Las "Siete Partidas" del Rey Sabio: una aproximación desde la filología digital y material  9783968691503

Las Siete Partidas es uno de los textos del medievo castellano más fascinantes. En algunos aspectos, aún mantiene su vig

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Spanish; Castilian Pages 305 [291] Year 2021

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Las "Siete Partidas" del Rey Sabio: una aproximación desde la filología digital y material 
 9783968691503

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as Siete Partidas es uno de los textos del medievo castellano más fascinantes. Este volumen recoge un ramillete de artículos surgido durante el desarrollo del proyecto 7PartidasDigital, cuyo objetivo es la edición digital de todos los testimonios castellanos de las Partidas con el fin de establecer un posible texto crítico utilizando las más modernas técnicas computacionales y los probadísimos métodos filológicos. Se abre el volumen con el censo de los testimonios castellanos y se cierra con la descripción del sistema de codificación informática que se ha utilizado con los impresos de las Siete Partidas. Entre medias, se examinan algunos de los problemas textuales y codicológicos que caracterizan los testimonios manuscritos estudiados; se ofrece un estado de la cuestión acerca de la tradición manuscrita y textual de la obra, en particular en lo que se refiere a las redacciones y versiones conocidas y su relación con otros textos alfonsíes, como el Setenario; se analizan los esquemas de iluminación, en particular, las miniaturas del ms. 12837 de la Biblioteca Nacional de España, así como los paratextos que se encuentran en algunos de los códices en los que se han transmitido; asimismo, se ofrece una puesta al día de la difusión y traducción de las Siete Partidas en las demás lenguas iberorrománicas, así como algunos ejemplos ilustrativos de su recepción cultural e histórica en el ámbito literario y social. JOSÉ MANUEL FRADEJAS RUEDA es catedrático de Filología Románica en la Universidad de Valladolid. Su labor investigadora se ha centrado en la edición de textos medievales castellanos, la lingüística histórica y la estilometría computacional aplicada a textos medievales. ENRIQUE JEREZ CABRERO es profesor e investigador de la UNED y miembro de la Fundación Ramón Menéndez Pidal. Su interés se ha centrado principalmente en la crítica textual e histórica de fuentes historiográficas medievales.

José Manuel Fradejas Rueda Enrique Jerez Cabrero Ricardo Pichel (EDS.)

Las Siete Partidas del Rey Sabio UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FILOLOGÍA DIGITAL Y MATERIAL

RICARDO PICHEL es profesor e investigador posdoctoral de la Universidad de Alcalá. Su trayectoria se ha centrado en la edición de textos medievales (castellanos y gallego-portugueses), el estudio de las tradiciones literarias vinculadas a Alfonso X, la materia de Troya o la prosa gallega medieval y cuestiones de humanidades digitales y filología material.

I B E ROA M E R I C A N A

V E RV U E RT

Las Siete Partidas del Rey Sabio Una aproximación desde la filología digital y material José Manuel Fradejas Rueda Enrique Jerez Cabrero Ricardo Pichel (eds.)

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MEDIEVALIA HISPANICA Fundador y director Maxim Kerkhof

Vol. 34 Consejo editorial Vicenç Beltran “La Sapienza” Università di Roma Hugo Bizzarri Université de Fribourg Elisa Borsari Universidad de Córdoba Patrizia Botta “La Sapienza” Università di Roma Antonio Cortijo Ocaña University of California, Santa Barbara María Teresa Echenique Elizondo Universidad de Valencia Michael Gerli University of Virginia Ángel Gómez Moreno Universidad Complutense, Madrid Georges Martin Université Paris-Sorbonne Regula Rohland de Langbehn Universidad de Buenos Aires Julian Weiss King’s College, London

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Las Siete Partidas del Rey Sabio Una aproximación desde la filología digital y material

José Manuel Fradejas Rueda Enrique Jerez Cabrero Ricardo Pichel (eds.)

Iberoamericana • Vervuert • 2021

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Esta obra ha contado con la financiación de los proyectos de investigación «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: Las ediciones históricas» (MCI/FEDER FFI2016-75014-P) de la Universidad de Valladolid (2016-2020) y «HERES. Patrimonio textual ibérico y novohispano. Recuperación y memoria» (CM, 2018-T1/HUM-10230) de la Universidad de Alcalá (2019-2023).

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es 978-84-9192-207-0 (Iberoamericana) 978-3-96869-149-7 (Vervuert) 978-3-96869-150-3 (e-book) Depósito Legal: M-21832-2021 Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Impreso en España The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706

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Índice Prólogo............................................................................................................... 9 Lista de abreviaturas.......................................................................................... 17 I. La tradición castellana de las Siete Partidas Los testimonios castellanos de las Siete Partidas........................................... 21 José Manuel Fradejas Rueda II. En torno a la tradición textual y manuscrita de las Siete Partidas Las redacciones de las Siete Partidas durante el reinado de Alfonso X: una revisión historiográfica.............................................................................. 39 Álvaro J. Sanz Martín ¿Qual deve ser el rey en sus palabras? Algunas precisiones sobre las Siete Partidas y su tradición manuscrita.................................................................... 45 Daniel A. Panateri Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas............................................................................................................... 59 Johan Puigdengolas La Segunda Partida y su proceso compositivo: el ms. 43-11 de la Biblioteca Capitular de Toledo y su marginalia................................................................ 73 Alexander V. Marey III. Recepción y traducción de las Siete Partidas Las Partidas en catalán..................................................................................... 97 Gemma Avenoza† La tradición medieval de las Siete Partidas en Portugal................................. 103 José Domingues La recepción de las Siete Partidas en la Galicia bajomedieval........................ 117 Ricardo Pichel

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IV. Testimonios y paratextos Una decepción y un hallazgo: una nueva copia del Fuero General de Navarra........................................................................................................... 137 José Manuel Fradejas Rueda Cuatro nuevos textos religiosos en un manuscrito de las Partidas................ 145 Enrique Jerez Cabrero Dos poetas de cancionero en un códice de las Partidas.................................... 173 José Manuel Fradejas Rueda Incunables de las Siete Partidas en Hispanoamérica......................................... 179 José Manuel Fradejas Rueda V. Los códices de las Siete Partidas y su iluminación La iluminación de los manuscritos de las Siete Partidas: una aproximación... 197 Jorge Prádanos Fernández VI. Recepción cultural e histórica de las Siete Partidas Una reescritura aristocrática del título 21 de la Segunda Partida. Disidencia y ortodoxia en el Libro del cavallero e del escudero de don Juan Manuel............................................................................................................... 213 Mario Cossío Olavide Mujeres y transmisión de la herencia en las Partidas de Alfonso X: un marco normativo para la práctica testamentaria bajomedieval................. 223 Miguel García-Fernández VII. Las Siete Partidas y su análisis desde la informática humanística La codificación TEI de las ediciones de 1491 y 1555 de las Siete Partidas..... 253 José Manuel Fradejas Rueda BIBLIOGRAFÍA................................................................................................ 267 SOBRE LOS AUTORES.................................................................................... 303

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Prólogo Las Siete Partidas es la cumbre de la obra legislativa de Alfonso X el Sabio. En las siete partes en las que la dividió, se recoge un fascinante mundo que abarca el derecho canónico, el derecho político, el mundo judicial, el derecho mercantil, el familiar, el hereditario y el penal. En algunos aspectos, aún mantiene su vigencia, como en el hecho de que, por ejemplo, se aduzca en la exposición de motivos de la llamada ley de segunda oportunidad (RD 1/2015; BOE 28.02.15), o que el Tribunal Constitucional tuviera que dirimir sobre si la ley 2.15.2 de la Segunda Partida era constitucional en un caso de sucesión de un título nobiliario (Sentencia 126/1997; BOE 18.7.1997). Esta vigencia no se ha mantenido solo en España, sino en cualquier ámbito en el que hayan estado en vigor, lo que incluye diversos territorios de Estados Unidos, en los que numerosas disputas judiciales acaban resolviéndose a la luz de las Siete Partidas, desde asuntos de herencias a cuestiones de naturaleza medioambiental, como la protección de costas (Stone 1992, Burns 2000). Es una obra cuyo interés ha ido más allá de la esfera legal y, además de su aplicación jurídica, que es para lo que se redactaron, ha suscitado grandes debates académicos, como el de cuántas redacciones ha conocido; de cuántas partes constaba originariamente; si fueron promulgadas y cuándo lo fueron; su relación con el Setenario, y si este es anterior o posterior a la redacción definitiva de las Siete Partidas; el parentesco entre los testimonios conservados, así como su factura y decoración; su amplia difusión a través de múltiples copias manuscritas; su recepción en otras áreas culturales y lingüísticas ibéricas, de que son muestra las diferentes traducciones al gallego-portugués y al catalán1. Algunos de estos aspectos han merecido numerosos ensayos, pero otros apenas si han sido mencionados colateralmente y ahora comenzamos a vislumbrar nuevas posibilidades gracias al uso de las tecnologías de información. 1 Por lo demás, extensos pasajes de las Siete Partidas se tradujeron al inglés en 1818 y 1820. En primer lugar, algunos puntos de la Quinta Partida referentes a las promesas y obligaciones «with English and Spanish on facing pages» y posteriormente «all those parts of the Partidas in force locally» (Burns 2000: 87).

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El proyecto 7PartidasDigital, financiado por la Agencia Estatal de Investigación y el Fondo FEDER (ref. FFI2016-75014-P AEI-FEDER, EU), se propuso como objetivo último la edición digital de todos los testimonios castellanos, con el fin de establecer un posible texto crítico utilizando las más modernas técnicas computacionales junto con los probadísimos métodos filológicos. Sin embargo, la primera conclusión a la que hemos llegado durante los cuatro primeros años de desarrollo del proyecto es la de que una edición crítica de corte neolachmanianno es imposible. Por ello deberemos constreñirnos, casi con total seguridad, a establecer una edición sinóptica de todos los testimonios manuscritos y de los dos grandes impresos (Díaz Montalvo 1491 y López 1555) que se han conservado, lo que podrá permitirnos comprobar cómo, desde la idea original del taller alfonsí, el texto se ha ido transformando y adaptando al uso legal; de todo ello, los estudios de los historiadores del derecho y de la lengua serían los grandes beneficiados. Esta edición sinóptica que proponemos es imposible ofrecerla en el mundo analógico, en el del libro impreso, debido al enorme volumen que ocuparía, por lo que el mundo digital es la respuesta. Y el primer paso es la transcripción codificada de todos y cada uno de los testimonios manuscritos y de las que hemos dado en llamar las ediciones históricas: las incunables de 1491 (Montalvo 1491), la renacentista de 1555 (López 1555) y la erudita de 1807 (RAH 1807). La transcripción de estas últimas ha sido uno de los principales objetivos de la primera fase del proyecto 7PartidasDigital. A día de hoy, ya están disponibles en formato electrónico y con etiquetado TEI la editio princeps (octubre 1491) y la de Gregorio López2. El otro gran objetivo del proyecto fue la localización y descripción de todos los testimonios castellanos de las Siete Partidas, y su análisis ha ofrecido nuevos datos de gran interés. En este volumen se recoge un ramillete de artículos que ofrecen nuevas visiones y aproximaciones a este monumento histórico, legal, social, cultural y lingüístico. Algunos son el reflejo de los resultados a los que se ha llegado en el proyecto 7PartidasDigital; otros son obra de investigadores que no formaban parte de los equipos de investigación ni de trabajo del proyecto, pero que podían aportar nuevas visiones a la hora de comprender las Siete Partidas en todo su alcance, y a quienes nos hubiera gustado reunir en un coloquio alfonsí para conmemorar el 800 aniversario del nacimiento del Rey Sabio. Hemos divido los trabajos en siete secciones, continuando, así, con la tradición numérica de la obra. La primera y la séptima, dos de las más reducidas, con un único capítulo cada una de ellas, constituyen el marco dentro del que 2 Puede accederse a ellas, y a otros testimonios transcritos y codificados de acuerdo con la Text Encoding Initiative, en .

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Prólogo

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se ha movido el primer cuatrienio de 7PartidasDigital. Respectivamente, estos dos capítulos presentan, en primer lugar, el censo de los testimonios castellanos3, con un análisis de los diversos inventarios que se han publicado en los doscientos años que median entre la primera lista de la Real Academia de la Historia y la que nos ha precedido a principios del siglo xxi (Gómez Redondo / Lucía Megías 2002a) y, en segundo lugar, la descripción del sistema de codificación informática que se ha utilizado para la transcripción de los impresos de las Siete Partidas. Ambas aportaciones han corrido a cargo de José Manuel Fradejas Rueda, investigador principal del proyecto. La sección En torno a la tradición textual y manuscrita de las Siete Partidas se abre con el trabajo de Álvaro J. Sanz Martín («Las redacciones de las Siete Partidas durante el reinado de Alfonso X: una revisión historiográfica»), en el que se lleva a cabo un sucinto repaso de la historiografía generada sobre las Siete Partidas, especialmente en el último medio siglo. La tesis tradicional sobre la obra jurídica del Rey Sabio establecida por Martínez Marina (1808) fue discutida de manera intensa en la década de 1980, hasta alcanzarse un nuevo consenso historiográfico que la reafirmaba con matices. Las investigaciones realizadas en las dos últimas décadas han demostrado que el proceso de redacción de las Partidas en el reinado de Alfonso X fue muy complejo, pudiendo distinguirse diferentes fases, compilaciones y redacciones en dicho proceso. Daniel A. Panateri («¿Qual deve ser el rey en sus palabras? Algunas precisiones sobre las Siete Partidas y su tradición manuscrita») propone un análisis que, de acuerdo con la tradición manuscrita conocida, explique la existencia de tendencias narrativas dentro del proceso redaccional de las Siete Partidas. La perspectiva desde la que aborda el problema es teórica, pero tiene como punto de partida el trabajo textual que sobre la obra se ha realizado en los últimos años. En este sentido, el análisis posee dos dimensiones. Por una parte, el problema textual, y, por otra, la propuesta intelectual que hace hincapié en el fenómeno de la reescritura y el cambio, como necesidad. La hipótesis central presupone que, dada la existencia de dos tendencias en el interior de la tradición de las Partidas, estas pueden permitirnos entender en clave dinámica el funcionamiento del texto, tanto desde una perspectiva sincrónica como diacrónica. 3 Este capítulo es básico, puesto que establece la identificación de todos los testimonios castellanos y les asigna una sigla identificativa, que es la que se usa a lo largo de todo el volumen y en cualesquier otros trabajos que se publican con referencia o conectados con 7PartidasDigital (Fradejas Rueda 2021a, 2021b; Marey 2020; Panateri 2020, 2021; Pichel 2021). Asimismo, son de gran importancia las diferentes bases de datos de PhiloBiblon a la hora de identificar y completar los datos aquí aportados.

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El trabajo de Johan Puigdengolas («Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas») se centra en uno de los aspectos más complejos de la prosa jurídica alfonsí, esto es, las relaciones que vinculan el Setenario a las Siete Partidas. Desde su descubrimiento por Andrés Marcos Burriel en los fondos del Archivo Capitular de Toledo en 1752, el Setenario se ha considerado como una introducción o reescritura parcial de las Partidas, y más precisamente, de la primera de ellas. La reorganización profunda de la materia legal que contiene, así como el cariz sapiencialista que lo caracteriza, han sido objeto de constantes reevaluaciones. A partir de un índice de correspondencias, se pretende ofrecer nuevas pistas de reflexión sobre los vínculos entre ambos intertextos. Cierra esta segunda sección el ensayo de Alexander V. Marey («La Segunda Partida y su proceso compositivo: el ms. 43-11 de la Biblioteca Capitular de Toledo y su marginalia»), en el que se ofrece una propuesta de evolución textual, en tres etapas, de la Segunda Partida, aunque con implicaciones para la historia de la obra en su conjunto. Se incluye, además, una tentativa de datación en cada caso, con atención especial al papel de las cortes alcalaínas de 1348, así como ciertos detalles sobre la posteridad de cada versión. Todo ello ilustrado en particular con el texto y la marginalia del ms. 43-11 de la Biblioteca Capitular de Toledo, códice sobre cuya génesis se aportan interesantes noticias. En el tercer apartado, Recepción y traducción de las Siete Partidas, se aborda cómo y por qué se difundieron las Siete Partidas en las demás áreas lingüísticas iberorrománicas. Gemma Avenoza («Las Partidas en catalán») presenta el panorama para el ámbito catalán, el más breve de los tres que se contemplan4. En él se rescatan las principales huellas alfonsíes en la práctica sociojurídica de la Corona de Aragón, desde su influjo en el Llibre de l’orde de cavalleria de Ramon Llull a finales del xiii, la traducción de las dos primeras Partidas un siglo después en el ámbito cancilleresco y legislativo en tiempos de Pedro el Ceremonioso, hasta su recepción en el ideario caballeresco de finales del siglo xiv y durante el xv representado por obras como los Costumes de Espanya de saber tenir los castells, la versión catalana de las Histories troianes de Guido delle Colonne o los Furs de la manera de guerrejar del rey Martín I de Aragón. Por su parte, José Domingues («La tradición medieval de las Siete Partidas en Portugal») ofrece una síntesis del status quaestionis de la recepción de 4 Los editores quieren agradecer el trabajo realizado por Lourdes Soriano Robles, quien amablemente atendió nuestra petición para revisar, en muy poco tiempo, este capítulo, dada la lamentable desaparición de nuestra compañera Gemma Avenoza en medio del proceso editorial de esta monografía.

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la obra en Portugal durante los siglos xiii-xv. Primeramente, hace un repaso de la bibliografía secundaria esencial —desde las fuentes impresas (siglos xvii-xix) hasta las más recientes publicaciones científicas del siglo xxi—, para después continuar con el inventario de los testimonios materiales que llegaron hasta nuestros días. Por otra parte, analiza algunas referencias en bibliotecas jurídicas, así como el uso inicial de la obra por parte del poder regio, hasta llegar a la recepción práctica o segunda recepción. Finalmente, concluye con la influencia que la compilación legislativa alfonsí ejerció en la reforma de las Ordenações Afonsinas y el inicio de su declive. Por último, el trabajo de Ricardo Pichel («La recepción de las Siete Partidas en la Galicia bajomedieval») detalla el inventario de los testimonios materiales conocidos que demuestran la temprana circulación y traducción de las Partidas en el ámbito jurídico-cultural gallego desde finales del siglo xiii hasta, como mínimo, comienzos del xv, todos ellos conservados de manera fragmentaria pero vinculados a una tradición manuscrita fecunda y asociada a diferentes entornos de producción libraria. Además de ofrecer una descripción de la tradición manuscrita conocida, se analizan las diferentes fases o campañas de copia y traducción de las Partidas, así como el vínculo que se establece con la difusión de otros códigos legislativos como el Fuero Juzgo, las Flores de Derecho, el Fuero Real o el Ordenamiento de Alcalá. La cuarta sección, Testimonios y paratextos, muestra algunas de las cuestiones y hallazgos textuales no relacionados directamente con el texto de las Siete Partidas que ha suscitado la descripción codicológica de los testimonios castellanos, tanto manuscritos como impresos. En «Una decepción y un hallazgo: una nueva copia del Fuero de Navarra», José Manuel Fradejas descarta que en la Biblioteca Universitaria de Catania hubiera un manuscrito de las Siete Partidas, como hacía creer la descripción que se había publicado a principios del siglo xx. El análisis directo del códice mostró que se trata de una copia del Fuero de Navarra y otros textos con los que suele transmitirse, numerados esta vez (en los títulos corrientes) entre I y VII, lo que produjo la falsa identificación. Enrique Jerez («Cuatro nuevos textos religiosos en un manuscrito de las Partidas») da a conocer un pequeño conjunto de textos de contenido religioso probablemente compuestos en el primer tercio del siglo xv: una breve exposición del Decálogo, una oración contra el dolor de muelas, un hermoso Via Matris (quizá la más interesante de las obritas) y una noticia en formato analístico —que se conserva incompleta— sobre la predicación de indulgencias en Roma el día del Corpus de 1429. Todos ellos fueron copiados en el códice escurialense Y.III.19 (c. 1430), aprovechando los folios sobrantes del último cuaderno de la Primera Partida, cuya temática religiosa sin duda explica su

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presencia aquí. Los textos se ofrecen precedidos de un breve comentario que trata de encuadrarlos en sus respectivas tradiciones. Asimismo, se repasan algunos otros testimonios de la obra jurídica alfonsí que transmiten textos ajenos a ella (ya sean literarios, históricos, jurídicos, morales o religiosos), textos que en algún caso también se publican o identifican, si aún no lo estaban. En «Dos poetas de cancionero en un códice de las Partidas», José Manuel Fradejas publica dos poemas, uno de Pedro de Cartagena (1456-1486) y otro de Tapia —uno de los poetas con mayor número de composiciones en el Cancionero General de 1511—, que se encuentran en el último folio de la copia de la Segunda Partida conservada en la Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz. Estas dos composiciones no son las únicas muestras de poetas del cuatrocientos que han tenido cabida en las hojas de guarda de algunos ejemplares de las Siete Partidas: en el ejemplar del Real Convento de los Dominicos de Valencia se copiaron los dos primeros versos de las Trescientas de Juan de Mena, y en el ms. 708 de la Biblioteca Nacional de España, quince versos de un poema que figura falsamente atribuido al propio Mena en otro códice de la misma biblioteca (BNE ms. 3801). Cierra esta sección otro de los estudios de José Manuel Fradejas Rueda («Incunables de las Siete Partidas en Hispanoamérica»), centrado en la descripción de los ejemplares de las dos ediciones incunables de las Siete Partidas que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Chile (del que no existía noticia alguna) y en la Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (del que poseíamos solo detalles confusos). El ejemplar chileno ha deparado una curiosa sorpresa: antes de 1570 se perdió el último cuaderno completo y antes de 1580 fue reparado. Para conseguirlo, reimprimieron el cuaderno perdido y el bifolio externo del anterior y, además, le añadieron una portada arquitectónica diseñada por Antonio de Atarfe. En la quinta sección se ofrece una aproximación a «La iluminación en los códices de las Siete Partidas», en la que Jorge Prádanos Fernández presenta una síntesis de la realidad iluminada del código legislativo alfonsí de las Siete Partidas, poniendo de manifiesto la inexistencia de un programa iconográfico común a todos los códices, a diferencia de otras producciones jurídicas bajomedievales. También ofrece un acercamiento a los posibles agentes productores de estos libros, así como a su finalidad y mecenazgo. El penúltimo apartado, el sexto, se hace cargo de la recepción cultural e histórica de las Siete Partidas. Por una parte, Mario Cossío Olavide («Una rescritura aristocrática del título 21 de la Segunda Partida. Disidencia y ortodoxia en el Libro del cavallero e del escudero de don Juan Manuel») estudia la influencia de las Siete Partidas en la obra juanmanuelina. Reconociendo las deudas conceptuales de esta obra con el código legal alfonsí —como la

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del modelo de la sociedad estamental o la asociación entre caballería y aristocracia—, se identifican pasajes en los que Juan Manuel propone una visión de la caballería que altera lo prescrito por el título 21 de la Segunda Partida, con el que Alfonso X pretendía regular el rango de acción de la nobleza, atándola a un sistema de valores regalistas. En ese sentido, Cossío sugiere que la rescritura juanmanuelina intenta ofrecer una visión de la caballería más independiente de los intereses monárquicos y orientada de acuerdo con valores clásicos, como la vegeciana verecundia. El trabajo de Miguel García-Fernández («Mujeres y sistema sucesorio en las Partidas de Alfonso X: un marco normativo para la práctica testamentaria bajomedieval») pone en foco la tradicional insistencia —a menudo, con apoyo en las Partidas de Alfonso X— en situar en la Baja Edad Media un empeoramiento de la posición social y económica de las mujeres. Sin embargo, una atenta relectura de la Sexta Partida permite ponderar adecuadamente la posición otorgada a las mujeres en cuanto transmisoras y beneficiarias de la sucesión testada y ab intestato. De este modo, el autor contribuye a abrir nuevas perspectivas de análisis en el estudio de las mujeres en época bajomedieval, teniendo en cuenta que el reforzamiento de la capacidad de los testadores y testadoras para organizar la transmisión de su herencia no supuso dejar de defender los derechos hereditarios femeninos, que, en caso de no mediar testamento o un excepcional proceso de desheredamiento, no diferían de los masculinos. Por lo demás, antes de finalizar esta introducción queremos dar las gracias a los archivos y bibliotecas que conservan alguno de los testimonios, manuscritos o impresos, de las Siete Partidas, por la generosidad con la que nos han recibido y atendido a la hora de analizarlos y describirlos y, en algunos casos, por habernos facilitado copias de materiales de trabajo interno que nos han permitido saber algo más de algunos de ellos. Sin su ayuda y colaboración, no podríamos haber cumplido nuestro objetivo primero: el censo y descripción de los testimonios. Gracias también al pequeño ejército de transcriptores y correctores que han conseguido que las transcripciones de las ediciones de Díaz Montalvo (1491), Gregorio López (1555) y de la Real Academia de la Historia (1807) sean accesibles electrónicamente5. No queremos cerrar esta introducción sin un recuerdo especial a Déborah Dietrick Smithbauer (Oil City, 1952-Valladolid, 2020), quizá la compañera de investigación más trabajadora 5 Todas las citas al texto de las Siete Partidas, siempre que no sean de un testimonio específico, están tomadas de las transcripciones codificadas de la edición de Gregorio López (1555) y publicadas en la web de 7PartidasDigital (Dietrick Smithbauer 2019, Acero Durántez 2019, Rodríguez Cachón 2020, Cuéllar González 2020, Fierro Vega 2020, Acebes Vengazones 2020 y Martín Álvarez 2020).

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que jamás hayamos conocido; y a Gemma Avenoza (Barcelona, 1959-2021), que no era miembro del equipo de investigación ni del de trabajo, pero que siempre fue una fuente inagotable de sabiduría codicológica, a la que echaremos de menos. Para concluir, valgan una reflexión y un deseo: en lo que concierne a un texto tan desafiante como las Partidas (por su naturaleza misma, por su intrincada transmisión, por su carácter «instrumental») queda un mundo por hacer, y habrán de ser muchos los dispuestos a arrimar el hombro. Por nuestra parte, confiamos en que este modestísimo volumen sirva como aportación al empeño de comprender y apreciar, en toda su envergadura, esta obra cumbre de la prosa medieval hispánica.

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Lista de abreviaturas ABFZ: Archivo y Biblioteca Francisco de Zabálburu (Madrid) ACA: Arxiu de la Corona d’Aragó (Barcelona) ACC: Archivo Capitular de la catedral de Córdoba ACOu: Arquivo da catedral de Ourense ACS: Arquivo da catedral de Santiago de Compostela ACT: Archivo de la catedral de Toledo ADB: Arquivo Distrital de Braga AGS: Archivo General de Simancas AGUC: Arquivo Geral da Universidade de Coimbra AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid) AHNOB: Archivo Histórico de la Nobleza (Toledo) AHPL: Archivo Histórico Provincial de León AHPOu: Arquivo Histórico Provincial de Ourense AHUS: Arquivo Histórico Universitario de Santiago de Compostela APSJS: Arquivo Paroquial de São João do Souto (Braga) ARAG: Arquivo da Real Academia Galega (A Coruña) ARCHV: Archivo de la Real Chancillería de Valladolid ARG: Arquivo do Reino de Galicia (A Coruña) ASIL: Archivo de la Real Colegiata de San Isidoro de León ASM: Archivio di Stato di Modena ASPA: Arquivo Histórico de San Paio de Antealtares (Santiago de Compostela) BC: Biblioteca de Catalunya (Barcelona) BCT: Biblioteca Capitular de Toledo BGHUSal: Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca BHUV: Biblioteca Històrica Universitària de València BL: The British Library (London) BMP: Biblioteca de Menéndez Pelayo (Santander) BNCL: Biblioteca Nacional de Chile (Santiago de Chile) BNE: Biblioteca Nacional de España (Madrid)

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BnF: Bibliotheque nationale de France (Paris) BNI: Biblioteca Nacional de Israel (Jerusalén) BNM: Biblioteca Nacional de México (Ciudad de México) BNP: Biblioteca Nacional de Portugal (Lisboa) BP: Biblioteca Pública (Évora) BPDR: Biblioteca Patrimonial de los Dominicos Recoletos (Santiago de Chile) BRCSD: Biblioteca del Real Convento de Santo Domingo (València) BSDVG: Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz BSMS: Biblioteca da Sociedade Martins Sarmento (Guimarães) BUO: Biblioteca Universitaria de Oviedo FLG: Fundación Lázaro Galdiano (Madrid) HSA: The Hispanic Society of America (New York) HSMS: Hispanic Seminary of Medieval Studies IAN/TT: Arquivo Nacional da Torre do Tombo (Lisboa) MNA: Museu Nacional de Arqueologia Dr. Leite Vasconcelos (Lisboa) MP: Museo de Pontevedra RAE: Real Academia Española (Madrid) RAH: Real Academia de la Historia (Madrid) RB: Real Biblioteca (Madrid) RBME: Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México (Ciudad de México) UNM: Universidad Nacional de México (Ciudad de México)

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Los testimonios castellanos de las Siete Partidas1 José Manuel Fradejas Rueda2

Jerry Craddock (1986b), uno de los hispanomedievalistas que mejor conocen los problemas que encierran las Siete Partidas, se propuso resolver en qué momento del proceso compositivo de las Siete Partidas se estableció que la obra estuviera divida en siete partes o libros. Se planteó esta pregunta porque en el testimonio más antiguo (LBL), el manuscrito de la British Library (ms. Additional 20787), no se menciona en ningún momento que la obra tuviera siete libros. En el mejor de los casos, se puede inferir que estaba diseñada con cuatro, pues hay citas al segundo —«E esta uncion se deue fazer. segund dize en el segundo libro» (LBL, fol. 6v1-2), «Descubriendo alguno poridat de Rey; dixiemos en el segundo Libro quan grand traycion faze» (fol. 10r), «E la segunda manera de fiestas que deuen guardar por onrra de los Emperadores & de los Reyes; muestra se en el segundo libro o fabla de su onrra & de su guarda dellos» (fol. 118v1)—, al tercero —«La tercera manera de fiestas a que llaman ferias que deuen guardar por pro comunal de los omnes; muestra se en el titulo de los emplazamientos en que manera deuen seer guardadas» (fol. 118v1)— y al cuarto libro —«no se embargassen los casamientos. assi cuemo dize en el Libro que fabla dellos» (fol. 5v1), «E del seteno sagramiento que es de los casamientos; mostramos lo en el quarto Libro o fabla de las 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española; ([email protected]).

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desposaias. & de los casamientos» (fol. 16v2)—. El artículo en el que planteó esta cuestión se titulaba «How many Partidas in the Siete Partidas?». Nosotros también nos planteamos una cuestión muy parecida: ¿cuántos testimonios hay de las Siete Partidas? Esta sencilla pregunta tan solo tiene una respuesta clara: depende. Depende de qué se entienda por testimonio. Uno de los aspectos más resbaladizos por los que ha de transitar quien se acerque a una obra con transmisión manuscrita es qué se entiende por una serie de términos que, por lo general, se usan con cierta liberalidad sinonímica: códice, testimonio, manuscrito y copia, lo que provoca que al final no se pueda ofrecer con ciertas garantías el censo de los testimonios, copias y manuscritos que se conocen de una obra. Las Siete Partidas no son una excepción, y desde la primera edición académica, la de la Real Academia de la Historia, surgen problemas acerca de qué es aquello de lo que estamos hablando. Los académicos afirman que usaron sesenta y un códices (RAH 1807: xxxi), pero MacDonald (1980: 444n1) manifiesta una tremenda sorpresa cuando dice «but the ensuing designations and descriptions are limited to 46», por lo que faltan quince códices de los que tuvieron a su disposición, «not described by the Academy’s editors». Y lo que es peor, según este investigador (1980), esos quince códices no se pueden identificar con ninguno de las casi dos docenas de manuscritos que se habían descrito desde la publicación de la Academia y su nota. Es un falso problema. La Academia no ocultó ninguno de los testimonios que utilizó para su edición. La complicación surge de la interpretación de los datos. Es cierto que repasando las descripciones que hay en la introducción, solo se identifican cuarenta y seis códices, es decir, unidades físicas, si las consideramos como todo aquello que haya entre las cubiertas que lo mantienen unido; o por expresarlo de otra manera, todas las unidades documentales recogidas en los catálogos de las bibliotecas. Sin embargo, si tenemos en cuenta los testimonios que de cada Partida atesora cada una de esas unidades documentales, es decir, las copias de cada una de las Siete Partidas identificadas individualmente, entonces las cuentas cuadran y hay sesenta y un códices. El problema surge, por tanto, del hecho de que los editores de la Academia utilizaron códice como sinónimo de copia. Aunque lo tenían claro, complicaron el asunto al asignar una etiqueta identificativa a cada una de las copias de cada una de las Partidas. Así, la designación Escurialense 1º se asigna a cada una de las Siete Partidas que se encuentran en siete códices diferentes (Y21, Z13, EY4, EY5, EY1, Y20, Z16). Toledano se refiere al ms. 43-11 si se trata de la Segunda Partida, y al ms. 43-19 si se refiere al de la Sexta Partida. Si se considera el manuscrito 43-12 de la catedral de Toledo, que contiene una copia de la Tercera Partida y otra de la Cuarta Partida, entonces la RAH identificó cada una de estas copias como Toledano

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2º y Toledano 3º, respectivamente. A veces existe la feliz coincidencia de que todas las Partidas que se contienen en un mismo códice comparten la misma sigla; es el caso de BR3 (= ZAB), que transmite las dos primeras Partidas. Sin embargo, lo usual es que un mismo códice tenga dos o más Partidas, como es el caso del ya mencionado BR3, que conforma una unidad codicológica, pero no siempre todas las Partidas presentes en un mismo volumen comparten la misma sigla, y, cuando a veces lo hacen —Escurialense 5º, correspondiente al ms. Y.III.18 de El Escorial, que contiene una copia de la Sexta Partida (fols. 92v-171r) y de la Séptima Partida (fols. 1r-90v)—, nos encontramos ante un facticio construido con dos copias procedentes de dos códices independientes. El sistema de referencias utilizado por la Academia es muy complejo, por lo que no ha de extrañar que confundiera a MacDonald (1980). Así, García y García (1985: 255-257) estableció una tabla de correspondencias entre las designaciones de la Academia y los códices —identificados por las signaturas— que los contenían, y que reformulamos en la Tabla 1 con las siglas que hemos asignado a cada uno de los testimonios de cada una de las Siete Partidas. Partida. Designación Biblioteca Real 1º Biblioteca Real 2º Biblioteca Real 3º Biblioteca Real 4º Escorial 1º Escorial 2º Escorial 3º Escorial 4º Escorial 5º Escorial 6º Escorial 7º Escorial 8º Toledano Toledano 1º Toledano 2º Toledano 3º Salmantino Silense Academia

1ª 2ª 3ª 4ª 5º 6ª 7ª Códices ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓

✓ ✓ ✓ ✓ MN6(2), MN7(2), MN8(2), MN1 ✓ ✓ MN1(3), MN2, MN3 ZAB(2) MN4 ✓ ✓ ✓ ✓ Y21, Z13, EY4, EY5, EY1, Y20, Z16 ✓ ✓ ✓ ✓ Z14, Z41, EY4, Z15, EY6, Y17, EM1 ✓ ✓ Y19, Y16, Z15, Z12(3) ✓ CAT, Y15, Y14, EY(2) ✓ EN7, Y18(2) EM4 EY7 EY8 T11, T19 ✓ T20, T14, T16, T17 ✓ ✓ ✓ T13, T12, T15, T18 ✓ ✓ ✓ T11, T13 ✓ ✓ ✓ AH2 P40 ✓ AH1

Tabla 1. Correspondencia entre las designaciones utilizadas por la RAH, qué Partidas designan y su correspondencia con las siglas establecidas por 7PartidasDigital

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Durante más de 175 años la relación de códices de la edición académica ha sido la única que ha existido, hasta que García y García (1985) publicó la primera relación moderna. Durante más de un siglo, no se avanzó en el conocimiento de la transmisión textual de las Siete Partidas, aunque poco a poco se fueron publicando noticias de nuevos testimonios, algunos de gran interés y valor, como el de la Hispanic Society de América (HS1) o el de la British Library (LBL). El primero fue descrito y analizado por Friedmann (1911), aunque pasó inadvertido para los historiadores del derecho y los filólogos hasta que lo descubrió García y García (1963a, 1963b) y fue objeto de una edición (Ramos Bossini 1984). El segundo lo localizó y describió Herriott (1938), y se publicó casi cuarenta años después (Arias Bonet 1975). Con el paso del tiempo, se localizaron otros manuscritos de las Siete Partidas, pero quedaban enterrados en catálogos de bibliotecas, generalmente eclesiásticas, como la de la Real Colegiata de San Isidoro (Pérez Llamazares 1923)3 o la de la catedral de Córdoba (García y García / Cantelar Rodríguez / Nieto Cumplido 1976), o bien en artículos en los que no se sistematizaba la información (Arias Bonet 1965, 1970). García y García, que había ido catalogando los códices legales de varias instituciones (García y García 1963a; García y García / Cantelar Rodríguez / Nieto Cumplido 1976; García y García / Gonzálvez 1970), se decidió a publicar una «lista provisional de los códices de las Siete Partidas de que ten[ía] noticia» (1985: 251), y dio a las prensas dos listados en dos años consecutivos, 1985 y 1986, aunque con ligeros cambios4. Es una lista organizada por ciudades y repositorios en los que se conservan o conservaban los códices. Sin embargo, representa un listado de aluvión al que incorporó todas las noticias que recolectó sobre las Siete Partidas. Así, la primera entrada, «Aljubarrota», la dedica a un supuesto manuscrito propiedad de Juan I, que él mismo califica de leyenda, perdido en dicha batalla. También incluye menciones tomadas de catálogos de librerías medievales, como la de los condes de Benavente (entrada 5)5, la de Álvar García de Santa María (entrada 8), la de la catedral de Córdoba, que en 1451 vendió al bachiller Alfonso Rodríguez un códice 3 Este catálogo incluye cinco entradas, identificadas como los manuscritos XXI (4344), XXII (44), XXIII (44), XXIV (45) y CX (83), que contienen textos legales que parecen ser las Siete Partidas, pero solo tres de ellos, los manuscritos XXII, XXIV y CX son realmente copias de las Siete Partidas, como demostró Arias Bonet (1965). 4 Aparentemente, la versión de 1985 tiene dos entradas menos que la de 1986. Sin embargo, ambas tienen 117 entradas. Lo que sucede es que en la lista de 1985 hay dos con subíndice, la 29a y la 100a (García y García 1985: 268 y 281). 5 Los números de las entradas que se citen son los de la versión de 1986.

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que tenía de las Siete Partidas (entrada 13) y otro que fue de João I (entrada 59); e incluso manuscritos que se ha declarado que se destruyeron durante el incendio del monasterio de El Escorial (entradas 44-48)6. También da cabida a textos que sabe que nada tienen que ver con las Partidas, como es el caso de la entrada 22, un códice de la biblioteca escurialense del que acaba diciendo que «se trata, en realidad, de otro escrito procesal a identificar» (García y García 1986: 677)7. En el mismo año que aparece la segunda versión de García y García (1986), se publica la bibliografía crítica sobre las obras legislativas de Alfonso X de Craddock (1986b). Este investigador la dividió en tres grandes secciones: manuscritos, ediciones y estudios, a las que asignó una sigla básica identificativa: A para manuscritos, B para ediciones y C para estudios. Tanto los manuscritos como las ediciones llevan un segundo elemento, una letra minúscula para identificar cada una de las obras legales consideradas. Así, todos los códices de las Siete Partidas están marcados con las secuencia Ah y un número correlativo, del 1 al 81, organizados, como hizo García y García, por ciudades y repositorios; pero se limita a todos aquellos códices que ha podido ver directamente o en reproducción, y los muy pocos que no ha podido ver los marca con un asterisco. Si excluimos las entradas que se refieren a las traducciones al catalán (Ah1, Ah2, Ah9, Ah76 y Ah77), al portugués (Ah44, Ah37-Ah40 y Ah44) y al latín (Ah80), los testimonios castellanos de las Siete Partidas catalogados por Craddock son 68, ocho más que los manejados por la Real Academia de la Historia en 1807, con lo que se hace cuesta arriba hablar de las dos docenas de manuscritos que decía MacDonald (1980: 444n1) que se habían localizado y descrito entre 1807 y 1980. La siguiente gran lista es la de Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b). Se basa en Craddock (1986b), de cuya nómina excluyen los testimonios que no son castellanos, así como Ah46, puesto que es una copia dieciochesca preparada para la impresión de la edición de la RAH (1807), y Ah79, pues, al parecer, aceptan la duda de Craddock de que pueda ser lo mismo que Ah78. Sin 6 La información la toma del catálogo de Zarco Cuevas; lo más curioso es que no se diera cuenta de que lo que se describe es el llamado manuscrito de los Reyes Católicos (Pérez López 1996). Dice Zarco Cuevas (1929: III, 462): «Un libro grande, escripto en pargamino, de mano, que son las Siete Partidas, que tienen sus fechos de plata dorada, que van asidos en unos tejillos de plata tirada dorada, que tiene en la una parte una F y en la otra una I de la dicha plata, con la cubierta de aceituní morado». 7 Lo mismo sucede con la entrada 49. Se supone que es una copia de las Siete Partidas, pero que en realidad se trata, según Craddock (1986: Ag2), de una copia de fragmentos del Setenario tomados del códice de la catedral de Toledo (ms. 43-20).

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embargo, añaden seis nuevos testimonios que no figuran en Craddock, todos ellos marcados como E y un número volado (E1-3, E6 y E8-9). De estos nuevos testimonios, el marcado como E8 hay que excluirlo porque no transmite nada de las Siete Partidas, tan solo unas leyes procedentes del Fuero Juzgo, del «Titolo de·los denuestos y de·las palabras odiosas» y del «Titol del tuerto que fazen a ome libre». Lo más interesante del catálogo publicado en 2002 es la clasificación que hace de los testimonios. Los dividen en tres grandes grupos basados en la teoría de las tres redacciones que propugnó García-Gallo (1951-52) y afinó en varios trabajos Craddock (1974, 1981, 1983). El primer grupo, A, lo constituyen los tres códices de la primera redacción representados por los manuscritos de la British Library (LBL), la Hispanic Society of America (HS1) y la Biblioteca Zabálburu (ZAB)8. El segundo, B, representa la reelaboración de la versión de A realizada entre 1272 y 1275, y comprende cuatro testimonios: MN1, Y21, Z149 y T20. El tercer grupo lo conforman aquellos testimonios que recogen el resultado de las dos reelaboraciones anteriores y que «dan lugar al corpus completo conocido como las Siete Partidas» (2002b: 18). Este tercer bloque de versiones lo dividen en tres grandes subgrupos: «[1] las Siete Partidas como unidad; [2] alguna partida de manera independiente; [3] fragmentos de algunas partidas dentro de diversas compilaciones jurídicas» (2002b: 18), a los que asignan las siglas C, D y E respectivamente. Esta subdivisión es muy interesante. Partimos de la base de que siempre hubo intención de ofrecer copias completas de las Siete Partidas, aunque con el tiempo, probablemente debido a la especialización de los juristas, comenzó a conformarse una transmisión individual de las Partidas, es decir, sin ninguna intención de obra completa; en todo caso, esto no deja de ser una especulación. Un ejemplo claro de la transmisión como obra completa, aunque hoy ha perdido una de las partes, es la serie de manuscritos 12793, 12794 y 12795 (MN6, MN7 y MN8) de la BNE, o las series constituidas por los manuscritos toledanos 43-11 y 43-12 (T11 y T12) y la que conforman el de la biblioteca 8 Este códice es el perdido ms. X-131 de la Biblioteca Nacional, marcado como BR3 en la edición de la RAH. Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b: 17) lo dan como extraviado, aunque un poco más adelante (2002b: 19) consta como uno de los dos componentes de C7. 9 Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b) dan como signatura Z-I-4. Entendemos que hay una errata y, puesto que lo emparejan con la sigla Ah31 de Craddock (1986a), creemos que se trata de Z.I.14, ya que la signatura reseñada, según el catálogo de Zarco Cuevas (1924-29, vol. 2), no existe.

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Zabálburu (ZAB) junto con el de los dominicos de Valencia (V88); estos cuatro códices transmiten en dos volúmenes, codicológicamente idénticos cada uno de ellos, una copia de la Primera Partida y de la Segunda Partida (ZAB y T11), y otra de la Tercera Partida y de la Cuarta Partida (V88 y T12). Un caso especial lo constituye el ms. VITR/4/6 de la BNE. Este ofrece un ejemplar con intención de transmitir un copia completa de las Siete Partidas, pero tiene la particularidad de que se trata de un facticio cuyo grueso lo constituye una copia de la Segunda hasta la Séptima Partida, copia realizada en el siglo xiv y lingüísticamente coloreada de navarro, mientras que la Primera Partida es una copia del siglo xv que trata de seguir el diseño de las seis restantes. Que la copia del siglo xiv hubo intención de que contuviera la Primera Partida se ve claramente en la tabla que hay al comienzo del códice (Fradejas Rueda 2021a). Las otras Siete Partidas recogidas «como unidad» o «colección completa», las marcadas por Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b) como C3, C4 y C5, son altamente discutibles. Lo único que sí las vincula es el hecho de que es un grupo de manuscritos que el doctor Burgos de Paz regaló al rey Felipe II en octubre de 1574, y que presentan una inscripción ex dono. El códice C4, conformado por los mss. Y.III.15 (2ª), Y.III.16 (2ª), Y.III.14 (3ª) e Y.III.18 (7ª y 6ª), no ha podido ser jamás una copia unitaria de las Siete Partidas. Es inconcebible que un ejemplar de una obra contenga dos copias consecutivas de una misma parte, y eso es lo que contienen los mss. Y.III.15 e Y.III.16 de El Escorial, sendas copias de la Segunda Partida. En cuanto al cuarto elemento de esta colección, Y.III.18, es, como indican, aunque dubitativamente, un facticio, porque «se han encuadernado al contrario las dos partidas que ha transmitido [...]; y por otro, ambos están escritos en un tipo de letra diferente» (2002: 20). El códice C5, construido con los manuscritos Z.I.13 (2ª), Z.I.15 (3ª) y Z.I.12 (5ª, 6ª y 7ª), tampoco tiene el aspecto de haber sido diseñado por un mismo taller con el objeto de producir un ejemplar completo de las Siete Partidas. La letra de los tres códices es totalmente diferente y el esquema decorativo, aunque comparten la idea general —orlas e iniciales decoradas—, es de muy distinto tipo y factura. El ms. Z.I.13 presenta las iniciales de ley con pan de oro sobre un fondo de color azul y rojo con detalles en blanco; las iniciales de ley en el ms. Z.I.12 están dibujadas alternativamente en rojo y azul con rasgueos o filigranas de pluma en el color de contraste. El detalle más importante en este códice es que estas iniciales no están trazadas en una caja que dejara el copista, sino que se dibujaron en la parte exterior del margen izquierdo de la columna. En el ms. Z.I.15 las iniciales de ley están dibujadas en tinta azul y

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roja alternativamente y con rasgueos de pluma en el color de contraste, como en el ms. Z.I.12, aunque en esta ocasión trazadas dentro de un reservado de dos líneas de pautado dentro de la columna. El códice C3 es el constituido por un mayor número de manuscritos: Y.II.3 (2ª), Y.II.4 (3ª), Y.II.5 (4ª), Y.II.6 (5ª) e Y.II.2 (6ª y 7ª). Como ya se ha indicado, todos ellos solo tienen en común la nota ex dono de Burgos de Paz. Respecto a Y.II.2, indican que tiene «6 miniaturas y 2 iniciales iluminadas» (2002: 20), pero este manuscrito no tiene decoración alguna. Por lo tanto, salvo los casos marcados como C1, C2, C6 y C7, ninguno de ellos conforman una transmisión unitaria o colección de las Siete Partidas. Es posible que los volúmenes que contienen dos o más Partidas —con excepción de Y.III.18, que sabemos positivamente que es un facticio— sean los restos de copias completas de las Siete Partidas que circularon por Valladolid en el siglo xvi y que con el establecimiento de la edición de Gregorio López como texto oficial, comenzaron a ser destruidas hasta que el Dr. Burgos de Paz las rescató para la posteridad al donárselas al rey Felipe II en 157510. Comparto la idea de una clasificación aparte para una serie de testimonios de las Siete Partidas que no son disiecta membra, pero que a la luz de su inclusión en el códice en el que se han conservado nos hablan de otras posibles copias perdidas. Son algunos de los que Gómez Redondo y Lucía Megías recogen bajo el epígrafe «Fragmentos de las Siete Partidas en compilaciones» (2002b: 25-26), y que marcan como E. De esta serie solo se mantienen E1, E3, E4, E7 y E9. Ya se ha excluido E8, porque nada tiene que ver con las Siete Partidas. En E2 (BNE ms. 8721), según estos investigadores, «junto a obras en latín, se han copiado diversos extractos de las leyes de las Siete Partidas» (2002b: 25). La realidad es que se trata de una copia acéfala y falta de una copia completa de la Séptima Partida (Fradejas Rueda 2021a); además, todo el volumen está en castellano. E6, que se corresponde con el manuscrito 43-20 de la catedral de Toledo, es otro códice facticio misceláneo, que contiene, entre otras obras11, una copia incompleta de la Primera Partida, que se interrumpe en 1.1.2; por este 10 De la destrucción de códices de las Siete Partidas hablan los fragmentos que sirvieron de cubiertas a varios pleitos que se tramitaron en la real Chancillería de Valladolid (Fradejas Rueda 2015). 11 Este códice contiene una copia del Setenario (Vanderford 1984), otra de la General Estoria (GE6; Sánchez-Prieto Borja / Almeida 2009) y del Ordenamiento de Alcalá de 1348 (Waltman / Martínez de la Vega Mansilla 1994). Hay, además, otras dos obras menores: el Purgatorio de san Patricio, editado por García Solalinde (1925), y unos escritos relacionados con el obispado burgalés, además del comienzo de una carta de confirmación del obispo de Burgos.

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motivo debería haberse situado entre los de la serie D, es decir, «Las Partidas de manera independiente» (2002b: 21-25). Además de esta copia, contiene tres disiecta membra. Uno, fols. 192r-193v, forma parte del códice 43-19 de la misma biblioteca. El segundo es un folio suelto que contiene 5.15.7-9, procedente del mismo manuscrito que el folio 81 del códice 43-17, lo que habla de la destrucción de un códice de la Quinta Partida del que solo restan dos hojas repartidas en dos manuscritos de la misma biblioteca (43-17 y 43-20). Y, en tercer lugar, un bifolio, fols. 194-195, que contiene leyes de 7.2 y 7.9, lo que revela, de nuevo, la pérdida de un testimonio de las Siete Partidas, en esta ocasión de la Séptima Partida. Así, pues, estos tres testimonios, de la Primera, Quinta y Séptima Partidas, deberían haberse situado entre los de la serie D. Una última fuente de información acerca de los testimonios de las Siete Partidas —y prácticamente para cualquier obra medieval iberorrománica— es la base de datos bibliográficos Philobiblon, y dentro de ella la Bibliografía Española de Textos Antiguos (BETA). En esta base de datos, las Siete Partidas se identifican con textid 1029. Bajo este número aparecen todos los testimonios que se conocen de las Siete Partidas. Ahora bien, es una base de datos viva, por lo que el número de testimonios que puede haber de una obra varía con el tiempo, según se actualizan los datos. Cuando se comenzó a pensar en la edición digital de las Siete Partidas se hizo una búsqueda en BETA (acceso 14.05.2014) y el resultado fue de 84 testimonios. En una nueva revisión a principios de 2020 (27.01.2020), el número de testimonios era de 101 y en la última (02.12.2020) de 99. Este baile de testimonios se debe a que ha habido altas, especialmente de membra disiecta —todos los fragmentos localizados en el Archivo de la Chancillería de Valladolid (seis), Archivo di Stato de Modena (uno), Archivo Histórico de la Nobleza (dos) y National Library of Israel (uno)—, y a la incorporación de la edición de Gregorio López (1555), puesto que, en teoría, se basa en unos testimonios manuscritos indefinidos e indeterminados. También ha habido bajas en la lista, como el códice de la Biblioteca Regionale Universitaria de Catania (manid 4600), que resultó ser una copia del Fuero General de Navarra12; el fragmento que se suponía que había en un manuscrito de la Biblioteca Provincial de la Universidad de Sevilla (manid 4063), que se trata de la copia de unas pocas leyes del Fuero Juzgo, y un manuscrito de la Universidad de Salamanca (manid 3490), que contenía una copia del Fuero Real. Uno de los grandes hallazgos metodológicos de BETA es la clave cnum. Este número identifica cada una de las copias de una obra (textid) dentro 12 Véase el artículo de Fradejas Rueda en este mismo volumen, pp. 137-143.

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de una fuente primaria (manid) (Faulhaber / Perea-Rodríguez 2017: 10). Así, cnum 163 y 9529 sirven para identificar las dos copias de dos Partidas diferentes que existen en un mismo códice (manid 4854). Se trata de la Sexta y Séptima Partidas recogidas en el manuscrito Y.III.18 de El Escorial. Con todo, hay pequeños fallos en la asignación de los cnum, como puede verse en el caso del ms. L.II.22 de la biblioteca de El Escorial. Este códice (manid 1134) contiene una copia facticia de la Tercera Partida (cnum 145), pero esta copia está construida con dos fragmentos de dos testimonios diferentes. Los primeros dieciséis folios están escritos sobre pergamino con una letra que podemos describir como gótica libraria, mientras que del folio 17 al final está escrito sobre papel con letra gótica fracturada (de albalaes). Es evidente que cada una de estas partes debería tener su cnum independiente, ya que son dos copias diferentes dentro de una misma fuente primaria. Como puede observarse, no existe una respuesta concluyente a cuántos testimonios hay de las Siete Partidas. Nuestro recuento es de 97 testimonios manuscritos y tres impresos. Difiere de BETA en dos puntos básicos: (1) no consideramos que sean copias independientes (cnum) los disiecta membra conservados en el Archivo di Stato de Módena (manid 5671), y (2) consideramos que los códices VITR/4/6 de la BNE (manid 3373), L.II.22 de El Escorial (manid 1134) y 9/5486 de la RAH (manid 3325), cada una de esas fuentes primarias (manid), contienen dos copias independientes una de la otra. Un poco más complicado es el caso de las dos hojas de una copia de la Quinta Partida que se encuentran en los códices toledanos 43-17 y 43-20, y los seis folios de 43-19 que fueron encuadernados dentro de los mss. 43-18 (cuatro hojas) y 43-20 (dos hojas). Los cinco modelos de catálogo que hemos examinado —el de la edición de la RAH, los de García y García (1985, 1986), el de Craddock (1986a), el de Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b) y el de BETA— nos han servido como base para construir la relación de los testimonios castellanos de las Siete Partidas. De los modelos de García y García y Craddock vemos que la mejor manera de ofrecer la información es por ciudades y repositorios. De BETA tomamos los identificadores manid y cnum, puesto que nos parecen la mejor manera de evitar el problema que MacDonald (1980) creyó ver en la discrepancia entre el número de códices y el de manuscritos descritos en la edición de la RAH. También se ha asignado una sigla a cada uno de los testimonios de las Siete Partidas. Contábamos con las de Craddock, que Gómez Redondo y Lucía Megías recogen pero no amplían a los nuevos testimonios que ellos incorporan. Las ofrecidas por estos dos últimos autores, como hemos

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mostrado, no son aceptables, porque se basan en una clasificación errónea de los testimonios y agrupan diferentes códices bajo una misma sigla. Por otra parte, cada uno de los investigadores que ha publicado una edición crítica de algún fragmento de las Siete Partidas o que ha realizado un análisis de alguno de los problemas textuales ha ofrecido su propio sistema (por ejemplo, Carpenter 1986; J. Craddock 1974, 1983, 1986; Craddock / Rodríguez Velasco 2008; Ramos Anderson 2009) o se han basado en el de la RAH (García-Gallo 1951, Bartol Hernández 1986), con lo que es imposible conciliarlos. En 7PartidasDigital hemos creado un siglario identificativo a base de tres caracteres alfanuméricos, cuya raíz se encuentra en las siglas utilizadas por Orellana Calderón (2006), que se recoge en la tabla que hay a continuación. La segunda columna13 indica la ciudad donde se encuentra el repositorio; la tercera, el centro documental en el que se conservan testimonios de las Siete Partidas, pero reducido a una sigla. La cuarta presenta las signaturas que tiene cada uno de los códices. La quinta son las siglas identificativas. Las columnas sexta y séptima son los identificadores manid y cnum de BETA, y las tres últimas son las siglas o números que García y García (GyG1986), Craddock (C1986) y Gómez Redondo / Lucía Megías (GR/LM2002) han otorgado a cada testimonio en sus catálogos. Ciudad

Repositorio Signatura

1 Barcelona BC Braga ADB 2 3 4 5 6 7 8 9

Braga

ADB

Braga

ADB

Braga

ADB

Córdoba Córdoba Córdoba El Escorial

ACC ACC ACC RBME

Ms. 1041 Maço 16, doc. 138 Paroquiais B-123 Paroquiais B-115 MosteirosRendufe, Livro n. 102 Ms. 53 Inc. 204 Inc. 423.2 Ms. Y.II.14

GR/ G yG C1986 LM manid cnum 1986 2002 B41 3369 2009 4 Ah3 D5 BA1 5495 12116 7 Ah82

Sigla

BETA

BA2

5496

12117

7

Ah82

BA3

5497

12118

7

Ah82

BA4

5498

12119

7

Ah82

CC1 CC2 CC3 E14

2623 2628 2629 1124

2684 2689 2690 135

10 11 12 29

Ah6 Ah5 Ah5 Ah19

D22 D17 D17 D8

13 La primera columna es un número correlativo sin implicación identificativa alguna, porque cualquier nueva incorporación se hará en el lugar que le corresponda dentro de la variable ciudad-repositorio-sigla.

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32 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39

Las Siete Partidas del Rey Sabio El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial El Escorial Jerusalén

RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME RBME BNI

40 León 41 León 42 León Londres 43

ASIL ASIL ASIL BL

44 45 46 47 48 49

BNE BNE BNE BNE BNE BNE

Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid

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Ms. M.I.1 Ms. M.I.4 Ms. N.I.5 Ms. N.I.7 Ms. Y.II.1 Ms. Y.II.2 Ms. Y.II.3 Ms. Y.II.4 Ms. Y.II.5 Ms. Y.II.6 Ms. L.II.22 Ms. L.II.22 Ms. Y.III.4 Ms. Y.III.14 Ms. Y.III.15 Ms. Y.III.16 Ms. Y.III.17 Ms. Y.III.18 Ms. Y.III.18 Ms. Y.III.19 Ms. Y.III.20 Ms. Y.III.21 Ms. Z.I.12 Ms. Z.I.13 Ms. Z.I.14 Ms. Z.I.14 Ms. Z.I.15 Ms. Z.I.15 Ms. Z.I.16 Ms. Var. 152.3 Ms. 110 Ms. 24 Ms. 22 Ms. Add. 20787 VITR/4/6 VITR/4/6 MSS/22 MSS/580 MSS/708 MSS/6725

EM1 EM4 EN5 EN7 EY1 EY2 EY3 EY4 EY5 EY6 L22 L2Z YE4 Y14 Y15 Y16 Y17 Y18 Y81 Y19 Y20 Y21 Z12 Z13 Z14 Z41 Z15 Z51 Z16 JNL

1155 1122 1135 1123 1146 1149 1125 1136 1139 1143 1134 1134 1130 1138 1126 1128 1152 1151 4854 1116 1153 1117 1148 1127 1109 1109 1131 1131 1157 5730

169 133 146 134 157 160 136 147 150 154 145 145 141 149 137 139 164 163 9529 127 165 128 159 138 118 118 142 9584 171 13238

17 19 20 21 23 24 25 26 27 28 16 16 30 31 32 33 34 35 35 36 37 38 39 40 41 41 42 42 43

Ah8 Ah10 Ah11 Ah12 Ah13 Ah14 Ah15 Ah16 Ah17 Ah18 Ah7 Ah7 Ah20 Ah21 Ah22 Ah23 Ah24 Ah25 Ah25 Ah26 Ah27 Ah28 Ah29 Ah30 Ah31 Ah31 Ah32 Ah32 Ah33

D6 D15 D7 D20 C3 C3 C3 C3 C3 D14 D14 E4 C4 C4 C4 D25 C4 C4 D2 D26 B2 C5 C5 B3 B3 C5 C5 D31

S10 S24 S22 LBL

2276 1156 1107 1112

2062 170 115 123

53 52 51 60

Ah36 Ah35 Ah34 Ah41

D3 D33 D13 A1

MN0 MNΩ MN1 MN2 MN3 MN4

3373 3373 1120 1150 2730 3374

2090 2090 131 162 3152 2114

76 76 67 68 69 70

Ah57 Ah57 Ah49 Ah50 Ah51 Ah52

C1 C1 B1 D30 D36 D10

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Los testimonios castellanos de las Siete Partidas 50 Madrid Madrid 51

BNE BNE

Madrid

BNE

Madrid

BNE

Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid

BNE BNE BNE BNE FLG RAH RAH RAH RAH RB RB RB ABFZ

Módena

ASM

52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67

Nueva York Nueva 69 York 70 Oviedo París 71 68

72 73 74 75 76

París

HSA HSA BUO BnF BnF

Simancas AGS Toledo

AHNOB

Toledo

AHNOB

Toledo

AHNOB

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MSS/8721 MSS/12793 V. 1 MSS/12794 V. 2 MSS/12795 V. 3 MSS/12897 MSS/248 MSS/9199 RES/125 IB 15106-2 Ms. 6111 Ms. 5633 Ms. 5486 Ms. 5486 Ms. II/2975 Ms. II/3087 Ms. II/3087 Vitrina

MN5 MN6

3095 1110

3864 119

72

Ah53

E2 C2

MN7

1121

132

73

Ah54

C2

MN8

2312

2133

74

Ah55

C2

MN9 MNX MNY MNZ MLG AH3 AH1 AH2 AH0 BP3 BP1 BP2 ZAB

2313 1370 3387 1159 5176 1142 3321 3325 3325 2345 2985 5345 1105

2134 5622 4458 4548 158 153 172 167 167 2191 3706 11629 113

75

Ah56

71

Ah89

61 66 65 62

Ah59 Ah46 Ah45 Ah42

D28 E3 E1 E9 D24

78 79 79 77

Ah47 D9 Ah48 D29 Ah48 D37 Ah58 A3 y C7

D35 D32

Frammenti di codici spagnoli, b. 11/a Ms. B2568

MOD 5761 1331119 HS2

1039

168

82

Ah62

Ms. HC397/573 Ms. 461 Ms. Espagnol 440 Ms. Espagnol 58 CCA, DIV, 1, 74 Cifuentes, C.2, D.7 Toca, C1, D.16 y D.17 Osuna, C4170, D18

HS1

1115

126

80

Ah60

A2

O61 P40

5620 1113

12890 124

86 88

Ah92 Ah64

D4

P58

1129

140

87

Ah63

D11

TN1

5763

13320

TN2

5729

13237

AGS

TN4

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34 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88

Las Siete Partidas del Rey Sabio Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo Toledo

BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT BCT

89 Toledo BCT 90 Valencia BRCSD Valladolid ARCHV 91 92 93 94 95 96 97 98 99 100

Valladolid ARCHV Valladolid ARCHV Valladolid ARCHV Valladolid ARCHV Valladolid ARCHV Vitoria – – –

BSDVG – – –

Ms. 43-11 Ms. 43-12 Ms. 43-13 Ms. 43-14 Ms. 43-15 Ms. 43-16 Ms. 43-17 Ms. 43-18 Ms. 43-19 Ms. 43-20 Ms. 28-15 Ms. 43-17 y 43-20 Ms. 43-20 Ms. 88 Perg. Carp. 121.12 Perg. Carp. 121.13 Perg. Carp. 178.3 Perg. Carp. 182.4 Perg. Carp. 192.5 Perg. Carp. 168.12 Ms. 10

T11 T12 T13 T14 T15 T16 T17 T18 T19 T20 TFA TFB

1108 1132 1106 1137 1140 1141 1144 1145 1154 1082 2416

117 143 114 148 151 152 155 156 166 116 2341

TFC V88 VA1

3590 5726

4862 13234

VA2

5728

13236

VA3

5573

12446

VA4

5727

13235

VA5

5759

13310

2427 1118 1119 6067

2354 129 130 14427

103 104 105 106 107 108 109 110 111 112

Ah66 Ah67 Ah68 Ah69 Ah70 Ah71 Ah72 Ah73 Ah74 Ah75 Ah65

113

Ah78

117

Ah81 Bh1 Bh2 Bh7

C6 C6 D1 D16 D18 D19 D21 D23 D27 B4 E5 E6 E6 C7

VA6 V10 IND IOC LOP

D12 x x

Como colofón, incorporamos una tabla en la que se indica qué testimonios hay de cada Partida. Se ofrece por orden alfabético de siglas para cada una de las Siete Partidas14. 14 Las descripciones codicológicas de todos los manuscritos se publican en el sitio web del proyecto (https://7partidas.hypotheses.org/testimonios/) y se puede acceder añadiendo la sigla del testimonio deseado tras la última barra. No incluimos en esta tabla el testimonio MNY, por tratarse únicamente de una tabla general de las Siete Partidas en la que se especifica el número de leyes que tiene cada título y cuántos títulos tiene cada Partida (véase al respecto Fradejas Rueda 2020e).

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Los testimonios castellanos de las Siete Partidas Primera HS1 LBL MN0 MN1 MN6 MNX P40 S10 T11 T13 T20 Y19 Y21 Z14 ZAB

Segunda AGS B41 BA2 BP2 E14 EM4 EN7 EY3 JNL MN0 MN1 MN4 MN7 O61 P58 T11 TN1 TN4 V10 VA1 Y15 Y16 Z13 Z41 ZAB

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Tercera EN5 EY4 L2Z L22 MN0 MN1 MN7 S22 T12 T14 TFA TN2 V88 VA5 VA6 Y14 Z15

Cuarta BA1 CC2 CC3 EY5 MN0 MN6 T12 T15 T16 V88 VA4 Z51

Quinta AH3 BA3 CC1 EY1 MLG MN0 MN8 MOD T17 T18 TFB VA3 Z12

Sexta AH3 BA4 BP1 EY2 EY6 MN0 MN2 MN8 MN9 MOD T19 Y17 Y20 Y81 Z12

Séptima AH0 AH1 AH2 BP2 EM1 EY2 HS2 MN0 MN2 MN3 MN5 MNZ S24 TFC VA2 Y18 Z12 Z16

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Las redacciones de las Siete Partidas durante el reinado de Alfonso X: una revisión historiográfica1

Álvaro J. Sanz Martín2

1. La tradición historiográfica durante los siglos xix y xx Entre las obras jurídicas promovidas por Alfonso X, las Siete Partidas es la más enigmática y compleja de todas, al no haberse conservado ningún códice que proceda directamente del escritorio real alfonsí, aunque sí multitud de copias y variantes textuales hasta la fijación textual de las ediciones de Alonso Díaz de Montalvo (1491), Gregorio López (1555) y la Real Academia de la Historia (1807), que, a su vez, divergen parcialmente entre sí. Esto ha determinado que en los dos últimos siglos, con el desarrollo de la disciplina de la Historia del Derecho, numerosos autores se hayan referido a la que se 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Historia Antigua y Medieval, ([email protected]). Miembro del equipo de trabajo del proyecto de investigación «El ejercicio del poder: espacios, agentes y escrituras (siglos xi-xv)» (HAR2017-84718-P), así como del equipo de trabajo del proyecto de investigación «Edición crítica digital de las Siete Partidas: Las ediciones históricas» (FFI2016-75014-P).

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Las Siete Partidas del Rey Sabio

consideraba obra cumbre del derecho medieval castellano, vigente como derecho supletorio hasta el propio siglo xix. El punto de partida de las interpretaciones modernas sobre la promulgación de la obra jurídica alfonsí proviene del historiador, político y constitucionalista Martínez Marina (García de Valdeavellano 1984), precisamente el encargado de la edición de las Partidas por la Real Academia de la Historia, quien a partir de los manuscritos cotejados estableció lo que podría denominarse como «tesis tradicional» sobre los distintos códigos legales alfonsíes. El primero de ellos sería el Fuero Real, concedido como fuero local a distintos municipios del reino a partir de 1255. El segundo, el Espéculo, sería un derecho general del reino, promulgado en unas Cortes en Palencia en el mismo año, 1255. Finalmente, las Siete Partidas sustituirían poco tiempo después al Espéculo como derecho general, siendo redactadas entre 1256 y 1263. Esta teoría ha transitado por varias fases de interpretación desde entonces. En 1952, García-Gallo discutió la cronología de la obra legislativa de Alfonso X, defendiendo que la única obra redactada en tiempos del Rey Sabio habría sido el Libro del Fuero, conocido como Espéculo, derecho municipal vigente entre 1255 y 1272; en cambio, situaba el Fuero de las Leyes, versión arcaica de las Siete Partidas, como una revisión de fines del siglo xiii destinada al conjunto del reino, y consideraba al Fuero Real como una versión concejil de principios del siglo xiv. Con la transcripción del manuscrito de la Primera Partida conservado en la British Library de Londres (LBL) por Arias Bonet (1975), se produjo un importante cambio de paradigma, pues fue considerado paleográficamente como muy antiguo (c. 1290) y representante de una tradición, conceptualizada como legalista, que emparentaba con otros dos manuscritos posteriores conservados en El Escorial (Y21) y Toledo (T20); los contraponía a otra tradición, de corte sapiencialista, estructurada a partir del códice Silense (P40) y otros posteriores de Toledo (T13) y Lisboa (ms. Alc. 463). Finalmente, una tercera versión, intermedia entre ambas, provendría del testimonio conservado en la Hispanic Society de Nueva York (HS1). A raíz de esta publicación, García-Gallo radicalizó sus propuestas (1976), al refutar que Alfonso X fuese autor intelectual de las Partidas y atribuir esta obra a unos juristas anónimos posteriores, circunscribiendo únicamente a su reinado el Libro del Fuero. Iglesia Ferreirós inició entonces una agria disputa sobre este tema, que le llevó a escribir numerosas páginas al respecto en la década de los 80, deviniendo uno de sus trabajos (1986) en la «doctrina estándar» sobre la materia —tal y como Craddock en seguida reconoció que sucedería (1986a)—. En el mismo sostenía una cronología más ajustada a la «tesis tradicional», que fue cotejada, revisada y complementada por otras

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aportaciones coetáneas sobre las distintas obras jurídicas, como las de Craddock (1986a), MacDonald (1984, 1990) y Martínez Díez (1985, 1988). El primero de ellos había propuesto anteriormente la posibilidad de que en realidad existieran hasta tres fases de redacción de las Partidas (Craddock 1981, 1986b, 2008). Una primera que se desarrolló entre 1256 y 1265, denominada como Libro del Fuero de las Leyes, que estaría compuesta por cuatro libros, y cuyos exponentes serían los manuscritos de Londres (LBL), Nueva York (HS1) y de la colección Zabálburu (ZAB; BR3 en las siglas de la edición de la RAH). Una segunda redacción, ya dividida en siete partes, estaría fechada entre 1272 y 1275, siendo elaborada a raíz de la revuelta nobiliaria de 1272 con el nombre de Libro de las Leyes, y se habría conservado en dos manuscritos de la Biblioteca Nacional (MN0 y MN1), tres de El Escorial (Y21, Z14 y M.I.2) y uno de Toledo (T20); posteriormente se acabaría convirtiendo en la base de las ediciones de Montalvo y Gregorio López. Finalmente, la tercera redacción se podría datar entre 1275 y 1278, siendo también conocida como Libro de las Leyes, y estaría profundamente relacionada con el Setenario (al datar el prólogo su terminación en 1263 y apuntar a la interpretación numerológica y cabalística de la obra), presentando una refundición de los cuatro primeros títulos de la Primera Partida, así como de las leyes sucesorias de la Segunda Partida. Esta tercera redacción estaría representada en la edición de la RAH, habiéndose conservado en manuscritos de Toledo (T11, T13), Biblioteca Nacional de España (MN6), El Escorial (Y19), el Silense de París (P40) y Lisboa (ms. Alc. 463).

