Historia del lexico espanol / History of the Spanish lexicon 8484871134, 9788484871132


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Spanish Pages 166 [165] Year 2007

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Índice
Presentación
Un banco de datos electrónico: a propósito de la confección de un diccionario del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón
El Diccionario de Textos Concejiles de Andalucía (DITECA)»
Ictionimia y terminología marinera en la «Recopilación de voces...» de El lenguaje popular de la Cantabria montañesa de Adriano García Lomas
Las primeras documentaciones del léxico español. Aportación del Diccionario del español medieval
Marcas comerciales y diccionarios
El léxico de la astronomía en el Libro de las propiedades de las cosas
El léxico de los recursos naturales en el romance medieval: materiales para su estudio
Oriente y occidente en el léxico de las matemáticas del Quinientos
Las relaciones entre las palabras en un diccionario histórico: la relación genética
Hispanismos en los diccionarios italianos. Italianismos en los diccionarios españoles
Fuego, oro, luz, ángeles... algunos símbolos de tradición teológica en el Libro de las propiedades de las cosas
Tecnicismos de mecánica en los diccionarios
Tecnicismos anatómicos y patológicos en la versión castellana del Libro de las propiedades de las cosas
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Historia del lexico espanol / History of the Spanish lexicon
 8484871134, 9788484871132

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Historia del léxico español Mar Campos Souto Rosalía Cotelo García José Ignacio Pérez Pascual (eds.)

Anexos de Revista de Lexicografía, 5

A Coruña 2007

Servizo de Publicacións Universidade da Coruña

Historia del léxico español Campos Souto, Mar; Cotelo García, Rosalía; Pérez Pascual, José Ignacio (eds). A Coruña, 2007 Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións Anexos de Revista de Lexicografía, 5

166 páxinas 17 x 24 cm Índice: páxinas 5-6 ISBN: 978-84-8487-113-4 Depósito legal: C 901-2007 Materia: 801.3: Lexicografía. 806.0 Lingua española

Edición: Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións http://www.udc.es/publicaciones ©Universidade da Coruña Distribución: Galicia: CONSORCIO EDITORIAL GALEGO. Estrada da Estación, 70-A, 36818, A Portela. Redondela (Pontevedra). Tel. 986 405 051. Fax. 986 404 935. Correo electrónico: [email protected] España: BREOGÁN. C/ Lanuza, 11. 28022, Madrid. Tel. 91 725 90 72. Fax: 91 713 06 31. Correo electrónico: [email protected]. Web: http://www. breogan.org Imprime: Gráficas Sementeira

Reservados todos os dereitos. Nin a totalidade nin parte deste libro pode reproducirse ou trasmitirse por ningún procedemento electrónico ou mecánico, incluíndo fotocopia, gravación magnética ou calquera almacenamento de información e sistema de recuperación, sen o permiso previo e por escrito das persoas titulares do copyright.

Índice

Presentación ...................................................................................................................

7

EMÍLIA ANGLADA ARBOIX «Un banco de datos electrónico: a propósito de la confección de un diccionario del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón» ......................................................

9

INÉS CARRASCO CANTOS «El Diccionario de Textos Concejiles de Andalucía (DITECA)» ..............................

25

JOSÉ RAMÓN CARRIAZO RUIZ «Ictionimia y terminología marinera en la «Recopilación de voces...» de El lenguaje popular de la Cantabria montañesa de Adriano García Lomas»..............................

39

ALEJANDRO FAJARDO AGUIRRE Y EVA-MARIA GÜIDA «Las primeras documentaciones del léxico español. Aportación del Diccionario del español medieval» ....................................................................................................

49

JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO «Marcas comerciales y diccionarios» .......................................................................

59

MARTA GÓMEZ MARTÍNEZ «El léxico de la astronomía en el Libro de las propiedades de las cosas».............................................................................................................

71

ÁNGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI El léxico de los recursos naturales en el romance medieval: materiales para su estudio» .......................................................................................

81

Mª JESÚS MANCHO «Oriente y occidente en el léxico de las matemáticas del Quinientos».........................................................................................................

97

JOSÉ A. PASCUAL Y RAFAEL GARCÍA PÉREZ «Las relaciones entre las palabras en un diccionario histórico: la relación genética» .................................................................................................

109

Mª ENRIQUETA PÉREZ VÁZQUEZ «Hispanismos en los diccionarios italianos. Italianismos en los diccionarios españoles» ......................................................................................

125

LAURA Mª RUBIO MORENO «Fuego, oro, luz, ángeles... algunos símbolos de tradición teológica en el Libro de las propiedades de las cosas» ........................................................................................ 139 HERMÓGENES PERDIGUERO VILLARREAL «Tecnicismos de mecánica en los diccionarios» .......................................................

149

Mª. NIEVES SÁNCHEZ GONZÁLEZ DE HERRERO «Tecnicismos anatómicos y patológicos en la versión castellana del Libro de las propiedades de las cosas» ........................................................................................

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Presentación

En septiembre de 1995, aparecía el primer volumen de la Revista de Lexicografía, con el deseo expreso de que fuese una publicación especializada y de que no se convirtiese en «coto de unos cuantos, ni en órgano de expresión de un Departamento o Facultad». Hoy podemos diseñar la publicación de una serie de anejos que recojan tanto monografías como volúmenes colectivos dotados de unidad. En el momento en que el tan deseado Diccionario histórico de la lengua española inicia una nueva andadura, hemos considerado conveniente reunir en este volumen una selección de las aportaciones que giraron en torno a la historia del léxico español en el I Congreso Internacional de Lexicografía Hispánica, celebrado en A Coruña del 14 al 18 de septiembre de 2004. Este evento científico contó con el apoyo de las Consellerías de Innovación, Industria e Comercio, Educación e Ordenación Universitaria (Dirección Xeral de Universidades) y Cultura, Comunicación Social e Turismo (S. A. de Xestión do Plan Xacobeo) de la Xunta de Galicia, de los Vicerrectorados de Extensión Universitaria e Comunicación y de Investigación de la Universidade da Coruña, de la Real Academia Galega y de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia (Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2004-2007, Acción complementaria HUM2004-21032-E). Quede constancia de nuestro agradecimiento a estas instituciones y al Servizo de Publicacións de la Universidade da Coruña. MAR CAMPOS SOUTO ROSALÍA COTELO GARCÍA JOSÉ IGNACIO PÉREZ PASCUAL

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Un banco de datos electrónico: a propósito de la confección de un diccionario del castellano del siglo xv en la Corona de Aragón* EMÍLIA ANGLADA ARBOIX Universitat de Barcelona

Es propósito de este trabajo presentar el diccionario en formato electrónico del castellano del Cuatrocientos en la Corona de Aragón que estamos confeccionando en la Universidad de Barcelona y explicar el proceso de producción del mismo. Me referiré pues a las fases que conforman la realización del diccionario. Hablaré de las características del corpus de textos que documenta nuestro archivo, de su digitalización y de cómo se estructuran las informaciones en las bases de datos creadas expresamente para el proyecto. Una vez reseñado lo que hay en el diccionario, es decir, lo que contiene, me propongo resaltar el carácter hipertextual de nuestro banco de datos, con el fin de ilustrar las posibilidades que ofrece la consulta de una obra de tales características. A todo esto, bueno será empezar por el principio y remontarnos a los antecedentes de un trabajo que está siendo subvencionado por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica y que va a constituir, cuando se concluya, la culminación de una investigación de largo recorrido. Efectivamente, se trata de una investigación compuesta de varios proyectos1 sobre la evolución del castellano del siglo XV que la profesora Coloma Lleal, directora e investigadora principal, puso en marcha a principios de los años noventa, convencida de que le análisis histórico de la lengua y concretamente el análisis de las grandes transformaciones que experimentó el castellano en el Renacimiento, no podía basarse por más tiempo exclusivamente en la documentación literaria. De modo que, con el propósito de paliar una tal carencia y, a la vez, de ilustrar con pruebas fehacientes el período en que se Subvencionado por la Dirección General de Investigación Científ ica y Técnica (DGICYT), nº de referencia PB1998-1223 y BFF 2002-00898. 1 En el primero de ellos (Lleal 1997) se presenta la transcripción y análisis filológico de manuscritos de una parte importante de la documentación cancilleresca conservada en el Archivo de la Corona de Aragón. En el segundo, con el título de Corpus léxico del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón, se procede a la recopilación y transcripción de textos de temática diversa con el fin de asegurar el mayor grado de representatividad posible de la lengua escrita en aquel entonces. En el tercer proyecto, que es en el que estamos ahora, titulado Diccionario general y etimológico del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón, procedemos a confeccionar el banco de datos propiamente dicho. *

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produce la progresiva sustitución del aragonés por el castellano en la escritura, Lleal planteó no sólo la necesidad de disponer de información de primera mano procedente de materiales de archivo inéditos, sino que procedió ella misma a exhumar y a transcribir textos escritos en castellano en la Corona de Aragón en el siglo XV. Valga hacer aquí una breve apostilla de tipo histórico y apuntar que la Corona de Aragón es una institución medieval –llega hasta el siglo XVI– que designa un conjunto de reinos, así el reino de Aragón, el principado de Catalunya, con los condados de Barcelona y el Rosellón, el reino de Valencia, el reino de Mallorca, con Menorca e Ibiza y el reino de Cerdeña, bajo el cetro de un solo monarca. Se trata, por tanto, de una confederación de estados de diversa lengua en cuya cancillería los secretarios redactan en latín, pero también indistintamente en vulgar, esto es, en aragonés y en catalán. En la Baja Edad Media el bilingüismo de la cancillería y de los ambientes próximos a la administración es un hecho notorio que, por supuesto, tiene enorme interés para ser analizado desde la perspectiva del contacto de lenguas. En el siglo XV la novedad lingüística, respecto de épocas anteriores es que los textos cancillerescos redactados en aragonés van abandonando progresivamente los rasgos lingüísticos propios para aproximarse al castellano. En otras palabras, el uso del castellano por parte de los escribanos se extiende por la zona de Aragón, conformando una peculiar modalidad castellana con claras influencias (o reminiscencias) del aragonés y con interferencias del catalán. En este contexto los textos escritos en castellano merecen una especial atención. Con esta premisa y con la hipótesis de que el nuevo estilo lingüístico penetró profundamente en todos los niveles de la lengua, Lleal procedió a seleccionar y a transcribir textos de naturaleza diferente, es decir, textos de distintos registros que aseguraran el mayor grado de representatividad posible de la lengua escrita en los límites espaciales y temporales establecidos. Así nuestro corpus de textos, que abarcan todo el siglo XV –concretamente el primero de ellos es de 1402, y el último de 1499–, está conformado de textos tanto no literarios (A) como literarios (B), en una proporción del 52% para los primeros y del 48% para los segundos. El primero de estos tipos está subdividido a su vez en: A-1: textos administrativos, cancillerescos y jurídicos: libros del Real Patrimonio (Rentas Reales de Aragón de 1412 y 1417), pergaminos escritos en castellano (o castellano-aragonés) del Fondo Sástago (80 textos jurídicos), textos cancillerescos (200 cartas del Registro del Sello Secreto y del Sello Menor) y 10 textos aljamiado hebraicoaragoneses de 1439, 1465, 1484, 1488 y 1492; y en A-2: textos científicos o técnicos –traducidos del catalán algunos–, como el Libro de Albeyteria editado en 1499 y el Compendio de la salud humana, de 1494, que comprende diferentes Tractados (de las urinas, de la flebotomía o sangrías, de los XII signos, de las dolencias de las mugeres), de Johannes de Ketham; por otro lado, el Tractado de la cirugia y el Tractado del pulso y de las

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dolencias, de Vasco de Taranta, y, finalmente, el Tractado de la Peste y el Arte de Phisonomia, ambos anónimos (todos ellos traducidos y editados en Zaragoza). Por lo que respecta a los textos literarios, forman parte del corpus textos narrativos e históricos, que denominamos B-1: la Crónica de Aragón, editada en 1499, escrita por Gauberto Fabrizio de Vagad, el Viaje de la Tierra Santa, de 1498, escrito por Bernardo de Breidembach y traducido y anotado por Martín de Ampiés, y el Tractado de Roma, también de Martín de Ampiés, editado conjuntamente con el anterior y también en Zaragoza. Y los que denominamos (B-2), que incluyen los novelescos: así el Breve tractado de Grimalte y Gradissa y el Tractado de Grisel y Mirabella, ambos publicados en 1495 en Lleida y escritos por Juan de Flores, y las obras en castellano de Pere de Torroella, algunas en prosa como Complaynta sobre la muerte de dona Ines de Cleves, de 1448, Letra a una sennyora por la muerte de Mossen Martí d’Ança, escrita hacia 1455, y Razonamiento de Demostenes a Alexandre y Razonamiento de Pere Torroella en deffension de las donas, escritas hacia 1465, y otras en verso, como Maldezir de las mugeres, escrito hacia 1450, diversas composiciones poéticas de los Cancioneros, escritas entre 1440 y 1460, así como la poesía En loor de madama Lucresia Napoletana, escrita entre 1450 y 1458. Entendemos que se trata de una muestra amplia y representativa porque su selección responde a factores temporales y espaciales y también a factores cualitativos y cuantitativos. Creemos que el castellano escrito en el siglo XV en la Corona de Aragón queda bien representado en nuestro corpus documental, dado que abarca un amplio abanico de registros y estructuras discursivas diferentes. En este sentido, no nos cabe duda que un banco de datos o diccionario como el que elaboramos, asistido por ordenador y basado en los datos empíricos que proporciona el uso lingüístico, tiene que utilizar inevitablemente como fuente principal un corpus representativo del estado de lengua que se busca reflejar. Y es que, como es notorio en lexicografía práctica, el hecho de fundarse en un corpus real permite establecer el significado de las palabras a partir del uso que se hace de ellas en los textos, ejemplificar también con frases tomadas de testimonios reales los diferentes valores y funciones de cada palabra y, además, la obtención de información estadística que, sin duda, es de gran utilidad para el estudio de la historia de la lengua. Obviamente, todo esto sólo es posible si se dispone de bases de datos informatizadas que, a modo de dispositivos de análisis, sistematicen y relacionen el gran volumen de información léxica que el despojo de textos puede llegar a generar. En nuestro caso, se ha procedido a la digitalización e inclusión de las poco más de un millón de formas en una base de datos adaptada convenientemente a Lleal explica los detalles técnicos del software o programa creado expresamente para el proyecto en Lleal (2002), por lo que no voy a considerar ahora sus implicaciones informáticas. 2

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nuestras necesidades y que, por su especial estructura, permite un rápido ordenamiento formal y el acceso al corpus según distintos criterios de búsqueda.2 Básteme decir que es en este punto donde empieza la labor propiamente lexicográfica. Se inicia aquí el proceso de obtención de datos de carácter lexicográfico con dispositivos de análisis informáticos, de manera que será a través de las diferentes aplicaciones asistidas por ordenador como la unidad palabra va a quedar señalada, identificada y examinada en sus diferentes contextos lingüísticos y extralingüísticos, o de situación en los textos. En cuanto al análisis y puesta a disposición de las palabras encontradas, se verá que se procede por etapas sucesivas. El siguiente esquema refleja este proceso:

Puede verse en el esquema que la producción del diccionario ocurre en la etapa posterior. Reflejamos así la dicotomía que se maneja en lexicografía teórica entre diccionarística y lexicografía. Quiere decirse que entendemos que a la lexicografía le corresponde la recogida de materiales, la documentación léxica, su inventario y su análisis o descripción de sus características (esta es la labor lexicográfica por excelencia), mientras que la diccionarística se encargaría del tratamiento de los datos precedentes y de la realización material del diccionario (la edición).

LEMATIZACIÓN En la primera base, la de Lematización, cada uno de los textos, previamente sometido a una manipulación mínima (separación de formas aglutinadas, a fin de facilitar el análisis morfológico, y unión de los componentes de los nombres propios, considerados globalmente como una unidad) es exportado a una base de datos en la que inicialmente se tiene un campo para las formas y un campo para la situa-

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ción (esto es, tipo de texto, documento y folio). A continuación se aplica el programa lematizador y se procede a la lematización automática de las formas. Esta aplicación permite reconocer y agrupar variantes y también relacionar las diferentes formas pertenecientes a una misma serie flexional o de derivación. Dadas las características del estudio, interesa contar con un doble lema: el que podríamos denominar «canónico» dentro de la norma de la época: hazer, por ejemplo, que etiquetamos como vocablo, y el que respondería al uso real en cada uno de los documentos; las variantes hazer, azer, fazer, faser, far. Distinguimos así, para cada vocablo o lema, las variantes que presenta. Asimismo, el campo variante nos va a permitir incluir posteriormente, si cabe, información gramatical relacionada con el régimen preposicional de las formas verbales, usos perifrásticos, locuciones, etc. Además de los campos vocablo y variante, la base presenta otro campo para especificar la función. Todo esto se ilustra en la imagen siguiente: BASE 1: La base inicial con las formas lematizadas

Digamos que una vez concluida la aplicación, el número total de vocablos o lemas computados es de 15 870, si contamos los nombres propios, y de 10 050, si no los contamos.

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CONTEXTO Y VALOR Se aplica después, en la que podemos considerar ya fase de redacción, el programa contextualizador que crea una nueva base que denominamos Contexto, en la cual se da el contexto de cada una de las formas de un vocablo. Esta base incluye dos nuevos campos, el de frase, en el que cada una de las formas aparece contextualizada (con las 12 formas precedentes y las 12 siguientes) y acepción, campo que se va rellenando manualmente con un índice relacionado con la base que viene a continuación y que es la que llamamos Valor. De hecho, la redacción de acepciones o representación del significado de las palabras que figuran en el corpus la efectuamos en la base Valor; y, pues es el contexto el que nos permite ir definiendo el sentido de las ocurrencias de un vocablo, es claro que hay que trabajar conjuntamente con las bases Contexto y Valor. Esta última base, creada con el conjunto de vocablos obtenidos de la base Lematización, consta de los campos vocablo y función, ambos procedentes de la base anterior, y de los campos sentido y acepción, que son de nueva creación. BASES 2 y 3: Las bases relacionadas en el proceso de definición

En esta imagen se observa lo que apuntamos, a la vez que se ilustra la relación entre ambas bases. Así, al definir manualmente en la base Valor las ocurrencias de los vocablos, según el contexto en que se usan en los textos, se procede a dar un índice a cada una de las acepciones que van surgiendo, índice que, a su vez, es incluido en la base Contexto.

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He aquí dos dispositivos abiertos con los que estamos trabajando actualmente. En la medida en que vamos hallando nuevos significados de los vocablos, vamos añadiendo nuevas entradas en la base Valor, que inicialmente constaba de una entrada para cada vocablo. Por otra parte, en esta aplicación, si es necesario, se precisa la función (valores sustantivos o adjetivos de elementos nominales o pronominales, carácter transitivo o intransitivo de los verbos, etc.) y, también, las características sintagmáticas del campo variantes (régimen preposicional de los verbos, perífrasis, locuciones, etc.), al tiempo que se corrigen errores que no se habían podido detectar de forma automática.

ETIMOLOGÍA En la base que denominamos Etimología se procede a dar el étimo de los vocablos recogidos, así como la base y la fecha que propone el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual. Se trabaja aquí, fundamentalmente, con las informaciones que nos proporciona el citado DCECH para consignar la etimología, la fecha de primera documentación allí propuesta y la base etimológica de que parte. Este último campo tiene un interés especial porque es el que nos ha de permitir relacionar después todos los vocablos que parten de una misma base léxica. El proceso en este caso es el que sigue: se aplica un programa informático que busca la fecha de primera aparición de cada uno de los vocablos de nuestros textos (a partir de los datos del campo situación de las base de datos inicial) y si es anterior a la fecha reseñada por Corominas y Pascual, o bien no aparece en su Diccionario, el programa la registra en el campo fecha, y se identifica como neologismo toda forma cuya primera documentación es del siglo XV. Véase todo esto en la imagen Base 4, y nótese cómo el registro familia se rellena con campos que llamamos Memo,3 producidos por un programa automático cuya finalidad es agrupar todos los vocablos que parten de un mismo radical.

REUNIÓN DE LOS DATOS Y llegamos a la última etapa, que denominamos Reunión de los datos obtenidos en cada uno de los análisis realizados (véase Base 5). Los campos Memo remiten a un archivo auxiliar sin limitaciones significativas en cuanto a su extensión; de ahí su utilidad para campos como éste, cuya longitud puede variar considerablemente según las características de cada vocablo. Para consultar su contenido, bastará hacer doble «clic» sobre el campo. 3

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BASE 4: Etimología y datación

BASE 5: Reunión de los datos

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Aquí puede verse que, al final, una vez completadas las operaciones precedentes, se aplica un programa que nos proporciona una nueva base en la que se relacionan todas las bases con que se ha venido trabajando, con el fin de obtener una visión global de los resultados. En esta base cada una de las acepciones de un vocablo aparece acompañada de su frecuencia absoluta, del conjunto de formas y de variantes, de dos ejemplos para cada una de ellas y de su distribución en los textos. Si abrimos los correspondientes campos Memo se verá que podemos consultar este conjunto de datos a medida que nos desplazamos por la tabla. Para obtener de forma global toda la información de que disponemos sobre las características de nuestro vocabulario, activaremos el programa que resume las bases que contienen los resultados. Cada una de ellas, como hemos visto, cuenta con campos específicos, pero con un campo en común, el vocablo, el cual constituye, en sentido estricto, la entrada propiamente dicha a la información múltiple obtenida tras las operaciones descritas. Al abrir las bases relacionadas y asociadas a cada una de las entradas o vocablos podremos ver simultáneamente el contenido de todas ellas. Esto es, informaciones múltiples y complejas que, concretadas en cada artículo, presentan la estructura siguiente:

Se trata, como puede apreciarse, de informaciones cuyo contenido se atiene perfectamente al canon de la lexicografía histórica, que establece el requisito de ofrecer documentación o testimonios escritos del uso real de los vocablos como garantía de su existencia y de su significado.

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HIPERTEXTUALIDAD Con todo, más allá del interés específico de la información contenida en nuestro archivo de datos, lo más llamativo, a mi modo de ver, es que su utilización o, mejor dicho, su consulta deja esperar nuevas funcionalidades que un diccionario editado en papel no ofrece. En efecto, en el diccionario convencional la lectura es lineal y sólo se puede acceder al texto desde el inicio, o sea desde la entrada; en cambio, en el diccionario organizado como base de datos la materialidad del discurso no impone ninguna directiva de lectura: el acceso se hace desde cualquier punto del perímetro, ya sea desde la nomenclatura, la macroestructura, o el vocablo de la entrada, ya desde cualquiera de las informaciones que conforman la microestructura.4 Y esto es lo que quiero ilustrar a continuación; quiero mostrar cómo el dispositivo informático de nuestro banco de datos permite efectuar recorridos múltiples, múltiples búsquedas por tanto, a través de las informaciones que se contienen en nuestro archivo. Debido a sus características, será posible disponer con rapidez los materiales léxicos que se requieran en investigaciones que pueden ser de tipo histórico o no. Se podrán obtener automáticamente todos los contextos de un vocablo, el listado de los vocablos, las variantes y las formas, según las frecuencias de su aparición en los textos. Será posible obtener también el listado de todos los neologismos que figuran en el corpus, con relación a la fecha de su primera aparición, o los lemas agrupados según sus funciones gramaticales, tanto en el conjunto del corpus como en un tipo de texto o en un texto concreto. También se podrá obtener con facilidad información morfológica de tipo derivacional. Pongamos, por ejemplo, que nos interesa conocer los formantes, cuántos y cuáles son los sufijos de las palabras de nuestro corpus; pues bien, apelando al listado inverso, podemos establecer las formas tal y como figuran en la Imagen A. Otra de las aportaciones de nuestro diccionario será que la información que en él se contiene podrá ser fácilmente seleccionada y reproducida. Se podrá seleccionar y reproducir el índice de antropónimos, por ejemplo –a fin de cuentas en nuestro corpus la onomástica ocupa un espacio destacado, y en nuestro banco de datos, por supuesto, constituye información codificada–; véase en la Imagen B cómo se ha seleccionado automáticamente un índice de antropónimos, y cómo, acto seguido, se produce la remisión o el enlace de la lista a la ficha correspondiente, lo que permite completar la información que se requiere (Imagen C). Además de las consultas habituales, un diccionario en soporte electrónico como el nuestro permite agrupar y acceder a un volumen considerable de información de forma fácil y rápida, siendo otra de sus propiedades técnicas la de poder relacionar y combinar no sólo los vocablos que conforman las entradas a un conjunto de informaciones léxicas, sino también esas mismas informaciones entre sí. 4

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Imagen A

Imagen B

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Imagen C

Se ilustra así otra propiedad destacada del diccionario en formato electrónico; a saber, la que permite relacionar y entrelazar palabras e informaciones de diversa índole, a modo de respuesta a requerimientos concretos, sean estos de tipo sintáctico o de tipo semántico. En el ámbito de la sintaxis, por ejemplo, imaginemos que nos interesa conocer las locuciones nominales realizadas en nuestro corpus del siglo XV. Pues he aquí, tras la consulta pertinente y un tiempo breve de espera, un listado de las mismas:

Locuciones nominales

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Efectivamente, tal relación de locuciones se obtiene porque éstas han sido previamente y sistemáticamente codificadas en el archivo global. En cuanto al acceso a las propiedades semánticas de los vocablos, se verá que es asimismo posible relacionar palabras por el significado o a través del significado. Imaginemos, por ejemplo, que queremos conocer los nombres que en castellano-aragonés del siglo XV se refieren a «plantas», o mejor dicho nombres que denominan «plantas». Una búsqueda en nuestro banco de datos da automáticamente el siguiente resultado:

Campos lexicosemánticos: «planta»

La confección de semejante lista con diccionarios al uso en papel, aparte de encontrar el problema de rigidez en la búsqueda, lo que limita enormemente la consulta, es probable que encuentre las dificultades inherentes a la definición de nombres de esta clase, que en la mayoría de diccionarios tiende más a ser una descripción del referente que a representar el resultado de un análisis semántico. En nuestro caso, con el soporte informático podemos ordenar la consulta y corresponder al requerimiento formulado, porque tales definiciones están estructuradas de manera hiperonímica, y ello es lo que permite clasificar o confirmar la pertenencia de la palabra en cuestión a la clase léxicosemántica «planta».

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La definición hiperonímica es útil a muchos efectos, y es evidente que a la hora de la redacción nosotros lo hemos tenido en cuenta, y ello a sabiendas de que este tipo de definición presupone de nuestra parte un ejercicio previo de análisis y desambigüación de descriptores polisémicos o polirreferenciales. El interés y utilidad del hiperónimo como elemento seleccionador puede verse también en el ejemplo siguiente, en que el hiperónimo «documento» tiene una función selectiva, por cuanto sirve para reunir los nombres de papeles o escritos que en el siglo XV en la Corona de Aragón tenían un estatuto social:

Campos lexicosemánticos: "documento"

De la misma manera que tiene función de reunión la expresión «acción de» en las definiciones de los nombres que bien podemos denominar por esta razón «nombres de acción».

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Nombres de acción

Obviamente, es el análisis pormenorizado de los sentidos que los vocablos adquieren en los textos de la Corona de Aragón y su automatización lo que explica que se puedan obtener listas como las anteriores, y tantas otras que se podrían sugerir y obtener precisamente por el carácter intertextual del diccionario, un diccionario que, como se ha visto, conforma un tejido de conexiones significativas. Por lo demás, creo que los ejemplos aportados revelan suficientemente el especial interés que ponemos por matizar los valores que concurren en la aparición de las palabras. Un interés que, dicho sea ya para terminar, en nuestro banco de datos es bien evidente cuando se trata de dilucidar las funciones de palabras invariables o gramaticales. Ya hemos dicho que en nuestro ejercicio de redacción nos atenemos a una clasificación de los valores encontrados en los textos; ello supone un trabajo meticuloso por cuanto hay que ir afinando sobre la marcha. Se trata de un proceso lento y laborioso, sí, pero como contrapartida presenta la ventaja de que los datos que se consiguen son reales, ya que parten del uso que de ellos se hacía en el tiempo y espacio estudiados.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS DCECH. Joan COROMINAS Y José A. PASCUAL (1980-1991): Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos. LLEAL, Coloma (1997): El castellano en los documentos de la Cancilleria Catalano-Aragonesa del siglo XV, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico». — (2002): «Una base de datos para el estudio del léxico del siglo XV», en Mª T. Echenique y J. Sánchez, eds., Actas del V Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Madrid, Arco/Libros, II, pp. 2201-2209.

El Diccionario de Textos Concejiles de Andalucía (DITECA) INÉS CARRASCO CANTOS Universidad de Málaga

Desde hace cierto tiempo venimos trabajando en un proyecto de investigación sobre la lengua de los documentos legales de la Edad Media y Siglos de Oro,1 con el convencimiento de que el estudio de las fuentes documentales de las diferentes zonas de la Península permitirá obtener una visión más amplia de la historia del español, basada tradicionalmente en obras que utilizan la lengua como vehículo de comunicación estética. La necesidad de conceder un hueco en la investigación histórico-lingüística a las fuentes documentales se puso ya de manifiesto con la labor de los pioneros de la investigación filológica hispánica y en la actualidad cuenta con un amplio consenso. Baste con citar entre otros testimonios el de Bodo Müller: «Por experiencia sabemos que en estas fuentes queda todavía un tesoro léxico inestimable por desenterrar» (1996: 1468). De hecho, la variedad léxica y significativa que se obtiene de tales fuentes puede verse ya reflejada en importantes corpus y obras lexicográficas que son de referencia obligada para cualquier investigación.2 En esta aportación me propongo dar una información detallada sobre las diferentes fases que estamos siguiendo en la elaboración del Diccionario de Textos Concejiles de Andalucía (DITECA), proyecto de lexicografía histórica,3 cuyo objetivo es analizar el léxico propio de un corpus de textos pertenecientes todos ellos a la misma tipología textual: las ordenanzas concejiles. Indicaré los criterios seguidos en la tarea lexicográfica en relación con los siguientes aspectos: la selección del léxico, la disposición de los artículos; la organización de las entradas; la información referida a cada entrada: categoría, etimología, definición, organización de las variantes fonéticas y morfológicas, el sistema de las citas textuales, la organización de las unidades pluriverbales.

La investigación se inició con el proyecto Corpus de textos jurídicos andaluces (financiado por la DGICYT PB 94/1483). Vid. Carrasco (2002). 2 CORDE, DHLE, DEDA, DPCAX, DETEMA, DEM, LHP, entre otros. 3 Se está realizando dentro del proyecto de investigación del Área de Lengua Española del Departamento de Filología Española I y Filología Románica de la Universidad de Málaga, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (BFF2002-01664). 1

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CORPUS La base documental de la que partimos está constituida por un conjunto de textos medievales y clásicos transmitidos en romance, pertenecientes a la esfera de la administración y la jurisprudencia, dirigidos y vinculados a la zona de Andalucía. Abarcan un arco cronológico que va desde el siglo XIII al siglo XVII.4 Trabajamos a partir de ediciones ya publicadas. Pero dado que algunas de ellas están realizadas con intereses fundamentalmente de carácter historiográfico, hemos realizado ediciones paleográficas (OBaez, Ose1; Ose2; Ocord; Omont, OCan) o revisado y cotejado la edición publicada con los cuadernos manuscritos de las ordenanzas locales depositados en los archivos municipales. Cada texto se somete a un proceso de informatización y etiquetado para obtener los índices de concordancias. Posteriormente se vuelcan los datos en una base confeccionada ad hoc con el programa Access, compuesta hasta ahora de 9 000 registros de entradas y dos millones de formas gráficas. Es una base de datos relacional, en la que diferentes tablas aparecen vinculadas: la tabla de las variantes gráficas y su contexto se relaciona con la tabla de significados y esta con la de las entradas. Con la función «mover» podemos cambiar a otros puntos de la base las variantes gráficas, contextos, significados, etc., lo cual nos permite las modificaciones o correcciones de los datos. La función «generar diccionario» permite la edición del diccionario en cualquier fichero de formato editable por cualquier procesador de textos. El programa puede generar el diccionario a partir de la totalidad de los datos o de una parte de ellos mediante la aplicación de lo que se conoce como «filtros» en el funcionamiento de programa Access. Junto a la tabla de los significados aparecen otras dos para la categoría y la etimología, respectivamente. La tabla de las variantes gráficas permite indicar la frecuencia de cada una de ellas. La tabla de las citas textuales hace ver el contexto de uso del término, la obra a la que corresponde y su localización precisa (vid. Cuadro).

La relación de fuentes que integran el corpus, su cronología y las abreviaturas con las que nos referimos a ellas pueden verse al final de este trabajo. 4

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LA SELECCIÓN DEL LÉXICO Para la realización del diccionario necesitamos hacer una selección del léxico utilizado en los documentos manejados, pues nuestra intención es registrar aquellas voces más representativas y caracterizadoras de los textos concejiles, las que nos informan sobre la estructura institucional de los concejos y que reflejan el funcionamiento de las instituciones andaluzas de ese período, con el objeto de contribuir a aclarar puntos aún oscuros. De momento hemos prescindido de todos aquellos elementos que carecen de contenido léxico y el resto se está procesando hasta que decidamos qué parte de lo que consideramos léxico común pueda ser excluido, lo que siempre es problemático pues hay elementos que pertenecen a diferentes esferas de la vida cotidiana que también interesan como reflejo de la cultura de la época.

