Judíos y conversos en el Corpus Christi: la dramaturgia calderoniana Spanish 9782503548142, 2503548148

Depuis le XVe siècle on fait jouer en Espagne des pièces lors de la Fête-dieu, appelées autos sacramentales.?Au début le

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Judíos y conversos en el Corpus Christi: la dramaturgia calderoniana Spanish
 9782503548142, 2503548148

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Judíos y conversos en el Corpus Christi La dramaturgia calderoniana

CENTRE D'ÉTUDES SUPÉRIEURES DE LA RENAISSANCE U—’ŸŽ›œ’· ›Š—³˜’œȬRŠ‹Ž•Š’œ Ž T˜ž›œ Ȭ CŽ—›Ž NŠ’˜—Š• Ž •Š RŽŒ‘Ž›Œ‘Ž SŒ’Ž—’ęšžŽ

Collection « Études Renaissantes » Dirigée par Philippe Vendrix

DюћѠ љю њѾњђ ѐќљљђѐѡіќћ rédérišue Le–erle La Renaissance et les antiquités de la Gauleǰ ŬŪŪů eanȬPierre ordier ǭ André Lasco–‹es ǻédsǼ Dieu et les dieux dans le théâtre de la Renaissanceǰ ŬŪŪŰ Chiara Lastraioli ǻédǯǼ Réforme et Contre-Réformeǰ ŬŪŪŲ Pierre Ašuilon ǭ Thierr¢ Claerr ǻédsǼ Le ‹erceau du liŸre i–™ri–éȹDZ aut˜ur des incuna‹lesǰ ŬŪūŪ Sa‹ine Ro––eŸauxǰ Philippe Vendrix ǭ Vasco ara ǻédsǼ r˜™˜rti˜nsǯ cienceǰ –usiqueǰ ™einture ǭ architectureǰ ŬŪūū aurice roc”ǰ arion oudonȬachuel ǭ Pascale Charron ǻédsǼ ux li–ites de la c˜uleurǯ ˜n˜chr˜–ie ǭ ™˜l¢chr˜–ie dans les arts (ūŭŪŪȬūŰŪŪǼǰ ŬŪūū axi–e Deur‹ergue he isual Litur¢DZ ltar™iece aintin and alencian ulture (ūŮŮŬȬūůūųǼǰ ŬŪūŬ agali éli–eȬDroguetǰ Véronišue él¢ǰ Lorraine ailhoȬDa‹oussi ǭ Philippe Vendrix ǻédsǼ s¢ché ¥ la Renaissanceǰ ŬŪūŭ

juan carlos garrot zambrana

Judíos y conversos en el Corpus Christi La dramaturgia calderoniana

F 2013

Conception graphi ue et Alice Nué

ise en page

© 2013, Brepols Publishers, Turnhout ISBN 978-2-503-54814-2 D

elgiu .

All rights reser ed No part o this pu lication a e reproduced stored in a retrie al s ste or trans ’ĴŽ in an or or an eans electronic echanical photocop ing recording or other ise ithout the prior per ission o the pu lisher

Printed on acid ree paper

n –e–˜ria– austino ¢ arÇa Luisaǰ Ύ΅ΏΓὶ Ύ΅ὶ ἀ·΅ΌΓἰ Para L¢dia Purpøreas rosas so‹re alatea la Alba entre lilios cándidos deshoja: duda el A–or cuál –ás su color seaǰ o pørpura neŸadaǰ o nieŸe rojaǯ

Introducción

En ūųųŬ deendÇ en la UniŸersidad de la Sorbonne NouŸelle una tesis dirigida por AgustÇn Redondo titulada Le Thème juif et “converso” dans le théâtre religieux es™agnolǰ notamment dans celui de alderàn (ęn ѥѣe siècle-ѥѣііe siècle)ǰ a su Ÿe£ desgajada de un pro¢ecto de tesis anteriorǰ Las minorías étnico-religiosas en el teatro de Calderónūǯ Al co–probar la escasÇsi–a presencia de judÇos ¢ conŸersos en las comedias calderonianasǰ aun recolectando las alusiones esparcidas en los diálogosǰ rente a la abundante cosecha recogida en los autos sacra–entalesǰ ci–entada en la presencia continua del udaÇs–o durante cincuenta aÛos largos de colaboración en las ęestas del Corpus Christi –adrileÛoǰ –ás algunos rutos toledanosǰ parecÇa aconsejable ceÛirse a ese géneroǯ Se –e orecÇa asÇ un conjunto extensoǰ coherenteǰ šue no obstante habrÇa resultado inco–prensible si hubiera carecido de un a–plio estudio preŸio de los antecedentesǰ necesario para co–prender la i–pronta calderonianaǰ pues el –adrileÛo por –ucho šue insistieraǰ desarrollara ¢ proundi£ara personajes ¢ situacionesǰ no partÇa de la nadaǯ Precisa–ente habÇa obserŸado un hiato en los análisis del teatro alegóricoǰ dedicados o bien a la etapa de –adure£ǰ la calderonianaǰ o bien a lo šue se presentaba a –enudo co–o la preparación necesaria para šue ésta Ěorecieraǯ Los escasÇsi–os trabajos dedicados a –i te–a surÇan de una parcelación aøn –a¢or šue obligaba a ese tipo de aršuitecturaǯ Ahora bienǰ tan largo recorrido por la escena áureaǰ en ra£ón de la disparidad de testi–oniosǰ la dispersión geográęca ¢ las sÇncopas te–poralesǰ i–pedÇa dar el –is–o tra-

ū Producto de la transor–aciónǰ por indicación de osé arÇa DÇe£ Boršueǰ de –i pro¢ecto inicial sobre el –oro noble en el teatro de Calderón šue tendrÇa šue cul–inar con la edición de Amar después de la muerteDz co–o se Ÿe los ca–inos del SeÛor son inescrutables ¢ tortuososǯ Con el tie–po he podido ir–e sacando parcial–ente la espina de la rustración con Ÿarios artÇculosǯ

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ta–iento al –aterial representado hasta los aÛos ūŰŭŪ šue al posteriorǰ pues en este ølti–o caso en lugar de contentar–e con establecer un estereotipoǰ una i–agen ǻdistinción šue se discutirá lÇneas –ás abajoǼǰ šuerÇa da cuenta de una dra–aturgia co–pleta: la construcción de la acciónǰ de secuencias-tipo ¢ǰ eŸidente–enteǰ de los distintos personajes šue encarnan el uniŸerso judÇoǰ algo posible en Calderón gracias al a–plÇsi–o –uestrario con šue conta–osǯ Desde la deensa de ašuella tesis el panora–a crÇtico ha ca–biadoǰ pues aunšue los trabajos sobre el te–a a šue estaba dedicada no abundanŬ, ni –ucho –enos, ¢ nada de lo šue he leÇdo –e obliga a Ÿariar unda–ental–ente –is aęr–aciones, se han e–prendido tareas i–prescindibles co–o la edición de los autos de ira de A–escua o del teatro de jesuitas, éste parcial–enteǯ En el caso concreto calderoniano su producción alegórica ha suscitado un interés creciente ¢, sobre todo, Ignacio Arellano ha i–pulsado una Ÿasta e–presa de edición ¢ análisis de la –is–a: la rišue£a de Ÿariantes textuales, las Ÿersiones ¢ reŸisiones de ciertos tÇtulos, ahora accesibles gracias a la labor de los distintos editores, nos sitøa en ocasiones ante ca–bios sustanciales de gran releŸancia cuando no ante obras casi distintasǯ Por no extender–e con los eje–plos, piénsese en Las órdenes militares, i–presa en ŬŪŪů por Ruano de la

a£a, o en La segunda esposa y triunfar muriendo, ūųųŬ, a cargo de arcÇa Rui£ǯ El –is–o proesor Arellano ha escrito trabajos en donde, a partir del conjunto de autos, se tratan asuntos šue ¢o habÇa anali£ado en –i propio corpus, co–o las secuencias recurrentes, u otros de tipo –ás general šue inciden en la co–prensión de la dra–aturgia calderonianaŭǯ  a ello, por descontado, deben aÛadirse las Introducciones, de –a¢or o –enor extensión, con šue se presenta cada Ÿolu–en de esta –is–a colecciónǯ Co–o –e resulta i–posible pasar reŸista a todo lo publicado en el terreno del teatro alegórico o de deŸoción, incluso li–itándo–e a lo šue concierne al escritor –adrileÛo ǻen la colección Autos sacra–entales co–pletos a šue –e Ÿo¢ reęriendo los lectores interesados he–os encontrado Ÿaliosos estudios –onográęcos ¢ trabajos colectiŸos šue, repito, –e es i–posible co–entar por eŸidentes ra£ones de espacioǼ, –e li–itaré a cuatro reerencias directa–ente Ÿinculadas con Calderón ¢ el uniŸerso judÇo o hebreoǯ En ūųųŬ se publicaba con gran retraso un i–portante artÇculo de Pollin, en donde se desarrollaba un pri–er asedio dedicado a El nuevo palacio del Retiro, del šue no tuŸe noticia hasta un par de aÛos despuésDz lo –is–o suce-

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e reęero, claro está, a judÇos ¢ conŸersos en autos sacra–entales o teatro religiosoǯ Pienso ante todo en Arellano, ŬŪŪūǯ

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dió con un trabajo dedicado a ese –is–o auto por Pulido Serrano, šue coincidÇa con –i propia interpretaciónŮǯ A este perspica£ historiador debe–os una co–pleta –onograÇa sobre uno de los casos šue –ás reŸuelo proŸocaron en la EspaÛa de elipe IV, el del Cristo de la Paciencia, šue –e ha per–itido co–prender –ejor los entresħos de las luchas polÇticas de la corte –adrileÛaǯ Por ølti–o, Re¢re escribió a ęnales de los aÛos noŸenta un libro dedicado en gran –edida a aspectos lingûÇsticos, con una a–plia IntroducciónDz algunas de sus opiniones se discutirán en el –o–ento oportunoů. Durante este largo lapso de tie–po ¢o –is–o he continuado ocupándo–e de tanto en tanto de autos sacra–entales, particular–ente en su Ÿertiente polÇtica ¢ de polé–ica religiosa. Co–o apunté antes, en lo unda–ental –i tesis no ha Ÿariado en ningøn aspecto pero, eso sÇ, –i hori£onte se ha a–pliado con nueŸas lecturas o lecturas –ás –aduras del corpus, ¢ he podido –ati£ar juicios. Es el caso del teatro de jesuitas, pero ta–bién de algunas obras del VII šue –e obligan a Ÿariar lo šue escribÇ sobre la circuncisión o sobre los ecos escénicos del caso arriba –encionadoŰ. En alguna ocasión proundi£ar ha conlleŸado au–entar la incertidu–bre: –e ha sucedido con Calderón ¢ la Sinagoga de EspaÛaű. Pero preęero perder seguridades inundadas por conocer –ejor un proble–a, šue desbarrar por ignorancia. Ciertos puntos šue no pude desarrollar por alta de tie–po en la tesis, el del gracioso calderoniano o el del Ÿestuario, encuentran ahora algo de la atención šue –erecen. Sin duda šueda –ucho por escribir ¢a šue a–bos exigen sendas –onograÇas. En ca–bio, el capÇtulo šue dedišué al pri–er perÇodo, entre tardo–edieŸal ¢ renacentista, se reduce a unas lÇneas. e subsanado erratas o errores šue –e pasaron desapercibidos ¢ co–pletado reerencias en busca de la i–posible exhaustiŸidad. Uno de los ca–bios –ás Ÿisibles corresponde al tÇtulo de los pri–eros capÇtulos. Recono£co la escasa coherencia de e–pe£ar por El teatro en la época de los Reyes Católicos, El teatro en la época del Emperador ¢ El teatro en la época de Felipe II, para continuar con El teatro en la época de Lope de Vega. El pri–ero, co–o digo, se reduce a unas páginas de la Introducción –ientras šue los segundos reciben no–bres –ás

Ů En ca–bio no tiene disculpa –i o–isión de Sánche£ arcÇa, ūųŲŭ. Pulido ¢ ¢o sostene–os una interpretación distinta a la –antenida por Paterson en su Introducción al auto. ů RespectiŸa–ente: Pollin, ūųűŭDz Pulido Serrano, ūųųŬ ¢ ŬŪŪūDz Pulido Serrano, ŬŪŪŬ ¢, por ølti–o, Re¢re, ūųųŲ. Ű  co–o consecuencia reconsiderar El colmenar ¢ la interpretación de Valladares del Reguero, ūųŲŬ. ű arrot a–brana, ŬŪūūa.

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Ÿinculados con la serie literaria, segøn se Ÿerá. Co–ponen la Primera parte del libro, estando dedicadas la Segunda ¢ la Tercera a Calderón, por los –otiŸos apuntados. ueda por resolŸer el proble–a de los cortes te–porales, asunto de diÇcil solución šue sie–pre nos deja insatisechos, en particular cuando pensa–os šue un autor co–ien£a a escribir cuando sus –a¢ores siguen en actiŸidad. Es el caso de Calderón, šue conŸiŸe con Lope, ira ¢ Véle£ durante unos aÛos. Separarlo produce una eŸidente distorsión de la realidad cuando pensa–os en un aconteci–iento co–o el del Cristo de la Paciencia ¢ en un auto co–o El nuevo palacio del Retiro. Conor–é–onos con poner sobre el tapete tal eŸidencia ¢ no olŸidarla. Ta–poco šuiero o–itir otro espejis–o reerido ahora al corpus de obras. No pienso tanto en algo tan sabido co–o el carácter rag–entario, inco–pleto del –is–o, šue probable–ente nos lleŸa a alsear lo šue ue la realidad escénica del VI ǻla del VII está –ejor docu–entadaǼ, co–o en lo engaÛoso šue resulta ir acu–ulando obras por orden cronológico dando la i–presión de šue esta–os ante un continuum conocido ¢ –anejado por las generaciones posteriores. Para ser –ás claros, la Sinagoga de Sánche£ de Badajo£ no tiene por šué constituir el espejo en šue Véle£ de ueŸara o Calderón contrastaron sus respectiŸas ęguras e–eninas. Los pri–eros dra–aturgos castellanos šue ponen en escena a personajes judÇos o šue introducen en el diálogo alusiones a ellos cuentan con una larga tradición oral, escrita e iconográęca en šue apo¢arse. Prosiguen una larga polé–ica, surgida con los eŸangelistas ¢ continuada a lo largo de la Antigûedad ¢ Edad edia. Polé–ica šue contiene Ÿarias acetas diÇcil–ente separables: la pura–ente teológica, la religioso-social, la reerida a la religión ¢ rituales judÇos, la concerniente al estereotipo socio-racialŲ. Se parte de la incredulidad en la diŸinidad de Cristo, percibida no ¢a co–o una si–ple alta de e, sino co–o acto Ÿoluntario šue pone de relieŸe una obstinación ¢ una ceguera connaturales: los judÇos, a pesar de la Ÿerdad indiscutible del –ensaje cristiano se niegan a creerų. ruto de esa incredulidad es el ca–bio de Alian£a, ¢a šue Dios abandona a Israel por no reconocer al esÇasDz en consecuencia, los cristianos se conŸierten en el nueŸo pueblo elegido ¢ la religión judÇa se ŸuelŸe caducaūŪ. Ų Pode–os seguir el proceso de desarrollo del antħudaÇs–o occidental gracias a: Si–on, ūųŮŲ, Blu–en”ran£, ūųŰŪ ¢ Dahan, ūųųŪ. Polia”oŸ, ūųůů ¢ ūųŰū, proporciona una Ÿisión de conjunto. En cuanto a EspaÛa, Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. Ŭū-ūűŰ ¢ II, c. VI, Baer, ūųŲū, son de obligada lectura, dentro de una bibliograÇa abundantÇsi–a šue no cesa de au–entar. ų Dahan, ūųųŪ, pp. ŮŲŲ-ůŪŬ. ūŪ Si–on, ūųŮŲ, pp. ųŭ-ūŪŭ, asÇ co–o Blu–en”ran£, ūųűŰ.

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El cargo –ás i–portante esgri–ido por el nueŸo pueblo elegido será sie–pre la –uerte de esøs. a desde la Antigûedad se hace recaer la responsabilidad por entero sobre los hebreos, concediéndose a los ro–anos, con Pilatos a la cabe£a, un papel secundario. Esta Ÿisión encuentra su continuación lógica en la Edad edia ¢a šue no sólo se sigue pensando šue éstos actuaron e–pujados por la presión de los ene–igos de Cristo, sino šue desaparecen de la iconograÇa, en contradicción con lo šue se lee en los EŸangeliosūū. Los teólogos co–ien£an por designar a unos ønicos responsables del deicidio, no contentos con ello, inšuieren su grado de responsabilidad. El –eollo del asunto es conjugar la Ÿoluntad diŸina ǻla salŸación de la hu–anidad gracias al sacrięcioǼ con la incri–inación de šuienes podÇan pasar por –eros instru–entos de los designios de la ProŸidencia en la –uerte del esÇasDz esta posibilidad se descarta casi por co–pleto ¢, –u¢ al contrario, la escolástica utili£ará toda su sutile£a para llegar a separar lo šue parecÇa indisociable: la Redención ¢ la –uerte de un inocente. Sólo este ølti–o aspecto concierne a los judÇos, de tal –anera šue el sacrięcio de Cristo se presenta co–o un cri–en perpetrado por el pueblo judÇo, tras–itido de generación en generación ¢ por el cual recibe un justo castigoūŬ. Ƕué –ejor prueba šue la decadencia de Israel, la cual de–uestra, a su Ÿe£, la insuęciencia de su Le¢ǵūŭ Las de–ás acusaciones cristianas constitu¢en una sucesión de capas šue rodean ese nøcleo teológico, a –odo de una serie de cÇrculos cada Ÿe£ –ás alejados de su centro, desde el punto de Ÿista te–poral ¢ conceptual, hasta šuedar ŸacÇas de contenido religioso. Blu–en”ran£, lo ha de–ostrado pertinente–ente: desde la Edad edia asisti–os a la unión del udÇo inte–poral con el udÇo conte–poráneoūŮ. En la pri–era capa se –e£clan de or–a estrechÇsi–a lo teológico ¢ lo social pues el arranšue es religioso: –uerte ritual, proanación de hostias ¢

ūū Recuérdese šue en el relato eŸangélico šuienes a£otan ¢ escarnecen a Cristo son los ro–anos, ¢ ro–anos son los co–ponentes de las uer£as encargadas de la Crucięxión ǻBlu–en”ran£, ūųŰŪ, p. ŬŰų ¢ ūųŰŰ, p. ųűǼ. En la Edad edia aparecen soldados judÇos aco–paÛados a Ÿeces por la Sinagoga, la cual lleŸa los instru–entos del suplicio de esøs ǻ ildenęnger, ūųŪŭ, pp. ūŲŲ-ūŲųǼ. ūŬ Dahan, ūųųŪ, pp. ůŰŬ-ůűŪ. No obstante, algunos teólogos, pocos, se oponen a esa interpretación de la Redención: es el caso del Tostado, lo cual, en el contexto castellano del V, exigÇa no poca entere£a ǻLero¢, ūųųů, p. ūŪűǼ. Por otro lado, una de las –aneras de orillar las consecuencias de la acusación de deicidio ue la pretensión de šue tal o cual co–unidad hebrea estaba aęncada en Europa antes de la crucięxión ¢ šue por lo tanto, se encontraba libre de culpa. Desarrollaré este asunto cuando analice los autos calderonianos en el capÇtulo «Sinagoga de EspaÛa». ūŭ No obstante šuedaba por resolŸer el proble–a de la superŸiŸencia de Israel. ūŮ Blu–en”ran£, ūųŰŪ, p. ŮŰŰ.

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enŸenena–iento de po£os representan distintas acetas de un solo co–bate, el de las uer£as del –al contra la hu–anidad. Los judÇos dese–peÛan el papel de bra£o del diabloūů. Rápida–ente se percibe su carácter social: basta con prestar atención a las circunstancias šue rodean el «descubri–iento» de tales delitos, asÇ co–o su uniŸersalidad. En palabras de Polia”oŸ, se trata de un Ÿerdadero aršuetipo šue aĚora en cuanto una sociedad se enrenta a extranjeros inšuietantes ¢ detestadosūŰ. Por otra parte, los paganos ¢a se burlaban de ciertas particularidades hebreas, de sus prescripciones rituales, –ientras šue los Padres de la Iglesia ŸeÇan en ello la prueba de la obstinación judÇa. En eecto, San Pablo seÛaló šue el EŸangelio ree–pla£aba a la Le¢, toda Ÿe£ šue su –isión de preparación para el cristianis–o se habÇa cu–plido, por ello los ritos –osaicos carecÇan ¢a de Ÿalor ¢ cedÇan su lugar a los de la Iglesiaūű. Ahora bien, a pesar de todo, la religión judÇa seguÇa existiendo, proble–a šue obsesionaba a los teólogos ¢ de –anera particular a San AgustÇn, el cual encontrará la solución: los judÇos conserŸaban todaŸÇa una unción, la de «pueblo testigo». A esta idea se aÛadirá la de la conŸersión del antiguo pueblo elegido. Todos estos te–as aparecen en nu–erosas obras en donde se enrentan Sinagoga e IglesiaDz de–ás está decir šuién sale sie–pre ŸictoriosaūŲ. A –edida šue nos adentra–os en la Edad edia la constatación de obsolescencia deja paso a una actitud ranca–ente hostilDz asÇ el descanso del sábado, la circuncisión ¢ las restricciones ali–enticias se cargan de connotaciones negatiŸas, a –enudo burlescasūų. Se ter–ina por construir una Ÿerdadera tipologÇa judÇa en donde se reønen rasgos sicológicos tales la dure£a, la crueldad, la ceguera, la inconstancia, ligados tanto a la Pasión co–o al Antiguo Testa–ento, junto con otros, aŸaricia, cobardÇa, astucia, procedentes de las actiŸidades šue ejercen los descendientes de los deicidasŬŪ. AšuÇ se percibe otra ruptura de la Edad edia en relación con la Antigûedad. Co–o aęr–a arcel Si–on:

ūů C. Lang–ur, ūųŲů ¢ Polia”oŸ, ūųůů, pp. űŭ-űŰ, asÇ co–o el capÇtulo titulado «Le si¸cle du Diable»Ǽ. Para el caso espaÛol, léase Caro Baroja, ŗşŜŗ, I, pp. ūŪų-ūūŮ ¢ ūŰů-ūűŰ. ūŰ Polia”oŸ, ūųůů, p. űŭ. Reco–iendo encarecida–ente la lectura de la breŸe e inteligente eŸaluación de este asunto debida a Delu–eau, ūųűŲ, pp. Ŭűŭ-ŬųŪ. ūű a, Ů ¢ ů. Ver asi–is–o Si–on, ūųŮŲ, pp. ūŪŪ ¢ ūųŰ-ŬŪŭ. ūŲ C. la Disputa entre un cristiano y un judío editada por A–érico Castro, ønica aportación castellana a esta polé–ica. Castro piensa šue el autor es un conŸerso, por el conoci–iento šue –uestra del ritual judÇo ǻCastro, ūųūŮ, pp. ūűŭ-ūűůǼ. ūų C. este co–entario de Pedro de Capua, recogido por Dahan, ūųųŬ, p. ŭűū, n. Ůū: «Circu–cisio ǽ...Ǿ Iudei šuide– sunt circu–cisi carne sed preputiati –ente» ¢ la Disputa šue acabo de citar. ŬŪ Se encontrará una tipologÇa judÇa en Polia”oŸ, ūųůů, pp. ūŮŪ-ūŰű ¢ en Caro Baroja, ūųŰū, I,

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SȂil nȂoěre aucun caract¸re ethnišue, lȂantisé–itis–e des anciens nȂa pas daŸantage de onde–ent écono–išue. Il nȂest ja–ais šuestion dȂune –ain–ise dȂIsraºl sur lȂactiŸité co––erciale ou industrielle. De a³on plus générale, on ne lui i–pute pas ce goút i––odéré de lȂargent, ceĴe ¦preté au gain, ceĴe passion et ce génie des aěaires ǽdzǾŘŗ

El aspecto externo Ȯnari£ grande, cabello ri£ado, co–plexión débil, a lo šue a Ÿeces se unen rasgos en donde lo antástico aco–paÛa a lo grotescoȮ engrosa el estereotipo judÇo occidentalŬŬ. El verus Israel no se contenta con suplantar al antiguo, sino šue incluso le discute la pree–inencia te–poral. En eecto, Si–on to–a el tÇtulo de su obra de San AgustÇn: «uo–odo illi non sunt Ÿeri, udaei, sic nec Ÿerus Israel»Ŭŭ, ¢ tal idea puede deenderse poršue los Padres de la Iglesia propugnan šue el cristianis–o es anterior al judaÇs–o. Por ese –otiŸo, la relación entre Antiguo ¢ NueŸo Testa–ento no se reduce a una –era cuestión tipológica, sino šue ¢a antes del adŸeni–iento del esÇas existÇa desde los orÇgenes de la reŸelación «un cristianis–o pri–ordial ǽdzǾ –ás antiguo šue el judaÇs–o»ŬŮ. Para ci–entar esa idea se establece una oposición entre hebreos ¢ judÇosŬů, šue nunca llegará a desaparecer, pero co–o se de–ostrará al estudiar los personajes judÇos calderonianos, se plas–a con distintos contornos ¢, sobre todo, coherencia. De todos –odos se puede partir de esta base: antes del deicidio los cristianos encuentran un pueblo en el šue reconocerse con i–portantes salŸedades šue preparan la –ala acogida dispensada al SalŸador. Después sólo existe el recha£o. En EspaÛa el antħudaÇs–o presenta dos particularidades, la pri–era de tipo te–poral, esto es, su –aniestación –ás tardÇa, la segunda, de –a¢or pp. Ųŭ-ųų ¢ ūŪų-ūūŮ, ¢ II, pp. ŭųū-ŮŭŬ. Ŭū Si–on, ūųŮŲ, p. ŬŮŪ. Ver ta–bién: Baer, ūųŲū, p. ŭűDz Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. Űů-ŲŬ ¢ Polia”oŸ, ūųůů, pp. ųŪ-ųů. ŬŬ erushal–i, ūųŲų, pp. űů-ŲŪ, estudia una obra escrita por don uan de uiÛones, cristiano Ÿiejo anático ¢ gran a–igo de Cardoso, šue reøne buen nø–ero de ideas absurdas. Para la iconograÇa, re–ito a Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. Ųű-ųŪ ¢ Blu–en”ran£, ūųŰŰ. Por desgracia, este ølti–o recurre rara Ÿe£ a la iconograÇa hispana ¢ Caro Baroja ta–poco proundi£a en este terreno, lo cual ta–poco extraÛa ¢a šue segøn erro TaŸares, ŬŪŪŲ, existe gran dierencia entre la representación iconográęca en Ale–ania, rancia e Inglaterra, ¢ lo šue sucede en Italia, EspaÛa ¢ Portugal. En estos ølti–os paÇses se da una escasa presencia de caricaturas, de representaciones del judÇo co–o encarnación del –al. Ŭŭ Es una de las tres citas šue ęguran co–o exordio. La de San AgustÇn pertenece a Enarrationes in Psalmis, űŬ, Ŭ. ŬŮ Si–on, ūųŮŲ, p. ūŪŰ. Ŭů Si–on, ūųŮŲ, pp. ūŪů-ūūū. Ver ta–bién To–son, ŬŪŪŭ, pp. ūŪŬ-ūŪŲ.

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calado, estriba en las abundantÇsi–as conŸersiones šue se produjeron a partir de ęnales del IV. La existencia de una nutrida co–unidad conŸersa produce un ca–bio de orientación de los Adversus Iuadaeos, šue pasan a centrarse en los cristianos nueŸos. Un buen eje–plo lo constitu¢e el pole–ista Alonso de Espina. En su opinión, el bautis–o sirŸe de bien poca cosa a los conŸersos ¢a šue éstos se conŸierten en judÇos «ocultos», tan ene–igos de los cristianos ¢ tan perŸersos co–o sus her–anos šue ŸiŸen en las alja–asŬŰ. Esa identięcación entre unos ¢ otros per–anece incólu–e en siglos posteriores. Una historia de la ali–entación, šue šui£á ¢a se ha¢a preocupado de estos aspectos, nos enseÛarÇa cuándo desaparecen exacta–ente algunos co–ponentes de lo šue ahora lla–a–os «dieta –editerránea» de la lista de rasgos šue sirŸen para identięcar a judÇos, conŸersos te–pranos ¢ –oriscos. Pienso en un rag–ento conocidÇsi–o de Bernálde£ en donde ade–ás de insistir en la alsedad de los cristianos nueŸos se describen algunas de sus prácticas culinarias con repugnancia sorprendente, desde nuestra actual perspectiŸa, si considera–os, anacrónica–ente, šue el cura de Los Palacios era andalu£:

abéis de saber šue las costu–bres de la gente co–øn de ellos ǽlos conŸersosǾ ante la Inšuisición, ni –ás ni –enos šue era de los propios hediondos judÇos, ¢ esto causaba la continua conŸersación šue con ellos tenÇan: ansÇ eran tragones ¢ co–ilones, šue nunca perdieron el co–er a costu–bre judaica de –anjarejos, e olletas de adeęna, –anjarejos de cebollas e ajos, reritos con aceite, ¢ la carne guisada con aceite, ca lo echaban en lugar de tocino e de grosura por excusar el tocinoDz ¢ el aceite con la carne es cosa šue hace –u¢ –al olor en el resuelloDz ¢ ansÇ sus casas ¢ puertas hedÇan –u¢ –al a ašuellos –anjarejos ǽdzǾ27.

La desconęan£a ante los conŸersos rebasa lo estricta–ente religioso co–o sabe–osDz se pone en tela de juicio su sinceridad para exigir šue se les considere social–ente co–o judÇos ¢ se les exclu¢a de beneęcios, cargos, honores... Tales

ŬŰ Sicroě, ūųŲů, pp. ūŪŪ-ūŪū. échoulan transcribe unas lÇneas de lo –ás ilustratiŸas en este sentido. Pertenecen al do–inico portugués osé Texeira, šuien publicó en rancés un Traité paroenitique en ūůųŲ: «Un cristiano nuevo, ou pour –ieux dire un jui, appartient ¥ une race er–ȂaĴachée ¥ son erreur. Si Ÿous Ÿene£ ¥ ouŸrir un cristiano nuevo, cȂest chose autant certaine de trouŸer en son cêur un o¢se séant en un si¸ge, co––e si Ÿous ouŸre£ un cristiano viejo trouŸere£ un ésus Christ crucięé en une croix» ǻéchoulan, ŬŪŪŭ, p. ūŬǼ. Ŭű Bernálde£, Historia de los Reyes Católicos, en Crónicas de los Reyes de Castilla, II, p. ůųų. A–plÇo la cita de Do–Çngue£ rti£, ūųűū, p. Ŭŭ, šue –e descubrió ese prejuicio culinario.

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son los argu–entos šue da aršuillos cuando deęende a Sar–iento ¢ a los subleŸados toledanos šue šuieren i–poner los estatutos de li–pie£a de sangre: trosÇ ue e es notorio šue ueron allados heréticos, inęeles ¢ blase–os, negando ser Dios Nuestro SalŸador esucristo ¢ ansi–is–o contra la Re¢na de los Cielos su –adre e ueron allados judai³ar e guardar todas las cere–onias judaicasdz, se allaron algunos clérigos dellos Ÿender las ostias consagradas ¢ el ara ¢ corporales a judÇos e a otras personas inęeles ǽdzǾ Los tales judÇos bauti£ados non deŸen haŸer oĜ³ios ni beneę³ios poršue sie–pre preŸaricaron en la ée ¢ so color de no–bre de cristianos acostu–bran ¢ acostu–braron a ha£er sie–pre –uchos –ales e daÛos a los Ÿerdaderos cristianos ¢ poršue es cosa oscura ¢ ea šue el šue a¢er –eldaŸa en la sinagoga cante o¢ en la iglesia –enospre³iando los –anda–ientos della28.

Con el paso del tie–po, a pesar del carácter absoluta–ente contrario a la doctrina de la Iglesia de cualšuier dierencia šue pueda establecerse entre los ęeles, los –ecanis–os de exclusión recibirán el espaldara£o del poder realŬų. Si la segregación tuŸo poco o –ucho éxito, poco i–porta a nuestro propósito: lo šue se debe resaltar es el racaso del bautis–o a la hora de orjar una sociedad unida pues tras la expulsión de los judÇos, los conŸersos heredan, por asÇ decir, las acusaciones ¢ el recha£o de buena parte de la colectiŸidad. Desde luego, todo esto exigirÇa –ati£aciones šue en esta introducción šuedan uera de lugarDz lo šue resulta indudable es šue las Ÿoces šue se al£an para protestar pøblica–ente contra esos intentos segregacionistas, casi sie–pre Ÿoces conŸersas, dejan paso a tácticas indiŸiduales de ocultación de la ascendencia de los interesados. Los argu–entos de Alonso DÇa£ de ontalŸo cuando aęr–a šue tanto judÇos co–o gentiles co–parten la responsabilidad del deicidio pues unos acusaron injusta–ente a esøs ¢ otros condenaron a un inocenteŭŪ, o, –ás aøn, cuando escribe šue el tér–ino conŸerso debe aplicarse a los gentiles, sin olŸidar la lista šue establece este –is–o pole–ista de grandes linajes e–parentados con conŸersosŭū, a ęn de reiŸindicar a los cristianos nueŸos, o desaparecen o ca–bian de sentido: tales listas se conŸierten en libros Ÿerdes šue denuncian ina–an. Lo –is–o cabe decir de la personalidad –ás releŸante šue se opone a aršuillos, Alonso de Cartagena, hħo de Pablo de Santa ŬŲ Citado por VerdÇn, ūųųŬ, pp. Ůű-ŮŲ. Ŭų Ade–ás de Sicroě, ūųŲů, Ÿéase ahora la sÇntesis de A–ra–, ŬŪŪŬ. ŭŪ Sicroě, ūųŲů, p. ůű. Esas apologÇas no pretenden sólo instaurar la raternidad en el seno de la Iglesia, sino atacar los estatutos de li–pie£a de sangre ¢ sus consecuencias discri–inatorias en el plano social. C. Sicroě, ūųŲů, pp. Ůŭ ss. ŭū VerdÇn, ūųųŬ, pp. ŭŮ ¢ ŭŰ-ŭų.

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arÇa, con su Defensorium unitatis christianae. Reto–a a su –anera la paulina

istoria Teológica de la u–anidad ǻo istoria de la SalŸaciónǼ, unda–ental para el teatro alegórico šue estudiare–os, al no contentarse con aęr–ar la co–ple–entariedad del Antiguo ¢ del NueŸo Testa–entoŭŬ. Insiste en la existencia de dos Israeles, uno recha£ado ǻel šue no sigue a esøsǼ ¢ otro elegido ǻel šue reconoció al Ÿerdadero esÇas, šue nació en su senoǼ. Los gentiles se unieron a ese buen Israel, or–ándose de esta –anera un ønico pueblo: todas las posibles dierencias se borran con el bautis–oŭŭ. Por ende, establece la superioridad de las obras sobre el linaje, ¢ los conŸersos tienen perecto derecho tanto a la noble£a co–o al honorŭŮ. Los te–as šue se tratan en esas polé–icas, el giro šue to–a el conjunto con la instauración del Santo ęcio, ade–ás de constituir un hori£onte de expectatiŸas, aparecerán en el teatro, proporcionando –otiŸos, esšue–as actanciales, secuencias, susceptibles de trata–ientos distintos, de ahÇ la necesidad de enunciarlos: a- Distinción aparente entre judÇos del Antiguo ¢ del NueŸo Testa–ento, siendo estos ølti–os los ene–igos de los cristianos, –ientras šue, a grandes rasgos, los anteriores representan sus antepasados ǻVer «d»Ǽ. b- Trata–iento –ás o –enos polé–ico del paso de la Le¢ Escrita a la Le¢ de racia, segøn se plantee la per–anencia o no de la e –osaica. c- La Pasión. Enošue antħudÇo o insistencia en la SalŸación. d- El antħudaÇs–o cristiano conduce a un distancia–iento šue en ocasiones alcan£a a los judÇos Ÿeterotesta–entarios ¢ casi sie–pre, salŸo rara excepción, a la pertenencia de esøs ¢ los apóstoles al pueblo de Israel. Se produce asÇ la «desjudei£ación» de los protagonistas del NueŸo Testa–ento.

ŭŬ Sicroě, ūųŲů, p. Űů. ŭŭ Sicroě, ūųŲů, pp. Űű-űŭ. El texto de Cartagena, en VerdÇn, ūųųŬ, p. ūŭů: « esto ŸuelŸe a signięcar Pablo con doctrina de autoridad apostólica en otro lugar presentándolo de –anera especial ¢ con dierentes palabras: ȃcuantos en Cristo habéis sido bauti£ados, os habéis Ÿestido de Cristo. No ha¢ ¢a judÇo o griego, no ha¢ sierŸo o libre, no ha¢ Ÿarón o he–bra, poršue todos sois uno en Cristo esøs ǽ a ŭ, Ŭű-ŬųǾȄ». ŭŮ Ver la edición de VerdÇn, ūųųŬ, pp. ūŪŲ-ūŪų, ŬŬū-ŬŬŭ ¢ Ŭůů-Ŭůű, respectiŸa–ente.

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e- El šue la acción se desarrolle en el pasado del espectador no i–pide en absoluto šue el presente apare£ca de una u otra or–a. e reęero no ¢a al contexto histórico-social, sino ta–bién a todo lo tocante a la circuncisión, prácticas religiosas, ali–entación, rasgos Çsicos, dirigido ahora contra los conŸersos, ele–entos todos ellos tan presentes en la poesÇa, co–o práctica–ente ausentes en el teatro de ęnales del V ¢ del VIŭů. - Los conŸersos, ¢a se trate de conŸersos conte–poráneos al pøblico o de conŸersiones ocurridas en la Antigûedad o en la Edad edia. El corpus está co–puesto por obras teatrales representadas durante las ęestas del Corpus en distintas ciudades espaÛolas, aunšue, debo reconocerlo, no tenga–os constancia šue tal uera el caso de –uchas del siglo VI ¢ en otras ocasiones no ha¢a dudado en apo¢ar–e en co–edias de santos o adaptaciones de episodios del Antiguo Testa–ento. En ca–bio, he dejado de lado textos co–o Las cortes de la muerte de CarŸajal ǻšue en –i opinión nunca subieron a las tablasǼ ¢ el teatro portugués, por eŸitar adentrar–e en otro á–bito cultural, decisión šue ešuiŸale a o–itir la producción de il VicenteŭŰ. El ruto šue se recoge del estudio de las obras es dispar. A Ÿeces apenas unos co–entarios, a Ÿeces, –ucho –ás, pero co–o anuncié –ás arriba, no šuiero li–itar–e a reco–poner un estereotipo o una i–agen, sino anali£ar los rasgos šue co–ponen a los personajes ¢ establecer una dra–aturgia, la calderoniana, sin descuidar en ningøn –o–ento las i–plicaciones sociohistóricas de la producción escénicaŭű. Esta ølti–a preocupación, la de los ŸÇnculos con la realidad del –o–ento, obliga a conceder gran atención a los anacronis–os, entendidos no sólo co–o la introducción de usos, costu–bres e instituciones del presente en obras šue se desarrollan en otra época, sino ta–bién co–o pro¢ección de la –entalidad conte–poránea en la or–a de actuar de los personajesDz dicho de otro –odo, los rasgos deben actuali£arse con tal claridad šue puedan considerarse propios del –o–ento en šue ŸiŸe el espectador.

ŭů Scholberg, ūųűū. ŭŰ So¢ consciente de lo discutible de se–ejante decisión pues bien sabe–os šue la rontera entre lo šue se lleŸaba a escena ¢ lo šue se destinaba a la i–prenta ¢ a la lectura no es nada tajante. Buena prueba de ello es šue los Ÿecinos de Lesaca pidieron per–iso al Ÿicario para representar La Pasión Trobada de Diego de San Pedro el ueŸes Santo de ūůŰŰ. C. ernánde£ Valladares, ŬŪŪŭ, p. ŬŬ. ŭű Eso no šuita šue en deter–inados –o–entos no dedu£ca un estereotipo teatral šue pueda contrastarse con el «general».

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Con respecto a la dierencia entre estereotipo e i–agen reto–o con alguna Ÿariación lo šue escribÇ hace unos aÛosŭŲ. Los estudios de I–agologÇa ueron terreno de preerencia de la Literatura co–paradaDz ca¢eron en descrédito en la segunda –itad del siglo , arrastrando con ellos un poco –ás tarde a los lla–ados estudios te–áticos. Tanto unos co–o otros resurgen con nueŸa Ÿitalidad ¢ –etodologÇa –ás exigente en las dos ølti–as décadasŭų. Al propio tie–po, la crÇtica literaria ha co–en£ado a utili£ar la noción de «estereotipo», proŸeniente de otros ca–pos del saber, llegándose a –enudo a cierta conusión i–plÇcita ǻue –i caso cuando escribÇ la tesis doctoralǼ o Ÿoluntaria, co–o ocurre con Ruth A–oss¢, šuien discute la distinción eectuada por Pageaux entre uno ¢ otro conceptoŮŪ. Sin negar, ni –ucho –enos, la existencia de i–ágenes estereotipadas en la representación de grupos étnicos, religiosos o nacionales, pasto priŸilegiado de la I–agologÇa, sie–pre se producirá o podrá producirse una dierencia entre el estereotipo social ¢ la i–agen literaria por nu–erosas ra£ones, del –is–o –odo šue la i–agen literaria puede conŸertirse en uente de estereotipos. En pri–er lugar tendre–os šue ponernos de acuerdo sobre lo šue es un estereotipo. De –anera algo arbitraria propongo dos deęniciones: «representación extre–ada–ente si–plięcada de los de–ás ¢ de sÇ –is–o, šue puede reproducirse en distintos contextos»Dz «generali£ación sobre grupos sociales» šue reøne el conjunto de «caracterÇsticas atribuidas a todos los –ie–bros del grupo»Ůū. El estereotipo supone si–plięcación con respecto a una realidad co–plejaDz aunšue lo e–ita un indiŸiduo reĚeja una opinión colectiŸa. No se conronta con la realidad, si asÇ uera no existirÇa, pero se aplica a la realidad. Enseguida surgen escollos si pensa–os en su aplicación a la literatura. Vea–os algunos. Cuando nos ocupa–os de perÇodos co–o el nuestro, resulta co–plicado reconstituir tanto esa Ÿo£ colectiŸa diusora de i–ágenes preconcebidas co–o su propio contenido, los estereotipos, siendo éstos a su Ÿe£ producto de una sÇntesis eectuada por el historiador, por el crÇtico, a partir de textos de Ÿario pelaje: literatura de ęcción, escritos polé–icos, recopilaciones de acecias, cuentecillos ¢ reranes, lo cual no sólo plantea graŸes proble–as a la hora de distinguir lo šue proŸiene de la repetición ¢ de la creación, sino šue conduce ŭŲ arrot a–brana, ŬŪŪű. ŭų Léase co–o botón de –uestra Pageaux, ūųųŮ ¢ uisci, ŬŪŪŬ. ŮŪ Pageaux, ūųųŮ, pp. ůų ss, ¢ A–oss¢ ¢ echsberg-Pierrot, ūųųű, pp. űŪ-űū. Ůū RespectiŸa–ente to–adas de A”oun ¢ Ansart, ūųųų, p. ůŪů ¢ A–oss¢, ūųŲų, p. ūūŮ. A–oss¢ a su Ÿe£ cita la deinición dada por Elisha Badad, ax Birbaun ¢ enneth Benne, The Social Self-Group InĚuences on Personal Identity, ūųŲŭ. Las traducciones son –Ças.

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a –enudo a resultados contradictorios cuando co–para–os obras conte–poráneas o personajes de una –is–a obra: un gracioso ¢ un noble, a–bos –usul–anes o judÇos, ¢ a–bos igual–ente dependientes de un tipo šue los precede. Ade–ás, la literatura posee códigos propios, de tal –odo šue pode–os encontrar personajes –u¢ tipięcados sin correlato en la realidad: el soldado anarrón, por poner un eje–plo, sigue un –odelo šue debe rastrearse en la tradición literaria. Igual–ente parece ocioso buscar raÇces sociales a «la –ujer Ÿestida de ho–bre». Por ølti–o, incluso si pudiéra–os establecer un estereotipo šue sirŸiera de telón de ondo a una obra, éste tendrÇa šue responder a i–peratiŸos internos šue per–itan al personaje desplegar las caracterÇsticas šue teórica–ente lo identięcan co–o perteneciente a un grupo deter–inado. E–presa ardua cuando participa en pie£as breŸes, con la consiguiente reducción del nø–ero de sus rasgos. En cualšuier caso éstos dependerán antes de la acción šue de un criterio exterior a la –is–a. Se podrÇa aducir šue el carácter coercitiŸo del estereotipoŮŬ, se ase–eja a las conŸenciones genéricas o literariasDz obserŸación poco oportuna poršue dichas conŸenciones poseen su propia lógica ¢ no tiene por šué responder a los –is–os criteriosDz se olŸida asi–is–o la capacidad del artista de apartarse de or–a –ás o –enos radical de la tradición, a ęn de ro–per con el hori£onte de expectatiŸas de su pøblico. Todas estas ra£ones aconsejan –anejar con extre–o cuidado la noción de estereotipo, sin por ello desecharla, algo i–posible, pero sin li–itarse ønica–ente a ella. To–are–os en cuenta el discurso pronunciado por ciertos personajes ǻ¢ ašuÇ resulta oportuno contrastar dicho discurso con los clichésǼ, pero de –anera pri–ordial nos interesare–os por la presencia de ęguras dra–áticas šue pro¢ectan una i–agen, segøn la entiende PageauxDz esas ęguras, cuando se ase–ejan por su co–posición, constituirÇan un tipo, esto es, un «personaje poseedor de cierto nø–ero de rasgos caracteri£adores co–unes con otros personajes de su –is–a categorÇa»Ůŭ, ¢ son ellas o incluso las construcciones uerte–ente indiŸiduali£adas, las šue se pondrán de relieŸe co–o constitu¢entes de una dra–aturgia.

ŮŬ Sla”ta, ūųųŮ, p. ŭű. Ůŭ Estas lÇneas no pretenden establecer una teorÇa ni –ucho –enos, sino eŸitar conusiones. NecesitarÇa –ucho –ás espacio para tratar un asunto particular–ente peliagudo: el anacronis–o de ciertas categorÇas utili£adas para el análisis de la literatura conte–poránea cuando se aplican al Siglo de ro. SerÇa el caso de e–plear la deęnición de «tipo» šue recoge A–oss¢, ūųŲų, to–ada del Larousse deci–onónico, ¢ šue le sirŸe para –ostrar šue ciertos tipos, el øsico, la GriseĴe, el Colegial, son en realidad estereotipos.

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Aunšue el estudio propia–ente dicho co–ien£a con Sánche£ de Badajo£, pri–er dra–aturgo en introducir personajes judÇos, conŸiene exponer breŸe–ente lo šue propone la anterior escena castellanaŮŮ. Las obras se centran en los ciclos de NaŸidad ¢ Pasión ¢ se caracteri£an casi unáni–e–ente por dejar de lado a los conŸersos ¢ todo lo šue se reęere a la actualidad. Incluso la polé–ica Le¢ Escrita Ȧ Le¢ de racia šueda uera del diálogo, lo cual no deja de lla–ar la atención cuando nos para–os a considerar su o–nipresencia en la poesÇa, incluso en autores co–o Encina šue la eli–inan de su teatroŮů. enos unáni–e es el trata–iento de la Pasión: antħudaÇs–o eŸidente en Lucas ernánde£ ǻAuto de la PasiónǼ, diu–inado en Encina ǻRepresentación a la muy bendita passión y muerteǼ ¢ ausente por co–pleto en Tres pasos de la Pasión y una égloga de la Resurrección, obra de gran belle£a šue ro–pe abierta–ente con la tradición dra–ática ¢ lÇrica de i–precación a los deicidasŮŰ. Pocas excepciones cabe aducir. a¢ una jocosa alusión anacrónica de Torres Naharro en su Diálogo del Nacimiento. arrapata pregunta por šué llora el NiÛo a su co–paÛero errando, éste culpa al rÇo ¢ aÛade: poršue judÇos ¢ cregos le habÇan de ser ingratos47.

Sobre todo, algunos Ÿersos de la enig–ática Égloga Interlocutoria: PASCUAL-ǸDios salŸe acá, buena genteǷ Ǹsoncas, šue Dios es nacidoǷ ǽdzǾ Ala e digo, seÛores, šue la gente de aho–a, co–o son perros tra¢dores poracos ǽsicǾ huertes cra–ores están llenos de carco–a. Ta–bién acotros –arranos conesos perros –alditos por echos tan soberanos se despeda³an las –anos dando terribles apitos. Ǹ uro a die£, lo precio –ás ŮŮ Para ser exactos, en el Auto de la Pasión, atribuido a Alonso del Ca–po aparecen ¢a dos personajes judÇos. Ver arrot a–brana, ūųųŬ, c. II ¢ III para este perÇodo en general. Ůů Encina alude al paso de una alian£a a otra en la Natividad trobada, ŸŸ. Űůŭ-ŰůŰ. Utili£o la edición de Ra–baldo: Obras completas, I, ūųűŲ. ŮŰ Sobre esa interesantÇsi–a obra, editada por illet en ūųŭŬ, Ÿer, ade–ás de las páginas šue le dedico en –i tesis, el estudio de Sirera, ūųųū, centrado en la puesta en escena. Ůű Torres Naharro, Propalladia, I, ūųŮŭ, pp. ŬŲŮ-ŬųŬ. C. los ŸŸ. Űŭ-ŰŮ.

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šue a dos pares de perdi£esǷ, poršue sé cierto šue cras, Pascual, ¢a nunca Ÿerás gente de largas nari£es ǻŸŸ. ŗ-2ŖǼ.

tras alusiones se encuentran –ás tarde: As–o šue ašueste –al Ÿiejo algøn hereje deŸe ser [...] šue–ado aŸrá de –orrer [...] ¢o haré šueste corito acabe la Ÿida con grito poršue relu–bren los buenos. ǻŸŸ. ŗ8Ŗ-ŗ84 ¢ ŗş7-ŗşşǼ48

Care£co de ele–entos para pronunciar–e sobre la autorÇa de la pie£a, –u¢ discutidaDz de lo šue no cabe dudar es de la Ÿiolencia del atašue. Las reerencias a la hoguera, tan eroces, e incluso la rarÇsi–a –ención de la nari£ co–o rasgo Çsico propio de judÇos ¢ conŸersos: todo ello disuena con lo šue orecen los tablados antes de Lope de Vega, co–o Ÿere–os in–ediata–ente. Tan excepcional resulta, pero en sentido contrario, la aęr–ación de la «judeidad» de Cristo ¢ de sus allegados, šue encontra–os en un par de obras posteriores. Cuando arÇa agdalena se dispone a cu–plir deter–inados ritos unerarios le pide per–iso a la Virgen ¢ la segunda arÇa los justięca recordando šue sigue la tradición hebrea: h, seÛora en šuien recrea –i al–a con adŸertencia, otórganos la licencia šue en tal caso se desea. No os parece cosa ea,

ŮŲ Ra–baldo piensa šue el autor de este texto –u¢ estragado es Encina, por lo šue edita la égloga co–o apéndice: Encina, Obras Completas, IV, ūųŲŭ, pp. ŬŲŭ-ŬųŲ. Interpreta estos Ÿersos ¢ el ŬŪŭ: «Por un tal hostigan ciento», co–o claras reerencias a la situación de los cristianos nueŸosDz en ca–bio, nunca seÛala su carácter excepcional. En cuanto a la autorÇa, Ra–baldo sinteti£a el estado de la cuestión, pero no parece haber conŸencido co–pleta–ente: Stern, ūųŲū, la discuteDz auri£i, ūųųū, pp. Ŭūū-Ŭūŭ, sugiere el no–bre de anguas, aunšue parece poco probable. arcÇa-Ber–ejo, ūųųų, p. űů, la da co–o anóni–a ¢ ni sišuiera se reęere a las discusiones acerca de la paternidad. Por ølti–o, el teatro de anguas está –u¢ poco estudiado. La tesis de aŸier Espejo Surós tendrÇa šue solucionar en parte esa laguna de la crÇtica. Para una sÇntesis de la obra de este dra–aturgo, Ÿer por el –o–ento Espejo Surós, ŬŪūŪ.

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seÛora en Ÿirtudes cu–bre, pues se usa ¢ es costu–bre entre toda gente hebrea4ş.

Esta inor–ación, šui£á necesaria para el receptor castellano de –ediados del VI, poco a–iliari£ado con tales usos, es tan inrecuente šue salŸo error de –i parte constitu¢e un hápaxůŪ. ás extraÛo, por no decir auda£, es lo šue propone Pedro de Alta–irando. Cuando se co–entan los suri–ientos del SeÛor se acusa de ellos a la Sinagoga ¢ al SanedrÇn, al tie–po šue se Ÿincula a los discÇpulos con el pueblo judÇo, segøn lo prueba el posesiŸo «nuestros»: CLES-[...] De có–o ue preso por intercesión de los sacerdotes šue lo procuraron, los prÇncipes nuestros le crucięcaron ¢ le condenaron a –uerte ¢ pasiónśŗ.

Es –ás, el propio esøs recibe el apelatiŸo «rabÇ» por parte de sus discÇpulosůŬ. DiÇcil sacar conclusiones de tal actitud, aunšue cuesta creer šue el autor no se percatara de la distancia estética šue introducÇaůŭ, e incluso del desaÇo šue lan£aba a toda una tradición plurisecular šue se e–peÛaba en alejar al SalŸador, a su a–ilia ¢ seguidores del pueblo del cual or–aban parte integrante para, de –anera –ás o –enos Ÿoluntaria o consciente ȮǶcó–o asegurarlo sabiendo tan poco de este escritorǵȮ, acercarse a las posturas de pole–istas proconŸersos del siglo V del tipo de Cartagena, šue sie–pre insistieron en la sangre judÇa del esÇas.

Ůų uan de Pedra£a, Auto que trata primeramente cómo el ánima de Christo descendió a los inęernos, ūųŭŭ, ŸŸ. ŭŭų-ŭŮŰ. ue publicado en ūůŮų. ůŪ Pedra£a se basa en dos relatos eŸangélicos: Luc, Ŭŭ, ůŰ: «Luego regresaron [las –ujeres] ¢ prepararon aro–as ¢ –irra», ¢ n, ūų, ŮŪ: «[Nicode–o ¢ osé de Ari–atea] To–aron el cuerpo de esøs ¢ lo enŸolŸieron en lien£os con los aro–as, conor–e a la costu–bre judÇa de sepultar». Los lectores de uan, de cultura helenÇstica, precisaban ese tipo de inor–ación. ui£á Pedra£a, šue sigue a uan, consideró excesiŸo aludir al descanso del sábado, co–o hace Lucas. Todas las citas de la Sagrada Escritura proŸienen de la Biblia de Jerusalén. ůū Pedro de Alta–irando, La aparición que Nuestro Señor Jesucristo hizo a dos discípulos que iban a Emaús, en oll, ūųŰų, pp. ūŮų-ūŲŪ. C. la p. ūůŰ. Para los proble–as reerentes a las ediciones, Ÿer arcÇa-Ber–ejo, ūųųŰ, pp. ūŬű-ūŬŲ. ůŬ oll, ūųŰų, pp. ūŰŬ ¢ ūűŮ. Por su parte, Cristo ja–ás se identięca con los doctores de la Le¢: «Ÿuestros RabbÇs», p. ūůųDz «Ÿuestros doctores», p. ūŰŲ. Alta–irando se inspira en Lucas, ŬŮ, ūŭ-ŭů en donde nunca se encuentra la palabra «rabÇ»Dz en ca–bio sÇ la halla–os en uan: la agdalena, cuando reconoce a esøs «[...] le dħo en hebreo: ȃRabbunÇȄ -šue šuiere decir: ȃaestroȄ-». n, ŬŪ, ūŰ. ůŭ auss, ūųűű, p. ūűŮ.

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Primera parte Antecedentes: Judíos y conversos en el teatro de los dramaturgos anteriores a Calderón

Capitulo I

Los primeros personajes judíos

El término judío puede prestarse a equívoco según quedó dicho en la Introducción; equivale aquí a opuesto explícita o implícitamente a cristiano, tal y como lo hallamos ya en el Evangelio de San Juan. Así entendido, los primeros personajes no aparecen hasta autores del segundo tercio del XVI: Sánchez de Badajoz, Horozco, Carvajal o Pedraza, esto es, autores del centro y del oeste peninsular cuya producción en el caso de los dos últimos conocemos mal y de forma muy fragmentaria.

Los personajes concretos De las cuatro piezas de Horozco que nos han llegadoū, sólo una de ellas nos interesa por el momento: La historia evangélica del capítulo nono de San Juan, ęel adaptación de un pasaje evangélico muy conocido, en el que Jesús devuelve la vista a un ciegoŬ. La propia fuente, en virtud de los abundantes diálogos y de la tensión que se produce en los enfrentamientos entre los fariseos y el invidente, contiene una virtualidad dramática que se ha sabido aprovechar con bastante destreza. Horozco disminuye el número de vecinos y fariseos, para adecuarlo a las posibilidades de la representación, y añade dos situaciones con nuevos personajes: el joven criado, Lazarillo, y un Procurador y su cliente. Esa ampliación le permite alcanzar un texto de dimensiones ū Cito por la siguiente edición: Horozco, Representaciones, ūųűų, a la espera de la publicación de la tesis de Dumora, ŬŪŪū. Ŭ onzález llé, el editor, anota meticulosamente el trasvase del texto evangélico al diálogo.

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razonables y, sobre todo, introducir la comicidadŭ, manteniendo la coherencia de la acción. En efecto, Lazarillo no sólo se pelea con su amo sino que atestigua la verdad del milagro; en cuanto a Procurador y Litigante, resultan ser vecinos del ciego y al reconocerlo, certięcan la curación. Los antagonistas son dos fariseos, que pese a tener nombre propio –Isac y Jacob– carecen de individualidad. Ambos desempeñan un mismo papel sin divergencias ni gradaciones: ponen en tela de juicio tanto la cura milagrosa como la divinidad del Nazareno. En realidad forman un tipo bien reconocible, el del malvado judío que retrata San Juan -y la tradición cristiana-. Horozco se limita a retomar sus rasgos: malignidad, soberbia, tozudez, cargando las tintas y aprovechando nuevas posibilidadesŮ. En primer lugar, Horozco establece una frontera lingüística que separa a los dos fariseos de los demás personajes gracias al uso de la palabra «Dio», típica del ladino, que aparece frecuentemente en sus intervenciones. Este recurso para ser eęcaz exige un público al tanto del habla de los hebreos; por ello no es raro que se pierda paulatinamente, según se va borrando el recuerdo de los judíos hispanos en la memoria de los espectadoresů. El evidente anacronismo de hacer hablar a los contemporáneos de Cristo como a sus descendientes del medioevo peninsular, tiene la ventaja de mantener la continuidad entre los incrédulos del pasado y los del presente, y esta fusión de temporalidades constituye como sabemos uno de los rasgos del teatro religiosoŰ.

ŭ La acción comienza con un episodio sacado del fol”lore: la historia del ciego y de su destrón, lo que la vincula, según se viene diciendo desde hace tiempo, con el Lazarillo. A continuación se sitúa un diálogo entre Procurador y Litigante. Sobre la comicidad y el teatro religioso, asunto del que me volveré a ocupar, ver Hess, ūųűŰ. Ů Para dichos rasgos, recuérdese lo dicho en la Introducción. Por supuesto, hay múltiples aspectos relacionados con la técnica teatral que no trato en este breve análisis; remito para ello a Dumora. ů Ver Combet, ūųŰŰ. Un uso semejante se encuentra en La tragedia Josephina de Carvajal, según señalan itlitz, ūųűŬ y Hermenegildo, ŬŪŪů, el cual parece no conocer el anterior estudio. Como se verá en el siguiente capítulo todavía está vigente en alguna obra del Códice de Autos Viejos (a partir de ahora CAV). Por otra parte, sería necesario un trabajo de conjunto, exhaustivo, porque no siempre encontramos esa misma función. Por ejemplo Juan de Pedraza, en la Comedia de Sancta Susaña, hace que varios personajes utilicen las dos formas indistintamente. Habría que evaluar hasta qué punto inĚuye el eje de rima en la elección de una u otra palabra. Me he interesado por todo ello en rápido panorama que abarca el teatro de los siglos XVI y XVII en arrot ambrana, ŬŪūŬd. Volviendo a Horozco, aunque el texto carece de acotaciones, no debe descartarse que los fariseos vistieran de forma distinta a los otros personajes. Ű Ver a este respecto el excelente estudio de Auerbach, ŬŪŪū, c. VII.

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Desde el punto de vista de la interpretación, el aspecto más revelador es la cólera, que los ahoga cada vez que pronuncian el nombre de Jesús, algo que los actores subrayarían exagerando los gestosű. Tal irritación, que hábilmente surge en cada una de sus tres intervenciones, va acompañada de una actitud despectiva que contribuye a acentuar la antipatía que despiertan Ų. Sirva de botón de muestra el encuentro con el destrón, cuyas palabras se desdeñan en razón de las sospechas sobre su honradez (se le acusa de ser cómplice del engaño), pero también, detalle importante, por su baja condición: ISAC-¡Mira qué negro testigo, un rapazejo trampista! JACB-ǶNo miráis qué evangelista traye de manga consigoǵ (vv. ŭŲű-ŭųŪ) [...] JACB-ǶNo miráis con que Barú nos conbidaǵ (vv. ŭųű-ŭųŲ)ų

En los Evangelios encontramos a menudo el miedo de los discípulos, perseguidos por las autoridades religiosas y el mismo San Juan recuerda las advertencias del Mesías en tal sentidoūŪ. Horozco la hace aparecer en el tablado incorporando algunas amenazas en el diálogo: JACB-Mirá, que digáis aquí la verdad. (vv. Ůŭŭ-ŮŭŮ) [...] JACB-Mirad, no traigáis marañas y entended bien cuánto os va. (vv. ŮŮŭ-ŮŮŮ) [...] ISAC-No curéis aquí de mañas (v. ŮŮű)ūū.

ű Cf. por ejemplo los vv. ŭŬŲ, ŭŰŭ, ŭŲű-ŭŲŲŲ, ŭųů-ŭųű. Los signos de exclamación indican que el tono sube; esa misma exaltación se subraya con exclamaciones del tipo: «¡Para el Dio!»; «Vive el Dio!», etc. Ų La primera con el ciego y el criadillo, la segunda con los padres y la tercera de nuevo con el ciego. ų Horozco, siguiendo en esto el Evangelio, prepara el momento en que los rabinos quieren desacreditar al ciego, apoyándose en el hecho de que debe ser un pecador -de donde su enfermedad- indigno de codearse con los puros. Cf. los vv. ůŪŭ y ůŪů y Juan, ų, ŭŮ. ūŪ Jn ūŰ, ū-Ů. Algo semejante, por ejemplo, en Lc Ŭū, ūŬ-ŬŮ. ūū Cf. Jn ų, ŬŬ. «Esto dħeron sus padres, porque temían a los judíos, pues ya éstos habían convenido en que, si alguno le confesaba Mesías fuera expulsado de la sinagoga».

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La llegada de los dos ancianos, concretamente la primera respuesta del padre, hace que de nuevo aĚore lo cómico, en este caso gracias a un jocoso comentario anticlerical a los que tan aęcionado era nuestro autorūŬ: ISAC-Este hombre bien mirad, y si es [él], nos declarad, vuestro hijo por ventura. VIEJ-Si no tuvo parte el cura en él quiçá, mi hijo es y será (vv. ŮŭŰ-ŮŮŬ).

Se trata, no obstante, de una broma muy localizada, que no basta para que el diálogo nos conduzca a la farsa, sin duda por respeto al Mesías, que aparecerá al ęnal de la Historia. Por ello, los dos fariseos se mantienen en un plano serio, aunque la interpretación puede sin ninguna duda provocar la risa si se exagera la exaltación, la ira de ambosūŭ. Por último, conviene destacar que Horozco insiste, en la paráfrasis de la discusión entre los fariseos y Jesús, en uno de los caballos de batalla de la Iglesia, a saber, la censura del «intelectualismo», contrario a la fe: ISAC- [...] Ƕtú nos quies dar a entender que estamos en ceguedad y que no basta leer nuestros libros ni saber? ¡Vive el Dio, que es falsedad! IHS-Si así fuese, a la verdad, que no viedes, pecado ni culpa avriedes; mas, pues tenéis escrituras y las maravillas vedes, en vuestro pecado avredes de quedar por siempre a escurasūŮ.

Los verbos «leer» y «saber» se critican no por llevar en sí el pecado sino en tanto que velos que impiden acceder al plano sobrenatural (vv. ůŰŭ-ůŰŮ). tro cambio de tipo lingüístico merece destacarse: Horozco traduce manet por «quedar por

ūŬ Sobre el anticlericalismo de Horozco, ver los comentarios de einer, ūųűů, pp. ūų-ŬŪ. ūŭ En el drama religioso se ridiculiza con frecuencia, a veces de manera extremada, a los enemigos de la e (es la norma en Sánchez de Badajoz). Ver Hess, ūųűŰ, pp. ŬŰű ss. ūŮ Vv. ůůŬ-ůŰů. Jn, ų, ŮŪ-ŮŬ, es mucho más conciso: «yeron esto algunos fariseos que estaban con Él y le dijeron. ǶCon que nosotros somos también ciegos? Díjoles Jesús: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora decís: Vemos, y vuestro pecado permanece» [énfasis mío].

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siempre» y tal modięcación no es casual, pues de ese modo «vuestro pecado» se proyecta en todo el pueblo hebreo, que permanece atado a su error, a la incredulidad, reforzando la impresión creada por la utilización de «Dio»ūů. Nos encontramos así ante una personięcación de lo que Polia”ov calięcó de «Judío intemporal». En cambio, disiento de Dumora cuando vincula a Isac y Jacob con los criptojudíos y al ciego con los conversos sinceros: esa interpretación me parece bastante improbable y desprovista de cualquier base textualūŰ. En resumen, Horozco ha encarnado en los dos fariseos los rasgos característicos del estereotipo judío: ceguera, maldad, arrogancia, oposición a la religión católica difundida por la Iglesia. Les atribuye otro, presente en la literatura y en la iconografía: la cólera, que se convertirá en uno de los componentes –el más frecuente– del juego dramático de los personajes hebreos.

Los personajes abstractos De entre todos los dramaturgos del momento Diego Sánchez de Badajoz es probablemente el más fecundo y, salvo descubrimiento de nuevas obras que nos obliguen a cambiar de opinión, a su pluma se deben los primeros personajes abstractos judíosūű. Para encontrar otras representaciones de la Sinagoga, pues de ella se trata, debemos esperar al CAV, correspondiente a un período ligeramente posterior. Sánchez la emplea en dos farsas: la Farsa de Salomón y la Farsa de la Iglesia. En estas obras, muy distintas en cuanto a la ambición y al conĚicto, el personaje está construida siguiendo el mismo modelo: una feísima vieja, enemiga de la IglesiaūŲ. La Farsa de Salomón ejemplięca a la perfección las dięcultades que encontraban los dramaturgos castellanos a la hora de escribir una acción algo extensa

ūů El materialismo judío, ya señalado, aparece sin cesar en el teatro religioso. La crítica del «intelectualismo» judío corre parejas con la del de los protestantes, tan aęcionados a los libros y tan escépticos con respecto a los misterios del catolicismo. Ver a este respecto arrot ambrana, ŬŪŪŬa, ŬŪŪŬc y ŬŪŪűb. ūŰ Dumora, ŬŪŪū, pp. ūůŪ-ūůū. ūű De obligada consulta es el ya clásico estudio de ardropper, ūųŰŲ, c. XV. Añádanse como mínimo (la bibliografía es muy abundante) la Introducción de Pérez Priego a las Farsas, ūųŲů, su monografía de ūųŲŬ y Cazal, ŬŪŪū. Para un panorama de la actividad teatral extremeña pude leerse Teħeiro, ūųųű. ūŲ Los artistas cristianos representan a menudo a la Sinagoga como una anciana, según lo hace por ejemplo ernando allego en el cuadro La bendición de Cristo, perteneciente a los fondos del Museo del Prado, que reproduce Caro Baroja, ūųŰū, I, p. Ŭŭŭ. Para la combatividad de la Sinagoga, ver Hildenęnger, ūųŪŭ, pp. ūųŪ-ūųŮ.

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(aquí, ŲŰŰ versos), basada en un breve episodio bíblicoūų. En varias ocasiones, Sánchez de Badajoz se limita a ensamblar diversos episodios independientes: primero la paráfrasis veterotestamentaria, luego, una especie de paso, escasamente relacionado con lo anterior. Tal es la estructura de la Farsa de Salomón y de la Farsa de DavidŬŪ, aunque en esta última el valor ęgurativo sea menos explícito y predomine la enseñanza moral, funciones que correspondían al Antiguo Testamento en el teatro religioso de la épocaŬū. Con todo, la Farsa de David mantiene un mínimo de cohesión, puesto que uno de los personajes, el Pastor, nunca abandona el escenario y mantiene el mismo papel, con lo cual asegura cierta continuidad a la acción. Por desgracia, no sucede lo mismo en la obra que nos concierne, muy al contrario. El autor comienza por escenięcar el famoso juicio de Salomón, con gran ędelidad (ūR ŭ, ūŰ-ŭŬ); a continuación interviene un religioso encargado de explicar el sentido del juicio: RALE-Hermano, vine a aclarar esta figura graciosa: madre cruel y piadosa al niño quieren lleuar; la cruel quier lo matar: esta fue la Sinagoga, mas la glesia lo deroga, [...] Sinagoga lo ahogó cuando lo puso en la cruz; la glesia lo guarda en luz que por quien es lo creyóŬŬ.

Precisemos que la exégesis del fraile se apoya exclusivamente en uno de los puntos comunes a las dos mujeres, la maternidad. El otro, la prostitución, difícilmente aplicable a la Iglesia, se deja completamente de lado: «Farça de Salomón. Son ynterlocutores [...]: dos mugeres rrameras y un niño de / teta [...]»Ŭŭ

ūų Léase a este respecto lecnia”os”a, ūųŰū, caps. VI y VIII. ŬŪ Cito siempre por Recopilación en metro, ūųŰŲ, pp. ŮŮŭ-ŮůŲ y ūŰų-ūųŪ, respectivamente. A partir de ahora, Recopilación. Ŭū Cf. lecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŭůŪ-ŭůū. David ejemplięca el premio con el cual recompensa Dios a los humildes, vv. Ųū-ųŪ; es además ęgura de Cristo, vv. ŬųŲ-ŭŪŬ y ŭŲų-ŭųŪ. ŬŬ Vv. ŭŭű-ŭŮŭ y ŭŰů-ŭŰŲ. Sánchez de Badajoz hace de dos niños uno solo, pues: «al niño Iesús ęgura, / que fue de mortal natura / y Dios ynmortal, por çierto», vv. ŭůŲ-ŭŰŪ. Ŭŭ P. ūŰų. Cf. ūR ŭ, ūŰ-ūű. No hay ninguna indicación sobre la edad o la ropa de las mujeres.

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Tampoco se aprovecha la vejez, a pesar de que la madre mala le conęesa al pastor que ha actuado en cierto modo a causa de su avanzada edadŬŮ. El valor ęgurativo desaparece con rapidez, en primer lugar porque el fraile dará una nueva explicación de la sentencia: RALE-Pues estas madres, yo hallo que es nuestra alma y carne esquiva: el alma quiere que biva, mas la carne desechallo. Desechar, digo, su yugo de sus santos mandamientos [...] (vv. Ůūŭ-ŮūŲ).

En segundo lugar, porque ya no se hará nunca más alusión a la Sinagoga y la mujer representa únicamente a una antigua prostituta que, por ende, unirá su voz a la del Pastor en el villancico ęnal que se canta ante Jesús (vv. Ųůů-ŲůŰ). En este sentido, la identięcación Sinagoga-madre cruel no llega a concretizarse: permanece reducida al papel de tema, sin convertirse en proceso de encarnación de la religión judía en ęgura dramática. La homogeneidad y la coherencia interna de la acción, bastante corta por cierto pues consta de ŬŮŪ versos nada más, sitúan a la Farsa de la Iglesia (Recopilación: ŮŰŭ-ŮŰŲ) por encima de la obra anterior, al menos desde ese punto de vista. El autor no dramatiza ahora un episodio de la Historia Sagrada sino que desarrolla la idea paulina a que ya se ha hecho alusión: la Historia Teológica de la Humanidad, esto es división de la historia del mundo en dos épocas marcadas por la RedenciónŬů. La técnica es sencilla porque desde el principio se anuncia una oposición alegórica entre la Sinagoga, la primera etapa, y la Iglesia, la segundaŬŰ. Esa oposición, y la palabra debe entenderse tanto en el sentido de enfrentamiento como de rasgos constitutivos antinómicos, se convierte en principio estructurante en todos los planos de la farsa, al referirse al aspecto físico de los perŬŮ «Vieja y pobre y sin amigo», v. ŭŪų. Al contrario, en la Farsa de la Iglesia, la vejez se convertirá en punto determinante en la representación de la Sinagoga. Ŭů abriel onzález, ūųŲű, p. ůű. La idea será desarrollada por la patrística formulándose así la Historia Teológica de la Humanidad de la que tanto se hablará en estas páginas por su constante uso en el teatro. En vez de dos períodos, podemos encontrar tres: el primero, gobernado por la Ley Natural, llega hasta la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés; nace ahí el segundo, en donde la humanidad se rige por la Ley Escrita, a su vez ęnalizado con el advenimiento del Mesías, que instaura la Ley de racia. ŬŰ La datación de las obras de Sánchez de Badajoz sigue siendo insegura. Cazal, propone ūůŭů para la Farsa de Salomón y ūůŭŮ para la Farsa de la Iglesia, por lo tanto contemporáneas, aunque concebidas para festividades distintas. Si para la primera, se acepta la Navidad, la segunda resulta más problemática desde ese punto de vista (Cazal, ŬŪŪŬ, p. ūŭů).

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sonajes, a la interpretación, al papel de cada uno de ellos, luego a la acción, y funciona en los dos niveles de la alegoría. Junto a la pareja alegórica intervienen otros dos personajes, el Pastor y un Moro, a primera vista concretos, pero en realidad representantes de sendos grupos: los cristianos y los musulmanes, o por mejor decir, los moriscosŬű. Cuando el pastor se despierta, ve a dos mujeres, una vestida de negroŬŲ, huidiza, deseosa de ocultar el rostro y su identidad, mientras que la otra no tiene inconveniente en mostrarse a la vista ni en identięcarse: PASTR-Ƕuién es aquella muger? No, no, que tengos que ver... ¡, qué vieja tien la cara! Estotra tien gesto listo [sic] Ƕuién sois vos? Diz que el greja, esposa de Iesuchristo.  ésta, fuelle de Antechristo, Ƕquién es?: Ƕla Sinoga vieja? Mirá cómo se cobija, [...] (vv. Ŭŭ-ŭū).

Comprobamos la existencia de dos correlaciones de rasgos contrarios: fealdad-vejez-disimulo // belleza-juventud-franqueza. El Pastor establece entre ambas una relación madre-hħa y se inclina sin dudarlo por la últimaŬų: PASTR- o más me quiero la hija que la puta vieja madre (vv. ŭŮ-ŭů).

La ropa negra de la anciana no sólo simboliza el dolor, el luto, sino también el disimulo propio de la alcahueta. Se nota la proyección de Celestina y de sus abundantes descendientes en la conęguración del personaje, buena prueba del peso de la literatura celestinescaŭŪ. Además de esta asociación de tipo literario, existe una justięcación de orden teológico que enlaza con el sentido profundo de la alegoría. Se trata de trasladar a las relaciones humanas la inędelidad de

Ŭű He analizado la obra desde el punto de vista de la imagen del musulmán en arrot ambrana, ŬŪŪű. ŬŲ «Son ynterlocutores quatro / ęguras: vna muger vieja, que es la Sinagoga, cubierta con luto, y vna mu / ger que es la glesia, muy linda y honestísimamente atauiada...», p. ŮŰŭ. Ŭų Esta vertiente de la antropomoręzación de las religiones, fenómeno derivado de la exégesis bíblica y de escritos de los Padres de la Iglesia, encontrará distintas formulaciones según iremos viendo. ŭŪ Ver las antologías de Canet, ūųųŭ y Pérez Priego, ūųųŭ, y sus respectivos estudios introductorios.

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los judíos hacia Dios, tantas veces recordada en el Antiguo Testamentoŭū. Esta deslealtad prepara la ingratitud ęnal: PASTR-uando Dios del cielo vino en lugar de dulçe vino dio muy azedos agrazes (vv. Ůŭ-Ůů).

La Sinagoga llora su decadencia (vv. ŮŰ-ůů), pero el pastor, aunque sensible a cierta dignidad que se destaca de estos versos, la humilla enseguida y aprueba el castigo (vv. űū-űű).  en ese momento la oposición, hasta entonces limitada al terreno de las cualidades personales, se dinamiza. La relación madre-hħa se convierte en un resorte de la acción y conduce a las dos mujeres a una divertida discusión plagada de insultos:  LESIA-Ciego está tu entendimiento, madre peor que madrastra. SINA  A-Perra, Ƕdízesme que miento? PASTR-Ta, ta, ta, ¡mirá qué allento! ¡a, ya, vieja, basta, basta!  LESIA-¡Ay, madre de maldición, déxame, ciega, obstinada!ŭŬ.

Pero el autor no pierde de vista que la discusión tiene una raíz teológica y subraya que la religión simbolizada por la madre ha perdido vigencia:  LESIA-[...] que ya tu çircuncisión, sacrificios y oración y ritos, es todo nadaŭŭ.

La escena recobra su tonalidad anterior y la discusión se convierte en una riña propia de entremés: SINA  A-¡, hija terrible, fuerte! Ƕ tu lengua así me enloda? o tengo aquí de comerte.  LESIA-¡Tírate allá, mala muerte! PASTR-¡, puta vieja, beoda, anda, noramala sea!, ¡vieja perversa, ranciosa! (vv. ūŭū-ūŭű).

ŭū «No se lo leuanto yo, / que allá los predicadores / dizen que Dios se quexó / questa vieja fornicó / con sus muchos amadores», vv. ŭů-ŮŪ. ŭŬ Vv. ųū-ųű. De nuevo tenemos que deducir la interpretación del las acotaciones internas. ŭŭ Vv. ųŲ-ūŪŪ. Esta misma idea se repite en los vv. ūūŮ-ūūů y al ęnal de la obra.

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El diálogo en su conjunto puede parecer muy irrespetuoso, pero además de poner de relieve el carácter belicoso de Israel frente a la mansedumbre, al menos física, de la Iglesia, recoge en registro coloquial alunas acusaciones proferidas por los padres de la Iglesia, como, por ejemplo, la comparación de la Sinagoga con una prostitutaŭŮ. El debate pasa a un terreno más religioso cuando el Moro entra en escena. La Sinagoga intenta ganarlo para su causa y se esfuerza acto seguido en impedir su bautismo. A partir de ahora se establece una nueva oposición entre el Moro, que se bautiza, y la vieja, que se mantiene impertérrita y, consecuentemente, sufre insultos, burlas y maldiciones: PASTR-Heros he yo llas narizes. [...] PASTR-¡Veisla, veisla, bautizada! SINA  A-Mientes, mientes, que no quiero, ¡ay, triste, desventurada! PASTR-No curéis, ya estáis mojada, duna puta, vieja cuero. [...] Nunca Dios te dé salud, cuero viejo sin virtud. ¡Vaya con los enemigos!ŭů

El bautizo de la Sinagoga da qué pensar: la resistencia de la vieja, que jura por el Talmud aęrmando así la ęrmeza de sus convicciones, y el hecho de que desaparezca de escena podrían apuntar a los bautizos forzados que tuvieron lugar desde ęnales del XIV, responsables del nacimiento del criptojudaísmo. En cualquier caso, contrasta con la actitud del Moro, integrado en el seno de la Iglesia y que, cabe suponer, entona con los otros dos personajes el villancico ęnal en donde se retoma el asunto de la nueva era inaugurada con la llegada de Cristo. Volviendo a la construcción de los personajes, se comprueba el uso de analogías evidentes:

ŭŮ Para no acumular citas contentémonos con la siguiente de San Jerónimo: «Es prostituta la que se acuesta con muchos; adúltera la que abandona a su marido para acostarse con otro. Ambas cosas es la sinagoga, a quien Dios despojará de los vestidos y adornos que le había dado si persiste en la fornicación y adulterio» (In Os., I (Ŭ), Ŭ-ŭ), apud onzález Salinero, ŬŪŪŰ, p. ůŲ. De paso se nos da una pista de otros esquemas actanciales antropomoęzadores. ŭů Vv. ūųų; ŬŪū-ŬŪů; ŬŪŲ-ŬūŪ. El Moro también recibe un buen número de ellos. Conviene recodar que los insultos menudean en las farsas del extremeño, forman parte tanto de la construcción del diálogo como de la caracterización del pastor, cuyo carácter provocador ha estudiado Brotherton, ūųŰŲ, passim especialmente c. IV.

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Ley Vieja / mujer vieja Ley Nueva / mujer jovenȳǁȳmadre-hija La Ley Vieja anuncia a la Nueva

La relación se concibe de forma antagónica, toda vez que la madre rechaza el papel que se le asigna, el de simple preęguración destinada a desaparecer tras el cumplimiento de los designios de la Providencia. Ahora bien, la traducción dramática de ese esquema dice mucho de los obstáculos que rodean a la alegoría teatral. En escena, se parte del signięcante (mujer vieja) para llegar al signięcado (Sinagoga) y gracias al análisis precedente se puede deducir que es la primera la que se nos queda grabada. En otras palabras, el sentido literal domina al metafóricoŭŰ. De hecho, las críticas de tipo religioso que recibe la Sinagoga pasan a un segundo plano, siendo el aspecto físico del personaje, su edad y su oęcioŭű, lo que se convierte en el auténtico blanco. Los insultos proferidos por el pastor no persiguen otro objetivo y, dicho sea de paso, conviene contextualizarlos, situarlos dentro de una comicidad bastante cruda sin olvidar quién es el emisor, el Pastor, y quién la víctima: la vieja arrugadaŭŲ. Si nos detenemos en el aspecto puramente religioso, Ƕde qué se acusa al pueblo judío? El deicidio, primer cargo, apenas se menciona, ya que el sacrięcio del Mesías aparece como prueba de amor hacia su esposa, la Iglesia:  LESIA-[...] ya conmigo tien unión, ques mi esposo aquese mismo; arras me dio en su pasión, [...] cumplióse lo del Cordero que en la cruz por mí fue muerto, [...]ŭų.

Estas limitaciones, la constatación de que Sánchez de Badajoz apenas esboza la Historia Teológica de la Humanidad como esquema actancial (con razón ŭŰ Pérez Priego, ūųŲŬ, p. ūŪŲ, considera igualmente que la alegoría no se desarrolla lo bastante y calięca a los personajes de personięcaciones. Dicho esto, se echa de menos un estudio de esas personięcaciones en el apartado que dedica a los personajes en las pp. ūŰŭ-ūųū. ŭű Tal decisión hace que el personaje caiga irremediablemente del lado cómico, lo cual según se ha indicado es uno de los recursos favoritos del teatro religioso. ŭŲ Estoy pensando en los comentarios de Delgado Morales, ūųŲŮ, p. ūŮū, sobre el antħudaísmo que se desprendería del diálogo: en mi opinión el auténtico antħudaísmo se encuentra en una frase como la siguiente: «Nunca Dios te dé salud / ... / ¡Vaya con los enemigos!» (vv. ŬŪŲ y ŬūŪ), y no en insultos del tipo: «duna puta, vieja cuero» (v. ŬŪů). ŭų Vv. ūūū-ūūŭ; ūūŰ-ūūű. La muerte se percibe como el medio de redimir a la humanidad y no como expresión de la villanía de los judíos.

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calięcó López Prudencio esta farsa de entremés alegórico)ŮŪ, no debe hacernos olvidar el interés de la obrita, al representar el primer paso conocido en la dramatización de ese modelo de conĚicto dramático: la Farsa de la Iglesia abre camino a la Moselina o a la Farsa de la moneda y a una larga descendencia que nos lleva hasta CalderónŮū. En lo que se reęere al personaje mismo, fuera de las reservas ya expresadas, comprobamos el éxito de la fórmula, cuyo alcance debe relativizarse: la Sinagoga vieja ya no sobrevive a ęnales del siglo XVI. Debe señalarse también, junto con ese carácter precursorŮŬ, las dięcultades que deben vencer los dramaturgos que escriben este tipo de teatro para establecer correspondencias entre los dos niveles alegóricos: el sentido abstracto y su encarnación en un cuerpo y actitudes concretas. Para lograrlo se necesita una técnica bastante madura, que se alcanzará muy progresivamente.

Žȱ•Šȱ’—Ž›™›ŽŠŒ’à—ȱꐞ›Š•ȱŠ•ȱ™›ŽœŽ—ŽȱŽ•ȱŽœ™ŽŒŠ˜› La incidencia de los acontecimientos históricos en la escena plantea de forma aguda el problema de las relaciones autor-obra-público y, claro está, el de la composición de este último, aspectos imprescindibles si se quiere comprender el alcance de los textos. Desde este punto de vista ha de distinguirse entre representaciones particulares (el Entremés de Horozco que estudiaré después) y aquellas que se dirigían a un público más amplio y variopinto (la mayoría de las de Sánchez de Badajoz y Micael de Carvajal), sin olvidar que en el caso del teatro público había espectadores privilegiados, ya que como la Iglesia o los municipios, según los casos, sufragaban los gastos de la representación, los dramaturgos debían contar ante todo con el beneplácito de los miembros del capítulo o del ayuntamientoŮŭ. Si pensamos en las regiones en que trabajan los escritores que estudiaremos: Sánchez de Badajoz, Micael de Carvajal y Sebastián de Horozco, nos

ŮŪ Citado por ardropper, ūųŰű, p. ūųų, quien concede muy poca atención a la Farsa de la Iglesia; la rechaza probablemente por el humor del diálogo que calięca de grosero. Ůū tro asunto es que se pueda aęrmar que los autores anónimos de las dos farsas del CAV citadas conocieran la Farsa de la Iglesia. Me he referido a este problema de construcción del corpus en la Introducción. ŮŬ Por lo menos mientras no aparezcan obras anteriores, lo cual tampoco debe descartarse. Ůŭ Por supuesto, la inĚuencia de los grupos dominantes en el público no se limitaba al simple aspecto económico. Puede verse una síntesis sobre la formación del público en la primera mitad del XVI en Canet, ūųųű.

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damos cuenta de que Toledo y Extremadura son zonas en donde el problema converso muestra bastante aristas debido a la dureza inquisitorial y a la violencia de los enfrentamientos intercomunitarios, provocados por la fuerte implantación, excesiva en opinión de los cristianos viejos, de los conversos en los mecanismos de los diversos poderes eclesiástico y civilŮŮ. Bien es verdad que la actividad del Santo ęcio había disminuido, sin llegar a desaparecer, pero no es menos cierto que esa relativa calma corría parejas con un endurecimiento de las relaciones sociales, con la implantación de varios estatutos de pureza de sangre, entre los cuales destacan los de la catedral de Toledo (ūůŮű) que marcarán un hitoŮů. Ahora bien, la presencia de tales conĚictos es mínima y de lo más discreta en el teatro. Por otra parte, tendremos que distinguir entre anacronismos aislados (las alusiones que aparecen en el diálogo) y anacronismos estructurales: aquellos que recorren una obra de principio a ęnal, como sucede cuando estos tres dramaturgos ponen en tela de juicio la marginación de los cristianos nuevos, recurriendo a la Biblia para referirse al desgarramiento que sufre la sociedad española. Precisamente comenzaré por tratar de estos últimos. En la Representación de la parábola de Sant Mateo (...) La qual se hizo y representó en Toledo en la ęesta del Sanctíssimo Sacramento por la Sancta Iglesia. Año de ūůŮŲ añosŮŰ, Horozco parte de un fragmento que encontrará un gran éxito: la parábola de los obreros enviados a la viñaŮű. Por medio de esta parábola, por cierto, una de las más difíciles de interpretar, Jesús establece un paralelismo entre el Reino de los Cielos y la viña en donde trabajan unos obreros que llegan a horas distintas. Sin embargo todos reciben el mismo salario. Conviene recordar las últimas palabras, tan conocidas, del texto evangélico:

ŮŮ Cf. Rodríguez Moñino, ūųůŰ. Entre ūŮŲŪ y ūůŭŪ los inquisidores tenían como objetivo casi exclusivamente a los judaizantes, luego, las estadísticas muestran que otras víctimas toman el relevo hasta la llegada de los conversos portugueses (Dedieu, ūųŲų, pp. ŬŮŪ-ŬŮŮ y Ŭůŭ-ŬŰű). Se encontrará una visión de conjunto de la actividad inquisitorial en la época del Emperador en Redondo, ūųŲŭ. Ůů Ver Caro Baroja, ūųŰū, II, pp. ŬűŰ-ŬŲů. Este estatuto se adelanta a la ola que se producirá durante el reinado de elipe II. Ver Sicroě, ūųŲů, pp. ūŬŮ-ūűŬ. ŮŰ Representaciones, ūųűų, p. Űű. La indicación de la fecha del estreno así cono las festividades en las que se integra nos ayudan a comprender la importancia del asunto tratado, pues se trata del Corpus, celebrado en el cado de Toledo con grandísima pompa por el arzobispado. Toda la población asistía a las representaciones y ceremonias. En cuanto a la fecha, estamos un año después de la promulgación del estatuto por Silíceo. Ůű Mt. ŬŪ, ū-ūŰ. Calderón, en sus dos versiones de esta misma parábola: La siembra del señor y El día mayor de los días, adoptará una actitud completamente distinta (Dietz, ūųűŭ, pp. ūŪŲ-ūūů). Resalta el que no se aborde en ellas el problema converso.

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Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario. Al tomarlo, murmuraban contra el amo [dz]  él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago agravio; Ƕno has convenido conmigo en un denario? Toma lo tuyo y vete. o quiero dar a este postrero lo mismo que a ti: ǶNo puedo hacer lo que quiero con mis bienes? Ƕ has de ver con mal ojo que yo sea bueno? Así, los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros, porque muchos son los llamados y pocos los escogidos (Mt. 20, 10-16).

A mediados del XVI resume Musculus las muchas interpretaciones recibidas por el texto: para unos se trata de las distintas edades del hombre, empezando por Adán hasta la llegada de los Apóstoles y, a continuación, los gentiles. Algunos entienden por primeros los que ocupan el rango más elevado en la sociedad y por últimos, los que son despreciados. Pero otros ven en los primeros a aquellos que se consideran a sí mismos como los primeros, y en los últimos, lo contrario. Algunos asocian los primeros con Adán, Noé, Abrahán, Moisés, etc., y los últimos, con los Apóstoles y los gentiles, etc. Además, otros explican que ser el último signięca ser considerado como el más pequeño del Reino de los Cielos, sin por ello resultar excluido; no faltan los que aęrman lo contrario. Hay quienes explican alegóricamente las menores detalles de la parábola, lo cual, por descontado, encuentra fuertes oposiciones, de tal modo que se destaca de todo esto mucho absurdo, como piensa CrisóstomoŮŲ. tros exegetas actualizan el sentido. Los protestantes, con Melanchthon a la cabeza, la vinculan con la historia de la Iglesia; pero no existe tampoco entre ellos unanimidad pues algunos, por ejemplo Lumnius, los relacionan con los indios, al igual que Bartolomé de las Casas y arcilaso de la Vega el IncaŮų. Pienso que cualquiera podía establecer lazos con la situación de los cristianos nuevos en la sociedad española. Veamos la paráfrasis de Horozco: PADRE-Los postreros trabajaron al tiempo que los llamaron, y toman lo que les dan. ǶPor qué tomas tanto afán tú conmigo? Pero respóndeme, amigo, Ƕqué es la injuria que te hago si cumplo yo bien contigo

ŮŲ Parafraseo la cita de W. Musculus, In Evangelistam MaĴhaeumdz, ūůŮŲ, p. ŮŭŰ, que transcribe Delville, ŬŪŪŮ, p. ūŰŪ. Ůų Delville, ŬŪŪŮ, pp. ŭŭŭ, Ůůų y ŮŰū, respectivamente.

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lo que a pagarte me obligo? [...] murmurar es desvarío de mi liberalidad (vv. ůŪŰ-ůūŮ; ůŬū-ůŬŬ).

Comprobamos que Horozco introduce pequeños cambios en el texto, sin llegar a desvirtuarlo por completo. Para empezar desaparece cualquier noción de superioridad, expresada en el versículo ūŰ. Esa idea es substituida por otra: la censura de aquellos que se atreven a murmurar contra la igualdad establecida en la Iglesia. La España de nuestro dramaturgo estaba enferma de diferencias entre los ęeles, de segregaciones y jerarquías: en el Toledo de ūůŮŲ, bajo la férrea mano de Silíceo y envuelto en la batalla de los estatutos, atreverse a recordar que los que se bautizaron antes no tienen más prerrogativas que los que lo hicieron después era suęciente desafío. Si la situación toledana era de clara crispación, no lo es menos la que se vive en Extremadura durante el período de actividad dramática de Diego Sánchez de Badajoz, aunque de manera bastante diferenteůŪ. En efecto, no se trata tanto de la resistencia a los estatutos sino de la actividad inquisitorial y de la rebelión de un converso, David Reubin, que pretendía ser hħo de Salomón. En ūůŬů escapó a Portugal y no se conformó con convertir a buen número de cristianos, se supone que conversos, sino que en ūůŬŲ atacó Badajoz al frente de una partida, con el escándalo y consternación consiguientes. El susodicho fue condenado en ūůŭŲ, tras las causas que en los años inmediatamente anteriores erradicaron de la zona, al menos temporalmente, el criptojudaísmo. Imaginamos sin dięcultad las consecuencias que todo ello tuvo en la sociedad extremeña: la desconęanza y el encono de los cristianos viejos se reanimaría, encontrando los más «casticistas» excusa para sus prejuicios; cundiría miedo entre los conversos, sinceros o no, ante las condenas más abundantes que nunca. Sin embargo se mantienen bastantes incógnitas: Ƕhasta qué punto la represión diezmó a esta comunidad? ǶLa descabezó?ůū Fuere como fuere, resulta imprescindible partir de ese contexto para justipreciar unos versos señalados por casi toda la crítica en donde el clérigo de Talavera alude a esas tensiones. Porque en realidad se trata de eso, de unos pocos versos de la Farsa

ůŪ Me apoyo en el estudio de Rodríguez Moñino, ūųůŰ. A continuación retomo aquí arrot ambrana, ūųųŰ, a donde remito para un análisis más pormenorizado. ůū Los datos que proporciona el listado de Rodríguez Moñino no son muy explícitos al respecto. Se adivina la categoría social, en general muy baja, a tenor de los oęcios indicados, pero nada cabe deducir en cuanto al poderío económico que algunos de los condenados podían disfrutar.

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de Ysaac (Recopilación, pp. ŭųŭ-ŮŪŬ), en la cual se explican las fricciones entre cristianos nuevos y viejos a partir de los más que dudosos procedimientos que condujeron la herencia de Isaac a las manos de Jacob, en detrimento de Esaú, el primogénitoůŬ: PASTR-Dentro del vientre riñeron con enbidias muy ardiles y quantos dellos vinieron que nunca bien se quisieron son judíos y gentiles: hizieron los malhazejos entre sí tantas carniaças que an agora en fe parejos; entre llos nueuos e viejos no faltan llas ojariças (vv. ŭū-ŮŪ).

Estas disensiones, explicables antes del nacimiento de Cristo, carecen de sentido dentro del seno de la Iglesia: PASTR-Dun pan diuino comemos todos juntos de consuno (vv. ŭŰŰ-ŭŰŲ).

A ello se añade el villancico ęnal en el que tras congratularse por la venida del Salvador, se canta la hermandad de todos los bautizados: PASTR- ózense todos christianos, los griegos como los godos, pues que Dios combida a todos (vv. ŭűū-ŭűŭ).

Desde Américo Castro hasta Wertheimerůŭ, la crítica ha subrayado el interés de esta aseveración cuya trascendencia en modo alguno queda invalidada por los argumentos de Pérez Priego. Este crítico, tanto en su tesis como en su introducción a las Farsas intenta minimizar la referencia prístina a los conĚictos intercastizos, pues en su opinión en los vv. ŭū-ŭů no se hace sino recoger un tópico de la exégesis medievalůŮ. Deja a un lado los que se acaban de citar

ůŬ Acerca de la historia de los dos hermanos y de sus versiones teatrales ver Weiner, ūųŲŮ, quien desconoce aparentemente el caso de Sánchez de Badajoz. ůŭ Wertheimer, ūųűų, pp. ŬŮ-ŮŬ, la cual convierte ese conĚicto en la columna vertebral del teatro de Sánchez de Badajoz: se trata de una lectura tan sesgada como la que en forma contraria efectúa Pérez Priego. ůŮ Pérez Priego, ūųŲŬ, p. Ųů y Sánchez de Badajoz, Farsas, ūųŲů, pp. ūűŬ-ūűŭ, n. ŮŪ. Sorprende que deje sin anotar los versos ęnales de la farsa de tan claras resonancias hispánicas.

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y la resonancia que la palabra godo tiene en la época. Por otro lado, la importancia, claro está, no reside en la originalidad de la idea sino en el momento en que se le da cabida en una representación y en el efecto que se quiere provocar.  sobre esto, no cabe la menor duda. Bien es verdad, a fuer de justos, que los valedores de la interpretación castrista deberían reconocer la práctica excepcionalidad de tan rotunda aęrmación igualitaria, ya que sólo cabe añadir como ejemplo la Farsa de Santa Bárbara (Recopilación, pp. ūŰū-ūŰű). En ella, sin ambigüedad alguna, se procede al descrédito de la sangre en favor de la igualación por el bautismo: N EL-Con la fuente bautismal de todas culpas lauada quedó libre y perhijada. PASTR-Como rrosa despinal. ¡Dios!, que [de] linaje astrosa salen hombres muy rebuenos vellacos ni más ni menos de linaje generosa; Sancta Bárbola preciosa, aunque de gente rruyn, hu muy buena: en fin, en fin, del espino sal la rrosa (vv. ūůű-ūŰŲ).

El nexo con la realidad contemporánea también salta aquí a la vista, aunque no deje de tener su gracia que los prejuicios hacia el neóęto apunten en la obra a quienes desertan de las ęlas del paganismo, lo cual invierte justamente los términos de la época contemporánea a la representación. A buen seguro la ironía debió ser apreciada por algún que otro espectador. Fuera de estos casos, debemos buscar la defensa de la dignidad de los conversos en homologías, según sucede en la Farsa de Moysén (Recopilación, pp. Ůūŭ-ŮŬū): PABL-¡ra, hermanos, amistad!, que Dios a negros y blancos, pobres, ricos, sanos, mancos, nos tienǀenǁ, y quier hermandad (vv. ŬŰů-ŬŰŲ).

En otras ocasiones donde intervienen africanos se abunda sobre lo mismo, al intentar componer a éstos con el siempre lenguaraz pastor: CAUALLER-En fin, abraçaos, hermanos. Pues que Dios es charidad no se rompa la hermandad

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entre sus hijos christianos: pues sus braços soberanos a todos están abiertos, estemos todos despiertos [...]ůů

Dudo mucho que Sánchez de Badajoz anduviera tan preocupado por mejorar el trato recibido por esclavos (o libertos) guineos. A todas luces, el negro, funciones cómicas aparte, simboliza al ser distinto, mas no por ello inferior, a quien conviene adoctrinar con paciencia, caso de mostrar ignorancia, en lugar de zaherirlo. A este respecto me parece muy ilustrativo un amplio tramo de la Farsa theologal (Recopilación, pp. Ųū-ūūŮ) que he comentado en otro lugarůŰ. El Pastor y el Cura conversan cuando irrumpe una negra cantarina. El primero la asusta y al poco regresa acompañada de su amo, un Soldado fanfarrón. En un momento dado el Cura quiere hacer las paces entre el Pastor y la Negra, en razón de la hermandad universal, descubriéndose que ésta ni siquiera ha recibido el bautismo, en lo cual se asemeja a su amo, un «Moro bautizado». Resalta la actitud del Cura y del en general impaciente Pastor ante tal desidia catequizadora. No se amenaza con fuegos inquisitoriales sino, al contrario, se procede con bondad y paciencia a enseñar al ignoranteůű. De cualquier modo, debemos confesar que la escena parece orientada más bien a responsabilizar a padres y amos de la educación religiosa de quienes están bajo su tutela, que a una especíęca petición de indulgencia hacia neóętos poco evangelizados. Sin embargo no debemos desdeñar por completo esta posibilidad, lo cual lleva implícito el distinguir entre errar por ignorancia y por prevaricación. Ahora bien, no es de recibo convertir cualquier exaltación de la caridad o del amor al prójimo en alegato a favor de los conversos. Así procede WertheimerůŲ, por ejemplo, con la Farsa racional: ALUEDRA-Luego, en la tabla segunda con que nuestras obras rige, al próximo nos dirige el amor que en Dios se funda; porque paz no se confunda, nuestro pacífico Dios quier que abunde acá entre nos

ůů ůŰ ůű ůŲ

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Farsa de la fortuna, Recopilación, pp. ŭŲů-ŭųū, vv. Ŭŭŭ-Ŭŭų. arrot ambrana, ŬŪŪűa. Ver en particular los vv. ūūŰű-ūŬŬŪ. Wertheimer, ūųűų, p. Ŭů.

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el amor que en Él abunda. (Recopilación, pp. ŭŪų-ŭŬű, vv. ŬŲŲ-Ŭųů)

También disiento de su interpretación de la Farsa de Santa Susaña: entenderla como crítica, incluso velada, a los juicios inquisitoriales se me hace aventuradísimoůų. En resumidas cuentas, si la defensa de los conversos, de la fraternidad, dista de constituir una obsesión, poseemos con todo un número de farsas no desdeñable en donde se predica la armonía por encima de linajes. Su existencia avala a los defensores de un Sánchez de Badajoz preocupado por las discordias internas de la grey.

Šȱ’–ŠŽ—ȱŽȱ•˜œȱŒ˜—ŸŽ›œ˜œ Todos los estudiosos conęrman el traslado del estereotipo judío al converso tanto en lo moral, como en lo físico o en el terreno de las prescripciones alimenticias. Conversos apegados al dinero, narigones, astutos, tocinófobos o cobardes pululan en colecciones de facecias y poemas satíricosŰŪ. Curiosamente, tales elementos tardan en incorporarse a la escena castellana y sólo se plasman con cierta regularidad en tiempos de la comedia nueva. Conviene señalar si además de introducción progresiva se encuentra coherencia en la actitud de los dramaturgos o si se desgajan algunos que se aparten de la tónica general observable. Si empezamos por Sánchez de Badajoz, dos consideraciones se imponen: no sólo evita caer en tópicos difundidísimos como la asociación converso-dinero, por ejemplo, a pesar de que las diatribas contra el vil metal menudeenŰū, sino que ciertos componentes del estereotipo se aplican al Moro de la Farsa de la Yglesia, según señalé anteriormente. ǶCómo no sorprenderse de que en una obra donde se ataca con dureza la incredulidad judía y se hace mofa de la Sinagoga, se desaproveche la oportunidad de redondear la faena? Veamos las pullas que el malicioso pastor lanza al Moro por no comer cerdo (con la consiguiente identięcación tocino-cristianismo) o, con la libertad de tono que le caracteriza, a causa de las inclinaciones sexuales achacadas a los ęeles de Mahoma: PASTR-Andá vos a comer cabras. MR-¡xalá!, cabras no peca,

ůų Es lo que pretende Wiltrout, ūųŲű, pp. ūŪų-ūūŪ. ŰŪ Ver entre la abundante bibliografía E. laser, ūųůŮ, pp. ŭų-ŰŬ. Űū A veces como subversor de la sociedad estamental, según los vv. ūŬū-ūŬů de la Farsa de la ventera (Recopilación, pp. Ůųű-ůŪŮ). Cf. J.I. utiérrez Nieto, ūųűŭ, pp. ůŮŰ. Ese tipo de admoniciones son a menudo de alcance general: por ejemplo, Matraca contra jugadores (Recopilación: űŰ-űű, vv. ŭŰū-ŭŲŪ).

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max peca quen bebe vino; [...] PASTR-o, buen pernil de tocino (vv. ūůŪ-ūůŬ y ūůů). [...] PASTR-Atiná la ley porcuna. (v. ūűŪ). [...] PASTR-[...] Por tu vida Ƕquál querrás destas dos, moro bragante? MR-Ambax a dox quere máx. PASTR- aun querráslas por detrás tanto como por delanteŰŬ.

Recuérdese que la Sinagoga recibe calięcativos tales «puta vieja» y otras lindezas semejantes, con lo cual mal puede recurrirse al respeto debido a la madre de la Iglesia para justięcar tal proceder. La única explicación plausible de esta diferencia, al menos para mí, debe buscarse en el deseo de no caer en actitudes anticonversas generalizadoras. Ello resulta coherente con lo mostrado en la Farsa de Ysaac. Lo contrario, en cambio, proporcionaría armas al enemigo: los cristianos viejos deseosos de infamar a los conversos y de darles carta de naturaleza de grupo sociocultural particularizado, heredero de costumbres hebreas. Abundando en este sentido, Wertheimer insiste con toda razón en la manera de abordar el deicidio en la Farsa del herrero (Recopilación, pp. ŮŰų-Ůűŭ), pues se viene a decir algo que no por puro sabido dejaba de omitirse o tergiversarse, esto es, que sin muerte del Salvador no habría habido RedenciónŰŭ: HERRER- si no estás oluidado, quando con muerte y pasión obró Dios la Redención, y el mundo fue remediado, herreros ouieron dado -pues ya me hazes dezillolos clavos y aun el martillo y aun la lança del costado. PASTR-¡Cuerpo aora del rey moro! ǶAlegas por buena cuenta her contra Dios herramienta y encrauallo como a toro? HERRER-No, hermano, mas sé de coro que su coraçón cubierto ŰŬ Vv. ūŰū-ūŰů. Los versos siguientes son todavía más explícitos. Por supuesto, el premio por convertirse será la posibilidad de beber vino: vv. ūűů ss. Űŭ Wertheimer, ūųűų, pp. ŭŰ-ŭű.

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convino que fuese abierto, do manó nuestro tesoro (vv. ūŬų-ūŮŮ).

Nos encontramos de hecho ante uno de los pilares fundamentales del antħudaísmo de la Iglesia: el papel asignado a Israel por la Providencia, ya que varía mucho el grado de culpabilidad si el pueblo hebreo hubiera sido simple -y necesario- instrumento o si, por el contrario, cupiera aducir responsabilidad. Tras no pocas piruetas intelectuales los teólogos de la Edad Media negaron a los judíos cualquier atenuanteŰŮ. Dentro de la supuesta actitud anticonversa de nuestro autor se encontraría el introito de la Farsa de la MuerteŰů. En ellos hay una alusión a Silíceo que facilita su fechación y permite a Pérez Priego insinuar que Sánchez de Badajoz alaba la ęrmeza empleada por aquel santo varón en contra de los conversosŰŰ. Sin embargo, a pesar de que la enemiga del preceptor de Felipe II hacia los «impuros» pudiera ser conocida en Badajoz y sus aledaños, mal pudo adivinar nuestro dramaturgo los propósitos del berroqueño prelado. Más bien se trata de una alabanza ritual, y no encendida, una especie de bienvenida al nuevo arzobispo, que el dramaturgo escribió tanto en su nombre como en el de sus nuevas ovejas, capítulo incluidoŰű. Micael de Carvajal enfoca el asunto de manera bastante diferente o, por mejor decir, más compleja, en la Tragedia llamada JosephinaŰŲ. En primer lugar, conviene separar los cinco actos de los prólogos. Efectivamente, aunque integrados orgánicamente en el conjunto, la comparación entre unos y otros desde el punto de vista que no ocupa puede prestarse a confusión. itlitz, ūųűŬ, ha señalado el uso por parte de Carvajal del método ęgurativo aplicado por los Padres de la Iglesia a las Sagradas Escrituras: la venta de José por sus hermanos, los cuales disimulan su felonía pretendiendo que

ŰŮ Ver . Dahan, ūųųŪ, pp. ůŰŬ ss. tras veces tendría oportunidad Sánchez de Badajoz de subrayar la muerte de Cristo como sacrięcio para la Redención de la humanidad, quedando oscurecida la crucięxión en tanto que deicidio producto del odio hebreo. Es el caso, por ejemplo, de la Farsa del Santísimo Sacramento, (Recopilación, pp. ŭůů-ŭŰű, en particular las pp. ŭŰŭ-ŭŰů). Űů Recopilación, pp. ůŪů-ůūŭ. Se trata en concreto de los vv. Űů-ŲŪ. ŰŰ Cf. Farsas, ūųŲů, p. ŬŬŭ, n. Űų. La farsa se pudo representar en ūůŮŰ, fecha del nombramiento del arzobispo. Al año siguiente se instaurará el estatuto de limpieza de sangre en la catedral toledana (Sicroě, ūųŲů, pp. ūŬů ss). Űű En este sentido el caso de Sebastián de Horozco presenta más complejidad todavía pues no contento con dedicar versos al arzobispo, escribió abundantes pullas contra los cristianos nuevos, que contrastan con el mensaje fraterno que emana de su teatro, como veremos a continuación. ŰŲ Citaré siempre por Micael de Carvajal, Tragedia llamada Josephina, ūųŭŬ.

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ha muerto accidentalmente, la brillante carrera que efectuará el esclavo en la corte del faraón y el perdón ęnal ( n, ŭű-Ůű), anuncian la traición de JudasŰų, la Crucięxión y la posterior unión de toda la humanidad en torno al mensaje del Redentor. Este mismo crítico pone en evidencia el recurso, muy sencillo, de que se vale Carvajal para sugerir merced a la fonética la existencia de dos grupos dentro de la familia de Jacob: por un lado, José, Rubén, Benjamín y el padre, por otro, los hermanos envidiosos. Los últimos pronuncian «Dio», como los sefardíes, en lugar de «Dios»űŪ. Este proceder se encuentra en Horozco, según ha quedado indicado, pero la función dięere. En la Historia evangélica de san Juan, se quería señalar la existencia de dos campos, el judío y el cristiano, mientras que Carvajal, hace que tras la reconciliación todos pronuncien igual, «Dios», prueba de la conversión de los arrepentidos. Se sugiere, por lo tanto, que bautizarse antes o después no supone criterio diferenciador entre los ęeles. Más aún, si se acusa a los judíos de la muerte del Salvador, el espíritu de reconciliación que domina la Josephina, elimina cualquier polémica, al prescindirse, como ya sucedía en la Farsa de Ysaac, de alusiones a la supervivencia de un Israel incrédulo, aferrado a sus creencias «baldías». Ahora bien, esa perspectiva de unión armoniosa entre el Antiguo Testamento, que prepara, y el Nuevo, se enfrenta a otra, presente en los prólogos que preceden cada uno de los cinco actos, en la que el personaje Faraute se complace en burlarse de judíos y conversos, bien representados entre el público que lo escucha. Eso querría decir que la unión de todos los hombres en el seno de la Iglesia que se propugna en el desenlace, se pondría en tela de juicio en las partes liminares, lo cual parece bastante incoherente. Resulta obligado, por lo tanto, estudiarlas con detenimiento para comprender su sentido. Las intervenciones de Faraute, portavoz del dramaturgo, no han concitado el interés de la crítica. Flecnia”os”a, en su monografía sobre la loa, menciona los antecedentes latinos, pero no la Josephina; itlitz, lo interpreta todo al pie de la letra y sólo encuentra ataques contra una parte, bastante numerosa, de los asistentesűū. En otro orden de cosas, los investigadores que se han interesado por la evolución del teatro religioso español han olvidado la Tragedia llamada Josephina cuando tratan el paso del elemento cómico de la obra principal a los entremeses. Atribuyen siempre la iniciativa a Timoneda olvidando

Űų űŪ űū

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De hecho el precio de la venta será treinta monedas, como indica itlitz, ūųűŬ, p. ŬŰů. Remito de nuevo con respecto a ese recurso a arrot ambrana, ŬŪūŬd. Flecnia”os”a, ūųűůb y itlitz, ūųűŬ, pp. ŬŰų-ŬűŪ.

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el papel pionero de Carvajal, el cual si por un lado elimina al Pastor de la representación y con él, lo burlesco, introduce la risa en los cinco prólogosűŬ. Sabido es que ya en la recia antigua los dramaturgos utilizaban personajes que presentaban la acción a los espectadores con la idea de lograr la captatio benevolentiae; a veces se añadían algunos comentarios chuscos contra parte o la totalidad del públicoűŭ. Faraute sigue esa misma técnica, aunque de forma bastante agresiva, ya que comienza por tratar a los asistentes de ignorantes: uanquam ad sacre solemnitalis ornamentum, etc. ¡ué donoso tras barras! Perdonen vuestras mercedes, que en verdad que no me acordaba que todos sois tan sabidos que ninguno sabe latín [...] (p. ů)

Acto seguido revela el asunto de la obra; con temor de decepcionar a algunos anuncia que no se tratará de Amadises, sino de una historia relacionada con el carácter religioso de la ęesta que justięca la representación, el Corpus, y sacada consecuentemente de la Biblia.  tal es el problema: [...] Sabed que muchos se quejan porque en estos trances se entremete gente de Judea. A mí me paresce que tienen razón; que para en verano no son tantas capirotadas, aunque los que se sienten ajos han comido en ellas [...](p. Ű)

Si interpretamos correctamente el fragmento, nos damos cuenta de que la insidiosa alusión a la ascendencia judía de algunos busca ante todo que el público se comporte bienűŮ: nadie se atreverá a protestar ruidosamente, incluso si se aburre con una historia piadosa, cuando el descontento revelaría sus orígenes hebreos. El conjunto, sobra decirlo, está envuelto en un humor provocador, acre, si se quiere, permitido por el contexto en que se pronuncia y por quién es su emisor. En el segundo prólogo, Faraute ya no fustiga a su auditorio, sino que lo tranquiliza: quedan todavía escenas tristes, interpretadas por judíos «llora-

űŬ Wardropper, ūųŰű, p. ŬůŲ, opinión que Flecnia”os”a no discute. Más recientemente, Carmen arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, p. ūŮŮ, abunda en tal sentido. Incluso críticos que dedican varias páginas a la Josephina, omiten este aspecto (Teħeiro Fuentes, ūųųű, pp. ŭūű-ŭŭŲ). En cuanto a la función burlesca del prólogo en general, ver Flecnia”os”a, ūųűůb, pp. ūŪū-ūŪŭ. űŭ Flecnia”os”a, ūųűůb, I y III. űŮ illet anota la palabra «capirotadas» en la p. ūűū, indicando que posee dos valores, alimento y el tocado judío. itlitz lo sigue. Se tendría que añadir la alusión al capirote de los condenados por la Inquisición.

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duelos» (p. űŭ), pero serán compensadas por acontecimientos picantes, gracias a una dama que con bastante crudeza calięca de «salida» (p. űŮ). En el prólogo siguiente, Carvajal olvida a los judíos; ahora le toca a los espectadores. De nuevo pide atención, concretamente que le presten oídos, lo cual le permite hacer un juego de palabras con la picota (p. ūŪů)űů. El cuarto prólogo retoma las burlas antħudías. El acto tendría que desarrollarse más bien de manera alegre, aunque nunca se puede estar seguro: «[...] por ser como sabéis [los judíos] gente reboltosa; achacosa y amiga de poner las cosas a riesgo» (p. ūūų). Al ęnal, Faraute se sorprende del interés que conceden los espectadores a la Tragedia y a modo de agradecimiento les dirige un cumplido bastante malévolo: «[...] señal de que soys amigos de ver trajes y gentes de Judea» (p. ūůŮ)űŰ. itlitz acierta cuando aęrma que el problema converso constituye el meollo de la Tragedia Josephina, lo que sucede es que aparece para aęrmar la fraternidad de todos los cristianos sin ningún tipo de distinción, ya que Jesús ha perdonado –como José– y perdona al pecador arrepentido; cualquier intento de establecer jerarquías o separaciones está fuera de lugar. Las bromas de Faraute se reęeren tanto a los judíos bíblicos como a los conversos, pero al contrario de lo que sucederá después, ha separado lo propiamente cómico de la acción seria, de carácter ecuménico, esto es que la doble perspectiva que percibimos sobre los judíos, antecesores de los cristianos a la par que objeto de burla, no se da de forma simultánea, como sucede en autos del tipo de Mística y real Babiloniaűű. Si nos detenemos ahora en los ataques contra los judíos nos percatamos de que Faraute no destaca por su virulencia. Los trata de «lloraduelos», de «gente reboltosa», sin que aparezcan los elementos más conĚictivos del antijudaísmo, tales el deicidio, las prohibiciones alimentarias y el aspecto físicoűŲ. En cuanto a los cristianos nuevos, no considero que las bromas constituyan un verdadero ataque; debemos entenderlas como una estrategia especíęcamente literaria, cuya ęnalidad es captar la atención del público, a quien le interesa más pasar un buen rato que asistir a una representación devota. Carvajal se inserta en la tradición del prólogo satírico, pero de manera personal. Su ori-

űů Ver la nota de illet, p. ūųŭ. űŰ Repárese la alusión a una indumentaria propia de personajes judíos. Este punto, bastante misterioso por cierto, se abordará en la Tercera Parte. űű He estudiado este auto en arrot ambrana, ŬŪŪū. Lo trataré en la Segunda Parte. űŲ Estos dos últimos tampoco se encuentran en otras obras de este período. Recordemos la excepción teatral que representa la Égloga interlocutoria.

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ginalidad consiste en ejercer una especie de chantaje sobre los espectadores. Faraute sugiere que comprende perfectamente el poco gusto de algunos por el teatro bíblico; en efecto, podrían sentirse particularmente aludidos. Lo mejor que pueden hacer, es llamar lo menos posible la atención. Al ęnal, el autor se ríe de todos los presentes: las razones por las cuales han escuchado el diálogo con tanto silencio se encuentran en la aęción que tienen por todo lo relacionado con las «gentes de Judea». Se trata, insisto en ello, de provocaciones perfectamente asumidas y permitidas por el contexto burlesco del prólogo, provocaciones que no se dirigen en modo alguno a parte de los espectadores, los de ascendencia judía (aunque sin su existencia, las provocaciones carecerían de sentido), sino al conjunto de los asistentesűų. Además de estos anacronismos estructurales, existen otros, diseminados por el diálogo, carentes de desarrollo, aislados. ǶCuáles son las razones de ese fenómeno? ǶPor qué, en las discusiones de los pastores, o en los insultos de un pastor a otro personaje, no se introducen descalięcaciones relacionadas con la pureza de sangre? ǶPor qué no aparece la Inquisición? ǶCómo explicar la ausencia del tocino? Todo esto, cuando sabemos que la poesía satírica recogía desde tiempo atrás esos materiales y que un escritor como Horozco recurre a ellos en sus poemas, de tal manera que el contraste entre teatro y poesía, que se reúnen en el mismo manuscrito, no deja de llamar poderosamente la atención: Bastara, señor padrino, en la olla de la boda un pedaço de toçino, sin echar tanto que vino a ser quasi rançio toda. Mas aquesto fue el cozer donde se pasó el trabajo, mas al tiempo de comer bien sé que que debié de aber más de espeçias que de ajo.  para más de raíz hazer cumplido serviçio donde abié tanta nariz, llevastes a Juan Ruiz alguazil del Santo fiçio.

[...]ŲŪ űų Por supuesto, no pueden descartarse reacciones individuales divergentes. De cualquier manera, el asunto de la respuesta del público es siempre delicado, y el autor nunca puede controlarlo por completo. ŲŪ Sebastián de Horozco, El Cancionero, ūųűů, poema ūŲŭ, pp. ūūų-ūŬŪ. Hay otras composi-

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En el Aucto nuevo del santo nacimiento de Christo Nuestro Señor de Juan Pastor, uno de los personajes se llama Antón Morcilla: al ęnal, todos los campesinos beben vino y comen tocino sin intención satírica alguna. El anacronismo no busca lograr aquí una sonrisa cómplice; se limita a identięcar a los pastores que adoraron al Niño con el hombre contemporáneoŲū. El papel de la carne de cerdo en el teatro de Horozco es igualmente inofensivo. Se menciona en la Historia de Ruth (Representaciones, pp. ūűů-Ŭūŭ) y en la Historia evangélica de San Juan (Representaciones, pp. ųų-ūŭŮ). En la primera, el Bobo la pide dos veces: BB-Pues sus, venga pan y vino y un buen jamón de tocino [...] (vv. ūŰŮ-ūŰů) BB-pero no se olvide el vino, mucho pan, queso y tocino para tener que roçar (vv. Ŭūŭ-Ŭūů)ŲŬ.

No trasluce ninguna intención particular de estos versos; me parece mucho más signięcativo el que Horozco neutralice por completo las connotaciones de la palabra tocino en la Historia evangélica de San Juan, en la que, según lo acabamos de ver, se enfrentan judíos y seguidores de Cristo. Al principio de la obra, durante un diálogo entre el ciego y su criado se menciona el cerdo, pero dentro de una enumeración que en su conjunto remite a la alimentación del público antes que a rasgo distintivo de unos personajes con respecto a otros: CIE -Traidor, Ƕquies lo tú sisar? ǶEs torrezno, dime, o qué? [...] CIE -Di, malvado, Ƕno es verdad que te has hartado de verças, tocino y vaca? (vv. ŬŮ-Ŭů y vv. Ůų-ůū)Ųŭ

ciones en donde Horozco trata el tema converso. Doy un pequeño muestrario: poemas ū (circuncisión); ŲŪ (los bermejos); Ųū (las grandes narices); ūŰŰ (los médicos «impuros»: Villalobos) y ŭűū (los matrimonios mixtos). Ųū a señaló Wardropper, ūųŰű, pp. ūŰů-ūŰŰ, que semejante actitud distaba de ser inocente. Ver también Auerbach, ŬŪŪū, c. VII, para un análisis más amplio del anacronismo. ŲŬ Sobre el Bobo comilón, ver Brotherton, ūųŰŲ, pp. ūŮŪ ss, así como Salomon, ūųŰů, pp. ūŮ ss. Ųŭ En ūųųŬ ya corregí a onzález-llé, quien aęrma que en el v. ŬŮ en el manuscrito se lee «tarrezno» y no «torrezno», reconociendo el carácter absolutamente excepcional de tal forma. Dumora conęrma mi apostilla señalando en nota a ese mismo verso que en el manuscrito aparece «torrezno».

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Horozco utiliza la lengua para separar a los fariseos de los demás personajes, dejando de lado al mismo tiempo un recurso tan sencillo como la comida, de tanto rendimiento en la poesía satírica y en las facecias. ǶPor qué motivo un escritor que bromea en sus poemas sobre la prohibición del consumo del cerdo y el físico de los conversos, se limita en su teatro a un antħudaísmo puramente teológico? Insisto en ello; si la lengua no podía utilizarse en el Toledo de mediados del XVI para distinguir a cristianos nuevos de cristianos viejos ni en la realidad ni en la literatura, en cambio, mencionar las berenjenas, la prohibición del cerdo, las grandes narices, etc., habría provocado una superposición de las imágenes del judío y de su descendiente bautizado. La única explicación plausible se encuentra en la especięcidad genérica, concretamente, en la oposición entre los distintos códigos y, por supuesto, entre sus respectivos receptores. Así, las coplas burlescas poseían un abanico de temas bastante preciso: sexualidad, fealdad, sangre impura; su público, en general, era bastante restringido, compuesto por algunos amigos, entre los cuales se contaba a menudo la víctima de la sátira. Por su parte, el teatro, cuya función didáctica no elimina la risa (muy al contrario, la necesita para lograr su misión pedagógica), debía prescindir de ciertos recursos cómicos que podían sembrar la discordia entre los numerosos asistentes. Habría sido contradictorio introducir en medio de un mensaje fraterno bromas con respecto a la nariz de algunos o a su amor por los platos especiados. Ahora bien, ese mismo tipo de comicidad basado en las costumbres de un grupo étnico-religioso aparece en la pluma de Sánchez de Badajoz en un fragmento de la Farsa de la Iglesia, pero referido a los musulmanesŲŮ; en ambos dramaturgos la explicación no puede ser otra que la voluntad de atacar a la religión judía sin por ello crear ęsuras en el seno de la Iglesia, toda vez que criticar la «obstinación» de los hebreos no implica forzosamente señalar a los conversos, mientras que mencionar ciertos tópicos, como el tocino, podría utilizarse como arma en su contra. Nos falta por analizar otro asunto tratado por los dramaturgos desde ęnales del XVI, esto es, la acusación que se lanza a determinados personajes de poseer sangre conversa y el recurso a la Inquisición como defensa de la fe y amenaza contra los herejes. He encontrado la palabra «marrano» únicamente en dos obras: la Farsa de David de Sánchez de Badajoz y el Auto tercero de Jorge de Montemayor, lo cual es una cosecha bastante pobre si tenemos en cuenta el gran número de ŲŮ Además de los vv. ūůŪ-ūůŬ y ūůů citados anteriormente, cf. también los vv. ūűŪ-ūűŭ: «PASTR-Atiná la ley porcuna / MR-Máx porcuna vox, hermano, / que comer porco gachino ...»

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debates entre pastores, o entre un pastor y otros personajes, que salpican el teatro religioso. En lo que se reęere a la Farsa de David, Weber de Kurlat, en un artículo dedicado a las relaciones entre Sánchez de Badajoz y Portugal, nos aclara el verdadero alcance del «marranazo», lanzado por un Portugués al Pastor que intentaba engañarlo: se trata de un recuerdo de la Tinellaria cuya función es caracterizar a quien la pronuncia, el PortuguésŲů. Por su parte, Montemayor, cristiano nuevo al parecerŲŰ, introduce de manera brusca la palabra en medio de un juego, el pasa barbado, con el que se entretienen los pastores antes de ir a adorar al Niño: BV-Ƕuién passa? LLRENTE-Passa Luzbel VIEJ-Passe el vellaco marrano la barba no le valió, passe passe pues passó el pie allende la mano, quando ser Dios pretendióŲű.

El contexto prueba que «marrano» no designa en modo alguno al converso, sino que es un insulto dirigido al Ángel caído. El fragmento demuestra igualmente que, dejando de lado la verdadera etimología de la palabra, Mariana no fue el primero que separaba los dos conceptos como aęrman Corominas y Pascual, sino que bastante antes se procedía de esa maneraŲŲ. Hasta el CAV sólo he podido hallar una referencia a la hoguera inquisitorial, la de la Égloga Interlocutoria a que me referí en la Introducción, a pesar de que, al menos en un caso, el diálogo casi exige que se mencione al Santo ęcio. Pienso en el Entremés «que hizo el auctor a ruego de una monja parienta suya evangelista, para representarse como se representó en un monasterio de esta çibdad día de Sant Juan Evangelista» de Sebastián de Horozco (Representaciones, pp. ūŭů-ūűŮ)Ųų. El protagonista es un joven campesino (Villano) que busca la calle del Alcaná, situada en la antigua judería toledana. A partir de ūŮŰű tenía fama

Ųů Farsa de David (Recopilación, pp. ŮŮŭ-ŮůŲ, v. ůůŭ). Ver Weber de Kurlat, ūųűū, pp. űųŪ-űųŬ. uedaría un último aspecto, la colusión entre conversos y herejes luteranos. utiérrez Nieto ha indicado la presencia en una de las redacciones de la Farsa militar. He discutido sus conclusiones en arrot ambrana, ūųųŰ, pp. ūŲų-ūųŬ. ŲŰ ue yo sepa no existen pruebas fehacientes sino deducciones más o menos arbitrarias. Ųű Jorge de Montemayor, Auto tercero, vv. ŭůŮ-ŭŰŪ, en Fl. Whyte, ūųŬŲ, pp. ųűů-ųŲų. ŲŲ Corominas y Pascual, ūųŲŪ, pp. Ųůų. Distinto es que su explicación sea correcta. Ųų El editor se sorprende de que una pieza tan antirreligiosa y subida de tono se haya dedicado a una monja para ser representada en su convento, según indica el propio título.

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por sus tiendas, propiedad de judíos y luego de cristianos nuevos ųŪ. Un Pregonero le informa: PRE -ue no se llama ansí ya; confirmado le han el nombre, y mudado. VI- cuerpo de Sant Antón, Ƕy dónde la han traspasado? PRE -ue no, mas hanle llamado la calle de Calderón (vv. ūŰŮ-ūűŪ).

La respuesta del campesino exige explicación: VI.-Luego dese modo son caldereros, los que eran espeçieros; do al diabro los mestizos. PRE .-Todavía son tenderos, mas mudaron los tableros cortando los saledizos, tejados y cobertizos (vv. ūűū-ūűŲ)ųū.

La palabra «espeçieros» apunta sin ninguna duda a los judíos tan amantes de la comida bien condimentadaųŬ. En cambio, «mestizos» puede indicar únicamente la mezcla de especieros-caldereros sin señalar necesariamente a los conversos según propone Weinerųŭ, ya que además de la dięcultad de encontrar otros testimonios, tendríamos que interpretar la réplica del Pregonero en el mismo sentido. En consecuencia, tenderos signięcaría que los cristianos nuevos judaízan, habiendo cambiado sólo en apariencia (vv. ūűŰ-ūűŲ). Por supuesto, se trata de una acusación banal en la época, salvo que si Horozco hubiera deseado verdaderamente poner en la picota a los conversos toledano, no se comprende por qué se para a medio camino: PRE -[...] mas ya es calle pasajera, que cabalgando qualquiera puede por ella pasar, y aún llevándote a açotar

ųŪ Retomo la nota de onzález llé, en la cual nos recuerda que en esa misma calle el narrador de Don Quijote encuentra el manuscrito de Cide Hamete Benengeli. ųū Las obras nos permiten datar el Entremés: ūůůŪ. ųŬ Cf. El poema de Horozco citado más arriba. ųŭ El Cancionero, ūųűů, p. ŬŲů.

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lo podrás ver bien presto si querrás. VI-x, que no pare mi madre, mas yo te juro a San Bras nunca me pagué jamás de ser puto ni ser lladre, porque me eché con tu madre, ya que fuese y cabalgando saliese podrié dezir el pregón (vv. ūŲŬ-ūųů).

Sorprende que en un fragmento supuestamente anticonverso, se mencione un castigo público y se olvide a los judaizantes que desęlaron por las calles de Toledo, algunos de los cuales venían del Alcaná. Dichos judaizantes, a pesar de los esfuerzos inquisitoriales por encontrar otras víctimas, seguían abundando en los procesos del TribunalųŮ. Ahora bien, Horozco ha renunciado voluntariamente a tal posibilidad, mostrando coherencia con la exclusión de pullas vinculadas con el cerdo, y ha escogido las alusiones sexuales. uizá las monjas, o algunas de ellas, se habrían sentido molestas si hubieran escuchado bromas anticonversas. Si quisiéramos resumir los rasgos característicos del teatro de este período habría que señalar una evidente continuidad en cuanto al enfoque de la polémica antħudía, que sigue permaneciendo dentro de los límites de lo estrictamente teológico. El deicidio surge rara vez, lo cual se debe al abandono de la Pasión como material argumental, por supuesto, pero cuando no es así (los Tres pasos de la Pasión), o se la menciona en el diálogo (la Farsa del herrero de Sánchez de Badajoz), se intenta sacar una enseñanza moral y se explica el sentido del sacrięcio del Mesías en relación con el nuevo espíritu didáctico que envuelve a la producción teatral de esos añosųů; lo mismo sucede con las alusiones que se efectúan por medio de la alegoría in factisųŰ: en ningún caso se aprovechan para denigrar al antiguo pueblo elegido. Los judíos pasan de ser únicamente nombrados en el diálogo a participar en él; se convierten así en dramatis personae concretas o abstractas. En los dos casos, son objeto de reprobación: los fariseos de la Historia evangélica de San Juan, representan la maldad, la ceguera. Su interpretación se apoya en la violencia y la cólera. Incluso la lengua los sitúa aparte. La Sinagoga de Sánchez

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Cf. Dedieu, ūųŲŭa, pp. Ŭŭ ss. Recuérdese otra vez el ya citado poema de Horozco. Remito a Pérez Priego, ūųųū. Cf. la Tragedia Josephina de Carvajal.

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de Badajoz, comparte esos rasgos con excepción del último; en cambio recibe otro fundamental: la burlaųű. Si consideramos ahora la visión de la religión judía propiamente dicha, se la presenta como obsoleta, desprovista de cualquier sentido, al haber cumplido ya su función: preparar el advenimiento del cristianismo, tras lo cual tendría que haberse fundido en éste. No he encontrado insultos, ni siquiera comentarios con respecto a la raza, a la comida o a otros componentes del estereotipo social, muy utilizados en la literatura polémica, como la avaricia. El antħudaísmo, lo repito, se limita a lo estrictamente teológico. E incluso en este terreno, conviene señalar que a pesar de todas las pullas que sufre la Sinagoga en la Farsa de la Iglesia, la religión y el ritual hebraicos en sí mismos no son ridiculizadosųŲ. También debe resaltarse la ausencia del Santo ęcio, del cual sólo encontraos una huella, en Micael de Carvajal, en un contexto de burla provocativa y cómplice, lo cual abunda en el sentido que vamos dando. Por último, cuando aĚora la polémica en torno a los conversos, se propugna la unión en el cuerpo de la Iglesia, sin la menor fractura: se expone sin ambigüedad el mensaje fraterno en la Farsa de Ysaac y en la Tragedia Josephina. En este sentido llama la atención la coincidencia con algunos apologistas del siglo XV como Alonso de Cartagena. El deseo de eliminar cualquier sobreentendido en lo tocante a las tensiones sociales, unido al prurito de aęrmación de la unidad de todos los cristianos, nos autoriza a hablar de espíritu de convivencia dominante en la escena de esta época. Por lo tanto, hay contradicción con otros géneros y sobre todo, contradicción total con la realidadųų. Pretender que la explicación de este fenómeno debe buscarse en la ascendencia conversa de los dramaturgos me parece erróneoūŪŪ. Incluso en el caso de que se demostrara que de tal o cual autor era efectivamente converso, y a menudo no podemos pasar de la simple hipótesis, ello no explicaría la actitud de Horozco, enemigo de los cristianos nuevos en la vida diaria, amigo de burlarse de ellos en sus poemas y conciliador silencioso

ųű En el caso de la Sinagoga nos encontramos ante un personaje declaradamente cómico; los dos fariseos, según indiqué en su momento, pueden resultar cómicos si la interpretación se exagera, pero no es algo que se desprenda del diálogo, aunque en modo alguno lo traicione o lo contradiga. ųŲ He encontrado una alusión a la circuncisión como insulto, pero desde una perspectiva precristiana, en boca de la esposa del Faraón, que trata de «circunciso judigüelo» a José cuando el casto joven la rechaza (Tragedia Josephina, ūųŭŬ, p. ųŮ). ųų Por supuesto, conviene tener presente la codięcación de la pulla anticonversa que indica Scholberg, ūųűū, al igual que Eugenio Asensio, cuando trata la serie de los Alcaldes encontrados (Asensio, ūųűū, pp. ūůŰ-ūůų). ūŪŪ Es lo que sucede con Wertheimer, ūųűų. Remito otra vez a arrot ambrana, ūųųŰ.

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cuando escribe para las tablasūŪū. Weiner ha notado esas inconsecuencias y decide tener en cuenta solamente la producción escénica: Estas representaciones, a mi modo de ver, reĚejan la verdadera actitud de Horozco hacia el converso, puesto que se representaron para un público y en el caso de la primera, en la Catedral (El Cancionero, ūųűů, p. ūŭů).

Sinceramente, juzgo más sensato apoyarse en las consideraciones a que me referí más arriba sobre códigos y públicos, así como seguir otra pista que Weiner trata muy de pasada en ese mismo párrafo en donde se habla de «eclesiásticos importantes», de quienes Horozco se haría portavozūŪŬ. De hecho, para resolver esta contradicción y otras semejantes, tendríamos que ir más allá de los trabajos que se limitan a dibujar un árbol genealógico a ęn de aęrmar o negar su ascendencia hebreaūŪŭ, para conseguir reconstituir un ambiente, un entramado de relaciones, a veces singularmente complejo, un círculo de íntimos, como hizo erushalmi con Isaac Cardoso, que explicaría el sentido de ciertos poemas o representaciones. Algo que nos ayudaría en gran medida es dilucidar los vínculos de Horozco con algunas personalidades toledanas: canónigos, corregidores, miembros de la Inquisición como el secretario Alpuche e incluso con Silíceo (cuya ęrmeza alabó), ya que el arzobispo carecía del más mínimo sentimiento fraternoūŪŮ. Con todo, el dato fundamental que nos falta es el repertorio de obras estrenadas en Toledo bajo Silíceo; si lo tuviéramos, podríamos comprobar los posibles cambios en los temas, incluso la irrupción de una mentalidad segregadora acorde con las directivas del intransigente prelado. Mientras no contemos con un corpus nuevo, la única razón que podemos dar a la actitud favorable con respecto a los conversos que se produce en distintas regiones, Toledo, Extremadura, debemos buscarla en la relación particular que se establece entre espectáculo teatral y público;

ūŪū Acerca de las tensas relaciones de Horozco con los cristianos nuevos, Ver los comentarios de onzález llé, Representaciones, p. Ų, y de Weiner, El Cancionero, ūųűů, pp. ŬŪ-ŬŮ. ūŪŬ «Esta última [la obra representada en la catedral, la Representanción de la parábola de Sant Mateo] también podría interpretarse como reĚejo de eclesiásticos importantes» (El Cancionero, ūųűů, p. ūŭů). ūŪŭ ue Horozco fuera converso parece lo más probable, según subrayó en su día Weiner. Ver al respecto la síntesis de Dumora, ŬŪŪū, pp. ŬŰ ss. ūŪŮ Léase el poema 153 (El Cancionero, ūųűů, p. ūŪŰ). Cabe preguntarse hasta qué punto la admiración era sincera o simplemente protocolaria o prudente.

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éste, por su número abundante durante las ęestas religiosas, por su carácter abierto, impone exigencias que la poesía desconoceūŪů. Recordemos un caso descubierto por Jean-Louis Flecnia”os”a. Una pobre mujer ex illis transportada por la fogosa interpretación de un actor aęcionado, le pide a su marido que haga un regalo al intérpreteūŪŰ. Por desdicha, la obra consistía en un debate entre un entil, un Judío, un Musulmán y un Cristiano, y el susodicho actor desempeñaba el papel del Judío; para colmo, la espectadora había tomado su defensa cuando este último se veía en dięcultades a lo largo del diálogo. Este apasionante testimonio prueba que el público reaccionaba de manera bastante viva ante los conĚictos incluso en ocasiones en que más valía mantener la prudenciaūŪű; abundando en el mismo sentido, demuestra las discusiones que podían provocar ciertos temas o la inclusión de pullas anticonversas o, evidentemente, una postura proconversa demasiado clara, entre un público variado. Por último, si se quiere dar el verdadero motivo por el cual el teatro de este período no propugna los valores castizos, debemos buscarlo esencialmente en la presencia todavía signięcativa de cristianos nuevos en capítulos y concejos, de tal manera que, al formar parte de manera no encubierta de los grupos dominantes que controlaban la organización de los festejos, lograban impedir que se les ultrajase o que se difundiera desde el tablado un ideal discriminador. Ese poder corresponde a una sociedad que todavía no ha relegado a la minoría conversa a una situación subalterna y en la que la estrategia de ocultación completa de la genealogía no se había generalizadoūŪŲ. Los cristianos nuevos se sentían capaces, por poco tiempo ciertamente, de existir como tales en tanto que espectadores: con Felipe II ya no será el caso. ūŪů De ahí las diferencias entre el Entremés y La historia evangélica. Por su parte, Wiltrout, ūųŲű, pp. ūű ss, ha intentado establecer un cuadro completo de las relaciones autor-publico para el caso de Sánchez de Badajoz. Propone un público compuesto en su mayoría por cristianos nuevos analfabetos. Según ella, las farsas habrían servido para catequizarlos; no obstante, conviene tener presente que muchos cristianos viejos compartían la ignorancia de los conversos. ueda la cuestión de los nobles y de los eclesiásticos de Badajoz, que según sabemos asistían a las funciones (p. űű), con quienes se había de contar forzosamente, por no hablar de los mecenas y de aquellos que encargaban las obras (pp. ūŬŬ-ūŭų), cuyas relaciones con los conversos y, sobre todo, con el enfoque del tema converso en las obras de Sánchez de Badajoz no se establecen con claridad. ūŪŰ Flecnia”os”a, ūųűůa, pp. ŬűŪ-Ŭűū. La obra se representó en ūůŬŰ y el texto se ha perdido. ūŪű En otro orden de cosas, sucesos como éste nos obligan a no olvidar el carácter provisional de cualquier estudio sobre el teatro de un período que conocemos de manera tan fragmentaria: un argumento semejante no se encuentra hasta el CAV. ūŪŲ Parece claro además que cuanto más nos alejamos del período de oleada de conversiones más sencillo resulta ocultar la ascendencia.

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Capitulo II

La aęrmación del teatro eucarístico

Cuando escribí Le thème juif et «converso»…, este capítulo se titulaba «El teatro en la época de Felipe II» y aunque cronológicamente inexacto al llegar el reinado del rey prudente hasta ūůųŲ, esto es con un Lope que se acercaba a la cuarentena, me parecía que el título se justięcaba plenamente porque durante esos años se producen cambios fundamentales para nuestro objeto de estudio, tanto de índole estrictamente teatral como histórica, y porque si los primeros no pueden achacarse a la inĚuencia del monarca, en los segundos sí observamos la impronta del soberano o como mínimo su aquiescencia. En ūůůŰ, Felipe II hereda el trono como consecuencia de la súbita abdicación de su padre y lo ocupará durante la segunda mitad del siglo, que quedará marcada por su personalidad. Los primeros años coinciden con importantes acontecimientos que transformarán profundamente la vida espiritual española. Sin lugar a dudas el más decisivo es el Concilio de Trento cuyos decretos se convertirán en leyes de los reinos del joven monarcaūŪų. Sabido es que semejante decisión tendría grandes consecuencias a causa del progresivo enrocamiento resultante de la cultura españolaūūŪ. Se produce un proceso de identięcación entre la ortodoxia católica más estricta y España, que se había

ūŪų Tradicionalmente se aęrma que Felipe II emitió ciertas restricciones, concretamente la limitación de «salvar los derechos reales». Traduzco la cita del Dictionnaire de Théologie catholique, ūŰ/ū, col. ūŮųŪ. El desarrollo del Concilio se analiza en las col. ūŮūŮ-ūůŪŲ. Cf. también los epígrafes: «Catéchisme», y «Eucharistie». En contra de esa idea, esto es, a favor de una aceptación sin restricciones de los decretos, salvo algún caso muy concreto, se pronuncia B. Llorca, ūųŲŪ, pp. ŮųŮ-ůŪŪ. ūūŪ Sobre este asunto tan discutido sigue siendo muy estimulante la consulta de Russel, ūųűŲ.

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convertido en su paladínūūū; identięcación que hallará lógicamente su lugar en el teatro. Así, varias obras se dedicarán a desarrollar esta problemáticaūūŬ. Tal rigidez doctrinal viene provocada en gran medida por otro acontecimiento: el descubrimiento en el interior de la Península de focos protestantes de importanciaūūŭ, los cuales pasarán a ser el blanco privilegiado de la Inquisición durante varios añosūūŮ. De este modo se explica un doble fenómeno en el terreno religioso que conviene señalar. Por un lado, la calma de la presión inquisitorial sobre los conversos, por otro, la ofensiva de los cristianos viejos, deseosos de expulsar a aquéllos de los puestos de responsabilidad: [...] la diferencia entre cristianos viejos y nuevos tiende a institucionalizarse. El problema pierde vigor en el terreno puramente religioso; mientras lo gana en lo político y social [...] mientras la Inquisición se mostraba cada vez más benigna hacia ellos [los cristianos nuevos], la Administración y las Cortes se volvían más rigurosasūūů.

En efecto, todos los estudios prueban que se produjo un respiro iniciado en el reinado anterior en la persecución de los conversos. Con todo, convendría matizar estas palabras: lo que disminuyó fue el número de judaizantes condenados. Los españoles de sangre impura continuaron en el punto de mira de los inquisidores al abundar los cristianos nuevos en los grupos de iluminados y de protestantesūūŰ. Hacia ęnales del XVI el objetivo volverá a ser el criptojudío, ya que tras la unión entre España y Portugal los marranos podían atravesar la frontera sin trabas, y no dejaron pasar semejante oportunidadūūű. Su llegada aumentó las tensiones y espoleó al Santo ęcioūūŲ. Silencio de las hogueras, caída del número de procesos y, al propio tiempo, multiplicación de los estatutos de pureza de sangre, cuya legislación adquiere forma deęnitiva

ūūū Ver Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ūŰŰ-ūŰű. ūūŬ Por ejemplo la Farsa sacramental de las bodas de España, pieza perteneciente al CAV. Neumeister, ūųŲŬ, llamó la atención sobre esta obra. Sobre los protestantes en el teatro del XVI Ver mis artículos de ŬŪŪŬa y ŬŪŪŬc. No obstante no es asunto muy frecuente; en cambio, numerosas obras hispanizan a personajes como la Fe, la Iglesia, etc., por medio del vestuario, según estudié en mis artículos de ŬŪŪŬa y ŬŪŪűb. ūūŭ Acerca del protestantismo anterior a esta fecha debe leerse Redondo, ūųŰů. ūūŮ Cf. Tellechea Idígoras, ūųűű y Dedieu, ūųŲŭb. ūūů Domínguez rtiz, ūųűū, p. ůŲ. ūūŰ Redondo, ūųŲŭ, pp. Ŭŭ-Ůų. ūūű Consúltese a este respecto el primer capítulo de erushalmi, ūųŲų, en donde el autor distingue a los conversos de los marranos, así como los trabajos de Carrasco. ūūŲ ersushalmi, ūųŲų, pp. Űů ss. Ver igualmente Caro Baroja, ūųŰū, II, pp. ŭŪų ss.

