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Spanish; Castilian Pages 290 [292] Year 2000
Daniel Jacob, Johannes Kabatek (eds.) Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Peninsula IbCrica
LINGUISTICA IBEROAMERICANA Vol. 12 DIRECTORES:
Gerd Wotjak y Eberhard Gartner Centro de Investigacidn Iberoamericana Universidad de Leipzig Maria Teresa Fuentes de Morhn Universidad de Salamanca
CONSEJO DE REDACCION:
Valerio BBez San Jose; Ignacio Bosque; Henriqueta Costa Campos; Ataliba T. de Castilho; Ivo Castro; Violeta Demonte; Luis Fernando Lara; LGcia Maria Pinheiro Lobato; Elena M. Rojas Mayer; Rosa VirginiaMatos e Silva; Ramdn Trujillo; Mhrio Vilela
Daniel Jacob / Johannes Kabatek (eds.)
Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Peninsula IbCrica Descripcidn gramaticalpragmritica histdrica - metodologia
Vervuert
Iberoamericana
. 2001
978-3-89354-782-1 (Vervuert) 978-84-95107-85-5 (Iberoamericana)
Publidisa
Daniel Jacob / Johannes Kabatek Introducci6n: Lengua, texto y cambio linguistic0 en la Edad Media iberorromhnica .......................................................................................VII Dieter Wanner La pkrdida del clitico adverbial y en castellano .........................................1 M6nica Castillo Lluch El desarrollo de las expresiones de excepci6n en espaiiol antiguo: . el caso de la tradition juridica ..................................................................29 . I
Maria Xes6s Bello Rivas Siio Vicente de Fora (Lisboa) 1 Montederramo (Ourense). En torno a la tradici6n notarial gallego-portuguesa ................................................ 45 Roger Wright La Sociofilologia y el origen de la primera documentaci6n cancilleresca en forma romance en Castilla ............................................. 63 Rolf Eberenz Los regimientos de peste a fines de la Edad Media: configuraci6n de un nuevo gknero textual ...................................................................... 79
Johannes Kabatek iC6m0 investigar las tradiciones discursivas medievales? El ejemplo de 10s textos juridicos castellanos .......................................... 97 Rafael Cano Aguilar La construcci6n del discurso en el siglo XIII: dihlogo y narraci6n en Berceo y el Alexandre ....................................................................... 133 Daniel Jacob ~Representatividadlingiiistica o autonomia pragmhtica del texto antiguo? El ejemplo del pasado compuesto ........................................153 Mario Barra Jover Corpus diacr6nic0, constataci6n e inducci6n......................................... 177
Wulf Oesterreicher La 'recontextualizaci6n' de 10s gCneros medievales como tarea hermenkutica .......................................................................................... 199 Maria Selig El problema de la tipologia de 10s textos romhnicos primitivos ............233 Carlos Garatea Grau Variedad de tradiciones discursivas en Orlgenes del Espafiol de MenCndez Pidal ..................................................................................... .249 Direcciones de 10s autores........................................................................... 272
Daniel Jacob / Johannes Kabatek
Introducci6n: Lengua, texto y cambio lingiiistico en la Edad Media iberorromanica
Los articulos reunidos en este volumen son h t o de un inter& comtin de 10s colaboradores por aclarar la relaci6n entre la actuaci6n lingiiistica de 10s individuos y sus resultados, por un lado en 10s textos producidos y, por el otro, en las lenguas correspondientes, en el caso de la presente obra, las lenguas iberorromances medievales. El inter& por la lingiiistica hist6rica ha vuelto a surgir, en 10s tiltimos afios, a raiz de una serie de innovaciones o, mejor dicho, una serie de nuevas combinaciones de las ideas y de nuevos enfoques sobre 10s textos medievales y sus respectivos trasfondos lingiiisticos. Se investigan masas de datos de las lenguas medievales haciendo uso de 10s nuevos mdtodos de la linguistica computacional que permiten el tratamiento de corpus amplios; se intenta sobrepasar el tradicional abismo entre la Jilologia como disciplina que investiga 10s textos y la lingiiistica como ciencia de las lenguas, postulando una NuevaJilologial, la cual procede a aplicar 10s mbtodos y las teorias de la lingiiistica moderna a 10s siglos remotos, poniendo de este mod0 la filologia a1 servicio de las nuevas teorias del lenguaje. Las corrientes de la lingiiistica moderna, resultados de las distintas 'vueltas' metodol6gicas (socioldgica, pragmhtica, cognitiva), entre otras la gramitica generativa, la gramitica funcional, la linguistica variacional, la lingiiistica textual y el anilisis del discurso, no rechazan en la actualidad la perspectiva hist6rica para ofrecer una confirmaci6n genktica a sus respectivas hip6tesis en torno a 10s mecanismos y principios que rigen la comunicacibn lingiiistica. En algunos casos, estas perspectivas hist6rico-diacr6nicas han dado lugar a disciplinas propias, como la sociolingiiistica histdrica o la teoria de la gramaticalizacidn. Se han desarrollado ademhs recientemente algunas nociones tehicas muy fructiferas para describir la interacci6n entre las estructuras linguisticas y su entorno socio-pragmhtico, particularmente en su perspectiva hist6rica. Ya la clhsica teoria Coseriana de una "arquitectura" pluridimensional de varieda-
'
Cf. Wenzel(l990).
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des y, posteriormente, la sociolinguistica a1 estilo de Labov se habian alejado de la antigua concepci6n monolitica de "una lengua" que evoluciona como unidad cambiando hicamente a lo largo del eje diacr6nico. A las clisicas "variedades" del diasistema Coseriano se les afiade, en el presente, no s610 a1 nivel actual de 10s textos, como ya lo habia hecho Coseriu, sin0 tambiCn en la perspectiva hist6rica, una tipologia de constelaciones discursivas, constituidas por las condiciones pragrniticas de producci6n y de recepci6n del lenguaje estudiado mSs las tbcnicas discursivas y linguisticas correspondientes. Asi distinguimos entre un lenguaje de proximidad y otro de distancia, asociados por una relaci6n de afinidad con las respectivas realizaciones mediales fdnica o grci~ccd?.A estos modos de comunicaci6n, que se miden en categorias de pragmhtica universal y que sirven para identificar 10s rasgos universales propios de cada constelaci6n discursiva, corresponden en el plano hist6rico las llamadas tradiciones discursivas3. Se trata de moldes hist6rico-normativos, socialmente establecidos que se respetan en la producci6n del discurso. A travCs de estas categorias, cada discurso, y de ahi cada texto hist6ric0, no s610 forma parte de una lengua determinada (o de varias lenguas) sin0 que se s i t ~ dentro a de una filiaci6n intertextual, constituida por una serie de elementos repetitivos, tanto en el plano de 10s "entornos" (constelaciones situacionales, mediales o institucionales) como en el plano de las formas detectables en la superficie del texto mismo (p. ej. pasajes textuales concretos, carhcter formulario, construcci6n, lengua). A pesar de ser un concepto con una perspectiva pronunciadamente extralingual, este concepto de "tradiciones disc~rsivas'~ puede considerarse como un eslabdn entre la lingiiistica llamada "externa" y la "interna". Nos permite focalizar la lengua hist6rica como unidad y espacio cultural, mediante el concepto de la elaboracibn lingiiistica ("Sprachausbau"). Se&n la concepci6n de loss^, una lengua hist6rica se constituye como lengua de cultura por el proceso de generalizacibn como medio de comunicaci6n en cualquier situacidn comunicativa (incluso en la escrita), lo que presupone que sea capaz de producir cualquier gBnero textual o tradici6n discursiva, y, sobre todo, que desarrolle y ponga a disposici6n las tBcnicas discursivas y lingiiisticas precisas para cualquiera de estos gCneros y situaciones. Cf. Kochl Oesterreicher (1990). Cf. Koch (1997). Cf. Kloss (1976).
En este sentido, las lenguas romhnicas de la Edad Media recobran su particular inter& por tratarse 6sta de la Cpoca en la que acceden a la escripturalidad, inaugurhndose nuevas tradiciones discursivas para las cuales serhn necesarios nuevos elementos lingiiisticos. Cada tip0 textual nuevo constituye, en cierta medida, un paso mhs en la "elaboraci6n"; 6sta tiene lugar, en el caso de las lenguas romances, por un lado, partiendo de modelos preexistentes en otras lenguas, sobre todo el latin escrito, per0 tambi6n el hrabe y otras; y por el otro lado, mediante el contacto mutuo de las lenguas vernC culas. La "ac~lturaci6n"~ se extiende, en primer lugar, a 10s contenidos y formas textuales, per0 conlleva tambiCn consecuencias lingiiisticas que tanto pueden consistir en la adopci6n de elementos de las lenguas de contacto, como en una ampliaci6n de recursos a base de las propias posibilidades de una lengua, caso predominante, como se ha demostrado, p. ej. en la elaboraci6n alfonsi del "lenguage de Castiella". De forma directa, la aculturaci6n puede ser observable en las traducciones, que necesitan reproducir el contenido del texto original y para ello deben crear 10s medios linguisticos adecuados. Este proceso de elaboracidn se puede, pues, considerar como un factor del carnbio linguistico, bien distinto de 10s factores de creaci6n en el discurso oral, como p. ej. el afhn de "expresividad" de 10s interlocutores, por 10s cuales se interesarh la teoria tradicional del carnbio lingiiistico, desde la gramhtica hist6rica tradicional hasta la teoria de la gramaticalizaci6n, donde el carnbio se suele imputar, no a 10s requisitos de un discurso elaborado, planificado, de "distancia", "de concepcidn escrita", sino a la actividad "esponthnea", no monitorizada, factores vigentes particularmente en el discurso cotidiano, de "proximidad" y "de concepci6n oral". Pero en realidad, las innovaciones varian s e g h el grado de planificabilidad del texto. Nos situamos, por lo tanto, cuando hablamos de carnbio linguistico, ante dos procesos evolutivos bien distintos (o un continuo de procesos entre dos polos) que corresponden a situaciones comunicativas diferentes. Parafraseando a Labov, podriamos hablar de cambios "desde arriba" y cambios "desde abajo", s e g h el esquema siguiente6:
Cf. Bossong (1979: 87 ss). El esquema esth tornado de Kabatek (en prep.). Cf. tambikn Liidtke (1980).
Daniel Jacob 1 Johannes Kabatek
'.,..
:.'
.,.4
.
...*
. teme & que uos pre~iapoco (PP.l953:f18v2) [...[ [cl + el] X V...]] b. que esto es cosa que no uos guardaredes della (PP. 1505:fl4v2) [...[c X c l + V ] ...]I En lo que sigue no nos ocuparemos de 2P porque esta base clftica no tiene pertinencia para el argument0 referido a1 desarrollo hist6rico de hy y locativos congkneros.
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La prohibici6n del clitico en posicibn inicial de cl6usula es arbitraria y estipulativa, mientras que la imposici6n de un elemento pertinente inicial X (en [ X cl ... ) es de interpretaci6n vaga. En general pueden ocupar la primera posicibn, fuerte, 10s complementadores subordinantes (p.ej. que), la negaci6n (no, non), un adverbio y cualquier sintagma ldxico (SN, SPYSAdv). Los conectivos coordinantes e, o, mas tienen vigencia para ocupar la primera posici6n s610 en oraciones subordinadas, y ca es variable en su comportamiento; comphrese la suspensi6n de una interpretaci6n directa de TM como *[ cl ... inducida por la subordinaci6n en (14b) vs (14a). La misma subdeterminacidn por las categorias estructurales aparece en las muchas oraciones con un sujeto pronominal o lCxico preverbal que da lugar tanto a enclisis como a proclisis (15a, b). La interpretaci6n por constituyentes (15c) funciona por el lado mecSnico, per0 no se recomienda por su rigidez arbitraria (falta de una diferencia correlativa de semhntica o dinamica entre las dos estructuras), indicando aqui un grave problema de motivaci6n para la reconstrucci6n adquisicional del fen6meno. (14) a. & elpadrefiriol. & maltraxo lo. (PP.935:Bvl) b. & si muelen dello & lopone*> sobre el logar (PP.2603:f24v2) (1 5) a. pro & la iusticia se departe en (?sus) muchas partes (PP.800:fSr2) ' b.en &elpadrefirio.l(PP.935:fPvl) c. Cadena X V cl ... / vs.1 X cl V ... / Estructura X [Cp V c1 ... ] VS. [CP X c1 V ... ] Esta misma ambiguedad sobre el linde inicial de la oraci6n local se encuentra en muchos contextos tipicos de la sintaxis tardomedieval (siglos XIV y XV), de las cuales se enumeran algunos ejemplos contrastivos en (16). En (16a, b) se trata de un adverbio causal a nivel de la oraci6n; en (16c, d) es un verbo no finito con su preposici6n complementadora. Una subordinada adverbial finita (16e, f) puede o no constituir el "primer elemento" de relevancia, y lo mismo vale para una cl6usula gerundial o relativa. (16) a. &por esso leua-taro se sobrel lospueblos (PP.303:f3v2) b. (& dezildes por que entendistes enel dano dellos) por esso lo allongastes dellos (PP. 1484:f14v2) c. conuiene a ome de guardar se enel de toda cosa calient (PP.24 18:f23r2) d. E este Rey don Ramiro trabajosse quanto mas pudo de 10s tornar assy (XXR.396:f31-1)
e. enc: E si la mugier se fuesse del monasterio no la sacando deue la faz buscar (AXLey.l886l:fl03rl) f. pro: & yo si dios quisiere vos dare por vno diez del amor de alfon (Alf'.3382:f20r2) Tal vaguedad cre6 una creciente imposibilidad por parte de 10s hablantes de 10s siglos XV y XVI de reconstruir un sistema de distribuci6n lineal de 10s cliticos que reconociese la prohibici6n contra 10s cliticos iniciales de clhusula. La soluci6n que hace depender la linearizaci6n entre verbo y clitico de la categoria morfol6gica del verbo representa una reducci6n del nivel analitico. De la sintaxis pasamos a la morfologia, ensanchando en el proceso las opciones prototipicas: enclisis con el imperativo (afirmativo), y tambi6n enclisis con formas no-finitas, porque las dos categorias morfol6gicas eran tipica y frecuentemente iniciales de clhusula. Al revbs, y como soluci6n por defecto, 10s verbos finitos se concentran en las clhusulas "introducidas" por un primer elemento, y por consiguiente tienden a la proclisis del pronombre respecto al verbo, opcional en el XVI y rigida en el XX. Ya 10s textos del temprano siglo XIV proporcionan 10s datos necesarios para reconocer las ambigiiedades posicionales del(16), per0 el period0 crucial del desarrollo se sihia en la segunda parte del XIV y la primera del XV, exactamente cuando se produce tambien la crisis del adverbio pronominal variablemente clitico
hv. 7. hy como (en)clitico
Concentrhndonos ahora en unos textos limitados investigaremos las tres categorias de locativos LOCl y LOC2, LOC3 en cuanto a su potencial de clitico (Fig. 111). En justificaci6n de la constituci6n de 10s datos en Fig. I11 se oper6 con 10s algoritmos siguientes. El eje principal lo constituye la diferenciaci6n entre (i) CL, es decir, formas de LOC en posici6n indudablemente clitica contiguas a1 verbo, procliticas o encliticas se@n las reglas de TM, y (ii) ENCL o LOC contiguo a la derecha de la expresi6n verbal completa en una posici6n inaceptable para lo cliticos personales. CL y ENCL en combinaci6n constituyen la contribucidn potencial de cliticidad. ~ s t se a diferencia de SEP, la cual designa 10s adverbios sintagmhticos (cf. arriba (8)). Fig. I11 representa la suma de CL mhs ENCL para cada categoria de LOC en por-
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centajes, donde el complemento de la columna hasta el 100% representa la parte ocupada por SEP. Fig. 111: Distribuci6n de locatives cliticos y encliticos en textos escogidos
la%cl hy % . LOCl hy
gris
LOC3 ay negro LOC2 alli blanco
cl alli 0% cl ahi
I
% total de formas potencialmente cliticas: clitico regular (enclisid proclisis en BV seghn TM), m& encliticum tantum (ENCL) en SV contra TM) id. id.
Textos consultados de ADMYTE:
XIII. 1 XIII.2 XIII.3 XIII.4 XIV. 1 XIV.2 XIV.3 XV. 1 XV.2 XVI. 1
Biblia latina romanceada (hy) Crdnica de Veinte Reyes (hy) Fuero Juzgo (hy) Gran Conquista de Ultra Mar (hy) Crdnica de Alfonso X (hy) Crdnica de Sancho ZV (hy) Crdnica troyana (allz') Esopete (vs. 2) (allz') Libro de [as DoAas (hy) Crdnicapopular del Cid (ay)
La situaci6n presentada en la fig. I11 contiene nuevas sorpresas: en parte 10s adverbiales de tip0 alli LOC3 imitan el comportamiento mSs o menos pronunciado de clitico observado para hy LOCl (10s textos XIV. 1,3 y XV.l), y el tip0 ay LOC2 alcanza valores de cliticidad parecidos a hy LOCl en un
caso (XVI. I). El adverbio central hy LOCl mantiene su distribuci6n parecida a la de 10s cliticos personales verdaderos, per0 LOCl falta como lexema en 10s textos XIV.3, XV.1 y XVI.15. Lo mas interesante quizh sea la fuerte presencia de comportamiento clitico por parte de un locativo u otro. Cada uno de 10s elementos LOCI, LOC2 y LOC3 es en principio capaz de desempeiiar este papel: sea hy en 10s textos mas antiguos, alli oly ay en textos mas avanzados. La progresiva pdrdida de hy no da lugar a una reducci6n paralela de la cliticidad potencial, porque o alli o ay pueden llenar este vacio. El grado de adhesi6n a una posible sintaxis clitica generalmente no es muy elevado para alli, per0 claramente supera lo esperado con el 63% y 70% respectivamente de conformidad al patr6n correspondiente de 10s cliticos. La prueba de la relevancia de este anilisis se nos presenta en el texto XIV. 1 Crdnica de Alfonso X que contiene dos cliticos locativos potenciales a la vez, LOCl hy con el 95 por ciento de casos aplicables, y LOC3 alli con el 88%. Si observamos el comportamiento de LOC3 en 10s demis textos, es evidente que allf en general es un constituyente adverbial que no supera el 40% de posible cliticidad, lo que niega la relevancia del analisis clitico para estos textos. Cabe seiialar tambikn que 10s locativos dCbiles exhiben una cliticidad atenuada dado que incluye 10s enclitica tantum (ENCL), a diferencia de 10s pronombres Atonos personales que implican s610 casos de CL. Sin embargo, 10s altos porcentajes de sintaxis clitica de 10s locativos siempre dependen de una fuerte aportaci6n de cliticidad regular CL que se suma en promedio al 50% de la incidencia total. A travks de la historia del espaiiol medieval, 10s adverbios locales senci110s forman un grupo informal de para- o semicliticos; en primer lugar esto vale para hy LOCI, per0 se extiende mas tarde a las otras categorias LOC2 y sobre todo LOC3, a pesar de la forma contraindicada para clitico de un adverbio bisilibico. Extraiia la baja presencia de LOC2 ay considerando que su forma poco perfilada, alternando con hy en context0 postvochlico (cf. la [oral), y en la expresi6n estereotipica contraci6n moderna de ahora existencial ha hy, ha ahi y ultimamente hay, deberia de haber predestinado este locativo como substituto primario de hy. Pero hay que tener en cuenta que 10s textos expositivos y estilisticamente blandos analizados aqui no presentan mucha oportunidad para la aparicidn sistemhtica del locativo de
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La colurnna correspondiente a LOC2 ay quedarfi sin especificar salvo en el dltimo texto XVI.1, dado que su incidencia total es tan baja que 10s porcentajes de cliticidad sospechada no alcanzan relevancia alguna.
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tdrrnino intermedio LOC2 ay de uso espontineo. La brusca aparici6n de ay como indudable clitico en la Crdnicapopular del Cid XVI. 1 se dejari seguramente atenuar en una seleccidn mas extendida de textos; cf. de nuevo Douvier (1978) para las diferencias entre manuscritos del Libro de la monteria, y Garcia (1989) para El cauallero Cifar, donde ay tiene representaci6n mis apreciable. La insistencia con la cual LOC3 alli imita la distribuci6n de un clitico no responde tampoco a un desarrollo directional y sistemitico, sino que cada texto ilustra un tip0 de expresi6n locativa que en conjunto definen las gramiticas alternativas y cronol6gicamente coexistentes de tip0 A a D delineadas en (17). (17) A B C D
Clitico Adverbio hy LOC 1 alli LOC3 ay LOC2 alli LOC3 alli LOC3 alli LOC3 hy LOC 1 alli LOC3 alli LOC3
Textos XIII. 1-4, XIv.2, XV.2 XVI. 1 XIv.3, XV. 1 XIv. 1
8. Dinarnica de la pCrdida de 10s locatives para-cliticos
La cuesti6n sobre la p6rdida de hy se ha dividido en dos ramas parcialmente independientes: ipor qu6 se pierde hy como elemento locativo? y ipor quC se perdi6 el comportamiento (para-)clitico de uno o mis elementos LOC? En cuanto a1 elemento especifico hy se pueden enumerar unas condiciones de apoyo para tal forrna, y varias de contraindicaci6n. Positivamente, hy podia contar con su adecuaci6n formal a1 papel de clitico: monosilibico, perfectamente paralelo a las contrapartidas etimol6gicas en catalin hi, francds y occitano y. Tampoco puede caber duda sobre la funcionalidad de hy como elemento seminticamente versitil (cf. (4) arriba), a pesar de la opini6n contraria expresada en Badia Margarit (1947). Cast. ant. hy desempeiia todas las funciones de sus congdneros francds, italiano, y demis. Sin embargo, en el lado negativo de la cuenta pesan varios factores. La multiplicidad de patrones sinticticos CL, ENCL y SEP debia de representar un problema de reconstruccidn durante el aprendizaje infantil de la lengua. El campo referencia1 atribuido a hy es sumamente vago, en vista de las alternancias entre LOCI, LOC2 y LOC3. La transici6n desde hy a ay y mas tarde alli construida en 10s dos estudios pormenorizados de Douvier (1978) y Garcia (1989)
no corresponde a una trayectoria diacr6nica controlada, sino la discutida copresencia de varias soluciones de gramiticas en alternancia; cf. (17). Los locativos tipicamente libres, ay y alli, se insertan con mayor o menor Cxito en un patr6n para-clitico, mientras que hy tiene problemas de cuerpo fonol6xico como adverbio libre: es poco visible y expresivo. Por si fuera poco, hy sufri6 la competencia creciente de la particula coordinante e, y, congelhndose ademis en la expresi6n existencial, mod. hay. Pero estas homonimias y fijaciones no causan eliminacidn necesaria, s610 reducci6n de funcionalidad. La clave de la p6rdida de hy como elemento 16xico sera la combinaci6n de complicaciones sinticticas y dinimico-referenciales. La referencia exacta que distingue entre aqui, ay y alli en cuanto a distancia existe independientemente de la disponibilidad de una particula no diferenciada de tipo hy. Como he indicado mis arriba, el tCrrnino de cercania aqui no participa de las alternancias con hy representando un elemento deicticamente fuerte. Por esto no lo encontramos en las posiciones indicativas para cliticos (locativos) CL y ENCL en mayor medida de lo observado para alli en una gramhtica de tipo A en (17). Pero ay y alli tienen tendencia a servir de adverbios dCbiles, ahi sobre todo en la lengua moderna, alternativamente tambiCn alli en la medieval, somo lo esbozan 10s resultados numCricos en la Fig. III. La clase de adverbios "breves" o "ligeros" siempre exhibe una alta flexibilidad de distribuci6n en la cadena que les permite insertarse en construcciones cohesivas de cualquier tipo, p. ej. hasta en 10s tiempos compuestos de la lengua moderna; cf. (18a). (18) a. habria bien podido ausentarse por un rat0 sin que nos dibramos cuenta de ello b. la rrazopor ql ynfante don deonjs era alli venjdo (AlfX.2278:fl7r2) Hoy en dia este fendmeno ya no se extiende a 10s adverbios locativos, siendo posible en la lengua medieval (18b). Colocaci6n de un locativo como adverbio "ligero", posibilidad de asociar el locativo a1 verbo de manera relajada como enclitic0 obligatorio y frecuente interpolaci6n del locativo entre complemento y verbo en una oraci6n subordinada (cf. de nuevo (3b), quado Ay erades), estas tres condiciones reducen el estatus de sintagma libre asociado normalmente con estos adverbios en la lengua medieval de manera variable. Estos adverbios se acercan a la condici6n de clitico por lo menos facultative, un perfil compartido con hy. Si de ese mod0 LOC2 y
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LOC3 ganan flexibilidad sintBctica, todavia retienen su ventaja referencial y dindmica como adverbios libres incontestados. Por otro lado, hy que sirve de modelo para ay, alli pierde terreno por las razones secundarias de fonologia y debilidad expresiva. LOC2 o LOC3 pueden substituir a LOCl sin problemas de transici6n. Sobre todo, esta evoluci6n que substituye otros elementos lexicos mBs apropiados a hy no tiene que afectar la condici6n de clitico de 10s locativos; LOC2, 3 simplemente corresponden a1 patr6n sinthctico de LOCI, como lo documenta Fig. 111. Los problemas inherentes a la forrna y semintica de hy no pueden haber sido la causa unica por la que el castellano y las otras lenguas iberorromances occidentales perdieron por completo la expresion clitica del locative. La segunda parte de la cuestidn se refiere a la perdida de cliticidad de 10s locativos en general, sea hy, ay, o alli. LOCl nunca ]leg6 a un status seguro de clitico como 10s pronombres personales htonos. La evidencia es la colocaci6n / linearizaci6n del encliticurn tantum ENCL: menos integrado en la expresi6n verbal, y por consiguiente menos condicionado por la tendencia a la proclisis durante la disoluci6n de TM (cf. arriba secci6n 6). Si LOC2 o LOC3 heredan del patr6n sinthctico de LOCI, en particular una fuerte presencia clitica CL, no se constituyen por eso como cliticos asegurados de reconstrucci6n infalible. Ademhs, si LOC2 y LOC3 corresponden a 10s aspectos cliticos de LOCI, mantienen a1 mismo tiempo su potencial de adverbios libres. En el pasaje desde el arreglo TM medieval a un sistema de cliticos personales de corte moderno, se mantienen las linearizaciones prototipicas en tkrminos de morfosintaxis: verbo finito, imperativo, verbo no-finito. Este desarrollo se aplica a 10s cliticos seguramente reconstruibles como tales en el aprendizaje de la lengua, 10s pronombres de objeto htonos. Hy ya habia desaparecido de la mayor parte de las gramhticas individuales de la lengua corriente debido a diversas debilidades independientes a1 momento de la reorganizacidn de la sintaxis clitica en 10s siglos XV y XVI. Por consiguiente, hy ya no podia elevarse a1 nivel de clitico categ6rico paralelo a 10s pronombres personales. La distribucibn sintbtica de 10s substitutos ay y alli no permiti6 una reconstrucci6n clitica en el nuevo sistema porque 10s muchos casos de enclisis exceptional ENCL, recurrentes en la sintaxis clitica medieval, en cualquier punto recibian una interpretacibn mhs directa como no-cliticos apoyados por las situaciones libres SEP y 10s sintagmas preposicionales coexistentes (desde alli, por ay, etc.). El momento critic0 lleg6 con la reorganizaci6n de la linearizacibn de 10s pronombres Btonos y la disolu-
ci6n de TM. El efecto constatable en la superficie fue el aumento gradual de la proclisis [cl- V] y la reducci6n de la enclisis correspondiente [V - cl]. La continua presencia de la enclisis ambigua ENCL de 10s elementos LOC2, 3 se alejaba progresivamente de una condici6n visiblemente clitica e iba readquiriendo su carhcter de adverbio ligero, per0 libre. Estos adverbios postverbales (prescindiendo de las manifestaciones preverbales obviamente t6nicas) son frecuentemente contiguos a1 verbo debido a su fuerza dinhmica limitada si se compara con otros constituyentes de mhs peso informacional. Ademhs, esta posici6n inmediatamente postverbal serh final de clhusula en oraciones cortas donde pueden distinguir entre ENCL y adverbio libre s61o la realizaci6n pros6dica y la reconstrucci6n dinhmica del discurso, dos dimensiones de control inadecuado en 10s textos escritos. Desde el punto de vista de la adquisici6n lingiiistica, 10s elementos LOC2, 3 cambiaban de referencia analitica -de (para-)clitico medieval optativo a adverbio libre renacentista- sin cambiar de distribuci6n superficial. La evoluci6n esencial tenia lugar en la reorganizaci6n independiente de la linearizaci6n clitica, y el evento catalizador seria la desaparici6n anterior de hy por las razones negativas discutidas. Los contextos tipicos de la distribucibn de LOC se resumen en 10s esquemas de (19). LOC se refiere a cualquiera de las formas aplicables LOCI, 2, 3, o hy, ay, o alli segim el texto. El anhlisis indicado varia s e g h el periodo y el tip0 de gramhtica asumido: period0 de validez de TM o TM reducido (s. XV, XVI), admitiendo ENCL (encliticum tantum) como opci6n sistemC tica o no. (19a) muestra la configuraci6n final de clhusula, separando LOC del verbo por un constituyente o rnhs (SEP). S61o cabe una reconstruccidn de sintagma adverbial (SAdv) bajo cualquier anhlisis. En posici6n final contigua a1 verbo (19b) LOC recibirh un anhlisis normalmente como sintagma adverbial por el flujo natural de la dinhica en la clhusula hacia el filtimo elemento por definici6n herte; bajo una perspectiva de ENCL existe la posibilidad de la clisis efectiva. Tanto en TM como mis tarde, la extensi6n de cliticidad por ENCL es marcada, asi que la opci6n del SAdv es preferible ceteris paribus. El campo natural de la reconstrucci6n clitica incluye (19c), posici6n postverbal no-final (19c), y sobre todo la colocaci6n inmediatamente preverbal no-inicial (l9d). En (19e) LOC puede considerarse un clitico s610 si se admite la segunda hipdtesis de colocaci6n en segunda posici6n 2P. En posici6n inicial de clhusula LOC representa un clitico potencial finicamente en un rCgimen tardio a1 cesar la prohibicidn contra 10s cliticos
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iniciales bajo TM. De ahi que el cuadro de opciones reconstructivas (19) muestre una clara preponderancia de categorias contextuales favoreciendo SAdv frente a CL.
A [o L O C V Y ] A g. [o L O C X V Y ] [o...PrepLOC...] h (A)
f
A
A
*CL/A
A
A
A
A
A
(A)
(A)
(A)
(A)
Para LOC2, 3 como locativos supervivientes de variable fuerza dinbmica, predominan en su reconstrucci6n 10s valores de sintagrna adverbial, prescindiendo de las ocurrencias en posiciones tipicamente cliticas (19d). Si las posiciones inevitablemente libres (19a), (19f), (19g), y por supuesto (19h) como sintagma prepositional, se contraponen a la predestinada cadena clitica (19d) restan una serie de constelaciones ambiguas, (19b) y (19c) (quiza tambi6n (19e) bajo la hip6tesis de 2P en oraciones subordinadas), que sirvieron de sender0 de transici6n en el momento de la progresiva debilidad de hy en el siglo XIV. La atrofia de TM en el XV tardio desplaza el peso de 10s datos desde las posiciones potencialmente cliticas (CL) a las libres (A). En la doble evoluci6n, de un lado desde LOCl a LOC2,3, y del otro desde una cliticidad sinthctica a su reducci6n morfosinthctica (con sus m6ltiples descripciones, cf. Fontana 1996, Ramsden 1963, Silva Villar 1996), obtenemos un escenario complejo per0 comprensible de la p6rdida del paraclitico hy en castellano. En otras lenguas y bajo otras condiciones, la misma condici6n hist6rica de para-cliticos adverbiales condujo, por lo visto, a1 efecto contrario de una cliticidad sistembtica. Si el castellano y las otras lenguas iberorromances occidentales llevan un retraso tipol6gico en cuanto a la formaci6n de cliticos s f . ' la doble base de anclaje BV y 2P, la extendida enclisis con
La ptrdida de y
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verbos finitos (Wanner 1996), la extendida vigencia de TM casi hasta el siglo XVI (cf. Meyer-Lubke 1900, Rivero 1986)- disponemos de factores suficientes para diferenciar las varias gramtiticas romhnicas a1 respecto. Como minimo hay un retraso considerable de la evoluci6n de hy en estos idiomas, dado que 10s cliticos adverbial-pronominales locativos y genitivos pertenecen a un estrato diacrdnico mas reciente respecto de 10s cliticos pronominales de objeto (Badia Margarit 1947, Wanner 1993).
La historia de la eliminaci6n de 10s cliticos adverbiales del castellano recibe aqui una precisacibn de importancia para el locativo6. Se trata de fberzas sinerghticas que actuaron contra la particula hy: su forma morfolhxica, la falta de una sintaxis clitica de suficiente sistematicidad, su alternancia con otras formas fbertes, la opcionalidad de la expresi6n de un constituyente frecuentemente no esencial en cuanto a subcategorizacibn, y por fin la estandarizaci6n del aspect0 de 10s cliticos en una etapa avanzada cuando el caricter posiblemente clitico de 10s locativos ya estaba comprometido. El mecanismo linguistic0 que oper6 en contra de hy u otro representante locativo clitico surgi6 de la imposibilidad de asegurar la reconstrucci6n de una El gallego medieval muestra condiciones iguales a las del castellano: presencia de hy bajo las mismas condiciones sinthcticas y funcionales (cf. Azevedo Maia 1986). Por extensi6n esto se aplica tambitn a1 portuguts de esta tpoca hasta el siglo XV o principios del XVI (Martins 1994). En las dos lenguas modemas 10s elementos pronominal-adverbiales se han perdido, y se mantiene el paralelismo con el castellano modemo. Aunque no disponemos de textos gallegos intermedios entre el XVI y el XIX, si contamos con textos portugueses del mismo periodo y tste nos informa sobre las condiciones cliticas particulares. Se destaca la continuidad de la interpolaci6n (segunda posici6n o 2P) para 10s cliticos personales en la lengua modema esthndar continental y para 10s dialectos del norte de Portugal (Vkzquez Cuesta y Mendes da Luz 1970). Esto representa una diferencia con respecto a1 gallego que ya no conoce esta configuraci6n como procedimiento sintictico regular. El territorio leonts moderno desconoce la particula, integrhndose por consiguiente a1 resto del centro-noroeste peninsular. Hacia el dominio catalhn, donde hi, en esthn completamente integrados en el sistema de 10s cliticos de objeto y adverbiales se registran formas de transici6n en el Alto Pirineo aragonks, sobre todo si se hallan en contacto con zonas m b catalanizantes: Ribagorza, Val de Hecho (Badia Margarit 1947). Las funciones de hi se acercan a la variedad de oficios descritos m8s arriba para el castellano medieval, con la posibilidad de extender el uso de hi a personas (objeto indirecto, como en ciertos contextos y estilos en catalh esthndar).
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sintaxis clitica para estos elementos en el aprendizaje infantil de la lengua. La ambiguedad de gran parte de 10s casos tipicos (cf. de nuevo (19)) y la temprana pdrdida de hy predestinado para clitico constituyen el pasaje hacia la extinci6n de la locatividad clitica. Esta eliminacidn reductiva explica las discrepancias entre 10s textos simulthneos debidas a diferencias estilisticas e individuales de autores y copistas. La soluci6n que consideramos verosimil bashndonos en 10s datos expuestos reafirma para un caso particular el marco poco dramitico de evoluci6n sinthctica presentado en Harris y Campbell 1995. Se apoya en primer lugar en la ambiguedad de las cadenas de superficie (cf. tambidn Kroch 1989, Lass 1996, Lightfoot 1998) y que por consiguiente teoriza la contingencia de tales evoluciones. La dramhtica confirmaci6n de esta soluci6n particularizada, no-generalizada procede de la historia paralela, aunque divergente, que describe la eliminaci6n de la otra particula adverbial ende en 10s mismos idiomas iberorromances occidentales: un mismo resultado de cero, per0 un camino distinto, como esperamos exponer en otro trabajo.
10. Bibliografia Lista cronoldgica de textos para Fig. I, 11. Versi6n ADMYTE (1992)
Los textos marcados con la cruz doble "#"son mdtricos. Los n~merosmarcados del asterisco "*" representan grupos de textos.
XI11 1* Textos varios no-alfonsies = 8,lM (Fueros de Castilla 476K, #Poema de Mio Cid 176K, Manta Maria Egipciaca 65K, Fueros de Aragdn 324K, #Poema de Ferndn Gonzdlez 140K, Biblia latina romanceada 1700K, Poridat de poridades 80K, Crdnica de Veinte Reyes 1loOK, Libro de Apolonio 140K, Fuero Juzgo 628K, Castigosy documentos para bien vivir 1-3 1400K, Libro del Concejo y de 10s consejeros 84K, Gran Conquista de Ultra Mar 1400K) 2* Textos alfonsies hist6ricos = 8,lM (Estoria de Espafia 1, 2 2300K, General Estoria I- l ,2, IV 5800K) 3* Textos alfonsies no-hist6ricos = 6,3M (Leyes 908K, Acedrez 308K, Astronomia 1300K, Cdnones Albateni 260K, Libro de las cruzes 820K, La-
pidario 580K, Moamyn 644K, Picatrix 204K, Judizio de las estrellas 1300K, Ymagenes 112K) 4* #Gonzalo de Berceo, Obras completas (463K) (transcripci6n B. Dutton) Textos aislados (incluidos tambikn en 1): 5 Biblia latina romanceada (1 700K) 6 Gran Conquista de Ultra Mar (1472K) 7 Crdnica de Veinte Reyes (1 143K) XIV 8 Crdnica de Alfonso X (260K) 9 Crdnica de Sancho IV (160K) 10 Sumas de la historia troyana (436K) 11 Leyes de estilo 1,2 (320K) 12 Fuero general de Navarra (344K) 13 Libro de la monteria (748K) 14 Crdnica troyana (948K) 15 Libro de las maravillas del mundo y del viaje de la Tierra Santa (192K) 16 Viaje de Juan de Mandavilla (200K) 17 Historia troyana (1 80K) 18 Libro de Marco Polo (trad, aragonesa por Heredia) (160K)
xv
19 Cuento de Tristbn de Leonis (428K) 20 Brunetto Latini, Libro del Tesoro (876K) 2 1 Suma de las crdnicas de Espaiia (200K) 22 Libro de las dofias 788K) 23 Invencionario (364K) 24 Ordenanzas reales (1400K) 25 Crdnica de Aragbn (1300K) 26*Textos varios (imprimidos a finales del siglo; todos sin y) (Cuadernos de las leyes nuevas de la hermandad 84K, Letras de Hernando de PuIgar 168K, Esopete historiado 1,2 892K, Arte Cisoria 160K, Crbnica de Espaiia 804K, Doctrinal de 10s caballeros 400K, Valerio de las historias exclesicisticas de Espaiia 780K, Claros varones de Castilla 152K, Ordenanzas de la ciudad de Sevilla 40K, Ordenanza sobre 10s escribanos de la ciudad de Sevilla 52K, Ordenanza sobre 10s abogados 88K, Arte de menescalia 4 12K, Nobliario vero 7 16K, Antonio de Nebrija, Gramcitica castellana 240K, Leyes hechas por la brevedad y orden de 10s pleitos 1,2
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132K, De las mujeres ilustres 508K, Tratado de Roma 260K, Peregrinatio in Terram Sanctum 1,2 1800K, De propertatibus rerum 2600K) XVI 27 Las prondsticas 1,2 (336K) 28 Morales de Ovidio (892K) 29*2 textos = 136K (Capitulos de gobernadores, asistentes y corregidores 88K, Ordenanza sobre 10spaiios 48K) 30 Crdnica popular del Cid (900K) 3 1 Libro de Marco Polo (versi6n impresa) (160K)
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Textos citados (versi6n de ADMYTE 1992)
AlfX AXLey GE PP XXR
Crdnica de Alfonso X (s. XIV) Alfonso X, Leyes (s. XIII) Alfonso X, General Estoria (s. XIII) Poridat de poridades (Pseudo-Aristdteles) (s. XIII) Libro de Veinte Reyes (s. XIII)
M6nica Castillo Lluch
El desarrollo de las expresiones de excepci6n en espaiiol antiguo: el caso de la tradici6n juridica
Determinados procedimientos de relaci6n sinthctica se desarrollan de mod0 mhs fkrtil, por su semhntica, en un particular gCnero textual. Es el caso de las expresiones de excepci6n, las cuales encuentran en discursos prescriptivos un terreno particularmente propicio para su produccibn. El objetivo de este trabajo consistirh en aportar algunas observaciones sobre las relaciones de excepci6n en el marco de la tradicibn juridica: en concreto, analizark la cuesti6n en el Fuero Juzgo, el Fuero Real, el Fuero de Bkjar, 10s Fueros de Aragbn y la Partida Segunda de Alfonso X1. Destacan en la bibliografia de este hmbito gramatical 10s trabajos monogrhficos de dos investigadores: Moignet (1973) y Muiioz de la Fuente (1995, 1996 y 1998). El primer0 dedica su obra a1 estudio diacrbnico de 10s signos de excecpci6n en franc& y servirh como referencia comparativa de otra lengua romhnica. En cuanto a Mufioz de la Fuente (1995 y 1996), establece una descripcibn de la configuracidn del sistema de expresiones de excepci6n en espafiol medieval2 y analiza la categoria gramatical de las piezas que componen este paradigma. En un articulo posterior (Muiioz de la Fuente 1998), explora este mismo campo en la prosa literaria de 10s siglos XVI y XVII. Los trabajos de esta investigadora constituyen hasta hoy el 6nico proyecto global de elaboraci6n de una historia de las formas de excepci6n en espafiol, proyecto a1 que me propongo contribuir con las notas que siguen. Dos son 10s datos que llaman la atencibn en el estudio de las expresiones de excepcidn en espaiiol antiguo. En primer lugar, si se considera sincrbnicamente el sistema de dichas expresiones en la lengua medieval, se aprecia
Ocasionalmente proporcionark tambikn datos de obras hist6ricas y literarias. Su corpus comprende obras literarias y documentos notariales y juridicos; 10s textos juridicos que analiza son las Partidas de Alfonso X y el Fuero Real.
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Monica Castillo Lluch
que se trata de un paradigma muy rico y variado3y bastante abierto: junto a un nhcleo de formas bhsicas, se documentan locuciones polim6rficasYcompuestos en 10s que participan dos formas, f6rmulas enfhticas, recursos sinthcticos.... En segundo lugar, si observarmos el sistema de expresiones de excepci6n desde una perspectiva diacrbnica, lo mas notable es que el repertorio de formas m b usadas en espaRol actual (excepto, salvo), es bastante diferente del medieval, el cual, a su vez era ya relativamente innovador con respecto a1 latino (extra, praeter, nisi). Se trata, pues, de un campo semhntico en el que se registra una evoluci6n muy importante, y seria, pues, interesante analizar qu6 factores conducen a esta renovaci611, tanto en la fase antigua del castellano, como en la moderna. El presente trabajo intentarh dar cuenta de ambas perspectivas: sincr6nica (estado de la lengua medieval) y diacrdnica (motivos de la renovaci6n regular del paradigma). La excepci6n puede definirse como la exclusi6n de un elemento particular de su clase porque difiere del resto de elementos que la componen en el valor de uno o varios criterios4. La expresi6n de la excepci6n en espaiiol antiguo podia realizarse de dos maneras: de forma ICxica (mediante particulas especializadas, de semhntica exceptiva) y de forma gramatical (mediante mecanismos sinthcticos en 10s que no interviene una semhntica exceptiva). En espaiiol se prefieren 10s procedimientos 1Cxicos5: de hecho, es precisamente en este terreno en el que se produce una renovaci6n con respecto a1 latin, puesto que en la lengua antigua hay toda una serie de palabras nuevas que se especializan en la expresi6n de la excepci6n. Se trata, como era de esperar, de palabras con una semhntica relacionada con la nocidn de exclusi6n (p. ej., menos, fuera, sacado). Podemos aim establecer otra divisi6n en el sistema de estas expresiones segun el concept0 que vehiculan: la excepEsto mismo constata Moignet (1973: 19) en lo que respecta a1 franc& antiguo. Por ejemplo, si tomamos el enunciado: Todo mi equipo es dinrimico, excepto este jugador que es muy pasivo, podemos analizarlo en detalle de la siguiente manera: Todo mi equipo clase: mi equipo de jugadores
es dinhmico criteria: dinamismo, valor [+I
except0 este jugador excepci6n: un elemento de la clase equipo de jugadores
(que es muy pasivo) raz6n de la excepci6n: criterio: dinamismo, valor [-I
En contraste con lo que ocurre en franc& antiguo, lengua en la que se desarrollan varios procedimientos sintkticos muy importantes de expresi6n de la excepci6n.
Las expresiones de excepci6n en la tradici6n juridica
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cibn propiamente dicha, por un lado y, por otro, lo que Moignet (1973: 18) denomina mise d part, es decir, la expresi6n de aquello que no se cuenta, que se deja de lado (sin que represente propiamente una excepcibn). Antes de presentar el repertorio de procedimientos de expresi6n de lo que se exceptha y de lo que se aparta o deja de lado, me interesa comentar algunos aspectos del uso general de una palabra muy relacionada con la nocibn de excepcibn: me refiero a la preposici6n sin, que en la lengua antigua presenta un valor exceptivo muy importante. Aparte de analizar en su momento dicho uso exceptivo, esbozar6 a continuacibn algunas consideraciones sobre el uso antiguo de esta preposicibn.
2. Algunas consideraciones sobre el uso de la preposicidn sin en espaiiol antiguo6 Puede observarse en 10s textos medievales que el uso antiguo de sin difiere bastante del que presenta en espaiiol moderno. Se encuentran habitualmente en la lengua antigua ejemplos de sin + sustantivo, formando sintagmas preposicionales, per0 se documenta muy poco la estructura de subordinaci6n sin + verbo -ya se trate de infinitivo7 o de forma conjugada precedida de la conjunci6n ques-. Hemos de recordar que las construcciones de prep + verbo (a, de, por, para, en, sin...) son de formaci6n rombnica; el esquema sin + verbo, podriamos pensar, pues, se esth desarrollando en la lengua antigua de mod0 progresivo, sin que se haya alcanzado un estadio de maduracidn sinthctica. Ahora bien, en la misma Bpoca las otras preposiciones parecen mucho mhs adelantadas en este plano y se aprecia un gran desfase entre sin y el resto de ellas. M b datos sobre las propiedades de la preposici6n sin en espailol antiguo pueden encontrarse en Barra Jover (1999). El hipCrbaton siguiente refleja la preferencia de la Cpoca por el esquema sin + sustantivo: "et la muerte, que mucho es auiesa et descomunal et tortiqera en judgamiento de convalentia et forqante de las uidas, diol ssalto en aquel logar et non quiso que el dalli adelante mas pasasse, nin le dio y espacio, et matol y sin semeianqa de dolenqia auer." (PCG, 739a18) Encontrarnos estructuras complejas como la siguiente, que pueden representar un estadio de la evoluci6n: "E esto es porque tal fecho commo este se deve fazer encobierta mente e sin rroydo yendo 10s que alla fueren rnuy paso porque non 10s oyan, auiendo sennales qiertas entre si porque se entiendan unos a otros sin palabra que se digan." (PZI, 243)
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El hecho es que 10s conceptos que actualmente expresamos mediante sin + verbo, en espaiiol antiguo se expresan mediante mecanismos sinthcticos alternatives. Veamos cbmo:
2.1. sin + verbo Los ejemplos son excepcionales hasta finales del s. XV9. A partir del XVI se generaliza su uso, como puede comprobarse en obras como la Chrcel de amor o la Celestina. por y saben syn mostrarse quantos son 10s enemigos que van e que vienen, (PII, 259) que son semejantes a 10s pies del omne que se mueven a las vegadas a rrecabdar su pro syn fablar, (PII, 96)
2.2. negaci6n + gerundio con valor modal La inferencia que realizamos a1 asimilar 10s ejemplos de negacidn + gerundio con valor modal a sin + inf., parece claramente justificada por ejemplos como el primero que se presenta: De la muger que se casa sin grado de padre o de madre.- La muger que se casare, 10s parientes non queriendo, conuien assaber padre o madre, sea deseredada e enemiga de sus parientes, (FBbjar, 404) Qvi echare cauallo ageno assu yegua, el sennor del cauallo no lo sabiendo, por cada uez peche I1 morauedis o de la metad del frucho a1 querelloso, (FBkjar, 1026)1°
lo
Para ilustrar la baja fiecuencia de 10s ejemplos de sin + infinitivo, diremos que en toda la Primera Crbnica General solo se cuentan trece (127b12, 148a51, 275a4, 308a15, 379b25,431a13,484a23,676a28,695b11,727a35,728b47,739b18 y 762a12). Todavia puede usarse esta estructura en espaliol actual, pero es realmente muy poco fiecuente y su utilizaci6n es limitada (cfi. lleva dos dias sin comer - */leva dos dias no comiendo; pero: se consigue adelgazar sin comer / s e consigue adelgazar no comiendo;vive sin poder pagar todos 10s gastos / *nopudiendo).
Las expresiones de exception en la tradicion juridica
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2.3. que non... con valor modal Es posible, aparte de otras interpretaciones (corno p. ej., la consecutiva), ver en ejemplos como 10s siguientes un valor modal negativo: et estudieron assy todo aquel dia, que nun osauan yr a las tiendas que dexaran 10s del rey Bucar nin entrar a la villa, cuydando que el Cid lo fazie con alguna maestria, (PCG, 638b6-9) E si el fuese firme en su seso, non se bolverie por seso de una muger, mas pues era muger qu'el Rey amava, non podie estar que nun la oyese, (Sendebar, 137)
Como veremos mhs adelante, en espaiiol medieval se crea una serie de locuciones a partir del adverbio comparativo menus, que en ocasiones presentan el sentido de sin: Non empenen fijo sin mandado de conqeio.- Por esto mandarnos que quier que empennar su fijo, menos de conqeio, o lo metier en arehenes, sinon assi como es dicho, muera tal muerte como enaziado, (FBkjar, 278) e 10s sabios antygos estableqieron que 10s Reyes vestiesen pannos de seda con oro e con piedras preqiosas, porque 10s omnes 10s pudiesen conosqer luego que 10s viesen a menos de preguntar por ellos, (PII, 62) Por otra parte, es desconocida de la lengua antigua la construccibn sin + infinitivo calificativa (= "no + participio pasado": camisa sin planchar). Hallamos sin embargo una fbrmula muy paralela: por + infinitivo (nbtese el desfase entre una y otra preposicibn): e mostroles por derecha rrazon que non ensuziava el omne comer con las manos por lavar, mas 10s malos pensamientos que sallen del coraqon, (PI., 55) estauan y 10s cuerpos de 10s omnes muertos por soterrar que desfiziera ya la lluuia et quemara el fuego, (PCG, 133b35)
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En definitiva, la sintaxis de sin en la lengua antigua era, como vemos, bastante limitada. En contrapartida, sin poseia en espaiiol antiguo un valor particular muy documentado en 10s textos alfonsies -en concreto en las Partidas-, que prhcticamente ha perdido en espaiiol moderno: se trata de un sentido equivalente a "aparte de" / "ademas de", que trataremos mhs abajo cuando hablemos de las expresiones del concept0 "dejar de lado".
3. L a excepcidn
El repertorio de las particulas y locuciones exceptivas que hallamos en 10s textos antiguos es el siguiente:
3.1. no... sino (mecanismo sinthctico de la expresi6n de la excepcidn) En latin, la particula condicional negativa nisi introducia la excepci6n tras una proposici6n negativa. Era la palabra exceptiva mas utilizada y esto hasta finales de la latinidad. Muiioz de la Fuente (1995: 75) tambi6n comprueba este dato en lo que respecta a 10s documentos notariales escritos en latin en la peninsula entre el s. X y el XIV. Si bien esta palabra no tiene derivaci6n directa en las lenguas romhnicas, estas han conservado el recurso sinthctico exceptivo consistente en oponer a un enunciado negativo, un enunciado condicional tambi6n negativoH. De esta expresi6n condicional negativa (no... si no + verbo) derivaria sino, despu6s de una elipsis verbalI2. Veamos algunos ejemplos con el verbo del enunciado condicional negativo explicito: Ningun omne nin sennor nin otro non tenga uezino preso por calonna en que palatio aya part, si non es el judez, (FBijar, 29)
l 1 En latin postclhico y decadente se encuentran interferencias entre nisi y si non, ushdose
l2
uno en vez del otro. Vtase Muiioz de la Fuente (1995: 46 y 90). En francts antiguo: ne... se ... non y posteriormente, a partir del s. XI11 ne... se [ce] n'est (hoy ne si ce n 'est que...). Vtase Moignet (1973: 86). Este analisis se ha convertido en clhico. Vtase, por ejemplo, Corominas, que analiza el enunciado: nadi, sinon dos peones (Cid, 686) corno abreviaci6n de nadi si non son dos peones.
Las expresiones de excepci6n en la tradici6njuridica
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Ningun omne non sea osado de iudgar pleytos, sinon fuere alcalde puesto por el rey, o si non fuere por plazer delas partidas que lo tomen por auenencia pora iudgar algun pleyto, (FReal, 9v25) otrosy estar mucho en pie non deve, sy non fuese en la eglesia oyendo las oras, o por otra cosa que non puediese escusar, (PII, 61) La relaci6n entre el enunciado condicional negativo y el nexo exceptivo sino queda clara en pirrafos como el siguiente: Qui dier pennos por otri sinon por rey.- Qvi por otro dier cosa con pennos peche X morauedis, si non h e r por rey o por sennor de la villa, (FBGar, 608) Sino puede introducir todo tip0 de conceptos o circunstancias objeto de excepcidn, lo cual se traduce sinthcticamente por una variedad de 10s elementos que encabeza: sintagmas nominales y verbales, numerales, sintagrnas preposicionales adverbiales, subordinadas circunstanciales... Veamos algunos ejemplos: ca estas dos cosas non deve otri oyr nin librar sinon el Rey, (PII, 97) Mugier ni baron non de por entrada del banno sinon una meaia, (FBkjar, 67) mas a ellas non conviene de tomar ensenamiento sy non del padre, o de la madre, (PZI, 80) todo esto non fiziemos nos por al, sinon por la eglesia de dios vivo, (FJuzgo, 8 8 ~ 6 4 ) lo que otro omne non podrie fazer synon sy fuese de menor hedat de veyente e qinco annos, (PII, 191) que las non despienda synon quando les fuere meester, (PII, 154) Realizaba sino, pues, la funci6n de excepto, mhs que (+ numerales) en la lengua antigua. Es uno de 10s nexos exceptivos predominantes en la lengua juridica, en competencia directa con fueras, con el que comparte usos. El enunciado exceptivo introducido por sino, puede, ocasionalmente, enfatizarse mediante la adjuncidn de un adverbio como (tan) solamente (p. ej.: PII, 43, 138, 273) o del adjetivo solo/-a a1 sustantivo objeto de la excepcidn (p. ej., FBkjar, 27,233).
Mbnica Castillo LIuch
3.2. Giros confuera(s)
Fuera(s) se origin6 a partir del adverbio de lugar fuera(s) ("en el exterior") derivado del lat. foras. Habida cuenta de que en latin, incluso tardio, no se documentan ejemplos de foris con valor exceptivo (cfr. Moignet 1973: 58), hemos de interpretar que habria sido, pues, a partir de la epoca rominica preliteraria cuando se habria producido el desplazamiento desde el significad0 locativo de fueras ("en el exterior") a su significado exceptivo ("aparte"). La estrecha relaci6n semantica entre fuera locativo y fuera exceptivo puede observarse en ejemplos cuya lectura resulta ambigua (entre locativo / exceptivo)13. En 10s dos casos presentados a continuaci611, se aprecia un desplazamiento hacia lo abstracto, puesto que el concept0 expresado no es de locaci6n espacial, sino temporal: 10s iudios ayan plazos a fuero de BeiarJireras14el sabado e sus fiestas, (FBQar, 882) (= "en el exterior del dia del sibado" / "excepto el sabado") assi que en aquellos trinta dias, non coman conducho njn beuan ujnno, fuera a ora de vispera coman vn poco de pan de ordio por sostentamiento del cuerpo, & beuan vn uaso de agua, (FJuzgo, 79r65) (= "en el exterior de la ora de vispera" / "excepto en la ora de vispera") Podemos suponer, pues, que la extensidn semantica desde el sentido de exclusi6n locativa a1 sentido exceptivo se produce pasando por un desplazamiento hacia lo abstracto (como la noci6n temporal): lo) fueras villa /fueras de villa; 2') fueras el sabado y 3') fueras la muger.
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En este punto la historia del fiances y del espailol corren parejas. Cfr. Moignet (1973: 58), quien propone un ejemplo de la Chanson de Roland (6), que ilustra bien esta ambigiiedad: "Citet n'i ad qui contre lui remaigne Fors Sarraguce ki'st en une montaigne" En este ej. fors puede interpretarse como "en el exterior de Zaragoza" o "excepto Zaragoza". Fueras vale igual que fueras de cuando hnciona como locativo: "Si el debdor quisier ir a1 rey o fueras villa", (FBGar, 728t). De hecho, compruCbese la alternancia en fragmentos como: " R o ~ aque alguno fiziere fueras de exido o fueras rayz agena, sea estable e uala", (FBijar, 60). Por lo tanto, fueras el sabado, no habra que analizarlo forzosamente como exceptivo por razones fomales.
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Junto con la forma bhsica, fueras ofiera15, encontramos muy a menudo una expresidn con adjuncidn del pronombre adverbial ende Cfueras ende). En cuanto a la frecuencia relativa de ambas formas (con refuerzo de ende o sin Cl), se ha de decir que varia esta enormemente dependiendo de 10s textos: asi el Fuero de Bkjar solo practica fueras y no presenta ocurrencia alguna defueras ende, en tanto que en la Partida Segunda ocurre exactamente lo contrario (solo hallamos fueras ende). Otros textos, como el Fuero Juzgo, presentan una situacidn mhs equilibrada (21 ocurrencias de fueras y 16 de fueras ende). Se documenta, ademhs, el compuesto fieras sacado(s) en el Fuero de Bkjar (5 ejs.), el cual, por su redundancia, puede interpretarse como enfhtico16. Por otra parte, cuando funciona como conjuncibn, lo hace bajo la formafieras que (p. ej: PII, 48, FBkjar, 770 y 779 y FJuzgo, 27r44 y 341-5).Enfhtica resulta la fdrmulafieras tanto que (dos ejs. en Fuero de Bkjar, 260 y 508, y uno en Fuero Juzgo, 14r49). & la mugier que se casa con otro, sabiendo que a otra mugier, aquesta deue seer metida en poder dela primera mugier, que faga della lo que quisierfueras muerte, (FJuzgo, 3 5 ~ 4 7 ) e el non es tenudo de obedesqer a ninguno, fueras ende a1 papa en las cosas espirituales, (PII, 42) Todo partimiento que fuer fecho entre iudio e cristiano delante testigos como es dicho, sea estable e firme,fieras sacado paramiento de logro, (FB&jar, 876) mas quando el casamiento es fecho entre tales personas que non son de una edat qua1 cosa esperamos de la crianqa fueras que aquello que a de nacer, o non semeyara a1 padre, nin ala madre o sera de dos formas, (FJuzgo, 27r44) Dende el querelloso maldiga a1 iurador assu uoluntad, fuera que no1 diga el nombre uedado que algui lo foda. Todas otras maldiciones le diga quales quisiere [...I, (FB&jar, 799)
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En la mayorfa de 10s textos estudiados la forma corriente es fueras, except0 en 10s Fueros de Aragdn y Fuero Real, en 10s que predominafuera. Es posible aqui un doble anhlisis: 1) fueras preposici6n exceptiva a la que se ailade otra forma exceptiva sacados; 2 ) sacados se completa con un adverbio locativofueras.
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Todo lo que mandar cada uno por su alma assu passamiento, todo sea firme e estable, fueras tanto que marido non pueda mandar nada assu muger, 10s herederos non estando delante o non queriendo, ni la muger a1 marido, (FBkjar, 260) 3.3. sacado 1 -a@)
Ocasionalmente, hallamos en 10s textos el participio del verbo sacar17. Las estructuras absolutas, con concordancia en gCnero y nhmero, en las que participa guardan relaci6n con el esquema latino de excepto y salvo.
E esto mismo dezimos que deve fazer de todas las cosas que deven dar con el castillo, sacadas las que oviesen despendido en guerra del castillo, (PII, 157) Todas estas calonnas se partan en quarto assi como es dicho, saccada la calonna de furto que toda es de palacio, (FBijar,27) Recordemos que, como se ha visto, puede utilizarse esta palabra como reherzo de fueras (v. supra ejs. del Fuero de Bijar). 3.4. salvo
El uso del participio de perfecto del verbo salvar, corriente en latin vulgar para la expresi6n de la excepci6n, se documenta muy poco en 10s primeros textos (corno indica Muiioz de la Fuente 1995: 173 y ss. y 1996: 454) per0 parece reponerse a partir de mediados del s. XI11 (2 ejs. en 10s Fueros de Aragdn y 6 en el Fuero Real) period0 en el que sigue funcionando generalmente en construcciones nominales absolutas, con concordancia de gCnero y nhmero (las estructuras sin concordancia, gramaticalizadas, tambiCn se observan, p. ej. en la Partida II y seghn 10s datos de Muiioz de la Fuente son, de hecho, las mis comunes en todo tip0 de textos). haya & tienga & possedesca todo lo suyo por nuestra actoridat, salua la part de 10s fillos, (FAragdn, 59r60)
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Se recogen tambiCn ocurrencias del gerundio sacando (vCase Muiloz de la Fuente 1995: 163 y ss.).