LA ORGANIZACIÓN DE LAS ENTRADAS La ordenación del léxico es la alfabética, pero combinada con la analógica a través de un sistema de citas internas que remitirán a la clasificación del léxico en los campos semánticos previamente establecidos. Cada uno de los artículos aparecerá encabezado por un lema en versalita, representado por la forma escrita del español actual. Los sustantivos en singular, los adjetivos, en singular masculino y femenino, o en singular de la forma común a ambos géneros; los verbos, en infinitivo.5 5

Son normas del DHLE; vid. Lapesa (1992: 51).

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El lema puede coincidir con algunas de las variantes documentadas en el corpus; así por ejemplo, bajo FRUTA aparecen fructa y fruta; s. v. PRIVILEGIO: previlegios, priuilegio, priuillejo y privilegio. Otras veces entrada y variante no presentan la misma forma; así, s. v. PARROQUIANO: perrochanos (OSe 2 § 21); s. v. ROSICLER: ruchiquel (OCar 122v); bajo CHICARRERO aparecen chiquerrero (OCord § 184, Ogran § 21, OAnt), chiquerro (OAnt), chicorreros (OMal). En caso de que no exista correspondencia con el español actual elegiremos como lema la variante que más alta frecuencia presente en el corpus o simplemente la que se encuentre documentada. Es lo que ocurre con la voz deluenga (OCord § 389), que como tal no se registra en ninguno de los diccionarios consultados frente a sus sinónimos luenga (OCord § 131; OCar 143r; OLep 101r), ‘ant. dilación’ (DRAE, s. v.) o delongamiento ‘retraso, tardanza’ (DEDA, s. v.); o con el término baçinar (OCar 122v) ‘caja o cepo que llevan los demandadores para recoger las limosnas’ (DRAE, s. v. bacina). La identificación de las formas documentadas en las fuentes ordenanciles no siempre es tarea fácil y requiere un proceso de análisis y búsqueda que en muchas ocasiones resulta estéril. De entre los términos pendientes de procesar se encuentran ejemplos como almuzgos (OCar 133r),6 blanbolí (OCar 122r),7 parramero (OCar 18r),8 xavaqui (OCar 127v),9 socane (OCar 122v),10 etc.

ORDENACIÓN INTERNA DE LOS ARTÍCULOS Debajo de cada LEMA aparecerán las siguientes informaciones de acuerdo con un orden fijo: la categoría morfológica, la etimología, la acepción o acepciones y las variantes gráficas. Cada una de las acepciones irá numerada y vendrá respaldada de los contextos correspondientes, a través de los cuales se irán señalando en negrita las diferentes variantes gráficas. Se propondrá una cita textual por cada una de las formas. En la elección del contexto daremos preferencia al texto más antiguo de entre los que 6

«Yten, que no lleven los çinco mrs de almuzgos de los señores d'el molino ni de las maquilas, pues que ganan soldada el vn día como el otro» (OCar 133r). 7 «Yten, que el ofiçial que labrare çiriales, ansí dorados como de blanbolí, vayan aparejados de buen aparejo, dorados con su oro fino, broñido e granido» (OCar 122r). 8 «que de esta manera, dando el parramero o señal dentro de nueve días después que la matare el señor de la tal res, no sea obligado a pagallo» (OCar 18r). 9 «Yten, que los çinchos sean de buen esparto, e el xavaquí bien hecho; los de seys enpleytas de tres quartas de longura, y los de más enpleytas antes más luengas que menos» (OCar 127v). 10 «Yten, que los ofiçiales que ovieren de tomar çiriales para barnizadas, que vayan bien aparejados de su buen aparejo, y dado de su alvayal de las manos que perteneçe yr barnizados de buen barniz socane» (OCar 122v).

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atestigüen cada una de las variantes, a no ser que existan motivos de precisión y claridad que nos hagan elegir cualquier otro. Siguiendo con los criterios más usados en la tradición lexicográfica, en el orden de las variantes formales nominales se da preferencia al masculino y, por lo tanto, queda citado antes que el femenino. Cuando se trata de verbos, las diferentes formas flexionadas irán jerarquizadas por persona y tiempo (presente, imperfecto, futuro, condicional, pretérito, tiempos compuestos y formas no personales); los modos en este orden: indicativo, subjuntivo e imperativo. Para la clasificación gramatical seguimos la nomenclatura del DRAE. La etimología que se indica es la propuesta en el DCECH o la preferida ahí, en el caso de existir diferentes hipótesis etimológicas. La definición es una de las partes más difíciles en el proceso de elaboración del diccionario, pues en el establecimiento de la misma se tropieza con demasiados obstáculos cuando se quiere seguir alguna de las ya ofrecidas por la tradición lexicográfica. Procuramos atender al sentido que las voces presentan en el corpus a partir de los diferentes contextos, con la intención de ilustrar sobre las cosas. Por eso preferimos las definiciones ‘enciclopédicas’ a las de ‘diccionario’, opciones que, por otra parte, no tienen por qué excluirse en un diccionario de tipo histórico.11 Así, por ejemplo, como una de las acepciones de abril explicamos que es ‘mes en el que comienzan a contar los plazos para presentar las acusaciones y para librar los pleitos los alcaldes’ (OSe2 § 10); martes es ‘día, junto con el jueves, señalado en el concejo para la celebración de los juicios’ (OSe2 § 3) y también ‘día de mercado’ (Oar § 33). Para quitación indicamos que es ‘la paga establecida para los que desempeñaban los cargos concejiles’ (OSe2. 1492 §§ 9, 13),12 frente a la más general de ‘renta, sueldo o salario’ (DRAE, s. v.). En ocasiones recurrimos para la definición a la descripción que de la ‘cosa’ hacen los especialistas del Derecho o de la Historia de las Instituciones con la idea de que haya correspondencia con los contextos de uso. Así, a la hora de definir el arabismo almotaclacía de las OCord, texto en donde se documenta esta singular variante,13 hemos seguido la descripción que de este impuesto hace González, por lo que su significado preciso sería ‘renta que pagaban los menestrales por la autorización de abrir tienda y por utilizar solares o sitios públicos’.14 Es una acepción

11 12 13 14

Vid. Sánchez González de Herrero (1999: 1450). Carrasco (2003: 503). Vid. López Mora (2000: 618-621). González (1975: 196-201).

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más ajustada a la realidad de la sociedad andaluza que la ofrecida por la Academia de ‘derecho o impuesto que se pagaba antiguamente por los tejidos de lana fabricados y vendidos en el reino’ (DRAE, s. v. almocatracía). También nos proporcionan gran ayuda para los significados de algunos términos los vocabularios de determinadas obras, especialmente los que acompañan a las colecciones de fueros municipales. Por ejemplo, el significado específico de fatigación ‘dilación maliciosa causada por la rebeldía del adversario o por la negligencia del juez’ nos la da Tilander.15 Para la acepción de corral de los alcaldes ‘tribunal colegiado de alcaldes concejiles ordinarios, presidido por el juez’, seguimos lo que establecimos en nuestro estudio sobre los fueros leoneses.16 Son asimismo de especial importancia para nuestra labor los estudios particulares realizados sobre determinados campos semánticos. Así, dentro de los oficios artesanales, frente al más general de doblero, el termino pleguero (OCord § 407) no está recogido en los diccionarios académicos ni en otras obras lexicográficas consultadas. Se ha definido siguiendo a Martínez Meléndez como el ‘encargado de doblar el paño con cierta técnica y pliegues determinados y perfectamente estudiados’.17 Dentro de los oficios municipales también hay términos de nueva incorporación como promotoría ‘oficio y dignidad de promotor’ (OCord § 152). Se da también la circunstancia contraria: términos registrados en otras obras lexicográficas, pero con una acepción que no conviene a la de nuestras fuentes. Así, la voz echos, documentada en las ordenanzas de Carmona (OCar 84r) y de Archidona (Oar 57.2), presenta la acepción que suponemos es la de ‘campos dedicados a la monta del ganado’,18 relacionada con uno de los significados del verbo echar ‘juntar los animales machos a las hembras para la generación’ (DCR, s. v. 12 h).19 No nos sirve, por tanto, la acepción ‘tiro, lanzamiento’ (DRAE, s. v.), ni la documentación aportada en DCECH (s. v. echar) en Berceo y otras fuentes medievales también con la acepción de ‘tiro’. 15 16

Tilander (1956, s. v. faidio de derrito). P. Carrasco e I. Carrasco (1997, s. v. corral 3); para su explicación, vid. P. Carrasco (2003:

502). Martínez Meléndez (1995: 163). Vid. López Mora (2003: 454). «Yten, ordenamos y mandamos que ninguna persona sea osada de tomar ni mandar tomar para ningún cavallo garañón los echos de las çahurdas d' el mayordomo ni de la Fuente d' el Canto, camino de Lora, porque sea para las manadas de las yeguas cerreras e que sy los dichos echos alguna persona los tomare, yncurra en pena de mill mrs, y más que no puedan gozar de los dichos echos; la qual pena sea para el propio de Carmona y que los dichos echos queden desenbaraçados para las yeguas çerreras» (OCar 84r). 19 En contextos similares se recoge en las Ordenanzas de Ávila de 1458: «tierras e echos e pastos comunes» (CORDE). 17 18

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El adjetivo sobrunado: «y que no lleve los terrones de canto ni sobrunados» (OCar 132r), es variante no documentada de sobornado y sobronado definido por la Academia así: ‘llaman al pan, que en el tendido se pone en el hueco de dos hileras, por lo que queda de diferente figura. Algunos dicen sobronado, y con más propiedad por ponerse sobre los otros panes’ (DA, s. v.). Pero el texto de ordenanzas no se refiere al pan sino a los terrones ‘residuo que deja en los capachos de los molinos de aceite la aceituna después de exprimida’ (DRAE, s. v. terrón). Al arabismo alherca, considerado como raro por Corominas (DCECH, s. v. helga), se le asigna el signif icado desde López Tamarit de ‘anillo o armella’ (NTLLE, alherga; Eguílaz 1886, s. v. alhelca, alhelga) que no conviene exactamente al usado en las Ordenanzas de Carmona. 20 LAS UNIDADES LÉXICAS COMPLEJAS

Al final de algunos artículos incluimos las unidades léxicas complejas (unidades pluriverbales, fórmulas jurídicas y frases hechas) en las que interviene el lema. Estas irán en orden alfabético y llevarán asimismo las indicaciones sobre el significado con sus contextos. La inclusión de estas unidades es de gran importancia para alcanzar el significado de determinadas realidades y procedimientos: Tipos de alcaldes: alcalde de justicia, alcalde de los hijosdalgos, alcalde ordinario, alcalde mayor, alcalde menor, alcalde del rey, alcalde de la tierra. Clases de jueces: juez superior, juez inferior. Clases de alguaciles: alguacil mayor, alguacil de caballo. Tipos de oficiales de la recaudación: arrendador de la almotaclacía, arrendador de la meaja, arrendador de las caloñas, arrendador del almotacenazgo. Tipos de documentos: carta de merced, carta de quitamiento. Clases de impuestos: derecho de la almotaclacía, derecho de la meaja, derecho del sol. Tipos de penas: pena de falso, pena de fementido, pena de la pecunia, pena de perjuro, pena del cuerpo. Clases sociales: hombre bueno, hombre de fuera parte, mujeres de mal vivir, mujeres de la mancebía. Formas de venta: vender a ojo, vender a pedazos, vender a peso, vender a recatonía, vender en gros, vender por menudo.

«PRIMERAMENTE que los capachos d' el molino tengan en la tela de anchura vna vara e vna quarta d' el marco de Carmona, e bien fecha de buen esparto; e a de llevar tres bueltas de alherca de esparto crudo, e dos sogas a la boca grande, e a la chica, dos bueltas de alherca de esparto crudo» (OCar 127r). 20

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Acciones: caer en la pena, correr la pena contra alguno, dar barato, dar abasto, dar fe, dar fiador, dar por quito, echar cormas, escarmentar en el cuerpo, fenecer el pleito, ganar con su cuerpo, hacer sembrada, meter en mala fama, pararse a la pena, partir mano del pleito, pasar un ordenamiento, poner concordia, poner precio, salvarse por jura, ser vencido del pleito, vencer por juicio, etc. Fórmulas jurídicas y frases hechas: sea en sí ninguno, verdad sabida, sin su grado, en forma debida, en buen recaudo, sin razón, a sabiendas, etc.

CAMPOS SEMÁNTICOS Como parte complementaria del diccionario, pretendemos establecer los campos semánticos en los que se insertan los términos estudiados, de forma que en cada artículo y mediante un sistema de citas internas, se remitirá a los diferentes campos y subcampos, siguiendo modelos ya realizados para las ordenanzas de Sevilla y de Córdoba. El léxico que encontramos en las ordenanzas concejiles pertenece en una gran proporción al mundo del hombre en sus relaciones y organización social, el que se refiere a las instituciones sociales (costumbres, derecho y justicia, propiedad), a las industrias y oficios (comercio, artes y oficios): agricultura, zootecnia, transportes, minería, alimentación. Partimos de tres grandes campos que se ramifican sucesivamente en otras subdivisiones: I. La organización política y las clases sociales. II. La administración de la justicia. III. La organización socio-económica de la ciudad.

CONCLUSIONES El carácter particular de este diccionario se manifiesta no solo en el predominio de un léxico específico de carácter jurídico y administrativo sino también en la presencia de voces de marcación diatópica andaluza. En el terreno de las instituciones nuestro corpus permite documentar aquellas que son específicas de las distintas ciudades de Andalucía. Esto ocurre por ejemplo con la voz poyo ‘sitio donde el alcalde decidía sobre los pleitos’ (P. Carrasco 2003: 502), acepción no registrada en los diccionarios académicos (en ellos aparece en su segunda acepción la de ‘derecho que se abonaba a los jueces por administrar justicia’). Es una acepción derivada de la de ‘banco’, porque los alcaldes tenían que celebrar las vistas en lugares públicos, plazas y corrales, en los que había

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poyos asignados para ese fin; los testimonios de las ordenanzas de Sevilla y de Córdoba son bastante explícitos.21 Las veinticuatrías son una novedad de las instituciones municipales andalu22 zas, y de ahí que el término veinticuatro se defina, en su cuarta acepción, como ‘En algunas ciudades de Andalucía, según el antiguo régimen municipal, regidor de ayuntamiento’ (DRAE, s. v.). Los caballeros veinticuatro eran los oficiales más importantes del Concejo después del corregidor y los alcaldes mayores; fuera de Andalucía, se conocían como regidores. En el área de la administración de la justicia se registran cargos que pertenecen exclusivamente a determinadas zonas de Andalucía. Por ejemplo, el alcalde de la cuadra ‘El de la sala del crimen de la Audiencia de Sevilla’ (DRAE, s. v. alcalde), nombre derivado del que lleva la sala capitular del ayuntamiento de Sevilla (DHLE, s. v.).23 En cuanto a los términos que pueden considerarse como andalucismos, ya sea desde el punto de vista léxico o desde el del significado, podemos citar altabaque (OCord § 93, ‘Tabaque, cestillo o canastillo de mimbre’ DHLE, s. v.), artesa (con el significado de ‘caja donde se transporta y vende el pescado’, ‘saladero’), barcina (‘red hecha regularmente de soga de esparto, para recoger paja y transportarla’, DA, s. v.), bedén24 (‘lo mismo que pierna de colgadura. Es voz que solo tiene uso en los reinos de Andalucía’, DA, s. v.). Chicarrero puede que sea andalucismo léxico; los documentos medievales en donde se registra pertenecen a Andalucía, y el primer testimonio de esta voz está en las OCord.25 Trapería ‘pañería’ (OCord. § 341) es considerada un andalucismo lexico desde el DRAE-1925. A partir de la elaboración del DITECA obtendremos información valiosa sobre la evolución del léxico de muchas parcelas de nuestra lengua, sobre la aparición y desaparición de los términos como consecuencia del cambio de las instituciones sociales que designan, o de los nuevos modos de vida que se han ido implantando, así como de las distintas variantes gráficas que conviven en las diferen«Los alcaldes de la villa son tantos que cumplen a la çibdat, e son y puestos por el rey, e non se mudan cada anno ; e todos judgan en vn logar sennalado, cada uno en su poyo ; e an de judgar todos los pleytos que ante ellos vienen por el fuero de Seuilla que les fue dado de Toledo» (Ose 1, § 1). Vid. también OCord § 296; Ose 3, cap. 3. 22 La primera documentación de este término corresponde a las ordenanzas sevillanas de Alfonso X de h. 1248, vid. P. Carrasco (2003: 501, n. 18). Vid. también la documentación aportada de las ordenanzas de Córdoba en López Mora (2003: 215-216). 23 Sobre las funciones del Tribunal de la Cuadra según las ordenanzas sevillanas de 1492, vid. P. Carrasco (2003: 502). 24 «el ofiçial que tomare paños de bedenes para labrar de aguas negras» (Ocar p. 141). Creo que el significado usado aquí es el sospechado por Eguílaz (1888, s. v. albaden): ‘cierta especie de piel o cuero’. 25 En la Academia desde el DRAE-1970 se da como propio de Valladolid. 21

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tes fuentes utilizadas. Ofreceremos un importante caudal léxico sistematizado y estudiado, incorporaciones importantes en cuanto a los términos y sus significados, con lo que esperamos contribuir a la historia del léxico español y también de las hablas andaluzas.

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EL DICCIONARIO DE TEXTOS CONCEJILES DE ANDALUCÍA (DITECA)

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Ictionimia y terminología marinera en la «Recopilación de voces...» de El lenguaje popular de la Cantabria montañesa (1966), de Adriano García Lomas* JOSÉ RAMÓN CARRIAZO RUIZ CILUS-Universidad de Salamanca

1. E L LENGUAJE POPULAR DE LA C ANTABRIA MONTAÑESA (1966), DE A DRIANO GARCÍA LOMAS Y LA «AUSENCIA [DE CANTABRIA] EN EL CONCIERTO FILOLÓGICO» La aportación de García Lomas (1891-1972) a la bibliografía sobre la cultura montañesa es cuantiosa y sobrepasa con creces los límites que a su formación como ingeniero de minas cabría atribuir.1 Antes que lingüista o lexicógrafo, el iguñés es un etnógrafo y antropólogo, interesado sobre todo por los modos de vida y organización social de las zonas rurales de su provincia.2 El lenguaje popular de la Cantabria montañesa (1966) puede considerarse un desarrollo de su primerizo Estudio de 1922. Esta obra ha sido muy difundida, y ha contado con tres ediciones. En ella, García Lomas da un repaso a varios asuntos de gran interés para el conocimiento del léxico montañés y las características del dialecto, tal como él lo considera.3 Se refiere el autor en el prólogo a la ausencia en el concierto filológico de la provincia de Cantabria, lo que supone una casi total carencia de antecedentes para la obra que él emprendió en 1922.4 El reto del estudio

* Este trabajo se inserta entre los resultados de los proyectos de investigación BFF-20011198 (Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología) y SA 070/002 (Junta de Castilla y León). 1 Para una bibliografía actualizada sobre el dialecto montañés donde calibrar el peso de la obra de García Lomas, vid. Etxebarría Mirones (2002: 121-127). 2 Su interés por la etnografía justifica las carencias que, en su obra lexicográfica, han observado linguistas desde el ámbito de la dialectología, como Alvar (1991: 349-378). 3 «El sumario completo de nuestro lenguaje popular se nos antoja tan vinculado a la toponimia, demosofía y etnografía indígenas, que no dudamos en afirmar que su conocimiento es imprescindible y de singular valor en la prosecución y análisis de estas ciencias que todavía empiezan a alborear» (19993: 11). 4 «Únicamente, un compendio somero mostraba los primeros esbozos y balbuceos, precursores de un vocabulario montañés de su fonética. Nos referimos a Dialectos castellanos, montañés, etc., que a guisa de monografía publicó don Pedro Múgica y Ortiz de Zárate, en Berlín (1892)» (19993: 10).

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de las peculiaridades lingüísticas de los escritores costumbristas, con Pereda a la cabeza,5 y de la poesía popular6 se conjuga, así, con la sentida necesidad de recolección de una riqueza léxica próxima a la extinción.7

2. ESTUDIO FILOLÓGICO: FUENTES Y FORMANTES DEL LÉXICO REGIONAL MONTAÑÉS La obra se divide en dos partes: un estudio filológico del dialecto (Parte primera: Fuentes - Morfología - Fonética - Sinonimias y modismos) y la «Recopilación de voces, refranes y modismos usados en la Cantabria montañesa», de contenido netamente lexicográfico. En la primera se aborda una somera gramática histórica del dialecto, recogiendo buena parte de la información y el método de la obra de Menéndez Pidal, cuyo El dialecto leonés y, sobre todo, sus Orígenes del romance primitivo castellano, se citan profusamente. Se repasan, en primer lugar, las fuentes formativas del dialecto montañés, con referencias a los pobladores prerromanos del territorio y a la influencia del vascuence en su génesis. Se considera, a continuación, la relación entre el dialecto montañés y el leonés, su vecino occidental: Estas consideraciones y la coincidencia de algunas formas dialectales empleadas en Santander con los rasgos característicos del leonés,8 han dado lugar a vincular éste con nuestro lenguaje popular (19993: 27).

«Como aval de nuestras observaciones, hemos cultivado la obra literaria de Pereda, Juan González Campuzano, Hermilio Alcalde. M. Llano, D. Cuevas, J. Cancio, J. Díaz de Quijano, L. de Ocharan, B. Rodríguez Parets, Delfín F. González, J. Calderón Escalada, F. Cubría, D. Duque Merino y otros afortunados costumbristas del lenguaje popular de la Montaña. De esta manera puede conocerse al descendiente del cántabro, tal como piensa, tal como siente, tal como anhela y, muy especialmente, tal como se expresa con su léxico, difícil de estimar para quien no haya tenido un trato íntimo con el alma popular tradicional de la Tierruca» (19993: 31). 6 «En el aspecto folklórico, el candoroso simplismo de anónimas cantigas, arcaicos romances, salmos pastoriles, «marzas» y canciones de «berzo», de «nana» o de cuna, son bellas notas líricas que han ido alimentando nuevos vástagos de la poesía popular, aunque en alguna ocasión cercenen su clásico colorido o desvirtúen el fundamento originario con que se nutría la música cancionera del alma campesina» (19993: 13). 7 «Por eso puede decirse que, en lo que va de siglo, el zarpazo de los tiempos dejó a Cantabria sin una buena parte de la dialéctica galana de labrantines y de artesanos, y que las oleadas de lo exótico contaminaron la recia y cantarina fraseología de los «pejines», que simbolizó el mareante perediano «Tremontorio», y, en parte, convirtió a Silda en Sutileza» (19993: 12) 8 «Revt. de Arch. y Biblt. V. XIV. EL IDIOMA ESPAÑOL EN SUS PRIMEROS TIEMPOS. El dialecto montañés, M. Pidal, y GRAMÁTICA HISTÓRICA, pág. 122, idem» [nota del autor]. 5

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García Lomas concluye que son tres los elementos primordiales del dialecto cántabro: el latín,9 los arcaísmos10 y el lenguaje tropológico,11 desdeñando de este modo el papel de los extranjerismos en general.12 Incluye algunos listados de voces de diverso origen (del vascuence, pp. 3941; arabismos, pp. 48-49; préstamos de distintas lenguas, pp. 54-56) y otros de vocablos vinculados onomasiológicamente (ictiónimos, pp. 30-31; los dendrónimos correspondientes a ‘nogal’, ‘castaño’ y ‘avellano’; los zoónimos para ‘comadreja’ y ‘garduña’; las designaciones de ‘montón de hierba sobre el prado’, ‘mecer, acunar’, ‘ir montado sobre la espalda de otra persona’); esta primera parte se cierra con un listado de voces populares montañesas usadas en el bable (pp. 87-88). Como se puede apreciar, estas investigaciones se sitúan en la línea de la onomasiología de Schuhardt y del método por él inaugurado (Wörter und Sachen); se trata, por tanto, de una obra dialectal muy tradicional, preocupada sobre todo en la exaltación de la riqueza léxica regional y la conservación de la misma.

9 «El latín culto y vulgar constituyen un instrumento de gran valía, al punto de poder consignarse que, del cómputo a fondo de nuestros giros y vocablos más típicos con los de aquel idioma y con las ingerencias de su formación, saldrán con transparencia inusitada muchas de las etimologías que hasta el día se ignoran de nuestra habla aldeana y de la toponimia de Cantabria. Lo cierto es que hoy, entre algunas dicciones barrocas o vulgares, se entrelazan amalgamas con raíces de la casta prócer, legada por el viejo latín, que rememoran su antigua hegemonía» (19993: 28). 10 «Otro forjador mayoritario de su génesis son los vocablos refugiados entre nuestras montañas, que pertenecieron al antiguo castellano según la Real Academia, que se prodigan íntegros o con ligeras desviaciones eufónicas, conservando este exponente (tan destacado en la gama romancera) su carácter oficial de arcaísmos. [...] no sólo con la que se emplearon en los siglos primeros del habla castellana, sino con muchas de las usadas por escritores que florecieron en los siglos XVI y XVII» (19993: 28). 11 «No cabe duda de que, a la larga, hay que dar hospitalidad oficial a muchas metáforas, frases hechas y refranes de hondura de pensamiento y sutileza de ingenio, que es la obra maestra del arte popular y de la que tanto se aprovechan los literatos aunque todo es aceptable en su justa medida. También ofrece indudable y positivo valor el dialecto montañés en la parte esencialísima no sometida a cánones ni a mecanismos gramaticales, que surge con espontaneidad en la mente y en los labios del pueblo, como fruto de su imaginación extraordinaria (quizás la más fecunda de Castilla la Vieja), que pergeña un lenguaje tropológico tan ingenioso como peculiar y nutrido» (19993: 29-30). 12 «Las importaciones o préstamos de otros idiomas o dialectos [...] no son muy abundantes, y pueden reducirse a las producidas por el acarreo de neologismos traidos por los «jándalos», «indianos» y pasiegos a través de su vida trashumante por países europeos, aparte de las producidas por las zonas de contacto con León, Asturias y Vizcaya» (19993: 31).

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3. EL PEJINO O HABLA MARINERA EN LA «RECOPILACIÓN DE VOCES, REFRANES Y MODISMOS USADOS EN LA CANTABRIA MONTAÑESA» El análisis de la historia de las terminologías, fundamental para el conocimiento de la evolución de las disciplinas científicas y técnicas, debe ir siempre más allá de los manuales y repertorios especializados. Se sabe que la formación de una terminología es un fenómeno que, como el nacimiento de la técnica misma, comienza con el acopio de saberes y artes preexistentes como oficios no científicos; de modo que en primer lugar una «terminología técnica» es la suma de varias «terminologías no técnicas», artesanales o populares.13 Por ello, los vocabularios dialectales deben ser tomados en cuenta para el estudio histórico de los términos técnicos cuyo origen pueda estar en la lengua popular. Todo esto es especialmente patente en el vocabulario marinero, pues la profesionalización de los oficios marineros es muy anterior al nacimiento del arte de navegar o náutica moderna. Ello explicaría el influjo del léxico de la navegación y construcción naval artesanales en muchas esferas del vocabulario español, más allá del evidente en el de los marineros profesionales.14 Los dialectos costeros, como el cántabro, están aún más expuestos a ese influjo del vocabulario de los marineros que la lengua general. De hecho, en el estudio filológico, distingue A. García Lomas un subdialecto particular en el seno de lenguaje popular montañés que él denomina pejino o habla marinera: Independientemente de las múltiples dicciones que conciernen a la etnografía, al folklore y a la artesanía, o a la flora y a la fauna locales, existen no pocas voces innominadas en castellano que forman parte del lenguaje llamado en el país «pejino» o habla marinera de los habitantes de los pueblos costeros del Cantábrico. Este lenguaje presenta un genio diverso, para ser a veces tan tierno como el gallego y tan dulce como el bable, cuando no contiene la vigorosidad y onomatopeyismo del catalán o el color primitivo del éuscaro (19993: 30).15

13 «Cuando una nueva técnica comienza a desarrollarse lo hace a partir de otras técnicas, de las que paulatinamente irá diferenciándose y cobrando autonomía. Es natural que los términos utilizados para describir la nueva técnica sean en buena manera subsidiarios de los otros subconjuntos léxicos que designan objetos y actividades colindantes» (Fernández Sevilla 1974: 129-130). 14 El caso de la pesca, las actividades costeras, la geografía, la meteorología marinas y, en especial, las denominaciones de las especies pelágicas o fluviales capturadas y, en algunos casos, procesadas para su consumo en tierra, es especialmente relevante en este sentido, pues la lengua popular, indócil a las premisas reduccionistas del lenguaje científico, ignora el principio «un concepto-una designación» y sorprende al lingüista con una multitud de nombres para una misma especie, o un solo nombre que identifica especies biológicamente diversas. 15 «PEJÍN o PEJINO. (*Piscinum, de piscis.) (Del cast. ant. peje: sagaz.) Habitante del pueblo bajo de la ciudad de Santander y de otros puertos de la provincia. || Lenguaje, con un tonillo es-

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3.1. Macroestructura: nomenclatura marinera En este apartado nos proponemos partir de la clasificación de los tecnicismos pejinos incluidos en la nomenclatura de la recopilación de A. García Lomas, para analizar los componentes de la terminología marinera montañesa y la técnica lexicográfica empleada en su exposición, de modo que calibremos el interés de la información ofrecida para el conocimiento histórico del léxico castellano y confirmar la supervivencia de arcaísmos técnicos en el dialecto montañés. Para ello partiremos de una clasificación semántica o en áreas designativas16 de las 411 entradas que contienen al menos una acepción marinera y por lo tanto un término relacionado con los oficios y realidades marítimas, recogidas en nuestro estudio. Hemos distinguido los siguientes campos pragmáticos: designaciones de partes del casco,17 construcción naval,18 geografía marítima y meteorología,19 ictionimia,20 instrumentos y pertrechos marineros,21 cabos y jarcia,22 maniobra y navegación,23 pesca,24 costa y playa,25 tipos de embarcaciones,26 marinería27 y velamen.28 Por el número de ítems destacan, sobre todo, las áreas que agrupan nombres de peces (171 ejemplos), de la vida costera y portuaria (45), de las actividades y pertrechos pesqueros (85), y a cierta distancia ya los vocablos propios de la maniobra

pecial, característico de los pescadores montañeses. Es cuando más destaca la exaltación lírica de los pejines. (DEL SOLAR Y DE LA RAZA. A. García Lomas, J. Cancio)» (19993: 473). 16 En propiedad no se puede hablar de campos semánticos en las terminologías: «las terminologías no constituyen campos léxicos, como algunos autores han pretendido. Las terminologías no organizan significados lingüísticos sino fenómenos definidos por las ciencias y las técnicas; no constituyen estructuraciones semánticas sino clasificaciones objetivas» (Fernández Sevilla 1974: 117). 17 Serían, entre otras: carel, cazual, escafe... 18 Por ejemplo: arrecho, carelar, cordear... 19 Vid.: ábrego, abuenar, acierzarse, anoruestarse, basa, borraos... 20 En total 171 ejemplos, entre otros: abadejo, baboso, cabra, chamaruca, dojino, escacho, goyarón, hoyocántaro, isabela, jargo, platusa, solla, tintorera... 21 Por ejemplo: bitácula, chaluquero, empavesadura... 22 Sólo cuatro ejemplos: andariveles, boza, jareta y ris. 23 Por ejemplo: abarbetar, abayonar, abriolar, abroarse, amorrar(se)... 24 85 ejemplos, verbi gratia: arruciagar(se), artes, aspagos, bacalada, bálamo, ballena, boliche... 25 En esta área se agruparían las designaciones de realidades costeras (nombres de aves, algas...) y portuarias (costumbres marineras, actividades de apoyo a la pesca...): calo, caloca, calumbrarse... 26 Cuatro ejemplos: barquía, chalana, macandro y pinaza. 27 Seis voces en total: deputao, gambucero, lemán, moza de quiñón, nostramo y pinacero. 28 Solamente tres: cerverana, monterilla y unción.

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(36), geografía y meteorología (35). Vemos, por tanto, que las áreas menos representadas son precisamente las más técnicas: designaciones de barcos (4) y partes de estos (6 del casco, 4 de la jarcia, 1 de la arboladura, 3 del velamen; en total 14), las relacionadas con la construcción naval en general (6), los instrumentos de navegación (9) y nombres de la marinería (6). Como cabía esperar, el léxico dialectal es más abundante en ejemplos de designaciones de realidades de la naturaleza (fauna, flora y geografía física del mar y la costa), que en términos propiamente técnicos, relacionados con el arte de navegar o la construcción naval. Esto podría explicarse por la rápida extensión y estandarización de la terminología náutica y naval, fenómeno muy antiguo en la historia del español, resultado de la fusión de las tradiciones atlántica y mediterránea en los albores de la época moderna. Por otra parte, la abundancia de ictiónimos confirma una característica de los léxicos dialectales, que tienden a ser más específicos que la lengua estándar en la designación de las realidades de la naturaleza que les circunda y con la que están en más directo contacto.