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durante el reinado de Felipe II. Parecería lógico encontrar un eco importante en el teatro de estas tensiones, que alcanzaron de manera igualmente profunda a la sociedad civil y al estamento eclesiástico, a menudo de forma harto vehemente. Tanto más cuanto que como la inĚuencia de los conversos había desaparecido prácticamente en los cabildos y como su situación se había complicado mucho en los municipiosūūų, cabría esperar que la animosidad contra los conversos pudiera surgir sin trabas en los dramas sacramentales. No obstante, determinados críticos se oponen a la idea de un corte radical entre un antes y un después del Concilio de Trento; insisten en los movimientos de reforma en el interior de la Iglesia desde principios de siglo y, por lo que hace a la represión intelectual, nos recuerdan que los erasmistas penaban ya en tiempos de Carlos V y que la represión antiluterana fue ante todo cosa del EmperadorūŬŪ. A todo ello deberían añadirse algunos matices. Se tiende a confundir el concilio con las deliberaciones ęnales (ūůŰū-ūůŰŭ), olvidando que Pablo III, en la bula Ad domini gregis de ūůŭŰ, señalaba la orientación futura: exaltación del cuerpo místico de Cristo, extirpación del error, etc.; igualmente, las resoluciones referentes a la Eucaristía et a la Transubstanciación se tomaron en tiempos de Julio III, en ūůůūūŬū; por último, todas las consecuencias sobre la vida intelectual no pudieron percibirse inmediatamente. Hechas estas restricciones, nadie puede discutir la importancia de la Contrarreforma en el terreno del arte religioso, en tanto que respuesta a las tesis protestantes y al desarrollo interno de propuestas innovadorasūŬŬ. La Iglesia no se limita a desarrollar los aspectos sensoriales, cuya apoteosis se alcanza con el Barroco; añade un esfuerzo considerable destinado a mejorar los conocimientos de clérigos y feligreses, siendo el Catecismo y la creación de seminarios los resultados más inmediatosūŬŭ. Al constituir la Transubstanciación el meollo de las deliberaciones conciliares, la Iglesia dirigió con toda lógica sus ojos hacia el Corpus. No se trata de darle mayor brillo porque antes se celebraba ya con gran magnięcencia

ūūų Por supuesto, algunos individuos lograban inęltrarse en estas instituciones gracias a múltiples triquiñuelas. Además de Sicroě , ūųŲů y Caro Baroja, ūųŰū, para el caso toledano añádase Martz, ūųųŮ. ūŬŪ Sobre todos estos aspectos es de lectura obligada Bataillon, ūųŰŰ. ūŬū Ver Dictionnaire de Théologie catholique, ūŰ/ū, col. ūŮūŰ et ūŮŮŰ. Esto nos permite entender mejor el que antes de los años ūůŰŪ se asista ya a determinados cambios en la dramaturgia de las obras del Corpus. ūŬŬ Resulta todavía de lectura muy provechosa el trabajo de Francastel, ūųŰů. ūŬŭ Dedieu, ūųŲų, pp. ůū ss.

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en ciudades como Toledo, Valencia o SevillaūŬŮ. Se pretende aęrmar la ęnalidad primigenia de la ęesta: la glorięcación de la Eucaristía, podando las excrecencias profanas que iban en su desdoro su desarrollo y daban pie a las críticas de los protestantes y alejaban a los ęeles de los objetivos originales de la celebraciónūŬů. El carácter dogmático de las farsas no había dejado de desarrollarse desde López de anguasūŬŰ. A partir de ahora, se pretende alcanzar mayor armonía entre las obras que se representaban durante el Corpus y su sentido, pues los lazos con el sacramento no se percibían siempre de manera nítida: por decirlo en pocas palabras, menos burlas y más catequesis. Empresa complicada, cuajada de dudas, de pasos atrás, que desembocará en el auto sacramentalūŬű. A los problemas habituales de corpus incompleto, debemos añadir otros especíęcos. El más evidente, el de la superposición temporal de prácticas teatrales distintas, al principio y al ęnal del períodoūŬŲ. La profesionalización de los actores, adelanta la de los dramaturgos (con esos años intermedios de los autores-actores, tan mal estudiados todavía). Canet sitúa ese fenómeno en los años ūůŮŪ-ūůŰŪ, esto es coincidiendo con parte de la producción de Sánchez de Badajoz, con la de Horozco y con algunas piezas de CAVūŬų. Esta colección, a pesar del peligro que implica olvidar que constituye en realidad un objeto salvado del naufragio antes que el teatro religioso de una épocaūŭŪ, por el número de obras que reúne, no sólo es bastante variopinta desde el punto de vista dramatúrgico, sino que contrasta con la escasez del repertorio inmediatamente posterior. En efecto, sabemos que el ęnal del Seiscientos se conoce de manera

ūŬŮ Bataillon, ūųŰŮ, pp. ūŲŰ-ūŲű. Sobre el Corpus sevillano, ver Sentaurens, ūųŲŮ. ūŬů Cf. Bataillon, ūųŰŮ, pp. ūųŪ-ūųū. Aduce el testimonio de Martín de Azpilcueta, el cual reconocía la justeza de tales acusaciones. ūŬŰ Pérez Priego, ūųųū, p. ŬŲŭ. ūŬű Cf. Wardropper, ūųŰű, pp. Ŭūů y ŬŭŰ, y Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŬűŪ ss. ūŬŲ En realidad ese problema concierne a cualquier género literario y a cualquier época, a poco que nos detengamos a pensar. ūŬų Véase Canet, ūųųű. Pérez Priego, ūųŲŲ, pp. Ų-ūŪ, piensa que las obras se escribieron entre ūůůų-ŰŪ y ūůűű-ūůűŲ, mientras que Reyes Peña, ŬŪŪŭ, p. ŭųŮ, mantiene la fechación más temprana, ūůůŪ-ūůűů, que ya propuso en su tesis siguiendo a Rouanet. Ver Reyes Peña, ūųŲŲ, I, pp. ūŲŲ-ŬŬŭ, para un intento de fechación pormenorizado. ūŭŪ No es el momento de discutir ni siquiera por encima la representatividad geográęca del manuscrito, ni menos aún otros de tipo más general. Remito a los estudios de conjunto tantas veces citados de Wardropper y Flecnia”os”a, y claro está a los de Reyes Peña, ūųŲŲ y ŬŪŪŭ, la persona que más se ha preocupado de esta colección desde su tesis. Tampoco se discutirán sus desacuerdos con Pérez Priego, ūųŲŲ .

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particularmente fragmentariaūŭū; para acabar de complicarlo todo, percibimos sólo verdaderos cambios de dramaturgia a principios del XVII, con Lope, porque probablemente sabemos muy poco tanto de sus autos como de los de los poetas de su generaciónūŭŬ. Por todo lo cual, el corpus de este capítulo lo constituyen obras de Juan de Timoneda, del CAV, y de otras colecciones de manuscritos pertenecientes a una fórmula teatral que cabría de calięcar de pre-auto sacramental. En capítulo aparte, aunque sea contemporáneo, se estudia el teatro escolar debido a las circunstancias particulares de representación. Eso no quita que algunas obras de Timoneda estén destinadas a un público restringido, en particular el Auto del Castillo de Emaús, concebido para una función privada en el palacio de don Juan de Riberaūŭŭ. uizá no sea el único caso. Como el corpus se había convertido en la columna vertebral de la actividad teatral religiosa, e incluso profana, no extrañará que los ciclos de Navidad y Pasión resulten todavía menos frecuentados: en concreto la primera desaparece del CAVūŭŮ. Por otra parte, en los raros casos en que aparece: Auto del Nacimiento de Timoneda, Comedia a lo pastoril para la noche de Navidad, de Pedro Díaz y Lucha alegórica para la Noche de la Natividad de Cristo Nuestro Señor, de Jaime Torres, no nos concierne, salvo una obrita que no he podido leer, la Representación del nascimiento del hijo de Dios Humanado, y que conozco indirectamente por Reyes Peña. Con todo, la vida de Jesús continúa siendo un tema socorrido y hallamos transposiciones de distintos episodios de su vida: circuncisión, huida a Egipto, visita a Marta entre otros, según veremos. Numerosas farsas aprovechan las Sagradas Escrituras y comprobamos en Timoneda y en los jesuitas un desarrollo de la dramatización de parábolas. En cuanto a los personajes, la alegoría in factis sigue siendo el recurso más abundantemente

ūŭū Los fondos de la Biblioteca de Palacio e incluso los de la Biblioteca Nacional de Madrid atesoran manuscritos catalogados que aguardan estudio. Es particularmente llamativo el que la tesis de Flecnia”os”a, pletórica de referencias y que empieza a tener solera, haya supuesto un acicate tan exiguo. Pondré algún ejemplo: la Sacramental histríada, obra de singular interés a la cual se refería Flecnia”os”a subrayando su importancia, ha sido objeto, salvo error de mi parte, de un solo artículo ( arrot ambrana, ŬŪŪŬc). Como el crítico galo, yo también he pensado en editarla, probablemente, me temo, con el mismo resultado. ūŭŬ En el caso de Lope de Vega algo se va avanzando gracias a Agustín de la ranja. ūŭŭ arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, p. ūŮŬ. ūŭŮ No obstante conviene tener presente la existencia de una práctica teatral que se mantiene gracias a la intervención de aęcionados, toda vez que Mérimée, ūųŲů, pp. ūűŰ-ūűű, señala la importancia de las representaciones efectuadas en Nochebuena en la catedral de Valencia, y lo mismo demuestra Reyes Peña, ŬŪŪů, para el caso sevillano.

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utilizado por los dramaturgos; observamos al mismo tiempo una destacada presencia de la alegoría in verbisūŭů.

•ȱŽŠ›˜ȱŽȱ žŠ—ȱŽȱ’–˜—ŽŠ Henri Mérimée presentó en su libro pionero sobre el teatro en Valencia los importantes cambios que introdujo el arzobispo Ribera en esta ciudad de tan asentada tradición teatral al fomentar la aclimatación de las farsas sacramentales, más en consonancia con el Corpus Christi por su asuntoūŭŰ. Tales ideas fueron matizadas con posterioridad, a causa del descubrimiento del Ternario de ūůůŲ, sin que por ello se abandonase la idea del impulso dado por prelados llegados de Extremadura, aunque se trata de una teoría convincente pero de difícil demostraciónūŭű. No obstante, parece claro que Timoneda se siente atraído a la vez por la continuidad, en relación con los misterios tradicionales, y por la profundización de la técnica que conducirá al drama sacramental, temáticamente vinculado con la festividad en donde se glorięca la EucaristíaūŭŲ. A la primera tendencia pertenecen el Auto del Nacimiento, publicado en el Ternario de ūůůŲ, con toda probabilidad la obra más antigua, aunque de difícil datación: quizá ūůůŬūŭų, y otras dos piezas cuyo tema es más propicio a la mención o aparición de los judíos: el Auto de la Quinta Angustia y el Auto del Castillo de Emaús. En cambio, una obra como Los desposorios de Cristo abre nuevos caminos. El Auto de la Quinta Angustia, versión notablemente mejorada de un auto publicado anónimo en Burgos en ūůůŬ, forma parte del Ternario arriba citadoūŮŪ. En relación con obras ya estudiadas, parece un ejercicio anacrónico desde el punto de vista de la alegoría y de la explicación del dogma. Abundando en tal sentido, Rodríguez Puértolas ha probado la deuda de Timoneda con respecto a la poesía de fray Añigo de Mendoza. Lo mismo podría decirse de otras obras del XVIūŮū. Esto muestra hasta qué punto el librero valenciano estaba enraiūŭů Ver Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŭŪŭ-ŭŪŰ, y Fothergill-Payne, ūųűű, passim. ūŭŰ Mérimée, ūųŲů, I, pp. ūųū-ŬŬŰ. ūŭű Ver Bataillon, ūųŰŮ y los matices de Wardropper, ūųŰű, pp. ūŬŭ-ūŬŮ. ūŭŲ arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, pp. ūŭű-ūŰū. Acerca de Timoneda puede consultarse también, dentro de lo poquísimo que se ha escrito sobre él, Wardropper, ūųŰű, pp. ŬŮů-ŬűŮ, y Arias, ūųŲŪ, pp. ųŬ-ųų. ūŭų Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŬűŬ. ūŮŪ Cf. Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŬůŬ. La crítica se inclina por atribuirlo a Timoneda. arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, resume el estado de la cuestión en las pp. ūŭų-ūŮū. Cito por Juan de Timoneda, Obras, II, ūųŮŲ, pp. Ųų-ūūŭ. ūŮū arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, pp. ūŮů-ūŮŰ y Rodríguez Puértolas, ūųűŬa, pp. ūŮŲ-ūůŮ, respectivamente.

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zado en una tradición antigua, cuya fuente de inspiración inicial, muy pronto superada, debe buscarse en los misteris locales. La acción es de lo más sencilla: José de Arimatea y Nicodemo reclaman a Pilatos el cuerpo del Maestro; un Centurión, testigo de los acontecimientos, cuenta los detalles de la agonía. Tras volver a la cruz, los distintos personajes se suceden en un planto en donde se mezcla la evocación de los sufrimientos de Cristo y los elogios que provocan. Se menciona varias veces el papel de los judíos: NICD- Ƕué le paresce qué muerte dio a Jesús de Nazaré gente de tan baja suerte? (p. ųŬ) […] JSEPH-¡h judíos, falsos, varios! Ƕcómo podistes, nefarios, hacer en Dios tanto estrago? (p. ūŪŭ) [...] ¡h pueblo falso, cruel; oh rostro tan rubicundo! (p. ūŪŮ)

Fray Añigo de Mendoza se había mostrado todavía menos incisivo: ¡h Israel tan servido de mi fijo en ricos dotes!: yo te suplico que notes quál lo as muerto y ferido con ronchas bivas de açotesūŮŬ;

Convengamos en que los adjetivos «falso» (dos veces) o «cruel» son de lo más banal en la tradición teatral. Resulta más nueva la actitud de Pilatos, que expresa un gran pesar por haber cedido a la presión judía, de tal modo que toda la responsabilidad de la ignominia recae en Israel. El Auto del Castillo de Emaús, curioso ejercicio bilingüe, fue estrenado en ūůŰų ante el arzobispo Juan de Ribera y se publicó en el Premier Ternario de ūůűůūŮŭ. Si se menciona aquí es porque recuerda La aparición…, obrita de Altamirando a la que aludí en la Introducción. Las semejanzas de la acción se acompañan de signięcativos cambios en la percepción de los judíos. Éstos, ūŮŬ Fray Añigo de Mendoza, Lamentación a la Quinta Angustia en Cancionero ūųŰŲ, pp. Ŭūů-ŬŬŬ. El texto citado se encuentra en las pp. ŬŬū-ŬŬŬ. En su Introducción, en particular en la p. XLVIII, Rodríguez Puértolas se extiende sobre la actitud de Mendoza, de sangre conversa. ūŮŭ Mérimée, ūųŲů, I, pp. ūųű-ŬŪŪ y ŬŬŪ-ŬŬŰ, señala el retroceso del catalán en la literatura. Hess, ūųűŰ, pp. ūūŲ-ūūų, explica que se emplean ambas lenguas para aumentar la comicidad. Analiza la obra arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, pp. ūŮŬ y ūůŮ-ūůŰ.

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siguiendo lo que es habitual, constituyen un «ellos», dejan de ser un «nosotros», añadiéndose a los «príncipes» -instigadores de la condena del Mesíasun grupo particularmente despreciado y odiado por los cristianos, los fariseos: CLE-LȂhan volgut crucificar los Princeps et Phariseus (p. ūŭŪ)ūŮŮ.

Timoneda lleva a escena en Los desposorios de Cristo una parábola muy utilizada con posterioridad, la del banquete de bodasūŮů. Pone en práctica la nueva estrategia de la Iglesia con respecto al Corpus, que pretende un contenido dogmático más sólido, la disminución de la comicidad y vincular de forma más pronunciada el diálogo al sacramento de la EucaristíaūŮŰ. Para nosotros signięca ante todo un gran progreso en los campos de la alegoría, francamente lograda, de la acción y de los personajes. La simple lectura de las dramatis personae avisa del nuevo camino emprendido por Timoneda, repleto de incertidumbres. Encontramos al Rey Divino (Dios Padre); al Esposo (el Hħo); a la Esposa (Naturaleza Humana); al Viejo y Nuevo Testamento; a las Vidas Contemplativa y Activa (dos doncellas); a Adán; a don Joan Menezes (soldado) y a dos demonios. uitando a Menezes, el resto podría trasladarse a cualquier auto sacramental del XVII. Por medio de este militar fanfarrón y harapiento se introducen esas pinceladas de realidad tan del agrado del público; también conocemos gracias a él la fecha aproximada del estreno, pues resume sus actividades bélicas: ranada, Argelia, LepantoūŮű. Si destacamos la ambición del auto en cuanto a su concepción, también tenemos que reconocer que Timoneda peca de falta de dinamismo, lacra recurrente en su teatro. El defecto se explica porque si el autor construye perfectamente un entramado de referencias sacadas de la Biblia, centrado en la ęgura de Cristo y su misión en la tierra, por desgracia, no ha sabido o no ha podido crear los resortes dramáticos que los poetas de la comedia nueva emplearán con tanto éxito. uizá haríamos más justicia al valenciano si dħéramos, sencillamente, que en su época no existía aún la técnica necesaria para dramatizar un argumento semejante.

ūŮŮ Cito por Juan de Timoneda Obras, II, ūųŮŲ, pp. ūŬū-ūŮŬ. Cf. Luc, ŬŮ, ŬŪ: «cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucięcaron». ūŮů Mt. ŬŬ, ū-ūŮ. Todas las citas proceden de la antología de onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. ūŪŮūūŬ. La obra ha sido estudiada por Mérimée, ūųŲů, I, pp. ŬŪŰ-ŬŪŲ y arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, pp. ūůű-ūŰŪ. Estudia la fortuna de la parábola Dietz, ūųűŭ, pp. ūŭŲ ss. ūŮŰ arcía Santosjuanes, ūųŲŮ, p. ūŰŪ. ūŮű Mérimée, ūųŲů, I, p. Ŭūű.

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La Naturaleza Humana vive sin sosiego a consecuencia de la falta cometida por Adán. El Rey, compadecido, decide que se case con su hħoūŮŲ. Tan desigual unión se anuncia en el Viejo Testamento: T.V.-Alto Rey, pues lo procuras, digo que la letra toda de mis sacras escripturas muestra en sombras y figuras aquesta divina boda (p. ūŪŰa).

uien tiene que anunciar la buena nueva es este mismo personaje; como fracasa, se envían nuevos heraldos, con un resultado todavía más lamentable: T.V. -Después, Señor, que yo fui y a Moisén les entregué, muchos profetas les di; mas no curaron de mí, ni de cuantos envié. [...]  a los profetas que fueron, los unos de ellos mataron, los otros apedrearon, y a casi todos prendieron [...] (p. ūŪűa)

El Rey, ofendido, ordena la destrucción de Jerusalén y la dispersión de los asesinos. Le corresponde al Nuevo Testamento efectuar otra llamada, ahora universal, pues nadie se verá excluido, ya sea pobre o rico, noble o plebeyo, bueno o maloūŮų. El resto de la representación se dedica al banquete, dedicando Timoneda la escena ęnal a explicar el verdadero sentido del sacrięcio divino, gracias a los símbolos de la Pasión, que llevan los cuatro evangelistas; tales símbolos substituyen a los alimentos que se deberían servirūůŪ. Para poder borrar el amargo sabor que han dejado esos platos, el Esposo ofrece vino y luego, pan, pan de gracia y pan de vida. En ese momento se suceden manifestaciones

ūŮŲ Desarrollaré más tarde las implicaciones de ese tipo de antropomoręzación. ūŮų P. ūŪűb. Se precisa únicamente el nombre de dos invitados, Adán y Menezes, a pesar de que una didascalia prevé varios: «... mientras se acomodan en sus asientos el Rey y los comensales», p. ūūŪa. ūůŪ La tradición franciscana de la Natividad introduce un recurso semejante. Al niño se le ofrecen en vez de presentes esos símbolos. Lo vemos, por ejemplo, en la Representación del Nacimiento de ómez Manrique. Para un comentario de esta obra, ver el capítulo I de mi tesis.

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admirativas de varios asistentes, salvo del Viejo Testamento, el cual, según se deduce del diálogo, permanece aparte: CNTEMPLATIVA-Descúbrete, Testamento: llega ya, descúbrete. T.V.-a me descubre la fee. a me ven todos exento (p. ūūūb).

Este homenaje resume el mensaje central de la obra, que ęnaliza con un villancico en loor del matrimonio. Cuando se recuerda el Auto de la Quinta Angustia en donde los personajes, tal y como sucedía en los plantos, se limitaban a reaccionar ante el crucięcado, reducido a la condición de objeto de las miradas, se comprueba el largo camino recorrido por nuestro autor: aquí, el Esposo ocupa el centro de la escena como interlocutor, como verdadero personajeūůū. Señalemos de nuevo los límites de la obra: el conĚicto dramático no lo crea el diálogo. Nadie se opone a las bodas, ni el Diablo ni la religión judía, pues la expulsión de Menezes no pasa de incidente aislado. La ausencia de tensión es el precio del recibimiento unánime del Mesías; a ella se debe igualmente la forma en que se plantea el problema judío. Las parábolas del reino de Dios, a las que pertenece la del banquete se interpretaron alegóricamente desde sus orígenes y se prestan fácilmente a la dramatización: por ello me referiré a ellas a menudoūůŬ. Muy pronto la exégesis cristiana las interpretó en clave antħudía: al no reconocer en Jesús al Mesías, el pueblo hebreo se excluyó voluntariamente de la nueva alianza. Poco importa la justeza de semejante interpretación, tan extendida, tan aceptada por la Iglesia, que llega hasta nuestros díasūůŭ; lo que nos interesa es su utilización por parte de los dramaturgos, pues mientras que tanto la obra de Timoneda como la Parabola coenaeūůŮ, ésta ante todo, contienen cierto antħudaísmo, la Égloga al Santísimo Sacramento sobre la parábola evangélica Matheo, ŬŬ y Lucas, ūŮ, ignora a los judíosūůů.

ūůū El papel de Cristo en los autos lo estudia Fothergill-Payne, ūųűű, p. űŲ. ūůŬ Cf. Dietz, ūųűŭ, pp. ŲŮ-ŲŲ. La parábola del banquete de boda se considera como la más popular: se conocen siete versiones, de las cuales tres se escribieron en el siglo XVI. ūůŭ Cf. Dodd, ūųűű, pp. ūŪū-ūŪŭ, que da las demás versiones. Cf. también Longton y Pos ic”, ūųŲű. P. ųŰŬ. En cuanto a la actualidad de la interpretación, la Biblia de Jerusalén, por ejemplo, la incluye en nota a Mt, ŬŬ. ūůŮ La estudiaré en el apartado dedicado al teatro de colegio. ūůů Manuscrito de la segunda mitad del XVI editado por Ricardo Arias: Tres églogas sacramentales inéditas, ūųŲű, pp. Ŭū-ŮŮ.

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Timoneda ha seguido el camino trazado por San Agustín: la apropiación. Por un lado la encarnación y el sacrięcio de Dios inauguran una nueva era y señalan la anulación del ritual mosaico: ADAM-Los antiguos sacrificios con tal boda cesarán (p. ūŪűa).

Por otro, los nuevos tiempos no rompen con el pasado; antes bien lo actualizan. De ahí la ausencia de fractura entre Antiguo y Nuevo Testamento, lo cual conlleva inevitablemente la anexión del primero por la Iglesia, el verdadero Israel. En consecuencia, en esta obra se despoja del Antiguo Testamento al Pueblo Hebreo y a la Sinagoga, quienes, si no ęguran entre las dramatis personae, están presentes en el diálogo, según se comprueba fácilmente. Los primeros invitados, aquellos que hacen oídos sordos, se dedican a sus asuntos o, peor todavía, acometen a los emisarios, se asimilan a los judíos siempre ingratos para con ahvé (p. ūŪűa, fragmento ya citado). Así lo destaca el Viejo Testamento: la ciudad destruida es Jerusalén. Dicho esto, al igual que en el Evangelio se mantiene la duda sobre la suerte reservada a los indiferentes (se castiga sólo a los asesinos), el diálogo deja también su destino en la sombra, como olvidado: RE-Destruidles la ciudad, y asolad toda la tierra. Sean todos destruidos los hambrientos matadores de los muertos y heridos, y por esclavos vendidos desde el mayor a menoresūůŰ.

El banquete de bodas, con el adelanto que se hace de las diferentes etapas de la Pasión, parecía de lo más indicado para atacar a los judíos de forma más violenta si cabe; a pesar de ello a penas se insiste: NATUR-Salid hijas de Sión, a ver con corona [de espinas] y soga a vuestro rey Salomón, que corona le da en don su madre la Sinagoga (p. ūūŪb).

ūůŰ P. ūŪűa. Enfasís mío. Cf. Mt, ŬŬ: «Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad».

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Se preęere recalcar el vínculo entre los sufrimientos de Jesús y la redención de la humanidad (Adán), luego el sentido profundo del sacrięcioūůű; en tales circunstancias se abandona completamente la imprecación de los deicidas e incluso desaparecen en cuanto tales, porque si bien es verdad que la Sinagoga ofrece una corona de espinas, no está en escena cuando se pronuncian los versos que mencionan la Crucięxión. El punto de partida teológico asumido por Timoneda, herencia, directa o indirecta, de San Agustín, lo obliga a orillar un eventual antagonismo entre el Viejo y el Nuevo Testamento. A pesar de ello, no se deja de insistir a lo largo de todo el auto en ciertas especięcidades, ciertas carencias, expresadas a veces con desdén, que, si bien no constituyen rechazo, apuntan hacia la condición ancilar reservada al primero de ellos. El Viejo Testamento preęgura, anuncia, justięcaūůŲ. Esas son sus funciones positivas. En el otro platillo de la balanza se pesan sus limitaciones, origen de varios fracasos. Su llamada a las bodas no atrae a los invitados, obligando a que intervenga el Nuevo Testamento. Se muestra igualmente incapaz de ayudar a que el Hombre se libere del pecado, quedando reservada esta misión al Esposo (p. ūŪŲb). El Nuevo Testamento lo trata sin consideración, con desprecio: a no comemos figuras, sino el sabroso cogollo, texto, de tus frutas duras: dante a ti las mondaduras, y a nosotros el meollo[...] (p. ūūŪb)

Timoneda sigue insistiendo. El Viejo Testamento permanece mudo ante la instauración de la Eucaristía (p. ūūūb, citada). Subordinado, inferior, incapaz frente al victorioso Nuevo Testamentoūůų, cuesta más deęnirlo exteriormente, por su juego, ya que el único rasgo verdaderamente distintivo es la edad avanzada, que contrasta con la lozanía del Nuevo («mancebo», p. ūŪŰb), técnica que recuerda la utilizada en la Farsa de la Iglesia. La senectud determina la imposibilidad de alzar a Adán, pero fuera de ese aprovechamiento simbólico, no se saca gran partido de la decrepitud en ningún plano, toda vez que no ūůű Cf. estos versos: «CNTEM-¡Ay, Adam, que tú has causado / comer fruta de amargura!», p. ūūŪa; «CRIST-Verásme por ti en el huerto / sudar sangre en agonía», p. ūūŪa; «CNTEM-Hiel y vinagre ha de ser / porque, muerto Adam, reviva», p. ūūūa; «ACTIVA-a el Esposo se purgó, / Adam, por amor de ti», p. ūūūa. ūůŲ Tales son más o menos las funciones del pueblo testigo, que San Agustín reservaba a los judíos y que permitían su presencia entre los cristianos, según se indicó en la Introducción. ūůų «RE-El Texto Viejo delante / irá como mayordomo; / el maestresala [N.T.], triunfante...», p. ūŪųb.

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conlleva otras descalięcaciones, ni burlas como las sufridas por la Sinagoga de Sánchez de Badajoz, ni tampoco señales de respeto. En resumen, a causa de la anulación de sus ritos, de su incapacidad de socorrer al hombre en su caída, de su retraso en unirse a la Iglesia en torno del sacramento de la Eucaristía, el Viejo Testamento, aunque nunca se sitúe en el campo de los antagonistas, desempeña el papel de ayudante sin suerte y poco apreciado. Se le necesita para legitimar en cierto modo al Salvador, en la medida en que proporciona las pruebas de su divinidad. Las demás funciones, en concreto la de intermediario entre Dios y sus criaturas (la función por así decir activa), le corresponden a su joven compañero, poseedor de la verdadera palabra, siendo la suya una sombra de aquélla.

ŠœȱŒ˜•ŽŒŒ’˜—ŽœȱŽȱ–Š—žœŒ›’˜œ Poco nos ha llegado de la abundante producción dramática de la segunda mitad del XVI; conocemos ante todo unas cien piezas reunidas en distintas colecciones manuscritas, de las cuales la más importante es el CAV que reúne noventa y seisūŰŪ. Contamos también con el Ms. ūŮ.ŲŰŮ de la BN de Madrid, editado en los años ūųŭŪ por tres investigadores norteamericanosūŰū, y con otro manuscrito del mismo período, menos nutridoūŰŬ. Se trata en realidad de un corpus en construcción porque observamos un continuo goteo de descubrimientos o redescubrimientos de manuscritos que duermen a veces en importantes bibliotecas correctamente catalogadosūŰŭ. No se puede negar que el conjunto posee un gran parecido por su técnica, más o menos evolucionada según los casos, y por el anonimato que envuelve a las obras, ya que sólo se indica el nombre de un autor, aunque se hayan podido atribuir algunas de ellasūŰŮ. ūŰŪ Sólo existe una edición completa, la de L. Rouanet, Colección de Autos, Farsas y Coloquios del siglo XVI, ūųŪū, por donde cito salvo indicación expresa de la forma siguiente: apellido del editor, número de volumen y páginas. Cuando mencione simplemente los títulos me limitaré a dar el número de la obra según la lista completa. Pedroso ya había publicado en el XIX quince textos, a lo cual debe añadirse una breve selección (siete) efectuada por Pérez Priego: Códice de Autos Viejos, ūųŲŲ. ūŰū Alice B. Kemp, ūųŭŰ; Vera H. Buc”, ūųŭű y Carl A. Tyre, ūųŭŲ. Las obras fueron escritas entre ūůűů y ūůųŪ, siendo esta última la fecha del manuscrito. ūŰŬ Tres églogas sacramentales inéditas, ed. R. Arias, ūųŲű. ūŰŭ Por dar algunos ejemplos, Reyes Peña, ūųųű, anunció la edición de una colección propiedad de la Hispanic Society, que desdichadamente todavía no ha aparecido; ese mismo año V. Azcune publicaba en Dicenda un auto de Lope, Comedia del viaje del Hombre, custodiado en la Biblioteca de Palacio en donde se conservan obras de sumo interés que aguardan editor. ūŰŮ Ferrer Valls, ūųŲŮ, pp. ūŪų-ūŭŰ. El intento más exhaustivo es de Reyes Peña en distintos trabajos.

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Se considera al CAV como un repertorio para las compañías que trabajaban durante el Corpus, muy representativo de la dramaturgia hispánica del período, al encontrarse en él obras representadas en Madrid, Toledo o SevillaūŰů. Hallamos todavía algunos títulos en la tradición de los misterios de Pasión-Resurrección, que tan bien acogen las acusaciones contra los judíos, junto a otros que dramatizan distintas etapas de la vida de Cristo: infancia, entrada triunfal en JerusalénūŰŰ, etc. Ésta última (al igual que otras: una dedicada a la conversión de San Pablo, dos que ponen escena conversiones milagrosas)ūŰű, introduce personajes judíos caracterizados por la lenguaūŰŲ. Por cierto, las conversiones de judíos constituyen un grupo muy nutrido de leyendas, recogidas en recopilaciones como la Leyenda dorada o los Flos Sanctorum, que de vez en cuando se llevan a escenaūŰų. El paso del personaje genérico: un Fariseo, un Judío, a otros de mayor profundidad –dentro de los límites propios al teatro de aquellos tiempos– ęgura en el Aucto de la destruición de Jerusalén (XXX). Sin embargo, para nosotros el mayor interés proviene de las farsas sacramentales que ponen en escena a la religión mosaica de formas bastante variadasūűŪ: el propio Moisés, Farsa del sacramento de la entrada del vino (LXXXVIII); une vieja, Farsa del sacramento de Moselina (LXXVIII) y Viaje del cielo (Tres églogas...); un Bobo, Farsa sacramental de la moneda (LXXXIV); o bien sin características físicas particulares: Farsa sacramental de los tres estados (LXXXIII). Esta pluralidad corre parejas con una diversidad de perspectivas que comprende el rechazo categórico: Moselina, Viaje del cielo, y la complementariedad: Farsa del sacramento de los tres estados, pasando por la conversión triunfante: Farsa sacramental de la monedaūűū.

ūŰů Al mismo tiempo, no encontramos muchas composiciones que sabemos fueron representadas en esas mismas ciudades por aquellos años. Cf. Pérez Priego, 1ş88, pp. Ŭŭ ss. ūŰŰ Auto de la entrada de Christo en Jerusalén (LIV). ūŰű Respectivamente, Auto de la conversión de San Pablo (XXV), idéntico, salvo una pequeña interpolación, a otro que aparece en el vol. III, pp. ŭŮ-ŮŲ, y Aucto de la Asunción de nuestra Señora (XXXII) y Aucto de quando Sancta Elena halló la cruz de nuestro Señor (XXXIII). Sobre ese tipo de milagros en los misteris valencianos, léase Sirera, ūųŲű. Dahan, ūųųŬ, da numerosos ejemplos en la tradición occidental. ūŰŲ arrot ambrana, ŬŪūŬd. ūŰų Rouanet observó en su edición que el Aucto de quando Sancta Elena…, provenía de La leyenda dorada. En capítulos posteriores tendremos la oportunidad de tratar algunos autos que aprovechan ese tipo de materiales, aunque no abundan. ūűŪ Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŭŪŭ, ha establecido estadísticas sobre el porcentaje de personajes alegóricos del CAV: ŭŬ,ųůƖ, una progresión en relación con Sánchez de Badajoz, aunque limitada si pensamos en Lope de Vega: Űų,ŲŮƖ. ūűū Sucede lo mismo en la Comedia octava y auto sacramental del testamento de Cristo, ūųŭű.

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Desde fecha muy temprana los cristianos vincularon la venganza de la muerte de Cristo y las dos destrucciones de Jerusalén por tropas romanasūűŬ. La conquista de Tito en particular tuvo un gran éxito literarioūűŭ y constituye el argumento de algunas obras, aunque sea ante todo un topos que surge una y otra vez en el transcurso del diálogoūűŮ. El autor anónimo del Aucto de la destruición de Jerusalén sigue ęelmente una leyenda medieval muy extendida, cuyo protagonista principal se ha convertido en Vespasiano, leprosoūűů. El emperador, siguiendo el consejo de su senescal, confía su curación a una reliquia: el paño de la VerónicaūűŰ. Promete hacerse cristiano y destruir la ciudad como pago a su curación: EMPER-¡h, amado siervo mío!, si es como dices tú, yo desde aquí te envío, que en ver tu gran fe confío del gran profeta Jesú; al cual quiero prometer, si él sana los miembro míos desta enfermedad tan fuerte, que yo vengaré su muerte de los pérfidos judíos (vv. ųū-ūŪŪ).

El leal servidor llevará a cabo su misión y el emperador cumplirá su palabra: el castigo será despiadado. Se comprenderá que con una acción semejante el auto se sitúe en la línea del antħudaísmo, aunque, al mantener la ędelidad a la fuente, al menos un personaje se salva de la vindicta Salvatoris. En primer lugar la religión hebraica y el pueblo judío, en perfecta simbiosis, unidos por el despecho, actuaron en contra del Mesías: SEN.- era tan maravillosa su salud y su doctrina que de envidia maliciosa le dio muerte dolorosa

ūűŬ Cf. Simon, 1985. Jesús la había profetizado: cf. Mt. 24, 1-25; Mc. 13, 1-24; Lc. 23, 28-31. ūűŭ Se encontrará abundante información en Lida de Mal”iel, ūųűŬ. ūűŮ Por ejemplo La gitana melancólica de aspar Aguilar. ūűů Véase además de las notas de Pérez Priego, por cuya edición citaré el texto (que se encuentra en las pp. ūŪű-ūŭų), el resumen de Reyes Peña, ūųŲŲ, I, pp. Ůŭŭ-Ůŭų. La leyenda la estudia Hoo”, ūųűŮ. ūűŰ Sobre la Verónica, véase Marrou, dir., ūųůŭ, col. ŬųŰŬ-ŬųŰŰ.

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la sinagoga maligna (vv. Űū-Űů). [...] y unos judíos malvados de pura invidia indignados le dieron muerte de cruz (vv. ūůŭ-ūůů).

Culpabilizando al pueblo judío se pretende exonerar de toda responsabilidad al poder romano, siguiendo así la tradición cristiana que tiende a hacer de Pilatos una víctima de la Sinagoga. La leyenda llega más lejos, pues el personaje es asimilado totalmente a la ciudad que gobierna como mal vasalloūűű. Ese proceso de identięcación recuerda cierta iconografía en donde se le representaba con barba y gorro típicamente israelitasūűŲ: EMP.-Non basta mando ni ruego para con este judío (vv. Ůŭū-ŮŭŬ)

A Pilatos se le atribuyen los peores defectos: soberbia y fatuidad, desde su primera intervención (vv. Ŭŭŭ; ŬůŰ; ŬűŰ-ŬŲŪ), conęrmados durante el asedio (vv. ŮŪů, ŮŬū-ŮŬů), a los que se añade la escasa bravura: PILAT-a razón es que me entregue, que mi corazón desmaya (vv. ůŬū-ůŬŬ), [...] Como personas vencidas con tal condición nos demos con que sean guarecidas nuestras haciendas y vidas, y luego nos entreguemos (vv. ůŭū-ůŭů).

Derrotado, pero sin perder ni un ápice de astucia, ya que ordena que los asediados se traguen sus tesoros, tras reducirlos a polvo (vv. ůųŰ-ŰŪŪ). El personaje se sitúa en el punto de unión del plano teológico (deicidio) y del de la acción propiamente dicho. Cuando dictó sentencia, lo hizo con total conocimiento de causa y como se ha convertido en judío, se le presenta como completamente responsable de la Crucięxión, al contrario de lo que sucede en la exégesis cristiana con el Pilatos romano: EMP.-Sentenciaste por malicia contra razón y justicia al gran profeta Jesú (vv. ŰŬŲ-ŰŭŪ).

ūűű Cf. vv. ūŪŮ-ūūŪ: Pilatos no paga el tributo debido al emperador. ūűŲ Blumen”ranz, ūųŰŰ, p. ųű, reproduce una ilustración de un Salterio de Lieja en donde se ve esa judaización de Pilatos.

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Ese único cargo habría bastado para imposibilitar el perdón; en cuanto a la población de Jerusalén, sufre un castigo atroz por su perędia: se les obliga a comerse a sus hħos (vv. ŮůŰ-ůŪů). Luego se destripará a todos los habitantes para recuperar las riquezas que habían engullido (vv. ŰŮū-ŰůŪ). Uno se pregunta cómo se representó la escena siguiente, de una rara crueldad: Sacan los Soldados a los judíos SLDAD-[...] Harto estoy de vocear; pues no me dan lo que pido, yo los quiero destripar por ver si podré sacar los tesoros que han comido. ¡h, qué han comido de cosas los enemigos de Dios: aljófar, piedras preciosas! ¡h qué doblas tan hermosas! ¡Mirad qué piezas de a dos! (vv. ŰŰū-ŰűŪ)

A partir de una oposición de tipo doctrinal: Sinagoga-Pueblo Hebreo / Jesús, se construye la acción que pretende ser una reparación del deicidio. Las fuerzas que actúan son Vespasiano, ejecutor de la vindicta Salvatoris, y su ayudante el Senescal: los antagonistas, Pilatos y su consejero Archelao ūűų, encarnan a los adversarios teológicos, Sinagoga y Pueblo Hebreo, originando así la oposición in praesentia; los actos de estos enemigos constituyen la escenięcación del discurso antħudío: pérędos (v. ūŪŪ), malvados (v. ūůŭ), poseídos por la envidia (vv. Űŭ y ūůŮ). En la ciudad poblada de pecadores vive un justo: Jacob. Su vida, junto con la de su familia, será salvada. Recibe los calięcativos de «buen judío, sabio honrado» (v. ūūŰ), «honrado hombre» (v. ŬūŬ); da pruebas de honradez y de lealtad hacia el Senescal. Detalle curioso; a pesar de su respeto por Cristo (cree en las cualidades milagrosas de la Santa Faz: vv. ūűū-ūŲů), no se convierte al ęnal. Debemos entender que, por omisión, permanece ęel a la religión de sus mayoresūŲŪ. Cabría pensar (en función de la fuente medieval) en un paralelismo con Sodoma y omorra: un justo se salva nada más para recalcar tanto la omnipotencia divina como la perversidad general. Nótese, de cualquier manera, que el autor de esta obra no ha sentido la necesidad de relacionar

ūűų Se trata del hħo de Herodes, personaje menor que se suicida para huir de la venganza del enemigo (vv. ůůŰ-ůŰů). ūŲŪ Aguilar da a La gitana melancólica otra conclusión.

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salvar la vida y salvar el alma, algo que, por supuesto, se consigue únicamente dentro de la Iglesia. Hemos estudiado algunas obras de Sánchez de Badajoz y Timoneda que desarrollaban la Historia Teológica de la Humanidad jugando con una dicotomía Ley Nueva continuación de la Ley ViejaūŲū. Como ésta última es susceptible de dividirse en dos, se llega a una tripartición, de tal modo que se distinguen tres eras correspondientes a tres leyes: Ley Natural (o de Natura, desde Adán hasta el Decálogo); Ley Escrita (por haber sido grabada en las tablas de la Ley; también recibe el nombre de Ley de Escritura y Ley Vieja) y la Ley de racia o Nueva (instaurada por la venida del Mesías), etapa preparada por las dos precedentes y que supone el cumplimiento de los designios de la Providencia. Hay también un caso temprano de oposición Pueblo entil / Pueblo Hebreo en la Representación del nascimiento del hijo de Dios Humanado, que tendrá que esperar hasta la centuria siguiente para recibir un desarrollo cabal gracias, en particular, a Calderón. Esta sucesión origina un esquema actancial que culmina necesariamente con la ęgura de Cristo o con su mención, gracias a la presencia de su cuerpo transubstanciado en «pan de vida», lo cual favorece el enlace de tales obras con la festividad del Corpus, cuyo objetivo era precisamente exaltar la Eucaristía. Los dramaturgos aprovecharán dicho esquema a partir del CAV: se percibe enseguida la mayor matización con respecto a la simple pareja Sinagoga / Iglesia (o Ley Escrita-Ley de racia), cuando se desea inscribir al cristianismo en una temporalidad amplia. Esta estructura admite desarrollos variados, según cómo se consideren las relaciones mantenidas por la Ley Escrita y la de racia. Pueden plantearse en términos de continuidad sin choques: Farsa de los tres estados, Farsa de la entrada del vino; o al contrario, como la conquista del otro, obligado a unirse a la Iglesia tras una derrota dialéctica: Farsa de la moneda, Auto sacramental del testamento de CristoūŲŬ; la última posibilidad es la incompatibilidad doctrinal. Si en el Viaje del cielo se pone de realce esa vertiente, la Farsa del sacramento de Moselina va más allá pues des-

ūŲū Recuérdense los análisis de la Farsa de Salomón, la Farsa de la Iglesia y de Los desposorios de Cristo. ūŲŬ De la síntesis de Reyes Peña, ŬŪŪů, p. ŭŬŪ, se deduce que la Representación del nascimiento del hijo de Dios Humanado constituye un caso particular. Se produce una disputa entre Pueblo Hebreo y Pueblo entil para ver quién es superior. No parece que haya en ningún momento antħudaísmo, sino todo lo contrario. Las proezas del primero superan a las del segundo que además recibe su auxilio en un momento dado. Al ęnal la Paz aęrma que tales disputas carecen de sentido pues tras el nacimiento de Cristo no hay diferencias entre ambos pueblos.

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emboca en la muerte llana y lisa de la Ley mosaica. Todas estas obras siguen de cerca el pensamiento agustiniano; no obstante, cada una propone una concepción más o menos polémica de las relaciones que mantienen la religión cristiana y el judaísmo y, consecuentemente, visiones más o menos asociadas al rechazo de éste último. La propia Ley Escrita adopta una pluralidad de personięcaciones, rebasando así la condición de mujer vieja en que Sánchez de Badajoz la encarnóūŲŭ, y de manera semejante, Timoneda con respecto al Antiguo Testamento. Seguiremos a continuación una línea que va de farsas que, a veces en apariencia, se sitúan en el plano de la concordia a otras que giran hacia el conĚicto. Tres son los estados del hombre: Labrador, uerrero y Religioso, y tres son las edades de la Humanidad: Ley de Natura, Ley de Escritura y Ley de racia, según esa concepción por así decir evolutiva que venimos viendo. En la Farsa de los tres estados (Rouanet, III, pp. ŭųŮ -ŮūŪ) la armonía se postula en dos planos, humano y religioso. Cada uno acepta la tarea a la cual Dios lo ha destinado: el trabajo, el combate o la oraciónūŲŮ. En los casos de las Leyes Natural y Escrita, se trata de preparar el camino hacia la verdadera Fe. Se ponen de relieve los lazos que unen a las tres leyes sin que la más mínima palabra venga a turbar esa amistad. Las dos primeras entran en escena cantando villancicos que exaltan su misión anunciadora: LE DE N.-¡Al buen pan, quȂes pan y bueno, al pan de buena comida que figura el pan de vida! (vv. ūŪŭ-ūŪŰ) [...] LE DȂE.-¡Al buen pan, linpio y graçioso, que figura acá en el suelo, aquel pan bivo del çielo! (vv. ŬŮŬ-ŬŮŮ)

La primera en darse cuenta del signięcado de las palabras de la Fe es la Ley de Escritura (su compañera permanece en escena, pero muda): LE DȂE.-Sin dubda el tienpo es llegado quȂel pan de prometimiento se convertió, y a tornado

ūŲŭ Se equivoca Reyre, ūųųŲ, p. ůū, cuando aęrma que Calderón «renueva el arquetipo de la vieja arrugada y enlutada» de la Ley Escrita. Como estamos viendo ya en el XVI alternan dos representaciones y lo mismo sucederá con Vélez de uevara en el XVII. ūŲŮ Cf. los vv. ŭŮ-ŭų; Ųų-ųŭ; ŭūū-ŬūŰ. No obstante, desde el inicio se intenta excluir al Agricultor: cf. los vv. ūūŰ-ūŬŪ.

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de figura en figurado, quȂes el Santo Sacramento (vv. ŭųŬ-ŭųŰ)

En la última escena, el Agricultor reúne a las tres subrayando su fraternidad y su común oęcio, todo lo que las une, en un villancico ęnal que celebra la Eucaristía y condena a quienes no creen en ella: A RIC.-¡Hea! señoras panaderas, yoȂs quiero rregoçijar. Pues que todas a la par soys dellas conpañeras, començemos un cantar. [TDS]-Éste es pan de vida entera, quien lo dubda muera, muera. (vv. ŮűŪ-ŮűŲ)

Dicho esto, el autor quiso llamar la atención del público sobre ciertos puntos que (fuera de la superioridad teológica del cristianismo sobre las creencias anteriores) acentúan la singularidad de la Fe y la especięcidad de la Ley de Escritura. De entrada se la pone aparte, si bien de manera sutil, a causa de su físico, pues a pesar de que las tres son jóvenes nunca recibe elogios ūŲů, mientras que el Militar llama «hermosa» a la Ley de Natura (v. ūūŬ), y la propia Ley de Escritura declara que la Fe es «galana» (v. ŭŲū). Más revelador es otro aspecto proveniente de las actitudes opuestas que observan las panaderas frente a los seres humanos. La Ley de Natura se dirige al Agricultor sin el respeto que reserva al Sacerdote y al Militar, ofendiéndolo: Ven acá, oye, si quieres. [...] Buena vida te dé Dios. A RIC.-Amén, si viere porqué. Mas, Ƕno avrié un guesamerçé, o señor, siquiera un vos? (vv. ūŭū et ūŭű-ūŮū)

El conĚicto gana en amplitud con la segunda joven. La Ley de Escritura no quiere dar su mercancía al primero que venga: A RIC.-Dezí Ƕa cómo lo vendéys? [...] LE DȂE.-Eso si os lo ovieran dado. A estos dos señores quiero deste mi pan proveerūŲŰ.

ūŲů ūŲŰ

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Lógicamente la religión judía no podía recibir el nombre de Ley Vieja. Vv. ŬůŰ y ŬŰŪ-ŬŰŬ. El v. ūŮŰ dice: «LE DE N.-Pan es que a todos conviene».

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La discusión comienza en un tono muy vivo, porque no contenta con ello, llama al Agricultor «majadero» (v. ŬŰŮ), «ynportuno» (v. Ŭűū), denuncia su arrogancia (v. ŬűŰ), su inclinación a murmurar (v. ŬŲŭ) y su fe poco constante (vv. Ŭųų ss.)ūŲű. Cuando el Agricultor se deęende obtiene una respuesta plena de desprecio: A RIC-Aora bien, ¡yo so el que miento, y el que yncurrí en el pecado, y el que de todos atuado, y el que anda siempre anbriento, sobre ser más trabajado! Sazerdoçio es escojido y Miliçia valeroso. o Ƕqué soy? LE DȂE.-ǶTú?, maliçioso como plebeyo abatido (vv. ŭŪű-ŭūů).

Si se interpretaran estas palabras como un ataque a los labradores en la tradición del campesino cómico, satirizado por y para los habitantes de la ciudadūŲŲ, la aparición de la Fe tendría que hacernos cambiar rápidamente de opinión, ya que las críticas dejan paso a la preferencia: FEE-Mira, hermano Agricultor, [...] El favor que de vos quiero, que creáys lo que os dijere, y me seáys buen terçero, defensor y conpañero contra el que no me creyere. A RIC.-ue ya os creo de buen grado. ¡Hea! Sacerdoçio y Milicia, agora soy el honrrado, pues Fee xpiana me a dado el mando de la justicia (vv. ŭųű y ŮŪŬ-Ůūū).

En primer lugar, ęjémonos en la palabra «hermano» que sitúa al Agricultor en pie de igualdad, luego en el «vos» que antes le había negado la Ley de Natura. Por último, la Fe encomienda al Agricultor funciones reservadas en principio a los otros dos estados: «tercero» (captación de nuevos ęeles) y «defensor».

ūŲű ūŲŲ

Alusiones claras a varios episodios del Éxodo. Ver N. Salomon, ūųŰů, pp. ūŬ-ŬŬ.

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En resumen, bajo el aparente afán integrador se oculta una crítica severa de la Ley de Escritura, altanera, amiga de disputas (vv. Ŭűů y ŭūű), desdeñosa hacia los humildes, rasgos que la oponen completamente a la Fe. Se trata de antagonismo Ěagrante, pero indirecto. Se manięesta merced a un espejo, el Agricultor, en el que se miran las tres leyes: las imágenes que devuelve de la Ley de Escritura y de la Fe contrastan sobremanera ūŲų. Tal caracterización tiene en cuenta la particular atención que el Evangelio concede a los humildes, incluso a los marginados: se leen entre líneas las polémicas de Jesús con los fariseos; pero se escucha otra voz, mucho más contemporánea. Tiempos recios, decía Santa Teresa, de lucha sin piedad contra los enemigos de la Fe. Conviene señalar que esos enemigos no son únicamente los que combaten a la Iglesia, sino aquellos que, sencillamente, no creen en ella («contra el que no me creyere»). El enfrentamiento va más allá de las polémicas y las condenas; se ha convertido en una guerra que se desarrolla en el hic et nunc y el pueblo llano está llamado a desempeñar en ella un papel de primer orden: el de adalid del catolicismo. La sombra de Sánchez de Badajoz se cierne sobre las dos obras siguientes: ambas comparten con el clérigo extremeño el humor injurioso y la analogía Ley Vieja-mujer vieja. Los dos caminos de la vida así como la existencia entendida como peregrinación son topoi bíblicos; el Viaje del cielo constituye según R. Arias, su editor, su primera plasmación dramática en EspañaūųŪ. Aclaremos inmediatamente que no se simboliza en ella el camino humano que conduciría a la salvación, sino un recorrido teológico de la humanidad que comprende las tres etapas ya conocidas: Ley Natural (Physis), Ley Escrita (Thorea ) y Ley de racia. Durante su viaje, Proviseo, el soldado cristiano, conocerá además de las tres leyes a otros personajes que tratan de ayudarlo: Aretina (la virtud) (la cual le indicará qué camino debe seguir y le anuncia que necesitará pan (v. Ŭů) para llegar a buen puerto), Syndereo (la conciencia), Charisteno (la caridad), Helpidio (la esperanza), mientras que Helastoma (el vicio) intenta llevarlo por el mal camino. Jamás coinciden en escena las tres leyes, lo cual no obsta para que el contraste sea muy pronunciado. La joven y bellísima Physis (vv. ŬŲŰ-ŬŲų)

ūŲų La Ley de Natura permanece en un segundo plano precisamente para facilitar que resalten los defectos de la Ley de Escritura. No encontramos la misma actitud en la Farsa del Sacramento de la entrada del vino (LXXXVIII), en donde Adán encarna a la Ley Natural y Moisés a la Ley Escrita. ūųŪ Cito por Tres églogas sacramentales inéditas, ūųŲű, pp. Ůů-űŮ.

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aconseja cuerdamente al viajero (vv. Ŭųū-ŭūū): frugalidad, constancia y, a falta de pan, le da castañas y agua, amén de una «cedulica» en donde están escritos sus dos preceptos (vv. ŭŮŰ-ŭůū). Physis no recibe crítica alguna a pesar de sus carencias, al contrario, porque a su belleza se añade lo que encarna: la Edad de ro abundante y apacible (vv. ŭŬū-ŭŮū). La aparición de Thorea, intensięca por contraste la imagen positiva de la Ley Natural. Posee un aspecto desagradable -vieja (vv. ŭűŬ y ŭűŰ), arrugada (v. ŭűŰ)- y llega «de libros muy rodeada» (v. ŭűŭ), detalle signięcativo que el autor no sabe aprovechar, pues le podría haber servido para construir una relación antinómica: la razón libresca frente a la fe revelada. También habría podido destacar la incapacidad judía para proceder a una exégesis atinada de los textos sagradosūųū; el autor se limita a insistir en la isotopía de la vejez. La anciana ha perdido fuerza y prestigio (vv. ŮŪŮ-Ůūŭ). «a no soy quien era», conęesa (v. ŮŬū). Incluso duda de que pueda socorrerlo, temor que se conęrma rápidamente pues el pan que da a Proviseo, «pan de proposición» (v. ŮŬŭ), ya no se puede comer: PRVISE-, madre, tiene carcoma y está seco y ratonado (vv. ŮŬŰ-ŮŬű).

A continuación, el auto adquiere visos de farsa; ahí percibimos si no la huella, lo cual es difícil de probar, a lo menos la hermandad con Sánchez de Badajoz. Pristeno, Charisteno y Helpidio atacan a Thorea. Empiezan por señalar su fealdad: «espantajo de higuera» (v. ŮŮū); «muerte pelada» (v. ŮŮŰ), para continuar con las primeras burlas de las prescripciones alimenticias hebreasūųŬ: CHARISTEN-ǶPor qué no coméis toçino vieja de seso liviano? (vv. Ůůū-ŮůŬ)

Sin embargo, Thorea no se toma a mal tales ataques y no responde con las mismas armas; calięca a sus interlocutores de «vellaquillos rapagones» (v. ŮŰŬ) y habla otra vez de sus desdichas. Si se trata de una táctica para amansarlos, fracasa, porque se continúa el cuadro de la decadencia de Israel: PISTEN-[...][Thorea] Perseguida y desterrada sin consuelo ni embajada ni por sueños ni por señas (vv. ŮŲŪ-ŮŲŬ).

ūųū ūųŬ

Sobre esta acusación véase Dahan, ūųųŪ, pp. ŭŲŰ ss. Recordemos que el Pastor de la Farsa de la Iglesia se reía en este plano sólo del Moro.

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Como no se mencionan los motivos de esos castigos ni por qué razón Thorea ya no tiene templo (v. ŮŲŭ) sólo se comprende por alusión que se trata del deicidio, además de la evidente constatación de que pertenece al pasadoūųŭ. Ƕué le queda? Ni siquiera las tablas de la Ley, ya que las guardaba indebidamente: PISTEN-[...] Con tu malicia tenías esto usurpado (vv. ůŪū-ůŪŬ).

Por eso se las arrebatan y Pristeno se las da a Proviseo. Nótese el paralelismo antitético con la Ley Natural, la cual pudo transmitir sus dos mandamientos a la humanidad. Por último, Evangélica, Ley de racia, proporciona al soldado el pan: una alabanza de la Eucaristía cierra el auto. El recuerdo de la Farsa de los tres estados nos ayuda a justipreciar el acusado antħudaísmo que impregna el Viaje del cielo, obra que inaugura un camino muy transitado por Calderón: aislar a la Ley Escrita, el cual en cambio no utiliza, ni tampoco los dramaturgos que lo precedieron, otro recurso empleado aquí: construir el antagonismo en torno a la pareja Ley Natural-Ley Escrita, dejando a la Ley de racia fuera de juego, si se me permite la expresión. Desde el punto de vista corporal, Evangélica está ausente de la correlación juventudvejez así como de la subsiguiente: belleza-fealdad. Ninguna de ellas logra alimentar al hombre, pero con una diferencia de bulto: el agua y las castañas de Physis están buenas, mientras que Thorea ofrece pan seco y ratonado. Si consideramos la evolución espiritual, no cabe la menor duda sobre la superioridad de los diez mandamientos mosaicos frente a los dos del énesis. Ahora bien, el autor anónimo consigue neutralizar esa ventaja: primero, alabando a la Edad de ro, luego, poniendo en tela de juicio la legitimidad de Thorea. Las Tablas de la Ley se salvan a costa de rebajar a su poseedora. Pero, Ƕpor qué afrentar a la Ley Escrita comparándola con la Natural? Porque tal es el desprecio con que se la considera que resultaría inaceptable que asumiera el papel de antagonista de la Fe cristiana. Cuando ésta aparece, no hay enfrentamiento en escena porque su antecesora no es más que un desecho, de tal forma que la recién llegada encarna sin discusión ni conĚicto la realización indiscutible de los designios de la Providencia. La Farsa de Moselina no se aparta prácticamente del modelo actancial de la Farsa de la Iglesia, aunque la supera desde el punto de vista doctrinal, conĚuyendo así con las tres farsas que se acaban de analizar. En efecto, la Eucaristía, por la metáfora del pan, constituye el meollo de la representación.

ūųŭ

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La Crucięxión no se menciona nunca en estas obras.

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Abelino y Hebreo se mueren de hambre. Enseguida, el público se entera de que se trata de un hambre espiritual y completamente justięcadaūųŮ. Los dos hermanos no se ponen de acuerdo acerca de la causa de su debilidad, según Abelino, comen poco, según Hebreo, malūųů: ABEL.-[...] que a un grillo no hartarán con lo que a todos nos cría, [...] HEBRE-Ƕué nos aprovecha, di, gran ración pues es toda cortezón? Tantos me da comer paja (p. ūūa).

En cambio, coinciden en declarar culpable a su madre y en adoptar un áspero tono de censura: «vieja avariciosa» (p. ūūa). La llegada de Moselina no los apacigua: le reprochan su falta de afecto tratándola de madrastraūųŰ, critican sin cesar la calidad del pan (ūŬb) y la falta de amor materno: HEBRE-Estaisos patitendida, holgazana, todo el mes y la semana mientras nosotros cavamos (p. ūŬa).

Los defectos de Moselina los sigue señalando un nuevo personaje: el profeta Baticano, que conęrma el declinar de la religión mosaica y los sufrimientos padecidos durante su reinado: BATICAN-Muy caduca y decaída va la ley y el sacrificio del buey con las viejas cerimonias [...] anancia serie perder tal estado,

ūųŮ El tema del hambre, junto con el de la incapacidad de las Leyes que anteceden a la de racia se encuentra en otras obras del CAV. Por ejemplo: Aucto del sacreęcio de Abraham (I), y Farsa del sacramento de Adán (XCI). ūųů Abelino es el hombre de la Ley Natural; Hebreo pertenece al período siguiente, el de la Ley Escrita. Cf. la nota de onzález Pedroso, ūųůŰ, p. ūūa. Todas las citas están sacadas de esta edición. ūųŰ «ABEL-No madre, sono madrastra / parecés», p. ūūb. Cf. Farsa de la Iglesia: « LESIACiego está tu entendimiento / madre peor que madrastra [...]», vv. ųū-ųŬ.

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pues nadie en él ha hallado perfeto contentamiento [...] (p. ūŬb).

Cuando los hermanos expresan su esperanza en tiempos mejores y en alimentos más satisfactorios (p. ūŭb), pone en evidencia los engaños de Moselina: BATICAN-Verdad es que, figurado en Testamento, comerán por alimento los hombres de acá del suelo del mismo Pan que en el cielo se tiene por nutrimento (pp. ūŭb-ūŮa).

Por otro lado, ante las humillaciones sufridas por la vieja, Baticano desmiente algunas quejas porque la pobre mujer hace lo que puedeūųű. La defensa tiene su razón de ser; demuestra que el dramaturgo, en su deseo de atacar a la Ley Vieja, nunca pierde de vista el dogma. Concederle la posibilidad de conseguir alimentar a los hombres y negarse a hacerlo remataría la denigración de la religión judía, pero con el riesgo de caer en dos trampas. La primera, una falsedad teológica: lo que precisamente justięca el advenimiento de la Ley de racia es la impotencia de su antecesora. La segunda, semejante aęrmación habría signięcado que Moselina, al disponer del mismo poder que la Ley de racia, tenía la capacidad de convertirse en una verdadera antagonista y tal posibilidad no la prevé ninguno de los autores que estamos estudiando. La aparición en escena de la Ley de racia conęrma esta idea ya que la llegada de la hermosa doncellaūųŲ, sus palabras, que conęrman la instauración de la nueva era, provocan el desfallecimiento de la anciana, de tal manera que muere tras que las explicaciones de la joven pastora hayan convencido a sus hħos: Apártase y se recuesta en el suelo, como desfallecida (p. ūŮb) […] ABELIN-Cata, cata, digo; a he, que se fina la vieja de Moselina. Muere Moselina (p. ūůb).

ūųű «BATICAN-o sé que ella bien quisiera / daros pan más sustancial» (p. ūŮa) y «uiero que sepáis entramos / que en una casa moramos / la Ley y la Profecía» (p. ūŮb). Ver asimismo la p. ūŭa. La identięcación incluye el aspecto físico: «MSELINA-[...] / Mira, señor Baticano, / que de estar tan viejo y cano / te desconocía a deshora» (p. ūŮb). ūųŲ «HEBRE-[...] ¡Dios me vala! / ¡ué perlocida zagala! / ABELIN-Pardiós, anque no cantase, / cuido que la recuestase / cada cual viendo su gala» (p. ūŮb)

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Su muerte provoca reacciones distintas. Le conceden «honrada sepoltora» (p. ūŰa), sin dejar de denigrarla: ha muerto de envidiaūųų. Además, se insiste sobre la incompatibilidad de ambas Leyes: BATICAN-Dos diferentes extremos. cuando vienen juntos, muy mal se convienen. La vieja y la nueva Ley notorias son a la grey las disensiones que tienen. HEBRE-Sí, señor, muy mal se avienen, verdad es (p. ūŰa-b).

El villancico ęnal no deja ninguna duda sobre la intención del autor. En palabras dirigidas directamente al espectador, se apunta a los judaizantes y se propugna la hoguera como remedio en su contraŬŪŪ: LE DE RACIA-Comenzad vosotros tres. [LS TRES]-uien dijere Moselina, échale fuego, y arda aína (p. ūŰb)

Salta a la vista lo que particulariza a la Farsa de Moselina. El autor prescinde de la Ley Natural, al tiempo que elude el enfrentamiento Ley Nueva / Ley Vieja, procediendo de manera indirecta, como en el Viaje del cielo: ambos personajes se deęnen en relación con el hombre. Uno de los rasgos distintivos de la Ley Escrita proviene de la Sinagoga de Sánchez de Badajoz, la maternidad, aquí aplicable también a la Ley de raciaŬŪū, pero los lazos maternales se establecen con los hombres y no con el cristianismo, para mantener mejor las distancias entre las dos religiones, sin dejar por ello de instaurar un nexo de unión con los antecesores: Baticano se integra en la nueva Ley. Por último, el problema converso se plantea de manera brutal y sorprendente, pues, a pesar de que los villancicos de cierre son a veces belicosos

ūųų Cf. las pp. ūůb-ūŰa: «HEBRE-¡h, hi de vieja envidiosa, / que en ver açotra hermosa / se ha ęnado la ahacina». Blumen”ranz, ūųŰŰ, p. ůŰ, comenta una miniatura francesa del XV en donde se ve a la Sinagoga en un sarcófago rodeada de Jesús, los Evangelistas y la Iglesia, que ilustra las palabras de San Agustín con respecto a las relaciones entre Synagoga y Ecclesia, tantas veces mencionadas y que corresponde con el planteramiento de esta farsa. ŬŪŪ Resulta extremadamente signięcativo que canten el estribillo mientras Baticano y Hebreo alzan el cadáver de Moselina. ŬŪū Cf. los versos siguientes: «ABELIN-ue sós madre verdadera, / que mos dais buena comida. / ue açotra vieja podrida / no puedo entender que sȂera», p. ūůb.

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(recordemos la Farsa de los tres estados), en este caso se olvida la Eucaristía, incluso en las últimas réplicas, lo cual constituye de por sí algo extraordinario.

ŠœȱŠ•žœ’˜—ŽœȱŠ•ȱ™›ŽœŽ—Žȱ Julio Rodríguez Puértolas en uno de sus artículos dedicados al lugar ocupado por lo cotidiano en el teatro religioso nos habla de este período como de «une época todavía confusa [...] en la que los mitos del casticismo hispánico [...], empiezan a solidięcarse»ŬŪŬ.  uno de componentes que vertebran dicho casticismo lo constituía la identięcación del catolicismo ultraortodoxo con España y la consecuente lucha que se emprende contra herejes e incrédulos, en particular los judíos, que en su opinión se convierten en el blanco privilegiadoŬŪŭ. Estas ideas merecen ser matizadas tanto en lo que concierne a los anacronismos estructurales como a los parciales o aislados. Las amenazas proferidas en la Farsa de los tres estados se concretizan gracias a ese maravilloso ejemplo de unión entre la más candente actualidad y la dimensión intemporal que se consigue en la Farsa sacramental de la moneda, en cuyo centro se sitúa una correlación moneda-doctrina católica-cuerpo del Salvador-sagrada formaŬŪŮ. Cristo anuncia la acuñación de moneda nueva, que todo el mundo podrá utilizar con tal de que lo haga sinceramente (vv. ūūů-ūŬŪ y ūŲŰ-ūųŪ). En cambio, si alguien toma la moneda sin verdadera convicción, deberá atenerse a las consecuencias (vv. ūŬū-ūŬů); también se prohíbe la moneda extranjera y quienes la posean morirán (vv. ūŭū-ūŭů). Jesús confía la misión al Concilio (de Trento, por supuesto), a la Iglesia, al Bautismo, al Sacerdocio y a la Justicia, tras lo cual sale de escenaŬŪů. El resto del diálogo constituye la ejecución de ese planteamiento. La Ley Vieja (Bobo) se queja de que nadie quiere su moneda: la Iglesia explica el por qué y la convierte sin dięcultad. Muy distinto es lo que sucede con el Luterano (único personaje concreto), que chapurrea en una mezco-

ŬŪŬ Rodríguez Puértolas, ūųűŬb, p. ŬŲŪ. ŬŪŭ «Pero el gran enemigo es el judaísmo, y contra él se asestan muy especialmente los tiros del casticismo presente en el Códice y en el teatro de la época en su conjunto». (Rodríguez Puértolas ūųűŬb, p. Ŭųŭ). ŬŪŮ Cito por Rouanet, III, pp. Ůūū-ŮŬŰ. He estudiado esta obra en arrot ambrana, ŬŪŪŬa. ŬŪů De este modo se hace hincapié en el papel de la Iglesia, respaldada por el Concilio. Recuérdense con todo los ya aludidos problemas que plantea a los dramaturgos la introducción de Dios en tanto que una de las dramatis personae de las farsas (Fothergill-Payne, ūųűű, p. űŲ ss).

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lanza de español y de italiano, el cual será condenado a la hoguera. Hallamos aquí una clarísima transposición de la destrucción del foco protestante de Valladolid, en el que tanto protagonismo alcanzó don Carlos de Seso, noble oriundo de Verona. Todo apunta a que la obra se estrenara en el Corpus vallisoletano de ūůŰŪ, poco después del auto de fe de los principales acusados, celebrado el Ŭū de mayo de ūůůųŬŪŰ. La acción en sí misma es de una extrema simplicidad, pero resulta de lo más instructiva por lo que nos dice sobre la consternación de la sociedad hispana al descubrir que sufría el contagio de un mal hasta entonces considerado como ajeno, en un momento en que los judaizantes escaseaban en los tribunales inquisitoriales. El hecho de que se pensara en un principio que se trataba de grupos numerosos y el que algunos acusados pertenecieran a la nobleza y a la elite intelectual, no hizo sino aumentar la conmociónŬŪű. A pesar de que todos los condenados fueran españoles, con excepción de don Carlos de Seso, por otro parte aęncado en Castilla desde tiempo atrás y perfectamente integrado, se desencadenó una ola de xenofobia; la Farsa de la moneda, en la que el signo distintivo del Luterano es precisamente su condición de extranjero, la aprovecha de forma muy particular. El autor manipula los acontecimientos y exonera de toda culpa a los naturales del país: XP-A resultado este daño de estranjeros que an venido y en mis reinos an metido moneda de rreyno estraño con que los an destruido.  mi dinero acuñado con mi paterno señal de my rreyno lo han sacado, y en trueco, buelto un metal herético, ponçoñado (vv. ŭū-ŮŪ)ŬŪŲ.

ŬŪŰ Recuérdese que en ūůůŲ se acuñó de nuevo vellón, tras una primera acuñación en ūůůŰ (Hamilton, ūųűů, p. űŭ). Para todo lo referente a la fecha del estreno y al contexto histórico, remito a mi citado artículo de ŬŪŪŬa. ŬŪű Resumo a Tellechea Idígoras, ūųűűa, pp. ŬŲ-ŭŪ. Una lista completa de los encausados se encuentra en Menéndez y Pelayo, ūųŰŭ, pp. ŮŬŮ-ŮŬŰ y Ůŭů-Ůŭű. Véase también Dedieu, ūųŲŭb, p. ŬŲŪ. ŬŪŲ Ver también los vv. ūŭū-ūŭů. En consecuencia, el hereje será un extranjero, concretamente, un italiano.

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Este marco ideológico facilita el tratamiento del Judaísmo, que aparece en dos planos. Primero se alude a él en el diálogo para señalar que la religión mosaica está destinada a desaparecer: XP-[...] el Bautismo [será], el hundidor con el qual se hundirá la Ley vieja y su herror. (v. ūŪŭ-ūŪů) [...] y con divino calor hunde la moneda vieja (vv. ūŬŲ-ūŬų) [...] BAUTISM-o el Bautismo hundiré la moneda vieja y laçia (vv. ūŰŰ-ūŰű).

Se añade un topos de gran vitalidad, la vana espera del Mesías:  LESIA-Sabe, Ley Vieja cansada, tienpo que ya atrás se queda, que tu fuerza es acabada, y el valor de tu moneda ya desde hoy no vale nada (vv. Ŭůū-Ŭůů).

Estos comentarios recuerdan los de Sánchez de Badajoz y los de las dos obras que acabamos de ver, Viaje del Cielo y Farsa de Moselina, aunque faltos del carácter de burla hiriente que encontramos en ellas. En segundo lugar, tenemos el plano de los personajes. De manera inusual quien encarna a la Ley Vieja es el BoboŬŪų; en este caso el signięcante (el tipo del Pastor-Bobo) domina al signięcado (el Judaísmo). Para ser más concretos: el signięcado pierde algunos rasgos semánticos ya mencionados en el diálogo para sólo conservar uno: la incredulidad. racias a ella, la Ley Vieja asume la personalidad del Bobo para encontrar así uno de los esquemas actanciales del personaje: la conversiónŬūŪ. De los componentes que caracterizan al Bobo (glotonería, simpleza, etc.), le queda la lengua (el sayagués) y el ánimo belicosoŬūū, que dirigirá contra el personaje que se le opone, el Luterano, cuya muerte pide con insistencia (vv.

ŬŪų Cf. esta acotación: «Entra la Ley Vieja, quȂes el Villano», p. ŮūŲ. Los diálogos se atribuyen al Bobo y no a la Ley Vieja. ŬūŪ Ver Brotherton, ūųűű, pp. Ŭų ss. En otras ocasiones, el Bobo representa al Pueblo entil: Farsa sacramental de la entrada del vino (LXXXVIII); Farsa del Sacramento del Pueblo Gentil y El testamento de Cristo, obras ya citadas. Ŭūū Remito a Brotherton, ūųűű, c. III y Salomon, ūųŰů, c. I.

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ŭŮů-ŭůŪ; ŭŰŮ-ŭŰů; ŭųŪ; ŮŪŪ). Tal es, una de sus funciones: apuntar al agente del mal que amenaza a España, la herejía protestante. En este sentido, debe notarse que la inęltración herética se impide enseguida, sin que se destaque de la obra un sentimiento de peligro grave, de fortaleza asediada, de liga de antagonistas. Se quiere dar la imagen de vigilancia y, al mismo tiempo, de fuerza para dominar al enemigo. El mensaje, por supuesto, se dirige a la colectividad con la intención de darle ánimos y, por qué no, poner en guardia a las posibles ovejas descarriadas, a los aventureros insensatos, que saben ahora a qué atenerse. Según aęrmé más arriba, la personięcación de la Ley Vieja en el PastorBobo y el desenlace posterior constituyen una auténtica rareza. Desde luego, abundan los campesinos en las obras del CAV o en las del teatro de colegio, pero muy pocos se vinculan con lo judíoŬūŬ; y ya hemos visto a la Ley Vieja o Testamento Viejo que en Timoneda y en las dos farsas anteriores se unen a la Ley Nueva. Se unen, pero no se puede hablar de conversión. La Ley Vieja se insertaba en la continuidad; la Ley Nueva no partía de la nada, perfeccionaba, colmaba las necesidades producidas por las carencias de su predecesora, acusada de imperfecta mas no de errada. Por último, ninguna de esas obras permitía establecer asociaciones con los cristianos nuevos. Nadie puede atribuir a la simple casualidad el hecho de que el Bobo exprese con semejante ardor el deseo de bautizarse: BB-Señores, vamos de aquí, que los pies mȂestán saltando y el coraçón rrebentando por ver ya ynfundido en mí la graçia quȂestó esperandoŬūŭ.

Así pues, no podemos limitarnos a interpretar la Farsa de la moneda como un ataque dirigido contra los protestantes (que se habían convertido en el objetivo principal del Santo ęcio), ya que la otra función del Bobo consiste en presentar a los conversos de manera muy favorable; se intenta lavarlos de las sospechas que pesaban sobre ellos, para desviar la atención hacia otro blanco. En efecto, la colusión conversos (enemigo interno) protestantes (enemigo externo) habría podido recalcarse, al igual que una alianza entre dos agresores

ŬūŬ Cuando así sucede: Tragoedia Patris familias de vinea, que se estudiará en el capítulo dedicado al teatro de colegio, no representan a la Sinagoga (o a la Ley Escrita). Ŭūŭ Vv. ŮŮŰ-ŮůŪ. Ver asimismo los vv. ŭŬū-ŭŮŪ y Ůūū-Ůūů.

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exteriores, Herejía y Judaísmo, protagonistas de muchos autos sacramentalesŬūŮ. De hecho, nada más sencillo, puesto que coincidía con el discurso de la Inquisición. Concretamente, si pensamos en la ęgura central del auto de fe de Valladolid, el doctor Cazalla, comprobamos que la sentencia hacía hincapié en la ascendencia judía y en el hecho de que sus antepasados habían sido condenados a la hoguera: «El doctor Cazalla, predicador y capellán de Su Magestad, judío, descendiente de judíos quemados y convertidos»Ŭūů. La Farsa de la moneda intenta desmentir ese discurso; más aún, reescribe el proceso de Valladolid. Los conversos abandonan el banco de los acusados para sentarse, suprema ironía, en el de los acusadores. La comunidad cristiano-nueva, a la que con toda probabilidad pertenece el autor, no podía pedir más. Desdichadamente, la maniobra no causó ninguna mella en el Santo ęcio ni en gran parte de los cristianos viejos. Algo semejante cabe decir del Auto sacramental del testamento de CristoŬūŰ, cuya ęnalidad lo emparienta con Sánchez de Badajoz y Horozco: propugnar la fraternidad entre todos aquellos que han recibido el bautismo. El auto enfrenta por medio de un largo y aburrido debate al hħo de la Ley Vieja (Scriptura) con el de la Nueva ( raçia); luego lo continúan sus respectivos abogados (Doctor teólogo y Maestro de la ley). Al hħo de la Ley Natural (Villano) le corresponde el papel de bobo (Simple, según el texto). Como los hħos no se ponen de acuerdo se someten al juicio de la FeŬūű, pero de hecho la sentencia la pronuncia el Pontíęce. Durante el diálogo queda categóricamente establecida la superioridad de la Ley de racia con argumentos parecidos a los de la Farsa de la Iglesia: DCTR-[...] porque la primera madre adúltera fue llamada, y por ley aberiguada pudo desechalla el Padre; (p. ųŬ)

El deicidio apenas se pone de manięesto; se insiste más en la muerte voluntaria de Cristo, prueba de amor hacia la humanidad: RA,IA-Antes Ƕno fue desa suerte, que murió de henamorado, ŬūŮ Entre los de Calderón que estudiaremos pueden citarse como botón de muestra: La humildad coronada de las plantas, El socorro general, La siembra del señor. Ŭūů Para todo lo anterior, ver A. Redondo, ūųŲŭ, pp. ŭŪ-ŭű. La cita, en p. ŭŬ. ŬūŰ Cito por la edición de Buc”, ūųŭű, pp. ŲŪ-ųų. El auto se representó en Toledo en ūůŲŬ. Ŭūű «VILLAN-[...] Agamos juez a la Fee / que tú también la conoces. // SCRIPTURA-o noticia tengo della. / Hésa lo juzgará bien / que mis pasados tanbién / conęaron mucho en ella». P. Ųű.

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con la segunda casado, y estotra le dio la muerte? (p. Ųū) […] DCTR- este nuebo [testamento] que hordenó fue tal y tan acordado, que de muy enamorado, con su sangre le escribió (p. ųŭ).

De más está decir que el veredicto da la razón al hħo de la Ley de racia; pero si nadie discute su preeminencia, tal ventaja no implica la exclusión de los demás: PNTAFIE-[...] El christiano es escojido, y el quês hijo verdadero; y como tal heredero es a todos preferido; mas de suerte es la sentençia que avnque hijo es el christiano, qualquiera será su hermano, si haze su diligençia; que si torna a rrenazer en el divino baptismo, participará lo mismo que los hijos an de haber (p. ųŰ).

Palabras que los perdedores no sólo aceptan sino que los mueven a integrarse en la comunidad de ęeles: SCRIPTURA-Hasta aquí estuve engañado. a por bautizarme muero. MAESTR-Aquel juyçio verdadero de la sombra me a sacado. VILLAN-¡, Dios guarde ¦quel buen biejo que tan bien lo sentençió! [...] pues haçiendo diligençia todos hemos de heredar. Ajudadme aquí a cantar. Celebremos la sentençia (p. ųŲ).

El mensaje de hermandad absoluta entre todos los bautizados, sin ningún tipo de distinción, se formula de la manera más nítida y en perfecta adecuación con la respetuosa atmósfera que rodea al debate: ni burlas de mal gusto, ni deseo de humillar al adversario. Lo mismo sucede con el vestuario, el aspecto físico; todo tiende a difuminar las diferencias. La ropa remite a la cronología sin instaurar una oposición cristiano / judío pues ambos comparten la misma

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aposturaŬūŲ. Tampoco los separa la interpretación que se exige a los actoresŬūų. Las diferencias aĚoran en las palabras de cada uno: el hħo de la Ley de racia expresa ideas más generosas, mientras que su hermano mayor no parece muy propicio a repartir sus bienes: RA,IA-Muchos hijos tubo Dios. No burles de lo que oyste. Este es de Naturaleza, hombre simple e ynozente, y puede ser pretendiente, como quien tiene probeza (p. ŲŬ).

Con ese planteamiento, la unión ęnal resulta más fácil; otro rasgo signięcativo es la ausencia de burlas sarcásticas, humillantes, que me conducen a pensar en un cambio se sensibilidad. Creo que las amonestaciones dirigidas al Bobo de la Farsa de la fuente de la Gracia que trataremos un poco más tarde van en el mismo sentido. Rodríguez Puértolas sostiene que el antħudaísmo se introduce a menudo por medio de anacronismos en donde se apunta a «su [de los judíos] pretendida tipología física y moral, así como a sus creencias y costumbres»ŬŬŪ. Aseveración bastante tajante que la crítica, al menos por omisión, parece aceptar. En mi opinión debe discutirse porque cuando consideramos el conjunto de la compilación y la abundancia de obras que dramatizan episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, debe reconocerse que la proporción de obras que cabe aducir dista de ser grande. Tampoco resulta siempre tan claro que el anacronismo se emplee para ironizar sobre la tipología, la religión o los ritos judíos. Se mantiene el anacronismo lingüístico en algunas piezas. El Fariseo del Auto de la entrada de Christo en Jerusalén dice «Dio»ŬŬū; los dos Judíos del Auto de

ŬūŲ «El hħo de la ley de raçia entra muy galán, al tiempo. / El hħo de Scriptura sale a lo antiguo muy gallardo», p. ŲŪ. Ŭūų En lo que se reęere a los abogados, el rasgo distintivo de su indumentaria es de tipo religioso: «El abogado de raçia con sus ynsignias de doctor theólogo. / El de Scriptura con bestido fariseo de maestro de la ley», p. ŲŪ. Ahora bien, a pesar de las connotaciones tan peyorativas de la palabra fariseo, poseen igual dignidad. Tampoco aparecen marcas lingüísticas diferenciadores en el Maestro, como las que se encuentran en otras obras del CAV a que me referiré a continuación. ŬŬŪ Rodríguez Puértolas, ūųűŬb, p. ŬŲŪ. ŬŬū Rouanet, II, pp. ŬŰŮ-ŬűŲ. El mismo rasgo se encuentra en el Aucto de la Asunción de nuestra Señora (XXXII).

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la conversión de San Pablo aportan un poco de variación al transformar la vocal “o” en “u”: «ciertu», «suyu », «cayu»ŬŬŬ. Las alusiones al cerdo aparecen en el diálogo, aunque la intención varíe. Menudean las gracias del Bobo que no se percata de que infringe los preceptos de la ley mosaica o, por mejor decir, en el texto el tocino no se convierte de manera explícita en un elemento que permita oponer a cristiano y judíos (mucho menos a cristianos nuevos y viejos). El público, por su parte, percibe la incongruencia: BB-¡Ah Job, ah muesamo, qué fiesta os perdéis! [...] Aqueste jamón cogí de tocino y aqueste pedazo de pan candealŬŬŭ.

Buena prueba de ello es que un aldeano ofrece a Moisés tocino, que éste acepta gustosamente; por su parte, el Bobo, cuando ve las ansias con que las bestias beben agua, piensa que las pobres han comido cerdo, de ahí la sed acuciante que padecenŬŬŮ. Más sutileza demuestra el autor del Aucto del Magná: el Bobo, hambriento como todos sus congéneres, conoce perfectamente las prohibiciones del Levítico sin que supongan impedimento para satisfacer su glotonería: BB-¡h, Dios, si agora lloviesen nabos cochos con tocino aunquȂellos no los comiesen! RUBÉN-Pues Ƕquién los había de comer?

ŬŬŬ Rouanet, I, pp. ŮŬŰ-ŮŭŰ. El auto retoma otro, el no LXIII, añadiendo una pequeña interpolación a partir del v. ŬŭŰ. Aunque aparece raramente, he encontrado también ese rasgo en el Aucto de la Asunción de nuestra Señora que acabo de citar, en una obra de colegio, el Actio quae inscribitur examen sacrum. Sin pretender, en modo alguno, ser exhaustivo, se recurre a él en una sátira de un converso a otro que quería ocultar su sangre y se preciaba de hħodalgo: «[...] // ue cosa para contino / o Adonay helo enu, / haceros vos vizcaíno / siendo del metal ęno / que fue Moysen nebienu». Poema recogido por Luis de Pinedo en su Libro de chistes. Cito por Sales españolas, ed. Paz y Meliá, ūųŰŮ, p. ūŪŲb. En cuanto a Adonai para dirigirse a Dios, puede tener dos funciones distintas. Insistir en la diferencia cristiano / judío (Auto de quando Sancta Elena…, ya citado) es una de ellas, pero la otra recuerda lo que apunté al mencionar a Altamirando, porque no de otra forma se dirige Abraham al Señor en el Auto del sacreęcio de Abraham, I, en Rouanet, I, pp. ū-Ŭū. Cf. p. ŭ. Remito otra vez a arrot ambrana, ŬŪūŬd. ŬŬŭ Auto de la Paciencia de Job, en onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. Ŭųb-ŭŪa. ŬŬŮ Auto de los desposorios de Moysén, en Rouanet, II, pp. ŭūŮ-ŭŬų, p. ŭŬŪ. También podría postularse una «cristianización» de Moisés, Manteniendo, eso sí, el efecto cómico que parece innegable. La opinión del Bobo, en p. ŭŬů.

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BB-o solo, aunque fuesen ciento,

[...]ŬŬů En verdad el único caso en que comer cerdo se convierte en rasgo cristiano lo encontramos, según se indicó, en el Viaje del cielo. Entre los ritos judíos, la circuncisión sufrió de particular rechazo; no obstante en el ejemplo que conozco (Auto de la circuncisión de Nuestro Señor) no se rastrean huellas de repugnancia o censura. En cuanto a las alusiones racistas, en donde la nariz ocupa un gran lugar, siguen reservadas a cierto tipo de poesía. De hecho solo he encontrado un personaje narigón, en la Farsa sacramental de la fuente de la Gracia. El Bobo, claro está, no para de lanzar pullas al respectoŬŬŰ; ahora bien, la víctima nunca se identięca con la Ley Vieja, sino con el Vicio, y tal es el nombre del personaje. Las exhortaciones de la racia consiguen convencer al pecador, el cual pide perdón (p. ŭųa) y se convierte en buen cristiano (p. ŮŪ). Así pues, la descomunal nariz no remite a raza judía, como sostiene Rodríguez Puértolas; según Hess sugiere la correspondencia entre fealdad y deformidad espiritualŬŬű. Llegamos al último punto, la Inquisición. Se la menciona como arma contra los enemigos de la fe, y en tal sentido, es glorięcada con pasión; ahora bien, la Iglesia no se enfrenta a los criptojudíos sino a los seguidores de la Reforma: ESCRIPTURA-Ansí que, Iglesia Cristiana, gozaos y estad gozosa con que saldréis victoriosa de la seta luteranaŬŬŲ.

Podría formularse la siguiente hipótesis. La festividad de la Eucaristía, marco de las representaciones, fomenta esa actitud. El día en que se celebra la comunión se pensaba ante todo en aquellos que negaban la Transubstanciación, tan ęrmemente defendida por el concilio de Trento, y contra quienes el Emperador había batallado sin descanso: [Cantan FE, I LESIA y ESPERANA] ¡Fuera, fuera, fuera, fuera! ¡Fuera, dañada ceguera! ¡Fuera, hereje ponzoñoso,

ŬŬů Aucto del Magná, en onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. ű-ūŪ. La cita en p. Ųa. ŬŬŰ Editado por onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. ŭů-Ůū. Ver las pp. ŭűa y ŭŲa ss. ŬŬű Ver Rodríguez Puértolas, ūųűŬb, pp. Ŭųŭ-ŬųŮ y Hess, ūųűů, pp. ūŮű-ūŮų. El crítico alemán habla de: «atributo típico de los bufones», p. ūŮű. ŬŬŲ La cita pertenece a la Farsa del sacramento de Peralforja, en onzález Pedroso, ūųůŬ, p. Űb.

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en un día tan glorioso; día do el Rey poderoso se da en pan de vida entera!ŬŬų

Cuando se encienden las hogueras inquisitoriales, lo hacen para quemar al Luterano (Farsa de la moneda). No se plasma el peligro de un Judaísmo activo, inęltrado en el interior de la católica España; la religión mosaica tampoco forma parte de una insidiosa penetración en la Península, no asedia el castillo de la Fe, ya sea en solitario ya coaligada con otros enemigos, como la Herejía o la Secta de Mahoma, según sucederá con frecuencia en el siglo XVII. Se pone en tela de juicio a los judaizantes una sola vez, y en forma de advertencia, en el estribillo de Moselina. Además, jamás se esboza ni la menor sombra de exclusión. Es inútil buscar peticiones de marginar a los cristianos nuevos, sospechas o desconęanza a su respecto: antes bien, en la Farsa de la moneda y en El testamento de Cristo se anima ęrmemente a la conversión y la Iglesia se muestra dispuesta a acoger a todas las almas sinceras.

˜—Œ•žœ’à—ȱ™Š›Œ’Š• A partir del corpus considerado: Timoneda, CAV y otras colecciones de manuscritos, se comprueba que la cuestión judía (y la conversa, que le es aneja), no constituye en absoluto una preocupación grave, pues caso contrario se reĚejaría con más abundancia. Si consideramos las alusiones al pueblo de Israel, las rastreamos en obras que se reęeren a la Semana Santa, o a episodios de la vida de los apóstolesŬŭŪ. Tampoco falta la imprecación de los deicidas, curiosamente cuando menos cabía esperarloŬŭū. No querría minimizar la importancia de tales acusaciones sino, simplemente, contextualizarlas: el tema obliga prácticamente a poner en tela de juicio el papel de los judíos. Por otra parte, se comprueba su escaso número y la moderación de algunas de ellas, si se compara con la acumulación de invectivas prodigada por un Lucas Fernández; en otras ni siquiera las hayŬŭŬ.

ŬŬų Farsa del sacramento de las cortes de la Iglesia, en onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. ŰŬ-ŰŰ, p. ŰŬb. ŬŭŪ Por ejemplo, para la Semana Santa: Aucto del descendimiento de la Cruz (XCIII), Aucto de la Resurrección de Nuestro Señor (XCV), y para los apóstoles: Auto de la prisión de Sant Pedro (XLVII); Auto de la conversión de San Pablo, versión corta (LXIII). Ŭŭū Así sucede en la Farsa del sacramento del amor divino, vv. ūŭŭ-ūŮű. Remito a la edición de Pérez Priego, ūųŲŲ, pp. Ŭūų-ŬŮū. En cambio en el Auto de la Redención del Género Humano (XCIV) hay otra perspectiva. ŬŭŬ Ver el Auto de la Resurrección de Christo (LXI). En cuanto a Lucas Fernández, me reęero a su

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Los personajes concretos, individualizados o genéricos, rara vez intervienen: no están, ni mucho menos, exentos de crítica y desde luego el buen Judío del Aucto de la destruición de Jerusalén no equilibra las maldades acumuladas por Pilatos y los habitantes de Jerusalén, pero convengamos en que no deja de ser chusco que el judío más malvado de todos sea el gobernador romano. E, insisto en ello, llama la atención el escaso número de ejemplos que pueden aducirse. Mayor interés poseen los personajes abstractos. Comencemos por un caso de simple mención. En la Farsa del sacramento del Pueblo gentil se toca un tema muy utilizado posteriormente: el Pueblo Hebreo, por no haber escuchado el mensaje de Cristo, deja de ser el pueblo elegido; la palabra divina se dirige ahora a todo aquel que le preste oídos, en este caso concreto, el Pueblo entilŬŭŭ. La religión judía recibe distintos apelativos: Antiguo Testamento, Ley Escrita o, cuando lleva nombre propio, la relación es transparente: Thorea, Moselina. Si nunca se la llama Sinagoga, se debe probablemente, a que en tal caso se plantearía de manera más viva el problema de la supervivencia de Israel y de los debates Synagoga-Ecclesia; seamos precisos, Timoneda menciona a la Sinagoga en Los desposorios de Cristo, pero estrechamente relacionada con la ęgura del Mesías y desvinculada del Antiguo Testamento. Razón de más para prescindir de esa denominación, reservada a obras de conĚicto abierto. La interdependencia entre la elección del personaje que desempeñará el papel de la Ley Escrita y el sentido que tomará la acción cae por su propio peso, sabiendo que se parte de una visión evolutiva, que conduce a la instauración del cristianismo, etapa última en los planes del Señor, etapa perfecta, la única capaz de satisfacer las necesidades espirituales del ser humano. Un enfoque bastante neutro consiste en plantear el asunto en términos puramente cronológicos: Adán (Ley Natural) y Moisés (Ley Escrita) son predecesores positivos, luego a cubierto de acusaciones más o menos malévolas, de burlasŬŭŮ. tra posibilidad: hacer hincapié en las actitudes divergentes de las tres leyes con respecto al hombre, que ocupa un lugar central en estas obras. Las dos primeras, imperfectas de por sí, dan pruebas de inclinación por los privilegiados, mientras que la Ley de racia se dirige gustosamente a aquel que las demás desdeñan: Farsa de los tres estados.

Auto de la Pasión, ūųűŰ. Ŭŭŭ Timoneda se limita a esbozar esta idea en Los desposorios de Cristo. ŬŭŮ Véae la Farsa del Sacramento del Pueblo Gentil, obra algo aburrida a causa de su escaso conĚicto, pero que gracias al Bobo, el Pueblo entil precisamente, debió entretener al público.

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El tercer camino une el advenimiento de Cristo a la caducidad de lo que lo ha precedido. La vetustez se erige en rasgo signięcativo. Esta idea rectora no rebasa en la Farsa sacramental de la moneda el plano temático, sin que se incorpore a ningún personaje. Nótese que a causa de ello la Ley Escrita se libra de las burlas que, caso contrario, se le habrían reservado. En verdad, el Bobo, antes que a la propia Ley Escrita, encarna al hombre que bajo su reinado descubre a la Iglesia y se une a ella. Cuando la vejez orienta la construcción del personaje que representa a la religión judía, se opondrá siempre a una Ley Natural y a una Ley de racia cuya juventud se destaca. En Los desposorios de Cristo, la correlación se establece entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. El primero jamás se apartaba del Señor, aunque eso no evitara que se pusieran de relieve sin cesar sus Ěaquezas; no obstante, como se une a la Iglesia mantiene la dignidad. El rechazo de la herencia judía se acentúa más cuando la Ley Escrita se convierte no ya en insuęciente, sino en ilegítima e incluso ridícula: Farsa del sacramento de Moselina y Viaje del cielo. Debe destacarse que ni Thorea ni Moselina asumen el papel de auténticas antagonistas de la Ley de racia y que, cuando ésta sale a escena, las otras perecenŬŭů. Se evitan los choques, al tiempo que se aleja a la Ley Nueva de la religión mosaica, que puede transformarse en usurpadora de los mandamientos de la ley de Dios (Viaje del cielo)ŬŭŰ. Cuando se produce enfrentamiento, asume la forma de disputatio ante el Tribunal de la Fe; los protagonistas ya no son las leyes mismas, sino los hombres que las siguen: El testamento de Cristo. Así pues, la Ley Escrita deja de evocar al judío enemigo de los cristianos. En cuanto a su descendiente, el falso converso, tampoco se le da protagonismo. La visión negativa de la religión judía se intensięca en razón del mayor número de obras en que aparece, pero no nos engañemos: el motivo no es un incremento del antħudaísmo, sino un corpus considerablemente ampliado. Aun así, desde un punto de vista cuantitativo, el campo de acción no ha variado prácticamente. Comprobamos que, largos años después de que apareciera en la égloga Interlocutoria, se retoma la prohibición de consumir cerdo. En cuanto a los atributos de los personajes, los rasgos más destacables parecen ser la arrogancia, la suęciencia para con los inferiores (Pilatos, la Ley de

Ŭŭů Para ser exacto, la única que muere explícitamente es Moselina; tras ser desposeída de sus tablas, el destino de Thorea deja de interesar al autor. ŬŭŰ No olvidemos que en Sánchez de Badajoz, la Sinagoga era madre de Jesús (Farsa de Salomón) y madre de la Iglesia (Farsa de la Iglesia). Aquí es madre, madrastra, de los hombres.

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Escritura de la Farsa de los tres estados), la falta de valor (Pilatos) y también el hecho de que las ęguras ligadas al judaísmo carecen de agresividad; más aún, se convierten en víctimas de la violencia, verbal y física, de sus antagonistas. Evidentemente son objeto de la justa cólera que provocan sus maldades. Como las acotaciones del teatro de la época son escasas no extraña que sólo encontremos indicaciones sobre la indumentaria en un caso: el Auto sacramental del testamento de Cristo. El abogado del hħo de la Ley Escrita viste de fariseo, mientras que su cliente lo hace a lo antiguoŬŭű. Si consideramos algunos objetos que pudieran ayudar a sugerir o a acentuar algún rasgo del personaje, la cosecha se reduce a los libros que rodean a Thorea.

•ȱŽŠ›˜ȱŽȱŒ˜•Ž’˜ Cuando redacté la tesis la mayor parte de la crítica había aceptado la importancia del teatro de jesuitas para el desarrollo del drama alegórico, pero escaseaban los estudios de un teatro que prácticamente no se podía leer. Desde entonces la situación ha variado notablemente, en particular gracias a Alonso Asenjo, Menéndez Peláez y arcía utiérrez, por no citar que unos pocos. También se ha facilitado el acceso a los textos con varias ediciones de los autores más importantes, de quienes hasta entonces sólo se podían leer unas pocas obras incluidas por onzález Pedroso en su antología y las síntesis de arcía Soriano en su conocido estudio de ęnales de los años ūųŬŪŬŭŲ. La publicación del llamado Códice de Villagarcía, por arcía utiérrez en ŬŪŪū supone un esfuerzo muy meritorio, aunque la producción del padre Bonifacio merezca una edición con mayor aparato críticoŬŭų. Ahora bien la mayor parte de las Ŭŭű El testamento de Cristo, p. ŲŪ. Como ya quedó dicho, el abogado del hħo de la Ley de racia lleva ropa de teólogo; su cliente viste a la moda de la época. ŬŭŲ Publicado en tres atículos de ūųŬű, ūųŬŲ y ūųŬų y recopilado en libro en ūųŮů, por donde citaré. En los años sesenta destacan las aportaciones de Flecnia”os”a y Roux. El Incipit parabola coenae y el Actio quae inscribitur examen sacrum fueron editados por onzález Pedroso, ūųůŬ, pp. ūŬŬ-ūŭŬ y ūŭŰ-ūŮŭ. Picón arcía dirige un equipo que comenzó a traducir la producción de Acevedo, aunque desde ūųųű, fecha del primer volumen, la labor parece interrumpida. Un poco más tarde, Domingo Malvadi publicó en ŬŪŪū una amplia antología de este mismo autor igualmente en versión bilingüe, pero, insisto, faltan todavía textos. Alonso, ūųųů, acompañó la Tragedia de San Hermenegildo, con una interesante antología. Esta tragedia ha suscitado gran interés pues contamos con otras dos ediciones debidas a onzález utiérrez y a Menéndez Peláez. Desde luego, la nota no pretende ser ni mucho menos exhaustiva, pues siguen viendo la luz nuevas obras. Remito a la revista electrónica Teatresco, dirigida por el profesor Alonso, para más amplia información: parnaseo.uv.es/Ars/teatresco. Allí se van editando manuscritos y parece ser que la publicación digital es la única posible. Ŭŭų Menéndez Peláez, ŬŪŪŮ-ŬŪŪů, aęrma que tiene lista la edición que preparó el padre lmedo

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obras conservadas «corresponden en su abrumadora mayoría a las provincias de Castilla y Andalucía. Es muy posible que nuestro enfoque y valoración esté condicionado por circunstancias fortuitas como la conservación de los documentos»ŬŮŪ. Por todo ello las conclusiones que se puedan sacar del estudio de este teatro (cuya especięcidad en relación con el que se escribía para los festejos públicos e incluso cortesanos justięca que lo consideremos aparte), deben entenderse como provisionales. Un primer rasgo diferenciador estriba en el emisor ya que, sin negar la individualidad de cada uno de los autoresŬŮū, debemos tener en cuenta que estos se expresan en nombre de una comunidad, la Compañía, o para ser más exactos, el colegio en donde se celebraba la representación; también se particulariza la función didáctica, pues al habitual docere del teatro religioso, se añade una misión pedagógica interna. Se pretende con esa actividad escénica mejorar la educación de los alumnos que participan, por lo cual el elenco de personajes alcanza cifras elevadasŬŮŬ. En lo que se reęere al público, lo componen (fuera de los padres de la Compañía y de los colegiales), las familias de los alumnos, pertenecientes a capas sociales variadas, las autoridades locales y personas principales. Aunque las funciones gozaban de un éxito que se ha calięcado de popular (Segura, ūųŲů, p. ŭūų), conviene recordar las particularidades de los públicos de Sevilla y de Medina, a que pertenecen la mayor parte de las obras que estudiaremos. En el colegio andaluz predomina la heterogeneidad, mientras que en el castellano dominan los ricos mercaderes (Roux, ūųŰŲ, pp. ŮŲů-ŮŲű y ůŬū-ůŬŬ); en consecuencia, satisfacer a los asistentes exige estrategias apropiadas en cada caso. No obstante, los problemas que se les plantean a los escritores se asemejan en cuanto que se debe contentar a espectadores muy distintos en razón de la edad y el nivel cultural (Roux, ūųŰŲ, p. ŮųŪ), y por mucho que la heterogeneidad quizá fuera menor que en

sin poder llegar a publicarla en vida, pero probablemente a causa de los problemas arriba indicados todavía no ha visto la luz que yo sepa. ŬŮŪ Alonso Asenjo, ūųųů, p. ūŮ ŬŮū Buen número de las obras permanecen anónimas a pesar de los esfuerzos de la crítica. Los autores más conocidos son el padre Acevedo, que ejerció en Andalucía, y el padre Bonifacio, profesor en Medina del Campo y Ávila, a quien en fecha temprana, ūųŭŲ, dedicó lmedo una monografía. También destaca otro profesor andaluz, Hernando de Ávila, a cuya pluma debemos la Tragedia de San Hemenegildo y, según Alonso, el Coloquio de Moisés, entre otros textos. ŬŮŬ Ver, por ejemplo, Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŬųŲ, pero es lugar común de toda la crítica. Lo mismo sucede con el teatro humanista y universitario, como indica Mérimée, ūųŲů, I, p. ŬŰŪ, al tratar de Palmireno. Menéndez Peláez, ūųųů, pp. ŬŪ-ŭū, establece un paralelismo entre esos dos tipos de teatro.

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los corrales y representaciones públicas (y sobre todo que las condiciones de recepción fueran bastante mejores)ŬŮŭ, el dramaturgo estaba obligado a enseñar deleitando, esto es, a reunir rigor teológico, erudición y comicidad, esta última conęnada en los entremeses y, de más está decirlo, bastante edulcorada. Esa necesidad de contentar a todos guía la pluma de los autores, ya que las representaciones constituyen un medio excepcional de promoción de la actividad de cada colegio y un poderoso elemento de aęrmación de la Compañía, según señala unánimemente la crítica. En tales condiciones, las de un teatro escrito por individuos en nombre de una colectividad, con vistas a acrecentar su prestigio, no extraña que se evite herir sensibilidades, lo cual me lleva a considerar la cuestión conversa. La Compañía de Jesús quiso también mostrar en este terreno su personalidad propia. San Ignacio rechazaba vehementemente los estatutos de limpieza de sangre y los jesuitas afrontaron fuertes presiones antes de aceptarlos en su seno, pero ellos mismos distaban de formar un bloque homogéneo y las tensiones entre partidarios de la exclusión de los cristianos nuevos y oponentes a ellos, fueron en aumento. Si el sucesor de San Ignacio, Laínez, poseía sangre impura, en ūůűŬ Polanco fue apartado del cargo de general, en gran medida a causa de su ascendencia. Finalmente, los primeros acabaron por imponer sus argumentos y la Compañía se doblegará en ūůųŬ tras encarnizadas discusionesŬŮŮ. La lucha de castas sacude a los jesuitas al igual que a la sociedad civil en medio de la cual habían decidido efectuar su actividad; queda por ver si, junto a los personajes judíos o a las alusiones con respecto a ellos, se pueden detectar las huellas de este combate. Poco partido he podido sacar del padre Acevedo salvo en lo que se reęere a Lucifer FurensŬŮů, en donde destacan dos aspectos notables. En primer lugar, la armonía existente entre la Ley Vieja y la Nueva, ya que la primera acepta su papel de sombra de la segunda y su incapacidad para socorrer al hombre caído (pp. űų-Ųŭ)ŬŮŰ, lo cual no quita para que haya una presentación bastante negativa de los judíos, calięcados de pueblo rebelde (p. Ųů) y cuya cruel actitud durante la Pasión se pone de relieve (pp. ųů-ųű); el segundo es la explicación que se da a la circuncisión. Jesús se somete a ella como judío,

ŬŮŭ Sentaurens, ūųŲŮ, pp. ūųű ss, ha señalado los problemas para ver y oír los autos que se planteaban en una ciudad como Sevilla, y las mismas dięcultades se encontraban en las demás grandes ciudades. ŬŮŮ Resumo a Sicroě, ūųŲů, pp. ŭŬŮ ss. ŬŮů Lucifer Furens, ūųųű. bra estrenada en Sevilla en ūůŰŭ. Cf. onzález utiérrez, ūųųŭ, p. ůŪ. ŬŮŰ Con una alusión a la parábola del buen samaritano a quien Bonifacio dedicará una obra.

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pero también posee valor simbólico, de aceptación del dolor que sufren todos los seres humanos y anuncio de dolores mayores: el sacrięcio necesario para redimir a la humanidad. Se insiste en que queda abolida con Cristo aunque «esos rebeldes […] para poder mantener su insolencia, preferirán continuar con el rito sangriento […]» (p. Ųŭ). Más provechoso resulta el corpus de otros dos grandes dramaturgos jesuitas, Bonifacio y Ávila, en particular el primero. Dos rasgos oponen la dramaturgia del padre Bonifacio a la de Acevedo: el uso del castellano y la manera realista de tratar los temas para llegar con más facilidad al público, no muy culto y de mentalidad bastante pragmáticaŬŮű. En pocas palabras: se aprovecha hasta el extremo el recurso al anacronismo en la línea de Horozco, con resultados de gran originalidad. Tal enfoque permite mantener el interés del auditorio y cumplir de forma cabal la función moral propia de estas representaciones. Lógicamente, se denuncian de forma vehemente ciertos vicios relacionados con las tareas mercantiles, principalmente el amor al dinero, la tentación de hacer negocios sin muchos escrúpulosŬŮŲ. El Actio quae inscribitur examen sacrum contiene un curiosísimo entremés (actio intercalaris) que corta en dos ocasiones la obra principalŬŮų. En la primera parte de la obrita nos enteramos de la existencia de dos aldeanos: Pero Escribano y Chamorro, el herrero, poetas de vocación, que verían con muy malos ojos la supresión del auto hasta entonces representado invariablemente el día del Corpus; en la segunda, se nos da una muestra del estro poético de los dos amigos. Sorprendentemente, el auto previsto corresponde en realidad a la Tragoedia Patris familias del mismo Bonifacio según ya señaló onzález Pedroso, como lo prueban tanto el argumento como la lista de las dramatis personae y un verso de la tragedia, citado por el Herrero: HERRER: [...] y lugo [sic] entrará el auto, que es del Padre de Campañas, que envió a pedir el trebuto a los labradores de una viña que les alquiló. [...] Los criados son Esaías y Jeremías. A los labradores llamo Caifás Prieto y Anás arcía. Di, Menguillo, el dicho de Caifás Prieto (p. űŮŭ).

ŬŮű Véase Roux, ūųŰŲ. ŬŮŲ Caro Baroja, ūųŲů, pp. ŭűŲ ss, describe esta comunidad de mercaderes, en la que no faltaban los conversos. ŬŮų Cito por onzález utiérrez, ŬŪŪū, modernizando grafías. No se sabe con certeza la fecha de representación. Alonso Asenjo, ūųŲů, I, p. ůű, propone ūůůű-ūůŰű. En este último año Bonifacio fue destinado al colegio de Ávila.

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El anacronismo propio del teatro religioso aparece aquí de manera burlona, al ęn y al cabo los autores son dos campesinos ignorantes que no dudan en hispanizar a Caifás y Anás, aunque el padre Bonifacio emplee el mismo recurso en el entremés de la Tragoedia Patris familias, sin que tal mediación lo justięque. Merece destacarse el desenlace en donde la mención de los judíos reúne ęcción y realidad, al menos en la mente de los aldeanos. Chamorro continúa el relato: Muy garrido está eso. En tan y mientras que los indianos danzan, saldré yo, hecho el Tiempo, con mi guadaña: hablaré en tricetos [sic] y pie quebrado: traeré a los indios de oa y Japón a que adoren a Dios, y luego saldrá un jodío, y los indios le darán grita, porque no cree en Dios [...] (p. űŮŮ).

En esto llega efectivamente un Judío, lo cual por cierto, asombra, porque en una aldea castellana del XVI ya no había auténticos judíos. Sea como fuere, aparece un personaje que comparte el mismo estatuto de realidad que los labriegos, el cual se expresa con rasgos fonéticos caracterizadores semejantes a los ya señalados en algunas farsas del CAV: JUDA-El Diu mos ha de ayudar contra el brugo y la langosta

para tener buen agostu y harto vino encerrar [...]ŬůŪ Los demás asumen el papel de los indios justicieros a que se había referido Chamorro, añadiendo un punto de violencia cómica, propio del género: ESCRIBAN-¡Judío, toma, bellaco, pescozón y pescozada; que guardas la ley cansada y la traes so el sobaco (p. űŮŮ)Ŭůū.

Nótese, aparte del estatuto imaginario del Judío, los dos reproches que se le hacen: la codicia (sólo se preocupa de los bienes materiales) y la obstinación (sigue esperando la llegada del Mesías). Desde otro punto de vista, el diálogo presenta un grandísimo interés al proporcionarnos un precedente de los abundantes entremeses en donde se ridiculiza a campesinos que están preparando ęestas religiosas, Semana Santa o Corpus: constituirán casi un

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P. űŮŮ. onzález Pedroso, ūųůŬ, p. ūŮŬa, transcribe langostu y mantiene la rima. Recuérdese que Thorea llegaba a escena «de libros muy rodeada».

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subgénero, con sus códigos y temas obligados, entre los que los prejuicios relativos a la sangre ocupan un amplio lugarŬůŬ. La literatura piadosa abunda en leyendas sobre milagros que provocan el arrepentimiento de algún pecador inveterado o la conversión de algún incrédulo: los judíos desempeñan en ellas un papel destacado.  sin embargo, su llegada al teatro castellano es bastante tardía y la Tragoedia quae inscribitur Vicentina del padre Bonifacio nos proporciona uno de los primeros ejemplos, si no el primeroŬůŭ; con respecto a las dos obras del CAV ya mencionadas presenta una diferencia: el milagro, lejos de constituir el punto culminante de la acción representa el cierre de la historia de los santos Vicente, Sabina y Cristeta. Al ęnal del acto IV, un Judío visita el lugar del martirio para regodearse allí, pero al llegar al lugar ocurre un milagro transmitido por la tradición y se convierteŬůŮ. En el acto V, mientras que un coro canta en loor de los mártires y del convertido, este último se duele de los sufrimientos de los santos. No se encuentran rasgos particulares en su lengua ya sea antes o después de su conversión. La Pasión inspiró bastante poco a los dramaturgos castellanos y cuando fue el caso seguían ęelmente el camino trazado por la poesía devota. No se representaban los últimos días de la vida del Mesías sino únicamente su cuerpo en la cruz, contemplado por la Virgen, los apóstoles y, claro está, los espectadores, todos ellos embargados de emociónŬůů. Existía un modelo más teológico consistente en el desarrollo del sentido profundo del sacrięcio, observable por ejemplo en los anónimos Tres Pasos de la Pasión o en el Auto llamado lucero de nuestra salvación de Ausias Izquierdo ebrero. La aportación de los jesuitas consiste en reintroducir la Pasión con un cambio transcendente, pues deja de ser el asunto o el punto de partida de la acción para transformarse en el auténtico eje dramático.

ŬůŬ Ver, entre la rica bibliografía existente, el siempre estimulante libro de Eugenio Asensio, ūųűū. Conviene señalar que Candor y Celo, personajes del la obra principal, discuten los proyectos de los campesinos mezclando el desdén y la comprensión. Cf. pp. űŮŮ-űŮů. Ŭůŭ Editada por onzález utiérrez, ŬŪŪū, pp. Ůűų-ůůŭ. La obra se representó en Ávila «por los años de ūůűŪ» según arcía Soriano, ūųŮů, p. ŬŲū. Las referencias a Ávila están en las pp. ŮŲŰ-ŮŲű de la Praefatio jocularis. ŬůŮ En las Actas de estos tres mártires se menciona a un judío de curiosidad malsana que quiso contemplar sus cuerpos. Una serpiente que los custodiaba lo rodeó con sus anillos y no lo soltó hasta que el incauto prometió bautizarse y edięcar una basílica. Ver Fábrega rau, ūųůŭ, I, p. ūŰŰ y II, p. ŭŰŭ. Bonifacio debía conocer, por descontado, esa tradición. Ŭůů Ver el análisis del Auto de la Pasión de Lucas Fernández que efectúo en arrot, ūųųŬ.

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La Tragoedia Patris familias de vinea se estrenó en Medina del Campo entre ūůŰŪ y ūůŰŰŬůŰ, y se sitúa en el inicio de una fructífera serie de autos que ponen en escena la parábola de los viñadores homicidas (Mt. ŬŬ, ŭŭ-ŮŮ; Mc ūŬ, ū-Ŭ y Lc ŬŪ, ų-ūų), cuya autenticidad se discute porque se sospecha que los evangelistas se la inventaron en parte, para poder hacer hincapié en la responsabilidad hebrea en la muerte de JesúsŬůű. La parábola poseía grandes posibilidades teatrales: un conĚicto de envergadura con antagonistas claramente delimitados y la posibilidad de ir aumentando gradualmente la tensión hasta un ęnal, la muerte del Hħo, en donde el pathos alcanzara su punto álgido. Por desdicha, como el padre Bonifacio carecía de la técnica adecuada, largas intervenciones y escenas adventicias detienen sin cesar la acción quitando poder dramático a las situaciones; con todo, su condición de auto pionero lo hace merecedor de que le dediquemos algunas líneas. Además, sus propias Ěaquezas nos ayudan a comprender mejor la difícil evolución de la escena peninsular. El diálogo, que mezcla prosa y verso latinos y castellanos, consta de cinco actos de estructura casi idéntica: un enviado del Señor choca con la obstinación de los viñadores y muere a sus manos, tras lo cual se entona un planto. La representación se abre con una exposición del argumento de la Tragoedia (fol. Ůű, pp. ūŲū-ūŲŬ), seguida por un diálogo en prosa entre el Interpres primus, responsable del argumento, y el Interpres secundus, quien suministra aclaraciones sobre las fuentes textuales y, lo más destacable, inicia el proceso de actualización de la parábola: Los bonicos de los aldeanos mátanselo [al Hħo] y échanselo fuera de la viña. No digo qué signię[qu]e todo esto porque muchos de vs. ms. estarán ya al cabo de todoŬůŲ.

El Pater familias ha conęado una viña muy codiciada a unos labradores; llega el momento de pedirles cuentas: Tengo la viña alquilada a la gente farisea,

ŬůŰ Lapso propuesto por arcía Soriano, ūųŮů, p. ŬŮų. El de Alonso, ūųųů, p. ůű, es algo más amplio: ūůůű-ūůŰű. Ambos se basan en los años de docencia de Bonifacio en el colegio de Medina y no en otro criterio. Citaré a partir del manuscrito de la Colección de Cortes de la Real Academia de la Historia de Madrid, fols. Ůůr-ŰŰv. Indico también la paginación de onzález utiérrez (con alguna pequeña diferencia de transcripción) para facilitar el cotejo. Ŭůű Véase Dodd, ūųűű, pp. ūŪŮ-ūūŪ. ŬůŲ Fol. Ůűv, p. ūŲŭ. Las últimas palabras dan a entender que si los latinistas representaban una minoría del público, en general conocían suęcientemente bien la Biblia y la exégesis cristiana.

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es la hora ya llegada de ver la renta pagada y quel fruto yo posea (fol. ŮŲrb, p. ūŲŮ).

La asimilación del pueblo hebreo a los fariseos permite presagiar el giro que tomará la acción en lo que se reęere a los judíos. El Padre no quiere acosar a sus arrendatarios y está dispuesto a olvidar los retrasos (fol. ŮŲva: ūŲů); no obstante su enviado, Esaías, recela y sospecha las penas que lo aguardan (fol. ŮŲvb y ŮŲra: ūŲŰ-ūŲű). No se equivoca, porque sus interlocutores dan pruebas de gran ingratitud y se niegan en redondo a pagar: SIMEÓN-Nuesso amo nos ha hecho más agravios que llovidos [...] Es muy ruin condición la de Theos Adonai [...] RUBÉN-Nunca más con nuesso amo tener quiero trabacuenta. Sobre el conçierto reclamo, que tramposo yo le llamo: siempre cautelas enventa (fol. Ůųvb, p. ūŲų)

El rechazo encoleriza a Esaías, que condena a los viñadores: ESAAAS-¡ linaje serpentino, víboras emponzoñadas, embriagos con el vino sin consejo ni sin tino! ¡ gentes endemoniadas […]! (fol. ůŪv, p. ūųŬ)

Los interesados se vengan, o, mejor dicho, hablan de vengarse porque no sabemos si la muerte del profeta ocurre en escena o si, simplemente, se supone que sucede: «RUBÉN-ǶSabéis cómo sería bien matalle?, serralle [he] mos al bellaco, viejo ruin» (fol. ůŪv, p. ūųŬ); lo más probable, desde luego es la segunda hipótesis. El segundo acto se abre asimismo con una alocución del Padre en la que se censura al «pueblo rebelde » y «sanguinario»; pero como la naturaleza humana se inclina al pecado, será misericordioso con quien erró una sola vez y enviará a otro profeta (fol. ůūr, pp. ūųŭ-ūųŮ). El entremés que sigue propone una actitud mucho menos indulgente. A igas le parece excesiva la bondad del Padre y aconseja soluciones radicales: ran paciencia es la de nuestro amo [...] que yo juro a la porra de Hércules que no dejara alma en pena. o los circuncidara del todo (fol. ůūv, p. ūųů).

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El segundo enviado, Jeremías, reprende a los colonos sin demasiada dureza (fol. ůŭv, pp. ūųų-ŬŪŪ), sin obtener mejores resultados que su antecesor. Caifás le pide que se vaya inmediatamente sin polemizar y Simón se muestra amenazador: CAIFÁS-[...] hayamos la ęesta en paz. Aos con Dios, no querríamos bregas con nadie. SIMÓN-Mira, dun llora duelos, cierto que os hagamos ver las estrellas a medio día (fol. ůŭv, p. ŬŪŪ).

El diálogo sigue entreverando lo serio y lo cómico: JEREM-Asco es veros según estáis de sucios. ANÁS-No mienta naide, Ƕqué ha visto en nosotros? Él no cree que nos lavamos milenta veces al día (fol. ůŮr, pp. ŬŪŪ-ŬŪū).

El profeta anuncia castigos despiadados y la respuesta es una nueva ejecución. El tercer acto explota la actualización de la parábola, esbozada por el habla rústica de los viñadores. Ahora llevan, a continuación de sus nombres hebreos, apellidos de lo más españoles: Caifás Prieto, Anás Rodríguez, Rubén Díaz, de manera semejante a lo que se observaba en el entremés del Actio quae inscribitur examen sacrum. Se les une un « Iudex hispanice Alcalde»Ŭůų. Encontramos las preocupaciones de la vida cotidiana de una aldea de la meseta castellana: un alcalde testarudo; cargos que proveer; cosechas inciertas; futuras bodas. Llama la atención la manera en que se pasa a la acción principal. Uno de los labriegos, Rubén, teme que no le alcance el dinero y se queja de los hidalgotes altivos y pobresŬŰŪ. La llegada del recaudador de impuestos nos devuelve a la Biblia: RUBÉN-Tan poco querría que me acaeciese lo que a Pero Sanz el Sordo, que le fue necesario tomar las viñas por siete ducados que quedó a deber. ANÁS-Hételo acá al diabro del recetor. ue me maten si no viene a pedir el pecho. Envialle [he]mos las manos en el seno (fol. ůůr, p. ŬŪů). Ŭůų Fol. ůŮv, p. ŬŪŬ. El alcalde se llama Toribio Carrasco. Así pues, está completamente hispanizado, a pesar del papel que desempeñará en los acontecimientos. ŬŰŪ «Calzas [traen] que se acuerdan del rey que rabió [...] el rocín y la silla del tiempo de las comunidades...» (fol. ůůr, p. ŬŪů).

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Dicho recaudador resulta ser acarías. Avisa a los colonos de lo grande que es la paciencia del Padre; no obstante si se obstinan, no se librarán del castigo. Las excusas del alcalde nos llevan otra vez a la cotidianeidad campesina; sequía, gastos, sin dejar por ello el plano de la parábola, porque el padre Bonifacio escribe a dos luces: ACARAAS-[...] no sé cómo vosotros decís eso la cara tan sin vergüenza. Lo que vosotros pusisteis [...] yo os lo diré. Una tapia blanqueada por de fuera y dentro llena toda de tierra, estiércol y basura que con harto poco se puede derribar (fol. ůův, p. ŬŪű).

La sentencia de muerte para el atrevido enviado no se hace esperar; a pesar de eso, el Padre no abandona a su pueblo. Le envía a otro mensajero, el Bautista, cuyas palabras adquieren mayor dureza y mantienen el anacronismo: o soy una voz que en tierra desierta da gritos y clama la gran perdición de aquella maldita judaica nación que a cosas divinas del todo está muerta a santos deseos cerrado ha la puerta (fol. ůŰr, p. ŬŪų). [...] Su mesmo apetito los ha trabucado y un loco deseo de verse señores, pesábales mucho de ser labradores, lugar deseaban muy más encumbrado (fol. ůŰv, p. ŬŪų).

La respuesta se mantiene en el tono de la acostumbrada insolencia socarrona: observaciones sobre el aspecto exterior del recién llegadoŬŰū; amenazas apenas veladas, unidas al descubrimiento de la repentina inclinación por la vida eremítica de Toribio. San Juan anuncia que pronto llegará el Hħo, heredero de la viña. Como los campesinos se encastillan en la negativa a pagar el tributo, los reproches se hacen más incisivos. El texto nos obliga otra vez a pasar a la Sagrada Escritura: Ƕh linaje viperino! [...] tú, alcalde deshonesto, di traidor, cruel tirano, por ejemplo estando puesto

ŬŰū «ANÁS-Tu hábito manięesta / ser tú hombre razonado; / vestidura muy honesta / en los hombros traes puesta / de camello desollado» (fol. ůűr, p. ŬūŪ).

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cometiste vil incesto con la mujer de tu hermano (fol. ůŲr, pp. Ŭūŭ-ŬūŮ).

Tras condenarlo a muerte, los judíos, de forma en verdad bastante incongruente, alaban al santo. Primero Rubén, que lleva en una bandeja la cabeza todavía ensangrentada; luego el alcalde, quien aęrma haber actuado muy a su pesar. Si bien la ędelidad al texto evangélico no ofrece dudas, cabe lamentar la falta de rigor en la construcción de las situaciones dramáticas, ensambladas con torpezaŬŰŬ. El Hħo abandona los cielos para cumplir su misión entre los hombres. Conoce su destino, asumido de forma bastante combativa: Porque al fin les quitaremos por su loco atrevimiento la viña y escogeremos otros hombres que sabemos que tendrán cordura y tiento. La Sinagoga será para siempre soterrada y la Iglesia quedará. Mi esposa se llamará de mi costado sacada (fol. Űūv, p. ŬŬŮ).

El fragmento posee gran interés; nos informa del giro que toma el advenimiento del Hħo. Viene para destruir al judaísmo antes que para salvar a los pecadores. A pesar de ello, se esfuerza en convencer a los reacios; les avisa de los peligros que corren, obstinados e incrédulos, porque su victoria no pasa de mera apariencia y el castigo caerá sobre sus cabezas: En la viña tan preciada no ha de haber cepa con cepa. Ha de ser desbaratada y del todo anihilada. Bien es esto que se sepa (fol. ŰŬv, p. ŬŬű).

Como viene sucediendo, las réplicas de los arrendadores reproducen el lenguaje popular, y cuesta trabajo por momentos reprimir la risa: ALCALDE-[...] no pagaremos ni esta,

ŬŰŬ Sólo quienes conocieran los Evangelios podían adivinar el nombre de la joven bella y provocativa cuyas danzas habían trastornado al alcalde porque no sale a escena, sin duda por una cuestión de moral que menoscaba la estructura de la obra.

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las narices no me hinches, ved si porradas querés porque el vino caro cuesta (fol. ŰŬv, p. ŬŬű).

El diálogo tendría que haber ęnalizado aquí, pero el padre Bonifacio ha cedido a la tentación hagiográęca y se nos presenta una sucesión de milagros: la hħa de la viuda, el ciego de nacimiento, el mudo (fols. ŰŬvb, Űŭ, ŰŮr, pp. ŬŬŲ-ŬŭŬ). Los viñadores se transforman en los miembros del Sanedrín; temen el éxito del Hħo y preparan su muerte (fol. ŰŮv, pp. Ŭŭŭ-ŬŭŮ). Al igual que sucediera con los demás enviados, tras pronunciarse la sentencia, «Muera el traidor», debemos suponer que ha sido ejecutada, puesto que un coro enumera los favores prodigados por el Señor y llora la muerte del Hħo (fols. Űů-ŰŰ, pp. ŬŭŮŬŭŰ). El autor busca la contrición eventual del espectador, pero ante todo su compassio, lo cual nos recuerda los recursos de las Pasiones medievales: Hombre, Ƕpor qué no gimes? Pues tú fuiste la causa de su muerte cumple que te lastimes con mano dura y fuerte a ti, pero contigo se convierte (fol ŰŰv, p. ŬŭŰ).

La falta de acotaciones impide aęrmarlo con total seguridad pero parece verosímil que el largo planctus se haya reforzado por medios iconográęcos: un crucięjo por ejemplo. En cambio, nada más cierto que la incapacidad del padre Bonifacio de rebasar la mera ilustración del Evangelio para lograr construir auténticas situaciones dramáticas. El enfrentamiento del Hħo con los viñadores decepciona, al verse reducido a unos pocos versos. Tampoco resalta tensión alguna del resto del diálogo; el autor es tan consciente de esa debilidad que para emocionar recurre a una técnica añeja: la palabra exterior a la situación. Lo mismo cabe decir de la construcción de los personajes. En principio, el deseo de acercar la Pasión a las vivencias de los espectadores no tiene nada de censurable, pero el color local (esa mezcla de astucia, de ferocidad y de socarronería de que hacen gala los labriegos) le quita pathos a los sucesivos enfrentamientos de los enviados del Padre con el pueblo rebelde. Los personajes parecen demasiado concretos, demasiado enraizados en el mundo rural mesetario y lo que en otro tipo de obra constituiría un raro acierto, se convierte en defecto, a causa de la inadecuación entre el discurso y los personajes a quienes está destinado: las situaciones resaltan bien la crueldad, la obstinación, la ingratitud de los viñadores que encarnan al pueblo judío.  es ahí donde surge la reticencia: los personajes son de lo más convincentes en tanto que labriegos codiciosos, pero no como representación del pueblo despojado

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de sus prerrogativas a causa de su pecaminoso proceder. Los dramaturgos barrocos comprenderán que la parábola de los viñadores exigía un enfoque alegórico y que el anacronismo perjudicaba al desarrollo de la acción. Por todos estos motivos, las intervenciones de los campesinos, su habla colorista y muy verosímil: giros, refranes y prevaricaciones lingüísticas, constituyen el aspecto más conseguido de la obra a pesar de su incongruenciaŬŰŭ. En conclusión, el padre Bonifacio abre una puerta, posteriormente muy utilizada, pero cuando juzgamos la Tragoedia en sí misma, lo que nos llama la atención es la imagen del campo castellano que se nos ofrece desde una perspectiva urbana, con sus prejuicios (el retrato de los aldeanos es bastante poco halagüeño) y con una estilización inteligente que da una impresión de verosimilitud, sin caer en los tópicos de los campesinos cómicos de los entremeses, tópico cuya responsabilidad incumbe en no poca medida a los jesuitasŬŰŮ. Dicho esto, conviene no olvidar la extrema juventud del autor, nacido en ūůŭŲ, y la escasa tradición teatral en que podía apoyarse: si consideramos estos extremos, su labor merece encendidos elogios. En la Parabola Samaritani, emparentada con Lucifer Furens y con ciertas farsas sacramentales del CAV, como la Farsa de los tres estados, encontramos una representación de la religión judía. Se parte de la parábola del buen samaritano para desarrollar de manera incompleta la Historia Teológica de la Humanidad : el Sacerdote así como el Levita desprecian al herido, a quien sólo socorre la Ley de raciaŬŰů. Mayor interés presenta la siguiente obra del mismo cuaderno. La parábola del banquete, dramatizada por Timoneda en Los desposorios de Cristo, atrajo también al padre Bonifacio que escribió el Incipit parabola Coenae en donde se insiste sobremanera sobre la ingratitud de Israel y la decadencia de su LeyŬŰŰ. Se introducen asimismo varios componentes del estereotipo judío: codicia, inclinación por cierto tipo de cocina, circuncisión, inhabituales en los tablados. ŬŰŭ Aunque también debe señalarse que la aportación fundamental desde el punto de vista escénico es la introducción de la Pasión. ŬŰŮ Ver por ejemplo el ya citado Actio intercalaris del Actio quae inscribitur examen sacrum o la Tragicomedia Nabalis Carmelitidis. Se trata de un aspecto que en lo que se me alcanza no ha sido suęcientemente considerado por la crítica. ŬŰů Editada por onzález utiérrez, ŬŪŪū, pp. ŮŪű-Ůŭų. El Levita y el Sacerdote representan a la Ley Vieja aunque el primero se distingue en que frente a la altanería y desdén del segundo, conęesa su impotencia y señala al Mesías como único capaz de sanar al Pecador (pp. ŮŬŬ-ŮŬŭ). Bonifacio sigue la interpretación de San Agustín en sus Quaestiones Evangeliorum, Ŭ, ūų. Puede leerse un resumen en Dodd, ūųűű, pp. ūů-ūŰ. ŬŰŰ La editó Pedroso, ūųůŬ, pp. ūŬŬ-ūŭŬ, por donde cito.

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El Pater (nombre latinizado en el texto) ordena que se avise a los convidados al banquete de bodas de su hħo. En primer lugar se invita al pueblo elegido: PATER-Id vosotros a la tierra donde mana leche y miel, cabe una florida sierra, donde un gran templo se encierra, que es la gala de Israel. A los de aquella región de mi parte convidá, [...]ŬŰű

El Celo y el Amor, encargados de llevar el mensaje a los israelitas están convencidos del éxito de su embajada. Ƕuién no querrá compartir la alegría de un hombre rico?: CEL-[...] Es cosa muy natural que al rico muchos se alleguen y al que es hombre de caudal; y pues es nuestro amo tal, Ƕqué mucho que se le apeguen? Si para trabajos fuera bien pudiéramos ir paso [...] (p. ūŬŭb)

Los mercaderes debieron apreciar este comentario algo amargo sobre la naturaleza humana, pero la función primordial es acentuar la incomprensión ante la negativa. Por el momento el Amor se contenta con lanzar pullas a los judíos: AMR-Vos habéis muy bien hablado [...] En el pueblo cercenado esa propiedad florece. [...] [Dios] contentarlos no podía. La provisión y comida en faltándoles un poco, viérades embravecida la gentalla y conmovida, llamando a nuestro amo loco. Las ollas muy atestadas

ŬŰű P. ūŬŭa. tro ejemplo: «CEL-[...] Nación no hay tan favorecida / como es esta de Sión; / a todas es preferida, / de dones enriquecida. / ¡h, dichosa tal región!» (p. ūŬŮa).

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de puerros y semejante, como si fueran guisadas y altamente sazonadas, las querían ver delante. De carne son muy golosos, [...] (p. ūŬŭb)

En estos versos encontramos casi un resumen del estereotipo antħudío: materialismo, descaro, cocina especíęca. Se habrá notado que la circuncisión aparece como la primera cualidad distintiva de los hebreosŬŰŲ; igualmente se destaca la importancia concedida a la alimentación en este fragmento. La glotonería judía («ollas bien atestadas») se sacia con platos concretos, puerros y vegetales del mismo tipo, todo bien sazonado. Se añade la carne de cordero, pero no se menciona la prohibición de consumir la de cerdo: AMR-[...] Carne les hemos de dar [...] Aquel tostado Cordero que cocido no ha de ser [...] (p. ūŬŭb)ŬŰų

Tras un retrato tan negativo, el Amor expresa cierto temor al ver acercarse un grupo (p. ūŬŮa); presentimiento conęrmado por la actitud de los tres recién llegados. Nada más aparecer en escena, asistimos a la pérdida de señales de judeidad, ya que el autor desea aprovechar la parábola para dirigirse a los ęeles acomodaticios que se dedican a sus negocios y olvidan sus obligaciones de cristianos. Eso explica los nombres de los personajes: Soberbio, Avariento y Lujurioso. Sin embargo, las reacciones de los dos primeros, sus excusas, transcripción de las del Evangelio, tienen una misma causa. De ahí que Bonifacio prescinda de la suerte reservada a los mensajeros divinos (Mt. ŬŬ, Ű) y añada todo lo que se reęere a la lujuria.  de hecho, quien más rechazo provoca es LujuriosoŬűŪ. Todas estas modięcaciones del texto bíblico hacen que la condena ŬŰŲ uisiera resaltar que se hace desde una perspectiva cristiana. La circuncisión ya se menciona para rebajar a los judíos en la Tragedia Josephina, pero ahora no lo hace una mujer lúbrica que quiere insultar a José, ęgura de Cristo, sino el Amor, mensajero del Señor, que acusa a los incrédulos. Por lo tanto también cambia el sentido. Recuérdese, por otro lado, que el Padre Acevedo también se reęrió a ese rito en Lucifer furens. ŬŰų Pedroso señala la paráfrasis del Éxodo. Se trata, para ser más precisos, de una alusión a las prescripciones pascuales, cf. Ex. ūŬ, ű-ūŪ. El cordero se convierte en Cristo, cuya carne comerán los invitados durante el banquete eucarístico. ŬűŪ «SBERBI-[...] / Ando harto negociado / que una granja he yo comprado [...]. AVARIENT-o, cierto, no podré ir / que he de probar unos bueyes / [...] / Danos el mundo estas leyes»

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tenga un alcance más general, de gran provecho para los espectadores demasiado atraídos por el mundo y sus tentaciones: CEL-¡Cuitados los que nacistes para daros a la tierra! ¡h desastrados y tristes los que tal señor seguistes! a la puerta se os cierra (p. ūŬůa).

El Pater retoma la cuestión judía. No le sorprende el fracaso de sus enviados –aunque reaccione encolerizado– ya que ese pueblo siempre dio pruebas de ingratitud (p. ūŬůa). Ahora bien, ya no habrá más oportunidades: PATER-[...] ¡Afuera, fuera tal gente! [...] No serán ya mis amigos estos de dura cerviz [...] (p. ūŬůb)

Comienza la época de una nueva alianza: PATER-[...] A mí se me representa que será bien hacer cuenta de toda la gente ya. Hasta ahora convenía a los de Jacob honrar, pero ya pasó su día: la Ley que dado yo había se tiene de sepultar (p. ūŬůb).

Sin lugar a dudas, la exclusión de los judíos es todavía más neta que en Timoneda, ya que el Antiguo Testamento no interviene y se ataca a todo el pueblo judío, lleno de defectos.

(p. ūŬŮa-b). Cf. Mt. ŬŬ, ů. Parece claro que el autor apunta al apego por los bienes materiales propio de los mercaderes de Medina. Resaltemos que el Lujurioso merece el doble de atención que los demás. Cf. pp. ūŬŮb-ūŬůa. Por último, quisiera destacar que la evidente intención moral del diálogo no convenció a todo el mundo, al ir acompañada de una antropomorifzación demasiado profana de la parábola. Segura, ūųŲů, p. ŭŬű, transcribe una carta del padre Ramírez, que asistió a la representación durante su estancia en el colegio de Medina en el verano de ūůŰů (lo cual, por cierto, ayuda a fecharla). El severo predicador se queja de la frivolidad del texto: «Cierto era cosa muy baxa a tan altos misterios y requebrándose el esposo y la esposa con muchas palabras de los cantares en romance todo […]».

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El Coloquio de Moisés o del Palacio y la Rusticidad fue analizado por arcía Soriano y por Roux, la cual se esfuerza en demostrar cómo la historia de Moisés sirve para alimentar un debate sobre el desprecio de corte y alabanza de aldea, todo ello en honor del arzobispo de Sevilla, don Rodrigo de Castro. Desde hace unos años contamos con la edición de Alonso Asenjo, que atribuye la paternidad del Coloquio al padre Hernando de ÁvilaŬűū. La asociación entre Moisés, uno de los personajes más utilizados del Antiguo Testamento como ęgura de Cristo, y el responsable de la diócesis sevillana, nos obliga a estudiar con atención la última escena y concretamente un diálogo entre Moisés y un pastorcillo, cuyo sentido dista de estar claro. ahvé da a Moisés orden de liberar a su pueblo y agalejo aprovecha la zarza ardiente, el medio empleado por la divinidad para manifestarse al profeta, para lanzar un ataque en toda regla a los judíos: MISÉS-ue al pueblo de los judíos no se [h]an de quemar los bríos en medio del fuego horrible. A ALEJ-¡Válame Dios! Ƕ es posible que no queman los judíos? [...] No se meta en esos lodos. MISÉS-No entiendes tan altos modos. A ALEJ-Señor Ƕquién le mete en esso? Créame y no vaya a [a]quesso: ¡déxelos quemar a todos! (vv. ūűŬů-ūűŭų)

Una lectura apresurada podría llevarnos a concluir que, tras las palabras del pastorcillo, se oculta una alusión a la contemporaneidad, esto es a posibles condenas a la hoguera de conversosŬűŬ; ahora bien, Ƕpor qué asumir el discurso del agalejo? a tropezamos con un personaje semejante en la Farsa sacramental de la fuente de la Gracia, en donde se reprendía al bobo por sus bellaquerías tan poco cristianas. Además, si Moisés, obedeciendo a la voz del Señor, socorre a su rebaño como un buen Pastor cuidadoso y ejemplar, el paralelismo debe mantenerse hasta el ęn. En la mente del público, el Pastor de almas es

Ŭűū Alonso Asenjo, ūųųů, I, p. ŬůŬ. Utilizo la edición de este crítico, en las pp. Ŭűů-ŭŮů. ŬűŬ La consulta de la muy completa monografía de il Fernández, ŬŪŪŪ, ha sido infructuosa: al parecer no hay documentos con respecto a la época que nos interesa. Alonso se ęja en el carácter antħudío del fragmento, sin vincularlo con los cristianos nuevos. Ver su nota al v. ūűŬų.

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el arzobispo y sus ovejas, todos los sevillanos y no una parte únicamente, lo cual excluiría a los cristianos nuevos descendientes de aquellos judíosŬűŭ. Por último, y para complicar más la interpretación que podría dar la asistencia, quisiera citar unas líneas de Caro Baroja (ūųŰŪ, I, p. Ŭŭů): Aún tardaron años [a pesar de la insistencia de los jesuitas partidarios de instaurar los estatutos], sin embargo, hasta que en ūůųŬ el general Acquaviva, después de muchas polémicas, ordenó que no se admitieran cristianos nuevos en la Compañía, orden que fue aceptada con gran entusiasmo en España por el provincial de Andalucía Bartolomé Pérez de Muros y por il onzález Dávila.

ǶSe trata entonces de un reĚejo del sentimiento anticonverso que domina entre los jesuitas andaluces? Conęeso la validez de todas esas hipótesis sin que ninguna de ellas resulte más convincente que la otra. Las referencias a los ritos judíos permanecían siempre en un plano general, según hemos comprobado: los antiguos sacrięcios cedían paso a los nuevos, instaurados por Cristo, con la excepción del Auto de la circuncisión de Nuestro Señor (CAV, LI) y de raras alusiones a la alimentación. Eso explica la sorpresa ante la relativa insistencia de los jesuitas sobre la circuncisión en tanto que ceremonia judía que sirve para distinguir a este pueblo de todos los demás. a hemos encontrado ejemplos en diferentes contextos: en la Tragoedia Patris familias de vinea, prevalecía lo cómico, mientras que en la Parabola Coenae la alusión adquiría un sentido más neutro al limitarse únicamente a designar al pueblo hebreo. En Lucifer furens se insistía en su superación así como en su valor ęgural. Ahora, nos enfrentamos a una obra del padre Bonifacio dedicada por completo a este asunto, el Triumphus circuncisionis. Nueva sorpresa: la circuncisión sólo es un pretexto o –para ser más exactos–, se convierte en personaje alegórico, una mujer vestida de beata, provista de enormes tħeras y dispuesta a cortar los vicios corruptores de toda la sociedadŬűŮ. Se insiste cuidadosamente en que como todos los ritos judíos pertenece al pasado: CIRCUNCISI-o la muy engrandecida, o la de muchos amada, del gran Dios instituida,

Ŭűŭ Añadamos, claro es, la vinculación del prelado con Cristo Pastor, presente de forma implícita en todo el texto. ŬűŮ Así la concibe al menos arcía Soriano, ūųŮů, p. ŬŭŰ. Cito, modernizando, por onzález utiérrez, ŬŪŪū, pp. ūŪű-ūŭů. En la p. ūŬŬ un personaje dice dirigiéndose a Circuncisio: «En el traje se parece v.m. a las que se conęesan a menudo», con lo que la hipótesis de arcía Soriano se conęrma.

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de Abraham favorecida, ya me veo deshonrada, de todos vituperada. […] Es verdad que en lo de fuera no debo ser admitida. […] Cesó tal constitución y carnal circuncisión con la ley que Cristo puso; ya será gran abuso esta invención (pp. ūŪű-ūŪŲ).

La circuncisión se presenta como una especie de ejercicio de proęlaxis moral: CIRCUNCISI- La carne quédese entera; circuncisión verdadera tendrá el alma bien regida, si enmienda la mala vida. […] El hebreo retajado que sus vicios no cercena ciego es y deslumbrado; por loco ha de ser juzgado y la Iglesia lo condenaŬűů.

Como ya hiciera Acevedo, recuerda que el Salvador fue circuncidado, pero que en eso no debemos imitarlo. Tanta insistencia no creo que deba interpretarse como advertencia dirigida a ciertos cristianos nuevos que podrían practicar por ignorancia semejante rito, perseguido por la Inquisición con particular ardor. En cambio podría pensarse en una simple precaución de cara al Santo ęcio, siempre tan puntilloso. Debemos preguntarnos por las razones de tan gran retraso en presentar ese rito iniciático, que siempre provocó entre los cristianos una mezcla de rechazo, no sólo por ser judío, y de incomodidad, toda vez que el Niño Jesús lo sufrió y que incluso hay una ęesta en el calendario cristiano que lo recuerda, aunque quede eclipsada por las de Navidad y EpifaníaŬűŰ. Una Ŭűů P. ūŪŲ. Aquí hebreo tiene un valor universal según se comprenderá. ŬűŰ Sin descartar que en su escasa relevancia inĚuya esa incomodidad a que me reęero. Según Isaac, ūųŲů, p. ūŮŲ, San Justino consideraba la circuncisión como señal del culpable. Entre la abundante bibliografía que da cuenta de la temprana aversión de los cristianos a la circuncisión, puede consultarse onzález Salinero, ŬŪŪŰ, pp. ūůū-ūůŬ. Véase asimismo Blumen”ranz, ūųŰŰ,

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explicación plausible sería la siguiente: en este momento ya no hay cristianos nuevos circuncisos a causa del tiempo transcurrido desde la conversión obligatoria de ūŮųŬ y en consecuencia no hay peligro de transformar la referencia en motivo de división. Con respecto a las prohibiciones alimenticias, nada se puede añadir a los versos de la Parabola coenae. Los judíos se singularizaban por gustar de las verduras muy condimentadas, plato meridional, extraño para las costumbres de la meseta castellana. Desde luego, nadie se sentiría reĚejado en ellas. En cambio, se silenciaba la característica más reveladora para todo el mundo: la abstinencia del cerdo. Ƕlvido? Más bien, con toda probabilidad, estrategia premeditada, deseo de no herir a los conversos presentes, demasiado acostumbrados a escuchar chistes al respecto. La falta de bromas acerca de la nariz y el aspecto físico en general refuerza esta hipótesis. Como de costumbre, la lectura de las obras nos conduce a dos tipos de consideraciones. Unas, de orden cuantitativo, otras, cualitativo. En relación con el número de ejemplos, el teatro de los jesuitas parece seguir perfectamente las tendencias generales observadas, dado el escaso número de ejemplos que podemos aducir. En cambio, desde el otro punto de vista, deben resaltarse las aportaciones de gran importancia en el eje diacrónico, aunque su proyección en la serie literaria no pueda siempre establecerse con facilidad a pesar de lo mucho que se viene insistiendo a este respectoŬűű, mucho menos, por cierto, que en la tradición en que pudieron apoyarse estos dramaturgos, concretamente en el caso de las escenas en donde se trasponen el habla y actitudes de los labriegos castellanos del XVI. Entre las contribuciones más destacables deben citarse la sustitución en la Pasión del judío evocado por personajes concretos, junto con el enfoque teológico de la Crucięxión; esto es que la muerte de Cristo deja de ser un mero acontecimiento histórico, algo que ocurrió una vez, para integrarse en una temporalidad extensa. La acción desemboca en el sacrięcio del Mesías tras un largo recorrido temporal que comienza en el Antiguo Testamento. Se pierde emoción, ya que se abandonan el maltrato inĚigido al Salvador antes de y durante su ejecución, y con ello, la complacencia en la exaltación del

pp. ŲŪ-Ųū. Por lo que se reęere a la fecha de la obra, nos encontramos ante la ya acostumbrada indeterminación: ūůůű-ūůŰŰ, según Alonso, ūųųů, I, p. ůű. uizá se escribiera con motivo de la ęesta de la Circuncisión, para justięcar su presencia en el calendario de la Iglesia y darle sentido. Ŭűű Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŬŰű-ŬŰŲ, ya defendió la inĚuencia de este corpus en las generaciones venidera: formación del gusto del público y de ciertos escritores que estudiaron con los jesuitas.