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& desi iudguense & fagasse la iusticia que fuere derecha, e esto sea,
saluos 10s derechos e las rendas al rey, que en todo tiempo se puedan demandar (FReal, 2 7 ~ 2 8 ) Hallamos tambiCn un ejemplo de la fdrmula conjuntiva salvo que; este dato, junto con la pkrdida de la concordancia que acabamos de ver, es una manifestacidn del proceso de gramaticalizaci6n experimentado por salvo en la lengua antigua18: que non Sean osados de dezir a1 alcalde que iudgo tuerto nin otro denuesto ninguno saluo que pueda dezir & razonar en buena manera aquello que fiziere a so pleyto, (FReal, 45r38)
3.5. Giros con menos Asistimos desde mediados del s. XI11 a la creaci6n de una serie de expresiones a partir del adverbio comparativo menosl9:menos de + sust, a menos de + sust 1 verbo, (a) menos que, + verbo20. La expresidn (a) menos de + sustantivo vale lo mismo que sin + sustantivo:*' Mas todo aquello conplio & ordeno el sennor rey deuandito menos de nuestro consello, (FAragdn, lr63) Qua1 digna cosa es, que pues que aiuntamiento de casamiento 10s faze un cuerpo, depues el uno non puede uender ni allenar nenguna cosa de 10s suyo, menos de uoluntad del otro, (FAragdn, 15r30) ca syn dubda ninguna tan grant cosa commo esta non la podrie ningun omne conplir, a menos del buen entendimiento et de grant sabidoria, (PI., 68)
Para una visi6n sintCtica de 10s procesos involucrados en una gramaticalizaci6n, vtase Lehmann (1985). l9 En otras lenguas romhicas, como el francts, habrfi que esperar hasta el s. XV para observar la formaci6n de f6rmulas como ne... pas ... moim... que, ne... au moins que, au moins de (v. Moignet 1973: 123-124). 20 Se documenta tambitn menos solo, sin preposici6n (seguido de un numeral generalmente), nada mtis que en textos notariales (vtase Muiloz de la Fuente 1995: 151). 21 Otros ejemplos en FAragbn, 1 6 ~ 2 5FBQar, , 299, Cid 984, 989, 1106, 3257, Sendebar, 76. l8
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El significado de a menos de + verbo depende del valor afirmativo o negativo de la proposici6n a la que se subordina; cuando esta es afirmativa, la interpretacibn serh de subordinada adverbial de mod0 (= sin + verb0)~2: e 10s sabios antygos estableqieron que 10s Reyes vestiesen pannos de seda con oro e con piedras preqiosas, porque 10s omnes 10s pudiesen conosqer luego que 10s viesen a menos de preguntar por ellos, (PII, 62) [Hablando de las barbaridades cometidas por el emperador Vitellio] Mataua muy de grado a quiquier por qualquiere razon; [...I a uno que auie la fiebre et demandaua agua fria que beuiesse, dio gela el mismo por su mano, et diol en ella pozon con que murio; solamiente quel dizien dalguno que fiziera algun mal, mataualo a menos de lo oyr, (PCG, 131b3 6) Para que el giro a menos de + verbo pueda interpretarse como condicional exceptivo, es decir como equivalente de "a no ser que", "excepto si" (aunque la lectura sin + verbo siempre es posible), la proposici6n a la que se subordina debe ser negativa: non se deue desfazer la uendicion a menos de prouar el sennor por buenas testimonias, o por iuramiento que aquello non era del peguyar del siervo, (FJuzgo, 44744) esto non lo puede fazer a menos del pechar todas las costas que fueren fechas quando gelos tomaron, (PII, 128)
E este rey avia siete privados mucho sus consejeros, de guisa que ninguna cosa non fazia menos de se consejar con ellos, (Sendebar, 76) depues que el debdor fuere en corral malfiesto ante 10s alcaldes, non se a dir, menos que pague o sea preso, (FBkjar, 640) e el alcalde non lo mande fazer a menos que non23oya ante las partes sobresto, (FReal, 12v11)
Se echa en falta un anilisis sistemitico y personal de MuAoz de la Fuente (1995) de 10s distintos valores de a menos de. 23 Este non es expletivo, igual que en 10s dos ejemplos siguientes: 22
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4. Dejar de lado En la Partida Segunda se observa un uso muy abundante de la preposici6n sin con el valor de "aparte de" o "ademas de". Es este un valor particular de la lengua antigua del que no se conserva en espaiiol actual mas que un uso muy limitado (en contextos de calculo de precios, con el sentido de "sin contar...", "dejando aparte el precio de...": Son 8000 pesetas sin las tasas). Puede funcionar sin, con este valor de "aparte dew/ "ademas de" en el marco de la oracibn, o bien servir de enlace extraoracional, y en este caso constituye un elemento extremadamente eficaz desde el punto de vista de la construcci6n del discurso y de la ilaci6n del mismo (equiparable a otrosi).
4.1. sin oracional Otras cosas y a syn las que diximos en las leyes del titulo ante deste, (PII, 131) E 10s que asy non lo feziesen, syn el ma1 que les vernien en este mundo [...I, darles ye Dios en el otro por pena lo que meresqen 10s deseperados, (PII, 111) e por ende dezimos que syn aquellas cosas que dize en las leyes ante desta que el Rey e la Reyna deven mostrar a sus fijos quando son moqos, que aun y a otras cosas que les deven fazer aprender, (PII, 79)
4.2. sin extraoracional En la f6rmula E (aun) sin (todo) esto [Hablando del vino] ca el faze a 10s omnes desconoqer a Dios e a sy mismos, e descobrir las poridades, e oluidar 10s juyzios, e mudar e camiar 10s pleytos, e sacarlos de justiqia e de derecho, e aun syn todo esto flaquesqe omne
"establesgieron 10s sabios antiguos que quando el Rey quisiere dar heredamientos algunos, que non lo podiese fazer de derecho a menos que non toviese y aquellas cosas que pretenesqen a1 sennorio," (PII, 138) "non lo pueda fazer a menos que no1 saque 10s oios," (FReal, 4v9)
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del cuerpo, e mengua el seso e faze1 caer en muchas enfermedades, e morir mas ayna que devrie, (PII, 61) [Hablando de 10s jueces] deven aver en sy muchas bondades [...I; e luego cab0 desto deven aver buen entendimiento [...I; e deven seer apuestos e sesudos [...I; e bien rrazonados conviene que Sean [...I. Otrosy deven seer sofridores para non se quejar [...I. E syn todo esto deven seer justiqieros [...I; e syn cobdieia conviene mucho que Sean [...I Otrosy deven seer firmes [...I. E sobre todo an de ser muy leales [...I, (PII, 94)
5. Interpretacihn de la evolucidn del sistema de expresiones de excepci6n en espaiiol Junto con las evoluciones apreciables ya en el sistema medieval de expresiones de excepci6n (decadencia y desaparic6n de 10s giros confuera a partir del s. XIV, por ejemplo), en la lengua clhsica se observan igualmente transformaciones del paradigma (es llamativa la integraci6n de excepto -pieza frecuente en latin vulgar-, exceptuando, mds de que, e t ~ ) *En ~ . espafiol moderno, el cathlogo de f6rmulas exceptivas gira en torno a dos piezas fundamentales: excepto y salvo, a partir de las cuales se forman expresiones y locuciones de uso particularmente literario o elevado (exceptuando, hecha excepcidn de, con / a excepcidn de, con la salvedad de que). Junto a estas formas, conviven exclusive, menos, quitando, aparte de.. . Parece ser una constante, pues, a lo largo de la historia que el pardigma de expresiones exceptivas sea vasto y resulta igualmente notable la renovaci6n regular del mismo a travks de 10s tiempos. La clave de dichas constantes puede procurhrnosla la semintica propia del concept0 de excepci6n. La noci6n de excepci6n es claramente enfhtica: el elemento que se exceptha es intrinsecamente singular y mantiene una relaci6n de oposici6n en su singularidad con el resto de elementos de su clase que constituyen el mundo regular y comGn. Es este carhcter enfhtico el que provoca la variedad sincr6nica de expresiones y la renovaci6n lexica constante en la perspectiva diacr6nica. Es sabido que las palabras que expresan contenidos enfaticos tienden a 24
VCase Mufioz de la Fuente (1998).
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desgastarse con el tiempo y a ser suplantadas por nuevas f6rmulas que vehicularhn el concept0 enfatico con una nueva energia hasta que a su vez sufran una erosi6n expresiva. Si existe un caso paradigmatico a este respecto, bien es el de la evolucidn de las formas del superlativo absoluto. Interesa, para concluir, seiialar que la historia de las expresiones de excepci6n comparte con la del superlativo absoluto algunos aspectos relevantes: paradigma extenso en todas las Bpocas y renovacidn regular del mismo con la recuperaci6n tardia de formas utilizadas en latin (sufijo --isimo, except0...).
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Mbnica Castillo Lluch
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Maria Xesfis Bello Rivas
SHo Vicente de Fora (Lisboa) / Montederramo (Ourense) En torno a la tradici6n notarial gallego-portuguesa
1. El gallego-portuguks como lengua de Reconquista. Los mozairabes y la ciudad de Lisboa La temprana Reconquista cristiana (ss. XI-XII) del Lea occidental de la Peninsula IbCrica, acarre6, como es sabido, no s610 consecuencias politicas sino tambiCn linguisticas. La lengua de 10s conquistadores del norte, el gaIlego, entra en contacto, tras la conquista de Lisboal, con la lengua romhica alli hablada, el llamado moz6rabe2. Lisboa se erige pronto (1250) como capital del nuevo reino a1 sur del rio Miiio y la variedad creada del contacto linguistico surgido entre 10s conquistadores y la poblaci6n aut6ctona mozhrabe se constituye como base de la nueva lengua portuguesa. E de fato, at6 a conquista de Lisboa, e mesmo em boa parte do sCc. XII, Portugal era um aglomerado de povoaqiies caracterizadas por suas culturas tradicionais. DCse tal nome As culturas que dependem, no todo ou na maior parte, da transmiss50 oral de idCias e normas de conduta dos antepassados. Trata-se dos usos e costumes de povoaqiies de nfimero reduziBreves apuntes cronol6gicos: 1095 Cesi6n del Condado de Portugal a Dona Teresa (hija de Alfonso VI) 1097 El Condado se independiza 1147 Conquista de Lisboa 1189 Toma de Alvor 1190 Conquista de Silves, una de las ciudades mhs importantes del dominio habe y crucial punto estratCgico. D. Sancho constat6 el problema de la escasez de poblaci6n (Csta comenz6 a aumentar bien entrado el S. XV) e hizo un llamamiento a 10s extranjeros con el fin de repoblar las nuevas tierras 1217 Afonso I1 conquista la ciudad de Alcttcer do Sal 1229 Sancho I1 conquista Elvas y Juromenha, en 1230, Moura, Serpa y MCrtola 1249 Ya se puede hablar de una Portugal conquistada 1250 Con Alfonso 111 (conde de BoloRa) se erige Lisboa como capital del Reino Lengua rominica, heredera del latin visig6tico contaminada del babe.
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Maria Xesus Bello Rivas
do, confinadas a um ambiente rural. 0 progress0 de Lisboa 8 que proporcionou a cria~iiode uma cultura national, isto 6 , resultante da fusiio, seleqiio e absor@lo das culturas tradicionais. Assim a capital passa a sintetizar uma pluralidade de culturas que se hndem numa Gnica: de todos os lados recebe inspiraqiio e materia prima, que elabora e modela [...I Com Lisboa 8 que Portugal toma consciencia de si mesmo. E Lisboa o traqo de unigo, niio s6 entre o Norte e o Sul, mas tambkm entre todos os portugueses: 8 o grande centro que, ouvindo todas as vozes de todos os cantos, as transforma numa s6 grande voz naciona13.
Este movimiento de norte a sur provoca dos estadios linguisticos claros: en un primer momento se produce la diversificaci6n del gallego -1engua de conquista y a la par variante de mayor prestigio- como consecuencia del contacto, caracteridndose el segundo estadio por una sintesis linguistica basada en el eje Coimbra / Lisboa. La creacibn de un dialect0 urbano enmarcad0 en la ciudad de mayor poblaci6n y muy pronto de mayor importancia Neto (41986: 386-387).
En torno a la tradicibn notarial gallego-portuguesa
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comercial, Lisboa, obliga poco a poco a1 descenso del centro cultural nortefio (Coimbra) hacia las orillas del Tejo. Del monolito gallego, pues, a1 cosmopolita proto-portuguks, engendrado en las multiculturales tierras reciCn conquistadas4.La importancia de Lisboa como nucleo avivador del futuro esthndar portugu6s se extiende hasta el presente. Este papel dinhmico es comun a todas las urbes de importancia politics, per0 no debe aceptarse como muestra unica de la irradiacibn de la lengua comun, ya que siempre son variados 10s factores que intervienen.
G GP PP P
+ Gallego + Gallego-PortuguCs + Proto-PortuguCs (estadio 1) + PortuguCs (estadio 2)
+ +
Este esquema pretende simbolizar el movimiento de norte a sur G GP PP, movimiento que representa tanto la franja temporal que enmarca la Reconquista como la trayectoria de influencia sufrida por 10s diversos bloques. Tras el contact0 de 10s dialectos galaico-portugueses con las hablas del sur del Duero, procedieron Cstas a simplificar vs. adaptar 10s fonemas desarrollados en el norte, desconocidos para ellas5:
"0 pujante renascimento de uma cidade morta, para onde logo convergiram em multidb gentes do norte do pafs e de estranhas terras, institutos mon~sticose ordens militares uma massa heterogenea, de que a f6 cristl foi de comeqo o principal elo social." (Rui de Azevedo, en: Neto 41986: 386). "Nlo custa verificar a fbnqlo niveiadora exercida pelos dialectos do sul na fomaqlo do portugues-tipo, assim como o carhcter expansionista de que dl0 provas cabais as modificaq6es meridionais que, em parte, conseguiram vingar graqas il situaqlo de Lisboa, capital do reino, desde os meados de sCculo XIII, e ao facto de, no caminho para o norte, pel0 menos at6 a regilo de Coimbra, estes fonemas encontrarem frequentemente populaq6es moqaribicas que nlo se sabem at6 que ponto lhes facilitavam a penetraqlo nos pontos onde chegavam". (Machado 1945: 139-140). "Para o moqhrabe, que emergia de seculos de escravidlo, o ideal lingiiistico havia de ser a fala dos her6is da Reconquista; mas nem sempre, como 6 6bvi0, conseguiram reproduzir corn perfeiqb os sons que imitavam7'.(Neto 41986:379, nota a1 pie no 17).
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Maria Xesds Bello Rivas
ltfl > If1 Its/ > Is1 Idd > I d -6, -5 > -go -s > -1(final de silaba)
chave ['tlave] > ['lave] cem [It&] > [I&] razoado [radzo'abo] > [razo'abo] leo"> leio, ca" > ca"o portugub [portu'yes] [purtu'yes] > [purtu'yell Dobletes mozhrabe 1 ga- menqo / minto, senqo / sinto, servio / sirvo etc. laico
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La colaboraci6n de 10s mozhrabes frente as estas innovaciones septentrionales debi6 ser importante. Sin embargo, apenas contamos con estudios serios acerca del papel que habrhn desempefiado finalmente las comunidades lingiiisticas mozkrabes en la formaci6n de la lengua comun portuguesa. Cada vez que iniciamos la busqueda de datos y elementos concretes nos damos de bruces con el vacio documental. Nos faltan fuentes, 10s pocos vestigios que se encuentran, o bien se hallan distorsionados, o son tardios. Es necesario un estudio porrnenorizado de las circunstancias culturales que envolvieron a esta poblacidn para poder proceder a valorar su papel definitivo en la nueva sociedad portuguesa. "No vocalismo [o m o q h b e ] mantinha a final u e n8o 0 ; os ditongos ai, ei, au, ou (carraira, Genciir, lauxa, fouxil = carreira,janeiro, lousa, foucil, fouce). N8o ditongava as vogais abertas e, o, como E z o castelhano. Sbmente em Toledo, por influencia deste dialeto, t que comeqou a ditongar o e. No consonantismo mantinha a palatalizaq80 Ih, escrita 11: mulheres,filhos. 0 grupo ct n20 se palatalizava em ch como em castelhano, mas se aproximava do portugu&s, dizendo note, lete e n80 noche, leche. A palatal inicial era conservada como em portugds, diziapomba, andar e ntlopaloma, anar. Ao contrArio do nosso idioma, n20 sonorizava a dental surda intervoctilica: toto, boyata (todo, boiada). Ao contrfirio ainda, nFio sincopava as consoantes I, n intervoctilicas: Mertola, Oddiana, luna, malu. Na toponimia do sul de Portugal este fen6meno foi conservado por influencia justamente dos moqfirabes que ai eram numerosos, ocupando extensa Area desde Salamanca, Badajoz etc. Possuia o dialeto mophabe o yeismo; em oposiqilo, pordm, ao do portugues, revelava-se principalmente na silaba inicial yengua (lengua) como faz tarnbtm o catalb. N2o tinha o firabe s inicial e por isto as palavras comqadas por s, q, eram transcritas com x: xaria, xairon (ceira, ceirzo);xapon (sabco). Tal fen6meno estendeu-se at6 a sibilante sonora em silaba medial como se v& em lauxa (lousa),fauxil (fouce). Muitos quiseram atribuir a esta causa o aparecimento da fricativa, chiante, no espanhol e no portugds, mas sem r a z b . As duas linguas latinas, por evoluqBes pr6prias do seu sistema fonktico assim procederam. 0 castelhano jabon, xabon, nada tem de ver corn o k a b e xapone. Ainda hoje, na Beira, at6 mesmo em Coimbra, pode-se ouvir: vextido de xeda [...I Em Lisboa as sibilantes s b fortissimas e por isto as velhas grafias ja nos davarn Lixboa". (Bueno 41958: 50).
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De esta amalgama cultural habria, pues, de surgir el esthndar oficial portuguCs, el cual seguiria, en su expansi6n hacia el norte, el camino inverso a la Reconquista. Son muchos 10s interrogantes que se nos presentan: ~Cuiilera el papel cultural real de 10s dialectos mozhrabes meridionales en el context0 del dominio arabe? ~ Q u Clengua hablaban estos mozariibes? ~Debemosaceptar teorias como la de Adolfo Coelho que nos invitan a despreciar el papel lingiiistico nivelador de la zona meridional, a1 partir del presupuesto de que ambos romances habian de ser casi idknticos? iQuC grado de influencia pudieron haber ejercido tras la llegada de 10s conquistadores? La respuesta a estas preguntas no estii, por desgracia, exenta de tintes politicos. Desde Herculano hasta Machado, pasando por Coelho, Lorenzo y Maia, son numerosos 10s estudios que, si bien pretenden abordar una investigaci6n puramente cientifica en su objetividad, muestran, en un elevado nGmero de ocasiones, teorias tendenciosas. Asi defendia Herculano que la lengua de 10s cristianos arabizados seria la misma que la de 10s opresores: el arabe. La idea de la "galleguizaci6n" de Portugal en una primera fase seguida de una etapa de "desgaleguiza~iio6",defendida por 10s grandes filblogos del gallego-portugu6s (Silva Neto, Silveira Bueno, Lorenzo Vkquez, Maia, Machado) choca con intereses de tinte pseudopatri6tico (Coelho) que persiguen una perspectiva monoliticamente portuguesa de la historia. 2. En busca de una respuesta
iC6m0 podremos arrojar luz a todas estas cuestiones? La Gnica posibilidad que se nos ofrece (a falta de otro tipo de testimonios) es el analisis de 10s textos escritos de la Bpoca que se revela como crucial en el establecimineto e independencia de la lengua portuguesa (SS. XIXIII). Especialmente atractivos serhn aquellos documentos escritos entorno a la Reconquista en la regi6n lisboeta. Por desgracia, no contarnos con testi"A evolu~loda lingua faz-se no sentido da desgaleguiza$io (aqui entendida a
Galiza no sentido romano, quando abrangia Entre-Douro-e-Minho e Trhs-osMontes); aos poucos vai-se perdendo o primitivo carhter galego-portugu&sW. (Neto 41986: 366).
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monios latinos, del sur lusitano, de antes de 1147. Los documentos anteriores fueron, en su mayor parte, bien destruidos tras la toma de Lisboa, bien transportados por sus dueiios en la diaspora musulmana. A ello hay que afiadir que la lengua de cultura, lo que es lo mismo que decir, por lo menos en esta Cpoca, la lengua escrita, habria sido el habe. ~QuC sucede con 10s documentos producidos tras la Reconquista? ~Siguenel modelo del latin notarial gallego-portuguis llevado por 10s conquistadores del norte? Teniendo en cuenta que el paso paulatino a1 romance escrito se produjo mas o menos paralelamente en 10s diversos centros gallego-portugueses, sera pues de esperar la existencia de peculiaridades propias a cada zona. Si a travCs de trabajos monumentales como el acometido por Clarinda de Azevedo Maia se pueden constatar una serie de diferencias explicitas entre la lengua medieval a1 norte y al sur del rio Mifio (frontera entre Galicia y Portugal) que ya nos anticipan la separaci6n actual entre ambos sistemas (gallego y portuguCs), iquC tipo de resultados nos ofrecera el cotejo de documentos notariales lisboetas con aquCllos gallegos? Se podran descubrir tendencias mas marcadas vs. mas anticipadas de cara a1 desarrollo de la lengua comb portuguesa? En Abril de 1998, la profesora portuguesa Ana Maria Martins (Universidade Nova de Lisboa), conocedora como pocos de 10s fondos medievales de la Biblioteca Nacional da Torre do Tombo, me aconsej6 que investigase el archivo documental del monasterio lisboeta de Siio Vicente de Fora, fundado inmediatamente despuCs de la toma de Lisboa (mediados del S. XII)7. El objetivo de la fundaci6n de este monasterio era el de albergar 10s cadaveres de 10s portugueses caidos en batalla. Los soldados extranjeros que muriesen en la lucha serian llevados a otro convento de la orden agustina. Su cariicter de nueva fundacidn afiadia atractivo a nuestro trabajo, pues a1 no tratarse de wrtefio, era mas elevada la posibilidad (de por una filial de al@n convent0,-
"Nos anos imediatamente posteriores a 1147, apenas temos conhecimento seguro de duas igrejas ou capelas, ambas edificadas no local de cemittrios, Nossa Senhora dos M&-tires, no Monte de S. Francisco, e S. Vicente, a Oriente da cidade. [...I S. Vicente C ao mesmo tempo capela de um mosteiro cuja organizagilo o rei confia, primeiro, a agostinhos. Chegados a Lisboa numa frota de cruzados, dirige-os um tal Gualter. N b querendo, contudo, Afonso Henriques que S. Vicente se filie naquela ordem, deixam a cidade em 1160 e sucedem-ihes C6negos regrantes de St. Agostinho". (Pradali6 1975: 24).
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si reducida) de que 10s monjes (y con ello, sus escribas) procediesen de la regidn lisboeta. Gracias a una beca de investigacidn del DAAD pude trasladarme en dos ocasiones a la Biblioteca da Torre do Tombo para buscar en 10s fondos dichos documentos. Encarguk copias de 10s primeros cuatro mazos (cerca de 200 documentos en total) y procedi a su transcripci6n. El marco temporal que abarcan va desde mediados del XI1 hasta finales del XIII. El cuarto mazo es el tinico que presenta documentos enteramente escritos en romance. Esta seria, pues la 6poca ideal para acometer el estudio del cual ofrezco aqui 10s primeros resultados.
Localizacibn del corpus manejado s. XI1
Ourense
He trabajado con un total de 83 documentos, 42 gallegos y 41 lisboetas. Fue necesario establecer una frontera cuantitativa para poder ofrecer estadisticas fiables. La parte documental proveniente de la zona a1 norte del Miiio (Galicia) se encuentra todavia in6dita y pertenece a una obra monumental, prhcticamente culminada (Marzo 2000), por el catedrhtico compostelano Ramdn
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Lorenzo y la investigadora del Instituto da Lingua Galega, Maria del Carmen PCrez. Esta obra consiste en la minuciosa transcripci6n de la totalidad de documentos (1 372) conservados en el monasterio de Montederramo (provincia de Ourense). La misma Ana Maria Martins contribuy6 a engrosar mi corpus lisboeta, aportando generosamente cerca de doscientos documentos. Por supuesto s610 he tenido en cuenta, en ambos casos, aquCllos documentos comprendidos entre la franja temporal que aqui nos interesa (ss. XII-XIII). La documentaci6n comprendida en el proyecto Gramatica Histdrica da Lingua Galega8, se ha utilizado como fuente de informacidn en aquCllos casos donde nuestra curiosidad me llevo a indagar en un corpus adicional. Sin embargo, he querido mantener un cierto equilibrio en la cantidad de las fuentes manajadas a1 norte y sur de la frontera gallego-portuguesa.
3. Primeros resultados Que la influencia gallega (tradici6n notarial gallego-portuguesa) se trasluciria en la producci6n lisboeta, era de esperar, pues 10s modelos procedian, por lo menos en una primera etapa, del norte. Sin embargo, esta tendencia continuadora nos ofrece rupturas, desde bien pronto, comenzando por la estructura formal, puramente textual, no lingiiistica. AnalizarC a continuaci6n algunos de estos aspectos: Parte formular Me detendrC a mostrar aquellas tendencias que se ofrecen como definitivamente diferentes:
*
En el Instituto da Lingua Galega (ILGA), perteneciente a la Universidade de Santiago de Compostela se esth desarrollando, con apoyo de la Xunta de Galicia, un proyecto para la elaboraci6n de una Gramdtica Histdrica da Lingua Galega. Para ello, se ha procedido durante ailos a la informatizaci6n de un gran nrimero de textos medievales, en lengua gallega, asi como diversos documentos de prosa literaria portugueses.
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A. F6rmulas con empleo del verbo AUDZRE
Aunque este tip0 de construcci6n sobre el verbo audire era comun en latin, apenas se registra en la producci6n gallega, tanto latina como romance. PudiCndose encontrar un unico caso a lo largo de 10s 1.872 documentos de Montederramo. Jn Dej nomine amen. Jsti sunt homines qui uiderunt et audierunt quando don Pedro 1 Caro et sua, muler dona Frunil uenderon quanta herdade auian9 El uso correspondiente romance lo encontramos igualmente en una sola ocasi6n en 10s documentos gallegos: Sabham quantos esta procuraqom virem et leer ouuirem como eu, Maestre Gill das Leis, cldrigo del rreyI0 Sometiendo 10s documentos del sur (Lisboa) a la misma pesquisa, observamos que el grado de aparici6n de este juego formular se eleva de forma sorprendente en 10s documentos del sur, donde encontramos 19 casosH (de un total de 83 documentos): "Conuzuda cousa seia a todos aqueles que este prazo uirE uel0uuiri9~" "Segundo seus costumes e setenqa ouuir e preyto entrar13" "In nomine Dominj amen. Sabhln todos qultos esta plaza vir5 e leer ouuiri214"
lo l1 l2 l3
l4
1247, A. C. Ourense, Fondo de Pergaminos Monacales, sin catalogar. Se trata de una nota de notario. 1307, Montederramo, Archivo Hist6rico National, carpeta 1491, doc. 16. Copia de una procuraqom emitida en Braganza. Presento aqui s61o tres de ellos. 1260, Chelas, Biblioteca da Torre do Tombo, Mazo 4, doc. 64. 1291, Chelas, Biblioteca da Torre do Tombo, Mazo 3, doc. 57. 1280, Monasterio de Slo Vicente de Fora, Mazo 4, doc. 7.
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B. Referencias geograficas ORIENTE > oriZtte, orijnte, ouriente OCCIDENTE > ocijnte, ousiente
AQUILONE > agui6, aguion, aguy6, aguyom AFFRICO > aurego
No hemos encontrado, en 10s documentos gallegos manejados (ampliando la bhqueda hasta el total de 10s 1.872 de Montederramo) ni un solo ejemplo, de uso de este tipo de referencias locales. En cambio, se ofrecen Cstos como tCrminos habituales en la documentaci6n del sur. Estes som os termhos: no sol leuante Alpearqa; no Sol poente Teio; no Aguy6: os Gaffos; no Aurego: Domigas Meendiz molher que foy de dB Goyam15
In nomine Dominj amen. Sabhii todos quiitos esta plaza virG e leer ouuiG r que eu Johii Marfjz dito Eychii jrmiio de Vic MarfJz Lixb6a e eu
Ousendda Paez ssa molher de nossa liure e baa uoontade [...] haas nossas casas as quaes nos auemos ena freeguesia de Santesteuan de Lixb6a appar da fonte dos caualos das quaes casas a orijnte adega dos frades do moesteyro de Sam VicEte, a ocijnte e a Aguyom carreyra puluega, a aurego Steuii Iohannes gem6 da Tapida outorgamos as ditas casas aa dita sancrestia cum sas entradas e cum sas saydas e cfi todos seus dereytos e cii todas sas perteengas [...]I6 C. Frecuencia y adaptaci6n de arabismos [*all (1290-1300) Montederramo Alcantara, alffaiate, alffoz, algoasjl, almude Chelas 1 SLo Vicente Alcaceuas, alcaqouas, alcayde, alfarzomel, alfardomel, alfayate, alpariati, alffama, aliphar, almoedar, almograue, almoster, almoyeiro, almunia, alujtiz, l5 l6
1294, Chelas, Biblioteca da Torre do Tombo, Mazo 25, doc. 486. 1291, Montederrarno, A. C. Ourense, Fondo de Pergaminos Monacales, doc. 1561.
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alugar, aluger, alpZpilhel, aluerca, alpearga, alquayde, alzazil, aluazijs, alzazijz, alujsquer Era de esperar la mayor afluencia de arabismos en 10s documentos lisboetas; lo que se muestra como interesante es la adaptaci6n de [wa] hacia el actual [gua]. Mientras que en el norte se impuso desde el principio la forma consonatizada [gua], se mantuvo, en el sur, hasta bien entrado el XII, la forma en [wa] calcada del iirabe. [wall [gwal
AL WAZIR > aluazir
- aluazil-
aluazijz I algoasyl- alguazil
"In Colimbria Sisnandus aluazir" 1080, Portugalia Monumenta Historica, diploma 303. Primera documentaci6n. Esta forma desaparece pronto siendo substituida por la variante aluazil.
+
aguazil. En la documentaEn el S. XI1 se impone el castellano alguazil ci6n gallega por mi manejada no he encontrado n i n ~ caso n de aluazil, siendo las formas comunes: alguacil, alguacil etc., por lo que se supone un influencia castellana m8s temprana que en Portugal. "Santa Maria da Rregoa; Johan Fferrnandes, algiasjl de don Diego Gome^^^"
4. Conclusiones
A 10s resultados obtenidos por Clarinda Maia en su Histdria do galegoportugub se pueden aiiadir 10s aqui aportados. Aunque hemos procedido a un analisis muy superficial y limitado a aspectos textuales, bien podemos corroborar aquellas conclusiones de Clarinda en las que se apuntaba la temprana linea de separaci6n de tradiciones surgida a ambos lados del rio Miiio. Pues bien, esta linea de desmarcaci6n portuguesa se descubre igualmente ya en 10s primeros textos romances lisboetas. l7
1291, Montederramo, A. C. Ourense, Fondo de Pergaminos Monacales, doc. 1561.
Maria Xesds Bello Rivas
Un documento portugubs de 1251 Ivo Castro habla de una "diminuta produqiio primitiva portuguesa anterior a 1255'y1s,fijbndose esta fecha como punto de referencia a partir de la cual se establece como mas frecuente el uso del romance en la producci6n notarial. El profesor lisboeta sospecha que esta fecha se podrb retrasar a medida que se vaya constatando la existencia de documentos mbs tempranos, como 10s documentos de Mogadouro encontrados recientemente por Lindley Cintra. En la lectura de 10s documentos de Sb Vicente de Fora tuve la fortuna de encontrar otro ejemplo que apoyaria la teoria de Castro. Este documento, con fecha de 1251 se encuentra en el mazo 3 y lleva el n6mero 14, dado por 10s archivadores de la Biblioteca da Tone do Tombo. La llegada, en 1246, de Afonso, conde de Boloiia (futuro Afonso I11 y padre de D. Dinis) a Portugal, supone la definitiva instalaci6n del romance como lengua cada vez mbs habitual en la elaboraci6n de documentos escritos. Sera necesario proceder a un estudio concreto de las influencias versus tradiciones en la elaboraci6n notarial que este rey habra llevado consigo a Lisboa.
Primeros documentos romances Portugal
Noticia de Torto [12141 Testamento de Afonso 11,1214 1251 S%oVicente de Fora, Lisboa 1253 Mogadouro19 1263 Chelas, Lisboa
Galicia
Doc. de Arnoia, Miiio (1255) 1262, Porto 1270, Oseira
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l8 l9
Castro (1991: 183). Recientemente descubierto por Lindley Cintra
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Afonso III, conde de BoloAa, permuta alprior de Stio Vicente y a1 rector de la iglesia de Stio Julitio unas tierras del Codesseiro por un molino de agua y tierras circundantes. B. T. T., Monasterio de S5o Vicente de Fora, Mazo 3, doc. 14 Em nome do padre e do filho e do Spirito Sancto20amen. Magnifesto seja a todos os presentes, leteras oolhantes. / Eu Afomso pella graqa de Deus, Rex de Purtugal e conde de Bellonha, fa90 tal canbo / c6 dom Gonqallo, prior e conu"eo domino de Sam VicEte de Lisboa, e c6 Marti Domjguez 1 seu conjgo e rector da egleia de Sam Julliam da Garda .I. que elles me dam a sua herldade a qual tEe2I dom Ordonho da boa memoria mandou por sua alma a a dicta eglesia / de Sam Julliam da Garda que he no t e m o da Guarda, no lugar que ~ h a m Codesseiro 6~~ com / quanto hi tEe e c6 todallas entradas e saydas, montes e fontes pasteres e augas e c6 / todollos outros dereitos e perteeqas suas t5 b"eouas como antigas per derejto herelditario e para todo sempre, a ppossua e que possa fazer della qualquer cousa que a mjnha u6tade / apruuer. E eu dou a elles e a todollos seus succesores por ti4 bo da sobredicta herldade aquella sessega da azenha uelha a qual o dicto moesteiro E outro teue a qual he no bra90 1 da auga do mar de Sam Julliam do Tojal que far5 de hSa riba atee a outra c8 a meslma auga qual quer cousa que lhes apruuer a sobredicta sesega dou a elles c6 todo derejto 1 real e c6 suas entradas e saydas e c6 todas aquellas cousas que som para proueito e aljuda dos que para todo sempre a possua, saluo homjcidio, raupu et esterto em / na boca. Assi por ende, que em estes tres casos, o dicto moesteiro tenha seu derejto assi como o tern 1 na sua villa se Sam Julliam do Tojal. Empero a ssobredicta sesega e a auga do meesmo bra/qo do mar, assi como no lugar ocupa de h6a ribeira atee a outra os sobredictos prior e conue7to a ajam e possuam per derejto hereditario para todo sempre EteiramEte e perfectamente sE contradiq6 1 nEhSa nE agrauo nem perda e fa95 della qualquer cousa que Con una tilde sobre o. Con una tilde sobre ee. 22 Con una tilde sobre mo. 23 Con una tilde sobre toda la palabra. 24 Con una tilde sobre mes. 20
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aa suas (sic!) udtade aprouuer sem que 1 todallas marinhas ajam auga e abastan~aassi como o acustumar6, e saluo que as barlcas e batlees viia e tornle ataa que a auga seja de conplente. E se algOu dos nossos herldeiros ou sucqesores ou outros quaesquer contra este fecto vie1-5~~ ou uijrG6 tleptarb a elle per / n5hiiu mod0 nd Iha dem, mais sollambte polla tleptacd (sic!), se a fezer, pague ao dicto moesteiro dez / mijl liuras de Purtugal, e emqima a maldiqb de Deus todopoderoso e de Sancta Maria e de to/dollos santos e a mjnha aja para todo semper e com Judas o treedor, sepultado seja no iferno. 1 E que este meu fecto de mayor fortelleza aja firmeza e nos mais derradeiros tempos nb se / possa auer 6 duujda le ello por esso mandei fazer esta carta, e cd o meu proprio see110 seelar / a qua1 aqerca do dicto moesteiro mandey que fosse gardada .I. que seja gardada per o dicto moesteiro . Ffactii cidade / Lisbooa, viijOydus de mayo. Era de mj127 e ij e lxxx e noue. Testemunhas / que forb presentes: dom M 5 e d 0 ~Sueiro ~ de Melos e dom Steue A n e ~chiiqarel, ~~, Eegas Lourenco de / Cuya e Joham dYAuoym.
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Con una tilde sobre toda la palabra. Con una tilde sobre toda la palabra. El escrivano apunt6 primero ma tachindolo despuks y escribiendo a continuaci6n la palabra completa. La d esti alargada cubriendo la palabra con un trazo. Con una tilde sobre toda la palabra.
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Roger Wright
La Sociofilologia y el origen de la primera documentacibn cancilleresca en forma romance en Castilla
El Tratado de Cabreros de 1206 constituye, tanto en Le6n como en Castilla, el primer documento cancilleresco escrito en forma romance. Cincuenta aiios mhs tarde casi todos 10s documentos de cancilleria habian de escribirse de esta manera; sin embargo, el triunfo de la nueva forma no fue sencillo. En esta presentaci6n pretend0 investigar el porquC de esta revoluci6n linguistica y su trayectoria. Se suele describir el fen6meno que tratamos como de sencillo carnbio de lengua; esto es, que 10s documentos que en un principio se escribian en lengua latina pasasen a redactarse, con el paso del tiempo, en lengua romance. Ciertamente, es probable que en el aiio 1206 algunos de 10s notarios ya viesen las dos formas escritas como dos lenguas, per0 tambi6n es posible sospechar que antes de finales dei siglo XI1 se hubiese visto este carnbio de la forma de la documentacidn como carnbio ortogrhfico, mhs que como carnbio de lengua. De todos modos, este carnbio tiene que haber sido desarrollado intencionadamente, y por eso conviene aqui, en primer lugar, considerar lo que pudo haber sido el motivo inicial de esta revoluci6n. El carnbio de forma escrita no se puede achacar a la mera consecuencia inevitable de cambios linguisticos, pues Cstos no suelen tener tal efecto universal en el nivel de la escritura. Muchos cambios linguisticos no afectan este nivel en absoluto. Los cambios semlnticos, por ejemplo, apenas son advertidos por el propio escritor y no es necesario modificar nada en el nivel escrito para acomodarlos. Los cambios sinthcticos tampoco necesitan adaptaci6n ninguna dentro de la escritura, porque las palabras se pueden escribir en el orden lineal que se quiera, y con la construcci6n sintlctica que se necesite, dentro de la ortografia tradicional, sin reformar nada mhs. Esto es lo que sucedi6 en la Peninsula durante el siglo XII, cuando era posible emplear paralelamente la ortografia tradicional y la morfosintaxis del iberorromance de la Cpoca. En el caso del iberorromance, 10s cambios morfol6gicos no necesitaban en si ninguna reforma general de la escritura, porque las desinencias usadas en el habla, 10s verbos nuevamente auxiliares, y 10s articulos
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definidos, por ejemplo, ya eran formas tradicionales, aunque tuvieran funciones nuevas, y por eso ya disponian de forma escrita tradicional. Antes del carnbio de la forma de la documentaci6n que aqui tratamos, se pueden descubrir en 10s documentos escritos entre 10s siglos IX y XII, palabras vernhculas, un orden romance de palabras y la morfologia que se usaba en el habla, sin que se hubiese necesitado tal reforma global. Todos estos fen6menos se podian representar en el pergamino con la ortografia latina tradicional, sin la necesidad de ninguna reforma comprensiva de la escritura. Ademis, como apunta, por ejemplo, Oesterreicher en este mismo volumen, la escritura rara vez resulta ser una sencilla transcripci6n del habla, sin0 que necesariamente la disfraza y la reorganiza. Es de suponer que con el carnbio de la forma escrita se buscase solucionar alguna dificultad; per0 Csta no habia surgido en el campo morfosinthcticoysin0 que se encontraba en las relaciones que habia entre la fonCtica y la ortografia. La ortografia tradicional, todavia usada en las cancillerias de Castilla y de Le6n en el siglo XII, ya no era un tipo de escritura ni tan siquiera semi-fonCtica. Sin embargo, esto no parece haber inquietado mucho en aquel entonces. Se puede ver, en 10s documentos de 10s siglos IX a XII, que muchas palabras corrientes se escribian casi siempre de la forma tradicional correcta (este fen6meno ha sido apuntado por Pensado Ruiz 1991, PCrez Gonzilez 1985 y otros). De esto se puede deducir que 10s escribas, dentro de su formaci6n profesional, habian aprendido a menudo la forma escrita integra de una palabra como una entidad en si, sin preocuparse de la relaci6n entre cada letra individual y la pronunciaci6n. Es lo que sucede en la actualidad en 10s paises de habla inglesa y francesa, en 10s que 10s alumnos aprenden a menudo la forma escrita completa de cada palabra. Y desde un punto de vista estrictamente lingiiistico, habria sido posible que 10s escritores castellanos continuaran asi incluso en el siglo XIII, esto es, representando en el pergamino la morfosintaxis iberorromance y su vocabulario normal mediante la ortografia tradicional; per0 surgieron problemas, siendo Cstos de tip0 mhs bien administrativo que lingiiistico. Parece probable que no les habria sido necesaria ninguna reforma general de la escritura si no hubiesen entrado en escena las reformas del latin medieval, las cuales llegaron a la Peninsula IbCrica junto con las reformas eclesiisticas de fines del siglo XI y que con rm6n le parecieron a MenCndez Pidal de tanta importancia para comprender el tema de 10s "origenes del espaiiol". Uno de 10s aspectos pricticos de este latin medieval reformado consisti6 en que 10s que habian
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aprendido este, leian 10s textos en voz alta como si estuvieran escritos en alfabeto fonetico, profiriendo un sonido correspondiente a cada letra escrita; Bsta no es en absoluto la manera habitual de leer nuestra propia lengua, per0 10s clkrigos de la Peninsula IbBrica tuvieron en principio que aprenderla, a la vez que todos 10s otros aspectos de las reformas eclesiasticas de esa Bpoca, introducidas desde Francia. Este tip0 de lectura oral habia conducido ya a la invencibn de la escritura romance. Una de las consecuencias de tal cambio en Francia trajo como consecuencia que, al menos dentro de algunos centros progresistas, hubiera sido conveniente cambiar la ortografia de 10s textos que habian de leerse en voz alta de una manera inteligible romance. La misma necesidad empezb poco a poco a sentirse en la Peninsula IbBrica durante el siglo XII. Esto es, algunos escritores quisieron desarrollar una nueva manera de escribir las palabras en la que cada letra escrita se correspondiera directamente con una unidad fonetica del habla iberorromance. Este instinto fonogrhfico es el que tambikn hoy en dia da lugar a casi todas las propuestas de reformas ortograficas. Pero tales reformadores siempre se topan con una resistencia, porque sus reformas no s610 son innecesarias sino que tambidn, a1 menos a1 principio, causan grandes dificultades. Escribir con un sistema fonktico no es facil y es de esperar que a la gente no le agrade ni escribirlo, ni leerlo. Sabemos por ejemplo lo dificil que ha resultado en nuestros dias reformar la ortografia del fiances, del aleman, del castellano o del portugu6s. Es de suponer que tales reformas habrian suscitado discusiones parecidas, a veces enconadas, en 10s escritorios de la Castilla de principios del siglo XIII, cuando las tentativas de reformar la ortografia en este sentido comenzaban a triunfar. El problema de la representacibn escrita de la lengua se convierte casi siempre en problema politico. Durante el siglo XI1 se habian avistado algunas tentativas mas bien experimentales de tal escritura fonetica en varias zonas de la Peninsula, siguiendo el camino que ya habian trazado 10s escritores franceses y provenzales (y cuyos primeros pasos en la Peninsula aparecen con las glosas riojanas del siglo XI); sin embargo, a principios del siglo XIII, estas tentativas no se habian adoptado aim en 10s circulos oficiales y cancillerescos. En mi estudio monogrdfico del tema (Wright 1999) se presenta ante todo una edicibn fidedigna de 10s dos manuscritos conservados del Tratado de Cabreros de 1206. Siendo 6ste un tema de inter& sociocultural a la vez que filolbgico, he acufiado, para clasificar estos estudios, siguiendo el modelo de la "sociolingiiistica", la palabra socioJilologia. Con ello me gustaria hacer
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hincapiC en el campo del estudio filol6gico sobre la necesidad de prestar mayor atencidn a las condiciones socioculturales que envolvian a 10s productores de 10s textos escritos. Asi pues, en mi analisis sociofilol6gico del Tratado de Cabreros, ademis de la inclusidn de muchas y detalladas consideraciones filoldgicas que no mencionarb aqui, intentark reconstruir 10s argumentos politicos que debieron de haber existido dentro de la cancilleria castellana, en torno a la forma escrita de la documentaci6n. Me parece probable que el uso de las nuevas formas escritas haya formado parte de las discusiones mucho mas amplias que se veian en esa Cpoca entre 10s partidarios de las costumbres tradicionales y 10s de las ideas modernas, tanto en Palencia y Toledo, como en Paris y en otros centros intelectuales. No se trataba, ni mucho menos, de una mera discusidn lingiiistica. Para entender el contexto en el que 10s escribas de la cancilleria emprendieron por primera vez un documento escrito a la manera romance, tendremos que retroceder para estudiar el contexto sociofiloldgico anterior. Como ya he dicho, antes de la llegada de las reformas del latin escrito y oral, 10s escribas cristianos de la Peninsula no pretendian que la forma escrita llegase a ser una trascripci6n fonetica de lo hablado; cada palabra poseia ya su forma escrita correcta y tradicional, y Csta era la que querian emplear a1 escribir. Las formas mis fonkticas se tomaban sencillamente como errores. Pero esto no les debi6 de haber causado muchas dificultades, ni siquiera a1 leer a continuaci6n el texto escrito. Si leian 10s textos en voz alta, lo hacian de la misma manera que 10s leemos ahora tambiCn nosotros; esto es, si el lector reconocia la palabra escrita, la proferia con la forma fonCtica normal, por poco que una transcripcidn fonCtica de ksta haya correspondido directamente a la forma escrita tradicional. Es lo que sucede en todas las lenguas, per0 sobre todo en el francis y en el inglCs moderno. Asi se lee, por ejemplo, mi propio apellido, escrito Wright, como [rajt] y tambiCn se lee desde un texto como [rajt], exactamente igual. Seria absurda una lectura fonografica como [wright]; pues no se comprenderia. De la misma manera, 10s hablantes del iberorromance de 10s siglos IX-XII, si es que sabian leer, y si conseguian reconocer la palabra de la que se trataba, leerian la forma escritafilios como [hi-gos], ipse como [C-se], placuit como [pld-go], etc. Antes de las reformas del siglo XII, las pronunciaciones tales como [filios], [ipse] y [plhcuit] no se habrian entendido entre el piiblico oyente (aunque reconozcamos la posible existencia de la "fonCtica de la lectura" de la que nos habla Sanchez-Prieto Borja, 1998). Y tambiCn es de suponer que la gente dictara las palabras de
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10s documentos legales usando su fonetica iberorromance normal, para que el escriba las transcribiera luego con la forma escrita correcta traditional. Voy a mostrar esto brevemente mediante dos textos del Reino de Le6n, uno del siglo X y otro del siglo XII. Primero, se reproduce aqui la secci6n inicial de un documento de venta del monasterio de Sahaghn del afio 951 (Minguez Fern6ndez 1976: 172-73, doc. 134): In Dei nomine. Ego Simplicius cognomento Karapele. Vobis fratres de Piasca, id est, Ailoni apatissa vel aliorum multorum fiatrum vel sororum. Placuit mici et venit volumtas nullis quoque gentis imperio neque suadentis articulo set propria mici acessit et venit volumtas ut vinderem vobis iam supradictis cultores eglesie Sancte Marie de Piasca binea in loco prenominato ad illa cauba; ipsa vinea quem abui de filia de Gontrico iusta vestra vinea per suos terminos. Et vos dedistis mici precio cebaria et quantum mici bene conplacuit; et de ipso precio aput vos non remansit devitus. Sabemos que el texto escrito se ley6 en voz alta, porque el escriba nos lo dice a1 final: "Ego Karapelle pro ipsa vinea vendicionis quem fieri volui et relegendo cognovi manu mea [signo] feci et coram testibus roboranda tradidip. Propongo que Carabel lo habrh leido mhs o menos asi:
Pronunciando de esta manera transcrita, la del habla normal de la Bpoca, el lector consigue que el texto leido resulte comprensible; a diferencia de lo que le habria pasado en 10s mismos afios en el hrea francesa, leyendo de la fornia reformada en que se pronunciaba un sonido para cada letra. Esta ven-
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taja prictica resultaba en la Peninsula IbCrica del desconocimiento de las reformas y de la no introducci6n del latin medieval. En el Congreso Internacional del Latin Vulgar y Tardio de 1996, en Heidelberg, lei en voz alta parte del Testamento de Vela, can6nigo de la catedral de Santa Maria de Salamanca, el cual f i e escrito, se@n parece, en el aiio 1163 (Martin Martin et al. 1977: 114-15, doc. 27): Mea maura prendat illa don Pelaio et vestiat illam de meo, et inuiet illam a sua terra, et si quesierit seder christiana, donent illa 1111 morabetinos. Ad Munio Gallego mando una arenzada de illa vinea de la Font, et habeat illam in sua vita, et post sua morte, tornet se a Sancta Maria, et quantum remanserit de illa vinea, vendant illa, et precio quod inde acceperint invient ad illos IIIIor clerizones qui sunt a Francia legere. Si hacemos caso omiso de la ortografia y nos concentramos en la sintaxis, en la morfologia y en el vocabulario, resultari que podremos calificar este documento de iberorromance. Vemos, por ejemplo, el uso general del articulo definido y de la preposici6n posesiva de. Se puede conjeturar, pues, que esta secci6n del testamento se dictaba a1 principio y se leia a continuacibn, tambiCn a la manera iberorromance normal, por eso 10s testigos lo entendieron. Sugeri (Wright 1999) que se habria leido mis o menos asi: [mi-a-m6-ra-prCn-da-la-dom-pe-lij-o i-pis-ta-la-de-mi-o jem-bi-e-la-su-tj6-ra i-si-ki-sj6-re-se-6r-kris-tji-na d6-nen-la-kwh-tro-ma-ra-Be-iSis a-ma-po-ra-16-TO min-dow-na-ren-dzi-i)a-de-la-pi-pa-de-la-fw6nt jh-ja-laen-su-pi-da i-p~6s-~u-mwCr-tet6r-ne-se-a-sin-ta-ma-ri-a i-kwin-to-re-ma-zj6-re-be-la-pi-pa b6n-dan-la i-prC-tsjo-ken-da-tsi-pj6-ren em-bi-e-na-10s-kwCtro-kle-ri-dz6-nes ke-so-na-frin-tsja-le-Cr] Puesto que conviene que se entiendan 10s testamentos a1 leerse piiblicamente, se puede concluir que, a1 menos en tal contexto, las reformas que se iban a ver en Salamanca en un futuro pr6ximo (y que se habian introducido ya en otras regiones) acarrearian consigo varias desventajas importantes. Asi estaban las relaciones entre lengua escrita y lengua oral antes de la aceptaci6n general de las reformas que introducirian el fonetismo del latin medieval. Los escribas cancillerescos del siglo XII, asi como 10s otros escribas de la Cpoca, estarian ya acostumbrados a las ventajas del sistema hereda-
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do. Por esta raz6n tenemos que buscar detalladamente en su contexto sociofilol6gico para averiguar las razones por las que cambiaron de sistema en la cancilleria, para utilizar una escritura mhs fonogrhfica a principios del siglo XIII. Tal cambio no habria sido previsto. De la misma manera, en el contexto moderno, no seria de esperar que 10s que redactan en Madrid el Boletin OJcial del Estado decidiesen en un futuro pr6ximo transcribirlo en el Alfabeto FonCtico Internacional. Asi debemos, en primer lugar, darnos cuenta de que el uso de las nuevas formas escritas para la redacci6n de un texto importante, aunque se llamen ahora del 'castellano antiguo', no les resultaba en realidad nada antiguo, sino que representaba un paso nuevo, revolucionario, sobre todo dentro del contexto cancilleresco. Para entender debidamente lo que sucedi6, es necesario investigar c6mo se organizaban las cancillerias peninsulares de la Cpoca. sta as empezaron a establecerse durante el siglo XII. Tanto en Castilla como en Le6n, la cancilleria se relacionaba de manera estrecha con el arzobispado; asi, en 1182, en Castilla, Pere de Cardona desempeiiaba 10s dos cargos, siendo a la vez canciller real y arzobispo de Toledo. Mhs adelante 10s dos puestos habrian de separarse. Martin L6pez de Pisuerga fue arzobispo de Toledo en 1206 (el aiio del Tratado de Cabreros). ~ s t inici6 e su labor en el verano de 1192 y casi a continuaci6n ayud6 en la selecci6n de Diego Garcia como canciller real, el mismo aiio. Asi que a la vez aparecieron en escena dos personalidades fuertes per0 antagbnicas, y las diferencias de actitud que se pueden vislumbrar entre el nuevo arzobispo y el nuevo canciller nos ayudan a iluminar, se&n creo, la variaci6n algo extraiia que sobrevino mhs tarde entre la forma tradicional y la moderna, dentro de la documentaci6n cancilleresca. Parece que este Martin L6pez, arzobispo de Toledo, era partidario de la nueva forma de escritura, la forma romance. Esto no nos debe sorprender, dentro del marco toledano, pues ya se empleaba alli el romance escrito de forma ocasional y la ciudad era un importante centro intelectual e internacional. Alli trabajaban eruditos y escribas con diferentes idiomas maternos, impulsando, en efecto, el renacimiento llamado "del siglo XII". La ciudad de Toledo, quizis la misma catedral, tambiCn proporciond el escenario original de la obra dramhtica escrita en forma romance que se conoce ahora como el Auto de 10s Reyes Magos, cuyo texto escrito se puede datar aproximadamente del aiio 1200. En las dkcadas anteriores muchos documentos toledanos se habian escrito en hrabe, per0 a fines del siglo XI1 esta lengua no bastaba ya para la comprensidn general. Desde 1196, en muchos de 10s docu-
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mentos redactados en hrabe se declara de manera explicita que el documento se ha leido en romance en voz alta para asegurar la comprensi6n de 10s interesados. Esta prhctica debe de haber ayudado al arzobispo a percibir el probable valor prhctico de la eventual documentaci6n escrita en forma romance dentro de la cancilleria, si se queria asegurar la comprensi6n general. Es posible, pues, vislumbrar aqui uno de 10s motivos de la redacci6n romance del Tratado de 1206. Pero se puede concluir tambiCn que el nuevo canciller, Diego Garcia, no hubiese entendido el asunto de este modo. ~ s t trabajaba e en Palencia, no en Toledo; se habia formado en Francia, y estaba por ello acostumbrado al fonetismo del latin reformado medieval y a la escritura tradicional. Parece que a1 principio dict6 61 mismo 10s textos cancillerescos, siguiendo el estilo fonBtico propio del latin medieval europeo (profiriendo un sonido para cada letra de la forma escrita correcta tradicional). Sabemos esto porque, poco despuCs de la llegada de Diego Garcia, dos escribas nos informan, al final de sendas versiones del mismo documento del5-3-1193, que se lo habia dictado el mismo canciller (Gondlez 1960: doc. 6 12): (i) Rodoricus Pauli, dictantis cancellarii, hanc cartam denotavit. (ii)Lupus, eius notarius, dictantis cancellarii istam celeriter denotavit. Esta frase se encuentra tambiCn en otros textos de 1193, per0 parece que el nuevo sistema del dictado fonogrhfico se descart6 pronto, porque despuCs de este aiio no volvemos a ver tales referencias. Quizb se pueda deducir de esto que ni al notario principal, Mica, ni a 10s otros notarios de la cancilleria que se habian formado ya en la manera iberorromance, les agradase redactar 10s textos usando esta tdcnica, o a1 menos que no lo hiciesen de manera muy exitosa, y que hacia finales de 1193 lograran persuadir al canciller de que no volviese a dictar 10s textos de aquel modo. Sea como sea, desde entonces, en vez de referencias al dictado, encontramos suscripciones tales como Bsta (291-1194): Didaco Garsie existente cancellario, magister Mica, domini regis notarius, scripsit. Dentro de la cancilleria castellana, el balance politico iba a cambiar con el siglo. El personal h e aumentando. En 1197 lleg6 un nuevo notario, Domingo, y en 1204 le vino a acompaiiar un subnotarius, Pascasio. Encontramos
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10s nombres de estos dos empleados al final de varios documentos, tales como Bste del 10 de noviembre de 1204: Didacus Garsiae existente cancellario, Dominico scriptore regis notario, Paschasius, eiusdem regis subnotarius, scripsit. Sin embargo, la mayoria de 10s documentos de este period0 llevan la firma solamente de este Domingo. El hltimo documento, del 23-10-1205, que sobrevive con suscripcion cancilleresca antes del Tratado de Cabreros, remata de la manera que ya se habia hecho habitual: Dominicus domini regis notarius Didaco Garsiae existente cancellario scripsit. Diego Garcia seguia alli de canciller, pero ahora Domingo hacia la escritura. El Tratado de Cabreros de 1206 es el primer documento cancilleresco que conocemos escrito en el romance hispanico. Podemos estar seguros de que lo era: la versi6n original de la cancilleria leonesa sobrevive en la Catedral de Le6n, llevando todavia el sello real leonds; tambiCn tenemos una copia coetanea de la versi6n de la cancilleria castellana, aunque sin tal sello, en el Archivo de la Corona de Arag6n. El Tratado de Cabreros era un documento sumamente importante. Result6 de las luchas que hub0 entre 10s reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de Le6n. El pequefio pueblo de Cabreros (ahora 'Cabreros del Monte') se s i ~ en a la provincia de Valladolid, cerca de la frontera castellano-leonesa; ambos reyes se reunieron alli, acompafiados de sus cancilleres y 10s empleados de las dos cancillerias, ademas de arzobispos, obispos y nobles. No contamos con otro documento en forma romance procedente de la cancilleria leonesa anterior a la uni6n de 10s dos reinos en 1230, y parece que la forma ins6lita de este Tratado debe de haber sido iniciativa de 10s castellanos. Se pueden deducir unos importantes detalles sociofilol6gicos del texto mismo. La versi6n castellana del Tratado es el primer documento de la cancilleria que termina de este modo: Didaco Garsie existente cancellario Dominicus regis notarius scribi fecit. Esto es, que no se lee scripsit, como a1 final del documento anterior; sin0 Domingo scribifecit, organiz6 la escritura, y es licito conjeturar que el subnotarius fue el que manej6 la pluma cancilleresca. La versi6n preparada por la cancilleria leonesa, en cambio, tiene suscripci6n menos novedosa:
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Ferando Compostellano decano regis Legionis cancellario, Petrus Petri regis notarius scripsit. Parece bien posible, ya que sobreviven las dos versiones del Tratado en forma romance con contenido igual per0 con detalles ortogrhficos bastante divergentes, que estas dos versiones, y quids otras paralelas, se hayan preparado a1 mismo dictado, del mismo mod0 que 10s documentos de 1193, per0 que esta vez se haya dictado en fonktica iberorromance, porque era totalmente precis0 que todos lo entendieran bien; y quids una sola vez, para que lo entendieran, per0 no se aburrieran, 10s distinguidos testigos alli presentes. El cambio de ortografia no es hnicamente ibBrico, desde luego. La decisi6n de escribir ciertos textos oficiales, incluso documentos cancillerescos, seghn 10s requerimientos de una nueva forma m6s isom6rfica con el habla, se toma durante la misma Bpoca en otras partes del mundo de habla romance (incluso en Francia y en Inglaterra, a pesar de su gran producci6n de otros gBneros escritos en romance en el siglo XII). Esta incipiente disgregacidn entre dos modalidades escritas venia unida a la profesionalizaci6n cada vez m6s marcada de 10s conocimientos esot6ricos del mundo acad6mico; eso es, coincidid con el establecimiento de las primeras universidades. M k precisamente, 10s aiios 1206 y 1207 presenciaron a la vez la tentativa de reforma de la ortografia oficial, dentro de la cancilleria castellana de base en Palencia, y la gestacidn inicial de la primera universidad castellana en el mismo pueblo, a lo mejor por las relaciones que ya tenia con Boloiia (como nos muestra, por ejemplo, Kabatek en este mismo volumen). No creo que esto sea mera coincidencia cronol6gica. Vemos una ortografia reformada no s610 en el Tratado de Cabreros de 1206 sino tarnbikn en las decisiones de las Cortes de Toledo de 1207, publicadas por Francisco Hernhndez. TambiBn, Derek Lomax (1971), Francisco Hernhndez (1994), Peter Linehan (1993: 324-27) y yo mismo (1996) nos hemos preguntado si la fecha de 1207 que se encuentra a1 final del manuscrito del Poema de Mio Cid indica que este texto tambikn puede tener algo que ver con esta reforma, lo cual pareceria plausible. Dos meses despu6s del Tratado de Cabreros, el primer dia del mes de julio de 1206, sobrevino una verdadera revoluci6n organizativa. El rey Alfonso VIII de Castilla promulg6 un edicto famoso (escrito en un latin de alta categoria que no parece ser el romance disfrazado de antes). Con este edicto efectivamente se le concedi6 a1 Arzobispo de Toledo la cancilleria castellana, junto con el poder de organizar el notariado:
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'[ ...I ego Aldefonsus [...I do uobis domino Martino, Toletanae sedis ar-
chiepiscopo, Hyspaniarum primati, et successoribus uestris canonice intrantibus [...] cancellariam meam quasi quoddam familiare bonum et peculiare beneficium, ut ad usus proprios iure uobis perpetuo uendicetis. Ita quidem ut cum Didacus Garsie meus cancellarius, cui cancellariam canonice concessistis ipsam, in uita dimiserit uel in morte amisserit, michi uel proli mee non liceat loco eius quempiam subrogare, sed tocius iuris mei auctoritate in uos transfusa plenarie, soli dumtaxat notarii uel scriptores in cancellaria ad uoluntatem regiam per uos disponantur. Cetera uero singula tam priuata quam publica a uobis ut libuerit ordinanda uestris preceptis obtemperent, uestro subsint examini, uestre subiaceant uoluntati [...I7(Gonzilez 1960: no 788) Es de suponer, desde luego, que las discusiones que dieron lugar a esta decisi6n se habrin centrado no s610 en asuntos meramente ortogrificos, aunque Cstos nos resulten como el sintoma mis destacado. DespuCs de leer esto, no deberia asombrarnos la opci6n de escribir en la nueva forma romance las decisiones que se tomarian en las Cortes de Toledo en enero de 1207 (aunque por desgracia no sobrevive ninguna suscripci6n que nos indique quikn fue el escriba). Parece que 10s documentos privados de menor importancia general seguian preparhndose de la manera tradicional, per0 las decisiones detalladas del Tratado y de estas Cortes de Toledo eran decisiones phblicas, que el rey queria que se divulgaran y se entendieran por doquier. De esta forma, se habia introducido una distinci6n de gCnero, mas bien que de lengua, entre 10s documentos privados escritos en la forma tradicional y 10s documentos phblicos escritos en la nueva forma revolucionaria, la romance. Sobreviven a estos aiios otros sintomas de tal distinci6n: por ejemplo, se preparb en forma romance el documento breve que extendi6 el Fuero Latino de Uclks a la poblaci6n de Huklamo (Siez 1953); MenCndez Pidal (1966) nos ofrece tres documentos en romance promulgados por el maestre de Santiago en UclBs en 1206-1207, y un tambien breve documento romance de Toledo, de Mayo de 1208, en que el arzobispo Martin adquiere algunos inmuebles. De repente, el cambio se detuvo en seco. Martin L6pez fallece, el 28 de agosto de 1208. El arzobispo que le sucede y que hereda 10s privilegios cancillerescos reciCn establecidos para el arzobispado, h e el mas celebre arzobispo de todos, Rodrigo Ximknez de Rada. Rodrigo habia recibido su formaci6n intelectual en Bolo6a y en Paris, y por eso tenia una perspectiva inte-
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lectual mas semejante a la del canciller Diego Garcia, que a la del difunto arzobispo Martin Ldpez. Y si la subita aparicidn de la documentaci6n romance cancilleresca en 1206-1207 sorprende, su desaparici6n igualmente subita despu6s de 1208 asombra ahn mhs, pues Csta desaparece en efecto. El Tratado de Valladolid entre Castilla y Ledn, del 27 de junio de 1209, del mismo gran inter6s public0 que el Tratado de Cabreros de tres afios antes, se prepar6 en la forrna latina tradicional. En febrero de 1210, Rodrigo despidid de la cancilleria a Domingo, el notario de Cabreros y lo sustituy6 por un tal Pedro Ponce. El canciller debe de haber sentido gran satisfaccidn. Durante estos aiios Diego Garcia habia continuado ocupando el puesto de canciller real, per0 ahora trabajaba por primera vez con un arzobispo que le suscitaba gran admiracidn. Continuaron tanto Diego Garcia de canciller y Pedro Ponce de notario hasta el final del reinado de Enrique I en 1217, y durante estos afios parece que la cancilleria no produjo mas documentos en forma romance. Podemos interpretar esta reacci6n conservadora de Rodrigo y Diego, ante la escritura reformada, como parte de un movimiento internacional de mayor envergadura; por ejemplo, en el mismo afio de 1210, el de la despedida del notario Domingo, se veian tentativas hechas por 10s eruditos de Paris de presentar defensas en pro de la cultura tradicional y en contra de las nuevas ideas y filosofias que les venian precisamente desde Toledo; tanto Diego como Rodrigo se habian formado parcialmente en Paris, y tuvieron que haber sabido de las controversias que alli se entablaron y del poco prestigio que tenian las costumbres toledanas en algunas zonas mhs a1 Noreste. Aqui se encuentra, creo, a1 menos una parte del porqu6 de su conservadurismo en cuanto a la forma de 10s documentos oficiales. Diego Garcia se jubil6 a principios del reinado de Fernando I11 y no volvemos a encontrar su nombre dentro de 10s textos emanados de la cancilleria. Tampoco tenemos noticias concretas de lo que le sucedi6. Sin embargo, lo vemos con mayor claridad despu6s de su jubilaci6n, porque escribi6 en esa Cpoca el extraordinario tratado que titul6 Planeta (Alonso 1943) elaborado, por supuesto, en latin. El tono de este tom0 ha asombrado a sus lectores durante casi ocho siglos. Diego nos dice de manera explicita que escribe en el afio 1218, y asi sabernos, aunque no lo dice 61, que escribia como recikn apartado de su cargo. Y asi se puede explicar la actitud agriada que muestra ante casi todas las manifestaciones del mundo moderno. Segun 61, no se podia ya distinguir la conducta de 10s clCrigos de la de 10s legos. Entre las
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deficiencias clericales nota la falta de litterae, esto es, de litterae latinae; incluso se refiere (sin dar nombres) a unos obispos sin litterae que persiguen a 10s letrados. Ademhs, Diego vislumbra una importancia transcendental e incluso mistica en muchos detalles de la ortografia latina tradicional y la expone por extenso. Se puede inferir de esto que a Diego la ortografia no latina debe de haberle parecido poco menos que herCtica, en el mismo nivel que otras costumbres toledanas de la Cpoca. Diego escribe a sabiendas dentro de las tradiciones mas antiguas de 10s Padres de la Iglesia. En general, pues, no parece que Diego se pueda ver como partidario de la escritura avantgarde, aunque esta haya emanado de su propio despacho en 10s aiios 12061207; creo mas bien que repetirh de vez en cuando, en este libro, argumentos que habia proferido ya durante la primera dCcada del siglo. Seria fhcil burlarnos ahora de esta actitud extremadamente conservadora de Diego Garcia. En nuestra Cpoca, las ventajas de la nueva escritura parecen obvias; per0 10s enemigos de la nueva forma escrita tenian motivos coherentes, que habian parecido vhlidos durante siglos, y que se asemejan mucho a 10s honrados motivos que, en el contexto sociofilol6gico actual espaiiol, se esgrimen en contra de toda reforma ortogrhfica. Tal reforma no parece necesaria en el contexto moderno, del mismo mod0 que no lo habia de parecer a principios del siglo XIII. Es de gran inter& notar que la cronologia que vemos en Castilla de las variaciones de la forma escrita de 10s documentos cancillerescos se parece bastante a la que se puede reconstruir para las obras literarias (si descontamos las que provienen de Toledo). En 10s dos casos aparecen dos textos bastante extensos escritos a mediados de la primera dCcada del siglo XIII, per0 les sigue un period0 (desde mediados de 1208 hasta la dCcada de 10s 1220) sin tal producci6n en romance escrito. El Libro de Alexandre proviene, casi con certeza, del ambiente cultural de la naciente universidad de Palencia, y parece probable que tambiCn se haya formado alli el escriba de la versidn de 1207 del Poema de Mio Cid (el escriba, no el autor); asi que la variaci6n cronol6gica que ya hemos visto dentro de la cancilleria, tambiCn basada en Palencia, parece relacionarse directamente con esta variaci6n literaria en el Studium. Se ha presentado la conjetura de que quids fueran 10s profesores del Studium 10s que habrian introducido en Castilla la idea de escribir poesias eruditas en forma romance, tal como ya se hacia en Francia; se podria aiiadir ya la conjetura de que quizhs despues tales poesias se habian de dejar de escribir porque no eran del agrado de XimCnez de Rada despuCs
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de su elevacidn a1 Arzobispado en 1208. Es decir, que este habria logrado en esa Cpoca hacer cesar todos 10s movimientos de modernidad ortografica, tanto en el Studium como en la cancilleria. Si fue realmente asi, seria un fen6meno altamente sociofilol6gico. Conclusi6n: Las relaciones fluctuantes entre la documentaci6n cancilleresca elaborada a la vieja usanza y la preparada en la moderna, se resolvieron a1 fin en favor de la nueva (la romance), como sabemos; per0 bastante mis tarde que la primera aparicidn de 6sta. Se ha visto, de esta exposici6n de 10s pasos iniciales del romance escrito cancilleresco durante la primera dCcada del siglo, que tanto la primera aparici6n como la posterior desaparici6n de la forma romance se pueden explicar en referencia a las controversias intelectuales y politicas de la Cpoca, del mismo mod0 que a la personalidad y formaci6n de 10s cancilleres reales, de 10s arzobispos de Toledo, y de 10s funcionarios de la cancilleria. La redacci6n del Tratado de Cabreros de 1206 habia sido s610 la etapa inicial de un proceso de reforma ortogrifica oficial que tardaria medio siglo en consumarse e imponerse.