3.2. Microestructura: equivalencia, sinonimia y etimología La «Recopilación...» se presenta, lo hemos visto, como un vocabulario semasiológico, ordenado alfabéticamente, aunque con una fuerte influencia de la onomasiología schuhardtiana, más presente, en apariencia sólo, en el estudio filológico de la primera parte que en el propio repertorio. Ahora bien, como no podía ser de otro modo, el enfoque etnográfico y onomasiológico impregna también la microestructura de la «Recopilación...». Si nos centramos en los términos pejinos, de fuerte carga denotativa, observamos que la pretensión de García Lomas se centra en la explicación o descripción enciclopédica de los referentes a los que remite el término montañés; esto justifica la sustitución de la definición lexicográfica por una mera equivalencia en la lengua estándar, recurso muy empleado en vocabularios de este tipo:29 Barbarín. Salmonete. (Mullus barbatus.) «Barbó». Barbó. En Castro-Urdiales «barbarín». Barbo. «Barbarín», «barbó» o salmonete (Castro Urdiales).

En estas tres entradas, el término salmonete actúa como equivalente en el estándar, de modo que el esquema de la entrada corresponde con el de los diccionarios bilingües. Sin embargo, no es la equivalencia del estándar el sistema de defini29

Vid. Carriscondo Esquivel (2003).

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ción lexicográfica exclusivo, ni siquiera el más abundante. Como se ve en los ejemplos aportados arriba, el equivalente viene acompañado o sustituido, según los casos, por uno o dos sinónimos (barbarín, barbó: que a su vez aparecen en la macroestructura de la recopilación a diferencia del equivalente salmonete), y en la primera de ellas, la que podríamos considerar cabeza de la sinonimia, se añade además el nombre científico, aquí entre paréntesis, aunque no siempre sea así: Arguaje. Cetáceo de la familia delphinidae (Tursips truncatus. Mont.) Marsopa (Phocoena communis). Albacora. (Del árab. al bacora: atún.) Pez escómbrido acantopterigio. Variedad Thynnus alalonga y Thynnus thynnus en nuestra costa.

En estos casos, la denominación científica y la descripción enciclopédica sustituyen al equivalente en el estándar, no desconocido seguramente (atún en el segundo ejemplo). Se prefiere, para poner de manifiesto la mayor precisión en este campo del dialecto frente al estándar, recurrir directamente a la descripción científica del referente. Esto es más patente cuando aparece, en el cuerpo de la definición, un equivalente genérico, en función de hiperónimo, al que se añade el nombre científico como diferencia específica. Estos casos muestran la mayor precisión del léxico dialectal frente al estándar en la designación de las realidades propias de la naturaleza del territorio:30 Anillo. Pez marino. (Sargus fasciatus.) (Castro, Laredo). Briganto. Crustáceo. (Homarus grammarus y Homarus vulgaris.) (Vid. «librecanto», «hoyocántaro», «abrecanto» y «bogavante»).

Junto a la equivalencia en el estándar y el nombre científico, que no siempre están presentes, aparecen otras informaciones léxicas, fundamentalmente los sinónimos en el dialecto (recogidos en la nomenclatura a su vez, por ejemplo, barbó, barbarín, librecanto, hoyocántaro, abrecanto y bogavente), la etimología (en el caso de albacora) y la extensión geográfica del vocablo (por ejemplo, en anillo, barbo).

4. LA CREACIÓN DE LAS TERMINOLOGÍAS POPULARES: EL PRÉSTAMO. CONCLUSIONES Ya apuntamos la poca relevancia que otorga García Lomas al préstamo en la formación del dialecto montañés, quizá movido por un prejuicio de pureza del mismo. Evidentemente, no se puede extender tal afirmación al lenguaje de los marineEsta misma especificidad aparece en el caso de las denominaciones de realidades geográficas. Vid. por ejemplo el caso de cudón y cudonal, términos no recogidos en el DRAE, como tampoco briganto, anillo, arguaje y barbarín; no así albacora, breca y barbo, cuya extensión no coincidiría en el estándar y en el dialecto montañés. 30

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ros, el cual, por sus propias características como tecnolecto, está abierto a la adopción de términos no sólo de los dialectos vecinos, sino incluso de los más alejados. Además de al préstamo, como veremos, la terminología popular recurre a otros procedimientos léxicogenéticos: derivación (bonito > bonitear, gambuza > gambucero...), composición (bañacarel, picacarnadas, tiru-barra), metáfora (sentido figurado o vocabulario tropológico, en la terminología de García Lomas) o eponimia (macandro < MacAndrews, ‘tipo de embarcación’). No es prioritaria la inclusión de la etimología en las entradas de la «Recopilación...», por lo que en la mayoría de los casos no conocemos el origen que se atribuye a los vocablos. No faltan, sin embargo, algunos casos en los que el autor se pronuncia sobre el origen de cierta voz. Así ocurre con los arabismos albacora y jareta, o el helenismo escafe. Los préstamos más abundantes proceden de las lenguas románicas: catalán (abriolar, andariveles, boliche, cofa), francés (arenque, basa, bitácula, cinglar, entalingar, lemán, pinaza, runflar, sable, tancada o trancada) e italiano (anchoa, boza y nostramo); entre los dialectos destacan el leonés y el mozárabe (breca). La única lengua no románica que aporta ejemplos abundantes es el vascuence: arrengorri, beurizo, bocarte, caloca, charrancha, chingarte, chirta, lusea, magas, nascarejas..., y junto a él, el ingles, con el epónimo macandro, tangarte, raquero y sus derivados raqueril y raquear. En un breve cotejo de estos datos con los ofrecidos en el DCECH, salta a la vista la agudeza de García Lomas a la hora de explotar sus fuentes, fundamentalmente el DRAE31 y el Gran Diccionario Larousse.32 Resultado de su escasa reflexión etimológica es proponer el catalanismo de briol,33 cuando es término atlántico y por tanto de origen francés.34 En el caso de raquero,35 la opción por wrecker sitúa Vid., por ejemplo, la entrada abriolar. «LEMÁN. (Del germ. ladmann.) (Del cast. ant.): Piloto práctico. (Vid. «limonaje».) // LIMONAJE. Lemanaje: el derecho que se paga al piloto práctico por la dirección de entrada de un buque en el puerto, o salida de él; también la operación misma. Es curiosa la etimología de esta palabra, según Larousse, en su gran Diccionario; y debe considerarse traducida aquí: Lamanage. Profesión de los pilotos lamaneurs. Lamaneur (del antiguo francés Laman, literalmente el hombre del plomo –de lot, plomo, y mann, hombre–; en flamenco lotman; en alemán, lothsman, porque los lamaneurs se sirven ordinariamente de sondas de plomo...» (19993: 405-407). 33 «Verbo marinero que posiblemente tiene su origen en la voz catalana “briol”: cuerda, cabo» (19993: 138). 34 «fr. ant. braiuel (1.ª doc.: 1504) [...] Entraría por vía atlántica, pues no conozco autoridades antiguas del cat. Briol» (DCECH, s. v.) 35 «Muchacho que se dedica al merodeo entre los buques de la dársena, a la bajamar, en muelles, careneros, etc. (ESCENAS MONTAÑESAS. El raquero.) [...] Tiene su origen esta palabra en un verbo nórdico, que en inglés se transforma en “to wreck”, que es naufragar...». 31 32

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a García Lomas entre los seguidores de la etimología académica, pues es la docta institución al que propone el étimo bajo alemán wrack, ‘buque naufragado’, emparentado con el inglés wreck, ‘naufragar’, frente al inglés to rake, de donde deriva raque.36 No se propone, en ningún caso, el iguñés realizar una obra de contenido etimológico y, mucho menos, crítico. Su objetivo es dar lustre y permanencia al vocabulario regional, y para ello recurre al acopio de las más diversas noticias, entre las más curiosas de las cuales está, en algunos casos, el origen de los préstamos. Si observamos éstos en su conjunto, veremos que afectan, fundamentalmente, a las áreas designativas más técnicas. Es precisamente en ellas donde éste se da con mayor facilidad:37 junto al trasvase de tecnología suele producirse el del léxico. Y ello halla confirmación al observar las fechas de introducción de los préstamos analizados, según el DCECH: briol, 1504; anchoa, Nebrija; andarivel, 1587 (García de Palacio); arenque, J. Ruiz; bitacula, 1538 (Chaves); boliche, 1599; boza, 1538 (Chaves); breca, 1505; cinglar, XIV; cofa, 1745; entalingar, 1587 (García de Palacio); lemán, 1583 (Poza); pinaza, Berceo; raque, 1836... mayoritariamente comprendidas entre 1492 y 1700, es decir, los Siglos de Oro, cuando se produjo la gran revolución náutica y naval en el Atlántico.38 En ella, como para el español estándar, deben buscarse los orígenes del dialecto pejino cántabro.

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«RAQUE < ingl. to rake, neerl. raken... (1836)» (DCECH, s. v.), cf. DRAE. Vidos dedicó muchos trabajos a poner de manifiesto esta tendencia al préstamo de los tecnicismos marineros. 38 Vid. Carriazo Ruiz (2003). 36 37

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GARCÍA LOMAS, Adriano (1922): Estudio del dialecto popular montañés: Fonética, etimologías y glosario de voces [Apuntes para un libro], San Sebastián, Nueva Editorial. — (1949): El lenguaje popular de las montañas de Santander: Fonética, recopilación de voces, refranes y modismos, Santander, Centro de Estudios Montañeses [segunda edición, corregida y aumentada; Santander, Aldus, 1966; tercera edición: Santander, Estudio, 1999]. — (19993): El lenguaje popular de la Cantabria montañesa, Santander, Estudio.

Las primeras documentaciones del léxico español. Aportación del Diccionario del español medieval ALEJANDRO FAJARDO AGUIRRE Universidad de La Laguna

EVA-MARIA GÜIDA Academia de las Ciencias de Heidelberg

1. El conocimiento de la fecha en la que por primera vez se documenta el uso de una palabra tiene una importancia indiscutible para la historia de la lengua. La determinación del vocabulario creado en distintas épocas, con la mayor precisión cronológica posible, permite fundamentar una hipótesis etimológica, reconstruir la historia de los préstamos, conocer las influencias extralingüísticas en la evolución del léxico y estudiar las tendencias evolutivas que le afectan en distintas épocas. En la mayor parte de los casos, las fechas con las que contamos son provisionales, porque pocas veces podemos constatar con certeza que corresponden a la primera aparición de la palabra, pero no por ello dejan de ser una base sólida sobre la que cimentar la etimología y la historia del léxico. El atraso en la investigación de las primeras dataciones en español, criticada entre otros por Baldinger (1998), tiene como consecuencia que sea sumamente fácil encontrar fechas anteriores a las ya documentadas, a diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, especialmente en francés, donde se ha llegado a hablar de una «chasse a la première date» (Brochard 1992: 557); a pesar de que en esta lengua la investigación sobre las primeras fechas está muy avanzada y comenzó hace más de un siglo, aún es frecuente que haya correcciones de primeras fechas, que pueden ser incluso de siglos (Baldinger 1998: 101). La posibilidad de datar el léxico depende del desarrollo de la lexicografía histórica y dado que ésta arrastra en el caso del español un evidente retraso, es fácil comprender que los datos cronológicos disponibles sean escasos y que además deban ser tomados con cautela. La utilidad de la datación, por otra parte, debe estar basada en un análisis lexicográfico previo del lema, ya que otros recursos no elaborados (corpus digitalizados, bases de datos, etc.) suministran una información que sólo resulta útil tras el correspondiente trabajo lexicográfico, por medio del cual el filólogo contrasta, filtra y organiza la información. Por otra parte, tras el examen de la producción histórico lexicográfica del español, debemos desechar gran parte de las obras, que no aportan datación alguna (así, por ejemplo, el Tentative Dictio-

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nary of Medieval Spanish de Kasten y Cody 2001) de forma que únicamente contamos con la información de las partes publicadas de los diccionarios históricos académicos: el DH-1933 (hasta cevilla) y el DHLE (hasta apasanca). El DH-1933 es muy limitado en cuanto a sus fuentes y poco exhaustivo, aunque aporta algunos datos hasta la letra C. Las fuentes del DHLE, en cambio, son muy numerosas y heterogéneas. Como corresponde a un diccionario con pretensiones de abarcar toda la historia de la lengua, se basa en un amplio catálogo de unos 10 000 títulos, aunque no han sido despojados exhaustivamente. Pero el problema no es éste, sino su interrupción antes de acabar la letra A (1996). La reciente publicación del Léxico hispánico primitivo. Siglos VIII al XII (LHP) saca a la luz un trabajo comenzado en 1926 por iniciativa de Ramón Menéndez Pidal, del que se hizo cargo Rafael Lapesa, aunque no se publicó, sino que en 1976 se depositó en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia para que sirviera de base en los trabajos de redacción del DHLE. En cuanto a sus dataciones, no están actualizadas, aunque se ha llevado a cabo alguna modificación y corrección. Sus fuentes son, sin embargo, muy limitadas, y en el cotejo con el DEM comprobamos que la mayor parte de las palabras de éste no están en el LHP. A esto debemos añadir algunos trabajos de reciente publicación que aportan datos de interés, pero que se limitan sólo a recogen textos alfonsíes: Kasten (2002) y Sánchez (2000). Los diccionarios de Corominas (DCEC, BDEC) y Corominas y Pascual (DCECH) son etimológicos, pero su concepción de la etimología en sentido amplio, como «historia de la palabra», les lleva a incluir en sus artículos valiosas informaciones sobre la fecha de la primera documentación que afectan, sin embargo, a una parte relativamente pequeña del léxico hispánico. El diccionario abreviado de Corominas, el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (BDEC), que se basa en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (19801991), ha rectificado y ampliado muchas de las dataciones, por lo que debe ser consultado preferentemente para esta cuestión, con la salvedad de que en el artículo se da la fecha, pero no el autor y la cita, que sólo se puede encontrar –aunque no siempre– tras una nueva consulta en el DCECH. Pero son los trabajos del Diccionario del español medieval, que bajo la dirección de Bodo Müller se redacta desde 1987 en la Universidad de Heidelberg, los que están aportando nuevos datos que, sin lugar a dudas, van a hacer avanzar el conocimiento de la historia del léxico español y de sus primeras documentaciones. El DEM resulta valioso para la datación, en primer lugar, por la riqueza de sus fuentes documentales, exhaustivamente despojadas, que abarcan textos de los siglos X a comienzos del XV y que se han visto acrecentadas progresivamente con la incorporación al fichero de documentación de nuevos títulos: los quinientos del primer volumen se han incrementado con más de ciento treinta en el segundo tomo (1995), y se siguen aumentando en el tercer tomo que se está elaborando.

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2. Otra cuestión es el análisis cualitativo de las dataciones, que presentan una serie de aspectos problemáticos que conviene analizar. En primer lugar, el hecho de poner una fecha a una palabra no quiere decir casi nunca que esa fecha indique el momento de su nacimiento; suele existir una diferencia, que puede ser de años o incluso de siglos, entre la fecha que se documenta y la de la creación real de la palabra, porque es obvio que la fecha de un documento no tiene por qué coincidir con la de su redacción. Sólo en muy raras ocasiones coincide la fecha de creación o de entrada en el léxico español con la documentada en los textos, esto sólo ocurre, por ejemplo, cuando un autor escribe «a tal cosa la llamo así» (como ocurre en Alfonso X). Pero en la mayor parte de los casos sólo podemos asegurar que la palabra documentada estaba ya en circulación en la fecha en que la registramos escrita. La fecha de entrada en el léxico pudo producirse unos años antes, pero también muchos siglos atrás, sobre todo cuando se trata de una palabra poco usual o de una etapa inicial de la lengua escrita, en la que los textos todavía acogen un caudal limitado de voces. Las fechas de las palabras patrimoniales, que «siempre» han estado en el uso oral, son las que marcan su entrada en la lengua escrita, mientras que en el caso de otras palabras como los préstamos, los cultismos o los tecnicismos, su registro escrito está normalmente más cercano a la fecha de creación o entrada de la palabra en la lengua. Los errores de datación en la lexicografía española precisan una clarificación, para lo que puede servir de guía la tipología de las dataciones erróneas del francés elaborada por Höfler (1986): 1º- Datación no comprobable, al no incluir el diccionario la cita correspondiente. 2º- Datación aproximativa («hacia…», etc.) que con frecuencia es luego eliminada al ser recogida por otro diccionario). 3º- Errata en la datación. 4º- Cambio en la fecha de los préstamos, asignándosele al préstamo recibido la fecha registrada en la lengua de partida. 5º- Datación asignada a la palabra por la fecha de la primera edición, cuando aparece únicamente en una edición posterior. En el caso del español, encontramos obras lexicográficas que obvian la fecha en los artículos, forzando a quien quiera conocerla a buscar la referencia en el índice bibliográfico (Kasten 2001) En general, la precisión en las dataciones más antiguas es a menudo ilusoria, incluso en los casos en los que la palabra viene acompañada por la fecha precisa de un año, de ahí que con frecuencia se recurra a indicar la imprecisión con «hacia», «principios», «mediados», «finales», etc.; así, el Libro de Alexandre se data en la primera mitad del XIII. En otros casos se dan convencionalmente fechas que se han

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aceptado durante tiempo como las de aparición de una obra, pero que han sido discutidas luego por los especialistas, de manera que para las documentaciones encontradas en el Poema de Mio Çid se puede dar la fecha de 1140, 1254 para Calila, etc. Las diferencias pueden ser pequeñas en algunos casos (el Fuero Juzgo lo data el DHLE en 1260 y el DEM lo adelanta a 1254) pero en otros las discrepancias son mayores: el Fuero de Soria se data en el DHLE en el siglo XII, pero la versión de esta fecha es en realidad latina: el fuero se fecha, según el editor Galo Sánchez, con posterioridad a 1190 y antes de 1214, pero fue concedido por Alfonso VIII el Batallador (Pérez-Bustamante: 1997) y en su época la lengua de un fuero era el latín; según el DEM el fuero en castellano se data un poco antes del Fuero Real de Alfonso X, por lo que este diccionario da la fecha de 1252. Las dataciones son más precisas a medida que se avanza en el tiempo, desde el XIV y especialmente desde la difusión de la imprenta en el XV, aunque se siguen planteando dudas, porque también encontramos obras póstumas o publicadas en fechas muy posteriores a su redacción, que pueden resultar engañosas si se piensa erróneamente que esta es la fecha en que fueron compuestas. Con el mismo resultado, otras veces se atribuye al año de la primera edición lo que son añadidos o cambios que aparecen en un manuscrito o una edición de fecha posterior y que no estaban en el original. Así, por ejemplo, La Gran Conquista de Ultramar se fecha c. 1295. La única fuente para la obra completa es el impreso de Salamanca de 1503. Existen tres manuscritos en la Biblioteca Nacional (1187, 1920, 2454) y uno en la Biblioteca de Salamanca (nº 1298), con fechas entre finales del siglo XIII hasta mediados del XV, pero ninguno de ellos contiene la obra por entero. El caso contrario se suele dar en las palabras registradas en diccionarios, vocabularios, etc., que se documentan en fechas posteriores a la entrada real de la palabra en el uso. 3. Nos centraremos ahora, vistas las dificultades de la datación, en examinar las predataciones del DEM en comparación con lo que hasta su aparición se habían considerado primeras documentaciones. Denominamos predatación (nos permitimos la utilización de este neologismo) a la nueva fecha en que se documenta por primera vez una palabra o una nueva acepción, en relación con otra, considerada hasta entonces la más antigua. La importancia de las predataciones va más allá del simple descarte de otras fechas, dado que en muchas ocasiones tienen repercusión no sólo en la historia de la palabra, sino en el desarrollo de la historia del léxico, afectando a familias completas, a determinadas formas de derivación, etc. Aún así, si consideramos sólo la fecha, se encuentran muchos casos en los que el DEM ha adelantado en siglos los datos hasta ahora disponibles1: 1

Las abreviaturas de las obras corresponden a las empleadas en el DEM.

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DEM

DHLE

Acallamiento

1400 BibliaJudCrist

1925 Borges

Alevantado

1255 Alf X Espéculo

1971 Mendoza

Alerión

1400-1425 LTesoro

1853 DiccNacDomínguez

Alegramiento

1256-65 Alf X Part I

a 1646 Centón Epistolario

De estos ejemplos deducimos una serie de consecuencias: por una parte puede comprobarse, gracias a las predataciones del DEM, que palabras consideradas hasta ahora americanismos tienen en realidad un origen medieval: — acallamiento m ‘descanso’ se encuentra por primera vez, según el DHLE en Borges (1925), de acuerdo con lo cual podría verse como un argentinismo derivado de acallar (1ª doc. según el DHLE c. 1509, Papeles América, [I 288c]), pero con los nuevos datos sus orígenes se relacionan más con el medieval callamiento (fichero DEM: s. XIII). — alevantado, que sólo aparecía hasta ahora en el siglo XX en México, adelanta en 716 años su fecha de aparición, pero además muestra la procedencia peninsular de esta palabra. — El préstamo francés alerión (‘águila de mar’) puede datarse 428 años antes, con lo que se adscribe al gran grupo de los galicismos que entraron a través de las traducciones aragonesas; se trata, en concreto, de una traducción al aragonés del francés del Livres dou Tresour de Brunetto Latini. — En cuanto a alegramiento, no data del siglo XVII, no es un caso de derivación tardía de alegrar, sino de una formación medieval, como los restantes miembros de esta familia de palabras: alegranza, alegre, alegría. En este ejemplo concurren una serie de consecuencias para la historia de la lengua que encontramos con frecuencia en otros artículos del DEM: para la historia del español de América, del contacto entre lenguas y de la formación de palabras. El esclarecimiento de la etimología de la palabra también puede verse afectada por una predatación, pues un cambio en la fecha puede implicar que se deba proponer un origen distinto. Albergo está documentado en el DHLE en Amadís (1508); por su parte, el DCECH lo registra por primera vez en Cervantes, con lo que se concluye, a partir de esta datación, que «La variante albergo (Cervantes, Mariana) es italianismo sin arraigo» (I 118ª, s. v. albergue). Sin embargo, la documentación en el DEM de la palabra por primera vez se sitúa hacia 1350 (Crónica Troyana) con el sentido de ‘cabaña, abrigo’. Gracias a esta predatación de 158 años

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se pone de manifiesto la pertenencia de albergo a la familia léxica de albergar, de la que se encuentra abundante documentación en español medieval (albergada, f.; albergador, m.; albergar, v.; albergue, m; alberguería, f.; alberguero, m.), según se registra en el DEM. Otro ejemplo para la etimología de los italianismos es el caso de cortesano. Según Corominas (DCECH, s. v. corte) la primera documentación es de 1490, Palencia, tomado del italiano cortigiano por conducto del oc. ant. cortesan. El Fichero DEM documenta la palabra por primera vez en los documentos de Alfonso X, en el año 1259, lo que significa que el origen italiano propuesto por Corominas no se puede mantener. Las novedades aportadas por el DEM no se limitan, sin embargo, a unos ejemplos escasos pero significativos, sino que son importantes también cuantitativamente. Como muestra, analizamos las aportaciones del fascículo 25, donde se pueden comparar las predataciones con las fechas anteriores del DHLE ordenadas cronológicamente2 (véase el cuadro de la página siguiente). Examinando la tabla llama la atención, en primer lugar, que hemos documentado un número de entradas muy elevado que son medievales (el 43%); hasta ahora, en cambio, se habían datado siempre como posteriores a 1492. La consecuencia para la investigación del español de América es evidente y exige reorientar los estudios de historia del léxico, porque la base peninsular medieval parece haber pervivido allí en mayor medida de lo que hasta ahora se venía considerando. La interrupción del DHLE, por otra parte, no se ve paliada por el DCECH en cuanto a la datación, que sólo rara vez da fechas para los derivados. Tomemos el ejemplo del adjetivo alimental, que registra el DHLE por primera vez en un texto peruano del siglo XVI, mientras que el verbo correspondiente alimentar ‘nutrir’ aparece en un documento de Gutiérrez Torres de 1524. La documentación del DEM se remonta, en cambio, al siglo XIV: alimental aparece en un texto médico de 1381 con el significado de ‘nutricional’, y alimentar en un texto de Palladio de 1385, a lo que hay que añadir la documentación por primera vez de aliment ‘víveres’ en 1385. La consecuencia es clara: se trata de una familia de palabras de finales del XIV. Otro caso significativo es el de alivianado, que aparece en los diccionarios como americanismo y se registra en el DHLE por primera vez en el siglo XX, en una obra de Ciro Alegría de 1941; la palabra, sin embargo, ha sido documentada por el DEM en el Libro del Caballero Zifar, c. 1300, pero no sólo eso, sino que se registra por primera vez la familia de palabras completa a lo largo del siglo XIII: aliviancia (c. 1250 Vidal Mayor), aliviar (c. 1200-50 Fazienda de Ultra Mar) aliviamiento (c. 1235, Berceo, San Millán), aliviado (c.1252-70 Alf. X, Setenario), alivio (c. 1295, GconqUltramar). 2

El DCECH sólo data cuatro de estas palabras, con fecha igual o similar a la del DHLE.

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LAS PRIMERAS DOCUMENTACIONES DEL LÉXICO ESPAÑOL

PREDATACIONES EN EL FASCÍCULO 25 DEL DEM (ORDENACIÓN CRONOLÓGICA) DATACIÓN ANTERIOR

PALABRA

SIGNIFICADO

PREDATACIÓN DEL DEM

DATACIÓN DEL DHLE

[c.1300] CaballeroZifar

[1941] Alegria, C.

XX

alivianado, a part. adj.

‘descargado’

XIX

alilla f

‘aleta’

[c.1275] Alf.X G.Est.

[1853] Dicc.Enc.

alindamiento m.

‘desfiladero’

[2ª mitad s XIV] Heredia

[1853] SuplDicNac

aliseda f.

‘alisar’

[1342-50] Alf.XI LMonte

[1803] AcSupl.

XVIII

aljofifa f.

‘estropajo’

[1341] Docs. Arch.Med.

[1726] Ac.

XVII

alipta f.

‘cierta

[fines XIV] Sinonima

[1606] ARFontecha

confección’ XVI

XV

XIV

XIII

alimental adj.

‘nutricional’

[1381] Estéfano Visita

[c.1549-a1603] Perú

alimentar v.

‘nutrir’

[1385?] LPalladio

[1524] GtzTorres

alijar m.

‘cortijo’

[1393] ColDiplCuellar

[c.1516?] Fernando

allevar v.

‘transportar’

[2ª mitad s XIV] Heredia

[c.1500] OrdenSev

alimpiante part. act.

‘que purifica’

[c.1400] BibliaJudCrist

[1495] TraLilioMed

aligamiento m.

‘asignación’

[1423] ArteCisoria

[1491] Part IV

alisar v.

‘poner liso’

[1385?] LPalladio

[1490] Palencia

alimento m.

‘nutrición’

[c.1400] VidaFilosofos

[1444] Mena

allegador m.

‘el que recauda’

[1186] DocsLingCast

[1438] Corbacho

alimara f.

‘señal’

[2ª mitad s XIV] Heredia

[a. 1396] Gestas

alisiar v.

‘herir’

[c.1260] FsCastilla

[a. 1356] PseuOrd

allegada f.

‘comunidad’

[1256-65] Alf.X PartIV

[c.1350] Sumas

aligar v.

‘vendar’

[s.XIII] FVigueraValFun

[c.1300] FArag

allegadizo adj.

‘de mal carácter’

[c.1270] Alf.X PCrónGen I

[c.1300] Agric.B.

aliñado, a adj.

‘cultivado’

[1229] DocsSalamanca

[1269] Ávila

alimosna f.

‘limosna’

[1224] DocsLingCast

s. v. almosna p 1252

allegado, a part.adj.

‘reunido’

[c.1230-50] Alexandre

[a.1252] FloresDer

Como conclusión, comprobamos que la atención a las dataciones en español no sólo es importante para conseguir un mayor rigor en obras de lexicografía histórica, sino que es una base fundamental para el estudio de la historia de la lengua y para la etimología. La actualización de datos que aporta el DEM está enriqueciendo el conocimiento de una parte importante de la historia de nuestro léxico, modificando radicalmente muchas de las fechas hasta ahora disponibles, con predataciones que obligan a modificar hipótesis etimológicas y que afectan a la historia de familias de palabras completas. Con la línea de investigación abierta por el DEM se dispondrá en breve de dataciones actualizadas hasta el siglo XV. Esperamos tam-

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bién, que esta aportación del DEM contribuya a crear la conciencia de la necesidad, no ya de ir a la caza de primeras documentaciones, pero sí de prestar atención lexicográfica a esta cuestión.

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Marcas comerciales y diccionarios JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO Universidad de Salamanca

[…] cuando acabó, corrió a la calle, pero la Coca-cola se había acabado ya. Y no tuvo oportunidad de probarla hasta seis años después. Por si ustedes no lo saben, eso es lo que se llama un trauma infantil. Porque la Coca-Cola representaba entonces un mundo nuevo y maravilloso, una especie de paraíso custodiado por dos ángeles, Micky Mouse y el pato Donald […] (L. Landero, «Un siglo en miniatura», Entre líneas: el cuento o la vida).

1. INTRODUCCIÓN El tónico cerebral y nervioso descubierto a finales del siglo XIX por un farmacéutico de Atlanta, John Styth Pemberton, compuesto de hojas de coca, semillas de un árbol ecuatorial (cola),1 caramelo, ácido fosfórico y una combinación de siete sabores naturales, se ha convertido en el paradigma del valor de una marca. Los nombres de marcas comerciales son «palabras de la tribu» no repertoriadas por los diccionarios, excepto cuando se han convertido en apelativos, en genéricos: el DRAE recoge 76 palabras que proceden de «marcas registradas».2 Las enciclopedias, probablemente su lugar natural, tampoco los incluyen. La bibliografía lingüística, en lo que al español se refiere al menos, es escasa; sólo en el ámbito del lenguaje publicitario podemos leer algunas consideraciones sobre este tipo de palabras.3 El fenómeno de la marca ha sido estudiado, sobre todo, desde el ámbito de la economía (marketing, branding, naming), del derecho (regulación legal de su funcionamiento en el mercado) y de la psicología social (los adolescentes «marcan», por ejemplo, su manera de vestir).4 Incluso la marca es referencia fundamental en «cola3. Bot. Semilla de un árbol ecuatorial, de la familia de las Esterculiáceas, que por contener teína y teobromina se utiliza en medicina como excitante de las funciones digestivas y nerviosas» (DRAE). 2 Son materiales (nailon, plastilina), sustancias (rímel), productos químicos (aspirina, dedeté), aparatos (termo), alimentos (polo, potito)… Aparecen marcados, en la etimología, como marca reg. 3 Con los nombres de empresa y los nombres de establecimientos comerciales forman los llamados ecónimos. 4 Existen en España casi dos millones de adolescentes entre 15 y 17. Las empresas estudian a fondo su manera de ser, sus gustos: son los potenciales consumidores de sus marcas. Se cuenta que en 1995, en la región inglesa de Midlans, un niño fue bautizado con el nombre de Nike. 1

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algunos movimientos reivindicativos, como el de la defensa de los derechos de los trabajadores (página web de la organización francesa Transnationale) o de los valores ecológicos (lista roja-lista verde de Greenpeace sobre los alimentos transgénicos).5 Voy a hacer una breve referencia a estos estudios para comentar, sobre todo, aquellos aspectos que tienen relación con lo lingüístico. Después, plantearé con brevedad los problemas en torno al estatus gramatical de este tipo de palabras y describiré, finalmente, los rasgos más interesantes de un diccionario etimológico de marcas en el que llevo un tiempo trabajando. Las marcas pueblan nuestra vida diaria, desapercibidas e invisibles a veces, obsesivas en otras ocasiones. El DRAE recoge la locución adjetiva de marca que se usa «para explicar que algo es sobresaliente en su línea». Forman parte del engranaje económico de nuestra sociedad de libre mercado. Tienen la función de indicar a los consumidores el origen empresarial y de singularizar los productos y los servicios. La marca es mucho más que un nombre: es un fenómeno fundamental de las economías modernas que actúa como factor de su competitividad y como catalizador de las relaciones entre los distintos agentes económicos. Lluis Bassat (1999: 63) ha definido la publicidad como la «Celestina que pone en contacto productor y consumidor, procurando que se produzca el flechazo». La marca es la palabra clave en ese romance. Las mejores marcas son las que despiertan en el consumidor sentimientos de identificación y confianza. Sabemos su uso tan antiguo como el nacimiento del comercio (los vasijas prehistóricas llevaban ya la marca de su autor). Pero, a finales del XIX y sobre todo a lo largo del XX, la sociedad industrial y la sociedad de consumo la han convertido en un elemento axial en el funcionamiento de la economía de nuestros días. La centuria pasada ha sido no sólo el siglo de las siglas, sino también el siglo de las marcas. En sus últimas décadas, hemos asistido a la expansión de las llamadas empresas «multinacionales» dentro del proceso de globalización. De este modo, muchas marcas están presentes en casi todos los países del mundo: y también muchos anglicismos imponen su presencia en el resto de las lenguas. Existen millones de marcas: en España se registran cada mes entre tres mil y cinco mil. Los estudios de economía de mercado han creado, en torno a la marca, dos ámbitos de investigación y desarrollo llamados branding y naming.6 El primero se encarga de todo el proceso de diseño y estrategia de gestión de la marca. El segun-

http://www.transnationale.org y http://www.greenpeace.es/genetica/listas/home2.asp respectivamente. 6 Existen varias empresas dedicadas a esta actividad. Entre otras podemos citar: www.lexiconbranding.com (California), www.namelab.com (San Francisco), www.nameaname.com (Londres), www.namebase.com (Sur de California), www.naming.com (California). 5

MARCAS COMERCIALES Y DICCIONARIOS

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do, más específico, se ocupa de la creación del nombre de la marca. Así argumenta una agencia de naming la idoneidad de uno de sus nombres: Criteria es el nombre corporativo creado por Nameworks para una nueva compañía asociada a Media Planning Group especializada en servicios editoriales… El objetivo a cumplir por la agencia era que la marca debía transmitir valores de profesionalidad y eficacia, en un tono seguro y responsable… El resultado es Criteria, marca de clara vocación internacional, fácilmente memorizable, contundente y muy apropiada para su entorno profesional. 7

Las marcas son inestables. Algunas (las de prestigio) resisten el paso de los años; otras muchas son efímeras. Entre las primeras están Kodak, Gillette, Colgate o Coca-cola, Cola-cao o Danone. La camisa Tervilor, la estufa Super Ser, el televisor Telefunken o el Simca 1000 quedaron allá lejos, en las brumas de nuestra infancia y de nuestra adolescencia. En lo que se refiere al aspecto legal, hay que recordar que está en vigor la Ley 17/2001, de 7 de diciembre. Marcas (BOE, 294, de 8 de diciembre), que deroga la Ley 32/1988 de 10 de noviembre. Ha sido desarrollada por el Reglamento aprobado por el Real Decreto 687/2002 de 12 de Julio. Todos los trámites para la obtención de la licencia de marca se gestionan en la Oficina Española de Patentes y Marcas (Madrid).8 En el artículo 4.1. se define el término: se entiende por marca todo signo o medio susceptible de representación gráfica que sirva para distinguir en el mercado los productos o servicios de una empresa de los de otras.