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cuerpo ensangrentado que se ofrece en espectáculoŬűŲ, pero se gana en tensión dramática y en contenido teológico. En cuanto a los personajes, se comprueba la rareza de las alegorías a la hora de representar a la religión mosaica: señalé el caso de la Parabola Samaritani. Tal escasez sorprende en un teatro tan aęcionado, por otra parte, a lo alegórico y en donde encontramos ęguras como Justicia, Lex Christi, Amor divino…, y en donde se leen versos que habrían podido constituir el argumento de todo un auto: HIJ-La Sinagoga será para siempre soterrada, y la Iglesia quedará; mi esposa se llamará, [...]Ŭűų

Lo concreto prevalece con respecto a lo abstracto y llega al presente del espectador merced al anacronismo, sin por ello romper con la temporalidad bíblica. Los viñadores homicidas recuerdan gracias a sus nombres (Caifás, Anás) la Pasión histórica, y por sus apellidos (Prieto, arcía) introducen el campo castellano con sus conĚictos entre hidalgos y labriegos. Si pensamos en su caracterización, la especięcidad de esos personajes estriba en el hecho de que sus rasgos se desprenden de sus actos. Antes, se trataba a los judíos de testarudos, descontentos, ingratos, crueles y sanguinarios. A lo más, uno de esos fariseos genéricos, o las Moselina y Sinagoga, poseían uno o dos de tales defectos. Ahora, todos ellos surgen de las distintas situaciones dramáticasŬŲŪ. El discurso de La Pasión de Lucas Fernández se convierte en verdaderamente teatral en la TragoediaŬŲū. Pasemos a los aspectos socio-étnicos del estereotipo judío. Al contrario de lo que sucedía en los planos de la acción y de la caracterización de los personajes, el horizonte de expectativas del público no sufre cambios. Se llama la atención sobre la circuncisión o sobre cierta cocina especiada, extraña al paladar mesetario, pero sin intención injuriosa. En cambio, no se mencionan ni el cerdo ni la nariz; cuando se alude al materialismo, la intención es ante todo lanzar un ŬűŲ Encontramos ese tipo de recurso en la obra de Acevedo titulada Dialogus recitatus in hebdomada sancta de pasione Christi. Cf. arcía Soriano, ūųŮů, p. űű. Ŭűų Versos ya citados de la Tragoedia Patris familias de vinea. ŬŲŪ Los encontramos también en el diálogo como anticipación o recapitulativo. No obstante, las situaciones constituyen el elemento primordial de conęguración de personajes. ŬŲū Para los primitivos castellanos remito otra vez a arrot ambrana, ūųųŬ, c. II.

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aviso a los mercaderes presentes, antes que esbozar una caricatura. De hecho, no se mencionan ni el dinero, ni la usura, tan ligados al antħudaísmo sociológico. En resumen, se evita cuidadosamente todo aquello que pudiera herir a los conversos. Incluso cabría concluir ante el hecho de no dejar de lado a nadie y la falta de llamamientos a la fraternidad cristiana (el Judío bautizado de la Vicentina no lleva etiqueta particular), que la categoría cristiano nuevo no existe en el teatro de los jesuitas. ǶDeseo de eludir la cuestión? ǶAdopción indirecta de posición? Si tenemos en cuenta la particularísima situación de la Compañía, a la que aludí al principio del capítulo, las dos posibilidades tienen visos de verdad.

˜—Œ•žœ’à—ȱŽ•ȱŒŠ™Çž•˜ Los primitivos dramaturgos castellanos no representaron a los judíos; éstos, lejos de ocupar la escena, quedan reducidos a objeto de un discurso (suscitado normalmente por la contemplación del cuerpo del Salvador crucięcado), proferido por personajes como los apóstoles o la Virgen. La palabra muestra y la imagen refuerza el impacto de dicha palabra. Ambas acusan, a veces abruman a los deicidas: malvados, perros, pueblo ingrato y diabólicoŬŲŬ. La Pasión no es el punto culminante del drama sino, al revés, el punto de partida, con la excepción del Auto de la Pasión de Alonso del Campo, siguiendo el camino de la tradición del Planctus Mariae en donde se expresa el dolor provocado por la muerte del Mesías. Así pues, se apunta al judío deicida y enraizado en la temporalidad del Nuevo Testamento, puesto que el anacronismo, dueño y señor de las églogas de Navidad, no repara en el judío peninsular, aquel que hasta ūŮųŬ, compartía con los cristianos el espacio urbano. En cambio, de la introducción de la égloga Interlocutoria se desprende un odio sin límites contra los judíos contemporáneos, en ęn, contra quienes teóricamente ya no lo eran al haber recibido el bautismo. Todo el drama surgido de las conversiones forzosas, de la durísima reacción inquisitorial se reĚejaba en unos pocos versos. Se designaba a sus víctimas con una perífrasis racista, gentes de largas narices, que desaparece durante un siglo. En el teatro religioso, el racismo no levantará cabeza antes de la comedia nueva. Los autores de la generación siguiente cambian de enfoque ofreciéndonos Pasiones más teológicas en las cuales se ponía énfasis en el aspecto voluntario de un sacrięcio ineluctable para lograr la Redención (Tres pasos

ŬŲŬ Una pequeña muestra tomada de la obra más virulenta, el Auto de la Passión fecho por Lucas Fernández.

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de la Pasión y égloga de Resurrección). No se prestaba atención al papel de los judíos, demasiado instrumental; al mismo tiempo, llamaba la atención el que Altamirando y Juan de Pedraza resaltasen la judeidad del Salvador. De hecho estos autores no tuvieron imitadores; en cambio se seguirá el ejemplo de las nuevas Pasiones. Con respecto al horizonte de expectativas, la audacia se encontraba en el proceso de presentación sobre las tablas y no en la doctrina propiamente dicha. El receptor estaba acostumbrado a otras formas que, no obstante, retomaba el autor anónimo de Tres pasos: la carne lacerada encontraba su lugar merced al apoyo iconográęco. Lo que variaba, en realidad, era la intención: emocionar sin caer en la imprecación contra el antiguo Israel. El hecho de enraizar a Jesús en Judea, de poner de relieve el marco social y religioso que lo rodeaba, aunque verdadero desde un punto de vista histórico, iba contra la actitud de la Iglesia, poco amiga de recordar ese extremo. Algunos teólogos como Alonso de Cartagena habían insistido en ello, pero se trata de actitudes muy minoritarias por las connotaciones que poseía todo lo relacionado con lo hebreo. Se precisaba el temple de un San Ignacio para expresar la frustración de no llevar sangre judía en las venas que permitiera acercarse más al Mesías, judío de nacimientoŬŲŭ. A mediados de este período otras innovaciones ven la luz. Se recurre a nuevos temas, sacados del Antiguo o del Nuevo Testamento, así como a personajes judíos concretos: José y sus hermanos (Tragedia llamada Josephina de Micael de Caravajal); dos fariseos, Isac y Jacob (Historia evangélica de San Juan, de Sebastián de Horozco). Estamos seguros de que los personajes judíos se distinguían de los cristianos por medio de algunos rasgos fonéticos, quizá también gracias al vestuario. Los personajes de Horozco y Carvajal dependen demasiado de su fuente, en particular en el caso del primero, que parafraseaba ciertos versículos y recogía personajes ya construidos por el evangelista: bien es verdad que supo hacer a dichos personajes muy convincentes. Al corresponder los rasgos característicos de Isac y Jacob con el cliché judío (maldad, ceguera, arrogancia, cólera), se comprende que estuvieran destinados a perdurar. No obstante, la aportación de mayor envergadura se debe a Diego Sánchez de Badajoz: en la Farsa de Salomón y en la Farsa de la Iglesia inicia el modelo

ŬŲŭ Caro Baroja, ūųŰū II, p. Ŭŭū. La actitud de San Ignacio con respecto a los conversos y los estatutos ha sido muy comentada. Además de la breve síntesis de Caro Baroja, ver Sicroě, ūųŲů, pp. ŭūů-ŭŭŰ.

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actancial de la Historia Teológica de la Humanidad y de sus principales actores, las religiones mosaica y cristiana. Las relaciones entre ambas se abordan desde dos puntos de vista: primero, una concepción evolutiva, sacada de San Pablo y de San Agustín, lo que da por resultado una Sinagoga envejecida (la primacía temporal), decrépita (pues ha llegado una nueva era), frente a una joven y bella Iglesia, su hħa, que ocupa su lugar según los designios de la divina Providencia. En las relaciones ęliales se traslucen los lazos que unen a las dos religiones y la continuidad que se establece dentro del cambio. Se añade una percepción conĚictiva de esas relaciones, ya que la substitución de una por otra conlleva en dięcultades, a causa de la decidida oposición de la Sinagoga. De esta resistencia nace el conĚicto, rudimentario, forjado alrededor de una amplia antítesis: juventud / vejez; beldad / fealdad; bondad / maldad y dulzura / violencia. La construcción antitética de la pareja Iglesia-Sinagoga hallará un gran eco en el futuro inmediato. No obstante, el antagonismo se plasmará de otra forma. Los tres autores, Carvajal, Horozco y Sánchez de Badajoz, tienen un punto común: haber planteado el problema converso predicando la más absoluta igualdad en la ciudad de Dios. Durante esos años, los estereotipos socioraciales judíos, heredados por los cristianos nuevos (físico, tabúes relacionados con la comida, etc.), no se mencionan jamás, hasta tal punto que cuando aparece en Jorge de Montemayor la palabra «marrano» adquiere el sentido de apóstata y no de converso. Durante el tercer cuarto de siglo los dramaturgos siguen el camino abierto por sus predecesores, añadiendo cambios o, para ser más precisos, ampliando los temas y el abanico de personajes. Se recurre a hagiografías, a leyendas más o menos fabulosas. Por ejemplo, la vindicta Salvatoris, que aĚora de vez en cuando en el diálogo, encuentra su primera concretización en el Auto de la destruición de Jerusalén, en donde se acumula todo el odio imaginable contra los deicidas. Si la fuente de inspiración sigue siendo la BibliaŬŲŮ, se buscan nuevos episodios de la vida del Redentor y, ante todo, se empieza a prestar atención a las parábolas cuyo potencial alegórico no se había aprovechado hasta entonces con la excepción de Horozco. En este campo la novedad con mayor porvenir se debe a los jesuitas. El padre Bonifacio logra insertar la Pasión de Cristo en una intriga distinta al relato evangélico. Con todo, lo que a mi ver caracteriza a este período desde el punto de vista de la acción es la atención que se concede a la Historia Teológica de la Humanidad. Ese modelo atemporal servía para tratar temas candentes; la Ley de racia, sustituta de la

ŬŲŮ

Para un estudio detallado de los resortes dramáticos ver Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŭŭų ss.

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Ley Vieja, encontraba un enorme obstáculo, el luteranismo. Se produce una transposición de las luchas mantenidas en el exterior por los victoriosos tercios y en el interior por el Santo ęcio. En la Farsa de la moneda, así como en la Farsa de los tres estados, se lanza una llamada al combate sin matices. Se quema al herético, mientras que el villancico de la Moselina se limita a poner en guardia contra el eventual judaizante, prueba evidente de a quién se consideraba como verdadero enemigo, al menos en las tablas. Nos interesa tanto como la variedad, la capacidad para dinamizar las obras. En efecto, los escritores se esfuerzan por alejarse de las simples discusiones más o menos chuscas, aunque recurran a una técnica algo elemental: la acción avanza debido a la aparición de nuevos personajes y, a pesar de que se mantiene el hilo conductor, no se evita la impresión de una acción que una y otra vez se reactiva. Si todavía persiste el judío «mencionado», continúa cediendo terreno frente al que se encarna en una ęgura dramática, ahora bien representado entre las dramatis personae. El elenco de personajes concretos se enriquece más que el de los abstractos. Señalemos, por un lado, a los viñadores homicidas; Pilatos judaizado, todos ellos cargados de los peores defectos; por otro, un judío, adversario encarnizado de los cristianos, tocado por la racia (Tragoedia Vicentina), así como Jacob, hombre excepcional, único justo en una ciudad maldita (Auto de la destruición de Jerusalén). El judío concreto rara vez es cómico (una excepción: el entremés del Actio quae inscribitur examen sacrum), al contrario de lo que solía ocurrir con las personięcaciones de la religión mosaica. Se explota el hallazgo de Sánchez de Badajoz, que transponía la caducidad de la Ley Escrita a la edad del personaje que la representaba: una anciana desprovista de dignidad, escarnecida, objeto impotente de continuas pullas: Farsa de Moselina, Viaje del cielo. Si la edad no se convierte en rasgo pertinente, lo cual será la tendencia en el Barroco, la comicidad se traslada de la Ley Escrita hacia el Agricultor (Farsa de los tres estados). Cuando un personaje masculino encarna a la religión judía, aparece en forma de sacerdote hebreo, Parabola Samaritani, o, en el CAV, en la de Bobo: Farsa de la moneda. En este último caso, se acerca más al hombre bajo la Ley Vieja, que a la Ley Vieja misma. En consecuencia, se convertirá, como Avelino y Hebreo en la Farsa de Moselina. Siempre, de forma más o menos insistente, se pone en evidencia la fractura introducida por la Ley Nueva. Nunca se concede a la relación Ley Escrita-Ley de racia la naturaleza materno-ęlial, a pesar de las ventajas que ofrece a la hora de signięcar la sucesión, la continuidad, incluso la pelea, pero que, a ęn

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de cuentas, unía de manera ineludible lo que se pretendía separarŬŲů. Por mucho que Jesús hubiera nacido judío, nadie quería oírlo. La oposición se constituye merced a un tercer personaje que reĚeja los defectos, las debilidades de una, y las virtudes de la otra, lo cual va en menoscabo del conĚicto dramático. Es en este momento cuando por ęn se establece la correlación tocino-cristiano (Viaje del cielo) y se alude a alguna particularidad de la cocina judía, concretamente el gusto por ciertas hortalizas (Parabola coenae). También se da entrada a la circuncisión, pero el ataque racista, tras la erupción de desprecio de la égloga Interlocutoria, permanece ausente. Así pues, los personajes judíos reciben cada vez más atributos provenientes del estereotipo social, pero su caracterización se sigue efectuando a partir del conĚicto teológico. Esa impermeabilidad del teatro religioso o, por mejor decir, del teatro en general, pues en el de tipo profano tampoco lo he encontrado, a la pulla anticonversa, tan presente en poemas y colecciones de facecias del tipo de la Floresta española, de ūůűŮŬŲŰ, merece de nuevo ser resaltada. Dos precisiones antes de terminar el capítulo. El Judaísmo aparece vencido y, con la excepción del villancico ęnal de la Farsa del Sacramento de Moselina, como realidad lejana, extraña a la vida del país. El judío o, en su caso, el cristiano nuevo, no se asocia al hereje. En esta época no se escriben versos como éstos: APETIT-¡ué desvarío! La Iglesia en que el pie metí, no me arrojará de sí por hereje ni judío. (Lope de Vega, Yugo de Cristo, ūųŰŬ, p. űŭ)

Cuando interviene la conversión, lo hace sin que sea objeto de desconęanza ninguna. En este teatro, el converso es producto de la victoria, se trata de alguien arrancado al error, que abraza con toda legitimidad la fe cristiana. No se le señala como judaizante seguro, ni como enemigo larvado, más temible aún al estar inęltrado en el seno de la ciudad de Dios (Farsa Sacramental de la moneda). La Iglesia militante toma las armas contra Lutero y la Herejía es la única en asediar su fortalezaŬŲű. En este sentido, podemos aęrmar que el teatro se opone al discurso inquisitorial, que presentaba al converso como ŬŲů Cabría señalar la excepción de Lucifer furens. ŬŲŰ Melchor de Santa Cruz, Floresta española, ūųųŰ, en donde hay todo un capítulo titulado «De motejar de linaje», pp. ŮŬű-Ůŭů, dedicado casi exclusivamente a los conversos. Lo mismo cabe decir de chistes y cuentecillos recogidos por Paz y Meliá en sus Sales españolas. ŬŲű Es lo que sucede en El castillo de la Fe, obra que estudié en arrot ambrana, ŬŪŪŬc.

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virtual trasgresor, en connivencia con todo tipo de heréticosŬŲŲ. Insisto en ello: en el drama sacramental sólo había un peligro para el catolicismo español, el que emanaba de los protestantes. Lo cual no signięca en mi opinión que los autos se creasen en tanto que armas para defenderse de o atacar a los luteranosŬŲų. No es su objetivo primordial, aunque, llegado el momento, se convirtiera en él. No porque el auto quiera convencer a quienquiera que sea; pretende confortar, cimentar la unidad de los creyentes, pero también sabe alardear de un poder que, de ser necesario, se utilizará contra el enemigo, esto es, contra todos aquellos que no se someten a la más estricta ortodoxia. Según escribió Bennassar (ūųŲŭ) en otro contexto, nos hallamos ante una pedagogía del miedo. Al mismo tiempo, tampoco se puede presentar el teatro religioso de este período como un medio de propaganda en favor de los cristianos nuevos, aunque la Farsa sacramental de la moneda cumpla tal función de manera indirecta y el Auto sacramental del testamento de Cristo aborde el asunto sin asomo de ambigüedad. Podemos aęrmar en cambio que, casi unánimemente, se hace todo lo posible para no ponerlos en tela de juicio. El medio empleado con mayor frecuencia, la omisión, prueba bien a las claras que los tiempos no permitían los llamamientos directos a la concordia sino en muy raras ocasiones.

ŬŲŲ Como nos recuerda Redondo, ūųŲŭ. ŬŲų Ver Bataillon, ūųŰŮ, y Andrachuc”, ūųŲŰ. Más recientemente, Reyes Peña, ūųųų, ha defendido la idea del auto como martillo de herejes.

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Capitulo III

Auto sacramental y comedia nueva

Los últimos años del reinado de Felipe II serán testigos de importantísimos acontecimientos para el desarrollo del teatro, convertido en una actividad lucrativa; las obras ya no son anónimas con tanta frecuencia y los dramaturgos se han profesionalizado por completoŬųŪ. Lo mismo cabe decir de los actores, a quienes acompañan de manera habitual actrices. Esta incorporación femenina se vio envuelta en abundantes polémicas como sucede, bien es verdad, con el conjunto de la actividad teatralŬųū. La comedia nueva empieza a forjarse y, tras los trabajos de Wardropper y Flecnia”os”a, de sobra conocemos la inĚuencia del teatro profano en el religioso ya sea la comedia de santos, ya sea el auto sacramental propiamente dicho. Más aún, Marcel Bataillon señaló su interdependencia en un magistral artículo, pues si el Corpus constituye la columna vertebral de la actividad teatral, la comedia nueva, como acabo de decir, insemina la escritura del auto, aportando resortes dramáticos capaces de ganar el interés de los espectadoresŬųŬ. Cualquier material es bueno, pero la transposición del conĚicto amoroso entre un galán y su dama en un combate

ŬųŪ Como ya se dħo, la profesionalización en realidad se produjo ya en la segunda mitad del XVI, pero la actividad se regulariza y sobre todo se asiste a una especialización de los distintos participantes en el hecho teatral, de tal modo que según avanza el siglo XVII se separan las actividades de actor y poeta o de autor y poeta, aunque siempre encontraremos casos como el de Claramonte, pero insisto, cada vez menos frecuentes. Ŭųū Espigando entre la copiosa bibliografía al respecto me limito a tres referencias: Cotarelo, ūųųű, Vitse, ūųŲŲ y Ferrer Valls, ŬŪŪŬ. ŬųŬ Ver Bataillon, ūųŰŮ, pp. ūųű ss, y Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŬűŪ ss.

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entre el Demonio seductor y Dios para seducir al Alma es el elemento más innovador y pertinente de ese sincretismoŬųŭ. Por encima de las consecuencias que esos trasvases pudieron tener, percibimos un mayor dominio de la carpintería teatral en todos los planos. Por un lado se construyen mejor la alegoría, las situaciones y los personajes; por otro, la mayor homogeneidad entre el conĚicto (el hombre víctima de los ataques del Demonio, salvado a la postre por la intervención divina) y la Eucaristía permite aęanzar los lazos entre auto sacramental y ęesta en la que se enmarcaŬųŮ. No obstante, siguen escribiéndose obras pertenecientes a los ciclos de Navidad y Pasión cuyo vínculo con la Eucaristía resulta bastante brumoso; abundan también los personajes concretosŬųů. Existen otros motivos para evaluar la relación entre sagrado y profano en lo que se reęere a nuestro corpus: en primer lugar, el enriquecimiento del campo de acción de los personajes judíos. A partir de ahora, junto al judío bíblico y a las alegorías de la religión judía, encontramos a judíos en abundantes obras hagiográęcas o históricas, en donde la frontera entre sagrado y profano me parece de lo más incierta. Piénsese, por ejemplo, en La gitana melancólica de aspar Aguilar, en donde la vindicta Salvatoris sufre la ruda competencia de una trama sentimental secundaria omnipresente, o en las tragedias inspiradas en los amores de Alfonso VIII y la judía Raquel, con un conĚicto cimentado en la incompatibilidad religiosa. A pesar de que Calderón no recoja estos temas, conviene tenerlos en cuenta para realizar un cuadro lo más completo posible de la representación de los judíos. Desde otro punto de vista, para reforzar lo anteriormente dicho, constatamos que el interés de la comedia por los cristianos nuevos, a veces en forma de simples comentarios, a veces situándolos en el meollo del conĚictoŬųŰ, no existe casi en el teatro especíęcamente religioso y en concreto en el alegórico. Lo que parece haber preocupado a los dramaturgos, a Lope en particular, es la inserción de los cristianos nuevos en la sociedad española, por encima de aspectos teológicos. Ésta es la razón de que los conversos sean tan raros en los autos y, consecuentemente, de que desaparezca el problema de la fraternidad en la ciudad de DiosŬųű.

Ŭųŭ Resumo ideas de Wardropper, ūųŰű, pp. Ŭűů ss. ŬųŮ Ver Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. ŭūŲ ss, Fothergill-Payne, ūųűű, pp. űŲ ss y Wardropper, ūųŰű, p. Ŭűų. Ŭųů Así nos lo recuerda Valbuena Prat, ūųŬŮ, pp. ūŮ y ūŲ. ŬųŰ Véase Lavine, ūųŲů, en particular pp. ūűů ss. Ŭųű Ver al respecto arrot ambrana, ūųųůa y también Weiner, ūųŲŮ, que desconocía yo en aquellos momentos, para constatar la rareza de dicho asunto.

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Comencemos con algunas precisiones concernientes a la cronología. ran parte de la producción de autores activos a ęnales del XVI y principios del XVII se ha perdido. Stefano Arata (ūųŲų, pp. ūū-ūŭ), apunta el desconocimiento que tenemos de escritores como Miguel Sánchez, Francisco de la Cueva o Remón, que gozaron en su momento de gran estima y cuyas obras no nos han llegado o permanecen inéditas. Si añadimos el escaso interés del Fénix por lo hagiográęco hasta ūŰŪŪŬųŲ, junto con el relativo olvido en que la crítica ha mantenido sus autos, de los cuales nos quedan pocos en relación con los que debió escribir, y de entre ellos aún menos anteriores a esa fechaŬųų, se comprenderá la justeza del título de este capítulo, porque en efecto el corpus que nos interesa responde al período en que Lope ha triunfado e incluso acerbos enemigos como Cervantes se pliegan a la fórmula impuesta en los tablados. Sabemos que entre los años ūŰŭŪ-ūŰŮŪ se consolida una nueva generación de poetas dramáticos. Lope muere en ūŰŭů, Tirso y Ruiz de Alarcón abandonan los corrales... Ese relevo adquiere en el terreno del auto sacramental visos de monopolio en beneęcio de un único poeta: Calderón de la Barca, aunque de forma menos neta de lo que pretendía ShergoldŭŪŪ, pues cada vez parece más claro que tuvo que competir con su amigo Rojas, el cual gozó en determinados momentos de mayor apoyo en la corteŭŪū. El contexto socio-religioso ha cambiado. La unión con la corona de Portugal había posibilitado la entrada de marranos portugueses en Castilla. Ese Ěujo migratorio puso término al periodo de relativa calma de la represión inquisitorial anticonversa, al haber permanecido los portugueses muy apegados a sus raícesŭŪŬ. Su llegada redundó en un renovado sentimiento de animosidad hacia los cristianos nuevos españoles. Los siempre azarosos paralelismos entre realidad social y literatura parecen más fáciles de efectuar aquí, teniendo en cuenta el papel decisivo que determinados miembros de la comunidad lusa desempeñaron en la

ŬųŲ leza, ūųųű, p. XVIII y ómez, ŬŪŪŪ, pp. ūų-ŬŪ. Ŭųų Flecnia”os”a, ūųŰū y ūųŰŮ, así como Wardropper, ūųŰű, los han estudiado, pero partiendo de corpus muy incompletos. Recientemente A. de la ranja ha publicado varios acompañados de una larga introducción, en donde encontramos una lista de lo que nos ha llegado, lista por otro lado abierta y llena de incógnitas con respecto a la fechación: A. de la ranja, ŬŪŪŪ, pp. ŮŬ-ŮŮ. ŭŪŪ Cf. Shergold, ūųŰű, pp. ŮůŬ-ŮůŮ. ŭŪū Trataré más adelante este asunto al que me he referido en varias ocasiones: arrot ambrana, ŬŪŪŪ, ŬŪŪŬb, ŬŪŪŮ y ŬŪūūa. ŭŪŬ Sería más exacto aęrmar que les permitía salir del país. erushalmi, ūųŲų, pp. ůŲ ss, ha establecido una lista de las fechas decisivas de esta emigración que tanta controversia suscitó de uno y otro lado de la frontera. Añádanse los estudios de Carrasco, ūųŲű y ūųųŬ.

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hacienda de los últimos Habsburgo. Según ha señalado Caro Baroja la catastróęca situación ęnanciera de ęnales del reinado de Felipe II favorecía el paso a España de riquísimos hombres de negocios, a pesar de las protestas procedentes de Lisboa. No obstante su participación en las altas ęnanzas españolas, en competencia con los genoveses, no se produjo antes de ūŰŬűŭŪŭ. Los españoles no apreciaban a los genoveses, famosos por su rapacidad; no obstante fueron sobrepasados, y con mucho, en la carrera de la impopularidad por los hombres de nación. Se metían en operaciones turbias, la vox populi denunciaba con vehemencia su riqueza escandalosa y, además, judaizaban. Como la corona necesitaba a esos advenedizos, los protegía; al mismo tiempo, los ataques de que eran víctimas conllevaban poner en tela de juicio la política del validoŭŪŮ. Debe tenerse en cuenta este contexto social porque ciertamente tuvo que inĚuir en autores y público, más sensibles al problema judío que con anterioridad, en particular a partir de ūŰŬű. Pudo orientar la actitud de ciertos dramaturgos, según pertenecieran o no al círculo de livares, quisieran congraciarse con él o, se situasen en la oposición, como sucedió con Tirso. Volviendo al asunto del corpus, para hacernos una idea de la amplitud de fuentes utilizadas por los dramaturgos se podría establecer el siguiente esquema: a- Dramas históricos: La prudencia en la mujer de Tirso de Molina; Las paces de los reyes y Judía de Toledo de Lope o La judía de Toledo de Mira de AmescuaŭŪů. b- Hagiografías: Comedia famosa de la fortuna adversa del infante Fernando de Portugal o San Nicolás de Tolentino, de Lope de Vega.

ŭŪŭ Caro Baroja ūųŰū, II, p. ŰŬ. Los genoveses, que se habían beneęciado de una situación de monopolio bajo Felipe II, no desaparecieron por completo de escena, a pesar de que algunas familias como los Centurión, ennoblecidos desde tiempo atrás, se retiraron de los negocios, tanto por deseo de respetabilidad como por miedo de las pérdidas económicas. Cf. Domínguez rtiz, ūųŲŭŬ, pp. ūŪŭ-ūŪű. ŭŪŮ « puede decirse que en Madrid se constituyó una especie de partido antisemita (que eran los mismos enemigos de livares) en los años ęnales de su privanza» (Caro Baroja ūųŰū, II: Ůű). Señalemos que el primer gran proceso contra un ęnanciero de importancia, el de Núñez Saraiva, se produjo en ūŰŭŮ, a pesar de que hubiera sido denunciado en ūŰūŬ-ūŰūŭ. Será condenado en ūŰŭű. Para la enemiga hacia los genoveses, ver Domínguez rtiz, ūųŲŭŬ, pp. ūŪŭ-ūŪű y Herrero arcía, ūųŰŰ, pp. ŭůŬ ss. ŭŪů Se podrían añadir obras pertenecientes al género morisco en donde los judíos sefardíes desempeñan un papel cómico, tales La manganilla de Melilla de Ruiz de Alarcón, así como ciertas obras Cervantes: Los baños de Argel, La gran sultana estudiadas en arrot ambrana, ŬŪŪŭ.

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c- Leyendas piadosas sobre milagros: El horno de Constantinopla de Andrés de Claramonte. Puede añadirse la dramatización de acontecimientos más o menos contemporáneos: El niño inocente de La Guardia de Lope de Vega y Las formas de Alcalá de Pérez de Montalbán. d- Adaptaciones del Antiguo Testamento. Uno de los episodios más tratados es sin duda el del cautiverio en Babilonia: Las maravillas de Babilonia de uillén de Castro, La mayor soberbia humana de Nabucodonosor de Mira, Fuego dado del cielo de Castillo Solórzano continúan una tradición surgida en el teatro del XVI y atestiguan esa inclinación que se continúa durante todo el XVII. Varias razones contribuyeron a su uso recurrente. Por un lado, el texto bíblico posee una gran riqueza de acontecimientos de los que se pueden sacar abundantes tramas de carácter ejemplar. Destaca dentro de ellas la ęgura del profeta Daniel. En el libro de Daniel, además, se cuenta el milagro de los jóvenes judíos salvados del horno, muy popular y, cosa curiosa, fuente de varias leyendas antħudías como la que lleva a escena Claramonte. e- Adaptaciones de los Evangelios. Se percibe el gusto de los contemporáneos de Lope por la Navidad, introducida sin ningún escrúpulo en el CorpusŭŪŰ. La inmensa mayoría de estas obras siguen la constante ya mencionada, esto es la ausencia de personajes judíos e incluso de alusiones a su respecto, salvo que consideremos que la larga intervención del pastor Celio de El tirano castigado lopesco, en donde se establecen genealogías de la Sagrada Familia junto con otras paráfrasis bíblicas, en medio de un auténtico paso de sesgo cómico, merece tal consideración. Por ese motivo destacan las excepciones que hacen hincapié en la incredulidad judía: Coloquio segundo de los pastores de Belén de odínez. También nos detendremos en la infancia de Jesús al comentar Nuestro Bien (auto sacramental de la Circuncisión y sangría de Cristo), de Lope. Si el relato de la muerte de Cristo, al igual que su ministerio, no ha interesado casi a estos autores, la Pasión, en cambio, constituye el argumento de numerosos autos que llevan a las tablas algunas parábolas del Reino de Dios. El padre Bonifacio no predicó en el desierto: Mira (El heredero) y Lope (El heredero del cielo) retomaron la parábola de los viñadores homicidasŭŪű. ŭŪŰ ŭŪű

Valbuena Prat, ūųŬŮ, p. ūŮ. Tengo cierto escrúpulo en aęrmar que ambos conocieron el teatro de Bonifacio; desde luego

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f- ueda un conjunto de obras en donde debemos tener siempre presente la distinción calderoniana entre asunto y argumento, comentada por A.A. Par”erŭŪŲ. Para variar las tramas, los dramaturgos efectuaban contrafacta de lo más atrevidos. Todo se aprovechaba en la construcción de acciones alegóricas: la mitología griega (El Polifemo de Montalbán), la épica (La mesa redonda de Vélez de uevara) o la historia (El Tusón del cielo, de Lope). A veces se llegaba todavía más lejos y podemos encontrar la Pasión presentada en forma de juego de cartas (Los hermanos parecidos de Tirso). Sin lugar a dudas, como decía Menéndez y Pelayo, el pueblo español debía tener «una fe de hierro» para que los poetas se permitieran semejantes audaciasŭŪų. Razones metodológicas incitan a preferir un enfoque sintético antes que un análisis individualizado autor por autor, a pesar de la acusada personalidad de determinadas ęguras: Valdivielso, Mira, Lope o Tirso. En efecto, ante todo lo que importa es mostrar la dramaturgia anterior a la de Calderón y ni siquiera el arraigo en tal o cual ciudad de un dramaturgo justięca distinciones particulares. Lope escribe para el corpus toledano y para el madrileño, según sabemos; el grupo de Valencia, cuyos miembros mantuvieron distintos grados de ędelidad a su ciudad natalŭūŪ, aparece en perfecta armonía con los usos del centro y del sur de la península y consecuentemente se aleja mucho de las prácticas teatrales propiamente valencianas. No se halla en el teatro de estos escritores ningún rastro de las Pasiones escritas en lengua vernácula que perpetúan una tradición plurisecularŭūū.

Ž›œ˜—Š“ŽœȱŒ˜—Œ›Ž˜œǯȱ•ȱ“žÇ˜ȱ’—Œ›·ž•˜ǰȱŽ•ȱ“žÇ˜ȱœŠŒ›Ç•Ž˜ȱ¢ȱŽ•ȱ “žÇ˜ȱ‘˜–’Œ’Š Del abanico de personajes concretos judíos, se analizarán tres tipos: el judío profanador, el judío incrédulo y el gracioso judío, el cual a su vez supone una nadie ha presentado pruebas al respecto, pero, claro está, Lope estudió con los jesuitas. ŭŪŲ Par”er, ūųŲŭ, p. ŮŰ, indica que en la época, los dos términos signięcaban lo mismo. De hecho, Calderón emplea asunto con el valor de tema y argumento, con el de trama. No seguiré las denominaciones del crítico anglosajón. ŭŪų Cf. su edición de Lope de Vega, Obras, VII, ūųŰŬ, pp. Ŭŭų-ŬŮŪ. ŭūŪ Se comprueba que aspar Aguilar permanece muy ligado a Valencia mientras que uillén de Castro busca en la corte más amplios horizontes. Cf. Merimée, ūųŲů, II, pp. ůŭū y ůŭų-ůŮŪ. ŭūū Pienso en La Passió de Christo Nostre Senyor, de ęnales del XVI.

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categoría particular al reunir rasgos semejantes a los del gracioso de la comedia nueva con otros que los sitúan aparte: algo semejante ocurre con los graciosos moriscos o musulmanes. Algunos modelos, como el de la bella judía, encuentran acomodo en obras pertenecientes a géneros demasiado alejados de la festividad del Corpus, por lo que quedan fuera de este estudioŭūŬ; los judíos buenos, porque los hay, se sitúan normalmente en un plano marginal. Me contentaré con mencionarlos sin dedicarles capítulo aparte. Me acabo de referir a la atracción ejercida por la Navidad y a cómo los dramaturgos la integraban gustosamente en los autos. Esa actitud se mantiene durante todo el XVII, al menos en lo que se reęere a público y compiladores, como lo demuestran colecciones del tipo de Navidad y Corpus Christi, en donde auténticos autos sacramentales se codean con obras carentes de alegoríaŭūŭ. Tradicionalmente, la polémica permanecía fuera del ciclo navideño aunque desde fecha muy temprana se asociaran nacimiento y padeceres de CristoŭūŮ. En el siglo XVII cabe señalar varias excepciones a la habitual ausencia de personajes judíos de las representaciones: Nuestro Bien: Auto de la circuncisión y sangría de Cristo, de Lope de Vega; dos coloquios de odínez y, con posterioridad, el Auto del nacimiento de Cristo, de Ustarozŭūů. En Nuestro Bien conĚuyen Epifanía y Circuncisión, lo que explica que intervengan personajes judíos. En cuanto a Ustaroz, se trata de alusiones a los incrédulos, en un movimiento que va de lo particular a lo colectivo: PASTR Ŭo-Más de cuatro habrá que nieguen lo que dijo el Paraninfo mas lo que negaren ellos yo lo confieso y publico. PASTR ŭo-ue lo nieguen podrá ser los sabios y los rabinos y con argumentos falsos intentarán persuadirlo. Mas digan lo que quisieran estos sabios imperitos, que no pueden ser engaños

ŭūŬ Por ejemplo Las paces de los reyes de Lope de Vega. La obra se escribió entre ūŰŪŮ y ūŰūŬ, según Morley y Bruerton, ūųŰŲ, p. ŭűŬ. Sobre ella ver Pedraza, ūųųų, y onzález Cañal, ŬŪŪū. ŭūŭ Ese tipo de recopilaciones induce a pensar que las obras de Navidad, que desaparecieron del CAV, debieron seguir representándose durante el Corpus según Reyes Peña, ŬŪŪů. ŭūŮ Ver La representación del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de ómez Manrique, que seguía la tradición franciscana. Cf. López Estrada, ūųŲŮ. ŭūů El auto, editado por E. D. Roberts, ūųŬų, está fechado el Ŭ de diciembre de ūŰůŬ. Modernizo las grafías.

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lo que admiramos prodigios DEMNI-De rabia y cólera muero de ver que estos pastorcillos el nacimiento veneran del Mesías prometido. pero la proverbia [sic] insana de los pérfidos judíos no podrá entender jamás lo que ella no hubiere visto (vv. ūŮů-ūůŰ).

Coloquio Segundo de odínez Con todo, el dramaturgo más original en este terreno es odínez, ęgura que ha concitado relativo interés de la crítica, a mi entender más en razón de su personalidad que de la calidad, escasa, de su producción teatralŭūŰ. El andaluz ocupa un lugar especial entre los escritores de la época por la condena sufrida en un proceso inquisitorial. Tuvo suerte de vivir en un momento favorable para los artistas sevillanos en general -protegidos por livares- y para los marranos en particular: así, tras arrepentirse, gozará de otra oportunidad y desarrollará una brillante carrera literaria en la corte de Felipe IV. Pero no se particulariza sólo por su biografía: esas vicisitudes, la caída y la ulterior recuperación, dejaron huella perceptible en su teatro. Así, junto con la preferencia por asuntos sacados del Antiguo Testamento, reitera ciertas ideas como la posibilidad de una conversión sincera, el desprecio del honor o la conęanza en la misericordia divina, frente al severo Dios justicieroŭūű. Algunos críticos van más allá y pretenden vislumbrar en él a un criptojudío que tras el auto de fe ęnge volver al redil. Según ellos, el Coloquio Segundo de los pastores de Belén niega, bajo apariencias devotas, la divinidad de Jesús: Podemos llegar a la conclusión de que estamos presenciando una de las más clara [sic] revelaciones de odínez, en la que manięesta la no creencia en Jesucristo como era de esperar en un hombre de su razaŭūŲ. ŭūŰ Para la biografía y la obra de odínez ver Bolaños Donoso, ūųŲŭ, y Vega arcía-Luengos, ūųŲŰ. ŭūű Resumo las convincentes palabras de Vega arcía-Luengos, ūųŲŰ, pp. ŮŪ ss. No obstante, la creencia en un Dios clemente constituye uno de los rasgos característicos del teatro de Valdivielso, cuya vida no presenta ningún punto común con la de odínez. Cf. Wardropper, ūųŰű, pp. ŭŪū-ŭŪŬ. ŭūŲ Bolaños Donoso, ūųŲŭ, p. ŮŲű. Piensa como ella Menéndez nrubia, ūųŲŭ. En cambio Vega arcía-Luengos así como laser, ūųůű, y Carrasco Urgoiti, ūųŲū, deęenden la autenticidad del arrepentimiento de odínez.

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Ahora bien, sólo una lectura inocente o precipitada del texto permite llegar a tales conclusiones. Lo que en primer lugar llama la atención son las dramatis personae de ambos coloquios y concretamente los nombres de los pastores: Salomón, Raquel, Rubén o Eliudŭūų. odínez rompe con la tradición del ciclo de Navidad, preęriendo la verosimilitud. En efecto, nada más normal que los pastores se llamen Salomón o Rubén en lugar de Bato y ila. El propósito de odínez no deja lugar a dudas. Jesús nació en el seno de una familia judía, al igual que los apóstoles, algo que se solía ocultar toda vez que tal prurito de rigor histórico era desfavorable para los cristianos viejosŭŬŪ. Cuando comparamos la lista de personajes de los coloquios, observamos una diferencia. En el segundo el único personaje judío es Simón; la religión de los demás no se especięcaŭŬū. Simón es nombre de connotaciones menos hebreas que Salomón o Rubén; parece que odínez quisiera indicar que lo que hace a los hombres distintos no es el nombre. Tras recibir la buena nueva (Coloquio primero) los pastores se preparan para ir a Belén. Rubén invita a Simón, que enseguida da pruebas de desconęanza y de estar predispuesto con respecto al Niño Jesús: RUBÉN-Ven al Portal, que si al Niño tú como Jacob celebras verás que el Sol de justicia es el de misericordia. SIMÓN-Rubén, no quiero Mesías tan pobre, [...] A verle iré yo también mas no a creerle (fol ūŮŬr).

De camino, Rubén propone un juego a sus compañeros consistente en adivinar los signięcados de la letra M, por la cual empiezan los nombres de la madre y del recién nacido. Dos ángeles, encargados de dar las explicaciones doctrinales, participan también. Si les respuestas de Simón son erróneas, al menos ponen de relieve el valor genérico del personaje y anticipan la Pasión del Mesías: SIMÓN-Mateo. ÁN EL ūo-ué al vivo haces el papel del Pueblo del Judaísmo, errando ŭūų Cito por Autos Sacramentales con quatro comedias nuevas, primera parte, ūŰůů, fols. ūŮū-ūŮŰr, que he compulsado con el manuscrito de la BNM. Modernizo grafías y corrħo la puntuación. ŭŬŪ Los polemistas que en el siglo XV defendían a los cristianos nuevos utilizaban siempre ese argumento, según quedó señalado. ŭŬū Cf. el fol. ūŮūr. El manuscrito presenta las mismas características.

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de uno en otro parecer, a tu Rey no has conocido. SIMÓN-Sea Matanías, pues vaya a matar a Ciudad de Arnen [sic] posada le dé Matán. SALMÓN-¡Válgate el diablo por Fariseo! SIMÓN-ǶPor qué? SALMÓN-Matusalén, Matatías, Matanías, y después Matías, Matán, Mateo, Matana, todo ello es de matar y más matar; ¡plegue a Dios no le matéis! (fol. ūŮŭr).

El juego, a pesar de lo que aęrma Menéndez nrubia no oculta intención burlesca alguna; se trata de una variante del juego delle leĴere conocidísimo y frecuente en el teatro de la épocaŭŬŬ. El otro punto que se presta a discusión deriva del valor que se da a la palabra «supuesto», que aparece sucesivamente en dos ocasiones en el coloquio. La primera, cuando el ángel quiere instruir al público sobre ciertas cualidades de Jesús: ÁN EL Ŭo-[...] pero aguardad y atended, que también verán al Niño tres Reyes Magos, en quien se represente Dios trino. Agora quiero que estéis más atentos que hasta aquí: tres supuestos es de Fe que hay en Dios, sólo uno es hombre, los tres concurren a ser la Encarnación, y uno solo encarna de todos tres (fol. ūŮŮr).

La segunda, al ęnal, en labios del rey aspar, cuando los reyes ofrecen sus presentes al Niño: ASPAR-Recibid pues, Infante, Dios que adoro, Dios, Incienso; Rey, ro; ŭŬŬ Dale, ūųŮŪ, p. ŬŮŰ menciona el auto de odínez. Durán recogió un romance titulado El alcaide de Florencia en donde encontramos el mismo juego pero sin el trasfondo religioso. Cf. Durán, ūųŮů, pp. ūŬů-ūŬŰ. Señalemos que la interpretación de Menéndez nrubia, ūųŲŭ, no acabó de convencer a los participantes del coloquio en que presentó su trabajo.

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Hombre, Mirra, y con esto mostrad que hay Dios y hombre en un supuesto (fol ūŮŮv).

Bolaños sostiene que en esos versos odínez pone en duda la naturaleza divina del recién nacido. Concede a «supuesto» el sentido de «hipotético»; ahora bien, una rápida consulta del Diccionario de Autoridades demuestra que comete un error de bultoŭŬŭ. Bastaba con prestar atención a un diálogo anterior: ÁN EL ū- [...] Todos tres supuestos reinan, el Hijo que es el Mesías, el cual en especial es el Rey de la M al punto: tres son los Magos también que veo venir y son Reyes de la M. todos tres, porque todos tres son Magos, [...] que si en el mismo Dios es de tres uno sólo Mesías en los tres Reyes también de tres sólo uno es Melchor (fol ūŮŮr)ŭŬŮ.

Tras llegar el grupo al portal, se conęrma la negativa de Simón a creer en el Mesías, y con ella la del pueblo hebreo en su conjunto: ÁN EL Ŭo-[...] uien no ve a Dios en sí mismo cuando en su imagen le ve si quiere ver a Dios grande en vuestra alma lo ha de ver. SALMÓN-Simón Ƕveis aquí a Jesús, no lo veis? SIMÓN- No lo veré mientras tuviere este velo (fol. ūŮŭv).

ŭŬŭ «SUPUEST. Term. de Philosophía, y usado como sustantivo, es la individualidad de la sustancia completa, e incomunicable. Llámase así porque queda puesta debajo de todos los accidentes [...] Con que en segurísima teología el de Cristo absolutamente sí, porque es el mismo supuesto, esto es la Persona de Cristo». ŭŬŮ Cf. también estos otros del mismo autor: «MÚSICA- En naturaleza dos / con un supuesto y un nombre / muera el cordero que es hombre / pero viva Isaac que es Dios» (F. odínez, El divino Isaac, ūųųů, vv. Ŭųū-Ŭų). Menéndez nrubia, ūųŲŭ, p. ūŲŬ, piensa que odínez quería atenuar el alcance del concepto de «supuesto».

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En cambio, los demás personajes aceptan al Redentor sin reticencias. Por lo tanto, parece fuera de cualquier duda la perfecta ortodoxia del Coloquio segundoŭŬů. Lo que sí hace el dramaturgo andaluz es recordarles a sus contemporáneos que junto a los judíos sordos al mensaje cristiano, junto a los judíos deicidas, estaban todos los cristianos nuevos que, como el Mesías, llevaban sangre judía en las venas. La originalidad de odínez proviene de haber introducido en la Epifanía a un incrédulo, identięcado con los fariseos (fol. ūŮŭ), al cual relaciona con el grupo de creyentes, tan judíos como él. Además, suponer que un marrano que había tenido problemas con el Santo ęcio se arriesgaría a escribir obras (por añadidura editadas sin el menor problema) de tan Ěagrante heterodoxia, con la esperanza de que sólo los iniciados comprenderían el sentido oculto, es pura fantasía.

El colmenar Los historiadores, los antropólogos, han estudiado la propagación de acusaciones de hurtos, sacrilegios, raptos de niños, asesinatos, envenenamientos de fuentes, pozos y cursos de agua, que encontramos por doquier y en cualquier época. Se trata, en palabras de Léon Polia”ov de «un verdadero arquetipo que aĚora en cuanto una sociedad se enfrenta a unos extraños perturbadores y detestados»ŭŬŰ. En el ccidente medieval los judíos fueron con frecuencia víctimas de ellas y aunque el fenómeno es más tardío en la Península Ibérica también se produjeron allíŭŬű. Esos supuestos ultrajes a la fe cristiana suministraban la prueba del odio perpetuo del pueblo deicida hacia

ŭŬů Igualmente inexistente me parece el fondo heterodoxo de tipo protestante que subyace en todo el coloquio, según Menéndez nrubia, ūųŲŭ, p. ūŲū. ŭŬŰ Polia”ov, ūųůů, p. űŭ. Traducción mía. Polia”ov da varios ejemplos ocurridos en distintos países y tiempos con acusados y acusadores también diferentes. ŭŬű Simon, ūųŮŭ, p. ŬŮų, señala que en la Antigüedad los cristianos no incriminaron a los judíos. Para la profanación de hostias y la muerte ritual ver Langmour, ūųŲů y Dahan, ūųųŪ; para España, Caro Baroja, ūųŰū y Roth, ŬŪŪŬ. Sería preciso un estudio sistemático de obras de devoción para conęrmar si esa rareza coincide con un menor número de casos registrados en la Península Ibérica. La lectura de Historia sacra del Santísimo Sacramento de Alonso de Rivera, arroja un gran desequilibrio entre las leyendas sobre profanaciones y crímenes rituales que se desarrollan en Francia, Alemania u riente con respecto a las hispanas, entre las cuales, por cierto, se encuentra la del Niño de La uardia. Conviene distinguir por otra parte las menciones más o menos vagas de los procesos efectivamente incoados: dos únicamente y ambos del siglo XV como recuerda Roth, ŬŪŪŬ, pp. ůŰų-ůűŪ. El segundo, es el que nos ocupa, el primero, ocurrido unos pocos años antes en Sepúlveda, ha sido estudiado por Antoranz, ŬŪŪű.

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Cristo, al acompañarse a veces de agresiones a la forma (puñaladas, martillazos, etc.), que simbolizaban la CrucięxiónŭŬŲ. A ęnales del siglo XVI tenemos noticia de un caso en que se vio envueltos unos moriscos alcarreños, que robaron unas formas, las cuales fueron entregadas a los jesuitas de Alcalá de HenaresŭŬų. Este suceso podría haber proporciona la base material de un auto sacramental, El colmenar, no obstante ser su protagonista un judío. El auto se publicó en ūŰūŰ atribuido a Tárrega, ya fallecido por aquellas fechasŭŭŪ. El dramaturgo valenciano pudo haber oído hablar durante su viaje a la corte en tanto que represente del capítulo de la catedral de Valencia, que reclamaba ciertos tributos a los moriscos. Si Tárrega fuera el verdadero autor, lo cual por cierto no se ha demostrado todavía cumplidamente, en la presencia del judío profanador tendríamos que ver el deseo de no dar armas a los enemigos de los moriscos, según Valladares. No obstante, la acción se desarrolla en unas coordenadas espacio-temporales desdibujadas que no remiten ni al presente ni a la geografía peninsular, con lo que todo lo anterior no pasa de ser mera hipótesis. Añadamos que ese mismo acontecimiento será aprovechado por Pérez de Montalbán años después con idéntica intención antħudíaŭŭū. ilbert Dahan ha resumido en tres variantes todos los desenlaces de los relatos que tratan de la profanación de hostiasŭŭŬ. Aquí se ha escogido la primera: el profanador se convierte ante el milagro. A pesar de este ęnal feliz, el autor no se ha preocupado por hacer simpático al judío Semeyŭŭŭ. Al menos lo podría haber presentado como personaje ambivalente, dudando entre el odio a los cristianos y cierto respeto o atracción inexplicable por el catolicismoŭŭŮ; ni siquiera es el protagonista ya que la acción se centra en Donato, el cristiano engañado y empujado a la trasgresión. Se ve siempre a Semey desde el ŭŬŲ Caro Baroja, ūųŰū, I, p. ūŪŮƸ, reproduce un Retablo de la Eucaristía del siglo XVI que representa todo el proceso, desde el robo hasta la tortura inútil inĚigida a la hostia. ŭŬų Sigo a Valladares del Reguero, ūųŲŬ, pp. ŭū-ŭŭ, que acepta la paternidad de Tárrega. ŭŭŪ «Auto sacramental del colmenar. Compuesto por el Dr. Tárrega, canónigo de la Santa Iglesia de Valencia. Sevilla, Bartolomé ómez, a la cárcel real, ūŰūŰ», por donde cito modernizando la ortografía. Tárrega murió en ūŰŪŬ. ŭŭū En mi opinión en El colmenar se está simplemente desarrollando un conocido milagro medieval, el de las abejas, que nada tenía que ver con los judíos. Sobre ambos autos preparo un artículo que será publicado por la revista Sefarad. ŭŭŬ Dahan, ūųųŪ, p. ŬŲ. ŭŭŭ Supongo que el nombre remite a Semeí, el pariente de Saúl que arroja piedras al rey David cuando éste huye de su hħo Absalón (Ŭ S ů-ūŮ), pero hay otros personajes llamados así en el Antiguo Testamento. ŭŭŮ Así sucede con otros futuros bautizados de muchas piezas devotas.

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exterior, sin ningún conĚicto interno y, en consecuencia, resulta un personaje romo. Nos interesa porque reúne un amplio abanico de rasgos pertenecientes al estereotipo judío, y por ser víctima de burlas nuevas con respecto a las que sufren las ęguras anteriormente estudiadas. De este modo, asistimos a una yuxtaposición de escenas cómicas, a costa casi siempre de Semey, y de otras en las que este mismo personaje despliega su maldad. Desde el principio se presenta como elemento exterior a la comunidad, que lo rechaza salvo Donato, el único en darle albergue. Esa hospitalidad no merece alabanza sino censura, según su criado Machín, porque los judíos mataron al Mesías, luego los buenos cristianos no deben aceptarlos en sus hogares. Como no podía ser menos, el argumento teológico se refuerza con una gracia: SEME-Ƕ hospedar al peregrino no es cristiandad? MACHAN- Sí, mas vos sois peregrino sin Dios porque no coméis tocino (fol. űův).

El bobo no pierde oportunidad para escarnecer al huésped: SEME-A Roma voy MACHAN-Ƕueréisos quedar acá en el aldea? SEME- ǶA qué intento? MACHAN-Daros [h]a el alcalde co[n]te[n]to Semey SEME- ǶPor qué? MACHAN-ȳPorque el Jueves Santo le guardéis el monumento.  aunque es oficio ruin seréis verdugo. SEME-ȳǶo? MACHAN-Vos, pues lo fuisteis de Dios (fols. űův-űŰr).

Los acontecimientos dan la razón a Machín. Las abejas abandonan el colmenar de Donato y Semey paga la hospitalidad del cristiano incitándolo al sacrilegio. En efecto, le aconseja esconder una hostia en una colmena para atraer de nuevo a los insectos: SEME-No [h]ay contento para mí entre todos los contentos, como engañar a un cristiano que es de lo que más me precio.  el día que no le engaño ni ceno, como ni bebo (fol. űűr).

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A continuación se introduce una nueva escena cómica que gira en torno a la comida. Semey ha olvidado sus alforjas, en donde lleva alimentos, ropa y librosŭŭů, y Machín, encargado de llevárselas, introduce en ellas un pedazo de tocino. El judío, claro está, abandona sus pertenencias asqueado, aunque el bobo, que se las prometía tan felices, se lleva una desagradable sorpresa: [...] Se fue el fariseo huyendo.  si dejó las alforjas, quiero ver qué trae dentro. Calabaza es ésta, a ver si es vino malo o bueno, que éstos se tratan muy mal. Agua es, a[h] judío perro, con razón y con justicia vas condenado al infierno [...] Aquí trae cuatro pasas, aquí cuatro higos y medio, [...] Algún judío lo coma que yo soy cristiano viejo (fol. űűv).

La cita merece comentario. Se notará que «fariseo» se convierte en sinónimo de judío en buena parte de las obras que vamos estudiando; en otro orden de cosas, las pasas, los higos, así como el hecho de no beber y ser ahorrador, hacen pensar en los moriscos cómicos de ciertos romances satíricos antes que en los judíosŭŭŰ. Por último, y no sé hasta qué punto es intencionado, el bobo no establece una oposición cristiano / judío a partir del consumo del tocino, sino cristiano viejo / judío. Repito que cuesta dar una explicación satisfactoria, porque la oposición cristiano viejo / cristiano nuevo no aparece, y darla por sobreentendida echaría por tierra el milagro ęnal y la historia en su conjunto carecería de sentido, como se verá inmediatamente. Donato ha caído en la trampa. Roba la hostia, cogiéndola, eso sí, con el mayor respeto (fols. űűv-űŲr), la mete en una colmena y se produce el milagro: las abejas vuelven (fol. űųr). Por su parte, Semey se ha quedado por los alrededores para poder comprobar si su péręda recomendación tiene éxito, pero no

ŭŭů ŭŭŰ

Recuérdese que Thorea, la Ley Vieja del Viaje del cielo, llegaba a escena rodeada de libros. Aduce varios ejemplos Caro Baroja, ūųűŰŬ, pp. ūŮŰ-ūŮű.

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obtiene el resultado previsto; muy al contrario, sufrirá afrentas todavía mayores y los milagros que presencia lo llevan a convertirse. Se observa una clara progresión en las befas de Machín: comienza por emplear la palabra, a continuación utiliza un objeto (el tocino), y por último añade el contacto físico y un nuevo elemento de la religión judía escarnecido, el reposo del sábado, pues en este día se desarrolla la situación. Machín sorprende al profanador, quien para no infringir la ley decide permanecer completamente inmóvil. El bobo desnuda al piadoso judío por completo y, deseando comprobar si su víctima sigue viva, tal es su inmovilidad, intenta hacerle tragar un pedazo de tocino: Quédase en pie el judío como que esté muerto y prosigue Machín. [...] Vivo está y está caliente Ƕmas si me quiere engañar? destos no hay que confiar que son todos mala gente. Pero el burlado [ha] de ser, porque aquí traigo imagino una lonja de tocino, y se la he de hacer comer [..] uiero ponérmelo [la ropa] a ver si parezco fariseo (fol. ŲŪr).

Todas estas malas pasadas preceden la reconciliación ęnal. Tras la conversión de Semey todo el mundo adora la sagrada formaŭŭű: SEME-Al Pan Santo y consagrado las abejas le [h]an labrado custodia de nueva cera porque el mundo en ellas vea la fe que a mí me ha faltado (fol ŲŮv).

El horno de Constantinopla Cuando se estrenó El horno de Constantinopla, durante el Corpus sevillano de ūŰŬŮŭŭŲ, nuestra escena había desarrollado una dramaturgia más madura, lo

ŭŭű Semey se convierte gracias a la intervención de Cristo que aparece milagrosamente y se dirige al malvado hebreo (fol. Ųŭv). ŭŭŲ Andrés de Claramonte, Comedias, ūųŲŭ, p. ūūů. Cito por esa edición.

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que permite a Andrés de Claramonte presentar a personajes judíos de mayor complejidad, cuyos rasgos negativos y, de vez en cuando, cómicos, no excluyen escenas en donde reciben tratamiento favorable. La conversión ęnal no pierde fuerza milagrosa, al contrario, gana desde el punto de vista teatral. Claramonte reúne dos milagros distintos: el del profanador convertido y el del niño judío salvado de las llamas por la Virgen, este último de origen oriental y difundido en todas las literaturas cristianas así como en la iconografía medievalŭŭų. Parece evidente la deuda de esta tradición con el milagro del horno de Babilonia (Dn ŭ, Ų-ŭŪ), un episodio propicio para conmover a cualquier público, y al que los dramaturgos del Siglo de ro recurrieron a menudo. En la Segunda parte estudiaremos la obra maestra de la serie: Mística y real Babilonia de Calderón. La obra comienza con los preparativos de la boda de Acenid y Rubén. Los dos jóvenes parafrasean el Cantar de los Cantares, pero la alegría general se ve nublada por el recuerdo de Sión que obsesiona tanto a Leví como a Nacor, padre de Rubén (vv. ŬŭŰ-ŬŮū y ŬŮŰ). El carácter del diálogo, la forma de introducir a los personajes, todo contribuye a dar una imagen muy favorable de los judíos, que desaparece cuando en la escena siguiente, habiéndose ausentado Rubén para ir a buscar a los familiares de su amada, los demás invitados oyen a un grupo de cristianos, que lleva la comunión a algún enfermo (v. ŬűŪ). La madre, Delfa, propone que se encierren para no tener que presenciar la procesión, mientras que Nacor insiste para quedarse en la calle y escarnecer la Eucaristía: NACR-[...] Bailad y cantad que quiero que los burlemos, con nombre de un inefable misterio y de un secreto escondido questo suena [a] sacramento (vv. ŬŲŰ-ŬųŪ).

El gracioso Panfronio llega acompañado por otros dos cristianos. Como los judíos siguen cantando y bailando, el diálogo se inicia ya con un tono agresivoŭŮŪ:

ŭŭų Lo comenta Isaac, ūųŲů, pp. ŬŲů-ŬŲŰ, a partir de regorio de Tours. En España lo recoge Berceo: Milagros de Nuestra Señora, milagro XVI. Un tratado contemporáneo, la ya citada Historia sacra del Santísimo Sacramento. Contra las herejías destos tiempos, ūŰŬŰ, fol. ųŪ, incluye el milagro tomándolo de Nicéforo, lib. ūű y de la Historia Eclesiástica, cap. Ŭů. En cuanto a la iconografía, ver Blumen”ranz, ūųŰŰ, pp. ŬŬ-ŬŮ. ŭŮŪ La salida de escena del galán es necesaria: permite que no le salpique la humillación de sus allegados y lo desliga de cualquier complicidad con su padre.

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CRISTū-¡Judíos bajos y viles!, Ƕa Dios tan poco respeto? CRISTŬ-Honrad por tierra postrados el Pan que bajó del cielo. PANF-Ƕ[H]ay desvergüenza tan grande!ŭŮū ¡Postraos, viles! ¡Postraos, perros! (vv. ŭŭů-ŭŮŪ)

De los insultos se pasa a la violencia («Ásgale de la barba», dice la didascalia), rubricada con una humillación que el público esperaba y con la cual el autor se deleita: DELFA-Destos agravios villanos al César nos quejaremos. PANFRNI-Sacristán soy y estoy libre, eximido y exento de toda jurisdicción secular, y es santo el celo de Panfronio (vv. ŭůų-ŭŰů).

A continuación da una prueba palpable de sus prerrogativas sacristaniles: PANFRNI- pues de compralla vengo, quiero aquí, perros judíos, que paséis por el tormento de esta lonja de tocino. [...] Lonja es de tocino añejo. ǶDe qué os quejáis, cuando yo así la adoro y la beso? Vase (vv. ŭŰŰ-ŭŰų y ŭűŬ-ŭűŮ)

Al espectador de hoy en día le disgusta este tipo de comicidad, pero a los sevillanos de aquel momento debió causarles bastante risa ver a los cuatro judíos, tirados por el suelo y vomitando (vv. ŭűů-ŭűŲ)ŭŮŬ; de hecho existen

ŭŮū Hernández Valcárcel transcribe Ay, debe tratarse, sin duda, de una errata. ŭŮŬ De forma sorprendente la situación continúa con una cita del célebre y bellísimo Salmo ūŭű: «NACR-Colgad de los verdes sauces / los sonoros instrumentos / y pues esta es Babilonia / llorad nuestro cautiverio» (vv. ŭŲū-ŭŲŮ), consiguiéndose así un contraste de lo más torpe. Se necesita una técnica mucho más sutil, la de Calderón en Mística y real Babilonia, para unir sentimiento doloroso y reticencia expresada por medio de la comicidad. De hecho Claramonte no vuelve a utilizar fragmentos bíblicos en un contexto semejante.

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escenas más desagradable dentro de las muchas en que un judío es víctima de un gracioso cristianoŭŮŭ. Rubén regresa y encuentra a su familia llorosa. Su padre es el único que acepta darle una explicación: cuenta el ultraje ocultando su parte de responsabilidad (vv. Ůűů ss.) y pide que su hħo lo vengue del cristiano y del Santísimo Sacramento (vv. Ůűů-ŮűŰ), lo cual no deja de resultar extraño, por cierto. En conclusión, al castigo del agresor debe añadirse el de la hostia: ambos serán condenados al fuego (vv. ůŪŭ-ůŪů). Los trasvases del teatro profano al religioso se perciben en las siguientes palabras, cuya tonalidad recuerda la de los dramas de honor: RUBÉN-¡Acenid ofendida! ¡ esas canas, decoro del labio, de la lengua y de la vida que se ilumina con perfiles de oro! Ƕ yo vivo? Ƕués esto? [...] Rayo soy del Jordán y Palestina que aspira a la venganza más notable. , pues tuyo soy todo, la venganza dispón y traza el modo NACR-¡Ay, hijo!, ¡quién pudiera sin honor consolarme! Viva mi honor y ese cristiano muera, [...](vv. ŮŲů-ŮŲų y Ůųŭ-Ůųų)

Los personajes judíos de Claramonte no se contentan con poseer dignidad sino que comparten los valores caballerescos del código teatral, reservados a los héroes del Antiguo TestamentoŭŮŮ. Rubén, disfrazado de cristiano, roba una hostia. En un extenso monólogo (vv. ŰŪū-ŰŮŰ) expresa sus dudas sobre la transubstanciación, pero siempre con palabras respetuosas, completamente opuestas a las de su padre. Panfronio y otro cristiano se dan cuenta del robo y siguen a Rubén. Cuando éste niega todo, se produce el milagroŭŮů. El prodigio conmociona al profanador, que se convertirá sinceramente al cristianismo (v. űŮų). Lo invade la turbación, ŭŮŭ Estoy pensando en el Madrigal, de Los baños de Argel, que no es en realidad un gracioso. Ver para todo ello arrot ambrana, ŬŪŪŭ. ŭŮŮ Lida de Mal”iel, ūųűŭ, p. ŲŰ. ŭŮů «Lléganse a él, y desabrochándolo, saldrá de entre todos, pareciendo que sale del pecho de Rubén, una Forma donde el Niño Jesús vaya crucięcado y glorioso, y se suba a lo alto del carro [...]» v. ŰŰŪƸ.

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justięcándose así otro monólogo igualmente necesario para comprender la trasformación de Rubén (vv. űŭů-űűŮ). Nacor espera con impaciencia su revancha (vv. űűů-űŲŬ). Cuando escucha las palabras de Rubén al principio queda como desamparado, enseguida estalla la cólera y cuando se percata de que su hħo quiere abandonar la religión de sus mayores, adopta la terrible resolución de condenarlo al fuego. La víctima, lejos de protestar, acepta el martirio voluntariamente, al sentirse tocado por la gracia: RUBÉN-Como a niño, con Pan Dios me ha llamado; gánele en Pan quien le perdió en manzanas. Pan de vida es el pan. [...] NACR-En el horno, Leví, abrasado muera. RUBÉN-Si un cristiano espera, un cristiano abrase. (Vv. ŲŰŪ-ŲŰŬ y ŲŰŮ-ŲŰů)

Lo que parecía una venganza personal, se convierte en reparación de la afrenta sufrida por ahvé; se pasa, por así decir, del honor particular al «teológico»: NACR-Recibid, Dios de Abraham, mi fe pues por vuestra gloria en ardiente sacrificio os he dado el alma propia (vv. ųŬŲ-ųŭū).

Claramonte no se limita a incriminar a la religión judía en el sacrięcio del inocente; ante todo le interesa mostrar el dolor del padre, presentado antes como un fanático que como monstruo de crueldad. Esa intención se comprueba algo más tarde, cuando reconcomido por los remordimientos, regresa para salvar a su hħo: NACR-Aunque me incitó el rigor, Leví, el amor me reporta (vv. ųųŬ-ųųŭ).

Si Nacor, el personaje más negativo, se peręla de manera bastante humana, parece lógico que las mujeres, que han permanecido en un segundo plano, se representen de forma más favorable. Se destaca en ellas la faceta sentimental, los atributos afectivos, esto es, su condición de madre y prometida. La reacción de Delfa, convencida de que los cristianos han capturado a su hħo, conmueve sobremanera (vv. ŲŲų-ųŬű); de igual modo, el diálogo en que Rubén, en el horno, le pide a Acenid que se reúna con él en medio de las llamas, buscaba emocionar al público: RUBÉN-Mira como atrás se tornan las llamas de mí asombradas,

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porque en mí Dios las asombra. ACENID-¡Mi Rubén! RUBÉN¡Acenid mía! Ven, amiga, ven paloma al tálamo en que te espero, para que a los huertos corras conmigo y de los manzanos esferas de nácar cojas. ACENID-a voy, que amor facilita los dañosŭŮŰ.

Así, cuando se produzca la conversión general, el espectador sentirá admiración ante los portentos que la provocan y alegría sin reserva alguna, al compartir con sus nuevos hermanos los mismos valores: amor ęlial, sentido del honor, etc. El público aprueba el perdón ęnal pues ya nada impide la confraternidad total tras haber caído la única barrera que lo separaba de los personajes, la religión. La ocurrencia del gracioso rubrica el feliz desenlace; se establece con ella, según una asociación propia del código de la comedia nueva, la unión inseparable de tocino y cristianismo: EMPERADR-Hoy que en el Señor nacéis todo delito os perdona mi majestad. PANFRNI- a podéis agora besar mi lonja (vv. ūŪŭŪ-ūŪŭŭ).

El niño inocente de La uardia ueda otra variante en este campo: el crimen ritual, cuya obra más representativa, dentro de la escasez de ejemplos que se pueden aducir, es El niño inocente de La Guardia de Lope de Vega, adaptación escénica de un proceso inquisitorial de ęnales del XV, abundantemente estudiado y sobre cuya falsedad ya nadie discuteŭŮű. En cambio se mantienen importantes divergencias en cuanto

ŭŮŰ Vv. ųűų-ųŲų. Claramonte vuelve a parafrasear el Cantar de los Cantares, según indica en nota Hernández Valcárcel. ŭŮű Baer, ūųŲū, II, pp. ŰŬū-ŰŭŲ, estudia los acontecimientos y el juicio. Menéndez y Pelayo, ūųŰů, pp. ūū-Ŭū, resume el proceso que publicó Fidel Fita. Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. ūŲŲ ss, da una versión intermedia con respecto a las de Baer y Menéndez y Pelayo. Para una visión de conjunto de los problemas que plantea el proceso y su utilización remito a Moner, ūųŲų. La comedia de Lope fue retomada a ęnales del XVII por dos epígonos del Barroco: Cañizares y el misterioso Hoz y

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al sentido de lo que escribió el Fénix; como sus imitadores apenas han sido considerados, y con escaso fundamento, me parece necesario volver a tratar el asunto, ampliando la perspectiva. En ūųůů laser publicó un excelente estudio en el cual, tras discutir las fuentes y resumir la acción, aęrma que los personajes responden al estereotipo antħudío y poco importa si se trata de judíos o de conversos, de personajes históricos o tomados de la tradición –el rabí hechicero- pues: They are but diěerent vigneĴes of the same contemptible enemythe Je . n this identity in diversity the thematic unity of the play rests. Every action of the Je s contributes to the single goal of increasing their despicability in the eyes of the spectator. This paean to racial hatred properly ends  ith a scene in  hich the Je s appear in their double role as murderers of Christian child and as executioners of the SaviorŭŮŲ.

Podríamos añadir que los prejuicios casticistas, por parafrasear a Américo Castro, incluyen la total identięcación entre judíos y conversos y la alabanza de la Inquisición, protectora de la colectividad, así como la de los católicos monarcas que la instauraronŭŮų. Enumero rápidamente las atrocidades que los encausados cometen o proyectan cometer según Lope: ū- uejosos de la decadencia de las aljamas, a lo que se une la instauración del Tribunal de la Inquisición, deciden inspirarse en el asesinato de dos inquisidores aragoneses, ocurrido siglos atrás, y oponerse a la política antħudía de los Reyes Católicos. Planean consultar a un rabino galo famoso por sus poderes mágicosŭůŪ, gracias a los cuales podrán matar a «todos los cristianos /

Mota. Ambas obras fueron editadas por Manuel Romero de Castilla, muy mal en mi opinión, en los primeros años del franquismo, lo cual es bastante perceptible desdichadamente en las opiniones que se vierten. Para lo que sigue retomo arrot ambrana, ŬŪūŬb. ŭŮŲ laser, ūųůů, p. ūůŪ. ŭŮų La confusión es tal que de hecho las acotaciones no distinguen a unos de otros, aunque cabe deducir que el Rabí y Jacob, los franceses, son auténticos judíos, mientras que los castellanos: Benito arcía, uintanar, Pedro y Juan de caña (estos dos últimos muy episódicos) así como Hernando y Francisco (que además viven de manera explícita entre los cristianos) están bautizados según lo indica su nombre. ŭůŪ El judío nigromante, diabólico, que se dedica a destruir a los cristianos, pertenece al «arsenal antħudío». Lo estudia Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. ūūų ss.

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mayormente los frailes dominicos» (vv. ŮŪŭ-ŮŪŮ)ŭůū, orden a la que pertenecía Torquemada. Ŭ- La solución propuesta por el francés acentúa la perversidad hebraica, ya que consiste en apoderarse de una forma y del corazón de un niño cristiano. Con ambos se confecciona un hechizo «que al río donde se aplica / muere cuanto bebe en él» (vv. Űűű-ŰűŲ). La empresa parece difícil, pero el rabino cree que se podrá obligar a un hidalgo pobre y endeudado, padre de numerosa prole, a vender a uno de sus hħos para salvar a los demás (vv. ŰŰŬ-ŰŲů). Desde ese momento comienzan los paralelismos con la Pasión: BENIT-Ser el niño parecido a Cristo en el ser vendido, a más placer me provoca (vv. űūŬ-űūŮ).

A pesar de su supuesta astuciaŭůŬ, los malvados judíos serán burlados por los padres del niño, ya que les venden el corazón de un cerdo (vv. ŲŮų-ųųŮ). El efecto burlesco se duplica evidentemente por animal utilizadoŭůŭ, así como por el hecho de que las únicas víctimas fueron los cerdos que bebieron en el río (vv. ūŪůū-ūŪůŮ). ŭ- El fracaso no los hace cejar en su intento y cuando Benito regresa a Castilla les propone a sus compinches repetir la experiencia. A Francisco se le ocurre una gran idea, ritualizar el crimen para repetir la crucięxión, redondeando de este modo la venganza: FRANCISC- Pensaba yo que pues ya se determina el matar a los cristianos con la hostia y corazón, y ha de ser la ejecución desta muerte en nuestras manos, si este niño se matare como a Cristo, y su tormento se le diese con intento

ŭůū Todas las citas provienen de la edición de Farrell: Lope de Vega, El niño inocente de La Guardia, ūųŲů. ŭůŬ Benito se encarga de la misión porque es «agudo», v. ŭŰű. Cf. también el v. űűŰ: «Précianse de muy sutiles». Se trata de un tópico, según sabemos. laser, ūųůŮ, menciona algunos ejemplos, pero, repito, se encuentra abundantemente documentado. ŭůŭ En el diálogo de la compra-venta (vv. ŲŲŭ-ųųŮ) percibimos ya un regodeo por subrayar la crueldad judía que llegará a su colmo con Juanico.

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que su Pasión imitase, que esta representación nos será grande alegría (vv. ūŪŲů-ūŪųŰ). [...] FRANCISC-Todos tendrán gran placer (v. ūūŪū).

Ů- Lope recalca la ferocidad del grupo a lo largo de toda la acción y de manera más acusada durante el sacrięcio de Juanico, el niño raptado, del mismo modo que hace hincapié en la doblez de los conversos y en las añagazas que utilizan para engañar a sus vecinos cristianos viejos. Por ejemplo, Francisco va a misa con aire devoto al tiempo que martiriza al pequeñuelo (vv. ūųŬŰ-ūųŭŮ); por supuesto, los conversos comen cerdo para no levantar sospechas. No obstante, si su santurronería engaña a algunos, otros no caen en la trampa: MLINER-Ƕué os parece mujer de estos hidalgos? MUJER-ue no se os dé de sus mercedes mucho, que de lo que sabéis no hay buen virote. MLINER-Antes el mal es que comen puerco MUJER-¡Daldes esa carreta con el diablo! ¡Haced placer, marido, y sea a quienquiera! MLINER-¡Para llevarlos a quemar la diera! (vv. Ŭŭűų-ŬŭŲů).

ů- A la astucia e hipocresía de individuos perfectamente insertados en la sociedad, cualidades que exigen atención redoblada de los buenos cristianos a ęn de lograr desenmascararlosŭůŮ, se añade para completar la caricatura el desahogo económico de que disfrutan, en contraste con las privaciones de los cristianos viejos: el rabino francés es un prestamista (vv. űŬų-űŭŪ); su compatriota Jacob goza de gran fortuna (vv. Űųū-ŰųŬ); y el encargado de negociar con él, Benito, lleva a Francia una gran cantidad de dinero (vv. űŪŭ-űŪŮ). Por último, Hernando, otro de los conversos, es contador mayor del prior de San Juan (vv. ūųŲŰ-ūųŲų). La tercera jornada se dedica casi por entero a los sufrimientos de Juanico, presentados con tanta morosidad como deleite. Alternan las escenas en donde el espectador presencia el remedo de la Pasión, con otras en donde dos personajes alegóricos, Entendimiento y Razón, comentan los detalles del martirio. El énfasis sentimental inunda el tablado y envuelve el desenlace: la subida al cielo del niño inocente (vv. ŬŰųŪ-ŬűŪŮ).

ŭůŮ Buena prueba de ello es el diálogo que cierra la Jornada II en donde María, vecina enternecida por los malos tratos que padece la criatura, y su marido, familiar de la Inquisición, hablan con Francisco y Juanico (vv. ūűŰŰ-ūųůū). El marido dice que Francisco era amigo suyo, pero que desde hace algún tiempo lo evita (vv. ūűųŬ-ūűųů).

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Hasta el artículo de laser las discusiones giraban en torno a la veracidad o falsedad de los acontecimientos o a la calidad artística del texto, juzgado por Menéndez y Pelayo como atroz e, incomprensiblemente al menos para mí, alabado hasta la exageración por laser. La situación cambiará a partir de los años ūųűŪ cuando a”ov Mal”iel desempolve un borrador de su esposa, fallecida años atrás. El editor insiste en el carácter inacabado del estudio y en particular de la parte dedicada a El niño inocente de La Guardia, apenas unas ęchas de lectura que la autora esbozó en ūųŮŭ y que nunca continuó, quizá insatisfecha con lo que había redactado según el profesor Mal”iel: «A lo mejor la dejaba descontenta su propio análisis o, lo que es más difícil de remediar, la actitud no lo bastante ęrme del propio Lope, uno de sus poetas predilectos, frente a la tentación de compartir un prejuicio»ŭůů. o añadiría que la publicación del artículo de laser debió inĚuir en ello y, en otro orden de cosas, que Lope antes que compartir un prejuicio, lo fomenta con una obra semejante. El caso es que en esas notas asegura la estudiosa argentina que Lope, poeta genial, era capaz de identięcarse con todas sus criaturas: Ante estos graves endecasílabos, subrayados por las escenas que les preceden y les siguen, yo no creo infundado sospechar que por un fugacísimo momento Lope se ha identięcado tanto con estos personajes que ha olvidado un poco los hilos que tenía entre manos. Porque Ƕcómo puede preguntarse el rabino que hace degollar a un niño para sacarle luego el corazón «ǶLa justicia? ǶPor qué? Ƕué habemos hecho? [V. Ųųū]» Aquí la pregunta es absurda; pero es que Lope ha transcendido el tejido de patrañas que le daba la leyenda como argumento y repite con asombrosa identięcación la pregunta del judío gratuitamente oprimido.

No deja de lado el asunto de la recepción pues sugiere que la mayoría de los espectadores era capaz de ver las atrocidades cometidas por los judíos, pero no de percibir la queja de los oprimidos, que llegaría al corazón de los hermanos de infortunio de los encausados: o creo que en este drama la compenetración con unas y otras partes es tan grande que, si el público de Madrid reconocía el punto de vista y lo aceptaba complacido sin reparar mayormente en los pasajes en que no coincidía con el del poeta, en los judíos españoles (como aquel de Alepo de quien dice el viajero Domingo de Toral y Valdés: «Era muy entendido y muy dado a toda humanidad, así de historias como de poesía; tenía muchos libros

ŭůů

Lida de Mal”iel, ūųűŭ, p. űű.

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de comedias de Lope de Vega y de historias…») debían de resonar patéticamente las palabras en que, dentro de la teatralización de una innoble calumnia, el poeta –guiado de un puro instinto dramático y aun en pugna con sus convicciones- pronunciaba alto y claro la desoída queja de los oprimidosŭůŰ.

Esa idea de la genialidad artística la recogen otros críticos con distintos maticesŭůű, llegando incluso más lejos, puesto que si en Lida no queda claro que esos judíos españoles se encuentren en el corral toledano en donde probablemente se estrenó la obra. Farrell no duda en postular dos tipos de público, y el más atento sí sería capaz de comprender el oculto mensaje de empatía. Más aún, Sicroě, en una comunicación plagada de errores y olvidos, ya que ni cita a Lida ni a laser ni se da cuenta de que los convictos son conversos, según lo indica la onomásticaŭůŲ, amén de confundir a Añigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado y nieto del primer marqués de Santillana, con fray Añigo de Mendoza, poeta franciscano perteneciente a la misma familiaŭůų, a pesar de que el diálogo no deja lugar a dudas sobre su identidad (v. Ůů, por ejemplo), pretende nada menos que Lope, de manera subrepticia, critica a la reina: También, por debajo de ese juego, se sentirá latir una oposición entre dos maneras de vivir la fe cristiana: la de Isabel la Católica que en nombre de la pureza cristiana de su reino martiriza a otros –es decir, a los judíos– y la de un niño inocente que, por amor a Dios, imita a Cristo, sufriendo el martirio en su propia persona.

Los judíos, por su parte «se hacen más bien instrumentales -como otra felix culpa- para llegar al desenlace apoteósico de la comedia»ŭŰŪ. No obstante, la palma de las interpretaciones crípticas se la lleva Andre  Hers”ovits, el cual sostiene que la intención de Lope de Vega era demostrar que los conversos fueron injustamente perseguidos por los Reyes Católicos y se defendieron como pudieron, exculpándolos completamente de cualquier intención dañina. Además, cuando presenta los prejuicios populares contra

ŭůŰ Ambas citas en Lida de Mal”iel, ūųűŭ, pp. ūŪů-ūŪŰ. ŭůű Lavine, ūųŲů, pp. ųŭ-ųų; Farrell, ūųŲů, p. Ŭŭ; Pedraza, ŬŪŪū, p. ūŲŮ. Dixon, ŬŪŪŮ, p. Ŭų escribe: «hallamos parecidamente, al lado de un virulento antisemitismo y elogios tanto a Isabel como a la Inquisición del que era familiar suyo [sic], protestas y lamentos emocionantes en labios de los hebreos. Me parece muy certera, aunque acaso no completa, la explicación que dio, citando otros ejemplos, María Rosa Lida […] Hay que añadir, creo yo, que es muy típica de él una simpatía inusitada por los injustamente afligidos, sobre todo si se niegan a serlo». ŭůŲ Los judíos son el rabí hechicero y su rico amigo Jacob, ambos franceses. ŭůų Ver sobre este poeta Rodríguez-Puértolas, ūųŰŲ. ŭŰŪ Ambas citas en Sicroě, ūųŲŪ, pp. űŪŬ-űŪŭ.

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los judíos lo que pretende en realidad es reírse de tales creencias. Añade que Lope invierte la secuencia crimen ritual ǁ expulsión de los judíos de España con una intención muy concreta: sugerir que la expulsión era injustięcada y presentar el crimen de los criptojudíos como respuesta a un castigo injustięcable. De hecho establece un paralelismo entre la actitud de los campesinos de Fuenteovejuna y la de los criptojudíos de El niño inocenteŭŰū. Para sintetizar los argumentos a favor de la nueva interpretación de la comedia podríamos establecer tres categorías: ū- El genio artístico de Lope es incompatible con una obra mal escrita. Lida apunta que «donde el niño y los judíos aparecen juntos no hay acción ni vida sino una imagen de retablo: un Santo Niño cubierto de llagas de almagre, rodeado de un coro siniestro de judíos grotescamente deformados»ŭŰŬ. Ello conduce a insinuar una contradicción interna: el dramaturgo dignięca a los judíos mostrándolos como víctimas gracias a la identięcación con sus antepasados desterrados en BabiloniaŭŰŭ. Lope de Vega se apiada de la expulsión de ūŮųŬ, aunque no por ello se convierta en un apologista de judíos y conversos, ni, aún menos, en un detractor del Santo ęcio. Sencillamente, quiso infundir humanidad a sus personajesŭŰŮ. Ŭ- Siguiendo un fenómeno discutido por Umberto Eco en varias ocasiones, se pasa a una sobreinterpretación, a una lectura hermética que desvela un sentido esotérico ignorado durante siglos: Lope fustiga las decisiones tomadas por los Reyes Católicos y se ríe de los prejuicios «casticistas» (Hers”ovits). La actitud de Lope se explicaría por ser él mismo conversoŭŰů. ŭ- Parte del público era capaz de comprender ese sentido oculto, ya sea la conmiseración o la sutil censura de la Monarquía católica.

ŭŰū Cf. Hers”ovits, ŬŪŪů, pp. Ŭŭū y ŬŮŲ. ŭŰŬ Lida de Mal”iel, ūųűŭ, p. ųŲ. ŭŰŭ Lida, ūųűŭ, pp. ūŪŪ-ūŪū, seguida por Farrell, ūųŲů, p. Ŭū. ŭŰŮ «Lope  as not a polemicist but a poet and those parts of the Niño in  hich he gives voice to the minority vie point stem from a deep and spontaneous identięcation  ith his characters, and reveal him as a sensitive dramatist able to aĴribute to him unexpected nuances of emotion  hich he renders faithfully and feelingly». Farrell, ūųŲů, p. Ŭŭ. ŭŰů Defendida por Diane Pamp y Kossof. Pedraza, ŬŪŪŲ, p. ŬŪ, se muestra cauto sin rechazarla claramente. Hers”ovits, claro está, la hace suya. Entre otros desmentidos puede verse el de Márquez Villanueva, ūųŲŲ, pp. ŭŪű-ŭŪŲ.

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Veamos la justeza de tales hipótesis. El lamento por la orden de expulsión y sus consecuencias, el destierro (vv. ŮŲŭ-ůūŮ), así como la paráfrasis cantada del salmo űŪ que lo ha precedido, podrían parecer conmovedores si no llegara después del anuncio de una profecía que corre entre los judíos según la cual «vendría el Mesías por el río Tajo / en ęgura de barbo» (vv. ŮūŬ-Ůūŭ), que es pura befa, y justo antes de que aparezcan dos «enemigos», Juanico y su padre, cuyas palabras bastan para mostrar quiénes son las auténticas víctimas de la comedia. Convendría recordar, por otra parte, que el destierro babilónico se suele presentar, ya en la Biblia, como expiación por la perversidad de Israel y que incluso en ciertas obras que dramatizan episodios del libro de Daniel menudean los comentarios al respecto, junto con técnicas para perturbar la empatía total con los desarraigadosŭŰŰ. La asociación de ambos destierros es tan evidente como los motivos que, según la tradición cristiana, provocan la expulsión de Sefarad: la analogía se rompe porque si ahvé rescata a Israel de Babilonia para devolverlo a Jerusalén, permite en cambio, en El niño inocente, que pierda lo que fue su hogar durante siglos. La descripción siguiente es para nosotros conmovedora: Es lástima de mirar cómo los viejos abuelos van por las sendas, las manos en los hombros de los nietos, los maridos consolando las mujeres, y atendiendo a las cargas y criados con vergonzoso silencio, las doncellas dando al aire los bellísimos cabellos, cuyo número, aunque grande, pasan los suspiros tiernos (vv. Ůųū-ůŪū).

Pues bien, Andrés Bernáldez escribe párrafos realmente estremecedores cuando recuerda la suerte que corren los expulsados en Marruecos, expuesta por algunos de ellos tras regresar a España para bautizarse, aunque en este caso las opiniones del furibundamente antħudío sacerdote no dejan lugar a dudas (por el momento al menos). Ahora bien, el horizonte histórico ha cambiado desde principios del siglo XVII. lvidar que durante siglos el pensamiento cristiano entiende los sufrimientos de Israel como castigo divino conduce a anacronismos del tipo de los que comete mi amigo Felipe Pedraza al escribir con respecto a

ŭŰŰ

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Ver arrot ambrana, ŬŪŪū y ŬŪūŬc.

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los asesinos de Juanico: «desde el segundo cuadro los vemos apesadumbrados, agredidos por una política obsesiva que se dirige contra ellos de forma injusta, perturbadora e inconveniente»ŭŰű. Frente a lo que juzgo errores bienintencionados, intentaré encontrar la intentio operisŭŰŲ a continuación. miten esos estudios que si la acción se inicia con la instauración del nuevo Tribunal y con la orden de expulsar a los judíos que no quieran bautizarse (fruto de una aparición en sueños de Santo Domingo a Isabel: vv. ŲŰ-ūűŭ), quienes se quejan de ambas decisiones recibieron el bautismo hace tiempo, o incluso nacieron en el seno de familias conversas, ya que se llaman Benito, Hernando, Francisco, Pedro o uintanarŭŰų. En consecuencia son cristianos que por su proceder justięcan que se les calięque de «hebreos» o «judíos» en las acotaciones o en la lista de personajesŭűŪ, hermanos del rabino francés y de su amigo Jacob, dando la razón a aquellos que, como el mismo cura de los Palacios, sospechaban de la sinceridad de ciertas conversionesŭűū. Estos falsos cristianos se quejan de que exista una institución capaz de desenmascararlos: HERNAND-[...] ¡Míseros de nosotros en España, sin ver jamás a tanto mar el puerto! a nueva Inquisición nos busca y daña y penetra el secreto más incierto (vv. ŭŭŲ-ŭŮū).

 ellos tienen mucho que ocultar: BENIT-Ƕué reyes son aquestos que pretenden, con tan varias quimeras e invenciones destruir los que apenas les ofenden, y viven en secretas opiniones? (vv. ŭŪŰ-ŭŪų)

Esto es, deęenden el criptojudaísmo. A partir de este hecho incuestionable en el texto, no sé cómo puede pretenderse que Lope quisiera comprender su actiŭŰű Pedraza, ŬŪŪū, p. ūŲŮ. ŭŰŲ Sobre esta noción véase Eco, ūųųŬ. ŭŰų Por descontado me reęero exclusivamente a la ęcción, sin discutir el caso de los personajes históricos víctimas de la acción inquisitorial, asunto que no me compete. ŭűŪ Ver por ejemplo las pp. Ůų, ůů y Ųŭ. No es el momento de discutir la supuesta diferencia entre una y otra apelación. ŭűū Bernáldez en su Histoira de los Reyes Católicos, ūųůŭ, no está exento de contradicciones en este punto; si cuando relata los comienzos de la actividad inquisitorial en Andalucía da a entender que los conversos judaizaban en su mayoría (cc. XLIII y XLIV), acepta en cambio la conversión de los que regresan de Marruecos sin comentarios (c. CXIII).

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tud, ni pensar que el diálogo dé a entender que su persecución fuera injusta, y que por lo tanto hubiera que compadecerse de los ricos hebreos encubiertos. ǶAlguien conoce testimonios cristianos a favor de los heréticos conscientes, de los que se bautizan por afán de medro? Para colmo, nuestros personajes, casi fatalmente, conspiran como traidores y no desean otra cosa que la muerte de todos los cristianos: HERNAND-[...] De rabia moriré si no me vengo (v. ŭŪū) [...] y así espero que un día esta sujeta nación saque en Castilla las espadas; tratemos la venganza aunque secreta (vv. ŭůŰ-ŭůŲ).

Del mismo modo, Ƕqué espectador percibiría como queja de oprimido el lamento de quienes aborrecen a los castellanos y añoran Jerusalén, su auténtica patria, de donde fueron expulsados por la vindicta Salvatoris? Probablemente el judío de Alepo a que se reęere Lida, que nunca pudo pisar un corral de comedias. Porque curiosamente, ciertos partidarios de entender la obra a partir de nuestra mentalidad, la cual se opone a cualquier tipo de persecución por razones ideológicas, religiosas, raciales, coinciden con los cristianos viejos más cerriles en suponer que un converso era forzosamente un judío disfrazado, o cuando menos un individuo proclive a propugnar la libertad de culto (o libertad de conciencia, por emplear los términos vigentes en la época), que a la altura del siglo XVII se sentía más cerca de Judea que de Castilla, lo cual, por añadidura, muy bien podría ser el caso del mismo Lope, según algunos. Ƕ qué decir de la supuesta crítica a Isabel la Católica por su exceso de celo religioso? ǶCómo olvidar que los esposos decidieron ser enterrados en ranada y que se escribiera un epitaęo en su sepulcro en donde se mantiene que el título de católicos se les concede por «haber derrocado el poder de la secta mahometana, y por haber reducido la obstinación de los judíos», en palabras de Américo Castro?ŭűŬ, extremo recordado oportunamente en el diálogo: ATI -¡Tan justas y santas leyes! s han de llamar, señora, desde el ocaso a la aurora, los dos Católicos Reyes. Tendrá la esfera del mundo fin primero que se acabe vuestro nombre santo y grave, y vuestro valor profundo (vv. ūűŮŮ-ūűůū).

ŭűŬ

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Castro, ūųŰů, p. ŭŬ.

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Censurar la defensa a ultranza del cristianismo, supone poner en tela de juicio no sólo el papel de la Inquisición, de la cual fue familiar el poeta, sino el de la misma Monarquía española desde ęnales del XV hasta el XVII. Por ende, si seguimos con cierta lógica el razonamiento, la rememoración del suceso serviría igualmente para denigrar a una de las familias más poderosas de la época, los duques del Infantado, y tal sería el motivo de introducir a Añigo López de Mendoza en el diálogo, en lugar de a otros adalides castellanos. Los elogios expresados por la reina y una dama de compañía suya (vv. Ůų-ůů), ocultarían una intención irónica que afortunadamente para Lope tampoco percibió ninguno de sus contemporáneos. Dejemos los disparates. La humanidad del judío que vive en un mundo cristiano (los personajes del Antiguo Testamento constituyen un caso particular), está presente en el teatro lopesco, pero no hay que buscarla en este burdo panĚeto sino en Las paces de los reyes o, si salimos del campo teatral, en la novela Guzmán el Bravoŭűŭ; los matices con respecto a los conversos, por su parte, se hallan en su poema Sentimientos a los agravios de Cristo Nuestro Bien por la Nación Hebrea. Conocer con precisión la fecha del estreno, nos permitiría aęnar algunas conjeturas, porque Lope según Montesinos «supo pocas veces escribir desinteresadamente una comedia de santos»ŭűŮ (palabras que debemos aplicar a la mención del duque del Infantado, sin lugar a dudas), pero no cambiar el sentido del texto que no me parece en nada esotérico. Según aęrmé al principio, y confío en haber conseguido probarlo, Lope entona un canto en alabanza de la actividad inquisitorial, de la expulsión y de la política represora emprendida por los Reyes Católicos; así lo conęrma esta aseveración de la reina en que Ěota la desconęanza más abierta hacia los conversos peninsulares o por lo menos hacia algunos de ellos, los falsos cristianos:

ŭűŭ Ver arrot ambrana, ŬŪŪŭ, dedicado a Cervantes pero con alusiones a Lope de Vega. ŭűŮ Farrell, ūųŲů, pp. ūŪ-ūŬ, sugiere ūŰŪŭ, con convincentes criterios internos que recogen análisis de Wilder y de Morley y Bruerton. Aragone, ūųűū, p. ůŲ, supone que la comedia, en donde se elogia al tribunal de la Inquisición, se escribió para agradecer el que lo nombraran familiar en ūŰŪų, aunque la primera mención a ese nombramiento aparece en el frontispicio de la Jerusalén conquistada, publicada en ūŰŪŲ. Tomo la cita de Montesinos de Aragone, ūųűū, p. ůŲ. ueda por dilucidar si El niño inocente que aparece entre otros títulos de comedias de Lope que vendió Mateo Salcedo al comediante y autor Heredia en ūŰŪū es la misma obra que estamos analizando. laser, ūųůů, p. ūůŭ, cita en nota el documento que estudió López Martínez, ūųŮŪ, pp. Űų-űŪ, pero ni Aragone ni Farrell discuten lo más mínimo esta referencia, descartada sin ninguna prueba por Morley y Bruerton, ūųŰŲ, p. ŭŰų. Esta actitud es tanto más curiosa cuanto que fue el propio Bruerton quien indicó a laser la referencia de López Martínez.

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Defienda el reino Fernando, mientras que la fe defiendo; los hebreos van saliendo, España se va limpiando. Los que quedan con dolor nos dan bien en qué entender (vv. ūűŭŰ-ūűŮū)ŭűů.

Ž›œ˜—Š“ŽœȱŒ˜—Œ›Ž˜œȱDZȱŽ•ȱ›ŠŒ’˜œ˜ȱœŠŒ›Š–Ž—Š• Analizar al gracioso de los autos exige primeramente considerar un asunto más amplio: el papel de la comicidad en ese género, pero también juzgar hasta qué punto la risa tiene cabida en la ęesta del Corpus. Sin pretender ni siquiera esbozar una síntesis de este último asunto, suęcientemente tratado por la antropología religiosaŭűŰ, me gustaría al menos recordar que desde sus inicios la Eucaristía se celebró con gozo: Este es, pues, el origen de salir aquel Divino Sol Sacramentado a llenar la luna hermosa de la Iglesia de bellísimos resplandores, a derramar en nuestras almas purísimas luces, a esparcir en nuestros corazones rayos que los enciendan. ¡ cristianos! Cantemos alegres triunfos de nuestra Fe, dé saltos de placer nuestra Esperanza, suba en inquieta llama nuestra Caridad, derrame toda en festivos aplausos la devoción, el Coro resuene en alegres conce tos [sic: hay una errata], la Música reęne toda su armonía en dulces himnos, la pureza rebose por los labios el regocħo en alabanzas, y asómese por los ojos en lágrimas el alborozoŭűű. ŭűů En la obra no hay ningún matiz como sí lo encontraremos en el ya citado poema Sentimientos a los agravios… En cambio, en El Brasil restituido, protagonizado por conversos portugueses, a pesar de Lavine, ūųŲů, p. ūűŭ, nos encontramos ante un planteamiento semejante al del Niño inocente: la actitud de Bernardo, el traidor que se vende a los holandeses para evitar una visita inquisitorial, no se debe a que los marranos sean perseguidos sin razón, sino al hecho de que los pesquisidores descubrirán sin dięcultad que judaíza como su hħa uiomar, pues es vox populi. Cf. Lope de Vega, El Brasil restituido, ūųűŪ, p. ŬŰŪa. ŭűŰ Las referencias serían abundantísimas, pero puede leerse por ejemplo Cox, ūųűŬ. ŭűű Juan Martínez de la Parra, Luz de verdades católicas y explicación de la doctrina christiana, ūűŪů, p. ūų. Se trata de una paráfrasis de la bula del papa Urbano. El fragmento pertenece a un sermón del ů de mayo de ūůųŪ. Ese pasaje de la bula se cita con frecuencia: por ejemplo en Alonso de Rivera, Historia sacra del Santísimo Sacramento, ūŰŬŰ, fol. ŬŲŪr o, dos siglos más tarde en un texto más accesible, onzález Pedroso, ūųůŬ, p. XII: «Todos, así clérigos como seglares, canten con gozo y regocħo cantares de loor. Todos den a Dios himnos de alegría saludable con el corazón, con la voluntad, con los labios y con la lengua. ¡Cante la Fe, la Esperanza salte de placer y la Caridad se regocħe! ¡Alégrese la devoción! ¡Tenga júbilos el coro! ¡La pureza se huelgue! ¡Acuda cada cual con pronta voluntad y ánimo alborozado, poniendo en ejecución sus buenos deseos, y solemnizando la gran festividad que hoy se instituye!»

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 todos tenemos in mente un fragmento de loa calderoniana: LABRADRA-Ƕué son [los autos]? PASTRSermones puestos en verso, en idea representable, cuestiones de la Sacra Teología que no alcanzan mis razones a explicar ni comprender, y el regocijo dispone en aplauso deste díaŭűŲ.

Dicho esto, y conęrmada la presencia de abundantes elementos lúdicos durante la procesión (danzas, tarasca, etc.), queda por ver la inserción de la comicidad en el teatro alegórico, acentuando así el efecto producido por el entremés y la mojiganga, aspectos que se engloban dentro de una problemática más general, concerniente a la intromisión de lo profano en las representaciones religiosas, objeto de numerosos ataques por parte de moralistas. Batalla perdida, dada la importante función que desempeña la risa en la economía de esas obras como parte del delectare pero también del prodesse, según destacó Hess; en estas mismas páginas he destacado las diferentes estrategias desplegadas por Carvajal y los jesuitas que relegan lo jocoso a las piezas breves, frente a su inclusión de manera más o menos orgánica en el diálogo de las farsas sacramentales y autosŭűų. La polémica se desplaza en nuestros tiempos a otro plano, concretamente, cuando se considera al o a los agentes cómicos: Ƕes pertinente calięcar de gracioso a las múltiples ęguras, concretas o alegóricas, encargadas de lo lúdico? La discusión se ha planteado de forma más especíęca con respecto a los autos calderonianos tras largos años durante los que no se escribió casi nada al respecto salvo los artículos de Casalduero, de ūųůŮ, referido a Ruiz de Alarcón, y LeaviĴ, de ūųůŰ, dedicado ante todo a La cena del rey Baltasar y a El gran teatro del mundo, con breves referencias a otros títulos. Pero me parece imposible juzgar la práctica de un dramaturgo sin tener en cuenta la de sus mayores, Lope de Vega, Valdivielso, Mira…, ni la tradición anterior. Para acabar con las generalidades, creo que debería abandonarse la idea de establecer un paralelismo entre los graciosos de las comedias de capa y espada, y sus

ŭűŲ Loa para La segunda esposa y triunfar muriendo, en Obras, Completas, III. Autos sacramentales, ūųŲűŬ, p. ŮŬűa. En la Segunda Parte nos referiremos a los problemas planteados por la doble redacción de la obra. ŭűų Ver al respecto lo que dice Reyes Peña, ūųŲŲ, pp. ųŭŰ-ųŮŰ.

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funciones, para preferir referirnos a las hagiografías o, cuando menos, a las tragicomedias. ueda absolutamente fuera de mi intención adentrarme por tales vericuetos; me centraré en la búsqueda de rasgos particulares de los graciosos judíos, dando por sentado que se trata de graciosos, con respecto a sus congéneres. Para ser todavía más preciso, dentro de esa abundante categoría (si pensamos en la numerosas obras sacadas del Antiguo Testamento), me detendré en aquellas en que la judeidad se pone de realce provocando situaciones especíęcas o al menos, alusiones, burlas. En los demás casos, cuando no se subraya que tal o cual personaje es hebreo, no hay nada que añadir pues nos hallamos ante un gracioso intercambiable con cualquier otro: insolente, miedoso, glotón... ŭŲŪ La pertenencia de un personaje a Israel se destaca por distintos medios. El más sencillo consiste en confrontarlo con personajes no judíos. Si la acción se desarrolla después de la llegada de Mesías, suele tratarse de cristianos; en el caso del hebreo veterotestamentario, ya sabemos que se le considera como precursor. No obstante, puede ocurrir que encontremos algunos puntos de la polémica y del estereotipo antħudíos. En tales casos, se recurre a una mirada exterior; sin embargo no son siempre los «otros» los que acusan o vejan al pueblo elegido. Un profeta o un justo indignado ante los yerros de sus hermanos los censura sin ningún miramientoŭŲū. También sucede que un abulón se ría de ciertos aspectos de su propia condición judía, del mismo modo que podemos habérnoslas con otro que la aęrme con orgullo frente a los gentilesŭŲŬ.

El Anticristo El Anticristo de Ruiz de Alarcón no es un auto sacramental, sino una de esas hagiografías con gran aparato y tramoya que tanto gustaban al público de los corralesŭŲŭ; tampoco se trata de una obra desconocida pues a pesar de que sigo pensando que carece de calidad ha concitado cierto interés crítico desde el excelente estudio de Casalduero sobre su gracioso, Balán, punto de partida

ŭŲŪ Por dar un ejemplo: aqueo, en Lope de Vega, David perseguido, ūųŰŭ, especialmente las pp. ŭůŬ-ŭůŭ y ŭŰű. Se podrían multiplicar los ejemplos, porque abundan sobremanera en las tragicomedias bíblicas y en los autos basados en el Antiguo Testamento. ŭŲū Es el caso del judío Flavio, defensor de Jerusalén contra el ataque romano, en aspar Aguilar, La gitana melancólica, ūųŬų, pp. űb y ŭŭa entre otras. ŭŲŬ Al parecer, el gracioso que se precia de sangre impura es una especialidad de Vélez de uevara, según Davis, ūųŲŭ, pp. Ŭů-ŬŰ. ŭŲŭ Ver E. Asensio, ūųŲū.

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obligado de cualquier análisis. Si se le da cabida aquí, es precisamente a causa de este personaje, uno de los raros casos de conversión de un judío y, todavía más extraño, por su muerte ejemplar. Sabemos que el estreno, ocurrido en ūŰŬŭ, se vio envuelto en un gran escándaloŭŲŮ, sin duda provocado por el enfado de Lope a quien no agradó que un poeta a quien tan mal quería aprovechase su comedia homónimaŭŲů. La acción se desarrolla en época indeterminada en Babilonia (las dos primeras jornadas) y Jerusalén (la última). A la primera ciudad se dirigen unos judíos, encabezados por el falso Elías, y allí se encuentran con Balán. Al principio nada sabemos de la religión de éste: se dirige a los viajeros con la palabra «hebreos» (p. ŭŰŪc), pero el «voto a Moisén» que pronuncia cuando el Anticristro le graba en la palma de la mano la P como signo de pertenencia (p. ŭŰūb) sugiere que sigue a la Sinagoga, en concordancia con lo que se indica en la lista de personajes. Entre las mejoras introducidas por Alarcón con respecto a su modelo es ésta una de las más relevantes: la claridad con la que se plantea una guerra entre el falso Mesías, de quien se dice al principio de la Jornada II que sale «vestido de rey judío» (p. ŭŰŭc), sus correligionarios, también judíos, y los cristianos, toda vez que la presencia de musulmanes y gentiles no rebasa lo anecdótico. Esta oposición aclara el confuso conĚicto de creencias que se establece en El Antecristo de Lope, comedia que, se diga lo que se diga, produce una impresión que abunda en el categórico juicio de Menéndez y PelayoŭŲŰ. Si intentamos destacar los rasgos constitutivos de Balán, nos damos cuenta de que ante todo prevalece el tipo, gracioso rústico, y no se aprovecha el arsenal antħudío: alimentación, aspecto físico… Destacan en cambio las prevaricaciones lingüísticas y el provocar risa a menudo involuntaria, procedente de su ignorancia, aunque no exenta de socarronería y anacronismo: BALÁN-ȳo ya colijo que en quien tanto poder cabe que endivina el pensamiento, y sin conocerme, el nombre me sabe, y arroja un hombre como bala por el viento

ŭŲŮ Los pormenores se conocen por una carta y un soneto de óngora, así como por otro poema de uevedo. Utilizo la edición de Hartzenbusch: El Anticristo, ūųŮű. ŭŲů Sobre las relaciones entre El Antecristo de Lope y el de Alarcón ver los trabajos de Primorac, ūųŲŮ y ūųųŭ, y de Sandrelli, ūųųŪ. ŭŲŰ «Si este nuevo Anticristo es de Lope, habrá que decir que dormitó en él más que en ninguna otra ocasión de su vida […]». Menéndez y Pelayo, ūųŰŭ, p. ŬųŲ.

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es el divino Mejía prometido al pueblo hebreo. [...] ǶUn pastor haces tú predicador? Pero dime Ƕcómo estás, si de Lejía te dan el nombre, de árbol vestido? ue a mí más me has parecido un figurón de arrayán de algún jardín (p. ŭŰūb-c).

Pero lo que ahora interesa destacar es la relación que se establece entre el judío Balán, el falso Mesías, y el cristianismo, mejor urdida que en el caso de su antecesor Baulín. El Anticristo sabe explotar las debilidades de la naturaleza humana: ANT-[...] Daré al lascivo bellezas, manjares daré al glotón, al ambicioso opinión al cudicioso riquezas (p. ŭŰūc).

Cualquier reticencia desaparece ante semejante perspectiva: BALÁN-ǶManjares dará al glotón? Esta partida me toca. Albricias, tripas y boca; [...](p. ŭŰŪc)

No obstante, Alarcón no evita alguna inconsecuencia, como por ejemplo cuando tras caracterizarlo como acabo de decir por sus deturpaciones lingüísticas, lo hace hablar con notable elegancia, momentos antes de mostrarlo como un perfecto estúpidoŭŲű: BALÁN-Aquí reina ya el Mesías, según publica la fama. Más del sol la ardiente llama en las regiones más frías nos da fuego en vez de aliento, y ya la sed y el hambre

ŭŲű En una situación semejante del auto ¿Quién hallará mujer fuerte?, Calderón tiene buen cuidado de señalar ese cambio e intentar darle un barniz de verosimilitud ( arrot ambrana, ŬŪūŪa).

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rompen el delgado estambre de mi vida, [...] (p. ŭŰŰb)

Siguiendo la inexorable ley del castigo cómico que persigue a todos los graciosos, Balán pagará enseguida su conversión a la ley del placer cuando, cansado de andar junto a un caminante con quien se ha encontrado, decide imitar a su Mesías milagrero: BALÁN-[…] Volando iré por el viento; Ven, llevaréte conmigo. CAMINANTE-Vuela tú; que ya te sigo BALÁN-ǶTú tienes por fingimiento estos milagros que intento? Presto verás tu castigo. CAMINANTE-Válgate el cielo Arrójase de la sierra al teatro como para volar BALÁN-ȳ¡Ay de mí! El Mesías no es Mesías; Decidlo vos, piernas mías, pues por creerle os perdí (p. ŭŰŰb-c).

Al mismo tiempo, a causa de su mentalidad prosaica, necesita pruebas concretísimas para creen en algo. Así, se vuelve desconęado tras el doloroso fracaso que acaba de vivir y duda antes de inclinarse por el otro Mesías, Jesús, y si ęnalmente se decide lo hace para salir del aprieto: BALÁN-Déme primero salud, y luego la adoraré [la cruz] [...] o lo he de hacer, pues porfías; por ventura esa señal me librará deste mal

[...] (p. ŭŰűa-b) La conversión del pastor obedece a razones demasiado materiales; consecuentemente su fe carece de ęrmeza. Si seguimos a Casalduero, Alarcón pone de relieve la frivolidad del neóęto, el cual, asustado por la repentina aparición del Anticristo, renuncia al cristianismo con la misma facilidad que lo ha abrazadoŭŲŲ. Escarmentado, Balán advierte a su amo de los límites que desde el fallido vuelo impone a la fe: ŭŲŲ La tendencia de Casalduero a las interpretaciones alegóricas se justięca en este caso más que en otros (pienso en lo que escribió sobre el Persiles); aún así no olvidemos que Balán es un gracioso, aunque algo especial.

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BALÁN-Voy; mas prueba, si te agrada, los tuyos más blandamente; que perniquebrar la gente es tentación muy pesada (p. ŭŰű).

Con motivo de la batalla librada en los alrededores de Jerusalén entre las tropas del falso Mesías y un puñado de cristianos capitaneados por Sofía, Balán da pruebas otra vez de carácter tornadizo al llevar, hombre previsor, un sombrero cristiano y un bonete judío: Balán saca un sombrero y un bonete, y cuando dice que se vuelve judío se pone el bonete, y cuando cristiano el sombrero BALAN.Ƕué es lo que miro? Ni vos sois Mesías ni sois Dios. Cristiano soy. [...] ȳdesvarío será dejar de creer en quien tiene tal poder. Pues vuélvome a ser judío (p. ŭűŪc).

Pero la Providencia halla siempre la manera de conmover y convencer incluso al gracioso más escéptico. En El Anticristo quien siembra la verdad, si bien de forma harto jocosa, es un soldado, llamando simplemente Cristiano, más valiente que nuestro pastor y, argumento decisivo, provisto de espada. Balán no duda en ponerse de nuevo el sombrero. Tanta buena voluntad no acaba de convencer a su adversario, ya que la fe no depende de la ropa que se vista: considero que en este caso en contexto cómico no quita un ápice de seriedad a tales palabras (p. ŭűŪc). El improvisado misionero se empeña en persuadir al catecúmeno con argumentos de mayor solidez que el simple miedo; añade razones como la victoria que acaban de obtener las tropas cristianas, el gran número de santos de la Iglesia... Balán encuentra la solución gracias a una idea genial: BALÁN-ȳPues hagamos una apuesta: refiramos tú los tuyos, yo los míos, y por cada santo quite uno un pelo a otro, y con eso se convenza el que más presto quede pelado.

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Balán y Cristiano, invocan por turno a Moisés, a San onzalo, a los doce apóstoles, a Jacob y sus hħos. El soldado tiene la última palabra: CRISTIAN-ȳLas once mil vírgenes. Aquí le arranca a Balán la cabellera que ha de traer, y queda con un casco de calabaza, como pelado

Balán intenta contemporizar pero su adversario no ceja: CRISTIAN-ǶDilatas tu muerte así? Cumple lo que has prometido o te mato. [...] BALÁN-De una vez hecho me has ser cristiano y calvinista (Todas las citas en p. ŭűūb).

 si algunos espectadores puntillosos tuvieran duda sobre la constancia de un ęel ganado de modo tan poco ortodoxo, errarían, ya que esta vez nada lo apartará del buen camino. Llegado el momento sabrá aceptar el martirio con entereza, sabedor de que otra vida lo espera, haciendo gala de extraño humor: Sacan judíos a Balán con astillas en los dedos BALÁN-Ƕué importa perder la vida perros judíos? [...] y presumo que sabías el contento que me daba el rascarme, y has querido darme el mismo instrumento (p. ŭűŭb-c).

Actitud que no deja de recordar la manera en que el gordo y cobardón Mingo desaęaba al terrible juez enviado por el rey a Fuenteovejuna. En lo que se reęere a Balán, las eventuales particularidades derivadas de su condición de judío y luego de converso, se reducen aparentemente a una sola: le falta de convicciones ęrmes. Alarcón desdeña los efectos fáciles derivados de recurrir a la posibilidad de comer cerdo cuando se abandona la religión mosaica, quizá en respuesta implícita a Lope, que no desaprovecha la ocasión: BAULAN-Desde hoy me acojo a un jamón, pues ya no hay ley que me obligue. Al vino se persigue, ésta es famosa invención: no consentía Moisés, que comiésemos tocino,

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y quien da tocino y vino, sin duda que buen dios es. […] que parecerá imprudencia cuando se aprueba por justo, no adorar dios a mi gusto si hay libertad de concienciaŭŲų.

El ir y venir entre las dos religiones, tan divertido, podría vincularse con las dudas que despertaba la sinceridad de los cristianos nuevos. No obstante, ese tipo de situaciones cómicas son moneda corriente en el teatro. Por ejemplo, Mingo, gracioso de El árbol del mejor fruto, duda entre cristianos y paganos durante la batalla que libran Constantino y MajencioŭųŪ. Por tal razón no deben ponerse en el mismo plano las apostasías de Balán y otras escenas, sin rastro de comicidad, en donde un converso muestra carecer de fe y que el bautismo no representa sino un simple disfraz, como sucedía en El niño inocente de La Guardia. Además, en el caso del Anticristo, Balán demostrará al ęnal una fe inquebrantable, que pagará con la vida: ni su martirio, ni su salvación poseen el menor atisbo de comicidadŭųū. De hecho, nos encontramos ante un gracioso extraño: muere como el Clarín de La vida es sueño, aunque su ejemplo deba imitarse. Su alma, a diferencia por ejemplo de sus congéneres de El mágico prodigioso, en particular la del otro Clarín, tiene valor, al menos para Dios, que le concede la vida eterna. Cabe añadir que si leemos la obra en relación con el contexto social de aquellos años, todo lleva a pensar que Alarcón deseaba dar una imagen ante todo favorable del converso. Por otro lado, como el autor ha evitado en todo momento que se trasluzca la realidad contemporánea en el diálogo, pretender que tal era la ęnalidad del texto parece bastante arriesgado, aun sabiendo que Alarcón tenía un árbol genealógico algo problemáticoŭųŬ.

ŭŲų Cito por Lope de Vega, El Antecristo, ūųŰŭ, p. Ůůŭa, al no haber podido consultar la edición de Primorac. Baulín responde a una declaración del falso Mesías: «TITÁN-a toda ley se deroga, / solo me adoren a mí; / igualmente aborrecí / la Iglesia y la Sinagoga», p. ŮůŬb. Con lo cual, desde un punto de vista teológico, en realidad Lope es menos antħudío que Ruiz de Alarcón, ya que éste identięcaba al Anticristo con lo hebreo de forma explícita. Lo que sí distingue al poeta corcovado es la reticencia a utilizar el tocino en situaciones cómicas de un antħudaísmo muy subido, como se comprueba en otra comedia, La manganilla de Melilla en donde el gracioso Salomón encuentra la horma de su zapato en el tremendo sargento Pimienta. Ver arrot ambrana, ŬŪŪŭ. ŭųŪ Tirso de Molina, Obras, IV, ūųűŪ, pp. ųŪ ss. Ver también el análisis de El santo rey don Fernando, I, de Calderón, que hago en la Segunda Parte. ŭųū Ver el juicio concordante de Josa, ŬŪŪŬ, p. ŬŭŮ. ŭųŬ Sobre la vida de Alarcón en general, incluyendo referencias a su genealogía, ver W. King,

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Fuego dado del cielo Fuego dado del cielo, auto sacramental rara vez estudiado de Castillo Solórzano, durante largo tiempo sólo podía leerse en dos versiones manuscritas localizadas en la Biblioteca Nacional de Madrid. Actualmente existen dos ediciones académicasŭųŭ, pero de escasa circulación, tan escasa que su existencia ha pasado desapercibida. Pertenece al grupo de obras bíblicas en donde la visión positiva de conjunto se entrevera de elementos burlescos que en algunos momentos desacreditan al pueblo elegido. Pone en escena la conquista de Babilonia por los persas y la mejora de las condiciones de vida de los cautivos judíos, hasta tal punto que se les autorizó a reconstruir su templo. A pesar de la imagen tan favorable que se destaca del pueblo elegido, y sobre todo del profeta Daniel, deben señalarse algunos versos acusadores en su contra, así como, en otro orden de cosas, una escena protagonizada por el gracioso abulón que rompe los esquemas habituales del judío impotente y escarnecido por sus adversariosŭųŮ. Nada más tomar la ciudad, Ciro da pruebas de su buena disposición con respecto a los cautivos. uiere conocer a Daniel, cuya fama ha llegado a su corte, se siente atraído por el Dios de Israel y enuncia ciertas sospechas con respecto al castigo que sufre su pueblo: CR-Capitán, búsquese luego que le quiero ver [a Daniel]. Vase Artabanes ȳȳȳȳNo sé qué oculta fuerza mi pecho obliga a favorecer este desdichado pueblo siempre cautivo. Sin duda o estos hombres son muy buenos

ūųŲų. El Apéndice C, además, resulta de lo más instructivo para hacerse una idea de la presencia de cristianos nuevos en La Mancha. ŭųŭ Castillo Solórzano, El fuego dado del cielo, ed. F. Bacchelli ūųűŮ (a partir de ahora citado por Bacchelli) y El fuego dado del cielo, ed. . Maldonado Palmero, ŬŪŪŪ (a partir de ahora citado por Maldonado). Sustituyo las referencias al manuscrito de la BNM por la edición de Bachelli, que no conocía al redactar la tesis, aunque modernizando la ortografía e introduciendo algunos leves cambios. Aprovecho la ocasión para darle las gracias a Maria razia Profeti por haberme enviado amablemente las fotocopias de un trabajo de muy difícil consulta. Para lo que sigue, retomo arrot ambrana, ŬŪūŬc. ŭųŮ El ejemplo más cumplido es el judío de Los baños de Argel que estudio según indiqué en arrot ambrana, ŬŪŪŭ, prueba de la decadencia de los descendientes de los valientes Macabeos.

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y los quilata su Dios, o son tan malos que el suelo paterno aún no los permite en sus hombros (vv. ŰŲ-űŲ).

Para su abuelo Astíajes y su tío Darío no hay duda posible: DARA-ȳLo más cierto pienso que es eso, señor, ASTAAJES-ue es un linaje protervo, dicen todos; pues su Dios obró prodigios sin cuento para sacarlos de Egipto […](vv űŲ-Ųŭ)

La llegada de Daniel, favorito del derrotado Baltasar, llamado a ocupar las mismas funciones con el persa, pone de realce la grandeza de ese Dios único. De manera casi imperceptible se introducen dos linajes de judíos: uno, el de los justos (en el que se reconocerán los espectadores), otro, el de los réprobos, merecedores de castigo: DANIEL- así el hebreo, de Dios más olvidado, conoce que estos hierros y cadena son castigo debido a su pecado, y que a ellos mismo se condena. Esto está en muchos casos comprobado pues vemos dellos la Escritura llena: Ismael, Esaú y Rubén testigos a quienes su error de Dios hizo enemigos. Mira por otra parte eternizada de aquel gran Abrahán la fe constante; de Joseph la limpieza inmaculada […] de David la piedad, de Elías el celo, en Eliseo un médico del cielo (vv. Ŭūű-ŬŭŬ).

ahvé se ha apiadado del sufrimiento de su pueblo; así lo pretende por lo menos Daniel para quien la victoria de Ciro no tiene otra ęnalidad que permitir a los desterrados regresar a su patria (vv. Ŭűŭ-ŬŲŪ).  en efecto, el monarca accede de inmediato a esa petición. abulón «judío, vestido de pobre y graciosamente» (v. ŮūűƸ) recibe la importante misión de dar la noticia a sus hermanos cautivos. Se encuentra con un asirio, Alcino, a quien conoce, entablándose una acalorada discusión. Las palabras de abulón sorprenden a su antiguo opresor, incapaz de comprender que semejante individuo se atreva a hablarle con tanta insolencia:

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AL-Pues el infame judío Ƕde cuándo acá con tal brío responde? […] ǶNo eres esclavo? AB-ȳȳȳa no, que el martirio se acabó que vengar en vos confío. AL-Ƕue has de vengarte, menguado judigüelo, mal trapillo? (vv. ŮůŪ-ŮŰŬ)

abulón reacciona más como héroe de jácara que como gracioso asustadizo; trata a su interlocutor de «borracho asirillo» (v. ŮŰŭ) y le da una cuchillada. También planta cara a Elisio, hermano de Alcino, que pensaba vengar la muerte de su hermano ahogándolo con tocino (vv. ŮŮŰ-ŮŮű). De nuevo, al contrario de lo sucede normalmente, el judío responde con orgullo e hiere a su agresor (vv. ŮűŲ-ŮŲū). Pero es cosa sabida que las victorias de un gracioso duran poco. Una patrulla lo sorprende y poco falta para que lo ejecuten: CAPITÁN-ȳȳLlevad a aquese perro judío y con una pesa al río desde la puente le echad y agradezca el no quemarle así vivo a Daniel. SLDAD-ue no hay Daniel. La piel es mucho mejor quitarle. Tírale AB-¡Ah falso desollador! No aprietes tanto (vv. ůŪū-ůūŪ).

El público debió apreciar la alusión a la hoguera, pero ese guiño no le impide tomar partido por abulón, oportunamente salvado por la llegada de Daniel. Las amonestaciones del profeta, enemigo acérrimo de la violencia, no convencen al rescatado para quien la alianza de persuasión y sacrięcio propuesta por Daniel carece de sentido; muy al contrario, reivindica una conducta digna de un guerrero: DAN-Pues, Ƕqué razón puede haber de quitar la vida a dos? […] AB-Ƕ si te hiciera comer esas porquerías que comen ellos alguno por fuerza?

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DAN-ǶCarnes porcinas? AB-Sí, señor. DAN-o con benignas palabras, sin que a ninguno agraviase, los dejara. […] AB-ǶPues no era mejor matar treinta incircuncisos? DAN-ȳȳNo, porque jamás se vengó la paciencia. AB- Hasta llegar el humo a la chimenea, ya tuve paciencia tanta que mi cólera me espanta (vv. ůŭŭ-ůůů).

Daniel opone a abulón una actitud de aceptación del dolor, de las injurias, incluso de la propia muerte, que entra dentro de la Imitatio Christi, pero de un Jesús cordero del sacrięcio, opuesto al Jesús que expulsa a los mercaderes del templo. Ese poner la otra mejilla lo adopta en otras situaciones algún personaje judío, pero en tales casos se identięca con la cobardía propia de los hebreos, como se verá más adelante. La violencia cómica del gracioso, en cambio, resulta muy poco caritativa, muy poco cristiana, pero más acorde con los rasgos de un hombre de honorŭųů. Lamentablemente, la acción se bifurca de manera innecesaria: por una parte, Castillo Solórzano desarrolla una trama amorosa –carente del menor ensamblaje temático o de cualquier valor simbólico– que enfrenta a Ciro con Darío por haberse encaprichado el primero de Florinda, en quien el segundo ha puesto los ojos; por otra, los desterrados, capitaneados por su rey, Nehemías, llegan ante el derruido templo de Jerusalén. Inevitablemente se glosan los tan conocidos versículos del Salmo ūŭű: los ríos de Babilonia, las cítaras colgadas de los sauces por los desterrados de Sión. Asimismo, siguiendo los usos del teatro religioso, se mezcla lo emotivo (la reanudación del culto, de explícito sentido ęgural: vv. ūŪůŲ-ūŪųŪ) con la risa que provoca abulón. El matasiete del comienzo da paso a un personaje acorde con las pautas del típico gracioso, sin distinción de religión o nacionalidad. Ahora teme sin cesar, lo cual no deja de menoscabar la coherencia de su carácter. El dramaturgo, sin duda, ha preferido explotar el peręl cómico de abulón, primero con su sorprendente arrojo, luego con la habitual pusilanimidad.

ŭųů

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Ver el v. ůŰů citado un poco más abajo.

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Lo veremos así lleno de temor cuando Nehemías le ordene entrar en el pozo que se halla en las ruinas del templo; más tarde, ni acierta a hablar de vuelta a Babilonia en presencia de Ciro, al advertir su enfado. También demuestra un no menos tópico amor al vino. Su rey sospecha que obedecen al alcohol las incongruentes excusas que va dando para no penetrar en la oscuridad y no utilizar el fuego que arde milagrosamente en el pozo: NEHEMAAS-Si no mirara, grosero, que eres tan gran majadero, o que el vino habla por ti, no sé qué hiciera. […] (vv. ūŪŪŬ-ūŪŪů)

No podía faltar, por supuesto, el desmesurado afán por llenar el estómago en cualquier ocasión, incluso en las menos adecuadas (vv. ųŰų-ųűų; ūūūŭūūūŰ; ūŮŰŪ-ūŮŰŲ). En resumen, leemos situaciones, censuras y alabanzas habituales en este tipo de obras, junto a otras, o como mínimo otra, de lo más infrecuente. Entre los ataques, la inconstancia de los hebreos, que justięca sus desdichas; tampoco sorprende el encomio de Israel, cuando éste se mantiene ęel a su Dios. Incluso se encarece la belleza de las judías y la apostura de algunos nobles (vv. űŪŭ-űŬŪ). Lo inusitado proviene de haber vuelto del revés una escena típica, aquella en que un judío es humillado, escarnecido sin contemplaciones, en razón de la observancia de un rito particular, shabat o restricción alimenticia. El espectador de mediados de los años ūŰŭŪ o de principios de la década siguiente, fechas propuestas para datar este autoŭųŰ, estaba preparado para presenciar diálogos en donde se obliga a un judío a comer cerdo, o se le refriega el rostro con una buena lonja de tocino, ante su impotencia cobarde, según lo hemos puesto de realce en El colmenar o de El horno de Constantinopla, por citar unos casos. Castillo Solórzano no se limita a renunciar, como hará igualmente Calderón, a un paso de efecto cómico seguro, según lo demuestra el que se siga utilizando a mediados del XVIIŭųű. Me siento incapaz de explicar satisfactoriamente las razones de este hápax (yo al menos no he encontrado nada semejante), pero no cabe duda de que Castillo Solórzano desafía conscientemente el horizonte de expectativas del público. ŭųŰ Bacchelli, p. ūųŭ, se inclina por ūŰŭů-ūŰŭŰ, mientras que Maldonado, p. Űů, propone ūŰŮŪ o ūŰŮŬ. ŭųű a me he referido al caso cervantino. En la Tercera Parte nos detendremos en contemporáneos de Calderón como Cubillo, Moreto o Matos que mantienen viva la tradición del antħudaísmo cómico brutal.

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De esta manera logra conciliar injurias, alusiones despectivas («judigüelo», «perro», o en otro registro, « inęel», «pueblo perverso», etc.), con una reivindicación del orgullo de ser judío de lo más inhabitual. Judío deja de ser un insulto o, mejor dicho, cuando se utiliza con tal valor, encuentra la respuesta adecuada: AB- [...] Me empezaron a llamar judigüelo y así viva Nehemías, nuestro señor, como el llamarme judío lo tengo por laurel mío, pero se ofende el valor que un bárbaro a un noble hebreo perro judío le llame sin que la sangre derrame (vv. ůůų-ůŰű).

La situación, por descontado, es cómica, y ahí estriba buena parte de la novedad de Fuego dado del cielo. Alabar a los profetas, a los justos, constituye moneda corriente tanto más cuanto que gracias a la ęgura se enlaza la ley mosaica con la cristiana; no así, ni mucho menos, el abandono del tocino como arma eęcaz para remachar el escarnio, pues quien lo enarbola encuentra la horma de su zapato al transformarse la habitual víctima de la cruel rechiĚa en un heroico y divertido paladín del pueblo hebreo. Igualmente merece destacarse el sentido que se da a la circuncisión, rito que tan desagradable resultaba a los cristianos según ha quedado dicho, raras veces mencionado, pero casi sin excepción con intención despectivaŭųŲ. En este caso, como sucedía con la carne de cerdo, su valor se invierte, sirviendo para menospreciar a los asirios. Por una vez los «otros» son los incircuncisos. Resulta inevitable, por último, comparar las trayectorias de Balán y abulón al menos en un punto, el paso de la valentía a la cobardía que sigue en ambos direcciones opuestas. Juzgo innecesario, por delito de Ěagrante anacronismo, apoyarme en la sicología de los personajes. El bravucón babilónico recupera el miedo como rasgo constructivo para divertir al espectador; el ardiente catecúmeno lo pierde por razones de fondo, ajenas a la combinatoria actancial,

ŭųŲ A los ejemplos ya citados de la Tragedia Josephina o del teatro de jesuitas pueden añadirse los versos siguientes de Los baños de Argel, ūųŲŭ: «SACRISTÁN-Por ti le dejo: vaya / el circunciso infame» (vv. ŮŪų-ŮūŮ), que analicé en arrot ambrana, ŬŪŪŭ. Más abajo estudiaré una obra bastante divertida de Lope de Vega dedicada a ese rito, el Auto de la circuncisión y sangría de Cristo.

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y perfectamente verosímiles si se acepta la intervención de la gracia: gracias ella el humilde Balán se eleva a otra dimensión, libre de las leyes del decoro.

Los personajes abstractos La riqueza de las acciones, fruto del mayor dominio en el manejo de la alegoría, junto con la incorporación de elementos provenientes del teatro profano, proporcionan un conjunto bastante amplio de abstracciones que encarnan a la religión judía. A ello se añade la combinación de distintas posibilidades con el resultado de esquemas actanciales más ricos que los precedentes. Comenzaremos por autos sacramentales en donde el Judaísmo está representado sólo por una ęgura, ya sea femenina o masculina, para continuar con un ejemplo que propone dosŭųų. A continuación se examinará lo que cabe calięcar de «conjura de los enemigos de la fe», para acabar con un tema que nunca se abordaba en el teatro precedente: el papel desempeñado por el Judaísmo en el combate que mantiene el Diablo contra el Bien, siendo la Pasión de Cristo uno de sus principales episodios. Pero antes, dedicaremos unas líneas a Valdivielso que se singulariza precisamente por no haber creado ęguras que encarnen a la religión o al pueblo judíos. Si en un período tan rico y variado con respecto a la representación de ambas entidades nos detenemos en las alusiones que de forma dispersa pueden aparecer en textos que no se reęeren explícitamente a ellos, se debe a la relevancia de su autor, en cuyos dramas eucarísticos -centrados en el hombre que sufre las asechanzas del Diablo- el sacrięcio de Cristo atestigua la misericordia divina y constituye la redención necesaria para la salvación de la humanidad. Valdivielso se preocupa ante todo de la lucha entre el Bien y el Mal, sin conceder demasiada importancia a la Pasión histórica ni al combate de religiones. No obstante, en algunos pasajes de su obra aparecen los judíos, bíblicos o contemporáneos, con frecuencia de manera sorprendente. Encontramos también una inserción de la Historia Teológica de la Humanidad en uno de sus autos más emotivos, El PeregrinoŮŪŪ. El Fénix de Amor es un buen ejemplo de inseminación de resortes dramáticos propios de la comedia profana en asuntos religiosos. Lucifer corteja a la

ŭųų La farsa de Moselina esbozaba este esquema sin llegar a sacarle partido, toda vez que Baticano abrazaba el cristianismo. ŮŪŪ En Josef de Valdivielso, Teatro completo, I, ūųűŲ, pp. ŭŲű-ŮŬů. Todas las citas están sacadas de esta edición.

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esposa de Cristo, el Alma, la cual lo rechaza con la ayuda del popular romance de Lope «Mira aide»ŮŪū. El fracaso, por supuesto, incrementa las ansias amorosas del galán desdeñado que, seguro de su victoria, desafía a su rival: LUBEL- no es mucho que le llame si Pilatos le llamó; ni vuelva a matarle yo pues le mató un pueblo infame (vv. ųűŲ-ųŲū).

Se despoja a la Pasión de su carácter de sacrięcio voluntario y premeditado, luego teológico, para convertirla en un acontecimiento puramente histórico, dependiente de la sola voluntad de los hebreos, con el agravante de que no sólo no actúan dominados por el Ángel caído, sino que han logrado aquello que el enemigo de Dios por excelencia fue incapaz de conseguir. El Peregrino tiene por punto de partida la parábola del buen Samaritano. Concede gran importancia a los sufrimientos del Peregrino (el pecador) y las relaciones afectivas que mantiene con el Samaritano (Cristo). La intervención del Levita y del Sacerdote se reduce a lo estrictamente necesario, de tal manera que ni siquiera aparecen en escena. Se supone que cruzan por ella: VERDAD-Por allí siento pasar un sacerdote. PERE RIN- Ƕuién es? VERDAD-La vieja ley de Moysés, mas no te podrá sanar. Tiene toros, bueyes, vacas, cabras, cabrones, cabritos, leyes, ceremonias, ritos, mas son medicinas flacas, leyes en piedras escritas y entre oscura tempestad. [...] PERE RIN-Ƕuién podrá darme sosiego, que está en peligro mi vida? VERDAD-No aquesta ley homicida, porque es ley a sangre y fuego (vv. ūŪŪů-ūŪŬŪ).

Estamos acostumbrados a escuchar expresiones semejantes en las Pasiones y no nos sorprendería la acusación de «pueblo homicida» ni la incapacidad de la

ŮŪū Teatro completo, I, ūųűŲ, pp. ūŰŭ-ŬŪŰ, vv. ųū-ųŬ: «ALMA-Mira, Luzbel, que te aviso / que no pases por mi calle, / […]».

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Ley Mosaica para consolar al pecador. Ahora bien, identięcar al sacerdote con una «ley homicida» en el contexto de la Historia Teológica de la Humanidad, contrasta abiertamente con los demás ejemplos citados. En la sucesión de las diferentes creencias, la Ley Escrita padece un descrédito evidente (basta recordar la Farsa de Moselina o El viaje del cielo); con todo jamás hemos leído un texto en donde se confundan las circunstancias históricas (el pueblo judío y sus dirigentes) con la religión encargada de abrir camino al cristianismo: no cabe imaginar mayor separación entre el Antiguo y el Nuevo Israel.

La Mesa Redonda La Ley Vieja se encarnaba en el XVI de distintas maneras: una anciana (ęgura dominante desde Sánchez de Badajoz), una doncella (Farsa de los tres estados) o el Bobo (Farsa de la moneda). A partir de ahora nos encontraremos con una joven llamada preferentemente Sinagoga, pasando a constituir la vejez un rasgo «conceptual» que puede aĚorar en el diálogo pero que ya no se conforma la apariencia del personajeŮŪŬ. Se abren así nuevas posibilidades en los conĚictos pues como por inĚuencia de las obras profanas el Mesías tenía el papel de galán en ocasionesŮŪŭ, se introducen sin reparo resortes tan sospechosos para los moralistas como el amor, los celos y las tensiones inherentes a ellos. Se da cabida así a distintos triángulos con dos galanes o dos damas, Sinagoga e Iglesia; esta última posibilidad la aprovechará, alguna vez Calderón, según veremos más tarde; lo que surge ahora es un nuevo tipo de Sinagoga muy utilizado en el arte medieval ultrapirenaico: la Synagoga bellatrix, que coincide con ciertas mujeres viriles que pululan por la comedia nueva. La Mesa Redonda de Vélez de uevara nos da un ejemplo brutal; no en vano estamos ante el autor de La serrana de la Vera. No constituye la única amazona de los autos escritos por esos años, pero ninguna iguala a estas dos creadas por el ecħanoŮŪŮ.

ŮŪŬ Curiosamente se incorpora al Judaísmo por lo menos una vez: La guarda cuidadosa de Mira de Amescua. ŮŪŭ Se trata de uno de los Ěancos por donde atacaban los enemigos del teatro. Recuérdense las quejas del padre Ramírez ante los diálogos amorosos del Incipit parabola Coenae. ¡ué habría escrito si hubiera visto La adúltera perdonada! ŮŪŮ Ver La jura del príncipe, de Mira, de ūŰŭŬ, y la anónima Firmeza de la Iglesia, representada en epes en ūŰŭŭ. Sin ninguna duda la incorporación de la Sinagoga bellatrix al drama áureo sólo es posible gracias a la existencia de un modelo teatral, el de la mujer viril, estudiado por McKendric”, ūųűŮ. Todas las citas de Vélez proceden de: La mesa redonda en Navidad y Corpus Christi, ūŰŰŮ, pp. Űů-ŲŬ, cuya ortografía corrħo. La obra permanece desde hace siglos en el limbo de la crí-

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Sinagoga, vestida de judía, lanza en mano (acotación inicial, p. Űů), hace una entrada en escena estruendosa, que cabría calięcar de calderoniana de tanto como recuerda los comienzos de don Pedro, si el respeto a la cronología no aconsejara evitar el adjetivo: SINA -ǶDónde con plumas veloces de Hipomenes y Atlantas me precipitan las plantas, y me destierran las voces? ǶDónde me lleva el furor? La venganza me desata, la obstinación me arrebata y me despeña el valor. Sabed [...] que empañando al día la Sinagoga judía sale a caza de profetas, que dejando las ciudades donde si sus sombras veo, los mato y los apedreo, me doy a las soledades donde mi sangre traidor [...] (p. Űů)

El personaje se deęne desde la primera intervención tanto moralmente (venganza, obstinación, sangre traidora) como en lo que se reęere al juego escénico (precipitar, arrebata, despeña, furor...). Tenemos que hacer justicia a Vélez por esta introducción vertiginosa así como por la imagen innovadora de una Sinagoga dominada por la violencia, exasperada, errante y solitaria, que se entrega a la caza de profetas. Tras este comienzo, empieza el contrafactum de la historia de Carlomagno y sus paladinesŮŪů. San Juan Bautista, a quien la amazona se dispone a dar caza (p. ŰŲ), es Montesinos (se ha criado en la montaña); la relación entre Cristo y el rey francés se apoya en una asociación no menos tenue: tica a pesar de la importancia que tiene desde el punto de vista de la representación del conĚicto Sinagoga / Iglesia. Forrest y Schevill, ūųŭű, pp. ŭūū-ŭūŬ, sintetizan la acción y Flecnia”os”a, ūųŰū, hace algunas referencias. ŮŪů Para todos los aspectos vinculados con la transposición de elementos profanos al teatro remito a Flecnia”os”a, ūųŰū, a quien se le han pasado por alto unos versos de Montalbán en donde el Demonio se dirige a un Ángel en estos términos: «Par de su Mesa Redonda, / guarda de su Corte, y / entilhombre de su boca, / déjame conmigo […]». Pérez de Montalbán, Las formas de Alcalá, ūŰŰŮ, p. ūųŲ. tra referencia muy semejante en La ęrmeza de la Iglesia (fol. Ŭŭv: cito por el Mss ūůŭŬū de la BNM), lo cual demuestra que en la década de los años ūŰŭŪ se trataba de un lugar común.

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JRDÁN-Cata a Siria Montesinos, cata a Sión la ciudad, cata la Mesa Redonda do los Doce comen Pan. El Pan que los doce comen es el Divino Maná (p. Űű).

Carlomagno quiere conquistar Jerusalén con la ayuda de sus pares y con la de Flor de Lis (la Iglesia militante) que no tiene nada que envidiarle a la Sinagoga en cuanto a ánimo belicoso se reęere: FLR-[H]oy llamaré animosa a desafío la Sinagoga hebrea, si licencia concede el tuyo a mi animoso brío (p. Űų).

Este Carlomagno conoce la traición de anelón-Judas, aunque no intentará oponerse a ella, porque aquí la felonía resulta imprescindible para que las profecías se cumplan. Constatamos una vez más los problemas de tipo lógico que plantea la Pasión «antħudía». Se precisa conciliar un destino deseado, previsto, con enemigos que actúan por su propia voluntad para conseguir llegar a la ęnalidad anhelada por la propia víctima. Así pues, la Sinagoga, que lleva la corona de espinas y la caña, le pide a Carlomagno algunas señales para poder creer en su divinidad. Vélez dramatiza un conocido fragmento del Evangelio, la señal de Jonás (Mt, ūŬ, ŭų) y transcribe ęelmente la respuesta de Jesús: CARL-¡Ah, generación al fin adúltera y reprobada! ǶSeñales pides? ǶNo has visto las que en mi desecho hablan? (p. űŭ)

Al enterarse de que Carlomagno pretende el trono de Judea, Sinagoga le tira los símbolos de la Pasión, pero su interlocutor no los recoge, sino que es Flor de Lis quien se los entrega al Esposo (p. űŮ), con lo cual se recuerda el valor de sacrięcio que posee la muerte del Mesías. También por razones doctrinales se ve obligado Vélez a apartarse del héroe épico, cuya actitud tendría que haberse adecuado a los rasgos del rey guerrero; aquí, el Cordero místico se apodera del personaje, de tal manera que todo el juego escénico gira en torno a la oposición violencia, convulsión, de la Sinagoga / serenidad de Jesús. Las traslaciones del texto sagrado continúan. Asistimos al encuentro entre Sinagoga y anelón, destinados a comprenderse en virtud de lo mucho que tienen en común:

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ALAL-Tan traidor soy que parece que he sido mujer, que basta esto para encarecerme entre tantas alabanzas. SINA -Tus entrañas se parecen a las mías.

Lo cual no quita para que haya un poco de regateo, algo que podría apuntar a la aęción hebrea por los negocios. La Sinagoga pretextando pobreza, querría retrasar el pago; anelón, al parecer muy hábil en ese tipo de operaciones, no se deja engañar y logra la paga inmediata: SINA -Toma los treinta; Ƕqué aguardas?, que contados me los dieron los profetas en el Arca del Antiguo Testamento (ambas citas en p. űů).

No sé si se trata de algo premeditado, pero hay cierta ambigüedad en estos versos. Primero, la palabra «arca» remite al mismo tiempo al arca de la alianza, en donde se conservaban las Tablas de la Ley, y al lugar en donde se guarda dinero. A primera vista, el rechazo es tan completo que se pone en tela de juicio toda la tradición judía, en cuanto que Sinagoga parece de acuerdo con los profetas. A pesar de que no deba desecharse completamente esta interpretación, ya que la oposición Antiguo Testamento / Evangelios puede simbolizar la de religión judía / cristianismo, me parece poco probable, porque los profetas son ęguras de Cristo; me inclino a pensar que nos encontramos ante una alusión a a ūū, ūŬ, en donde este último recibe treinta monedas de salario, el precio de un esclavo, preęgurando así el destino del Redentor según la exégesis cristiana. Se acerca la muerte del Salvador, con la consiguiente nueva dięcultad para conciliar el plano teológico, el Evangelio y el argumento. Por un lado el hħo de Dios escoge libremente su destino por lo que su sacrięcio voluntario en modo alguno puede constituir motivo de enfrentamiento; por otro, la acción exige la batalla contra la Sinagoga. Ahora bien, si consideramos a los jefes de ambos ejércitos, es imposible situar al mismo nivel a Cristo y a los judíosŮŪŰ. Es ahora cuando se percibe la función de Flor de Lis: equilibrar las dramatis personae y permitir la lucha entre fuerzas de igual calidad. Vélez, muy hábil, logra de esta manera armonizar todos esos elementos en principio incompatibles.

ŮŪŰ Ese problema, el de los antagonistas de Dios (Mal, Diablo, etc.), es endémico en todo el teatro teológico.

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La Muerte, aliada de la Sinagoga, interrumpe la cena pascualŮŪű. Desafía al Rey, el cual acepta el reto: escoge como terreno el Calvario y por arma, la cruz. En la escena siguiente aparecen la Muerte, con la cruz, y la Sinagoga, con espada y rodela, animando al pueblo hebreo a dar muerte a Cristo (p. űŲ). Derrota a los pares y sólo le ofrece resistencia la Iglesia militante (p. űų), aunque de forma algo sorprendente, en vez de batirse en duelo, la esposa decide contar la historia de la Pasión (pp. ŲŪ-Ųū). Comprendemos el por qué al ęnal de su relato. La lucha se ha producido fuera de escena: Descúbrese Carlomagno en una Cruz, y a sus pies la Muerte, y arrodíllase la Sinagoga CARL-[...] Militante Iglesia mía pues como tuyo a mis pies la muerte, a los tuyos ves la Sinagoga judía. Hoy tu nueva Monarquía comienza, y la ley dichosa de racia (Divina Esposa) con mi sangre se acredita sombra de tu luz hermosa [...] SINA -a la omnipotencia veo de tu Esposo Soberano y de tu invencible mano (p. ŲŬ).

La victoria se consigue sin la más mínima violencia al ser su combate de orden superior: muriendo mata a la Muerte. En escena, quien pelea es la Iglesia militante, brazo armado de Jesús, porque aun estando por encima de la Sinagoga pertenece al mismo nivel de realidad: consecuentemente, se las puede oponer. En el terreno doctrinal prevalece la incompatibilidad absoluta entre la Ley Escrita y la Ley de racia, solo que esta vez la oposición Sinagoga-Iglesia se presenta de manera más tajante que nunca, en forma de guerra sin piedad.

El heredero Al analizar la Tragoedia patris familias de vinea, señalé el interés de los dramaturgos barrocos por la parábola de los viñadores homicidas. Comprendieron

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«Sale la muerte a caballo con una cabeza en una mano y en la otra una guadaña», p. 77.

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que el argumento exigía un enfoque alegórico y eliminar situaciones adventicias: Mira, Lope y Calderón, entre otros, lo intentaron con desigual fortuna. El heredero de Mira es la obra más irregular de todo el grupo; aunque superior a la Tragoedia por su técnica, carece de los divertidos diálogos entre los campesinos y el alcalde que quizá hubieran compensado defectos Ěagrantes del granadino, más evidentes aun cuando se compara El heredero con los autos de Lope y CalderónŮŪŲ. No obstante, su estudio presenta gran interés por cuanto este auto propone novedades en el esquema actancial de la Historia Teológica de la HumanidadŮŪų. El Padre (Dios) piensa arrendar su viña a dos labradores, el Pueblo entil y el Judaísmo, en excelentes condiciones: sólo exigirá el diezmo. He aquí la gran innovación: Mira substituye la concepción diacrónica basada en la sucesión de las tres leyes (Natural, Vieja y Nueva) por un orden sincrónico en donde el Pueblo entil y el Judaísmo intervienen a la vez. Se abandona así una visión restringida del mundo, centrada en la Biblia y sólo interesada por los paganos tras la muerte de Cristo. Se añade un nuevo personaje alegórico: la Envidia, vestida de dama (v. ūūů), la cual, como sucede a menudo en los autos, es el Demonio obsesionado por continuar su eterna lucha contra el Bien: ENVIDIA-ue nací pienso decir en esta viña y no miento (vv. ūŬů-ūŬŰ) [...] Para que yo en estos días esas campañas posea y la hermosa viña sea la que lloró Jeremías (vv. ūųŮ-ūųű)

Ambos colonos parecen de acuerdo con las condiciones, pero cuando se quedan solos expresan su intención de incumplirlas, según el carácter de cada uno. El Pueblo entil quiere comérselo todo, mientras que el Judaísmo preęere robar: JUD-Mejor concepto es el mío Ƕno es mejor que muchas veces hurtemos desta heredad lo que ella misma rindiere y atesoremos la renta guardándola estrechamente, y después repartiremos

ŮŪŲ ŮŪų

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Véase el análisis de Dietz, ūųűŭ, pp. ūŬŪ-ūŭű. Cito por la edición de Teatro Completo (Autos Religiosos), VII, ŬŪŪű, pp. ŬŪū-ŬŭŲ.

