinea-Bissau is derived from the Cape Verdean Creole due to the Cape Verdean cultural influence in that colony: I think that the Creole spoken in Guinea did not emerge from the indigenous contact with the Portuguese but was instead derived from the Cape Verdean Creole brought in by the numerous Cape Verdeans used as colonisers. (Silva, 1984[1957]: 31, translation mine)

This reflects the fact that the Cape Verdean intellectual and political elite always looked down upon the Guineans, who they saw as more African-like and

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as culturally inferior and less capable of being assimilated into the Portuguese culture. They also see themselves as the spearhead of Portuguese culture in Guinea-Bissau. 5. Silva considers the existence of two main Creole dialectal variants in Cape Verde (1984[1957]: 35-36): the windward and the leeward variants. Then, he considers subvariants within each variant. In the windward there are the subvariants of Santo Antão and São Vicente, and that of São Nicolau. In the leeward there are the subvariants of Santiago, Maio and Fogo, and that of Brava. This means that instead of a ‘national’ Cape Verdean language there are a number of dialects, which equate differences in the way the people of the different islands construct their identities vis-à-vis each other. Silva uses phonological and lexical linguistic arguments in order to base his claims about dialectical variance in Cape Verde. Veiga (1996: 12) retakes the idea of two different realizations for the Cape Verdean creole: one to the windward group and another to the leeward. He considers that the Santiago variant is the mother to all the others and that the variant of São Vicente though more recently developed is social and politically important. He clearly puts the creole of Santiago before any other and uses the argument that other scholars from São Vicente have themselves admitted that the variant of Santiago is the one that should be considered when it comes to the patterning of the Cape Verdean Creole (Veiga, 1996: 12). This division in terms of the analysis of the Cape Verdean Creole reflects the way the Cape Verdeans represent themselves in terms of regional identities. The fact the Cape Verdean population is a mixture of Europeans and Africans, mostly, creates a divide between being ‘European’ and ‘African’. Some islands are seen as more ‘European’ while others more ‘African’, but overall Cape Verde is viewed as undoubtedly ‘European’ in culture. I do not know in the Cape Verdean Creole any form which does not derive its origin from the Portuguese. (Silva, 1984[1957]: 38, translation mine)

While Silva admits some African influence in the leeward part of the archipelago, he denies it in relation to the windward part (where his home island is situated). He thinks that the Cape Verdean Creole is grammatically simpler than the Portuguese, in the same way that the Portuguese and the other roman languages are simpler versions of the Latin. He thinks that in the archipelago the metropolitan Portuguese has been easily ‘contaminated’ by the African languages of the slaves. There is a certain notion of ‘impurity’ and ‘contamination’ of the European cultural and linguistic elements by the African culture.

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6. Modern-day views on creole languages represent a different stance from those held by mid-twentieth-century Cape Verdean linguists like Silva (1984[1957]) and Almada (1961), as well as by the colonial and postcolonial elites in power. But they are relatively recent as Holm points out: It is only comparatively recently that linguists have realized that pidgins and creoles are not wrong versions of other languages but rather new languages. (…) Their systems are so different, in fact, that can hardly be considered even dialects of their base language. They are new languages, shaped by many of the same linguistic forces that shaped English and other ‘proper’ languages. (Holm, 2000: 1)

The more traditional nineteenth- and early twentieth-century views, which expressed the asymmetry between Europeans and natives in terms of differences in ‘civilization’, were later replaced during the second half of the twentieth century by explanations based on the ‘power asymmetry’ between coloniser and colonised. Creoles are no longer the languages of ‘inferior’ peoples but of ‘oppressed’ ones. Past theories stated that the natives were not capable of learning the superior languages of their masters because of their innate incapacity to learn complex languages. Today’s theories say that the natives did not learn the language of the Europeans because they have not been enough exposed to it. As linguists technically say the natives or slaves received a poor input, in terms of quantity and variety, of ‘superstrate’ languages (DeGraff, 1999: 5). So, the emergence of creole languages is not a question of capacity but one of opportunity. Also, while past theories saw pidgins and creoles as imperfect realisations of the superior superstrate languages, today’s theories view creoles as language realisations in their own and revealing in themselves the essential structural characteristics that may show up in any language system. This is clearly expressed by Trudgill: The scientific study of language has convinced scholars that all languages, and correspondingly all dialects, are equally ‘good’ as linguistic systems. All varieties of a language are structured, complex, rule-governed systems which are wholly adequate for the needs of their speakers. (1974: 8)

The emergence and growth of the ‘scientific’ study of creoles was made possible by the political turnover that led to the independence of the European colonies in the Caribbean: The early growth of creole linguistics [in the early 1950s and 60s] was probably related to the movement toward independence in the British West Indies, which helped shift the perspective on language from that of the colonizer to that of the colonized. (Holm, 2000: 44)

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7. Despite modern linguist ‘theories’ pointing out that creole languages are not inferior versions of former European languages, most of the postcolonial Cape Verdean elite still think that Creole is not serious enough to be the sole official language. At the present, Portuguese is the official state language in Cape Verde, which means it is used in schools, administration, and every formal domain of Cape Verdean society, while Creole, despite being spoken by everyone, is viewed as the language of informal contexts and is still waiting to be implemented as national language side by side with Portuguese. Although the postcolonial political elite has vowed to make Creole the national language, in practice little has been done so far. So, it seems that the postcolonial elite are still held hostage of the old prejudices about Creole speaking emerged during centuries of colonialism. The local political and intellectual elites use the existing regional divides within the archipelago as an excuse not to take seriously the adoption of Creole as the sole national language in Cape Verde. The regional identity divide between badiu and sampadjudo (or even more detailed varieties according to each island’s natives) creoles seriously hampers any attempt to introduce a standard writing for Cape Verdean Creole and to make it the official language. In the 1970s, when the first bilingual programs were introduced in the Boston area, in the U.S., among Cape Verdean immigrants, families from the islands of Brava and Fogo refused to accept their children be taught the creole variant of Santiago, which they see as an African stronghold. Regional and racial divides within the Cape Verdean society, both within and without the archipelago, hamper the acceptance of Creole as the real national language of the country. For the local elites the use of Portuguese as the state and official language gives them an edge over the masses who are speakers of Creole and illiterates of Portuguese. The elites use Portuguese as the contact language between Cape Verde and Portugal, which represents its most important trade and political partner and which host the largest Cape Verdean immigrant community in Europe. The fact that the Portuguese is also the schooling language gives an advantage to the elite’s children who use it as a lever to enter Portuguese universities. So despite a quarter of a century past independence, Cape Verde and its political and intellectual elites are still being shadowed by old colonial identity representations. The country remains essentially diglossic, a situation that is still common among the many of ex-colonies. As Sebba points out: It is those who have power within a society who are able, by and large, to define what is ‘standard’ and what is ‘inferior’. During colonial times, the colonial masters –expatriates and the locally born elite– where able to define the standard language of the colonising country as the norm, with local languages, including pidgins and creoles, as inferior or substandard. Independence has swept away the expatriate elites in many countries since about 1960 –but the status of pidgins and creoles in many pla-

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Luís Batalha

ces is unchanged. Even where there have been positive changes in status for developing languages, often there has been little practical improvement. This may be due to power being held by an elite who can comfortably use the official standard or lexifier language. (1997: 236-237)

Manuel Veiga, who is likely the only official voice seriously in favour of Creole (he is a linguistic and politician at the same time), argues that the Cape Verdean creole should be taught as first language and the Portuguese as second. Neither of the two should be taken to the exclusion of the other. If Cape Verde really wants to be a bilingual country it must promote the formal teaching of Creole while at the same time keeps Portuguese as a foreign second language. Finally, the strongest argument against making Creole the schooling and official language is one of budget. It would require a significant amount of money to set out all the necessary requisites for replacing Portuguese with Creole in schools (books written in Creole, teachers capable of teaching it, and so forth). Therefore, it seems that Cape Verde will have to wait a few more years until serious thoughts are given to the adoption of Creole as the de facto national and official language. As Sebba (1997: 237) acknowledges, the fact that the postcolonial elites have a vested interest in keeping political control over the masses works against the rising of Creole to a national language. References ALMADA, Dulce. 1961. Cabo Verde: Contribuição para o estudo do dialecto falado no seu arquipélago (= Estudos Políticos e Sociais, 55). Lisboa: Junta de Investigações do Ultramar, Centro de Estudos Políticos e Sociais. BRITO, A. de Paula. 1887. “Dialectos crioulos portugueses: Apontamentos para a gramática do crioulo que se fala na Ilha de Santiago de Cabo Verde”. Boletim da Sociedade de Geografia de Lisboa, 7ª série, nº 10, 611-669. COELHO, F. Adolfo. 1880–86. “Os dialectos romanos ou neolatinos na África, Ásia e América”. Boletim da Sociedade de Geografia de Lisboa, 2ª série, nº 3, 129-196; 3ª série, nº 8, 451-478; 6ª série, nº 12, 705-755. DEGRAFF, Michel, ed. 1999. Language creation and language change. Cambridge, MA: MIT Press. FANON, Franz. 1968. Black skin, white masks. London: MacGibbon and Kee. [Translation by Charles Lam Markham.] HOLM, John. 2000. An introduction to pidgins and creoles. Cambridge: Cambridge University Press. LIMA, José Joaquim Lopes de. 1844–46. Ensaios sobre a statistica das possessões portuguezas no Ultramar. Lisboa: Imprensa Nacional. LOPES, Edmundo Correia. 1941. “Dialectos crioulos e etnografia crioula”. Boletim da Sociedade de Geografia de Lisboa, 59ª série, nº 9/10, 415-435.

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The politics of Cape Verdean Creole

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MORAIS-BARBOSA, Jorge, ed. 1967. Estudos linguísticos crioulos. Lisboa: Academia Internacional da Cultura Portuguesa. MURDOCH, H. Adlai. 2001. Creole identity in the French Caribbean novel. Florida: University Press of Florida. SEBBA, Mark. 1997. Contact languages: Pidgins and creoles. New York: St. Martin’s Press. SILVA, Baltazar Lopes da. 1936. “Notas para o estudo da linguagem das Ilhas”. Claridade, Agosto. — 1984[1957]. O dialecto crioulo de Cabo Verde. Lisboa: Imprensa Nacional-Casa da Moeda. TRUDGILL, Peter. 1974. Sociolinguistics: An introduction to language and society. London: Penguin Books. VAN NAME, A. (1869–70). “Contributions to creole grammar”. Transactions of the American Philological Society 10, 123-167. VEIGA, Manuel. 1996[1995]. O crioulo de Cabo Verde: Introdução à gramática, 2nd edition. Praia, CV: Instituto Caboverdiano do Livro e do Disco.

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IDEOFONES NOS CRIOULOS PORTUGUESES DO GOLFO DA GUINÉ E LÍNGUAS AFRICANAS ANA MARGARIDA BOTELHO DA SILVA Universidade de Coimbra

1. Introdução1. Tentativa de uma definição de ideofone Os ideofones apresentam-se como uma classe de palavras com peculiaridades morfológicas e fonológicas, semânticas e pragmáticas praticamente desconhecida na maioria das línguas europeias. Alguns autores inserem os ideofones na classe dos advérbios modificadores, classificando-os como intensificadores, advérbios para situações específicas ou advérbios qualificadores e quantificadores dos adjectivos. Mas os ideofones podem modificar também outras classes de palavras. Consideremos as frases2: (1) ANG:

kuru kwanana. ‘mal cozido, demasiado cru’.

(Maurer, 1995: 154)

(2) PR:

isolo ba rêdê zazaza. ‘o sol arde fortemente’.

(Günther, 1973: 79)

Como se pode verificar, no primeiro exemplo o ideofone (destacado a negrito) modifica um adjectivo, mas no segundo exemplo modifica um verbo. Segundo falantes nativos de Forro (São Tomense), os ideofones fazem do Forro uma língua hábil, de carácter fortemente expressivo, sendo um recurso frequente para enfatizar o discurso (sobretudo oral), para descrever ou narrar algo com expressividade e realismo.

1 Esta pesquisa não teria sido possível sem o apoio de algumas pessoas. Refiro-me, aos meus informantes São Tomenses, de salientar Silvino Mendes e Nujoma Agostinho (Universidade de Aveiro), mas acima de tudo, a Angela Bartens (Universidade de Helsínquia), a John Holm (Universidade de Coimbra), e a Tjerk Hagemeijer (Universidade de Lisboa) pela incondicional partilha de dados e de bibliografia, bem como pela sua paciência e aconselhamento. Por estes motivos gostaria de manifestar-lhes a minha mais sincera gratidão. 2 Abreviaturas: CPGG = Crioulos Portugueses do Golfo da Guiné; Port = Português; ST = São Tomense; ANG = Angolar; PR = Principense; FA = Fa d’Ambu; KR = Krío; Mand = Mandinka; KIK = Kikongo; KIM = Kimbundo; NDJ = Ndjuká; SRA = Sranan.

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Em algumas línguas a fonologia de alguns ideofones parece estar associada por mimetismo ao som natural do objecto descrito, pelo menos tal como o falante o percepciona. Mas na nossa opinião esta associação não pode generalizar-se para os crioulos de base lexical portuguesa do Golfo da Guiné (CPGG); os ideofones destas línguas não descrevem apenas objectos, animais ou acções, mas ideias abstractas e, na maioria dos casos, não revelam motivação de origem natural. Portanto, na sua maioria parecem arbitrários. Shanks & Velanti (1990: 18) adoptam de Wescott (1977: 8) a seguinte distinção entre diferentes ideofones: “phonomimes (sound-effect words or that mimic sounds); phenomimes (sounds that mimic non-sounds: like visual, tactile, or other sensory or attitudinal impressions)”. Temos portanto a proposta de phonomimes para palavras que imitam sons, e phenomimes para palavras que imitam outras impressões sensoriais não sonoras. Aparentemente o termo inglês ideophone terá sido cunhado por Clement Doke (1935: 118). Alguma da literatura que se refere a este tópico linguístico é muitas vezes paradoxal na sua categorização. É possível encontrar ideofones como uma categoria gramatical numa língua ou como outra diferente noutra. O problema parece residir na falta de características morfossintácticas homogéneas. Luiz Ivens Ferraz (1975: 161) faz a seguinte abordagem ao termo: “Ideophones are a feature of African grammar with no counterpart in Portuguese. They occur in both the Bantu and Kwa languages”, implicitamente negando a universalidade desta categoria. Dependendo da noção de ideofone de que se parte, em alguma literatura a ideofonia é considerada um universal linguístico, por exemplo por Voeltz e Killian-Hatz, na introdução à obra Ideophones, de que são editores (2001: 3). No entanto, a maioria dos autores, incluindo alguns autores dos artigos publicados em Ideophones (Voeltz & Killian-Hatz, 2001), consideram este fenómeno linguístico raro em línguas europeias mas recorrente em línguas africanas, sul-americanas e australianas. Para Samarin (1991: 53) os ideofones marcam mesmo África como uma área linguística (cf. Bartens, 2000: 10). Como referência não podemos deixar de ter em conta a classificação tipológica de ideofones em geral, proposta por Bartens (2000) e sumariada de seguida.

2. Categorização e caracterização de ideofones 2.1. TIPOS DE IDEOFONES (ADAPTAÇÃO DE BARTENS, 2000: 19-21) 2.1.1. Ideofones de tipo 1: Intensificadores, correspondentes a advérbios de gradação das línguas europeias, modificadores do verbo (ou verbos) e de adjectivos. Uma atenuante do conteúdo semântico também é possível e Bartens sugere que deva ser considerada uma subfunção deste tipo de ideofones.

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2.1.2. Ideofones de tipo 2: Usados em citações ou como exemplifição, são muitas vezes onomatopaicos e alguns parecem estar na origem de muitos ideofones dos tipos 1 e 3. 2.1.3. Ideofones de tipo 3: Com um significado independente, este tipo de ideofones é mais passível de ter origem onomatopaica ou pelo menos apresentar algum simbolismo sonoro sinestético. Ideofones deste tipo podem corresponder a nomes, verbos, adjectivos ou advérbios. De notar que por vezes se torna impossível traçar uma fronteira entre os tipos de ideofones sugeridos acima. Alguns ideofones parecem mesmo estar em concordância com a descrição dos três tipos, sendo difícil categorizá-los.

2.2. CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS E FONOLÓGICAS O processo de formação morfológica que uma grande parte dos ideofones em estudo evidencia é a reduplicação. Em muitas línguas a repetição de palavras é usada para conferir uma maior ênfase ou expressividade ao discurso. Mas devemos fazer aqui uma distinção entre repetição e reduplicação. Holm (2000: 121) estabelece essa distinção na citação que se segue: While iteration is simply the repetition of a word for emphasis (‘a long, long walk’), reduplication is a mechanism for forming new words. It involves the repetition of a word (or part of a word) resulting in a distinct lexical item with a slightly different meaning. [...]

A reduplicação não é simplesmente a repetição de uma palavra para efeito de ênfase, mas sim a repetição de um morfema ou parte de palavra como mecanismo utilizado na formação de novas palavras. Os exemplos que se seguem são em Kikongo e Fa d’Ambu. (3) KIK:

káka-káka. ‘somente’.

(4) FA:

ancu pepepepe. ‘branquíssimo’.

A reduplicação em alguns ideofones caracteriza-se pela repetição de uma sílaba ou sequência CV, mas por vezes na segunda ou nas seguintes sílabas é introduzida uma pequena alteração na forma reduplicada. Pode ser uma consoante ou mudança de acentuação. Uma estrutura reduplicativa frequente nos ideo-

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fones dos CPGG é a que constitui uma base de duas sílabas, sendo esta sequência reduplicada, como seguindo um padão bípede; cf. diagramas 1 e 2, ex. (3) e (4) acima e (5), (6) abaixo: ▲

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ω

Σ

Diagrama 1 [ω = palavra fonológica; Σ = pé; σ = sílaba]

Σ

▼ Diagrama 2 . B= σ1σ2 + RED = σ1σ2.

σ

σ

σ

σ

(Hagemeijer, 1997: 3)

[B = base; RED = reduplicante]

A razão dos dois diagramas deve-se ao facto de as sílabas não serem directamente agrupadas em palavras, mas em constituintes intermédios. A estrutura do pé, de acordo com regras de acentuação, é uma sequência com uma sílaba relativamente forte e outra relativamente fraca (cf. Nespor & Vogel, 1986: 83), por exemplo: (5) ST: ’mogo’mogo.

(ideofone de suavidade) (Ferraz, 1979: 76)

(6) ST: bo ka ’moÑa ’poto’poto. ‘vais ficar todo encharcado’.

(Ferraz, 1978: 243)

Os ideofones que apresentam esta estrutura parecem ter a sua origem nas línguas bantas. Verificam-se também e ainda com mais frequência formações trissilábicas, que parecem escassas em Kikongo mas muito produtivas em línguas do grupo Kwa, por exemplo: (7) ST: e sa fi’o koko’ko. ‘está muito frio’. (8) Twi: kòkoko.

(Ferraz, 1979: 77)

(ideofone de intensidade) (Bartens, 2000: 58)

Preferindo o termo repetição para o processo que, como frisado anteriormente, nos parece antes reduplicação, Ferraz (1979: 76-77) distingue os seguintes types of repetition que ocorrem nos ideofones: a) Duplicação de uma vogal, e uma vogal diferente numa sílaba inicial ou final. Ex., ST: bi’Óidu mankwe’te. ‘muito bem vestido’.

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b) Triplicação de uma vogal com a ocorrência de uma consoante duas vezes. Ex., ST: ‘sεku klaka’ta. ‘completamente seco’. c) Duplicação de uma sílaba. Ex., ST: e tle’me ta’ta. ‘ele tremia demais / muito’. d) Triplicação de uma sílaba. Ex., ST: e fla sasa’sa. ‘ele falava fluentemente’. e) Duplicação ou triplicação facultativas de uma sílaba. Ex., ST: ‘pletu lu’lu ou lulu’lu. ‘muito preto’. f) Duplicação de um dissílabo. Ex., ST: lu’zi nge’nenge’ne. ‘luzir imenso’. Focando o acento, Hagemeijer (1997: 7) propõe os seguintes padrões de reduplicação, em que3: i) ii) iii) iv) v) vi)

uma sílaba [ou uma sequência] é reduplicada, sem que haja uma acentuação padrão [ex.: lu-lu-lu, ‘pεtεpε’tε ou pε’tεpε’tε]; uma sílaba é reduplicada duas vezes com a acentuação geralmente a recair na última sílaba [ex.: gege’ge]; uma estrutura dissilábica é reduplicada uma única vez, recebendo geralmente a primeira sílaba de cada dissílabo a acentuação [ex: ‘pici’pici]; apenas a última sílaba de um dissílabo é reduplicada [ex: fεnε’ne]; a reduplicação é menos “exemplar” [mais marcada], apesar de haver harmonia vocálica [ex.: klongon’do, klakata, blalala, wananã]; apenas o núcleo, constituído por vogais nasais [ou não], é reduplicado duas vezes [ex.: fe˜e˜e˜, la-a-a, lu-u-u].

Em suma, os ideofones apresentam várias combinações de sons aparentemente livres no que respeita a regras fonológicas, nomeadamente de acento, mas nota-se porém, uma certa tendência. Apesar de a acentuação canónica do ST se fixar na penúltima sílaba, a tónica de alguns ideofones parece fixar-se na primeira sílaba de cada uma das sequências (cf. (5) e (6) atrás). No entanto, não obstante este tipo de acentuação, também é frequente o acento ou tom forte recair na

3 Dentro de [ ]: anotações minhas e exemplares seleccionados da bibliografia mencionada no final do artigo.

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última sílaba apenas, sobretudo nas formações trissilábicas. Com efeito, no sítio , onde é providenciada uma listagem de ideofones em ST, pode ler-se que “à excepção dos ideofones xtling e kongo, [por razões fonotácticas] todos os restantes, [com três e quatro sílabas, incluindo os mencionados no presente trabalho] são acentuados na última sílaba”, afirmação corroborada pela pronunciação dos nossos informantes. Por vezes verificámos que um mesmo ideofone é acentuado de modo diferente em Principense, ou seja, na última sílaba. Em certos casos parece dar-se um alongamento da última vogal. (9)

(10)

PR: swâ pɔ tɔ pɔ tɔ´. ‘suar demasiado’.

(Günther, 1973: 79)

PR: daná kɔ tɔ kɔ tɔ´. ‘destruir completamente’.

(Günther, 1973: 79)

Alguns autores discordam de que esta diferença seja de acento. Será antes uma subida de tom, já que consideram os CPGG línguas tonais, como Philippe Maurer (2003: comunicação pessoal). Fundamentalmente, parece haver uma estratégia prosódica de ênfase do discurso; a mesma razão para a colocação do ideofone na frase. Ferraz (1979) nota que o ideofone em São Tomense é afectado por “tenseness of articulation” (op. cit.: 75, 77); tanto o ideofone como a palavra por ele modificada têm uma articulação mais tensa do que o normal. Na seguinte frase o ataque do ideofone dá-se com suavidade (talvez porque a função do ideofone é de atenuar o significado do verbo): (11)

ST: nwa ska le’de ’pici’pici. ‘a lua brilha suavemente’.

(Ferraz, 1979: 75)

Mas Ferraz reitera que na frase seguinte a pronunciação do ideofone é a mais habitual: (12)

ST: nwa ska le’de tata’ta. ‘a lua brilha intensamente’.

(Ferraz, 1979: 76)

Childs (1994:259) cita dois ideofones em Swahili acentuados na última sílaba, quando a acentuação padrão em Swahili se dá na penúltima sílaba. Childs dá especial atenção ao facto de a pronunciação dos ideofones ser precedida de uma pequena pausa, crendo, por este motivo, que os ideofones são sintacticamente colocados à parte da oração. A pausa que o separa da palavra anterior parece destacá-los, como acontece com as tag-questions no inglês. Quanto à silabificação, não se registam exemplos significativos de ideofones que comecem por vogal, nas línguas em estudo. Em geral, a estrutura silábica

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mais comum nos ideofones dos CPGG é CV, com algumas variantes, como nos exemplos seguintes: Padrão silábico

Ataque

Exemplos

C 1C 2V

oclusiva + /l/

klakata, blalala, klete, klongon’do

CV

C = /gb/

gbe u, gbiÑ, gbı˜ (ou kpi, PR), gbimigh

CGV

/g/, /k/ ou nasal

gwangwangwan, kwólón, ’Ñwini’Ñwini

CV

C = semi-vogal (glide)

wananã, wolowolo

CV

+ oclusivas e fricativas

tatata, potopoto, fεnεnε, sasasa

2.3. PROPRIEDADES SEMÂNTICAS E PRAGMÁTICAS Pela sua capacidade de conferir maior expressividade a uma narração, os ideofones revelam peculiaridades semânticas de grande utilidade e importância para o discurso, principalmente oral. Se em algumas línguas se recorre a ideofones para imitar sons da natureza, em CPGG esta não é a função habitualmente aribuída aos ideofones, mas apenas a de intensificação, como o sufixo -íssimo em Português (Tjerk Hagemeijer, 2003: comunicação pessoal). Existem campos semânticos abundantes e variados em que os ideofones são um recurso frequente, por exemplo a descrição de diferentes tonalidades de cor. Neste último campo parece estar muito presente a influência do substrato. Por exemplo, a cor com maior comprimento de onda visível, o vermelho, tem uma designação em Angolar que pode significar também laranja e amarelo: (13)

ANG:

bôbô(ru) / bôô(ru).

Este termo, bem como outras cores ou espectros de cores, pode ser intensificados com recurso a ideofones. Por exemplo: (14)

ANG:

bôbô la-la-la / la-a-a. (Maurer, 1995: 154) ‘muito claro ou vivo’ (vermelho, laranja ou amarelo?).

Muitos ideofones contêm sentidos pouco evidentes ou concretos. Muitas vezes é necessária informação completa sobre o contexto em que são inseridos, para uma correcta interpretação ou tradução. Segundo os nossos informantes e alguns autores, os ideofones são marcadamente rurais e muito utilizados por pessoas de idade avançada, podendo perder-

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se um pouco do seu uso durante processos de descrioulização. Nesta situação os ideofones tendem a ser substituídos por advérbios e adjectivos e por estratégias prosódicas, por exemplo alongamento vocálico e subida de tom em certas sílabas, normalmente nas finais. 2.4. A SINTAXE DOS IDEOFONES Os ideofones podem ocorrer isoladamente como resposta a um cumprimento, por exemplo4: (15) ST:

’leve’leve ou gege’ge. ‘assim assim’.

No entanto, na generalidade eles são usados como modificadores de diferentes categorias ou até de frases inteiras. Sintacticamente, nenhuma palavra deve intervir entre o ideofone e a palavra modificada, como se pode verificar pelos exemplos apresentados. A sua colocação é quase exclusivamente no final da frase. Esta restrição parece ser de ordem prosódica e/ou semântica, mais do que sintáctica, e materializa-se na “tenseness of articulation” (Ferraz, 1979: 75, 77) referenciada anteriormente (cf. 2.3). Colocando-se no final da oração, o ideofone parece assumir o seu desenlace ou o poder final de transformar a mensagem, como em: (16)

ST:

’kopu kε’bla ’nwini’nwini / ’Ñwini’Ñwini. ‘o copo estilhaçou-se todo’.

Apesar da sua posição em final de frase, os ideofones permitem a junção de novas orações por meio de vírgula, de uma conjunção, ou de ambas, por exemplo: (17)

ST:

e sa ’cεkε’cεkε, ’mazi e ta ’kala di nge di ’fosa. ‘ele é frágil, mas parece uma pessoa forte’.

3. O uso de ideofones em Crioulos de Base Lexical Portuguesa do Golfo da Guiné (CPGG) e a sua provável etimologia A presente secção providencia uma breve selecção de ideofones retirados da bibliografia mencionada no final do artigo e de trabalho de campo realizado junto de estudantes de São Tomé e Príncipe. A falta de estudos diacrónicos mais aprofundados no que concerne à ideofonia nas línguas africanas de substrato dos

4

Exemplos (15), (16) e (17) de Ferraz (1979: 78).

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crioulos em questão não permite proferir com certezas irrefutáveis a etimologia dos ideofones em estudo, mas estes podem ter passado por um processo de transferência ou empréstimo tal como outros itens lexicais ou gramaticais durante o contacto linguístico com o continente desde a descoberta das ilhas. Situadas ao largo da Guiné Equatorial, a oeste do Gabão e a sul da Nigéria, São Tomé e Príncipe formam um país independente desde 1975, até quando formaram uma colónia ultramarina de Portugal. Apesar de pertencer actualmente à Guiné Equatorial, Anobóm fez parte do arquipélago dependente da coroa portuguesa até 1778, ano em que foi cedida a Espanha, daí que o Fa d’Ambu, embora de base lexical portuguesa, denote influências do Castelhano e do Crioulo Inglês de Bioko (cf. Holm, 1989: 277). As quatro variedades partilham uma elevada percentagem de vocabulário e parecem inteligíveis entre si. Mas o Principense merece destaque pelas suas diferenças, uma vez que, ao contrário das outras variantes, que apresentam dupla negação, em PR apenas se utiliza a negação final. Geralmente /l/ corresponde ao /r/ português em três das variedades, mas não no Principense. Por ex.: Port, rato → ST, Ang e FA, latu; PR, urato, incorporando o artigo definido o (cf. Holm, 1989:277). Além disso, em PR encontrámos alguns ideofones desconhecidos nos outros três CPGG. Nos finais do séc. XV e inícios do séc. XVI o reino de Portugal estabeleceu relações comerciais com o reino do Benin e da região do Congo-Angola para importação de escravos. Talvez este contacto sociolinguístico esteja na origem do substrato dos CPGG, que se baseia sobretudo em línguas dos grupos Kwa, Edoid e Bantu. Curiosamente, são de encontrar algumas das características mais peculiares dos CPGG em Crioulos Atlânticos. A razão destas coincidências parece residir na base africana comum a estas variedades de ambos os continentes africano e americano. Os exemplos mencionados nesta secção, cujas fontes não se encontrem referenciadas na lista bibliográfica, foram transcritos de Bartens (2000). 3.1. PARA INTENSIFICAR O BRANCO COMO A EXPRESSÃO PORTUGUESA BRANCO COMO A NEVE

CPGG

Outras Línguas

ST: /’blanku fεnε’nε/ (Ferraz, 1979: 76) ANG: ziaru fenene / fe˜e˜e˜ (Maurer, 1995: 154) PR: /báku fεnεnε´/ (Günther, 1973: 79) FA: bancu pepepepe (Barrena, 1957: 29)

KIM: pé (id. de brancura) (Diarra, s/d: 66) Mand: fanfaÑ ‘muito/muito bem’ (Gamble, 1987) NDJ: weti fááÑ (Hutar & Hutar, 1994: 562) SRA: weti faan / fanfan (Adamson & Smith, 1995: 226) Yoruba: funfun láúláú / fénín-fénín (Abraham, 1958)

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3.2. PARA INTENSIFICAR O NEGRO COMO A EXPRESSÃO PORTUGUESA NEGRO COMO O CARVÃO

CPGG

Outras Línguas

ST: /’plεtu (lu)lu’lu/ (Ferraz, 1978: 243) /’kulu-’kulu/ (Green, 1988: 469) ANG: peetu lu-lu-lu, lu-u-u, (Maurer, 1995: 154) PR: /pε’tu gbî/ (Günther, 1973: 79) FA: petu cúlucúlucúlu (Barrena, 1957: 29)

*

Bulu: kúlut (negro profundo) (Alexandre, 1966: 16) KIK: kulu-kulu (acima de tudo) (Swartenbroeckx, 1973) Port: escuro (Green, 1988: 469)* Tiv: irə gbimigh / irə gbing gbing (Abraham, 1940) Yoruba: kúlú-kúlú (id. de intensidade) (Awoyale, 1983)

Alguns vocábulos portugueses parecem ter sido incorporados em ST por lambdacism (cf. Ferraz, 1979: 112): redução das líquidas /r, Í, l/ para /l/. Ex.: Port, pretu → ST, ‘pletu; Port, relógio → ST, lo’lozu.

3.3.

COMPLETAMENTE (SECO)

CPGG

Outras Línguas

ST: /(’seku) klaka’ta/ (Ferraz, 1978: 242)

Edo/Bni: kaka ‘tornar-se seco, secar’ (Agheyisi, 1986) KIK: kála ‘seca, calor intenso’ (Laman, 1936) Mende: kekete ‘seco, estaladiço’ (Innes, 1969) Yoruba: ó le koko ‘muito duro’ (Abraham, 1958)

3.4.

MUITO (FRIO)

/ COMPLETAMENTE

CPGG

Outras Línguas

ST: /fio koko’ko/ (Ferraz, 1978: 243) ANG: fiô kôkôkô (Maurer, 1995: 154) PR: daná kotokotó ‘destruir totalmente’ (Günther, 1973: 79)

Ewe: kokoko, kokokoko ‘definitivamente’ (Westermann, 1954) Ge˜: koko ‘sempre; eterno’ (Westermann, 1954) Twi: kòo, kòkoko, kokòoko ‘extremamente’ (Christaller, 1933)

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3.5.

COMPLETAMENTE

CPGG

Outras Línguas

ST: ʃa lo-lo-ló/ (Valkhoff, 1966: 113) ST: /’plεtu (lu) lu’lu/ (Ferraz, 1978: 243) ANG: lu’lu (Maurer, 1996: 154)

3.6.

MUITO, COMPLETAMENTE

CPGG ST: /fi’li pε’tεpε’tε/ ST: ‘muito carinhoso’ ST: (Ferraz, 1978: 243)

3.7.

Igbo: fulululu ‘espiar’ (Williamson, 1972) Yoruba: lúúlú (Abraham, 1958)

Outras Línguas Ewe: pétee, pétepete (Westermann, 1954) Igbo: pìtìì (Williamson, 1972) KIK: pto-pto, pete-pete (Laman, 1936) Mende: pεtεpεtε (Innes, 1969) Twi: pìtipiti (Fyle & Jones, 1980) Yoruba: péte-pète, píti-pìti, pítí-pítí, pìtì-pìtì (Abraham, 1958)

ENCHARCADO, ENLAMEADO

CPGG ST: /’pɔtɔ’pɔtɔ/ (Ferraz, 1978: 243) PR: /pɔtɔpɔtɔ´/ (Günther, 1973: 79) FA: potopóto (Barrena, 1957: 29)

Outras Línguas Igbo: (ò·)pò·tò·po·to· (Williamson, 1972) KIK: po¯to-poto, pe¯ te-pe¯ te (Laman, 1936) Lingala: poto-poto (Dzokanga, 1979) Mand: potopoto, potopotoo, potoo (Gamble, 1987) Twi: potopoto (Smith, 1997) Yoruba: pòtò-pòtò, péte-pète (Abraham, 1958) Zulu: póto (Doke, 1954b)

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3.8.

Ana Margarida Botelho da Silva RÁPIDO, VELOZ; FLUENTE

CPGG

Outras Línguas

ST: /sasa’sa/ (Ferraz, 1978: 243)

Ewe: sasa, sasra, srasra, sãsãsã ‘completamente, há muito tempo’ (Westermann, 1954) Fante: sàsasa(sa) ‘agitar violentamente’ (Christaller, 1933) KIK: sàasa ‘claramente’, sàsà ‘rapidamente’ (Laman, 1936) Vai: sásá ‘mais depressa’ (Welmers, 1976) Yoruba: sá-sá ‘(falar) claramente’ (Abraham, 1958)

3.9. (FLUIR) SUAVEMENTE CPGG

Outras Línguas

ST: /ʃεlε’lε/ (Ferraz, 1978: 243)

Ewe: le˜le˜le˜ ‘lentamente’ (Westermann, 1954) kelele ‘rápida e desajeitadamente’ (id.) KR: kεlεkεlε (Fyle & Jones, 1980) Lingala: sεlεlε, sεlu-sεlu, sεli sεli ‘suavemente’ (Dzokanga, 1979) Mende: sεlεsεlε ‘lentamente’ (Innes, 1969) Yoruba: kélé-kélé (Abraham, 1958)

3.10.

BRILHAR INTENSAMENTE

CPGG ST: /nge’nenge’ne/ (Ferraz, 1978: 243) ANG: nge-ngene (Maurer, 1996: 154)

3.11.

Outras Línguas Ewe: Ñεε, ÑεÑεÑε (Westermann, 1954) Igbo: ìnyège ìnyège (Williamson, 1972) KIK: ngene-ngene (Laman, 1936) Lingala: -ngεngε (Dzokanga, 1979)

TREMER COM INTENSIDADE

CPGG ST: /ta’ta/ (Ferraz, 1978: 243) ANG: ta-ta-ta (id. de brilho intenso) (Maurer, 1996: 154)

Outras Línguas Ewe: tatata (Westermann, 1954) Tswana: têtêtêtê (Cole, 1955) Yoruba: tìtí (Abraham, 1958) Zulu: tátata (Doke, 1954b)

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3.12.

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TREMER OU CORRER MUITO

CPGG

Outras Línguas

ST: gidigidi (Ferraz, 1978: 243) FA: gúdugúdu (Barrena, 1957: 29)

Ewe: gudugudu, gidigidi, gidigagidiga (Westermann, 1954) Igbo: gìdìgìdì (Williamson, 1972) Mende: gidigidi, gitigiti, giligili (Innes, 1969) Twi: kitikiti (Fyle & Jones, 1980) Yoruba: gìdìgìdì, kitikiti (Abraham, 1958)

4. Conclusão 4.1. A maior percentagem do léxico das línguas crioulas do Golfo da Guiné tem a sua origem nas língua do superstrato, predominantemente o Português, mas também o Castelhano em parte no Fa d’Ambu. No entanto, grandes diferenças entre estas línguas crioulas e o Português parecem emergir sobretudo no que concerne à expressividade coloquial. Durante a aquisição de uma segunda língua, particularmente em situações de contacto, os falantes parecem adquirir primeiramente o vocabulário, mas aplicando muitas vezes, estruturas da sua língua materna. Em situações de contacto linguístico G. Tucker Childs (1994) afirma que: “when languages with ideophones serve as the substrate for a contact language, ideophones will be found in the new language” (op. cit.: 257). Sugere-se então que quando línguas que contêm ideofones servem de substrato [ou adstrato] à lingua resultante de contacto, então ideofones serão encontrados na nova língua, o que, de facto, se verifica nos CPGG. Não podemos descurar as motivações sociais que estão na origem destas línguas. A História dos povos intervenientes neste contacto pode elucidar-nos acerca de muitas das questões linguísticas ainda sem explicação. Pela comparação de ideofones nos CPGG com ideofones em línguas africanas, são de notar muitas semelhanças entre os CPGG e línguas da África subsaariana, principalmente dos grupos Bantu, Edoid e Kwa. Estas semelhanças podem ser vistas à luz do contacto que terá existido entre os povos destas regiões durante o povoamento das ilhas. Não deve descurar-se o contacto de Portugal com os reinos do Benin e do Congo nos finais do séc. XV e inícios do séc. XVI. Os exemplos comparativos da ocorrência de certos ideofones em CPGG e a ocorrência dos mesmos ou de outros muito semelhantes em línguas africanas adjacentes comtrapõe a seguinte afirmação: “[…] although ideophones appear in pidgins and creoles used in Africa, they are rarely borrowed directly from African

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languages. […] It is to the function of ideophones that we must look for an explanation of their presence” (Childs, 1994: 268). No caso dos ideofones das línguas em estudo (CPGG), verifica-se o empréstimo da função dos ideofones, mas também de exemplares de ideofones, alguns transcritos e pronunciados ipsis verbis. 4.2. A reiteração por meio de reduplicação de sílabas é, como pudemos verificar, o processo morfológico mais frequente na formação de ideofones, não impedindo, porém a existência, embora rara nas línguas em estudo, de ideofones monossilábicos, tais como: (18)

PR: kpin ‘muito negro/escuro’. (Hagemeijer, 2003: comunicação pessoal). PR: gbî ‘muito negro/escuro’. (Günther, 1973:79).

(19)

PR: din ‘muito escuro’. (Hagemeijer, 2003: comunicação pessoal) ST: din ‘muito escuro’. (Silvino Mendes, 2003: comunicação pessoal)

De salientar que em Kisi, pím tem a realização de dois lexemas com os significados ‘cheio’ e ‘encher’. Igualmente em Temne, pí significa ‘cheio’. Observemos a ocorrência em algumas línguas do seguinte ideofone monossilábico pi, que significa ‘de forma acutilante e definitiva’: CPGG PR: /e mwe pi/ ‘ele morreu de uma vez para sempre’ (Ferraz, 1978: 242) FA: pónta pepe ‘pico, ponta afiada’ (Bartens, 2000: 148)

Outras Línguas Ewe: pε´, pε´pε, pεpεεpε ‘exactamente, justamente’ (Westermann, 1954) Lingala: pi ‘completamente’ Lingala: pεε ‘viva, clara’ (voz ou cor) Lingala: pεpε ‘pontiagudo’ (Dzokanga, 1979) Mende: pi ‘completamente, rapidamente’ Mende: peepee ‘pontiagudo, afiado’ (Innes, Mende: 1969) Yoruba: pi ‘duma vez, imediatamente’ (Bartens, 2000)

A ocorrência rara deste tipo de ideofones nos CPGG5 leva-nos a colocar a seguinte hipótese: se existem –ou remanescem– poucos ideofones monossilábi-

5

Note-se que os ideofones. no Kriyol da Guiné-Bissau são geralmente monossilábicos (cf. Hagemeijer, 1997:2) e, embora sem traduzir, Childs (1994:265) dá os seguintes exemplos: nɔk, fεp, wit, yɔp, sIp, tIp.

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cos, então muitas das formas reduplicadas poderão ter tido a sua origem em palavras monossilábicas, provavelmente na sua maioria advérbios de modo? Não é fácil encontrar evidência de que motivos de reiteração ou ênfase é que terão levado à reduplicação e daí à formação de novas palavras, agora chamadas ideofones. Parece-nos pertinente algum enfoque no Crioulo Inglês da Libéria, que regista ideofones aparentemente desconhecidos nos adstratos. Muitos desses ideofones são monossilábicos, mas a sua repetição é possível, como se pode verificar no exemplo de Aardema (1983) citado em Childs (1994:266): “Then, zaak! (...) He tied him up, kpong, kpong, kpong. Then he (...) ate the stew yatua, yatua, yatua”. Carecendo de tradução, as palavras destacadas parecem onomatopeias, mas são descritas como ideofones e são passíveis de ser repetidas. Talvez a partir dum processo como este certas palavras onomatopaicas nas línguas de substrato dos CPGG se tenham tornado susceptíveis ao processo de reduplicação e por conseguinte, tenham dado origem à formação de uma nova classe, os ideofones. Com efeito, o processo basilar na formação de ideofones nos CPGG parece ser a aplicação de itens lexicais do superstrato e do substrato (processo, de resto, recorrente na formação de outras classes gramaticais). Por exemplo em ST: vlême bababa, ba é provavelmente do Edo ba, ‘vermelho / laranja’. Em ST: pletu lululu ou /’kulu-’kulu/, é possível que estes ideofones provenham do Português escuro pela redução de /r/ para /l/ que acontece em muitas palavras ST de base portuguesa. Não obstante, o mesmo ideofone /’kulu-’kulu/ encontra-se também em línguas do adstrato (cf. tabela 3.2 do presente artigo).

4.3. Esta pesquisa levou-nos ainda à conclusão de que as funções semânticas e pragmáticas dos ideofones são insubstituíveis. O uso de ideofones pode correr o risco de se perder sob o prestígio e o poder superstráticos. No entanto, nem só a descrioulização mas também a urbanização e o êxodo rural parecem trazer uma nova consciência linguística às pessoas na tentativa de criar uma nova identidade menos local e mais cosmopolita. A ideofonia é aparentemente uma característica basilectal que parece tender a uma menor utilização por falantes do acrolecto ou de variantes urbanas. A plasticidade semântica e prosódica, bem como a capacidade dramática dos ideofones modificam ou enfatizam uma mensagem de um modo muito próprio. Além disso, a ideofonia apresenta-se como uma marca não só linguística mas também cultural, e esta tradição não deveria perder-se em detrimento de outros recursos.

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CAPEVERDEAN CREOLE: SOME PARAMETRIC VALUES JOÃO COSTA & FERNANDA PRATAS1 Universidade Nova de Lisboa

1. Assumptions and goals The goal of this paper is to show, following Roberts (1999), that Capeverdean Creole (henceforth CVC) contains fixed parametric values just like non-creole languages. We assume the following proposal by Roberts (1999: 302): The Principles and Parameters approach cannot treat some set C of languages as ‘closer’ to UG than its complement set C’. Parameters must have determinate values for a grammatical system to function (notice that this is a theorem of the view of parameters in Chomsky 1993, not something that needs to be stipulated separately); creoles must therefore contain fixed parameter values. As such, creoles have exactly the same relationship to UG as any noncreole language. (Essentially this point is also made by Lightfoot (1991: 182)).

Capeverdean Creole (CVC) has some parametric values which are coherent with the assumptions made by many creolists (Bickerton, 1984; Muysken, 1982, 1988; and others): The unusual circumstances of creole acquisition can be related to a propensity to unmarked (weak) values. Some of these ‘typical’ values of creoles present in CVC are the lack of referential null subjects (Pratas, 2002), lack of V-to-I movement (Pratas, in preparation) and SVO order. Naturally, these parametric values are not sufficient to consider a language as a creole, since they are also characteristic of many noncreole languages, namely English. Nonetheless, CVC has some other parametric values which are not ‘typical’ of creoles: it lexicalizes three classes of pronouns: strong and weak pronouns and also clitic forms (Baptista, 1997; Pratas, 2002); certain null subjects are allowed, and one of its TMA markers – -ba (past imperfective)– appears in a post-verbal position. Two of these parametric values will be illustrated throughout the paper, confirming Roberts’ hypothesis that CVC behaves like other non-creole languages. Section 2 discusses the status of CVC regarding the null subject parameter, sections 3 and 4 deal with V-to-I movement and the postverbal affix -ba. 1

SFRH/BD11064/2002, Fundação para a Ciência e Tecnologia, Portugal.

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2. Null subject parameter (Baptista, 1997; Pratas, 2002) CVC has expletive null subjects (1), but no referential null subjects (2): (1) Txobi txeu. pro rains a lot ‘It rains a lot’. (2) a. N sta duenti. b. *pro sta duenti. ‘I am sick’.

Even in embedded clauses, referential null subjects are ruled out (3), in violation of the Avoid Pronoun Principle (Chomsky, 1981): (3) a. Djoni fla ei/j ta bai kaza. b. *Djoni fla proi ta bai kaza. ‘Djon said he goes home’.

As in other non-null subject languages, there is a correlation between types of null subjects and subject-verb inversion: as shown in the examples in (4a) and (5a), inversion is restricted to unaccusative contexts with indefinite subjects: (4) a. Txiga tres pesoa. Arrived three people ‘There arrived three people’. b. *Txiga Djon / Djon txiga. Arrived Djon / Djon arrived (5) a. Dja

kai un abion. fall/crash a plane ‘The plane crashed’. b. *Dja kai abion di Lisboa. c. Abion di Lisboa dja kai. TMA

The inversion facts follow from the pattern of null subjects: according to Costa (1998, 2000), inversion with unaccusative verbs involves expletive pro, while with non-unaccusative verbs, Spec,IP is empty, as in (6), in European Portuguese: (6) Alguém leu este livro? Leu o João.