En el artículo siguiente concreta de qué tipos de signos se trata: a) las palabras o combinaciones de palabras, incluidas las que sirven para identificar a las personas....; b) las imágenes, cifras, símbolos y dibujos; c) las letras, las cifras y sus combinaciones; d) las formas tridimensionales entre las que se incluyen los envoltorios, los envases, la forma del producto o de su presentación; e) los sonoros; f) cualquier combinación de los signos que, con carácter enunciativo, se mencionan en los apartados anteriores.9 www.nameworks.es (Barcelona). La marca comunitaria se rige por el Reglamento CE núm. 40/94, de 20 de diciembre 1993. Las licencias se gestionan en la Oficina de Armonización del Mercado Interior (Alicante). La ley de marcas incluye también los nombres de empresa (con la no muy afortunada denominación de nombres comerciales). 9 Algunos teóricos distinguen entre fonotipo (identificación verbal de la marca), logotipo (representación gráfica), grafismo (dibujos y colores que respalda dicha representación). El conjunto de los tres elementos se denomina anagrama. 7 8

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En el capítulo segundo, se exponen una serie de Prohibiciones absolutas, entre las que se encuentran el registro de nombres «[…] que sean contrarios a la Ley, al orden público o a las buenas costumbres» (f) y «los que puedan inducir al público a error, por ejemplo sobre la naturaleza, la calidad o la procedencia geográfica del producto o servicio» (g). Por esta razón, aunque se han admitido, se plantearon dudas en casos como Cottonelle (papel higiénico y pañuelos de papel, que no están hechos con algodón) o Clinique (marca de cosméticos, que no tiene relación con el ámbito de la Medicina). Un aspecto importante, en este ámbito legal, es el problema de la semejanza de nombres para el mismo tipo de producto o de servicio, que a veces forma parte de la competencia desleal: los jueces han tenido que decidir la incompatiblidad (Baileys-Baylas, Cremalba-Albacrem, Sonic-Sony, Camel-Kamel...) o la compatibilidad de dichas denominaciones (Magia-Maggi, Rocar-Ricard, Bondivisa-Visa…). 10 En Francia, hubo un contencioso muy conocido: en 1954 una marca de quesos, La vache qui rie, había encontrado una rival en La vache serieuse, nombre que al final perdió el respaldo legal. Menor problema hay cuando se trata de productos o servicios diferentes: hay marcas homónimas como Casa (Construcciones Aeuronáuticas S.A. y la cadena belga de artículos del hogar), Lotus (reloj, automóvil y empresa informática), etc. 2. ¿QUÉ TIPO DE PALABRA ES LA MARCA? El estatuto gramatical de este tipo de nombres es complejo. No son nombres propios (como los nombres de empresa por ejemplo, aunque habitualmente se escriben con mayúscula) y tampoco son nombres apelativos (aunque algunos, como ya hemos recordado, pasan a esa clase de genéricos). Si el nombre propio denota a un ser en un determinado contexto, individualizándolo, y el nombre apelativo connota, es decir, contiene un conjunto de notas o cualidades que clasifican a los seres concretos en una determinada clase, los nombres de marca son una especie de metonímicos (parte) dentro de la clase (todo): realmente designan un grupo o un tipo de producto o de servicio con unas notas o cualidades «añadidas a las del apelativo», que diferencian los referentes en la realidad: son los elementos que lo componen, la cantidad (Coca-cola y Pepsi-cola son dos bebidas refrescantes de cola con diferente sabor), etc. Son como subgrupos dentro del genérico que delimitan (como los adjetivos, pero de otra manera) su extensión. En tanto en cuanto aumenta su capacidad para señalar el producto en general y, por tanto, su frecuencia de uso, aumenta también su aparición en los textos escriBercovitz (2002) presenta una amplia casuística de problemas legales con el registro de nombres. 10

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tos con minúscula (lo que supone que está en vías de convertirse en un apelativo: lo que la Retórica llamaba antonomasia). El «refresco de cola» por antonomasia es Coca-cola (en el CREA 205 ocurrencias con minúscula, frente a 36 con mayúscula); el «vermut» por antonomasia es Martini (en el CREA 201 con minúscula, frente a 51 con mayúscula). El proceso de cambio es más probable cuando se refiere a un invento (velcro) o cuando nos referimos al objeto con un sintagma: la «rosquilla blanda» quizás sea en el futuro *donus o el «pañuelo de papel» *clines. 11 Los nombres de marca pertenecen para Robert Gallison (1992: 209) a lo que denomina marqueologie, una disciplina léxica intermedia entre la Onomástica (nombres propios) y la Terminología (nombre apelativos). 3. EL DICCIONARIO ETIMOLÓGICO DE MARCAS Como he señalado más arriba, estoy elaborando un diccionario que explique el origen de los nombres de las marcas. Es –parece– un diccionario intersticial: llena un vacío en la lexicografía del español.12 Ningún tipo de diccionario actual recoge ni explica esta clase de términos (ni generales, ni enciclopédicos, ni bilingües…; ni siquiera en bases de datos de Internet como Eurodicautom). Intento hacer un diccionario etimológico, con palabras relativamente recientes. No se trata de contar la historia del producto, sino de explicar el nombre de la marca, pequeñas historias más o menos interesantes para observar cómo surgen las palabras (en esa explicación hay, claro, abundantes informaciones enciclopédicas). Puede ser un diccionario útil para los profesores de español en otros países, que con frecuencia no están inmersos en los contextos situacionales habituales en los que aparecen esos nombres ni conocen los referentes de las marcas. Es un tipo de cultura «experiencial o corriente», no «institucional», que no se enseña en la escuela. Estos nombres de marcas actúan como indicadores culturales y en este contexto hay que situar el diccionario de Galisson-André (1998) que se concibe como un instrumento didáctico para la enseñanza del francés como segunda lengua (FLE) para los profesores que residen en otros países y para estudiantes de niveles avanzados. A través de las marcas se ponen de manifiesto ciertos valores culturales que atañen a la comida, a la bebida, al vestido, etc. (lo que los lexicógrafos franceses llama lexiculture).

Donuts en el CREA tiene 51 ocurrencias (32 con minúscula y 21 con mayúscula); Kleenex –sus variantes gráficas–, 81 (63 con minúscula y 18 con mayúscula). 12 El inglés (Room 1982) y el francés (Galey 1996, Gallison y André 1998) disponen de diccionarios de este tipo. 11

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MICROESTRUCTURA13

LEMA .

El lemario está limitado a las marcas más conocidas por un español medio sin grandes conocimientos en ámbitos específicos (son miles, por ejemplo, las marcas de cerveza; sólo recojo 15 o 20).14 Incluyo los nombres de empresa, porque en muchos casos coinciden con la marca del producto o del servicio (son las llamadas marcas de fabricante). Limito el número de marcas a las más conocidas, aunque en algún caso –por razones lingüísticas– me ha parecido interesante incluir alguna menos conocida.15 TIPO PRODUCTO O NOMBRE DE EMPRESA (CLASE DE MARCA).16 Aparece el tipo de producto o servicio al que se refiere la marca. En el caso de las marcas únicas Intentaré, en la medida de lo posible, colocar el logo de cada marca, porque existen aspectos icónicos estrechamente relacionados con las características del nombre. Pero no incluyo los eslóganes que acompañan a la marca en los textos publicitarios. Como se sabe, es un mundo tan complejo y tan rico en recursos lingüísticos que merece un estudio sistemático monográfico (un diccionario de eslóganes es, sin duda, una tarea aún pendiente en la lexicografía del español). 14 La recopilación no es sistemática. Vivimos inmersos en el mundo del consumo y ahí están las marcas: televisión, periódicos y revistas, folletos de super e hipermercados y, naturalmente, los buscadores de Internet (he utilizado, sobre todo, Google). 15 Sólo están las marcas que aparecen en España. Aunque mi intención es complementar este diccionario con una addenda en la que se recojan las marcas específicas más importantes en Hispanoamérica (sabemos, por ejemplo, que nuestra tirita es curita). 16 No sigo la Clasificación Internacional de Productos y Servicios, utilizado para el registro de marcas (que divide los productos en 34 clases y los servicios en 11), por tratarse de un marco demasiado rígido o formal. 13

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(o marcas sombrilla, se especifican los productos o servicios a los que el nombre se refiere –Philips, Yamaha…–). Existen empresas que tienen marcas múltiples de las que se citan las más importantes (es el caso de P@G –Ariel, Fairy…–; Henkel –Dixan, Vernel…–). También señalo las marcas combinadas del nombre de la empresa y del producto (Nestlé, Nesquik, Nescafé, Nestea…).17 ETIMOLOGÍA. CLASE DE NOMBRE. Un problema frecuente es el de la opacidad del nombre de la marca. He consultado las fuentes de información convencionales (estudios de marketing, monografías de empresas, etc.) y también el inestable e inquietante mundo de Internet. Se puede establecer esta clasificación en cuanto a su origen: Antropónimos. Muchas empresas surgieron como un negocio familiar, que fue incrementando el volumen de ventas y el prestigio, en muy diferentes ámbitos y llevan el nombre de su fundador. En algunos de ellos, el antropónimo es el tipo de nombre característico (motor, moda, alimentación y bebidas). En el mundo del motor: Carl Benz, Walter R. Chrysler, Henry Ford, Enzo Ferrari, Louis Renault, los hermanos Citroën, Teruhiko Suzuki –entre otros– han dado nombre a coches; Harvey S. Firestone, Charles Goodyear o el japonés Ishibashi que tradujo al inglés su nombre, Brigdestone, son denominaciones de neumáticos; Hill Harley y Arthur Davidson comenzaron a fabricar las míticas motos. La moda también utiliza los nombres de diseñadores como elemento de prestigio: Luciano Benetton, Thomas Burberry, Jean Cacharel, Guccio Gucci, Marcel Rochas… –sólo con el apellido–; Georgio Armani, Pierre Cardin, Christian Dior, Carolina Herrera, Nina Ricci… –con el nombre completo–).18 También en el ámbito de la alimentación y de la bebida los nombres de los empresarios marcan sus productos o sus servicios: pastas (Pietro Barilla), arroz (José Sos), chocolate (Henry Nestlé, que consiguió convertir la leche en polvo; José Lacasa), 19 mahonesa (Henry Heinz, James L. Kraft), sopas (Carl Heinrich Knorr), galletas (Juan Cosme Cuétara, Eugenio Fontaneda), leche (Tomás Pascual Sanz). Bebidas famosas deben su nombre al de los empresarios que las inventaron: Jacob Schweppes, Jaime Codorniú, Adolphe Cointreau, Henri Louis Pernod, Alessandro Martini. Arthur Guinness, Gerard Adriaan Heineken, August Kuentzmann Damm, Casimiro Mahou dan nombre a cervezas. Existen, además, las marcas blancas (producto que se vende en un embalaje sencillo –a menudo blanco– y de precio reducido –no hay costes de promoción y publicidad–; las marcas de distribuidor y las marcas colectivas (como las denominaciones de origen). También existen las llamadas segundas marcas (Camel de Winston, LM y Chesterfield de Marlboro; Castellblanch de Freixenet…). 18 Esta tendencia aparece con el tenista René Lacoste (apodado el cocodrilo), cuyo anagrama marcado en sus camisetas es una de las marcas señeras en este mundo de la moda. 19 De su nombre procede los lacasitos –‘caramelos bañados de chocolate’–. También fabrica los llamados conguitos ‘cacahuetes bañados de chocolate’. 17

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Proceden de antropónimos también los nombres de grandes imperios farmacéuticos (el norteamericano Charles Pfizer, el suizo Fritz Hoffmann-La Roche), pero también productos muy nacionales como las célebres juanolas (de Don Manuel Juanola). También ascensores (Elisha Graves Otis, Oskar Schindler); electrodomésticos (Gerard Phillips, Carl Miel); sanitarios (hermanos Roca) o productos de droguería (King Camp Gillette y William Colgate). Además, servicios como el transporte (Ángel Ochoa), el alquiler de coches (John Hertz) o el turismo (Conrad Nicholson Hilton, Enrique Marsans, José Meliá…). En ocasiones, es el nombre de una hija el que se convierte en marca: eso ocurrió con la muñeca Barbie (Bárbara se llamaba la hija de su diseñadora Ruth Handlers), con el coche Mercedes (la hija del cónsul de Austria en Niza) o con los condimentos Carmencita (la hija de Jesús Navarro, iniciador del negocio). Incluso hay dos casos de otro parentesco: el licor Tía María parece que debe el nombre a la criada de una dama noble española en Jamaica, propietaria de la fórmula; y el vino Tío Pepe, bautizado así por el empresario Manuel María González, al parecer en honor de José Ángel, su tío. Algunos nombres de fundadores se enmascaran en siglas (C@A pertenece a Clemente y Auguste Brenninkmeyer), en acrónimos (la ropa deportiva Adidas –Adolph (adi) Dassler–; bicicletas BH –Beistegui Hermanos–; motos Bultaco –Bultó Paco–; galletas Marbú –Martínez Bujanda–; limpiador Harpic –Harry Picman–; hipermercados Caprabo –Carbó, Prat y Bonet, socios fundadores–; Saimaza –Joaquín Sainz de la Maza–) o sufren algún tipo de alteración (Kiichiro Toyoda > Toyota; Tadeo Casio > Casio; Marcel Bich > Bic). A veces, se esconden en pseudónimos, con rasgos biográficos: es el caso de Roberto Verino, que tiene que ver con el pueblo orensano de Verín, donde nació el diseñador Manuel Mariño. También pueden sufrir algún cambio: el sistema operativo Linux lleva el nombre de su inventor, Linus Torvald, con la –x en honor del sistema Unix. En alguna ocasión el antropónimo se une con un apelativo: el recipiente Tuperware es la unión del apellido de su diseñador, Earl Tupper, y del apelativo inglés ware (‘loza’). Gatorade es una bebida «deportiva», que el doctor Robert Cade experimentó con los jugadores del equipo del fútbol americano The Gators (Los caimanes) al que añadió el final de su apellido. Acrónimos y siglas. Estos tipos de abreviación de sintagmas son muy frecuente en empresas de origen no familiar, en las que se hace referencia a menudo al tipo de actividad que desarrollan: Inditex es Industria de Diseño y Textil; Acerinox es una empresa siderúrgica que procede de acero inoxidable. ACS es la constructora Actividades de Construcción y Servicios; Endesa es la Empresa Nacional de Eletricidad (G@E es la norteamericana General Electric); 3M es la multinacional de materiales varios (el estropajo Scotch-Brite, las notas Post-It) Minnesota Mining & Manufacturing Co. Un caso más complicado es Ikea, la multinacional del

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mueble, que responde a las iniciales del nombre de su fundador y del lugar donde puso la primera fábrica en Suecia (Ingvar Kamprad, Elmtaryd Agunaryd). Topónimos. El lugar de origen del fundador o emplazamiento de la primera tienda o fábrica del negocio se aprovecha con frecuencia para nombrar el producto o el servicio. Es el caso de muchas aguas minerales (Evian o Bezoya); de cervezas como Amstel, Budweisser, Kronenburg, Cruz Campo o San Miguel;20 de whisky como Chivas (Schivas, en Aberdeenshire, Escocia); de cigarrillos (Winston);21 de cavas como Freixenet (finca de fresnos) o de compañías de seguros como Winthenthur (pueblo cerca de Zurich). Nombres de animales. La cerveza El Águila (cerveza), la pasta Ardilla o Gallo, el tabaco Bisonte, la crema de calzado Búfalo o Kiwi (ave neozelandesa), el arroz La Cigala, las prendas de punto Escorpión, el caldo Gallina Blanca, los viajes Halcón, el reloj o el coche Jaguar, el jabón Lagarto, la tinta Pelikan, las lanas Pingüino, la ropa deportiva Puma, los electrodomésticos Taurus, la motocicleta Vespa, la colonia Yacaré (palabra guaraní con el significado de ‘caimán’)… conforman un variado animalario económico.22 Apelativos de otras lenguas. Cuando las empresas están situadas en territorios con lenguas propias, utilizan palabras de esas lenguas como denominación comercial. Es el caso de Camper, la marca de calzado, que es ‘campesino’ en mallorquín. En vasco, Eroski (cadena de distribución de alimentos) tiene que ver con erosi ‘comprar’ y Kaiku (leche) es el nombre del recipiente en el que los pastores vascos llevan la leche. El francés aporta, entre otros, Carrefour (‘encrucijada’). Hay una importante cantidad de nombres ingleses: Always (‘siempre’) son toallitas sanitarias; Beefeater (‘alabardero de la Torre de Londres’) es una ginebra; los Donuts son ‘rosquillas’; Fairy (‘hada’) es un lavavajillas; Sprite (‘duende’) es una bebida gaseosa; Visa (‘visado’) es una tarjeta de crédito; Whirlpool (‘remolino’) es una secadora; Wizard (‘mago, brujo’) es un ambientador. Leggo es una marca danesa de juguetes (leg es ‘juego’ y godt, ‘bien’). Palabras latinas y griegas. El prestigio del mucho grecolatino se aprovecha en este mundo de las marcas: Aquarius es una bebida refrescante, Amadeus una agencia de viajes, Delirium tremens una cerveza, Findus productos congelados, Amstel es el río que atraviesa Amsterdam; Budweisser, una ciudad alemana; Kronenburg, un lugar próximo a la ciudad de Estrasburgo; La Cruz del Campo, un histórico templete extramuros de Sevilla que cobijaba una cruz de piedra; San Miguel, un barrio de Manila. 21 R. J. Reynolds instala su cuartel general en Winston-Salem, ciudad de Carolina del Norte. 22 Cuando la tabacalera Reynolds lanza en 1916 una nueva marca con tabaco turco, incluye en su cajetilla un animal de una joroba –Joe– que no es un camello (Camel), sino un dromedario fotografiado en el circo Barnum y Bailey en Winston-Salem. Castorama es una empresa francesa de fabricación de casas de madera: el castor es un hábil constructor de este tipo de casas. 20

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Frigo un helado, Genius una empresa de informática, Imaginarium una tienda de juguetes, Legalitas una asesoría jurídica, Lux un jabón, Nomen un arroz, Novartis una empresa farmacéutica, Politus un limpiamuebles, Quorum un perfume, Sanitas una aseguradora médica, Sensilis un maquillaje o Terra una empresa de Internet. Cuando en 1953 la compañía japonesa Tokio Ysushin Kogyo quiso lanzar sus productos fuera de sus fronteras, eligió la palabra latina sonus (elemento fundamental en muchos de sus productos) como base de su nuevo nombre: Sony. Alfa y Sigma son máquinas de coser; Kappa, ropa deportiva. Y el prefijoide griego bio- forma parte de varios productos (el yogur Biofilus de Yoplait, los productos dietéticos Biomanán, los productos cosméticos Biothern).23 Athlon es una empresa norteamericana de informática y es una palabra griega que designaba la lucha y el premio al que los atletas aspiraban en los juegos (es nombre simbólico de la competitividad y el esfuerzo de la empresa). La multinacional inglesa Diageo se compone de dia y geo (cada día se venden sus productos en toda la tierra). Hechos históricos. Algunas marcas rememoran acontecimientos y personajes famosos de una manera motivada en algunos casos o convencional en otros. El wisky escocés 100 Pipers recuerda los cien gaiteros que acompañaron a Carlos Estuardo en la batalla de Culloden (cerca del lago Ness, en 1746) contra el Duque de Cumberland. 1516, la cerveza de San Miguel, es el año en el que el duque bávaro Guillermo IV publica la ley de la pureza de la cerveza (que limitaba sus componentes a cuatro: lúpulo, malta, levadura y agua). Lady Godiva, la esforzada mujer de Leofric (conde de Chester, el monstruo de los impuestos en la Inglaterra del siglo XI) da nombre a unos excelentes chocolates belgas. Shephora, esposa de Moisés, da nombre a una cadena de perfumería francesa.24 Nombres inventados. El fundador de Kodak, George Eastman, ideó el nombre con su letra favorita al comienzo y al final y una combinación de tres letras más (es un nombre de sonido fuerte). En 1963, Coca-cola decide lanzar una bebida de cola sin azúcar ni cafeína y crea Tab, cuyo nombre es el producto de un programa informático que suministró a los directivos una serie de palabras formadas por tres letras con una vocal en medio. El nombre de la aseguradora francesa Axa surgió de manera absolutamente convencional y responde a dos condiciones: que empieza por «a» (para que aparezca al principio de las listas, anuarios, etc.; y que sea fácil de pronunciar en cualquier lengua (dada su dimensión internacional). Google es un juego de palabras con el término *googol, acuñado por Milton Sirotta, sobrino de 9 años del matemático norteamericano Edward Kasner, para referirse al número representado por un 1 seguido de 100 ceros (1.0 X 10100). El uso del término refleja la 23

Helios es una empresa de conservas de frutas: con anterioridad era una confitería llamada

El Sol. Los fabricantes de brandy buscan siempre nombres de prestigio: reyes (Carlos I), condes (Osborne), duques (Alba), guerras (Independencia)… 24

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intención de la compañía de organizar la inmensa cantidad de información disponible en la web y en el mundo. Adjetivos. Espléndido y Soberano son nombres de brandy, Elegido es un vino. Dos de las más famosas gaseosas son La Casera y La Revoltosa. Brillante es un arroz. Total una empresa petrolífera. Los gentilicios también aparecen como marcas: el anís La Castellana, la leche Celta, los dulces La Estepeña o los helados La Menorquina. Onomatopeyas. Bang-Bang (chicle), Crecs (patatas fritas), Kit-Kat (barrita de chocolate), Miau (sardinas), Zz Paff (insecticida)… Oraciones. Un queso francés es La vache qui rie. La inmobiliaria Look&Find que contiene dos imperativos (‘mira y encuentra’). Post-it de 3M. Eresmás es un portal de Internet. En los años 60, la farmacéutica Bayer Chile lanzó al mercado un analgésico efervescente (Yasta), una especie de aliviador de las resacas por exceso de comida o alcohol; el equipo creativo a cargo de la publicidad, analizó el producto y entre prueba y prueba saltó la frase: «con un vaso, agua y ya está...». En ocasiones el nombre, en el caso de las empresas multinacionales, sufre traducciones o adaptaciones en las distintas lenguas: el limpiador Mr. Proper se convierte en España en Don Limpio, Mr. Clean en EEUU, Meister Proper en Alemania, Mastro Lindo en Italia. El suavizante Mimosín es Snuggle en inglés, Cajoline en francés, Kuchelweiss en alemán o Cocolino en italiano. Los nombres, a veces, tienen connotaciones «comprometidas» en otras lenguas o en otros países, lo cual causa problemas, como es el caso de Mitsubishi, cuyo modelo Pajero en los países de habla hispana se adaptó como Montero.25 Lexicógrafos e historiadores de la lengua, en fin, debemos dedicar más atención a este tipo de palabras que están ahí, en nuestro mundo cotidiano, que actúan en nuestros comportamientos con discreción pero con eficacia, que –en definitiva– son, como las otras palabras, instrumentos sutiles con los que representamos nuestra visión del mundo y de la vida.

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Aunque hay marcas con un nombre no muy afortunado que gozan de gran prestigio (es el caso del papel Guarro). 25

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Las diez marcas más importantes del mundo. BusinessWeek, 2-Agosto-2004.

El léxico de la astronomía en El libro de las propiedades de las cosas MARTA GÓMEZ MARTÍNEZ Universidad de Salamanca

INTRODUCCIÓN El libro de las propiedades de las cosas de Bartolomé de Glanville o Ánglico (siglo XIII), escrito originariamente en latín, es una enciclopedia que recoge el saber posible de la época sobre Filosofía Natural. La obra consta de diecinueve libros en los que el autor va exponiendo cuestiones sobre Dios, los ángeles, el alma, las partes del cuerpo humano y sus enfermedades, geografía, los animales, las plantas, los minerales… En nuestro caso nos interesa el libro octavo dedicado al cielo, el mundo y los planetas formado por cuarenta y cinco capítulos (ff. 115r-132r), pues nuestra intención es estudiar el léxico de la astronomía y la cosmología en castellano antiguo; para ello hemos tomado una traducción1 de 1494 del original latino al castellano a cargo de Vicente de Burgos.2

SOBRE LA FORMA DEL MUNDO La descripción del universo que aparece en las Propiedades sigue las líneas de pensamiento de otros textos de la época sobre cosmología o astronomía, heredero de la tradición griega. El mundo estaba contenido en una esfera en cuyo centro se encontraba la esfera terrestre, alrededor de la cual giraban las esferas de los planetas y el firmamento. La forma del mundo en la época era redonda, esférica, o lo que es lo mismo, circular,3 como señala el texto:

Hemos utilizado la edición realizada por Sánchez y Herrera (1999). En los ejemplos que aparecerán a lo largo de este estudio, hemos regularizado las grafías y suprimido algunas de las marcas empleadas en el sistema de edición de la Universidad de Madison. 2 Además, hemos recurrido a dos versiones del original latino para contrastar las elecciones terminológicas en castellano: el Inc. 2456 y el I/ 2292 (BNM). 3 La figura dominante que imprimió su pensamiento a las generaciones por venir, especialmente a partir del siglo XII, fue Aristóteles – s. IV a.C. Entre las doctrinas principales del filósofo que afectaban a la astronomía encontramos que (1) la Tierra está situada inmóvil en el centro del universo, (2) el universo es finito, (3) y sin cambio, y por último, (4) los movimientos de los cuerpos celestes son uniformes y circulares (Evans 1998: 19). 1

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MARTA GÓMEZ MARTÍNEZ

El mundo, segund dize Marcian, es la universidad de las cosas en uno ayuntadas en manera de una espera4 o redonda figura como un círculo (f. 115r).

La importancia de la figura redonda o circular en la astronomía del momento y la variedad de significados que se le atribuyen a círculo en El libro de las propiedades de las cosas en castellano nos lleva a cerrar nuestro campo de trabajo optando por presentar aquí sólo los diversos significados de círculo que aparecen en el texto: ‘esfera o región’, ‘órbita, trayectoria aparente de un astro’ y ‘círculo’.

CÍRCULO COMO ESFERA O REGIÓN En el texto se señala que el mundo está dividido en dos partes: una es la que está situada entre la esfera de la Luna (círculo de la Luna) y las esferas de los planetas superiores, y la otra se encuentra desde la esfera de la Luna hasta la esfera terrestre (círculo de los cuatro elementos). Esta división del mundo aparecía ya en la concepción aristotélica del universo, donde la primera parte se denominaba esfera o región supralunar y la segunda infralunar. Para el autor de las Propiedades estas esferas se denominan círculo, tal y como aparecían ya en los originales latinos consultados (circulo lune y circulus ex quatuor elementis, Inc. 2456:100v, I/ 2292: 80r):

Luna Sol Mercurio Venus Marte Júpiter Saturno

Los philosofos han todo el mundo dividido en dos partes, de las quales la más noble, más simple & mas pura es la de alto, que es activa & se estiende del círculo de la Luna fasta la región de las altas planetas. La otra parte es baxa & pasiva que comiença en la Luna & se estiende fasta abaxo al centro mediano que es el centro de la Tierra. Este mundo baxo & particular es de Marcian en esta manera difinido: el mundo es un círculo de los cuatro elementos ayuntado a la manera de una espera o figura redonda la qual, por el continuo arebatamiento del cielo, no cesa de cercar la Tierra que es en el medio d’ella situada (ff. 115r-v).

Espera suele encontrarse, fuera de las obras de Alfonso X, en la Edad Media. Esta era la forma del latín hablado contra la que protesta Juan de Valdés quien introduce esfera en su Diálogo de la lengua como pronunciación de su tiempo (DCECH, s. v. esfera). 4

EL LÉXICO DE LA ASTRONOMIA EN EL LIBRO DE LAS PROPIEDADES DE LAS COSAS

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Siguiendo esta línea, la esfera del mundo o universo se denomina círculo de la espera del mundo (f. 129r) (spera vel circulo, Inc. 2456:114r, I/ 2292: 90v) y las esferas de cada uno de los siete planetas también son círculos: círculo de Saturno (f. 118r), círculo de Saturno & aquel de Luna (f. 124r) y círculo de Júpiter (f. 124v). Sin embargo, en los textos latinos se recogen tres términos distintos: esfera, orbe y círculo (orbem saturni, Inc. 2456:103v, I/2292: 82r), speram saturni o lune (Inc. 2456:109r, I/ 2292: 86v) y circulo iovis (Inc. 2456:109v, I/2292: 86v). Por lo tanto, parece que el traductor ha unificado la variedad de términos del original latino en su versión castellana en una única palabra, círculo. Cada uno de estos círculos podría definirse como ‘esfera aparente concéntrica a la esfera terrestre en la que se mueve cada planeta’. Con todo, hay casos en los que en las Propiedades de las cosas la voz círculo, aplicada a los planetas, no hace referencia a su esfera, sino que se trata de la trayectoria aparente del planeta descrita en su movimiento, es decir, su órbita.

CÍRCULO COMO TRAYECTORIA APARENTE DE UN PLANETA La trayectoria aparente de un astro es el recorrido que ese cuerpo celeste realiza en su movimiento en la esfera celeste. De nuevo, siguiendo el pensamiento aristotélico, se menciona en las Propiedades que el movimiento que tiene lugar en el cielo es circular, es decir, los diversos planetas y estrellas se mueven describiendo círculos. De ahí que, cuando encontramos expresiones del tipo círculo de la Luna o círculo de las otras planetas debamos tener en cuenta el contexto en que aparecen para saber si hacen referencia a la esfera o a la trayectoria de ese planeta, como en el ejemplo siguiente, donde se trata de la trayectoria de la Luna que, en su movimiento, puede cruzarse con las trayectorias de otros planetas: Las estrellas eso mesmo son contentas de sus situaciones &, aunque el círculo de la Luna entre en el círculo de las otras planetas, jamás no dexa el suyo propio & no haze enojo a las otras do entra (f. 128v).

En este caso, la segunda acepción de círculo sería ‘órbita, círculo descrito por la trayectoria de cada planeta en su movimiento aparente’. Para poder explicar los fenómenos observables de los cielos, como son las trayectorias de los planetas en su movimiento, se diseñó un complejo sistema de círculos en los que pudieran desplazarse.5 Los planetas no parecen llevar un moviYa desde el siglo IV a.C. Platón o Eudoxo de Cnido intentaron crear un sistema de esferas concéntricas que explicaran los movimientos planetarios. Este sistema fue reformulado por otros estudiosos como Hiparco o Apolonio, pero fue Ptolomeo, en el siglo II d. C., quien le diera la forma 5

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miento circular uniforme, pues en algunos momentos da la sensación de que detienen su curso, retroceden y después continúan hacia delante. El sistema que daba cuenta de estas irregularidades en los movimientos de los planetas incluía, como bien se describe en el Libro de las propiedades de las cosas: un círculo excéntrico, el círculo deferente, el ecuante y, por último, el epiciclo: El primero se haze so un círculo que es llamado ecéntrico que quiere dezir círculo sin centro, ca la Tierra no es centro d’este círculo como es del Zodiaco. […] El círculo deferente o trayente es el círculo de la planeta por cuya circunferencia siempre se mueve el epiciclo […]. E el otro es dicho igual porque la planeta tiene en él su curso igualmente. Epiciclo es un pequeño círculo que la planeta haze por su movimiento, el qual se mueve por alto de occidente en oriente & por abaxo de occidente en oriente (ff. 123v-124r).