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entre los dos lo que hubiere? ENT-Dices muy bien Judaísmo pues ha de quedar mi vientre, que es mi dios, siempre contento (vv. ŬūŪ-ŬŬŪ).

Por lo tanto, el Pueblo entil se identięca con el vientre, con los placeres, y el Judaísmo, con el dinero. Merece subrayarse la asociación por ser raro exponerla con claridad tan meridiana en el teatro alegórico. A continuación, se conęrma la aęción barroca por los juegos alegóricos. Custodio propone a los labriegos, a quienes se han unido la bella Envidia y el Hħo, que jueguen al ave ciega. Uno de los participantes debe vendarse los ojos y adivinar a cuál de los otros se ha acercado y lo ha tocado. Dicho juego substituye a los acontecimientos que se cuentan en la parábola. El público de la época gustaba, sin lugar a dudas, de esas pruebas de ingenio, pero lo cierto es que desde un punto de vista escénico el recurso perjudica al auto, porque todas las acusaciones dirigidas contra los viñadores pertenecen al plano de la polémica religiosa y no mantienen ningún vínculo con la acción dramática. El espectador docto podía relacionar el diálogo con cada uno de los pasajes bíblicos a los que se aludía, pero no se puede negar que la palabra no viene provocada por la situación teatral sino por el texto sagrado en el que se apoya: JUD-Ƕuién soy? ENTEngaño de la misma hipocresía, un pueblo ciego e ingrato, uno que adora becerros como yo fuegos y rayos (vv. ŮůŰ-ŮŰŪ)

El Hħo se une a los jugadores, continuándose las transposiciones bíblicas: HIJ-[…] Pueblo ciego, pueblo ingrato, ¡qué mal respondes al dueño! Jeremías te ha llamado «símbolo de ingratitud». Dudoso, ciego y errado anda de aquí para allí, […] Ƕuién soy? JUD- Ƕuién? Un hombre endemoniado que obra en virtud del infierno y es también samaritano CUST-¡Ah, cruel! ǶAsí le pagas

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haberte él mismo buscado? JUD-Es uno que ha de morir porque nosotros vivamos (vv. ŮűŮ-ŮŲŲ).

Custodio designa al vencedor del juego, el Hħo. El premio es una corona de guirnaldas que la Envidia le arrebata enseguida para darle una de espinas (v. ůŬůƸ). Continúa atormentando al Hħo y en ese momento se produce un cambio en la actitud del Pueblo entil, que se aleja del bando de los enemigos para acercarse al Mesías siguiendo la tradicional exculpación del poder romano en todo lo referente a la muerte de Jesús: ENT-o voy siguiendo tus pasos que ya es tiempo que conozca cómo hasta aquí anduve errado. HIJ-Ven y cobrarás mi renta, sustento y mayorazgo de mi hacienda (vv. ůŭų-ůŮŮ).

De manera desordenada Mira retoma la parábola incurriendo en cierta confusión en el desarrollo de la acción. Asistimos al martirio de San Juan a manos de la pareja Envidia-Judaísmo (vv. űųŬ-ŲŪŮ); Custodio venga el asesinato y pone la Envidia a sus pies (vv. ŲŭŲ-Ųŭų), pero sin llegar a neutralizarla porque es preciso mantenerla en escena hasta la Crucięxión. Para que esta se produzca, el Hħo, que había abandonado las tablas para permitir el combate entre el Ángel y el Demonio, regresa y ofrece su sacrięcio. Comienza por acusar al antiguo pueblo elegido; luego reitera sus promesas al Pueblo entil. La Envidia aprovecha ese pequeño respiro (y el hecho de que Custodio desaparezca), para recuperar fuerzas y convertirse en la auténtica responsable del deicidio, dejando al Judaísmo la función de simple ejecutor: ENVID-Ƕué es esto? En fin, Ƕqué aguardamos? ¡Muera, muera, matadle! JUD-Este logro lleva a tu padre. Dale con un palo como sarmiento, y al darle se vuelve cruz, y va subiendo por una tramoya hasta arriba y va cantando (vv. ŲŲŬ-ŲŲŮƸ)

Se trata, desde luego, de una victoria pasajera, porque enseguida se descubre una apariencia que representa el triunfo de Cristo, en donde se destaca un Niño Jesús con la hostia. La exhibición de la Eucaristía relega al Judaísmo al segundo plano, para subrayar que el sacrięcio del Mesías constituye una de las formas que asume la lucha del Príncipe de las Tinieblas contra el Señor, en un combate cotidiano pero siempre condenado a fracasar gracias a la comunión:

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ENVID-Pedazos te he de hacer Pan de tres nombres pues que te llegan a comer los hombres (vv. ųūů-ųūŰ).

A los defectos ya indicados en el plano de la acción (ir y venir entre parábola y Pasión alegórica, entradas y salidas «oportunas» de los personajes) se debe añadir otro bastante grave, que estriba en la escasa tensión dramática y en la ausencia de pathos, torpeza imperdonable en una obra que dramatiza la muerte de Cristo. Lope lo comprendió muy bien en su versión de esta misma parábola. En cuanto a la ęgura del Judaísmo, el que permanezca en un segundo plano constituye una decisión y no un error; las deęciencias de la técnica de Mira aĚoran en su incapacidad para construir un papel secundario suęcientemente convincente. En efecto, los rasgos característicos del Judaísmo no dependen suęcientemente de la acción, porque vienen impuestos por un discurso externo o bien resultan de la manipulación de la Envidia, sin que el Judaísmo se dé cuenta de que lo guía una fuerza superior, cuyos deseos se limita a ejecutar sin llegar a adquirir la categoría de personaje «demoníaco»ŮūŪ.

El heredero del cielo La dramatización lopesca de la misma parábola titulada El heredero del cielo supera a la de MiraŮūū. Posee más personajes y mejor construidos; además desarrolla ampliamente lo patético, elementos todos ellos ausentes del modelo. Dos abstracciones encarnan al judaísmo: el Sacerdocio y el Pueblo Hebreo, a quienes Dios, Labrador Celestial, alquila la viña. También se desdobla al custodio: Prójimo y Amor Divino, de tal manera que Lope retoma el modelo diacrónico: el Pueblo entil interviene después, ocupando el lugar de nuevo pueblo elegido. Con todo, la aportación más relevante estriba en la conęguración de los dos personajes deicidas, Sacerdocio y Pueblo Judío, así como en la tensión dramática progresiva de la crucięxión, apta para emocionar al espectador más distraído. Dios recuerda todas las bondades que ha prodigado a Sacerdocio y su Pueblo (pp. ūűŲ-ūűųa), para exponer a continuación las penas reservadas a quienes infringen la ley divina:

ŮūŪ Algunos versos del comienzo preparan el desenlace: «JUD-Temo que de este jardín / has de ser mi perdición» (vv. ŭŭů-ŭŭŰ). No obstante es un presentimiento que en ningún momento origina el menor conĚicto. Ůūū Utilizo la edición siguiente: Lope de Vega, Obras, VI, ūųŰŬ, pp. ūűű-ūųū.

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LABRADR-Mirad también los castigos, que como tengo poder, les suelo a veces hacer escarmentar mis amigos (p. ūűųa).

Los colonos, vestidos de villanos pero sin rastro de habla rústica, aparentan aceptar de todo corazón: SACERD-ye, Pueblo Hebreo, aparte que tengo un poco que hablarte. De aquestas guardas, Ƕqué sientes? PUEBL-[...] a hecho el arrendamiento Ƕqué tenemos que pagar? Porque nos han de mirar hasta el mismo pensamiento. o quiero querer a Dios, pero también [...] (p. ūűųb).

Los guardianes escuchan ese diálogo y discuten con los campesinos. Lope pone de realce en varias ocasiones que actúan conscientemente desaęando la ley divina sin mediación de ningún agente exterior: SACERD-[...] yo he de amar y aborrecer lo que a mí me diere gusto, que por eso mi albedrío ya no es de Dios sino mío. [...] AMR-De Dios es lo que Él os dio, aunque el albedrío es vuestro. [...] SACERD-Ƕ no puedo aborrecer si la voluntad es mía? En mi viña quiero hacer lo que a mí me diere gusto (p. ūŲŪ).

Tras dejar clara la responsabilidad absoluta de sus actos, el dramaturgo da entrada a la Idolatría, nacida del olvido de Dios: SACERD-La señora habéis de ser de la viña, y aun del pecho. IDLAT-Vaya un baile y sea de amor. PUEBL-[...] Si os quiero querer a vos, Ƕpor qué me lo han de quitar? (p. ūŲūa)

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La iniciativa corresponde siempre a ambos ya sea a la hora de apostasiar, ya sea para agredir a los enviados del Señor: SACERD-[...] Entre tu gente en la viña, ya el labrador se ausentó, que no hayas miedo que yo a ninguno de ellos riña. (p. ūŲŬa) […] ISAIAS-Ése es mi nombre: mirad si me podréis dar la paga de la renta de la viña. SACERD-ǶPues no? De muy buena gana: Ven conmigo. [...] SACERD-Él lleva gentil cobranza de la renta de la viña (pp. ūŲŮb-ūŲůa).

La Idolatría, sin abandonar nunca el segundo plano, tiene por función subrayar la crueldad de los judíos; refrena su cólera por respeto a la avanzada edad de Jeremías, mientras que el Sacerdocio preęere actuar con contundencia: IDL-Si no me obligaran tus canas a respeto, yo te hiciera... SACERD-Ƕué es cobrar? Bueno: desata, viñador, la honda, y muera; [...] (p. ūŲůb)

Ese mismo contraste se destaca cuando interviene el Bautista y en la escena del deicidio: IDL-uedo que es voz de Dios. […] IDL-Dejadle amigos que es niño PUEBL-Mal conoces con quién hablas, que en lo que es ciencia y poder, a su mismo padre iguala (p. ūŲŰ).

En consecuencia, según Lope, los judíos mataron a Jesús sabedores de que era el hħo de Dios y lo crucięcaron para no tener que rendir cuentas nunca más, según se indica expresamente en las pp. ūŲŰb-ūŲűa. Para infundir patetismo al diálogo, la Pasión se escenięca con gran detalle y todo indica que el Heredero, un niño según acabamos de leer, sufre maltrato ante los ojos del público: SACERD-[...] Es verdad: pongamos en las espaldas

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un madero del lagar. [...] SACERD-Bien entiendes lo que pasa; ciertos azotes te esperan, [...] SACERD-Dale, pueblo, hasta que caiga.

El poeta recurre al paralelismo antitético, pero violencia / serenidad da paso a crueldad / mansedumbreŮūŬ: HEREDER-Perdónalos, Padre mío, que puesto que así me tratan, estas crueldades ignoran (ambas citas en p. ūŲűb).

La reacción de la Idolatría, muy emocionada (p.ūŲŲa), prepara la intervención del Pueblo entil, convertido en nuevo pueblo elegido, mientras que los judíos se hacen acreedores de un justo castigo: LABRADR-Mi viña siempre amada te quitaré, villano pueblo hebreo, y mi Iglesia sagrada daré al pueblo gentil, pues ya le veo dejar la Idolatría, para seguir la ley de gracia mía. ENTIL-Señor, la viña aceto: los dos estamos a tus pies postrados (p. ūŲŲb).

La parábola se sigue de manera ęel y llama la atención la maestría de que hace gala Lope para integrar en ella la PasiónŮūŭ. La escenięcación de los acontecimientos se aleja tanto de las Pasiones castellanas (Pasión relatada) como de las catalanas y transpirenaicas (teatro épico). Pone en pie una dramaturgia de la síntesis, repleta de simbolismo; la sobriedad no reduce el patetismo y los contrastes ganan en vigor, precisamente por la contención con que se utilizan. En cambio, la geminación del Judaísmo dista de ser un logro. Las diferencias entre los dos personajes pertenecen ante todo al orden doctrinal y no al dramático, razón por la cual determinadas réplicas son intercambiables. Lope ŮūŬ Recuérdese La mesa redonda de Vélez de uevara. No obstante la interpretación de los actores debe traslucir cierta violencia cuando el Heredero padece agresiones físicas y verbales. Aun así, me parece que las situaciones dramáticas son menos convulsivas en Lope que en Vélez. Ůūŭ En plano doctrinal, Lope se integra en las ęlas de los enemigos declarados del pueblo judío. Asume la versión que la tradición cristiana daba del deicidio (inocencia de Roma) y al dejar fuera del tablado al Diablo convierte en total la responsabilidad hebrea.

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se ha limitado a seguir el Evangelio. De haber respetado las convenciones del código teatral, el Pueblo Hebreo habría sido el gracioso, de modo que ambos personajes hubieran tenido una especięcidad. Sin duda no quiso entreverar la Pasión de risa, pero el resultado es la ausencia de rasgos diferenciadores de todo punto de vista, para constituir en verdad un único personaje amplięcado: lo mismo puede decirse de Amor Divino y Prójimo, por cierto. En realidad, deberemos esperar a Calderón para encontrar matices satisfactorios en la doble representación del Hebraísmo.

La siega Entre las obras que se particularizan por considerar el problema religioso como un combate descuella el modelo de la conjura de enemigos, en sus dos variantes: los agresores inęltrados en la viña y la fortaleza asediadaŮūŮ. La guarda cuidadosa, cuya paternidad se ha adjudicado muy recientemente a Mira gracias a lo cual por ęn se ha imprimido, sigue el primer esquemaŮūů; La siega de Lope de Vega, el segundo. Encontramos en ellas abundantes puntos de contacto: intervienen los mismos agresores (Herejía, Judaísmo, Secta de Mahoma y Pueblo entil), o bien capitaneados por un antagonista principal o bien espoleados por él. En ambos casos se trata de una de las personięcaciones de Satán, el Mundo o la Soberbia. La Pasión no forma parte de la acción, aunque sea mencionada en La guarda cuidadosa como uno de sus resortes: JUD-Cuando la viña fue mía a Ése [Jesús] di la muerte yo (vv. űŰů-űŰų). [...] Resucitó, dicen, al tercero día: pero yo, a quien lo sabía, con dádivas corrompí y negarlo pudo, así (vv. űŰů-űŰų). [...] MUND-Tú, obstinado Judaísmo, [acomete] a la guarda cuidadosa, pues ya su sangre preciosa has derramado tú mismo (vv. ūŪūŰ-ūŪūų). ŮūŮ La farsa de la moneda introducía sólo un enemigo, la Herejía, el mismo personaje que cercaba la fortaleza del catolicismo en El castillo de la Fe. En esos casos, el enemigo era el Luteranismo. Ver mis trabajos de ŬŪŪŬa y ŬŪŪŬc. Ůūů Hasta entonces contábamos con un manuscrito, el Ms ūůŭŪ de la BNM. Utilizo la edición siguiente: Teatro Completo (Autos Religiosos), VII, ŬŪŪű, pp. ūŮų-ūųų.

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Por esas razones, me centraré en el análisis de La siega que además de innegables cualidades estéticas inspiró con certeza a Calderón, conformándome con una breve síntesis del auto de Mira. La siega desarrolla la parábola de la cizaña que aparece explicada en el propio texto evangélico: El que siembra la buena semilla es el Hħo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hħos del reino; la cizaña son los hħos del maligno; el enemigo que la siembra es el Diablo; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles; a la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será en la consumación del mundo. Enviará el Hħo del Hombre a sus ángeles y recogerán de su reino todos los escándalos y a todos los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes (Mt. ūŭ, ŭű-ŮŬ).

Construir sobre tan débiles cimientos un auto sacramental exige gran destreza; para conseguirla, Lope tuvo que esperar la vejez, período al que pertenece esta obra según Flecnia”os”aŮūŰ. De hecho, todos los personajes así como la acción son alegóricos, pero ese tipo de argumento plantea un problema: la dięcultad de distraer o de emocionar a los espectadores con él a causa de lo abstracto del planteamiento. Lope lo remedia injertando una subtrama amorosa que salpimenta el conĚicto teológico, logrando de paso introducir ciertas situaciones de un gran lirismo (pp. Ŭųųb-ŭŪŮa). El diálogo comienza con el Señor del campo (Dios), celoso, montando guardia ante su propia morada: «Sale el Señor del campo con una capa embozado, con el Celo y el Deseo, labradores» (p. ŬųŲb). Pide a sus sirvientes que despierten a la Esposa con una canción, cosa que lamentan Envidia y Soberbia, al acecho del matrimonio: ENV-¡A qué mal tiempo las dos, Soberbia, habemos llegado! SBERB-Aunque habemos madrugado, no quiso ayudarnos Dios (p. Ŭųųb). [...] SBERB-Labrador de vino y pan rico estáis de pan y vino.

ŮūŰ Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŬűŲ y ūųŰŮ, p. ŭŪ, postula ūŰŭů, pero sin el menor argumento. Scungio, en su tesis inédita The Chronology of Lope de Vega’s «autos sacramentales», p. ŬŲ, da como terminus a quo ūŰŬŭ y como terminus ad quem, ūŰŬų. Debo esta información a María Nogués que prepara una tesis sobre los autos lopescos. Esta fechación más temprana tiene gran interés si pensamos en el contexto histórico. Cito por Obras, VI, pp. Ŭųű-ŭūŬ.

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Enriqueced vuestra Esposa; sembrad, plantad, que yo haré en vuestra Iglesia y su fe que vos llamáis toda hermosa, el estrago que veréis, sembrando en el blanco trigo tal cizaña, que yo os digo que tarde y mal la arranquéis (p. ŭŪŪa).

Enseguida desvelan su auténtica personalidad, que las empuja a una lucha constante contra Dios: SBERB-Ƕ yo sufriré que Dios diga amores a su Iglesia? [...] ǶNo te pude yo igualar, siendo Ángel como lo soy; y a un hombre le pones hoy, Dios, en tu mismo lugar? [...] SBERB-Eso me costó, que el nombre de ser lucero perdí. ENVID-Lo mismo, Soberbia, a mí en rebelarme a Dios hombre. Porque en habiéndome visto Ángel, en mi intento firme, no quise a un hombre rendirme.

Irritada, Soberbia quiere pasar a la acción y detalla los males que pretende sembrar: SBERB-Ven conmigo, y disfrazadas, donde siembran volveremos, y en su trigo sembraremos libros, venenos, espadas, confusiones, herejías, vicios, incredulidades, blasfemias e idolatrías, malas hierbas, que a su Iglesia pongan tal desasosiego, que tenga fama por fuego, como Erostrato en Efesia (ambas citas en p. ŭŪūa).

El cuarto verso sorprende por la asociación que se establece entre libros, veneno y espadas. Las alusiones a los impresos difusores de ideas peligrosas procedentes del exterior aparecen con asiduidad en los autos sacramentales, pero en

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ocasiones puede establecerse una ecuación simplięcadora libro-heterodoxiaŮūű. Da la impresión de que La siega se construye al principio contra la Herejía, presentada como el origen de la agresión intelectual: SETR-[...] No te espante la arrogancia de esos labradores viles, que acechando los rediles, piensan hurtar el ganado, anegando mi sembrado con argumentos sutiles (p. ŭŪŬa).

Soberbia y Envidia, disfrazadas de gitanas (p. ŭŪŭa), intentan engañar a la Esposa. Ante el fracaso (pp. ŭŪŭ-ŭŪŮ) retoman el proyecto inicial, aprovechando el sueño de Ignorancia. Frente a tan astuto enemigo, la menor distracción se paga cara. Lope incluso pone en guardia a la jerarquía eclesiástica y a quienes la nombran. Los versos siguientes llaman la atención por la rotundidad con que se señalan responsabilidades: FE-Los prelados que se duermen en las cosas de su oficio, del trigo del Evangelio darán cuenta en el juicio. I NRAN-Mire bien las elecciones quien hace curas y obispos; que quien yerra los discursos, es quien hace los principios (p. ŭŪůa-b).

La mala semilla ya puede dar frutos. Los enumera la Envidia: SBERB-ȳǶué saldrá de esta cizaña? ENV-ȳVerá la Iglesia herejías, temas del Hebraísmo, la seta de Mahoma, la porfía de la necia Idolatría, que al sol por Dios interpreta (p. ŭŪŲb).

Ůūű La asociación en las tablas de Judaísmo y Herejía con los libros no abunda ni mucho menos. He señalado los casos de Thorea en Viaje del cielo y el del Judío del entremés inserto en Actio quae inscribitur examen sacrum. En lo que se reęere al protestantismo, encontraremos un ejemplo en Psiquis y Cupido, para Toledo, de Calderón.

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Tras las artimañas solapadas, se pasa a la guerra y por el momento el enemigo más odiado es la Herejía, según se deduce de las invectivas que se le dirigen (p. ŭŪųa). Para destruir la plaga que asola los campos, el Señor ordena segar indistintamente el trigo y la cizaña. Excelente remedio, pues los intrusos caen enseguida en sus manos: «Sale el Señor del campo con una capa embozado, con el Celo y el Deseo, labradores» (p. ŬųŲb). En ese momento, de manera inesperada, la España contemporánea irrumpe en el diálogo por medio de un comentario malicioso del villano, siempre dispuesto a murmurar de los hidalgos: I NR-¡Mas que viene algún hidalgo, por imitar a su abuelo, las escaleras abajo! Agradézcame el sayón, que mi sampedril no traigo, que aunque no creyera el Crucis, viera el per signum de Malco (p. ŭūŪb).

A continuación el conĚicto teológico se tiñe de nacionalismo: SETR-[...]  entre los Reyes de Europa deberás a un uinto Carlos oponerse a la herejía de un labrador temerario. Por quien a sus descendientes, Segundo, Tercero y Cuarto Felipes, dará otro mundo nunca visto, el cielo en pago (p. ŭūūb).

No obstante, la fuente de salud se halla en los sacramentos presentes en la apariencia ęnal: Aquí, con música, se abra la cabaña y se vea dentro una iglesia, y ésta también se abra, y dentro esté una fuente, en el remate de la cual esté un niño, de cuyo costado salgan siete cintas carmesíes a la primera basa, y della a la segunda, dando cada una en un Cáliz…ŮūŲ

ŮūŲ

P. ŭūū. Sobre ese tipo de apariencias, ver A. de la ranja, ūųŲų.

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Aquí se produce un lance imprevisto, porque la contemplación de la apariencia conmueve a algunos prisioneros, entre ellos, la Herejía, a quien pensábamos destinada a la hogueraŮūų: HEREJ-o, Señor, dejo mi engaño, reducido a vuestra Iglesia. SECTA- yo mi Profeta falso; y el santo Bautismo os pido. IDL-[...] mas ya veo que sois vos verrarera Dios sangrado [...] (ŭūūb-ŭūŬa)

Alegría incompleta por el empecinamiento del Pueblo Hebreo: SETR-Ƕ tú qué dices? HEB- ue aguardo el Mesías prometido. SETR-¡h rebelde porfiado! ǶTú solo me niegas, tú? [...] I NR-Camina, pérfido, ingrato SBER-Ƕué querías? ǶNo le bastan a Dios tres partes de cuatro? ǶHase de estar el infierno vacío? (p. ŭūŬ)

Para apoyar la legitimidad de la condena, la Idolatría recuerda la Crucięxión: IDL-Si no hay carbón, aquí estamo que dejaremo quemar, porque quema ese enviacos; que fue crucificandera (p. ŭūŬb).

El papel de los frutos de la cizaña, las cuatro religiones, se desarrolla poco. Aparecen al ęnal de la acción y se limitan a aceptar o a negar a Cristo, según acabamos de comprobar. En tales condiciones, resulta imposible hablar de juego escénico salvo lo que se deduce del haber sido encarnada la Idolatría por un negro bozal, y de su construcción a partir de los rasgos típicos del negro cómico: inocencia, pronunciación defectuosa…ŮŬŪ. En cambio, la con-

Ůūų «HEREJAA-Lutero / me engendró: soy la Herejía. CUIDAD-¡ué buen padre! I NRANCIA-Para el fuego» (p. ŭŪųa). ŮŬŪ Véase Weber de Kurlat, ūųŰů.

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cepción del conjunto merece algunos comentarios. Lope no respeta la cronología cuando presenta la «guerra de religiones» ya que el cristianismo aparece como la madre de todas las creencias, que constituyen simples desviaciones destinadas a volver al seno materno con la excepción de la ley mosaica. El Judaísmo pierde su condición de iniciador: ni se habla de su función de preęguración del cristianismo ni aparece como pueblo testigo. Conserva sólo el estigma de la muerte. Dietz ha insistido en lo dura que es la suerte del Pueblo Hebreo en este autoŮŬū; en este sentido, La siega es la más virulenta de toda la serie de obras antħudías. Si a primera vista se podría postular ędelidad al texto evangélico, la realidad es que Lope lo lleva en una dirección precisa. En efecto, según la tradición, la cizaña habría tenido que signięcar únicamente las herejías del cristianismo. Por otra parte, si la parábola aęrma que «los hħos del maligno» acabarán en la hoguera, en nuestro texto se aísla a los hebreos que se convierten en los únicos condenados. Tal interpretación se opone a la doctrina oęcial de la Iglesia: según San Pablo la humanidad formará un solo rebaño guiado por el Buen Pastor antes del ęn del mundoŮŬŬ. Podemos comparar con otro auto contemporáneo, El juego del hombre de Mejía de la CerdaŮŬŭ, o con La guarda cuidadosa de Mira, que se mantiene ęel a la tradición del XVI, cuyas obras escenięcan la Historia Teológica de la Humanidad sin llegar tan lejos en la condena de lo hebreo ni trastocar el orden temporalŮŬŮ. En esta última, el Alma y la Razón buscan la ciudad de Dios; en su camino se encuentran con distintas religiones que intentan apartarla de la viña: Judaísmo (representado por un anciano: v. ůŭ), Secta, Herejía y entilidad (vv. ūŲų-ůŭų). Por ęn aparece Cristo que deja al Alma en la viña, convertida en su esposa (vv. ůŰŪ-ŰųŬ). Acto seguido las cuatro religiones, capitaneadas por el Mundo, dan el primer asalto. En el desenlace, el reparto de premios y castigos respeta más la doctrina. entilidad hereda la viña de donde se expulsa a Herejía, Secta y Judaísmo (vv. ūūŲŲ-ūŬŪū). No se menciona la hoguera inquisitorial ni tampoco una condena que excluya un posible arrepentimiento. En realidad, ésta última solución se halla rara vez ya que su pesimismo desmiente la creencia en una unięcación ęnal, que acabo de recodar, y no deja de constituir una confesión de impotencia por parte de la Iglesia, poco segura de su propia fuerza de

ŮŬū Dietz, ūųűŭ, p. Ųű. ŮŬŬ Puede leerse en varias epístolas, por ejemplo en Rom XI, Ŭů. ŮŬŭ Manuscrito de ūŰŬů en donde se funden la parábola de la cizaña con la del sembrador. ŮŬŮ No de otra manera procede Mejía de la Cerda: « CRIST-Fueron aquellas edades / caducas antigüedades / [H]oy, con más ęrme eęcacia, / esparzo mi ley de gracia [...]». El juego del hombre, ūųūů, vv. ŮŰ-Ůų.

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persuasión. Fechar con seguridad La siega podría ayudarnos a comprender tanta dureza por parte de Lope caso de haberse escrito en los años ūŰŭŪ, pues cabría vincularla con el contexto social, concretamente con los marranos portugueses, con la protección que prodigó el Conde-Duque a los asentistas y la utilización que de los conversos lusos hicieron los enemigos del valido, asuntos todos ellos a los que dedicaré más tarde las páginas que merecen. Pero también puede pensarse en el auto de fe de ūŰŬŮ al que se reęere Mira en La Inquisición sin mencionar a los cristianos nuevos en que fue relajado Benito Ferrer, protestante de ascendencia conversa según recuerdan las relacionesŮŬů. Llega el momento de destacar algunas líneas directrices del teatro alegórico de principios del XVII. Si la columna vertebral sigue siendo la Historia Teológica de la Humanidad, comprobamos que tanto la acción de las obras como la intención han variado con respecto a las farsas y autos del reinado de Felipe II. En verdad, habría que hablar de adición de elementos, hasta entonces utilizados por separado, antes que de novedades absolutas. Por ejemplo, el motivo de la fortaleza asediada aparece en el XVI (El castillo de la fe), así como la inserción de un asunto religioso en un molde procedente de la literatura caballeresca (Comedia que trata del rescate del alma); no obstante, el problema judío no se consideraba en esas obras. Además, ambas presentan una tensión dramática de que carecían las farsas precedentes.

Carcaterísticas generales de las acciones alegңricas El hallazgo de los dramaturgos de la comedia nueva es haber introducido la Pasión en ese tipo de trama. La mera sucesión de creencias desaparece a favor de otros modelos más ricos en conĚictos al estar casi siempre presididos por el enfrentamientoŮŬŰ. Ni en la Farsa de Moselina, ni en el Viaje del cielo el paso de la Ley Escrita a la de racia era armonioso, pero la resistencia de la religión mosaica carecía de la beligerancia dominante en los autos del XVII. Antes, la Ley de racia coronaba la acción; a partir de ahora para que así suceda, Cristo debe pagar con su sangre la victoria. ŮŬů Véase por ejemplo lo que escribe Almansa y Mendoza, en Simón Díaz, ūųŲŬ, p. ŬŲŰa. ŮŬŰ Algunos autos buscan el conĚicto en otras fuentes y continúan con el antiguo esquema, en cuyo caso la Historia Teológica se reduce a algunos versos, como sucede en El juego del hombre de Mejía de la Cerda o se presenta como algo previo a la acción: Las pruebas de Cristo de Mira de Amescua.

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La llegada del Mesías se produce a menudo al principio de la acción, con lo cual el conĚicto asume la forma de un combate, una guerra. La victoria, desde luego, corresponde al catolicismo, pero se han invertido los papeles, porque la religión judía ya no es simple blanco de bromas y de algún maltrato, sino que toma la iniciativa, en solitario o rodeada de otras ęguras. Prácticamente pasa al ataque nada más salir a escena y tal agresividad puede desembocar en el deicidio. Al ponerlo de realce los dramaturgos se apoyan en una razón teológica: la Eucaristía es un sacrięcio renovado, pero aprovechan ante todo su capacidad para mover al público. Por ello, lo utilizan una y otra vez escogiendo nuevas escenięcaciones en relación con sus predecesores: Los dogmas se basan en acontecimientos históricos, la caída del hombre, el nacimiento y la pasión de Cristo, etc., pero son ideas abstraídas de los acontecimientos con el ęn de explicar su verdadero signięcado. Los acontecimientos no constituyen dogmas de por sí, y, por tanto, no se inęere de ellos una enseñanza teológicaŮŬű.

En efecto, les poetas ya no se limitan al relato de acontecimientos cuyo alcance doctrinal debe explicar un personaje; quieren construir situaciones dramáticas que contengan en sí mismas las claves necesarias para ser comprendidas. Entendemos así mejor por qué el motivo del juego se emplea con regularidad. El hombre, continuo perdedor, no tiene con qué pagar y Cristo se convierte en su ęador. Encontramos este recurso en: El divino Isaac de odínez, El juego del hombre de Mejía de la Cerda y Los hermanos parecidos de Tirso, entre otros. Era una manera de dar a entender el sentido profundo del sacrięcio del Salvador sin aburrir al público con extensas tiradas didácticas. Se corría un riesgo: la pérdida de dramatismo cuando se impone un tono lúdico, caso de El heredero de Mira de Amescua, escollo que supo evitar magistralmente Tirso: mediada la obra, surge una gran tensión que anima la partida de cartas y la disputa entre Avaricia (Judas), Deseo (el Judaísmo) y el HombreŮŬŲ. Cristo crucięcado aparece en el último momento, cuando los acreedores están a punto de aprisionar al hombre, originando un lance sorprendente. Conviene detenerse en la forma en que se representa la Crucięxión y los malos tratos que la preceden, ya que si todas las obras terminan mostrando

ŮŬű ŮŬŲ

Par”er, ūųŲŭ, p. ůŭ. Los hermanos parecidos, en Tirso de Molina, Obras, II, ūųűŪ, pp. űŭ-ųū, pp. ŲŬ ss.

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una apariencia con la imagen del Redentor, varía el encadenamiento de situaciones que nos conducen a ellaŮŬų. Con la excepción de El heredero del cielo, se evita el naturalismo y el personaje no sufre ultrajes en escena salvo los de tipo verbal diseminados por La mesa redonda. racias a ello Vélez sustituye la Pasión por el combate entre la Iglesia y la Sinagoga, de tal modo que el tono guerrero que impregna el auto se mantiene de principio a ęn. tros escritores demuestran mayor imaginación. Lope de Vega, en El tusón del Rey del cielo, por otra parte auto de gran mediocridad, escoge la simbolización. Judas le vende una medalla del Toisón al Judaísmo, quien, como concienzudo platero, quiere tocar la joya para ęjar su precio. Para ello emplea los instrumentos de la Pasión: Sale el criado con una fuente, y en ella una corona de espinas, unos clavos y azotes HEBRE-Mostrad, señor, el Tusón al Pueblo hebreo. uita el cordero de la cadena Tócole con estos azotes. [...] CALABRÉS-¡ué descubre? HEBRE-ȳȳHumanidad. [...] CALABRÉS-Toca otros oros mejores, si en estos presume engaños. HEBRE-Tócole en esta corona de espinas: aquí se muestra hombre[...]ŮŭŪ

En cuanto a la Crucięxión en sí misma, en general ocurre fuera de escena. En Los hermanos parecidos, la Justicia lleva en vez de bastón una cruz que pone en el hombro de Cristo. Se supone que la Justicia, la Envidia y el Deseo lo conducen al CalvarioŮŭū. A veces la muerte se representa integralmente en cuyo caso ŮŬų Sobre la función de las apariencias ver Flecnia”os”a, ūųŰū, p. ŭŪų, y Wardropper, ūųŰű, p. Ŭųū, que escribe: «La técnica de la apoteosis -una tentativa de aliar el arte escultórico al drama para dejar en la memoria del espectador una visión simbólica- es la mayor contribución de Lope al auto sacramental». Puede añadirse de la ranja, ūųŲų. ŮŭŪ Lope de Vega, Obras, VII, ūųŰŬ, pp. ŭŭů-ŭŮų; la cita en pp. ŭŮŮb-ŭŮůa. El Contento comenta cada una de las exacciones que sufre la joya. Ůŭū Los hermanos parecidos, p. ųŪ. El heredero del cielo, ūųŰŬ, p. ūŲŲ, utiliza la misma solución: «Pónele una cruz y llévanle».

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el ritmo se aceleraŮŭŬ. De cualquier modo, el público contempla ahora aquello que tiempo atrás no fue sino el punto de partida de un largo planto entonado por varias voces. Convergen sacrięcio del hħo de Dios y Eucaristía, apareciendo su muerte en forma de apoteosis llena de majestad, según conviene a la festividad del Corpus. Las reacciones provocadas por la exaltación de la Eucaristía desempeñan un papel tan decisivo como los diálogos que rodaban la Crucięxión. racias a ellas, la representación se cierra con una victoria aceptada (La mesa redonda). En La guarda cuidadosa intervienen los demás sacramentos: todos tranquilizan al espectador a quien las palabras de los enemigos de la fe han podido llenar de desasosiego. No falta el caso de una representación que acaba con amenazas por parte del enemigo deseoso de tomar revancha de la derrota que acaba de sufrir, según atestiguan estos versos ya citados de El heredero: ENV-Pedazos te he de hacer Pan de tres nombres pues que te llegan a comer los hombres.

Una variante, muy utilizada por Calderón de la Barca, consiste en yuxtaponer la alegría de los ęeles y la rabia, o la decepción, de los antagonistas: ALATEA-Esa es vuestra. NIT-o soy tuyo. PLIFEM-Porque yo padezca y pene. JUDAISM-Porque yo suspire y lloreŮŭŭ.

Tras la Redención quien mueve los hilos es el inductor de la caídaŮŭŮ, a quien se le puede incluir entre las dramatis personae. En el período anterior, el combate que se libra por salvar –o condenar– al alma ya aparecía en el tablado, pero sin que se asociara el Judaísmo a él. Par”er, entre otros, señaló las dięcultades doctrinales que plantea ese tipo de argumento: convertir a Satán en antagonista de Dios equivale a caer en el maniqueísmoŮŭů. Para evitarlo se interponen una serie de ęltros. Lucifer ataca al hombre (Primer Adán, Naturaleza

ŮŭŬ Solución de Mira en El heredero, v. ŲŲŮƸ, al escoger una muerte más espectacular: el Judaísmo golpea al Heredero con un palo, que se convierte en cruz. A continuación Cristo crucięcado sube al cielo. Ůŭŭ El Polifemo, en Juan Pérez de Montalbán, Para todos, ūŰŭů, fols. ūűů-ūŲŭv, fol. ūŲŭv. ŮŭŮ Flecnia”os”a, ūųŰŮ, p. ŮŪ. Ůŭů a me he referido a este punto que desarrollaré cuando estudie los autos de Calderón y la relación Judaísmo-Demonio que en ellos se efectúa.

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Humana), defendido por el Ángel de la uarda, la Fe y otras ęguras similares; también puede arremeter contra la Iglesia, ayudado por algunos acólitos. En estos esquemas actanciales, el papel y, consecuentemente, el grado de responsabilidad de los hebreos varían. Sabido es que la Iglesia hizo encaje de bolillos teológicos para compatibilizar la redención producida por el sacrięcio voluntario y una muerte cruel administrada por el pueblo ingrato, eliminando la posibilidad de considerar a este último como un auxiliar de la Providencia. La literatura devota, el teatro, recogen esa interpretación de la historia. Lope presenta al Sacerdocio y su pueblo como únicos culpables; Mira convierte al Judaísmo en un títere a las órdenes de la Envidia en el momento ęnal, tras haber mencionado múltiples afrentas al Creador y presentar su hostilidad marcada hacia el Hħo (El heredero). Nunca se disculpa al Pueblo Hebreo, ni siquiera en los autos en que desempeña un papel secundario. En El Polifemo de Pérez de Montalbán, quien continuamente quiere matar a Acis (Jesús) es Polifemo (el Diablo), mientras que el Judaísmo parece casi perdido entre los demás cíclopes (fol. ūűűr). Sin embargo en la apoteosis ęnal se sitúa en un mismo plano al jefe y a su acólito: ambos siguen dudando al unísono de la naturaleza divina de Acis (fol. ūŲŭr). Cuando examinamos la teoría que se desprende de estas obras constatamos con sorpresa que el Judaísmo, y en su caso la Herejía, nunca son redimidos. uiero decir que el hecho de disociar al énero Humano de las diferentes religiones o, también, la presencia de desenlaces en donde algunas ęguras como el Pueblo entil aceptan el bautismo mientras que otras rechazan a la Iglesia, da a entender que el Mesías no se ha sacrięcado por ellos, sino que ellos, concretamente el Pueblo Hebreo, lo han sacrięcado. Todo lo cual se deriva, en parte, de la abolición de la historia en favor de una temporalidad abstractaŮŭŰ. La Crucięxión, que la Eucaristía repite, juega en los dos sentidos, y el espectador deduce que quienes dan la espalda al sacramento se excluyen de la Redención, válida únicamente para aquellos que saben escoger guiados por la Fe. Un autor tan sensible a los problemas que rodean a la salvación como odínez quiso tener en cuenta todas sus facetas. Su auto sacramental El divino Isaac, quizá jamás llevado a las tablas, supone un esfuerzo considerable por transponer alegóricamente la vida de dicho patriarcaŮŭű. La Pasión resulta de un juego propuesto por Abraham (Dios) en el que Isaac se hace ęador del

ŮŭŰ Sobre la temporalidad abstracta, ver Par”er, ūųŲŭ, pp. ŮŲ ss. Ůŭű La obra pudo escribirse entre ūŰūů y ūŰŬŪ (Bolaños Donoso, ūųŲŭ, p. ůŮŪ). Para mayor comodidad del lector, en vez de citar por el Ms Res. ūŭű de la BNM remitiré a la ed. de Bolaños Donoso, ūųųů.

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Pueblo Judaico (Esaú) y de Abimelec o Pueblo entil (Jacob)ŮŭŲ. Se subrayan sin cesar los aspectos negativos del primero, pero Isaac asume sus errores al igual que hace con los de Abimelec: ISAAC-Uno es humilde, otro es vano; más yo, porque entren en juego, que soy fiador abonado, por sus yerros pagaréŮŭų.

El Hħo debe pagar la ęanza: el sacrięco de Isaac se metamorfosea en crucięxión en la que participan ambos jugadores, si bien de manera harto distinta: JUD-o le pondré atravesados dos leños que le derriben Pónele la cruz y comienza a caminar con ella Isaac, y el Rey le ayuda a llevarla RE-¡h, cómo eres, pueblo ingrato, paga por ti y le atormentas! o daré de mis vasallos un gentil, un cirineo, que del oprobio sagrado participe, a Isaac ayude (vv. ŬűŬ-Ŭűų).

Los hechos se asemejan a los de otros autos, con excepción del sentido del sacrięcio del Mesías, que adquiere en odínez una dimensión universal de la cual se olvidan casi sin excepción los demás dramaturgos, siguiendo la tradición de la Iglesia.

ŠœȱŠ•žœ’˜—ŽœȱŠ—’“žÇŠœȱ¢ȱ•˜œȱŠ—ŠŒ›˜—’œ–˜œ Si las obras alegóricas aportaban numerosas novedades en el plano de la acción, de los personajes y del juego escénico, también encontramos una ampliación de todo lo referente a los anacronismos, a las alusiones a los ritos, a las prescripciones, al estereotipo socio-racial. Se utiliza la circuncisión, el descanso del sábado, la codicia, la nariz... En cuanto al cerdo, se saca partido

ŮŭŲ En realidad la asociación con Esaú y Jacob es de lo más tenue y se limita a los vv. ůŰ-Űű. En el diálogo aparecen como Pueblo Judaico y Abimelec y la historia de los dos hermanos no tiene desarrollo escénico. Ůŭų Vv. ūŪŲ-ūūū. Un poco después cuando el Pueblo Judaico se niega a reconocer a un Mesías pobre, Isaac aęrma, v. ŬůŰ: «Tú yerras mas yo lo pago».

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de la repulsa que provoca en los hebreos. Lo que llama la atención es la intención cómica, repleta de desprecio o, a veces, simplemente bufonesca.

Nuestro bien de Lope de Vega Lope de Vega dedicó toda una obra a la circuncisión del Niño Jesús: Nuestro bien: Auto de la circuncisión y sangría de CristoŮŮŪ. Según hemos visto al estudiar el teatro de los jesuitas, la tradición cristiana rechazó siempre ese rito al cual se sometió, como todo judío, el Mesías. Por ese motivo el teatro le prestó poca atención y cuando lo hacía, se añadía al respeto debido a todo lo que concernía a la Sagrada Familia cierta incomodidad cristiana expresada por medio de la comicidadŮŮū. De las burlas se encarga el gracioso; ahora bien, como eso no basta, se añaden otras reticencias antħudías expuestas con mucha seriedad. a desde la primera escena se marca la pauta. Cirineo, noble romano que llega para efectuar el censo de Judea, piensa en regresar a su patria. Lo seduce una hermosa judía, pero no puede evitar sentir algunos escrúpulos bastante anacrónicos: CIRINE-Puesta tengo el afición en una judía, y quisiera que romana se volviera por decilla mi pasión. Mas la sangre de Cirino [sic] no es bien que se mezcle con... LACA-ȳȳBasta: con aquesta mala casta que jamás come tocino (p. Ųūb).

Lacayo preęere quedarse allí, curioso por conocer al Salvador que, según los rumores, ha nacido ese mismo día (p. ŲŬa). Se trata, en realidad, de una

ŮŮŪ En Lope de Vega, Obras, VII, ūųŰŬ, pp. Ųū-ūŪū. ŮŮū No obstante, el propio Lope es capaz de presentar ese rito sin ningún tipo de reticencia en La corona derribada y vara de Moisés; ahora bien, se trata de la circuncisión de Eliezer, hħo de Moisés (Ex Ů, ŬŮ-ŬŰ) y no de Jesús. Ver Obras, VIII, ūųŰŭ, pp. ŭŬű-ŭŬų. En El robo de Dina (Obras, VIII, ūųŰŭ, pp. ű-ůŪ), encontramos otra perspectiva. Los habitantes de Siquén se circuncidan para establecer una alianza con Jacob tras la violación de Dina por el hħo del rey. Los hħos del patriarca lo aprovechan para cumplir su venganza ( n, ŭŮ): «Agora que esa canalla, / porque se ha circuncidado, / todos están en las camas, / y el dolor de las heridas / es mayor, vamos a darlas / en sus cuerpos, y venguemos / la afrenta de nuestra hermana» (p. ŮŲ).

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excusa. El gracioso también tiene su corazón y carece de los prejuicios que atormentan a su amo: LACA-Soy gentil, aunque no soy gentilhombre [...] Soy lacayo de oficio y propio nombre, mas por serlo, mi amor muy poco pierde: a Cirino negué ser pisaverde pero nadie se espante ni se asombre. Pienso de aquesta vez enjudiarme [...] ue es la mujer el lazo, amor el cebo, y si una vez acabo de encebarme, soy judío y romano a sangre y fuego (p. ŲŬb)ŮŮŬ.

El encuentro de Lacayo con los pastores testigos de la Epifanía, ahora deseosos de asistir a la circuncisión del recién nacido, provoca disputas porque el romano hace gala de un sentido del humor algo agrioŮŮŭ; pero pronto se reconcilian y juntos van a la ceremonia. La didascalia (p. ųůb) prueba que Lope quiso construir una escena plena de magnięcencia. La presencia del Niño provoca los elogios unánimes de los testigos, mientras que el rito en sí suscita reacciones distintas. Lacayo reacciona compasivamente, pero al escándalo que le produce la sangre del pequeño se añaden motivos más egoístas. curre que no las tiene todas consigo: LACA-ue si a mí me sucediera tratarme de esa manera, si supiera no sé qué, cogiera al viejo cruel, aunque luego me empalara, y el cuchillo le quitara, y aún, le diera con él. [...] le metiera aquesta espada legua y media más allá de donde este pomo está, porque esa es burla pesada:

ŮŮŬ Bato, gracioso de Los dos jueces de Israel de Pérez de Montalbán, no duda por su parte en «jodaizar» para conseguir los favores de la criada Tamar, judía, que lo rechaza por razones de incompatibilidad religiosa. ŮŮŭ Pp. ŲŬb-ŲŮb. En el diálogo resuenan ecos de las discusiones de pastores y habitantes de la ciudad típicas del teatro del XVI.

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pensé que el circuncidar era comer o cenar, pero cuando vi verter la sangre doy a correr y aun si pudiera, volar, [...] Por los dioses, que entendí que en sangrando aquel cordero dieran tras el forastero [...] (p. ųŰb).

Lope saca todo el partido posible de la situación que gana en intensidad cuando el gracioso quiere hacer justicia: LACA-Pues aguardadme que aquí os circuncide yo a vos (pp. ųŰb-ųűa).

A esos divertidos ataques que provocan la risa del espectador se unen otros de cuya seriedad no cabe dudar: SIMEÓN-[...] Muchos vivirán por Él en el pueblo de Israel; empero tiempo vendrá que a muchos parecerá verdugo fiero y cruel; señal de contradicción será a los de su nación, y ellos protervos con él serán Caín con Abel, al tiempo de su pasiónŮŮŮ.

Tanto el sacerdote como la propia circuncisión son perfectamente incorporados al cristianismo. Simeón reconoce en el niño al Mesías, vilipendia a los judíos y la ceremonia, asimilada al bautismo, preęgura la Crucięxión siguiendo una tradición bien establecida: JSEF-A enfermedad de pecado esta sangría se aplica, y con ella purifica el niño que le ha heredado. Mas este niño no tiene pecado, porque es muy bueno;

ŮŮŮ P. ųűb. Lope parafrasea la profecía de Siméon, Lc Ŭ, ŭŭ-ŭŰ. Jesús, causa de disensiones, aparece también en Lc ūŬ, ůū-ůū y en Mt ūŪ, ŭŮ-ŭŰ.

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que por el pecado ajeno le viene el mal que le viene, y por eso se ha sangrado (p. ųųb).

La señal de pertenencia al pueblo hebreo sufre en Lope de Vega un doble tratamiento. Ante todo, gracias a un elemento perturbador ajeno al mundo hebraico, el gracioso, se presenta desde fuera la particularidad del rito, cuyo rechazo se señala de manera verosímil. Se incorporan comentarios peyorativos, que no tenemos que considerar siempre como simples salidas de tono; recuérdense por ejemplo los prejuicios sobre la pureza de sangre expresados por Cirineo al comienzo. Después expone Lope una interpretación ęgurativa de la circuncisión, que de esta manera pasa a ser un rito iniciático al ministerio de Cristo, una preparación a los sufrimientos de la edad adulta. Criticado vivamente en su forma y despojado de su auténtica función, el rito ya puede ser aceptado, según nuestro dramaturgo, por el público hispano; nada nuevo con respecto al Lucifer furens del padre Acevedo o al Triumphum circuncisionis del padre Bonifacio.

El estereotipo socio-racial a vimos cómo el descanso sabatino proporcionaba al autor del Colmenar una escena de lo más cómica; no creo necesario volver sobre ella. Contentémonos con destacar lo raro que resulta encontrar situaciones de ese jaez en nuestro teatro. El lector recordará un fragmento de Los baños de Argel de crueldad sorprendente y poco más se puede añadirŮŮů. En lo que se reęere a las prescripciones alimenticias, lo que antes constituía la excepción (Viaje del cielo) se convierte ahora en algo banal. En efecto, el cerdo surge abundantemente en el diálogo provocando situaciones cómicas y desdeñosas. El tocino y el gracioso mantienen excelentes relaciones tanto en plano verbal como en el de la acción, según lo prueban El colmenar y El horno de Constantinopla. Pero al menos una vez los términos se invierten: quien quiere vejar a un judío gracias a una lonja de tocino encuentra la horma de su zapato (Fuego dado del cielo). Insistamos en la excepcionalidad del caso; el valiente abulón, gracioso del auto de Castillo Solórzano, es un personaje insólito enfrentado a los asirios, pueblo cruel, enemigo de los hħos de Israel justamente castigado por el Señor tanto en el relato bíblico como en la obra.

ŮŮů

Remito de nuevo a arrot ambrana, ŬŪŪŭ.

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Los dramaturgos se centran en el tocino, dejando en el olvido otros productos o reglas que jamás se mencionan. Lavine cita una alusión de Lope a las berenjenas y a la cocina muy sazonada en El sastre del campilloŮŮŰ. Debemos postular una codięcación extremada por encima del prurito de permanecer ęel a la verdad o, siquiera, introducir algo de variedad, de tal modo que resulta rarísimo encontrar un fragmento donde se recojan las prescripciones mosaicas de forma más extensa, como aquel del Incipit parabola coenae del padre Bonifacio. La mejor prueba la suministra un escritor muy familiarizado con el Antiguo Testamento, odínez. En Los trabajos de Job se leen unos versos del mayor interés. El gracioso, gran glotón según lo exige su papel, enumera una lista de alimentos: Hoy pocos manjares tienen, pavos, gallinas, capones, pollos, palomas, perdices, patos, gansos, codornices, liebres, conejos, pichones, berenjenas, zanahorias, rábanos, repollos, hongos, callos de vaca, mondongos, asaduras, pepitorias, panal de rosa, perada, almíbares, diacitrones, calabacines, turrones, letuario, mermelada, peladillas, canelones, anís, gragea, guindas, persigos, jalea, mazapanes, mostachones, vino, aloja, limonada, verdea, aloque, luquete, moscatel, tinto, clarete, hipocrás y carraspada. [...]ŮŮű

Encontramos revueltas las berenjenas y las liebres prohibidas por la ley (Lv ūū, Ű), y echamos de menos la ausencia total del cerdo en una lista tan larga que incluye vinos (moscatel, tinto, etc.), dulces típicamente españoles (mazapanes, mostachones) y otros alimentos (diacitrones, letuario, mondongo), cuya presen-

ŮŮŰ ŮŮű

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Lavine, ūųŲů, p. ŰŰ. Felipe odínez, Los trabajos de Job, ūųųū, vv. űūŮ-űŭŰ.

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cia resulta de lo más incongruente en ese contexto. En tales circunstancias, Ƕpor qué prescindir de un recurso seguro para obtener la risa del público? uizá, precisamente, a causa de la asociación de la carne porcina con situaciones o chistes tópicamente antħudíos y anticonversos que le parecieron a odínez fuera de lugar aquí. Al restringir el corpus al auto sacramental, con alguna ampliación muy concreta, los componentes del estereotipo judío resultan menos abundantes que en el teatro menor. A pesar de ello, la gran nariz hebrea, jamás mencionada en el teatro salvo una excepción, es sugerida por el Apetito, gracioso del Polifemo de Pérez de Montalbán, cuando describe al Judaísmo: APETIT-[El Judaísmo parece] Mascarón de jardín puesto encima de una fuenteŮŮŲ.

Para otras situaciones debemos recurrir a comedias bíblicas. Por ejemplo, una autorreferencia: Coriolín, dotado de un extraordinario apéndice nasal se enamora de una pastorcilla chata, equilibrándose de esa manera la balanza: CRILAN-La verdá, pues sin narices se ahorra de un romadizo; y si mos casase Dios hasta ver un abolengo, no importa eso, que yo tengo narices para los dosŮŮų.

En ambos casos predomina una burla carente de desprecio. En cambio, Mingo, gracioso de El árbol del mejor fruto del mismo Tirso, hace gala de un antħudaísmo muy agresivo. Su forma de saludar al grupo que, en su opinión, no responde al estereotipo racial es la siguiente: Ƕué hay hermanos narigones? […] No son estas [narices] de la marca, hermano, de los judíos. Esas son narices romas y hidalgasŮůŪ.

ŮŮŲ Para todos, ūŰŭů, fol. ūŲūv. tro ejemplo burlesco en La ęrmeza de la Iglesia, fol. ŭūv. ŮŮų La mujer que manda en casa, en Obras, IV, ūųűŪ, p. ūųŲa. ŮůŪ El árbol del mejor fruto en Obras, IV, ūųűŪ, p. ūŪŪ. Por tal motivo los quiere obligar a sustituirlas por otras que convengan mejor. Narices «de dos gemes».

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Al contrario, las acusaciones referentes a la codicia poseen gravedad. El Judaísmo de El divino Isaac de odínez aęrma: o deseo ser el rico ȳel próspero, el envidiadoŮůū.

Pero escasean los ejemplos. Recordemos dos a los que ya me he referido: el ansia por poseer más bienes de fortuna se convertía en motor de El heredero de Mira de Amescua; Vélez de uevara introducía un regateo entre la Sinagoga y Judas en La mesa redonda. Entre los otros constituyentes del estereotipo que aparecen en los autos cabe citar la cobardía. Lacayo responsabiliza a la circuncisión: LACA-[...], al puto que quiera ser a tal costa judío, si ansí los quitan el brío y tratan de esta maneraŮůŬ.

Un gracioso de Valdivielso exclama: CUERP-[...] que, pardiez, que me ha metido el diabro el jodío en el cuerpoŮůŭ.

Si nos paramos a pensar nos percataremos de que los rasgos caracterizadores (obstinación, ceguera, crueldad...), pertenecen antes a la teología que al cliché socio-racial, del que apenas queda rastroŮůŮ; su lugar de predilección Ůůū El divino Isaac, ūųųŰ, vv. ŬŮų-ŬůŪ. Insisto en que me reęero a un corpus muy concreto. En una comedia de Ruiz de Alarcón ya mencionada, La manganilla de Melilla, sí encontramos punzadas contra los logreros judíos. ŮůŬ Lope de Vega, Nuestro bien..., Obras, VII, ūųŰŬ, p. ųŰ. El tópico viene de antiguo. El doctor Villalobos blasonaba de su escaso valor en una anécdota famosa que recoge Pinedo en su Libro de chistes. Puede leerse en la compilación de Paz y Meliá, Sales españolas, ūųŰŮ, pp. ūūb-ūŬa. Sin embargo, para encontrar la buena suerte de los judíos, igualmente proverbial, he tenido más dięcultades. Un gracioso de Pérez de Montalbán aęrma lo siguiente: «Bato- a, Tamar, la veo [a ael]: / Ƕtú no me has hecho hebreo? / Pues la ventura adquerí» (Los dos jueces de Israel, p. Ŭū). En La ęrmeza de la Iglesia, se reúnen en cuatro versos los tres rasgos del cliché que estamos tratando: nariz, cobardía y buena suerte. La entilidad, paga su enojo por la derrota que acaban de sufrir con su pusilánime aliado: «No fueras tú tan gallina. / Si más romo de nariz / no fueras tan venturoso» (fol. ŭūv). Ůůŭ El Fénix de Amor, Teatro completo, I, pp. ūŰŭ-ŬŪů, vv. ūŬűŮ-ūŬűů, auto que proporciona la mayor parte de los materiales de Valdivielso, como se habrá comprobado por la frecuencia con que lo cito. Ver también La ęrmeza de la Iglesia, fol. ŭūv. ŮůŮ En cuanto a las diferencias lingüísticas han desaparecido prácticamente ( arrot ambrana,

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se encuentra en el teatro profanoŮůů. La crítica ha sacado mucho provecho de algunas comedias de Lope de Vega y de Tirso de Molina, así como del teatro menor. Debe subrayarse con todo que, fuera de alguna eventual superposición de imágenes que pudiera producirse en el público, la ęesta sacramental rodea al auto de otras obras: entremés, mojiganga..., de tal manera que los mensajes podrían sumarse. Uno de los problemas más delicados de resolver, por no decir el más delicado, es precisamente diferenciarlos. El editor de Navidad y Corpus Christi tuvo la excelente idea de publicar a continuación de El heredero, el Entremés de los sacristanes, atribuido al mismo autor, Mira, no sabemos con qué fundamento. Su diálogo empieza con una discusión entre un padre y su hħa: VEJETE-Vive Cristo, Ƕsi os cojo? HIJA-¡Ay qué exceso!, que confiesa mi padre. VEJETE-Ƕo confieso? HIJA-ǶPues no dice que vive Cristo? VEJETE-Es llano HIJA-ǶPues cómo lo negaba este verano?ŮůŰ

De más está decir que se trata de bromas sin vinculación alguna con la realidad socio-religiosa. En tal sentido, debe evitarse poner en el mismo plano -conscientemente o por descuido- textos pertenecientes a géneros tan diversos como un entremés y una obra alegórica, para deducir a continuación una teoría general sobre la «imagen» de judíos o de cristianos nuevosŮůű; además, si los conversos desempeñan un papel relevante en el terreno de los anacronismos, debemos reconocer que los autos sacramentales no proporcionan mucha materia. Valdivielso, de nuevo en El Fénix de amor, nos sorprende con un comentario inesperado de Luzbel a propósito de un apóstol de sangre irreprochable: LUBEL-Reto a tu primo el salvaje y al mamantón de tu pecho, ŬŪūŬd). Cervantes mantiene el Dío en Los baños de Argel, ūųŲŭ, v. ŮūŲ. Los judíos de El árbol de mejor fruto exclaman «guayas» varias veces (Tirso de Molina Obras, IV, p. ųų). El abulón de Fuego dado del cielo exclama «¡ uayas de mis pies!» (v. 484). Sobre esta expresión a la que en la época se le atribuía infundadamente un origen hebreo, o, por lo menos, se consideraba típica de judíos y conversos, ver Eberenz y de la Torre, ŬŪŪŭ, p. Ŭůŭ. Ůůů El niño inocente de La Guardia de Lope, una auténtica recopilación del estereotipo, constituye la excepción. ŮůŰ En Autos sacramentales con quatro comedias nuevas, ūŰůů, fol. ŬŬŪv-ŬŬŬv, fol. ŬŬūr. Ůůű Pienso en Silverman, ūųűū, que parte del entremés de San Diego de Alcalá, vinculado a la serie de los alcaldes encontrados, para demostrar el odio de los cristianos viejos a los nuevos.

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al que armado con un aspa es el más cristiano viejo (vv. ūūųŪ-ūūųŭ)ŮůŲ.

El juego de palabras alude a San Andrés cuya cruz remite a la Inquisición; se concluye que el Santo ęcio no es un valladar contra la herejía sino un instrumento de legitimación de la discriminación social. Mayores dięcultades conlleva encontrar personajes que puedan relacionarse con los conversos, pues en este punto poco provechosos resultan tanto Rubén y su familia (El horno de Constantinopla) como Semey (El colmenar). Debemos buscar a los cristianos nuevos en ciertas tragicomedias religiosas como El Anticristo, El niño inocente de La Guardia o El árbol del mejor frutoŮůų; pero en realidad el terreno donde Ěorecen es cierto teatro profano por el que Lope de Vega muestra predilecciónŮŰŪ. El Santo ęcio aparece a veces en el diálogoŮŰū, pero en general en contextos cómicos: recuérdense las alusiones de Fuego dado del cielo y La siega y el hecho de que en este auto, el fuego al que se condena el Judaísmo es el del inęerno. La crítica ha pasado por alto unos versos bastante problemáticos de Las formas de Alcalá, auto muy poco estudiado de Pérez de MontalbánŮŰŬ, del que nadie sabe a ciencia cierta cuándo ni dónde se representó. Los versos recuerdan a otros que incluyó Calderón en su conocida comedia Casa con dos puertas mala es de guardar, a la que me referiré en la Segunda parte. El auto de Montalbán se escribió para celebrar el milagro de las formas incorruptas que según Valladares habría inspirado El colmenar; la intención del escritor madrileño no ofrece la menor duda pues concedió particular importancia a los jesuitas alcalaínos. Éstos promueven una discusión para dilucidar la posibilidad de dicha incorruptibilidad y, de hecho, en ūŰūų hubo una con-

ŮůŲ a cité otra alusión cómica a los hidalgos conversos en La siega de Lope, en Obras, VI, ūųŰŬ, p. ŭūŪb. Ůůų En esta última obra el gracioso Mingo hace algunas alusiones al respecto. Interrogan a Judas sobre el lugar donde se encuentra la cruz y pretende no saber nada: «MIN - arruchada hay apercibida. / Judíos, mas no confesos, / nones dicen». Tirso de Molina, Obras, IV, ūųűŪ, p. ūŪůb. Tras una sesión de tortura bastante contundente, sigue dando pruebas de humor negro: «MIN -Pues la verdad confesaste / ya serás de hoy más confeso» (p. ūŪųb). ŮŰŪ Véanse Lavine, ūųŲů y Silverman, ūųŲů. ŮŰū Cf. Rodríguez Puértolas, ūųűŬc, pp. ŭŪŰ-ŭŪű. ŮŰŬ Destaco entre lo poco aprovechable: Alenda, ūųūű, pp. Űůŭ-ŰůŰ, y Flecnia”os”a, pp. ūųŰū, pp. űų-Ųū. Profeti, ūųűŪ, no le dedica atención. Par”er, ūųűů, y el venerable Bacon, ūųūŭ, carecen de la menor utilidad para este auto. Cito por la única edición: Navidad y Corpus Christi, pp. ūųŰ-Ŭūů. La BNM ha efectuado una edición electrónica del manuscrito de fácil consulta.

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sulta a este respecto; al año siguiente se consagró una capilla en la Iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús; en ūŰŬŬ, el arzobispo de Toledo rubricó la legitimidad de su culto y, por último, en ūŰŬů el Ayuntamiento «prestó […] el solemne voto en virtud del cual concurre todavía a la ęesta anual de las Santas Formas»ŮŰŭ. El grupo de moriscos a quienes acompañaba un cristiano viejo se convierte en una partida de bandoleros cuyo Capitán (sin nombre propio en la obra) es calięcado de hebreo en varias ocasiones. Entre sus hombres se halla el protagonista, Andrés Corvino, que conservaba piadosamente las formas, y su criado Morón. A lo largo del diálogo encontramos dos alusiones al criptojudaísmo de los portugueses. La primera, bastante chusca y evidente: CAPITÁN- […] porque cuando pudiera ser cierto que el cielo las conservara [las formas] yo sigo otra ley, y niego que un Dios quepa en una oblea. MRÓN- Éste sin duda es abuelo de Catalina de Acosta (p. ŬŪŬ).

El gracioso nombra a una portuguesa quemada en eęgie en el auto de fe de julio de ūŰŭŬ, celebrado en Madrid con presencia del Rey, para castigar fundamentalmente a los portugueses acusados de azotar una imagen de Cristo, caso conocido con el nombre de Cristo de la Paciencia. Nada vincula a Catalina de Acosta con Alcalá, pero por alguna razón esta mujer debió llamar la atención de la gente de la época, porque también se la menciona, como dħe, en Casa con dos puertas. La segunda alusión, más compleja, llega cuando Andrés y Morón entregan las formas incorruptas a la Compañía de Jesús. El demonio no se da por vencido: predice una serie de ataques que dirigirá contra Cristo y contra la Eucaristía. Cita explícitamente a Benito Ferrer, relajado en auto de fe particular en ūŰŬŮ por ultrajar una hostia consagradaŮŰŮ. A continuación ya sí se reęere, aunque de forma más alusiva pero clara para cualquier madrileño -e incluso español, dada la difusión del suceso merced a las relaciones que se escribieronŮŰů-, al Cristo de la Paciencia: DEMNI-[…] haciendo que un sacramentario, un loco, un temerario,

ŮŰŭ ŮŰŮ ŮŰů

Alenda, ūųūű, pp. ŰůŮ-Űůů. Cf. Caro Baroja, I, ūųŰū, p. ūűů. Cf. Pulido Serrano, ŬŪŪŬ, p. ŬūŲ.

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que así es bien que le llame, y que yo propio su delito infame, un Benito Ferrer, un hugonote, llegue diciendo misa un sacerdote, y con mano sacrílega, y osada, despedace la hostia consagrada. De su imagen divina haciendo luego que un hebreo atrevido, vano y ciego lo azote, arrastre y hiera, hasta echar en las llamas la madera, sin que le baste a Dios para librarse llegar a hablar dos veces y a quejarse. […](p. ŬŪų).

Acaba anunciando derrotas militares y un año de sequías y malas cosechas; acontecimientos estos últimos que pueden corresponder al período ūŰŬų-ūŰŭŭ, de crisis aguda, antes del breve respiro que supuso la victoria del cardenalinfante en NördlingenŮŰŰ. Si la orientación antħudía del auto queda fuera de duda, tampoco puede negarse que el Santo ęcio se haya curiosamente ausente del diálogo: el espectador debe añadirlo por su cuenta. De cualquier modo, su presencia, en relación con los criptojudíos, puede considerarse escasa. En cambio cuando el enemigo es el protestantismo, la Inquisición desempeña un papel más relevante en estas obrasŮŰű.

ŮŰŰ Preparo un trabajo sobre esta obra donde podré tratar con suęciente espacio el complejo contexto histórico en que surge. De todas maneras tendré que detenerme de nuevo en ello cuando lleguemos a Calderón. ŮŰű Flecnia”os”a, ūųűŰ. Véase además en la Segunda parte el epígrafe «La Inquisición» así como arrot ambrana, ŬŪūūb.

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Conclusión de la primera parte

Las precedentes páginas han permitido, así lo espero, establecer un panorama de la imagen de judíos y conversos en el teatro religioso, y de manera más concreta en las obras representadas en el Corpus, antes de la llegada de Calderón de la Barca. Cabe deęnir la evolución escénica que hemos observado como una lenta transformación de la palabra acusadora en personajes que, por sus actos, justięcan la acusación. Dicho de otro modo, la situación dramática crea elementos que anteriormente vehiculaba un discurso externo a la acción. Todos los estudios muestran que el teatro español del Siglo de ro dio una imagen globalmente negativa de judíos y conversos. Algunos casos aislados no contradicen esta aęrmación. Existen efectivamente personajes episódicos que gozan de un trato favorable, como el buen judío que aconseja a los cristianos: La fortuna adversa del infante Fernando de Portugal, atribuida a Lope de VegaŮŰŲ, o Hebreo, que enseña su idioma a San JerónimoŮŰų. Encontramos incluso judíos caballerescos como Flavio y Urías de La gitana melancólicaŮűŪ, pero la norma es que los personajes judíos aparezcan como transgresores. Profanan (El horno de Babilonia), corrompen el alma de los cristianos (El colmenar) o asesinan a niños

ŮŰŲ Según Sloman, ūųůŪ, pp. ūŮų-ūůŰ. ŮŰų Lope de Vega, El cardenal de Belén, Comedias escogidas, III, ūųůŪ, pp. ůŲų-ŰŪű. Ver la p. ůųŮb-c. Lope prescinde de la polémica e incluso el gracioso olvida el hiriente desprecio habitual, sustituido aquí por una discreta animosidad. Cf. la p. ŰŪů. ŮűŪ Aguilar, en su versión de la vindicta Salvatoris, introduce motivos procedentes del Abencerraje, como las relaciones de Flavio, general judío, y Numa, soldado romano enamorado de Irene, hħa del emperador Tito. Claro está, el retrato favorable, incluso halagüeño, de Josefo y su familia, no debe hacernos olvidar el antħudaísmo presente en toda la acción.

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(El niño inocente de La Guardia); en ellos cristalizan todas las fobias antħudías de la cristiandadŮűū. Ese judío es objeto de burlas y afrentasŮűŬ. Las connotaciones negativas que rodean al mundo judío poseen tal fuerza que incluso las adaptaciones del Antiguo Testamento, destinadas en principio a glorięcar a Israel, por lo tanto sin oposición explícita judaísmo / cristianismo, señalan sus defectos. Sucede así en Fuego dado del cielo, de tal manera que el profeta ejemplar y el simpático gracioso parecen desgajarse del pueblo ingrato al que de nuevo ahvé protege tras haber pagado su error. Los personajes alegóricos que encarnan a la religión o a la nación hebreas adquieren mayor importancia en los repartos y se convierten en adversarios arrebatados de Jesús y del cristianismo. El dogma impone argucias técnicas para evitar situar a una ęgura a la misma altura que el hħo de Dios, ya se trate de Satán o del pueblo deicida, pero el espectador (salvo el más atento) considerará al judío como el adversario del Mesías. Como el contrincante vence, debe mostrarse que la victoria ocultaba un fracaso. Dicho personaje, casi siempre masculino (salvo algunas excepciones del XVI), lleva por nombre Judaísmo, Pueblo Judío, Pueblo Hebreo, Sacerdocio, sin que su papel varíe por ello. Lope intentó presentar con escaso éxito en la misma obra la ęgura del Sacerdocio y la de su Pueblo (La siega), pero sólo Calderón logrará dar forma satisfactoria a ese desdoblamiento. Cuando establecemos una lista de atributos reconocemos el trasfondo bíblico: obstinación, ingratitud, ceguera, crueldad. racias a una dramaturgia más madura tales rasgos surgen de la acción. Uno de los fantasmas, en el sentido freudiano, de la sociedad cristiana de la Edad Media, el judío diabólico, encuentra así una cristalización teatral teológicamente bien construida, ya que el Judaísmo actúa a las órdenes de Luzbel en la lucha tan encarnizada como inútil que las fuerzas del Mal mantienen contra la Creación. El recurso de oponer la ęgura del Judaísmo a otras se mantiene. Sánchez de Badajoz había enfrentado directamente Sinagoga e Iglesia (Farsa de la Iglesia); sus sucesores preęrieron un contraste indirecto (Farsa de los tres estados, Farsa de Moselina, Viaje del Cielo). Los dramaturgos barrocos, por su parte, aumentan el número de espejos: el Pueblo Hebreo se enfrenta a la Iglesia, a Cristo, al Ángel de la uarda, etc. Su reĚejo se prosigue también dentro del Ůűū Las «bellas judías» son profanadoras en grado sumo: son amantes de cristianos, por añadidura casados y monarcas. ŮűŬ Recuérdese el análisis de esas tres obras para introducir los matices necesarios y el hecho de que en la unión de lo ridículo y lo nocivo estriba la concepción de las fuerzas contrarias a la Iglesia desde el teatro medieval (Hess, ūųűŰ, pp. ŬŰų ss).

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grupo formado por distintos enemigos de la Fe (La siega, La guarda cuidadosa, La ęrmeza de la Iglesia). Pero a menudo los autores se limitan a desarrollar el viejo binomio Ley Natural-Ley Escrita. La primera, al haberse convertido en la entilidad, pasa a representar a los romanos, herederos de la viña. Se mantiene el objetivo, que no es otro que situar a los hebreos en los márgenes de la sociedad, pueblo maldito, aislado del resto de la humanidad, aunque los dramaturgos de principios del XVII no hayan sacado mucho partido de los motivos del exilio y del ostracismo. Se podría objetar que el personaje está concebido de manera demasiado tendenciosa y que incluso si el argumento (la Pasión) no permitía grandes sorpresas, cabe lamentar la falta de problemática ya que, sin lugar a dudas, la percepción del Pueblo Hebreo peca de excesiva linealidad; pero precisamente el pecado dramatúrgico del período es la ausencia de conĚicto interno. Con todo, la crítica debe matizarse considerando los grandes progresos efectuados, que rubrica la creación de una alegoría muy convincente: la Sinagoga de La mesa redonda. En Vélez, el rasgo dominante de la Ley Vieja durante el siglo XVI, la vejez (de hecho punto de partida y de llegada), desaparece o, por mejor decir, se desplaza al segundo plano conceptual: la Iglesia sustituye a una religión vieja perteneciente a un período anterior de la Historia Teológica de la Humanidad. En cuanto sale a escena esta amazona, da pruebas de un brío inexistente en las ęguras masculinas; se dirá que es monocorde, pero no se puede negar su fuerza arrolladora. En cualquier caso, el juego escénico se caracteriza por la crispación, la agresividad, inmediatos en el caso de la Sinagoga, progresivos en el de sus correligionarios según los presentan Mira y Lope. El Judaísmo opone una actitud desabrida al Alma cándida (La guarda cuidadosa) y al Cordero místico, cuya mansedumbre se resalta siempre. A estos contrincantes se oponen ángeles aguerridos llamados a desaparecer cuando llega la Pasión, escenięcada siempre como sacrięcio voluntario, jamás como derrota. Vélez de uevara puso frente a frente a la Sinagoga y a la Iglesia, dos personajes femeninos muy semejantes por sus cualidades (belleza, arrogancia y pasión). La Iglesia gana la partida; concedámosle mayor prestancia. La Sinagoga (debe evitarse que pueda resultar atractiva) lleva demasiado lejos el odio y la rabia: cabe deducir que la actriz interpretaría el papel acentuando la exasperación hasta el límite. En relación con el período precedente la imagen de los judíos se ha ensombrecido. El deicidio ocupa el primer plano en la conęguración de los personajes y cuando no se representa, se menciona siempre en el transcurso del diálogo. La religión judía se convierte en un serio enemigo conęnando a la Ley Vieja del siglo anterior, burlada, humillada, a la categoría de personaje entremesil. En

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contrapartida, rara vez pisa el tablado una Ley Escrita en armonía con la Ley de racia; tampoco encontramos esa posibilidad en el diálogo. Consecuentemente, la función cómica incumbe en exclusiva a los personajes concretos; cabría aventurar, pero nos movemos en el terreno de la hipótesis, que la acentuación o la exageración de la violencia, de la decepción ante la derrota, muy bien podía teñir de comicidad a cualquier personaje. Curiosamente, el encarnizado enemigo gana en dignidad en tanto que ęgura alegórica, mientras que lo que representa, la religión mosaica, padece un desprecio absoluto: se insiste tanto sobre la caducidad de sus ritos y prescripciones (la circuncisión, el descanso del sábado, la prohibición de comer cerdo), que provocan invariablemente la risa. Por añadidura, el estereotipo socio-racial se inserta con los matices ya señalados. La nariz y la cobardía aparecen en contextos cómicos; la codicia, en los graves. No deja de causar sorpresa, por otra parte, el carácter antitético de determinados rasgos: la cobardía proverbial y la marcialidad de la Sinagoga bellatrix o la saña iracunda del deicida disuenan, ejemplo perfecto de la distancia que media entre estereotipo y personaje teatral. La animosidad contra los hebreos que se destaca del teatro áureo exige precisiones. Imposible negarla, según se ha comprobado al considerar el eje diacrónico; ahora bien, con respecto al sincrónico, está lejos de dominar el teatro religioso. El asunto concierne a todos los dramaturgos de cierta entidad (los que he estudiado), pero en diverso grado a tenor de las divergencias. Así, Valdivielso no ha escenięcado el deicidio y Tirso, de antħudaísmo más que probado, no da pruebas de ello en los autos: reserva sus dardos para las tragicomediasŮűŭ, a pesar de que la transubstanciación, el sacrięcio renovado del Salvador en el momento de la consagración, es inherente al teatro sacramental; pero la representación alegórica de la caída y de la redención prescinde fácilmente de la Pasión histórica y de sus actores circunstanciales. Wardropper, sin pensar en la polémica antħudía, analiza bien el problema demostrando que Calderón centraba sus autos en la ęgura de Cristo y en la explicación del dogmaŮűŮ; en cambio Valdivielso convertía al pecador salvado en último extremo por la Eucaristía en el meollo de sus obras. En este caso, este sacramento es un medio de salvación y no un dogma que debe explicarse

Ůűŭ Aunque se suele citar La prudencia en la mujer como caso más representativo hay bastantes otros. Kennedy, ūųŮų, p. ŬŭŪ, n. ūŬ, señala un incremento del antħudaísmo tirsiano tras la llegada al poder de livares, pero se trata de una aęrmación que depende demasiado de fechaciones hipotéticas y de establecer vínculos con la realidad histórica a menudo dudosos. Es asunto en el que no puedo detenerme. ŮűŮ Wardropper, ūųŰű, pp. ŬųŰ y ŭūų.

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al público. ué mejor prueba de ello que el número de autos que siguen un enfoque puramente teológico, mayor que el de los que se interesan por la muerte del NazarenoŮűů. Estas precisiones no invalidan la idea de que el ánimo belicoso con respecto a lo hebreo invade la escena hispana, manifestándose tanto en obras cuyo asunto de por sí incita al antħudaísmo como en otras en donde la polémica se reduce a unas pocas frases. Esa misma animosidad tiñe de manera unánime el enfoque de la Historia Teológica de la Humanidad y el tratamiento doctrinal de los conversos. La primera se convierte en un combate mientras que las aęrmaciones sobre la fraternidad de todos los ęeles, claramente expuestas por Sánchez de Badajoz y Horozco, se desvanecen. Podría mencionarse una excepción, la de odínez, derivada no tanto de sus convicciones íntimas, como de la audacia con que las lleva a escena, disfrazadas gracias al género morisco tan inclinado a hacer de buenos moros (y de las bellas moras enamoradas de cautivos) buenos cristianos. Lo aęrma Carrasco Urgoiti con respecto a su comedia casi homónima del conocido refrán, que vuelve del revés, en la línea de ciertas interpretaciones de El Abencerraje, idea merecedora de discusiónŮűŰ. A mí, al menos, no me parece ni mucho menos irrefutable. tros escritores, cristianos viejos o nuevos, quizás habrán pensado en su fuero interno algo parecido, pero se han inclinado ante la opinión dominanteŮűű. A lo más, colaboraron menos activamente en propagar los prejuicios. Si nos situamos en el plano individual, en el del deseo de lograr éxito en los corrales y, ante todo, de encontrar reconocimiento social, honores, protección real, etc., chocamos con graves dięcultades biográęcas y cronológicas. Al comienzo de este capítulo, mencioné la inĚuencia de la inmigración de los marranos portugueses sobre el teatro. Las consecuencias de su aęncamiento en España se percibieron tardíamente y los testimonios críticos a su respecto pertenecen al reinado de Felipe IV. Lope expresó en fecha temprana un sentimiento anticonverso bastante marcado y los fragmentos de acusado antħudaísmo cervantino también son anterioresŮűŲ. A continuación nos hallamos ante un período en donde el antħudaísmo de los autos corre parejas con la presencia indiscutible de judaizantes, así como de individuos ambiciosos, Ůűů Además de Valdivielso, ver por ejemplo El tirano castigado de Lope de Vega y Las pruebas de Cristo de Mira de Amescua. ŮűŰ Cf. Carrasco Urgoiti, ūųŲū. Se trata de De buen moro, buen cristiano. Ůűű En este terreno no se puede invocar el código teatral como un conjunto de estructuras formales carentes de contenido ideológico explícito. ŮűŲȳ arrot ambrana, ūųųůa y ŬŪŪŭ:

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dotados de gran destreza para medrarŮűų. A algunos poetas, según el período concreto en el que escribían, les interesaba soslayar la polémica. Al problema de fechas se añade el del contexto literario (situación, género, etc.), y el del lugar en donde se estrenaba la obra, parámetros que con mucha frecuencia se descuidan. Las bromas de los graciosos, las peleas de los alcaldes aldeanos, pertenecen a un nivel muy codięcado de la comicidad que remite escasamente a la realidad social. En cambio una obra como Los hermanos parecidos de Tirso originaba asociaciones más inquietantes. El Deseo ha llegado a ser privado del Hombre; los versos siguientes permiten establecer paralelismos con la coyuntura histórica, aunque debamos reconocer que tienen un carácter muy genérico y pueden encontrarse en cualquier obra que trate de la corte: EN AT-No son al uso [los antiguos criados] que la Prudencia y Justicia, la Cordura y el Consejo visten y andan a lo viejo. Casas hay a la malicia y criado ha de haber a la malicia. [...] ATREVIMIENT-¡h! Mal sabéis lo que puede en el palacio un truhán a los cargos no se dan sino a quien se los concede un bufón que tira gajes de cuántos el aconseja.

Algo después, el Deseo pasa a ser el JudaísmoŮŲŪ. A veces las omisiones tienen más sentido que largas réplicas. Volvamos a Lope, amigo del doctor Cardoso, el cual contaba entre sus conocidos varios portugueses salpicados por el escándalo del Cristo de la Paciencia al que ya se hizo referenciaŮŲū. racias a Pulido Serrano conocemos los entresħos de ese caso en donde unos pobres portugueses fueron víctimas de una lucha entre el

Ůűų No se olvide que el padre de odínez les hacía la competencia tanto a los cristianos viejos como a los conversos españoles cuando triunfaba en los negocios o cuando ocupaba un cargo en el ayuntamiento de Moguer. Sobre la fortuna familiar ver Bolaños, ūųŲŭ, p. ŮŬ. ŮŲŪ Tirso de Molina, Obras, II, ūųűŪ, pp. űŲ y p. Ųůa, respectivamente. La primera redacción parece ser de ūŰūŰ pero se reescribió en ūŰŬŭ según Kennedy, ūųŮų, p. ŬŮŮ, aunque sus argumentos no son de una solidez extrema. ŮŲū Ver erushalmi, ūųŲų, pp. ŰŰ-űů, para el proceso y ųū-ųŮ, para la amistad entre Lope y Cardoso. Los encausados eran gente de medio pelo.

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Inquisidor general apata y el poder político. Acusados de azotar una imagen de Cristo, que llegó a hablarles según acabaron reconociendo, fueron relajados en un solemne auto de fe con asistencia de los reyes y toda la corte. Pero con la ejecución de los principales implicados no bastó y se organizaron una serie de actos de desagravio con misas, procesiones y justas poéticas, que mantuvieron una atmósfera de febril antħudaísmo durante todo un año. Por añadidura, la casa en donde vivían los pobres acusados fue derribada por orden del Santo ęcio para construir allí un convento de capuchinos, aunque por el freno del valido, poco deseoso de que se recordara un suceso que contrariaba su política a favor de los hombres de nación, la primera piedra no se pondría hasta ūŰŮŭ, tras la caída del conde-duque. Semejante acontecimiento constituía un argumento de éxito seguro: Ƕquién escribió la comedia devota o el auto a él dedicados? No he encontrado nada salvo los versos ya citados de Las formas de Alcalá. Montalbán, notario de la Inquisición, participó en las justas poéticas patrocinadas por la facción antiolivarista. A Lope, autor del tremendo Niño inocente de La Guardia (cuya memoria por cierto se vio remozada en ūŰŬŲ por la publicación de un libro piadoso del inquisidor toledano Sebastián de Nieva Calvo, El niño inocente, hijo inocente y mártir en la Guardia), le inspiró un extenso poema, de difusión o como poco fuerza harto más restringidaŮŲŬ, en donde el Fénix, en un contexto muy beligerante, deja completamente al margen a los conversos castellanos, evitando las generalizaciones de escritores como uevedo, para censurar únicamente a los cristianos nuevos de ascendencia portuguesa; e incluso así, no duda en introducir llamativos matices: Entonces de Castilla desterrados, pasando en Portugal, nuevas tuvieron de que algunos que fueron al África embarcados, tantas afrentas padecían, rotos a manos de soldados y pilotos, que tuvieron por bien quedar seguros y en Portugal esclavos y cautivos, aunque afrentados, vivos, a sombra de sus muros, vendiendo el rey algunos, causa urgente de tomar nuestra ley fingidamente.

ŮŲŬ Sentimientos a los agravios de Cristo Nuestro Bien por la Nación Hebrea, en Obras sueltas de Lope de Vega, ūųůŪ, pp. ŭůųb-ŭŰŭb. Se publicó póstumamente en la segunda parte de La Vega del Parnaso, ūŰŭű, aunque pudiera haber circular manuscrito. Sobre las justas poéticas y su organización ver Pulido Serrano, ŬŪŪŬ.

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Bien es verdad que a muchos que ha tocado el corazón espíritu divino, prosiguen el camino católico sagrado, o porque rinden ya su entendimiento vencidos de tan fácil argumento (p. ŭŰŬa )ŮŲŭ.

¡ué distancia con respecto al joven y populista Lope de La pobreza estimada! En otro orden de cosas, podemos deducir que livares si no podía controlar los púlpitos era capaz de atar corto a los autores de comedias. Una historia menos grave, la del libelo contra la Virgen aparecido en ūŰŮŪ en ranada, desencadenó una respuesta a la altura de la ofensa: procesiones y la representación de dos autos, uno de los cuales lo escribió especialmente para el desagravio Cubillo de Aragón. La propia Inquisición descubrió que el escrito era obra de un cristiano viejo, cuya intención era incriminar a los conversos, y que fue castigado sin severidadŮŲŮ. El auto sacramental, por su parte, es de un antħudaísmo feroz. Desde la loa, Cubillo dirige sus Ěechas al Judaísmo y en la acción lo convierte en cabecilla de los adversarios de la Fe: Apostasía y SectaŮŲů. tros ejemplos de antihebraísmo en provincias: La mesa redonda de Luis Vélez de uevara, protegido por el conde-duque, se representó en Sevilla en ūŰŭŭŮŲŰ; La ęrmeza de la Iglesia, en epes, ese mismo año. Cuando examinamos esta problemática comprobamos la frecuencia de interpretaciones abusivas, de errores de bulto por no haberse tomado precauciones que nos eviten amalgamas entre obras pertenecientes a géneros distintos. Para evitarlos, debemos tener en cuenta dentro de cada uno el grado de codięcación y el contextoŮŲű. Por último, los autos sacramentales, incluso aquellos cuya intención política no se percibe a primera vista, corrían el riesgo de ser interpretados a la luz del marco político-social en determinados momentos

ŮŲŭ Lope menciona otros sacrilegios contemporáneos en las pp. ŭŰŬb-ŭŰŭa. ŮŲŮ Caro Baroja, ūųŰū, I, p. ūűŮ. ŮŲů Auto en alegoría..., en Luis Paracuellos Cabeza de Vaca, Triunfales celebraciones, ūŰŮŪ, fols. Ųų-ųŪv (loa) y ųŪv-ųŲv (auto). Contamos con una reciente edición del auto debida a Domínguez Matito, editado con el título de El hereje. ŮŲŰ Flecnia”os”a, ūųŰū, pp. Űŭ-ŰŮ. Bien es cierto que nada indica que no se pudiera haber representado antes en Madrid, pero si así fue, no ha quedado el menor rastro. Sobre el patrocinio del valido, véase Davis, ūųŲŭ. ŮŲű El entremés de El alcalde de Zalamea, de Lope, expresa idénticos prejuicios «socio-raciales» que sus «comedias de converso». Cf. Lope de Vega, Obras, XXVII, ūųŰų, pp. ūųŬ-ūųŮa; en cambio, el entremés de San Diego de Alcalá pertenece por completo a la serie de los alcaldes encontrados muy estilizada. Cf. Obras, XI, ūųŰů, pp. ūŪů-ūŪŲ.

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de particular actividad represiva contra los hombres de nación o sus compatriotas más humildes, razón de más para considerar que la dramatizar acontecimientos contemporáneos o referirse de manera directa a la realidad de la época era terreno resbaladizo, estrechamente vigilado por el poder. El estudio de Calderón lo corrobora.

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Segunda parte Judíos y conversos en el teatro de Calderón

Capitulo I

Judíos y conversos en el teatro de Calderón

Salvo en las escasa adaptaciones de episodios veterotestamentarios, inútilmente se buscarán ęguras judías en las tragicomedias calderonianasū. No lo tentaron ni las múltiples leyendas sobre milagros de todo tipo que se fueron forjando desde la Antigüedad, incluyendo profanaciones o crímenes rituales; ni el medioevo con sus físicos hebreos o sus Raqueles. Tampoco la diáspora sefardí asentada en el Norte de África o en Estambul. Si añadimos el escasísimo interés que muestra por los conversos e incluso por las pullas a ellos destinados tanto en el mismo campo de las obras en tres actos como en el del teatro breve, se aceptará su excepcionalidad, reforzada por el contraste entre esa renuencia y lo que sucede en los autos sacramentales, en donde el Judaísmo ocupa un lugar privilegiado. En el entremés de Los instrumentos, perteneciente a la conocida serie de los alcaldes encontrados, Rechonchón acusa a Oruga de tener sangre impuraŬ. Mayor interés posee desde ese punto de visita la comedia Luis Pérez el gallego (Dramas, pp. ŬŲū-ŭūŬ)ŭ, a pesar de tratarse de una Ěoja imitación de ciertas obras de Lope en donde se oponen cristianos viejos y nuevosŮ, protagonizada por un bravucón que recuerda poderosamente a Pedro Telonario. ū Todas las citas salvo indicación expresa están sacadas de: Calderón de la Barca, Obras Comů pletas, I, Comedias y II, Dramas, ūųŲű , a partir de ahora, Comedias y Dramas, respectivamente. Ŭ En Calderón de la Barca Entremeses, jácaras y mojigangas, ūųŲŭ, pp. ŬŬŰ-ŬůŪ. En Los instrumentos se recopilan casi todos los materiales mostrencos que viene circulando desde la Edad Media. Sobre los alcaldes encontrados ver Asensio, ūųűū. ŭ Se representó ante los monarcas en ūŰŬų (Shergold y Varey, ūųŰū, pp. ŬŲŪ-ŬŲū). Ů Pienso en obras como El galán de la Membrilla o La pobreza estimada, estudiadas en Garrot ambrana ūųųůa.

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Luis Pérez, hombre rico, tiene una hermana a quien corteja un tal Juan Bautista sin ninguna posibilidad de éxitoů, ya que si el primero no parece ser noble, posee sangre pura, cosa de que carece el pretendiente. En consecuencia, siguiendo el modelo lopesco, tal individuo carece de valentía y, peor aún, de convicciones religiosas (p. ŬŲŬ); además de cobarde es traidor y artero: ISABEL-Si te hallabas ofendido de mi hermano, con la espada, cuerpo a cuerpo, en desafío fuera digno desagravio, y de mis favores digno, pero con la lengua, noŰ.

Eso sí, riqueza no le falta: MAN-Juan Bautista, un labrador ȳrico, a vuestra hermana bella enamorándose de ella sirve con público amorű.

Tanta alevosía no quedará sin castigo y Luis Pérez lo mata. No obstante, Calderón, como buen cristiano, debió pensar en el alma del atrevido y en su agonía le permite reconocer sus errores: JUAN-Escucha, señora, y sabe que muero con justa causa, pues cuanto he dicho fingí, por conseguir a su hermana. [...] Que a voces lo diga basta, para que en mi triste muerte esta deuda satisfaga (p. ŭŪų).

Este lance recuerda La pobreza estimada y el arrepentimiento del rico converso Ricardo, el cual decide abandonar el mundo para recluirse en un convento. En el fondo, Lope se muestra más generoso; no contento con dejar a su personaje

ů Este nombre llama la atención por su rareza. Remite claro está al primo del Mesías y en última instancia quizás aluda a la supuesta hipocresía de los conversos que intentaban ocultar su ascendencia y ęngir devoción. Ű P. ŬųŰb. Lo mismo en pp. ŬųŮa y ŭŪŭ. Las otras acusaciones en pp. Ŭųůb-ŬųŰa y ŭŪŪb-ŭŪū. ű P. ŬųŮ. Un ejemplo anterior de rico converso campesino se encuentra en El galán de la membrilla de Lope de Vega.

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con vida, le abre el camino si no a la santidad, por lo menos a una vida eterna a la diestra del Señor. Fuera de esta comedia, muy de vez en cuando surgen alusiones a judíos y conversos, normalmente a cargo de los graciosos. Un criado bromea con la ascendencia de un anciano escudero: MORÓN-[...] que es menester que llevéis muy grande abrigo, porque en las sierras del Aspa hace temerario frío; aunque vos en este vida más veces habréis tenido aspa y fuego, que aspa y nieve OTÁTE-Mentís, que no soy judíoŲ.

A veces se oyen dobles sentidos referidos al propio personaje que los pronuncia: JUAN-ǶQué es eso? CHACÓN-Caer, si el unto no me engaña en garapiña de lodo. [...] Echan agua de arriba y sale una Criada a una ventana. CRIADA-Agua va. [...] JUANNo des voces. CHACÓN-ǶCómo no? Puerca, berganta, si eres hombre, sal aquí. JUAN-No el barrio alborotes, calla. CHACÓN-Calle un limpioų.

La imagen del judío se aparta a veces de la del pobre miserable que llora sus infortunios: GIL-Sin ser avariento traigo la desventura conmigo: pues tan desgraciado soy, que mil veces imagino que a ser yo judío fueran desgraciados los judíosūŪ. Ų El astrólogo ęngido (Comedias, pp. ūůųb). Una alusión parecida en El escondido y la tapada (Comedias, pp. ŰŲųb-ŰųŪa). ų Dar tiempo al tiempo (Comedias, pp. ūŭŭŮb). ūŪ La devoción de la cruz (Dramas, pp. ŮūŮb). Se alude al tópico del judío afortunado tan poco utilizado en nuestro corpus.

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En ciertos casos no queda muy claro el objetivo del dramaturgo, pues sangre vil no equivale forzosamente a sangre judía: LELIO-ȳȳȳNo quiero que cuando está para todos vivo esté para mí lerdo; y no es bien aventurar a que el desvanecimiento, o por la falta de sangre o sobra de valimiento, le tenga corto de vista como a otros muchos que veo, que porque sangre les falta o por verse en mejor puesto, a nadie conocenūū.

Hemos agotado prácticamente los escasísimos ejemplos, con respecto a las dimensiones del corpus calderonianoūŬ. En resumidas cuentas, referencias tópicas y poco beligerantes. La originalidad estriba en no utilizar determinados componentes del repertorio antħudío: la nariz, el descanso del sábadoūŭ. Tampoco aspira a la sátira social, salvo alguna excepciónūŮ. En primer lugar los versos de La devoción de la cruz que podrían asociarse con la fortuna de los conversos en los negociosūů; luego, Luis Pérez el gallego. Calderón retoma aquí un tipo lopesco, con todos los prejuicios inherentes, lo cual no obsta para que nos planteemos la reacción del público cortesano que la vio en ūŰŬų, dos años ūū Fineza contra ęneza (Dramas, pp. ŬūŪųa). Se encuentra otra alusión a la sangre plebeya en La banda y la Ěor (Comedias, pp. ŮŮŮb). Esos comentarios de tipo satírico general tienen un alcance bastante difícil de evaluar y con variantes son moneda corriente en la comedia nueva, según sabemos. ūŬ Pueden añadirse estos fragmentos. Casa con dos puertas (Comedias, pp. ŭŪŬa): «Espere un judío de Orán». En Lances de amor y fortuna (Comedias, pp. ūŲŪb) se escuchan estas apalabras: «ALEJO-Dime, amante Jeremías / de Doña Jerusalén: / Ƕhay lamentación de amor?» y en Mañanas de abril y mayo (Comedias, pp. űűųb), la siguiente exclamación: «CAPITÁN-Voy ¡Válgame Matatías / padre de los Macabeos!», con la particularidad en este último caso de que quien habla no es el gracioso. ūŭ El cerdo se utiliza en el entremés de Los instrumentos, pero Calderón recurre poco a ello. El descanso del sábado se criticará en algún auto pero sin dar lugar a escenas humillantes. ūŮ Queda fuera de duda que las insinuaciones de Morón sobre los antepasados de Otáñez (El astrólogo ęngido) así como una expresión tal: «Que espere un judío de Orán», citada supra, carecen de cualquier intención crítica hacia los cristianos nuevos, limitándose a una mera función cómica. ūů La obra se debió estrenar entre ūŰŬŭ y ūŰŬů, según K. y R. Reichenberger, ūųŲū, p. űŭū, a partir de ahora citado por Manual, luego antes de que los portugueses pasaran al primer plano en los empréstitos reales. Además la referencia parece demasiado vaga como para concederle una intención particular.

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después, por lo tanto, de que los portugueses sustituyeran a los genoveses como banqueros oęciales. La obra se desarrolla en tiempos de Felipe II, en Galicia y Andalucía; el pérędo Juan Bautista vive en el campo y en su conjunto el conĚicto nada tiene que ver con los problemas que planteará la presencia de los hombres de nación en la corte de Felipe IV en la década siguiente. Sea como fuere, el dramaturgo no repetirá la experiencia mientras Olivares continúe en el poder, muy al contrario, según vamos a comprobar al analizar los autos sacramentales. Para hacer honor a la verdad, no lo repetirá nunca. Queda por analizar un aparte de Casa con dos puertas que llamó la atención de Varey. Lisardo quiere partir de Ocaña de manera discreta, fracasando estrepitosamente: MARCELA- Señor Lisardo, no sé que sea acción cortesana el iros sin despediros hoy de una mujer que os ama. LISARDO-ǶTan presto tuvisteis nuevas de mi partida? MARCELA-ȳȳȳLas malas vuelan mucho. CALABAAS-[Aparte] ¡Vive Dios, que con los demonios hablas! ǶSi es Catalina de Acosta, que anda buscando su estatua? (Comedias, p. Ŭųů)

Pérez de Montalbán ponía en boca del gracioso de Las formas de Alcalá un comentario muy parecido. Ambos fragmentos comparten el indudable carácter jocoso; en cambio la comedia calderoniana carece de la orientación antħudía del auto. El aparte de Calabazas plantea varios interrogantes. Varey intentó responder a uno de ellos: se suele fechar la obra en ūŰŬų, pero Catalina de Acosta tendría que haber sido quemada en el Ű de julio de ūŰŭŬ, con lo cual o se retrasa la datación o se piensa en un añadido cercano a los hechos y en todo caso anterior a la publicación de la comedia en la Primera parte de ūŰŭŰūŰ. Pero Ƕpor qué razón se escribieron esos versos? ǶSe volvió a representar en el verano u otoño de ūŰŭŬ lo que podemos considerar una comedia vieja? ǶDónde? Sin pruebas documentales cualquier respuesta resulta hipotética, del mismo modo que poco puedo decir de la huidiza portuguesa que tanto llamó la atención

ūŰ

Varey, ūųŲů, pp. ūūŬ-ūūŭ.

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de los madrileños de aquel tiempo, dejando aparentemente en el olvido a otra acusada que logró escapar a la trampa tendida por la Inquisición: Beatriz Rodríguez. Debo contentarme con señalar que el chiste de Calabazas contrasta con el silencio observado por Calderón en lo referente a los supuestos ultrajes al Cristo de la Paciencia: no nos ha llegado ningún testimonio sobre su participación en las justas poéticas o en las ceremonias de desagravio ni tampoco un fragmento serio en donde se aluda a tales acontecimientos.

Los autos sacramentales Lo primero que salta a la vista es la omnipresencia del Judaísmo y personajes aęnes en este terreno: más de la tercera parte de la producción dedicada al Corpus los acoge en su seno de una u otra manera. Lo cual nos obliga a postular un enfoque teológico en detrimento de consideraciones sociológicas, en este período tan abundante en acontecimientos de todo tipo, sin negar, desde luego, que las circunstancias históricas desempeñen un papel de primer orden en la presencia y conęguración de dichos personajes. Podemos considerar que la introducción del Judaísmo entre las dramatis personae cae por su propio peso si tenemos en cuenta el objetivo primordial del dramaturgo desde el punto de vista doctrinal: la aęrmación del sacramento de la Eucaristía, luego de la Transubstanciación (Par”er, ūųŲŭ, pp. ŮŲ ss). Ilustrar polémicamente tal dogma lleva a atacar a los protestantes e igualmente a poner en la picota a unos incrédulos todavía peores: aquellos que ni siquiera reconocen la divinidad del Nazareno, los judíosūű. En efecto, antes de explicar la Transubstanciación ha de demostrarse que Cristo era el verdadero Mesías; en ello se esfuerza Calderón, año tras año, poniendo en escena el mismo tema, cubierto, eso sí, de los más variados ropajesūŲ. Inmediatamente surge la idea de que tanta perseverancia no puede ser ajena a los portugueses, quienes, por su parte, repetían un guión no menos reiterativo: prosperidad, enredos con el Santo Oęcio, condena, multa y vuelta a los negociosūų. Las investigaciones de A. A. Par”er resolvieron buen número de incógnitas relativas a la datación de los autos calderonianos. Otros críticos han

ūű Véase Ent istle, ūųŮŲ. ūŲ Cf. Par”er, ūųŲŭ, pp. ųŮ ss. ūų Me reęero a los ricos hombres de negocios, una minoría sobre la que ha escrito páginas todavía insuperadas Julio Caro Baroja. Ver su libro de ūųŰū, y la síntesis de ūųűŪ, en cuya p. űū se lee esa trayectoria. Por supuesto, los banqueros no eran los únicos perseguidos por la Inquisición como lo demuestra el caso del Cristo de la Paciencia.

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completado ese trabajo: se han encontrado manuscritos y conęrmado ciertas fechas, no obstante subsisten abundantes puntos oscuros de dudosa solución. En concreto, el primer período, ūŰŭŪ-ūŰŮŪ, al igual que el correspondiente a ūŰůŬ-ūŰůű, está repleto de conjeturas por falta de documentos oęciales. Por lo que respecta a nuestro asunto, se produjeron en los años ūųŲŪ dos descubrimientos fundamentales: un auto estrenado en ūŰŮŬ, El divino cazadorŬŪ, y la ęjación de ūŰŮŭ como año de la representación de Llamados y escogidosŬū. Se trata de dos fechas decisivas para fundamentar la teoría que expondré en las páginas siguientes, al permitir cotejar dos obras escritas inmediatamente antes y después de la caída de Olivares. Si partimos de la cronología propuesta por Par”er, ūųŲŭ, pp. ŬŬū-ŬůŬ, y añadimos las correcciones pertinentes, la lista de autos relacionados con nuestra problemática queda como sigueŬŬ: ūŰŭŮ ūŰŮŪ ūŰŮŪ ūŰŮŬ ūŰŮŭ ūŰŮŮ ūŰŮŮ ūŰŮű ūŰŮű? ūŰŮű?

El nuevo palacio del Retiro Los misterios de la Misa Psiquis y Cupido (Toledo) El divino cazador Llamados y escogidos (Loa et auto) El socorro general La humildad coronada de las plantasŬŭ La vacante generalŬŮ La siembra del señor El valle de la ZarzuelaŬů

ŬŪ Con anterioridad se pensaba que Calderón no había participado en ese Corpus. El manuscrito fue publicado por Flasche y Sánchez Mariana en ūųŲū. Le acompañaba otra obra de Calderón, Lo que va del hombre a Dios, según demostró A. de la Granja, ūųŲŬ. Ŭū Sánchez Mariana, ūųŲŭ, p. ŭŪū. ŬŬ Par”er, ūųŲŭ, pp. ŬŬū-ŬůŬ. En ūųųŬ me limité a una lista de autos polémicos (religión mosaica versus religión cristiana) que ahora aumento con adaptaciones del Antiguo Testamento que me sirven para desarrollar ciertos apartados, el del gracioso y el del vestuario, concretamente. Van entre corchetes. Otra advertencia importante: dado lo copioso del corpus preęero remitir a la edición de Valbuena Prat, Obras Completas, III, Autos sacramentales, ūųŲűŬ, a pesar de lo discutible de sus lecturas. Se indicará en el caso de las citas el número de página sin más; las remisiones generales se harán a Autos. Las excepciones son las obras que don Ángel no recogió más algunos casos de divergencia textual signięcativa. Por otro lado, me referiré con frecuencia a las introducciones de la colección Autos Sacramentales, indicando el nombre de los editores. En la Bibliografía se encontrarán todas las referencias precisas. Ŭŭ Los dos autos de ūŰŮŮ así como el de 1643 se escribieron para el Corpus toledano: queda la incógnita madrileña. ŬŮ Para la problemática fecha de estreno de este auto, ver Shergold y Varey, ūųŰŮ. Ŭů Ambas obras pudieron representarse en ūŰŮű o en ūŰůŬ-ūŰůű (Manual, p. űŮŰ). Sin embargo como El valle de la Zarzuela es una versión de El divino cazador, lo más probable es que Calderón

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ūŰŮű? ūŰŮų ūŰŮų? ūŰůŪ ūŰůū ūŰůū ūŰůŬ-ůű ūŰůŰ ūŰůű ūŰůű? ūŰůŲ ūŰůų ūŰůų ūŰŰŪ ūŰŰŪ ūŰŰū ūŰŰŬ ūŰŰŬ ūŰŰů ūŰŰů

[La primer Ěor del Carmelo] A Dios por razón de estado La segunda esposa y triunfar muriendoŬŰ [La piel de Gedeón] El cubo de la AlmudenaŬű La semilla y la cizaña El orden de MelchisedechŬŲ Tu prójimo como a tiŬų La cura y la enfermedad La lepra de ConstantinoŭŪ [Primero y segundo Isaac] El sacro Parnaso El maestrazgo del Toisón El lirio y la azucena El diablo mudo El primer refugio del hombre Las órdenes militaresŭū Mística y real Babilonia Psiquis y Cupido (Madrid: auto y loa) [El viático cordero]

esperara varios años antes de retomar un auto de ūŰŮŬ y más aún teniendo en cuenta la suspensión de ūŰŮŰ, por lo que ūŰůŬ-ūŰůű parece más probable. Greer, ūųųű, p. ŬŭŬ, se inclina por ūŰŮű sin tener en cuenta este hecho. ŬŰ García Ruiz, editor de los dos autos, Triunfar muriendo y La segunda esposa, refundidos por Calderón en uno solo, La segunda esposa y Triunfar muriendo, ūųųŬ, aboga por una fecha más temprana: ūŰŮŲ, que aparece estampada en el ęnis del manuscrito de La segunda esposa. Sucede que en éste no aparecen los elementos que justięcan la inclusión del auto en nuestro corpus, los cuales se añadieron en la refundición que el mismo García Ruiz estima que se compuso entre ūŰŮų y ūŰůŪ. Ŭű En realidad en este caso el Judaísmo no desempeña papel alguno, sino que se alude simplemente a él. ŬŲ Tanto Parker como el Manual, p. űŮŰ, dan ūŰŮű o ūŰůŬ-ūŰůű como fechas probables; ahora bien El orden de Melquisedec presenta enormes semejanzas con La vacante general, inexplicablemente ignoradas por la crítica. La acción en sus grandes líneas (un examen del que Jesucristo sale victorioso), los personajes e incluso fragmentos enteros, pasan de un auto al otro. Cf. para los préstamos más claros: La vacante general, pp. Ůűųa y ŮŲů y El orden de Melchisedech, pp. ūŪűůa y ūŪŲŪ-ūŪŲū. Todo ello obliga a proponer una fecha ulterior a ūŰŮű para este último auto. Urzaiz, ŬŪŪū, llegó a las mismas conclusiones sin conocer mi tesis de ūųųŬ. Ŭų Fecha conjetural (Manual, p. űŮŲ). Illescas Salinas ha editado las dos versiones existentes y propone para la primera ūŰůŭ-ūŰůŰ. La Ley Escrita aparece aquí en armonía con la Ley de Gracia. ŭŪ Galván y Arana Caballero en su edición de la obra proponen un lapso de tiempo que va de ūŰŮű a ūŰůű. ŭū En la Introducción a su edición de Las órdenes militares, ŬŪŪů, Ruano de la Haza ha explicado la complicada historia de esta obra, prohibida por la Inquisición y reescrita dos veces por don Pedro. La tercera versión data de ūŰűū y fue la que se publicó en ūŰűű en la Primera parte de sus autos. En ella se acentúa el antħudaísmo. Kurtz, ūųųŮ, ha estudiado también este auto y el conĚicto con el Santo Oęcio.

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ūŰűŪ ūŰűŪ ūŰűū ūŰűŭ ūŰűŬ ūŰűŮ ūŰűů ūŰűŰ ūŰűű ūŰűŲ ūŰűų ūŰŲū ūŰŲū

El verdadero dios Pan [Sueños hay que verdad son] El santo rey don Fernando, I El arca de Dios cautiva [ǶQuién hallará mujer fuerte?] La viña del Señor El nuevo hospicio de pobres [La serpiente de metal] El árbol del mejor fruto El día mayor de los días El tesoro escondido El cordero de Isaías Amar y ser amado y divina Filotea

Cabría añadir una loa y un auto, atribuidos a Calderón por algunos investigadores, pero que parecen claramente apócrifos: La Iglesia sitiada y la loa Para coronar abrilŭŬ. Si exceptuamos la década ūŰŭŪ-ūŰŮŪ, los más obscuros de la producción calderoniana, en los que se encuentra sólo un ejemplo, constatamos un extraordinario equilibrio en las otras cuatro, durante las cuales Calderón dominaba el Corpus de la capital española. Los años ūŰŮŪ-ūŰůŪ en particular presentan gran concentración, sobre todo si consideramos que en ūŰŮū don Pedro estaba en el frente catalán y que en ūŰŮŰ se prohibieron las representaciones a causa del fallecimiento del príncipe Baltasar Carlosŭŭ: ocho autos, más otros dos de fecha incierta, tratan del enfrentamiento Judaísmo-Cristianismo, o aluden al mismo. La década siguiente es menos fructífera: siete, más otros dos, que no se

ŭŬ Wilson, ūųŰŮ, atribuye este auto estrenado en ūŰŭŰ a Vélez de Guevara por razones de dramaturgia. Parker, de forma tajante, lo elimina de su lista. Sinceramente no encuentro razones para impugnar esa teoría. Beata Baczynska ha editado recientemente el auto insistiendo en la paternidad de Calderón, pero sus argumentos distan de ser convincentes (La Iglesia sitiada, ŬŪŪų). Por su factura debe desecharse y los elementos que se señalan como coincidentes con otros utilizados por don Pedro, carecen de peso. El comienzo con silva o silva de pareados lo practica Mira de Amescua al menos en cuatro ocasiones (La Inquisición, La jura del príncipe, La santa Margarita y Nuestra Señora de los Remedios), así como el paradigma del asedio, que no le es exclusivo, pues además de encontrarse en La guardia cuidadosa lo desarrolla por aquellos años el anónimo autor de La ęrmeza de la Iglesia. En el fondo me sorprende la reunión de prudencia en la acumulación de pruebas y rotundidad en la adjudicación de la autoría que se desprende de la lectura de la Introducción de Baczynska. En cuanto a la loa Para coronar abril, Wilson y Sage, ūųŰŮ, p. XIII, la consideran apócrifa. Disiente de esa opinión García Ruiz, ūųŲű, a su vez discutido por Antonucci en su Introducción a El verdadero Dios Pan, ŬŪŪů. ŭŭ Cotarelo, ūųŬŮ, pp. ŬūŰ ss y ŬŮŮss.

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pueden datar con certeza. Entre ūŰŰŪ y ūŰŰů se cuentan seis autosŭŮ, más la loa de Psiquis y Cupido (versión madrileña), mientras que durante los último once años encontramos nueve. Tal regularidad en cuanto a las cifras oculta abundantes variaciones dramatúrgicas: argumentos, papeles... En primer lugar, resulta imperioso arrojar luz sobre una fractura que divide el corpus en dos bloques, cesura que se explica por razones de tipo político, concretamente por la caída de Olivares acaecida en ūŰŮŭ. Para lograr dar la visión más completa posible de la imagen de los judíos, la abordaré desde distintas perspectivas. En primer lugar, veremos el aspecto histórico-político. Alabar al privado, apoyar su gestión y tranquilizar a la opinión pública en lo referente a rumores sobre el probable regreso de los sefardíes a España, tales son los objetivos de El nuevo palacio del Retiro. La Historia Teológica de la Humanidad proporciona un cañamazo que permite poner en la picota a los rebeldes catalanes y atacar a Francia (El socorro general), o halagarla manteniendo el anticatalanismo (El lirio y la azucena), según las circunstancias. Una leyenda de curso legal por Europa, que asegura la presencia de tal o cual comunidad judía lejos de Tierra Santa en el momento del deicidio, se recogerá brevemente a mediados de siglo en tres autos: El socorro general, La semilla y la cizaña y El valle de Zarzuela. A continuación se analizarán ciertos anacronismos: el estereotipo socio-racial, el papel desempeñado por la Inquisición en algunos autos. Se estudiarán, por último, los conversos. Tras lo cual, dedicaremos la Tercera Parte a la dramaturgia: argumentos, secuencias fundamentales y repetidas de la acción, personajes que encarnan a la religión mosaica. Pero, antes que nada, es esencial demostrar la sumisión de los autos a los imperativos políticos; ello obliga a dedicar unas páginas a elucidar el lugar ocupado por Calderón en la corte de Felipe IV.

Calderón, poeta cortesano Una lectura apresurada de los datos ofrecidos por los diversos esbozos biográęcos de Calderón puede dar la impresión de carrera estable y triunfante de un poeta que, aprovechando la importancia que adquieren las representaciones teatrales en palacio, ya sea para divertir a la joven pareja real, ya sea como un instrumento más de aęrmación del poder del monarca, encuentra desde sus primeros pasos en las tablas un lugar destacado en la corte de Felipe IV. Así,

ŭŮ Entre ūŰŰŰ y ūŰŰų se suspendieron los autos a causa de la muerte de Felipe IV. Recuerdo que no contabilizo los autos entre corchetes .

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desde ūŰŬŭ al menos, su nombre aparece sin cesar en los registros palaciegosŭů. Buena prueba del favor que goza en las esferas del poder es la concesión del hábito de la orden de Santiago en ūŰŭŰŭŰ. Al abrazar la carrera eclesiástica, nuevos honores lo aguardan: en ūŰůŭ, por intercesión real, consigue una capellanía en la catedral de Toledo y diez años después logra otra prueba del agradecimiento de Felipe IV: lo nombran capellán de honor, cargo prestigioso qué duda cabe, pero con el inconveniente de carecer de remuneración seguraŭű. El cambio de monarca, aęanza su situación de encargado de las ęestas en la corteŭŲ. Y sin embargo, esa trayectoria dista de ser homogéneamente ascendente, además de no carecer de misterio, concretamente en lo que concierne al período ūŰŭű-ūŰůů. Quedan en la oscuridad, quizá de manera deęnitiva, las relaciones de don Pedro con los monarcas, Olivares e incluso con alguno de los grandes que con tanto encono se opusieron al privadoŭų. Todo atestigua la cooperación activa de Calderón en los proyectos del nuevo equipo de gobierno dirigido por Olivares. En ūŰŬů se recurre a él para conmemorar la victoria de Breda, que se celebró de forma particularmente suntuosaŮŪ. En ūŰŬŲ escribe Saber del mal y del bien: los elogios a la pareja reyvalido son evidentesŮū. El nuevo palacio del Retiro, auto de ūŰŭŮ, constituye una defensa en toda regla de este último, según veremos en su momento. Stradling aęrma que Saber del mal y del bien le valió un cargo en palacio, pero no da ninguna prueba; ni tan siquiera sugiere de qué pudo tratarseŮŬ. Lo único seguro es la concesión del hábito, de lo cual se deduce que el dramaturgo ŭů Fecha del estreno de Amor, honor y poder (Cotarelo, ūųŬŮ, p. ūūŲ), el cual se reęere a otras dos comedias, La selva confusa y los Macabeos, cuya autoría ha sido puesta en duda por Shergold y Varey, ūųŰū, pp. ŬŲŮ-ŬŲů. ŭŰ Hasta el año siguiente no fue efectivo (Cotarelo, ūųŬŮ, pp. ūűű ss). ŭű Valbuena Briones, ūųűű, pp. ŬŰŰ-ŬŰű, indica que de los veinticinco capellanes de honor del rey sólo tenían sueldo cinco. Para compensarlo, Felipe IV consiguió que mantuviera el beneęcio de la capellanía toledana, a lo que habrían tenido que unirse los treinta escudos mensuales, en honor de su difunto hermano José muerto heroicamente en la guerra de Cataluña, escudos, por otra parte de muy difícil cobro, según demuestra Cotarelo, ūųŬŮ, pp. ŬŮů-ŬŮű. Para todo lo referente a San Juan de los Reyes, asunto al que volveré más tarde, debe consultarse Juliá Martínez, ūųŮū. ŭŲ Representaciones que hubieron de enfrentarse a la grave crisis económica que aquejaba al país, como es sabido. ŭų Entre los muchos problemas a que nos enfrentamos desde ese punto de vista se encuentra el de saber con precisión quién y en qué momento formaba parte de los grupos de oposición, según se desprende de la lectura de EllioĴ, ūųųŪ, pp. ŭūů ss. ŮŪ Ver Bro n y EllioĴ, ūųŲū, pp. ūűŪ ss. Ůū Ver el estudio de Fox, ūųŲŰ, pp. ŬŬ-ŭŰ. ŮŬ Cf. Stradling, ūųŲŲ, p. ūŮű.

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vivía del dinero ganado con las representaciones en corrales y en palacio. Eso lo obligaba, como a todos sus contemporáneos, a buscar el patronazgo de algún gran señor, puesto que, como digo, no podía contar con ninguna renta o beneęcio proveniente del rey. A pesar de la benemérita tarea de Pérez Pastor, completada poco después por Cotarelo, y de la síntesis de Simón Díaz, seguimos en un mar de dudas al respecto. Calderón aparece vinculado en fecha temprana (Ƕentre ūŰŬū y ūŰŬŭ?), a la familia del Condestable de Castilla, don Bernardino Fernández de VelascoŮŭ. Hacia ūŰŭű se le supone al servicio del duque del InfantadoŮŮ, precisamente cuando carecemos de cualquier documento referente a la carrera teatral de nuestro autorŮů. La primera pregunta que surge es Ƕqué sucede entre ambas fechas? Parece dudoso que pudiera vivir únicamente gracias a su pluma, a pesar de que se trata de un período de extraordinaria actividad. La segunda se reęere a la personalidad de don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, nieto de Lerma, enemigo encarnizado de OlivaresŮŰ; en ūŰŭŲ concretamente sus relaciones con la corte debían ser lo suęcientemente distantes como para que se quedara en la capital durante la defensa de FuenterrabíaŮű. ǶLe sería posible servir a semejante señor y mantener buenas relaciones con el valido? En ūųųŬ yo dudaba de tal servicio, pero un soneto injurioso de Antonio Sigler contra Calderón no deja ninguna duda: De verdad es muy poco su dinero ayer era Velasco y hoy Mendoza y en su bolsillo se vertió el saleroŮŲ.

ǶSe explica así la falta de referencias a encargos para palacio entre ūŰŭű y ūŰŮŪ, año en el que abandona al del Infantado? Es una hipótesis arriesgada. Lo que sí se puede aęrmar, en cambio, es que en ūŰŮŪ ha reanudado la actividad

Ůŭ Simón Diaz, ūųŲŭ, p. ŭūŲ, no concreta aunque opina que un estudio de los archivos de la familia tendría que dar frutos. Que yo sepa nadie lo ha efectuado. ŮŮ Cf. Cotarelo, ūųŬŮ, p. ūŲŪ, a quien sigue Simón Diaz, ūųŲŭ, p. ŭūŲ. Se apoyan en que Calderón le dedicó la Segunda parte de sus Comedias, pp. recuérdese que la Primera de ūŰŭŰ le fue dedicada al Condestable de Castilla. Ůů Cf. el Manual, p. űŭŰ. Cotarelo, ūųŬŮ, p. ŬŪŪ, escribe: «En cuanto a las ęestas reales, sólo vagos indicios tenemos de que nuestro poeta haya intervenido en ellas». ŮŰ «Los enemigos del conde-duque entre los grandes de España estaban sedientos de venganza, en particular los duques del Infantado y Medinaceli, el conde de Lemos y en eterno intrigante que fue el duque de Híjar» (EllioĴ, ūųųŪ, p. Űŭű). Ůű Según lo atestigua la carta de un padre jesuita ęrmada el ūű de julio de ūŰŭŲ. Cartas de algunos padres de la C.J., Memorial histórico español, XIV, ūŲŰŬ, p. Ůůų. A partir de ahora, citaré por Cartas. ŮŲ Transcrito por Wilson, ūųŰŰ, pp. ŬŭŪ-Ŭŭū. Modernizo y corrħo la ortografía.

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teatral cortesana, caso de que se interrumpiera alguna vez y no se trate de una simple pérdida de documentos. Así lo atestiguan algunas noticias que da Pellicer: «estando ensayando las comedias, en unas cuchilladas que se levantaron, dieron algunas heridas a don Pedro Calderón, su autor, que parece fue presagio de lo que sucedió el lunes siguiente»Ůų. Hasta ūŰŮŭ todo sugiere proximidad con el privado. Cotarelo señala que hizo la campaña «en la compañía de caballos corazas del señor Conde-Duque de San Lúcar» hasta octubre de ūŰŮū cuando pidió licencia y el marqués de Hinojosa lo envió a Madrid con cartas para el Rey. Aduce un fragmento de un Aviso de Pellicer, fechado el ů de noviembre de ūŰŮū: «Fue [Calderón] a El Escorial, donde está el Rey y desde allí vino a Madrid, en coche con el señor conde-duque, haciéndole relación de todo con mucha puntualidad». Llevaba encomendada la misión de informarle de la situación en Tarragona, lo cual es en sí prueba de conęanzaůŪ. Al año siguiente la situación no ha variado ni tampoco la ambición militar del dramaturgo. Volvió a alistarse y se puso a las órdenes del marqués de Leganés, primo del conde-duque y valido del valido. Logra formar parte de un cuerpo especial de Guardias de su majestad, que lo debían acompañar a Léridaůū, algo que debemos considerar como muestra de favor. ǶPertenecía al círculo de íntimos de don Gaspar? Nada lo prueba fehacientemente. Ni obtuvo sinecuras en palacio, ni lo siguió al exilio de Toro; ahora bien, tampoco puso su pluma al servicio de los adversarios del valido, ni mucho menos, como demuestra la lectura de El socorro general. En cambio constatamos un período de postergación tras su regreso deęnitivo del frente catalán, que coincide con el cambio operado por el monarca en la dirección de los asuntos de estado. Por una parte, don Antonio de Contreras, Protector del Corpus y hombre de conęanza del conde-duque, escribe una carta al Ayuntamiento de Madrid en donde se muestra favorable a que se le encarguen autos en ūŰŮŭ, y la organización de esas ęestas y las del año siguiente poseen justamente un gran interés para lo que estamos tratando. Por otra, Varey y Davis, ūųųŬ, p. ųų, han sacado a la luz un documento del mismo año todavía más concluyente, ya que en él se le propone con otros dos nombres para ocupar una vacante de capitán de milicias. Ůų Aviso del ŬŲ de febrero de ūŰŮŪ, en Avisos históricos, ūűųŪ, p. ūŮŬ. Se trataba de representaciones para festejar Carnestolendas. El mismo Pellicer menciona otra comedia de Calderón, Solís y Rojas, representada el Ŭ de julio para celebrar el cumpleaños de la reina (p. ūűų). ůŪ Cotarelo, ūųŬŮ, pp. ŬūŰ-Ŭūű. Marañón, ūųŮů, p. ūůū, cita ese mismo texto como prueba de las buenas relaciones de nuestro autor con el poderoso ministro. ůū Cotarelo, ūųŬŮ, pp. Ŭŭů-ŬŭŰ.

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Sucede que Calderón no obtuvo ese nombramiento, ni ningún otroůŬ: su traslado a Toledo sugiere que ni la corte itinerante de Felipe IV, ni la madrileña, podían ofrecerle nada a la altura de sus ambiciones, bastante justięcadas si no fuera por la desaparición del valido. Más aún, el estudio de los autos representados en ūŰŮŭ y ūŰŮŮ tanto en la capital del imperio como en la ciudad del Tajo, conęrman las sospechas de que en cierto modo el poeta también ha caído en desgracia. Los documentos exhumados por Shergold y Varey dejan sin aclarar ciertos extremos, pero creo que en dos trabajos anteriores demostré que en ūŰŮŮ a Antonio Coello, amigo y colaborador de don Pedro, le cupo el honor de escribir El reino en cortes y rey en campaña, a la mayor gloria del monarca y de su nueva política con respecto a los rebeldes catalanes. Coello, tan poco dotado para los autos como curiosamente el otro amigo y competidor de Calderón, Francisco de Rojas, gozaba de la protección del duque de Alburquerque, de quien era criado y a quien acompañó en sus campañas militaresůŭ. Era una empresa que, de no mediar esos cambios en la cabeza del estado, le habría correspondido a Calderón, el cual debe trasladarse a Toledo, en donde sus obras son bienvenidas: en ūŰŮŭ se representa Llamados y escogidos y al año siguiente, El socorro general y La humildad coronada de las plantas. De los últimos versos de El socorro general se deduce que se ha aęncado allíůŮ; su comparación con El reino en cortes resalta el gran desacuerdo de nuestro dramaturgo con respecto a cómo se enfoca ahora la reconquista del Principado. Quisiera citar un párrafo de la referida carta de Contreras: «Y paréceme muy bien que escriba don Pedro Calderón, que yo lo había deseado y quise procurarlo como saben algunos caballeros»ůů. De estas palabras se inęere alguna resistencia que ůŬ Por ejemplo la petición de «una llave de Ayuda de Cámara de V.M…. » (Wilson, ūųűū). Si se comprende que la corte no precisara de un poeta áulico en esos momentos, nada impedía concederle a un valiente soldado como fue Calderón algún tipo de reconocimiento. ůŭ Lo que lo condujo a abandonar las tablas. En el caso de Coello sí vemos la fuerza de un decidido patronazgo, algo de lo que sin la menor duda careció Calderón en aquellos momentos. Los trabajos a que me reęero son Garrot ambrana, ŬŪŪŪ y ŬŪŪŮ. ůŮ «IGLESIA-Y dejando aquí pendientes / todos aquestos sucesos, / de quien esta Alegoría / la novedad ha compuesto, / a la Iglesia, Inquisición, / ciudad, damas, caballeros, / nobleza y plebe, pidamos / el perdón de nuestros yerros, / de parte de quien quisiera / ser el más feliz ingenio / del mundo, para servirte; / pero supla sus defectos, / Imperial Patria, por hħo / tuyo y por esclavo vuestro» (El socorro general, p. ŭŭů). ůů Carta «a la muy noble villa de Madrid», fechada el ūŰ de marzo y recogida por Pérez Pastor, ūųŪů, p. ūŬŮ. Añade Pérez Pastor una carta de pago a Pedro Ascanio, por las representaciones, pero nada prueba que Calderón escribiera efectivamente autos para el Corpus de Madrid, aunque nada lo excluye.

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sólo puede provenir de los reyes y que se mantuvo hasta ūŰŮů, cuando viaja a Madrid para preparar la representación de sus autos, según lo prueba una carta del conde de Castrillo, Protector del Corpus desde ūŰŮŮ, que ha sido muy citadaůŰ. Su estancia en la corte fue breve: se convierte en secretario del duque de Albaůű, quien reside en su palacio de Alba de Tormes ya que al parecer se había distanciado del monarcaůŲ. Consta que allí permaneció hasta ūŰŮų. Las ęestas palaciegas, que tanto dinero reportaban a escritores y actores, habían cesado a causa de la guerra; los corrales estaban cerrados desde octubre de ūŰŮŮ por la muerte de Isabel de Borbón y dicho cierre se prolongó al fallecer el heredero dos años después. Incluso los autos fueron suspendidos ese mismo añoůų. Nuestro poeta debe buscar cómo subsistir y la protección del duque, con el añadido de la posibilidad de trasladarse a Italia, constituye una salida más que airosa para quien tan escaso andaba de recursos, pero quisiera recalcar que a ella acude porque en palacio se le han cerrado las puertas. Por mucha crisis ęnanciera que estuviera atravesando la Hacienda Real, lo que sucede a partir de enero de ūŰŮŭ, momento en el que Olivares abandona el poder, sólo cabe explicarlo por haber caído en desgracia. Porque sí hubo plaza para Luis Vélez de Guevara, que sobrevivió a tres cambios de privadoŰŪ. En cambio, Calderón, a pesar de su presencia constante en las ęestas palaciegas (salvo entre ūŰŭű-ūŰŮŪ, ya sea por falta de encargos o de documentos) y de su

ůŰ «A don Pedro Calderón se le encargaron las ęestas de los autos del Corpus deste año [ūŰŮŲ], y para asegurar su mejor acierto vino desde Alba a esta corte; en esta consideración y siguiendo el ejemplo de la ayuda de costa que se le dio el año pasado de [ū]ŰŮů, que hizo media ęesta y vino don Pedro de Toledo…» (Pérez Pastor, ūųŪů, p. ūŰŪ). ůű Simón Díaz, ūųŲŭ, p. ŭūų, aęrma que las relaciones con esa familia, empezaron bastante antes, en ūŰŮū, cuando estaba previsto que el duque de Alba fuera a Sicilia con el cargo de virrey y don Pedro lo acompañara allí, según consta en el memorial publicado parcialmente por el propio Simón Díaz y, completo, por Wilson, ūųűū. El problema es que la fecha que transcribe Simón Díaz es errada, pues se trata de ūŰŮŰ, según se comprueba tanto en la reproducción de Wilson, como leyendo el Memorial [BNM VE/ŰŲ-űŰ]. ůŲ Según Cotarelo, ūųŬŮ, pp. ŬŮű-ŬŮų. De hecho, se le ofreció el virreinato de Sicilia, lo aceptó y al ęnal no se lo dieron. Cotarelo cita una carta de un padre jesuita que censura esa actitud del monarca. Curiosamente Marañón, ūųŮů, pp. ųŬ-ųů aęrma que el sexto duque de Alba fue ajeno a la hostilidad casi proverbial del clan de los Toledo hacia Olivares, con lo cual no extraña que protegiera a un escritor relacionado con el antiguo favorito. ůų Los corrales se reabrieron brevemente entre el verano de ūŰŮů y febrero de ūŰŮŰ. La muerte de Baltasar Carlos no hizo sino conęrmar la decisión de la que no se libraron ni los autos (Shergold y Varey, ūųŰŪ, pp. ŬŲű-ŬŲŲ y ŬųŪ). ŰŪ Vélez según todos los indicios poseía una capacidad excepcional para nadar en aguas turbias, como lo demuestra la lista de amos a quienes sirvió. Cf. Kennedy, ūųŲŭ, pp. ūŰű-ūűŪ. De cualquier modo, Vélez murió en ūŰŮŮ y no cabe establecer un paralelismo completamente satisfactorio.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

hoja de servicios bélica nada desdeñable, ni encuentra aliciente para seguir la carrera militar, a lo que se inclinaba a ęnales de ūŰŮŭ, ya recuperada la saludŰū, ni un lugar en la servidumbre real, ya sea en Madrid, ya sea en Zaragoza. Todo empieza a cambiar en ūŰŮų con la boda de Felipe IV y Mariana de Austria; no obstante, ni siquiera con la tímida reactivación de la vida teatral en palacio, logra muestras claras de favor real. Ciertamente consigue el monopolio de los autos, que desde ūŰŮű se han reducido a dos, y se le asocia a los festejos celebrados con motivo de la boda. El enlace aparece ya en forma alegórica en La segunda esposa y triunfar muriendoŰŬ; con el mismo motivo rehace El agua mansa, que pasa a llamarse en su nueva versión Guárdate del agua mansaŰŭ, amén de redactar una Relación de la entrada y adorno de la carrera de la reina Mariana de Austria, ęrmada por don Lorenzo Ramírez de PradoŰŮ. Pero tal protagonismo puede explicarse igualmente por el fallecimiento de su gran amigo Rojas Zorrilla, que lo ha dejado sin rival en activo. El mismo Rojas que escribió la obra con que se inauguró el Coliseo en ūŰŮŪ, Los bandos de Verona, cuando fue don Pedro el encargado de defender en ūŰŭŮ la construcción del palacio que lo albergabaŰů. Con todo, debió abrigar alguna esperanza toda vez que esas actividades coinciden con el abandono de Alba de Tormes, aunque esas esperanzas como digo se vieron por el momento defraudadas, y debió su sustento no al rey sino a la Iglesia, pues en ūŰůū se ordena sacerdoteŰŰ. Gracias a Űū Calderón obtuvo «licencia para retirarse a curar a donde su comodidad tuviese» en noviembre de ūŰŮŬ, según consta en el Memorial publicado por Wilson, ūųűŪ, pero, lo repito, Varey y Davis han encontrado el borrador de una carta del Ayuntamiento de Madrid al rey, fechada en noviembre de ūŰŮŭ, en donde se evidencia que estaba dispuesto a seguir los pasos de su hermano José, militar de profesión. ŰŬ Véanse las observaciones de Díez Borque, ūųŲŭ, pp. ūūů-ūūŲ, y de Sebastian Neumeister, ūųűŲ. Űŭ Ver Arellano y García Ruiz, ūųŲų. ŰŮ Según Valbuena Briones, quien también sugiere dięcultades de Calderón para recobrar la situación en la corte que disfrutó en los años ūŰŭŪ a causa de sus relaciones con Olivares. Esto quizá «demuestre la situación todavía inestable de un escritor que se había identięcado con la política del fallecido conde-duque» (Valbuena Briones, ūųűű, p. ŬŰŮ). Pedraza, ŬŪŪŪ, pp. ŮŬ-Ůŭ, siguiendo a Cotarelo, ūųŬŮ, p. ŬŲŪ, piensa que se trata simplemente de poner de realce al organizador, aunque sin discutir explícitamente la opinión de Valbuena. Űů Analizaré más tarde este auto, El nuevo palacio del Retiro. Por otra parte, esa rivalidad artística, que en ningún momento parece haber inĚuido en los lazos de amistad de los dos escritores, va exigiendo algún estudio serio. Está claro que la desenfrenada actividad teatral de los años ūŰŭŪ no podía ser asumida por un único escritor, pero tampoco cabe duda de que Rojas fue pasando a un primer plano, que este hecho junto a otros conęrma. ŰŰ Cotarelo (Ibidem: ŬŲů). Así pudo obtener el beneęcio de la capellanía fundada por su abuela. Sobre los motivos que condujeron a Calderón a abrazar el estado eclesiástico es imposible pronunciarse, como prudentemente escribe Pedraza (ŬŪŪŪ: ŮŮ-Ůů), que explora varias posibilidades, sin aceptar exclusivamente razones crematísticas. Por otro lado, el nombramiento le permite al

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ѐюѝіѡѢљќ і - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

ello fue posible obtener el primer favor real, la capellanía de los Reyes Nuevos en la catedral de Toledo, a que ya me he referido. Debido a la oposición de algunos miembros del cabildo, la posesión se retrasó hasta ūŰůŭŰű. Cuando por ęn recupere completamente las funciones de poeta áulico en ūŰůŰ, con toda probabilidad gracias a la insistencia del marqués de ElicheŰŲ, Felipe IV escribe varias cédulas al Capítulo toledano para justięcar las continuas ausencias del dramaturgo y evitar que éste pierda sus emolumentos; tras fallecer el soberano, Mariana de Austria toma el relevo. Su renta segura, incluso tras haberse aęncado en la capital desde ūŰůŲ porque así lo requiere el servicio al monarcaŰų, sigue estando orillas del Tajo, pero su posición ha cambiado por completo. Atrás quedan los años difíciles, la postergación, las dudas, y ya nadie lo pondrá en tela de juicio. La vida «oęcial» de Calderón se nos antoja tan secreta como su vida privada y la rápida síntesis que precede lo demuestra a mi entender. Los datos nos permiten formular suposiciones; rara vez cabe ir más allá de las hipótesis que resumo a continuación. Al principio de su carrera goza de la protección de Olivares, formando parte por lo menos durante unos años del grupo de plumas al servicio del privadoűŪ. A partir de ūŰŭű, parece que su trayectoria deja de ser ascendente; tras obtener el hábito de Santiago su nombre desaparece de las celebraciones palaciegas, tampoco pasa a ocupar un cargo oęcial en la corte. No obstante carecemos de pruebas fehacientes para aęrmar que ha caído en desgracia. La guerra de Cataluña, en la cual participó con valentía, no le reporta gran beneęcio, quizá a causa de la destitución del privado. Muy probablemente por este mismo motivo, en medio de una coyuntura desfavorable para los dramaturgos, ni encuentra su lugar en el cortejo del soberano en sus viajes a Aragón, ni junto a la reina que, ayudada por su favorito el conde de Castrillo, desempeña las funciones de regente durante las ausencias de su esposoűū. Al contrario, tiene

monarca disponer de un poeta encargado de las representaciones palaciegas ahorrándose los gastos. Űű Tradicionalmente se atribuía la resistencia al Patriarca de las Indias, ahora se siguen otras pistas (Colomina Torner, ŬŪŪū). ŰŲ Estoy de acuerdo con Valbuena Briones, ūųűű, p. ŬŰů, cuando aęrma que fue el hħo de don Luis de Haro, el nuevo valido, el que lo asoció a los proyectos de representaciones palaciegas, de los cuales él se encargaba. Űų La cédula escrita por Felipe IV en ūŰŰŬ lo deja bien claro. La reproduce Juliá Martínez, ūųŮū, pp. ūųŲ-ūųų. űŪ Ver infra el análisis de El nuevo palacio del Retiro. űū El primer viaje se efectuó el Ŭŭ de mayo (cuando Calderón estaba en campaña) y Olivares siguió al monarca poco después. Ver EllioĴ, ūųųŪ, pp. ŰŪŬ ss. El papel del conde de Castrillo y sus relaciones con la reina y Olivares, se tratan en las pp. ŰŪŲ, Űūū y ŰŬū.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

que encontrar refugio junto a un gran noble, el duque de Alba, distanciado del poder tanto antes como después de la caída de Olivares. Bien es verdad que incluso en el caso de no contar con enemigos declarados, si consideramos las circunstancias (prohibición del teatro, interrupción de las ęestas reales), el monarca podía prescindir perfectamente de él hasta ūŰŮŲ-ūŰŮų. El compromiso matrimonial con Mariana y la posterior boda justięcan que se recurra a un poeta que se ha quedado prácticamente solo por unas u otras razonesűŬ, sin olvidar que la corte vive días menos agitados. A partir de esa fecha, su posición se aęanza y debió ganar (o recuperar) la conęanza de Felipe IV, pues por mucho que el rey no se ocupara directamente de los festejos, tenía que dar aunque solo fuera su placetűŭ. Sin ninguna duda gozó de la protección de Eliche, en su momento, y tras el alejamiento de éste, debió poder valerse por sí mismoűŮ. Durante la minoría y posterior reinado de Carlos II su ęgura debió ganar relevancia hasta acabar convirtiéndose en una reliquia de un pasado esplendoroso, tan respetado que discutirá con la Inquisición e intentará dar normas de conducta a la joven reina en lo que cabe calięcar de testamento con respecto al asunto que nos ocupa: El cordero de Isaíasűů.

űŬ El único dramaturgo de primera ęla que todavía vivía en aquellos momentos, aparte del propio Calderón, era Moreto, de cuya vida tan poco se sabe, por cierto. Coello escribía muy raramente, ocupado en sus funciones junto a su señor, Alburquerque (Garrot Zambrana, ŬŪŪŮ), y lo mismo cabe decir de Solís, que había abandonado la escritura en los años ūŰŮŪ-ūŰůŪ (Serralta, ūųŲŰ, pp. űŪ-űū). űŭ No sé si postular un anterior castigo del propio Felipe IV signięque quizá dar demasiada importancia a un escritor de comedias y dejarse llevar por una visión anacrónica del valor de los artistas, un poco al modo de Buero Vallejo en Las Meninas. En medio de tantas hipótesis, hay una única certeza: durante bastantes años careció de patronazgo real. űŮ Valbuena Briones, ūųűű, p. ŬŰŰ, reęere que al morir en ūŰŰū don Luis de Haro, padre de Eliche y privado del rey, su hħo quiso heredar sus funciones y al no conseguirlo atentó contra los reyes. Se le perdonó la vida y murió peleando en Portugal en ūŰŰŭ. No me resisto a transcribir esta curiosa noticia dada por Barrionuevo en su Aviso CLXXIV del Ŭŭ de enero de ūŰůű, que más curiosamente aún Cotarelo transcribe de manera parcial: tras una fastuosa ęesta celebrada en la Zarzuela el ūű, de la que se nos dan por lo menudo los manjares y enorme gasto, se nos informa de que Eliche recompensó a Calderón con «ŬŪŪ doblones por la comedia, y a los ŬŪ, día de San Sebastián, le hizo cubrir Su Majestad y le dio la grandeza por su persona y no por título ninguno» (Avisos, ūųŰŲ, pp. ůŭ-ůŮ). ǶSe reęere realmente a Calderón o al propio Eliche? űů Llevo intentando últimamente comprender mejor la producción calderoniana durante la minoría y reinado de Carlos II, poco o mal estudiada; además de Garrot Zambrana, ŬŪūūb, le he dedicado varios artículos recién salidos del telar.

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Capitulo II

Evolución en el tratamiento de la ęgura del Judaísmo

La presencia de una numerosa colonia portuguesa en España formada en gran parte por cristianos nuevos hará que el criptojudaísmo, cada vez más residual durante el XVI, reviva y, por así decirlo, nos retrotraiga mutatis mutandi a la situación del reinado de los Reyes Católicos. Uno de los cambios consiste en que la dimensión política del problema adquiere un cariz distinto al transformarse en argumento utilizado por los enemigos de Olivares para atacarlo. Como la corona necesitaba a los banqueros lusitanos cerró los ojos ante esos vasallos de convicciones religiosas tan poco ortodoxas, protegiéndolos, en la medida de lo posible, de la InquisiciónűŰ. Sólo una minoría, los grandes hombres de negocios, disfrutaba de ese trato, sin llegar a la censura de cualquier alusión en su contra. Ahora bien, a medida que la crisis se agravaba y que las protestas surgían por doquier uno de los Ěancos ofrecidos por el privado a la crítica era, justamente, su alianza con los hombres de naciónűű. Quevedo, tras unos años de colaboración con el valido arremete contra éste. Entre sus muchos reproches destaca la actitud ante los portugueses expresada con la ęereza que le es habitual en al menos dos escritos, la Isla de los Monopantos,

űŰ Simplięco una situación de lo más compleja que, además varía según los períodos. Como ya se vio al hablar del Cristo de la Paciencia, la Inquisición puede utilizar a los marranos contra Olivares; Olivares, cuando controla al Inquisidor, puede detener causas, y al contrario, el Santo Tribunal llegó a convertirse en una manera de presionar a los asentistas para que pactasen con la Monarquía según Sanz Ayán, ūųųŮ, p. ūųŮ. űű EllioĴ, ūųųŪ, pp. ŮŪű ss.

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incluida en La hora de todos, y La execración de los judíosűŲ, de título por demás explícito; pero abundaron los panĚetos que denuncian las ventajas concedidas a tan poco ortodoxos vasallosűų: Los oficios, riquezas, los estados, el hábito que aplico aunque lo sepa, y nunca yo replico si es cristiano o judío, si se ajusta su dicha al poder mío [...] Tampoco he reparado que el portazguero ayer en el estado del Consejo se asiente ni aquel que de Moisés fuese pariente. (Instrucción del Conde Duque a su confesor)

En la Cueva de Meliso se llega más lejos: Con alientos impíos busca luego el Talmud de los judíos y su defensa toma a tu cargo, burlándote de Roma; que fuera valer menos habiendo introducido sarracenos [...] Búscales sinagoga y en favor de ellos en consejo aboga; las mezquitas y templos permíteles hacer, y alega ejemplosŲŪ.

En esa tesitura, las alusiones a los conversos eran asunto delicado, hasta tal punto que el tratamiento de la ęgura del Judaísmo en los autos calderonianos se subordina tanto al contexto político que la destitución de Olivares supondrá un giro en el devenir del auto sacramentalŲū. űŲ Según los editores La Isla de los Monopantos pudo escribirse entre ūŰŭŮ y ūŰŭů. Cf. Quevedo, La hora de todos, ūųŲű, pp. ūŪű-ūūū. La execración data de ūŰŭŭ. űų Insistiendo en la sangre conversa que corría por las venas del conde-duque, como por la de tantos otros aristócratas castellanos. ŲŪ Ambos textos citados por Domínguez Ortiz, ūųűū, pp. űū-űŬ. Ųū La crítica sigue sin tener suęcientemente en cuenta este aspecto. Lo orillan completamente Delgado Morales, ūųŲŮ, Navarro González, ūųŲŲ, o Reyre, ūųųŲ. Pollin publicó en ūųųŬ un trabajo preparado desde tiempo atrás, según su autora, en donde a pesar de lo incompleto del corpus y del olvido del contexto histórico, notable en casos como el de El socorro general, se exponen ideas de gran valor sobre la construcción de los personajes. Otros estudios relevantes son los dedicados por Pulido Serrano en ūųųŬ y ŬŪŪū al Nuevo palacio del Retiro en los que llega de forma indepen-

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ѐюѝіѡѢљќ іі - ђѣќљѢѐіóћ ђћ ђљ ѡџюѡюњіђћѡќ ёђ љю ѓієѢџю ёђљ їѢёюíѠњќ

Antes de la caída del conde-duque, enero de ūŰŮŭ, cuatro autos incluyen al Judaísmo entre sus dramatis personae. Al primero, El nuevo palacio del Retiro, le dedicaré un apartado. Los otros, Los misterios de la misa, Psiquis y Cupido (para Toledo) y El divino cazador, me permitirán conęrmar fácilmente esta teoría. Los tres coinciden en determinados aspectos, formando así un grupo homogéneo en relación con el auto estrenado en ūŰŮŭ, Llamados y escogidos, y con todos los que escribirá posteriormente Calderón. Además, Psiquis y Cupido y El divino cazador serán retomados años después: Psiquis y Cupido (para Madrid) en ūŰŰů y El divino cazador, bautizado El valle de la Zarzuela, en ūŰŮű o ūŰůŭ-ůűŲŬ. Una de las funciones del género que estamos estudiando es la enseñanza de ciertos dogmas de la Iglesia a los ęelesŲŭ. Los defensores de la función didáctica de los autos señalan un ejemplo perfecto, Los misterios de la misa, que asume la forma de una explicación del sentido de la liturgia proporcionada por la Sabiduría a la Ignorancia. Según parece, esta obra ha gozado de gran éxito en tierras germánicas gracias a la función catequística en contraste con el escaso aprecio de la crítica. Destaquemos sendos trabajos de Ricardo Arias de ūųűų y ūųŲŬ, en donde se estudian cumplidamente las fuentes, aspectos doctrinales, bastante complejos, por cierto, y la dramaturgia. Tanto ellos como la reciente edición de la pieza efectuada por Duarte en ŬŪŪů, nos permiten centrarnos en el análisis de la ęgura del Judaísmo sin más preámbulo. La misa reproduce en cierto modo la Historia Teológica de la Humanidad. Los dramaturgos anteriores, según quedó dicho, proporcionaban una visión conĚictiva del paso de la Ley Escrita a la Ley de Gracia. Calderón retoma tales interpretaciones y subraya, en cambio, la continuidad armoniosa que se produce. Cada etapa está representada por un personaje: Adán, Moisés y Jesús. Los dos primeros son, a su vez, ęguras del MesíasŲŮ, con lo cual el autor refuerza hábilmente tanto la concordia entre las tres leyes como su estrecha unión. La llegada de Cristo ocupa un lugar privilegiado en la acción. Los cánticos con que es recibido atraen a dos personajes indispensables para el drama de la Pasión: el Judaísmo y la Gentilidad, que quieren conocer la razón de las alabanzas y, ante todo, saber a quién se dirigen: GENT.-Suspende las dulces voces JUD.-Cesen los cantados versos.

diente a mí a conclusiones muy parecidas a las que yo mantengo. ŲŬ Remito al comentario del cuadro cronológico de los autos efectuado en el capítulo I de esta segunda parte. Ųŭ Ver a este respecto las puntualizaciones de Tietz, ūųŲů. ŲŮ Cf. Arias, ūųŲŬ, pp. pp. ūŲű-ūųŮ y ŬŪů-ŬŪű.