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Los regimientos depeste a fines de la Edad Media: configuraci6n de un nuevo gCnero textual
1. Discurso escrito y tratadistica El estudio del lenguaje se ve cada vez miis condicionado por el conocimiento de las situaciones y formas discursivas concretas en las que se emplean 10s sistemas en cuesti6n. Este principio bhsico, que ha demostrado su capacidad explicativa en la lingiiistica sincrbnica, se revela aGn mas fructifero en el anilisis de 10s estados hist6ricos de las lenguas. Y es que la fijaci6n de un discurso mediante la letra obliga a fkndirlo en uno de 10s tantos moldes previstos por la tradici6n escritural. Escribir implica, en buena parte, respetar un ritual que canaliza y regula el flujo de la comunicacibn segGn unos preceptos concretos, que forman parte inseparable de nuestro aprendizaje de la escritura. Sin duda, el cardcter convencional del discurso escrito era mas acentuado en la Edad Media que en nuestros dias, debido a1 elevado coste del papel, el bajo indice de alfabetizacidn y la escasa circulaci6n de textos escritos antes de la invenci6n de la imprenta. Esta situaci6n justifica plenamente el auge que ha tenido Gltimamente la investigacibn hist6rica sobre las distintas formas discursivas, pues no hay otro camino para adelantar en el conocimiento de c6mo funcionaba un sistema lingiiistico en un momento dado. Pero las clases de textos -tanto estCticos como utiliarios- que produce una sociedad permiten tambiCn conclusiones sobre la vida comunitaria. Por ello la aparici6nYa lo largo de la historia, de nuevas clases de textos en lengua vulgar es siempre un hecho significativo, revelador de una nueva demanda social de informaci6n sobre ciertos temas. En ese sentido, el siglo XV h e una etapa crucial en la trayectoria cultural del castellano, pues nunca se habian escrito textos tan numerosos y variados en esa lengua. Tal diversificaci6n parece preparar el terreno para la gran difusi6n del libro que traera consigo la instalaci6n de las primeras imprentas en Espaiia a partir de 1480. Una gran parte de 10s textos redactados a lo largo del Cuatrocientos pertenece a la clase de 10s tratados, fenbmeno que tampoco es fortuito. La civilizacibn de la Cpoca muestra un patente gusto por las exposiciones razonadas
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sobre 10s aspectos mhs diversos de la vida. Se multiplican 10s doctrinales de caballeria, 10s libros acerca de la conducta del principe, 10s tratados de halconeria y 10s manuales relativos al servicio de la mesa, amen de una rica tratadistica religiosa. Si la mayoria de estos textos tienen por objetivo codificar la vida de 10s nobles y dar brillo a sus representaciones phblicas, no faltan obras encaminadas a mejorar las condiciones de las clases populares. Algunos de 10s libros de medicina en lengua castellana son una buena muestra de esta segunda tendencia.
2. Los tratados mCdicos
Durante muchos siglos, 10s arcanos de la medicina se habian transmitido exclusivamente en latin, y 10s pocos libros que se escribieron en lengua vulgar o se tradujeron a un idioma vivo solian ser de indole eminentemente prhctica. Pero en el siglo XV se observa un notable increment0 del nGmero de traducciones al castellano y una proliferacibn de textos de vulgarizaci6n redactados directamente en romance. Asi, se vierten a1 espaiiol el Lilio de medicina de Bernard de Gordon, compuesto entre 1303 y 130S1 -primera obra extensa en castellano cuyas resonancias aparecen incluso en la literatura2- y el Compendio de humana salud de Johannes de Ketham3. Desde el comienzo del siglo se difunden tambidn las obras de una serie de autores peninsulares que escriben en romance: Alonso de Chirino, medico del rey Juan I1 de Castilla, redacta sus Espejo de medicina y Menor dafio de la medicina, a Juan de Aviii6n se debe un libro titulado Sevillana medicina, y G6mez de Salamanca dedica a Don Alvaro de Luna su Compendio de medicind'. De tamaiio bastante m b reducido son unos textos centrados en la peste, enfermedad que vuelve a manifestarse peribdicamente desde la gran epideDel Lilio de medicina de Gordonio existe un manuscrito incompleto asi corno una primera edici6n integral de 1495, editada y estudiada por Brian Dutton y Ma. Nieves Shchez
*
(1993).
B. Duttonl Mf N. Shchez, op. cit., 25-3 1 . Editado por W. T. Herrera (1990). Seg6n la editora, se trataria de Johannes Ketharn o Kirchheim, doctor en medicina y cirujla de la universidad de Viena, que vivi6 en la segunda rnitad del siglo XV y se dio a conocer con un Fasciculus medicinae (1' ed. latina en Venecia, 1491); la mencionada versi6n espailola se imprimi6 en Burgos, en 1495. Edici6n por Marcelino Amasuno (1971).
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mia de 10s aiios 1348 a 1350. Nos referimos a 10s tratados loimoldgicos o, como se llamaban en la Cpoca, regimientos de peste. Curiosamente, no se conoce hasta ahora nin@n texto castellano de la segunda mitad del XIV5, mientras que en el XV y el XVI 10s ejemplares son relativamente numerosos. Pero es muy probable que antes de 10s tratados en lengua vulgar existieran otros en latin, situacidn que se da tambiCn fuera de la Peninsula6. La sustituci6n lingiiistica tanto en 10s tratados de medicina como en 10s regimientos de peste es, sin duda alguna, un dato significativo. La podemos relacionar con la valorizaci6n general del castellano en cuanto lengua de cultura y, mhs particularmente, con el hecho de que el saber mCdico deja de ser el monopolio de la universidad. Por lo visto, no se trata de nin@n conflict0 de competencias, ya que son 10s propios profesores universitarios quienes se encargan de la divulgaci6n de sus conocimientos. Estos textos se redactan en una Bpoca en que 10s historiadores han observado un descenso de la producci6n y de la calidad en la literatura mCdica peninsular7.Buena prueba de la crisis cientifica seria tambidn la 'deriva astrol6gicaYque se manifiesta en algunos tratados loimoldgicos, como el de Torres. Consideramos que 10s regimientos de peste forman un solo g6nero textual, con una misma finalidad y una estructura interna muy semejante. Los propios autores de estos escritos son conscientes de la identidad del gCnero, ya que algunos se refieren en sus textos a otros escritos del mismo tipo. Asi, Fores (102) seiiala en el capitulo sobre la sangria que "en este lugar se suele dezir que se deue fazer cerca de la purgacion o sangria". La mayoria de 10s tratados del siglo XV cuentan actualmente con buenas ediciones y tambien con estudios de su contenido, particularmente en lo que a la historia de las ideas mCdicas se refiereg. En cambio, no han merecido mucha atencidn ni la pragmitica de estas obras ni la configuraci6n especifica En lengua catalana tenemos el Regiment de presewacid a epidimia e pestilincia e mortaldats de Jaume d'Agramunt (1348); en la Corona de Arag6n se escribieron tambikn el Regimen de epidemia editum a Magistrum Sancio de Riva Aurea (1365), asi como una Preservatio contra pestilentia de Juan de Torquemada y un Regimen contra epidimian de Johannes Jacobi, ambos de 1370, s e g h seAala J. SobrequCs Callic6 (1970-1971: 8 1). Vkase, por ejemplo, el caso de Alemania, donde se conocen varias obras latinas y, a partir del siglo XV, alguna que otra alemana (cfr. Sudhoff (19 18-19 19: 47-92 y 121-176). Garcia Ballester (1976: 9). Aparte 10s estudios realizados por 10s propios editores de 10s textos que citamos en la bibliografia, puede mencionarse: IW.Estela Gonzklez de Fauve 1 Patricia de Forteza: "Notas para un estudio de la peste bub6nica en la Espaiia bajomedieval y de fines del siglo XVI", en: GonzAlez de Fauve (1996: 81- 101).
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de su discurso. Este sera, pues, nuestro cometido en las reflexiones que siguen. Para ello nos limitaremos a los siete textos loimoldgicos propiamente dichos que figuran en la bibliografia, aunque en alguna ocasidn se hark tambiCn referencia a Menor dazo de la medicina de Chirino, obra igualmente de carhcter divulgativo, que contiene un capitulo sobre la peste. En la mayoria de 10s casos se trata de escritos relativamente breves, de una extensidn que oscila entre tres y varias decenas de phginas. Su estilo es casi siempre escueto, precis0 y carente de pretensiones estilisticas, lo que demuestra bien a las claras su cariz eminentemente funcional. Hay, sin embargo, una notable excepcidn en este panorama de prosa utilitaria: el Tratado de las pestllferas bubas que constituye la ultima parte del Sumario de la medicina de Francisco Ldpez de Villalobos. Escrito en coplas reales, el Sumario convierte la arida exposicibn de cuadros clinicos en ejercicio literario lleno de figuras retdricas y no exento de notas de humor. Veamos como b o t h de muestra la estrofa 41 1, donde el autor alude a la opinidn de ciertos colegas de que el enfermo debe comer y beber en abundancia: Aquestos dezian que purga y sangria se diese en el jarro mas no en la persona y aquel buen xarope en Medina lo auia en Coca y Arenas y el Landaluzia y a estos por beudos les doy la corona mas otros que a fisica son mas vezinos dezian ser buena la euacuacion las purgas sangrias xaropes continos y el poco comer ser remedios diuinos y aquesta tanbien era errada opinion. (LzVill, 169) Estamos, por tanto, ante un ejemplar atipico del gknero, una especie de divertimiento intelectual en que el autor da rienda suelta a su conocido talante humanistic0 para aunar deleite estktico y enseiianza profesional.
3. Aproximaci6n a la pragmitica de 10s regimientos depeste Para un primer acercamiento pragrnhtico son de gran inter& 10s pasajes donde 10s especialistas precisan el objetivo que persiguen con sus textos, dato
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que no falta practicamente en ninguno de ellos. El prop6sito principal consiste, por supuesto, en difundir ciertas practicas de prevenci6n y terapia que permiten una lucha mas eficaz contra la epidemia, ya que 10s pocos mCdicos que habia en la Cpoca se veian incapaces de tratar a todos 10s enfermos. Los textos satisfacen, pues, esa demanda social que mencionamos mas arriba. En este sentido es interesante notar que 10s autores intentan a veces responder a unos interrogantes precisos. Taranta, por ejemplo, contesta explicitamente a unas preguntas que se le han hecho sobre la enfermedad9,y tambien el licenciado Fores puntualiza: "Fueme preguntado, si el medico es llamado tarde, en el segundo o tercero dia o mas, [...I, si se deuria guardar la orden susodicha en la sangria; dig0 que si, auiendo constancia e firmeza en la virtud siempre se deue sangrar [...I" (Fores, 125). En relaci6n con la falta de medicos, muchos autores insisten en el desampar0 sanitario de las capas populares. Fores (80) se refiere en su introduccibn a otro tratado m6s extenso y aiiade que "esto que yo intiendo hazer es dirigido a 10s pobres". Sin embargo, la voluntad de resolver problemas concretos se manifiesta sobre todo en las medidas preventivas y terapeuticas. ~QuiCnesescriben estos tratados y a quk lectores se dirigen? Los autores suelen ser mCdicos renombrados, algunos son profesores universitarios, otros, mCdicos personales de reyes, se@n demuestran las noticias biogrhficas que insertamos en la bibliografia de fbentes, a1 final de este trabajo. En algGn caso, como el de L6pez de Valladolid, el mCdico escribe por orden de un alto dignatario eclesi8stic0, quien afirma asumir de esta manera sus responsabilidades sociales. Los destinatarios son mas dificiles de determinar. A pesar de que varios autores pretenden escribir para 10s pobres, cuesta creer que la gente humilde leyera realmente estos textos, teniendo en cuenta el alto indice de analfabetos. Mas bien, debe pensarse que 10s escritos cumplian su misi6n divulgadora a travCs de personas letradas, de mediana posici6n social. Ma. T. Herrera piensa que se trataba de j6venes practicantes, discipulos de maestros probados, que sintieron la necesidad de poseer por escrito la informacibn m8s importantelo.Esta opini6n viene confirmada por varias declaraciones explicitas. Torres (81) seiiala que las normas de conducta consisten en seis cosas "en las quales la intencion del phisico ha de ser confortar la uirtud y alterar
lo
Taranta (72 y ss.) Herrera(1998: 218)
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la mala complesion"; y Alvarez Chanca (196-7) se propone "ordenar la cura, ansi para 10s mancebos como para muchos fisicos que no son instrutos ni menos saben latin y, por tanto, de nueuo comienqo a ordenar la curay'. Ademas, aunque nuestros regimientos se redacten en castellano, 10s hay que contienen alguna que otra ease latina, lo que tambiCn apunta a unos lectores de cierto nivel de formaci6n11. Es interesante notar que 10s autores se posicionan de vez en cuando frente a la medicina profesional. Varios insisten en que escriben un simple compendio y aconsejan la consulta de un facultativo en casos dificiles12, otros se muestran francamente hostiles a 10s colegas de ciertas especialidades; asi Chirino (103), cuando declara que "en la qerugia que conuiene saber segunt la entenqibn deste tractado, lo primero es que vos guardades quanto pudierdes de la maldat de qerugianos que son muy malos omenes e peores que fisicos, si peores se pueden aver"; aunque mbs adelante (104) admite que en algunas situaciones su ayuda puede resultar indispensable: "Quando de la ferida sale sangre e ha menester coser o fazer, es forqado de creer a 10s locos qurujanos per0 es de escojer el menos malo que es aquCl que se demuestra mas cathblico e mbs piadoso". Ambas actitudes tienen que ver con una profunda inseguridad respecto a las causas de la peste y a las medidas sanitarias rnbs adecuadas para combatirla. De hecho, la bljsqueda de la verdad etiologica, el sopesar diferentes hipotesis y, de un mod0 general, una buena dosis de escepticismo determinan, en parte, la configuraci6n de esta clase de discurso.
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Otra clase de destinatario menos corriente menciona L6pez de Villalobos en su tratado versificado (23): su libro seria tambikn "prouechoso para 10s seaores y letrados de otras facultades que quieren saber algo en la medicina para hablar con 10s medicos [...Im. P. ej.: "xaropandose primero, en tales medicinas, miren a1 henchimiento que ay por estonces, con consejo de medico bueno" (Fores, 103); "esto queda a1 iuyzio del phisico, segun uiere el thenor dela uirtud" (Torres, 82); "E porque nuestros doctores, las tales calenturas, avnque Sean sin nacidas, las llarnan engailosas [...I, es loable consejo que, avnque las tales calenturas comienqan assi mansas, 10s pacientes no engailen; antes deuen muy prestamente llamar a1 medico spiritual e corporal, [...I" (Alv, 164); el mismo Alvarez (175) termina su obra con la siguiente recomendaci6n: "E en todo me remitto a1 fisico que estouiere presente, a1 qua1 conuiene moderar segun la edad, complexion e costumbre del subject0 que se la encomendare".
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4. Estructuras biisicas de 10s textos
Veamos rnhs de cerca c6mo esthn construidos nuestros tratados. La mayoria contiene dos parcelas temhticas que a veces se nombran a1 principio del texto, la preventiva y la curativa'3. Pero a pesar de esta distinci6n terminol6gica, 10s dos aspectos se confunden y mezclan en algunas ocasiones. Ambas hreas temhticas generan estructuras textuales parecidas, ya que en un caso u otro el discurso se organiza esencialmente como sucesi6n de consejos prhcticos. Otra constante: cuanto rnhs breves son 10s textos, mhs se limitan a una escueta evocaci6n de 10s actos que deben realizarse, como ocurre, por ejemployen 10s escritos de Garcia de Salamanca y Lttpez de Valladolid. Esta focalizaci6n en las medidas prhcticas contrasts con la organizaci6n de 10s grandes tratados mCdicos de la Cpoca. Si consideramos el rnhs celebre de ellos, el Lilio de medicina de Gordonio, advertimos que cada capitulos se divide en cinco partes canttnicas: (1) la presentacidn general de la enfermedad, (2) las causas, (3) 10s sintomas, (4) 10s posibles prondsticos y, por fin, (5) la terapia. En comparaci6n con 10s tratados de gran envergadura, 10s regimientos de peste muestran una macroestructura sumamente simplificada, plasmada en secuencias de una clara funci6n instructiva. Los consejos pueden dividirse en dos clases. La primera, que llamaremos medidas higiknicas, tiene un carhcter rnhs general y se refiere a las distintas disposiciones que deben tomarse. Entre ellas esthn la higiene personal, la de la vivienda y de la via pCblica, la eliminaci6n de 10s "aires corrompidos" mediante la combusti611 de sustancias aromhticas, una alimentacibn encaminada a reducir 10s llarnados "humores gruesos" y, luego, intervenciones mCdicas como la purga, la sangria y otras mhs. La segunda clase de consejos precisa c6mo deben confeccionarse 10s medicamentos, y representa una forma discursiva bien delimitada, la receta. Se trata de unas secuencias con funci6n apelativa, caracterizadas por unas marcas morfol6gicas y lCxicas particulares. Y, como ocurre hasta hoy en dia, sus elementos de contenido indispensables son la relaci6n de 10s ingredientes con sus respectivas cantidades y la evocaci6n de 10s actos necesarios para la elaboraci6n del producto. Una de las principales caracteristicas, tanto de las medidas higiknicas como de las recetas, es la recurrencia de unos tiempos y modos verbales l3
Asi, por ejemplo, en Fores (82).
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especificos. En nuestros textos se dan el imperativo, el presente de subjuntivo con funci6n imperativa y, mas raramente, el futuro de indicativo o, simplemente, el infinitivo. Pero ninghn autor es consecuente en el uso de tales formas, pues Bstas suelen alternar mas o menos libremente. Ademas, cada una supone el recurso a determinadas personas verbales. Generalmente, predomina la tercera persona, sea de singular, sea de plural, sobre todo con el verbo de caj6n que inicia hasta hoy las recetas, "tome" o "tomen". La segunda persona de singular o plural es menos frecuente. Veamos dos fragmentos que contienen varias de estas opciones: toma 17 granos de laurel [...] e monde 10s de las caxcaras e sean molidos mucho e cernidos e tomen deste poluo peso de dos adaremes [...] e mesen 10s con quantia de vn cascaron de ueuo de agua rosada [...I. [...] e ello caliente bebalo todo e desnudo acuestese en la cama e cubranlo bien e su(sa)dara [...] (GzGSal, 46); Tomen agua rosada, agua de torongil, [...I; sean echados estos poluos en ellas e mojados paiios de lino en ello tibio e puesto sobre el coraqon [...I. E mudallos muchas vezes. Aueys de mirar que encima del coraqon e higad0 e celebro no deueys poner cosa actualmente fria (Fores, 142). La mezcla de formas resulta, sin duda, de un cierto descuido en la formulaci6n. Especialmente en las ocurrencias de la 3" persona llama la atenci6n la ambigiiedad respecto a1 referente. Asi, en la primera cita unos verbos apuntan a 10s cuidantes y otros a1 enfermo, alternando ambas referencias sin orden ni concierto. En contraste con la lengua moderna, destaca tambiCn el escaso nGmero de formas pronominales con valor impersonal, del tipo tdmese, hcigase, etc14. Pero la funci6n apelativa -el consejo, la recomendacibn- cuenta tambien con una serie de expresiones Iexicas, como demuestran 10s ejemplos siguientes: Alaban tan bien el boloarmenico tomado con vino de granadas, peso de vn real; [...] Alaban vna confection hecha delos corales, y triasandalos [.. .] (Torres, 76); y es tan bien muy bueno el letuario que se dize gloria inextimable, [...I, y aun que sea de grand gasto es de gran prouecho. La regla sea, enel uso de lectuarios y medicinas, que las calientes siempre se
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He aqui una muestra: "de flor de borraias, lenguabuey, y torongil, y azederas, o delas hoias, medio manoio de cada uno. Cuezanse en agua rosada, tres libras" (Torres, 80).
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mezclen con frias [...I. I mandase emphisica traher vn pomo colgado al cuello (id., 77). Tanto las medidas higiknicas como la receta se verbalizan a veces mediante procedimientos mis expeditivos, casi telegrificos. Prevalece entonces el estilo enumerativo, a menudo con ausencia del verbo o con verbos en infinitivo: [sc. para el dolor de 10s dientes e muelas] Estas son las cosas: Cozimiento de manganilla de magin e coronilla en agua tenikndolo callente a bocadas; cozimiento de orCgano con vino o con agua qua1 mejor sentiere; cozimiento de isopo por esa mesma manera. (Chi, 145); Perfumes para 10s pobres. Encienso blanco, peso de vn real; laupdano puro, peso de medio real; estoraque calamita, peso de vn real; linaloes, peso de vn real e medio. [...I Oler en tiempo frio o persona de complexion fria, musca, ambra; en el tiempo caliente e de complexion caliente, canfora e rosa, sandalos ec. Deramar [sic] por casa cohollos de tiemblo o de sauze e [sic] gran quantidad. [...] (Fores, 86-7); En la decocion pueden echar carnphora, y yerua mora y aqafran, en especial si ay gran calor. Moiar en esto caliente una esponia, esprimirla & poner la al coragon. Y aun las mismas hieruas puestas en un saquillo esprimidas, y remudarlo dos o tres uezes al dia (Torres, 80-1). Por lo demis, la enumeraci6n es corriente cuando la receta o partes de ella se formulan en latin, como hace Taranta15: Recipe: aloes succotrini, partes duas; crocer orientalis, mirra, ana partem vnam, sumatur omni die quasi onza media vel onza j." (Taranta, 51); "El x remedio es este: qui recipiatur florum nenufaris, rosarum rubearum, ana onza ij; omnium sandalorum, ana onza j; camphore, scrupulum j; misceantur e conquassentur e ponantur in sindone et odorentur. E si el tiempo fuesse frio aiiadan del lignum aloes, onza j. (id., 56-7). Otros formulan las recetas en castellano, per0 las introducen con el latinismo recipe. En cualquier lengua que se redacten, las recetas pueden alcanzar un notable nivel tdcnico, incluyendo denominaciones de numerosas plantas y l5
Taranta (68) formula en latin el curioso consejo de que "gallus viuus osculetur apostema cum culo eius e culus eius applicetur apostemati donec moriatur, sincopizando super culum eius", prktica que tarnbikn figura en LzVall(70) y Torres (83).
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sustancias poco comunes, sobre todo especias exdticas con las que se confeccionaban 10s medicamentos destinados a las personas adineradas. En cambio, 10s que se elaboraban para la gente humilde contenian ingredientes mhs corrientes y asequibles. Otra consecuencia de la orientacidn social de ciertas obras reside en que insisten mas en una alimentacidn adecuada que en complicadas farmacopeas. Asi, el librito de Fores incluye un pequeiio tratado culinario, donde se expone la preparaci6n de 10s manjares, precishndose incluso el orden de platos de la comida. Tampoco faltan referencias a la alimentaci6n en 10s tratados de Chirino, L6pez de Valladolid, Torres, L6pez Villalobos, Alvarez y Alvarez Chanca. Generalmente, 10s autores no se extienden sobre 10s efectos peculiares de cada sustancia ni justifican sus prhcticas. En cambio, pueden proponer alternativas, se&n se den ciertas circunstancias concretas que se evocan en forma de clausulas condicionales o temporales: Si algunospobres esto no tienen, tuesten mucho vn migaj6n de pan b a ~ o [...I. Pueden, quando quisieren vsar de otro remedio, vntar el estomago con vna poca de buena trementina [...] (Fores, 151); Lo deue tomar frio si quisiere guardar el est6mago e si mejor le paresqier, tdmelo calliente con agua. Derechamente lo puede fazer (Chi,73). 5. La teoria mCdica
Si las distintas terapias y recetas constituyen el nficleo imprescindible de este gCnero de texto, puede haber tambi6n parcelas mbs o menos extensas sobre la teoria de la epidemia. Las obras que mbs abundan en esa clase de consideraciones son las de Taranta, Torres y L6pez de Villalobos, que se refieren extensamente a causas, sintomas, circunstancias ambientales y prondsticos de la enfermedad. En muchos casos se advierte un marcado contraste entre la parte te6rica y la prhctica: la primera ofrece un discurso razonado, mhs elaborado (por ejemplo en Alvarez Chanca) y, a veces, bastante mas tCcnico en lo tocante a la terminologia (como ocurre en Torres), mientras que la segunda, salvo las excepciones mencionadas, tiende a1 estilo enumerativo, a la lista de temas y actos terapCuticos. La funcidn textual mis destacada de la parte te6rica es la argumentacidn. Las secuencias descriptivas escasean, pues 10s regimientos suelen prescindir
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de extensos cuadros ~linicos*~. S610 Alvarez Chanca (181 ss.) cornenta, por ejemplo, la diferencia entre la peste bubdnica y la peste pulmonar. En la mayoria de las obras 10s sintomas se sobrentienden, ya que son conocidos de todos. La importancia de la argumentacidn, en cambio, tiene que ver con la naturaleza del fendmeno epidemic0 que 10s especialistas de la Cpoca, a1 desconocer 10s mecanismos del contagio17,no logran explicar de manera satisfactoria. De ahi las multiples especulaciones sobre las causas del ma1 y las discusiones sobre las medidas mhs adecuadas para atajarlo -por ejemplo la sangria- y las objeciones a las afirmaciones de otros especialistas, etc. Aunque no podemos detenernos en la complicada etiologia que reflejan 10s textos, conviene seiialar que 10s autores achacan la enfermedad a1 aire corrompido, a las condiciones climatoldgicas, las constelaciones astrales, el desarreglo de 10s humores corporales, las emociones violentas, etc. Algunos optan resueltamente por una de estas explicaciones, como Tomes, quien relaciona la peste con el eclipse solar de 1485. Pero el amplio surtido de causas propuestas demuestra el desconcierto de 10s facultativos. Ello explica ciertos rasgos especificos de este discurso encaminado esencialmente a la busqueda de la verdad, per0 siempre vacilante en sus afirmaciones. Para desentraiiar las causas se dispone de cuatro expedientes probatorios -ya que no de mCtodos realmente eficaces-: primero, la autoridad de 10s grandes tratadistas antiguos y contemporhneos; segundo, las prhcticas tradicionales; tercero, la experiencia del propio autor y de otros mCdicos, y, cuarto, el raciocinio. Como dice Taranta (2 1): Lo que veemos atestiguamos e lo que atestiguamos es verdad, como ningun0 de razon pueda scriuir en 10s libros sino lo que ha visto e aprendido de 10s passados, o las cosas que estan en razon. l6
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Entre las excepciones se pueden mencionar las exposiciones de Alvarez Chanca (181-3) sobre las principales variedades de la peste y de Chirino (41) sobre 10s sintomas de la enfermedad: "Quando corren algunos ayres e en pos ellos enferman m8s gente dese mal, e mueren mis ayna e 10s que mueren sienten gran afogarniento en el seneldo e hueleles [sic] ma1 las bocas e estan vascando e tienen enqendimiento que lo sienten m h de dentro que paresqe de fuera que con gran set e frior en las enfermedades e vomitan feas vmores de diuersas colores, entonqe deuen 10s sanos dexar la came m h que de primero [...I". Aunque la peste es la afecci6n en que el desconocimiento de 10s mecanismos fisiol6gicos resulta mis preocupante, no faltan, incluso en tratados generales, las reflexiones pesimistas sobre el estado general de la medicina. Asi sentencia Chirino (57): "Por ende avn quiero repetir que todas las obras de 10s mCdicos son dudosas e que curan con aquellas reglas generales que fallan en la mediqina e que en 10s [...I singulares poco es lo que entienden por conosqimiento singular."
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El argument0 m b positivo y modern0 es, por supuesto, el del empirismo. Son frecuentes 10s pasajes en que 10s autores se refieren a la eficacia probada de tal o cual prictica: Estos poluos heron en la sobre dicha manera dados a mas de mil personas en 10s afios que pasaron del Seiior .1466. aiios. E fue notificado a1 Rey don Juan nuestro sefior en la qibdad de Avila en el mes de margo del dicho aiio e el doctor don Gomez sujsico lo prouo (GzGSal, 46); Yo, no sin causa, les [sc. a unas pildoras] do gran feyporque no he visto peligrar hombre alguno que vsasse dellas en Vj o vij pestilencias e mortaldades, en las quales con el ayuda de dios escape (Taranta, 53); Espero en la misericordia de dios que con esta manera de cura sucedera en la salud de 10s tales enfermos, como a mi ha hecho; que despues que por esta manera 10s he curado, nuestro seiior sea loado, ninguno se ha muerto en mis manos (AzCh, 21 1 ) ; Para la quebradura del seuo en el vientre [...] dixome vn obispo que lo proud e dixo que nunca tan grant marauilla viera commo el prouecho que le fizo a este dolor poner enqima perrillos abiertos callentes, tirando vno e poniendo otro. Para quando la quebradura es en fresco poner las piernas en alto a la pared e el cuerpo en baxo. Esto faga vnas tres maiianas en ayunas e coma poco estos dias. E ponga engima enpasto de almhstiga e engima bragero. Testimonio did omen de quarenta aiios que sand con esto (Chi, 186). SegGn lo que llevamos dicho, la organizaci6n interna de nuestros textos puede representarse por el siguiente esquema: Regimiento de peste
-funci6n argumentativa
- funci6n instructiva MEDIDAS
RECETAS
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6. Comienzo y final del texto
La apertura y el cierre del texto son lugares estratCgicos que pueden contribuir a caracterizar un genero. En ese punto tambikn, nuestros tratados presentan diversos grados de elaboraci6n, pues el mhs escueto, el de Garcia de Salamanca, carece de prehmbulo y de conclusibn. Otros autores ofrecen verdaderos pr6logos en que comentan la motivaci6n y la gCnesis de sus obras. L6pez de Valladolid, por ejemplo, declara haber recibido del arzobispo de Santiago el encargo de componer su libro, y de forma similar sefiala L6pez de Villalobos que le pidi6 el MarquCs de Astorga que de ciertos textos latinos realizara un compendio en romance. Taranta afirma que lo determinaron la gravedad de la epidemia; escribe en honor a Dios y a la gloria de la Virgen, y para que "la candela no se esconda so el celemin". Fores redacta una introducci6n particularmente larga e interesante en que precisa que, siendo forastero en Sevilla, pretende hacer una obra de caridad. Torres se lanza inmediatamente a dar una muestra de su obsesi6n astrol6gica; y Alvarez sefiala la necesidad de ordenar las prhcticas preventivas y curativas, ya que en tiempos de epidemias no todos pueden alejarse de su lugar de residencia. En cuanto al final, en varios casos nuestros mCdicos (Taranta, Fores y Torres) se encomiendan a Dios o a la Virgen, mientras que otros terminan simplemente por una especie de colof6n. 7. Posici6n tipol6gica de 10s regimientos de peste
Los libros de vulgarizaci6n mCdica constituyen un gCnero textual novedoso, si bien acusan claramente sus origenes y su vinculaci6n con otras clases de textos usuales en la 6poca. Ya hemos tenido ocasi6n de cornentar su entronque con la gran tradici6n de 10s tratados de medicina, antiguos y medievales, de 10s que constituyen una reducci6n y adaptaci6n al context0 epidCmico. Mientras que 10s tratados generales suelen pasar revista a todo el cuerpo humano y a sus enfermedades, 10s regimientos de peste se centran en un solo problema de salud y lo abordan esencialmente desde un punto de vista prhctico. En 10s libros de medicina tienen un inter& primordial el funcionamiento del organism0 conjunto y las posibles causas de 10s desarreglos, en tanto que en 10s regimientos de peste la teoria es a menudo secundaria.
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Pero hay otros tipos de textos estrechamente emparentados con 10s escritos loimol6gicos: nos referimos a 10s regimientos de sanidad, mBs conocidos con su nombre latino regirnina sanitatis, ya que la mayoria se escribieron en esa lengua. Dentro de la Peninsula IbCrica destaca el que el medico catalBn Arnau de Vilanova elabor6 a principios del siglo XIV para el rey Juan I1 de Arag6n18. TambiCn deben mencionarse De consewanda sanitate y Regimen salutis per omnes menses del portuguCs Pedro Hispano, si bien la atribucidn a este autor es insegura. Redactados originariamente en latin, 10s regimientos de sanidad mis famosos se tradujeron despuCs a varias lenguas romances. Su estructura can6nicaI9 suele ofrecer dos partes: la primera abarca una descripci6n de las llamadas "seis cosas no naturales" que influyen en la salud del hombre, a saber, aire, ejercicio y reposo, bafio y aseo personal, comida y bebida, sueiio y emociones; la segunda vertiente contiene las medidas para mantener sanos 10s distintos brganos, entre las cuales es de gran importancia el rCgimen alimenticio, que puede, incluso, ser el unico tema de la segunda parte. Recordemos que este segundo Bmbito temhtico esti muy presente en nuestros regimientos de peste, donde tambiCn se comenta mis o menos extensamente la conveniencia de distintos alimentos y bebidas. En ambos gCneros se puede conceder un espacio importante a las recetas culinarias. Sin embargo, hay una diferencia fundamental en lo que se refiere a 10s destinatarios. Los regimientos de sanidad se dirigen casi siempre a gente pudiente, preferentemente a alghn personaje concreto, como acontece con el escrito de Arnau de Vilanova. Debido a su posici6n social, la salud de 10s destinatarios de estos consejos se considera un bien precioso, para cuya conservaci6n no se deben escatimar medios econ6micos. Los regimientos de peste, en cambio, se escriben para un destinatario plural y an6nim0, y aunque tambiCn contienen consejos y recetas dispendiosas, suelen insistir en las necesidades y posibilidades materiales de 10s menos privilegiados. Las recetas nos Ilevan, por fin, a relacionar 10s regimientos de peste con 10s recetarios de orden domCstico que empiezan a proliferar en 10s siglos XIV y XV. Ejemplos ilustres de este gCnero son el Minagier de Paris, las Flos de medicines o receptes del tresor de beutat, del valenciano Manuel " Regimen Sanitatis ad Regem Aragonum, en: Arnaldi de Villanova opera medica omnia,
X . 1, edici6n de Luis Garcia-Ballester1 Michael R. McVaugh, estudio de Pedro Gil-Sotres, Barcelona: Fundaci6 Nogueral Universitat de Barcelona, 1996. l9 Vtase el detallado analisis de Pedro Gil-Sotres en Regimen Sanitatis ad Regem Aragonum, 569-861.
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Dies de Calatayudz0,y el Manual de mugeres ca~tellano~~. Sobre un tema mAs restringido versan 10s recetarios de cocina, como en el Area catalana el Llibre de cuina de Sent Sovi y el Llibre del coch de Mestre Robert22.El Manual de mugeres comparte muchos rasgos textuales con 10s regimientos que aqui nos ocupan, sobre todo en la microestructura de cada receta. Esta viene precedida de un titulo que indica, sea el remedio para determinado mal, sea un cosmdtico o un aliment0 cuya elaboraci6n se expone a continuaci6n. El texto propiamente dicho contiene la relaci6n de ingredientes y 10s procedimientos que permiten la elaboraci6n del producto. TambiCn aqui el carhcter utilitario de la obra se manifiesta en cierto descuido del estilo. El grado de elaboraci6n del discurso varia mucho, pues va de la simple enurneraci611, con alghn verbo en infinitivo, a la detallada exposici6n mediante enunciados completos y sintaxis compleja. En este hltimo caso predominan las formas verbales de la segunda persona de plural. Podemos concluir, por tanto, que el regimiento de peste es una nueva clase de texto, tributaria de gdneros mhs antiguos e ilustres, de 10s que aprovecha una serie de procedimientos discursivos bien arraigados. Pero mientras que la configuraci6n de Cstos obedece a1 progresivo refinamiento de las costumbres de las clases superiores, la mayoria de 10s regimientos de peste se escriben en la urgencia de una situaci6n social preocupante y con vistas a unos enfermos de condici6n humilde. Su organizacibn interna algo vacilante y el hecho de que el discurso estd a menudo poco trabajado indican que estamos ante un gCnero textual escasamente consagrado, lo que parece apuntar a que en CI la letra escrita empezaba a perder su carhcter ritual, de patrimonio exclusive de las clases privilegiadas, que tuvo durante buena parte de la Edad Media. A nuestro mod0 de veryno deja de ser sintomhtico que la proliferaci6n de estos compendios se produjera poco antes de que se iniciase la producci6n del libro impreso, con su potencial de difbsi6n generalizada de 10s conocimientos.
Cfr. la edici6n del texto Flores del tesoro de la belleza [...I, traducido a1 espafiol moderno, por T. MB. Vinyoles et al. (1992), Palma de Mallorca: Jose J. de Olafieta. 21 Manual de mugeres en el qua1 se contienen muchas y diversas reqeutas muy buenas, ed. Alicia Martinez Crespo (1995), Salamanca: Universidad de Salamanca. 22 VCase la edici6n del segundo por Veronika Leimgruber (1977), Barcelona: Universitat de Barcelona1 Curial Edicions Catalanes. 20
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8. Bibliografia:
8.1. Compilaciones AMASUNO,Marcelino (1991): "Medicina castellano-leonesa bajomedieval", Acta historico-medica vallisoletana 32, Valladolid: Universidad de Valladolid. SANCHEZ, Maria Nieves (1993): Tratados de lapeste, Madrid: Arco.
= ALVAREZ,Fernando: Regimiento contra la peste, en: Sanchez 1993, 159-175 [escrito hacia 1501; Alvarez fue medico de 10s Reyes Catdlicos y ensefid en la universidad de Salamanca]. AzCh = ALVAREZCHANCA,Diego: Tratado nuevo, no menos titil que necesario, en que se declara de que' manera se ha de curar el ma1 de costado epide'mico, en: Sanchez 1993, 177-212 [redactado e impreso en Sevilla, en 1506; se refiere a la epidemia del mismo afio; Alvarez Chanca h e tambikn medico real]. Chi = CHIRINO,Alonso de: Menor dafio de la medicina, ed. Ma T. Herrera (1973), Salamanca: Universidad de Salamanca [anterior a 1429; ms. siglo XV, la ed. 1505; Chirino fue "alcalde e examinador mayor de 10s fisicos e qirugianos" durante el reinado de Juan 111. Fores = FORES,Licenciado: Tratado vtil e muy prouechoso contra toda pestilencia e ayre corrupto, en: Shchez 1993, 77-1 58 [red. 1481 en Sevilla; ed. 1507; Fores fue titular de la Catedra de Visperas de Medicina de la Universidad de Salamanca, de 1469 a 14781. GzGSal = GOMEZGARC~A DE SALAMANCA: Recetario contra la pestilencia, en: Amasuno 1991, 46-48 [primer tercio del s. XV; Garcia de Salamanca fue catedratico de medicina en Salamanca]. LzVall = LOPEZDE VALLADOLID, Alfonso: Regimiento contra lapestilencia, en: Marcelino Amasuno (1988): Contribucidn a1 estudio del fendmeno epide'mico en la Castilla de la primera mitad del s. XV: El "Regimiento contra lapestilencia" del bachiller A.L.d. V, "Acta historico-medica vallisoletana" 26, Valladolid: Universidad de Valladolid [red. entre 1437 y 1439; contiene galleguismos; Ldpez de Valladolid fue medico del rey Juan I1 y del arzobispo de Santiago Lope Fernandez de Mendoza].
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LzVill = LOPEZDE VILLALOBOS,Francisco: El Sumario de la medicina con un Tratado de las pestgeras bubas, ed. Ma. Teresa Herrera (1973), Salamanca: Universidad de Salamanca [impreso en Salamanca, en 1498; L6pez de Villalobos fue mCdico del rey Fernando el Cat6lico y del emperador Carlos I]. Taranta = TARANTA,Velasco: Tratado de lapeste, en: Shnchez 1993, 15-76 [2a mitad del s. XV, traducci6n castellana de una versi6n catalana Tractat de la epidemia e de lapestilencia; Vasco o Velasco de Taranta, portuguis de la escuela de Montpellier, fue protomCdico del Rey de Francia; la versi6n que edita Ma. N. Shnchez es la insertada en el Compendio de la humana salud de Johannes de Ketham]. Torres = TORRES,Diego de: Eclipse del sol; en: Marcelino Amasuno (1972): Un texto me'dico-astroldgico del siglo XV: "Eclipse del sol", del licenciado Diego de Torres, "Cuadernos de Historia de la Medicina Espaiiola" 2 1, Salamanca [impreso en Salamanca, en 1485; Torres fue catedratico de Astrologia de la universidad de Salamanca en 10s ultimos aiios del siglo XV] . BERNARDDE GORDON [GORDONIO]:Lilio de medicina, ed. por Brian Dutton y Maria Nieves SSlnchez (1993), Madrid: Arcos [manuscrito incompleto asi como una primera edici6n integral de 14951 Compendio de medicina, ed. por Marcelino AmaGOMEZDE SALAMANCA: suno (197 1), Salamanca: Universidad de Salamanca. DE KETHAM[KIRCHHEIM]: Compendio de humana salud, ed. por JOHANNES Maria T. Herrera (1990), Madrid: Arco [la versibn espaiiola se imprimio en Burgos, en 14951. Manual de mugeres en el qua1 se contienen muchas y diversas reqeutas muy buenas, ed. por Alicia Martinez Crespo (1995), Salamanca: Universidad de Salamanca. MANUELDIESDE CALATAYUD: Flores del tesoro de la belleza [...I, trad. a1 espaiiol moderno, por T. Maria Vinyoles et al. (1992), Palma de Mallorca: JosC J. de Olaiieta. MESTREROBERT:Llibre del coch, ed. por Veronika Leimgruber (1977), Barcelona: Universitat de Barcelona / Curial. Regimen Sanitatis ad regem Aragorum, en: Arnaldi de Villanova opera medica omnia X.1, ed. por Luis Garcia-Ballester, Michael R. McVaugh, estudio de Pedro Gil-Sotres (1996), Barcelona: Fundaci6 Nogueral Universitat de Barcelona.
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8.3. Bibliografia secundaria
GARC~A BALLESTER, Luis (1976): Historia social de la medicina en la Espafia de 10s siglos XIII a1 XYI, vo1.I: La minoria musulmana y morisca, Madrid: Akal. GONZALEZDE FAUVE,Maria Estelal DE FORTEZA,Patricia (1996): "Notas para un estudio de la peste bubdnica en la Espafia bajomedieval y de fines del siglo XVI", en: Maria Estela Gonzdlez de Fauve (coord.) (1996): Medicina y sociedad: curar y sanar en la Espaiia de 10s siglos XIII al XVI, Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 8 1-101. HERRERA,Maria Teresa (1998): "Nombres de instrumentos quinirgicos en textos medicos medievales", en: Irene Andres-Suirez, Luis Ldpez Molina (coords.) (1998): Estudios de lingiiistica yJi1ologia espaiiolas. Homenaje a GermLin Colon, Madrid: Gredos, 2 17-227. SOBREQUES CALLIC~, J. (1970-71) 119731: "La peste negra en la Peninsula IbCrica", Anuario de estudios medievales 7,67- 102. SUDHOFF, Karl (19 18119): "Pestschriften aus den ersten 150 Jahren nach der Epidemie des 'schwarzen Todes' 1348", Archivfir Geschichte der Medizin 11 (1918-1919), 44-92 y 121-176.
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iC6m0 investigar las tradiciones discursivas medievales? El ejemplo de 10s textos juridicos castellanos
1. Uno de 10s problemas fundamentales de las investigaciones de la lengua medieval -y de la linguistica hist6rica en general- es el del establecimiento de la relaci6n entre evoluci6n linguistica y tradicidn textual. El historiador de la lengua que pretende descubrir la evoluci6n diacr6nica de 10s sistemas linguisticos se ve a menudo enfrentado con el hecho de que ciertos fen6menos "textuales" parecen perturbar la verdadera diacronia: tradiciones de un gCnero particular que con una forma fijada o con unas f6rmulas que se resisten al cambio limitan las posibilidades de expresi6n. La solucidn que se suele dar a este problema -si es que Cste se plantea- es la exclusi6n de 10s factores de variacibn: se comparan textos del mismo gCnero a travCs de 10s tiempos para obtener asi la "aut6ntica7' variaci6n diacrdnica, asi como procedian 10s dialect610gos7quienes, para obtener la verdadera variaci6n diat6 pica, solian excluir las otras dimensiones de variaci6n (diastrhtica y diafhsica) para poder contrastar las meras variantes dialectales. Sin embargo, en el caso de las tradiciones textuales, el problema s610 se puede resolver asi aparentemente. En cuanto a 10s dialectos, el mCtodo lleva (o pretende llevar) a1 aislamiento de Cstos, independientes uno del otro, mientras que en una tradici6n textual sucede justamente lo contrario, es decir, dependencia de 10s textos posteriores con respecto a 10s textos anteriores. En vez de alcanzarse la pura diacronia, se Ilega, por lo tanto, a una diacronia encubierta y tal vez invisible detrhs del peso de la tradici6n textual1. Con tal de remediar este dilema, se podria prescindir de las diferencias textuales y llegar a la conclusi6n de que diacronia y tradici6n textual son simplemente hechos de dos campos de investigacidn distintos: gramhtica histdrica y filologia, y que 10s fil6logos podrian dedicarse al estudio detallado de 10s "arboles" mientras que 10s gramhticos hist6ricos extenderian su vista a1 "bosque" entero, la lengua en una perspectiva de larga duracibn, que con el tiempo dejarh ver 10s cambios linguisticos mhs all&del "ruido" de 10s Cf. Koch (1997: 59).
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textos individuales2.Pero esta separacidn es totalmente insatisfactoria, pues limita el estudio del carnbio linguistico a1 estudio de 10s resultados que, vistos aisladamente, nada pueden explicar, y necesita apoyarse en metaforas vacias cuyo valor explicative no aumenta por mas que se citen, como es el caso de la famosa "mano in~isible"~. En realidad, en vez de rehuir el verdadero problema habra que partir precisamente de la relacidn entre texto, tradicidn textual y lengua para poder plantear de manera adecuada la cuestidn del carnbio lingiiistico. En este articulo intentarb, pues, precisar cual puede ser la relaci6n entre la creaci6n de nuevas tradiciones discursivas y el cambio linguistico. Para ello me apoyarb en el ejemplo de 10s textos juridicos escritos en Castilla en 10s siglos XI1 y XIII.
2. Lengua, texto e historicidad Antes de entrar en la materia concreta, conviene precisar cu91 es el estatus tedrico de la historicidad de la lengua en relaci6n con las tradiciones de 10s textos. Se ha criticado que en la diferenciacidn de 10s tres niveles del hablar (el nivel universaI del hablar en general, el nivel histdrico de las lenguas y el nivel individual de 10s textos o discursos), fundamento de la teoria del lenguaje de Eugenio Coseriu4, falte por precisar el lugar que ocupan las tradiciones discursivas (cf. Koch (1997) y Oesterreicher, en este v~lumen)~,
Cf. tambiCn Barra Jover, en este volumen. Otra soluci6n simple seria rechazar la existencia de la lengua m h all&de las tradiciones textuales y apuntar que Csta no es m h que el resultado de una especie de abstracci6n casual hecha a base de 10s textos. En este caso, la investigaci6n de las tradiciones textuales seria la tarea por excelencia de la linguistica hist6rica, y la supuesta diacronia no seria m h que un ejercicio aTIadido para el gusto de 10s linguistas. Sin embargo, esta hip6tesis, aunque tentadora, no parece corresponder a 10s hechos, ya que la lengua como sistema linguistico existe, como precisamente demuestra, entre otras cosas, el hecho de la posibilidad de creaci6n de nuevas tradiciones (o normas) lingiiisticas, que, en un principio, son independientes de las tradiciones textuales pero que en parte se pueden relacionar con ellas. Para una discusidn exhaustiva de este tema vease Kabatek (2000+a). Cf. Keller (1994) y la critica de Kabatek (2000+b). Esta distinci6n fundamental se encuentra en numerosos trabajos de Coseriu, cf. p. ej. Coseriu (1992: 8Oss). El tCrmino tradiciones discursivas abarca una amplia gama de fen6menos. Se trata de un tCrmino generalizante para todos 10s elementos hist6ricos designables y relacionables con un texto: textos particulares como actos individuales e irrepetibles, ciertos tipos hnda-
iComo investigar las tradiciones discursivas medievales?
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y se ha propuesto, por lo tanto, la duplicacibn del nivel histbrico: junto a la historicidad de la lengua habria que tener en cuenta la historicidad de las tradiciones discursivas. La historicidad de la(s) lengua(s) corresponderia a las lenguas histbricas como francks, alernbn o espaAol con sus variedades diatbpicas, distrhticas y diafhsicas; mientras que la historicidad discursiva seria, por ejemplo, la de la historia de 10s gCneros textuales, 10s actos de habla, 10s gdneros literarios y retbricos y 10s estilos. Hablar seria, pues, una actividad universal que se realizaria a travks de un doble filtro tradicional: la intencibn del act0 comunicativo tendria que pasar en cada momento por el orden linguistic0 que encadena 10s signos de una lengua segun sus reglas sintacticas y por el orden textual que actualiza ciertas tradiciones discursivas. Lo importante de esta concepcibn del hablar es que de este mod0 se resalta el papel fundamental de las tradiciones discursivas y su fincibn imsin prescindible como "eslabbn entre historia linguistics externa e internayy6, embargo me parece problemhtico situar la historicidad de las tradiciones discursivas en el mismo nivel de la de las lenguas. Se trata, en realidad, de dos tipos de "historicidad" diferentes, siendo la historicidad de la lengua la del propio individuo como sujeto, como miembro de una comunidad histbrica de la que forma parte a travks de su lengua materna y con la que estit inseparablemente unido (es aqui donde el sujeto se funde con el objeto "lenguayy).Lo "histbrico" de la lengua es, de algun modo, su carhcter "ahistbrico": la lengua no tiene fecha, se crea y recrea en una sucesi6n interminable de actos que no tienen un principio delimitable. Las tradiciones discursivas, en cambio, si tienen caracter "histbrico"7, es decir que son delimitables en el eje temporal. Son tradiciones culturales comparables con otras (como las tradiciones de la moda, de la musica, de la arquitectura etc.). La historicidad de las tradiciones discursivas es, pues, una historicidad referida a ejemplares individuales (textos), mientras que la de la lengua se da en otro nivel, abst r a c t ~con respecto a 10s textos, per0 concreto y esencial con respecto al ser del hombre. Los textos son, por asi decirlo, accesorios, nos servimos de
mentales de enunciaci6n (o actos de habla), ciertas formas textuales y determinadas constelaciones de actuaci6n y de entornos. Cf. Kabatek (2000+a). "Bindeglied zwischen der externen und internen Sprachgeschichte" (Koch 1997: 58). A esta diferencia se refiere Foucault cuando apunta: "le discours, A la difference peut-&tre de la langue, est essentiellement historique" (Foucault 1969: 260).
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ellos, mientras que la lengua, sistema de signos primario, es inseparable de nuestro propio ser.
3. Un ejemplo: la tradici6n castellana de 10s textos juridicos medievales La primera tarea a1 estudiar la evoluci6n de una lengua con respecto a ciertas tradiciones discursivas es la delimitaci6n del objeto de estudio. En el caso que aqui se plantea, la lengua investigada (0, mejor dicho, el conjunto de variedades linguisticas) es la que se escribe en Castilla en 10s siglos XI1 y XIII. Por razones obvias, tenemos que limitarnos a la lengua escrita, per0 no hay raz6n para ceiiirse a una lengua en particular dada la existencia en la Cpoca y el espacio determinados de una pluralidad linguistica. Ademas, si partimos de una serie de tradiciones discursivas, tenemos que ser conscientes de que Cstas, aunque su realizaci6n siempre estC ligada a una lengua concreta (0, en el caso de discursos plurilingues, a varias), son en principio independientes de la lengua a travCs de la cual se transmiten y que pueden ser trasladadas de una a otra. Las tradiciones que vamos a examinar esthn enmarcadas dentro del universo de discurso (o sistema de referencias) de la jurisprudencia8, el dmbito del que conservamos mayor nhmero de textos escritos. Y dentro de este "universo discursivo" nos limitaremos a 10s textos que, implicita o explicitamente, expresan normas institucionalmente fijadas para el comportamiento de 10s individuos en la sociedad, es decir, leyes. Esta doble fijaci6n del campo de estudio +spacial y tematica- permitirk ver las continuidades y discontinuidades de la evoluci6n textual, y tal vez de una posible evoluci6n linguistica paralela. Para el estudio de las tradiciones discursivas, 10s lingiiistas necesitan el apoyo de 10s estudiosos de otras disciplinas (Koch 1997: 56) que les indicaran cuales son 10s textos existentes y cudles las tradiciones de las que Cstos proceden. En el caso de la tradici6n juridica castellana medieval, 10s historiadores de derecho distinguen varias fases de evoluci6n que se pueden derivar de 10s respectivos textos. Los mitol6gicos origenes de Castilla estdn ligados a un supuesto rechazo del derecho escrito del Liber iudiciorum y a1 triunfo del "derecho libre" de las fazafias, 10s juicios segun la costumbre
Para el concept0 de "universo de discurso" vCase Coseriu (1994: 128).
iC6mo investigar las tradiciones discursivas medievales?
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localg. Este derecho libre, a partir de un momento dado, se empieza a fijar por escritolo, abstrayendo normas generales de 10s casos concretos, en diversas colecciones de fueros. Pero el cambio paradigmhtico mhs contundente del derecho medieval se inicia en la segunda mitad del siglo XI1 como consecuencia de una oleada cultural procedente de Italia que afecta a toda Europa: la llamada recepci6n del derecho romano o renacimiento boloE&s,que culmina en Espafia en la segunda mitad del siglo XIII. A cada una de estas tres "etapas juridicas" estin ligados ciertos tipos de textos, y cada etapa implica, por una parte, una ruptura con la anterior, per0 por la otra, continuidad. Para poder precisar en qu6 consiste la respectiva continuidad y ruptura, elegiremos tres textos ejemplares de cada una de las etapas descritas y analizaremos cuhles son sus caracteristicas textuales y lingiiisticas. De la primera fasell dan testimonio las llamadas FazaEas de Palenzuela (Garcia Gallo 1934), escritas, segun parece, a finales del siglo XI1 en un "pre-castellano" en parte latinizante. Como ejemplo de la segunda fase escogeremos el Fuero de Madrid, uno de 10s primeros fueros ya parcialmente castellanos (aunque tambiCn latinizante) y claramente procedente de la Bpoca pre-alfonsi12. La tercera etapa quedari representada por la Primera Partida alfonsi, de finales del siglo XIII. La seleccidn de 10s textos se ha efectuado por criterios de representatividad, per0 tambiCn podriamos haber seleccionado otros, como p. ej. para la primera etapa, las fazafias castellanas contenidas en el Libro de 10sfueros de Castiella, (Ms. 43 1 de la Biblioteca National), para la segunday algun otro fuero breve afin no romanizado (10s fueros romanizados no son s610 representativos de la tradici6n discursiva foral, sino tambiCn del derecho romano), y para la tercera, cualquier otro texto de derecho romano, bien alguno de 10s textos alfonsies, bien al@n texto latino que simbolice esta tradicibn, como p. ej. las Summulae de Ugolino de Sesso, probablemente escritas en Palencia a finales del siglo XII. Como se ve, tambiBn se
lo l1 l2
Cf. Kabatek (1999b). Cf. Shchez (1929). La idea de la existencia de tres fases sucesivas es una clara simplificaci6n, pero aqui es necesaria para el aislamiento de las tres tradiciones discursivas. "The Fuero de Madrid, a combination of Latin clauses loosely datable to 1158-1202, other Latin clauses datable to 1222 and accretions in Romance dating possibly from 1229 and 1235, is one of the few even partly Romance fueros that we can be completely sure predated Alfonso X's Fuero Real (1256)" (Wright 1998: 15).