2. Revisiones analíticas recientes sobre la Segunda y la Tercera Partidas Sobre esta base, en los años siguientes se pudo profundizar acerca de algunas de las Partidas en particular. Ruiz Gómez y Plaza Serrano trataron sobre las leyes de sucesión en la Segunda Partida (2003), partiendo del análisis de 28 manuscritos (20 en los que aparecía el texto íntegro y 8 fragmentarios), hasta llegar a la conclusión de que se habían producido interpolaciones en 2.15.2 en dos manuscritos (E14 y MN4). Estas se introdujeron para establecer que «el fijo mayor del rey ha adelantamiento et mayoría sobre los otros sus hermanos», y rebajar la mayoría de edad de 20 a 16 años3. Además, establecieron hasta tres grupos de manuscritos (A, B y C) en función del número de leyes 3 Lo que situaba al segundo hijo de Alfonso X, el infante Sancho, por delante en la línea de sucesión respecto de los hijos del infante Fernando, fallecido en 1275, y permitía que accediese directamente al trono en caso de fallecimiento de su padre, pues contaba con 17 años a la muerte de su hermano. Como no cumpliría los 20 años hasta 1278,

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por título, que varían a partir del Título 23. Así, en el grupo A (Y16 e Y15) constan 30 títulos. El grupo B, formado a su vez por dos subgrupos (EN7, BP5, VIT 4-6, MN0, B41; E14, EM4 y MN4), presenta 31 títulos, por la división en dos del Título 27; dichos subgrupos se diferencian entre sí por tener respectivamente 30 y 29 leyes en el Título 23 (por refundición de las Leyes 13 y 14). El grupo C (MN7, MN1, O61, Z13, Z14, EY3) tiene 30 títulos, como el A, pero distribuidos de manera distinta, pues el Título 23 tiene hasta 57 leyes, que provienen de los Títulos 26 y 27. Este complejo panorama se complicaba más aún con la edición de Craddock y Velasco del Título 2, Ley 21, «De los caualleros» (2008), donde proponían un ensayo de estematización que difiere parcialmente del anterior. La comparación entre ambos parece sugerir la necesidad de realizar un cotejo de cada una de las leyes dentro de cada Partida para poder establecer su filiación. Por su parte, Orellana Calderón, en su tesis sobre los títulos 18-20 de la Tercera Partida (2006), extrajo varias conclusiones de interés. En primer lugar, que las situaciones y personajes descritos en el título 18 remiten a una cronología que parece apuntar a la década de 1270, fecha que en un trabajo posterior (2008) establece entre los años 1270-1283 por la aparición de ciertos alcaldes del rey. La fuente fundamental de los títulos 18-20 serían los libros IV y V del Espéculo, material que se vería renovado posteriormente por la incorporación del Speculum iudiciale de Durante, datado en 1272, y del Ars notariae de Salatiel, formulario este al que Pardo Rodríguez también dedicó un trabajo (2012), abriendo la posibilidad de adelantar la fecha del inicio de la redacción de la Tercera Partida a la década de 1260. Respecto de las ediciones impresas, Orellana Calderón considera a la de Gregorio López dependiente de la de Montalvo por la repetición de ciertos errores, mientras que esta a su vez estaría emparentada con el modelo de uno de los manuscritos conservados en la Colegiata de San Isidoro de León (S22). En todo caso, Orellana considera que la variedad redaccional de la Tercera Partida es mucho menor que la de la Primera Partida, y apunta a una posible estematización de dos secciones diferenciadas a partir del cotejo de distintos manuscritos. La primera estaría dividida en dos familias, A y B, de las que dependen por orden genealógico, para la primera, los mss. MN7 (base de la edición de la RAH), Z15, Lisboa (ms. 3 TT, antecesor del ms. 9/5613 de la RAH), S22, y los paralelos MN0 y MN1; y para la segunda, los mss. Y14, L22, T12, V88, EN5, EY4. La segunda sección estaría menos articulada, agrupándose estos códices hasta en ocho familias distintas. esto permite establecer con cierta firmeza las datas post quem y ante quem de dichas interpolaciones.

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Las redacciones de las Siete Partidas durante el reinado de Alfonso X

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3. Aportaciones recientes: redacciones y tradiciones de las Partidas En la última revisión sobre las Siete Partidas realizada por Pérez Martín (2014), tras más de 30 años dedicado al establecimiento de una edición crítica, dicho autor argumenta que probablemente se pueda sostener que hubo cinco redacciones sucesivas de la obra: (i) el Libro del Fuero, denominado Espéculo en la copia conservada del s. xiv, una obra incompleta (5 libros, sobre quizás 10) redactada c. 1254-55 (pues fue presentada en las Cortes de Palencia de 1255, según el Ordenamiento de Zamora de 1274), pero abandonada en 1256 y cuyos materiales fueron reaprovechados parcialmente a posteriori; (ii) el Libro del Fuero de las Leyes, redactado entre 1256 y 1265, representado por los manuscritos de Londres (LBL), Zabálburu (ZAB) e Hispanic Society (HS1); (iii) una primera redacción de las Siete Partidas, a partir de 1272, que consta por primera vez de siete partes y que fue la base de las ediciones de Montalvo y López; (iv) una segunda redacción de las Siete Partidas a partir de 1275, en la que se lleva a cabo una profunda refundición de los cuatro primeros títulos de la Primera Partida y que es la recogida mayoritariamente en la edición de la RAH; (v) finalmente, el Setenario, título que se le da en uno de los prólogos, y que probablemente fue redactado en los años finales del reinado, en Sevilla, siendo mencionado en el testamento del rey. Por último, el trabajo de Panateri (2018) sigue la tesis de la existencia de las tres redacciones de las Partidas en vida de Alfonso X: la primera entre 1256 y 1265, representada por los manuscritos de Londres (LBL) y Zabálburu (ZAB); la segunda entre 1265 y 1274 (mss. MN1, MN0, Y21, Z14, T20); y la tercera, posterior a 1275 (mss. Y11, T13, MN6, Y19, P40). Este autor caracteriza estas redacciones dentro de dos tradiciones discursivas distintas, la legalista y la sapiencial, separadas entre sí por la fecha clave de 1272. Sin embargo, también llama la atención sobre aspectos poco estudiados, como la hipótesis de que el manuscrito HS1 fuera en realidad un intento de refundir de nuevo ambas tradiciones en un solo manuscrito, o la influencia bidireccional que podría haber existido respecto de Li livres dou trésor, la obra magna de Brunetto Latini (que menciona el Livre de loi alfonsí), y también sobre el Setenario4. En este sentido, el trabajo de Pichel (2021) revisa los principales rasgos codicológicos y paleográficos del manuscrito HS1, retrasando su cronología al último tercio del siglo xiv (c. 1360-1380) y apuntando a una procedencia aragonesa a partir de sus características gráficas y (extra)lingüísticas. 4 Véanse ahora los trabajos de Daniel A. Panateri y Johan Puigdengolas incluidos en este mismo volumen (pp. 45-57 y 59-71, respectivamente).

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4. Conclusiones Si bien la culminación de un proyecto de edición de las Siete Partidas continúa siendo una tarea inacabada desde hace décadas, por su propia complejidad, se puede afirmar, sin embargo, que se han ido produciendo destacados avances en el entendimiento de la estructura interna de la obra, así como de las sucesivas fases de redacción por las que pasó en tiempos de Alfonso X. Hoy día se puede sostener que la obra se articuló en torno a dos tradiciones distintas: la legalista, denominada como Libro del Fuero de las Leyes, y la sapiencial, estructurada ya en torno a las Siete Partidas. También que hubo tres redacciones: 1256-1265 (mss. LBL y ZAB), 1265-1275 (mss. MN0, MN1, S22; ediciones IOC y LOP) y 1276-1281 (ms. P40; edición RAH). Por otra parte, es factible considerar seis fases de compilación de materiales: una primera que culmina con el Fuero Real y el Espéculo en 1255; las tres siguientes, coincidentes con las etapas de redacción antedichas (1256-1265, 12651275 y 1276-1281); la quinta, que culminaría con la redacción del Setenario entre 1282 y 1284; y, finalmente, las posibles refundiciones posteriores de la obra entre finales del siglo xiii y mediados del siglo xiv, que podrían haber originado versiones intermedias entre ambas tradiciones (como HS1). Los distintos trabajos analíticos realizados sobre alguna de las distintas Partidas parecen apuntar en la línea de considerar que las diversas fases de redacción afectaron de manera diferenciada a su estructura. De esta manera, la Primera probablemente sufrió profundas refundiciones a lo largo de todo el proceso, la Segunda se vio interpolada en pasajes más concretos (si bien también cuenta con arquetipos estructurales diferenciados), mientras que de la Tercera a la Séptima parece que hubo menos variaciones de importancia, por lo que la fijación de sus respectivos textos sería más robusta. A su vez, también parece necesario señalar que esta diversidad en la transmisión de los títulos y leyes podría haberse dado a partir del propio proceso histórico de cotejo y copia de manuscritos pertenecientes a distintas fases de redacción. Todo esto remite a una tradición textual y manuscrita muy compleja, especialmente a partir de 1270, lo que probablemente tenga relación a su vez con las reformas que se dieron por esas fechas en la cancillería real y el resto de los talleres del scriptorium regio. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta esta complejidad en los trabajos futuros que versen sobre el bosque textual que constituyen los distintos manuscritos y redacciones de las Siete Partidas.

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¿Qual deve ser el rey en sus palabras? Algunas precisiones sobre las Siete Partidas y su tradición manuscrita1

Daniel A. Panateri2

1. Introducción El objetivo de este trabajo es proveer de algunas precisiones sobre la tradición manuscrita de las Siete Partidas (= SP) en lo referido a las versiones existentes, las cuales atraviesan las diversas familias de manuscritos. Esto que llamo, sin mucha originalidad, versiones o, mejor quizá, tendencias, ya fue enunciado en los inicios de la segunda mitad del siglo xx: «los distintos manuscritos recogen diversos textos —diversos por el número de leyes y aun por la redacción de estas» (García-Gallo 1951-52: 354). En consecuencia, el punto central de este trabajo es el de contribuir a la clarificación de las instancias redaccionales a partir de considerar la tendencia narrativa y no solo las relaciones textuales. Esto no implica hacer ceteris paribus de los recursos relacionados con el problema ecdótico de la obra; por el contrario, propongo 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en (Panateri 2018). 2 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Imhicihu-Conicet, Argentina) ([email protected]).

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una forma complementaria de entender la transmisión según una inclinación sapiencial o legalista en las narrativas de los testimonios conservados. A estas inclinaciones las llamaré tendencias. Distingo tendencias de versiones en el hecho de que mientras las versiones son reconstrucciones hipotéticas que refieren estadios redaccionales distintos (y han sido reconstruidas sobre la base de los prólogos fundamentalmente, cuando no de los primeros cuatro títulos solamente de la Primera Partida3), las tendencias se refieren al carácter narrativo con centro en su sintaxis, cuando no en su lenguaje. Asimismo, la tendencia toma en consideración cuestiones relativas a la extensión de las leyes y al modo de su articulación, tanto interleyes como intertítulos. Considerar la compleja tradición manuscrita de las SP sin tomar en cuenta las circunstancias político-culturales-contextuales en que se inscribe puede resultar una tarea fútil (y esto debe aplicarse a un estudio completo para cada copia que se estudia). Es decir, la erudición desplegada sobre la tradición de las Partidas es tan importante como conocer los condicionantes externos de los diversos cambios. Las variantes que se consignan en lo que podemos considerar las SP exceden por mucho cualquier repertorio clásico. La frase anterior implica que las variaciones mencionadas más arriba no se explican como errores mecánicos, como variantes lingüísticas, de origen dialectal (que producen cambios con un origen fonético-fonológico), como tampoco por fenómenos morfosintácticos o errores de lengua de carácter discursivo y no textual4. Claro que los testimonios están atravesados por estos fenómenos, pero en este estudio se plantea una distinción específica que atañe a las Siete Partidas: los elementos extratextuales (que podrían definirse como políticos e intelectuales) que permiten afirmar que hubo un cambio en la concepción del propio proyecto alfonsí. Esta concepción, que se denota en la lengua y no solo en el contenido, está en el registro e incluso en su sintaxis. En rigor, propongo una breve hipótesis de carácter histórico para comenzar a pensar el camino del texto jurídico que se mueve desde una concepción «burocratizadora», «administrativa» y, por fin, «legalista» hacia una de carácter «sapiencial»5. Para avanzar sobre esta precisión, primero debo graficar sucintamente 3 Craddock (1981) es la mejor y más clara fuente para ordenar la existencia de versiones. 4 La bibliografía es extensa y valiosa; a modo de ejemplo poco riguroso, véanse en español Blecua (1983), Fernández-Ordóñez (2002 y 2003), Sánchez-Prieto Borja (1998) o Pérez-Priego (2010), entre otros. 5 Martin (2000) califica las SP como un tratado de moral-política más que como un «código» general del reino. Considero que esta concepción debe revisarse, al menos por las implicancias prácticas de tener un tratado de moral política promulgado y en constante utilización desde el siglo xiv hasta el siglo xx. Asimismo, la idea de código, desde el punto de vista de la crítica conceptual del derecho, cosa que aquí no me ocupa, puede verse en Bermejo Castrillo (2013), Ascheri (2003) y Clavero (1991).

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algunos elementos clave de la propia tradición manuscrita y editorial a la que luego me referiré de modo más o menos constante.

2. Tradición manuscrita y editorial: un atisbo práctico La tradición manuscrita de las SP es un objeto en sí mismo que suele ser simplificado para su uso cotidiano. Sin embargo, las especificidades y detalles de todos sus elementos constituyentes son un mar de perplejidades. Cierto es que el proyecto 7PartidasDigital proveerá luz al respecto, pero aún queda camino por recorrer. Durante los últimos decenios las investigaciones e hipótesis han propiciado soluciones y debates, cuando no nuevos interrogantes. Entre el grueso de lo producido es necesario mencionar algunas de las principales contribuciones como forma de sintetizar este panorama complejo. En rigor, espero se perdonen las cuantiosas omisiones; solo intento dibujar aquí un punto de partida para la idea que pretendo subrayar. Según el estado actual del conocimiento, resulta claro que las Partidas se originaron en el siglo xiii6. Sin embargo, no hay pruebas que permitan afirmar su promulgación durante el reinado de Alfonso X7. En rigor, provisoriamente se puede afirmar que resulta imposible determinar que las Partidas se hayan promulgado durante el siglo xiii. A su vez, resulta factible considerar su plena existencia como texto durante la vida de Alfonso X. Ahora bien, a mediados del siglo siguiente, la cantidad de manuscritos de las SP con diversos textos contenidos es profusa e importante. Su circulación estaba asegurada por la primera promulgación de la que tenemos registro cuando se la incluyó, como derecho supletorio, en el Ordenamiento de Alcalá (1348), conforme a su famoso título 28: «Por cuáles leyes se deven librar los pleitos. Ley primera cómo todos los pleitos se deven librar primeramente por las leyes d’este libro [el Ordenamiento], e lo que por ellas non se pudiere librar, que se libre por los fueros, e lo que por los fueros non se podiere librar, que se libre por las Partidas» (BNE ms. Vitr. 15-7, fol. 16va)8. 6 Las inferencias sobre la cronología de Craddock (1981) me parecen, al momento, irrefutables. 7 Dejamos de lado el concepto de promulgación y su función en el derecho medieval por cuestiones de pertinencia. Más allá de esto, a lo que nos referimos en términos de acción jurídica es a las acciones de compilar, decir y proclamar en Cortes, a la vez que otorgar individual o colectivamente un texto jurídico a ciudades o tierras en general. Al respecto, Craddock (1981: 372) da pruebas filológicas y cronológicas que habilitan la aseveración recién hecha sobre la promulgación, la cual no deja de ser provisoria. 8 Transcribo según Sánchez-Prieto Borja (1998). Desarrollo abreviaturas en silencio y corrijo puntuación solo donde es inconsistente. Utilizo la copia de la cámara regia de Pedro I, ya que la del propio Alfonso XI no se conserva.

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Con respecto al resto de las obras jurídicas alfonsíes de mayor relevancia, hoy se puede afirmar que el Espéculo es anterior a las Partidas y que el Setenario es posterior, de modo que este último refleja una relación directa con la Primera Partida, al punto de que se ha afirmado que podría ser una reescritura de la misma (Craddock 1986). Esta relación entre el Setenario y la Primera Partida es crucial para la comprensión del manuscrito neoyorkino (HSA HC397/573), pero volveré sobre ella más adelante solo para cerrar el problema de las llamadas tendencias dentro de la tradición de las SP9. Durante el fin de la Edad Media y el comienzo de algún tipo de Modernidad, las SP conocieron dos ediciones de importancia cardinal: la realizada por Alonso Díaz de Montalvo en 1491 y por Gregorio López en 1555. La primera tuvo alrededor de seis o siete reimpresiones hasta 1550, y a partir de 1501 contó con un aparato de glosa latina hecha, probablemente, por el mismo editor entre 1492-1499, fecha de su muerte. En lo que respecta a Gregorio López10, su edición contó con cuatro reimpresiones durante el siglo xvi; luego aparecieron otras reimpresiones hasta el siglo xx, la última en 2011 por el BOE. En definitiva, el trabajo de López contó con un total aproximado de catorce reimpresiones; asimismo, su glosa fue, de modo independiente, objeto de comentarios11. Lo interesante al trabajar con las ediciones es que, una vez más, se recomienda hacerlo siguiendo la tradición manuscrita, pues en la elección de los testimonios por parte del editor se cifra una intencionalidad. Un último punto a considerar es la presencia de los distintos testimonios que representan tal o cual tendencia propia de la tradición, esto es, sapiencial o legalista12. 9 A  ctualmente estoy preparando una edición completa con estudio del manuscrito mencionado, pero quisiera tratar de excluir su especificidad e impacto de momento en este trabajo. 10 Es importante no confundir a Gregorio López a secas, editor de 1555, con los diversos Gregorio López de Tovar; en especial su nieto, que tuvo un rol dentro del proceso de reimpresión de las Partidas. Tampoco con otros más raros y, aunque del período, para nada relacionados, como Gregorio López Palacios o Gregorio López Madera (este último médico de Carlos V, Felipe II y Juan de Austria, muerto en 1595, y cuyo hijo, del mismo nombre, fue un eminente jurista del siglo xvii). Al respecto, el trabajo de Rumeu de Armas (1993-94) sigue siendo de consulta imprescindible, no solo por su rigurosidad, sino porque es el único dedicado por entero a Gregorio López. 11 Sobre las ediciones, el trabajo de López Nevot (2020) es impecable; el grueso de los pocos datos que otorgué sobre estas dos ediciones son de su trabajo. 12 Considero que en Panateri (2017a) dejé clara mi postura al respecto y cómo la elección de López sobre testimonios de corte sapiencial habla, desde el comienzo, de las intenciones que tuvo con su edición. De igual manera, senté una posición contraria a la idea de García-Gallo (1951-52), quien sostuvo que había una relación de dependencia cuasi absoluta del texto base y del comentario de López respecto del de Montalvo.

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La clave de estas certezas e incertidumbres, que no exceden las propias de otras tradiciones, es la cantidad de variaciones del texto en su período redaccional y, por efecto lógico, de sus epígonos. En este sentido, se han ofrecido diversas hipótesis más o menos aceptadas. García-Gallo (1951-52) sostuvo una suerte de tres redacciones para la Primera Partida; sin embargo, estas redacciones no eran sucesivas stricto sensu y se sostenían en seis familias de manuscritos. Conviene aclarar dos cuestiones al respecto. Primero, la mayor variabilidad de escritura se encuentra en la Primera Partida. Segundo, las tres redacciones de García-Gallo son potenciales (ya que propone un número posiblemente mayor, aunque no lo demuestra; 1951-52: 361), las examina conforme a la ediciones (es decir, tomando las ediciones de López y de la Academia) y, finalmente, atribuye al concepto de redacción diversos fenómenos textuales y discursivos que exceden ese mismo concepto. Por su parte, Craddock (1974 y 1981) defendió la idea de tres redacciones sucesivas, pero recortando estas variaciones para llevarlas a tres testimonios. Entiendo esta diferencia desde dos ópticas complementarias. Por un lado, la necesidad de sistematizar a través de modelos ideales esas redacciones. Por otro lado, pienso que el trabajo de Craddock refleja una clara consciencia de la existencia de tendencias, de modo que estas se incluyen en el fenómeno que estudia y le otorga a las redacciones (que no considera exactas para cada instancia temporal) una función discursiva donde lo textual y lo contextual se unen como siempre deberían haber estado. Así, no hay en este trabajo una búsqueda por la «originalidad» de la obra, sino la intención de explicar un fenómeno histórico que se refleja en este complejo textual. En ese sentido, lo que subyace es un profundo cambio en la propia concepción política que determina variaciones imposibles de sintetizar en un stemma. En buena medida, García-Gallo vio este problema, pero no otorgó solución: Examinando detenidamente la edición de la Academia de la Historia y el aparato crítico de la misma, se observa que, en ocasiones, algunos manuscritos presentan: a) una redacción distinta de las leyes que se refieren a una misma cuestión; b) que, aun ofreciendo una misma redacción, su extensión no es siempre la misma, ya sea por contener ciertos códices cláusulas que faltan en otras, ya por presentar variantes que no pueden atribuirse a simples errores o descuidos de los copistas; c) que el número de leyes de cada título no es el mismo en todos los códices, no solo por haberse fundido dos o más en una sola, sino por faltar en absoluto muchas de ellas; d) que el orden de las leyes de un título no es el mismo en todos los manuscritos (1951-52: 360).

En definitiva, estas redacciones sucesivas de Craddock responderían a cambios en el proyecto jurídico-político y así las familias se agruparían bien hacia la naturaleza textual del Espéculo, de carácter legalista y más temprano,

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o bien al del Setenario, de rasgos sapienciales y más tardío. De este modo, una primera redacción tendría lugar entre 1256 y 1265; una segunda, hasta 127275; y la tercera desde 1275, momento de la muerte de Fernando de la Cerda, varón primogénito de Alfonso X, hasta 1284, momento en que muere el Rey Sabio13. En medio de estos años se produjeron diversos sucesos relativos a la política interna y externa que pueden sintetizarse en levantamientos, conjuras, cortes (a posteriori de dichos levantamientos) y el denominado fecho del imperio14. Acá está la clave del punto a tratar, donde las variaciones y la historia propia de las SP es determinada por el proyecto alfonsí del siglo xiii que se extendió en orden y razón por varios siglos subsiguientes. Sin embargo, baste con este panorama para comprender el escenario desde el cual plantear la distinción entre tendencias15. Finalmente, conviene aclarar que el nivel de variación entre testimonios puede llegar a ser tan grande (aspecto considerado previamente y enunciado por todos los ya citados) que, potencialmente, puede decirse que dos de esas tres redacciones pertenecen a dos textos completamente distintos. Esta característica de la tradición textual de las SP es el último punto de claridad para sostener la existencia de tendencias que actúan de manera transversal a la composición textual. Esta idea me parece evidente a partir del trabajo de Craddock de 1983 y que, recientemente, he tratado de ampliar (Panateri 2017b). El punto crítico final que quiero subrayar es que la aparente conformidad con muchas de estas hipótesis, que no excluyó el debate en diversas circunstancias16, además del virtual abandono del problema hasta los últimos años, es, como ya dije, que estas dataciones se llevaron adelante observando los prólogos y los primeros títulos de cada obra (por ser allí, justamente, donde se encuentra su mayor variación), cuando no a través del análisis de la estructura (García y García 1963b). Los problemas evidentes de esto son dos. Primero, los prólogos (como el propio Craddock demostró en 1981) son «naturalmente» susceptibles al cambio por su función discursiva. Segundo, no puede resolverse por vía únicamente ecdótica un problema que es de índole discursiva. Esto llevará, como ensayo en cada propuesta, la problematización constante por el acceso teórico a la transmisión y función de las Partidas para la monarquía ibérica17. 13 Craddock (1981: 396) sostiene la dificultad de proporcionar con certeza una fecha ante quem durante el reinado alfonsí para la tercera redacción; de allí esa fecha un tanto imprecisa. 14 Se recomienda el aún vigente trabajo de Estepa Díez (1984). 15 Para comprender la tradición manuscrita con mayor profundidad, además de lo citado, y de lo expuesto en el presente volumen colectivo, puede verse Panateri (2017a). 16 Gómez Redondo (1998) y Martin (2006). 17 Bien digo ibérica, por las implicancias de las SP para la Península desde el siglo xiv (al respecto, Panateri / Tostes 2021 puede echar luz). Asimismo, es importante aclarar

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3. Tendencias La superposición de tareas complejas que han constituido lo que hoy se conoce como «taller alfonsí»18 ha sido nuevamente puesta de relieve hace pocos años por Fernández-Ordóñez (2010). En ese texto, dedicado a destacar la labor de la ordinatio y de la compilatio del scriptorium, la autora propone que más allá de los estudios lexicológicos, de traducción, etc., es necesario observar que la «actividad organizadora del texto fue también uno de los procedimientos fundamentales de modificación de los modelos, tanto para crear una nueva estructura como para introducir sobre ella nuevos valores [...]» (2010: 239). Dejando de lado el objetivo específico de su estudio, considero que Fernández-Ordóñez pone el acento en el proceso compositivo y sus implicancias comunicativas. Es decir, la autora expone la relación entre forma y eficacia. En rigor, dice más, pues denota la profunda conciencia que tenía Alfonso sobre esta cuestión19. Podría entonces considerarse que no solo se producen cambios; también es posible sostener que esos cambios eran deliberados y guardaban relación con la búsqueda de una mayor eficacia comunicativa, incluso cuando eso significó la transformación desde el registro imperativo y segmentado a otro de carácter consecutivo y encadenado. Finalmente, cabe pensar que la elección del propio registro se debió no solo a estas mismas necesidades comunicativas en un sentido de mejora, sino de cambio en la naturaleza del mensaje. Sin embargo, más allá de lo expuesto, resulta imprescindible aclarar que estos registros no están enfrentados. Si bien la compilación jurídica adolece de estructuras argumentativas (esto es dicho como generalidad y referido al derecho más allá de lo que podamos observar en las Partidas o en diversas fazañas), la relación entre obras sapienciales y derecho es reforzada y se convierte en el móvil del quehacer jurídico desde el siglo xiii20. Incluso, el carácter sapiencial del pensamiento que Jesús Rodríguez Velasco dio el paso crucial en este camino que acabo de mencionar en torno a la teoría e interpretación de la transmisión de las Partidas en 2010 y, más recientemente, 2020. 18 Concepto desarrollado por Menéndez Pidal (1951) y Catalán (1992). 19 Hago referencia a Alfonso como autor según los parámetros conocidos por todos los especialistas. Sus obras son colectivas y producto de un taller de intelectuales, traductores, juristas, etc. de diversos orígenes y lenguas (aunque resta saber si podría aplicarse lo mismo al Setenario). Tal lo explicita María Rosa Lida, según referencia en Rico (1984). Esto es algo «clásico» ya; de la misma manera se expresa Craddock (1981: 388), haciendo referencia al estudio basal de García Solalinde (1915) sobre la intervención de Alfonso X en sus obras. 20 Al respecto, Bizzarri (1995) realiza un estudio completo y de gran valor sobre esta temática específica.

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político medieval se sella con la introducción de obras y, por qué no, de sistemas filosóficos dentro de compilaciones jurídicas con el doble fin de incorporar a la vez que adaptar (y adaptarse a) estos mismos sistemas para crear uno nuevo21. Esta función denota una suerte de dimensión reflexiva de las SP donde dicho acto intraconsciente es parte integral y constitutiva del texto legal y, a la vez, del acto de compilación. Esta complejidad implica una posibilidad de mutación y adaptación generando eficacia y mayor comunicación. Asimismo, siguiendo a Velasco, todo este fenómeno solo es posible conforme a una arquitectura novedosa. En esta arquitectura, el vernáculo pasó a ser centro de la creatividad, pues se trató de adaptar dispositivos jurídicos complejos a una nueva lengua cuyo alcance era limitado, en su expresión, a este campo específico del saber. Este fenómeno demandó una ciencia legal por entero que adaptara, a la vez que creara, un universo discursivo donde todas esas operaciones fueran posibles de manera cotidiana (Velasco 2020: 2). Considero que la comprensión de esta arquitectura, que podría calificar, simplificando, de abierta y adaptable a sus diversos registros contemporáneos, permite entender aquello que dejaba perplejos a investigadores setenta años atrás: la variabilidad inclasificable en forma, ordinatio, extensión y redacción de un supuesto código jurídico inamovible. Los cambios sucedidos entre la primera redacción de las Partidas (12561265), conservada en los manuscritos londinense (LBL) y zabalburense (ZAB)22, y la segunda y tercera (1272-1275 y post 1275, respectivamente)23 responden a dos iniciativas del propio entorno regio. Algo semejante ocurre si comparamos las primeras compilaciones jurídicas alfonsíes, el Fuero Real y el Espéculo, ambos terminados en 1255 (Craddock 1981: 418), con esas mismas redacciones de las Partidas. Esas iniciativas del entorno regio son, por un lado, la conformación de un corpus donde el sentido atraviese todas las obras. En rigor, el hecho de que en todo el cuerpo textual alfonsí haya niveles piramidales de ordinatio, como demuestra Fernández-Ordóñez (2010: 249), resulta notable (en particular la incidencia de tres niveles en casi todo el corpus). De igual modo, la preocupación expuesta a partir de la segunda redacción de las Partidas por justificar su orden (que posiblemente haya sido 21 D  ead Voice de Velasco (2020) es un sobresaliente recorrido de este fenómeno y de la construcción de las Partidas. Como sostiene, «producing laws by embracing philosophy and a whole array of fictional devices —is a way to control and limit both the exception and the local uses of the vernacular founded upon the illegalisms lurking in the spaces of legal misunderstanding created by legal diglossia» (2020: 72). 22 Excluyo al manuscrito neoyorquino (HS1) en este punto, pues su contenido excede la calificación usada, dado que es una refundición. 23 Segunda redacción: MN1, MN0, Y21, Z14 y T20; para la tercera (posterior a 1275): Y11, T13, MN6, Y19 y P40.

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ese el momento en que pasó a siete libros), a través de la inserción del argumento numerológico, implicó un desplazamiento de una tradición centrada en los textos jurídico-romanos. Sin embargo, a la vez que las SP adquieren una división clara y extensa, su narrativa aparece y se transforma en una prosa compleja y encadenada por medio de estructuras paratácticas a través del polisíndeton que se subordinan asimismo de modo lógico. Dicho encadenamiento no solo alcanza una extensión interleyes, sino también intertítulos. Por otro lado, estos cambios tendían a mejorar la eficacia comunicativa de un contenido doctrinal promonárquico en un contexto de conflicto de poderes a través del uso de diversos géneros y de la intertextualidad24. Este proceso de cambio no fue autónomo en el scriptorium alfonsí. En rigor, se deben tomar en cuenta al menos dos elementos cruciales. Uno es ya conocido: la llegada de la embajada pisana en 1256 (coincidente con el año en que habrían comenzado a escribirse las SP; Craddock 1981: 418). Asimismo, es lógico pensar que con el arribo de los gibelinos a tierras ibéricas se podría haber desatado no un proyecto sino un cambio en un proyecto ya en marcha. La existencia de intentos previos de unificación (teórica y práctica) del derecho vigente en Castilla es prueba de que el Libro del fuero de las leyes pudo ser concebido con anterioridad a la llegada de los partidarios de la casa de Suabia. Asimismo, la existencia del Fuero Real y del Espéculo (anteriores a dicha embajada) permite reforzar la idea de un proyecto jurídico a mediados del siglo xiii —si no anterior— en Castilla. Por lo tanto, la propuesta imperial acaecida a partir del arribo italiano a Hispania podría marcar un cambio de proyecto en la forma de «hacer la ley» (o en su concepción o en cómo escribirla, al menos), más que en provocar la compilación en sí misma, que, según sabemos, portaba otro nombre en 1256, pero sería de la cual se desprendería en buena medida. El segundo elemento crucial ha sido virtualmente inexplorado: la estancia de Brunetto Latini en la corte sevillana. Las relaciones entre este güelfo y Alfonso X nunca tuvieron asidero político real. Hasta donde se sabe, Alfonso no aportó ni un maravedí ni un florín para Florencia, y Manfredo logró hacerse con la ciudad de Latini (aunque temporalmente), razón por la cual Latini acabó exiliado en París (tras salir de tierras ibéricas), donde escribió sus mejores obras. Si Ferreiro Alemparte (1988) probó con solvencia la conexión cultural entre el florentino y el castellano, Salvador Martínez (2017) volvió sobre el mismo camino para sostener con renovado énfasis que dicha relación duró más allá del exilio, aunque dichas afirmaciones se sostienen en dedicatorias y códices viajeros de distinto tipo que constituyen argumentos 24 Aunque esta se producía con la férrea intención de ser ocultada a través de la falta de remisiones, el parafraseo y la traducción.

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indirectos. Estos estudios citados, y algunos más sobre la cuestión, insisten en el camino virtuoso que emprendieron el monarca y Brunetto, siendo Alfonso el guía. La base para esta idea es el tono reverencial con el que Latini se dirige al rey y a la altísima probabilidad de que conociera a Aristóteles a través de las traducciones del árabe hechas por Hermann en tierras ibéricas (c. 1240 para la Ética Nicomaquea; c. 1244 para la pseudoaristotélica Summa Alexandrinorum). Sin embargo, es lógico considerar que podría haber un sobreanálisis de retórica, más aún si se tiene en cuenta que se dirigía a un rey. Asimismo, el uso del copiado simultáneo por parte de Brunetto Latini fue una forma de producir exponencialmente elementos de lujo que le sirvieron para establecer buenas relaciones en diversos lugares: sus libros. Latini buscaba congraciarse con mucha gente y al mismo tiempo. Quizá sea esta la explicación de que su obra más famosa, esto es, el Trésor, fuera dedicado a un «dulce amigo» —al que la crítica aún busca: para Carmody (1948) fue Davizzo Tosinghi; para Holloway (1993), el rey Carlos de Anjou—. Asimismo, hay quienes quieren ver aquí a Alfonso y esgrimen como prueba la traducción contemporánea hecha al castellano en Castilla, donde «amigo» es reemplazado por «rey». Quizá Brunetto fue influenciado por Alfonso X (su corte, su palacio de los sultanes, sus traductores árabes y tantísimo más), pero quizá el monarca fuera también influenciado por Latini. De hecho, siguiendo esta línea argumental, lo lógico sería pensar que fue el Trésor un texto que influyó en Alfonso y no al contrario. Primero, porque la hipótesis del Setenario como influencia del Trésor debe ser descartada conforme a la datación de la última obra alfonsí (Craddock 1986)25. Segundo, porque la referencia al libro de Alfonso X en el texto del güelfo es, con bastante seguridad, a la primera redacción de las Partidas, o como lo llamó Latini: livre de loi —lo cual reafirma las críticas de Craddock (1981) sobre algunas de las hipótesis de García-Gallo—. En definitiva, esta potencial influencia, que se mantiene en el terreno de lo probable mientras no haya una investigación específica dedicada a desentrañar estas relaciones de manera profunda, es otro elemento que puede sumarse para comprender el cambio de tendencia desde el legalismo al sapiencialismo. De hecho, los sucesos en torno a Latini, su visita, exilio y escritura posterior de sus obras, se corresponden con la etapa de la segunda redacción de las Partidas, donde la tendencia sapiencial se hace presente. El contexto histórico de este «paso sapiencialista» de Alfonso y su forma de hacer la ley se puede sostener también sobre la base del trabajo realizado por Bizzarri (1995), donde queda demostrado que hay un quiebre durante el reinado alfonsí en la concepción de la ley o, quizá mejor, en la relación entre 25 También Martin (2001 y, especialmente, 2006).

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derecho y sabiduría y la forma de producir la ley. Hasta aquí, una comprobación textual clave que, por intermedio de la propuesta teórica del discurso alfonsí, permite fortalecer la idea de que las tendencias en el interior de las SP surgieron como producto multicausal de cambios en el proyecto jurídico-político alfonsí y que fue asimismo posible gracias a su arquitectura innovadora, expresión última utilizada por Velasco (2020); una suerte de macroespacio literario donde derecho es todo aquello que sirva a los propósitos del rey.

4. Conclusión Para terminar resta volver a la distinción y agregar una suerte de addendum referido al manuscrito de la Hispanic Society of America, tal y como fue prometido más arriba. La primera redacción de las Partidas, que posee incluso otro título, forma parte de un proyecto continuo, pero cuyas líneas de desarrollo tomaron cauces diametralmente opuestos a los previos, ya marcados por el Fuero Real y el Espéculo (como así también por el Fuero Juzgo, traducción ad sensum del Liber Iudiciorum hecha en tiempos de Fernando III y concedida en forma de derechos particulares, vale decir: una obra y una forma de circulación severamente alejadas de las formas de producir derecho en esa misma época). De lo dicho se desprende la necesidad de tratar a estas tres redacciones prácticamente como dos instancias distintas, donde esa segunda tradición, compuesta por la segunda y tercera redacciones, se aleja de los cánones legalista y romanista (aunque tampoco afectaran sobremanera a la primera26) para fundirse en una nueva manera de hacer la ley, desde el concepto hasta la forma: el sapiencialismo. Todo este proceso de cambio narrativo se colocó dentro de una concepción sobre la escritura de la ley que hizo de las Partidas un marco narrativo donde la comunicación, la intención y el proyecto político-cultural alfonsíes constituyeron un punto de partida en el siglo xiii. Para terminar, quiero destacar el hecho de que es indisoluble la manera de ver y considerar las Partidas en clave teórica de su condición de libro de derecho abierto. Esta condición podría responder al hecho de que fue, como se dijo ad nauseam, un proyecto inacabado. Quizá lo haya sido durante el siglo xiii, lo cual le valió más de una hipótesis irrisoria en el siglo pasado. Sin 26 La tendencia de Alfonso el Sabio a conformar su scriptorium, que ya estaba compuesto antes de la llegada de la embajada pisana y de Brunetto Latini, con colaboradores árabes y judíos era notable. Por cuestiones de espacio no puedo referirme a la conexión evidentísima entre literatura sapiencial y derecho y el gran espacio de comunicación cultural árabe que había en la Península. Sin embargo, he desarrollado los canales y las referencias pertinentes para que se lo pueda hacer a partir de aquí.

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embargo, creo que, lejos de quedar inconcluso, su propiedad fue la de escenificar el propio concepto de monarquía (a través de la jurisdicción centralizada y el imperium, como dice Rodríguez-Velasco 2010: 128) a la vez que contenerlo, proporcionando un modelo que se transforma en sistema. Es decir, la confluencia de registros, el uso de lo extrajurídico y la construcción de un sistema teórico donde el rey es siempre el centro es el resultado de la propia condición jurídica del texto alfonsí bajo un formato específico: un libro de derecho inviolable (Panateri 2020). Esta inviolabilidad se encuentra legitimada dentro del propio libro y es esta identidad irreductible la que determina la condición de existencia de las SP como un texto jurídico plagado de registros no jurídicos (pero que se juridifican por su presencia en el libro de derecho). No es solo literatura de moda lo que explica el viraje intelectual de las Partidas, como tampoco se explica solo por el fecho del imperio, ni por la presencia/ influencia de Latini, ni por los levantamientos, cortes, etc. Las Partidas son un fenómeno histórico en sí mismo que debe ser comprendido en ambos ejes temporales: diacrónico y sincrónico. Esto hace que un estudio textual acotado a un corte cronológico específico no pueda reducir el funcionamiento de las Partidas como discurso político-jurídico en marcha. Esto implica entender las SP y sus fenómenos subsidiarios (como el cambio histórico y la presencia de las diversas tendencias, legalista y sapiencial, en su tradición) como derivados no solo de su acción, sino de su función. La acción es la ejercida en el siglo xiii y su función es la que aún hoy nos arrastra a entender qué, cómo, cuándo y por qué pasó todo esto con un libro que se usaba hasta el hartazgo, muchas veces para resolver cuántas varas de tierra tenía tal o cual vecino. El HS1 es una muestra cabal de este fenómeno. El códice neoyorkino no es un error ni un mero intento de refundición de las dos tendencias, versiones y tradiciones mencionadas, sino que también abre un abanico interpretativo por la introducción de un tercer elemento: las interpolaciones del Setenario. Quizá en el siglo xiv todavía no sabían qué eran las Siete Partidas y tal vez lo confundían con el Setenario. Ya no resta qué decir de la diversidad de manuscritos que poseían una misma intitulación y decían cosas no tan distintas, pero de un modo muy disímil. Sin embargo, parece severamente improbable que así fuera. Tal y como afirmé anteriormente, la existencia de las Partidas desde el siglo xiii resulta un axioma comprobado por Craddock (1981), pues las pruebas documentales que destaca revelan una datación coherente entre redacciones y la obra intitulada Siete Partidas. Además, este manuscrito que hoy llamamos Neoyorkino es de fines del siglo xiv (c. 1360-80), conforme a la propuesta de datación de Pichel (2018), que me convence sobradamente; por tanto, atendiendo a estas últimas fechas, se sabe que desde 1348 existía ya una estabilización del texto de las SP, que se guardaba en la cámara regia,

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donde el propio Alfonso XI mantenía sus paños y cuerpo. En ese sentido, a ninguna corona o scriptorium jurídico, o de cualquier tipo, moderadamente «ilustrado» se le podría haber escapado el dato de las Partidas doblemente alfonsíes (del X y de su bisnieto, el XI). En definitiva, la existencia del Neoyorkino (que fue parcialmente silenciada, primero por su virtual pérdida, luego por el estudio acotado de elementos externos, principalmente epígrafe y proemio, o su estructura organizativa de títulos y leyes confrontados con algunas muestras de otras familias, lo cual lo colocó en el casillero «primera redacción» sin más) es una comprobación de la función de las SP descrita en el párrafo anterior, función esta que explica la existencia de tendencias narrativas en el seno de una tradición por demás compleja. En el siglo xiv, en lugares incluso alejados de Castilla, espacial y políticamente, sabían bien lo que eran las SP: un espacio macroliterario del derecho medieval hispánico donde todo lo incluido adquiriría razón y condición legal27. En lo que respecta a las Partidas, es hora de abandonar los intentos de ediciones sinópticas o totales para concentrarnos en el verdadero proyecto jurídico alfonsí, que casi podría decirse que comienza con su segunda redacción, con el número siete y con un registro de tendencia sapiencial. Así, como sugerencia y no como una intención de marcar agendas de investigación, creo que nuestro objetivo debe dirigirse a facilitar las obras, analizarlas, estudiarlas mecánica y sistemáticamente, así como semánticamente, cada una en su tiempo y contexto, para ponerlas al servicio de la comunidad; y luego, cuando todo ese gran archivo esté completo, revisar estas teorías para reafirmarlas, refutarlas, desecharlas, crear otras nuevas o complementarlas. Solo así comprenderemos el alcance concreto y completo del texto jurídico que erigió la institución política de la monarquía y coadyuvó a construir a Alfonso X como categoría cultural, política y jurídica transhistórica en todo Hispanoamérica.

27 La edición y estudio completos de este manuscrito está ya en su etapa final. Más allá de eso, en Panateri y Tostes (2021) esta explicación se encuentra desarrollada in extenso.

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Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas Johan Puigdengolas1

1. Estado de la cuestión: identidades textuales La cuestión de las relaciones entre el Setenario (BETA texid 1028) y las Siete Partidas es un tema problemático en el ámbito de la prosa jurídica alfonsí. Desde el redescubrimiento del Setenario en 1752, durante las pesquisas de la Comisión de Archivos en los fondos toledanos, se han formulado muchas hipótesis y análisis al respecto. En la introducción a la edición de Vanderford se propone un estado de la cuestión a partir de los ensayos literarios, históricos y jurídicos antiguos, redactados entre los siglos xviii y xx (1984: XVII-XXVI). Siguiendo a Burriel, principal artífice del rescate de la obra, todos estos estudios concuerdan en considerar el Setenario como una especie de catecismo político y moral o de introducción, destinados ambos a servir de premisas a las Siete Partidas. Por dichas calificaciones, se ha estimado durante mucho tiempo que el Setenario era anterior a la primera redacción del gran código legal, es decir, a 1265. A pesar de algunas divergencias en cuanto a su naturaleza exacta, en ningún momento se puso en tela de juicio su papel secundario frente a las Partidas, ni su calidad de pieza preliminar. La relativa homogeneidad de estos análisis se explica por su origen común, ya que muchos de ellos son citas de segunda mano o paráfrasis de ensayos anteriores (1984: XXII). Las interrogaciones que plantearon estos trabajos antiguos han sido ampliamente renovadas, en particular en lo que concierne a las relaciones entre 1 Université Toulouse II, Jean Jaurès; (johan. [email protected]).

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ambas obras. El Setenario y las Siete Partidas son sustancialmente la misma obra. Esta identidad no se debe a una perfecta adecuación estructural ni literal, sino a una consideración amplia del proyecto legal alfonsí, cuyos componentes son avatares de una misma letra perpetuamente renovada. Esta evolución constante, debida en parte a circunstancias adversas (Pérez Martín 2014), supuso la progresiva absorción de fuentes y materiales complementarios ajenos a la sola tradición romano-canónica, así como la transformación del enunciado jurídico y de su alcance simbólico. A través de estas obras, Alfonso X ideó un cuerpo legal único e incluyente cuyas dimensiones filosófica y empírica son las principales innovaciones (Velasco 2020). Sin entrar en el detalle de este tema ampliamente debatido, sabemos que hoy se considera, salvo contadas excepciones (Assouline 2009: 30, Martínez 2016), que el Setenario es la última refundición de la Primera Partida, redactada en Sevilla en el otoño alfonsí (c. 1282-1284). Las modificaciones más notables de esta nueva versión son la omnipresencia del número siete, convertido en denominador que afecta todos los niveles discursivos, y la mitificación de la figura de Fernando III, elemento ausente de las versiones anteriores de las Partidas (Craddock 1986c). Desde un punto de vista material, y a diferencia de su fuente principal, de la que conservamos versiones completas (Panateri 2015), el Setenario nos ha llegado bajo la forma de un borrador de trabajo inacabado y lacunario. A su estado incompleto se añade la existencia de proyectos de escritura contradictorios, de incoherencias y de rupturas semánticas del discurso (Vanderford 1984: LI). Ambas obras se diferencian cualitativa y cuantitativamente. El Setenario dispone de un título fijo y explícito, citado en la ley XI («Setenario pusiemos nonbre a este libro porque todas las cosas que en él sson van ordenadas por cuento de siete», Vanderford 1984: 25), mientras domina la mayor incertidumbre en cuanto a la denominación de las Partidas y de sus copias (Orellana Calderón 2006: 52 y 69). Tanto la mención de un «libro Setenario» (RAH 1851: II, 126) en el testamento de Alfonso X como las remisiones al Setenario, esparcidas en varios manuscritos jurídicos alfonsíes (Martínez Marina 1808: 286-287, Orellana Calderón 2006: 146), han alimentado las especulaciones sobre la identificación precisa del Setenario, sus relaciones con las Partidas y su naturaleza exacta.

2. Discontinuidad continua: similitudes y reconfiguración La cuestión concreta de las relaciones literales se ha investigado poco. Si bien diversos estudios han contribuido a la delimitación de un marco teórico

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general para la obra, así como a circunscribir sus correspondencias temáticas al contenido de las Partidas, se ha prestado poca atención a la literalidad. En su edición del Setenario, Vanderford enunció los puntos fundamentales de la relación temática entre ambos textos. Admitió una equivalencia de contenido para varias secciones (1984: XXVIII): el doble prólogo de las Siete Partidas correspondía a las once primeras leyes del Setenario, el título 3 de la Primera Partida a las leyes XL a XLII y, por último, las leyes incluidas en el título 4 a las leyes LXX a CVIII del Setenario. Aunque admitan la validez de estas correspondencias, Martin y Gómez Redondo han introducido precisiones. Para Martin, las leyes introductorias contienen elementos de una reflexión sobre el poder idénticos a los que aparecen en la Segunda Partida (1995: 9-13). Estas ideas fueron reorganizadas para pintar un retrato laudatorio de Fernando III. Por su parte, Gómez Redondo sugirió extender la correspondencia del Setenario con leyes del título 4. Según estimó, el contenido similar al de la Primera Partida empieza con la ley LXVI (1998: 320), es decir, a partir de las primeras correspondencias entre elementos naturales y realidades cristianas. Ha de notarse que el prólogo, los cuatro primeros títulos de la Primera Partida, así como la ley dedicada a cuestiones de sucesión en la Segunda Partida (2.15.2), son precisamente los elementos que han sido revisados en las sucesivas redacciones de las Partidas. El hecho es tanto más llamativo cuanto que el número de variantes es elevado. En las primeras leyes de las Partidas se plantean cuestiones esenciales como la representación de la realeza alfonsí, los vínculos entre lo temporal y lo espiritual, o bien cuestiones doctrinales en un siglo marcado por constantes ajustes dogmáticos. Desde un punto de vista estrictamente literal, los vínculos entre el Setenario y estos cuatro primeros títulos han dado lugar a varios índices de correspondencias parciales. Vanderford, en la introducción a su edición, fue el primero en proponer breves comparaciones literales (1984: XXXII-XXXVI). Arias Bonet estableció una tabla parcial de correspondencias (1972: 753), pero su consulta es poco cómoda, ya que las remisiones al Setenario se realizaron a partir de referencias a folios de diversos manuscritos de las Partidas que consultó. En su estudio, también relacionó el Setenario con el manuscrito HC 397/573 de la Hispanic Society of America (HS1), que contiene una versión de la Primera Partida contaminada por él. El estudio codicológico de Pichel (2018) ha permitido ampliar las observaciones de Arias Bonet sobre este ejemplar. El texto de HS1 constituye una «redacción mixta» que combina la Primera Partida en su primer y tercer estado redaccional con elementos provenientes del Setenario. El interés de esta versión híbrida, como ha subrayado Pichel, es que constituye, por el momento, el único testimonio de una recepción legal del Setenario. Por ello, se puede afirmar que la relación

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que une el Setenario a las Partidas no se sitúa únicamente en el nivel de una filiación textual, sino en el de una plena intertextualidad. El texto de HC 397/573 fue editado por Ramos Bossini (1984). Craddock ha identificado una correspondencia casi exacta entre las leyes 59 a 65 del cuarto título de HS1 y el contenido de la ley XCVIII del Setenario, cuya fuente primaria es el Decreto de Graciano (Craddock 1992: 110). Díez de Revenga y Puche Lorenzo han completado aún estos trabajos preliminares con un cotejo más detallado (2003: 234-240). Así, han llegado a la conclusión de que lo que caracteriza la reescritura del Setenario es el agrupamiento de siete leyes de la Primera Partida para formar nuevas unidades discursivas. Un análisis pormenorizado de los paralelos entre el Setenario y la tercera redacción de la Primera Partida permite precisar varios aspectos. Las correspondencias temático-literales son numerosas, pero no afectan a todas las leyes (véase Anexo). Si retomamos la progresión general del Setenario, observamos que los pasajes coincidentes se limitan esencialmente a las leyes que tratan de los sacramentos. Aunque no se haya indicado en la tabla, por la profunda transformación que sufrió, el prólogo a las Siete Partidas inspiró las leyes introductorias del Setenario. La delimitación del prólogo en el Setenario es un tema problemático (Salgado 1999). ¿Deberíamos hablar de doble prólogo, al igual que para las últimas redacciones de las Partidas, de introducción o bien de varias leyes introductorias? Lo único seguro es que no se puede considerar que la ley I del Setenario contenga la totalidad de los elementos que definen el proyecto de escritura. Parece más coherente considerar las once primeras leyes como las premisas teóricas de la obra. La ley I propone una transformación y amplificación de dos elementos característicos de las Siete Partidas: las iniciales del nombre Alfonso que abren cada partida, así como la fórmula inaugural del código que enuncia la universalidad de Dios: «Dios es comienço, e medio, e acabamiento de todas las cosas» (Dietrick Smithbauer 2019: 0.0.2). Con una configuración muy distinta, la ley I del Setenario trae a colación los nombres Alfonso y Fernando, asimilados a la fórmula bíblica «Alfa et O». Esta rige el plan de la ley y lleva a la enumeración de series de nombres divinos, reforzando la dimensión simbólica de la obra (Puigdengolas 2019) y la idea de consustancialidad que une el corpus legal con la persona real (Rodríguez-Velasco 2010). Las leyes II a X, que heredan nociones de la Segunda Partida, presentan una imagen idealizada de la dinastía, la de una realeza santa en tanto que conquistadora, encarnada por Fernando III y arraigada en tierras sevillanas. La ley XI también se distingue del segundo prólogo de las Partidas. En efecto, a partir de la segunda redacción de las Partidas, se ha incluido una digresión dedicada al «Setenario» después de la presentación de la filiación

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y de las dignidades de Alfonso, de la calidad de mecenas de Fernando III y de la fecha de final de la redacción. Este segundo introito difiere según los manuscritos consultados. Estriba en el imaginario setenario, ya que se enumeran sucesivamente: los siete tipos de cuerpos según Aristóteles, los siete movimientos o direcciones, las siete estrellas correspondientes a cada día de la semana, las siete partes de la Tierra, llamadas climas, los siete metales, las siete artes liberales, las siete edades del hombre y, por último, varios ejemplos bíblicos que incluyen el número siete (las parejas de animales de cada especie preservadas por Noé en el Arca, los años en que Jacob trabajó antes de casarse con Raquel, las ramas del candelabro de Moisés, las virtudes loadas por David en el Salterio, los dones del Espíritu Santo, el número de sacramentos, las alegrías de María, las peticiones del Pater Noster y la estructura del relato del Apocalipsis de San Juan). Sin embargo, estas series solo se mencionan, sin detallar sus componentes. Aunque sea igualmente enumerativa, propone una organización arborescente, así como un examen diferenciado de las informaciones. Perona ha detallado parcialmente la estructura de este capítulo, autodesignado todo junto como «setenario mayor» (1988: 40). Lo que diferencia fundamentalmente ambos pasajes es que, en el Setenario, la larga enumeración tiene un valor programático, por no decir propedéutico, y establece las directrices teóricas y temáticas de la obra en su conjunto. A excepción de la ley XI, el resto de las correspondencias se extiende, salvo contadas excepciones, a las leyes XL a CVII. Las leyes XII a XXXIX no tienen relación alguna con la tercera redacción de las Siete Partidas. Ofrecen un análisis detallado de varias series mencionadas en la ley XI: la cuestión de la percepción y del conocimiento a partir del examen de fenómenos empíricos, la presentación de los cuatro elementos, de los planetas, de los dones del Espíritu Santo y de los fundamentos de la fe. Estos últimos capítulos, muy parecidos a la tonalidad general de la Primera Partida, tratan de las razones de la Creación (ley XXXVI), de la definición del Espíritu Santo (XXXVII) y de la definición de la Iglesia (leyes XXXVIII y XXXIX). Parece, por tanto, que constituyen un conjunto clave para entender el sentido del Setenario, ya que en ellas se establecen fundamentos canónicos ajenos a las Partidas. Las leyes XLI a LXX tienen escasas relaciones con la Primera Partida. En lo esencial, recuerdan el número de apóstoles, así como el contenido del Credo (leyes XLI y XLII), precisan las correspondencias entre los cuatro elementos, los signos del zodiaco y las realidades del dogma cristiano (leyes XLIII a LXVI), y, por último, establecen paralelismos entre las figuras de Tolomeo y San Juan (ley LXVII), los doce signos y los apóstoles (ley LXVIII) y la predicción del número de evangelistas por los profetas (ley LXIX). La ley LXX, que remata el

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conjunto, propone una justificación del número de sacramentos. Sin embargo, el título de dicha ley («Quántos sson los sacramentos e en quántas maneras son guardados e sagrados e qué pro viene dellos a los que los rreçiben», Vanderford 1984: 120), así como su contenido, son muy parecidos a los de la ley siguiente, titulada «Por qué rrazón sson los sacramentos ssiete e non pueden sser más nin menos» (1984: 121). Las similitudes observadas sugieren que la ley LXXI se concibió como una especie de continuación destinada a unir dos fragmentos redactados de forma separada. Las leyes LXX y LXXI, unidades parecidas, establecen así una continuidad entre las materias que componen el Setenario. Los primeros elementos dedicados al sacramento del bautismo inspirados en la Primera Partida son puntuales, ya que se trata de breves definiciones o aserciones. Se han indicado dos de ellas en cursiva (véase Anexo), por corresponder al segundo testimonio seleccionado por la Real Academia para su edición, también en cursiva. Estos elementos solo aparecen en esta versión de la Primera Partida. Para todos los pasajes del Setenario que tienen paralelismos con ambos testimonios, el Setenario es siempre más cercano al segundo. Este aspecto habrá de precisarse a partir de una edición más escrupulosa de los textos pertinentes y de sus variantes. Sea como fuere, la presentación del sacramento del bautismo que se encuentra en el Setenario es muy diferente de la de la Primera Partida y merecerá un estudio detallado. La ley LXXI es la primera ley cuyo contenido está directamente copiado del cuarto título de la Primera Partida en su tercera versión. Hasta el final del Setenario, ya no habrá ninguna ruptura en el reempleo del material jurídico proveniente de esta sección de la Primera Partida, salvo en la ley CVIII, cuyas informaciones relativas a diversas prendas litúrgicas han sido recopiladas a partir de otras fuentes. Si se vuelve al índice de correspondencias, se puede observar que hay una forma de continuidad en los préstamos. Leyes consecutivas de la Primera Partida han sido recortadas y reutilizadas de una forma más o menos fragmentaria en los capítulos del Setenario. La extensión de estos fragmentos varía. Puede tratarse de la totalidad de una ley, de párrafos enteros o bien de algunas líneas, generalmente definiciones. Lejos de limitarse a una mera reescritura lineal, el contenido dedicado a las cuestiones sacramentales proviene de varios segmentos del código legal. En una forma más o menos breve, las citas fueron diseminadas en la nueva obra. Sin embargo, subrayar esta particularidad no basta para describir su estructuración, sea general o de detalle. A partir de la ley XCVII, la frecuencia y la extensión de las citas aumenta. Lo que sobresale es que el Setenario crea nuevas unidades semánticas. Al igual que una quæstio, el título de cada ley plantea un problema que se examina mediante siete argumentos o ideas principales. Las listas de siete elementos contenidas en cada introito de ley, puntos que pueden memorizarse

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con facilidad, originan una interpretación que moviliza, por intermitencias, la fuente primaria que son las Partidas. La refundición general permite también la inclusión de nuevos elementos elaborados a partir de la amplificación de temas únicamente mencionados o bien simplemente ausentes de aquellas. Se ha estimado hasta el momento que el Setenario se inspira únicamente en la materia presente en el título 4 de la Primera Partida. Ahora bien, un examen detallado demuestra que algunos préstamos puntuales se han efectuado a partir de los títulos anteriores (3) y posteriores (5, 17, 18 y 23). Los pasajes en cuestión son definiciones, enumeraciones o breves desarrollos argumentativos que los autores han juzgado pertinentes a la hora de reescribir el título 4. De hecho, el Setenario es posterior a la tercera redacción de la Primera Partida. La ausencia de progresión argumentativa idéntica en ambos textos sugiere un trabajo consecuente a partir del material inicial. El propósito extraído del código legal ha sido fragmentado y los autores han insertado varias temáticas ausentes en la totalidad de las versiones sucesivas de la Primera Partida. En el Setenario hay una parte no jurídica cuyo origen y cuya articulación con el contenido inicial del principal texto fuente no han sido estudiados. Si hay un parentesco con el Setenario, este ha de considerarse punto por punto.

3. Nuevas perspectivas: las fuentes alteradas Una primera aproximación a las correspondencias sugiere que examinar los pasajes idénticos entre ambas obras implica siempre precisar la escala en la que uno se sitúa. Las similitudes no se perciben sino cuando se vuelve a una aproximación literal de la obra, dejando de lado los parecidos temáticos, que poco aportan a la comprensión de los objetivos perseguidos por la nueva versión que es el Setenario. A pesar de una correspondencia casi exacta de varios títulos de leyes, son las modificaciones del discurso, sutiles modificaciones de fondo y de forma, las que revelan la evolución del propósito. Puesto que gran parte del contenido del Setenario no proviene de las Partidas, no se puede reducir su lógica interna a la absorción de unidades semánticas sacadas de su intertexto. Al contrario, el discurso que propone es una demostración cuyas articulaciones aún no han sido totalmente identificadas ni circunscritas. Un análisis de estos dos aspectos del Setenario ha de llevarnos a entender mejor su funcionamiento, pero también a identificar los pasajes claves que permiten relacionar las temáticas heterogéneas que contiene. En el Setenario, Alfonso X no dice exactamente lo mismo que en la Primera Partida. Su discurso está orientado hacia la demostración de la verdad cristiana y se aparta notablemente de los elementos de imposición jurídico-social propios de las redacciones sucesivas de la Primera Partida.

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La presente proposición de correspondencias es sólo una etapa suplementaria en el proceso de estudio comparativo entre ambas obras. Queda mucho por hacer. En efecto, desde el punto de vista literal, faltan por investigar tres vías principales. Primero, ahondar en el sentido de esta reescritura, estudiando las transformaciones del discurso a partir de las variantes de la Primera Partida más cercanas al Setenario. Puesto que las ediciones de los textos de las que disponemos son defectuosas, el proyecto 7PartidasDigital habrá de proporcionarnos un valioso instrumento comparativo al respecto. Será necesario cotejar extensivamente los textos. Segundo, identificar las fuentes canónicas del Setenario, es decir, todo el material textual dedicado a los sacramentos que no proviene de las Partidas. Habrá de prestarse especial atención al contenido de la sección relativa al bautismo, cuya presentación es, en mayor parte, ajena a las distintas redacciones de la Primera Partida. Por último, se investigarán las fuentes de las secciones que se añadieron al material de la Primera Partida, cuyo contenido tiene que ver con el espíritu sapiencialista, del que el Setenario es, sin ninguna duda, una de las expresiones más refinadas, aunque inacabada.

Anexo. Índice de correspondencias entre el Setenario (ed. 1984) y las Siete Partidas (ed. 7PartidasDigital). Siete Partidas, 7PD, 2016-21

Setenario, Vanderford, 1984

1.3.1

XL

1.3.1 1.3.1 1.3.1 1.3.2

XLI, 72, 27-29 XLII, 73 XL, 70, 19-30 XL, 71

1.3.3 1.3.4

XL, 70, 19-30 XL, 71, 21-24

1.4.1

LXXI, 121

1.4.4

LXXII, 122-123

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Tema del pasaje Fundamentos de la fe Qué son los artículos de la fe y por qué llevan este nombre. Definición de símbolo. Credo. Definición de artículos. Cuántos artículos de la fe hay. Definición de artículos. Beneficios de los artículos de la fe. Justificación del número de sacramentos. Quién puede dar los sacramentos.

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Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas 1.4.5

LXXXIII, 136, 5-7

1.4.7

LXXXIV, 138, 11-14

1.4.9

LXXXI, 133, 20-30

1.4.10

LXXVII, 128, 16-18

1.4.11

LXXVIII

1.4.13

LXXIV, 125

1.4.14

LXXIX, 130

1.4.15 1.4.17

LXXXIV, 136 LXXXIV, 144, 26-29

1.4.17 1.4.17 1.4.19 1.4.23

XCV, 175, 12-14 LXXXV, 147, 23-150 LXXXVI, 151, 24-25 LXXX, 132, 16-31

1.4.26

LXXXVII, 152

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67

El bautismo Virtud del bautismo para todos los que lo reciben. Etimología de catecismo. Los tres tipos de bautismo. Qué significa bautismo (definición proveniente de P. Lombardo, Sentencias, VI, DIII, 1). Cuándo fue establecido el bautismo. Pueden bautizar los legos en caso de peligro de muerte del neonato. Palabras pronunciadas antes del bautismo. Conjuración de la sal. Sentido del término hebreo effeta. Definición de prefacio. Origen del bautismo. Definición de padrino. Uno no debe bautizarse más de una vez. Preservación del bautismo.

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68

Las Siete Partidas del Rey Sabio

1.4.27

LXXXVIII, 153

1.4.29

LXXXIX, 155, 26-27

1.4.30

LXXXIX, 155, 15-final

1.4.31

XC

1.4.32

XCI, 159, 25 a 160, 18

1.4.33

XCI, 160, 30 a 161, 19

1.4.34

XCII, 162, 8-20

1.4.34

XCII, 162, 21-31

1.4.35

CV, 244, 18-28

1.4.36

CIV, 239, 1-14

1.4.43 1.4.44

XCIII, 168, 23 a 170, 9 XCIV, 170, 10 a 172, 20

1.4.44

XCIV, 173, 5-32

1.4.47

XCV, 174, 2 a 175, 24

1.4.49 1.4.50

XCV, 176, 3-11 XCV, 176, 25 a 177, 5

1.4.51

XCVI, 177, 8-19

1.4.52

XCVI, 177, 20-26

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La crisma Preparación de la crisma. Justificación del nombre crisma. Quién puede hacer la crisma. Cómo se hace la crisma. Cuándo ha de hacerse la crisma. Dónde ha de hacerse la crisma. Conservación de la ampolla. Las campanas del Jueves Santo. Nabucodonosor y la piedra. Palabras de Jesús a los apóstoles. El ritual de la crisma. Cómo ha de bendecirse la mezcla de las especies. Salutación de la crisma. Bendición del aceite para los neófitos. Virtudes de la crisma. La crisma durante el Jueves Santo. La confirmación Introducción al sacramento de la confirmación. De dónde proviene el nombre de confirmación.

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Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas 1.4.58

XCVII, 181, 28 a 182, 6

1.4.59

XCVII, 182, 7-11

1.4.60 1.4.61

XCVII, 182, 11-14 XCVII, 182, 14-21

1.4.62 1.4.62

XCVIII, 184, 13 a 186, 23 XCIX, 195, 20 a 196, 30

1.4.64 1.4.64

XCVIII, 186, 18-19 XCVIII, 191, 21-24

1.4.66

XCIX, 192, 22 a 193, 8

1.4.68

XCIX, 193, 9 a 194, 16

1.4.70

C, 203, 17 a 204, 12

1.4.71

C, 204, 18 a 205, 12

1.4.73

C, 201, 17 a 203, 16

1.4.74

C, 200, 6-31

1.4.75

C, 201, 1-16

1.4.76

XCIX, 198, 26 a 199, 20

1.4.77

CI, 212, 20 a 214, 7

1.4.78

CI, 214, 8 a 215, 10

1.4.79

CI, 209, 25 a 211, 26

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69

La penitencia Introducción al sacramento de la penitencia. De dónde proviene el nombre de penitencia. Qué es la penitencia. Los beneficios de la penitencia. Los tres tipos de pecados. Relatos de las tres resurrecciones. Definición de crimen. Definición de purgatorio. Las tres maneras de confesarse. De la vergüenza del que se confiesa. De las preguntas hechas durante la confesión. Del conocimiento de las oraciones por los penitentes. De la sagacidad de los confesores. Quién puede dar la penitencia. Los legos que pueden dar la penitencia. De la prohibición de confesarse por procuración. De la necesidad de obtener una licencia para cambiar de confesor. De la posibilidad de cambiar de confesor sin licencia. De la fe que han de tener el confesor y el penitente.

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Las Siete Partidas del Rey Sabio

1.4.80

CI, 211, 27 a 212, 19

1.4.82

XCIX, 194, 17 a 195, 19

1.4.83

XCIX, 197, 21 a 198, 25

1.4.85

CI, 208, 9 a 209, 5

1.4.86

CI, 209, 6-24

1.4.89

CII, 220, 31 a 221, 17

1.4.90

CII, 216, 22 a 217, 12

1.4.90 1.4.92

CII, 217, 13 a 219, 7 CII, 219, 8 a 220, 8

1.4.93

CII, 221, 18 a 222, 15

1.4.94

CIII, 222, 30 a 223, 26

1.4.95

CIII, 225, 27 a 226, 6

1.4.96

CIII, 226, 7-22

1.4.97

CIII, 226, 23 a 227, 33

1.4.98

CIII, 227, 34 a 229, 3

1.4.100

CIII, 229, 23 a 230, 24

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De la fuerza de los sacramentos juntados por la fe. De no tardar en confesarse. De no curar a los enfermos antes de que se hayan confesado. De no romper el secreto de la confesión. La pena de los que rompen el secreto de la confesión. De la necesidad de absolver a los enfermos y a las personas en peligro de muerte. Divisiones de la penitencia. La penitencia solemne. Las penitencias públicas y privadas. De las modalidades del perdón. Los beneficios del perdón. De las lecciones del pecado mortal. De los beneficios revelados por el pecado mortal. Las buenas acciones de los vivos son favorables a los muertos. Las acciones que perjudican a los muertos. De las sanciones a aquellos que están de luto de forma inapropiada.

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Notas sobre las relaciones literales entre el Setenario y las Siete Partidas 1.4.101

CIV, 230, 26 a 231, 11

1.4.102 1.4.108

CIV, 231, 12 a 232, 4 CIV, 232, 24 a 233, 30

1.4.109

CIV, 234, 12 a 235, 17

1.4.112

CV, 246, 30 a 247, 37

1.4.113 1.5.3

CV, 245, 38 a 246, 29 LXVI, 112, 5-17

1.5.25 1.5.33

LXXII, 123, 9 XCVIII, 188, 17 a 189, 6

1.5.34

XCVIII, 184, 23 a 185

1.17 1.18.1

XCVIII, 186, 25-30 XCVIII, 187, 23-24

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La eucaristía Introducción al sacramento de la eucaristía. Qué es la eucaristía. Cómo se hace la eucaristía. De la mezcla del agua y del vino. Del cáliz. Varia Del corporal. De los Apóstoles en el lago de Tiberíades (Mt 4:13-22, Mc 1:16-20, Lc 5:1-11). Definición de arzobispo. Diferentes pecados mortales. Diferentes pecados veniales. La simonía. Definición de sacrilegio.