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[...] GENT.-Que quiero saber, pues yo soy todo el Romano Imperio y Gentilidad me aclamo por la gente que gobierno. JUD.-Que quiero saber, pues soy de todo Israel el Pueblo, que conservando mi idioma desde Heber me llamo Hebreo (p. ŭŪŰb)Ųů.

Los dos personajes dan la impresión de ser elementos adventicios en relación con la sucesión de leyes; en el caso del Judaísmo su separación de la Ley Escrita parece bastante forzada. Es una manera de excluirlo del tronco de la «verdadera fe», argucia que se apoya en una amplia tradición exegética y cuenta incluso con precedentes teatralesŲŰ. La Gentilidad pasa rápidamente al segundo plano, para dar paso a un enfrentamiento Salvador-JudaísmoŲű; éste pone en tela de juicio la naturaleza divina de Jesús y llama en su ayuda a uno de sus doctores, Pablo, cuya conversión lo llena de cólera: JUD-De cólera estoy rabiando. ǶEsto sufro? ǶEsto consiento? El Gran León de Judá fue mi blasón y ya temo, que como me dio su saña, su furor y su ardimiento, me ha dado su fiebre; pues con mortales esperezos, bañado en un sudor frío, traspillado sudo y tiemblo (p. ŭŪŲa). [...] ¡Qué esto sufran mis rencores! (p. ŭŪųa).

Acto seguido pasa a las amenazas: JUD- [...] Si eso creéis, creed también que padeció

Ųů Calderón intenta concederle al personaje del Judaísmo un mayor dimensión: «CRIST.-No soy Elías, confusa / Sinagoga», p. ŭŪų, pero no lo consigue por el momento. ŲŰ Por ejemplo, Los desposorios de Cristo de Juan de Timoneda. La identięcación del Pueblo Hebreo con la Ley Escrita conlleva la descalięcación de ésta, como se ve entre otros casos en La humildad coronada de las plantas. Ųű Los versos siguientes así lo indican: «CRIST-Yo hablaré después contigo / (Gentilidad) en habiendo / respondido al Judaísmo» (p. ŭŪŰb).

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debajo del poder fiero de Poncio Pilatos, que hoy presidente es de Tiberio; porque yo sus alborotos, escándalos y portentos, le diré [...] (p. ŭūŪa)

A pesar del adjetivo ęero, rara vez oído en el teatro religioso aplicado a Pilatos, Calderón no piensa en disculpar al Judaísmo. Lo normal en la época era eliminar cualquier responsabilidad del poder romano en el deicidio y, en efecto, la Gentilidad se distancia del pueblo hebreo proclamando su fe en Cristo. Recibirá en recompensa la viña, metáfora de la IglesiaŲŲ. El Judaísmo padece un nuevo arrebato (p. ŭūŪ) y como la violencia verbal ha alcanzado su punto máximo, el público debió imaginar que la Crucięxión llegaría enseguida. Pues bien, se nos reserva una sorpresa: Jesús anuncia al Judaísmo su futura conversión, lo cual permite retrasar el desenlace: JUD-ȳȳTarde pienso que será, porque hasta el fin del mundo, tus argumentos no me venceránŲų, si no me das señal (p. ŭūŪb).

El espectador un poco familiarizado con el Evangelio, ya sea por lectura directa ya sea por medio de los sermones, debió reconocer uno de los pasajes más citados, el de la señal de JonásųŪ, en donde Jesús expresa gran hostilidad con respecto a escribas y fariseos. Calderón manipula el texto llegando a eliminar tanto la animadversión como a los propios fariseos: CRISTO-ȳǶSeñal, Pueblo me pides? JUD- Sí, y ha de ser ente real, que muestre cierto de qué manera se avienen Hombre y Dios en un sujeto, y que tú lo eres. CRISTOSeñal

ŲŲ Recuérdese La guarda cuidadosa. Ųų Tanto esta conversión como la referencia al Juicio ęnal se apoyan en la doctrina de San Pablo como sucediera en La siega de Lope de Vega. San Pablo anuncia que «Israel será salvo» (Rom, ūū, ŬŰ). ųŪ Lo vimos por ejemplo al analizar La mesa redonda.

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no daré, daré un ejemplo de Hombre y Dios, [...]ųū

La generación mala y adúltera se convierte en Pueblo, cambio signięcativo que disminuye considerablemente la agresividad. Con ello se facilita el paso a la escena siguiente, muy distinta, a lo que se añade la voluntad de evitar el antħudaísmo desmedido del texto de Mateo. Las palabras de Jesús no convencen a su interlocutor; no obstante éste le reservará un excelente recibimiento si no como Mesías, en tanto que profeta: JUD-Para que yo me convenza es material argumento; mas soy en mi condición tan vario, que si no creo que es Dios, creo que es Profeta suyo, y ya le reverencio (ŭūūa)

El dramaturgo se complace en presentar la entrada mesiánica en Jerusalén y logra un extraordinario coup de théâtre al yuxtaponer la Pasión a esta escena repleta de alegría. El espectador no asiste a la muerte de Cristo, ya que ésta primero se sugiere y luego se cuenta. En efecto, de pronto, se escucha ruido de terremoto y a continuación sale al tablado el Judaísmo estupefacto y ensangrentado: JUD-Verdaderamente era Hijo de Dios este Hombre que maté, [...] pero mi pecho obstinado de la saña que ha tenido aún no se ve arrepentido con verse escandalizado; [...] pues desde aquí, sin consolarme jamás, tarde me he de arrepentir (pp. ŭūūb-ŭūŬa).

La elipsis de la Crucięxión es un hallazgo extraordinario. En primer lugar se atrae la atención del público hacia el deicida, el cual se acusa a sí mismo. Conęesa abrumado el crimen y lo presenta como producto de la locuraųŬ:

ųū P. ŭūŪb. Compárese con el texto bíblico: «La generación mala y adúltera me pide una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta» Mt, ūŬ, ŭų. ųŬ P. ŭūŬb. Esta actitud contrasta, por ejemplo, con la del Sacerdote y la del Pueblo Hebreo en El heredero del cielo de Lope.

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ѐюѝіѡѢљќ іі - ђѣќљѢѐіóћ ђћ ђљ ѡџюѡюњіђћѡќ ёђ љю ѓієѢџю ёђљ їѢёюíѠњќ

JUD-ǶQuién eres? IGNOR-ȳǶNo conociste tu ignorancia? JUD-ȳEstoy tan loco, tan obstinado, que no te conozco (p. ŭūŬa).

Incapaz de reconocer a la Sabiduría, pero asustado en su presencia, se acerca a la Ignoranciaųŭ. A continuación efectúa un relato de la Pasión carente de la menor animosidad cuya ęnalidad no es provocar la compassio sino enseñarle a la Ignorancia el simbolismo del sacrięcio, mencionado en la misa (pp. ŭūŬ-ŭūŭa). Desaparece la hostilidad que lo animaba desde el principio, no así la incredulidad (p. ŭūŭb). Ahora bien, si Calderón insiste en ello, también pone de realce la conversión que se producirá el día del Juicio Final y la incertidumbre con respecto a la suerte que aguarda al deicida: EVANG-[...] cuando en los últimos días a tu ciega obstinación llegue castigo o perdón (p. ŭūŭb).

En consecuencia, el Judaísmo no sufre un trato tan severo como aęrma Arias; muy al contrario, cuando consideramos otras obras de asunto semejante, comprobamos que Calderón evita cargar las tintasųŮ. Se pueden aducir más pruebas: las últimas preguntas del obstinado incrédulo coinciden con la apoteosis ęnal, que gira en torno al Redentor triunfante. La visión de la victoria de la Iglesia no irrita al Judaísmoųů; él mismo retoma las alusiones a las doctrinas de San Pablo efectuadas anteriormente por Jesús y San Juan. Incluso pide explicaciones acerca del Juicio Final: Yo lo creeré cuando vea que a un Rebaño y a un Pastor las Ovejas se reducen; y pues empezaste hoy ųŭ La Sabiduría explica el sentido de tales actos: «Del que su culpa lloró [Adán], / Ignorancia, conocida / fuiste, y fui; del que la olvida / no lo somos tú y yo, / porque el que con repugnancia / en su Pecado porfía / no oye a la Sabiduría / ni conoce a la Ignorancia» p. ŭūŬa. ųŮ Cf. Arias, ūųŲŬ, p. ūųŲ. Comparemos, sin ir más lejos, los versos recién citados con el desenlace de La siega. ųů Piénsese en la escena ęnal de El Polifemo de Montalbán o en la de La mesa redonda, ya comentadas. De las numerosas apoteosis de autos de Calderón que subrayan la enemistad entre judíos y cristianos, puede leerse la de La semilla y la cizaña, ŬŪŪū, pp. Ųųū-Ųųŭ.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

(Sabiduría) a vencer la Ignorancia Humana, yo te pido, que a mí me enseñes en la Representación los prodigios de ese día (p. ŭūŮb).

La crítica ha observado una constante en nuestro dramaturgo: el recurso frecuente a la reescritura de obras ajenas o propiasųŰ. La acumulación de trabajo, el escaso margen de posibilidades ofrecidas por el género sacramental así como la voluntad de sacar provecho de ideas de juventud (o incluso relativamente cercanas al momento de la nueva versión), explican tal costumbre. Por suerte, algunas de las obras revisadas tratan del tema judío y se sitúan en los dos bloques cronológicos marcados por la caída de Olivares; gracias a ello se comprueba el progresivo dominio de la técnica del teatro alegórico por parte del autor y se conęrma la teoría que voy defendiendo. Psiquis y Cupido de ūŰŮŪ es un encargo de la ciudad imperial con la que don Pedro mantendría lazos muy estrechos durante largos años. Valbuena Prat ya señaló que Valdivielso se había adelantado en esta vuelta a lo divino del mito clásicoųű. En ambos escritores se trata de un asunto de fe, de su pérdida momentánea y de perdón ęnal, siempre posible cuando el pecador expresa auténtico arrepentimiento. Valdivielso propone una psychomaquia: tres jóvenes, Mundo, Placer y Demonio, se oponen al matrimonio de Psiquis y Cupido. Las dos hermanas de la doncella, Irascible y Concupiscible, los ayudan. No obstante, la responsable directa de que la fe de Psiquis se tambalee es la Razón. Calderón da nuevo sentido a ese núcleo: dos galanes, Cupido (Cristo) y la Apostasía cortejan a Psiquis (Ley de Gracia-Fe), permaneciendo idénticos los sentimientos de las hermanas. A partir de ahí se introducen cambios fundamentales tanto en el aspecto temático como en las dramatis personae para transformar la psychomaquia en un doble enfrentamiento. Como Ley de Gracia combate a las etapas anteriores, sus hermanas mayores, ayudadas por sus respectivos maridos: es el plano de la lucha de religiones. Psiquis representa al mismo tiempo a la Fe, así es que afronta los problemas provocados por sus enemigosųŲ.

ųŰ La obra de referencia aunque no estudie los autos sigue siendo Sloman, ūųůŲ. ųű Ver el prólogo a Psiquis y Cupido, Autos, p. ŭŭűb. Valbuena destaca que Calderón sintió tal atracción por el mito que lo adaptó tres veces. Enrique Rull ha dedicado gran atención a ese corpus: Rull, ŬŪŪŮ, pp. ūųŪ-ŬŪū. ųŲ Otro caso de Historia Teológica de la Humanidad, al ser las hermanas Idolatría y Sinagoga,

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A pesar del antagonismo inicial Apostasía-Cupido, el eje doctrinal del auto no es tanto la aceptación o rechazo de Roma cabeza de la cristiandad como los peligros que rondan a la Fe. Esto constituye la especięcidad de la primera versión de Psiquis y Cupido: la correlación Cristo / Idolatría-SinagogaApostasía pasa al segundo plano, con respecto a la atención prestada a la inĚuencia nociva que ejercen los adversarios de la conęada Fe, que permite su entrada en sus territorios. Los versos siguientes ponen en guardia al espectador con respecto a dos graves peligros, la excesiva curiosidad y la presencia de extranjeros de quien se debe sospecharųų: FE-[...] yo mesma metí, yo mesma mis enemigos en casa, que este es el riesgo que tiene el católico que ampara, ni habla, ni oye, ni ve, ritos ni leyes contrarias; perdí, en fin, todos los bienes, que eran dotes de la Gracia (pp. ŭŰū-ŭŰŬ).

Por tales motivos, el peligro principal proviene de la Apostasía, víctima de su racionalismo a ultranza, por tanto fatalmente abocada a poner en tela de juicio los principios de la fe: APOST-Caballo desbocado, el Espíritu Santo me ha llamado en la Sabiduría a mí, que soy la docta Apostasía, cuyo ingenio, de agudas Ciencias lleno, no se sujeta de la Ley al freno (p. ŭŮŰa).

El protestantismo ocupa un lugar tan destacado que, lógicamente, desplaza a las hermanas a papeles ancilares; al mismo tiempo la Historia Teológica de la

y los cónyuges, Pueblo Gentil y Pueblo Hebreo. Por otro lado, Dietz, ūųűŭ, pp. ūūŬss, estudia la doble función de ciertos personajes con respecto a El día mayor de los días; no obstante se trata de un recurso empleado por Calderón en fecha temprana, por ejemplo en El nuevo palacio del Retiro. ųų Se trata de tópicos nacidos en el XVI como estudié en Garrot Zambrana, ŬŪŪŬa. La acusación apunta claramente a los extranjeros en el caso de la Apostasía, que vive «en los Piélagos del Norte» (p. ŭŮŰb) y de quien se dice en la primera acotación que viste a la moda extranjera (p. ŭŮŰa). Un manuscrito de Psiquis y Cupido encontrado en Trujillo concreta más. Se lee en él: «Sale la Apostasía vestida de holandés», citado por Romera Castillo y Lorente Medina, ūųŲŭ, p. Ŭűų. Sobre el protestantismo en Calderón ver Garrot Zambrana, ŬŪŪűb.

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Humanidad adquiere peręles particulares con respecto a la tradición anterior (sin desdeñar el estímulo de Mira de Amescua, desde luego) e incluso si pensamos en Los misterios de la Misa que acabamos de estudiar. Las Leyes Natural y Escrita no intervienen, sino las religiones que se desarrollan bajo su reinadoūŪŪ: Idolatría, la hermana mayor, y Sinagoga, la mediana. La Idolatría está casada con el Pueblo Gentil, identięcado con los indios en vez de con los romanosūŪū, sin duda para evitar tratar el motivo de la Gentilidad heredera de la viñaūŪŬ. Se menciona el deicidio y la Apostasía acusa claramente a la responsable: Del mundo hija segunda es la que ha sido, allá en la escrita Ley, que hoy cubre olvido, Judea o Sinagoga, hizo su empleo, casándose con ella el pueblo hebreo, en cuya compañía, hasta hoy se advierte, que al mismo Dios que ciega dio la muerte, espera cada día proterva, así le aclama su porfía (p. ŭŮűa).

Acto seguido, la propia Sinagoga se jacta del delito sin el menor remordimiento: [...] constante, altiva y fuerte, yo, la gran Sinagoga, le di muerte; indigno amante fueras si matándole yo, tú le creyeras (p. ŭŮűa).

Sin embargo, todas esas acusaciones carecen de la virulencia que habrían alcanzado si en lugar de simples palabras hubieran sido producidas por la situación dramática. Cabe aducir otro argumento para demostrar que denigrar a la religión judía no es el objetivo principal y que incluso las acusaciones contra ella resultan moderadas. Según la tradición cristiana, los judíos sufren un doloroso destino, castigo por el deicidio y la incredulidad, no obstante, en Psiquis y Cupido predomina cierto optimismo. Destaca en particular la benevolencia de Psiquis y su deseo de reconciliación. Cuando la abandonan en un

ūŪŪ Ya comentamos este recurso en Los misterios de la Misa. ūŪū Cf. p. ŭŮűa: «Sale [...] la Gentilidad, a lo indio, y la Idolatría». ūŪŬ Cf. Los misterios de la misa o las dramatizaciones ya estudiadas de la parábola de los viñadores homicidas.

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islote desierto su primera reacción es maldecir a sus hermanas, pero rápidamente se corrige: la Idolatría enemiga, en sus errores perezca, [...] la confusa SinagogaūŪŭ, ni patria ni asiento tenga; y peregrino su pueblo, vago y prófugo se vea aborrecido de todos, mendigar patrias ajenas. Mas ¡ay de mí! No permita el Cielo que tal suceda, [...] la Sinagoga llorosa, reconozca sus ofensas, y su forajido pueblo, casa, abrigo y patria tenga, [...] que yo en las persecuciones, constante, altiva y atenta, no pediré para todos justicia, sino clemencia (p. ŭůŭ)ūŪŮ.

Daré otro argumento para conęrmar tanto el relativo optimismo de la versión toledana de Psiquis y Cupido como el que el Judaísmo no aparece como enemigo por excelencia de la fe. Cuando la Sinagoga o el Pueblo Hebreo están rodeados por los demás adversarios del catolicismo, las críticas más acerbas se dirigen a ellos: Calderón no establece distinciones en este caso. En la apoteosis ęnal, Apostasía, Sinagoga e Idolatría unen su voz en coro de unánime rechazo matizado por las palabras del Mundo: SINAG-Aquella vista me mata. JUD-Aquel manjar me atormenta. GENT-Aquel Misterio me espanta. IDOL-Aquel Pan me atemoriza. APOST-Aquel secreto me abrasa.

ūŪŭ Sintagma utilizado ese mismo año en el madrileño auto Los misterios de la Misa (p. ŭŪŰb). ūŪŮ Pollin, ūųųŬ, p. ūůų, también resalta el carácter clemente de la diatriba. Importa insistir en la actitud conciliadora de la Fe, opuesta al ímpetu guerrero de la Iglesia militante. Nótese que la Fe se calięca a sí misma de constante y altiva, como la Sinagoga, para recalcar que substituye a esta última al lado del Señor.

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MUNDO-A mí me reduce tanto que desde hoy tengo esperanzas, que algún días seréis todos ovejas de la cabaña de la Iglesia (p. ŭŰŬb).

El Mundo se expresa en términos muy semejantes a los que señalamos en Los misterios de la misa; y por mucho que remitan a la escatologíaūŪů, constituyen un punto ęnal esperanzador y armonioso si se compara con los desenlaces de los autos que siguen a la dimisión del conde-duque, marcados por la tensión bronca, por la amenaza. El descubrimiento del manuscrito de El divino cazador y su publicación coincidente con el centenario del fallecimiento de su autor no ha sido todavía suęcientemente aprovechado para intentar comprender el tratamiento del Judaísmo en los autos sacramentales y, de hecho, aparte de mis trabajos, salvo error mío, nadie lo toma en cuenta como prueba de un antes y un despuésūŪŰ. En efecto, gracias a él podemos comparar los autos de ūŰŮŬ y de ūŰŮŭ y comprobar las variaciones introducidas en el primer Corpus celebrado tras la caída de Olivares. La originalidad de esta obra con respecto a las anteriores estriba en su argumento, la venida del MesíasūŪű, y, ante todo, en presentar por vez primera la Pasión. Y ello de manera, por cierto, cercana a la de Godínez en El divino Isaac, esto es, como acto voluntario para poder redimir a la humanidad. El Género Humano, aunque arrepentido de su error, ha perdido el dominio de los Cuatro Elementos (vv. ū-ŭűů)ūŪŲ. Envía al Albedrío al palacio del Rey para implorar perdón (vv. ŭűŮ-ŮŰŪ), sin encontrar obstáculos en la Culpa (vv. ŮŰŰ-Űūů). La embajada tiene éxito gracias a la intercesión del Príncipe, el cual, por orden de su padre, socorrerá al pecador (vv. ŰūŰ-Űųů). A pesar de que el Libre Albedrío se niega a contestar a sus preguntas, la Culpa advierte importantes cambios en la naturaleza (vv. ŰųŰ-űűų), y ve al Príncipe armadoūŪų. Huye al no poder soportar su presencia (vv. űŲŪ-Ųūū), pero no por ello desaparecen los obstáculos. Los Cuatro Elementos, dominados

ūŪů Ya expliqué al analizar La siega la base paulina de esta idea. ūŪŰ Citaré siempre a partir de esta edición efectuada por Sánchez Mariana y H. Flasche, modernizando y corrigiendo la ortografía. ūŪű En Los misterios de la Misa la venida de Cristo era el núcleo doctrinal. ūŪŲ En el Génesis (Gn, ū, ŬŲ-ŭŪ; Ŭ, ŬŪ y ŭ,ūű ss.), se aęrma la repercusión de la caída del hombre sobre el cosmos. Ver G. González, ūųŲű, p. Űŭ. ūŪų «Sale el Príncipe de villano con arco y Ěechas» v. űűųƸ. Acerca del simbolismo del cazador, ver la nota de Flasche al v. űŲű.

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por la Culpa, no lo reconocen y se niegan a darle cobħo. En cambio, anuncian todas los sufrimientos inherentes a su condición de mortal (vv. ŲūŬ-ŲŲŬ)ūūŪ. El encuentro con el Albedrío y el Género Humano también se salda con un fracaso; las respuestas de este último así como la concepción del personaje aportan cambios importantes ya que recoge en sí las distintas etapas de la Historia Teológica de la Humanidad y posee un valor universal explícito: GÉN-Dudando y creyendo estoy ser humano y ser divino que como generaciones tan distintas represento, y dentro de mí sustento tantas tan varias naciones confusión de confusiones, no sé qué crédito y fee a tanta admiración dé como a introducido en mí sola esa voz (vv. ųŬŬ-ųŭŬ), [...] Todos dentro de mí mismo llenos de un error tirano, entender quieren en vano la verdad de tu venida, dejando sin ser, ni vida, absorto al Género Humano (vv. ųŰű-ųűŭ)ūūū.

En otros autos hemos encontrado una pluralidad de personajes (Gentilidad, Secta, Apostasía, Judaísmo)ūūŬ entre los que destacaba el Judaísmo por la animosidad. En este caso, como el Género Humano los va encarnando progresivamente, el propio diálogo guía al espectador: PRÍNC-[...] me di qué sintieras tú, si fueras sólo uno, y de mí que hicieras en razón de mi venida.

ūūŪ Se trata de una alegoría de la Natividad: véanse en particular las referencias al portal (vv. ŲůŪ-ŲůŰ) y al duro invierno en el que el Príncipe viene al mundo (vv. ŲůŲ-ŲŲŰ). El personaje viste a lo villano para resaltar la pobreza en que nació Jesús. ūūū El Género Humano asume concretamente las siguientes etapas: Paganismo (vv. ųŮů-ųůū); Secta (v. ųůŮ-ųůŲ); Apostasía (vv. ųůų-ųŰŭ) y Judaísmo (vv. ųŰŮ-ųŰŰ). ūūŬ Normalmente, los dramaturgos se contentaban con la pareja Judaísmo-Paganismo según vimos en Los misterios de la Misa o en las versiones de la parábola de los viñadores homicidas. Se encontrará un elenco más completo en La guarda cuidadosa.

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GÉN-Yo te quitara la vida (vv. ųűŲ-ųŲŬ). [...] PRÍNC-Del Judaísmo has tomado la acción toda, y siendo así, Judaísmo desde aquí serás (vv. ųųŮ-ųųű).

A partir de ese momento, en efecto, el personaje asume la actitud típica del pueblo elegido cuando se enfrenta al Mesías: desconęanza, agresividad, poca fe (exige pruebas tangibles para creer) y responsabilidad de su muerte. Todo ello conduce a la condena inequívoca de la religión judía, opuesta a la Iglesia: PRÍNC-[...], celebrando la Iglesia la ley de gracia contra aquella Sinagoga en que el judaísmo labra a la madre del error de su culpa nueva estatua (vv. ūŭūŰ-ūŭŬū).

No obstante, El divino cazador poco tiene de obra antħudía, al contrario, varias razones obligan a aęrmar que estamos ante una de los casos menos desfavorables al pueblo deicida. Por lo que se reęere a su ceguera, a la necesidad de pruebas muy concretas, Calderón recurre de nuevo a la señal de Jonás suavizando considerablemente la virulencia del Evangelio como ya hiciera en Los misterios de la misa: GÉN-Dame una señal de que mi Príncipe eres. PRÍNC-ǶSeñal me pides y quieres? GÉN.- Sí. PRÍNC.-Yo hiciera en darla mal, porque ha de estarse a mi fee, aunque señal verdadera será rendir a la fiera [...] (vv. ūŪŪŪ-ūŪŪŰ).

Ahora bien, el elemento más revelador que cabe citar es la muerte de Cristo y el sentido que don Pedro da al sacrięcio del Redentor. El Príncipe quiere esconderse entre el ramaje para acechar a la ęera, la Culpa, pero no consigue trepar al árbolūūŭ. Los Cuatro Elementos no logran ayudarlo (vv. ūūŲŰ-ūŬŪŰ); en cambio el Género Humano sí lo consigue:

ūūŭ

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El árbol tendrá forma de cruz según precisa la acotación del v.ūūŲūƸ.

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GÉN-ǶTanto un tronco os acobarda? Yo te pondré en él, espera, ayúdale a subir en el árbol PRÍNC-Cosa es clara que el Género Humano había de ser por quien yo llegara a ponerme en este árbol, y más cuando en otra instancia significa al Judaísmo (vv. ūŬŪų-ūŬūŮ).

De tales palabras podemos deducir una visión del sacrięcio de Jesús centrada en el sentido teológico: para redimir a la humanidad, el Príncipe debe borrar los pecados del Hombre, lo que se consigue de manera activa, esto es, matando a la Culpa. Se quita importancia a lo accidental: la función del Judaísmo en los designios de la Providencia. Además, al dar su vida por la humanidad el cazador prueba quién es: GÉN-Verdaderamente era hijo del mayor monarca este joven, pues así muriendo a la Culpa mataūūŮ.

El Género Humano reconoce al Mesías; por consiguiente, deja de ser el Judaísmo. Calderón no insinúa que los judíos se hayan convertido puesto que el Príncipe, en la cruz, alude a la Sinagoga en la que se siguen reconociendoūūů, pero –insisto en ello- desempeñan un papel secundario en la muerte de Cristo. Pasan a ser instrumento necesario; sin saña, sin odioūūŰ, participan en un combate en el que ya no son actores sino causa: el hħo de Dios también se sacrięca por ellos. Pocas veces se encontrará en el teatro de la época semejante planteamiento; en los autos calderonianos nunca jamás y entre sus contemporáneos sólo se me ocurre el ya citado caso del divino Isaac de Godínez, lo cual dice mucho de la rareza del fenómenoūūű. ūūŮ Cf. p. ūūů. El manuscrito autógrafo acaba en el verso ūŬŰű. Para completar el texto, los editores han seguido otros dos manuscritos de distinta pluma dejando los versos sin numerar. ūūů Cf. los vv. ūŭūŰ-ūŭŬū ya citados. ūūŰ Compárese con El heredero del cielo de Lope, así como con los autos escritos por Calderón tras ūŰŮŭ. ūūű Margaret Greer interpreta El divino cazador como obra de circunstancias, del tipo de El nuevo palacio del Retiro o El socorro general, en la que se alude a la crisis creada por la guerra de Cataluña y a la necesidad de que Felipe IV acuda al frente ante la incapacidad de que da pruebas el Hombre-Olivares (Greer, ūųųű). Me resulta bastante difícil aceptar esa conjetura, que implicaría un desafío de Calderón al privado (enemigo de esa idea) y un posicionamiento con los deseos de

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La mejor prueba de ello, la encontramos ya en ūŰŮŭ, año en que se observan cambios muy relevantes. Por un lado, Llamados y escogidos introduce la primera dramatización de parábolas evangélicas, terreno en el que don Pedro descollará; por otro, el antħudaísmo gana en vehemencia, se radicaliza. La loa de por sí merece atención al marcar ya la pauta proponiendo una versión de la Historia Teológica de la Humanidad que el dramaturgo reiterará posteriormente muy a menudo, como se verá en su momento. El debate de religiones se transforma en una serie de duelos entre África (Ateísmo) y América (Idolatría); América y Asia (Judaísmo); Asia y Apostasía y, por último, Apostasía y Europa (Catolicismo), oęciando San Pablo de árbitro. Desde la perspectiva calderoniana, el combate sugiere una evolución que nos lleva de las creencias más rudimentarias a las más cercanas a la verdad: la religión católica, por descontado. La victoria de esta última sobre la Apostasía simboliza una esperanza mantenida en algunas ocasiones por el teatro teológico: el regreso de los protestantes del Norte al seno de la Iglesia: SABIDURÍA-Y yo las gracias le ofrezco, ȳpues aunque el norte rebelde ȳquiera mostrarse a mi imperio viendo en la escuela de Pablo tan convencidos a un tiempo, ateísmo, idolatría y hebraísmoūūŲ, ver espero ȳvencida la Apostasía ȳal soplo del austro tierno, ȳ[¡] viva Europa[!] (p. ŮůŮb)ūūų.

La línea ascendente seguida por el combate deja al Judaísmo en medio, pero no se olvida el lugar privilegiado que posee como enemigo particular de Cristo. Se subrayan sus rasgos caracterizadores habituales, deicidio y obstinación, y San Pablo lo amenaza de forma clara: APOST-Y yo la tomo [la espada], por ver si en la Sinagoga vengo

la reina y los enemigos del conde-duque, pero precisamente he señalado que tras enero de ūŰŮŭ nuestro autor abandonó la Corte al no encontrar en ella, ni tampoco en la milicia, situación a la altura de sus merecimientos. Me referiré con mayor espacio al contexto político de los primeros años ūŰŮŪ cuando estudie El socorro general. ūūŲ En realidad el Hebraísmo a pesar de su derrota no reconoce en absoluto andar errado. ūūų El austro tierno alude a la casa de Austria. Se trata de un lugar común que aparece en Mira, en Godínez, y con gran frecuencia en Calderón. Rull ha estudiado estos aspectos referidos a Calderón en varias ocasiones, por ejemplo en Rull, ūųŲŭ.

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la vertida sangre. [...] ASIA-En los ojos me ha dado. PABLO-Vos no quisisteis creerlo, y la segunda venida concedí, mostrando en eso que os quiebre los ojos cuando venga a juzgaros por fuego (pp. Ůůŭb-ŮůŮa)ūŬŪ.

La parábola del banquete de bodas fue escenięcada al menos tres veces en la centuria anterior. Timoneda identięcaba a los primeros convidados con el pueblo hebreo, pero su rechazo de la invitación no se mencionaba; en cambio, el padre Bonifacio lo ponía en escena y atacaba violentamente a los judíos, al tiempo que actualizaba el mensaje bíblico. Calderón, por su lado, entre otras mejoras de tipo técnico, logra reunir las dos partes de la parábola: exclusión voluntaria del banquete y castigo del invitado que no se viste de forma adecuada. De tal unión se desprende un antħudaísmo más acusadoūŬū. El cambio más importante es la identięcación de los primeros invitados con la Sinagoga y la Gentilidad, que encarna a la Idolatría babilónicaūŬŬ. Ambos se niegan a participar en el convite, engañados por la Mentira, que ha robado la ropa de la Verdad. Asumen una actitud semejante, pero con matices sustanciales. La Sinagoga es presa de confusión y de violencia interior: SINAG-Dejadme morir a manos de mi desesperación. UNO-ǶQué tienes? SINAG-ȳNo sé qué tengo. OTRO-ǶDónde vas? SINAG-ȳNi dónde voy sé tampoco; sólo sé que en mi misma confusión voy tropezando y que a un tiempo ciega, absorta y muda estoy (p. ŮŰūb).

ūŬŪ Calderón juega con los dos sentidos de venida, la llegada de Cristo y en la esgrima, primer ataque de un combate. La segunda venida de Cristo, la Parusía, supondrá un juicio ejemplar. ūŬū Véanse los análisis de Los desposorios de Cristo y del Incipit parabola coenae, en la Primera Parte. En cuanto a la primera versión, titulada Égloga al Santísimo Sacramento sobre la parábola evangélica, ya se dħo que no aludía a los judíos. Calderón conseguirá un mayor dominio de la alegoría en dos dramatizaciones posteriores de la parábola del banquete, La segunda esposa y El nuevo hospicio de pobres, sobre todo en este última, como apuntó Valbuena en la introducción a Llamados y escogidos, Autos, p. ŮŮųa. Ver también Dietz, ūųűŭ, pp. ūůŭ-ūůŮ. ūŬŬ Lo cual le permite a Calderón introducir episodios del libro de Daniel (Cf. pp. ŮŰŪa-ŮŰūb) y dar continuidad cronológica a los acontecimientos.

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En su opinión, los cánticos que anuncian la venida del Mesías no coinciden con las hebdómadas de Daniel; tampoco se han producido las señales anunciadoras. Tales dudas provocarán su desgracia: SINAG-[...] que si yo la esposa soy Ƕcómo a casarse conmigo viene sin saberlo yo? VERDAD-Como el tener esa duda después de oír esa aquella voz y haber el cómputo errado de las semanas, causó que seas en el banquete de este Asuero superior la repudiada Bastí, y esotra la Ester (p. ŮŰŬb)ūŬŭ.

Asistimos a una clarísima antropomoręzación del conĚicto, de tal modo que la Sinagoga actuará como mujer celosa, despechada e iracundaūŬŮ. Siguiendo la huella de Vélez (Mesa redonda), la obra está dominada por la violencia ejercida contra los enviados del Altísimo: el profeta Isaías (pp. ŮŰŬb-ŮŰŭa) y su propio Hħo. Pero el mismo Príncipe preęere la saña a la misericordia; su advenimiento antes que redimir, castiga: PRÍNC-Eterno César, padre soberano, este agravio me toca vengar a mí, dame, Señor, licencia; que su ignorancia loca corrija mi presencia, haciendo justa guerra a las comunidades de la tierra (p. ŮŰŭb).

La nueva ley se propaga gracias a la acción de los apóstoles; la Sinagoga enloqueceūŬů. Para seguir mostrando la hostilidad del personaje a la nueva fe,

ūŬŭ El cambio de alianza se justięca por la inędelidad del pueblo hebreo y no por las carencias de la Ley Escrita: la Iglesia se instaura porque la Sinagoga no reconoce a Cristo. ūŬŮ «SINAG-¡La voz / suspende, no, no prosigas, / que al escucharte el león / de mis armas su cuartana / me ha pegado! (¡Oh, qué temblor / me ha dado!) ǶCómo (¡qué pena!) / es (¡muriendo de ira estoy!) / [...]» (p. ŮŰŬb). Tales palabras se parecen mucho a las pronunciadas por el Judaísmo en Los misterios de la Misa (p. ŭŪŲb). ūŬů «Sale la Sinagoga haciendo los extremos que dicen los versos. MENTIRA-Mas si podrá, si podrá, / pues ella confusa y ciega / delirando como loca, / de una y otra parte yerra; / y es verdad que yerra en todas. / Ahora mira al cielo y tiembla; / el corazón a pedazos / se quiere arrancar, la lengua / trabada a hablar va y no puede» (p. ŮŰŮb).

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Calderón introduce uno de los tópicos del estereotipo antħudío, la profanación de hostias, asociándolo sin ambigüedad al deicidio: MENTIRA-ǶQué me darás si me atrevo con engaño y con cautela a introducirme en las bodas y robarle de su mesa al príncipe ese manjar para que le ajes y hieras, le profanes y baldones? SINAG-[...] y si no quisieres prendas, te lo pagaré a dineros. MENTIRA-Pues no quiero más de treinta (p. ŮŰůb).

Entretanto, la Gentilidad se ha transformado en Pueblo Romano y se convierte al cristianismo. Tras recibir la viña en herencia, se dispone a rendir homenaje al Salvador. La Sinagoga, aislada entre los demás pueblos, persevera en sus proyectos: asiste escondida al banquete, lo cual le permite ver cómo el Rey sorprende a la Mentira robando el Cordero. A pesar de ello, no se declara vencida, al contrario, desafía al Príncipe: SINAG-Aunque por ti no consiga mis intentos, haré guerra por mí al príncipe y al cielo; y a sus misterios opuesta, le aguardaré en la campaña. PRÍNC-Yo saldré mañana a ella, donde triunfaré muriendo (p. ŮŰŲa).

A partir de este momento la edición de Valbuena (que sigue a Pando, como sabemos) y el manuscrito autógrafo dięeren, pero mantienen un desenlace singular en relación con los que llevamos analizados, acorde con el papel que dramaturgos anteriores (Mira, Lope o Vélez) conceden a los representantes del judaísmo. De hecho, la inĚuencia de la Synagoga bellatrix de La mesa redonda me parece indiscutible. La última intervención de la Sinagoga sugiere que el combate entre el Mesías y su verdugo se celebraría en el auto sacramental representado tras Llamados y escogidosūŬŰ: SINAG-Cesa, cesa, ȳCae en el suelo ūŬŰ Valbuena pensaba que se trataba de La segunda esposa, algo imposible, ya que esta obra se estrenó en ūŰŮŲ. Habría que pensar en un auto perdido o buscar entre aquellos de fechación incierta.

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que a la voz de ese «yo soy» han fallecido mis fuerzas; pero no tanto, no tanto, que aliento y valor no tenga para darte muerte: ¡cielos, astros, sol, luna y estrellas, yo os convido desde aquí a ver la lid más sangrienta! (p. ŮŰŲb).

Calderón deshecha cualquier tipo de reconciliación, incluso en la Parusía. La Sinagoga se convierte en enemigo implacable, lleno de un odio que le da fuerzas para lograr vengarse, y tal venganza se saldaría con la muerte de Cristo. Las circunstancias atenuantes dejan paso a las pruebas de culpabilidad. La única excusa que cabría dar, la inĚuencia de la Mentira, pierde fuerza si consideramos que la Gentilidad se libra de ella y que, durante el banquete, el Rey descubre el disfraz del falso invitado: en ese momento, la Sinagoga no quiere reconocer la verdadūŬű. Si en substancia El divino cazador mantiene su argumento, no por ello ha dejado de modięcar Calderón aspectos primordiales al redactar El valle de la Zarzuela, transformando un texto puramente religioso en auto de circunstancias cuya principal ęnalidad parece ser el panegírico del monarcaūŬŲ. Se realzan dos puntos secundarios de El divino cazador: las dudas del hombre, sus inędelidades a la gracia divina, pasan al primer plano; junto a ellas, se desarrolla una trama adyacente, la recepción del mensaje cristiano, su instauración en el mundo. Este último aspecto no se vincula necesariamente con el misterio de la Redención; sirve para señalar a los enemigos de la Iglesia, entre quienes se singulariza el Judaísmo en razón del papel que desempeña en la Pasión. La estructura del auto sufre con ese doble objetivo: aunque la unidad de acción quede asegurada por la presencia de Cristo en los dos planos, dogmático e histórico, ambos poseen gran independencia de tal modo que el conjunto converge sólo al ęnal. Las dramatis personae experimentan ciertas variaciones: el Género Humano pasa a ser el Hombre, desvinculándose así de las distintas creencias. Éstas gozan de representación particularizada en función de la geografía. Encontramos así: Europa (Gentilidad); América (Idolatría); África (Secta de

ūŬű El manuscrito, editado por Arellano y Galván, acentúa si cabe la obcecación hebrea en unos versos tachados en donde la Fe ofrece justicia y clemencia, rechazadas por la Sinagoga. Cf. Llamados y escogidos, ŬŪŪŬ, vv. ūŭūŬ-ūŭŬű. ūŬŲ Ver Alan Soons, ūųŲů. Soons estudia la asociación Cristo-Felipe IV, así como el sentido general del auto sin mencionar El divino cazador ni interesarse por el Judaísmo. Greer, ūųųű, sí compara las dos obras pero desde otra perspectiva.

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Mahoma) y Asia (Judaísmo)ūŬų. También se incrementan las fuerzas del Mal: el Demonio recibe la ayuda de la Culpa. Se equilibra ese añadido introduciendo a la Gracia, encargada de pedir misericordia para el pecador. El Rey se apiada del hombre caído; para liberarlo del pecado envía a su hħo. El Príncipe, acompañado por San Juan Bautista, parte en la nave de la Iglesia: atracan en Asia. Este primer encuentro se salda con un fracaso. En efecto, Asia recibe al Príncipe de forma hostil. Ayudan a ello la inĚuencia de la Culpa y los humildes ropajes vestidos por el joven (p. űūūb): ASIA-Guarda de este bosque soy; y así, torced la vereda, sin que paséis adelante; si albergue buscáis, en esa campaña una choza hay, o casilla, tan desierta, tan desmantelada y pobre, [...] que mi opuesta condición no tiene más cariño que a nadie ofrezca, desde que en mí revistió sus rencores una fiera [Culpa], [...](p. űūŬ)ūŭŪ

Calderón se desinteresa de ese plano del conĚicto durante varias escenas para retomarlo hacia el ęnal, en una situación semejante a otra de El divino cazador. El Príncipe desea acechar a la ęera desde un árbol rodeado de espinas, pero le faltan las fuerzasūŭū; en ese momento aparece Asia, que cuenta a las demás partes del mundo la llegada de un joven cazador que se presenta como hħo de Dios, cuya misión es matar a la Culpa. Ninguno cree en su divinidad por lo que, ofendidos, se ponen de acuerdo para castigar al atrevido impostor. La obra reescrita se trasluce claramente si bien esta vez se destaca la responsabilidad del Judaísmo, encargado de aprisionar al intruso, aunque al verlo teñido de sangre se detiene y preęere interrogarloūŭŬ:

ūŬų Corresponden a los Cuatro Elementos de El divino cazador. Sobre la Secta y sobre América, ver Garrot Zambrana, ŬŪŪű y ŬŪŪů, respectivamente. ūŭŪ En El divino cazador tales palabras las pronuncian los Cuatro Elementos. ūŭū Calderón introduce esa nueva circunstancia. Además, desarrolla el simbolismo del árbol que se convierte en manzano para asociar más íntimamente caída y redención. ūŭŬ «ASIA-Sí haré; mas el ver que intenta / subir al árbol que abraza, / y que sus armadas puntas / tiñen de púrpura humana / manos y rostro, volver me hace atrás» (p. űūűb).

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ASIA-ǶPor qué no hablas más claro? Quién es, nos di de una vez, tu Padre. Acaba. PRÍNC-Sabe de mí, y sabrás de él. ASIA-Para que de entrambos haga mi incredulidad concepto, dame una señal (p. űūűb).

La respuesta del Mesías contrasta vivamente con la de El divino cazador, según se comprueba comparando los dos fragmentos: GÉN- Dame una señal de que mi Príncipe eres. ȳȳPRÍNC- ǶSeñal me pides y quieres? GÉN.-Sí. PRÍNC- Yo hiciera en darla mal, porque ha de estarse a mi fee, aunque señal verdadera será rendir a la fiera...ūŭŭ *** ASIA- [...] dame una señal. PRÍNC- ¡Oh ingrata generación! ǶSeñal pidesūŭŮ?

Calderón no sólo respeta ahora la fuente evangélica sino que acentúa la maldad judía. El Príncipe precisa ayuda para trepar al manzano. África y América se niegan categóricamente a intervenir y Europa se lava las manos (p. űūŲ), con lo cual Asia debe intervenir. Encontramos aquí un motivo ampliamente utilizado por el autor: la responsabilidad exclusiva del pueblo hebreo en el deicidio. Ahora bien, se introduce un dato sorprendente: los judíos de Hispania son ajenos a la Crucięxiónūŭů: ASIA-¡Oh, no sea el ver que todos me dejan y desamparan, significación de que las sinagogas de España a quien estas tres naciones, de su imperio dominadas, pagaron feudos, no fueron cómplices en mi venganza! Pero Ƕqué importa, qué importa,

ūŭŭ El divino cazador, vv. ūŪŪŪ-ūŪŪŰ. ūŭŮ El valle de la Zarzuela, p. űūűb. El mismo pasaje aparece en El diablo mudo, p. ųůŰb. ūŭů Dedicaré un apartado a este al menos para mí misterioso recurso a la vieja leyenda toledana que he estudiado en Garrot Zambrana, ŬŪūūa.

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si a mi rencor, si a mi saña, pues yo me sobro a mí mismo, ninguno otro me hace falta? (p. űūŲb).

Si la inĚuencia de la Culpa podría explicar la exacción, el placer que experimenta Asia ante los sufrimientos del Salvador proviene de la maldad intrínseca con la que se ha querido caracterizar al personaje: ASIA-Sube (aunque manos y pies te desgarres y te abras el pecho) al tronco; que a mí, ni me estremece ni espanta tu pena (p. űūŲb)ūŭŰ.

Tras la derrota de la ęera, Europa y América se convierten, mientras que África y Asia se mantienen escépticos: ÁFRICA.-Yo tras nadie iré, porque mi comodidad no halla ley como no tener ley. ASIA-Ni yo; porque razón no alcanza mi obstinación, aunque ande sin domicilio ni casa, prófugo y vago (pp. űūųb-űŬŪa).

No se condena únicamente a los judíos, ciertamenteūŭű; sin embargo las acusaciones que se les hacen superan por su gravedad a las que se dirigen a los demás incrédulos. La clave descansa en el nuevo sentido que se le da a la Pasión y al papel desempeñado en ella por Asia. En El divino cazador, al estar diluido en el Género Humano, el deicida era instrumento y beneęciario del sacrięcio del Hħo; en El valle de la Zarzuela, en cambio, se destaca la singularidad hebrea. Se insiste en la crueldad gratuita, en el enfrentamiento, en la ceguera irreductible, desapareciendo cualquier atisbo de perdón. Parecida orientación antħudía leemos en Psiquis y Cupido de Madrid (ūŰŰů), cuyo asunto -la fe- no favorecía la inculpación de los judíos, toda vez que la Pasión no formaba parte de los episodios del argumento. Precisamente, nuestro autor sobresale en el arte de ensamblar las situaciones y establecer estrechas correspondencias entre los distintos planos de la acción. Como no ha querido

ūŭŰ Compruébese de nuevo el contraste con las palabras del Género Humano en El divino cazador: «GÉN-ǶTanto un árbol te acobarda? / Yo te pondré en él, espera, / sube agora» (vv. ūŬŪű-ūŬŪų). ūŭű «DEMONIO-¡Ay de mí! / Que aunque el mundo con Dios parta / desde Abel y Caín, haciendo / réprobos y justos bandas / no contento quedo» (p. űŬŪa).

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construir diálogos adventicios dedicados a realzar la crueldad judía, ha salvado el escollo escribiendo una loa, más bien un auto en miniatura, en donde se escenięca una Pasión muy alegorizada. El Entendimiento, por orden de la Fe, convoca al Judaísmo, la Gentilidad, y a sus respectivos Afectos, para que vistan de soldado a Emanuel. La prueba de la ausencia de nexo temático con el auto la proporciona el Entendimiento, que interrumpe la disputa entre Judaísmo y Gentilidad sobre si Emanuel es o no el Mesías, esto es, un problema de fe: FE-No es tiempo de esas disputas, déjalas para otro empeño, y de aqueste memorial oigamos que dice el dueño (p. ŭŰŭb)ūŭŲ.

El dueño del memorial, Emanuel, quiere lograr arrancar al hombre del pecado por la fuerza de las armas. De ahí el convocar al Judaísmo y a la Gentilidad, cuyas actitudes se opondrán de manera tajante, sin matiz alguno, el primero como representante del mal, el segundo, del bien. Cada uno de ellos dará un objeto, una prenda, de carácter opuesto, que simbolizará su condición de rey o de víctima. Se sigue, pues, una técnica de paralelismos antitéticos, según evidencia el siguiente esquema: Judaísmo Gentilidad cruz caña corona de espinas lo desnuda

espada cetro corona de oro le da una capa

Calderón no se conforma con la fuerza de las imágenes. Las apostillas del Entendimiento, de la Gentilidad y de de la Fe glosan cada una de las acciones del Judaísmo: JUD-Yo, en la forma de este leño, le ofrezco espada. FE-¡Qué ingrato

ūŭŲ El otro «empeño» lo constituye el auto. Ambos mantienen una relación complementaria muy acusada; la función de la loa no es tanto presentar como preparar el ánimo del espectador al enfoque que recibirá el advenimiento del Mesías en el auto.

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ha mostrado su deseo pues con tal baldón le ultraja! JUD-Yo, aqueste bastón [la caña] le ofrezco FE-Bien su crueldad descubre (p. ŭŰŮb).

El contraste se remacha haciendo que el Judaísmo agradezca el perdón de Emanuel ante sus muchos agravios echándolo en brazos de la muerte, mientras que la Gentilidad le ofrece la Resurrección (pp. ŭŰůb-ŭŰŰa). No contento con eliminar por completo la responsabilidad romana en la muerte de Cristo para achacársela de manera absoluta al Judaísmo, enfoque tradicional de la Iglesia, quienes se reparten los vestidos del crucięcado son este último y su Afecto. La traición a la verdad histórica obtiene un excelente fruto pedagógico, si se me permite la expresión, ya que permite mostrar dos comportamientos nítidamente opuestos; una antítesis perfecta, simplięcadora, muy efectiva y acorde con el antħudaísmo plurisecularūŭų. Tras semejante introducción basta con añadir ligeras variaciones para que el auto acentúe el antħudaísmo de la versión de ūŰŮŪ. El medio más evidente es aislar a la Ley Escrita, ponerla en el punto de mira, lo que implica remodelar las dramatis personae. La Apostasía desapareceūŮŪ, ocupando el Odio (Demonio) su papel de antagonista. Éste imagina una acción alegórica para intentar oponerse a una noticia temibleūŮū. Las tres hħas no cambian ni tampoco la envidia que invade a las dos mayores; ahora bien, desde el principio se realza una oposición cuyos extremos son la Edad Primera (Ley Natural) y la Edad Segunda (Ley Escrita): ODIO-Sabed, pues, que en dos edades, dos leyes el mundo vio, la natural, cuyo blando yugo, sencillo candor. AMOR-Como natural, dictamen

ūŭų Repárese en que Calderón no se conforma con la habitual exoneración del poder romano en lo que concierne a la Pasión, sino que prácticamente lo presenta como destinatario exclusivo de la Resurrección. ūŮŪ La Apostasía no podía en modo alguno ponerse a la altura del Mesías: cabía permitirle cortejar a la Fe, pero nunca a la Iglesia. Convertir al Demonio en antagonista de Dios es un error desde el punto de vista del dogma en el cual el teatro incurría frecuentemente, que en este caso, por añadidura, facilita la singularización de la Ley Escrita. Sobre el Demonio pueden consultarse los conocidos estudios de Parker, ūųŰů, y CilveĴi, ūųűű, que corrige y completa en varios puntos al primero. ūŮū Recurso utilizado a menudo por Calderón, cf. Parker, ūųŲŭ, pp. Ųū. Ver asimismo Garrot Zambrana, ŬŪūŪa.

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no hubo para su impresión menester más que la tierna lámina del corazón. ODIO-La Escrita, como más dura, más áspera, se imprimió (p. ŭŰŲa).

Estos calięcativos forman parte de los rasgos tipięcadores del judío, ya lo sabemos, pero asombra la habilidad de Calderón para transformar algo positivo: la donación de las Tablas de la Ley, en otra prueba de maldad intrínseca de los hebreosūŮŬ. El trato favorable recibido por Ley Natural se explica porque tanto ella como su esposo (la Gentilidad) encarnan al paganismo romano, futuro heredero de la viña. Se añade otro cambio que enraíza la alegoría en el presente. El Mundo y la Fe se identięcan con España: Salen la Música y luego el Gentilismo con la Edad ūĶ de la mano, vestidos a lo romano [...]; y luego el Hebraísmo con la Edad ŬĶ vestidos a lo judío; y luego el Mundo, viejo venerable, con la Edad ŭĶ, vestidos a lo español (p. ŭŰųa).

En la estrategia calderoniana la hispanización del Mundo es tan importante como la apropiación nacionalista de la Fe porque gracias a ella se le convierte en ęgura positiva. La continuación conęrmará ese signo iconográęco, la ropa, que jamás engañaūŮŭ. En efecto, cuando las dos hermanas mayores se conjuran contra la tercera, el padre, temeroso, no se atreve a defenderla abiertamente, pero se esfuerza por salvarla abandonándola en un islote (p. ŭűŭb). El resto de la acción se asemeja mucho al modelo; las variaciones, en lo que a las religiones se reęere, llegan al ęnal. La nave en donde viaja el Mundo con su familia encalla en el mismo islote en donde ahora la Edad Tercera vive con el Amor. Los recibe con cordialidad y los invita a un banquete. En las mesas, en lugar de alimentos, se ven cálices y hostias. Las explicaciones de la Fe escandalizan a los invitados, en cuyo nombre habla el Hebraísmo:

ūŮŬ Recordemos a la Thorea de Viaje del cielo a quien se le despoja del Decálogo. ūŮŭ Falta un estudio completo de la indumentaria en los autos; mientras se prepara la extensa monografía que este asunto merece pueden consultarse Ruiz Lagos, ūųűū, más bien un inventario, y Arellano, ŬŪŪŪ. He efectuado por mi parte algunos análisis parciales: América, la Herejía protestante, el Islam y la hispanización de los conĚictos teológicos en Garrot Zambrana, ŬŪŪů, ŬŪŪűb y ŬŪŪűc. Los dos primeros publicados con retrasos larguísimos. En la tercera parte de este libro se encontrará un breve apartado dedicado al vestuario de los personajes judíos.

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HEB-Déjame a mí hablar por todos. [...] pero si viene a mis manos [Cristo] le daré muerte cruenta por tal escándalo. GENT-ȳȳY yo te firmaré la sentencia; ven SinagogaūŮŮ.

Pero la apoteosis ęnal conmoverá a unos y conęrmará a otros en sus errores: HEB. y EDAD ŬĶ-No seré yo ese, que tarde ser[á] cuando me arrepienta. GENT. y EDAD ūĶ-Yo sí, que a tanto prodigio de amor es bien me convenza. EDAD ŭĶ-Pues sube, Gentilidad, conmigo. AMOR- Ella la heredera será de la viña que perdió por su inobediencia la Sinagoga (p. ŭŲŰb).

Se introduce otra antítesis: por un lado los arrepentidos, por otro los empecinados incrédulos. La esperanza de una reunión futura de la humanidad en un mismo rebaño se mantiene, pero la expresa el Mundo, no el Hebraísmo. Las imágenes de la loa, todavía frescas en la mente del espectador, refuerzan su negativa; el conjunto insiste en la particularidad del pueblo judío: duro, cruel, ciego, vilipendiado, sin ningún compañero que comparta la condena. El estudio comparado de los tres dramas sacramentales escritos antes de ūŰŮŭ y de otros tres posteriores conforta mi teoría sobe la inĚuencia de la destitución del conde-duque en el tratamiento dado al JudaísmoūŮů. El punto de partida no varía en ningún caso: se sigue el modelo, doctrinal o dramático, transmitido por la tradición. Cambia su utilización, su desarrollo. En los años ūŰŭŮ-ūŰŮŬ, el Redentor se enfrenta a la desconęanza del Pueblo Hebreo o de la Sinagoga, sus futuros verdugos; no obstante la religión judía jamás se convierte en antagonista principal del mensaje cristiano. En cambio, durante el segundo período asistimos al fenómeno opuesto; el mundo judío, sus representaciones,

ūŮŮ Pp. ŭŲŭb-ŭŲŮa. En este caso, Calderón sigue ęelmente el relato evangélico sin peligro: el desenlace disculpará a la Gentilidad. ūŮů La otra obra anterior a esta fecha, El nuevo palacio del Retiro, no se aparta de la norma; lo mismo cabe decir del conjunto de los autos representados tras la caída de Olivares.

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se erigen en los protagonistas, a veces manipulados, de un combate sin descanso contra Dios y su Iglesia.

Sinagoga de EspañaūŮŰ Si desde el punto de vista teológico se mantendrá este planteamiento, no por ello dejan de observarse variaciones en la presentación del pueblo deicida que difícilmente pueden explicarse sin tomar en cuenta el contexto histórico, si bien un paralelismo mecánico está abocado al fracaso salvo alguna obra concreta. Dichas variaciones se esclarecerán en el capítulo siguiente; ahora quisiera analizar otro fenómeno que me viene interesando desde hace tiempo aunque por su complejidad quedará, me temo, sin dilucidar por completo: la difusión de la leyenda que aęrmaba que los judíos peninsulares se opusieron a la Crucięxión en tres autos escritos entre ūŰŮŮ y quizá ūŰůű, El socorro general, La semilla y la cizaña y El valle de la ZarzuelaūŮű, a la que ya me he referido de pasada y que ha llegado el momento de abordar. El primero, que estudiaré en el capítulo siguiente, se representó junto con La humildad coronada de las plantas en Toledo, ciudad en la que se había aęncado el autor y a la que elogia señalando su excelencia: gran antigüedad y pureza de la fe. Estos dos autos de ūŰŮŮ mantienen una relación complementaria en relación con la presencia de judíos, mejor dicho, criptojudíos, en el presente del espectador que la crítica no ha percibidoūŮŲ. En La humildad coronada, se prosigue la construcción de un Judaísmo deicida, incrédulo y pertinaz en su animadversión hacia el Mesías. Representa, junto con su aliado la Apostasía, un peligro para los buenos católicos, aunque los espectadores nada tienen que temer gracias a la eęcaz protección del Santo Oęcio: ALMENDRO-Por eso habrá en Toletot ciudad que en hebreo es junta y fundación de muchos un tribunal de la fe que contra la depravada Apostasía y infiel

ūŮŰ Resumo Garrot Zambrana, ŬŪūūa, añadiendo alguna referencia que saltó en la edición. ūŮű Como la datación de este último auto en ūŰůű es hipotética conviene no sacar muchas conclusiones de ella y contentarse con ūŰůū-ūŰůű. ūŮŲ En lo que se reęere a la leyenda, Dominique Reyre, ūųųŲ, pp. ūūŰ-ūūű, acepta mi sugerencia de que habría que relacionarlo con Toledo, sin ir más allá. En cuanto a Arellano, en su edición de El socorro general, ŬŪŪū, nota a los vv. Ůűū ss., remite a una tradición de esa misma ciudad recogida entre otros por el padre Quintanadueñas, Santos de la imperial ciudad de Toledo, y su arzobispado, ūŰůū.

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Judaísmo arroje rayos de fuego (vv. ūůŪū-ūůŪŰ)ūŮų.

Además del celo inquisitorial que llena de pavor a los herejes, Calderón da otro argumento para conęrmar la pureza de la fe de los toledanos: BAUTISMO-Y otra razón hay en que la envidia admirada vea que lo que es Toletot sea plaza de armas de la fe, pues una ciudad fundada por Nabucodonosor, por su grandeza y valor fue de este nombre llamada, cuya Sinagoga altiva la sentencia no firmó de Cristo, ni el voto dio en su alteración esquiva (vv. ŮŰŭ-űŮ)ūůŪ.

Uno podría preguntarse por qué no haber recurrido a esa antigua leyenda sobre la que discurriré más tarde cuando el Espino (Judaísmo) mataba al Cedro (Jesús)ūůū, pero al aĚorar en las dos obras el deicidio parece como si se hubiera querido completar la imagen de una ciudad imperial particularmente ejemplar, puesto que los descendientes de los judíos que allí vivían desde tiempos remotos no tienen la sangre del justo sobre sus cabezas, ni tampoco sus descendientes convertidos al cristianismoūůŬ. Todo podría quedar reducido a un mero asunto de historiografía local, a un deseo por parte de Calderón de halagar a su público, si no fuera porque en las otras dos obras en donde surge la leyenda, ya no se trata especíęcamente de la Sinagoga de Toledo, sino de la Sinagoga española. Así, en La semilla y la cizaña, estrenada en Madrid en ūŰůū, al comprobar el Judaísmo lo magro de la cosecha que se ha recogido en Asia decide «consultar mi error / a las otras sinagogas»ūůŭ, pero sus intentos de encontrar aliados fracasan: ūŮų Cito por la edición de Arellano, La humildad coronada, ŬŪŪŬ, en razón de las deęciencias de la de Valbuena. Repárese por otra parte en la semejanza de estos versos de elogio a Toledo y otros pertenecientes a Psiquis y Cupido, p. ŭŰŬb, salvo que Toledo en vez de voz hebrea pertenecía allí al «idioma caldeo». ūůŪ Repárese en que el adjetivo «altiva» aplicado a Sinagoga posee aquí carácter ponderativo. Esa Sinagoga toledana se opone a la Sinagoga rebelde de Barcelona. ūůū En Garrot Zambrana, ŬŪūūa, intenté dar una explicación relacionada con el argumento del auto y con esa oposición Barcelona / Toledo. ūůŬ Estoy parafraseando evidentemente Mt, Ŭű Ŭů. ūůŭ Utilizo la edición de Rull, Calderón, Autos sacramentales, ŬŪŪū, que da un texto más correcto.

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EUROPA-[…] vea el mundo que en tu extraña ruina consejo no toma la Gentilidad de Roma ni Sinagoga de España (p. Ųűų).

Y en efecto, poco después, cuando aparezca el Sembrador, el Judaísmo se enfrentará a América, África y Europa (y a las creencias que cada una de ellas alberga: Paganismo, Idolatría y Gentilidad), para matar él solo al Mesías (pp. ŲŲū-ųŪ). Victoria breve, porque rápidamente asistimos a la apoteosis eucarística y a la derrota de las fuerzas del mal, en particular del Judaísmo, rechazado por todas las partes del mundo y en consecuencia condenado a errar sin patria (p. ŲųŬ). Detengámonos en las sinagogas consultadas. Se podría conjeturar que «Sinagoga de España» se reęere a Toledo, cabeza de las sinagogas peninsulares, pero estos versos del Valle de la Zarzuela, pronunciados en una situación semejante, aunque no idéntica, toda vez que estamos ahora justo en la escena de la Crucięxión simbolizada, despejan cualquier duda y debemos comprender que se reęeren a la totalidad de los judíos españoles, algo por otro lado lógico si se considera la intención exculpatoria y que tanto uno como otro auto fueron encargados para el Corpus Christi madrileño: ASIA.-¡Oh, no sea el ver que todos me dejan y desamparan, significación de que las sinagogas de España […], no fueron cómplices en mi venganza! (p. űūŲb)

Incluso cabría aęrmar que la restricción implícita a la sinagoga toledana de El socorro general era obligada, toda vez que la de Barcelona formaba parte de «las sinagogas de España». Ha llegado el momento de explicar en la medida de lo posible la pretensión de inocencia en la muerte de Cristo, que esgrimieron distintas comunidades judías en la Europa medievalūůŮ, lo cual plantea graves dięcultades de dos clases: historiográęcas, su nacimiento y transmisión en distintas Crónicas e Historias locales o de España, y literarias: su aceptación y difusión teatral. En el primer caso nos hallamos ante una larga cadena, en el segundo, al contrario, ante un uso exclusivo por parte de Calderón.

La cita, en p. Ųűű. ūůŮ Cf. Shatzmiller, ūųŲů.

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Todo el edięcio descansa sobre la fecha de los primeros asentimientos judíos en la Península que para muchos era, durante la Edad Media y los siglos XVI y XVII, anterior, incluso muy anterior, al nacimiento de Cristo. Esto se relaciona con la fundación de determinadas ciudades, Granada o Toledo, en particular, y con el momento en que sus habitantes, judíos y paganos, se convirtieron al cristianismo, ya que esa materia legendaria pasará a la historiografía cristiana desde la Edad Media con nuevas funciones: proteger a los conversos, herederos del odio que concitaban sus antepasados, o aęrmar la primacía de tal o cual ciudad. Ambos ęnes no tienen por qué ir de la mano, pudiéndose insistir en uno u otro, o en ambosūůů. El autor de la Refundición de la crónica de ūŭŮŮ, escrita según Menéndez Pidal a mediados del XV por un conversoūůŰ, esto es, coincidiendo con la revuelta de Pero Sarmiento y el intento de imponer los estatutos de limpieza de sangre, transcribe una supuesta carta en donde la Sinagoga toledana se declara contraria a la muerte del Mesías. Esas correspondencias existen en otros lugares, pero en España gozaron de singular fortuna, según demuestra la lista de escritores del Siglo de Oro que la mencionanūůű. Eso sí, la credulidad o anuencia de algunos no quita el escepticismo de otros, como lo prueba en mi opinión el que no se apoye en ella en ningún momento Alonso de Cartagena en su Defensorum Unitatis Christianae. No faltó tampoco la hostilidad, porque en el manuscrito salmantino de la Refundición desaparecen los folios ŬŮ a Ůū, correspondientes a la famosa cartaūůŲ. A pesar de ello, la antigüedad de la ciudad de Toledo, fundada por los judíos, así como la oposición de éstos al deicidio no sólo contará con valedores desinteresados, por ejemplo Arias Montano, que aduce la supuesta etimología hebrea del topónimo (Toledot), sino que recibirá un enorme impulso con los Cronicones del padre Román de la Higuera. Al jesuita no le debió colmar el reconocimiento de la divinidad de Jesús del archisinagogo toledano Eleazaro, representante de las sinagogas hispanas en Jerusalén, ya que agrega que este insigne y fabuloso rabino se bautizó junto con sus no menos fabulosos hħos gracias a los sermones que San

ūůů Por ejemplo, el cura de los Palacios recoge parcialmente la leyenda, pues parece aceptar la existencia de poblamientos judíos en España, concretamente en Toledo, antes de la destrucción del templo de Jerusalén, pero no menciona la correspondencia ni saca ninguna conclusión de tan temprano asentamiento (Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos, ūųůŭ, pp. ŰůŮ-Űůů). ūůŰ Menéndez Pidal, ūųůŲ, p. LXXVI. Sobre las dudas a la hora de fechar con cierta precisión, ver Vaquero, ŬŪŪŮ, p. ŬůŪ. ūůű Puede leerse una lista no exhaustiva en Adolfo de Castro, ūųųŬ, pp. ūū-ūŬ. ūůŲ Cf. Ward, ŬŪŪŪ, p. űŬ.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

Pedro predicaba en Jerusalén, sufriendo martirio en Francia. No contento con ello, convierte a Toledo en la primera población hispana evangelizada, gracias al futuro patrón de España cuya llegada fue precedida por la de gentiles y judíos bautizados en Jerusalén, que huyeron de esa ciudad tras el martirio de San Esteban. Los toledanos estaban ya preparados para aceptar la fe de Cristo; de hecho pidieron que Santiago les predicara con el resultado de que, a pesar de las maniobras de la Sinagoga hierosolimitana, fue muy bien acogida la palabra del apóstol «convirtiéndose innumerables del Gentilismo y Judaísmo a la Fe Católica»ūůų. Volviendo a la correspondencia cruzada entre judíos de ambos lados del Mediterráneo, será reproducida o citada, para aceptarla o rebatirla, y tiene implicaciones que no podían pasar desapercibidas. Sin ir más lejos el padre Quintanadueñas se apoya en ella para argumentar, como lo hicieron otros, que los descendientes de aquellos judíos toledanos debían ser admitidos en las órdenes militaresūŰŪ; se comprenderá que existiendo conversiones tan antiguas la pretensión de pureza de sangre pase a ser pura quimera. Por otra parte, alabar a la ciudad mencionando su antigua fundación no exigía postular un origen hebreo. Pienso en Historias peregrinas y ejemplares de Céspedes y Meneses; allí se alude a las distintas opiniones que circulaban en la época sobre sus fundadores. Cita a Tolemón, a Bruto, a Hércules libio y a un astrólogo griego llamado Ferrecio, que la fundó y dedicó a Hércules en ūŬűŪ a. C., para acabar concluyendo: Diferente opinión sigue Garivay, alegando a Beuter, Figueras y Arismontano [sic], en que los ejércitos de Nabucadnecer [sic]ūŰū, formados de caldeos, persas y hebreos, viniendo a España la edięcaron, llamándola Toledoth, que es lo mismo que generaciones; mas según la mayor parte de autores graves y doctos, es lo menos dudoso que el valeroso Hércules fue su verdadero fundador y haberla estotros ampliado y engrandecido (Céspedes y Meneses, Historias peregrinas y ejemplares, ūŰŬŭ, fol. ųŰv).

ūůų Quintanadueñas, Santos de la imperial ciudad de Toledo, y su arzobispado, ūŰůū, p. Ų. El martirio de Eleazaro se cuenta en la p. ūŮŬ. Se apoya para todo ello en varios Cronicones falsięcados por de la Higuera. ūŰŪ De Castro, ūųųŬ, p. ūŰ, cita un texto póstumo de ūŰůŬ, Singularia moralis. Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. ŭūŭ-ŭūŮ, llama la atención sobre un memorial de ūŰŬŬ de don Francisco Torreblanca, publicado posteriormente en ūŰŭů, que admite la presencia de judíos en España en tiempos de Cristo y pide que cesen las probanzas. ūŰū Debe ser el general asirio Nabuzardán, enviado por Nabucodonosor a destruir Jerusalén. De la Higuera habla de Nabucordón. Ver Gil Fernández, ŬŪŪŭ, pp. Ŭŭ-Ŭů.

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ѐюѝіѡѢљќ іі - ђѣќљѢѐіóћ ђћ ђљ ѡџюѡюњіђћѡќ ёђ љю ѓієѢџю ёђљ їѢёюíѠњќ

Céspedes no desmiente la temprana presencia hebrea, se limita a quitarle relevancia, omitiendo de paso cualquier referencia al asunto del deicidio. Otros fueron más tajantes, como Francisco de Pisa, el cual en ūŰŪů dice con respecto a la posible fundación hebrea: «[…] No lo tengo por cosa que ennoblece ni engrandece a esta nobilísima ciudad»ūŰŬ. Claro, siempre se puede argüir que en El socorro general Calderón encomia principalmente la fe de la ciudad, hasta tal punto excelente que hasta su Sinagoga constituye caso aparte. Aun así, Ƕquién creerá que no se había de percatar de las consecuencias de dar pábulo a la inocencia de los judíos toledanos en una obra contemplada por un Capítulo al que en teoría no podían pertenecer los conversos?ūŰŭ También hubo de prever la asociación entre la profecía de La humildad coronada de las plantas, en donde se anuncia la creación de un tribunal de la fe, y el presente. En tal sentido, el ignorar la conversión de Eleazaro, puede tomarse como un deseo de no distinguir entre unos conversos remotos, descendientes de los judíos de entonces, y unos más recientes, los cristianos nuevos bautizados durante la Edad Media; por no hablar de los penitenciados portugueses que desęlaban por las calles toledanasūŰŮ. En ęn, para continuar con la resonancia que la divulgación de la leyenda podía tener entre los contemporáneos, qué decir del paso siguiente, cuando todas las juderías hispanas quedan lavadas de culpa en la muerte de Jesús: se están dando argumentos a los partidarios de abrogar o limitar los estatutos, algo que se está pensando desde comienzos del reinado de Felipe IV como poco. Los autores que la propagan no son exclusivamente conversos e incluso pueden ser enemigos suyos declaradosūŰů, pero cuando la encontramos en la Población general de España de Rodrigo Méndez Silva y leemos en la Dedicatoria a Cortizos de la primera edición (ūŰŮů, sin foliar): «No haré digresión en delinear la acrisolada estirpe y clara sangre de Cortizos, Castros, Almeydas y Villasantes, que ilustra V. m. con honores, con lucimientos acredita y con acciones esmalta», creo que los comentarios sobran, salvo recordar que este gran asentista era vallisoletano de ascendencia portuguesa.

ūŰŬ Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, ūŰŪů, apud Montemayor, ūųųŰ, p. Ůūű. ūŰŭ Sobre los estatutos impuestos por Silíceo y su aplicación léase lo escrito por Sicroě, ūųŲů y Martz, ūųųŮ. Por otra parte, a principios del XVII, dicho Capítulo cede al Ayuntamiento la organización de las ęestas (Martínez Gil, ŬŪŪŮ, p. ųů). ūŰŮ Por ejemplo, en ūŰŭű ya se condenó allí a los hermanos Saravia y en ūŰŮŮ comienza otro proceso importante, el de Manuel Enríquez, condenado en ūŰŮŰ. Ver Caro Baroja, ūųŰū, II, pp. űū-űŬ. ūŰů Prudencio de Sandoval transcribe la carta en su Historia de los reyes de Castilla y León, ūŰūů, fol. űŬ, aunque con cierta reticencia sobre su valía: «No sé qué verdad tenga esta carta, mas de haberse hallado en el Archivo de la ciudad de Toledo, con este lenguaje».

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

Teniendo presentes todos esos elementos que estoy sintetizando se entenderá la dięcultad de dar sentido a los tres ejemplos calderonianos, a su relativamente tardía aparición y su no menos misteriosa desaparición. Extraña que Calderón no supiera nada de esas fábulas sobre la fundación antiquísima de la imperial ciudad, sobre los judíos toledanos ajenos al deicidio y tempranamente convertidos, porque Rodrigo Caro, en Sevilla, y Lorenzo Ramírez de Prado, en París, las habían dado a la estampa en los años ūŰŬŪūŰŰ; más aún, Ramírez de Prado se basó en un manuscrito propiedad de Olivares para su edición, y en ūŰŮŪ publica en Amberes otro Cronicón, el de Luitprando, dedicándoselo al valido, de quien aparece un hermoso grabado en las páginas liminaresūŰű. A esas noticias, que un cortesano como nuestro dramaturgo debía conocer, se añade la difusión oral, que se imagina abundante a orillas del Tajo en donde residía en aquellos momentos don PedroūŰŲ. Y allí continúa viviendo en ūŰůū, tras haber abandonado el servicio del duque de Alba. En ese año se estrena La semilla y la cizaña, ampliándose la exoneración del deicidio a todos los judíos españolesūŰų; por una curiosa coincidencia estamos en una década en donde a la necesidad que tiene la Monarquía de los hombres de nación se une la multiplicación de los procesos contra ellos. Concretamente, el de Manuel Cortizos cuyo criptojudaísmo parece descubrirse en ūŰůū, un año después de su muerte, lo cual no quita para que su hermano Sebastián, también acusado por la Inquisición, no sólo se libre de castigo sino que sea nombrado embajador en Génova en ūŰůű con no poco escándaloūűŪ. El rey debió velar por ellos. No obstante esas protecciones cubren a muy pocos y la década de los cincuenta reúne condenas incesantes y quiebras «y a ellas van unidas, por no fortuita coincidencia, movimientos de aire popular contra los hombres de nación y rumores relativos a sus maldades en el terreno religioso»ūűū. ūŰŰ Para las ediciones de las obras de Román de la Higuera, ver Nicolás Antonio, ūųųų, pp. ūŪ-ūŭ. ūŰű Ver Entrambasaguas, ūųŮŭ, pp. ūŪŲ-ūŪų. Godoy, ūųųų, p. Ŭūų, abunda en lo mismo, añadiendo que dicho manuscrito era copia de otro, propiedad del conde de Roca, sacado del original. ūŰŲ Sinceramente no creo que el revuelo levantado por todo el asunto de los Cronicones quedara conęnado a círculos de eruditos, ni en Toledo, ni en Madrid, viendo lo que estaba en juego. ūŰų Insisto en que se trata de una versión calderoniana. De hecho ese año se publica el ya citado libro del padre Quintanadueñas, fervoroso seguidor de Román de la Higuera, en donde salta a la vista el carácter y el interés local de la empresa, pues se encomia «la grandeza y superioridad secular y eclesiástica de Toledo» (Santos de la imperial ciudad de Toledo, ūŰůū, p. ŭ), cualidad suęciente para discutir la supuesta preeminencia de la nobleza norteña, oponiendo a la pureza de sangre un valor más elevado (Ayaso, ŬŪŪŪ, pp. ŬůŬ-Ŭůŭ). ūűŪ Caro Baroja, ūųŰū, II, p. ūŪű-ūūů. Sobre los entresħos de tales acusaciones, ver Sanz Allán, ūųųŮ. ūűū Caro Baroja, ūųŰū, II, p. Ųū. Poco importa que las acusaciones fueran a veces falsas, fomen-

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ѐюѝіѡѢљќ іі - ђѣќљѢѐіóћ ђћ ђљ ѡџюѡюњіђћѡќ ёђ љю ѓієѢџю ёђљ їѢёюíѠњќ

Entre ese año y ǶūŰůű?, poco antes de que don Pedro se aęnque deęnitivamente en Madrid en ūŰůŲ, se repite la idea en El valle de la Zarzuela. ǶSe pretende establecer una distinción entre conversos españoles y conversos portugueses o descendientes de portugueses? ǶA qué se debe el abandono de la superchería? ǶA la muerte de uno de sus principales valedores, el poderoso Ramírez de Prado en ūŰůŲ? ǶAl descrédito de los Cronicones? Difícil, por no decir imposible, aęrmar nada concluyente salvo que años después de la caída de Olivares y a pesar de la ęrme condena del Judaísmo en general, se da entrada a una sorprendente vena de exculpación de los descendientes de los judíos españoles, asimilable a ese ęlosemitismo de que se había acusado al valido. En materia tan delicada el dramaturgo actúa con gran prudencia: se alude muy sobriamente a la fabulosa actitud de la judería española y nada se dice de conversos toledanos o de limpieza de sangre. Pero este asunto, el de los cristianos nuevos, se analiza en el capítulo siguiente.

tadas por rivales o por el propio poder como medio de coerción a los a veces renuentes y siempre voraces banqueros: la opinión pública las creía a pie juntillas. Tampoco importa que la mayoría de los portugueses jamás fueran inquietados por el Santo Oęcio.

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Capitulo III

Auto sacramental e historia contemporánea

Autos historiales y de circunstancias Los autos de circunstancias «tienen sucesos contemporáneos por fundamento de sus alegorías»ūűŬ; constituirían una rama de lo que en terminología calderoniana se conoce como «auto historial (y alegórico)»ūűŭ. Por lo tanto, el presente, en lugar de introducirse de forma ocasional, según lo permitía y acostumbraba la concepción temporal propia de los misterios medievales que tan agudamente caracterizó Auerbach, sufre un proceso de alegorización completo, de tal manera que el espejo al que se reęrió Calderón en su conocida deęnición de la alegoría remite de manera total en uno de sus planos a un acontecimiento vivido por el públicoūűŮ. Dentro de esos acontecimientos nos interesan los de tipo político, que lejos de constituir una innovación calderoniana, despuntan en la centuria anteriorūűů. A pesar de su dudosa calidad, salvo excepciones, han ido concitando cada vez más interés crítico incluso entre los historiadores al ayudarnos a conocer determinados aspectos de la corte de Felipe IV. Precisamente en ese estrecho vínculo con la realidad política estriba uno de los peligros de ese corpus. Si se ignora el contexto, los textos se interpretan mal; pero una utilización incompleta o errada del mismo conduce a no ūűŬ González Pedroso, ūųůŭ, p. LII. ūűŭ Véase Arellano, ŬŪŪū, pp. ūŪŭ-ūŮŰ. ūűŮ Me reęero a los tan citados versos de El verdadero dios Pan: «PAN-La alegoría no es más / que un espejo que traslada / lo que es con lo que no es» (p. ūŬŮŬb). ūűů He trazado una rápida trayectoria en Garrot Zambrana, ŬŪūŪb.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

pocas equivocaciones, siendo una de los más frecuentes confundir la actitud del intelectual crítico con la de escritores que Ěorecían a la sombra del poder, o no distinguir los límites de la crítica abierta y autógrafa, frente a la autoridad moral del púlpito o la libertad de los libelos y poemas satíricos anónimos. Estudiaremos tres autos que se reęeren de manera explícita a la actualidad: El nuevo palacio del Retiro, El socorro general y El lirio y la azucena; posteriormente veremos otras obras en donde la asociación no ocupa todo el diálogo sino fragmentos de mayor o menor amplitud.

El nuevo palacio del Retiro Para el primer ejemplo tendremos que partir de nuevo del caso del Cristo de la Paciencia, utilizado por los enemigos de Olivares. Podría pensarse que la construcción del palacio del Retiro fue una maniobra de distracción, pero surgió en un momento poco oportuno; cuando se representó el primero de los tres autos a mediados de junio de ūŰŭŮ celebrar el acontecimiento distaba de ser empresa fácil. En efecto, ūŰŭŮ fue un año repleto de dięcultades para don Gaspar a causa de la coyuntura internacional, que mostraba sus peręles más sombríos al parecer inminente la ruptura de hostilidades con Francia y no hallarse por ninguna parte el dinero necesario para afrontarlaūűŰ. La situación interna era francamente desastrosa y, para colmo, la guerra más o menos sorda que mantenían nobleza y privado alcanzó uno de sus vértices en julio cuando se aprisionó a don Fadrique de Toledo, tras una violenta discusión con el valido. El clan familiar se solidarizó con el impulsivo almirante y buena parte de la aristocracia castellana aprovechó la oportunidad para expresar su descontento de forma visible ausentándose de los festejos del Buen Retiroūűű. El pueblo se puso de parte de los Toledo e incluso se murmuraba que la reina desaprobaba a Olivares en general y su proyecto arquitectónico en particularūűŲ. Pero precisamente sabemos que éste se había volcado completamente en el palacio y

ūűŰ Véase EllioĴ, ūųųŪ, pp. ŮŰŭ ss. ūűű Bro n y EllioĴ, ūųŲū, pp. ūŲū-ūŲŬ. ūűŲ Bro n y EllioĴ, ūųŲū, pp. ŭŮ-ŭů y ŬŪű. Las malas relaciones de Isabel de Borbón con el valido es tema recurrente y no siempre sencillo de probar. Parece que la reina reprochaba a don Gaspar su omnipresencia en palacio y haber iniciado a Felipe IV en la vida galante entre otras cosas (EllioĴ, ūųųŪ, pp. ūŬų-ūŭŪ). Pulido Serrano, ŬŪŪŬ, ha estudiado el papel desempeñado por ella en todo lo referente al Cristo de la Paciencia, papel que la sitúa claramente en la oposición al equipo de gobierno.

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ѐюѝіѡѢљќ ііі - юѢѡќ Ѡюѐџюњђћѡюљ ђ ѕіѠѡќџію ѐќћѡђњѝќџѨћђю

se ocupaba hasta del más mínimo detalle, hasta tal punto que junto con los hombres de nación el Retiro se convierte en una metonimia de su persona, contra la cual la oposición lanza sus Ěechasūűų. La población difícilmente podía ver con buenos ojos unas obras tan caras, tan lujosas y, para muchos, tan superĚuas, en un período de marasmo económico, cuando faltaba dinero para lo primordial. Bro n y EllioĴ han estudiado detalladamente este aspecto ęnanciero; a pesar de los obstáculos para encontrar fondos, los colaboradores de Olivares demostraron gran habilidad para salir del paso: vendieron oęcios, se crearon nuevos impuestos, se recurrió a fondos secretos… Entre otras fuentes de ęnanciación, la más abundante provino de los portugueses. Con respecto a estos últimos, al enrarecido ambiente que se vivía en Madrid desde ūŰŭŬ se añaden noticias poco tranquilizadoras para los intransigentes defensores de la pureza de la fe, pues corría el rumor de que a estos judíos a penas disfrazados se unirían sus correligionarios de Orán, que lo eran abiertamente. Un padre jesuita así lo creía: Valido anda que entran los judíos en España: lo cierto es que entran y salen a hablar al Rey y darle memoriales, y hoy vi uno con una toca blanca a la puerta del cuarto del Rey: pena me dioūŲŪ.

Resulta difícil saber a ciencia cierta cuánta verdad hay en esos rumores, de lo que no cabe dudar es de la presencia en la corte (desde ūŰŬŭ) de Jacob Cansino, judío oranés, el cual tenía entrada franca en palacioūŲū. A él debe referirse la carta arriba citada. Poco antes de redactarse se representó El nuevo palacio del Retiro. En su errático destierro regresa el Judaísmo a Jerusalén. No reconoce los incultos campos donde antes moraba la Sinagoga, ahora cercados de muros tras los cuales se divisa un hermoso alcázar. Interroga al Hombre, que se encuentra en el otro carro. Éste no conoce a su interlocutor, en quien sólo ve a un peregrino, e inquiere su identidadūŲŬ. Así da pie a que el Judaísmo cuente

ūűų Sintetizo EllioĴ, ūųųŪ, pp. ŬŮŪ-ŬůŪ. ūŲŪ Cf. Cartas, XIII, p. Ųů. La carta está fechada el Ů de agosto de ūŰŭŮ. En ūŰŭŲ, Matías Novoa retomaba el asunto (Domínguez Ortiz, ūųűū, p. űŪ, n. ūŮ). En ūŰŮū Pellicer proclama que se intentaba repatriar a judíos de Ámsterdam. Para consuelo de don José el Santo Oęcio velaba (Yerushalmi, ūųŲų, p. ųű). ūŲū EllioĴ, ūųųŪ, p. ŭŪů. Muerto Olivares, Cansino fue encarcelado dos veces, en ūŰŮŰ y en ūŰůŰ (Yerushalmi, ūųŲų, p. ųű). Nos podemos preguntar si no se trataba de forzarlo a conceder el préstamo que él y los judíos de Orán hicieron a Felipe IV (Caro Baroja, ūųŰū, II, p. Ųů). ūŲŬ La acotación inicial es: «Sale el Judaísmo solo, vestido a lo judío, del carro del estanque» (p.ūŭűa). Debe suponerse algún elemento que indique su condición de viajero: ropa de camino, cayado, etc., y permita al Hombre llamarle «peregrino». El hecho de no reconocer en él a un judío

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

su historia: el paso de Ley Natural a Ley Escrita y pueblo elegido de Dios, condición que ha perdido para convertirse en pueblo errante a partir de la muerte de CristoūŲŭ, la cual, empecinado, sigue sin considerar auténtico delito: De esta manera viví, de esta manera pasé, hasta que por un delito, si delito acaso fue hacer justicia de un hombre, que Hijo de Dios quiso ser; desterrado de mi patria, desde aquel punto vagué; [...] no porque llegue a creer que es castigo del delito que cometí que no fue aquella sangre vertida la sangre del justo Abel [...] pero no sé, en fin, no sé qué hado esquivo, qué rigor fiero me persigue desde entonces, que vivo muriendo [...](p. ūŭŲb )

La respuesta del Hombre sirve de explicación al público de las dos caras de la alegoría: la relación entre el plano teológico y el histórico. Adelanta, asimismo, el argumento. En la Nueva Jerusalén (Madrid), el Rey (Dios y Felipe IV) ha construido un Nuevo Palacio (Retiro) -el descrito en el Apocalipsis de San Juan- para su Esposa (Ley de Gracia e Isabel). Este matrimonio representa también el de Cristo y la Iglesia. Los galanes del séquito son los sentidos y las damas, las virtudes. Por último, él es el Hombre: ȳȳȳ[...] y pues ya tu sabes que es su hechura, que es lo mismo que saber, que es su privado, y alcaide, ȳȳȳ[…] (p. ūŮŪb)

Haciendo uso de su cargo, como ya se oye la música que anuncia a los soberanos y a su comitiva, expulsa del lugar al recién llegado. Nada tiene que

adquiere importancia decisiva a la hora de interpretar la obra. ūŲŭ Para las relaciones del personaje con la ęgura del judío errante, ver Pollin, ūųűŭ.

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ѐюѝіѡѢљќ ііі - юѢѡќ Ѡюѐџюњђћѡюљ ђ ѕіѠѡќџію ѐќћѡђњѝќџѨћђю

hacer allí el que no acepta a la Ley de Gracia, nueva esposa que sustituye a la repudiada Ley Escrita. Es esto último lo que indigna en verdad al Judaísmo: se dispone a sembrar la confusión en el reino aprovechando el paso franco que tienen los extranjeros: mas si es general la entrada de tu Imperio a todos Ƕqué me acobarda? Yo en tu Imperio [...] tengo de entrarme también, debajo de conveniencias, y estando dentro una vez, yo calumniaré esta Obra, [...] ūŲŮ.

Tras la escena introductoria al conĚicto dramático no encontramos un inmediato desarrollo del mismo (o lo que el público esperaría que lo fuera: los intentos del Judaísmo por llevar a cabo sus propósitos), sino el panegírico del valido. Calderón aprovecha de manera original una de las ideas nucleares de la religión judeocristiana: Dios ha creado el mundo, a todas las criaturas, y entre ellas ha privilegiado al hombre, concediéndole un alma y haciéndose Él mismo hombre. Lo particular de la escena reside en no desembocar en el agradecimiento por los bienes recibidos, sino en su justięcación. Así lo expresa la reina: Mucho del Hombre has debido a la atención y cuidado, con razón es tu privado, con razón es tu valido puesto que tu hechura ha sido (p. ūŮū).

Y esa función de consejera que se le concede resulta de lo más signięcativa pues pretende desmentir la hostilidad de Isabel hacia el valido. El poeta cortesano puede derramar incienso sobre Olivares e incluso convertirlo en centro de la escena con toda tranquilidad, merced a la base teológica en que se sustenta el ditiramboūŲů. Por muchos favores que Dios conceda al hombre, por mucho que se acerque a él, o por mucho que lo levante, seguirá mediando una enorme distancia entre Dios y su criatura, que nadie pone en tela de juicio ni piensa ūŲŮ P. ūŮŪb. En el análisis de la primera versión de Psiquis y Cupido ya destacamos el recurso a este tópico de que los enemigos de España aprovechan la apertura de sus fronteras para sembrar la mala semilla; en aquel caso se trataba de los protestantes, ahora de los judíos. ūŲů Hasta este momento parece que la función de los reyes es realzar al personaje dramático y apoyar al histórico: por eso abandonan enseguida el tablado.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

franquear. Lo mismo sucede con el monarca y su ministro. El Rey, siguiendo los consejos de su esposa, favorece al Hombre y lo iguala a sí mismo: [...] y pues la reina desea que honre al Hombre, criado fiel, hoy será el mundo testigo, que igualándole conmigo, corro parejas con él; di tú: Ƕqué color te agrada? REINA-Para esa pareja, sea encarnada la libreaūŲŰ.

Tras haber justięcado las mercedes concedidas al valido, Calderón emprende la defensa de su actividad, intentando mostrar lo ingrato de su trabajo y la honradez con la cual lo cumpleūŲű. A continuación, le concede un largo parlamento de gran importancia desde el punto de vista ideológico. El Oído pregunta si tras la Ley de Gracia vendrá alguna otra y la respuesta del Hombre aprovecha la seguridad que dan los Evangelios, palabra sagrada, sobre la pervivencia de la Iglesia hasta el ęn de los tiempos, para tranquilizar a los espectadores, inquietos por las graves dięcultades que atravesaba el imperio español: [...] que aunque el tiempo la atribule con persecuciones de tantos contrarios comunes, [...] y así, no temas en ella mudanzas, aunque se muden los tiempos, porque ha de estar invicta siempre e ilustre, [...] es justo que te asegures

ūŲŰ P. ūŮūb. El color encarnado remite a la vez a la realeza y a la Pasión, la sangre. Se añade en ese concepto el misterio de la Encarnación. Por último, según apunta Paterson, los soberanos se hospedaron durante la octava en el convento que lleva este último nombre: El nuevo palacio del Retiro, ūųųŲ, nota al v. ůŪū. ūŲű Sinceramente cuesta tomarse en serio el elogio siguiente dedicado a quien encargó la obra: «OÍDO-ǶCómo te puedo servir / yo apacible si tú eres / tan severo que no quieres/ lisonjas, señor, oír? / Pues si me mandas huir / de lisonjas y me dejas / abiertas ambas orejas, / aunque tan recto has vivido. / ǶNo es fuerza siendo valido, / que oigas lisonjas y quejas». Pero sería un error anacrónico porque según los criterios de la época el valido tenía las manos limpias, como recuerda EllioĴ, ūųųŪ, p. ūŬŬ.

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ѐюѝіѡѢљќ ііі - юѢѡќ Ѡюѐџюњђћѡюљ ђ ѕіѠѡќџію ѐќћѡђњѝќџѨћђю

que a esta fábrica de hoy no habrá tiempos que la muden, que es figura de la Iglesia, donde en rasgos y vislumbres el Rey es un Dios humanoūŲŲ.

Ahora comienza realmente el conĚicto dramático: el rey sale con las consultas y, rodeado por los sentidos y las virtudes, comienza a atender los memoriales del día. Los tres primeros pertenecen a la Apostasía, a la Secta de Mahoma y a la Gentilidad, vinculados a la realidad contemporáneaūŲų. Ninguna de ellas aparece en el tablado, pero cumplen parecida función dramática a la de otros autos en los que sí tienen papel. En un principio sus respectivas peticiones encuentran la negativa del Rey, pero siempre hay un personaje que interceda por ellos. En el caso del Judaísmo, ni el Rey accede a sus demandas ni nadie interviene en su favor. Su excepcionalidad es total: único presente, único rechazado, también sus intenciones se distinguen de las de los demás que, pidan lo que pidan, permanecen o fuera o en los límites del imperio, mientras que él pretende introducirse en España, sin abandonar su religión, con el propósito de comerciar. Calderón refuerza plásticamente la idea de la ęrmeza de la corona en lo referente a los judíos, haciendo que los pedazos del memorial vayan a sus pies, buen ejemplo de la «arquitectura de las ideas»ūųŪ: REY-En átomos dividido a los vientos le arrojad. Vase. Rompe el Hombre el memorial JUD-No le rompas, no le arrojes. Vase, arrojándole HOMBRE-ǶCómo no, si ya lo está? VISTA-A las plantas de la Fe fueron sus partes a dar. Vase

ūŲŲ Pp. ūŮŭb y ūŮůa. Calderón juega con la ambigüedad de sintagmas como «cristiana monarquía» o «Dios humano» que pueden referirse a la Iglesia, al Imperio de los Austria, a Dios y al Rey al mismo tiempo. El camino abierto por estudiosos como Neumeister, ūųŲŬ, o Rull, ūųŲŭ y ūųŲů, en el campo del auto sacramental político ha sido muy transitado. Ver por ejemplo Rupp, ūųųŰ, Greer, ūųųűb, Arellano, ŬŪŪū, o algunos de mis propios trabajos (Garrot Zambrana, ŬŪŪŮ y ŬŪūŪb). Paterson dedica gran atención a este aspecto en su edición de ūųųŲ. ūŲų «HOMBRE-De la ciega Apostasía, / que es reina septentrional, / y que en el Norte usurpadas / tiene patrimonio real / todas las rebeldes islas / que boga el britano mar» (p. ūŮůa). La Gentilidad encarna al extremo Oriente (p. ūŮŰa), y la Secta, a África del Norte (p. ūŮŰb). ūųŪ Se habrá reconocido la expresión acuñada por Thomas, ūųŲŮ.

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ѠђєѢћёю ѝюџѡђ - їѢёíќѠ Ѧ ѐќћѣђџѠќѠ ђћ ђљ ѡђюѡџќ ёђ ѐюљёђџóћ

FE-Vienen a mí, porque saben que soy yo su tribunal (p. ūŮŰb-ūŮűa)ūųū.

Un aspecto que conviene destacar es que el Hombre (Olivares) rasga el memorial del Judaísmo sin expresar la menor simpatía hacia él, por lo tanto se le asocia a su exclusión. Para tranquilizar a los espectadores acerca de los temores, injustięcados según se comprueba, del regreso de los hebreos se añade la vigilante presencia del Tribunal de la Fe, valladar seguro contra todos los enemigos de la Religión que hayan podido introducirse subrepticiamente en el Imperio. Las humillaciones prosiguen; el Gusto, en funciones de gracioso, aprovecha la situación para hacer un malicioso comentario sobre los hombres de negocios sin distinción de credo: GUSTO-Testigo de la Ley vieja, Ƕtenéis algo que prestar a logro? Pero qué os pido a vos, si cristianos hay que... Mas callemos, que hoy no es día de murmurar (p. ūŮűa).

El pasaje mezcla lo religioso, «testigo de la Ley vieja», esto es, de la Crucięxión, con lo social, la acusación de usura. Sin embargo, esta última se atempera con lo que juzgo una punzada a los genoveses, grupo que tampoco gozaba de la simpatía castellana en razón de su rapacidadūųŬ. A partir de este momento la representación adquiere un contenido más acorde con la festividad. El Judaísmo lamenta su nueva desgracia. No se resigna empero y quiere entrar en el recinto donde ahora la corte, con todo su esplendor, celebra festejos. Le corta el paso la Fe, sin la cual no se puede participar en ellos, cumpliendo así la función de salvaguardia que le está encomendada. La cólera amaina y la sustituye una humilde curiosidad por comprender lo que sucede.

ūųū La doble funcionalidad de un personaje en los autos calderonianos ha sido estudiada por Dietz, ūųűŭ, pp. ūűŲ-ūŲŬ. La Fe desempeña dos papeles, el de la virtud de la Fe, y el de su Tribunal: la Inquisición. ūųŬ Tratan la codicia de los genoveses Herrero García, ūųŰŰ, pp. ŭůŬ ss, y Domínguez Ortiz, ūųŲŭ, pp. ūŪŭ-ūŬŪ. Delgado Morales, ūųŲŮ, p. ūŮū, se ęja sólo en el comienzo de la intervención, señalando nada más una pulla contra los portugueses sin percatarse de su enjundia. Paterson, por su parte, sí se da cuenta de que se acusa a los cristianos de ejercer la usura, pero no menciona a los banqueros genoveses. Resulta instructivo comparar tales versos con la defensa que hace Quevedo de estos últimos en la Execración contra los judíos, ūųųŭ, p. ŲŮ. Sólo así se puede apreciar el alcance del comentario.

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Nos encontramos ante el momento menos interesante del auto. Sus deberes de poeta cortesano obligan a Calderón a introducir, dentro de la alegorización de las ceremonias que acompañaron la inauguración del palacio, un enojoso pasaje sobre los órganos de gobierno y, peor aún, la enumeración de los aristócratas de primera ęla que participaron en ellasūųŭ. No desperdicia ocasión tan idónea para continuar con el elogio de Olivares de nuevo ęgura central. Se insiste otra vez sobre la igualdad ReyHombre; no contento con enunciarlo, se recurre a la ropa para subrayar la idea: ambos, monarca y hechura, visten de manera idénticaūųŮ. Al ęnal, aparecerá la custodia con la Forma. Como acertadamente ha señalado Pollin, aquí radica una de las mayores originalidades de la obra, pues su visión impresiona vivamente al Judaísmoūųů. La fuerza del Sacramento conmueve al incrédulo pero no lo convierte: [...] que yo siempre tu Ser he de dudar, que nunca he yo tu luz de percibir, [...] porque la Fe he alcanzado sin la Fe (p. ūůŪa).

Pollin habría podido reforzar su juicio de haber traído a colación las leyendas sobre la profanación de hostias recogidas con orientación antħudía en El colmenar o en Las formas de Alcalá, o incluso con los ultrajes sufridos por el Cristo de la Paciencia. ūųŭ Nos enfrentamos a un fragmento bastante problemático. Calderón traspone los festejos cuyo desarrollo conocemos gracias a la relación de León Pinelo; ahora bien, en la fastidiosa enumeración de consejos y nobles que participaron en ellos notamos ciertos «olvidos» concretamente la sortħa ganada por el monarca. El duque de Alba, mayordomo mayor de palacio y padre del futuro señor de Calderón, le entregó el premio. La omisión puede reĚejar las tirantes relaciones existentes entre él y el privado, que alcanzarían su punto culminante un mes después de la representación del auto con la retirada del clan de los Toledo a que ya se aludió. Paterson especula sobre la interpretación que debe darse a los personajes mencionados y en nota a los versos correspondientes insiste en la torpeza del proceso de alegorización insinuando que pudo haber presiones para que don Pedro (u otra pluma) se plegara al ejercicio. Ver El nuevo palacio del Retiro, ūųųŲ, pp. ŮŲ-ůŪ y ūŰŪ-ūŰū. ūųŮ La acotación dice: «Pasando de un lado a otro los dos, lo más conformemente vestidos que se pueda de encarnado», y el Judaísmo exclama ante tal visión: «¡Qué iguales pasan los dos, / qué conformes, qué parejos, / la carrera de la vida! / [sigo la puntuación de Paterson, vv. ūŬŪŭūŬŪů] Apenas, apenas puedo / distinguir a Dios o al hombre». Calderón evita cualquier posible ambigüedad y se cuida mucho de llevar tales comparaciones al plano teológico; por ello la Fe apostilla: «No te admires mucho de eso / que el Demonio aún no sabrá / si es Dios u hombre en el desierto» (p. ūŮŲb). ūųů Cf. Pollin, ūųűű, p. ůŲŲ.

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La representación debería haber acabado aquí, con la apoteosis eucarística que en los autos de la segunda etapa contrasta la alegría cristiana con la humillación y cólera hebrea. Calderón, quizá deseoso de aumentar el hasta ahora escaso contenido doctrinal, añade otra escena, la alegorización de la ęesta palaciega, la prueba de la sortħa, concretamente, ganada por Felipe IV. La sortħa se convierte en la hostia; el premio, en la cruz y el conjunto, en una explicación muy plástica del misterio de la Transubstanciación de la cual destaca la habilidad en presentar el lazo que une Eucaristía y sacrięcio evitando abundar en la polémica antħudía. Lo facilita el silencio del Judaísmo a lo largo de esta escena; el conjunto responde a la voluntad de no insistir en la responsabilidad de Israel en el deicidio, al contrario de lo que sucede en la producción posterior a la caída de OlivaresūųŰ. Por eso, quien da la cruz al Rey es el Hombre y en tanto que premio ofrecido por su ganador a la Reina. En verdad, habría sido grave incoherencia, tras la admirativa actitud del Judaísmo en la escena preceente, dirigir contra él las típicas acusaciones de asesino del Mesías. De todo lo anterior se pueden deducir algunos de los problemas que plantea la presente obra en cuanto a la interrelación entre dogma y actualidad política; atañen, en consecuencia, a todos los planos, no sólo al conceptual, sino al de la acción y por lo tanto a los propios personajes. Comencemos por lo histórico. Según han indicado todos los historiadores que abordan el período, las esperanzas despertadas por Olivares se habían ido desvaneciendo en la década de ūŰŭŪ a ūŰŮŪ. El grupo inicial opositor aumentaba sin cesar. Los descontentos pertenecían a todos los estamentos de la sociedad: grandes, cortesanos, pueblo, etc., a causa de los impuestos elevados, la penuria económica, los conĚictos bélicos... En esos momentos tan poco idóneos, el valido dedicó gran parte de sus energías y del erario público a la construcción de un nuevo palacio para Felipe IV. El auto, según aęrmé al principio, rebasa la mera conmemoración del evento: pretende justięcar la misma existencia del ministro, volcado completamente al servicio de su señor. Con este planteamiento la construcción de la alegoría y del reparto no habría supuesto dięcultades. Faltaba, empero, un resorte, un conĚicto que provocara la acción. No cabía recurrir a dramatizar la caída y posterior Redención pues se partía de ésta. Representar la ingratitud humana hacia Cristo, la seducción del mundo y sus deleites, la falta, la contrición y el perdón

ūųŰ Desde ese punto de vista con El nuevo palacio del Retiro se inicia el primer período estudiado en el capítulo anterior, en el que la muerte de Jesús se escenięca como sacrięcio voluntario e imprescindible para redimir a la humanidad.

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siempre posible para el arrepentido, equivalía a un ataque al conde-duque. Sólo quedaba una solución: introducir un nuevo personaje, responsable del conĚicto. Calderón podría haber pensado en la Apostasía, los protestantes, a quienes el cardenal-infante iba a vencer poco después en Nördlingenūųű, pero ya fuera por decisión propia o por sugerencia quien siembra la discordia es el Judaísmo, cuya presencia lleva consigo la introducción de la Historia Teológica de la Humanidad, debidamente actualizada para mayor gloria de la casa de Austria. El autor lograba así un ensamblaje muy ajustado entre teología y política, alegoría y actualidad. Aunque no alcanza la perfecta simetría del elenco de personajes típico de su obra de madurez, sí construye una estructura equilibrada en cuyo vértice se sitúa Dios, y que opone el pasado de la Ley Escrita al presente de la Ley de Gracia:

Sinagoga Jerusalén Templo Judaísmo

Dios Iglesia Madrid Retiro Hombre

Quisiera detenerme en la relación Judaísmo-Hombre, que parte de una arbitraria escisión del Género Humano u Hombre de otros autos en dos personajes. Si uno se llama Judaísmo y representa las dos primeras etapas de la humanidad, bajo la Ley Natural y la Ley Escrita, el otro miembro de la oposición había de haber llevado una apelación más restrictiva que la de HombreūųŲ. Calderón se encontraba ante un dilema pues necesitaba a este último personaje para constituir la pareja Rey-Valido, pero su lugar en la acción no quedaba nada claro: sólo funcionaba hasta cierto punto como antagonista del Judaísmo, y en un solo plano, el de la actualidad, ayudado en ello por el Tribunal de la Fe. A ella, como Fe sin más, le cabe la condición de oponente en el plano religioso. Así, hasta la primera mitad del auto, el Hombre se convierte, junto con el Judaísmo, en el centro de atención. Si nos ęjamos, es el personaje que más tiempo permanece en el escenario, pues sólo se ausenta una vez. Debemos constatar, sin embargo, que no es este criterio el más pertinente para elucidar la importancia de un ūųű De hecho escribirá una obra dedicada a celebrar esa victoria: El primer blasón del Austria. ūųŲ El Hombre se identięca asimismo con la Ley Natural según comprobamos en lo versos siguientes: «No dudo ya que inmortal / viva, sin temer ruÊna, / pues que reina Ley divina, / hoy tu gracia celestial; / entonces la natural / Ley reinaba, y como fue / natural error, erré» ( p. ūŮū). Calderón remediaría la inconsecuencia en El divino cazador.

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personaje. Sobre él convergen, cierto, las palabras; se encarga de dar las explicaciones. Ahora bien, hasta podría prescindirse de él sin que la línea argumental introducida por el Judaísmo, la que constituye el drama, sufriera mengua considerable. Desde este punto de vista, su actividad es anterior ya que el palacio ya está construido y lo que se celebra ni siquiera es su construcción. En realidad, el Hombre, en este sentido, se limita a expulsar al Judaísmo de la ęesta, y provocar así la acción. Nada impedía a la Fe efectuar esa labor; de hecho, al ęnal, se encargará de frustrar sus planes. Se plantea un dilema: lo que convenía a la coherencia dramática chocaba con las exigencias propagandísticas. Era imprescindible unir en el escenario al Judaísmo y al Hombre para, justamente, mostrar que nada los unía. Al plegarse a estos imperativos ajenos a las auténticas necesidades de la obra, el poeta lesionaba la coherencia interna. El auto carece de un hilo conductor bien deęnido y de protagonista y antagonista claros. El desarrollo del conĚicto que introduce el Judaísmo se retrasa, según advertí, para dar paso a escenas adventicias; al agente perturbador no se opone otro encargado de restablecer el orden, que nunca ha corrido auténtico peligroūųų. El intruso no tiene un verdadero adversario. Estos defectos se ven compensados, en cierta medida, por un mérito indudable: la calidad de este mismo personaje, el más complejo de todos, que analizo a continuación. En efecto, la complejidad, la variedad de matices con que se ha dotado al Judaísmo, llama la atención si lo comparamos con el tratamiento que recibe en general en los demás autos donde aparece. Se le caracteriza en ellos de manera lineal, presentándolo bajo una luz uniformemente negativa. En El nuevo palacio del Retiro se equilibra la cara proterva con que suele aparecer todo personaje judío en nuestra literatura religiosa, al acompañarla de ingredientes inusitados que por momentos mueven a piedad, o pretenden conducir al espectador en esa dirección. Por supuesto, no se busca la identięcación, imposible de todo punto, sino la conmiseración. Así nos encontramos ante un personaje que sufre intensamente por la singularidad de su destino, que lo condena a errar sin encontrar reposo ni piedad de nadie, sin por ello reconocer su pecado; que se propone destruir sin ninguna posibilidad de éxito, embargado por la cólera; que quiere ser malo, y no lo consigue durante la representación; que amenaza, pero escucha

ūųų Recordemos que las amenazas del Judaísmo jamás cristalizan pues lo impiden la decisión del rey y el celo de sus servidores.

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humilde a la Fe; que no cree, pero admira la Sagrada Forma y se lamenta por no creerŬŪŪ. Pollin ha llamado la atención sobre el cuidado que puso Calderón al conęgurarlo. Pasa revista a sus rasgos generales e insiste en la atenuación de los elementos negativos que lo tipięcaban: a- sociales: acusación de usura que no se circunscribe únicamente a él. b- teológicos: la acusación fundamental, el rechazo de Cristo «que en otros dramas se presenta como pecaminosa soberbia intelectual, el eterno conĚicto entre razón y fe, aquí adquiere la dimensión de una angustia atormentadora y trágica»ŬŪū. En mi opinión debe sumarse la ausencia de violencia, de sangre: no se representa la Crucięxión y nadie echa en cara al Judaísmo su crimen al cual se reęere sólo el propio culpable. La mitigación de lo antħudío se acompaña de una serie de trazos positivosŬŪŬ: su actitud general, cuando habla con el Hombre y la Fe, y en particular la emoción mostrada cuando asiste a la consagración. Suscribo estas aęrmaciones, así como la ambigüedad de las reacciones del público: El Judaísmo, en su función de ser exiliado y errante, inspiraría lástima y compasión; en su función de heterodoxo ligado a enemigos de afuera, inspira miedo y odio. La manera en que nos lo representa Calderón caracteriza la actitud ambivalente y recelosa que tanto obstaculizó la política del conde-duque respecto de los judíosŬŪŭ.

El párrafo, sin embargo, merece varias matizaciones. La primera, sobre la relación de los judíos con enemigos de fuera, poco clara si pensamos en el auto. El Judaísmo presenta su memorial al mismo tiempo que la Apostasía, la Gentilidad y la Secta, pero los cuatro en modo alguno forman un bloque de enemigos de la Iglesia, ni de España. La Gentilidad, de hecho, quiere convertirse; la Apostasía acepta a Cristo aunque no los dogmas católicos y tanto ella como la Secta permanecen fuera de la Península. La propia Pollin advierte el

ŬŪŪ La dignidad del Judaísmo en este auto se percibe tan sólo por contraste. Cuando se leen diez obras en las cuales aparece, la evidencia salta a la vista. ŬŪū Pollin, ūųűű, p. ůŲŲ. ŬŪŬ Paterson acepta los argumentos de Navarro González, ūųŲŲ, esto es la ambivalencia producto de la inĚuencia de la Compañía de Jesús, componente del partido ęlosemita, si así fuera, habríamos de creer que tras ūŰŮŭ dicha inĚuencia desapareció. ŬŪŭ Pollin, ūųűű, p. ůŲū.

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trato especial, más duro, dado al Judaísmo, lo cual destruye la posible homogeneidad de los adversarios de la Fe (para el pensamiento de la época, todos los que no la siguen). Y ese trato es lógico, pues mientras la Apostasía y la Secta permanecen fuera de España, el Judaísmo quiere introducirse en ella. Con él traería la discordia y la destrucción. Por fortuna la Inquisición vela para que la mala semilla no Ěorezca en el solar hispano, relegándola al extranjeroŬŪŮ. La segunda matización concierne a la última parte de la cita. No creo que el público, salvo los criptojudíos, sintieran mucha conmiseración por las desdichas del pueblo hebreo, ya que éstas, en gran medida consecuencia del odio cristiano, suponían según la tradición el justo castigo ante la ignominiosa falta: la muerte de Cristo. Sin bautismo, no había perdón. La ambivalencia se produce en la obra, nada más que en la obra, fruto de la intención del autor. Hay otro punto sobre el cual disiento de Pollin. Tanto ella como, concluyen que el auto es favorable al valido, pero la primera cree que hay cierta ambigüedad en su forma de presentar las relaciones entre el Judaísmo y Olivares, que podría incluir el aviso o la ligera censuraŬŪů. Paterson va más allá; postula una advertencia contra la posición a su política a favor de los portugueses. Interpreta además a la ęgura del Judaísmo como trasunto de los criptojudíos madrileñosŬŪŰ, lo cual no tiene mucho sentido. Cuesta creer que en un punto tan sensible como el de las relaciones de Olivares con judíos y conversos, se atreviera alguien que deseaba permanecer en la corte y, más aún, mantenía buenas relaciones con el ministro, a unirse al coro de los detractores; caso de hacerlo, tendría que burlar el control ejercido por el valido sobre los autos a través de su Protector, entre ūŰŭŬ y ūŰŭŰ, Fernando Ramírez Fariñas estrecho colaborador de don Gaspar. El castigo padecido por algunos predicadores demasiado proclives a criticar al poder prueba con claridad la imposibilidad de tales actitudesŬŪű. Debemos buscar otra explicación y a mí sólo se me

ŬŪŮ Tampoco se formaliza una alianza entre protestantes del norte y marranos portugueses, como la que quizá se sugiera en El socorro general, o como con toda claridad se expone en la quevedesca Isla de los Monopantos. Para un estudio de las relaciones entre hombres de nación aęncados en la corte y judíos portugueses, a veces de la misma familia, instalados en Ámsterdam, pueden leerse los trabajos de Boyajian, ūųŲŭ, e Israel, ūųųŪ. De particular interés para examinar la complejidad del fenómeno desde el punto de vista de la conciencia de los individuos es Kaplan, ūųųŭ. ŬŪů Cf. Pollin, ūųűű, p. ůŲű y Navarro González, ūųŲŲ, pp. ūūŲ-ūūų. ŬŪŰ Calderón, El nuevo palacio del Retiro, ūųųŲ, pp. ŮŲ y ůů. Greer, ūųųŬ, opone la alabanza que se despliega en los autos a la crítica al poder que en su opinión se despliega en las representaciones cortesanas. ŬŪű Ver Pulido Serrano, ŬŪŪū, que refuerza su trabajo de ūųųŬ, en donde llegaba a conclusiones muy semejantes a las mías de forma independiente. En cuanto a los predicadores, remito de

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alcanza una. Ya lo aęrmé páginas atrás: el auto se propone separar a Olivares del JudaísmoŬŪŲ. Su encuentro es casual, no se conocen y al enterarse de su identidad, el privado echa al intrusoŬŪų. Durante la lectura de memoriales, se limita a presentarlos al Rey sin mediar en momento alguno en su favor o en el de los demásŬūŪ. En el drama (no entro en la valoración de la inĚuencia real sobre la opinión pública), Olivares no aparece como amigo del Judaísmo, sino como su contrario. No confundamos obra teatral y realidad histórica a la cual se reęere y en la cual quiere inĚuir, de acuerdo con un determinado designio político. La obra se pone al servicio personal de Olivares en cuanto que deęende implícitamente su persona del cargo de ęlohebraísmo, alaba su ęgura y el modo en que desempeña su cargo y, según se comprueba en todos los autos escritos durante su mandato, atempera el arsenal antħudío. En deęnitiva, se subordina el auto a los imperativos del poder, a pesar de las nefastas consecuencias que tuvo el incorrecto maridaje de política y religión sobre la estructura dramática. Calderón se percataría de tal deęciencia, imposible de solventar cuando uno está obligado a supeditar el rigor constructivo a los deberes de poeta cortesano.

Calderón y Cataluña La relativa catalanoęlia de los años ūŰŭŪ sufre un rudo golpe con la sublevación y posterior guerra del Principado en la que participó durante algún tiempo nuestro autorŬūū. Guerra en la que padecería heridas, hambre, perdería ilusiones (poder hacer una brillante carrera militar), un hermano y que arras-

nuevo a Pulido Serrano, ŬŪŪŬ, pp. ŬŮŰ-ŬůŰ. ŬŪŲ Tampoco podemos excluir esta hipótesis: «No le resultaría difícil a Diego Suárez, el astuto secretario del Consejo de Portugal, insinuar a la comunidad portuguesa que la mejor manera de evitar tan humillante exclusión sería establecer un símbolo permanente de su ędelidad a la Iglesia y al rey en los propios terrenos del Retiro. En efecto, bajo su dirección se movilizaron grandes sumas de dinero para construir en ūŰŭů una rica ermita bajo la advocación del Santo patrono de Portugal, San Antonio de Padua, conocida popularmente como “de los portugueses”» (Bro n y Elliot, ūųŲū, p. ūŪů). ŬŪų Por lo tanto el hecho de que aparezcan unidos en el principio y en otros momentos signięcativos del drama debemos interpretarlo en sentido opuesto al que se desprende del artículo de Pollin. El Judaísmo no «se encuentra muy relacionado con el valido» (Pollin, ūųűŭ, p. ůŲŪ), sino todo lo contrario. ŬūŪ Con habilidad, el autor muestra que a quien corresponde tomar decisiones es al monarca y que el valido efectúa tareas auxiliares sin ni siquiera intervenir. Ŭūū Retomo en parte Garrot Zambrana, ŬŪŪŪb. He tratado la catalanoęlia en Garrot Zambrana, ŬŪūŬa.

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traría a España a una crisis de la que ya no se recuperaría. La huella que dejó en él puede calięcarse de traumática a juzgar por los dos autos que le dedicó. La importancia del contexto histórico aconseja efectuar una breve síntesis que incluya la breve pero dolorosa experiencia militar del propio escritorŬūŬ. Las relaciones con el Principado, que nunca fueron buenas, empeoraron a mediados de los años ūŰŬŪ. Olivares intentó modernizar el estado y conseguir una mayor integración de los componentes del Imperio, limando las diferencias entre la aristocracia castellana y las periféricas merced a alianzas matrimoniales, cosa que por ejemplo se logró en el caso valenciano. Se pretendía una mayor participación de todos en el esfuerzo bélico y, en contrapartida, un reparto de prebendas más generoso por parte de los castellanos, que compensara a las oligarquías periféricas por tales concesiones. Poco se avanzó y la crispación, en cambio, fue en aumento, alcanzándose el colmo al ęnalizar los años treinta, cuando la guerra llega a la Península, primero al País Vasco, luego al área catalana. A las reiteradas peticiones de subsidios y hombres, se añadió el alojamiento de la tropa con las fricciones consiguientes; la desconęanza y la hostilidad dieron paso a una revuelta que culminó en ūŰŮŪ, en el llamado Corpus de sangre, durante el cual fue asesinado el virrey Santa Coloma. Tras no pocas dudas se decidió intervenir militarmente, entre otras razones porque no se trataba ya de rebeldía, sino de secesión, al proclamar Pau Claris, presidente de la Diputación, la república bajo protección francesa en enero de ūŰŮū, aunque los tratos con Richelieu vinieran de antesŬūŭ. Lo que podría haber sido una rápida campaña se convirtió en larguísima pugna por la impericia del Marqués de los Vélez (algún sucesor, tal Leganés, lo emuló en la incompetencia), a lo que cabría añadir la apertura del frente portugués y el mantenimiento de la guerra en el escenario europeo. Calderón participó valientemente desde el principio en la expedición, hasta ęnales de ūŰŮŬ como ya se dħo, siendo protagonista junto con su hermano José de un episodio descollante: el cerco de Tarragona por las tropas francesas. Los asediados atravesaron momentos de grandísima dięcultad: menudearon las deserciones y el hambre condujo a actitudes desesperadas hasta la ruptura del bloqueo en agosto de ūŰŮūŬūŮ.

ŬūŬ Las obras de referencia son: Sanabre, ūųůŲ, y EllioĴ, ūųűű, que sintetiza su libro en EllioĴ, ūųųŪ, al cual remito. Ŭūŭ Así lo aęrma Sanabre, ūųůŲ, pp. ųŮ y ūŭū. ŬūŮ Sanabre, ūųůŲ, pp. ūůŮ-ūŰū, que aduce un relato anónimo cuya lectura es imprescindible para comprender no ya los hechos sino principalmente el estado de ánimo de los contendientes. Cf. Memorial Histórico Español, XXIII, ūŲųū, Apéndice VII, donde lleva el título de Diario del ejército

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Junto a la acción bélica Ěoreció una abundante propaganda en pro y en contra de la revuelta, que esbozaremos someramente. Para Gaspar Sala, por ejemplo, los leales catalanes han padecido agravios sin número: desmanes de la soldadesca, culpable de sacrilegios, levas e impuestos que contravienen las libertades catalanas y otros menoscabos de los fueros, que justięcan el levantamiento. Se resaltan en estos escritos de primera hora (los textos de Sala datan de ūŰŮŪ) tanto las aęrmaciones de ędelidad al monarca, mal aconsejado por ministros incapaces, malintencionados, como las restricciones que se ponen a la autoridad del rey: «porque las libertades y excepciones en los vasallos hacen esquina al poder absoluto, que tanto aman los Príncipes», y tales libertades son irrenunciablesŬūů. De la abundantísima literatura en contra, nos detendremos nada más en la Conclusión defendida por un soldado del campo de Tarragona del ciego furor de Cataluña atribuida a Calderón por Pellicer y editada en los años ūųůŪ por ZudaireŬūŰ. El opúsculo, que debió escribirse entre diciembre de ūŰŮŪ y enero de ūŰŮū, responde ponderadamente a Sala con la intención de invalidar los argumentos aducidos por los rebeldes para iniciar y mantener la lucha. Se enumeran las razones que justięcan el levantamiento de vasallos contra su señor natural, a saber, la conservación de la fe, la libertad de la patria y la natural defensa de la vida, ninguno de las cuales se ha verięcado en Cataluña. Más aún: los fueros, que Felipe IV respetó escrupulosamente, serán sin duda pisoteados por el francés. A continuación se vaticinan las desgracias que aguardan a la ciudad Condal si persiste en sus yerros: «[el rey] entrará quemando tus campos, derribando tus lugares […] de manera que cuando quedases victoriosa, quedarás para muchos años destruida […] y quizá llegará el día que te dé más cuidado el cómo te has de librar de tus valedores que de tus enemigos»Ŭūű. Al ęnal se exhorta a Barcelona a abandonar la traición aprovechando que la campaña se ha parado, con lo cual salvará el orgullo, evitando ser conquistada por las armas, y logrará paz, ahorrarse sufrimientos y mantener sus libertadesŬūŲ.

español en las comarcas de Tarragona (a partir de ahora: MHE y Diario, respectivamente). Ŭūů Sintetizo a Colom¸s, ūųŰŲ, pp. ŮŲ-Ůų. La cita, en p. Ůų. ŬūŰ Volvió a insistir en ello en ūųŲŪ durante el Congreso del Tercer centenario sin cambiar sus argumentos (por lo que cito su primer estudio de ūųůŭ) y sin que nadie en lo que se me alcanza los haya impugnado. Arellano la publica en su edición del auto, cuya introducción y notas son de obligada lectura. Ŭūű Conclusión…, ūųůŪ, p. ŬųŬ. ŬūŲ Sobre el deseo de respetar los fueros incluso por parte de Olivares, aunque el favorito

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El auto de ūŰŮŮ, enfoca el asunto de manera bien distinta. Reitero mi aęrmación de que el dramaturgo está sufriendo las consecuencias de la caída de Olivares cuando entrega El socorro general para el Corpus toledano. En cuanto a la campaña en sí, se producían cambios favorables a Felipe IV, fruto de la fuerza conjugada con una política conciliadora hacia los rebeldes deseosos de pactarŬūų. Sin embargo, a don Pedro tal evolución no parece importarle. En su lugar preęrió limitarse al episodio tarraconense. La trasplantación de un material semejante al mundo del drama sacramental ofrecía distintas posibilidades. El modelo de la fortaleza sitiada o castillo de la Fe parece obligado y aquí se une con el esquema de la Historia Teológica de la Humanidad de manera bastante atrevida, según se comprueba observando las correspondencias establecidas con el plano histórico: Ley Natural > Francia Ley Escrita> Cataluña Ley de Gracia > España

No nos interesa la pertinencia de tales asociaciones, favorecidas por la geografía, sino lo que indican acerca del planteamiento calderoniano del conĚicto, tanto en lo que se reęere a sus causas, a las responsabilidades, como al marco jurídico que debe regir las relaciones entre el Principado y el monarca. InĚuido sin duda por la Synagoga bellatrix de Vélez de Guevara, preęere una ęgura femenina como representante del judaísmo, la cual en otro gesto audaz que habla por sí mismo se identięca con la DiputaciónŬŬŪ. La Sinagoga «vestida a lo judío y con bastón de general» (p. ŭūűa) se rebela contra su Rey y contra la voluntad de cambiar los antiguos ritos, en actitud bélica: arenga a su ejército y resume los preliminares de la revuelta, cuyo punto de partida es la llegada del enviado del Señor para instaurar una nueva ley: SIN-Ya sabes [Judaísmo] que a nuestra Corte un hombre por virrey vino (pues ser del mayor monarca segunda persona dijo) [...]

juzgara necesario introducir algunos cambios, ver EllioĴ, ūųųŪ, en particular los caps. XIV y XV. Ŭūų Sigo a Sanabre, ūųůŭ, pp. ŬŮŭ-Ŭůų. ŬŬŪ Así lo aęrma la Apostasía: « [...] / su Sinagoga, que fue / la Diputación, que tales / levantamientos la indujo, / sin providencia y sin arte / llamó a la Gentilidad / que la deęenda y ampare» (p. ŭŬůb). La Sinagoga se enfrentará a otra mujer fuerte: la Iglesia.

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nos dio a entender que traía poderes establecidos de su rey para rompernos de nuestros fueros antiguos las juradas ceremonias y los observados ritos, introduciendo en nosotros Nueva Ley [...] (p. ŭūűb)

Calderón entreteje los dos planos de la alegoría desde el comienzo, lo cual conduce a alguna que otra proeza conceptual, como la impropiedad de identięcar con Cristo al asesinado virrey Coloma; pero sobre todo permite desacreditar las libertades catalanas. En efecto, si los ritos antiguos equivalen a las leyes y usos vigentes, a los fueros, esto es al pacto entre Felipe IV y los catalanes, de ello se sigue que las pautas deben cambiar, aplicándose una nueva ley que integre, anule y supere a la anterior. Se trata de formar una nueva comunidad, más amplia, con otras reglas (p. ŭūűb). La Sinagoga respondió asesinando al virrey y ella misma reconoce que tales desmanes no pueden quedar impunes (la vindicta Salvatoris): SIN- […] El Católico Monarca cuya corte es el Empíreo, de nuestra culpa informado, de nuestra saña ofendido, dicen que buscar pretende venganza deste delito.

La venganza no será cruenta, pero llevará aparejado el restablecimiento de la autoridad real: SIN-[…] Solicita reducirnos a su primera obediencia, dándonos por más castigo nueva ley en que vivamos, y poniéndonos Presidios de Sacramentos, con que siempre nos tendrá rendidos a su sujeción […] (ambas citas en p. ŭūŲb)

El diálogo quiere presentar los cambios que se puedan introducir como consecuencia de los delitos precedentes, un «castigo» tanto más justo, cuanto que

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se añade la ruptura del pacto vasallático, al proclamarse la Sinagoga «libre República»ŬŬū. Y sin embargo, parándose a reĚexionar un poco, se concluye que la raíz se halla en la ley nueva que el virrey anunciaba. La venganza no llega inmediatamente porque la Iglesia quiere agotar todas las posibilidades: buen medio de desacreditar los argumentos de los rebeldes y acentuar la responsabilidad catalana. Su embajador, el Bautismo, destaca que se están enfrentando vasallos de un mismo rey (ŭūųb) y argumenta que la Sinagoga actúa sin fundamento, pues nada se abroga: BAUT-[….] Ƕcuáles han sido tus más principales Fueros ? SIN- Los Diez Preceptos Divinos del Decálogo Sagrado, […] BAUT-Luego si esos Diez Preceptos son (Sinagoga) los mismos con que hoy la Iglesia pretende mantenerse en el servicio de tu Rey Ƕromper no trata tus grandes Fueros antiguos?ŬŬŬ SIN-Sí trata pues que pretende del Levítico impedirnos los sangrientos holocaustos, […] (p. ŭūųb)

De nuevo cuesta trabajo admitir la demostraciónŬŬŭ; además Ƕqué valor tienen los ritos sangrientos? No parece sencillo encontrarles una equivalencia, aunque podemos suponer que el espectador no la buscaría con gran ahínco, pues la sangre de Coloma, los desmanes de los rebeldes, bastaban para hacer aceptable la identięcación con los «sangrientos holocaustos del Levítico»ŬŬŮ. Sabido es que los autos apelan a lo emotivo y no se dirigen a la razón, caso de que hubiera que convencer a alguien en ToledoŬŬů. La respuesta a tan fraternal embajada es un rechazo completo y unánime: ŬŬū P. ŭūųa. Recuérdese la decisión de Claris mencionada supra. ŬŬŬ En ūųųŬ indiqué «O sobra la negación o los signos de interrogación». Arellano elimina efectivamente dichos signos en su edición. Cf. El socorro general, ŬŪŪū, vv. ŬŰű-ŬŰŲ. ŬŬŭ Las razones del Bautismo, por otra parte, concuerdan con el pensamiento del antiguo valido. Por demás está decir que a Calderón no lo preocupa la objetividad. Omite la iniciativa de los rebeldes para evitar la guerra y los ataques de Olivares a los fueros. Bien es verdad que los diputados exigían condiciones inaceptables según EllioĴ, ūųųŪ, p. ůűŲ. ŬŬŮ El espectador añadiría por su cuenta la circuncisión y el deicidio. ŬŬů No olvidemos que Olivares tuvo muchos detractores en Castilla. Para lo emotivo, ver

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TODOS-Todos lo propio decimos. Viva nuestra libertad (p. ŭŬŪb).

Conviene no caer en anacronismos cuando leemos libertad, o sujeción, un poco antes: el diálogo pretende situarnos no ante una oposición libertad / tiranía, lo cual, reconocía la Conclusión, justięca alzarse en armas, sino ante una revuelta carente de base, luego merecedora de sanciónŬŬŰ. En tales condiciones nadie duda de la necesidad de recurrir a la fuerza, quedando demostrado a su vez la paciencia y buenas intenciones del monarca, el cual, detalle muy signięcativo, nunca aparece en escenaŬŬű. Por consiguiente, cuando el Bautismo relata su fracaso, se comprende la cólera de la IglesiaŬŬŲ, que insiste en calięcar la ya inevitable guerra de enfrentamiento fratricida: IGLES-Presto, bando aborrecido, presto, familia traidora, llorarás tus precipicios, perdida tu Sinagoga, tu patria y tu domicilio. […] muera la Comunidad y viva la fe de Cristo (p. ŭŬū).

Los prolegómenos de la lucha empiezan con una revista de las tropas, aprovechada por Calderón para jugar con la etimología de Toledo, ciudad donde se representa el auto, y enunciar la leyenda exculpatoria de los judíos toledanos (p. ŭŬŬb), estudiada en el capítulo anteriorŬŬų. A continuación, se traba la batalla (dentro). La Sinagoga, derrotada, busca alianza con la Gentilidad (Francia, no se olvide) preęriendo convertirse en esclava de su auxiliar antes que permitir la victoria cristiana, como ella misma da a entender (ŭŬŮb) y certięca acto seguido a la Iglesia uno de sus soldados, la Apostasía: APOS-[…] Tan vil es su obstinación,

Tietz, ūųŲů. ŬŬŰ Asunto que interesó de manera particular a nuestro autor, como lo demuestran entre otras obras maestras La vida es sueño y El Tuzaní, anteriores a la guerra catalana. Sobre la rebelión contra el soberano legítimo ver Rupp, ūųųŰ, y Fox, ūųŲŰ. ŬŬű Esta decisión tiene enorme trascendencia para el sentido político de la obra según veremos después. Los lazos del embajador con el monarca los establece la ropa, porque el Bautismo va vestido a la española (ŭūųa). Acerca del vestuario y su utilización política, ver Garrot Zambrana, ŬŪŪűb. ŬŬŲ En contraste con un Bautismo embargado por la pena. Calderón domina el uso de lo emotivo: dolor por la lucha entre hermanos, severidad obligada para restablecer la autoridad y la justicia. ŬŬų Sobre las etimologías hebreas, ver Reyre, ūųųŲ; sobre la revista, las notas de Arellano.

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ciega, alevosa e infame, que quiere perder con ellos todas sus inmunidades más que obedecerte a ti, pues lo primero que hacen los gentiles es hacerles que contribuyan y paguen ; de modo que a servidumbres reducen sus libertades, […](pp. ŭŬůb-ŭŬŰa)

A partir de ahora la Iglesia sufrirá cerco de sus enemigos; las penalidades del sitio, el hambre y la sed (p. ŭŬŰa), hacen mella en los soldados menos aguerridos, concretamente la Apostasía y el gracioso Zabulón, judío bautizado con la esperanza de vivir con mayor comodidad en el seno de la Iglesia (p. ŭŬŮ). La transposición alegórica de las dudas de estos soldados no presentaba gran dięcultad. Para alimentar a las tropas, la Iglesia distribuye la hostia en la que estos católicos poco sufridos sólo ven pan. Consecuentemente con el papel que a ambos le corresponde, la decepción se expresa de forma burlesca en un caso y dramática en el otro APOST-ǶCómo puede ser que sea carne aquesto? ZAB- ǶAquesto carne? APOST-Y sangre, Ƕcómo es posible? ZAB-Diciendo está disparates. Pan es aqueso en mi tierra; mas hácese carne y sangre si se come con provecho. [...] ZABLuego cree la Iglesia que es bastante solo un bocado de pan que me dará a sustentarme; pues no suelo yo tener harto con catorce panes, a buena dieta he venido. ¡Pardiez, yo he echado buen lance! APOST-[...] Bello rocío, que llora cuajado sobre el vellón de la piel de Gedeón el rosicler de la aurora; si pan gusto y huelo ahora, Ƕcómo a presumirme ajusto

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ser carne y sangre? [...] (p. ŭŬŲ)

Versos estos últimos que recuerdan los pronunciados por el Judaísmo de El nuevo palacio del Retiro. Corresponden a un personaje construido de manera matizada, a quien no se señala como enemigo principal de la Fe; así lo corrobora la tristeza de la Iglesia cuando se entera de su deserción y el deseo que expresa de que regrese al redil. La saña se reserva para los rebeldes catalanes y los franceses. Comienza el asalto al castillo de la Fe, siguiendo el modelo de este tipo de situación; en otras palabras, los enemigos, entre quienes se cuenta ahora la Apostasía, avanzan según un orden marcado por su respectivo grado de aceptación de la verdad revelada: Gentilidad, Judaísmo y Apostasía. Se traba el combate, los asaltantes huyen y con ellos Zabulón, deseoso de evitar hambre y peligrosŬŭŪ. A pesar de la victoria, la situación de los asediados empeora por falta de víveres, pero la Oración anuncia el socorro que traerán las naves del AustriaŬŭū : IGLESQue presto la Nave del Mercader, que de las Indias del Cielo cargada viene de trigo, tomará en tus muros puerto. Oyó tus piadosas voces, oyó tus suspiros tiernos el Rey [… ] (p. ŭŭŭa)ŬŭŬ

La Ěota llega enseguida y se da la batalla. Los colores de las naves contrastanŬŭŭ: [...] descúbrense en dos bofetones dos naves disparando; en la una está la Apostasía, la cual tendrá las ondas de fuego y banderas negras y todo el vaso negro; en la otra, Pedro, la cual será pintada de colores alegres, por fanal un Cáliz grande con su Hostia, y todas las banderas blancas [...] (p. ŭŭŭb)

ŬŭŪ En el apartado dedicado a los conversos se estudiará con más detenimiento a este personaje. Ŭŭū Todo ello responde a lo vivido por Calderón. Cf. el ya citado Diario, ūŲųū. ŬŭŬ Luego se refuerza la alusión a Felipe IV con los socorridos vientos australes. Ŭŭŭ He estudiado este punto en Garrot Zambrana, ŬŪŪűb. El recurso se ha utilizado ya, porque el Bautismo viste «de blanco, a la española» (p. ŭūųa), mientras que la Sinagoga va de negro cuando asalta la fortaleza de la Iglesia (p. ŭŭŪa).

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La Gentilidad se retira, llevándose con ella a la Sinagoga, sometida a su nuevo dueño y ahora consciente de su error, mas no por ello arrepentidaŬŭŮ. En cuanto al monarca, de nuevo se le recuerda (ŭŭŮb), pero la ęgura de Felipe IV no se realza ni verbalmente ni por medio de recursos visuales. Tampoco se dice nada acerca del posterior desarrollo de la campaña: IGLES-Y dejando aquí pendientes todos aquestos sucesos, […] a la Iglesia, Inquisición, ciudad, damas, caballeros, nobleza y plebe, pidamos el perdón de nuestros yerros (p. ŭŭů).

Detengámonos en tres aspectos estrechamente unidos: la representación del soberano, la continuación de la guerra y la actitud hacia los rebeldes. Es cierto que Felipe IV no estuvo en las proximidades del campo de Tarragona ya que su primera salida hacia Aragón se produjo al año siguiente. Sin embargo llama poderosamente la atención que se hable del «Católico Monarca» y nunca lo veamos, ni tan siquiera por medio de una apariencia. Esta ausencia se asemeja mucho a una censura, indirecta por razones obvias, y sutil, que remite al absentismo real. También sorprende que en un auto de este tipo la derrota del enemigo no dé pie a una exaltación de sus protagonistas históricos, ni se trasluzca de manera más clara lo que sucedió y entre quiénes, pues la lucha entre la armada francesa y la española se transforma en un enfrentamiento entre la Apostasía y RomaŬŭů. Se podrá aducir que Richelieu mantenía alianza con el holandés, mientras que los Habsburgo se consideraban a sí mismos paladines del catolicismo, mas el resultado es aminorar la importancia del rey, que desaparece de la apoteosis eucarística en favor de San Pedro, cuando se podría haber encontrado un recurso para ponerlo de relieve, según sucede por ejemplo en El lirio y la azucena (p. ųŭŰb), que estudiaremos a continuación o en el auto que ese mismo año se representó en Madrid a la mayor gloria del monarca y de su nueva política: El reino en cortes y rey en campaña, de Antonio CoelloŬŭŰ. Esa actitud precisa un comentario por mucho que no resulte sencillo dar con una explicación segura. La omisión de Villafranca, almirante de la Ěota, ŬŭŮ Nos hallamos ante una situación recurrente, aunque aquí el castigo encuentre un segundo valor si pasamos al plano histórico y consideramos la sujeción de los rebeldes catalanes a Francia. Ŭŭů En la obra hay dos Romas debido al particular planteamiento alegórico: la pagana, que sojuzga a la Sinagoga, y la cristiana, que socorre a la Iglesia. ŬŭŰ Remito de nuevo a Garrot Zambrana, ŬŪŪŪ y ŬŪŪŮ.

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podría nacer de la enemistad que el gran marino mantuvo con Olivares, o de las reticencias que despertó su actuaciónŬŭű; tal descontento, extensivo a todo el mando militar, justięcaría que no se nombrara a los demás altos oęciales, a pesar de que se especięcó al principio del auto la composición heteróclita de las tropasŬŭŲ. Esta última razón, también valdría para buscar sentido al silencio sobre todo lo ocurrido en el frente tras la victoria de Tarragona. Ciñéndonos a lo imprescindible: la presencia del rey en Aragón por tercer año consecutivo, los cambios en la cúpula militar y el favorable giro que la guerra toma a partir de ūŰŮŭ. Los éxitos de don Felipe de Silva, debidos a su mayor pericia pero igualmente a una diplomacia más activa y conciliadora, condujeron a la toma de Lérida; aunque ni ésta, sucedida en julio, ni la batalla precedente de mediados de mayo, en la cual se obtuvo una gran victoria, pudieron integrarse en el texto por falta de tiempoŬŭų, nada impedía mencionar lo ocurrido hasta abril, suęcientemente signięcativo y alentador: conquista de Monzón y en otro orden de cosas, perdón general para los catalanes y nombramientos de naturales del Principado para cargos militares de importancia. También merece la pena recordar que la llamada jornada de Aragón, rodeada de dięcultades y llevada a cabo con la oposición del conde-duque, precisamente empezó a dar sus frutos en ūŰŮŮ, ya que los dos primeros viajes se saldaron con fracasos vergonzantesŬŮŪ. Y si parece arriesgado aęrmar, sin mayores pruebas, que la jornada no se menciona por tal o cual motivo: salir, no salir o salir tarde y mal, nadie negará, que la reticencia de don Pedro invita a reĚexionar, y esta invitación se hace más apremiante cuando consideramos la imagen que se nos ofrece de los catalanes, de los fueros y de la estrategia que tras el cerco de Tarragona debiera adoptar Castilla. Podemos concluir que para Calderón toda la culpa incumbe a los diputados y al Principado en general, al no admitir que su ordenamiento jurídico había periclitado. El socorro se sitúa en la línea propugnada por Olivares, defendida tras su destitución en el Nicandro: simplięcación legislativa, uniformidad

Ŭŭű Cf. MHE, XXIII, p. IX. ŬŭŲ Cf. p. ŭŬŬ. Eso obligaba a silenciar los nombres de los mandos intermedios o incluso distinguir los oęciales competentes de los otros, lo cual habría sido algo arriesgado. En el Diario al que me vengo reęriendo se leen amargas críticas a la competencia militar. Ŭŭų El Corpus de ese año cayó justamente a ęnales de mayo. ŬŮŪ Sobre este acontecimiento EllioĴ y Stradling dan versiones bastante divergentes, aunque ambos concuerden en el fracaso de las dos primeras jornadas, que levantaron críticas acerbas y crearon la necesidad para el rey de recuperar el prestigio pedido.

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en las relaciones de los distintos componentes del imperio con la CoronaŬŮū. Pero esta tendencia, que ya se discutía cuando don Gaspar estaba en el poder, había perdido todo predicamento en ūŰŮŮ entre Felipe IV y sus consejeros. El auto presenta un bando catalán monolítico, cuando el caso leridano, pero se podrían aducir otros, prueba lo contrario. El desenlace no deja entrever posibilidad de acuerdo alguno, ni de renovación del perdón propuesto: al réprobo le aguarda el justo castigo solamente, lo cual supone con respecto a la Conclusión defendida un cambio vertiginoso, acorde con la animadversión que fue generando la campaña entre los contendientes y al que las penalidades sufridas por el propio autor de ambos escritos no sería ajenoŬŮŬ. La revuelta catalana reaparece en ūŰŰŪ con El lirio y la azucena, sin duda un encargo oęcial para celebrar el tratado de los Pirineos y la boda entre Luis XIV y la infanta María Teresa, que rubricaba la paz entre Francia y España. Calderón recupera materiales de El socorro, pero si Cataluña interviene, lo hace ahora con menor protagonismo al limitarse su papel al de elemento perturbador. Durante los años inmediatamente posteriores, el frente catalán mantuvo gran importancia y sobre todo después de la Paz de Westfalia, libre ya Felipe IV del enemigo holandés. El acontecimiento más transcendente fue la rendición de Barcelona en ūŰůŬ. Hubo perdón general y se mantuvieron «las libertades, privilegios y franquezas» según pedían los sitiados, aunque un grupo importante partió hacia Francia: entre las personalidades más destacadas cabe citar al gobernador Marguerit y al abad SalaŬŮŭ. A partir de entonces, casi todo el Principado quedó en manos españolas (salvo la parte ultrapirenaica que sería anexionada por Francia). Así, aunque los franceses lanzaron varias incursiones y mantuvieron la actividad bélica hasta ūŰůŰ, desde ūŰůű la presión gala se desplaza a Portugal y Flandes, en donde las tropas de Mazarino, gracias a la alianza ęrmada con los ingleses, obtuvieron sucesivas victorias que precipitaron los acuerdos de paz, entre cuyos resultados se hallan la división de Cataluña y la boda ya aludidaŬŮŮ.

ŬŮū Cf. Memoriales y cartas del conde-duque de Olivares, II, ūųŲū, concretamente las pp. Ŭůū y ŬŰų. ŬŮŬ De nuevo invito a comparar El socorro general con El reino en Cortes de Coello. Otro aspecto sobre el que habría que reĚexionar es la ausencia de Portugal, en guerra contra España en ese mismo momento, y del que nada se dice. El mismo silencio se observa en el auto que estudiamos a continuación. ŬŮŭ Sanabre, ūųůŲ, pp. 537ss. Posteriormente la Generalitat en el exilio se instalaría en Perpiñán. ŬŮŮ Acerca de los preparativos de paz, de la resistencia de algunos exiliados catalanes y de

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Convertido en poeta áulico carente de cualquier competencia, Calderón cumple con su tarea perfectamente y nos entrega una obra libre de las reticencias señaladas en el auto precedente. La Discordia quiere impedir que se cumpla la promesa hecha por la Paz a los fundadores de las dinastías reinantes en Francia y España, Clodovedo y RodolfoŬŮů; cree que el mejor remedio es imaginar un concepto que le dé soluciones contra esa alianza: DIS-[…] y así intento, que pasando a Alegoría hoy la Historia, imaginemos que en felice sucesión nos representen los mesmos que hemos visto, […] (p. ųŬūa)ŬŮŰ

Estos dos países se oponen por antipatía natural (p. ųŬūb), que aprovechará para lograr que la hostilidad cristalice en guerra, pero los intentos de la Discordia serán vanos y la paz se rubricará con una enternecedora historia de amor. Ahora bien, lo que importa a nuestro propósito es la inscripción en la Historia Teológica de la Humanidad y a eso nos ceñiremos. Se repite el mismo esquema que en el anterior auto, aunque la copia no es exacta. En cuanto a los personajes, si Cataluña se sigue identięcando con la Sinagoga, lo hace además con la Discordia. De esta manera, cuando el personaje aparece en el tablado, nada sugiere su vinculación con lo hebreo ni verbal ni visualmente: «sale la Discordia, con plumas, bengala y espada», reza la acotación inicialŬŮű, y sus primeras palabras la asocian con lo diabólico (p. ųūŰb). No obstante, poco después declara que en la Ley Escrita «fundé el imperio / de mis mañas, mis astucias, / mis asechanzas y riesgos» (p. ųŬŪa), hasta tal punto que se convierte en la Sinagoga: DISC-[…] ya dije ella [Sinagoga] y yo ser lo mesmo, con que dije cuán de cerca me tocan sus sentimientos;

otros entresħos del tratado, ver Sanabre, ūųůŲ, pp. ůŲŪss. ŬŮů Un lector quisquilloso objetaría que la línea que conduce de Clovis a Luis XIV es bastante tortuosa. Para el andamiaje conceptual que sustenta esa profecía remito a Rull, ūųŲŭ, y Rupp, ūųųŰ. ŬŮŰ Estamos otra vez ante uno de esos autos cuya acción surge de la mente de un personaje nocivo. ŬŮű P. ųūŰb. Atuendo casi idéntico al de la Guerra «armada con plumas, banda y bastón».