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podrian haber buscado textos latinos, per0 la limitation a textos castellanos facilitara 10s comentarios referidos a la "evoluci6n" Iinguistica. 4.1. Las FazaBas de Palenzuela presentan acontecimientos del pasado que dieron origen a sentencias juridicas y que, en el derecho consuetudinario, sirven de orientaci6n para futuros juicios, como en el siguiente ejemplo: De alia facannia de 10s ciel[er]os que moraban en palaqio et segabanse las mieses et levantodse con ello e foron epos ellos e qedaron 10s por medio el palacio e dando en ellos a piedras et a barallod esta voz de la derotella del Palacio Mio Cidez D. Gutier delzina et foron al Rey. Vino a Castro et non pagtaron nada. (Garcia Gallo 1934,fazaiia No. 5). La finalidad del act0 de escritura es la de la pura narraci6n de 10s acontecimientos, sea para su memorizaci6n, sea para darle valor juridic0 a la sentencia. Cada uno de 10s ocho casos descritos comienza con el clasificadorfacaBa determinando la relaci6n del texto con una tradici6n juridica y textual particular. En varias ocasiones, 10s textos parecen incompletos ya que faltan informaciones para la reconstrucci6n de 10s casos, lo cual tambiCn puede apuntar a que fueran meros apoyos de la memoria, de una misma persona o de varios individuos que conocen el caso concreto. Son muestras, pues, atipicas para nuestra concepcibn actual de lengua escrita, la cual parte del supuesto de que es necesario textualizar ciertos elementos del contexto extralinguistico, es decir, sustituirlos por elementos textuales, para que formen un contexto linguistico capaz de reconstruir lo que falta dada la ausencia de la situacidn concreta. Se trata de un tip0 textual que necesita pocos medios linguisticos: sustantivos y verbos, y ademis, en el caso del estado linguistico particular del ejemplo, algunos articulos y preposiciones. En el ejemplo encontramos tambiCn una breve frase relativa y un gerundio, per0 estos elementos no son, por asi decirlo, constitutivos del texto, que podria prescindir de ellos. Lo que aqui se ofrece como relevante es que en esta fase del derecho castellano local basado en costumbres no hagan falta mis textos juridicos que aquCllos que describen 10s hechos de una forma lineal que deja entender cuiles han sido las causas y cuales 10s efectos, y que para tal descripci6n huelgue hacer uso de unos medios linguisticos minimos, frases simples que pueden estar yuxtapuestas sin ninghn conector explicit0 o unidas por un elemento que
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explicita tal yuxtaposicion, como es aqui el caso de la siempre repetida conjuncidn et, nexo entre un hecho y el siguiente. El caracter de estos textos tambiCn se ve en la macroestructura textual: las fazaiias se presentan como una especie de lista sin ninghn orden explicit0 (ordenadas, en el caso de las Fazaiias de Palenzuela, por un elemento de enumeraci6n al principio de cada una: prima - alia - alia etc.), no forman un sistema juridic0 sin0 una cadena abierta de posibles acontecimientos. En el ICxico destaca la presencia de nombres propios de persona y de lugar y un vocabulario de la vida cotidiana con muy limitados tCrminos juridicos. 4.2. Con 10s fueros, en nuestro ejemplo, el Fuero de Madrid, nos encontramos ante un tip0 textual diferente. Ya no se enumeran hechos sin0 que se dan normas generales aplicables, en principio, a casos concretos interminables. Por consiguiente, ya no se podran yuxtaponer 10s acontecimientos y la sanci6n como en las fazaiias, donde 10s dos estaban relacionados por la continuidad temporal y personal (si x hizo tal cosa y x pag6 tal cantidad de dinero, se supone que lo segundo sucedi6 despuis y que es consecuencia de lo primero). La tarea es aqui la de relacionar con un mismo sujeto dos hechos diferentes y de expresar cud de 10s dos es la causa y cual el efecto. Esto hnicamente se puede conseguir (o s610 de forma eficaz) por medio de la subordinaci6n de la expresidn de uno de 10s acontecimientos y, ademis, por la expresi6n del tipo de subordinaci6n por medio de una conjunci6n subordinante. Los redactores de 10s fueros no inventan aqui una solucibn nueva, sin0 que la buscan en la tradicidn de 10s libros de leyes que les es bien conocida; se sirven de una frase condicional segun el modelo tradicionalI3:
Si x fecerit A, pectet B. El modelo por excelencia en la tradici6n juridica peninsular es el Liber iudiciorum, donde se encuentran ejemplos como el siguiente (Liber VIII, Tit. IV,9)14: Si quis bovem alienum iunxerit sine conscientia domini eius ad aliquid carricandum, sive pro voluntate sua retinendum, eiusdem meriti cum eo alium domino reddat. l3 l4
La frase condicional como frase prototipica del tipo textual "ley" corresponde a una tradici6n europea antigua que prosigue hasta el presente (cf. Hoffmann 1998: 524 ss.) Cf. Bastardas Parera (1953: 150s.) y tambitn Gimtnez Jurado (1995).
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Hay ciertas posibilidades de variaci6n de esta forma, per0 siempre sirviCndose de la tCcnica de subordinaci6n para expresar la relacidn de 10s dos acontecimientos. VCase el siguiente ejemplo de la segunda ley del Fuero de Madrid: Todo homine quifirire a uicino uelJilio de uezino con lanza o con espada o con cutello aut con pora o con palo uel petra, & liuores ficieret, Jirmet cum 11 testimonias & pectet XII morabetinos afiadores. A esta forma minima se le pueden afiadir otros elementos que determinen con mas precisi6n las condiciones o las consecuencias. Pero la forma lingiiistica para expresar la condici6n general es siempre una frase subordinada. En la macroestructura textual, 10s fueros se asemejan a las fazaiias por su forma de lista abierta, implicitamente dada por el paralelismo de las leyes o explicitamente expresada por una conjunci6n (et u otrossi) que encabeza cada ley. El lkxico esta tambiCn relacionado con la vida cotidiana y se limita a pocos t6rminos juridicos; sin embargo, la referencia aqui no suele ser concreta sino abierta (se habla, p. ej. no de "la viiia de un lugar preciso" sino de "cualquier vifia"), aunque tambiCn haya precisiones locales (en el Fuero de Madrid p. ej. uecino de Madrid; carascal de Balecas etc.). 4.3. El mayor paso de la evoluci6n del derecho medieval se da con el renacimiento del derecho justinianeo a travCs de 10s glosadores de Bolofia en el siglo XII, derecho "nuevo" que inmediatamente llega a la Peninsula IbCrica por medio de espaiioles que han estudiado en Italia o italianos que vienen a impartir sus enseiianzas en Espaiia, como ya en el siglo XI1 Ugolino de Sesso y mas tarde Fernando Martinez, Roldin, Jacobo "el de las leyes", Bernardo de Compostela, Raimundo de Pefiafort y otros. El fundamento de este derecho son 10s c6digos romanos escritos en el siglo VI bajo el emperador Justiniano, el Corpus iuris civilis, que en su conjunto forma un sistema complejo y enciclopCdico, donde ya no se trata de derivar de unos casos concretos algunas normas susceptibles de ser modificadas o completadas cada vez que ocurra algo nuevo no abarcado por las normas existentes. La intenci6n del derecho romano es diferente. Se trata de fijar un derecho aplicable a todos 10s posibles casos en todos 10s lugares, para todos 10s pueblos (cunctospopulos, como dice el comienzo del C6digo justinianeo) y tiempos. Esto implica que el grado de abstracci6n de 10s conceptos juridicos debera ser mas alto para no hacer interminable la cantidad de 10s conceptos legales.
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Los romanos lograron esta abstracci6n por medio de dos tkcnicas fundamentales. Por una parte, mediante la fijaci6n de unos principios generales validos como pautas de orientaci6n para cualquier caso concreto, y por otra parte, a travCs de una organizaci6n rigida de las instituciones y 10s ojicios que se ocupan del derecho. La lex se vuelve entonces s610 una base para las iura, las aplicaciones concretas, y su tarea es, en primer lugar, la de dejinir 10s conceptos juridicos, ordenarlos e indicar c6mo se aplican. En la Peninsula IbCrica, la recepci6n del derecho romano suele recurrir a su forma mas accesible, las compilaciones medievales o Summae, que derivan de la prbtica didactics de la enseiianza en 10s Studia de Boloiia, Montpellier o Palencia y pretenden facilitar la comprensi6n del derecho nuevo. En Castilla, este derecho es, a1 principio, mero objeto de estudio y no se aplica aun en la practica juridica, per0 a lo largo del siglo XI11 se intensifican 10s intentos de implementarlo, claramente visibles en 10s pr6logos de las obras juridicas alfonsies, donde se rechaza el derecho de las "fazannas desaguisadas e sin raz6nV,como dice el pr6logo de la Primera Partida, per0 sabemos tambiCn que el derecho consuetudinario se mantiene y que la entrada en vigor del derecho alfonsi se retrasa mas de medio siglo por la resistencia de las periferias castellanas, sobre todo la de 10s burgaleses15. La tradici6n discursiva de las obras alfonsies deriva directamente del modelo de las sumas de derecho romano latinas, occitanas o castellanas. La macroestructura de las Partidas reproduce el principio jerkquico-lineal del Codex justinianeo, donde la unidad de 10s doce libros viene dada por una estructura y una forma jerhrquicas, por un lado, de lo general a lo particular, que se traduce en la organizaci6n de la materia en libros, titulos y leyes. Por otro lado, a la jerarquia le corresponde una disposici6n estrictarnente lineal de 10s elementos particulares. Todo implica la unidad de la obra y una planificaci6n integra del sistema juridico, reflejada directamente en la forma textual, como se ve en el siguiente esquema:
l5
Cf. Kabatek (1999a).
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Esquema 1: Estructura de las Siete Partidas: Conjunto de la obra
Se puede incluso decir que, en cierto modo, la estructura de 10s c6digos alfonsies es aun mis perfecta o, por lo menos, mis clara que la del derecho romano "original", pues a diferencia de 10s textos del Codex justinianeo, de gran extensibn, de orden dificilmente accesible y de distribuci6n que ie resulta algo ca6tica a quien no sea experto en la materia, 10s textos castellanos someten las fuentes originales a un tratamiento altamente sistemhtico, derivado de 10s principios de la dialkctica y la presentaci6n segun las reglas de la ret6rica. La forma textual reproduce la distribuci6n de la materia de las sumas latinas medievales de la escuela de Boloiia y de las escuelas juridicas del sur de Francia. Los principios de orden y linealidad derivan de las tres primeras artes liberales y de la ensefianza medieval del derecho. El orden se adquiere a travks de la divisio y la subdivisio de la materia segun las Categorias aristotklicas y la Isagoge de Porfirio16, es decir, segun la 16gica antigua que llega a la l6
Para la relaci6n entre dialkctica y derecho cf. Otte (1971).
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Edad Media a travCs de las traducciones latinas17,a las que 10s textos alfonsies se refieren expresamenteI8. Se elabora el tema segGn el orden de las quinque praedicabilia (res, voces): genus, differentia, species, proprium, accidentia, se divide seghn las diez categorias y se presenta s e d n las reglas de la ret6rica en el orden persona, factum, causa, locus, tempus, modus, facultas; a1 que corresponden las preguntas: quis, quid, cur, ubi, quando, quemadmodum, quibus adminiculis. Los conceptos juridicos llegan a reunir asi en un solo tCrmino una compleja carga de definiciones y caracteristicas: son expresiones que comprenden realidades complejas y permiten un tratamiento econ6mico de la materia juridica, cuyo acceso queda a1 mismo tiempo restringido a 10s especialistas que conocen toda la complejidad abarcada por 10s tkrminos. Los recursos lingiiisticos para expresar las diversas relaciones ya no pueden consistir hnicamente en simples yuxtaposiciones, ni en algunos pocos tipos de subordinaci6n: son precisos medios para expresar una multitud de relaciones, y esto se consigue, entre otras cosas, por una amplia gama de tipos de subordinaci6n (cf. Bartol Hernindez 1986) y por la ampliaci6n de 10s medios de junci6n interoracional , que ademis de unir las frases, precisan la relaci6n semintica entre una y otra, como ca, assi, sobresto, mas, por end, desi, pero, con todo, onde etc. (cf. Cano Aguilar 1996-1997). Otra innovaci6n que encontramos aqui en lengua castellana es la diferenciaci6n explicita entre lo linguistic0 y lo metalingiiistico y la creaci6n de reglas particulares para 10s enunciados metalingiiisticos (Otte 1971: 39): asi por ejemplo, mientras que en la lengua del siglo XIII, el uso del articulo definil7
l8
Otra fuente de la 16gica antigua es el contenido mismo del Corpus iuris, en particular, el Digesto, llegado a la Peninsula o en copias directas o indirectamente, a travts de las sumas latinas medievales como p. ej. el famoso Libro de Tubinga y otros. No es cosa baladi mencionar que precisamente la copia del Libro de Tubinga que dio nombre a este texto contiene varias referencias concretas a la Peninsula IbCrica y que probablemente fue usada en el siglo XII, entre otros lugares, en Santiago de Compostela. Asi, por ejemplo, el Setenario y 10s pr6logos de las Partidas hacen alusi6n al 'Arb01 de Porfirio" en el siguiente pasaje: "Setenario es un cuento muy noble que loaron mucho 10s sabios antiguos [...Iy' y la enumeraci6n de las categorias que sigue. Es dificil averiguar si este pasaje tiene su origen en 10s escritos de Aristoteles, de Boecio o m b bien en alguna de las Summae latinas de derecho boloACs. En la Summa super codicem de Az6n (ed. de 1966: 10) leemos p. ej.: "Septenarius autem numerus perfectus est eo quod suis partibus perfectis perficitur. [...I Uel septenarius dicitur perfectus quia .vii. sunt virtutes .vii. liberales artes .vii. beatitudines .vii. dies .vii. vicia .vii. candelabra .vii. climata .vii. planete .vii. circumstancie".
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do e indefinido se ha generalizado, en 10s enunciados metalingiiisticos se extiende la omisidn del articulo, como en las numerosas definiciones que encontramos en las Partidas (p. ej., en la Primera Partida: Fe' tanto quiere decir...;Arqobispo tanto quier dezir... etc.). En la organizacidn macrotextual, las Partidas se apartan totalmente del tip0 textual "lista" y presentan una linealidad que se transmite por un sistema de marcadores textuales: a travCs de toda la obra, la estructura textual se hace explicita (vCase esquema 2). En el prdlogo se habla de la unidad de la obra y del contenido de cada una de las siete partes, al principio de cada Partida, despuCs de recordar eventualmente el contenido de la Partida anterior, se hace referencia a 10s titulos que vienen a continuaci611, y asi seguido: en cada titulo, despuCs de una referencia al titulo anterior, se presentan las leyes siguientesl9, y todo se realiza seghn una tCcnica nada arbitraria sino que corresponde a un sistema aprendido y conocido. Esquema 2: Marcadores metatextuales en las Siete Partidas: Prdlogo (referencia a la obra entera): +Pl+P2+P3+P4+P5+P6+P7
+
Partida: (+PA) +Tl+T2+T3+T4+T5+T6+... Titulo: ( t T A ) +Ll+L2+L3+L4+L5+L6... Ley: (+LA)
+LS
Las Partidas se apartan tambiCn en el IBxico de 10s textos anteriormente mencionados: faltan casi por completo las referencias a 10s lugares y a nombres concretos, abunda la terminologia juridica y se definen o caracterizan de forma casi enciclopCdica numerosos conceptos a lo largo de toda la obra2O. La tCcnica de definici6n terminol6gica es profundamente distinta de la de las Cpocas anteriores, cuando mhs que definiciones se solian presentar l9
Cf tambitn Roudil(1993-94: 142).
20
Cf. Van Scoy (1986).
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Los elementos f6ricos textuales se desarrollan desde una casi inexistencia en las fazaiias pasando por una organizaci6n con algunos elementos limitados de f6rmulas estereotipadas en 10s f ~ e r o as ~ una ~ planificaci6n textual explicita y exhaustiva jerarquico-lineal en una obra extensa como las Partidas, la cual, ademhs, no se presenta como abierta sino como edificio completo y acabado. Los tipos de frases aumentan en variabilidad y complejidad, desde 10s enunciados oracionales simples en las fazafias pasando por las subordinadas condicionales y relativas en 10s fueros hasta llegar a una amplia serie de tipos sinthcticos simples y complejos en las Partidas. TambiCn en cuanto a1 engarce sinthctico, la evoluci6n de nuestros textos corresponde a una ampliaci6n de las posibilidades debida a la necesidad de expresar una cantidad de relaciones mhs alta. El hecho de que se trate de una ampliaci6n se comprueba teniendo en cuenta que las tCcnicas de 10s estadios anteriores no se sustituyen por las de 10s posteriores sin0 que Cstas se van acumulando (vCase esquema 3): en 10s textos del tip0 I1 se encuentran tambikn las tCcnicas del tipo I; y en 10s textos del tip0 I11 se descubren las tCcnicas de 1-111. Los textos de 10s tres tipos tambiCn corresponden a tres escalas en el continuum universal de tCcnicas entre "agregaci6nme "integraci6n" de lo que Wolfgang Raible (1992) llama yuncidn ("J~nktion")~~; siendo la evoluci6n de I a I11 tipica en 10s procesos 22
23
Los elementos que encontramos esporhdicarnente en ciertos heros y fazaiias son 10s que tambikn son conocidos desde la tradicibn notarial (como de suso es dicho, el sobredicho etc.). VCase, en particular, Raible (1992: 191 ss.; cf. tambiCn Lehmann 1988 y Haimanl Thompson 1988). Raible llama Junktion el proceso de ilacidn de hechos (extralingiiisticos, o sea ideas), para el cual cada lengua dispone de una serie de tkcnicas que se sitdan a lo largo de dos ejes dimensionales: un eje horizontal de 10s tipos de ilacidn y un eje vertical de las etapas de "integraci6n". En el eje horizontal se encuentran relaciones semhticas como causalidad, consecutividad, condicibn, tiempo etc.; y en el eje vertical, Raible distingue ocho fases de integraci6n: la yuxtaposici6n de las fiases (I); la yuncidn con un elemento que recupera algdn elemento de la frase anterior (11), la ilaci6n explicita entre dos fiases (III), la yuncidn a travts de conjunciones subordinantes (IV), yunci6n por medio de construcciones participiales o gerundiales (V), yunci6n por medio de grupos preposicionales (VI) -aqui se da el paso de lo verbal a lo nominal- yunci6n por medio de preposiciones o morfemas de caso (VII) y, por hltimo, yunci6n dada por la identidad entre una cierta funci6n sinthctica y una hnci6n semhntica (p.ej. hnci6n del sujeto como agente etc.). Raible describe 10s diversos pasos como continuum al que pueden corresponder diversas tkcnicas en diferentes lenguas; continuum tambiCn en el sentido de que a la fase VIII le suceda la fase I: 10s elementos sinthcticos sin m b , a su vez, son la base de la simple yuxtaposici6n (I) etc.
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de elaboraci6n de lenguas habladas que avanzan paso a paso hacia 10s hbitos de la "e~crituralidad"~~.
Esquema 3: evoluci6n de 10s tipos textuales b
tip0 I: Fazaiias
tipo 11: Fueros
simple yuxtaposici6nY ilaci6n con la conjunci6n coordinante et
ilaci6n especificada; subordinaci6n: frases relativas y frases condi- amplia gama de tipos cionales de subordinaci6n; construcciones participiales y gerundiales; nominalizaciones
tipo III: Partidas
Hay que aiiadir que esta elaboraci6n evidentemente no ocurre ex nihilo y que las t6cnicas de 10s tipos I1 y III ya existen tambiCn en la "fase" del tipo I, per0 que no se han trasladado acn a la nueva forma escrita sino que Gnicamente se realizan en la forma de la escritura traditional, es decir, en latin. Podemos decir, a mod0 de resumen, que 10s tres tipos son representantes de tres pasos en la elaboraci6n gradual de la textualidad juridica en lengua castellana. Pero, volviendo a la cuesti6n inicial, habria que precisar si esta evoluci6n corresponde a cambios en la lengua o si simplemente nos hallaremos ante textos diferentes escritos en una misma lengua; o incluso si 10s eventuales cambios de la lengua en la 6poca investigada son independientes de las innovaciones textuales. Para dar una respuesta coherente a esta pregunta, habrh que precisar, en primer lugar, qu6 es lo que se entiende por lengua. Me parece ctil, para tal fin, recurrir a la vieja distincidn de Guillermo de Humboldt entre la "estructura gramatical" (Bau, Structur) y el "carhcter" (Ausbildung, Charakter, Geist) de una l e n g ~ a ~ segen ~ : Humboldt, cada lengua es "completa" en cuanto a su estructura. No hay lenguas "mejo24
25
Para este tCrmino vCase Oesterreicher, en este volumen. Vkase Humboldt 1836 (en traducci6n espaiiola Madrid 1990). En las discusiones recientes aparece a menudo la distinci6n semejante hecha, con fines menos lingiiisticos, por el sociologo Heinz Kloss entre Bau ("estructura") y Ausbau ("elaboraci6nm), vCase Kloss (1976) y Oesterreicher (en este volumen).
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res" o "peores", simplemente hay sistemas de signos diferentes. Al mismo tiempo, si hay grados evolutivos en cuanto a1 "caracter" de la lengua, que es product0 del desarrollo cultural y es modificado a lo largo del tiempo por medio de la labor (en parte tambiCn consciente) de 10s hablantes. Lo que define el cardcter son, segcn Humboldt, por ejemplo, las t6cnicas de relacibn de 10s elementos, la ilaci6n sintictica, la no-ambigiiedad de las formas gramaticales y ciertas tCcnicas de formacidn de palabras. Los procesos elaborativos que podemos observar en la Edad Media rominica corresponden a la elaboracibn del caracter, per0 no parecen afectar a la estructura. En tCrminos mas modernos, podriamos decir que lo que muda a lo largo del siglo XI11 en el castellano no es el sistema, sino la norma: hay que recordar que la "norma linguistican en el sentido de Coseriu26 es un tCrmino que tambi6n se refiere a la cantidad de las realizaciones de un sistema, mientras que el tkrmino sistema es puramente cualitativo. Es decir: una palabra como onde en el sistema castellano antiguo se define por una serie de rasgos seminticos y por su posici6n en el sistema del Ibxico, per0 sus diversas acepciones son hechos de la norma. En cuanto a las acepciones observamos que en 10s textos juridicos, onde tanto se puede usar como locativo como en un nuevo sentido metonimico, para "recuperar la frase anterior e insertarla como motivo explicative dentro de la que inicia" (Cano Aguilar 1996-1997: 3 15)27.La extensi6n del l6xico por medio de usos metaf6ricos o metonimicos, el paso de la deixis extralingiiistica a una deixis textual, el aprovechamiento masivo de las tCcnicas de formaci6n de palabras no cambian el sistema, per0 enriquecen las tradiciones existentes, ampliando la norma de la l e n g ~ a ~ ~ . De este modo, se van creando elementos nuevos que se van asociando con un cierto campo temhtico o con un cierto tip0 de individuos y de situaciones. Con la adopci6n de la tradici6n discursiva "boloiiesa", el castellano entra en contact0 con la(s) lengua(s) que ya disponen de esta tradicibn, y a1 adoptar la tradici6n discursiva tambiCn llega a asumir medios lingiiisticos, transformhndolos y en parte incorporhndolos. La tradici6n discursiva se -
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Cf. sobre todo Coseriu (1952). Cf. tambitn Eberenz (1994) y Silva-Corval6.n ((1999). D h a s o Alonso (1941) y Antoni Badia i Margarit (1960) habian percibido clararnente las diferencias entre 10s distintos "estadios" de la lengua medieval, per0 sin la separaci6n te6rica aqui propuesta entre lengua, norrna y texto. Cf. tarnbitn Cano Aguilar (1996-97: 297).
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vuelve entonces vehiculo del contacto lingiiistico, y las lenguas de contacto sirven como fuentes para la innovacibn. Pero como la estructura del castellano ya existe en cuanto estructura gramatical fundamental, so10 hace falta la adopcibn o la creaci6n de elementos de 10s que esta lengua no dispone. Evidentemente, la ampliaci6n de la norma motivada por la finalidad de 10s nuevos textos juridicos crea tambien una base para una variedad lingiiistica propia, una Iengua juridica diferente en la arquitectura de la lengua castellana. Pero por lo que parece, en 10s textos aqui estudiados no podemos todavia hablar de sistemas s e p a r a d ~ s AGn ~ ~ . asi, estructura y carbcter, ya lo dice Humboldt, no se encuentran netamente separados, y existe la posibilidad de que la elaboraci6n conlleve, a lo largo del tiempo, tambien efectos sobre la estructura. Con todo, el hecho de que 10s grandes cambios de 10s siglos XI1 y XI11 se vean reducidos mas bien a cambios de la norma no les resta importancia. Y como parece que el motivo de estos cambios es la adopci6n de una nueva tradici6n discursiva, habra que preguntarse c6mo y en que momento llega esta tradici6n a la Peninsula Iberica y cuales son sus primeros productos en lengua castellana. Habra que detectar 10s momentos clave de creaci6n de las nuevas tradiciones o del traslado de la tradici6n desde una lengua a otra30.
6. Los textos clave de la nueva tradicidn
En la tradici6n juridica castellana medieval, la gran innovaci6n textual dada por la recepcidn del derecho romano no se e f e c ~ con a la codificaci6n alfonsi, sin0 ya antes (y hasta la misma Cpoca), en primer lugar por la presencia en la Peninsula de textos de derecho romano en latin, y, en segundo lugar, a traves de las sumas romances de derecho romano que, en algunos casos, sirven de modelo inmediato a 10s textos alfonsies. Ya casi un siglo antes de
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Un caso en el que rnis tarde la lengua juridica se separaria de las dernis variedades del castellano lo constituye, por ejemplo, el uso del llamado futuro de subjuntivo, forrna que desaparece de casi todas las variedades del espafiol per0 que se rnantiene viva, por lo rnenos hasta un pasado muy reciente y en parte hasta ahora, corno "antigualla fbsil" (Lapesa 2000: 851) de la "lengua" juridica (Cf. tambiCn Alarcos Llorach 1994: 160). Bossong (1979) habla, en el caso del contacto castellano-habe, de aculturacidn.
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la redacci6n de C ~ t o s se ~ ~estudia , en Palencia el Derecho romano s e g h las tCcnicas de la escuela boloiiesa, y la organizaci6n textual de las lecciones se asemeja bastante a la que volvemos a encontrar en la legislaci6n alfonsi, como se ve en el siguiente ejemplo, que coteja el comienzo de una Summula latina de finales del siglo XI1 (el primer texto conocido de derecho romano en la Peninsula IbCri~a)~~, con un pasaje del Especulo alfonsi (el cual a su vez formaria tambiCn parte de las Partidas): Summula de Ugolinus de Sesso (Ms. 55, Alfonso X. Especulo (ed. Martinez Diez, Biblioteca de Catalunya). 1985,581) Appellationis usus quam sit frequens, quam necessarius nemo est qui ignoret ut Dig. de appellationibus, 1.1.; et ideo ad presens lecturi tractatum de appellationibus videamus primo quid sit appellatio, que sit forma appellationis, quociens licet appellare, quando uel infra que tempora sit apellandum, quando sit necessaria appellatio, quis sit effectus appellationis interposite, qui possunt appellare et qui pro eis possunt apellare, qui non habent beneficium apellationis, a quibus iudicibus appelletur et a quibus non, et quod sit officium eius a quo appellatur, ad quos iudices sit apellandum, et quod eorum officium, intra que tempora appellatio sit prosequenda, que sit pena non prosequentis apellationem, quomodo quis intelligitur quod prosecutus sit appellationem, sexto decimo et vltimo loco breuiter uidendum est qui casus dubitabiles sint determinati, an in eis teneat appellatio uel non.
Onde pues que en este otro titulo ffablamos de 10s iuyzios que sson asy commo fin e acabamiento de 10s pleitos por que 10s contendores venqen o sson venqidos e legan a peligro de ssoffrir dannos o penas ssegunt dicho auemos, bien es que ffablemos en este titulo de las quatro maneras de acorro que dixiemos, e primer0 de las alqadas porque sson mis comunales a todos. E queremos ante que ssepan 10s omnes por que f i e r o n ffalladas; e despues diremos quC cosa es alqada e quiCn sse puede alqar e de qua1 iuyzio lo puede ffazer e de quiles iudgadores en de quiCn e quindo e en quC manera e ffasta quint0 tienpo sse puede alqar e ffasta quindo deue sseguir el alqada e q u h t a s vezes sse pueden alqar ssobre vna cosa e quC deue ffazer el que sse alqa; e otrossi el iudgador de quien sse alqa e el otro quien sse alqa e quC pro viene del alqada e quiles alqadas valen e quiles non.
Pero hay que esperar hasta mediados del siglo XI11 para que aparezcan 10s primeros textos de derecho romano en castellano. Parece que datan de antes de la codificaci6n alfonsi algunos de 10s tratados procesales como la MargaNo pretend0 entrar aqui en la conocida discusi6n sobre la cronologia de las obras alfonsies; las dos posiciones mfis destacadas las exponen Craddock (1981) y Garcia Gallo (1984). 32 Martinez (1991) presenta una edici6n del texto. Cf. tarnbitn el exhaustivo trabajo de Iglesia Ferreir6s (1998). Para las fuentes bolofiesas de las Partidas vCase Camacho Evangelista (1966) y (1968). 31
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rita de 10s pleitos, la Summa aurea o las obras del Maestro Jacobo "el de las leyes", quien particip6 en la redacci6n de las Partidas y cuyas obras como la Summa de 10s nueve tiempos de 10s pleitos, el Doctrinal o, sobre todo, las Flores de Derecho -actualmente reeditadas concienzudamente por Jean Roudil en Paris- dan muestra ya de la nueva tradici6n discursiva en lengua ~ a s t e l l a n aLas ~ ~ . razones por las cuales estos textos se redactan en romance parecen ser varias: en primer lugar, la instalaci6n de 10s estudios juridicos universitarios hacia necesaria una separaci6n entre el mundo "cientifico" y el mundo "prhctico"; a1 misko tiempo, el mundo prhctico de 10s notariados y el creciente comercio de las ciudades necesitaban manuales del nuevo derecho manejable~~~. En el uso notarial, el castellano ya se generalizara como lengua escrita en la Cpoca de Fernando el Santo, y parecia oportuno, pues, escribir las guias de Derecho romano en la lengua empleada en la prhctica; aunque evidentemente 10s autores, con su fundada formaci6n universitaria, las habrian podido escribir igualmente en latin35. TambiCn hay que mencionar otra obra de gran importancia, la suma occitana llamada Lo Codi, escrita en la segunda mitad del siglo XI136,constituyendo por lo tanto el primer tratado extenso de derecho romano en lengua vulgar y una de las obras en prosa mis importantes de la Edad Media romC nica. Es aqui donde aparece por primera vez resumido en romance el contenido de1 Codex Iuris Civilis del emperador Justiniano. Los nueve libros de Lo Codi se basan en gran parte en la llamada Summa trecensis, un compendio de derecho romano escrito en latin, probablemente tambiCn en el sur de Francia, por un discipulo de juristas bolofieses alli presentes en el mismo siglo XI137. De este modo, Lo Codi transmite casi de forma inmediata la ensefianza de la escuela de 10s glosadores bolofieses. Pero la importancia de este primer libro juridic0 elaborado de la Romania no deriva s610 de la fecha de composici6n: no es s610 la perspectiva posterior la que le da valor hist6rico, como por ejemplo en el caso de las Glosas emilianenses o de mu33 34
35
36
37
Cf. Roudil(1985). Cf. Cerdd (1950: 636s.); Garcia y Garcia (1971: 672); Gumbrecht (1990: 54). Es un rasgo general de 10s autores de la lengua castellana escrita y elaborada del siglo XI11 -y, en general, de todos 10s "renacimientos"- que Cstos procedan de aquellos circu10s de mejor formaci6n clasica (cf. tambiCn Wright 1989: 355). Los investigadores concuerdan en la actualidad con que el texto fue compuesto entre 1149 y 1176, probablemente, se@n 10s argumentos de Prawer (1954 y 1961-62), Ourliac (1974) y Gouron (1985a; 1987), alrededor de 1960. Cf. Gouron (1984 y 1985b).
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chos de 10s textos juridicos consewados con poca proyecci6n en la Cpoca en la que fueron escritos; aqui se aiiade el hecho de su importancia en circulos contemporaneos, si tenemos en cuenta la gran difusi6n que tuvo este texto en un vasto territorio. De Lo Codi se conocen, no s61o varios manuscritos occitanos, el primer0 aun del siglo XII, sino tambiCn toda una serie de traducciones a otras lenguas. La primera es una versi6n latina escrita por un llamado Ricardus Pisanus todavia en el siglo XII, junto con otras tres diferentes versiones latinas. Existen, ademis, varias traducciones a1 francCs antiguo, la traducci6n de una parte de uno de 10s manuscritos latinos a1 francoprovenzal, hay noticias de una traduccion perdida a1 catalhn, existiendo tambiCn una traducci6n castellana en dos manuscritos. Aparte de las traducciones directas, hay influencias -y traducciones parciales- en las Assises des Bourgeois, la legislaci6n local del reyno de JerusalCn, en 10s Costums de Tortosa catalanes, en la Loi de I'empereur bearnesa, en las Coutumes d'Anjou et du Maine y en 10s estatutos civiles de Venecia, como se obsewa en el siguiente esquema. Esquema 4: Lo Codi y su difusi6n
I Delfinado
Lo Codi
Desde hace mhs de siglo y medio, se han dedicado numerosos trabajos a1 estudio de este texto, publichndose varias ediciones de diversos manuscritos, entre otras la versi6n occitana del Ms. A por Felix Derrer en 197438,y la 38
Derrer fue discipulo de Gerold Hilly, al que se debe un cierto renacer de 10s estudios de Lo Codi en 10s afios setenta.
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versi6n castellana en edici6n de Juan Antonio Arias Bonet en 1984 a base de 10s Mss. 6418 y 10816 de la Biblioteca Nacional de Madrid, con fines sobre todo hist6rico-juridicos y no fil016gicos~~. La version original occitana difiere de sus modelos latinos, especialmente de la Summa trecensis, en varios aspectos: - primero, el contenido juridic0 se presenta de forma abreviada y algo simplificada, y se ejemplifican las normas abstractas con numerosos ejemplos concretos, - segundo, la estructura del texto se hace a h mucho mhs explicita que en las Summae latinas, - tercero, el af5n de evitar la deixis personal, propio de 10s textos latinos del derecho romano, se transforma en un lenguaje concreto y personalizado, como en 10s siguientes ejemplos: Summa trecensis (111, VI; ed. Fitting 1894)
Lo Codi (111, XII; ed. Derrer 1974)
Ms. BN 10816
De iurisdictione et ubi aici ditz en cal log deu om metre altre em plaig iudicia peragenda sunt. Apud eum qui iurisdictioni preest iudicia expedienda sunt
39
pois que nos auem dit de.ls iutgues ed en cal mesura deuunt li iutgues donar iudicias, ara digam davant cals personas deuunt esser faig li plaig. Li plaig deuunt esser faig dauant aquellas personas que ant iurisdiccion, zo es poestat
I.
De edendo. Qualiter aequitas in magistratuum personis constituta sit, explicitum est. nunc autem quomodo iudiciorum aequitas seu iustitia expedienda sit, in quibus magistratuum persone adeo necessariae sunt, ut sine his nullum iuditium esse possit, docendum est. ideo cum de ipsis iuditiis dicendum est, rationabiliter eorum preparatoria premittit, scilicet de edendo et de in ius vocando nec non de postulando et satis dandO
Derrer)
$1. pois que nos auem dit de.ls plaiz, en cal guisa ill deuunt esser defenit per jujdi, primeirament digam d'aquestas causas que om deu faire que Om a'tre Ome enjujdi. primeiramerit enant que om ape1 ome en jujdi li deu om dire per cal radon om lo uol metre em plait, zo es a dire per cal accion el uol demandar. ed ace deu om dire de.XX. dias enant que el lo son em plaig. e quant el o aura audit, sapias sen a cosseillar, si el fara ses plaig 1 aco que om li demanda. e si el pessa que non li o fara ses plaig aco que om li demanda, deu se garnir cum el li -fasza dreig.
s2.
Pues que nos auemos de dezir el pleito en qual guisa deue seer derecho por iuyzio . digamos de aquellas cosas que omne deue fazer antes que lame a -otro omne a iuyzio ql Certas deue el omne dezir por qual razon le quier meter en pleito & deue'l dezir qual demanda le quier ffazer & esto deuegelo dezir xx dias ante que'l llame a1 pleito . & esto es por tal que se sepa aconseiar si lo podra fazer sin pleito aquello que omne le demanda que se guise cornno le ffaga derecho
Ms BN 10816
Pues nos auemos dezir el pleyto en qua1 guisa deue seer derecho por iuyzio digamos d'aquellas cosas que omne deue fazer ante que llame a otro omne en iuyzio. 7 Certas deue el omne dezir por qua1 rrazon le quiere meter en pleyto . Et deue'l dezir qua1 demanda le quiere fazer . & esto deue ge -lo dezir xx . dim ante que'l llame a1 pleyto . & esto por tal que el sepa aconseiar sy podra fazer sin pleyto aquello que omne le demanda . & si piensa que lo non fara sin pleyto . aquello que Omne Ie demands ' que nOn se guise como le faga derecho
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Lo Codi, ver-
si6n latina (ed. Fitting) I. De edendo. Postquam de placitis dicturi sumus quomodo debant definiri in iudicio, prius dicamus de illis rebus que debent fieri ante quam aliquis uocet aliquem in iudicio. PriusqUam appellet qUem ad placitum, ei predicere Per XX dies ante, et dicat ei qua actione uult eum uocare ad causam. et post quam reus, id est ille de quo &bet esse reclamatio, audierit hot, accipiat consilium infra XX dies, si ueiit ei facere id quod actor petit sine omni placito. si non putauerit quod aliquid debeat ei facere sine placito, preparet se et respondeat ei.
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En las versiones romances aparece continuamente el ya mencionado "nos" de autor o de maestro, y un "om" u "omne" como persona ejemplar de 10s diversos asuntos juridicos. Estas caracteristicas personalizantes podrian tambiCn relacionarse con las Cartas juridicas occitanas y ciertos formularios de la misma 6poca. Es posible que Lo Codi fuera uno de 10s textos de penetraci6n de la nueva forma textual en la Peninsula IbCrica. La versi6n castellana se basa directamente en el texto provenzal, sin mucha variacibn, como tambi6n se ve en el caso de la terminologia juridica, que reproduce la del original, contrario a 10s textos del maestre Jacobo de Junta, probablemente coautor de las Partidas, quien p.ej. en sus Flores de derecho presenta a menudo t6rminos latinos del derecho romano junto a una traducci6n castellana, la cual, a su vez, aparece como iinica en las obras alfonsies: CodiProv CodiCast Flores
3a Partida
actor
actor
reu
rreu
demandador demandado
procurador aduocat
la persona del demandador que es dicho en latin actor
la persona del demandado que es dicho en latin reus procurador personeros que son dichos en latin procuratores uozeros que son dichos en latin advocati auogado
personeros bozeros
Lo que mbs destaca en el texto de Lo Codi en castellano es su dependencia del modelo provenzal, aparente en numerosos provenzalismos, sobre todo lCxicos, per0 tambiCn morfol6gicos y sintbcticos. A la necesidad de estructuraci6n textual corresponde el uso del occitanismo certas, empleado repetidamente; otros occitanismos lkxicos son p. ej. esguardar, ensembla, metge "m6dico" etc. En ocasiones, parece que 10s provenzalismos responden a una pretendida reproducci6n fidedigna de la terminologia juridica, como en expresiones como "meter en pleito", de metre em plaig, o "clamar a pleito", de clamar aplaig. En muchos casos, no es posible afirmar con exactitud si un elemento se debe a1 influjo del provenzal o no, como con respecto a 10s participios en -udo, que aparecen a1 lado de -id0 en dobletes como tenudo tenido, siendo la forma occitana correspondiente tenguig o tengut. El provenzalismo hace dificil la localizaci6n y la datacidn dei texto castellano. Las iinicas referencias a lugares concretos de la versi6n castellana que no aparecen en la versi6n original son las menciones de Zamora y de
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Benavente, lo que llev6 a Arias Bonet a suponer que el texto habria sido compuesto "en a l g h lugar de la regidn del Duero" (Arias Bonet 1984), afirmaci6n que no se puede apoyar con seguridad. Arias Bonet supone una fecha de composici6n anterior a la de 10s manuscritos, ambos del siglo XIV, y cita a Antonio Quilis, segGn el cual el texto "puede proceder de un period0 que cabria hacer retroceder hasta 10s aiios finales del siglo XIY41. Adembs, Arias Bonet relaciona Lo Codi implicitamente con textos como el Fuero de Avilis. Sin embargo, nuestro texto presenta un castellano ya mucho mas libre de arcaismos que 10s textos conocidos de Cpoca tan temprana, por lo que me parece mas atinado situarlo en una Cpoca inmediatamente anterior a 10s textos alfonsies, si no data incluso de la Cpoca de 10s manuscritos, aunque es cierto que entonces sorprenderia su alto grado de dependencia del occitano. Lo Codi presenta la forma de la suma boloiiesa por primera vez en romance, aunque de manera rnbs bien rudimentaria. En la tCcnica de divisio de la materia, hace alusi6n a la estructuraci6n de 10s elementos comhn en la literatura juridica boloiiesa, per0 p. ej. la enumeraci6n acaba siempre con un primera mientre, dejando despuCs la enumeraci6n explicita o siguiendo con elementos como et u otrossi. Hace, pues, alusi6n a las fuentes textuales boloiiesas, per0 s610 de una forma parcial. No sabemos si la versi6n castellana de Lo Codi es realmente anterior a la codificaci6n alfonsi aunque parece dificil imaginarse que se escriba en una lengua tan influenciada por 10s modelos provenzales habiendo tenido a disposici6n 10s textos de la corte toledana. De todos modos, podemos decir que la forma textual nueva de la "suma boloiiesa" penetra en la Peninsula IbCrica primero a travCs de modelos latinos, y mbs tarde tal vez a traves del modelo provenzal de Lo Codi y de su traducci6n castellana marcada por 10s rasgos provenzales: primero llegaria la forma textual, procediendose a continuaci6n a la elaboraci6n de textos castellanos siguiendo aquel modelo.
41
Apud Arias Bonet (1984: 39).
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Hemos visto que en 10s siglos XI1 y XIII, en 10s textos juridicos escritos en Castilla se intenta fijar, en una primera fase, el derecho de las costumbres y de las fazaiias concretas y el derecho general de 10s fueros, y a continuaci6n el derecho elaborado de la tradici6n romana. A cada una de las respectivas tradiciones textuales le corresponden ciertos modelos existentes en otras lenguas, en primer lugar en latin (con diferencias claras entre el latin de 10s fueros y el latin de las sumas boloiiesas). En la elaboraci6n de 10s textos castellanos, estos modelos latinos (o incluso occitanos) estan presentes, por lo menos en una primera fase. Por definicibn, cuando se traduce, se producen interferencias, Sean Cstas positivas o n e g a t i v a ~ y~ ~esto , se trasluciria, por ejemplo, en 10s occitanismos evidentes de la traducci6n de Lo Codi al castellano. Las interferencias son, en un primer instante, fen6menos de textos aislados, per0 pueden, a su vez, formar tradiciones nuevas. Si todo un tip0 textual se encuentra, desde su inicio en una lengua nueva, marcado por un cierto tip0 de interferencia, lo que en una primera fase sera interferencia se podrh convertir en tradici6n independiente. Y si a esta tradici6n independiente le corresponden reglas lingiiisticas distintas a las de otras variedades de la misma lengua, estaremos no s610 ante una tradici6n textual sino ante una variedad lingiiistica; en el caso de una posible lengua juridica, ante una variedad diastratica (un sistema que caracteriza a un grupo de hablantes) o una variedad diafbsica (un sistema que se caracteriza por ciertas condiciones y circunstancias del hablar). Ahora bien, en el caso de la elaboracibn de 10s textos juridicos castellanos, parece dificil detectar cambios en el sistema lingiiistico a traves de 10s textos estudiados, y estaremos m9s bien ante una ampliaci6n de las tradiciones lingiiisticas dentro de las posibilidades del sistema. Aim mbs: parece incluso que lo caracteristico de 10s textos castellanos a partir de la segunda mitad del siglo XI11 es su marcado rechazo de 10s cambios del sistema. Si en una primera fase del desarrollo de la lengua escrita elaborada aim tenemos ciertas tendencias tanto latinizantes (que se volveran a dar en distintas fases posteriores de la evoluci6n lingiiistica) como de marcado influjo transpirenaico, ya inmediatamente despuCs podemos observar una reacci6n castellanizante, que en vez de adoptar elementos de otras lenguas, opta ampliamente 42
Cf. Kabatek (1998).
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por soluciones internas a1 sistema castellano, lo que tambi6n se confirma si tenemos en cuenta las traducciones del h ~ - a b ePero ~ ~ . la base de esta reacci6n son 10s textos de nuevas tradiciones discursivas en otras lenguas y en un castellano de marcado influjo externo, como es el caso de la traducci6n castellana de Lo Codi. Primero llega la tradici6n de 10s textos y despuks se elaboran 10s medios linguisticos apropriados para poder recrearla en la lengua nueva. En el estudio de la historia de una lengua, la penetraci6n de una nueva tradici6n discursiva siempre abre una brecha y crea una especie de "desorden" hasta que 10s hablantes la coloquen "en su sitio" y encuentren y fijen 10s medios linguisticos que luego asociarhn a ella. Son estas circunstancias las que en el eterno juego entre tradici6n y creatividad innovadora, permiten que Bsta predomine sobre aquBlla, y son, por lo tanto, momentos que merecen la atenci6n primordial de 10s historiadores de la l e n g ~ a ~ ~ .
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43 44
Cf. Bossong (1979). Esto vale especialmente para momentos en la historia de una lengua en 10s que no s610 una, sino varias tradiciones discursivas son creadas o re-creadas en ella, especialmente para el paso de las lenguas anteriormente s61o habladas a lenguas escritas en la Edad Media. Por ello el dicho de Brigitte Schlieben-Lange: "Cuando las lenguas pasan a escribirse, cambian" (Wenn Einzelsprachen verschriftet werden, andern sie sich; cf. SchliebenLange (1983) y Kabatek (1994)).
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Rafael Cano Aguilar
La construccidn del discurso en el siglo XIII: dirilogo y narracidn en Berceo y el Alexandre
1. La elaboracidn de 10s tipos de discurso en 10s primeros escritos castellanos (como en 10s de cualquier otra lengua, romhnica o no) se ha visto tradicionalmente en t6rminos de "progreso", de "evoluci6n", de "desarrollo" de 10s mecanismos lingiiisticos capaces de construir un texto trabado, coherente y cohesionado mhs allh de la mera adjuncidn de enunciados. Dado que el aspecto lingiiistic0 especialmente implicado aqui es la relacidn interoracional (la tradicional "oracidn complejayyy sus combinaciones), la construccidn de un "modo de decir" que correspondiera adecuadamente a la complejidad de aquello que se queria decir tendria que verypues, con la aparicibn, desarrollo y creciente uso de mecanismos lingiiisticos de combinaci6n de oraciones "simples" (tipos de relacidn, elementos conectores, etc.). En suma, un problema de gknesis textual se ha venido identificando con una cuesti6n de historia sintdctica. La visidn tradicional sobre este punto ha sido tratada ya en numerosas ocasiones, y no hacen falta muchas precisiones nuevasl. En lineas generales, puede decirse que 10s tipos de discurso que van surgiendo en 10s distintos textos de 10s primeros siglos de escritura en castellano se han interpretado en t6rrninos de la "hipbtesis de la parataxisv2:de acuerdo con ella, se recorreria un camino desde las etapas iniciales, en que la sintaxis del discurso es hndamentalmente "yuxtapuesta" (sus partes componentes se unen, por lo general, sin marcas lingiiisticas de conexidn, ni en dependencia ni en igualdad jerhrquicas), a una situacidn posterior en la que el desarrollo de mecanismos de coordinaci6n y subordinacidn sinthcticas origina un instrumento m b complejo y elaborado para la manifestacidn de un pensamiento, 6ste tambi6n mhs "desarrollado". La misma linea de progresidn se daysegun esta hipdtesis, en 10s textos escritos que conservamos
Para el castellano, el punto de partida sigue siendo A. M. Badia Margarit (1960). Es un trabajo, sin embargo, que necesita una profbnda revisi6n: vCanse Cano Aguilar (1998) y (2000a). Harris1 Campbell (1995: 282-3 13).
134
Rafael Cano Aguilar
(con ligeras variaciones, segun su naturaleza) y en el uso linguistic0 general (esto ultimo, claro, mucho mhs dificil de comprobar en Cpocas antiguas). La sintaxis de 10s primitivos textos castellanos seria, pues, simple, carente de trabazbn, "suelta" (segun la terminologia de Badia Margarit), basada en la uni6n asindktica de oraciones en el discurso; y ello por "primitivayy,por situarse en 10s "albores" del idioma, un idioma que aun no ha podido desarrollar sus capacidades. Ahora bien, como lo que vemos iniciarse realmente es la lengua escrita, ya que el comienzo del castellano hablado, no s61o es muy anterior, sin0 que en la prfictica es en verdad inasible, y desde el punto de vista te6rico muy discutible una fiontera entre "hablar latin" y "hablar romance" (castellano, p. ej.), el "primitivismo" manifestado en la sintaxis "suelta" se vincula inmediatamente a la oralidad. Una lengua s610 hablada necesita muchos menos mecanismos de conexi6n interoracional, o de ilaci6n ccextraoracional",no s610 porque 10s contenidos del hablar son m b "lineales" que 10s de lo escrito, sin0 porque en el discurso oral hay numerosas posibilidades extra- y paralinguisticas que hacen infitil o superflua la explicitaci6n gramatical de 10s vinculos de sentido entre las partes integrates del discurso. Las consecuencias lingiiisticas de la oralidad se manifestarian todavia con fuerza en 10s primeros textos escritos, ya que aun faltaba una tradici6n textual romance que constituyera sus propios modelos. Por otro lado, la situaci6n social y cultural de la Alta Edad Media, Cpoca en la que surgen 10s romances escritos, nos lleva a un tipo de oralidad muy especifico: la de carhcter sociol6gicamentepopular, que se manifestaria muy especialmente en la literatura juglaresca, y desde ahi se insertaria en textos de tip0 pretendidamente mhs "culto" (por ejemplo, 10s del mester de clerecia, o 10s surgidos del taller alfonsi), iniciando asi una tradici6n que, segun muchos estudiosos, caracterizarfi desde entonces a la mejor literatura espaiiola. Es a este nivel de lengua a1 que muchos lingiiistas vinculan con mayor fuerza el tip0 de organizaci6n sinthctica "suelta" a1 que nos estamos refiriendo. De este modo, las referencias a la ausencia de nexos entre oraciones como uno de 10s rasgos que caracterizan, a la vez, a 10s primeros textos castellanos y al "espaiiol primitivo" en su conjunto abundan en las historias de la lengua3. Se trata de observacionesjustas, fundamentadas, que suelen captar con acierto 10s VCase, por ejemplo, Lapesa e1981: gg56.5, 57.5, 60.2 y 61.5). SerA la prosa, especialmente la alfonsi, la que ponga en marcha una lengua m 6 compleja (5 63.4). A veces, sin embargo, queda la duda de si esta uni6n asindCtica no serh un procedimiento aposteriori, creado por manipulacibn de una primitiva relaci6n explicita ("Destaca la supresi6n de nexos", dice Lapesa a prop6sito de diversos pasajes de textos de la primera mitad del XIII).
La construcci6n del discurso en el siglo XI11
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usos y 10s hallazgos de 10s viejos textos medievales. Pero jse caracteriza asi con justicia, no ya a1 idioma general de aquellos tiempos, sin0 a la misma sintaxis global de esos textos? El analisis exhaustivo de 10s mecanismos presentes en tales textos, en series mas extensas que algunos casos sueltos especialmente felices, nos permitira comprobar la veracidad de estas caracterizaciones sinktico-estilisticas, por un lado, y ver hasta qu6 punto la historia de la lengua escrita manifiesta el proceso de creaci6n de hipotaxis a partir de la parataxis, o de la yuxtaposici6n, como proceso lingiiistico general.
2. Uno de 10s procedimientos que viene siendo utilizado para determinar el peso de 10s distintos tipos de relaci6n interoracional en 10s textos es el de realizar un cbmputo numkrico de cada uno de ellos, o de 10s fundamentales. Una enumeracidn cuidadosa permitirh comprobar el dominio de unos u otros tipos de relacibn, y con ello ver hasta quk punto la situaci6n asi descrita corresponde con 10s supuestos de la teoria de la evolucibn sintactica en este campo4. Partiendo de 10s resultados obtenidos en trabajos donde se intentaba caracterizar la sintaxis de 10s pasajes en "discurso directo" de ciertas obras de Berceo5, o comparar la sintaxis de 10s documentos notariales con la del poeta riojano6, aqui llevaremos a cab0 un anhlisis contrastado de pasajes narrativos, descriptivos, y "directos" de diversas obras de Berceo y del Libro de Alexandre7. Se trata, como es sabido, de textos insertables en una clara linea de escritura "culta" en romance, per0 en 10s que el carhcter supuestamente mas "popularista", "ingenuo", de Berceo (mas cercano a veces a la "oralidad", por tanto) se contrapondria a1 intelectualismo mucho m b consciente de si mismo del desconocido autor del Alexandre. De este modo, no s610 intentariamos caracterizar el tip0 de discurso de una determinada tradici6n textual, sino tambi6n las variantes que Dicho procedimiento fie iniciado por Juan M. Lope Blanch en diversos trabajos: Lope Blanch (1983a), (1983b), (1986), (1993a), (1993b). Vtanse las bases te6ricas y metodol6gicas en Lope Blanch (1979). Y ha sido aplicado por mi en Cano Aguilm (1996) y en 10s articulos citados en n. 1. Cano Aguilar (2000b). Cano Aguilar (2000a). Para Berceo se han seleccionado fragmentos de las siguientes obras: Vida de Sun Millrin de la Cogolla, Vida de Santo Domingo de Silos, Milagros de Nuestra Seiiora y Vida de Santa Oria, segdn la edici6n de Obra Completa (coord. por Isabel Uria), Madrid: Espasa-Calpe, 1992. Para el Libro de Alexandre se ha utilizado la edici6n de Raymond S. Willis jr. (1934, reimpresa por Kraus Reprint Co., New York 1976).
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Rafael Cano Aguilar
Csta podria contener. A1 mismo tiempo, la comparaci6n de determinados procedirnientos sint5cticos en unos y otros textos podria arrojar cierta luz sobre la tan debatida cuesti6n de la composici6n del Alexandre por obra, o no, de Gonzalo de Berceo8.
2.1. El c6mputo realizado sobre, aproximadarnente, la mitad de las estrofas que componen el Libro de Alexandre, repartidas de forma equitativa entre pasajes en discurso "directo" y en discurso "no directo" nos da 10s siguientes resultados en lo que se refiere a 10s tipos de relaci6n interoracional utilizados: Pasajes "directos"
Pasajes "no directos"
Oraciones
272 1
2663
Yuxtapuestas
930 (34,18%)
1147 (43,07%)
Yuxt. a subord.
19 (> 34,88%)
17 (> 43,71%)
Coordinadas
146 (5,36%)
140 (5,26%)
Coord. a subordinadas
48 (>7,13%)
19 (> 597%)
Subordinadas
1 1 15 (40,98%)
830 (31,17%)
Llama la atenci6n el claro predominio de yuxtaposici6n y subordinaci6n sobre coordinaci6n. La escasa presencia alcanzada por esta idtima parece desmentir su situaci6n intermedia entre una organizaci6n del discurso bbicarnente "suelta" y otra m8s "trabada" y cohesionada. Se trata, a la vista de 10s datos, de una opci6n casi marginal en el Alexandre, situacidn que, se@n se verh, no es ~ n i c a de este texto. Por su parte, yuxtaposici6n y subordinaci6n se mantienen en un relativo equilibria mutuo, per0 con una notable inversi6n en cuanto a sus respectivos porcentajes: la yuxtaposici6n domina en 10s pasajes "no directos", aquellos en 10s que s610 habla el autor, frente a 10s pasajes "directos", puestos en boca de distintos personajes, donde la subordination se hace mayoritaria (10s porcentajes correspondientes son casi equivalentes). Esta opuesta distribucibn de uno y otro De ahi que para 10s ejemplos del Alexandre se haya recurrido sobre todo a la versi6n del ms. P (salvo cuando 10s huecos existentes en este, o su situaci6n claramente deturpada, nos obligaban a seguir la versi6n de 0 ) .
La construcci6n del discurso en el siglo XI11
137
modos de engarzar las unidades oracionales no parece que tenga mucho que ver con el mayor o menor grado de "oralidad": de hecho, son 10s pasajes "hablados" aquellos en 10s que predomina la subordinaci6n9. Por el contrario, es de esperar que sean las funciones discursivas dominantes en uno u otro tipo de enunciados 10s que determinen dicho reparto: en 10s pasajes "no directos" se narra y se describe, sobre todo; en 10s "directos" se narra y se describe tambikn, per0 hay mds ret6rica persuasiva, o defensiva, o argumentaci6n de muy diverso tipo. La pertinencia discursiva unida a las especiales constricciones impuestas por la particular metrica del mester de clerecia parecen ser las unicas responsables de estas variaciones en la organizacibn sintdctica del texto. En Berceo la situacidn es muy parecida, a grandes rasgos, por ejemplo, en el escasisimo peso de la coordinaci6n y en la relativa igualdad de yuxtaposicidn y subordinaci6n. Sin embargo, la distribuci6n inversa de estas ultimas seghn el tip0 de discurso no se da por igual en todos 10s textos analizados:
Subordinadas
112 (38,1%)
409 (39,98%)
472 (38,5%)
110 (37,41%)
Como ha mostrado G. D. Greenia (1986), en el Afexandre hay muy poco diilogo, muy poco que pueda considerarse verdaderamente como (re)producci6n de una conversaci6n. Los pasajes "directos" son, en la mayoria de 10s casos, alocuciones dirigidas a la divinidad, a un auditorio colectivo; pocas veces se organizan en una sucesibn de turnos de intervencibn y respuesta.
Rafael Cano Aguilar
Subordinadas
123 (40,32%)
3 16 (33,90%)
418 (35,12%)
96 (30,67%)
En Berceo, 10s pasajes "directos" tienen, con muy pocas diferencias (nada relevantes, ciertarnente), la misma proporci6n de yuxtaposici6n y subordinaci6n. No ocurre asi en 10s "no directos", per0 en ellos la proporci6n respectiva es justamente la inversa entre unas y otras obras del poeta, y ademhs de una forma un tanto paradhjica: s610 en la obra m b antigua, la Vida de San Millcin, domina la subordinaci6n, mientras que las posteriores ven incrementarse el peso de la yuxtaposici6r1, que alcanza su cumbre en la Gltima obra del poeta, la Vida de Santa Oria (no parece, pues, haber un "progreso" de la complejidad oracional a lo largo de la lengua de Berceo). Hay que destacar, fmalmente, el contraste que en este punto ofrecen San Millhn y el Alexandre (en aquC1, en 10s pasajes "no directos" domina la subordinacibn; en Cste, la yuxtaposicibn), cuando, se@n 10s defensores de la autoria de Berceo para este Gltimo, habrian de ser obras m b o menos coetheas, de un tiempo m6s o menos pr6ximo en la vida del poeta. Pese a todas sus diferencias, sin embargo, Berceo y el Alexandre muestran una notable afinidad mutua en la eleccibn, que parece clararnente intencionada, de 10s modos de organizaci6n sinthctica del texto. Se trata, evidentemente, de una afinidad de escuela, no de Cpoca hist6rica en la lengua: textos coetheos, como 10s documentos notariales de la primera mitad del siglo XIII, o algo posteriores, como 10s alfonsies, muestran porcentajes muy superiores de presencia de la subordinaci6n y de la coordinaci6n, asi como una drbtica disminucihn de la yuxtaposicibn. Documentos y prosa alfonsi son miembros de una misma linea textual (aun con la inmensa variedad que en la hltima hallamos); 10s poemas de la clerecia van por otro lado.
La construcci6n del discurso en el siglo XI11
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2.2. Otro nuevo elemento de afinidad entre ambos poemas, y de diferencia frente a la prosa, es el que proporcionan 10s mecanismos de conexi6n de periodos discursivos, 10s llamados enlaces (o conectores) extraoracionales, o ilativos'0. En general, son muy escasos: la organizaci6n del texto en estrofas autonomas en cuanto a su sentido parece la responsable de tal hecho. En efecto, la conexi6n de las partes del texto se deja a procedimientos tales como las referencias ana- o cataf6ricas, la coherencia semhntica, etc., no a la marcaci6n explicita con conectores especificos: Alexandre
Pasajes "no directos"
Pasajes "directos"
Periodos
546
530
Periodos conectados
15 (2,77%)
49 (9,24%)
Hay, no obstante, una particularidad digna de resefiar: en el Alexandre 10s pasajes "directos" muestran un notable increment0 de la conexi6n "extraoracional", que viene a coincidir con lo que, en el mismo tip0 de enunciados, ocurre en Sun Milldn (las obras mhs prbximas en el tiempo, y las mhs antiguas del grupo analizado). En el resto de obras de Berceo la yuxtaposicidn entre periodos vuelve a ser de predominio casi absoluto, sea cual sea el tipo de enunciados de que se trate. De nuevo, la visi6n de una sintaxis progresivamente m8s "comple-
lo
Para una caracterizaci6n de estos elementos en la lengua medieval dase Cano Aguilar (199697).
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ja" se nos esfbma: las razones de la preferencia por la yuxtaposici6n entre periodos no pueden ser, pues, sino "estilisticas" (de escuela, mas que individuales). Coinciden tambiCn Berceo y el Alexandre en 10s conectores empleados. En todos 10s poemas 10s adversativos mas ypero suponen miis del50% de 10s casos detectados. Siguen en frecuencia 10s 'aditivos' demas, en cabo, avn (solo o en combinaciones variadas: avn en pues aquesto, avn con todo esto, etc.), y una sola vez la copulativa e (en el Alexandre). Los 'consecutivos' onde, por ende, desende o pues, tan habituales en otros textos y Cpocas, tienen presencia muy esporhdica en estos poemas de clerecia. Con la excepci6n de otio(s)i, inexistente en nuestros poemas, el elenco de conectores, sin embargo, apenas varia del presente en textos coetineos en prosa. Esto si que puede responder a las posibilidades lingiiisticas realmente existentes en la Cpoca.
2.3. Muy importante, para determinar el verdadero valor de la presencia de la subordinaci6n en 10s textos es analizar las clases de subordinadas" presentes en ellos, su reparto y distribuci6n mutua. Como es sabido, no todos 10s tipos de relaciones hipoticticas son consideradas del mismo mod0 por muchos linguistas en relaci6n con la mayor o menor cccomplejidad"lingiiistica (paralela a la "complejidad" conceptual). Veamos la situaci6n descubierta tras el analisis (10s porcentajes se efechian sobre el total de oraciones subordinadas), en primer lugar en el Alexandre: Alexandre
Pasajes "no directos"
Pasajes "directos"
Completivas
99 (1 1,930/0)
179 (16,05%)
Interrogativas indirectas
36 (4,34%)
44 (3,95%)
Relativas
274 (33,01%)
339 (30,4%)
Temporales
108 (13,01%)
107 (9,6%)
Locativas
16 (1,93%)
15 (1,35%)
Causales
110 (13,25%)
135 (12,11%)
l 1 Como es habitual en trabajos de este tipo, y como hemos hecho en otras aproximaciones, se
mantienen aqui las clases de subordinaci6n que suministra la Gramitica traditional. Las reflexiones te6ricas y 10s reagrupamientos de unos u otros tipos no afectan a 10s objetivos aqui pretendidos.