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La Segunda Partida y su proceso compositivo: el ms. 43-11 de la Biblioteca Capitular de Toledo y su marginalia1

Alexander V. Marey2

Poco antes del final de 1413, el arzobispo de Toledo don Pedro de Luna encargó a su subordinado, el canónigo de la colegiata de Santa María de Talavera Juan Alfonso Pérez Trujillo, la realización de una copia completa de las Siete Partidas (Rodríguez Díaz 2000: 296). El arzobispo concibió esta iniciativa como regalo a otro auxiliar suyo, amigo y socio, Juan Martínez de Contreras, quien, desde 1409, ostentaba el cargo de deán del cabildo de Toledo, y en 1413, durante la breve ausencia del arzobispo, ejerció sus funciones como vicario (Villaroel González 2016). La copia se encargó en tres volúmenes de pergamino de 340 x 260 mm cada uno, con el texto escrito a dos columnas y acompañado por un aparato decorativo de lujo. El primer volumen contendría la Primera y Segunda Partidas; el segundo, la Tercera y Cuarta; y el tercero y último, la Quinta, Sexta y Séptima Partidas. De manera imprevista, el arzobispo de Luna murió el día 18 de septiembre de 1414, sin haber cumplido los 40 años. Como es natural, todas sus iniciativas, incluido nuestro encargo, se detuvieron. Probablemente, el hecho de que Juan Alfonso Pérez Trujillo3 alcanzara a recibir el pago únicamente por el primero de los tres volúmenes supone que 1 Una primera versión de este artículo, en ruso, fue publicada en Marey (2017). 2 Profesor titular de Historia del Pensamiento Político. National Research University, Higher School of Economics (Moscow, Russia); ([email protected]). 3 Es bastante difícil —si no imposible— decir quién fue este Juan Alfonso. Quizá el archivo de la Colegiata Real de Talavera contenga la información necesaria, pero de

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este fuera finalizado en vida del arzobispo. El segundo volumen fue copiado por completo, pero su iluminación no llegó a realizarse. En espera de la reanudación del pago, Trujillo ejecutó algún ornamento en el segundo volumen, pero ya no comenzó con el tercero. El regalo no fue entregado finalmente al destinatario, y hay dudas sobre si Juan Martínez de Contreras alcanzó siquiera a conocer su existencia. Al menos este manuscrito de las Partidas no se menciona en su testamento4, realizado a favor del cabildo, ni tampoco en el documento tardío emitido por el arzobispo Juan de Cerezuela a propósito de los bienes de Contreras5. De resultas, hoy conservamos dos volúmenes, que contienen las cuatro primeras Partidas, a saber: los manuscritos de la Biblioteca Capitular de Toledo 43-11 (T11: BETA manid 1108) y 43-12 (T12: BETA manid 1132). Existen tres razones por las que esta historia resulta de sumo interés. En primer lugar, se trata de un caso —no muy frecuente en la Edad Media— en que podemos identificar no solamente al escribano (quien materializó la copia del manuscrito), sino también al destinatario y al comitente. Por otra parte, considerando estos códices en el contexto de la tradición manuscrita de las Partidas, podemos deducir algunos aspectos de interés que afectan a la historia textual del conocido código alfonsí, y particularmente a la relevancia que en ella tuvo la disposición de Alfonso XI emitida durante las cortes celebradas en 1348 en Alcalá de Henares. Por último, el ms. T11 reviste un gran interés desde el punto de vista de su marginalia, pues permite ilustrar algunas de las etapas de la evolución textual de la Segunda Partida. Estas tres consideraciones delinean la estructura del presente artículo.

1. Los manuscritos El manuscrito T11 (Craddock 1986: Ah66; RAH 1807: Tol. 3º) está escrito en pergamino y contiene 358 folios de 336 x 260 mm. El texto se dispone a dos columnas de 33 líneas cada una. La fecha de realización del conjunto de los mss. T11 y T12 es el 4 de octubre de 1414, como se deduce del colofón del escribano en el último folio del ms. T126. Como indica José Manuel Fradejas Rueda (2019a, 2019b), el ms. T11, al igual que T12, está momento no he podido encontrarla. Con todo, presumo que fue el revisor, corrector y anotador el responsable de la confección de los manuscritos, mientras que el copista habría sido otra persona, cuya identidad desconocemos. 4 ACT Doc. A.8.L.1.1, fol. 15r. Sobre el testamento de Contreras en el contexto de los otros actos testamentarios de los metropolitanos de Toledo, véase Ortega Gil (2014). 5 ACT Doc. A.8.M.1, fol. 2r. 6 «Aqui sse acaba la quarta partida deste libro, et la escriuio Johan Alfonsso de Trugillo, canonigo de Sancta Maria de Talauera et familiar del arçobispo don Pedro de Luna, que

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encuadernado en piel de color cuero sobre madera (355 x 270 mm), con cierres de piel y metal (bronce). En el lomo hay cinco nervios dorados y florones en los espacios internerviales. Los dos superiores acogen sendos tejuelos de papel. El primero, de 76 x 38 mm, presenta la signatura «43-11» y debajo puede leerse la antigua «26.7.». El segundo tejuelo, de 75 x 46 mm, ofrece el título del volumen «Leyes de la | Partida, | 1.ª y 2.ª M.S.». Hay dos hojas de guarda de papel verjurado con una filigrana de 55 x 102 mm. En el vuelto de la hoja de guarda volante se encuentra la signatura «Cajon 43. Num. 11» escrita con tinta ocre. Hay otras dos hojas de guarda del mismo papel al final del volumen (Fradejas Rueda 2019a).

La filigrana citada consiste en un escudo redondo (¿tal vez el sol o alguna esfera?) timbrado de corona de cinco rayos. En el interior del escudo se coloca una estrella de ocho rayos extendida verticalmente y flanqueada por las letras S y A. Desde dos de los rayos inferiores de la estrella se descuelgan las letras D y P y, debajo, una flor de tres pétalos (Fig. 1). No he conseguido localizar esta filigrana (o alguna similar) en el catálogo de Briquet ni en ningún otro inventario disponible.

Fig. 1. Filigrana en el ms. T11 (© Biblioteca Capitular de Toledo, ms. 43-11) Dios perdone. Et se acabo de escreuir a quatro dias andados del mes de otubre, anno del Sennor de mil et quatroçientos et catorze annos» (BCT ms. 43-12, fol. 254r).

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Las Siete Partidas del Rey Sabio

Las primeras páginas de todas las Partidas presentan orla, aunque cada una de distinto tipo. En cada una de las esquinas de la orla inicial de la Primera Partida (T11, fol. 1v) están representados cuatro profetas, identificados por medio de sendas filacterias. Arriba, a la izquierda, se ha retratado a Abacuc, y, a la derecha, a David; abajo, a la izquierda, a Jeremías, y, a la derecha, a Isaías. A media altura, en los márgenes, figuran dos ángeles arrodillados que sujetan un candelabro. Tanto en la parte superior como en la inferior se hallan otros dos ángeles que sostienen el escudo de armas. Se trata de un escudo cuartelado en cruz: primero y cuarto, de azur, con cruz de oro flordelisada y hueca; segundo y tercero, de gules, con castillo de oro almenado, donjonado de tres donjones, más alto el central. La orla en el folio inicial de la Tercera Partida (T12, fol. 2v) no presenta figuras humanas ni angélicas, únicamente las hojas de acanto y un escudo de armas, esta vez con el diseño intercambiado: primero y cuarto, de gules, con castillo de oro almenado, donjonado de tres donjones, más alto el central; segundo y tercero, de azur, con cruz de oro flordelisada y hueca. Los folios iniciales de las Partidas Segunda y Cuarta presentan solamente las hojas de acanto alrededor del texto. Las iniciales, al igual que los calderones, aparecen pintadas en azul y rojo (Fradejas Rueda 2019a, 2019b). En este caso la orla es el elemento de mayor importancia, pues permite afirmar que el destinatario de los mss. T11 y T12 fue Juan Martínez de Contreras, arzobispo de Toledo desde 1423 hasta 1434. Podemos confirmar esto gracias al escudo de armas descrito anteriormente. Dicho escudo pertenecía a este prelado, que era en 1413, como ya se ha indicado, el deán del cabildo de la catedral de Toledo. Al igual que su protector, Pedro de Luna, Juan Martínez fue jurista de formación, bachiller en leyes y licenciado en cánones. Como subraya Óscar Villaroel González, nuestro personaje nos aparece con la formación y los grados que va a presentar durante el resto de su vida: licenciado en decretos y bachiller en leyes. Y este es un hecho que, en cierto modo, le distingue de otros colaboradores regios. En muchos casos existen servidores regios que, a lo largo de su carrera, fueron ampliando sus estudios o sus títulos (porque no es algo que siempre fuese unido). Nos encontramos, incluso, personajes que fueron ampliando su currículum (de bachilleres a doctores, de forma más o menos correcta: hay casos, directamente, de compra de títulos). Pero ese no es el caso de Juan Martínez Contreras: desde 1409 hasta su muerte en 1434 nuestro prelado siempre apareció con la misma titulación. (2016: 188)

Conviene destacar un dato adicional, esta vez referido al manuscrito T12, que ha de ser tenido en cuenta en este contexto: como se puede observar (Fig. 2), en la orla situada en el fol. 2v de este códice los cuarteles del escudo

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aparecen desordenados: el primero y el cuarto contienen el castillo de oro almenado, mientras que en el segundo y el tercero figuran la cruz de oro flordelisada y hueca. Por lo demás, dicha orla es mucho más sencilla que la de T11, pues solo presenta las hojas de acanto, sin ángeles ni hombres. Todo esto hace suponer que el ms. T12 fue acabado después de la muerte del arzobispo de Luna (una confirmación adicional se halla en el colofón del manuscrito, donde se habla del «arçobispo don Pedro de Luna, que Dios perdone»). Sin duda, la muerte del arzobispo debió de interrumpir la financiación del trabajo de copia de las Partidas, lo que explica la peor calidad del ornamento en T12 y el hecho de que tan solo conservemos las cuatro primeras Partidas.

Fig. 2. Orlas de los mss. T12 (izquierda) y T11 (derecha)7 (© Biblioteca Capitular de Toledo, mss. 43-12 y 43-11)

2. La tradición manuscrita de las Partidas Hasta hoy conocemos cerca de 160 testimonios manuscritos de las Partidas producidos en castellano, gallego-portugués o catalán8. Parece importante recordar que en la tradición catalana solo se conoce la traducción de la Primera y Segunda Partidas, mientras que en el espacio gallego-portugués sí se conocieron y tradujeron todos los libros del cuerpo legislativo alfonsí. 7 Imágenes extraídas de Fradejas Rueda (2019a y 2019b). 8 Para la lista más actualizada de todos los testimonios castellanos de las Partidas conocidos hasta hoy, véase el artículo de José Manuel Fradejas en este mismo volumen (pp. 21-35). Por su parte, para los testimonios catalanes, gallegos y portugueses, véanse los trabajos de Gemma Avenoza, José Domingues y Ricardo Pichel recogidos también en esta monografía (pp. 97-101, 103-116 y 117-133, respectivamente).

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Según Jerry R. Craddock, más de dos tercios de los manuscritos supervivientes de las Partidas datan del s. xiv9. De los restantes, casi todos están fechados con seguridad en el s. xv, con la excepción del famoso manuscrito londinense (LBL) de la Primera Partida (ms. Add.20787; BETA manid: 1112). Este, según José Arias Bonet (1975), fue confeccionado a finales del s. xiii, así como un número muy reducido de fragmentos aislados, que datan del mismo periodo. La fecha exacta de copia se conoce únicamente en una decena de testimonios del total de manuscritos conservados10. Así, aun considerando que esta datación es, en gran medida, convencional, parece posible afirmar que la época en que las Partidas se copiaron de modo más activo fue el siglo xiv. ¿Acaso esto es consecuencia del conocido mandato de Alfonso XI leído por el rey durante las cortes de Alcalá de Henares en el año 1348? Tal suposición será correcta solo en parte, si reparamos en los diez manuscritos de cuya finalización conocemos la fecha exacta. Seis de ellos fueron acabados antes de 1348: EY1 (RBME ms. Y.II.1; BETA manid 1146), Y21 (RBME ms. Y.III.21; BETA manid 1117), T13 (BCT ms. 43-13; BETA manid 1106), AH2 (RAH ms. 5486; BETA manid 3325), S24 (ASIL ms. 24; BETA manid 1156) y, finalmente, el ms. IAN/TT, Leis e Ordenações, Núcleo Antigo 3 (BITAGAP manid 1436). Contienen testimonios de las Partidas Primera, Quinta y Séptima, además de la traducción portuguesa de la Tercera Partida. En ningún caso se transmite más de una Partida. Por otro lado, los cuatro manuscritos restantes fueron copiados en los años 1412 (Z14: RBME ms. Z.I.14; BETA manid 1109), 1414 (T11 y T12) y 1415 (Y14: RBME ms. Y.III.14; BETA manid 1138); T-11 y T-12, como sabemos, contienen entre ambos las cuatro primeras Partidas, mientras que Z14 e Y14 transmiten respectivamente la Primera y la Segunda. A estas consideraciones hay que añadir el análisis de la información acerca de los manuscritos que copian la obra en su totalidad. Tres de ellos, por desgracia, únicamente los conocemos de manera indirecta. Como es sabido, Alfonso XI mandó «fazer dellas [las leyes de las Siete Partidas] dos libros, vno seellado con nuestro seello de oro e otro seellado con nuestro seello de plomo para tener en la nuestra camara, por que en lo que dubda ouiere, que las conçierten con ellas» (Ordenamiento de Alcalá, título XXVIII, ley 1ª; Waltman / Martínez de la Vega Mansilla 1994: fol. 19r-v). No es posible dilucidar si esta disposición se llegó a cumplir o no, pues nos falta información. Otro manuscrito perdido del texto completo es el célebre de Aljubarrota, acerca 9 Para más detalles, véase Craddock (2011). 10 07-11-1302 (EY1), 15-04-1325 (AH2), 25-05-1330 (Y21), 03-03-1341 (Lisboa, IAN/ TT, Leis e Ordenações, Núcleo Antigo 3), 04-03-1344 (T13), 01-03-1347 (S24), 2403-1412 (Z14), 04-10-1414 (T11 y T12), 12-07-1415 (Y14).

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de cuya búsqueda en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo por parte de la Real Academia de la Historia a comienzos del siglo xix Antonio García y García indicaba que «...aunque la misión de la Real Academia recibió todas las facilidades por parte del gobierno portugués, no solo no apareció el códice, sino que tampoco se encontró la menor noticia documental de que tal códice hubiese existido» (1986: 671). Un conjunto más que incluía todas las Partidas —en este caso, escritas por un mismo copista— perteneció a Pedro Fernández de Velasco y Solier, primer conde de Haro (c. 1399-1470; BETA bioid 3263), quien lo regaló, junto con toda su biblioteca, al Hospital de la Cruz de Medina de Pomar en 1455. Según el inventario de la biblioteca condal, realizado en ese mismo año, las Partidas fueron copiadas en tres volúmenes, el primero de los cuales contenía la Primera y Cuarta Partidas, el segundo la Segunda, Tercera y Séptima, y el último las Partidas Quinta y Sexta. Sin embargo, en un inventario más tardío, compuesto en 1533, las Partidas del segundo volumen se describían ya como tres libros distintos. Más tarde la Séptima Partida se perdería, mientras que la Segunda y Tercera habrían sido de nuevo unidas en una misma encuadernación. Hoy este conjunto textual contiene únicamente seis Partidas y se conserva en la Biblioteca Nacional de España: MN6 (ms. 12793; BETA manid 1110), MN7 (ms. 12794; BETA manid 1110) y MN8 (ms. 12795; BETA manid 2312). De acuerdo con Jerry Craddock, estos manuscritos fueron confeccionados a mediados del siglo xiv y, antes de recalar en la biblioteca del conde de Haro, habrían conformado un único códice (1986a: 50-52). Finalmente, en la descripción que hace Zarco Cuevas de los libros de Isabel la Católica (1924-29: III, 462), menciona el ejemplar de las Siete Partidas decorado con las iniciales de Fernando e Isabel sobre la encuadernación. Hasta donde sabemos —y según García y García (1986: 683)— este manuscrito (MN0) es la única versión completa hoy conocida de las Partidas, custodiada, como es sabido, en la Biblioteca Nacional de España (ms. Vitr/4/6; BETA manid 3373). El códice fue compuesto en la primera mitad del siglo xv, y unos años más tarde el duque de Zúñiga se lo regaló a Isabel y Fernando. El amplio volumen, compuesto de 464 folios, incluye, como hemos indicado, todo el texto de las Siete Partidas (véase una descripción detallada en Pérez López 1996; cf. Fradejas Rueda 2017a y 2017c). Así pues, teniendo en cuenta todos estos datos parece posible afirmar lo siguiente. En primer lugar, las Partidas fueron, sin duda, compuestas en el scriptorium de Alfonso X el Sabio. Como poco, desde los inicios del siglo xiv (o finales del xiii, tomando en consideración el manuscrito londinense LBL) las Partidas eran ya conocidas, al menos en lo que concierne a las Primera, Tercera, Quinta y Séptima Partidas. Además, la Tercera era objeto de traducción

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en Portugal ya en los primeros decenios del trescientos. Por tanto, las Partidas tuvieron que ser difundidas, como muy tarde, a finales del s. xiii. Sin embargo, los dos últimos reyes del doscientos (Sancho IV y Fernando IV) no tuvieron suficiente interés o voluntad política como para implementar un proyecto ideológico y jurídico tan amplio y significativo como el de Alfonso. Una iniciativa semejante no estaba al alcance de cualquier monarca: además del ímpetu guerrero o el ansia de conquista, hacía falta la vocación legisladora, y en la Castilla del siglo xiii esta cualidad fue prerrogativa exclusiva de dos reyes: Fernando III el Santo y su hijo, Alfonso X. Es sabido que el primero quiso, pero no pudo, acometer la tarea; siendo así, la única alternativa que queda es el Rey Sabio. En segundo lugar, resulta asimismo evidente que hasta 1348 las Partidas continuaron siendo difundidas y, de alguna manera, funcionaron no como un único código sino como siete libros autónomos. Casi todos los manuscritos que forman colección y/o contienen más de una Partida11 fueron realizados después de 1348. La única excepción es el manuscrito Z12 (RBME ms. Z.I.12; BETA manid 1148), confeccionado en el primer decenio del siglo xiv. Por tanto, los juristas, jueces o notarios, si bien dispusieron a menudo en sus bibliotecas de todas las Partidas, lo harían mayormente en manuscritos separados. Esto se confirma en particular por el análisis de las glosas marginales de los manuscritos de la Segunda Partida conservados en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial: EM4 (ms. M.I.4; BETA manid 1122), EN7 (ms. N.I.7; BETA manid 1123), Y13 (ms. Y.II.3; BETA manid 1125) y el ya mencionado Y14. En ellos, son muchas las glosas que hacen concordar tal o cual ley con otras correspondientes a las demás Partidas. Por su parte, el mandato de «requerir e concertar e emendar» las leyes de las Partidas promulgado por Alfonso XI en Alcalá de Henares en 1348 sin duda tuvo sus consecuencias. Por un lado, surgió la tendencia de agrupar dos, tres, cuatro o todas las Partidas. Por otro, desencadenó la tarea colectiva de cotejo y enmienda que sufriría el texto alfonsí a partir de entonces, como intentaré mostrar en la siguiente sección de este trabajo. Finalmente, me permito añadir que cuando se copiaba alguna de las Partidas, generalmente se hacía una copia completa de ella. Los manuscritos que contienen únicamente algunas leyes o títulos de una u otra Partida son relativamente escasos; en su mayor parte, se trata o bien de copias conservadas fragmentariamente o de breves extractos de algunas leyes. 11 MN0, MN6, MN7, MN8, MN1 (BNE MSS/22; BETA manid 1120); T11 y T12; ZAB (ABFZ Vitrina; BETA manid 1105), que forma un conjunto con V88 (BRCSD ms. 88; BETA manid 3590); EY2 (RBME ms.Y.II.2; BETA manid 1149), Y18 (RBME ms. Y.III.18; BETA manid 1151), Z15 (RBME ms. Z.I.15; BETA manid 1131); BP1 (RB ms. II/3087; BETA manid 2985).

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3. Segunda Partida: posición, estructura del texto y tradición manuscrita La Segunda Partida ostenta una posición clave en el cuerpo legal alfonsí. Mientras que la Primera, dedicada al derecho canónico, coloca al rey en el contexto de lo sagrado12, la Segunda hace lo propio en el ámbito de lo político, donde operarán después todas las leyes de las otras cinco Partidas. Quizá sean precisamente estas consideraciones las que expliquen el hecho de que, a juzgar por un análisis superficial de la tradición manuscrita de las Partidas, fuera esta sección del corpus la que con mayor frecuencia fue objeto de copia y reelaboración en comparación con las otras seis. En lo que concierne al contenido de la Segunda Partida, puede compararse con los títulos 2 a 4 del primer libro del Fuero Real (BETA texid 1006) y con el segundo libro del Espéculo (BETA texid 1052). No obstante, es evidente que la Segunda Partida supera a estos dos textos no solo por sus dimensiones, sino también, en términos cualitativos, por su pensamiento legislativo. Para la redacción de la Segunda Partida, se emplearon diversas fuentes desconocidas o no utilizadas por los juristas que trabajaron en el Fuero Real y el Espéculo. Es el caso, por ejemplo, de los textos de Aristóteles (Política, Ética a Nicómano, De anima), que sirvieron de base para la concepción política de la Segunda Partida. Estas diferencias, a su vez, hacen suponer que los artífices de la Segunda Partida no fueron los mismos que trabajaron en el Fuero Real y el Espéculo. Al exclusivo conocimiento legal de estos, aquellos (maestros escolásticos, universitarios) añadían el dominio de la teología y la filosofía. Estas consideraciones ponen de relieve otra cuestión interesante: la duración del proceso compositivo de la Segunda Partida. Como ya se ha indicado, el nivel del pensamiento jurídico y teológico, la técnica legislativa e incluso el aparato conceptual de la Segunda Partida supera a los del Espéculo y el Fuero Real, por lo que su concepción y composición debió de dilatarse significativamente. Por otra parte, es muy probable que el texto de la Segunda Partida experimentara múltiples reelaboraciones, adiciones y aun cambios en la estructura. Con ánimo de aproximarnos a esta cuestión, es necesario analizar detenidamente la tradición manuscrita de la Segunda Partida, sus fuentes y su estructura. La tradición manuscrita ibérica de la Segunda Partida es la más rica del código legal alfonsí. Hasta la fecha conocemos veinte manuscritos completos 12 Aquí valdría la pena recordar que las secciones concernientes a la actividad legislativa del rey fueron situadas al comienzo de la Primera Partida, subrayando, por una parte, la sacralidad de las leyes y la conexión de las normas humanas con sus modelos divinos, y, por otra, el papel especial del monarca, su pertenencia a dos mundos simultáneamente.

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(o casi completos)13 que contienen todo el texto o, al menos, gran parte de él —todos castellanos, salvo uno en catalán (BC ms. 942; BITECA manid 1041)—, además de una quincena de fragmentos. Por su parte, Antonio García y García menciona tres copias más registradas en bibliotecas privadas y hoy perdidas (1986: 672-673, 696). Tomando en consideración que en cada biblioteca laica o eclesiástica de los siglos xiii-xiv había uno o más ejemplares de las Partidas (Beceiro Pita 1983) y que la Segunda Partida fue muy popular entre la nobleza castellana y a menudo se difundió de manera autónoma, sin la concurrencia de las otras Partidas (Juárez Blanquer et al. 1991: 19), parece posible afirmar que su tradición manuscrita fue mucho más abundante que la que actualmente conocemos. Hoy solo contamos con una parte, pequeña pero representativa, de la riqueza perdida. Ocho de los veinte manuscritos de la Segunda Partida, casi la mitad de todos los que conservamos, se custodian en los fondos de la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial (E14 —ms. Y.II.14, BETA manid 1124—, EM4, EN7, EY3, Y15, Y16 —ms. Y.III.16, BETA manid 1128—, Z13 —ms. Z.I.13, BETA manid 1127— y Z41 —ms. Z.I.14, BETA manid 1109). Todos ellos son bien conocidos desde, como mínimo, el siglo xviii, y fueron utilizados por los colaboradores de la Real Academia de la Historia para la edición de 1807. La Biblioteca Nacional de España posee cuatro manuscritos más (MN0, MN1, MN4 —MSS/6725, BETA manid 3374— y MN7). En la Biblioteca de Catalunya se conservan dos (mss. 1041 —B41— y 942). Los demás ejemplares se encuentran en la Real Biblioteca de Palacio (BP2: ms. II/3087, BETA 5354), la Biblioteca Nacional de Francia (P58: ms. Espagnol 58, BETA manid 1129), la Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz (V10: ms. 10, BETA 2427), la Biblioteca Universitaria de Oviedo (O61: ms. 461, BETA 5620), la Biblioteca Francisco de Zabálburu (ZAB) y la Biblioteca Capitular de Toledo (T11). La restante tradición manuscrita de la Segunda Partida está conformada por un conjunto de testimonios que contienen algún título o fragmento del texto (por ejemplo, el códice valenciano BHUV ms. 869, BITECA manid 1044; o el manuscrito israelí JNL: BNI ms. Var. 152.3, BETA manid 5730), o alguna ley concreta (como el ms. TN1: AHNOB Cifuentes, C.2, D.7; BETA manid 5763)14. Entre estos manuscritos no hay ninguna copia de los títulos 13 Pienso en los testimonios ejecutados en su totalidad pero que con el tiempo acabaron perdiendo parte de su contenido, por ejemplo, EY3 (RBME ms. Y.II.3; BETA manid 1125) o Y15 (RBME ms. Y.III.15; BETA manid 1126). 14 Los testimonios fragmentarios castellanos son: AGS (AGS CCA, DIV, 1, 74), BA2 (ADB Paroquiais B-123; BETA manid 5496), JNL, TN1, TN4 (AHNOB Osuna, C4170, D18), VA1 (ARCHV Perg. Carp. 121.12; BETA 5726): véase el ensayo de Fradejas Rueda en este volumen, pp. 21-35. Para los fragmentos portugueses y

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de la primera mitad de la Segunda Partida, pero sí hay cuatro testimonios del título 2.18 («Qual deue el pueblo ser en guardar e en bastecer e en defender los castillos e las fortalezas del Rey e del reyno»), y algunos fragmentos de los títulos 2.19 («Qual deue ser el pueblo en guardar el Rey de sus enemigos»), 2.20 («Qual deue ser el pueblo a la tierra onde son naturales») y 2.29 («De los captiuos e de las sus cosas, e de los lugares que caen captiuos en poder de los enemigos»)15. En lo que se refiere a la estructura, la Segunda Partida se organiza en tres bloques de contenido que propongo llamar «tratado del rey», «tratado del pueblo» y «tratado de la guerra»16. La primera de estas secciones incluye 11 títulos (2.1-2.11) y 101 leyes, la segunda transmite 9 títulos (2.12-2.20) y 100 leyes, y la última 11 títulos (2.21-2.31) y 158 leyes. El prólogo de la Segunda Partida se acerca, en lo tocante a su contenido, al «tratado del rey» y debe considerarse como su parte lógica.

3.1. El «tratado del rey» De acuerdo con Irina Nanu, el «tratado del rey» conformaría un «espejo de príncipes dentro de un espejo más amplio, un espejo de derecho, con claras aspiraciones doctrinales y enciclopédicas» (2013: 110). La sección se abre con un título dedicado al estatuto jurídico de los emperadores, reyes y otros grandes señores de la Europa medieval (esto es, los condes, los podestà, los jueces de Cerdeña, capitanes, etc.). Téngase en cuenta que este título se concibió como piedra angular de toda la teoría política de Alfonso el Sabio. Una vez acabado, nunca sufrió modificaciones o amplificaciones, tal como se verifica, de modo indirecto, por el hecho de que en todos los manuscritos de la Segunda Partida las leyes de este título coinciden casi literalmente y no presentan variaciones dignas de mención. Esta última observación, con todo, puede aplicarse a todo el «tratado del rey». La distribución del discurso dentro del primer título también es muy importante. Las primeras cuatro leyes definen el concepto de «imperio» y describen los poderes del emperador. A continuación, las seis leyes posteriores (2.1.5-10) tratan del rey y de la realeza: en ellas los juristas alfonsíes proponen su definición de rey, explican cómo él puede llegar al poder y comparan catalanes, véanse los trabajos de Avenoza y Domingues publicados también en esta misma monografía (pp. 97-101 y 103-116, respectivamente). 15 Las citas fueron extraídas en este caso de la edición de Gregorio López (1555) a partir de la transcripción digital realizada por Acero Durántez (2019). 16 Sobre las peculiaridades de la estructura de la Segunda Partida, véanse también algunos pasajes en el ensayo de Ruiz Gómez y Plaza Serrano (2003).

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los estatutos del rey y del emperador. De particular interés es la décima ley, que aclara el concepto de «tirano» y muestra las características principales de la tiranía. Por fin, las últimas tres leyes del título (2.1.11-13) se dedican a la descripción de los grandes señores, que ostentan el poder de legislar dentro de los límites de su jurisdicción. Así pues, se puede ver con toda claridad que lo más importante en este título, su núcleo semántico, son las leyes sobre el rey y la realeza, mientras que las restantes, las centradas en el emperador y las de los ricohombres, constituyen únicamente el contexto. Esta consideración se confirma por el análisis del contenido de los otros diez títulos del «tratado del rey». Los títulos 2.2-2.5 definen cuál debe ser el rey ideal. Así, el título 2.2 contiene la reglamentación de las relaciones del rey con Dios; los títulos 2.3-2.5 describen de manera muy detallada cómo ha de ser el comportamiento del monarca, desde su forma de pensar hasta su manera de hablar (2.4), comer, beber y dormir (2.5). Por su parte, en los títulos 2.6, 2.7 y 2.8, los juristas explican cuál debe ser la relación del rey con su mujer, hijos y otros parientes. El más interesante entre ellos es, sin duda, el título 2.7, relativo a la educación de los infantes. Se puede decir que el título 2.5 muestra la conducta de un rey que ha sido educado de acuerdo con las leyes descritas en el título 2.7. Por fin, el título 2.9 contiene la reglamentación detallada de la corte real y sus oficiales, mientras que los títulos 2.10 y 2.11 se centran en las relaciones del rey con su pueblo (entendido aquí como una entidad) y con los territorios de su reino.

3.2. El «tratado del pueblo» La parte central de la Segunda Partida constituye el «tratado del pueblo», que abarca los títulos 2.12 a 2.20. Su estructura es en su mayor parte simétrica a la del «tratado del rey», a excepción, evidentemente, del título primero. El concepto de «pueblo» se define en varias ocasiones en la Primera y Segunda Partidas17, pero 17 Me gustaría señalar al respecto dos cuestiones importantes acerca de la concepción de «pueblo» desarrollada por los juristas y teólogos del Rey Sabio. Por una parte, ya he dicho que el «tratado del pueblo» es simétrico al «tratado del rey». Esto significa, ante todo, que el pueblo en la Segunda Partida es considerado como un sujeto de acción política, un ente artificial que dispone de cuerpo, incluso de cabeza, corazón y alma propios. Claro está que la idea de «cuerpo político» no es invención de los juristas alfonsíes, pero conviene advertir que la visión del pueblo expresada en la Segunda Partida es muy distinta a la de sus análogos europeos. Con ella —y este es el segundo aspecto por comentar—, sus autores por primera vez en toda la historia del pensamiento político lograron incorporar a la teoría política los argumentos tomados del tratado aristotélico De anima y de sus comentaristas árabes. Para un análisis más detallado del concepto de «pueblo» en las Partidas y, especialmente, del concepto de «rey» como alma del pueblo, véase Marey (2020).

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el «tratado del pueblo» carece de una definición propia del concepto. Se abre con el título 2.12. A este le siguen los títulos en torno a la vinculación del pueblo con el rey (2.13), su esposa (2.14), sus hijos (2.15) y sus oficiales (2.16). Cierran el tratado los títulos referidos a las obligaciones del pueblo con respecto a los bienes del rey (2.17), a sus castillos y fortalezas (2.18), a cómo debe proteger al monarca de sus enemigos (2.19) y a sus deberes para con la tierra de la que es natural (2.20). Por lo demás, la tradición textual del «tratado del pueblo» contiene una discrepancia importante en el texto de la ley 2.15.2 (ley sobre la cuestión de la sucesión al trono), ya mencionada por los autores de la edición de la Real Academia de la Historia. Todas las ediciones de las Partidas, incluidas las de López, Montalvo o la de la RAH, incluyen la ley, donde se afirma que sy el fijo mayor moriese ante que heredase, sy dexase fijo o fija que ouiese de muger legitima, que aquel o aquella lo ouiese & non otro ninguno. Pero sy todas estas fallesçiesen, deue heredar el rregno el mas propinco pariente que y ouiere seyendo omne para ello & non auiendo fecho cosa por que lo deuiese perder (MN7, fol. 24vb).

Sin embargo, como anotaron los redactores de la edición de 1807, en el ms. MN4 de la Biblioteca Nacional (MSS/6725, BETA manid 3374), el texto se lee así: si el fijo mayor muriese ante que heredase, si dexase fijo legitimo varon, que aquel lo ouiese. Pero si fincase otro fijo varon del rrey, que aquel lo herede & non el nieto, & si el fijo mayor non dexase fijo & dexase fija, aquella lo aya. Pero si fincase fija del rrey, aquella lo herede & non la nieta. Pero si todos estos fallesçiesen, deue heredar el rreyno el mas propinco pariente que y ouiese seyendo omne para ello & non auiendo fecho cosa por que lo deuiese perder (MN4, fol. 63ra; el resaltado es nuestro).

A esta discrepancia se refirió en 1942 José Maldonado. Basándose en el hecho de que MN4 fue escrito en el siglo xv y en la afirmación de que, desde los tiempos de Alfonso XI y hasta la misma reina Isabel la Católica, no había existido en Castilla ningún rey que hubiera podido realizar esa modificación, Maldonado sugirió que se trataba de una iniciativa particular de alguien que, copiando el texto de la Segunda Partida, hubiera decidido corregirlo a su gusto. De acuerdo con este autor, estaríamos ante «un texto que recoge una obra privada producida por un autor que se dejó llevar de una intención de refuerzo de autoridad real [...], y en la que, con miras al pleito de la sucesión de la Corona, se sustituyó en el texto de las Partidas la regla original por un sistema inspirado en la dirección contenida en el Espéculo [...]» (Maldonado y Fernández del Torco 1942: 105). Por otra parte, Maldonado señalaba que

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aquel redactor de las Partidas debía de tener «bien claras en su memoria las circunstancias del pleito entre los hijos de don Fernando y su tío don Sancho IV» (1942: 95). A mi entender, resulta complicado aunar ambas afirmaciones sin que resulten contradictorias. Aquel misterioso redactor, que debió de vivir en el siglo xv y tener en la memoria los acontecimientos del pleito sucesorio del siglo xiii, tendría que haber sido canciller de la Corona o, al menos, uno de sus archiveros mayores. Sea como sea, no conviene llevar más lejos esta hipótesis sin contar con más datos que pudieran apoyarla. Por su parte, Aquilino Iglesia (1986) respondió a la sugerencia de José Maldonado subrayando que el hecho de que la copia de MN4 sea del siglo xv no supone necesariamente que el texto que transmite fuese escrito en la misma época. Las correcciones a la ley 2.15.2, según él, no pueden ser el resultado de la intervención de un jurista privado, sino el testimonio «de algo más, de una determinada decisión en torno a la orientación que se debe adoptar en el tratamiento del material de la Segunda Partida», de tal modo que el texto contenido en MN4 debería ser considerado como «un fiel reflejo de la obra alfonsina antes de la elección por parte del rey del texto definitivo» (Iglesia Ferreirós 1986: 594). Hay, con todo, un argumento adicional en contra de la sugerencia de José Maldonado. La modificación del texto de 2.15.2 no se conserva solo en un manuscrito (MN4), tal como afirmaron el propio Maldonado y, mucho antes, los investigadores de Real Academia de Historia, sino en dos. Parece extraño que los académicos no repararan en la existencia de un segundo testimonio con la misma norma sobre la sucesión al trono que hallamos en MN4, sobre todo porque conocían ese manuscrito, que utilizaron en su edición bajo la signatura Esc. 8º. Se trata del ya mencionado Y14 (RBME ms. Y.II.14), datado en la segunda mitad del siglo xiv. La ley 2.15.2 aparece en ese manuscrito entre los folios 56v-57r, y la cláusula en cuestión reproduce la de MN4 casi literalmente: sy el fijo mayor muriese ante que eredase, sy dexase fijo legytimo varon, que aquel lo ouiese, pero sy fincase otro fijo varon del rrey, que aquel lo herede & non el nieto. Et sy el fijo mayor non dexase fijo & dexase fija, aquella lo aya. Pero sy fincare fija del rrey, que aquella lo herede & non la nieta. Pero sy todos estos fallesçieren, deuen heredar el rreyno el mas propinco pariente que y ouiere seyendo omne para ello et non auiendo cosa fecho por que lo deuiese perder (Y14, fol. 57ra).

La presencia de dos manuscritos que contienen la misma fórmula y, al mismo tiempo, no están directamente relacionados entre sí, indica, en mi opinión, la existencia de una tradición textual alternativa de la Segunda Partida. Es muy difícil (quizá imposible) averiguar de manera definitiva dónde y cuándo fue elaborada la cláusula de sucesión transmitida por MN4 e Y14. Únicamente se puede afirmar con cierta exactitud que fue compuesta poco después

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de la muerte de Fernando de la Cerda (1275) y que posiblemente sus autores simpatizaban con el infante don Sancho. Lo importante es que en este caso nos encontramos, como subrayó Iglesia Ferreirós, con una versión del texto que «en cuanto a la estructura y a las leyes recogidas no ofrece diferencias con respecto al texto editado por las Partidas» (1986: 594). Esto significa que la corrección que encontramos en 2.15.2 no obedece a una motivación «erudita», sino política. La diferencia entre las correcciones de estos dos tipos reviste cierta importancia, pues la enmienda de orden político se realiza ad hoc, en función de unas circunstancias muy concretas en que surge la necesidad de cambiar la redacción de la ley según la coyuntura política del momento. La corrección erudita o, lo que es lo mismo, compositiva tiene como objetivo mejorar la estructura de la exposición del discurso, sistematizarlo, etc. En el primer caso, las correcciones políticas generalmente permiten al investigador ajustar la datación del texto o del cambio concreto, mientras que las eruditas ofrecen la oportunidad de seguir la evolución del texto en su conjunto. En nuestro caso, el «tratado de la guerra», la tercera y última parte de la Segunda Partida, fue objeto, precisamente, de una corrección de carácter compositivo.

3.3. El «tratado de la guerra» y el problema de la evolución textual de la Segunda Partida El «tratado de la guerra» ocupa el último tercio de la Segunda Partida, es decir, desde el título 21 hasta el 30 o el 31. De los dos «tratados» precedentes este se distingue en dos aspectos. En cuanto al contenido, es fácil notar que el «tratado de la guerra» en su conjunto aborda un tema en particular —la guerra—, pero por lo general prescindiendo de sus protagonistas —los caballeros—; es en este sentido en el que defendemos que se trata más bien de un «tratado de la guerra» antes que de un «tratado de la caballería». Así, el título 2.21 se dedica a la descripción de los caballeros y el 2.22 a los adalides, almogávares y peones. La guerra por tierra y mar ocupa los títulos 2.23 y 2.24, en tanto que los 2.25 a 2.28 contienen la normativa sobre la reparación del daño sufrido durante la guerra, el reparto del botín, los galardones y los castigos militares. El título 2.29 alude a los cautivos, sus derechos y obligaciones, y el 2.30 define el estatuto de los alfaqueques. Finalmente, el título 2.31 describe las universidades y reglamenta las relaciones entre los estudiantes, profesores y ciudadanos, etc.18. 18 Entendemos que la inclusión de este título en la Segunda Partida y su ubicación dentro del «tratado de la guerra» tiene fácil explicación: de acuerdo con la ley 2.31.8, los maestros de las universidades se equiparan a los caballeros, aunque son exonerados del servicio militar.

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Desde el punto de vista de la estructura, el «tratado de la guerra» es del máximo interés para el investigador, porque se conserva en tres versiones diferentes, cuyo análisis permite, según creo, seguir la génesis del texto de la Segunda Partida. Antes de comenzar este análisis, vale la pena hacer un comentario más: las Partidas son, en mi opinión, un producto típico de la cultura universitaria o escolástica medieval. Como consecuencia, parece lógico sugerir que el desarrollo del texto de las Partidas debió de proceder de acuerdo con los principios comunes de la escolástica19. Así, las versiones más elaboradas, con una estructura más sistematizada y lógica, debieron de ser prolongación de las versiones menos sistematizadas. Siguiendo esta lógica en el análisis de la Segunda Partida y, en particular, del «tratado de la guerra», es posible identificar tres etapas en la evolución del texto, reflejadas en las tres versiones de la Partida. La que denominaré versión primitiva es, en mi opinión, la más temprana de las tres. El título 2.23 («De la guerra que deuen fazer todos los de la tierra») en esta versión es más extenso que en la versión más conocida, presente en todas las ediciones de las Partidas (la versión vulgata), y contiene no 30 (como en todas las ediciones), sino 56 o 57 leyes. El título que trata del reparto del botín (2.26), por el contrario, es en aquella versión mucho más corto, mientras que el título sobre los castigos (2.28) no existe en absoluto. Por lo demás, casi todas las restantes leyes de la versión vulgata existen en la versión primitiva, a excepción del proemio y las dos primeras leyes del título 2.28. La versión primitiva se transmite en los manuscritos EY3, Z13, Z14, MN1, MN7, O61 y en el ms. 942 de la Biblioteca de Catalunya. El texto del «tratado de la guerra» en estos manuscritos es prácticamente idéntico, con algunas pequeñas variaciones en lo que respecta al título del reparto del botín. Así, en MN7 y O61 este título (2.27) está compuesto por 15 leyes, pero en Z13, Z14 y también en el códice catalán figuran 18, y en EY3 y MN1 se registran 19. Por lo que respecta a MN7, también aparecen en este título 18 leyes, pero las tres últimas fueron incluidas en el título siguiente, que trata de los cautivos y sus bienes (2.28). Aquí se puede suponer un error del rubricador, ya que los encabezamientos de las leyes en cuestión son los mismos que habrían presentado de haber sido incluidas en el título adecuado. Aun así, ¿por qué el rubricador incurrió en tal error? Una posible respuesta apunta hacia la diferencia entre los manuscritos de Madrid y de Oviedo. En MN7 el rubricador estaba seguro de que el título 2.27 debía contener quince leyes (es decir, como en O61), ni más ni menos, por lo que demarcó el manuscrito para el copista basándose en esta seguridad. 19 S  obre el método escolástico, véanse, por ejemplo, Grabmann (1957) o Makdisi (1974).

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El error del copista de MN7, así como la rubricación reflejada en O61, parecen sugerir que en la versión primitiva el título «De la parte que los omes deuen auer...» únicamente contenía 15 leyes, agrupadas de acuerdo con la ordenación del códice ovetense. Más tarde, al final de este título se habrían añadido las leyes «Assonada tanto quiere dezir» (2.27.16) y «Atreuer non se deue» (2.27.17). La primera de estas leyes coincide con la ley 2.23.39 y la segunda es una versión abreviada de 2.23.40. Posteriormente, en algunos manuscritos (EY3 y MN1) la ley «Robar non deuen» (2.27.15) fue partida en dos leyes, aunque dicha división no arraigó en la tradición. Una segunda etapa de la evolución del texto de la Segunda Partida solo está presente en dos testimonios escurialenses, Y15 e Y16. En estos manuscritos el «tratado de la guerra» sufrió cambios muy significativos. El título 2.23 («De la guerra») perdió todas las leyes que transcendían la descripción de las operaciones militares y, en lugar de las 56 leyes de la versión primitiva, pasó a contener solamente 30. Las leyes extraídas de esta sección que regulaban el reparto del botín militar se incluyeron en el título correspondiente (2.26 en esta versión del texto), que aumentó, gracias a ello, desde las 18 leyes iniciales hasta 34. Otras leyes, referidas a los castigos establecidos por delitos cometidos durante la guerra, se trasladaron al título «Sobre los galardones» (2.27), que pasó de 10 a 18 leyes. Además, se modificó la secuencia de los títulos: así, el título «De la guerra que se faze por el mar» (2.24) fue ubicado justo después del título «De la guerra» (2.23), el cual cambió su nombre por el de «De la guerra que se faze por la tierra». Tras estos títulos, se colocaron el «De las emiendas» (2.25), otro sobre el reparto del botín (2.26) y el «De los galardones» (2.27). Sin embargo, la mayoría de los manuscritos conservados contienen el texto de la versión vulgata o elaborada (EM4, EN7, Y14, YE4, MN4, MN0, ZAB, BP3, T11, P58, B41 y V10), que corresponde a la tercera y, en mi opinión, última etapa de la evolución textual de la Segunda Partida. En esta versión, el título 2.27 («De los gualardones») fue dividido en dos: todas las leyes sobre las penas impuestas por los delitos cometidos en tiempo de guerra fueron trasladadas al título 2.28 («Como se deuen castigar e escarmentar todos los omes que andan en guerras por los yerros que fizieren»). Debido a esta división, en el texto del prólogo del título 2.27 sus autores incluyeron un cambio, pequeño pero significativo. Si en los testimonios de la versión primitiva el legislador declaraba en el prólogo a este título: «...queremos aqui dezir los gualardones que les deuen ser dados por los fechos que fizieren guerreando» (MN7, fol. 58vb), ahora en la versión vulgata la secuencia es la siguiente: «...queremos aqui dezir de los gualardones que les deuen ser dados por los buenos fechos que fizieren guerreando». Como se puede observar, en la versión primitiva se habla de los fechos, mientras que la vulgata matiza que se trata de los buenos

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fechos, dado que los malos fueron extraídos de aquí para conformar un título distinto. Creo que la aparición de esta palabra puede también servir como prueba adicional del carácter tardío de la versión vulgata.

4. El manuscrito T11 y su marginalia Como ya se ha indicado anteriormente, este testimonio incluye los textos de la Primera y Segunda Partidas. Esta última se sitúa entre los folios 197r y 358v, y su índice se encuentra en los fols. 197r-204v, con la enumeración de las leyes de cada título. Este índice se corresponde con la versión primitiva, aunque el texto de la Partida revela una situación un poco más compleja, pues, tomando en consideración el número de los títulos y de las leyes, parece vincularse con la versión vulgata. Sin embargo, un examen más detenido muestra que el copista tuvo ante sus ojos los textos de ambas versiones y que probablemente consideró más convincente el texto de la primitiva; en cambio, el rubricador habría preferido el texto de la vulgata. Todo ello se deduce de la marginalia presente en el manuscrito. Así, en el fol. 319v (Fig. 3), después de la ley 2.23.29 (2.23.30 en la vulgata), sin rúbrica y sin número, está escrita la ley «Acabdellamiento es cosa que

Fig. 3. © Biblioteca del Cabildo de Toledo, ms. 43-11, fol. 319v

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deue seer muy guardada en to[dos] los fechos de guerra...» (correspondiente a la ley 2.28.3 de la vulgata). Esta ley aparece marcada con una raya vertical de color rojo en el margen exterior (fols. 319v-320r), y por encima y debajo de dicho trazado se lee la palabra vacat, y en el margen del fol. 319v se consigna la nota, también en rojo: «Aqui se deue continuar el titulo XXIIIIº que se comiença “Mar es logar”». Después de la ley marcada con la indicación vacat, el texto de la Partida continúa con el título «De la guerra que se faze por el mar» (fol. 320r). Más adelante, en el fol. 331r (Fig. 4) el escribano copista divide la ley «Como non deuen rrobar el campo de las cosas que y ganaren» (2.26.15) en dos partes, marcando la frase «[…] porque non pudiera fazer la partiçion en aqueste plazo sobredicho» como el fin de la ley, y dejando el espacio para la rúbrica de la ley siguiente. El rubricador dibujó en el margen unas llaves, señalando dos fragmentos del texto y consignó nuevamente en rojo: «Continúa, que toda es una ley». Por encima de la inicial «S», escribió la palabra «Mas» (en tinta parda), omitida por el copista.

Fig. 4. © Biblioteca del Cabildo de Toledo, ms. 43-11, fol. 331r

Después, entre los fols. 331v y 332r, la ley 2.26.16 está marcada, de nuevo, con una raya vertical y la misma palabra vacat. La razón en este caso fue que el copista había cometido un error: desde la primera línea del fol. 332r, en lugar de la segunda mitad de la ley 2.26.16, reprodujo la ley anterior; en el fols. 332v esta ley aparece ya en la versión correcta. Finalmente, en los fols.

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349v-350r, después de la ley 2.28.10, el copista había insertado extrañamente una nueva sección, iniciada con las dos primeras líneas de la ley 2.26.15 y continuada con el texto de 2.26.16, para después incorporar las diez primeras líneas de la ley 2.26.17. Todo este fragmento está marcado con las consabidas líneas en rojo y la nota vacat en la misma disposición. Estos errores hacen pensar en que, o bien el copista se cansó y empezó a cometer un error tras otro, o bien tenía ante sus ojos un modelo de la Segunda Partida diferente de la versión primitiva, en particular, en lo que concierne a la ley 2.26.15.

5. Algunas conclusiones Primeramente, es preciso indicar que las conclusiones acerca de la tradición manuscrita de la Segunda Partida que propongo en este trabajo tienen carácter preliminar. Es evidente que la cuestión del stemma de los manuscritos solo puede resolverse después de la transcripción completa de todos los testimonios conservados y del análisis completo de los textos. Por ahora, parece posible extraer algunas conclusiones acerca tanto de la genealogía textual como de la tradición manuscrita. Como ya vimos, la tradición manuscrita de la Segunda Partida es la más amplia de todas las Siete Partidas. Esto se explica por la gran popularidad del texto, que fue copiado y difundido en conjunto con otras Partidas pero también como libro autónomo, tal como se confirma, en particular, a través de los mss. Z13, MN4, O61, BC 942, B41 o V10, ya mencionados. La tradición manuscrita de la Segunda Partida que ha llegado hasta nosotros es solo parte de un conjunto más amplio y complejo, aún conocido entre los siglos xvi y xvii. Con todo, lo que ha sobrevivido parece suficiente para reconstruir, al menos de manera provisional, el proceso evolutivo del texto de la Segunda Partida, especialmente teniendo en cuenta las partes tercera y última del texto, el denominado «tratado de la guerra». De acuerdo con los testimonios conservados de este tratado, podemos identificar tres etapas en la evolución textual de la Segunda Partida. En la primera, la redacción más arcaica del texto (la versión primitiva) —transmitida por los mss. EY3, Z13, Z14, MN1, MN7, O61 y BC 942— presenta el «tratado de la guerra» poco estructurado. Posteriormente, en la segunda redacción del texto —conservada en los mss. Y15 e Y16— el «tratado de la guerra» parece ya más estructurado y lógico desde el punto de vista de la composición del texto. El único aspecto que distingue esta redacción de la última (la versión vulgata) es el título sobre los galardones, que compila no solo las leyes acerca de las recompensas alcanzadas por méritos militares, sino

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también los castigos por delitos cometidos durante la guerra. Así pues, los doce testimonios que transmiten la vulgata —EM4, EN7, Y14, YE4, MN4, MN0, ZAB, BP3, T11, P58, B41 y V1020— presentan el texto «canónico» de la Segunda Partida, que luego fue impreso en todas las ediciones históricas. Como es sabido, no se conservan manuscritos de la Segunda Partida del siglo xiii, lo que impide al investigador datar con cierta seguridad las versiones textuales descritas en este trabajo. Con todo, la redacción de la vulgata no parece más tardía del primer cuarto del siglo xiv, y durante algún tiempo debió de coexistir con las otras dos versiones del texto. Tras la orden de Alfonso XI de «concertar y emendar» las leyes de las Partidas, los juristas intensificaron el trabajo de fijar el texto del código alfonsí. En el marco de este proceso, se privilegió la redacción vulgata de la Segunda Partida, que acabó por incluirse en el texto completo gracias a su mayor grado de elaboración. Esa es la razón que explica la enorme difusión de esta redacción en contraste con las dos precedentes y su incorporación a casi todos los testimonios compilatorios. Establecer un único texto como canónico y suplantar las demás versiones existentes conlleva un proceso largo y complejo, más aún en el contexto de una transmisión manuscrita. El caso del códice T11, encargado por el arzobispo de Toledo don Pedro de Luna para su auxiliar Juan Martínez de Contreras, deán del cabildo de Toledo, es un ejemplo ilustrativo de ello. Al parecer, el copista responsable de la confección del códice disponía de un testimonio de la versión primitiva de la Segunda Partida y lo consideró como un buen modelo. De esta forma, copió el índice de esta redacción y todo el texto hasta la ley 2.23.29, punto en el que las ideas del copista se enfrentaron con la opinión del rubricador (¿Juan Alfonso Trujillo?), para quien no era desconocido el hecho de que la redacción de la vulgata contaba con la sanción real. De ahí que todas las tentativas posteriores del escriba para continuar con la copia de la versión primitiva acabaran siendo abortadas por el rubricador.

20 No contamos aquí el ms. 15 de la Biblioteca de Catalunya (BITECA manid 1042), que solo contiene el título 18 de la Segunda Partida.

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Las Partidas en catalán1 Gemma Avenoza†

Si nos atenemos a la tradición manuscrita de las traducciones catalanas de las Partidas del rey Alfonso, ningún manuscrito recoge mención a la autoría del rey ni a su procedencia, aunque al inicio de los textos suele aparecer la palabra «partida». En este sentido, conviene señalar que la tradición textual de las Partidas en catalán tiene tres momentos diferenciados, que responden a propósitos diferentes. En la segunda mitad del siglo xiv, antes de 1365, el protonotario de la cancillería real Mateu Adrià tradujo las dos primeras partidas al catalán (BITECA texid 1031). Este notario había traducido en 1344 las Leges palatinae, que sirvieron de base a las Ordinacions fetes per Pere III sobre el regiment de tots los oficials de la seva Cort del rey Pedro el Ceremonioso, y fue al servicio de este mismo rey como tradujo las dos primeras partidas (Abadal 1912, Bohigas 1947-48, Iglesia 1987, TCM 2012: 6.1.1). Las copias conservadas de esta primera versión (BITECA manid 1045: RBME ms. M.I.2; BITECA manid 1041: BC ms. 942) ocupan por completo un volumen, sin acompañar a ninguna otra obra, incluyendo al principio de los manuscritos la identificación del texto como «primera partida» y «segunda partida». Nos hallamos frente a una traducción de las mismas características que la de las Lege palatinae, preparada por un jurista tal vez con la intención 1 Universitat de Barcelona (). Este trabajo se ha desarrollado dentro de las líneas de investigación del proyecto del MINECO FFI2014-55537-C3-1-P, cofinanciado con fondos FEDER, teniendo en cuenta las aproximaciones metodológicas que se llevan a cabo desde el Grup de Recerca Consolidat financiado por la Generalitat de Catalunya 2014SGR51. Una primera versión de este trabajo puede leerse en: .

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de que sirviera de base a la obtención de materiales complementarios para códigos legislativos propios.

Fig. 1. Comienzo de la Segunda Partida según el ms. 942 de la © Biblioteca de Catalunya (fol. 11r)

Algunos años después, en 1383, se compone el Tractat de cavalleria del rey Pedro el Ceremonioso (BITECA texid 1827). Esta obra es la segunda versión catalana del texto alfonsí. Básicamente es una traducción extractada de la Segunda Partida (el título 21 y leyes de los títulos 5, 9 y 20), con algunos pasajes modificados, a la que el rey añade un preámbulo (BITECA manid 1797: ACA Cancelleria, Reg. 1529/I). Según apunta Pere Bohigas (1947-48: 211-213), pudo realizarse teniendo a la vista el ms. 942 de la Biblioteca de Catalunya u otro manuscrito de esa versión (TCM 2012: 6.1.2). Además, sitúa la obra claramente en el campo de la traducción y en el de una descripción teórica de la caballería que no se aviene con la realidad de finales del siglo xiv, muy diferente de la del mundo alfonsí, por lo que no puede tomarse el texto como un retrato realista de la situación del estamento caballeresco en Aragón en su época (Bohigas 1947: 29, Bosch 1936). En el preámbulo, Pedro el Ceremonioso presenta las disposiciones como respuesta a una necesidad del reino: se trata de leyes que atañen a «los affers nostres de les armes e de cavalleria» y su valor está en que comprenden «moltes bones doctrines de les proprietats loables que·ls cavallers e·ls officials e altres hòmens d’armes deuen haver» (Bohigas 1947: 100). En estas dos afirmaciones se reúnen motivaciones prácticas y morales, como era habitual en los textos preliminares a las leyes. A finales del siglo xv, Pere Miquel Carbonell, jefe del Archivo de la Corona de Aragón desde 1476, añadió dos de los títulos por los que el opúsculo ha

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sido conocido: «Obra de mossèn sent Jordi e de cavalleria» (fol. 16) y «Leys reals en los affers de les armes e de cavalleria» (fol. 17). Modernamente se conoce por el título que le dio Bohigas en su edición: Tractat de cavalleria de Pere III. La primera de estas denominaciones procede de la invocación inicial, por la que el autor se encomienda a la Trinidad y expresa obrar en honor de Dios y de «Mossenyor sent Jordi». La segunda se extrae del preámbulo del texto y se ajusta más a la realidad. Al margen de estos dos títulos añadidos con posterioridad a la copia del manuscrito, la obra no lleva una rúbrica que la identifique, como es lógico, pues se presenta con un tratamiento formal semejante al de las leyes, con preámbulo, intitulatio, introducción y dispositio. Darle un título supone, por lo tanto, una intervención del lector. Si obramos como Carbonell, seguimos de cerca el texto y consideramos la intención explícita del rey, que concebía estas disposiciones como elementos complementarios a las regulaciones existentes, podríamos llamarle Lleis i ordenacions en casos de dubtes o de qüestions naxedores per raó dels fets de les armes i de cavalleria (véase el texto completo del pasaje en Bohigas 1947: 99). Sabiendo la obsesión del Ceremonioso por la organización de los oficiales de su corte, no resulta extraño que se interesara en la traducción de un texto que, salvada la distancia temporal y sociocultural, sirviera de complemento a la legislación en temas de caballería y armas (Sabaté / Soriano 2015: 155157). Esta legislación preexistente estaría contenida en los Usatges i constitucions de Catalunya, en el De batalla del jurista Pere Albert y en algunos capítulos de las Ordenacions de tots els oficials a las que nos hemos referido antes. Según Sabaté y Soriano (2015: 158), el Tractat de cavalleria es una más de las ramas del ambicioso entramado cultural y programático del rey, que le sirvió como síntesis actualizadora de lo que la caballería debía representar en su reinado. En lo que se refiere a la cronología y el contexto, la copia del Tractat que poseemos se remonta a finales del siglo xiv y forma parte de un volumen facticio constituido por los restos de al menos tres códices, en cuya parte más moderna se encuentran textos de Pere Miquel Carbonell. Se trata de extractos sobre san Jordi (vid. supra), sobre la ciudad de Barcelona y una carta relativa al origen de la casa de Moncada. Carbonell dice que el Tractat quedó incompleto por fallecimiento del rey, pero ninguna otra fuente confirma este dato. En todo caso, lo que nos muestra la materialidad del testimonio es que el Tractat de cavalleria se transmitió exento, dentro de los materiales de la cancillería vinculados con el rey Pedro el Ceremonioso hasta finales del siglo xv, momento en el cual el Jefe del archivo le añadió un título y textos complementarios.

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En tercer lugar, a finales del siglo xiv (o ya en el siglo xv), se documenta una tercera versión parcial (2.18). Esta versión lleva la rúbrica de Costumes d’Espanya de saber tenir los castells y está cerca de la traducción de Mateu Adrià (Abadal 1912: 16, TCM 2012: 6.1.3), pero incorpora variantes redaccionales de calado (BITECA texid 11418). Se copia en el ms. 15 de la Biblioteca de Catalunya (BITECA manid 1042), seguida por un intercambio de cartas entre el príncipe de Taranto y Jorge Castriota (1468 ad quem), y en el ms. 869 de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia (BITECA manid 1044), entre la versión catalana de las Històries troianes de Guido delle Colonne y los Furs de la manera de guerrejar del rey Martín I de Aragón (1403).

Fig. 2. Incipit del ms. 15 (fol. 1) de la © Biblioteca de Catalunya

Por último, otra versión del texto del título 18 de la Segunda Partida se copia en el manuscrito misceláneo RBME Y.III.4 (BITECA manid 1043), más algunas leyes de la Séptima (según TCM 2012: 6.1.3). La obra alfonsí está situada entre el Sumari d’Espanya y tres textos relacionados con la caballería (real o ficticia): el Fur de les batalles de la fe, El que va passar entre el príncep de Gales i el senescal de França després de la batalla de Nàjera y el Fur del emperador Carles Maynes. En resumen, las Partidas se conocen en la Corona de Aragón desde época muy temprana, puesto que se advierte su influjo en el Llibre de l’orde de cavalleria de Ramon Llull (c. 1274-1276). Un siglo después de su redacción (antes de 1365), un jurista de la cancillería real traduce la Primera Partida (centrada fundamentalmente en las cualidades del gobernante y las fuentes del derecho) y la Segunda Partida (que entre otros conceptos trata de materias

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tocantes a la caballería). Mateu Adrià incorpora al corpus jurídico accesible en lengua catalana unos materiales en los que puede fundamentarse nueva legislación. Estamos en tiempos de un rey, Pedro el Ceremonioso, que siguió muy de cerca la redacción de las Ordenances de los oficiales de su casa —y así lo demuestran sus correcciones autógrafas en uno de los manuscritos (Gimeno-Blay 2009)—, además de un ceremonial sobre la forma de coronar a los reyes y reinas de Aragón. Esta preocupación por la ceremonia y la organización estarían detrás de su interés por la legislación sobre la caballería presente en la Segunda Partida, y el que emprendiera la tarea de extractarla (1383), presentándola como materia de derecho subsidiario. Por último, a caballo de los siglos xiv y xv, se compendian de nuevo leyes de la Segunda Partida, partiendo al parecer de la versión de Mateu Adrià, pero revisando y completando el texto. Esta versión sale de los círculos de la cancillería y escapa de los intereses de juristas y legisladores. Según vemos por su transmisión textual, se integra en la recepción social del ideario caballeresco del siglo xv y se presenta como una fuente de comportamientos sobre la caballería propios de otros territorios: se titulan Costumes de Espanya de saber tenir los castells y se copian en manuscritos en los que tiene entrada un intercambio epistolar propio de los desafíos caballerescos (BC ms. 15), o entre una obra paradigmática sobre la descripción de una guerra mítica (las Histories troianes) y los Furs de la manera de guerrejar del rey Martín I de Aragón (BHUV ms. 869; BITECA manid 1044). Queda pendiente analizar la filiación del extracto presente en el ms. RBME Y.III.4, pero los textos que le acompañan en el volumen lo sitúan en un ambiente interesado por la historia y las formas de la caballería en otros reinos (Castilla y Francia) y por materiales que tratan elementos legendarios (Maynet). La legislación sobre la caballería ha pasado de la transmisión literal de unas leyes a su incorporación a una ritualización, en la cual los usos sociales de lo caballeresco forman parte de representaciones suntuosas y fiestas cortesanas concebidas como espectáculos (Sabaté / Soriano 2015: 160), muy lejos de las guerras y combates reales para los que Alfonso X legisló (Sabaté / Soriano, en preparación).

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La tradición medieval de las Siete Partidas en Portugal1 José Domingues2

1. Panorama bibliográfico El magno código de las Siete Partidas de Alfonso X, pese a ser una obra jurídica de origen castellano, dejó en Portugal una huella única e indeleble que los siglos nunca han sido capaces de difuminar. A partir de los años setenta y ochenta del siglo pasado, se registra un notable aumento en el interés científico y académico por la tradición medieval de las Siete Partidas en Portugal3. Sin embargo, no podemos olvidar que, mucho antes de alcanzar el estatuto de magna quaestio en el seno de las fuentes medievales del derecho, la tradición portuguesa de las Siete Partidas ya había dejado un rastro de breves referencias esparcidas por obras impresas del siglo xvii hasta el siglo xix4. 1 Esta es una versión actualizada y traducida del texto de 2017, publicado en 7PartidasDigital . Agradezco encarecidamente a Ricardo Pichel y a Miguel García-Fernández por la traducción y revisión del texto, así como al profesor Harvey L. Sharrer por su amable ayuda con los registros en la base de datos BITAGAP. 2 Universidade Lusíada-Norte (Porto) / CEJEA; ([email protected]). 3 Cruz 1974; Caskey 1979; Ferreira 1980a, 1980b, 1984, 1985; García y García 1986; Craddock 1986a; Ferreira 1987, 1993, 1995. 4 Brandão 1650: 6v; Faria 1655: 44; Ferreira 1729: 151-152; Silva 1780: 18; Figueiredo 1790: 39, 1792: 283-286; Ribeiro 1792: 47; Sampaio 1793: 6, 47, 55, 77, 85, 1794: 86; Freire 1794: 47; Nogueira 1795-96: 40-44; Ribeiro 1819: 177-178; Amaral 1821: 360; São Boaventura 1827: 62 y 79-80; Herculano 1843-44: 310-311; Barros 1885: 127. Brandão es el primer autor en aludir al proceso de traducción en tiempos del rey

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Durante la primera mitad del siglo xx se mantuvo el escaso interés por el estudio de la tradición portuguesa de las Siete Partidas de Castilla, interés que se acentuaría considerablemente con la aparición de los primeros fragmentos de códices en portugués (Azevedo 1913, Merêa 1926, Costa 1950: 51). A partir de este momento, la temática comienza a conquistar su propio espacio en los manuales de historia del derecho portugués, que, paulatinamente, se fueron perfeccionando y afinando hasta la actualidad5. Dejando a un lado las glosas de los manuales hodiernos y las referencias aisladas en obras con varios siglos de existencia, pasemos a los estudios de carácter monográfico. José de Azevedo Ferreira surge como el primer gran cultivador de los textos legislativos de Alfonso X traducidos al portugués, particularmente, el de las Siete Partidas. Este académico dio a la imprenta el texto integral de la Primeira Partida (1980a), notificó el hallazgo de varios fragmentos6 y publicó múltiples estudios de gran mérito, la mayor parte de los cuales fueron reunidos en una compilación publicada a título póstumo (Ferreira 2001). Desde entonces, hemos asistido a un inusitado aumento de indicios y de estudios sobre la tradición medieval portuguesa de las Siete Partidas. El descubrimiento de nuevos fragmentos de códices medievales se debe, en particular, al meritorio trabajo llevado a cabo por el equipo de BITAGAP7. Paralelamente, se multiplicaron las publicaciones, entre otros autores, de Clara Barros (1993: 109-117, 1993-94: 403-424, 2003: 351-361, 2004: 51-72, 2007, 2010), Aida Sampaio (1997, 2003: 143-153), Clarinda de Azevedo Maia (1997: 157169), Isabel Beceiro Pita (2003: 387-499) y José Domingues (2013: 237-288, 2014a: 353-406, 2015: 31-49, 2016: 39-108, 2019: 83-194). Para un aparato bibliográfico completo, desarrollado y en constante actualización, consúltense los inventarios disponibles en BITAGAP y 7PartidasDigital.

2. De las bibliotecas a la recepción práctica No deja de ser curioso que los libros de las Siete Partidas surjan muy tardíamente en bibliotecas medievales y que ninguno de estos fondos sea de índole privada. En realidad, los legados mortis causa, tan fecundos en obras de Ius don Dinis: «O liuro das partidas de seu auo Dom Afonso mandou El Rey Dom Dinis traduzir em lingoa Portuguesa». 5 Caetano 1941: 236, 242, 262-263 y 268; Cruz 1974: 195-197; Caetano 2000: 297, 342, 482 y 546; Albuquerque / Albuquerque 2005: 214-222; Silva 2018. 6 Ferreira 1980a: lvii-lxi, 1980b: 124-141, 1985: 54-64, 1987: 230-271, 1993: 367-402, 1995: 583-597. 7 Dias 1995: 91-124, Dias 2001: 263-275, Askins / Dias / Sharrer 2002: 47-57 y 71-80, Pinto 2009: 5, Sharrer 2014: 179-181.