Este era un sistema bastante complejo que exigía un cierto dominio de geometría y astronomía matemática para poder comprender su funcionamiento. Quizá debido a que el traductor del original latino no estaba muy familiarizado con este sistema ni con su terminología (no debemos olvidar que De Proprietatibus Rerum era una enciclopedia que trataba una gran variedad de temas), traduce circulus deferens y circulus equans (Inc. 2456:108v, I/2292: 86r) al castellano como círculo deferente o trayente, recurriendo a un sinónimo para aclarar el significado,6 y círculo igual (f. 123v) respectivamente. Otro ejemplo de círculo referido a la órbita de un astro es el círculo del año (f. 125v) (circulus annis, Inc. 2456:110v, I/2292: 87v) que recibe esta denominación pues es la trayectoria aparente del Sol en su movimiento que tiene periodo sidéreo de 365 días o, lo que es lo mismo, un año. En la actualidad, este círculo máximo que describe el Sol en su movimiento anuo aparente sobre la esfera celeste se denomina Eclíptica y lo encontramos también bajo otro nombre en las Propiedades, el círculo del Sol (en los originales latinos, circulus quorum solis, Inc. 2456:110v, I/2292: 87v): Él se mueve propiamente en su círculo sobre el Zodiaco teniendo siempre el lugar mediano, ca el círculo del Sol pasa todo derecho sobre la línea del Zodiaco sin jamás pasar las líneas ni los términos de su acostumbrado movimiento (f. 125v).

definitiva en su Almagesto. Este sistema geocéntrico es el que aparece en este texto y en muchos otros hasta la implantación del sistema heliocéntrico de Copérnico. 6 La utilización de sinónimos es uno de los recursos de que se sirven con mayor frecuencia los autores de este periodo en su afán por difundir los conocimientos científicos, dado que, en cierta manera son conscientes de la dificultad de algunos de los términos que usan.

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Esta expresión aparece en el texto en otra ocasión en la que, sin embargo, por un posible error de interpretación del traductor, no hace referencia a la Eclíptica, sino que se trata del Ecuador: Los otros son invisibles, assí como el círculo del Sol, cuando los días & las noches son iguales, el qual divide las dos emisperios tocando al Zodiaco en el signo del Carnero & de la Libra (f. 119v).

No sólo el contexto nos indica que se trata del Ecuador sino que si recurrimos a los textos en latín, veremos que en ellos se habla del circulus equinoxialis (Inc. 2456:104v, I/2292: 83r). Este último es uno de los círculos propiamente dichos y no se refiere a la trayectoria aparente del Sol.

CÍRCULO PROPIAMENTE DICHO Por último, en el texto encontramos los círculos propiamente dichos, que el autor divide en visibles e invisibles. Uno de los que se pueden ver es la Vía Láctea que en las Propiedades recibe dos nombres distintos: Galaxo es el más hermoso & más blanco círculo que sea en el cielo. […] Este círculo es llamado el círculo de Leche por la blancura de su nobleza (f. 119v). El otro círculo visible es el Zodiaco, el cual cruza la Eclíptica o círculo del Sol por la mitad: (Z)odiaco es un círculo del cielo partido en doze partes iguales que los phísicos llaman los XII signos del cielo (f. 119v).

PN

PZ

Zodiaco Cí rc ulo d el Sol o Eclíptica

Ecuador

PS

PZ’

El universo, desde la Antigüedad, se había venido organizando sobre la base de la figura redonda o circular, como hemos apuntado anteriormente. En los textos que trataban cuestiones sobre astronomía o cosmología solía mencionarse la existencia de una serie de círculos que servían, entre otras cosas, para establecer las distintas zonas de la Tierra: las inhabitables eran, por un lado, las que se encontraban entre los dos trópicos y el Ecuador por el excesivo calor que se presumía hacía allí, y por otro, entre los círculos ártico y antártico y los polos, por el frío; entonces la zona habitable era la que estaba entre el Trópico de Cáncer y el círculo ártico por un lado, y entre el Trópico de Capricornio y el círculo antártico, por otro. Estos cuatro círculos y el Ecuador, que en las Propiedades se consideran invisibles, están situados en la esfera y son invariables, es decir, no dependen de la

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posición de un observador, sino que se establecieron teniendo en cuenta el movimiento aparente del Sol en la esfera celeste. Así, el primer círculo es el Ecuador, que, como ya hemos mencionado antes, el traductor denomina erróneamente círculo del Sol (f. 119v). Después encontramos los trópicos de Cáncer y de Capricornio que el traductor del texto llama solsticio y solsticio de PN PZ ivierno (f. 119v), respectivamente, omitiendo círculo y Círculo ár tico Tr ópi co de Cáncer también estival o de verano en Círculo del Solst icio de verano Cá ncer el primero que sí aparecía en • los originales latinos cotejaCírculo del Sol o Ecl í pt ica Ecuador dos (circulus solsticialis estivalis y circulus solsticialis Tr ópico de Capricornio hyemalis, Inc. 2456:104v, • Cí r culo del Solst icio de invierno Capricornio  I /2292: 83r). Por último, cercando los polos están el círcuCí rculo antártico lo ártico y el antártico (f. P Z’ 119v) que en los textos latinos PS se consideraban paralelos o círculos (Paralellus sive circulus, Inc. 2456:104v, I/2292: 83r). A pesar de que esta división de la esfera en círculos pertenecía a una tradición ampliamente conocida por los estudiosos desde la Antigüedad, el traductor de las Propiedades parece no estar demasiado familiarizado con el tema, pues omite mencionar que son círculos, confunde el Ecuador y la Eclíptica, y además, a diferencia de los latinos que especifican que son paralelos, el texto castellano utiliza una glosa («Estos cinco círculos son igualmente distantes el uno del otro», f. 119v). Es de destacar que, no sólo los textos latinos consultados, sino también la fuente de donde las Propiedades toma esta descripción, San Isidoro («todo este capítulo es de los dichos de Isidoro», f. 119v) señalan que son círculos.7 También en la misma línea de posible error o desconocimiento de la materia que trata, el traductor traslada el término colurus como círculo, evitando así el cultismo, coluro.8 Además, sólo trata uno de los coluros, el septentrional o equinoccial (círculo de septentrión (f. 119v), en latín colurus septentrionalis, Inc. 2456: 104v, I/2292: 83r), omitiendo el fragmento que describe el coluro austral o solsticial en los textos latinos (colurus australis, Inc. 2456: 104v, I/2292: 83r).

7

Etimologías, San Isidoro (III, 44): «De quinque circulis caeli».

La voz coluro se documenta, según el DCECH, por primera vez en Covarrubias (DCECH, s. v. coluro), sin embargo, teniendo en cuenta el tipo de textos, más bien literarios, que formaron8

EL LÉXICO DE LA ASTRONOMIA EN EL LIBRO DE LAS PROPIEDADES DE LAS COSAS

Propiedades d e las cosas círculo del Sol (f. 119v)

solsticio (f. 119v)

solsticio de ivierno (f. 119v)

círculo ártico (f. 119v)

antártico (f. 119v)

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De P roprietatibus rerum Circulus e quinoxialis ( Inc. 2456:104v . , I/ 2292: 83r ) Circulus so lsticialis estiualis (Inc. 2456:104v, I/2292: 83r) Circulus so lsticialis h yemalis (Inc. 2456:104v, I/2292: 83r) Paralellus s ive circulus se tentrionalis s ive arthicus (Inc. 2456:104v, I/2292: 83r) Paralellus sive circulus antharticus (Inc. 2456:104v) seu australis (I/2292: 83r)

CONCLUSIONES Si comparamos este texto con otros coetáneos, veremos cómo difieren en la elección del léxico a la hora de referirse a los tres significados de círculo a los que hemos venido haciendo referencia en este estudio. Por un lado, otra enciclopedia de finales del siglo XV, el Libro del tesoro9 de Bruneto Latini, utiliza la voz cerco10 para referirse a lo mismo que los círculos en las Propiedades de las cosas: ‘esfera concéntrica a la esfera terrestre’, cada uno de los planetas á su cerco en el aire puro, por ó él va alto, e el otro más baxo, segunt que son los cercos assentados el uno de dentro del otro. […] E assí son compassados los cercos de los elementos e de las planetas e del firmamento en manera que todos son redondos, los unos de dentro de los otros e los otros enderredor (f. 42v/a-b),

como ‘órbita, círculo descrito por la trayectoria de cada planeta en su movimiento aparente’, parte del corpus de este diccionario, es comprensible una primera datación tan tardía. Además, veremos más adelante cómo, en otro texto coetáneo a las Propiedades, una de las traducciones al castellano de De Sphaera Mundi al castellano, se utiliza este término. 9 Hemos manejado las tres copias manuscritas del siglo XV que existen del texto castellano, en la Biblioteca Universitaria de Salamanca bajo las signaturas 1966, 2618 y 1697. Los ejemplos aquí recogidos pertenecen a 1966. 10 Cerco tiene su origen en la voz latina CˇIRCUS ‘círculo’, ‘circo’; círculo es el cultismo con origen en CIRCULUS, el diminutivo de CˇIRCUS (DCECH, s. v. cerco).

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E otrossí veemos que ella (la Luna) corre más aína que todas las otras planetas. E esto non podríe seer si el cerco de su carrera non fuesse menor de los otros (f. 47v/b),

y, por último, como ‘círculo’ («cerco de los XII signos» (f. 45r/b), esto es, el Zodiaco). Por otro lado, hemos consultado la traducción al castellano realizada en 1487 por Diego de Torres, catedrático de astronomía de la Universidad de Salamanca, de un manual de astronomía utilizado en la mayoría de las universidades de la Europa occidental y compuesto en el siglo XIII por Sacrobosco: De Sphaera Mundi.11 Aquí se distinguen seis términos: círculo, región, esfera, orbe, coluro y paralelo. Por un lado, bajo el significado de ‘esfera concéntrica a la esfera terrestre’ se utilizan las voces: región («región de los elementos y la región ethérea o celeste», f. 188v), esfera («spera material y la otra celeste»; espera novena; spera de las estrellas fixas; spera de Saturno; spera de la Luna, f. 188r) y orbe (orbe de la Luna, f. 188v; orbe terreno, f. 190v). Por su parte, círculo se reserva para designar la trayectoria aparente de un astro («las estrellas que están cerca del polo ártico, que nunca se ponen a nosotros, se mueven continuo & uniforme describiendo sus círculos acerca del polo», f. 189r) y para referirse a círculo propiamente dicho («Luego este círculo que describe el polo del Zodiaco cerca del polo del mundo ártico se dize círculo ártico», f. 192v). En este caso se introducen también los términos más especializados coluro («Son otros dos círculos mayores que se dizen coluros, cuyo oficio es distinguir los solisticios y equinoccios», f. 192r) y paralelo («paralello equinocial, paralello de solisticio stival, paralello de solisticio hiemal, parallelo ártico & parallelo antártico», f. 193r). Estamos ante dos tipos de texto bastante diferenciados: por un lado las enciclopedias que acumulaban todo el saber posible del momento sobre diversas cuestiones, todas ellas relacionadas con la Filosofía Natural; y por otro, un manual universitario especializado en la enseñanza de la astronomía o cosmología. El surgimiento de la universidad impulsó la necesidad y el uso de una serie de tratados específicos para cada materia que se enseñaba,12 pero fuera de la institución universitaria existía un grupo de burgueses, funcionarios, esto es, gente con suficiente poder adquisitivo que había tenido acceso a la educación y que, además de ejercer su Tractado de la spera copilado por maestro Johan de Sacrobosco. La edición y estudio de esta traducción forma parte de mi tesis doctoral, Sacrobosco en castellano, realizada bajo la dirección de la Profª Mª Nieves Sánchez (USAL) y el Prof. José Chabás (UPF) y publicada en la Universidad de Salamanca. 12 La universidad estaba organizada en cuatro facultades: la facultad de artes, organizada bajo el esquema de las artes liberales, el trivium (gramática, retórica y lógica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música), era imprescindible si el estudiante quería continuar estudios superiores en cualquiera de las otras tres facultades, medicina, derecho y teología. 11

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profesión, estaba interesada en la cultura. Como explica Beonio-Brocchieri en su trabajo sobre las enciclopedias medievales (1981: 37), De Proprietatibus Rerum fue concebido para un público que, aunque no era especialista, sí era refinado y culto. Por lo tanto, como hemos visto en este estudio, los textos de tipo enciclopédico utilizan términos más generales, círculo en las Propiedades de las cosas y cerco en el Libro del Tesoro con tres acepciones posibles, más que por falta de conocimiento del tema y su expresión, por haber sido concebidos para un público más amplio, mientras que el Tractado de la espera, como texto de especialidad concebido para un público universitario, utiliza un léxico mucho más específico. Además, otra traducción al castellano del manual De Sphaera Mundi, la realizada en 1545 por Jerónimo de Chaves,13 contiene una serie de comentarios que siguen a la versión en vernáculo donde el traductor se dedica a exponer o ampliar cuestiones que considera de importancia, como por ejemplo, la distinción entre esfera, orbe y círculo. Si en el siglo XVI un autor decide dedicar uno de sus comentarios a la explicación de cada una de estas voces, podríamos pensar que, además de intentar conseguir un rigor terminológico en su versión, existía una confusión entre ellas que Chaves pretende aclarar, como fruto de un espíritu más crítico: Nota que, entre las figuras, unas son planas o superficiales y son aquellas que se descriven en alguna superficie. Otras ay que son figuras sólidas o corpóreas, y son aquellas que se terminan con superficie. Y de la manera que se ha el círculo en las figuras planas, assí se ha el cuerpo sphérico en las figuras sólidas, según se dize en el segundo de Celo (f. 8v). Puesta y declarada la diffinición de la sphera, propriamente assí llamada, declara agora el autor la impropriamente dicha sphera y propriamente dicha orbe. Y dize que orbe es sphera comunmente assí llamada, es a saber, un cuerpo perfectamente redondo, aunque cóncavo, el cual es terminado en dos superficies, con la cóncava interior y la convexa esterior. Y d’esta manera tomando cada un elemento por sí, salvo la Tierra, podemos dezir que son orbes. Y lo mismo de cada una de las spheras celestes, las cuales propriamente se llamarán orbes (f. 9v).

Centrando nuestra atención en un único término, círculo, sólo hemos pretendido plantear una serie de cuestiones sobre el discurso científico a finales del siglo XV dentro del ámbito de la astronomía o la cosmología en el que aún estaba fijándose una terminología. Por lo tanto, podemos concluir de manera provisional, puesto que aún estamos trabajando en el estudio de la historia del discurso de la divulgación de esta rama de la ciencia, que en el proceso de la traducción, uno de los Tractado de la sphera que compuso el doctor Joannes de Sacrobusto con muchas additiones, agora nuevamente traduzido de latín en lengua castellana. Al igual que la otra traducción de De Sphaera Mundi que hemos mencionado anteriormente, forma parte de mi tesis doctoral, 13

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factores que puede condicionar el trabajo es el tipo de texto que se maneje; y de aquí se puede desprender también, que tanto el público a quien iba destinada la traducción como el uso que de ella se hizo son factores determinantes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BEONIO-BROCCHIERI, Mª Teresa (1981): Le enciclopedie dell’occidente medievale, Torino, Loescher Editore. DCECH. Joan COROMINAS y José Antonio PASCUAL (1980-1991): Diccionario crítico y etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos. EVANS, James Carl (1998): The History and Practice of Ancient Astronomy, Nueva York, Oxford University Press. GÓMEZ MARTÍNEZ, Marta (2006): Sacrobosco en castellano, Salamanca, Universidad de Salamanca. ISIDORO DE SEVILLA (1994): Etimologías, edición bilingüe preparada por José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero, Madrid, Editorial Católica. SÁNCHEZ, Mª Nieves y Mª Teresa HERRERA, eds. (1999): Texto y concordancia electrónicos del Libro de las Propiedades de las cosas de Bartolomé de Glanville (BNM I-1884), ed. en CDRom, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Spanish.

El léxico de los recursos naturales en el romance medieval: materiales para su estudio ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI Universidad del País Vasco

0. INTRODUCCIÓN El estudio del léxico medieval que se desprende de la lectura de los variados y ricos documentos de los archivos españoles –algunos de ellos ya transcritos y otros puntualmente catalogados– que ayudan a reconstruir nuestra historia y filología medieval y moderna, resulta actualmente, desde mi punto de vista, un tema apasionante. No caeremos en el tópico tan comúnmente utilizado de resaltar que los estudios de lexicografía diacrónica del español resultan poco frecuentes, pues en estas afirmaciones siempre son muy relativas,1 y no es nuestro objetivo aquí señalar deficiencias, sino colaborar con nuestra pequeña aportación a reducir en la medida de nuestras posibilidades las carencias por todos reconocidas. Mi primera aproximación lexicográfica a la conformación de la terminología medieval estuvo dirigida al ámbito del comercio y tuvo su origen en la colaboración entre dos medievalistas: un historiador y una filóloga. Me refiero al Léxico del comercio medieval en Aragón. Siglo XV (Sesma y Líbano 1981). No pude imaginar en aquellos momentos de mi formación filológica que este trabajo iba a tener una estrecha relación, tantos años después, con el proyecto que se programa por parte de un equipo de historiadores y filólogos medievalistas de las universidades de la vertiente sur del Pirineo (Aragón, Cataluña, Navarra y País Vasco) para los próximos años. El grupo se propone recoger, debidamente documentados, definir y estructurar de una manera coherente los numerosos y variados vocablos relativos a los recursos naturales que figuran en los documentos medievales de las áreas geográficas especificadas contiguas al Pirineo.

Como en otras cuestiones relacionadas con la Historia de la lengua española, queda aún mucho por trabajar, pero, como ejemplo de la vitalidad de los análisis diacrónicos del léxico medieval, citamos la reciente edición de la obra proyectada en 1926 por Menéndez Pidal (2003); si bien en un principio «la idea inicial era compilar solo el glosario de las voces citadas en Orígenes […] se ensancharon los límites previstos: el término cronológico ya no sería el siglo XI señalado en la obra de Menéndez Pidal, sino el XII […]» (Prólogo, XIV). Vid., además, Bustos (2000), Frago (2002), Kiviharju (1992), etc. 1

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Para la selección del período histórico cronológico hubo una propuesta clara, bien razonada y definida por parte de los historiadores; de acuerdo con ella, nos ocuparemos de la Edad Media, desde la documentación correspondiente a la Alta Edad Media, de procedencia fundamentalmente eclesiástica y recogida en las colecciones diplomáticas, hasta los textos del siglo XV. Si bien para la Historia de la lengua española no hay acuerdo entre los eruditos en determinar una periodización aceptada por la mayor parte de los investigadores2 en el caso de la Historia Medieval de España, parece más posible ahora que hace unas décadas marcar una división tripartita que coincide en cierta medida con la marcada para el Occidente europeo, según se desprende de las afirmaciones del profesor García de Cortázar (2001: 11-12),3 quien establece la segunda y tercera fase de la historia medieval de España con la argumentación que subrayamos en la siguiente cita: La segunda fase de esa historia medieval de España, entre los siglos XI y XIII, vendría caracterizada, en efecto, en líneas generales, por el éxito de los hispano-cristianos en su empresa de reducir el espacio de los hispanomusulmanes […]. La cristalización, entre mediados del siglo XII y mediados del XIII, de las diferentes áreas políticas de la Península, con la delimitación de los espacios de los reinos de Portugal, Corona de Castilla, Navarra, Corona de Aragón y reino de Granada […]. La tercera fase de la historia hispánica medieval se abre desde finales del siglo XIII, y se viene caracterizando esquemáticamente por la crisis del siglo XIV y la reconstrucción del XV.

La propuesta cronológica de los historiadores fue muy bien acogida por los escasos lingüistas que componemos el equipo, pues si por un lado es bien sabido que el período es sumamente amplio e irregular en lo que a la documentación se refiere, puede resultar por otro coherente desde la perspectiva histórica y lingüística. Algunos historiadores advierten que tras la crisis del Imperio Romano se determina un largo período temporal, en que se configuran los rasgos significativos de la sociedad medieval;4 desde la Historia de la lengua se reconoce que los textos de la Lapesa dedica el capítulo IX a «La época alfonsí y el siglo XIV» y el X lo titula «Transición del español medieval al clásico» (1980: 237-262); su discípulo Cano incluye en el capítulo VI, «La evolución del castellano medieval» un apartado, el tercero, sobre «el castellano en los siglos XIV y XV» (1992: 193-220). Una nueva propuesta es la realizada por Eberenz (1991). 3 «La primera fase, extendida, aproximadamente, entre los siglos IV y XI, presenta claramente dos períodos. Uno que va del IV a comienzos del VIII; otro, desde esta fecha a principios del XI». 4 García de Cortazar afirma: «es la etapa de transición, que, en nuestro caso, se prolonga hasta, más o menos, el siglo X […]. A partir de ahí, ciertos elementos empiezan a dar muestras de desarticulación con relación al conjunto. Sus síntomas, escasos al principio, van agrandándose con rapidez, dando muestras de que una desestructuración ha empezado a ponerse en marcha, y con ella, una nueva y tercera fase de nuestra historia […] una crisis, la del siglo XIV, que no es sino el 2

EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

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alta Edad Media reflejan una variedad más próxima a un incipiente romance que al latín clásico y que a partir de una fecha específica se comienza a emplear el romance en la escritura,5 mientras que se ha identificado el siglo XV como la época de transición del español medieval al clásico.6

1. EL MATERIAL DE TRABAJO PARA EL ANÁLISIS LEXICOGRÁFICO: ALGUNAS PRECISIONES PREVIAS

Puede parecer, a primera vista, que nuestro objetivo no es precisamente novedoso ni original, pues desde la perspectiva de la lexicografía diacrónica y diatópica contamos con destacados estudios individuales que determinan la terminología medieval de los denominados textos no literarios de la Edad Media; sin embargo, no se ha planteado, que nosotros sepamos aún, un trabajo interdisciplinar e interuniversitario que aunara el esfuerzo de estas investigaciones previas y completara, por otro lado, el panorama lexicográfico hasta los inicios de la transición del español medieval al clásico, desde el punto de vista histórico y lingüístico en un área tan amplia como la constituida por la zona pirenaica. Me interesa, por otro lado señalar, como apoyo a nuestra iniciativa, las llamadas a la colaboración multidisciplinar, y al trabajo en equipo que se desprendieron de las conclusiones del Primer Congreso Internacional. Orígenes de las lenguas romances en el Reino de León. Siglos IX-XII; o las afirmaciones de los profesores Pascual y Pérez:

anuncio de una nueva transición […]. Los anuncios de ésta se hacen sentir ya con claridad en el siglo XV» (2001: 9). 5 Selig (1993: 92) insiste: «Exception faite des gloses et des traductions interlinéaires, c’est toujours le même scribe qui écrit romans et les passagens latins, et que por la majorité des textes, il s’agit d’un latin conforme aux normes de l’époque»; por su parte, Frago advierte: «A partir de la época de orígenes la escritura en castellano aumenta y se diversifica sin cesar […]. Con las salvedades hechas a propósito de los escritos de la época primitiva, pero progresivamente atenuadas, se cuenta con el impagable testimonio lingüístico que proporcionan colecciones de protocolos notariales desde hacia 1250 ininterrumpidamente escritos en romance, con la particularidad de que algunas abarcan todo el período medieval a partir de mediados del siglo XIII» (2002: 122-123). 6 Cf. la n. 2 y la precisión de Eberenz (2003: 65-66) sobre el siglo XV: «Es un período caracterizado por una serie de circunstancias culturales que tienen una incidencia muy concreta en el devenir de la lengua. Sin entrar en detalles, nos limitaremos a mencionar muy de pasada algunos de ellos: desde fines del XIV, la diversificación de las clases de textos escritos entra en una nueva fase cualitativa, puesto que se multiplican notablemente los géneros, tanto los meramente utilitarios como los literarios. […] Esta diversificación de la prosa culta se debe, en parte, a que se acelera el proceso de sustitución de latín por el castellano».

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Los lingüistas nos contamos entre los más directos beneficiarios de esta publicación [se refieren a la Documentación medieval de la Catedral de Ávila de A. Barrios], en tanto que lo que aparece en ella es testimonio de un estado de lengua de ese largo período de tiempo que va de mediados del siglo XII a principios del XIV. Si el meticuloso esfuerzo de un historiador nos proporciona a los filólogos tantos datos de interés para conocer el pasado de nuestra lengua, justo es que lo agradezcamos (1984: 39).

y Gutiérrez Cuadrado.7 En definitiva, lo que se pretende desde este grupo de estudiosos es datar en el análisis lexicográfico de las fuentes escritas pirenaicas las primeras documentaciones de términos relativos a recursos naturales,8 presentar y ofrecer su evolución y posibles cambios cronológicos, y particularizar además sus variaciones diacrónicas y diastráticas,9 pues como advierte la investigadora principal del proyecto. Se había constatado una gran riqueza léxica en lo relativo a la explotación del medio natural, en distintas épocas, regiones y hasta localizaciones geográficas puntuales –en altura, en fondos de valles, etc.– y, naturalmente, en las distintas lenguas que afloran en la documentación medieval y moderna del arco pirenaico y sus valles adyacentes; es decir, en latín, romance navarro-aragonés, catalán, romances languedocianos y gascones (Ramírez Vaquero 2004: 2).

La primera aproximación a esta faceta del léxico –recursos naturales– ha sido recientemente llevada a cabo por el grupo de la Universidad de Navarra, quienes elaboraron una ficha de trabajo para recoger en ella los lemas principales de los fondos documentales por ellos expurgados; así como datos relativos a la fecha, contexto, referencia documental, etc., junto a otros campos que se especifican en el monográfico, de fundamental interés histórico y lingüístico. «Probablemente no es el mérito menor de la colección leonesa esta orientación interdisciplinar: paleógrafos, historiadores, latinistas, romanistas. Esta colaboración no solo está implícitamente presente en la orientación de la colección (que ya es de alabar), sino que se ha plasmado en un facsímil importantísimo para el estudio de la colección» (2004: 494). 8 «Como es sabido, buscar la primera documentación de una palabra conduce siempre a resultados provisionales y, por ende, poco satisfactorios. Pero aún más arduo, si cabe es determinar el momento de extinción de un lexema», admite Eberenz (2004: 113). 9 «Hay que limitar el uso de la designación ‘gramática histórica’ exclusivamente a un campo de investigación en el cual se describan por separado, desde una perspectiva diacrónica, todos los fenómenos y estructuras gramaticales, sean estos elementos de una lengua estándar, de una lengua en elaboración o de una variedad local […] lo que hace falta es tomar conciencia de las relaciones íntimas entre las diferentes orientaciones del trabajo diacrónico: gramática histórica, historia de las tradiciones discursivas, historia del espacio variacional y historia de la lengua» (Oesterreicher 2004: 15). 7

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

En cuanto refiere al área geográfica que se nos ha asignado como equipo, adelantaremos que se cuenta ya con un importante material léxico expurgado, referido a la documentación vasco-pirenaica, en un período cronológico más específico y concreto que los navarros10 (siglos XI-XIII), más completo, sin embargo, al no limitarnos con los sintagmas «recursos naturales»11 en nuestra escarceo terminológico, e incluir en el programa informático lemas que remiten a recursos elaborados por el hombre, la sociedad o cualquier otro elemento externo a la naturaleza propiamente dicha. Nos encontramos en la actualidad en la faceta de la ampliación del ámbito cronológico a la Baja Edad Media hasta el siglo XV. Es bien sabido que en estas centurias posteriores los testimonios documentales conservados resultan más numerosos, por lo que acudiríamos si fuera necesario a un sistema de calas cada veinticinco años, aproximadamente, y teniendo siempre en cuenta que la muestra seleccionada sea suficientemente representativa de la época y el lugar que traten. La parte más delicada –dada nuestra formación filológica que no histórica–, controlar y conocer con puntualidad las series documentales existentes, está solucionada con el trabajo de «radiografía de cada una de las colecciones de documentos medievales editadas en España y Portugal durante el siglo XX. Como todo catálogo de una obra viva, posee una doble vocación, de utilidad y provisionalidad» (García de Cortázar 1991: 15).12 De acuerdo a los datos que aporta la obra el número y distribución de los documentos es el siguiente: Álava

Guipúzcoa

Vizca ya

Total

XIII

89

104

10

203

XIV

189

733

107

1029

XV

89

650

667

1406

Se trata de un total de ciento dieciocho documentos procedentes de recopilados de Balparda, CSMLe, CSMUb, CSPArlanza, CValpuesta, DMLeire, FAntoñana, FArganzón, FBernedo, FLabraza, FLAguardia, FSalinasA, FSSebastián, FVitoria, Guipual, Llorente, SRamírez. 11 Véase la definición del Gutiérrez Cuadrado (1996, s.v.): «Recursos (en plural) ac. 2. Bienes o riquezas de que se dispone. Recursos económicos…; natural adj. De la naturaleza o producido por la naturaleza, y no por el hombre: fronteras naturales, recursos naturales». 12 Por su parte, los editores advierten: «La idea de elaborar un catálogo que permitiera localizar los documentos que, en número hasta ahora absolutamente desconocido, se habían publicado en la Península Ibérica rondaba a los medievalistas desde hace unos años. Con frecuencia, en los pasillos de las sedes de las reuniones científicas, la conciencia de que cada vez teníamos menos información de los documento que se publicaban en regiones alejadas de nuestro ámbito de investigación llevaba a desear la aparición de un repertorio informativo de las fuentes histórica» (1991: 61). 10

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ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI

Los fondos documentales aún sin editar están puntualmente descritos en una completa base de datos puesta al día por el Centro del Patrimonio Documental del País Vasco, IRARGI, subvencionado por el Gobierno Vasco-Euskojaularitza. En las próximas reuniones que tiene proyectadas el equipo, nos centraremos en definir la selección documental definitiva referida a este territorio.

2. SINTAGMAS RELATIVOS A LOS RECURSOS NATURALES El período documental sobre el que hemos trabajado, y tenemos ya expurgado, la Alta Edad Media, presenta ciertos problemas conceptuales sobradamente conocidos y que no vamos a tratar aquí; sin embargo, en nuestra aproximación lexicográfica consideramos y comparamos las variedades diatópicas y diastráticas que refleja la documentación altomedieval, que conforman y moldean, en centurias posteriores, la fijación de nuestra lengua española.13 Los investigadores de la Universidad de Navarra, Zaragoza y País Vasco analizan individualmente la terminología, para contrastarla con posterioridad, pues albergamos la idea de que quizá vocablos distintos designen objetos, fenómenos y aspectos similares o idénticos; en palabras de Peña Bocos (1995: 23): Somos conscientes de las realidades diferenciadas a las que hacen referencia. Ni todos los vocablos se documentan para todas las zonas […] ni todos hacen referencia a la misma realidad agraria: no es lo mismo un agro que una era, pues el uno constituye un espacio de cultivo de cereal y, el otro, el espacio de elaboración del mismo.

Ya confirmábamos en un trabajo anterior sobre la estructura del léxico altomedieval (Líbano 2003: 152) la dificultad para determinar si un término pertenece al romance primitivo o al latín tardío, pues constituyen etapas de la evolución lingüística, prácticamente sin solución de continuidad y tan próximas que no puede determinarse el final de una y el comienzo de otra como consecuencia de un cambio brusco.14

Pascual avisa del riesgo al separar, en el período visigótico, entre el centro y el norte peninsular y la tardía romanización, ya que «no facilitan la comprensión de la existencia de rasgos centrales en una lengua como el castellano, que nace precisamente en esa franja norteña […] es difícil sostener el andamiaje histórico de esta acomodación lingüística entre estos dos dialectos precastellanos» (1996: 450-453). 14 Emiliano indicaba: «La lengua notarial documenta una cadena ininterrumpida de romanización que va desde los documentos más antiguos conocidos hasta los primeros textos verdaderamente romances […]. No hubo un cambio radical o selectivo [en las formas romanizadas] sino acumulación, ya que fueron creadas e integradas formas nuevas sin rechazo de las formas tradicionales. El elemento tradicional permaneció funcionando al lado de las innovaciones en un mismo cuadro de comunicación escrita» (1995: 511). 13

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

Así pues, en el aspecto específico de los lemas que refieren a los recursos naturales, ofreceremos para esta aportación la gran riqueza terminológica en los sintagmas simples con una o más acepciones, deducibles fundamentalmente del contexto en que se emplean. Anotaremos además los sintagmas compuestos por sufijación, formados sobre los simples, grupos sintagmáticos compuestos, así como aquellos complejos, formados por yuxtaposición, coordinación, o disyunción.