Idaconstrucci6n del discurso en el siglo XI11
Finales
17 (2,05%)
21 (1,88%)
Condicionales
57 (6,87%)
187 (16,78%)
Concesivas
24 (2,89%)
25 (2,24%)
Consecutivas
48 (5,78%)
21 (1,88%)
Comparativas
12 (1,45%)
20 (1,79%)
Modales
29 (3,49%)
22 (1,97%)
Veamos lo que nos muestran 10s poemas de Berceo:
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Varios son 10s aspectos dignos de comentario, a la vista de 10s resultados obtenidos: 1) El dominio de s610 unos cuantos tipos de subordinacibn, entre 10s que se incluyen siempre aquellos que 10s lingiiistas suelen considerar como 10s mbs "elementales", 10s antes adquiridos por el hablante en su desarrollo lingiiistico, es decir, 10s menos "elaborados": relativas, completivas, temporales; a ellas se afiadirian algunas relaciones causativas, en concreto, causales y condicionales. 2) La mayoria constante de relativas en todos 10s textos analizados, con porcentajes que rondan, y suelen superar, el tercio del total de subordinadas. Es de destacar, no obstante, que mientras en el Alexandre hay escasa variaci6n en este punto entre pasajes "directos" y "no directos", en 10s poemas de Berceo son 10s Gltimos 10s mbs proclives a dicho tipo de subordinadas (como si el autor las necesitara mbs para aclarar, especificar, acotar...).
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3) Coinciden todos 10s poemas en el contraste radical, a1 usar las condicionales, entre pasajes "directos" y "no directos": en 10s primeros su presencia es muy abundante, llegando a ocupar el segundo puesto, tras las relativas, en el Alexandre, San Millhn y Santa Oria; en 10s segundos, su niimero cae drhsticamente. Es evidente que la funcibn argumentativa, rnhs propia de 10s pasajes en que se razona, objeta, etc., en muchas ocasiones mediante el establecimiento de hip6tesis (es decir, 10s pasajes en que hablan 10s personajes), es la responsable de tal aumento. 4) Ese contraste, en cambio, no se da con tanta nitidez en otras subordinadas, y en ello coinciden todos 10s poemas. En las causales y temporales, las diferencias en este sentido no son muy significativas, con la particularidad de que son 10s pasajes "no directos" 10s que presentan siempre (con la excepci6n, para las causales, de Milagros) una mayor proporci6n en el uso de estos tipos hipothcticos (el caso extremo seria Sun Mill~n,en especial en las temporales: jse debe esto iiltimo a1 mayor grado de "narratividad" de este poema?). Parece que es el autor el que se siente rnhs inclinado a explicar las razones de lo que hacen sus personajes, o las razones que 61 tiene para decir lo que dice, asi como a ubicar en el tiempo aquello de lo que habla. De todos modos, seria en las temporales donde, sobre todo, esperariamos que fueran rnhs usadas por el narrador del poema. 5) En 10s demas tipos, siempre minoritarios con porcentajes de aparici6n a veces casi irrelevantes, son de destacar algunas particularidades. Asi, la alta proporci6n de las interrogativas indirectas en 10s dihlogos de Santa Oria, lo cual parece tener que ver con la fiecuencia con que en ellos se solicita informaci611, bien entre Oria y sus virgenes, o entre Oria y su madre. 0 el ligero aumento de las consecutivas en 10s pasajes "no directos" de ciertos textos (Alexandre, Santo Domingo, Santa Oria) podria tener que ver con la aficidn del narrador a ponderar lo que esth contando mediante este esquema sinthctico12. 6 ) En lo escaso del uso de todos estos tipos de subordinadas coinciden nuestros textos con lo que ocurre en muchos otros textos, medievales y posteriores, y tambiCn con lo que reflejan 10s analisis de escritos de "semiletrados" y del habla oral moderna. Pero en el alto empleo de las condicionales en 10s pasajes l2
Quizfi sea el autor del Alexandre el r n b aficionado a tales enfatizaciones (corno, por lo demb, se desprende del recuento): "Tanta echaua de lunbre e tanto relunbraua / que vengia a la luna e a1 sol refertaua" (98a-b).En bastantes casos, el segundo termino es una cornparativa hipotetica: "eran por a ferir todos tan denodados / commo si les echasen perdon de sus pecados" (2049~-6).
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"directos" ((re)productores de "oralidad", segun una visidn superficial) nuestros poemas se aproximan mucho m8s al discurso escrito de 10s textos cultos que a lo que ocurre en textos orales de hoy o en textos antiguos mas cercanos, aparentemente, a registros de este tipo.
3. Hemos aludido en varias ocasiones a las funciones discursivas que cumplen en 10s poemas analizados 10s distintos tipos de relaci6n interoracional empleados en ellos. En efecto, la caracterizacidn sintactica de estos poemas, su comparaci6n, su ubicacidn en la historia de la lengua, no pueden limitarse sin mas a lo que se desprende de 10s recuentos numBricos efectuados, sino que han de partir de un analisis textual minucioso de 10s tipos de relaci6n presentes en 10s distintos pasajes, el valor concreto de su empleo, el sentido de que se acumulen en determinados fiagmentos relaciones de un mismo tip0 o vayan alternando entre si.
3.1. Como ya se ha apuntado, la yuxtaposicidn es el marco bitsico en que se mueven la narracidn o la descripcidn, tanto del autor cuanto de 10s personajes a quienes Cste concede la palabra. Los hechos que se cuentan, o 10s elementos de lo que se presenta a 10s lectores (u oyentes), se muestran como piezas de una secuencia cuya ilaci6n no es precis0 explicitar. Asi, en el Alexandre la yuxtaposici6n es el esquema preferido para narrar las batallas, o 10s episodios que en Bstas se van sucediendo'3. Y para las descripciones, puede verse c6mo las que se hacen del escudo de Alejandro (96-97), 10s palacios de Poro (2 120 y sigs.), la tienda del rey (2540 y sigs.) y 10s meses del aiio (2555 y sigs.) aplican este mismo esquema14.Pero ello no ocurre s61o en el texto del autor: tambikn 10s personajes, al hablar, siguen la misma disposici6n cuando realizan actividades discursivas semejantes. Asi, entre otros muchos ejemplos, al describir Alejandro l3
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"Enderesqo la lanqa firmose en la silla / dio al mayor hermano por medio la tetilla I por medio las espaldas echoli la cuchilla / aguillo contra ellos diziendoles morredes" (520), "Non lo priso en pleno ouolo a deslayar / contra1 braqo synjestro ouolo a dexar 1 alqolo Megusar por el colpe rredrar I ovo gelo a1 catiuo en medio a cortar" (1037), etc. "En medio de la tabla estaua vn leon / que tenje jus la grafa a toda Babillon 1 estaua contra Dario semejaua fellon / bermella e ruuja tenja su ujsion" (97), "Eran bien enloqidas e firmes las paredes / non y farien nula njnguna sauanas nj tapetes 1el techo era pjnto a lazos e a retes / todo de oro fino commo en Dios creyedes" (2122), "Trillava don Agosto las mjeses por las eras / abentava las palladas alqaua las qiveras 1 yua de 10s agrazes faziendo vnas veras 1 estonqes fazia atupno sus ordenes primeras" (2562), etc.
I,a construcci6n del discurso en el siglo XI11
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sus cualidades (40 y sigs.)15;o en las alocuciones de Dario (o de Alejandro), a1 exponer 10s antecedentes de la situaci6n o casos comparables a aquCl en que se estal6; o cuando se desgranan 10s elementos que integran un prototipo17. Del mismo modo, en Berceo la yuxtaposici6n como mecanismo bhsico de ordenacibn sint6ctica del discurso es el molde elegido para la enumeracidn de 10s pecados de Teofilo y de 10s sufrimientos que con ellos provoca a Cristo y a la Virgen (Milagros, 823-825)18,en pasajes "directos"; y en pasajes "no directos", en la descripci6n de personajes como Sun Millhn19, o en la muy extensa de Santo Domingo, sus antecedentes familiares y su infancia (Santo Domingo, 525). En situaciones narrativas, hallamos tal disposici6n sintictica cuando el diablo cuenta lo que hizo el peregrino Guirald, y las consecuencias que ello acarrea20, o cuando el espiritu del prior relata a1 aterrado sacristan Ubert las penalidades que ha sufrido, de las que sali6 gracias a la intercesi6n de la Virgen (Milagros, 295-298); la narraci6n puede ser tambiCn de hechos futuros, como en la profecia que Millan lanza a 10s caballeros de Cantabria, en la que pronostica su derrota y muerte a manos de Leovigildo (San Millan, 286-287). Lo mismo ocurre en narraciones de pasajes "no directos": la conclusi6n del trabajo (San Milldn, 238), el fuego que quema la iglesia (Milagros, 322-323), la marcha de Santo Domingo a otro monasterio (Santo Domingo, 104-108)21,son algunos de 10s numerosos casos en que la narraci6n adopta dicho esquema organizador. Y en estos pasajes "no directos" es de notar la frecuencia, especialmente en "Entjendo bien gramatica se bien toda natura / bien dicto e versifico coilosco bien figura / de cor se 10s actores de libro non he cura / mas todo lo olujdo tanto he fiera rancura" (40). l6 "La rueda de ventura sienpre asi corio / a 10s vnos alqo a 10s otros premjo / a 10s muchos alqados luego 10sdeqendio / a 10s que decendio en cab0 10s pullo" (1653). l7 "El omne cobdiqioso que non se sabe guardar / por vna qerresuela se dexa espeilar / qiega lo la cobdiqia faze lo asomar / faze lo de la qima caher en ma1 lugar" (1925). l8 "Dissoli: 'iEn que andas, omne de auze dura? / Sobre yelo escribes, contiendes en locura; / harta so de tu pleito, dasme grand arnargura, / eres muy porfidioso, enojas sin mesura [...I"' (Milagros, 823). l9 "Di6li estraila gracia el Pastor celestial, / nin lobo nin res mala no li pod5 fer mal; / tornava so ganado sano a so corral, / fazie a sos parientes sewicio natural" (Sun Millrin, 8). 20 "Guirald fez0 nemiga, matosse con su mano, / deve seer judgado por de Judas ermano; 1 es por todas las guisas nuestro parroquiano; / non quieras contra nos, Yago, seer villano" (Milagros, 201). 21 "1x0 del monesterio el senor a amidos, / despidi6se de todos 10s sus frailes queridos; / 10s que bien lo amavan fincavan doloridos, / 10s que lo bastecieron ya eran repentidos. // F U ~a Sancta Maria el bar6n benedicto, / non fa116 pan ella nin otro n i n g h victo; / demandava almosna como romero fito, / todos li davan algo, qui media, qui qatico" (Santo Domingo, 104- 105). l5
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Berceo, con que la yuxtaposicidn es el marco para construcciones parent6ticas, en general comentarios del autor (no equiparables a ninguna otra relaci6n, ni de coordinadas ni de subordinadas)Z2. En suma, tanto a la hora de narrar como de describir, parece como si 10s autores de estos poemas prefirieran la alineaci6n de la secuencia de hechos, o de 10s elementos integrantes de una situaci6n7unidades a las que colocan unas junto a otras, y que presentan como sucesi6n de breves pinceladas para constituir el conjunto.
3.2. La "complejizaci6n" sinthctica de 10s enunciados puede darse como variacidn (estilistica) en pasajes descriptivos, en que el autor del Alexandre, no tanto Berceo, acumula interrogativas indirectas como mod0 de enumerar, por ejemplo, 10s elementos componentes de la tumba de DarioZ3;o de resumir, en discurso indirecto, el relato de Alejandro sobre la guerra de TroyaZ4.Pero la subordinaci6n,ya mis variada, se increments especialrnente cuando las reflexiones del autor se entremezclan con la narraci6nYtal como ocurre en tantos pasajes de b a t a l l a ~ o~ en ~ , otros lugares narrati~os~~. Lo mismo ocurre en Berceo (vCase, por ejemplo, San Milldn, 243). Y tanto en uno como en 10s otros textos, la subordinacidn en "pasajes no directos" crece de mod0 notable cuando estamos ante discursos narrados, es decir, ante el "discurso indirecto", de tal mod0 que
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''refreschronme todo e perdi 10s sudores: / podrik vevir el omne con aquellos olores" (Milagros, 5c-d), "Sefior Santo Domingo, dido la escriptura" (SantoDomingo, Sa), "Amufia h e su madre, escripto lo tenemos, / Garcia h e el padre, en letra lo avemos" (Santa Oria, 1 lc-d). "Las carreras del mar e la muerte de Faron / commo pidien 10s pueblos rrey a Haron / cornmo prendie la ley Moysen el varon / conrrao se consumjen Datan e Abiron // De qual qeuo bjujeron por todo el desyerto / qual h e el tabernaculo de qual gujsa cubierto [...Iw (1243-1244~b). "Contoles a 10s suyos commo h e destroyda / cornmo oujera Paris a Elena rrabida / cornmo ouo Diomedes a Uenus ma1 ferida / commo murio don Etor vna lanqa ardida I/ Dixo commo h e Vlixas socador de engaiios 1cornmo vistio Archiles en la orden 10s paiios / cornmo aujan yazjdo en la qerca .x. aiios / cornmo ellos e ellos prisieron grandes daiios" (325-326). "Quando vjdo aquesto el hermano menor / tirosele delante al tor0 lidiador / sy vn poco qujsiese rrefertar el menor /jizieral eso mjsmo quejizo a1 mayor" (521);"Maguer que non veye cornmo era muy ljujano /palpaua sypudieseferyr algun troyano / firio por auentura a Uenus en la mano / aquel colpe aduxo a muchos a grant daiio" ( 5 4 9 , etc. "Por tal pasaron todos & tal muerte prisieron / hera sy en 10s tenplos algunos se metieron / si malos fueron ellos tan mala jinjizieron /porfe a mj non me pesa ca bien lo meresqieron" (1 1 15).
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podria decirse que la subordinaci6n constituye una marca distintiva de este tipo de discurs02~. A la hora del recuento ya virnos c6mo era en 10s pasajes "directos" donde la subordinacibn incrementaba su presencia. En efecto, hay dihlogos basados en la yuxtaposici6nYcomo el que mantienen Parmenio y Alejandro (1 332- 1336, si bien a partir de 1335 las reflexiones de Alejandro inclinan el discurso hacia la hipotaxis); per0 es en estos discursos donde pueden darse pasajes muy trabados sinthcticamente, product0 de una ret6rica discursiva distinta a la anterior. Asi, por dar s610 unos ejemplos del Alexandre, son complejos, desde este punto de vista, pasajes en que el personaje pide a la di~inidad*~, en la captatio benevolentiaz9, o la concesi6n ret6rica a 10s interlocutores de aquello que Bstos han pedido, para pasar inrnediatamente a nuevos argumentos con 10s que desatender dicha petici6n30. La alusi6n a 10s procedimientos silogisticos que aparece en 1850a ("La segunda contraria vos quiero demostraryy) puede darnos pistas sobre el origen escolar de esta configuraci6n sinthctica de 10s enunciados. No de otro mod0 se desenvuelve la sintaxis de Berceo en 10s pasajes "directos". La elecci6n de una sintaxis "complejayy,el abandon0 de la yuxtaposici6nY se dan cuando 10s personajes reflexionan, se quejan, suplican, etc. Es lo que ocurre cuando el preso Servh duda ante Santo Domingo, y la manifestacidn de su no saber y de sus temores a1 engaiio adquiere una estructuracidn en la que dominan las condicionales, interrogativas indirectas, causales (Santo Domingo, 656 y 658). 0 en 10s argumentos y contraargumentosde Oria y las virgenes de su visi6n3'. 0 , finalmente, en 10s intentos del judio por convencer a Te6filo32. 27
"Quando vido Alixandre que en eso andauan / dixo que 10s de Tiro grant serujqio le dauan / ca ellos toda via mayor presqio sacauan / quando por pura fuerqa lo ageno ganauan" (Alexandre, 1096); "Cont6lis por su lengua toda la ledania, / que' dizie'n 10s diablos e que'
Sancta Maria, /cdmo lo quitd Ella de su podestadia; /sipor Ella nonfuesse, serie' en negro dia" (Milagros, 97), "Pregunt6 esta festa cdmofo lebantada, /ca era grand fazienda, noblement celebrada; / dissoli un latino la raiz profundada / e sopiesse que e'sta era verdatprovada" (ibid., 701). 28 "Sefior dixo que tienes el mundo en poder / a quj qielo e tierra deuen obedesqer / tu guja my fazjenda sit cahe en plazer / que pueda lo que asmo por my acabeqer // Tu da en estas armas sefior tu bendiqion / que pueda fer con ellas atal defunqion / qua1 nunca fue feyta en esta difinqion / por que escape a Greqia de grant tribulaqion" (121-122). 29 "Dixo sy me qujsierdes sefiores atender / qujero breue mente a todo responder / mager que so de todos de menor cofiosqer 1 a quanto el dixo yo cuydol responder" (1626). 30 "Si esto que ganamos fuese bien recabado / o de ser estable fuese yo segurado / lo que vos querriedes faria yo de grado / que el sabor de Greqia non lo he yo olujdado" ( 1 844). 31 "Fija", dixo Ollalia, "tu tal cosa non digas, / ca as sobre 10s Cielos amigos e amigas; / assi mandas tus carnes e assi las aguisas / que por sobir 10s Cielos tu digna te predigas" (Santa
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3.3. Con lo que llevamos dicho, no queremos decir que 10s poemas analizados dividan sus enunciados entre 10s que se construyen a base de yuxtaposiciones y 10s que lo hacen entrelazando subordinadas de diverso tipo. Entre uno y otro extremos come un largo hilo de modos de organizar el discurso, en donde no siempre es claro el predominio del mod0 asindktico o del hipotactico. Pero estos dos, en 10s tkrminos descritos, son 10s mas significativos, y 10s que suponen una voluntad de construcci6n lingiiistica mas decidida. Por otra parte, creemos que debe matizarse la noci6n de "complejidad" sintactica en estos poemas. Es cierto que en bastantes pasajes las subordinadas se acumulan, hasta el punto de convertirse en el mod0 predominante de interrelaci6n oracional. Pero hay que decir que en la mayoria de 10s casos en que hay subordinaci6r1, la relaci6n se establece s610 entre dos oraciones (la "principal" y la "subordinada"). Cada pareja de esta clase, a su vez, puede yuxtaponerse o coordinarse a otra pareja, o a otra independiente, etc. Es muy bajo el porcentaje de casos en que una subordinada se halla en dependencia de otra tambikn subordinada: el mas alto es el de Milagros, en 10s pasajes "directos", con el 12,28% del total de subordinadas. El mhs bajo, el Alexandre, en 10s pasajes "no directos", con el 3,98%. En estos dos textos, parece significativo el contraste entre lo que ocurre en uno y otro tipo de pasajes: en Milagros, frente a1 12,28% de "incrustaci6n" de subordinadas en 10s pasajes "directos", s610 hay un 6,70% en 10s "no directos"; y en el Alexandre, un 7,44% en 10s "directos" frente a1 3,98% de 10s "no directos". En cambio, tal diferencia no se da en 10s otros textos: en Santo Domingo 10s porcentajes son casi idinticos (7,33% en "directos", y 6,07% en "no directos"); y en San Milldn y Santa Oria, la situacibn es la inversa, aunque la diferencia en 10s porcentajes es irrelevante (San Milldn, 5,3596 en ,,directosUy 7,3% en "no directos"; Santa Oria, 9,09% en "directos", 10,41% en "no directos"). El encadenamiento sintactico, no obstante, parece incrementarse si atendemos a la posibilidad de que las subordinadas se coordinen a su vez a otras subordinadas. Esto es particularmente frecuente en 10s pasajes "directos", con porcentajes muy elevados: el 32,89% de las coordinadas del Alexandre, el 66,6% de Sun Milldn, el 36,36% de Santo Domingo, el 44,64% de Milagros y el 75% de Santa Oria lo estan a una subordinada. En 10s pasajes "no directos"
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Oria, 39). "Dissoli el judio: ,,Si creerme quisieres, / rehez puedes tornar en esso que tu quieres. / Non ayas nulla dubda, si tu firme sovieres, 1 todo es recabdado, si non te repindieres" (Mitagros, 773).
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la proporci6n decae algo, situhdose entre el 50% de Sun Mill& y el 13,57% del Alexandre. De todos modos, se trata de cifias y porcentajes que no hay que magnificar, dada la escasisima presencia, absoluta y proporcional, de la coordinaci6n en 10s poemas de la clerecia. Nos hallamos, pues, en una situaci6n muy lejana a 10s largos periodos de subordinadas encadenadas linealmente o en forma "circular" de la prosa de 10s documentos juridicos, de las traducciones del hrabe o de las compilaciones alfonsies, textos todos coetineos a 10s aqui analizados. Parece una obviedad apuntar a la especial configuraci6n (mktrica) de 10s textos de clerecia como el responsable de esta relativamente mayor "elementalidad" sintictica.
4. El anilisis efectuado nos ha situado, mis que ante un estadio en la evoluci6n sintictica del castellano desde una situaci6n de elementalidad primitiva a otra de elaboraci6n y refinamiento, ante el proceso de elaboracibn lingiiistica (aqui en su vertiente sintictica) que genera una tradicihn textual en castellano medieval, tradici6n inexistente hasta entonces, per0 que iba a continuar, y que en su desarrollo probablemente alteraria algunos de 10s aspectos aqui descubiertos. Se trata, seghn se ha visto, de una tradici6n textual que, pese a ser de las primeras en configurarse de una manera decidida en la escritura castellana, presenta unos rasgos bien definidos, alejados, en el punto que nos ha interesado, de una supuesta simplicidad de construcci6n. Alejada tambikn, parece claro, de 10s rasgos atribuidos habitualmente a la sintaxis de lo oral, y que, en opini6n de muchos lingiiistas, debian teiiir fuertemente 10s primeros textos castellanos. Pero, ide d6nde surge este mod0 de construcci6n sinGctica? ~Cuhlesson sus antecedentes? Para ello, como se ha hecho para 10s "contenidos", habria que ir a lasfuentes, latinas o francesas, y ver hasta qu6 punto nos hallamos ante una creaci6n castellana, ante la adaptaci6n de un modelo forheo, o ante ambas cosas a la vez.
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La construcci6n del discurso en el siglo XI11
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in cross-linguistic perspective, Cambridge: Cambridge University Press, 282313. LAPESA,Rafael (1981): Historia de la lengua espafiola, 9a ed., Madrid: Ed. Gredos. LOPE BLANCH,Juan M. (1979): El concept0 de oracidn en la lingiiistica espaiiola, Mexico: UNAM. - (1983a): "La estructura de la clhsula en dos obras medievales", en: Andisis gramatical del discurso, Mexico: UNAM, 134-139. - (1983b): "La estructura del habla en cuatro ciudades de HispanoarnBri~a'~, en: Andisis gramatical del discurso, Mexico: UNAM, 120-133. - (1986): "La estructura del discurso en el habla de Madrid", en: Estudios de lingiiistica espaiiola, Mexico: UNAM, 145-156. - (1993a): "La estructura de la clhusula en el habla de Buenos Aires", en: Nuevos estudios de lingiiistica hispdnica, Mexico: UNAM, 21-30. - (1993b): "La estructura de la clhsula en el habla culta de Bogoth", en: Nuevos estudios de lingiiistica hisphnica, Mbxico: UNAM, 3 1-43.
Daniel Jacob
~Representatividadlingiiistica o autonomia pragmatica del texto antiguo? El ejemplo del pasado compuesto*
1. Consideraciones metodologicas Desde hace una o dos dCcadas, asistimos al resurgimiento de la lingiiistica diacrbnica, especialmente en el imbito de corrientes modernas como el Generativismo y la Gramhtica Funcional. Para confirmar sus fuertes hip6tesis universalistas y cognitivistas, estas escuelas se preocupan cada vez mas por diseiiar una teoria general del carnbio linguistico. En Gramitica Funcional, la teoria de la gramaticalizacidn ha venido a completar con un componente diacr6nico la perspectiva tipol6gica. Las lenguas romanicas, con su insuperada riqueza empirica de mas de dos mil aiios de diacronia documentada y con la gran cantidad de trabajo ya realizado por la Gramatica Histbrica, constituyen un dominio privilegiado para la investigaci6n morfosint6ctica desde el angulo de la gramaticalizaci6n. Sin embargo, la misma amplitud de la documentaci6n en textos escritos nos tiende algunas trampas metodol6gicas: me refiero a1 problema de la representatividad de 10s textos disponibles, o, mejor dicho, del estatus de la lengua que presentan 10s textos antiguos y de la relaci6n del material empirico con la lengua de una Bpoca concreta cuyo estado tratamos de determinar. Este problema comprende varios aspectos: prhcticos, filol6gicos y otros pertenecientes a la teoria del lenguaje y del texto. Un problema practico -banal per0 no por ello menos importante- se da p. ej. cuando una forma simplemente no aparece en el corpus porque 10s textos no dan ocasi6n para su uso. Asi, uno de 10s mayores problemas empiricos que plantea el estudio de la formaci6n del pasado compuesto es su extrema escasez o su ausencia en buena parte del corpus medieval (p. ej. en 10s documentos juridicos, estCn Cstos escritos en latin o en romance)'. Este -
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Quiero expresar mi agradecimiento profbndo a Inmaculada Garcia Jimenez y a Carlos Garatea por la revisi6n y la discusi6n del presente texto. Para el latin hispanico, cf. Thielmann (1885: 549); Alarcos Llorach (1947178: 38); Bastardas Parera (1953: 140, 142). En el cartulario de San Salvador de OAa, publicado
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problema a su vez presenta distintos niveles. En el plano del contenido puede ser la orientaci6n temhtica de un texto o de un corpus lo que impide que una forma aparezca: asi, en un texto legislativo no aparecerhn las mismas formas temporales que en un texto historiogrhfico. En el nivel variacional puede ocurrir que 10s textos no atestiguen una forma porque Csta pertenece a variedades linguisticas no representadas en el corpus. Problema tanto rnhs grave pues, segun lo que supone la teoria del carnbio linguistico, la innovacidn linguistica suele tener su origen en 10s registros no formales, orales, antes de extenderse a discursos rnhs formales y finalmente a 10s textos escritos (v. Cano Aguilar 1996: 3 7 5 ~ s . de ) ~ suerte que se nos escapa la fase mhs importante y rnhs interesante de tal innovaci6n. Eberenz (1996: 406) y Cano Aguilar (loc. cit.) insisten en el dilema, hablando respectivamente de "peras que se piden a1 olmo de la documentacidn hist6rican2 y de situaci6n "esquizofi6nica", que nos priva precisamente de la forma de discurso que rnhs nos interesaria conocer. Estos problemas de orden prictico, debidos a1 impacto de la semhntica o a1 grado de vinculacidn diasistemhtica de un texto que se refleja en las estructuras linguisticas empleadas en su elaboracidn, se convierten en problemas metddicos a la hora de sacar conclusiones de la ausencia o la frecuencia de alguna forma o algiin rasgo linguistico en el corpus, o a1 definir restricciones contextuales significativas para el empleo de una forma3. Existe cierta tradicidn en la Gramhtica histdrica del espaiiol por estudiar el desarrollo de una estructura linguistica mediante cortes longitudinales, comparando la frecuencia de ciertas construcciones en textos separados por intervalos de cien, ochenta o cincuenta aiios, desde el Poerna de Mio Cid hasta La Celestina, a fin de constatar el carnbio diacr6nico en la forma o en el empleo de estas construcciones4.Criado de Val (1955: 233 ss.) ya advirtid el carhcter problemhtico de tal procedimiento, a1 proponer la por J. del ~ l a r n o que , contiene trescientos cinquenta y cuatro docurnentos redactados en latin entre 822 y 1240, no he encontrado r n k de ocho ejemplos de la perifrasis habere + PPP, incluidos 5 casos de la f6rmula ratum habere. Con esto, Eberenz se refiere r n b bien a la situaci6npragmcitica del texto que a su la clase variacional: asi, el uso de ciertos deicticos en un texto presupone una inserci6n directa del texto en un entorno referencial. Volveremos a este punto rnis adelante. Asi, se ha sobreestirnado, en mi opinih, el impacto del cristianismo en la formaci6n del futuro perifrktico en latin vulgar, debido a la frecuencia y al empleo tan particular de la forma habeo + inf. en 10s textos que provienen del Ambit0 cristiano (Muller 1945: 88 s.; Coseriu 1979 (1957); cf. tb. Fleischman 1982: 48 ss.) Cf. p. ej. 10s prop6sitos programiticos de Criado de Val (1955) en este sentido.
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exclusi6n de la variaci6n dialectal en la selecci6n de 10s textos. Evidentemente, la variacidn diat6pica no es el hnico factor de interferencia que debe eliminar. En primer lugar habria que asegurar la autenticidad y la homogeneidad de 10s textos como testimonios del lenguaje de una bpoca particular. En esto reside el problema Jiloldgico ( caracterizado como fen6meno de "ruido"por Barra Jover en este volumen): Aunque no todos 10s textos son igualmente dificiles de datar como el Poema de Mio Cid, cuyo margen en las dataciones propuestas se extiende mis all6 de siglo y medio, no podemos suponer un lenguaje homogCneo ni siquiera para 10s textos cuya redaccibn es datable con bastante o absoluta precisibn. Cuando un manuscrito es parte de una tradici6n textual continua (como en el caso de la Cpica reconstruida, del Poema de Fernan Gonz6lez o del Libro de Alexandre), no siempre es posible determinar el grado de transformaci6n que el texto ha sufrido dentro de esa tradicibn, ni cud ha sido la intervencibn de 10s copistas y compiladores ni a que etapa de la transmisibn pertenece un rasgo determinado del texto. Tampoco podemos confiar en la homogeneidad sincrbnica de 10s textos que ofrecen una versi6n fiable, es decir, cercana de la redacci6n 'original': la episteme acumulativa de la Edad Media hace que la mayoria de 10s textos medievales (y, en particular, 10s textos alfonsies) Sean compilaciones, refundiciones o traducciones de textos latinos, griegos, irabes, hebreos, franceses, provenzales (v. Kabatek, en este volumen) sin que sea posible en cada caso delimitar la incidencia de la fuente en el lenguaje del texto considerado. Este problema afecta precisamente a la clase de formas lingiiisticas que mis interesa a la teoria del cambio lingiiistico, a saber, las locuciones y 10s fraseologismos situados en el origen del proceso de gramaticalizaci6nYcomo es la perifrasis habeo + participio perfecto en la formaci6n del pasado compuesto. Como estas construcciones se hallan presuntamente a caballo entre la libertad sintagmitica y la codificaci6n idiomitica o gramatical, siempre es valido sospechar que su empleo se deba a interferencias provocadas por la lengua o por el estilo de las fuentes con las que trabaj6 el autor o el redactor del texto. A 10s problemas de tipo semantico, variacional y filol6gico se aiiade, pues, la influencia de las relaciones intertextuales. Asi, en las versiones o extractos romanceados de la Biblia del siglo XIII, antes de interpretar la frecuencia o el uso de las formas del pasado compuesto, hay que averiguar si Cste es independiente del uso en las versiones latina o hebrea que sirven de
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base a1 texto romanceado. Entre estas relaciones intertextuales hay que contar tambien la influencia puramente estilistica de modelos mas antiguos. Este arcaismo estilistico es bastante probable p. ej. en el Poema de Mio Cid, cuyo estilo presuntamente 'oral', como sabemos hoy, se debe a la voluntad estilistica del autor de la versibn escrita, es decir, al intento de imitar el estilo de una epica oral anterior, recogiendo de ella ciertas estructuras semdnticas y lingiiisticas (v. p. ej. Smith 1972: xliv ss.). Tenemos pues que considerar en algunos de nuestros textos y corpora la posibilidad de una multitud de estratos diacrbnicos, entremezclados de manera poco controlable y no siempre clara. No se escapa de esta situation ni siquiera el genero del que podriamos esperar mayor precisi6n a la hora de la datacibn, a saber, 10s documentos juridicos. Basta considerar 10s textos producidos por la jurisprudencia moderna para darse cuenta en que medida hay que contar con arcaismos en el discurso juridico. Esta tendencia a1 arcaismo no debib ser menor en la Edad Media, por el uso de fomularios y fbrmulas especiales, algunas de gran antigiiedad, y, tambien, por las caracteristicas particulares del discurso juridico y el poco interes de 10s miembros de la casta de 10s juristas alfabetizados, clerigos, notarios, escribas, por emplear un lenguaje actual, corriente, y democratizar asi un saber que para ellos constituia una herramienta de poder que garantizaba sus privilegios corporativos5. Ante esta polifonia diacrbnica, propia del texto medieval, mas prudente que el intento mencionado de practicar cortes longitudinales parece la actitud de Menendez Pidal, quien a1 discutir la antiguedad de la lengua presente en 10s textos siempre se limit6 a fen6menos singulares, sin calificar la lengua de un texto en su totalidad. Finalmente, se podria poner en duda la equivalencia de 10s textos sometidos a comparaci6n longitudinal en tanto ge'neros textuales: No se puede suponer un sistema de generos estable a traves de 10s siglos, tanto menos en un period0 en el que las lenguas rominicas estaban en via de establecerse como lenguas escritas de cultura (v. la introducci6n de este volumen), acaparando sucesivamente 10s distintos dominios de la escripturalidad, sin contar todavia con un inventario bien establecido de practicas y recursos textuales (aparte de 10s generos transferidos de otras Para un acercamiento a 10s factores que rigen el cornportarniento Iingiiistico dentro de este rnundo corporativista, v. el articulo de R. Wright (en este volumen).
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lenguas, que no siempre se mostraron practicables). Asi, en historiografia, las primeras obras analisticas de principios del siglo XI11 tienen poco en comiin con las grandes historias alfonsies, en todos 10s planos: tamaiio, selecci6n de fuentes, mCtodo de redaccibn, estilo, manera de captar el prop6sit0, empleo que se hizo de la obra, forma de recepci6n etc. Con esto llegamos al aspect0 tebrico de la representatividad de 10s testimonios textuales en lingiiistica diacr6nica. El problema de 10s gkneros tiene mayor trascendencia de lo que se le suele conceder. Si, mis arriba, he hablado del dilema al que se enfrenta la lingiiistica diacr6nica por tener que conformarse con un corpus de lengua escrita para estudiar las variedades habladas (o "de inmediatez", v. Oesterreicher 1997), esto ha sido todavia un planteamiento demasiado simple. Como han mostrado P. Koch y W. Oesterreicher (v. Oesterreicher 1998), no hay que partir de una simple distinci6n binaria escritolhablado (o inmediatezldistancia), sino de una compleja multitud de posibles constelaciones discursivas ("Redekonstellationstypen"), constituidas por una multitud de parametros pragmhticos y semi6ticos (niimero de interlocutores, grado de familiaridad y saber compartido, grado de espontaneidad, presencia fisica e incidencia del context0 situacional, etc.). De hecho, la actividad lingiiistica de una comunidad comunicativa no esti constituida por unos cuantos modos comunicativos o un espacio variacional con variedades bien circunscritas, sino, mis bien, por una multitud de situaciones socio-pragmhticas, cada una de las cuales origina formas particulares de discurso6.No cabe hablar aqui s610 de dos modos fundamentales (Ilimense oral/escrito o inmediatez/distancia), pues toda actividad lingiiistica, grifica o fbnica, se rige por las condiciones pragmhticas particulares (es decir, la constelaci6n discursiva) vigentes en su produccidn y recepci6n . Precisamente en este punto es donde tienen su funci6n 10s gbneros textuales. En el fondo, 10s gkneros son modelos estereotipados de discurso que reaccionan ante ciertas constelaciones discursivas tipicas. Constituyen una forma ritualizada, socialmente normalizada, de responder a ciertas constelaciones discursivas. Mientras que las constelaciones discursivas se describen en tCrminos de pragmitica universal, 10s gCneros textuales pueden considerarse como el reJejo histdrico de ciertas constelaciones discursivas En dltima instancia, esta perspectiva conduce a1 abandon0 de la clbica perspectiva de tres dimensiones variacionales en favor de la dimensibn diafbica, pero sin definir, dentro de esta hltima, un inventario limitado de variedades.
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tipicas. La nocion de tradicidn discursiva (Schlieben-Lange 1983; Koch 1997; Oesterreicher en este volumen) ha mostrado ser muy fructifera para describir dicho caracter de 10s gCneros textuales a medio camino entre la funcionalidad pragmhtica directa (es decir, dependiente de parametros universales de orden pragmhtico-semi6tico) y un cierto grado de normatividad o ritualizaci6n hist6rica de esa funcionalidad. Parece vano, pues, el intento de buscar a l g h uso "normal" o tal vez "oral" detras de 10s textos antiguos. Hay que insistir en que el discurso oral en no menor medida que el discurso escrito se rige por la mencionada multitud de constelaciones pragmhtico-semidticas, y se organiza por tradiciones discursivas. No existe otro uso lingiiistico que el uso particular de cada situaci6n pragmhtica o el uso particular de cada tradici6n discursiva, sithese Csta en el medio oral o en el medio escrito. Lo que encontramos en 10s textos del corpus esth sometido a las condiciones discursivas propias de estos textos, ni mas ni menos que 10s posibles discursos orales no documentados. Como consecuencia de lo dicho, hay que renunciar a la idea (com6n en la gramtitica hist6rica tradicional y la teoria de la gramaticalizaci6n moderna) de que en la linguistics diacr6nica se trata de descubrir detras de 10s hechos linguisticos atestiguados en el corpus alguna lengua real, algun estado de lengua neutro, mBs representativo que la lengua de 10s textos mismos. El empleo de una forma en al&n texto o algGn gCnero medieval, por ser pragrnaticamente o estilisticamente marcado, no es ni mas ni menos marcado que el uso en cualquier otra situaci6n discursiva, oral o grhfica. Hay que conformarse, pues, con lo que encontramos en 10s distintos textos o generos, y reconocer a cada gCnero su dignidad autdnoma en cuanto a su representatividad lingiiistica7. Lo que si es posible es establecer un denominador comtin para las distintas condiciones de uso de una forma en 10s diferentes gCneros, es decir, llegar a un valor general por abstracci6n de 10s hechos linguisticos (frecuencia, restricciones contextuales y significado de las formas consideradas) comprobados en 10s distintos gCneros. Creo que esth aun por descubrir la importancia de 10s gCneros textuales y de las condiciones pragmhticas que 10s definen para el empleo de ciertas Can0 Aguilar (en este volumen) tarnbiCn postula la autonomia del texto escrito frente a la lengua hablada. Sin embargo, Cano se interesa menos por la cuesti6n de 10s gCneros que por la fi1nci6n de la lengua escrita en el desarrollo de la lengua (tambiCn de la lengua hablada). Garcia Santos (1996) insiste en la importancia de 10s gkneros, considerando mks bien un impact0 "estilistico", basado en una sintaxis cnica.
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formas linguisticas. Esta influencia afecta particularmente a aquellas construcciones por las que se interesa la linguistica diacr6nica. La gramatica hist6rica parte de la idea de que las construcciones situadas a1 inicio del proceso de gramaticalizaci6n se distinguen por su carhcter altamente expresivo, y que su inserci6n en el sistema gramatical se acompaiia de una pCrdida de expresividad que desemboca en un significado neutro, abstracto, mediante un proceso de debilitaci6n semhntica ("bleaching, fading" ...)8. En la teoria de la gramaticalizacidn se ha discutido mucho esta cuestidn bajo el lema de la pragmcitica hacia la gramcitica, popularizado especialmente por T. Giv6n (1979 et passim). La idea acerca de que la funci6n pragmcitica se sihia en el origen del proceso de gramaticalizacibn no ha sido aceptada sin reparos (cf. p. ej. Langacker 1990; TraugottIKonig 1991). No podemos aclarar aqui dicha discusi611, debilitada por imprecisiones terminol6gicas y por confusiones de niveles9, per0 se puede constatar que 10s estudios diacrbnicos coinciden en suponer que las forrnas (morfemas, locuciones, turnos, fraseologismos) situadas en el inicio de un proceso de gramaticalizaci6n tienen una alta carga expresiva que hace intervenir aspectos pragmhticos, interpersonales, mas allh del puro contenido semantic0 proposicional neutro. Lo veremos en seguida con mhs precisi6n a prop6sito del pasado compuesto. Se debe, pues, contar con la fuerte interferencia entre las condiciones pragmhticas que determinan el lenguaje de un textoIgCnero y el potencial pragmhtico de las construcciones que interesan a la teoria de la gramaticalizaci6n. Por lo tanto, el anhlisis diacr6nico del valor de estas formas y la interpretaci6n de su frecuencia no pueden prescindir, en mi opini6n, de un anhlisis de la situaci6n pragmhtica de cada texto o cada gCnero estudiado, y de la manera como se refleja esta situaci6n pragmhtica en el empleo de la forma bajo estudio. En las phginas siguientes quisiera demostrar esta interferencia entre la pragmhtica de 10s distintos gineros textuales y el carhcter pragmhtico de ciertas formas perifrhsticas, tomando como ejemplo el empleo de la
V., entre muchos otros, Gabelentz (1891); Meillet (1912148); Liidtke (1980); Hopper1
Traugott (1 993). Asi, mientras que Givdn entiende por 'pragmhtica' simplemente el nivel informativo del enunciado (topic -focus), Traugott y Langacker hablan de la relacidn entre lo dicho y las instancias de la comunicacidn (cf. tambiCn la nocidn de subjectivization de Langacker y Traugott). Para una breve discusi6n v. Jacob (en preparacidn).
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perifrasis haber + participio perfecto en espaiiol antiguo, la que, mediante un proceso de gramaticalizaci6nYdi6 como resultado el pasado compuestol0.
2. PragmPtica textual y empleo de la perifrasis aver + participio perfecto en latin y en las cartas hispgnicas S. Fleischman (1983), a1 estudiar la formaci6n de las perifrasis de fituro (con ir) y de pasado compuesto (con haberlser) en las lenguas romhnicas, ha insistido en el carhcter 'pragmhtico' de las dos perifrasis desde su origen. Fleischman parte de una noci6n de 'present relevance', respecto a la cual precisa que "The essential point is the psychological rather than chronological nature of this link to the present" (Fleischman 1983: 190). Para ella, lo pragmhtico de estas perifrasis consiste en expresar "the speakers subjective view of the situation at the moment of utterance" y en el alto grado de "participation, interest, or personal involvement" del hablante en la situaci6n expresada". Para el caso del espaiiol, debe notarse que el pasado compuesto nunca perdi6 enteramente su valor pragmhtico: En la gramhtica del espaiiol modern0 abundan las descripciones que presentan el pasado compuesto como un tiempo 'subjetivo', 'afectivo', 'em~tivo'~*, a1 lado de sus valores puramente aspecto-temporales. Mi propdsito es ofrecer una descripci6n mhs precisa del valor "pragmhtico" de la perifrasis haber + participio perfecto y mostrar algunas etapas de su evoluci6n diacr6nica. Me ocupar6 esencialmente de ejemplos que ofrecen el auxiliar en presente. Se puede demostrar que las formas con el auxiliar en un tiempo no presente han perdido su valor pragmhtico mucho antes que las primeras, debido a la subordinaci6n sinthctica y a la posici6n poco acentuada en la que suelen aparecer (v. Jacob 1995, 1996).
lo
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Lo que sigue constituye en gran parte el resumen de lo ya expuesto en dos articulos anteriores, poco accesibles para 10s lectores hispanohablantes (Jacob 1995; 1996; cf. ademas Jacob 1998). Con esta definci6n de la noci6n de present relevance, Fleischman se refiere, en primer lugar, a la perifrasis de futuro con ir, pero la idea de su articulo es demostrar una funci6n idkntica para el pasado compuesto. Alarcos (1947178); Gili Gaya ("1994: 159 s.); la explicaci6n de Gili Gaya esth reproducida por el Esbozo (Real Academia EspaAola 1973: 466), Porto Dapena (1989: 63 ss.) y Urrutial ~ l v a r e z(1983: 271).
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Es precis0 hacer unas observaciones previas sobre el latin. Los ejemplos mas antiguos documentados de la perifrasis habere + PPP presentan un empleo que no tiene nada de 'pragmatico', sino, tan ~610, un valor puramente proposicional: El sentido original de la perifrasis era "mantener algo o a alguien en cierto estado"13. Un segundo significado, marcado ya por un cierto matiz de insistencia, estaba limitado a1 empleo con verbos de percepci6n14.Sin embargo, el empleo predominante de la perifrasis en la era posclasica tuvo un valor netamente dedntico: La forma servia para designar actos de relevancia interpersonal, es decir, actos de 10s que se deriva una responsabilidad, un derecho, una deuda, una culpa o un mkrito para el agente, o actos mediante 10s cuales el agente puede eximirse de tal obligaci6n social. Muchas veces, se trata de actos performativos: (1) quaepacta iam cum Marcello haberent (Liv. 25,28) (2) rogo te, habe me excusatum (Vulg. Luc. 14,18) (3) ecce episcopum cum duce et civibus invitatum habes (Greg. Tur. vit. patr. 3,l) Promissum enim habemus nihil sine eius consilio agere (Greg. Tur. (4) Franc. 9,16) (5) cumque iam septimus annus esset, quod Wisigardem disponsatam haberet (Greg. Tur. Franc. 3,27) Cuando aparece con otros verbos, Cstos se trasforman, mediante la perifrasis, en expresiones de actos performativos. Asi, un verbo neutro como numerare ("contarY')puede denotar un act0 significante, performativo en el context0 correspondiente: (6) nam et capillos nostros ipse utique creavit et numeratos habet (Aug. Serm. 62,10,15; Pinkster 1987: 201) Que Dios haya contado nuestros cabellos quiere decir que asume la responsabilidad de nuestro destino hasta en las cosas infimas. A1 provenir de un serm6n, este ejemplo despliega su significado de6ntico l3
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Tum demum includere [apes] et ... triduofire clausas habere (Columella 9,9,1); ita me mea forma habet sollicitum (Plauto Men. 588). Digamos de paso que el uso posesivo de la perifrasis del tipo epistulam scriptam habeo es una mera invenci6n por parte de la gramhtica hist6rica (cf. Jacob 1995). Quantum autem in acie tironi sit committendum nimium saepe expertum habemus (Plancus apud Cic. Farn. 10,24,3). N6tese la adici6n redundante de adverbios de insistencia (aqui: nimium y saepe), muy caracteristica de este tip0 de ejemplos, junto a otros rasgos de intensificaci6n.
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("responsabilidad") dentro de la Ctica cristiana Mas corriente en el ambito cristiano es el empleo de la perifrasis para designar infracciones a 10s obligaciones impuestas por la fe: (7) [adulescentes repudient doctrinas ab hominibus institutas] maxime si habent etiam cum daemonibus initam societatem (Aug. doctr. christ. 2,39,58; Pinkster 1987: 203) Segiin aparezca en un context0 religioso, econ6mic0, juridico o de otro tipo, la perifrasis puede adoptar unas funciones muy particulares, hasta formar parte de la terminologia tCcnica de ciertos dominios juridicos. Asi aparece ~ ~ , como t6rrnino t6cnico del como elemento formal de la ~ t i p u l a t i o figura derecho noxalI6 y dio nombre al act0 juridico de la ratihabitio (de ratum habere). Se desprende entonces que, en funci6n del fondo pragmhtico del texto o gCnero en el cual aparece la perifrasis, 6sta tiene un empleo particular, dependiente de las correspondientes condiciones pragm5ticas. El denominador comhn de todos estos empleos particulares es el valor de6ntico: La perifrasis designa un act0 cuyas consecuencias (obligaci6n o derecho) definan el vinculo del agente dentro de una red de relaciones interpersonales. Antes he mencionado la escasez de ejemplos de la perifrasis en el latin hispbnico. Los pocos casos recogidos por Bastardas Parera (1953: 14 ss.) provienen de un corpus homogkneo y, por consiguiente, demuestran un empleo homogCneo, como se ve en 10s ejemplos siguientes:
Dono ... terra ... iusta ipsa mea turre, unde chartam abeo Jirmatam ego et Ermegodo, femina, consanguinea mea, a domum supranominaturn (San Cugat 27 1,7,991) (9) ueridice scio quia nostro tio domno Alaricus abuit illa [sc. casa] uobis tradita et concessa per testamentum et scriptura (Cardeiia 275,9,941) (10) uendimus tiui ipsa terra et aqua ex integro quam abui hereditatam de patre meo (Le6n 897) ( 1 1) Iocum [...I quem abeo per cartam comparatum (San Vicente 12,5,948) (8)
Is La f6rmula de la stipulatio es: (Acreedor:) quod ego tibi promisi, habesne acceptum? l6
(Deudor:) habeo. Asi es como se deben interpretar, en mi opinibn, las cklebres definiciones de la perifrasis dadas repetidamente por Ulpiano, cf. Pinkster (1987: 198).
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( 12) Illam hereditatem de Villauizana habui eam datum ad domno Munnio
(San Millhn 252,17,1083) (13) sic donamus predicti elemosinarii hec superius scripta omnia ... sicut nos iuratum et probatum abemus (San Cugat 197,11,987) (14) et si non abeo persolutum istum debitum, ad istos termines iam dictos, licenciam abeatis ipsum aualodem aprendere (San Cugat 800,14,1060-1108) En algunos de estos ejemplos volvemos a encontrar 10s verbos performativos tipicos del uso de6ntico. Aunque en la mayoria de 10s casos el auxiliar esth en pasado simple (habui datum), como nota Bastardas (139 s.), no constituyen un pasado anterior, sin0 un antepresente, cuyo punto de referencia no es un verbo en pasado, sino el verbo central, que designa el propio act0 performativo que constituye el documento, en la primera persona del presente (cf. ej. 10: vendimus terra quam abui hereditatam). Es llamativa la aparici6n de la perifrasis en subordinadas relativas, comparativas o condicionalesl7. De hecho, en ninguno de 10s ejemplos el verbo performativo se refiere a1 act0 performativo realizado o atestiguado por el documento pues designa un act0 que constituye una condicibn previa para la realizaci6n de este acto; es decir que la perifrasis, en 10s ejemplos recogidos por Bastardas en documentos latinos hisphnicos, sirve para afirmar la legitimidad de las condiciones bajo las cuales se hace la transacci6n documentada por la carta. La 'bifurcaci6n' lingiiistica que experiment6 la tradici6n discursiva de las cartas a partir del siglo XI11 con la introducci6n del romance demuestra, una vez mhs, la compleja influencia de Bstas tradiciones (y su fondo sociopragrnatico) en 10s textos. En 10s documentos que se seguian escribiendo en latin, un latin cada vez mhs culto, la aparici6n de nuestra perifrasis se reduce a la f6rmula clhsica ratum habeo, mientras que las cartas redactadas en romance perpethan hasta el siglo XV -aunque con escasa frecuencia- el empleo que constatamos en 10s ejemplos de Bastardas18: (15) [...] desemparo auos don ffrey Ferrando [...I el molino que yo auia en Barrihuelo, que oue conprado de ffrey Pasqual (Segovia 1263; DLE 239: 6ss.) l7
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La ankfora redundante del ej. 12 equivale a una relativa. Esta fue mi impresi6n al repasar el cartulario de San Salvador de Ofia, confirmada por la situaci6n de 10s Documentos lingiiisticos de EspaAa (MenCndez Pidal 1919).
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(16) Por quanto a1 tienpo que yo Diego Remirez de Guzman, arqediano de Toledo, oue rresqebido qiertos libros [...I, yo rresqebi entre 10s dichos libros vn Codigo & vn Digesto viejo [...I (Toledo 1414; DLE 302: 6ss.) Estos ejemplos demuestran el carhcter formulhico del tipo habui/ove + PPP. Ademhs, existen empleos de la perifrasis con el auxiliar en presente de subjuntivo, en imperfect0 y en otros tiempos, que en su gran mayoria aparecen con verbos o expresiones performativos (dar, reqebir, comprar, vender, librar, comenqar pleyto/querella, enviar carta, fazer Jiadura, dar (medir) almud). Aun cuando la perifrasis aparece con otros verbos, no performativos, se trata de actos o acontecimientos que tienen una relevancia juridica, que definen 10s derechos, 10s mCritos etc. que quedan por compensar o exigen la consideraci6n juridica dentro del act0 documentado. ~ s t es e el caso de la f6rmula con cuantas plantaciones (etc.) que i ovierdes fechas en las cesiones de terreno, o de ejemplos corno: (17) E si por auentura el mi f j o muriere ante que 10s .xiiij. annos aya complidos, fnque la uilla ala orden de Calatraua quita & libre [...I (Calatrava 1239; DLE 279: 36ss.) Las particularidades de empleo de nuestra perifrasis en las cartas hisphnicas y espaiiolas pueden considerarse un reflejo o una especializaci6n del valor de6ntico original de la forma. Es muy significativa la referencia del sujeto: El empleo de la perifrasis esth estrictamente restringido a personas que se constituyen como partes en el act0 juridic0 asegurado en la carta. Con cosas inanimadas (salvo personas juridicas, como el monasterio equis etc.) o personas que no forman parte del acto, no se emplea la perifrasis: (18) damos a uos don Peydro [...I la meatad de la huerta [...I, la qua1 meatad uos lexo el arciprest por su alma (Cartulario de San Salvador de Ofia 509; 1247) Esta restricci6n referencial implica que la relevancia juridica expresada por la perifrasis, que normalmente afecta a la persona denominada por el sujeto gramatical, se convierte en relevancia juridica para 10s usuarios del texto o, dicho de manera mhs general, para 10s participantes en el discurso. Esto es independiente de la persona gramatical de la perifrasis, porque la estructura referencial de las cartas permite referirse a 10s participantes en el act0 performativo mediante la tercera persona, como se ve en el ejemplo 17.
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En suma, la restricci6n en la referencia del sujeto la que relaciona el potencial pragmhtico de la perifrasis con la pragmhtica del texto. Veremos en el apartado siguiente que la referencia del sujeto es el indice rnhs significativo del carhcter 'pragmhtico' de nuestra perifrasis en el espaiiol medieval.
3. Pragmitica textual y empleo de la perifrasis aver perfecto en espaiiol medieval
+
participio
El uso de la perifrasis haber + participio perfecto en espaiiol medieval esth sometido a una restriccidn contextual altamente significativa. En trescientos noventa y cinco ejemplos de la perifrasis aver (en presente de indicativo) + participio perfecto que he encontrado en textos de 10s siglos XI1 y XI11 de 10s rnhs diversos gkneros, no hay rnhs de diecisCis (!) con sujeto no-personal. De estos diecisCis casos de sujeto no personal, la mayoria constituyen conceptos personificados (como la espada Colada en el PMC) o expresiones metonimicas referidas a personas (cf. El tu poder me ha embargado e preso, Alexandre 688c; citado por Alarcos 1947178). Ante estas cifras parece insuficiente el anhlisis de Alarcos Lorach (1947178: 39 ss.), hasta hoy aceptado como communis opinio'9, que describe el uso del pasado compuesto en espafiol medieval como un resultativo (acci6n continuada hasta el presente, duraci6n del resultado de una acci6n pasada) o como un pasado presente (acci6n inmediatamente anterior a1 presente, o sentida en relaci6n con 61). Este anhlisis, por estar basado en categorias puramente temporales, no puede dar cuenta del carhcter "personal" de la perifrasis. Sin embargo, tal carhcter personal no es rnhs que un marco general para el uso de la perifrasis. Al considerar el empleo en funci6n de distintos gkneros o textos, la perifrasis presenta otras particularidades, tipicas de cada texto o gknero. Asi, en un penitenciario como el de 10s Diez mandamientos, no nos sorprende hallar un empleo que perpettla el uso de6ntico de la perifrasis ya constatado en 10s textos del Bmbito cristiano en latin. El sistema de l9
P. ej. Alonso (1962: 21 s., 418); Company (1983: 240); Urrutia, Alvarez (1983: 271); Martinez Diez 1986: 412 ss., 43 1 s.); Cano Aguilar (1992: 166); Gili Gaya ("1994: 159). Yllera (1980: 276 s.) se aparta de la communis opinio, asignindole a la forrna un "caricter enfhtico e intensivo", precisamente en cartas reales, ordenanzas, epistolas, etc. (278, 280 s.).
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obligaciones, derechos, responsabilidades y compensaciones, culpa y absoluci6n se encuentra descrito con una simplicidad aplastante: "Amigo, [...I que yo e tu estamos como en mercado, por exo te he yo a dar aquela penitencia que tu sofrir puedas" (14s.). El principio general de este sistema dice asi: (19)
[...I
qualpecado a feito, talpena deve sofiir e levar [elpecador] (1 8)
De ahi 10s preceptos dados a1 confesor para el tratamiento del penitente: (20) digal: "Amigo, ipesate de 10s pecados que as feitos nin ditos e del pecado que asfeito a Dios e a tu alma? " (8s.) (21) per0 conviene [.. I que sufras alguna pena temporal por 10s pecados que asfeitos (12s.) Esta misma Btica, la encontramos en 10s textos hagiogrbficos del Mester de clerecia del siglo XIII: (22) el tuerto quejicisti aslo bien emendado (Berceo, Milagros 8 13) (23) lo que me prometistes complido lo avedes (Alexandre 2623c) (24) lo que vos prometiemos complido lo memos (Berceo, San Millbn 3 17c) Sin embargo, como toda literatura narrativa, el Mester de clerecia cuenta con dos modos discursivos bbsicos: la narraci6n propiamente dicha (le rkcit) y la representaci6n mimBtica (el estilo directolle dialogue). El empleo de6ntico de nuestra perifrasis est6 limitado a1 diblogo, mientras que en 10s pasajes narrativos encontramos un empleo distinto, per0 no menos tipico: Es la intewencidn metatextual del narrador, refirikndose a su propia actividad narrativa: (25) Sennores, Deo gracias contado vos avemos / del so santo Iazerio quanto saber podemos / e de las sues andadas secund lo que leemos / desaqui, si quisikredes, ora es que folguemos (Berceo, San Millbn 108) (26) metidse en las cuevas que avedes oido (Berceo, San Millhn 29) Lo que estos dos empleos tipicos del Mester tienen en comfin es la limitaci6n casi total a sujetos en primera o segunda persona. Asi, en la Vida de San Milldn de Berceo, diecisBis de 10s diecisiete casos atestiguados de nuestra perifrasis (con el auxiliar en presente de indicativo) tienen un sujeto en primera o segunda persona. Esto significa que la posici6n del sujeto de la perifrasis est6 reservada para 10s participantes en la comunicaci6n: tanto para 10s participantes ficticios de la comunicaci6n ficticia en 10s pasajes en
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estilo direct0 como para 10s participantes reales en 10s pasajes narrativos. Esta limitaci6n recuerda la situaci6n de las cartas, con la diferencia de que en ella esta referencia extradiscursiva es posible tambiCn mediante formas de tercera persona. Los dos modos discursivos del texto narrativo tambiCn son relevantes en el Poema de Mio Cid. Al igual que en el Mester el diilogo conserva el empleo de6ntico:
(27) El rey lo ha vedado, anoch del entro su carta (42) (28) Ya lo vedes que el rey le a airado (1 14) (29) Si lofizieredes, Cid, lo que avedesfablado /[ ...I sere dent marmillado (1037) (30) pedidas vos ha e rogadas el mio sefior Alfonsso (2200) (3 1) sabedes que a1 rey assi gelo he mandado (2223) (32) Los que an rebtado lidiaran, jsin salve Dios! (3391) Como se ve, la perifrasis sirve en primer lugar para designar actos performativos, incluso cuando no se trata de verbos performativos: (33) air010 rey Alfonsso, de tierra echado lo ha (629) (34) Dezid a1 Canpeador ... /que su mugier e sus fijas el rey sueltas me las ha (1408) (35) Preso memos el debdo e apassar espor nos (3528) La forma sirve tambiCn para designar actos de 10s que resulta algun mCrito. En la mayoria de 10s casos, se menciona tambiCn la recompensa o la gratitud del beneficiario: (36) mucho preqia la ondra el Cid quel avedes dado (1848) (37) gradesco a mio Cid que tal don me ha enbiado (1 856) (38) por lo que avedesfecho buen cosiment i avra (1436) (39) desto que avedesfecho vos non perderedes nada ( 1 530) Evidentemente, en el caso de 10s Infantes de Carridn, no se trata de mCrito, sino de culpa: (40) desta desondra que me an fecha 10s ifantes de Carrion / quel pese a1 buen rey (2906s.) Finalmente, la perifrasis se emplea para hacer relacidn a 10s Cxitos militares que definen la posicidn de 10s protagonistas dentro del sistema interpersonal: (41) por vos memos ondra e avemos lidiado (2530)
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Es interesante que, salvo algunas excepciones, la referencia del sujeto en el dialog0 esth reservada a 10s tres polos del tridngulo feudal que constituye la estructura narrativa del poema: el Cid, el Rey y 10s Infantes de Carridn. Parecen ser 10s hnicos individuos a 10s que se atribuye el estatus de agentes en el sistema interpersonal del poema (ndtese la ausencia total de 10s moros o de las mujeres entre 10s sujetos de la perifrasis a nivel del dialogo). En la narracidn la referencia del sujeto es menos marcada: ademas del Cid, se menciona a sus vasallos (la mayoria de las veces como colectivo; asi, el protagonista y su partido ocupan 55 de 73 posiciones), per0 aparecen tambiCn 10s moros (tres ejemplos), la espada Colada (dos) e incluso, en tres casos, referentes abstractos (ganancia, razdn, golpe). Lo tipico de la perifrasis a nivel narrativo es que casi siempre aparece junto con otros recursos caracteristicos del estilo Cpico: intervencidn metadiscursiva, realism0 geografico, apdstrofe de 10s oyentes, exclamaciones, declaraciones de caracter gndmico, exaltacidn religiosa del acontecimiento20. La perifrasis concurre con estos recursos para dar a 10s pasajes correspondientes una dimensidn extratextual: Se trata de pasajes en 10s que el autor/narrador se hace presente, subrayando la trascendencia de la causa del Cid para la realidad del pcblico oyente21.No hay que olvidar que se trata de un texto de alta carga ideoldgica, si no de propaganda politico-religiosa. Nos encontramos, pues, otra vez con la dimensidn extratextual de la perifrasis,
Sirvan como ejemplos 10s dos pasajes siguientes del PMC, en 10s que nuestra perifrasis esth representada con mayor frecuencia: (vv. 841 ss.) Entre 10s de Techa e 10s de Ter[rer] la casa / e 10s de Calatayut que es mas ondrada / asi lo an asmado e metudo en carta: / vendido les a Alcocer por tres mill marchos de plata. / Mio Cid Ruy Dim a Alco(1)cer F a ] ven[d]ido; / ique bien pago a sus vassalos mismos! / A cavalleros e a peones fechos 10s ha ricos, / e n todos 10s sos non fallariedes un mesquino. / Qui a buen seiior sirve, siempre bive en delicio. (w. 1086 ss.): Aquis conpieca la gesta de rnio Cid el de Bivar. / Tan ricos son 10s sos que non saben que se an. / Poblado ha rnio Cid el puerto de Aluca(n)t, / dexado a Saragoca e las tierras duca / e dexado a Hues(c)a e 1a.s tierras de Mont Alvan / Contra la mar salada compeqo de guerrear. / a orient exe el sol e tornos a essa part. / Mio Cid gaiio a Xerica e a Onda e Almenar / tierras de Borriana todas conquistas las ha. / Ayudol el Criador, el Seiior que es en qielo. 2' En el sentido de Gilman (1961: 16): "A mi ver, el mayor problema narrativo del juglar no es dar vida a una historia previa, sino hacer sentir su importancia y sentido, o sea, ((celebrarn su tema heroico. He aqui [...I la principal funci6n del uso de 10s tiempos en el Poema.". Cf. tambikn la cualificacibn del pasado compuesto como tiempo del comentario hecha por Weinrich (1968). 20
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aunque en este caso no se obtiene por la referencia del sujeto (como en las cartas o en el Mester). El binarismo 'dihlogo - narraci6nYen el uso de nuestra perifrasis lo encontramos tambiCn en la historiografia alfonsi. A nivel narrativo constatamos lo mismo que en la hagiografia del Mester, es decir, el empleo se limita a las intemenciones metadiscursivas del a ~ t o r ~ ~ : (42) & fueron a ganar tierras de suyo do se assetassen de morada assi como lo auemos todo cotado en esta estoria ante desto (General Estoria 17 1~1.14) (43) 6'deste dize otrossi la estoria que era omne letrado. & gramatico & uessijkador & que fazie libros de la materia daquellas razones de que auemos departido a que llamauan tragedia. (General Estoria 180r1.23) Este uso se encuentra tambiCn en las obras 'tdcnicas' (es decir, en 10s textos 'cientificos' y juridicos) de la producci6n alfonsi, en las que no hay ocasi6n para otro tip0 de uso de la perifrasis. A nivel del diblogo, presente en la historiografia, encontramos un empleo mbs variado. Muchos de 10s testimonios muestran un uso de6ntico: (44) E, caualleria de Roma, si uos yurado auedes ya otrosi a Julio Cesar de tener con el tal fecho como este, [...I et lo fazedes por guardar ZeaItad et cuydades y ganar, no tengades que assi es, ni lo fagades (la Crbn. p.74a: 6 s . ) Pero hay otros ejemplos, que, si bien permiten una lectura 'de6nticaY,no excluyen sin embargo una lectura puramente temporal: (45) Mas per0 non dubdo yo que piadat no ayan de mi 10s dioses, e que me non den derecho de ti por mar o por tierra, por o tu as andado bien a siete annos desterrado e sin ningun conseio, por quet ouo a echar la tempestad de la mar a1 mio puerto [...I (laCr6n. p. 4 1b: 7.5s.) Este significado mbs temporal que modal coincide con una posici6n sinthctica poco acentuada. Esto occurre cuando la perifrasis aparece en proposiciones subordinadas (relativas o adverbiales), con escaso peso 22
N6tese que en el Cronicdn Villarense, m8s antiguo que el Mester y la producci6n alfonsi, aparece el perfecto simple en un context0 idtntico: Tro aaui faulamos del lignage de Ihu Crist de Adan en aca [...I. Agora faularemos de 10s reies paganos [...I. (Crestomatia 22: 18 ss.). N6tese tambitn el adverbial tro aqui, que hoy en dia haria obligatorio el uso del pasado compuesto.