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y cuánto ya para todos su persona represento (p. ųŬŪb).

La obstinación de la Sinagoga, su ceguera, impiden el paso armonioso de una ley a la siguiente; peor todavía, como se encuentra en medio de la Ley Natural y la Ley de Gracia, desea a toda costa encizañarlas ya que la alianza de ambas pondría el mundo a sus pies (pp. ųŬŪ-ųŬū)ŬŮŲ. Se reproducen otros puntos, como el asesinato de Santa Coloma en forma de deicidio, siendo el principal la vinculación de las leyes de la Sinagoga con los fueros, tan instructiva para comprender la actitud de Calderón ante el conĚicto, que se hace si cabe más anticatalán. De esta manera las razones de la guerra varían con respecto al Socorro general, pues ahora desaparece cualquier ambigüedad y todo es fruto de la maldad de la Discordia, quien no duda en falsear la verdad para llegar a sus ęnes: A este fin yo buscaré imaginados pretextos que a la dispuesta materia la llama apliquen, fingiendo que nos quieren alterar las exenciones y fueros de la ley que recibimos en Sinaí, monte excelso, que es el Libro Verde en que se escriben los privilegios (p. ųŬūb)ŬŮų.

Se retoma asimismo la embajada del BautismoŬůŪ, que reconoce inmediatamente a la Sinagoga, a pesar de que precedentemente nada indique que la actriz llevara signo alguno que permitiera la asociación, ni aparezca ninguna acotación nueva que revele cambios de indumentariaŬůū. La Sinagoga rechaza cualquier

ŬŮŲ Calderón debe pensar en una alianza de países católicos contra los protestantes. Por otro lado, aunque el esquema en que se apoya El lirio y la azucena sea conocido, la Historia de la Salvación, las asociaciones establecidas en el plano de la actualidad política se salen de lo normal, obligando al dramaturgo a prolħas explicaciones. ŬŮų Al preparar el texto de El reino en cortes, me llamó la atención el uso de Libro Verde para referirse a los fueros: «[…] es mística Cataluña / que tiene sus privilegios / en el libro verde escrito / del Paraíso terreno». (Cito por mi edición, vv. ūŮŬ-ūŮů). En la Introducción emitía una serie de hipótesis al respecto, recordando el valor despreciativo de murmuración que se comprueba en el consejo de Gracián de «No ser libro verde», citado por Caro Baroja, ūųŰū, II, p. Ŭůů. ŬůŪ El personaje ahora se llama Brazo Seglar, pero él mismo aclara que es el Bautismo (p. ųŬŬb), teñido por otra parte de Inquisición. Ŭůū Tampoco la edición de Roncero, ŬŪŪű, que incorpora todas las variantes, siguiendo la norma de la colección Autos de Calderón.

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compromiso y antes de que se abran las hostilidades busca ayuda en la Ley Natural, con éxito (p. ųŬŭa). Pasamos por alto sucesivas escenas que nos alejarían de nuestro temaŬůŬ. Baste decir que el clamor popular impide que se entable la batalla; al contrario, se produce el triunfo de la Paz a pesar de la insidiosa Discordia. Lógicamente el texto calderoniano en vez de recoger todos los puntos del tratado se centra en Cataluña: FAMA-Que se destierre la Guerra del uno y otro cuartel, y que la Discordia, puesto que es alusión de otra Ley, pues está en medio de entrambas, a entrambas sujeta esté, […] con que conservada en Fueros del Libro Verde, se ve obligada a la obediencia de un Vicediós por Virrey (p. ųŭů).

La amputación de derecho se convierte en una sanción a los catalanes que en nada parece afectar a España, a la cual se añade la pérdida del ilusorio autogobiernoŬůŭ. Y ese tono revanchista continúa un poco después, cuando inopinadamente se mencione a la Vieja Ley, el otro nombre de la Ley Escrita, desvinculada de Cataluña; al contrario, representa a Castilla la ViejaŬůŮ : DISC-Y para que sobre mí ruja de la rueda el ej la Vieja Castilla pasa que es como la Vieja Ley (p. ųŭŰa).

El resentimiento se percibe en la mezcla de elementos respetuosos con las circunstancias históricas (el Principado no tiene tropas que luchen contra las del monarca hispano), con ausencia de otros: la rendición de Barcelona, que redujo a prácticamente nada el núcleo rebelde y los focos de beligerancia. Abunda en ese sentido la desaparición en el diálogo de cualquier alusión a la «hispanidad» catalana, al aspecto fratricida de la contienda, y la misma ęnalidad se persigue cuando la larga guerra entre Francia y España se reduce a la pugna por Cataluña. ŬůŬ Ver Garrot Zambrana, ūųųŬ, o Rupp, ūųųŰ. Ŭůŭ Se observará que los fueros quedan garantizados sin reticencia: lo que se destaca es el respeto a la soberanía de Felipe IV. ŬůŮ Idéntica asociación, por no salirnos de la temática, emplea Coello en El reino en cortes.

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Si consideramos ahora las dos obras, sobresale una impresión de incomprensión, compartida en su momento por castellanos y catalanes, y de resentimiento sin maticesŬůů. Rencor, que no indiferencia, debido justamente a la pasión con que se vivió la ruptura de los lazos entre Cataluña y Felipe IV, y la traición de aliarse con el enemigo principal, Francia. El hecho de recurrir al auto sacramental con el esquema actancial resultante, añade connotaciones negativas al Principado, las propias de un personaje como la Sinagoga para el espectador de la época; refuerza, ante todo, el carácter sacrílego de la ruptura del pacto entre los vasallos y su Rey, convertido en abandono de Dios por la ingrata Sinagoga. Este carácter sacrílego se comprendía así de manera mucho más inmediata que en los dramas seculares. La fuerza de tales sentimientos es la sola explicación plausible a la ausencia en los dos autos estudiados de Portugal, que ni se menciona, a pesar de que ambos conĚictos estaban estrechamente unidos; sabemos además la obsesión de Felipe IV por someter a sus díscolos vasallos lusitanosŬůŰ. Pero no quiero adentrarme de nuevo en un terreno tan poco ęable como el de la interpretación de las omisiones, tanto por no desviarme del tema como por tratarse ahora de un silencio total. Concluyamos con el Principado y esa pasión que acabo de señalar, porque la enemiga de Calderón hacia Cataluña no está exenta de lucidez, parcial, pero exacta, y su balance del conĚicto coincide con el de un historiador como LynchŬůű. Si para Cataluña las consecuencias fueron nefastas: cercenamiento del Rosellón y la Cerdaña y una guerra asoladora mucho peor que la presencia de los tercios de Felipe IV en su suelo, para la monarquía la revuelta fue una rémora decisiva en su derrota. Se abrió un nuevo campo de operaciones, esta vez en el corazón del Imperio, y el ejemplo catalán arrastró a los portugueses. Demasiados escenarios al mismo tiempo para las escasas fuerzas de los Austria. Lo que no expresan los versos de El lirio, balance de todos los acontecimientos, aunque nadie lo ignorara, ni el dramaturgo, ni el público cortesano, si bien quizá el resto de los espectadores aceptara la piadosa mentira, es que el castigo de los rebeldes supuso para la exhausta España de mediados del

Ŭůů En el tan citado Diario menudean las declaraciones que ponen de relieve el odio de los catalanes por los castellanos y el desprecio de éstos por aquellos. ŬůŰ Los portugueses se valieron del conĚicto catalán para movilizarse con más garantías y rápidamente enviaron un enviado a Barcelona, y viceversa (MHE, XXII, pp. ŰŮ-Űű y Apéndice X). Sobre el deseo de recuperar Portugal, ver Lynch, ūųųŭ, p. ūůŮ. El asunto de las relaciones con Portugal es por otra parte complejo y los gobernantes españoles no se hacían ilusiones acerca de la ędelidad del duque de Braganza segúnse deduce de EllioĴ, ūųųŪ, pp. ůűűss. Ŭůű Cf. Lynch, ūųųŭ, pp. ūŭŮ-ūŭŰ.

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siglo XVII una pena todavía mayor. En efecto, al cabo de tanta sangre, el pacto de los Pirineos sellaba su condición de potencia de segundo orden, algo que el orgullo castellano podía difícilmente sufrir: probablemente sea ahí donde debamos buscar la raíz de la virulencia con que se designa a los causantes del mortal desdoro.

Anacronismos parciales Desde la Edad Media, el teatro religioso juega con el anacronismo y los autos calderonianos no constituyen una excepciónŬůŲ; destacaremos aquellos que se vinculan con el estereotipo social y religioso, con los conversos, y con el papel desempeñado por la Inquisición. Por otro lado, ya sabemos que buena parte del arsenal antħudío aparece en el teatro por medio de burlas provocadas por una ęgura cómica y sufridas por otra de sesgo semejante; la particularidad calderoniana estriba en que la burla no emana de un personaje pagano o cristiano, exterior al mundo hebreo, por lo que como dedicaré un capítulo al gracioso judío reservo tales ejemplos para ese momento, interesándome ahora sólo por contextos serios. Tanto en éstos como en las situaciones jocosas, Calderón se apoya en una tradición bien asentada: Ƕcómo se sitúa frente a ella? ǶImita servilmente, transforma, deja de lado? Comprobaremos que la ausencia de determinados tópicos posee tanto sentido como la presencia de otros y las variaciones introducidas. Ni la circuncisión, ni el descanso sabatino ni, en el otro extremo, el crimen ritual o la profanación de hostias, lo atrajeron. Se menciona la circuncisión como símbolo de los ritos rebasados y sanguinarios de la Ley Escrita-Cataluña (El socorro general, p. ŭŬŪa). El sábado origina una broma sin intención despreciativa: PEREGRINO-Sábado es hoy, días de fiesta, para obras pías se hicieron y santificar a Dios. SIMPLICIDAD-Y díganlo los barberos, pues tarde o nunca se ve día de fiesta uno en el temploŬůų.

ŬůŲ Rodríguez Puértolas, ūųŲŭ, estudió algunos ejemplos. Ŭůų El primer refugio del hombre, p. ųűŮb. Poco después el Judaísmo recrimina al Género Humano por trabajar en sábado (p. ųűűa). Calderón parafrasea el Evangelio de San Juan (Jn ů, ų-ūŬ).

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El crimen ritual no haya acomodo; un intento fracasado de profanación de hostias se traspone en Llamados y escogidos (p. ŮŰůb) de manera poco convencional. No se recurre a la dramatización de algún caso concreto de los que recogían los Flos sanctorum y otras obras de devoción; la Sinagoga ni siquiera toma la iniciativa sino que engañada por la Mentira, acepta su proposición de robar la sagrada forma por la que pagará las treinta monedas de Judas a esta última (pp. ŮŰůb y ŮŰŲa)ŬŰŪ. Cabe citar otro ejemplo de gran complejidad: El maestrazgo del Toisón, en donde los ultrajes a una cadena con la medalla del Toisón de oro sirven para sugerir según Reyre (ūųųŲ: ūūŭ-ūūŰ) una profanación con ultrajes crueles. Más adelante se analizará esta obra, versión del Tusón del rey del cielo lopesco y se discutirá esa opinión. Baste con señalar que no se efectúa la menor alusión, con lo sencillo que habría sido, al tan traído y llevado Cristo de la Paciencia, cuya iglesia se acabó de construir en ūŰůū, por cierto: en ella se predicaban sermones de un acusado antħudaísmo durante la octava que recordaba los aciagos acontecimientosŬŰū. El Gusto de El nuevo palacio del Retiro acusaba al Judaísmo de ser logrero, para rápidamente corregirse (p. ūŮűa)ŬŰŬ, pero ese tipo de comentarios se desdeña a favor de la condena del judío genérico, expresada en contextos serios. Encontramos una crítica severa de la codicia del pueblo de Israel en dos autos, La viña del Señor y El tesoro escondido. En el primero, dicho vicio se convierte en el motor de la acciónŬŰŭ: HEBRAÍSMO-[...] Sola la dificultad es la palabra que tengo dada de haber de dar parte al Gentilismo; y es cierto que tan segura ganancia le ha de poner en deseo de entrar en ella; mas Ƕcuándo miró en humanos respetos mi codicia? [...]

ŬŰŪ Para el robo en sí se utiliza la parábola del banquete de bodas; la Mentira se introduce entre los invitados y es desenmascarada. Si ampliáramos el corpus a la Apostasía tendríamos más casos de alegorización de ese tipo de sacrilegios: pienso en La protestación de la fe. ŬŰū Cf. Pulido Serrano, ŬŪŪŬ, pp. ŭŬŪ-ŭŬų. Si bien nadie puede aęrmar que en ciertas cabezas no se efectuara ninguna asociación, desde luego Calderón nada hace por fomentarla. ŬŰŬ Luego se estudiará otro del gracioso Zabulón de Mística y real Babilonia. ŬŰŭ Calderón cuenta con una tradición reciente en que apoyarse: El heredero de Mira y El heredero del cielo, de Lope de Vega, ya estudiados.

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MALICIA-(Ap) Bien de aqueste olvido arguyo que el que con mala conciencia sólo atiende a su codicia, ni conoce qué es Malicia ni sabe qué es Inocencia (pp. ūŮŲŬa y ūŮŲůb).

Al mismo tiempo, el Padre de Familias juzga que el mejor castigo para los asesinos estriba en privarlos de dinero: PADRE-Vive, aborrecido pueblo, vive; pero despojado de haberes, que es el mayor castigo de los avaros, [...] (p. ūŮųŲb)

El tesoro escondido exige más detenimiento. A primera vista se diría que las acusaciones se repiten: GENTILIDAD-[...] daré la vuelta a mi Patria a valerme de caudales con que volverme a comprarla; que siendo la Sinagoga de todas estas campañas absoluto dueño, no dudo que viendo la paga cuantiosa, y siendo ella tan naturalmente avara, como todo su Hebraísmo, atento al logro y ganancia [...] (ūŰűűa)

Aunque la Sinagoga no concede por dinero el permiso para comprar la tierra en donde se supone que está el tesoroŬŰŮ, al ęnal se desprende una imagen de personaje interesado y marrullero: SINAGOGA-O hay Tesoro o no le hay; si no le hay, Ƕqué se desprecia? Y si le hay, Ƕcuánto mejor es que ellos a costa ajena nos le descubran, y luego, cuando ya hallado le tenga,

ŬŰŮ «SINAGOGA-[...], las supremas / majestades más se pagan / de afectos que de riquezas; / [...] / en Belén, que a mi grandeza / el vasallaje le basta / de Sentidos y Potencias / [...]», (p. ūŰŲůa).

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salir yo con la lección de donde hay dolo no hay venta? (p. ūŰŲŰa)

La utilización de un vocabulario mercantil, la estafa digna de un mohatrero, todo podía llevar al público a pensar en los portugueses famosos por sus actividades fraudulentasŬŰů. No obstante, ni los versos siguientes ni la escena ęnal corroboran tal interpretación; en vano buscaremos pullas más o menos claras a la codicia de los asentistas o alusiones al presente de tipo más amplio, ya que el tesoro escondido simboliza la viña del Señor.

La Inquisición En el discurso conocido como Brindis del Retiro un joven y quizás algo achispado Menéndez y Pelayo levantó su copa para «enaltecer su memoria, la memoria del poeta católico y español por excelencia; el poeta de todas las intolerancias e intransigencias católicas; el poeta teólogo; el poeta inquisitorial, a quien nosotros aplaudimos y festejamos, y bendecimos […]»ŬŰŰ. A pesar del interés del ejercicio, me resulta imposible seguir paso a paso la inĚuencia de los juicios de don Marcelino en la consideración que nuestro dramaturgo ha merecido a los intelectuales del siglo XX; me conformaré con un rápido análisis del lugar que ocupa el Tribunal de la Fe en unos pocos autos sacramentales. También dejaré de lado, por supuesto, los enfrentamientos del propio autor con la censura inquisitorial y por desgracia, pues lo considero digno de interés, la paradoja, al menos para mí, de que mantuviera sus distancias con la institución y no pidiera ser admitido como familiarŬŰű. Como tantas otras veces no podemos dejar de sentir cierto desconcierto ante la forma en que la Inquisición aparece en estas obras: de manera regular y laudatoria, ya sea como personaje, ya sea por medio de una alusión, pero casi nunca ęrmemente enraizada en el presente, esto es, que no se remite a intervenciones concretas, autos de fe contemporáneos, salvo una vez, al ęnal de su

ŬŰů Cf. Boyajian, ūųŲŭ, pp. ūűŭ ss. ŬŰŰ Menéndez y Pelayo, ūųŮū, p. ŭŲŰ. ŬŰű Todos los estudiosos coinciden en que ser familiar del Santo Oęcio se convierte en algo prestigioso durante el XVII; la nobleza, los miembros de los consejos y de la administración, así como sus cónyuges, tienen a gala participar de forma ostensible en los grandes autos de fe, momento en el que personajes de relumbrón se convierten en familiares. Puede verse una lista impresionante con respecto al auto de fe de ūŰŲŪ en la documentación recogida por Jiménez Monteserín, ūųŲŪ, pp. ŰűŬ-Űűű, pero lo mismo ocurrió en ūŰŬŮ o ūŰŭŬ, por mencionar dos casos bien conocidos y ya tratados.

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vida, cuando redacte El cordero de Isaías; todo lo más dos, si aceptamos unos versos de El primer refugio del hombre como sutil y chistosa alusión a los interrogatorios inquisitoriales padecidos por los marranos, testigos o acusados: APETITO-Su santa limosna den, nobles caballeros píos de la gran Jerusalén, si pobres judíos se ven para estos pobres judíos. Dan vuelta al tablado Duélanse de ansias como éstas, así Dios libre sus días de preguntas y respuestas y de malas compañías, y más si escribieren fiestas (p. ųűūb).

La disemia de «compañías», de criptojudíos, y compañías de teatro, da un marcado carácter cómico a la alusión; no obstante la Inquisición y la risa se reúnen rara vez, siendo lo más frecuente que aparezca en contextos solemnes al tiempo que carentes de un marco referencial explícito que apunte a la actualidad, a pesar de que durante el largo período de actividad del dramaturgo hubo bastantes oportunidades para elloŬŰŲ. En realidad sucede lo contrario. Tomemos como modelo El arca de Dios cautiva, de ūŰűŭ, en donde el profeta Samuel, que persigue a los idólatras, comienza por aęrmar la misericordia de Dios, dispuesto a perdonar, para acabar anunciando la existencia futura de un tribunal severísimo a cuya vigilancia nadie escapará: SAMUEL-Alzad del suelo a mis brazos, que Dios no quiere que muera el pecador, sino que viva, como se arrepienta, [...] no habrá en la campaña tienda, gruta en el monte, ni seno en la más oculta selva, que mi celo no registre, que mi cuidado no inquiera, en escrutinio de cuantos ídolos fueron herencia de Ismael; con que no dudo, que entregados a la hoguera, que en Tribunales de Fe

ŬŰŲ Bien es verdad que los antecedentes de Mira de Amescua (La Inquisición) o Lope de Vega (La siega) eran también elusivos.

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católico siglo encienda, [...]ŬŰų

La hoguera es el último recurso contra los empecinados, rara vez presente ya que su simple existencia basta para mantener a raya a los enemigos de la fe. Calderón insiste en que la Iglesia necesita un instrumento sólido de defensa contra ellos; con sólo mencionarlo, se aterrorizan: ESPINO-ȳYo no sólo me rendiré, mas contra ese sacramento escándalo pienso ser del mundo. ENCINA-ȳDe sus misterios seré yo asombro también. ALMENDRO-Por eso habrá en Toletot, ciudad que en hebreo es junta y fundación de muchos, un tribunal de la fe, que contra la depravada Apostasía y infiel Judaísmo arroje rayos de fuego LOS DOS-ȳLa voz deténŬűŪ.

En El nuevo palacio del Retiro se conęrma esa capacidad disuasiva. La Fe, previamente desdoblada en virtud y Tribunal, impide la entrada del Judaísmo en la ęestaŬűū, porque, en efecto, la Inquisición se encarna aunque no siempre de la misma manera. Puede aparecer como Tribunal de la Fe, según acabamos de verŬűŬ, como Brazo Eclesiástico (La protestación de la fe), pero domina dentro del ŬŰų El arca de Dios cautiva, p. ūŭűŭ. Señalemos que la hoguera está destinada a quemar los ídolos, no a quienes los adoran, aunque la amenaza quede en el aire. ŬűŪ La humildad coronada de las plantas, vv. ūŮųů-ūůŪŲ. Ver El sacro Parnaso (p. űųůb), para una utilización semejante: el Judaísmo, en este caso, huye ante Santo Tomás. En la edición de Rodríguez Rípodas, efectuada a partir de un manuscrito autógrafo, se incluye una didascalia que facilita la comprensión del diálogo: «Levanta [Tomás] el báculo que ha tenido siempre con la cruz de la Inquisición» (El sacro Pernaso, ŬŪŪŰ, v. ūŲŰŪ). En unos versos tachados del manuscrito de Llamados y escogidos, publicado por Arellano, aparece ya esbozado el «jeroglíęco» de cruz y espada, que remite a la Inquisición. En las notas siguientes remito a autos posteriores. Por último, cabe preguntarse por qué tachó el autor dichos versos (Llamados y escogidos, ŬŪŪŬ, vv. ūŭūū-ūŭŬű). Ŭűū P. ūŮűb. El desdoblamiento se produce poco antes cuando los pedazos del memorial del Judaísmo, roto por el Hombre, van a dar a las plantas de la Fe: «Vienen a mí, porque saben / que soy yo su tribunal» (p. ūŮűa). ŬűŬ En No hay instante sin milagro la Fe lleva una espada desnuda y una oliva; también hace referencia a la cruz, en clara alusión al escudo del Santo Oęcio, p. ūŭŮŭa. En otros autos se preęere

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escaso número de testimonios que podemos aducir la identięcación con Santo Domingo de Guzmán o alguno de sus seguidores, pues incluso en el caso anterior hay una referencia al fundador de la orden dominicana Ŭűŭ, mucho más directo en El sacro Parnaso (Santo Tomás de Aquino), o en El santo Rey don Fernando, I, obra que nos interesa particularmente por escenięcarse en ella un auto de fe, que conducirá a la muerte del hereje condenadoŬűŮ. Algunas precisiones. La decisión se toma tras haber agotado el rey todas las posibilidades, como último recurso. El público asiste a los tétricos preparativos: «Sale la Fe, delante de todos, con una cruz verde, y después, el Rey, con un haz de leña, y todos los Músicos y demás compañeros con sus haces al hombro», p. ūŬŲŮb. La ejecución sucede fuera; ni se presenta de forma más o menos simbólica, ni se sugiere por medio de algún recurso sonoro, contentándose el autor con los feroces gritos de: «¡Viva la Fe, y el Albigense muera!» (pp. ūŬŲŮ-ūŬŲů)Ŭűů. Como la acción se desarrolla en el siglo XIII, se explicita la continuidad en el tiempo de tales métodos de purięcar el cuerpo social. La Fe, la Esperanza y la Caridad «forman las tres armas de la Inquisición», p. ūŬŲűb; Domingo le explica al sorprendido Fernando el signięcado del jeroglíęcoŬűŰ: la existencia de un arma terrible que impedirá que entren en la Iglesia «[…] Apostasía / ni Hebraísmo, ni otro inęel», p. ūŬŲŲa. Ese enlace con el presente se dirige a un espectador en particular, el joven príncipe CarlosŬűű; la alusión al Hebraísmo, por su parte extiende la precaución a los conversos de quienes nos ocuparemos más tarde. dividir al personaje. Por un lado, la Justicia con la espada, por otro, la Misericordia con la oliva, y la cruz que las separa la lleva Cristo o un Ángel: La inmunidad del sagrado, p. ūūŬųb y El indulto general, pp. ūűŬŲ, ūűŭŰ y ūűŭŲ, respectivamente. Ŭűŭ «Salen el Brazo Seglar, con hábito de Santiago; el Eclesiástico, de español, también con un báculo de oliva y en el remate un escudo de las armas de Santo Domingo, y en medio de los dos la Religión», p. űŭűb. La oliva forma parte, a su vez, del escudo de la Inquisición junto con la espada, y en medio, la cruz. ŬűŮ Años antes, la víctima será el Protestantismo en un auto censurado, La protestación de la fe. He estudiado recientemente El santo Rey don Fernando en Garrot Zambrana, ŬŪūūb. Ŭűů No está nada claro que la muerte de La protestación de la fe se presente ante los ojos del espectador. El Brazo Seglar aęrma: «[…] / y pues al Brazo Seglar / del Eclesiástico pasas, / sin ensangrentar su oliva, / en ti teñiré mi espada», pp. űŮű-űŮŲ, pero el Hereje se va por su propio pie de escena. Se encontrará una solución de gran efecto visual en Mira de Amescua, La Inquisición, ŬŪŪű, vv. ūŬŮŰ-ūŬůű. ŬűŰ Unos años después, concretamente en ūŰŲŪ, en El indulto general, p. ūűŭŲb, se repite la misma situación con ciertos cambios: la Culpa se hace a sí misma una pregunta retórica. Ŭűű A quien se le recuerdan los lazos indisolubles que unen al soberano con la defensa de la religión y de manera especíęca con el Santo Oęcio: «FE-[…] que a un Rey Católico no / hay silla, estrado o dosel, / como la Cruz, que preside / al Tribunal de la Fe». P. ūŬŲűb. A continuación las tres virtudes dan un tronco, una espada y la oliva que forman el escudo de la Inquisición, el jeroglíęco que Fernando no comprende.

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Por todo ello resulta como poco extraño que hasta ūŰŲū la espada o la hoguera no se dirħan contra quienes en la España de aquel tiempo eran sus principales víctimas, los criptojudíos. También llama la atención que en un género que no desdeña la asociación con ęguras históricas contemporáneas: reyes, virreyes, validos, el Santo Oęcio se vincule con personajes abstractos o en todo caso con dos dominicos, Santo Domingo y Santo Tomás, anteriores a su fundación en Castilla. ǶPor qué no recurrir a Torquemada, a quien nunca se menciona? Es más, si la Inquisición medieval estuvo en manos de los dominicos y los primeros inquisidores nombrados por los Reyes Católicos pertenecían a esa misma orden, en el siglo XVII hubo dos nada más, Aliaga (ūŰūŲ-ūŰŬů) y Sotomayor (ūŰŭŬ-ūŰŮŭ)ŬűŲ. Siguiendo con las preguntas ǶPor qué no mencionar al Inquisidor en actividad en el momento de la función? Preguntas retóricas, dada la casi imposibilidad de pronunciarse, pero me arriesgaré a dar algunos elementos de respuesta. Tanto el ceremonial de los autos de fe según lo recogen algunas relaciones como los testimonios pictórica más conocidos conceden gran protagonismo a la orden dominicana y a su fundador. En la muy conocida Relación del auto público de Fe, que se celebró en esta corte. Domingo Ŭū de enero de ūŰŬŮ de Almansa y Mendoza, leemos lo siguiente: […] a quienes seguía otros ciento [caballeros familiares] todos con sus hábitos, llevando en el pecho el celo del gran patriarca Santo Domingo […] Detrás, setecientos religiosos de todas las sagradas religiones […] y en el último lugar la de S. Domingo, que llevaba por remate levantada la cruz verde […] A la Cruz se seguía el resto de los familiares […] en esta parte hħos todos de S. Domingo de Guzmán, imitadores del celo de S. Pedro Mártir de Verona […]Ŭűų

Si pensamos en el cuadro de Berruguete Auto de fe presidido por Santo Domingo de Guzmán de ęnales del XV y en el de Francisco Rizi dedicado al auto de fe

ŬűŲ Bennassar, ūųŲŭ, pp. űų-ŲŪ. En el siglo XVI hubo otro dominico, Loaysa, y tras fallecer Calderón, otro. Bennassar concluye que ni siquiera fueron mayoritarios en la Suprema. Ŭűų Cito por Simón Díaz, ūųŲŬ, pp. ŬŲű-ŬŲŲ. Corrħo la ortografía. No se olvide por parte la existencia de una cofradía inquisitorial que subraya esa continuidad, la congregación de San Pedo Mártir que tan destacado papel desempeñó en el caso del Cristo de la Paciencia; justamente el encargado de predicar en el auto de fe de ūŰŭŬ fue un dominico, el futuro Inquisidor general «fray Antonio de Sotomayor, confesor de su Majestad» (Gómez de Mora, Relación del auto de la fe celebrado en Madrid este año de ūŰŭŬ, ūŰŭŬ, fol. ūŪ).

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de ūŰŲŪ, pintado en ūŰŲŭ (ambos en el madrileño Museo del Prado)ŬŲŪ, encontramos un mismo protagonismo. Más aún, Berruguete hace presidir a Santo Domingo una ejecución sucedida dos siglos largos después de su muerte. Según Pierre Civil lo que se pretende es establecer la continuidad entre la Inquisición papal y la española y legitimar en cierto modo la actividad de esta últimaŬŲū. Dicha legitimación parece menos necesaria durante el siglo XVII, ciertamente, pero las líneas arriba citadas de Almansa no la desmientenŬŲŬ. La tradición teatral, menos todavía, porque puede que Calderón siga el modelo de La Inquisición, de Mira de Amescua, en donde actúan como inquisidores que condenan a la Herejía Santo Domingo de Guzmán y San Pedro Mártir de Verona, mencionados en la Relación, a quienes se une Santo Tomás de AquinoŬŲŭ. El diálogo también insiste en la continuidad histórica de la Herejía pues Mira incluye maniqueos, arrianos, al luteranismo, calvinismo y protestantismo perseguidos por el Santo Oęcio de EspañaŬŲŮ. Volviendo a nuestro principal asunto, esa forma tan particular de aludir al peligro del Judaísmo pero sin llevar a sus últimos consecuencias los instrumentos con que contaba la católica monarquía para combatirlo desaparece cuando, a las puertas de la muerte, Calderón escriba El cordero de Isaías en ūŰŲū, obra que atesora más de una sorpresa para el investigador atento, no ya por la presencia del auto de fe sino por el papel que el dramaturgo concede a los monarcasŬŲů. Jiménez Monteserín, aęrma que Carlos II le insinuó al Inquisidor general su deseo de asistir a un auto general de fe, para imitar a su padre que hizo lo ŬŲŪ Para el cuadro de Rizi ver Caballero Gómez, ūųųŮ. Esboza una lista de testimonios iconográęcos en pp. Űų-űū. ŬŲū Cf. Civil, ŬŪŪŬ, p. ŰŮ. ŬŲŬ En el auto de ūŰŲŪ, escenięcado en El cordero de Isaías, se produce un fenómeno semejante: se pregona el ŭŪ de mayo, ęesta del rey san Fernando, que ordenó celebrar el primer auto de fe. A este último acontecimiento le dedicaremos varias páginas cuando estudiemos a los conversos. ŬŲŭ El cuadro de Berruguete estaba destinado al convento de Santo Tomás, de Ávila, como parte de un tríptico: las otras dos tablas se dedican a San Pedro Mártir y a Santo Tomás. Véase Civil, ŬŪŪŬ. ŬŲŮ Cf. Mira de Amescua, La Inquisición, ŬŪŪű, vv. ūūųŲ-ūŬŪů. ŬŲů Carlos II se casó en ūŰűų con María Luisa de Orleáns y su boda se alegoriza en El indulto general ya citado, que se estrenó en ūŰŲŪ. Además de la boda y del indulto concedido por el monarca que justięca al título, se hace alusión a otra «circunstancia»: el auto de fe que se estaba preparando y cuyo pregón se dio el ŭŪ de mayo, Jiménez Monteserín, ūųŲŪ, p. Űŭű, algo después del día del Corpus que ese año cayó el ŬŲ. Para el aspecto circunstancial de la obra ver la Introducción de la edición de Arellano y Escudero, El indulto general, ūųųŰ. He profundizado en el estudio de este auto en un artículo en prensa: «Calderón en tiempos de Carlos II: el poeta cortesano ante el poder político».

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mismo en ūŰŭŬ. Por ese motivo el ŭŪ de junio de ūŰŲŪ se celebró en Madrid en lugar de en Toledo un auto general en donde se enfatiza la trascendencia por la participación de los soberanos, acompañados por la reina madre, y en particular del joven monarcaŬŲŰ. El Inquisidor general, Sarmiento, se acerca al balcón de los reyes. Carlos II se descubre y escucha la lectura de un documento: “Vuestra Majestad jura y promete por su fe y palabra real, que como verdadero y católico Rey, puesto por la mano de Dios, defenderá con todo su poder la fe católica que tiene y cree la Santa Madre Iglesia apostólica de Roma y la conservación y aumento della, y perseguirá, mandará perseguir a los herejes y apóstatas contrarios della, y que mandará dar, y dará el favor y ayuda necesario para el Santo Oęcio de la Inquisición, y ministros ella, para que los herejes perturbadores de nuestra religión cristiana sean prendidos, y castigados conforme los derechos y sacros cánones, sin que haya omisión de parte de vuestra Majestad, ni excepción de persona alguna, de cualquiera calidad que sea”. Y su Majestad respondió “Así lo juro y prometo por mi fe y palabra real”

De los ūŪŮ penitenciados, casi todos portugueses, el más importante, don Diego Gómez de Salazar, fue quemado en eęgie con las de sus hħos Gabriel y Andrés. De él se dice […] alias Abraham Gómez de Salazar, de nación portugués, vecino y hombre de negocios en esta corte, reconciliado por la Inquisición de Toledo en veinte de febrero de ūŰŰű; ausente fugitivo, judaizante relapso, que murió en el barrio de Sancti Spiritus de Bayona de Francia […]ŬŲű

ǶCómo se lleva a escena todo ello en la obra? En la acción dramática nos encontramos ante varias situaciones y actantes recurrentes; incluso el principio del desenlace semeja reiteración de lo ya visto con anterioridad en precedentes ęestas sacramentales. Un Pueblo Romano que en última instancia abraza el cristianismo, opuesto a un Pueblo Hebreo persistente en su ceguera. El público conocía el resto: el réprobo será condenado al exilio y si se atreve a proferir amenazas, aparecerá el Tribunal de la Fe para recordarle que él se encargará de proteger a España de los enemigos de Dios. ǶQué es lo que cambia ahora? Sencillamente, la puesta en escena de

ŬŲŰ ŬŲű

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En el cuadro de Rizi se los ve compartiendo el mismo balcón. Citado por Jiménez Monteserín, ūųŲŪ, pp. űŪū-űŪŬ y űŬų respectivamente.

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un auto de fe en que el Hebraísmo será quemado tras perder sus bienes por no querer abjurar: HEB-Es verdad; no me arrepiento; y si mil vidas tuviera, mil vidas... FE-ȳCalla blasfemo; ponedle dura mordaza, y porque relapso y protervo muera en la pública llama, con general perdimiento de sus bienes y heredadesŬŲŲ. (El cordero de Isaías, p. ūűűŪa)

No cabe duda, Calderón que, ante la riada de procesos que incriminaban a individuos con quienes forzosamente tuvo alguna relación, había preferido mantener alguna esperanza y limitarse a condenar al Judaísmo a destierro hasta su conversión al ęn de los tiempos, según la tesis paulina, constata que la pedagogía del miedo, en palabras de Bartolomé Bennassar, no es suęciente. La presencia del Santo Oęcio que en otros autos bastaba para que los enemigos de la Fe huyeran espantados no tiene la suęciente capacidad disuasiva. Ironías de la historia: en su primer auto de tema judaico, Calderón tranquilizaba al espectador sobre la posibilidad de que los sefardíes regresaran a suelo hispano gracias a la presencia del Santo Oęcio; en el último reconoce la existencia de un núcleo de irreductibles, enraizado en el corazón de Castilla, contra quien no hay otra solución que el fuego purięcador antes reservado a la Herejía protestante. Por fortuna, parece decirnos, la Inquisición vela, ęrmemente apoyada por la Monarquía según lo conęrman los versos siguientes en donde la reina Candazes, alusión velada a María Luisa de Orleáns, debe pronunciar un solemne juramento: CAND-ǶA qué aguardas? PHILA que hagas el preciso juramento en el Libro de la Ley y en el Sagrado Madero

ŬŲŲ En La viña del Señor, aunque en un contexto en el que no aparece en absoluto el Tribunal de la Fe encontramos ya la palabra conęscación, de inevitables ecos procesales: «HēO-[al Gentilismo] […] della [la viña] y de los conęscados / bienes de la Sinagoga / toma posesión […]» (p. ūŮųŲb). Conviene aclarar que los bienes de la Sinagoga consisten en la dote que llevó al matrimonio, según lo acaba de decir el PADRE.

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de la Cruz. CAND- Pues Ƕqué esperas? Pónele un misal y una cruz a la Reina para hacer el juramento PHIL-ǶJuráis que en todos los tiempos, como Católica Reina defenderéis el derecho de la Religión Cristiana, arrojando y persiguiendo a todos sus enemigos? CAND-Así lo juro y prometo por mi Fe y palabra real. (El cordero de Isaías, p. ūűŰųb)

El espectador de El cordero de Isaías que tuviera en la memoria el desarrollo del auto de fe experimentaría la misma extrañeza que el lector de estas líneas al comprobar que, en vez de Carlos II más o menos alegorizado, jura su joven esposa, con quien había contraído matrimonio en ūŰűų. Por mucho que el relato bíblico alegorizado se reęera a una Reina, en el plano del presente el protagonismo concedido a la joven consorte y, sobre todo, el olvido a que se relega al soberano resulta incluso chocante. También da que pensar la renuencia a referirse de manera clara a los penitenciados como conversos, esto es, que no se menciona el hecho de que se condena a individuos bautizados, que en todo caso tendrían que considerarse como apóstatas o herejes que abandonan la fe católica, mas no como judíos, siendo éste otro de los asuntos más difíciles de evaluar, pues no conviene confundir esa reticencia con la voluntad de no distinguir entre judíos y cristianos nuevos perceptible en buen número de escritores de la época.

Los conversos Entre los personajes de El socorro general destacaba un Zabulón que transitaba sin gran convicción de una religión a otra, rasgo que comparte con otros graciosos judíos de tiempos de Lope; ya señalé la dięcultad de vincular tal actitud con la realidad social. Esos personajes actúan ante todo como graciosos, su función es hacer reír y no poner en tela de juicio la sinceridad de un grupo, por otro lado de tan difícil contorno, como el de los conversos peninsulares, más aún tras la llegada masiva de los portugueses. No obstante, por mucho que insistamos en ese valor o, incluso, si aceptamos la interpretación simbólica de la pareja Sofía-Balán propuesta por Casalduero, tan distinta de la formada por Zabulón-Apostasía con la cual tenemos que compararla, no podemos olvidar completamente el referente histórico.

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Antes que las dudas o el oportunismo religioso de Zabulón, que evidentemente se volverá en su contra, lo que nos interesa es su estatuto religioso. ǶCómo lo perciben los demás tras el bautismo? ǶLo consideran como cristiano legítimo o como miembro de un grupo particular? ǶDespierta sospechas su conversión? ǶTras desertar regresa a las ęlas de la Sinagoga? Zabulón carece de convicciones y como tampoco tiene valor decide ponerse del lado del más fuerte: ZAB-Pero quién me mete a mí sino en ser país neutral [...] Aquí mi industria comience a declararse, y pues veo que cantando a esta victoria viene la Iglesia, la gloria, guardo el individuo mío, con los jodíos, jodíos, con los cristianos, cristianos (p. ŭŬŮb).

Opinión que comparte con otros graciosos cristianos, como Rústico de El Santo Rey don Fernando, IŬŲų. El Bautismo no lo reconoce como suyo, pero cuando expresa su deseo de pasarse a las ęlas de la Iglesia lo recibe con los brazos abiertos tal y como suele acontecerŬųŪ. Ahora bien, el bautismo del gracioso no puede transcurrir sin bromas: IGLESIA-Bautismo, con tu señal plaza le asienta. BAUTSi haré, porque con piadosos modos a nadie negarme espero. ZAB-Pues hágase uzé dinero, verá si se niega a todos (p. ŭŬůa)Ŭųū.

ŬŲų «RÚST-[...] / majadero, Ƕsi no hay / más que esta Vida, simpleza / no es poręar en abreviarla? / ǶMejor no te está que seas / con el Cristiano, Cristiano; / y de esa misma manera, / que con el Jodío, Jodío, / con el Moro, Moro? Deja, / que dure lo que durare / y en argüir no te metas» (p. ūŬŲŬb). Palabras destinadas al Albigense a quien van a quemar por hereje, que el gracioso pronuncia cuando al Rey le pregunta a dónde se dirige con un palo en la mano. ŬųŪ Una pregunta para la que no tengo respuesta está relacionada con el vestuario. Cuando el gracioso sale a escena por primera vez la acotación nos dice «sale Zabulón vestido de judío ridículamente» (p. ŭūųa). ǶVa vestido así cuando se encuentra con la Iglesia y el Bautismo y en general durante el resto de la representación? En cuanto a la alegría ante la conversión cf. estos versos de El día mayor de los días: «Y así, otros cinco talentos / tendrán en justo interés / los que católicos pasen / de la Ley Escrita a ser / obreros de la de Gracia», p. ūŰůųb. Ŭųū Poco antes, cuando el Bautismo intenta convencer a la Sinagoga de lo infundado de su

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Quien despierta sospechas en el campo de la Iglesia es la Apostasía, en cambio nadie parece sospechar de Zabulón a quien tampoco persigue con sus crueles bromas ningún gracioso cristiano. Abandona la Iglesia por hambre, por miedo y por falta de verdadera fe, que intenta compensar con la saña que expresa con respecto a sus antiguos correligionarios: ZAB-De todos esos jodíos que te hacen oposición hagas tal inquisición que les atajes los bríos aunque los abuelos míos sean leño de su hoguera (p. ŭŬůa).

El personaje ni es católico, ni es judío, es, antes que nada, vector cómico: GENT-ǶEres Gentil? ZABLo seré, si importare a la maraña y si el talle no me engaña. GENT-ǶCómo te llamas? ZABNo sé. Judío fui Zabulón, Juan cristiano; y si a tener llego ahora gentil acción, Nerón seré, y vendré a ser Zabulón Juan de Nerón (ŭŭŬa).

El carácter lúdico de esta ęgurilla se señala de forma indirecta en otro parlamento en el que Zabulón se recrimina por la decisión de pasarse al campo de la Iglesia: ZAB-ǶQuién sin qué ni para qué a mí me metió en andarme a jugar con el Bautismo a pásate acá, compadre? Pero ahora que caigo en ello, Ƕhabrá otras calamidades que las mías? […] (p. ŭŬŲa)ŬųŬ

rebelión había dicho: «Señor Sacramento de agua, / vos fuérades más bien visto / acá de todos, si fuerais / otro que hay allá de vino» (p. ŭŬŪb). ŬųŬ Acto seguido asistimos al contraste entre el tratamiento serio y el humorístico de la duda, en un fragmento ya citado, cuando la Apostasía y Zabulón contemplan «una Forma grande». La Apostasía sufre por no creer y, según se indicó, se arroba como hiciera el Judaísmo de El nuevo palacio del Retiro, mientras que Zabulón expresa su escepticismo ante la posibilidad de saciar sus tremendas ganas de comer con tan poca cosa.

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Esta caracterización supeditada al tipo teatral más que a ningún otro motivo no nos exime de preguntarnos con qué podía relacionarlo el público: si se está apuntando al criptojudaísmo contemporáneo, si no estaremos ante una imagen semejante a la proporcionada por los escritos polémicos en contra de los descendientes de quienes fueron a la pila bautismal por su propio pie, por utilizar la conocida perífrasis; esto es, la idea de que cristiano nuevo es el otro nombre del judío o, como poco, que no hay ningún buen converso pues carecen de cualquier fe. Para ello debemos dejar claro qué función desempeña la religión judía y sus ęeles en El socorro general, papel secundario, porque Calderón se sirve de ellos para designar a Cataluña. La alegoría se construye a partir de la semejanza Ley Vieja / fueros; religión obsoleta / leyes obsoletas; Sinagoga / Diputación; pueblo judío / catalanes. Por el momento nadie ha expuesto la teoría de que Calderón consideraba que los rebeldes eran judaizantes. Por esa razón me parecería discutible vincular a Zabulón con los conversos en general, y con los ricos portugueses en particular, concretamente, con aquellos que huyen a Ámsterdam, a pesar de que la Apostasía se lo lleve consigo. Su pobreza impide asociarlo con un poderoso hombre de negocios; su ignorancia lo aparta de los taimados ateístas partidarios de la razón de estado. Por último, la huida de Zabulón no lo devuelve a la religión mosaica, en la que no cree, sino que adopta la forma de abandono de la fe: no es una vuelta atrás, una reconciliación con la Ley de Moisés, sino un salto hacia adelante, hacia los dominios de los apóstatasŬųŭ. El típico discurso anticonverso que justięca desconęanza y discriminación se diluye en medio de tantas ambigüedades, que resulta arduo determinarse, como digo, cuando habría sido de lo más fácil apuntar con claridad si tal hubiera sido la intención. Calderón llevará a las tablas treinta años después a otro converso, muy distinto del anterior. El santo rey don Fernando, IŬųŮ, desarrolla la antigua leyenda del judío toledano que se convierte tras descubrir dentro de una peña un libro de madera escrito en tres lenguas: el texto anuncia el advenimiento de CristoŬųů. La obra, un espejo de príncipes para el pequeño Carlos IIŬųŰ, mezŬųŭ «APOST-Porque cualquiera que deje / la Religión que tomó / es mío» (p. ŭŭŬb). Justo lo que no se expresa en El cordero de Isaías según lo acabo de recalcar. ŬųŮ Para un estudio más detallado ver la amplia introducción de Arellano, Escudero y Pinillos. Ŭųů La leyenda tuvo amplia circulación en la Edad Media pues a ella se reęere Dahan, ūųųŪ, pp. Űŭ-ŰŮ. ŬųŰ Además de la prístina imitatio Christi, Fernando, «amado y temido a un tiempo», rey justo, bondadoso, protector de las armas y las letras, virtudes que lo adornaron desde la infancia (p.ūŬűŬ), sirve de ejemplo para el futuro rey Carlos. Los enlaces con el presente, dentro de la teoría política desplegada por Calderón en abundantes obras, resultan bastante claros: por un

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cla personajes abstractos (algunas virtudes: Fe, Esperanza y Caridad), con otros concretos más o menos alegorizados, por ejemplo, la Religión (Santo Domingo), Hebraísmo y Alcorán, a la vez representantes de los vasallos judíos y musulmanes de los reyes medievales castellanos, en tal sentido, pues, personajes antonomásticos, salvo que el Hebraísmo está fuertemente individualizado: es el único rabino de la decaída aljama castellana (p. ūŬűŪ). El Rey, por su parte, es ęgura Christi, no en el sentido de anunciador, sino de imitador, ChristomimetesŬųű. El reparto incluye a Rústico, gracioso cristiano, que disfruta lanzándoles pullas al judío y al musulmán con quienes trabaja en el monte de donde se arrancan las piedras para construir la catedral de Toledo: ALCOR-ǶQué hace tu Profeta, Alá, que ni me vale, ni ampara? RÚST-Estará comiendo setas, que es el fruto de sus plantas. HEBR-ǶQué hace (oh Gran Dios de Israel!) tu Piedad que tanto tarda? RÚST-Tan bien contigo le fue una vez que vino... (p. ūŬŰųa).

Los españoles de ūŰűū no estaban acostumbrados a ver trabajar juntos a tres personajes como éstos, por ello Calderón decide aprovechar la llegada de la Apostasía, un albigense, para dar explicaciones: ALCOR-[...] que si a los dos nos permite, es porque al Hebraísmo halla

lado el entronque con la Casa de Austria, que será su «última ruina» (expulsión de los moriscos), por otro, semejanzas con la vida de Carlos. Fernando, como su primo San Luis de Francia, según recuerdan los versos, y al igual que Carlos II, creció sin su padre, y su madre ocupa la regencia (pp. ūŬűū-ūŬűŬ). Tampoco olvidemos que el rey francés contemporáneo, primo de Carlos, también quedó huérfano muy pronto. En realidad el caso de Fernando dięere por cuanto su padre no falleció, sino que el matrimonio de sus progenitores fue anulado por consanguineidad de los contrayentes. Por último, Calderón incluye un encendido elogio de las respectivas madres de los monarcas. Los enlaces explícitos se encuentran en la loa de la Segunda parte: «MADRID-Que es mirarse al espejo, felice anuncio, / de Fernando Tercero, Carlos Segundo. / MÚSC- Que es mirarse al espejo, felice anuncio, / de Fernando Tercero, Carlos Segundo: / pues Virtud y Victoria previene en Carlos, / empezar un Rey Ángel, con un Rey Santo» (p. ūŬųů) y en el ęnal de este mismo auto, cuando se establece una línea que va de Fernando a Felipe III, que expulsa a los moriscos, a Felipe IV, gran devoto del sacramento de la Eucaristía y al propio Carlos (p. ūŭūų). Ŭųű «El gobernante cristiano se convirtió en el Christomimetes –literalmente, el actor o personięcador de Cristo- que representaba en la escena terrena la imagen viviente del Dios con dos naturalezas […] » (Kantoro icz, ūųŲů, p. ůű).

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tolerado de otros reyes, en cuyo hospedaje paga ciertos tributos; y a mí, en fe a la real palabra de Alfonso, que conquistó a Toledo, y él la guarda (p. ūŬűūa).

El judío descubre el libro de madera oculto en una piedra que se abre por sí sola: da cuenta de su hallazgo a sus compañeros, cuando llega el Rey, el cual, sorprendido al verlos inactivos, los reprende sin aspereza. Más aún los trata con extraordinaria cordialidad: REY-ǶQué es esto amigos? Pues tanta ociosidad... Mal cumplís lo que mi amor os encarga. Pero no quiero reñiros, [...] REY-Ven acá, amigo, Ƕqué tienes? ǶQué has menester? ǶQué te falta? (p. ūŬűŭ)

Tras leer el texto, la Apostasía convence a Hebraísmo y Alcorán de que se unan a él en la lucha contra la fe católica, pero la conjura se queda en nada por la aparición de Rústico que conduce el diálogo al terreno cómico (p. ūŬűŲa), pronto abandonado a su vez, porque la acción va a dar un vuelco. En efecto, el judío visita al monarca para llevar a cabo el plan concertado; sin embargo, la actitud de Fernando lo conmueve de tal manera que decide abandonar la Ley de Moisés: MUSICA-Alerta al triunfo de Caridad, alerta. REY-Amigo, hermano, seamos, si no mejores, siquiera menos malos; yo por ti a Dios rogaré; tú ruega por mí, y vete en paz; mas no por miserable me tengas [...] Y no quiero que se entienda, que te mueve el interés de dádivas y promesas; voluntario has de venir, [...] HEB-[...] por las calles y las plazas, iré diciendo a la hebrea nación de quien Maestro fui,

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que es verdad que Cristo era, el Verdadero Mesías, que por siglos Vive y Reina (p. ūŬűųb).

Y en efecto, según se lo cuenta Rústico al albigense, todo Toledo celebra la conversión colectiva. Me parece que no se ha prestado la suęciente atención ni a las razones del bautismo, ni a la forma en que se presenta, en relación con la desconęanza de buena parte de la sociedad española frente a la sinceridad de los cristianos nuevos. Las fuentes antiguas, escuetas, se limitan a presentar una conversión milagrosa motivada por el descubrimiento del libro en la viña en que trabaja el judíoŬųŲ. Reyre se ęja en que Calderón da un enorme protagonismo al monarca, responsable del cambio operado en el hebreo gracias a su actitud ejemplar y asombrosa. Si en otro trabajo esta investigadora había minusvalorado el caso de este rabino sincero por tratarse de una mera leyenda que remite al pasado medieval, cuando según ella se aceptaba mejor a los conversos (), en su artículo posterior ni siquiera se detiene en la ęgura del cristiano nuevo, limitándose a destacar el equilibrio entre el tratamiento sorprendentemente favorable que reciben tanto el rabino como sus correligionarios por parte del Rey y la Iglesia y el habitual antħudaísmo expresado a través de Rústico; orilla de este modo las consecuencias del bautismo, esto es, que el personaje pasa a ser cristiano y como tal debemos considerarlo a partir de determinado momentoŬųų. Ahora bien, el discurso antħudío tradicional acusaba a los cristianos nuevos de abrazar el cristianismo para medrar únicamente, algo que aquí se desmiente sin ambages: «Y no quiero que se entienda / que te mueve el interés», dice Fernando. Lo logra la caridad, el ejemplo, algo que un antiguo alumno de los jesuitas debía apreciar en su justo valorŭŪŪ. Y como sucede en la Roma

ŬųŲ La versión latina recogida por J. Klapper, ūųūū, pp. Űŭ-ŰŮ, milagro Ųū, es tan breve como la que citan Arellano, Escudero y Pinillos, sacada de Núñez de Castro: apenas unas líneas. Este autor, a su vez, remite a fuentes más antiguas. Ver Calderón, El santo rey don Fernando, I, ūųųų, pp. ŭů-ŭű. Ŭųų Me reęero a Reyre, ūųųŲ y ŬŪŪŬ. ŭŪŪ Léanse estas líneas del Padre Rivadeneira acerca de las conversiones de judíos romanos por la compañía de Jesús: «Y así, muchos judíos, movidos por la caridad de los nuestros y con el buen ejemplo de algunos de los suyos que ya había recibido el bautismo, se convirtieron a nuestra fe; entre los cuales fueron algunos principales, que importaban mucho para la conversión de los demás». Rivadeneira, Vida del padre Ignacio de Loyola, ūųůŬ, p. ŰŬ. Durante los años de polémica contra la política de Olivares, entre los «ęlosemitas» se contaba a los miembros de la Compañía de Jesús; en particular el padre Poza, amigo del valido y del confesor de éste, el padre Salazar, otro jesuita. Pulido piensa incluso que Pacas Mazo de la Isla de los Monopantos sería un anagrama de Poza. Cf. Pulido Serrano, ŬŪŪŬ, pp. ŭŪ-ŭů.

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del XVI o en la España medieval, la conversión de un miembro eminente de la aljama arrastra otras muchas. Llamativamente el único en oponerse es el hereje, en cambio los «buenos cristianos» la aceptan gozosos: Tócanse chirimías y sale la Caridad delante, con un ramo de oliva en las mano; detrás de ella, el Judaísmo, con toda la Música, hombres y mujeres, que puedan, todos vestidos a lo judío con ramos en las manos; detrás el Rey y por otra parte, Domingo (p. ūŬŲŪb).

Acto seguido, la Caridad pide que se abran las puertas de la Iglesia. Lo repite varias veces con respaldo de la Música, a lo que Domingo (la Religión) responde: ǶCuándo las tuvo cerradas, a la Caridad la Iglesia? Entrad que yo en nombre suyo, ya a todos las tengo abiertas (p. ūŬŲŪb).

ǶCómo no pensar, por otro lado en la entrada mesiánica en Jerusalén?ŭŪū Pero lo más extraordinario está por llegar, pues como sabemos al Domingo de Ramos sigue el viernes de Dolores. En El santo rey don Fernando, I, se sorprende al espectador por la desaparición de cualquier indicio de versatilidad o poca ęrmeza de los catecúmenos; más aún, el rabino está a punto de convertirse en mártir del cristianismo. Calderón le da la vuelta a una situación tópica y generalmente cómica, la del judío humillado por alguien más fuerte: desde Cervantes a Moreto se pueden allegar suęcientes ejemplosŭŪŬ. En este caso, sin ningún atisbo de befa con respecto a otros momentos de la obra en que Rústico embromaba a su compañero de fatigas, la Apostasía lo insulta, «caduco hebreo», luego lo maltrata, y se dispone a matarlo cuando a los gritos del anciano acuden el Rey, Santo Domingo y la Caridad (pp. ūŬŲū-ūŬŲŬ). El neóęto salva la vida y el hereje será ajusticiado. En consecuencia los dos judíos ganados por la Iglesia en los autos calderonianos se apartan del estereotipo, cada uno a su manera. Zabulón, a quien repito nunca se le acusa de judaizar, acaba llegando en razón de su materialismo grosero a una especie de ateísmo que comparte con otros graciosos ŭŪū Cf. las pp. ūŬŲŪ-ūŬŲū. ŭŪŬ En el apartado dedicado al gracioso judío calderoniano insistiré en ello. La excepción a la risa a costa del pobre judío estriba en una de las vejaciones de Tristán en Los baños de Argel, concretamente cuando quiere obligar al anciano a que le lleve el tonel, de cuyo carácter cómico puede dudarse. Véase Garrot Zambrana, ŬŪŪŭ.

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cristianos, sin ir más lejos el propio Rústico, según comprobamos cotejando las dos citas siguientes: ZAB-ǶDe qué provecho es morir un hombre? De nada; pues si me pierdes, no hay después otra vida que vivir (p. ŭŬŭb). *** RÚSTICO-[...] que es muy grande bobería no haber otra [vida], y perder ésta (p. ūŬŲŭa)ŭŪŭ.

En cuanto al rabino, debe reconocerse que desafía el horizonte de expectativas y toda esa corriente que acusaba a los conversos de bautizarse por interés, de ser herejes y logreros. Al menos yo no conozco otros judeoconversos castellanos que estén a punto de morir por mantenerse ęrmes en su nueva feŭŪŮ. Arellano, Escudero y Pinillos sugieren que Calderón está inspirándose en el fabuloso episodio del archisinagogo Eleazaro, de quien ya hablamos, mártir junto con sus ocho hħos en FranciaŭŪů; en opinión de Reyre el trasfondo toledano haría aceptable la humildad del rey ante el hebreoŭŪŰ. Pero, independientemente del conocimiento que el público madrileño pudiera tener en ūŰűū de esa fábula, discutida al tratar de la «Sinagoga de España», no resolvemos el problema de los descendientes de aquellos hebreos medievales. Tampoco se analiza el valor ejemplar de San Fernando. Con respecto al primer aspecto, se está tratando, entre líneas, la cuestión de la existencia de dos tipos de conversos, aquellos que son buenos cristianos frente a otros, los apóstatas, asunto que no ha dejado de causar polémicas, como sabemos, y que se menciona incluso en textos bastante antħudíos como Sentimientos a los agravios de Cristo Nuestro Bien por la Nación Hebrea de Lope. Tal salvedad no aparece en los mantenedores de la ecuación converso igual a judío, los Simancas, Sandoval, Quevedo, y un largo etcétera, entre quienes habría que contar al propio Lope

ŭŪŭ Pero de manera algo contradictoria, Rústico parece movido por la Fe, aunque sea la del carbonero. Por esa razón acude a la ceremonia y cuando Fernando se prepare a la guerra contra el rey moro de Sevilla decide participar en la cruzada: «Desta vez / dejo el azadón, y trueco / el sayo por el arnés» (p. ūŬŲŲb). ŭŪŮ En El horno de Constantinopla Rubén está dispuesto al martirio pero su conversión es sobrenatural y la acción se desarrolla en coordenadas espacio-temporales lejanas. ŭŪů El santo rey don Fernando, I, ūųųų, p. ŭű. Lo relata Quintanadueñas, Santos de la imperial ciudad de Toledo, pp. Ŭ y ūŭų ss. ŭŪŰ Cf. Reyre, ŬŪŪŬ, p. ųŭŭ.

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cuando escribe El niño inocente de La Guardia. Me conformaré con citar dos textos distantes en el tiempo, pero también por su carácter. El primero, relativamente moderado en relación con el segundo, fue escrito por fray Prudencio de Sandoval en defensa de los estatutos de la catedral de Toledo: No condeno la piedad cristiana que abraza a todos; que erraría mortalmente, y sé que en el acatamiento divino no hay distinción del gentil al judío; porque un solo es Señor de todos. ǶMas quién podrá negar que en los descendientes de judíos permanece y dura la mala inclinación de su antigua ingratitud y mal conocimiento […] Así, el judío no le basta ser por tres partes hidalgo, cristiano viejo, que sola una raza lo inęciona y daña, para ser en sus hechos, de todas maneras, judíos dañosos por extremo en las comunidadesŭŪű.

Quevedo extrema la virulencia del ataque: Tal es aquella nación que los príncipes no tuvieron por salud entera desterrarlos. Antes, por todo lo dicho, reconocieron el peligro y el contagio en pequeña participación de sus venas. El vaho de su vecindad inęciona, su sombra atosiga [...] Siempre empeora la buena sangre con que se junta y por eso la busca. Nunca se mejora con la buena en que se mezcla y por eso no la teme [...] Y no es ajeno de razón achacar esto [distintos reveses militares] a los judíos que tenemos, pues lo tenemos en premio de los que echamosŭŪŲ.

De forma implícita, Calderón se sigue situando contra quienes propagan y comparten dicterios de este jaez. Y no me resisto a traer a colación un framento de El maestrazgo del Toisón en los que poco, por no decir nada, se ha reparadoŭŪų. Cuando el Duque establece las ordenanzas de la nueva orden, se hace hincapié en la ausencia de encomiendas y probanzas: DUQUE-[…] No han de tener encomiendas ni pruebas sus ordenanzas: encomiendas, por ser orden de pobreza voluntaria,

ŭŪű Fray Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, p. Ŭŭų, apud Caro Baroja, ūųŰū, II, p. ŭŪŰ. ŭŪŲ Quevedo, Execración de los judíos, ūųųŭ, pp. ŰŪ-Űū. ŭŪų Escribo estas líneas sin haber leído la edición de la colección Autos Sacramentales, preparada pero que todavía no ha salido a la luz, en la que quizá se anoten y comenten estos versos.

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que sólo ha de mantenerla el tesoro de sus arcas: ni pruebas, porque no excepta personas, que quien a tanta dignidad llegue en la Fe, la notoriedad le basta (p. ųŪűa).

ǶEra realmente necesario escribirlos si no se quisiera aęrmar la importancia del mérito personal por encima de la fecha en que los antepasados de una persona meritoria habían recibido el bautismo? Con respecto al segundo aspecto, el valor ejemplar del monarca castellano-leonés, llama la atención que no se piense en que si Fernando imita a Cristo, a su vez se convierte en modelo para otros monarcas, en concreto para el pequeño Carlos. Ese amor, esa caridad mostrada ante el enemigo, capaces de atraerlo al seno de la Iglesia, son virtudes que deben imitarse al igual que la defensa de la fe o la protección de las artes, a que he hecho alusión. En resumen, un hábil y sutil panegírico de la hermandad cristiana, expresado con grandes precauciones pero con suęciente claridad para quien lo quisiera entender, renovado de forma innegable aunque más alusiva, por no enraizarse en un momento histórico preciso, ni apoyarse en personajes concretos, en el desenlace de El día mayor de los días. Se distinguen dos tipos de actitudes entre los seguidores de la Ley Escrita. Por un lado, aquellos a quienes representa el Hebraísmo, esto es el «ęero / pueblo, siempre ingrato, inęel / y no agradecido» (Autos, p. ūŰůųa), los que no reconocen a Jesús como Mesías; por otro, los que abandonen la Vieja Ley para unirse a la Nueva, tienen abierta la puerta sin que sus orígenes acarreen desventaja alguna: TIEMPO-[…] Y así otros cinco Talentos tendrán en justo interés los que católicos pasen de la Ley Escrita a ser obreros de la de Gracia. (Autos, p. ūŰůųa)

Menos rotundo que Sánchez de Badajoz, ciertamente, peo no menos ęrme.

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Tercera parte La dramaturgia

Capitulo I

La acciңn

En su tantas veces citado prólogo a la edición de sus autos, don Pedro se adelanta a la previsible reacción de hastío del lector: Habrá quien haga fastidioso reparo de ver que en los más de estos Autos están introducidos unos mismos personajes como son: la Fe, la Gracia, la Culpa, la Naturaleza, el Judaísmo, la Gentilidad, etcétera. A que se satisface, o se procura satisfacer, con que siendo siempre uno mismo el asunto, es fuerza caminar a su fin con unos mismos medios […] (p. ŮŬb)ū

El espectáculo y, ante todo, la distancia entre una representación y otra, algunas de las cuales se produjeron en ciudades distintas (en Toledo se estrenaron algunos miembros de nuestro corpus, por ejemplo) difuminan las reiteraciones, evidentes, no ya en el plano del asunto, siempre el mismo como aęrma el poeta, sino de la propia acción, de las situaciones dramáticas. En el universo poblado de abstracciones de los autos sacramentales las representaciones del Pueblo Hebreo y de su religión intervienen siempre en el marco de la Historia Teológica de la Humanidad, al que tantas veces nos hemos referido ya, modelo actancial bastante añejo que admitía distintas variantes combinatorias surgidas progresivamente; asimismo cabía escoger dos enfoques distintos, o por mejor decir opuestos, primer paso en la conęguración del paradigma, al depender de ese planteamiento el sentido de la obra en buena medida.

ū He efectuado una edición de este prólogo consultable en la página  eb del proyecto Les idées du théâtre en el que participo: hĴp://   .idt.paris-sorbonne.fr, a la espera de su edición impresa.

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ѡђџѐђџю ѝюџѡђ - љю ёџюњюѡѢџєію

Primera posibilidad: los designios de la Providencia se cumplen sin obstáculo con lo cual el paso de una etapa a la siguiente se produce de manera fraterna. La Ley Natural así como la Ley Escrita socorren al hombre y conscientes de sus límites, se inclinan ante la Ley de Gracia a quien han preparado el camino. Segunda: la instauración de la Ley de Gracia encuentra resistencia, normalmente por parte de la Ley Escrita o, si no, asistimos al descrédito de ésta última a causa de su incapacidad. Como los dramaturgos preęrieron andar este camino, los casos de continuidad armoniosa escasean frente a la continuidad conĚictiva. Las obras se construyen a partir de un cañamazo argumental, de un conjunto de motivos, organizado de manera más o menos causal en razón de las abundantes síncopas, por emplear el término que se oye en boca de ciertos personajesŬ. En primer lugar estudiaremos los tipos de relato, para ser más precisos, lo que los formalistas rusos llamaban fábula, luego, las secuencias-tipo de la trama, todo ello sin ninguna pretensión de seguir la acción de manera exhaustiva, lo cual habría exigido un número de páginas bastante elevado. Por lo tanto nos ęjaremos únicamente en los eslabones más signięcativos de la cadena causal.

La fábula La forma más sencilla de plantear el conĚicto consiste en escenięcar el debate Synagoga-Ecclesia según hizo Sánchez de Badajoz en la Farsa de la Iglesia. Una versión más evolucionada introduce al hombre en el diálogo, deęniéndose las Leyes por su capacidad para ayudarlo. De ella, de sus Ěaquezas para ser más exactos, se derivan críticas con respecto a la Ley Escritaŭ. Una nueva concepción del conĚicto dramático sitúa en su centro los sufrimientos de la humanidad que espera la redención. Eso se logra injertando en el primitivo esquema actancial la parábola del Buen Samaritano; en tal caso, debe introducirse un cambio en el plano doctrinal puesto que, si se quiere seguir ęelmente la parábola, el Levita y el Sacerdote que encarnan a las Leyes Natural y Escrita deben negarse a socorrer al Hombre, como efectivamente sucedía en Ŭ «De conocerte me huelgo / ya que (la objeción salvada) / es síncopa de los tiempos / nuestra representación», le dice San Agustín a Santo Tomás (El sacro Parnaso, p. űŲŭb). Otras ocurrencias en El diablo mudo, p. ųůůĶ, o Sueños hay que verdad son, p. ūŬŬŮa. ŭ Ver, por ejemplo, la Farsa de los tres estados, la Farsa de Moselina y El viaje del cielo, estudiadas en la Primera parte.

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la Parabola Samaritani. La última etapa del modelo reduce tanto la sucesión de las tres Leyes que ni siquiera se le dedica una escena: Valdivielso se contenta con una alusión muy antħudía en El peregrino. Tal es, en breve síntesis, el paradigma diacrónico; ahora bien, Lope y sus contemporáneos desarrollaron un enfoque sincrónico de la Historia Teológica de la Humanidad. Así, esta última enriquecía ciertas parábolas, la de los viñadores homicidas (El heredero, de Mira de Amescua y El heredero del cielo, de Lope ), la de cizaña (La siega, de Lope). Se prescinde de la concepción evolutiva para centrarse en la aceptación o rechazo del Mesías. Como la cronología resulta ajena a los autos, los escritores presentan simultáneamente al Paganismo romano (o a la Idolatría), al Judaísmo, a la Herejía protestante y a la Secta de MahomaŮ. La pugna dialéctica entre Sinagoga e Iglesia reaparece en manos de Vélez de Guevara transformada en un combate caballeresco, siendo la víctima y el vencedor una misma persona: Cristo (La mesa redonda ). La formulación más compleja de la lucha hunde sus raíces en otro modelo heredado del XVI: la fortaleza asediada por los enemigos de la Fe. El Mundo, el Demonio y la Carne o desaparecen en favor de un número variable de adversarios de la Iglesia (las otras religiones), o se refuerzan gracias a ellos (La guarda cuidadosa). Calderón desarrollará considerablemente todas estas posibilidades. Algunas veces el esquema no pasa de mera excusa. Tales autos, ya estudiados de forma separada en la Segunda Parte, utilizan la estructura narrativa para escenięcar acontecimientos contemporáneos que se convierten en el auténtico asunto; en consecuencia no los tomaremos en cuenta. No deben confundirse El nuevo palacio del Retiro, El socorro general y El lirio y la azucena con otras obras llamadas autos de circunstancias, en las que de hecho el autor procede al contrario, esto es, que para variar en la medida de lo posible la trama, aprovecha una anécdota sacada de la actualidad: un día de caza, pongamos por caso, para representar la venida del Mesías (El valle de la Zarzuela). El teatro tomó prestado a la exégesis bíblica el método ęgurativo, interpretación de los textos sagrados que permite asociar estrechamente episodios del Antiguo y del Nuevo Testamento; también facilita la irrupción del

Ů Según puso de relieve Auerbach, los exégetas adoptaban la «perspectiva» de Dios y se ahorraban las determinaciones temporales, pues «dejaron de tener importancia las relaciones de tiempo, lugar y causalidad, desde el momento en que una conexión vertical, que partiendo del acaecer entero convergía en Dios, era la única que importaba» (Auerbach, ŬŪŪū, p. űŰ). Se encontrará un desarrollo más amplio en Auerbach, ūųųŲ. Enseguida vamos a ver que se pueden aducir «retóricas licencias», por utilizar las palabras de Calderón citadas por Parker, ūųŲŭ, p. ŰŲ.

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presente de los espectadores en el mundo bíblico. Josué anuncia a Cristo; la lucha emprendida por Samuel contra la Idolatría preęgura la de la Inquisición contra los herejes. Como tal concepción de la temporalidad es más propia de la percepción divina que de la humana, se deben justięcar ciertas libertades: LUCERO-[...] pero ha de ser advirtiendo, que ni tiempos, ni lugares he de guardar, pues es cierto que en alegóricos tropos no se da lugar ni tiempo; mayormente cuando importa para el orden del concepto posponer o adelantar citas al Discurso; y siendo así que esta licencia por primer principio asiento, [...]ů

Pero, ante todo, la alegoría in factis legitimaba el utilizar el Antiguo Testamento como fuente de argumentos para el teatro del Corpus: el maná, el trigo recogido por los segadores en los campos de Judea, llevan en sí la promesa de la sagrada forma. Al ęnal, un personaje ad hoc se encarga de destacar cumplidamente las alusiones diseminadas a lo largo del diálogo (Las espigas de Ruth, pp. ūūŪů-ūūŪŰ). La Historia Teológica de la Humanidad está de más en ese grupo de obras; no obstante, Calderón consigue introducirla precisamente en la explicación catequística paralela a la apoteosis ęnal de El arca de Dios cautiva, gracias a una apariencia. El profeta Samuel le aclara a Goliat el valor del arca de la alianza: Descúbrese en un carro la Iglesia con corona báculo de tres cruces, y a sus pies la Sinagoga, entregándola las Tablas de la Ley. SIN-Estas son las joyas que durante mi Casamiento en el Decálogo Dios me dio en dote; pues fallezco a manos de mis desdichas, su primera Esposa siendo, y tú su Esposa segunda

ů Las espigas de Ruth, p. ūŪŲų. Los ejemplos abundan (Parker, ūųŲŭ, pp. ŰŰ ss, se detiene en ello) y demuestran una vez más el elevado grado de metateatralidad de los autos calderonianos que estudié en Garrot Zambrana, ŬŪūŪa.

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vas a ser; en ti las dejo, como cláusula forzosa de mi último Testamento. IGL-Yo las recibo; porque el mundo conozca en esto que símbolo de la Iglesia esa Arca contiene dentro depositados Tesoros para aquel felice tiempo en que el Documento Antiguo ceda al Nuevo Documento. (El arca de Dios cautiva, p. ūŭűųb)

El modelo diacrónico se utiliza fundiéndolo con el drama del pecado y la redención. Tu prójimo como a ti resume en une escena el contenido de obras tales Viaje del cielo. El Hombre se dispone a viajar y pide su herencia a las Leyes. El representante de la Ley Natural, un Levita, le da los cinco sentidos y dos preceptos (p. ūŮūŭ); el de la Ley Escrita, « […] Sacerdote, viejo venerable, vestido de judío» (p. ūŮūŮa), continúa el trabajo de su predecesor: el Hombre poseerá además alma y los diez mandamientos. Por último, el Samaritano le concede libre albedrío (p. ūŮūůa). Calderón, muy atento como de costumbre a la coherencia interna, ya ha adaptado la Historia de la Salvación a la parábola al sustituir a los ministros por las propias Leyes. A continuación se inicia el desarrollo del texto evangélico: el error del pecador, que cae en las redes de las fuerzas del Mal (pp. ūŮūůb-ūŮŬŲ). El Hombre despojado de sus bienes, herido, sólo puede contar con su Deseo, que pide socorro. Se retoma entonces la procesión de ministros. Tanto el Levita como el Sacerdote se declaran incapaces de ayuda al no ser sino sombras de un misterio venidero, único capaz de remediar el mal (pp. ūŮŬųb-ūŮŭŪa y ūŮŭūb)Ű. Y en efecto, el Sol, pues tal es el nombre del Salvador en este casoű, tras el acto de contrición del moribundo le devuelve la salud (p. ūŮŭűb) y se compromete a pagar por las faltas cometidas por la humanidad a quien siempre acecha el Maligno (ūŮŭų). Se evoca el sacrięcio del Mesías, por supuesto, pero de manera muy simbólica y sin vinculación alguna con el deicidio:

Ű En Calderón la indiferencia del levita y del sacerdote de la parábola se transforman en incapacidad involuntaria. Cf. Luc, ūŪ, ŭŪ-ŭŰ. ű Al mismo tiempo, el Sol remite al Samaritano según prueba esta acotación: «da vuelta la devanadera y vese en el cuarto nicho el Sol, que le ha de hacer el que hizo en la primera salida al Samaritano» (p. ūŮŭŮb).

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SOL-Quien della te dio alma y vida. Sobre mis hombros descansa. Estribando el Hombre sobre su hombro empieza a andar [...] HOMBRE-ȳȳǶTan grande es mi peso que te desmaya? SOL-No es quien me agrava tu peso; el de la Culpa me agrava. HOMBRE-Sangre parece que sudas. SOL-ǶQué te admira? ǶQué te espanta si cargando en ti la Culpa tu Culpa sobre mí carga? [...] (p. ūŮŭŲ)

Otros autos desarrollan este mismo conĚicto, siendo sin duda el más conocido La vida es sueñoŲ. No obstante, insisto en ello, Calderón preęere explorar otro camino, ya que ese tipo de trama situaba en el primer plano al Hombre en detrimento de Cristo. Por añadidura, la fórmula, de tan conocida, podía aburrir al público: PESAR-ǶEso te entristece, necio? PLACER-Pues Ƕqué me ha de entristecer, sino ver un argumento vuelto lo de abajo arriba? ǶNo estaba en estilo puesto que empiece el Hombre pecando, que acabe Dios redimiendo y en llegando el pan y el vino subirse con él al Cielo, al son de las chirimías? Pues Ƕcómo hoy no pasa eso? ǶEs muzárabe este auto?ų

En sus autos, el pecado estará presente pero se pondrá de realce el sacrięcio y a quien voluntariamente lo asume. La extraordinaria libertad de que gozan los dramaturgos del Siglo de Oro en todo lo referente a las unidades se incrementa en el campo del auto sacramental, en el que asume la perspectiva de la Providencia: una temporalidad capaz de abarcar en un instante pasado, presente y futuro hasta el ęn de los

Ų Se repite el tema, la caída; en cambio desaparece la parábola de la acción. ų Lo que va del hombre a Dios, p. Ŭűű. El fragmento propone sintéticamente un auto de Valdivielso. En la Mojiganga de las visiones de la muerte encontramos algo semejante: «Caminante-ǶSi soy hombre de auto viejo, / pues me hallo contrastado / del ángel malo y el bueno?», en Entremeses, jácaras y mojigangas, ūųŲŭ, pp. ŭűū-ŭŲŮ, vv. ūŮų-ūůŬ.

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tiempos. En consecuencia, los poetas podían jugar con un tiempo abstracto (el de La vida es sueño), injertando en ella acontecimientos concretos, la Pasión, junto con referencias a la época de los mismos espectadores; gracias a esa Ěexibilidad se mantenían ajenos a la servidumbre tanto de la cronología como del encadenamiento causal. De este modo, se efectúa una curiosa adaptación del modelo diacrónico. El paso de la Ley Natural a la Ley Escrita se substituye por una sincronía: las dos Leyes conviven. La primera ya no engloba a la humanidad antes de la alianza mosaica sino, según las necesidades de la trama, a la Gentilidad romana o al Paganismo oriental: la India, Arabia, etc. Dentro de esa situación se insertan varios conĚictos vinculados con el Ciclo de Navidad, o con el ministerio de Jesús, que veremos a continuación. En todos los casos conviene tener presentes las precisiones de Parker: en estas obras todo se supedita a la ilustración de la Encarnación y de la Redención, esto es, del dogma de la Eucaristía, por lo que no se ofrece un relato de la vida del Mesías. Se muestra su sentidoūŪ. Por ejemplo, la Epifanía proporciona el marco narrativo en el que Calderón introduce la parábola del tesoro escondido, el Niño Jesús, en el auto homónimoūū. La Sinagoga desprecia al recién nacido, mientras que lo adora la Gentilidad, a quien ayudan tres Reyes, cuyas enormes riquezas servirán para comprar la heredad de los judíos. Esta obra, por otra parte, constituye una rareza por cuanto el Mesías no ęgura entre las dramatis personae, y el auto calderoniano es muy cristológico, hasta tal punto que en varios casos se deja de lado el pathos inherente a la Crucięxión para centrarse en la demostración de la divinidad de Jesús. Como las Leyes ya no preparan (en el plano de la acción) la venida del Mesías, su papel ahora es aceptarlo o rechazarlo. En este grupo, el conĚicto más rudimentario retoma las estructuras de los debates del Ordo prophetarum típicos del XVI; para dar un nuevo barniz a tan vetustos materiales, Calderón recurre con frecuencia a determinadas costumbres de su época destinadas a proporcionar el marco del enfrentamiento Cristo-Sinagoga. Las órdenes militares reproduce el proceso que seguía el pretendiente de un hábito de alguna de las órdenes españolasūŬ; La vacante general, unas oposicio-

ūŪ Parker, ūųŲŭ, pp. Ůů-Ůų. ūū Léase Dietz, ūųűŭ, pp. ūŰū-ūŰŰ. Para un estudio global de la utilización de la Biblia, ver Arellano, ŬŪŪū, c. Ŭ. ūŬ Calderón se inspira en Las pruebas de Cristo de Mira de Amescua. Entre las diferencias, mencionemos que en Mira, las tres Leyes asisten al examen; además, el Ordo Prophetarum se complica con la redención del Hombre.

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nes cuyos candidatos son el Judaísmo y Cristo. El experimento no provoca un gran entusiasmo en el lector actual debido a que el diálogo sufre en demasía el peso del debate escolástico. Sin mayor fortuna, El sacro Parnaso toma como referente una academia literaria. Las dudas de uno de los miembros, Agustín, añaden alguna tensión, pero, a ęn de cuentas, no constituyen sino rara vez situaciones verdaderamente teatrales, debido al aluvión de composiciones en honor del Salvador que los participantes en el certamen cantan o declamanūŭ. La búsqueda de la verdad asume en A Dios por razón de estado la forma de un viaje efectuado por el Ingenio y el Pensamiento. Van tropezando con las distintas religiones hasta que al encontrarse con San Pablo, quien les prueba la divinidad de Jesús, se convencen de haber llegado a buen puerto. Desde el punto de vista estético, esto es considerando la obra como teatro, el resultado dista de ser convincente. Todo cambia cuando se sitúa a Cristo en el meollo del conĚicto y se refuerza el aspecto teológico con una tensión, un patetismo, que se desprenden de la muerte del Mesías. El orden de Melchisedech posee mayor calidad que otras obras con las cuales está vinculado (El sacro Parnaso, La vacante general) gracias en buena medida a la multiplicación de conĚictos. San Pablo encarna de nuevo el de la conversión, pero lo decisivo proviene del regreso de Jesús al elenco, de donde se deriva la aparición de abundantes microsecuencias sacadas del Evangelio; a ello se añade una subtrama amorosa, compuesta de un galán, Emanuel, y dos damas, Sinagoga e Iglesia. La primera se vengará con saña de haber sido desdeñada a favor de la segunda (pp. ūŪűůb-ūŪűŰ y ūŪŲŭa-ūŪŲůa)ūŮ. La última variante del modelo que podríamos calięcar de «competición», se desarrolla sin la participación del Salvador, como ocurre en La humildad coronada de las plantas. De todas formas, la condición primordial que requiere este tipo de argumentos para interesar al público es lograr la interiorización del conĚicto teológico por parte de los distintos personajes; en caso contrario los diálogos dejan un regusto de debate escolástico, como bien sabía Calderón: LUNA-ȳLos argumentos dejad para las escuelas,

ūŭ Se escenięca uno de los episodios más conocidos de la vida del santo, el de la crisis del jardín. Cf. Confessionum, VIII, VII-XII, ūų-ŭŪ, en San Agustín, Oeuvres, ūųŰŬ, vol. XIV, pp. ŮŰ-Űű. Sin duda alguna, la música ayudaba a disfrutar de escenas de muy fastidiosa lectura. ūŮ He estudiado esta antropomoręzación del conĚicto teológico en Garrot Zambrana, ūųųůb. Véase también el epígrafe que dedico en el capítulo siguiente a las personięcaciones femeninas.

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que el teatro de un desierto no es cátedra. Ven tú, y vuelvan vuestros festivos acentos. (El verdadero dios Pan, p. ūŬůŲa).

La problemática puede plantearse en términos muy sencillos, por ejemplo, venida de Cristo, reacciones del Judaísmo, la Gentilidad, etc. Puede reforzarse con el motivo de la Caída y la Redención: el Demonio tiende una trampa al Hombre y la Providencia acude en su ayuda. Ahora bien, en relación con el modelo de Valdivielso, que hace surgir la emoción del dolor de haber pecado expresado por el culpable y de la misericordia que siente el Salvador, en el caso calderoniano se produce una bipolarización: el efecto catártico proviene ante todo del sacrięcio del Mesías. En este grupo formado por El divino cazador, La cura y la enfermedad, El valle de la Zarzuela y El diablo mudo, se peręlan dos líneas temáticas, la del conĚicto entre Jesús y las diferentes religiones y la del combate que mantiene para arrancar al Hombre de las manos del Demonio. El divino cazador, que abre la serie, concede al Genero Humano una pluralidad de funciones al representar tanto al hombre caído como, sucesivamente, a las distintas etapas de la humanidad desde el punto de vista religioso. Recurso sencillo, eęcaz, pero de sustanciales consecuencias toda vez que atenúa un tanto la culpabilidad judía. En el otro extremo, El valle de la Zarzuela adopta une estructura paralela. La muerte del Redentor une los dos extremos de las tramas, vinculadas merced a su contenido dogmático, según se recordará. Ahora bien, si se deseaba construir un conjunto más homogéneo sin dejar de subrayar por ello la perędia hebrea, se contaba con una solución de efecto seguro: volver al esquena de Tu prójimo como a ti añadiendo los cambios necesarios para desacreditar a la Ley Escrita y recuperar a la Natural, empresa llevada a cabo por nuestro dramaturgo con extrema habilidad. En efecto, La cura y la enfermedad supera con mucho a El valle de la Zarzuelaūů, pero ninguno de estos autos puede parangonarse con El diablo mudo en donde el problema de la fe reúne a personajes tales como el Judaísmo, la Gentilidad o el Conocimiento, que también desempeñan un papel importante en el otro plano, el de la salvación que sólo Jesús puede proporcionar al Género Humano. Al mismo tiempo, el Demonio, responsable de las desdichas que padece la humanidad, goza de gran protagonismo en la Pasión pues se convierte en responsable de ella. Resulta una estructura absolutamente homogénea de extraordinaria riqueza dramática y doctrinal.

ūů La cura y la enfermedad, retoma un auto juvenil, El veneno y la triaca, en el que no intervenía el Judaísmo.

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El método seguido en El primer refugio del hombre conlleva menos riesgos. Calderón ha transformado la curación del paralítico de la piscina de Betesda (Jn, ů) en símbolo de redención universal; el relato evangélico se refuerza con una acumulación de pasajes, conocidísimos, de las Escrituras: conversiones del publicano, de María Magdalena, de San Pablo; la mujer adúltera; el tributo al César, entre otros. Semejante acumulación provoca una estructura sincopada, al sucederse las situaciones sin transición alguna, pero, al mismo tiempo, la acción gana en dinamismo y como el espectador está familiarizado con dichos episodios no corre riesgo de perder el hilo. En deęnitiva, el Evangelio proporcionaba un marco narrativo y esbozos de situaciones dramáticas que contribuían a facilitar la comprensión del espectáculo de tema bastante abstractoūŰ. Desde luego, todo resulta más fácil cuando el punto de partida narrativo ya ha sido sometido previamente a la alegorización; así sucede en particular con los autos basados en las parábolas del Reino de los Cielosūű. Dietz ha dedicado una excelente monografía a tal asunto poniendo de realce la superioridad de las versiones calderonianas con respecto a las de sus predecesores. También ha subrayado la evolución del propio dramaturgo, que se suele superar a sí mismo cuando reescribe algunas de sus obrasūŲ. Quienes más aprovecharon esa ventaja fueron los escritores poco familiarizados con las abstracciones: Lope ofrece un ejemplo perfectoūų. La parábola suministraba el asunto, pero había que construir una trama, situaciones, para sustentarla; Calderón lo logra entretejiendo varias de ellas. La semilla y la cizaña reúne las del sembrador y de la semilla y la cizaña; La siembra del Señor y El día mayor de los días, tienen como fuente principal la de los obreros enviados a la viña, añadiendo motivos procedentes de las dos anteriormente

ūŰ Todas las obras que estamos comentando recurren al Evangelio sin cesar, salvo que en algunos casos los versículos a penas se desarrollan. Se limitan a proporcionar puntos de referencia a los espectadores sin llegar a generar, forzosamente, situaciones dramáticas. ūű La siembra del Señor, La semilla y la cizaña, Llamados y escogidos, El día mayor de los días, La viña del Señor y El nuevo hospicio de pobres. ūŲ Ver Dietz, ūųűŭ, pp. ūŪŲ ss, para un análisis comparado de La siembra del Señor y El día mayor de los días. En las pp. ūŬŪ-ūůű se encontrará un estudio de El heredero del cielo de Lope y de La viña del Señor. ūų Tampoco olvidemos el problema del público, el cual a su vez hubo de acostumbrarse a las alegorías teatrales. El padre Bonifacio sintió probablemente la necesidad de atenuar lo abstracto, que siempre distancia, llevando el conĚicto de la parábola de los viñadores homicidas a un universo estético más cercano a la vida cotidiana de los espectadores.

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citadas y de la de las minas, principalmenteŬŪ. Además, utiliza siempre pasajes del Evangelio en donde Jesús se enfrenta a los judíos; desde este punto de vista conviene llamar la atención sobre el mayor desarrollo concedido al papel de los personajes, de sus conĚictos. Encontramos una consecuencia lógica del protagonismo adquirido por determinados personajes en la existencia de autos en donde Cristo queda fuera del reparto, aunque se le pueda considerar un actante, ya que se le atribuye la función de objetivo buscado por una o varias ęguras. En estos casos, el conĚicto gira en torno a las relaciones entre Gentilidad e Idolatría, por un lado, o de la primera con la Sinagoga, por otro, según sucede en el ya citado Tesoro escondido. De esta manera se dramatizan en El cordero de Isaías episodios posteriores al deicidio tales como la conversión del eunuco de la reina Candace de Etiopía referido en los Hechos de los Apóstoles. Por último, Calderón ha utilizado una variante de la Historia de la Caída, muy querida por autores como Valdivielso o Lope: la transposición de disputas amorosas, típicas de la comedia, al universo del auto. Psiquis y Cupido, insistía en el problema de la fe; El verdadero dios Pan, inspirado también en la mitología, saca más partido todavía de las escenas amorosas. En un marco campestre, el Mesías, transformado en pastor, corteja a la Luna (el Alma), al principio sin mucho éxito, de donde se deriva tensión dramática añadida a la que surge del enfrentamiento con las fuerzas del mal. Al ęnal, evidentemente, logrará vencer. En esta obra el motivo de los amores entre Dios y el Alma se entrevera con el de la salvación de la humanidad acechada por el Demonio e insuęcientemente protegida por las religiones pagana y judía. Amar y ser amado está tejido asimismo con varios mimbres. El Demonio galantea al Alma y, desdeñado, se dispone a atacarla (paradigma de la fortaleza asediada); cuenta con la complicidad del Ateismo, del Pueblo Hebreo, da la Gentilidad y de la Apostasía (la conjura de los enemigos que suele ir aparejada con el asedio, pero que puede funcionar de manera independiente). El propio sacrięcio del Redentor se adapta a las necesidades de la acción, pues en lugar de morir en la cruz cae, entre bastidores, víctima de las Ěechas de los arqueros hebreos (p. ūűųŮa).

ŬŪ

Cf. Dietz, ūųűŭ, pp. ųŲ-ūŪű y ūūŪ.

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Las secuencias-tipo El auto sacramental presenta algunas particularidades concernientes al planteamiento, al nudo y al desenlace, en parte impuestas por la duración de la representación, más corta que la de las comedias en tres actos, pero igualmente debidas a la temática de las obras y al uso de la alegoría. Los imperativos temporales obligan a comprimir los episodios escenięcados; se exige a los dramaturgos una capacidad sintética que explica el recurso frecuente a tableaux vivantsŬū, así como a un lenguaje teatral de gran simbolismo, de tal manera que unas pocas palabras, algunos «juegos escénicos», son susceptibles de hacer surgir largos episodios de la vida de Cristo y de constituir por sí mismos una obra, según lo comprobaremos más adelante. De igual modo, conviene destacar que el ęnal de los autos sacramentales la apoteosis eucarística no corresponde exactamente con el desenlace al no ser consecuencia de la situación anterior; constituye más bien una especie de coronamiento doctrinalŬŬ. Sin embargo, la apoteosis ęnal no deja de vincularse con el desenlace, ya que a menudo asistimos a lo que cabe denominar reparto de castigos y recompensas, inevitable a causa de la intención catequística palmaria en la conocidísima deęnición que don Pedro pone en boca de un Pastor: Sermones puestos en verso, en idea representable, cuestiones de la Sacra Teología que no alcanzan mis razones a explicar ni comprender, y el regocijo dispone en aplauso deste díaŬŭ.

El aspecto didáctico tenía gran peso, sobre todo si tenemos en cuenta que alegoría hace accesibles, término más conveniente que comprensibles o inteligibles, los dogmasŬŮ. Si en todas las comedias se nos van dando de manera más o menos

Ŭū Alegorías inanimadas según Ruiz Lagos, ūųŰů. ŬŬ «[...] la alegoría inanimada o cuadro vivo [...] tiene una misión esencialmente catártica, es una muestra, un cliché que se enciende ante los espectadores para la ilustración teológica o para la participación religiosa. [...] Este sistema de la alegoría inanimada cumple también un papel aún más importante, el de realizar la apoteosis ęnal, triunfo escénico. Con ello logra Calderón un gran espectáculo que [...] atemorice al público y le ayude a realizar la catarsis o participación» (Ruiz Lagos, ūųŰů, p. ŬŰŮ). Ŭŭ Versos muy socorridos pertenecientes a la loa de La segunda esposa, p. ŮŬűa. ŬŮ Cf. Parker, ūųŲŭ, pp. ůŬ ss. Soy consciente de simplięcar de forma burda asunto tan com-

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desperdigada una serie de datos que nos permiten saber quiénes son los personajes, por qué están dónde están, etc., los autos exigen una verdadera introducción con respecto no ya a lo que solemos llamar «prehistoria», sino a la temática, al dogma y a la manera como se iba a escenięcar este último: en resumen, el paso de la narración que sirve de soporte a la acción, a la metáfora teatralŬů. En general, todo empieza por una convocatoriaŬŰ. Distinguiremos dos tipos: cuando se nombra explícitamente al o a los destinatarios del llamamiento, la denominaremos convocatoria particular. En tales casos, normalmente el Demonio (que recibe distintos nombres) invoca a la Culpa, a la Malicia... Les explica su identidad, sus sinsabores: CIZAÑA-Abra horrible la boca el báratro en los labios de esta roca y arrójeme violento el humoso bostezo de su aliento a acaudillar valiente las numerosas huestes de mi gente, [...] ¡Oh tú!, que en las oscuras bóvedas tristes de esas peñas duras tus cóleras reprimes, [...] Sale del segundo carro el Cierzo, vestido de demonio, con plumas y bengala CIERZO-Aquesas son mis señas. ǶQué me quieres? [...] CIZ-[...] Ira de Dios, que dentro del abismo, encerrada; [...] Sale del tercer carro la Ira, armada y con alas IRA-Esas mis señas son. ǶA qué me llamas? [...] CIZAÑA-ȳȳDespués lo oirás, espera. Caliginoso espanto, que al sol la luz apagas con el llanto; pavorosa tiniebla,

plejo, pero ni es el momento de discutir los distintos segmentos del público de los autos y, por ello mismo, las intenciones didácticas, ni la comprensión del espectáculo. Para esto último remito a Tietz, ūųŲů y ŬŪŪŰ. Ŭů Resumo a Parker, ūųŲŭ, pp. Űų ss. ŬŰ Por supuesto, este esquema es válido también para otros muchos autos que no pertenecen a nuestro corpus. Ver el estudio de secuencias recurrentes en Arellano, ŬŪŪū, c. ū.

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noche intrusa del día, parda niebla, [...] Sale la Niebla del cuarto carro, con manto NIEBLA-Aquesas son mis señas. ǶQué me mandas? (La semilla y la cizaña, pp. ůŲű-ůŲŲ)Ŭű

Al segundo tipo lo denominaremos convocatoria general. Ahora, el llamamiento lo puede efectuar la Música, dentro, o bien un personaje concreto: el Padre, el Demonio, etc., pero casi siempre con el respaldo de la Música: BAUTISTA-Canta Venid, mortales, venid, venid, venid, a oponeros. MUS-Que en la Nueva ley de Gracia prebendas hay vacas, laureles y premiosŬŲ. (La vacante general, p. Ůűŭ)

Nótese la adecuación entre el fondo musical y el contenido del mensaje: Dentro, cajas y trompetas, y sale el Demonio, vestido de soldado, con bengala, banda y plumas. DEM-¡Ah de la nevada cumbre del monte, a cuya altivez A un carro alfombra es toda la tierra, y todo el cielo dosel! ¡Ah de la florida falda A otro de valle [...]! ¡atienda a la voz, atienda a la invocación de quien para el más glorioso duelo que vio el sol ni le ha de ver Cajas y clarines con esa militar salva a los dos saluda!, [...] (Amar y ser amado, pp. ūűűŮ-ūűűůa)

Estos dos modelos, los más frecuentes, se desarrollan de manera más o menos uniforme, aceptando modięcaciones y variantes. Por ejemplo, el enemigo intercepta el llamamiento (La viña del Señor, p. ūŮűŮa), o también puede ocurrir Ŭű El valle de la Zarzuela, La cura y la enfermedad, El maestrazgo del Toisón y Tú prójimo como a ti, siguen el mismo esquema. Cristo invoca a la Noche en El verdadero Dios Pan, p. ūŬŮū. Este tipo de secuencia permite presentar a los personajes. ŬŲ La humildad coronada de las plantas, El orden de Melchisedech, El sacro Parnaso, siguen el mismo modelo.

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que la Música cante sin dirigirse a un receptor preciso, en cuyo caso alguien o algunos la escuchan por casualidad y empiezan a hacerse preguntas (A Dios por razón de estado, p. ŲůŪ). Puede substituirse la Música por un estruendo como el ruido de un terremoto, que se suele asociar a la muerte del Mesías, provocando la irrupción de algunos personajes asombrados, deseosos de saber las razones del prodigio: Dentro ruido de terremoto, y después de las primeras voces salen por una parte Candazes, Reina de Etiopía, y por la otra Behomud, vestido a lo indio UNOS-¡Qué asombro! OTROS¡Qué confusión! [...] LOS DOS-¡Clemencia, cielos, clemencia! Salen los dos BEHOM-ǶDónde, Divina Candazes, vas, velozmente ciega? CAND-ǶDónde quieres, ¡oh Behomud! que vaya, cuando no deja el pavor del Terremoto elección para la Senda, sino a guarecerme [...] ? (El cordero de Isaías, p. ūűŮŰ)

Algunas obras empiezan con la súbita aparición de un personaje que nos presenta a los demás (Psiquis y Cupido (Toledo), pp. ŭŮŰ-ŭŮű). Más logrados me parecen los comienzos de El diablo mudo y El primer refugio del hombre. La acción ya se ha iniciado dentro: el Demonio y el Hombre luchan y la fuerza del combate los saca a escena: Sale el Hombre, vestido de pieles, luchando con el Demonio HOMBRE-Primer delito en quien las Ciencias aprendí del mal y del bien, Ƕqué pretendes de mí, si ya a tu saña mi valor rendí? Cayendo y levantando DEMONIO-Que pues del bien y el mal sabes, sepas también que eres mortal, pues Pablo ha de decir que se vio por el Hombre introducir el pecado y por él la muerte. (El diablo mudo, p. ųŮŬa)

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En El primer refugio del hombre, el Demonio ha interiorizado el conĚicto y ya no pide ayuda; la Soberbia toma la iniciativa e intenta consolarlo: Salen la Soberbia y el Demonio DEMONIO-Déjame morir a manos de tan fieras, tan impías ansias, que me dan la muerte y no me quitan la vida. SOBERBIA-Si de dos lides triunfaste, una allá en la primitiva edad del hombre y otra acá en la adulta te miras, […] Ƕuno que se libra, te desespera ? (El primer refugio del hombre, p. ųŰŮ)

Otra posibilidad: un personaje, solo, entra en escena exponiendo sus dudas con respecto a un dogma (Los misterios del misa, p. ŭŪŪ). Hacia el ęnal de su larga carrera, Calderón perfecciona la idea e introduce la lectura de la Biblia como fuente de desasosiego espiritualŬų: Ábrese un carro, y se ve en él pintada una librería, y en medio un bufete, y estará sentado el Gentilismo GENT-¡Oh nunca el natural instinto hubiera de esta remota gente, mágica habitadora del Oriente, intentado, por esa azul esfera seguir al sol en su veloz carrera! [...] Dígalo yo, pues siendo el Gentilismo, no puede mi discurso, [...] la enseñanza adquirir, que su desvelo ha menester para enseñar al cielo. [...] Ƕqué Misterio Escondido es el que anda en tus Sombras? MUSICA- DentroȳȳȳUn Tesoro más rico que tu Mirra, Incienso y Oro. (El tesoro escondido, p. ūŰŰű)

Ŭų

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Sobre la utilización del libro en los autos ver Briesemeister, ūųŲů.

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La convocación general puede provocar sorpresa generadora, a su vez, de una explicación más o menos completa: ESPINO- ǶQué articulado acento es hoy afable escándalo del viento? Sale MORAL-ǶQué confusa armonía es hoy ruidosa cláusula del día? Sale [...] MORAL-[...] aconsejados de las canas mías, ya que prestada voz articulamos, al Cielo que declare le pidamos deste enigma el efeto. [...] CEDRO-ȳȳEstadme atentos que yo sin que os asombre mi voz, puedo decíroslo en su nombre (La humildad coronada de las plantas, vv. ŭų-ŮŬ, ūŭŮ-ūŭű y ūŮŰ-ūŮŲ)ŭŪ.

Las informaciones habituales preceden la disputa, igualmente habitual, de los convocados (La humildad coronada de las plantas, vv. ŭŮů-ůŮŮ), aunque también pueden surgir nuevas dudas y aclaraciones más pormenorizadas que provocan rechazo (La vacante general, pp. ŮűŰb-ŮűŲa ). Por lo que se reęere a las peticiones de ayuda de Satanás (el tipo más común), además de enunciar acontecimientos pasados en ellas se propone a los convocados un plan de ataqueŭū. Dicho plan consiste a menudo en la invención de una historia: MALICIA-[...] Y puesto que no es posible que sus designios descubra [...] atiende a una que he pensado [...] Esta es (pues de Alegoría el Sagrado Texto usa tantas veces) que nosotros usemos, Lisonja, de una. Supongamos que este Hombre

ŭŪ ŭū

La explicación ocupa los vv. ūŲŪ-ŭŮŮ. Por ejemplo, El valle de la Zarzuela, p. űŪŭ, o, entre otros, Amar y ser amado, pp. ūűűůb-ūűűűa.

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[...] (El maestrazgo del Toisón, p. ŲųŰa)ŭŬ

Analizamos a continuación la secuencia correspondiente al advenimiento de Cristo, siempre asociado, evidentemente, a la necesidad de redimir al Género Humano, pero provocado dentro de la obra por distintas causas, siendo las más comunes la petición de la Naturaleza Humana, de los profetas y la proposición del Padre. Líneas más arriba he llamado la atención sobre la imposibilidad, por falta de tiempo, de llevar a escena un relato completo de la vida de Jesús ni siquiera ciñéndose a su ministerio; no obstante, para no caer en la más completa abstracción se sugieren detalles concernientes a la Natividad gracias a la palabra y a una simbolización muy compleja del escenarioŭŭ. Así, el Príncipe de El divino cazador se topa con los Cuatro Elementos nada más venir al mundo: PRINC-[...] cazando por estas selvas me cogió la noche oscura, y tan tirana se muestra que estoy temblando de frío, tened piedad y clemencia de mí, albergadme esta noche. TIERRA-Pastor, que no sé quién seas, [...] lo más que te puedo dar es un casa desierta tan mísera, humilde y pobre que es una ruina pequeña, del tiempo desmantelada ya de todas sus defensas; ésta sola, y unas pajas la Tierra te da. [...] PRINC-ǶTan poca piedad se halla en vosotros? AGUA-ȳȳNo te ofendas,

ŭŬ Al analizar la versión madrileña de Psiquis y Cupido llamé la atención sobre este recurso calderoniano. Remito de nuevo a Parker, ūųŲŭ, pp. Ųū ss, y a Garrot Zambrana, ŬŪūŪa. En El diablo mudo, p. ųŮŬ, el Demonio quiere convencer al hombre de que debe abandonar toda esperanza de que desaparezca la mancha del pecado. La acción puede ser producto de la Sabiduría en su deseo de educar a la Ignorancia (Los misterios de la Misa, p. ŭŪŬ). ŭŭ Sobre la simbolización del espacio además de Parker, ūųŲŭ, pp. ŲŲ-ųŮ, siempre sugestivo, pueden consultarse los estudios de Arellano, ŬŪŪū, c. Ů, y Galván, ŬŪŪŭ.

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porque la Culpa del hombre, monstruo horrible, nos violenta [...] (El divino cazador, vv. Ųŭű-ŲŰų)

La adoración en el portal se alegoriza en El día mayor de los días de forma extremadamente elaborada. Toda la escenięcación gira en torno del sentido doctrinal del nacimiento de Emanuel, concebido como trigo, maduro y almacenado, destinado a alimentar a los hombres: LEY ESCRITA-Pues Ƕqué habrá más en Belén que un pobre humilde hospedaje de brutos? LEY DE GRACIA- Quizá de reyes lo será de aquí adelante. APOST-Harto hará en Pósito ser de trigo, sin que se dañe, según son sus aberturas, que tiene al agua y al aire. IDOL-Díganlo sus puertas, pues tan desquiciadas se abren, que aún no queda en la defensa con que de ellas se resguarde. [...] Ábrese un carro y en él un zagal que hace a Cristo. (El día mayor de los días, p. ūŰůŭa)ŭŮ

Sin embargo, los puntos de referencia evangélicos se buscan con mayor frecuencia en la edad adulta de Jesús; ciertas discusiones con los fariseos vuelven una y otra vez junto con los episodios que relatan su prendimiento. En consecuencia, a veces el diálogo se encuentra a medio camino entre la discusión, el debate de ideas y el interrogatorio. En ocasiones, tal y como sucede con la exposición, esta secuencia se desarrolla en dos fases. Al principio se produce el encuentro sin repercusión inmediata; la segunda fase, cerca del ęnal, nos conduce al punto culminante de la acción: la muerte del Salvador. El encuentro favorable, que implica la aceptación del recién llegado, se simboliza por la evocación de la entrada mesiánica en Jerusalén, acompañada del aviso sobre el carácter aleatorio de tan calurosa recepción:

ŭŮ Estamos ante un ejemplo del conocido decorado verbal. Por otro lado, Calderón retoma La siembra del Señor, p. ŰŰūb.

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JUD-Dices bien; y yo el primero pues que viene por mi bien, fiestas le he de hacer también; y así de estas palmas quiero cortar palmas que arrojar a sus pies, después el manto; digan todos; Santo, Santo es el que habló desde el mar. [...] INOCENCIA-Ni el Gentil, ni el Paganismo, Señor, ni la Idolatría te muestran el alegría que te muestra el Judaísmo. SEMBRADOR-Quiera el cielo dure en ella y no se mude despuésŭů.

Con todo, las referencias a acontecimientos concretos de la vida de Jesús casi nunca van más allá de meros puntos de apoyo narrativos. La situación dramática en que se insertan no reproduce un episodio cualquiera; simbolizan un conĚicto teológico. Así, Jesús se enfrenta con San Pablo, que llega para reforzar las huestes del Judaísmo, escaso de argumentos. La conversión del apóstol yuxtapone sin solución de continuidad la caída en el camino de Damasco y la composición de varias epístolas, pruebas de su conversión a la fe cristiana así como testimonios a favor de su nuevo credoŭŰ. Cuando el Mesías se dirige a varios interlocutores, el dramaturgo utiliza distintas combinaciones según quiera privilegiar un aspecto doctrinal o marcar une tensión creciente que invada el diálogo. En Los misterios de la Misa, Jesús responde primero a las preguntas del Judaísmo, subrayando que la buena nueva se propaga por Israel: CRISTO-Yo hablaré después contigo [Gentilidad] en habiendo respondido al Judaísmo, con quien he de hablar primero (p. ŭŪŰb).

ŭů La semilla y la cizaña, ŬŪŪū, p. ŲůŰ. Como de costumbre, Calderón se supera a sí mismo. En El diablo mudo, p. ųůů, el Judaísmo arrastra consigo al Conocimiento, que se había alejado de él anteriormente. Entonces reconoce al Mesías, pero el Conocimiento aprovecha la ęesta para huir de nuevo. ŭŰ La vacante general, pp. ŮŲůa-ŮŲŰ. La discusión con ayuda de testigos (San Juan Evangelista, San Pablo) aparece ya Los misterios de la Misa, pp. ŭŪű ss.

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Ahora bien, Calderón, lejos de contentarse con tales indicaciones, perfecciona la situación-tipo. La Sinagoga (o la Ley Escrita, el Pueblo Hebreo, etc.), se anticipa y se erige en portavoz del grupo. Además del aspecto doctrinal (la venida de Cristo concierne en un primer momento ante todo a los judíos), se pone de relieve al responsable del deicidio: ESPINO-No le responda ninguno, yo responderé por todos. [...] (La humildad coronada de las plantas, vv. ųųů-ųųŰ)

La aęción por los juegos de oposiciones y las cadencias casi musicales lo empujan a construir situaciones en donde las amenazas ganan progresivamente gravedad. El orden de intervención ya sólo depende del sentido de la línea ascendente que va del tono menos agresivo al más exaltado. Veamos algunos ejemplos. En La siembra del Señor (pp. Űųūb-ŰųŬa), habla primero la Idolatría, luego la Apostasía y por último el Judaísmo. Se retoma la misma situación en El día mayor de los días, pero esta vez decide mantener el orden cronológico: Idolatría, luego Judaísmo y quien sale de escena en último lugar es la Apostasía (pp. ūŰůŭ-ūŰůŮ). En deęnitiva, debemos buscar los cambios en la secuencia del interrogatorio en el orden de las intervenciones, en el ritmo, duración y encadenamiento de las réplicas. Lo mismo cabe decir de la muerte del Salvador. El propio diálogo, sacado en buena medida del Evangelio, puede pasar prácticamente de una obra a otra: la señal de Jonás, el interrogatorio de Pilatos o el del Sanedrín... De tal manera que asistimos a largas discusiones o a diálogos sucintos durante los cuales la cólera del Judaísmo aumenta sin cesar. A menudo, la disputa conduce directamente a la secuencia del deicidio (La vacante general, p. ŮŲŰa)ŭű. Para evitar el hastío que puede producir la reiteración, se añaden pequeñas modięcaciones; valga de ejemplo la siguiente interrupción del progresivo acrecentamiento de la ira que conduce inevitablemente a la agresión física: ESPINO- Eso ignoro y por decir que lo eres, te he de hacer de escandaloso causa, pues soy el justicia del monte, el valle y el soto,

ŭű

Según quedó dicho este auto se estructura como un debate escolástico.

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prendiéndote entre las redes de tantos aceros corvos. Pónese de su parte LAUREL-Pues Ƕqué poder tienes tú si aún no tienes de nosotros el imperio? ENCINADices bien y pues que venimos sólo a dar nuestros memoriales en orden al generoso triunfo que cada uno espera, no intentes ponerle estorbos. (La humildad coronada de las plantas, vv. ūŪŪŬ-ūŪūŰ)

El enfrentamiento resurgirá poco después. Encontramos el mismo recurso, mejorado, en El diablo mudo (pp. ųůűb-ųůųb). La discusión se ha ido haciendo cada vez más acalorada y cuando el público aguarda el desenlace habitual, la muerte del Salvador, ocurre algo inopinado. La Fiera que atemoriza al mundo persigue al Género Humano: ambos entran bruscamente en escena. En conclusión, en medio de una situación a la que el espectador se ha ido acostumbrando se intercala otra, la curación de la humanidad infectada por el pecado, provocando un lance sorprendente: el Judaísmo y la Gentilidad empiezan a creer que el Peregrino es el hħo de Dios. Por lo tanto, todo el proceso de escalada de violencia verbal tendrá que empezar de nuevo más tarde. El deicidio resulta de la situación anterior. Aquí, Calderón procura evitar la monotonía. Alterna la muerte dentro y fuera de escena, las razones que empujan al Judaísmo pueden variar así como la forma de representar la Crucięxión. El Pueblo Hebreo actúa por despecho cuando, envuelto en una batalla dialéctica, se siente vencido: recurre entonces a la violencia para compensar su inferioridad (La vacante general, p. ŮųŰb). Puede pensar que son injustos con él, que lo postergan (La humildad coronada de las plantas, vv. ūŪű-ūūū). La Sinagoga de El orden de Melchisedech (ūŪŲŭa-ūŪŲŮa) está dominada por los celos; denuncia a su antiguo prometido y logra que lo condenen. Pero con mayor frecuencia encontramos el castigo de aquel a quien se acusa de impostura: el cálculo de las semanas de Daniel, la vestimenta de Jesús, demasiado humilde, se añaden a la arrogancia de algunas de sus respuestas. Con respecto a la Pasión, Calderón no pretende reproducir el relato evangélico al modo de los misterios medievales; tampoco se preocupa de llevar a escena simbólicamente con cierto detalle la Ěagelación, el Via Crucis...ŭŲ Razones ŭŲ

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Siempre hay excepciones. Por ejemplo en La semilla y la cizaña, ŬŪŪū, pp. ŲŲŰ-ŲŲŲ, asistimos a

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de dramaturgia lo llevan a privilegiar, en relación con el patetismo que se desprendería de un minucioso representación de los sufrimientos del Mesías, un rápido encadenamiento palabra-acto que conduce a la puesta en escena de la Crucięxión en forma de agresión brutal. Un grupo de obras, aquellas en que participa el Demonio, presenta la particularidad de añadir una dimensión teológica ausente de los autos basados en el simple rechazo de Cristo. En ūŰŮŬ Calderón le había atribuido al Judaísmo el papel de instrumento de la Providencia (El divino cazador); a partir de entonces se convierte en brazo ejecutor de las fuerzas del Mal. El Salvador vence a la Culpa, a la Malicia y para poderle hacer frente hay que recurrir a otros ayudantes. El antiguo pueblo elegido logra aquello de lo que era incapaz el Demonio: CULPA-ǶNo le das muerte? APOSTNo, puesto que yo herirle e injuriarle en sus Misterios podré, no en su persona. CULPA¡Ah cobarde! ǶJudaísmo? Sale el Judaísmo JUD- ǶQué das voces? CULPA-Mi vida es bien que restaures contra quien matarme intentaŭų.

En cuanto a la representación de la muerte en sí misma, a veces Calderón se pliega a la tradición, esto es que la Crucięxión se presenta en forma de golpe asestado con un objeto que se transformará en cruz: «Quítale el báculo, y al arbolarse forma una cruz en el aire»ŮŪ. Más originalidad posee esta otra solución:

la representación bastante dinámica de las distintas vejaciones padecidas por Jesús en el palacio de Pilatos, convenientemente simbolizadas. La loa de Psiquis y Cupido (Madrid), ya estudiada, también hacía referencia a ellas. Por último tampoco faltan los interrogatorios de Pilatos, de Herodes y del Sanedrín (El diablo mudo, p. ųŰŪb, entre otros ejemplos). ŭų La siembra del Señor, p. Űųŭb. Lo mismo en El verdadero dios Pan, pp. ūŬůųb-ūŬŰŪa. ŮŪ El diablo mudo, p. ųŰŪb. La siembra del señor, El verdadero dios Pan y El día mayor de los días siguen ese modelo. Mira de Amescua se le adelantó. Vuelvo a citar la acotación de El heredero en donde aparece: «Dale con un palo como sarmiento, y al darle se vuelve cruz, y va subiendo por una tramoya hasta arriba y va cantando» (El heredero, ŬŪŪű, v. ŲŲŮƸ). En La vacante general (p. ŮŲŰa) se recurre a otra técnica. La palabra designa un objeto distinto al que se ve en escena: «JUD-Ya que no te he de seguir / (por ahora por lo menos), / y que de esta oposición / no aguardo a ganar el premio / para que veas cuán poco / he de sentir el desprecio, / la silla en que has de sentarte / darte de mi mano quiero. Dale una cruz».

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ESPINO-[...] Árbol que eres uno y tres, humano te desconozco, y así he de hacerte pedazos si entre mis brazos te cojo. Luchan los dos y el Espino viene a poner al Cedro en la cruz que está en el tablado, ensangrentado el rostro y él las manos. CEDRO-Herido estoy de tus puntas, y ya este divino tronco salpicado con mi sangre, nace verde y muere rojo. (La humildad coronada de las plantas vv. ūūŰū-ūūŰŲ)

Calderón no deja pasar ninguna oportunidad de abarcar el conĚicto teológico en su conjunto, de tal manera que la instauración de la Ley de Gracia y el aniquilamiento de la Sinagoga se simbolizan a su vez de modo eęcacísimo: «Al golpe que levanta [el Judaísmo] para él [Pan], da a la Sinagoga que estará detrás y caen ambos»Ůū. Los demás personajes que puedan intervenir en la obra, Gentilidad, Ateísmo, Apostasía, etc., poseen una función bastante precisa: señalar la responsabilidad exclusiva del Pueblo Hebreo. Ahora bien, se podía obtener un mejor resultado desde el punto de vista escénico dotando a estas ęguras, que anteriormente no pasaban del estatuto de meros comparsas, de un papel más activo: intentarán interponerse entre el verdugo y la víctima, sin ningún éxito, evidentemente, porque el Judaísmo, arrebatado por una fuerza irreprimible, se desembaraza de cualquier obstáculo. La capacidad del autor a la hora de dar sentido a cualquier elemento que se vea o se oiga en el tablado es tan grande, que incluso de ese fracaso se saca un extraordinario partido al servir sus cuerpos para simbolizar las cruces del Calvario: GENT-No le toques. PAG-ȳȳNo le hieras ni el palo para él levantes. JUD-ǶPor qué? LOS DOS-ȳPorque a su lado estamos. Pónense a los dos lados: el Paganismo al izquierdo y el Gentilismo al derecho JUD- Fuerza no me hace

Ůū El verdadero dios Pan, p. ūŬŰŪb. En El diablo mudo (p. ųŰŪb), quien perece es la Naturaleza Humana.

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la razón, y pues los dos os oponéis en librarle de la muerte, delincuentes ya sois; y así, no es bastante que uno a la diestra y el otro a la siniestra declare el réprobo y el elegido bando, y que los dos le guarden, para que yo, entre otros dos delincuentes, no le mate. Dale con la Cruz, y él la toma y suena terremoto (La semilla y la cizaña, ŬŪŪū, pp. ŲŲŲ-ŲŲų)

El ruido de terremoto, sincronizado con la muerte, a primera vista constituye un mero eco del relato evangélico; no obstante, posee otro valor. Primero, el público se estremece al escucharlo, segundo, se convierte en signo de la Crucięxión cuando ésta no sucede ante los ojos del espectadorŮŬ. Asombra el absoluto dominio del lenguaje teatral que andando el tiempo alcanza Calderón: puede ilustrar así el dogma de la Redención de forma completa al tiempo que logra construir situaciones llenas de emoción, de tensión, de patetismo, susceptibles de mantener en vilo al público. La escenięcación del deicidio constituye una prueba del talento del dramaturgo sin lugar a dudas; pero el sello calderoniano aparece con mayor fuerza todavía en las escenas que lo siguen, un tanto descuidadas por los autores anteriores. Otra vez van a unirse lo puramente doctrinal y la teatralidad, ya que debe destacarse el destino del pueblo de Israel, rechazado por todos, expulsado de su patria, y las reacciones del personaje que lo representa ante sus propios actos. Alguna que otra vez se justięca su asombrosa audacia. La primera intervención del Judaísmo deicida prueba la pericia calderoniana y señala la línea que se seguirá posteriormente. Antes de nada, una imagen visual vigorosa, que compensa el que la muerte ocurra fuera de escena. El público, desprevenido, recibirá una fortísima impresión cuando oiga el ruido de temblor de tierra y el homicida regrese bruscamente a escena, ensangrentado y suspenso. A pesar de ser consciente de la gravedad de su crimen, no se arrepiente, preęriendo asumir el castigo: JUD-Verdaderamente era Hijo de Dios este Hombre

ŮŬ Así ocurre por ejemplo en La viña del Señor, El cordero de Isaías, Amar y ser amado, pp. ūŮųŰa, ūűŮŰb y ūűųŮa, respectivamente.

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que maté, pues en un punto hacen tanto sentimiento la Tierra y el Firmamento por su Príncipe Difunto. [...] pero mi pecho obstinado de la saña que ha tenido aún no se ve arrepentido con verse escandalizado; sobre mí y mis descendientes aquesta sangre cayó; manchado con ella yo he de andar entre las gentes vago y prófugo (¡ay de mí!) sin Sinagoga judía, sin patria y sin compañía desde aquí; pues desde aquí, sin consolarme jamás tarde me he de arrepentir. (Los misterios de la Misa, pp. ŭūūb-ŭūŬa)

Parece conmocionado y se insiste en la pérdida de raciocinio: JUD-ǶQuién eres? IGN-ȳȳNo conociste tu ignorancia? JUD-Estoy tan loco, tan obstinado, que no te conozco. SABID-ȳAparte Llegue yo. ǶConócesme? JUD- A la SabiduríaȳȳA ti tampoco; pero tu vista no sé qué horror da que huyendo aquí A la Ignorancia de ti me acercaré a ti. (Los misterios de la Misa, p. ŭūŬa)Ůŭ

La representación más lograda de esta situación, empleada sin cesar, la encontramos en El diablo mudo, p. ųŰūb. El Hombre se ha curado por completo, mientras que el Judaísmo hereda todas sus taras: JUD-A cuya luz soy el ciego el mudo, el sordo y el que

Ůŭ El horror que le provoca su propio crimen no lo conduce a arrepentirse sino a esconderse, esbozándose así un paralelismo con la muerte de Abel: La siembra del Señor, pp. ŰųŮb-Űųůa.

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de mi espíritu padezco el furor, cuando al mirarle dudo, gimo, lloro y tiemblo.

A menudo los demás personajes que se niegan a aceptarlo en su seno hacen hincapié en el exilio y aislamiento que sufrirá a modo de castigo: JUD-ǶDónde iré yo que no pise la sombra de mi cadáver? Pero a Europa iré y en ella causaré mayores males. EUR-Sabré desterrarte yo, siendo en mí tu nombre infame. JUD-Volveréme a Asia. ASIA-ȳȳȳTente. porque desde aqueste instante de mí desterrado, has de buscar donde albergarte, viendo sobre mis almenas los romanos estandartesŮŮ. JUD-A África ÁFRICA-A mí no te acerques que no he de darte hospedaje. JUD-A América. AMERICA-ȳȳYo no tengo de permitir que a mí pasesŮů.

El momento culminante desde el punto de vista de la tensión llega cuando el personaje pronuncia su monólogo; y es que, a pesar de que el texto insista en lo merecidas que tiene las desdichas que padecerá, sus palabras pueden ser desgarradoras. Nos hallamos ante una de esas escenas que permiten al actor dar prueba de su arte y lucirse caso de poseerlo. Además del ya citado de Los misterios de la Misa, bastante breve en relación con otros, o del muy conocido de El nuevo palacio del Retiro, descuella por su carácter conmovedor el de La humildad coronada de las plantas (vv. ūŬūų-ūŬųů) en donde se expresa el conjunto de los sentimientos contradictorios que invaden al proscrito. Tras el monólogo llega la apoteosis eucarística en donde el margen de maniobra se suele reducir mucho. Calderón casi nunca se aparta de la tradición; no obstante la enriquece en el plano escénico gracias al mayor desarrollo

ŮŮ Alusión clarísima a la vindicta Salvatoris. Ůů La semilla y la cizaña, p. ŰŪűa. La decadencia del Pueblo Hebreo se acrecienta cuando sufre el desprecio de su Sinagoga: La vacante general, p. ŮŲŰb.

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de la escenografía, a su habilidad para la construcción de los diálogos. Con todo, según lo acabo de aęrmar, no se introducen cambios sustanciales. Si exceptuamos algunas obras anteriores a ūŰŮŭ, la exhibición de Cristo triunfante va acompañada de la distribución de castigos y recompensas. Pero para los enemigos del catolicismo, se trata del momento de constatar su fracaso. En lo que se reęere al Judaísmo, el contraste entre la alegría cristiana y su propio pesar puede plantearse como una pena que se impone el personaje a sí mismoŮŰ; o incluso como fuente de redoblado placer para la IglesiaŮű. La apoteosis ęnal permite también insistir en la obstinación hebraicaŮŲ, pues asistimos a una nueva serie de preguntas y respuestas con doble función: reforzar las creencias de los ęeles y oponerles el bloque de enemigos irreductibles, toda vez que el Pueblo Hebreo no siempre actúa aislado y las voces del Demonio, la Herejía, la Secta u otra ęgura semejante, se unen a la suya. En todos los casos, la estructura del diálogo se apoya en el juego de correlaciones paralelísticas o antitéticasŮų. Surgen varias posibilidades: los adversarios huyen incapaces de contemplar la forma (El primer refugio del hombre, p. ųŲŭb); o expresan intenciones agresivas con respecto a ella (La humildad coronada, vv. ūŮųů-ūŮųų). Lo que importa es introducir en la mente de los espectadores la idea de un conjunto de oponentes, distintos al tiempo que, gracias a la correlación, semejantes, y todos ellos sometidos al poder de la Iglesia: DEM. Y PITONISA-¡Ay tal rabia! JUD-ȳȳ¡Ay tal tormento! [...] PIT-¡Qué horror! DEM-ȳȳ¡Qué muerte! JUD-ȳȳȳ¡Qué rabia! (El cordero de Isaías, p. ūűűŪb)

Los juegos de correlaciones admiten una combinatoria bastante complicada cuando se construye otra antítesis en el interior del campo de los derrotados:

ŮŰ Ver como botón de muestra La humildad coronada de las plantas, vv. ūŬųū-ūŬųů. La oposición alegría / tristeza no falta nunca aunque admite matices; por ejemplo, el gozo de los demás constituye la fuente fundamental de dolor en La semilla y la cizaña (p. ŰŪűa): «JUD-[...] / y no tanto me atormenta / esto como que en la Nave / cuando yo gimo, hagan salva, / y porque yo lloro, canten». Ůű Así sucede en El maestrazgo del Toisón, p. ųūŭb: «IGLESIA-Las dichas de mi ventura / doble con sus sentimientos». ŮŲ Incluso encontramos cierta complacencia de Calderón en mostrar la particular pertinacia hebrea, mayor incluso que la de Luzbel en este terreno. Es el caso de El diablo mudo, p. ųŰŬa. Ůų Con respecto a esa técnica sigue siendo de obligada lectura D. Alonso, ūųůŰ, pp. ūŭū ss.

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LUC Ŭo Y HEB-Cesa, que a misterio tanto... MAL. Y SINAG-Cesa, que a tanto prodigio... LUC Ŭo Y HEB-De horror tiemblo. MAL Y SINAG-ȳȳDe ira rabio. HEB-Y así, huyendo dél, iré a vivir prófugo y vago. [...] Vase SINAG-Yo no a vivir, a morir iré, [...] Vase LUC-¡Ay de quien no puede huir preso a estos pies y aherrojado! MAL-¡Ay de quien morir no puede, viviendo en mis propios lazos! LUC-¡Para siempre padeciendo! MAL-¡Y para siempre penando! (La viña del Señor, p. ūŮųų)

La apoteosis permite igualmente proceder a una nueva alianza: el antiguo pueblo elegido pierde todos sus privilegios en favor de la Gentilidad. A la condena puede añadirse una gran hostilidad: PADRE-Y a todos premiar es bien, y así a la Ley Natural, y Ley de Gracia a comer este mismo Pan convido; y tú, bárbaro cruel, maldito de mí, saldrás de mi heredadůŪ.

Además de tales aspectos retóricos y doctrinales, quisiera mencionar al menos una inversión de las funciones de las alegorías inanimadas de la apoteosis. Sabido es que dichas alegorías proporcionan testimonios de la divinidad de Jesús así como sobre la Transubstanciación, destinados a reconfortar al público. Si pensamos en las funciones internas, la Gentilidad aprovechaba tales aclaraciones para conęrmar su conversión al cristianismo, mientras que el Judaísmo reiteraba su rechazo. En Las órdenes militares ambos personajes abandonan el tablado para formar parte de dos apariencias y convertirse, de esta manera, en ilustraciones de la verdad: Ábrese el Pavón, y véese el Judaísmo vestido de cadáver. JUD-Es verdad que esta exterior

ůŪ La siembra del Señor, p. ŰųŲa. Léase La viña del Señor para una reprobación bastante hostil. En cambio, según destacamos páginas atrás, Calderón siempre deja abierta la puerta de la conversión.

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pompa del Mundo, en sí encierra de mis desvanecimientos, Mundo, las mortales señas. Y así, a vista de la Cruz que ya es honra, siendo afrenta, y en el Triunfo de María, que ha de ser tu vida eterna, no busques tu aplauso en mí. MUNDO-ǶPues en quién? Ábrese el Pelícano, y véese dentro una Hostia y Cáliz, y la Gentilidad GENT- En la clemencia del Pelícano, que el pecho por sus hijos se ensangrienta, [...]ůū

ůū Las órdenes militares (p. ūŪŭųb). Según advertí al dar la lista de autos, Valbuena edita la versión remozada de esta obra, impresa por Calderón en ūŰűű, de acusado antħudaísmo, mientras que el manuscrito de ūŰŰŬ lo atenúa. Sobre el simbolismo del pelícano y en particular de esta apoteosis, véase la tesis de Alonso Rey, ŬŪŪŬ, pp. ŭűű-ŭŲŮ. Sobre este mismo asunto de la utilización de los emblemas en el teatro de Calderón, que viene llamando la a tención de la crítica desde hace años, puede verse la apretada síntesis de Cull, ūųųű.

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Capitulo II

Las dramatis personæ: las abstracciones

En la treintena larga de obras en donde hallamos representaciones del mundo judío, Calderón emplea los mismos esquemas en la concepción de los personajes, de tal manera que pueden constituir un modelo intercambiable; afortunadamente, evitó la repetición mecánica merced a la introducción de algunos matices. Puede insistir más en unos rasgos que en otros, o varían las relaciones que establece con las otras dramatis personae, apoyándose a veces en la antropomoręzación sexuada, sin olvidar la atribución de un oęcio o la identięcación con algún objeto representativo.

La denominaciңn de los personajes Antes que nada tenemos que dilucidar un asunto primordial, el de las distintas denominaciones: Ley Escrita, Sinagoga, Asia, Pueblo Hebreo, Pueblo de Israel, Judaísmo, Hebraísmo, ya que no siempre remiten a signięcados especíęcosůŬ. Además, frente a la sinonimia entre las dos últimas apelaciones, Reyre ha querido distinguir una oposición judío / hebreo cargada de sentido. Comenzaremos precisamente por este último punto. Según Reyre, los dos términos poseen no ya connotaciones distintas, positivas en el caso de hebreo, despreciativas en el de judío, sino que responden a dos momentos de la historia de Israel separados por el advenimiento de Jesús. A los hebreos del Antiguo Testamento, el pueblo elegido, respeta-

ůŬ

En contra de lo que aęrma Navarro González, ūųŲŲ, p. ūūŭ.

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dos e incluso idealizados, al ęn y al cabo como antecesores de los cristianos, suceden los judíos deicidas y sus descendientes, denigrados y mofados, para acabar aęrmando: A pesar de la defensa de la antigüedad de los judíos españoles queda claro que Calderón reserva su simpatía para los honrados hebreos de la Biblia, mientras lanza duros ataques contra los judíos “modernos” que amenazan a la monarquía española y al imperio cristiano, siguiendo en eso la actitud de sus contemporáneosůŭ.

Para asentar un uso general, se basa esta investigadora en la mayor o menor frecuencia con que aparecen los dos vocablos, en quién los utiliza («judío» aparece en boca de graciosos), con respecto a Calderón; y en un pasaje de Las paces de los reyes de Lope y en otro del Tesoro de Covarrubias, siendo en mi opinión el lexicógrafo toledano el culpable de esa teoría, desdichadamente poco fundamentada, como brevemente, por razones de espacio, expongo a continuaciónůŮ. En primer lugar si hebreo / judío se oponen no se comprende que no lo hagan Judaísmo / Hebraísmo; ahora bien, precisamente comprobamos que estos dos últimos términos funcionan como sinónimos en Calderón ya que en la misma obra los encontramos. Por ejemplo en Las órdenes militares el personaje aparece como Judaísmo en el reparto (p. ūŪūű), pero la Culpa se reęere a él como Hebraísmo (p. ūŪūų). La acotación de la p. ūŪŬŪ indica que sale el «Judaísmo, de hebreo», imagino que por razones eufónicasůů, y la Gentilidad le reprocha que hable «como hebreo». El cotejo de las variantes textuales de El día mayor de los días respalda esa idea de equivalenciaůŰ. El socorro general no lo desmiente: SINAGOGA-Hebrea milicia cuyo siempre ilustre, siempre invicto valor no podrá olvidar la memoria de los siglos. Amado pueblo de Dios, bando de Dios escogido, república de Israel, generoso Judaísmo,

ůŭ Reyre, ūųųŲ, pp. ūŬ-ūŰ y ūūŰ-ūūű en particular. En la cita se reęere Reyre a lo que he llamado Sinagoga de España en la Segunda Pate de este libro. ůŮ Sería necesario acumular testimonios en los dos ejes sincrónico y diacrónico para dar una explicación completa y más satisfactoria por lo que me contento con lo fundamental. ůů En El nuevo hospicio de pobres, el reparto reza así: «El Hebraísmo, de judío», p. ūūŲů. ůŰ El día mayor de los días, ŬŪŪŮ, nota a la acotación del v. ŰŲųƸ. Cf. también las variantes del v. ūųųŮ.

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tú, con quien su amor inmenso […] (p. ŭūűa)

La sinonimia rebasa con mucho los casos señalados por la propia Reyreůű; comparemos dos pasajes en donde se habla de esperanza y esperar: SENCILLEZ-Siempre vi ser el Hebreo persona de mucha espera. (Psiquis y Cupido, Madrid, p. ŭŲŭb). *** ESPERANZA-Porque a vista de aquel Alto Inefable Sacramento la Esperanza del judío sólo es humo, polvo y viento (El nuevo Hospicio de pobres, p. ūŬŪŰ).

Las ocurrencias de hebreo referido a lo que Reyre llama el judío histórico también se pueden atestiguar, tanto en Calderón como en otros autoresůŲ, pero el mejor ejemplo nos lo ofrece el propio Covarrubias. Reyre cita las entradas «hebreo» y «judío» para apoyar sus asertos. Si hubiera considerado «guayas» se habría encontrado lo siguiente: «la letra gutural g, de que usan mucho los hebreos», cuando lógicamente tendría que haber escrito «judíos». Para terminar brevemente expongo algunos puntos: ū- Es probable que judío y hebreo no tuvieran las mismas connotaciones. De hecho, según parece, para algunos judíos aculturados en la época de la emancipación la palabra judío tenía connotaciones negativas por lo que preferían israelita o hebreoůų. Ŭ- La oposición no es lo suęcientemente fuerte como para que se conviertan en términos distintos con valor diferenciado ni en lo que se reęere al aspecto cronológico ni en lo valorativo y ello tanto en el teatro como en la prosaŰŪ. ůű Reyre, ūųųŲ, p. ūŮ menciona La devoción de la misa, La lepra de Constantino y El Santo Rey don Fernando, I. ůŲ De hecho, en el ejemplo aducido de Las paces de los reyes, el rey preęere que se llame hebrea a Raquel, que tendría que ser calięcada de judía como descendiente ibérica de los deicidas. Del mismo modo, el poema Sentimientos a los agravios de la nación hebrea tendría que titularse de la nación judía. La lectura de otra comedia de Lope bien conocida, El niño inocente de La Guardia, demuestra la intercambiabilidad de las dos denominaciones. Por último, para no recurrir a obras no citadas anteriormente, en La manganilla de Melilla de Ruiz de Alarcón, cuya acción se desarrolla en el siglo XVI, detectamos el mismo uso indiscriminado a que me vengo reęriendo. ůų Dictionnaire du Judaïsme, ūųųŰ, p. ůŪŰ. ŰŪ Algunas calas así lo prueban. Léase La execración de los judíos de Quevedo, por ejemplo, que

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ŭ- Abundando en este aspecto, la equivalencia se encuentra en las escenas de rechazo de Jesús, de preparación del deicidio e incluso de la propia muerte del MesíasŰū. Por lo tanto, la palabra hebreo no implica valoración positiva siempre. Ů- No deben considerarse dos sino tres denominaciones: a partir de Israel encontramos israelita o Pueblo de Israel que compite con hebreo y Pueblo Hebreo. ů- Sólo un estudio exhaustivo del corpus calderoniano (que incluya acotaciones y repartos, que las Concordancias calderonianas no contabilizan, por cierto) y a partir de textos autorizados, legitima empezar a sacar conclusiones que tendrían que confrontarse con el uso en otros dramaturgos y en otros géneros.

Rasgos generales Volviendo a los personajes abstractos nos encontramos con Judaísmo o Hebraísmo (o Pueblo Hebreo), Ley Escrita, Sinagoga y Asia. En general, la Sinagoga encarna a la religión judía, a la ley, equivaliendo por lo tanto a la Ley Escrita (las dos versiones de Psiquis y Cupido). Podemos hallar algunos matices. La Sinagoga representa la estructura religiosa, a los sumos sacerdotes, más que la doctrina en sí: la «docta Sinagoga» de El tesoro escondido, p. ūŰűū, responde a esa variante. En A Dios por razón de estado y El día mayor de los días se separan Sinagoga y Ley Escrita, habiéndose convertido esta última en el mensaje revelado por Yahvé, perfectamente integrado en los designios de la Providencia, por cuya razón se opone a la Sinagoga o al Pueblo Hebreo. El Judaísmo, por su parte, se identięca con el pueblo judío, perfectamente diferenciado de la estructura religiosaŰŬ. Se logran así varias combinaciones cuando participan en la acción dos o tres personajes judíos abstractos, aunque a veces pueda recurrirse a una sorprendente confusión. En Los misterios de la Misa, el Judaismo encarna a la vez al pueblo judío y a su religión: JUD-Que quiero saber, pues soy de todo Israel el Pueblo,

denigra en un mismo párrafo con ambas palabras, pero también puede encontrarse la ponderación con judío en otras plumas. No acumulo más ejemplos por no alargar demasiado la demostración. Űū Cf. El diablo mudo, ųůųa; El árbol del mejor fruto, ūūűŪ, entre otros. ŰŬ «SIN-Pues si Sinagoga y pueblo / contra todos se conjuran. / JUD-ǶQué importarán los proverbios?» (La vacante general, p. ŮűŲa). Al mismo tiempo, otro ejemplo de la polivalencia de los personajes alegóricos, el Judaísmo se opondrá «como rabino y maestro».

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que conservando mi idioma, desde Heber se llama Hebreo. [...] CRIS-[..] No soy Elías, confusa SinagogaŰŭ.

Queda Asia. En principio este personaje remite a la parte del mundo habitada por los judíos (La semilla y la cizaña); no obstante, Asia puede signięcar también el propio Judaísmo en El valle de la Zarzuela. Para terminar con estos preliminares, digamos que lo más habitual es encontrar Judaísmo (con tendencia en la última década a emplear Hebraísmo con igual valor) y Sinagoga, solos o reunidos en una misma obra. Repitámoslo: lo que diferencia al siglo XVI de los primeros años de la centuria siguiente es el paso de un discurso aplicado a los personajes judíos a personajes que actúan según determinados rasgos que se les atribuyen. El resultado adolecía de falta de profundidad; se les veía desde «fuera». Justamente, la gran aportación calderoniana estriba en haber trastocado esa situación: por una parte, desarrolla ciertos papeles muy secundarios; por otra, lleva a cabo un proceso de profundización en los protagonistas, transformados en personajes complejos, poseedores de un conĚicto, de una problemática que los conduce a actuar en un sentido o en otro, distanciándose así de la representación esquemática que se había ido transmitiendo desde siglos atrás, en realidad desde la Sagrada Escritura. Salvo algunas ęguras muy particulares, estudiadas en capítulo aparte, todas las personięcaciones del mundo judío comparten determinadas características que permiten establecer algo así como un retrato robot, un tipo que, sin dejar de compartir algunos puntos con el paradigma tradicional, lleva el sello de su autor. El primero de dichos rasgos, la confusión, actúa en la interioridad del personaje, provocando dudas, cambios de actitud y lo coloca al borde de la alienación. Tal perturbación de la conciencia marca desde el principio al Judaísmo o a la Sinagoga y se convierte en un componente estable durante toda la acción, tal ocurría en El nuevo palacio del Retiro, hasta tal punto que el adjetivo «confuso-a» sirve para deęnirlo: FE-[...] la confusa Sinagoga Űŭ P. ŭŪŰb. Parecida identięcación se observa en La humildad coronada de las plantas, vv. ŭŲų-ŮŬŲ. Conviene señalar que se trata de autos primerizos de ūŰŮŪ y ūŰŮŮ respectivamente.

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ni patria ni asiento tenga, [...] (Psiquis y Cupido, Toledo, p. ŭůŭa).

Con más frecuencia esa enajenación la produce un agente exterior que provoca una contradicción entre las expectativas, las señales que anuncian la llegada del Mesías según los profetas, y la noticia de que el advenimiento ya se ha producido: HEB- Enigma de mí mismo, a inquirir qué alegría, a pesar del invierno y de sus sañas es esta con que hoy despierta el día. SIN-La misma duda mía padeces, porque al ver que estas montañas bendito el fruto den de sus entrañas, [...]ŰŮ

El adjetivo rara vez aparece aislado. Calderón recurre a estructuras binariasŰů o, con más frecuencia, a grupos de tres e incluso cuatro cualidades, en tales casos añade calięcativos más contundentes y construye una gradación. El conjunto nos da une isotopía que transmite la sensación de trastorno completo, que suele darse tras el deicidio: SINAG-[...] con que has quedado vencido, confuso, turbado y ciego, [...] (La vacante general, p. ŮŲŰb)

La confusión puede actuar en dos direcciones; hacia la postración o, al revés, hacia la exaltación irreprimible. Las contradicciones que trastornan a la Sinagoga le quitan cualquier capacidad de reacción: SINAG-Dejadme morir a manos de mi desesperación. [...] Ni dónde voy sé tampoco; sólo sé que en mi misma confusión

ŰŮ El tesoro escondido, p. ūŰŲŬb. El enfrentamiento con el propio Mesías origina parecidos sentimientos por el mismo motivo: la distancia que media entre las expectativas y su concretización. Űů «Confuso y turbado» (La siembra del Señor, p. ŰųŮb); «confuso y vacilante» (El nuevo palacio del Retiro, p. ūŭűa).

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voy tropezando y que a un tiempo ciega, absorta y muda estoy (Llamados y escogidos, p. ŮŰūb.)

Puede ser igualmente víctima de miedo que intenta ocultar (A Dios por razón de estado, p. ŲŰŬb). Ahora bien, según lo acabo de indicar, a veces se obtiene un resultado muy otro y el Judaísmo sufre una extrema agitación: JUD-[...] Si bien dudo, si bien temo (¡qué confusión! ¡qué delirio! ¡qué frenesí! ¡qué tormento!) (La semilla y la cizaña, ŬŪŪū, p. ŲŰű).

Incluso llega a la locura: MENTIRA-Pues ella [Sinagoga] confusa y ciega delirando como loca, de una parte y otra yerra [...] el corazón a pedazos se quiere arrancar, la lengua trabada a hablar va y no puede, y entre opiniones diversas en sus discursos se ofusca y se confunde en sus ciencias; [...] (Llamados y escogidos, p. ŮŰŮb)ŰŰ.

En los anteriores ejemplos, junto a la confusión encontramos la ceguera, rasgo este último que constituye uno de los tópicos más manidos del estereotipo antħudío, a menudo ligado a la tozudez. El pueblo hebreo no cree a causa de la distancia existente entre el todopoderoso Mesías anunciado y la persona de Jesús. Destaquemos un caso paradigmático, el de El diablo mudo, p. ųůŰa, pero su incredulidad se expresa en varios registros que van del simple escepticismo al rechazo feroz: GENT-ǶNo puede ser que otro tenga la virtud que no tenemos

ŰŰ Ver también El valle de la Zarzuela, p. űūŬa. La alienación no siempre procede de la perplejidad: «AFECTO ūo-El abrasado furor / de aquel loco frenesí / de pensar que otro rey viva / tanto de juicio me priva / que cura al delirio intento» (El primer refugio del hombre, p. ųűŬa). Este afecto encarna transitoriamente al rey Herodes.

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nosotros? JUD- Bien puede ser, pero yo no he de creerlo. (La cura y la enfermedad, p. űŰŬb) *** SINAG-Primero que yo lo crea veré el mundo fallecer con mayor ruina que cuando le vi expirar. (A Dios por razón de estado, p. ŲŰŲb)Űű

El materialismo hebreo, otra acusación recurrente, es tal que no logra ir más allá de las simples apariencias: Ábrese el Cordero, y se ve el Sacramento SINAG-Pan y Vino miro y toco. (El maestrazgo del Toisón, p. ųūŭa).

La incredulidad ante pruebas que la tradición cristiana considera palmarias, conduce a insistir en la locura como una explicación plausible: AFEC. ūo- ǶCómo quieres que crea lo que tan pocos por ahora creen? [...] PEREGPues vaya…ŰŲ SIMPL-A la casa de los locos. PEREG-Allí esté hasta que su error cobrado el juicio se vea cuando todo el mundo sea un rebaño y un pastor. (El primer refugio..., p. ųŲŬb)

Según sucedía con la confusión, la ceguera se interioriza y pasa a ser motivo de trastorno, de problema que genera conĚicto: JUD-ǶDónde mis discursos van, si nunca he de creer, protervo, ni que se hizo Carne el Verbo ni que se hará Carne el Pan? (La semilla..., p. ŰŪŪb)

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Sin percatarse de ello, la Sinagoga está aludiendo a la Parusía. Me parece mejor poner puntos suspensivos en vez de punto (que propone Valbuena).

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Otro grupo de rasgos sigue una trayectoria inversa a la de los que acabamos de estudiar ya que estos últimos son el motor de acciones y en consecuencia provienen del interior del personaje que acaba por exteriorizarlosŰų. Forman isotopías que engloban cólera, violencia y crueldad: JUD-ǶEsto escucho? ¡Volcán soy! ǶEsto oigo? ¡Soy Mongibelo! Que humo aborto, fuego escupo exhalado de mi pecho, [...]űŪ

La cólera corre parejas con sentimientos tales como la rabia, el rencor y el despecho; Calderón construye así personajes muy agresivos, dispuestos a pasar de la amenaza a su cumplimiento: SINAG-[...] Y así, será darte muerte la repuesta que le doy a ese rey que me convida, [...] SINAG-Si hará, pues no sólo en este profético embajador he de ensangrentar mis manos, mas si este que se llamó gran príncipe de Israel a ellas viene, mi furor le dará muerte, [...] (Llamados y escogidos, pp. ŮŰŬb-ŮŰŭa). *** JUD-ǶEso me escribes a mí? PABLO-Y a los romanos y efesios. JUD-Primero muerto a mis manos te verás. (La vacante general, p. ŮŲůb)űū

La escena del deicidio, provocada por un arrebato según se explicó en el anterior capítulo, permite poner de relieve la crueldad hebrea. La palabra «cruel», asociada a otras pertenecientes al mismo campo semántico: «aspe-

Űų En tal sentido se vinculan estrechamente a los anteriormente estudiados. űŪ Los misterios de la misa, p. ŭūŪ. Ver también El valle de la Zarzuela, p. űūŬa, en donde la cólera se asemeja a la locura. űū Lo mismo se encuentra en El primer refugio del hombre, p. ųŲū. Se podrían multiplicar los ejemplos porque situaciones de ese tipo aparecen casi en todos los autos. Las amenazas, claro está, desembocan en el deicidio.