2.1. Sintagmas simples 2.1.1. Uno de los recursos naturales que ha acompañado al hombre desde los inicios de su existencia, durante el medioevo y hasta nuestros días es el del mundo animal, nominado en estas fuentes textuales bajo un genérico que designa el grupo o conjunto de ellos; el genérico figura con preferencia en los textos forales como animalia,15 bestia, ganato,16 piscato/ piscibus: animalia

animalibus

animalia

bestiam

bestiam

bestias

bestiis

Habeatis liberam licentiam comparandi oues et animalia pro carnibus et etiam ropam et non detis proinde auctorem Et ubicumque inueneritis herbas pascatis eas cum animalibus uestris et non detis herbaticum si in nocte ad terminos uestros redierint. Et habeant liberam licentiam de comprare ropas trapos bestias et tota animalia et non donent ullo auctore nisi sua Jura quod comprauit et hereditates per carta

FVitoria, FArganzón

1181 1191

AL

FBernedo

1182

AL

FLabraza

1196

AL

et ipse reddet uobis precium quod dedistis et recuperabit suam bestiam, iurabit tamen prius quod istam bestiam non uendidit ...et ipse redat pretium et recuperet suam bestiam, iurabit tamen prius quod istam bestiam non uendidit neque donauit neque imprestabit set quod ei fuit furtatam. Et habeant liberam licentiam de comprare ropas trapos bestias et tota animalia et non donent ullo auctore nisi sua Jura quod comprauit et hereditates per carta ...iuditiis vestris illud idem forum habeatis quod mei populatores de Trevinno habent, exceptis decimis de omnibus laboribus et de omnibus bestiis vestris, in quibus episcopus non accipiat nisi quarta

FVitoria

1181

AL

FBernedo

1182

AL

FLabraza

1196

AL

FArganzón

1191

AL

No figura el femenino en Menéndez Pidal (2003, s. v.), encontramos animalio como sinónimo de almario; sin embargo, lo recoge la documentación navarra (Ramírez Vaquero 2004, s. v.); por su parte Bustos (1974, s. v.) lo define como cultismo. 16 Menéndez Pidal (2003, s. v.) cita variantes como ganado, canado, ganato, kanado en una entrada única con el valor de ‘riqueza, bienes’. 15

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ganatos

ganatum

piscatos piscibus

ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI

Et ubicumque inveneritis terras ermas laborate illas et possidete sicut vestras proprias. Similiter ubicumque inveneritis herbas pascant in eis vestros ganatos absolute, et non detis herbaticum Et ordines illorum pascant suum ganatum ubi melius potuerint per heremum et populatum et quod non uadant in hostem nisi fuerit ad batallam campalem.

FArganzón

1191

AL

FLabraza

1196

AL

0864

AL

1180

GUI

alios homines de alias non habeant licentia in ipso rivo CSMUb infra terminos supradictos piscatos preendere Extraneus homo donet: de unaquaque karga de FSSebastián piscibus, VI denarios

Resulta más frecuente en las fuentes, el nombre específico y concreto del animal que designa bac(c)a, boue(m), caballo, equa(m), mulam… baca

bacca

bouem

bouem

bove

caballo

caballum

[...] vendo vobis supradictas areas quod sunt numero XIII, cum suo integro puteo; et vos datis michi in precio XV solidos de argento et una baca, XV solidos valente; et de precio non remansit super vos Et ego Sarrazinum Ovecoz accepi in honorem de ipso abbate Ugenium et suos fratres caballum valente LXª solidis, et frater meus Alvaro uno bove, et mater mea, una bacca. Et confirmamus perhenniter.

CSPArlanza

0964

AL

CSMUb

0950

AL

set si cauallum uel equam uel mulum aut bouem aut FVitoria asinum comparaueritir cum testibus [...] Non detis auctorem Et si populator comprauerit mullam uel equam, FLabraza cauallum aut asignum aut bouem cum atorgamento de via regis et no scit de quo cum sua iura non det ei magis auctor et ille qui demandauerit... Et ego Sarrazinum Ovecoz accepi in honorem de ipso CSMUb abbate Ugenium et suos fratres caballum valente LXª solidis, et frater meus Alvaro uno bove, et mater mea, una bacca. Et confirmamus perhenniter.

1181

AL

1196

AL

0950

AL

et si morierit in hoc pignore, pro caballo pectent centum solidos, pro equa quinquaginta solidos. Mulus et asinus habeant angueras per diem tres denarios, et de nocte sex denarios [...] Et ego Sarrazinum Ovecoz accepi in honorem de ipso abbate Ugenium et suos fratres caballum valente LXª solidis, et frater meus Alvaro uno bove, et mater mea, una bacca. Et confirmamus perhenniter.

FArganzón

1191

AL

CSMUb

0950

AL

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

equa

equa

eque equa

mulam

et si morierit in hoc pignore, pro caballo pectent centum solidos, pro equa quinquaginta solidos. Mulus et asinus habeant angueras per diem tres denarios, et de nocte sex denarios Cauallus habeat de angueras VI denarios de dia et XII de nocte, et si morierit C solidos. Equa habeat angueras similiter et si morierit L solidos. si cauallus uel eque fuerit per diem in pignore habeat angueras VI denarios et si per noctem XII denarios Et dedisti precium sicut nobis placuit VII solidos et medios et una equa cum suo pultro.

FArganzón

1191

AL

FLabraza

1196

AL

Fvitoria

1181

AL

CSMUb

0932

AL

ego Blasio abba Sancti Emiliano [...] Sicut placuit comite domno Lope dedi ei una mulam valente D solidos

CSMLe

1091

GUI

2.1.2. Es numerosa la terminología referida a determinar los espacios ocupados por el hombre, ya sean terrenos libres, áreas limitadas o reservadas etc. bajo las variantes monte, padule, pardina, pascua, pastu, prato, silua, soto… montes

CSMUb

0937

AL

FLabraza

1196

AL

Et accepi presuras, cum exitus et introitus, in montibus, CSMUb in fontes, in padules vel pascua, id est de illo Focilio de Villa Puni usque ad Gaza cellata; et de via que vadit ad Sancti Petri de Meoma. Et IIIIor terras optimas, isti ab omni integritate, cum CSMUb divisa in montes, in padules, in fontes et in omnibus locis, in atrio Sancti Emiliani presbiteri

0947

AL

1076

AL

pardina

Nec presumat aliquis ex successoribus nostris in illa pardina de Izurun siue in aliis terminis quos superius nominauimus, nouum aliquid construere, uillam, monasterium, castrum uel ecclesiam.

1014

GUI

pascua

Et insper habeant senper et per totam meam terram FSSebastián pascua et siluas et aquas in omnibus locis Et accepi presuras, cum exitus et introitus, in montibus, CSMUb in fontes, in padules vel pascua, id est de illo Focilio de Villa Puni usque ad Gaza cellata; et de via que vadit ad Sancti Petri de Meoma.

1180

GUI

0947

AL

montes

padules

padules

pascua

Et alia ecclesia sancta Maria sub Penna maiore. Istas cum suis pertinentiis, tam in montes quam in fontes, et cum suis hereditates et cum omnia nostra ganantia. Similiter ubi potuerint inuenire aquas per regare peças aut ortos aut molendinos facere aut qualique opus habuerint accipiant illas ubicumque inuernerint montes ligna per cremare aut per casas facere

DMLeire

90

ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI

pastum

Idcirco offerimus et donamus et confirmamus in villa Salinas quartam partem, integram et liberam, cum exitum et regresu, et comune habens pastum et omnia sua cum habitatoribus illius ville, sed libera […] [...] concedo et confirmo Sancti Iacobi monasterio Langreiz, cum pertinentium totum, ad integritate, cum suo abbate domno Beila, cum exitu et regressu, pastu iumentis et peccoribus in montibus totis .

CSMUb

0945

AL

CSMUb

1075

AL

pratos

et vendo illo monasterio quod dicitur Sancti Michaelis de Biurco cum suis terris [...] et cum suos pratos et cum sua decania Sancti Andreae de Monte Maranione

Llorente

1057

VI

siluuis

Et in montibus meis et in siluuis accipite maderam ad domos uestras faciendas et propter hoc neque dominus uille neque maiorinus meus conferat uobis molestiam.

FBernedo

1182

AL

soto

concedo in primis quod habeatis terminos uestros del soto de Enego Galindez intro […]

FLAguardia

1164

AL

pastu

2.2. Sintagmas compuestos: formación nominal Se atestigua, en principio, un número exiguo de sintagmas compuestos por adición de sufijos a los simples; de entre ellos, citamos los que designan el ‘corral donde se guarecen las vacas’: bacarizuelam et de alia parte de valle Mediana inter Camprovin et Mahave ad malleolum de confratres usque ad bacarizuelam et ad illas vineas de rate et ad illam terram quam comparaverunt illi de Castreion

CSMLe

1076

AL

el ‘cubilar o lugar de explotación y asentamiento eventual de carácter ganadero’: cubilare

[...] cum ecclesiis suis scilicet beate Marie et Sancti martiris Vincentii, cum illo cubilare de Irurdita usque Anaizoz, cum illo cubilare de Anaizoz usque Albizungo, cum illo cubilare de Albizungo […]

DMLeire

1014

GUI

FSSebastián

1180

GUI

CSMUb

0952

AL

Guipual

1053

GUI

La ‘piel de oveja o carnero curtida’: moltoninas

Et de carga de moltoninas. II. Denarios

Los ‘terrenos plantados de manzanos o de peras’: manzanares mancanetos

mea ratione que habeo de meo parente Beia Alvaroz in sernas, in terras, in vineas[...] In manzanares, in ortos.. et dedimus hereditates terras et mancanares et agros et campos siue montes et fontes

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

pomares

pomifera

donamus ad honorem Sancti Vicenti de Ocoizta [...] Cum CSMUb terris, vineis, ortos, linares, ferragines, pomares ad integritate sua zella que abuit de suos parentes, cum omni adito suo CValpuesta [...] Sibe domicilia, sibe terras, sibe libros, sibe pomifera, sibe mulinos

0864

AL

0919

AL

Guipual

1053

GUI

Guipual

1141-50

GUI

CSMLe

1076

AL

El ‘terreno de pastos comunales’: pasturas

et dedimus hereditates terras et mancanares, agros et campos siue montes et fontes et pasturas

El ‘establecimiento donde se vende la pesca’: pescarias

Alza et Soroetha cum tota sua pertinentia et cum totas suas pescarias

El `bosque de pequeñas dimensiones´: sotiello

quam comparaverunt illi de Castreiana et ad illa capeza quam dicunt de dompno Sancio et ad terram de Fassas usque ad sotiello de dompna Vita.

2.3. Grupos sintagmáticos Los términos simples pueden ir acompañados de un adjetivo formando un grupo sintagmático compuesto: animalia, tota Et habeant liberam licentiam de comparare ropas, trapos, bestias et tota animalia, hereditates per carta

FLAguardia

1164

AL

baccas optimas

Supraque iure perpetuo et pro confirmanda huius scripture accepi ex te in honore X baccas optimas et duos tauros, ut michi placuit.

CSMUb

1058

AL

cavallo morziello

Senior Didaco Sanxoz de Riba Ota dedit alio cavallo morziello de quingentos solidos

CSMLe

1085

AL

montes ermos

Cum suas hereditates et suas regulas et duas iacentias et CSMUb defesas in montes ermos

0864

AL

solaribus ermis

[...] in his quatuor villulis mea quarta parte, ad integritate, cum hominibus, terris, vineis, molendinis, eciam et in solaribus ermis, et in ortis, vel fontibus, pratis, pascuis et montibus, cum exitibus

1064

AL

CSMUb

92

ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI

2.4. Sintagmas complejos Particularidad reseñada con anterioridad por aquellos que se han ocupado de los textos jurídicos y forales medievales es el empleo de lo que Díez de Revenga (1985-1986) denomina «lexías complejas», frecuente ya en el latín clásico y tardío,17 formadas por dos vocablos o una serie de palabras en yuxtaposición y coordinación, cuando se trata de ampliar la información generalmente, o en disyunción al desear mostrar cierta equivalencia entre los lemas. 2.4.1. Lexías formadas por yuxtaposición pannos, roppam, oues, capras In montibus, in pratis

Et dono uobis licentiam comparando pannos, roppam, oues, capras et porcos pro carnibus et non detis actorem inde set iurabitis quod comparata sint. casas qua predictas ab oriente partis ville sunt constitutas cum suis divisis in montibus, in pratis et in omnibus locis. terris, vineis, concessit Sanctum Emilianum de Deo, cum tota sua possessionibu pertinentia, terris, vineis, possessionibus, pratis, s pratis… pascuis, molendinis cum libera ingenuitate ad comparandas possesiones, sicut ego habui ita et vos terras, uindimus tibi Seuerus presbiter [...] Nostra hereditate, uineas, terras, uineas, mazanetas, linares, kasares, ortales in mazanetas… monte in balle. Ubicumque inuenies de ipsa hereditate

FBernedo

1182

AL

CSMUb

1074

AL

CSMLe

1076

AL

Cvalpuesta

0929

VI

CSMUb

1058

AL

Fvitoria

1181

AL

FSalinasA

1140

AL

CSMUb

1072

VI

FBernedo

1182

AL

2.4.2. Coordinadas baccas [...] et tauros oues et animalia montes et herbas montibus et pascuis

montibus et herbis

Supraque iure perpetuo et pro confirmanda huius scripture accepi ex te in honore X baccas optimas et duos tauros, ut michi placuit. Habeatis liberam licentiam comparandi oues et animalia pro carnibus et etiam ropam et non detis proinde auctorem concedo monibus populatoribus de Salinis ut habeant soltos meos montes et meas herbas et meas aquas circa se unditque poterit acalzare [...] omne ad eum pertinente, cum exitu et regressu, cum terris, ortis et pomiferis, arboribus, montibus et pascuis omnibus antiquo usu determinatis, molendinis cum aquarum productilibus patefactis, sauc [...] sancti Christofori de Hizqui, et usque ad Lachybar a penna alta et adhuc supradictos terminos uobis confirmo et corroboro cum montibus et cum herbis et cum aquis et cum omnibus pertinenciis suis

Codoñer (1972: 141-149) habla de sinónimos «en textos religiosos y jurídicos, justificando la reiteración en el uso por un afán en quien escribe de no dejar posibilidad de confusión o mala interpretación». Vid., además, las contribuciones de Saralegui y Pérez de Salazar (1992) y Lagüens (1992). 17

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

pratis et pascuis

fontes et pasturas terras et piscarias pascuis et montibus et mazanetis

Istas villas pernominatas, cum exitos et introitos, cum montes et fontes, cum pratis et pascuis, et cum nostras hereditates sic nos tradimus ab omni integritate ad Sancta Maria de Cassiera et ad tibi et dedimus hereditates terras et mancanares, agros et campos siue montes et fontes et pasturas Post tuum vero obitum, deserviat illum monasteriom [S.Mª Izpea] cum suas terras et piscarias et arbores pomiferas Ego igitur Aldefonsus imperator [...] conceo illum vobis firmiter cum pascuis et montibus et mazanetis et portis ad piscandum, ut habeatis per omnia secula seculorum amen

CSMUb

0997

AL

Guipual

1053

GUI

CSMUb

1051

VI

CSMLe

1091

GUI

FVitoria

1181

AL

FLabraza

1196

AL

FSalinasA

1140

AL

FLAguardia

1164

AL

2.4.3. Disyuntivas mullum aut bouem aut asinum peças aut ortos caballum aut potrum cauallum aut asinum aut bouem

Set si cauallum uel equam uel mullum aut bouem aut asinum comparauerit cum testibus […] Non detis auctorem Similiter ubi potuerint inuenire aguas per regare peças aut ortos aut molendi facere […] Nullus homo qui habeas cauallum aut potrum non det fonsadera Et si populator conparauerit mulam, uel equam, cauallum aut asinum aut bouem cum otorgamento de uia regis [...] Det sua iura, et non det eis mas otor

3. CONCLUSIÓN Hemos presentado aquí los sustantivos que nominan los recursos naturales y no nos extenderemos más en esta exposición, pues contamos con una base de datos muy amplia que presenta interesantes y diversas posibilidades futuras. Sin embargo, antes de finalizar, deseo exponer nuestra propuesta metodológica de modificar en el proyecto inicial –planteado por los historiadores– la expresión recursos naturales que figura en nuestro título, el cual restringe innecesariamente la riqueza terminológica de los textos. ¿Podríamos añadir realmente en este estudio lexicográfico los sustantivos tan frecuentes y novedosos como alcalde, alfimiame, arribaje, fuerza ‘violencia’, abnuda, casatos ‘siervos’, presura … y otros miles más? ¿Qué haríamos con los sintagmas verbales, preposicionales u otras partes de la estructura de la lengua medieval?

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ANGELES LÍBANO ZUMALACÁRREGUI

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EL LÉXICO DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL ROMANCE MEDIEVAL

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Oriente y occidente en el léxico de las matemáticas del Quinientos* Mª JESÚS MANCHO Universidad de Salamanca

En el siglo XVI hispano las matemáticas, disciplina que con el transcurso de los años se va a erigir en clave de la modernidad, experimentan notable auge. En efecto, el saber matemático se desglosaba en dos vertientes: una especulativa y otra práctica,1 cuya metodología, aplicable a una nutrida gama de artes mecánicas, se encaminaba a la invención. Por esta época, además, se produce un giro en el método de exposición, que, partiendo de la tradición geométrica euclidiana, desembocará en otro simbólico algebraico, donde las ecuaciones predominan sobre las figuras. Nuestra aproximación se basa en una selección de textos representativos de esta ciencia en el Renacimiento hispano, integrados en el corpus del Diccionario de la Técnica del Renacimiento.2 El muestreo léxico obtenido deja al descubierto unas corrientes que tienen su origen en la tradición clásica, de marcado carácter culto, y, entreveradas junto a éstas, otras de procedencia árabe que mantienen su vigencia en determinadas parcelas del ámbito matemático. Como es sabido, «los árabes tradujeron al árabe y al persa el álgebra hindú; y como el árabe era un idioma importante no sólo en erudición, sino también en el comercio y en la guerra, el álgebra griega e hindú, simplificada, y en cierto modo sistematizada por los árabes, acabó por penetrar en Europa. Las Cruzadas de los siglos XII y XIII ayudaron a difundir el álgebra, la trigonometría, los clásicos de la antigüedad y las enfermedades contagiosas» (Bell 1995: 108). La finalidad del culti*

Este trabajo se inserta en el marco del proyecto HUM2004-0402/FILO, financiado por la

DGCYT. «Por un lado, nos encontramos ante una aritmética académica o universitaria, dedicada al estudio de las propiedades de los números enteros y relaciones entre magnitudes, que tenía un carácter propedéutico en disciplinas anejas, como la música, la filosofía, etc. [...] Por otro, la aritmética práctica, concebida como útil herramienta de cálculo para la resolución especialmente de los problemas de la aritmética comercial, cuyo importante papel jugado en el despegue del llamado capitalismo comercial ha sido abundantemente puesto de relieve por la mayor parte de los historiadores de las matemáticas y de la economía» (Salavert Fabiani 1994: 52). 2 DICTER, proyecto que actualmente se lleva a cabo en el Centro de Investigaciones Lingüísticas de la Universidad de Salamanca (CILUS). 1

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vo de estas especialidades entre los árabes era de carácter utilitario, tendencia que se mantuvo en los alrededores del Quinientos, pues para numerosos especialistas «el desarrollo de la matemática en España durante los siglos XV y XVI tuvo como vertientes principales a la aritmética aplicada al cálculo mercantil y a la geometría, en particular la relacionada con el arte de la navegación y con las técnicas de guerra» (Esteban Piñeiro y Salavert Vicente 2002: 231). En este terreno, el vocablo almucábola funciona como sinónimo de álgebra y su antecedente se debe a Mohammed ibn Musa Al-Khowarizmi de Bagdad, quien a mediados del siglo IX escribió uno de los primeros tratados, «en que se presenta un equivalente de nuestra «álgebra» –al-jebr w’almuquabala–, que significa «restauración y reducción», aludiendo a lo que ahora se llama transposición de términos negativos, para producir ecuaciones con todos sus términos positivos, y a la subsiguiente reducción simplificando los términos de igual potencia» (Bell 1995: 109). Según el DCECH (s. v. álgebra), almucábola se encuentra en portugués antiguo, pero no en castellano. El CORDE académico recoge una ocurrencia en un discurso de recepción en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de 1882. En nuestro corpus hemos hallado cinco testimonios con diversas variantes: almucábola, almucábala y almucávala, alternando con Regla de la cosa o Regla de Arte Mayor: La Regla vulgarmente llamada de la cosa o Arte Mayor, que por su propio nombre (como dize Guillelmo de Lunis, que es el que primero trasladó la dicha Regla de arábigo en lengua italiana) se llama Álgebra y Almucábola, que es restauratio et oppositio (Aurel 1552: 68v). Unos la llaman Regla de Álgebra, que quiere dezir restauratio, o Almucábala, que quiere dezir opposición o absolución [...] Otros la nombran Regla de la cosa o del Cos, porque obrando el nombre bien se le allega. Otros, Reglas Reales o Arte Mayor (Pérez de Moya 1562: 448). Y los que quisieren passar a la Arte Mayor, que llaman Álgebra o Almucábala (Herrera 1584: 8v).

Mucho más representativa es la voz álgebra (103 ocurrencias, de las que 80 se concentran en la obra del matemático portugués Núñez Salaciense), a pesar del que el cultivo de esta rama estaba preterido a favor de la vertiente más práctica de las matemáticas.3 En el DCECH (s. v.) la acepción matemática se documenta en Aunque puedan parecer excesivamente críticas afirmaciones como las siguientes: «Ocuparse los matemáticos ibéricos de la Regla de la cosa o del Arte Mayor, como se llamaba la nueva Álgebra, [...] en aquel momento crítico, lleno de problemas prácticos urgentes, habría sido imperdonable dilapidación de energías, cuando todas las fuerzas intelectuales, físicas y morales, eran pocas para llevar a feliz término la épica empresa» (Rey Pastor 1951: 113, apud Esteban Piñeiro y Salavert Fabiani 2002: 231). 3

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Covarrubias (1611), mientras la médica, en Nebrija. En nuestros textos la primera es de 1552: La Regla del álgebra, vulgarmente llamada Arte mayor o Regla de la cosa (Aurel 1552: Título). Quál sea el fin de la álgebra y de sus conjugaciones y reglas (Núñez Salaciense 1567: 4r). Para averiguar esto por la parte de la arismética que llaman álgebra, conforme a reglas de geometría se podrá saber de dos maneras (Álaba y Viamont 1590: 243r).

De aquí surgen adjetivos derivados: algebraico (una ocurrencia), documentado, según el DCECH y confirmado en el CORDE, en 1772: Este valor es muy buscado en operaciones algebraicas (Molina Cano 1599: 4r).

O algebrático (una ocurrencia), no recogido en ninguno de los dos: Libro primero de Arithmética algebrática (Aurel 1552: título).

También Al-Khowarizmi4 es el responsable de haberse introducido guarismo y algoritmo con diversas variantes: algorismo –sin recoger en el DCECH– o alguarismo –la más antigua: Porque el noviçio en el alguarismo esté fuera de fatiga, lo mesmo demostraremos por vía de Geometría (Frisio 1575: 17v). Se demuestra por cuenta de algorismo (Frisio 1575: 52v-53r).

Guarismo, muy abundante (49 ocurrencias), como las variantes anteriores denotaba, en principio, ‘arte de contar’, ‘arte numérica’: Reglas para deprender a contar de guarismo en muy breve tiempo (Faleiro 1535: 44v). La cuenta de guarismo se sirve de los diez caracteres o figuras siguientes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 0 (Pérez de Moya 1589: 6r). Los números, o se escriven con una sola letra de las diez del guarismo, o con muchas (Pérez de Moya 1589: 7v).

Pero en algunos casos, también ‘cifra que expresa una cantidad’: Y por esta orden de leer y por los dichos términos se ha de leer todo lo que en guarismo se escrive, conviene a saber, leyendo al contrario de lo que se escrive, diziendo: unidad, dezena, centena, etcétera (Faleiro 1535: 44v).

Algorithmo, que según el DCECH, constituye un desdoblamiento moderno, aparece tres veces en nuestro corpus de la mano de Pedro Núñez Salaciense, con 4

Véase Caunedo del Potro (2000: 28-29).

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un significado que podría estar próximo al de «conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema» (DRAE-2001: s. v. algoritmo). Puesto que la prática d’estas reglas presuponga tener ya sabido el algorithmo de las quantidades de que tratamos (Núñez Salaciense 1567: 2v). En la primera [parte] trataremos del algorithmo de las dignidades (Núñez Salaciense 1567: 24r). La práctica de los quebrados de primera intención en las dignidades será como el algorithmo de los enteros (Núñez Salaciense 1567: 34v).

Tampoco está registrado en el DCECH ni se halla en el CORDE alguno de los adjetivos derivados, como algorista, en tanto que cultivador de la ciencia de los algoritmos, o ‘matemático’, que aparece dos veces en nuestro corpus: Pues [...] verás muy fácilmente qué millas y qué stadios y leguas correspondan a todo el ámbito de la Tierra [...] si según la regla del diámetro y círculo que el autor ha dado usares según buen algorista (Chaves 1545: XXXVIIIr). Los quales [meses] fácilmente podrás convertir en días y horas, si no fueres ageno de la sciencia de los algoristas (Chaves 1545: XXXIVv).

Puesto que el significado de guarismo se desliza hacia el de ‘cifra’, hemos enfocado la abundante presencia en nuestro corpus (106 ocurrencias) de este último término, cifra, con sus variantes zifra y çifra, que, en un principio, como señalan los autores del DCECH (s. v. cifra y guarismo), aparece como equivalente de ‘cero’: Como para poner 20, la cifra está en lugar de nombre y, por tanto, haze al dos valer 20 (Ortega 1512: 3v). D’estos 9 sacaremos el número, que también es 9, y quedará cifra. Y porque la raíz de cifra es cifra, sacaremos esa cifra de 3, que es la mitad del número de las cosas, y restarán essos 3 por valor de la cosa (Núñez Salaciense 1567: 12v). 0 se dize zero o cifra y no vale nada, mas tiene virtud de dar valor a las otras letras (Pérez de Moya 1589: 6v).

Pero, gradualmente –lo que se pone de manifiesto en su presencia en textos de fecha posterior–, el sentido se inclina hacia el actual: Se tiran de punto a punto unas líneas rectas, que toquen ambos lados del semicírculo, señaladas con las mismas cifras 1.2.3.4 (Arphe y Villafañe 1585: 4v). En qualquier especie que sea han de entrar las nueve cifras siguientes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, juntas o devisas cada una por sí, o acompañadas con cero, o ceros (Belveder 1597: 191v). Las dozenas van señaladas por cifra de qüenta guarismo, y las cinquenas, con unas rayuelas (Ufano 1613: 308).

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Finalmente, se encuentra el término cifra, como ‘abreviatura’, ‘unidad de un sistema en clave’, fuera del ámbito matemático y muy empleado en nuestro corpus en el arte de la guerra, donde que generará una serie de derivados: cifrar, cifrado, etc.: El Escrivano, en sus registros o nota, deve screvir complidamente, e no por cifras, o letras abreviadas, o que denotan alguna imperfectión (Celso 1553: CXXIXv). Y adbierto que en las medias calles, y en algunas otras partes d’esta obra, están dos sifras: la una, en esta forma cp, quiere dezir cabesa, y donde estubiere la c sola quiere dezir cola (López de Arenas 1619: 11r). Cifras que será bien usar el capitán para avisar a su rey lo que fuere necessario (Álaba y Viamont 1590: IV). Embiar hombres en barca y a nado, los quales se passavan hasta los últimos quarteles del enemigo con semblante de salir de nadar, aviéndoles dado un cañutico de plomo donde yva un poco de papel escrito en cifra con los avisos, soldado el cañutico del tamaño de una píldora, el qual tragavan, passando con esto libremente por los enemigos (Mendoça 1596: 137). Por la clausura que el Minotauro en el laberinto de Creta avía tenido y por la obscura y cifrada significación de las letras (García de Palacio 1583: 67v).

Dado que cifra deja libre la casilla designativa del ‘cero’, este término –con las variantes zero, cero y çero– también de origen árabe, aunque, según el DCECH, a través del italiano y documentado a partir de 1600, aparece especializado en este sentido en múltiples ocurrencias (más de 600) desde los primeros textos de nuestro corpus: Dirás: uno y quatro son 5, y tres, son 8, los quales pon cabe el zero (Ortega 1512: 5r). Se ha dicho que el zero en lengua aráviga quiere dezir lo mismo que en lengua española: nada (Pérez de Moya 1562: 11). Passa a la letra o figura tercera, que es zero, y di en ella centena, que quiere dezir cientos (Pérez de Moya 1589: 9v). En qualquier especie que sea han de entrar las nueve cifras siguientes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, juntas o devisas cada una por sí, o acompañadas con cero, o ceros, y en qualquier cantidad que fuere, grande o pequeña, siguirás esta horden (Belveder 1597: 191v).

Pero, como hemos indicado al principio, junto al estrato árabe se detecta la vertiente clásica. En la selección de representantes del léxico de raigambre grecolatina hemos empezado por las propias denominaciones de la ciencia. En relación con la más tradicional Aritmética, integrada en los planes de Quadrivium, comprobamos que la variante Arithmética, con «th», no recogida en el DCECH, pero documentada en el CORDE en 1533, es la más numerosa en nuestro corpus (204 ocurrencias): Las siete primeras y principales artes: Grammática, Rhetórica, Dialéctica, Arithmética, Geometría, Música, Perspectiva (Girava 1553: 7).

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El Arte de la Navegación es más excelente que las otras, pues [...] incluye en sí las más principales, es a saber: Arithmética, Geometría, Astrología (Medina 1545: III r).

Le sigue, con 79 apariciones, Arismética, que los autores del DCECH (s. v.) explican por una alteración fonética y por el influjo de guarismo: Fenicia es tierra de mucho trato, e por esto dizen que fue aquí inventada la Arismética e Astronomía (Fernández de Enciso 1530: XLIIv).

Y ya, a distancia, alternan Aritmética (3 ocurrencias), Aristmética (2) y Arisméthica, de una única aparición. En cuanto a las Matemáticas, se comprueba un uso en singular de este sustantivo en textos del último cuarto de la centuria, que el DCECH (s. v.) documenta en Covarrubias, si bien el CORDE ofrece algún testimonio del XV: Si se pudiere hallar [piloto] que sepa Astrología, Mathemática y Cosmographía, hará muchas ventajas al que no lo supiere (García de Palacio 1587: 112v). La tercera parte, que es tratar del uso de la artillería, consiste todo en Física y en Matemática (García de Céspedes 1606: 45r).

Lo mismo sucede con la denominación en plural, atestiguada por el DCECH en el Quijote, muy frecuente en nuestros textos con sus variantes mathemáticas (95) y matemáticas (31): Porque, aviéndose de leer en la Corte la Cáthedra de Mathemáticas que vuestra Magestad ha mandado instituyr para ennoblecimiento d’ella (Herrera 1584: IIIv). Que lean las Matemáticas de Moya del Arte Mayor y Menor, como las de Tartalla, el alemán, Euclides, Oroncio, Burgos y Ortega, y las de otros muchos autores (Belveder 1597: 190v). La primera, saber mucha parte de Matemáticas (Rojas 1598: 1r).

La Geometría experimentó notable desarrollo en el Quinientos, como consecuencia de la necesidad de resolver acuciantes problemas de carácter científico y técnico y de modo especial los relativos a la navegación.5 «En realidad, los arquitectos, ingenieros, astrónomos y cosmógrafos que contribuyeron al avance de sus respectivas artes o ciencias fueron esencialmente geómetras de sólida formación» (Esteban Piñeiro y Salavert Vicente 2002: 232). En nuestros textos se confirma esta preeminencia, al figurar esta voz en 297 ocasiones en la mayoría de las áreas : Cosmographía y Geographía, las quales, según parece por Ptolomeo, a cada passo, y por Strabón en el libro primero, sin Geometría y Astronomía en ninguna manera se pueden saber (Chaves 1545: VIr). 5

Véase Esteban Piñeiro (1994: 71-90).

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La sciencia de Geometría es una de las siete artes liberales, muy necessaria a todos los oficiales mecánicos, ca, si no tienen parte en ella, no pueden ser bien resolutos en sus artes (Sagredo 1526: 13). Que trata de la Geometría necessaria para la Fortificación (Rojas 1598: 10r). La Geometría, para los cortes y crecimientos de las chapas, y para hazer la división de las monteas y plantas de lo que quisieren poner en práctica (Arphe y Villafañe 1585: VIr).

Desde este núcleo surge una familia de tecnicismos, de entre los que seleccionamos geómetra en, al menos, dos acepciones: ‘mensurador’ El geómetra o mensurador de tierras, campos y qualquier género de superficies, cuerpos, alturas, profundidades, ha de saber los primeros libros de Euclides (Herrera 1584: 9r). Los geómetras, para medir alturas, distancias y profundidades, lean el segundo libro de Geometría (Pérez de Moya 1589: 2v). Esta regla de multiplicar círculos es muy importante para el geómetra o nivelador que encamina aguas (Rojas 1598: 61v).

y ‘cultivador de la geometría’: La sphera, según geómetras, es un cuerpo de perfecta redondez (Chaves 1545: VIIv). Nicolao Tartalla, muy gran maestro de cuenta y buen geómetra, notó los yerros de entrambos (Núñez Salaciense 567: 322r).