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commune, no contemplan los libros de las Partidas. Por otro lado, las cinco referencias conocidas son todas de la Primera Partida: en la biblioteca del monarca don João I (1385-1433) y de su hijo don Duarte (1433-1438) (BITAGAP texid 5942); en la biblioteca del cenobio de Santa Maria do Bouro, en 1437 (BITAGAP texid 6295); en el cartulario de la iglesia de Santa Maria do Olival, en Tomar, en un registro fechado en 29 de mayo de 1462 (cf. BITAGAP texid 15898); en la colegiata de Santo André de Mafra, en 1474 (BITAGAP texid 17588); y en la iglesia de Santiago de Torres Novas, en 1538. Con bastante anterioridad a estos testimonios, hay pruebas escritas que certifican el empleo de las Siete Partidas por parte del principal representante del poder político: (i) a caballo de los siglos xiii y xiv, el rey don Dinis habría utilizado las leyes de las Partidas en, al menos, cuatro decisiones legislativas —ley de 4 de marzo de 1295 (Ordenações Afonsinas 1792: IV, 99, 1; BITAGAP texid 7812), ley de 4 de mayo de 1305 (Livro das Leis e Posturas; Silva / Rodrigues 1971: 202-203; BITAGAP texid 7833), concordia de 9 de agosto de 1309 (Ordenações Afonsinas 1792: II, 4; BITAGAP texid 7346) y una ley no fechada (Ordenações de D. Duarte; Albuquerque / Nunes 1988: 278-280; BITAGAP texid 7827)—; (ii) su hijo sucesor, don Afonso IV, utilizó el texto de las Partidas para redactar la ley de 29 de abril de 1325 (Ordenações de D. Duarte; 1988: 310-315; BITAGAP texid 7927). No obstante, hay que tener en cuenta que aún nos encontramos en una fase embrionaria o de primera recepción, que no garantiza una vigencia efectiva y su uso regular por parte de otros profesionales del derecho, como corregidores, jueces, notarios y escribanos de todo el reino. Los indicios conocidos de la recepción plena o práctica de este código legal se registran más tarde y tampoco son copiosos. La abrumadora mayoría de esos indicios surgen como cláusulas de exclusión o cláusulas derogatorias (generales o especiales), que alejan la aplicabilidad de múltiples fuentes del derecho vigente, entre ellas las Siete Partidas. La primera y única cláusula específica de exclusión aparece en la carta de legitimación de los dos hijos del clérigo Lopo Rodrigues, otorgada por el rey don Fernando con fecha de 1 de julio de 1382, que renuncian al título de los rieptos («nom embargando as leis e parrafos que fallam em maneira dos Retos e desafiamentos nos liuros das partidas no titullo dos Retos»; Lisboa, IAN/TT-Chancelaria de D. Fernando, Liv. 2, fol. 92rv; BITAGAP texid 17210). Con todo, en cartas de legitimación precedentes (desde 1338, por lo menos) se pueden detectar cláusulas similares, aunque menos conclusivas, que hacen referencia a la «costume de fidalgos de Espanha» que impedía la intervención de los hijos ilegítimos en los duelos. Hasta nuestros días han llegado tres cartas de quitación de la Casa dos Contos en las que se imponen cláusulas generales de exclusión. Entre las diversas fuentes de derecho, estas cartas validan la aplicación de todos los

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libros de las Partidas: una es otorgada al tesorero mayor del rey, con fecha de 15 de diciembre de 1430 (Marques / Dias 1999: doc. 41); otra a João Afonso, recibidor de la renta sisa de los paños de Lisboa, el 6 de marzo de 1456 (Lisboa, IAN/TT-Chancelaria de D. Afonso V, Liv. 13, fol. 35v); y otra a la mujer y herederos del mercader João Afonso de Bazán, con fecha de 20 de octubre de 1460 (Lisboa, IAN/TT-Leitura Nova, Liv. 37, fol. 59rv; Livro dos Extras). Idéntica cláusula general de exclusión de las fuentes de derecho aplicables, incluyendo las Partidas, se estableció en la donación del 16 de noviembre de 1478 consignada en el burgo de Alfena, juzgado de Maia y término de la ciudad de Porto, por Lourenço Pires, notario real en la ciudad de Porto y sus términos (Lisboa, IAN/TT-Leitura Nova, Liv. 7, fol. 175r; Beira Liv. 2). Testimonios de naturaleza distinta, pero de no menor importancia, son las notas y comentarios que constan en los márgenes del texto o al final de la obra de la Terceira Partida (BITAGAP texid 1134, manid 1436) y las dos glosas marginales registradas en el Livro das Leis e Posturas (BITAGAP texid 1451, manid 1612). Dichos marginalia parecen revelar su uso por una mano experimentada y versada de jurista, conocedor de toda la obra de las Partidas, en conformidad con el Ius proprium regni. Cuestión bastante compleja sigue siendo el hecho de garantizar el uso oficial de las Siete Partidas en los tribunales del reino. Hasta la fecha, puede afirmarse que existen cinco testimonios documentales relevantes en relación con este interrogante, dos de ellos indirectos y los otros tres directos. Empezamos por los testimonios documentales indirectos: (i) concordia celebrada entre la clerecía y el rey don Pedro I, en 1361, en las Cortes de Elvas, conocida a través de la reforma de las Ordenações de don Afonso V, concluida en 1446 (Castro 1622: 253, 1738: 146, Figueiredo 1792: 285, Ordenações Afonsinas 1792: II, 78-79; BITAGAP texid 6474, cnum 14998) —en uno de los artículos de esa concordia, el clero se queja contra los jueces regios que aplican las Siete Partidas de Castilla en perjuicio del derecho canónico, que todo cristiano debía guardar por provenir del santo padre, representante de Cristo en la tierra—; (ii) provisión regia de don Pedro I, de 13 de abril de 1361, conservada en registro del cartulario de la Universidade de Coimbra (Ferreira 1729: 151-152, Figueiredo 1792: 285-286, Madhail 1940: 53-54, Sá 1966: 229-230; BITAGAP texid 13482) —el monarca responde a la protesta planteada por los estudiantes del studium de Coimbra, que reclaman contra el uso excesivo de las Siete Partidas de Castilla en los asuntos judiciales del foro de la universidad, en detrimento de las prerrogativas consagradas por el derecho romano—. A continuación, indicamos los tres testimonios directos conocidos: (i) traslado del título 15 de la Segunda Partida (HSA, B1570; BITAGAP manid 1451), realizado el 4 de mayo de 1482, a partir de un códice conservado en la

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Torre do Tombo —este traslado regio oficial fue solicitado por doña Teresa de Guzmán, mujer de don Pedro de Estúñiga, para ser presentado en un pleito judicial, en Valladolid, el 26 de febrero de 1493—; (ii) el primer aval concreto de su uso en tribunal consta en el proceso judicial que tuvo lugar en Alcácer do Sal, entre finales de 1396 y comienzos de 1397, trasladado en el Livro dos Copos (Costa / Fonseca 2006: 248-256; BITAGAP texid 1134, cnum 39278, manid 1775) —en esta acción, los dos procuradores de las partes invocan varias leyes de las Partidas para sustentar los intereses de sus representados—; (iii) confirmación del uso en el foro judicial del reino, en un proceso que tuvo lugar ante el alguacil de Leiria (a comienzos del siglo xv, 1401?), compareciendo como partes implicadas el monasterio de Alcobaça y el leiriense Lourenço Domingues (BITAGAP texid 32788); fue invocada y transcrita la ley 28 del título 5 de la Quinta Partida (Domingues 2019: 86-87).

3. Vestigios materiales Hoy en día, los testimonios materiales conservados de la versión portuguesa de las Siete Partidas representan dos códices —uno con el texto completo de la Primeira Partida y otro con el texto completo de la Terceira Partida— y treinta y seis fragmentos de todas las Partidas, excepto de la Cuarta, para la cual no se conoce ningún vestigio material (cf. BITAGAP texid 16130). Los fragmentos proceden del desmantelamiento de códices medievales y de tres testimonios indirectos (traslados auténticos): el traslado regio realizado en nombre de don João II y las dos transcripciones llevadas a cabo en el proceso judicial al que antes nos hemos referido. Se sabe poco o prácticamente nada sobre la tradición o el recorrido seguido por los códices desmantelados desde su origen hasta el presente. Ya el traslado regio sirve como testimonio indiscutible de que a 4 de mayo de 1482 se custodiaba en la Torre do Tombo un códice con el texto de la Segunda Partida, encuadernado con tablas de madera cubiertas con satén negro aterciopelado. Por su parte, los traslados hechos en el proceso judicial revelan la existencia de un códice con el texto de la Terceira Partida en Alcácer do Sal, en 1396-97, y un códice con el texto de la Quinta Partida en Leiria, c. 1401(?).

3.1. Primeira Partida (BITAGAP texid 1132) El códice de la Primeira Partida (Lisboa, BNP Alc. 4638; BITAGAP manid 1144), actualmente conservado en la Biblioteca Nacional de Lisboa, perteneció 8  (15-02-2021).

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al monasterio de Santa Maria de Alcobaça. Nada se sabe sobre sus orígenes, compiladores, eventuales poseedores y su circulación durante el periodo medieval. José de Azevedo Ferreira (1980a: xlix) apunta como datación crítica aproximada la segunda mitad del siglo xiv, aunque no descarta la hipótesis de que sea contemporáneo del testimonio de la Terceira Partida, de 1341. No he conseguido averiguar cómo llegó al monasterio de Alcobaça, donde ya se encontraba a comienzos del siglo xviii. Ciertamente, en 1723 aparece identificado en el Index de los libros manuscritos del monasterio (fol. 50v), realizado por el bibliotecario frey Manuel da Rocha (Lisboa, BNP Cod. 1939). Su descripción forma parte del Index Codicum Bibliothecae Alcobatiae, publicado en 1755. A petición de Josef Cornide, fue trasladado de Alcobaça a la Torre do Tombo entre 1798 y 1800. Publicado por José de Azevedo Ferreira en 1980, fue finalmente transferido de la Torre do Tombo a la Biblioteca Nacional de Lisboa en 1996.

3.2. Terceira Partida (BITAGAP texid 1134) Este códice (Lisboa, IAN/TT Leis e Ordenações, Núcleo Antigo 310; BITAGAP manid 1436) presenta un valioso e inusual colofón —«Era de mil e trezentos e seteenta e noue quatro dias por andar de Junho foy este livro começado. E foy acabado quatro dyas depos San Miguel da era de suso dita e som tres meses mays tres dias. Vasco Lourenço dito Çoudo o escreueo. Deus lhj de boom acabamento» (fol. 125r)— que revela parte de sus orígenes. Gracias a él sabemos que se trata de una copia iniciada el 26 de junio de 1341 y finalizada el 3 de octubre de ese mismo año, por lo que su confección se extendió durante tres meses y tres días, y que estuvo a cargo del escribano Vasco Lourenço, «dito Çoudo». Se trata de una de las fechas más tempranas para la versión portuguesa de las Partidas, con la particularidad de preceder al Ordenamiento de Alcalá de 1348. Aunque remota, podemos considerar la hipótesis de que este libro de la Terceira Partida haya pertenecido al concejo de Alcácer do Sal y que sea el mismo que fue utilizado en el proceso judicial de 1396-97. A ello parece apuntar el traslado de la ley de don Fernando sobre la prueba por escritura pública al final de este códice (fols. 128r-133v) a partir de una pública forma, de 5 de diciembre de 1379, solicitada al rey por el concejo y hombres buenos de Alcácer. Aún en el terreno de las probabilidades, existen serios indicios de que el códice pudo pertenecer al canciller mayor Damião de Aguiar (†1618) y que formase parte de la colección de libros donada, el 23 de julio de 1713, por su nieto don João Rolim de Moura (†1718) al convento de Santo António da Merceana 9  (15-02-2021). 10  (15-02-2021).

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(Pinto 2015: 132 y 135). Durante el reinado de don José I (1750-1777) fue trasladado del monasterio a la Torre do Tombo, donde actualmente se custodia.

3.3. Fragmentos (4) da Primeira Partida (BITAGAP texid 1132) § Fragmento 1: Lisboa, IAN/TT Santa Cruz de Coimbra, Pasta 41, doc. s/n. (BITAGAP manid 3287; Askins / Dias / Sharrer 2002: 47-50). § Fragmentos 2-A y 2-B: Lisboa, BNP Alc. 381 (BITAGAP manid 5599). § Fragmento 3: Lisboa, IAN/TT Colegiada de Santa Iria de Santarém, Livro 1 (BITAGAP manid 1448; Ferreira 1980a: lvii-lxi).

3.4. Fragmentos (7) da Segunda Partida (BITAGAP texid 1133) § Fragmentos 1-A y 1-B: Coimbra, AGUC D-V. 3a Sec. Móvel 9, Gaveta 7, 1/2 (BITAGAP manid 2731 y 2732; Dias 1995: 107-122). § Fragmento 2: Braga, ADB Fragmentos núm. 233 A (BITAGAP manid 1445). § Fragmento 3 (testimonio indirecto): New York, HSA, B1570 (BITAGAP manid 1451). § Fragmento 4: Lisboa, IAN/TT Gaveta 7, Maço 15, doc. 211 (BITAGAP manid 1147; Azevedo 1913: 109-111, Ferreira 1987: 230-271). § Fragmento 5: Lisboa, BNP ms. 262, núm. 1512 (BITAGAP manid 6691). § Fragmento 6: Braga, ADB Fragmentos núm. 234 (BITAGAP manid 1444; Ferreira 1987: 230-271).

3.5. Fragmentos (16) da Terceira Partida (BITAGAP texid 1134) § Fragmento 1: Lisboa, IAN/TT Espólio Silva Marques, Pasta 01 (BITAGAP manid 1440; Ferreira 1980b: 124-132, 2001: 401-408; Domingues 2019: 97-108). § Fragmentos 2: Lisboa, IAN/TT Santa Cruz de Coimbra, 2ª Incorporação, Maço 236, núm. 1497 (BITAGAP manid 4213; Domingues 2013: 265269, 2019: 109-123). § Fragmento 3 (testimonio indirecto): Lisboa, IAN/TT Ordem de Santiago e Convento de Palmela, Liv. 27213 (Livro dos Copos), fol. 106v (BITAGAP manid 1775; Costa / Fonseca 2006: 251-252; Domingues 2012: 141142, 2013: n. 22, 2019: 124-125). 11  (15-02-2021). 12  (15-02-2021). 13  (15-02-2021).

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§ Fragmentos 4-A y 4-B: Braga, ADB Fragmentos núm. 235 y 236 (BITAGAP manid 1442; Ferreira 1993: 380-395, 1995: 583-597, 2001: 465-496; Domingues 2019: 126-141). § Fragmento 5-A: Braga, ADB Fragmento núm. 240 (BITAGAP manid 1441; Caskey 1979: 1982-2000; Ferreira 1980b: 132-141, 2001: 408-416; Domingues 2019: 142-153). § Fragmento 5-B: Braga, ADB Fragmento núm. 233 B (BITAGAP manid 3710; Domingues 2019: 154-155). § Fragmento 5-C: Braga, APSJS Fragmentos Pergamináceos 1 (BITAGAP manid 1439; Ferreira 1985: 54-64, 2001: 328-335; Domingues 2019: 168-173). § Fragmento 5-D: Braga, ADB Fragmento núm. 241 (BITAGAP manid 1443; Domingues 2019: 174-177). § Fragmento 5-E: Braga, APSJS Fragmentos Pergamináceos 2 (BITAGAP manid 3661; Domingues 2019: 178-181). § Fragmento 5-F: Braga, ADB Fragmento núm. 233 C (BITAGAP manid 3711; Domingues 2019: 182-183). § Fragmentos 6-A, 6-B y 6-C: Coimbra, Dr. Adelino Esteves Santos (colección particular) (BITAGAP manid 3563; Dias 2001: 266-273, Domingues 2019: 156-167). § Fragmentos 7-A y 7-B: Guimarães, BSMS BS 1-7-94 (BITAGAP manid 4617; Domingues 2019: 184-193).

3.6. Fragmentos (3) de la Quinta Partida (BITAGAP texid 9709) § Fragmentos 1-A e 1-B: Lisboa, IAN/TT Fragmentos, Caixa 21, doc. 314 (BITAGAP manid 3390; Askins / Dias / Sharrer 2002: 51-57). § Fragmento 2 (testimonio indirecto): Lisboa, IAN/TT Ordem de Cister, Mosteiro de Santa Maria de Alcobaça, 2ª Incorporação, maço 60, núm. 11 (BITAGAP manid 7363; Domingues 2019: 86-87). § Fragmento 3: adquirido por la Torre do Tombo en 2019, Cabral Moncada Leilões (Subasta 198: Lote 318) (BITAGAP manid 7031)15.

3.7. Fragmentos (3) de la Sexta Partida (BITAGAP texid 9826) § Fragmentos 1-A, 1-B y 1-C: Lisboa, MNA LA/29 E 3355 (BITAGAP manid 3555). 14  (15-02-2021). 15 Imágenes disponibles en Cabral Moncada Leilões: (15-02-2021).

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3.8. Fragmentos (2) de la Sétima Partida (BITAGAP texid 1219) § Fragmento 1: Coimbra, AGUC D-V. 3ª Sec. Móvel-9, Gaveta 7, n. 3 (BITAGAP manid 2733; Dias 1995: 122-123). § Fragmento 2: Évora, BP Fragmentos, Pasta 4, Doc. 2 (BITAGAP manid 1796). Hecho el recuento, podemos considerar que existen dos códices con los textos completos de la Primeira y de la Terceira Partidas, tres testimonios indirectos (traslados auténticos) —uno de la Segunda, otro de la Terceira y otro de la Quinta Partidas— y treinta y cuatro fragmentos distribuidos por la Primeira, Segunda, Terceira, Quinta, Sexta y Sétima Partidas —únicamente, como ya se indicó, no hay constancia hasta la fecha de cualquier indicio material para el texto de la Quarta Partida (BITAGAP texid 16130)—. Todos estos testimonios e indicios materiales, a primera vista, son reveladores de un trabajo de traducción notable y continuo de las Siete Partidas al portugués. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que los fragmentos señalados con el mismo número, pero con letras diferentes, fueron identificados como pertenecientes a un mismo códice, y, de hecho, es plausible que existan otros fragmentos vinculados al mismo manuscrito.

4. Influencia en las Ordenações portuguesas A lo largo de toda la obra de las Ordenações Afonsinas (BITAGAP texid 7355), concluida a 28 de julio de 1446, no se vislumbra ni una sola referencia expresa a la obra legislativa de las Siete Partidas de Castilla. Sin embargo, su influencia en el proceso de compilación de las Ordenações fue advertida y anotada desde hace bastante tiempo (Silva 1780: 18, Barros 1885: 127). No es tarea fácil evaluar el influjo efectivo y concreto que las Partidas representaron en las Ordenações portuguesas. Con todo, es posible afirmar, no sin matices, que para el libro I se aprovecharon treinta leyes de la Segunda Partida y tres de la Séptima Partida (Domingues 2016: 39-108); para el libro III, nueve leyes de la Tercera Partida (Domingues 2013: 237-288); para el libro IV, cinco leyes de la Quinta Partida y diez de la Sexta Partida (Domingues 2014a: 353-406); para el libro V, cinco leyes de la Séptima Partida, especialmente en lo que concierne al título 2 del libro V (Freire 1794: 47, Fouto 2010: 7-60). En suma, hasta la fecha, solo en el caso de la Primera y Cuarta Partidas no hay indicios de que el compilador portugués hubiera manejado estas fuentes. A continuación, ofrecemos una tabla con las correspondencias —que hasta la fecha fue posible identificar— entre los

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fragmentos de las Ordenações Afonsinas y los fragmentos de las Siete Partidas. En la primeira columna consta el libro y el título de las Ordenações; las dos siguientes señalan la identificación de los textos legales en las Ordenações (por libro, título y sección) y en las Siete Partidas (por libro, título y ley). Ordenações Afonso V 1 2 0 1 51 0 1 51 1-2 Do Regimento da Guerra 1 51 3 1 54 0 Do Almirante, e do que pertence a seu officio 1 44 5-9 1 56 0-6 Do Alferes Moor d’ElRey 1 57 0-3 Do Moordomo Moor nosso 1 59 0-4 Dos Conselheiros de El Rey 1 60 0 Do Meirinho Moor 1 61 0-1 Do Apousentador Moor 1 62 0-3 1 62 4 Dos Alquaides Moores dos Castelos 1 62 6 1 62 6-7 1 63 0-1 1 63 2 1 63 3-8 1 63 9-14 Dos cavalleiros como e per quem 1 63 15-18 devem seer feitos e desfeitos 1 63 19-20 1 63 21-23 1 63 25-28 1 63 29-32 1 64 0 Dos retos e em que casos devem seer 1 64 1-6 outorguados 1 64 7-8 1 65 0-9 1 65 10-11 Quaees devem seer os Adays e como devem seer escolheitos e per quem 1 65 12 1 65 13 1 66 0-1 Dos Almocadeens como ham de jurar 1 66 2-3 quando forem feitos 1 66 4 Libro I Do Chanceller Moor

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Siete Partidas 2 9 4 2 23 0 2 23 1 2 23 2 2 9 24 2 9 24 2 9 16 2 9 17 2 9 5 2 9 23 2 9 15 2 18 6 2 18 7 2 18 8 2 18 12 2 21 0 2 21 1 2 21 2 2 21 11 2 21 12 2 21 13 2 21 14 2 21 21 2 21 25 7 3 1 7 3 4 7 3 9 2 22 1 2 22 2 2 22 3 2 22 4 2 22 5 2 22 6 2 22 7

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La tradición medieval de las Siete Partidas en Portugal Libro III Ordenações Afonso V Siete Partidas 3 21 0-2 3 5 Se poderá o Senhor do preito revoguar o Procurador depois da Lide contestada 3 21 1 3 3 3 23 0-2 3 5 Quando o Senhor do Preito morre ante da Lide contestada espira loguo o Officio do Procurador 3 36 0 3 2 3 36 1 3 2 3 36 2 3 2 Das Ferias, e como se devem guardar 3 36 3 3 2 3 36 5-9 3 2 3 36 10-11 3 2 Libro IV Ordenações Afonso V 4 18 1-8 Do Benaficio do Valleano outorgado aas molheres, que fião alguem, ou se obrigão por elle 4 35 1 Das Compras e Vendas, como se ham de fazer por certo preço 4 35 2 4 61 0 Que os Corregedores das Comarcas, e Juizes Hordenairos nom possam comprar beens de raiz nos Lugares, honde forem Officiaaes 4 74 1-4 Em que casos poderá o Senhor da casa lançar fora della o alugador durante o tempo do aluguer 4 82 0-2 Dos Tetores e Curadores e em quantas maneiras podem seer dados 4 83 0 Do Tetor, ou Curador testamenteiro, que he dado ao meor em alguum testamento 4 84 0-1 Do Tetor, ou Curador lidimo, que he dado ao meor per direito 4 99 5-14 Da filha, que se casa sem autoridade 4 99 15-17 de seu Padre, antes que aja vinte cinco 4 99 18-19 annos 4 99 20 4 100 0-7 Em que caso poderá o filho, ou filha exherdar o Padre, ou Madre 4 101 0-1 Em que caso poderá o Jrmaao querellar o testamento de feu Irmaao 4 101 3

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Libro V Ordenações Afonso V Siete Partidas 2 3 7 2 0-1 Dos que fazem treiçom ou alive contra 5 elrei ou seu estado real 5 3 7 2 6 Dos que dizem mal d’ElRey 5 5 4 7 7 9 Dos que fazem moeda falsa 5 5 5-6 7 7 10

5. Conclusiones Las Siete Partidas de Alfonso X se consideran, cada vez más, como un factor dominante en el impacto de la recepción medieval del Ius commune en la Península Ibérica. La compilación legal del Rey Sabio posee un carácter doblemente intermediario: (i) primero, con la traducción y adaptación de fragmentos del derecho común al castellano; (ii) segundo, con la traducción del texto castellano al portugués y a otros romances ibéricos. Al ser traducido a varias lenguas vernáculas, acabaría convirtiéndose en Ius proprium para cada uno de los territorios en los que se llevaron a cabo estas traducciones Con todo, la recepción en el seno de los sistemas jurídicos de los distintos reinos ibéricos obedeció a formas y grados de intensidad diferentes. En Portugal, a pesar de haber sido menos controvertida que en el reino mater de Castilla, su recepción plena no dejó de obedecer a un proceso lento y complejo, que experimentó la resistencia de otras fuentes de derecho vigentes, como el derecho canónico, el derecho romano y, plausiblemente, el derecho foral y consuetudinario. La cuestión sobre la fecha a quo para su recepción en Portugal sigue abierta: si en 1295 ya se testimonia el uso de la compilación alfonsí por parte del poder central regio, el año de 1341 continúa siendo la fecha más sólida para la traducción originaria en portugués. En cualquier caso, todo indica que el códice de la Terceira Partida (1341) es una copia de una traducción anterior, y los indicios documentales intermedios (1295-1341) pueden ayudar a corroborar la tradición del siglo xvi que atribuyó la iniciativa de traducción oficial al rey don Dinis (1279-1325). En la conclusión crítica de José de Azevedo Ferreira, un fragmento de Braga «deverá ser anterior a 1341 […] o que poderá vir a confirmar a tradição que atribuiu a don Dinis a iniciativa da tradução do grande monumento jurídico de seu avô Afonso X» (1984: 116). Ante este panorama, mientras no surjan otras evidencias más seguras, aún resulta difícil confirmar la recepción de las Partidas en Portugal durante el primer cuarto del siglo xiv. El rigor científico aconseja considerar como probable un periodo más amplio, entre el final del siglo xiii y la primera mitad del siglo xiv.

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Sin embargo, en este periodo inicial entre los siglos xiii y xiv, todavía nos encontramos en una etapa introductoria o de primera recepción, con una influencia limitada al ámbito jurídico de la corte regia. A partir de entonces se avanzará, paulatinamente, hacia una recepción plena o práctica, que será abruptamente interrumpida por la crisis sucesoria (1383-1385), la guerra entre Portugal y Castilla, y el surgimiento de las primeras Ordenações portuguesas. Es plausible que estas Ordenações hayan surgido con el objetivo de reemplazar la hegemonía alcanzada por el código extranjero de las Partidas (Domingues 2014b: 224-225). En este sentido, no es desdeñable que, a pesar de la indiscutible influencia ejercida por las Partidas en la sistematización compilatoria de las Ordenações, se silencie deliberadamente esta fuente sin ni siquiera una sola mención expresa. No obstante, incluso tras el fin de la reforma de las Ordenações de don Afonso V (1446), se va a mantener una praxis aislada y extraordinaria de las Siete Partidas. En definitiva, el código de las Siete Partidas llega a Portugal a finales del siglo xiii, con una primera recepción garantizada, al menos, durante la primera mitad de la centuria siguiente. En la segunda mitad del siglo xiv, ya se puede hablar de segunda recepción o recepción plena, que alcanza su cenit a finales de esa misma centuria. Con la aparición de las primeras Ordenações del reino portugués, a finales del siglo xiv, comienza el declive de la hegemonía de las Partidas en Portugal. Es verosímil que la reforma de las Ordenações, finalizada en el reinado de don Afonso V (1446), representase el golpe de gracia, pero, incluso así, la compilación castellana aún mantuvo una vigencia efímera y esporádica hasta finales del siglo xv.

Post scriptum Pasados tres años desde la primera redacción de este texto (en 2017) —que hoy se reedita actualizado—, André Vitória (2020) publicó un artículo titulado «Une affinité sélective? Les Siete Partidas et la culture juridique au Portugal xive-xve siècles»16. Con este texto, A. Vitória trató de demostrar que las Siete Partidas tuvieron una influencia reducida en el ordenamiento jurídico medieval portugués, negándosele cualquier valor como fuente normativa, durante el siglo xiv y la primera mitad del siglo xv, y limitando su influencia al proceso compilatorio de las Ordenações Afonsinas —en sus palabras, «force est de constater que 16 A lo largo de este texto, el autor utiliza repetidamente los argumentos que expuse en trabajos anteriores, sin citarlos debidamente; por ejemplo, es significativa la coincidencia de la exposición que hace entre los párrafos 20 y 26 con los textos por mí publicados en 2014 y 2016 (Domingues 2014a, 2016), sin ninguna referencia expresa.

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les Siete Partidas n’ont jamais été aussi influentes au Portugal qu’au moment de l’élaboration de la compilation normative qui devait les éjecter définitivement du système juridique portugais» (2020: § 35); «l’influence des Siete Partidas sur l’expérience juridique au Portugal jusqu’aux Ordenações Afonsinas ne fut pas: elle ne fut ni nécessaire ni immédiate ni réductible à une notion bien établie de subsidiarité; elle ne fut pas fondamentale non plus, à en juger par les traces documentaires qui nous sont parvenues» (2020: § 37)—. Resulta evidente la contradición de estos asertos con la afirmación —del mismo autor— de que «l’hypothèse d’une vulgarisation des Partidas ayant eu lieu principalement pendant la deuxième moitié du xive siècle» (2020: § 17). ¿Cuál fue, entonces, el papel de las Siete Partidas durante este siglo (desde mediados del xiv a mediados del xv)? En realidad, el autor no saca a colación ni un solo indicio documental que apoye su conjetura; más bien al contrario, desconoce la utilización de las Partidas en el proceso judicial de Leiria17 —que lo llevó a afirmar que «cette dispute judiciaire [Alcácer do Sal, 1396-97] constitue le seul exemple connu pour le Portugal médiéval d’une argumentation juridique directement fondée sur les Siete Partidas» (2020: § 12)—. Teniendo en cuenta lo expuesto hasta aquí, resulta llamativo querer contrariar las evidencias documentales conocidas y estudiadas a lo largo de varias décadas sin presentar una única prueba documental de lo contrario. Termino con una propuesta de reflexión: en Portugal, ¿cuántas fuentes de derecho medieval —tanto de Ius proprium, como de Ius commune— gozan de un corpus documental probatorio equiparable al de las Siete Partidas? Ni tan siquiera sería necesario ir tan lejos; bastaría preguntar por cuántas fuentes legales gozan de, al menos, dos referencias y su respectiva transcripción literal en el marco jurídico medieval portugués, antes de caer en un silencio legislativo totalmente inexplicable...

17 Publicado un año antes (Domingues 2019: 86-87) del artículo de A. Vitória. Reitero aquí mi agradecimiento al doctor Mário Farelo por la indicación de la existencia de este documento.

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Ricardo Pichel2

La difusión de las Siete Partidas, en términos de circulación de ejemplares y traducción a otras lenguas ibéricas, es un signo inequívoco del impacto del código legislativo alfonsí en otros espacios culturales dentro y fuera de la Corona de Castilla, en particular en los territorios del Occidente peninsular3. Más de un tercio del total de manuscritos iberorrománicos conocidos —cerca de 160— son traducciones gallego-portuguesas; esto es, medio centenar de testimonios, la mayor parte fragmentarios —salvo 1 Este artículo es fruto de la colaboración con los proyectos de investigación «HERES. Patrimonio textual ibérico y novohispano. Recuperación y memoria» (CM, 2018-T1/ HUM-10230) de la Universidad de Alcalá (2019-2023), «Patrimonio textual na Galicia medieval: prosa documental e literaria» del Instituto da Lingua Galega (USC, 2021-2024) y «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: Las ediciones históricas» (MCI/FEDER FFI2016-75014-P) de la Universidad de Valladolid (2016-2020). Agradezco las indicaciones de Miguel García-Fernández, Enrique Jerez Cabrero, Ramón Mariño Paz y Xavier Varela Barreiro, que han permitido mejorar este trabajo. 2 Universidad de Alcalá, Departamento de Filología, Comunicación y Documentación (Grupo GITHE); (ricardo.pichel@ uah.es). 3 La influencia de las Siete Partidas en la Corona de Aragón fue temprana, pero menos intensa que en Galicia o en el reino portugués, tanto en el alcance o interés de la traducción (únicamente se tiene noticia del uso y traducción de la Primera y de la Segunda Partida), como en el número de ejemplares traducidos (dos códices y algunas refundiciones posteriores). Véase Avenoza 2017 y el trabajo de la misma autora en las pp. 97-101 de este volumen.

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dos códices portugueses de la Primeira y Terceira Partida— y producidos en Portugal (BITAGAP texid 14545)4. Por lo que respecta al ámbito estrictamente gallego, hoy en día conservamos una ínfima parte de la tradición manuscrita que, sin duda, circularía en la Galicia bajomedieval (especialmente durante el trescientos), aunque algunos indicios nos permiten vislumbrar una difusión más intensa —en particular, en las esferas judicial y notarial— de lo que nos dejan ver los vestigios materiales que hoy conocemos. El estudio de la recepción gallega de la obra legislativa del Rey Sabio, tanto en lo que concierne a las Siete Partidas, como a otros códigos jurídicos relacionados con la corte (post)alfonsí —como el Fuero Real, las Flores de Derecho o el Ordenamiento de Alcalá—, no ha sido nunca particularmente exhaustivo (Lorenzo 2000: 396-399; Pena 2002: 335-339, 2013: 284-287) y aún hoy nos faltan ediciones de referencia y mucha investigación acerca del contexto de producción y circulación de la obra, así como de la relación textual de los testimonios que hoy conocemos con la tradición portuguesa y castellana (Ferreira 1980a: xlix-lxii, Oro 1997). El presente ensayo y otros trabajos recientes o en curso5 pretenden revitalizar el interés por la prosa jurídica gallega, a la luz de los nuevos hallazgos (Sharrer 2014: 179, 2020: 163) y gracias al avance de iniciativas cruciales como 7PartidasDigital, con el ánimo de ponderar y actualizar los estudios pioneros que, desde comienzos del pasado siglo, dieron a conocer la mayor parte de los textos que hoy conservamos (Oviedo y Arce 1901a, 1901b, 1915; Martínez Salazar 1909-10, Pensado 1974-75, Avenoza 1995, Askins et al. 1997). 4 Para la tradición textual y manuscrita portuguesa de las Partidas, véanse, entre otros, los trabajos de Cepeda (1995: 30-35), Askins / Dias / Sharrer (2002), Vitória (2020) y, especialmente, Domingues (2017, 2019 y las pp. 103-116 en este volumen). En cuanto al centenar de testimonios castellanos, véase una lista actualizada en (Fradejas Rueda 2016-21) y en el trabajo de este mismo autor publicado en las pp. 21-35 de este volumen (cf. BETA texid 1029). 5 Corral Díaz / Pichel et al. (2020: 135-212), Pichel / Sharrer (2021), Arbor Aldea / Pichel (2021). En el marco del proyecto colaborativo HERES, como parte de los objetivos principales de la línea de actuación «PaLMeGaP. Patrimonio literario medieval da Galiza e Portugal» (), en colaboración con el proyecto «Patrimonio textual na Galicia medieval: prosa documental e literaria» ya referido, se está llevando a cabo una nueva transcripción y edición crítica de los testimonios gallegos de las Partidas, incluyendo los nuevos manuscritos identificados en época reciente, así como el cotejo con los ejemplares castellanos y portugueses.

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1. Vestigios materiales Actualmente conservamos una docena de fragmentos de origen gallego, aunque, como se verá, tenemos noticia indirecta de algunos otros testimonios hoy perdidos o en paradero desconocido. Desde época muy temprana circularon por Galicia todos o casi todos los libros de las Partidas, aunque es cierto que hoy no conocemos vestigios materiales de la Segunda Partida (BITAGAP texid 16131). De los restantes libros disponemos de uno o varios testimonios traducidos, especialmente de la Terceira y de la Quinta Partida (con tres testimonios cada una); de la Primeira, Cuarta y Sexta Partida se conocen dos en cada caso (uno de ellos —P6-AHPOu— hoy extraviado) y de la Sétima uno. En la siguiente tabla se presentan los vestigios materiales conservados, con indicación de localización, signatura archivística y registro en BITAGAP6: Ciudad A Coruña

Archivo y signatura

Arquivo da Real Academia Galega, Colección Pergameos, P. Caixa 3-8 P1 A Coruña Arquivo do Reino de Galicia, Colección de fragmentos de códices e impresos, CI-3 A Coruña Arquivo do Reino de Galicia, Colección de fragmentos de códices e impresos, CI-2 León Archivo Histórico Provincial de León, Colección de fragmentos P3 de pergaminos procedentes de encuadernaciones, VI-73 [f. 4] Santiago de Arquivo Histórico Universitario Compostela de Santiago, Clero, Fondo Blanco Cicerón, 202 [Frag. B]

Sigla P1-ARAG

BITAGAP manid texid 1470

P1-ARG

1471

P3-ARG

3208

P3-AHPL

1437

1214

1215 P3-AHUS

1438

6 La reproducción digital de los fragmentos del ARAG y ARG está disponible en Galiciana. Arquivo Dixital de Galicia (); el ejemplar del AHNOB, en el Portal de Archivos Españoles (PARES: ). En Corral Díaz / Pichel et al. (2020: 155, 156, 162, 163, 164, 170, 171, 178, 179, 180, 184 y 188) se ofrece reproducción de una muestra de todos los manuscritos.

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Las Siete Partidas del Rey Sabio A Coruña

P4

Santiago de Compostela Pontevedra

Santiago de P5 Compostela Toledo Ourense P6

Ourense

Santiago de P7 Compostela

Arquivo da Real Academia Galega, P4-ARAG 1475 Colección Pergameos, P. Caixa 5-34 1211 Arquivo Histórico Universitario P4-AHUS 1472 de Santiago, Clero, Fondo Blanco Cicerón, 202 [Frag. E] Museo de Pontevedra, Planeiro 1, P5-MP 3548 12-14 Arquivo Histórico Universitario P5-AHUS 1473 de Santiago, Clero, Fondo Blanco 1212 Cicerón, 202 [Frag. D] Archivo Histórico de la Nobleza, P5-AHNOB 6142 Osuna, CP. 557, D. 1 Arquivo da catedral de Ourense, P6-ACOu 2046 Códices, Fragmentos, 41 1218 ¿Arquivo Histórico Provincial de P6-AHPOu 1476 Ourense? Fragmento extraviado Arquivo Histórico Universitario P7-AHUS 1474 de Santiago, Clero, Fondo Blanco 1217 Cicerón, 202 [Frag. C]

Pese a su estado fragmentario —folios o bifolios—, todos ellos debían de pertenecer, por sus características codicológicas y textuales, a códices en los que se transmitía, si no una serie parcial o completa de la obra, sí al menos el texto completo de la Partida en cuestión. Estos disiecta membra sobrevivieron, en su mayor parte, como encuadernación de libros de registro, legajos o protocolos notariales datables entre los siglos xvi y xviii7. A pesar del estado deplorable en el que se conservaron algunos de estos fragmentos, expuestos a todo tipo de inclemencias, la información aportada por el liber tradens nos permite trazar en algún caso el itinerario sociocultural por el que transitó el manuscrito desde su uso jurídico inicial hasta su empleo práctico y estético como encuadernación; en otros casos nos ofrece incluso pistas para reconstruir las coordenadas cronogeográficas o socioculturales en las que pudo haber surgido la producción de la copia o traducción que hoy conocemos. 7 En la mayor parte de los casos —con excepción de P5-AHNOB— se trata de registros no anteriores a mediados del siglo xvi, por lo que en el despiece y reaprovechamiento de estos manuscritos quizás haya influido el impacto de las ediciones impresas de las Partidas de Díaz Montalvo (1491) y Gregorio López (1555), así como también otros factores relacionados con el deterioro del códice o los hábitos lingüísticos de preferencia —en castellano— en la actividad jurídica de esta época.

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2. Primera etapa de copia y traducción de las Partidas (siglos xiii-xiv) La precoz producción libraria gallega asociada a la traducción de las Partidas se fragua en consonancia con otras muestras inaugurales en el campo de la prosa historiográfica y de ficción, conformadas en el espacio cultural transfronterizo gallego-portugués de aquella época8. Hablamos, por tanto, de las primeras iniciativas de copia y traducción del corpus legislativo alfonsí en el espacio gallego —una primera fase que podemos situar entre finales del siglo xiii y las primeras décadas del xiv9—, caracterizadas por una factura muy cuidada, lo que se refleja tanto en la mise en page, como en la esmerada decoración de las iniciales capitulares y en la modalidad libraria caligráfica utilizada. En esta primera etapa tendría lugar la traducción y copia de, al menos, la Primera y la Tercera Partida, de las que se conservan cinco testimonios, tres de ellos producidos en esta primera campaña libraria (P1-ARAG, P1ARG y P3-ARAG). El ejemplar más antiguo —tal vez de las últimas décadas del xiii— es el que hoy se conserva en el Arquivo da Real Academia Galega (P1-ARAG), que transmite algunas de las leyes de los títulos 19 y 20 (1.19.10 a 1.20.5), relativos a las ofrendas y tributos a la Iglesia. Poco se sabe de la procedencia de este manuscrito, más allá de que fue hallado por Evaristo Martelo Paumán, marqués de Almeiras (Martínez Salazar 1909-10: 149; Couceiro Freijomil 1951-53: II, 378-379; BITAGAP bioid 3546). El códice del que procede este fragmento (Fig. 1), de amplias dimensiones (310 x 210 mm) y a dos columnas (51 líneas), presentaba una cuidada ornamentación reflejada en su organización paratextual como las rúbricas (en rojo), los calderones 8 Nos referimos, por una parte, a la temprana copia y traducción de la Estoria de España sanchina (c. 1330-40) y de la Crónica de Castilla (c. 1300-12), junto con otros materiales historiográficos, compilados en el conjunto cronístico transmitido por el ms. 8817 de la Biblioteca Nacional de España (BITAGAP manid 1066; Lorenzo 1975). Por otra parte, en esa misma época (primer tercio del trescientos) se emprendería una copia del Livro de Tristam gallego-portugués (BITAGAP texid 1222), de la que hoy solo conservamos un bifolio custodiado en el Archivo Histórico Nacional (BITAGAP manid 1483; Pichel / Varela Barreiro 2017). En ambos casos, se trata de dos proyectos histórico-literarios de gran calado concebidos con bastante probabilidad en el seno de una misma corte señorial —los Lima-Batisela— en el entorno de la diócesis de Tui (tierras transfronterizas de Toroño y del Alto-Minho); un ámbito geográfico y cultural afín a otras iniciativas librarias vinculadas con la producción jurídica y técnica gallega en la Baja Edad Media, como en el caso de las conocidas como Glosas de Vasco Lourenzo de Tui —véase más abajo § 4— o del Tratado de Alveitaría (Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 50, 82-83, 197-198, 217-218 y 254-256). 9 Anterior, en todo caso, a la promulgación del Ordenamiento de Alcalá por Alfonso XI (1348), del que también se conserva una traducción fragmentaria gallega (Askins et al. 1997: 9-28, Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 207-212).

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(alternantes en azul y rojo) o las iniciales, decoradas con la misma alternancia cromática y jerarquizadas de acuerdo con la estructura capitular (al menos, 7 y 3 unidades de pautado, respectivamente, para los títulos y las leyes).

Fig. 1. P1-ARAG (© Arquivo da Real Academia Galega)

Más allá de este primer vestigio material del que tenemos noticia, conservamos otros dos testimonios producidos en la misma época o poco tiempo después —quizás en el primer cuarto del siglo xiv— que representan un segundo impulso de copia y traducción con características materiales muy próximas a lo anteriormente descrito. Se trata de los testimonios de la Primeira y de la Terceira Partida conservadas en el Arquivo do Reino de Galicia (P1-ARG y P3-ARG; Fig. 2), ambos producidos con bastante probabilidad en un mismo taller o escritorio —al parecer coruñés— y a poca o ninguna distancia temporal. El deterioro del soporte no impide comprobar que las dimensiones (330 x 220 mm en el caso de P1-ARG), así como el tipo de escritura caligráfica y la decoración, son idénticos en los dos fragmentos, por lo que hay pocas dudas de que transmitan una primera serie libraria compuesta, al menos, por estas dos Partidas. A diferencia de P1-ARAG, en estos dos casos no es posible saber si había jerarquización en las iniciales capitulares (el único nivel visible es el de ley, con iniciales de 2 unidades de pautado), aunque por la impaginación y la —cuidada— factura del volumen sí lo parece; en ambos casos, también se utiliza la escritura decorativa para las rúbricas (en rojo) y la alternancia cromática (azul y rojo) para los calderones e iniciales. En el caso de P1-ARG, se recogen algunas leyes del título 5, dedicado a los prelados de la Iglesia (1.5.48-53), y en el de P3-ARG se transmiten varias leyes del título 2 (3.2.19-26) —presentes también, como se verá, en el fragmento P3-AHUS—, relacionado con el proceso de demanda y con las obligaciones y derechos de

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los demandantes. El itinerario posmedieval de estos dos fragmentos es, en gran medida, afín, puesto que el liber trandens que los transporta, en ambos casos, se relaciona con el ámbito administrativo y jurídico-eclesiástico de la villa coruñesa de Noia, en tiempos una de las villas de influencia compostelana con mayor peso sobre las que se asentaba el poder episcopal (Agrafoxo 2019: 33-143). En el caso de P1-ARG, desde el siglo xvi fue reutilizado como cubierta de algunos registros notariales hasta que en el xviii aparece vinculado al convento de San Francisco de Noia, para posteriormente ser adquirido durante el proceso desamortizador por parte del eumés Rodrigo Pardo González (Oviedo y Arce 1915: 76; BITAGAP bioid 1968). Por su parte, el fragmento de la Terceira Partida se encontraba cosido en el interior de un extenso volumen de la Real Audiencia custodiado en el ARG, intercalado en él como cubierta de un pliego documental menor relacionado con un pleito en la villa de Noia a finales del siglo xvi (Askins et al. 1997: 11, 13).

Fig. 2. P1-ARG y P3-ARG (© Arquivo do Reino de Galicia)

Probablemente por la misma época —primeras décadas del xiv— se confeccionó otro ejemplar más de la Terceira Partida (P3-AHPL), con características codicológicas y paleográficas similares —aunque con un soporte más humilde— e igualmente de gran formato (296 x 205 mm, a dos columnas), esta vez en el ámbito geográfico y administrativo más oriental del territorio gallego, la comarca berciana, donde también se emprenderían otras iniciativas librarias de carácter jurídico, como la traducción del Fuero Real y de las Flores de Derecho (Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 198-202). El único fragmento conservado de este manuscrito, reutilizado como encuadernación en un protocolo notarial de Villafranca del Bierzo, transmite las leyes 94-99 del título 18, dedicado a las diferentes tipologías instrumentales en los pleitos (2020: 159-160).

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3. La difusión de las Partidas en Galicia a lo largo del trescientos Desde el segundo cuarto del siglo xiv hasta finales de la centuria o incluso comienzos del xv, nos encontramos con diferentes iniciativas de copia y traducción del magno código legislativo alfonsí, especialmente en el caso de la Quinta y de la Cuarta Partida (y en menor medida de la Tercera, Sexta y Séptima). Sin duda, la campaña libraria más reconocible, por compacta y regular, y de la que más testimonios conservamos, es la que se debió de emprender en el último tercio del trescientos (c. 1360-80) y que supuso la traducción —o la copia de versiones ya traducidas— de, al menos, la Cuarta (P4-AHUS), la Quinta (P5-AHUS y P5-MP) y la Sétima Partida (P7-AHUS). A pesar del estado deplorable en el que se encuentran algunos de estos fragmentos —parcialmente ilegibles y muy desvirados—, es posible identificar un mismo patrón de escritura (se utiliza una misma subtipología híbrida de gótica cursiva redonda, en su modalidad usual), así como de impaginación y decoración (similares dimensiones y extensión de la caja de escritura, idéntico diseño, extensión y alternancia cromática en las iniciales capitulares, ausencia común de calderones y mayúsculas resaltadas, mismo tipo de rubricación, etc.). Se trata, por tanto, de una serie libraria de factura sobria y de calidad media, tanto en términos materiales como de ejecución y organización del texto y de la decoración. Pese a ello, nos encontramos ante un conjunto de, al menos,

Fig. 3. P5-AHUS y P4-AHUS (© Arquivo Histórico Universitario de Santiago)

Fig. 4. P7-AHUS (© Arquivo Histórico Universitario de Santiago) y P5-MP (© Museo de Pontevedra)

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tres volúmenes —es factible que P5-AHUS y P5-MP formasen parte de un mismo códice— de amplias dimensiones (el pliego no sería inferior a los 520 x 460 mm, de acuerdo con el fragmento de la Sétima Partida), escritos a dos columnas con un máximo de 42 renglones (Figs. 3 y 4). En el caso de los dos testimonios de la Quinta Partida (P5-AHUS y P5MP) conservamos algunas leyes de los títulos 5, 6 y 7 (5.5.48-53 y 59-67; 5.6.1-5; 5.7.4-7), relativos a las compraventas y las permutas, así como a los mercaderes, las ferias y algunos tributos (como el diezmo o el portazgo), además de unas pocas leyes del título 12 (5.12.4-15), dedicado a las fiadorías (fianzas). El fragmento de la Cuarta Partida (P4-AHUS) transmite el final del título 18 y el comienzo del 19 (4.18.9-19 y 4.19.0-1), relacionados con diferentes aspectos alusivos a la patria potestad y a la crianza y responsabilidades mutuas entre progenitores e hijos. Por último, en el bifolio de la Sétima Partida (P7-AHUS) pueden leerse algunas leyes del título 9 (7.9.7-15), sobre las deshonras. La mayor parte de estos testimonios forman parte hoy del fondo Blanco Cicerón del Arquivo Histórico Universitario de Santiago, aunque previamente procedían de los ricos fondos del archivo de la catedral compostelana (ACS), donde se conservaban como encuadernación de distintos libros de registro de entre los siglos xvi y xvii. Es muy probable, con todo, que el contexto de producción e itinerario original de esta serie libraria haya que situarlo en el espacio jurídico-administrativo pontevedrés, a la vista de ciertas evidencias indirectas que nos ofrecen los fragmentos P5-MP y P7-AHUS. En cualquier caso, es significativo el vínculo que se establece, en especial en el caso de estos dos fragmentos, entre Santiago de Compostela y Pontevedra, esta última —al igual que ocurre con Noia— una de las principales villas del señorío arzobispal compostelano. En el caso del fragmento P5-MP, extraviado durante algunos años en las dependencias del Museo de Pontevedra, había servido como encuadernación de un libro de registros de finales del siglo xvi relacionado con el concejo de la capital pontevedresa, uno de los principales núcleos urbanos durante la Baja Edad Media (Armas Castro 1992). En cuanto al fragmento P7-AHUS, como se expone más adelante, tal vez pueda relacionarse con el ejemplar que habrían poseído y utilizado el juez Bernal Fariña y el notario Gonzalo Pérez, ambos pontevedreses, como pieza operativa de su actividad jurídica y notarial a lo largo de la segunda mitad del siglo xiv (Pensado 1973: 294, IEGPS 1995: 293-294). Con anterioridad a esta última campaña libraria, es posible identificar durante el segundo y tercer cuarto del trescientos hasta cuatro iniciativas distintas —autónomas, en este caso— de copia y traducción de las Partidas (P3AHUS, P4-ARAG, P5-AHNOB y P6-ACOu), todas ellas, en mayor o menor medida, ejecutadas con una factura similar a la de los primeros testimonios

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conocidos y ya descritos más arriba. El fragmento de la Terceira Partida del AHUS, procedente también del fondo Blanco Cicerón y en un estado de deterioro muy avanzado, reproduce en parte el contenido del testimonio ya mencionado del Arquivo do Reino de Galicia (P3-ARG), del que tal vez sea copia (in)directa, concretamente algunas leyes del título 2 (3.2.19-23 y 32-36). Por su parte, el fragmento de la Cuarta Partida (P4-ARAG) transmite la mayor parte del título 17 (4.17.1-6), dedicado a las relaciones de amistad, y procede del convento compostelano de San Martiño Pinario (Oviedo y Arce 1901a: 4). Sin duda, el fragmento toledano P5-AHNOB, reutilizado como encuadernación de un libro de cuentas de 1544 relacionado con el ducado de Béjar, es uno de los más interesantes en cuanto al contenido que transmite, pues incluye un completo índice —tal vez confeccionado ad hoc— con los quince títulos que componen la Quinta Partida así como las «rúbricas» de cada una de las leyes; además, contiene algunas leyes del título 5 (5.5.38-50), coincidiendo parcialmente con el contenido del fragmento P5-AHUS (Pichel / Sharrer 2021). Por último, el único vestigio conservado de la Sexta Partida (P6-ACOu) procede del archivo catedralicio de Ourense y transmite unas pocas leyes de los títulos 7 (6.7.12-17) y 8 (6.8.0), relacionados con los desheredamientos y el cumplimiento de las voluntades testamentarias (Arbor Aldea / Pichel 2021). Se tiene noticia, además, de un segundo testimonio de la Sexta Partida —hoy en paradero desconocido— vinculado, al parecer, al Arquivo Histórico Provincial de Ourense (BITAGAP manid 1476). De acuerdo con García y García (1986: 393) —a partir de un trabajo inédito de Pensado (1986)—, se trata de un fragmento de mediados del siglo xiv en el que se podían leer algunas leyes de los títulos 14 a 18 (6.14.3-4 y 7, 6.15.1-2, 6.16.26, 6.17.1-4 y 6.18.0), relacionados con diferentes aspectos sobre las herencias y partijas, así como sobre los huérfanos y sus tutores.

4. Evidencias indirectas de la circulación y uso de las Partidas en Galicia Algunas referencias indirectas apuntan también a la circulación y uso en la Galicia bajomedieval de manuscritos o «libros» de las Partidas registrados en la producción jurídico-instrumental entre los siglos xiv y xv, pero también a través de ciertos testimonios de la obra. Todas ellas nos informan de la existencia de ejemplares hoy desconocidos —bien traducciones, bien sus modelos textuales castellanos— de, al menos, la Primera, la Tercera, la Quinta y la Séptima Partida. No hay duda de que tanto el derecho privado —de naturaleza civil o mercantil— como la esfera procesal eran dos de los ámbitos jurídicos para los que más frecuentemente se acabarían invocando o utilizando, entre otras regulaciones,

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las Siete Partidas, y así se refleja no solo en el número de copias o traducciones realizadas —como ya se ha visto, la mitad de los testimonios conservados son de la Tercera y de la Quinta Partida—, sino también en algunas referencias documentales en las que se menciona el código legal como autoridad e instrumento jurídico. Así, al menos, desde la segunda mitad del siglo xiv, no es infrecuente registrar en ciertos actos de disposición de carácter negocial, como las donaciones o los foros, cierto tipo de fórmulas o cláusulas a través de las cuales se renunciaba de forma expresa a las posibles causas de revocación del negocio contempladas, entre otros códigos, en las Partidas. Casos como el siguiente —donación de Elvira Domínguez de Estelo fechada en Mondoñedo en 1378— presuponen, como poco, el conocimiento del título 4 de la Quinta Partida: Et outrosy, eu prometo por lo dito juramento que nunca vaa contra esta doaçon et que nunca a reuogarey disendo que os ditos frades ou algun delles que ma non contradeçeron ou que feseron contra min alguna cousa daquellas cousas que disen as llees do liuro das Partidas et das lles do dereito por que se poden reuogar as doaçoes. (Graña Cid 1990: 160-161, n.º 3610)

Menos interés reviste otro tipo de cláusulas genéricas, habituales en la documentación más tardía (ss. xv y xvi), en las que se renuncia a los derechos contemplados en diferentes regulaciones —tanto codificadas (entre otras, las Siete Partidas) como de carácter consuetudinario— que puedan asistir al otorgante del negocio jurídico (ejs. compraventa, arrendamiento, etc.): Sobre lo qual renunciamos a ley de engano e a todas outras leys e quaesquer leys, dereitos e foros e ordenamentos, degredos, Partydas e houtras quaesquer leys e dereitos escritos e non escritos quanonycos [...] e todas outras boas rasõos e todas outras exeycões, dereitos e defensoes, que nos por nos nen outros por nos en contrario dentro podeyramos alegar e dizer, que nos non valla nen seian sobre ello hoydo nen hoidos nen recebydos nen por nos nen por outro en juyzo nen fora delle (Lucas Álvarez / Lucas Domínguez 1988: 590, n.º 51411).

Por su parte, del empleo de la Tercera Partida —y, en consecuencia, su copia y/o traducción— como instrumento útil en el ámbito de los procedimientos 10 AHN, Códices, 312B, fol. 20v. Véase una alusión similar en el doc. 33 de la colección diplomática editada por Graña Cid (1990: 155-156). Para esta y otras referencias se utilizó, principalmente, el Corpus Galego-Portugués Antigo (CGPA) y el Gallaeciae Monumenta Historia (GMH). 11 Venta entre particulares formalizada en 1466 (ASPA, Fondo antigo, Pergamiños, San Pedro de Ramirás, caja 6, mazo A, n.º 57). Véanse otros casos similares en Cal Pardo (1991: n.º 92, 1999: n.º 192) o Lucas Álvarez / Justo Martín (1991: n.º 389-391, 394, 396, 398-400, 402, 404).

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judiciales da buena cuenta la referencia a «un libro de Tercia Partida de Rodrigo das Camoeiras12» donado al cabildo de la catedral de Ourense por el chantre Ares Fernández en su testamento dado en 141713 (Duro Peña 1961: 189, 192; García y García 1986: 693), lo que nos permite ampliar el radio de difusión de las Partidas al ámbito eclesiástico y, más en concreto, al catedralicio. En este sentido, es posible que el referido ejemplar de la Terce(i) ra Partida —difícilmente identificable con alguno de los tres testimonios conocidos— permaneciese allí durante varias décadas como parte del fondo bibliográfico capitular, a la vista de una de las cláusulas del testamento del chantre homónimo don Ares Fernández de Vilasante, otorgado en 147914, en el que manifiesta «o que eu tenno para comprimento deste meu testamento primeiramente, item doze libros de dereito en latim et romanço e mays outros libros miudos» (Losada Meléndez 2015: 243). Otro indicio de gran valor que nos permite atisbar la extensión geográfica de los núcleos de producción y del perfil socioprofesional de las personas implicadas, al menos, en la circulación y empleo de estos libros, es la referencia a un ejemplar de la Séptima Partida —junto con otros del Ordenamiento de Alcalá y del Fuero Juzgo— donado por el notario pontevedrés Gonzalo Pérez en su testamento, otorgado en 1381 (Villa-Amil y Castro 1874: 20-21, Beer 1894: 409, n. 385; Odriozola 1995: 293-294). De acuerdo con el testimonio de fray Martín Sarmiento —quien pudo consultar este documento en el colegio del monasterio pontevedrés de Lérez antes de que el tiempo acabase por deteriorar y mutilar parcialmente el pergamino15—, estos y otros materiales habrían pertenecido previamente a un tal «Bernal Fariña» (Pensado 1973: 294, IEGPS 1995: 293-294). Este dato podría remitir a la familia de los Fariña, una conocida parentela de jueces en la Pontevedra de la segunda mitad del siglo xiv y comienzos del xv, entre los que descuella Bernal Martíns Fariña, 12 De momento no hemos podido identificar a este individuo, aunque quizás pueda vincularse con la familia representada por el escudero Afonso Rodríguez das Camoiras o «das Camoeiras», procedente del concejo de Friol (As Camoiras probablemente remita al lugar homónimo de la parroquia de San Pedro de Vilalvite) pero bastante asentada durante el siglo xv en el entorno urbano y capitular de Ourense (Gordín Veleiro 2015: 619, 657). 13 ACOu, Escrituras IX, fols. 392v-395v y Escrituras XIII, 13 (Duro Peña 1961: 189, n. 16; 1973: 273, n.º 1111). 14 ACOu, Libro de notas de Juan de Ramuín, n.º 3, fol. 93r-97r y Escrituras VII, fol. 75rv (Duro Peña 1973: 339, Losada Meléndez 2015: 242, n.º 57). 15 Hoy en día se conserva en el AHN, Clero, Carpeta 1773, n.º 10. Debido al deplorable estado de conservación en el que actualmente se encuentra el pergamino, solo es legible (con ayuda de la luz ultravioleta) la palabra «partida» y la secuencia «ordinamiento de alcala».

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casado con Teresa Álvarez de Ponte, ejerciente entre 1359 y 1364 (Armas Castro 1992: 234-235 y 277). Se trata, en todo caso, de un dato de enorme interés que confirma la esperable circulación —y la más que probable traducción— de las Partidas en la órbita de la práctica judicial y notarial de la época. Es tentador identificar ese ejemplar con el fragmento P7-AHUS, pero, en cualquier caso, ya es un segundo indicio —junto con el testimonio de la Quinta Partida conservado en el MP— que nos permite reconocer, de nuevo, el entorno urbano y jurídico-administrativo pontevedrés como un centro de producción significativo en la recepción y difusión del código alfonsí en la Galicia bajomedieval. Afín a esta misma área geográfica y ámbito socioprofesional, resulta de particular interés el testimonio que nos ofrece una copia del Fuero Real de Alfonso X (BNE MSS/710, BETA manid 1054) en la que se registran numerosas glosas marginales e intervenciones en el texto principal —escritas en un gallego interferido, en grado variable, por el castellano— incorporadas por Vasco Lourenzo de Tui (Cerdá Ruiz-Funes 1951-52, Kabatek 2007). Este notario gallego, originario de la comarca del Baixo Miño y con una profunda formación jurídica, realiza una intensa labor de revisión comentando y actualizando un gran número de pasajes a lo largo del códice, además de referenciar y añadir al texto base algunos capítulos adicionales (Bouzas Rosende / Pichel 2015). Más allá de las intervenciones de carácter epigráfico —rotulado e identificación de las secciones internas de la obra— y correctivo, otras tienen motivación compiladora y explicativa. El valor de estas anotaciones reside, en no pocos casos, en la referencia intertextual que incorporan con la finalidad de complementar o discutir un determinado pasaje, de tal modo que se citan títulos o leyes de diferentes códigos legislativos que el notario tudense maneja y trata de conciliar, entre otros las Partidas y el Ordenamiento de Alcalá, pero también el «Livro das declaraçoes das leis», el «Foro das leis», el «Foro dos castelanos», el «Livro de estilo de corte», el «Libro de las sentençias», el «Livro de Leom» o el «Foro de Toledo» (Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 141, 197-198). En lo que concierne a las Partidas, encontramos diferentes alusiones a la «Setena» Partida, pero también, de manera más puntual, a la «Primeira», a la Quinta y a la Sexta («liuro seysto»), así como al «ordinamento rrayal» de 1348: «outrosy [...] require Setena Partida, titolo xiiije, ley vijnte [...] e outrosy liuro seysto, titolo primeyro, ley xjª [...] aqui açerta con la xviijª ley del titolo xiiije del seteno liuro das Partidas» (fol. 187r); «Require en este caso la ley quarta, titolo seteno “das falsidades”, Setena Partida, “que el oliuez que laura oro o prata que sy mjescra maliçiosamente alguno de los otros metales que faze falsedat”» (fol. 187v); «Jtem titolo de llos rretos rrequire Setena Partida, titolo iijº, e Alcala de Fenar[e]s, que he ordinamento

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rrayal, et os outros foros e ordinamentos» (fol. 205v); «Nota. Que o escriuam erou em este ponto, titollo jxº da Primeira Partida, ley xxviijº, o fallaras ley que começa “rreconçiliar”» (fol. 136r), «Sabe que este titollo desta Quinta Partida he nono titollo, e esto por quanto desuso non era ben declarado por se claro entender» (fol. 209r).

Fig. 5. © Biblioteca Nacional de España, MSS/710, fols. 187ra y 209rb

De la Cuarta Partida, además de los dos testimonios referidos anteriormente (P4-ARAG y P4-AHUS), es conocido un fragmento del primer tercio del siglo xv (ARCHV Pergaminos, carpeta 182.416; BETA manid 5727), cuya configuración lingüística y procedencia podrían sugerir un posible origen gallego (Fradejas Rueda 2015: 18-20). Por una parte, presenta un conjunto significativo de occidentalismos17 que quizás se explique por la participación de un copista gallego. Por otro lado, la encuadernación de la que se extrae el fragmento se corresponde con un pleito de hidalguía, tramitado en 1586, entre dos vecinos de la parroquia de San Bartolomeu de Cabaneiro (en Abadín, Lugo). En todo caso, no podemos saber si el pleito fue incoado en la Real Chancillería —y, por tanto, encuadernado allí— o si podría haberse tramitado inicialmente en la Real Audiencia de Galicia. Sea como fuere, en el mejor de 16  (01-03-2021). 17 Como la no diptongación ocasional de /ε/ y / / (ejs. parente, sabendo, proua), la alternancia en el resultado del sufijo -mĕntum (acusamento / acusamiento, casamento / casamiento) o la posible presencia de la contracción de la preposición con el artículo definido dos (Fradejas Rueda 2015: 19). c

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los casos, nos encontraríamos ante uno de los escasos ejemplos registrados de circulación en Galicia de copias castellanas de las Partidas. Otro ejemplo, y quizás de la misma época, podría estar representado por alguna de las fuentes alfonsíes que manejaba Vasco Lourenzo de Tui, pues, como se ha visto, en algunos casos se inserta en la glosa —redactada en gallego— una cita literal en castellano de la Partida en cuestión. Cerramos, por último, este pequeño y limitado estado de la cuestión, con un último reflejo indirecto de la difusión de las Partidas en la Galicia bajomedieval, en este caso, relacionado con la traducción del primero de los libros. De acuerdo con José de Azevedo Ferreira (1980a: xlix-lxii), es bastante probable que el códice portugués de la Primeira Partida (BNP Alc. 46318; BITAGAP manid 1144), datado a mediados o en la segunda mitad del xiv, no represente una traducción directa desde el castellano, sino una versión realizada por un copista-traductor gallego o sobre un modelo gallego-portugués ya traducido previamente en Galicia19. Dicho antígrafo podría estar emparentado, directa o indirectamente, con alguno de los dos testimonios gallegos conocidos (P1-ARAG y P1-RAG), ambos fechados con anterioridad (finales del xiii-primer cuarto del xiv) a la versión portuguesa (Ferreira 1980a: lvi, n. 68). 18  (01-03-2021). 19 Para Ferreira esta segunda hipótesis sería más defendible, pues la alternancia —a veces ocasional— de galleguismos con soluciones típicamente portuguesas parece relacionarse más con un acto de copia —desde un modelo traducido en el ámbito cultural gallego— que con un acto primigenio de traducción desde un modelo castellano por parte de un copista gallego (1980a: lv-lvi; cf. Mariño Paz 1998: 153). Algo similar acontece con la versión portuguesa de la Cronica da Ordem dos Fraires Menores elaborada en 1470 (BNP, Coleção Manuscritos Reservados, IL. 94; BITAGAP manid 1061), cuya traducción no es directa desde el modelo latino, sino a través de una versión occidental traducida previamente —desde un modelo intermedio castellano hoy perdido— en medios culturales gallegos pocos años antes (ca. 1465) y por un copista —clérigo— natural de esa región (tal vez en el entorno monástico de San Francisco da Coruña) (Souto Cabo 2016, Mariño Paz 2018: 114, Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 109-115). Algunos de los galleguismos —siempre en alternancia minoritaria o vacilación— aducidos por Ferreira (1980a: l-lvi) guardan relación con la conservación de y intervocálicas (ejs. color, cristianos, minerales, personales, sanos), la grafía en el pronombre xe o xi, la presencia alternante del diptongo (ejs. moy, moyto, moymentos), la inflexión de la vocal pretónica en el ámbito verbal (ejs. consiguir, fugir, pidir, vistir), la variante -emento (ejs. defendemento, entendemento, rreconhoçemento), la vacilación vocálica en el orden velar y palatal en ciertas palabras (ejs. cordura/curdura, costume/custome, logar/lugar, postura/pustura; deluuio/ diluuio, dezemos/dizemos, trebutos/tributos, vezynho/vizinho, etc.), o la presencia de determinadas soluciones infrecuentes en los textos portugueses (ejs. arcidiagoo, beyçõ, gardar, joues, seyr).

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5. Final En esta aproximación hemos esbozado un estado de la cuestión muy resumido de lo que hasta ahora conocemos sobre las diferentes iniciativas de copia y traducción de las Siete Partidas en la Galicia bajomedieval, así como de las evidencias indirectas —escasas, pero significativas— de la existencia de otros testimonios, hoy perdidos, y de su empleo habitual como parte de la actividad rutinaria de jueces, notarios, juristas, canónigos, historiadores o escribanos. El estudio de la marginalia posmedieval presente en los manuscritos —habitualmente asociada al liber tradens— así como el análisis lingüístico y escriptológico20 de los textos podrán contribuir a identificar los diversos centros o ámbitos —judiciales, notariales, nobiliarios, eclesiásticos, etc.— de circulación y producción de estos libros. Naturalmente, estos breves apuntes deberán actualizarse con el rastreo exhaustivo de las fuentes documentales y fondos archivísticos de naturaleza instrumental a nuestra disposición —incluyendo, como es lógico, los diferentes reglamentos o normativas municipales o concejiles, ordenanzas gremiales, forales, etc.— con el fin de aprehender con mayor precisión la extensión y motivación del empleo de las Partidas en las diversas actividades socioeconómicas y procedimientos administrativos 20 A día de hoy no disponemos todavía de un estudio lingüístico integral y exhaustivo que tome en cuenta todos o la mayor parte de los testimonios gallegos de las Partidas, por lo que, de momento, desconocemos cuáles son las áreas geográficas principales en las que se pudieron copiar o traducir esos manuscritos, ni tampoco si dichas áreas coinciden con los pocos indicios socioculturales e históricos —asociados, al menos en parte, a la actividad jurídica y notarial centro-occidental del territorio gallego (áreas compostelana y pontevedresa)— que se han podido rastrear hasta ahora. Con todo, sí se han examinado, de manera puntual, ciertas características de algunos testimonios, bien por su mayor o menor apego al antígrafo, bien por reflejar una configuración escriptolingüística particular (Pichel 2017). Así, por un lado, se ha examinado la interferencia lingüística del castellano en algunos casos, como P1-ARG y P3-ARG (Oviedo y Arce 1915: 75; Askins et al. 1997: 24-25) o P5-AHNOB (Pichel / Sharrer 2021). Por otro, se ha discutido el carácter híbrido gallego-leonés presente tanto en los fragmentos coruñeses del Arquivo do Reino de Galicia, como en el fragmento berciano (P3-AHPL), en el que, además, se registran ciertos usos representativos de una tradición escrituraria de transición —gallego-portuguesa y leonesa— problemente operativa entre finales del siglo xiii y primeras décadas del xiv (Pensado 1974-75: 110-120, Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 159). La variedad lingüística gallego-(astur) leonesa también se ha estudiado en el caso de otros códigos jurídicos traducidos en la franja oriental del territorio gallego, como el Fuero Juzgo, las Flores de Derecho o el Fuero Real (Pensado 1974-75: 114-118, Mariño Paz 1998: 174, Lorenzo 2000: 396, 399-401, Rodríguez Parada 2007: 404-409, Mariño Paz 2008: 75-77, Castillo Lluch / Pichel 2015, Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 191-192, 197, 204; Mariño Paz 2020: 253-254).

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bajomedievales, pero también en qué proporción la obra y sus diferentes materias o secciones suscitaron mayor o menor interés y por qué. Por último, el cotejo crítico con los testimonios castellanos y portugueses nos permitirá conocer qué tipo de ejemplares, en términos de transmisión y tradición textual —borradores, copias parciales o deturpadas, redacciones primitivas o innovadoras, preexistentes o no a la promulgación de Alfonso XI, etc.— penetraron en las instituciones gallegas y fueron objeto de copia y traducción a lo largo de, como poco, más de un siglo.

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Una decepción y un hallazgo: una nueva copia del Fuero General de Navarra1 José Manuel Fradejas Rueda2

El volumen 20 del Inventari dei manoscritti delle biblioteche d’Italia, a cargo de Albano Sorbelli (1914), inventaría los manuscritos que hay en las bibliotecas de Cortona, Parma y Catania. En la parte dedicada a la Università degli Studi di Catania se cataloga, bajo el número 17, una «[Raccolta di fueros, ossia antiche consuetudine spagnole, in sette libri]. | Membr., sec. XIV, mutilo, adeposto, anepigrafo» (1914: 135). Ante esta información, los compiladores de BETA la incorporaron a la base de datos con el manid 4600 y la incluyeron3, debido a la mención sette libri, entre los testimonios de las Siete Partidas, aunque con un interrogante. El catálogo colectivo de las bibliotecas italianas, Manus online4, no es mucho más informativo. Lo titula «Instituzion et lay. Costitutiones ordines et noticias des historiografo coronista in lenguage espanol j latino»; como incipit «todos tice vezes real» y como explicit «quotodo hidalgo o dal quere». 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española; ([email protected]). 3 Hoy esta ficha está corregida y ya no hay mención alguna a su relación con las Siete Partidas. 4  (05.12.2018).