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reza», «dureza», surge sin cesar en diálogoűŬ; ahora bien, en determinadas situaciones se consigue llevarla a escena de una manera que debió impresionar vivamente al espectador: Saca un puñal el Judaísmo y da a la Inocencia y la ensangrienta el rostro JUD-Pues muere tú. [...] INOC-Piedad, piedad. JUDNi la tengo ni la he de tener. [...] INOC¡Ay de mí! ǶCon sangre no te enternezco? ǶSon de piedra tus entrañas? JUD-De piedra son. (La semilla y la cizaña, p. ůųŲa).

Otras características completan el conjunto: orgullo exacerbado o ingratitud, frecuentemente asociada a la inconstancia. Las tres constituyen asimismo otros tantos tópicos presentes en el Antiguo Testamento. Si consideramos el conjunto, lo se destaca ante todo es la idea de desmesura en la exasperación, entendida como un proceso destructor para el propio deicida así como para quienes lo rodean; se podría hablar perfectamente de hybris trágica. Los personajes, temibles, provocan en el público horror, rechazo, en razón de sus fechorías: no obstante, como se comprobará más tarde, en determinados momentos no cabe excluir sentimientos de piedad, ya que la principal víctima es el mismo criminal, convertido en personaje trágico prisionero de su destino, por quien, según los casos, se puede sentir odio o cierta conmiseraciónűŭ. Por lo tanto, el desenlace de estos autos, en donde se pone de realce el destino del antiguo pueblo elegido, implica un efecto catártico en donde a la repulsa, siempre segura, cabe añadir en ocasiones la piedad en grados diferentes. Asumo, claro está, una perspectiva teatral, derivada de la complejidad que poseen la Sinagoga y el Judaísmo calderonianos, pero insisto en que por encima de consideraciones de tipo teológico, la dimensión űŬ Entre otras muchas remito a las siguientes obras: El diablo mudo; El verdadero dios Pan; La viña del Señor, pp. ųůůb, ūŬŰŬb y ūŮųŭb-ūŮųŮa, respectivamente űŭ Navarro González, ūųŲŲ, pp. ūŬŮ-ūŬů, menciona estas mismas reacciones por parte del espectador de la época, no obstante no puedo aceptar sus opiniones en lo referente a los espectadores ni a los motivos de Calderón. También destaca la dimensión trágica del Judaísmo Pollin, ūųųŬ, p. ūűū, artículo que yo desconocía cuando llegué a esas mismas conclusiones en mi tesis.

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trágica me parece fuera de toda duda, siempre claro está, que no extrememos los paralelismos ni con el modelo clásico o sus versiones modernas, ni pensemos demasiado en la Poética de Aristóteles. Quiero decir con ello, que el Judaísmo no puede equipararse completamente a los protagonistas de las tragedias, preferentemente ni malvados absolutos ni personas bondadosasűŮ, entre otras razones porque sus actos tienen un alcance muy distinto, pero también porque el arrepentimiento de sus descendientes, vale decir, la conversión, lavaría la culpa. Como no puedo analizar todos y cada uno de los personajes judíos, me detendré únicamente en ciertos casos particulares que rebasan los rasgos comunes que acabamos de exponer. Así pues, en lo que respecta a las ęguras masculinas, estudiaré El nuevo palacio del Retiro, La humildad coronada de las plantas y La cura y la enfermedad.

Ž›œ˜—’ęŒŠŒ’˜—Žœȱ–ŠœŒž•’—Šœ El judío errante Navarro González aęrma que los dramaturgos españoles no se sintieron atraídos por la leyenda del judío errante; en este terreno como en tantos otros Calderón se aparta de la norma ya que el judío perpetuamente exiliado (el motivo de la vindicta Salvatoris) aĚora una y otra vez en el diálogo; además, el Judaísmo de El nuevo palacio del Retiro se inspira en ese judío apátrida hasta tal punto que su condición de hombre desarraigado, expulsado de todas partes, constituye el núcleo del conĚicto dramáticoűů. El Judaísmo llega a un lugar que había abandonada mucho tiempo atrás. Expresa enseguida su desconsuelo por el incesante errar que lo conduce de un sitio a otro sin que pueda descansar en parte alguna: JUD-ǶDónde voy con errante paso? ǶDónde confuso y vacilante me lleva mi destino,

űŮ Parafraseo el comienzo del capítulo XIII de la Poética. Se encontrará un análisis inteligente a la par que sintético del tipo de personaje trágico propuesto por el ęlósofo griego en la edición de Dupont-Roc y Lallot: Aristote, La poétique, ūųŲŪ, pp. ŬŭŲ-ŬŮů. Para la catarsis, ver las pp. ūŲŲ-ūųŭ. űů Navarro González, ūųŲŲ, p. ūūŭ. Sobre el judío errante en este auto, ver Pollin, ūųűŭ, que remite a otros estudios de tipo más general, concretamente al conocido artículo de Bataillon «Peregrinaciones españolas del judío errante».

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sin rumbo, sin vereda y sin camino? [...] ǶPor qué saber espera mi cuidado a qué tierra, a qué campo hoy he llegado, siguiendo mi destino? (p. ūŭű)

A continuación resume a grandes rasgos la Historia de la Salvación, la historia del hombre bíblico; para ser más concretos, la del pueblo hebreo antaño dichoso y ahora abrumado por los sinsabores. Calderón justięca con rapidez esa decadencia por el deicidio y, en primer lugar, por la ceguera; no obstante ante la angustia del proscrito el público debió sentir cierta conmiseración: JUD-[...] desterrado de mi patria desde aquel punto vagué; todo el orbe discurrí, todo el mar peregriné, y tan mísero, tan triste, [...] Descanse yo aqueste instante que atento a tu voz esté, porque de haberme acordado de tanto perdido bien, tengo un áspid en el pecho y en la garganta un cordel (pp. ūŭŲb-ūŭųa).

El judío errante está prisionero en un círculo vicioso: el deicidio ha provocado su desgracia, lo echan de todas partes a donde llega y el rechazo lo empuja a actuar de tal modo que el castigo se justięca (p. ūŮŪb), comprobándose en escena que es responsable de su destino. No obstante, frene a las anteriores representaciones del pueblo hebreo, bastante monolíticas, el protagonista de El nuevo palacio del Retiro posee una innegable complejidad debida a los sufrimientos que inducen a apiadarse de él a sabiendas de que los merece cumplidamente. Se produce una distancia estéticaűŰ, en relación con el modelo deęnido por la tradición dominante en ūŰŭŮ, año del estreno del auto. Calderón mantiene las razones que legitiman para los españoles de la época la desgracia del personaje: deicidio y negativa voluntarista a creer en Jesús a lo que se añaden los proyectos de perjudicar a la cristiandad (p. ūŮŪb), pero introduce un cambio de perspectiva: el problema ya no se ve desde fuera sino desde dentro toda vez que el Judaísmo asume el űŰ

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Tomo prestado el término a Jauss, ūųűű, p. ūűŮ.

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castigo, un castigo que lo obsesiona, de tal modo que su conciencia es teatro de lucha, de desgarro. Sabe por qué lo condenan, sufre por ello, pero tiene la certeza de que no podrá librarse de ese destino; y todo eso lo sienten los espectadores. Por tal motivo deben salir del acostumbrado desprecio, de la alegría causada por las desdichas que abruman al pérędo; están presos también de ese sentimiento en donde se confunden el rechazo del errante fugitivo y la piedad ante esa extraña víctima: Vase, y queda solo el Judaísmo JUD-ǶQué es lo que pasa por mí? Ninguno en desdicha igual por mí intercede. ǶQué es esto? ¡Hay más desdichas! ¡Hay más desconsuelos! ¡Hay más penas, más tormentos, más pesar!űű […] y sólo a mí, (¡estoy mortal!) me falta (¡ay de mí, ay de mí!) de la Iglesia la Piedad, la intercesión de la Fe, la Esperanza y Caridad. Pero Ƕcómo en viernes, cómo en viernes pretendo hallar para mí morada, si de él nació mi orfandad, por quien extranjero siempre peregrino sin cesar, [...]? (p. ūŮűa)

Las intenciones del dramaturgo a este respecto se perciben con mayor claridad al ęnal, cuando se profundiza en las razones de su dolor. Calderón juega un poco con su público porque lo va a colocar ante una situación bastante conocida para desaęar otra vez el horizonte de expectativas. El Judaísmo (o un judío) ante la hostia reaccionaba de dos maneras: o con rechazo violento, horror, cuando no con intenciones sacrílegas, o convirtiéndoseűŲ. En este auto, el personaje expresa admiración y emoción tan intensas ante la sagrada forma que esperamos un desenlace «feliz»; no obstante, para nuestra sorpresa, el judío errante se condena para siempre:

űű Preęero la lectura de Paterson: «Hay», en lugar de «ay». űŲ Las leyendas piadosas a este respecto abundan siendo recogidas por la escena según quedó dicho al estudiar obras como El colmenar, El horno de Constantinopla o Las formas de Alcalá.

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JUD-¡Oh purpúreo clavel! ¡Oh blanco azahar! ¡Luciente rosa! ¡Cándido jazmín, que sobre dos columnas de un altar, que entre las varias flores de un jardín, jeroglífico eres singular, […] Mas ya seas la flor de Jericó, ya seas de los valles el clavel, […] yo no te alcanzo ni tu enigma sé, porque a la Fe he escuchado sin la Fe. Y así corra a tu blanco singular el que pueda su precio conseguir, que yo siempre tu Ser he de dudar, que nunca he yo tu luz de percibir, […] porque a la Fe he escuchado sin la Fe (pp. ūŮųb-ūůŪa).

Esta vez el efecto catártico es completo; compadecerse del Judaísmo resulta tanto más sencillo cuanto que despojado de su hybris, permanece enfrentado a un dilema insoluble. Roza la fe, sin llegar a seguirla, condenándose por ello a vagar sin descanso.

La metáfora vegetal La humildad coronada de las plantas es una de las obras más originales de nuestro corpus a la que todavía no se le ha hecho justicia, a pesar del relativo aumento de los estudios a ella dedicados desde los años ūųŲŪűų. Se inspira en un breve fragmento del Antiguo Testamento, en realidad un apólogo (el apólogo de Jotán). Los árboles desean elegir rey y proponen la corona a varios candidatosŲŪ. Calderón lo transforma en un concurso para decidir qué planta es capaz de redimir al hombre caído; cada una habrá de elegir una religión con la cual se identięca a partir de las analogías existentes entre dicha religión y una virtud de la propia planta. Son convocados el Moral, la Vid, la Espiga, el

űų En ūųųŬ no había prácticamente bibliografía especíęca aunque por lo menos la edición no venal de Sánchez Mariana permitía entender determinados tramos del diálogo, incomprensibles en el texto publicado por Valbuena. Pueden leerse San Miguel, ūųűų y de Armas ūųŲŰ. Añádase la Introducción de Arellano a su edición del auto por la que sigo citando, como ya hice en la Segunda parte. ŲŪ La fuente se encuentra en Jc, ų, ű-ūů. Las plantas que participan en el certamen son el olivo, la higuera, la vid y el espino, el cual amenaza con quemar los cedros del Líbano.

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Almendro, la Encina, el Olivo, el Laurel y el Espino. No obstante el verdadero conĚicto surgirá no de la competencia entre los anteriores sino de sus reacciones ante quien los ha llamado, un extraño árbol con hojas de palmera, cedro y ciprés, que lleva una cruz: encarna a Cristo y recibe el nombre de Cedro. La metáfora vegetal incrementa los habituales problemas de comprensión del teatro alegórico, en este caso de tipo visual. Cuando un actor salía a escena vestido de musulmán, de judío, etc., el público lo reconocía inmediatamente y podía situarlo en el esquema actancial. Aquí, el proceso se complica pues el cuerpo del actor remite a un árbol símbolo de una religión o de un concepto: tenemos una doble alegoríaŲū, lo cual exige una explicación detallada, hábilmente integrada en la acción por el poeta (vv. ŬŰų-ŭŮŮ). Por otra parte, la asociación entre planta y creencia religiosa resulta a veces problemática, no así en lo que se reęere al Espino, como vamos a ver. En el universo del teatro alegórico los nombres de Judaísmo, Gentilidad, herejía, sugieren un papel preciso y determinados rasgos. En La humildad coronada de las plantas quienes poseen una virtud emblemática son los vegetales y tal virtud los lleva a asumir el previsible papel acostumbrado en el drama de la Pasión. Antes de que decidan elegir, las plantas reciben adjetivos encomiásticos o, al contrario, otros que expresan rechazo: sacro Laurel; cuerdo Moral; sagrada Oliva; fértil Vid; dorada Espiga; armado Espino; ruda EncinaŲŬ. Al Moral, al Almendro y al Espino se les atribuyen rasgos característicos fundamentales, el núcleo a partir del cual se construye al personaje. Anuncian, en deęnitiva, su papel. Indudablemente, el estar armado sugiere inclinación por la violencia, así como carácter duro, severo, lo cual se conęrma nada más aparecer el Cedro: ESPI-Con asombro ǶQué árbol es extranjero este que nunca vi, ni verle quiero? CEDRO-¡Oh armado Espino, qué rigor ofreces, presto porque me ignoras me aborreces! (vv. ūŮų-ūůŬ)

Cada planta destaca la virtud que la deęne. La del Espino es la justicia, de la que se señalan los aspectos más temibles:

Ųū Lo señala Sánchez Mariana, ūųųŬ, pp. XIV-XV. Los actores vestían ropa normal pero llevaban un palo con hojas y ramas que indicaba la planta que representaban según lo dice la acotación del v. ŭŲƸ. ŲŬ Vv. ŰŪ-űŮ. El Almendro, que se llama a sí mismo loco, recibe el papel de gracioso. La ruda Encina reacciona en sintonía con el Espino: «ENCI-Con enojo. Como a ti, Espino, el verle a mí me mata» (v. ūŰű).

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ESPIN-[...] que yo, en la campaña armado de agudas puntas de acero; por no herirse en mí tal vez aún no se me atreve el viento. [...] la virtud a que me inclino es la de justiciero y así, al ladrón que os despoja, entre mis redes le prendo, tal que, cuando escape vivo de mis garras, por lo menos me deja en vellones suyos más que lleva en frutos vuestros; a cuya causa es la ley que más me agrada, en efecto, la gran Ley del Judaísmo, porque en los varios preceptos de su Levítico, tiene mucho lugar lo severo de mi condición, y así desde hoy me juzgad él mesmo. (vv. ŭųű-ŮŪŪ y Ůūŭ-ŮŬŲ)

Fħémonos en la isotopía formada por les expresiones que he resaltado en cursiva: armado de agudas puntas de acero; herirse; garras. Traslada el valor de justiciero, orientado ya por severo, hacia el castigo violento, hacia la idea de verdugo, justamente la noción destacada por la Encina, la cual añade una palabra clave, sangriento: ENCI-Bien a esa ley aplicaste lo escabroso y lo sangriento, […] (vv. ŮŬų-ŮŭŪ)

Así pasamos de forma casi imperceptible de una correlación JudaísmoSeveridad a otra, Judaísmo-Instinto sanguinario, aludiendo a los profetas asesinados y al deicidio que preęguraban. El interesado asume inmediatamente la sangre mencionada por la Encina, de tal manera que a partir de ese momento la idea de violencia, de muerte, se convierte en el principal rasgo constructivo. El Espino deja de defender a los demás para agredir, comportándose de forma mimética con respecto al Judaísmo: ESPIN-Puesto que ninguno puede competirme a mí, yo quiero

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seguir aquel ignorado árbol; y si a mi sangriento espíritu no prefiere ha de conocer que llevo en mí todo el Judaísmo. (vv. ůŬŭ-ůŬų)

En ciertas situaciones en las que varios personajes actúan de forma semejante, se insiste invariablemente en la especięcad hebrea. El Espino toma la iniciativa o si no, se particulariza expresando un rechazo radical: ESPIN-Mas qué pueda ser ignoro, árbol que en forma de cruz es instrumento afrentoso, figura ni sombra suya, y así con mortal enojo, aunque le confieso a él, a ti por él no conozco. (vv. ųůŰ-ųŰŬ)

La dureza de que hace gala, corre parejas con la interiorización del conĚicto que se buscará inútilmente en las demás ęguras: ESPIN-Llego el primero; ¡qué abismo! ¡Temblando estoy de mí mismo! Quita una rama del brazo del Ciprés y quédase suspenso mirándola [...] LAUREL-Yo el segundo; en crueldad extraña mi acción se funda Quítale el Cedro y hace lo mismo (vv. Ųůű-ŲůŲ y ŲŰŬ-ŲŰŭ)

Reacciona siempre con mayor exaltación que los demás: ESPIN-¡Qué delirio! ENCI-ȳȳ¡Qué ilusión! ǶPalma no es esta? LAU-ȳȳ¡Qué engaño! ESPIN-¡Qué locura! ALM-ȳȳ¡Árbol extraño! ESPIN-Ciprés es. TODOS-ȳȳ¡Qué confusión! (vv. ŲűŲ-ŲŲū )

La pulsión agresiva, orientada hacia el exterior, va acompañada de un proceso de introspección cada vez más conĚictivo de las situaciones a las que el Espino

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se enfrenta. La crisis estalla justo después del deicidio, cuando se da cuenta de la gravedad de sus actos y del destino que lo aguarda. Entonces aparece la condición trágica del personaje, añadiéndose la piedad al horror y condena suscitados por su crimen: ESPIN-¡Ay de mí! Todos me dejan y me desamparan todos. Aun mi gran patria la tierra me echa de sí; donde pongo la planta un áspid parece que nace armado de abrojos. Todo el cielo contra mí se amotina pavoroso: [...] La sangre con que manché aquel madero, hecha golfos de púrpura y de jazmín, justicia pide, [...] No me viera, no me viera el mundo, pues es forzoso que sin casa y domicilio, pobre, forajido y solo el Espino en los desiertos más silvestres, más inotos, ya prófugo y vago viva, [...] (vv. ūŬūų-ūŬŬŰ y ūŬŭų-ūŬůů)

La representación, desde el punto de vista estrictamente dramático habría debido acabar ahí, con la imagen del réprobo, solitario, alejándose hacia un rincón del tablado mientras que los demás, al otro lado, celebran la Resurrección. Ahora bien, lo que conviene al teatro no se acomoda siempre bien con la catequesis. El monólogo cambia de tono, ya no expresa el desconsuelo sino la rabia. Cuando el Espino columbra el Jardín de Sión, decide hollarlo para castigarse a sí mismo asistiendo a la alegría general. Durante la apoteosis ęnal, Calderón intenta producir una nueva catarsis, apoyada en dos bases opuestas al tiempo que complementarias. Por un lado, el rechazo hacia quienes no reconocen los dogmas de la Iglesia (la Herejía y el Judaísmo); por otro, fomentar los lazos de los miembros de la comunidad de ęeles, a la que se reconforta mostrando que está sólidamente defendida de los ataques de enemigos tan temibles como los anteriormente citados. Alegría por compartir la cena mística, seguridad de sentirse a salvo de peligros. El Santo Oęcio vela por todos.

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El médico El médico cómico, el que posee un remedio contra las penas de amor o, en el campo contrario, la metáfora terrible de la muerte, ocupa un lugar destacado en la literatura españolaŲŭ. A esos tipos se añaden los médicos de otras religiones: la execrable reputación del medicucho se incrementa entonces con prejuicios socio-religiosos (La prudencia en la mujer). Calderón aprovecha esa tradición, siendo El médico de su honra el ejemplo más conocido. El médico judío también tiene carta de naturaleza, pero no allí donde cabía esperarlo, en comedias ambientadas en la Edad Media, sino en un auto: La cura y la enfermedadŲŮ. La idea subyacente que sustenta todo el texto es, como en La humildad coronada de las plantas, que el mal debe curarse con un remedio confeccionado con la misma sustancia que la infección, aunque ahora se insiste en Jesús, capaz de curar a la humanidad frente a las demás leyes incapaces de redimirla. La Naturaleza Humana ha caído en la trampa tendida por Lucero, ayudado por la Sombra (pp. űůŲa-űŰŪb), señalándose su pecado por una espantosa enfermedad: la lepra. El Mundo hace un llamamiento: quien logre sanarla, se casará con ella, convirtiéndose en dueño del universo. Se presentan dos voluntarios, el Judaísmo y la Gentilidad (űŰūb-űŰŬb ). Llega otro candidato, el Peregrino. El Judaísmo expresa una hostilidad palmaria ante quien pretende ser «médico y medicina», preęriendo no pronunciarse hasta no poseer pruebas concretas de su habilidad (űŰŭa)Ųů. Tanto Gentilidad como Judaísmo retroceden horrorizados por la lepra que padece la Naturaleza Humana por miedo a contagiarse (p. űŰŮa) mientras que el Peregrino aplica el tratamiento consistente en la transmisión de la enfermedad a su sanador, convertido a su vez en enfermo precisado de cura. Se siguen nuevas consultas en las que el Judaísmo toma la iniciativa. Propone remedios radicales, sin preocuparse de las posibles consecuencias, con la oposición de la Gentilidad, partidaria de medicinas más suaves: JUD-Si salieran provechosos [los remedios], a ella los aplicaremos

Ųŭ Ver David-Peyre, ūųűű. Estudia el teatro en las pp. Ŭųů-ŭůŬ, en el caso del de Calderón, sin tener en cuenta los autos sacramentales. Cf. las pp. ŭūų-ŭŬů. ŲŮ Calderón retoma uno de sus autos juveniles, El veneno y la triaca. Ųů Las opiniones de los tres doctores suscitan un comentario burlón de la Inocencia (gracioso): «Bien, si no fuera tan viejo, / viniera aquí el cuentecillo / de aquel miserable enfermo, / que viendo entrar tres doctores / saltó en camisa diciendo: / “Traidores Ƕtres contra uno?” / Y aun diz que acabó el proverbio» (p. űŰŭb). La Inocencia entrevera el diálogo con observaciones del mismo jaez, pertenecientes a la tradición satírica.

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después; y si no Ƕqué importa que se muera un extranjero? Pues morir uno por todos es político consejoŲŰ, [...] MUNDO-No es malo el medio. GENT-No, no es malo, aunque cruel parece. [...] GENT-Con remedios lenitivos yo vendré, mas no sangrientos (p. űŰŰa)Ųű.

El Judaísmo parece actuar sin ideas preconcebidas. No obstante, la brutalidad que muestra nos hace sospechar de sus intenciones, por no mencionar la ironía involuntaria con que se expresa en los versos que pongo en cursiva: JUD-[...] Miserable Peregrino, ya tú ves que no podemos admitirte entre nosotros; la piedad de nuestros pechos quiere curarte; apartado, obedece a los remedios (p. űŰŰa).

Por ahora el público presencia las acostumbradas actitudes de JudaísmoGentilidad; no menos previsible parece el resultado del tratamiento, conforme a la tradición satírica de los médicos «asesinos», que en este caso pierde comicidad para adecuarse al papel asignado a los judíos en la Pasión; pero se introducen cambios. La salud del Peregrino mejora, lo cual tranquiliza al doctor acerca de la razón que lo asiste, pero Lucero, recién derrotado en el desierto (p. űŰŲ), se apodera de él para poder guiar sus decisiones: LUCERO-Pues yo revestido en él le dictaré cuanto hable (p. űŰŲb).

De esta manera, Calderón nos sorprende con un lance imprevisto. La Gentilidad intenta convencer al Judaísmo: ŲŰ Calderón parafrasea el consejo de Caifás: «convenía que muriera un solo hombre por el pueblo», Jn, ūŲ, ūŮ-ūů. Ųű Los remedios propuestos por el Judaísmo coinciden con los utilizados en la época de Calderón: baños, dieta estricta, etc. El dramaturgo los asocia con algunos episodios de la vida de Jesús: tentación en el desierto, bautismo en el Jordán, oración en Getsemaní...

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GENT-¡Todos han de ser crueles los remedios! ǶNo hay suaves minorativas con que ese riesgo se repare? JUD-Dices bien; y esta vez quiero seguir tu parecer; dadme de escribir recado (p. űŰų).

Ahora bien, la receta signięca la sentencia de muerte: JUD-Puesto que empezó a sudar, porque de sudar acabe, Escribe, y el Lucero le lleva la mano la zarza y el palo santo; setenta y dos penetrantes espinas de zarza, digo, que su cabeza traspasen y que el palo de una Cruz, donde le pongan y enclaven sea el palo santo suyo (p. űŰųb).

La última etapa de la cura se desarrolla fuera de escena; nos la relatan la Sombra y Lucero según se va produciendo. El terremoto indica el ęnal, el fracaso del doctor endemoniado: Sale el Judaísmo JUD-Mintió mi Ciencia ignorante, pues dio la muerte a aquel Hombre (p. űűūb).

Más aún, se horroriza ante lo que acaba de hacer, no lo olvidemos, dominado por el Demonio, de quien huye: JUD-ǶDónde iré por no mirarte (¡oh Espíritu!) siendo tú quien mi mano y voz guiaste? Mas dónde he de ir, si ya es fuerza que deshechos mis altares, prófugo y vago no tenga domicilio en que me ampare. Vase (p. űŰųb)

Semejante desenlace supone varios cambios con respecto a los modelos literarios del médico e incluso con respecto a la actitud del deicida en otros autos de nuestro autor, porque si se aleja del tipo del médico judío, dispuesto a envenenar a sus pacientes cristianos, tampoco se amolda al del médico ignorante, ya

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que, a pesar de los comentarios de la Inocencia, el Judaísmo carece de rasgos cómicos. Se trata de una marioneta en manos del Demonio que ni siquiera se presenta como enemigo del Mesías, con quien mantiene relaciones distantes. El auténtico conĚicto enfrenta al Peregrino con el Lucero, siendo el Judaísmo antes que simple instrumento personaje secundario. El mayor interés de esta ęgura proviene a mi entender de todas estas «traiciones» hacia los modelos en que Calderón se ha inspirado a la hora de construirla.

Šœȱ™Ž›œ˜—’ęŒŠŒ’˜—ŽœȱŽ–Ž—’—Šœȱ ¢ȱ•ŠȱŠ—›˜™˜–˜›ę£ŠŒ’à—ȱŽ•ȱŒ˜—Ě’Œ˜ȱŽ˜•à’Œ˜ȱ Presentar las relaciones entre la divinidad y los hombres de manera antropomóręca constituye una constante en las culturas antiguas de ambas orillas del Mediterráneo. La unión erótica, la ędelidad -o inędelidad- matrimonial trascienden lo meramente humano y sirven para explicar los vínculos que unen a las distintas deidades con sus adoradoresŲŲ. De esta forma, lo suprahumano se convierte en una experiencia semejante a las que cualquier individuo experimenta. Si nos centramos en la tradición juedeocristiana comprobamos que las bodas de Yahvé e Israel dan paso en los evangelistas y en San Pablo a las de Cristo con la Iglesia. Las secuelas de esta interpretación nos resultan bien conocidas en la literatura mística, menos en el teatro, sobre todo en una perspectiva completa que incluya a las dos prometidas: la religión mosaica y la cristiana. Dicho de otro modo, raramente se encuentra la fusión de la metáfora matrimonial con la Historia Teológica de la Humanidad. Si se interpreta este esquema en clave amorosa da lugar a dos bodas, primero las de Yahvé con Israel, luego las de Cristo con la IglesiaŲų. Al ser el Hħo de Dios la misma persona que el Padre, la concepción monógama del matrimonio cristiano, por no hablar del problema teológico abierto, exige la desaparición de la primera esposa, ya por muerte, ya por repudioųŪ. Todos estos elementos se encuentran en las Escrituras y hallan eco en nuestras letras relativamente pronto, pero su desarrollo dramático completo se lo da únicamente Calderón y ello no sólo debido a las insuęciencias dramatúrgicas de las farsas sacramentales del siglo XVI, sino a las concepciones poco maduras ŲŲ Se encontrará un breve y brillante resumen de la cuestión en Marina Warner, ūųŲų. Para lo que sigue, parto de Garrot Zambrana, ūųųůb. Ųų La Ley Natural se confunde con la Ley Escrita, mejor dicho, está ausente del esquema actancial de las bodas. ųŪ Ambas posibilidades aparecen en Calderón según veremos.

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del esquema teológico de que venimos tratando y en buena medida, a falta de audacia para presentar en las tablas a Emanuel enamorado de la Ley Escrita. Así se explicarían los raros y tardíos ejemplos con que contamos. La primera dięcultad estriba en la escasa intervención de Jesús como personaje en este tipo de obras durante el siglo XVI, lo cual impide el desarrollo de una acción cuyo centro sea el triángulo amoroso Sinagoga-SalvadorIglesia. En general aparecen las dos leyes solas, en oposición o en armoníaųū, sin que la feminización de estos personajes se produzca siempre pues a veces las encarnan varonesųŬ. Cuando se conceden atributos femeninos a dichos personajes el dramaturgo suele dejar de lado la mención de las bodas místicasųŭ. Una de las claves para entender la tardanza y parquedad en plantear la cuestión estriba simplemente en que cuando la ley mosaica y la religión cristiana se enfrentan, se hace hincapié en la correlación caducidad (Ley Vieja) - juventud (Ley Nueva) que se traslada automáticamente a la edad de ambos personajes. Así, en la Farsa de la Iglesia de Sánchez de Badajoz, la Sinagoga está caracterizada como una vieja arrugada, madre de una bella joven: la Iglesia. Se insiste más en estos lazos familiares rotos por la resistencia de la vieja, que en la posible lucha por el amor del Mesías, aunque aparezcan las semillas de tal conĚicto. Se nos dice que la joven es esposa de Cristo y las constantes inędelidades del pueblo hebreo adquieren connotaciones sexuales. En la Farsa de Moselina, nos alejamos aún más de cualquier posibilidad: las dos enemigas ni siquiera coinciden en escena. Los horizontes escénicos se ensanchan considerablemente con el grupo de escritores contemporáneos a Lope de Vega, una de cuyas innovaciones decisivas fue el trasvase de situaciones típicas de la comedia al auto sacramental, concretamente para lo que nos interesa aquí, la introducción de un triángulo amoroso con su secuela de celos, abandonos, desaires y reconciliaciones, a ęn de dar emotividad y mayor vertebración a los rudimentarios conĚictos de las farsas del siglo XVI. Nace de esta manera un esquema actancial protagonizado por Cristo, el Alma y el Demonio que corteja a ésta, la cual terminará

ųū Jesús aparece en farsas vinculadas al ciclo de Pasión. Sobre las dięcultades de los dramaturgos de esta época para dar un papel a Dios en las farsas, ver Fothergill-Payne, ūųűű, pp. űŲ ss. ųŬ Por ejemplo la Farsa sacramental de la moneda, ya estudiada o la Comedia octava y auto sacramental del testamento de Cristo. ųŭ Tema central de Los desposorios de Cristo de Timoneda. Las farsas en que se feminiza a las religiones judía y cristiana son: Farsa de los tres estados, Farsa de Moselina, ambas pertenecientes al CAV, y, primera de la serie en el tiempo, la Farsa de la Iglesia de Sánchez de Badajoz, todas ellas estudiadas en la Primera parte.

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por salvarse de la tentaciónųŮ. Tales obras pueden recurrir al mismo tiempo a la Historia Teológica de la Humanidad, en realidad estructura profunda de todo auto que gire en torno al problema de la venida del Mesías, sin por ello recurrir a la posibilidad de convertir al Salvador en objeto de discordia entre dos actantes femeninosųů. De hecho, esa posibilidad no se aprovecha, porque si representar a la Ley Escrita como una vieja arrugada que se pelea con la joven Iglesia dejó de interesar a los dramaturgos del XVII, no la sustituyeron por una dama sino que preęrieron ęguras masculinas, con la salvedad de La mesa redonda. Pero recuérdese que Vélez desarrolló ante todo la alegoría guerrera en la que la Sinagoga, armas en mano, desaęaba a CristoųŰ. A pesar de todo, la traslación de rasgos caracterizadores del galán a la ęgura de Jesús y de otros propios de la dama, a la de la Iglesia, dejaba camino expedito al autor que quisiera explotar las enormes riquezas dramáticas que semejante enfoque contenía. Tal será el camino explorado por Calderón, quien se aparta de nuevo del uso habitual, ya que en vez de legarnos bellas judías medievales, o alguna Susana que se prende de cautivos españoles en Argel o Estambul, preęrió construir personajes abstractos muy logrados. Sus preferencias se dirigen al tipo de mujer viril a que nos han acostumbrado las comedias; concretamente destacan los autos en donde la Sinagoga desempeña el papel de esposa del Judaísmo o de mujer abandonada. Por supuesto, antes de dar ese paso resulta lógico que procediera a varios esbozos sin olvidar, por otra parte, que este motivo no se aprovecha siempre como motor de la acción, a ęn de evitar introducir un meandro innecesario. De cualquier manera, e independientemente del paradigma concreto a que pertenezca la Sinagoga, hay una cualidad por así decir inevitable desde el momento en que entra en la categoría dama y la interpretan las actrices a quienes corresponde tal papel en las compañías: me reęero por supuesto a la bellezaųű. Se rompe con ello la correspondencia entre aspecto exterior y categoría moral y se introduce una nota de inevitable atracción en una ęgura

ųŮ Remito a Flecniakoskaa, ūųŰū, pp. ŭūŲ ss. ųů El propio Calderón, por no dispersar las referencias, sigue este camino en obras como Psiquis y Cupido (Toledo), auto que cuenta con las dramatis personae necesarias para ello. ųŰ Al menos yo no he encontrado una obra más temprana. ųű Se echa en falta un estudio en donde aborde de forma sistemática qué actrices y actores, primera o segunda dama, primer o segundo galán, el autor, se encargan de interpretar los papeles de Judaísmo y Sinagoga que desde el punto de vista estrictamente teatral son de gran lucimiento e incluso a menudo los más agradecidos para el intérprete. Pollin, ūųųŬ, también noto esa cualidad.

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que debe concitar rechazo, pero que mantendrá dignidad estética, lejos de las Moselinas del XVI.

La amazona La lucha entre religiones se podía trasponer con facilidad en combate entre dos ejércitos; el teatro profano como sabemos gustaba de llevar a escena a damas aęcionadas a la caza o a la guerra, que constituyen un paralelismo con la Synagoga bellatrix. Quien mejor encarna tal papel es sin duda la protagonista de El socorro general; como ya puse de realce que era una alegoría de Cataluña antes que de la Ley Escrita preęero detenerme en otros personajes igualmente representativos de la amazonaųŲ. Curiosamente, la Sinagoga más temible, la de A Dios por razón de estado, no mata a nadie en escena. De hecho sale a ella bastante tarde y quizá para compensar ese retraso precisa efectuar una irrupción fogosa, que le permite componer una imagen cuyos rasgos descollantes son la furia y la hosquedad: Sale la Sinagoga, a lo judío, y San Pablo a lo romanoųų SINAG-[...] Ni le he de crêr; ni he de dar a partido mi rencor; pues muerto, ha de ser mayor contra cuantos promulgar su ley intentan; y así, Pablo, pues de ti me fío, toma este decreto mío, [...](pp. ŲŰūb-ŲŰŬa)

Sin embargo nos percatamos de que esa energía, ese aplomo, disimulan la angustia que la atormenta. Primero, cuando Pablo se despide, parece ensimismada, según lo sugiere la acotación: «Quédase como suspensa y que habla consigo» (p. ŲŰŬa); luego, ya sola, la llaman y reacciona con extrema turbación: INGEN-[...] Sinagoga. ųŲ El libro de referencia sigue siendo Mckendrick, ūųűŮ, según indiqué al estudiar La mesa redonda, obra que probablemente sirve de modelo a todas las belicosas Sinagogas calderonianas, incluyendo la de El socorro general. ųų La indicación escénica peca de incompleta según suele suceder; una acotación interna nos dirá luego que lleva espada. Por otro lado, la Sinagoga repite las palabras del centurión que asegura en el Evangelio que el crucięcado era hħo de Dios. Otras veces lo hace el Judaísmo.

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SINAG- ȳǶQuién me nombra? Vuelve con espanto INGEN-El Ingenio soy. ǶDe qué temes? SINAG-Cualquiera sombra fue hoy de mi cadáver sombra, según hoy del Sabaoth la ira introduce cruel la confusión de Babel en el pueblo de Nembrot. Los sueños son de Beemot cuantos padece mi pena; y ya que a mí me enajena de mí mi discurso di, [...] que desde el pasado hielo de aquel súbito temblorūŪŪ, que cubrió el mundo de horror ; en mí no he vuelto; [...](p. ŲŰŬb)

El Ingenio y el Pensamiento, en busca de Dios, le piden ayuda. Les habla de un falso Mesías que acaba de ejecutar para cortar por lo sano el rumor, aceptado por parte de su pueblo, de que ese hombre era hħo de Dios. Piensa seguir gobernando a los hebreos con mano de hierro puesto que, habiendo gozado del favor de Yahvé, considera inaceptable que nadie discuta sus privilegios; así se explica su fatuidad y la rabia incontrolable que la domina: SINAG-[…] esto he dicho porque astrólogo otra vez, no en el eclipse me arguyas, que habrá para ti también otro rencor, otra ira, otra saña, otra esquivez, otro azote, otro acero, otra cruz, otro cordel (p. ŲŰŮa).

La primera manifestación de agresividad la vemos cuando se entera de que Pablo, en quien había depositado toda su conęanza, ha cambiado de bando. Resaltemos que la furia proviene tanto de su soberbia como de su inferioridad intelectual: SINAG-Bien que estás ciego se ve, o yo lo estoy, pues lo escucho

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Se reęere al ruido de terremoto que señala la Crucięxión.

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sin darte muerte. ING-Ten el acero, que por ti le quiero yo convencer. SINAG-Argúyele, Ingenio, tú, que yo ni puedo ni sé (p. ŲŰůa).

Sigue una discusión en donde se insiste de nuevo en la fuerza como única arma ante la falta de argumentos. Las primeras preguntas del Ingenio rezuman escepticismo, pero el nuevo apóstol lo convence rápidamente; entonces la Sinagoga trata de evitar que la buena nueva se difunda: SINAG-Primero que se lo digas, muerte a uno y otro daré. Saca la espada y se amparan los dos de la Gentilidad (ŲŰűa)

No cumple la amenaza porque alguien más fuerte que ella, su señor, la Gentilidad, logra contenerla. La Sinagoga comenzaba irradiando una imagen de autoridad, en contraste con la de las personięcaciones masculinas, que podían ser duras, pero no arrogantes; tal imagen desaparece para dar paso a la de personaje obstinado, siendo esta última cualidad, la obstinación, rasgo compartido por todas las abstracciones del mundo judío que pueblan los autos sacramentales. Un caso intermedio entre el tipo de Sinagoga vehemente y guerrera y el de la esposa abandonada podría haber sido la que protagoniza El maestrazgo del ToisónūŪū. Sale a escena casi mediada la obra, por lo tanto de forma semejante a la de A Dios por razón de estado, cazando según acostumbra tal una serranaūŪŬ. La primera imagen que tenemos de ella la aleja de la «docta Sinagoga» de El tesoro escondido, salvo por la bellezaūŪŭ, o de la Thorea rodeada de libros del Viaje del cielo, aunque a pesar de parecer muy segura de sí misma dará inmediatamente muestras de Ěaqueza: Sale la Sinagoga, a lo judío, con un venabloūŪŮ SINAG-[...] ūŪū Basado en El Tusón del rey del cielo de Lope de Vega con otros elementos de Llamados y escogidos, que proporciona el asunto, las bodas de Jesús y la Ley de Gracia, así como diálogos enteros. ūŪŬ Poco después el Bautista la llama «de estos / montes reina soberana» (ųŪŭa). ūŪŭ El adjetivo «bella» dirigido a la Sinagoga por muy variados personajes, amigos o antagonistas, se encuentra por doquier en los autos calderonianos. ūŪŮ Acotación idéntica a la primera de La mesa redonda de Vélez, salvo que en vez de «a lo judío» viste «de hebrea». Cf. La mesa redonda, en Navidad y Corpus Christi, ūŰŰŮ, p. Űů.

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Yo, pues no acaso a la aurora salí a estas selvas a caza, seré quien te siga y quien la presa que llevas haga, [...] mas ¡ay de mí!, que al blandir del bruñido acero el asta flaquea el brazo y el pulso tiembla, el valor se acobarda, [...] (p. ųŪūb)

Esa turbación provocada por un pacíęco cordero se transforma en pánico: SINAG-[...] a cuyo pavor, a cuyo pasmo, a cuyo asombro, es tanta mi confusión que aun mi sombra me aterroriza y espanta. ǶEl destrozo de un Cordero, ¡cielos!, tanto me acobarda? ǶPor donde huiré de mí misma, viéndome prófuga y vaga? ǶNo hay criados? ǶNo hay monteros que me socorran y valganūŪů?

Acuden la Lisonja y San Juan Bautista; éste último anuncia las bodas del hħo de Dios con la Ley de Gracia. Ahora, la cólera y la duda se apoderan de la amazona, inĚuida por la Lisonja, que pone de realce que la invitan a las bodas de su prometido, salvo que se trate de un impostor: SINAG-[...] ǶCómo Cordero (¡qué pena!) y rey del austro (¡qué ansia!) al mundo a quitar (¡qué ira!) pecados viene (¡qué rabia!), si para quitar pecados y ser el que la palabra a mí me ha dado de Esposo, los aparatos le faltan [...] Y así, pues no le conozco

ūŪů El cordero simboliza a Jesús, pero es a la vez emblema de la orden del Toisón, mencionada poco antes (pp. ŲųŲa-ųŪŪb). Se trata de una preęguración de la Pasión que traerá consigo la decadencia de la Sinagoga.

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ni sé quién es, dile que haga sus bodas sin mí [...] (p. ųŪŭb)ūŪŰ

El poeta no desarrolla el motivo de los amores desdichados, de los celos, porque la Sinagoga decide inmediatamente que se trata de un falso EmanuelūŪű; se encamina hacia el modelo de dama guerrera y la trama hacia el de la metáfora militar que traspone el combate Synagoga-Ecclesia: SINAG-ȳȳPues añade que ya que no convidada, iré ofendida a vengar los engaños con que trata, [...] dar a la gran Ley Escrita celos con la Ley de Gracia, [...] Y tú, pues el clarín eres de mi pueblo, toca al arma, que a la voz de tus lisonjas se han de mover mis venganzas (p. ųŪŮa).

Consecuentemente, tras algunas secuencias dedicadas a ensamblar el conĚicto teológico en la trama (creación de la orden del Toisón), los dos ejércitos se encuentran en el campo de batalla. La Malicia (Judas) abandona las ęlas de la Iglesia con una medalla de la orden y topa con la Sinagoga, de ronda. Le compra la joya y se convierte en lapidaria. Calderón aprovecha la disemia: orfebre que labra las piedras preciosas y aęcionada a las lapidaciones, como lo prueban Jeremías, San Esteban o incluso el propio Mesías, a punto de morir de esa manera según relata el Evangelio (Jn, Ų, ůų). Gracias a ello se integra la Pasión simbolizada de El Tusón del rey del cielo en la lógica de un personaje marcado por la agresividad (pp. ųūŪ-ųūū). Así, el frío peritaje del Judaísmo lopescoūŪŲ, se trasforma en ocasión de dar salida al odio y despecho acumulados: MALIC-ǶA un azote le examinas de cañas y zarzas hecho? SINAG-Sí; que las zarzas y cañas son las forjas de mi intento MALIC-No le des más. SINAG-ȳȳǶCómo no? ūŪŰ Calderón transcribe ęelmente un fragmento de Llamados y escogidos (p. ŮŰŬ). ūŪű Los celos aparecen en el diálogo. San Juan alude a ellos cuando le relata a Cristo el resultado de la embajada (p. ųŪŰb). ūŪŲ Lope de Vega, El Tusón del rey del cielo, ūųŰŬ, p. ŭŮů.

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Cinco mil veces le tengo de examinar a este toque y al de espinas luego (p. ųūūa).

ǶHasta qué punto podemos vincular esta escena con los casos de ultrajes a imágenes y sagradas formas de que se acusaba a los judíos?ūŪų Está claro que la asociación parece, a primera vista, pertinente. Sin embargo encuentro una dięcultad para admitirla y es que, por mucha abstracción temporal que reine en los autos sacramentales, resulta imposible aęrmar que nos hallemos ante una reproducción de la Pasión inĚigida a una imagen por el rencor hebreo. Se trata, al contrario, de una manera simbólica de presentar los sufrimientos padecidos por el Mesías antes de ser crucięcadoūūŪ, crucięxión que, como sucediera en La mesa redonda, asume la forma de una batalla, aunque con algunos cambios. Comienza igualmente dentro; la Esposa busca a Emanuel, encuentra la cadena con los instrumentos de la Pasión y concluye al sacrięcio. Se dispone a reunirse con sus tropas, pero la Sinagoga le sale al paso espada en manoūūū. Se diría que Calderón se limita a seguir La mesa redonda de Vélez, pero como de costumbre mejora considerablemente el modelo, sustituyendo el combate dialéctico por otro apoyado en la iconografía: el león de Judá se opone al cordero del ToisónūūŬ. La derrota de la Sinagoga será completa: DUQUE-No es tuya desde este tiempo, que pasando a ser blasón del auto que hoy represento pasará a ser León de España, [...] (p. ųūŭa)

La continuación enlaza con lo habitual; la empecinada negativa a creer se paga con el exilio voluntario, preferido a la conversión:

ūŪų Es lo que asegura Reyre, ūųųŲ, pp. ūūŭ-ūūŰ. ūūŪ Con todo, no pretendo negar que algunos espectadores no pudieran pensar en las leyendas antħudías que desde la Antigüedad difundían ese tipo de fabulaciones, pero si tal fuera la intención de Calderón no me explico la manera tan elíptica de llevarla a cabo, pues teniendo en cuenta el contexto de la época, nada más fácil que introducir una pequeña alusión a la continuidad de la crueldad y odio judíos. El Cristo de la Paciencia estaba bien fresco en la memoria de los madrileños. ūūū Acotación p. ųūŬa. Debemos suponer que la Esposa lleva otra. ūūŬ «Ábrese el carro la Nave, y ver en ella un león coronado [...] tocan chirimías, ábrese el palacio, y se verá sentado en una silla el Duque, con manto carmesí del Toisón [...]» (p. ųūŬb). Para el valor emblemático del león y del cordero, remito de nuevo a Alonso Rey, ŬŪŪŬ, pp. ŭűŮ-ŭűű. El mismo recurso iconográęco de un León que se abre para mostrar en su interior un cordero, se emplea en La segunda esposa y triunfar muriendo (Arellano, ŬŪŪū, p. ŮŰ y Arellano, Oteiza y Pinillos, ūųųŰ, pp. ūŪů-ūŪŰ y ūūų-ūŬŭ). El uso de esos dos emblemas es típico del pensamiento político en general y aparece en autos anteriores, como El reino en cortes de Coello. Ver Garrot Zambrana, ŬŪŪŮ.

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SINAG-Mal me venceré al temor, si a la razón no me venzo. […] SINAG-Por ahora nada me obliga, sino el asombro y el miedo, a ir donde prófuga y vaga, viva sin patria ni templo (ųūŭb)ūūŭ.

La esposa abandonada Antes de esa violenta amazona, los aęcionados al teatro del Corpus habían podido contemplar damas igualmente rencorosas, pero menos viriles, que tras varios esbozos cristalizarán en un tipo perfecto de mujer despechada. Lo encontramos en el único desarrollo completo de los truncados amores de Sinagoga y Emanuel, y el abandono de la primera por la Ley de Gracia: El orden de Melchisedech. Primero asistimos, según cabía suponer, a diálogos que aluden al abandono de una prometida por otra; a continuación, a la dramatización de la ruptura. La adaptación de la parábola de las bodas efectuada en Llamados y escogidos daba pie a la puesta en escena del conĚicto que comentamos, cuando el anuncio de los esponsales llega a oídos de la Sinagoga, quien calcula que las hebdómadas de Daniel no se han cumplido todavía. Esa falta de fe causa su repudio: VERDAD-Como el tener esa duda, después de oír aquella voz y haber el cómputo errado de las semanas causó que seas en el banquete de este Asuero superior la repudiada Bastí y esotra Esther (p. ŮŰŬ) ūūŮ.

ūūŭ Ese «por ahora» que hace referencia a la conversión de toda la humanidad, ya mencionada en Los misterios de la misa, se repite incansablemente en los desenlaces. En este caso, llamo la atención sobre el contraste entre la obstinación de la airada hebrea y las palabras de San Pedro que la anteceden «S. PEDRO-Y yo, que de sus tesoros / la llave dorada tengo, / te daré ayuda de costa / para que al Entendimiento / cautives por el odio / y del alcance te absuelvo» (p. ųūŭb). ūūŮ La segunda esposa y triunfar muriendo, supone caso aparte. En efecto, la nueva alianza se produce por muerte de la primera esposa que tiene un correlato en el plano histórico, porque Calderón alegoriza las segundas nupcias de Felipe IV, tras la muerte de Isabel de Borbón. Como ya indiqué este auto tiene dos redacciones; la primera corresponde a la representación pública de

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En principio parece reaccionar movida por los celos, sin embargo, predomina la incredulidad ante la identięcación Príncipe-auténtico Mesías y un odio con dejos de envidia (pp. ŮŰŮ-ŮŰů y ŮŰŲ). Situación retomada con escasas variantes en El maestrazgo del Toisón, según se acaba de ver. Se trata, repitámoslo, de personajes calcados sobre el modelo de la mujer viril, amazona y/o guerrera, descendientes directos de la Sinagoga creada por Vélez en La mesa redonda. Las relaciones establecidas con Cristo giran, en todos estos casos, en torno a un núcleo semántico que no da cabida al odio nacido del despecho y los celos. El único ejemplo de utilización cabal del triángulo amoroso lo tenemos, repito, en El orden de Melchisedech, auto de fechación incierta pero cuya redacción debe situarse entre la de La vacante general y la de El maestrazgo del Toisón, según quedó indicado al establecer el corpus. Los primeros compases de la obra siguen la pauta del modelo: convocatoria (en este caso para ordenar sacerdotes) indicadora de la caducidad de la Ley Escrita y consiguiente sorpresa airada de la Sinagoga y de su pueblo (pp. ūŪŰŲ-űū). Ahora bien, al escucharse el nombre y la voz de Emanuel la acción toma nuevos rumbos, pues la Sinagoga lo reconoce como su prometido y reacciona con la inquietud propia de la enamorada que presiente inędelidades: SINAG-[...], y al ver que hoy haga ausencia, me ha dado que sospechar y temer; y así, seguirle me importa. [...] SINAG-¡Un Etna llevo en el alma! JUD-¡Yo un volcán! (pp.ūŪűŭb-ūŪűŮa)

Movida por esa preocupación busca a su amado. El encuentro de ambos, algo sorprendente para el espectador al suceder después de varias escenas inter-

ūŰŮŲ y en ella no aparece la asociación Isabel de Borbón-Sinagoga, exclusiva de la refundición. De la representación de ésta nada se sabe, aunque podamos aceptar la hipótesis de García Ruiz en cuanto a su redacción (ūŰŮų-ūŰůŪ) y en cuanto a la posibilidad de una función privada en palacio. Cf. La segunda esposa y triunfar muriendo, ūųųŬ, pp. ŰŪ-Űū. Siempre me ha parecido un homenaje algo sospechoso el que rinde Calderón aquí a Isabel de Borbón, porque la asociación con la Sinagoga antes que realzar a la difunta, enaltece a la casi niña Mariana de forma no sé si decir irónica. Quizá se trasluzcan las malas relaciones de la reina muerta con el dramaturgo, hipótesis que vengo manejando, aunque reconozco que sin pruebas palpables. Fuera de esta excepción, lo normal es que se destaque el abandono de la Sinagoga, relacionado de manera ęgural con la historia de Ester (Iglesia), Bastí (Sinagoga) y Asuero (Cristo) como sucede, entre otros casos, en El nuevo palacio del Retiro, p. ūŮŪb.

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caladas, se traduce en una situación digna de cualquier comedia. La joven se queja sin acritud; ante todo desea retener al ingrato: SINAG-No me des celos con la Ley tercera, pues el ausencia basta a mis desvelos, y es mucho mal para añadidos celos, [...] vuelve atrás y no tu mudanza quiera que yo muera de ti despreciada [...] (pp. ūŪűůb-ūŪűŰa)

El acusado, claro es, se justięca. Más aún, con una mano amenaza y con la otra acaricia: EMAN-[...] La infelicidad que hallé en la esquivez de tu pecho, [...] no fiada estés, pues viste en sus vidas a Agar desterrada, a Dalila huida, a Lia celosa, a Bastí repudiada. [...] EMAN-Aguarda, que juzgas mal. que si leal la Fe admites que te doy, la misma que ayer verás que eres hoy, [...] (p. ūŪűŰ)

Sin embargo nada puede convencer a una dama herida en su orgullo, que pasa del amor al odio sin solución de continuidad: SINAG- ¡Primero, rigor fiero! No ya celosa, ofendida a costa, tirano, has de ver destruida [a la Iglesia], que no hay peor rencor que el que fue amor primero (p. ūŪűŰb).

Calderón maneja con gran tiento los materiales profanos de tal modo que el trasfondo teológico nunca se diluye. En medio de la disputa de amores, se intercalan los suęcientes elementos como para que ni el espectador más distraído los pierda de vista. Los reproches de inędelidad, las dudas sobre

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la rectitud de los actos de Emanuel, se convierten en desconęanza hacia su condición divina: SINAG.-ǶCómo, di, si has difamado mi honor no siendo el que dices? EMAN.-Sí soy. SINAG. Es error. [...] EMAN.-ǶDe mí dudas? (p. ūŪűŰb)

De igual modo, el deicidio aparece como venganza de mujer despechada: SINAG-Justicia y venganza pido, arrastrando por el suelo toda la pompa que fue candor y yugo primero de los adornos del día, [...] (p. ūŪŲŭb)

No obstante, ruptura y ajuste de cuentas no se suceden de manera inmediata. Calderón abandona este motivo y por el momento asistimos a una pugna dialéctica entre Emanuel y Judaísmo, bastante enfadosa a pesar de las habituales técnicas calderonianas de incrustaciónūūů. Cuando el combate se decanta en favor del Mesías, se retoma el hilo del conĚicto amoroso sacando a escena a la Sinagoga, convertida de nuevo en el polo de atención escénica. Se presenta a sí misma como mujer que reclama reparación a su honor burlado. Por razones obvias, no olvidemos la ęnalidad catequística del auto, el dramaturgo debe contrarrestar la piedad que tal situación puede arrancar a los espectadoresūūŰ. Así, en el colofón del largo parlamento, cuyos versos se han citado líneas más arriba, se trasluce que la Sinagoga, lejos de la Jimena cidiana con quien se la ha comparadoūūű, no sufre desgarramiento alguno entre amor y honor, sino que actúa guiada exclusivamente por el odio y el afán de venganza. Esta primera impresión se aęanza con el diálogo subsiguiente entre Sinagoga e Iglesia, el cual sirve para contar la Pasión (que sucede fuera de escena) y para destruir hasta el último ápice de compasión por la desdeñada (pp. ūŪŲŮb-ūŪŲůa).

ūūů Entiendo por ello el hecho de avivar un debate teológico con breves representaciones de episodios de las Sagradas Escrituras. Estos se incrustan perfectamente en el diálogo que discurre sin interrupciones hacia la demostración de una verdad: divinidad de Jesús, etc. ūūŰ La actriz que dispone aquí de una excelente ocasión para lucirse, en particular en el extraordinario parlamento de p. ūŪŲŭ. ūūű Valbuena Prat, en Autos, p. ūŪŰűb.

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El orden de Melchisedech prueba una vez más el cuidado que exige la escritura de un auto para evitar incongruencias entre lo estrictamente teatral y la doctrina que se desprende del conjunto de la representación. El público quiere situaciones y personajes con quienes identięcarse y que, en consecuencia, emocionen, sin lo cual, incapaz de vibrar ante la exposición catequística desnuda, se aburriría y no prestaría atención a esta última. Para dar vida al marco bastante ingrato en que se inscribe la Historia Teológica de la Humanidad (una especie de oposición según se ha dicho) y evitar el fracaso de La vacante general, Calderón acude al binomio amor-honor, elemento dinamizador por excelencia. Efectúa con ello una antropomoręzación extrema de la sucesión de religiones, dotándola así de contornos muy humanos, capaces de conmover: lo que sucede en las tablas se asemeja por momentos a una lucha de hombres y mujeres, azuzados por el resentimiento o el amorūūŲ. Sin embargo, el decoro por un lado y la ęnalidad doctrinal por otro, limitan la transposición al plano teológico de vivencias humanas: Calderón se priva de los consabidos enfrentamientos entre damas que se disputan un galán, nunca presenta a Emanuel cortejando a la Sinagoga y orienta convincentemente la construcción de ésta, el personaje más logrado de El orden de Melchisedech, dicho sea de paso. El material bruto de la prometida abandonada se amolda al papel tradicionalmente atribuido por la Iglesia al pueblo judío en la Pasión de Jesucristo. En resumen, la trama amorosa, necesaria para que el conĚicto abstracto se encarne y el receptor lo perciba dramáticamente, esto es como algo distinto al mero debate especulativo en el cual se oponen ideas y no auténticos personajes, no sólo se imbrica perfectamente en una problemática teológica, sino que se subordina al ęn doctrinal del drama eucarístico. Se trata de una virtud calderoniana que el lector familiarizado con el género echará en falta en dramaturgos de menor enjundia, sin su capacidad para controlar los elementos constructivos de sus obras, y que es la condición para que el «sermón puesto en verso», sin dejar de serlo, se haga teatro.

La pareja Hebraísmo-Sinagoga Hasta ūŰűŮ, fecha del estreno de La viña del Señor, una de las cumbres de la dramaturgia calderoniana, según lo reconoce unánimemente la críticaūūų, ūūŲ Esta es la diferencia con argumentos más valdivielsanos: el problema del pecador salvado por el amor de Cristo concierne a todos los asistentes a la representación y los conmueve sin dięcultad. Cf. por ejemplo Lo que va del hombre a Dios. ūūų Calderón reúne, como ya lo hiciera el padre Bonifacio en su Tragoedia Patris familia de vinea,

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no encontramos ningún personaje femenino comparable al de esta prometida abandonada. Su análisis nos permite evaluar las relaciones HebraísmoSinagoga desde otro punto de vista, porque ya no representan a la religión judía y a su pueblo, sino que son marido y mujer, idea que por otra parte hallábamos desde fecha temprana en nuestro cuerpos al haberse plasmado en Psiquis y Cupido, para Toledo, pero con una diferencia: ahora forman la pareja protagonista y Calderón ha sacado excelente partido de las relaciones entre los esposos. A la enigmática convocatoria lanzada por la Providencia responden el Hebraísmo y la Gentilidad (p. ūŮűųa); se ponen de acuerdo para buscar cada uno por su lado y avisarse en cuanto hallen solución al enigma (p. ūŮŲŪb). El primero se encuentra con el Padre, deseoso de ceder su viña al pueblo elegido en condiciones muy favorables, aconsejándole que mantenga a la Inocencia junto a sí y junto a sus jornaleros. En vez de aceptar inmediatamente, el interesado, pide que le dejen tiempo para pensarlo; tal respuesta y el aparte que la sigue nos permiten conocer su carácter codicioso. Aceptará por interés, sin preocuparse de compartir nada con la Gentilidad: HEBR-[...] El logro de esta heredad, según en sus plantas veo, no puede dejar de ser grande; [...] Sola la dificultad es la palabra que tengo dada de haber de dar parte al Gentilismo; [...] más Ƕcuándo miró en humanos respetos mi codicia? (p. ūŮŲŬa)

Se destaca uno de los rasgos más conocidos del estereotipo, traspuesto aquí al plano teológico. Los judíos no buscan hacer prosélitos, guardaron para sí la Revelación. Tras ęrmar el contrato, llega la Gentilidad. Se siente estafada y anuncia veladamente la ingratitud hebraica (p. ūŮŲŭa). El Lucero de la Noche (el Demonio) prepara inmediatamente un plan de ataque: se introducirá en el cortejo de la Sinagoga mientras que la Malicia

si bien con una técnica incomparablemente superior, la parábola de los viñadores homicidas con la muerte del Bautista. Se encontrará un estudio completo del auto en Dietz, ūųűŭ, pp. ūūŲ-ūŭŲ. Ver también la edición de Arellano, Cilveti, Oteiza y Pinillos, La viña del Señor, ūųųŰ.

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intentará penetrar en la viña, empresa fácil pues disfrazada de Inocencia consigue que la acepten. No debemos ver aquí un deseo de atenuación de los errores; muy al contrario, Calderón desea subrayar el pecado del pueblo elegido: MAL-Ap. Bien de aqueste olvido arguyo que el que con mala conciencia sólo atiende a su codicia, ni conoce qué es Malicia, ni sabe qué es Inocencia (p. ūŮŲůb).

En ese momento sale a escena la bella Sinagoga, sus palabras traslucen una codicia idéntica, si no mayor, a la de su marido. En efecto, lamenta tener la viña en arriendo y no en propiedad. Por otra parte, da pruebas de una arrogancia que la diferencia de su cónyuge: SINAG-[...] pero esto de arrendado, para tener de ajeno bien cuidado, no sé si lo condeno, mas sé que no lo apruebo, [...] Y con todo, mi amor de afectos lleno, por no dar a entender que esto sentía, y en desdén de la heroica altivez mía, [...](p. ūŮŲŰb)ūŬŪ

El primer enviado del Padre, Isaías, entra en la viña y pide el tributo. Las reacciones de los personajes están perfectamente matizadas. El Pueblo Hebreo, molesto, no llega a negarse a cumplir el contrato: HEB-ǶCon tanta puntualidad cobra ese señor sus deudas? [...] HEB-Pues al mejor has venido [...] con ellos al lagar entra; tomarás la razón, para ajustar después la cuenta (p. ūŮŲűb).

ūŬŪ La Sinagoga ha contratado al Lucero de jardinero. Los dos enemigos del hombre se han introducido en la viña del Señor y se disponen a trabajar en un campo abonado.

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Pero se deja inĚuenciar por los comentarios de sus jornaleros, Lucero y Malicia, y, argumento decisivo, por las lágrimas de su esposa, cuya vanidad, que Lucero logra herir, no soporta ningún menoscaboūŬū: HEB- Esposa, Ƕqué es eso? SINAG-Llorar con lágrimas tiernas que tenga un advenedizo razón de venir de ajena patria a infamarte en la tuya (p. ūŮŲŲa).

La Sinagoga no duda en ponderar la grandeza de su marido, del cual se va apoderando también el orgullo, de tal manera que la pareja comparte rasgos y responsabilidad sin dejar por ello de desempeñar papeles distintos, lo cual justięca su existencia como ęguras dramáticas separadas. Tras algunas dudas, el Hebraísmo se decide: HEB-Porque no clame ni puedan llegar sus quejas al Padre de las Familias, ¡muera a vuestras manos! (p. ūŮŲųa)

La llegada del segundo profeta, Jeremías, nos permite comprobar la evolución de los personajes; debe luchar para entrar en la viña y el Hebraísmo, libre del menor temor, le habla con desdén: HEB-Dile al Padre de Familias que vaya, Genio, a sus rentas enviando cobradores, y verás con cuánta priesa se los voy yo despachando. [...] (p. ūŮųŪa)

La Sinagoga ha triunfado; se siente dueña y señora. Para celebrarlo le ofrece a su esposo una espléndida cena. La transformación de la pareja, la del Hebraísmo en particular, es extraordinaria. Debe destacarse en primer lugar el aspecto doctrinal. Calderón insiste, desde luego, en la inĚuencia nociva de la Malicia y el Demonio, pero deja siempre a los personajes el suęciente margen de libertad como para no reducirlos al estatuto de simples víctimas sin responsabilidad. La vanidad y la arrogancia de la Sinagoga; el escaso valor del Hebraísmo, la codicia de ambos, los lleva a privilegiar la ambición por encima del amor de

ūŬū «LUC. Ŭo- [...] que no es bueno para dueño / pundonor que se sujeta / a que pueda un cobrador / llamar tan recio a sus puertas. SINAG-¡Que esto oiga!» (p. ūŮŲŲa).

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Dios. Al mismo tiempo, asistimos a una sutil dramatización de ese hundirse en el pecado; el problema teológico se interioriza de tal modo que pasa a ser parte integrante de sus respectivos rasgos constitutivosūŬŬ. Además, como ya dħe, Calderón ha logrado individualizarlos, cada uno posee una problemática e incluso un «juego escénico» propiosūŬŭ. Concretamente, la Sinagoga, que había permanecido en un segundo plano, pasa al primero durante la cena, sin relegar por ello a su marido a un papel secundario. La calidad de las viandas y de los vinos, la música, las danzas, todo desborda de sensualidad que debe vincularse con el pecado que comete la parejaūŬŮ; esa atmósfera contrasta con los cantos del Bautista (Lucero del día), tercer profetaūŬů: LUCERO ūo-(Dentro, cantando) Penitencia, mortales, penitencia. (p. ūŮųūa)

El primer impulso del nuevo señor es expulsar al impertinente, pero rápidamente cambia de opinión porque desea impresionarlo con su corte suntuosaūŬŰ: HEB-Ya sé quién sea; cerradle la puerta, no entre; mas no vais, abierta será mejor que la halle, porque quiero que me vea en la pompa, el aparato, la majestad y grandeza de que gozan mis delicias. Dejadle, pues, que entre (p. ūŮųūa).

Consecuentemente con su nueva personalidad, se dirige al recién llegado con arrogancia e incluso lo despide antes de que éste pueda hablar:

ūŬŬ Cuando leemos El heredero del cielo de Lope tenemos la impresión de que Sacerdocio y Pueblo Hebreo no cambian en el curso de la acción. Están construidos antes de las situaciones dramáticas que los tendrían que construir y que sirven nada más para exponer sus defectos. ūŬŭ Lo mismo cabe decir de Lucero de Noche y Malicia que rebasan la mera función de ayudantes. Sus papeles se matizan para evitar la duplicación de funciones dramáticas. ūŬŮ Ver la acotación de la p. ūŮųŪb. ūŬů Como Calderón se dispone a escenięcar la ejecución de San Juan, el Hebraísmo pasa a ser Herodes y la Sinagoga, Herodías. Cf. Mt ūŮ, ū-ūŬ. ūŬŰ La vanidad y la arrogancia de la Sinagoga se transmiten al marido, cosa lógica si pensamos en quiénes representan ahora.

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HEB-[...] si de parte de tu dueño vienes a cobrar sus rentas, sabe que la vida a otros esa cobranza les cuesta; y vuélvete tú, que quiero permitirte que te vuelvas, porque al Padre de Familias, le digas esta opulencia con que me sirvo en su viña, coronado dueño de ella (p. ūŮųūb).

Las palabras de San Juan provocan la intervención de la Sinagoga, herida por la aspereza con que el profeta se ha referido a ellaūŬű. No se conforma con quejarse a su marido sino que da órdenes sin esperar su acuerdo: HEB-ȳȳȳCesa; no prosigas, que me afligen tus voces. SINAG-ȳȳ¡Qué esto consientas, sin hacer más sentimiento de tu injuria y de mi afrenta! [...] llevadle de aquí, llevadle a la prisión más estrecha, [...] donde encarcelado muera. TODOS-Ven, antes que contra ti tomemos hondas y sierrasūŬŲ.

El arrepentimiento del Hebraísmo, completamente dominado por los placeres terrenos, dura poco: la ęesta debe continuar. Ahora bien, la bailarina (la Malicia) se hace de rogar. Consigue que le prometan darle lo que desee. La Sinagoga sólo tiene que sugerirle una idea: pedir la cabeza del Bautista. Muy a su pesar, el Hebraísmo acepta (p. ūŮųŬ). Paulatinamente el dominio de la mujer sobre el marido aparece cada vez con más nitidez, aunque éste no sea

ūŬű «[…] dígalo esa / que, como esposa, a tu lado / prevaricada se asienta» (p. ūŮųūb). Herodías no sólo había sido cuñada de Herodes, sino que éste, sencillamente, se la arrebató a su hermano y se casó con ella tras repudiar a su propia esposa. Por cierto, Calderón endurece las versiones que dan los evangelistas (Mt ūŮ, ŭ-Ů; Mc Ű, ūŮ-ūŰ y Lc ų, ű-ų. ūŬŲ Se percibe una clara voluntad por destacar la responsabilidad colectiva del pueblo de Israel, que no aparece como víctima manipulada por su clase dirigente. Se expresa entre líneas un paralelismo con la muerte del Salvador, deseada por el Sanedrín y el populacho.

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únicamente víctima de los deseos de su bella esposa sino, ante todo, de su débil naturaleza entregada a los placeres, a la vanidad. En cuanto al personaje femenino, que mueve los hilos de la acción en este momento, proyecta una imagen en donde la crueldad y el cálculo se aęrman cada vez más como rasgos descollantes. Calderón no duda a darnos los detalles más macabros; se servirá la cabeza del mártir durante la cena en una bandeja, como señal de venganza y del poder femenino: SINAG-Come dél, pues él es solo el que faltaba a la mesa. ǶQué te admira? Toma y come. LA CABEZA DEL L. ūo-¡Penitencia! ¡Penitencia! HEB-¡Qué horror! ¡Qué asombro! ¡Qué espanto! No le mire, no le vea. ǶDónde huiré de él y de mí? (p. ūŮųŬb) Levántase furioso

Pero ahora se ha convertido en un juguete en manos de la Sinagoga: SINAG-Porque más no se enfurezca de la música el encanto, siguiéndole le adormezca (p. ūŮųŬb)ūŬų.

Cambio de lugar. La Inocencia da las tristes noticas al Padre, dispuesto a vengar la sangre de sus profetas, pero el Hħo intercede. Quiere ir a la viña: HIJO-[...] Envíame a ser tu obrero en la viña de Israel. PADRE-¡Ay que es pueblo muy cruel! HIJO-Pues Ƕqué más honor, si muero por reducirle? Y no harán, que para obrar, albedrío tienen (p. ūŮųŮa)ūŭŪ.

La humilde indumentaria del joven, sus intenciones llenas de bondad con respecto al mal arrendatario, suscitan una excelente acogidaūŭū. El Lucero reacciona con celeridad; se vuelve hacia la Sinagoga y habla por su vozūŭŬ.

ūŬų La música adquiere durante toda esta situación un valor simbólico que vincula sensualidad y pecado. ūŭŪ Nótese la insistencia en la responsabilidad del pecador. ūŭū Pp. ūŮųŮb-ūŮųůb. Calderón sugiere la entrada mesiánica en Jerusalén. ūŭŬ En ese momento la Sinagoga está poseída por el Demonio: «LUC. Ŭo-Ella diga, revestida / del espíritu de entrambos» (p. ūŮųůb).

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Recurre a la codicia (habrá que devolver la viña), luego a la desconęanza (las hebdómadas). Lo más sencillo es matar al intruso (p. ūŮųůb). El Hebraísmo vive otra vez un conĚicto desgarrador, pero la intervención de los jornaleros es decisiva: HEB-Segunda vez de tus voces el espíritu inflamado, el corazón en el pecho se me está haciendo pedazos. ZAGAL ūo-Dice bien; aseguremos el dominio en que ya estamos. ZAGAL Ŭo-¡Muera el Heredero! TODOS-ȳȳȳ¡Muera! (p. ūŮųŰa)

De acuerdo con la parábola, la muerte se desarrolla fuera de escena. Calderón abandona la técnica habitual de muerte relatada; en su lugar se oye continuamente ruido de terremoto que provoca la huida de los aterrorizados criminales (p. ūŮųŰb). En la apoteosis ęnal, el dramaturgo ha querido mantener el rigor doctrinal y justięcar que la vindicta Salvatoris no haya acabado con la existencia del pueblo de Israel. En efecto, la Gentilidad reaparece y al saber el deicidio, quiere matar a la Sinagoga y a su marido. Se lo impide el Padre: GENT-Pues Ƕcómo a salvar su vida vienes? PADRE- Por ver si la salvo. Vive aborrecido pueblo, vive; pero despojado de haberes, [...] (p. ūŮųŲb).

Tales palabras rezuman antħudaísmo, el antħudaísmo mantenido y avivado durante siglos por la Iglesia, pero, justamente, si partimos de esa concepción cristiana, se aprecia mejor su alcance. En efecto, Dios no condena a los judíos por la eternidad; les concede la oportunidad de redimirse, de arrepentirse; en otras palabras, de convertirse al cristianismo. Incluso si tal conversión no se produce por el momento, no debe excluirse (p. ūŮųŲb). Por mucho que nos encontremos ante un discurso escatológico, no se trata de una aęrmación baladí teniendo en cuenta el contexto de la España de Carlos II. Y para ello, nada mejor que recordar el desenlace, radicalmente distinto, del último auto calderoniano, El cordero de Isaías que estudiamos en la Segunda Parteūŭŭ; al ūŭŭ

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Para un análisis más pormenorizado, léase la edición de Pinillos, ūųųŰ.

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mismo tiempo, comprobamos que según pasan los años, las condenas de los incrédulos van ganando virulencia hasta desembocar en esa constatación del fracaso plasmado en ese último auto. En otro orden de cosas, mejor dicho, volviendo al asunto que ahora estamos tratando, con La viña del Señor Calderón alcanza una de sus cimas; ha logrado un perfecto equilibrio entre doctrina, o sermón, y el aspecto puramente teatral. En lugar de insertar lo profano en el conĚicto para sazonarlo y encandilar al público ha convertido a sus personajes en un campo de batalla en donde se enfrentan las pasiones. Ciertamente, el texto bíblico facilita hasta cierto punto la construcción de una acción dinámica y entretenida, pero no asegura en absoluto la profundidad que posee esta pareja, ni la delicada progresión que la conduce hacia el desastre.

El conjunto de los enemigos de la Fe La mayor profundidad de los personajes alegóricos que representan al pueblo judío corre parejas con el aumento de las dramatis personae, produciéndose así esquemas actanciales más complejos que los empleados por los dramaturgos anteriores, así como por los más estrictos contemporáneos. En primer lugar nos interesaremos por las ęguras que encarnan a religiones y pueblos, luego por las relaciones existentes entre Hebraísmo y Demonio. El modelo diacrónico de la Historia Teológica de la Humanidad da paso desde comienzos del XVII a otro, sincrónico, adaptado a la biografía de Jesús cuyo funcionamiento ya se ha explicado. Por ello rara vez se hallará al Judaísmo o a la Sinagoga solos ante la buena nuevaūŭŮ. La combinación más corriente reúne a uno de tales personajes (cuando no a los dos) y a la Gentilidad, añadiéndose a veces la Ley Natural o la Idolatríaūŭů. Constatamos

ūŭŮ Ver supra el capítulo I de esta Tercera parte. El modelo diacrónico sobrevive como mera excepción: Tú prójimo como a ti. A veces se conjuga con el modelo sincrónico como sucede en El día mayor de los días en donde la Ley Escrita repudiaba al Hebraísmo. Por lo que se reęere al elenco de personajes, el Judaísmo interviene en solitario en una única obra: El nuevo palacio del Retiro. Lo mismo cabe decir de la Sinagoga: El maestrazgo del Toisón, así como de la pareja Judaísmo- Sinagoga: La vacante general. ūŭů Algunos ejemplos: Los misterios de la Misa (Judaísmo-Gentilidad); Llamados y escogidos (Sinagoga- Gentilidad); El orden de Melchisedech (Judaísmo- Sinagoga-Gentilidad); La cura y la enfermedad (Judaísmo-Gentilidad); El sacro Parnaso (idem); El diablo mudo (idem); El primer refugio del hombre (idem); Las órdenes militares (idem); loa de la versión madrileña de Psiquis y Cupido (idem); La viña del Señor (Judaísmo-Sinagoga-Gentilidad); El día mayor de los días (HebraísmoGentilidad); El tesoro escondido (Judaísmo-Sinagoga-Gentilidad-Idolatría) y El cordero de Isaías (Pueblo Hebreo-Pueblo Romano).

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otras variantes que suponen de una u otra forma romper con la sincronía, algo prácticamente inherente al auto sacramental. Por último, como el drama del Sacrięcio y la Redención se reproduce en la Eucaristía, el Protestantismo, llamado Apostasía casi invariablemente por Calderón, ocupa un lugar destacado en estas obrasūŭŰ. El binomio Judaísmo-Gentilidad es la base de variados ejercicios combinatorios; lo refuerzan ęguras como el Ateísmo, la Secta de Mahoma o la ya mencionada Apostasíaūŭű. En los ejemplos con mayor riqueza de personajes se suelen integrar las partes del mundo como dramatis personae. Se trata por supuesto de la Geografía familiar para los españoles por proximidad cultural o espacial: América, África, Asia (Oriente próximo) y Europa. Cada continente puede ir asociado a un pueblo, a una religión, que lo habita. Veamos el esquema de La semilla y la cizaña: África-Paganismo América-Idolatría Asia-Judaísmo Europa-Gentilidad

No obstante, salvo en la asociación de Asia con la religión judía y de Europa con la Gentilidad, las correspondencias pueden cambiar. Por ejemplo, en la loa de Llamados y escogidos, se ha optado por una representación metonímica de las religionesūŭŲ. Se repiten ciertos binomios: Asia (Judaísmo); Europa (Gentilidad); América (Idolatría); pero África encarna al Ateísmo y como la Apostasía no podía asociarse a un continente concreto, salvo a la propia Europa, aparece con su nombre, aunque en los versos ęnales se identięca con las tierras del Norte sin mayor especięcación: Inglaterra, Países Bajos...ūŭų En aquellos autos en donde sale África junto con el Mesías, se observa un curioso fenómeno. En efecto, notamos una especie de tensión entre la libertad ūŭŰ Ver entre otras la primera versión de Psiquis y Cupido; El socorro general; La humildad coronada de las plantas; La siembra del señor; El verdadero dios Pan y El día mayor de los días. Sobre la Apostasía léase Garrot Zambrana, ŬŪŪűb. ūŭű Puede citarse Amar y ser amado en donde el Demonio encabeza un ejército compuesto por Pueblo Hebreo, Gentilidad, Apostasía y Ateísmo, así como El nuevo hospicio de pobres, con el mismo elenco exceptuando al Demonio. ūŭŲ Soy consciente de lo aventurado de adjudicar una loa a un auto (y escritor) concreto. Admítaseme la hipótesis. ūŭų «APOST-Vencido estoy, pero huyendo / a los imperios del norte / sabré mantenerme en ellos» (p. ŮůŮb). El valle de la Zarzuela repite la misma distribución de papeles salvo en lo que se reęere a la Apostasía. No se olvide que estamos en plena guerra de los Treinta Años.

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de jugar con una temporalidad libre de cualquier relación de causalidad y el prurito de respetar la cronología ateniéndose en lo posible al estado del mundo en el momento del deicidioūŮŪ. Así, África sale vestida de mora, se le atribuyen rasgos paradigmáticos de los musulmanes como la sensualidad, la vehemencia y la repugnancia a emplear la razón. No obstante, aguarda a su profetaūŮū: ÁFRICA- Lo que yo creo; y si este dogma nos dan los ritos del Alcorán que ya profesar deseo Ƕno le ha de admitir? [...] ÁFRICA-A mí no me toca disputar ley que espero no tener; sólo el acero ha de ser el que la ha de sustentar; y así, si apurar no quieres, mira, has de ver y callar; vuelva a cantar y a bailar cada uno con sus mujeres. (A Dios por razón de estado, p. ŲŰŪb)

Se produce en realidad una proyección hacia el presente de los espectadores: la Europa católica, salvo las provincias del Norte; la América evangelizada por los españoles y el Magreb musulmán. Claro, se omite siempre que esa África mediterránea, la patria de San Agustín, fue uno de los focos más activos del cristianismo primitivo. Mas Ƕcómo reconocer semejante transformación? La fe de Cristo nunca había perdido una batalla. La principal función de este conjunto de personajes es servir de contraste, poner de realce la especięcidad judía desde el punto de vista de la IglesiaūŮŬ: el

ūŮŪ Remito de nuevo al capítulo I de esta Tercera parte. ūŮū Cf. El valle de la Zarzuela, A Dios por razón de Estado y La semilla y la cizaña. Nada permite diferenciar África de personajes llamados Secta de Mahoma. Sobre la representación del Islam ver Garrot Zambrana, ŬŪŪűa y ŬŪŪűc. De América me he ocupado en Garrot Zambrana, ŬŪŪů. Para una visión de conjunto puede consultarse todavía Ent istle, ūųŮŲ. ūŮŬ Por supuesto fuera de nuestro corpus existen autos en donde la Apostasía, la Secta o la Idolatría tienen el papel principal. Tampoco debe olvidarse que la reunión de un grupo de acérrimos enemigos de la fe católica permite a menudo destacar la importancia de España como paladín de la Iglesia.

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antiguo pueblo elegido dejó de escuchar al Señor, peor todavía, no reconoció a su hħo y lo mató, sin que las demás religiones participaran en ello (El valle de la Zarzuela, p. űūŲ); incluso a veces, según se ha podido comprobar, intentan impedir el deicidio, cuya responsabilidad incumbe en exclusiva a IsraelūŮŭ. En cambio, tras la muerte de Jesús, tal función se invierte o, para ser más exactos, varía según los casos. La Gentilidad se convierte a la fe de Cristo y América la sigueūŮŮ. La Apostasía y el Judaísmo unen sus voces en un coro de rechazo (La humildad coronada de las plantas). África comparte la misma oposición a Cristo ya encarne al Ateísmo premusulmán (loa de Llamados y escogidos) o a una Idolatría igualmente destinada al Islam (El valle de la Zarzuela, A Dios por razón de estado). En general, estas religiones permanecen en la sombra, limitándose a funciones casi ancilares, aunque Calderón pueda dotarlas de mayor enjundia. Desde ese punto de vista considero La siembra del Señor como el auto más equilibrado, porque no se descuida a ningún personajeūŮů. Curiosamente, el Gentilismo, que interviene de manera invariable en cada representación, suele tener papeles poco lucidos salvo en La viña del Señor y, sobre todo, en El tesoro escondido, obra que protagonizaūŮŰ; el personaje carece de interés a causa de la ausencia de conĚicto interno. En cambio, la Apostasía es casi siempre un personaje problemático, obsesionado por su falta de fe, y puede resultar tan desgarrador como el Hebraísmo; piénsese en El socorro general, por ejemplo. Tampoco debemos descuidar otra función en la que descuellan América y África: la impresión visual que provocan en el público ciertas escenas deslumbrantes como la que sigue: Sale del primer carro el Asia, vestida a lo judío, en un elefante, y responde cantando [...] En el segundo carro, África, en un león, vestida a lo moro [...] En el tercer carro, Europa, a lo romano, sobre un toro

ūŮŭ Por ejemplo, La semilla y la cizaña, p. ŰŪŰ, y La siembra del Señor, pp. Űųŭb-ŰųŮa. También se han señalado los casos en que se exime de ello a los judíos españoles. ūŮŮ Psiquis y Cupido (Toledo) representa una de las raras excepciones en que la Ley Natural y su esposo, la Gentilidad, permanecen en las ęlas de los incrédulos. ūŮů Para un estudio más detallado, ver Dietz, ūųűŭ, pp. ųŲ-ūŪű. ūŮŰ En este auto el Gentilismo busca por medio del intelecto a Dios y acaba por adorar al Niño Jesús; al mismo tiempo se desarrolla una subtrama muy semejante a la de El orden de Melchisedech, protagonizada por Jesús y la Sinagoga.

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[...] En el cuarto carro, América, sobre un caimán, a lo indio (La semilla y la cizaña, pp. ůųŬa-ůųŭb)

Desde ese punto de vista, la islamización avant la leĴre de África adquiere otro sentido; gracias a ella Calderón podía introducir las danzas tan del gusto de los españoles (A Dios por razón de estado, p. Ųůųb). Aunque, desde luego, no sea esta la razón principal, sabemos perfectamente lo mucho que se cuidaba en la escenięcación de los autos todo lo referente a decorado, vestuario y música para construir un espectáculo totalūŮű.

Algunas notas sobre el Demonio El Demonio en tanto que personaje del teatro religioso ha llamado la atención de muchos críticos, sin contar los estudios dedicados a su función en el teatro calderonianoūŮŲ, pero lo que aquí nos interesa no es el personaje en sí, sino sus relaciones con el Judaísmo. El Demonio, que recibe nombres variados (Lucero de Noche, Culpa, Cizaña, Malicia), desempeña un papel de antagonista más o menos directo de CristoūŮų, en el marco de la conjura de enemigos o en esquemas más estrechamente vinculados con la Caída y la Redención, luego con la Historia Teológica de la Humanidad. En dos obras, El divino cazador y El valle de la Zarzuela, Judaísmo y Demonio siguen caminos distintos en el transcurso de la acción. Cristo viene al mundo para matar a la Culpa y el Judaísmo lo ayuda en cierto modo como se recordará. En ese sentido, se opone a las fueras del mal. No obstante, el modelo más frecuente presenta a Lucifer enfrentado al Mesías y recurriendo a los judíos para lograr triunfar. La razón es sencilla: el escaso poder que posee en comparación con la omnipotencia divina lo obliga a luchar por medio de un tercero, el hombre: MALICIA-[...] moriré a mis propias manos, desesperado, advirtiendo, mortales que lo que no pudiera hacer por sí mesmo

ūŮű Ver por ejemplo Díez Borque, ūųŲŭ, pp. ŭų-űŲ. ūŮŲ Pienso en particular en Parker, ūųŰů, y en Cilveti, ūųűű. Este último da una lista de los autos en que interviene el Demonio en la p. Ůū, notas Ůű y ŮŲ. ūŮų Véase Parker, ūųŰů, pp. ų ss.

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el demonio, pudo hacer tomando por instrumento a la malicia de un hombre; […]ūůŪ

Asunto más complicado de lo que a primera vista pudiera parecer porque introducir al Hebraísmo y transformarlo en simple marioneta de su amo y señor, Satán, habría signięcado alejarse de una concepción maniquea para ir a dar en el determinismo. Calderón ciertamente era dramaturgo antes que teólogoūůū, pero no podía hacer abstracción del libre albedrío. No obstante, hubo de explorar varios caminos antes de encontrar una solución satisfactoria desde el punto de vista doctrinal y dramatúrgico. Puede considerarse al Judaísmo de La cura y la enfermedad como víctima del Demonio según dejamos establecido en páginas anteriores. Los remedios prescritos por el médico probaban la indiferencia de este último si bien hacia el ęnal del tratamiento parecía dispuesto a cambiar de método y a seguir los consejos del Gentilismo, partidario de cuidados menos ásperos. En ese momento Satán se apodera del Judaísmo y le guía la mano para que ęrme la sentencia de muerte (p. űŰųb); sin olvidar que el médico se avergonzará y horrorizará ante el crimen, dándose cuenta de que lo han manipulado (p. űűŬa). Por tal motivo no intervenía en la apoteosis ęnal: si lamentaba la muerte, si se daba cuenta de que lo habían engañado, nada le habría impedido seguir la fe de Cristo. Se plantea un problema de dramaturgia: el personaje no tenía tiempo de evolucionar hacia un rechazo del Mesías. Otro enfoque consistía en ampliar el lapso de tiempo durante el cual el Judaísmo se encontraba dominado por Lucifer e insinuar cierta predisposición al mal. Por ejemplo, en La semilla y la cizaña las plagas atacan los cuatro continentes de tal manera que la palabra del Sembrador suscita la virulenta oposición de sus mayorales: Judaísmo, Idolatría, Paganismo y Gentilidad, pero sólo el primero desea agredir al predicador: JUD-Habiendo todos oído un escándalo tan nuevo, [...] Ƕno tratáis de su castigo?

ūůŪ El maestrazgo del Toisón, p. ųūūb. Se repiten las mismas palabras en El verdadero dios Pan, p. ūŬůųb. ūůū CilveĴi, ūųűű, pp. ūŰŮ ss, demuestra que a pesar de las teorías de Parker, Calderón sigue haciendo concesiones al gusto popular aęcionado a un Lucifer atractivo y adversario directo del Salvador.

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[...] JUD-[...] y he de seguirle, poniendo espías a sus pisadas hasta ver qué fundamentos tienen sus Proposiciones; y de no darlos protesto darle muerte (pp. ůųűb-ůųŲa).

Esa violenta pulsión cristaliza inmediatamente cuando apuñala a la Inocencia (p. ůųŲa). Ahora bien, como el Judaísmo y Asia empiezan a creer en el Mesías a causa de sus milagros, la Cizaña (Demonio) para apartarlos del buen camino introduce en ellos la duda (pp. ŰŪŪb-ŰŪūb). Los demás personajes también padecen las plagas y se disponen a seguir sus consejos: CIZ-El remedio mejor para que de él nos libremos, es… TODOS-Di cuál. CIZ-ȳȳQue le neguemos las tierras que poseímos y el Trigo que recibimos, [...](p. ŰŪŭb)

A pesar de lo cual el veneno sólo actúa con respecto al Judaísmo de quien no cabe aęrmar que actúe a las órdenes del Demonio. Debemos pensar que aquél colabora con éste, formando ambos una pareja en perfecto acuerdo: JUD-¡Quién aquel triunfo no viera! [...] CIZAÑA-¡Quién a esa voz las orejas se tapara como el áspid! (pp. ŰŪŰb-ŰŪűa)ūůŬ

También se deduce que el Judaísmo es terreno abonado para la Cizaña. Precisamente, en El diablo mudo Calderón se esfuerza en aclarar por qué Satán encuentra un eco más favorable en los judíos que en los otrosūůŭ. El ángel caído persigue al Hombre, tropieza con el Judaísmo el cual huye tan horrorizado por el perseguidor como por el perseguido: JUD-ǶQuién le tiene así?

ūůŬ Lo mismo ocurre en La siembra del Señor. ūůŭ Existen dos versiones de la obra, ambas debidas a su autor. Para este asunto ver la Introducción de García Valdés a su edición del El diablo mudo, ūųųů.

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Sale el Demonio DEMON-ȳȳȳYo. JUD-Tu voz y tu vista no dejan a mi fantasía seguir la vaga porfía que iba tras un Hombre Dios; y así huyendo de los dos vuelve atrás la duda mía, de mayores ansias llenas pues a un Dios Hombre busqué y a un hombre Demonio hallé. (El diablo mudo, p. ųůŬb)

El Judaísmo, caracterizado en este auto por la inestabilidad, pasa sin cesar de la fe en Jesús al rechazo más vehemente (pp. ųůůb y ųůŰb-ųůűa). En consecuencia, el espectador no puede sino aprobar las palabras del Demonio cuando éste señala a su futuro cómplice como la ęgura más cercana a sí mismo. Lo verbal se refuerza por medio de la imagen: Dentro, las voces, y sale el Demonio a lo judío como con asombro. DEMON-[...] y así, disfrazado, pues nadie duda que el hebreo tumulto entre sí me tuvo, [...] (p. ųůűb)

Se insiste bastante en esa aęnidad convertida en identięcación: DEMON-Pero yo le abortaré, ya que en este hábito puedo (pues hábito hizo el Demonio el rencor del pueblo hebreo) introducirme en su vulgo. [...] DEMON-[...] revistiendo mi furor he de volver a la lid, por instrumento (como, en fin, más impío, más prevaricado y más fiero) eligiendo al Judaísmo. (pp. ųůų y ųŰŪa)

Por último, la incredulidad del Judaísmo sobrepasa a la del mismo Lucifer: DEMON-Aunque a mi pesar, confieso que es de tu salud la costa,

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[...] JUD-A cuya luz soy el ciego, el mudo, el sordo [...] (p. ųŰū)

A pesar de todo ese cuidado, en los autos que acabamos de estudiar, y la observación vale para otros como El verdadero dios Pan o El primer refugio del hombre, Calderón cae siempre en la misma trampa: el escaso lugar concedido al libre albedrío. Nos quedamos con la imagen de un Pueblo Hebreo predestinado al deicidio a pesar de determinadas situaciones dramáticas en donde éste expresa sus dudas y la extrema confusión que lo trastorna. No logrará subsanar el defecto hasta ūŰűŮ, cuando escriba esa obra maestra que analizamos en el anterior capítulo: La viña del Señor. La supremacía de este auto surge de la nitidez con que se muestra la progresiva perversión de la pareja Sinagoga-Judaísmo. El Lucero de la Noche jamás aęrma que ambos tengan una inclinación particular al pecado. Se limita a encontrar la palabra adecuada que provocará la reacción que se persigue. Los cónyuges se dejan llevar por sus deseos, sus ambiciones; olvidan a Yahvé, todo lo que le deben, cegados por los bienes terrenales. En resumen, se convierten ante nuestros ojos en presa fácil para Satán.

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Capitulo III

Figuras concretas: los graciososūůŮ

En el epígrafe dedicado en la Primera parte al gracioso sacramental llamé la atención sobre la escasez de estudios al respecto durante buena parte del siglo XX, salvo los artículos de Casalduero y LeaviĴ. Después, quizá a rebujo de los dos centenarios, se ha prestado cierta atención al caso calderoniano, como lo prueban los trabajos de Voght, y Kurtz, por desgracia olvidados por críticos que posteriormente han incidido en este asunto con aportaciones ambiciosas: García Ruiz y Nider. Lo mismo cabe decir de Chauchadis. La publicación de los autos completos, por otra parte, ha permitido que aparezcan análisis particularizados en algunas introduccionesūůů. Pese a ello, seguimos sin ese estudio de conjunto a que me vengo reęriendo desde ūųųŬ, única manera de ir dando sentido a los asedios parciales surgidos desde mediados de la centuria anterior y constituir un corpus, porque ni siquiera en eso hay acuerdo. Centrándonos ya en los personajes cómicos judíos empezaremos por establecer la lista de obras; enseguida comprobaremos que se trata siempre de personajes concretos, en general asimilables al gracioso rústico; luego se analizará su función. Analizaremos doce títulos:

ūůŮ Para este apartado, lo mismo ocurrirá al estudiar el vestuario, se amplía el corpus integrando autos basados en el Antiguo Testamento en los que no aparecen la religión y pueblo judíos como enemigos del cristianismo. ūůů Es lo que hacen Armendáriz y Buezo, editoras, respectivamente, de La piel de Gedeón, ūųųŲ, y El Arca de Dios cautiva, ŬŪŪŬ.

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El arca de Dios cautiva (Turpín) El socorro general (Zabulón)ūůŰ Primero y segundo Isaac (Simplicio) Las espigas de Ruth (Zafio y Zelfa) La lepra de Constantino (Zabulón) Mística y real Babilonia (Zabulón) La piel de Gedeón (Fará) La primer flor del Carmelo (Simplicio) Quién hallará mujer fuerte (Morfuz) Sueños hay que verdad son (Bato) La serpiente de metal (Simplicio) El viático cordero (Libio)ūůű.

El no ser ęguras abstractas, junto con el hecho de encontrar en los repartos con mucha frecuencia la mención «gracioso», evita justięcar por lo menudo el uso de dicha categoría para el teatro del Corpus Christi, limitándome a recordar lo que esbocé en otro lugar sobre los dos puntos fundamentales: cuándo se reía el público y quién lo hacía reír. Precisamente una de las dięcultades estriba en evaluar qué situaciones son cómicas, porque como muy bien ha indicado Nider con algún ejemplo excelente, la palabra no es el único signo teatral, y los aspectos más puramente escénicos: movimiento, vestuario, tono de voz, etc., apenas se han abordado. Sólo a partir de un corpus ęable podemos evaluar la importancia del fenómeno. En cuanto al agente cómico, hace tiempo expliqué mi desacuerdo con las reticencias de García Ruiz en lo tocante tanto al estatuto de lo lúdico en el contexto de la Octava y de las obras que durante ella se representaban como a la pertinencia de que ciertas ęguras abstractas se identięcaran con el gracioso de la comedia nuevaūůŲ. Con demasiada frecuencia, además, se omite la identidad de los actores, asociados por el público a los papeles que habitualmente desempeñan: cuando Juan Rana salía al tablado todos los espectadores lo identięcaban como gracioso. Con todo, lo repito, se sigue echando en falta un trabajo extenso que partiendo del papel de lo lúdico en la festividad del Corpus, que no se limita en mi opinión a una simple propina de la que pueda prescindirse

ūůŰ Hasta su conversión Zabulón pertenece al mundo judío; es más, en su boca aparecen elementos del estereotipo que aconsejan incluirlo aquí. ūůű Libio es un gitano (egipcio) catecúmeno, pero podemos incluirlo en este grupo sin ninguna dięcultad. Su condición de catecúmeno permite alguna situación particularmente cómica al principio, cuando Moisés no le deja comer carne de cordero y da verosimilitud a ciertas explicaciones sobre la pascua judía. ūůŲ Garrot Zambrana, ŬŪŪū, y García Ruiz, ūųųŮ, respectivamente.

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según sostiene García Ruiz, pase a tratar de los personajes que de forma más o menos episódica lo encarnan, para lo cual no resulta imprescindible recurrir a las teorías de Bajtín: basta con leer la encíclica de Urbano IV y algunos libros contemporáneos a Calderón sobre la Eucaristía como el de Alonso de Rivera, Historia sacra del Santísimo Sacramento o el de Juan Martínez de la Parra, Luz de verdades católicas y explicación de la doctrina christiana, ya citados. Como sobre la cronología ya discutimos en su momento, lo primero que reclamará nuestra atención es la onomástica, por una parte la reiteración de ciertos nombres tales Simplicio, que deęne ya al personaje, utilizado tres veces, y Zabulón, otras tres; por otro, el hecho de que Simplicio, Bato, Turpín Zaęo y Morfuz no sean nombres judíos prueba ya la preponderancia de la función cómica sobre otra cualquiera. Algunos de ellos se encuentran en comedias calderonianas: Turpín participa en El segundo Escipión; Bato, en La devoción de la cruz, Eco y Narciso y Fortunas de Andrómeda y Perseo. Según McGaha, editor de Sueños son que verdad son, Calderón toma prestado a Bato de Los trabajos de Jacob de Lope de Vega, que trata la misma historia que su auto, la de José y sus hermanos. El asunto carece de relevancia a causa de la escasísima intervención de este pastor en el diálogo, pero sin lugar a dudas a Lope le gustaba el nombre porque lo encontramos en otras comedias basadas en la Biblia: Historia de Tobías, El robo de Dina y La madre de la mejor. Del mismo modo que rústicos judíos llevan nombres que no lo son, el fenómeno contrario se produce. La villana Zelfa de Las espigas de Ruth forma pareja con Zaęo, pero Calderón la recupera en El golfo de las sirenas y La púrpura de la rosa, esto es, en universos ajenos a Israelūůų. Esta pérdida de valor del nombre para identięcar a los personajes cómicos como pertenecientes a un pueblo o religión determinados, rasgo compartido con muchos de sus congéneres de las comedias, pero que los distingue concretamente de los graciosos musulmanes, puede reforzarse por medio del vestuario, al que dedicaré el capítulo siguienteūŰŪ. Volviendo a la caracterización de los bufones, a su mayor o menor grado de judeidad, a sus particularidades, señalemos una, decisiva: todos ellos, salvo el Zabulón de El socorro general, pertenecen al subgrupo «rústicos»,

ūůų La grafía «Z» compite con la «C», errónea según Reyre, ūųųŲ, p. ŬŬŮ. Godínez se adelantó a don Pedro al llamar así a una graciosa villana de Los trabajos de Job. ūŰŪ Adelanto que la indeterminación del vestuario no constituye una especięcidad de las ęguras cómicas.

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incluso cuando no se mueven en el espacio campesino, según sucede con otro Zabulón, el de La lepra de Constantino. Heredan por lo tanto la torpeza al hablar y cierta estolidez, propia del bobo; en cambio, carecen de rasgos lingüísticos que remitan a una jerga especíęca, como sucede con los graciosos musulmanes o moriscosūŰū. Las prevaricaciones lingüísticas abundan, aunque todo depende del texto seguido, pues en los editados por Valbuena Prat, luego por Pando, se reducen hasta casi desaparecer con respecto a los manuscritos. Esos errores no quitan la posibilidad de divertirse haciendo juegos de palabras ingeniosos más o menos originales. La dilogía de gentil la ponen de realce Zabulón y Libio: GENT-ǶEres Gentil? ZABLo seré, si importare a la maraña y si el talle no me engaña. (El socorro general, p. ŭŭŬa) *** LIBIO-ǶPorque son gentiles, mal?; pues por alabanza, Ƕno suelen decir por acá, qué gentil mujer? (El viático cordero, p. ūūűůb)ūŰŬ

El mismo Libio emplea una variante de la prevaricación que permite burlarse de la persona o entidad cuyo nombre se destroza, el neologismo vil-fregón por Belfegor, a lo que se añade el guiño al público con la referencia a las fregonas: […] Si va a eso, todos estamos acá, que quien es dado a fregonas, es muy fácil de adorar al ídolo vil-fregón. (El viático cordero, p. ūūűŰa)ūŰŭ

ūŰū En Garrot Zambrana, ŬŪūŬd, expliqué la inexistencia de dichos rasgos en los personajes judíos del siglo XVII. ūŰŬ Añado los signos de interrogación siguiendo la edición de Escudero. Cf. El viático cordero, ŬŪŪű, vv. ūŰŰű-ūŰŲŪ. ūŰŭ El más fértil prevaricador en ese sentido quizá sea Morfuz, que confunde Jael y Jabón; Sísara y chicharra y Baal y Badil (ǶQuién hallará mujer fuerte?, p. ŰŰūa). El recurso, por supuesto, no tiene nada de original; recordemos que Baulín llamaba Lejía al falso Mesías en El Anticristo de Ruiz de Alarcón. En cuanto a juegos de palabras conscientes, ver también uno de La primer Ěor del Carmelo, p. ŰŮŬ, donde de «David» se pasa a «da vid», y otro de Turpín en El arca de Dios cautiva, p. ūŭűŮ, con «venera», concha, y el verbo «venerar». El mismo Morfuz aprovecha la proxi-

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Podemos señalar varios aspectos ampliamente compartidos por criados cómicos, la aęción a la comida, al vino, a las mozas; el poco aprecio por sus amos y sus pertenenciasūŰŮ, así como el miedo. Ahora bien, si la cobardía delata al gracioso, también se predica de los judíos en general. En Calderón, fuera de la comedia Luis Pérez el gallego, sólo he encontrado otro ejemplo; Zabulón en El socorro general se esconde nada más darse la batalla («mas no fuera buen judío / si no tuviera buen miedo», p. ŭŬŭb); pero de haber sido un gracioso cristiano, pagano o musulmán no hubiera dado muestras de más valor, por lo tanto el testimonio me parece de poca utilidad. De hecho recurrir al miedo como rasgo constitutivo de personajes hebreos supondría grave contradicción con respecto a la Sinagoga altiva y al Hebraísmo cruel. Para abreviar juzgo más conveniente detenerme cuando lo que dicen o hacen está determinado por la conciencia de pertenecer a Israel o al contrario, supone un desafío consciente a las obligaciones a que se hallan sujetos los miembros del pueblo elegido. ǶQuiere esto decir que los graciosos judíos son exactamente iguales que todos los demás, que desempeñan idéntica función? Contestar aęrmativamente me parece difícil. Para aquilatar la respuesta me detendré en Mística y real Babilonia, La primer Ěor del Carmelo y La lepra de Constantino; menos en el primero, por haberle dedicado ya un trabajo, más en los dos últimos, representantes de dos extremos: gracioso judío en un contexto exclusivamente judío de carácter ęgural, frente a gracioso judío opuesto al cristianismo. La particularidad de La primer Ěor del Carmelo con respecto a otras adaptaciones del Antiguo Testamento estriba en que la utilización de la allegoria in factis no deriva en una oposición Yahvé / Idolatría y, por lo tanto, no actúan personajes externos que considerarían desde fuera, como enemigos o, al menos, como elementos extraños a las ęguras bíblicasūŰů. Así pues, nos ofrece una perspectiva interna de la religión, usos y costumbres del pueblo elegido sin que se le oponga

midad fonética entre «Efraín» y «a freír» para hacer un chiste que señalo más abajo. En cuanto a las fregonas como colectivo al que los graciosos dedican especial atención erótica, se podrían aducir muchos ejemplos; valga como botón de muestra uno sacado de una comedia ya citada, El astrólogo ęngido, Comedias, p. ūŮůa: «MORÓN-Pregonaré, si pregonas / tú en salas, yo en los zaguanes, / yo a lacayos, tú a galanes, / tú a damas, y yo a fregonas». ūŰŮ Para la generosidad del gracioso con las riquezas de su amo, ver por ejemplo La primer Ěor del Carmelo, p. ŰŮū. La debilidad por el género femenino se comprueba en La piel de Gedeón, p. ůŭŬ, y en Primero y segundo Isaac, p. ŲŪŰ. ūŰů Para ser más exactos, Goliat sale brevemente al principio y al ęnal; el Demonio, por su parte, cuenta con la ayuda de dos fuerzas, Lascivia y Avaricia, pero ninguno de ellos establece una oposición entre judíos / paganos.

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ningún contraste. Quizá por ello el vestuario remite a la condición social y no al grupo étnico-religioso: «Sale Simplicio, de villano», pero enseguida la palabra señala con claridad: «¡Oh mala hacienda, hacienda de un jodío» (p. ŰŮūa), aęrma el pastor reęriéndose a Rita, cabra aventurera y rħosaūŰŰ. Y en efecto, los soldados de David surgen como por ensalmo cuando le va a tirar una piedra al animal: SOLD ū-Tente, villano SIMP-Tenido, detenido y retenido.

Su temor es tan grande que se desnuda para darles no sólo todo el ganado que pastorea sino su ropa sin que los soldados le pidan nada; los sorprendidos mílites le ruegan que no se quite la ropa, pero Simplicio no quiere privar de ese placer al público: ǶCómo no? Todos estos caballeros hoy me han de ver, jurado a ños, en cueros.

En cambio, cuando llega David, la negra honrilla le impide aceptar su escaso ánimo: DAVID-ȳȳȳȳǶQué es esto? SOLDADO-El temor de un villano. SIMP-ȳȳȳȳYo no puedo tener temor, mentís. DAVID-ȳȳȳȳǶQué tenéis? SIMP-ȳȳȳȳMiedo.

Un rasgo que trasciende las fronteras religiosas de los bufones calderonianos es la generosidad con que disponen del dinero y posesiones de sus amos, a quienes, además, tienen en muy poco. David le pregunta si es suyo el ganado: SIMP-Si fuera mío Ƕhubiérale yo dado? Es del amo; por eso tan sin pena só liberal, como es hacienda ajena… ūŰŰ No me resisto a transcribir todo el fragmento que encierra según Fernando Plata un chiste bastante obsceno: «SIMPLICIO-¡Por acá, por acá, Rita, cabrío! / ¡Oh mala hacienda, hacienda de un jodío! /¡Verá por dónde echa! / Por más que se me lo digo, no aprovecha, / con la honda, ni el cayado, / cabra y mujer, ¡oh, fuego en el ganado! / Que pese a quien pesare, / siempre ha de echar por do se le antojare. / Mas ¡que va a dar (no es pulla) aquel silbato / a los soldados hoy, con todo el hato!, / que por aquí ligeros / del ejército vienen tornilleros». Ver la nota de Plata a su edición de La primer Ěor del Carmelo, ūųųŲ, vv. ŮűŰ-űŲ. En otro orden de cosas, Rita se llama una cabra de La madre de la mejor, de Lope de Vega. El nombre se justięca por emplearse la voz rita (o rite) «para llamar al ganado menor», según el Diccionario de la Real Academia Española.

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Entonces quiere saber quién es el amo: SIMP- Un tonto, un mentecato, un simple, un necio, un bruto, un insensatoūŰű.

Según les ocurre a todos sus congéneres, rápidamente recibe castigo; como Nabal es hombre despiadado no duda en ordenar que lo ahorquen y Simplicio se salva únicamente por la intercesión de Abigail. Pero no escarmienta, de tal modo que cuando Luzbel ęnge que los soldados de David lo han herido por defender las propiedades de Nabal, y el avaro terrateniente, con involuntaria comicidad y quizá queriendo evitar recompensarlo, lo compara con el gracioso, éste sigue tan terne: NABAL-Lo mismo hiciera Simplicio. SIMP-No hiciera tal, porque es cierto que si yo lo mismo hiciera, hicieran ellos lo mesmoūŰŲ.

Otras situaciones que refuerzan la absoluta identięcación de Simplicio con cualquier villano de comedia, serían su aęción al vino y los guiños anacrónicos al públicoūŰų; podríamos seguir aduciendo versos pero creo que no merece la pena, ya que no buscamos las homologías sino las diferencias. Un rápido recuerdo de Mística y real Babilonia permitirá encontrarlasūűŪ. La primera particularidad con respecto al auto anterior es la clara posición entre judío / no judío (idólatra), dentro de un proyecto de reinterpretación ęgural de un episodio del libro de Daniel (concretamente: Dn ŭ, Ų-ŭŪ). Calderón construye la acción reuniendo ciertos episodios muy conocidos: el sueño de Nabucodonosor; los niños judíos condenados al horno milagrosamente salvados; Daniel en el foso de los leones… Otros dramaturgos se inspiraron de

ūŰű Todas las citas de la p. ŰŮū. En lugar de «simple», «simpre» en La primer Ěor del Carmelo, ūųųŲ. Cf. v. ůŬŬ. Su respuesta recuerda un conocido fragmento de La dama duende: Cosme tropieza con don Manuel en la oscuridad, no lo reconoce y describe así a su amo: «[…] un loco, un impertinente, / un tonto, un simple, un menguado […]». Creo que también retoma, o al menos se trata de un pasaje paralelo, el momento en que Cosme se encuentra ante Ángela, Beatriz e Inés, muy asustado pero incapaz de reconocer su temor. Cf. Comedias, pp. ŬŰŰ y ŬŰű. ūŰŲ P. ŰŮůb. Hacer «lo mesmo», esto es, lo mismo que se supone le han hecho a Luzbel: dejarlo medio muerto. ūŰų Al escuchar el nombre de David el miedo se desvanece y lo inunda la alegría: «¡Oh nombre peregrino, / pues dado el mosto, quien da vid, da vino!» P. ŰŮŬ. Como muestra de guiño, valgan estos versos. Nabal que ha recibido a Jorán de forma poco educada, sin dejar de comer, tira encolerizado la mesa cuando el mensajero le pide ayuda. Simplicio la recoge: «Dueña parezco, / que anda cogiendo mendrugos /de mondaduras y huesos». P. ŰŮųa. Sobre este recurso, ver Pailler, ūųŲŪ. ūűŪ Retomo algunas ideas de Garrot Zambrana, ŬŪŪū.

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ellos aunque con menor fortunaūűū. El dramaturgo madrileño lleva a las tablas una historia que demuestra que Dios protege a aquellos que sobrellevan todo tipo de sufrimientos hasta poner en juego la vida, con tal de permanecer ęeles a la fe. Con ello se podría haber llegado a una comedia hagiográęca y no a un drama sacramental, escollo salvado gracias a la función de los tres jóvenes y del propio Daniel: se convierten en ęguras del cristiano rodeado de peligros y salvado por el sacramento de la Eucaristía: DAN- [...] ǶCuándo, Señor, ver espera de las nubes el tributo que ha de llover el aurora cuajado sobre el vellón? ǶCuándo de nuestra aflicción veré alguna luz? GAB- Ahora; que aunque para ver la luz que ha de venir desde Oriente setenta hebdómadas faltan [...] hoy quiere el Cielo que figurado en ti todo el Mundo aliente. [...] ABACUC- Lo que comprende que al que está más afligido entre las fieras crueles, que son los pecados, Dios con pan y vino remedieūűŬ.

Las intervenciones de Zabulón deben entenderse a partir de ese planteamiento; vale decir que aquí cristiano y judío no se oponen sino que éste aparece como la matriz de aquél. La entereza de los jóvenes hebreos cuando no quieren quebrantar las leyes de Yahvé ni adorar al rey constituyen otros tantos modelos que el ęel debe seguir, sabiendo que Dios lo recompensará al ęnal, del mismo modo que lo castigará (es el caso de otros autos basados

ūűū Valbuena Prat, Autos, p. ūŪŮŬ, cita La mayor soberbia humana de Nabucodonosor, auto de Mira de Amescua y una farsa del siglo XVI. Cabría añadir el ya estudiado Fuego dado del cielo. Además, en la introducción a La cena del rey Baltasar, el mismo Valbuena señala La gran comedia del bruto de Babilonia, de Matos Fragoso, Moreto y Cáncer, y La cena del rey Baltasar, de Moreto, de asunto muy cercano (Autos, p. ūůŮb), obras a las que me referiré infra. ūűŬ P. ūŪŰůa-b. Ver también las pp. ūŪůŪ, ūŪůŬb, ūŪůűa, ūŪůųa, ūŪŰūb y ūŪŰŮb.

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en el Antiguo Testamento) si Ěaquea e idolatra. Sucede que determinadas pruebas de ędelidad entran en contradicción con el estereotipo antħudío construido por las sociedades cristianas; en particular, la abstinencia del cerdo ha sido objeto continuo de befa en poemas satíricos y obras de teatro. Al mismo tiempo, hay una amplia tradición que remonta al menos al CAV de villanos judíos amantes del tocino. Calderón la continúa añadiendo un matiz: el gracioso sabe que está infringiendo una regla que le tiene sin cuidado. Compárense estos dos pasajes: BATO-A la cocina me voy SARA-Por hacerle dar estoy… BATO-Torreznos con huevos fritos. SARA-No, sino crudos y palos. (Lope de Vega, Historia de Tobías, ūųŰŭ, p. ūūŪ) *** UNOS-Bien dices. A Efraín, pastores. TODOS-A Efraín. MORFUZ- Si a freír dijeran y el tal freír fueran huevos y torreznos, aunque fuera jodío pecado, tras ellos fuera yo; mas Ƕquién me aprietaūűŭ para dejar a los amos? (ǶQuién hallará mujer fuerte?, p. ŰŰŪb)

Más interés todavía tiene el desenfado de Zabulón en Mística y real Babilonia; sus palabras rebasan con mucho la intención jocosa. En este auto se pone de realce la perseverancia de los hħos de Israel, su entereza en la desdicha y la constancia de su fe, cualidades recompensadas por Yahvé. Frente a la actitud de los tres jóvenes hebreos dispuestos a morir antes que a quebrantar la ley, Zabulón no tiene el menor inconveniente en plegarse a cualquier petición con tal de medrar: MIS- Que de nosotros se sirva el Rey, es supremo honor; mas que nos sustente de reales mantenimientos en nuestra Ley prohibidos es rigor. [...] LOS TRES-Silvestres yerbas nos bastan a los tres para sustento.

ūűŭ

«Aprienta» en la edición de Arellano y Galván (cf. ǶQuién hallará mujer fuerte?, ŬŪŪū, v. ŭůű).

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ZABUL-Ya ve Uzed que esos son bobos y no hay que cargar con ellos, que hombres dados a legumbres cómo han de tener ingenio. Créame y lléveme a mí, que comer tocino ofrezco y beber vino, aunque sea fresco uno y otro añejoūűŮ.

Lo que podría considerarse simple broma posee por lo tanto más enjundia. El espectador debe adoptar el punto de vista de Misael y sus amigosūűů; aunque no se especięca, la negativa a alimentarse de la misma manera que los babilonios podía sugerir la abstinencia de carnes de cerdo. El oportunismo egoísta de Zabulón permite reírse de dicha abstinencia sin por ello mofarse de los estrictos jóvenes. Tampoco faltan las alusiones a lo que se consideraban platos típicamente hebreos; aquí están bastante difuminadas (los «hombres dados a legumbres» de Zabulón), pero hay ejemplos más explícitos. En La serpiente de metal, p. ūůŭů, Simplicio empieza por echar de menos una cebolla de Egipto en la travesía del desierto, lo cual en sí no remite a ningún grupo étnico o religioso particular, pero poco después el hambre sigue arreciando y el lamento ante las «ollas / de ajos, cebollas y puerros» que antes comía (p. ūůŮŭ), no deja lugar a dudas; con todo, no sólo no hay ninguna connotación peyorativa en ello sino que ni siquiera se emplea la risa para construir un contrapunto jocoso a una situación patética padecida por los hebreos, según estamos viendo. Añadamos que otros escritores son mucho menos sutiles que Calderón. Huelgan comentarios ante los versos siguientes de La cena del rey Baltasar de Moreto : DANIEL-Perdieron a Sión nuestros pecados. CANSINO-Perdimos nuestras ollas de acelgas, puerros, nabos y cebollas (p. Ŭb).

Igual técnica de la sátira en boca de alguien moralmente desautorizado para ejercerla se emplea poco después. La pulla maliciosa acerca de la asociación

ūűŮ Mística y real Babilonia, p. ūŪůŲa. Añado los signos de interrogación. Calderón parafrasea Dn ū, Ų-ūů en donde se relata que, para evitar contaminarse con comida y bebida hecha por paganos, Daniel pide que los dejen alimentarse de agua y legumbres durante diez días. ūűů Daniel dirá al ęnal del auto que en él se representa «que el Género Humano tiene / contra las ęeras del Mundo / (por más que horribles le cerquen) / su libertad aęanzada, / como a sustentarse llegue / de aquel pan y de aquel vino, / de quien hoy es sombra éste», p. ūŪŰůb. El valor ęgural no ofrece duda.

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dinero-judíos hace reír pero en mi opinión pierde la beligerancia que posee en la pluma del Quevedo de La isla de los Monopantos o de la Execración: ZABUL-Señor Dios de Mogollón, Zabulón está en sus patas sin escrúpulo ninguno, que siendo de oro la estatua, Ƕcómo esos el oro adoran y no se les dice nada? [...]ūűŰ

El deslenguado sufrirá castigo, cómico por descontado, acorde con su función. Este fragmento permite abordar otro asunto, el de la ęrmeza de las convicciones religiosas. Cuando tratamos de los conversos señalaba lo inapropiado de partir de la actitud del gracioso de El socorro general como paradigma del cristiano nuevo porque otros congéneres muestran parecida despreocupación: IDOL-ǶEres israelita? FARÁ-ȳȳȳǶQué quiere su merced que sea? Que eso yo solo seré. IDOL-ǶO madianita? FARÁ-ȳȳȳAra creaūűű, que me madianitaré, si en eso la sirvo. IDOL-ȳȳȳDi, Ƕqué Dios adoras? FARÁ-ȳǶYo? IDOL-ȳȳȳȳSí. FARÁ-Poco aqueso me desvela. IDOL-ǶQué adoras? FARÁ-ȳȳȳȳȳA una mozuela, que me trae fuera de mí. (La piel de Gedeón, p. ůŭŬb).

ūűŰ Mística y real Babilonia, p. ūŪŰūa. En cambio me parece dudoso que haya una alusión especíęca a la riqueza judía en Quién hallará mujer fuerte, p. ŰŰŲ, como pretende Reyre, ūųųŲ, p. Ŭůŭ, cuando Morfuz dice «que entre el haber y no haber / no haber sirve, y haber manda». Morfuz indica que por ser pobre él es criado del rico Haber. Del mismo modo, la avaricia de Nabal, en La primer Ěor del Carmelo, es constitutiva del personaje, pero nunca se eleva a la categoría de rasgo de un pueblo. ūűű Ara > ahora. Preęero la lectura de Armendáriz en su edición del auto. Ver La piel de Gedeón, ūųųŲ, nota al v. ūŭŰų. Esta respuesta retoma con variantes la de Zabulón a la Gentilidad en El socorro general por la pirueta ęnal de Fará, que convierte su falta de escrúpulos en puro juego; aunque durante el diálogo Fará dude, cómicamente pero en compañía de otras ęguras que no lo son, al ęnal seguirá ęel al Señor, lo que lo supone una gran diferencia.

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Tanto Fará, como Zabulón desempeñan aquí el papel de bufones descreídos, pero el primero no aparece aislado dentro del grupo de personajes judíos, mientras que el segundo sí. Eso quiere decir que si ambos nos hacen reír, la risa no tiene las mismas implicaciones para aquellos espectadores que quisieran buscarlasūűŲ. Pero sobre todo, cuando la Ley de Moisés compite con la Ley Escrita, aferrarse a la primera supone terquead, ceguera, envueltas en comicidad. Sus consecuencias las buscaremos en La lepra de Constantino. Sorprende la poca por no decir ninguna atención que se ha prestado a lo que constituye a mi entender el mayor interés de esta obra menor; la presencia de una pareja mixta formada por dos graciosos rústicos, Zabulón y Astrea, el uno judío, como se desprende de su nombre, la otra cristiana, como al contrario su onomástica no da a entenderūűų. En efecto, si los historiadores corroboran la existencia de ese tipo de matrimonios durante la Antigüedad o incluso en la España visigoda, no he encontrado, que recuerde, otro ejemplo teatral. Se trata de villanosūŲŪ, vale decir gente de pocas luces, que tienen un hħo y discuten sobre si conviene bautizarlo, según desea la madre, o educarlo como judío, opinión paternaūŲū: Sale Astrea con un niño en los brazos y Zabulón tras ella ASTREA-Que ha de ser cristiano afirmo hoy aunque os pese. ZAB-ȳȳȳȳAunque os plazga no ha de ser sino judío, que es quitarle su remedio, pues es quitarle ser rico.

ūűŲ Armendáriz dedica algunas páginas de su Introducción a la función temática de Fará. Es algo que debe hacerse obra a obra, pues varía mucho según los casos, según estamos comprobando. Media mucho de Simplicio a Zabulón, de Mística y real Babilonia, y tampoco se asemejan completamente todos los que comparten este nombre. ūűų De hecho uno puede preguntarse la intención de bautizarla así, a no ser que se trate de un puro juego, de un chiste. Sobre la leyenda de Constantino, ver Rodríguez Puértolas, ūųűŪ, y la introducción de Galván y Arana Caballero a Calderón, La lepra de Constantino, ŬŪŪų. Datan su primera representación entre ūŰŮű y ūŰůű. ūŲŪ P. ūŲŪŮa: «Dentro se oyen voces de Astrea, villana y Zabulón, judío», pero el habla del marido lo sitúa en el mismo plano, habla que como de costumbre tiene rasgos menos acusados en la edición de Valbuena. ūŲū Si la criatura está todavía sin bautizar o sin circuncidar (expresión ausente del diálogo, por otra parte), a pesar de que ya es mayorcito (luego se le oirá hablar razonadamente), es por miedo a los edictos anticristianos; no se habla en los Flos sanctorum de persecución antħudía, pero si queremos buscar alguna razón a la tardanza de Zabulón además del simple descuido, basta con imaginar que la prohibición se extiende a toda religión monoteísta.

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ASTREA-ǶHabéisle parido vos? ZAB-Yo no sé si le he parido pero él no ha de ser cristiano (p. ūŲŪůb).

Encontramos un tópico bien conocido, la riqueza de los hebreos, que surge con una técnica particular pues quien lo pronuncia dista de contar con bienes de fortuna; se nos ofrece la prueba de su falsedad, de la estupidez de quienes creen en él, efectuada de forma más sutil que en El socorro general, en donde Calderón se limita a mostrar un caso excepcional, hasta tal punto que el propio personaje parece obsesionado por lo extraordinario del caso: SINAG-ȳȳǶQuién está aquí? ZAB-No sé. SINAG- ǶEres soldado mío? ZAB-Que soy sólo sé saber SINAG-ǶQué? ZAB- Lo menos que hay que ser. SINAG-ǶPues qué eres? ZAB-ȳȳȳPobre y judío (p. ŭŬŮa). *** ZAB-Pero ahora que caigo en ello, Ƕhabrá otras calamidades que las mías? ¡Judío, pobre y desgraciado! […](p. ŭŬŲa).

De manera semejante se socava otro componente del estereotipo, la inteligenciaūŲŬ. Los cónyuges se separan ante el anuncio de que llegan las tropas de Constantino; Astrea huye alentada por su hħo: «Vamos, madre, no me maten / antes que tenga el bautismo», y Zabulón se esconde prudentemente: Porque no me den con algo, a esta parte me retiro, que basta ser judío bobo, sin ser infeliz judío. Escóndese (p. ūŲŪůb)

El alejamiento físico se mantendrá, aunque se produzcan breves encuentros, incrementándose la oposición de los bobos según transcurre la acción. Al principio parecen cortados por el mismo patrón; cometen las mismas prevaricaciones y el diálogo paralelístico refuerza la impresión de unidad: ASTREA-ȳȳȳȳPues yo, Ƕqué he dicho?

ūŲŬ

Para esos tópicos léase Caro Baroja, ūųŰū, I, pp. Ųŭ-ųŰ.

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ZAB-ȳȳȳȳYo, Ƕqué he dicho? MAX-No sé, no sé; pero entrambos pagaréis el vaticinio. LOS DOS-ǶQué es vatorrillo? […] ASTREA-¡Válamos Dios!, ya nos vamos. ZAB-¡Válamos Dios!, ya nos imos. […] Dentro UNOS- ¡Arma, arma! OTROS-ȳȳȳȳ¡Guerra, guerra! ZAB-¡San Moisem! ASTREA-ȳȳȳȳ¡San Jesu-Cristo! (p. ūŲŪůa)

Zabulón se comporta rápidamente de forma voluble y egoísta. Constantino vence. La Gentilidad le prepara un recibimiento con danzas a las que se une muy alegre, despreocupándose de su familia: Ya que de uno a otro instante veo el pesar, vuelto en placer, al baile he de ayudar, que no hay mujer ni hijo donde hay son. Cantan y bailan delante de él, arrojando flores (p. ūŲŪŰb)

Ahora bien, unir su voz a la de «Todos» signięca unirse de alguna forma al culto pagano, aun cuando no se explicite en ningún momento el abandono de su religión: CONSTANTINO-[…] Y así podéis proseguir al gran Júpiter el loor, TODOS-Venga en hora dichosa, etc. (p. ūŲŪűb)

El deseo de educar a su tierno vástago en la Ley de Moisés no provenía del temor de Dios, sino de una preocupación material, su participación en el regocħo lo demuestra; con todo, no debemos conceder demasiada trascendencia a lo que podríamos imaginar abandono de la fe de Abrahán, porque, no se olvide, quien así actúa es un gracioso destinado a divertirnos con sus chistes y defectos. Buena prueba de ello es la indiferencia cruel que le produce la orden de Constantino de degollar a los inocentes para curarse de la lepra, frente al dolor de las madres que gritan fuera: Voy a ver la procesión de las amas; […]

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Y así es bien que a verlo corra sin temer dolor tan grave, que para uno [hijo] que me cabe de zapatos me lo ahorra: malas noches, peores días, ahítos, ojos, sabañones, viruelas y sarampiones lombrices y alferecías (p. ūŲūŪa)ūŲŭ.

En este momento se rompe el paralelismo con Astrea que cuando sale ya no desempeña papel cómico. Llega desesperada ante la posibilidad de perder a su hħo, que entrega a Majencio, de marinero, para que lo salve. Los comentarios de Zabulón quitan dramatismo a la escena sin llevarla por completo a lo burlesco. El primero, al salir Astrea: «Dicho y hecho, mi mujer / esta es». El segundo, cuando Majencio le arrebata al niño, «A buen puerto has llegado». De hecho, enseguida pasamos a lo serio; el contacto con el inocente perturba al raptor y la réplica de la criatura no admite bromas: «El agua que recibí / sin duda vuelve por mí»ūŲŮ. El dolor de Astrea nada tiene de jocoso; como de costumbre nos deja algo perplejos esa mezcla de seriedad doctrinal (milagro), patetismo y risa. Cuando la mujer recrimina al marido por no sentir nada ante la amenaza, éste responde: «No, mojer, / que peor fuera querer / darme otro que quitarme ese. / Déjale». El llanto de la madre, insisto, debe conmover y contrasta con la Ěema rencorosa del padre: ASTREA- ǶCómo? (¡ay infelice!) puedo al quitarle de mis brazos no llorar, si en dos pedazos dividida el alma quedó, sujeta al mortal desdén, de ver que a Roma pasó la persecución que vio un tiempo Jerusalén? ZAB-Si cristiano no le hicieras y judío le dejaras, quizá más piedad hallaras o más dichoso le vieras. ASTREA-Esa fuera más esquiva ūŲŭ Zabulón adelanta el egoísmo de su homónimo de Mística y real Babilonia. Cuando Habacú le recrimina por pensar en comer y justięca su dolor, a pesar de que él se haya librado del exilio, responde: «Yo sí, y si fueran ahí / el padre que me parió / y la madre que me hizo, / y mi hermanito menor, / me consolara de ir ellos, / como yo no fuera» (p. ūŪŮŲb). ūŲŮ De paso sabemos que Astrea lo ha bautizado aprovechando la despreocupación de su indigno consorte. Todas las citas en p. ūŲūŪ.

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pena; que más quiero (es llano) que muera mi hijo cristiano, que no que en otra fe viva. Y así, en ella esperaré (como él mismo repitió) que pues la Fe recibió que vuelva por él la Fe. Vase ZAB-Esa esperanza te aliente y a mí la de huir, que no estoy seguro, pues yo soy también un inocente (p. ūŲūŪb).

Nueva pirueta con la disemia de «inocente» que contrarresta el efecto producido por su réplica anterior, en donde se aęrmaba el inconveniente de haber bautizado al niño; de lo que no cabe duda es de la transformación de la madre, perceptible hasta en el lenguaje ahora libre de incorrecciones. Se acabó la estolidez, la función cómica, sin que nada justięque verosímilmente el cambioūŲů; como la familia entera desaparece de escena (y quedan todavía seiscientos versos hasta que acabe la obra, esto es, una tercera parte), sin que siquiera la escuchemos en la apoteosis ęnal, se nos escamotea la reacción de la pareja ante la victoria de la fe y la conversión de Constantino. Zabulón pierde así la oportunidad de fundirse con los empecinados enemigos del cristianismo (Majencio y la Gentilidad), o, al contrario, con los cristianos. Pero eso sería darle demasiada importancia en mi opinión. Comprobamos igualmente la dięcultad de insertar en el plano teológico a personajes de ese tipoūŲŰ, así como la práctica imposibilidad de caracterizar al gracioso judío calderoniano. La mayor parte de sus rasgos genéricos: glotonería, egoísmo, dejadez, miedo, pertenecen al personaje-tipo y cruzan las barreras religiosas. Lo demuestra el que determinadas situaciones las puedan protagonizar tanto Zaęo (Las espigas de Ruth) y Zabulón (Mística y real Babilonia) como el Tropezón de El Santo Rey don Fernando, IIūŲű. Y si pasamos a los componentes del estereotipo judío nos enfrentamos con otros obstáculos, porque o son incompatibles con el agente cómico, tomarse en serio ciertas actitudes en el plano religioso, o, si pensamos en aspectos rituales fácilmente caricaturizables, por el comedimiento de Calderón, por un sentido del decoro

ūŲů En mi estudio de ŬŪūŪa llamé la atención sobre el cuidado de Calderón por dar verosimilitud a la sutileza de que súbitamente hacia gala Simplicio en La primer Ěor del Carmelo. ūŲŰ Disiento de F. Gilbert, en prensa, que entiende la pareja Zabulón-Astrea como paralela a la que forman Constantino y su madre Santa Elena. ūŲű El gracioso debe llevar comida a alguien y se la come en el camino. Cf. las pp. ūŪůŪb, ūŪųūŪųů y ūŭūůa, respectivamente.

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particular que lo conduce a moderar la befa de las prescripciones alimenticias y a evitar completamente el estereotipo racialūŲŲ, a pesar de que escritores contemporáneos no dudaban en servirse del tocino o la nariz semita de forma grosera para hacer reír al espectador. Algunos ejemplos nos permitirán demostrar la diferencia. Pasquín, gracioso de Los desagravios de Cristo, versión de la vindicta Salvatoris escrita por Cubillo, unta su espada con tocino; los judíos caen al suelo, vomitan y Pasquín lo aprovecha para decapitarlosūŲų. La historia de Susana ofrece a Matos Fragoso, Moreto y Cáncer la oportunidad de proporcionarnos un buen muestrario de antħudaísmo cerril. A Alcacer se le ocurre el modo de sembrar la discordia entre Susana y Joaquín: untar de tocino a la noviaūųŪ. Durante la boda, se escuchan comentarios sobre la nariz de los invitados; por último, el gracioso suelta un cochinillo en el salón haciendo huir a todos los comensales: ALCACER-[...] Y lo primero que veo, fue una parva de narices pegadas a muchos cuerpos. Como pepinos de carne, [...] ¡Oh, bien haya el animal a quien se tiene respeto!, que lo que no puede un limpio lo venga a alcanzar un cerdo (p. ūŮ).

Moreto, ahora en solitario, aprovecha también el manido recurso al apéndice nasal en su comedia titulada La cena del rey Baltasarūųū, nueva prueba de la ūŲŲ Algo semejante sucede con los graciosos musulmanes, según he explicado en un trabajo sobre El gran príncipe de Fez, en prensa, ūŲų Los desagravios de Cristo, en El enano de las musas, ūŰůŮ, p. ŬŮū, pero hay ya una edición zaragozana de ūŰŮŪ. En la BNM se conserva un manuscrito fechado en ūŰűŬ con dos licencias de representación en Madrid en ūŰűů. Sabemos que en la corte volvió a representarse en ūŰŲŰ. Puede leerse un sucinto análisis de la obra, muy poco estudiada, en Whitaker, ūųűů, pp. ūŭű-ūŮŬ. ūųŪ La gran comedia del bruto de Babilonia, en Parte treinta de comedias nuevas escogidas, ūŰŰŲ, p. ůb. Existe también un manuscrito con licencia para representarse en el otoño de ūŰŰŲ en Madrid, pero tiene que ser anterior al haber fallecido Cáncer en ūŰůů. Kennedy propone ūŰůŬ como terminus a quo, año de la edición de Las maravillas de Babilonia de Guillén de Castro, fuente de inspiración de los tres colaboradores (Kennedy, ūųŭū-ūųŭŬ, p. ūű). ūųū Utilizo un volumen facticio que lleva por título La comedia de la Reyna de las Flores, loa y entremeses, ūŰŮŭ. Regularizo la ortografía. La comedia de Moreto está paginada de ū a ŭŬ, pero la numeración del volumen no es correlativa. En cuanto a la fecha, como la obra se menciona

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popularidad del Libro de Daniel y de la aęción de este autor por ciertos recursos cómicos. Cansino, gracioso judíoūųŬ, tiene que tirarse al suelo: CANSINO-¡Ay de mis narices! mal haya el alma que nació judío para tenerlas largas (p. ūa).

Jamás recurre don Pedro al judío percha de los golpes de un gracioso cristiano o pagano, como hace Bato, en esta misma obra. Empieza por querer obligar a Cansino a comer cerdo: BATO-Cómalo perro Escariote o por Apolo a quien rezo que he de ponelle al pescuezo un pernil como virote (p. Űa).

Poco después, pide insistentemente que le dejen a su víctima (p. ų), complaciéndose en comunicarle al interesado tales proyectos (p. Ŭŭb). Por último, cuando lo nombran embajador en la corte de Ciro se lleva a Cansino de secretario; en realidad le servirá de silla durante la embajada (p. ŬŰb). Me parece que la ferocidad de Bato supera con mucho a la que demuestra el sargento Pimienta en La manganilla de Melilla de Alarcón, con respecto a Salomón. Con un agravante que no quiero pasar por alto. Aunque las teorías de Parker sobre la justicia poética han sido muy discutidas, solemos observar que en cuanto el donaire incumple su deber de buen criado, roba a su amo, se emborracha o se duerme, los palos o los sinsabores arrecian. Precisamente el Salomón alarconiano es un individuo carente de escrúpulos, de un egoísmo feroz, a quien con toda justicia el tremendo bravucón español castiga: no repetiré lo dicho con respecto a Mística y real Babilonia. El pobre Cansino, en cambio, se limita a «ser» y tenemos la impresión de que el martirio cómico que sufre proviene del hecho de existirūųŭ. en el Entremés del doctor Carlino, escrito entre ūŰŮŬ y ūŰŮŲ, su redacción se situaría en esos años (Kennedy, ūųŭū-ūųŭŬ, p. ūű). Deben tenerse en cuenta, por supuesto, las prohibiciones debidas a las muertes de la reina y del príncipe de Asturias. ūųŬ El apellido permite utilizar un juego de palabras bastante fácil con cansado (de esperar al Mesías), pero era nombre común entre los sefardíes como lo prueba el famoso Jacob Cansino, oranés de quien hemos hablado al tratar de El nuevo palacio del Retiro. ūųŭ No quisiera incurrir en una interpretación moralizante de estas ęgurillas cómicas, entre otras cosas porque el propio Pimienta no deja de incumplir las más elementales normas del código de conducta masculino y poco se le atormenta. Su función, y la de su rival en astucia, Salomón, es ante todo hacernos reír. El asunto, de cualquier modo exigiría detenerse en exceso en una obra que nos interesa sólo como término de comparación.

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Para concluir, el contraste entre la burla calderoniana y la de sus contemporáneos en todo lo referente al tocino salta a la vista; menor virulencia y zaęedad, perspectiva «interna». La ausencia de chistes sobre la nariz y en general de situaciones humillantes de sesgo cómico nos obliga a pensar que tal actitud no depende sólo de cuestiones puramente estéticas, de buen gusto, sino de pensamiento. El antħudaísmo de Calderón se circunscribe a lo teológico, de ahí la seriedad con que se expone. Dicho esto, fuerza es reconocer la provisionalidad del análisis; se precisaría más espacio y un corpus de mayor amplitud para pisar terreno más ęrme. Tampoco deben olvidarse, por último, los límites de la homogeneidad de los personajes cómicos: hay actitudes que les están vedadas a los graciosos cristianos, como apostasiar, que los hebreos pueden permitirse con consecuencias muy distintas; pero justipreciar ese aspecto exige no olvidar a sus congéneres musulmanes o paganos, toda vez que el protestantismo siempre será encarnado por un personaje digno, según señalé hace años. La Fe cristiana es asunto serio, la fe o falta de fe, de Alcuzcuces, Zabulones o Moscones es otra cosa.

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Capitulo IV

El vestuario

En Las siete partidas, Título ŬŮ, Ley XI, se aęrma lo siguiente: «Muchos yerros y cosas desaguisadas acaecen entre los cristianos y las judías y las cristianas y los judíos porque viven y moran juntos en las villas y andan vestidos los unos así como los otros»ūųŮ. En teatro no era así, o mejor dicho, a veces era así, a veces, no, y en este último caso lo peor es que poco sabemos de las prendas distintivas. Tal desconocimiento concuerda con la dięcultad de pormenorizar la ropa de los actores del teatro español del Siglo de Oro por la ausencia de ęgurinesūųů, por la utilización frecuente de acotaciones bien conocidas del tipo: a lo galán, de judío, de indio, y así sucesivamente, cuando acotaciones habíaūųŰ. Incluso nos podemos preguntar no ya a qué prendas concretas remiten tales denominaciones, sino si el público era capaz de reconocer la indumentaria que veíaūųű. Su carácter genérico ha llevado a hablar de convencionalidadūųŲ. ūųŮ El título XXIV está dedicado a los judíos y la ley XI lleva por subtítulo: Como los judíos deben andar señalados, porque los conozcan. Cito por la versión digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que corresponde a la p. ŮŰű de la edición comentada de Gregorio López, ūűŲų. ūųů La excepción la constituyen unos pocos dibujos correspondientes a ęestas mitológicas constantemente reproducidos. ūųŰ Son las limitaciones de Ruiz Lagos, que dejó pasar, además, una errata de bulto: «Sale la Sinagoga, a lo romano» (Ruiz Lagos, ūųűū, p. ŬŪū). La acotación reza así: «Sale la Sinagoga, a lo judío, y San Pablo a lo romano», A Dios por razón de estado, p. ŲŰūb. Añado una denominación genérica que he encontrado una sola vez, en el XVI, ya mencionada: «El [abogado] de Scriptura con vestido fariseo de maestro de la ley» (Comedia octava y auto sacramental del testamento de Cristo, ūųŭű, p. ŲŪ). Otro misterio. ūųű «Tocan cajas y sale por una parte Candaces, de egipcio, y por la otra, Hirán, de tirio», La sibila de Oriente (Dramas, p. ūūůű). ūųŲ Véase, por ejemplo, por ejemplo, Ruano, ŬŪŪŪ, p. űű.

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Yo sugiero poner de realce la libertad de los cómicos para constituir su guardarropa; de hecho el mismo Ruano menciona una didascalia de El loco por fuerza en donde se describe un vestido de bandolera bastante fantasioso; pero el detallar los componentes prueba la excepcionalidad del caso, y con ello que la uniformidad no existía y que podía muy probablemente cambiar la vestimenta de una obra a otra. En cambio, frente a la vaguedad habitual con respecto a los actores, los trajes utilizados en las danzas del Corpus se describen de forma casi exhaustivaūųų. La utilización de grabados o cuadros para remediar esa ausencia de descripciones o de iconografía especíęca me ha parecido siempre poco ęable porque puede chocar con la moral (caso de las representaciones de América)ŬŪŪ, con las posibilidades de las compañías, con la tradición de los cómicosŬŪū… Por esa razón el estudio de los hatos de actores podría ayudarnos muchoŬŪŬ, si no fuera por la escasez de testimonios y lo poco explícito de muchos de sus datos. Los documentos publicados por Shergold y Varey nos frustran casi siempre por los mismos motivosŬŪŭ. Otra dięcultad, los textos en que nos apoyamos. De sobra sabemos lo mucho que media de los impresos a los manuscritos, en particular aquellos pertenecientes a las compañías, para todo lo referente a las indicaciones sobre ropa, decorado y movimientos de los actoresŬŪŮ. Además, cuando cotejamos distintos textos, manuscritos e impresos, nos damos cuenta de pequeñas variaciones, y de lo mucho que se daba por sentado y, por lo tanto, no parecía necesario especięcar. Todo ello invita a la cautela a la hora de sacar conclusiones, pero no nos exime en modo alguno de abordar la cuestión. Consideraremos un corpus amplio en donde intervienen personajes concretos del Antiguo Testamento (apoyándonos tanto en autos como en comedias) así como las ęguras abstractas

ūųų Dan abundantes ejemplos Shergold y Varey, ūųŰū. También se encuentran exigencias de la comisión con respecto a la calidad de la ropa u objetos. ŬŪŪ Insistí en ello en Garrot Zambrana, ŬŪŪů. ŬŪū Eso no quita para que a veces encontremos alguna remisión explícita «Descúbrese la Ley de Gracia, con una cruz en la mano; vendados los ojos, como pintan a la Fe». A Dios por razón de estado, p. ŲŰŲa. ŬŪŬ Labor emprendida por García García, ŬŪŪŪ. ŬŪŭ Puede consultarse también la extensa recopilación de documentos efectuada por Esquerdo, ūųűŲ. ŬŪŮ Sobre este punto ha insistido Ruano de la Haza, ŬŪŪŪ, c. ŭ. El c. Ů está dedicado precisamente a la indumentaria. Para un análisis especíęco de los autos calderonianos, ver Arellano, ŬŪŪŪ, incluido en un monográęco dedicado al vestuario en el teatro áureo, con abundante bibliografía.

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de ambos sexos. En primer lugar veremos obras en que personajes judíos no visten como tales o incluso en donde hay indeterminación en cuanto a lo que señala la ropa; luego, otras en donde la ropa remite al grupo étnico-religioso; por último, obras en donde la indumentaria no se limita a señalar la religión del personaje. Pero ante todo recordemos las funciones del vestuario en la escena aurisecular, lo que conduce a preguntarse el interés o no de marcar la identidad judía por medio de la manera de vestir y en qué podía consistir ésta. La primera función es identięcar al personaje en relación con los demás y, claro está, con respecto al público: nación o región, religión, época, sexo, edad, grupo social (pobre / rico; noble / villano)ŬŪů. Ahora bien, como recuerda Bogatyrev ni el traje, ni el decorado ni la gestualidad teatrales pueden contar con tantos signos constitutivos como tendrían en la realidad, limitándose a uno, dos o tres signos, los necesarios para construir una determinada situaciónŬŪŰ. Eso puede obligar a omitir algunos de ellos a favor de otros: debemos tener en cuenta tanto lo que se escoge como lo que se desecha para buscar el sentido, de ahí la necesidad de analizar con fundamento cuándo los personajes judíos visten como tales y cuándo no. Por ello, cuando ciertas ęguras se llaman Judaísmo, Hebraísmo o Sinagoga, cabe esperar que se refuerce visualmente su condición, contrastándolas con las demás religiones presentes en la acción. Cinco autos: Los misterios de la misa, Llamados y escogidosŬŪű, El día mayor de los días, El tesoro escondido y El cordero de Isaías prescinden del menor dato al respectoŬŪŲ, lo cual, por descontado, no signięca que el traje no informara al espectador rápidamente sobre quién es quien lo lleva, constituyendo un sistema coherente de signos; de hecho, La viña del Señor posee una acotación interna inequívoca. Cuando hablan Gentilismo y Hebraísmo con la Inocencia ésta dice: «INOC-[…] / y aun temo, viéndoos aquí, / que en traje gentil y hebreo, / se haya venido [la Malicia] tras mí» (p. ūŮŲŪb). Además, al intervenir el Judaísmo y/o la Sinagoga frente a otras ęguras como la Gentilidad, nos encontramos ante un rasgo primordial; por lo tanto resulta impensable que, pongamos por caso, en Los misterios de la misa no se utilizara la ropa para distinguir al Judaísmo de la Gentilidad y reforzar su identidad. Podemos

ŬŪů Remito de nuevo a Ruano, ŬŪŪŪ, el cual se apoya en el conocido trabajo de Díez Borque «Aproximación semiológica a la escena del Siglo de Oro»; éste destaca otras funciones como sugerir un decorado, la hora del día, y en general, la situación dramática. ŬŪŰ Cf. Bogatyrev, ūųűū, pp. ůūű-ůūŲ. ŬŪű Nos ha llegado un manuscrito autógrafo del auto poco útil para nuestro asunto. ŬŪŲ Otras obras protagonizadas por ęguras concretas, como La cena del rey Baltasar o Primero y segundo Isaac, tampoco dan datos sobre la ropa vestida por profetas y patriarcas.