Ahora bien, a imitación de la estructura de la palabra geometría, van a crearse otras: En tres partes dividen todos los geómetras las medidas geométricas: la una se llama altimetría, y la otra planimetría y la tercera estereometría. La primera se ocupa en medir solas las longitúdines de qualesquier cantidades. La segunda, en la medida de longitúdines y latitúdines, que será medir líneas y superficies. La tercera, en medir longitúdines, latitúdines y profundidades, que será medir cuerpos (Álaba y Viamont 1590: 189v).

Altimetría y planimetría no figuran en el DCECH. Por su parte, la voz estereometría, formada a partir de stereós, ‘sólido, duro, robusto’, fechada en 1732 (DA), aparece en nuestro corpus también con la variante stereometría: Leerá en la Academia los seys primeros libros de Euclides, y para la Stereometría, el undécimo y duodécimo (Herrera 1584: 9v).

Para terminar nuestro repaso al léxico matemático retornamos al álgebra quinientista, pero ahora desde la tradición clásica. Aquí encontramos, con 325 ocurrencias, la voz binomio, que el DCECH documenta en 1709:

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Nota que el binomio o residuo, en tal caso, tomarás por sola una quantidad simple (Aurel 1552: 112r). Para multiplicar binomios y residuos, pondrás un binomio debaxo del otro, o el residuo debaxo del residuo, o el binomio debaxo del residuo, o el residuo debaxo del binomio, o comoquiera que vengan (Pérez de Moya 1562: 539). Quando nos proponen algún binomio o reciso para buscar la su raíz cuba, lo que pretendemos es saber si tiene raíz cuba en forma de binomio, y que sea tal que multiplicándola en sí misma cúbicamente haga el propuesto binomio, en aquella misma forma en la qual se propone (Núñez Salaciense 1567: 118r). Essaminar muy menudamente si se sacó bien la raíz del binomio o residuo (Molina Cano 1598: 17r).

La variante binómino6, no incorporada en el DCECH, ofrece 284 ocurrencias concentradas en una única obra: Se puede summar y restar sin que vengan binóminos o residuos (Aurel 1552: 47v). Si d’estas dos líneas fuere hecha una, toda esta línea assí compuesta será irracional, llamada binómino (Aurel 1552: 55v).

Análogamente a binomio, surgen otras formaciones compuestas, que, según el DCECH, «faltan todavía en Aut., pero ya figuran en Acad. 1884», como trinomio (60 ocurrencias), quadrinomio (14 ocurrencias), quinomio (18 ocurrencias) o multinomio (2 ocurrencias), estas dos últimas no recogidas en dicho repertorio: Queriendo sacar r. de algún trinomio, assí como de 9cce. p. 12cu. p. 4ce., sacarás la r. de los extremos (Pérez de Moya 1562: 523). Y si quisiéssemos tomar por raíz un trinomio, ny aun eso podrá ser, porque trinomio es raíz de quinomio y no de quadrinomio (Núñez Salaciense 1567: 134v). Y la misma arte nos podrá servir para partir número o raíz simple por trinomio, quadrinomio, o qualquier otro multinomio (Núñez Salaciense 1567: 63r). Por tanto, daremos la unidad al quadrinomio de dignidades para que resulte quinomio (Núñez Salaciense 1567: 134v).

Paralelamente, se crearán compuestos de binómino: trinómino (20 ocurrencias) y quatrinómino (5 ocurrencias), tampoco presentes en el DCECH: Quando te verná algún binómino, trinómino, quatrinómino, etc., mira si ay algunas quantidades que sean comunicantes, que las puedas summar, de tal manera que del quatrinómino puedas hazer trinómino o binómino; o del trinómino, binómino, o raíz de número no quadrado; o del binómino hazer raíz de número no quadrado (Aurel 1552: 54r). Según el DCECH, binomio está «tomado del b. lat. binomium id., sustantivación del adjetivo binomius ‘de dos nombres’ y éste derivado del fr. nom o del it. nome ‘nombre’ procedentes de lat. NOMEN». 6

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Asimismo, se hallan otros derivados, como binominal o trinominal: Siendo el partidor binominal, sería impossible por él partir quantidad alguna (Aurel 1552: 60v). Multiplica el dicho quociente trinominal con el partidor primero binominal, que es rrr. de 4 + rrr. de 3, y vernán los 140 y está bien (Aurel 1552: 62r).

o binómico: La regla para hallar las raízes cubas binómicas de los binomios cubos traeremos por la misma manera (Núñez Salaciense 1567: 114v).

De los datos proporcionados por esta modesta cala se desprende, a modo de conclusión, que un acercamiento al registro matemático del siglo XVI permite arrojar nuevas luces sobre la historia del léxico científico de nuestra lengua y, recíprocamente, el análisis de estos términos especializados constituye una inestimable ayuda para una mejor comprensión del devenir de la propia ciencia.

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Las relaciones entre las palabras en un diccionario histórico: la relación genética JOSÉ A. PASCUAL Real Academia Española

RAFAEL GARCÍA PÉREZ Universidad Carlos III de Madrid

0. INTRODUCCIÓN Las alusiones que se hacen al Diccionario histórico de la Real Academia Española (en adelante DH) suelen referirse a las dificultades de todo tipo que han existido para su financiación o la desesperante lentitud con que sus diversos fascículos han ido viendo la luz.1 No conocemos, en cambio, trabajos orientadores acerca de la concepción global de la obra, o la justificación de los métodos y técnicas empleados en su redacción. Por otro lado, las decisiones lexicográficas iniciales no se han sometido a crítica en los años siguientes, a pesar de los avances que se han producido en casi todos los ámbitos del conocimiento y, de un modo particular, en el de la Lexicografía. Estas decisiones, acordes con las posibilidades que existían a mediados del siglo pasado, permitieron iniciar la andadura de un diccionario histórico concebido como una sucesión de diccionarios sincrónicos de distintos periodos –medieval, Siglos de Oro y moderno, por ejemplo– ensamblados para que el lector encontrara en ellos la evolución del significado de las distintas acepciones de cada palabra. No se pretendía situar sus cambios dentro de la red de relaciones que se establece entre los elementos léxicos de una lengua, lo que ha implicado que las palabras del DH aparezcan en un aislamiento que se compadece mal con el principio de la Lexicología de que su valor no puede establecerse tomándolas como entes aislados, al margen de las relaciones que éstas mantienen en el sistema. Pero tal situación era la que permitían los medios con los que se contaba hasta hace muy poco para la realización de un diccionario histórico, antes de que las técnicas informáticas permitieran, por un lado, relacionar las palabras que componen un diccionario, por numerosas que éstas sean; y, por otro, confeccionar un corpus textual adecuado, cuyos datos estén organizados con un cierto orden y, al tiempo, resulten de fácil acceso. 1

Véase, por ejemplo, a este respecto, Seco (1987).

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No supone lo anterior, como se podrá comprender, una valoración de los diccionarios históricos construidos en el pasado, sino sólo la constatación de que, dadas las posibilidades técnicas con que contaba la lexicografía hasta hace poco, estas obras solo se podían llevar a cabo siguiendo el orden alfabético, tanto durante la realización del trabajo como en la presentación de sus resultados, esperando que, una vez terminado, se buscaran las relaciones que existen entre las palabras. En ese sentido, la tarea de encontrar la implicación que unas voces tienen en la evolución de las otras les estaba encomendada a lo propios lectores. Atendiendo a estas relaciones semánticas, el éxito de un italianismo como abandonar, por ejemplo, cuyo empleo por Garcilaso sorprendía a Herrera, es paralelo a la decadencia que afecta a desamparar desde el siglo XVI. De forma que si, a diferencia de lo que ocurre en la lengua del siglo XV, hoy ya nadie desampara un camino ni considera que un edificio o un cementerio estén desamparados –salvo en usos marcados anticuados de Camilo José Cela o de Gabriel García Márquez– es porque en tales usos este verbo ha sido sustituido por abandonar. No se puede estudiar la evolución de estas voces, prescindiendo de la relación que mantienen entre sí y con sus sinónimos. Lo que se ha de ampliar al campo de la antonimia, en el que la relación entre los elementos amparar ~ desamparar, abandonar o amparo ~ desamparo, abandono, es desequilibrada: amparar

amparo

*desabandonar

*desabandono

desamparar

desamparo

abandonar

abandono

Todo esto explica, por su lado, la creación de una serie de sinónimos –recoger, recuperar, etc.– con que se rellenan los huecos dejados por *desabandonar. También las relaciones genéticas entre palabras emparentadas proporcionan informaciones relevantes para entender cómo se encauza la evolución de determinadas palabras. La introducción de herencia (una palabra ajena a la familia de heredar) en los orígenes mismos del castellano, alteró la situación de heredad; de manera que esta última forma, a diferencia del fr. med. herité (fr. mod. heritage), ha llegado a adquirir, como significado más común, el de ‘hacienda de campo’, a la vez que ha mantenido el de ‘bienes heredados’. Sin tomar en consideración estas relaciones genéticas no se pueden entender algunas de las diferencias diatópicas existentes en nuestros sufijos. Así, en España se sustituye amigable por amistoso, a partir del XVIII. Sólo tomando este hecho en consideración, y atendiendo a que no todos los derivados de una palabra caminan al unísono, se entiende que a finales del XVIII muchos que emplean amistoso pre-

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fieran, en cambio, amigablemente a amistosamente; como se entiende que en América, ajenos a esta solución española, se prefiera en la actualidad amigable a amistoso y que hoy en día vaya aumentando progresivamente el empleo de amigable en España. Tales relaciones entre las palabras han de considerarse, además, referidas a los diferentes registros, estilos, situaciones, etc., en que pueden emplearse. Así la diferencia entre las voces acaecer y acontecer, antes y después del siglo XVI, no es de denotación, sino de la consideración de cuál de ellas es la voz no marcada en la lengua coloquial. Situación que se altera después, con la introducción de ocurrir, suceder y, sobre todo, con tener lugar. Esas relaciones no sólo implican y explican una gran parte de los cambios de significado de las voces y de la situación de empleo de ellas, sino también de las combinaciones entre las palabras. En otro artículo (García Pérez: 2003-2004) se puso de manifiesto, partiendo de aderezar, la necesidad de adoptar el criterio lexicográfico de «los significados básicos» y se subrayó la importancia del método relacional. Las conexiones que veíamos entre sinónimos mostraban a las claras que la evolución semántica de un vocablo resulta inseparable de los cambios experimentados por otras unidades lingüísticas, y que sólo estudiando en conjunto dichas conexiones se puede entender la peculiaridad del léxico actual. El verbo aderezar, tenía durante la Edad Media y la Moderna, una extensión semántica mayor que en la actualidad, y gozaba del carácter neutro que fueron adquiriendo después otros verbos, como dirigir o dirigirse, por un lado, y preparar o, incluso, arreglar o reparar, por otro; hasta tal punto que construcciones del tipo aderezar a un lugar, aderezar una habitación, aderezar la cama, o aderezar un banquete eran tan naturales como hoy dirigirse a un lugar, arreglar una habitación, arreglar la cama o preparar un banquete, respectivamente. La sustitución del verbo aderezar no fue, sin embargo, sistemática, y en algunos ámbitos especialmente conservadores, como es el caso de la cocina, podemos aún encontrar restos de las antiguas combinaciones léxicas: aderezar la ensalada y, en menor medida, aderezar la carne. Aderezarse, como sinónimo de arreglarse (adornarse) ha desaparecido de la lengua hablada, pero pervive como arcaísmo en textos literarios hasta finales del XX. Las relaciones que debe mostrar un diccionario histórico van más allá, incluso, de las que se dan entre las propias palabras de una lengua, pues muchas de estas –de un modo particular los préstamos de acepción– están estrechamente vinculadas a la misma voz en otros idiomas. Es el caso de aparato, cuyo empleo como sinónimo de avión no es el resultado de un cambio semántico originado dentro del español, sino del francés, de donde esta acepción se ha tomado en préstamo. Nada impide que la confección de un diccionario histórico muestre la historia de las palabras dentro de la red de relaciones en que éstas se inscriben. No es

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una pretensión desmesurada ésta que, en otros tiempos, habría podido considerarse una utopía como la que contiene la idea de Michelet de que cada época sueña la que va a venir después. En este caso se trata, simplemente, de no ir a desmano de las posibilidades que nos brinda el momento presente. De todas las relaciones entre las palabras a que nos hemos referido y con las que debe contar un diccionario histórico, vamos a acercarnos en este trabajo a las genéticas, es decir, las que se perciben entre los vocablos de una misma familia. La clasificación y definición de los derivados en las obras lexicográficas tradicionales causa la falsa impresión de que todos los elementos forman parte de la misma cadena histórica. Éste es un hecho que contradice la realidad lingüística, en la que se presentan grandes desequilibrios en la historia de las voces emparentadas. En realidad, existirían diferentes sistemas según los registros, niveles, zonas, etc., situados en distintos planos. Aunque, como vemos, son muy variados los tipos de relaciones entre los miembros de una misma familia –con consecuencias para su desarrollo histórico– en esta ocasión vamos a exponer, aprovechando la entrada antojar del actual DH y sus parientes lingüísticos,2 un ejemplo concreto de la importancia lexicográfica de dos tipos de relaciones: a) Relación histórica entre acepciones. b) Relación de las acepciones con los términos emparentados.

1. RELACIÓN HISTÓRICA ENTRE EL VERBO ANTOJAR Y SUS ACEPCIONES Frente a lo que se derivaría de un exceso de positivismo, la evolución de un significado no puede apoyarse excesivamente en la cronología de los ejemplos, dejando de lado la organización lógica de sus significados. Y ello no sólo porque un corpus refleje de un modo parcial la realidad (algunos ejemplos pueden no aparecer aunque existen), sino porque en la evolución semántica hay que contar con eslabones perdidos e incluso con eslabones virtuales.3 Si estudiamos con detalle esta familia (antojar), nos daremos cuenta de que, contra los fueros de la realidad etimológica, el líder es el verbo, a pesar de su formación denominal. La creación comienza por el sustantivo antojo ‘aparición’, marcado connotativamente, es decir, referida a una aparición de algo así como fanPor razones de espacio, nos limitaremos a los derivados sustantivos, pero es evidente que el análisis podría extenderse al resto de los términos emparentados genéticamente. 3 Por eslabones perdidos nos referimos a los no documentados, mientras que por eslabones virtuales entendemos aquellos eslabones latentes que se justifican por analogía o por influencia de otra lengua. 2

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tasmas, del producto de la imaginación de las personas. A partir del sustantivo se crea antojársele a alguien, en el mismo sentido y con las mismas connotaciones de ‘aparecérsele’. En el escalón verbal, por tanto, se parte de un significado inacusativo (algo viene a alguien), claramente expresado en el ejemplo de Juan Valdés: «Quien asnos ha perdido, cencerros se le antojan», donde cencerros desempeña la función de sujeto y le, de complemento indirecto (paciente o tema afectado). Es lo normal en los llamados «verbos de aparición»4 y, dentro de los de aparición, en los pronominales, que tienen algunos rasgos en común con los de existencia. Entre los pronominales de aparición, tenemos verbos como presentarse, desprenderse, definirse, manifestarse, ofrecerse, producirse, originarse y darse. Comparten algunas características con verbos de otras clases semánticas, como los de «dirección inherente».5 Los «verbos de acaecimiento» (como ocurrir, pasar, suceder, acaecer y acontecer) pertenecen, precisamente, al mismo grupo que los verbos de aparición. Es importante tenerlo en cuenta para entender el porqué de la acepción que hemos marcado como 36 y que se define como «ocurrírsele algo a alguien, tener una idea». 1.1. Pero el uso del verbo va cambiando. Aunque se mantiene la estructura sintáctica de tipo inacusativo, semánticamente el paciente o tema afectado se convierte en un agente y el significado verbal pasa del significado puntual del verbo eventivo ‘algo viene a alguien’ a ‘alguien experimenta algo’. Es el gran paso que da lugar a la acepción 2, en que el verbo inacusativo de «aparición» se ha convertido en un verbo de «percepción sensorial», que da cuenta de la opinión de un determinado individuo respecto de algo o alguien: «parecer». El pronombre se declina en dativo, que es también lo normal en la actualidad, y admite sujeto y predicados oracionales. Se mantiene, por tanto, la estructura sintáctica de la acepción 1, pero asistimos a un importante cambio semántico, pues ya no es la realidad externa la que se le presenta a la persona, sino que es ella la aprehendente. Son dos formas distintas de presentar lingüísticamente el acto de conocer. A este cambio que sitúa al sujeto del conocimiento como agente, como protagonista (ocurrido en la segunda acepción), se le añade la posibilidad de que algo «le parezca, de una manera caprichosa». 4

Mendikoetxea (1999: 1607-1616). En primer lugar, un significado locativo requiere, como parte del evento que denota el verbo, un argumento locativo, que puede aparecer de forma implícita o explícita; en segundo lugar, un argumento tema que, como en los inacusativos, es el sujeto sintáctico (lo mismo que en los verbos de «cambio de estado» y «ubicación»). 6 Véase más adelante. 5

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Esta evolución semántica no se ha producido de modo aislado, sino que es paralela a la efectuada por otros verbos de aparición, como es el caso del propio parecer, que significaba, primero, ‘presentarse’7 y después pasó a significar, ‘recibir una idea’, ‘parecer’, es decir, un verbo de percepción que, como tal, tiene un argumento experimentante en el complemento indirecto. El argumento de fuente o causa, por su parte, concuerda con el verbo (es, por lo tanto, sujeto de la acción). El acto de conocer, con esta estructura, puede enfocarse como algo que se nos viene o como algo que creamos nosotros con nuestra imaginación, a la manera de aquellos fantasmas que se le pueden presentar a una persona y que pueden convertirse también en fantasmas imaginados por él: «haber sido manteado por personas de carne y hueso, y no por fantasmas soñadas ni imaginadas, como su señor lo creía y lo afirmaba» (M. de Cervantes, Quijote, I, 46: 356, 844). Hay un paso más; la transformación de un verbo de «percepción» en un verbo de «opinión»,8 cuya cercanía no sólo es semántica, sino también sintáctica, pues mantiene la misma estructura. 1.2. El segundo gran cambio consiste en el paso de la percepción sensorial al deseo. Los casos de deseos concretos, como la comida, son puramente contextuales y llegan a convertirse en acepciones si se institucionalizan. Esta evolución semántica del verbo podría representarse del siguiente modo:

Aparecer

Parecerle, t. la opinión

Ocurrírsele, t. la idea

Desear

hay cosas que se le antojan delante de los ojos

se les antojaba que aquellas imágenes les hablaban

¡no se le antoje darme con un nuevo arbitrio!

Dios quisiera que se os antojase de justar conmigo

*Molestarle

Se trata de esquemas definitorios que cuentan, por un lado, con la explicación sintáctica; pero, por otro, con la semántica, en el sentido etimológico. No es necesario decir, a este respecto, que ha de evitarse el exceso de contextualidad de las definiciones, originado por un prurito filológico más que por una actitud lexicográfica. Dejamos fuera, por tanto, muchas cosas que cabe considerar secundarias, como es el caso de lo que no parece institucionalizado (los deseos de las embarazadas, por ejemplo). Se trata de hechos analizables en un segundo nivel: elecciones de un escritor o una escuela, hechos accidentales, poco frecuentes, etc. Signif icado que puede rastrearse en textos más modernos, como M. de Cervantes, Quijote, I, 8: 95: «–Mire vuestra Merced– respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento […]». 8 Fernández Leborans (1999: 2443). 7

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La necesidad de evitar el exceso de contextualidad nos llevará, en el momento de establecer las acepciones y subacepciones definitivas, a no distinguir radicalmente entre: 1587-90 ÁLVAREZ Silva 1ª 464: Tiene licencia el zeloso y discreto predicador de Dios de ser curioso en parte, para solo fin de antojar al oyente su doctrina. 1587-90 ÁLVAREZ Silva 1ª 464: tampoco quiero dezir se han de condenar los predicadores que, mouidos de Dios y con zelo de sus oyentes, procuran engolosinallos y antojalles el apetito con algunas curiosidades que para esto le siruan.

El DH los separa en dos acepciones: «Hacer que algo sea apetecible»; y «suscitar antojo (en el apetito de alguien)». Parece que más bien nos hallamos ante una paráfrasis que ante una definición en un diccionario de lengua.9 En principio, el contexto ayuda para establecer las acepciones: así, basta que aparezca, por ejemplo, libidinoso para que sepamos que antojo tiene que ver con el sexo. Pero estos hechos contextuales distan mucho de justificar una acepción, que supone la institucionalización fuera de contexto de un significado contextual. Por eso, tratar de no caer en los excesos de contextualidad origina que contemos con un número menor de acepciones y subacepciones, si bien se pueden organizar en subapartados aquellos usos que, sin mantener la distancia de significado necesaria para ser vistos como acepciones diferentes, resultan relevantes por su frecuencia. En ese sentido, las acepciones y subacepciones del verbo antojar, podrían establecerse y organizarse del siguiente modo:10 1ª acepción. Aparecer. Algo se (le) aparece a alguien c1270 ALFONSO X PcrónGen. (1906) 4la,23: Allí se parará ante tos ojos la imagen de esta mujer […] y se antojará como está delante de ti, descabeñada.

2ª acepción. Parecer, ‘tener una opinión’ 2.1. Subacepción. Algo (le) parece a alguien algo. 9 Somos conscientes de que, sintácticamente, los dos verbos no son exactamente iguales. Mientras el primero se integra en una clara construcción causativa con el significado de ‘hacer desear’ (alguien antoja la doctrina a alguien = alguien hace que alguien desee la doctrina), el segundo es un operador causativo apropiado al sustantivo predicativo apetito. En ese sentido, es una combinación muy restringida que tendría como variantes los verbos, también con sentido causativo en este contexto, abrir o despertar (antojarle a alguien el apetito con curiosidades = abrirle / despertarle a alguien el apetito con curiosidades = hacer con curiosidades que alguien tenga apetito). 10 Se coloca siempre en posición inicial el sujeto, seguido del verbo y los complementos que éste rige obligatoriamente: complemento directo, complemento indirecto y, finalmente, los complementos preposicionales imprescindibles desde el punto de vista sintáctico-semántico.

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1463 LUCENA Vida beata (1950) 107: Siempre recela el que es rico de sus siervos ser expiado […]. Si camina, lleve diez mil, siempre va solo; los retamos, enemigos, y las umbras se l´antojan ladrones.

2.2. Subacepción. Algo le parece a alguien. c1270 ALFONSO X Lapidario (1981) 69,10: Y han tal virtud en aquel lugar do se crían, que aquellos que las toman atójaseles que les dan a pedradas.

3ª acepción. Ocurrírsele, algo se le ocurre a alguien, ‘tener una idea’. 1545-65 RUEDA Medora (1896) 275: Válgate el diabro; agora se le ha antojado a la señora Angélica dolerle las quijadas.

4ª acepción. Desear. Encapricharse. 4.1. Subacepción. A alguien se le antoja (de) hacer algo. 1550 NATAS Tidea (1913) 41, 1282: ¡Oh, qué cuello! / ¡Oh, qué ojos y cabello! / Oh, qué pechos y boquita! Antójaseme de comello, / según eres de bonita.

4.2. Subacepción. A alguien se le antoja algo. 1254 Lib. estrellas (1954) 14b: Mars […] non manda a sí cuando es sañudo ni torna su mano de hacer lo que se le antoja.

4.3. Subacepción. Alguien se antoja de algo o alguien. 1596-1603 LOPE DE VEGA N Mundo (1900) 346a: el rey cristiano / de mi Granada se antoja.

5ª acepción. Algo le molesta a alguien (dialectal). 1896 ARRIAGA Lex. bilbaíno: Antójasele a uno… En castellano es desear con ansia alguna cosa… Vuélvase la oración por pasiva para el bilbaíno, que indica con ello la detestación de algo que no quiere ni ver.

2. RELACIÓN DE LAS ACEPCIONES CON LOS TÉRMINOS EMPARENTADOS 2.1. Entre los derivados de antojar es, sin duda, el sustantivo antojo el primero que debe tenerse en cuenta. Constituye, etimológicamente, como decíamos, la cabeza de la familia, con raíz en la combinación formada por la preposición latina ANTE y el sustantivo OCULUM. Las relaciones entre el sustantivo y el verbo son evidentes, aunque no siempre se pueda postular un claro paralelismo en la evolución semántica de ambos. Un diccionario histórico, en todo caso, debe resaltar los rasgos comunes, haciendo visibles las continuidades y discontinuidades de significado, por su-

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tiles que parezcan, entre el líder del grupo y los términos morfológicamente emparentados. Ello implica utilizar la estructura definitoria del primero como una especie de plantilla o de guía a la que se remiten el resto de los derivados. Así, en el caso del sustantivo antojo, es posible encontrar, en primer lugar, un significado de «aparición» directamente relacionado con la primera acepción del verbo (‘aparecer’: algo se le aparece a alguien), en ejemplos recogidos en el DH desde el XV: c1400 Med. romance (1984) 202: Y las señales del comienzo del caer del agua en el ojo es que vea el doliente delante los ojos cosas que se le antojan, como leimila o cabellos o moscas o chismes o cadeniellas o sorajas pequeñas, o como cestos que se lanzan e se abajan con mover del ojo. Y verá estos antojos de muchos colores.

La segunda acepción de antojar (‘parecer, tener una opinión’) no ha dejado huella en los diversos sentidos con que el sustantivo se ha conservado en los textos. Las lagunas semánticas de algunos derivados respecto al líder del grupo ponen de manifiesto, precisamente, que el paralelismo que se da entre sus significados no es absoluto. Aunque no es posible determinar con certeza si la ausencia de ejemplos se debe a que el sustantivo antojo carecía siempre de tal acepción, desde el punto de vista de un diccionario histórico, parece oportuno mostrar que la casilla queda, por el momento, vacía. Distinto es el caso de la tercera acepción (‘ocurrírsele, algo se le ocurre a alguien, tener una idea’), con claro reflejo en el sustantivo, al menos desde el XVIII: 1726-52 TVILLARROEL. Poes. (1795 VII) 225: Piojos como carneros / en campos cenicientos se pasean, / y es lo peor que fieros / entran en la cocina y la rodean; / y sospecha lo rudo de mi antojo / si me dan a comer carnero o piojo.

Los ejemplos correspondientes a la cuarta acepción (‘deseo’) son más numerosos y se remontan al siglo XIV. 1330-35 JMANUEL Lucanor (1983) 258,22: Ella era muy buena mujer [...] pero […] a las veces tomaba algunos antojos a su voluntad.

Dejando al margen las locuciones verbales que, con este sentido, es posible encontrar al menos desde el siglo XVI, aún pueden añadirse algunas subacepciones particulares, no siempre paralelas a las desarrolladas por el verbo, entre las que hay que incluir el ’deseo de mujer embarazada’, de gran éxito en el español contemporáneo: 1514 NEBRIJA: Picatio, onis: por el antojo de la muger preñada.

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Alejada del significado precedente y en conexión con la quinta acepción de antojar (‘molestar’), un tanto accesoria por dialectal, aparece el sentido de ‘asco’ e, incluso, en otros contextos el de ‘hastío’. Se trata de significados bastante recientes. 1896 ARRIAGA. Lex. bilbaíno. Apénd. s/v: Antojo me dan esas gentes que vienen de por ahí con mantas por tapabocas.

Al margen de estos significados, antojo ha pasado a denotar, también, una serie de realidades físicas, bastante específicas, relacionadas de algún modo con los ojos o con la vista (instrumentos ópticos diversos para aumentar la imagen de los objetos, las anteojeras de las caballerías, etc.11), que lleva a incrementar, necesariamente, el número total de acepciones, sin que ello suponga una quiebra de los planteamientos expuestos. Estos significados más especializados no tienen correlato en el verbo ni en el resto de los derivados y constituyen, por tanto, un ejemplo de la libertad con que términos emparentados convergen o divergen entre sí.12 Cuando nos planteamos la cuestión del liderazgo dentro de una familia, nos percatamos de que no es posible tomar decisiones cuantitativas, porque, como en el caso que nos ocupa, los desarrollos semánticos de uno de los miembros pueden resultar puramente accidentales y quedar aislados frente a las acepciones básicas generales.13 En ese sentido, se justifica, como hacemos a continuación, la existencia de una rama semántica de menor relieve, separada del resto, que agrupara los significados exclusivos de cada uno de los derivados. Junto a estas soluciones, un diccionario histórico debe contemplar también la posibilidad de que algunas acepciones resulten especialmente problemáticas. Es lo que ejemplificaremos por medio de la definición ‘lunar o mancha en la piel’,14 que el DH incluye bajo el número 4.15 Es evidente que esta definición no guarda relación alguna con la de las acepciones básicas generales, ni tampoco con las acceso11 Para la diversificación de los dos significados en dos significantes distintos, antojo y anteojo, vid. Álvarez de Miranda (1991).

12 Aquí se tendrían en cuenta las acepciones que el DH incluye en la rama semántica II, aunque quizá no todas. Véase nota 15. 13 Entendemos por acepciones básicas generales aquéllas que se extienden a varios de los derivados de una familia lingüística. Acepciones accidentales, por el contrario, serían aquéllas que se desarrollan de modo aislado en uno solo de los miembros de dicha familia. 14 «Lunar o mancha en la piel atribuidos a antojos no satisfechos de la madre durante el embarazo» dice exactamente el DH. 15 No se entiende tampoco muy bien y parece un tanto forzada la consideración del significado «grillos» como una subacepción dentro de la rama semántica II (idea de objeto que se pone delante de los ojos). Parece en este caso que se hace una extensión del origen metafórico (etimoló-

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rias a las que nos hemos referido anteriormente. Aun suponiendo que el origen se encuentre verdaderamente en los antojos no satisfechos de la embarazada (asunto de carácter filológico que está por resolver), la acepción ‘lunar o mancha en la piel’ no puede ligarse directamente a la acepción ‘deseo’ o ‘capricho’, pues un diccionario histórico no debe organizarse teniendo en cuenta las problemáticas bases etimológicas que supuestamente han dado lugar a las acepciones. La especial complejidad de ejemplos como el que acabamos de mostrar, hacen que tengamos que crear un apartado específico dedicado a los significados marginales. Las acepciones correspondientes al sustantivo antojo se establecerían, ordenarían y definirían del siguiente modo, teniendo en cuenta, evidentemente, su relación genética con el verbo antojar: I. Acepciones básicas generales. 1. Acepción. Aparición. Aparición de algo que no existe. c1400 Med. romance (1984) 202: Y las señales del comienzo del caer del agua en el ojo es que vea el doliente delante los ojos cosas que se le antojan, como leimila o cabellos o moscas o chismes o cadeniellas o sorajas pequeñas, o como cestos que se lanzan e se abajan con mover del ojo. Y verá estos antojos de muchos colores.

3. Acepción. Ocurrencia, imaginación. 1726-52 TVILLARROEL Poes. (1795 VII) 225: Piojos como carneros / en campos cenicientos se pasean, / y es lo peor que fieros / entran en la cocina y la rodean; / y sospecha lo rudo de mi antojo / si me dan a comer carnero o piojo.

4. Acepción. Deseo. 4.2. Subacepción. Deseo, capricho. 1330-35 JMANUEL Lucanor (1983) 258,22: Ella era muy buena mujer et los moros an della muchos buenos exiemplos, pero avía vna manera que non era muy buena: esto era que a las vezes tomaua algunos antojos a su voluntad.

4.3. Subacepción. Persona o cosa objeto de deseo. 1797 LIMA (LHA 18 s/v): Cada cual tomaba un antojo por almuerzo.

gico) de la acepción, ya perdido, al nuevo significado, institucionalizado en un determinado ámbito social, con la intención de encontrar un rasgo en común con el resto de las subacepciones. Desde nuestro punto de vista, se trata de una acepción independiente y, por tanto, requeriría un estudio aparte.

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1511 SORIA Canc. gen. 1511, 137d): Porque mi afición pasada / puesta delante mis ojos, / después de ser apartada, / me da nueva sofrenada, / volviéndome a mis antojos.

4.3.1. Subacepción restringida. Alimento típico y apetecible (dialectal) 1940 MALARET Supl.: Antojito: Méx. Golosina, platillo o guisado típico de esta nación […].

4.3.2. Subacepción restringida. Hombre querido (dialectal). 1858-65 DÍAZ Manuela 1 (1889) 225: Yo no le contestaba que sí ni que no, y sin atender todo lo que me decía me ocupé en aflojar los ladrillos del cuarto con la zurriaguita que mi antojo me había hecho para que le pegara al Diamante […] Yo me fui detrás de todos y mi antojo me iba siguiendo.

4.4. Subacepción. Deseo de mujer embarazada. 1514 NEBRIJA: Picatio, onis: por el antojo de la muger preñada

5. Acepción. 5.1. Subacepción. Asco (dialectal). 1896 ARRIAGA. Lex. bilbaíno. Apénd. s/v: Antojo me dan esas gentes que vienen de por ahí con mantas por tapabocas.

5.2. Subacepción. Hastío (dialectal). II. Acepciones accidentales. 1. Acepción. Anteojos o gafas. c1418-24 VILLASANDINO (Canc. Baena ms. [66]a): Mal oyo e bien no veo; / ved, sseñor (sic), qué dos enojos / ¡Mal pecado!, s[y]n antojos / ya non escriuo njn leo.

2. Acepción. Anteojeras. c1513 Lpz CORTEGANA Asno Apuleyo (1915) 74ª: Yo vía a menudo entrar vn mancebo en su palacio, la cara del qual yo desseaua ver, mas no podía, por los antojos que traya [habla el asno].