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Registro de Philobiblon, BETA manid 4600 (03.12.2018)

También informa de algunos pormenores codicológicos (tamaño y medidas) y del cambio de signatura: ya no es el ms. 17 de Università di Catania, sino el MS. U. 009 de la Biblioteca Regionale Universitaria di Catania. Un elemento altamente extraño es que se diga que está dividido en siete libros, pero que el códice solo contenga 116 folios a dos columnas. Esto permitía sospechar que podía tratarse de una copia de las Siete Partidas —quizá de la Séptima solo— que había sufrido una fortísima mutilación. Lo más problemático es que Sorbelli no indica qué es lo que le hizo decir que es una obra dividida en sette libri. El códice ha sido reencuadernado modernamente en piel marrón (254 x 190 mm), sin más marcas que dos tejuelos de papel, uno encima del otro y que recuerdan que primero fue de la Biblioteca Universitaria de Catania y que en la actualidad forma parte de los fondos de la Biblioteca Regionale Universitaria di Catania. Se trata de un volumen escrito sobre 116 hojas de pergamino de 244 x 180 mm, aunque es evidente que debió de ser algo más grande, como lo demuestra que los títulos corrientes estén severamente cortados en algunos folios (por ejemplo, los fols. 115v y 116r) y que del reclamo del folio 28v, último del tercer cuaderno, solo quede parte del marco que lo encuadraba. Presenta una

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disposición en dos columnas de 183 x 65 mm, con un intercolumnio de 13 mm y 28 líneas por columna. Está constituido por doce cuadernos que originalmente fueron quiniones (colación: A10-2BJ10KL10-1); al primer cuaderno le falta el bifolio externo, de ahí que el códice tenga un comienzo acéfalo; el undécimo cuaderno ha perdido el primer folio, de lo que da cuenta una nota en italiano «Mancante | di un foglio», en el fol. 98v. Al último cuaderno le falta la última hoja. Es probable que le falte todo un cuaderno y que originalmente estuviera constituido por un máximo de 126 folios distribuidos en doce quiniones y un posible ternión o cuaternión que observan la regla de Gregory, salvo en el caso de pérdida de folio. Es un códice que se diseñó con cuidado. Usa tinta roja para las rúbricas. Alterna el color rojo y el azul para los calderones y el trazado de las iniciales, que son de dos líneas de altura y están decoradas con rasgueos de pluma en el color de contraste. Presenta títulos corrientes que consisten en un número romano en los vueltos y una «L», abreviatura de Libro, en los rectos. Estos títulos corrientes están escritos o bien en tinta azul o bien en rojo con rasgueos en el color de contraste. Ofrece una triple foliación. Una en tinta roja, que debe ser original del códice y que se ha perdido en la mayor parte de los folios; otra, en cifras romanas precedidas de una «f» en tinta ocre y en letra posterior; y una tercera, moderna, a lapicero. Las hojas de guarda están cuajadas de anotaciones en una mezcla de español e italiano. En la guarda 2v se recoge un «Indice di alcuni Capitoli di codesso membranaceo manus|critto che mancante leggi o frontispicio o per abreviature. Lin|gua disusata spagnuola...». En la guarda 3r se ha intentado una especie de portada en la que se lee «Instituzion | & & | ley l&y | costituciones ordines et noticias des histo|riografo coronista in len|guage español i latino», que es lo que el catálogo Manus online ha considerado como título de la obra, pero no ayuda a la identificación del texto. La lectura del primer folio muestra que no se trata de una copia mutilada o parcial de las Siete Partidas, sino de un texto que se refiere a los reyes de Navarra. Veamos la transcripción de la primera columna del primer folio conservado. [fol. 1ra] todos tres uezes . Real . Real. Real en|tonç espanda su moneda sobre las gentes | en troa cient .solidus. & por entender que ningun o|tro Rey terrenal no aya poder sobre | eylla. & Cinga se el mesmo su espada. ques | a semblant de cruz. & sea assi cauayllero. e | non deue ser feyto otro cauayllero en aquel dia. ¶ Et los .xij. Ricos ome . o | sauios deuen iurar al Rey sobre la | cruz & los euangelios de curiarli el cu|erpo . & la tiera . & el pueblo . & los fueros | ayudarli a mantener fielment . & deuen|le besar su mano. En qoal logar se de|ue alçar el Rey en nauarra . & que mo|neda deue echar . & qoantos dias. T2odo Rey de Nauarra se deue | leuantar en sancta maria de pomplona en manera como an feyto muy|tas uezes. Et si el Rey ouiere a ytar | moneda . deue la ytar en sancta Maria de | pomplona. Sabuda cosa & sabuda tabla

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deue auer en que tienga la moneda ; | nueua por cambiar con la uieylla. ¶ Es|ta tabla deue ser con la moneda nue|ua .xlª. dias. & no mas. Otrosi en uil|las cerradas puede parar esta tabla en estos .xlª. dias ho eyll quisiere. Que [col. b] cosas son tenidos los nauarros | de fazer por su Rey . & el que lis deue dar. D2ezir uos hemos la memoria de : | los fueros que ha el Rey de Nauar|ra con los nauarros . & los nauarros con | su Rey . es a·ssaber que los nauarros sier|uan al Rey como bonos uasayllos | a buen seyñor . & el Rey que lis faga bien | como seynor a buenos uasayllos […].

Lo transcrito muestra parte de la ceremonia de coronación del rey de Navarra en la iglesia de Santa María de Pamplona y la jura de los fueros de Navarra. Por otra parte, desde el punto de vista lingüístico, está claro que es un texto navarro, como lo muestra el uso de en troa, una forma preposicional que se tiene por característica del ámbito dialectal navarro-aragonés (Líbano Zumalacárregui 1977: 126, n. 67; Pérez-Salazar 1995: 233, n. 495); el uso de la grafía para la lateral palatal (eyll, cauayllero) e para la nasal palatal (seynor); que la solución de kt y ult sea (feyto, muytas), la presencia de clíticos en (curiarli, ayudarli), las formas qoa y qoantos. La sospecha inmediata fue que se trataba de una copia del Fuero General de Navarra. Sin embargo, el Fuero General de Navarra no consta de siete libros y el título corriente del último folio del manuscrito es claro: hay un libro VII que queda interrumpido por la pérdida de folios. El llamado Fuero de Navarra es una colección de textos forales que se ha divido en tres versiones o redacciones. Las dos primeras, A y B, se conocen como asistemáticas o protosistemáticas, ya que «presentan sus disposiciones de una forma anárquica, sin división en libros ni en títulos» (Utrilla Utrilla 1987: 15). La tercera redacción, la llamada C o sistemática, de la que se conocen 23 manuscritos (BETA texid 1195), está dividida en seis libros (Utrilla Utrilla 1987: 14, Jimeno Aranguren 2016: 22), con varios títulos cada uno de ellos. Según la edición publicada por Jimeno Aranguren (2016), que se basa en la veterana de Ilaguerri y Lapuerta (1869), el texto debería acabar con un capítulo en latín en el que se relata la cronología de los reyes de Navarra: «Anno Domini .M.ºC.ºCLXX.ºIIII.º, undecimo calendas augustii obiit apud Pampilona, pie recordationis Henrricus serenissimus rex Navarre et comes Palatinus Canpanie adque Brie cuius corpus Pampillone nobili sepultura conditum requiesciet, qui in elevatione sua forum iuravit et confirmavit». Pero el manuscrito catanés finaliza, abruptamente, en este capítulo: Como en todo lo|gar pueden estimar los fidalgos. | Segunt fuero antigo como | todo fidalgo deuiesse esti|nar seyendo en su heredat & no | en otro logar & saluant en ciertos | casos & los cabeçalleros & testigos | deuiesen ser de su logar & de | su condition dont muytos periglos | se siguian a·las animas & gra|nados daynos en los bienes | &

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muytos muriesen sen testament por occasion del fuero | sobredicho. Establescemos | que todo fidalgo o qoal quiere otro […].

Buscado el inicio de este séptimo libro, que se encuentra en el folio 115v2, se despeja toda duda y se resuelve el problema de este séptimo libro. La rúbrica dice «Aqui compieça el septimo li|bro del fuero, en el qoal se con|tienen los milloramientos & ayna|dimientos del fuero antigo», y a continuación se lee: In dey nomine. Como nos don | phelip por la gracia de dios Rey | de nauarra. conte de eureus | dangolesme, de mortayn, & | de longauilla houiessemos iu|rado en el nuestro coronamiento | en sancta maria de pomplona en|tre otras cosas a·los nuestros na|turales & fieles perlados. Ricos | omnes. cauaylleros. jffançones. [fol. 116r1] omnes de bonas uillas & a·todo el | el otro pueblo del nuestro Regno de | Nauarra de mantenerlos […].

Por lo tanto, nos encontramos ante la inclusión del Amejoramiento de Felipe III (1306-1343) en un mismo ejemplar del Fuero General de Navarra, cosa no extraña a otras copias (cf. BETA texid 3192). Pero esta copia del Amejoramiento es incompleta; se interrumpe a la mitad del segundo capítulo. Si tenemos en cuenta que el folio 116 recoge el equivalente a 577 palabras de la transcripción de Jimeno Aranguren (2016) y que lo que faltaría según esta transcripción son unas 2500, se puede aventurar que habría sido necesario un ternión, en el que el último folio habría quedado en blanco, para acomodar el resto del Amejoramiento de Felipe III. Sin embargo, hay algo que sigue disonando en este texto. Tras la relación de los reyes de Navarra, que forma parte de los capítulos que conforman el «Linaje de los reyes de España», y que finaliza en 112r2 («Anno domini .M.ºC.ºCLXX.ºIIII.º, xiº kalendas | augusti obijt apud pampilone pie | recordatonis henricus serenisimus | Rex Nauarre & comes palaci|anus campanie adque brie. cuius | corpus pampilone nobili sepultura | conditum requiescit qui in eleuatio|ne sua forum iurauit & confirma|uit»), comienza un «Titulo de Reptorios», que se inicia con estas palabras: Aquj | comiençan las leyes en qoal ma|nera los fidalgos se deuen Reptar | A2ntigament los fillos dalgo | con consentimiento de·los Reyes | pusieron entre si amiztat & di|eron se fe unos a otros de se la | tener. & de se non fazer mal unos | a otros a menos de se tornar | ante amiztat & de se desafiar. [fol. 112v] Et por esto qoando un fidalgo | ha razon de caloniar a otro por tu|erto quel aya fecho. deuel tornar | amiztat & desafiarlo & aqueilla es | la amiztat & la fe quel torna qoan|do desafia la que fue puesta anti|gament assi como es sobredicho | ¶ Et desde aquel dia quel desafia no | le a a fazer mal ata .x. dias.

Finaliza el texto, veintiséis leyes después, en el fol. 115v2 con: «XXVIª ley T2odo | traydor muera por la tray|cion suya que fiziere & pierda qo|anto

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que ha & ayalo el Rey ma|guer que aya fijos de bendicion | o nieto dent aiuso». Este texto no forma parte del Fuero General de Navarra, ni del Amejoramiento que Felipe III de Navarra otorgó el «año Mº. CCCº. XXXº. lunes deze|no dia de septiembre», ni de la sección dedicada al linaje de los reyes de España presente en varios códices del Fuero (Utrilla Utrilla 1987: 15). Tampoco lo recogen las ediciones de Ilaregui y Lapuerta (1869) ni de Jimeno Arangueren (2016). Es otro texto que ha encontrado hueco en esta compilación foral. La búsqueda en la Biblioteca Digital de Textos del Español Antiguo (Gago Jover 2011a) y en el Corpus Diacrónico de la RAE (CORDE) ha permitido constatar que se trataba del título de los rieptos del Fuero Real alfonsí, es decir, el título 19 del libro 4 (4.19). Baste esta pequeña comparación del prólogo y de las leyes 13 y 26 del título de los rieptos del Fuero Real (Gago Jover 2011b), según el ms. de El Escorial Z.III.16, y los correspondientes del texto recogido por el manuscrito catanés: Fuero Real Antigua mientre los fiios dalgo con consentimiento delos reyes pusieron entresi amiztat. & dieron se fe unos a otros & de sela atener. & de se non fazer mal unos a otros a menos dese tornar ante amiztat. & dese desafiar. ¶ et por ende quando algun fidalgo a razon de calonnar a otro por tuerto quel aya fecho deuel tornar amiztat & desafiarle. et aquella es la amiztat & la fe quel torna quandol desafia. la que fue puesta antigua mient assi como es sobredicho & desde aquel: dia quel desafia. non le ha de fazer mal fata .ix. dias. Si por auentura el reptador non quisiere prouar lo que dize si non por pesquisa de rey o por lid & el reptado non quisiere la pesquisa ni la lit. sea quito de riepto. ca non es tenido si non quisiere de meter su uerdat a pesquisa. nin a lid. & el reptador aya la pena que manda la ley. Todo traydor muerra por la traycion que fiziere. &: pierda quanto ha. & ayalo el rey. maguer que aya fiios de bendicion o nietos o dent ayuso.

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Ms. de Catania Antigament los fillos dalgo con consentimiento de·los Reyes pusieron entre si amiztat & dieron se fe unos a otros de se la tener. & de se non fazer mal unos a otros a menos de se tornar ante amiztat & de se desafiar. [fol. 112v] Et por esto qoando un fidalgo ha razon de caloniar a otro por tuerto quel aya fecho. deuel tornar amiztat & desafiarlo & aqueilla es la amiztat & la fe quel torna qoando desafia la que fue puesta antigament assi como es sobredicho ¶ Et desde aquel dia quel desafia no le a a fazer mal ata .x. dias. XIIIª ley Si por auentura el Reptador no quisiere prouar lo que dize sino por pesquisa de Rey. o por lit, & el Reptado no quisiere la pesquisa ni la lit. sea quito del Riepto ca no es tenido si no quisiere su uerdat a pesquisa ni a lit meter. & el Reptador aya la pena que manda la ley. XXVIª ley Todo traydor muera por la traycion suya que fiziere & pierda qoanto que ha & ayalo el Rey maguer que aya fijos de bendicion o nieto dent aiuso.

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Una decepción y un hallazgo

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Pero la aparición del texto del título de los rieptos no es algo exclusivo de esta nueva copia; también lo recoge el MSS/248 (BETA manid 1370; cnum 5625) de la Biblioteca Nacional de España (fols. 117r2-120v1), aunque tras el Amejoramiento de Felipe III, no antes. Ya se ocupó Utrilla Utrilla (1986) de este texto y lo consideró como una interpolación, porque los rieptos es un asunto que el Fuero General de Navarra trata en el libro quinto, título tercero; en el caso del manuscrito catanés entre los fols. 71r2 a 75r2, aunque no está dividido en títulos: tan solo marca el comienzo de cada una de las leyes con su correspondiente rúbrica en tinta roja. Comienza esta parte con «Quoando algun fidalgo es Reptado a quoales es tenido de responder» (fol. 71r2) y finaliza «...el fi|lo entre los dedos deue poner la | mano al fondon de la caldera & sa|car de alli las gleras» (fol. 75r2), con lo que viene a coincidir con el MSS/707 de la BNE (fol. 79v2), pero no con los MSS/248 (fol. 81r1) de la BNE y 2652 (fol. 63r2) de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, que añaden: BNE MSS/248 ¶ Et en aqueilla agoa aya de los romos que suelen bendizir en la eglesia en el dia de ramos & liguenlo en la mano en manera que non se suelte. & pongan sieyllo sabido & sea asi ataque los fieles lo suelten acabo de .ix. dias.

BGHUSal ms. 2652 est fuego/ aya de los ramos que suelen bendizir en el dia de ramos en la eglesia. & liguenlo en la mano/ en manera con sieyllo sabido/ que non se suelte entroa que los fieles lo suelten.

BETA identifica este texto de los rieptos con el código textid 3173. Por medio de esta base de datos sabemos que hay una tercera copia, en el MSS/6705 (BETA manid 3392; cnum 11651) de la BNE, pero ya es muy tardía, porque está datada en los últimos años del siglo xvii o primeros del xviii. Por lo tanto, en la Biblioteca Regionale Universitaria di Catania no hay una copia mútila de las Siete Partidas, como se creía, sino una copia acéfala y falta de dos folios internos del Fuero General de Navarra —versión C— (fols. 1-112r2), que incorpora una copia mútila del Amejoramiento (fols. 115v2-116v) del rey Felipe III y, entre ambos, se introdujo el título de los rieptos (4.19) procedente del Fuero Real (fols. 112r2-115v2).

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Cuatro nuevos textos religiosos en un manuscrito de las Partidas1 Enrique Jerez Cabrero2

1. Introducción Las numerosas copias conservadas de las Siete Partidas han atraído con alguna frecuencia textos ajenos a su propia tradición, a menudo ni siquiera jurídicos, sino literarios, históricos o religiosos3. Entre los primeros, ofrecen cierta 1 Este trabajo se inscribe dentro de las actividades del proyecto de I+D del Programa Estatal de Generación de Conocimiento (MCI/FEDER) FFI2016-75014-P: «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: Las ediciones históricas», dirigido por el profesor José Manuel Fradejas Rueda desde la Universidad de Valladolid, y asimismo de las del proyecto de investigación PGC2018-095757-B-B-I00: MEHHRLYN_02 (MCIU/AEI/FEDER, UE), que dirige el profesor Alberto Montaner Frutos desde la Universidad de Zaragoza. Gracias sean dadas a los profesores José Carlos Martín Iglesias (Universidad de Salamanca), por su ayuda con el latín de la oración analgésica; Mauricio Herrero Jiménez (Universidad de Valladolid), a cuya competencia y generosidad debo las indicaciones paleográficas del segundo apartado; Belén Almeida (Universidad de Alcalá), que nos puso sobre la pista del oscuro pasaje en hebreo del juramento de judíos publicado en la n. 3; Esperanza Alfonso (CSIC), que descifró completamente el pasaje en cuestión y nos facilitó su representación en el alfabeto hebreo; y Ricardo Pichel (Universidad de Alcalá), cuya esmeradísima revisión mejoró muchos y muy variados lugares del texto, y sin cuyo concurso este artículo presentaría notables lagunas y errores. Los que queden, con todo, son solo míos. 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española / Fundación Ramón Menéndez Pidal; ([email protected]) 3 Y ello sin contar con los fragmentos de la obra contenidos en compilaciones. De los mencionados por Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b: 25-26) habría que restar MN5 (BNE MSS/8721; BETA manid 3095), que solo transmite un testimonio mutilado

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curiosidad las probationes pennae del último folio de P58 (BnF Espagnol 58; BETA manid 1129) —copia completa de la Segunda Partida—, recientemente dadas a la luz, con facsímil incluido, por Fradejas Rueda (2018c); trátese o no de pruebas de escritura, sí testimonian en todo caso la temprana recepción del Llibre de bons amonestaments del «heterodoxo» mallorquín Anselm de Turmeda (que lo terminó en Túnez, ya apóstata, en abril de 1398), pues no hacen sino traducir al castellano varios versos de la obra4. Valga recordar de la Séptima Partida más «seis breves capítulos de temas legales» en sus dos últimos folios (véase Fradejas 2018d). Un examen superficial de estos párrafos nos revela su vinculación con el Espéculo, no solo porque el primero de ellos es copia de la ley que abre el título VI —«De las ferias e de los plazos foreros»— del quinto libro (Martínez Díez / Ruiz Asencio 1985: 453-454), sino también porque casi todo el resto coincide con los materiales ajenos a la obra que figuran en el último folio de su testimonio más antiguo, el manuscrito trecentista BNE MSS/10123 (BETA manid 1158), origen de todos los conservados (Gómez Redondo / Lucía Megías 2002a: 10). A través de este códice, los párrafos en cuestión fueron descritos en la edición académica del Espéculo (RAH 1836: iv), con transcripción incluida de algunas líneas, debido al interés que suscitó en los editores la mención en ellas de un «Espéculo de latín». Sin embargo, en el ms. 10123 una parte de ese material se ha perdido por deterioro del papel, de modo que los académicos no alcanzaron a leer el último de los párrafos copiados en su fol. 94v. Ahora, gracias a la presencia de estos mismos contenidos en MN5, podemos recuperar el texto perdido, a saber, un juramento de judíos, del mismo tipo —aunque más breve— que los incluidos, por ejemplo, en el Fuero General de Navarra (Utrilla 1987: I, 160-164; II: 42-46), en la miscelánea jurídica conservada en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia (ms. 39, fols. 81v-82; BETA cnum 2751) o en la propia Tercera Partida (3.11.20). El nuestro, que tal vez haya sido atraído aquí por el título 7.24 de la Séptima Partida («De los judíos»), dice así: «Tú, judío, ¿juras, por el nombre del Criador vivo que crió el cielo e la tierra e dio la ley a Moisés en el monte Sinaí, e por los diez mandamientos de la ley en que tú crees, que tú bien e derechamente, sin engaño, dirás la verdat de lo que por mí te fuere preguntado? Di “Sí, juro”. Si en tu juramento fizieres arte o engaño, ’arur tiye [< ‫’~ היהת רורא‬arur tihyeh, ‘maldito seas’]. Responde “Amén”» (BNE MSS/8721, fol. 94v). Por lo demás, la comparación entre el breve fragmento del Espéculo copiado en ambos códices no parece desmentir que MN5 pueda ser apógrafo del ms. 10123, pues las pequeñas discrepancias entre ambos se deben o a errores evidentes del primero (incluido un par de notables saltos de vista) o a lecturas propias, que, con ser variantes posibles, no mejoran las de su probable antígrafo. En cualquier caso, dada la escasa tradición textual de este temprano código jurídico alfonsí, sería recomendable realizar un examen más a fondo de la cuestión. 4 En particular dos breves pasajes, muy próximos entre sí, con advertencias del autor a propósito del trato con las mujeres: «Todas cosas han razón: / por guerras se desfaze mayson; / non fieras tu muger a sinrazón, / ca a Dios pesa. / E aún, fijo, te quiero rogar / a tuerto non la quieras repta[r]; / puta la fariés to[r]nar, / como a desperada. / [...] Muger engañó Salamón, / Adam, David, Sansón. / ¡O, fijo, si Dios te perdón, / non te fíes en ella!»; «Les coses en llur estasó: / per guerra es desfà maisó; / no bates muller sens raó, / car a Déu pesa. / Encara, fill, te vull pregar / a tort no la vulles reptar; / puta la faries

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también el códice Z14 (RBME Z.I.14; BETA manid 1109), que transmite las dos primeras Partidas y en cuyo fol. I se copian las conocidas coplas de cuaderna vía (dirigidas a enderezar la práctica de un abogado) «Guarte, Rueda, non acojas / en ti pleito malicioso»5. Otro ejemplo lo hallamos en el también escurialense EN7 (RBME ms. N.I.7; BETA manid 1123), en cuyos fols. 138v y 139r (tras la copia de la Segunda Partida) figuran, respectivamente, sendos textos tachados pero legibles, no consignados por Zarco Cuevas (1924-29: II, 290-291) ni censados, que sepamos, hasta el momento6. Ítem más: la última hoja de guarda del ms. V19 de la Segunda Partida (BSDVG ms. 10; BETA manid 2427) y el primer folio de la copia MN3 de la Séptima (BNE MSS/708; BETA 2730) contienen también diversas muestras de poesía cancioneril7, tornar, / com desperada. // [...] Fembra enganà Salamó, / Adam, Daviu e Samsó. / ¡Oh fill, si Déus te perdó, / no et fius en ella!» (Olivar 1927: 150-151). Por lo demás, en Samsó (1972: 82-84) se da noticia de otra traducción del libro al castellano realizada hacia 1582 en el marco de la censura inquisitorial que a la sazón sufrió la obra por parte del Tribunal del Santo Oficio mallorquín. El trabajo incluye extractos de la versión castellana, contenidos en un informe sobre el asunto que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. 5 Han sido publicadas al menos por Zarco Cuevas (1924-29: III, 89-90), Gómez Redondo (2012: 539-541) y Celemín (1996: 135). Su título más asentado es Consejos a un abogado, aunque González-Blanco (2016: 233, n. 75) las denomina Versos de un abogado. 6 Debidos por separado a iniciativas diferentes de la que copia el manuscrito, pero de letra todavía medieval, se trata, por un lado, de una lista (con agudeza final) de seis buenos deseos vinculados a sendos cargos, y, por otro, de lo que parece un malogrado (y prescindible, todo hay que decirlo) poema cancioneril de amor despechado. Su tenor respectivo es el siguiente: «Seis cosas son que quieren otras seis. La primera: el rey quiere guardar la ley. La segunda: el cavallero quiere guardar lealtad. La tercera: el juez quiere non tomar don nin torcer. La cuarta: el escribano que ha de dar fe quiere ser verdadero e justo en su oficio. La quinta: la muger quiere guardar fieldat e bondat. La sesta es qu’el tocino quiere la sal» (fol. 138v); «Gran deseo que poseo / por bevir vida tan triste, / que un buen día nunca veo / por el mal que me feziste. / Ca podiste e non quesiste, / e agora querrás e non podrás; / nunca tal tiempo más, / señora, como toviste. / Oyan, oyan los tus oídos, / pues que quiso mi ventura / que estoviese tu figura / donde oyesen mis gemidos. / Oyan todos los nacidos / pues que ál non puede [...]» (fol. 139r; el poema figura a línea tirada y parece trunco). 7 A saber, en el códice vitoriano, las composiciones «Si no es amor quien me trata / qu’es un dolor tan esquivo», de Pedro de Cartagena (1456-1486) (Dutton 1991-92: VII, 175/ ID4167), y «Sin deziros mi querella / dixe lo que no devía», del poeta Tapia (1991-92: VII, 58/ID1076); y en el madrileño, quince versos (copiados dos veces) procedentes del Dezir que fue fecho sobre la justicia e pleitos, e de la gran vanidad d’este mundo, poema presente en el Cancionero de Baena (fols. 123v-125r; aunque falto en él de cuatro estrofas al final), y falsamente atribuido a Juan de Mena en el ms. BNE 3801 (1991-92: VII, 78/ID1466), que solo transmite este poema y que muy probablemente sea un pedazo hoy conservado del perdido Cancionero de Fernán Martínez de Burgos,

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según ha revelado últimamente Fradejas Rueda (2020d y 2018a8). Por otro lado, textos de interés histórico se hallan, entre otros, en los manuscritos Z15 (RBME ms. Z.I.15; BETA manid 1131) y MN1 (BNE MSS/22; BETA manid 1120). El primero (con la Tercera y Cuarta Partidas) contiene un conjunto de curiosos anales de distinto tipo repartidos en dos lugares del manuscrito9. Al final del segundo (que transmite las tres primeras Partidas) se ha encuadernado tardíamente un fragmento de papel (hoy fol. 274r) donde se copia, con letra del xv, una «Nota biográfica del emperador Federico II»10. Por lo terminado en 1464 (1991-92: II, 76-78); de este cancionero contamos con una copia parcial realizada en el siglo xviii (BNE MSS/11151; BETA manid 1446), donde también figuran algunas estrofas de nuestro dezir. La obrita (una diatriba contra la corrupción judicial, no por casualidad copiada en un manuscrito de las Partidas) comienza «Como por Dios la alta justicia / al rey de la tierra es encomendada», y el fragmento que hallamos en MN3 (BNE MSS/708) se corresponde con las coplas sexta y duodécima, carente esta del quinto verso. Hablando de Mena y por decirlo todo, el ms. V88 del Real Convento de Santo Domingo de Valencia (BRCSD ms. 88; BETA manid 3590), que transmite una copia de la Tercera y Cuarta Partidas, conserva un bifolio de pergamino de guarda en cada uno de cuyos folios se han anotado los respectivos comienzos del Laberinto de Fortuna —los dos versos iniciales, con letra del siglo xv— y del Diálogo de Mercurio y Carón, de Alfonso de Valdés —apenas sus cuarenta primeras palabras, con letra del xvi— (Fradejas 2020c). 8 Véase también su artículo en las pp. 173-177 de este volumen. 9 A cargo de varias manos a caballo entre los siglos xiv y xv, se copian en los fols. 1v, 2v3r y 173v (en este último caso, junto a los dos textos de corte moral mencionados más abajo, p. 150). Dejando aparte la aquí extemporánea noticia de la conquista de Córdoba (1236; fol. 1v), comprenden dos arcos temporales distintos: 1389-1431 los copiados en los fols. 1v y 2v-3r (con la distribución siguiente: 1428-1431 en el fol. 1v, y 13891426 en los fols. 2v-3r), y 1340-1350 las cuatro noticias del fol. 173v (entre ellas la batalla del Salado y la muerte de Alfonso XI en el cerco de Gibraltar). Los primeros combinan noticias de interés doméstico (sobre todo nacimientos y bautizos de los hijos del analista, dizque el notario cordobés Pero Ruiz), local (de ámbito andaluz, y más particularmente cordobés) y nacional. Se anotan, por ejemplo, las muertes de Juan I y Enrique III, la toma de Antequera, el cambio del valor monetario de 1391, la revuelta antijudía del mismo año, la muerte del obispo Fernando González Deza en 1426 o el terremoto de 1431. Ninguno de los dos conjuntos fueron señalados por Zarco Cuevas, aunque sí, el primero, por Philobiblon (BETA texid 4782), que lo cataloga bajo el título «Anales de algunos sucesos de España». En la actualidad, estos textos están siendo objeto de estudio, con vistas a su publicación, por parte de los profesores Covadonga Valdaliso y Ricardo Pichel. 10 Se da noticia de ella en Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b: 17-18 y n. 8) y, más detalladamente, en Fradejas (2017). La nota dice así: «Otro emperador Frederico Segundo que començó a imperar en el año de nuestro Salvador de mil y dozientos y onze, y duró en el impero xxxiii años; y este emperador Frederico Segundo, en el comienço de su imperio, concedió muchos privilegios a las iglesias y a las personas eclesiásticas. Aunque este Frederico fue devoto a la Iglesia, mas después muchos años

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demás, útiles para la historia socioeconómica pueden resultar las anotaciones presentes en los manuscritos escurialenses EM1 (RBME ms. M.I.1; BETA manid 1155) y EN5 (RBME ms. N.I.5; BETA manid 1135) —con sendas versiones respectivamente de la Séptima y la Tercera Partidas—11, así como el cuaderno de alcabalas que transmite el códice de la misma biblioteca Y14 (RBME ms. Y.III.14, fols. 159r-160v; BETA texid 3071)12. No menos útil, por fin, para la historia de los remedios medicinales ha de ser la «Receta para los lamparones» copiada en la segunda sección (fol. 100v) del facticio cuatrocentista MLG (FLG IB 15106-2; BETA manid 5176), testimonio de la Quinta partida13. Más previsiblemente, otros textos jurídicos ajenos a las Partidas también figuran entre los folios de algunos de sus códices14. El ya mencionado Z15 la persiguió, de manera que fue anatematizado por el papa Gregorio Nono, y después fue privado del imperio por Inocencio, papa, Cuarto. Y d’este Frederico Segundo fabla el capítulo “Ad apostolice”, “De re iudicata”, Libro VI), que arriba alegué. El cual emperador, estando en Apulia muy enfermo, estava con él un su fijo bastardo que se llamava Manfredo, y temiendo que el padre no convaleciese púsole un coxín en la boca y ahogolo; y ansí, sin sacramentos ni penitencia y anatematizado, murió. Todo esto dize Jacobo Alvaroto en el título “De pace tenenda imperium”». 11 En el fol. 1r de EM1, pese a venir encabezado por el título «La séptima partida» (de mano posmedieval y referido al manuscrito en su totalidad), se ha copiado a línea tirada, con letra medieval y algún rasgo dialectal (mays [= ‘más’], die [=‘di’]), una lista de dotaciones económicas en que figura en general el destinatario, el concepto y la cantidad, introducida por el título siguiente: «Estos soni [?] los dineros que io die a Pero Alfonso de la fonsadera de la ochava de santo Pelao [?] e de sant Estevan» (el cambio de tinta hacia la mitad del texto hace pensar en al menos dos momentos distintos de copia); de aspecto y contenido similares son las anotaciones que figuran en el fol. 93v del mismo códice, en este caso con algunas de ellas canceladas, aunque no imposibles de leer. Por su parte, en EN5 (fol. 1r) una mano del xv transmite lo que parece una lista de pagos y cobros a cuenta de servicios, no catalogada hasta el momento. 12 Zarco Cuevas (1924-29: II, 53) lo considera con dudas un «Fragmento de un ¿Ordenamiento sobre tributos?», mientras que Philobiblon (BETA texid 3071) y Gómez Redondo y Lucía Megías (2002b: 20) lo denominan Cuaderno de alcabalas. Añádanse al elenco las «varias anotaciones de tipo económico» copiadas en el fol. 201v del ms. T14 (BCT ms. 43-14; BETA manid 1137; Fradejas 2019c). 13 De esta misma clase (aunque más «cosmética» que terapéutica) nos viene a la memoria la receta «a reparatione unguis» copiada en el abigarrado bifolio de guardas del ms. BNE 10046 (BETA manid 1184), procedente de la catedral de Toledo (Catalán / Jerez 2005: 546). 14 En este apartado cabe incluir MN5, examinado más arriba (n. 3). Nótese de inmediato que el contenido de los «párrafos legales» de origen desconocido presentes al final de este manuscrito —y también del BNE MSS/10123, testimonio del Espéculo— coincide parcialmente, no en su forma pero sí en su fondo, con el de los términos jurídicos presentes en Z15 (véase n. 15).

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transmite un texto de Derecho en castellano, muy técnico, que no parece haberse aprovechado hasta ahora15, y el facticio II/3087 de la Real Biblioteca de Palacio conserva en su primera sección (BP1; BETA manid 2985), junto a la Sexta Partida, un comentario sobre el apartado «Vestimentum de peculio» del Digesto viejo (fols. 175v-176v)16. Además, el ya citado códice T14, testimonio de la Tercera Partida, contiene en sus fols. 202v-203r «una especie de formulario legal» (Fradejas 2019c), mientras que en T17 (BCT ms. 4317, fols. 81r-81v; BETA manid 1144), tras el éxplicit de la Quinta Partida y junto a tres de sus leyes, se copia completa la primera ley del título IX («De las prescripciones») del Ordenamiento de Alcalá (Fradejas 2019d). Menos a propósito resulta la coincidencia actual, en los ya citados mss. MN1 y MLG, de las Partidas en ellos contenidas con, respectivamente, diversos fragmentos de demandas jurídicas (fol. 275r) y el Fuero de Andújar (fols. 1r-81v), pues se trata en ambos casos de secciones independientes encuadernadas junto al texto alfonsí en época tardía17. Ya en la órbita de la literatura religiosa, hallamos de nuevo en Z15 (y en el mismo fol. 173v en que se copian las cuatro noticias históricas arriba mencionadas; véase arriba n. 9) dos breves textos de tenor moral hasta ahora sin fichar, a saber: sendas listas de las siete descortesías, y de las seis 15 Zarco Cuevas (1924-29: III, 90), que sepamos, es el único que lo consigna, con el título «[Explicación de algunos términos jurídicos]». Copiado a dos columnas en el fol. 174r, se trata de una serie de definiciones que parecen afectar a la cuestión del concubinato clerical («de cohabitatione clericorum et mulierum»), conforme a la nota preliminar que hace las veces de encabezamiento descriptivo: «Nota que ay “fama” e ay “rumor” e ay “manifiesto” e ay “oculto” e “otro oculto” e “escondido”; e ay “notorio de derecho” e ay “notorio de fecho” e “notorio de acto interpelado”. E d’esto es testo extra de cohabitatione clericorum et mulierum»; seguidamente vienen las definiciones de cada concepto (véase la n. 14 sobre su coincidencia de fondo con parte de los párrafos legales incluidos en MN5 y en BNE MSS/10123). 16 Faulhaber (2013: 1); Philobiblon (BETA manid 2985); Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 23 y 24-25), aquí sin mención de nuestro texto, como tampoco en el catálogo de la Real Biblioteca (López-Vidriero 1994-97: II, 453). Nótese que la segunda sección del manuscrito (BP2), tras la copia de la Séptima Partida, contiene «“La tabla para saber cómo entran las planetas en los signos e cómo suben e descienden cada una por sus cassas” (fol. 334v), un fragmento “Cum gravatis seu oppresis [fort.] appellaciones remedium sit a sanctis patribus institutum...” (fol. 335v) y otro de distinta mano sobre la influencia de los signos (fol. 336r-v), además de efemérides fechadas entre 1450 y 1457 en el fol. 335r», según la descripción de Faulhaber (2013: 1). 17 La condición facticia del primero la pone en claro Fradejas (2017). Con respecto al segundo, véanse Yeves (1998: I, 206-207), Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 24) y Philobiblon (BETA manid 1147 y 5176).

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locuras y vanidades del mundo18; y asimismo, en EM1, tras el final de la Séptima Partida (en el fol. 93rb), lo que parece una nómina de propósitos penitenciales o devocionales19. Más propiamente doctrinales son Los diez mandamientos de la ley copiados en T13 (BCT ms. 43-13; BETA manid 1106) —testimonio de la Primera partida—, de que nos ocuparemos brevemente más abajo; y de corte puramente devocional la oración en latín transmitida en tres fragmentos, repetidos y progresivamente más largos, por el ya citado MN3 (fol. 1r; Fradejas 2018a), y la consignada en el margen del fol. 185r (y de modo fragmentario en el del fol. 183v) de P40, el códice silense de la Primera Partida, hoy BnF Espagnol 440 (BETA manid 1113; Fradejas 2018b)20. Como hemos visto, algunos de los textos contenidos en los manuscritos de las Siete Partidas permanecen (o permanecían) inéditos; nuestro propósito es dar a conocer aquí los cuatro que transmite el códice Y19 (RBME ms. Y.III.19; BETA manid 1116), con un breve comento que contribuya a su mejor comprensión y aprecio.

2. El manuscrito Y19 (RBME ms. Y.III.19) El códice escurialense Y.III.19 (olim III.Ξ.17 y iii.F.1) contiene los siguientes textos: Primera Partida (fols. 1ra-254rb), Los diez mandamientos (fols. 255rb-255va), De las ledanías (fols. 255vb-257va), [Oración contra el dolor 18 Helas aquí: «Siete son las descortesías del mundo. Primero: mucho fablar en el convivio; iiº: escarnecer de la pobredat del próximo; iiiº: olvidar el bien fecho que omne recibe; ivº: presumir de sí entre los que non conoce; vº: sobervecer entre los amigos; viº: ser obtenido [¿contra?] el provecho del buen consejo; viiº: ser duro cuando la necessidat lo demanda». «Seis son las locuras y vanidades del mundo. Primero: tantas vezes mentir que non sea creído; iiº: tantas vezes amenazar que non sea temido; iiiº: tanto dar que non tenga de suyo; ivº: tanto pedir que le non den lo que pide; vº: tantas vezes jurar e perjurar que todo el mundo le aborresca; viº: tantas vezes negar la verdat que de todos sea apartado e aborrido». 19 De iniciativa distinta a la que copia el texto alfonsí —que Zarco Cuevas (1924-29: II, 267) fecha en el siglo xiv—, pero quizá no muy posterior (aunque sí menos cuidada, desde luego), se anotan varias intenciones de limosnas, misas, oraciones, etc. (entre otras, por ejemplo, «tres Pater nosteres cada día fasta que me confiese» o «dos misas de Santa María»), muchas de ellas tachadas, probablemente tras su cumplimiento. 20 Nótese, por último, que puede darse también el caso de que un manuscrito de las Partidas transmita exentos extractos de la propia obra legislativa alfonsí; así ocurre con el códice Y21 de la Primera Partida (RBME ms. Y.III.21; BETA manid 1117), en cuyos fols. 170v-173v se ha copiado «a collection of unnumbered laws drawn from manuscripts representing other redactions» del mismo texto (Craddock 1986a: 44).

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de muelas] (fols. 257vb-258ra), [Los siete dolores de la Virgen María] (fols. 258v-260v) y Perdones del día de Corpus Christi (fol. 260v). El examen de sus aspectos codicológicos y paleográficos permite señalar algunos detalles que pueden resultar relevantes para la historia de las obritas que aquí nos importan21. Creemos que los tres primeros pertenecen a una misma iniciativa de copia, por no conllevar la modificación de los demás aspectos codicológicos (como la impaginación, la decoración o los elementos paratextuales), a pesar de los posibles cambios de mano, y en todo caso de letra, que se producen en ese intervalo, al menos en el fol. 154r (coincidiendo con el comienzo de un cuaderno22) y en las copias respectivas de Los diez mandamientos y De las ledanías (Figs. 1 y 2)23. La iniciativa cambia a partir de la columna derecha del fol. 257v, coincidiendo con la copia del cuarto texto (Fig. 3); lo hacen desde luego la tinta y la letra, aunque se respeta la distribución a doble columna, ya decantada por la iniciativa anterior. Los dos textos restantes, a línea tirada y con un ductus, en general, más suelto (pese a ciertos ramalazos gotizantes en el fol. 260r), parecen coincidir con sendos impulsos de copia diferentes a los anteriores, y también distintos entre sí (Figs. 4 y 5). Todo indica que, una vez concluido el traslado de la Primera Partida y habiendo quedado en blanco más de la mitad del último cuaderno, fueron aprovechándose los folios restantes para ir incorporando sucesivamente (y en impulsos progresivamente más alejados del principal) otros textos que se 21 El códice ha sido descrito o citado, entre otros, por la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxviii-xxxix), Zarco Cuevas (1924-29: III, 55-56), García y García (1985: 269), Craddock (1986a: 44), Philobiblon (BETA manid 1116) y Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22 y n. 11), aquí con algún pequeño desliz en la distribución de los textos por folios. 22 A la altura de las penúltimas líneas de la 1.15.17: «[...] en la eglesia entredicha deve ser encerrado // en otro monesterio más fuerte e de más áspera vida [...]». Por lo demás, el ejemplar es casi perfectamente homogéneo en su configuración fascicular; está compuesto por veintidós cuadernos: un quinión (acéfalo: 4 + 5) más veintiún seniones (el último trunco: 6 + 5), conforme al siguiente despiece: 1r-9v; 10r-21v; 22r-33v; 34r-45v; 46r-57v; 58r-69v; 70r-81v; 82r-93v; 94r-105v; 106r-117v; 118r-129v; 130r-141v; 142r-153v; 154r-165v; 166r-177v; 178r-189v; 190r-201v; 202r-213v; 214r-225v; 226r-237v; 238r-249v; 250r-260v. Todos los cuadernos (salvo el séptimo) presentan su correspondiente reclamo enmarcado en la esquina inferior derecha de su último folio. 23 Nótese, en cualquier caso, que, tras el fin de la Primera Partida en la última línea de la columna derecha del fol. 254r, el fol. 254v y la columna izquierda del 255r quedan en blanco, y asimismo que los elementos decorativos (iniciales y calderones en rojo) ya no se incluyen en los fols. 256va-257va del texto De las ledanías. Por lo demás, sobre el penoso esfuerzo de copiar la Primera Partida, el aliviado colofón de nuestro manuscrito lo dice todo: «Dios sea loado / que el libro es acabado» (fol. 254r).

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consideraron vinculados con el alfonsí24. El examen paleográfico avala esta observación, pues (con independencia de posibles cambios de escriba) las manos que copian la Partida y Los diez mandamientos podrían datarse en el último tercio del siglo xiv, mientras que las restantes pertenecen ya al primero del xv25. Con vistas a la datación de la copia, y de las obritas que nos han traído hasta aquí, hacia la misma época apuntan las numerosas filigranas conservadas26, así como la data que figura en el último texto (fol. 260rb), a saber: el 26 de mayo de 1429, después de la cual hubo de escribirse. Si pensamos que tal vez no pasaría mucho tiempo desde el acontecimiento que recuerda este texto hasta su traslado a nuestro manuscrito, el arco temporal que comprendería la composición del ejemplar sería c. 1375-c. 1430, con preferencia por los últimos quince o veinte años de este intervalo, en virtud de las fechas que sugieren las marcas de agua27. 24 Es claro que el contenido religioso de la Primera Partida ha atraído la copia del resto de textos, como ocurre con el ya citado T13 (BCT ms. 43-13) y Los diez mandamientos allí incluidos (véase más abajo p. 156). Por otro lado, es lástima que se haya perdido el último folio de nuestro cuaderno, lo que nos priva, como poco, de un buen trecho de los Perdones del día de Corpus Christi, y tal vez incluso de algún otro texto. 25 En lo que toca concretamente a nuestros textos, las varias manos de estos folios (en cualquier caso muy cercanas entre sí, de modo que no siempre puede excluirse la posibilidad de un escriba capaz de modificar su ductus en función de las circunstancias) van de la gótica documental de Los diez mandamientos a las góticas cursivas librarias, próximas a la gótica cortesana, del resto. Este grafismo «de transición» lo resolvió Zarco Cuevas (1924-29: III, 55) a las bravas con la fórmula «Letras gótica y cortesana del siglo xv». 26 A propósito de las que menciona Zarco («dragón (?), galgo en pie, áncora, M mayúscula, campana y otra que no descifro»; 1924-29: III, 55), hay que matizar que, en el código identificativo de Briquet (1907), el dragón dudoso (presente en los cuadernos 1, 2, 4, 9 y 10) es en realidad un basilisco —similar a sus núms. 2704 y 2706 (filigranas datadas entre 1412 y 1429)— y el galgo (cuadernos 3 y 5), un perro con collar — semejante al núm. 3619 (1415-1430)—; en lo tocante a la figura indescifrada (cuads. 7 y 8), sigue siéndolo también para nosotros. Con respecto a las otras tres marcas de agua citadas por Zarco, el áncora (cuad. 6) no presenta suficientes características distintivas, ni la M (cuads. 20-21) paralelos claros, mientras que la campana (cuads. 16-19 y 21) es parecida al núm. 4079 (1412). Además de todas ellas, encontramos también un ciervo (cuads. 11-13) —más o menos asimilable a los núms. 3307-3309 (1410-1427)—, una serpiente (cuads. 14-15), bastante pareja al núm. 13730 (14011467), y una corona (cuad. 21), cercana al núm. 4621 (1392-1429). 27 Ello no contradice en todo caso la datación que se ha propuesto para la composición de la Compilación B del Flos sanctorum (véase más abajo, p. 159), que ya tendría que estar formada cuando nuestro copista extrajo de ella el texto De las ledanías. De hecho, la fecha que sugieren Baños Vallejo y Uría Maqua (2000: 19-20) para el códice de esta colección estudiado más de cerca, el ms. 169 (= 8) de la Biblioteca de

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3. Los textos: comentario y edición No está a nuestro alcance, lamentablemente, incardinar como es debido cada uno de los textos siguientes en su respectiva tradición histórica. Por tanto, lo que se ofrece a continuación como presentación de cada uno son sendos comentos breves de su forma y contenido, con noticias espigadas sobre el devenir de su molde genérico28.

3.1. Los diez mandamientos Piedra de toque para la conducta moral de Occidente, el Decálogo ha formado parte desde antiguo del pequeño cuerpo doctrinal que todo cristiano debía conocer29. En lengua vernácula contamos con varios ejemplos peninsulares, ya en prosa ya en verso, que recorren los tres últimos siglos medievales30. Menéndez Pelayo (BETA manid 1606), es «comienzos del xv (hasta 1425, aproximadamente)», lo que encaja con nuestros números, tanto más cuanto que para otro de los testimonios, el ms. 9 de la misma biblioteca (BETA manid 1259), se han planteado incluso dataciones anteriores (Hernández 2006: 254 y n. 129). Por otra parte, sirva saber para posibles pesquisas sobre la historia de nuestro ejemplar que, según Zarco Cuevas (1924-29: III, 485), figura incluido en el Inventario de libros que fueron entregados para su custodia a los diputados del monasterio de San Lorenzo el Real por Hernando de Bribiesca, guardajoyas de Su Magestad, 30 de abril de 1576, donde hace el número 159 («La Partida primera, por sí escrita, en papel: Y.III.19»). Con respecto a épocas anteriores de su existencia, muy improbable nos parece la conjetura de García y García (1985: 269), que piensa «pudo pertenecer al franciscano fray Guillermo de Casal», a cuenta de la aparición de este en nuestro último texto (véase más abajo p. 170). 28 Todos los textos del artículo van presentados conforme a las normas propuestas por Sánchez-Prieto Borja (1998, 2012). Se añaden al pie de cada uno algunas indicaciones de orden textual. 29 En Castilla así figura en las disposiciones sinodales al menos desde el primer cuarto del siglo xiv (Sánchez Herrero 1986: 1055). 30 Digamos de paso que en hebreo hay noticia de un perdido supercomentario al comentario de Abraham ibn Ezra (1089-1164) sobre los diez mandamientos, a cargo de Alfonso de Valladolid (c. 1270-c. 1346), quizá previo a su conversión (Carpenter 2002: 142, n. 5). Por otro lado, sobre la fecunda y versátil vitalidad del tema en la tradición oral, con versiones documentadas hasta la actualidad, y con múltiples variantes, que van de los Mandamientos de amor hasta los del pobre o del zapatero, pasando por los Mandamientos de las flores o los del vino, véase Pedrosa (1997: 56 y n. 2), trabajo que estudia un aguinaldo de Nochevieja y Año Nuevo (cantado de casa en casa hasta mediados del siglo xx en un pueblo de La Liébana) que resulta ser una versión tradicionalizada del antiguo villancico —obra de un oscuro Francisco de Velasco— «Guárdame mis mandamientos, / buen cristiano, por tu fe», documentado en un pliego suelto de comienzos del siglo xvii, pero con probable trayectoria editorial previa.

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Sin pretensión de exhaustividad (y prescindiendo de sus numerosos desarrollos en la literatura sinodal), recordemos, del siglo xiii, los Diez mandamientos en catorce versos pareados que se hayan en el mismo códice que contiene el poema ¡Ay, Ihersusalem! (AHN «Diversos», Miscelánea cajón 12, fol. 2r; BETA texid 2881), que comienzan: «Remiémbrense vuestros entendimientos / que diez son, diez, los santos mandamientos», y que, exhumados por Pescador del Hoyo (1960: 246-247), pueden leerse asimismo en Gómez Redondo (2012: 594). Otro célebre codex unicus, el BnF Latin 3576 (BETA manid 1310) — con la Razón de amor entre sus folios—, transmite el breve manual de confesor en aragonés conocido como Los diez mandamientos (c. 1275; BETA cnum 399), traducción fragmentaria de la obra francesa Cum ad sacerdotem...31. La literatura jurídica también nos ha legado un sucinto desglose de los mandamientos en la impresionante «jura de los judíos» incluida en el Fuero General de Navarra de mediados del siglo xiii (Utrilla 1987: I, 161; II, 42-43)32. Como pertenecientes a los últimos años del doscientos han pasado durante siglos Los diez mandamientos con su glosa (BETA texid 1990) atribuidos al mercedario san Pedro Pascual (c. 1227-1300), obispo —de Jaén— y mártir, atribución ya impugnada tempranamente por Menéndez Pidal (1902: 302) y hoy prácticamente desechada, con retraso incluido de la composición del texto a la segunda mitad del siglo xiv (González Muñoz 2011: 50)33. La literatura catequética del trescientos ofrece varios ejemplos de exposición más o menos desarrollada del Decálogo34; entre ellos, valga recordar las Constituciones y 31 Modernamente, ha sido editado y estudiado en profundidad por Franchini (1992). 32 Un repaso de los problemas que suscita este esquivo texto, incluida su datación, puede verse ahora en González Ollé (2020). 33 El padre Armengol Valenzuela, maestro general de la Merced y editor de las obras del santo, incluyó entre ellas la glosa al Decálogo (Armengol Valenzuela 1905-08: III, 1-18), a pesar de conocer el trabajo pidalino, que don Ramón le había dedicado con la esperanza de que sus observaciones fueran tenidas en cuenta en la edición que, «por loable iniciativa de Vuestra Paternidad», preparaba el mercedario chileno (Menéndez Pidal 1902: 297). La atribución todavía fue aceptada por Martins (1956: 75) en un artículo sobre la traducción portuguesa de la obra llevada a cabo en el siglo xv, versión que hoy puede leerse en la edición digital de Cardeira (s. a.) para el Corpus de Textos Antigos em português até 1525, conforme al testimonio conservado en el manuscrito de origen alcobacense BNP Alc. 462 (fols. 83r-89r; BITAGAP cnum 1083). Por lo demás, también del siglo xv nos ha llegado una traducción de Los diez mandamientos con su glosa al catalán, transmitida por el ms. 75 de la Biblioteca Universitaria de Barcelona (fols. xcvir-xcviir; González Muñoz 2011: 49-50; BITECA cnum 1206). No hemos dicho que el original castellano figura en los mss. RBME h.III.3 (BETA manid 1636) y P.III.21 (BETA manid 1645). 34 Fuera de los catecismos propiamente dichos, hallamos una presentación de los mandamientos, de naturaleza catequética, en el capítulo xxxviii del Libro del cavallero e

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catecismo del obispado de Burgos, incluidas en el ms. T20 de las Partidas (BCT ms. 43-20, fols 186v-190v; BETA cnum 2667), el catecismo atribuido al arzobispo de Toledo Gil de Albornoz (compuesto entre 1345 y 1347)35, el Libro de la justicia de la vida espiritual y perfección de la iglesia militante atribuido al arzobispo de Sevilla Pedro Gómez Barroso (1369-1371; BETA texid 2682), o el catecismo de Gutierre de Toledo, obispo de Oviedo entre 1377 y 1389 (Floriano 1945: 97-98; Fernández Conde 1978: 454-455; BETA texid 4192). Mención aparte merece el códice T13 (BCT ms. 43-13), que, tras el final de la Primera Partida, transmite (en sus fols. 150v-152r; BETA cnum 2382) lo que parece un manual de confesor que, tras la rúbrica («Estos son los diez mandamientos de la ley»), comienza: «Ítem deven ser preguntados los diez mandamientos de la ley, que se contienden en estos viessos»36. Ya del siglo xv ha de ser el pequeño corpus catequético y doctrinal —hasta donde sabemos también inédito— copiado en el ms. BNE 4202 (fols. 40v-50v; BETA cnum 5520), que se abre con un demorado comentario del Decálogo (fols. 40v-41v) cuyo inicio reza: «Tres cosas ha mester todo omne o muger del escudero (BETA texid 1631) de don Juan Manuel. Unas décadas antes (c. 1275) y en catalán, la Doctrina pueril de Ramon Llull (BITECA texid 1671) dedica también sus capítulos 13-22 a comentar los «deu manamens». Por lo demás, una amplia reseña sobre cada uno de los catecismos medievales conservados, con detalles sobre su contenido y filiación, se ofrece en Resines (1997: 77-154). Nótese que no pocos de estos catecismos (entre ellos el atribuido a Albornoz o el de Gutierre de Toledo) remontan en última instancia al redactado con ocasión del célebre Concilio de Valladolid de 1322 (1997: 91-94), sobre cuya naturaleza y pervivencia puede verse además Resines (2003). 35 Estudiado y publicado por Lomax (1972), el comentario sobre los diez mandamientos figura en las pp. 223-224. 36 Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 21-22). Contra lo que parece suponer Philobiblon (BETA texid 1158), no se trata de otro testimonio del manual aragonés incluido en el ms. BnF Latin 3576, sino de una obra distinta, a pesar de alguna coincidencia puntual. Hasta donde sabemos, este texto permanece inédito, y merece ser conocido. Nótese que el manuscrito terminó de copiarse el 4 de marzo de 1344 (según consta en su colofón), de modo que nuestro texto ha de ser anterior a esa fecha. Con respecto a su contenido, primeramente se desglosa cada mandamiento en un número variable de «cosas» que aquel «demanda», para pasar a exponer después la figura de cada precepto como antídoto («melezina») de cada una de las diez plagas de Egipto, a su vez correspondientes a sendos males del alma. Baste añadir por ahora que la correlación entre las diez plagas y los diez mandamientos es una topos clásico del pensamiento medieval que remonta a Orígenes y, desarrollado después por san Agustín, pasa a la tradición medieval vía san Cesáreo de Arles (Lluch Baixauli 1998: 91-96; 1999: 126 y 143). Por otro lado, y a propósito de confesionales trecentistas, el Libro de las confesiones de Martín Pérez (1316) utiliza la secuencia de mandamientos para articular su larga exposición en torno al pecado de la soberbia, al identificar este pecado con la desobediencia (García / Alonso / Cantelar 2013: 154-178).

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para se salvar [...]»37. También en los dos últimos siglos medievales hallamos desarrollos en verso del tema, como las cuarenta y tres coplas de cuaderna vía incluidas, en clave de confesión, por Pero López de Ayala en el comienzo de su Rimado de Palacio (BETA texid 1578; Bizzarri 2012: 6-13, coplas 2163), que posteriormente servirían de inspiración para la composición, entre otras obras (Bizzarri 2012: 507), de la Confesión rimada de Fernán Pérez de Guzmán (BETA texid 2847; Foulché-Delbosc 1912-15: II, 630-650), en que se glosan los mandamientos en sesenta y una coplas de arte mayor. A más de en varias obras de doctrina o devoción38 y de alguna que otra aparición en la poesía cancioneril39, otros autores cuatrocentistas, ya en verso ya en prosa, se hacen eco del asunto: desde la concentrada mención del marqués de Santillana en la estrofa XLIV de su Doctrinal de privados (BETA texid 1591), a la más desarrollada del arcipreste de Talavera —a cuenta de los denuestos contra el «amor loco»— en los capítulos XX-XXIX de su Corbacho (BETA texid 1641). En cualquier caso, nuestro texto es mucho más modesto que todo lo 37 El conjunto transmite, entre el Viridario y el Libro de Albertano (Taylor 2002: 245246; Bizzarri 2002: 983; BETA manid 2549), varios textos en castellano y en latín: a) [Catecismo glosado (en que se exponen y comentan los mandamientos, los artículos de la fe, las obras de misericordia, las virtudes, los dones del Espíritu Santo, las bienaventuranzas, las peticiones del padrenuestro y los pecados capitales)] (fols. 40vb-46va); b) Agustinus, De dignitate sacerdotum (fols. 46va-47rb); c) Doctrina de sant Teodoro e de sant Bernaldo para bevir sin pecado (fols. 47rb-48ra); d) Sequitur de tactu in honesto... (fols. 48ra-48rb); e) Sequitur de septem virtutibus... (fols. 48va48vb); f) Videndum est de quinque sensibus... (fol. 48vb); g) Videndum est de septem peccatis mortalibus... (fols. 49ra-50vb). Nótese que este mismo manuscrito BNE 4202 contiene el Confesional del Tostado (fols. 102r-120r), que incluye asimismo un amplio comentario al Decálogo (fols. 120r-126r). Este comentario no conforma una obra distinta, como parece suponerse en las descripciones del códice citadas al comienzo de esta nota, sino una sección del propio Confesional, presente también en los ejemplares impresos de la obra. 38 Valgan como ejemplo la Declaración de los diez mandamientos contenida en el ms. BGHUSal 2015 (fols. 125r-141r; BETA cnum 2541), Los diez mandamientos de la ley dispuestos por los doctores de la sancta Iglesia incluidos en el ms. BMP 172 (fols. 256v-280v; BETA cnum 400), la exposición del Decálogo en castellano catalanizado conservada fragmentariamente en un bifolio del ms. BC 53 (fols. 127r-128v; BETA texid 3776) o los diez mandamientos que figuran en el devocionario castellano que conforma el ms. RAH 9/5809 (BETA texid 2856). 39 Del poeta Sacedo transmite el Cancionero general (fols. 10r-11r) «Otra obra suya de los diez mandamientos» (Dutton 1991-92: VII, 239/ID6059), que comienza «Para que no te condenes, / ¡o tú, persona mortal!»; y del mercedario fray Juan de Ciudad Rodrigo han llegado hasta nosotros «Los mandamientos y los siete pecados mortales con sus virtudes contrarias y las catorce obras de misericordia temporales y espirituales» (Dutton 1991-92: VII, 133/ID2899), que arranca con los versos «¡O Virgen esclarecida, / digna de muchos loores» (BETA texid 4156).

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antedicho. Se reduce a la mera exposición de cada mandamiento, sin apenas desarrollo, precedida de una breve presentación del asunto, con advertencia incluida sobre las consecuencias de incumplir los preceptos divinos40.

Fig. 1. Comienzo de Los diez mandamientos (© RBME ms. Y.III.19, fol. 255rb)

Los diez mandamientos Estos son los diez mandamientos de la ley, los cuales todo cristiano deve creer e guardar, ca todas vegadas que omne pasa alguno d’estos mandamientos peca mortalmientre, e por un pecado mortal en que omne muerai irá el alma al infierno. E primer mandamiento es que deve omne amar a Dios con todo coraçón e con toda su fuerça, más que cuantas cosas veen nin saben; más que a sí mismo. E el segundo mandamiento es que deve omne amar a su cristiano así como a sí mismo e querer para él aquello mismo que querría para sí. E el tercero mandamiento es que deve omne guardar las fiestas e non labrar en ellas nin fazer otras cosas desonestas. El cuarto mandamiento es que deve omne onrar e temer al padre e a la madre, e sofrirles e serlos obediente cuanto pudiere e nunca ir contra ellos en ninguna manera. E quinto mandamiento es que non deve matar a otro nin ser peleador. El sesto mandamiento es que non deve omne fazer fornicio en ninguna manera, salvo el que fuere casado, con 40 Citan el texto la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxix), Zarco Cuevas (1924-29: III, 56), Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22) y Philobiblon (BETA texid 3718).

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su muger, para fazer generación a Dios; deve conocer su compañera carnalmienteii e non otra ninguna. El séptimo mandamiento es que non deve omne furtar nin robar nin tomar lo ageno en ninguna manera sin grado de su dueñoiii. El ochavo mandamiento es que non deve omne enagenar su cristiano. E IXº mandamiento es que non deve aver codicia de la muger de su vezino. E Xº mandamiento es que guarde las sus cosas así como las suyas. i

muera] muerra

ii

compañera carnalmiente] conˉpa carnal mjēnt

iii

dueño] dueno

3.2. De las ledanías Este texto es una traducción del capítulo LXX de la Legenda aurea del beato Santiago de la Vorágine41, conforme a la conocida, desde Thompson / Walsh (1986-1987), como Compilación B del Flos sanctorum (también designada Leyenda de los santos; BETA texid 4632). La lista completa y descripción de los testimonios de ambas compilaciones (A y B) puede consultarse en Baños Vallejo (2002: 569-572) y, con mucho más detalle, en Hernández Amez (2006: 33-279)42. Dado que esta versión del texto ya puede leerse impresa (en Baños Vallejo / Uría Maqua 2000: 149-150, según el ms. BMP 169 [=8]; BETA manid 1606) renunciamos aquí a editar nuestro testimonio, no sin apuntar que habrá de tenerse en cuenta, claro, en una deseable edición crítica de la Compilación B43. Puede añadirse, en lo que toca a nuestro capítulo44, no 41 Según la distribución por capítulos establecida por el editor del texto original (Graesse 1850: 312-316), asumida también por la traducción española (Macías 2001: I, 295-299). 42 En ninguna de estas obras figura nuestro testimonio, que ha debido de pasar desapercibido por su carácter fragmentario. Sí lo identifica en cambio como extracto del Flos sanctorum Philobiblon (BETA texid 3072). 43 N  ótese al pie que, aparte de variantes menores y siendo nuestra copia peor que la publicada, hay con todo algún lugar en que, con el original delante, el manuscrito escurialense permite corregir al santanderino, con un salto de igual a igual incluido, a saber: donde BMP 8 dice «Otrosí, si alguno bocezava, luego se saguava [...]» (Baños Vallejo / Uría Maqua 2000: 149), nuestro escurialense Y.III.19 transmite: «Et otrosí, si alguno bostezava a desora se moría, onde tomaron por costumbre que cuando alguno bostezava se santiguava [...]», lo que es traducción más correcta de la fuente: «Rursus, ut fertur, cum aliquis oscitabat, frequenter continuo et subito spiritum emittebat. Unde cum aliquis se velle oscitare sentiebat, continuo signum crucis sibi imprimere festinabat [...]» (Graesse 1850: 313). Y no es la única lectura preferible. 44 Consistente en una detenida descripción del origen y naturaleza de dos procesiones rogativas celebradas respectivamente el día de san Marcos (25 de abril) y los tres días previos a la Ascensión, y conocidas como Letanía Mayor y Letanía Menor.

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solo que la Compilación A, que seguimos a través del ms. BNE 780 (BETA manid 1327), está más cerca del original latino que la B (al tiempo que esta presenta importantes omisiones y un estilo más sintético45), sino que, además, contiene dos importantes interpolaciones a la fuente latina, que tampoco figuran en la Compilación B46. Por lo demás, el interés de nuestra copia reside 45 Conforme al procedimiento abreviativo característico de la Compilación B (ya señalado por Baños Vallejo / Uría Maqua 2000: 30-31), se omite, por un lado, un largo pasaje del original «que serié luengo de contar» (2000: 150; ms. Y.III.19, fol. 256vb), con algunas de las razones que por extenso ofrecía Vorágine para seguir observando en su época la Letanía Menor («[...] tertio ut motus carnales... sicut patet in struthione» (Graesse 1850: 314; Macías 2001: 297); y por otro, unas no cortas reflexiones del dominico italiano al final del capítulo («Rursus in ipsa processione... immortalis miserere nobis», Graesse 1850: 315-316; Macías 2001: 298-299) sobre los motivos que habrían impulsado a Dios a inspirar esta devoción (Baños Vallejo / Uría Maqua 2000: 150; ms. Y.III.19, fol. 257rb), ambos pasajes presentes en la Compilación A. 46 En desquite de no ofrecer aquí el testimonio de Y.III.19, presentamos por su interés las dos interpolaciones de la Compilación A a la fuente latina (conforme al ms. BNE 780), que creemos inéditas, aunque compárese la primera con Cortés (2010: 257). Esta gira en torno al modo en que se desencadenó en Roma, en tiempos de san Gregorio Magno, la «pestilencia» contra cuyas espeluznantes consecuencias el papa instituyó las Letanías Mayores; tiene como fuente última la Vita sancti Gregorii Magni de Pablo Diácono (Migne 1862: 45d-46b), pasaje al que el propio Santiago de la Vorágine remitía al lector interesado en conocer las «características y circunstancias» de la peste en cuestión (Graesse 1850: 313; Macías 2001: 296); en fin, parece que el compilador de A se tomó en serio la sugerencia del hagiógrafo italiano y añadió lo siguiente (con toda probabilidad extraído de la vida del papa santo tal como se halla en la propia Compilación A, donde el episodio figura en términos similares; véase ms. BNE 12688, fol. ccxcviiv): «Et segunt se dize en la Vida de sant Gregorio papa, esta pestilencia acaeció en la manera que se sigue. Una vez creció tanto el río de Tíberi, que pasa por Roma, que entró en la cibdat por encima de los muros e derribó muchas casas, e vino grand muchedumbre de serpientes por el río e un dragón muy grande, e afogáronse en el agua; e echólas el agua a la ribera e corrompieron todo el aire con su fedor en tal manera que vino luego aquella pestilencia que llamavan entonces inguinaria, que quiere dezir ‘postema de las ingres’. E aun veían venir con los ojos corporales saetas por el aire e ferir a los omnes. E fue ferido en los primeros el papa Pelagio e murió. E tanto creció aquesta pestilencia en la cibdat que quedaron muchas casas vazías» (BNE 780, fol. 152r). La segunda interpolación es una actualización del compilador a la enumeración de los «siete órdenes» de prelación establecidos por san Gregorio para organizar la procesión de las Letanías Mayores, ordenada conforme a la siguiente secuencia (procedente asimismo de la Vita sancti Gregorii Magni; Migne 1862: 59b-c): 1º) clérigos, 2º) religiosos, 3º) monjas, 4º) niños, 5º) laicos, 6º) viudos y viudas y 7º) casados; en efecto, mientras que Vorágine se conformaba con advertir «Sed quod modo non possumus in numero personarum, supplemus in numero letaniarum, quia septies dici debent, antequam insignia deponantur» (Graesse 1850: 313), o sea, en palabras de nuestro versionador, «Mas lo que non fazemos nós agora en la

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en testimoniar la difusión exenta de este capítulo del Flos sanctorum, tal vez por su carácter «instrumental», con vistas al aprovechamiento de esta práctica piadosa47.

Fig. 2. Fragmento de Los diez mandamientos (col. a) y arranque del texto De las ledanías (© RBME ms. Y.III.19, fol. 255v)

3.3. [Oración contra el dolor de muelas] En palabras de Gómez Redondo (2012: 592), fueron muchas las «oraciones que menudearon en la Edad Media para solicitar la intervención de la Virgen, o de algún santo, en la curación de alguna enfermedad». El mismo autor recuerda la copiada en el manuscrito B 693 de la Kungliga Bibliotheket orden de las personas fazémoslo en la orden de las ledanías e rogaciones», este mismo añade de inmediato: «rogando primeramente a la madre del Señor e a los ángeles, e después a sant Juan Baptista e a todos los patriarcas, e después a los apóstoles, e después a los mártires, e después a los confesores que fueron obispos o doctores, e después a los otros confesores, e después a las santas vírgines e a todas las otras santas» (BNE 780, fol. 152r). Nótese que esta ordenación todavía se conserva hoy día en el rezo de las célebres Litaniae lauretanae. 47 Consignan este texto la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxix), Zarco Cuevas (1924-29: III, 56), Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22, n. 11), con lapsus en la indicación de los folios, y Philobiblon (BETA cnum 5222).

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de Estocolmo (BETA manid 2918) —testimonio del Fuero Juzgo—, en cuyo fol. 1r se anota una Oración a santa María seguida de «una fórmula mágica para curar tercianas y cuartanas»48. Otros posibles ejemplos son la Oración para las lombrices del códice escurialense b.IV.34 (fol. 210r; BETA cnum 8253)49 o la Oración para quitar cualquier mal copiada en el códice Zabálburu de medicina medieval (fol. 64v; BETA cnum 12823), editado por Pensado Figueiras (2012: 252). Nuestra plegaria, compuesta en latín, presenta una introducción en castellano en la que se dan indicaciones precisas sobre el momento adecuado para su rezo, con testimonio fehaciente de su eficacia; tras la oración, se aportan detalles adicionales sobre el modo de rezarla, dignos, por su tenor, de entrar de inmediato en la historia de la piedad sencilla. La deprecación propiamente dicha entrevera al menos tres fórmulas litúrgicas de origen bien conocido: el pasaje Espiritus... infirma procede de Mt 26:41; el Adoramus... mundum reproduce una de las antífonas cantadas durante la comunión general en la solemnidad de Viernes Santo, y el Nos auten... sumus hace lo propio con un fragmento de la primera parte del introito de la misa de Jueves Santo (a su vez inspirado en Gálatas 6:14)50. Cualquier que quiere ser libre de non aver ningún dolor en las muelas nin en los dientes diga cada día devotamente ante el altar, cuando dixeren la misa e en especial a los Agnus Dei, al dar de la paz, estas oraciones deyuso escriptas, e sea cierto que con la ayuda de Dios que si ovier devoción e debotamente que no averá dolor ninguno. E d’esto faze fe quien ovo muy continua esta pasión e plogo a Dios que desque continuó estas oraciones non lo sintió nin teme sentir; tal esperança tiene en Dios. 48 La oración mariana fue dada a conocer y estudiada por Pensado (1987), y ha sido asimismo comentada y publicada por Gómez Redondo (2012: 591-592 y 597). El conjuro contra las fiebres y sus «instrucciones de uso» pueden leerse en Philobiblon (BETA texid 4206). 49 Pese a las dudas de Philobiblon (BETA texid 9764), hay que dar por seguro que se trata de una oración (encabezada por la indicación «Para las lombrises»), tal como deja traslucir su algo macarrónico latín: «+ Lega Olibi, Job + Patri en pas + Filium in vita + Espiritu Sancti en remedium + Christus vincid + Christus regnad + Christus imperad + Christus de [breve secuencia indescifrada] me defendad. + O sanctum +Ihe+sus+, aved merced de mí +». Las crucecitas que separan las cláusulas de la deprecación (incluidas las tres que rodean el nombre de Jesús) indican la necesidad de santiguarse sendas veces durante el rezo. Por lo demás, la remisión inicial parece serlo a la Postilla super Iob del minorita languedociano Petrus Iohannis Olivi (c. 1248-1298). 50 Dan noticia del texto la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxix), Zarco Cuevas (1924-29: III, 56), que lo denomina Oración para no tener dolor de muelas, y, detrás, Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22, n. 11) y Philobiblon (BETA texid 3073).