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In Brazilian Portuguese (Duarte, 1995; Coelho et al., 2001, a.o.) we find the same behaviour as in CVC: (7) a. Tá chovendo. pro is raining b. *Comeu a maçã. ate the apple c. Chegou um homem. pro arrived a man d. *Espirrou um homem Sneezed a man

If CVC is not a null subject language, Spec,IP must be filled in. Accordingly, when expletive pro is not available for filling in this position, in the lack of referential pro, all constructions in which expletive pro appears will be ruled out. This pattern of null subjects follows from Rizzi’s (1986) hypothtesis, according to which for there to be referential null subjects, there must be person agreement morphology. Since CVC lacks person agreement morphology, referential null subjects are impossible.2 The characterization we propose here of CVC as a semi-pro-drop language contrasts with findings by Baptista (1997). This author contends that CVC is a pro-drop language, claiming that it has referential null subjects in very strict contexts: only 3rd person singular null subjects are available, the clause must be in the present tense, or there is an individual-level predicate (involving copula e), as illustrated in (8): (8) (El) (He)

e is

nha my

pai. father

Since it is difficult to explain why a null argumental subject could occur only in these special contexts, and since the copula e is phonologically identical to the clitic e, one of the possibilities would be to consider that the copula is absent, and not the clitic, as argued in Pratas (2002). However, our data are not yet conclusive about this, since the copula deletion seems to be attested only in negation contexts, as in (9):

2 Figueiredo Silva (1996:124) argues that in Brazilian Portuguese, expletive pro is licensed by number morphology, which is still systematically present (although the language has lost some of the person morphology). Since in CVC there is no number morphology either, it is not clear how expletive null subjects are licensed. For an approach to this problem, see Pratas (in preparation).

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(9)

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a. Es kusa ka This thing not ‘This is not right’.

dretu. right

a. Djon e bon rapas / *Djon bon rapas. ‘Djon is a good boy’. b. Djon e ka bon rapas / Djon ka bon rapas. ‘Djon is not a good boy’.

Note that the present tense copula e is the only verbal particle which appears in a pre-negative position, contrasting with (11): (11)

Djon ka era riku. / *Djon era ka riku. ‘Djon was not rich’.

The syntactic analysis of this –why do negation plus present contexts seem to allow copula deletion– is under study. The main line of inquiry to be followed is the following: assuming that the negative marker ka is an adjunct to T, as proposed for the negative marker in European Portuguese in Matos (1999), and that the present tense copula e bears no other meaning than Tense, it would surface in one of the T heads. These are the adjacency conditions required for a post-syntactical operation of merger to occur (Halle & Marantz, 1993; Embick & Noyer, 2001) between e and ka. In Pratas (in preparation), this hypothesis is further elaborated through a comparison with copula deletion in Russian, which also occurs in present tense forms in certain conditions. For the point to be made in this paper, it is sufficient to note that the possibility of analyzing sentences with e as instances of copula deletion rather than as instances of null subject sentences allows for maintaining the idea that CVC is not a null-subject language. 3. V-to-I movement and Split-IP parameter Let us now turn to the second parametric value under consideration: V-to-I movement. This parameter will be considered together with the Split-IP parameter, since for one to detect V-to-I movement, it is necessary to know what the target of V-movement is. Considering the debate concerning the need for multiple functional heads in the IP domain, one could argue that TMA markers instantiate different heads in the IP domain, following Cinque (1999): (12)

Oki bu ben, Djon dja ta staba ta kumi. ‘When you arrived, Djon was already eating’.

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However, there is no clear independent evidence for such a claim, since the TMA markers are string-adjacent. A Cinque-like analysis would predict the possibility for XPs to occur in between the several heads in specifier positions, contrary to fact. Baptista (1997:216) claims that there is V-to-I movement, since floating quantifiers (FQs) are found postverbally. However, this possibility is restricted to unaccusative contexts: (13)

a. Tudu konbidadu txiga na all guests arrived in b. Konbidadu txiga tudu guests arrived all c. Konbidadu tudu txiga guests all arrived

mismu tenpu. same time na mismu tenpu. in same time na mismu tenpu. in same time

With transitive verbs, FQs in a post-verbal position are ruled out (Pratas, 2002:62): (14)

a. Tudu si fidju obi mesmu storia. all his/her children listened same story b. *Si fidjus obi tudu mesmu storia. his/her children listened all same story c. *Si fidjus tudu obi mesmu storia. his/her children all listened same story

Since the subject of unnacusative verbs is generated in a post-verbal position, what moves here is the internal argument (optionally leaving the floating quantifier behind –the FQ occupies a position with a trace left by the DP), not the verb. Thus, it seems that the sentences in (13) do not provide crucial evidence for Vto-I movement. Moreover, it is not clear whether FQs are a reliable diagnostic, given the arguments presented in Bobaljik (1995), and the fact that there is no agreement between the FQ and its antecedent in CVC, as illustrated in (15) (Castro & Pratas, forthcoming): (15)

a. Tudu mininu gosta di xokolati ‘All child likes chocolate’ b. Mininus tudu (ki sta nes sala) gosta di xokolati ‘Children all (who are in this room) like chocolate’

In light of this discussion, there seems to be no real evidence for claiming that CVC has movement to a functional head in the IP domain. In addition, if one considers agreement facts, there seems to be no evidence for splitting I into T and Agr.

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As mentioned above, there is no overt subject-agreement morphology in CVC. Assuming that the projection of a functional node of Agreement is a point of parametric variation, and that the overt morphology of Agreement suggests that this node is projected in syntax, one is led to the conclusion that there is no evidence for an independent Agr head. We, therefore, assume, following ideas by Thráinsson (1994) and Bobaljik (1995) that the only required category in CVC is TP. A consequence of this proposal is that the surface multiplication of auxiliary heads is to be analyzed as instances of recursive head adjunction to the same category, which straightforwardly derives the string-adjacency facts.

4. The -ba problem One potential problem for the claim that there is no V-to-I movement in CVC is the presence of postverbal affix -ba, illustrated in (16): (16)

N ta kumeba txeu katxupa ‘I used to eat lots of cachupa’

This postverbal position is analyzed in Baptista (1997) as a consequence of there being V-to-I movement in this language. According to this author’s analysis, the suffix -ba is viewed as the trigger for the syntactic movement of the verb to T0. In what follows, we would like to propose a different interpretation of this fact not involving V-to-I movement. Following Halle & Marantz (1993) and Embick & Noyer (2001), we suggest that postverbal -ba involves lowering of ba to V, as shown in (17). Since this is an operation that occurs after syntax, in the morphological component of the grammar, no V-movement is needed. (17)

TP T’

T ba

VP V’ V V

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This alternative view on postverbal -ba makes two interesting predictions. First, since lowering is a morphological operation, adjacency between -ba and the root is required. It is therefore predicted that there is no material in between T and VP, just like in English with the morpheme -ed (Bobaljik, 1995). Note that, in both languages, the affixation to the verb involves no V-movement. Second, this analysis provides a natural explanation for a surprising fact: pronominal (object) clitics and -ba are in complementary distribution, as shown in (18): (18)

a. N ta odja -l tudu dia I TMA see 3SG clitic everyday ‘I see him everyday’ b. *N ta odjaba -l tudu dia I TMA see TMA 3SG clitic everyday ‘I used to see him everyday’

For (18b) to be grammatical, the strong pronoun (and not the clitic form) has to occur, as in (19): (19)

N ta odjaba el tudu dia

Following Embick & Noyer (2001), we propose that clitics attach to the verbal root, under leaning, which is defined in (20): (20)

Leaning (Embick & Noyer 2001): “If X is an element peripheral in some constituent C (a.), X will not be able to invert with an element Y that is outside of the constituent C (b.), although leaning is possible. (c.)”. a. […Y] * [C X * Z] b. […X + Y] * [C Z] – impossible inversion c. […Y + X] * [C Z] – possible leaning a * b means that a must linearly precede b and be adjacent to b.

Since leaning is a morphological phenomenon, adjacency is a condition for it to occur. The consequence of this proposal is the following: if -ba intervenes between the verbal root and the clitic, there is no context for leaning to apply, which derives the complementary distribution between -ba and the pronominal clitic. Alternatively, if -ba would not lower, this bound morpheme would not constitute a legitimate morphological object. Independent evidence for leaning may be found in the fact that there are no clitic clusters. Only one (object) clitic may surface per sentence. This shows that clitics cannot lean on to other clitics:

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a.

b.

Djon fla-l el Djon said-it him ‘Djon said it to him’ * Djon fla-l-l

A potential problem to our approach concerns the specificity of -ba. In particular, one may wonder why only -ba lowers, and not other affixes, such as ta. We do not have an explanation for this specificity. Alec Marantz (p.c.) and Michel DeGraff (p.c.) point out to us that the necessity of lowering is morphemespecific. For instance, in English -s and -ed lower but future (will) does not. In some sense, this would be just another instance of a mixed type of language with free and bound morphemes. In fact, as shown in Cinque (1999), mixed systems are well attested.

5. Conclusions No referential null subjects; no clear evidence for positing V-to-I movement; no clear evidence for Split-IP. These are some of the properties identified for CVC that make it possible to establish direct connections between this language and the propensity of creoles to unmarked (weak) values. But these are also properties of other natural languages like, for instance, English. CVC also displays some other properties, not ‘typical’ of creoles: like Brazilian Portuguese, it is a semi-pro-drop language, and one of its TMA markers appears in a post-verbal position, which may be explained by a lowering operation. If this hypothesis is on the right track, T-licensing is partly similar to English, following Halle & Marantz (1993). Trying to answer the question whether there is any aprioristic reason for comparing creole languages with each other, rather than comparing creole languages with any other natural languages, the data and analyses put forward in this paper seem to support the following statement by Roberts (1999): “Creoles are particularly interesting because they represent an extreme of language change, but it is the mechanisms of language change, which are ubiquitous in the history of every language and every language family, that have made creoles what they are” (Roberts, 1999:317).

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AFFINITÉS GRAMMATICALES ENTRE LE CRÉOLE PORTUGAIS DE L’ ÎLE DE SANTIAGO (CAP VERT) ET LE WOLOF (SÉNÉGAL): ASPECT ET TEMPS JÜRGEN LANG Universitát Erlangen-Nürnberg

1. Introduction La créolisation d’une langue admet des degrés. Forcément radicale au début chez l’individu, elle peut être peu à peu réduite par la suite, chez l’individu et dans la communauté, si les circonstances s’y prêtent. Depuis plus de vingt ans, nous défendons la thèse que les langues créoles sont des langues mixtes, dans la mesure où elles restent effectivement créolisées. Mixtes en ce sens que, en dernière analyse, leurs ‘substances’ phoniques, sémantiques etc. proviennent de discours tenus dans la langue de base, tandis que les ‘formes’ où ces substances sont versées proviennent des langues d’origine des créolisateurs. Pour cet emploi des termes de ‘substance’ et de ‘forme’, nous nous sommes inspirés de Ferdinand de Saussure, Louis Hjelmslev et Eugenio Coseriu. Notre théorie, présentée pour la première fois en 1981, a été précisée et enrichie à deux reprises (cf. Lang, 1981, 1996 et 2002). Au lieu de l’expliquer à nouveau, nous essayerons ici de l’illustrer à l’aide d’exemples tirés du créole de l’île de Santiago. Le secteur de la côte africaine dont provenaient les esclaves déportés à Santiago pendant les premiers 150 ans de la colonisation portugaise de l’archipel, période décisive pour la formation du créole santiagais, se laisse relativement bien circonscrire. Mais le grand nombre de langues africaines parlées dans ce secteur risque de décourager ceux qui tentent de découvrir leurs traces dans le créole de Santiago. Heureusement, certains chercheurs (cf. surtout Rougé, 1994) ont réussi à réduire à trois le nombre des langues africaines effectivement susceptibles d’avoir joué un rôle important lors de la formation du créole santiagais: il s’agirait de deux langues ouest-atlantiques, le wolof et le temné, et de certains dialectes mandingues qui restent à déterminer. La publication de notre Dicionário do crioulo da ilha de Santiago (Brüser et al., 2002) vient en quelque sorte confirmer cette conclusion. Parmi les 48 mots du créole santiagais auxquels nous avons pu donner une étymologie africaine (grâce à Jean-Louis Rougé et Nicolas Quint), il y en a 12 qu’on retrouve en wolof –langue parlée par une population assez nombreuse (plus de trois millions de

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personnes à l’heure actuelle) dans le secteur de la côte africaine le plus fréquenté par les premiers colons de Santiago–; il y en a 4 qu’on retrouve en temné –langue qui jouait, à l’époque, un rôle important dans le commerce de la noix de cola le long de la côte–, et il y en a 27 qu’on retrouve dans différentes variétés de mandingue, dont 10 en bambara. La publication du Dictionnaire historique des créoles portugais d’Afrique de Jean-Louis Rougé, actuellement sous presse, permettra bientôt d’avancer des chiffres plus précis. Après avoir souligné à une autre occasion les affinités phonologiques entre le créole santiagais et le bambara (aujourd’hui la plus importante des langues mandingues), nous relèverons ici quelques affinités grammaticales entre le wolof (dorénavant w.) et le créole santiagais (dorénavant cr.s.) dans le domaine verbal. Les conditions préalables de telles comparaisons nous paraissent d’ores et déjà remplies. Grâce à Marlyse Baptista, Nicolas Quint, Manuel Veiga et à une petite équipe dirigée par nous-même, nous disposons déjà de toute une série de dictionnaires et de grammaires de ce créole, la plupart imprimés, le dictionnaire de Manuel Veiga et notre grammaire toujours sous forme manuscrite. Soulignons, en terminant cette introduction, qu’on ne doit jamais s’attendre à ce qu’un créole nous livre un calque structural parfait d’une langue dite ‘de substrat’, même pas de son ‘substrat majeur’: la créolisation n’aurait pas eu lieu si tous les esclaves de Santiago avaient parlé la même langue africaine. Les locuteurs de ‘la langue de substrat majeure’ devaient donc faire des concessions aux autres créolisateurs. À cette raison théorique s’ajoute, dans le cas qui nous occupe, une raison empirique de poids: les changements linguistiques n’épargnent pas les structures. Nous devinons à peine les structures du cr.s. à sa naissance, autour de 1500, et nous connaissons encore moins ceux des dialectes w. de la même époque. Si nous procédons à une comparaison des structures du cr.s. d’aujourd’hui avec celles du w. actuel, cela n’est évidemment qu’un pis-aller. Or, si malgré cette distance temporelle nous trouvions encore aujourd’hui d’importantes correspondances entre ces deux langues, il semblerait permis de supposer qu’elles aient pu être plus nombreuses à une date plus ancienne.

2. Les systèmes verbaux du portugais, du créole santiagais et du wolof Le système verbal du portugais jouit de la réputation d’être le plus riche de toutes les langues romanes. Toujours est-il qu’il s’agit, comme dans le cas des autres langues romanes, d’un système axé sur les catégories de temps et de mode. Pour ce qui est des temps, la grammaire de Celso Cunha et Lindley Cintra en énumère dix. La même grammaire admet l’existence des trois modes suivants, en terminologie portugaise: ‘indicativo’, ‘conjuntivo’ et ‘imperativo’. Ce que d’autres

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Affinités grammaticales

grammaires du portugais appellent le ‘condicional’ n’y est pas distingué du ‘futuro do pretérito’ (cf. Cunha & Lindley Cintra, 1984: 378-379). S’y ajoutent les formes nominales du verbes (‘infinitivo’, ‘gerúndio’, ‘particípio’ et ‘infinitivo pessoal’). Le passif du portugais est peu utilisé. Le rôle de l’aspect en portugais et dans les autres langues romanes reste sujet à discussions. Ceux qui estiment que l’aspect y dispose d’une morphologie propre mettent en avant soit l’opposition entre formes simples et formes périphrastiques, soit l’opposition entre le passé simple (‘pretérito perfeito simples’) et l’imparfait (‘pretérito imperfeito’). Dans la première éventualité, l’aspect n’entrerait en scène qu’à partir du moment où le système périphérique des périphrases est pris en considération; dans la deuxième, il n’existerait que dans une section du système: celle du passé. Lorsqu’on passe du système portugais à celui du créole santiagais, tout change. Nous nous trouvons alors devant un système verbal où l’opposition entre l’aspect imperfectif, marqué par la particule ta, et l’aspect perfectif, non marqué, se trouve au coeur du système. Aucune marque verbale n’apparaît aussi souvent, dans les discours en cr.s., que celle de l’imperfectivité. On a en plus la possibilité de marquer l’antériorité (par la désinence -ba), la durativité (par la particule sa), le passif (par la désinence -du qui, fusionnée avec la marque de l’antériorité -ba, donne -da) et l’‘éventualité’ (par la particule ál). La marque de la durativité entraîne toujours celle de l’imperfectivité (pas de sa sans ta), celle de l’éventualité l’exclue (on trouve bien ál sa ta, mais non pas *ál ta). L’explication est la même pour les deux cas: du point de vue sémantique tant la durativité que l’éventualité impliquent l’imperfectivité. Celle-ci est apparemment considérée non encore exprimée par le simple sa et déjà exprimée par ál. L’ordre linéaire des marques qui figurent dans un énoncé est strictement réglé. Le tableau 1 montre toutes les combinaisons possibles.

Tableau 1 Le système verbal du créole santiagais (exemple: kánta ‘chanter’) passif

pass. + ant.

antérieur

E’kánta

Kantádu

Kantáda

E’kantába

imp.

E’ta kánta

Ta kantádu

Ta kantáda

E’ta kantába

dur.

E’sa ta kánta

Sa ta kantádu

Sa ta kantáda

E’sa ta kantába

E’ál kánta

Ál kantádu

(Ál kantáda)

E’ál kantába

E’ál sa ta kánta

Ál sa ta kantádu

Ál sa ta kantáda

E’ál sa ta kantába

évent. dur.

ant. = antérieur, dur. = duratif, évent. = éventuel, imp. = imperfectif, pass. = passif

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Jetons maintenant un coup d’oeil sur le système verbal du wolof. Dans l’introduction à leur Dictionnaire wolof-français, Arame Fal, Rosine Santos et Jean Léonce Doneux le présentent sous la forme du tableau 2 (nous avons corrigé plusieurs formes en nous appuyant sur Samb, 1983). Ce tableau dissimule quelque peu l’extrême richesse de ce système en ne donnant, pour ‘le passé’ et ‘le négatif’, que les formes de la première personne du singulier. Ce qui frappe tout d’abord est le fait qu’en w., à quelques exceptions près, les marques des catégories verbales ne se joignent pas au lexème verbal. On les joint aux pronoms personnels sujet, ou on les joint entre elles. La deuxième particularité qui surprend est le fait que le w. dispose de toute une série de mises en relief grammaticalisées. C’est ainsi qu’on trouve, à côté de deux formes neutres pour ‘J’ai cultivé du mil’ (le ‘dépendant’ et le ‘terminatif’), grosso modo parlant l’une pour les subordonnées (Ma bey dugub) et l’autre pour la principale (Bey naa dugub), un ‘subjectif’ pour la mise en relief du sujet, un ‘objectif’ pour la mise en relief d’un complément ou d’un circonstant, un ‘processif’ pour la mise en relief du verbe et un ‘situatif’ pour la mise en relief d’un sujet situé à proximité (ngi) ou à une certaine distance (nga, formes absentes du tableau) de l’énonciateur. Nous illustrons ces quatre mises en relief avec les exemples de la troisième personne du singulier de notre tableau (assertif affirmatif perfectif), pourvus de traductions approximatives: Moo bey dugub ‘C’est lui qui a cultivé du mil’, Dugub la bey ‘C’est du mil qu’il a cultivé’, Dafa bey dugub ‘C’est cultiver du mil qu’il a fait’ et Mu ngi bey dugub ‘Le voici qui a cultivé du mil’ (vs. Mu nga bey dugub ‘Le voilà qui a cultivé du mil’). Multiplié par les six personnes grammaticales, cela nous donne déjà, en faisant abstraction de la différence entre proche et lointain à l’intérieur du situatif, quelques 36 combinaisons du type ‘pronom personnel sujet + verbe’ (un peu moins, du fait de rares syncrétismes). Or, il convient de multiplier ce nombre encore par 8, étant donné que chacune de ces formes peut être marquée pour le ‘passé’ (ou pour être plus précis pour l’‘antériorité’, voir plus bas), pour l’imperfectivité et pour la négation. Il y a de plus un ‘désidératif’ qui, d’après nos auteurs, n’admet pas de négation et un ‘impératif’ pour les deuxièmes personnes du sg. et du pl., sans formes pour l’antériorité. Une fois surmonté le sentiment de dépaysement qui résulte de ces faits, on découvre une série d’affinités avec le système verbal du créole santiagais. Deux d’entre elles retiendrons plus particulièrement notre attention: 1. Dans les deux langues, il existe une opposition omniprésente entre formes marquées pour l’imperfectivité et formes dépourvues d’une telle marque. 2. Dans les deux langues, il existe une opposition entre formes marquées pour l’antériorité et formes dépourvues d’une telle marque.

PERFECTIF

maa beyul

maa doon...

maay bey yaay... mooy... nooy... yéenay... ñooy...

maa beyoon

ma bey... yaa... moo... noo... yéena... ñoo...

subjectif

ASSERTIF

... laa beyul

... laa doon...

... laay bey ... ngay... ... lay... ... lanuy... ... ngeen di... ... lañuy...

... laa beyoon

dugub laa bey ... nga... ... la... ... lanu... ... ngeen... ... lañu...

objectif

maa ngiy... ya ngiy... mu ngiy... nu ngiy... yéena ngiy... ñu ngiy... mu ngi doon...

dama doon bey dama beyul

maa ngi beyoon

dama bey dangay... dafay... danuy... dangeen di... dañuy...

duma woon... maa dul woon...

maa dul... ... laa dul woon...

... laa dul...

Imperfectif: 1) Présent: action en cours, fait permanent: mu ngiy bey “il est en train de cultiver”. Imperfectif: 2) Futur: dina bey “il cultivera”.

maa ngi... yaa ngi... mu ngi... nu ngi... yéena ngi... ñu ngi...

situatif

dama beyoon

dama bey... danga... dafa... danu... dangeen... dañu...

processif

dileen...

dil bey

beyleen

beyal

impér.

Injonctif

perfectif: action envisagée dans sa globalité: jëlal garab gii “Prends ce médicament!” Imperfectif: action envisagée dans son déroulement: dil jël garaab gii “Prends ce médicament (régulièrement)!”

buma bey, bul..., bumu..., bumu..., buleen..., bunu...

naay... nangay... nay... nanuy... nangeen di... nañuy...

naa bey... nanga... na... nanu... nangeen... nañu...

désidér.

Expression du passé: – oon/woon: beyoon naa “j’avais cultivé”. Expression du passé: – doon: dama doon bey “je cultivais”.

dama dul woon...

dama dul bey

beyuma woon maa beyul woon ... laa beyul woon dama beyul woon

beyuma

ma di ban bey duma bey

ma ban bey

doon naa bey

dinaa bey... dinga... dina... dinanu... dingeen... dinañu...

beyoon naa...

bey naa... ... nga... ... na... ... nanu... ... ngeen... ... nañu...

terminatif

Perfectif: 1) Passé composé pour les verbes d’action: bey na dugub “il a cultivé du mil”. Perfectif: 2) Présent pour les verbes d’état: rafet na “il est beau”.

ma dul woon...

ma dul bey

ma beyul woon

ma beyul

Passé ma doon bey

may bey ngay... muy... nuy... ngeen... ñuy...

Passé ma beyoon...

ma bey dugub nga... mu... nu... ngeen... ñu...

Dépendant

Tableau 2 Le système verbal du wolof (exemple: bey dugub ‘cultiver du mil’) selon Fal et alii, 1990:25

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AFIRMATIF. IMPERFECTIF

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NEGATIF. IMPERF. PERF.

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3. L’opposition ‘imperfectif/perfectif’ en créole santiagais et en wolof La marque de l’imperfectivité ta du cr.s. peut se réduire à t’ devant les verbes commençant par une voyelle. La marque du w. présente différentes variantes dont l’origine commune saute pourtant aux yeux (cf. Fal et alii, 1990: 23): c’est un di qui se réduit à d-, en proclise, et à -y, en enclise. Cf., pour les formes pleines: w.

Ma

di wax.

(cf. Samb, 1983: 87)

cr.

N

ta papia.

‘Je

parle’.

Dans certains contextes, certains auteurs reconnaissent à cette marque le status d’un verbe copule, étant donné qu’elle y transforme un nominal en prédicat: w.

w.

Ma

di

kilifa.

‘Je

suis

chef’.

Kuy

sa

baay?

‘Qui est

ton

père?’

(Samb, 1980: 87)

(Sauvageot, 1965:102)

Cet emploi de la marque de l’imperfectivité, admis dans le créole de GuinéeBissau, est exclu dans celui de Santiago. Les formes avec et sans la marque de l’imperfectivité rendent sensiblement les mêmes effets de sens dans les deux langues. Selon les auteurs de notre dictionnaire w., la forme sans la marque signifie tant “Passé composé pour les verbes d’action: bey na dugub ‘il a cultivé du mil’” que “Présent pour les verbes d’état: rafet na ‘il est beau’”. La forme marquée, pour sa part, signifie tant “Présent: action en cours, fait permanent: mu ngiy bey ‘il est en train de cultiver’” que “Futur: dina bey ‘il cultivera’” (Fal et alii, 1990: 25). On retrouve la même distribution de la marque en cr.s.: El simia djé-djé ‘il a cultivé du mil’, El ê bélu ‘il est beau’ sans marque, El sa ta simia ‘il est en train de cultiver’ et E ta simia ‘il cultivera’ avec la marque. Seule différence, jusqu’à présent: en w. l’adjectif attribut se rattache sans copule à son sujet (cf. Rafet na ‘Il est beau’, litt. ‘Beau il’.). Pour ce qui est de la marque de l’imperfectivité, il se comporte comme les vrais verbes d’état (comme, par exemple, w. xam, cr. sabe ‘savoir’) dans les deux langues: w. Xam naa ni..., cr.s. N sabe ma... ‘Je sais que...’.

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Le parallélisme entre les deux langues va plus loin. En w. comme en cr.s., les habitudes sont rendues par l’imperfectif. Cf. w. Dinga tux? – Dina tux ‘Tu fumes? – Je fume’, cr.s. Bu ta fuma? – N ta fuma. Certains contextes nettement imperfectifs rendent par là même la marque de l’imperfectivité superflue. Ce sont sensiblement les mêmes dans les deux langues. C’est ainsi que les verbes modaux qu’on pourrait ranger du côté des verbes d’état n’ont pas besoin de la marque. Cf. w. Mën nga ko seeti ‘Tu peux aller le voir’, cr.s. Bu pode bai bizita-l Et c’est encore le cas des actes de langage à caractère adhortatif. Cf. w. Nanu daje ca mbedd mu mag ma! ‘Retrouvons-nous dans la grand’rue!’, cr.s. Nu rauni na rua grándi! Pour ce qui est du futur, il est vrai que le w. en possède un second, sans correspondance en créole santiagais (cf. Sauvageot, 1965: 106 et Samb, 1983: 94-95). C’est en quelque sorte son futur proche. Il combine la marque de l’imperfectivité avec le suffixe verbale -(j)i qui, dans d’autres contextes, indique “que le sujet se déplace pour accomplir l’action” (cf. Samb, 1983: 41) en s’éloignant du locuteur (cf. Fal et alii, 1990: 28). Cf. w. Maay waxi ‘C’est moi qui vais parler’ ou Dina ami alal ‘Il va être riche’. Mais il est hors de doute que la marque de l’imperfectivité suffit à elle seule pour parler de l’avenir: w.

Ëllëg

dinaa

dem

ja ba.

(Sauvageot, 1965:105)

cr.

Amanhan

N ta

bai

merkádu..

‘Demain

j’irai

au marché’.

Autre coïncidence digne d’être relevée: dans les deux langues, une proposition principale peut être déterminée par une proposition contenant une forme verbale impersonnelle. Dans les deux langues, on se sert de la marque de l’imperfectivité pour marquer le rapport de simultanéité entre les deux propositions: w.

Far waa

nga

Tugal

di jàng.

(Fal et alii, 1990: s.v. far)

cr.

Noibu

sta

na Európa

ta studa.

‘Le fiancé

est

en Europe

en train d’étudier’.

4. L’opposition ‘antérieur/non-antérieur’ en créole santiagais et en wolof La marque de l’antériorité du cr.s est -ba, celle du w. dispose des variantes -oon (grosso modo après consonne) et (-)woon (grosso modo après une voyelle et

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après le -u(l) du négatif). Ajoutons tout de suite qu’à côté de -oon, (-)woon il existe -aan, (-)waan (même distribution pour les deux variantes). Ce -aan, sans correspondance en cr.s., rajoute la valeur d’itérativité à celle de l’antériorité (cf. Fal et alii, 1990: 24). Comme pour la paire cr.s. ta, w. di, on constate que le -ba du cr.s. produit sensiblement les mêmes effets de sens que le w. -oon, (-)woon, à savoir: 1. celui d’un plus-que-parfait, lorsque la marque de l’antériorité se joint à un verbe désignant un procès et dépourvu de la marque de l’imperfectivité: w. cr.

Def nga

li

ma

la waxoon? (Fal et alii, 1990: s.v. def)

(Dja)

bu fase

kel li

N

flába-bo?

‘As-tu

(déjà) fait

ce que

je

t’avais dit?’

w

Dafa

demoon

Ndar.(Sauvageot, 1965: 125)

cr.

E

bába

Saint-Louis.

‘Il

était parti

à Saint-Louis’.

2. celui d’un simple passé, lorsque la marque de l’antériorité se combine avec 2.1. un verbe désignant un procès et pourvu de la marque de l’imperfectivité: w.

Moo

doon jiite

Fajar.

(Sauvageot, 1965: 126)

cr.

Ael ki

ta dirijiba

orason di mardugáda.

‘C’était lui qui dirigeait la prière de l’aube’.

2.2. un verbe d’état (qui sans la marque de l’antériorité se rapporterait au moment de l’énonciation): w.

Man,

defewoon naa

cr

Ami,

N

kreba

dee nga. (ma dja)

bu móre.

‘Moi, je croyais (que) tu étais (déjà) mort’.

(Sauvageot, 1965: 125)

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Ajoutons qu’en w. on obtient encore l’effet d’un simple passé lorsqu’on utilise la marque de l’antériorité en combinaison avec le d(i) faisant fonction de copule: w. Du ma woon ‘Ce n’était pas moi’ (Sauvageot, 1965: 126, di + le u du négatif > du). En cr.s. cet énoncé se traduirait par Ka éra mi (éra est l’antérieur irrégulier de la copule ê).

5. Conclusion Nous avons constaté des affinités considérables entre le wolof et le créole santiagais dans le domaine des catégories verbales de l’aspect et de la taxis (temps relatif). Ces affinités opposent les deux langues au portugais. Elles ne se limitent d’ailleurs pas à la fonction grammaticale des marques. Elles concernent aussi la place de ces marques dans la proposition: dans les deux langues, la marque de l’imperfectivité se trouve toujours en position proclitique, celle de l’antériorité toujours en position enclitique. Seule différence notable: en w. il peut y avoir proclise ou enclise d’une marque par rapport à une autre, ce qui fait qu’en w. –à l’encontre de ce qu’on observe en cr.s. – la marque de l’antériorité peut apparaître avant le verbe. Les affinités que nous avons rencontrées sont loin d’être les seules que l’on observe entre ces deux langues. Lors de récents colloques nous avons attiré l’attention de nos collègues sur l’existence de deux verbes du type avoir dans les deux langues (w. am et ame, cr.s. ten et tene), l’un pour la ‘possession essentielle’, l’autre pour la ‘possession occasionnelle’, ainsi que sur le parallélisme w. -i ‘proche’ vs. -a ‘éloigné’, cr.s. li ‘ici’ vs. la ‘là’: aux w. loxo li ‘le bras que voici’ vs. loxo la ‘le bras que voilà’ correspondent ainsi en cr.s. brásu li et brásu la. Et les correspondances ne s’arrêtent pas là. Il nous est impossible, pour le moment, de préciser jusqu’à quel point ces affinités relient le créole santiagais au seul wolof ou à plusieurs langues ouestatlantiques. Ce que nous pouvons affirmer, c’est que les langues mandingues possèdent des systèmes verbaux bien différents. Les affinités observées sont trop nombreuses et trop spécifiques pour être dues au hasard. La proximité géographique et l’histoire nous invitent, elles aussi, à y voir le reflet d’une relation historique. Notre hypothèse est la suivante: des locuteurs africains parlant une langue typologiquement proche du wolof actuel ont pris le [ta] et le [vɐ] qu’ils entendaient assez souvent dans des discours portugais du typ Pedro (es)tá a comer ‘Pierre est en train de manger’ (construction qui devait déjà exister dans le portugais de l’époque, à côté du Pedro está comendo qui l’emporterait au Brésil) et Pedro estava doente ‘Pierre était malade’, Pedro trabalhava ‘Pierre travaillait’

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pour l’équivalent, dans la langue de leurs maîtres, de leurs marques de l’imperfectivité et de l’antériorité respectivement. En leur confiant cette fonction, dans leur créole naissant, ils ont donc donné à une substance phonique et sémantique portugaise une forme phonologique et une fonction grammaticale africaines. Du côté de l’expression et pour ce qui est de la marque de l’antériorité, les choses se seraient passées de la façon suivante: la langue africaine des créolisateurs ne disposant pas de | b|, le son [v] du portugais a été pris pour une réalisation d’un phonème africain | b| et, par conséquent, changé en [b] (comme dans les autres mots créoles du vieux fonds qui remontent à des mots portugais avec un [v]). Du côté du contenu, le processus aurait été le suivant: la langue africaine des créolisateurs ne disposant pas des catégories |durativité| et |passé|, ceux-ci ont pris le sens [duratif] des périphrases portugaises avec (es)tá et le sens [passé] des formes portugaises en -va pour des effets contextuels des catégories |imperfectivité| et |antériorité| de leur propre langue. D’où les marques créoles ta pour l’imperfectivité et -ba pour l’antériorité. Qu’on nous pardonne l’emploi de crochets et de traits verticaux - traditionnellement réservés au plan de l’expression pour y distinguer entre sons et phonèmes –sur le plan du contenu pour y distinguer entre effets de sens et signifiés. Il s’agissait de bien montrer comment on peut faire une distinction entre [substance] et |forme| sur les deux plans et dans quel sens, dans les parties créolisées d’une langue créole, la substance provient effectivement de la langue de base, tandis que la forme provient des langues originaires des créolisateurs. ‘Provenir de’ n’équivaut pas à ‘être identique à’. Nous ne prétendons nullement que ces substances et ces formes soient identiques à celles du portugais et du wolof d’aujourd’hui ou d’antan. Une telle affirmation reviendrait à négliger d’autres aspects de la créolisation, notamment celui d’une correction partielle par apprentissage continu et celui d’une modification au cours de la recherche d’un compromis entre différentes créolisations proposées par différents groupes linguistiques (cf. Lang, 2002). Ces aspects pourront aider à résoudre certains problèmes qui n’ont pas été abordés dans les pages précédentes (simplicité relative du système verbal du cr.s. face à l’extrême complexité du système w., différences d’emploi des marques dans le détail, changement du [a] du pg. (es)tá en [ɐ] dans le cr.s. ta etc.). Bibliographie BAPTISTA, Marlyse. 2002. The syntax of Cape Verdean creole. The Sotavento varieties. Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins. BRÜSER, Martina et al. 2002. Dicionário do crioulo da ilha de Santiago (Cabo Verde), sob a direcção de Jürgen Lang. Tübingen: Gunter Narr. CUNHA, Celso & Luís F. Lindley CINTRA. 1984. Nova gramática do português contemporâneo. Lisboa: João Sá da Costa.

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Affinités grammaticales

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FAL, Arame, Rosine SANTOS & Jean Léonce DONEUX. 1990. Dictionnaire wolof-français, suivi d’un index français-wolof. Paris: Karthala. LANG, Jürgen. 1981. “Was ist Kreolisierung?” Dans Logos Semantikos. Studia linguistica in honorem Eugenio Coseriu (1921-1981), vol. V, 197-209. Berlin - Madrid: de Gruyter - Gredos. — 1996. “Dans quel sens la créolisation est-elle un métissage?” Études Créoles 19, 6268. — 2002. “Apprentissage, métissage et négociation: trois aspects de la créolisation”. Études Créoles 25(1), 157-178. QUINT, Nicolas. 1999. Dictionnaire cap-verdien - français. Créoles de Santiago et Maiot. Paris: L’Harmattan. — 2000. Grammaire de la langue cap-verdienne. Étude descriptive et compréhensive du créole afro-portugais des Îles du Cap-Vert. Paris: L’Harmattan. ROUGE, Jean-Louis. 1994. “À propos de la formation des créoles du Cap-Vert et de Guinée”. Papia 3(2), 137-149. — Sous presse. Dictionnaire historique des créoles portugais d’Afrique. SAMB, Amar. 1983. Initiation à la grammaire wolof. Dakar: IFAN. SAUVAGEOT, Serge. 1965. Description sychronique d’un dialecte wolof: le parler du Dyolof. Dakar. VEIGA, Manuel. 1982. Diskrison strutural di lingua kabuverdianu. Praia: Institutu Kabuverdianu di Livru. — 1996. O crioulo de Cabo Verde: Introduçao à gramática, 2e édition. Mindelo: ICLD/INAC. — 2000. Le créole du Cap-Vert. Étude grammaticale descriptive et contrastive. Paris: Karthala.

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LE CATÉCHISME CRÉOLE DE ZIGUINCHOR JEAN-LOUIS ROUGÉ C.O.R.A.L. (Université d’Orléans)

1. Fondée en 1645 en territoire bainouk par le capitaine de la place de Cacheu dont l’objectif était de rassembler les commerçants portugais dispersés dans la région, la ville de Ziguinchor est restée portugaise jusqu’en 1886. Au 19ème siècle, Ziguinchor était constitué de l’actuel quartier de l’Escale où résidaient les kriston et de deux quartiers gurmete: Vila Fria et Tabanca. Les kriston appelés aussi fiju di tera ou encore fidalgu, métis descendants des portugais, souvent propriétaires d’esclaves, formaient une bourgeoisie locale et entretenaient des liens de parenté avec les familles luso-africaines de Cacheu, voire du Cap-Vert. Les gurmete constituaient une classe d’Africains, plus ou moins christianisés, qui remplissaient les fonctions d’intermédiaires dans le commerce avec les peuples de l’intérieur et occupaient les petits métiers nécessaires à la vie quotidienne de la ville (menuisier, cordonnier, calfat…). Le capitaine Geraldes Marques qui les avait définis comme « le moyen terme entre le chrétien et le païen », disait que, parmi les gurmete de Guinée, ceux de Ziguinchor étaient les plus soumis. Nombre d’entre eux étaient d’origine bainouk. Kriston et gurmete partageaient comme langue le créole; ce dernier était le plus souvent la langue unique des fiju di tera, alors que les gurmete étaient au moins bilingues, pratiquant les langues africaines de la région en particulier le bainouk, le diola et le mandinka. (Sur le rôle des gurmete et des kriston dans la formation du créole voir Rougé, 1985, 1986; Couto, 1992). Bien avant la prise de possession de la Casamance par les Français, les Portugais avaient délaissé Ziguinchor au grand dam du Gouverneur de Cacheu, Honório Barreto, lui-même d’origine luso-africaine et il est fort probable qu’il y avait déjà longtemps qu’on n’y entendait plus parler portugais. (Sur l’histoire de la rivalité franco-portugaise à propos de la Casamance voir Walter, 1947 et Roche, 1976). Aujourd’hui Ziguinchor a bien changé. Si l’on rencontre encore quelques personnes âgées qui déclarent descendre des fidalgu, il n’y a plus depuis bien longtemps de gurmete. La ville s’est développée. Les anciens quartiers, à l’exception de l’Escale, ont disparu; d’autres sont nés de l’absorption de villages limitrophes. Le créole qui était la langue véhiculaire de Ziguinchor et des villages alentours ne se maintient en vie que comme langue identitaire des catholiques et on ne le parle plus que dans certains quartiers (Santhiaba, Tilène, Boudodi, Colobane…). Il n’est la langue première que d’une infime proportion des

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enfants. En 1985, selon une enquête citée par Juillard (1995), 11% des enfants de CM2 déclaraient parler créole, mais seulement 2,4% disaient le pratiquer comme langue première à la maison. Certaines études (Moreau,1994; Rougé, 2004) reprenant les chiffres donnés par Chataîgner (1961), peuvent donner l’impression que cette décadence de l’emploi du créole est liée à la politique de ‘sénégalisation’ de la Casamance consécutive à l’Indépendance. Une analyse plus fine montre que l’amorce de cette évolution est bien plus ancienne. Il apparaît que les chiffres donnés par Chataîgner pour le créole utilisé comme langue première, sont nettement surévalués. En 1963, cet auteur prétendait que, sur une population de 42.000 habitants, 35.000 ziguinchorois parlaient le créole, parmi lesquels 30.000 l’utilisaient comme langue première. En 1965, une enquête du C.L.A.D. (citée par Juillard 1995) menée auprès des élèves des écoles primaires montrait que seulement 4% de ces enfants le pratiquaient comme langue première. Si l’on admet que c’est dans la communauté catholique que le créole était langue maternelle, les chiffres concernant cette religion à Ziguinchor montrent que le déclin date du début du 20ème siècle. En 1901, les catholiques, ou déclarés tels, représentaient 74% de la population, mais dès 1905 ils n’étaient plus que 46,7%; la population de la ville étant passée de 1080 habitants à 1880. En 1956, Ziguinchor comptait 31.863 habitants desquels seulement 20% étaient catholiques, et en 1966 les catholiques ne représentaient plus que 19% d’une population de 38.190 habitants. Dans le même temps, l’islam connaissait une évolution inversement proportionnelle à celle du catholicisme (chiffres cités par Trincaz, 1981). La baisse du pourcentage de locuteurs ayant le créole comme langue première a certainement été parallèle à cette perte d’influence du catholicisme. L’origine première de cette décadence est le développement de la ville de Ziguinchor au début du 20ème siècle avec en particulier l’installation de comptoirs commerciaux tels que les établissements Maurel et Prom qui ont attiré une population nouvelle dans cette ville, population venue en particulier du Nord musulman et wolophone. Si le créole a connu un regain certain, à partir de 1963, avec l’arrivée de nombreux bissau-guinéens qui, fuyant la guerre, se sont installés dans cette ville et très souvent y sont restés, le processus de déclin de cette langue était déjà entamé depuis longtemps. La proportion de créolophones diminue au fur et à mesure que la population de la ville s’accroît –aujourd’hui Ziguinchor est une ville de 124.000 habitants– et le wolof est devenu progressivement la langue véhiculaire. 2. Le créole de Ziguinchor sur le fond n’est guère différent de celui parlé à Bissau. Le système phonologique ainsi que la grammaire sont les mêmes. Ils ne diffèrent que par quelques réalisations phonétiques, en particulier des alternances [e]/[i], [o]/[u], et quelques particularités lexicales. Ce qui distingue le plus ces deux variétés, c’est leur évolution. Le créole de Ziguinchor n’a plus, depuis long-

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temps, de contact avec le portugais, alors que petit à petit se forme en Guinée un créole moderne nettement influencé par le portugais auprès duquel la langue parlée à Ziguinchor semble archaïque. Du coup, la distinction entre un créole fundu, moins compréhensible, et un créole lebi, plus proche du portugais sans être le créole moderne dont il vient d’être question, est beaucoup moins pertinente en Casamance qu’en Guinée. Dans le contexte que nous venons de décrire, il semble intéressant de s’attarder sur le catéchisme créole, seul document imprimé écrit dans cette langue1. Ce texte qui a reçu l’imprimatur du préfet apostolique le 15 juin 1951 a été jusqu’à récemment utilisé pour catéchiser les jeunes ziguinchorois. Il se compose de quatre-vingt-treize pages. Ce livret s’ouvre sur une série de prières en créole: No paé (‘Notre père’), Avé Maria, Mfia na Déus (‘Credo’), Na konfesa (‘Confiteor’)… Puis quarante-cinq chapitres sont consacrés à l’enseignement autour d’un thème. Chacun de ces chapitres se compose d’un jeu de questions-réponses suivi de l’enseignement proprement dit présenté dans une rubrique intitulée Bo kudi (‘répondez !’). A la suite de ces chapitres viennent les instructions sur comment se confesser, comment communier, puis est donnée une partie du texte de la messe en latin suivie de prières et de cantiques en créole. L’ouvrage se conclut sur le chemin de croix, toujours en créole, qui est le seul passage de l’ouvrage à être illustré. 3. Il est difficile de parler d’orthographe à propos de ce texte, tant sont nombreuses les incohérences qui souvent viennent du traitement des emprunts lexicaux au français. Cependant, on peut relever un certain nombre de régularités et parmi les grandes caractéristiques de cette transcription on citera: • l’utilisation, comme en français, du groupe gn pour le n palatale. • ti ou ty et di ou dy transcrivent les occlusives palatales respectivement sourde et sonore. • la lettre g est utilisée avec la même valeur qu’en français et en portugais; pour rendre le son [g] devant un [i] ou un [e] on utilise le groupe graphique gu. • l’occlusive vélaire sourde est pratiquement toujours rendue par le k. On rencontre quelques cas où le |k| est transcrit c; et on a même un exemple dans lequel kriston est écrit christon. • on rencontre quelques c devant e et i avec la même valeur qu’en français et en portugais; cette valeur –continue, fricative, dentale, sourde– est le plus

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Je remercie ma nièce, Eugénie Kabo, qui pour me procurer le texte de ce catéchisme a risqué le salut de son âme, en enfreignant le huitième commandement. Mandamentu uitu di Déus i sedi: ka bu fasi testimoniu falsu; ka bu konta mentida nunka.