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comunicativo, alejada de la proposici6n que contiene el prop6sito primario, remhtico de la frase. La situacidn es parecida en otro texto narrativo de la misma Cpoca, la Biblia romanceada del ms. Escorial 1.1.8. Junto a1 uso dedntico (car todas estas cosas Jizieron & yo las he vedadas, Lev 20: 23; faz como has dicho, I Par 17: 23), este texto presenta un uso mhs bien temporal, limitado a las proposiciones subordinadas: (46) Et touo la Ely por sandia. E dixol: iAta quando seras beuda? Passet' algun poco el vino que as beudo (I Sam 1 : 13s.) (47) Tu sabes que tu padre & 10s que con el son son ombres muy arreziados & estan con amargo coraqon assi como la onssa quel han leuado losjijos sera cruel (I1 Sam 17: 8) La pCrdida de la funci6n de6ntica se ve, sobre todo, en 10s contextos semhnticos, donde en vez de relaciones interpersonales se mencionan animales o necesidades naturales (como el beber vino), aunque estos ejemplos no excluyen un matiz de reproche, es decir de culpa. Como vestigio de la funci6n original, debntica, sigue vigente en la obra alfonsi y en la Biblia romanceada la restriccidn del sujeto personal para nuestra perifrasis. Habrh que esperar algunas dCcadas mhs para encontrar, en el Libro de buen amor, ejemplos claros de un empleo puramente temporal, incluso colocados en proposiciones independientes: (48) plaze te con qua1 quier do el ojo as puesto (404c) (49) dizen luego: 'Los mures an comido el queso. ' (571b) (50) el color he yaperdido, 10s sesos me fallecen (607a) 4. Conclusiones
En las phginas anteriores, he tratado de poner de manifiesto c6mo cada genero, cada texto, acusan siempre un perfil empirico particular en el empleo de la perifrasis haber + participio perfecto. El gCnero y su constelaci6n discursiva tienen mhs incidencia en el empleo de una forma que el mero factor cronolbgico. De lo contrario, no seria posible explicar tan grandes diferencias de uso en el breve espacio de un siglo, a1 lado de ciertas caracteristicas de continuidad milenaria que la pkrifrasis tambikn acusa
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(algunos ejemplos que se encuentran en Plauto apenas difieren de un pasado compuesto modern0 y el empleo de6ntico se extiende desde la baja latinidad hasta el siglo XIII). De esta manera se desprende que el estudio empirico de la evoluci6n gramatical debe tener en cuenta la situaci6n pragmhtica de cada gCnero y cada texto. Esto no significa renunciar a buscar alguna coherencia diacr6nica (lo que, despues de todo, es la meta de todo estudio diacr6nico) en 10s distintos usos. Para la perifrasis haber + PP podria postularse lo siguiente: a partir de un significado puramente proposicional ("tener algo en cierto estado"), la perifrasis adquiere ya en latin un valor de6ntico (LCencontrarse ante las consecuencias de una acci6n de relevancia interpersonal"). Esta relevancia dedntica, que recae sobre la persona referida como sujeto de la perifrasis, se convierte en relevancia para 10s comunicantes mediante una restricci6n referencial, que reserva la posici6n del sujeto a las partes comprometidas en las cartas, a 10s interlocutores (en el Mester de clerecia), o a 10s protagonistas de un asunto de trascendencia extratextual (en el PMC). Poco a poco, esta relevancia para 10s comunicantes se va debilitando, perdiendo su matiz de "importancia" para convertirse en una mera relaci6n de lo dicho con el act0 de habla (relaci6n metalingiiistica observada en el Mester y en la prosa alfonsi). Finalmente, nos encontramos ante un empleo puramente temporal, cuya funci6n suele describirse en las gramhticas como un pasado con present relevance (denominacibn de un act0 cuyas consecuencias inciden en la situacibn presente), y que va unido a una libertad creciente con respecto a la referencia del sujeto. Este proceso es mhs rhpido en la subordinacibn sinthctica y en posici6n textual con menor relieve discursivo. Hay que insistir en el hecho de que esta sucesidn de 'estadios', en tan breve espacio de tiempo como aparece en 10s textos del siglo XIII, no es el espejo fie1 de una evoluci6n diacr6nica, sino el reflejo de una situaci6n en la cual la lengua espaiiola s61o estaba en via de establecerse y afirmarse como lengua escrita, todavia en busca de 10s gCneros y de las formas de expresi6n apropiados a las nuevas tareas textuales y pragmilticas, mostrando asi casi en copresencia sincr6nica el entero potencial expresivo de nuestra perifrasis. Cabe recordar que el pasado compuesto nunca perdi6 enteramente su matiz pragmhtico, mereciendo en la gramhtica moderna la calificacidn de 'tiempo afectivo7 o 'emotivo7. Todo esto significa que la evoluci6n diacr6nica no fue una evoluci6n homogknea, sino que estuvo sujeta a distintas velocidades o tiempos de realizaci611, con la conservacicin de
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estados antiguos a1 lado de estados m b modernos etc. Es asi como se debe concebir el proceso de gramaticalizaci6nYun proceso que no se puede captar sin tener en cuenta las distintas constelaciones discursivas y 10s gCneros correspondientes, que rigen toda producci6n textual.
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Mario Barra Jover
Corpus diacronico, constatacion e induccionl
Mi objetivo en este articulo es proponer una reflexi6n sobre el tipo de informaci6n que puede extraerse de un corpus. El hecho de que el corpus sea manual o informatizado queda fuera de la discusi6n, ya que el desarrollo tCcnico no ayuda a resolver 10s problemas que planteo aqui. En la medida en que la precisidn no puede ser considerada como un progreso cualitativo, un corpus informatizado presenta fundamentalmente ventajas de orden cuantitativo, a saber, mucho material consultable y en poco tiempo. Cierto es que hay un aspecto, la versatilidad, en el que el corpus informatizado contrasta con el manual y quizh deba ser mirado como diferencia cualitativa. Un corpus manual conduce al establecimiento (muy laborioso) de un fichero que se va a convertir en el elemento de trabajo. El fichero se reune en funci6n de una selecci6n previa que va a determinar lo que se retiene como informaci6n pertinente y lo que no. Siempre existe el riesgo de haber cometido errores en la evaluaci6n de lo que era pertinente retener y esos errores se pagan caros, dado que subsanarlos exigiria retomar todo el corpus. No es, pues, extrafio que un trabajo presente una documentaci6n precaria en ciertos aspectos que se han detectado como relevantes una vez que la recopilaci6n de fichas ha sido terminada. Frente a esto, un corpus informatizado reduce a1 minimo la distancia entre el material de partida y el material seleccionado, hasta el punto de que puede decirse que todo es potencialmente seleccionable en cualquier estadio de la investigacibn. Pero, incluso si concedemos que las repercusiones de esta versatilidad del corpus informatizado son de orden cualitativo, en nada afectan a1 tip0 de hip6tesis que el material retenido permite concebir y demostrar. El problema que me interesa surge a1 preguntarnos si es posible, cuando nuestra linica fuente de datos es un corpus, ir mhs all6 de la simple constataEl texto que sigue es una version con algunas modificaciones y adiciones del articulo "Constatation et induction face aux corpus diachroniques: le problkme du n+l texte" publicado en Les Cahiers Forell, 14, a cuyos editores quisiera agradecer su autorizaci6n para publicar una versi6n espafiola. Asimismo, quisiera expresar mi gratitud a Daniel Jacob y a Johannes Kabatek, por haberlo incluido en el presente volumen.
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cidn de fen6menos y si se puede acceder a la formulaci6n de hip6tesis obtenidas por inducci6n y sometibles a pruebas que las confirmen o las rechacen. A mi mod0 de very este problema s61o se plantea cuando el objeto de estudio es una lengua muerta o un estado de lengua del pasado, como intentar6 mostrar mas adelante. La respuesta a la pregunta puede, de hecho, ser positiva. No parece imposible que una hip6tesis diacrbnica sea inductiva y sometible a pruebas. Pero, aunque en el terreno m6s practico se trate de la aplicaci6n de un mktodo relativamente simple, hay que aceptar previamente algunos presupuestos que afectan a las bases mismas de la teoria sintictica. En el apartado 1, me ocupo de 10s problemas inherentes a la investigacibn hecha a partir de un corpus. Para comprenderlos mejor, partirk de la idea de que la oposici6n entre datos reales y datos artificiales no da cuenta de lo que verdaderamente ocurre. El problema se situa a un nivel superior, el de la posibilidad o la imposibilidad de proceder a un razonamiento inductivo. En el apartado 2, formulo el problema del n+l texto como un problema que afecta a todo estudio diacr6nico y que en ningun caso puede superarse gracias a la extensi6n de la base empirica. En el apartado 3, propongo lo que me parece ser una solucibn apoyindome en la concepcibn de lo que podriamos considerar un protocolo de experimentacibn. En el apartado 4, doy un ejemplo precis0 de c6mo el procedimiento propuesto ha sido aplicado en un trabajo anterior a1 estudio de la evoluci6n de la subordinaci6n adverbial en espaiiol. Antes de dar paso a1 desarrollo, conviene hacer una precisibn. Las posiciones adoptadas en este articulo no presuponen que no haya, hasta el momento, hip6tesis diacr6nicas verdaderamente satisfactorias. Lo unico que se presupone es que estas hipbtesis estin en lo esencial apoyadas en una buena argumentaci6n y no van acompaiiadas de una demostraci6n empirica en el sentido estricto del tCrmino, es decir, no dan lugar a predicciones verificables o rechazables a partir de 10s datos2.
Una excepci6n clara podemos encontrarla en 10s estudios sobre la posici6n de 10s pronombres fttonos en espafiol medieval. En este terreno, ya es posible hacer predicciones que son, en potencia, empiricamente refutables y que, sin embargo, parecen resistir a todo intento de refutaci6n (cf., al respecto, Castillo Lluch (1996), para una sintesis de la bibliografia y para la versi6n por el momento miis completa de estas hip6tesis). Con todo, no conozco ninguna hip6tesis refutable sobre el cambio de posici6n en el paso a1 espafiol moderno.
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1. Un falso problema que oculta otro que no lo es El desarrollo de las gramhticas formales ha ido siempre acompaiiado de una pol6mica sobre lo que debe considerarse un dato legitimo en lingiiistica. Cierto es que, lamentablemente, esta pol6mica se ha reducido a1 6mbito privado o a observaciones de refil6n provocadas mas por una actitud previa que por una discusi6n publica. Me parece, por ello, conveniente dedicarle un poco de atencihn, m6s que nada porque varios factores han contribuido en 10s ultimos afios a polarizar las posiciones. En primer lugar, el desplazamiento del centro de interks, desde 10s aiios ochenta, hacia todo lo que ataiie a1 act0 de enunciacidn (principalmente lo que se conoce como "interacciones verbales"). En segundo, el desarrollo de 10s trabajos sobre la lengua coloquial. Para terminar, la elaboraci6n de corpus informatizados cada vez mas sofisticados y que abarcan todo el espectro diacr6nico y diastritico. Estos tres factores han acentuado la disposici6n critica de algunos lingiiistas ante lo que se ha dado en llamar "ejemplos artificiales" o "de laboratorio" y ante la rama de la lingiiistica, la sintaxis formal, que se sirve de ellos para proceder a una demostraci6n. Si retomamos en el mismo orden 10s tres factores mencionados, podriamos decir que un ejemplo inventado a) no es interpretable porque carece de la contextualizaci6n que haria de 61 un verdadero enunciado3; b) no da ninguna garantia cuando recibe el calificativo de gramatical o agramatical, dado que la verdadera producci6n oral puede ir contra nuestras previsiones4; c) es gratuito porque 10s linguistas disponen actualmente del suficiente material "real" como para ahorrarse 10s esfuerzos de imaginaci6n5.
Esta es la critica con mayor alcance y que afecta a la legitimidad misma de la sintaxis formal, en la medida en que pone en duda su validez como reflejo del lenguaje (cf., por ejemplo, Kerbrat-Orecchioni 1995: 37 y ss.). Se trata del problema que Culioli (1983) ha formulado como paradoja a1 hablar de "l'attestk non attestable". Ello no impide que para algunos investigadores el objeto de estudio de las gramtiticas generativas sea, en cierto modo, la produccibn oral (puede verse a1 respecto la intervenci6n de Pierre Encrevt en Bergounioux et al. 1992: 106). Por otra parte, una actitud exageradamente atenta hacia todas las variaciones documentables puede llevar a una posici6n completamente esckptica sobre las posibilidades de la lingiiistica como ciencia, tal y como puede verse en Bailey (1992). En este terreno salimos ya del h b i t o del corpus. Actualmente, un "metamotor" de bhsqueda como copernic (www.copernic.com) puede buscar en todas las pkginas web existentes cualquier secuencia y incluso admite parametrizaci6n en el grado de aproximaci6n.
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Tales criticas no carecen de fundamento, per0 pecan de optimismo. Van bien encaminadas en la medida en que el trabajo con ejemplos "de laboratoria" no ha ido acompaiiado del desarrollo de protocolos de investigaci6n universalmente reconocidos. Entre 10s escasos ejemplos de trabajos consagrados al asunto, merece citarse el libro de Cowart (1997). Pero el objetivo esencial de este libro es proponer mdtodos estadisticos que permitan hacer frente a la disparidad de juicios a la que dan lugar las series de ejemplos tipicas de 10s trabajos formhles. Sin embargo, no se ocupa de lo que seria la fase previa, es decir, la concepci6n de experiencias objetivables que vayan mas all6 de la simple solicitaci6n de juicios de aceptabilidad a 10s informantes. Porque es ahi donde tropezamos con el verdadero problema: la perplejidad del informante al que se le presentan pares o series de ejemplos construidos a partir de variaciones minimas6. Puede, por supuesto, alegarse que la lingiiistica no es una ciencia experimenta17,per0 ninguna ciencia lo es ex natura. Una ciencia alcanza el nivel de ciencia experimental cuando 10s investigadores consiguen concebir experimentos objetivables y reproductibles a partir de la alteraci6n del material brutog. Admitamos que la gramitica formal esta todavia muy lejos de vislumbrar esta posibilidad y que existe cierto laxismo en la evaluaci6n de la gramaticalidad de 10s enunciados. Admitamos incluso que la aceptaci6n o el rechazo de 10s juicios de gramaticalidad establecidos por un autor dado se apoyan m9s en el grado de implicaci6n (incluso de complicidad) del lector que en el valor atribuido por consenso a un protocolo de investigacibn. Reconozcamos, en consecuencia, que a la lingiiistica formal le queda todavia mucho por hacer a este respecto y que seria ridiculo ocultarse el problema. Ello no impide que las criticas vayan descaminadas cuando dan a entender que, sin ejemplos artificiales, el trabajo conservara las mismas posibili-
Hasta el punto de que puede establecerse (como ha hecho Rafael Cano en una comunicaci6n personal) una comparacidn entre el informante y el catador de vinos a1 que, al tercer vaso, todos 10s vinos le parecen iguales. Puede consultarse, para una extensa discusidn sobre este asunto, el reciente trabajo de Marti (1998). . . No viene ma1 recordar aqui un caso alejado de la linguistics que nos resulta actualmente sorprendente: a finales del siglo XIX, bastantes investigadores consideraban ridiculos e inhtiles 10s esfuerzos que se estaban haciendo para estudiar la cklula de manera experimental (cf. Ram6n y Cajal (1954)). Siguiendo con la comparacidn, conviene notar que la tarea m b ardua de 10s biblogos, incluso ahora, es la concepci6n de experimentos que permitan observar con nitidez lo que directarnente carece de ella.
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dades inductivas (0, si asi se quiere, abductivas) al mismo tiempo que incrementara su grado de objetividad. Para empezar, habria que notar que la oposici6n entre ejemplo real y ejemplo artificial carece practicamente de sentido. El ejemplo de una lengua X producido por un lingiiista hablante nativo de tal lengua es tan real como otro cualquiera, en la medida en que esta producido con 10s mismos medios "nat~rales"~. De hecho, ningun lingiiista serio se atreve a proponer ejemplos con un grado de complejidad informativo (gramaticales o agramaticales) en una lengua que no sea la suya sin contar con la aprobaci6n de un locutor nativo. Parece mis pertinente buscar una oposici6n entre 10s ejemplos que existen independientemente de la investigaci6n en la que funcionan como datos y 10s ejemplos que s610 existen en funci6n de esta investigaci6n. En todo esto, el tkrmino "real" actua mas bien como un elemento perturbador, por el riesgo que entraiia de imponernos exigencias que nunca podremos satisfacer. Dejemos, pues, las cosas en una oposici6n entre ejemplos independientes y ejemplos ad hoc y preguntkmonos si es posible limitarse a trabajar con ejemplos independientes. Si la respuesta es afirmativa, debemos tambikn preguntarnos sobre las consecuencias que se siguen de ello. Voy a proponer las respuestas siguientes: uno s610 se limita a 10s ejemplos independientes cuando no queda otra elecci6n y las consecuencias en cuanto a 10s resultados obtenidos se hacen notar. De manera mis precisa, podria afirmarse que uno se limita a 10s ejemplos independientes cuando el objeto de estudio es un estado de lengua para el cual no existe locutor competente. En el resto de 10s casos, e incluso cuando la lengua estudiada no es la lengua materna del investigador, se recurre a conocimientos (propios o ajenos) que no proceden directamente de la coleccidn de ejemplos independientes con la que se trabaja. Y esto por el simple hecho de que se va a adoptar un procedimiento inductivo o abductivo fundado en la suposici6n de que 10s ejemplos que se observan no son mas que una pequeiia muestra de lo que se quiere describir. Respecto a esta muestra, hay cosas que, aun no apareciendo, son posibles y cosas que no aparecen y que tampoco son posibles. Sin tal suposici6n, nadie
En este sentido, un ejemplo artificial seria el que se obtiene con la implementaci6n de informaci6n en una mfiquina. De hecho, 10s enunciados inaceptables que producen 10s programas de traducci6n automfitica superan cualitativamente a 10s que pueda producir la imaginaci6n m b calenturienta.
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podria arriesgar hip6tesis sobre el funcionamiento de una lengua. Como mucho, se podrian aportar taxonomias s610 validas en un dominio cerrado. La simple observaci6n de lo que ocurre en 10s trabajos diacr6nicos es el mejor argument0 en favor de esta afirmaci6n, puesto que son Cstos 10s que sin ningfin lugar a dudas se ven restringidos a 10s ejemplos independientes. Cualquiera que se haya consagrado a este tipo de investigaci6n es consciente de que la total ausencia de intuici6n (propia o ajena) impide declarar posible o imposible algo que no esta documentado. Dicho con otras palabras, en la medida en que se es absolutamente incapaz de producir un enunciado personal en esta lengua, se es tambiCn incapaz de proponer la mas minima hip6tesis sobre lo que no es posibleI0.Y de una cosa se puede decir que es posible s610 si ha sido seleccionada como dato a retener para la elaboraci6n de un fichero. En efecto, entre todas las frustraciones que acechan a1 historiador de la lengua, la peor es la constatacidn de que tras la lectura de miles de piginas, no se puede afirmar que una construccidn exista salvo si se ha tornado la precauci6n de tomar ejemplos (o si se ha tenido la suerte de retener alguno en la memoria). Por todo ello, partirk de la idea de que la induccidn es posible en la medida en que puede recurrirse a intuiciones que no son directamente vinculables a 10s ejemplos independientes y que permiten hacerse representaciones que van mas allh de la casuistica observada. Lo que viene a querer decir que se les abre la puerta a 10s ejemplos ad hoc por mucho que uno se guarde de alegarlos como prueba de esto o de lo otro. S610 10s estudios diacr6nicos ven reducidas sus fuentes a 10s ejemplos independientes y no sin consecuencias.
2. El problema de n+l texto y otros relacionados Vamos ahora a examinar mhs de cerca las condiciones en las que se desarrolla la investigaci6n en diacronia. Como ya queda dicho, la particularidad no esth tanto en el hecho de que 10s datos se extraigan de un corpus como en el hecho de que el proceso inductivo se vea obstaculizado por la ausencia de locutores competentes. En tal caso, el investigador se las ve con un conjunto lo
Por supuesto, siempre se puede afirmar que hay ciertas cosas imposibles, pero muy fuera de 10s limites que pueden proporcionarle inter& a una afirmaci6n.
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de textos que deben llevarlo a la descripci6n de un sistema o de un aspect0 de ese sistema. Para no mantener un grado de abstracci6n inutilmente elevado, voy a proponer una situaci6n precisa: aquella, relativamente frecuente, en la que se estudia la aparici6n de una innovaci6n sinthctica. Un ejemplo podria ser el de la evoluci6n del pretdrito perfecto en espafiol, que va del uso de 10s verbos ser o haber (dependiendo del verbo principal) como auxiliares con concordancia del participio, al uso de un Gnico auxiliar haber sin concordancia del participio. En este tip0 de situaci611, se establecen dos puntos de referencia cronol6gicos obtenidos normalmente mediante la idealizaci6n de dos cortes temporales: un periodo "moderno" en el que la innovaci6n se ha impuesto como Gnica forma posible y un periodo "antiguo" en el que la innovaci6n no existe todavia. Si hablo de idealizaci6n es porque es bastante raro que se puedan encontrar estos periodos en estado puro1I. Los objetivos que se fije esta investigacibn pueden ser mhs o menos ambiciosos. Pueden limitarse a buscar la documentaci6n mhs temprana de la innovaci6n y a seguir el rastro de su extensibn. Pero tambidn puede buscarse una explicacibn a su aparici6n a partir de la transformaciones que haya podido experimentar el sistema. Cierto es que estos objetivos pueden alcanzarse separadamente, per0 es cuando menos deseable que la explicaci6n vaya acompafiada de una base documental s61idal2. A1 poner manos a la obra, sea el trabajo descriptivo ("hist6ricon, si se quiere) o explicativo, hay que tener en cuenta, ya para empezar, que el corpus, por su propia naturaleza, es una fuente de ruido, por las razones que siguen:
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Por otra parte, lo normal es que 10s periodos estkn ya previamente demarcados a partir de una tradicibn, lo cual produce cierta tendencia a homogeneizar artificialmente 10s fen6menos que caen en su interior. Pueden verse, a este prop6sit0, 10s comentarios hechos en Barra Jover (1998). Esta obsewaci6n tiene sentido en la medida en que 10s trabajos de tipo explicativo pueden seguir un procedimiento deductivo que reduzca la documentaci6n a un papel ilustrativo prkticamente esphreo. Por ejemplo, se pueden postular fases intermedias s610 porque son conceptualmente verosimiles. Esta tendencia es normal en la fonologia diacr6nica (cf. 10s comentarios a1 respecto en Barra Jover (1994)) per0 tambi6n puede encontrarse en trabajos de sintaxis con orientaci6n estructuralista (un buen ejemplo podria ser la gramhtica hist6rica del italiano de TekavEiC (1972)). Ni que decir tiene que las reflexiones que propongo aqui no tienen ninguna pertinencia ante este tipo de trabajos.
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a) Las dataciones son en la mayoria de 10s casos imprecisas. Lo que es mhs, nos las vemos normalmente con copias de fecha posterior. S610 ciertos documentos legales (actas de donaciones, por ejemplo) van fechados con precisi6n y se conservan, con toda seguridad, en su primera versi6n. b) S610 poseemos fuentes escritas que no pueden ser confrontadas a una competencia activa que permita emitir juicios sobre la implantaci6n general de una construcci6n. En otras palabras, no se puede saber si una construeci6n es, en un momento dado, exclusiva de la tradici6n escrita o si es tambiCn el reflejo de la lengua hablada. Un problema como este es prhcticamente insalvable si se quiere estudiar, por ejemplo, la desaparici6n de ne en la frase negativa del franc&. c) Las diferentes copias de un texto suponen otras tantas ocasiones de alterarlo. Cuando se conservan copias separadas cronol6gicamente, su colaci6n puede proporcionar informaciones v a l i ~ s a s per0 ~ ~ , es corriente que un texto s610 estC disponible en una copia realizada uno o dos siglos despuCs de la composici6n original. Por otra parte, no debe olvidarse que normalmente trabajamos con las "i~ltimas"copias modernas (a las que llamamos "edici6n critica") y que estas ediciones no esthn ni mucho menos exentas de errores de lectura y de transcripci6n14. Estas condiciones conducen a 10s autores de trabajos diacr6nicos a actuar con extremada prudencia. El tono mhs habitual es el de la constataci6nYcon formulas del tip0 "en 10s textos consultados puede encontrarse esto o aque110" o "sblo se documenta en 10s textos esto o aquello". Raro serh que alguien pase de un "no he encontrado" a un "no existe". Una manera de enfrentarse a esta situaci6n consiste en aumentar lo m b posible la documentaci6n utilizada para compensar estadisticamente las dificultades. La situaci6n ideal seria, en consecuencia, aquella en la que todos 10s documentos existentes conformasen la base documental. Ahora bien, se puede hablar de todos 10s documentos conocidos, per0 nunca de todos 10s documentos existentes. Y es aqui donde encontramos el problema del n+l texto, problema l3
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Puede verse un buen ejemplo de la explotaci6n de este tip0 de situaci6n en Buridant (1987), que estudia la evoluci6n del orden de palabras entre el h c C s antiguo y el franc& medio, utilizando dos versiones de la traduccibn de un texto latino. Ha habido, de hecho, errores notables a causa de una mala lectura en el dominio de la fonologia diacr6nica del espaflol. Puede verse, a este prop6sit0, el articulo de Ariza (1996) en el que se desmontan, por la simple raz6n de que se apoyan en malas lecturas de 10s manuscritos, varias hip6tesis que empezaban a tener repercusi6n entre 10s especialistas.
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que se plantea sistemhticamente en diacronia y que podria ser enunciado bajo la forma siguiente: una conclusi6n obtenida a partir de un conjunto de n textos no garantiza en ningun caso las prediciones que puedan hacerse sobre lo que ocurre en un n+l texto. Las repercusiones de este problema son serias cuando a lo que se aspira es a emitir juicios sobre la posibilidad o la imposibilidad de una construcci6n no documentada en un conjunto de n textos. Ademhs, ello implica que una concepci6n como la de Hume de la induccidn, basada en las regularidades observadas y no en 10s vinculos causales (es decir, las predicciones hechas a partir de las relaciones de causa a efecto) no esth tan clara como podria parecerlo. La inducci6n parece posible cuando existen conocimientos de fond015 que permiten la elaboraci6n de hipdtesis estimuladas por 10s datos observados. En el caso de la lingiiistica, tales conocimientos de fondo se concentran en la competencia, es decir, en la interiorizacidn no consciente de la gramhtica de una lengua. Siempre cabe dudar de la verdadera importancia del problema del n+l texto. Es evidente que carece de ella cuando uno acepta limitarse a la constataci6n de un fen6meno en un dominio cerrado. En cambio, no carece de ella cuando uno se sitGa en el nivel de la hip6tesis, ya sea porque se aspira a desentrafiar las caracteristicas de una serie no recorrida exhaustivamente, ya sea porque se aspira a explicar. La explicacidn eficaz de una innovaci6n debe, en principio, partir de la idea de que la innovacidn no cae del cielo16. Es, mds bien, el resultado de la aparici6n y extensi6n de nuevas propiedades que la hacen posible. En consecuencia, si una innovaci6n depende de otras propiedades del sistema, parece 16gico que se detecten correlaciones. Dicho de otro modo, una innovaci6n puede aparecer cuando se reunen determinadas condiciones. A la hora de establecer correlaciones de este tipo, el problema del n+l texto supone un obstdculo mayor. Veamos el porque sirvikndonos de un ejemplo esquemhtico. Mas adelante podremos examinar con detalle un ejemplo concreto del espafiol. Imaginemos que la construcci6n B es una innovaci6n. Imaginemos, tambiCn, que postulo que B puede aparecer l5 l6
Traduzco asi el tCrmino background knowledge de Popper (1972). Las explicaciones sinticticas que recurren a fuerzas exteriores universalmente vilidas como la analogia, la tendencia a1 anilisis, la economla, el equilibrio del sistema y otras, no son, a mi parecer, informativas, porque no logran explicar por quC una innovaci6n se produce en una lengua y no en otra ni por qu6 la innovaci6n llega en un momento y no en otro.
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porque se satisface una condition A que tiene una explication trivial, que es documentable y que es conceptualmente aceptable como factor determinante. Un ejemplo puede clarificar lo que entiendo por "explicaci6n trivial". Sabemos que haber es, actualmente, el unico auxiliar posible para 10s tiempos compuestos, independientemente de que el verbo sea transitivo o intransitivo. Tal cosa no tiene una explicaci6n trivial. En cambio, si se postula que tal innovaci6n se debe a1 hecho de que el verbo haber ha sido sustituido por tener para expresar cualquier idea de posesi6n17,con la consiguiente pCrdida de peso lkxico, estamos ante una condici6n que parte de un cambio trivial, a saber, la extensi6n de 10s usos de una entrada lexica en detriment0 de 10s de otra. Otra cosa es ya saber (y es el problema que nos ocupa) si tal explicaci6n, por muy aceptable que sea desde el punto de vista conceptual, es demostrable. Para justificar empiricamente la afirmaci6n de que una condici6n A es el factor determinante para la aparici6n de B, cuento con n textos que pueden corresponder a1 period0 en el que la innovaci6n aun no se ha extendido per0 en el que ya se podria empezar a encontrar ejemplos. La recogida de datos podria, desde un punto de vista 16gic0, dar cuatro resultados diferentes (exigiendo todos, por otra parte, un prudente manejo, habida cuenta de 10s problemas de fecha y de transmisi6n ya indicados mas arriba): 1) No encuentro ejemplos de A ni de B. 2) Encuentro ejemplos de A y no de B. 3) No encuentro ejemplos de A per0 si de B. 4) Encuentro ejemplos de A y de B. No es muy dificil comprobar que ninguna de las cuatro posibilidades va a respaldar definitivamente la hipbtesis. La posibilidad 1 parece apoyarla, per0 un n+l texto coetfineo puede contener un ejemplo de B. La posibilidad 2 no quiere decir nada, ni en favor ni en contra. La 3 parece contradecir la hipdtesis, per0 siempre puede haber un n+l texto que contenga un ejemplo de A. S610 la posibilidad 4 podria considerarse una corroboraci6n, per0 la cosa no es tan sencilla. Aunque el problema del n+l texto no intervenga directamente, surge otro problema relacionado. En efecto, se han encontrado
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Tal explicaci6n es la de Alarcos (1970) y sigue siendo recogida en, por ejemplo, AndrCsSufirez (1994).
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ejemplos de A y de B, per0 faltan elementos de contraste que garanticen que hay un vinculo causal entre ellos. En realidad, estamos siempre ante la misma situaci6n: una hip6tesis puede ser conceptualmente aceptable, per0 no se la puede someter a pruebas empiricas. Los datos, ya Sean aparentemente favorables o desfavorables, no llegan a desempefiar un papel decisivo, lo que viene a decir que no podemos en ningun caso hablar de demostracibn. Lo que debe hacerse, en consecuencia, es imaginar algun procedimiento que d6 legitimidad a1 termino "demostracibn".
3. El corpus como terreno de experimentacibn
En el apartado anterior, hemos podido acotar tres problemas propios de 10s trabajos diacr6nicos: a) El ruido inherente a la naturaleza misma de las fuentes documentales b) El n+l texto c) Las dificultades para garantizar 10s vinculos causales. Vamos a ver que no es del todo imposible superarlos y que es incluso posible hacer desaparecer 10s dos primeros y convertir el ruido en un elemento positivo. La manera de proceder es verdaderamente simple, per0 sus implicaciones conceptuales esthn lejos de serlo. Es necesario aceptar algunos presupuestos sobre la sintaxis, sobre el cambio lingiiistico y sobre el tipo de hip6tesis que pueden proponerse: 1) Las configuraciones sinthcticas no existen como reglas independientes de las entradas 1Cxicas. Son, mhs bien, el resultado de las propiedades de estas entradasI8. 2) Las innovaciones sinticticas aparecen cuando las entradas 16xicas de un paradigma dado cambian de propiedades. Esto quiere decir que la difusi6n de una innovaci6n sintictica sigue el mismo camino que las otras innovaciones ICxicas, a saber, el aumento progresivo de la cantidad de locutores que interiorizan las nuevas propiedades de una entrada lexica determinada. 3) En la medida en la que la innovaci6n sinthctica depende de la adquisici6n de una innovaci6n lexica, la implicaci6n entre una condici6n A y la l8
Este punto recoge una de las ideas bhsicas del programa minimalista de la gramhtica generativa (cf. Chomsky 1995: cap. 4).
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innovaci6n B s610 puede verificarse en un plano idiolectal, es decir, para un locutor dado. El que un locutor presente so10 la condici6n A y otro solo la innovacibn B no nos permite hablar de implicacibn. La justificacibn de estos presupuestos es posible per0 nos alejaria en exceso del objetivo principal. Me conform0 con que el lector, aun manteniendo ciertas reservas, observe 10s cambios metodol6gicos que de ellos se siguen y juzgue si son o no beneficiosos. La primera consecuencia es que un corpus, si es trabajado como una masa indiferenciada de datos, no va a sernos muy fitil. Lo que nos va a interesar son 10s diferentes locutores representados en 61. Ello obliga a seleccionar textos relativamente largos para 10s que tengamos ciertas garantias de que hay un s610 autor. Este es el finico medio de disponer de un acceso hipotktico a una gramhtica interna. Los corpus constituidos a partir de fragmentos c o r t o ~ a~ pesar ~ , de que puedan resultar adecuados para otros casos, deben ser descartados. En lugar de reducir la discontinuidad de todo corpus a1 estatuto de factor contingente que garantiza su representatividad, se debe mirar esta discontinuidad como el elemento esencial, dado que cada texto se convierte en el terreno en el que se realizan pruebas sobre un idiolecto. En tal caso, se procede por acumulaci6n de resultados positivos, negativos o indiferentes. Incluso es posible permitirse un margen de error estadisticamente controlable, per0 es tambikn posible adoptar una posicibn rigida. Volvamos ahora a nuestro problema de la extensi6n de una innovaci6n. Postulo que la innovaci6n B depende de la aparici6n de una condici6n A de explicaci6n trivial. Supongo, entonces, que un locutor dado, que ya ha adquirido las entradas lkxicas concernidas con la caracteristica A, podria potencialmente, que no obligatoriamente, utilizar B. Por ejemplo, en espaiiol medieval, si un locutor dado utiliza sistemhticamente tener para expresar todo tip0 de relaci6n de posesi6n, podria utilizar haber como auxiliar para el pretkrito perfecto de todos 10s verbos. Lo que si se declara imposible es que un locutor utilice B sin satisfacer la condici6n A. Imaginemos ahora que nuestro conjunto de n textos, m8s o menos situados en el period0 de aparici6n de la innovaci6n, lo forman veinte textos de autores diferentes. En lugar de las cuatro posibilidades que hemos obtenido en el tratamiento homogkneo del corpus (vkase el apartado anterior), tenemos esta vez seis: l9
Pienso, por ejemplo, en 10s trabajos que extraen el material de 10s Documentos Lingiiisticos de Espafia o de la Crestomatia del espafiol medieval.
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1) No encuentro ni A ni B en ningun texto. 2) S610 encuentro A en algunos textos. 3) So10 encuentro B en algunos textos. 4) Encuentro A en algunos textos y B en otros, que no tienen por quC coincidir. 5) Encuentro A en ciertos textos y B en una parte de estos mismos textos. 6) Encuentro A y B en 10s mismos textos. Ante estos resultados, me limito a preguntarme si son favorables o si contradicen mi hipbtesis, ya que todos son interpretables. En el primer0 y el segundo caso, la hip6tesis no es ni confirmada ni rechazada. En el tercero y el cuarto caso, la hip6tesis es directamente rechazada porque aparece B en textos que no contienen A. En el quinto y el sexto, la hip6tesis es provisionalmente corroborada, porque B s610 aparece alli donde aparece A. De hecho, el procedimiento es muy sencillo: la hip6tesis nunca queda definitivamente corroborada. Muy a1 contrario, siempre corre el riesgo de ser rechazada en cada nueva prueba. Si aumento el corpus, lo que hago es aiiadir pruebas que pueden siempre obligar a rechazarla. Cuanto mas resista a esta pruebas, mas garantias tendremos de que se trata de una hip6tesis verosimil (nunca se puede decir que es verdadera porque ninguna hipdtesis puede ser declarada verdadera). Asi, en contraste con lo que nos permite la extracci6n indiferenciada de ejemplos, disponemos de un medio que obliga a someter las hip6tesis a pruebas objetivables de las que pueden o no salir bien paradas y que pueden ser repetidas en las mismas condiciones por otras personas. Cuando no pasan con Cxito las pruebas, nos vemos en la obligacibn, por muy verosimiles que Sean desde el punto de vista conceptual, de rechazarlas, aunque siempre cabe la posibilidad de intentar reformularlas para que Sean mas dCbiles o mas poderosas. Cuando pasan las pruebas con Cxito, s610 son provisionalmente aceptables. Se sigue, en tal Caso, un procedimiento que coincide con el de las ciencias experimentales. Lo que es mas, las fuentes de ruido son un argument0 favorable. Si, aun con todos 10s riesgos de error en la transcripci6n o de modernizaci6n heterogCnea de la copia, se obtienen resultados positivos, las hip6tesis salen reforzadas. Las imprecisiones en cuanto a la dataci6n pierden todo su peso, dado que la demostraci6n se construye mediante la acumulaci6n de textos y no mediante una linea cronol6gica que atraviesa varios. Poco importa, en
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consecuencia, que haya diferencias importantes de fecha, habida cuenta de que el carnbio se estudia en una dimensibn idiolecta120. El unico problema nuevo que puede surgir es de tipo probabilistico: un autor puede utilizar A porque posee B. Sin embargo, en el texto que se ha consultado, tal autor no ha escrito ejemplos de A por la simple razbn de que, por desgracia, no se le ha presentado la ocasibn. Tal obstaculo puede, a mi mod0 de ver, ser tambiCn puesto a1 servicio de la demostracibn, puesto que todo resultado positivo ve asi incrementado su valor informativo. Queda en manos del investigador decidir si es aconsejable autorizarse, para neutralizar el riesgo, un margen de error siguiendo 10s baremos estadisticos de desviaci6n no interpretable. Lo que me parece mas importante es que el problema del n+l texto se ve reducido a un asunto cuantitativo independiente del problema de la inducci6n. Por supuesto, siempre puede haber un n+l texto que contradiga la hipbtesis, per0 disponemos ya de resultados claros que no dependen, para ser interpretados, de lo que ocurra potencialmente en ese n+l texto. Lo principal es que ya no tiene ning6n sentido pronunciarse sobre si en tal Bpoca (en general) existe o no una construccibn. El asunto esth planteado en tCrminos que evitan este tipo de cuestibn. El problema de la dificultad para garantizar el vinculo causal entre A y B queda tambiCn superado, dado que la concepcibn misma de las pruebas lo garantiza. En pocas palabras, lo que tomado como una masa de ejemplos no es mhs que una muestra ciertamente infima de la producci6n lingiiistica de una Cpoca (y todo corpus, por extenso que sea, lo es) se convierte en un terreno en el que una hip6tesis es sometida veinte veces a una prueba con un contenido informativo elevado.
4. Un ejemplo de aplicaci6n del mCtodo: las innovaciones en 10s mecanismos de subordinaci6n del espaiiol Todo lo dicho podria ser percibido como un ejercicio especulativo sin mucha utilidad practica si no va acompaiiado de un ejemplo de aplicacibn a un problema concreto. Afortunadamente, el origen de todas estas observaciones De hecho, espero haber mostrado en Barra Jover (1998) y (1999) que el caricter ICxico del carnbio sinkictico puede conducir a que un autor utilice una innovaci6n que otros autores posteriores no utilizan todavia. Veremos un ejemplo claro en el apartado siguiente.
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es un trabajo diacr6nico realizado a partir de un corpus. En Barra Jover (1999) he intentado explicar la aparici6n y la extensi6n del mecanismo de subordinaci6n gracias a1 cual un adverbio o una preposici6n pueden ir seguidos de una proposici6n introducida por gue (proposici6n-gue, de ahora en adelante)21. En el trabajo que Herman (1963) habia consagrado a este tipo de construcci6n, se recurria a una explicaci6n anal6gica. En latin tardio, segun Herman, la reducci6n de ciertas correlaciones como pro eo quod o post eo quod a las formas proquod y postquod, con la posterior sustituci6n de quod por que, habia dado lugar a un modelo que permitia, por extensi6n analbgica, la aparici6n de nuevas combinaciones Adv + que o Prep + que. Tal explicaci6n no me parecia satisfactoria, a pesar de su aparente sensatez. Si se trataba de un modelo extensible por simple analogia, se podria encontrar cualquier preposici6n o cualquier adverbio seguidos de proposici6n que, en cualquier lengua romance y en cualquier periodo. Sin embargo, las cosas esthn muy lejos de ser asi. La observaci6n de 10s datos permite constatar que hay demasiadas restricciones para la formaci6n de estos grupos, lo que induce a sospechar que hay otros factores que desempeiian un papel esencial en su formaci6n. Dos ejemplos claros permiten comprobarlo. La construcci6n con sin que no parece ser documentable antes del siglo XV. La de siempre que s61o lo es a partir del XVI. A la vista de estos datos cronolbgicosy cabe hacerse la siguiente pregunta: si sin y siempre existen desde 10s primeros textos y si Prep + que y Adv + que son modelos productivos ipor quC es tan dificil encontrar un s610 ejemplo de sin que o siempre que antes? Ademas, la formulaci6n de esta pregunta se ve afectada por el problema del n+l texto. En efecto, no se puede saber c6mo interpretar la ausencia de documentaci6n durante algunos siglos. Incapaces como somos de tener la minima intuici6n sobre la posibilidad de construir una frase con sin que en el siglo XIII, siempre nos queda la duda de si habra o no en alghn sitio un texto de este siglo que contenga ejemplos y que todavia nadie ha consultado. Si tal es el caso, tendriamos que estar preparados para interpretar el dato. Para poder hacer frente a estos dos problemas, he partido en el trabajo citado de la idea de que la explicaci6n anal6gica de Herman era superficial y no permitia una demostraci6n. Siguiendo 10s presupuestos sobre el cambio 21
El resto de este apartado no es mfis que una sintesis muy parcial y simplificada del contenido de 10s capitulos 4 y 5 del trabajo citado. Para 10s desarrollos tedricos, la argumentacibn, la ejemplificacidn y otros detalles, me veo en la obligacidn de remitir a ellos.
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lingiiistico que ya han quedado enunciados, he postulado que la explicaci6n de la falta de documentaci6n debia de encontrarse en las propiedades lkxicas de las preposiciones y 10s adverbios. En otras palabras, para estudiar el origen de sin que hay que estudiar el funcionamiento de sin en otros contextos. Un primer analisis de 10s datos me ha permitido formular hip6tesis bastante precisas. Para 10s adverbios, propongo que un adverbio puede regir una proposici6n-que cuando tiene usos l i g a d ~ sPara ~ ~ . las preposiciones, la idea es que pueden regir una proposici6n-que cuando pueden regir un sintagma nominal definido cuyo nombre designa un referente que contiene una dimensi6n temporal, como, por ejemplo, caida (en contraste con, por ejemplo, coche, que carece de una dimensi6n temporal y s610 tiene las espaciales). Estas hip6tesis son defendibles desde un punto de vista conceptual, per0 plantean el problema de que han sido concebidas a partir de intuiciones modernas. En efecto, poseen un alcance sincrhico que puede ser comprobad0 a partir de juicios de gramaticalidad claros (por ejemplo, rbpidamente no tiene usos ligados y tenemos la clara intuicidn de que rapidamente que es imposible). En cambio, no es nada fhcil comprobar si admiten una lectura diacrdnica (por ejemplo, de aina puede sospecharse que no ha tenido usos ligados, per0 nadie puede tener la intuicidn clara de que aina que era imposible en el siglo XIII). Estamos, pues, ante una situaci6n similar a la que he planteado de fonna abstracta en el apartado 3. Una innovaci6n B, como la aparici6n de sin que, se vincula a la extensi6n de una condici6n A de explicaci6n trivial. La hip6tesis es conceptualmente aceptable, per0 hay un problema en cuanto a la demostracibn, habida cuenta de que carecemos de competencia para la lengua antigua (c6mo saber si para un locutor del XI11 sin que era imposible) y del problema del n+l texto. Para superar este obsticulo, he procedido de la manera ya explicada. He reunido un corpus de 3 1 textos que van del siglo XI11 al siglo XIX. S610 he integrado textos o fragmentos de textos relativamente extensos (100 paginas como minimo para la prosa y 2000 versos como minimo para el verso), cada uno de autor diferente (y poco importa que la identidad sea conocida o no). En cada texto he procedido a las pruebas siguientes:
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El termino "ligado" designa 10s usos anaf6ricos, cataf6ricos y exof6ricos. Por ejemplo, el adverbio antes va ligado anafbricamente en una frase como te puedes comer el postre per0 antes tienes que terminarte lo que tienes en el plato.
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a) Si un texto contiene al menos un ejemplo de la preposici6n X seguida de la proposici6n-que, entonces el mismo texto debe contener ejemplos de la preposici6n X seguida de un sintagma nominal definido cuyo nombre designa un referente con una dimensi6n temporal. b) Si un texto contiene a1 menos un ejemplo de un adverbio X seguido de la proposici6n-que, entonces este mismo texto debe contener ejemplos en 10s que el adverbio X aparece en un uso ligado. Puede observarse que las implicaciones van en una sola direccibn. Es decir, que el hecho de satisfacer la condici6n no implica que la unidad Xque aparezca. S610 es un indicio de que podria hacerlo. He considerado que 10s riesgos que conlleva este procedimiento son en realidad ventajas en caso de resultados positivos. Ocuparia demasiado espacio recoger aqui todos 10s detalles de estos resultados, per0 es posible ofrecer las principales pautas con la ayuda de algunos ejemplos. Respecto a 10s casos de preposici6n o de adverbio que aparecen con proposici6n-que desde 10s primeros textos (principios del XIII), por ejemplo, porque o despuis que, 10s resultados no suponen el menor problema. Todos 10s textos donde han sido documentados presentan casos de por seguido de un sintagma nominal definido cuyo nombre contiene una dimensi6n temporal (SDefI', de ahora en adelante) o de despuks en uso ligado. Respecto a 10s casos en 10s que 10s primeros textos no presentan ejemplos con proposicibn-que y en 10s que 10s primeros ejemplos llegan a 10s largo del XI11 (desde que), del XIV (para que), del XV (sin que) o del XVI (siempre que), 10s resultados han sido bastante claros. Para desde, se encuentran en tres textos de la segunda mitad del XI11 algunos ejemplos de desde+SDeff. Entre ellos, uno contiene un ejemplo de desde que y no hay ningim ejemplo fuera de ellos. En el X N , dos textos contienen ejemplos de desde+SDefI' y no hay ni en ellos ni fuera de ellos ejemplos de desde que. En el XV, de cinco textos que contienen ejemplos de desde+SDefT, dos de ellos y no otros tienen tambikn ejemplos de desde que. A partir del XVI, las dos construcciones aparecen fhcilmente en el mismo texto. En cuanto a para, no se encuentran en 10s primeros textos ni ejemplos de para+SDefT ni de para que. Un poco mhs adelante, dos textos de la segunda mitad del XI11 ofrecen s610 ejemplos de para+SDefT. En la primera mitad del X N , dos textos que contienen ejemplos de para que contienen tambiCn ejemplos de para+SDefT. Otros textos posteriores del mismo siglo no contienen ni lo uno ni lo otro. En el XV todos 10s textos contienen ejemplos de lo uno y de
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lo otro. Para sin la situacidn es muy similar per0 con un siglo de diferencia. Los primeros y escasos ejemplos de sin+SDeff llegan a mediados del siglo XIV. El Gnico texto (ya casi del final del siglo) que contiene un ejemplo de sin que contiene dos de sin+SDeff. Despues, en el siglo XV, se encuentra mas regularmente sin que y sin+SDefl en el mismo texto. Aparece un contraejemplo en un texto de la segunda mitad del siglo: este texto contiene un ejemplo de sin que y no contiene ejemplos de sin+SDeff. En cuanto a siemprey no se encuentra un solo ejemplo de uso ligado entre el siglo XI11 y el XV y tampoco ninguno de siempre que. Los primeros ejemplos de siempre que aparecen en dos textos del XVI. En ambos se pueden encontrar usos ligados muy claros de siempre. Hay textos posteriores que no contienen ni lo uno ni lo otro. Estos datos parecen probar que las hip6tesis tienen fundamento, habida cuenta de que, en todos 10s textos (salvo un caso) que presentan uno o varios ejemplos de un adverbio o de una preposici6n X seguidos de la proposici6n que, este adverbio o esta preposici6n satisfacen la condici6n esperada. Lo que me parece mhs importante es que el corpus utilizado s610 reunia 3 1 textos. Se trata de una muestra que carece completamente de valor representativo si se la explota como una masa homogenea de datos. Sin embargo, utilizada de manera discontinua, permite una buena corroboraci6n (siempre provisional, por supuesto) a pesar de la posible intervenci6n del azar (que puede, por otra parte, absorber el Gnico contraejemplo encontrado, si tenemos en cuenta su dataci6n). Aiiadase a ello que cualquiera puede repetir la experiencia con otros textos y, quiz&, refutar la validez general de estos resultados. Es precisamente este riesgo lo que otorga a las hip6tesis su riqueza informativa. Ademas, como indique mas arriba, carece de pertinencia la afirmaci6n general de que en tal siglo no exista tal construcci6nypuesto que lo que se proporciona es el resultado de pruebas y no datos con valor absoluto.
He pretendido, en las paginas anteriores, sugerir un medio que permita superar las dificultades inherentes a la sintaxis diacr6nica. Para acotar lo mejor posible el problema, ha sido necesario empezar por una discusi6n sobre la explotaci6n de 10s corpus, concebidos como una colecci6n de ejemplos
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independientes de la investigacibn que se lleva a cabo. He intentado justificar la afirmaci6n de que, cuando hay un acceso posible a la competencia activa, siempre se trabaja con ejemplos ad hoc, aunque s610 sea de manera implicita. A falta de competencia activa, como sucede en 10s estudios diacr6nicos, uno se ve en la necesidad de concebir hip6tesis unicamente a partir de 10s ejemplos independientes, lo cual conlleva problemas de inducci6n (fundamentalmente, 10s problemas del n+l texto y del vinculo causal). Por ello, es necesario desarrollar estrategias de experimentaci6n que conviertan en representativo lo que no es mis que una minuscula muestra de la producci6n lingiiistica de una Cpoca. La propuesta aqui presentada aconseja la concepci6n del corpus como una suma de idiolectos que deben servir, uno por uno, para someter a prueba repetidas veces una hip6tesis, evitando con ello toda afirmaci6n con valor absoluto. Ni que decir tiene que el mCtodo propuesto exige un esfuerzo en la formulaci6n de las hip6tesis, que deben estar arraigadas en las propiedades 1Cxicas y deben buscar 10s vinculos causales entre evoluciones triviales y evoluciones no triviales. Con todo, creo que este tipo de formulaci6n de las hip6tesis ha figurado siempre entre las aspiraciones de la lingiiistica diacr6nica, per0 la mayoria de las hip6tesis asi concebidas, por conceptualmente aceptables que Sean, no han sido por lo normal demostradas empiricamente. Se trata, pues, de empezar a trazar un camino hacia la demostraci6n no estrictamente argumentativa. 6. Referencias ALARCOS LLORACH, Emilio (1970): Estudios de grarndtica funcional, Madrid: Gredos. ANDES SUAREZ,Irene (1994): El verbo espaiiol. Sisternus medievales y sistema cldsico, Madrid: Gredos. ARIZA, Manuel (1996): "Reflexiones sobre la evoluci6n del sistema consonintico en 10s Siglos de Oro", en: Alegria Alonso Gonziilez, Ladislao Castro, Bertha GutiCrrez, Jose Antonio Pascual (eds.) (1996): Actas del III Congreso International de Historia de la Lengua Espaiiola, vol. 1, Madrid: Arco Libros, 43-80.
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La 'recontextualizaci6n' de 10s gCneros medievales como tarea hermenkutica
Quisiera comenzar estas reflexiones te6ricas y metodol6gicas con unas aclaraciones referidas a ciertos problemas y nociones vinculados con la actual polemica sobre 10s conceptos de 'oralidad' y 'escrituralidad' (1.1. y 1.2.). Estas aclaraciones preliminares permitirhn una mejor comprensi6n de 10s conceptos 'graficaci6n7 y 'escrituralizaci6n' que presentare mis adelante (2.). Ambos conceptos son fundamentales para una definici6n y elaboraci6n adecuadas de 10s problemas anunciados en el titulo de este trabajo (3.)'.
1. Reflexiones preliminares y nociones btisicas 1.1. Te6ricamente es precis0 diferenciar tres aspectos o niveles de lo lingiiistico, segfin la conocida propuesta de Eugenio Coseriu2: El lenguaje es una actividad humana universal que se realiza individualmente, per0 siempre segdn tCcnicas histdricamente determinadas [...] En el lenguaje se pueden, por tanto, distinguir tres niveles: uno universal, otro histdrico y otro individual [...I (Coseriu 1981b: 269s.) a) Desde una perspectiva general distinguimos la actividad del hablar, que se manifiesta en 10s actos de quienes hablan, escuchan, escriben y leen. Este articulo es una versidn abreviada de un trabajo publicado en alemhn bajo el titulo "Textzentrierung und Rekontextualisierung. Zwei Grundprobleme der diachronischen Sprach- und Textforschung" (=Oesterreicher 1998), y elaborada, especialmente, para la secci6n 'Elaboracibn lingiiistica y tradiciones discursivas: aspectos linguisticos y pragmiticos de textos iberorromhnicos en la Edad Media' de las Jomadas de Hispanistas Alemanes de Berlin. Estos articulos se bash en investigaciones mias de 10s dltimos afios sobre aspectos diacr6nicos del problema 'oralidad y escrituralidad'; cf., sobre todo, Oesterreicher (1993), (1995a), (1996), (1997a) y (1997b); cf. tambien Koch (1993), (1997a), (199713) y (1999). Para una discusi6n m8s amplia de 10s conceptos y temas presentados en 1.1. y 1.2. cf., sobre todo, Coseriu (1981b); Schlieben-Lange (1983); Oesterreicher (1988) y (1993); Koch/ Oesterreicher (1985), (1990), (1994) y (2000).
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En este nivel no se debe considerar la especificidad histdrica ni reducir la actividad del hablar exclusivamente al act0 locutivo porque la actividad del hablar supone tanto la actividad individual de la produccidn como la interpretacidn del oyente y del lector. Podemos afirmar entonces que la actividad de 10s hablantes supone siempre la referencia a objetos, predicaciones, la orientaci6n de 10s enunciados en el tiempo y en el espacio, el uso de diferentes tipos de context0 y la atribuci6n de sentidos discursivos en el marco de motivaciones pragmhticas especificas. Es legitimo, pues, interpretar estos actos como aspectos universales de lo linguistico. Estos aspectos universales de la actividad del hablar se aprecian incluso en frases corno, por ejemplo, 'el nifio todavia no habla'. En este sentido, es tambiCn interesante recordar la combinacidn del verbo 'hablar' + adverbio en latin como en graece loqui, latine loqui, que insiste en la universalidad de la actividad del hablar, pues literalmente significa 'hablar a la manera griega o latinay. b) De estos aspectos universales de la actividad del hablar hay que diferenciar sistemhticamente aquellos aspectos relacionados con la historicidad del lenguaje humano: en primer lugar se trata, claro esth, de las lenguas o idiomas como estructuras y tkcnicas histbricas, constituidas por reglas fbnicas, morfosinthcticas, 16xicas, proposicionales etc. En este nivel hist6rico no hay que olvidar tampoco la importancia de las llamadas tradiciones discursivas, las cuales, por regla general, no se reducen s610 a una determinada comunidad lingiiistica. st as ofrecen modelos para la producci6n y recepci6n discursivas, que operan tanto en el hmbito de la oralidad como en el de la escrituralidad y esthn necesariamente sometidos al cambio3. Los hablantes suelen cumplir con las exigencias de 10s respectivos modelos discursivos y suelen respetar las reglas linguisticas y 10s estilos correspondientes a cada uno de dichos modelos. c) Finalmente, tenemos que diferenciar de 10s aspectos hasta ahora mencionados la manifestaci6n concreta e individual de lo lingiiistico, es decir, el enunciado en su actualidad. Podemos denominar estas enunciaciones, independientemente de su realizacidn medial, con el tkrmino discurso. En lo que
Para una explicaci6n detallada del concept0 'tradicibn discursiva' cf. Schlieben-Lange (1983); Kocht Oesterreicher (1994); Koch (1997a); Oesterreicher (1997b). -Cf. tambiCn el artlculo fundamental sobre 10s 'gtneros textuales' en una perspectiva semi6tica de Wolfgang Raible (= Raible 1980).
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sigue, 10s discursos realizados en el medio grafico, serhn llamados tambien textos4. Esta diferenciaci6n de tres niveles del lenguaje resulta, en suma, de una determinaci6n sucesiva seglin la cual la actividad universal del hablar se 'materializa' mediante tecnicas lingiiisticas y tradiciones discursivas hist6ricas en un discurso o texto individual concreto. No voy a insistir en el hecho de que estos tres aspectos o niveles -universal, histdrico y actual- forman, por asi decir, la realidad del lenguaje y estan referidos a la totalidad de lo lingiiistico, aunque Sean, en cierta medida, independientes 10s unos de 10s otros. Es esta relativa independencia la que hace posible la existencia de discursos -y no s610 en el campo de la literatura- en 10s que no se manifiesta unicamente una lengua sino en 10s que se emplean dos o mis lenguas. Asimismo, la actividad del hablar esta perfectamente presente, por ejemplo, en 10s intentos fallidos de un estudiante por hablar 'correctamente' una lengua extranjera; incluso, la producci6n de enunciados mas o menos ininteligibles de niiios o de enfermos mentales debe encontrar cabida en la definicidn de discursos o textos, en el nivel actual. 1.2. Es precis0 introducir aqui un segundo punto: la diferenciaci6n entre el rnedio y la concepcibn de un enunciado, diferencia indispensable para una comprensi6n adecuada de 10s conceptos lengua hablada y oralidad, por un lado, y lengua escrita y escrituralidad, por otro5. Es evidente que un enunciado puede ser realizado en el medio f6nico o en el medio grafico. Pero hay que distinguir un aspect0 aun mas importante que no debe ser confundido con 10s aspectos mediales: me refiero a la modalidad de la verbalizaci611, es decir, a la concepcidn linguistics inherente a un enunciado. En este razonamiento, es interesante el uso de las palabras hablado y escrito en diferentes autores y lenguas. Por ejemplo, el italiano Giovanni Nencioni juega con la doble significaci6n de las palabras -significaci6n 'medial' y 'concepciona1'- cuando, en un articulo de 1967, empleaparlatoNo empleo aqui el tCrmino texto en el sentido de la llamada lingiiistica textual que suele designar asi todo tipo de enunciado, sin considerar su realizaci6n medial (grifica o fbnica). Hay que mencionar aqui, sobre todo, un trabajo de Ludwig Still en que estas distinciones son elaboradas y aplicadas de manera sistemtitica al francCs (= Sijll 1985); cf. tambiCn Kochl Oesterreicher (l985), (1990), (1994) y (2000).