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Fig. 3. Conclusión del texto De las ledanías (col. a) e inicio de la Oración contra el dolor de muelas (col. b) (© RBME ms. Y.III.19, fol. 257v) In nomine capitis et dencium Dominii nostri Ihesu Christi et omnium santorum qui sunt in Iherusalem. Ihesus Christus positus fuit in panis, in ligno et in sepulcro. Espiritus quidem prontus est, caro autem infirma. Adoramus te, Domine Ihesu Christe, et benedicimus tibi quia per santam Crucem tuam redemisti mundum. Nos auten gloriari oportet in Cruce Dominiii nostri Ihesu Christiiii per quem saluati et liberati sumus. Pater noster. Ave Maria. Por reverencia de la santa Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

E cuando dixeres «Adoramus te, Domine Ihesu Christe, quia per santam Crucem tuam redemisti mundum», faz el signo de la cruz en madero e bésalo; e si oviere piedra, di Per santum Sepulcrum tuum, faz la cruz en la piedra e bésala por remembrança del santo sepulcro. i

Domini] Domine

ii

Cruce Domini] Crucem Domine

iii

Christi] Christe

3.4. [Los siete dolores de la Virgen María] La devoción del Via Matris (o sea, la meditación en los momentos de mayor angustia experimentados por la Virgen María durante su vida) es en última instancia fruto del fervor mariano que atravesó Occidente a partir del

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siglo xii, y en concreto del acento que este adopta en el Tractatus de planctu Mariae de san Bernardo51. Esta práctica piadosa, prefigurada en la espada que te atravesará el alma que profetizó a la Virgen el anciano Simeón en Lc 2:35, se hace remontar tradicionalmente a la Orden de los Servitas, fundada cerca de Florencia en 1233, aunque en cualquier caso refrendada por revelaciones particulares, y apoyada asimismo por franciscanos y dominicos (Disalvo 2010: 2)52. En nuestra literatura religiosa medieval, el sufrimiento de María conoce diversas manifestaciones tempranas, entre las que son de obligada mención el Duelo de la Virgen de Berceo (BETA texid 3888) o dos de las cantigas marianas de Alfonso X: la 403 (Dos sete pesares que viu Santa María do seu Fillo; BITAGAP texid 3848) y la 422 (De como Santa María rogue por nós a seu Fillo eno Día do Juizio; BITAGAP texid 3874)53, cuya atribución en ambos casos al propio Rey Sabio se ha considerado probable (Ferreira 2006-07: 129)54. Pero es a finales de la Edad Media, con la transformación de la espiritualidad cristiana, con foco ahora en la humanidad de Cristo y acento en la piedad personal (Orlandis 2017: 311), cuando el tema de los Dolores de la Virgen entra de lleno tanto en la literatura como en el arte, y así en la liturgia como en la devoción privada55. Testimonio de esto último es nuestro texto, con el que hacen juego (por su común carácter instrumental, por su forma en prosa) las Siete angustias de nuestra señora la Virgen María incorporadas por la dominica Constanza de Castilla, hacia 1454-1474, a su 51 Y que se expresa asimismo en otras creaciones del siglo siguiente, como el célebre himno litúrgico Stabat Mater dolorosa (atribuido comúnmente a Jacopone da Todi, 1230-1306) o el Officium Parvum de Septem doloribus Beatae Virginis Mariae. Más detalles y referencias trae Le Gentil (1981: 301, n. 22). 52 Más antigua y fecunda parece la tradición de los siete gozos, recorrida de cabo a rabo por Disalvo (2012: 39-50), quien, con todo, atribuye su establecimiento en siete a la memoria de los Siete Dolores (2012: 49). 53 Conforme a la numeración propuesta por Mettmann (1959-1972: III, 354-355 y 400-402). 54 Para otras manifestaciones, tanto en latín como en vernáculo, tanto literarias como litúrgicas, véase Disalvo (2010). 55 La celebración litúrgica de los Dolores de la Virgen fue instituida en 1423 por un decreto aprobado en el Concilio Provincial de Colonia, en reparación de los sacrilegios cometidos por los husitas contra las imágenes de María al pie de la Cruz. Por lo demás, el asunto literario de los «misterios dolorosos» de María, procedente del norte de los Pirineos, sería acogido con especial predilección por los poetas castellanos (Le Gentil 1981: 300-302). Aparte de bajo la forma de los Siete Dolores, existen otras composiciones en que la atención se concentra en un solo episodio, como en el caso, por ejemplo, de las hermosas novenas de Juan del Encina A la gloriosa Madre de Dios, en contemplación de la muerte y passión de su precioso Hijo («Bendita virgen preciosa, / reina del reino del cielo»; Dutton 1991-92: VII, 182/ID4405).

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espléndido devocionario iluminado (BNE MSS/7495, fols. 78v-79v; BETA cnum 5945)56. De la repercusión literaria (y más particularmente poética) del tema, pongamos como ejemplo las quince octavas de pie quebrado que conforman Los cuchillos de dolor de Nuestra Señora de Gómez Manrique («O tú, Reina, que beata / entre todas las mugeres»; Dutton 1991-92: VII, 152/ ID3368; BETA texid 4509) o las más desarrolladas Siete angustias de Nuestra Señora la Virgen María, de Diego de San Pedro, en cuarenta y siete coplas reales («Virgen digna de alabança / en quien todo el mundo adora»; Dutton 1991-92: VII, 133/ID2895; BETA texid 10432). Por lo que hace a nuestro Via Matris en prosa, presenta dos partes bien diferenciadas. La primera, a modo de marco introductorio, aprovecha un par de recursos literarios de no poco efectismo: la visión sobrenatural (de san Juan) y el diálogo (entre Jesús y María), en lo que después de todo pareciera la dramatización de un Calvario. La segunda parte, más instrumental, consiste en la exposición propiamente dicha del rezo (Rogaciones...), que se propone como oración inaugural del día (...a los maitines)57. La parte primera incluye, en boca de María, la enumeración de sus tribulaciones, y en la de Jesús, sendos beneficios espirituales «a quien rogare por» cada una de ellas. Finalmente, el «narrador» añade algunos detalles adicionales sobre las indulgencias concedidas a esta devoción desde antiguo por los papas (san Pedro el primero). La segunda sección contiene un breve texto introductorio de invitación al rezo, las siete «estaciones» del Via Matris (con referencia a cada uno de los beneficios anteriormente expuestos por Jesús) y una oración de cierre a Dios Padre. A su vez, cada una de las estaciones presenta la misma secuencia (con fórmulas repetidas), que incluye los elementos invocatorio, meditativo y deprecativo, y es rematada siempre con la oración dominical y la salutación angélica58. 56 Mucho más breve que el nuestro, el Via Matris de soror Constanza en realidad no hilvana siete, sino nueve dolores (se incluye, por ejemplo, la circuncisión del Señor) mediante la fórmula «Bendicho sea tu coraçón, Señora, que...», a la que se añade el sufrimiento en cuestión. 57 Recuérdense en este sentido los Loores divinos a los maitines de Fernán Pérez de Guzmán («Como al principio del día / el sol muy resplandesciente»; Foulché-Delbosc 1912-15: II, 626-628; BETA texid 11009), quien no ve «más propia ora / para el Señor ir loando». 58 Dan noticia del texto, la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxix), que lo considera «algunas prácticas devotas», y Zarco Cuevas (1924-29: III, 56), con distribución algo confusa del contenido, heredada por Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22, n. 11), con descuidos adicionales en la indicación de folios, y por Philobiblon (BETA texid 3074 y 3075): las tres catalogaciones parecen considerar textos distintos, por un lado, Las siete tribulaciones mayores de María, reveladas por ella a san Juan Evangelista (fols. 259v-259r) y, por otro, unas Indulgencias concedidas por san Pedro y otros papas a siete oraciones a la Virgen María, que corresponden a las siete horas canónicas (fols. 259r-260v). Pero compárese esto con lo aquí expuesto.

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Fig. 4. Principio de Los siete dolores de la Virgen María (© RBME ms. Y.III.19, fol. 258v)

Ihesus Después que la Virgen María sobió a los cielos, el bienaventurado sant Juan Evangelista, aviendo grand deseo de su vista, fue arrebatado en espíritu e vido que la Virgen santa María fablava a su Fijo e dezía: —Fijo mío mucho amado, en siete cosas estando en el mundo fue la mi alma mucho turbada e triste más que en todas las otras cosas. La primera tribulación fue cuando te ofrecí al templo e me dixo Simeón: «La tu alma será traspasada del cuchillo de la muerte de este tu Fijo». La segunda fue cuando sope tantas madres rasgadas por las muertes de sus fijos buscando a ti por te matar. La tercera fue cuando te perdí en el templo en Jerusalem e después te fallé a cabo de tres días preguntando e respondiendo a los dotores. La cuarta fue cuando en el mi espíritu sentí e sope que tú avías de morir. La quinta fue cuando delante los mis ojos te alçaron en la cruz. La sesta, mucho dolor sentí cuando te decendieron de la cruz, tú llagado e untado en la tu preciosa sangre, e te tove en mi regaço echado. La sétima, cuando fueste sepultado, que quedé yo sola, triste, sin la tu donosa vista. Respondió el nuestro Señor Jesucristo:

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—Madre mía mucho amada, sepas que cualquier que te rogare por la primera tribulación e dignamente te llamare asolverlo he e librarlo he de todos sus pecados e de todos los males infernales. Cualquier que te rogare por la segunda darle he verdadera contrición. E quien te rogare por la tercera darle he verdadera confesión de sus pecados ante de su muerte. Quien te rogare por la cuarta darle he la mi gracia complidamente. Quien te rogare por la quinta darle he tanta caridad como si en perfición de cuarenta años me oviese servido. Quien te llamare por la sesta e devotamente te rogare librarlo he de los peligros del cuerpo e del alma, e si por sus amigos rogare será oído. E quien te rogare por la sétima fazerle he arder en gracia de Espíritu Santo, non olvidando memoria de mi Pasión, e darle he la mi gracia perveniente, e daré a ti, mi mucho amada Madre, poderío sobre el su cuerpo e sobre la su alma, para que fagas con ella misericordia, segund fuere tu voluntadi. Señor sant Pedro dio tres años e tres cuarentenas a cualquier persona que la cada día dixere e cada uno de los padresii santos que la vieron otorgaron otrosí muchos perdones: nueve mil días de perdón a todo aquel que devotamente la dixere ante la imagen de la Virgen santa María, los inojos fincados con el Ave Maria y el Pater noster, segund se sigue de presente. Rogaciones a los maitines Venid, alabemos al Señor devotamente e roguemos a la Virgen puramente, e de los dolores que ella ovo en la tierra ayamos compasión porque en el cielo con ella ayamos consolación, amén. Ave Maria. Pater noster. Primeraiii Señora santa María Virgen, gloriosa madre de Dios e ombre, adórote, suplicoiv e ruégote, por aquel cuchillo de dolorv que la tu bienaventurada alma traspasó, lo cual el santo Simeón, cuando tú ofresciste al tu bendicho Fijo en el templo, profetizó por esta tribulación, faz a mí, mesquino, pecador, particionero d’este tu dolor, e gáname, Señora, del tu Fijo, mi Señor, de todas mis maldades e pecados verdadera contrición e dolor de coraçón e derramamiento de lágrimas e perdón de mis pecados e libramiento de todas mis maldades, e dame que non pierda la esperança del tu Fijo, mi Señor, e quel pueda complacer e el su santo yugo levar, amén. Ave Maria. Pater noster. Segundavi Santa María Virgen, gloriosa madre de Diosviii e ombre, adórote, suplícote e ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bendicha alma traspasó cuando viste tantos piadosos pechos de madres ensangrentados por la muerte cruel de sus fijos, los inocentes, faz a mí, mesquino, parcionero d’este dolor e otórgame vii

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verdadera contrición de coraçón e que sea libradoix de la mano del enemigo, e sea escripto en el libro de la vida por siempre jamás, amén. Ave Maria. Pater noster. Tercera oración se sigue Señora santa María Virgen, gloriosa madre de Dios e omne, ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bienaventurada alma traspasó cuando al tu amado Fijo Jesucristo perdiste y con dolor e tristeza por tres días entre los parientes e conosientes lo buscaste, pues otorga e gana para mí del tu Fijo, por reverencia d’esta tribulación e por vertud de la su santa promisión, antes de la mi muerte verdadera confesión de todos mis pecados e caridad perfecta en el otro siglo e vida gloriosa e galardón, el cual es prometido a los que perseveran en el su amor; e gáname, Señora, que dignamente reciba el manjar divinal por que del infierno sea librado, amén. Ave Maria. Pater noster. Cuarta oración Señora santa María Virgen, gloriosa madre de Dios e ombre, ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bienaventurada alma traspasó cuando sentiste, a la ora de los maitines, qu’el tu Fijo era preso e atado e escopido e de feridas agraviado, e a los jueces presentado, e faz a mí, mesquino, pecador, parcionero d’este tu dolor, el cual a ti mucho turbó cuando lo sopiste, pues gana a mí, Señora, por la vertud de la su santa Pasión, que de todos mis pecados e peligros del alma e del cuerpo sea librado, e mis amigos, si alguno tengo en peligro, por vertud d’esta tu santa tribulación, otórgame que acabe en santidad porque pueda escapar de los lazos del diablo e pueda alcançar folgança en la gloria perdurable, amén. E dezid el Ave Maria y el Pater noster. Quinta oración Señora santa María Virgen, gloriosa madre de Dios e ombre, adórote, suplícote e ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bienaventurada alma traspasó cuando el tu muy amado Fijo en la cruz, entre los ladrones, viste puesto e crucificado, e con los tus llorosos ojos axi Aquel que era verdadero Dios e ombre morir viste, faz a mí, mesquino, pecador, parcionero d’este tu dolor porque encendida sea del divinal amor e ardor, nunca olvide la memoria de la su cruel Pasión e de cada día pensando en ella sea firmada en la santa fe e esperança e caridat e por don delxii Espíritu Santo sea librado, amén. Exiii dezid el Paternoster y el Ave Maria, e después la oración que se sigue. Sesta oración Santa María Virgen, gloriosa madre de Dios e ombre, adórote, suplícote e ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bienaventurada alma traspasó

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cuandoxiv el tu amado Fijo decendió de la cruz con plagas rezientes e untadas con la su preciosa sangre e lo toviste en tu regaço e en los tus santos braços axv Aquel que era vida de los muertos, faz a mí mesquino, pecador, parcionero d’este tu dolor e gáname que aquestas bendichas llagas e fresca sangre e feos denuestos e todos los otros tormentos siempre piense en ellos e en su santa Pasión, e pon en la mi alma los gemidos d’esta amargura en aquella ora que d’este mundo aya de partir e funda en caridat a mí, mesquino, e gáname que por vertud d’este dolor, segund el tu bendicho Fijo te permetió, ayas tu poderxvi en el mi cuerpo e en la mi alma porque ayas de mí misericordia e piedat segund tu voluntad, amén. Ave Maria. Pater noster. La sétima oración Señora santa María Virgen, madre de Dios e ombre, adórote, suplícote e ruégote, por aquel cuchillo de dolor que la tu bienaventurada alma traspasó cuando después que fue enterrado el tu muy amado Fijo estoviste acerca del su sepulcro llena de mucha tristeza, que fagas a mí, mesquino, pecador, parcionero d’este tu dolor cuando la mi alma se apartase del mi cuerpo; estonce, Señora, faz que la mi alma aya la consolación de la tu presencia e del tu muy santo Fijo, amén. Siempre en cada oración se ha de dezir el Pater noster y el Ave Maria, e «En toda tribulación e angustia, acórrenos, Virgen María, amén». Oración Señor Dios, Padre poderoso, que vences la muerte con la muerte del perdurable Fijo tuyo, a mí, tu siervo, muestra vencer las batallas, e rogámoste que nos des gracia que los nuestros coraçones e las nuestras almas traspasemos con cuchillo de dolor e de la su bienaventurada Madre, e enséñame por el Espíritu Santo que en este mundo pueda gustar la cruz e los clavos e lança e la corona e los açotes e todas las otras lágrimas e tormentos de la su santa Pasión, e que por tanto vencimiento meresca ser coronado en el cielo, amén. Después el Pater noster e el Ave Maria e el Credo e la Salve Regina. Acabada es la oración el título Rogaciones a los maitines copiado aquí por error y posteriormente tachado ii padres] padre iii Primera omitido iv -te tachado v por... dolor añadido interlineado vi Segunda] Primera vii Virgen, gloriosa añadido interlineado viii gloriosa tachado ix librado] librada x la quinta oración tachado xi a omitido xii del] de la xiii la oración tachado xiv después que fue enterrado tachado xv a omitido xvi poder] podero i

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3.5. Perdones del día de Corpus Christi A pesar de habérsenos conservado fragmentariamente (por pérdida del último folio del manuscrito), conocemos la naturaleza y sentido últimos de este texto por su título, que declara tratarse de una exposición más o menos pormenorizada de indulgencias (perdones) concedidas a determinados actos piadosos asociados a la solemnidad del Corpus. Además, gracias a los detalles aportados por el pasaje que ha llegado hasta nosotros, conocemos asimismo el contexto histórico al que remite el texto: en efecto, el jueves 26 de mayo de 1429, Martín V promulgó la bula Ineffabile sacramentum, por la que concedió numerosas indulgencias a los fieles que participaran en las fiestas del Corpus Christi59. Probablemente compuesto y copiado poco después de esa fecha, nuestro fragmento presenta en formato analístico algunos detalles vinculados a aquel suceso, que dan la medida de su solemnidad: el haber celebrado el papa revestido de pontifical, y el haber estado al cargo de la lectura del Evangelio y de la predicación dos figuras señeras de la curia, respectivamente el miembro de la familia real chipriota Hugo de Lusignan (c. 1380-1442), a la sazón cardenal-diácono de San Adriano al Foro, y fray Guillermo de Casal Monferrato, que en breve sería nombrado ministro general de la orden franciscana (1430-1442)60. 59 La progresiva asunción de la bula en los sínodos hispanos (Morán Martín 2002: 77) favoreció la divulgación de estas indulgencias, en las que se ha visto una posible causa de la popularidad que esta devoción adquirió en algunas ciudades españolas, como Toledo (Gonzálvez Ruiz 1985: 38). Es, por cierto, esta bula la primera en que un papa menciona (ya como instituidas) las procesiones del Corpus, que venían celebrándose en algunas ciudades europeas desde el último cuarto del siglo xiii (Rojo Fernández 2017: 863-864). Es probable que el fragmento perdido de nuestro texto expusiera estas indulgencias (de hecho, parece que el texto se trunca en ese preciso momento), que en cualquier caso duplicaron la concedidas por Urbano IV a los asistentes a las horas canónicas y a la misa en honor del Santísimo Sacramento, y añadieron favores espirituales para los concurrentes a la procesión (López Castrillón 1943: 21). 60 El texto ya fue dado a conocer por la Real Academia de la Historia (1807: I, xxxix), pero sin transcribir fielmente el original, a pesar de lo que puedan sugerir las comillas allí utilizadas, razón por la cual hemos considerado conveniente presentarlo de nuevo. Además, lo mencionan Zarco Cuevas (1924-29: III, 56), Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b: 22, n. 11), con despiste en la indicación de los folios, y Philobiblon (BETA texid 3076), con atribución incluida a Guillermo de Casal que hay que desechar. Zarco describe con cierto detalle el texto, incluida una conjetura sobre la parte perdida: «Termina el fol. 260b con un relato, incompleto, de cómo predicó el Rmo. P. Frey Guillermo de Casal, Procurador de la Orden de los Fraires Menores, delante de Martino V el jueves 26 de Mayo de 1429, donde debió de anunciar algunas indulgencias concedidas a la festividad del Corpus que aquel día se celebraba». Por su parte, Gómez Redondo / Lucía Megías (2002b) y Philobiblon (BETA) lo titulan «Predicación ante Martín V sobre indulgencias de Corpus Christi».

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Fig. 5. Fragmento de los Perdones del día de Corpus Christi (© RBME ms. Y.III.19, fol. 260v)

Perdones del día de Corpus Christi Año del nacimiento del nuestro Señor Jesucristo de MCCCCXXIX años, XIIº del pontificado del papa Martino V, en la festevidad de Corpus Christi, que fue jueves XXVI días del mes de mayo. E en este dicho día el dicho señor papa celebró la misa en pontifical, e el diácono que dixo el Evangelio fue el reverendísimo in Christo padre e señor Hugo de Lisiniano, cardenal de San Adrián, hermano del rey de Chipre. E en presona del dicho señor papa e de los cardenales e de otros muchos prelados e curiales, el reverendísimo frey Guillermo de Casal, procurador de la orden de los fraires menores, después que fue dicho el Evangelio, subió en el pedricatorio e pedricó e declaró e divulgó una [...].

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Dos poetas de cancionero en un códice de las Partidas1 José Manuel Fradejas Rueda2

Uno de los requisitos básicos de todo editor de textos antiguos debería ser examinar con detenimiento todos los testimonios de la obra que pretende editar y dar cuenta de todos los detalles. Sin embargo, la mayoría de las veces nos centramos en la parte que nos interesa e ignoramos todo aquello que no sea nuestro objetivo final, especialmente cuando se encuentra en las hojas de guarda, cuajadas de probationes pennae3. Cometemos un craso error al no dar cuenta de ellas, porque a veces esas anotaciones encierran pequeños tesoros literarios y, además, pueden ser una fuente valiosísima para reconstruir la ruta que ha seguido el códice hasta su destino final e incluso pueden ser la base para trazar el perfil intelectual de alguno de sus poseedores. En el manuscrito 10 de la Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz (BSDVG), que contiene una copia de la Segunda Partida alfonsí4 realizada en la primera mitad del siglo xv, quedaron en blanco las dos 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española; ([email protected]). 3 Este artículo habría sido imposible sin la inestimable ayuda de Ricardo Pichel. 4 Se trata del testimonio V10. Para la descripción, véase Fradejas Rueda (2020b).

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últimas hojas del último cuaderno, las cuales actúan como hojas de guarda y, como tales, han recibido las veleidades pictóricas de dos usuarios. En el fol. 126r alguien dibujó una fortaleza, con una gran torre del homenaje, a la que se accede por un puente sobre un foso defendido por una muralla almenada. En el recto de la última hoja del códice hay una probatio pennae, quizá una dedicación, de letra del primer tercio del siglo xvi, que dice «A mi señor hermano Hernando de las Nuuales». Sin embargo, lo más interesante está en el vuelto de esta hoja, en el que, además de una serie de probationes pennae y un entretenido dibujo de un guerrero, hay dos textos escritos por una misma mano, de finales del siglo xv o inicios del xvi. Alguien, modernamente (quizá en el siglo xix), trató de transcribir uno de ellos, pero con poca fortuna. En una nota manuscrita, atribuida a Ángel Ibisate Lozares y datada en 1995, que se encuentra inserta en el manuscrito, se dice que «Hay poesías en la guarda posterior. Y había poetas | en la familia». El «había poetas en la familia» viene a colación de que en el primer folio del códice hay una nota que dice que el códice «Perteneció a la librería del Conde Duque | de Alcalá vendida a mediados del siglo | 17 (1648)» e Ibisate Lozares postula que se refiere al Duque de Alcalá y Conde de los Molares, Fernando Afán de Ribera Enríquez (c. 1584-1637). Quizá sea cierto que el manuscrito fuera propiedad de los duques de Alcalá a finales del siglo xvi, pero la caligrafía de los poemas los retrotrae a casi un siglo antes, por lo que relacionar los dos poemas del último folio con los poetas que podía haber en la familia de los duques de Alcalá a finales del siglo xvi o el primer tercio del siglo xvii es poco factible, especialmente a la luz de que las dos composiciones son obra de dos poetas de cancionero muy bien representados: Pedro de Cartagena (1456-1486) y Tapia5. Veamos la transcripción de ambos poemas. Primero, el que se encuentra situado en la parte superior de la hoja y que alguien trató de transcribir. 1 ſi no es Amor que me trata (tachado) es vn dolor muj eſquivo (borrón) de quien yo vençer me dexo ſi es amor por que me mata 5 ſi me mata por que biuo sy biuo por que me quexo quiero ſufrrir mj paſion 5 Este Tapia no se debe confundir con otro poeta de cancionero, Juan de Tapia, como ha establecido Giuliani (1991) y ha sido admitido por la mayor parte de la crítica.

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Folio de guarda final del ms. 10 del BSDVG © Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz 10

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y poner mj fe en eſperança por que entre amor y Razon tales diferençias son que ſeſo no·las alcança

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Y a continuación el segundo, ubicado en la parte inferior del folio. 1 syn dezyros mj querella hize mas que no deuja ya es mayor la pena mja que no fue la Culpa della 5 y ſi el poco ſufrimjento de mj fe me hizo daño no ay amor do no ay engano y con eſte penſamjento | ya os dicho lo que ſiento6 perded vos de mj querella 10 quel dolor que padeſçia deſcubrio la pena mja no mjrando el daño della

El primer poema es de Pedro de Cartagena (1456-1486), poeta castellano cuya obra está recogida básicamente en tres cancioneros: el Cancionero General de 1511 (CG11), el de la British Library o Cancionero de Rennert (LB1) y el de Salamanca (SA10b); y ha sido editada en su conjunto por Rodado Ruiz (2004). En el catálogo de Dutton (1991-92) es la composición ID41675. Esta copia representa el único testimonio de la circulación manuscrita —luego incorporada en el Cancionero de Hernando del Castillo (CG11)— de la primera reescritura en castellano del conocido soneto «S’amor non è, che dunque è quel ch’io sento?» de Petrarca. Pedro de Cartagena lo hubo de componer antes de 1486 puesto que murió en la batalla de Loja (22 de mayo). Federici (2019) realiza un excelente análisis de esta reescritura petrarquista, emprendida también por Juan Boscán un siglo más tarde. El segundo es el de Tapia, un poeta mal conocido7 a pesar de ser el segundo con mayor número de composiciones en el Cancionero General de 15118. Hasta ahora se trataba, como en el caso del poema de Pedro de Cartagena, de un unicus recogido en el Cancionero de la British Library (LB1, fol. 103v). En el catálogo de Dutton (1990-91) se identifica como ID1076. Ambos poemas presentan ligeras pero interesantes variantes, que resumimos en las dos tablas siguientes. En primer lugar, la composición de Cartagena9: 6 Estos dos versos aparecen como una sola línea. Se ha insertado una pleca en el lugar en el que se debe cortar. 7 En la ficha del Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia se le da como nombre de pila Gonzalo, de acuerdo con el testimonio de un cancionero salmantino en el que se le denomina «Gonçalo» (Bustos Táuler s.f.). 8 El CG11 recoge cincuenta y tres composiciones suyas (Rodado Ruiz 2004: 58n60). El tercero es Pedro de Cartagena, con treinta y dos composiciones (2004: 58). 9 La comparación se hace con el texto fijado por Rodado Ruiz (2004: 130).

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Dos poetas de cancionero en un códice de las Partidas verso

1 2 5 8 8 11

Rodado 2004 no tan cómo tener su qu’el

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BSDVG ms. 10 om.10 muj por que y poner om. que

10

Mientras que las del poema de Tapia son11: verso

2 5 7 8 9 10

LB1 dixelo sy poco donde ay que con ya perdes

BSDVG ms. 10 hize mas s. el p. do no ay y con yo perded

Lo más curioso e interesante es ver cómo dos composiciones de sendos poetas cuyas obras comparten fuentes comunes, CG11 y LB1, pero que no se encuentran juntas en ninguna de ellas, llamaron la atención de un lector de la Segunda Partida alfonsí, que se entretuvo, a finales del siglo xv, en copiar en un folio en blanco, quizá ya garrapateado. Esto lleva a formular una pregunta, que, por ahora, no se puede responder: ¿existió alguna compilación a finales del siglo xv en la que se recogían ambos poemas?

10 Como se ha indicado, es posible que la copia vitoriana haya omitido este adverbio de negación. 11 La comparación se ha hecho con el texto publicado en An Electronic Corpus of 15th Century Castilian Cancionero Manuscripts, (30-10-2020).

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Las Siete Partidas salieron de las prensas sevillanas por dos veces en 1491. La primera se finalizó el 25 de octubre en el taller de Meynardo Ungut y Lançalao (= Stanislao) Polono; la segunda se concluyó el 24 de diciembre en las prensas de los cuatro compañeros alemanes: Paulo de Colonia, Johannes Pegnuezer de Nurenberga, Magno y Thomás. No son muchos los ejemplares que se conocen de estas dos ediciones incunables. Según BETA, hay veintiocho ejemplares de la primera (manid 1119) y diecisiete de la segunda (manid 1118) en todo el mundo. Tanto de una como de la otra hay ejemplares cuyo paradero es desconocido, porque la información procede de catálogos de librerías anticuarias y en ellas se pierde la pista de los ejemplares hasta que repentinamente vuelven a surgir en otro catálogo de venta. Ese es el caso, por ejemplo, del ejemplar que se subastó en Christie’s el 5 de diciembre de 20083 por un precio de remate de 86 500 USD; 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española; ([email protected]). 3  (05-12-2020).

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parece que posteriormente, a principios del 2009, fue puesto a la venta por la Librería del Callizo (Caspe, España) y no se sabe su paradero actual (BETA copid 1032). A veces, la pista se pierde en las bibliotecas públicas. Según BETA, en la Biblioteca Nacional de México hay un ejemplar de la edición de octubre de 1491 (copid 1031). La información es de segunda mano, puesto que está tomada del censo de incunables que hay en bibliotecas americanas de Frederick Goff (1964). La ficha de este ejemplar se creó en 1985 y años después se informa de que «[f]altaba en 1992»; desde entonces solo se tenía la noticia. En otras ocasiones afloran ejemplares de los que no se tenía referencia alguna, como es el caso de un ejemplar de la segunda edición que se conserva en la Biblioteca Nacional de Chile (BNCL).

1. México Un problema con el que los investigadores se tienen que enfrentar a menudo es la confusión de bibliotecas, sobre todo cuando están integradas dentro de sistemas bibliotecarios complejos, como es el caso de la Biblioteca Nacional de México (BNM). Esta biblioteca se fundó en 1824 y noventa años después se vinculó a la Universidad Nacional de México. Cuando en 1929 se declaró la autonomía de la Universidad Nacional de México, convirtiéndose en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la BNM se adscribió al Instituto de Investigaciones Bibliográficas (Quirarte 2004: 18). Por eso no es de extrañar que se hayan podido confundir las bibliotecas, pues se encuentra en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México. El ejemplar de las Siete Partidas de la UNAM está encuadernado en un único volumen con cubiertas de piel clara, posiblemente pergamino (Carpallo Bautista / Massó Valdés 2011) sobre cartón con decoración simétrica con adornos de rueda con motivos vegetales y florales estilizados. En el centro hay un superlibris con un escudo de diseño libre basado en el escudo imperial de águila bicéfala, que parece contener las armas de Castilla y León, Ausburgo, Borgoña, Aragón y otras difíciles de interpretar. Todas estas decoraciones se aplicaron con la técnica del dorado. Al lomo hay un tejuelo granate que dice «ALFONSO X | LAS | SIETE PARTIDAS», y al pie, con letras doradas, «SEVILLA OCTUBRE | DE 1491», y unas cifras en tinta negra que podrían corresponder a una signatura («3 | 4 | 5 | A.»), que parece coincidir con una de las que hay en la hoja de guarda anterior «345.3(009)», y que puede interpretarse desde la clasificación

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decimal universal (CDU), porque los dos números iniciales indican que se trata de una obra sobre derecho. Hay varios filetes de oro simulando nervios. Presenta hojas de guardas marmoleadas en rojo, naranja, azul y blanco. Esta encuadernación fue realizada por Victorio Arias (1856-1935) a principios del xx en su taller de la calle Echegaray 20 de Madrid. Probablemente fue un encargo del librero madrileño Gabriel Sánchez, ya que los sellos de ambos figuran en el vuelto de la hoja de respeto anterior. El volumen, como se ha indicado, se conserva en la actualidad en la Biblioteca Central de la UNAM, pero se pueden seguir algunos de los cambios de propiedad gracias a los sellos de caucho que aparecen en la hoja de guarda anterior, en el primer folio (sig. a1) y en el último (sig. LL10r). La sucesión temporal que sugieren es: 1) Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, Biblioteca (sigs. a1r y LL10r), organismo que existió con tal nombre entre 1905 y 1921, año en que se transformó en la Secretaría de Instrucción Pública; 2) Universidad Nacional de México (fols. 1r y LL10r), lo cual lo sitúa entre 1910 y 1929, año en el que pasó a denominarse Universidad Autónoma Nacional de México; y 3) Biblioteca de la Escuela de Altos Estudios (hoja de guarda anterior), fundada en 1910, al mismo tiempo que la UNM, hasta su transformación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 1924. No hay noticias de cómo y cuándo llegó a México. Pero a la luz de los datos anteriores, ha de presuponerse que se adquirió para la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, probablemente entre en 1905 y 19214, y que de ahí pasó a formar parte de los fondos de la recién creada Universidad Nacional de México. En el siglo xvi, en el tercer cuarto, este ejemplar, según la suscripción de propiedad que hay en el folio a1r, era de Pedro de Frechel el Viejo, vecino de «Ximenonuño» (esto es, Jemenuño, en Segovia) y pasa a su hijo Antón de Frechel5 (Fig. 1): «Este libro es de Pedro Frechel el Viejo, vezino de Ximenonuño defun[to] | que aya gloria, y agora es | este libro es de Anton Frechel, su hijo. E porque es verdad | lo firme de mi nombre | Anton fre|chel (rubricado)». 4 Sabemos que en 1905 vivía en la calle Echegaray uno de los hijos de Victorio Arias, Victorio Arias Alonso, que se vio involucrado en el turbio asunto, encabezado por el librero Pedro Vindel, del hurto de una serie de libros de la Biblioteca Real (López-Vidriero 2011: 99). Por otra parte, está documentado que en 1916, en esa misma ubicación, estaba a pleno rendimiento el taller de V. Arias, como lo demuestra un recibí firmado el 24 de mayo de 1916 por Benito Arias, otro de los hijos de Victorio Arias, que se conserva en la Biblioteca de la Comunidad de Madrid (Mg. XXV/1492). 5 Pedro de Frechel era escribano de número de Santa María la Real de Nieva (Segovia), como lo muestra la ejecutoria del pleito litigado por Pedro Frechel como curador (esto es, tutor) de María de Abades contra Bartolomé del Canto, fechada en julio de 1555 (Archivo de la Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, Caja 835, 45).

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Fig. 1. Suscripción de propiedad, c. agosto 1576 (© Biblioteca Central de la UNAM)

Esta suscripción debió de inscribirse en 1576, pues Pedro Frechel aparece como difunto en la ejecutoria6 de un pleito iniciado en 1573 y que se alargó hasta 1575 acerca de unas deudas que tenía el mencionado Pedro Frechel con Juan González, cerero de Santa María la Real de Nieva (Segovia)7.

2. Chile Ningún catálogo tenía noticia alguna de que en la Biblioteca Nacional de Chile (BNCL), en Santiago de Chile, se conservara un ejemplar de la segunda edición de las Siete Partidas. Es un ejemplar realmente interesante por una serie de pequeños detalles que lo hacen único respecto a los otros diecisiete ejemplares que censa BETA (manid 1118). Lo más curioso es que este ejemplar ha estado al alcance de cualquier investigador desde 2015, cuando la Biblioteca Nacional de Chile lo publicó en Wikipedia8. Este ejemplar podría ser uno más de la edición que salió del taller de los cuatro compañeros alemanes, salvo porque presenta una portada muy curiosa y porque ofrece una interesantísima reconstrucción de ocho folios al final. Estos arreglos se tuvieron que realizar en el siglo xvi. La portada (Fig. 2) es un grabado de Antonio de Arfe, miembro de una de las sagas de plateros y grabadores más reputados de la Castilla del siglo xvi. 6 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, Caja 1334, 35 (10 de agosto de 1576). 7 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Pl. Civiles, Pérez Alonso (F), Caja 458, 2. 8  (05-02-2021). He de aclarar que esta reproducción no es fiel a su original puesto que han sido eliminados los sellos de la BNCL y dos suscripciones de propiedad de sumo interés para trazar la historia de este ejemplar.

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Fig. 2. Portada del ejemplar de la © BNCL firmada por Antonio de Arfe

El motivo principal de esta portada es el escudo del rey Felipe II, que, debido a su diseño, se ha de fechar como anterior a 1580, año en el que se incorpora Portugal a la corona de España y, por consiguiente, se incluyen sus armas en el escudo real. También ayuda a situarlo como anterior a 1580 el hecho de que en ese año muere Antonio de Arfe, «el menos famoso de la familia» (Gallego 1979: 105) y «el menos conocido de los Arfe» (1979: 109). Este grabador es el autor de la portada xilográfica que ofrece el libro de Gerónimo Gudiel Compendio de

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algunas historias de España (Alcalá, 1577) y de otra con la que se abre la Regla y stablescimiento de la Cavallería de Santiago del Espada (Madrid: Francisco Sánchez, 1577; Fig. 3). Esta última es idéntica a la que presenta el ejemplar chileno.

Fig. 3. Portada de La regla y stablescimientos de la Cavallería de Santiago del Espada (1577) firmada por Antonio de Arfe (© Bibloteca Alessandrina, Roma, Fg24)

Si atendemos a Gallego (1979: 107), que indica que esta portada fue «muy utilizada ya en publicaciones madrileñas de su época», puede establecerse

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que las reparaciones a las que se vio sometido este ejemplar debieron realizarse en Madrid entre 1577 y 1580. Otro detalle que individualiza sobremanera este ejemplar es la reconstrucción del primer bifolio del penúltimo cuaderno y la reconstrucción de todo el último (Fig. 4). Esto implica que en algún momento de su historia el volumen había perdido el último cuaderno (GGG), un terno, según el registro de la edición de los cuatros compañeros alemanes; y a causa de esta pérdida, el último folio del penúltimo cuaternión (FFF) sufrió las consecuencias de convertirse en la última hoja del volumen, por lo que debió de estropearse hasta el punto de hacer necesaria la reproducción del bifolio completo.

Fig. 4. Final del antepenúltimo cuaderno (EEE8) y primer folio del penúltimo cuaderno reconstruido (FFF1) del ejemplar de la © BNCL

El impresor que se ocupó de reproducir los ocho folios estropeados del ejemplar (FFF1r-v, FFF8r-v y GGG1-GGG6) se preocupó de varios aspectos estéticos con la intención de respetar la apariencia de los folios perdidos. Sigue la pauta de que los títulos corrientes indiquen de qué Partida se trata sobre la columna de la izquierda y la del título sobre la de la derecha. Mantuvo el distinto tamaño de letra para las rúbricas de las leyes y el texto de las

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mismas. Comenzó cada ley con un calderón. Trató de mantener el mismo tamaño para las iniciales de título (oscilan entre siete y ocho en la reimpresión), aunque presenta pequeñas innovaciones, como es el hecho de que ofrezca reclamo al final de cada folio, ya sea recto o vuelto, lo que no sucede en el impreso original, que no emplea reclamos. La pregunta es: ¿en qué edición de las Siete Partidas se basaron para la reimpresión de estos ocho folios? No parece que utilizaran un ejemplar de la segunda edición. Se podría pensar que emplearan un ejemplar de la ya abundante edición de Gregorio López, publicada en 1555 y de nuevo en 1565. Un elemento fundamental para esta averiguación es el colofón. En el fol. EEE6r tenemos por una parte la expresión latina «¶ Sit laus Deo: Ac pijsime intemerateque vir|gini Mariae. | ¶ Finis.» e inmediatamente debajo, a una sola columna: ¶ Aquestas siete partidas fizo collegir el muy excelente rey don Alonso, el nono con intento | muy virtuoso que sus reynos de castilla y de leon, y todos los otros sus reynos y señorios se ri|giessen llanamente en buena justicia sin algunas otras intricaciones litigiosas. E seyendo obra so|beranamente prouechosa y de mucha auctoridad: porque en la recollección destas dichas leyes | entendieron los mas famosos letrados juristas que a la sazon se fallauan en la christiandad

Revisados los colofones de las ediciones de 1555 y 1565, se ve que estos se limitan a indicar «Fin de la Setena Partida» y «Laus Deus», tras lo que sigue el colofón con la mención de la impresión. En la de 1555 se lee: «Fueron impressas Estas siete partidas en la muy | noble Ciudad, y muy insigne Vniuersidad de | Salamanca, en casa de Andrea de Por|tonariis, Impressor de su mages|tad. A veynte y nueue dias | de Agosto, de .1555. años». Y en la de 1565: «EN SALAMANCA | En casa de Andrea de Portonarijs, Impressor de su | Catholica Magestad». No parece que el modelo haya sido ninguna de las dos primeras ediciones de Gregorio López. El colofón de la edición de diciembre de 1491 dice: «¶ Las siete partidas quel serenissimo & muy | excellente señor don Alfonso rey de Castilla & de | Leon &cª, de gloriosa memoria: nono deste non|bre fizo & mando conpilar & reduzir a muy pro|uechosa breuedad de todas las principales fu|erças iudiciales por muy solenne & aprobados iuriconsultos». Tras esto, aparecen las indicaciones de los impresores y la fecha. Pero no coincide en nada con el colofón de la reimpresión. Lo que sí es idéntico es el tratamiento que se le da a las Reglas, pues las considera como la última ley (7.33), como sucede en toda la tradición manuscrita9. 9 No hemos podido tener acceso al ms. 24 de la Colegiata de León; hace años que está cerrada por obras y no ha sido posible localizar ninguna reproducción.

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Veamos ahora el colofón de la editio princeps. Presenta dos elementos, como el de la reimpresión. En primer lugar la invocación en latín «¶ Sit laus Deo: Ac pijsime inteme|rateque Uirgini Marie» (fol. LL9v), y en el folio siguiente, con el mismo tamaño de letra que el del texto de las leyes, el colofón: ¶ Aquestas siete Partidas fizo collegir el muy | excelente Rey don Alfonso el nono: con intento | muy virtuoso que sus reynos de Castilla y de | Leon & todos los otros sus reynos & señorios | se rigiessen llanamente en buena iustiçia sin algu|nas otras intricaçiones litigiosas. E seyendo | obra soberanamente prouechosa & de mucha auc|toridad: porque en la recollección destas dichas | leyes entendieron los mas famosos letrados iu|ristas que a la sazon se fallauan en la xpistiandad.

Es algo más extenso puesto que menciona a los reyes Isabel y Fernando e informa de que contiene las adiciones del doctor Montalvo, y que Juan de Porres y Guido de Lavezaris fueron quienes encargaron la impresión. Es entendible que el anónimo impresor del quinientos dejara de lado estos detalles; no se correspondían plenamente con el ejemplar que estaba tratando de completar. Podría pensarse que se utilizó un ejemplar de la editio princeps para reconstruir los folios perdidos. Sin embargo, hay una pequeña discrepancia en el tratamiento de las Reglas del derecho. En la editio princeps es la última ley del título (7.33) y, como tal, no es merecedora de una littera notabilior. Comienza como cualquier otra ley, con un calderón y la correspondiente mayúscula. Pero en la reconstrucción del anónimo impresor, las Reglas del derecho se abren con una gran inicial de nueve líneas de altura (Fig. 5). No parece creíble que el impresor del quinientos tomara una decisión estética tan drástica cuando se ha preocupado de mantener la relación de tamaño de las letras de las rúbricas y del texto y, sobre todo, en lo que se refiere a la disposición de los títulos corrientes. En la princeps solo se usa la palabra «Título» y el número correspondiente, pero en la segunda se indica también de qué Partida se trata.

Fig. 5. Comienzo de 7.33.12 en el ejemplar de la © BNCL (fol. GGG5r)

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Luego hay que buscar el modelo en otra parte. Por otro lado, en las ediciones de Gregorio López, desde la de 1555, las Reglas del derecho se convierten en un título independiente, el 7.34, subdividido en treinta y seis reglas con rúbrica y litterae notabiliores de cinco líneas de altura. Así pues, si es imposible que el modelo fuera alguna de las ediciones incunables y tampoco ninguna de las dos primeras ediciones de Gregorio López, no queda otro remedio que examinar las demás ediciones de Montalvo, dos de ellas impresas en Venecia en 1501 y 1528, otra en Alcalá de Henares en 1542 y la última en Lyon en 1550. Revisemos los dos puntos cruciales: el colofón y el tratamiento de las Reglas del derecho en las demás ediciones montalvinas. Según diversas fuentes, hubo varias ediciones más. Gómez de la Serna (1847: xxxvi) habla de la existencia de una cuarta «en Burgos en 1528 copiando la anterior», es decir, la de 1501, pero no se ha localizado ningún ejemplar. Otros autores mencionan dos impresiones burgalesas en 1508 y 1518, e incluso una en Alcalá de Henares de 1513, pero no se ha localizado ejemplar alguno. Por este motivo, Craddock (1986a: 83) las recoge bajo el epígrafe «Doubtful and Spurious Editions». Diez años después de las impresiones sevillanas, sale de las prensas de Venecia una nueva edición que aporta una gran novedad editorial: unas glosas marginales como las que en 1555 presentará la edición de Gregorio López, aunque sin ser tan extensas ni profundas. Novedad editorial que se mantendrá en las otras tres ediciones documentadas, la veneciana de 1528, la alcalaína de 1542 y la lionesa de 155010, con la que se cierra el ciclo montalvino. La edición de 1501 presenta el mismo tipo de colofón que la princeps, precedido por la invocación latina «¶ Sit laus deo: Ac pijssime intemeraque virgini Marie», y que prosigue con las menciones de los reyes Isabel y Fernando y la indicación de impresión: Aquestas siete partidas fizo collegir el muy excelente Rey don Alfonso el | nono con intento muy virtuoso que sus reynos de castilla & de | leon & todos los | otros sus reynos & señorios se rigiessen lanamente en buena iustiçia sin algu|nas otras intricaçiones litigiosas. E seyendo obra soberanamente prouechosa | & de mucha auctoridad: porque en la recollection destas dichas leyes entendie|ron los mas famosos letrados iuristas que a la sazon se fallauan en la xpistiandad:

Además, trata la sección de las Reglas del derecho (fols. 568r2-569r2) de la misma manera que toda la tradición anterior: como una ley más del título 10 Esta edición incorpora otra novedad más: abandona el tipo gótico a favor de la letra redonda.

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7.33. La gran novedad es que el texto no se inicia como cualquier otra ley, con un calderón y la mayúscula correspondiente, sino con un littera notabilior de seis líneas de altura (Fig. 6).

Fig. 6. La sección sobre las Reglas del derecho en la edición veneciana de 1501 (© Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia, fol. 578r)

Ya tenemos un fuerte candidato a ser el modelo de los folios reconstruidos del ejemplar chileno: la edición veneciana de 1501. Pero examinemos las otras tres ediciones, las de 1528, 1542 y 1550. Las tres ediciones comparten una novedad que se inicia en la edición de 1528 y se mantendrá en el resto de la historia impresa de las Siete Partidas: la conversión de la sección de las Reglas del derecho en un título independiente, el 7.33, en el que cada regla es un apartado con su propia littera notabilior. Esta novedad hace de todo punto imposible que el anónimo impresor tomara como modelo una de estas tres impresiones montalvinas. Por lo tanto, solo puede considerarse como el modelo del que dispuso el impresor del quinientos un ejemplar de la edición veneciana de 1501, que es la única que reúne todos los elementos que considero distintivos: el colofón, el tratamiento de las Reglas del derecho como la última ley de las Siete Partidas y la innovación de la littera notabilior con la que comienza el texto de esta postrera ley. A esto último hay que añadirle que, en la reimpresión del ejemplar chileno, el título corriente del folio en el que comienzan las Reglas del derecho no es «Septima Partida Titulo .xxxiij.», con cada uno de los dos componentes sobre cada una de las columnas, como sería de esperar, sino que se ha convertido en un único encabezamiento centrado con la caja de escritura, y que dice «Titulo de regulis iuris» (en el vuelto y en el último folio se reduce a «De regulis iuris.»), lo que ya encontramos en la edición de 1501.

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2.1. La procedencia Este curioso ejemplar de la segunda edición de las Siete Partidas parece que llegó a la BNCL como parte del legado de José Toribio Medina (18521930), erudito chileno que ha dado nombre a la sala de «raros» de la biblioteca chilena. Este volumen ingresó en la BNCL en 1925. De lo que no hay noticia es de cuándo ni dónde lo adquirió Medina. La sugerencia de que procede de la colección de José Toribio Medina la ofreció Felipe Solís Poblete, de la BNCL, en un mensaje de correo del 18 de diciembre de 2020, quien nos informó de que «este título forma parte de la donación bibliográfica hecha en la década de 1920 por el bibliófilo, investigador, coleccionista e impresor chileno José Toribio Medina». Sin embargo, el jefe de la Sala Medina, en la que se conservan todos los incunables europeos que posee la BNCL, Mario Monsalve, en un mensaje del 11.01.2021, decía que11: En la Biblioteca Nacional se habían logrado reunir a mediados de 1818 un total de 8000 piezas, compuesto por las donaciones y por los libros de las antiguas bibliotecas de los jesuitas, del Convictorio Carolino y de la Real Universidad de San Felipe. Considero que es desde estas bibliotecas coloniales que proviene el texto que se indaga.

Me parece imposible que se trate de un ejemplar incorporado a la BNCL a mediados de 1818, como se verá a continuación12. El ejemplar incluye, tras las hojas de respeto, una hoja manuscrita de papel totalmente diferente a las de respeto, en la que han intervenido cinco manos distintas (Fig. 7). Lo que podríamos considerar el membrete de la hoja es la parte más extraña de todos los textos que presenta. Se trata de un anagrama que al parecer se puede descomponer como «W. M.» seguido de «Mickelham». El mayor problema es que ese nombre corresponde a una pequeña localidad en el condado de Surrey, aunque se documentan algunos casos de uso 11 Agradezco a Felipe Solís Poblete y Mario Monsalve, de la Biblioteca Nacional de Chile, la información acerca de José Toribio Medina y su posible relación con este ejemplar. 12 Realmente la información sobre la procedencia de este volumen es complicada. En la tesis de maestría de Miguel Lecaros Álvarez, presentada en la Pontificia Universidad Católica de Chile en el año 2019 y en la que se estudia la movilidad de los graduados del convento de Santo Domingo entre 1631 y 1734, se citan las Siete Partidas bajo el curioso título «Las Siete Partidas que mando colegir el Catholico Rey Don Alonso el nono, Rey de Castilla y Leon» (2019: 45 y n. 153). Después, en la bibliografía (2019: 111), indica que este libro, sin fecha alguna, se encuentra en la BPDR, es decir, en la Biblioteca Patrimonial de los Dominicos Recoletos. ¿Es posible que la BPDR tenga otro ejemplar con el mismo título que el de la BNCL?

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como apellido en la zona de Glasgow (1774-1854). En cualquier caso, para lo único que es útil es para indicar que alguien escribió ese membrete en 1839, y que tal vez fuera alguien que residía en Mickelham y que usaba el anagrama W. M. (quizá M. W.).

Fig. 7. Hoja informativa al comienzo del ejemplar de la © BNCL

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Una segunda mano indica que en el catálogo Salvá de 1829 (entrada 3668, p. 158) se menciona un ejemplar de la edición de los cuatro compañeros alemanes. En la segunda nota, en dos párrafos, se aclara que este ejemplar es de la segunda edición y se afirma que tanto la princeps como esta «are both so nearly alike as to make doubtful if more than a few leaves were reprinted»13. El segundo párrafo es más peculiar aún, puesto que, tras exponer que era una obra altamente apreciada y utilizada, lo que explica es que estuviera «worn out by perpetual handling» y por ese motivo fue necesario que hacia 1570 «eight leaves at the end and a Title have been reprinted to complete it». La tercera mano copia el colofón de la edición de diciembre de 1491 «which is omitted in the reprinted leaves». La cuarta mano lo que hace es copiar unas palabras tomadas de las Instituciones del Derecho Civil de Castilla que publicaron Asso y del Río, y de Manuel y Rodríguez en 1792 (p. XLIX). Lo más interesante es que se ponen en relación, como «muy raras», las ediciones de 1491 (sin distinguir si es la de octubre o la de diciembre, aunque se menciona en la página siguiente del libro de Asso y del Río) y la de Venecia de 1528. Esta hoja sirve para mostrar que en algún momento del siglo xix este ejemplar estuvo en manos de algún librero británico que se tomó la molestia de ampliar la información de la que se disponía a través del catálogo de Salvá. ¿Cuándo? No podemos considerar la fecha de 1839 que hay en el encabezado de la hoja, puesto que es de mano diferente a las demás. Quizá se reutilizó una hoja echada a perder con ese membrete manuscrito. Sin embargo, sirve para desechar categóricamente que se encontraba en la BNCL a mediados de 1818. A partir de ese 1839 del membrete podemos presuponer que Medina adquirió este volumen en uno de sus viajes a Europa. El más probable parece ser el realizado entre 1875 y 1878, cuando estuvo en Londres, aunque bien pudo ser en otro viaje, en 1902, para estudiar la organización de las bibliotecas y archivos de Europa. No hay dato alguno, pero lo que sí es evidente es que este volumen, en algún momento después de 1839, estuvo en manos de un librero inglés, y de ahí pasó, con toda probabilidad, a manos de José Toribio Medina, para después, en los años veinte del pasado siglo, ingresar en la BNCL. Antes de que el ejemplar llegara a manos inglesas, fue propiedad del convento del Carmen Descalzo de Ávila, según puede leerse en la suscripción de propiedad que hay en la parte baja de la portada, lo cual nos da una fecha 13 La edición de los cuatros compañeros alemanes es una impresión compuesta ex novo, no una reimpresión de la princeps, como se sugiere en la nota.

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aproximada entre 1577 y 1580 para su ingreso en los fondos de dicho convento14, pues no parece plausible que un convento carmelita gastara fondos en reimprimir la portada y los folios perdidos de un texto que había dejado de tener valor legal desde el momento en que se publicó con sanción real la edición de Gregorio López. Al final de la columna de la izquierda del primer folio, en el espacio en blanco que quedó tras la tabla de los títulos de la Primera Partida, hay tachada otra suscripción de propiedad en la que se puede leer «es de el señor Conde de Mo|lina ****» (Fig. 8). El resto no se ha podido leer, por lo que no podemos saber quién es este conde de Molina.

Fig. 8. Suscripción de propiedad cancelada en el fol. A2r del ejemplar de la © BNCL

14 No sabemos si en esta biblioteca, o en otra que nos es desconocida, estuvo guardado en el «Cajón 60».

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La iluminación de los manuscritos de las Siete Partidas: una aproximación1 Jorge Prádanos Fernández2

Las Siete Partidas son probablemente la obra de Alfonso X el Sabio que mayor impacto y desarrollo posterior ha tenido a lo largo de los siglos. No obstante, la trayectoria bibliográfica de esta obra no ha sido tan transversal y abundante como otras alfonsíes, ya que las polémicas historiográficas en torno a su autoría, vigencia, finalidad, cambios textuales y proceso compositivo han dificultado los acercamientos multidisciplinares al texto. Además, una serie de problemas materiales hacen aún más complejo su estudio, como su dispersión material (existe una gran variedad de manuscritos, ediciones impresas y fragmentos de diversas épocas localizados en diferentes centros nacionales e internacionales), sus discrepancias textuales como consecuencia del proceso evolutivo del texto, la ausencia de testimonios datables durante el reinado de Alfonso X (1252-1284) o la inexistencia de una edición crítica completa que haga concordar las diversas versiones. Esto hace que el estudio de las Siete Partidas se haya realizado fundamentalmente desde el campo de la historia del derecho y, en menor medida, de la lingüística, a pesar de que el texto de las Siete Partidas se 1 En el presente capítulo se ofrece una síntesis de una investigación más exhaustiva que estoy realizando en mi tesis doctoral, titulada «A servicio de Dios y por comunal de todos hacemos este libro». Análisis y contexto de la iluminación de los manuscritos de las Siete Partidas, que espera ser defendida en la Universidad Complutense de Madrid en 2022. Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Historia del Arte; ([email protected]).

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use como fuente primaria literaria en multitud de estudios sobre la Castilla bajomedieval.

1. La iluminación en las Partidas y el contexto del libro jurídico iluminado La presencia de la imagen en el corpus manuscrito de las Siete Partidas no es numerosa. Solamente un 36 % de los testimonios (códices y membra disiecta) poseen algún tipo de iluminación y esta presencia de la imagen es dispar: existen desde manuscritos con ciclos icónicos completos y con un estilo y acabado propio de las producciones librarias suntuarias, y otros manuscritos en los que la imagen aparece distribuida sin un esquema y disposición clara, y ejecutada con poca pericia y habilidad técnica. Esas discrepancias en la calidad de la imagen y la evidencia o no de un programa icónico concebido desde un inicio están relacionadas con el comitente que costeó estos ejemplares y el entorno productivo en el que se llevaron a cabo. Es importante destacar que, aunque los códices de las Siete Partidas son libros jurídicos medievales y, por tanto, comparten algunas características similares a otras producciones jurídicas y/o legales europeas, carecen en buena medida de la estandarización y la magnitud icónica que aquellas obras sí llegaron a poseer. A lo largo de los siglos xii y xiii el estudio del derecho experimentó un alto desarrollo en Bolonia y otros centros del saber, como París. Este florecimiento se debe en parte al redescubrimiento de manuscritos antiguos con los textos civilistas redactados en época de Justiniano (Ullman 1976), así como al nacimiento de las grandes recopilaciones del derecho de la Iglesia por parte de juristas como Graciano (s. xii) o Raimundo de Peñafort (c. 1175-1275). Ese caldo de cultivo propició la existencia de una escuela de glosadores (Mangañón Ibarra 2004) encargada de concordar, aclarar y matizar los textos de estas obras mediante glosas distribuidas alrededor del texto principal. Bolonia se convirtió en un centro de atracción para estudiantes y profesores no solamente naturales de la península italiana, sino de otras partes de Europa, lo que hizo necesario la creación de una industria del libro jurídico que satisficiera la demanda. De este modo, en Bolonia se gestó un sistema de producción y copia del libro jurídico muy eficiente que hizo rentable la existencia del libro jurídico iluminado bajomedieval. Este sistema, basado en el modelo de copia por pecias, hizo que la copia de libros jurídicos fuera eficaz, pues permitía la posibilidad de copias simultáneas de una misma obra y, además, reducía significativamente la aparición de errores y variantes en el texto (Rouse / Rouse 2000, Castillo Gómez 2002, Cuenca Muñoz 2002, Murano 2005).

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El sistema por pecias fue implantado no solamente en Bolonia, sino también en otras universidades, como París u Oxford. Por ejemplo, en París ya había reglamentos en 1316 donde se especificaban los contratos entre librerías y la universidad, el funcionamiento de las pecias y el margen de beneficios de la venta de libros (Pavón Ramírez 2002: 43). En Castilla sabemos que las Partidas regularon la figura del estacionario: «Estacionarios ha menester que haya en todo estudio general para ser complido que tenga en sus estaciones buenos libros e legibles e verdaderos de testo e de glosa que los loguen los escolares para fazer por ellos libros de nueuo o para emendar los que touieren escritos» (Acero Durántez 2020: 2.31.11). De igual manera aparece en las Constituciones de la Universidad de Salamanca concedidas por Alfonso X en Toledo a 8 de mayo de 1254: «Otrosí mando e tengo por bien que aya un estacionario e yo que le dé cient maravedís cada anno, e él que tenga todos los exemprarios buenos e correchos» (Ruiz García 2002: 287). Sin embargo, pese a estas citas documentales, no hay evidencias suficientes del trabajo de pecias en Castilla, lo cual repercutió en la realidad icónica del corpus de las Partidas. Por otro lado, personajes determinados de un alto poder social o económico, a imitación de las características materiales de otras producciones tales como biblias, salterios o evangeliarios, quisieron poseer copias de estos manuscritos del Ius comunne con un abundante aparato icónico. Surgiría así en el siglo xiii la producción del libro jurídico iluminado como tal, siguiendo los patrones de estilo marcados por otras producciones librarias que habían sido concebidas con un fuerte componente suntuario (L’Engle / Gibbs 2001: 9). En un primer momento, los iluminadores fueron los mismos que trabajaron iluminando otro tipo de obras no jurídicas, por lo que la iconografía inicial en estas producciones procedía en buena medida de repertorios ya ensayados en la tradición icónica de la Europa occidental, con imágenes o ciclos basados en pasajes bíblicos. Así, temas iconográficos como el Juicio Final, el Trono de Salomón, las Bodas de Caná o el Juicio de Susana y los Viejos sirvieron de modelo para esta naciente iconografía jurídica y, progresivamente, los iluminadores con ayuda de los propios juristas fueron desarrollando una iconografía propia a lo largo del siglo xiii hasta que quedó estandarizada y ampliamente utilizada en los siglos xiv y xv (2001: 75). Dicha estandarización se aprecia en cómo diversos manuscritos producidos en talleres y focos de iluminación distintos utilizan repertorios iconográficos comunes para ilustrar determinadas partes de las obras jurídicas, si bien es cierto que existen variantes iconográficas determinadas en función del foco o de la cronología del códice. A este respecto me remito al trabajo de Pavón Ramírez (2002), que ha analizado la iconografía de los manuscritos de

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las Decretales de Gregorio IX en la Biblioteca Apostólica Vaticana, donde se aprecia la reiteración de dichos temas a lo largo de las distintas copias conservadas, así como las variantes existentes a la hora de ilustrar los prólogos de cada uno de los libros conformantes del Liber Extra o Decretales. No es un caso único de esta obra, pues la reiteración de temas iconográficos es extensible al Decreto de Graciano o al Digesto, entre otros. No sucederá así en las Partidas, ya que estas nunca conformaron una tradición icónica común entre los diversos testimonios iluminados que han sobrevivido hasta nuestros días. Como ya he señalado anteriormente, hay enormes divergencias en función de la calidad y planteamiento del manuscrito debido a que la imagen e iconografía jurídica nunca se llegó a estandarizar en esta obra. ¿A qué se debe, entonces, esta no estandarización de la imagen? La respuesta está relacionada estrechamente con la historia del texto. Las Partidas no llegaron a tener vigencia en el reinado de Alfonso X y, de acuerdo con las hipótesis de diversos historiadores del derecho, tales como Craddock (1974: 363-389, 1981: 365-418), Pérez Martín (2014: 31-37) o Panateri (20183), nunca hubo un códice regio que recogiera la versión definitiva del proyecto debido a los diversos cambios y elaboraciones que sufrieron. Los manuscritos existentes se basan en materiales procedentes de las distintas etapas de elaboración y reelaboración del código, de los que no podemos saber con certeza si dispusieron de aparato icónico, pero en ningún caso contamos con un manuscrito completo de las Partidas que responda a los cánones estilísticos e icónicos del resto de producciones elaboradas en el scriptorium alfonsí. La única excepción que puede aportar más información al respecto es el ms. Additional 20787 de la British Library (LBL). Este códice de la Primera Partida, de cronología problemática (cf. más abajo), sí tiene un programa visual amplio y posee semejanzas estilísticas con otras obras alfonsíes, muy especialmente con el estilo de los códices historiados de las Cantigas de Santa María. Solo a partir de mediados del siglo xiv, cuando a través del Ordenamiento de Alcalá de Alfonso XI en 1348 las Partidas adquieren fuerza de ley (aunque supeditada al mismo Ordenamiento, al Fuero Juzgo y a otros fueros), se podrían haber puesto en funcionamiento talleres que produjesen copias manuscritas del texto ya aprobado por Alfonso XI siguiendo alguna pauta o patrón común. Pero no fue así. Probablemente esto tenga que ver con que el sistema de copia de pecias no funcionaba en la Castilla de mediados del siglo 3 Véase ahora las pp. 45-57 de este volumen para una versión actualizada y ampliada de este trabajo.

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(Fink-Errera 1962: 225-226), por lo que no se pudo poner en marcha un mercado especializado en manuscritos legales castellanos de la forma en que sí ocurrió con los talleres boloñeses o franceses. De modo que la iluminación que hoy vemos en los códices es el resultado del encargo individualizado de cada manuscrito relacionado con el tipo de comitente y el contexto librario en el que fue gestado. Ni tan siquiera fue común la distribución de la mise en page; así, existen manuscritos en los cuales hay una imagen para los prólogos de cada partida (MN0: BNE VITR/4/6), mientras que otros iluminan cada uno de los títulos (LBL; AH1: RAH ms. 9/5633; P40: BnF ms. Espagnol 440), o manuscritos con una distribución icónica totalmente anárquica (MN6: BNE MSS/12793; MN7: BNE MSS/12794; MN8: BNE MSS/12795). xiv

2. Los temas iconográficos en las Partidas Pese a que no sea posible establecer una analogía entre la estandarización de la imagen en los códices del derecho común y las Partidas, es indudable que aquellos fueron un modelo que los diferentes talleres o los distintos comitentes tuvieron en cuenta. Buena parte de los temas que aparecen en las Partidas tienen su correspondencia en el Decreto de Graciano, en el Digesto o en las Decretales, aunque también hay escenas parecidas en otras obras jurídicas peninsulares. La iconografía existente se puede agrupar en los siguientes grupos: temas religiosos, temas regios, temas jurídicos y temática varia. La temática religiosa es numerosa en el corpus por dos motivos fundamentales. El primero porque en la construcción de imágenes religiosas algunos pasajes bíblicos jugaron un papel determinante para la conformación de la iconografía jurídica en el siglo xiii. Y el segundo, porque uno de los manuscritos más ricamente iluminados es el manuscrito londinense (LBL), que recoge exclusivamente el texto de la Primera Partida, la que versa sobre derecho canónico. Uno de los temas jurídicos que aparecen es el del Juicio Final, localizado como imagen de apertura en el códice MN6 (Fig. 1). A diferencia del resto de imágenes del corpus de las Partidas —y me atrevería a decir que del resto de obras jurídicas contemporáneas—, el Juicio Final ocupa toda la superficie del folio actuando en este caso como una suerte de portada. La iconografía del juicio final está relacionada con espacios de impartición de justicia: aparece así en ayuntamientos flamencos y alemanes del siglo xv (Jacob 1994: 59-60) y en algunos pórticos de catedrales en los cuales existía un espacio destinado a las audiencias judiciales junto a los pórticos del Juicio Final: San Urbano

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Fig. 1. Juicio Final (© BNE MSS/12793, fol. 1r)

de Troyes, la catedral de Friburgo de Brisgovia o el Locus Apellacionis de la seo de León (Fernández González / Cavero Domínguez / Galván Freile 2007). Además, en el prólogo del manuscrito aparece una mención

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al Juicio Final: «Et non con sola mencionar por el miedo de dios q es poderoso et justiçiero et a cuyo poder an de venir et de quien se non pueden por ninguna manera asconder, ni escusar» (MN6, fol. 16r), por lo que la elección del tema no solamente se debe a un convencionalismo relacionado con la justicia, sino que pudiera tratarse de un deseo explícito por parte de su comitente, Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro y señor de Medina de Pomar, en el cual se demuestra un conocimiento del contenido del texto y de la dimensión teológica entre el símil del Juicio Final (juicio venidero por Cristo) y el juicio realizado en base a las Partidas (juicio mundano). La imagen del rey está también muy presente en los códices iluminados de las Partidas, no solamente en la Segunda Partida, sino también en otras. El soberano aparece representado con sus atributos característicos en distintos temas iconográficos, pero todos ellos tienen en común la idea de manifestar el poder y la vinculación del rey como administrador de la justicia en plena consonancia con la teoría política ideada por Alfonso X en las Partidas y otras obras de su proyecto jurídico: unidad normativa, monopolio legislativo y renovación del derecho (Fig. 2). En este sentido, buena parte de las representaciones regias tienen su correspondencia iconográfica con otras obras del Ius comunne y de la legislación peninsular. Dentro de esta categoría destaca la temática del rex scribens o rey como autor intelectual del texto, que aparece en el citado manuscrito británico. Se trata de una escena que aparece como imagen de presentación del prólogo de la Primera Partida, en la cual el soberano ordena a sus colaboradores la creación del texto. Es una iconografía nada atípica dentro de las producciones alfonsíes, puesto que en otras obras del scriptorium regio, como las Cantigas de Santa María, el rey aparece de una manera muy similar. El monarca es representado como autor con una gestualidad propia de alguien que ordena. Aparece acompañado de un jurista, probablemente Jacobo de las Leyes, como autor del texto4, y de dos copistas que son los que ejecutan materialmente la voluntad del rey en forma de escrito. La elección de la escena no solamente está en consonancia con la tradición icónica alfonsí, sino que además es utilizada como refuerzo visual del propio programa político del monarca. El rey es representado como hacedor de leyes, como legislador válido y único; de ahí que aparezca Cristo en la parte superior de la escena como elemento de legitimidad. 4 Pérez Martín (2008), y en su producción posterior (2014, 2018), insiste en la figura de Jacobo de las Leyes como el jurista principal del proyecto de las Partidas, debido a la influencia recibida de obras como el Doctrinal de Pleytos, realizado por el citado Jacobo de las Leyes.

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Fig. 2. Alfonso X como rex scribens (© BL Additional ms. 20787, fol. 1v)

Los temas iconográficos jurídicos aparecen en el corpus de las Partidas en forma de árboles de consanguinidad y afinidad5. Dichos árboles son esquemas arbóreos cuya finalidad es la plasmación visual de las distintas reglas sobre el grado de parentesco dentro de una familia, así como la permisibilidad o no de contraer matrimonio entre distintos individuos. Las reglas de parentesco aparecen en la Cuarta Partida, título VI, donde se establece una distinción entre las reglas «segund fuero de los legos» y «segund establecimientos de la santa Eglesia» (Cuéllar González 2020: 4.6.3), es decir, el concepto de parentesco para el derecho civil y el canónico. Esta distinción hace que en algunos manuscritos haya hasta dos árboles de consanguinidad diferentes, como sucede en el códice escurialense Z15 (RBME ms. Z.I.15; Fig. 3). No es el único manuscrito de la Cuarta Partida que posee un árbol de consanguinidad; el ejemplar de Toledo T15 (BCT ms. 43-15) también posee uno y hay indicios de árboles no finalizados en otros códices toledanos de la BCT (T12: ms. 43-12; T16: ms. 43-16). De hecho, es el único elemento iconográfico que pasará a las ediciones impresas de Gregorio López, puesto que el texto de las partidas en su ley II permite la realización de árboles pintados para la mayor comprensión del contenido de la ley: «E porque algunos dubdarian o non entenderian este encadenamiento en estos grados, a menos de los ver por vista, touimos por bien de fazer pintar el arbol que lo demuestra abiertamente, e ponerle en este libro, porque los omes lo entiendan mejor. Ca las cosas que los omes veen, mas de ligero las aprenden que las otras que han de aprender por oyda» (Cuéllar González 2020: 4.6.2). Finalmente, el último grupo corresponde a temas iconográficos más cotidianos: casamientos, testamentos, intercambios comerciales, etc. No se trata 5 La bibliografía al respecto es amplia. A modo de síntesis, destaca el trabajo de Martínez de Aguirre Aldaz (2001). Para profundizar más sobre el árbol de consanguinidad en las Partidas, véase Prádanos Fernández (2018).