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souvent rendue dans ce texte par le graphème s (quelle que soit sa position) et par ss (à l’intervocalique). • la lettre u est utilisée avec la valeur qu’elle a dans la majorité des langues romanes, à l’exception du français; on relève cependant quelques occurrences de ou pour rendre le son [u], comme dans la prière tiour di mininus, [cur di mininus] (‘les obsèques des enfants’). D’autres transcriptions posent des problèmes qui débordent souvent le simple cadre de la transcription: Il n’existe pas en créole guineo-casamançais d’opposition phonologique entre un /e/ semi fermé et un /ε/ semi ouvert; cependant phonétiquement chacune des réalisations existe dans des positions généralement prévisibles. Dans ce catéchisme, le é est utilisé pour marquer la voyelle réalisée semi-fermée [e] et le è pour la voyelle réalisée semi-ouverte [ε]; mais on rencontre aussi très souvent des e sans aucun accent pour transcrire chacune de ces réalisations: pergadu, kodye. Plus curieusement on rencontre souvent, surtout en fin de mot, é là où en créole on a un |i|: berdadé, bontadé pour bardadi (‘vérité’) et bontadi (‘volonté’), voire un |u|: banéné pour benenu. On rencontre aussi é derrière un a pour transcrire un glide comme dans paé (‘père’), maé (‘mère’), bakéador (‘berger’); alors que le verbe aller, lui, est toujours écrit bay. Encore plus curieux, on rencontre le graphème e d’une part à l’intérieur de certains mots pour transcrire un |a| –berdadé pour bardadi– et, d’autre part, en fin de mot après un r pour transcrire un |i| ou un |u|, on rencontre même re là où en créole casamançais on a [-ur]: Pidre pour Pidru (‘Pierre’), milagre pour milagri (‘miracle’), kobre pour kobur (‘argent’). La marque du pluriel pour les mots terminant par une consonne en créole casamançais est -us (-is à Bissau). Or, dans ce catéchisme les pluriels sont rendus presque systématiquement par -es: pekadores (‘pécheurs’), mindieres (‘femmes’). On peut se demander si, dans ces cas là, les auteurs n’ont pas attribué à la lettre e la valeur du ‘e muet’ du français, marquant ainsi leur difficulté à analyser la dernière syllabe de ces mots. Cette interprétation semble plus difficile à admettre pour les terminaisons des pluriels. A l’inverse, on rencontre parfois un i là où l’on attendrait un e ou un é, ainsi pode (‘pouvoir’) est systématiquement écrit podi, et meste (‘vouloir’) miste. (En créole de Guinée ces deux mots sont réalisés pudi et misti). L’utilisation massive de la lettre z est révélatrice d’un problème de prononciation. On le sait, le créole de Ziguinchor ne possède pas de consonnes continues fricatives sonores –à Bissau leur emploi est typique de variétés modernes fortement influencées par le portugais. Il semble normal de rencontrer le z dans des mots qui comme dizéna (‘dizaine’) sont nettement des emprunts au français; en revanche il est plus surprenant de le rencontrer dans des mots du vieux fonds lexical créole comme rozadé pour rosadi (‘rosaire, chapelet’), grizia pour grisya

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(‘église’), fienza pour fiensa~fiansa (‘faire confiance’), préziz pour prisis~pursis (‘avoir besoin de’), raza pour rasa (‘prier’), duz pour dus (‘deux’), kruz pour krus (‘croix’). Le problème est d’autant plus important que, dès lors, on peut se demander à juste titre, si l’alternance déjà mentionnée des graphies s’ et ss ne correspond pas aussi, dans l’esprit des auteurs de ce catéchisme, à une opposition entre |s| et |z|. De même l’alternance, pour transcrire le /g/, de g devant a, o, u et de gu devant i et e, indique que devant i et e cette lettre, comme le j, transcrivent la consonne, continue, palatale, sonore, or cette consonne est inconnue du créole. Cependant, ce cas est moins spectaculaire que celui du z dans la mesure où l’on ne rencontre de transcription qui semble correspondre à ce son que dans des noms propres (jésu, josef, georges) et dans l’expression Virgi Maria (‘Vierge Marie’). De même, on retrouve un v, alors que le phonème correspondant est inconnu en créole casamançais, dans plusieurs emprunts lexicaux: kalvèr (‘calvaire’), Eva (‘Eve’)… 4. La transcription de ce catéchisme révèle aussi deux problèmes de morphologie. Le premier a déjà été évoqué: c’est celui du pluriel. Il existe un pluriel en créole casamançais marqué par -s pour les mots terminés par une voyelle et par -us pour ceux terminés par une consonne. Mais ce pluriel ne donne lieu à aucun accord et n’est employé qu’en cas de nécessité extrême pour la compréhension, il est en particulier totalement exclu de l’employer derrière un quantificateur. Ces deux règles sont fréquemment violées par les auteurs de ce catéchisme dans lequel on trouve des formes telles que tiu pekadus (‘beaucoup de péchés’) ou santus apostolus (‘les saints apôtres’)… L’autre problème de morphologie est celui du traitement du suffixe diminutif -siñu (signu dans ce texte) lequel est toujours transcrit séparé de sa base: un libru signu (‘un petit livre’), boftada signu (‘une petite claque’). Mais, plus que d’un simple problème de segmentation il s’agit de la part des rédacteurs d’une erreur sur la nature même de -siñu; dans la mesure où l’on trouve -siñu employé comme une unité lexicale indépendante dans la phrase kels grandi ku kels signu (‘les grands et les petits’), jugée parfaitement incorrecte par tous les créolophones auxquelles nous l’avons présentée, en omettant volontairement de leur dire qu’elle était extraite du catéchisme. 5. L’apport lexical du français à ce texte est particulièrement évident. Les emprunts au vocabulaire courant du français sont rares. Les jours de la semaine sont donnés le plus souvent en français, pourtant les noms créoles ne sont pas inconnus des auteurs qui utilisent parfois diadimingu pour ‘dimanche’ et kinta fera pour ‘jeudi’; on rencontre successivement dans un même paragraphe dimanche et diadimingu. Cependant, l’utilisation des noms français pour les jours de la

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semaine est actuellement assez fréquente en créole; de même le quantificateur witu, transcrit uitu dans ce texte, est aujourd’hui en créole casamançais la forme unique pour signifier ‘huit’. Mais, c’est surtout pour traduire le vocabulaire religieux ou le vocabulaire issu des évangiles que les auteurs ont eu recours massivement au français. Les lexèmes empruntés ont pu l’être tel quel avec leur prononciation et leur orthographe française comme c’est le cas pour symbole, rameaux, incarnation, originel, ascension… Ils peuvent aussi avoir conservé leur forme française avec une orthographe plus ou moins créolisée meday, skapulèr, katéchisme, flagellasion, résureksion… Dans certain cas, il y a eu nettement tentative de créolisation de la forme française comme dans le cas de oliviera pour ‘olivier’, de kreator, pour ‘créateur’, monsignor pour ‘monseigneur’… Une stratégie d’intégration de lexèmes français est particulièrement intéressante; elle concerne quelques mots qui commencent par une voyelle. Le créole de Guinée et de Casamance, évite autant que possible les initiales vocaliques; pour cela il a généralement procédé à l’aphérèse ou à la prothèse d’un glide (portugais acabar>créole kaba, portugais abrir>créole yabri…). Les auteurs du catéchisme, eux, ont dans quelques cas eu recours à la rétention de l’article défini du français. Pour certains de ces mots, lestrèm-onsion pour ‘l’extrême onction’, lekaristi pour ‘l’eucharistie’, cette rétention est presque naturelle dans la mesure où en discours il est extrêmement rare que ces mots apparaissent sans être précédés de cet article; il n’en va pas de même pour lordre pour ‘ordre’ ou lostia pour ‘hostie’. Il est intéressant de noter que les créoles français des Antilles et de l’Océan Indien ont eux aussi très souvent emprunté des noms français en intégrant l’article défini. A côté de ces emprunts au français, on trouve, ce qui est plus inattendu, quelques formes qui viennent du portugais moderne. C’est le cas de l’adjectif amavel (‘aimable’) que l’on retrouve plusieurs fois au long de ce catéchisme. Cet emprunt est d’autant plus frappant que l’on ne connaît pas d’adjectif portugais terminé par -vel qui soit passé en créole. Dans certaines expressions, c’est la forme féminine des adjectifs qui indique nettement qu’elles viennent du portugais. En effet, le créole ne connaît pas le genre et en français ce n’est pas la terminaison -a qui marque le féminin. Parmi ces expressions on relèvera religion katolika, grizya, katolika, apostolika ku romana ou mon direta di Deus. Concernant la dernière expression, nous avons vérifié qu’aucun de nos informateurs n’accepterait une forme telle que *ña mon direta pour dire ‘ma main droite’, alors qu’ils acceptent l’expression mon direta di Deus et précisent qu’ils l’ont apprise au catéchisme. Quelques noms de saints, comme par exemple mikel qui ne peut s’expliquer ni par le français Michel ni par le portugais Miguel, dénotent aussi l’influence du latin. Enfin, un verbe, fréquemment employé dans ce texte, est particulièrement intéressant pour notre propos. Il s’agit du verbe uaré; ce verbe, qui est employé dans ce catéchisme avec le sens de ‘répandre la bonne parole’, ‘prêcher’, n’est

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employé en créole que dans ce catéchisme. Il vient vraisemblablement du mandinka wáree qui signifie ‘dérouler’, ‘étendre’; selon les témoignages que nous avons pu recueillir, il a aussi été employé par les prêtres en diola avec le même sens que celui qu’il a en créole. 6. Si l’écriture, avec ce qu’elle laisse supposer de la prononciation, et le vocabulaire de ce catéchisme ont souffert à l’évidence d’une forte influence française et portugaise, il ne faut pas en conclure pour autant que ce catéchisme n’est pas écrit en créole. Il s’agit de phénomènes superficiels. Sur le fond, la grammaire de ce texte est bien, à quelques exceptions près, celle du créole. On ne trouve, par exemple, jamais de constructions passives comportant un syntagme agenciel, constructions qui, pour les créole portugais, sont tellement typiques des variétés ‘décréolisées’; on ne rencontre jamais d’adjectif précédé d’une copule... Du coup l’ensemble de ce catéchisme donne une impression assez curieuse. Pour illustrer cette impression nous commenterons quelques courts extraits de ce texte: Mfia na Déus, Padre tudupodérozu kréador di seu ku di tera, ku na Jésu Kristu si un son fidiu […] ki sibi na seu, nundi ki na sinta na mon diréta di Deus Padre tudupodérozu di nundi ki ta riba par fasi dystisia bibus ku mortus. ‘Je crois en Dieu, Père tout puissant, créateur du ciel et de la terre et en Jésus Christ son fils unique […] qui est monté au ciel, où il est assis à la droite de Dieu le Père tout puissant d’où il reviendra pour faire la justice aux vivants et aux morts’.

Dans cet extrait du credo se côtoient d’une part des formules empruntées au texte portugais de cette prière: Padre tudu poderozu kréador… et des constructions typiquement créole: Jésu si un son fidiu, (litt. son un seul fils), pour ‘son fils unique’. On remarquera aussi que le pronom personnel sujet de première personne, comme dans tout le reste du texte, n’est pas détaché du verbe. Gnor Déus, nkéri bu ku gna korson tudu, té mas tudu kusa didi bu bon ku amavel i pasa… ‘Seigneur Dieu, je t’aime avec tout mon cœur, plus que toute chose car tu es bon et très aimable’.

Ici, le mot amavel emprunté au portugais moderne est suivi par une forme de créole archaïque pour marquer le superlatif: i pasa –Kal ki bu kamignu? –Gna kamignu i religion katolika

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‘–Quelle est ta religion? –Ma religion est la religion catholique’.

Kamiñu dont le sens premier est ‘chemin’, a aussi en créole fundu le sens de ‘loi’ et de ‘religion’. En mandinka silo ‘chemin’ prend lui aussi les sens de ‘loi’ et de ‘religion. Aucun créolophone n’utiliserait la forme *kamiñu katoliku, il préférerait quelque chose comme kamiñu di katoliku ou plus sûrement kamiñu di kriston. Ici, comme le montre la forme féminine de katolika, religion katolika est emprunté au portugais puis ‘créolisé’ au travers du français; il existe en créole lebi le terme relijon, qui serait transcrit dans ce catéchisme relidion). Bisprus è ardadores di Apostolus: Santissimu Papa ta pui els grandis di tera par è waré lei di Deus; è ta tyamadu Monsignor. ‘Les évêques sont les héritiers des Apôtres: Le Très Saint Pape en a fait des ‘grands de la terre’ pour qu’ils proclament la loi de Dieu; on les appelle Monseigneur’.

Toutes les marques de pluriel de cet extrait sont superflues. Ici aussi coexistent d’une part le lexique ecclésiastique (santissimu Papa, lei di Deus, Monsignor) et des traits de grammaire particulièrement caractéristique du créole, le causatif appliqué à un verbe qualifiant: papa ta pui els grandis di tera; le neutro-passif, é ta tyamadu Monsignor. La forme grandis pour garandis est influencée par le français grand ou le portugais grande. Le pronom de 3ème personne du pluriel n’est pas els mais elus (elis à Bissau). –Ké sa ki préziz par bu konfirmé? –Par bu konfirmé i préziz bu batisadu… ‘–Que faut-il pour que tu reçoives la confirmation? –Pour que tu reçoives la confirmation il faut que tu sois baptisé…’

On remarquera ici l’emprunt d’un verbe. Généralement, ce sont plutôt des nominaux qui sont empruntés au français; mais les verbes français du premier groupe en -er ne posent aucun problème d’intégration au lexique du créole de Ziguinchor dans la mesure où dans cette langue existe un thème verbal en /e/. Le choix de transcrire ces verbes en utilisant la voyelle é, empêche de savoir si les auteurs ont fait subir un glissement sémantique à ce verbe qui prend le sens de ‘recevoir la confirmation’, glissement assez classique dans la formation du créole (par exemple le verbe sina, du portugais ensina, signifie ‘enseigner’ mais aussi ‘apprendre’) ou s’ils ont emprunté le verbe au participe. Dans cette dernière hypothèse konfirmé serait ici un neutro-passif.

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Le catéchisme créole de Ziguinchor

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El ki manda Déus misté ku no komunié ora ku no kéri mori, par no pruntu par kel bias grandi. Komunion di kels ki kéri mori tyamadu komunion biatik. ‘C’est ce qui fait que Dieu a voulu que nous communions lorsque nous sommes sur le point de mourir, pour nous préparer pour ce grand voyage. La communion de ceux qui sont sur le point de mourir est appelé communion viatique’.

Nous sommes encore une fois en présence, de traits typiquement créoles (l’emploi verbal de pruntu) ou archaïques (l’utilisation de kèri avec le sens de ‘vouloir’ – kere en créole de Ziguinchor, kiri à Bissau, signifie ‘chérir’ et vient du portugais querer ‘vouloir’, ‘aimer’) qui côtoient des termes venus directement du français: komunion, komunion biatik. On notera en particulier l’emploi de la construction erratique *Deus mistè ku en lieu et place de deus meste pa(r) et la transcription mori pour le verbe créole muri. 7. Comment expliquer la forme de ce texte? Le portugais n’est plus parlé depuis fort longtemps à Ziguinchor. Dans les années 60, les prêtres qui y exerçaient étaient français. Les nombreux éléments, surtout lexicaux, qui viennent indéniablement du portugais laissent penser que ce texte est la traduction, ou plutôt l’adaptation, en créole de Casamance par des francophones d’un catéchisme écrit en portugais ou dans une variété du créole de Guinée fortement influencée par le portugais. Le texte qui a servi de base est soit un vieux texte précédemment en usage en Casamance soit un texte venu de l’ancienne Guinée Portugaise. Si notre hypothèse est exacte, nous avons alors l’explication de la transcription de certains mots qui nous posait problème, en particulier les fin de mots en [u] transcrits -e; en fait de transcription de mots créoles, il s’agirait plutôt de la reprise de l’orthographe portugaise. On remarquera que dans les textes du Père Marques Barros, le e est également employé pour transcrire le [i] final des mots guinéens auquel correspond un [u] en Casamance. Les témoignages recueillis sur la valeur linguistique de ce texte sont contradictoires. Lorsque l’on demande aux informateurs de porter un jugement linguistique sur le texte du catéchisme, ils disent, avec une certaine déférence, que la langue est correcte; en revanche, lorsque l’on propose aux mêmes personnes des passages qui ne sont pas interprétables comme étant extraits de ce texte, les écarts linguistiques sont relevés parfois avec une grande sévérité. Ainsi que nous l’avons noté pour mon direta di Deus, toutes les formes qui se rattachent directement à la liturgie, elles, sont acceptées, mais dans leur usage purement religieux. On conclura donc que si ce texte largement diffusé n’a eu aucune influence sur la langue parlée quotidiennement et sur sa structure, il témoigne de l’existence d’un lexique religieux du créole; ce lexique existait vraisemblablement déjà en partie avant la publication de ce texte, celle-ci l’a renforcé et en quelque sorte normalisé.

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Jean-Louis Rougé

Par ailleurs, on peut se demander si le choix de l’Eglise de Ziguinchor de catéchiser en créole, à un moment où cette langue était fortement menacée dans son existence même n’a pas constitué un des éléments déterminants qui ont contribué à ce que cette disparition soit repoussée.

Références bibliographiques CHATAÎGNER, Abel. 1963. “Le créole portugais du Sénégal. Observations et textes”. Journal of African Language 2(1), 44-71. COUTO, Hildo Honorio do. 1992. “Lançados, grumetes e a origem do crioulo português no noroeste africano”. In Ernesto D’Andrade & Alain Kihm (eds.), Actas do colóquio sobre crioulos de base lexical portuguesa, 109-122. Lisbonne: Colibri. JUILLARD, Caroline. 1995. Sociolinguistique urbaine. La vie des langues à Ziguinchor. Paris: C.N.R.S. Editions. MARQUES BARROS, M. 1887–1908. “O Guineense”. Revista Lusitana vols V,VI, VII et X. MOREAU, Marie-Louise. 1994. “Ziguinchor, ville créole”. In François-George BarbierWieser (éd.), Comprendre la Casamance, 179-190. Paris: Karthala. ROCHE, Christian. 1976. Conquête et résistance des peuples de Casamance. Dakar & Abidjan: N.E.A. ROUGÉ, Jean-Louis. 1985. Formation et évolution du lexique du créole de Guinée et de Casamance. Thèse de doctorat de 3ème cycle, Université Lyon 2. — 1986. “Uma hipótese sobre a formação do crioulo da Guiné- Bissau e da Casamansa”. Soronda (Bissau) 2, 28-49. — 2004. Dictionnaire étymologique des créoles portugais d’Afrique. Paris: Karthala. TRINCAZ Jacqueline. 1981. Colonisation et religions en Afrique Noire. L’exemple de Ziguinchor. Paris: L’Harmattan / C.N.R.S. WALTER Jaime. 1947. Honório Pereira Barreto: biografía, documentos, “Memoria sobre o estado actual da Senegâmbia Portuguesa”. Bissau: Centro de Estudos da Guiné Portuguesa.

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PROGRESSIVE MARKERS IN THE CREOLES OF CAPE VERDE AND GUINÉ-BISSAU: THE OUTCOME OF DIFFERENT SOCIOLINGUISTIC HISTORIES1

OLGA SOLOVOVA University of Coimbra

1. Introduction Cape Verde and Guinea-Bissau have been closely connected from the time of their discovery by Portuguese and Italian explorers, in 1456 and 1460, respectively (Couto, 1994). Since then, the two areas have a shared history of the slave trade, Christianisation and Portuguese political administration. The two creoles share their substratum (Peck, 1988; Rougé, 1999) as well as their Portuguese superstratum. Although the creoles are mutually intelligible, some differences in their grammars have long been attested. What factors account for these differences? Thomason and Kaufman point to the sociolinguistic history of a variety’s speakers as “the primary determinant of the linguistic outcome of language contact” (Thomason & Kaufman, 1988: 35). This paper is based on a comparative analysis of the two creoles, studies of aspect theories and fieldwork with native speakers. The Santiago variety of the creole of Cape Verde will be used as a point of reference because of its historical ties with the creole of Guiné-Bissau (Bartens-Adawonu, 1999: 74). Otherwise unattributed sentences are from my informants.

2. Sociolinguistic history All the hypotheses about the formation of CVC2 and GBC underline their interrelation. Although Peck (1988:71), Barros (1887-1908) and Pinto Bull (1989) 1 The author would like to thank John Holm for all his criticisms, suggestions and help (especially with the bibliography) during the writing of this paper. Special thanks are also due to my patient informants, Aisha Dias Alfama, Ana Nanque, Nadine Featou Seca and Gerson Andrade, for their unflagging interest in the work and to Incanha Intumbo for his valuable linguistic insights. 2 ABBREVIATIONS: ANT: anterior marker / COP: copula / CVC: Cape-Verdean Creole / GBC: Guiné-Bissau Creole / HAB: habitual marker / Inf: informant / LOC: locative / NEG: negator /

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disagree on whether the creoles originated in Cape Verde or Guiné-Bissau, Rougé (1986: 37) points out that the location of the creole’s formation is not important, because the two creoles “have the same origin, the same proto-creole”. CVC is a product of “close contact, forced upon varied ethnolinguistic groups” (Carreira, 1982:83) under the conditions of relative isolation and limited access to a prestige language at the time of the creole’s formation. The Cape Verde islands, uninhabited at the time of the discovery, were populated by slaves brought from what is today Guiné-Bissau, particularly the Mandinka, Temne and Wolof (Rougé, 1999: 61). Portuguese as well as speakers of other European languages immigrated to the islands to set up cotton, indigo and spice plantations and later trading posts. The white majority, attested in the first years of the colony on Santiago, was reduced to only 13% of the adult population by 1582 (Carreira, 1982: 44, 59-61). A great number of interethnic marriages and perceived stigmatisation of substrate forms, among other factors, led to abrupt creolization of a proto-pidgin. The creole became the symbol of a new society made up of immigrants. In Guiné-Bissau the situation was quite different. First, it was not so isolated, since its navigable rivers were used by Europeans to penetrate deeper into the hinterland. Secondly, it was only the white GBC population that were immigrants. The indigenous population were numerically superior and had always lived on the continent. The creole was likely to have been influenced by their 20 different languages, from which “at least Mandinka, Wolof, Manjaco, Beafada and Mancanha had some importance in the formation of the creole” (Couto, 1994: 55). Many of these ethnic groups used Mandinka as a lingua franca for contact outside their communities as a result of their subjugation by Mandinka kings (Morgan, 1985: 69-70). The forts, inhabited by the Europeans and their African wives and servants, were used primarily for the slave trade. Until the early 20th century there were two significantly different restructured varieties: a creole, used in the fortified urban areas (the children born in mixed unions were bilingual in their mothers’ native languages and creolised Portuguese), and a stabilised pidgin (with possible Mandinka influence) used in rural areas (Rougé, 1999: 53). After the demolition of the towns’ fortified walls in 1913, the varieties started to fuse, giving origin to a continuum of creolised varieties as a result of the pacification process and a growing number of interethnic marriages (Couto, 1994). Nowadays, despite the fact that in both countries Portuguese is the medium of instruction, it is still a foreign language to most Guinean pupils. In 1990

POSS: possessive / PROG: progressive marker / V: verb / 1S: first person singular / 2S: second person singular / 3S: third person singular.

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Portuguese was estimated to be spoken by 2% of the population of Guiné-Bissau (Couto, 1999:327), whereas in 1991 over 40% of the population of Cape Verde claimed to use it as a second language (Bartens, 1999: 73). As for the substrate African languages, in Cape Verde all connection with them is lost, but they are still widely used in Guiné-Bissau. These facts suggest that GBC would be likely to show more substrate influence on its grammar than CVC; indeed, my informants acknowledged the existence of distinct ethnic varieties of GBC influenced by speakers’ first languages.

3. Progressive markers in CVC and GBC 3.1. THE QUESTIONS OF NA AND STA The assertion here that the progressive markers in CVC and GBC reflect the differing sociolinguistic histories of their speakers is supported by the fact that, in spite of the several regional and social varieties in CVC, there is no evidence of na as a progressive marker. Interestingly, in the description of GBC by Barros (1887-1908), na appears as the marker used in the areas outside the forts, whereas sa ta (as in CVC) is associated with the “inside” variety (Rougé, 1999: 53). Despite many similarities between GBC and CVC, the GBC aspectual system diverges from that of CVC in its “tripartition of two imperfectives opposed as to specificity and an unmarked, redundantly specific perfective” (Kihm, 1994: 93). The terms ‘perfective’ and ‘imperfective’ are used as defined by Comrie, where “‘perfective’ denotes a situation viewed in its entirety, without regard to internal temporal constituency” (Comrie, 1987: 12) and ‘imperfective’ is an “explicit reference to the internal temporal structure of a situation, viewing situation from within” (Comrie, 1987: 24). As Kihm explains, a form “may be considered specific when it denotes a clearly delineable event or state of affairs, an occasion” (Kihm, 1994:87-88). Thus, if no special occasion is intended, then it is non-specific. Consider the differences in the meaning of the following sentences in GBC: (1) GBC: Si i tarbadja amanha, i na otcha si dinheru utru semana. tomorrow 3S PROG find POSS money other week If 3S work ‘If he works tomorrow, he is going to get his money next week’. (2) GBC: Si i tarbadja amanha, i ta otcha si dinheru utru semana. tomorrow 3S HAB find POSS money other week If 3S work ‘If he works tomorrow, he will get his money next week’. (Peck, 1988: 293)

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According to my informants, the first sentence, with the marker na, points to the inevitable future result of a particular action. The second sentence refers to a less certain future and does not pinpoint a particular occasion. Thus the GBC marker ta combines both non-specificity and imperfectivity. As for the creole of Cape Verde, it uses the progressive marker sta, which can combine with the habitual marker ta, to partly convey the meaning of our first sentence. (3)

CVC:

Sin saudo n sta faze um badjinho. Yes Saturday 1S PROG make one dance ‘Yes – Saturday I’m having a party’. (Silva, 1990: 153)

The auxiliary sta is also found in GBC as a locative copula, and its meaning in both creoles is analogous to that of the Portuguese verb estar in locative constructions: Port. Onde estás? – Estou no trabalho

‘Where are you?’ – I am at work’.

(4) GBC: Nunde in–where

ku bu sta? N that 2S LOC 1S

LOC

sta

(5) CVC: Unde where

ku bu sta? N that 2S LOC 1S

LOC

sta

na in

tarbadju work

(Inf.).

na in

trabadju. work

(Inf.)

It should be noted that na is indeed used in CVC, but only as a preposition. So the question is whether the GBC progressive marker na evolved from a reanalysed preposition. To begin answering this question, it is helpful to observe the CVC and GBC markers in their typical environments.

3.2. NA AND STA WITH STATIVE VERBS Creole languages are known to distinguish between stative and non-stative verbs (Holm et al., 2000). This distinction may be considered an inherent property of the progressive aspect, generally defined as “the combination of progressive meaning and nonstative meaning” (Comrie, 1987: 35). Levin & Rappaport Hovav (1995, quoted in Clements, in press) in their ‘syntactic bootstrapping’ theory proposed that “verb meaning is a factor in determining the syntactic structure of sentences” independent of the language. Moreover, the substrate languages also draw a distinction between stative and nonstative verbs. It is hard to say which of these factors may account for the distinction in GBC and CVC, but the syntactic marking seem to depend on the perceived potential for change. For example, in both creoles, the verbs ‘have’ and ‘contain’ cannot be marked for aspect:

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GBC: N ka tene NEG have 1S ‘I haven’t got matches’.

fos. matches (Couto, 1994: 93)

CVC: El tenê fome. have hunger 3S ‘S/he is hungry’.

(Silva, 1990: 151)

Since the progressive aspect views the situation from within and the states are seen as “true at every single subinterval of that time interval” (Ramchand, 1997: 3), the futurative interpretation of these verbs when combined with the progressive markers seems logical. Nevertheless, just as in English and Portuguese, some of the verbs that are classed as incompatible with progressive aspect can receive a progressive interpretation along with the marker: (8) (9)

GBC: N 1S

bu 2S

fala say

m. -me

CVC: N sa ta pensa nakil ki bu in-that that 2S 1S PROG think ‘I’m thinking about what you said to me’.

fla say (Inf)

m. me

na PROG

pensa think

na ke in that

ku that

Here the state is perceived as temporary, with “the potential for ending or completion” (Yule, 2000: 67). Kihm (1994) and Peck (1988) note that GBC even treats some predicative adjectives as stative verbs. This may have originated in the substrate languages; for example, in Mandinka, adjectives “are translated in English by the Verbs ‘to be/to become’ with an Adjective” (Rowlands, 1969: 52). It remains implicit that “states can start, and cease”(i.e., have an inchoative meaning) (Comrie, 1987:50), as in GBC: (10)

GBC: i na bunitu ba. PROG beautiful ANT 3S ‘S/he was becoming a beauty’.

(Scantamburlo, 1999: 168)

3.3. NONSTATIVES WITH NA AND STA Nonstatives, unlike statives, are perceived to be heterogeneous, i.e., to involve change. Hence their combination with a progressive marker delineates a period of time when the change took place. In both creoles, when the context is not specified, the nonstative+V combination usually refers to the present. GBC seems to be more sensitive to the lexical aspect of the verb. For example, [+telic] [–punctual] verbs (i.e. expressing the actions that take some time to be completed) are marked for habituality with na, whereas in CVC they are marked with ta :

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GBC: Komboiu train

onzi eleven

ora. hour

CVC: Komboiu ta tchiga onzi train HAB arrive eleven ‘The train arrives at eleven’. (Inf)

ora. hour

na PROG

tchiga arrive

Verbs that are [+punctual] (i.e., actions of no duration) and take progressive marking receive an iterative interpretation: (13)

(14)

GBC: Mininu child

sta

ba

LOC

ANT

dez ten

minutu minute

na PROG

salta. jump

CVC: Mininu stevi dez minutu ta salta. child was ten minute HAB jump ‘The child jumped for some ten minutes’. (Inf) [Note the fossilized Portuguese form in CVC.]

As mentioned above, both progressive markers can have futurative (so-called ‘prospective’) interpretation, especially when it is reinforced by the context. Although both creoles express the future by their respective imperfective markers, GBC na is used more often than CVC sta to imply “certitude and necessity”, just like the durative markers in Mandinka (Rowlands, 1969: 81) and Wolof (Sauvageot, 1965:105-106). Conditional and irrealis are formed by combining the imperfective markers and the anterior marker ba: (15)

GBC: I ta pensa ba kuma dentru d’um ora i na sta ba na one hour 3S PROG LOC ANT in 3S HAB think ANT that in kasa i si ermon na kuri par’el house and POSS brother PROG run to him. ‘He imagined that in an hour he would be at home and his brothers would run to meet him’. (Inf)

(16)

CVC: E ta pensaba ki dentru di um ora e ta staba na one hour 3S HAB LOC-ANT in 3S HAB think-ANT that in kasa e ses irmon taba atchaba el. house and POSS brother HAB-ANT find-ANT him ‘He imagined that in an hour he would be at home and his brothers would run to meet him’. (Inf)

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Marlyse Baptista et al. (in press) in the sections on the tense and aspect systems in GBC and CVC pointed to the unclear interpretation of sentences when the two imperfective markers (na, ta) were used one after another in GBC. Scholars of GBC descriptions are somewhat divided : Peck is in favour of the future habitual interpretation (1988: 282), but Couto (1994: 109) underlines the semantic incompatibility of such a combination. On the other hand, my informants confirmed the interpretation of Scantamburlo (1999: 157) that na ta is a variant of na ba(i) ta, which can be translated into English as ‘to be going to’.

3.4. HYPOTHESES REGARDING THE ORIGIN OF THE GBC AND CVC PROGRESSIVE MARKERS

3.4.1. GBC na Consider the following sentences in GBC: (17)

GBC: sta na tarbadju. LOC 1S in work ‘I am at work’.

(18)

GBC: N (sta) na tarbadja. 1S (LOC) PROG work ‘I am working’ (at this precise moment, if without sta).

Na is used to indicate a location in (17) (i.e. spatial reference) and to signal an ongoing action in (18) (i.e. temporal reference). Could the similarity in form imply a similarity in the meaning? Comrie points to this possibility: “The most widespread parallel is between progressive aspect and expressions referring to the place where something is located” (Comrie, 1987: 98) and sees the explanation for such a parallel in “viewing the whole of the situation as if it were spatial, when it is quite natural to refer to some specific point of the situation as being ‘in’ that situation” (1987: 102-103). This bears a striking resemblance with a phenomenon observed in many African languages: “The most frequent way of expressing the aspectual value of the progressive consists in using a name of the process in a situative type of predicate: he is at work for he is working” (Creissels, 1991: 416). It is remarkable that the progressive marker in GBC formally coincides with the Portuguese preposition em ‘in’ fused with the feminine definite article a. The collected data show that na appears both in finite and non-finite constructions:

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GBC: Senpri always

ki that

no we

ba go

djubi see

l him

bu you

ta HAB

odja look

l i na passia ikatchur. dog him he PROG walk ‘Whenever we visit him, he is walking his dog’. (Inf) (20)

GBC: N na odja omis na PROG watch men PROG 1S ‘I am watching the men leaving’. (Inf)

sai. leave

The simultaneity of the two actions can be established by visualizing the situation, as in (19): ‘You look at him: he is walking his dog’ or by na, as in (20). Since with infinitives the action expressed by the infinitive usually happens after the main action (N bai studa ), the verbal phrase with na in is a gerundive construction. In Mandinka, Wolof and Temne (these languages constitute an important part of GBC’s substratum) it is verbal nouns that are used in the progressive constructions (Rowlands, 1969; Sauvageout, 1965; Creissels, 1991: 257). The above-stated allows to hypothesise the origin of na as the Portuguese prepositional form mapped onto the combined semantics of the progressive in the substrate African languages and in language universals.

3.4.2. CVC sta and its combination with ta The complexity of the question of the CVC progressive marker indeed proves to be quite insurmountable. Firstly, it is quite difficult to sort out its variants and their combinations. The usage of sta ta instead of sta does not seem to make any difference in the meaning, but Silva points to “a more pronounced notion of continuity” (1990: 153) when ta and sta are used together. Moreover, sta ta cannot be considered a single combined marker, as it is possible to insert adverbials between sta and ta. Ta appears to be some kind of an infinitive marker: (21)

CVC: Kel mos la sta senpri PROG always that boy there ‘That boy is always eating’. (Inf)

ta HAB

kume. eat

There is little doubt that the origin of CVC sta lies in the Portuguese verb estar. In CVC sta is treated as a stative verb, hence its stative view of the action between two points of its development in ‘sta+V’. It seems that the semantic opposition between estar and ser in Portuguese –“temporally limited individual

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manifestation” (Cunha, 1998: 140) vs. inherent properties– was extended to imply temporally limited processes. Supplied by the range of meanings of the imperfective ta, CVC complements the semantics of progressive. The CVC semantic range of progressive aspect markers largely resembles the Portuguese construction, in that it cannot readily transfer the action to the future, compared to GBC futurative progressive, used in 42% of progressive marking (Peck, 1988: 275). There is also evidence of the fossilised Portuguese form stevi (see 14). On the whole, it appears to be similar to the Portuguese progressive periphrastic construction with somewhat broadened semantic constraints.

4. Conclusion: exogeneous vs. endogeneous creoles An attempt has been made to show how a search for the causes of divergence between two closely related creoles can point to their sociolinguistic histories, and how a single linguistic feature can reflect differences in the creoles’ formation. While the shared substrate and superstrate languages account for the similarities, the different types of settlements on Cape Verde and Guiné-Bissau seem to indicate the origin of the distinct features of their creoles. The hypotheses were advanced that the diversity of forms for marking progressive aspect in the substrate languages and their perceived ‘stigmatisation’ would decide the case in favour of the superstrate form and its further semantic broadening in CVC. On the other hand, the close, permanent contact of GBC with the indigenous languages and their separation from Portuguese at the time of the creole’s formation would result in the more pronounced lexical, semantical and structural interference of the substrate languages. The validity of these arguments was tested during the interviews with the informants. The subsequent analysis of the linguistic data showed that the aspectual characteristics covered by the progressive marker in GBC bear a great resemblance to progressive aspect in the African substrate languages, such as adjectives being treated as stative verbs, the progressive marker being used to express a certain and inevitable future and the lexical meaning of the verb determining its marking. The similarity between the locative and progressive constructions allowed to seek the origin of the GBC progressive marker in the convergence of the Portuguese locative construction with the aspectual value of the African substrate construction. On the other hand, it was proposed that the CVC progressive construction resulted from the reinterpretation of the stative meaning of the Portuguese verb used to distinguish between temporary and permanent manifestations. It should be noted that comparison of the tense and aspect systems and the sociolinguistic situations of creoles might cast light on the causes of some

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unexplained divergences between other mutually intelligible creoles. Future systematic work in this direction might indicate a new typology of restructured languages.

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Progressive markers in the creoles

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FACTORES SOCIOLINGUÍSTICOS NO POVOAMENTO DA ILHA DE SÃO VICENTE DE CABO VERDE1 DOMINIKA SWOLKIEN´ 2 Universidade de Coimbra

1. Introdução A divisão do Crioulo Cabo-Verdiano (CCV) em dois grupos principais (Sotavento e Barlavento) parece-me ser aceite por todos os crioulistas. No entanto, pouca atenção tem sido dada às variedades do Barlavento, ainda que as divergências entre a variedade de São Vicente, a mais importante do ponto de vista sociolinguístico no grupo de Barlavento, e a de Santiago não tenham sido totalmente ignoradas (cf. Veiga, 1995; Bartens, 1999; Pereira, 2000). A seguinte tabela apresenta apenas algumas das características pelas quais a variedade de São Vicente se distancia do crioulo santiaguense e se aproxima do português não reestruturado. São Vicente

Português

1. Redução das vogais átonas

txgá, sgur

chegar, seguro

2. Oposição [v]~[b] como no português padrão

vaka, ves, vuá

vaca, vez, voar

3. Realizações do [s]: - intervocálico - [z] – antes de consoante surda; final absoluto - [ʃ] – antes de consoante sonora - [Ω]

ko[z]a ko[ʃ]ta, pai[ʃ] me[Ω]mu

coisa costa, pais mesmo

4. Frequente marcação morfológica do plural

ots, uns tenps

outros, uns tempos

5. Frequente marcação morfológica do género

madera torta

madeira torta

6. Conservação de algumas das formas flexionadas do sistema TMA português

sub, subes; kis, kizer; tiv, tives, tiver

saber; querer; estar / ter

1 Queria agradecer a Liliana Inverno pelos comentários acerca do presente artigo e pela revisão do português. Todos os erros e imprecisões são, contudo, da minha inteira responsabilidade. 2 Financiamento pela bolsa de doutoramento SFRH/BD/8129/2002 da Fundação para a Ciência e a Tecnologia, Portugal. E-mail: [email protected]

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São Vicente

Português

7. Utilização dos verbos auxiliares

Karvón fui ptód dent d’kintal.

O carvão foi deitado dentro do quintal.

8. Esmagadora maioria do léxico é de origem portuguesa; presença do adstrato inglês

kren , katxí

guindaste, apanhar

9. Expressões fossilizadas

u sigint, ker dzer

o seguinte, quer dizer

A pergunta que se coloca é se estes traços acrolectais são produto de uma recente descrioulização ou se estão associados à época e ao padrão de colonização inicial. Qualquer tentativa de resposta a esta questão parece, porém, irrealizável sem uma análise do cenário histórico e dos factores sociolinguísticos que terão actuado ao longo da história do povoamento de São Vicente o que pretendo fazer neste artigo.

2. O cenário sociolinguístico das primeiras décadas da colonização da Ilha de São Vicente (1795-1850) Nos finais do séc. XVIII, embora as ilhas do Sotavento já fossem habitadas há mais de 300 anos, a Ilha de São Vicente, descoberta em 1462, pertencia, junto com Santa Luzia e Sal, ao grupo das chamadas ‘ilhas desertas’ que funcionavam como um verdadeiro curral de gado para os proprietários de outras ilhas do Barlavento (Albuquerque & Santos (orgs.), 2001, vol. 1: 58 e 146). Entretanto, a excelente posição estratégica de São Vicente nas rotas marítimas entre a Europa e as Américas, o óptimo porto e o abandono quase total pelo governo português facilitaram todo o tipo de actividades ilegais, já que o porto atraía não só os baleeiros norte-americanos, pastores e pescadores das outras ilhas de Barlavento, mas também piratas, contrabandistas e capitães de frotas estrangeiras. São Vicente serviu, por exemplo, como refúgio para a armada holandesa no caminho de Olinda em 1629 (Correia e Silva, 2000: 26-28). Apesar dessas visitas sazonais e de duas tentativas falhadas de povoamento (em 1734 e em 1781) não se pode falar da existência em São Vicente, antes de 1795, de uma comunidade de falantes suficientemente estável para ser analisada em termos linguísticos. O perigo eminente da ocupação estrangeira da ilha e a ideologia do melhor aproveitamento das colónias da era pós-pombalina são as razões imediatas que iniciaram o terceiro e o último ciclo da colonização do arquipélago que come-

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çou, precisamente, pela tentativa oficial do povoamento de São Vicente (Correia e Silva, 2000: 33-36). Assim, em 1793, um abastado proprietário do Fogo, José Carlos da Fonseca Rosado, natural de Tavira (Algarve), propõe povoar a ilha de São Vicente à sua própria custa, levando para aí 20 casais de libertos e 50 escravos. O pedido é-lhe concedido em 1795 (Lopes da Lima, 1844, vol. 2: 66). Contudo, a corte portuguesa está preocupada com a composição racial desta nova colónia pelo que, numa tentativa de ‘purificação racial’, a rainha expressamente proíbe que das outras ilhas cabo-verdianas se possa transportar um maior número de casais para que pouco a pouco se introduza em São Vicente colonos portugueses e açorianos (Correia e Silva, 2000: 38-39). Do ponto de vista linguístico, o cumprimento desta condição seria importantíssimo para o futuro carácter da variedade vicentina. Fica, porém, a pergunta: terão estes colonos realmente chegado à ilha? A documentação é contraditória (cf. Lopes da Lima, 1844, vol. 2: 66; Correia e Silva, 2000: 39), mas é incontestável a existência de uma provisão régia de 1794 referenciada por Brásio (1962: 83), que confirma que, efectivamente, saíram de Portugal 44 casais e alguns presos e depois, no outro barco, ainda mais 19 presos destinados ao povoamento de São Vicente. O projecto da colonização da ilha avança a tal ponto que em 1797, a pequena povoação recebe oficialmente o nome de D. Rodrigo e as terras são divididas em regime de aforamento em pequenas propriedades (idem.). Existe, assim, uma primeira comunidade linguística e são criadas as condições sociolinguísticas para a formação de uma variedade diferente da variedade do Sotavento. O que se falaria em São Vicente em 1797? Os 44 casais e os presos vindos de Portugal –no máximo umas 70 pessoas tendo em conta que a mortalidade nos barcos com colonos portugueses no séc. XIX era comparável com a dos barcos negreiros (Ávila, 1996)– sendo todos procedentes de estratos sociais mais baixos falavam variedades dialectais do português. Os escravos do Fogo e libertos vindos de Sotavento (cerca de 110 falantes) falariam uma variedade mais ou menos basilectal do crioulo com a excepção, talvez, dos escravos de casa de Fonseca Rosado. A isto devemos acrescentar as crianças em número desconhecido que teriam vindo com os pais. Temos, assim, uma população originária de 180 habitantes, número no entanto inferior ao indicado nas fontes históricas – 232 (Brásio, 1962: 83). Esta diferença só se explica pela já iniciada afluência dos habitantes da vizinha ilha de Santo Antão. Do ponto de vista linguístico estamos perante uma situação de intenso contacto de línguas, numa pequena e isolada comunidade insular, composta por gente jovem, com um balanço equilibrado entre os sexos e bastante igualitária

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em termos económicos e sociais. Os europeus estavam certamente dependentes dos africanos e euro-africanos que lhes ensinaram o ciclo das chuvas, as espécies cultivadas, as técnicas de procura de água e o crioulo. Felizmente, ao contrário das primeiras décadas da colonização de Cabo Verde (i.e., Santiago e Fogo nos finais do séc. XV), relativamente às quais a documentação é escassa e incompleta, obrigando os crioulistas a uma boa dose de especulações, no caso de São Vicente, baseando-se nos censos e nos testemunhos oitocentistas podemos, com relativa exactidão, seguir o desenvolvimento demográfico desta pequena comunidade de D. Rodrigo. O primeiro quarto do séc. XIX foi, sem dúvida, extremamente difícil para os colonos que foram deixados completamente à sua sorte pela coroa envolta nas guerras napoleónicas. Mas, embora Ferreira comente, em 1813, que a colónia em São Vicente “poucos progressos tem feito” (1987[1812-1813]: 70), pode-se afirmar que entre 1810 e 1830, na aldeia de D. Rodrigo, existia uma pequena comunidade de aventureiros, pastores de gados alheios, prostitutas e degredados (Correia e Silva, 2000:48), uma sociedade geradora de novas variedades reestruturadas por excelência. O que aconteceu, então, do ponto de vista linguístico, durante aqueles 30 ou 40 anos quando a primeira geração dos são vicentinos cresceu? Pereira (2000: 38) sugere que os recém-chegados europeus aprenderam o crioulo. Mas o processo mais importante para o futuro carácter acrolectal da variedade vicentina parece ser o abandono do português por parte dos colonos europeus. Ao longo da história de Cabo Verde são, aliás, inúmeros os testemunhos que atestam este fenómeno. Em 1810, 15 anos após chegada dos primeiros colonos a São Vicente, Pusich, o futuro governador do arquipélago, refere-se claramente à existência, já naquela altura, de variedades regionais do CCV, pelo menos ao nível da fonética e do léxico: “[…] A língua que usam é um ridículo crioulo, diferente em cada ilha na pronúncia, e em muitos termos, sendo como vergonha entre eles, e mui particularmente entre as mulheres, falar e usar o idioma do Reino[…]” (1956[1810]: 617). Embora não saibamos se este comentário se refere directamente a São Vicente e se já naquela época a variedade era sentida como distinta, podemos ter, no entanto, a certeza que Pusich, grande entusiasta da colonização de São Vicente, conheceu muito bem a ilha. Em 1818, um capitão da artilharia portuguesa, Lucas de Senna, ao comentar o gosto que os cabo-verdianos em geral têm pelos estrangeiros e a hostilidade que demonstram para com os portugueses escreve: “[…]uma prova bem evidente é que o povo miúdo assim como os grandes, a maior parte não falam a língua portuguesa.” (Lucas de Senna 1987[1818]: 103). Estes fenómenos do uso do crioulo por todas as classes sociais e da provável aculturação linguística dos colonos portugueses chegados a São Vicente poderiam

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explicar a existência de, por exemplo, formas aparentemente descrioulizadas do sistema TMA (tiver, kis, subes), as quais poderiam ter sido impostas às formas basilectais do crioulo do Sotavento, não necessariamente nos finais do séc. XIX e no decurso do séc. XX, mas logo nos primórdios da formação da variedade. Pereira, referindo-se ao povoamento de 1795, constata que este quadro não pode ser tomado como referência absoluta porque o povoamento da ilha foi muito acidentado (2000: 38). A análise mais detalhada das fontes históricas permite, no entanto, chegar à conclusão que apesar das dificuldades das primeiras décadas da existência da colónia e das óbvias oscilações demográficas (cf. anexo), a ilha nunca ficou deserta e, desde 1795, sempre existiu em São Vicente um núcleo populacional (e portanto, linguístico) que subsistia e aumentava lentamente. A prová-lo está o facto de em 1820 ter sido feita, por dois hidrógrafos ingleses, a primeira planta do núcleo urbano que viria a ser Mindelo (Fundo […], 1984: 79). Nela se vê uma igreja com casas à volta, a casa do governador, a alfândega e uma instalação militar, o que implica a existência do mínimo de infra-estrutura administrativa numa aldeia que, em 1821, contava com 298 habitantes. Por esta altura, também, intensifica-se a vinda dos habitantes de Santo Antão, onde tinham sido recrutados pelo governador Pusich, o que pode explicar o acréscimo populacional de 120 pessoas em 1819 para 298 em 1821 (Correia e Silva, 2000: 49-51). Como interagiam estas duas variedades? Será que os que chegavam de Santo Antão adoptavam a existente influenciando-a? Só uma investigação sistemática da variedade de Santo Antão permitirá responder a esta pergunta. Nos anos 30 do séc. XIX, nasce o plano de transferência da capital da colónia de Cabo Verde da insalubre Santiago para a ilha de São Vicente, projecto que, no entanto, nunca se veio a concretizar. Porém, com vista a criar as bases para uma nova capital, a rainha D. Maria II decreta, em 1838, a lei fundadora da povoação de Mindelo. Contemporâneo com esta decisão é o estabelecimento, pela Companhia das Índias inglesa, de um depósito de carvão no porto de Mindelo, já que Inglaterra está muito interessada no aproveitamento de São Vicente como escala para o tráfico marítimo internacional. Assim, a partir da década de 1840, verificase um aumento no número de navios entrados no porto (Fundo […], 1984: 13) que é acompanhado pelo aumento populacional (350 em 1841 para 400 em 1844). Responsável por este aumento da população vicentina é, para além da supramencionada afluência dos camponeses de Santo Antão, a cada vez mais acentuada presença dos degredados portugueses. É precisamente na primeira metade do séc. XIX que se intensifica o envio de degredados metropolitanos para o arquipélago de Cabo Verde, sendo distribuídos pelas várias ilhas, embora em Santiago tivesse ficado o maior número. Segundo Carreira, estas centenas de indivíduos aumentaram o número de “mestiços” no séc. XIX muito mais do que em qualquer

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outro período da história cabo-verdiana (2000[1971]: 286). O lento mas constante processo de envio de degredados portugueses para São Vicente é atestado não só pelas fontes portuguesas (Lopes da Lima, 1844, vol. 2: 110; Botelho 1980[1877-1880]: 143) mas também pelas estrangeiras. Em 1843, um oficial da marinha dos Estados Unidos, Bridges, visita São Vicente e comenta a numerosa presença dos exilados políticos em Mindelo (Shaw, 1991: 33). Obviamente, a influência linguística destes falantes poderia ser insignificante quando se tratava de ilhas muito populosas como Santiago, mas a influência do português dos degredados poderia facilmente reforçar o carácter acrolectal de uma variedade falada por apenas escassas centenas de pessoas. Em 1844 São Vicente tem já oficialmente uma escola. Parece-me, porém, que o impacto linguístico da mesma, se realmente funcionasse, seria mínimo. Nas publicações de meados do séc. XIX, são constantes as críticas a uma total falta de instrução em Cabo Verde (ex.: Valdez, 1864: 214), sempre relacionadas com a existência do crioulo. Esses comentários atestam a presença de três fenómenos linguísticos: o uso geral e o grande apreço pelo CCV, a existência de um continuum crioulo ao nível regional (a variedade de Santiago é sentida como a mais basilectal) e o abandono do português por parte dos colonos chegados da Metrópole (Chelmicki & Varnhagen, 1841: 192-197; Lopes da Lima, 1844, vol. 2: 7980). Podemos, portanto, supor que, no fim da primeira metade do séc. XIX, o processo de abandono do português pelos colonos e degredados portugueses chegados a São Vicente continua e que provavelmente existe na ilha uma variedade sentida como distinta.