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parlato, parlato-scritto y parlato-recitato. En alemhn, sin embargo, donde no es posible esta misma combinacibn, hablamos, p. ej., de "Mundlichkeit im Duktus der Schriftlichkeit" o de "Schriftlichkeit im Duktus der Mundlichkeitm6.TambiCn en espaiiol podemos emplear una combinaci6n semejante a la del italiano de 10s tCrminos oral y escrito para referirnos a 10s dos aspectos mencionados. En las paginas siguientes prefiero utilizar, no obstante, 10s tCrminos fdnico y grdflco para referirme a 10s miembros de la oposici6n medial. A diferencia de la oposici6n medial fdnico vs. grdflco, de naturaleza dicotbmica, las modalidades concepcionales forman un continuo que comprende todas las formas enunciativas entre la oralidad o inmediatez comunicativa, de un lado, y la escrituralidad o distancia comunicativa, de otro7. Desde este punto de vista, no son 10s aspectos de la realizaci6n medial 10s que poseen mayor relevancia sino mas bien el grado de elaboraci6n y las caracteristicas internas de 10s discursos, determinadas por diferentes condiciones comunicativas y estrategias de verbalizaci6n. Asi, en la descripci6n concepcional de enunciados podemos utilizar categorias como 'coherencia discursiva o textual', 'progresi6n sem6ntica7,'precisi6n lexica', 'integracibn sinthctica', 'correccibn idiomhtica', etc. A este respecto, hemos de tener tambikn en cuenta la afinidad existente entre la gradaci6n concepcional de 10s discursos y la aparici6n en ellos de determinadas variedades linguisticas. 1.3. Con lo dicho hasta aqui es posible hacer una presentaci6n preliminar de 10s conceptos 'graficaci6n' y 'escrit~ralizaci6n'~: a) Con el termino graJ;cacibn me refiero a todos 10s hechos linguisticos relacionados con la escritura y el medio grafico sin implicaciones concepcionales directas. De esta manera, el concept0 de graficaci6n abarca fen6menos como la transposicidn de un discurso f6nico a1 medio grafico, asi como 10s diversos aspectos de la relaci6n fonia-grafia en el interior de una lengua y todos 10s problemas que se presentan en el proceso concreto de redacci6n y lectura, a1 margen de eventuales implicaciones concepcionales. b) El tdrmino escrituralizacidn, por su parte, comprende todos 10s procesos linguisticos -y sus resultados- que operan sobre la concepci6n linguistiCf. Schlieben-Lange (1983: 81). Para una explicaci6n de estos conceptos cf. Kochl Oesterreicher (l985), (1990), (1994) y (2000). Estas distinciones son desarrolladas y explicadas detalladamente en Oesterreicher (1993).
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ca y la orientan en el sentido de las exigencias de la distancia comunicativa o escrituralidad concepcional. En este sentido, existen diferencias en el perfil concepcional de discursos, de estructuras lingiiisticas y de tradiciones discursivas; tambiCn varian las exigencias en la producci6n textual de manera que, por ejemplo, sea necesario un mayor esfuerzo para realizar determinados tipos de discurso. Todos estos fen6menos pertenecen a1 dominio de la escrituralizaci6n.
2. Grafcacidn y escrituralizacidn: aspectos vinculados con el discurso, la lengua, las tradiciones discursivas y la actividad del hablar En este apartado me propongo exponer y ejemplificar 10s conceptos 'graficacibn' y 'escrituralizaci6nY en relaci6n con 10s diferentes aspectos de lo lingiiistico antes mencionados (1. 1.). 2.1. En el nivel actual, la graficaci6n de un discurso consiste en su transposici6n del medio f6nico a1 gr6fico (en frances se habla de passage au graphique y en alemiin de Verschriftung). En este nivel, la graficaci6n se opone 'simCtricamenteYala lectura en voz alta de un texto escrito. Son buenos ejemplos de 'graficaci6nYlas transcripciones, las actas y 10s textos dictados. En el context0 del dictado, hay que advertir la incidencia de constelaciones comunicativas con consecuencias concepcionales. Pensemos, p. ej., en las cartas dictadas a escribientes por semicultos y analfabetos durante el siglo XVI en America o en la situaci6n de 10s escritores 'profesionales' que, hoy en dia, escriben textos dictados por gente con escaso o nulo dominio del lenguaje escrito. En este ultimo caso tiene lugar, por la naturaleza del proceso, una adaptaci6n inmediata a determinadas pautas de la escrituralidad, es decir, ocurre lo que vengo llamando 'escrituralizaci6nY. Por otra parte, un acta no es ni pretende ser una reproducci6n fie1 de lo previamente declarado: en estos casos existe, por asi decir, un 'hiato' temporal y local entre la realizaci6n f6nica de un discurso y la redacci6n graficayque permite correcciones, ampliaciones o precisiones, es decir, una reelaboraci6n concepcional del discurso. En otras palabras, tambiCn en estos casos la redacci6n del texto nunca es una mera transposici6n medial o graficaci6n (passage au graphique; Verschriftung) sino que corresponde claramente a lo que llamamos escrituralizaci6n de un discurso, para lo cual se
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emplea en alemdn el tdrmino Verschriftlichung eines Diskurses y en frances mise par bcrit d'un discours. Buenos ejemplos de la imbricaci6n de 10s aspectos mediales y concepcionales son ciertas descripciones y listas de impuestos y propiedades en la Edad Media. Sabemos que, por ejemplo, durante un conflict0 entre un monasterio y un noble, 10s monjes solian, para recoger las informaciones necesarias, apuntar provisionalmente en latin lo que les decian en lengua vernacula 10s campesinos que sewian de testigos. Estos apuntes en latin una lengua escrita con vocablos definidos hist6ricamente -, que representan ya cierta elaboraci6n concepcional, pasaban a conformar, mds tarde, el material para una redacci6n definitiva (mise par e'crit) de 10s registros en el monasterio (claro esta, tambiCn en 1atin)g. En casos como Cste, es evidente que, en el marco del discurso individual, resulta imprescindible analizar con detenimiento la complejidad de las diferentes formas y constelaciones comunicativas involucradas. 2.2. En el nivel histdrico se debe considerar, en primer lugar, la graficaci6n y escrituralizaci6n de las lenguas o idiomas. 2.2.1. Con respecto a la graficaci611, hay que insistir en el hecho de que no toda notaci6n en un medio grdfico puede ser considerada escritura en sentido estricto. Asi, p. ej., las imdgenes y 10s simbolos de 10s cddices aztecas o 10s hilos multicolores de 10s kipus en el P e de ~ 10s Incas, aunque pueden ser considerados sistemas 'grdficos' de comunicaci6n, no representan graficaciones de la lengua nlhuatl o quechualO.S610 en el momento en que una comunidad lingiiistica tiene a su disposici6n un verdadero sistema de escritura podemos hablar de la graficaci6n de una lengua, en alemdn Verschriftung einer Sprache y en franc& passage au graphique d'un idiome/d'une langue. La graficaci6n de una lengua se produce en un determinado period0 hist6ric0, que puede ser calificado de temprano o tardio con respecto a otras
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Cf. Kuchenbuch (1993: 201-203); tarnbiCn Koch (1990) y (1993). Cf., sobre todo, Haarmann (1990: 44-50 y 56-60). Hay que destacar el hecho de que las imkgenes de 10s c6dices mejicanos fundarnentan -en la performance- discursos muy elaborados que corresponden claramente a un tip0 del lenguaje de la distancia; estos c6dices heron pintados por unos especialistas -10s tlacuilos- y 'leidos' por otros especialistas 10s tlamatinis; cf., p. ej., Mignolo (1995: 69-122); tarnbiCn Scharlau (1985) y Scharlaul Miinzel(1986: 36-93); cf. tambiCn una serie de contribuciones en Kohier (1990).
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lenguas. Podriamos, incluso, evaluar unas graficaciones como 'mejores' que otras. Conviene recordar, por cierto, 10s diferentes tipos de escritura: sistemas pictogrhficos, jeroglificos, ideogrhficos, silhbicos o alfab6tico~~~. En el caso de las escrituras alfabCticas resulta central la relaci6n entre fonia y grafia, es decir, entre sonido y letra. Pero pertenecen, ademas, a la problematica de la graficaci6n tambiCn cuestiones como la puntuacibn, el uso de las maflsculas, la direcci6n de la linearizaci6n grhfica, la scriptio continua o soluta, convenciones de la estructuraci6n formal del texto -phrrafos, convenciones para cambiar de phgina, etc.- y aspectos del formato, que hoy en dia se suele llamar lay out12. En lo tocante a la linearizaci6n recuerdo la historia de un anuncio gracioso de una empresa alemana de productos quimicos que queria vender en 10s paises arabes un analgCsico sirviCndose de un cartel que mostraba en una disposici6n horizontal tres imhgenes. La primera de ellas mostraba a una persona con el rostro compungido de dolor, la segunda, a la misma persona tomando el analgCsico, quien, en la tercera imagen, aparecia alegre y contenta gracias a1 calmante. Desafortunadamente 10s creadores del anuncio publicitario ignoraron el sentido lineal de la escritura hrabe, la cual determinay claro esth, tambiCn la percepci6n de una secuencia de imhgenes, que en el caso del hrabe es inverso al del alemhn. El fracas0 publicitario estaba garantizado desde el inicio. Actualmente, en el campo de las lenguas romhnicas, podemos observar en la graficaci6n alfabCtica de las lenguas criollas quC modelos etimologizantes de escritura compiten con quC tipo de modelos de orientaci6n fonCtica, lo cual tiene, al mismo tiempo, implicaciones ideol6gicas significativas13. Por el momento, lo que importa es el hecho de que una comunidad lingiiistica tenga a su disposicidn un sistema de escritura. Esto no significa, en ningfin caso, que dicha comunidad ya posea una lengua escrita en el sentido conceptional; a1 contrario, la existencia de una lengua escrita presupone siempre un largo proceso de elaboraci611, anterior a su aceptaci6n14. Este
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Cf. Coulmas (1989); H a m a n n (1990); tambiCn Raible (1991). Para una presentacidn y descripci6n detallada de 10s sistemas de graficaci6n empleados en las lenguas romknicas cf., sobre todo, Meisenburg (1996); cf. tambiCn Meisenburg (1990); Raible 199 1; Frank 1994. Cf., p. ej., Strobel-Kohl 1994. Para una discusi6n general de la problemhtica cf. Kloss (1978); tambikn Scaglione
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proceso de escrituralizaci6n de una lengua contiene necesariamente dos aspectos: la elaboracidn extensiva, por una parte, se refiere a1 proceso mediante el que una lengua se apropia paulatinamente de tradiciones discursivas de la distancia hasta que asume un maximo de funciones comunicativas; y la elaboracidn intensiva, por otra parte, se refiere a1 hecho de que la lengua tiene que desarrollar todos 10s recursos linguisticos necesarios para una expresi6n elaborada y formal, caracteristica de la producci6n discursiva en el campo de la distancia comunicativa (en aleman extensiver und intensiver Ausbau, respectivamente)15. Asi, la escrituralizaci6n de 10s romances (en francCs passage d I'icrit des langues romanes) significa simplemente que 10s hablantes de estos idiomas desarrollaron en la Edad Media las tCcnicas y elementos linguisticos caracteristicos de la distancia comunicativa, de 10s que hasta entonces disponian unicamente en la lengua latina. Asi, en 10s diferentes dominios de la Romania se formaron sucesivamente variedades linguisticas especificas, es decir, lenguas escritas o lenguas de distancia, que alcanzaron mas tarde un prestigio indiscutible y un mayor radio de difusi6nI6. 2.2.2. En el nivel hist6rico tenemos que analizar tambikn la escrituralizaci6n de las tradiciones discursivas. Es importante notar que el proceso de escrituralizaci6n de una lengua nunca incide sobre un idioma en su totalidad, sin0 que afecta e, incluso, produce determinadas variedades de ese idioma, desarrollhndose progresivamente cada una de las diferentes tradiciones discursivas de la distancia. S61o a travCs de estas etapas es posible la creaci6n de una lengua escrita bien elaboradaI7. (1984). Para la 'formaci6n' y 'elaboraci6n' de las lenguas romhicas se puede consultar, p. ej., Ludtke (1964); Wunderli (1965); Delbouille (1972); Stempel (1972); MuljaEiC (1985); KocW Oesterreicher (1990: 127-135, 166- 169 y 199-201); Koch (1 990) y (1 993); contribuciones en Selig et al. (1993); Raible (1994) y (1998); para una discusi6n de la situaci6n comunicativa y lingiiistica en la Antiquedad tardia y la Edad Media temprana cf., sobre todo, Banniard 1992. Con respecto a la elaboraci6n lingiiistica es extremadamente interesante el caso del italiano que 'resolvi6' la llamada questione de fa lingua s610 a finales del siglo XIX; cf. Vitale (1971); Durante (1981); Stussi (1982); Bruni (1984); para una descripci6n de aspectos de la elaboraci6n del francts cf Balibar (1985); para el espaiiol cf. Cano Aguilar (I 99 1); tambitn Bossong (1979). l 5 Cf. Kochl Oesterreicher (1994); en una perspectiva mas general tambitn Giesecke (1979). l 6 Cf. Kochl Oesterreicher (1990: 16); Raible (1998). l 7 Para una discusi6n de aspectos de este proceso cf. Stempel (1964) y (1972); Kloss (1978: 37-63); Bossong (1979); Kochl Oesterreicher (1990, cap. 5) y KocW Oesterreicher (1994:
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Las tradiciones discursivas, en tanto que forrnas hist6ricas, estin sometidas al cambio. Esta historicidad esencial y exposici6n al cambio se manifiestan en la existencia, en el interior de una comunidad lingiiistica, de diferentes tradiciones discursivas concretas, en la creacibn, fijaci6n y expansi6n de nuevas formas discursivas, o en la p6rdida de importancia de algunas tradiciones e incluso en su completa desaparici6nls. Es obvio que las tradiciones discursivas de una cultura oral cambian significativamente su perfil concepcional de manera inevitable en el momento en que pasan a1 medio grafico. Esto se explica ficilmente por el hecho de que tal conversi6n medial supone una alteraci6n de las condiciones comunicativas que rigen la produccidn y la recepci6n de estas formas de comuni~aci6n~~. Quiero decir con ello, que siempre podemos graficar un discurso individual correspondiente a una tradici6n discursiva oral determinada, per0 la graficaci6n de una tradici6n discursiva constituye, desde el principio, un cambio concepcional, pues se trata esencialmente de una escrituralizaci6n, ya que el tipo de producci6n y de recepci6n de una tradici6n discursiva forma parte, en todos 10s casos, de su propia definici6n. Podriamos muy bien ilustrar el proceso aludido tomando como ejemplo la llamada epopeya medieval -canciones de gesta como la celebre Chanson de Roland o el Poema de Mio Cid- y el estilo formulaico de la poesia oral el llamado oral-formulaic style20. Estas epopeyas se basan, en esencia, en breves canciones Bpicas an6nimas que fueron recitadas y presentadas, en deterrninadas ocasiones, al pcblico. sta as fueron generalmente un eco o, mejor dicho, una memoria de las grandes migraciones de 10s pueblos ger-
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589-600). Sobre la 'presencia' de la cultura latina como fondo de todos 10s procesos de elaboraci6n lingilistica y discursiva en la Edad Media europea cf. Curtius (1993). Es bien conocido que en el context0 de esta elaboracibn es de suma importancia el papel de las traducciones; para una discusibn general de 10s aspectos del trabajo de 10s traductores en diferentes culturas y Cpocas cf., p. ej., Delislel Woodsworth (1995). Cf. Koch (1997b) y Oesterreicher (1997b). Aspectos de esta problem&ticason tratados en una perspectiva general en Goody (1977) y (1987); Ong (1982); Stock (1983); Finnegan (1988); Bums (1989); Olson1 Torrance (1991); cf. tambiCn Schaefer (1993); cf., sobre todo, el volumen editado por Jan-Dirk Milller 'Aufuhrung ' und 'Schrift' in Mittelalter und Friiher Neuzeit (= Miiller 1996). Cf., sobre todo, Voorwindenl de Haan (1979); Curschmann (1979); Schaefer (1988) y (1992); para una discusi6n de la Cpica oral en general cf., sobre todo, Foley (1977), (1988), (1990), (1991) y (1995); tambiCn Oesterreicher (1997a). Para una discusi6n de la poesia oral en general cf., sobre todo, Zumthor (1983a); tarnbiCn Finnegan (1977); Chiche (1989) y Houis (1989).
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mbnicos, de 10s godos, alamanes, vandalos, longobardos, borgondas, etc. en 10s siglos de la transici6n de la Antigiiedad a la Edad Media. Son formas de literatura oral, es decir, de poesia oral, que ya poseen -y este punto es olvidado muy a menudo- rasgos de la distancia comunicativa en el interior de una oralidadprimaria, es decir, en el context0 de una comunidad que prbcticamente no conoce la escritura. Los elementos y f6rmulas asegurados en esta tradici6n discursiva consolidada en el tiempo manifiestan formas de una oralidad e l a b ~ r a d a que ~ ~ ,corresponde muy bien a la definici6n de Heinrich Lausberg, quien habla de "Wiedergebrauchs-Rede'y22,en el sentido de un discurso que puede ser repetido. Estas canciones Cpicas, caracterizadas por lo que Paul Zumthor llama "mouvance du t e ~ t e " ~se~transformaron , en la Edad Media bajo el impact0 de una literatura escrita en latin, cuyo resultado heron epopeyas muy largas en francds o en castellano antiguos, mucho mas trabajadas concepcionalmente. Estas 'nuevas' epopeyas presuponen un primer autorlredactor en el medio grhfico. No obstante, continuaron siendo recitadas y mantuvieron el estilo de las fbrmulas tradicionales que en las canciones originarias guiaban el proceso de recepcidn por el auditorio, a la vez que servian de ayuda mnemotCcnica para la actuaci6n ('performance') del j ~ g l a r ~ ~ . Podriamos discutir aqui tambikn -y se trata de un fen6meno muy posterior a1 comentado- la escrituralizaci6n de cuentos y leyendas populares que, debido a su fijaci6n en un texto escrito definitivo, perdieron mucho de su originaria variabilidad discursiva oral. 2.3. Para completar esta presentaci6n sistematica de 10s conceptos, nos centraremos ahora en el nivel universal, h b i t o de las exigencias generales de 10s procesos de graficacidn y de escrituralizaci6n. La investigaci6n moderna, en el dominio de la graficacibn, ofrece valiosos resultados especialmente en lo concerniente a la producci6n y lectura de
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Este concept0 esth elaborado en Kochl Oesterreicher (1985, 29s.) Una descripci6n de diferentes formas 'simples' de la oralidad elaborada cf. Jolles (1969). Lausberg (1969: $6 1-2). Zumthor (1972: 507, tarnbikn 43-47,6575). Cf. Curschrnann (1979); Wolf (1991); Biiuml(1993); para la poesia epica en romance cf., sobre todo, Rychner (1955); Montgomery (1977); Lejeune et al. (1981-1987); Duggan (1973, 1985 y 1989); Miletich (1986); Smith (1993); Boutet (1993).
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grafias de 10s diferentes sistemas de e ~ c r i t u r a En ~ ~ .cuanto a 10s aspectos generales de la escrituralizaci6nY10s avances de 10s Gltimos aiios son tambiCn notables gracias a 10s trabajos realizados en el campo de la lingiiistica ~ ~ embargo, . textual y a las investigaciones sobre la producci6n de t e ~ t o s Sin tenemos que insistir en el hecho de que todos 10s fen6menos relevantes tipos de referencializacibn y predicaci6n, utilizacidn adecuada de contextos y orientacibn deictica espacio-temporal y personal, diferencias en la configuraci6n y progresi6n semintica, diferencias en la estructuraci6n textual etc.tienen implicaciones concepcionales y deben ser puestos en relaci6n con en el continuo concepcional ya mencionado (1. Quisiera dar aqui tan s610 un ejemplo de este aspect0 general de la producci6n discursiva: la producci6n de textos por parte de autores 'semicultos', es decir, sin prictica en el oficio del escribir, como h e el caso de 10s soldados poco letrados que participaron en la conquista de AmCrica. Este tip0 de textos nos muestra claramente 10s puntos en 10s que dichos autores no heron capaces de aprovechar determinadas posibilidades ofrecidas por la redacci6n en el medio grifico, ni cumplir con las exigencias de una comunicacidn escrita e l a b ~ r a d a ~ ~ . Los aspectos discutidos en el pirrafo anterior pueden ser observados tambiCn en la actualidad en relacidn con distintos problemas de caricter socio-cultural, entre 10s cuales deben incluirse tanto el analfabetismo como 10s 'puentes' que se establecen entre la cultura oral de la 'periferia' y la cultura escrita dominante en las grandes ciudades de 10s paises en desarro110. En este dtimo contexto, existen personas que han aprendido a escribir, per0 que, habitualmente, escriben s610 cartas para sus vecinos, pequeiios anuncios comerciales u otros textos breves, que muestran claramente un dominio insuficiente de las exigencias concepcionales de la escrituralidad.
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C f , p. ej., Gunther (1988) y, sobre todo, una serie de las contribuciones en Gifntherl Ludwig (1 994). Cf., p. ej., Beaugrande (1980) y (1984); Antos (1982); Antosl Krings (1989); Eigler et al.
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Cf.Schlieben-Lange (1983: 13-25).
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Para una ilustracidn de 10s fen6menos en el rnundo discursivo hispanoamericano del siglo XVI cf., p. ej., la coleccidn de cartas privadas en Otte (1993); cf. Oesterreicher (1994); Schmidt-Riese (1997); Oesterreicher et al. (1998). Fascinante en esta perspectiva es tambitn la producci6n de textos en la tpoca de la revolucidn francesa cf. Schlieben-Lange (1983); tambitn Furet.1 Ozouf (1977). Cf. tambikn, para nuestro siglo, Spitzer (192 111976); Stempell Weber (1 974).
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(1997).
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El conocimiento y manejo de las estrategias lingiiisticas y discursivas concretas, correspondientes a diferentes grados concepcionales de la producci6n textual, ha sido siempre -y todavia lo es- el problema mhs duro y delicado de las escuelas de alfabetizaci6n y de 10s grados inferiores de educaci6n escolar.
3. Aspectos histbrico-semibticos de la autonomizacidn del texto y la hermenbutica de la recontextualizacidn Las observaciones anteriores sobre la graficaci6n y la escrituralizacion pueden ayudar a comprender mejor un problema fundamental para la metodologia de las ciencias del texto. Quiero llamar la atencibn sobre dos aspectos, estrechamente ligados entre si, vinculados a esta problemhtica. Me refiero a las cuestiones de la 'autonomizaci6n del texto' y 'recontextualizaci6n' en las que me detengo en este apartado. No es demasiado osado afirmar que la investigacibn diacrbnica de discursos choca, inevitablemente, con el hecho de que s610 disponemos de una documentaci6n muy reducida. Sin embargo, esta afirmaci6n cobra importancia en el momento en que analizamos las modificaciones concretas que resultan de una transposici6n medial de discursos y tradiciones discursivas, y, sobre todo, de 10s cambios hist6ricos en las condiciones y en 10s efectos comunicativos. 3.1. Mi punto de partida es el concept0 de espacio comunicativo (en alemhn Kommunikationsraum), en el que las tradiciones discursivas funcionan en virtud de situaciones comunicativas determinadas histbricamente. Todo discurso individual guiado por determinados modelos discursivos -10s gBneros o las tradiciones discursivas- se constituye en el marco de una serie de constelaciones comunicativas que controlan 10s rasgos especificos de cada discurso y las posibles modalidades de su producci6n y recepcibn. Es en relaci6n con estas constelaciones concretas que podemos ubicar un discurso en el interior del continuo concepcional entre inmediatez y distancia comunicativas. Los parametros relevantes para las mencionadas condiciones comunicativas son, entre otros, el carhcter mhs o menos piiblico de la comunicaci6n, el grado de intimidad y participaci6n emotional de 10s interlocutores, las diferencias en el mod0 de la inserci6n del discurso en 10s
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contextos situacionales y accionales, 10s diferentes tipos de referencializaci6n a 'objetos discursivos', 10s grados de cooperaci6n, de dialoguicidad y de espontaneidad de la comunicaci6n. Ademas, es importante la posici6n local y temporal de 10s interlocutores, es decir, la comunicaci6n cara a cara (face-to-face) o la separaci6n espacio-temporal entre 10s participantes. Estos parametros explican ya el hecho de que determinados discursos y tipos de discursos aparezcan sistematicamente en el medio g r a f i ~ o ~ ~ . Ahora bien, constatar que 10s textos antiguos, conservados hasta nuestros dias, por regla general, no contienen y no muestran directamente las relaciones y configuraciones discursivas mencionadas supone un grave problema para la investigacidn diacr6nica. Este problema ataiie incluso a textos juridicosy teol6gicos, historiogrAficos, y tambikn literarios, que hoy en dia son definidos por valores paramktricos de la distancia comunicativa, como, p. ej., 'caricter piiblico', 'monologuicidad', 'desvinculacidn de la situaci6n y de la acci6nY,'distanciamiento espacio-temporal', 'alto grado de planificaci6n' etc. Las respectivas condiciones comunicativas de la distancia parecen no ofrecer en estos tipos de texto, a primera vista, mayores dificultades en comparacidn con 10s discursos medievales de la inmediatez, puesto que estos ultimos dependen fundamentalmente del context0 situational y accional. Este aspect0 no debe, sin embargo, conducirnos a interpretar 10s textos de la distancia del pasado con 10s instrumentos y las categorias de nuestra cultura escrita. Es precis0 liberarse de 10s juicios y prejuicios contemporineos para captar la especificidad de las formas de comunicacidn a las cuales pertenecen 10s textos antiguos30. No hablo de la necesidad de desarrollar una forma de interpretacidn distinta a la empleada para 10s textos contemporineos, sino me refiero a que el problema hermeniutico se manifiesta m6s agudamente en 10s textos antiguos. Esta situaci6n se explica por la ausencia de datos suficientes para una interpretaci6n bien fundamentada de 10s eventos comunicativos implicados. Por ejemplo, en ciertas fdrmulas juridicas (juramentos, etc.) el discurso fue tan s61o parte de un conjunto gestual y simbblico, sin reflejo alguno en 10s textos conservados. Y ista es tambikn la razdn por la que es frecuente, en la actualidad, encontrar interpretaciones divergentes sobre un mismo texto antiguo. Paul Zumthor analiz6 29 30
Para una discusi6n detallada de las condiciones comunicativas y las respectivas estrategias de verbalizacibn cf. KocW Oesterreicher (1990: cap. 2, y 1994: 587-591). Cf., sobre todo, una serie de contribuciones en Miiller (1996); cf. tambiCn Oesterreicher (2000).
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en 1985 un caso extremo de diferentes opciones interpretativas de un texto medieval en su articulo "Archaysme et fiction: les plus anciens documents de langue 'romane"'. A pesar de estos problemas e inconvenientes es imprescindible preguntarse c6mo la forma escrita de aquellos textos esti relacionada con un evento discursivo-comunicativo originario que podemos, en la mayoria de 10s casos, reconstruir al menos en su estructura bisica. Al proceso de reconstrucci6n de las diversas relaciones semi6ticas del texto, por parte del observador, lo voy a llamar recontext~alizaci6n~~. En muchos casos este trabajo hermenCutico de la recontextualizaci6n equivale exactamente a una reesceniJicacibn del texto, es decir, a una reconstrucci6n de la performance del texto32. Como no podemos nunca acceder a1 evento comunicativo autCntico, hay que insistir en el hecho de que el concepto de evento comunicativo originario debe ser entendido estrictamente en un sentido 'regulativo'. El resultado de mis reflexiones puede resumirse de la siguiente manera: 10s discursos antiguos que hoy poseemos en forma grifica son, a decir verdad, accesibles en su textualidad concreta y iinica; presentan, como configuraciones textuales, en el campo hist6ric0, sus propias potencialidades comunicativo-intertextuales, lo que significa que muchas veces la lectura e interpretaci6n pueden 'apartarse' de la situaci6n comunicativa originaria del texto y pueden, incluso, crear -y han creado efectivamente- sus propios mundos textuales; incluso, producen a veces 'malentendidos' o 'falsas interpretaciones' llenas de creatividad e ingenio. Las ciencias del texto, sin embargo, tienen, por principio, la obligaci6n de recordar siempre que estos textos no manifiestan nunca, por si mismos, 10s rasgos discursivos de su inserci6n en el context0 originario y las respectivas funciones comunicativas. En este caso, el observador tiene que aceptar como punto de partida de su interpretaci6n una inevitable de-contextualizaci6n y de-escenificaci6nY en una palabra: una reduccidn radical de 10s miiltiples modos semidticos presentes en el evento comunicativo originario. Por eso, es precis0 someter 31
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Aspectos importantes del problema son discutidos en el marco de la llamada estktica de la recepci6n de Hans Robert JauR (= JauR 1991, 1994 y 1999); cf. tarnbidn la obra de Wolfgang Iser (cf. Rocha 1999); para el fondo filos6fico queda fundamental Gadamer (1975). -Cf. tambikn Raible (1983); Oesterreicher (1998) y (2000). Para estos aspectos cf. Wenzel (1995); Mllller (1996); B%um1(1997).Hay que distinguir el concepto de re-escenifcacidn estrictamente del concepto de una escenificacidn def discurso elaborado sobre todo por Rainer Warning y que es fundamental para la teoria y la interpretaci6n de la ficci6n literaria (=Warning 1981).
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el texto escrito a una recontextualizacidn para disminuir las 'pCrdidasY mencionadas y recuperar, a partir del texto, un mhximo del context0 discursivo originario.
3.2. Otro punto, que s610 desde hace poco es visto con claridad, lo constituye la de-contextualizaci6n antes citada que transforma un conjunto discursivo, en su amplio y profundo origen, en un texto-objeto. Este hecho tiene graves consecuencias metodol6gicas para la lingiiistica diacrbnica. No se trata hicamente de la pCrdida de las diferentes modalidades semibticas. Hay que tener en cuenta, ademhs, que a travCs de la graficaci6n de un discurso se produce una regularizacidn, normalizacidn y elaboracidn de la expresi6n linguistics que modifica, inevitablemente, la estructura del discurso originario en el sentido de la distancia concepcional: se trata, pues, de un proceso casi desapercibido de escrituralizaci6n. Voy a comentar las consecuencias del proceso que acabo de mencionar en tres aspectos: Los 'misterios' y 'milagrosy de la Edad Media obedecen, como otros gCneros discursivos, al principio de la mezcla de estilos (en alemhn Stilmi~ c h u n g ) En ~ ~ el . teatro cristiano aparecen, a veces en brusca yuxtaposici6n, representaciones de las verdades de la fe cristiana y escenas groseras. En las palabras de Erich Auerbach: "Das Alltaglich-Realistische ist [...I ein wesentliches Element der mittelalterlich-christlichen Kunst und besonders des christlichen dramatischen Spiels. [...I Es entstehen Formen der Stilmischung, des unvermittelten Nebeneinanders von Passion und roher Posse"34. Es dificil imaginar que 10s actores no hayan empleado en la escena, de manera improvisada y variada, con la mimica y gestos, tambikn recursos linguisticos (f6nicos, lCxicos, sinthcticos) que -1amentablemente para nosotros- no figuran en el texto escrito. Sin duda, es vhlida esta constataci6n tambiCn para otros gCneros medievales cuya 'realidad' definitivamente no es la del texto escrito sino la de la representacibn. No me parece demasiado osado postular una situaci6n parecida para la representaci6n de ciertos episodios del Poema de Mio Cid -incluso en el caso de aceptar, con Colin Smith, a Per Abbad como autor del texto original35.Pensemos, p. ej., en el
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CE Auerbach (1988: 141-168). Auerbach (1988: 155); cf., p. ej., Le jeu de Saint Nicolas de Jean Bode1 (= Bode1 1925). Cf. Smith (1993: 37-46).
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episodio de la segunda parte del poema, en el cual, de manera cbmica, se exagera el miedo de 10s infantes de Carribn frente a1 le6n36. Otro aspecto del problema es el papel de las tradiciones discursivas: en nuestros romances arcaicos, las scriptae (o tradiciones de escritura) regionales, se crearon sin vinculacibn directa con 10s respectivos idiomas o dial e c t ~ Asi, ~ ~ ~para . citar un ejemplo del alemhn, el 'weinenburgiano' del poeta medieval Otfrid no puede ser identificado de ning6n mod0 directamente con el dialect0 de Weinenburg en el norte de Alsacia. Lo mismo vale, p. ej ., para 10s Serments de Strasbourg, La chanson de Roland y otros textos del frances o castellano antiguos. Y, finalmente, para complicar todavia mas el asunto, debemos mencionar un tercer aspecto vinculado con cierto tip0 de texto literario. Asi, es evidente que la simulacibn consciente de lo oral, lo que se llama a veces mimesis de lo hablado, y que encontramos, claro esta, tambidn en la literatura medieval -p. ej., en la bpica, el teatro y el roman courtois- no reproduce simplemente la lengua hablada. No se trata nunca de una forma autdntica del lenguaje de la inmediatez, sino siempre de una estilizacidn de lo hablado. Sin embargo, me parece que Wolf-Dieter Stempel tiene perfectamente razbn cuando insiste en el hecho de que esta afirmacibn tampoco marca bien lo caracteristico del lenguaje en el campo de la literatura, porque no se trata nunca de una mera simulacibn de la lengua hablada; mas bien, hay que interpretar estas formas del fen6meno estdtico como una simulacidn de una simulacidn, como una ilusidn de una simulacidn: Vieles deutet darauf hin, dan [...I im Bereich der Literatur der Begriff der bloBen Simulation gesprochener Sprache zu kurz greift und auf die 'Illusion einer Simulation' oder auch 'Simulation einer Simulation' anzuheben wLe. - Dies ist ein schwieriger Gedanke fur den Sprachhistoriker [...I, denn er mochte den Zugriff auf die scheinbar gesprochene Sprache am liebsten freidenken von all den angestellten uberlegungen und greift eben faktisch ohne Skrupel m38. Lo dicho hasta aqui pone en peligro una lingiiistica variacional diacrdnica, puesto que las ya limitadas posibilidades de la investigacibn de estados histbricos de una lengua son a6n mas reducidas. Es evidente que el campo de la 36 37
38
Cf. Smith (1993: Cantar 111, v. 2278-2310). Cf., p. ej., Geuenich (1985); tambiCn Gossen (1967). Sternpel (1998: 253).
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inmediatez comunicativa, que, por principio, es ajeno a la documentation escrita, esth especialmente afectado por este hecho39. Asi, el texto escrito encubre fundamental e irremediablemente gran parte de la realidad lingiiistica que parece y pretende representar; en otras palabras: el texto presenta, por principio, sdlo un segmento linguistic0 de un evento comunicativo completo, 'deformando' este segmento, ademds, en el sentido de la lengua de la distancia, de la escrituralidad. Todo esto no excluye, sin embargo, la posibilidad de que la lingiiistica diacr6nica llegue, de manera indirecta, a conclusiones sobre fen6menos de variedades lingiiisticas que pertenecen a1 dominio de la inmediatez. Pero se trata siempre de 10s disiecta membra de la variacibn, de una informaci6n definitivamente precaria40.
3.3. La de-contextualizacidn mencionada, es decir, la reduction de las modalidades semi6ticas caracteristicas del evento comunicativo originario en el texto, representa un desafio enorme tambien para aquellas ciencias del texto interesadas por el discurso o texto individual en su especificidad hist6rica. Estas ciencias se encuentran todavia mhs afectadas por el problema de la 'de-contextualizaci6n'. Asi, en el caso de textos juridicos, historiogrhficos y literarios hay que intentar, en la medida de lo posible, una recuperaci6n de las m6ltiples modalidades semi6ticas del evento originario: 10s respectivos efectos de semantizacidn en el evento comunicativo originario son el resultado de una semiosis, en el sentido pleno del tkrmino, que incluye formas de un saber implicit0 y tradiciones comunicativas, circunstancias y situaciones, matrices interaccionales, recursos escknicos y de tip0 musical, gestual, mimico y vocal y otros recursos expresivo~~~. Es exactamente en este sentido en el que Cf. Tagliavini (1972: $46); Cerquiglini (1981); Bustos (1995); Oesterreicher (1995a y 1996); Cano Aguilar (1996 y 1998). 40 Cf. Oesterreicher (l995a: 149). 41 Para una discusi6n del conjunto semi6tico y sus modalidades cf. Chailley (1950); Clanchy (1979); BSiuml (1979); Schmitt (1981); Cerquiglini (1981); Zumthor (1983a) y (1983b), (1985) y (1987); Stock (1983); Cerri (1986); McKitterick (1990); Fleischmann (1990a) y (1990b); Illich (1991a); Banniard (1 992); Schaefer (1992) y (1993); Althoff (1993); Keller (1993); Bakker (1993); Wenzel(1995); Miiller (1988) y (1996); BSiuml(1997); cf. en este context0 tarnbiCn caracterizaciones semi6ticas, s610 en apariencia contradictorias, del tipo textos bailados o imhgenes escuchadas discutidos en Scharlauf Miinzel (1986) y en BSiuml(1997). 39
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podemos emplear aqui el concepto de un caracter metonimico de estos di~cursos~~. Para cada texto individual y, en otro nivel, para las diferentes tradiciones discursivas o gCneros, la investigaci6n tendra que trabajar con un mhximo de cuidado y precisi6n en la reconstrucci6n de la totalidad de estas relaciones significativas. 3.4. Ahora bien, es preciso llamar la atenci6n sobre el hecho de que el problema mencionado tiene otro aspect0 mhs, no menos importante. Resulta evidente que, al mismo tiempo, nos enfrentamos a un proceso cultural que se produce en el nivel objetivo, independienternente del obsewador. Este proceso conduce a la fijaci6n y a la institucionalizaci6n hist6rica de la pBrdida de las modalidades semi6ticas del evento comunicativo originario, o en una formulaci6n menos negativa: el texto crea sus propios recursos y modalidades semhnticas que 'reemplazan' 10s m6ltiples modos semi6ticos antes mencionados. El resultado de este proceso histbico de independizaci6n del texto, con respecto al evento comunicativo originario, recibe aqui el nombre de autonomizaci6n. Podriamos ejemplificar este proceso con datos de la historia del derecho, la historia de la poesia Cpica, con otros gCneros literarios o con otras tradiciones discursivas. Se trata, por un lado, siempre de un proceso objetivo que se define por el aumento de la importancia que experimenta lo lingiiistico y textual y, por otro, de un 'retroceso' y/o una desaparici6n de otras tBcnicas semi6ticas en el mismo evento comunicaNo hace falta describir aqui las implicaciones y consecuencias de este complejo proceso cultural. Para dar s610 un ejemplo: si comparamos, en el siglo XVII, la recepci6n de las obras de Shakespeare y las de Montaigne vemos implicitas en estas obras la gama de posibilidades comunicativas existentes en esta Bpoca. Es evidente, por citar un caso, que 10s Ensayos de Michel de Montaigne, escritos en la celebre torre del chdteau de Montaigne, John Foley ha elaborado este concepto, en concreto, para la &pica oral; cf., p. ej., Foley (1997: 62-67). 43 Encuentro en la obras de Dominique Maingueneau a veces ideas parecidas elaboradas, sin embargo, desde otra perspectiva (= Maingueneau 1990 y 1993). Para aspectos hist6ricos cf., p. ej., Havelock (1976); Goody (1977) y (1987); Btiuml(1979) y (1993); Ong (1982); Graff (1987); Gumbrechtl Pfeiffer (1988); Assmann/ Assmann (1988); Finnegan (1988); Illich (1991a); Olson/ Torrance (1991); Giesecke (1991); Doanel Braun Pasternack (1991); Wenzel(1995); sobre todo Raible (1994). 42
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ya implican -a diferencia del teatro de Shakespeare- esencialmente factores como la alfabetizacibn, la imprenta, la lectura privada e individual, la formaci6n 'cientifica' y literaria etc., que ponen a prueba 10s conocimientos culturales, hist6ricos e intertextuales de un lector. En otras palabras: autonomizacidn del texto y recontextualizaci6n constituyen, a mi mod0 de ver, dos aspectos bien diferenciados de un problema fundamental para toda textualidad diacr6nica. Por un lado, con el texto escrito tenemos a nuestra disposici6n s610 una parte del evento comunicativo originario, lo que exige a nuestra investigaci6n un intento de re-contextualizaci6n 'reconstructoraY.Por otro lado, se trata de un proceso hist6rico en el cual el texto escrito pasa al primer plano del evento comunicativo y se convierte, asi, en el foco de este evento44. El texto, que en una fase inicial de la cultura escrita tiene s610 funci6n secundaria, logra imponerse. Deshace finalmente el conjunto comunicativo abarcador y concreto de un discurso vivo y escenificado, en el cual estaban indisolublemente ligados una multitud de modalidades semibticas, conocimientos y tradiciones culturales, presencia y 'performance', producci6n y recepci6n del discurso.
4. Observacidn final El anhlisis hist6rico de determinadas constelaciones comunicativas podria mostrar claramente que la autonomizaci6n del texto, desde la Antiguedad hasta nuestros dias, representa en las diferentes 6pocas y en 10s diferentes espacios culturales un proceso histbrico producido por un haz de condiciones objetivas, que deben ser descritas minuciosamente. En este proceso se ha definido lo que, comunmente, se conoce como 'la era del l i b r ~ ' ~ ~ . Hay que seiialar, sin embargo, que el enorme desarrollo en el campo de 10s medios de comunicacibn, vivido desde inicios del siglo XX, nos conduce a un anhlisis diferente y exige nuevas interpretaciones. Asi, las etapas y formas del proceso de la autonomizaci6n del texto no pueden ser prolongadas de manera lineal y esquemhtica en el futuro, sino que la interpretacibn 44
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Este proceso esta muy bien analizado para la historia de la literatura griega cf. Lord (1960); Kullmann (1984); Edwards (1986-1992); Martin (1989); Ford (1992); Bakker (1993); Nagy (1997). Cf., sobre todo, McLuhan (1967).
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debe abrirse a un conjunto de nuevos factores provenientes, sobre todo, de 10s modernos medios de comunicacidn electrdnica, que cambian y complican inevitable y fundamentalmente nuestro mundo comunicativo - per0 esto es ya otro tema46. Las ciencias del lenguaje, del texto y de la comunicaci6n tienen que enfrentarse en la investigaci6n diacrdnica con las implicaciones metodoldgicas aqui esbozadas. De no aceptar el desafio que conlleva la hermene'utica de la recontextualizacidn y de no concebir adecuadamente el proceso histdrico de la autonomizacidn del texto -e incluso 10s aludidos cambios actualeslucharhn con un objeto cientifico ficticio y quimkrico que no corresponde de ninguna manera a la historicidad del objeto que nos interesa a todos, es decir, el lenguaje y sus funciones en discursos orales y escritos, en la inmediatez y distancia comunicativas. 5. Bibliografia
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Maria Selig
El problema de la tipologia de 10s textos romanicos primitivosl
1. Por quC y cdmo deben clasificarse 10s textos romainicos mais antiguos Gianfranco Folena constat6 en una ocasi6n un fen6meno en relaci6n con el corpus de textos romanicos primitivos que por lo visto decepciona a muchos romanistas: la transmisi6n textual no comienza con poemas Bpicos ni con traducciones de la Biblia, a diferencia, por ejemplo, del antiguo alto aleman o del inglBs antiguo, sino con pruebas de escritura hechas con la pluma, listas de palabras, f6rmulas de juramento, inventarios, notas para sermones etc.; con textos 'banales', por asi decirlo, o con fragmentos de muy reducida extensi6n y de un alcance comunicativo restringido, cuya transmisi6n se debe a menudo a una mera casualidad. Estos primeros testimonios causan una impresi6n de heterogeneidad y disparidad como 10s hallazgos dispersos que se colocan unos junto a otros en las vitrinas de 10s museos sin que el nexo interno que 10s une sea reconocible a simple vista (Folena 1973: 483 s.). ~ s t es, a por lo menos, la primera impresi6n -dice Folena-, pues en una segunda ojeada mas exacta y contemplando 10s primeros testimonios escritos dentro de un marco comparado panromhnico o incluso paneuropeo se ponen de manifiesto constantes esquemas comunicativos comunes, demostrando asi que la casualidad y la heterogeneidad son s610 aparentes (Folena 1973: 488). Folena reclama, por tanto, planteamientos tipol6gicos que se aparten de lo anecd6tico de 10s primitivos textos romhnicos transmitidos. Exige analisis en profundidad que, dejando atris 10s analisis textuales individuales, hagan visible~las estructuras culturales y comunicativas comunes y, de esta forma, puedan revelar 10s factores que desencadenaron el proceso de fijaci6n por escrito.
Agradezco cordialmente a Inmaculada Garcia JimCnez (Mbnich) la traduccibn del texto original alemhn.
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Como es sabido, hay toda una gama de tales planteamientos tipologicos para 10s primitivos documentos romances. Su iniciador fue Helmut Ludtke, quien propuso reducir 10s primeros documentos a las categorias "lectura publica en voz alta" y "redacci6n de actas" (Ludtke 1964178). Mas tarde, Lorenzo Renzi elabor6 otra tipologia, con una orientaci6n completamente distinta, basada en hmbitos comunicativos ("ambit0 religioso", "ambit0 laicon) y en sus correspondientes gCneros literarios ("predica (prosa)", "agiografia (poesia)"; "scritture pratiche (prosa)", "lirica, epica (poesia)") (Renzi 1985: 239 ss.). Por su parte, Peter Koch se adhiere a la tipologia de Helmut Ludtke, fundada en constelaciones comunicativas, proponiendo una "typologie explicative" de 10s primitivos documentos (Koch 1993: 39) que, en una aproximacion analitica a 10s textos, deberia poner de manifiesto 10s factores que condujeron a1 proceso de fijacion por escrito. Combinando las dimensiones concepcional y medial, Koch distingue cuatro categorias: a) "oralit6 mise par Ccrit"; b) "listes"; c) "scripturalitC A destin vocal"; d) "tensions et contrastes linguistiques" (Koch 1993: 42 ss.). El Inventaire systkmatique des premiers documents des langues romanes (Frank/ Hartmann 1997) desiste de esta perspectiva analitico-explicativa (Frank/ Hartmann 1997: I, 63), proponiendo ordenar 10s textos primitivos en nueve ambitos comunicativos superiores2, divididos a su vez en un total de treinta y una formas de discurso mhs especificas ("formes de discours spkcifiques et plus ou moins codifiCes qui son liCes A des situations de communication recurrentes et stables" (Frank/ Hartmann 1997: I, 61). Por ultimo, hay que mencionar tambiCn la propuesta de Livio Petrucci, quien ha elaborado una tipologia de 10s textos italianos primitivos basados en seis "hmbitos de escritura" ("specifici ambiti di scrittura" (Petrucci 1993: 49))3.
1. "~noncts mttalinguistiques, explicatifs et commCmoratifs" (inscripciones, glosas, glosarios etc.); 2. "LittCrature de caractere rCligieux" (traducciones de la Biblia, poesia paralitdrgica, sermones etc.); 3. "Litttrature instructive et scientifique" (computus, bestiarios, literatura moralizante y edificante); 4. "Potsie profane" (cantares de gesta, novelas en verso, poesia lirica etc.); 5. "Historiographie" (cr6nicas rimadas, obras en prosa); 6. "LCgislation" (textos legales, 'coutumiers', heros); 7. "Chartes"; 8. "Lettres"; 9. "Documents administratifs" (cartularios, listas de impuestos, apuntes etc.)" (Frank1 Hartmann 1997: 69 ss.). 1. "Presenze volgari in documenti giuridici"; 2. "Le carte sarde"; 3. "Testi paragiuridici"; 4. "Testi pratici"; 5. "Testi di attinenza religiosa"; 6. "Testi 'poetici"' (Petrucci 1993: 48 ss.).
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Este breve esbozo de 10s planteamientos tipoldgicos muestra ya de forma bien clara que estin formulados desde perspectivas completamente diferentes. Asi, 10s planteamientos orientados basados en gBneros literarios, tipos de discurso o hmbitos de escritura se refieren a categorias que pueden haber sido tambikn categorias relevantes en la prhctica comunicativa de 10s agentes histdricos (Frank1 Hartmann 1997: I, 61). Por el contrario, 10s planteamientos de Ludtke y Koch se apartan de tales modelos de la vida cotidiana para penetrar en constelaciones comunicativas mhs abstractas, que habrian motivado la decisidn de escribir en lengua vulgar (Koch 1993: 41 s.). Llama la atenci6n ademis el que 10s textos romhnicos se ordenen a menudo en categorias completamente diferentes dentro de las diversas tipologias. Esta problemhtica se puede ilustrar con un ejemplo: 10s llamados PZaciti campani, una serie de documentos latinos de 10s aAos 960 y 963 procedentes de la abadia de Monte Cassino, que contienen fdrmulas testimoniales en lengua vulgar, son incluidos por Helmut Ludtke dentro de la categoria "acta, protocolo" (Ludtke 1964178: 392 s.). Peter Koch a su vez 10s encasilla en la categoria "'escrituralidad' con destino oral" ("scripturalit6 A destin vocal" (Koch 1993: 65), categoria Csta que subsume ademas ejemplos de sermones romhnicos, de poesia religiosa, poesia Bpica y lirica trovadoresca. Frente a esto, en 10s modelos tipoldgicos orientados seghn generos literarios, 10s Placiti campani se clasifican dentro de la categoria "escrituras prhcticas" ("scritture pratiche" (Renzi 1985: 245 s.)) y del tipo de discurso "documentos" (Frank1 Hartmann 1997: V, 9 SS.)~. La referencia a tales discrepancias no debe entenderse como si fuera mi intencidn formular una alternativa 'mejor'. El motivo por el que se exponen aqui las propuestas tipoldgicas existentes es mucho mhs bhsico. Quizhs sea oportuno recordar que toda tipologia representa una simplificaci6n y una trivializacidn de la realidad textual transmitida, por cuanto que la tipificacidn hace desaparecer necesariamente la individualidad de 10s diferentes textos. Habria por eso que separar cuidadosamente el acercamiento analitico-comunicativo a 10s textos, que sirve de base a las tipologias, de la 'obligaci6n de clasificar' -por asi decirlw, y Csta, a su vez, considerarla con un cierto escepticismo. Asi como la falta de monumentalidad no es una caracteristica contingente de la transmisi6n textual romhnica primitiva, sin0 que se Livio Petrucci trata aparte 10s Placiti campani y no 10s incluye en la tipologia propuesta por 61 (Petrucci 1993: 16 ss.).
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remonta a1 status de 10s primitivos idiomas romances dentro del sistema de variedades del latin, completamente diferente a1 de las 'lenguas extranjeras' antiguo alto alemhn e ingles antiguo (Folena 1973: 489 ss.), del mismo modo, la heterogeneidad de la transmisidn textual romhnica primitiva podria ser justamente un hecho hist6rico revelador de importantes informaciones sobre el proceso de fijacidn por escrito. Por ello, la heterogeneidad no deberia ocultarse a priori mediante 'homogeneizaciones' excesivamente inequivocas y simitricas. LPor que tienen que ser todos 10s textos susceptibles de clasificacibn? Y, en resumidas cuentas, Lpor que raz6n deberia haber una sola tipologia de 10s primeros documentos romhnicos? NO es precisamente lo diferente de las tipologias propuestas un indicio de que es del todo razonable tomar en consideraci6n varios planteamientos complernentarios?
2. Hacia una definicibn del proceso de fijacibn por escrito. Aspectos socioculturales, pragmatico-comunicativosy pragmatico-mediales Tales hipdtesis encuentran fundamento tan pronto como nos ocupamos de lo que es exactamente el proceso de fijaci6n por escrito. Aclaremos de entrada que la fijaci6n por escrito de las lenguas romhnicas no es una consecuencia 'natural', en cierto mod0 forzosa, de su desmembramiento lingiiistico. La fijaci6n por escrito es un proceso sociocultural, un proceso dependiente de la voluntad de 10s agentes hist6ricos de utilizar 10s idiomas romances como medios de comunicaci6n escrita una primera vez y de seguir utilizhndolos a partir de ahi. Esto significa que el proceso de fijaci6n por escrito, como toda innovaci6n cultural, es discontinuo, y que puede interrumpirse o retroceder en su evoluci6n. Ademhs, a1 no estar su desarrollo guiado estatalmente ni de forma institucional, es un proceso escalonado, pues en el origen de una transformaci6n cultural de este tipo se hallan iniciativas aisladas, acciones comunicativas de individuos que rompen, por lo menos momenthneamente, con la tradici6n existente hasta entonces de escribir en una 6nica lengua, latina, griega o arabe. S610 de manera paulatina -y en mod0 alguno de manera forzosa- se consolidan las iniciativas individuales como tradiciones sociales; primer0 con un alcance regional y social limitado, que hay que imaginar complementario a1 de las lenguas de uso escrito tradicionales; mhs tarde -y tampoco en esta ocasi6n de manera forzosa- con un radio cada vez mayor y
La tipologia de 10s textos rominicos primitivos
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unas aspiraciones cada vez mhs claras de suplantar la 'escrituralidad' tradicionalmente latina (en parte tambiCn griega y Labe) (Petrucci 1993: 44 s.; Selig 1998). La perspectiva escalonada del proceso de fijacidn por escrito muestra que Cste, como todo proceso sociocultural, debe ser analizado, aparte de en el macronivel mencionado, tambien en el micronive15,es decir, en este caso, en el nivel de 10s actos de comunicaci6n escrita individuales, pues el proceso de fijaci6n por escrito resulta de la suma de las acciones individuales y de las interacciones, interdependencias, cambios etc. que de ahi se derivan. El primer resultado de la separaci6n sistemhtica del macro- y del micronivel es una diferencia a la que, desgraciadamente, no se le presta con frecuencia la suficiente atenci6n. Si tomamos en serio la perspectiva de 10s agentes hist6ricos, 10s documentos romances son, en primer lugar, textos, huellas de actos de comunicacicin escrita del pasado, realizados por unos individuos determinados con unos objetivos comunicativos concretos. S61o en una consideracidn a posteriori, contemplados con la distancia temporal y con un interCs cientifico bien concreto, como es el del romanista, con su visi6n sintetizadora, se revelan esos documentos ante todo, si es que no exclusivamente, como momentos de un proceso sociocultural superior, el de la fijacibn por escrito de las lenguas romhnicas. Pues bien, de este carhcter accional, bien concreto e individual, de 10s textos transmitidos, que exige de forma apremiante una perspectiva de anklisis pragrnhtico-comunicativa, se derivan varias puntualizaciones importantes. Por ejemplo, tenemos que partir de la idea de que s610 10s agentes histdricos que se enfientaban explicitamtente con la prhctica escrita habitual hasta entonces eran conscientes de que sus iniciativas constituian parte integrante del proceso de fijaci6n por escrito. Ademhs, para 10s agentes hist6ricos, el aspect0 que ocupa el primer plano de inter& de 10s romanistas, a saber, el de la elecci6n de la lengua, estaba directamente ligado a las finalidades concretas de 10s textos, supeditado a ellas. En ocasiones, la elecci6n de la lengua ya no es del todo consciente, pues 10s agentes histdricos se incorporan a una determinada tradici6n de escritura en lengua vulgar, hasta tal punto que ya no reflexionan sobre ella. Aqui es importante la referencia a1 escalonamiento del proceso de fijaci6n por escrito. Hay que partir de la base de que la cuesti6n de la elecci6n de la lengua desempeiib, muy al comienzo Adopto la diferenciacibn entre macro- y micronivel de Keller (1994).
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de la fijaci6n por escrito, un papel esencialmente mhs destacado -0, al menos, un papel de otro tip* que en las fases posteriores, en las que ya se vislumbran en la lengua vulgar tradiciones discursivas escritas estables, y en las que las condiciones marco de la escritura en lengua vulgar habian cambiado por completo mediante la gdnesis de un pfiblico laico. Por el contrario, para 10s primeros que escribieron en romance, esta decisi6n representaba una innovaci6n de la que tambiCn ellos eran conscientes, una ruptura consciente con la prhctica de la escritura habitual hasta entonces. Ademhs, no tenemos por qud postular 10s mismos ni parecidos motivos para todos 10s actos de fijaci6n por escrito. El proceso de fijacion por escrito resulta de la suma de 10s actos individuales. Por lo tanto, se puede concebir absolutamente que actos comunicativos con una motivacidn y una intenci6n completamente diferentes pudieran conducir, al combinarse, a un mismo e iddntico resultado, el de la institucionalizaci6n de la escritura en lengua vulgar (cfr. tambiCn Koch 1993: 60 s.). Esto significa, por una parte, que la heterogeneidad puede ser perfectamente una caracteristica de la transmisi6n textual romhnica. Por otra parte demuestra que la inclusi6n de 10s diferentes documentos romhnicos en redes comunicativas -Sean Cstas de naturaleza institucional o regional- ha de ser revisada, pues en tales redes pueden producirse efectos sinergkticos que conduzcan a afianzar la innovacidn en la cultura de lo escrito, con independencia, en cierto modo, de las diferentes iniciativas de fijaci6n por escrito. Tales combinaciones del micro- y el macronivel, que pueden efectuarse por medio de un anhlisis de la intenci6n de difusi6n y de las posibilidades de propagaci6n de 10s textos vulgares, no deben descuidarse de ninguna manera. En el anhlisis de 10s documentos romhnicos primitivos no puede tratarse s610 de 10s motivos de la fijaci6n por escrito; tambikn hay que examinar su posible rango dentro del proceso de fijaci6n por escrito. Finalmente -y esto ya se ha recordado aqui varias veces- hay que inferir directamente de la aproximaci6n pragrnhtico-comunicativa que 10s primeros documentos romances deben interpretarse necesariamente como manuscritos, es decir, como acciones comunicativas escritas. Son manifestaciones de la voluntad por parte de 10s autores y escribanos de utilizar 10s idiomas romhnicos en el medio grhfico para un lector o un oyente (FranW Hartmann 1997: I, 13; Selig 1993a: 13 ss.). Este aspect0 pragmhtico-medial debe ser resaltado especialmente, ya que con demasiada frecuencia no se presta atenci6n, o no se les presta la atenci6n suficiente, a 10s fines comunicativos es-
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pecificos que pueden estar relacionados con un manuscrito escrito, bajo las especiales condiciones de la cultura de la escritura en la Edad Media. Con demasiada frecuencia no se hace una separacidn lo suficientemente rigurosa entre el texto como tal, que puede realizarse tambien oralmente, y el manuscrito, o sea, el texto escrito. Sin embargo, esta separacidn es importante, pues el proceso sociocultural que se manifiesta directamente en 10s documentos romhnicos transmitidos, esto es, la lenta y paulatina penetracidn de 10s idiomas vulgares en el medio grhfico, tiene dimensiones propias, genuinamente pragmatico-mediales, tanto en el micro- como en el macronivel, que s610 pueden ponerse de relieve en una perspectiva que haga resaltar la especificidad medial de este proceso. Por ejemplo, hay que prestar atenci6n a las condiciones marco de la cultura de lo escrito, porque ellas desempefian un papel decisivo en la prhctica escrita, ya sea 6sta latina (griega, Labe) o vulgar. Aqui son relevantes las siguientes cuestiones: - icon quC infraestructuras cuenta la cultura de lo escrito? ~QuiCnsabe escribir? LQuiCn sabe leer? LQuiCn puede hacer que se escriba o se lea en voz alta phblicamente? ~ Q u Binstituciones garantizan la transmisidn de 10s conocimientos necesarios de escritura y lectura? ~ Q u Cinstituciones tienen la posibilidad de archivar textos escritos o de difundirlos? - &EnquC dominios comunicativos se comunica regularmente por escrito? icon qu6 funci6n se utiliza aqui el medio grhfico (custodia a corto plazo o conservacidn a largo plazo, transmisidn a lectores particulares o publicacidn, etc.)? iQu6 mecanismos de mediacidn existen entre el medio grhfico y el fdnico (leer en voz alta, redactar un acta, aprender de memoria, etc.)? - iQuC valoracidn cultural recibe el texto escrito y el que sabe leer o escribir? Los motivos de 10s agentes histdricos a1 elegir las lenguas vulgares como medios de comunicacidn escrita y el rango de 10s diferentes textos dentro del proceso de fijacidn por escrito pueden reconstruirse a partir de las siguientes cuestiones:
- para quien puede estar pensado el manuscrito escrito? ~Quienviene a1 caso como posible receptor del texto leido, leido en voz alta o memorizado? - ~Permaneceel manuscrito dentro de un context0 institutional o pone la institucidn sus conocimientos escritos a disposicidn de 10s grupos sociales ajenos a ella?