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Fig. 3. Árbol de consanguinidad «segund fuero de los legos» (© RBME ms. Z-I-15, fol. 188v)

de un grupo homogéneo, porque, aunque la mayoría corresponde a escenas localizadas en la Cuarta, Quinta o Sexta Partidas, nos encontramos con excepciones notorias. Una de esas excepciones es la representación de la edificación de una iglesia, siguiendo así el texto de la Primera Partida, título X, que

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aparece en el códice de Londres6 (Fig. 4). En esa escena aparece el rey y unos cortesanos ingresando a un templo en construcción en el cual hay un grupo de albañiles y peones realizando labores correspondientes a su oficio y unos arcos en construcción. En el códice se está efectuando un símil con la figura de Salomón según lo que dispone el inicio del título X: «Moysen fue ome a quien amo mucho Dios, e por ende mandole primeramente en la ley vieja que fiziesse el tabernaculo, que era vna tienda, en que fazian los fijos de Israel oracion e sacrificio a Dios. E despues del Rey Salomon a semejante desto fizo el templo en Ierusalen, que fue otrosi la primera casa de oracion que los Iudios ouieron» (Dietrick Smithbauer 2019: 1.10.0). No hay escenas de construcción de templos en otras obras jurídicas del derecho común, pero sí existe un tema iconográfico similar. Así el libro XXXIX del Digestum Novum titulado Operis novi nuntiatio se inicia con una escena con la imagen de una autoridad (emperador, rey o juez) y un grupo de oficiales construyendo una edificación civil. El texto legisla cómo se pueden poner denuncias a los vecinos por una obra nueva si es que esta obra resulta lesiva para los intereses del demandador, por lo que en este caso no hay correspondencia en cuanto al contenido entre esta escena y la de la Primera Partida más allá de las semejanzas iconográficas.

Fig. 4. Construcción de una iglesia (© BL Additional ms. 20787, fol. 75r)

3. Los mecenas y los agentes productores Sabemos realmente muy poco de los individuos que poseyeron o que costearon los manuscritos de las Partidas. Como ya se ha señalado anteriormente, solo una pequeña parte de los manuscritos son códices suntuarios costeados 6 Sobre esta escena y otras de construcción de templos en las Cantigas de Santa María, véase Domínguez Rodríguez (1998-99).

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por personajes determinados en un contexto social alto. De igual forma sabemos muy poco de los agentes que participaron en su producción: copistas e iluminadores. De los copistas tenemos rastreados una nómina de al menos 20 nombres distintos, en su mayoría presuponemos que laicos, salvo dos de ellos que mencionan su condición de religiosos. De estos 20 copistas 6 de ellos se autodefinen como escribanos, mientras que solo uno indica que ejerce el oficio de notario público (no obstante, hay otros dos que sabemos que son notarios, aunque no lo indiquen como tal). El resto no se identifican ni como escribanos ni como notarios, pero en los colofones sí se deja claro que escribieron la obra, por las formas del verbo escribir en castellano y latín: escriuj, escriuio, escreujo, scripte o qui scripsit. Gran parte de ellos tienen nombres comunes en la Castilla bajomedieval, como Juan, o apellidos como Martínez o González; no obstante, otros tienen una onomástica foránea, como Vasco Lourenço o Remes, e incluso algunos señalan su origen no castellano, como el apellido Flamingo. Por otro lado, solamente tenemos identificado a un iluminador con certeza en el códice madrileño MN3 (BNE MSS/708), que llevó a cabo la iluminación localizada en el fol. 3v. El nombre de este iluminador, Remes, nos remite a un origen posiblemente foráneo. En lo que respecta a los comitentes sucede algo parecido, pues son pocos los manuscritos que contienen información en el colofón sobre el mecenazgo. No obstante, determinadas marcas de propiedad, como los escudos heráldicos, información sobre poseedores posteriores o la distribución y calidad de la imagen permiten determinar qué tipo de comitente estuvo detrás de estos libros. Los códices LBL, AH1 y MN0 (únicamente II-VII Partidas) son manuscritos producidos para un monarca. El primero de ellos, el londinense, ha sido identificado por investigadores como Guerrero Lovillo (1956) o Domínguez Rodríguez (2008-09) como manuscrito alfonsí, pero desde el estudio paleográfico de la edición de Arias Bonet (1975) el manuscrito se ha datado en el reinado de Sancho IV7. En cualquier caso, indudablemente se trata de un códice de aparato, realizado para un rey, y en este caso sí posee un programa icónico complejo y desarrollado ex professo para este manuscrito. El manuscrito de la RAH es un códice realizado por Nicolás González para Pedro I, tal y como consta en la suscripción del códice, donde se identifica que fue realizado por el copista como «escriuano del rey». El ejemplar 7 Son numerosos los autores que en los últimos años han señalado una cronología tardía para este manuscrito (Foronda 2007, Fernández Fernández 2010 y 2021 o Wittekind 2021), hipótesis que comparto.

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comparte características estilísticas con otros manuscritos petristas tales como algunas copias del Ordenamiento de Alcalá (BNE VITR/15/7: BETA manid 3813; BNE RES 9: BETA manid 2826; RBME ms. Z.III.9: BETA manid 1172). El manuscrito MN0 (solo la parte correspondiente a las II-VII Partidas) es un códice de cuidada factura con un programa icónico menos extenso que estos dos manuscritos, puesto que solo distribuye la iluminación principal en forma de viñetas al inicio de cada prólogo, pero con abundante iluminación marginal en forma de drôleries y orlas de tipología «de antena» muy frecuentes en manuscritos franceses de los siglos xiii-xiv8. El mecenazgo nobiliario está presente también en las Partidas, ya que algunos manuscritos poseen armas heráldicas de aristócratas determinados o porque tenemos constancia de que pertenecieron a alguna colección nobiliaria. El citado códice MN0 fue completado posteriormente en tiempos del duque de Béjar don Álvaro de Zúñiga y su esposa Leonor Pimentel, ya que sus armas figuran en el primer folio. En este sentido, continúa con el planteamiento icónico establecido, con una imagen principal ilustrando el prólogo y con orlas con drôleries, pero con unas formas estilísticas diferentes que evidencian una producción castellana de la segunda mitad del siglo xv. Otro miembro de la familia Zúñiga también costearía un códice de las Partidas, si bien con una factura y calidad menor, el ms. MN3, ya que aparecen las armas de Diego de Zúñiga y Manrique de Lara, hijo de don Álvaro de Zúñiga, y de Juana de la Cerda y Castañeda. También son nobiliarios los códices MN6, MN7 y MN8, costeados por el conde de Haro Pedro Fernández de Velasco y que pasarían a integrar la biblioteca que el citado magnate fundó en el Hospital de la Vera Cruz de Medina de Pomar (Vírseda Bravo 2019). A diferencia de los manuscritos de la familia Zúñiga, estos tres ejemplares del conde de Haro carecen por completo de armas heráldicas. Finalmente, de mecenazgo episcopal, sabemos que el arzobispo toledano Pedro de Luna tuvo en su biblioteca un manuscrito de la Tercera Partida que fue vendido con posterioridad a su muerte. No obstante, su sucesor, Juan Martínez de Contreras, sí pudo costear dos códices de la I-IV Partidas realizados por Juan Alfonso de Trujillo, canónigo de Talavera y familiar del fenecido Pedro de Luna en 14159. Ambos códices poseen escudos del arzobispo y presentan iluminación marginal en forma de orlas vegetales y drôleries con 8 Este manuscrito presenta ciertas particularidades que me han conducido a formular su conexión con el rey Carlos II de Navarra. Presentaré los resultados de la investigación próximamente en un estudio monográfico. 9 Véase al respecto el trabajo de Alexander Marey publicado en este mismo volumen (pp. 73-93).

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ángeles y profetas, pero carecen de cualquier repertorio jurídico e iluminación principal.

4. Conclusiones La existencia de la iluminación en las Partidas no constituye un unicum, puesto que los libros jurídicos en la Baja Edad Media se iluminaban dependiendo del tipo de comitente al que iba destinado. A diferencia de los códices de las obras del Ius comunne, las Partidas no poseen una iluminación común ni estandarizada como consecuencia de la propia historia textual y de la inexistencia de un mercado determinado que requiriese la producción a gran escala de libros jurídicos iluminados. La iluminación existente es fruto de encargos determinados y contextos sociales individuales de cada manuscrito, por lo que la calidad, la mise en page e incluso la iconografía no serán estables en todo el corpus de las Partidas. Tampoco fueron uniformes los usos que estos códices tuvieron. En el corpus hay manuscritos con un abundante aparato de notas marginales que revelan un uso muy concreto por parte de algunos poseedores: juristas, abogados o notarios. En otros casos, como los ejemplares del arzobispo Martínez de Contreras, son testimonios de la formación y gustos del comitente (estudió derecho en la Universidad de Salamanca). No obstante, los códices más lujosos probablemente no fueron producidos por su uso judicial, sino como un artefacto de exaltación personal o dinástico. La posesión de manuscritos del código legal más importante de Castilla por parte de miembros de la nobleza o la monarquía revelaba, por un lado, la ostentación de estas personas por poseer un manuscrito en pergamino con iluminación figurativa y tintas de diversos colores (incluido el oro), el nivel de erudición de la familia y su conocimiento diverso en letras o leyes, y en ciertos casos un planteamiento político determinado. En cualquier caso, aunque la presencia de la iluminación sea relativamente escasa con respecto al volumen total de testimonios de las Partidas y esta sea dispar en cuanto a calidad e iconografía, no hay duda de que las Siete Partidas fueron iluminadas debido a la importancia que estos comitentes dieron al texto. Su estudio desde la historia del arte amplía y enriquece el conocimiento que tenemos de esta obra y nos ayuda a comprenderla en su contexto.

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Una reescritura aristocrática del título 21 de la Segunda Partida. Disidencia y ortodoxia en el Libro del cavallero e del escudero de don Juan Manuel1 Mario Cossío Olavide2

1. Introducción Juan Manuel sostiene en el prólogo al Libro del cavallero e del escudero (BETA texid 1631), dirigido al arzobispo de Toledo Juan de Aragón, que escribe su obra con el propósito de distraer sus insomnes noches sevillanas del verano de 1326, cuando se auguraban sus primeros desencuentros políticos con Alfonso XI. Elige esta pobre excusa para defender la escritura de una larga exposición didáctica que sigue modelos que abundan en la prosa castellana del siglo xiii. Aunque su trama es harto conocida, vale la pena repasarla antes de adentrarse en la profundidad conceptual de esta obra modestamente tildada por su autor como «fabliella» (Alvar / Finci 2007: 375)3. Los primeros capítulos 1 Este artículo es fruto de la colaboración con el proyecto de investigación «HERES. Patrimonio textual ibérico y novohispano. Recuperación y memoria» (CM, 2018-T1/ HUM-10230) de la Universidad de Alcalá (2019-2023). Para mayor claridad, todas las citas a obras medievales han sido uniformizadas siguiendo los criterios de presentación gráfica de Sánchez-Prieto Borja (1998, 2012). 2 Universidad de Alcalá, Departamento de Filología, Comunicación y Documentación; ([email protected]). 3 Cito según la numeración de la edición de Alvar y Finci, pero presentando el texto crítico de mi edición.

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relatan que un esclarecido rey ha convocado cortes a las que se dirigen muchos nobles. También hace la peregrinación un joven escudero que alberga la esperanza de que el rey recompensará su presencia al introducirlo en la orden de caballería. Exhausto por el trabajo del camino, el escudero se queda dormido en su caballo y despierta frente a un anciano caballero (caps. 2-3). Deseoso por compartir la sabiduría del viejo, el joven decide detener su viaje por algún tiempo y le hace una serie de preguntas sobre el mundo, su composición, la orden de caballería y la naturaleza (caps. 6-13, hoy perdidos). El viejo responde las preguntas de la mejor manera que puede (caps. 14-21), aunque interrumpe su exposición para enviar al escudero a las cortes (caps. 22-23). Ahí, gracias en gran parte a la educación que ha recibido, es armado caballero (caps. 24-25). Tras retornar a su tierra, el caballero novel extraña la sabiduría del anciano y, recordando que no ha terminado de resolver sus preguntas, vuelve junto a él para culminar su educación (caps. 26-31). A continuación, comienza una segunda sección de respuestas (caps. 32-50); una vez terminadas, el anciano percibe que se le acerca la muerte, por lo que le pide al caballero novel que lo acompañe y no se aleje de su lado. Tras enterrar a su maestro, el hombre vuelve a su tierra, donde vive una larga y honrada vida (cap. 51). Esta historia es realmente el armazón narrativo de lo que he venido a entender como una pequeña enciclopedia que resume las teorías más importantes de su época sobre los órdenes celestial, natural y social. Sin embargo, el autor no profundiza ni discute las razones últimas de los temas que toca. Quizá esto se deba a que su obra fue escrita para un público lector conformado por nobles —en el mejor de los casos expuestos a los toscos rudimentos del saber, pero no a la esmerada educación de las scholas y las universidades—, o porque su autor comprendía que era solo «un aficionado, un amateur que cumplía su actividad en una posición periférica» (Funes 2007: 12) y que cargaba a cuestas «un déficit de légitimité en tant que lettré» (Biaggini 2009: § 15). La disminución de la complejidad del discurso enciclopédico es también una innovación en la tradición de textos enciclopédicos, que refleja un elemento característico del estilo del autor: su tendencia a anonimizar sus fuentes. Salvo una cita explícita a Vegecio en el capítulo 19, Juan Manuel nunca menciona de quiénes son las ideas que utiliza en su libro4. Más allá de las conocidas influencias sobre el Libro —cuya trama proviene del Llibre de l’orde de cavalleria de Ramon Llull (BITECA texid 1683), 4 Comenzando por Lida de Malkiel (1950: 178), la crítica se ha interesado por este fenómeno, al que se le han dado numerosos nombres, como «enmascaramiento» (Lacarra 2002: 297), «ocultamiento» (Fradejas Rueda 2005: 52) o «tratamiento descontextualizado» (Taylor 2009: 139).

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su estructura de preguntas y respuestas del Lucidario de Sancho IV (BETA texid 1242) y muchos contenidos del Setenario (BETA texid 1028), los Bocados de oro (BETA texid 1312) y las Siete Partidas—, sus fuentes se han mantenido relativamente poco exploradas. Durante el proceso de preparación de una edición crítica de próxima aparición, he identificado otras fuentes que revelan una obra más compleja y que depende en gran medida del pensamiento escolástico. La forma de las respuestas del caballero anciano es un calco del esquema con el que Tomás de Aquino ordena el contenido de los artículos de la Summa. El discurso del maestro se estructura empleando loci argumentativos descritos en los manuales de la logica nova. Los contenidos de las respuestas reformulan pasajes de las más importantes enciclopedias del siglo xiii: De proprietatibus rerum de Bartolomeo Ánglico, De animalibus de Alberto Magno y el Speculum naturale de Vicente de Beauvais; gracias a estas obras, Juan Manuel introduce teorías de Platón, Aristóteles, Plinio, Agustín de Hipona y Gregorio Magno. También cita indirectamente ideas de Bernardo de Claraval, Guillermo de Conches, Hugo de San Víctor y Pedro Comestor. Manifestando el nuevo interés por la educación religiosa de los laicos en el que se inscriben el Libro de las confesiones de Martín Pérez (BETA texid 1224), el Libro de miseria de omne (BETA texid 1235) y el Libro de buen amor (BETA texid 1744), Juan Manuel incluye dos exposiciones sobre la materia confesional y los contenidos catequéticos en los capítulos 18 y 38. Las ideas de estas secciones provienen del pseudo-agustiniano De vera et falsa penitentia, así como de los Libri sententiarum de Pedro Lombardo y del Decretum de Graciano, obras que conoció posiblemente por el omnis utruisque sexus de las constitutiones del IV Concilio de Letrán y por las reformas de espíritu lateranense emprendidas por la iglesia castellana tras el Concilio de Valladolid de 1322.

2. Reescribiendo el título 21 de la Segunda Partida La influencia de las Siete Partidas sobre este libro —el segundo intento del autor por escribir un texto dedicado exclusivamente a la nobleza— es bastante conocida. Habiendo comenzado su carrera literaria con la Crónica abreviada (BETA texid 1626), resumen y reescritura nobiliaria de un testimonio heterogéneo de la Estoria de España de Alfonso X (BETA texid 1005), Juan Manuel continúa con dos obras producidas a la sombra alfonsí: el Libro de la cavallería (hoy perdido) y el Libro de la caza (BETA texid 1627). El tratado de cetrería sigue en parte el modelo del Libro de los animales que cazan

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(BETA texid 2396; Fradejas Rueda 2001: 66), mientras que todas las evidencias apuntan a que el Libro de la cavallería fue una refundición aristocrática del título 21 de la Segunda Partida (Taylor 1984: 58). La misma sección del corpus legislativo es la fuente de las respuestas de los capítulos 17 («¿cuál es el más onrado estado en este mundo?»), 18 («¿cuál es el más onrado estado entre los legos?») y 19 («¿qué cosa es la cavallería?») del Libro del cavallero e del escudero, a los que se circunscribe casi la totalidad del material originado en las Partidas. El breve capítulo 17 introduce el contenido caballaresco, sostenido en una exposición del conocido esquema tripartito de la sociedad estamental en bellatores, oratores y laboratores. El caballero anciano dice: —A lo que me preguntastes cuál es el más alto estado e más onrado a que los omnes pueden llegar en este mundo, ciertamente esta es pregunta asaz grave, ca los estados del mundo son tres: oradores, defensores, labradores. Cada uno d’estos son muy buenos en que puede [omne] fazer muncho bien en este mundo e salvar el alma. Pero según el mi flaco saber tengo que el más alto estado es el clérigo missacantano (Alvar / Finci 2007: 379).

Puede verse en este pasaje una cita libre del prólogo del título 21 («De los cavalleros e de las cosas que les conviene fazer») de la Segunda Partida. El prólogo lee: Defensores son uno de los tres estados por que Dios quiso que se mantuviesse el mundo. Ca bien assí como los que ruegan a Dios por el pueblo son dichos oradores, e otrosí los que labran la tierra e fazen en ella aquellas cosas por que los omes han de bivir e de mantenerse son dichos labradores; otrosí los que han a defender a todos son dichos defensores (Acero Durántez 2020: 2.21.0).

Esta impresión se confirma en las primeras líneas del capítulo siguiente, que glosan de nuevo el contenido de las Partidas y recuerdan que aunque existan diversos tipos de legos («así como mercadores, menestrales e labradores e otras muchas gentes de muchos estados», Alvar / Finci 2007: 380), el estado más destacado es el de los defensores: «la cavallería es más noble e más onrado estado que todos los otros» (2007: 380). Al igual que Alfonso lo hace en las Partidas, Juan Manuel utiliza aquí la voz «cavallería» como análoga a nobleza, explicando que está conformada por nobles integrados en la administración del reino: «ca los cavalleros son para defender e defienden a los otros, e los otros deven pechar e mantener a ellos. E otrosí porque d’esta orden e d’este estado son los reis e los grandes señores» (2007: 380). Su exposición, por tanto, es realmente una discusión de las reglas que rigen el comportamiento de la aristocracia castellana.

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Más adelante se propone que la caballería es una condición semejante a los sacramentos, pues los hombres no pueden sino recibirla de otros: «non puede aver ninguno por sí si otri non gelo da e por esto es como manera de sacramento» (2007: 380), un calco casi ad litteram de la ley 11 del título 21 de la Segunda Partida: «Fechos non pueden ser los cavalleros por mano de ome que cavallero non sea [...]. E bien assí como las órdenes de los oradores non las podría ninguno dar sinon el que las ha, otro tal non ha poder de fazer ninguno cavallero sinon el que lo es» (Acero Durántez 2020: 2.21.11). A continuación, se expande la analogía y se la convierte en un argumento que altera las prescripciones sobre la investidura caballeresca de las Partidas. Esta condición, como los sacramentos, requiere componentes constitutivos para ser considerada «complida», perfecta. En el matrimonio son los futuros cónyuges y las palabras del juramento; en el bautizo el receptor, el oficiante y las bendiciones; en la confesión el penitente, el confesor y la absolución. Se añade finalmente: «E sin se fazer estas cosas non pueden seer los sacramentos complidos. E faziéndose estas cosas como deven, complido es el sacramento aunque se non fagan ý otros complimientos e noblezas que se suelen fazer cuando estos sacramentos [se] suelen recebir» (Alvar / Finci 2007: 380). Detrás de la dualidad entre actores y signos se encuentra un conocido axioma de Agustín de Hipona que propone que el sacramento es pleno desde el momento de la epíclesis sacramental, cuando la palabra sagrada se une a una realidad material: «Accedit uerbum ad elementum, et fit sacramentum, etiam ipsum tamquam uisibile uerbum» (Willems 1954: 529). La fuente que Juan Manuel adapta fielmente para sostener su analogía es una glosa que Pedro Lombardo hace sobre este pasaje de Agustín en los Libri sententiarum. Allí explica que cualquier adición a la materia sacramental se realiza por mayor decoro y solemnidad de la ceremonia, pero no para cambiar su sustancia, que reside únicamente en verbum y elementum: In duobus ergo consistit sacramentum baptismi, scilicet verbo et elemento. Ergo, etsi alia desint, quae ad decorem sacramenti instituta sunt, non ideo minus est verum sacramentum et sanctum, si verbum sit ibi et elementum [...]. Nam et in hoc sacramento et in aliis quaedam solent fieri ad decorem et honestatem sacramenti, quaedam ad substantiam et causam sacramenti pertinentia. De substantia huius sacramenti sunt verbum et elementum; cetera ad solemnitatem eius pertinent. (Lombardo 1981: 243-244)

Escudado en esta interpretación escolástica, el autor explica que para crear un caballero solo son necesarias tres cosas: quien recibe la caballería, el señor que la otorga y la espada; «e así es la cavallería complida, ca todas las otras cosas que se ý fazen son por bendiciones e por aposturas e onras» (Alvar /

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Finci 2007: 381). Este ordenamiento contrasta con la importancia que Alfonso le otorga en las Partidas a las acciones simbólicas de la investidura, descritas en las leyes 13 a 15 de la Segunda Partida: el baño del aspirante (purificación física), la vigilia penitente (purificación espiritual), la misa, el aparejamiento de las armas, el triple juramento de lealtad (a la ley cristiana, al señor natural y a la tierra) y la desceñidura de la espada. Como observa Rodríguez Velasco, Juan Manuel desarticula todos los elementos ceremoniales con los que Alfonso X impone la sujeción regia a su caballería (2009: 49-51). Pero no parece que recurra a esta comparación para proponer la dimensión espiritual de la caballería, elemento que sí está presente en el Llibre de Llull, sino porque en los sacramentos existe una analogía precisa de la que puede hacer uso. Como escribe Dunn, «the comparison is based, not on what the sacrament signifies, or the transformations that it effects, but on its structure. To illustrate his meaning he refers to the sacraments [...], each of which requires cosas ciertas —certain constituent objects— and a relation between them» (1977: 59). Las tensiones conceptuales con la visión de la caballería de las Partidas terminan de dinamitarse en el capítulo siguiente. Tras definirla como un «estado muy peligroso», se afirma que para mantenerla son necesarias la gracia divina, el buen seso y la vergüenza. El segundo aspecto, buen seso o inteligencia, es el que debe mostrarle al caballero «quién es el que puede e lo deve fazer cavallero, e otrosí el que á de recebir la cavallería. E otrosí qué es lo que el cavallero deve guardar a Dios e a su señor e a las gentes. E qué onra le deven fazer a él e otrosí la que él deve fazer a sí mismo» (Alvar / Finci 2007: 381-382). Con esto se contraría lo establecido en la ley 11 («Quién ha poder de fazer los cavalleros e non»), según la cual los reyes se encuentran en el más alto peldaño y «son cabeças de la caballería» (Acero Durántez 2020: 2.21.11). Esta condición les permite armar caballeros a su gusto, aunque ellos deban adquirir este estado antes («los emperadores ni los reyes non deven ser consagrados ni coronados fasta que cavalleros fuessen»; 2020: 2.21.11). Además de los reyes, la ley contempla que los maestros de las órdenes de caballería tienen esta capacidad. La respuesta de Juan Manuel a tal control sobre la habilidad de hacer caballeros no es menos radical: no depende del rey o de quien arma al aspirante, sino del entendimiento de este último, saber «quién [...] puede e lo deve fazer cavallero»; es decir, el iniciado tiene la potestad de elegir de quién recibir la caballería. Una vez armado, tiene campo abierto para crear otros («el que á de recebir la cavallería») —derecho que, si se acepta como cierto lo expuesto en el Libro de las tres razones (BETA texid 1628), Juan Manuel ejerció desde muy temprano en su vida—. También depende del caballero cómo enmarcar sus relaciones con su señor y qué pleitesías guardarle, además de las que debe demandar por

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su fidelidad («qué es lo que el cavallero deve guardar [...] a su señor [...] e qué onra le deven fazer a él», Alvar / Finci 2007: 382). En resumidas cuentas, se trata de un caballero con una gran independencia respecto al poder regio. Tras un largo excursus sobre las formas que toman la «franqueza» (generosidad) y la «escaseza» (mezquindad) en los hombres, continúa la exposición sobre el «buen seso»5. Esta facultad le permite al caballero guiar su comportamiento hacia los otros y hacia sí mismo, además de orientar su conducta en la arena bélica. En toda esta exposición destaca nuevamente la autonomía de su radio de acción, guiado solamente por su fuero interno y no por una taxativa legislación. El tercer aspecto que sostiene la visión juanmanuelina de la caballería es la vergüenza, concepto originado en el Epitoma rei militaris de Vegecio, escritor romano citado como máxima autoridad en estos temas al inicio del capítulo: «Pero si vós quisiéredes saber todo esto que me preguntastes de la cavallería complidamente, leed un libro que fizo un sabio que dizen Vejecio e ý lo fallaredes todo» (Alvar / Finci 2007: 381). Se cita concretamente el séptimo capítulo del primer libro: «Iuventus enim cui defensio provinciarum, cui bellorum est committenda fortuna, et genere, si copia suppetat, et moribus debet excellere. Honestas enim idoneum militem reddit, verecundia, dum prohibet fugere, facit esse victorem» (Reeve 2004: 11-12). Para Vegecio la forma de actuar del soldado en el campo de batalla es gobernada por su deseo de defender el renombre de su linaje y de demostrar su buena educación. Esta visión ya aparece en la ley 2 del título 21 de la Segunda Partida, que transpone el pasaje citado a la realidad castellana: «E sobre esto dixo un sabio que uvo nome Vegecio, que fabla de la orden de cavallería, que la vergüença vieda al cavallero que non fuya de las batallas, e por ende ella le faze vencer» (Acero Durántez 2020: 2.21.2). Pero, como nota Martin, el rey sobrepone a esta virtud caballeresca otros conceptos que él asocia con la aristocracia, como el buen linaje y la hidalguía (2004: 220). Estas condiciones son coronadas por la fidelidad, valor supremo de la caballería alfonsí. Lealtad a la tierra, lealtad a la fe, pero antes que nada lealtad al rey. De acuerdo con la ley 2.21.9: Leales conviene que sean en todas guisas los cavalleros, ca esta es bondad en que se acaban e se encierran todas las buenas costumbres, e ella es assí como madre de todas. E comoquier que todos los omes la deven aver, señaladamente conviene mucho a estos que la ayan por tres razones [...]. La primera es porque son puestos por guarda e defendimiento de todos e que non podrían ser buenos guardadores los que leales non 5 Sobre el buen seso, concepto ampliamente usado en la literatura molinista, véanse Cacho Blecua (1996: 126), Parrack (2006: 278-89), Rochwert-Zuili (2011: 8), Gómez Redondo (2013: 285) y Cossío Olavide (2019: 535-536).

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fuessen. La segunda por guardar honra de su linaje, lo que non guardarían cuando en lealtad errassen. La tercera por non fazer ellos cosa por que cayan en vergüença, en lo que caerían más que por otra cosa si leales non fuessen (Acero Durántez 2020: 2.21.9).

El momento final de la ceremonia de investidura alfonsí (ley 2.21.14) termina de reforzar este resorte de control nobiliario, pues en ella se recuerda al nuevo caballero sus obligaciones y se sujeta su comportamiento, mediante un juramento, a la voluntad del monarca: E desque la espada le ovieren ceñido, dévenla sacar de la vaina e ponérgela en la mano diestra e fazerle jurar estas tres cosas: la primera que non recele de morir por su ley si fuere menester, la segunda por su señor natural, la tercera por su tierra. E cuando esto oviere jurado, dévele dar una pescoçada por que estas cosas sobredichas le vengan en miente, diziendo que Dios le guíe al su servicio e le dexe complir lo que allí le prometió; e después d’esto hale de besar en señal de fe e de paz e de hermandad (Acero Durántez 2020: 2.21.14).

Para Juan Manuel la verecundia se asocia con el buen origen, aunque también con la reputación, de ahí que su personaje sugiera que su ausencia puede llevar al caballero a actuar de tal forma que sea «enfamado» (Alvar / Finci 2007: 383), quito de fama y honra6. Esta condición es la peor ofensa que un defensor puede soportar según el Libro de los estados (BETA texid 1630): «todas las otras cosas deve omne ante sofrir que començar guerra, salvo la desonra; ca non tan solamente la guerra, en que ha tantos males, mas aun la muerte, que es la más grave cosa que puede seer, deve omne ante sofrir que pasar e sofrir desonra, ca los grandes omnes que se mucho precian e mucho valen son para seer muertos mas non desonrados» (Macpherson / Tate 1991: 207). Por eso aquí se añade que le «valdrá más al cavallero aver en sí vergüença e non aver otra manera ninguna buena, que aver todas las buenas maneras e non aver vergüença» (Alvar / Finci 2007: 383). Para el autor, la vergüenza es una capacidad que orienta moralmente al caballero (Lizabe 1988: 87), impidiéndole «fazer lo que non deve» y encaminándolo a «fazer lo que deve» (Alvar / Finci 2007: 383-384) en sus deberes estamentales. Respondiendo a esquemas ideológicos más ortodoxos que los de las Partidas, Juan Manuel sostiene que esta virtud también permite a los caballeros cumplir con sus obligaciones hacia Dios, que anteceden en importancia a todos los otros deberes estamentales, ya que la deuda de natura con el creador es más alta que cualquiera de naturaleza que se pueda establecer con los hombres (véase Martin 2004: 230): 6 Sobre la vergüenza en la obra de Juan Manuel, véanse Carreño (1976) y Cacho Blecua (1997, 2000 y 2014).

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Ca si vergüença oviere, guardar se ha cuanto podiere de non fazer cosa por que se vea en vergüença contra Dios. Ca muy sin razón sería en dexar de fazer un fecho vergoñoso si sopiese que·l vería un omne cualquier e non aver vergüença de Dios, que lo crió e lo redimió e le fizo tantos bienes, e sabe ciertamente que lo vee e lo entiende (2007: 384).

Para Alfonso la caballería refleja el orden estamental y se pone al servicio de la religión, pero fundamentalmente del rey como su representante en la tierra —recuérdese la ley 7 del título 1 de la Primera Partida: «E tiene el rey lugar de Dios para fazer justicia e derecho en el reino» (Dietrick Smithbauer 2019: 1.1.7)7—. Juan Manuel revierte esta ecuación. La vergüenza no es tan solo una virtud, es un don divino que permite al caballero operar fuera de las restricciones impuestas por las Partidas; con ellas puede orientar su comportamiento respecto a definiciones ortodoxas de bien y de mal. Con esto en mente, reescribe el pasaje anteriormente citado de la ley 9, elevando este elemento a valor supremo de su caballería aristocrática: «E así podedes saber que la vergüença es la cosa por que omne dexa de fazer todas las cosas que non deve fazer e le faze fazer todo lo que deve. E por ende la madre e la cabeça de todas las vondades es la vergüença» (Alvar / Finci 2007: 384)8. 7 Aunque esta argumentación está presente en el incompleto capítulo 16 del Libro del cavallero e del escudero, es acompañada por una advertencia que reconoce la falibilidad de los monarcas: «Ca los reis son en la tierra en logar de Dios e las sus voluntades son en la mano de Dios e por ellos se mantienen las tierras bien e non tan bien, ca según las maneras o los fechos del rey, así será mantenido el su reino. E Dios quiere que los reis sean en las tierras e las mantengan según los merecimientos de las gentes del su regno» (Alvar / Finci 2007: 378-379). Se expande esta explicación en el Libro infinido (BETA texid 1629): «Vós devedes saber que los reis en la tierra son a semejança de Dios, e cret por cierto que segund los merecimientos del pueblo e segund andan e biven en las carreras de Dios e guardan las sus leis e los sus mandamientos e le aman e le sirven como deven, dales Dios buenos reis, derechureros e piadosos, que los mantengan en paz e en justicia. E bive el pueblo con ellos como los fijos con el padre. E estos tales reis son llamados “reis”. E cuando el pueblo yerra contra Dios e non le sirven como deven, dales Dios reis torticieros e crueles e codicioso e complidores de sus voluntades e desordenados e destroidores del pueblo. E tales reis como estos non son llamados “reis”, mas son llamados “tiraños”» (Mota 2003: 138). 8 Juan Manuel repite esta frase casi textualmente en el famoso ejemplo 50 de El conde Lucanor (BETA texid 1625), en el que Saladino la escucha también de los labios de un caballero anciano: «la mejor cosa que omne puede aver en sí e que es la madre e cabeça de todas las bondades, dígovos que es la vergüença. Ca por vergüença sufre omne la muerte, que es la más grave cosa que puede seer, e por vergüença dexa omne de fazer todas las cosas que non le parecen bien, por grand voluntat que aya de las fazer» (Serés 2006: 211). El caballero añade a su consejo una ortodoxa explicación que vale la pena notar para recordar las implicaciones morales y religiosas de esta virtud: «E assí, en la vergüença han comienço e cabo todas las bondades, e la vergüença es partimiento de todos los malos fechos» (2006: 211).

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Mujeres y transmisión de la herencia en las Partidas de Alfonso X: un marco normativo para la práctica testamentaria bajomedieval1

Miguel García-Fernández2

1. Introducción Es ciertamente frecuente recurrir a las Partidas de Alfonso X cuando se abordan, sobre todo desde la historia social y la historia del derecho, las dos cuestiones que se van a poner en relación en el presente trabajo: la situación de las mujeres en el seno de la sociedad medieval y los sistemas de transmisión de la herencia en un contexto de plena consolidación de la práctica testamentaria como fue el de la Baja Edad Media. 1 El presente trabajo forma parte de las investigaciones desarrolladas de cara a la presentación de mi tesis doctoral sobre La posición de las mujeres en la sociedad medieval. Un análisis de la práctica testamentaria en la Galicia de los siglos xii al xv, en la Universidade de Santiago de Compostela. Asimismo, se ha beneficiado de mi participación en los proyectos: «La casa señorial en Galicia (siglos xiii-xvi). Materiales para su estudio» (HAR2017-82480-P), IP Pablo S. Otero Piñeyro Maseda (IEGPS-CSIC); «HERES. Patrimonio textual ibérico y novohispano. Recuperación y memoria» (CM, 2018-T1/HUM-10230), IP Ricardo Pichel (UAH); «Voces, espacios y representaciones femeninas en la lírica gallego-portuguesa» (PID2019-108910GB-C22), IP Esther Corral Díaz (USC); «Espacios femeninos cortesanos: ámbitos curiales, relaciones territoriales y prácticas políticas en los reinos de la Península Ibérica ca. 1252-1504» (PGC2018-099205-A-C22), IP Diana Pelaz Flores (USC). 2 Universidade de Santiago de Compostela / Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (CSIC-Xunta de Galicia) ([email protected]).

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Si en lo que concierne a la segunda cuestión el impacto de la obra legislativa de Alfonso X se ha valorado muy positivamente, al contribuir a impulsar y perfilar la práctica testamentaria bajomedieval, así como a regular el sistema sucesorio (Martos Calabrús 1998: 50-53, Pacheco Caballero 2012), los estudios sobre las mujeres que recurren a las Partidas tienden a insistir en los desequilibrios y desigualdades de género que estas reflejan y que se verían perpetuados e incluso incentivados por influencia de las mismas (Pallares Méndez 2011: 110-118)3. De hecho, se ha utilizado la obra alfonsí para argumentar la evolución en negativo que afectaría a las mujeres bajomedievales desde el punto de vista social y normativo respecto a sus congéneres altomedievales, tanto en lo que concierne a su posición en el seno de la familia como, especialmente, en el sistema sucesorio. Sin embargo, ¿hasta qué punto las Partidas de Alfonso X regulan tan en negativo la realidad femenina y son reflejo o incluso causa de un radical empeoramiento de la posición de las mujeres frente a contextos sociales y normativos anteriores? Releer el texto y contrastar su contenido con la práctica jurídica parece más necesario que nunca de cara a clarificar dichas cuestiones. En esta ocasión, comenzaremos la tarea releyendo las Partidas para tratar de clarificar su importancia en la definición de un marco normativo para la práctica testamentaria, al ser esta la generadora de un conjunto de fuentes documentales —testamentos, codicilos o mandas— que resultan del máximo interés para el estudio de la sociedad medieval y, particularmente, de la posición social de las mujeres4. Además, el examen de la Sexta Partida permite aclarar, con cierta precisión, el papel de las mujeres en el sistema de transmisión de la herencia, tanto en el caso de la sucesión testada como ab intestato. Se trata de una cuestión fundamental, pues buena parte de las afirmaciones sobre el empeoramiento de la posición social de las mujeres se asocian a los cambios que experimentarían estas en el acceso a las herencias familiares, al apostarse —sobre todo entre la nobleza bajomedieval— por repartos hereditarios desigualitarios en los que se daba prioridad al hijo varón de mayor edad. Pero ¿la legislación bajomedieval exigió o promovió realmente estas soluciones, o solo las posibilitó? ¿Eran estas 3 Sánchez Vicente (1985: 165) concluye, de todos modos, que si bien «las mujeres no son, ante la ley, iguales al hombre; al hombre la legislación le proporciona privilegios, a la mujer le limita los derechos» —afirmación un tanto arriesgada como generalización—, no es posible limitar la posición real de las mujeres a su situación jurídica, pues «el marco legal constituye solo la base». 4 La utilidad de los testamentos y documentos afines como fuentes para la historia social y, particularmente, para la historia de las mujeres ha sido claramente demostrada en diversas investigaciones recientes. Véanse, a modo de ejemplo, Val Valdivieso 2009, García-Fernández 2012, Otero Piñeyro Maseda / García-Fernández 2013, Guillot Aliaga 2013, Guerrero Navarrete 2016 o Barco Cebrián 2018.

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una novedad? ¿En verdad podemos afirmar que las mujeres fueron excluidas o marginadas de la herencia familiar? ¿Acaso no se reguló un sistema de legítimas a favor de hombres y mujeres por igual? Resulta pertinente, pues, aproximarse a la norma diseñada en las Partidas5 para, en futuras ocasiones, valorar cómo se concretó todo ello en una práctica testamentaria que, ya de partida, debemos ser conscientes de que durante la Edad Media no fue mayoritaria6, lo que obliga, precisamente, a conocer con más exactitud la normativa sobre la sucesión ab intestato, que, como ya indicamos, también aparece regulada en el texto alfonsí. Cualquier aproximación histórica a las Partidas ha de tener en cuenta que estas no constituyen el todo del conjunto normativo que estaba en vigor o servía de apoyo a la práctica jurídica de la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media, ni son el reflejo exacto de una realidad social que siempre resulta mucho más rica que la que se dibuja en el marco jurídico establecido. En todo caso, tampoco parece oportuno insistir exclusivamente en la misoginia de un texto que responde a las lógicas androcéntricas y patriarcales de su tiempo —como también existían y se plasmaban en las normas y obras de pensamiento altomedievales—, cuando en las Partidas también se muestran evidencias claras de la importancia social y económica que se les reconocía a las mujeres como parte —igualmente activa— de la sociedad medieval, además de contribuir a su protección jurídica en el seno de la misma (Gámez 5 La influencia histórica, jurídica e historiográfica de estas es sumamente notable. En todo caso, fue el Ordenamiento de Alcalá (1348) el que fijó su carácter de derecho supletorio en la Baja Edad Media, quedando la prelación de fuentes legales del siguiente modo: 1º el Ordenamiento de Alcalá, 2º el Fuero Real y los fueros municipales en vigor, 3º las Partidas, 4º el Rey (Otero 1993-94: 475, González López 2012: 369). 6 Para el caso gallego, que es el que mejor conozco por formar parte de las investigaciones que vengo desarrollando en mi proyecto doctoral —véase la nota 1— y que me servirá a lo largo de este trabajo para contrastar algunas cuestiones establecidas en la norma jurídica elaborada para el conjunto de la Corona con la práctica testamentaria de este territorio del noroeste peninsular, de un total de 37.233 documentos editados de entre 1100 y 1550, que junto a otros inéditos forman parte del corpus documental de mi tesis doctoral en curso, solo el 1,62% son testamentos íntegros; el 0,22% testamentos fragmentarios; el 1,71% cláusulas dispersas; el 0,18% codicilos, y el 0,48% mandas. Además, se aprecian importantes problemas de representatividad social y sexual. De 1255 documentos —testamentos, mandas, cláusulas y codicilos— el 33% son de la aristocracia, el 22% del clero —fundamentalmente regular y de la alta jerarquía— y el 6% de miembros de las élites urbanas. A estos grupos privilegiados se sumarían algunos otros testadores que, por problemas de identificación social, se han etiquetado dentro del 19% sin identificar. Por otra parte, el 70% de los testamentos estudiados son masculinos (356) frente al 30% femeninos (151). Estas cifras actualizan las presentadas en la investigación preliminar realizada en mi memoria de licenciatura: García-Fernández 2012.

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Montalvo 1998, Arauz Mercado 2007); una sociedad bajomedieval que, obviamente, hemos de entender siempre como desigualitaria, pero como lo fue la precedente y lo siguió siendo la posterior. Así, frente a una selección de fragmentos que insistan en las imágenes negativas que los textos jurídicos alfonsíes presentan sobre las mujeres (Pallares Méndez 1999: 118-123), parece oportuno hacer hincapié también en los márgenes de libertad y en los derechos que las Partidas reconocían a las mujeres para ofrecer una visión matizada, equilibrada y, al mismo tiempo, rica y plural de este texto. Por tanto, con las necesarias prevenciones, nos adentraremos en la recepción bajomedieval de las Partidas, atendiendo a cómo estas conformaron un marco normativo —no exclusivo, pero sí fundamental— para la transmisión de la herencia —tanto por vía testamentaria, como por la transmisión de la herencia ab intestato—, en el que resulta fundamental conocer qué papel se concedía y reconocía a las mujeres en todo ello.

2. La práctica testamentaria a través de la Sexta Partida En una Baja Edad Media en la que se consolidó la recepción del Derecho Común, la Sexta Partida constituye —por su precisión y minuciosidad— la principal fuente, aunque no la única, para acercarse a los fundamentos jurídicos de una práctica testamentaria que se estaba consolidando en los territorios ibéricos occidentales y que permitía a los testadores «poner lo suyo a tal recabdo, de que ellos ouiessen plazer: e fiziessen pro de sus animas, e fincaua despues de su muerte lo suyo, sin dubda, e sin contienda a sus herederos» (Acebes Vengazones 2020: 6.0.0)7. No era una cuestión baladí, especialmente si se tienen en cuenta los importantes conflictos y dudas que surgieron en torno a las transmisiones hereditarias. Los testamentos bajomedievales8, entendidos como un tipo documental con unas fórmulas y un modelo notarial claramente definido (Martín Cea 7 Sobre los fundamentos históricos y jurídicos de la libertad de testar, véase el completo estudio de Vázquez Lemos (2019). 8 El testamento bajomedieval fue el resultado de un proceso histórico en el que se mezcló la herencia romana —recuperada y reactualizada con la recepción del derecho romano en la Plena Edad Media en textos como las Partidas— con influencias y fenómenos estrictamente medievales (García-Gallo 1977, García-Fernández 2012: 15-18). De todos modos, de cara a quienes se apoyan en el Liber Iudiciorum para defender la mejor posición de las mujeres altomedievales respecto a sus congéneres afectadas por el marco normativo bajomedieval, es importante destacar que la legislación visigoda ya se preocupó por la práctica testamentaria y por regular el derecho sucesorio (Pérez de Benavides 1975), encontrándose en estos textos importantes coincidencias con lo

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2003-04), se asocian en la Sexta Partida con aquel documento en el que «se encierra, e se pone ordenadamente la voluntad de aquel que lo faze, estableciendo en el su heredero, e departiendo lo suyo en aquella manera, que el tiene por bien que finque lo suyo, despues de su muerte» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.1). Por tanto, la institución de los herederos se presenta ya como una de sus disposiciones más características, sirviendo para clarificar quiénes tendrían derecho y quiénes no a la herencia, al margen de la incorporación de otras disposiciones, como la elección del lugar de sepultura9, la encomendación del alma y la elección de abogados celestiales, sin olvidar el capítulo, más o menos extenso y detallado según los casos, de los legados píos a favor de instituciones eclesiásticas y asistenciales, colectivos desfavorecidos o incluso infraestructuras como puentes, así como de los legados a particulares, observatorio privilegiado de la integración de los testadores y testadoras en complejas redes sociales, económicas, culturales, religiosas y de poder que ponían en relación a hombres, mujeres e instituciones medievales (García-Fernández 2015). En todo caso, todas estas disposiciones debían atender a una serie de requisitos legales y respetar siempre las leyes y costumbres, pues «si la voluntad del testador fuesse contra ley, o contra buenas costumbres, estonce non deue ser guardada, assi como dize en la sesta partida» (Martín Álvarez 2020: 7.33.5). De hecho, en la Sexta Partida se llega a afirmar respecto a las mandas testamentarias que «non puede ningun testador fazer manda en ninguna manera, que por el derecho de las leyes deste nuestro libro non deua ser judgada» (Acebes Veganzones 2020: 6.9.32). Hay en el propio texto una clara vocación por constituirse como el marco normativo referencial sobre la materia, y así parece haber sido en la Baja Edad Media, contando solo con algunas pequeñas modificaciones en relación con los testigos testamentarios en el Ordenamiento de Alcalá (1348) y con un más detenido desarrollo y posteriormente actualizado —que no especialmente innovado— por las Partidas. No en vano, y más allá de las discusiones entre germanistas y romanistas, el derecho romano vulgar y posclásico subyace en todas estas obras, siendo en la Antigüedad tardía cuando se produjo un cambio fundamental: el «establecimiento de una legítima [que] supone que el padre no sea libre para repartir los bienes que ostenta como desee, sino que debe respetar una forma mínima aceptable» para los derechos de los legitimarios (Vial-Dumas 2011-14: 326), entre los que se encontraban los hijos y las hijas; sistema que seguiría operando durante toda la Edad Media. Véase un sucinto recorrido histórico por las formas y formalidades testamentarias a partir de los textos jurídicos ibéricos en Martos Calabrús 1998. 9 En este aspecto hay que atender a lo dispuesto en la Primera Partida, donde se regula la cuestión de los enterramientos e incluso se establecen los derechos de sepultura que debían recibir los clérigos de sus «parroquianos que mueren sin testamento», en el que caso de que los parientes de estos los enterrasen en otras iglesias (Dietrick Smithbauer 2019: 1.13).

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clarificación en las Leyes de Toro (1505) de algunas cuestiones relacionadas con quiénes podían testar, la transmisión de la herencia a favor de los ascendentes y colaterales, los derechos hereditarios de los hijos bastardos e ilegítimos o la cuestión de las mejoras y mayorazgos. Desde el punto de vista tipológico, se diferencia entre el testamento nuncupativo, aquel que se declara ante los testigos —un testamento abierto que podía ser otorgado oralmente o por escrito—, y el testamento cerrado o in scriptis, que solo se otorgaba por escrito y que, al igual que en el caso anterior, necesita de siete testigos, aunque, en esta segunda modalidad, estos desconocían el contenido de las disposiciones testamentarias (Acebes Veganzones 2020: 6.1.1-2). Además, por las particularidades que presenta el testamento cerrado, su apertura se reguló con especial atención (2020: 6.2). Si bien las mujeres podían ser otorgantes —fazedoras— de testamentos sin que se las excluyera por su sexo (2020: 6.1.13)10, respecto a los testigos se establece una serie de prohibiciones entre las que se contempla que no actuasen como tales «nin mugeres, nin los que fuessen menores de catorze años», entre otros colectivos (2020: 6.1.1 y 9)11. ¿Se cumplió este principio? A partir del caso gallego (cf. nota 6) podemos afirmar que, si bien fue así en la mayoría de los casos, algunos ejemplos evidencian que, de forma excepcional, también hubo mujeres que aparecen como testigos en documentos de últimas voluntades (AHN Clero Secular-Regular, carp. 1487, núm. 4). Aunque en la norma se habla de la firma de estos y de los testadores, ciertamente no abundan en la práctica testamentaria bajomedieval, siendo solo a finales del siglo xv cuando empiezan a hacerse frecuentes estas firmas de quienes testaban o de los testigos, como muestran algunos casos en los que, aun sin conservar los originales, se confirma la existencia de firmas autógrafas, también femeninas12. 10 La diferenciación sexual solo se plasma en el hecho de que no podría testar «el moço que es menor de quatorze años, e la moça que es menor de doze años (...), por que los que son desta edad, no han entendimiento complido» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.13). Por lo demás, se verían excluidas solo de existir algún otro factor de los especificados en la ley, pero que operaban igualmente en el caso de testadores varones. 11 Incluso se legisla que en el caso de «aquel que ha natura de varon e de muger (...), si tira mas a natura de muger que de varon, non puede ser testigo en testamento (...). Mas si se acostasse mas a natura de varon, estonce bien puede ser testigo» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.10). En todo ello ya se insistía en la Tercera Partida, donde se llega a aceptar que la «muger de buena fama puede ser testigo en todo pleyto fueras ende en testamento» (Rodríguez Cachón 2020: 3.16.17). 12 El testamento cerrado de doña Urraca de Moscoso, otorgado en 1498, se conserva trasladado tras su apertura y, en el documento resultante, se indica que la carta estaba «firmada del nombre de la dicha señora doña Urraca segund por ella parescia» (García Oro y Portela Silva 2003: 98).

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Otra cuestión a tener en cuenta en relación con la imposibilidad de testar por parte de algunas personas —condenados, rehenes, etc.— es el caso de los hombres y mujeres que entraban en religión, ya que se afirma que «religiosa vida escogiendo algun ome o alguna muger de fazer, assi como entrando en algun monesterio, o faziendose hermitaño o emparedado o tomando otra orden, este atal non puede fazer testamento» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.17). En caso de no tener hijos, los bienes irían para el monasterio y, de lo contrario, siempre se buscaba salvaguardar los derechos a la legítima de estos. En todo caso, las fuentes medievales conservadas ponen de manifiesto que, a pesar de lo indicado, algunas abadesas y monjas sí otorgaron documentos de últimas voluntades13. Mención aparte reciben los clérigos, de los que se dice en la Primera Partida que pueden «fazer testamento de las cosas que les dieren sus padres, o de lo que ganaren de otra parte, seyendo en su poder dellos», regulando además la sucesión de sus bienes ab intestato (Dietrick Smithbauer 2019: 1.21.3-4). La Sexta Partida tiene en cuenta las diferencias sociales entre los testadores (Acebes Veganzones 2020: 6.1.4-6). Por ello, legisla algunas particularidades respecto a los caballeros, los aldeanos —que sitúa especialmente en un contexto de iletrados y a ello se refiere expresamente— o aquellos que, no pudiendo testar, gozaban de un privilegio para hacerlo por concesión regia o imperial. Aunque se relacionan una serie de formalidades legales que habrían de ser cumplidas en los testamentos, al mismo tiempo se ofrecen ciertos márgenes de flexibilidad, especialmente si se respetaban los derechos sucesorios de los herederos forzosos y, por tanto, se reducía el riesgo de generar pleitos sucesorios14. También hemos de tener en cuenta que se trata de un acto jurídico revocable (2020: 6.1.25) y, por tanto, se podían hacer —y de hecho se 13 En 1295 doña Teresa Suárez, ona del monasterio benedictino de San Pedro de Ramirás (Ourense), otorgó su manda con muy diversos legados a favor de diferentes instituciones y particulares. Aunque no hay nombramiento de herederos, sí instituyó a su sobrino como albacea testamentario. En 1301 fue la monja doña Mayor Cantina la que otorgó un testamento señalando que «se meu fillo ou meu neto ou outre de mia lignagem contra estas cousas sobreditas quisser passar ou minguar en qual maneyra quer, mando que aia o moesteyro sobreito o quinto de todos meus bees mouil e rayz liuremente» (Lucas Álvarez / Lucas Domínguez 1988: 444-446, doc. 248; 451-452, doc. 254). 14 Así, «si el padre fiziesse testamento, en que estableciesse por herederos a los fijos, e a los nietos que descendiessen del: o partiesse lo suyo entre ellos, maguer en tal testamento non fuessen escritos mas de dos testigos, valdria bien asi» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.7). Al fin y al cabo, en esta situación no dejaba de operar un sistema similar al de la sucesión ab intestato.

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hicieron— sucesivos testamentos que anulaban los realizados con anterioridad. De querer añadir modificaciones complementarias o menores, podía hacerse mediante el otorgamiento de un codicilo (2020: 6.12). Este consistía en un documento en el que, salvo ante circunstancias excepcionales, se consideraba oportuno que no supusiese nombrar o hacer modificaciones en los herederos (2020: 6.3.7-8). Además, no exigía las mismas formalidades que el testamento y podían ser otorgados varios, quedando en vigor al mismo tiempo. Ello explica que se conserven documentos de últimas voluntades que incluyen el testamento más varios codicilos a continuación15. La defensa del derecho a testar está muy presente en las Partidas, tanto a nivel general (2020: 6.1.26-27 y 29), como en relación con colectivos específicos. Es el caso de los peregrinos, cuyos bienes gozan de una protección específica (2020: 6.1.30-32) y entre los cuales no solo había hombres sino también mujeres, como han demostrado diversas investigaciones en las últimas décadas (González Vázquez 2000; Morrison, 2002; González Paz 2010). Los títulos 6.3, 6.4 y 6.5 de la Sexta Partida se destinaron a regular minuciosamente el tema que más nos interesa aquí y sobre el que nos detendremos más adelante: el nombramiento de los herederos, es decir, determinar las características de la sucesión testada. Como se ha visto, el establecimiento de herederos era uno de los principales motivos para otorgar testamento y, al mismo tiempo, podía ser motivo de importantes conflictos, por lo que resultaba imprescindible regular la sucesión minuciosamente, sobre todo si se apostaba por transmisiones desigualitarias16. Tras determinar «como deuen 15 Es el caso, por ejemplo, del documento de últimas voluntades de María Eanes Gibarra, en 1305, en el que se contiene su testamento y dos codicilos (AHN Clero Secular-Regular, carp. 1457, núm. 20). 16 Releer las Partidas permite comprobar que no se discute en ningún momento un principio claramente asentado en la legislación anterior: el respeto a la legítima. No parece oportuno, por tanto, afirmar que se trata de «una nueva cláusula» o que entre las principales «reformas» de las Partidas se encuentre el «reparto de los bienes entre todos los hijos en lugar de uno solo, por medio de la legítima», como señalan Iglesias y Navarro (2017: 547); máxime si tenemos en cuenta que la nobleza castellana venía practicando un destacado «cognatismo patrimonial» que implicaba la división de la herencia entre todos los hijos e hijas por igual. Por otra parte, durante la Antigüedad tardía, y en el marco de la influencia del derecho romano posclásico, los visigodos regularon el sistema hereditario, cuyo impacto en la Alta Edad Media —con la pervivencia del Liber Iudiciorum o la invocación de la Lex gotica hasta su romanceamiento en el Fuero Juzgo con Fernando III— habría que valorar detenidamente, siendo conscientes de la vigencia de un «Derecho común visigodo» hasta finales del siglo xii, en palabras de Alfonso Otero (1993-94: 476) o, en todo caso, de su importancia en la conformación del derecho territorial de los reinos hispánicos antes —e incluso después— de la recepción del Ius commune (Alvarado Planas 2011). Sea como fuere,

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ser establecidos los herederos en los testamentos» (2020: 6.3), clarificando quiénes podían ser o no herederos, se señalan las «condiciones que pueden ser puestas quando establescen los herederos en los testamentos» (2020: 6.4) y, finalmente, se indican los «otros herederos en los testamentos (...) a que dizen en latin substitutos» (2020: 6.5). A continuación, se regulan los tiempos de aceptación de la herencia17, la renuncia a esta, la importancia de inventariar los bienes del testador antes del reparto18 y, especialmente en lo que concierne a las mujeres, se indica «que guarda deuen poner los parientes del finado, quando su muger dize que es preñada del» (2020: 6.6.17), una casuística no infrecuente, como se ve en muchos testamentos. En todo caso, esta posibilidad obligaba a esperar un tiempo determinado por si la mujer se había quedado embarazada y aún no lo sabía, lo cual también podía dar lugar a algunos engaños; de ahí la necesidad de su reglamentación minuciosa (2020: 6.6). Asimismo, se clarifican los tiempos y modos de la entrega de la herencia, por tanto, la recepción de esta, y cómo debía ser partida entre herederos, tanto en el caso de sucesión testada como ab intestato (2020: 6.1415). Sin duda, la justificación para detenerse con tanta minuciosidad en todo ello era que «acaesce muchas vegadas desacuerdo» entre los herederos (2020: 6.15) y, de hecho, así consta en la documentación judicial de la época, donde los pleitos por herencias son una realidad sumamente frecuente (González Zalacaín 2013: 194-222). Al mismo tiempo, otro aspecto que se reguló con si bien con Eurico no se reconocía una porción legítima, con Leovigildo empezó a configurarse una reserva hereditaria a favor de los hijos, que, finalmente, se consolidaría con la ley Dum Inlicita de Chisdanvinto, en la que se estableció la reserva de cuatro quintos de la herencia a favor de los descendientes —quedando fuera el quinto de libre disposición— y que permitía que un décimo de esa porción —elevada por Ervigio a un tercio— se pudiese destinar a la implantación de la mejora (Vial-Dumas 2011-14: 325, González López 2012: 331-336). El mantenimiento de este sistema de legítimas —en el que no operó la diferencia sexual— es una de las claves para entender la defensa —y no negación— de los derechos hereditarios femeninos en la Baja Edad Media, tanto en las Partidas como en textos posteriores, por ejemplo las Leyes de Toro de 1505. 17 Incluso se hace una referencia especial a los casos en los que si el hijo «touiesse herencia de parte de su madre, o de otro alguno que le establesciesse por su heredero, con intencion quel fijo aya la heredad e non el padre, estonce bien puede el fijo ganar la heredad, e auer la sin otorgamiento de su padre» (Acebes Veganzones 2020: 6.6.13), pues, de esta forma, se trataba de garantizar que el heredero accediese sin interferencias paternas a la herencia materna, cuestión no baladí si tenemos en cuenta la importante mortalidad de la época, también en el caso de muchas madres por circunstancias específicas, como los partos. 18 En la Tercera Partida se describe incluso «como deuen fazer el inuentario en que fazen los herederos escreuir todos los bienes del finado» (Rodríguez Cachón 2020: 3.18.100).

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detenimiento en relación con los herederos fue el de los menores huérfanos y cómo se guardarían sus bienes hasta su mayoría de edad. Sin duda, las altas tasas de mortalidad, no solo infantil sino también de adultos, haría de esta situación una realidad frecuente; por ello se dedicaron al tema los últimos cuatro títulos de la Sexta Partida, con un total de 39 leyes específicas (Acebes Veganzones 2020: 6.16-19). Especial atención se presta en la Sexta Partida a los desheredamientos, para esclarecer cuáles estaban permitidos y cuáles no, para evitar conflictos y solicitudes de anulación testamentaria (2020: 6.7-8). En todo caso, solo se contemplan casuísticas graves como motivo para desheredar a los herederos forzosos, esto es, a los descendientes y, en ausencia de estos, los ascendientes. Finalmente, se aborda la cuestión del apartamiento del resto de parientes. Para proceder a un desheredamiento se debía identificar correctamente al afectado, que podría ser «qualquier de los que descienden del por la liña derecha, quando lo quiere fazer, quier sea varon o quier sea muger, o sea en su poder o non» (2020: 6.7.3). La duplicación del sexo de los posibles desheredados evidencia que, de no mediar desheredamiento, las líneas derechas femeninas (descendientes y ascendientes) estaban plenamente activas y formaban parte de aquellas por las que transitaban con normalidad los bienes y los derechos a las herencias. De todos modos, sí existían algunas circunstancias en las que la diferencia sexual tenía implicaciones. Por ejemplo, un padre podía desheredar a un hijo si acababa preso por las deudas del mismo, «esto se entiende de los fijos varones, e non de las mugeres. Ca a las mugeres defiendeles el derecho que non puedan fiar a otri» (2020: 6.7.4). En este caso los condicionantes de género benefician a las mujeres, pero por considerarlas más débiles y necesitadas de una protección jurídica que se muestra, en buena medida, condescendiente con ellas o que incluso llevó a limitar algunas de sus actuaciones. Por otra parte, también se contempla el desheredamiento de la hija por resistirse al matrimonio pactado por su padre, pero con algunas especificaciones que ponen sobre la mesa la posibilidad de márgenes de libertad e interpretación de la ley19. En otros casos, se regula específicamente el desheredamiento de los varones, entre ellas cuando «el fijo yoguyesse con su madrastra, o con otra 19 «[...] quando el padre quisiesse casar su fija, e la dotasse, segund la riqueza quel ouiesse, e segund que pertenesciesse a ella, e a aquel con quien la queria casar, si ella contra su voluntad del padre dixesse que non queria casar e despues desto fiziere vida de mala muger en puteria, poderla y a el padre desheredar por tal razon. Pero si el padre alongasse el casamiento de su fija, de manera que ella passasse de edad de veynte e cinco años, si despues desto fiziesse ella yerro o enemiga de su cuerpo, o se casasse contra voluntad de su padre, non podria el desheredarla por tal razon: porque semeja que el fue en culpa del yerro que ella fizo, por que tardo tanto que la non caso» (Acebes Veganzones 2020: 6.7.5).

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muger que touiesse su padre paladinamente por su amiga, o si enfamasse el fijo a su padre, o si le buscasse tal mal» (2020: 6.7.4). Por otra parte, también se establecen las casuísticas del desheredamiento de «sus padres e sus madres, o los parientes de quien descienden» (2020: 6.7.11), mientras que se advierte que, «los que estan en la liña de trauiesso, assi como los hermanos», se podían desheredar «con razon e sin razon», por no formar parte ya de los herederos forzosos o legitimarios (2020: 6.7.12). Resulta llamativo, y evidencia la fortaleza que recuperaba el paterfamilias en este contexto jurídico, que si el padre deshereda a un hijo entre los diez y los catorce años, también podría establecer a otra persona como heredero «en los bienes que a aquel mio fijo vinieren de parte de su madre e de los otros sus parientes» (2020: 6.5.6). Es una casuística muy específica y limitada que no pone en duda o compromete la norma general de la transmisión de la herencia materna —como de la paterna— a favor de los hijos e hijas. Al margen de organizar la transmisión del grueso del patrimonio hacia los herederos, los testamentos permitían el otorgamiento de un conjunto más o menos amplio de mandas o legados testamentarios que también contaron con su regulación específica en la Sexta Partida (2020: 6.9), especialmente para evitar que un exceso en lo dispuesto para las mismas se hiciese a costa de la herencia que habría de pasar a los sucesores legítimos (2020: 6.11). Para garantizar el cumplimiento de las disposiciones testamentarias se instituían a los cumplidores testamentarios o albaceas, es decir, «aquellos que han de seguir e de cumplir las mandas e las voluntades de los defuntos» (2020: 6.10.0). Su actividad se regló con el objetivo de fijar sus funciones y tiempos de actuación, además de penar posibles abusos (2020: 6.10). En todo caso, su participación era fundamental y las fuentes evidencian que numerosas mujeres actuaron como albaceas de sus congéneres y de numerosos hombres, especialmente los de su familia. Es un claro indicio de la confianza depositada en ellas y, al mismo tiempo, de su capacidad para realizar diferentes gestiones jurídicas en el seno de la sociedad, ya que el cumplimiento de los testamentos las exigía. Es interesante destacar que en todos estos títulos de la Sexta Partida se observan reflexiones sobre casuísticas muy diversas que, más allá de ser meros ejemplos teóricos o hipotéticos, posiblemente estuvieron muy vinculados a las prácticas sociales, o al menos así parece a tenor de las realidades que encuentra el historiador en las fuentes de aplicación del derecho. Precisamente, González Zalacaín (2013: 222) ha destacado cómo la legislación bajomedieval que examinó en su estudio sobre la conflictividad familiar en la Corona de Castilla —también con motivo de la transmisión de la herencia— «tiene un extraordinario vigor en la práctica judicial cotidiana, en la que se observa

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cómo se manan muchos de los conceptos definidos en los códigos jurídicos vigentes en cada momento». Como derecho supletorio consolidado en el Ordenamiento de Alcalá de 1348, conocer la regulación de los testamentos en la Sexta Partida resulta fundamental para tener en cuenta el marco normativo de una práctica en plena consolidación e incremento. Una práctica testamentaria que permite ver, en su regulación normativa y en su cristalización documental como práctica jurídica (García-Fernández 2012), la importancia de las mujeres dentro del sistema sucesorio castellano, bien como beneficiarias, bien como transmisoras de herencias, es decir, como herederas y testadoras.

3. Herederas y transmisoras de la herencia: las mujeres en el sistema sucesorio de las Partidas. ¿Dónde está la exclusión o marginación de las mujeres? Aunque en el texto se usen los masculinos genéricos, no cabe duda de que la Sexta Partida considera a las mujeres como sujetos de pleno derecho que podían otorgar, con plena autonomía, sus testamentos y codicilos, convirtiéndose, por tanto, en transmisoras de herencias, al mismo tiempo que podían ser beneficiarias de estas, al recibir mandas o ser nombradas herederas o coherederas en los documentos de últimas voluntades de otros. No operaban, en la norma general, criterios de discriminación sexual. ¿Se documenta, pues, la exclusión femenina en la sucesión por razón de su sexo? ¿Se implantó en la norma una recomendación de marginar o incluso lateralizar a las mujeres en la práctica? Examinaremos la fuente para tratar de comprobarlo. Aun así, ya de partida no parece que debamos responder afirmativamente a estas cuestiones y, desde luego, no sin evidenciar la vigencia de una norma general que consideraba por igual los derechos hereditarios tanto masculinos como femeninos, al margen de permitir una organización de la transmisión de la herencia más flexible, que podía ser —o no— desigualitaria, y, en todo caso, no necesariamente contra las mujeres, según lo establecido en el derecho20. Como se ha señalado, la sucesión testada aparece regulada en los títulos 6.3, 6.4 y 6.5 de la Sexta Partida (Acebes Veganzones 2020: 6.3-5), pues «fundamento e raíz de todos los testamentos, de cualquier natura que sean, 20 Para una lectura jurídica más pausada del sistema sucesorio y la regulación de las legítimas en las Partidas, véase González López (2012: 367-420) y, vinculándolas ya a la Edad Moderna, Crespo Fernández (2015: 364-387). Asimismo, véase el reciente estudio sobre el derecho sucesorio en el marco jurídico de la práctica testamentaria establecido las Partidas y otros textos bajomedievales y de comienzo de la Modernidad en la Corona de Castilla de Vázquez Lemos (2019: 173-221).

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es establecer herederos en ellos». El hombre y/o la mujer podían ser constituidos como herederos, «nombrandolo por su nombre, que sea heredero en todo o en parte: como el testador touiere por bien» (2020: 6.3.6). Solo se especifican algunas excepciones. Entre ellas una que afecta exclusivamente a la mujer. Se refiere a la imposibilidad de que la viuda que se volviese a casar antes de un año del fallecimiento del marido se convirtiese en heredera de «ningun ome estraño» ni «otro que fuesse su pariente del quarto grado en adelante» (2020: 6.3.5). Los motivos son dos y tienen que ver con el papel de las mujeres como responsables de la reproducción biológica de la familia y, al mismo tiempo, como única garantía respecto a la ampliación de los herederos legítimos: «por que non dubden los omes, si auiniere que encaesce ella en ese mismo año, de qual los maridos, del muerto o del biuo, es el fijo o la fija que nasciere della. La otra es porque el marido segundo non aya mala sospecha contra ella, porque tan ayna quiso casar» (2020: 6.3.5). En este caso sí se presenta una diferenciación negativa hacia la mujer. De todos modos, ¿realmente ello permite hablar de exclusión o marginación real de las mujeres —entendidas como colectivo— respecto al conjunto de las herencias en el texto alfonsí? Parece a todas luces exagerado, tanto más cuanto que lo que se pretendía con esta medida excepcional solo era desincentivar la rapidez de unas nuevas nupcias antes de un año —ya que podían acarrear fraudes o dudas sobre las legítimas, como ya se ha visto— y, en todo caso, solo afecta a algunas herencias «colaterales». Por lo demás, la institución y regularización de los herederos —sobre todo cuando se trata de los hijos e hijas legítimos que se convertían en herederos forzosos a los que había que garantizar la legítima— no presentan en la norma diferencias entre hombres y mujeres. A todos ellos se les busca garantizar el derecho a la herencia, cumpliéndose con la obligación de dejar la legítima a los descendientes21. En ausencia de 21 Sobre la legítima se establece, al referir en el Título 6.1 «como los que entraron en religion non puden fazer testamento», que, de haber hijos, estos deberían acceder a la misma: «E a esta parte legitima, dizen en latin parte debita iure nature (...). E la legitima parte que deuen auer los fijos es esta, que si fueren quatro o dende ayuso, deuen auer de las tres partes la vna, de todos los bienes de aquel a quien heredan. E si fueren cinco o mas, deuen auer la meytad, e por esso es llamada esta parte legitima, porque la otorga la ley a los fijos, e deuenla auer libre e quita sin embargo e sin agrauamiento e sin ninguna condicion» (Acebes Veganzones 2020: 6.1.17). Esta disposición se diferenciaba de lo establecido en la ley Dum Inlicita de Chisdanvinto, que, presente en el Liber Iudiciorum y en el Fuerzo Juzgo, también continuó en vigor en el Fuero Real del mismo Alfonso X, texto al que se le reconoció preferencia legal sobre las Partidas en el Ordenamiento de Alcalá de 1348. Finalmente, las Leyes de Toro (1505) sancionaron la legítima conforme al modelo del Fuero Juzgo y el Fuero Real: en caso de haber descendientes, estos se quedarían con cuatro quintos de la herencia, y el quinto restante sería de libre disposición (González López 2012: 356-357, 375-377, 421-440).