3. Tempos do Porto Grande de Mindelo (1850-1900) A nova ordem política depois do Tratado de Viena de 1815, a independência do Brasil e da Argentina, a liberalização da economia e os crescentes interesses da GrãBretanha na América do Sul, a repressão do tráfico de escravos, a emigração europeia e a revolução tecnológica causaram um boom no transporte marítimo atlântico, que transformaria Mindelo na mais importante escala atlântica. Na segunda metade do séc. XIX quase todos os navios que atravessaram o atlântico na rota Norte-Sul estavam condenados a parar em São Vicente (Correia e Silva, 1999: 21-22). Em 1856 eclode em São Vicente uma epidemia de cólera vinda do Fogo. Valdez, o secretário do Governo Provincial de Timor, que visitou Mindelo naquele tempo, descreve o seu aspecto desolador (1864: 110-111). No entanto, apesar de terem morrido 643 dos 1400 habitantes, o comentário de Botelho da Costa que “quase de novo ficou deserta a ilha de Cabo Verde” é exagerado, já que os habitantes, nos tempos de epidemias, abandonavam a ilha apenas temporariamente.

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Aliás, o mesmo Botelho da Costa acrescenta, em seguida, que em 1858, “afluíram logo depois destes flagelos novos povoadores, recolheram os fugidos” (Botelho 1980[1877–1880]: 143 e 203). A melhor prova de que existia um núcleo populacional estável e de que não podemos, de forma alguma, falar de uma desertificação ou repovoamento da ilha nesta altura como sugere Pereira (2000: 38) é a ascensão de Mindelo, em 1858, ao estatuto de vila. Com o estabelecimento de várias companhias carvoeiras britânicas, o grande movimento portuário, a afluência dos estrangeiros e as oportunidades de emprego que o porto oferece, Mindelo deixa de ser uma abandonada periferia e torna-se um centro atractivo para as populações das vizinhas ilhas rurais, São Nicolau e, especialmente, Santo Antão, que funcionam como uma enorme reserva de mão-de-obra, particularmente nos tempos das secas e fomes cíclicas. O grande problema em levantar alguma hipótese viável sobre as possíveis forças sociolinguísticas que terão actuado em São Vicente na segunda metade de séc. XIX é a flutuação populacional. Em 1856, o governador Arrobas citado por Correia e Silva (1999: 24) comenta: “[ …] os trabalhadores que […] vêm à ilha de S. Vicente trabalhar, voltam outra vez às suas residências, fazendo como os galegos em Lisboa.” Esta situação durou muitas décadas. Impossível seria hoje separar aquelas influências linguísticas de outras ilhas de Barlavento, mas de certeza existia na ilha um núcleo populacional fixo, descendentes dos primeiros habitantes, muito mais reduzido do que os números das estatísticas, que nem sempre registavam a população residente de facto, evidenciando, assim, um crescimento acima do real. Em 1878 Mindelo passa a ser cidade e com um investimento cada vez maior do lobby inglês inicia-se o período de maior desenvolvimento da zona do porto, por onde passam anualmente até 170 mil passageiros, que continuará até os fins do séc. XIX (Fundo […], 1984: 47). Para além das companhias carvoeiras instalam-se em Mindelo consulados de praticamente todas as potências da altura (Correia e Silva, 1997: 73) e várias companhias telegráficas. Assim, São Vicente está ligada por cabos com Ascención, Pernambuco, Horta, Funchal e Las Palmas (Silva Andrade, 1996: 156). Este desenvolvimento económico é seguido por um espectacular boom demográfico (cf. anexo). Entre 1879-1889, a população aumentou cerca de 75%. Os novos moradores vinham de todas as ilhas, mas principalmente de São Nicolau e Santo Antão. Porém, não vieram todos de uma só vez e o processo de fixação da sua residência em Mindelo foi demorado. Provavelmente, os recém-chegados, considerados provincianos na movimentada e cosmopolita cidade, foram-se lentamente adaptando à variedade linguística existente que sendo urbana, gozava de maior prestígio, influenciando-a ao mesmo tempo. Para além da vinda destes falantes temos um novo factor linguístico em São Vicente: a comunidade inglesa, cuja influência cultural na vida de Mindelo é

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indiscutível. No entanto, o impacto linguístico do inglês na variedade de São Vicente parece ser apenas visível ao nível lexical em dois domínios principais: no vocabulário relacionado com os trabalhos portuários (kren, peska long lain, stim) e com o desporto (katxí, txon kriket). Pereira (2000:38) constata que só a partir de 1875 podemos falar da existência em São Vicente de uma variedade do crioulo estável. Penso que é precisamente nesta altura de intensas migrações e um explosivo aumento demográfico que a variedade originária, já com 60 ou 70 anos, o tempo mais que suficiente para a sua estabilização, poderia ter sofrido as mais variadas influências. Em 1880 o administrador Botelho da Costa comenta: “[…] na ilha de São Vicente não há linguagem, ou como se diz, crioulo próprio; fala-se o crioulo de todas as outras ilhas.” (Botelho 1980[1877–1880]: 185). Este é, tanto quanto sei, o primeiro comentário directo sobre esta variedade que testemunha uma situação de uma autêntica babel são-vicentina. A possibilidade do rápido enriquecimento em Mindelo atrai judeus de Marrocos e Gibraltar, italianos e, sobretudo, madeirenses. Assim nasce a burguesia mindelense, que educa os filhos em Portugal e começa a usar exclusivamente o português como demarcação de estatuto social. Mas estas famílias são muito poucas quando comparadas com a crescente massa proletária que na sua esmagadora maioria (94%) continua analfabeta. Em 1880 há em São Vicente, curiosamente, mais estrangeiros (125) do que portugueses (112) (Botelho1980[1877–1880]: 168). Aumenta o abismo social e provavelmente linguístico entre as classes numa nova sociedade cada vez mais heterogénea e compartimentada, o que influenciará a formação dum continuum, dentro da variedade vicentina, entre os falantes mais acrolectais do Mindelo, e os mais basilectais das aldeias piscatórias (ex., Salamansa). Mas parece-me que dado o pequeno impacto da escola e o número limitado de portugueses podemos excluir, nos finais do séc. XIX, a existência de uma clara e generalizada corrente descrioulizadora que pudesse ser responsável pelo carácter acrolectal da variedade vicentina. Por outro lado, a existência do porto carvoeiro despoletou um vigoroso processo de diferenciação de São Vicente do resto do espaço cabo-verdeano. Este processo traduz-se no surgimento, a partir do 1900, duma forte consciência de identidade local são vicentina (Correia e Silva, 2000: 192) e também, provavelmente, no reforço da identidade linguística.

4. Descrioulização (1900-1950)? A primeira metade do séc. XX em São Vicente foi marcada por uma lenta mas irreversível diminuição do tráfego marítimo, mas apesar do fim do “eldorado” os

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rendimentos de São Vicente representavam quase a metade dos rendimentos totais do arquipélago. Assim, os emigrantes de todas as ilhas, e principalmente de Santo Antão continuavam a afluir a Mindelo. Porém, a partir de 1910, quando Mindelo ultrapassa os 10 mil habitantes, parece que o desenvolvimento demográfico e o desenvolvimento da navegação já não vão juntos, o que poderia indicar o começo da estabilização da população imigrada para São Vicente (Fundo […], 1984: 59 e 75-76). No mais antigo Livro de Assentos de Baptismo (de 1919) conservado até hoje na igreja paroquial de Mindelo, em metade dos assentos um ou ambos dos pais da criança registada tinham sido naturais de Santo Antão ou São Nicolau. Porém, estes representam a geração que já não regressava para as suas ilhas na época das sementeiras; encontravam emprego como estivadores, pescadores e empregadas em São Vicente. Tudo isto, mais uma vez, sugere que até meados do séc. XX., a variedade vicentina recebeu um constante apport linguístico de ilhas vizinhas, principalmente, de Santo Antão. Quanto ao ensino e à situação linguística em São Vicente na época entre as Grandes Guerras muito se tem escrito a propósito do papel que desempenhou o Liceu Infante D. Henrique que abriu em Mindelo em 1917 com 31 alunos (Duarte, 1998). Aqui nasceu o movimento literário dos “Claridosos”, para aqui as famílias ricas de todo o arquipélago mandavam os filhos estudar. O Liceu foi, sem dúvida, uma das causas da criação de uma imagem de sofisticação cultural de Mindelo face à inculta Praia. A questão é, qual foi o impacto linguístico desta elite cultural bilingue? Parece-me que diminuto já que depois de vinte anos de funcionamento, em 1936, foram matriculados no Liceu 366 alunos, numa população que rondava os 15.000 habitantes (Fundo […], 1984: 81). Dado o carácter marcadamente urbano da população de São Vicente a ilha teve uma posição bastante privilegiada quanto à educação em relação ao resto do arquipélago. Porém, em 1932, 78% da população era considerada analfabeta ou semi-analfabeta (Serviços de Estatística, 1932: 4-5 e 10). Assim, não me parece que seja o papel da escola desde princípios do séc. XX, e ainda menos desde os meados do séc. XIX, como sugere Duarte (1998) um importante factor responsável pelo carácter acrolectal, atestado, aliás, já em 1934 (Nascimento Moura, 1934:34) ou até descrioulizado da variedade vicentina de hoje. A percentagem de falantes nativos de português em São Vicente também era, na primeira metade do séc. XX, baixa. Em 1932 os portugueses representavam apenas 2,3% da população vicentina (Serviços de Estatística, 1932: 10). Assim, o acesso da maioria da população ao português padrão era limitado enquanto que o crioulo continuou a ser um importante símbolo de identidade local. É por esta altura que começam a surgir as primeiras publicações de poesia em crioulo de São Vicente de Sérgio Frusoni.

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Em 1958 as últimas companhias carvoeiras abandonam São Vicente (Fundo […], 1984:93). Mesmo assim, apesar do desemprego, Mindelo continua a ser não só uma cidade de imigração, mas também de emigração para a Europa, os Estados Unidos, São Tomé e Angola. Com a independência em 1975 o CCV torna-se língua nacional, mas não oficial, o que legaliza uma situação diglóssica. No entanto, em São Vicente, fora da sala de aula e do julgamento em tribunal, são poucas as situações que exijam a competência em português e até no próprio consulado português ouve-se exclusivamente crioulo. Também se verifica muito pouco do sentimento auto-odi para com o crioulo, típico nas sociedades crioulófonas analisadas por Bartens (2001), já que o prestígio do crioulo é grande. Quanto aos níveis de bilinguismo em São Vicente, em princípio um dos factores que poderia favorecer a descrioulização, parece-me que, embora Nunes (1991) afirme que os níveis de falantes de português em Cabo Verde rondam 70%-80%, a constatação de Vieira da Silva (1994) sobre a falaciosa impressão de bilinguismo em Cabo Verde também se aplica a São Vicente. Os adultos iletrado urbanos e rurais e as crianças na idade pré-escolar são, na grande maioria, monolingues em crioulo, o que, aliás, confirma o questionário realizado por Baptista (1998) para a UNESCO. A escola é, no entanto, um reduto do português e, de facto, um dos poucos espaços onde se observa uma situação de uma intensiva alternância de códigos. O analfabetismo em Cabo Verde é ainda relativamente alto (26% segundo Veiga, 1995: 32) e, embora seja talvez mais baixo em São Vicente, o nível de abandono escolar faz com que os alunos, depois de 3-4 anos de ensino em português na escola, simplesmente o desaprendam se não tiverem emprego relacionado com o uso do português (Duarte, 1998: 139). Uma minoria, embora realmente cada vez mais alargada, acaba o ensino secundário e superior em Portugal. Este grupo social, juntamente com o grande impacto que tem a televisão em português e a rádio, onde se ouvem falantes do crioulo muito acrolectal, podem ser, efectivamente, responsáveis pela descrioulização da variedade durante os últimos 10 ou 20 anos. Mas esses factores não explicam a existência de traços marcadamente acrolectais nos falantes vicentinos mais idosos, sem escolaridade formal e que tiveram ao longo da vida uma reduzida exposição ao português padrão.

5. Conclusão Assim, os trabalhos de investigação na área de história, os testemunhos oitocentistas e os dados estatísticos demonstram que, dado o limitado acesso da maioria dos habitantes de São Vicente ao português padrão a partir dos meados do séc. XIX e a importância, desde cedo, do crioulo como o símbolo da identidade local,

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são precisamente as primeiras décadas do povoamento que podem explicar a relativa proximidade da variedade de São Vicente com o português não reestruturado. Por outro lado, parece ter sido importantíssima para a formação da variedade vicentina a influência de Santo Antão, ainda que a descrioulização, especialmente entre falantes mais novos e escolarizados, seja um factor a considerar no conjunto das forças sociolinguísticas que formaram esta invulgar variedade. Só um estudo pormenorizado da variedade de Santo Antão e uma comparação sistemática de corpos recolhidos entre falantes são-vicentinos mais novos e escolarizados e mais idosos sem educação formal poderá confirmar com dados linguísticos o que a história apenas sugere.

Referências bibliográficas ALBUQUERQUE, Luís & Maria Emília MADEIRA SANTOS (orgs.). 2001. História geral de Cabo Verde. vols. 1 & 2. Lisboa: Instituto da Investigação Tropical / Praia: Instituto Nacional da Cultura de Cabo Verde. ÁVILA, Ermelindo. 1996. Emigrados emigrantes. Ponta Delgada: Gráfica Açoreana. BAPTISTA, Marlyse. 1998. “The sociolinguistic situation in the Cape Verde Islands”. UNESCO: The world languages report questionnaire [www.capeverdeancreoleinstitute. org/articles_ &_ research.htm]. BARTENS, Angela. 1999. “A génese dos crioulos caboverdianos por difusão componencial e a importância dos estudos dialectológicos”. Em Klaus Zimmerman (org.), Lenguas criollas de base lexical española y portuguesa, 67-88. Madrid: Iberoamericana / Vervuert. — 2001. “The rocky road to education in creole”. Estudios de Sociolingüistica 2(2), 27-56. BOTELHO DA COSTA, Joaquim Vieira. 1980[1877–1880]. “Relatórios do administrador da ilha de São Vicente”. Em “A ilha de São Vicente de Cabo Verde. Relatório de Joaquim Vieira Botelho da Costa” [anotações e comentários de Félix Monteiro]. Raízes 7(16), 127-213. BRÁSIO, António. 1962. “Descobrimento, povoamento, evangelização do Arquipélago de Cabo Verde”. Studia 10, 49-97. CARREIRA, António. 2000[1971]. Cabo Verde. Formação e extinção de uma sociedade escravocrata (1460-1878). Praia: Instituto de Promoção Cultural. CHELMICKI, José Conrado & Francisco Adolfo DE VARNHAGEN. 1841. Corografia CaboVerdiana. Lisboa: Tipografia de L.C. da Cunha. CORREIA E SILVA, António. 1997. “Rotas trans-atlânticas e movimentos sociais”. Cultura 1, 66-77. — 1999. “Para uma sociologia histórica de uma cidade-porto. As especificidades do Mindelo no contexto das cidades cabo-verdianas”. Anais 1(1), 19-31. — 2000. Nos tempos do Porto Grande do Mindelo. Praia & Mindelo: Centro Cultural Português.

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ANEXO

Ilha de São Vicente (S.V.) – alguns dados demográficos e históricos (1462-1950) Períodos e Número de Habitantes 1462 1629 pré 1795 1734 1781 1793 1795 180 1797 232 1795-1810 1807 200 1810 80 1819 120 1821 298 1810-1830 1827 205 1830 200 1832 300 1834 341 1838 200 1830-1850 1841 350

Alguns eventos e testemunhos históricos

1848 1856 1858 1850-1870 1860 1864

553 1.100 1.400 1.141 1.400

Descoberta de S.V.; ilha na posse dos condes de Portalegre Armada holandesa a caminho de Olinda no porto de S.V. 1ª tentativa falhada de povoamento – João de Távora 2ª tentativa falhada de povoamento – D. Maria I Fonseca Rosado: nova proposta de povoamento Chegada de colonos de Sotavento e de Portugal Aldeia D. Rodrigo; vinda de habitantes de Santo Antão Guerras napoleónicas em Portugal Pusich afirma a existência de variedades regionais do CCV Pusich altera o nome da aldeia D. Rodrigo para Leopoldina Vinda de colonos de Santo Antão; 1º mapa do núcleo urbano Guerras civis em Portugal 1ª metade do séc. XIX: intensifica-se o envio de degredados 1831-1833 – grande fome em Cabo Verde Lopes da Lima atesta abandono de português pelos europeus Fundação de Mindelo; 1º depósito carvoeiro britânico Chelmicki atesta a presença de um continuum regional no CCV Atestada existência de uma escola em S.V. Epidemia de cólera; Arrobas comenta a flutuação populacional Mindelo torna-se vila; começa o boom no transporte marítimo Instalação das companhias telegráficas internacionais Intensificam-se os investimentos do lobby carvoeiro britânico

1870 1875 1870-1890 1879 1880 1889

1.802 2.841 3.717 4.064 6.561

Afluência de habitantes de São Nicolau e Santo Antão Estabilização da variedade?; abolição da escravatura (1878) Mindelo é cidade; 94% analfabetos; 112 portugueses Botelho da Costa comenta sobre o crioulo de S.V. População aumentou 75% em 10 anos

Despovoada

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184 Períodos e Número de Habitantes 1890 6.881 1895 6.211 1890-1910 1909 8.652 1910 10.000 1912 9.588 1920 14.639 1910-1930 1928 16.000 1929 18.227 1930 12.554 1932 13.097 1930-1950 1940 15.867 1950 18.907

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Alguns eventos e testemunhos históricos Começa o decréscimo no movimento portuário Intensificação dos movimentos sociais Estabilização populacional? Seca e fome 1920-22; Liceu criado 1917 com 31 alunos Medidas legais para combater movimentação entre as ilhas S.V.: 78% analfabetos; portugueses 2,3% Variedade vicentina já é descrita como acrolectal Últimas companhias carvoeiras abandonam Mindelo (1958)

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C RIOLLOS

IBÉRICOS DE

A MÉRICA

Y VARIEDADES VERNÁCULAS DEL PORTUGUÉS EN

B RASIL

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A CONCORDÂNCIA NO SN PLURAL NO PORTUGUÊS AFROBRASILEIRO DO SÉCULO XIX

ALAN BAXTER Universidade de Macau NORMA LOPES Universidade do Estado da Bahia

1. Introdução Infelizmente, para o estudo do português , o lingüista não dispõe da gama de materiais que existem para o estudo do inglês afro-americano (cf. Montgomery, 1991; Rickford, 1991). No Brasil, não existem ou, pelo menos, os lingüistas ainda não têm acesso a gravações sonoras da fala de ex-escravos, ou a cartas escritas por ex-escravos. Porém, a recente descoberta de documentos da autoria de ex-escravos, africanos e brasileiros, em Salvador, no acervo de uma associação negra de longa tradição, vem abrir uma janela importante, embora mínima, sobre esta temática. O presente trabalho examina a concordância variável no sintagma nominal (SN) plural (PL) nesse conjunto de textos. No português brasileiro popular atual, essa concordância é variável, como nos seguintes exemplos referidos em Scherre (1998:91)1: a) as pernaØ todaØ marcadaØ. b) os piores nomes feios.

SEM CONCORDÂNCIA COM CONCORDÂNCIA

Há duas perspetivas principais sobre as origens dessa variação: (i) a variação provém de variedades do português europeu; ou (ii) se deve a divergências estruturais introduzidas por falantes de português L2, num processo de transmissão irregular entre descendentes de africanos e índios (Baxter & Lucchesi, 1997). Este trabalho busca indícios de um perfil inicial dessa variação no português aprendido por negros em Salvador.

1

Indicamos a ausência do morfema plural por meio do símbolo ‘Ø’.

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2. Os dados e as suas limitações Os dados considerados aqui provêm do arquivo da associação da Devoção de Nossa Senhora da Solidade dos Desvalidos (doravante, Desvalidos), em Salvador. São minutas de reuniões dessa associação, registradas durante o período de 1832 a 1862. Constituem dois conjuntos: textos escritos por ex-escravos africanos, e aqueles escritos por ex-escravos brasileiros (filhos de africanos)2. Desses textos, foram isolados 1010 itens plurais em SNs. Além do pequeno número de dados a serem tratados, existe uma série de limitações no que concerne a esse material. Por um lado, estamos ante materiais escritos. São dados que só de uma maneira indireta vão representar a competência plena do autor (Maynor, 1988). Regra geral, pode-se afirmar que qualquer variação existente em dados escritos indicará tendências mais radicais na fala. Isto se aplica tanto a L1 quanto a L2. Neste sentido, é importante relembrar que os dados escritos considerados aqui provêm de um estilo muito formal, resultante, inclusive, de revisões lingüísticas dos autores. Portanto, seria natural que este contexto-estilo levasse a um reforço da concordância, pois os dados aqui considerados representariam um dos seus estilos mais cuidados. Por outro lado, desconhecemos as origens dos autores. Não sabemos quais os contextos em que adquiriram o português. Para os afrobrasileiros, ignoramos se são de primeira geração ou não. No caso dos africanos, incide toda uma série de fatores que vão afetar a natureza do português L2. Não sabemos com que idade começaram a aprender o português, mas se sabe que, na maioria dos casos, o escravo africano aprendeu o português como adulto. Vamos supor que este seja o caso aqui. Isso tem várias implicações para o processo de aquisição de L2 e para a qualidade de português L2 que se desenvolve. Primeiro, é bem conhecida a dificuldade do adulto para adquirir a morfologia flexional da língua alvo –um fato relacionado com as condições psicolingüísticas do aprendente adulto: limitações sobre a decodificação e segmentação dos morfemas (DeGraff, 1999: 517). Segundo, o aprendente adulto vai demonstrar alguma influência por parte da língua L1 (Gass, 1996; Winford, 2003: 209-216). Terceiro, o aprendente adulto vai também demonstrar inovações: usos que não se devem nem à língua L1 nem à língua alvo (Winford, 2003: 219-230). São tendências que vão variar de adulto para adulto a depender da natureza do contexto de aprendizagem e do grau de contato com determinadas variedades da língua alvo. Cabe refletir sobre os substratos. A maioria das línguas africanas presentes em Salvador naquele período provinham de três grupos (Andrade, 1988: 97101), todos da mesma família niger-congo: (i) o subgrupo kwa (p.ex., gbe, que

2

Os textos provêm de três autores africanos e três autores afrobrasileiros.

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A concordância no SN plural

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inclui fon e ewe), (ii) o grupo benue-congo (p.ex., iorubá, igbo) e, (iii) o enorme ramo banto do grupo benue-congo (p.ex., kimbundo, umbundo). Este último grupo constituiu, até 1830, a maioria dos escravos em Salvador (ibid:101). Também, nesse mesmo período, a etnia hauçá, da região norte da atual Nigéria, da família lingüística afro-asiática, constituiu aproximadamente 7% da população africana de Salvador (ibid:100). Para as nossas finalidades, podem ser de interesse alguns fatos lingüísticos comuns a estas famílias. Em relação à fonologia, o padrão silábico CV é bastante geral, e, em alguns subgrupos, tem sérias implicações para a estrutura morfológica (Clements, 2000: 140-141). No SN nigercongo há fortes semelhanças na configuração do núcleo e os seus modificadores (Williamson & Blench, 2000), nomeadamente: (i) com poucas exceções, os elementos não nucleares aparecem à direita do núcleo; (ii) o núcleo leva um classificador nominal (prefixo) que indica o plural3; e, (iii) os elementos não nucleares concordam com o classificador do núcleo4. No SN da língua hauçá (i) só o adjetivo aparece à esquerda do núcleo (Creissels, 2000: 251); (ii) o núcleo indica o plural por meio de sufixos (ibid: 247). 3. Hipóteses de trabalho O presente estudo procurou avaliar as seguintes hipóteses de trabalho: Figura 1 Hipóteses de trabalho (i)

No português L2 de africanos, haverá influências do processo de aquisição de L2 por aprendentes adultos, entre as quais influências de L1. (ii) Nos dados dos Desvalidos haverá semelhanças entre os perfis da variação em português L2 e português L1. (iii) Na população atual de ‘afrodescendentes’, haverá reflexos do perfil da variação encontrado entre os Desvalidos.

4. Tratamento dos dados Os dados foram repartidos em três corpora. No século XIX, e antes, no Brasil escravagista, o africano e os afrodescendentes constituíram um setor da socieda3 Determinadas línguas no grupo kwa têm também alguns sufixos plurais. Contudo, algumas línguas da família benue-congo manifestam só vestígios do sistema de classificadores. O iorubá, por exemplo, não leva nenhuma marca de plural no núcleo. 4 Esta caraterística é mais forte no subgrupo banto.

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de unido por laços sociais e culturais (Mattoso, 1982: 219-241; Schwartz, 1985: 338-414) e marginalizado pelas estruturas sociais vigentes. Dentro deste setor, o português do negro constituiu um alvo fundamental para a aquisição lingüística. Neste sentido, num primeiro momento, os dados dos Desvalidos foram tratados como pertencendo ao mesmo universo sociolingüístico, que chamaremos de . Desta maneira, em determinadas alturas deste estudo, falaremos da análise GERAL dos dados dos Desvalidos. Porém, é evidente que a natureza psicolingüística desses dados não é uniforme, tratando-se de dados de L2 e de L1, que apresentarão qualidades diferentes. Por tanto, recorremos também a análises independentes dos corpora de L2 e L1. Por meio do pacote estatístico VARBRUL, os dados foram submetidos a uma análise variacionista atomística, que contempla a presença do morfema de plural em cada item do SN conforme à influência de fatores independentes. Na análise GERAL, foram selecionados como significativos só quatro grupos de fatores independentes: , , , e a 5. Os resultados deste último grupo, apresentados na Tabela 1, sublinham a importância de considerar também os africanos e os afrobrasileiros por separado: Tabela 1 Itens plurais nos SN em textos da autoria de ex-escravos INPUT pr.= .87 sig. = .035

Total de itens PL

Total de itens PL marcados

% de itens PL marcados

Peso relativo

Africanos

626

514

82%

.40

Brasileiros

384

356

93%

.66

Neste trabalho, focalizamos os resultados de dois grupos de fatores sintáticos: e 6. Na discussão, os nossos resultados são comparados com

5

O programa VARBRUL considerou como não significativo o . 6 Além dos fatores sintáticos, é evidente que a saliência morfofonológica da forma plural (ou seja, a distância fonológica entre as formas singular e plural e a sua tonicidade) desempenha um papel muito importante na orientação da variação (cf. Lopes, 2001; Scherre, 1988). Cabe dizer que, nas análises efetuadas, a saliência se revelou ser um fator importante. Na

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aqueles obtidos por Lopes (2001) na sua análise do SN plural em Salvador, em dados de ‘afrodescendentes’ e ‘não afrodescendentes’ atuais7.

5. O efeito das marcas de plural precedentes O efeito das marcas de plural precedentes sobre a marcação de plural é bem conhecido nos estudos sobre o português brasileiro (Guy, 1981: 189-192; Scherre, 1988: 168-182). No presente estudo, foram examinados os itens na 2a posição no SN, e na 3a, 4a ou 5a posição no SN. Os seguintes exemplos correspondem às estruturas estudadas: (1) Item em 2a posição no SN, com marca de PL precedente: em varios estabelecimentos. (2) Item em 2a posição no SN, sem marca de PL precedente: requizitou por muitaØ vezes. (3) Item em 2a posição no SN, com numeral precedente: dez horas da manhao. (4) Item em 3a, 4a ou 5a posição no SN, com duas marcas de PL precedentes: sobre os socios atrazados. (5) Item em 3a, 4a ou 5a posição no SN, precedido de uma mistura com marca: oØ socios atrazadoØ deve vir pagar. (6) Item em 3a, 4a ou 5a posição no SN, precedido de uma mistura com zero: por suas livreØ vontadeØ. (7) Item em 3a, 4a ou 5a posição no SN, precedido de um numeral de mais de uma palavra: aos vinte e tres dias do mes de setembro.

A Tabela 2 apresenta o perfil dos resultados deste grupo de fatores8:

rodada GERAL, se detetou a seguinte ierarquia de marcação de PL: singular em /l/ (categórica) > singular em /r/ (peso .85) > oxítono regular (peso .79) > metafônico (peso .67) > singular em /s/ (peso .61) > paroxítono (peso .46) > proparoxítono (peso .4) > /ão/ regular (peso .36) > /ão/ irregular (peso .22). Existem vários paralelos, e algumas notáveis diferenças, com os resultados de Lopes (2001) na análise do papel saliência na marcação de PL na população atual de Salvador. Contudo, limitações de espaço nos impedem descrever e discutir com pormenores a influência desta variável independente nos dados dos Desvalidos. 7 Utilizamos os termos ‘afrodescendentes’ e ‘não afrodescendentes’ para representar a distinção entre sobrenomes e respetivamente, utilizada em pesquisas médicas em Salvador envolvendo grupos sanguíneos. A distinção é adotada no estudo de Lopes (2001) sobre a variação de concordância de número na população atual de Salvador. 8 Este grupo de fatores não foi selecionado na análise do corpus dos afrobrasileiros. Para a discussão, citamos do nivel 3 da análise STEPDOWN (em VARBRUL).

82% 80% 90% 82% 80% 68% 98% 83%

54/66 94/117 17/25 54/55

548/657

item en 3ª, 4ª ou 5ª posição: (4) duas marcas precedentes (5) mistura com marca (6) mistura com zero (7) numeral de >1 palavra

TOTAIS

.69 .59 .36 .86

.37 .39 .45

peso

285/414

24/33 55/71 14/22 42/43

131/171 25/31 36/43

69%

73% 77% 64% 98%

77% 81% 84%

freqüência

sig. .045

sig. .035

.66 .6 .4 .91

.33 .44 .41

peso

221/243

30/33 39/46 3/3 12/12

101/111 3/4 33/34

freqüência

91%

91% 85% 100% 100%

91% 75% 97% .52 .34

.73

.5

peso

Não selecionado sig. .037, nivel 3 STEPDOWN

Desvalidos AFROBRASILEIROS

97/212 63/161 3/65 31/48

46% 39% 5% 65%

924/1562 59% 32/32 100% 248/418 59%

freqüência

.5 .54 .09 .73

.55

.48

peso

Salvador Afrodescendentes Lopes (2001)

111/154 55/108 2/52 27/47

857/1789 13/13 276/521

72% 51% 4% 57%

53% 100% 52%

freqüência

.75 .55 .04 .53

.62

.48

peso

Salvador Não afrodescendentes Lopes (2001)

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freqüência

Desvalidos AFRICANOS

Desvalidos GERAL

10/11/04

item en 2ª posição: (1) com marca precedente 232/282 (2) sem marca precedente 28/35 (3) com numeral precedente 69/77

Marcas precedentes

Tabela 2

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A concordância no SN plural

Por um lado, na rodada geral, e naquela dos africanos, para os itens em 2a posição do SN, nem a precedência da marca de plural (formal ou puramente semântica), nem a ausência da marca precedente, favorece a marcação do item: Tabela 3 Marcas precedentes a itens em 2ª posição Numeral precedente

Sem marca precedente

Com marca precedente

GERAL sig. .035

.46

.4

.36

Africanos sig. .045

.41

.44

.33

Afrobrasileiros Não selecionado. sig. .037, nivel 3 STEPDOWN

.73

.5

Na rodada GERAL, e naquela dos africanos, a marca formal precedente é o fator que mais desfavorece a marcação, um fato que coincide com os resultados das análises de Lopes (2001) para a população atual de Salvador (veja-se a Tabela 2). No nosso corpus GERAL e nos africanos, isto poderia sugerir uma tendência para marcar o PL na primeira posição no SN, que em muitos casos corresponde ao determinante9. Na rodada dos dados dos afrobrasileiros, onde este grupo de fatores não foi selecionado, observamos que o padrão de saliência para os itens em 2a posição é diferente em relação ao numeral precedente e à marca precedente: aparece uma marcação redundante no segundo elemento do SN. Neste caso, há semelhanças com os resultados de Lopes (2001): pois o numeral precedente é bastante favorável à marcação (veja-se a Tabela 2). Por outro lado, na rodada GERAL, e naquela dos africanos, quando o item analisado está na 3a, 4a ou 5a posição no SN (veja-se a Tabela 4), as marcas precedentes favorecem a concordância, exceto quando há uma marca zero entre os itens precedentes. Neste caso, como observou Guy (1981: 180) a respeito de dados do português popular do Rio de Janeiro, quando a regra de concordância falha num determinado item no SN, é pouco provável a sua recuperação em itens subseqüentes.

9 Existe um forte paralelo em Baxter (no prelo) em dados da aquisição do português em São Tomé (África) por uma primeira geração de falantes de umbundo.

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Tabela 4 Marcas precedentes a itens em 3ª, 4ª ou 5ª posição Numeral de 2 marcas Mistura >1 palavra precedentes com marca

Mistura com Ø

GERAL sig. .035

.86

.69

.59

.36

Africanos sig. .045

.91

.66

.6

.4

Afrobrasileiros Não selecionado. sig. .037, nivel 3 STEPDOWN

(1)

.52

.34

(1)

Estes fatos gerais, inclusive o impedimento provocado pela presença de um elemento zero, visível na GERAL e nos africanos, se aproximam dos resultados obtidos por Lopes (2001), na Tabela 2. Observa-se também um forte paralelo entre os Desvalidos e os afrodescendentes atuais quando o item PL é precedido por um numeral de mais de uma palavra. A preferência pela concordância nestas posições para a direita no SN poderia sugerir alguma influência de uma L1 que posiciona os seus indicadores de número a partir de um núcleo âncora. O falante de português L2 que utiliza um padrão sintático misto na construção do SN da interlíngua poderia contribuir para esse efeito. Contudo, para esclarecer este fenômeno, é necessário considerar o papel funcional do item plural junto com a sua posição relativa no SN. Esta é a tarefa da seguinte seção.

6. O efeito da Aqui seguimos os procedimentos desenvolvidos por Scherre (1988). Criámos um grupo de fatores que contempla a palavra como ou , e a . Nas rodadas efetuadas, este grupo de fatores foi selecionado nos três corpora dos Desvalidos. Os resultados, comparados com aqueles de Lopes (2001) de dados contemporâneos de Salvador, estão apresentados na Tabela 5. Os seguintes exemplos correspondem às estruturas estudadas na tabela: (8) (9)

Item não nuclear, à esquerda, não adjacente ao núcleo: naØ prezentes actaØ que. Item não nuclear, à esquerda, adjacente ao núcleo: ler os estatutos, o socio.

88% 89% 67% 60% 67%

100% 85% 90% 94% 100% 86%

98/111 257/288 6/9 30/50 8/12 0/1 8/8 286/335 158/176 16/17 3/3 870/1010

não nuclear, esquerda não adjacente não nuclear, esquerda adjacente não nuclear, direita do núcleo, 2ª posição não nuclear, direita do núcleo, 3ª posição não nuclear, direita do núcleo, 4ª posição não nuclear, direita do núcleo, 5ª posição elemento nuclear em 1ª posição elemento nuclear em 2ª posição elemento nuclear em 3ª posição elemento nuclear em 4ª posição elemento nuclear em 5ª posição

TOTAIS

.67 .51 .63

.14

.15

.29

.34 .44

peso

514/626

0/0 5/5 173/214 95/109 14/15 3/3

5/6

19/37

5/7

54/64 141/166

82%

100% 81% 87% 93% 100%

83%

51%

71%

84% 85%

freqüência

.58 .65 .74

.23

.34 .42

peso

351/378

3/3 113/121 63/67 2/2 0/0

3/6

11/13

1/2

44/47 116/122

93%

100% 93% 94% 100%

50%

85%

50%

94% 95%

freqüência

.49 .52

.27

.5 .57

peso

Desvalidos AFROBRASILEIROS sig. .046

78% 97% 57% 58% 56%

18%

47%

75%

3079/4067 76%

7/9 61/63 1043/1829 101/173 28/48

4/22

49/104

41/557

170/177 96% 1576/1587 99%

freqüência

.19 .63 .15 .1 .17

.02

.08

.2

.62 .93

peso

Salvador Afrodescendentes Lopes (2001)

3415/4806

2/12 59/65 1056/2104 111/256 32/54

7/34

36/124

29/53

245/255 1838/1849

17% 91% 50% 43% 59%

21%

29%

55%

96% 99%

71%

freqüência

.02 .51 .13 .11 .15

.04

.08

.11

.69 .94

peso

Salvador Não afrodescendentes Lopes (2001)

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freqüência

Desvalidos AFRICANOS sig. .045

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FATORES

Desvalidos GERAL sig. .035

Tabela 5

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196 (10) (11) (12) (13) (14) (15) (16) (17) (18)

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Alan Baxter & Norma Lopes

Item não nuclear, à direita do núcleo, em 2a posição no SN: folhetos empressoØ que contenhao. Item não nuclear, à direita do núcleo, em 3a posição no SN: os prezidentes anteriores nao fizerao este trabalho. Item não nuclear, à direita do núcleo, em 4a posição no SN: os a tuaes10 socio administradores de serem chamados. Item não nuclear, à direita do núcleo, em 5a posição no SN: os mais irmaos abaxo a sinadoØ11 nao cedeu. Núcleo em 1a posição: folhetos empressoØ que contenhao. Núcleo em 2a posição: menciona os seguintes thomou posse. Núcleo em 3a posição: naØ presentes actaØ. Núcleo em 4a posição: os quatro mil recibos foi o prezidente. Núcleo em 5a posição: oito centos e setenta enove12 bilhetes, faltando.

Vejamos primeiro os resultados da rodada GERAL, que se refletem nos resultados para os africanos. Por um lado, em alguns aspectos, os nossos resultados não coincidem nem com aqueles de estudos de corpora brasileiros contemporâneos (cf. Scherre, 1988; Lopes, 2001), nem com aqueles obtidos em estudos de dados da África de fala portuguesa (Baxter, no prelo). Neste sentido, na nossa rodada GERAL e naquela dos africanos, a esquerda do núcleo desfavorece a marcação de plural, sendo que a esquerda adjacente ao núcleo é o fator menos desfavorável desses. Também, o comportamento do núcleo em posições além da 1a, que todas favorecem a marcação, difere bastante dos resultados obtidos em estudos de corpora brasileiros e africanos contemporâneos. Por outro lado, há coincidências com estes estudos porque os elementos não nucleares à direita do núcleo, em 2a e 3a posições no SN, são fortemente desfavoráveis à marcação de plural. A explicação por essa prevalente marcação do núcleo, em todas as posições, pode estar relacionada aos dados de português L2 de falantes de L1 niger-congo. Esperaríamos dos africanos alguma sensibilidade à marcação do núcleo, devido

10

A representação gráfica das palabras corresponde àquela do manuscrito original. Deste modo, a tuaes representa a palavra padrão atuais. 11 A representação gráfica das palabras corresponde àquela do manuscrito original. Deste modo, a sinado representa a palavra padrão assinados. 12 A representação gráfica das palabras corresponde àquela do manuscrito original. Deste modo, enove representa as palavras padrão e nove.

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A concordância no SN plural

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ao estatuto especial do substantivo nessas línguas, como portador do classificador nominal e âncora da concordância de número. Ao mesmo tempo, nas posições à esquerda do núcleo, o peso menos desfavorável, aquele da adjacência à esquerda do núcleo, pode indicar o início da configuração da concordância nessas posições. Quando consideramos os resultados da análise do corpus dos Desvalidos afrobrasileiros, detectamos uma série de semelhanças com aqueles dos africanos. Por um lado, há vestígios da prevalente marcação do núcleo, agora em declíneo. Mas, por outro lado, notamos que a esquerda do núcleo vai assumindo alguma importância como alvo da marcação de plural. É a posição à esquerda adjacente ao núcleo que agora mais favorece a marcação. Postulamos que, na nativização, a sensibilidade para a marcação do núcleo desminui conforme se desenvolve a marcação à esquerda adjacente ao núcleo. Aqui observamos um paralelismo com os resultados de análises de corpora brasileiros e africanos contemporâneos.

7. Conclusões Neste estudo, procurámos indícios do perfil do português aprendido por negros em Salvador no início do século XIX, no que diz respeito à variação na concordância plural no SN. Com base nos resultados de uma análise de dados provenientes de textos formais escritos por ex-escravos, chegamos às seguintes conclusões:

7.1. HÁ POSSÍVEIS EVIDÊNCIAS DA INFLUÊNCIA DO SUBSTRATO NO PORTUGUÊS L2 DOS DESVALIDOS O substrato pode ser responsável pela forte preferência pela marcação do plural no substantivo, e pelo fato de que as posições prenucleares sejam desfavoráveis à marcação, na rodada geral e naquela dos africanos. Relembramos que, nas línguas niger-congo, o substantivo é a âncora para a marcação de número.

7.2. HÁ SEMELHANÇAS ENTRE A VARIAÇÃO NO PORTUGUÊS L2 E NO PORTUGUÊS L1 DOS DESVALIDOS Com respeito ao fator , nos africanos e na rodada GERAL, o item em 2a posição e sem marca precedente desfavorece a concordância. Nas 3a, 4a e 5a posições, nos dois corpora, a concordância é favorecida pela presença de duas marcas precedentes, pela mistura com marca e pela presença de um

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Alan Baxter & Norma Lopes

numeral de mais de uma palavra. Aliás, nestas mesmas posições, a mistura com zero desfavorece a concordância. Relativamente ao fator , os africanos e os afrobrasileiros compartilham três tendências notáveis. Primeiro, o núcleo em 3a posição favorece ligeiramente a concordância. Segundo, a 3a posição à direita do núcleo é desfavorável à marcação. E, terceiro, existe um paralelo no perfil das posições prenucleares, embora desfavoráveis à marcação no caso dos africanos e favoráveis no caso dos afrobrasileiros.

7.3. NA VARIAÇÃO NA CONCORDÂNCIA PL ATUAL, HÁ REFLEXOS DA VARIAÇÃO VISÍVEL ENTRE OS DESVALIDOS. A respeito das , encontramos que, no perfil da marcação do item em 2a posição, o efeito desfavorável da presença de marca precedente é semelhante nos dados dos dois séculos. Para as 3a, 4a e 5a posições, o efeito das , na rodada geral, e naquela dos africanos, se parece bastante com os resultados para os dois corpora de Lopes (2001), sendo que há uma forte semelhança entre os Desvalidos africanos e os atuais afrodescendentes quando o item é precedido por um numeral de mais de uma palavra. Para , há duas semelhanças interessantes entre a rodada GERAL dos Desvalidos e os resultados para os dois corpora de Lopes (2001). Primeiro, as posições à direita do núcleo desfavorecem a marcação, e os valores correspondentes aos dois séculos são parecidos. Segundo, na rodada GERAL, embora as duas posições à esquerda do núcleo desfavoreçam a concordância, a posição adjacente é a menos desfavorável. Este perfil é quase igual no caso dos africanos e é repetido nos afrobrasileiros, com uma notável diferença: a esquerda adjacente já é favorável à marcação de PL. Em resumo, parece razoável postular que os padrões gerais do atual perfil da variação de concordância plural já existiam na população afrobrasileira do início do século XIX. Aliás, a julgar pelos perfis da variação dos Desvalidos em geral e dos Desvalidos africanos em específico, parece que os africanos teriam contribuído bastante para o perfil geral.

Referências bibliográficas ANDRADE, Maria José de S. 1988. A mão de obra escrava em Salvador, 1811–1860. São Paulo: Corrupio. BAXTER, Alan N. No prelo. “The development of variable NP plural agreement in a restructured African variety of Portuguese”. Em Geneviève Escure & Armin Schwegler

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A concordância no SN plural

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PORTUGUÊS VERNÁCULO DO BRASIL E PORTUGUÊS VERNÁCULO DE ANGOLA: REESTRUCTURAÇÃO PARCIAL VS. MUDANÇA LINGUÍSTICA LILIANA INVERNO dt Universidade de Coimbra

1. Introdução O trabalho seguinte constitui um estudo piloto para uma comparação mais detalhada dos factores sociais e linguísticos na origem de duas variedades vernáculas do português, o português vernáculo do Brasil (PVB) e o português vernáculo de Angola (PVA), com o objectivo de procurar entender até que ponto os processos sociais e linguísticos que levaram à formação de cada um dos vernáculos terão sido semelhantes ou diferentes. Por partilharem várias características estruturais, o PVB e o PVA surgem muitas vezes comparados na literatura sobre as variedades parcialmente reestruturadas do português, parecendo esta apontar para um processo de formação comparável (Gärtner, 2003; Baxter, 1998). Não se pretende aqui negar a evidência da partilha dessas características (i.e., ao nível da concordância variável de género e número no seio do SN e da concordância variável entre o sujeito e o verbo), nem recusar a importância de futuras investigações do PVA para uma melhor compreensão do PVB. Pretende-se, sim, tentar compreender até que ponto essas características comuns resultam de processos paralelos de formação (i.e., ‘reestruturação parcial’) e avaliar em que medida a situação sociolinguística nos dois países no período de pós-contacto poderá legitimar ou problematizar essa possibilidade.

2. Dados sociolinguísticos 2.1. BRASIL O Brasil é o maior país de língua oficial portuguesa. Das 150 línguas ameríndias aí sobreviventes, apenas uma pequena percentagem dos seus falantes será completamente unilingue nas mesmas (Asher, 1994: 397), pelo que, contrariamente a Angola, a generalidade da população fala efectivamente português, na sua forma padrão ou vernácula (i.e., PVB). Sobre a última me debruçarei aqui.