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pensar que caía por su propio peso; en cambio, se dan detalles con respecto a la Sabiduría porque se apartan de lo normal: «Sale la Sabiduría, de dama, con un penacho de plumas de cinco colores, como dicen los versos» (p. ŭŪūa). Explicación razonable con el inconveniente de que otras muchas veces sí se considera oportuno mencionar ese extremo, «a lo judío»ŬŪų; concretamente en veintidós títulos lo hayamos referido a tal o cual personaje: Hebraísmo, Sinagoga, un Sacerdote, distintos graciosos y personajes concretos. He aquí la lista: El nuevo palacio del Retiro, Psiquis y Cupido (Toledo), El socorro general, Tu prójimo como a ti, La lepra de Constantino, La vacante generalŬūŪ, A Dios por razón de estado, La semilla y la cizañaŬūū, El orden de Melchisedech, El valle de la Zarzuela, El sacro Parnaso, El maestrazgo del Toisón, Tu prójimo como a ti, El viático cordero, Las órdenes militares, Psiquis y Cupido (Madrid), El Santo rey don Fernando, I, La viña del Señor, El nuevo hospicio de pobres y La serpiente de metal. Se necesitarían muchas páginas para detallar la indumentaria del conjunto del elenco de cada obra, destacar la coherencia interna, el sentido global e incluso el que se reęere únicamente al del grupo de ęguras, concretas y abstractas, pertenecientes al mundo judío. Tendremos que conformarnos con ir apuntando algunos casos, en particular cuando se añaden ciertos accesorios de importancia o cuando un personaje cambia de indumentaria o incorpora algún objeto a lo largo de la acciónŬūŬ. Va siendo el momento de intentar describirla. En Primero y segundo Isaac hallamos una pista: «DUDA-[…] / ǶConoces aqueste monte / a cuya eminente cumbre, / listada a volantes sombras y luces / de Hebreo tocado la sirven las nubes?»Ŭūŭ Reyre trae a colación un documento correspondiente a las danzas del Corpus de ūŰůū: «Saúl, rey hebreo, con baquero, calzones y tocado de judío y manto y plumas»; interpreta las plumas y el manto como algo propio de la danza y deduce que la

ŬŪų Doy un ejemplo sacado de La sibila de Oriente, ya citada. Debemos postular que cuando salen los Hebreos (obsérvese que ni siquiera tienen nombre propio), van vestidos de tal manera que se los pueda reconocer rápidamente: «Salen Candaces y Hebreos», lo cual queda corroborado porque Sabá se dirige al que se dispone a cortar el árbol sin dudarlo: «Hebreo, detente» (Dramas, p. ūūűŪb). Al mismo tiempo, se podría aducir con cierto escepticismo que la palabra desempeña aquí la función identięcadora. ŬūŪ La acotación existe con respecto a la Sinagoga, falta en cambio cuando sale a escena el Judaísmo. Cf. Autos, pp. Ůűŭ y ŮűŮ respectivamente. Ŭūū «Sale del primer carro el Asia, vestida a lo judío, en un elefante, y responde cantando», p. ůųŬ. El elefante constituye un elemento puramente espectacular desde luego. ŬūŬ Pavis, ūųųŰ, p. ūŰŪ, ha insistido en la dięcultad de establecer los límites del vestido: pelucas, joyas, accesorios, etc., están íntimamente unidos a él. Ŭūŭ Autos, p. ŲŪū. Curiosamente desconocemos el vestuario de Isaac y de Abrahán, mientras que sus criados visten de galán (Eliazer) o de pastores.

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toca desempeña «una función metonímica»ŬūŮ. El asunto merece que le dediquemos unas líneas. El mismo documento continúa: «Otros dos hebreos, con el mismo traje» y «David con pellico de pastor y calzones y zurrón y honda y montera redonda»Ŭūů. Supongo yo, que entre el rey y los hebreos de a pie alguna diferencia habría (Ƕlas plumas y el manto cuya vinculación con el baile no me acaba de quedar clara?) En cuanto a David, viste de pastor no tanto por asimilarlo al cristianismo como porque también formaba parte de la danza un Goliat, con otros ęlisteos, y se querría recordar la famosa batalla en la que el futuro monarca derrotó al gigante de una certera pedrada. Aun cuando no se tenga que pensar que danzantes y actores utilicen el mismo vestuario ni el mismo sistema de signos icónicos, sí podemos deducir que el tocado no constituía el único componente caracterizador, si bien podía ser el más constante. En este caso, tocado, baquero y calzones forman un conjunto frente a cota y calzón abierto (los ęlisteos). La ropa de David remite, por su parte, no a nación, sino a oęcio. Volviendo a las tablas, durante mucho tiempo pensé que la toca era el único dato preciso, hasta que encontré esta acotación en La viva imagen de Cristo de Cañizares y Hoz y Mota: «Mutación de selva con una cueva y salen Abraham y Jacob; éste con una hacha [sic] y ambos de judíos (tocas y ropas blancas [largas])»ŬūŰ. Imposible pronunciarse sobre su validez: Ƕhasta qué punto es generalizable? A falta de algo mejor, creo que no se debe desdeñar ese dato en lo que se reęere al traje masculino, ya que la kipa no puede constituir el traje de judío por sí solaŬūű. Con todo, nunca se deben olvidar otros valores depositados en el vestuario: grupo social, edad, sexo… Desde ese punto de vista, al servir la ropa para mostrar el diferente rango, la hipótesis de un solo traje judío pierde terreno. Veamos las acotaciones de Mística y real Babilonia, con variantes signięcativas entre los distintos textos: «Sale Abacuc a lo hebreo» (p. ūŪŮűa); «Zabulón de villano [a lo judío] »; «Salen Daniel, Azarías y Misael, en traje hebreo, con cadenas, prisiones, y la Música» ŬūŮ Reyre, ūųųŲ, p. űű. Aduce también un fragmento, que ya cité, de El Anticristo de Ruiz de Alarcón. Poco después asegura que en La serpiente de metal Saúl viste de la misma forma que en la danza; debe tratarse de un error de trascripción de las notas de Ruiz Lagos en las que se basa, porque Saúl ni siquiera interviene en el diálogo. Ŭūů Cf. Shergold y Varey, ūųŰū, p. ūŪū. ŬūŰ En Romero de Castilla, Singular suceso en el reinado de los Reyes Católicos, ūųŮů, pp. ūŮŭ-ŬŪŭ. La cita en p. ūŲŬ. Podemos preguntarnos por qué llega la indicación tan tarde, al principio de la J. III. La lectura de Romero es dudosa: el manuscrito autógrafo de la BNM dice «larga» (Mss ūůŮūŲ). Ŭūű Lástima que Quevedo no haya sido más explícito: «Yo, Señor, he visto en Raguza, con tocas y trajes de judíos, hombres que en Madrid había visto con cuellos y espadas en buen asiento y en buen lugar en las iglesias». Execración de los judíos, ūųųŰ, p. ŲŪ.

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(p. ūŪŮŲ.)ŬūŲ. Amo, Abacuc, y criado, Zabulón, deben mostrar que lo son por algo más que la calidad de la tela de su ropa. Refuerza esta deducción una didascalia de La cena de Baltasar, de Moreto: «Sale toda la compañía, damas por una puerta, hombres por otra, y unos niños hebreos, de gala, con toallas y salvillas»Ŭūų. Por esa razón creo que Reyre se equivoca cuando aęrma que la indumentaria de los personajes judíos resultaba más barata que la de los demás, a partir de un único testimonio tomado de Shergold y Varey, perteneciente a los gastos de ūŰűŭ: «Un vestido de segador mil seiscientos reales; un vestido de labrador: mil reales, y un vestido de judío: ochocientos reales»; sucede que en otras partidas correspondientes al mismo auto El arca de Dios cautiva, encontramos que un vestido para la loa, de sacerdote, importa ŰŪŪ, mientras que el vestido de judío de la Toledana, sube a ū.ŪŪŪ, al igual que el de María de los Reyes, también de judío. Luego hay ocho vestidos de gala de segadores, que salieron muy baratos, ū.ŰŪŪ reales en total; buena prueba de la conveniencia de ponderar los juiciosŬŬŪ. Justamente, las incógnitas son mayores con respecto a las actrices. Cotarelo cita un documento exhumado por Pérez Pastor en Nuevos datos sobre el histrionismo español, correspondiente al Corpus madrileño de ūůųŬ, concretamente a los autos representados por Gaspar de Porres. Uno de ellos, posiblemente Santa Catalina, exige «tres galanes vestidos a lo romano, con cotas y faldones y tocados con monteras de terciopelo raso […] la ęgura de Catalina con vestido a lo romano, corto de tela y tocada a lo romano; la criada, también a lo romano, de damasco o de raso». El otro, El auto de Job, viste a éste «con un gabán de damasco morado y un sombrero de tafetán y sus borceguíes; cuatro hħos con cuatro vaqueros de damasco; a la mujer de Job, con un monjil a lo judaico, de raso leonado con sus tocas»ŬŬū. Estos documentos demuestran algo sabido, que el teatro español no era siempre anacrónicoŬŬŬ, caso de Santa ŬūŲ En la edición de F. Gilbert que he podido consultar todavía en prensa se dan todas las variantes. En ciertos testimonios se escribe «Abacuc, viejo venerable», lo cual nos da una pista sobre la edad pero no sobre la indumentaria, y que Zabulón «sale de villano». Las diferencias aumentan en la última acotación: «[…] salen marchando Daniel, Azarías, Misael, Ananías, y soldados y músicos. Los cuatro, que han de ser tres mujeres músicas, y Daniel, joven galán, vestidos a lo judío con cadenas en los pies, y los demás, a lo gentil» (v. ūůŰƸ). Frente a esa riqueza de datos, La cena del rey Baltasar nos da la otra cara de la moneda, pero quizá una edición crítica ofrecería más información. Ŭūų La acotación en p. ŭŪ de la edición ya citada. ŬŬŪ Shergold y Varey, ūųŰū, pp. ŬŰŭ y ŬŰų. No puedo detenerme más en el estudio de la documentación de este auto que plantea no pocos problemas y que, de todas maneras, no tiene por qué ser representativo. ŬŬū Cotarelo, ūųŬŮ, p. Ŭůů n ū. El documento de Pérez Pastor aparece en las pp. Ŭų ss. ŬŬŬ Ruano, ŬŪŪŪ, pp. ųŮ-ųů, señala que junto con el anacronismo tenemos usos del vestuario atentos a la cronología.

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Catalina, ni tampoco coherente ni constante: Job lleva ropa del XVI sin signo alguno de judeidad, mientras que su esposa va «con un monjil a lo judaico, de raso leonado con sus tocas». De nuevo debemos resistir la tentación de generalizar el uso de una prenda mencionada una sola vez a todo el teatro. El monjil, en efecto, se suele asociar con viudas, dueñas y monjas, pues si cuando nació en el XV era un vestido amplio, corto y podía ser rico o sobrio, en el XVI se convirtió en holgado, largo, austeroŬŬŭ. Estas últimas cualidades se compadecen con la edad de la mujer de Job, convienen a matronas, viudas y alcahuetasŬŬŮ, mas no a las bellas Sinagogas calderonianas. Por último Ƕcuál era la diferencia entre el monjil a secas y el monjil a lo judaico hacia ūůųŪ? La primer Ěor del Carmelo, La piel de Gedeón, Primero y segundo Isaac, Las espigas de Ruth, Sueños hay que verdad son y ǶQuién hallará mujer fuerte?, sacados del Antiguo Testamento, se desarrollan en el campoŬŬů. El ambiente rural se subraya con la ropa aunque de manera irregular. Podemos tener una descripción demorada o incompleta. En el primer caso, los personajes humildes visten de villanos o de pastores, los de mayor rango, de mayorales. Así, en La primer Ěor del Carmelo Simplicio sale de villano (p. ŰŮūa), Nabal, de mayoral y Abigail, de labradora (p. ŰŭŲa); luego veremos a ésta «ricamente vestida» (p. ŰůŪa). Gracias a una acotación interna deducimos que aquí villano remite más bien a pastor. El gracioso, despavorido, se desnuda para darles la ropa a los dos Soldados de David: ZAB-Y después del ganado el zurrón y la honda y el cayado, gorra, sayo, greguescos y camisa. Arrójalo todo y vase desnudando, y queda lo más ridículo que pueda (p. ŰŮūa)ŬŬŰ

En el segundo, junto con villanos, pastores, segadores, etc., ciertos personajes importantes quedan en la sombra: Booz (La espigas de Ruth)ŬŬű; Jael y Débora, así como Haber y Sísara, para ser exhaustivos y reunir a protagonistas y antagonistas (ǶQuién hallará mujer fuerte?) Si sabemos que los hermanos del casto ŬŬŭ Cf. Bernis, ŬŪŪū, pp. ŬųŲ-ŭŪū. ŬŬŮ Gómez, ūųųŲ, p. ūŬ, cita dos comedias lopescas a este respecto. ŬŬů Sueños hay que verdad son se desarrolla en lugares variados y contrapuestos: campo, cárcel y corte, por lo que la asociación ropa-espacio es más compleja. ŬŬŰ Compárese con la lista que se da para David en la danza de ūŰůū a que nos acabamos de referir. Por otro lado, repárese en la onomástica que en este y otros autos mezcla nombres judíos con otros que no lo son, según ya advertimos en el anterior capítulo. ŬŬű Mientras que Ruth cambia de ropa. Llega de peregrina (Autos, p. ūŪųŰa), luego de villana (Autos, p. ūūŪŪa) en adecuación con la situación dramática. Más tarde una acotación nos informa de que Booz lleva un gabán que ofrece a Ruth para que se abrigue (Autos, p. ūūŪŬb).

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José van de pastores (Sueños hay que verdad son, p. ūŬŬŪ, repetido en p. ūŬŬŮb) se omite, en cambio, cualquier referencia a Jacob. El protagonista, por su parte, sale de cautivo, con cadenas, y sus compañeros de mazmorra, con prisiones (p. ūŬūŭ), pero tras su vertiginosa promoción social quedamos ayunos de noticias. Lo mismo ocurre con el Rey. ǶA qué obedece la pérdida del rasgo «judío» en el vestuario? ǶSe trata de una decisión deliberada acorde con la apropiación del Antiguo Testamento por los cristianos?ŬŬŲ En los preliminares de este libro, y luego lo he repetido constantemente, he hecho hincapié en la asimilación de profetas y ęguras bíblicas y en la completa «desjudeización» del RedentorŬŬų; en los propios Evangelios se fabrica esa frontera entre un ellos, los judíos, y un nosotros, los discípulos del Mesías, y, por descontado, éste y su propia familia. El valor tipológico de determinadas ęguras veterotestamentarias se muestra bien a las claras en El arca de dios cautiva: «Sale Samuel, viejo venerable, a lo judío», (p. ūŭűū); cuando el anciano acepta el nombramiento de juez y sacerdote, se produce una mezcla de ropajes, ya que le pondrán pluvial ropa, pastoral báculo y sacra diadema (p. ūŭűŬb). Se llama la atención sobre el advenimiento de la Ley de Gracia y la obsolescencia de la Ley Escrita, rubricado por la breve aparición de la Sinagoga que entrega las Tablas de la Ley a la segunda esposa, la Iglesia, a cuyos pies se encuentra (p. ūŭűųb). ǶQué sentido tiene entonces, desde ese punto de vista el que Turpín y sus compañeros vistan de villanos, de segadores? Más aún, si rescatamos a dos personajes, Finées y Ofní, a quienes no se les dedica ninguna acotación, pero que con toda probabilidad iban «a lo judío», ya que por las partidas arriba citadas sabemos que se confeccionaron cuatro trajes de esta clase, los de Carlos Vallejo (Samuel), Juan Fernández, la Toledana y María de los ReyesŬŭŪ, podemos preguntarnos si no estaremos ante todo ante la inĚuencia del ciclo de Navidad conjugada con

ŬŬŲ Es lo que deęende Reyre, ūųųŲ, pp. űűss. ŬŬų Valga este ejemplo como ilustración de ello. La comedia La gran Sibila de Oriente empieza con esta acotación: «Suena música, córrese una cortina, y debajo de un dosel aparece Salomón, durmiendo; y por lo alto en una apariencia, sale una Visión, cubierto el rostro» (Dramas, p. ūūůŰa). Es una versión muy ęel del auto El árbol de mejor fruto: «Descúbrese el primer carro, que será un trono, y en él Salomón, dormido, y salen en el aire dos Ninfas, cubiertos los rostros» (Autos, p. ųŲųa). Ahora bien en la edición de Verdadera Quinta parte de comedias, ūŰŲŬ, con el título de La sibila del Oriente y gran reina de Sabá encontramos esta variante: «Suena música, córrese una cortina, y debajo de un dosel aparece Salomón, durmiendo, vestido a lo romano [énfasis mío], y por lo alto en una apariencia, sale una visión, cubierto el rostro» (p. ŭŬŰ). ŬŭŪ Buezo, en su introducción al auto, estudia la composición de las dos compañías que trabajaron en Madrid aquel año, asunto complejo dadas las tres listas distintas que nos han llegado. Cf. El arca de dios cautiva, ŬŪŪŬ, pp. ŮŬ-Ůŭ.

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la preeminencia de un espacio, el campo, sobre cualquier otra consideración. Me anima a sostener esta hipótesis El verdadero Dios Pan, p: ūŬŮůa: «Salen el Mundo de mayoral; la Gentilidad, el Judaísmo y la Apostasía, de pastores, y los Músicos y la Simplicidad y Malicia, de villanos rústicos y la Sinagoga y la Idolatría». Y es que la ropa puede tener más funciones que señalar la nacionalidad o religión, y según los casos, el dramaturgo puede desear utilizarla con otro sentido, dado que ni puede darnos merced a ella toda la información posible acerca de un personaje, ni desea desperdiciar su capacidad para signięcar desde el principio hasta el ęnalŬŭū. Para ilustrar estas ideas recurriremos a unos cuantos autos en los cuales la Sinagoga lleva además del traje genérico ciertos objetos que lo matizan, cuando no lo cambia por otro en el curso de la acción o incluso desde el principio. Calderón subraya la agresividad de la antagonista de la Iglesia, o de la Ley de Gracia, dotándola de un venablo o una espada (El Maestrazgo del Toisón: «Sale la Sinagoga, a lo judío, con un venablo», p. ųŪūb; «Vase la simplicidad y sale la Sinagoga con la espada desnuda», p. ųūŬaŬŭŬ; o designándola como jefe de un ejército gracias al bastón de mando (El socorro general: «[…] la Sinagoga, vestida a lo judío, con bastón de general», p. ŭūűa). En El lirio y la azucena, secuela de éste último, la Discordia (Cataluña y Sinagoga) sale «con plumas, bengala y espada», p. ųūŰa, perdiendo la amazona cualquier vínculo visual con la religión judía, a pesar de que el diálogo la identięca con ella de manera inequívoca. Más interesantes todavía me parecen los cambios de indumentaria que don Pedro sabía utilizar magistralmente y no sólo en el ejemplo más socorrido, La vida es sueño, pues los testimonios aducidos a continuación nos enseñan que dista de ser caso único. La Sinagoga de El socorro general, hacia al ęnal, cuando los enemigos de la Fe vuelven a atacar, irá «vestida de negro, con bastón», p. ŭŭŪa. El negro no remite a luto, sino a pecado. Recuérdese que el Bautismo llevaba ropa blanca a la española, p. ŭūųa, y que la Apostasía navega poco después en una nave negra con velas negras. En otro lugar me he interesado por ese simbolismo

Ŭŭū Pavis, ūųųŲ, propugna un vestuario que no agote sus posibilidades signięcativas con demasiada rapidez sino que siga signięcando durante toda la representación. Habla, en concreto, de «momentos oportunos en función de la acción y de la evolución de las relaciones actanciales». Ver la entrada correspondiente que me parece más interesante y más clara que las páginas dedicadas a este asunto en otro estudio (Pavis, ūųųŰ). ŬŭŬ En A Dios por razón de estado saca la espada, primero contra Pablo, p. ŲŰůa, luego contra Pablo y el Ingenio, p. ŲŰűa.

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cromáticoŬŭŭ. Ese mismo color se utiliza con distinta función en El orden de Melchisedech, indicando, ahora así, el duelo; la Sinagoga adopta lo que podemos calięcar de disfraz, abandonando la ropa anterior para salir «de luto, suelto el cabello», p. ūŪŲŭaŬŭŮ. Utilizo la palabra disfraz porque la despechada Sinagoga no se ha quedado viuda, sino que, como Bastí, ha sido repudiada a favor de la Ley de Gracia, pero refuerza con su apariencia la trampa que tiende a su antiguo prometido y logra la condena de EmanuelŬŭů. Baste este último párrafo para demostrar que Calderón poseía una gran conciencia de las posibilidades que tiene el vestuario para signięcar de manera dinámica, para acompañar la acción y evolucionar con los personajes, con «las relaciones actanciales»ŬŭŰ. Simbolismo cromático, uso de accesorios, dan a todos esos elementos un valor que va mucho más allá de la mera información de pertenencia a tal o cual nación, religión, grupo social: se están poniendo de realce rasgos que traslucen la interioridad del personaje: agresividad, violencia, incapacidad para razonar o aceptar una verdad, ceguera, tozudez y carácter vengativo. Estas son algunas de las conclusiones que podemos sacar, forzosamente insatisfactorias. Nos movemos por un terreno plagado de incógnitas; no nos podemos ęar de las acotaciones, rara vez exhaustivas, a veces poco claras, ni a la postre, somos capaces de describir el traje judío masculino y femeninoŬŭű; debemos conformarnos con haber desentrañado algunas de sus funciones.

Ŭŭŭ He estudiado este recurso en Garrot Zambrana, ŬŪŪűb. ŬŭŮ Estamos ante una acotación recurrente. La encontramos por ejemplo en La lepra de Constantino, p. ūŲūū: «Sale la Fe vestida de luto y suelto el cabello» y en tragedias tales La hija del aire: La hija del aire, II, Dramas, p. űůŬ. Ŭŭů Recuérdese lo dicho en el epígrafe dedicado a los personajes femeninos. Por otro lado, el mismo juicio merece lo que hace al Judaísmo, secundado por la Gentilidad en El sacro Parnaso. Pasamos de: «Suena dentro la Música y salen, leyendo en dos libros, el Judaísmo y la Gentilidad, vestido uno de judío y otro de romano, cada uno por su parte», p. űűűa, a: «Salen la Gentilidad y el Judaísmo de galanes», p. űŲųb, aunque esta vez la añagaza no tiene éxito. ŬŭŰ Cf. Pavis, ūųųŲ. Ŭŭű Veamos un último ejemplo tomado de Los cabellos de Absalón. Podría pensarse que visten todos los personajes a la moda del XVII según el grupo social al que pertenezca cada uno, sospecha que conęrmarían los pastores de la J. II: «Sale Tamar cubierto el rostro y algunos pastores cantando», Dramas, p. ŲŮůb. Seguramente tanto Tamar como Teuca irían de campesinas, tapadas, pues al poco Amón requiebra a su hermana sin reconocerla y la llama «serrana» y «pastora», p. ŲŮŲ. Para colmo uno de los pastores responde al nombre de Cardenio: «Tiene Cardenio razón / démonos priesa, pastores», p. ŲŮŰb. Ahora bien, si comparamos una acotación interna y otra externa referidas a la «etiopisa» nuestra seguridad se esfuma. Al principio de la J. III, dice Joab de Teuca: «Esperando está aquí fuera, / ya en el traje de israelita / disfrazada y encubierta», p. ŲůŪa. ǶQué dice la acotación?: «Sale Teuca, vestida de luto y echado el manto», p. Ųůūa. Por otro lado,

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Conclusión de la segunda y tercera partes

ǶCalderón original? La pregunta roza en principio el sinsentido, de tanto como el concepto de originalidad se compadece mal con la literatura del Siglo de Oro o, para evitar la lítotes, a causa de su absoluto anacronismo, que lejos de constituir un a priori teórico no dejamos de constatar cuando leemos sus comedias; sin embargo, con respecto a nuestro objeto de estudio, cuesta resistirse a la tentación. Digamos que tanto por tratarse de un poeta áulico, incluso durante los breves períodos de su vida en que sus relaciones con la corte parecen interrumpirse o, cuando menos, atravesar una fase oscura, como por el género en donde con tanta insistencia aparece el universo de ęcción judío (que engloba al converso) y la manera como se presenta, por todo ello, carece de parangón. Desde que comienza prácticamente su carrera escribe a la sombra del poder, pasando a ocupar un lugar cada vez más preeminente como organizador de espectáculos y ęgura venerable, cargada de autoridad artística y espiritual en una España, la de Carlos II, en plena decadencia. Esa proximidad no se limita a los espectáculos representados en palacio, ni mucho menos; el Corpus Christi entra de lleno en esa categoría con la única diferencia de que los monarcas contemplaban los autos desde su balcón, en vez de en su teatro o en sus jardines, sin tener que sufragar los gastos, a cargo del Ayuntamiento; en todos los casos, el autor se ve obligado a tratar con tiento ciertos asuntos, que en un corral de comedias de provincias o en la plaza en donde se celebre una ęesta religiosa, pero igualmente alejada de Madrid, podían enfocarse de otra manera. Ello es particularmente cierto con respecto a judíos y conversos, porque si Calderón los introduce casi exclusivamente en los autos sacramentales, lo cual favorece la abstracción, luego un menor enraizamiento en el aquí

para no concluir con incertidumbres, aquí el monjil cuadra perfectamente.

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y ahora español que si lo hubiera hecho en comedias de capa y espada, el contexto histórico atrae fatalmente el juicio del espectador hacia el mundo en que vive por muy teológico que sea el enfoque de las obras. En consecuencia, resulta una situación paradójica: los diálogos ofrecen poco asidero a lo social, pero están rodeados por un contexto que los satura. Ahora bien, nada más lejos de mi intención que aęrmar la mayor libertad de Cubillo de Aragón cuando entrega El auto en alegoría… para las ęestas de desagravio granadinas de ūŰŮŪ, que la de Calderón; ambos se inscriben en representaciones oęciales, estrechamente vigiladas por las respectivas autoridades. De hecho cabe imaginar que las circunstancias en Granada imponían ya un tema y desarrollo concretos; cortapisas había, pero no eran las mismas. El criptojudaísmo castellano, destinado a extinguirse desde la segunda mitad del siglo XVI recibirá nuevo impulso con la llegada de los conversos portugueses, poseedores de una doble particularidad: su menor asimilación religiosa, que nos retrotrae a la situación vivida a ęnales del XV y principios del XVI; su pertenencia a otra nación, condición esta que adquirirá peręles muy negativos tras la guerra iniciada en ūŰŮŪ por el duque de Braganza, al convertirse en vasallos sospechosos con respecto a su ortodoxia y a su ędelidad a Felipe IV. Dentro de la comunidad portuguesa se destaca un grupo, los asentistas, banqueros de la corona a partir de ūŰŬű. Para resumir, la monarquía católica está en manos de ęnancieros sin escrúpulos, valga la redundancia, continuamente perseguidos por la Inquisición, por motivos a veces religiosos, a veces más bien políticos, defendidos según los períodos por el poder, obligado a recurrir a ellos. Estos hombres de negocios pertenecen a familias y clanes que viven en distintos países: España, Francia, Países Bajos, Italia, con otro trasiego, este de tipo confesional, no menos llamativo y abigarrado. Familias separadas por la geografía, por la fe que profesan, de cuya ęrmeza se puede dudar al menos en lo que concierne a los que permanecen en España, por cuanto carecen de libertad para exteriorizar su verdad íntima. Sospechosos como digo desde los puntos de vista religioso, en tanto que judaizantes potenciales, ético, pues se les acusa de esquilmar al país, y político, por negociar con los enemigos de la coronaŬŭŲ. Nuestro autor, poeta áulico y ęgura conocida del mundo artístico capitalino (y toledano), vivió muy de cerca todo lo que voy sintetizando; de ahí a asegurar que pudiera responder con la pluma de manera completamente personal a tales circunstancias media mucha distancia; es más, en el momento más álgido de la campaña antiportuguesa, durante los años ūŰŭŪ

ŬŭŲ

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Daré un único ejemplo: Quevedo, Execración de los judíos, ūųųŰ, pp. űų-ŲŬ.

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y ūŰŮŪ, o de la campaña antiolivarista (los términos tienden a solaparse), trabajaba a la sombra del poder, pero hasta cierto punto fuera de él, a tenor de las funciones que le están (y que no le están) encomendadas. Hablamos de un dramaturgo, no del secretario del Rey ni de un consejero, ni de un escritor con ambiciones políticas, como Quevedo. De cualquier modo, poseía cierto margen de maniobra: no creo que nadie le hubiera impedido pregonar la superioridad social y religiosa de los cristianos viejos, bromear con el tocino y las narices superlativas. Pero Ƕcómo explicar esa obsesión por llevar a escena año tras año al obstinado Judaísmo incrédulo, deicida, siempre desarraigado, sin pensar en el mundo que lo rodeaba? Extraña paradoja en verdad la de un contexto omnipresente y tan poco explícito; las obras que se reęeren claramente a la historia nunca apuntan con claridad al criptojudaísmo salvo en ūŰŲū y ni siquiera entonces la palabra portugués, mejor dicho, el sintagma cristiano nuevo portugués, se pronuncia. Los autos de circunstancias anteriores protagonizados por los heterónimos de la Ley Escrita escenięcan otras realidades: El nuevo palacio del Retiro, los rumores sobre el asentamiento de los sefardíes en España; El socorro general y El lirio y la azucena se alejan todavía más, porque la Historia de la Redención sirve para probar la inutilidad del sistema foral y vilipendiar a los rebeldes catalanes. En el último de los títulos la lejanía aumenta, toda vez que en el primero, a causa de la intervención de la Fe, y en el segundo, por la presencia de Zabulón, tránsfuga bufonesco obligado a huir con la Apostasía al norte de Europa, podían establecerse ciertos nexos con la realidad contemporánea. El peso de la historia se deduce del cambio de tratamiento recibido por el Judaísmo y por la muerte del Mesías antes y después de enero de ūŰŮŭ. Hasta esa fecha o el deicidio ya se había producido cuando empieza la obra (El nuevo palacio del Retiro y Psiquis y Cupido, Toledo) o no aparece como tal, sino como un sacrięcio voluntario de Jesús, para el que la ayuda del Judaísmo, beneęciario de dicho sacrięcio, resulta necesaria: El divino cazador. Tras la caída del privado surge una misteriosa salvedad en la responsabilidad del pueblo de Israel en el deicidio: la Sinagoga de España se habría opuesto a él. Misteriosa porque no sabemos hasta qué punto España incluye o excluye a Portugal, pero también por los motivos de su desaparición a ęnales de los años ūŰůŪ. Cabe suponer, razonablemente, que el recurso a la leyenda exculpatoria compensa la representación del asesinato: no olvidemos, para justięcar el uso de la palabra asesinato, que la leyenda interviene en El socorro general, estrenado en Toledo junto con La humildad coronada de las plantas en donde el Espino

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abrazaba al Cedro, que fallecía víctima de las heridas causadas por las crueles espinas; en cuanto al olvido, conęeso carecer de explicación. En cambio, imposible dudar del progresivo endurecimiento de la actitud calderoniana, de la degradación de la imagen de Hebraísmo y Sinagoga, según lo prueba ya a partir de ūŰŮŭ la manera en que se parafrasea la señal de Jonás, la construcción de dichos personajes y las acusaciones que reciben. En el capítulo dedicado a los graciosos judíos de Calderón insistía en la importancia de lo que se decía y de lo que se omitía. Nace otra nueva tentación, sobreinterpretar los silencios, defecto tan peligroso como desdeñarlos. Leo Strauss ha dedicado algunas páginas al escribir entre líneas, táctica empleada según este intelectual centroeuropeo por buena parte de los ęlósofos desde Platón, escarmentado por la muerte de su maestro Sócrates, llegando a conclusiones bastante cuestionablesŬŭų. No voy a discutirlas ahora porque poco pueden aplicarse a nuestro dramaturgo a quien ni cabe calięcar de heterodoxo, pero tampoco de conformista, por lo menos en el asunto que estamos tratando en este libro, ni tampoco de escribir de manera críptica, en clave que sólo pueden descifrar los iniciados. No obstante, en honor a la verdad, existen en su obra silencios, digamos elocuentes, siendo el más llamativo el que rodea a los cristianos nuevos de ascendencia portuguesa, de manera más concretaba a aquellos que judaizaban. Hasta ūŰŲū el Santo Oęcio surge como una amenaza contra los seguidores de la ley mosaica, sin jamás actuar en su contra, a pesar de la incesante actividad inquisitorial llevada a cabo en los tribunales castellanos; en El cordero de Isaías se reproduce el auto de fe del año anterior y la hoguera actúa por primera vez contra el judaizante, cuando ya lo había hecho con anterioridad contra otro tipo de herejes. Además, se evita representar la condena de un criptojudío, de un bautizado que regrese a la religión de sus antepasados, lo cual no deja de sorprendernos. Se castiga al Hebraísmo que no quiere convertirse, evitándose así repetir el discurso de polemistas como Quevedo. Más aún, se aęrma taxativamente la existencia de conversos españoles sinceros, desinteresados: los toledanos de El santo rey don Fernando, I, lo demuestran de forma palmaria. Otra rareza: los últimos versos de El día mayor de los días corrigen sutilmente la idea que él mismo ha reiterado una y otra vez, esto es, que los únicos herederos de la viña provienen de la Gentilidad, añadiéndose que los obreros de la Ley Escrita que pasen a la de Gracia gozarán de las mismas ventajas, los cinco talentos que a todos se conceden (Autos, ūŰůųa). Las particularidades que adquieren en sus

Ŭŭų

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Utilizo la edición española: Strauss, ūųųŰ.

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textos ciertos tópicos antħudíos: riqueza, tocino, aspecto físico, atestiguan tanto la diferencia como la evolución, quiero decir que la ausencia de bromas sobre la nariz y la forma en que se introducen los chistes sobre el tocino lo sitúan aparte, mientras que pasamos de la práctica de la usura compartida por judíos y cristianos (El nuevo palacio del Retiro) a un pueblo avaro a quien se castiga con la pérdida de riquezas (El tesoro escondido); la polémica, con todo, se mantiene dentro de un marco violento, ciertamente, pero lleno de dignidad. Si pasamos al plano más especíęcamente dramatúrgico podemos dar con las razones de la anteriormente mencionada obsesión por presentar sin cansancio el mismo argumento: el Mesías viene para salvarnos, el pueblo elegido, que lo espera ansiosamente, no lo reconoce como tal y, no contento con rechazarlo, busca su muerte mientras que los gentiles aceptan su palabra. Fuera del peso que pueda tener el contexto histórico, la propia ęesta del Corpus Christi la explica en cierto modo. Se celebra en ella la Eucaristía, por lo tanto, la relación causal entre pecado-sacrięcio-redención. La comunión renueva continuamente ese encadenamiento y los autos se lo recuerdan al espectador. En vez de poner en evidencia la salvación del pecador, como hiciera Valdivielso, Calderón preęere explorar otro camino, al haberse percatado del efecto catártico que puede obtenerse de una asociación más estrecha entre misterio de la Eucaristía y tragedia del CalvarioŬŮŪ. Los espectadores asistían cada primavera a un espectáculo parecido, pero no se producía en ellos la sensación de hastío del lector que en un breve lapso de tiempo tiene acceso al conjunto de los autos. Sin pensar en el añadido de la puesta en escena a que se reęere el famoso Prólogo que hizo don Pedro Calderón…, el público no veía exactamente lo mismo porque las tramas varían: historias del Antiguo Testamento presentadas en su valor tipológico, dramatización de parábolas, selección de episodios del Evangelio… Pero más que esa variedad, relativa, admira la capacidad para sintetizar abundantes elementos y ordenarlos en un encadenamiento causal perfecto, para lo que no es obstáculo la estructura sincopada tan característica de muchas de sus acciones. Recordemos La viña del Señor, La semilla y la cizaña o El día mayor de los días, que se apoyan en distintos materiales neotestamentarios, tan bien ensamblados que dan la impresión de un conjunto homogéneo. En buena medida, lo logra gracias a la introducción de Cristo: se insertan distintos pasajes de su vida conocidos por todos: determinados milagros, discusión con los fariseos, entrada mesiánica en Jerusalén, interrogatorio en el palacio de Pilatos… Lejos

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Sigo a Valbuena Prat, Autos, p. ūŪa.

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de constituir meras apoyaturas, su pluma los convierte en situaciones teatrales llenas de tensión, una tensión ascendente que desemboca en la muerte del MesíasŬŮū. Calderón se detiene en ciertos momentos, los más cercanos a la Crucięxión, que desarrolla con un hábil equilibrio de citas bíblicas e implicación apasionada de los personajes; se nos conduce a un desenlace conocido pero que vivimos con intensidad, tanto más cuanto que el escritor se esfuerza por no recurrir a un esquema único. El interrogatorio lo suele efectuar el Judaísmo, pero en La siembra del Señor, Emanuel debe responder a la Culpa sin que ninguna otra ęgura asista al enfrentamiento. Los diálogos pueden ser muy breves a veces; otras, más extensosŬŮŬ. En La semilla y la cizaña, entre otros casos, se aprovecha la presencia de la Gentilidad y de la Idolatría para sacarlos del habitual segundo plano y oponerlos al agresivo Pueblo Judío. Desde este punto de vista, se crean efectos antitéticos marcados al contrastar el dinamismo y la interpretación forzosamente tensa del actor que encarna al deicida con el estatismo y la mansedumbre del que se encarga de dar vida al Redentor. Igual deseo de evitar la monotonía se observa con respecto a la muerte de Jesús. Se puede producir dentro o fuera; cuando la contemplamos, debemos reconocer que salvo la forma absolutamente original de La humildad coronada de las plantas (el abrazo del Espino) se incurre en cierta reiteración: suele representarse de manera simbólica en forma de golpe asestado con un palo que se transforma en cruzŬŮŭ. Dentro o fuera, con un golpe o subiéndolo a un árbol (El valle de la Zarzuela), nunca faltará el ruido de terremoto, de indudable efecto sobrecogedor. Si hubiera que buscar una secuencia representativa de la dramaturgia calderoniana, la encontraríamos precisamente después de expirar el Mesías. En ese momento, el deicida se da cuenta del alcance de sus actos y expresa su desesperación mediante un monólogo; de tener que elegir, yo destacaría sin dudarlo el de La humildad coronada de las plantas, particularmente bello. De poco valdría todo el esfuerzo por construir situaciones teatrales que conmuevan sin dejar nunca de lado el propósito catequístico si faltaran perso-

ŬŮū La comparación con los autos de sus predecesores prueba el partido que sabe sacar Calderón de una tensión dramática constante que un Tirso o un Lope sustituyen por llamamientos a la emoción del ęel. ŬŮŬ Pueden compararse por ejemplo La siembra del Señor, de desarrollo pausado, y La viña del Señor, con un encadenamiento interrogatorio-deicidio muy rápido. ŬŮŭ Recuérdese que como quedó indicado se trata de una técnica ya utilizada por Mira de Amescua.

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najes convincentes, capaces de interesar al público. En efecto, para poder emocionar al espectador el conĚicto debe afectar interiormente a quienes lo protagonizan; en caso contrario, las escenas se convierten en discusiones escolásticas, entreveradas de aclaraciones doctrinales destinadas a facilitar la comprensión del diálogo al mayor número posible de personas. El dramaturgo madrileño ha utilizado dos medios: ampliación del elenco, con asignación de funciones claramente diferenciadas, y enriquecimiento de determinadas dramatis personae, a las cuales dota de auténtica interioridad. Gracias a ello, no nos limitamos simplemente a apreciar su dominio de la técnica constructiva; admiramos su capacidad, única, para que la doctrina se transforme en conĚicto vivido por los actores del drama teológico, ya se trate de una cuestión de fe o de la debilidad del ser humano ante el Mundo y sus tentaciones. El sermón se hace carne, si se me permite la expresión. El advenimiento del Salvador, el mensaje que difunde, obliga a los demás personajes a reaccionar, a tomar posición: creer o no creer, aceptar o rechazar, incluso agredir. Desde el punto de vista dramatúrgico, se sitúa a Emmanuel en el centro del espectáculo: actúa a modo de catalizador pues todo lo que ocurre en el tablado se relaciona de un modo u otro con él. Lógicamente, el interés suscitado por los personajes depende de la calidad de sus respuestas, de la envergadura del conĚicto que genera en ellos la llegada del Mesías; por ese motivo, se destacan entre todos el Judaísmo (y la Sinagoga) y en menor medida la Apostasía, los más estrechamente afectados por la palabra divina, que desencadena en ellos profunda turbación y cambios perceptibles en escena. Su destino sufre un vuelco durante la acción: poseen en consecuencia una imagen compleja y dinámica. Si consideramos el horizonte de expectativas del público acostumbrado a las representaciones que de la religión y pueblo judíos habían dado Lope, Mira o Tirso, comprobamos el gran cambio introducido por quien se convertiría andando los años en dueño y señor de la ęesta del Corpus. Aquellos los presentaban vistos desde fuera, como monstruos crueles y obstinados sobre quienes se concentraba el odio y el desprecio. Con Calderón, la interiorización del conĚicto obliga a seguir los acontecimientos a partir de la perspectiva del personaje. Sus dudas, sus errores, provocan horror, pero también pueden inducir a piedad; sobre todo, procuran alivio. Alivio, sí, por no compartir el merecido y terrible destino del incrédulo. Gracias a la fe, frente al continuo vagar del desterrado, el espectador podía contar con la sólida comunidad a

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que pertenecía; en su vida diaria lo defendía de los enemigos de la fe, pero además, la ędelidad a la doctrina católica le aseguraba la salvación. Así pues, las representaciones del mundo judío suscitaban en el público reacciones más complejas, de mayor calado, lo cual conducía en el plano doctrinal a reforzar su adhesión a la Iglesia. Paradójicamente, para lograrlo ha habido que pagar un precio: convertirlas en los auténticos protagonistas del drama de la Pasión. En conclusión, el estudio de la imagen de judíos y conversos en el teatro de Calderón reserva abundantes sorpresas y no poco desconcierto. La pervivencia de Israel había preocupado a los Padres de la Iglesia; en España adquiere contornos particulares desde mediados del siglo XV como poco. El problema no es el judío declarado sino el encubierto; los enemigos de los cristianos nuevos no cesaban de repetirlo: judío y converso todo era uno. Nada de eso escribe Calderón, según lo hemos señalado, aparentemente impermeable al mundo en que le tocó vivir por su negativa a llevar a las tablas al criptojudío. Sus autos sitúan siempre al Hebraísmo en el exterior de un reino cuyas puertas deęende victoriosamente el Tribunal de la Fe, evitando cuidadosamente referirse a él como seguidor oculto de la ley mosaica. Se podría aducir que su intención (espero que se me absuelva bondadosamente del pecado de buscar intenciones y sentidos) es hacer chocar la escena y el mundo real, para que el espectador deduzca aquello que el poeta áulico no puede expresar directamente, pero nada le impedía haberlo hecho en Toledo en ūŰŮŮ, ni nada lo obligaba a resucitar para los tablados la vieja leyenda del archisinagogo Eleazaro, ni, algunos años después de su nuevo entierro, a inventar las situaciones de El santo rey don Fernando, tan favorables a los conversos toledanos, y, sobre todo, tan programáticas en cuanto al modo de atraer al incrédulo a la fe de Cristo. Más que aludir a los falsos cristianos mostrando al obcecado Judaísmo, se predica el verdadero amor hacia quienes sinceramente entran en la Iglesia. Como hombre de su época defendía en asuntos religiosos una sola verdad, la suya, reincidiendo sin descanso en un pronunciado antħudaísmo, ceñido eso sí al estricto campo teológico. Desde ese punto de vista sería absurdo calięcarlo de ęlosemita y nada más ajeno a su pensamiento que la España de las tres culturas. Debemos situarlo en el campo de los intolerantes, de los intransigentes defensores de la superioridad de su fe con respecto a las otras. Ahora bien, o se pertenece al cuerpo místico de la Iglesia o se está fuera; si dentro, con sinceridad, no hay distinciones: todos dispondrán de cinco talentos. Al «cancerado miembro» se le puede incluso quemar, lo cual nos repugna, ciertamente, pero si reconstruimos el horizonte histórico del

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XVII español, semejante solución no extraña, más aún, insisto, lo que llama la atención es que Calderón haya aguardado a tener un pie en el estribo para darle cabida en el escenario. Su antħudaísmo, por lo tanto, resulta tan acusado como evidente, tan evidente como la dignidad estética con que se ha dotado al mayor enemigo de la Fe, quizá porque la magnitud de la falta requería la grandeza del personaje.

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Bibliografía

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Auto de la entrada de Christo en Jerusalén, Ibidem, pp. ŬŰŮ-ŬűŲ. Auto de la Paciencia de Job, cf. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, pp. Ŭų-ŭů. Auto de la Resurrección de Nuestro Señor, RќѢюћђѡ, IV, pp. ŰŰ-ūŪŮ. Autos Sacramentales con quatro comedias nuevas, primera parte, Madrid, María de Quiñones, ūŰůů. Ávila, Hernando de, Coloquio de Moisés o del Palacio y la Rusticidad, en J. Alonso Asenjo, La tragedia de San Hermenegildo y otras obras del teatro español de colegio, Valencia, Universidad de Valencia-UNED, ūųųů, pp. ŬŰŬ-ŭŮů. BюџџіќћѢђѣќ ёђ Pђџюљѡю, Jerónimo de, Avisos de don Jerónimo de Barrionuevo, II, ed. A. Paz y Meliá, Madrid, Atlas, ūųŰŲ. BђџћѨљёђѧ, Andrés, Historia de los Reyes Católicos, en Crónicas de los Reyes de Castilla, II, ed. C. Rosell, Madrid, ūųůŭ, pp. ůŪŲ-űűŭ. Bќћіѓюѐіќ, Juan de, Actio quae inscribitur examen sacrum, cf. González Gutiérrez, ŬŪŪū, pp. ūŭŰ-ūŮŭ. — Incipit parabolae coenae, cf. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, pp. ūŬŬ-ūŭŬ. — Parabola Samaritani, cf. GќћѧѨљђѧ GѢѡіѼџџђѧ, ŬŪŪū, pp. ŮŪű-Ůŭų. — Tragicomedia Nabalis Carmelitidis, Ibidem, pp. Ůű-ŮŪŰ. — Tragoedia Patris familias de vinea, Ibidem, pp. ūŲū-ŬŭŰ. — Tragoedia quae inscribitur Vicentina, Ibidem, pp. Ůűų-ůůŭ. — Triumphum circuncisionis, Ibidem, pp. ūŪű-ūŭů. BѢѐј, Vera H., Four Autos sacramentales of ūůųŪ, Io a, Io a U.P., ūųŭű. Obras de Calderón de la Barca Cюљёђџңћ ёђ љю Bюџѐю, Pedro, Obras Completas, I, Comedias, ed. Á. Valbuena Briones, Madrid, Aguilar, ūųŲűů. — Obras Completas, II, Dramas, ed. Á. Valbuena Briones, Madrid, Aguilar, ūųŲűů. — Obras Completas, III, Autos sacramentales, ed. Á. Valbuena Prat, Madrid, Aguilar, ūųŲűŬ. — Entremeses, jácaras y mojigangas, ed. E. Rodríguez y A. Tordera, Madrid, Castalia, ūųŲŭ. Prosa — Conclusión defendida por un soldado del campo de Tarragona del ciego furor de Cataluña, cf. Zudaire, pp. ŬŲů-Ŭųŭ. — Memorial BNM VE/ ŰŲ-űŰ. — Prólogo a P. Calderón de la Barca, Autos sacramentales, alegóricos e historiales dedicados a Cristo, ed. J.C. Garrot Zambrana, en página  eb del proyecto Les idées du théâtre: hĴp://   .idt. paris-sorbonne.fr. Teatro breve — Las visiones de la muerte, cf. Entremeses..., pp. ŭűū-ŭŲŮ. — Los intrumentos, cf. Ibidem, pp. ŬŬŰ-ŬůŪ. Comedias — El astrólogo ęngido, O.C., I, pp. ūŬų-ūŰŮ. — La banda y la Ěor, Ibidem, pp. ŮŬŮ-ŮůŰ. — Los cabellos de Absalón, O.C, II, pp. ŲŬų-ŲŰŮ. — Casa con dos puertas, O.C., I, pp. ŬűŰ-ŭŪű. — La dama duende, Ibidem, pp. ŬŭŲ-ŬűŬ. — Dar tiempo al tiempo, Ibidem, pp. ūŭŭŭ-ūŭűŪ. — La devoción de la cruz, O.C, II, pp. ŭųū-Ůūų. — El escondido y la tapada, O.C., I, pp. Űűů-űŪų. — Fineza contra ęneza, O.C, II, pp. ŬūŪŪ-Ŭūŭű. — La hija del aire, Ibidem, pp. űůŬ-űűŲ.

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яіяљіќєџюѓíю

— Judas Macabeo, Ibidem, pp. ů-ŭŭ. — Lances de amor y fortuna, O.C., I, pp. ūŰű-ūųų. — Luis Pérez el gallego, Ibidem, pp. ŬŲū-ŭūŬ. — Mañanas de abril y mayo, Ibidem, pp. ůűŪ-ŰŪŪ. — El primer blasón del Austria, ed. E. Rull y J. C. de Torres, Madrid, C.S.I.C, ūųŲū. — La sibila de Oriente, O.C. II, pp. ūūůŰ-ūūŲū. — La sibila del Oriente y gran reina de Sabá, en Verdadera Quinta parte de comedias, Madrid, Francisco Sanz, ūŰŲŬ, pp. ŭŬŰ-ŭŰŭ. Autos sacramentales — A Dios por razón de estado, O.C., III, pp. ŲůŪ-ŲŰų. — Amar y ser amado y divina Filotea, Ibidem, pp. ūűűŮ-ūűųů. — El árbol del mejor fruto, Ibidem, pp. ųŲų-ūŪŪų. — El arca de Dios cautiva, Ibidem, pp. ūŭŰŬ-ūŭŲŪ [y El Arca de Dios cautiva, ed. C. Buezo, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŬ]. — El cordero de Isaías, Ibidem, pp. ūűŮŬ-ūűűū [y El cordero de Isaías, ed. M.C. Pinillos, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŰ]. — El cubo de la Almudena, Ibidem, pp. ůŰŰ-ůŲů. — La cura y la enfermedad, Ibidem, pp. űůŪ-űűŭ. — El día mayor de los días, Ibidem, pp. ūŰŭŰ-ūŰůų [y El día mayor de los días, ed. I. Arellano y M. Zugasti, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŮ]. — El diablo mudo, Ibidem, pp. ųŮŬ-ųŰū [y El diablo mudo, ed. C. C. García Valdés, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųų]. — El divino cazador, ed. H. Flasche y M. Sánchez Mariana, Madrid, Ministerio de Cultura, ūųŲū. — Las espigas de Ruth, Ibidem, pp. ūŪŲŲ-ūūŪű [y Las espigas de Ruth, ed. C. Buezo, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŰ]. — La humildad coronada de las plantas, ed. I. Arellano, Kassel, Reichenberger, ŬŪŪŬ. [O.C., III, p. ŭŲų-ŮŪŭ] — La inmunidad del sagrado, Ibidem, pp. ūūūů-ūūŭū [y La inmunidad del sagrado, ed. J. M. Ruano de la Haza, D. Gavela y R. Martín, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųű]. — El indulto general, O.C, III, pp. ūűŬŬ-ūűŮŪ [y El indulto general, ed. I. Arellano y J.M. Escudero, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŰ]. — La lepra de Constantino, Ibidem, pp. ūűųŲ-ūŲūű [y La lepra de Constantino, ed. L. Galván y R. Arana Caballero, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŲ]. — El lirio y la azucena, Ibidem, pp. ųūŰ-ųŭų [y El lirio y la azucena, ed. V. Roncero, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪű]. — Llamados y escogidos (Loa et auto), Ibidem, pp. Ůůū-ŭ y Ůůů-ŰŲ. — El maestrazgo del Toisón, Ibidem, pp. ŲųŮ-ųūŭ. — Los misterios de la Misa, Ibidem, pp. ŭŪŪ-ūŮ [y Los misterios de la misa, ed. J. E. Duarte, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪű]. — Mística y real Babilonia, Ibidem, pp. ūŪŮŬ-ūŪŰŰ. — El nuevo hospicio de pobres, Ibidem, pp. ūūŲů-ūŬŪű [y El nuevo hospicio de pobres, ed. I. Arellano, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųů]. — El nuevo palacio del Retiro, Ibidem, p. ūŭű-ůŬ [y El nuevo palacio del Retiro, ed. A. K. Paterson, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŲ]. — El orden de Melquisedec, Ibidem, pp. ūŪŰŲ-ŲŰ. — Las órdenes militares, Ibidem, pp. ūŪūű-ūŪŭų [y Las órdenes militares, ed. J. M. Ruano de la Haza, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪů]. — La piel de Gedeón, Ibidem, pp. ůŰŰ-ůŲů [y La piel de Gedeón, ed. A. Armendáriz, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŲ]. — El primer refugio del hombre, Ibidem, pp. ųůŮ-ųŲŭ.

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— La primer Ěor del Carmelo, Ibidem, pp. ŰŭŰ-Űůŭ [y La primer Ěor del Carmelo, ed. F. Plata Parga, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŲ]. — Primero y segundo Isaac, Ibidem, pp. ŲŪū-ŲŬŲ — La protestación de la fe, Ibidem, pp. űŭŪ-űŮű [y La protestación de la fe, ed. G. P. Andrachuck, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪū]. — Psiquis y Cupido (Toledo), Ibidem, pp. ŭŮŬ-ŭŰŬ. — Psiquis y Cupido (Madrid: auto y loa), Ibidem, pp. ŭŰŬ-ŭŰŰ y ŭŰű-ŭŲŰ. — Quién hallará mujer fuerte, Ibidem, pp. ŰůŰ-ŰűŰ [y ¿Quién hallará mujer fuerte?, ed. I. Arellano y Luis Galván, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪū]. — El sacro Parnaso, Ibidem, pp. űűŰ-űųű [y El sacro Pernaso, ed. A. Cortħo y A. Rodríguez Rípodas, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŰ]. — El santo rey don Fernando, I, Ibidem, pp.ūŬŰų-ūŬŲŲ [y El Santo Rey don Fernando, I, ed. Arellano, Escudero y Pinillos, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųų]. — El santo rey don Fernando, II, Ibidem, pp. ūŬųů-ūŭūų. — La segunda esposa y triunfar muriendo, Ibidem, pp. ŮŬŲ-ŮŮű [y La segunda esposa y triunfar muriendo, ed. V. García Ruiz, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŬ]. — La semilla y la cizaña, Ibidem, pp. ůŲű-ŰŪű [y Autos sacramentales, III, ed. E. Rull, Madrid, Biblioteca Castro, ŬŪŪŬ, pp. Ųŭŭ-Ųųŭ]. — La serpiente de metal, Ibidem, pp. ūůŬŲ-ūůůū. — La siembra del señor, Ibidem, pp. ŰŲŬ-ŰųŲ. — El socorro general, Ibidem, pp. ŭūŰ-ŭŭů [El socorro general, ed. I. Arellano, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪū]. — Sueños hay que verdad son, Ibidem, pp. ūŬūŬ-ūŬŭŮ [y Sueños hay que verdad son, ed. M. McGaha, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųű]. — El tesoro escondido, Ibidem, pp. ūŰŰŬ-ūŰŲŲ. — Tu prójimo como a ti, Ibidem, pp. ūŮūŪ-ūŮŮŬ [y Tu prójimo como a ti, ed. E. Illescas, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪŲ]. — La vacante general, Ibidem, pp. ŮŰų-ŮŲŲ. — El valle de la Zarzuela, Ibidem, pp. űŪŪ-űŬū. — El verdadero dios Pan, Ibidem, pp. ūŬŮū-ūŬŰŬ [El verdadero dios Pan, ed. F. Antonucci, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪů]. — El viático cordero, Ibidem, pp. ūūůŲ-ūūűŲ [y El viático cordero, ed. J.M. Escudero, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪű]. — La vida es sueño, Ibidem, pp. ūŭŲű-ūŮŪű. — La viña del Señor, Ibidem, pp. ūŮűŭ-ūŮųų [y La viña del Señor, ed. I. Arellano, Á. L. Cilveti, B. Oteiza y M. C. Pinillos, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ūųųŰ]. Cюњѝќ, Alonso del (atribuido), Auto de la Pasión, en C. Tќџџќїю MђћѼћёђѧ y M.T. RіѣюѠ PюљѨ, Teatro en Toledo en el siglo XV. «Auto de la Pasión» de Alonso del Campo, Anejos del Boletín de la Real Academia Española, ūųűű. CюҟіѧюџђѠ, José y Hќѧ Ѧ Mќѡю, Juan de, La viva imagen de Cristo, en M. Rќњђџќ ёђ CюѠѡіљљю, Singular suceso en el reinado de los Reyes Católicos, Madrid, Escelicer, ūųŮů, pp. ūŮŭ-ŬŪŭ. Cюџѣюїюљ, Micael, Tragedia llamada Josephina, ed. J. Gillet, Princeton / Paris, Macon-Protat fr¸res, ūųŭŬ. CюѠѡіљљќ Sќљңџѧюћќ, Alonso de, El fuego dado del cielo, ed. F. Bacchelli, Pisa, Universidad de Pisa (Miscellanea di Studi Ispanici), ūųűŮ pp. ūŲū-ŬűŬ y El fuego dado del cielo, ed. G. Maldonado Palmero, Huelva, Hergué, ŬŪŪŪ. CђџѣюћѡђѠ, Miguel de, Los baños de Argel, ed. J. Canavaggio, Madrid, Taurus, ūųŲŭ CѼѠѝђёђѠ Ѧ MђћђѠђѠ, Gonzalo de, Historias peregrinas y ejemplares, Zaragoza, Juan de Larumbe, ūŰŬŭ Cљюџюњќћѡђ, Andrés de, El horno de Constantinopla, en Comedias, ed. MĶ C. Hernández Valcárcel, Murcia, Publicaciones de la Universidad, ūųŲŭ, pp. ūŭū-ūűŭ. Cќђљљќ, Antonio, El Reyno en cortes y Rey en campaña, cf. Autos sacramentales con quatro comedias nuevas..., fols. Ŭ-ūūv.

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яіяљіќєџюѓíю

Comedia octava y auto sacramental del testamento de Cristo, cf. Buck, pp. ŲŪ-ųŲ. Comedia que trata del rescate del alma, cf. Kemp, pp. űŮ-ūŪű Comedia sexta y auto sacramental del Castillo de la Fe, cf. Ibidem, pp. ŰŬ-űų. CѢяіљљќ ёђ Aџюєңћ, Álvaro, Auto en alegoría del sacrílego y detestable cartel que se puso en la ciudad de Granada contra la Ley de Dios y su Madre Santísima, cf. Paracuellos, Triunfales..., fols. Ųų-ųŪv (loa) y ųŪv-ųŲv (auto). — El hereje, ed. F. Domínguez Matito, Vigo, Academia del Hispanismo, ŬŪŪŲ. — Los desagravios de Cristo, en El enano de las musas, Madrid, María de Quiñones, ūŰůŮ, pp. ŬŬŬŬůŰ. BNM R ūŪųŭū. Diario del ejército español en las comarcas de Tarragona, en Memorial Histórico Español, XXIII, Madrid, Imprenta Nacional, ūŲųū, Apéndice VII. DҌюѧ, Pedro Comedia a lo pastoril para la noche de Navidad, ed. J. W. Cra ford, Revue Hispanique, ŬŮ, ūųūū, pp. Ůųű-ůŮū. Disputa entre un cristiano y un judío, ed. A. Castro, Revista de Filología Española, I, ūųūŮ, pp. ūűŭ-ŲŪ. DѢџѨћ, Antonio, Colección de Romances Castellanos, I, Madrid, Atlas, ūųŮů. Égloga al Santísimo Sacramento sobre la parábola evangélica Matheo, 22 y Lucas, 14, en Tres églogas sacramentales inéditas, ed. R. Arias, ūųŲű, pp. Ŭū-ŮŮ. Eћѐіћю, Juan del, Égloga Interlocutoria, en Obras Completas, IV. Teatro, ed A. MĶ Rambaldo, Madrid, Espasa-Calpe, ūųŲŭ, pp. ŬŲŭ-ųŲ (atribuciҤn dudosa). — Natividad trobada, en Obras Completas, I, ed A. MĶ Rambaldo, Madrid, Espasa-Calpe, ūųűŲ, pp. ŭŮ-Űů. — Representación a la muy bendita passión y muerte, en Obras Completas, IV. Teatro, ed A. Mª Rambaldo, Madrid, Espasa-Calpe, ūųŲŭ, pp. ūų-ŭū. Entremés de los sacristanes, cf. Autos Sacramentales con quatro comedias nuevas…, fols. ŬŬŪv-ŬŬŬv. (Atribuido a Mira de Amescua) Farsa del sacramento del las cortes de la Iglesia, cf. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, pp. ŰŬ-ŰŰ. Farsa del sacramento de Moselina, Ibidem, pp. ūū-ūŰ. Farsa del sacramento de Peralforja, Ibidem, pp. Ů-Ű. Farsa del sacramento del Pueblo Gentil, cf. RќѢюћђѡ, III, pp. ŬŬų-ŮŮ. Farsa del sacramento de la entrada del vino, Ibidem, pp. ŮŲŮ-ųų. Farsa sacramental de la fuente de la Gracia, cf. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, p. ŭů-Ůū. Farsa sacramental de la moneda, cf. RќѢюћђѡ, III, pp. Ůūū-ŬŰ. Farsa sacramental de las bodas de España, cf. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, pp. űū-űů. Farsa sacramental de los tres estados, cf. RќѢюћђѡ, III, pp. ŭųŮ-ŮūŪ. Fernández, Lucas, Auto de la Passión, en Farsas y églogas, ed. Mª J. Canellada, Madrid, Castalia, ūųűŰ, pp. Ŭūū-ŭű. GќёҌћђѧ, Felipe, Aún de noche alumbra el Sol. Los trabajos de Job, ed. P. Bolaños Donoso y P. M. Piñero, Kassel, Reichenberger, ūųųū. — Coloquio Segundo de los pastores de Belén, cf. Autos Sacramentales con quatro comedias nuevas…, fols. ūŮū-ūŮŰr. — El divino Isaac, en Autos sacramentales, ed. P. Bolaños Donoso, Huelva, Diputación, ūųųů, pp. ūųų-ŬŭŮ. Gңњђѧ ёђ Mќџю, Juan, Relación del auto de la fe celebrado en Madrid este año de ūŰŭŬ, Madrid, Juan Martínez, ūŰŭŬ. [BNM BA/ŬůŪŪŪ/ű]. GќћѧѨљђѧ GѢѡіѼџџђѧ, Cayo, El códice de Villagarcía del P. Juan Bonifacio, Madrid, UNED, ŬŪŪū. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, Eduardo, ed., Autos sacramentales, Madrid, Atlas, ūųůŬ. Hќџќѧѐќ, Sebastián de, El Cancionero, ed. J. Weiner, Bern / Frankfurt, Herbert Lang, ūųűů. — Representaciones, ed. de F. González Ollé, Madrid, Castalia, ūųűų. — Entremés, Ibidem, pp. ūŭů-ūűŮ. — Histoira evangélica de San Juan, Ibidem, pp. ųų-ūŭŮ. — Historia de Ruth, Ibidem, p. ūűů-Ŭūŭ. — Parábola de San Mateo, Ibidem, p. Űű-ųű.

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La Iglesia sitiada, ed. B. Baczynska, Kassel / Pamplona, Universidad de Navarra / Reichenberger, ŬŪŪų (atribución dudosa a CalderҤn). IѧўѢіђџёќ Zђяџђџќ, Ausías, Aucto llamado lucero de nuestra salvación, Cuenca, Bartholomé Selma, ūŰŪŭ. [BNM R ŭū.ŮŲŬ]. Kђњѝ, Alice B., Three Autos sacramentales of ūůųŪ, Toronto, Toronto U. P., ūųŭŰ Lңѝђѧ ёђ YюћєѢюѠ, Fernán, Égloga de Natividad, en Obras dramáticas, ed. F. González Ollé, Madrid, Espasa-Calpe, ūųŰű, pp. ŭ-ŭŪ. — Farsa del Santísimo Sacramento, ed. F. González Ollé, Revista de Literatura, XXXV, űū-űŬ, ūųŰų, pp. ūŬű-ūŰů. MюћџіўѢђ, Gómez, Representación del Nacimiento, en Teatro medieval, ed. F. Lázaro Carreter, Madrid, Castalia, ūųŲŰŮ, pp. ūŪű-ūūů. MюџѡҌћђѧ ёђ љю Pюџџю, Juan, Luz de verdades católicas y explicación de la doctrina christiana, Madrid, A. González de Reyes, ūűŪů. MюѡќѠ FџюєќѠќ, Juan de, Mќџђѡќ, Agustín y CѨћѐђџ, Jerónimo, La gran comedia del bruto de Babilonia, en Parte treinta de comedias nuevas escogidas, Madrid, Domingo Palacio y Villega, ūŰŰŲ, pp. ū-ŮŪ. BNM R ŬŬŰŲŭ. MђїҌю ёђ љю Cђџёю, Luis, El juego del hombre, ed. L. Imbert, Romanic Review, VI, (ūųūů), pp. Ŭŭų-ŬŲŬ. MѼћёђѧ Sіљѣю, Rodrigo, Población de España, V. Toledo, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, ūŰŮů. Mђћёќѧю, Fray Íñigo de, Lamentación a la Quinta Angustia, en Cancionero, ed. J. Rodríguez Puértolas, Madrid, Espasa-Calpe, ūųŰŲ, pp. Ŭūů-ŬŬŬ. Mіџю ёђ AњђѠѐѢю, Antonio, Teatro Completo (Autos Religiosos), VII, A. de la Granja coord, Granada, Universidad, ŬŪŪű. — El heredero, ed. Pedro Correa, en Ibidem, pp ŬŪū-ŬŭŲ. — La Inquisición, ed. Pedro Correa, en Ibidem, pp. Ŭŭų-ŬųŪ. — La guarda cuidadosa, ed. A. de la Granja, Ibidem, pp ūŮų-ūųų. — Las pruebas de Cristo, ed. Pedro Correa, Ibidem, pp ůŮū-ůųū. Mќљљ, Jaime ed., Dramas litúrgicos del siglo XVI: Navidad y Pascua, Madrid, Taurus, ūųŰų. MќћѡђњюѦќџ, Jorge, Auto tercero, en Fl. WѕѦѡђ, «Three autos of Jorge de Montemayor», Publications of the Modern Language Association, XLIII, ūųŬŲ, pp. ųůŭ-ųŲų. Mќџђѡќ, Agustín, La cena del rey Baltasar, en volumen facticio con La comedia de la Reyna de las Flores, loa y entremeses, Bruselas, Juan Mommarte, ūŰŮŭ, pp. Ŭ-ŭŬ. BNM R-ūūŬŰųŬ. Navidad y Corpus Christi, Madrid, Isidoro de Robles, ūŰŰŮ. BNM R-ūūűűű. Nіђѣю Cюљѣќ, Sebastián de, El niño inocente, hijo inocente y mártir en la Guardia, por el licenciado Sebastián Nieva Calvo, notario y comisario del Santo Oęcio de la Inquisición, y natural de la villa de Tembleque, Toledo, Juan Ruiz de Pereda, ūŰŬŲ. BNM Ŭ/Ųůűū. PюџюѐѢђљљќѠ Cюяђѧю ёђ Vюѐю, Luis, Triunfales celebraciones, Granada, Francisco García de Velasco, ūŰŮŪ. BNM R-ūůŭ. La Passió de Christo Nostre Senyor, en E. Juliá Martínez ed., Poetas dramáticos valencianos, II, Madrid, Tipografía de la Revista Archivos, ūųŬų, pp. Űůů-ŰųŮ. PюѠѡќџ, Juan, Aucto nuevo del santo nacimiento de Christo Nuestro Señor, ed. R. E. Surtz, Valencia, Hispanoęla, ūųŲū. Pђёџюѧю, Juan de, Auto que trata primeramente cómo el ánima de Christo descendió a los inęernos, en J. E. Gillet, «An Easter-Play by Juan de Pedraza», Revue Hispanique, LXXXI, ūųŭŭ, pp. ůůŪ-ŰŪű. Pђљљіѐђџ ёђ Tќѣюџ, José, Avisos Históricos, en A. Valladares, Semanario Erudito, vol. XXXIII, Madrid, Antonio Espinosa, ūűųŪ. PѼџђѧ ёђ MќћѡюљяѨћ, Juan, El Polifemo, en Para todos, Madrid, Imprenta del Reino, ūŰŭů, fols. ūűů-ūŲŭv. — Las formas de Alcalá, en Navidad y Corpus Christi, pp. ūųŰ-Ŭūů. — Los dos jueces de Israel, s.l., s.n., s.a. BNM ūŮűŲūūų. PѼџђѧ Pџіђєќ, Miguel Ángel, ed., Códice de Autos Viejos, Madrid, Castalia, ūųŲŲ. Pіћђёќ, Luis de, Libro de chistes, en Sales españolas, ed. A. Paz y Meliá, Madrid, Atlas, BAE no ūűŰ, ūųŰŮ, pp. Ųű-ūūŲ.

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яіяљіќєџюѓíю

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ū En la edición que he consultado (BNM ű/ūŭųŰű) se ha ocultado ese pie de imprenta y aparece Zaragoza, ūŰŭů; pero tanto la censura del jesuita Diego Medrano, como la Tasa, son de ūŰūů, en Pamplona, así como la aprobación

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TіџѠќ ёђ Mќљіћю, El árbol del mejor fruto, en Obras, IV, ed. Mª. P. Palomo, Madrid, ūųűŪ, pp. Űū-ūūŰ. — Los hermanos parecidos, en Obras, II, ed. Mª P. Palomo, Madrid, Atlas, ūųűŪ, pp. űŭ-ųū. — La mujer que manda en casa, Obras, IV, pp. ūűū-ŬŬŪ. Ŭ — La prudencia en la mujer, en Obras dramáticas, III, ed. B. de los Ríos, Madrid, Aguilar, ūųŰŲ , pp. ųŪŮ-ůū. TќџџђѠ, Jaime, Lucha alegórica para la Noche de la Natividad de Cristo Nuestro Señor, cf. Mќљљ, pp. Űů-űű. TќџџђѠ Nюѕюџџќ, Bartolomé de, Propalladia and Others Works, I, ed. J. E. Gillet, Bryn Mawr, Pennsylvania U.P., ūųŮŭ-ūųůū. — Diálogo del Nacimiento, Ibidem, pp. Ŭůų-ŬŲŬ. Tres pasos de la Pasión y Égloga de la Resurrección, ed. J. E. Gillet, Publications of the Modern Language Association, XLVII, ūųŭŬ, pp. ųŮų-ŲŪ. TѦџђ, Carl A., Religious Plays of ūůųŪ, Iowa, Universidad, ūųŭŲ. UѠѡюџќѧ, Juan Francisco, Auto del Nacimiento de Cristo, ed. E. D. Roberts, Revue Hispanique, űŰ, ūųŬų, pp. ŭŮŰ-ŭůų. VюљёіѣіђљѠќ, Josef de, Teatro completo, I, ed. R. Arias y R. V. Piluso, Madrid, Isla, ūųűŲ. — El Fénix de Amor, Ibidem, pp. ūŰŭ-ŬŪŰ. — El Peregrino, Ibidem, pp. ŭŲű-ŮŬů. — Psiques y Cupido, Ibidem, pp. Ŭůū-ŬŲŰ. Vђєю, Lope de, El alcalde de Zalamea, (Entremés de), Obras, XXVII, ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰų, pp. ūųŬ-ūųŮa. — El Antecristo, Obras, VIII, pp. ŮŬů-ŮŰŬ. — El Brasil restituido, Obras, XXVIII ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųűŪ, pp. Ŭůű-ŬųŰ. — El cardenal de Belén, Comedias escogidas, III, ed. J.E. Hartzensbuch, Madrid, Atlas, ūųůŪ, pp. ůŲų-ŰŪű. — La corona derribada y vara de Moisés, Obras, VIII, ūųŰŭ, pp. ŭŬű-ŭŬų. — David perseguido, Obras, VIII, ed M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰŭ, pp. ŭŭű-ŭűů. — La fortuna adversa del infante de Fernando de Portugal, cf. Sloman, ūųůŪ, pp. ūūŰ-Ŭūű. — El galán escarmentado, Obras de Lope de Vega, I, ed. E. Cotarelo, Madrid, Real Academia Española, ūųūŰ, pp. ūūű-ūůŬ. — El galán de la Membrilla, Obras, XX, ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰű, pp. Ŭųű-ŭŰū. — El heredero del cielo, Obras, VI, ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰŬ, pp. ūűű-ŲŲ. — Historia de Tobías, Obras, VIII, ūųŰŭ, pp. Ųű-ūŭŰ. — El Nacimiento de Cristo, Obras, VI, pp. ŬŬů-Ŭůū. — El niño inocente de La Guardia, ed. A. Farrell, London, Tamesis, ūųŲů. — Nuestro bien: Auto de la circuncisión y sangría de Cristo, Obras, VII, pp. Ųū-ūŪū — Las paces de los reyes, Comedias escogidas, III, pp. ůŰű-ůŲű. — La pobreza estimada, Obras, XXX, ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰŬ, pp. ŮŪű-ŮŰų. — El robo de Dina, Obras, VIII, ūųŰŭ, pp. ű-ůŪ. — San Diego de Alcalá (Entremés de) Obras, XI, pp. ūŪů-ūŪŲ. — La siega, Obras, VI, pp. Ŭųű-ŭūŬ. — El tirano castigado, Obras, VII, ed. M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, ūųŰŬ, pp. ŭŭ-Űū — El Tusón del rey del cielo, Ibidem, pp. ŭŭů-ŭŮų. — Yugo de Cristo, Obras, VII, pp. Űŭ-ŲŪ. Poesía — Sentimientos a los agravios de Cristo Nuestro Bien por la Nación Hebrea, Obras sueltas de Lope de Vega, ed. C. Rosell, Madrid, Atlas, ūųůŪ, pp. ŭůųb-ŭŰŭb. VѼљђѧ ёђ GѢђѣюџю, Luis, La mesa redonda, cf. Navidad y Corpus Christi, pp. Űů-ŲŬ. Viaje del cielo, en R. Arias ed, Tres églogas sacramentales inéditas, Kassel, Reichenberger, ūųŲű, pp. Ůů-űŮ.

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Índice de nombres y obras

A Aѐђѣђёќ, Pedro deȳūŪŪ, ūŪū, ūūŮ Obras: Dialogus… passione ChristiȳūŬŪ Lucifer furensȳūŪŬ-ūŪŭ, ūūŮ, ūūű, ūŬů, ŬŪŭ AѐќѠѡю, Catalina deȳŬŪų, ŬŬű AєѢіљюџ, Gaspar: La gitana melancólicaȳűů, űű, ūŬŲ, ūŰŪ, Ŭūū AєѢѠѡҌћ, SanȳūŮ, ūů, űū,űŬ, űų, Ųű, ūūŬ, ūŬŭ, ŭŭŬ, ŭŭŲ, ŮŪů AјќѢћ, André y AћѠюџѡ, P.ȳŬŪ Aљяю, Duques deȳ(V), ŬŲůȳ(VI) Ŭŭű, ŬŮŪ, ŬűŮ Aљђћёю, JerónimoȳŬŪŲ, ŬŪų AљѓќћѠќ VIIIȳūŬŲ AљѓќћѠќ X: Las siete partidasȳŮŭŭ AљњюћѠю y Mђћёќѧю, Andrés deȳūųŮ, ŭūŮ AљќћѠќ, DámasoȳŭůŲ AљќћѠќ AѠђћїќ, JulioȳūŪŪ, ūŪū, ūŪŭ, ūūŰ AљќћѠќ RђѦ, María DoloresȳŭŰŪ, ŭųŪ Aљѡюњіџюћёќ, Pedro de: La aparición…ȳŬŮ, Űű, ųů,ūŬŬ AњќѠѠѦ, RuthȳŬŪ, Ŭū AњќѠѠѦ, Ruth y HђџѠѐѕяђџє-Pіђџџќѡ, A.ȳŬŪ Aњџюњ, Ricaȳūű AћёџюѐѕѢѐј, Gregory P.ȳūŬŰ Aћѡќћіќ, NicolásȳŬűŮ AћѡќћѢѐѐі, FaustaȳŬŭū Aћѡќџюћѧ OћџѢяію, María AntoniaȳūŭŲ Aџюєќћђ Tђџћі, Elisaȳūůű Aџюѡю, StefanoȳūŬų

Aџђљљюћќ, IgnacioȳūŪ, ŬŰŰ,ŬŰŲ, ŬŰų, Ŭűű, ŬŲŭ, Ŭųŭ, ŬųŰ, Ŭųű,ŭūŬ, ŭŭű, ŭŮŭ, ŭŮŲ,ŭűŮ, ŭųŪ, ŮŭŮ Aџђљљюћќ, Ignacio y Escuderoȳŭūů Aџђљљюћќ, Ignacio, Escudero y PіћіљљќѠ, M.C.ȳŭŬū, ŭŬŮ, ŭŬŰ Aџђљљюћќ, Ignacio, GюљѣѨћ, L.ȳŬŰŪ, ŮŬū Aџђљљюћќ, Ignacio y GюџѐҌю RѢіѧ, V.ȳŬŭŲ Aџђљљюћќ, Ignacio, Oѡђіѧю, Bl. y PіћіљљќѠ, CarmenȳŭųŪ Aџђљљюћќ, Ignacio, Cіљѣђѡі, Oteiza y PіћіљљќѠ, CarmenȳŭųŰ AџіюѠ, RicardoȳŰŰ, űŪ, űŭ, ŲŬ, ŬŮŭ, ŬŮű AџіѠѡңѡђљђѠ: La poética, ŭűū AџњюѠ, Frederick A. deȳŭűŮ AџњђћёѨџіѧ, AnaȳŮūŭ, ŮŬŭ, ŮŬŮ AѠђћѠіќ, Eugenioȳůů, ūŪů, ūŰŪ, ŬŬŭ Aucto del Magnáȳųů, ųŰ Aucto de la destruición de JerusalemȳűŮ-űŲ, ųŲ, ūŬŭ, ūŬŮ AѢђџяюѐѕ, ErichȳŬŲ, ůŬ, Ŭűű, ŭŭŭ Auto del descendimiento de la Cruzȳųű A. del sacreęcio de AbrahamȳŲů, ųů A. de la Asunción de nuestra SeñoraȳűŮ, ųŮ, ųů A. de la circuncisión de Nuestro SeñorȳųŰ, ūūű A. de la conversión de San PabloȳűŮ, ųů, ųű A. de la entrada de Christo en JerusalénȳűŮ, ųŮ A. de la Paciencia de Jobȳųů A. de la prisión de Sant Pedroȳųű A. de la Redención del Género Humanoȳųű

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A. de la Resurrección de Christoȳųű A. de la Resurrección de Nuestro Señorȳųű A. de los desposorios de Moysénȳųů A. de quando Sancta Elena halló la Cruz de Nuestro SeñorȳűŮ, ųů Auto sacramental del testamento de Cristoȳcf. Comedia octava... Autos Sacramentales con quatro comedias nuevasȳūŭů, ŬŪű Áѣіљю, Hernando deȳųų, ūŪū Obras: Coloquio de MoisésȳūŪū, ūŪŭ, ūūŰ-ūūű AѦюѠќ MюџѡҌћђѧ, José RamónȳŬűŮ

B Bюѐѐѕђљљі, FrancoȳūŰű, ūűū Bюѐќћ, GeorgeȳŬŪŲ BюѐѧѦћѠјю, BeataȳŬŭū Bюђџ, YitzhakȳūŬ, ūů, ūŮű BюџџіќћѢђѣќ, JerónimoȳŬŮŪ Bюѡюіљљќћ, MarcelȳŰŭ, ŰŮ, ŰŰ, ūŬŰ, ūŬű, ŭűū BђћћюѠѠюџ, BartoloméȳūŬŰ, ŭūŮ, ŭūű Bђџѐђќ, Gonzalo de: Milagros de nuestra SeñoraȳūŮŭ BђџћѨљёђѧ, Andrés: Historia de los Reyes CatólicosȳūŰ, ūůŮ, ūůů, Ŭűū BђџћіѠ, CarmenȳŮŭų BђџџѢєѢђѡђ, PedroȳŭūŮ-ŭūů BљѢњђћјџюћѧ, BernardȳūŬ, ūŭ, ūů, űŰ, Ųű, ūūŲ, ūŮŭ BќєюѡѦџђѣ, PetrȳŮŭů BќљюҟќѠ DќћќѠќ, PiedadȳūŭŮ, ūŭű, ūųŲ, ŬūŰ Bќћіѓюѐіќ, Juan deȳūŪŪ, ūŪū, ūŪŬ, ūŪŭ Obras: Actio quae inscribitur examen sacrum (actio intercalaris)ȳųů, ūŪŪ, ūŪŭ-ūŪů, ūŪŲ, ūūŬ, ūŬŮ, ūųŪ Incipit parabolae coenaeȳűŪ, ūŪŪ, ūūŬūūů, ūūű, ūūų, ūŬů, ūűů, ŬŪŮ, Ŭůű Parabola SamaritaniȳūūŬ, ūŬŪ, ūŬŮ, ŭŭŭ Tragicomedia Nabalis CarmelitidisȳūūŬ; Tragoedia patris familias de vineaȳųū, ūŪŭ, ūŪŮ, ūŪŰ-ūūŬ, ūŪŬ, ūūű, ūŬŪ, ūűų, ŭųů Tragoedia quae inscribitur VicentinaȳūŪů, ūŬū, ūŬŮ Triumphus circuncisionisȳūūű-ūūų, ŬŪŭ BќѦюїіюћ, JamesȳŬųŪ, ŭūŪ

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BџіђѠђњђіѠѡђџ, DieterȳŭŮŰ Bџќѡѕђџѡќћ, JohnȳŭŰ, ůŬ, ųŪ BџќѤћ, Jonathan, y Eљљіќѡѡ, J.H.ȳŬŭŭ, ŬűŲ, Ŭűų, Ŭųū BѢђѧќ, CatalinaȳŮūŭ, ŮŮŪ

C Cюяюљљђџќ Gңњђѧ, María Victoriaȳŭūů Cюљёђџќћ Dђ Lю Bюџѐю, Pedroȳ Obras: PџќѠю Conclusión defendidaȳŬųŭ, ŭŪŬ MemorialȳŬŭű, ŬŭŲ Prólogo a Autos sacramentales, alegóricos e historialesȳŭŭū, ŮŮű Tђюѡџќ яџђѣђ Los instrumentosȳŬŬŭ, ŬŬŰ Mojiganga de las visiones de la muerteȳŭŭŰ CќњђёіюѠȳ El astrólogo ęngidoȳŬŬů, ŬŬŰ, Ůūű La banda y la ĚorȳŬŬŰ Casa con dos puertas...ȳŬŪŲ, ŬŪų, ŬŬŰ, ŬŬű Dar tiempo al tiempoȳŮŬů La dama duendeȳŮūų La devoción de la cruzȳŬŬů, ŬŬŰ, Ůūů Eco y NarcisoȳŮūů El escondido y la tapadaȳŬŬů Fineza contra ęnezaȳŬŬŰ Fortunas de Andrómeda y PerseoȳŮūů El golfo de las sirenasȳŮūů El gran príncipe de FezȳŮŬų La hija del aireȳŮŮŬ Lances de amor y fortunaȳŬŬŰ Luis Pérez el gallegoȳŬŬŭ-ŬŬů, ŬŬŰ, Ůūű El primer blasón del AustriaȳŬŲű El mágico prodigiosoȳūŰŰ Mañanas de abril y mayoȳŬŬŰ El médico de su honra ŭűų La púrpura de la rosaȳŮūů El segundo EscipiónȳŮūů El Tuzaní de la AlpujarraȳŬųű La vida es sueñoȳūŰŰ, Ŭųű, ŮŮū LќюѠ Ѧ юѢѡќѠ ѠюѐџюњђћѡюљђѠ Loa Para coronar abrilȳŬŭū Loa de Llamados y escogidosȳŮŪŮ, ŮŪŰ

íћёіѐђ ёђ ћќњяџђѠ Ѧ ќяџюѠ

Loa de Psiquis y Cupido (Madrid)ȳŬŭŬ, ŬŰŮ-ŬŰů, ŭůŭ Loa de La segunda esposaȳūůų, ŭŮŬ A Dios por razón de estadoȳŬŭŪ, ŭŭŲ, ŭŮů, ŭŰŮ, ŭŰű, ŭŰŲ, ŭŲů-ŭŲű, ŮŪů, ŮŪŰ, ŮŪű, Ůŭŭ, ŮŭŮ, ŮŭŰ, ŮŮū Amar y ser amado y divina FiloteaȳŬŭū, ŭŮū, ŭŮŬ, ŭŮű, ŭůů, ŮŪŮ El árbol del mejor frutoȳŬŭū, ŭŰŮ El arca de Dios cautivaȳŬŭū, ŭūū-ŭūŬ, ŭŭŮŭŭů, Ůūŭ, ŮūŮ, ŮūŰ, ŮŭŲ, ŮŮŪ El cordero de IsaíasȳŬŭū, ŬŮŪ, ŭūū, ŭūů, ŭūűŭūŲ, ŭŬū, ŭŮū, ŭŮů, ŭůů, ŭůŲ, ŮŪŬ, ŮŪŭ, Ůŭů, ŮŮŰ El cubo de la AlmudenaȳŬŭŪ La cura y la enfermedadȳŬŭŪ, ŭŭų, ŭŮŮ, ŭŰŲ, ŭűū, ŭűų-ŭŲŬ, ŮŪŭ, ŮŪŲ El día mayor de los díasȳŭų, Ŭŭū, ŬŮų, ŭūų, ŭŬŲ, ŭŮŪ, ŭŮų, ŭůū, ŭůŭ, ŭŰŬ, ŭŰŮ, ŮŪŭ, ŮŪŮ, Ůŭů, ŮŮŰ, ŮŮű El diablo mudoȳŬŭŪ, ŬŰŬ, ŭŭŬ, ŭŭų, ŭŮů, ŭŮŲ, ŭůŪ, ŭůŬ, ŭůŭ, ŭůŮ, ŭůŰ, ŭůŲ, ŭŰŮ, ŭŰű, ŭűŪ, ŮŪŭ, ŮŪų-Ůūū El divino cazadorȳŬŬų, ŬŮŭ, ŬůŬ-Ŭůů, ŬŰŪ-ŬŰŭ, ŬŲű, ŭŭų, ŭŮŲ-ŭŮų, ŭůŭ, ŮŪű, ŮŮů Las espigas de RuthȳŭŭŮ, ŮūŮ, Ůūů, ŮŬŲ, Ůŭų El indulto generalȳŭūů La inmunidad del sagradoȳŭūŭ La humildad coronada de las plantasȳųŬ, ŬŬų, ŬŭŰ, ŬŮŮ, ŬŰŲ, Ŭűŭ, ŭūŬ, ŭŭŲ, ŭŮŮ, ŭŮű, ŭůū, ŭůŬ, ŭůŮ, ŭůű, ŭůŲ, ŭŰů, ŭűū, ŭűŮ-ŭűŲ, ŭűų, ŮŪŮ, ŮŪŰ, ŮŮů, ŮŮŲ La lepra de ConstantinoȳŬŭŪ, ŭŰŭ, ŮūŮ, ŮūŰ, Ůūű, ŮŬŮ-ŮŬų, ŮŭŰ, ŮŮŬ El lirio y la azucenaȳŬŭŪ, ŬŭŬ, ŬűŪ, ŭŪŪ, ŭŪŬŭŪű, ŭŭŭ, ŮŮū, ŮŮů Lo que va del hombre a DiosȳŬŬų, ŭŭŰ, ŭųů Llamados y escogidosȳŬŬų, ŬŭŰ, ŬŮŭ, ŬůŰ, Ŭůű, Ŭůų, ŬŰŪ, ŭŪŲ, ŭūŬ, ŭŮŪ, ŭŰű, ŭŰų, ŭŲű, ŭŲų, ŭųū, ŮŪŭ,ŮŪŮ, ŮŪŰ, Ůŭů El maestrazgo del ToisónȳŬŭŪ, ŭŪŪ, ŭŬű, ŭŮŮ, ŭŮŲ-ŭŮų, ŭůŲ, ŭŰŲ, ŭŲű-ŭųū, ŭųŬ, ŮŪŭ, ŮŪŲ, ŮŭŰ, ŮŮū Los misterios de la MisaȳŬŬų, ŬŮŭ-ŬŮŲ, ŬůŪŬůŮ, ŬůŲ, ŭŮŲ, ŭůŪ, ŭůů-ŭůű, ŭŰŮ, ŭŰų, ŭųū, ŮŪŭ, Ůŭů Mística y real BabiloniaȳůŪ, ūŮŭ, ūŮŮ, ŬŭŪ, ŭŪŲ, ŮūŮ, Ůūű, Ůūų-ŮŬŭ, ŮŬŮ, ŮŬű, ŮŬŲ, ŮŭŪ, Ůŭű El nuevo hospicio de pobresȳŬŭū, Ŭůű, ŭŮŪ, ŭŰŬ, ŭŰŭ, ŮŪŮ, ŮŭŰ

El nuevo palacio del RetiroȳūŪ, ūŬ, ŬŬų, ŬŭŬ, Ŭŭŭ, ŬŭŲ, Ŭŭų, ŬŮŭ, ŬŮų, Ŭůů, ŬŰű, ŬűŲ-Ŭųū, Ŭųų, ŭŪŲ, ŭūŬ, ŭŬŪ, ŭŭŭ, ŭůű, ŭŰů, ŭŰŰ, ŭűū-ŭűŮ, ŭųŬ, ŮŪŭ, ŮŭŪ, ŮŭŰ, ŮŮů, ŮŮű El orden de MelchisedechȳŬŭŪ, ŭŭŲ, ŭŮŮ, ŭůŬ, ŭųū-ŭųů, ŮŪŭ, ŮŪŰ, ŮŭŰ, ŮŮŬ Las órdenes militaresȳūŪ, ŬŭŪ, ŭŭű, ŭůų, ŭŰŪ, ŭŰŬ, ŮŪŭ, ŮŭŰ La piel de GedeónȳŬŭŪ, Ůūŭ, ŮūŮ, Ůūű, ŮŬŭ, Ůŭų El primer refugio del hombreȳŬŭŪ, ŭŪű, ŭūū, ŭŮŪ, ŭŮů, ŭŮŰ, ŭůŲ, ŭŰű, ŭŰų, ŮŪŭ, Ůūū La primer Ěor del CarmeloȳŬŭŪ, ŮūŮ, ŮūŰ-Ůūų, ŮŬŭ,ŮŬŲ, Ůŭų Primero y segundo IsaacȳŮūŭ, Ůŭů, Ůŭų La protestación de la feȳŭŪŲ, ŭūŬ, ŭūŭ Psiquis y Cupido (Madrid)ȳŬŭŪ, ŬŭŬ, ŬŮŭ, ŬŰŭ-ŬŰŲ, ŭŮū, ŭŮŲ, ŭůŭ, ŭŰŭ, ŭŰŮ, ŮŪŭ, ŮŭŰ Psiquis y Cupido (Toledo)ȳūųŪ, ŬŬų, ŬŮŲ-ŬůŬ, ŬŰų, ŬŲū, ŭŮū, ŭŮů, ŭŰŮ, ŭŰŰ, ŭŲŮ, ŭųŰ, ŮŪŮ, ŮŪŰ, ŮŭŰ, ŮŮů ¿Quién hallará mujer fuerte?ȳūŰŬ, Ŭŭū, ŮūŰ, ŮŬū, Ůŭų El sacro ParnasoȳŬŭŪ, ŭūŬ, ŭūŭ, ŭŭŬ, ŭŭŲ, ŭŮŮ, ŮŪŭ, ŮŭŰ, ŮŮŬ El santo rey don Fernando, IȳūŰŰ, Ŭŭū, ŭūŭ,ŭūų, ŭŬū-ŭŬŲ,ŭŰŭ, ŮŭŰ, ŮŮŰ, ŮůŪ El santo rey don Fernando, IIȳŮŬŲ La segunda esposa y triunfar muriendoȳūŪ, ŬŭŪ, ŬŭŲ, Ŭůű, Ŭůų, ŭŮŬ, ŭųŪ, ŭųū, ŭųŬ La semilla y la cizañaȳŬŭŪ, ŬŭŬ, ŬŮű,ŬŰŲ, ŬűŪŬűŮ, ŭŮŪ, ŭŮŭ-ŭŮŮ,ŭůŪ, ŭůŬ, ŭůŮ-ŭůů, ŭůű, ŭůŲ, ŭŰů, ŭŰű, ŭűŪ, ŮŪŮ, ŮŪů, ŮŪŰ-ŮŪų, ŮŭŰ, ŮŮű, ŮŮŲ La serpiente de metalȳŬŭū, ŮūŮ, ŮŬŬ, ŮŭŰ, Ůŭű La siembra del señorȳŭų, ųŬ, ŬŬų, ŭŮŪ, ŭŮų, ŭůū, ŭůŭ, ŭůű, ŭŰŰ, ŮŪŮ, ŮŪŰ, ŮŪų, ŮŮŲ El socorro generalȳųŬ, ŬŬų, ŬŭŬ, Ŭŭů, ŬŭŰ, ŬŮŬ, Ŭůů-ŬůŰ, ŬűŪ, Ŭűŭ, ŬűŲ, ŬųŪ, Ŭųū-ŭŪŬ, ŭŪŰŭŪű, ŭūŲ-ŭŬū, ŭŭŭ, ŭŰŬ-ŭŰŭ, ŭŲů, ŮŪŮ, ŮŪŰ, ŮūŮ, Ůūů-Ůūű, ŮŬŭ, ŮŬů, ŮŭŰ, ŮŮū, ŮŮů Sueños hay que verdad sonȳŬŭū, ŭŭŬ, ŮūŮ, Ůŭų, ŮŮŪ El tesoro escondidoȳŬŭū, ŭŪų-ŭūŪ, ŭŭű, ŭŮŰ, ŭŰŮ, ŭŰŰ, ŭŲű, ŮŪŭ, ŮŪŰ, Ůŭů, ŮŮű Tu prójimo como a tiȳŬŭŪ, ŭŭů, ŭŭų, ŭŮŮ, ŮŪŭ, ŮŭŰ La vacante generalȳŬŬų, ŬŭŪ, ŭŭű, ŭŭŲ, ŭŮŮ, ŭŮű, ŭůŪ-ŭůŭ, ŭůű, ŭŰŰ ŭŰų, ŭųŬ, ŭųů, ŮŪŭ, ŮŭŰ

477

El valle de la ZarzuelaȳŬŬų, ŬŮŭ, ŬŰŪ-ŬŰŭ, ŬŰŲ, ŬűŪ, Ŭűů, ŭŭŭ, ŭŭų, ŭŮŮ, ŭŮű, ŭŰů, ŭŰű, ŭŰų, ŮŪŮ, ŮŪů-ŮŪű, ŮŭŰ, ŮŮŲ El veneno y la triacaȳŭŭų, ŭűų El verdadero dios PanȳŬŭū, Ŭűű, ŭŭŲ-ŭŭų, ŭŮū, ŭŮŮ, ŭůŭ, ŭůŮ, ŭűŪ, ŮŪŮ, ŮŪŲ, Ůūū, ŮŮū El viático corderoȳŬŭŪ, ŮūŮ, ŮūŰ, ŮŭŰ La vida es sueñoȳŭŭŰ, ŭŭű La viña del SeñorȳŬŭū, ŭŪŲ, ŭūű, ŭŮŪ, ŭŮŮ, ŭůů, ŭůŲ-ŭůų, ŭűŪ, ŭųů-ŮŪŭ, ŮŪŰ, Ůūū, Ůŭů, ŮŭŰ, ŮŮű, ŮŮŲ Cюњѝќ, Alonso del: Auto de la PasiónȳŬŬ, ūŬū Cюћђѡ, Juan LuisȳŭŮ, ŭŲ, ŰŮ CюћѠіћќ, JacobȳŬűų, ŮŭŪ CюҟіѧюџђѠ, José y Hќѧ Ѧ Mќѡю, Juan de: La viva imagen de CristoȳūŮű-ūŮŲ, Ůŭű CюѝѢю, Pedro deȳūŮ CюџёќѠќ, Isaacȳūů, ůŲ, ŬūŰ, CюџљќѠ IIȳŭŪų,ŭūŬ, ŭūŮ, ŭūű, ŭūŲ, ŭŬŮ CюџљќѠ VȳŰŭ, ųŰ Cюџќ Bюџќїю, JulioȳūŬ, ūŮ, ūů, ŭū, ŭų, ŰŬ, Űŭ, ūŪŭ, ūūű, ūŬŬ, ūŭŪ, ūŭŲ, ūŭų, ūŮū, ūŮű, ūŮŲ, ŬŪų, ŬūŲ, ŬŬŲ, ŬűŬ, Ŭűŭ, ŬűŮ, Ŭűų, ŭŪŮ, ŭŬű, ŮŬů CюџџюѠѐќ, RaphaelȳūŬų CюџџюѠѐќ Uџєќіѡі, SoledadȳūŭŮ, Ŭūů Cюџѡюєђћю, Alonso deȳŬŮ, ůű, ūŬŬ: Defensorium unitatis christianaeȳūű-ūŲ, Ŭűū Cartas de algunos padres de la C. de J.ȳŬŭŮ, Ŭűų Cюџѣюїюљ, Micael deȳŬű, ŭŲ Obras: Las cortes de la muerteȳūų Tragedia llamada JosephinaȳŬŲ, Ůű-ůū, ůŰ, ůű, ūūŮ, ūŬū-ūŬŭ, ūůų CюѠюљёѢђџќ, Joaquínȳūůų, ūŰŪ, ūŰŭ, ŭūŲ, Ůūŭ CюѠѡіљљќ Sќљңџѧюћќ, Alonso de: El fuego dado del cieloȳūŭū, ūŰű-ūűŭ, ŬŪŭ CюѠѡџіљќ, conde deȳŬŭű, Ŭŭų CюѠѡџќ, AméricoȳūŮ, ŮŬ, ūŮŰ, ūŮŲ, ūůŰ CюѠѡџќ, Adolfo deȳŬűū, ŬűŬ CюѠѡџќ, Guillén de: Las maravillas de Babilonia, ūŭū, ūŭŬ, ŮŬų Cюѧюљ, Françoiseȳŭū, ŭŭ Cюѧюљљю, Agustín deȳųŬ

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Miguel deȳ Obras: Los baños de ArgelȳūŭŪ, ūůű, ūűū, ŬŪű, ŭŬů La gran sultanaȳūŭŪ. CѼѠѝђёђѠ y MђћђѠђѠ, Gonzalo de: Historias peregrinas y ejemplaresȳŬűŬ-Ŭűŭ Cіљѣђѡі, Ángel L.ȳŮŪű Cіѣіљ, Pierreȳŭūů Cљюџюњќћѡђ, Andrés de: El horno de Constantinoplaȳūŭū, ūŮŬ-ūŮű CљюџіѠ, PauȳŬųŬ, ŬųŰ Cќђљљќ, Antonio: El Reyno en cortesȳŬŭŰ, ŬŮŪ, ŭŪŪ, ŭŪŬ, ŭŪů, ŭųŪ Cќљќњіћю Tќџћђџ, JaimeȳŬŭų CќљќњѽѠ, JeanȳŬųŭ Cќњяђѡ, LouisȳŬŲ Comedia octava y a.s. del testamento de CristoȳűŮ, űŲ, ųŪ, ųŬ, ųű, ųų,ūŪŪ, ūŬŰ, ŭŲŭ, Ůŭŭ Comedia sexta y a.s. del castillo de la FeȳūŬů, ūŲű, ūųŮ, ūųū Comedia que trata del rescate del almaȳūųŮ CќћѡџђџюѠ, Antonio deȳŬŭů, ŬŭŰ CќџќњіћюѠ, Joan y PюѠѐѢюљ, J.A.ȳůŮ CќџѡіѧќѠ, ManuelȳŬűŭ-ŬűŮ Cќѡюџђљќ, EmilioȳūŬű, Ŭŭū, Ŭŭŭ, ŬŭŮ, Ŭŭů, Ŭŭű, ŬŭŲ, ŬŮŪ, ŮŭŲ Cќѥ, HenryȳūůŲ Cristo de la Pacienciaȳūū, ūŬ, ŬŪų-ŬūŪ, ŬūŰŬūŲ, ŬŬŲ, ŬŮū, ŬűŲ, ŬŲů, ŭŪŲ, ŭūŮ, ŭųŪ. CѢяіљљќ Dђ Aџюєќћ, Álvaro Obras: Auto en alegoríaȳŬūŲ, ŮŮŮ Los desagravios de Cristoȳūűū, ŮŬų La cueva de MelisoȳŬŮŬ CѢљљ, JonathanȳŭŰŪ

D Dюѕюћ, GilbertȳūŬ, ūŭ,ūŮ, Ůű, űŮ, Ųŭ, ūŭŲ, ūŭų, ŭŬū Dюљђ, George I.ȳūŭŰ Dюѣіё-PђѦџђ, Yvonneȳŭűų DюѣіѠ, GarethȳūŰŪ, ŬūŲ DђёіђѢ, Jean-Pierreȳŭų, ůŰ, ŰŬ, Űŭ, Ųų Dђљєюёќ MќџюљђѠ, Manuelȳŭű, ŬŮŬ, ŬŲŮ DђљѢњђюѢ, JeanȳūŮ Dђљѣіљљђ, Jean-PierreȳŮŪ Diario del ejército español en las comarcas de TarragonaȳŬųŬ, Ŭųų, ŭŪŰ.

íћёіѐђ ёђ ћќњяџђѠ Ѧ ќяџюѠ

DҌюѧ, Pedro: Comedia a lo pastorilȳŰů DҌюѧ Dђ Mќћѡюљѣќ, Alonsoȳūű Dictionnaire de Théologie catholiqueȳŰū, Űŭ Dictionnaire du JudaïsmeȳŭŰŭ Dіђѡѧ, Donald T.ȳŭų, ŰŲ, űŪ, ūŲŪ, ūųŭ, ŬŮų, Ŭůű, ŬŲŮ, ŭŭű, ŭŮŪ, ŭŮū, ŭųŰ, ŮŪŰ DҌђѧ BќџўѢђ, José Mªȳų, ŬŭŲ, ŮŪű, Ůŭů Disputa entre un cristiano y un judíoȳūŮ Dіѥќћ, VictorȳūůŬ Dќёё, Charles. H.ȳűū, ūŪŰ, ūūŬ DќњҌћєѢђѧ Mюѡіѡќ, FranciscoȳŬūŲ DќњҌћєѢђѧ Oџѡіѧ, AntonioȳūŰ, ŰŬ, ūŭŪ, ŬŮŬ, Ŭűŭ, Ŭűų, ŬŲŮ Dќњіћєќ Mюљѣюёі, ArantxaȳūŪŪ DѢњќџю, FlorenceȳŬű, ŬŲ, ŭū, ůŬ, ůŲ DѢџѨћ, AntonioȳūŭŰ

E Eяђџђћѧ, Rolf y Tќџџђ, M. de laȳŬŪű El castillo de la Feȳcf. Comedia sexta... Égloga al Santísimo SacramentoȳűŪ, Ŭůű Eљіѐѕђ, Marqués deȳŬŭų, ŬŮŪ Eљљіќѡѡ, John. H.ȳŬŭŭ, ŬŭŮ, Ŭŭų, ŬŮū, ŬűŲ, Ŭűų, ŬŲŬ, ŬųŬ, ŬųŮ, ŬųŰ, ŭŪŰ Eћѐіћю, Juan delȳ Obras:ȳ Égloga Interlocutoria (atribución dudosa)ȳŬŬ-Ŭŭ, ůŪ, ůŬ, ůŮ, ųų, ūŬū, ūŬů Natividad TrobadaȳŬŬ; Representación a la muy bendita passión y muerteȳŬŬ EћѡџюњяюѠюєѢюѠ, Joaquín deȳŬűŮ EћѡѤіѠѡљђ, William J.ȳŬŬŲ, ŮŪů EѠѝђїќ SѢџңѠ, JavierȳŬŭ EѠѝіћю, Alonso deȳūŰ EѠўѢђџёќ, EnriquetaȳŮŭŮ

F FѨяџђєю GџюѢ, ÁngelȳūŪů Fюџџђљљ, Anthony. J.ȳūŮų, ūůŬ, ūůŭ, ūůű Farsa del sacramento del Amor Divinoȳųű F. del s.de las cortes de la IglesiaȳųŰ-ųű F. del s. de la entrada del vinoȳűŮ, űŲ, ŲŬ, ųŪ F. del s. de MoselinaȳŭŲ, űŮ, űŲ, ŲŮ-ŲŲ, ųŪ, ųű, ųų, ūŬŪ, ūŬŭ, ūŬŮ, ūŬů, ūűŭ, ūűů. ūųŮ, ŬūŬ, ŭŭŬ, ŭŲŭ, ŭŲů F. del s. de PeralforjaȳųŰ

F. del s. del Pueblo GentilȳųŪ, ųŲ F. sacramental de la fuente de la GraciaȳųŮ, ųŰ, ūūŰ F. s. de la monedaȳŭŲ, űŮ, űŲ, ŲŲ-ųŬ, ųű, ųų, ūŬů, ūŬŰ, ūűů, ūŲű, ŭŲŭ F. s. de las bodas de EspañaȳŰŬ F. s. de los tres estadosȳűŮ, űŲ, űų-ŲŬ, ŲŮ, ŲŲ, ųŲ, ūŪŪ, ūūŬ, ūŬŮ, ūűů, ŬūŬ, ŭŭŬ, ŭŲŭ Fђљіѝђ IIȳŭų, ůų, Űū, Űŭ, ūŬű, ūŭŪ, ūųŮ Fђљіѝђ IIIȳŭŬŬ Fђљіѝђ IVȳūŭŮ, Ŭūů, ŬŬű, ŬŭŬ, Ŭŭŭ, ŬŭŰ, ŬŭŲŬŮŪ, Ŭůů, ŬŰŪ, Ŭűŭ, ŬűŲ-ŬŲŪ, ŬŲŰ, Ŭųŭ-ŬųŰ, Ŭųų-ŭŪŬ, ŭŪů-ŭŪŰ, ŭŬŬ, ŭųū, ŮŮŮ FђџћѨћёђѧ, Lucas: Auto de la PassiónȳŬŬ, ųű, ūŪů, ūŬŪ, ūŬū FђџћѨћёђѧ VюљљюёюџђѠ, Mercedesȳūų Fђџџђџ, BenitoȳūųŮ, ŬŪų-ŬūŪ FђџџђџѠ VюљљѠ, Teresaȳűŭ, ūŬű Fђџџќ TюѣюџђѠ, Teresaȳūů La ęrmeza de la IglesiaȳūűŰ, ŬŪů, ŬŪŰ, Ŭūŭ, ŬūŲ, Ŭŭū FљђѐћіюјќѠјю, Jean-LouisȳŭŬ, ŮŲ, Ůų, ůų, ŰŬ, ŰŮ, Űů, ŰŰ, űŮ, ūŪŪ, ūŪū, ūūų, ūŬŭ, ūŬű,ūŬŲ, ūŬų, ūűŰ,ūŲŲ, ūųŰ, ūųű, ŬŪŲ,, ŬūŪ, ŬūŲ,ŭŲŮ FќџџђѠѡ, Eugene y Sѐѕђѣіљљ, R.ȳūűŰ Fќѡѕђџєіљљ-PюѦћђ, LouiseȳŰŰ, űŪ, ŲŲ, ūŬŲ, ŭŲŭ Fќѥ, DianȳŬŭŭ, Ŭųű FџюћѐюѠѡђљ, PierreȳŰŭ

G GюљѣѨћ, LuisȳŭŮŲ GюљѣѨћ, Luis y Aџюћю Cюяюљљђџќ, R.ȳŬŭŪ, ŮŬŮ Gюљљђєќ, Fernandoȳŭū GюџѐҌю-Bђџњђїќ Gіћђџ, MiguelȳŬŭ, ŬŮ GюџѐҌю GюџѐҌю, Bernardo J.ȳŮŭŮ GюџѐҌю RѢіѧ, VíctorȳūŪ, ŬŭŪ, Ŭŭū, ŭųŬ, Ůūŭ, ŮūŮ, Ůūů GюџѐҌю SюћѡќѠїѢюћђѠ, CarmenȳŮų, Űů, ŰŰ, Űű, ŰŲ GюџѐҌю Sќџіюћќ, JustoȳūŪŪ, ūŪů, ūŪŰ, ūūŰ, ūūű, ūŬŪ Gюџџќѡ Zюњяџюћю, Juan Carlosȳūū, ŬŪ, ŬŬ, ŬŲ, ŭū, ŭŮ, Ůū, ŮŮ, ŮŲ, ůŪ, ůŮ, ůű, Űů, űŮ, ŲŲ, ųųů, ūŪů, ūŬŪ, ūŬů, ūŬŲ, ūŬų, ūŭŪ, ūŮů, ūŮŲ, ūůŮ, ūůű, ūŰŬ, ūŰŰ, ūŰű, ūűŬ, ŬŪŭ, ŬŪŰ, ŬūŪ, Ŭūů, ŬŬŭ, ŬŭŰ, ŬŮŪ, ŬŮų, ŬŰū, ŬŰŬ, ŬŰů,

479

EntremésȳŭŲ, ůŮ-ůŰ, ůű Historia evangélica de San JuanȳŬű-ŭū, ůŬ-ůŭ, ūŬŬ Historia de RuthȳůŬ Parábola de San Mateoȳŭų-Ůū

ŬŰŰ, ŬŰŲ, Ŭűű, ŬŲŭ, Ŭųū, Ŭųű, Ŭųų, ŭŪů, ŭūŭ, ŭŬů, ŭŭŮ, ŭŭŲ, ŭŮŲ, ŭŲŬ, ŭųŪ, ŮŪŮ, ŮŪů, ŮūŮ, ŮūŰ,Ůūų, ŮŭŮ, ŮŮŬ Gіљ FђџћѨћёђѧ, JuanȳūūŰ, ŬűŬ Gіљяђџѡ, FrançoiseȳŮŬŲ, ŮŭŲ Gіљљђѡ, Joseph E.ȳŬŬ, Ůų, ůŪ Gіѡљіѡѧ, David M.ȳŬŲ, Ůű-ůŪ GљюѠђџ, EdwardȳŮů,ūŭŮ, ūŮŲ, ūŮų, ūůū, ūůŬ, ūůű GќёҌћђѧ, FelipeȳŬūŰ, ŬůŰ Obras: Coloquio Segundo de los pastores de Belénȳūŭū,ūŭŭ, ūŭŮ-ūŭŲ De buen moro, buen cristianoȳŬūů El divino Isaacȳūųů, ūųŲ-ūųų, ŬŪŰ, ŬůŬ, Ŭůů Los trabajos de JobȳŬŪŮ-ŬŪů, Ůūů GќёќѦ AљѐѨћѡюџю, JoséȳŬűŮ Gңњђѧ, JesúsȳūŬų, Ůŭų Gңњђѧ ёђ Mќџю, JuanȳŭūŮ GќћѧѨљђѧ, Gabrielȳŭŭ GќћѧѨљђѧ Cюҟюљ, Rafaelȳūŭŭ GќћѧѨљђѧ GѢѡіѼџџђѧ, CayoȳūŪŪ, ūŪŬ, ūŪŭ,ūŪů, ūŪŰ, ūūŬ, ūūű GќћѧѨљђѧ OљљѼ, FernandoȳŬű,ůŬ, ůů, ůŲ. GќћѧѨљђѧ PђёџќѠќ, EduardoȳŰŲ, űŭ, Ųů, ųů, ųŰ, ųű, ūŪŪ, ūŪŭ, ūŪŮ, ūūŬ, ūūŮ, ūůŲ, Ŭűű GќћѧѨљђѧ Sюљіћђџќ, RaúlȳŭŰ, ūūŲ Gџюћїю, Agustín de laȳŰů, ūŬų, ūųū, ūųŰ, ŬŬų Gџђђџ, MargaretȳŬŭŪ, Ŭůů, ŬŰŪ, ŬŲŭ, ŬųŪ GѢіѠѐі, ArmandoȳŬŪ GѢѡіѼџџђѧ Nіђѡќ, Juan IgnacioȳŮů, ůŮ

JюѢѠѠ, Hans R.ȳŬŮ, ŭűŬ JіњѼћђѧ MќћѡђѠђџҌћ, ManuelȳŭūŪ, ŭūů, ŭūŰ JќѠю, LolaȳūŰŰ

H

K

Hюњіљѡќћ, Earl J.ȳŲų Hюџќ, Luis deȳŬŭų, ŬŮŪ Hђџњђћђєіљёќ, AlfredoȳŬŲ HђџћѨћёђѧ VюљѐѨџѐђљ, CarmenȳūŮŮ, ūŮű Hђџџђџќ GюџѐҌю, MiguelȳŬŲŮ HђџѠјќѣіѡѠ, AndrewȳūůŬ, ūůŭ HђѠѠ, RainerȳŬŲ, ŭŪ, Űű, ųŰ, ūůų, ŬūŬ HієѢђџю, Román de la: CroniconesȳŬűū, ŬűŬ, ŬűŮ Hіљёђћѓіћєђџ, Paulȳūŭ, ŭū Hќќј, Davidȳű Hќџќѧѐќ, Sebastián deȳŬű, Ůű, ůŭ, ůű-ůŲ, ŰŮ, ųŬ, ūŪŭ, ūŬŭ, Ŭūů Obras: El Cancioneroȳůū, ůŭ, ůŮ, ůŰ

480

I

La Iglesia sitiadaȳŬŭū Ignacio de Loyola, SanȳūŪŬ, ūŬŬ Iћѓюћѡюёќ, II Duque del (Íñigo López de Mendoza)ȳūůŬ, ūůű Iћѓюћѡюёќ, VII Duque del (Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza)ȳŬŭŮ IћўѢіѠіѐіңћȳūŰ, Ůų, ůū, ůŭ, ůŲ, ŰŬ, ųŬ, ųŰ-ųű, ūūŲ,ūŮŲ, ūůŪ, ūůŬ, ūůű, ūųŬ-ūųŮ, ŬŪŲ, ŬūŪ, ŬūŰ-ŬūŲ, ŬŬű-ŬŬŲ, ŬŭŪ, ŬŮŪ, ŬŮū, ŬűŮ, ŬŲŮ, ŬųŪ, ŭūŪ-ŭūŲ, ŭŭŮ, ŮŮŮ Instrucción del Conde Duque a su confesorȳŬŮŬ IѠюяђљ ёђ BќџяóћȳŬŭű, ŬűŲ, ŬŲŪ, ŬŲū, ŭųūŭųŬ IѠююѐ, JulesȳūūŲ, ūŮŭ IѠџюђљ, JonathanȳŬųŪ IѧўѢіђџёќ Zђяџђџќ, Ausias: Aucto llamado lucero de nuestra salvaciónȳūŪů

J

KюћѡќѡќѤіѐѧ, Ernst H.ȳŭŬŬ Kюѝљюћ, YosefȳŬųŪ KђћћђёѦ, Ruth L.ȳŬūŮ, ŬūŰ,Ŭŭű, ŮŬų, ŮŭŪ Kіћє, Willard F.ȳūŰŰ KѢџѡѧ, Barbara E.ȳŬŭŪ, Ůūŭ

L LюћєњѢџ, GeoěreyȳūŮ Lюѣіћђ, Roberta ZȳūŬŲ, ūůŬ, ūůŲ, ŬŪŮ, ŬŪŲ Lђюѣіѡѡ, Sturgis Eȳūůų, Ůūŭ LђєюћѼѠ, Marqués deȳŬŭů, ŬųŬ Lђңћ Pіћђљќ, Antonio: Anales de MadridȳŬŲů LђџќѦ, Béatriceȳūŭ

íћёіѐђ ёђ ћќњяџђѠ Ѧ ќяџюѠ

Lіёю ёђ Mюљјіђљ, María Rosaȳűů, ūŮů, ūůū-ūůŮ, ūůŰ Lќћєѡќћ, Joseph y PќѠѤіѐј, R-FȳűŪ Lңѝђѧ EѠѡџюёю, Franciscoȳūŭŭ Lңѝђѧ MюџѡҌћђѧ, Celestinoȳūůű Lңѝђѧ ёђ YюћєѢюѠ, FernánȳŬŭ, ŰŮ LќѠ VѼљђѧ, marqués deȳŬųŬ LѢіѠ XIVȳŭŪŬ-ŭŪŭ LѦћѐѕ, JohnȳŭŪŰ Lљќџѐю, BernardinoȳŰū

M Mюљёќћюёќ Pюљњђџќ, GabrielȳūŰű, ūűū MюћџіўѢђ, Gómez: Representación del NacimientoȳŰų, ūŭŭ Mюџюҟңћ, GregorioȳŬŭů, Ŭŭű MюџҌю LѢіѠю ёђ OџљђюћѠȳŬŮŪ, ŭūů-ŭūŲ Mюџіюћю ёђ AѢѠѡџіюȳŬŭŮ, Ŭŭů MюџҌю TђџђѠю ёђ AѢѠѡџіюȳŭŪŬ MюџўѢіљљќѠ (bachiller Marcos García de la Mora)ȳūű MюџѡҌћђѧ ёђ Lю Pюџџю, Juan: Luz de verdades católicasȳūůŲ, Ůūů Mюџѡѧ, LindaȳŰŭ MюѡќѠ FџюєќѠќ, Juan de, Mќџђѡќ, A. y CѨћѐђџ, J.: La gran comedia del bruto de Babiloniaȳūűū, ŮŬŪ, ŮŬų MюѢџіѧі, FrançoiseȳŬŭ Mюѧюџіћќ, CardenalȳŭŪŬ MѼѐѕќѢљюћ, HenriȳūŰ MђїҌю Dђ Lю Cђџёю, LuisȳEl juego del hombreȳūųŭ, ūųŮ, ūųů MѼћёђѧ Sіљѣю, Rodrigo: Población general de EspañaȳŬűŭ Mђћёќѧю, Fray Íñigo deȳŰŰ, ūůŬ Obras: Lamentación a la Quinta AngustiaȳŰű MђћѼћёђѧ OћџѢяію, CarmenȳūŭŮ, ūŭŰ, ūŭű, ūŭŲ MђћѼћёђѧ PђљѨђѧ, JesúsȳūŪŪ, ūŪū MђћѼћёђѧ y PђљюѦќ, MarcelinoȳŲų, ūŭŬ, ūŮű, ūůū, ūŰū, ŭūŪ MђћѼћёђѧ Pіёюљ, RamónȳŬűū MђџіњѼђ, HenriȳŰů, ŰŰ, Űű, ŰŲ, ūŪū, ūŭŬ Mіџю ёђ AњђѠѐѢю, AntonioȳūŪ, ūŬ, Ŭŭū, ŬůŪ Obras: Entremés de los sacristanes (atribuido)ȳŬŪŲ

El herederoȳūűų-ūŲŭ, ūųů,ūųű, ūųŲ, ŬŪŰ, ŬŪŲ, ŭŪŲ, ŭŭŭ, ŭůŭ La Inquisiciónȳŭūū, ŭūŭ, ŭūů La guarda cuidadosaȳūűů, ūŲů, ūųū La judía de ToledoȳūŭŪ La mayor soberbia humanaȳŮŬŪ Las pruebas de CristoȳūųŮ, Ŭūū, Ŭūů, ŭŭű, ŮŮŲ Mќљљ, JaimeȳŬŮ Mќћђџ, MichelȳūŮű MќћѡђњюѦќџ, Jorge: Auto terceroȳůŭ-ůŮ, ūŬŭ MќћѡђњюѦќџ, JuliánȳŬűŭ Mќџђѡќ, AgustínȳŬŮŪ, ŭŬů Obras: La cena del rey Baltasarȳūűū, ŮŬŪ, ŮŬŬ, ŮŬų-Ůŭū, ŮŭŲ. MќџљђѦ, Griswold y BџѢђџѡќћ, Courtney ūŭŭ, ūůű

N Nюѣюџџќ GќћѧѨљђѧ, AlbertoȳŬŮŬ, ŬŲų, ŬųŪ, ŭŰū, ŭűŪ, ŭűū Navidad y Corpus Christiȳūŭŭ, ūűů, ŬŪű, ŬŪŲ, ŭŪű NђѢњђіѠѡђџ, SebastianȳŰŬ, ŬŭŲ, ŬŲŭ Nicandroȳcf. Rіќїю, Francisco de Nіёђџ, ValentinaȳŮūŭ, ŮūŮ Nіђѣю Cюљѣќ, Sebastián: El niño inocente, hijo inocente y mártir en la GuardiaȳŬūű NќєѢѼѠ, MaríaȳūŲŲ

O Oљђѧю, JuanȳūŬų OљіѣюџђѠ, cf. Gaspar PѼџђѧ ёђ GѢѧњѨћ

P Pюяљќ, SanȳūŮ, ūŲ, űŮ, ūŬŭ, ūųŭ, ŬŮů, ŬŮű, ŭŲŬ Pюяљќ III: Ad domini gregisȳŰŭ PюєђюѢѥ, David-HenryȳŬŪ, Ŭū PюџюѐѢђљљќѠ Cюяђѧю Dђ Vюѐю, Luis: Triunfales celebracionesȳŬūŲ Pюіљљђџ, ClaireȳŮūų Pюџјђџ, Alexander A.ȳūŭŬ, ūųů, ūųű, ūųŲ, ŬŪŲ, ŬŬŲ, ŬŬų, ŬŭŪ, Ŭŭū, ŬŰů, ŭŭŭ, ŭŭŮ, ŭŭű, ŭŮŬ, ŭŮŭ, ŭŮŲŮŪű, ŮŪŲ, ŮŭŪ. PюѠѡќџ, Juan: Aucto nuevo del santo

481

nacimiento de Christo Nuestro SeñorȳůŬ La Passió de Christo Nostre SenyorȳūŭŬ PюѡђџѠќћ, Alan K.ȳūū, ŬŲŬ-ŬŲů, ŬŲų, ŬųŪ, ŭűŭ PюѣіѠ, PatriceȳŮŭŰ, ŮŮū, ŮŮŬ Pђёџюѧю, Juan deȳŬű Obras: Auto que trata...ȳŬŭ-ŬŮ, ūŬŬ Comedia de Sancta SusañaȳŬŲ Pђёџюѧю JіњѼћђѧ, Felipeȳūŭŭ, ūůŬ, ūůŭ, ūůŮ, ūůů, ŬŭŲ Pђљљіѐђџ ёђ Tќѣюџ, JoséȳŬŭů, Ŭűų, Ŭųŭ PѼџђѧ ёђ GѢѧњюћ, GasparȳūŭŪ, ūŭŮ, ūųū,ūųŮ, ŬūŮ, Ŭūű, ŬūŲ, ŬŬű, ŬŬų, ŬŭŬ-ŬŮŭ, ŬŮŲ, ŬůŬ, ŬůŰ, ŬŰű, ŬűŮ, Ŭűů, ŬűŲ, Ŭűų-ŬŲŬ, ŬŲŰ, ŬŲű, ŬŲų, ŬųŪ-ŬųŰ, ŭŪū, ŭŬŮ Memoriales y cartas del conde-duque de OlivaresȳŭŪŬ PѼџђѧ ёђ MќћѡюљяѨћ, Juan Obras: Auto de las formas de Alcaláȳūŭū, ūŭų, ūűŰ, ŬŪŲ-ŬūŪ, Ŭūű, ŬŬű Los dos jueces de IsraelȳŬŪū, ŬŪŭ, ŬŪŰ, ŬŮű El PolifemoȳūŭŬ, ūųű, ūųŲ,ŬŪů PѼџђѧ PюѠѡќџ, Cristóbal, ŬŭŮ, ŬŭŰ, Ŭŭű, ŮŭŲ PѼџђѧ Pџіђєќ, Miguel A.ȳŭū, ŭŮ, ŭű, ŮŬ, Ůű, ůŰ, ŰŮ, űŭ, űŮ, űů, ųű Pіћђёќ, Luis de: Libro de chistesȳųů, ŬŪŰ PіѠю, Francisco de: Descripción de la Imperial ciudad de ToledoȳŬűŭ Pљюѡю, FernandoȳŮūŲ Pќљіюјќѣ, LéonȳūŬ, ūŮ, ūů, ŭū, ūŭŲ Pќљљіћ, Alice M.ȳūŪ, ŬŮŬ, Ŭůū, ŬŲŪ, ŬŲů, ŬŲů, ŬŲų, ŬųŪ, Ŭųū, ŭűŪ, ŭűū, ŭŲŮ Pџіњќџюѐ, BerislavȳūŰū, ūŰŰ Pџќѓђѡі, Maria GraziaȳūŰű, ŬŪŲ PѢљіёќ Sђџџюћќ, Juan Ignacioȳūū, ŬŪų, ŬūŰ, Ŭūű, ŬŮŬ, ŬűŲ, ŬųŪ, ŭŪŲ, ŭŬŮ

Q QѢђѣђёќ y VіљљђєюѠ, FranciscoȳūŰū, Ŭūű,ŭŬŰ, ŮŬŭ, ŮŮů,ŮŮŰ Obras: Execración de los judíosȳŬŮŬ, ŬŲŮ, ŭŪŲ, ŭŰŭ-ŭŰŮ, Ůŭű, ŮŮŮ La isla de los MonopantosȳŬŮū, ŬųŪ, ŭŬŮ QѢіћѡюћюёѢђҟюѠ, Antonio deȳŬŰŲ, ŬűŬ, ŬűŮ, ŭŬŰ

482

Obras: Santos de la imperial ciudad de Toledoȳ

R RюўѢђљ (la judía de Toledo)ȳūŬŲ, ŬŬŭ, ŭŰŭ Rюњяюљёќ, Ana MªȳŬŬ, Ŭŭ RюњҌџђѧ ёђ Pџюёќ, LorenzoȳŬŭŲ, ŬűŮ, Ŭűů Rђёќћёќ, Augustinȳų, ŭų,ŰŬ, ųŬ, ūŬŰ Rђіѐѕђћяђџєђџ, Kurt et RoswithaȳŬŬŰ, ŬŬų, ŬŭŪ, ŬŭŮ Refundición de la crónica de ūŭŮŮȳŬűū Representación del Nascimiento del hijo de Dios humanadoȳŰů, űŲ RђѢяіћ, DavidȳŮū RђѦџђ, Dominiqueȳūū, űų, ŬŮŬ, ŬŰŲ, Ŭųű, ŭŪŲ, ŭŬŮ, ŭŬŰ, ŭŰū, ŭŰŬm ŭŰŭ, ŭųŪ, Ůūů, ŮŬŭ, ŮŭŰ, Ůŭű, ŮŭŲ, ŮŮŪ RђѦђѠ Pђҟю, MercedesȳŰŮ, Űů, űŭ, űů, űŲ, ūŬŰ, ūŭŭ, ūůų Rіяђџю, Juan deȳŰů, ŰŰ, Űű Rіќїю, Francisco de: El NicandroȳŭŪū-ŭŪŬ Rіѣюёђћђіџю, Pedro de: Vida del padre Ignacio de LoyolaȳŭŬŮ Rіѣђџю, Alonso de: Historia sacra…ȳ ūŭŲ,ūůŲ, Ůūů Rіѧі, FranciscoȳŭūŮ-ŭūŰ RќёџíєѢђѧ Mќҟіћќ, Antonioȳŭų, Ůū RќёџíєѢђѧ PѢѼџѡќљюѠ, JulioȳŰŰ, Űű, ŲŲ, ųŮ, ųŰ, ūůŬ, ŬŪŲ, ŭŪű, ŮŬŮ Rќњђџю CюѠѡіљљќ, José y Lќџђћѡђ Mђёіћю, A. ȳŬŮų Rќѡѕ, NormanȳūŭŲ RќѢѥ, LuceĴe EȳūŪŪ, ūŪū, ūŪŭ,ūūŰ RѢюћќ ёђ љю Hюѧю, José MªȳūŪ, ŬŭŪ, Ůŭŭ, ŮŭŮ, Ůŭů, ŮŭŲ RѢіѧ ёђ Aљюџѐңћ, JuanȳūŬų, ūůų Obras: El AnticristoȳūŰŪ-ūŰŰ, ŭūŮ, ŮūŰ, Ůŭű La manganilla de MelillaȳūŭŪ, ūŰŰ, ŬŪŰ, ŭŰŭ, ŮŬŰ, ŮŭŪ RѢіѧ LюєќѠ, ManuelȳŬŰŰ, ŭŮŬ, Ůŭŭ, Ůŭű RѢљљ, EnriqueȳŬŮŲ, ŬůŰ, ŬŰų, ŬŲŭ, ŭŪŭ RѢѝѝ, StephenȳŬŲŭ, Ŭųű, ŭŪŭ, ŭŪů RѢѠѠђљ, Peter E.ȳŰū

íћёіѐђ ёђ ћќњяџђѠ Ѧ ќяџюѠ

S Sюљю, GasparȳŬųŭ, ŭŪŬ Sюљќњќћ, NoëlȳůŬ, Ųū, ųŪ Sюћ MієѢђљ, ÁngelȳŭűŮ Sюћ Pђёџќ, Diego de: Passión Trobadaȳūų Sюћюяџђ, JoséȳŬųŬ, ŬųŮ, ŭŪŬ, ŭŪŭ SѨћѐѕђѧ ёђ Bюёюїќѧ, DiegoȳūŬ, ŬŬ, Ŭű, ŭŲ, Ůū, ůų, ŰŮ, űŭ, űŮ, űŲ,űų, ŲŬ, Ųŭ, Ųű, ųŪ, ųŬ, ūŬŭ, ūŬŮ, ūűů, Ŭūů, ŭŬŲ Obras: Farsa de DavidȳŭŬ, ůŭ-ůŮ F. del herreroȳŮŰ-Ůű, ůŰ F. de la fortuna o hadoȳŮŭ-ŮŮ F. de la Iglesiaȳŭū, ŭŭ-ŭŲ, Ůů-ŮŰ, ůŭ, ůŰ-ůű, űŬ-űŭ, űŲ, Ųŭ, ŲŮ, ųŬ, ųų, ūŬŬ-ūŬŭ, ŬūŬ, ŭŭŬ, ŭŲŭ F. MilitarȳůŬ F. de Moysén, Ůŭ F. de la MuerteȳŮű F. RacionalȳŮŮ-Ůů F. de Salomónȳŭū-ŭŭ, űŲ, ųų, ūŬŬ-ūŬŭ F. de Santa BárbaraȳŮŭ F. de Santa SusañaȳŮů F. del Santísimo SacramentoȳŮű F. Theologal, ŮŮ F. de la Ventera, Ůů F. de YsaacȳŮū-Ůŭ, ŮŰ, ŮŲ, ůű Matraca contra jugadoresȳŮů Sюћёќѣюљ, fray Prudencio deȳŭŬŰ, Obras: Historia de los reyes de Castilla y León ȳŬűŭ Historia de la vida y hechos del emperador Carlos VȳŭŬű Sюћёџђљљі, FrancoȳūŰū SѨћѐѕђѧ GюџѐҌю, Encarnaȳūū SѨћѐѕђѧ Mюџіюћю, ManuelȳŬŬų, ŬůŬ, ŭűŮ, ŭűů Sюћѡю Cќљќњю, Marqués deȳŬųŬ, ŭŪŮ Sюћѡю CџѢѧ, Melchor de, Floresta españolaȳūŬů Sюћѡю MюџҌю, Pablo deȳūű-ūŲ Sюћѧ AѦѨћ, CarmenȳŬŮū, ŬűŮ Sюџњіђћѡќ, Peroȳūű, Ŭűū Sѐѕќљяђџє, Kennneth Rȳūų, ůű SѐѢћєіќ, Raymond L.ȳūŲŲ SђєѢџю, FlorencioȳūŪū, ūūů SђћѡюѢџђћѠ, JeanȳŰŮ, ūŪŬ

Sђџџюљѡю, FrédericȳŬŮŪ SђѠќ, Carlos deȳŲŪ Sѕюѡѧњіљљђџ, JohnȳŬűŪ Sѕђџєќљё, N.D.ȳūŬų Sѕђџєќљё, N.D. et VюџђѦ, J.E.ȳŬŬŭ, ŬŬų, Ŭŭŭ, ŬŭŰ, Ŭŭű, ŮŭŮ, Ůŭű, ŮŭŲ Sіѐџќѓѓ, AlbertȳūŰ, ūű, ūŲ, ŭų, Ůű, Űŭ, ūŪŬ, ūŬŬ, ūůŬ, Ŭűŭ Sієљђџ, AntonioȳŬŭŮ Sіљíѐђќ, Juan Martínezȳŭų, Ůū, Ůű, ůŲ, Ŭűŭ Sіљѣю, Felipe deȳŭŪū Sіљѣђџњюћ, John. H.ȳŬŪű, ŬŪŲ Sіњќћ, MarcelȳūŬ, ūŮ, ūů, űů, ūŭŮ Sіњңћ Díaz, JoséȳūųŮ, ŬŭŮ, Ŭŭű, ŭūŮ Sіџђџю, Josep LluisȳŬŬ, űŮ Sљюјѡю, AlainȳŬū Sљќњюћ, Albert E.ȳŬūū, ŬŮŲ SќљҌѠ, Antonio deȳŬŭů, ŬŮŪ SќќћѠ, AlanȳŬŰŪ Sѡђџћ, CharloĴeȳŬŭ Sѡџюёљіћє, Robert A.ȳŬŭŭ, ŭŪū SѡџюѢѠѠ, LeoȳŮŮŰ

T

TѨџџђєю, Francisco: Auto sacramental del colmenar (atribuido)ȳūū, ūŭŲ-ūŮŬ, ūűū, ŬŪŭ, ŬŪŲ, Ŭūū, ŬŲů, ŭűŭ TђӒђіџќ FѢђћѡђѠ, Miguel Ángelȳŭū, Ůű Tђљљђѐѕђю IёíєќџюѠ, J.I.ȳŰŬ, Ųų TѕќњюѠ, Lucien-PaulȳŬŲŭ Tіђѡѧ, ManfredȳŬŮŭ, ŬųŰ-Ŭųű, ŭŮŭ Tіњќћђёю, Juan deȳŮŲ, Űů, ŰŰ-űŭ, űŲ, ųű, ūūŭ, ūūů Obras: Auto de la Quinta Angustia, ŰŰ-Űű, űŪ Auto del Castillo de EmaúsȳŰů, Űű-ŰŲ Auto del NacimientoȳŰů, ŰŰ Los desposorios de CristoȳŰŰ, ŰŲ-űŭ, űŲ, ųū, ųŲ, ūūŬ, ŬŮŮ, Ŭůű, ŭŲŭ. TіџѠќ ёђ Mќљіћю, ūŬų, ūŭŪ, ŬŪű, ŮŮŲ, ŮŮųȳ Obras: El árbol del mejor frutoȳūŰŰ, ŬŪů, ŬŪű, ŬŪŲ Los hermanos parecidosȳūŭŬ, ūųů, ūųŰ, ŬūŰ La mujer que manda en casaȳŬŪů La prudencia en la mujerȳūŭŪ, Ůűŭ Tќљђёќ, Fadrique deȳŬűŲ Tќљђёќ, García de, Marqués de VillafrancaȳŭŪŪ

483

TќњѠќћ, Peterȳūů TќџџђѠ, Jaime, Lucha alegórica… ȳŰů TќџџђѠ Nюѕюџџќ, Bartolomé de Obras: Diálogo del NacimientoȳŬŬ TinellariaȳůŮ TќѠѡюёќ, el (Alonso Fernández de Madrigal)ȳūŭ Tres pasos de la Pasión y Égloga de la ResurrecciónȳŬŬ, ůŰ,ūŪů, ūŬū-ūŬŬ

U Uџѧюіѧ Tќџѡюїюёю, HéctorȳŬŭŪ UѠѡюџќѧ, Juan Francisco: Auto del Nacimiento de Cristoȳūŭŭ

V VюљяѢђћю BџіќћђѠ, ÁngelȳŬŭŭ, ŬŭŲ, Ŭŭų, ŬŮŪ VюљяѢђћю Pџюѡ, ÁngelȳūŬŲ, ūŭū, ŬŬų, ŬŮŲ, ŭųŮ, ŮūŰ, ŮŬŪ, ŮŮű VюљёіѣіђљѠќ, Josef deȳūŭŬ, ūŭŮ,ūůų, ŬūŮŬūů,ŭŭŰ, ŭŭų, ŭŮū, ŮŮű Obras: El Fénix de Amorȳūűŭ-ūűŮ, ŬŪű-ŬŪŲ El Peregrino; ūűŭ-ūűŮ, ŭŭŭ Psiques y CupidoȳŬŮŲ VюљљюёюџђѠ Dђљ RђєѢђџќ, Aurelioȳūū, ūŭų, ŬŪŲ VюўѢђџќ, MercedesȳŬűū VюџђѦ, JohnȳŬŬű VюџђѦ, J. y DюѣіѠ, Ch.ȳŬŭů, ŬŭŲ. Vђєю, Lope deȳūŬ, Ŭŭ, Űū, Űů, Űű, űŮ, ūŬŲ, ūŬų, ūŭŬ, ūűŮ, ūŲŪ, ūųŰ, ŬŪű, Ŭūŭ, ŬūŰ, Ŭůų, ŭŮū, ŮŮŲ, ŮŮų Obras:ȳ PќђѠҌю Sentimientos a los agraviosȳūůű, Ŭūű-ŬūŲ, ŭŬŰ, ŭŰŭ PџќѠю Guzmán el Bravoȳūůű Tђюѡџќȳ La adúltera perdonadaȳūűů El alcalde de ZalameaȳŬūŲ El AntecristoȳūŰŪ-ūŰŬ, ūŰů-ūŰŰ

484

El Brasil restituidoȳūůŲ El cardenal de BelénȳŬūū Comedia del linaje del hombreȳűŭ La corona derribada y vara de MoisésȳŬŪŪ David perseguidoȳūŰŪ La fortuna adversa del infante de Fernando de PortugalȳūŭŪ, Ŭūū Fuenteovejunaȳūůŭ, ūŰů El galán de la MembrillaȳŬŬŭ-ŬŬŮ El galán escarmentado El heredero del cieloȳūŭū, ūŲŭ-ūŲű, ūųŰ, ŬŮŰ, Ŭůů, ŭŪŲ, ŭŭŭ, ŭŮŪ, ŭųų Historia de TobíasȳŮūů, ŮŬū El loco por fuerzaȳŮŭŮ La madre de la mejorȳŮūů El niño inocente de La Guardiaȳūŭū, ūŮűūůŲ, ŬŪű, ŬŪŲ, ŭŰŭ Nuestro bien auto de la circuncisión…ȳ ūŭū, ūŭŭ, ūűŬ, ŬŪŪ-ŬŪŭ, ŬŪŰ, ŬūŰ Las paces de los reyesȳūŭŪ, ūŭŭ, ūůű, ŭŰŬ-ŭŰŭ La pobreza estimadaȳŬūŲ, ŬŬŭ-ŬŬů El robo de DinaȳŬŪŪ, Ůūů San Diego de AlcaláȳŬŪű, ŬūŲ El sastre del campilloȳŬŪŮ La siegaȳūŲű-ūųŮ, ŬŪŲ, ŬūŬ, ŬŮů, ŬŮŲ, ŭūū, ŭŭŭ El tirano castigadoȳūŭū, Ŭūů Los trabajos de JacobȳŮūů El Tusón del rey del cieloȳūŭŬ, ūųŰ, ŭŪŲ, ŭŲű, ŭŲų Yugo de CristoȳūŬů Vђєю GюџѐҌю-LѢђћєќѠ, GermánȳūŭŮ Vђљђѧ Dђ GѢђѣюџю, LuisȳūŪ, űű,ūŰŪ, Ŭŭű Obras: La mesa redondaȳūűű-ūűų, ūŲŰ, ūųŰ, ŬŪŰ, Ŭūŭ-ŬūŮ, ŬūŲ, Ŭŭū, ŬůŲ, Ŭůų, ŬųŮ, ŭŭŭ, ŭŲŮ, ŭŲű, ŭųŪ, ŭųŬ VђџёҌћ-DҌюѧ, Guillermoȳūű, ūŲ Viaje del cieloȳűŮ, űŲ, ŲŬ-ŲŮ, Ųű, ųŪ, ųŰ, ųų, ūŬŮ, ūŬů, ūŮū, ūűů, ūųŪ, ūųŮ, ŬŪŭ, ŬūŬ, ŬŰŰ, ŭŭŬ, ŭŭů, ŭŲű VіљљюљќяќѠ, Francisco deȳůŬ, ŬŪŰ VіѡѠђ, MarcȳūŬű Vќєѕѡ, Geoěrey M.ȳŮūŭ

íћёіѐђ ёђ ћќњяџђѠ Ѧ ќяџюѠ

W Wюџё, AengusȳŬűū Wюџёџќѝѝђџ, Bruce. W. ŭū, ŭŲ, Ůų, ůŬ, ŰŮ, ŰŰ, ūŬű, ūŬŲ, ūŬų, ūŭŮ, ūųŰ, ŬūŮ Wюџћђџ, MarinaȳŭŲŬ Wђяђџ ёђ KѢџљюѡ, FridaȳůŮ, ūųŬ Wђіћђџ, JackȳŭŪ, ŮŬ, ůů, ůŲ, ūŬŲ Wђџѡѕђіњђџ, ElaineȳŮŬ, ŮŮ, ŮŰ, ůű Wѕіѡюјђџ, ShirleyȳŮŬų WіљѠќћ, Edward M.ȳŬŭū, ŬŭŮ, ŬŭŰ, Ŭŭű, ŬŭŲ WіљѠќћ, Edward, y Sюєђ, J.ȳŬŭū WіљѡџќѢѡ, Anne V.ȳŮů, ůų

Y YђџѢѠѕюљњі, Yosef H.ȳūů, ůŲ, ŰŬ, ūŬų, ŬūŰ, Ŭűų

Z ZѢёюіџђ HѢюџѡђ, EduardoȳŬųŭ

485

Índice general

ћѡџќёѢѐѐіңћȳȲűȱȱȱȱȱȱȱȱȱȱȱȱȱȱ

џіњђџюȱѝюџѡђǯȱȱ ћѡђѐђёђћѡђѠDZȱїѢёҌќѠȱѦȱѐќћѣђџѠќѠȱȱ ђћȱђљȱѡђюѡџќȱёђȱљќѠȱёџюњюѡѢџєќѠȱюћѡђџіќџђѠȱюȱюљёђџңћ юѝҌѡѢљќȱіȱȮȱ˜œȱ™›’–Ž›˜œȱ™Ž›œ˜—Š“Žœȱ“žÇ˜œȳȲȱŬű I - Los personajes concretosȳȲŬű II - Los personajes abstractosȳȲŭū III- De la interpretación ęgural al presente del espectadorȳȲŭŲ IV- La imagen de los conversosȳȲŮů юѝҌѡѢљќȱііǯȱŠȱŠę›–ŠŒ’à—ȱŽ•ȱŽŠ›˜ȱŽžŒŠ›Çœ’Œ˜ȳȲŰūȱ I - El teatro de Juan de Timoneda.ȳȲŰŰ II - Las colecciones de manuscritosȳȲűŭ III - Las alusiones al presenteȳȲŲŲ IV - Conclusión parcialȳȲųű V- El teatro de colegioȳȲūŪŪ VI - Conclusión del capítuloȳȲūŬū

ŮŲű

юѝҌѡѢљќȱіііǯȱž˜ȱœŠŒ›Š–Ž—Š•ȱ¢ȱŒ˜–Ž’Šȱ—žŽŸŠȳȲūŬű I - Personajes concretos. El judío incrédulo, el judío sacrílego y el judío homicida ȳȲūŭŬ Coloquio Segundo de GodínezȳȲūŭŮ El colmenarȳȲūŭŲ El horno de ConstantinoplaȳȲūŮŬ El niño inocente de La GuardiaȳȲūŮű II - Personajes concretos: el gracioso sacramentalȳȲūůŲ El AnticristoȳȲūŰŪ Fuego dado del cieloȳȲūŰű III - Los personajes abstractos ȳȲūűŭ La Mesa Redonda ȳȲūűů El heredero ȳȲūűų El heredero del cieloȳȲūŲŭ La siega ȳȲūŲű Características generales de las acciones alegóricasȳȲūųŮ IV - Las alusiones antħudías y los anacronismosȳȲūųų Nuestro bien de Lope de VegaȳȲŬŪŪ El estereotipo socio-racialȳȲŬŪŭ ќћѐљѢѠіңћȱёђȱљюȱѝџіњђџюȱѝюџѡђȳȲŬūū

ђєѢћёюȱѝюџѡђǯȱ ѢёҌќѠȱѦȱѐќћѣђџѠќѠȱђћȱђљȱѡђюѡџќȱёђȱюљёђџңћ юѝҌѡѢљќȱіǯȱ žÇ˜œȱ¢ȱŒ˜—ŸŽ›œ˜œȱŽ—ȱŽ•ȱŽŠ›˜ȱŽȱŠ•Ž›à—ȳȲŬŬŭ I - Los autos sacramentalesȳȲŬŬŲ II - Calderón poeta cortesanoȳȲŬŭŬ юѝҌѡѢљќȱііǯȱŸ˜•žŒ’à—ȱŽ—ȱŽ•ȱ›ŠŠ–’Ž—˜ȱŽȱ•Šȱꐞ›ŠȱŽ•ȱ žŠÇœ–˜ȳȲŬŮū I - Sinagoga de EspañaȳȲŬŰŲ юѝҌѡѢљќȱіііǯȱž˜ȱœŠŒ›Š–Ž—Š•ȱŽȱ‘’œ˜›’ŠȱŒ˜—Ž–™˜›¤—ŽŠȳȲŬűű I - Autos historiales y de circunstanciasȳȲŬűű El nuevo palacio del RetiroȳȲŬűŲ Calderón y CataluñaȳȲŬųū

ŮŲŲ

Ҍћёіѐђ єђћђџюљ

II - Anacronismos parcialesȳȲŭŪű La InquisiciónȳȲŭūŪ Los conversosȳȲŭūŲ

ђџѐђџюȱѝюџѡђǯȱ юȱёџюњюѡѢџєію юѝҌѡѢљќȱіǯȱŠȱŠŒŒ’à—ȳȲŭŭū I - La fábulaȳȲŭŭŬ II - Las secuencias-tipoȳȲŭŮŬ юѝҌѡѢљќȱііǯȱŠœȱ›Š–Š’œȱ™Ž›œ˜—ŠŽDZȱ•ŠœȱŠ‹œ›ŠŒŒ’˜—ŽœȳȲŭŰū I - La denominación de los personajesȳȲŭŰū II - Rasgos generalesȳȲŭŰŮ III - Personięcaciones masculinasȳȲŭűū El judío erranteȳȲŭűū La metáfora vegetalȳȲŭűŮ El médicoȳȲŭűų IV - Las personięcaciones femeninas y la antropomoręzación del conĚicto teológicoȳȲŭŲŬ La amazonaȳȲŭŲů La esposa abandonadaȳȲŭųū V - La pareja Hebraísmo-SinagogaȳȲŭųů VI - El conjunto de los enemigos de la FeȳȲŮŪŭ Algunas notas sobre el DemonioȳȲŮŪű юѝҌѡѢљќȱіііǯȱ’ž›ŠœȱŒ˜—Œ›ŽŠœDZȱ•˜œȱ›ŠŒ’˜œ˜œȳȲŮūŭ юѝҌѡѢљќȱіѣǯȱ•ȱŸŽœžŠ›’˜ȳȲŮŭŭ ќћѐљѢѠіңћȱёђȱљюȱѠђєѢћёюȱѦȱѡђџѐђџюȱѝюџѡђѠȳȲŮŮŭ

іяљіќєџюѓҌюȳȲŮůŭ AћёіѐђȱёђȱќяџюѠȱѦȱћќњяџђѠȱѝџќѝіќѠȳȲŮűů AћёіѐђȱєђћђџюљȳȲ

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