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estos, la herencia operaba hacia los ascendientes —tanto por línea paterna como materna—22. Todos estos, «los que descienden o suben por liña derecha del testador. Ca estos atales en todas guisas deuen auer la su parte legitima, e non gela pueden embargar» (2020: 6.11.4), tenían prioridad y derecho a recibir la herencia o, al menos, buena parte de ella. Solo un desheredamiento justificado podía impedirlo. Finalmente, de no haber parientes por línea recta descendiente o ascendiente, se podía heredar o desheredar —con razón o sin ella— a las líneas horizontales y transversales, porque «maguer ouiesse hermanos o otros parientes de la liña de trauiesso, bien puede establescer otro por su heredero en su [t]estamento, e fazer de lo suyo lo que quisiere» (2020: 6.8.2). Conscientes de los problemas de homonimia, se insiste en que el testador «deue dezir, o escreuir paladinamente el nome e sobrenome [d]el que faze su heredero, o las señales que en el auia, de guisa que non pueda acaescer dubda» (2020: 6.3.10). En todo caso, si se podía identificar con seguridad a la persona, el nombramiento siempre sería válido (2020: 6.3.13). En la transmisión de la herencia se parte del principio de que «partir puede el fazedor del testamento su heredad, en tantas partes quantas quisiere» (2020: 6.3.16). Por ello, la norma no obliga ya desde el principio a discriminar a unos herederos sobre otros por la imposibilidad de establecer más o menos cupos hereditarios. Además, se aclara cómo habrían de ser partidos los bienes entre los herederos cuando estos eran muchos23. Esta cuestión resulta fundamental, pues evidencia que, desde el momento en que las mujeres eran instituidas como herederas universales —habitualmente figuran como tales todos los hijos e hijas del testador o testadora—, de no existir otras especificaciones, ellas no solo tendrían garantizada su legítima, sino que entrarían a formar parte de un reparto igualitario sobre el conjunto de la herencia. Sin embargo, si algo permitía la sucesión testada era organizar con más flexibilidad la transmisión de la herencia acorde a la voluntad e intereses del testador. Siempre y cuando se respetasen las formalidades correspondientes 22 Mientras el Fuero Real, dependiente del Liber Iudiciorum, no recogía la legítima de los ascendientes, en las Partidas se fijaba para la misma un tercio de los bienes del difunto (Pacheco Caballero 2012: 131). Finalmente, las Leyes de Toro establecieron para los ascendientes en línea recta una legítima de dos tercios, quedando un tercio de libre disposición (González López 2012: 426). 23 «[...] tres o quatro omes establesciendo el testador por sus herederos ayuntadamente, non diziendo quanta parte de la herencia da a cada vno: dezimos, que seran herederos todos egualmente. Mas si su entencion del testador fuesse atal, que quisiesse dar mas a los vnos que a los otros, estonce deue señalar en quanta parte establesce a cada vno dellos» (Acebes Veganzones 2020: 6.3.17).

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y los referidos derechos a la legítima que tenían todos los descendientes legítimos, se abría la posibilidad de nombrar a otros herederos o favorecer a unos sobre otros, como se regula en la ley «Como si el padre da a su fijo su parte legitima, puede fazer de lo otro lo que quisiere», en la que incluso se establece que el testamento valdría aunque lo dispuesto en el mismo fuese inferior a su legítima, porque el afectado «podria demandar que aquello que le menguaua de la su parte, que deuia auer, que gelo cumpliessen, e los otros que son escritos por heredero en el testamento son tenudos de lo fazer» (2020: 6.8.5). En todo caso, esta posibilidad de un reparto desigualitario ni era nueva ni se regula específicamente en la Sexta Partida contra las mujeres. Otra cosa es ver cómo operó todo ello en la práctica y tratar de entender por qué pudo ser interesante dentro de las estrategias familiares privilegiar a unos hijos —y sobre todo a un varón— sobre el resto. A la hora de determinar las condiciones que se podían imponer a los herederos, tampoco se aprecia el establecimiento de mayores dificultades para las mujeres respecto a los hombres (Acebes Veganzones 2020: 6.4). La norma, pues, tampoco las excluye o margina en este sentido, aunque no por ello debemos omitir una lectura de género. Por ejemplo, a la hora de abordar casuísticas específicas, como la de «si el testador que faze el testamento dixesse “mando atal muger cient marauedis” o “fagola mia heredera si casare con tal ome”», en el fondo se está evocando una realidad social que posiblemente afectaba más a las mujeres que a los hombres. Aunque ¿acaso buena parte de los matrimonios aristocráticos no fueron igualmente impuestos a los hijos varones? La edad en el acceso al matrimonio y las diferencias de género son una realidad, pero en modo alguno parece posible simplificar la situación considerando que solo las mujeres se vieron inmersas en estrategias matrimoniales impuestas. ¿Qué establece, en todo caso, la Sexta Partida sobre esta casuística? Que «si la muger non quisiere cumplir la condicion, non queriendo casar con aquel con quien le mandaua el testador, non aura el heredamiento, nin la manda. Fueras ende si aquel con quien la mandaua que casasse fuesse pariente della, o tal ome con quien non deuia nin podria casar segund derecho» (2020: 6.4.14). Tampoco quedaba excluida si «el otro non quisiesse: estonce seera la muger heredera o aura tal manda, e non se le embargara por esta razon». Lo que se ve reforzada es la capacidad del testador para imponer condiciones a los beneficiarios de su herencia o sus mandas testamentarias. Y, aunque se hace mención expresa a la mujer porque —insisto— posiblemente era más habitual que esta circunstancia les afectase a ellas, ¿no se estaba fijando simplemente como norma general que cualquier condición impuesta conforme a derecho y que estuviese en manos del beneficiario debería cumplirse para recibir lo legado? De hecho, cuando se regulan las mandas testamentarias se

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llega a plantear una casuística similar referida a los hombres y sus posibles matrimonios24. Más allá de abordar, por tanto, casuísticas en las que operaron las diferencias de género —y que han de ser examinadas con precaución, pues todas ellas presentan matices de gran relevancia que animan a evitar las simplificaciones y generalizaciones—, cuando se establecen las «condiciones que en parte cuelgan del poder de los omes, e en parte estan en aventura», el factor diferencial pasaba a ser, fundamentalmente, el hecho de ser o no descendiente y, por tanto, heredero forzoso; no ser hombre o mujer. Así, «si el heredero que assi era establescido fuesse de los descendientes, de aquel que establesciesse, valdria el testamento, maguer non se cumpliesse la condicion» (2020: 6.4.9). Donde no cabía establecer ninguna condición —salvo de mediar un desheredamiento— era en el caso del establecimiento de la legítima, pues «libremente, e sin ningund agrauiamiento e sin ninguna condicion, deue auer el fijo su legitima parte de los bienes de su padre e de su madre»; solo en el caso de que «el padre quisiere establescer su fijo por heredero en mas de su parte legitima, en aquello que le dexa de mas, bien puede el padre poner aquella condicion» (2020: 6.4.11). Queda claro que, aunque se contemplan repartos desigualitarios —que pueden estar o no condicionados a cumplir algunos requisitos—, la legítima ha de respetarse siempre. Incluso en el caso de que el testador o testadora nombrase como herederos a dos hijos con la condición de que los bienes del primero que falleciese pasasen al supérstite, lo cierto es que «muriendo el vno, e dexando fijos, que el otro hermano que finca biuo non deue heredar lo suyo, mas los fijos del muerto lo deuen auer» (2020: 6.4.10). El vínculo descendiente directo, pues, prima sobre el colateral en todo momento y ello también operó en beneficio de las hijas frente a los tíos de estas en la Baja Edad Media. En la Quinta Partida se reconoce el derecho de los testadores a establecer impedimentos a sus herederos para enajenar algunos de los bienes recibidos —«de los que en su testamento defienden que su castillo o torre o casa o viña o otra cosa de su heredad non lo pudiessen vender» (Fierro Vega 2020: 5.5.44)—, lo que remite a estrategias sucesorias llamadas a tener gran éxito a finales de la Edad Media y, sobre todo, durante la Edad Moderna, como fueron los vínculos y mayorazgos. En todo caso, todo ello fue regulado con 24 «[...] si el testador dixesse asi: mando a fulano ome mill marauedis si casare con tal muger. Ca si aquel a quien fue fecha la manda, non quisiere fazer el casamiento con aquella muger, o si muriesse alguno dellos enante que casassen, dezimos que non valdria la manda. Mas si se embargasse por culpa de la muger, que non quisiesse casar con el, estonce valdria la manda» (Acebes Veganzones 2020: 6.9.22).

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más detenimiento en las Leyes de Toro de 1505, no en las Partidas (Vázquez Lemos 2019: 226-258). Por otra parte, los testadores también acostumbraron a otorgar mandas específicas a los hijos e hijas naturales, además de pedir en ocasiones a la viuda o a los herederos que los amparasen. Estas decisiones podían derivar en conflictos, de los que se advierte en la Tercera Partida, «quando el padre dexa a sus fijos de ganancia en su testamento mas de lo que dizen las leyes deste nuestro libro» (Rodríguez Cachón 2020: 3.14.3). Aun así, estaba claro que una de las diferencias fundamentales entre los hijos legítimos y los ilegítimos era que los primeros «heredan a sus padres e a sus abuelos, e a los otros sus parientes, assi como dize en el titulo de las herencias, lo que non pueden fazer los otros que non son legitimos» (Cuéllar González 2020: 4.13.2). Con todo, en ausencia de hijos legítimos herederos, el testamento podía convertirse en un instrumento para legitimar y convertir en herederos a los hijos naturales, con el consentimiento regio, pero sin que los hijos legitimados heredasen los bienes «de los otros parientes si moriessen sin testamento» (2020: 4.13.6-7). Aun siendo el testamento el principal instrumento jurídico para organizar la transmisión de la herencia a voluntad del testador o testadora, la Sexta Partida aclara que en ella también se trata de forma más global «de las herencias, que los otros heredan dellos despues que mueren, tambien por testamento como por manda, o por otra qualquier manera» (Acebes Vengazones 2020: 6.0.0). Esta precisión se debe, sin lugar a dudas, a la importancia que tendría la sucesión ab intestato, aquella en la que la persona muere sin testamento, en una sociedad en la que —insisto— no se testaría de forma mayoritaria. El título 6.13 clarifica «las herencias que ome puede ganar por razon de parentesco, quando el Señor della muere sin testamento» (2020: 6.13). Es aquí donde se comprueba verdaderamente el papel de las mujeres en el sistema sucesorio, pues, aunque el testamento permitía establecer sistemas de repartos desigualitarios siempre que se respetase la legítima —aunque, por supuesto, no se obligaba a ello—, de no hacerse tenía vigencia un sistema de reparto totalmente igualitario que es el que operaba en esa mayoría social de sucesiones en las que no mediaba testamento alguno. Veamos algunas de las consideraciones fijadas en el referido título de la Sexta Partida, aunque no debemos olvidar que, en aspectos no legislados específicamente, seguía teniendo vigor en la Baja Edad Media lo fijado en el Fuero Juzgo25, y su precedente el Liber Iudiciorum, que regulaban explícitamente el derecho de las mujeres a acceder 25 Evidencia de su relevancia y funcionalidad bajomedieval es su difusión incluso a través de traducciones, como evidencia el testimonio bilingüe del Códice López Ferreiro (véase Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 189-194).

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en igualdad de condiciones que los hombres a las herencias26. Nada de esto se contradice en la Sexta Partida, más bien al contrario: se refuerza. Al fallecer una persona —hombre o mujer— la línea de sucesión hereditaria natural y forzosa establecía que «el fijo, o el nieto que nasciesse de otro su fijo, ganan e heredan todos los bienes del finado, quier sean varones, quier mugeres» (Acebes Vengazones 2020: 6.13.3)27. Se destaca, pues, la dualidad de sexo de los herederos, demostrándose una no exclusión ni marginación de las mujeres y, aquí, ni siquiera una lateralización femenina (García-Fernández 2017: 83-84; 150-151). En la sucesión ab intestato o en la testada, si en esta eran nombrados como herederos universales el conjunto de los hijos e hijas —sin más especificaciones—, todos ellos heredarían por igual, y este hecho supone un elemento clave para entender la pervivencia del cognatismo patrimonial en el seno de la Corona de Castilla más allá de la Edad Media y especialmente al margen de los grupos sociales privilegiados y de algunas estrategias de herencia desigualitarias que arraigaron en determinadas áreas geográficas28. En caso de no existir o de fallecer los hijos e hijas sin descendientes, cobra fuerza la línea ascendente, en la que, de nuevo, es visible la importancia de las mujeres y las líneas femeninas como beneficiarias de las herencias29. De no operar la transmisión ascendente o descendente, entonces los 26 Así, en el Fuero Juzgo leemos que «La muier deve venir eguamientre con sus ermanos á la buena del padre, é de la madre, é de los avuelos, é de las avuelas de parte del padre é de parte de la madre; é otrosí a la buena de los hermanos é de las ermanas. E otrosí deve venir á la buena de los tios, é de las tias, é de sus fiios. Ca derecho es que aquellos que natura fizo eguamientre parientes, eguamientre vengan á la buena...» (RAE 2015: IV, 2, 9). 27 Operaba un principio similar al establecido en el Liber Iudiciorum o el Fuero Juzgo: «si el padre o la madre murieren sin testar, las hermanas tienen derecho a la herencia a partes iguales con sus hermanos en todos los bienes de los padres sin obstáculo alguno» (Ramis Serra / Ramis Barceló 2015: IV, 2, 1; RAE 2015: IV, 2, 1). 28 Así se muestra en el estudio del sistema sucesorio en tierras lucenses durante la Edad Moderna, donde se concluye que «la necesidad de adoptar el sistema de mejora era clara», pues «los campesinos debían enfrentarse a las duras condiciones que el medio les imponía», por lo que «era preciso equilibrar mediante estrategias sucesorias y matrimoniales adecuadas» (Sobrado Correa 2001: 400-429; 426 para la cita). 29 «[...] deuen heredar los ascendientes, a aquellos que descendieron dellos, e dezimos que quando acaesciere que el fijo muera sin testamento, non dexando fijo nin nieto que heredasse lo suyo, nin auiendo hermano nin hermana, que estonce el padre e la madre deuen heredar igualmente todos los bienes de su fijo. E si hermanos ouiese, estonce deuen ellos con el padre e con la madre partirlo por cabeças». De no quedar nadie de los anteriores, heredarían los abuelos, «quier sean de parte de su padre, quier de parte de su madre» (Acebes Vengazones 2020: 6.13.4).

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hermanos y hermanas, los sobrinos y las sobrinas asumían el protagonismo, estableciéndose diferentes casuísticas en función de que los hermanos lo fuesen por parte de ambos progenitores o de uno solo (Acebes Vengazones 2020: 6.13.6-7). Sea como fuere, tampoco aquí se atisba discriminación por razón de sexo. Más complejo era el asunto de los hijos naturales habidos sin que mediase vínculo matrimonial pero «en tiempo que el [difunto sin testamento] non ouiesse muger legitima, nin ella otrosi marido», para lo cual se establecían diferentes casuísticas y soluciones. Por el contrario, siendo «de fornicacion o de incesto o de adulterio, este atal non puede ser llamado fijo natural nin deue heredar ninguna cosa de los bienes de su padre» (2020: 6.13.8-10). En este asunto se establece una diferenciación por sexo del testador al contemplar que «las madres siempre son ciertas de los fijos que nascen dellas; por esta razon todo fijo deue heredar en los bienes de su madre en uno con los otros fijos legitimos que nasce[n] della, quier sea legitimo o non». Aunque también se establecen limitaciones, resulta de interés ver la importancia que se concedía al vínculo materno-filial, considerado siempre como más certero que el paterno-filial30. Un caso particular de legitimarias era el establecido a favor de las mujeres pobres que se habían casado sin dote y que corrían el riesgo de quedar desamparadas. Por ello, se determinó que, si el marido «non dexasse a tal muger en que pudiesse bien e honestamente beuir, nin ella lo ouiesse de lo suyo, que pueda heredar fasta la quarta parte de los bienes del, maguer aya fijos, pero esta quarta parte non deue montar mas de cient libras de oro» (2020: 6.13.7). Era una forma clara de ofrecer protección específica a las viudas pobres. Al margen de las disposiciones fijadas en la Sexta Partida, la búsqueda de un reparto igualitario entre los hijos (e hijas) se tiene muy presente en el conjunto de las Partidas. Así, a la hora de regular las donaciones (Fierro Vega 2020: 5.4), se establece que si el padre otorga a un hijo algo en donación, «si ouiesse otros hermanos, tenudo seria despues de muerte de su padre de aduzirla e meterla a particion con ellos, o de rescebirla en su parte, entregandose cada vno de los otros hermanos de otro tanto como valiesse la donacion que le dio el padre» (2020: 5.4.3), a excepción del caballo, las armas 30 De hecho, al establecer la sucesión de hijos naturales sin descendientes y ascendientes, también se establece que «estonce sus hermanos que le pertenescen de parte de su madre deuen auer todo lo suyo; e si otros hermanos ouiere de parte de su padre tan solamente, non heredaran ende ninguna cosa. E esto es porque los hermanos que le pertenescen de parte de su madre son ciertos, e los de parte de padre son en dubda» (Acebes Vengazones 2020: 6.13.11-12).

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o los libros que le pudo haber dado para armarle caballero o darle formación letrada. Además, en el caso de haber hecho donación de «todo lo suyo, o gran partida dello» antes del nacimiento de hijos, se anularía la donación para salvaguardar el derecho a la herencia de estos o, en caso de querer hacer una donación importante tras haber tenido hijos legítimos, «puedelo fazer, en tal manera que toda via finque que saluo a los fijos la su parte legitima» (2020: 5.4.8). Otro caso particular era el que surgía ante los prohijamientos, que abrían la puerta a que el prohijado «heredara todos los bienes de aquel quel porfijo, si muriere sin testamento e non ouiere otros fijos, ca si los ouiere, partira con ellos e aura su parte, como qualquier dellos» (Cuéllar González 2020: 4.16). De todos modos, esta situación afectaría mayoritariamente a hombres, habida cuenta de que incluso se establecía que «ninguna muger non ha poder de porfijar», salvo con autorización regia y atendiendo a determinadas circunstancias. También resulta de interés señalar la disposición establecida en la Cuarta Partida con ocasión de legislar las razones por las que cada uno de los cónyuges se quedarían con los aportes que sus parejas habían hecho al matrimonio —la dote y las arras—: «finando el marido o la muger sin testamento e non dexando fijos nin otros parientes que hereden lo suyo, que el otro que finca biuo, gana la dote, o la donacion, que fue fecha por el casamiento, e todos los otros bienes que ouiere el que muriere assi» (Cuéllar González 2020: 4.11.23). De hecho, no es difícil documentar en los testamentos el deseo de nombrar a la cónyuge como heredera universal en ausencia de hijos. Sin duda, es una expresión evidente de la importancia que también tuvo el vínculo conyugal en la Edad Media, no tanto como simple alianza impuesta por la sociedad o como carga, sino como auténtica unión armónica y de confianza, beneficiosa para los implicados31. De todos modos, y como se ha referido por hallarse ello confirmado en la Sexta Partida (Acebes Veganzones 2020: 6.3.5), también se estableció en esta Cuarta Partida que si la mujer viuda se casaba antes de un año «deue perder las arras, e la donacion que le fizo el marido finado, e las otras cosas que le ouiesse dexadas en su testamento, e deuenlas auer los fijos 31 Hacia 1347 la aristócrata Teresa Gil, hija de Gil Fernández de Limia, nombró heredero de todos sus bienes muebles y raíces a «Nuño Fernandez, meu marido. Et ssacoo em todos elles por meu heree», además de instituirlo como albacea (Lucas Álvarez / Lucas Domínguez 1988: 496-497, doc. 309). De todos modos, entre la práctica testamentaria gallega se aprecia una mayor tendencia al nombramiento de los cónyuges como herederos —en el caso de no haber hijos— dentro de los espacios urbanos, posiblemente en relación con un modelo de familia más nuclear y menos tendente a proyectarse hacia los parientes colaterales.

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que fincaren del, e si fijos non dexare, los parientes que ouieren de heredar lo suyo» (Cuéllar González 2020: 4.12.3). En todo caso, en el derecho de sucesiones plasmado en las Partidas y en otros textos de Alfonso X, como el Fuero Real32 —en el que se establecía una legítima a favor de los descendientes distinta, consistente en las cuatro quintas partes, con la posibilidad del tercio de mejora, y dejando, por tanto, un quinto de libre disposición33—, queda claro el importante papel concedido y reconocido a las mujeres como herederas del patrimonio familiar durante la Baja Edad Media (González López 2012: 353-420). El sistema de legítimas, que garantizaba el acceso a un mínimo de la herencia, se reforzó en ambos códigos, si bien el Fuero Real, con su mayor continuismo respecto a los textos normativos romano-germánicos, estipulaba la misma proporción que el Liber Iudiciorum y el Fuero Juzgo, que, en realidad, fue la que realmente se consolidó en la práctica jurídica a finales de la Edad Media y durante la Edad Moderna en la Corona de Castilla. De hecho, no son infrecuentes las alusiones testamentarias en esos contextos al quinto de libre disposición o a la mejora del tercio a favor de un descendiente —o incluso una mejora del tercio y quinto—, mientras el resto de los herederos forzosos pasaban a ser coherederos de un remanente que implicaba el acceso de hijos e hijas a los dos tercios de los cuatro quintos restantes. En todo caso, nada en las Partidas cuestiona el papel de las mujeres como sujetos de pleno derecho con capacidad para transmitir y recibir herencias. Al contrario, lo confirma como norma general. 32 Para Alfonso Otero (1993-94: 487), el Fuero Real no era sino una «codificación altomedieval (...), codificación final, que puso fin al sistema de derecho altomedieval castellano-leonés», tomando como base el Liber Iudiciorum o el Fuero Juzgo, más el Fuero de Cuenca. Lo cierto es que la difusión bajomedieval de este texto también se pone de manifiesto con la existencia de traducciones gallego-portuguesas (Corral Díaz / Pichel et al. 2020: 195-202), que se suman a las de las Partidas. Sobre estas remito a los capítulos de Ricardo Pichel y José Domingues publicados en esta misma obra (pp. 117-133 y 103-116, respectivamente) y a Corral Díaz / Pichel (coords.) (2020: 137-188). 33 «Ningún omne que ouiere fiios o nietos (...) que ayan derecho de heredar, non pueda dar nin mandar a su muerte más de la quinta part de sus bienes; pero si quisiere meiorar a alguno de los fiios o de los nietos, puédalos meiorar en la tercera parte de sus bienes, sin la quinta sobredicha que pueda dar por su alma en otra part do quisiere e non a ellos» (RAE 2015: III, 5, 9; apud González López 2012: 356-357). De hecho, en las Leyes de Toro se establece que se puede hacer el tercio de mejora «conforme á la ley del Fuero» (Pacheco 1862: 272, ley 18) o incluso el «tercio e quinto» a favor del «fijo ó fijos ó nietos que ellos [padre, madre o abuelos] mejoraren», aunque «no lo pueda el testador cometer á otra persona alguna» (1872: 278, ley 19).

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4. Consideraciones finales La relevancia histórica y jurídica de las Siete Partidas es evidente en muchos ámbitos; entre ellos, el de la práctica testamentaria. Además de caracterizarla y detallar lo que en ese contexto de recepción del derecho común romano comenzaba a hacerse cada vez más habitual —siempre dentro de unos límites de difusión social—, el texto alfonsí sirvió de marco jurídico de referencia para el otorgamiento —con validez legal— de las últimas voluntades bajomedievales y, en estrecha relación con estas, para la consolidación de un sistema de transmisión de herencia, testada y ab intestato, que tuvo una larga vigencia. El Ordenamiento de Alcalá (1348) y las Leyes de Toro (1505) contribuyeron posteriormente a modificar, clarificar y organizar algunos aspectos sobre estos asuntos —sobre todo en relación con la mejora y el mayorazgo a inicios del siglo xvi—. Sin embargo, la Sexta Partida constituye un compendio normativo —o incluso podríamos hablar de un tratado de reflexión social y legal mucho más amplio— de imprescindible consulta para entender la importancia de un instrumento jurídico como el testamento, que tuvo una gran trascendencia en la transmisión de la herencia bajomedieval —sobre todo entre la aristocracia— y, consecuentemente, para valorar la importancia de las mujeres medievales en el acceso y la transmisión de bienes, que es una de las cuestiones que más se invocan en la historiografía a la hora de considerar que las mujeres de los siglos xiv y xv habrían visto empeorar su posición en el seno de la sociedad medieval de forma notable. No obstante, ¿qué novedades tan negativas se desprenden en este sentido de una lectura pausada de la Sexta Partida respecto a textos que se consideran como paradigmáticos de una situación jurídica de «igualdad» entre hombres y mujeres, como el Liber Iudiciorum? En realidad, tal vez no tantas como a veces se afirman o insinúan, sobre todo si comparamos directamente el texto alfonsí con el Liber o el Fuero Juzgo, en los que no solo se regulan las legítimas —siendo su proporción la que se consolidó finalmente en la práctica bajomedieval—, sino también la posibilidad de establecer mejoras. Así, aunque se insiste habitualmente en el papel que tuvo el Ius commune en el fortalecimiento del cabeza de familia —un varón— y en que «las líneas particulares del régimen vincular y del gobierno familiar que en el mismo se generalizan e imponen vienen a condicionar una situación muy supeditada y discriminada de la mujer en cuanto tal» (Clavero 2001: 70-71), parece necesario animar no solo a contrastar los cambios jurídicos establecidos o desarrollados en las Partidas con las realidades fijadas en textos anteriores —que seguirían siendo de uso frecuente en el Occidente peninsular—, sino, sobre todo, comprobar si las posibilidades de una transmisión hereditaria desigualitaria establecidas por la norma se pusieron en práctica

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y, en todo caso, de qué forma, con qué condiciones y en qué contextos. De hecho, ¿la posibilidad de una exclusión o marginación femeninas —nunca formulada como tal en realidad, sino presentada como una «lateralización» ante el efecto de una mejora que se podía establecer a favor de cualquier hijo, independientemente de su sexo, pero que tendió a hacerse a favor de los hombres— implicaba que el texto normativo obligase o animase a ponerla en marcha? ¿El desequilibrio en la sucesión testada, entrando en juego la edad y las diferencias de sexo, implicaba realmente una radical exclusión femenina o la total pérdida de importancia de las mujeres y las líneas femeninas en el sistema hereditario? Creo que una relectura desde planteamientos más ricos y abiertos, como son los que actualmente se utilizan dentro de los estudios sobre las mujeres, permiten ofrecer importantes matizaciones relacionadas con la necesidad de un lenguaje más preciso y afinado —no siendo equiparable, por ejemplo, la «lateralización» de las mujeres a su «exclusión» o «marginación» (García-Fernández 2017: 82-85)— y con la de analizar la importancia e influencia social, económica y política de las personas —y especialmente de las mujeres— a través de estrategias de significación diferentes, donde el poder informal desempeñaba un papel esencial que no siempre se ha valorado desde perspectivas más tradicionales o institucionalistas. En todo caso, si bien en la sistematización que hace la Sexta Partida sobre la práctica testamentaria se aprecia la novedad de un mayor incremento del derecho romano en la medida en que se daba un paso en firme hacia la recuperación del testamento como instrumento para organizar la transmisión de la herencia y, por tanto, se reforzaba la capacidad y autoridad del testador —hombre o mujer— para decidir sobre el patrimonio personal y familiar, lo cierto es que ni se innova incorporando la posibilidad de mejorar a unos herederos sobre otros34, ni se excluye a las mujeres en la recepción de 34 En su estudio sobre el testamento visigótico, Pérez de Benavides (1975: 107 y ss.) aborda cuestiones como la mejora, que, como se ha indicado antes, ya existía en el derecho romano posclásico y que permitía establecer un reparto no igualitario, cuyo uso social parece no haber sido especialmente relevante, pero que tampoco podemos descartar ante la falta de un corpus documental que permita contrastar la norma con la práctica. No puedo dejar de mencionar, en todo caso, un documento gallego que anima a plantear algunos interrogantes sobre el contexto alto y plenomedieval de «igualdad absoluta» entre hombres y mujeres a la hora de recibir la herencia. En 1086 el aristócrata Ero Armentáriz otorgó un documento, que aparece denominado como «kartula meliorationes uel profiliationis» en dos ocasiones y, al final, como «kartula meliorationis», a favor de «filio meo Pelagio Eriz» (AHN Códices, L. 976, fols. 138v-139r). El padre le otorgaba unas propiedades al hijo, que, siendo descendiente legítimo —y nada indica lo contrario—, carece de sentido que «prohijase», de lo que deducimos que, posiblemente, lo que estaba haciendo era mejorarlo respecto a otros posibles descendientes. En todo caso, habrá que estudiar en el futuro otros

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la herencia: la legítima estaba garantizada en los casos correspondientes al margen del sexo de los legitimarios y, de hecho, insistimos en que nada impedía legalmente que las mujeres fuesen las herederas mejoradas. Tampoco que la sucesión testada fuese igualitaria, como figura en muchos testamentos bajomedievales —aunque sucede en menor medida en el caso de la nobleza—. Por tanto, las Partidas pudieron favorecer la adopción de determinadas prácticas hereditarias al impulsar la sucesión testada en un nuevo contexto jurídico y socioeconómico —de hecho, no carece de importancia que la consolidación definitiva del sistema de linajes en el Occidente peninsular tuviese lugar en plena crisis bajomedieval—, pero no por ello obligaron a adoptar prácticas sucesorias desigualitarias ni, cuando se adoptaron, pusieron en peligro los derechos y posibilidades femeninas en el acceso a una parte de la herencia. Otra cosa es que, especialmente en el seno de la nobleza, y tras la coexistencia plenomedieval de lo que Sottomayor Pizarro (1999: 132, 174) ha denominado como agnatismo político y social junto al cognatismo patrimonial, los testadores de la nobleza finalmente apostasen por repartos desigualitarios a favor de los varones de mayor edad como estrategia para garantizar la reproducción del linaje en tanto realidad autónoma, y limitando, así, su debilitamiento ante la constante fragmentación del patrimonio familiar entre todos los hijos e hijas, al mismo tiempo que se intentaban controlar las posibles interferencias de la figura del yerno. Sin duda, en un contexto reforzado de la figura del paterfamilias —asociado, sin duda, a esa recuperación del Ius commune—, este último podía constituir una amenaza en el caso de las hijas herederas, además de provocar un proceso de absorción de linajes y vínculos, como se aprecia con frecuencia en la Edad Moderna, lo que, por otra parte, no deja de evidenciar el importante papel de las mujeres y de las líneas femeninas como herederas y transmisoras de herencias dentro de los linajes y casas señoriales. Por otra parte, a pesar de la importancia que adquirió durante la Baja Edad Media la práctica testamentaria como forma de organizar la transmisión de la herencia —especialmente dentro de la nobleza y de las élites urbanas—, las Partidas también prestaron especial atención a la sucesión ab intestato. Y, de hecho, ¿no fue esta la que entró realmente en juego en la mayoría de los casos si nos interesamos por el conjunto social? Ante esta situación, las Partidas son claras y los continuismos evidentes. La mayoría social, que, ciertamente, no otorgaría testamento —bien por no poder, bien por no haberlo previsto o, simplemente, por no considerarlo necesario—, se vería inmersa en un sistema casos de «kartula meliorationis» o «profiliationis» a favor de un hijo propio y no un extraño.

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de sucesión ab intestato que confirma la condición de coherederos por igual al conjunto de la prole, sin que la diferencia sexual o por edad funcionasen como factores diferenciadores en el acceso a los bienes muebles, raíces o semovientes. Si esta seguía siendo la estrategia sucesoria mayoritaria al final de la Edad Media —incrementada por los casos en los que en los testamentos se nombraba igualmente como coherederos universales a todos los hijos e hijas sin apostar por un reparto desigualitario—, ¿podemos realmente generalizar la idea del radical empeoramiento femenino en el periodo bajomedieval, asociando las Partidas a un sistema de reparto desigualitario menos favorable a las mujeres, cuando una lectura contrastada del texto alfonsí con el Liber Iudiciorum y su romanceamiento en el Fuero Juzgo evidencia importantes similitudes en cuanto a las posibilidades jurídicas que se establecían? Una mirada global permite comprobar que, precisamente, el sistema sucesorio castellano-leonés —tanto en relación con el acceso al trono (Segura Graíño 1989) como con la herencia familiar— tuvo siempre muy presentes a las mujeres. Estas fueron propietarias, gestoras y transmisoras de bienes, y esta realidad es la que se nos muestra con claridad en unas Siete Partidas que pudieron contribuir a la conformación de un marco jurídico para la práctica testamentaria en el que los repartos desigualitarios de la herencia se permitían e incluso se pudieron incrementar en un contexto socio-económico como el bajomedieval dentro de determinados grupos sociales, lo que, sin embargo, no implicaba nunca dejar al conjunto de herederos naturales sin su parte correspondiente de la herencia familiar. La mejora —incluso en el caso de ser a favor de los varones (y sin que hubiese impedimento legal para que fuese otorgada a las hijas)— no anulaba en ningún caso la transmisión de parte de la herencia a las mujeres, al menos en lo concerniente a la legítima. Así, como parte de la familia, las mujeres vieron amparados sus derechos de propiedad en las Partidas, como había ocurrido también, y seguiría ocurriendo, en el Liber Iudiciorum, el Fuero Juzgo, el Fuero Real o las Leyes de Toro. Por otra parte, si desde mi punto de vista ya resulta matizable valorar el radical empeoramiento de la posición de las mujeres por la mera existencia de las prácticas de transmisión de la herencia desigualitarias que acabamos de referir —no mayoritarias socialmente y que no les afectaban en exclusiva, ya que, aunque los condicionantes de género sí operaron en su contra como colectivo (ello resulta innegable), los otros hijos varones diferentes al primogénito o mejorado también experimentaron los efectos del sistema—, tampoco hemos de olvidar que la configuración de los patrimonios femeninos bajomedievales no solo dependía del acceso de las mujeres a la herencia familiar. En este sentido, la mirada ha de abrirse a otros capítulos tan destacados y fundamentales como las arras —que continuaron otorgándose en la Baja Edad

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Media y por las que no pocas mujeres iniciaron pleitos en su viudedad—, la dote —que pudo operar como un anticipo de la herencia no necesariamente perjudicial, ya que, en caso de no compensar, podía ponerse en común con el resto de bienes familiares para proceder posteriormente a un reparto más igualitario entre los herederos—, los legados y herencias procedentes de diferentes familiares u otras personas cercanas, que implicaron una destacada y activa circulación de bienes a favor de las mujeres, los bienes gananciales adquiridos durante el matrimonio, o aquellos otros que las mujeres se encargarían de conseguir, permutar o vender a través de sus propias gestiones. Buena parte de estos aspectos también fueron regulados en las Partidas de Alfonso X y, por ello, se hace cada vez más necesario reexaminar el texto desde la óptica de una historia social de las mujeres que pondere verdaderamente sus novedades y continuidades respecto a las posibilidades sociales y económicas que a ellas se les reconocían, y, por otra parte, que no olvide poner en relación la norma con la práctica jurídica, que es donde verdaderamente resulta necesario y oportuno valorar la influencia social de un texto de derecho supletorio como fueron las Partidas. Es este horizonte hacia el que deberemos encaminar nuestras investigaciones futuras. En definitiva, podemos afirmar que las Partidas sirvieron para dar visibilidad y potenciar durante la Baja Edad Media (y más allá de la misma) la práctica testamentaria, sobre todo en el marco de un sistema de reorganización de las estructuras de parentesco nobiliarias que caminaron hacia la cristalización de los linajes. La nobleza, sobre todo, empezaría a ver las ventajas que tendría para ella la adopción, en el marco de la sucesión testada, de estrategias de reproducción social y económica fundamentadas en establecer repartos de la herencia desigualitarios, que, si bien podían ser una novedad en cuanto a su uso, no lo eran tanto desde el punto de vista jurídico. Por consiguiente, no parece oportuno afianzar la idea de que las Partidas establecieron un marco normativo especialmente tendente a la exclusión o marginación femenina en el sistema sucesorio. Al contrario, más allá de la existencia de condicionantes y desigualdades de género, en el texto alfonsí encontramos importantes continuidades relativas a la defensa de los derechos de las mujeres para acceder y transmitir herencias. Y aunque algunos sectores las lateralizaron en sus testamentos estableciendo mejoras o mayorazgos a favor de algún o algunos de sus hermanos, la defensa de la legítima —tanto masculina como femenina— se registra con claridad en la Sexta Partida, poniendo, de algún modo, un límite claro al principio de la libre autonomía de la voluntad testamentaria también a favor de las mujeres (Suárez Blázquez 2002). Es por ello por lo que, como norma general, insistimos en que las mujeres —incluso las de la nobleza— no fueron excluidas

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ni marginadas del sistema de transmisión de la herencia en la Baja Edad Media. Como mucho, algunas de ellas —no la mayoría social— pudieron verse lateralizadas a favor de unas estructuras familiares aristocráticas de corte linajístico en las que participaron y de las que también se beneficiaron. En todo caso, la norma (y se verá también en la práctica) confirma el destacado papel que se reconoce a las mujeres medievales como herederas y como transmisoras de herencias.

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La codificación TEI de las ediciones de 1491 y 1555 de las Siete Partidas1 José Manuel Fradejas Rueda2

1. Breve historia editorial de las Siete Partidas Durante el último trimestre de 1491 salieron de las prensas sevillanas dos ediciones de las Siete Partidas. El 25 de octubre de 1491, el taller de Meinardo Ungut y Estanislao Polono acabó de imprimir la editio princeps (BETA manid 1119), a cargo de los libreros Juan de Porres y Guido Laverazzi (IOC en adelante). El día de Nochebuena de 1491 fueron los impresores Paulus von Köln, Johann Pegnitzer von Nürnberg, Magnus Herbst von Fils y Thomas Glockner quienes finalizaron la suya (IND en adelante) para los libreros Rodrigo de Escobar y Melchor Gorricio (BETA manid 1118). Ambas son idénticas en el contenido, si no tenemos en cuenta las pequeñas diferencias de la mise en page que empleó cada taller3. Las dos publicaban la 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto «7PartidasDigital. Edición crítica digital de las Siete Partidas: las ediciones históricas», que se realiza desde la Universidad de Valladolid, cofinanciado por la Agencia Estatal de Investigación del Reino de España y Fondos FEDER de la Unión Europea (FFI-2016-75014-P AEI-FEDER, EU). La web del proyecto se encuentra en . Una primera versión de este trabajo puede leerse en: . 2 Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española; ([email protected]). 3 Ambos talleres utilizaron títulos corrientes. En IOC se limitan a la indicación del título en la parte superior de cada columna; en IND, en cambio, se especifica la Partida sobre la columna de la izquierda y el título sobre la derecha, lo que permite un acceso

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versión preparada por Alonso Díaz de Montalvo (1405-1499), la cual, además de los textos de las Siete Partidas, ofrecía un prólogo general, un prólogo previo a cada una de las Partidas y 475 adiciones y concordancias4. La princeps, según el registro, consta de cincuenta y seis cuadernos5, con un total de 428 folios, mientras que la segunda edición está impresa a lo largo de 486 folios repartidos en sesenta y tres cuadernos6. El número de ejemplares de cada una de estas dos ediciones que se conocen es desigual. Según BETA, de IOC existen veintiocho ejemplares7 y de la segunda diecisiete8. La versión de Díaz Montalvo vio las prensas varias veces más. La siguiente en Venecia, en 1501, en la que estuvo involucrado Guido de Laverazzi, uno de los dos libreros que financiaron la impresión de octubre de 1491. Esta nueva edición se amplía por cuanto incorpora glosas marginales en latín y será el modelo que se mantenga en las sucesivas impresiones (Venecia 15289, Alcalá de Henares 154210 y Lyon 1550) hasta la aparición de la edición más rápido al texto. Asimismo, esta última utiliza portadillas que indican el comienzo de una nueva Partida, mientras que en IOC son meras hojas en blanco sin indicación alguna. 4 El número de adiciones y concordancias es variable en cada una de las Partidas. Hay 47 en la Primera, 49 en la Segunda, 111 en la Tercera, 55 en la Cuarta, 63 en la Quinta, 48 en la Sexta y 102 en la Séptima. 5 Usa hoja suelta (1), duternos (2), ternos (5), cuadernos (46) y quinternos (2). 6 Esta segunda solo empleó ternos (11), cuadernos (50) y quinternos (2). 7 En BETA se recoge información somera sobre un ejemplar (copid 1031) de la Biblioteca Nacional de México. La información parece derivarse de Goff (1964). Este volumen se encuentra actualmente en la Universidad Nacional Autónoma de México (sig. KKT140 S54 1491). Se trata de un ejemplar en un único volumen encuadernado a finales del siglo xix en Madrid por Victorio Arias (hay sello de caucho que así lo indica), que estuvo a la venta en la librería de Gabriel Sánchez (hay sello), sin que haya más noticias de cómo llegó a México ni cuándo. Para más detalles, véase Fradejas Rueda en este mismo volumen, pp. 179-193. 8 La Biblioteca Nacional de Chile (SM0000429) posee un ejemplar no recogido en BETA. Es peculiar por cuanto perdió varios folios finales que fueron reimpresos en el siglo xvi. Para más detalles, véase Fradejas Rueda en este mismo volumen, pp. 179-193. 9 Según Gómez de la Serna (1847: xxxvi), hubo una cuarta que «se hizo en Burgos en 1528 copiando la anterior», es decir, la de 1501, pero no se conoce ningún ejemplar. Aunque también se habla de ediciones en Burgos de 1508, de 1518 e incluso una en Alcalá de Henares de 1513, no se ha localizado ejemplar alguno de ellas. Craddock (1986a: 83) las menciona bajo el epígrafe «Doubtful and Spurious Editions». 10 En la portadilla a la Tercera Partida se indica «Uendense en la muy noble Uilla de Medina del | campo: en casa de Guillermo de Milis: mercader | de libros: junto a la yglesia mayor. Año de mil y quinien|tos y quarenta y dos años»; quizá esto sea lo que ha hecho pensar que hubo una emisión en Medina del Campo. Craddock (1986a:

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preparada por Gregorio López (1496-1560) en 1555, que sería la edición sancionada por la Corona como texto oficial11. Esta nueva versión de las Siete Partidas fue reeditada cuatro veces durante la segunda mitad del siglo xvi (Salamanca 1565, 1576; Valladolid 1587 y Madrid 1598) e incluso fue objeto de varios comentarios, y, desde la segunda edición, la de 1565, se incrementó con un cuarto tomo que recogía dos prolijos repertorios o índices léxicos: uno en romance referido al texto de las Siete Partidas y otro en latín sobre el contenido de la glosa latina. Este Repertorio fue obra de Gregorio López de Tovar (1547-1636), nieto de Gregorio López. En el siglo xvi, y antes de la de Gregorio López, Lorenzo Galíndez de Carvajal (1472-1528) preparó una edición de la que solo quedan el recuerdo en las actas de las Cortes de Madrid de 1552 y el relato de una reclamación del hijo de Galíndez de Carvajal en la que decía «que su padre lo habia dexado hecho [la revisión de las Siete Partidas], y aquello se habia de imprimir conforme á sus Cédulas, y Privilegios, y al oficio de Refrendario que tuvo, y no lo de Gregorio Lopez» (López Nevot 2010: 335). Tanto las ediciones de Montalvo como de López han sido objeto de fuertes críticas desde el momento de su aparición. Especialmente dura fue la opinión de Francisco de Espinosa (? - c. 1551), abogado en la Chancillería de Valladolid, que, según cuenta Gómez de la Serna (1847: xxxvi), consideraba «que eran las peores de todas», e incluso rememora que Marcos Salón de Paz «había visto muchas veces acudir a los códices manuscritos y juzgar y sentenciar por ellos en los litigios». A pesar de la autoridad legal que las reales cédulas de la princesa Juana otorgaron a la edición de 1555, esta tampoco estuvo exenta de polémica, aunque la crítica vino de parte de los eruditos del setecientos, como Gregorio Mayans y Siscar, Tomás Fernández de Mesa, Andrés Marcos Burriel o Rafael Floranes. Surgió en ellos cierta preocupación histórica y comenzaron a cuestionar la fidelidad de Gregorio López al texto genuino de las Partidas y la corrección crítica de su edición (López Nevot 2020: 55), hasta el punto de que en 1757, por orden del Consejo de Castilla, Joseph Berní y Catalá Bh73) la incluye entre las dudosas y espurias, e incluso se pregunta si no es la misma que la de Juan de Brocar que se incluye bajo la sigla Bh5 (1986a: 71). 11 Una real cédula expedida en Valladolid (7-9-1555) por la princesa Juana, en nombre de Carlos I, e impresa al final del tercer y último volumen de la edición, ordenó guardar en el archivo de Simancas un ejemplar «impresso en pergamino». Meses después, en otra real cédula (de 9.12.1555), ordenó que se enviara a la Chancillería de Valladolid otro ejemplar de las Siete Partidas «que agora nueuamente he mandado emendar impressas en pargamino» (López Nevot 2020: n. 77).

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(1712-1787) publicó una edición revisada del Repertorio de Gregorio López de Tovar, y un año después una nueva edición de las Siete Partidas, basada en la de 1555, pero omitiendo la glosa latina. Le sucedieron otras dos ediciones, hasta la definitiva de 1789. En 1807 apareció la tercera gran edición de las Siete Partidas, al cuidado de la Real Academia de la Historia12. Fue un intento historicista en el que se trató de reconstruir el texto del Rey Sabio. Aunque los académicos contaron con un amplio elenco de testimonios (cf. Fradejas Rueda en este mismo volumen, pp. 21-35), no logró su objetivo, porque solo fueron realmente rigurosos a lo largo de la Primera Partida, en la que editaron dos textos bastante diferentes: el del ms. 12793 (MN6) de la BNE y el manuscrito Zabálburu (olim BR3). Pero esta rigurosidad académica no se trasladó a las demás Partidas, por lo que Sánchez-Arcilla Bernal (2004: xxxii) llega a decir que «[e]n las Partidas 2 a 7 desaparece prácticamente todo el interés por la crítica textual y se sigue casi a la letra el texto que fijó Gregorio López en su día». En un principio, esta nueva edición trató de reemplazar a la de Gregorio López y alcanzó el rango de texto legal en 1818. Sin embargo, las discrepancias que se suscitaban entre el texto de López y el de la Academia en los medios jurídicos hizo que el Tribunal Supremo (27-3-1860) dictaminara la prioridad del texto del quinientos en cualquier procedimiento legal. En ese momento la edición de la Academia pasó a ser un objeto histórico13, especialmente debido a que hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado fue la única manera de acceder al texto del llamado manuscrito BR3, códice que había sido sustraído de la BNE en algún momento anterior a 1886, ya que en este año se describe en el catálogo publicado por Miró.

2. La transcripción codificada de las ediciones de 1491 y 1555 El segundo objetivo del proyecto 7PartidasDigital es la realización de la transcripción, codificada según el estándar de la Text Encoding Initiative14, de las ediciones históricas de las Siete Partidas, es decir, de las 12 Para la historia de esta edición, véase Gómez de la Serna (1843: xli-xlii). 13 En el ámbito de la lingüística histórica española, la edición académica tampoco gozó de gran predicamento (Bartol 1986). 14 Por razones de espacio, y porque lo considero una impertinencia a estas alturas del siglo xxi, no me detengo en explicar lo que es la TEI. Para una aproximación en español aplicada a los textos medievales castellanos, véase Fradejas Rueda (2009).

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ediciones de Alonso Díaz Montalvo de 1491 (la princeps), la de Gregorio López de 1555 y la de la Real Academia de la Historia de 1807, aunque esta última tiene un valor mínimo desde el punto de vista de la historia textual, al tratarse de la copia de la serie de manuscritos 12793 (Primera y Cuarta Partidas), 12794 (Segunda y Tercera Partidas), 12795 (Quinta y Sexta Partidas) y 580 (Séptima Partida) de la BNE, con algunas notas de variantes al pie de página, por lo que se le podría dar el carácter de descriptus. Para la transcripción codificada de cada una de estas ediciones se ha seguido un procedimiento diferente. La de la edición de 1491 depende de la transcripción que se realizó en la década de 1980 para el Hispanic Seminary of Medieval Studies. La de la edición de Gregorio López se transcribió directamente desde la reproducción digital de un ejemplar. La edición de la Real Academia de la Historia, a través del reconocimiento óptico de caracteres (OCR) de la reproducción digital publicada por la Biblioteca Digital Hispánica.

2.1. La edición de 1555 La transcripción de la edición de Gregorio López se ha realizado a partir de la reproducción digital del ejemplar propiedad de la Faculdade de Letras de la Universidade de Lisboa (RES 196, RES 197 y RES 198)15. No todo lo que constituye la edición de Gregorio López se ha transcrito y codificado. Esta edición, así como las reimpresiones y reediciones posteriores, contiene un rico aparato de glosas en latín que no se ha incluido, porque nuestro objetivo tan solo es el texto de las Siete Partidas. También se han excluido los paratextos que preceden al texto: la copia de las cédulas de los privilegios imperiales de impresión (fol. 1v; en castellano), la carta al lector del impresor (fol. 2r; en latín) y el prefacio del autor (2v; en latín). Al pie de los privilegios de impresión, se menciona «Otro priuilegio, para que se recurra a la le|tra desta impression, esta al final de la obra». El volumen de referencia, 15 Se comenzó con la edición facsimilar publicada por el Boletín Oficial del Estado (1985); sin embargo, al no disponer de información alguna del ejemplar que se había utilizado y ante la posibilidad de que pudiera ser un volumen facticio, como es el caso del facsímil de la editio princeps de las Siete Partidas publicada por Lex Nova (1988), tan pronto como se localizó la reproducción digital de la Universidade de Lisboa, se cambió a este testimonio: (22.12.2020). Pero, como sucede con muchos recursos digitales, la permanencia en la red es azarosa, y a día de hoy (diciembre 2020) el facsímil digital no es accesible; navegar por la web de la Universidade de Lisboa en su búsqueda es un viaje circular que no lleva a ninguna parte.

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sin embargo, carece de este privilegio final, que sí está reproducido en la edición facsimilar publicada por el BOE en 1985, así como la fe de erratas y la «Tabla de las leyes de | los Títulos de las siete Partidas». No se ha incluido ninguno de estos paratextos. A cada uno de los siete transcriptores se le facilitó unas normas de transcripción estrictas, pero muy elementales, para que copiaran el texto16. Para facilitar el procesado posterior, cada título de cada Partida se trasladaría con el procesador de textos con el que se encontrara más cómodo cada colaborador, con la única restricción de que en cada fichero solo podía estar el texto de un título, y que cada uno de ellos se debía identificar con el nombre ‘SP-LO55-Número_Partida-Número_Título’. Cuando un transcriptor tenía uno o más títulos finalizados, los enviaba para llevar a cabo el etiquetado en XML-TEI. Para ello, se ha seguido un proceso semiautomático. [fol. 12r] Titulo .II. 12 [col. 1] %Ley .IIII. Que cosa es costumbre, e quantas maneras son della. {IN5COstumbre es derecho o fuero que non es escrito: el qual han vsado los omes luengo tiempo, ayudandose de el en las cosas e en las razones, sobre que lo vsaron. E son tres maneras de costumbres. La primera es, aquella que es sobre alguna cosa señaladamente, assi como en logar, o en persona cierta. La seguda [sic] so# bre todo tambien en personas, como en logares. La tercera, sobre otros fechos se[col. 2] ñalados que fazen los omes de que se hallan bien en que estan firmes. Caja 1. Texto tal y como lo envían los transcriptores en un fichero .doc o .docx

En primer lugar, se leía el fichero remitido por el transcriptor (caja 1) con el procesador de textos del paquete OpenOffice o LibreOffice y se convertía, 16 Se puede acceder a estas normas en la página web del proyecto: (22-12-2020).

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por medio del filtro teioop517, en un texto con etiquetado XML-TEI muy básico, como el que se observa en la caja 2.

[fol. 12r]

Titulo .II. 12

[col. 1]

%Ley .IIII. Que cosa es costumbre, e quan-

tas maneras son della.

{IN5COstumbre es derecho

o fuero que non es es-

crito: el qual han vsa-

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[col. 2]

ñalados que fazen los omes de que se

hallan bien en que estan firmes.

Caja 2. Texto etiquetado por OpenOffice / LibreOffice y el filtro teioop5

En una segunda etapa, por medio de un script desarrollado en R18 (codifica-TEI.R19) a base de reglas de expresión regular, se etiquetaba por completo. La transformación del fichero es la que puede verse en la caja 3. 17 El fichero en cuestión no se encuentra ya en la red; fue eliminado de los sitios en los que estaba disponible. Para facilitar el acceso a dicho fichero, que es un filtro XML escrito en Java, el proyecto ha guardado una copia en el repositorio ( [22-12-2020]). Téngase en cuenta que 7PartidasDigital no tiene ningún derecho de copia ni de autoría sobre este software, ni lo reclama, pero cree que aún es valioso y útil para abordar proyectos de codificación de textos sin la necesidad de que todos los miembros de un equipo de investigación conozcan el sistema de etiquetado TEI. 18 R es un lenguaje de programación de código libre y gratuito, que, aunque se diseñó para análisis estadísticos, es ampliamente utilizado en los estudios de lingüística de corpus (Gries 2009) y análisis textual (Jockers 2014), y se ha empezado a difundir entre los filólogos de habla española (Fradejas Rueda 2020a). 19  (22-12-2020).

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Titulo .II. 12

¶ Ley .IIII. Que cosa es costumbre, e quantas maneras son della.

COstumbre es derecho o fuero que non es escrito: el qual han vsado los omes luengo tiempo, ayudandose de el en las cosas e en las razones, sobre que lo vsaron. E son tres maneras de costumbres. La primera es, aquella que es sobre alguna cosa señaladamente, assi como en logar, o en persona cierta. La segunda sobre todo tambien en personas, como en logares. La tercera, sobre otros fechos se ñalados que fazen los omes de que se hallan bien en que estan firmes.



Caja 3. Texto etiquetado totalmente por medio del script en R

En este proceso se creaba automáticamente la xml:id de cada ley, de cada título y de cada Partida. Se trata de un código cuyo formato es una secuencia de caracteres alfanuméricos. Los dos primeros son las siglas de la obra, SP; a este le siguen tres caracteres que corresponden a la sigla del testimonio (LOP, IOC y RAH); y por último una secuencia de seis números: el primero indica la partida (1-7; 0 para los preliminares); el segundo y tercer dígito corresponden al título, y los tres últimos a la ley. Estos dos últimos grupos pueden estar precedidos por uno o dos ceros para adecuar la longitud de la cadena y facilitar la ordenación automática, puesto que los números en dicha secuencia no se consideran como números, sino como caracteres. De no hacerlo así, se provocarían errores indeseables de ordenación. Esta xml_id facilitará posteriormente la localización y alineación de cualquier ley, título o elemento que haya en todos los testimonios de las Siete Partidas, porque en todos ellos el único elemento variable es el identificativo del testimonio, el cual está basado en las siglas establecidas en el proyecto (véase la relación en Fradejas Rueda en este mismo volumen, pp. 21-35).

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Fig. 1. Esquema del xml:id utilizado en 7PartidasDigital

Por último, se revisaba el fichero manualmente y se localizaban los puntos conflictivos que el script había señalado, y se consideraban todas las marcas [sic] que el transcriptor había incluido. La mayoría eran ligeros desconocimientos de la lengua medieval; otros eran erratas de los impresores. En este último caso, se ha marcado la palabra en cuestión encerrándola dentro del elemento . El flujo de trabajo del proceso se resume en el diagrama de la Fig. 2.

Fig. 2. Flujo de trabajo en la transcripción y codificación de la edición de 1555

La norma básica de transcripción ha sido el respeto al texto impreso, sin corregir ni añadir nada. Hay una ligera excepción: se han unido y separado las palabras de acuerdo con el criterio lexicográfico actual, puesto que se ha observado que la unión y separación de palabras, así como el corte de las mismas al final de línea, es arbitrario y viene impuesto por el espacio disponible en la caja de escritura y la necesidad de mantener el margen

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derecho justificado. La prueba evidente es que unas veces las palabras cortadas al final de línea tienen guion y otras no, e incluso se ha omitido el punto final en algunas leyes cuando no cabía en el renglón. Las erratas se han mantenido y las palabras portadoras de las mismas se han marcado siempre con el elemento (hay 274 casos). No se han tenido en cuenta los problemas de mayúscula o minúscula tras signo de puntuación, es decir, mayúscula tras coma o punto y coma (3 casos) sin ser nombre propio, o de minúscula tras punto y seguido, porque estos casos carecen de interés y son asignificativos.

2.2. La edición de 1491 Para la transcripción codificada de la edición de 1491, se ha partido de la transcripción publicada por el Hispanic Seminary of Medieval Studies (HSMS), recogida en la Biblioteca Digital de Textos del Español Antiguo (Gago Jover 2013). Esta transcripción codificada se basa en uno de los ejemplares conservados en la Hispanic Society of America (HSA), que fue transcrito por Ivy A. Corfis. El sistema de etiquetado del HSMS es muy preciso y sencillo para el objetivo que se propuso, que no era, precisamente, la edición de los textos, sino servir como fuente «para suministrar un corpus de textos como base del Dictionary of the Old Spanish Language» (Faulhaber 1994); quizá por ello no logró cuajar en la comunidad científica. Lo que se hizo en este caso fue analizar el sistema de etiquetado del HSMS, que se encuentra minuciosamente explicado en los manuales de transcripción (Mackenzie / Buelow 1977) y ver cuáles eran las etiquetas y atributos TEI más adecuados para cada una de las etiquetas madisonianas. Una vez establecido, se desarrolló un script en R que permite transformar por medio de expresiones regulares las etiquetas del HSMS en las correspondientes de la TEI que habíamos establecido como los elementos fundamentales de nuestro sistema de marcado. En esta ocasión se refinó la codificación, ya que las normas del HSMS no separan las palabras con los criterios actuales, sino que mantienen todas las uniones y desuniones tal y como aparecen en el texto. Aunque nuestro principio editorial es unir y separar con criterio actual, en esta ocasión, y como avance para futuros desarrollos pensados para los testimonios manuscritos, se decidió mantener el criterio madisoniano. Sin embargo, como el etiquetado TEI es mucho más rico que el creado en los años 1970 por el HSMS, decidimos utilizar para unir elementos separados de una palabra (fazer lo → fazer lo) y para separarlos

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{RUB. Ley .xxx. porque razones pueden +}} {CW. d iiij} [fol. 28v] {HD. Titulo. seys} {CB2. {RUB. ser apremiados los clerigos que ha dignidades & resciben ordenes.} % Costrenir puede el obispo si quisiere alguas vegadas alos clerigos desu obispado que resçi-ban ordenes esto seria quando se no qsiese or-denar. po no touo por bien santa eglesia quelo fiziesen sin razon: & mando q si el obispo qsiere apremiar asu clerigo q resçiba orden sacra por razon de dignidad: o de benefiçio q ouiese co-mo si fuese arçediano q deue ser diacono: o dea o abad: o prior: o arçipreste: o otro clerigo q ouiese cura de almas q ha de auer cada vno des-tos orden de missa qlo puede fazer vedando q le no den los benefiçios de aqlla dignidad fas-ta qse ordene. E si por[ ]auentura por esto no se quiere ordenar deuenle quitar la dignidad: & darla aotro que sea conuiniente para ello. & si[ ]se alçare sobre tal razo teniendose por agrauiado no deue dexar dlo fazer por aqlla alçada. po si despues q fuese escogido & cofirmado pa algua destas dignidades le acaesçiese algud enbargo sin su culpa d aqllos porqse no pudiese el cleri-go ordenar estonçe no gela due el[ ]obispo qtar. Caja 4. Etiquetado del HSMS de 1.6.30, fols. 28r-v, de la edición de 1491

en aquellos casos en los que estaban unidos (dlo → de lo). Al hacerlo de esta manera queda, para los investigadores, después tomar la sencilla decisión de si mantienen las separación y unión moderna introducida editorialmente o prefieren acceder al texto tal y como se encuentra en la fuente. Al igual que en el caso de la edición de 1555, se ha utilizado la etiqueta para marcar errores, puesto que no está dentro del criterio editorial del proyecto enmendar lecturas erróneas, por muy obvias que puedan ser —nuesto (1.5.53; c6v; fol. 22v), petenesçieren (1.6.4; d1r; fol. 25r)—. Debido a que no hemos tenido acceso al ejemplar que se utilizó en la transcripción original del HSMS, y a la luz de las numerosas intervenciones editoriales marcadas con un asterisco y el uso de la adición o eliminación de

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Ley .xxx. porque razones pueden d iiij

Titulo. seys

ser apremiados los clerigos que han dignidades & resciben ordenes.

¶ Costrennir puede el obispo si quisiere algunas vegadas a los clerigos de su obispado que resçiban ordenes esto seria quando se no quisiese ordenar. pero no touo por bien santa eglesia que lo fiziesen sin razon: & mando que si el obispo quisiere apremiar a su clerigo que resçiba orden sacra por razon de dignidad: o de benefiçio que ouiese como si fuese arçediano que deue ser diacono: o dean o abad: o prior: o arçipreste: o otro clerigo que ouiese cura de almas que ha de auer cada vno destos orden de missa que lo puede fazer vedando que le no den los benefiçios de aquella dignidad fasta que se ordene. E si por auentura por esto no se quiere ordenar deuenle quitar la dignidad: & darla a otro que sea conuiniente para ello. & si se alçare sobre tal razon teniendose por agrauiado no deue dexar de lo fazer por aquella alçada. pero si despues que fuese escogido & confirmado para alguna destas dignidades le acaesçiese algund enbargo sin su culpa de aquellos porquese no pudiese el clerigo ordenar estonçe no gela deue el obispo quitar.



Caja 5. Etiquetado TEI en 7PartidasDigital de 1.6.30, fol. 28r-v de la edición de 1491

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un espacio en blanco20 —con lo que indican que algo no está claro o es dudoso en el original—, se realizó una corrección tomando como modelo uno de los ejemplares de la Biblioteca Nacional de España, el que está accesible a través de la Biblioteca Digital Hispánica, que corresponde a los ejemplares INC/1119 e INC/1120.

2.3. La edición de 1807 La labor para el etiquetado de este testimonio ha sido una variante de las anteriores. El procedimiento ha consistido en partir del ejemplar disponible en la Biblioteca Digital Hispánica que reproduce los tomos del fondo Usoz U/6102, U/6103 y U/6103 de la BNE. Estos volúmenes han sido procesados con sistemas de reconocimiento óptico de caracteres (OCR). La BDH permite descargar los libros en formato plano. En este caso se ha cortado del fichero en texto plano descargado y se ha pegado en el procesador de textos. Este procedimiento ha requerido leer el texto para corregirlo y darle la estructura básica marcando en negritas la referencia a la ley y la rúbrica de la misma para poderlo procesar como en el caso de la edición de 1555, pero con el añadido de que había que reconstruir las palabras cortadas al final de línea y eliminar los números volados que remiten a las notas a pie de página. Posteriormente, se ha procedido con el mismo flujo de trabajo que con la edición de Gregorio López: se ha transformado por medio del filtro teioop5 y se ha completado el etiquetado por medio de un script desarrollado en R21.

3. Final Al haber publicado en el repositorio de GitHub el fichero completo, cualquier corrección que se haga siempre estará debidamente documentada. Por este motivo, el fichero oficial del proyecto será el que se descargue en la fecha más reciente de dicho repositorio, puesto que será el único que contendrá cualquier corrección o ampliación que haya realizado el equipo de investigación.

20 El análisis del fichero de la codificación de Madison permitió ver que usan [ ] para introducir un espacio en blanco entre dos palabras que editorialmente han considerado que deben estar separadas (en 3398 casos) y ( ) para borrar espacios en blanco (204 casos). 21  (22-12-2020).

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Sobre los autores

Gemma Avenoza, catedrática de Filología Románica de la Universitat de Barcelona y directora de la base de datos BITECA (Bibliografia de Textos Antics Catalans, Valencians i Balears) de PhiloBiblon, se ha ocupado de diversas líneas de investigación, entre otras, la historia del libro manuscrito, el estudio de las traducciones medievales o la lingüística románica. Recientemente, ha coeditado el manual La producción del libro en la Edad Media. Una visión interdisciplinar (2019) y ha coordinado el proyecto Cultura escrita medieval hispánica. Del manuscrito al soporte digital (2020-2021), vinculado a la Red de Excelencia Red del libro medieval hispánico. Del manuscrito a la era digital. Mario Cossío Olavide es investigador posdoctoral de la Universidad de Alcalá. Su labor investigadora se ha centrado en el estudio de la obra de don Juan Manuel y de la prosa castellana del siglo xiv, así como en la edición de textos medievales. Actualmente, ultima la preparación de una edición crítica del Libro del cavallero e del escudero de Juan Manuel y del Lucidario romanceado contenido en el ms. 148 de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense. José Domingues es profesor auxiliar de la Faculdade de Direito de la Universidade Lusíada-Norte (Porto) e investigador integrado del Centro de Estudos Jurídicos Económicos e Ambientais (CEJEA). Es miembro del Consejo editorial internacional de las revistas Glossae. European Journal of Legal History e Initium. Revista Catalana d’Historia del Dret. Sus áreas científicas de investigación son el derecho medieval portugués y la historia constitucional portuguesa, desde el siglo xii hasta el xxi.

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José Manuel Fradejas Rueda es catedrático de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Su labor investigadora se ha centrado en la edición de textos medievales castellanos, la lingüística histórica y la estilometría computacional aplicada a textos medievales. En la actualidad es el investigador principal del proyecto 7PartidasDigital, cuyo objetivo es la edición crítica digital de este texto medieval. Miguel García-Fernández es licenciado en Historia, con las especialidades de Historia Medieval e Historia Moderna (2011), y magister en Estudios Medievales Europeos (2012) por la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Tras haber sido becario y contratado predoctoral en la USC (20122016), becario del Corpus Documentale Latinum Gallaeciae en el Centro Ramón Piñeiro para a Investigación en Humanidades (2017-2019) y técnico superior de apoyo a la investigación en el Instituto da Lingua Galega (USC) (2019-2020), se ha incorporado en 2020 al Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento del CSIC. Sus líneas de investigación se centran en la historia social de las mujeres y la historia de Galicia, especialmente durante el periodo medieval. Enrique Jerez Cabrero es investigador posdoctoral de la Universidad de Valladolid y miembro de la Fundación Ramón Menéndez Pidal. Su interés se ha centrado principalmente en la crítica textual e histórica de fuentes historiográficas medievales. Ha colaborado en los proyectos de edición digital de la Estoria de España y las Siete Partidas alfonsíes, y ha comisariado las exposiciones El hallazgo del pasado: Alfonso el Sabio y la Estoria de España y Dos españoles en la historia: el Cid y Ramón Menéndez Pidal, ambas en la Biblioteca Nacional. En la actualidad, ultima la edición de la correspondencia entre Menéndez Pidal y Américo Castro. Alexander V. Marey es profesor e investigador de la National Research University «Higher School of Economics» (Moscú). Sus áreas de interés se centran en la época alfonsí, en particular en el estudio del patrimonio historiográfico e histórico-jurídico del Rey Sabio. En la actualidad investiga las Partidas (en especial la Segunda) desde el punto de vista del pensamiento político-jurídico de Alfonso X y sus colaboradores. Por otra parte, colabora en dos proyectos de traducción comentada al ruso de la Estoria de España y de la Crónica de Alfonso X. Daniel A. Panateri es doctor por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas

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Sobre los autores

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y Técnicas, y como profesor de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina. Sus principales áreas de investigación son el discurso jurídico y su relación con el desarrollo de conceptos políticos desde una perspectiva filológica. Sus estudios se centran fundamentalmente en las Siete Partidas. Es autor de decenas de artículos en revistas de alcance internacional y del libro El discurso del rey. El discurso jurídico alfonsí y sus implicancias políticas (2017). Ricardo Pichel es profesor e investigador posdoctoral de la Universidad de Alcalá (grupo GITHE). Su trayectoria investigadora se ha centrado principalmente en la edición de textos medievales (castellanos y gallego-portugueses), el estudio de ciertas tradiciones literarias (en particular las vinculadas a Alfonso X, la materia de Troya o la prosa gallega medieval) y otras líneas de trabajo relacionadas con las humanidades digitales y la filología material. Actualmente dirige los proyectos de investigación «HERES. Patrimonio textual ibérico y novohispano. Recuperación y memoria» y «CHARTA 3.0. De la edición digital a la web semántica», ambos desarrollados en la Universidad de Alcalá. Jorge Prádanos Fernández es investigador predoctoral en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del equipo de investigación Ius Illuminatum, así como colaborador de la Red del libro medieval hispánico. Del manuscrito a la era digital. Actualmente está desarrollando su investigación en torno a la iluminación y el contexto de producción de los manuscritos de las Siete Partidas, así como sobre la relación entre esta y otras obras jurídicas medievales. Johan Puigdengolas es doctor en Estudios Hispánicos e Hispano-Americanos (mención Estudios Medievales Hispánicos) y trabaja como docente contratado en la Universidad de Toulouse Jean Jaurès. Su tesis doctoral se ha centrado en la cuestión de las fuentes del Setenario de Alfonso X. Autor de varios artículos sobre el Setenario, está a punto de publicar su tesis en la colección e-Spania Books. Sus investigaciones actuales, dedicadas a la historia intelectual medieval con especial atención hacia la obra del Rey Sabio, sus fuentes y su recepción, le han llevado a concebir un proyecto de cartografías conceptuales alfonsíes para el CollEx Persée. Álvaro J. Sanz Martín es doctor en Historia Medieval por la Universidad de Valladolid. Su trabajo de investigación se ha centrado en el reinado de Alfonso X, en particular en las relaciones de poder mantenidas entre la monarquía y los concejos de realengo, y la reorganización de la administración territorial. En la actualidad se encuentra preparando las oposiciones de ingreso al Cuerpo Facultativo de Archiveros.

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as Siete Partidas es uno de los textos del medievo castellano más fascinantes. Este volumen recoge un ramillete de artículos surgido durante el desarrollo del proyecto 7PartidasDigital, cuyo objetivo es la edición digital de todos los testimonios castellanos de las Partidas con el fin de establecer un posible texto crítico utilizando las más modernas técnicas computacionales y los probadísimos métodos filológicos. Se abre el volumen con el censo de los testimonios castellanos y se cierra con la descripción del sistema de codificación informática que se ha utilizado con los impresos de las Siete Partidas. Entre medias, se examinan algunos de los problemas textuales y codicológicos que caracterizan los testimonios manuscritos estudiados; se ofrece un estado de la cuestión acerca de la tradición manuscrita y textual de la obra, en particular en lo que se refiere a las redacciones y versiones conocidas y su relación con otros textos alfonsíes, como el Setenario; se analizan los esquemas de iluminación, en particular, las miniaturas del ms. 12837 de la Biblioteca Nacional de España, así como los paratextos que se encuentran en algunos de los códices en los que se han transmitido; asimismo, se ofrece una puesta al día de la difusión y traducción de las Siete Partidas en las demás lenguas iberorrománicas, así como algunos ejemplos ilustrativos de su recepción cultural e histórica en el ámbito literario y social. JOSÉ MANUEL FRADEJAS RUEDA es catedrático de Filología Románica en la Universidad de Valladolid. Su labor investigadora se ha centrado en la edición de textos medievales castellanos, la lingüística histórica y la estilometría computacional aplicada a textos medievales. ENRIQUE JEREZ CABRERO es profesor e investigador de la UNED y miembro de la Fundación Ramón Menéndez Pidal. Su interés se ha centrado principalmente en la crítica textual e histórica de fuentes historiográficas medievales.

José Manuel Fradejas Rueda Enrique Jerez Cabrero Ricardo Pichel (EDS.)

Las Siete Partidas del Rey Sabio UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FILOLOGÍA DIGITAL Y MATERIAL

RICARDO PICHEL es profesor e investigador posdoctoral de la Universidad de Alcalá. Su trayectoria se ha centrado en la edición de textos medievales (castellanos y gallego-portugueses), el estudio de las tradiciones literarias vinculadas a Alfonso X, la materia de Troya o la prosa gallega medieval y cuestiones de humanidades digitales y filología material.

I B E ROA M E R I C A N A

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