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No seguimento de Holm (1989, 2000, 2004), Baxter (1994) e Mello (1997), tomá-la-ei como resultado de um processo de ‘reestruturação parcial’, consequência de ‘transmissão linguística irregular’ (Lucchesi, 2000) motivada pelo contacto entre o português e as línguas ameríndias e africanas com que este coexistiu no espaço brasileiro. É, essencialmente, a história sociolinguística do país que permite avançar esta classificação. Dessa história me ocuparei em seguida, focando apenas os aspectos mais relevantes para a compreensão da sincronia do PVB, i.e., os que permitem mostrar que a situação sociolinguística no Brasil foi, desde os primeiros momentos de colonização, substancialmente diferente da de Angola. Chegados ao Brasil em 1500, os portugueses rapidamente subjugaram e aculturaram os nativos aí encontrados. Não houve, portanto, a oposição nativa à colonização portuguesa verificada em Angola. Os portugueses puderam assumir-se desde logo como colonizadores e não como parceiros comerciais e iniciou-se de imediato a exploração efectiva do território pelos próprios portugueses, com a ajuda dos nativos. Linguisticamente, predominariam até ao século XVIII, entre portugueses, nativos e seus descendentes, as línguas gerais de base tupi-guarani e não o português, numa situação de monolinguismo maioritário (Igna Rodrigues, 1996). Esta situação seria alterada pela chegada de um grande número de escravos africanos, a partir do século XVI, e de portugueses, a partir do século XIX. Até ao início do século XIX a maioria da população foi constituída por escravos africanos. Falantes de diversas línguas africanas, nem todas mutuamente inteligíveis, e com um acesso muito restrito ao português terão inicialmente aprendido a língua geral ou utilizado línguas francas africanas, dispensando a criação de uma variedade reestruturada do mesmo (Lucchesi, 2000:45). Porém, o predomínio de africanos nas regiões de plantações, o desaparecimento gradual da população nativa, o facto de muitos provirem de regiões onde crioulos portugueses se haviam formado e a sobrevivência de variedades reestruturadas do português em comunidades negras isoladas, e.x., língua dos Pretos Velhos (Bonvini, 2000), leva a crer que a sua presença no Brasil se tenha traduzido na criação de uma variedade reestruturada do português, resultante de um processo de ‘transmissão linguística irregular’, que estará na origem da variedade sincrónica do PVB e difundida por todo o Brasil devido à penetração africana no interior aquando da descoberta de ouro em Minas Gerais no século XVIII e da abolição da escravatura em 1888 (Holm 1989, 2000, 2004; Lucchesi, 2000). Por oposição ao que aconteceu em Angola, os portugueses chegaram em números significativos ao Brasil, constituindo a maioria da população no século XIX devido à mudança da corte portuguesa para a colónia em 1808 e à abolição da escravatura. Os portugueses terão então adoptado algumas características desse português reestruturado.

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Português vernáculo

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Em suma, do século XVI ao século XIX, à excepção dos “modestos núcleos urbanos”, onde se cultivava a língua importada de Portugal, o Brasil foi uma “sociedade predominantemente rural” onde, devido à coexistência de africanos, nativos e mestiços, o português “passava por drásticas alterações” (Lucchesi, 2000: 34).

2.2. ANGOLA Pela vastidão territorial, Angola é o segundo maior país de língua oficial portuguesa. A realidade linguística do país é, porém, bem diferente da brasileira. A população, maioritariamente concentrada nas maiores cidades costeiras, tem como língua materna uma ou mais das 40 línguas banto existentes no país. As mais significativas são o umbundo (4.000.000), o quimbundo (3.000.000) e o quicongo (1.144.000 falantes), resumindo-se o português como língua materna a apenas 57.600 falantes, maioritariamente elites e jovens dos centros urbanos do litoral, numa população total de 12.479.000 de habitantes (Grimes, 1988; Asher, 1994: 127). O português é a língua veicular, língua da administração, comunicação social e ensino, mas a identidade nacional é preenchida pelas línguas africanas (Asher, 1994: 1032; Ançã, 2000: 1032). Em suma, contrariamente ao PVB, quando se fala em PVA falamos, não da língua de todo um país, mas de uma língua falada por classes sociais específicas (i.e., elites instruídas e camadas jovens), em regiões geográficas determinadas (i.e., centros urbanos costeiros), numa situação de nítida diglossia. Historicamente, vários factores determinaram esta situação. Desses me ocuparei em seguida. O primeiro factor a ter em conta é a situação sociolinguística vivida na costa de Angola, onde os portugueses chegaram pela primeira vez em 1484, encontrando reinos densamente povoados (i.e., Congo, Loando e Tio), economica e politicamente muito estruturados e hierarquizados e falantes de línguas próprias, essencialmente de origem banto (Colson, 1981: 31). Os portugueses começaram, assim, por ser, não colonizadores, mas parceiros no tráfico de escravos e marfim, fixando-se por isso no litoral do reino do Congo. Em 1576, porém, depois de várias lutas com outras potências coloniais e reinos africanos pelo controlo total das riquezas da região, conquistam Loando, estabelecem a colónia de Angola e ocupam grande parte do reino do Congo (Ogot, 1999: 278). O domínio político português nessas fortificações litorais era garantido, não pelos portugueses, cuja presença em termos numéricos nunca foi significativa (Russel-Wood, 1992:60-61), mas por uma elite de afro-portugueses, resultado da miscigenação elevada entre europeus e mulheres da nobreza angolana (Chate-

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lain, 2001: 14), que, pela sua condição social, “defenderia, de princípio, os interesses do país colonizador” (Venâncio, 1996: 51). Bilingues no português de seus pais e nas línguas banto de suas mães, os afro-portugueses viriam a ocupar, nos centros urbanos, elevados postos na função pública e a actuar, no interior, como recrutadores de escravos, garantes de rotas comerciais e apaziguadores de chefes africanos revoltados (Venâncio, 1996: 51). O segundo factor a ter em conta prende-se com o facto de a maioria da população ter sido sempre constituída por africanos. Venâncio (1996), analisando a constituição demográfica de Luanda no século XVIII, é claro em afirmar que ao todo os africanos constituíam 63,5% da população total, os euroafricanos 17,1% e os europeus 14,6%. Contrariamente a outras colónias portuguesas, em Angola, esta maioria populacional africana não se terá traduzido na criação de um pidgin ou outra variedade reestruturada do português, pois o desenraizamento desta população não seria suficiente para impedir a inteligibilidade entre os falantes, nem o tempo que permanecia nas cidades o suficiente para o desenvolvimento de tal variedade. Para além disso, o bilinguismo generalizado, com maior ou menor proficiência, de portugueses (por influência das suas companheiras africanas), afro-portugueses, missionários e degredados portugueses em línguas banto e português, dispensava a aprendizagem do mesmo e a sua consequente reestruturação. Assim, contrariamente ao que afirma Perl (1985: 372), não estariam reunidas em Angola as condições necessárias para a formação de um pidgin português que estaria na origem da variedade actual do PVA, não só pelo bilinguismo dos portugueses e seus descendentes, mas também pelo facto de o acesso à língua portuguesa, contrariamente ao que aconteceu noutras colónias onde se desenvolveram pidgins, crioulos ou vernáculos parcialmente reestruturados, não ter nunca estado completamente vedado aos africanos. Na verdade, a aculturação destes à cultura e língua portuguesas foi bastante incrementada no século XVIII, quer pela coexistência nas zonas habitadas pelos escravos de uma percentagem elevada de afro-portugueses, degredados e missionários portugueses (Venâncio, 1996: 40), quer pelo domínio do comércio negreiro em Angola, até ao século XVIII, por comerciantes brasileiros (Ogot, 1999: 280), quer pelo decréscimo no número de escravos nos principais centros comerciais de Angola a partir do final do século XIX , aumentando assim a presença portuguesa nessas áreas (Carreira, 1978; Venâncio, 1996: 47). Angola seria, então, um conjunto de ilhas linguísticas mediadas pelo bilinguismo dos afro-portugueses e portugueses em línguas banto e português. Terão ocorrido, porém, interferências mútuas entre o português e as línguas banto aí faladas, especialmente na periferia das cidades litorâneas (i.e., musseques), justificando, assim, as referências na literatura ao ‘mestiço’ de Luanda (Schuchardt,

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1888: 230) e ao ‘pequeno português’ (Valdman, 1978: 22) dos principais centros urbanos de Angola. Shuchardt (1888: 249) define o ‘mestiço’ como sendo composto “de palavras portuguezas accomodadas ao genio do bundo”, o que leva a crer que essa interferência mútua se terá limitado a um processo de ‘empréstimo estrutural moderado’, o qual, segundo Thomason & Kaufman (1988: 37), não só “apparently requires extensive bilingualism among borrowing-language speakers over a considerable period of time”, mas implica também a manutenção da língua materna dos falantes envolvidos na situação de empréstimo. O terceiro factor relevante para a compreensão da génese do PVA prende-se com a lenta e penosa expansão do domínio político português e consequente diminuta área de difusão da língua. Contrariamente ao que aconteceu no Brasil, o domínio português em Angola limitou-se, até início do século XX, à faixa costeira ocidental, constituindo Malange “the farthest inland settlement of the Portuguese” (Chatelain, 2001: v). O interior do país era “a recent accession and still unoccupied (…) not yet administered by the Portuguese” (Chatelain, 2001: 5). Esta situação permitiu, por um lado, que o interior permanecesse, em termos linguísticos, praticamente imune à presença portuguesa e, por outro, que o português coexistisse lado a lado com as línguas banto nas cidades costeiras. Esta situação sociolinguística manter-se-ia praticamente imutável até à primeira metade do século XX, em grande parte devido à resistência de comunidades angolanas organizadas à presença portuguesa, à inospitalidade do interior Angolano, a uma administração portuguesa incipiente até ao século XIX (Gann & Duignan, 1981: 9), ao falhanço das diversas políticas de colonização do interior (i.e., estabelecimento de colonatos penais no interior do país nas décadas de 80 e 90 do século XIX e colonização dirigida ou planificada já no século XX), ao atraso na construção de redes viárias e ferroviárias no interior, à preferência dos portugueses pelo Brasil como destino de emigração e à preferência dos emigrantes portugueses em Angola pelas zonas urbanas em detrimento das zonas rurais (Bender, 1980). Ou seja, o português em Angola, em pleno século XX, continuava a restringir-se aos grandes centros urbanos do litoral e suas elites instruídas. As bases sincrónicas do PVA situam-se, assim, não num eventual pidgin dos primeiros tempos da colonização, mas no século XX, porque foi nesse período que, pela primeira vez em quase 400 anos de colonização, os portugueses conseguiram explorar o interior do país e constituir a maioria da população nos centros urbanos do litoral (Bender, 1980). Beneficiando do final das guerras de pacificação e da aplicação de uma série de projectos de colonização do interior que, embora falhados, permitiram aí uma maior penetração do português devido ao sistema de trabalho forçado e expropriação de terras que acarretaram, os portugueses, chegados em grande número,

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incluindo muitas mulheres, o que inibia a miscenização que caracterizara os séculos anteriores, fixar-se-iam nas principais cidades costeiras. Aí viriam a ocupar os postos na função pública, economia e política anteriormente ocupados pelos afro-portugueses e a instaurar um clima de discriminação e repressão tais que fariam do domínio da língua portuguesa condição sine qua non para qualquer possibilidade de ascensão social e escape ao regime de trabalho forçado. Durante o Estado Novo, para ser reconhecido como ‘assimilado’, um angolano teria de “demonstrar saber ler, escrever e falar português fluentemente... comer, vestir e ter a mesma religião que os portugueses e manter um padrão de vida e de costumes semelhante ao estilo de vida europeu” (Bender, 1980: 216). Não chegava uma variedade reestruturada do português. Era preciso o domínio perfeito da língua. Contudo, o acesso à educação era praticamente vedado à generalidade dos angolanos. A única solução, era, pois, aprender o português por sua própria conta. Estavam, pois, reunidas em Angola, na primeira metade do século XX, as condições para um processo de mudança linguística com influência de substrato, o qual, conjuntamente com o ‘empréstimo estrutural moderado’ que a antecedera, estará na génese da sincronia do PVA (i.e., ambos os grupos envolvidos no processo de mudança eram, pelo menos, parcialmente bilingues em português e línguas banto; o processo de mudança terá sido iniciado pelo grupo em mudança e não pelos falantes da língua alvo; verifica-se influência de substrato no PVA ao nível das características marcadas da língua alvo) (Thomason & Kaufman, 1988). Por ser recente e restrito social e geograficamente, este processo não estará ainda concluído, o que permite explicar, não só a menor estabilidade no PVA dos dados linguísticos que a seguir se analisarão, mas também a manutenção das línguas banto como línguas maternas da generalidade da população.

3. Dados Linguísticos 3.1. CONCORDÂNCIA VARIÁVEL DE NÚMERO NO SINTAGMA NOMINAL (SN) O português europeu (PE) exige a concordância de número do núcleo do SN com todos os seus determinantes através de uma desinência final: (1) PE: Hoje houve muitas comunicações.

O PVB e o PVA nem sempre apresentam esta concordância: (2) PVB:

Boas tarde-ø.

(Mello, 1997:115)

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(3) PVA:

vir à Mutamba para estar em contacto com outras criançaø. (Instituto Camões, 2001)

Baxter (1998) explica este fenómeno como resultado da convergência da posição no SN do elemento marcado, recebendo normalmente marcação o elemento mais à esquerda; da existência ou não no SN de determinantes; de uma tendência interna do PE dos séculos XV-XVI, mas principalmente da influência de substrato. De facto, esta característica estrutural do PVB e PVA encontra paralelos na estrutura das línguas banto faladas pelos escravos angolanos enviados para o Brasil e ainda hoje línguas maternas da maioria dos angolanos (i.e., quimbundo, umbundo e quicongo). Nelas a concordância de número no SN é actualizada através de prefixos. O núcleo do SN é constituído pela forma invariável do nome (singular ou plural) precedida por um prefixo variável (Marques, 1985: 118): QUIMBUNDO

UMBUNDO

QUICONGO

(4) SINGULAR

nguma

(inimigo)

uti

(árvore)

salu

(trabalho)

(5) PLURAL

junguma

(inimigos)

oviti

(árvores)

bisalu (trabalhos) (Marques, 1985:221)

Na aprendizagem do português, o substantivo terá sido interpretado como invariável e os elementos não nucleares do SN como equivalentes dos prefixos variáveis do banto, razão pela qual, no PVB e PVA, se faz a marcação de número nesses elementos e não no núcleo do SN (Marques, 1985: 218; Gärtner, 2003). A análise dos contos banto presentes em Chatelain (2001) parece comprovar esta hipótese, na medida em que é possível encontrar várias palavras portuguesas acompanhadas de marcadores de plural quimbundo (ainda que nem sempre acompanhadas do respectivo marcador de singular), como ilustra a Tabela 1: Tabela 1 Português

inglês português americano moça mesa soldado leitão

Quimbundo Singular

Plural

ki-ngeleji pultukeji melekanu mosa ku-meza di-soladi di-letá

i-ngeleji ji-pultukeji a-melekanu ou ji-melekanu ji-mosa ji-mesa ma-soladi ma-letá

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Porém, no PVB e PVA, nem sempre o núcleo do SN não recebe a marcação de número. No PVB, por exemplo, o núcleo do SN, contrariamente ao que acontece em banto, recebe, por vezes, a marcação de número. (6)

PVB: Boas tardeø’ (Mello, 1997: 115) vs. Tardes boaø. (Mello, 1997: 116)

A resposta parece residir novamente na morfologia e sintaxe banto. Nestas línguas há uma sequência neutra de ocorrência dos elementos no SN, i.e., primeiro os determinantes e depois o núcleo do SN. Contudo, é possível alterar esta sequência colocando um dos determinantes na posição mais à direita do SN, tornando-se, assim, este o elemento mais proeminente. Poder-se-ia, assim, explicar por que razão em (6) o elemento não nuclear recebe a marcação em boas tarde, mas não em tardes boa (Asher, 1994: 306). Durante a investigação para este estudo não foi possível estabelecer um paralelo entre a variação desta concordância e este último aspecto estrutural das línguas banto, contudo, essa relação não parece de descartar, principalmente porque o fenómeno referido em (6) não consta na literatura consultada sobre o PVA. Asher reitera esta convicção ao afirmar que “variation in sequence of items has sometimes been noted but has not been systematically studied” (Asher, 1994: 306).

3.2. CONCORDÂNCIA VARIÁVEL DE GÉNERO NO SINTAGMA NOMINAL (SN) O PE exige também o estabelecimento de concordância entre o género do núcleo do SN e o de todos os seus determinantes através de uma desinência final. (7)

PE:

Alguns angolanos falam português.

Nem o PVB nem o PVA actualizam sempre essa concordância, usando muitas vezes a forma masculina dos determinantes para um núcleo feminino do SN : (8) PVB: esse gente. (9)

PVB: minha boio.

(10)

PVA: no mesmo barriga.

(11)

PVA: autoridades administrativas e da Saúde honestos.

(Mello, 1997: 119) (Mello, 1997: 120) (Mendes, 1985: 149) (Laban, 1982: 64)

Para Baxter (1998: 118), esta variação resulta de condicionalismos impostos pela função sintáctica e configuração interna do SN e da natureza morfológica

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do núcleo do mesmo. A estrutura linguística de que parte parece ser o português, porém, a variação da concordância de género no SN parece ser mais bem compreendida à luz da análise da estrutura das línguas banto, as quais não apresentam distinção morfológica entre masculino e feminino nos substantivos (Asher, 1994: 305). A distinção de género é feita pela inclusão destes em diferentes classes, consoante os traços semânticos das entidades que designam ou os prefixos que requerem. Contudo, este sistema de género vai além da mera distinção entre masculino/feminino, contemplando classificações como humano, animal, planta, partes pares do corpo, abstracto, líquido “and others which are less transparent” (Heine & Nurse, 2000: 13). Um estudo mais aprofundado das classes nominais banto e da sua relação com a concordância variável de género nas variedades vernáculas do português parece merecer, assim, um maior estudo para uma melhor compreensão deste fenómeno.

3.3. CONCORDÂNCIA SUJEITO/VERBO O PE exige a concordância em pessoa e número entre o sujeito e o verbo em todos os seus tempos e na maioria dos modos, através da junção de desinências de pessoa/número ao radical do mesmo. Existem seis pessoas gramaticais em português expressas pelo verbo, três de singular e três de plural. No PVB e PVA, essa concordância nem sempre é actualizada, havendo tendência para a redução das desinências pessoa/número (Laban, 1982; Mello, 1997; Baxter, 1998; Holm, 2004). Em algumas variedades do PVB existe apenas uma desinência verbal de pessoa/número usada indistintamente para todas as outras pessoas/números: (12) (13)

PVB: nós fala caldo. Nós não falava sopa, falava caldo de frango. (Rodrigues, 1974: 200) (Mello,1997: 125) PVB: eu sabe fazer isso.

Este fenómeno poder-se-á dever à actuação de regras fonológicas de desnasalização do –m de 3.ª pessoa do plural e perda do –s das 2.ªs pessoas do singular e plural, à derivação da forma verbal de 2.ª pessoa do imperativo do verbo no português (Holm, 2004) ou de regras de aquisição do português brasileiro como primeira língua, sendo que numa fase inicial dessa aquisição as desinências de 2.ª/3.ª pessoas do singular são utilizadas com todas as pessoas/números (Baxter, 1998: 125). Todavia, a tendência parece ser para a adopção de um sistema com duas desinências verbais pessoa/número: a de 1.ª pessoa do singular e a de 2.ª/3.ª pessoa

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do singular para as restantes pessoas/números (e.x.:, Helvécia). Baxter (1998) propõe que a incorporação da 1.ª pessoa no sistema verbal dessa variedade do PB se deva à necessidade de eliminar ambiguidade em casos de apagamento do sujeito lexical. Relativamente ao PVA, não existem ainda estudos aprofundados sobre os motivos desta variação (Gärtner, 2003), limitando-se a literatura a apontar a sua ocorrência: (14) PVA: chegava ao posto sanitário os tios da Luciana. (Laban, 1982: 64) (15) PVA: Eu quando veio aqui era pequeno.

(Laban, 1982: 64)

A minha análise de gravações de angolanos realizadas pelo Instituto Camões em Portugal permitiu também encontrar indícios desta variação de concordância, embora o fenómeno pareça não ser tão consistente e involuntário como no PVB: (16) PVA: ... uma ou duas crianças [...] está, portanto, estão, estão cá no Palanca e o restante já foram encaminhadas para a família...(Instituto Camões, 2001)

Marques (1985) e Gärtner (2003) apresentam para esta variação uma explicação substratista, justificando-a com a inexistência de desinências verbais finais em banto, limitando-se os seus falantes, na aprendizagem do português, a repetir as formas mais frequentes do mesmo (Marques, 1985:220). Acrescentam que, sendo em banto este tipo de concordância estabelecido, não entre o sujeito e o verbo, mas entre o sujeito e um prefixo verbal (Heine & Nurse, 2000:201), os falantes terão identificado os pronomes do português com os seus prefixos, não notando a existência de concordância entre esse pronome e as desinências finais do verbo (Gärtner, 2003; Marques, 1985).

4. Conclusão O PVB e o PVA partilham importantes características estruturais ao nível da concordância variável de número e género no seio do SN, bem como entre o sujeito e o verbo. Em função dessas características o PVB e o PVA têm vindo a ser comparados na literatura relativa às variedades reestruturadas do português, parecendo esta apontar para um processo de formação comparável i.e., ‘reestruturação parcial’. Os dados sociais e linguísticos disponíveis na literatura para as duas variedades, parecem, contudo, problematizar esta possibilidade. Efectivamente, os fenómenos de concordância variável analisados neste trabalho, embora presentes nas duas variedades devido à influência do substrato

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banto, apresentam, contudo, uma menor estabilidade/cristalização no PVA, parecendo, assim, apontar para uma formação mais recente desta variedade. Tornamse, pois, necessários estudos mais aprofundados da morfossintaxe banto que permitam compreender em que moldes a influência de substrato se terá processado e que relação estabelece com os padrões de variabilidade ao nível da concordância de número, género e sujeito/verbo. A história sociolinguística dos dois países reitera também a possibilidade de uma formação mais recente para o PVA. Efectivamente, enquanto que no Brasil estiveram reunidas, desde o primeiro período de colonização, as condições necessárias para uma reestruturação parcial do português em áreas isoladas e posteriormente difundida por todo o país, o que ocorreu em Angola, devido à restrição da colonização portuguesa, até ao século XX, às zonas urbanas costeiras, ao elevado nível de bilinguismo e manutenção das línguas banto como línguas maternas da generalidade da população, foi a convergência de um empréstimo lexical massivo para as línguas de substrato e uma mudança posterior para o português como uma das diversas primeiras línguas dos falantes nas áreas urbanas costeiras.

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A PARTICIPAÇÃO DO CONTATO ENTRE LÍNGUAS NA FORMAÇÃO DO PORTUGUÊS POPULAR DO BRASIL: NOVAS EVIDÊNCIAS EMPÍRICAS DANTE LUCCHESI Universidade Federal da Bahia / CNPq

1. Introdução Muito se tem discutido acerca de como o contato entre línguas teria influenciado a formação histórica do português do Brasil. As posições extremadas de que o contato com falantes africanos e indígenas apenas acelerou tendências já prefiguradas na deriva secular da língua portuguesa (cf. Naro & Scherre, 1993), de um lado, ou de que o português popular do Brasil deriva de um crioulo que se teria formado durante a colonização do Brasil (cf. Guy, 1981), de outro, pouco têm contribuído para o esclarecimento da questão, pois, se as evidências históricas demonstram que eventuais processos de crioulização do português não assumiram dimensões capazes de influenciar todas as das variedades do português faladas no Brasil, não é razoável postular que a aquisição precária do português por parte de milhões de falantes autóctones e africanos e a nativização desse modelo defectivo entre os seus descendentes não teria produzido alterações estruturais nos padrões de uso da língua portuguesa no Brasil. Na ausência de testemunhos históricos consistentes, o estudo da fala das comunidades rurais afro-brasileiras isoladas afigura-se como um campo privilegiado de investigação. Em razão de sua formação histórica (muitas dessas comunidades são provenientes de antigos quilombos), ainda seria possível identificar na fala dessas comunidades as marcas mais visíveis dos processos de variação e mudança que o contato entre línguas teria produzido na estrutura da língua portuguesa no Brasil. Nesse sentido, seria bastante interessante estabelecer um paralelo entre o processo de formação dessas variedades rurais afro-brasileiras do português e processos típicos de crioulização da língua portuguesa, como os que ocorreram no continente africano, definindo as semelhanças e diferenças entre ambos. A reunião dos dois processos históricos pode ser feita através da proposição de um conceito mais amplo de ‘transmissão lingüística irregular’, que abrange todas as situações em que uma língua alvo é adquirida por largos contingentes de falantes adultos em situações precárias, tornando-se posteriormente a língua materna dos descendentes desses falantes de outras línguas (cf. Lucchesi, 1998,

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1999 e 2001). Tal processo implicaria, inexoravelmente, em alterações estruturais nas variedades da língua alvo nele formadas. Haveria, entretanto, que se estabelecer um divisor de águas entre os casos em que tais alterações seriam de monta a produzir uma variedade lingüística qualitativamente distinta da língua alvo, ou seja uma nova entidade lingüística histórica –o que caracteriza os casos típicos de crioulização–, dos casos em que, não obstante a ocorrência de alterações estruturais, essas não são suficientes para dar ensejo ao surgimento de uma variedade lingüística qualitativamente distinta da língua alvo. Nesta exposição, buscaremos estabelecer as diferenças entre os dois casos, visando a definir quais as características dos processos de transmissão lingüística irregular mais leves, que, aqui se postula, teriam concorrido para a formação histórica das variedades populares do português do Brasil. Em seguida, buscaremos nos resultados de análises sociolingüísticas de comunidades de fala rurais afrobrasileiras isoladas as evidências empíricas para o modelo de transmissão lingüística irregular que estamos formulando.

1. O conceito de transmissão lingüística irregular e a formação do português brasileiro A formação de variedades lingüísticas em situações de contato pode ser desdobrada em dois processos. De um lado está a erosão gramatical da língua que é tomada como alvo. Do outro lado, está a recomposição gramatical dessa variedade lingüística que se forma na situação de contato. Nos casos mais radicais de crioulização, a erosão gramatical da língua alvo é drástica, podendo-se pensar que todos os seus dispositivos gramaticais são virtualmente eliminados, pois apenas um vocabulário exíguo sustenta a interação verbal dos indivíduos na situação de contato. Assim sendo, uma nova estrutura gramatical é criada na medida em que o uso do código emergencial de comunicação se mantém, ampliando-se as suas funções comunicativas e convertendo-se este em modelo para aquisição da linguagem dos indivíduos que nascem na situação de contato. Como o acesso aos modelos da língua alvo é ao longo de todo o processo muito restrito, a reconstituição estrutural da nova variedade lingüística que se forma na situação de contato tem que ser feita por meio da gramaticalização de itens lexicais orientadas pelos dispositivos da gramática universal e/ou através da incorporação de mecanismos gramaticais da(s) outra(s) língua(s) envolvida(s) na situação de contato, no que se denomina tradicionalmente de transferências do substrato. Pode-se explicar, assim, a originalidade estrutural da variedade lingüística que se forma na situação de contato, sobretudo em relação à estruturação gramatical da língua alvo.

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Porém, os processos históricos de contato entre línguas são altamente variáveis em termos de seus parâmetros sócio-demográficos e etnolingüísticos, determinando níveis de intensidade diferenciados tanto no que concerne à erosão gramatical da língua alvo, quanto à recomposição estrutural da variedade lingüística que se forma na situação de contato (cf. Baker, 1991; Baker & Corne, 1982; Bickerton, 1984, 1988). Desse modo, pode-se pensar que, na situação inicial de contato, se a proporção entre falantes da língua alvo e dos grupos de falantes das outras línguas não é tão grande como nos casos típicos de crioulização (em que se estima que, para cada falante da língua alvo, haveria dez falantes de outras línguas), o acesso desses últimos aos modelos da língua alvo, no processo de aquisição da segunda língua para a comunicação emergencial, seria maior. Desse modo, a erosão gramatical nessa variedade de segunda língua seria menor do que nos casos típicos de pidginização/crioulização. Da mesma maneira, pode-se pensar também que, durante o período de expansão funcional e gramatical da nova variedade lingüística, os processos de incorporação de dispositivos gramaticais das outras línguas e de reestruturação original da gramática tendem a sofrer uma concorrência dos modelos da língua alvo, que é mais ou menos intensa e determinante conforme cada caso histórico particular. Daí a importância de se pensar o contato entre línguas nos termos mais amplos de um processo de transmissão lingüística irregular, e não nos termos estritos das situações típicas de pidginização e/ou crioulização. Tal conceito mais amplo pode dar conta dos processos históricos que se deram durante a colonização do Brasil, em que o português sofreu significativas alterações em seus padrões de uso ao ser assimilado por contingentes de falantes de outras línguas (indígenas e africanas), sem que, entretanto, tais processos tenham resultado na formação de uma língua pidgin ou crioula. Se o acesso dos falantes das outras línguas (e, principalmente, dos seus descendentes) aos modelos da língua alvo aumenta com a continuidade da situação social que originou o contato, e considerando-se que esses modelos tendem a gozar de um maior prestígio na estrutura da comunidade de fala, estabelecendo-se assim uma espécie de ideal normativo, pode-se pensar que esses modelos tendem a suplantar os processos de transferências de estruturas das outras línguas e/ou de reestruturação original da gramática. O resultado deste processo, então, pode não ser a formação de um sistema lingüístico distinto da língua alvo (um pidgin ou um crioulo), mas a formação de uma nova variedade dessa língua alvo que não deixa de apresentar certas características decorrentes do processo de contato entre línguas. Um processo semelhante a esse ocorre nas situações de descrioulização que se verificam ao longo do chamado ‘continuum crioulo’ (Bickerton, 1975). A diferença entre esses casos de transmissão lingüística irregular mais leves e os casos típicos de crioulização e pidginização estaria, em parte, situada no grau

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de intensidade desses processos de mudança. Nos processos típicos de crioulização, ocorreria uma perda muito radical da morfologia flexional tanto do nome como do verbo, e das regras de concordância a elas associadas. Esse é o caso, por exemplo, dos crioulos de base portuguesa da África. Nos crioulos portugueses de Cabo Verde, da Guiné-Bissau e de São Tomé e Príncipe, as regras de concordância nominal e verbal do português foram praticamente eliminadas. Nesses casos, os processos de gramaticalização que ocorrem nas fases de reestruturação da nova variedade lingüística emergente seriam bastante profundos. Em se tratando dos crioulos portugueses da África, determinados itens lexicais, como advérbios e determinadas formas verbais, se converteram, através do processo de gramaticalização, em marcadores das categorias gramaticais do verbo. Essas línguas desenvolveram, assim, todo um sistema independente de partículas de tempo, modo e aspecto. Por outro lado, a perda da morfologia de pessoa e número conduziria a uma mudança no valor do parâmetro do sujeito nulo, de modo que, no processo de formação dos crioulos de base portuguesa, o valor marcado do parâmetro do sujeito nulo do português seria alterado em função do valor não marcado, fazendo com que o sujeito referencial seja sempre realizado nessas línguas1. Já, nos processos de transmissão lingüística irregular mais leves, como os ocorridos na história das variedades populares do português do Brasil, esses processos seriam menos radicais, ocorrendo mais a variação nos padrões de uso desses elementos gramaticais, do que mudanças categóricas na estrutura da língua. Desse modo, os processos de gramaticalização e/ou transferências de estrutura gramaticais das línguas dos substratos, que garantem a originalidade da gramática das línguas pidgins e crioulas frente as suas línguas lexificadoras, praticamente não ocorreriam. Portanto, a grande diferença entre os crioulos típicos e as variedades lingüísticas populares formadas em situações de contato entre línguas seria a de que, na gramática dos crioulos, predominam estruturas originais –tais como: marcadores de número e gênero, partículas de tempo, modo e aspecto, verbos seriais, etc.–, resultantes do processo de gramaticalização e/ou das transferências das línguas de substrato, enquanto que a estrutura gramatical das variedades populares do português do Brasil é marcada por um profundo quadro de variação, sem que se tenha introduzido dispositivos originais em relação à gramática da língua alvo. E as eventuais lacunas estruturais dessas variedades lingüísticas que se formam nesses processos de transmissão lingüística irregular vão sendo progressivamente preenchidas pelos dispositivos da língua alvo, do que resulta um quadro de variação binária entre a presença e ausência de certos mecanismos gramaticais da língua alvo.

1 Sobre essa mudança em função de parâmetros sintáticos não marcados no processo de formação das línguas crioulas, veja-se Roberts (1997).

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A questão que se coloca então é: que mecanismos gramaticais seriam afetados nesse processo de transmissão lingüística irregular mais leves? Os candidatos naturais seriam os mecanismos morfossintáticos da concordância nominal e verbal, pois a simplificação desses mecanismos é uma característica virtualmente universal das situações de contato entre línguas. Podemos assumir, então, que em todo e qualquer processo de transmissão lingüística irregular desencadeado pelo contato entre línguas ocorre, em maior ou menor grau, perda de morfologia flexional e de regras de concordância nominal e verbal da língua lexificadora. Nas situações típicas de crioulização, essa perda tende a ser total; já nos casos de uma transmissão lingüística irregular mais leve, não podemos pensar em um processo de eliminação, mas na formação de um quadro de variação mais ou menos intenso conforme cada caso. Com base nessa linha de raciocínio, podemos assumir que o quadro geral de variação na aplicação das regras de concordância nominal e verbal que se observa hoje no português do Brasil estaria historicamente relacionado ao processo de transmissão lingüística irregular.

2. Mudanças induzidas pelo contato: as comunidades rurais afro-brasileiras no panorama lingüístico do Brasil Em diversas oportunidades (cf. Lucchesi, 1998, 2001 e 2002), temos apresentado análises sócio-históricas que demonstram como a formação do português do Brasil foi afetada pelo contato com as línguas indígenas e africanas, nos termos de um processo de transmissão lingüística irregular mais leve. Apresentamos argumentos também no sentido de que, se nas variedades populares do português os processos de variação e mudança historicamente relacionados ao contato entre línguas são mais intensos e a fortiori mais visíveis, tais processos também têm os seus efeitos nos padrões de fala dos segmentos escolarizados da sociedade brasileira. Haveria, obviamente, uma diferença quantitativa significativa entre os processos de variação observados num e no outro caso, pois os efeitos da transmissão lingüística irregular seriam naturalmente mais evidentes nas normas populares do português brasileiro do que na chamada norma culta. E mesmo entre as variedades populares do português brasileiro, na fala das comunidades rurais afro-brasileiras isoladas –muitas delas oriundas de antigos quilombos–, os processos de variação e mudança induzidos pelo contato entre línguas excederiam em grau de intensidade os observados em outros dialetos rurais brasileiros não tão diretamente afetados em sua formação histórica pelo processo de transmissão lingüística irregular. Os resultados dos estudos que apresentamos nesta exposição comprovam isso. Apresentamos aqui resultados de análises sociolingüísticas sobre a variação

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nos mecanismos morfossintáticos da concordância nominal e verbal em comunidades rurais afro-brasileiras isoladas situadas no Estado da Bahia (principalmente na comunidade de Helvécia), que demonstram que a variação observada nessas comunidades supera quantitativa e qualitativamente a variação observada em outras variedades do português popular.

3. A variação na concordância nominal de gênero em Helvécia As origens de Helvécia remontam a um empreendimento agro-exportador cafeeiro denominado Colônia Leopoldina. Instalado no extremo sul do Estado da Bahia, no início do século XIX, o empreendimento era conduzido por colonos suíços, franceses e alemães e baseado no uso extensivo da mão-de-obra escrava africana. No final do século passado, o empreendimento decaiu, e os colonos europeus partiram, deixando para traz os seus ex-escravos. Os atuais habitantes de Helvécia são em sua grande maioria negros e descendentes desses escravos africanos importados pela Colônia. Um dos aspectos que diferenciam o dialeto de Helvécia no panorama geral dos dialetos rurais brasileiros e que pode, portanto, ser relacionado a alterações nos padrões de uso lingüístico do português decorrentes do processo de transmissão lingüística irregular é uma reduzida mais significativa variação na concordância de gênero no interior do SN, como exemplificado a seguir: Valor positivo – realização da concordância de gênero no SN (1) Eu comprei essa casa aí na rua. (2) Fiquei no soro durante a noite toda. Valor negativo – não realização da concordância de gênero no SN (3) Ele era uma pessoa muito querido. (4) se tirá o certidão de óbito do meu pai.

O nível de variação que se observa hoje em Helvécia é bastante reduzido, sendo que os casos de não marcação plena do gênero no SN ficam em torno de apenas cinco por cento do total de ocorrências analisadas. Entretanto, ainda se observa na comunidade de fala um quadro de variação estruturada, no qual o fenômeno variável se encontra encaixado na estrutura lingüística do dialeto, podendo-se estabelecer correlações sistemáticas nos diversos contextos. Os principais fatores lingüísticos condicionadores da variação na concordância de gênero podem ser, então, reunidos em três grandes princípios (cf. Lucchesi, 1999), apresentados a seguir:

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i) Princípio da simplicidade: o mecanismo acessório da concordância se aplica mais nas estruturas mais simples do que nas estruturas mais complexas: (5) (6) (7)

eu falo a verdade. chega lá é um maior confusão pá esses médico atendê a gente. qualqué um parte que o sinhô me pergunta pra mim fazê, eu insino o sinhô.

A regra de concordância de gênero tende a ser mais aplicada em SN’s com a estrutura mais simples, do tipo Det + Nome –cf. (5)–, do que em SN’s onde está presente outro constituintes, mesmo que esse constituinte não participe da cadeia de concordância –cf. (6) e (7). ii)

Princípio da integração: a regra de concordância é favorecida pelas estruturas mais integradas, de modo que os modificadores à esquerda do nome –cf. (8) abaixo– tendem a receber mais marcas de feminino que o modificadores em estruturas de adjunção à direita do nome –cf. (9): (8) (9)

Não, trabalho na minha terra mesmo. Ah, é... é coisa muito bom!

iii) Princípio da saliência: quanto mais fortes forem as marcas mórficas no nome núcleo, maior será a probabilidade de aplicação da regra de concordância: (10) (11) (12) (13) (14)

e adepois, juntô com a sogra. cada um tem um natureza. Dipôs ela teve Alicia que é o caçula. Às vez, puxa um poquinho da perna. Esse é o moço (...) que tirô um foto aí de Vanda.

De acordo com esse princípio, a concordância de gênero tende a se realizar mais nos SN’s cujo núcleo é um nome com propriedade de flexão de gênero –cf. (10)– do que com os nomes sem propriedade de flexão –cf. (11)– ou com os nomes comuns de dois gêneros –cf. (13). Já entre os nomes sem propriedade de flexão de gênero (que constituem a grande maioria em português), a concordância tende a se realizar mais com os nome de tema em -a –(cf. (13)– do que com os nomes de tema em -o –cf. (14). Isso se dá em função da homonímia entre a vogal temática -a e o morfema de feminino. O princípio da saliência decorre de um fato fundamental para a definição do padrão de marcação do gênero em Helvécia: a flexão de gênero é praticamente categórica nos núcleos nominais que exibem propriedade de flexão, mesmo quando todos os outros constituintes do SN não se flexionam, como nos exemplos (15) e (16):

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Agora o sinhora lembra de tudo. Os minina d’agora tudo achô coisa bom.

Já a análise do encaixamento da variação na estrutura social da comunidade de fala revelou um quadro de mudança em curso no sentido da fixação do uso da regra de concordância de gênero. A análise da variável faixa etária apontou para um cenário de mudança aquisicional em que os mais jovens exibem a maior freqüência de aplicação da regra de concordância de gênero e os falantes mais velhos o maior grau de variação como se pode ver na tabela 1:

Tabela 1 Resultados da variável faixa etária (Nível de significância: .027) Nº de casos/total

Freqüência absoluta

Peso relativo

Faixa 1 (20-40 anos) Faixa 2 (40-60 anos) Faixa 3 (mais de 60 anos)

1.365/1.396 1.286/1.331 1.193/1.296

98% 97% 92%

.65 .57 .28

TOTAL

3.844/4.023

96%



A análise das demais variáveis sociais confirmou um quadro de mudança decorrente da importação de modelos externos à comunidade e se difunde de cima para baixo na estrutura social. Nesse cenário, lideram o processo de fixação das regras de concordância de gênero na comunidade: os homens, que têm maiores possibilidades de socialização e estão mais integrados do que as mulheres no mercado de trabalho; os indivíduos que já viveram fora da comunidade, sobretudo nos grandes centros urbanos; e os indivíduos com algum grau de escolarização, apesar da precariedade do sistema de educação pública. Desse modo, a análise do quadro atual de variação em Helvécia se enquadra na visão de uma tendência geral de mudança em curso nas variedades rurais e populares que, nas últimas décadas, sob a influências dos modelos difundidos a partir dos grandes centros urbanos, estariam perdendo as suas características mais proeminentes, muitas delas –como a variação na concordância de gênero– produzidas pelo processo de transmissão lingüística irregular que marca a sua história. A análise reuniu também evidências empíricas de que, em estágios anteriores da evolução do dialeto de Helvécia, teria ocorrido um processo mais intenso de variação na concordância de gênero provocado por um processo de transmissão lingüística irregular. O aspecto que consideramos decisivo para definir o caráter

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crioulizante da variação em Helvécia é o fato de o padrão estrutural da variação nesta comunidade ser o mesmo dos processos de mudança que afetaram a categoria gramatical do gênero na formação das línguas crioulas na África. Nos crioulos de base lexical portuguesa da África, a erosão da morfologia flexional do nome no que diz respeito à categoria gramatical do gênero afetou mais o mecanismo morfossintático da concordância do que a flexão mórfica do gênero nos núcleos nominais que designam os seres animados. Como se pode ver nos exemplos abaixo (do crioulo caboverdiano), enquanto o nome fiju admite a flexão em gênero, o determinante e o adjetivo permanecem invariáveis: (17) (18)

kel fiju bunito kel fija bunito

‘aquele filho bonito’. ‘aquela filha bonita’.

Assim, o mecanismo morfossintático da concordância de gênero, que no português serve para indicar o gênero gramatical exaustivamente no conjunto de nomes da língua (na maioria dos casos, sem implicação no plano da informação referencial), foi praticamente eliminado; só se mantendo marginalmente nas variedades acroletais do crioulo caboverdiano; aquele que apresenta o menor grau de crioulização. Já a flexão de gênero nos nomes dos seres animados conservou-se, por possuir o valor referencial de indicar o sexo dos indivíduos, mesmo que de forma variável, em todos os crioulos portugueses da África; inclusive no são-tomense, que exibe o maior grau de crioulização. Portanto, no que se refere à categoria do gênero, a estrutura lingüística que tende a ser conservada durante o processo de transmissão lingüística irregular é a marcação do gênero no núcleos nominais que designam os seres animados, nos casos em que a indicação referencial do sexo dos indivíduos é relevante. A nossa análise da variação na concordância de gênero no Sintagma Nominal em Helvécia revelou que o processo de variação e mudança segue o mesmo padrão observado nas línguas crioulas da África. Essa semelhança fundamental torna-se, assim, a prova decisiva da relação entre a variação na concordância de gênero que hoje se observa na comunidade de fala de Helvécia-Ba e o processo de transmissão lingüística irregular desencadeado pelo massivo contato do português com as línguas africanas ocorrido durante o período de formação desse dialeto rural brasileiro.

4. Variação na concordância verbal em comunidades rurais afro-brasileiras Em análise realizada sobre a variação na concordância verbal em três comunidades rurais afro-brasileiras no Estado da Bahia (Cinzento, no Município de Pla-

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nalto; Helvécia, no Município de Nova Viçosa; e as comunidades de Barra e Bananal, do Município de Rio de Contas), Alves da Silva (2003) depreendeu 1.706 ocorrências, assim distribuídas entre as comunidades: 927 no corpus de Cinzento, 374 em Helvécia e 405 em Rio de Contas. A regra de concordância foi aplicada em 273 ocorrências, correspondendo a 16% do total do corpus analisado. Em (19) e (20) abaixo, encontramos exemplos da variação em relação à concordância verbal com a 3a pessoa do plural: (19) (20)

Eles ganha pouco. (ptg. padrão: Eles ganham pouco.) As mulhé vai. (ptg. padrão: As mulheres vão.)

A comunidade de Cinzento, cujas origens remontam a um antigo quilombo, apresentou o menor percentual de concordância (13%), enquanto que Rio de Contas demonstrou o maior percentual (24%). Em Helvécia, o percentual de concordância ficou em 16%. É interessante proceder a um cotejo com as freqüências da variação desse item da gramática em outras variedades do português brasileiro. Vieira (1995), estudando comunidades de pescadores analfabetos ou pouco escolarizados, no norte do Rio de Janeiro, encontrou, aproximadamente, 38% de aplicação da regra de concordância. Naro (1981), ao pesquisar a concordância verbal na fala de analfabetos da Cidade do Rio de Janeiro, encontra o percentual de, aproximadamente, 48% de concordância verbal num corpus constituído por 6.310 ocorrências (3.002 apresentaram a aplicação da regra). Uma recente pesquisa empreendida na cidade de Florianópolis (Monguilhott & Coelho, 2002), sobre os padrões de fala de indivíduos escolarizados, apresentou o percentual de 79% de concordância verbal. Esses resultados formam um continuum bastante significativo. As comunidades rurais afro-brasileiras apresentam o maior índice de não aplicação da regra de concordância, e a aplicação da regra sobe progressivamente quando se passa de uma comunidade rural de falantes não escolarizados, para falantes igualmente iletrados de um grande centro urbano, até o outro extremo do continuum, com uma freqüência de aplicação da regra de praticamente 80% no uso da norma culta; um percentual diametralmente oposto ao observado nas comunidades afro-brasileiras. Para além da polarização entre a norma culta e norma popular, deve ser destacada a intensidade da variação nas comunidades afro-brasileiras, destacando-as no panorama geral da realidade lingüística brasileira. Esse quadro afigura-se, então, como mais uma importante evidência empírica da relação histórica do quadro atual de variação nos mecanismos morfossintáticos da concordância e o processo de transmissão lingüística irregular ocorridos em sua formação. Onde o contato foi mais profundo, mais intenso é o quadro atual de variação nas regras de concordância. Além disso, como se pode ver a seguir, as pesquisas sociolin-

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güísticas revelam uma tendência de aumento da freqüência de uso das regras de concordância nas comunidades rurais brasileiras; o que aponta para um passado em que a erosão da morfologia verbal teria sido mais intensa. Os resultados da análise sociolingüística das três comunidades afro-brasileiras isoladas do Estado da Bahia apontam para um processo de mudança em curso, com uma tendência para o incremento da aplicação da regra de concordância na fala dos mais novos, numa proporção significativa se comparada com os dados da fala dos falantes mais idosos, como se pode constatar na Tabela 2: Tabela 2 Variável faixa etária nas três comunidades rurais afro-brasileiras Faixa Etária

Ocorrências

Freqüência

Peso Relativo

Faixa I (20 a 40 anos)

141/634

22%

.62

Faixa II (41 a 60 anos)

85/602

14%

.48

Faixa III (61 em diante)

47/470

10%

.36

É interessante observar também que o estudo de Vieira (1995) também aponta para um processo de aumento da regra de concordância em comunidades rurais não marcadas etnicamente. Nesse sentido, pode-se pensar que nas normas vernáculas rurais, observa-se uma mudança de cima para baixo, com o incremento do uso das regras de concordância.

5. Conclusão Todo esse quadro só vem a corroborar a visão de uma realidade lingüística brasileira bipolarizada, que temos defendido há quase dez anos (cf. Lucchesi, 1994, 1998 e 2001), conjugado com o diagnóstico de que o quadro de variação que se observa sobretudo nas variedades populares do português do Brasil tem a sua origem em mudanças induzidas pelo contato entre línguas.