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- iEn quC dominio comunicativo hay que englobar el texto escrito? iQuC funci6n comunicativa tiene? iEsti destinado a la conservaci6n? iEsth destinado a la difusibn? - iHay en 10s mismos dominios comunicativos, o en otros comparables, mas manuscritos en lengua vulgar? iSe trata de una desviaci6n aislada de la lengua escrita tradicional o se pueden reconocer tradiciones discursivas estables? - iHay en la instituci6n en cuesti6n o en la regi6n cultural en cuestion mas manifestaciones de escritura en lengua vulgar? iEn 10s mismos dominios comunicativos? iEn otros hmbitos? iSe pueden reconocer conexiones transversales entre esos hmbitos? -~QuC relaci6n guardan la 'escrituralidad' latina (griega, arabe) y la vulgar? iEst6n repartidas en distintas instituciones? ~Estanligadas a tradiciones discursivas distintas, complementarias? iQue valoraci6n sociolingiiistica podria resultar de esa distribucibn? - iD6nde concurren las lenguas? iEn el mismo texto? iEn el mismo c6dice? iEn el mismo context0 institutional? iC6mo se comportan las lenguas cuantitativa y cualitativamente unas con otras? - iQu6 motivos pueden haber inducido a1 autor/escribano a elegir la lengua vulgar? La formulaci6n de las preguntas muestra por lo demis que la concentraci6n en aspectos pragmiitico-mediales no excluye en mod0 alguno una apertura a planteamientos sociolingiiisticos. Tiene que quedar claro que el proceso de fijaci6n por escrito y la formaci6n de las lenguas nacionales romhnicas esthn estrechamente entrelazados. Ambos procesos no son identicos. Hemos de partir de la base de que 10s idiomas vulgares se habian institucionalizado muchisimo antes en la comunicaci6n f6nica que en la grhfica en numerosos dominios de la comunicaci6n formal; por ejemplo, en 10s hmbitos de la tradici6n literaria oral (sin entrar en la cuesti6n de c6mo fuera Csta en particular) y de la cultura juridica oral, del discurso ptiblico en lengua vulgar etc. Hemos de suponer tambiCn que este avance de 10s idiomas romhnicos dentro de nuevos dominios comunicativos se haria directamente perceptible tambiCn en otra dimensi6n mhs de la formaci6n de las lenguas nacionales, a saber, en las modificaciones del rango sociolingiiistico de 10s idiomas en
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cuesti6n6. A la inversa, es igualmente concebible que se estableciera un uso escrito de las lenguas vulgares sin que ello contribuyera de manera decisiva a impulsar la formaci6n de las lenguas nacionales. ~ s t vendria e a ser el caso cuando la escritura en lengua vulgar permaneciera en contextos institucionales en 10s que en la mayoria de 10s casos se escribia en latin, griego o hrabe; o cuando el romance estuviera restringido a h b i t o s de radio comunicativo reducido y sin actividad archivistica, por ejemplo a1 hmbito de la escritura pragmhtica destinada a la lectura inmediata (cfr. tambiCn Petrucci 1993, 45). No obstante, ambos procesos esthn, sin lugar a dudas, fuertemente entrelazados y en el anhlisis debe prestarse atenci6n a esa interdependencia. Es necesario por lo tanto incluir, de un lado, la oralidad medieval, por haber desempeiiado un papel importante justo en 10s comienzos del proceso de fijaci6n por escrito. Esta oralidad se puede reconstruir ciertamente s610 de forma hipotetica. De otro lado, deben realzarse 10s aspectos pragrniticomediales de la primitiva transmisi6n textual, a fin de poder responder mejor la pregunta de la posible influencia de la 'escrituralidad' vulgar en la formaci6n de las lenguas nacionales. 3. Sobre la necesidad de multiplicar 10s modelos tipoldgicos y de utilizarlos de manera histdricamente diferenciada
Espero que este breve anilisis del proceso de fijacidn por escrito haya demostrado dos cosas: la heterogeneidad del corpus romhico se justifica por completo en funci6n de la evoluci6n hist6rica y, por tanto, no constituye un rasgo contingente de la transmisi6n textual. Esto, de por si, no hace necesario ni conveniente el querer abarcar todos 10s documentos primitivos de las lenguas romhnicas con una iinica tipologia y, encima, con aspiraciones de llenar todas las lagunas. Aparte de eso, cada tipologia puede responder solamente a los planteamientos que le sirven de base. Pero es absolutamente concebible la conveniencia de tomar en consideracibn varios planteamientos paralelos, relativos, por ejemplo, de una parte, a 10s motivos de la fijaci6n por escrito, de otra, a las posibles consecuencias para este proceso de fijaci6n por escrito. El escalonamiento temporal de este proceso desempeiia Para las diferentes dimensiones de la formaci6n de lenguas estiindar cfr. Kochl Oesterreicher (1990: 127 ss.); Selig (1998: 43 s.).
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aqui un papel importante. Esto tiene que ver con el diferente estatus, ya mencionado, de las innovaciones patentes a1 comienzo del proceso y con la institucionalizaci6n de tradiciones discursivas en las fases posteriores. Pero tambiCn hay que tener en cuenta las transformaciones masivas que se observan en la cultura de la escritura en 10s primeros siglos de la transmisi6n textual romanica. Llama la atenci6n y es de destacar el que de 10s 2347 manuscritos de entre 10s aiios 750 y 1250 que ha recogido el Inventaire solo aproximadamente el 6,5%, es decir, 156 documentos, proceden de la Cpoca comprendida hasta 1 150 (Frank1 Hartmann 1997: I, 3 11 ss.). El rapido aumento de 10s documentos vulgares despuCs de 1 150 (y, nuevamente, despues de mediados del siglo XIII) resulta del hecho de que a partir de ese momento surge un p6blico laico que descubre el uso de la escritura en 10s ambitos mas diversos (literatura religiosa edificante, poesia en lengua vulgar, historiografia vulgar fomentada por el gobernante, escritura de documentos, correspondencia comercial etc.) y lo desarrolla, quebrando asi el largo monopolio secular sobre la escritura y la lectura, en manos de una pequeiia Clite clerical (Martin 1988: 133 ss.). Con ello se plantea otra vez y con mas fuerza la cuesti6n de si una tipologia de 10s documentos romhnicos primitivos no debe de tomar en consideracibn precisamente esa discontinuidad de las condiciones marco de la cultura de lo escrito, de tipo sociolingiiistico, de historia literaria, de historia del Derecho etc. y, por ello, haya que renunciar ya de entrada a una 6nica tipologia que abarque de forma homogenea todas las fases (cfr. tambien Frank/ Hartmann 1997: I, 16 SS.)~. Quiero ilustrar con mhs exactitud esta ultima idea a prop6sito del ejemplo de 10s PIaciti campani citado a1 principio. Como hemos visto mhs arriba, en 10s modelos tipoi6gicos que toman las tradiciones discursivas como criterio de categorizacibn, 10s Placiti se incluyen dentro de 10s documentos juri-
Por eso es problemhtica la tipologia propuesta por Peter Koch. Las dos categorias que engloban la mayor parte de 10s documentos, la categoria "scripturalitC il destin vocal" y la categoria "tensions et contrastes linguistiques", son muy abstractas y e s t h muy alejadas de la localizacibn hist6rico-pragmhtica de 10s manuscritos. En la primera categoria e s t h reunidos por ejemplo la cr6nica latina de Nithard, con 10s Juramentos de Estrasburgo, y el manuscrito de Oxford del Cantar de Roldh. Sin embargo, el rango de estos dos ejemplos dentro del proceso de fijaci6n por escrito no puede ser el mismo, a1 seguir localizado el primer manuscrito en el marco latino-clerical y al manifestar el segundo, por el contrario, una apertura a nuevos ambitos temhticos y, eventualmente, a un nuevo nivel de uso -si la hip6tesis del manuscrito juglaresco es corrects-. Cfr. aqui tambiCn la critiea de Petrucci (1993: 49).
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dicos. Sin embargo, si examinamos la historia de 10s documentos vulgares de Italia, se evidencia ripidamente que 10s Placiti no han tenido continuidad durante mucho tiempo (doscientos aiios) (Frank1 Hartmann 1997: V, 9 ss.) y que la utilizaci6n del idioma vulgar en 10s documentos que empieza a establecerse a partir del siglo XI11 no esti anclada en contextos monisticos, y que tiene su centro de gravedad regional claramente mas a1 norte de Italia. Sin duda, no se debe aplicar el conocimiento del desarrollo posterior -en cierto mod0 anacr6nicamente para juzgar la importancia de 10s primeros documentos, per0 podemos tomar el fen6meno como un primer indicio de que las tesis que incluyen 10s documentos campanos en la tradici6n de la escritura documental vulgar, constatada mucho despuCs y con otra distribuci6n regional, no dejan de ser problemiticas. Esta apreciacidn se refuerza tan pronto como se tiene presente que 10s documentos campanos8 son documentos latinos y que las f6rmulas testimoniales y las declaraciones de 10s testigos s6lo constituyen una parte de estos documentos. A1 contrario de la tradici6n que se instaura a partir del siglo XIII, no se trata aqui, por tanto, de textos autdnomos en lengua vulgar, sino de 'citas' dentro de un texto documental, por lo demis latino. Asi pues, las tesis orientadas con base en tradiciones discursivas se pueden justificar solo en parte con que ]as condiciones comunicativas supratemporales y suprarregionales vigentes y 10s fines del tip0 de texto 'documento' deben considerarse como el desencadenante de la utilizacicin de la lengua vulgar. La tipologia orientada segrin constelaciones comunicativas propuesta por Helmut Ludtke parece bastante mbs apropiada para poder comprender tanto ]as 'causas' de la fijaci6n por escrito de las lenguas vulgares, como tambidn el caricter aislado de 10s documentos campanos. Ludtke consideraba la necesidadl posibilidad9 de intercalar en un "informe" latino el "protocolo~~ de un act0 comunicativo oral, como un motivo de 10s clCrigos, acostumbrados a escribir en latin, para desviarse de su prbctica habitual, pasando a reproducir grbficamente lo hablado en su forma linguistics original (Liidtke 1964178: 'Asi como -dicho sea de paso- el siguiente documento italiano llegado hasta nosotros, el Atto giudiziario di Volterra, con 10s Testimonianze di Travale (FranW Hartmann 1997: V, 14 s.). No se puede seguir discutiendo aqui en que medida puede ser cierta la hip6tesis de Liidtke de que la reforma carolingia ocasionb inevitablemente el proceso de fijaci6n por escrito de las lenguas vulgares. Cfr. aqui las acertadas observaciones de Petrucci (1993: 35 ss.), quien relativiza de forma crucial la monocausalidad reivindicada por Liidtke.
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392 s.). Desde esta perspectiva se hace patente que la reproducci6n grafica de las formas vulgares permanece estrechisimamente ligada a la 'escrituralidad' en lengua latina. El texto que es objeto de la fijaci6n por escrito y de la actividad archivistica, o sea, el documento juridico, es latino y no vulgar, y 10s pasajes en lengua vulgar esthn inequivocamente subordinados a ese texto latino. Ademas, el escribir en lengua vulgar se revela como la clara excepci6n a la regla de una producci6n clerical escrita que continda siendo latina. Solamente la existencia de constelaciones comunicativas especiales -interpretable~aqui tal vez como atraccibn, a fin de acercar mas el texto latino a la ceremonia judicial mediante la incorporaci6n de f6rmulas vulgares en cierto mod0 'ennoblecidas' por el ritual oral-lo da lugar a la innovaci6n en la cultura de lo escrito, y no al deseo de iniciar una tradicidn escrita constante y estable en lengua vulgar. Tambibn en la mayor parte de 10s demas documentos romances de 10s siglos IX y X aparecen tales divergencias tan pronto como se los engloba en tipologias orientadas se&n tradiciones discursivas. La Historia de Nithard, escrita en latin, en la que se nos han transmitido 10s Juramentos de Estrasburgo en antiguo alto aleman y en franc& antiguo, no tiene continuidad directa (Frank/ Hartmann 1997: 111,303 ss.). Aunque el fragment0 de Jonas tiene un paralelo en la traducci6n interlineal de Einsiedeln, igualmente bilingiie, (Frank/ Hartmann 1997: 11, 327 s.), parece evidente que a partir de finales del siglo XII, la tradici6n de 10s manuscritos de sermones en lengua vulgar se ve determinada mhs bien por 10s sermones de S. Bernardo de Claraval o de Mauricio de Sully, leidos como literatura edificante, y no por la practica verbal de 10s predicadores clericales (Frank/ Hartmann 1997: 336 ss.). Si pensamos, ademas, en las numerosas glosas (Frank/ Hartmann 1997: 11, 73 ss.), glosarios (Frank/ Hartmann 1997: 11, 105 ss.), traducciones interlo
Una explicaci6n meramente pragmatics del proceso de fijacidn por escrito, a saber, que en la lengua vulgar se escribe justo lo que el phblico laico que no sabia latin debia comprender, es algo problematico, pues precisamente esthn escritas en romance las partes estereotipadas del texto, que contienen informaci6n redundante, que ya se espera (Petrucci 1993: 18 ss.; cfr. tambiCn Selig 1996: 13, relativo al mismo fen6meno en 10s juramentos de fidelidad en occitano antiguo). Por eso, tambikn la cuesti6n discutida con frecuencia de si en el caso de 10s docurnentos campanos se trata de actas o si la fijaci6n escrita esta justificada por la lectura de 10s pasajes respectivos (opiniones de Wunderli 1965: 51 ss. y Koch 1993: 65), es, a mi entender, un problema secundario, que tampoco se podrh resolver, por falta de evidencias. Por consiguiente, la intercalacibn de una "parte de un acta" o de un determinado pasaje destinado a ser leido en voz alta tendria que entenderse en un sentido m b amplio, no con la vista puesta s610 en efectos practices, sino tarnbiCn retbricos.
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lineales (Frank1 Hartmann 1997: 143 ss.) y pruebas de pluma (Frank/ Hartmann 1997: 11, 123 ss.) o en la poesia paraliturgica plurilingue (Frank/ Hartmann 1997: 11, 213 ss.), que se nos han transmitido precisamente de la Cpoca mas antigua, queda claro que, con frecuencia, la caracteristica comun de la transmisi6n textual primitiva no parece ser precisamente la inserci6n en tradiciones discursivas estables en lengua vulgar, sino el plurilinguismo de 10s textos; caracteristica Csta que no esti en correlaci6n con las tradiciones discursivas y se presenta en gran parte con independencia de ellas. Este resultado no deberia sorprender, despuCs de lo que se ha dicho sobre las condiciones marco de la cultura de lo escrito de la primera Cpoca. No se puede esperar de tal cultura, dominada por clCrigos, que tenga mucho inter& en impulsar la fijaci6n por escrito de las lenguas vulgares. Lo hace en el marco de la poesia paraliturgica, que, con el objetivo de incorporar a 10s seglares a las celebraciones lihirgicas, encaja muy bien en las estructuras dominadas por el clero. Las primeras traducciones de salterios muestran tambiCn que 10s clkrigos amplian el acceso a la escritura de un publico que no sabia latin cuando se trata de difundir contenidos religiosos. Es precisamente en este ambito de la escritura religiosa para laicos donde se observan las primeras tradiciones estables de escritura en lengua vulgar. Los otros textos documentan, por el contrario, una prhctica de la escritura que sigue siendo aislada, circumstancial; que siempre surge cuando 10s clCrigos reflejan la realidad plurilingue del mundo medieval en sus escritos, per0 que no pone en duda fundamentalmente el predominio todavia vigente del latin. Por lo tanto, el citar formulas de juramento en lengua vulgar, ya sea en 10s documentos campanos o en la cr6nica latina de Nithard, es solamente una perspectiva, una captaci6n momenthnea de lo ajeno, que no confiere aun ninguna autonomia a la lengua vulgar como lengua de la comunicacidn escrita (cfr. Selig 1993b: 94). La falta de autonomia se hace visible todavia en mayor medida en 10s glosarios o en las glosas, donde las partes en lengua vulgar no alcanzan ni siquiera el estatus de texto, sino que se quedan en el ambito de 10s 'auxiliares linguisticos'. Finalmente, falta todavia por hacer alusi6n aqui a ejemplos de textos plurilingues en 10s que la lengua vulgar aparece inequivocamente en una posici6n subordinada desde el punto de vista sociolinguistico, porque el contraste entre la lengua escrita ancestral y la lengua hablada por el 'vulgo' (en el sentido peyorativo de la palabra) se utiliza para producir efectos c6micos (parodia de la Lex Salica, Iscrizione di San Clemente, Postilla amatina; cfr. tambiCn 10s Hilarii versus, Frank/
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Hartmann 1997: 111, 252). No hace falta recalcar que tales usos de la lengua vulgar en el medio escrito no son precisamente emancipadores. La critica a 10s modelos tipol6gicos existentes hasta ahora ha desembocad0 asi en la propuesta de introducir para las primeras fases de la transmisi6n textual una categorizacidn ajustada al plurilinguismo, como complemento a las categorias basadas en tradiciones discursivas, que perfeccione 10s planteamientos de Helmut Liidtke. Esta categorizaci6n deberia elaborarse de forma mhs exacta con la ayuda de 10s parhmetros mencionados aqui, que determinan el rango sociolinguistico del romance escrito con relaci6n al latin dominante. Las dimensiones tipol6gicas dentro de una categoria de "textos plurilingues" serian entonces el grado de autonomia sinticticotextual de 10s pasajes en lengua vulgar asi como 10s diferentes efectos comunicativos que deben alcanzarse con el plurilinguismo. No es este el lugar para tratar mhs detalladamente esta cuesti6n (cfr. sin embargo Frank/ Hartmann 1997: I, 21; Selig 1993b: 94 s.). Otro aspect0 mhs, al que tambiCn s610 podemos hacer alusi6n, es el de que la prhctica de la escritura plurilingiie sefialada no se limita de ninguna manera a 10s primeros siglos de la transmisi6n textual romhnica. En 10s manuscritos latinos, griegos o Labes de 10s siglos siguientes continiia habiendo lemas y sintagmas de la lengua vulgar como ayuda para la traducci6n11. Del mismo modo, existe aiin la tradici6n de la poesia plurilingiie y hay tambiCn ejemplos de autores de cr6nicas que intercalan en sus textos latinos citas en lengua vulgar'*. La 'escritura conservadora' documentada en 10s textos plurilingues, que hace referencia a la realidad de la lengua vulgar, per0 que no rompe con las formas de la cultura escrita latino-clerical todavia dominante, continiia existiendo, aunque puede decirse, desde luego, que en 10s siglos siguientes se perderia de vista. La 'escritura innovadora' ya se ha impuesto. La adquisici6n de la escritura en lengua vulgar por parte de nuevos grupos laicos se ha consumado y la institucionalizaci6n de tradiciones discursivas estables se ha convertido en el elemento esencial del proceso de fijaci6n por escrito, l1
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Como ejemplo hallado mAs bien casualmente remito aqui a Colonna (1956) (glosas calabresas a un manuscrito griego de Homero del siglo XVI). Como por ejemplo la cr6nica de Salimbene (Italia, siglo XIII). Cfr. tambitn VArvaro (1985), con un ejemplo de Sicilia. Hay que mencionar de paso que, desputs de la instauraci6n de las lenguas nacionales vulgares, en algunos de 10s tipos de textos plurilingties aqui comprendidos la relaci6n latin-romance es reemplazada por la relaci6n lengua romance esthdar-dialecto.
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pudiendo representar sin problema, a partir de ahora, el unico criterio tipo16gico o, cuando menos, el criterio predominante. 4. Bibliografia
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Carlos Garatea Grau
Variedad de tradiciones discursivas en Origenes del EspaAol de MenCndez Pidal*
La primera edici6n de Origenes del Espaiiol, publicada por MenCndez Pidal en 1926, ofreci6 a la comunidad cientifica un innovador estudio sobre 10s oscuros siglos X y XI de la historia del espafiol, que pronto se convirti6 en obligado punto de referencia para todos quienes se interesan por la diacronia de esta lengua. Con el respaldo de un impresionante dominio de textos antiguos, don Ram6n expuso una serie de procesos lingiiisticos, en marcha o ya concluidos, que configuraron 10s rasgos principales del dialect0 que, siglos mhs tarde, habria de integrar la base de una lengua nacional. El inter& cientifico e hist6rico de MenCndez Pidal no se agot6 en la ordenaci6n cronolbgica y descriptiva de hechos lingiiisticos, sino acompaii6 sus descripciones y hallazgos con un conjunto de reflexiones te6ricas1, apoyadas generalmente en una interpretacidn previa de 10s indicios de la oralidad en la escritura de sus fuentes, durante un period0 coincidente con el acceso del romance a1 discurso escrito. Tal perspectiva de trabajo supone distintos aspectos metodol6gicos y conceptuales en el tratamiento e interpretacibn de 10s textos, cuya trascendencia para 10s estudios de orientaci6n diacrdnica es conocida desde la obra de Friedrich Diez y el polCmico Prefacio de Hermann Osthoff y Karl Brugmann, por mencionar s610 tres nombres. El aparente contrasentido de dedicarse a la descripci6n y explicaci6n de viejos fendmenos lingiiisticos orales a travCs de manifestaciones grhficas, como evidencias de usos que normalmente no deberian ser escritos, en tanto son 'proscritos' por 10s valores y 10s criterios participantes en la elaboraci6n de un texto2, adquiere singular relevancia en Origenes del Espaiiol, por
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Otra versi6n de este trabajo sera publicada en Homenaje a Luis Jaime Cisneros (Lima). Agradezco a Wulf Oesterreicher y Roland Schmidt-Riese su lectura critica y sus comentarios a1 borrador de este texto. La reflexi6n te6rica de MenCndez Pidal sobre la historia del espaflol es, actualmente, el tema de investigaci6n de mi tesis doctoral, cuyo titulo provisional es La concepcidn del cambio lingiiistico en la obra de don Ram6n Menkndez Pidal. Oesterreicher (1996: 322-323); tarnbiCn Koch y Oesterreicher (1985) y Oesterreicher (1988).
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constituir una de las principales lineas de observaci6n seguidas por MenCndez Pidal en su interpretaci6n de 10s procesos lingiiisticos que caracterizarian aquellos siglos de formaci6n del espafiol. Las reflexiones siguientes tienen, precisamente, el prop6sito de razonar sobre ciertas referencias de don Ram6n, expuestas en Origenes del espafiol, acerca de 10s indicios de la oralidad en la escritura y el juego implicit0 de las valoraciones sociales e hist6ricas seghn 10s tipos de textos -mencionados en el titulo de este trabajo como tradiciones discursivas-, en un contexto caracterizado por la extensi6n de una variedad de lengua, el romance, a contextos comunicativos antes reservados a1 latin. Con esta finalidad he antepuesto algunas precisiones conceptuales y metodol6gicas que me servirhn de base para la cuarta parte de este trabajo.
1. La oralidad y el romance El tCrmino oralidad refiere, como se sabe, a la interrelaci6n discursiva en la proximidad entre 10s miembros de una comunidad lingiiistica, bajo especificas situaciones y necesidades comunicativas, que definen tanto el sentido del discurso, sus alcances referenciales, como el desempeiio verbal de 10s hablantes y la interpretaci6n de los oyentes. El uno -con otro- sobre las cosas, mencionado por Biihler3, no se reduce a la actividad universal de hablar una lengua, sino incluye 10s distintos elementos participantes en una situaci6n comunicativa concreta, que adquieren caracteristicas especificas segun se trate de una interrelaci6n oral o escrita. Los principios de alteridad y semanticidad son, en esta linea, fundamentales para comprender el contexto de una situaci6n comunicativa particular; ademis, de 10s distintos criterios pragrnaticos que regulan la actuaci6n discursiva e interpretativa de acuerdo con el medio elegido para la comunicaci6n. Los elementos involucrados en la dimensi6n de la oralidad, que adquieren otros rasgos en el hmbito de la escritura, no terminan con la evidente coincidencia en el dominio de la misma lengua histbrica, sino suponen tambiCn, por ejemplo, el conocimiento de estrategias discursivas, de variedades lingiiisticas, de modos de significar e, incluso, de modos de concebir el mundo, respaldados ciertamente por las caBiihler [I9341 (1985: 44); tambiCn la interpretacibn de Coseriu (1978 a y b), (1982) y (1992); y con otro alcance Koch y Oesterreicher (1985) y Oesterreicher (1988).
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pacidades biol6gicas y cognitivas de 10s hablantes, per0 asegurados s610 en el desarrollo hist6rico y social de una comunidad lingiiistica. En una situaci6n comunicativa todo hablante acl5a siempre investido con un saber discursivo, perfeccionado en el interior de una comunidad histdrica, en cuyo desarrollo se han consolidado especificos modos de conocimiento colectivo, referidos metafbricamente como la memoria cultural4 de una sociedad, que permiten la identificaci6n reciproca de los hablantes como miembros del mismo grupo e incluye, por mencionar un aspecto, pautas para regular sus acciones comunicativas en la proximidad de la oralidad o en la distancia de la escritura. La memoria cultural no alude aqui a una suerte de conciencia colectiva abstracta sino a 10s fundamentos culturales e hist6ricos de la identidad social, recreados y modificados en las interacciones entre 10s miembros de una comunidad que 10s individuos conocen, aprenden y usan en sus actuaciones comunicativas. Desde este punto de vista, las acciones comunicativas orales comprenden, por un lado, una tkcnica hist6rica5, a saber, 10s recursos de un sistema lingiiistico, y por otro, una variedad de creencias, tradiciones, estrategias discursivas y comunicativas, desarrolladas socialmente en paralelo con esa tCcnica. Tanto lo primer0 como 10s elementos nombrados en segundo lugar contribuyen con la especificidad de 10s modos tradicionales de estructuraci6n del discurso, las estrategias de interacci6n, definen rutinas6, establecen parhmetros de uso, segGn las condiciones comunicativas, y perfilan 10s mhrgenes de expectativa de 10s oyentes, en relaci6n con las caracteristicas generales del context0 inmediato. Los hablantes tienen un campo de juego cuyos mdrgenes han sido delineados histbricamente por su entorno social; por su parte, 10s oyentes esperan, dentro de esos mismos extremos, el desarrollo del discurso que luego deben interpretar. El sentido de 10s discursos y la objetivaci6n de sus referentes se explica asi como un proceso pragmaticoAssmann (1988: 27); cf Goetsch (1991) y Raible (1991); una aplicaci6n lexicogrhfica de 10s elementos arriba mencionados per0 incluidos en el concept0 de memoria colectiva en Lara (1990) y (1997). Coseriu (1978a), (1982) y (1992). Luckmann (1997: 11-14). Para la relaci6n entre tCcnica hist6rica y entorno Coseriu (1982) y (1992); tarnbiCn Schlieben-Lange (1983). La vinculaci6n de estos aspectos con las variedades lingiiisticas y la interpretaci6n de 10s textos en Oesterreicher (1988), (1998b); y desde una perspectiva filos6fica Habermas (1988) y Gadamer (1993). Por otra parte, Gumbrecht (1983) reconoce tanto la variaci6n en 10s usos de la lengua como la institucionalizaci6n de ciertas estructuras comunicativas en la sociedad, las cuales contribuirian con la determinaci6n del sentido de 10s discursos.
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comunicativo, contextualmente regulado, en todos 10s casos, por 10s modos tradicionales de producci6n e interpretaci611, sin que esto signifique negar a 10s individuos la posibilidad de ser creativos u originales en sus actuaciones discursivas. La memoria cultural contribuye con la eficiencia de las acciones comunicativas orales, en tanto que ofrece a 10s individuos un "almacCn de conocimientosV7,capaz de encauzar la elecci6n de una estrategia discursiva adecuada, alcanzar una interpretacidn pertinente y, por cierto, contribuir con la valoraci6n del Cxito o del fracas0 de la interrelaci6n verbal. En este sentido, la elecci6n de una u otra estrategia discursiva y la pertinencia interpretativa del discurso esth apoyada en la competencia lingiiistica de 10s hablantes8, con todas las exigencias y libertades esperables en el dominio de la oralidad y, por cierto, tambiin en la escritura. Una vez asumidos 10s conceptos reseiiados hasta este momento, la investigaci6n diacr6nica interesada en el estudio de la oralidad en el pasado tropieza con una de sus primeras dificultades metodol6gicas: el Gnico medio para aproximarse a dichos usos orales es a travCs de textos escritos. Esta obvia limitacidn coloca, sin embargo, a la investigaci6n hist6rica en 10s limites de sus posibilidades explicativas, en la medida que la informaci6n textual es, en si misma, una informaci6n mhs elaborada por las caracteristicas de la propia escritura y por 10s margenes de actuaci6n impuestos tradicionalmente a1 autor para cada tip0 de texto escrito, como se vera en el apartado siguiente. Valga s61o este apunte para recordar la descripci6n de la historia del romance en el proceso de formaci6n del espafiol. Las siempre reducidas informaciones textuales, sumadas a las naturales dificultades para recuperar el universo comunicativo, convierten, en muchos casos, la historia del romance en la historia de una variedad lingiiistica escrita o, en otras paCf. Luckmann (1997: 12-14). No limito la competencia del hablante a1 dominio de formas lingiiisticas, sino incluyo en ella capacidades discursivas y pragmAticas, como parte interactuante con la totalidad del conocimiento humano, para el cual las capacidades cognitivas conjuntamente con las experiencias sociales y la cultura, en sentido amplio, poseen un lugar fundamental en la comunicacibn. Y sobre cuya base 10s individuos son capaces de reflexionar sobre su lengua, objetivar el sentido y valorar 10s discursos, tanto en su calidad y pertinencia como en sus posibles desviaciones de 10s patrones compartidos socialmente. Un planteamiento como el resefiado aqui difiere radicalmente de cualquier perspectiva inmanentista o de aquellas circunscritas a la descripcibn de 10s componentes innatos del lenguaje, que postergan la dimensibn del discurso y de las acciones comunicativas, desde sus fundamentos epistemolbgicos.
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labras, de un romance mhs elaborado, cuyas caracteristicas no necesariamente tienen que coincidir con la oralidad que se pretende evidenciar y explicar. No se trata de hacer explicit0 un circulo vicioso con el proposito de invalidar las investigaciones diacr6nicas, sino colocar a la escritura, en tanto fuente primaria para la diacronia, como dimension que requiere ser observada en toda su magnitud para, precisamente, quebrar el mentado circulo y enfrentar nuevamente este viejo problema con otros criterios.
2. Los textos escritos El dinamismo de la oralidad, resefiado en el apartado anterior, no debe extenderse de manera irreflexiva a la escritura, aunque ambos coincidan en una esencial funci6n comunicativa. La escrituralidad supone capacidades cognitivas especificas, explicables en parte por su materialidad grhfica y espacial, y, a1 mismo tiempo, por ser resultado de procesos socioculturales e historicos con caracteristicas propias, que la diferencian de la comunicaci6n en la inmediatez, tanto en lo medial como en lo concepciona19. El individuo suele descubrir, merced a sus experiencias sociales, la existencia de distintos tipos de textos escritos en su comunidad, con fines y con valores bien diferenciados, a1 extremo de configurar una suerte de "ordenamiento" a1 interior de la sociedad con capacidad de guiar las actuaciones discursivas de quien escribe, segun la ocasi6n y la funcion reconocida socialmente, a cada uno de los tipos de textos. Puede afirmarse, por ejemplo, la existencia de escritores expertos en ciertos textos, mas no en otros, y, tambiCn, la existencia de individuos no entrenados en la escritura per0 conscientes de 10s valores sociales atribuidos a dichos textos, que han sido "almacenados" en la memoria cultural de su comunidad. Esta diferenciacion entre tipos de textos conlleva el reconocimiento de parhmetros y estrategias discursivas textuales, tradicionalmente10consolidadas para cada uno de ellos, que colaboran con la objetivacion del sentido textual, y, claro, con la variedad lingiiistica que se intenta representar.
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Oesterreicher (1998b: 232). Para las diferencias entre lo medial y lo concepcional cf. Koch y Oesterreicher (1985). Frank (1997: 120). Sobre una tipologia textual cf. Koch (1997) y Oesterreicher (1996a); especificamente sobre el valor de 10s tipos de comunicacibn y 10s medios en la Edad Media Selig (1997b: 138 ss); y sobre la perjbrmance de 10s lectores y 10s escritores Bguml (1998).
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El mencionado aspect0 tradicional en la determinacibn de 10s distintos tipos de textos ocasiona que 10s indicios de la oralidad en la escrituralidad s61o puedan determinarse mediante un procedimiento negativo1]: se debe precisar si la supuesta forma "oral" evidenciada en un discurso escrito no corresponde a una forma esperable en el tip0 de texto que la contiene, ni es una evidencia grhfica de una forma cultivada por alguna tradicidn discursiva, que podria, por ejemplo, mantener estructuras correspondientes a una variedad de lengua ajena a 10s usos orales contemporhneos de la comunidad. Buena muestra del problema aqui mencionado ha sido la discusibn sobre el principio valdesiano "escribo como hablo", vinculado mas a una idea general de naturalidad y llaneza que a una equivalencia entre oralidad y escritural2. La relaci6n de 10s textos escritos con una serie de constelaciones hist6ricas y culturales, especificamente con las condiciones comunicativas de produccibn textual, permite aproximarse tanto a 10s valores atribuidos a cada tip0 de discurso escrito, como a1 sentido general del texto, sin que esto signifique supeditar la realidad discursiva a elementos ajenos a lo escrito, sino, por el contrario, complementar ambos dominios en la interpretacidn y en el anhlisis del texto antiguo, para estar en capacidad de distinguir aquello que presenta rasgos de oralidad y poder controlar asi toda interpretacibn ideolbgica ajena a la pragmhtica textual13. En algunos pasajes de Origenes del Espafiol, de manera particular aquellos que atribuyen un "espiritu revolucionario" a1 dialect0 castellano, es posible advertir, por ejemplo, la fuerza de concepciones tal vez ideologicas en la interpretacibn de 10s datos, que llevan a atribuir caracteristicas "disidentes" o "innovaciones~~ a procesos lingiiisticos no exclusivos de Castilla sin0 compartidos con 10s dialectos vecinosI4. Por
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Cf. Selig (1997a); Frank (1997); Oesterreicher (l988), (1994) y (1996). Rivarola (1998a: 99); y Gauger (1996). TambiCn e s t h vinculados con 10s aspectos mencionados en el texto, 10s supuestos "reconocimentos" de marcas de oralidad en textos literarios, que olvidan 10s propbsitos estkticos y ficticios del context0 textual que contribuyen con esa simulaci6n de la oralidad; esto vale, por mencionar dos autores peruanos con estilos y preocupaciones artisticas muy distintas, para algunas obras de Bryce Echenique y JosC Maria Arguedas. RecuCrdese las siguientes palabras de Coseriu: "En general, una linguistica propiamente funcional no puede descuidar 10s entomos, ni siquiera 10s 'extraverbales', pues las funciones reales no se dan en la lengua abstracta, sino en el hablar concreto. Ello es cierto aun por lo que concierne a la linguistica diacr6nicq que no puede ignorar las circunstancias generales en las que una lengua se ha hablado" (Coseriu [I9551 561 (1982: 320)). Me ocupo de estos aspectos en la investigacibn citada en la nota 1. Hace poco se ha ocupado sobre este tema Cano Aguilar (1999: 128, 133 y 139).
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otra parte, la intermediacidn grhfica valida el discurso en funcidn de 10s parhmetros de la escritura, provocando -se@n Oesterreicher15- la modificaci6n de un discurso de la inmediatez en otro concepcionalmente mhs prdximo a la distancia comunicativa16, que encubre la oralidad originaria en criterios propios del registro textual escrito, como habria sido el caso del romance mencionado al final del apartado anterior. Valga la pena recordar aqui, aun a riesgo de caer en un lugar comun, que la escritura ofrece al autor la posibilidad de corregir y planificar su texto de manera que puede intentar que su redaccidn se acerque a1 tipo de discurso escrito mhs acorde con sus finalidades expresivas y pueda cumplir, por cierto, con las pautas de produccibn reconocidas en el tipo de texto elegido. Esta posibilidad dio a 10s autores de aquellos textos antiguos la oportunidad de salvar desviaciones o corregir aquello que consideraban inadecuado para el discurso que querian elaborar; seria tambiCn esperable que esta posibilidad de correccidn fuera el origen de confusiones discursivas, falsas correcciones o el ingreso a la escritura de variedades de lengua 'proscritas', cuando el autor carecia de la competencia escrita necesaria para una elaboracibn textual acorde con 10s valores y funciones reconocidos tradicionalmente o cuando el autor se veia forzado a escribir en una variedad o en una lengua diferente de la variedad o de la lengua que empleaba en su vida diaria. En este ultimo caso, conforme se extiende una nueva variedad o una nueva lengua en la comunidad, accede Qta a situaciones comunicativas que le lS l6
Cf. su contribuci6n en este volumen. Piensese, por ejemplo, en 10s efectos interpretativos de 10s gestos, muecas o tonos de voz que suelen ocurrir en la inmediatez comunicativa. Por otra parte, el razonamiento arriba expuesto tiene especial importancia para las tradiciones orales y, por supuesto, para la historia de aquella poesia oral que suponia tanto la escenificaci6n como la participaci6n del pbblico, sin que ello negase la existencia de un texto escrito anterior ni la necesidad de mantener en todas las representaciones estructuras discursivas tradicionalmente establecidas, asi como referencias hist6ricas o conceptualizaciones compartidas y esperables en cada puesta en escena de la obra. En estos casos, ademhs, 10s actores tenian la capacidad de improvisar oralmente, dentro de 10s mhgenes asumidos como propios de este tip0 de representaci6n artistica, a partir del Cxito o del fracas0 en sus interrelaciones con el pbblico. La naturaleza y la funci6n de esos textos ha permitido hablar de variantes textuales y ha servido en muchos casos como fuente para la historia de la lengua y la difusi6n de 10s cambios lingiiisticos. Sobre el lugar que le corresponde a la oralidad en este tip0 de poesia: Baum (1987), Biluml (1998); Ehlich (1983); Koch y Oesterreicher (1985). Para su consideraci6n corno fuentes para el estudio de la historia del espaliol: Lapesa (1967), (1982) y (1985); MenCndez Pidal(1957) y (1959). Y sobre el problema de las variantes y sus interpretaciones divergentes: Raible (1988); Zumthor (1985) y (1987).
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eran originalmente ajenas17,tanto en la escritura como en la oralidad, con sus propias exigencias mediales y concepcionales, en un proceso hist6rico y cultural que supone a l g h period0 de convivencia entre las formas nuevas y las viejas. El paso de la oralidad a la escritura de una lengua equivale, pues, a su acceso a las distintas magnitudes comunicativas que estructuran una comunidad como grupo social, generando nuevas tradiciones o modificando las antiguas tradiciones discursivas, segun las necesidades expresivas que se producen en la vida social de una comunidad lingiiistica, a1 tiempo que replantea la valoraci6n de las variedades usadas en la inmediatez. Este habria sido el context0 cultural de Origenes del Espafiol en lo referido al romance, como se vera en el cuarto apartado de este trabajo.
3. Tradiciones discursivas o 10s "modos de escribir y hablar" Las tradiciones discursivas son un conjunto de parametros convencionales establecidos histbricamente a1 interior de una comunidad lingiiistica, que como modelos discursivos y textuales- guian la interacci6n entre 10s individuos, quienes les atribuyen valores y pertinencias diferentes, segun las funciones pragmaticas definidas socialmente18. La valoraci6n que realizan 10s hablantes de las tradiciones discursivas vigentes contiene una serie de consideraciones subjetivas y culturales, que logran reflejarse en la comunicacidn mediante modos de decir o de escribir e, incluso, en determinados juicios metalingiiisticos. En muchos casos responden s610 a creencias o prejucios explicables por el tipo de experiencias sociales o por las caracteristicas de 10s procesos hist6ricos de su comunidad, per0 con capacidad, a veces, de
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Seligl FranW Hartrnann (1993: 11-16) y Frank (1997). Oesterreicher (1997a: 86-87) y (1998). Para las diferencias con 10s gtneros literarios Koch (1997: 55). Por otra parte, las tradiciones discursivas pueden tener una extensi6n mis amplia que la mera reducci6n a una comunidad lingillstica particular, no s610 por la coincidencia en el dominio de la misma lengua histbrica, sin0 tambitn por factores vinculados a tipos de relaciones comunicativas entre comunidades, piknsese, en este liltimo caso, por ejemplo, en las relaciones comerciales, en 10s medios electr6nicos de comunicaci6n u otros. Ahora bien, sin perder de vista estos aspectos, concentro mi atencibn, en Ias piginas siguientes, en la relaci6n entre tradiciones discursivas y comunidad lingiiistica por 10s objetivos de este trabajo.
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conducir determinados procesos diacr6nicos y favorecer o controlar algunas manifestaciones discursi~as~~. En la dimensi6n de la escritura, las tradiciones discursivas definen 10s distintos tipos de textos, las estrategias discursivas para cada caso y 10s esquemas de realizaci6n necesarios para asegurar una comunicaci6n escrita eficiente, per0 siempre estiin sujetas al context0 de produccidn textual y a la competencia escrita del autor20. Estos aspectos valen tambikn para 10s receptores de un discurso, tanto en la dimensi6n oral como en la escrita, pues ellos despliegan sus expectativas de espera apoyadas en el conocimiento de las mismas tradiciones discursivas y, por cierto, tambikn en funci6n de su percepci6n de las correspondientes condiciones comunicativas. Por estas razones, las tradiciones discursivas forman parte de la memoria cultural de una comunidad, dada su naturaleza social e hist6rica y su participaci6n como criterios reguladores de las interrelaciones comunicativas21. El cariicter hist6rico de las tradiciones discursivas garantiza su eficiencia de acuerdo con 10s aspectos sociales y culturales que justifican su permanencia, y, al mismo tiempo, es promotor de su cambio o modificaci6n cuando se alteran 10s elementos o fines que respaldan su continuidadZ2porque dejan de responder eficientemente a las necesidades y a las condiciones comunicativas de 10s hablantes o de 10s autores de discursos escritos. Por ello, es la comunidad la que, a partir de la variacidn de las condiciones pragmiiticas, promueve la modificacidn o el cambio de estos modos tradicionales de interacci6n con el prop6sito de asegurar la eficiencia de la comunicaci6n; no son, en ningh caso, las tradiciones discursivas las que cambian por si mis-
Los criterios arriba mencionados agregan un componente sociolingtiistico fundamental en la comprensi6n tanto del valor atribuido por 10s hablantes a las tradiciones discursivas como a su participaci6n en la continuidad o en el cambio de dichas tradiciones. Para la dimensidn sociolingiiisticade tales valoraciones; cf. Alvar (1986) y (1991); Bustos Tovar (1998); Caravedo (1993), (1996) y (1999). Extensiones hist6ricas de estos conceptos per0 aplicados a la historia del espailol de Amtrica: cf. Guitarte (1988); Lloyd (1993: cap. 1); Rivarola (1995), Schlieben-Lange(1983). 20 Oesterreicher (1997b: 20-21), y (1998a). 21 Estos aspectos dan a la investigaci6n un caracter interdisciplinario, como requisito conceptual y metodol6gico para comprender e integrar las constelaciones de elementos y funciones presentes en un evento comunicativo oral o escrito, que determinan tanto su forma como su sentido. Cf. Koch (1997: 55-56). 22 Koch (1997: 64-70) expone las siguientes posibilidades a partir del dinamismo que le reconoce a las tradiciones discursivas: divisi6n de una tradici6n discursiva en dos, fusi6n de dos tradiciones en una nueva y convergencia de dos tradiciones distintas; tambitn es posible la extensibn, reducci6n y, ciertamente, la ptrdida de una tradici6n discursiva. l9
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mas, pues sus cambios responden a nuevas necesidades comunicativas surgidas a1 interior de un grupo social. En este aspect0 radica el sustento de las tradiciones discursivas como objeto de observaci6n lingiiistica y filologica: su papel en las interacciones verbales en la proximidad es percibible en 10s modos de interacci6n oral practicados por 10s miembros de una comunidad lingiiistica, modos que ofrecen pautas para la estructuracidn discursiva, seghn el contexto inmediato, y colaboran con la eficiencia y con la adecuacidn del sentido de 10s discursos y, por cierto, con su interpretaci6n; por el lado de la investigacidn diacrdnica, las tradiciones discursivas permiten objetivar la information escrita a partir de modos textuales tradicionalmente asegurados con un conjunto de criterios de produccidn entroncados en condiciones hist6ricas especificas y bajo determinadas finalidades expresivas, aspectos que al integrarse favorecen la ocurrencia de una u otra forma de discurso. En Origenes del Espafiol, por ejemplo, la mayoria de 10s textos usados-como fuente para el estudio corresponde a un tipo de texto especifico: el notarial, cuyas caracteristicas lo vinculan, como se sabe, con 10s modelos latinos que se pretende continuar textualmente, gracias a la valoracidn positiva que recibia entonces el latin. Sin embargo, el contexto social e histdrico de 10s siglos de formaci6n del espaiiol enfrenta dicha valoracidn, por una parte, con la escasa competencia escrita de 10s escribas en la representaci6n grafica del latin y, por otra, con la ausencia de tradiciones discursivas escritas en romance que asimilen homogkneamente las vacilaciones discursivas de 10s escribas. Estas vacilaciones mostrarian 10s primeros ensayos en la constituci6n de nuevas tradiciones escritas en una variedad de lengua que accede recikn a la escritura, en un proceso gradual ascendente per0 no
4. Origenes del Espaiiol: romance oral o romance escrito?
El objetivo de Menkndez Pidal en su Origenes del Espaiiol z4, que desarrollo sobre la base de una extensa masa documental y acompaii6, en repetidas ocasiones, con algunas reflexiones vinculadas con 10s problemas menciona23 24
Se han ocupado sobre este tema, entre otros: Bustos Tovar (1993) y (1995), Frank (1997), Gumbrecht (1983), Koch y Oesterreicher (1985) y (1996), Selig (1993) y (1997a). Todas las referencias a Origenes del espaitol s e r b tomadas de la edici6n citada en la bibliografia final ,a la que remitirk sefiealando el correspondiente ndmero de phgina en el texto.
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dos en 10s apartados anteriores, h e "indagar algo de la historia de tan oscuros siglos [X y XI] en relaci6n con la evoluci6n lingiiistica" de 10s origenes tardios del idioma, en la medida que "nos pueden ser conocidos documentalmente" (ix). En 10s textos escritos de aquellos siglos observd don Ram6n una corriente "que recogia tradiciones de 10s primeros origenes del habla vulgar", caracterizada por una serie de vacilaciones entre estructuras lingiiisticas en lucha con el latin, que abastecian "de formas jamis escritas antes en 10s textos del period0 literario por remotos que fuesen" ( ix). La menci6n de lo vulgar, tan comhn en la tradici6n lingiiistica, abre el campo de analisis de MenCndez Pidal a la variaci6n social por su inmediata oposici6n a lo culto, que asume el caritcter de lengua literaria, representada por el latin con sus respectivos modelos discursivos. Esta oposici6n determina, ademas, 10s extremos entre 10s cuales se explicarh el proceso de formaci6n del espaiiol: una suerte de desplazamiento del extremo vulgar, donde se ubica en un primer momento el romance, al culto, donde estuvo el latin con todas sus tradiciones escritas. Con esas ideas en mente, 10s textos escritos toman su lugar como fuente primaria en el estudio y, por consiguiente, como dimensi6n discursiva cuyos rasgos particulares deben ser diferenciados para no equiparar escritura con oralidad, especialmente por haber continuado 10s escribas, en principio, con el uso de las mismas grafias de la lengua clasica en sus representaciones del romance. Pero cuando se desarrollaron 10s nuevos elementos fonCticos, dice MenCndez Pidal: "surgi6 un dia la necesidad de escribir las lenguas modernas, que hasta entonces nunca habian pasado de la boca a la pluma, la seria dificultad con que tropezaron 10s escribas fue la de c6mo representarian esos sonidos extraiios a la escritura de la lengua latina, iinica entonces usada" (45)25,lo que trajo soluciones diversas en la ya fraccionada Iberorromania. Pues bien, la reflexi6n antes citada estd referida a1 vinculo entre signo grbfico y sonido, que don Ram6n entiende como una relaci6n directa, aunque en otros pasajes de su trabajo, como se verri a1 final de este apartado, objetive la 25
Basta recordar la aparici6n de 10s diptongos provenientes de i5 y 6, como la serie de nuevos sonidos palatales, para comprender el problema arriba aludido. MenCndez Pidal estudi6 las diversas soluciones grhficas que recibieron estos fen6menos (45-70). Por otra parte, puede afirmarse que la estabilidad ortogdfica del castellano, alcanzada en el siglo XIII, presenta cierta adecuaci6n del sistema grhfico al fonol6gic0, pero ello no evit6 que tarnbien se escribieran algunas formas s e g h criterios hist6ricos y etimol6gicos, ni evit6 sus consecuentes desajustes; cf. Bustos Tovar (1992: 69). Para la relaci6n entre sonido y signo grhfico: Oesterreicher (1998~).
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escritura como dimensi6n con capacidad de reflejar estados no contemporaneos de lengua, a1 extremo de matizar las frases que paso a recordar: Al observar el anhrquico intercambio de sordas y sonoras que igualmente se da en el latin de la Galia, se ha creido que todas esas confusiones son s610 de grafia, sin ninguna realidad en la pronunciaci6n de la Cpoca. Pero, de d6nde iban a sacar 10s escribas esas confusiones, sino de la realidad misma del lenguaje? Todo error grhfico, por andmalo y raro que este sea, se corresponde con procesos lingiiisticos [...I (loc. cit. 522-523). MenCndez Pidal asumi6 la continuidad de la tradici6n grifica del latin, en paralelo con la preocupacibn de 10s escribas por mantener dicha tradici6n prestigiosa y la dihsidn de las nuevas realidades lingiiisticas del romance. Este paralelismo metodoldgico implica unas coordenadas hist6ricas especificas que se resuelven entre el prestigio de las tradiciones latinas, la extensi6n del romance a la escritura y el dominio de 10s modelos discursivos clisicos. El anhlisis se coloca, de esta manera, en el campo de las relaciones entre 10s conceptos de oralidad, escritura y tradici6n discursiva; ademis, claro esti, de la competencia lingiiistica de 10s escribas, quienes con sus "vacilaciones entre la forma latina y el romance", su "inexperiencia en interpretar grhficamente el sonido [...I ajeno al latin", sus falsas correcciones derivadas de hhbitos vulgares (46-47), el uso para el mismo sonido de varias representaciones grhficas, en suma, con un "perfecto estado de desbarajuste" (69), fueron consolidando nuevas tradiciones escritas. Por esos intentos fallidos y reacomodos a1 interior de la tradici6n grhfica del latin -agrega don Ram6nla ortografia alfonsi "es fruto de larga prhctica, de lenta seleccidn, ejercitada en 10s siglos que precedieron al XII; la ortografia alfonsi procede por tradici6n ininterrumpida de la grafia usual en 10s siglos X a1 XII" (70). Las evidencias textuales interpretadas por don Ram6n como formas orales del romance son manifestaciones de su difusi6n social en el interior de una comunidad lingiiistica que habia privilegiado histbricamente el latin para usos discursivos escritos. Conforme el romance se extiende de la "boca a la pluma", fue respondiendo a necesidades y situaciones comunicativas tanto en la oralidad como en la escritura. De esta manera, 10s hablantes y 10s escribas heron generando nuevas tradiciones discursivas, en diferente ritmo, a partir de la configuraci6n discursiva mantenida hasta entonces por las tradiciones latinas. Por ello, no dud6 el autor de Orlgenes en reconocer que la tradici6n escrita suele reducir las posibilidades del obsewador para encontrar evidencias de la oralidad en 10s textos, pues "el hecho lingiiistico suele apa-
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recer bajo una sola de sus facetas, la escogida por esa tradici6nW(5 15). Una situacibn distinta reconoce don Ram6n en el periodo comprendido en su estudio, porque la tradici6n escrita latina esti acusando recibo de la extensi6n del romance a la escritura y la correspondiente bhqueda de nuevos modos tradicionales. Esos textos se presentan asi carentes de una norma fija, es decir: "La lengua escrita de 10s periodos primitivos, y lo mismo 10s dialectos rudos y bables", se lee en Origenes, "ofrecen movimientos mis variados, libres y espontineos, por lo cual la una y 10s otros son mhs utiles para revelar la evoluci6n vital del lenguaje en mfiltiples aspectos" (5 16). "Parece que falta una norma cualquiera que rija el lenguaje vulgar antiguo" (515). Con estos apuntes, don Ram6n ubica su universo textual en un periodo caracterizado por el replanteamiento de las tradiciones discursivas. Esta situaci6n promueve nuevos modos discursivos para representar grificamente al romance y, claro, promueve tambien un lento cambio en la valoraci6n de lo vulgar como variedad de lengua, percibible incluso en algunas vacilaciones grhficas de 10s escribas. Asi se entiende el siguiente pasaje de Ongenes, a prop6sito de algunos documentos leoneses, escritos durante la segunda mitad del siglo X, que contienen variantes como: Armentario, carraira, cased Armentero, carrera, keso/Armentairo, kaiso /Armenteiro, karreira: Sin duda el arcaismo remoto, ai, tenia entonces cierto prestigio entre la gente culta, mientras el arcaismo pr6xim0, ei, como se conservaba todavia en regiones del territorio leones apartadas hacia Galicia y entre gentes vecinas a la corte per0 atrasadas respecto a las novedades del uso, era a causa de eso mirado con desvio por 10s escribas, quienes, en caso de salirse del latin, preferian o la forma completamente moderna, e, o la completamente antigua, ai [...I Sea lo que quiera, el hecho es que un estrato de formas latinas y tres de formas romances se sobreponian en la lengua escrita en Le6n durante el siglo X. Un individuo en un mismo documento podia mezclar voces pertenecientes a cualquiera de estas cuatro capas cronol6gicamente diversas (5 17 y 5 18). A1 margen de la apuesta por una reflexi6n de carhcter metalingiiistico en 10s escribas, don Ramdn alude en su explicaci6n a1 juego de valoraciones reflejado en la lengua escrita del siglo X, lo que abre su reflexi6n a la pugna entre la tradici6n discursiva clisica, con todo su reconocido prestigio cultural, y una aim incipiente tradici6n romance que habria de consolidarse en 10s siglos siguientes, conforme se apart6 de 10s moldes latinos. "De mod0 que en la Espafia cristiana hasta el siglo X, donde no hay mis lengua escrita que el
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latin, hicamente el latin tiene esa corporeidad tangible, un latin diferenciado del clbsico. Pero dentro de ese cuerpo, de ese conjunto de lenguaje escrito por gramiticos, clCrigos o n ~ t a r i o sse ~ ~agita , y remueve embrionaria la fiase romance" (528)27.Esas evidencias del romance que MenCndez Pidal observa en sus documentos, en una "servil dependencia respecto del latin", no le impidieron reconocer el progresivo ascenso del romance a1 dominio de la escritura, en el sentido seiialado en el apartado anterior, hasta configurar sus propias tradiciones discursivas y adquirir su propia fisonomia como lengua de cultura, con el consiguiente cambio en las valoraciones del entorno; en palabras de don Ram6n: "el romance en las Cpocas de origenes, aunque continuamente invadido, esta en proceso ascensional, se va haciendo cada vez mas robusto y acabard por eliminar la lengua de cultura, que es en este caso la decadente" (52 La reestructuraci6n valorativa que implica el comentario citado supone un nuevo contenido en la memoria cultural de la comunidad, en tanto el desplazamiento del romance, del extremo vulgar a1 culto, no s610 significa reconocerle la misma utilidad discursiva en la vida social, en lo oral y en lo escrito, sino tambiCn valorarlo como variedad eficiente y adecuada para 10s contextos comunicativos antes reservados a1 latin y para las necesidades comunicativas de 10s miembros de la comunidad. Estos aspectos son aplicables a 10s horizontes de espera de 10s receptores, en lo oral y en lo escrito. En el universo discursivo aqui descrito, sin olvidar el papel de 10s escribas en la promoci6n de las tradiciones discursivas en romance, MenCndez Pidal objetivo 10s margenes temporales de 10s registros escritos de la orali-
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Vale la pena seiialar que "durante la sociedad alto medieval hubo letrados que m&s que aprender latin, aprendieron tipos de discursos en latin" Bustos Tovar (1995: 222). En la misma linea se lee en Origenes: "en la gran lucha entablada, unas veces vencerb las formas latinas alto, salto; otras venceriin las formas romances otro, soto, seg6n la mayor o menor fuerza con que en cada caso act6e la tendencia docta o la popular; per0 s610 estas juegan papel en la lucha, mientras el arcaismo autro, auto, sauto, nunca se perpetu6, nunca fue sino una supewivencia pasajera, posible s610 en el estado embrionario en que se hallaba la lengua escrita en 10s siglos X y XI, s e g h varnos demostrando" (5 18-5 19). Mentndez Pidal aludi6 a1 mismo proceso, en otro pasaje, de la siguiente manera: "Los m k varios gustos o tendencias lingiiisticas solicitaban IibCrrimamente a aquellos hablantes que en sus vacilaciones preparaban la lengua literaria del mailana. Y asi pasan 10s siglos, en medio de esta fermentaci6n revuelta y, al parecer, desconcertada, mientras las fuerzas que en ellas luchan se van ordenando lentisimamente, seg6n 10s valores respectivos, para el triunfo de la m9s vital" (527). Sobre el alcance del ascenso del romance a la escritura cf. Bustos Tovar (1995: 224) y la bibiografia sefialada en la nota 23.
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dad como evidencias grhficas de las formas orales que contribuyeron con la "vulgarizaci6n de la escritura". Por ello afirrna que: Desde luego que el romance comunmente hablado en el siglo X podia tener mayor estabilidad que el latin vulgarmente escrito. La lengua hablada se manifiestafuera de 10s moldes del latin escolhstico, que oprimia siempre a la lengua escrita [...I tambiCn 10s grandes arcaismos estarian mis olvidados en la conversaci6n [...I Pero aunque admitamos esto, hemos de reconocer que todas las vacilaciones que acudian a lapluma de 10s notarios del siglo X habian acudido en otro tiempo a la boca de todos, en 10s siglos en que el romance era cosa todavia menos diferenciada del latin. Las vacilaciones corrientes entre esos notarios mis vulgares del siglo X son, pues, un reflejo bastante aproximado de las que serian usuales entre 10s hablantes de 10s siglos VII u VIII [...I La lengua escrita reflja siempre procesos arcaicos del proceso lingiiistico (527-528; las cursivas son mias). Las dimensiones de la oralidad y la escritura son distinguidas desde la primera linea del pasaje anterior, con el fin de precisar la correspondencia entre ambas manifestaciones de la realidad del lenguaje. Y en esa medida, 10s usos discursivos orales durante el siglo X son mhs estables que la escritura en "lengua arromanzadayydel mismo periodo. Esta oposici6n es explicable, precisamente, desde la perspectiva del ascenso del romance a 10s distintos niveles comunicativos que se establecen en la vida social y cuyo nivel m5zs alto corresponderia a la escritura, con todos 10s grados y tipos reconocibles en este registro. Asi, la lengua notarial del siglo X estaria reflejando un momento de transici6n entre la oralidad y la consolidaci6n de tradiciones discursivas en esa "lengua vulgar", transici6n inestable per0 continua, que, como ya se ha dicho, irh desprendikndose poco a poco de 10s moldes latinos hasta asegurar sus propias caracteristicas. Por otra parte, la estabilidad que MenCndez Pidal atribuye a la oralidad es entendible por la oposici6n aludida, per0 esto no implica negar la existencia de variedades discursivas orales en el mismo periodo, sino mhs bien apostar por una estabilidad de caricter funcional que 10s hablantes habrian logrado establecer al interior de su comunidad entre formas lingiiisticas distintas, mientras reestructuran 10s valores sociales que les atribuyen segun sus correspondientes usos discursivos: "El que habla -afirma don Ram6n- sigue consciente o subconscientemente ora una, ora otra, de esas normas en lucha; prefiere una u otra, segun el tono y la ocasi6n del discurso [...In (526).
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Otro alcance tienen las alusiones a la interpretaci6n de las formas atestiguadas documentalmente, no obstante su correspondencia con lo afirmado en el parrafo anterior. El hecho de que MenCndez Pidal establezca una diferencia cron6logica entre el momento de producci6n textual, siglo X, y el tiempo en que habrian ocurrido en la oralidad las vacilaciones evidenciadas en sus textos, es consecuente con el proceso ascendente del romance hacia la escritura, pues en la medida que la escritura ocupa un lugar superior o, si se prefiere, mas elaborado que la oralidad, 10s textos evidencian fen6menos ocurridos con anterioridad en la dimensi6n de la inmediatez comunicativa, per0 s610 como "un reflejo bastante aproximado", porque las caracteristicas de la escritura disfrazan la oralidad y la reelaboran segun las pautas textuales, las tradiciones discursivas escritas y las finalidades expresivas de 10s textos. Las caracteristicas socioculturales de 10s siglos X y XI, con el ya reiterado ascenso del romance a la escritura que enmarca el context0 de producci6n textual, le permitieron a MenCndez Pidal la observaci6n en la escritura de unos reflejos bastante aproximados de la oralidad del romance, sin caer en el error de la falsa equivalencia entre escritura y oralidad.
5. Nota final
La diferencia entre oralidad y escritura, sumada a la importancia de las tradiciones discursivas, ofrece una serie de criterios Gtiles para la investigaci6n diacrbnica, dado el lugar privilegiado que ocupan 10s textos, en este tip0 de estudios, como Gnicos medios para penetrar en el pasado de las lenguas. Y "penetrar" quiere decir aqui acceder a travCs de la escritura a usos propios del lenguaje de la inmediatez, pues a1 fin de cuentas es en la comunicaci6n oral donde el lenguaje asegura su dimensi6n esencial como fen6meno hist6rico y social. El tamiz que coloca la escritura a tales prop6sitos exige la objetivaci6n previa de 10s textos, no s610 en su estructura formal sino, ciertamente, tambiCn en su correspondencia con modelos textuales que guian, por lo general, la pragmhtica de produccidn textual y ofrecen diversos grados de elaboraci6n discursiva. Es igualmente cierto que estos problemas tienen la misma edad que la lingiiistica nacida a principios del siglo XIX, per0 su vejez ha robustecido su importancia conceptual y metodol6gica para 10s estudios diacr6nicos. La falta de atencidn a 10s tipos de textos, como discursos con sus propias exigencias pragmhticas, coloca a1 investigador ante el
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riesgo de extrapolar estructuras linguisticas escritas a la oralidad y calificarlas como representativas de 10s discursos orales antiguos. Que MenCndez Pidal haya dedicado algunos pasajes a estos problemas en sus Origenes del Es~lafiol,confirma, por una parte, su entronque con la tradici6n linguistica europea y, por otra, su capacidad para observar y distinguir aspectos centrales en todo trabajo sobre la historia de la lengua, como son 10s mencionados en el phrrafo anterior. Orlgenes es una obra que, por mCrito propio, ha ganado un lugar destacado en la filologia hispiinica, no obstante algunas contradicciones internas, hip6tesis no comprobadas, interpretaciones dudosas etc., pero, de cualquier modo, en dicho estudio hay una serie de consideraciones sobre el tema aqui tratado que no han perdido actualidad.
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Direcciones de 10s autores
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Mario Barra Jover, UniversitC Paris 8, DCpartement de Sciences du Language, 2, rue de la LibertC, F-93526 Saint-Denis Cedex, [email protected] Maria Xeshs Bello Rivas, Konrad-Adenauer-Str. 17, D-72072 Tubingen, m.bello@2 1torr.de Rafael Cano Aguilar, Universidad de Sevilla, Facultad de Filologia, Palos de la Frontera, s.n.", E-4 1004 Sevilla, [email protected] M6nica Castillo Lluch, UniversitC Paris 8, DBpartement dYEspagnol, UFR 5, 2, rue de la Libert6, F-93526 Saint-Denis Cedex, [email protected] Rolf Eberenz, UniversitC de Lausanne, FacultC des Lettres, Niveau 4, BFSH 2, CH- 1015 Lausanne, [email protected] Carlos Garatea Grau, Universitat Munchen, Institut fur Romanische Philologie, Ludwigstr. 25, D-80539 Munchen, [email protected] Daniel Jacob, Universitat Munchen, Institut fur Romanische Philologie, Ludwigstr. 25, D-80539 Munchen, [email protected] Johannes Kabatek, Universitat Tubingen, Romanisches Seminar, Wilhelmstr. 50, D-72074 Tubingen, [email protected] Wulf Oesterreicher, Universitat Munchen, Institut fir Romanische Philologie, Ludwigstr. 25, D-80539 Munchen, [email protected] Maria Selig, Humboldt-Universitat Berlin, Institut fiir Romanistik, Unter den Linden 6, D-10099 Berlin, [email protected] Dieter Wanner, The Ohio State University, Department of Spanish and Portuguese, 266 Cunz Hall, 1841 Millikin Road, Columbus, Ohio 432 101229, USA, wanner.2aosu.edu Roger Wright, University of Liverpool, Dept. of Hispanic Studies, GB-L 69 3 BX Liverpool, [email protected]