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LOS SUSTANTIVOS SIN DETERMINANTES EN EL PALENQUERO Y EN EL INGLÉS AFRO-ESTADOUNIDENSE ARTHUR K. SPEARS The City University of New York

1. Introducción: la frase determinada en el inglés afro-estadounidense (IAE) Este artículo trata de los sustantivos que no llevan determinantes, por ejemplo, un artículo definido o indefinido. Frente a lo que habitualmente se piensa, el IAE comparte bastantes rasgos con las lenguas criollas. Mis intereses se centran, por un lado, en las características que el IAE comparte con los criollos y, por otro, en aquellas que lo diferencian de otros dialectos del inglés, tanto de Estados Unidos como del resto del mundo. La aparición del sustantivo sin determinante (SSD) pero con significado definido se considera en este artículo un criollismo, es decir, un rasgo gramatical típico de los idiomas criollos atlánticos. Entre los criollos y los semi-criollos de las Américas, solamente el IAE y el Palenquero (P) muestran este fenómeno gramatical1. Desafortunadamente, no se ha tratado con profundidad la supresión del determinante que acompaña al sustantivo en el P, únicamente se menciona en el trabajo de Schwegler & Green (en prensa); por lo tanto, en este artículo sólo puedo realizar algunas consideraciones básicas sobre este hecho en el P. Sin embargo, por mi condición de hablante nativo del IAE –condición de la que carecen Schwegler & Green con respecto al P–, sí puedo ofrecer bastante información sobre el comportamiento gramatical de estos sustantivos sin determinantes y que aceptan la interpretación de sustantivo definido. Conviene apuntar que en este artículo no voy a presentar ninguna relación especial entre el P y el IAE. No obstante, teóricamente es posible que influencias gramaticales de idiomas de sustrato, que tuvieron un papel en la génesis tanto del

1

Después de consultar de nuevo Green (1997) y Melo (1997), quienes no usan el termino ‘SSD’, o sea, su equivalente inglés ‘bare noun’, me he dado cuenta de que muestran este fenómeno también algunas variedades vernáculas del español, sobre todo en la zona caribeña, y del portugués brasileño. Estas se podrían clasificar como semi-criollos; es decir, que han sido reestructurados, pero sólo parcialmente, en menor grado que los criollos. Este articulo trata solamente del IAE y del P.

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IAE como del P, sobrevivieran en ambos idiomas por causa de factores sociohistóricos semejantes. En las siguientes líneas sobre el IAE y el P, pretendo responder a la pregunta: ¿qué tipos de idiomas criollos o semi-criollos son posibles (idiomas que han pasado por una reestructuración parcial)? (vid. Holm, 2003). Me gustaría que la presentación de estos datos sobre el P y el IAE en un congreso de especialistas en criollos de base léxica portuguesa y española genere más información sobre este fenómeno en tales idiomas. Es sabido que los sustantivos indeterminados que pueden interpretarse como definidos existen en los criollos atlánticos de base léxica ibérica (a saber, criollos de base portuguesa de África Occidental), pero no se encuentran en los idiomas criollos de las Américas. El IAE, un semi-criollo, es de interés para los estudios criollos porque posee: a) Rasgos gramaticales (no solamente léxicos) que se pueden clasificar como africanismos, es decir, que tienen su origen en uno o varios idiomas africanos. Un ejemplo es el verbo semi-auxiliar come (Spears, 1980, 1982, 1990), que se encuentra en el bámbara, un idioma de África Occidental (y es de suponer que en otros) y también en los siguientes criollos: el haitiano, el jamaicano y el guyanés. (Spears, ms.). Aparece igualmente en el holandés surinamés, idioma que sin duda se clasificará como semi-criollo. En la oración que sigue tenemos un ejemplo del verbo semi-auxiliar come, He come coming in here acting like a damn fool. ‘Entró portándose como un maldito idiota’.

el primer come es el semi-auxiliar; el segundo (coming), el verbo de movimiento. Esta forma gramatical posee el significado de ‘desaprobación extrema’. b) Rasgos gramaticales que se pueden clasificar como criollismos, es decir, rasgos que comparte con otros idiomas criollos. A modo de ejemplo podemos citar: el them asociativo; el ya comentado come y las construcciones cuasi-seriales de verbos (Spears, en prensa). Por falta de espacio no podemos entrar a comentar aquí estos ejemplos; para más información vid. Spears, en prensa. Utilizaré el término ‘semi-criollo’ con el sentido de una variedad de idioma europeo que posee las siguientes características: a) No haber sufrido un cambio lingüístico importante como resultado del contacto con idiomas africanos y/o criollos (atlánticos). b) Tener rasgos gramaticales típicamente asociados con los criollos (atlánticos), aunque no en un número suficiente como para haber sido tradicionalmente clasifi-

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cado por los criollistas como criollo. La utilidad de este término se explica porque ofrece la posibilidad de hablar de estos idiomas como grupo (es decir, el afrikaans, el holandés surinamés (De Kleine, 1999), el español vernáculo dominicano y el vernáculo cubano). A pesar de que tienen características gramaticales generalmente asociadas con idiomas criollos, sin embargo, muchos estudios las han pasado por alto, debido al tratamiento más bien superficial que de ellos han ofrecido. Vinculado a esta observación está el fenómeno del camuflaje gramatical, que hace difíciles de reconocer los africanismos y criollismos. Esto se explica porque los contextos morfosintácticos en que figuran los hacen parecer idénticos formal y semánticamente a formas que pertenecen a idiomas que no son semi-criollos, es decir, variedades del idioma europeo lexificador, no afectado de manera importante por el contacto con los idiomas africanos (Spears, 1982; en prensa). Resulta importante repetir que es cuestión de criollos y semi-criollos dentro del contexto de idiomas criollos atlánticos. Los datos presentados aquí provienen de mis intuiciones gramaticales, sobre las que debo decir algo, dada su problemática historia. Soy afro-americano, nacido en EE.UU. Mi familia y mis antepasados, mi ‘clan’ –usando el término antropológico– es afro-americano, y lo ha sido desde hace ya por lo menos ciento cincuenta años. Además, son anglófonos. En otras palabras, nadie del ‘clan’ tiene antecedentes caribeños. Por lo tanto, los criollos no tienen nada que ver con la lengua de mis parientes y antepasados. Los datos que presento contienen oraciones, que casi nunca diría, aunque, podría hacerlo, si se me presentase la oportunidad, por ejemplo, en situaciones sociales en las que cabría utilizarlas.

2. Los determinantes en el IAE y en otros dialectos del inglés (ODI) Resulta interesante el hecho de que los SSD del IAE tienen una interpretación que está ausente en los ODI, pero que sí aparece en algunos idiomas criollos. Anteriormente no se reconocía que en el IAE existiesen SSD, interpretados como definidos. Sin embargo, sí existen (véase el diálogo que sigue), y su existencia hace que nos preguntemos si este fenómeno gramatical es un criollismo que se ignoraba. En el dialogo que sigue nos encontramos con el sustantivo dog ‘perro’ que, aunque no va acompañado por un determinante, ha de interpretarse como definido: (1) (Se destacan en negrilla los SSD de interés; las palabras entre paréntesis son opcionales) A: Look at that dog over there eating on that stuff! Dogs’ll eat anything. ‘¡Mira ese perro comiendo esa cosa! Los perros comen cualquier cosa’.

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B: Well, (the) dog’s probably hungry. If you was hungry enough, you’d probably eat anything too. ‘Pues, el perro tendrá hambre. Si tuvieras mucha hambre, probablemente también comerías cualquier cosa’.

Como sabemos, el inglés –y todos sus dialectos– tiene sustantivos singulares incontables (por ejemplo, butter ‘mantequilla’ y salt ‘sal’ ) y sustantivos contables interpretados como indefinidos (por ejemplo, tables ‘mesas’). Obsérvese el uso de los determinantes en los ODI , que se muestra en la Tabla 1: Tabla 1 El uso de determinantes para comunicar la definición – Sustantivos contables SUSTANTIVO SINGULAR

SUSTANTIVO PLURAL

DEFINIDO

INDEFINIDO

DEFINIDO

INDEFINIDO

The S(ustantivo)

A(n) S

The S + PL

ø S+PL

Como ejemplo tenemos: the car, a car (an apple), the cars, y cars. Los sustantivos incontables normalmente aparecen sin determinante y no se utilizan en plural; la excepción notable es el caso en que se refieren a más de un tipo, por ejemplo, all the cheeses sold at the supermarket ‘Todos los tipos de queso que se venden en el supermercado’. El IAE difiere de otras variedades del inglés debido a que tiene sustantivos contables en singular y sin determinante. Holm (2000: 214) señala que los SSD definidos no existen en los criollos atlánticos, aunque sí se encuentran en los criollos no atlánticos, por ejemplo, en tok pisin y en nubi. Sin embargo, tanto los datos que Schwegler & Green (en prensa) ofrecen sobre los criollos atlánticos, como la presencia de este fenómeno en criollos de base léxica ibérica en África atlántica (Marlyse Baptista, comunicación personal) contradicen la afirmación anterior de Holm sobre los criollos atlánticos. Schwegler & Green muestran que los SSD en el P pueden ser definidos dependiendo del contexto pragmático. Véase el ejemplo siguiente y sus posibles traducciones (Schwegler & Green, en prensa): (2) Pelo asé ndrumí mucho. ‘Ese/este perro duerme mucho’. ‘El perro duerme mucho (por regla general)’. ‘Los perros (específicos) duermen mucho’.(Traducción del autor)

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Cabe mencionar que la pluralidad se tiene que marcar en las oraciones del IAE, al igual que en otros dialectos del inglés. Sin embargo, el artículo definido es opcional para comunicar una interpretación definida, como queda reflejado en los siguientes ejemplos: (3) A: You got too many suits! ‘¡Tienes demasiados trajes!’ B: Yeah, but (the) suits I got are all good. ‘Sí, pero los trajes que tengo son todos buenos’. A: Yeah, but you don’t even have a chance to wear them all. ‘Sí, pero ni siquiera tienes la oportunidad de ponértelos todos’. B: Well, (the) suits I got still in good condition, so I’m gonna (= going to) keep them. ‘Bueno, los trajes que tengo todavía están en buena condición, así que me los voy a quedar’. Visto que los SSD del IAE se pueden interpretar como definidos, al igual que en algunos criollos –posibilidad no aceptada, en cambio, en otras variedades del inglés–, es razonable clasificar esta característica gramatical, en principio, como criollismo. De todos modos, la existencia de los SSD en un criollo de las Américas y en un semi-criollo de esta zona también nos obliga a reformular nuestras ideas en cuanto a la gramática de los llamados criollos y semi-criollos.

3. La interpretación del SSD Los ejemplos recién presentados justifican las afirmaciones siguientes en cuanto al IAE: a) Argumentos, sujetos: el artículo definido es opcional con los sustantivos que son sujeto de oración y que se interpretan como definidos. b) Número: los SSD en singular se pueden interpretar como definidos, mientras que los SSD en plural se pueden interpretar como indefinidos, al igual que sucede en otros dialectos del inglés, o como definidos, a diferencia de otros dialectos del inglés (véase la discusión siguiente). c) Determinación: en el IAE, frente a lo que ocurre en otros dialectos del inglés, no es necesario el artículo definido para definir el sustantivo. d) Especificidad: en el IAE, a diferencia de otros dialectos del inglés, los sustantivos singular y plural pueden ser específicos, así lo atestigua, por ejemplo, la respuesta de B en (1) y (3) (véase f) abajo). El tiempo verbal de la oración

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no afecta a este fenómeno. Los ejemplos (4) están en futuro (con el marcador de tiempo perifrástico going to):2 (4a)

Norwegian gonna marry Betty. (ESPECÍFICO) ‘El noruego va a casarse con Betty’.

(4b)

A Norwegian gonna marry Betty. (ESPECÍFICO) ‘Un noruego va a casarse con Betty’.

(4c)

The Norwegian gonna marry Betty. (ESPECÍFICO) ‘El noruego va a casarse con Betty’.

Con otros tiempos verbales tenemos los mismos resultados, lo que nos permite realizar la siguiente afirmación. e) Tiempo: la interpretación del SSD no está condicionada por el tiempo verbal. Obsérvese lo que ocurre en los siguientes ejemplos, cuyo verbo está en pasado y cuyo sujeto es un sustantivo específico: (5a)

White cop (policeman) was telling them what to do. ‘El policía blanco les decía qué hacer’.

(5b)

White cop told them what to do. ‘El policía blanco les dijo qué hacer’.

f) Carácter genérico3: los SSD en singular pueden ser específicos, pero pueden ser también genéricos, es decir, cuantificar todas las entidades denotadas (por ejemplo, como el inglés the tiger ‘el tigre’, que tiene artículo definido) –lo mismo sucede con los SSD en plural, que se pueden interpretar como genéricos. Esto también se produce en ODI. (6a)

Lizard got legs; snake ain’t got none. (GENÉRICO) ‘El lagarto tiene piernas, pero la serpiente no’.

2 A veces estas oraciones en el IAE no suenan bien con alomorfos más estándares. Por lo tanto, fueron reemplazados con alomorfos que suenan más naturales. 3 En el inglés estándar, los sustantivos con artículo definido (por ejemplo, the tiger ‘el tigre’, como en The tiger is found in India ‘El tigre se encuentra en la India’) que se interpretan como genéricos son más raros que los genéricos plurales sin artículo determinado (por ejemplo, tigres ‘tigres’ en Tigers are found in India ‘Los tigres se encuentran en la India’). Se trata de un uso algo literario y más restringido. Los sustantivos singulares con el artículo indefinido se pueden usar como un tipo de genérico, por ejemplo, A dog is a canine just like a wolf‘ ‘El perro es un canino como el lobo’.

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(6b)

Cow eat grass. (GENÉRICO) ‘Las vacas comen hierba’.

Hay algunas observaciones interesantes que se pueden hacer en relación con el carácter genérico, que no siempre se analiza de la misma manera por lingüistas y filósofos (y eso incluye diferencias intradisciplinarias). Hablando de manera más informal, cuando digo genéricos, me refiero a verdades eternas atemporales, por ejemplo, las leyes matemáticas y las afirmaciones sobre la naturaleza. La Tabla 2 contiene las interpretaciones posibles de los sustantivos contables en el IAE. En ella se muestra, entre otras cosas, que las cinco formas del sustantivo pueden expresar el carácter genérico o la especificidad, dependiendo del contexto pragmático.

Tabla 2 Formas e interpretaciones posibles de los sustantivos contables en el IAE SUSTANTIVOS CONTABLES

SUSTANTIVOS CONTABLES

EN SINGULAR

EN PLURAL

THE S

A (N ) S

øS

DEFINIDO

+



+

+

+

INDEFINIDO



+





+

ESPECÍFICO

+

+

+

+

+

GENÉRICO

+

+

+

+

+

THE S

+ PL

ø S + PL

4. La hipótesis de Löbel sobre los sustantivos contables e incontables A continuación se pone de relieve que los datos ya presentados del IAE contradicen una hipótesis sobre principios universales de la gramática de los sustantivos. Löbel (1993: 183, citada en Baptista, 2001) afirma que todos los sustantivos en todas las lenguas son: 1) contables o incontables; y 2) inherentemente determinados o indeterminados. Además, dice que la contabilidad y la determinación son propiedades léxicas que son parametrizadas, es decir, que son ‘parámetros posibles’ que tienen implicaciones sintácticas relacionadas con la flexión (a saber, la pluralización). Baptista (2001) presenta estas afirmaciones en la Tabla 3:

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Tabla 3 Correlaciones Tipológicas (Baptista, 2001) CORRELACIONES TIPOLÓGICAS

TIPO A

TIPO B

Marca obligatoria de definición

+



Marca obligatoria de pluralidad de los sustantivos

+



Marca obligatoria de clasificadores de numerales



+

Es de sumo interés que el IAE, como otros dialectos del inglés, tenga la distinción entre sustantivos contables e incontables, pero que ‘no marque obligatoriamente la definición’. Esto pone en entredicho la afirmación de Löbel. El P parece no tener la distinción contable/incontable y, en consecuencia, está de acuerdo con esta afirmación. Además, el P no requiere la marca obligatoria de clasificadores de numerales, conforme a todos los criollos, presentando así otro problema para la hipótesis de Löbel. 5. Conclusión Para concluir, deseo subrayar los siguientes puntos: 1. El estudio de los semi-criollos, como el IAE, puede resultar clave para la comprensión de los criollos. 2. Los semi-criollos pueden contribuir en gran manera al conocimiento de la gramática universal, como se mostró con un ejemplo. 3. El estudio de los semi-criollos pone de manifiesto la necesidad de reconocer el camuflaje gramatical en los semi-criollos y en otras lenguas, resultado de un contacto lingüístico importante. 4. La historia del P y el IAE no revela factores sociales comunes de importancia. Por lo tanto, la propiedad compartida de tener SSD que pueden ser definidos es notable, considerando todos los criollos de las Américas en conjunto. Esto se debe a que son los dos únicos criollos/semi-criollos que tienen esta propiedad en las Américas. En la mayoría de los casos, los lingüistas no estudian estas dos lenguas de manera conjunta. Mis estudios se centran principalmente en el IAE y los criollos de base léxica francesa y por casualidad estoy interesado en los criollos de base léxica ibérica, debido a mi larga relación personal con el español y el portugués (como profesor de lenguas e intérprete/traductor). Este rasgo compartido entre los dos idiomas se descubrió fortuitamente. La conclusión que se deriva de lo anterior es que

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5. Los criollistas deberían profundizar en sus estudios sobre los semicriollos.

Referencias bibliográficas BAPTISTA, Marlyse. 2001. “Number inflection in creole languages”. Ponencia presentada en el congreso de la Society for Pidgin and Creole Linguistics. Coimbra: Portugal, 2001. GREEN, Lisa J. 2002. African American English: A linguistic introduction. New York: Cambridge University Press. HOLM, John . 2000. An introduction to pidgins and creoles. Cambridge: Cambridge University Press. — 2003. Languages in contact: The partial restructuring of vernaculars. Cambridge: Cambridge University Press. DE KLEINE, Christina Mary. 1999. A morphosyntactic analysis of surinamese dutch as spoken by the creole population of Paramaribo, Suriname. Ph.D. dissertation, The City University of New York. New York, NY. LÖBEL, Elizabeth. 1993. “On the parametrization of lexical properties”. En G. Fanselow (ed.), The parametrization of universal grammar, 183-199. Amsterdam: John Benjamins. [Citado en Marlyse Baptista, 2001.] SCHWEGLER, Armin & Kate GREEN. En prensa. “Palenquero (Creole Spanish)”. En John Holm & Peter Patrick (eds.), Comparative creole syntax. London: Battlebridge Publications. SPEARS, Arthur K. 1980. “The other come in Black English”. Working Papers in Socio-Linguistics 77, 1-15. Southwest Education Development Laboratory and National Institute of Education. — 1982. “The Black English semi-auxiliary come”. Language 58(4), 850-872. — 1990. “The grammaticalization of disapproval in Black American English”. CUNYForum: Papers in Linguistics 15(1/2), 30-44. — Ms. “Disapproval marking in African-American English and creoles.” — En prensa. “African-American English and creoles”. En Silvia Kouwenberg & John Victor Singler (eds.), Pidgin/creole handbook. Malden, MA: Blackwell.

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A COMPARATIVE STUDY OF REDUPLICATION IN PORTUGUESE- AND SPANISH-BASED CREOLES ANGELA BARTENS University of Helsinki

0. Introduction This study aims at a comprehensive but at the same time concise account of the functions of reduplication across Portuguese- and Spanish-based creoles. Reduplication is understood as “the combination of the formal change involving iteration with a certain semantic and/or categorial change [which] can be stated as a word formation rule” (Kouwenberg, 2003a: 1). While recognizing the origins of reduplication in discourse, clausal and intraclausal repetition, universally used pragmatic devices, are excluded from this study. Likewise, reduplication involving full copies will be at the center of the analysis while partially reduplicated forms are considered to be variants eroded from fully reduplicated ones. Reduplication involving changes in the copied material ultimately also represents a case of full copying governed by semantic and prosodic constraints (Steriade, 1988; Gooden, 2003). Although reduplication can be argued to constitute the least marked morphological process (Haiman, 1980), the second goal of this paper is to point towards substrate parallels. In spite of the universality of reduplication, substrate influence plays a crucial role in determining the exact functions of reduplication in a creole. This hypothesis is corroborated by my findings from the study of the partly overlapping area of ideophones (Bartens, 2000)1. 1. The functions of reduplication in the Spanish- and Portuguese-based creoles In the creoles under survey, reduplication may have one or, more likely, several of the following functions: (1) intensification; (2) aspectual; (3) pluralization; (4) augmentation, accumulation; (5) distribution; (6) indeterminacy; (7) attenuation; (8) other derivational.

1 For practical reasons (unavailability of pertinent collected material) Palenquero has to be excluded from this study.

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Following Kouwenberg & La Charité (2003), functions (1)-(3) are regarded as inflectional, and functions (4)-(8) as derivational. Instead of ‘inflectional’ and ‘derivational’, it is also possible to use the terms ‘iconic’ and ‘non-iconic’. Noniconic reduplication is language-specific and can be considered semantically complex and marked, hence a good candidate for the transfer hypothesis (see below). Non-iconic reduplication is also more likely to be formally complex and thence marked. Nevertheless, there seems to be a hierarchy of markedness even within iconic reduplication (Kouwenberg & La Charité, 2003); the order in which the functions have been listed above does not render such a markedness hierarchy. We have decided to divide aspectual reduplication into (2a) iterative / frequentative / habitual and (2b) durative / continuative / progressive. Function (7), attenuation, also termed ‘X-like reduplication’ by Kouwenberg & La Charité (2003), includes such functions as dispersive, diminutive, and approximation. Category (8) is a basket category for a range of language-specific functions2. Some functions typically affect certain grammatical categories: function (1) is typical of adjectives and adverbs, (2) of verbs, (3) and (4) of nouns and (5) of numerals. We shall now turn to the occurrence of the afore-mentioned functions in the creoles under survey. In addition to a descriptive listing of the functions, we will consider productivity and possible substratal models. For a summary of the functions of reduplication in the diverse creoles to be discussed below, see Table 1. 1.1. KABUVERDIANU In Kabuverdianu, reduplication has the following productive functions: intensification of adjectives and adverbs, iteration coupled with intensification of verbs, distributive function of numerals and nominal quantifiers (Baptista, 2003), e.g., dretudretu ‘extremely sensible’ (Veiga, 1995: 162), ta baté-baté ‘keeps hitting’ (Meintel, 1975: 219)3, póku-póku/fia-fia ‘little by little’, sumána-sumána ‘every week’ (Baptista, 2003: 179). In addition, there are a number of non-iconic non-productive reduplicated forms, e.g., bóka-bóka ‘in secret’, cf. bóka ‘mouth’ (Baptista, 2003: 180181). Partial copying occurs in the formation of hypocoristic forms such as Fonfon < Afonso, Afá < Fátima, Totói, Totône < António (Coelho, 1967: 22, 254). Substratal parallels of full reduplication to express intensification, iteration and distributiveness can be found above all in Bambara (Baptista, 2003: 182-

2 Another criterion for differenciating functions of reduplication is the division into continuous and discontinuous reduplicative processes postulated by Kouwenberg & La Charité (2003). 3 However, note the presence of the TMA-particle ta (continuative aspect). By consequence, the function of the reduplication is above all intensification.

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Table 1 Summary of the functions of reduplication in some creole languages Functions Language

Source 1

2a

2b

3

4

5

6

7

8

Kabuverdianu (Santiago)

+

+







+





+

Baptista, 2003; Veiga, 1995

Kriyôl

+

+

+



(+)

+





+

Couto, 1994, 2000; Kihm, 1994

Sãotomense

+

+

+

+

+

+

+

(+) +

Ferraz, 1978; Ladhams et al., 2003

Angolar

+

+

+



+

+





+

Maurer, 1995; Ladhams et al., 2003

Principense

+



(+) –

+

+





(+)

Günther, 1973; Ladhams et al., 2003

Indoportuguese

+

(+)

+

+



+



+

Clements, 1996, 2003

Malayoportu-guese & Papia Kristang

+

+

+

+

+

+

+

+

+

Schuchardt, 1890; Baxter, 1988 & pers. comm.

Macaista

+

+

+

+



+

+



+

Ansaldo & Matthews, fc.; Silva Jayasuriya, 2003; Batalha, 1958–59, 1961

Chabacano

+

+

+

+



+

+

+

+

Whinnom, 1956; Grant, 2003; Forman, 1972; Batausa, 1969

Papiamentu

+

+





+

+





+

Kouwenberg, 2003; Maurer, 1989

183)4. The formation of hypocoristic terms has parallels in the much more restricted formation of kinship terms in (Brazilian) Portuguese (Baptista, 2003: 177-178). 1.2. KRIYÔL In Kriyôl, reduplication serves the following functions: Adjectives and adverbs are intensified, e.g., pikininu-pikininu ‘very small’ (Kihm, 1994: 25), gos-gos 4

Cf. also Sauvageot (1965: 168) for Wolof (intensification in general, iterative aspect of verbs) and Wintz (1909:18, 42, 71) for Dyola (intensification of adjectives and adverbs, intensification and iterative aspect of verbs).

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‘immediately’ (Couto, 2000: 63). With verbs, reduplication expresses iterativity, duration or simple intensification of the action, e.g., yurni-yurni ‘to keep stealing’ (Kihm, 1994: 24), fura-fura ‘to pierce many times = to lacerate’ (Couto, 1994: 83-84). The second element of the reduplicated verb may have the oblique object proponoun -l or the participial/verbal ending -du suffixed to it: padasapadasal ‘he cut it into pieces’, buska-buskadu ‘he was very much sought after’ (Couto, 2000: 62). While the reduplication of adverbs and especially of verbs is productive, reduplication of nouns is rare and appears to express distribution or accumulation, e.g., garan-garan ‘grain by grain’, pau-pau ‘many sticks’ (Couto, 2000: 64). Couto (2000: 64) found one case of distributive reduplication with numerals, onzi-onzi ‘eleven by eleven’. Because of its high frequency in both the creole and their African substrate languages, it would however be surprising if this were the only case of reduplication of quantifiers in Kriyôl. Finally, there are miscellaneous cases of reduplication, e.g., cupa-cupa ‘pacifier’ (Couto, 1994: 84), yer(i)-yeri ‘to drizzle’, tau-tau ‘of the firing of a gun’ (Couto, 2000: 65)5. Kriyôl has approximately the same substrate languages as Kabuverdianu in which parallels for the intensifying, iterative and distributive functions for reduplication were attested (see above). Unlike Kabuverdianu, Kriyôl coexists with numerous adstrate languages.

1.3. FORRO In Forro/Sãotomense, reduplication has the following functions: intensification and plurality (with a distributive connotation; Tjerk Hagemeijer, pers. comm.) of adjectives, e.g., ne˜ an ka sε odo- odo ‘those very fat crabs’ (Ferraz, 1978: 58), and Inen ploko se sa godo-godo ‘These pigs are fat’ (Ladhams et al., 2003: 167), intensification of adverbs, e.g., sεtu- sεtu ‘most certainly’ (Ferraz, 1978: 58), intensification of pronouns, e.g., non-non ‘just we’ (Ladhams et al., 2003: 168), habitual, iterative, and continuative aspect of verbs, e.g., e pεa- pεa an ka ‘He regularly caught crabs.’ (Ferraz, 1978:59), accumulation, distributiveness, and identification of nouns, e.g., e pεan ka sε , kɔta mõ-mõ-mõ-mõ-mõ d-e ‘He took that crab, and cut off all its legs’, mwala mwala o? ‘Are they both girls?’ (Ferraz, 1978: 59), Bo ska kume pichi-pichi tan ‘You are eating nothing but the fish’ (Ladhams et al., 2003: 168), respectively, and distribution or indeterminacy of numerals and other quantifiers, e.g., poko poko ‘little by little’ (Ferraz, 1978: |

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5

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Typical Kriyôl ideophones are monosyllabic, this being a clear case of substrate influence; nevertheless, some Kriyôl ideophones also feature (partial) reduplication (cf. Bartens, 2000).

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59), u˜a-u˜a dja ‘some day’ (Tjerk Hagemeijer, pers. comm.). Other reduplications, e.g., of prepositions, E sa n’ome-n’ome d’omali ‘He’s right in the middle of the sea’ (Ladhams et al., 2003: 171), are not too frequent, a feature which distinguishes Forro from many other Atlantic creoles where lexicalized reduplications are very common (ibid.). On the other hand, reduplication is a defining feature of (lexicalized) Forro ideophones, e.g., blanku fεnε nε ‘snow white’, fi o koko ko ‘very cold’, pici pici ‘softly (of moon shining)’ (cf. Bartens, 2000)6. Forro reduplication typically involves full copies (Ladhams et al., 2003: 171). In Forro’s main substrate language, Kikongo, reduplication has the functions of intensification, iteration, and distribution. In Kimbundu, another Bantu substrate language of Forro, above all the intensificational function is attested, but possibly also aspectual functions such as iteration and continuation. In Edo/Bini, the second most important substrate language of Forro, reduplication is employed above all in order to express intensification and distributiveness. By consequence, Ladhams et al. (2003:174) conclude that Forro and the other Gulf of Guinea creoles feature a wider range of functions for reduplication than the pertinent substrate languages. |

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1.4. ANGOLAR Like Forro, Angolar is spoken on the island of São Tomé. However, the proportions of the three main substrate languages overwhelmingly favor Kimbundu (80% of the lexical items with identifiable African etyma). Recall that only the intensifying and possibly the aspectual functions have been attested in sources on the Kimbundu language but not for example the distributive function (see above). Angolar reduplication differs from Forro reduplication in that partial copying is more frequent than full copying (cf. Maurer, 1995). Reduplication of adjectives/adverbs and demonstrative pronouns has the function of intensification, e.g., mo-mori ‘very lightly/softly’ (Maurer, 1995:153), the reduplication of verbs expresses habituality and duration, e.g., foga-foga-foga ‘to keep dancing’ (Maurer, 1995: 154), the reduplication of nouns may express accumulation and possibly distribution, e.g., tê anu-anu ‘to have many years’ (Ladhams et al., 2003: 167), and the reduplication of cardinal numbers and other quantifiers expresses distributiveness, e.g., rô-rôthu ‘two at a time’ (Maurer, 1995: 154). There are also some lexicalized reduplicated forms, last but not least the majority of ideophones (the

6

Tjerk Hagemejer argued (pers. comm.) that the example originally given in Ferraz (1978: 241), nwa ska le |de |pici |pici. ‘The moon is shining softly’, is evidence for the attenuative function of adverbs. I argue we are dealing with the lexicalized meaning of an ideophone.

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reiteration of which conveys more emphasis to them): batê mo pa-pa-pa ‘to clap hands pa-pa-pa’, Yogo-Yogo ‘a placename’ (Maurer, 1995: 153, 155).

1.5. PRINCIPENSE Principense shares its substrate languages with Forro. However, the Edo element predominates in Principense. Above, we saw that reduplication serves above all to express intensification and distributiveness in Edo. In Principense, reduplication is employed with adjectives in order to express intensification, e.g., vε´ vε´ ‘very old’, bóbo bóbo ‘very stupid’ (Günther, 1973:62), with nouns to express accumulation, e.g., pɔsã´ nɔ´ té mínu mínu ‘our town has many inhabitants’, umwε´ té áwa áwa ‘the sea has a lot of water’ (Günther, 1973: 57)7, with numerals to express distribution, e.g., dósu dósu ‘two each’, wétu wétu ‘eight each’ (Günther, 1973:64), and possibly with verbs to express duration, e.g., Dipôx ora a pwê ruma-ruma-ruma ugberi inhemi sê… ‘Then, when they had prepared the yam basket…’ (Ladhams et al., 2003: 169). Lexicalized reduplication occurs inter alia in ideophones, e.g., bã´ ku fεnεnε´ (Günther, 1973: 79), and also e.g., in the plant name wagawága (Günther, 1973: 248). In addition, the TMA particles sa and ka may be reduplicated (Günther, 1973: 74).

1.6. INDOPORTUGUESE (KORLAI) Reduplication has a wide range of functions in Korlai Indoportuguese which are all attested in the relevant substrate/adstrate language Marathi (Clements, 1996: 138). Reduplication of adjectives and adverbs expresses intensification, e.g., fin fin ‘really small’, lɔy lɔy ‘very far away’ (Clements, 1996: 28). Reduplication of verbs expresses intensity or simultaneity/sequentiality, a kind of duration, e.g., rhin rhin ‘to laugh a lot’. Reduplication of nouns and adjectives expresses plurality, e.g., boy boy ‘oxen’, gran gran port ‘big doors’. Reduplication of numerals and other quantifiers has a distributive function, e.g., u˜ u˜ ‘one each’ (Clements, 1996: 28-29, 138). Occasionally, the reduplication of nouns may have a distributive reading: el əkə sı˜ dz su gonta ki ti tud picho rhəd sus bhur bhur ‘he threw those sacks full of ashes on their donkeys’ (Clements, 2003: 195). Reduplication of some bisyllabic adjectives may be partial, e.g., tan-tani ‘a little bit’ (Clements, 1996: 28), otherwise it involves full copies in the Indopor-

7 Note that áwa áwa is a very rare non-count noun reduplicated in this function, perhaps the only example attested in the Gulf of Guinea creoles so far (Ladhams et al., 2003: 167).

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tuguese of Korlai. An exception is constituted by the replacive reduplication where the first syllable of nouns, adjectives, adverbs or verbs is replaced by bi- in the second element. The meaning of such a replacively reduplicated form is ‘et cetera, and so on and so forth’, e.g., buni bini ‘good and all’, buk bik ‘books and so forth’. This process of replacive reduplication is pan-Indian (Clements, 2003: 198-199).

1.7. MALAYOPORTUGUESE In Malayoportuguese as described by Schuchardt (1890: 245-247), reduplication of adjectives and adverbs had the function of intensification, e.g., pertu pertu ‘very close’, plurality (only in the case of adjectives), e.g., mas oter mas oter ‘and other (trees)’, or indeterminacy, e.g., ung taninu ung taninu ‘a little’, reduplication of verbs had the iterative function, e.g., obi obi ‘to keep hearing’, the reduplication of nouns had a pluralizing function, often with the connotation of distribution, e.g., filu filu ‘sons (of the soil)’, or served to express indeterminacy, e.g., fesang fesang ‘all kinds’, the reduplication of interrogative or indefinite pronouns served to express indeterminacy/indefiniteness, e.g., ki ki ‘whatever; something’, and the reduplication of numerals and quantifiers had distributive meaning, e.g., dos dos ‘two each; in pairs’, singku singku ‘five each’. These findings are confirmed by Baxter (1988 and pers. comm.) for Papia Kristang. In Papia Kristang, reduplication of adjectives and adverbs may additionally signify attenuation, e.g. chua pichi pichi ‘drizzle’, eli papiá baga bagá ‘he speaks slowly’, reduplication of verbs may express both habitual and durative/continuative aspect, e.g. eli pega-pegá pesi ‘he would habitually catch fish’, eli ubí-ubí saja ‘he was just listening’ and reduplication of nouns may also express accumulation, e.g. albi-albi ‘a lot of/many trees’ (Baxter, pers. comm.). He notes that alongside with full reduplication, partial reduplication also occurs, e.g., pre-presta ‘quickly’, krenkrensa ‘children’ (Baxter, pers. comm.; 1988: 102-103). Further examples of reduplication from Baxter (pers. comm.) are gordu-gordu ‘quite fat’, fila-fila ‘the girls’, bai kaza-kaza ‘to go from house to house’, abó-abó ‘cake made from sago pearls, grated coconut, palm sugar, wrapped in banana lef and steamed’ (function 8).

1.8. MACAISTA A characteristic function of reduplication in Macaista Creole Portuguese is the expression of plurality in nouns, e.g., quiança-quiança ‘children’ (Batalha, 1958–59: 186), kaza-kaza ‘houses’ (Baxter, pers. comm.); this strategy presumedly links Macaista to Malayoportuguese (Bartens, 1995: 200). Adjectives and adverbs

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are reduplicated in order to express intensity, e.g., tánto-tánto ‘very much, a vast amount’, cêdo-cêdo ‘very soon, very early’ (Silva Jayasuriya, 2003: 187, 189), lonji-lonji ‘from afar, quite far’ (Baxter, pers. comm.), or, in the case of adjectives, plurality of the noun modified, e.g. pa tudo nôsso amigo china-china ‘for all our Chinese friends’ (Santos Ferreira, 1996: 213, quoted in Ansaldo & Matthews, forthcoming). In addition, the reduplication of adjectives and adverbs may serve merely to form preverbal adverbs, a process which has parallels in the Sinitic adstrate languages of Macaista. Macaista Creole Portuguese reduplicates verbs in order to express repetition, sequence, and simultaneity, e.g. coraçám batê-batê ‘his heart beating away’ (Santos Ferreira, 1996: 68, quoted by Ansaldo & Matthews, forthcoming); recent varieties of Macaista Portuguese use the construction V-qui-V which also occurs in Portuguese, e.g., andá-qui-andá ‘keeps going’, to express continuous or repetitive actions (Batalha, 1961: 300). Numerals are reduplicated in order to express distribution, e.g. unga-unga ‘one by one’ (Ansaldo & Matthews, forthcoming). In addition to the pluralizing function, reduplication of nouns has the sense of ‘various’ which might be considered a type of indeterminacy, e.g., pintad laia-laia côr ‘painted in various colours’ (Santos Ferreira, 1996: 291, quoted by Ansaldo & Matthews, forthcoming). Indeterminacy appears also to be the meaning of the reduplication in tudu-tudu ‘in general’ (Baxter, pers. comm.; < Port. tudo ‘everything’). Category (8) reduplication in Macaista Creole Portuguese includes ideophones, e.g. the phonomime ca-ca ‘ha-ha (of laughing)’ (Ansaldo & Matthews, forthcoming), cf. also bichu-bichu ‘a Macanese sweet’ (Baxter, pers. comm.). As Ansaldo & Matthews (forthcoming) conclude, Macaista reduplication has formal and functional antecedents in Malay, thus linking Macaista to Malayoportuguese. However, the syntax of Macaista reduplication, e.g., the preverbal position of reduplicated adverbs, numerals and onomatopoetic expressions (ideophones), is Sinitic. While not excluding pidgin Portuguese influence and/or independent development, the authors stress the importance of convergence between Malay and Sinitic patterns. 1.9. CHABACANO In Chabacano8, reduplication has the following functions: adjectives and adverbs are reduplicated for intensification or attenuation (depending on intona-

8 For the purposes of this study, Chabacano or Philippine Creole Spanish is treated as a homogeneous language –which it is not. However, as far as reduplication is concerned, there seem to be no significant differences between the different varieties. I am most grateful to Mauro Fernández for sharing his notes on Batausa (1969) with me. I am quoting from his notes.

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tion patterns), e.g., bueno-bueno ‘very good’ (Whinnom, 1956: 55-56), derechoderecho ‘straight’ (Whinnom, 1956: 51, 57), solo-solo ‘all by him-/herself’ (Whinnom, 1956: 51), poko-póko ‘only a little amount’ (Forman, 1972: 28), ‘slowly’ (Whinnom, 1956: 49), verbs are reduplicated in order to express habitual, iterative or progressive actions or just to emphasize them, e.g., armá-armá escándalo ‘causing a scandal’ (Whinnom, 1956: 26, 48), ta brinca-brincá ‘were/are jumping around’ (Whinnom, 1956: 50, 56), ta comé-comé ‘were/are eating’ (Whinnom, 1956: 96), kórre-kórre ‘on the run’ (Grant, 2003:205). Nouns are reduplicated in order to express exhaustive plural, e.g. kása-kása ‘every house’ (Batausa, 1969), diminution (which could perhaps be interpreted as a kind of attenuation, see above), kàrro-kárro ‘toy cart’ (Grant, 2003: 205), huga kasíta-kasíta ‘play house’ (Mauro Fernández, pers. comm.) and possibly also simple plurality, e.g., cosa-cosa ‘what things’ (Mauro Fernández, pers. comm.)9. Occassionally, a distributive reading is also possible, e.g., grupo-grúpo ‘in groups’ (Riego de Dios, 1987: 91). Indefinite pronouns are reduplicated in order to express indeterminacy, e.g., kyen-kyén ‘whosoever’ (Forman, 1972: 142), and numerals and other quantifiers are reduplicated in order to express distribution, e.g., singko-singko ‘in fives, five by five’ (Forman, 1972: 142). The functions ‘analogy’ and ‘imitation’ which have exact parallels e.g. in Tagalog are perhaps best subsumed under category 8, cf. Padre-padre si Berto na drama ‘Berto played the role of the father [in the play]’ (Batausa, 1969). However, the meaning ‘respectiveness’ attested in Tagalog probably does not exist in Chabacano (cf. Batausa, 1969). Differently from the Philippine sub-/adstrate languages, Chabacano only allows reduplication involving full copying. The linking elements -ng- (from Tagalog and other Philippine languages, above all with adjectives) and -ki- (from Spanish qui, with verbs; cf. above for Macaista Portuguese) occur occassionally10. Especially the diminutive, the exhaustive, the imitative and the frequentative or habitual functions of Chabacano reduplication have parallels in the relevant substrate languages Hiligaynon, Tagalog, and Cebuano (Grant, 2003: 206-208; Batausa, 1969).

9 Considering the function of reduplicated indefinite pronouns given below, the indeterminate reading proposed by Whinnom (1956: 96) for cosa-cosa ‘something’ does not seem impossible, either, especially since we are considering different varieties of Chabacano: Mauro Fernández draws his data from Zamboangueño while the text in question published by Whinnom is from Ermita (however, as Mauro Fernández pointed out to me, the text is likely to be unauthentic). 10 Cf. also Quilis (1992: 166-167, 176-177).

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1.10. PAPIAMENTU In Papiamentu, reduplication of adjectives and adverbs results in an intensive reading, e.g., purá purá ‘very quickly’ (Maurer, 1989: 96), reduplication of verbs expresses iterativity, e.g., bula-bula ‘to jump about all the time’ (Dijkhoff, 1993, cited in Kouwenberg, 2003b: 162)11, reduplication of numerals and quantitative nouns expresses distributiveness, e.g., unu-unu ‘one by one’ (Juliana, 1998, quoted by Kouwenberg, 2003b: 163), and the reduplication of nouns may express an idea of accumulation and scattering, e.g., balabala ‘a dotted fabric design’, cf. bala ‘ball, bullet’ (Maurer, 1989: 106). Furthermore, there are non-iconic reduplications of items belonging to different word classes, e.g., pikapika ‘a type of mosquito’, cf. pika ‘to sting’ (Maurer, 1989: 107), kwater-kwater ‘bitterly (of crying)’, cf. kwater ‘four’ (Maurer, 1989: 106). The great majority of reduplications involve full copying (Kouwenberg, 2003b). Eight per cent of the lexicon of Ewe, one of the main substrate languages of Papiamentu, consists of reduplicated items. Reduplication of verbs is used to form progressive and ingressive forms, to emphasize the meaning of the verb and to form deverbal nouns, adjectives and adverbs. Reduplication of substantives creates adverbs (Ansre, 1963; Westermann, 1907; Pasch, 1995). In closely related Fongbe, reduplication of verbs is likewise used to create deverbal nouns (Höftmann, 1993: 79). By consequence, it can be stated that while the material parallels are not necessarily attested in the existing literature, the general principle of reduplicative processes is typical of Ewe, one of the main substrate languages of Papiamentu.

2. Transfer explanations for reduplication in the creoles under survey Substratal parallels to the reduplication phenomena in specific creoles have been indicated in the subchapters above. In addition, the following can be stated about a number of languages, assembled by the cafeteria principle of the availability of resources:

• Vai employs reduplication in order to express repetition as well as in lexicalized items (Welmers, 1976: 64). Other non-Kwa non-Benue-Congo languages use reduplication above all in order to express iterative verbal action (Kouwenberg & LaCharité, 1999: 2).

11 But cf. Maurer (1989: 98) who gives ‘insect which attacks corn’ as the meaning of bula-bula.

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• Twi uses reduplication to express plurality of nouns, in the formation of attributive adjectives postposed to the noun and in order to express iterative or frequentative verbal action (Christaller, 1964[1875]: 47, 64). In Kwa languages in general, reduplication is used to express repeated, continued or distributed actions or states, to form deverbal nouns, and to express the diminution or distributive function of nouns (Kouwenberg & LaCharité, 1999: 1). • Yoruba (as an example of a non-Bantoid Benue-Congo language) employs reduplication in order to intensify and pluralize adjectives and adverbs, to express the distributive of numerals and nouns and to express the continuative aspect of verbs, to form deverbal nouns, and to express indeterminacy by means of inserting the infix -ki- between reduplicated nouns (Bamgbose, 1966: 104-105, 112-113, 151-153; Kouwenberg & LaCharité, 1999: 4). • Finally, Southern Bantoid Benue-Congo languages employ reduplication in order to express iteration, distribution, augmentative and diminutive, and to form deverbal nouns and qualifiers and denominal qualifiers (Kouwenberg & LaCharité, 1999: 3). A serious account of reduplication in contact languages cannot rely exclusively on transfer but has to engage other processes as well. Nevertheless, it seems warranted to trace unusual and non-iconic reduplicative processes to transfer (Kouwenberg, 2003a: 3-4), e.g., diminution, imitation and exhaustive plural of nouns in Chabacano, pluralization in Malayoportuguese and Macaista, etc. As a general rule, it seems appropriate to state that O fato de as línguas de substrato terem processos reduplicativos apenas reforça a tendência geral que as línguas têm de iniciar sua morfologia pela composição e, dentro dela, a reduplicação. [‘The fact that substrate languages feature reduplicative processes only reinforces the general tendency for languages to start their morphology by means of composition and composition by means of reduplication’; my translation]. (Couto, 2000: 77)

In the majority of the cases studied above, substratal parallels for reduplication indeed exist.

3. Ideophones In the Atlantic Portuguese- and Spanish-based creoles, the special word category of ideophones has been retained from the African (Niger-Congo) substrate languages. As Bartens (2000) shows, there are many cases where the parallels are not

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only functional but also substantial, i.e., etyma can be identified for creole ideophones in the pertinent substrate languages. However, if ideophones are considered “a parallel sublanguage grafted on, and parasitic on, the conventional one” as Diffloth (1994: 108) proposes, it becomes clear why they are mentioned only in passing in this study. Suffice it to note that although there are monosyllabic ideophones e.g., in Kabuverdianu, Kriyôl, Principense on the one hand and especially in the West Atlantic and Bantu substrate languages on the other (cf. Bartens, 2000), reduplication is a very characteristic cross-linguistic feature of ideophones.

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A INFLUÊNCIA DO PORTUGUÊS DO BRASIL NO INGLÊS BARBADIANO E GRANADINO DE PORTO

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1. Introdução O inglês falado por descendentes de imigrantes barbadianos e granadinos de Porto Velho-RO-Brasil (IBGP) adotou novas palavras de outras línguas como qualquer outra língua em contato, portanto, neste estudo, pretendemos levantar os empréstimos de itens lexicais portugueses na fala deste grupo. Esse inglês vernacular trazido de Barbados, após ter passado por um breve período de crioulização, rapidamente se descrioulizou, conforme demonstraram os estudos de Hancock (1980a: 29), Cassidy (1982: 14), Roy (1984: 273), Fields (1995: 107). Atualmente ocupa uma posição média entre as variedades caribenhas. Holm (1989: 448-449) registra que no século XIX os barbadianos se tornaram uma importante força trabalhadora e expandiram seu inglês ao emigraram para outros lugares tais como as Ilhas Caraíbas, Trinidade, Guyana e Panamá. Por esta razão, a população de Granada é falante de um crioulo inglês similar ao de Barbados e de um crioulo francês que sobreviveu entre as pessoas mais velhas dos distritos rurais (Holm, 1989: 458-459). Para este levantamento e análise, contribuíram o informante D (um guianense com 65 anos que residiu em Barbados) e alguns informantes de Porto Velho. Esclarecemos que somente pretendemos registrar os fenômenos encontrados nos dados coletados e não fazer um catálogo dos mesmos, portanto muitos deles podem ser ocasionais ou idioletais.

2. Metodologia Para a análise, selecionamos vinte horas de gravações de um ‘corpus’ obtido através de entrevistas a vinte e cinco pessoas da 1.ª e algumas da 2.ª geração de descendentes de barbadianos e granadinos. Utilizamos as conversas em situações de interação comunicativa para observar o uso ativo da língua, junto com suas habilidades lingüísticas cotidianas. Classificamos as ocorrências em termos de categorias gramaticais tradicionais, tais como substantivos, verbos, adjetivos,

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advérbios, etc. Fizemos uma descrição dos empréstimos com explicação dos fenômenos fonéticos ocorridos no processo de adaptação e integração dos mesmos ao vocabulário do inglês local. Os exemplos do ‘corpus’ foram reproduzidos de acordo com a ortografia inglesa, seguindo o padrão da escrita, mas considerando a produção real (Marcuschi, 1986: 9). O item lexical estudado vem em negrito para mostrar sua forma e função na ilustração. As informações com os dados dos informantes que aparecem após o exemplo referem-se ao seu número, sexo e idade, além da numeração da linha no texto. Neste trabalho analisaremos a interferência na fala de informantes bilíngües em português e inglês como um processo individual, gradual, multidirecional, sistemático, dinâmico e motivado, através das perspectivas tradicionalmente conhecidas como as de Mackey (1968), de Weinreich1 (1968[1953]) e de Thomason e Kauffman (1988). Assim, Weinreich (1968[1953]: 7) fala de “borrowed” ou “transferred elements” como uma manifestação de interferência lingüística e considera que a formação lexical de empréstimos a partir da interferência de um vocabulário em outro pode ocorrer por: 1. transferência de morfemas de A para B; 2. morfemas de B são usados em nova função designativa, conforme o modelo dos morfemas de A, com cujo conteúdo se identificam; 3. elementos compostos podem apresentar a combinação de 1 e 2 (ibid.: 47).

3. Os mecanismos de formação dos empréstimos lexicais do português no IBGP Nesta análise, seguimos basicamente a tipologia de Haugen (1950) e Weinreich (1968[1953]), dividindo o léxico estudado em dois grupos: palavras simples e compostas.

3.1. PALAVRAS SIMPLES Entre as palavras simples transferidas do português para o IBGP, temos dois tipos de formação: transferência total da seqüência fônica e extensão semântica de palavras do inglês influenciadas por modelo português.

1

Weinreich ( (1968: 1) define a interferência como desvio da norma em uma das línguas, o rearranjo dos padrões fonéticos, morfológicos ou sintáticos de uma das línguas, resultante de uma maior familiaridade com mais de uma língua.

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A influência do portugês do Brasil

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3.1.1. Transferência total da seqüência fônica Os empréstimos deste tipo ocorrem a partir de palavras integramente portuguesas, de empréstimos portugueses adaptados à morfologia derivacional do IBGP e ainda quando a derivação morfológica é influenciada pelo modelo português.

a) Transferência integral Encontramos empréstimos do português que são incorporados integralmente no IBGP por não pertencerem ao seu léxico. Para mostrar que as palavras são originalmente do português, tentamos colocar a explicação etimológica do termo. Como elas aparecem muitas vezes em expressões cristalizadas, tentamos demonstrar o uso pragmático do termo, dentro da cultura brasileira, para melhor esclarecer esta necessidade imposta pela distância sociocultural. Neste tipo de empréstimo, muitos termos da flora e fauna foram adotados por serem desconhecidos aos imigrantes. Neste caso, detalhamos consideravelmente o termo para distingui-los de possíveis similares em outras regiões do mundo. Assim, podemos ver que o termo português urubu, neste contexto, refere-se à cor negra de uma pessoa, como o próprio informante explica: (1) they call you a sack of coal, they call a coal ball, yes urubu, because of the color. (56-M-56: 135)

Urubu é uma ave do gênero Coragyps e Cathartes, da família dos catartídeos que se alimenta de carne em putrefação, nativa do sul dos Estados Unidos e da América do Sul. Houaiss (2001) acrescenta que urubu é um termo originário do tupi uru’wu e que recebe várias designações de caráter informal e às vezes até pejorativo nas diferentes áreas das ciências sociais e regiões brasileiras, todas ligadas à cor negra desta ave. Outra palavra relacionada à fauna e tomada de empréstimo do português é boto. Faz parte de lendas locais e dá origem a expressões que veremos adiante nos exemplos (44), (45) e (46). Aurélio (1999) nos explica que boto é um mamífero cetáceo, iniídeo (inia geoffroyensis), também conhecido como boto-cor-derosa, boto-preto, boto-vermelho, iara e uiara. É encontrado nas águas do rio Orenoco e da bacia Amazônica. (2) when I look so to the water the boto come […]. (31-F-53: 159)

Uma palavra para designar uma planta medicinal brasileira é a sacaca. Aurélio (1999) explica que sacaca (Croton cajucara) origina-se do tupi sa’kaka, é

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cultivada na Amazônia e sua casca é utilizada como aromatizante. Designa também ‘bruxaria’ na região amazônica. (3) ‘Sacaca’, ‘melão São Caetano’, ‘né’? All that good for ‘malária’. (23-F-56: 63)

Nesta classificação ocorrem também empréstimos em áreas de interesse sociológico, como por exemplo, ocupações nas horas vagas, termos sociais e de interesse antropológico, como festas e bebidas típicas. Novela aparece neste contexto como ‘uma trama narrada em capítulos’, especialmente no rádio e na televisão, como o próprio informante esclarece. (4) Too much novela, too much killing in the television. (22-M-55: 75)

Festejos Juninos são festas do mês de junho dedicadas a São João, Santo Antônio e São Pedro e bastante comemoradas em todo o Brasil: (5) So, the time so festejos juninos. (33-F-44: 23)

Houaiss (2001) registra guaraná (Paullinia cupana) como um arbusto da família das sapindáceas. Termo originado do tupi wara’ná, nativo da Amazônia, cujas sementes são transformadas em pó, bastão ou pasta e posteriormente utilizados como refrigerante, xarope e sucos. Apresentam também usos medicinais, especialmente como tônicas e excitantes. (6) and drink ‘guaraná’ or beer with them [...]. (8-M-67: 79)

b) Empréstimos portugueses adaptados à morfologia derivacional do IBGP Aqui temos palavras com raiz portuguesa e derivação morfológica do IBGP. Os verbos da 1ª conjugação em português formam-se com o acréscimo do sufixo -ar em sua raiz, porém nestes exemplos abaixo, há um truncamento da raiz verbal em que há uma perda da vogal temática -a- e a desinência do infinitivo -r para estarem mais próximos da forma inglesa que não aprsesenta flexão verbal. Em IBGP, o verbo aprováte (inglês to make good use of, to take a chance), do português aproveitar, significa em (7), ‘tirar proveito, vantagem de’, ‘valer-se’, ‘utilizar-se de’. Já no (8) é ‘tornar proveitoso, útil ou rendoso’ (em inglês to recruit). (7) The Brazilian don’t know to aprovate the railroad […]. (08-M-67: 52) (8) and they was aprovate a lot of work […]. (17-M-56: 29)

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Nos exemplos (7) e (8) houve uma possível transformação por analogia com o sufixo inglês -ate que aparece em verbos como graduate, facilitate e incorporate. O indivíduo deduz um princípio para a construção do seu repertório lingüístico e generaliza a aplicação. O verbo enfrént (inglês to confront) pode ter recebido influxo do português ‘enfrentar’ e o verbo acórd (inglês to wake up), do português acordar: (9) (10)

or to come out enfrent ocean […]. (10-F-71: 08) when we acord the morning […]. (10-F-71: 85)

O verbo da 2ª conjugação perde a vogal temática -e-, assim como a desinência de infinitivo -r para estar mais próximo da forma inglesa em que não há flexão verbal. No exemplo (11), o verbo enténd, (inglês get along), do português entender, ‘viver em harmonia’, ‘estar de acordo’ e em (12), o verbo fórnece (cf. inglês to provide), do português fornecer: (11) (12)

Today the man have to entend the woman and the woman have to entend the man to live good. (33-F-44: 76) That they use to fornece water […]. (4-F-67: 54)

Os substantivos dos exemplos abaixo tiveram uma perda do morfema final. Assim, o substantivo férrament (inglês tools), do português ferramenta, perdeu o morfema -a. Houve também um deslocamento da sílaba tônica que passou da terceira para a primeira. (13)

they lose a ferrament and this ferrament was coming to lick he head […]. (24-M-48: 11)

Entretanto, o substantivo reméd (inglês medicine), do português remédio, perdeu o ditongo -io: (14)

I take the remed […]. (01-M-70: 2)

Em IBGP, o substantivo sófriment (inglês suffering), do português sofrimento, perdeu o morfema -o, além do deslocamento da sílaba tônica, que passou da terceira para a primeira, como em: (15)

and with all these sofriment we work […]. (17-M-56: 15)

No exemplo (16), o substantivo sólicit (inglês request), procedente do português solicitação, palavra com acentuação oxítona que, adaptada à sintaxe da lín-

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gua inglesa, ao perder o morfema -ção e a desinência nominal -a, passou a proparoxítona, obedecendo assim à forma inglesa. (16)

I have plenty solicit to speak English and Spanish. (22-M-55: 11)

No adjetivo grous (inglês thick), do português grossa, o falante faz uma analogia com a palavra grossa, porém adaptando o novo termo às regras fonológicas do inglês ao pronunciar o fonema /o/ e ao suprimir o morfema -a. Encontramos em Hornby (1989: 550) a palavra gross /grous/ que significa, entre outros, ‘repulsively fat’, ‘not refined’, ‘coarse’, ‘total’, ‘whole’ não podendo, portanto, ser enquadrada neste contexto. (17) meet the snake… was grous so, look!. (31-F-53: 112) No caso do advérbio cási (inglês almost), do português quase, muito provavelmente o falante fez uma monotongação por ultracorreção dado ao grande uso do ditongo -ua em inglês. (18) I don’t work casi with children that does talk so. (21-F-52: 111)

c) Palavras com derivação morfológica influenciada pelo modelo português Nesta seção enquadramos palavras com raiz do IBGP e derivação morfológica do português. O substantivo convivence (inglês conviviality, segundo Houaiss & Avery, 1974: 160, ‘to be accustomed to’), influenciado pelo português convivência que significa ‘um ato ou efeito de conviver, ter vida em comum; trato diário ou freqüente’. (19)

I don’t have convivence with English, ‘só’ in Portuguese. (01-M-70: 42)

Em (20) encontramos o substantivo comparátion, em inglês comparison e procedente do português comparação e no exemplo (21), registramos o substantivo alimentation (inglês food), do português alimentação: (20) (21)

Is never comparation since I born here […]. (16-F-57: 256) Today have a lot alimentation. (17-M-69: 13)

Aqui houve uma adaptação do sufixo -ation que forma um substantivo a partir de um verbo em inglês por analogia ao sufixo português -cão. Este sufixo -

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ation é popularmente usado no Brasil para caracterizar caricaturalmente o português falado pelos falantes anglófonos. Exs.: aceitation (inglês to accept), do português aceitar; embromation, do português embromar2. Os exemplos acima são muito interessantes para mostrar o sistema que o bilíngüe cria e que poderíamos considerar para explicar os casos como os de (22), (23) e (24). Registramos assim, o substantivo evoluátion (inglês evolution), do português evolução, e o substantivo opiniation (inglês opinion), do português opinião: (22) (23)

so I find that they have more sense than we, according the evoluation the time them have more evoluation than us […]. (06-M-65: 110) If they was to beg me any opiniation to marry […]. (31-F-39: 97)

No substantivo civilátion (inglês civilization), do português civilização, notamos que civil tem a carga semântica que denota a palavra civilização e também houve uma queda do morfema -iz. Esta queda poderia se originada por um possível desconhecimento do inglês, além da analogia com o português. (24)

So, today day is getting more civilation […]. (08-M-67: 62)

3.1.2. Extensão semântica de palavras simples inglesas influenciadas por modelo português Este tipo de formação lexical envolve aspectos semânticos transferidos de uma língua para a outra. Weinreich (1968[1953]: 48) diz que: “if two languages have semantemes, or units of content, which are partly similar, the interference consists in the identification and adjustement of the semantemes to fuller congruence”. Em outras palavras, dois semantemas, A e B, do inglês podem ser fundidos conforme o modelo do português, onde o conteúdo de A e B é representado por um único signo C. Neste processo, o significante ou de A ou de B é utilizado para o par fundido em C e o outro significante é descartado. Hancock (1980b: 74) salienta que a extensão semântica “involves a new interpretation for an item in addition to, or in replacement of, its original one” e inclui aqui vários processos

2 Houaiss (2001) explica que embromar (inglês to deceive, to cheat, to joke, to dawdle, to jest, cf. Houaiss & Avery, 1974: 224) apresenta várias acepções que constituem regionalismos brasileiros tais como ‘enganar’, ‘contar vantagens de si mesmo’, ‘zombar’, ‘andar calma e displicentemente’, ‘usar de artifícios para adiar a resolução de um negócio’, ‘a realização de uma incumbência’, ‘enrolar’.

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como: “metaphor, euphemism, playforms, specialization, generalization and shift of form class”. Assim, vemos que o substantivo hour (inglês time) recebeu influxo do português hora: (25)

he use to mark the hour for we to come back; what hour going […]. (31-F-53: 64-65)

O substantivo people é normalmente expresso por a gente em português, significando ‘we’, ‘one’ ou ‘our’ em inglês. (26)

If people did continue to speak the English home here she would learn, but we stop. We use to speak to she […]. (33-F-44: 99)

O substantivo fathers (inglês parents), está baseado no português pais, que designa os ‘dois progenitores’: (27)

Before time people fathers. (33-F-44: 62)

Registramos os seguintes substantivos: pronounce, (inglês pronunciation), do português pronúncia, e prepare, procedente do português preparo (inglês preparation) que significa a ‘instrução, a cultura e a competência adquirida pelo indivíduo’. Aqui ocorreu uma derivação irregular regressiva do substantivo deverbal por influência do modelo regressivo do português, inclusive com a sílaba tônica no mesmo lugar, nas duas línguas. (28) (29)

We have a pronounce […]. ( 23-F-56: 6) the children here today, they have more prepare […]. (06-M-65: 105)

Nos exemplos seguintes, a informante demonstrou conhecer o verbo count com seu correspondente contar em português. Entretanto, provavelmente por analogia a recount, não utilizou o termo adequadamente, porque nestes contextos encontraríamos tell: (30) we does stand chatting, counting what pass when […]. (33-F-57: 15) (31) I have to count a story […]. (17-M-56: 38)

No exemplo seguinte encontramos um influxo do português da palavra formar que significa ‘promover ou receber educação ou instrução formal, dando ou recebendo o diploma’, enquanto que, em inglês, ocorreria o verbo graduate: (32)

when we form a engineer […]. (6-M-65: 126)

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Várias ocorrências do advérbio3 until (cf. inglês even) foram registradas por influxo do português até, que significa ‘inclusive’, ‘mesmo’, ‘ainda’: (33) (34) (35)

She until offer me, but I don’t like tea […]. (33-F-44: 109) I can until carry wanna there […]. (31-F-53: 88) I went sick. I stay until in hospital […]. (32-F-58: 217)

A preposição to, que marca localização em português, significa, segundo Aurélio (1999), ‘lugar para onde alguém se dirige, sobretudo com ânimo de permanecer ou demorar-se’. Entretanto, neste contexto, em inglês, usa-se come here, não necessitando de qualquer preposição: (36)

and the people from Caribe came to here […]. (24-M-48: 5)

3.2. PALAVRAS COMPOSTAS E EXPRESSÕES Segundo Weinreich (1968[1953]: 50-51), há três tipos possíveis de interferência para itens lexicais múltiplos, constituídos por mais de um morfema: todos os elementos são transferidos sob forma analisada, alguns elementos são transferidos e outros reproduzidos4 e todos os elementos são reproduzidos por extensões semânticas. Analisaremos somente este último processo porque não encontramos exemplos sobre os outros tipos em nossos dados.

3.2.1. Reprodução por extensão semântica: decalques A reprodução ocorre com palavras da língua materna, equivalentes em significado, usadas em compostos e expressões. Dentro desta classe de empréstimos, podemos diferenciar em empréstimo traduzido literalmente ou decalque. Seguindo o pensamento de Haugen (1950: 214) que também considerava este processo fazendo parte da extensão semântica, Weinreich (1968[1953]: 51) explica que no decalque, o modelo (neste caso, o português) é reproduzido exatamente, elemento por elemento no inglês. Alguns compostos em IBGP possuem significados facilmente reconhecidos e que também poderiam pertencer ao léxico de outras variedades de inglês, entre-

3 Emprega-se do mesmo modo e com este sentido também em Portugal. Ex.: até tu, Brutus?; gosto até de morangos ácidos (Houaiss, 2001). 4 São chamados de híbridos, loanblends, de acordo com a terminologia de Haugen (1950: 218).

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tanto seus significados em IBGP são únicos. Os compostos mais comuns em nossos dados estão relacionados abaixo. A denominação da primeira refeição do dia sofreu uma influência do português do Brasil porque neste país para indicar este conceito emprega-se a expressão tomar café. Isto ocasionou uma reorganização do termo. Assim, enquanto tem-se take coffee no IBGP, no inglês é breakfast. (37)

‘Refeição da manhã é’ take tea. In the morning we use to take coffee. (17-M69: 127)

Nos dados, encontramos take count que em português significa ‘tomar conta’ e em inglês ‘take charge’ para o exemplo (38) e ‘take care’ para (39): (38) (39)

After he came and take count here [...]. (08-M-67: 54) We friend that ain’t went, she had to take count to she children […] (21-F-52: 96)

Em inglês keep going pode ser usado de duas maneiras em IBGP, ‘going living’ e ‘to go carry we life’, tendo o mesmo correspondente em português, que é levando a vida, vivendo. (40) (41)

and so we going living […]. (31-F-53: 135) and so we use to go carry we life with the difficult […]. (31-F-53: 64)

No caso de taking the front of ocorre por influxo do português ‘tomar a frente de alguma coisa’, ‘administrar’ enquanto que no inglês seria take charge: (42)

my mother, she taking, she taking the front of the land. (20-M-57: 41)

A construção from here in front (inglês from now on) é originada do português daqui para frente: (43)

I don’t know from here in front, if anybody going in [...]. (31-F-39: 134)

A expressão in the way of the ‘boto’, literalmente do português no jeito do boto, encontrada em (45) e (46) que significa ‘engravidar’, pode ser explicada por uma lenda local sobre os botos (contada no exemplo 47). Eles gostam de mulheres, as seduzem e as engravidam, daí surgir a expressão in the way of the ‘boto’ no IBGP. Esta expressão pode ter sofrido uma extensão semântica das expressões do inglês crioulo in way from the baby e in way for belly, segundo informação do próprio informante 56 em (45) e (46). A segunda expressão foi

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confirmada como crioula pelo informante D. Já em Allsopp (1996: 92) encontramos have belly para este contexto5. (44) (45)

(46)

they only satisfy when he wife in way for belly, in way to get baby. (56-M-56: 85) and then the women use to ‘engravidar’ and use to go away and the woman use to stay in the way of the ‘boto’ (in way from the baby ‘é engravidar no dialeto’). (31-F-53: 165) I hear the ‘boto’ persecute plenty woman. He like woman… if a ship… when a ship going plenty woman, he always round the ship, because he like the woman. (17-M-69: 73)

4. Conclusão O léxico do IBGP compõe-se de empréstimos do português que foram analisados nas diversas categorias gramaticais e divididos em palavras simples e compostas. Através do léxico pudemos observar que o falante do IBGP utiliza técnicas especiais para interações comunicativas, tais como: faz uso de vocábulos originalmente do português ou opta por adaptá-los ao inglês semanticamente ou fonologicamente. No primeiro caso, as palavras da língua portuguesa são provavelmente emprestadas somente para designações em que a língua receptora não tenha equivalentes, por esquecimento momentâneo ou por desconhecimento do falante, tais como: certos itens culturais, regionais, alimentos e nomes para animais locais, plantas, etc. Os empréstimos verbais do português sofreram adaptações por ocasião da transferência de uma língua para outra, tendo a forma inglesa e mantendo a semântica do português. Portanto, os verbos não são tomados do português na sua forma completa: apenas a raiz é importada e a flexão é da língua inglesa. Vimos que em verbos da 1ª e 2ª conjugações há um truncamento da raiz verbal e uma perda da vogal temática -a e também do -e, assim como a desinência do infinitivo -r. Exs.: aprovate, de aproveitar; entend, de entender. Os substantivos, por acompanharem o objeto ou a noção que representam, ocorrem com um bom número de vocábulos tomados do português. Estes e os adjetivos mostram uma tendência de ter uma perda do morfema final, na amostra estudada. Exs.: ferrament, de ferramenta; sofriment, de sofrimento; o adjetivo grous, de grossa. Em nossos resultados temos palavras com raiz do IBGP e derivação morfológica do português, como por exemplo, palavras terminadas pelo sufixo -ção

5 Já a informante 38 apontou outra expressão barbadiana para ‘engravidar’ como a woman has gone cross.

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foram adaptadas ao sufixo inglês -ation, como em: comparation para ‘comparação’ e opiniation para ‘opinião’. Registramos também a extensão semântica de palavras e expressões inglesas influenciadas por modelo português em que se incluem os decalques nos quais o português é reproduzido exatamente, elemento por elemento no inglês. São, portanto, palavras ou expressões inglesas, porém agramaticais ou não utilizadas naquele contexto específico. Os advérbios e preposições ocorrem com forma inglesa e semântica portuguesa.

Referências bibliográficas ALLSOPP, R. 1996. Dictionary of Caribbean English usage. New York: Oxford University Press. AURÉLIO. 1999. Dicionário eletrônico com corretor ortográfico, versão 3.0. CDROM. Rio de Janeiro: Nova Fronteira (Sony Music). CASSIDY, F.G. 1982. “Barbadian Creole: Possibility and probability”. Paper presented to the Society for Caribbean Linguistics, Suriname. FIELDS, L. 1995. “Early Bajan: Creole or non creole?”. In J. Arends (ed.), The early stages of creolization, 89-111. Amsterdam: John Benjamins Publishing Company. HANCOCK, I.F. 1980a. “Gullah and Barbadian: Origins and relationships”. American Speech 55, 17-35. — 1980b. “Lexical expansion in creole languages”. In A. Valdman & A. Highfield (eds.), Theoretical orientations in creole studies, 63-88. New York: Academic Press Inc. HAUGEN, E. 1950. “The analysis of linguistic borrowing”. Language 26, 210-231. HOLM, J. 1989. Pidgins and creoles, vol. II. Cambridge: Cambridge University Press. HORNBY, A.S. 1989. Oxford advanced learner’s dictionary of current English, 4th edition. Oxford: Oxford University Press. HOUAISS, A. 2001. Dicionário eletrônico da língua portuguesa, versão 1.0. CD-ROM. Rio de Janeiro: Editora Objetiva Ltda. HOUAISS, A. & C.B. AVERY. 1974. Nôvo dicionário Barsa das línguas inglêsa e portuguêsa, vol. II. New York: Appleton-Century-Crofts. MACKEY, W.F. 1968. “The description of bilingualism”. In J.A. Fishman, Readings in the sociology of language, 554-584. The Hague: Mouton. MARCUSCHI, L.A. 1986. Análise da conversação. São Paulo: Ática. THOMASON, T. & S.G. KAUFMAN. 1988. Language contact, creolization and genetic linguistics. Berkeley, CA: University of California Press. ROY, J. 1984. An investigation of the processes of language variation and change in a speech community in Barbados. PhD dissertation. New York: Columbia University. WEINREICH, U. 1968[1953]. Languages in contact: Findings and problems. The Hague: Mouton.

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“KABA TEH A BI SUNTA DEM”: THE PATH OF TWO PORTUGUESE ELEMENTS IN SARAMACCAN1 HUGO CARDOSO Universiteit van Amsterdam

1. Introduction 1.1. CREOLIZATION AND GRAMMATICALIZATION As will become apparent further along in the discussion, it seems intuitive to account for (at least part of) the development of kaba and teh with reference to grammaticalization. The special relationship between the processes of grammaticalization and creolization, therefore, must be given some attention. Creolization is traditionally seen as an abrupt, contact-induced phenomenon. Even though the abruptness factor has been called into question (e.g. Arends, 1989), it is uncontroversial that Creoles arise from a socio-historical situation that can only be characterised by intense linguistic contact. The question that arises, therefore, is whether this particular socio-historical context has any effect on the way grammaticalization operates. Even if the assumption is made that creolization employs the same mechanisms as other processes of language change, the hypothesis remains open that in creolization these mechanisms operate to a different extent or at a different pace. As regards grammaticalization, Bruyn (1996: 30) points out that there are reasons to question the assumption that synchronic phenomena reflect a diachronic development in the way in which grammaticalization is normally conceived, namely proceeding gradually and language-internally, following universal, cognition-based, paths of development, and being motivated by the needs for expressiveness and creativity on the one hand, and for regularization and routinization on the other.

She then goes on to discuss some cases of grammaticalization in Sranan and postulates that these correspond to at least three distinct processes:

1 I wish to thank Olga Fischer and Jacques Arends for their helpful comments on earlier versions of this paper. All shortcomings, however, are my own responsibility.

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(i) (ii)

ordinary (i.e., gradual and language-internal); instantaneous (i.e., proceeding considerably more rapidly than is typically the case in languages with a longer history); (iii) apparent grammaticalization, where a feature does not result from grammaticalization that took place within the Creole language itself but rather from the transfer of the result of a process of grammaticalization that has taken place in another language. (Bruyn, 1996: 42)

In the quote above, (i) refers to the process of grammaticalization that occurs following the traditional view, (ii) introduces the idea that at the moment of creolization some elements are abruptly reinterpreted along what would be expected from a normal grammaticalization path and in (iii) “another language” refers to one (or several) of the creole’s substrate languages. Time-depth, then, seems essential when discussing instances of grammaticalization in creoles, as it can be too simplistic to overlook the “atypical” cases of grammaticalization described above. Crucially, all of these processes result in a similar outcome, which, in the absence of diachronic information on the genesis of the creole, could be taken to represent an instance of ‘ordinary’ grammaticalization.

1.2. DATA AND STRUCTURE OF THE ARTICLE The data presented will primarily be drawn from the following documents:

• A collection of Saramaccan letters (henceforth SL) written between 1790 and 1818 and signed by Alabi and Grego, both native speakers of Saramaccan and with a considerable knowledge of Sranan (which shows from the high number of Sranan words used in the text). • The Acts of the Apostles (AA), a translation of the biblical text into Saramaccan made by brother Wietz, a Moravian missionary, dated 1805. It is likely, however, that this is merely a copy of an original which may have been finished as early as 1793. • Lesi buku a Saamaka töngö volumes 1 (LB1) and 2 (LB2), textbooks intended for use in Saramaccan primary schools and first published in 1976. In its conception were involved members of the Summer Institute of Linguistics in Paramaribo as well as native speakers. Other sources such as grammars and dictionaries will also be instrumental in collecting data, mainly on the present state of the language, and will be individually mentioned in the body of the text. Any inconsistency in the orthography is due to the retention of the documents’ original text.

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The paper will be organised as follows: section 2 will describe the linguistic behaviour of kaba and kaa in modern Saramaccan and investigate its developmental path from Portuguese acabar. The same will be done for teh (te) in section 3. In section 4 some conclusions will be drawn from the previous discussions and a connection will be made to the more general issue of the nature of grammaticalization in the formation of pidgins and creoles.

2. Kaba 2.1. THE LINGUISTIC BEHAVIOUR OF KABA This section will focus on the linguistic status of kaba in Saramaccan, not only from a contemporary perspective but also taking into account the evidence provided by early 19th-century texts.

2.1.1. Verbal kaba An analysis of the present use of kaba in Saramaccan will show it to be a verb meaning ‘to complete/finish’, ‘to end’ or ‘to stop’. An occurrence of kaba used intransitively is exemplified in (1) below: (1) Dee njanjan kaba. DET food kaba ‘The food is over’. (LB2: 23)

As shown in (2), kaba can also be used transitively and can be modified by TMA markers, which confirms its status as a verb. It can still select a verbal complement, as in (3). (2) Mi o kaba wan amanjan. 1S ASP kaba one tomorrow ‘I will finish one tomorrow’. (Rountree & Glock, 1982: 35) (3) De kaba u jasa di kasaba. of roast DET cassava 3P kaba ‘They have finished roasting the cassava’. (Rountree, 1992: 46)

The verbal use of kaba is hardly surprising, given that the Portuguese etymon from which it is historically derived, acabar, has the same status and virtually the

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same use. However, the study of older texts written in Saramaccan will reveal unexpected uses of kaba and establish a connection between this particle and another, namely kaa. 2.1.2. Adverbial kaba Kaa, in present-day Saramaccan, can be classified as an adverb meaning ‘already’. It is always placed post-verbally and adds to the main verb a notion of completion, which has led Winford, in his discussion of Sranan, to interpret the corresponding form (kaba or kba) as an aspectual marker expressing “the sense of a ‘perfect of result’ with non-statives, and the sense of a state beginning in the past and continuing to the reference point with statives” (Winford, 2000: 393). In this view, kba is part of the TMA system of Sranan, but its post-verbal position is unlike that of any other member of the class. Furthermore, it is admissible that an adverbial modifies the verb in the sense described by Winford. Given these two factors, I will opt for referring to Saramaccan kaa as an adverb. An example is given under (4): (4) A njan hafu kaa. 3S eat half kaa ‘He had eaten half already’. (LB2: 23)

Crucially, the corresponding particle in the 19th-century texts is not kaa but kaba: (5) [...] David the a bi du tulu keh va Gad kaba, a go drummi. David when 3S PAST do all will of God kaba 3S go sleep ‘[...] David, after he had done the will of God, he went to sleep’. (AA, 13: 36)

2.1.3. Connective/discourse marking kaba In addition to the verbal and adverbial usage of kaba described above, early 19thcentury texts make extensive use of this particle in yet another sense. In excerpts such as the one in (6), kaba may be interpreted as a discourse marker signalling the advancement of an action (consecutive discourse marker). (6) Kaba Petrus tan naki dorro no morro; kaba dem jabri kaba Peter CONT knock door no more kaba 3P open

dorro door

dem si da hem srefi kaba dem panta augri. 3P see COP him be-scared terribly even kaba 3P ‘Then Peter went on knocking at the door, and when they opened the door, they saw it was him and were terribly astonished’. (AA, 12: 16)

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All three instances of kaba in this sentence seem to fulfil the same function as consecutive discourse markers, even if (6) is presented (arbitrarily) as one sentence and not three separate ones. In this case, kaba introduces a notion of temporal advancement, reflecting the fact that the actions are mentioned in a successive manner. This is to be expected from a narrative context and may partly explain the outstanding frequency of kaba in AA. Another possible interpretation is that kaba functions as a co-ordinating conjunction. In reality, the frontier separating a consecutive discourse marker from a conjunction is a feeble one (cf. the common discourse-marking usage of and, but and or). And indeed, a characteristic of kaba, which sets it apart from other coordinators in Saramaccan, (e.g. en ‘and’ or ma ‘but’) is that it always introduces full clauses, each of which can stand syntactically independent from the other; in these clauses the subject is always specified, even if there is an anaphoric reference. The only distinction that can possibly be made between a co-ordinating conjunction with these characteristics and a discourse marker is contextual, namely whether the clauses preceding and following the marker can in any sense be seen as temporally successive, but one should not take for granted that this distinction is relevant for the delimitation of the function of kaba. In fact, (7) is an example in which it links two clauses without any temporal relation: (7) Di liba effi hemel hemweh da mi Stulu, kaba tera da mi futubanki. DET up or sky itself COP my throne kaba earth COP my footstool ‘Heaven is my throne and Earth is my footstool’. (AA, 7: 49)

One additional feature that distinguishes kaba from the other conjunctions is that it is not sensitive to the notion of adversativity; whereas en ‘and’ contrasts with ma ‘but’ on a logical level, kaba can either be translated as ‘and’ or ‘but’. Example (8) shows kaba being used to link two clauses independently of their logical adversativity: (8) Teh when

Saulus Saul

zikka na Jerusalem a arrive in Jerusalem 3S

tesi va meki kompeh nanga dem try COMP make friend to 3P

bribi sombre, kaba dem tulu fredde hem. all fear him believe people kaba 3P ‘When Saul arrived in Jerusalem, he tried to join the believers, and/but they were all afraid of him’. (AA, 9: 26)

The question is whether this adversative reading is to be seen as additional or whether the whole notion of adversativity is irrelevant for the semantics of kaba.

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Given that, in AA, only kaba and ma (but not en) can precede a full clause, it could be believed that there is an opposition between these two particles in that ma necessarily signals adversativity and kaba signals the lack (or the irrelevance) of it. In this text, en is only used to co-ordinate noun phrases. In SL, on the other hand, en does appear in the same syntactic environment as kaba and ma, in which case one may have to see the true opposition in relation to the pair en/ma, with kaba lying outside of it. In this perspective, then, the main focus of kaba can be said to be the advancement of the narrative, which does not have to react to logical adversativity.

2.2. THE HISTORICAL PATH OF KABA The findings of the previous sections result in Table 1 below, which outlines the difference in usage of kaba in the two periods concerned: Table 1 Diachronic distribution of kaba and related particle Period

Verbal

Adverbial

Connective/Discourse marking

Early 19th century

kaba

kaba

kaba

Present-day

kaba

kaa



The aim of this sub-section is to investigate under what influence or by which processes kaba (and kaa) came to have all the different uses described above at the two periods. It seems safe to assume that, given that the form kaba is derived from a Portuguese verb rather than an adverbial or a co-ordinating conjunction, this particle was ‘introduced’ in the Creole via its verbal use. Otherwise, it would have been possible for Saramaccan to have a form derived from, e.g., Portuguese já ‘already’ being used both as an adverb and as a verb instead of kaba, which is not the case. The claim is corroborated by the observation that verbal kaba is attested in the earliest texts in analysis and not only in present-day Saramaccan. This is not meant to imply that verbal kaba was necessarily present in the language ‘before’ any other use. Indeed, the possibility must remain open that some of the other senses may have come to exist in Saramaccan ‘simultaneously’ but, at any rate, never ‘preceeding’ the verbal use of kaba.

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Adverbial kaba is most likely the result of substrate influence. Winford & Migge (p.c.) note that in African languages of the Gbe cluster, one of the groups of languages most influential for the Surinamese Creoles, it is common to have an adverbial or aspectual marker of anteriority derived from a verb meaning ‘to finish’. They demonstrate how the present-day use of these particles in Ajan and Gen closely matches the use of kaba in Sranan and Paamaka, both closely related to Saramaccan. The forms in question are vɔ´ in Aja and Ewe, and vɔ in Gen. According to Lefebvre & Brousseau (2001: 90), the correspondent particle in Fongbe (which is interpreted as a TMA marker) is kò, and they cite Westerman (1907) on the claim that it also derives from a now obsolete verb meaning ‘to be/have finished’. As alluded to before, the extension of kaba from a verb to an adverbial in Saramaccan may have occurred simultaneously with its introduction as a verb2. Even though the information on the initial stages of Saramaccan is scarce, a look at Sranan shows that in its earliest recorded text (1745) caba already appears in its adverbial sense (van den Berg, 2000). It is noticeable that, unlike verbal kaba, adverbial kaba underwent phonological reduction between the early 19th century and the 20th century, yielding the form kaa. This in itself sets the two apart and shows that they are perceived differently at present. At least to a certain extent, then, the close connection between the two that motivated the original extension of kaba to its adverbial meaning has been lost. The developmental path that resulted in the connective/discourse marking use of kaba may have been of a completely different nature. Apparently, neither the substrate nor the superstrate provide a corresponding model that would link a verb meaning ‘to finish’ to a particle with this function. Consequently, this seems to be an instance of grammaticalization of the kind: V ‘to finish’ > connector/consecutive discourse marker ‘and then’. Crosslinguistic evidence confirms this as a likely explanation for the connective/discourse marking kaba through the observation that this path of grammaticalization is widely documented; Heine & Kuteva (2002: 137-138) quote examples from Swahili (Bantu), Kxoe (Khoisan), Ani (Kwa) as well as from Capeverdean Creole Portuguese. As shown in section 2.1.3., however, kaba somewhat departed from a strictly ‘consecutive marker’ status, since AA presents (rare) instances of kaba that are

2 Heine & Kuteva (2002: 134) quote the corresponding case in Sranan as an instance of grammaticalization of the kind: V ‘to finish’ > Adv ‘already’. However, this is misleading, since Sranan and Saramaccan merely inherited the result of grammaticalization from their substrate.

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not related to temporal succession. Interestingly, this further development implied no change in the syntactic environment of the word, which suggests that it occurred on a semantic level only. It reflects a process of stripping the word of its temporal connotations that was probably taking place during the late 18th century and early 19th century, the period when SL and AA were composed. Notice that in AA, where kaba is sometimes used without a temporal connotation, en ‘and’ is never used as a clause-linking connector, whereas in SL the situation is strictly the opposite (cf. section 2.1.3.). This reflects a functional competition between the two elements that resulted in different ‘allegiances’ on the part of the authors of the documents. It is also convenient to remind that the translator of AA was not a native speaker of Saramaccan. In any case, the question cannot be settled until a larger corpus of documents from around the same period is available for analysis. For clarity’s sake, the discussion above has been formalised in Figure 1, which schematises the proposed developmental paths of kaba and kaa, departing from Portuguese: Figure 1 The developmental paths of kaba and related particle Adv. kaba

Pt. acabar

Adv. kaa

V. kaba

? Disc. Mark. kaba

Connect. kaba

A few words are warranted for the correct interpretation of this schema. Firstly, it is important to reiterate that the arrows do not necessarily intend to reflect a time-consuming process. Whereas the process by which adverbial kaba turned into kaa is definitely a diachronic process and the one connecting discourse marking kaba and connective kaba is likely to be one as well, no conclusion of the sort may be reached for the remaining arrows. Secondly, the arrows represent processes of a different nature. The arrow linking Pt. acabar and verbal kaba is that of Second Language Acquisition (without any reference being made to its degree of success); that between verbal kaba and adverbial kaba reflects the imposition of a first language structure onto

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a newly acquired term, whereas the arrow that links this to adverbial kaa represents a phonological reduction (which may, however, betray an instance of grammaticalization); the connection between verbal kaba and its discourse marking and connective counterparts (whether or not the second arrow is indeed warranted) represents a process of grammaticalization. Finally, it must be stressed out that, whereas verbal and adverbial kaba (kaa) exist to this day in Saramaccan, the discourse marking/connective use of kaba has been lost and its function taken over by other elements (such as en ‘and’ and hën ‘then’).

3. Teh In this section, will be the standard reference to the element, even though in modern texts it is rendered or (cf. section 3.1.2.). In discussion and the examples, and will be retained according to the source text.

3.1. THE LINGUISTIC BEHAVIOUR OF TEH As will become apparent in section 3.2., the identification of Portuguese até ‘until’ as the source of teh is not as straightforward as it may seem. An analysis of both contemporary and older texts will show quite distinct uses of teh, which, even though not irreconcilable, seem to point to two distinct etymologies.

3.1.1. Connective teh In contemporary Saramaccan, te has a distinguishable function as a subordinating conjunction. Two instances of the connective teh will have to be distinguished, however, and it is even possible that they are the result of distinct developmental paths. The first of these will be referred to as ‘temporal connective teh’ and the second as ‘limitative connective teh’. The temporal connective teh, best translated by ‘when’, introduces subordinate clauses serving the purpose of locating the main clause in time. An unequivocal example is the one provided under (9) below. In early 19th-century texts the same can be observed, but the form is rendered teh. (9) Te a kaba fa a njan, hën a jei te 3S finish CONJ 3S eat then 3S hear ‘When he finished eating, he heard: kökökö’. (LB2: 17)

kökökö. kökökö

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Although this constitutes the primary interpretation of the temporal teh, it is also true that certain secondary readings are possible. In both recent and older texts, for example, context may suggest an interpretation of teh with a conditional connotation, but only in generic utterances such as (10). If the explicit expression of the conditional is essential to the speaker, effi ‘if’ is employed: (10)

[...] te hangi ta - kii i, nöö denda go a bakamatu [...]. kill 2S then enter go to forest te hunger CONT ‘[...] if (when) you’re hungry, go into the forest [...]’. (LB2: 2)

Given the right context, teh can also have a causal reading, as in (11). Similar devices in English would be the conjunction because or the use of a participial clause. (11)

Teh a bi de wan Prophet jetti, a bi sabi [...]. yet 3S PAST know teh 3S PAST COP DET prophet ‘Because he was/Him being a prophet, he knew [...]’. (AA, 2: 30)

Teh can still acquire additional meanings through its combination with other elements. Example (5) shows the combination of teh with the adverbial kaba (cf. section 2.1.2.), a construction that allows Saramaccan to refer to a time prior to that of the discourse in much the same way as English would do by means of a subordinate clause introduced by after. A comparison of the connective use of teh in older texts and in contemporary Saramaccan will show that it has remained remarkably unaltered. Even the possible extensions of its meaning are the same, as is its syntactic position introducing a subordinate clause. The limitative connector teh is similar to its temporal homonym in that it introduces a subordinate clause. On the other hand, its semantic contribution to the main clause is not that of localising it in time but rather to introduce a limit to it, its best translation being ‘until’. One further distinction is that the clause it introduces follows the main clause. Consequently, limitative teh never appears sentence-initially. (12)

Hën de nango te de dou a wan kamian. te 3P reach to ART spot Then 3P go ‘Then they kept going until they reached a spot’. (LB1: 24)

In recent texts, the limitative teh shows up either as te or tee, but this does not apply to the temporal conjunction. Even more strikingly, the form teefa can fill in the same position in the sentence with the same function. This point will be

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expanded in the next section, when it will be shown to establish a connection between limitative teh and its prepositional cognate.

3.1.2. Prepositional teh Teh as a preposition is related to the limitative connective teh and introduces a phrase expressing the same idea of movement towards a limit. Just like the limitative connective, the word can be rendered in present-day Saramaccan either as te or tee (cf. (14)). This alone would justify the distinction between the limitative connective/prepositional teh on the one hand, and its temporal connective counterpart on the other; the form te is shared by all, whereas tee can only be a preposition or a limitative conjunction (cf. Table 2). In the contemporary texts under analysis, there seems to be no distinction between the two forms. This particle can refer both to time and place. Example (13) shows teh being used in a temporal sense, whereas (14) makes clear reference to location: (13)

mamate te sapate. morning te night ‘From morning to night’. (LB2: 4)

(14)

Hën Logoso tei pas tee a lio. then turtle take way tee in river ‘Then the Turtle made way to the river’. (LB2: 25)

There is no apparent difference between the uses of teh in present-day or early 19th-century Saramaccan. In fact, the same double reference to time and place is observed. The examples below show that in AA this element already had both a temporal (15) and a locative (16) meaning: (15)

[...] hem grebbi de na wi aki teh his grave COP in 1P here teh ‘[...] his grave is with us to this day’. (AA, 2: 29)

(16)

Kaba a tan go teh na Gaza. Then 3S CONT go teh in Gaza ‘Then he went to Gaza’. (AA, 8: 26)

tideh. today

One important point to be made is that this preposition can select a noun phrase (13), a prepositional phrase (16), or an adverbial phrase (15). In modern Saramaccan, the particle teefa can be used in the same way. Rountree (1992: 64) recognises that the difference between these two elements

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“has not been determined”, thus indicating that no syntactic or semantic distinction can be made. This is apparently a recent compound and will not be considered in the following discussion.

3.2. THE HISTORICAL PATH OF TEH The different forms of teh mentioned in the previous section are summarised in Table 2. Table 2 Diachronic distribution of the different uses of teh Period

Temporal Conn.

Limitative Conn.

Prepositional

Early 19th century

teh

teh

teh

Present-day

te

te, tee, (teefa)

te, tee, (teefa)

The discussion in the previous section motivates the claim that the limitative connective and the prepositional teh are closely related, in opposition to the temporal connective teh. In this section, we will argue, in line with some authors (e.g. DeGroot, 1981), that these two clusters should be assigned different etyma. Whereas limitative/prepositional teh is said to be derived from Portuguese até ‘until’, connective teh is seen as diachronically related to the English word time, which in Saramaccan survives as a noun with the forms tem/ten and also té. The limitative/prepositional teh is almost identical in meaning and use to Portuguese até. The Portuguese term also carries the notion of limit and can refer both to time and location: até introduces a limit in phrases such as até ao fim da noite ‘until the end of the night’ and até ao fim da rua ‘to the end of the street’. In terms of its selection restrictions, até behaves similarly to its Saramaccan cognate. This particle also has the status of a conjunction in Portuguese which resembles that of the limitative conjunction in Saramaccan. An example is provided below: (17)

Procurei até o search.1S.PAST até OBJ.PRON ‘I searched until I found it’.

encontrar. find

In addition to its status as a preposition and a limitative conjunction, até can also be used adverbially to indicate inclusiveness (cf. English even in ‘even my

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father saw it’). This characteristic of the Portuguese etymon does not have a reflex in Saramaccan. On the other hand, the prepositional use of teh also partly matches that of its counterpart in the substrate languages. For example, the Fon preposition káká ‘until / up to’ shares with Portuguese até and Saramaccan teh their double temporal / locative reference and, according to Lefebvre & Brousseau (2001: 303), can select the same constituents except for an adverbial phrase. Given that this particle can also select full clauses, one may say it shares with Saramaccan teh and Portuguese até its additional usage as a conjunction. In a distinct syntactic context, káká also has the status of a degree adverb meaning ‘a lot’. Whereas this does not find an echo in the Saramaccan texts analysed, it is possible that it does in the Sranan expression so tee in, e.g., a bigi so tee ‘it is very big’ (Arends, p.c.). The prepositional teh, then, can be said to partly overlap both its superstrate and its substrate correspondent terms. Far from presenting a problem in terms of tracing a diachronic scenario, it can be said that both substrate and superstrate concurred to shape the status of the Saramaccan term. In fact, the characteristics of teh roughly correspond to the intersection between Portuguese até and Gbe káká. As for the phonological development of the prepositional teh between the early 19th-century and present-day, it cannot be addressed here; it is not clear whether the different orthographies correspond to different phonetic realities and, if so, how exactly the correspondence goes. Given that the purpose of this paper is to delineate the history of kaba and teh departing from their Portuguese etyma, one must evaluate the possibility that the temporal teh is also derived from Portuguese até. The alternative, as mentioned before, is that it is derived from English time. It must be recognised that it is more unlikely for a preposition such as ‘until’ to give rise to a temporal conjunction that for the noun ‘time’ to do so. In fact, there are several recorded cases of a grammaticalization path of the kind: N ‘time’ > temporal marker; Heine & Kuteva (2002: 298-299) mention examples from Japanese and Turkish (Altaic), Newari (Sino-Tibetan), Kikuyu (NigerCongo) and Tamil (Dravidian), to name but a few. Given that this developmental path is relatively common, it is hardly surprising to find that there are recognisable vestiges of it in the languages that formed Saramaccan’s main substrate. In Fongbe a subordinate temporal clause has the structure of a relative clause whose head is the noun hwènù ‘time’. The syntactic embedding of hwènù is somewhat different from that of Saramaccan teh, but substrate influence can still explain why the noun derived from English time was first selected to introduce temporal clauses in Saramaccan. Once more, this is probably an instance of what Bruyn calls ‘apparent grammaticalization’ (cf. section 1.1). The fact that, in modern Saramaccan, only the limitative / prepositional teh admits the form tee (and teefa) indicates that it is perceived as different from the

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temporal teh. Though it may be true that, in itself, this is not conclusive as to the two particles’ different sources, it adds to the possibility. All these indications taken together suggest that the time-scenario is the most likely to account for the temporal connector. The homonymy between the particles (historically unrelated and with different functions within the grammar of Saramaccan) may be the driving force behind the recent development of the limitative/prepositional teh into teefa. If so, it can be hypothesised that the latter form will go on gaining importance and may even come to replace the limitative connective / prepositional teh altogether. The scenario that arises from the previous discussion is schematised in Figure 2 below: Figure 2 The developmental paths of teh Eng. time

Sar. tem, ten

TempConn. teh, te

LimConn. teh, te, tee Pt. até Prep. teh, te, tee

Figure 2 is clearly simpler than Figure 1, but some remarks are still necessary to ensure it is correctly read. The process that connects English time to Saramaccan tem, ten ‘time’ is that of Second Language Acquisition, but the one linking this noun to the temporal connective teh/te reflects, to a certain extent, the imposition of first language semantics onto the new term. Once again, the arrows in the schema do not necessarily make any predictions as to the temporal aspect of the processes. In fact, despite the diagram’s possible suggestion that this second process occurred after the development of Portuguese até into the Saramaccan limitative / preposition teh, the truth is the effects of both processes are visible ‘simultaneously’ in the early 19th-century texts. The process linking Portuguese até to both the limitative connective and the prepositional teh/te/tee can be seen as one and the same and, in comparison with the ones by which English time yielded Saramaccan teh, it is of a peculiar kind; whereas it basically reflects Second Language Acquisition, the important fact is that both superstrate and substrate seem to have influenced the delineation of the new term’s function. It can be postulated that both the limitative conjunction and

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the preposition came to be expressed in Saramaccan by the particle teh simultaneously. It is important to remind that the corresponding particles in the superstrate and the substrate languages analysed are also characterised by this double categorial status. In fact, it is unclear whether their separation into two categories is based on anything but syntax. The reason for the modern forms to show up together with the 19th-century ones is that it is not clear if the difference in spelling reflects any phonological development. 4. Conclusion The discussion of the change processes that shaped modern Saramaccan kaba, teh and its related forms, based on evidence from early 19th-century texts, has shown that it is too simplistic to assume instances of grammaticalization departing from a synchronic analysis. Processes like the one that allowed for the function of the verbal kaba to extend into that of an adverbial or, partially, that by which Saramaccan tem came to yield a connective are best seen as the manifestation of an earlier instance of grammaticalization occurring in the relevant substrate languages. The observation therefore validates the category of ‘apparent grammaticalization’ proposed by Bruyn (1996: 42). The study also reveals instances of grammaticalization that appear to have happened internally, i.e., that cannot be traced back to either the substrate or the superstrate. Nonetheless, whether the distinction proposed between ‘ordinary’ and ‘instantaneous’ grammaticalization (ibid.) is warranted cannot be answered in this study given that the formative stages of Saramaccan are not documented to the necessary degree. Likewise, the associated claim that creolization can accelerate a process of grammaticalization will have to remain unanswered. Still, it is just as relevant to point out that the present analysis does not discredit the possibility, since the earliest documents to be taken into account present the possible instances of grammaticalization already fully established. That grammaticalization plays a central role in the formation of creole languages is confirmed here. Nevertheless, the important conclusion to be retained is that it is only one of the processes involved in the complex linguistic event of creolization and its importance should not be exaggerated in detriment of a sound diachronic investigation. References AMOIDA, Samoe. 1982. Lesi buku a Saamaka töngö; deel 1 (3rd ed.). Paramaribo: Summer Institute of Linguistics.

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ARENDS, Jacques. 1989. Syntactic developments in Sranan: Creolization as a gradual process. Doctoral Dissertation, Katholieke Universiteit Nijmegen. ARENDS, Jacques & Matthias PERL, (eds.). 1995. Early Suriname creole texts; A collection of 18th-century Sranan and Saramaccan documents. Frankfurt: Vervuert. BRUYN, Adrienne. 1996. “On identifying instances of grammaticalization in Creole languages”. In Philip Baker & Anand Syea (eds.), Changing meanings, changing functions: Papers relating to grammaticalization in contact languages, 29-46. London: Westminster University Press. DEGROOT, A. 1981. Woordregister Saramakaans – Nederlands. Paramaribo: Artex. HEINE, Bernd & Tania KUTEVA. 2002. World lexicon of grammaticalization. Cambridge: Cambridge University Press. LEFEBVRE, Claire & Anne-Marie BROUSSEAU. 2001. A grammar of Fongbe. Berlin & New York: Mouton de Gruyter. ROUNTREE, S. Catharine. 1992. Saramaccan grammar sketch. Paramaribo: Summer Institute of Linguistics. ROUNTREE, S. Catharine & Naomi GLOCK. 1982. Saramaccan for beginners (a pedagogical grammar of the Saramaccan language) (2nd ed.). Paramaribo: Summer Institute of Linguistics. ROUNTREE, S. Catharine et al. 1982. Lesi buku a Saamaka töngö; deel 2 (2nd ed.). Paramaribo: Summer Institute of Linguistics. WINFORD, Donald. 2000. “Tense and aspect in Sranan and the creole prototype”. In John McWhorter (ed.), Language change and language contact in pidgins and creoles. Amsterdam: John Benjamins. VAN DEN BERG, Margot. 2000. “Mi no sal tron tongo” Early Sranan in court records, 1667-1767. M.A. Thesis, Katholieke Universiteit Nijmegen. WIETZ. 1805. Die Apostel Geschichte in die Saramakka Neger-sprache uebersezt durch Br. Wietz. Zeist Archive: H. IIIA 10 (5).

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SOCIAL AND LINGUISTIC FACTORS IN PARTIAL RESTRUCTURING JOHN HOLM Universiy of Coimbra

1. Introduction This paper, based on a book-length study (Holm, forthcoming), is intended to demonstrate the usefulness of the concept of partially restructured languages. That linguistic theory has failed to deal with this kind of language up to now is not surprising: they have simply fallen between the cracks of theory, being neither unrestructured overseas varieties nor fully restructured creoles. Each was compared only to varieties of its lexical source language, so it was not possible for any pattern to emerge. It is the comparison of such varieties not only with their source languages but also with one another –focusing on their sociolinguistic histories as well as their synchronic structure– that makes it clear that despite their dissimilar vocabularies they are, in a very important sense, the same kind of language, resulting from the same sociolinguistic processes. This study compares the diachronic development and synchronic structure of Brazilian Vernacular Portuguese (BVP), African American English (AAE), Afrikaans (AFR), non-standard Caribbean Spanish (NSCS), and the Vernacular Lects of Reunion French (VLRF). It demonstrates that the balance of native and non-native speakers of their source languages during their early formation –coupled with other sociolinguistic factors– led to partially restructured varieties retaining a substantial amount of their source languages’ morphosyntax, but also a significant number of substrate and interlanguage structural features. By contrasting their diachronic development and key features of their synchronic structure (the morphosyntax of the noun phrase, verb phrase, and clauses), this study identifies the distinctive patterns that language varieties of this type share. This provides the social and linguistic data on which the study’s conclusion is based: a formal theoretical model of the linguistic processes that lead to partial restructuring.

2. Social Factors in Partial Restructuring It is clear that sociolinguistic factors play an important role in determining the degree of restructuring undergone by new language varieties that result from

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John Holm

contact. If we focus on the demographics of the settings that led to the development of the five varieties being examined here, an important factor in the partial restructuring of languages emerges. Since race was usually an indicator of whether an individual spoke the European lingua franca as a first or second language during the earliest period, it can be inferred that in all of these situations the maximum percentage of native speakers associated with full creolization –i.e. 20% according to Bickerton (1981: 4)– was considerably exceeded. If we compare the proportion of Europeans in the late 18th century in some speech communities where full and partially restructured varieties developed (Holm, 1988-89, forthcoming), we find a considerable discrepancy:

Table 1 Estimated proportion of Whites in various societies in the late 18th century Colony

Developing Language

Virgin Islands Jamaica (rural) Curaçao

Negerholland Creole Dutch Jamaican Creole English Papiamentu Creole Spanish / Portuguese

ca. 6% ca. 8% ca. 7%

Virginia Brazil Cape Colony

African American English Brazilian Vernacular Portuguese Afrikaans

ca. 59% ca. 32% ca. 47%

Cuba Puerto Rico Santo Domingo

Non-standard Caribbean Spanish

ca. 56% ca. 45% ca. 34%

In the case of Réunion, the figures on the ethnicity of the population in the late 18th century would seem to be at variance with the above pattern: in 1767 over 80% of the population were slaves and only 20% were free. This apparent discrepancy stems from the unusual circumstances of the early development of the VLRF: the first half-century of settlement had led to an only slightly restructured variety of French that was quite accessible to the slave population. In 1717 Réunion’s population was comparable to that of the colonies above where partially restructured languages emerged, being 45% white and 55% nonwhite. The nonwhites had had sufficient contact with the French settlers during the earlier period to learn their language with only minor restructuring and then act as an effective agent in transmitting this local French to the new slaves who arrived in the great influx after 1717, with whom they also had sufficient contact to allow

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for something approaching normal language learning. Thus, the partially restructured French that had developed up to 1717 remained the island’s language, although it surely acquired more non-French features over the next half century, particularly on the lowland plantations. To summarize, partially rather than fully restructured languages developed in societies with a higher proportion of native speakers of the European lingua franca. This was the single, overriding social factor in the development of African American English, Afrikaans, Brazilian Vernacular Portuguese, Non-Standard Caribbean Spanish and the Vernacular Lects of Réunion French as varieties distinct from both unrestructured overseas varieties of their source languages (e.g. the English of Ontario, the extinct Dutch of New York and New Jersey, the Portuguese of Madeira, the Spanish of Chile, or the French of Quebec) and completely restructured creole languages (e.g. Guyanese Creole English, the extinct Creole Dutch of the Virgin Islands, Guiné-Bissau Creole Portuguese, Palenquero Creole Spanish, or Mauritian Creole French). That social factor is the demographic balance, during the first century of a new language’s development, of native speakers versus non-native speakers of the European source language. Parkvall (2000) is certainly correct in his conclusion that this demographic ratio is not the only social factor that determines the degree of language restructuring: there are other relevant factors, such as an incoming population already having some fluency in a common restructured language brought in from elsewhere, such as the English-Creole-speaking slaves imported into the southern colonies of British North America during the 17th century. Moreover, time is certainly a relevant factor: the importance of a society’s final demographic balance can be overridden by the earlier emergence of a common partially restructured language spoken by a population that is fully accessible to a later incoming population, as was the case in Barbados and Réunion. However, we can conclude from both Parkvall (2000) and the present study that the ratio between native and non-native speakers of the source language during the first century of a new language’s development is indeed the most important social factor in determining the structure of that language. Where native speakers made up a strong majority in the new society, unrestructured overseas varieties developed. Where non-native speakers made up a strong majority, fully restructured creole languages developed. Neither process was particularly pretty: it is well known that many plantations that depended on slave labor were in fact death camps that simply consumed the men and women brought there to work. However, the ethnic changes necessary for unrestructured overseas language varieties to flourish (except for those on previously uninhabited islands like Madeira, of course) were not much more attractive: massive immigration of European colonists, who controlled the wealth, government and cultural institu-

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tions of the colonies, coupled with the extermination, absorption or retreat of speakers of indigenous languages. Partial restructuring of languages occurred in new societies where neither group –neither native nor non-native speakers, which in the beginning meant neither Europeans nor non-Europeans– were numerous enough to completely overwhelm the other group culturally. The fact that partially rather than fully restructured languages developed in societies with a higher proportion of native speakers of the European lingua franca is logical: there were simply more native speakers to provide non-native speakers with samples of the language from which the latter could derive the former’s rules in speaking it. Despite social stratification, learners still had better access to the target language than they did in those plantation societies where fully creolized languages developed. This led to two defining characteristics of the resulting languages: first, the non-native version of the European language was never as completely restructured as a fully creolized language; second, as the partially restructured language acquired native speakers –often among the descendants of Europeans as well as non-Europeans– it developed into an identifying community language that could draw on features not only from the nonnative lingua franca, but also from native-speaker varieties of the European language. The five partially restructured languages examined here continued to be in contact not only with native-speaker varieties of the European language (either acquired by local whites via normal transmission or brought in by new arrivals from the colonizing country) but also with the fully restructured pidgins and creoles spoken by newly arrived slaves: by Caribbean and African slaves brought to the American South; by Asians and Africans brought to the Cape Colony; by African slaves arriving via Cape Verde and São Tomé to Brazil and the Spanish Caribbean; and by Africans, Malagasies and Indians brought to Réunion. Furthermore, these partially restructured languages were in varying degrees of contact with the pidgins and subsequent creoles that developed in nearby areas where sociolinguistic conditions were favorable to fuller restructuring, producing the forerunners of Gullah in the American South, Orange River Afrikaans in the Cape Colony, Helvécia Portuguese in Brazil, Habla Bozal and Pororó in the Spanish Caribbean, and the Créole des Bas on Réunion. Thus even after the local pidgin or jargon of the earliest contact period ceased to be used, non-European features could still be borrowed into the version of the local language used by the monolingual descendants of the non-European groups. And, because humans signal their social identity and solidarity with others through their choice of linguistic variables (Le Page & Tabouret-Keller, 1985) and because the social identities of the descendants of both the European and the non-European groups evolved over time, as did their relationships to one another, the variety spo-

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ken by each group would have tended to grow less dissimilar to that of the other through the two-way borrowing of features on all linguistic levels.

3. Linguistic factors in partial restructuring Unlike the social factors discussed above, the linguistic facts I have surveyed (Holm, forthcoming) are so many and various that they lend themselves less readily to generalizations. In order to allow a better overview of the morphosyntactic changes that characterize partial restructuring, Table 2 is presented below. Space constraints have made necessary a good deal of encoding in this table; the following explanation is intended to help crack the code. First, the features are described by number without abbreviations below, followed by examples in Brazilian Vernacular Portuguese (BVP) and Non-Standard Caribbean Spanish (NSCS) wherever possible. When these are not appropriate, examples from African American English (AAE) are given. 1.

The absence of an inflection indicating the third person singular form of the present tense: AAE: Where Miss Annie...live__ now. (Schneider, 1989: 65)

2.

The absence of an inflection indicating the first person plural of the present tense: BVP: nós parte ‘we leave’. (Cf. SBP nós partimos.) (Marroquim,1934: 115116)

3.

The absence of an inflection indicating past tense: AAE: They taught me mighty good, they teach me good. (Holm, 1991: 235)

It has to be stipulated that the above three features (as well as feature 8, the absence of a plural inflection on nouns etc.) refer only to spoken, non-suppletive forms in order to exclude irregular standard English past forms like put or silent standard French inflections like (il) vient ‘he comes’. Of course it is arbitrary to assign the inflection on E we go or F il parle ‘he speaks’ either + or 0. 4.

Semantic influence of a (creole) preverbal marker on a (source language) auxiliary verb: BVP: Eli foi dis... ‘he PAST said....’. (McKinney, 1975: 6) NSCS: tú no ta queré a mí ‘you don’t love me’. (Cf. S: tú no me quieres. (Alvarez Nazario, 1974: 190)

5.

The presence of a negator before a verb requires the negative form of indefinite determiners, pronouns, etc. AAE: We don’ want no six-month investigation!

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Table 2 Key morphosintactic features in partial restructuring Sb = relevant substrate language(s) Infl. = inflection See also ABBREVIATIONS

+ = attested presence of feature 0 = attested absence of feature = not applicable or unknown

AAE Sb AFR Sb BVP Sb NSCS Sb VLRF Sb E D P S F Verb Phrase Verbal morphology 1. Zero 3s PRES infl. 2. Zero 1p PRES infl. 3. Zero PAST infl. Aux. /preverbal marker 4. Semantic influence Negation 5. Negative concord 6. Discontinuous double 7. Non verbal predicates Noun Phrase Number 8. Zero plural infl.* 9. Unbound pluralizer 10. Associative plural Gender 11. No Agreement in NP Possession 12. [Possessor 0 possessed] 13. [possessed 0 possessor] Pronouns 14. Reduced case marking 15. Zero reflexive pronoun Clauses Word order 16. QW S-V/Aux (direct)** Dependent clauses 17. Zero subject REL 18. Zero subordinator ‘that’ Total number of +’s

+ + +

+ + +

+ + +

+ + +

0 + 0

+ + +

+ + +

+ 0 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

+

0 0 0 0 0

+

+ 0 +

+

+

0 + 0

+ + +

+ +

+ + +

+ +

+ 0 +

0 0 + + + 0 0 + 0 + + 0 0 0 0 0

+ + +

+ + +

0 0 +

+ + +

+ + 0

+ + +

+ 0 0

+ + +

+ + 0

+ 0 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0

+

+

+

+

0

+

0

+

+

+ + 0 0 0 0

+ 0

+ +

0 0

+ +

0 +

+ +

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+ +

0 +

+ 0 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0

+ 0

+ +

+ 0

+ +

+ +

+ +

0 +

+ +

+ +

+ 0 0 0 0 0 + 0 0 0 0 0

+

+

0

+

+

+

+ 0 0 0 0 0

+ +

0 +

+ +

+ +

+ +

+ + + +

+

+ +

+ + + +

+ +

+ 0 0 0 0 0 + + 0 0 0 0

9

+

+ + 0

+

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+

0 0 0

13

** refers to spoken, non-suppletive forms only ** with S immediately following QW (non-echo question)

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Assigning the presence of negative concord a plus in this chart seems to imply that it results from restructuring, which is not at all clear. It is a standard feature in the Romance languages and in earlier, non-standard varieties of English and Dutch (Brachin, 1985: 22). It is found in Atlantic creoles of all lexical bases (Holm, 2000: 195-196), but its presence in substrate languages is unknown. Apropos of double negatives, part of the problem in decoding Table 2 has to do with negative designations for certain features, e.g. 1 (Zero 3s PRES infl.) or 11 (No agreement in NP). This encoding was necessary to avoid the opacity of having the same symbol (e.g. +) randomly encoding both restructuring and the lack of it. As the table stands, + encodes restructuring except in a few cases where the European superstrates (E D P S F) differ among themselves structurally (e.g. feature 11: all except English have gender agreement within the NP). In sum, no negative (or zero feature, such as the absence of an inflection) equals a negative (0, e.g. the absence of the Zero 3s PRES infl. in standard English), while its presence equals a positive (+, e.g. the presence of the Zero 3s PRES infl. in AAE). 6. The presence of a negator both before and after the verb: BVP: Ele não sabe não. Literally ‘he doesn’t know no’. (Schwegler, 1996) NSCS: Pero yo no me acueldo na deso no ‘but I don’t remember anything about that’. (Ortiz, 1996: 200) 7. The absence of the equivalent of a forms of ‘be’: BVP: Ela ___ loka pur eli ‘she [is] crazy about him’. (McKinney, 1975: 15) NSCS: Yo ___ Bido Dobe ‘I am a Bido Doble’ [family names]. (Green, 1997: 185) 8. The absence of a plural inflection on nouns (or other elements of the noun phrase): BVP: o_ meus irmão_ ‘[the] my siblings’. (Holm, 1987: 417) NSCS lo_ hombre_ ‘the men’. (Lorenzino in Holm, Lorenzino and Mello, 1999: 203) 9. A separate word (often meaning ‘they’) to indicate plurality: AAE: them hound_ . (Holm, 1991: 240) 10. The use of a pluralizing word to indicate a person’s usual associates: AAE: Felicia an’ them done gone. (Mufwene,1998: 73) 11. The absence of inflections indicating gender agreement between a noun and its modifiers: VLRF: mon kaz lé gran ‘my house is big’ versus F ma maison est grande. (Cellier 1985: 19)

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12. Nouns have no inflection identifying them as the possessor of the following noun: AAE: the white folk__ kitchen. (Holm, 1991: 241). 13. Nouns do not follow a preposition indicating that they possess the preceding noun: BVP: kaza __ Maria ‘Maria’s house’. (Cf. SBP a casa de Maria.) (Jeroslow, 1974) 14. The forms of personal pronouns do not necessarily indicate their grammatical function in the sentence as in the source language: BVP: Ela chamou eu ‘she called me’. (Azevedo, l989: 863) SBP: Ela chamou-me. 15. Reflexive pronouns required in the source language can be omitted: BVP: João cortou ___ com faca. ‘John cut [himself] with a knife’. Cf. SBP: João courtou-se com a faca. (Mello, 1997: 153) PS: Yo___ lavo ‘I wash myself’(Schwegler & Morton, 2003: 118) Cf. S: Yo me lavo. 16. In direct questions with a question word, the subject can precede the verb or auxiliary: BVP: Onde você caiu? ‘Where did you fall?’. (Lemle, 1976: 77) Cf. EP: Onde caiu você? or Onde é que você caiu? NSCS: Qué tú dices? literally ‘What you say? i.e. ‘What do you say?’. Cf. S: Qué dices (tú)? (Holm, 1989: 308)

It should be explained that the subject must immediately follow the question word to exclude constructions like EP Onde é que você caiu? Furthermore, it is a direct question and not the repetition of an indirect question for confirmation, e.g. AAE Where I can go? 17. A relative pronoun functioning as the subject of the clause can be omitted: BVP: u fradi morava nu sobradu { ____ era múitu áutu}. ‘The priest lived on-the second-floor, [which] was very high’. (Jeroslow, 1974: 194) NSCS: No, ahí hay una ___ ta mara.. ‘No, there is one that is bad there’. (Green, 1997: 166) 18. The equivalent of ‘that’ introducing a subordinate clause can be omitted: BVP: eu se { ___ eu ko~jesu a m~aga }. (Jeroslow, 1974: 199) ‘I know [that] I am familiar with the range’. NSCS: Dice jagüey tá chiquito ‘he says that the liana is small’. Cf. S: Dice que el jagüey está chiquito. (Cabrera, 1969, cited in de Granda,1978: 486)

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This survey of the salient morphosyntactic features that distinguish these five partially restructured varieties from the standard variety of their source language (which does not imply that the latter was necessarily the most relevant source of the former) focuses on those features found in a number of the restructured varieties rather than in just one, such as the unbound possessive marker se in Afrikaans. This is because the point of Table 2 is to provide an overview of the general structural tendencies of languages that have undergone partial restructuring. Many of these tendencies can be characterized as structural reduction: reduced morphological marking for person or tense on verbs, for number on nouns and other elements in the NP, or for case on personal pronouns. Sometimes this reduction means the loss of syntactic complexities (such as subjectverb inversion in questions) or the loss of function words (the reflexive pronoun, the preposition equivalent to of indicating possession, the subordinator equivalent to that). However, the loss of these particular features rather than others does not seem to be random: the losses that took place tend to make the partially restructured varieties more like their substrate languages. Of course isolating Niger Congo languages formed an important part of the substrate of most of the partially restructured languages examined here, so it is not surprising that these tend to be more isolating, too. However, it is also a universal in second language acquisition that adults tend, when possible, to isolate grammatical information in unbound morphemes rather than inflections. Yet there is no need to choose one of these linguistic processes over the other in accounting for the structure of the new varieties: each one obviously reinforced the other. Furthermore, the fully restructured creoles of the same lexical base with which the partially restructured varieties may have been in contact bear the mark of their substrates even more strongly, but again there is no need to choose among these three forces pulling in the same direction. In the final analysis, there is no question that the partially restructured varieties bear the stamp of their substrate since they have innovative structures that represent not a reduction of the structure of their superstrate languages but rather an addition to it from their substrate: features 4 (the semantic influence of preverbal markers on auxiliaries), 6 (discontinuous double negation), 7 (non-verbal predicates), 9 (unbound pluralizers), and 10 (associative plurals). And there are many more such features that occur in only one or two partially restructured varieties: the AAE complementizer say, the resumptive pronouns in BVP relative clauses, the VLRF agentive subject marker i, etc. Finally, Table 2 confirms subjective impressions about the degree of restructuring which each of these varieties has undergone. Arranging them according to their total number of positive features (indicating restructuring) yields the following hierarchy:

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15 African American English 14 Vernacular Lects of Réunion French 13 Brazilian Vernacular Portuguese 9 Afrikaans 9 Non-Standard Caribbean Spanish

Of course the accuracy of such a quantitative indication of their degree of restructuring depends on the representativeness of the features chosen for Table 2. Still, this hierarchy is confirmed by a comparison of the two varieties with the most closely related source languages, BVP and NSCS. Features indicating restructuring that are not found in NSCS are present in BVP: e.g. features 2, 9,13, and 14.

4. Linguistic processes in partial restructuring I have proposed the theory below (Holm, 2000) to account for what is known about partial restructuring, based on the results of the research of my students, myself and others. It includes the findings of Mello (1997), who observes that a number of linguistic processes must have combined to trigger the partial restructuring of Brazilian Vernacular Portuguese, and Green (1997), who in her study of non-standard Caribbean Spanish notes that, in addition to contact with more fully restructured varieties, what sets this kind of partial restructuring apart from other kinds of language shift (cf. Thomason & Kaufman, 1988) is that it occurs among a shifting population speaking a number of different first languages. If a population with different first languages shifts to a typologically distinct target language (itself an amalgam of varieties in contact, including fully restructured ones) under social circumstances that partially restrict access to the target language as normally used among a minority or weak majority population of native speakers, the following linguistic processes shape the resulting restructuring: 1. primary leveling, preserving lexical or structural features that are archaic, regional, or rare in the target language, sometimes extending them to new contexts; 2. language drift, following internal tendencies within the target language, particularly phonotactic, morphological or syntactic simplification; 3. imperfect language shift by the entire population, perpetuating structural features from ancestral languages and interlanguages in the speech of monolingual descendants; 4. language borrowing, incorporating structural features from fully pidginized or creolized varieties of the target language spoken by new-

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comers or found locally but confined to areas where sociolinguistic conditions were favorable to full restructuring; 5. secondary leveling, or the possible loss of features not found in the target language (from any of the above processes) if there is continued contact with the target language and it is perceived to have more prestige. These processes result in a new variety with a substantial amount of the target language’s structure intact, but also with a significant number of substrate or interlanguage structural features, i.e. a partially restructured language.

5. Conclusions Recent research comparing different partially restructured languages (e.g. Holm, Lorenzino & Mello, 1999) clearly demonstrates that insights gained from the study of one can cast light on others. While scholars of NSCS disinclined to accept any external influence on its structure have long resorted to postulating internally motivated phonological rules to account for the loss of inflectional morphology on verbs and within the noun phrase, the similar but more pervasive restructuring of BVP indicates that phonological rules alone are an inadequate explanation, forcing the issue of morphological restructuring resulting from contact. Because of the sociolinguistic parallels in the history of NSCS and BVP, it can be argued by analogy that what led to the reduced inflectional morphology of not only BVP but also NSCS was contact-induced morphological simplification rather than just phonological rules, which themselves seem more likely to have been motivated by such contact than random language-internal forces. Moreover, the difference in the degree of restructuring evident in NSCS and BVP, objectively confirmed above, points to a simple but important observation: that restructuring can indeed take place to differing degrees. This issue is now settled.

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ELEMENTO AFRICANO VS. ELEMENTO EUROPEO EN LOS CRIOLLOS DE BASE IBÉRICA

DAN MUNTEANU COLÁN Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

La Comisión de Investigación sobre lenguas criollas de la Asociación de Lingüística y Filología de la América Latina (ALFAL)1 ha iniciado un proyecto de investigación coordinado titulado “Elemento africano vs. elemento europeo en los criollos de base ibérica”2. La comisión contempla la participación de especialistas de varios países en este proyecto, cuyos objetivos fundamentales son los siguientes: a) analizar los componentes africanos y europeos de todos los criollos de base portuguesa y española (americanos, africanos y asiáticos); b) establecer el peso específico de unos y otros en cada compartimiento de la lengua; y c) elaborar una teoría debidamente contrastada sobre el papel desempeñado por las lenguas africanas y las lenguas europeas en la génesis de las lenguas criollas, en general, y de los criollos de base ibérica, en particular, teniendo presente que entre los estudiosos sigue viva la polémica acerca de su nacimiento y la contribución de los elementos europeos y africanos en la aparición y la fase inicial de los criollos que tienen léxico predominantemente europeo. Varios lingüistas defienden el papel y el peso específico de las lenguas europeas no sólo como lenguas relexificadoras y reestructuradoras, sino como componentes principales en el crisol lingüístico originario, debido a su posición de lenguas con estatus alto, eso es, dominantes, mayoritarias o cuyos hablantes estaban situados en un escalón superior en el desarrollo general de la civilización en un determinado período histórico (Cf. Alleyne, 1971), concretamente la etapa de la génesis de los respectivos criollos, cuando esas lenguas eran el medio de comunicación de grandes potencias coloniales, militares, económicas y culturales. Como es sabido, los defensores de la ‘europeidad’ (Adam, 1882; Bloomfield, 1933; Hall Jr., 1966; Ferguson, 1971, 1975, 1981; Valdman, 1978; Maurer, 1987; Chaudenson, 1989; Bollée, 1977a, 1977b; Posner, 1986; Munteanu Colán, 1991, 1996, entre otros), independientemente de los distintos escenarios y teorías que

1 Copresidida por Hildo Honório do Couto y Dan Munteanu Colán, quienes coordinan el mencionado proyecto. 2 El texto del proyecto, disponible en la página web de la ALFAL (www. alfal.org) ha sido elaborado por Dan Munteanu Colán y Armin Schwegler.

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proponen para la génesis de las lenguas criollas (hibridología lingüística; adquisición de la lengua con estatus alto en condiciones precarias; simplificación consciente o inconsciente de la lengua con estatus alto –el baby talk, el foreigner talk–, teoría poligenética, superestratista, de la lengua mixta, etc.), consideran que los criollos nacen como lenguas derivadas de diversas bases lingüísticas europeas en los territorios donde se hablan en la actualidad. Y establecen una relación genética entre la ‘lengua base’ europea y la lengua criolla. En nuestra opinión, el argumento básico de esta hipótesis debe ser la existencia en el contacto lingüístico generador de los criollos de una correlación de fuerzas favorable a las lenguas con estatus alto. Éstas tienen una posición más fuerte e imprimen a todo el proceso de contacto sus propias tendencias internas de evolución, sobre todo cuando los otros participantes en el contacto carecen de norma culta, o cuando ésta se va debilitando cada vez más precisamente a raíz del contacto lingüístico. En la medida en que estas tendencias encuentran un terreno propicio (elementos, sistemas, subsistemas, estructuras de las otras lenguas participantes en el contacto lingüístico que consoliden las tendencias internas de evolución de las primeras), pueden llegar a consecuencias últimas, y el resultado es la aparición de una nueva modalidad lingüística, surgida a raíz del contacto (Munteanu Colán, 1996: 129-153, 1999a, 1999b, 2002a). El problema teórico en sí es bastante antiguo. Lo había esbozado Jakobson (1938) casi setenta años antes, y Weinreich (1953): una lengua adopta elementos de una estructura extranjera sólo en la medida en que éstos corresponden a sus tendencias internas de desarrollo. Silva-Corvalán (1986, 1991, 1992, 1993, 1996) también defiende esta posición: la permeabilidad de una gramática a influencias foráneas depende de la existencia de estructuras de superficie paralelas en las lenguas en contacto, de la compatibilidad de la modificación con la estructura de la lengua receptora y de la correspondencia de esta modificación a una tendencia interna de desarrollo del sistema. En varias ocasiones (Munteanu Colán, 1999c, 2002a, 2002b) hemos expuesto nuestro punto de vista al respecto: si en los criollos españoles encontramos una serie de fenómenos como yeísmo, seseo, cierre de las vocales medias, alternancia entre [r] y [l], evoluciones distintas de [d], etc., que caracterizan también diferentes modalidades del español, peninsulares y americanas, consideramos que deberíamos interpretarlos como tendencias internas del español, reforzadas por el contacto lingüístico. Aunque, o precisamente, porque fenómenos semejantes o idénticos se encuentren en algunas de las modalidades africanas participantes en la génesis de los criollos. Claro que las influencias que ejercen las lenguas en contacto suelen ser mutuas. A veces, a las lenguas con estatus alto se les aplican las mismas estrategias especiales de la comunicación intercultural (simplificaciones y regularizaciones) que afectan, por lo general, a las lenguas con estatus bajo (Munteanu

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Colán, 2002a). Pero, son las lenguas con estatus alto las que imponen sus tendencias de desarrollo a los demás sistemas lingüísticos en contacto. Las lenguas participantes en el contacto lingüístico pueden modificarse endogenéticamente y experimentar reestructuraciones favorecidas por influencias exógenas, hasta convertirse en nuevas modalidades, pero todo el complicado proceso del contacto lingüístico seguirá las líneas de desarrollo de las lenguas con estatus alto. (Munteanu Colán, 2002a: 76)

Contra los defensores de la ‘europeidad’, numerosos otros especialistas insisten en la aportación fundamental de las lenguas africanas a los criollos, defendiendo su ‘africanidad’. En la década de los sesenta del pasado siglo, en el contexto del “cambio de perspectiva sobre la lengua, del punto de vista del colonizador al del colonizado” (Couto, 1996: 147; Holm, 1988: 45), se enfatiza el papel de las lenguas con estatus bajo –dominadas, minoritarias o cuyos hablantes están situados en un escalón inferior en el desarrollo general de la civilización en el determinado período histórico de la génesis de los criollos (Cf. Alleyne, 1971)– en el nacimiento de las modalidades lingüísticas criollas. Es sabido que los partidarios de la ‘africanidad’ (Thompson, 1961: 107-109; Taylor, 1971; Whinnom, 1956, 1965; Stewart, 1962, 1968; Valkhoff, 1966, 1975; Granda, 1978: 386-423, 1988: 11-20; Naro, 1978; Goodman, 1987, 1993; Megenney, 1983, 1984, 1985, 1986, 1990, entre muchos otros), indistintamente de las diferencias entre sus puntos de vista (teoría monogenética, monogenética restringida, familiar, sustratista, de la lingua franca, del reconnaissance language, etc.), aprecian que la base de las lenguas criollas es una estructura única –un proto-criollo afroportugués, la mayoría, la lingua franca o el sabir, otros–, y que las diferencias entre las mismas se deben a procesos de relexificación y reestructuración (Stewart, 1962: 46-47; Whinnom, 1965; Megenney, 1983, 1984, 1985, 1986; Lefebvre, 1986, entre muchos otros). El principal argumento de los defensores de este punto de vista lo constituyen las semejanzas entre los diferentes criollos, ingleses, franceses, portugueses, españoles de América, África y Asia, que, según algunos especialistas, serían mayores que las existentes entre una lengua criolla y la lengua europea de la que supuestamente se deriva (Taylor, 1960; Whinnom, 1965). En nuestra opinión, la contribución del elemento africano en la génesis de los criollos es innegable. Sin embargo, consideramos imprescindible un estudio pormenorizado de todos los posibles elementos, sistemas, subsistemas europeos y africanos en cada lengua criolla para determinar cuál es su peso específico en la estructura de la misma. Por ejemplo, la existencia del pronombre palenquero ele (< afroport. ele, eles ‘él, ella, ellos, ellas’), utilizado también en el español de Ecuador (Schwegler, 1996, 1999), no parece suficiente por si sola, para defender

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la existencia de un amplio protocriollo afroportugués. Del mismo modo, con respecto a la forma pronominal bo del palenquero y del papiamento, habría que estudiar más la cronología y distribución geolingüística (en su dimensión histórica) del uso del pronombre vos en el español americano. No podemos pasar por alto que el español argentino se formó más tarde que el caribeño y, sin embargo, prefiere la forma vos en vez de tú. Habría que encontrar rastros de estructuras identificables como pertenecientes a un sistema íntegro, para poder defender la existencia de una estructura lingüística única como base de los criollos, aunque se limitara sólo a la zona caribeña. En realidad, muchos de los argumentos que se aportan a favor de un protocriollo afroportugués o afroeuropeo no son totalmente convincentes, como lo han puesto de manifiesto varios estudiosos en las últimas dos décadas aproximadamente. Sirvan como mero botón de muestra los estudios de Lipski (1993a: 12-17, 1993b) y de Bartens (2000). Lipski analiza los principales argumentos lingüísticos invocados a favor de un pidgin o criollo común afroportugués o de un protocriollo afrohispánico: inversión del orden de los elementos en las preguntas (¿qué tú quieres?), empleo redundante del pronombre sujeto, uso de infinitivos personales (para tú hacer eso), pérdida de preposiciones, especialmente a y de, eliminación ocasional de la cópula y del artículo, uso de demostrativos pospuestos (piedra ese), eliminación del elemento sintáctico de enlace que, uso de la forma pronominal vos y de la preposición na, uso de las expresiones impersonales con tenere en vez de habere, anteposición del adverbio más en construcciones negativas (más nada), ausencia de formas de género en la tercera persona del pronombre personal, y las construcciones verbales con ta. La mayoría de estos fenómenos son corrientes en el español vestigial y distintas variedades del español no criollizadas, principalmente americanas y canarias, pero también peninsulares, como destaca el mismo Lipski, con quien coincidimos plenamente (Munteanu Colán, 1996: 90-96). A nuestro juicio, sólo los dos últimos fenómenos –ausencia de formas distintas para la tercera persona del pronombre personal y el sistema verbal con partículas–, comunes a varios criollos y al español ‘bozal’, podrían considerarse totalmente válidos, pero su distribución limitada en el tiempo y el espacio invalida la hipótesis de un posible protocriollo afrohispánico estable hablado en toda la región caribeña y en otras zonas (Lipski, 1993a: 23-24; Munteanu Colán, 1996: 90-96). A su vez, Bartens (2000), al hacer un detallado análisis del palenquero, el papiamento, el habla ‘bozal’ y el español caribeño vernáculo en todos los compartimientos (fonología y fonética, morfosintaxis y léxico), concluye, igual que Maurer (1987), Lorenzino (1992) y Patiño Rosselli (1999) que [l]os estudios comparativos de aspectos de la estructura lingüística del palenquero y del papiamento revelan diferencias importantes [...]. En efecto, parece que las diferencias son más grandes que las semejanzas y que la comparación de las dos lenguas

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criollas no apoya la hipótesis de un criollo pancaribeño hispánico, con o sin antecedente afroportugués (Bartens, 2000: 180),

aunque Lorenzino (1992) aprecia que esas diferencias se deben al componente africano de los dos criollos: bantú, en el caso del palenquero, y con predominio de las lenguas kwa, en el caso del papiamento. Nosotros consideramos, desde la posición de los defensores de la ‘europeidad’, que mientras no se pueda demostrar que los fenómenos invocados a favor del papel preponderante de las lenguas africanas en la génesis de los criollos se deben exclusivamente al elemento africano, y siga existiendo la posibilidad de una causalidad múltiple –tendencias evolutivas internas, oposiciones favorecidas o consolidadas por el contacto lingüístico, e influencias externas– tales argumentos deberían analizarse con cautela. Solamente después de haber delimitado claramente su contribución, se les debería asignar el papel que les corresponde en el contacto y el nacimiento de las nuevas modalidades lingüísticas. A nuestro juicio, pueden ser considerados exclusivamente de origen africano sólo los fenómenos estructurales presentes en los criollos que no consolidan las tendencias internas de desarrollo, ni refuerzan las oposiciones fundamentales de las lenguas europeas. Teniendo en cuenta lo dicho antes con respecto a la permeabilidad gramatical de las lenguas a las influencias externas, en tales casos se trata de elementos o sistemas que tienen una fuerte realidad psicológica en la estructura latente de los hablantes, que no son permeables a influencias o transferencias de otras lenguas, aunque aquéllas tuviesen estatus alto y que, consecuentemente, no pueden ser desplazados o sustituidos por otro sistema. Esos elementos se transmiten (casi) inalterados al nuevo código resultante del contacto lingüístico (Gutiérrez & Silva-Corvalán, 1993: 219), reorganizando a la vez parcialmente la estructura de la lengua con estatus alto. Los elementos africanos de las lenguas criollas cuya presencia no se explica por la permeabilidad de los sistemas, es decir, no presentan congruencia formal y funcional con la/(s) otra/(s) lengua/(s) europea/(s) se deben estudiar, a nuestro juicio, desde la perspectiva de la lingüística textual. Los elementos con una carga psíquica muy fuerte están en estrecha relación con el dominio epistémico, el conocimiento del mundo de las diferentes comunidades negras, y, consecuentemente, no pueden ser reemplazados por la lengua europea. Este aspecto ha sido esbozado por Munteanu Colán (1996, 1999a, 1999b). Esos elementos o sistemas suelen pasar a las nuevas lenguas criollas mediante transferencias directas, y/o sincretismos en la estructura profunda, que se reflejan en la estructura superficial del criollo en construcciones híbridas. Tales construcciones utilizan generalmente la lengua europea como medio de textualización para reflejar la realidad psicológica africana presente en la estructura profunda. Nos referimos a casos como: la existencia del acento tonal con

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papel fonológico al lado de un acento dinámico o de intensidad, como en el papiamento, que presenta veintinueve combinaciones posibles de los dos tonos alto y bajo (Römer, 1991: 29-96); el uso del yo español en el palenquero en construcciones como yo i + verbo; el pronombre personal de la sexta persona, a la vez marca de plural en varios criollos; el sistema verbal con sincretismos entre aspecto (categoría africana), tiempo y modo (categorías europeas); la construcción reflexiva de tipo pap. kansa kurpa (< esp. *cansar el/su cuerpo = ‘cansarse’), señora ta peña (señora) su kabei [< *señora peinar su/(de la señora) el cabello = ‘la señora se está peinando’], o maur. mo va-touyé mo lécorps (< fr. *tuerai moi/mon corps ‘je me tuerai’), madame peigne so latète/so civis (< *madame peigne sa tête/ ses cheveux = ‘madame se peigne’); el uso de verbos seriales (pap. e piskánan tur a para muri ‘*todos los peces se pararon a morir’ = ‘todos los peces murieron; fr. guyanés li pote sa bay mo ‘*lui porter ça donner moi’ = ‘il m’a porté ça’); sintagmas o construcciones fraseológicas con estructuras diferentes de las lenguas europeas, como pap. awa kai (< esp.*agua caer = ‘llover’), di dia ta abri *‘el día está abrir’ = ‘amanece’). Sólo en la medida en que a los distintos fenómenos considerados africanos, como los mencionados, registrados en varios criollos, no se les puede atribuir una causalidad múltiple, podemos delimitar con claridad la aportación del elemento africano a la génesis de las lenguas criollas. Ahora bien, si a raíz de un estudio coordinado como el que presentamos, se demuestra que el aporte de los elementos africanos es efectivamente muy importante y que las lenguas africanas han desempeñado un papel clave en la génesis de los criollos, nos encontramos con una nueva cuestión teórica por solucionar. Porque habrá que plantearse cuál sería, en tal caso, el estatus lingüístico de las lenguas criollas: podríamos seguir calificándolas como tales, es decir, ‘lenguas criollas’ o habría que considerarlas ‘variedades africanas resultadas del contacto lingüístico con lenguas europeas’, igual que hablamos de variedades portuguesas, españolas, francesas, etc. Y si las lenguas criollas son, efectivamente, sólo el resultado de unos procesos de relexificación y reestructuración de un protocriollo afroportugués o afroeuropeo (si aceptamos la hipótesis de la monogénesis familiar), cabría preguntarse ¿en qué se diferenciarían de las otras lenguas relexificadas y parcialmente reestructuradas, como el chamorro, las ‘lenguas generales’ de América, la media lengua de Ecuador o el hassanía saharaui? ¿Solamente por la presencia del elemento africano del supuesto protocriollo afroportugués o afroeuropeo? –presencia indirecta si la comparamos con el contacto directo entre las lenguas africanas y las lenguas europeas, hipótesis fundamental en el guión propuesto por los defensores de la poligénesis. Otro aspecto que, en nuestra opinión, se debería estudiar es la profundidad de las llamadas reestructuraciones invocadas por los defensores de la ‘africanidad’,

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aunque sea muy difícil, en la mayoría de los casos, por falta de documentos del período de formación de los criollos. También se debería establecer con cierto rigor en qué etapa se produjeron esas reestructuraciones. Porque si la reestructuración y la relexificación de los criollos se opera en el período inicial de su formación, significa, en realidad, que el elemento europeo va sustituyendo al elemento africano del supuesto protocriollo –en teoría, muy pobre, por tratarse de una lengua de contacto, de emergencia, con estructura gramatical y léxico drásticamente reducidos– en todos los compartimientos de la lengua. Y, si tenemos presente el carácter simplificado y reducido de ese código, ¿no deberíamos considerar que se trata más bien de un enriquecimiento –desarrollo de áreas léxicas y complejidades sintácticas– y no de una sustitución? Finalmente, a la hora de establecer la contribución del elemento africano y europeo a la formación de los criollos, creemos que no podemos pasar por alto, aunque fuera un aspecto secundario en ese estudio, la existencia de lenguas criollas que no tienen componentes africanos entre sus lenguas de input, como es el caso del pitcairnés, el hawaiano, el tok pisin, el hiri motu y otros. En esos casos se debería ver si el comportamiento de los participantes en el contacto generador del criollo y la propia génesis del mismo siguen los mismos patrones que en el caso de los criollos de componentes europeos y africanos y qué papel desempeñan los componentes equiparables al elemento africano. Centrándonos de nuevo en los criollos ibéricos, opinamos que, si en los criollos portugueses y españoles encontramos fenómenos similares o idénticos que se registran a la vez en modalidades españolas o portuguesas no criollizadas, como, por ejemplo, el cierre de las vocales medias, principalmente átonas, en la línea de nuestras afirmaciones anteriores, deberíamos hablar de tendencias internas de evolución iberorrománicas. Y si la investigación se ampliara, por ejemplo, a los criollos franceses, y encontráramos fenómenos o tendencias comunes en los criollos españoles, portugueses y franceses, que se registran también en distintas modalidades españolas, portuguesas y francesas no criollizadas, deberíamos hablar de tendencias evolutivas general románicas. Tomemos como ejemplo el pronombre sujeto. Si en varios criollos o modalidades criollizadas encontramos al menos formas (no necesariamente construcciones sintagmáticas, aunque éstas también existen) de origen hispánico y/o portugués (palenquero, papiamento, chabacano, chamorro) similares, ¿no sería justificado concluir que el español y/o el portugués impusieron sus propias estructuras y sus tendencias internas de desarrollo a la/s otra/s lengua/s de input? Evidentemente, habría que demostrar que no se trata de un sincretismo, es decir, del uso en la estructura superficial de una forma europea con funciones o significados africanos. Todas las razones expuestas justifican sobradamente, a nuestro parecer, el proyecto de una investigación coordinada e interdisciplinaria, que reúna especia-

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listas en las respectivas lenguas románicas –español y portugués–, en lenguas africanas y en lingüística textual. Cada uno se dedicaría a un aspecto puntual de una o varias lenguas criollas o modalidades criollizadas, en un estudio de tipo monográfico, de tal forma que la investigación en su conjunto logre abarcar todos los compartimientos de la lengua. En el caso de los criollos hispánicos nos parece fundamental incluir también en la investigación las modalidades del chabacano y, eventualmente, el chamorro, para poder establecer una comparación entre esos idiomas, cuyo componente europeo principal es el español americano, y los criollos americanos (el palenquero y el papiamento), para detectar eventuales diferencias debido al carácter del propio español, que, en el período de formación de los criollos hispánicos del Pacífico había sufrido ya un proceso de contacto lingüístico con las lenguas amerindias y, eventualmente, africanas. Creemos que semejante investigación, llevada a cabo desde perspectivas varias, pero centradas en el mismo objeto de estudio, las lenguas criollas, independientemente de las conclusiones a las que llegase y qué punto de vista se viese confirmado o invalidado, permitiría aclarar a) qué tipo de estructuras, (sub)sistemas y tendencias existen en las lenguas europeas y africanas, y si los mismos pudieron verse reforzados por el contacto lingüístico; b) en qué medida los elementos o sistemas que no consolidan tendencias internas de desarrollo ni refuerzan oposiciones fundamentales de las lenguas en contacto tienen una fuerte carga psicológica y no pueden ser remplazados en la nueva lengua; y c) en qué medida lo que hemos denominado ‘construcciones híbridas’ en la estructura superficial criolla representan sincretismos en la estructura profunda de los hablantes con dominios epistémicos distintos. Un estudio coordinado de los criollos hispánicos y portugueses podría convertirse, en el futuro, en una base seria para una investigación más amplia, de los criollos románicos y, ulteriormente, de los criollos de base europea, en general, sobre la génesis, cristalización y desarrollo de las lenguas criollas.

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