4. Acepción. Aberturas o agujeros en la capucha para dejar libres los ojos. 1618 ROCHA Geom. sastres 106: Encima salen de los quartos traseros con su capilla, cuarteada como parece; yrá toda cerrada con sus antojos en drecho de los ojos, de suerte que después de cerrada no se diuisará nada del rostro.

LAS RELACIONES ENTRE LAS PALABRAS EN UN DICCIONARIO HISTÓRICO: LA RELACIÓN GENÉTICA

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5. Acepción. Instrumento óptico compuesto de varias lentes situadas en el interior de un cilindro, y que sirve para aproximar o aumentar la imagen de un objeto. p1611 COVARRUBIAS Supl. s/v antojos: Agora modernamente an hallada vna manera de antojos de dos lunas acomodadas en los extremos de vn cañón, de manera con este instrumento se alarga la vista vn quarto de legua.

III. Acepciones marginales. 1. Acepción. Lunar o mancha en la piel. 1627-35 QUEVEDO Entremetido (1859) 363a: Nueve meses he de alimentarme del asco de los meses; y la regla, que es la fregona de las mujeres, que vacía sus inmundicias, será mi despensera; andaré sin saber lo que me hago; antes de ver, lleno de antojos; para nacer traeré más dolores que el mal francés.

2. Acepción. Grillos (germanía) 1609 VGermanía Hidalgo (1945): Antojos: grillos de prisión.

Si representáramos gráficamente la relación entre los significados del verbo antojar y los de antojo,16 obtendríamos las siguientes líneas temporales: Palabra

XIII

1 1

antojar antojo

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ( -------)

2 2

antojar antojo

---------------------------------------------------------------------------------------

3 3

antojar antojo

--------------------------------------------------------------------------------------

4 4

antojar antojo

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

5 5

antojar antojo

-----------------------------

Número acepción

XIV

XV

XVI

XVII

XVIII

XIX

XX

16 Nos interesan las acepciones básicas generales, que son las que volveremos a encontrar, en mayor o menor número, en el resto de los derivados.

122

JOSÉ A. PASCUAL Y RAFAEL GARCÍA PÉREZ

2.2. El sustantivo antojamiento, por su parte, ha desarrollado una única acepción (deseo, capricho), que se corresponde con la subacepción 4.2. del sustantivo sinónimo antojo, íntimamente ligada, a su vez, a la 4.2. del verbo antojar (desear), como hemos tenido ocasión de ver en el apartado anterior. Los ejemplos de que disponemos se remontan al siglo XIII. Naturalmente, la definición debe tener en cuenta estas conexiones entre los vocablos.

4.2. Subacepción. Antojo. Deseo, capricho. 1256-63 ALFONSO X Part. I tít. 7 ley 4 (ms MB s. XIV ed. 1975) 197: Algunos cuando entran en orden hácenlo con saña o con antojamiento cuidando que la podrán sufrir.

En una representación diacrónica tendríamos el siguiente esquema: Número acepción

Palabra

XIII

XIV

XV

XVI

XVII

XVIII

XIX

XX

1 1 1

antojar --------------------------------------------------------------antojo ----------------------------------------------------- ( -------) antojam iento

2 2 2

antojar --------------------------------------------------------------------------------------antojo antojam iento

3 3 3

antojar ----------------------------------------------------------------------------antojo ---------antojam iento

4 4 4

antojar --------------------------------------------------------------------------------------antojo --------------------------------------------------------------------------------------antojam iento -------------------------------------------

5 5 5

antojar antojo antojam iento

-----------------------------

2.3. Antojanza es otro de los sustantivos pertenecientes a la familia de antojar. Presenta dos acepciones que pueden considerarse equivalentes a la primera y cuarta del sustantivo antojo. Como el resto de los miembros de la familia, su definición puede llevarse a cabo por medio de idénticos parámetros:

LAS RELACIONES ENTRE LAS PALABRAS EN UN DICCIONARIO HISTÓRICO: LA RELACIÓN GENÉTICA

123

1. Acepción. Aparición [de algo que no existe] c1215 María Egipc. (1964) 136, 942: El santo hombre bien fue enseñado, / contra la sombra va privado. / Cuidó que fuese alguna antojanza / o alguna espantanza; / con su mano se santiguó, / e a Dios se acomendó.

4.2. Subacepción. Antojo. Deseo, capricho. 1256-63 ALFONSO X Part II tít. 13 ley 14 (ms S. XIV ed. 1807) 112: Se parte [el amor] en dos maneras: la una cuando viene sobre cosa flaca et la otra sobre firme; et la flaca es cuando entra en las voluntades de los hombres como por antojanza, así como amando las cosas que nunca vieron.

Si estableciéramos un nuevo gráfico diacrónico, veríamos mucho más fácilmente la relación entre cada uno de los vocablos: Número acepción

Palabra

XIII

XIV

XV

XVI

XVII

XVIII

XIX

XX

1 1 1 1

antojar --------------------------------------------------------------antojo ----------------------------------------------------- ( -------) antojam iento antojanza -- ---------

2 2 2 2

antojar --------------------------------------------------------------------------------------antojo antojam iento antojanza

3 3 3 3

antojar ----------------------------------------------------------------------------antojo ---------antojam iento antojanza

4 4 4 4

antojar --------------------------------------------------------------------------------------antojo --------------------------------------------------------------------------------------antojam iento ------------------------------------------antojanza -- ----------(-------)

5 5 5 5

antojar antojo antojam iento antojanza

-----------------------------

Este último cuadro, a pesar de su carácter provisional, pone de manifiesto que, si es cierto que cada palabra tiene su historia, no lo es menos que una parte importante de esa historia –aunque no toda– es común al resto de los términos emparentados. La comparación nos revela también que en toda familia lingüística

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JOSÉ A. PASCUAL Y RAFAEL GARCÍA PÉREZ

existe un líder, no necesariamente el más antiguo ni el que ha desarrollado un mayor número de significados diferentes, sino aquél que aglutina y consolida las acepciones compartidas por todos o una gran parte de los derivados. Gracias al estudio sistemático de las conexiones entre el líder del grupo y el resto de los miembros, resulta factible distinguir con precisión las acepciones básicas generales de las accesorias e incluso de las residuales. Y no podemos olvidar que, dentro de las que hemos denominado «básicas generales», pueden rastrearse significados dominantes capaces de explicar otros aspectos de importancia, como, por ejemplo, la extensión semántica de algunos de los vocablos supervivientes en el léxico actual. De todo ello debería dejar constancia un diccionario histórico.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ÁLVAREZ DE MIRANDA, Pedro (1991): «El doblete antojo-anteojo: cronología de una recomposición etimológica», Boletín de la Real Academia Española, 71, 253, pp. 221244. FERNÁNDEZ LEBORANS, María Jesús (1999): «La predicación: las oraciones copulativas», en I. Bosque, y V. Demonte, dirs., Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 2357-2460. GARCÍA PÉREZ, Rafael (2003-2004): «La ordenación de las acepciones en un diccionario histórico», Revista de Lexicografía, X, pp. 103-131. MENDIKOETXEA, Amaya (1999): «Construcciones inacusativas y pasivas», en I. Bosque y V. Demonte, dirs., Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 1575-1629. Quijote. Miguel de Cervantes (1998 [1605-1615]): Don Quijote de la Mancha, ed. dirigida por F. Rico, vol. I, Barcelona, Crítica. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1960-1996): Diccionario histórico de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe. SECO, Manuel (1987): «Los diccionarios históricos», en Estudios de lexicografía española, Madrid, Paraninfo, pp. 49-94.

Hispanismos en los diccionarios italianos. Italianismos en los diccionarios españoles Mª ENRIQUETA PÉREZ VÁZQUEZ Università di Bologna-Forlì

El objeto de este trabajo es el estudio, a través de los diccionarios, de los préstamos de origen hispánico en italiano y de los italianismos del español. Analizaremos sólo las palabras que los hablantes todavía reconocen como importadas de la otra lengua, pero no las sentidas ya como léxico patrimonial. Los términos que hemos tomado en consideración siguen reconociéndose como hispanismos en italiano y como italianismos en español, ya sea porque tienen un significado, en la denotación y en la connotación, fuertemente ligado a hechos histórico-culturales de la nación de la que proceden, o bien porque los vocablos han entrado recientemente y como consecuencia todavía no se han adaptado a las reglas gráficas, morfológicas o fonotácticas de la lengua de acogida.1 Con respecto a los préstamos recogidos más recientemente por los diccionarios, nuestro objetivo será analizar la adaptación al nuevo sistema que sufre cada vocablo, dado que en materia de neologismos, en particular los que proceden de otra lengua, suele hallarse en los diccionarios una diversidad de soluciones, por ejemplo, en lo tocante a la formación de género y número en el nuevo sistema lingüístico o a la representación gráfica de la entrada. En este sentido, nuestro interés se concentrará en conocer cómo se acogen los préstamos en los diccionarios, puesto que el nuevo aspecto de una palabra en la lengua meta se «oficializa» al ser recogido por los diccionarios más prestigiosos de cada cultura, determinando futuros usos lingüísticos de los hablantes. Adoptaremos como metodología de trabajo la comparación entre las definiciones que dan de los hispanismos tres de los diccionarios italianos más populares –dos de lengua, el Garzanti y el diccionario de De Mauro (2000) y uno de uso, el DIR–, así como las de los italianismos en el DRAE-1992 y DRAE-2001,2 y en dos diccionarios de uso, el DUE y el CLAVE. Confrontaremos además las diferentes Con respecto a la edición del DRAE de 1992, la de 2001 incrementa en 108 las entradas marcadas como italianismo: la de 1992 recoge 581 con la marca it., 13 como it. ant., 7 como it. dialect. y 1 como it. meridion. La edición de 2001 ofrece 700 it., 18 it. ant., 9 it. dialect. y 1 it. pop. 2 Cuando se haga referencia al DRAE, sin especificación de la fecha, será porque no existe diferencia entre una y otra versión; se especificará la edición en los casos en los que se hallen diferencias, ya sea en la entrada o en el artículo. 1

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Mª ENRIQUETA PÉREZ VÁZQUEZ

soluciones que se dan en la lexicografía de una y otra lengua con respecto a la adaptación de los préstamos.

1. PRÉSTAMOS DEL ESPAÑOL EN ITALIANO Y PRÉSTAMOS DEL ITALIANO EN ESPAÑOL Son realmente muy numerosos los intercambios léxicos entre el español y el italiano que los hablantes sienten ya como parte del patrimonio de la propia lengua, y no como préstamos. Los primeros términos que el español y el italiano se intercambiaron pertenecen al ámbito mercantil, fruto de las intensas relaciones comerciales entre las dos naciones ya a partir del siglo X, del ámbito religioso, de la guerra y de la navegación (pisanos y genoveses participaron en la Reconquista y fueron rivales de los catalanes en el Mediterráneo). A partir del Siglo de Oro español, se hacen especialmente intensas las relaciones políticas, burocráticas, comerciales, religiosas, culturales y artísticas entre España e Italia (basta pensar, por ejemplo, en los continuos intercambios de pintores e intelectuales como Cervantes, Hurtado de Mendoza, Quevedo, Tiziano, Luca Giordano, Velázquez, El Greco...). Estas relaciones acaban por crear un ambiente cultural en gran parte común, y conllevan el intercambio de numerosas palabras de la vida cotidiana, de los usos y costumbres sociales: al italiano llegan, por ejemplo, disinvoltura o buon gusto, así como numerosos americanismos entrados a través del español, como mais o tabacco. De Italia vienen sobre todo términos de las artes y la literatura, como cornisa, fachada o terceto, de la cultura clásica greco-latina y del ámbito de la navegación, de la guerra y de la vida militar, como escopeta, fragata o piloto. Después de la guerra de Sucesión (1702-1714) termina la dominación española en Italia, y con ella el periodo de máxima intensidad de los intercambios culturales entre las dos naciones (D’Agostino 1994: 813). Pero los intercambios siguen siendo numerosos –quintiglia, sainete, villancico, zarzuela, etc.–, y el italiano sigue tomando del español nombres de la naturaleza y antropología de los indios: caimano, cannibale, aguacate, cacao, cioccolato... (Lapesa 1991: §127.9). Durante el siglo XIX, el italiano recibe numerosos préstamos del ámbito político, fruto de la agitación de este siglo en el mundo hispánico –guerriglia, liberale o pronunciamento–, y del folclore: picador, toreador o bolero; y el español sigue tomando del italiano términos del arte y de la música En el siglo XX, como señala D’Agostino (1994), en Italia la imagen hispánica más «fuerte» es la que proviene de América Latina (la emigración italiana presente en aquel continente, los diferentes sucesos políticos que han interesado a la opinión pública, el éxito de la música y de la literatura, el fútbol...), con lo que en esta época el italiano importó más hispanoamericanismos que hispanismos.

HISPANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ITALIANOS. ITALIANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ESPAÑOLES

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En español contemporáneo, en comparación con el número de neologismos procedentes del inglés, es pequeño el de los tomados de otras lenguas romances: en el siglo XX decae la importancia del italiano en tanto que lengua-fuente, y los préstamos se reducen, en la práctica, al ámbito de lo culinario –pizza, ñoqui o profiterol–, lo cinematográfico, las artes plásticas y la música.3

2. ADAPTACIÓN FORMAL Aquí nos referiremos sólo a los préstamos entrados más recientemente, pues es evidente que los adoptados en siglos pasados se han visto transformados y adaptados a las reglas gráficas, fonotácticas y morfológicas de la lengua meta, siguiendo su propia historia desvinculada de su origen de palabra adoptada. Los hispanismos del italiano seleccionados para este estudio son: golpe, ola, macho, tango, conquistador, basco, paella, siesta, embargo, goleador, toreador, hacienda, sombrero, caudillo, hidalgo, don, salsa, vigilante, rumba, flamenco, gitano, jota, tequila, aguardiente, jarabe y habanera; y los italianismos del español: arlequín, bel canto, capelo, capuchino, Capuleto, chao, chianti, cicerone, cicerón, condotiero, coliseo, confeti, (al) dente, dolce vita, duce, espagueti, fascismo, gibelino, góndola, mafia, ma non troppo, mozzarella, paparazzi, pizza, pian piano, prima donna, tarantela, tifosi, vaporetto y vendetta. Se han seleccionado precisamente estas palabras porque todavía es reconocido su origen extranjero, ya sea porque tienen un significado, en la denotación o en la connotación, fuertemente ligado a hechos histórico-culturales de la nación a la que pertenecen4 (del mundo hispánico o latinoamericano, en el caso de los hispanismos y del mundo italiano, en el caso de los italianismos), o bien porque todavía no se han adaptado a las reglas gráficas, morfológicas o fonotácticas de la lengua meta o porque existe vacilación a este respecto en la información dada por los diccionarios.

3 Sobre los italianismos en español, pueden consultarse Arce (1976), Castello (1952-1953), González Ollé (1975-1976), Terlingen (1989). Véase Venza (1990), sobre las relaciones entre España e Italia durante los siglos XIX y XX. Las relaciones entre españoles e italianos han sido analizadas en una serie de ensayos recogidos por García Sanz (1990). 4 Ejemplos de este tipo se reconocen por estar caracterizados mediante una definición enciclopédica. Es el caso, por ejemplo, de duce en los diccionarios españoles: «Nombre equivalente a “caudillo”, con que se designaba al jefe del Estado italiano durante la época fascista» (DUE), o de fascismo: «(Del it. fascismo). m. Movimiento político y social de carácter totalitario que se produjo en Italia, por iniciativa de Benito Mussolini, después de la Primera Guerra Mundial. II 2. m. Doctrina de este partido italiano y de las similares en otros países» (DRAE).

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Mª ENRIQUETA PÉREZ VÁZQUEZ

2.1. Adaptación gráfica El préstamo entre lenguas estructuralmente similares, o más concretamente, pertenecientes a la misma familia resulta bastante indoloro; de hecho, en nuestro corpus de hispanismos, la única palabra que en italiano se adapta gráficamente es basco,5 lo que demuestra que la mayoría de los vocablos proceden de modelos escritos. La «italianización» de algunas palabras, como veremos más adelante, afecta sobre todo a la adaptación morfológica y fonética. En español parece haber mayor inclinación que en italiano a adaptar gráficamente la palabra a las reglas españolas de representación fonética, con el fin de conservar la pronunciación etimológica, aunque no siempre hallamos homogeneidad de soluciones entre los diferentes diccionarios. Así sucede por ejemplo con la palabra italiana chianti /’kjanti/, que el DRAE, para mantener la pronunciación del modelo, transcribe como quianti y, por tanto, con lectura /’kjanti/, adaptándola a las reglas ortográficas del español. Sin embargo, la solución de recoger lo que podría definirse como una transcripción figurada se adopta sólo en el DRAE, pues tanto en el DUE como en el CLAVE la entrada se corresponde con la escritura etimológica chianti,6 a diferencia de muchos otros italianismos adoptados con anterioridad con escritura -chi- o -che- (representantes de velar sorda) que adaptan su pronunciación a nuestra escritura; en nuestro corpus, por ejemplo: arlequín de arlechino /arle’kino/, arquivolta de archivolta /arki’volta/ o saltimbanqui de saltimbanchi /saltim’banki/. Del mismo modo, el interés por conservar la pronunciación original, lleva a adaptar gráficamente el lema espagueti, del italiano spaghetti /spa’aet.ti/ o ñoqui, del italiano gnocchi7 / ok.ki/. También los tres diccionarios recogen la representación ortográfica españolizada chao, de la interjección italiana ciao /’t∫ao/, con palatal africada inicial, al igual que capuchino, de cappuccino.8 El lema basco (pronunciado con la bilabial oclusiva /b/ en italiano) con seguridad ha llegado al italiano por vía oral, dado que etimológicamente procede de vasco, pronunciado en español con la bilabial oclusiva /b/ o con su alofono fricativo [b], aunque esté escrito con el grafema v, grafía que en italiano representa el fonema labiodental /v/. 6 Tomando como autoridad de la lengua el DRAE, deducimos que chianti, escrito a la italiana, no sería una palabra del vocabulario español, por lo que deberá ser escrita en cursiva, al contrario que quianti. 7 El lema ñoqui («Masa hecha con patatas mezcladas con harina de trigo, mantequilla, leche, huevo y queso rallado, dividida en trocitos, que se cuecen en agua hirviendo con sal», DRAE, s. v) aparece escrito de este modo en los tres diccionarios consultados; sin embargo, tal vez por ser uno de los neologismos más recientes procedentes del italiano, en los menús de los restaurantes y en el mercado todavía hallamos diversidad de soluciones: ñocchi, gnoqui, ñoki. 8 Cuando se refiere al café con leche y espuma (tercera acepción en el DRAE) en ámbito hostelero suele hallarse escrito a la italiana (cappuccino) y no a la española (con -ch-). Evidentemente, la acepción alimentaria se ha incorporado recientemente a esta entrada. 5

HISPANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ITALIANOS. ITALIANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ESPAÑOLES

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Han tomado el acento gráfico, para mantener la vocal sobre la que recaía el acento del modelo: cicerón, de cicerone9 y góndola, de gondola. Con simplificación de las geminadas italianas, hallamos en español: condotiero (de condottiero), coliseo (de colosseo), capelo (de cappello), capuchino (de capuchino) y la expresión ma non tropo (de ma non troppo). En cambio, las palabras que han entrado más recientemente permanecen fieles a la grafía original, conservando la grafía de la consonante doble, por ejemplo: mozzarella, paparazzi, pizza, vaporetto o vendetta.

2.1.1. Conservación de la grafía y de la pronunciación Mantienen la grafía y la pronunciación las palabras que son fonológica y ortográficamente compatibles con el sistema lingüístico en el que son acogidas. En italiano se mantienen sin experimentar cambios: tango, bolero, salsa, rumba, flamenco, corrida, siesta, embargo, sombrero, golpe, aguardiente, ola. En italiano esta tendencia conservadora de la grafía etimológica se observa incluso en ciertas palabras con escritura no compatible con las reglas ortográficas del italiano; por ejemplo, se mantiene la h inicial (existente en italiano sólo en los préstamos de otras lenguas) en los lemas habanera e hidalgo, e incluso la grafía ch, imposible en italiano delante de las vocales a, o y u, se mantiene en chachachá y macho. En ambos casos los vocabularios italianos ofrecen la transcripción de la pronunciación etimológica española: habanera e hidalgo son representadas sin aspiración de la h: /aba’nera/ e /i’dalgo/ y la grafía ch, como palatal sorda africada, en chachachá /t∫at∫a’t∫a/ y macho /’mat∫o/. Del mismo modo, en español, en el proceso de adopción de los italianismos, se mantiene la grafía y la pronunciación del modelo cuando son compatibles con el sistema español; sucede, por ejemplo, con tarantela, mafia o bel canto, donde no se hallan combinaciones ortográficas o fonemas desconocidos en el sistema español. A este respecto, en el DRAE se registran sólo cuatro italianismos con una ortografía incompatible con el español: vendetta, con la dental doble, paparazzi, pizza y mozzarella, con la z doble (transcritas de este modo también en el DUE y el CLAVE). Todas las demás dobles grafías del italiano se simplifican el entrar en español; así, por ejemplo, en el DRAE encontramos confeti (del italiano confetti), condottiero se recoge en español como condotiero y capello se recoge como En español existen cicerón («Por alus. a M. T. Cicerón, 106-43 a. C., orador romano. m. Hombre muy elocuente», DRAE, s. v.) y cicerone («por alusión a la facundia de estos guías). m. Persona que enseña y explica las curiosidades de una localidad, edificio, etc.», DRAE, s. v.), procedentes ambas de la italiana cicerone, con los dos significados que acabamos de ver. 9

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capelo, por ejemplo. A este respecto, encontramos dos soluciones diferentes para el lema vaporeto, con dental simple en el DRAE y, en cambio, con dental doble en el DUE (vaporetto), fiel al original italiano vaporetto.

2.1.2. Conservación de la grafía, pero no de la pronunciación etimológica Otro grupo está constituido por vocablos que mantienen la grafía, pero no la pronunciación etimológica, hecho que revela claramente su fuente escrita. Son palabras con grafía compatible con la lengua meta, pero que representan fonemas diferentes en las dos lenguas. Para los lemas del español con consonante doble gráfica (paella, camarilla y caudillo), los tres vocabularios italianos dan como pronunciación la lateral geminada /l.l/, representada en el sistema italiano por la ele doble (por ejemplo: paella /pa’el.la/), mientras en español tal grafía corresponde a la palatal lateral (/paeha/) o a la palatal central (/pa’eya/). El mismo proceso se observa en caudillo: en los diccionarios italianos se indica la representación fonológica de esta grafía (/kau’dil.lo/), mientras en español se corresponde con /kau’diho/ o /kau’diyo/. En español conquistador corresponde fonéticamente a /konkista’dor/, mientras en italiano se corresponde con un diptongo /konkwista’dor/; en contraposición, la palabra tequila aparece con la pronunciación española /te’kila/, y no, como podría esperarse, /te’kwila/, por analogía con el diptongo que se indica en conquistador. De la pronunciación diferente que se indica de la misma grafía en el DIR y en el Garzanti en tequila y conquistador, se deduce que una y otra palabra han entrado en épocas diferentes, mostrando que la más fiel al original español es la última en ser adoptada. La fidelidad a la escritura y a la pronunciación etimológica no es sorprendente, dado que en la segunda mitad del siglo XX, gracias a los potentes medios de comunicación y a la conveniencia de convertirnos en una sociedad pluri y multilingüe, crece el interés y la preocupación por reproducir el modelo del significante lo más fielmente posible. Se usa la pronunciación palatal sonora africada para los términos con g delante de las vocales palatales (i, e), como /vidzi’lante/; en cambio, la pronunciación etimológica es con la velar sorda (/bixi’lante/). Esta falta de fidelidad a la pronunciación original no resulta sorprendente, dado que el segmento /x/ no constituye un fonema en italiano. Un caso curioso son las palabras jarabe y jota, en español ambas con la velar sorda /x/, fonema inexistente en italiano; para el primer lema en el Garzanti se ofrece la transcripción /ha’rabe/, con el alófono aspirado faríngeo sordo, típico de la pronunciación andaluza o centroamericana. En cambio, para jota, el mismo diccionario propone la transcripción /’xota/, con el fonema velar sordo, de la pronunciación estándar española, más lejano del sistema fonotáctico del italiano que el fonema faríngeo /h/.

HISPANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ITALIANOS. ITALIANISMOS EN LOS DICCIONARIOS ESPAÑOLES

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En el caso de desaparecido y de hacienda, el DIR presenta la pronunciación española con la interdental sorda (/desapare’eido/ y /ae’ienda/, respectivamente), mientras el Garzanti adapta la palabra a las reglas fonotácticas del italiano con la transcripción /desapare’sido/ y /as’jenda/ y, por tanto, en este caso se puede hablar de fluctuación entre el criterio de conservación del étimo y la adaptación a las propias reglas. De todas maneras, se puede suponer un cierto deseo de fidelidad al original en la pronunciación etimológica, dado que en la transcripción se usa la sibilante fricativa /s/ en lugar de la palatal africada /t∫/ representada gráficamente por «c+e, i» en el sistema italiano. En español, como ya se ha indicado, se observa una tendencia a conservar la pronunciación del italiano a costa de cambiar la grafía del término,10 aunque también son numerosas las palabras que han entrado por fuentes escritas y cuya grafía corresponde a una pronunciación diferente en español. Mantienen la grafía, pero no la pronunciación etimológica las palabras con «c+e, i» que en italiano representa una palatal africada sorda /t∫/ y en español pasan a representar una interdental, por ejemplo: cicerone o cuatrocientos.11 Los términos dolce vita y duce son compatibles gráfica y ortográficamente con las reglas del español, pero la letra «c» representa fonemas diferentes en una y otra lengua: en español, una interdental sorda /e/; en cambio, en italiano, ante las vocales e, i, una palatal africada sorda /t∫/. En el DUE y en el CLAVE se indica la pronunciación etimológica, a la italiana: dolce vita /’dolt∫e ‘vita/ y duce /’dut∫e/, con la pronunciación palatal africada. Ninguno de estos dos términos aparece recogido por el DRAE. Por otra parte, como ya hemos visto, en el DUE y en el CLAVE aparece la entrada chianti reproduciendo exactamente la grafía del modelo italiano; en cambio, en el DRAE se opta por transcribir el vocablo como quianti para representar con las reglas españolas la velar sorda inicial del original (/’kjanti/). En español mantienen la grafía, pero no la pronunciación etimológica los préstamos del italiano con grafía «v», que en esta lengua representa una labiodental sonora /v/; así, por ejemplo, sucede con bravata, en italiano con la labiodental /bra’vata/, mientras en español se usa la bilabial /bra´`ata/. Esta misma tendencia se puede observar en la distribución comercial del desinfectante para alimentos Amuchina (en Italia desde principios de los años 80), que para conservar la pronunciación etimológica, en España se distribuye con el nombre de Amukina. El caso opuesto es el de la marca comercial de productos infantiles Chicco, que no cambia su grafía, por lo que es conocida como /’kikko/ en italiano y como /t∫iko/ en español. 11 Dado que el DRAE carece de transcripción fonológica o representación figurada de la pronunciación, y ni siquiera ofrece notas sobre la pronunciación como en el CLAVE o el DUE, debe suponerse que las entradas se pronuncian siguiendo las normas ortográficas de representación fonológica españolas. 10

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También se adaptan fonéticamente, pero no gráficamente, al sistema español las palabras con el grafema «-sc-», que en italiano representa una palatal africada /∫/; por ejemplo, fascismo (/fa’∫ismo/), que en español corresponde a dos fonemas diferentes: /faseismo/. Con la palabra paparazzi encontramos dos soluciones diferentes: en el CLAVE y el DUE se da la pronunciación italiana /papa’ratsi/, con la lectura dorsodental de la «z»; en cambio, en el DRAE, al no indicarse la representación fonológica, se supone, en principio, que sigue las reglas españolas, por lo que debería representar un fonema interdental sordo /e/. Otra palabra sobre cuya pronunciación encontramos divergencia de soluciones, a propósito de la pronunciación en los diccionarios consultados, es prima donna, que no conserva fonéticamente la nasal doble italiana, aunque sí la grafía, en el DUE y en el CLAVE, donde hallamos la transcripción [príma dóna]; en principio, en el DRAE, al no darse indicaciones sobre la pronunciación, se podría suponer que conserva la doble «nn».12 Es el mismo caso de las palabras mozzarella y pizza, que el CLAVE y el DUE transcriben [motsaréla] y [pítsa], con simplificación de las geminadas italianas, a pesar de que éstas se conservan en la grafía.

2.2. Adaptación morfológica La total adopción de un préstamo en otra lengua se refleja sobre todo en la adaptación morfológica de la lengua de llegada. En los vocabularios italianos encontramos cuatro soluciones diferentes para indicar el plural de los hispanismos: 1) La palabra permanece invariable, por ejemplo, el Garzanti y De Mauro señalan como invariables morfológicamente: golpe, chachachá, habanera, jota, ola, paella, goleador, toreador, hacienda y jarabe. Por tanto, el plural se indicará mediante el artículo, por ejemplo: il golpe/i golpe, la paella/le paella. De este modo, implícitamente son tratados todavía como neologismos. 2) No se especifica la flexión morfológica en ninguno de los tres diccionarios analizados de los siguientes términos: bolero, salsa, rumba, camarilla, corrida, siesta, sombrero, gitano y aguardiente. Lo cual quiere decir que el italiano todavía no los ha absorbido completamente o que aún existe oscilación. 3) A la española, con el morfema «-s» final, revelando su naturaleza de palabras heredadas: conquistador/es, caudillo/s, desaparecido/s, hidalgo/s, vigilante/s, conservando de esta manera un cierto «sabor hispánico».13 De hecho, la doble ene no es incompatible con el sistema español, por ejemplo: innato, innegable, innatural, etc. Sin embargo, en el DUE y en el CLAVE se indica la pronunciación simple de la ene en prima donna. 13 En la imitación de la lengua española por parte de un italiano, éste recurre a la adición de 12

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4) A la italiana, siguiendo las reglas generales de la formación de plural: flamenco / flamenchi, basco / baschi, embargo / embarghi, demostrando de este modo que son palabras plenamente integradas en el sistema. En los diccionarios españoles, en cambio, las reglas para formar el plural de los préstamos italianos parece ser más transparente y menos variable: se realiza siguiendo las normas españolas, como se deduce del hecho de que en la mayoría de las entradas no se den indicaciones especiales a este respecto.14 Así, por ejemplo, el plural de arlequín será arlequines o el de vendetta será vendettas, de acuerdo con los paradigmas regulares de la formación de número en español. Únicamente hallamos indicaciones especiales y dificultades en lo que respecta la morfología en los artículos de paparazzi, espagueti y tifosi (en italiano formas de plural de paparazzo, spaghetto y tifoso, respectivamente). El vocablo paparazzi constituye entrada en los tres diccionarios consultados, en los que aparece marcada como masculino plural. Por tanto, ante la ausencia de indicaciones sobre la forma en singular, el usuario podría preguntarse si se trata de una palabra gramaticalmente invariable (entonces la distinción de número podrá ser indicada mediante el determinante: «el / los paparazzi»), que es exactamente lo que puede leerse en el CLAVE, en las notas sobre el uso: «aunque el singular italiano es paparazzo, en español paparazzi se usa mucho también como singular». Otra posibilidad es que se trate de un término que representa una realidad que carece de singular. Es decir, que sea adecuado denominar «paparazzi» únicamente a los periodistas de la prensa sensacionalista cuando se hallan en grupos, pero no a uno solo de ellos. De hecho, tanto en el DRAE como en el CLAVE la definición se realiza haciendo referencia a un plural. Así, podemos leer en el primero: «(Voz it., del n. p. Paparazzo, un fotógrafo en el filme La dolce vita). m. pl. Fotógrafos de prensa que se dedican a hacer fotografías a los famosos sin su permiso» (s. v.) y en el CLAVE: «fotógrafos de prensa que se dedican a conseguir fotografías de personajes de la vida pública sin su autorización» (s. v.). El término espagueti aparece en el DUE y el DRAE como entrada sin marcas de número (y por tanto como forma canónica en singular); en el DRAE se indica que se usa más en plural («U. m. en pl.»), pero sin especificar cuál es la forma plural, por lo que, siguiendo el paradigma regular, deducimos que se forma con «-s» eses a las palabras italianas. Del mismo modo, un español que imita a un italiano recurre a añadir una «-i» final a su vocabulario español. 14 «Generalmente, los diccionarios dan siempre por supuesto los conocimientos sobre la flexión y otros aspectos estrictamente gramaticales relativos a la morfología. De ahí, por ejemplo, que las palabras flexivas aparezcan en una única forma, denominada forma canónica o clave o también lema» (Porto Dapena 2002: 32).

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final: «espaguetis». En el CLAVE también se indica que es más usado en plural y éste se puede deducir del ejemplo que se ofrece: «los espaguetis son más gruesos que los fideos». En cambio, en el DUE se dan como plurales una forma invariable: «espagueti», o «espaguetis». La palabra tifosi se recoge como entrada con la marca de masculino plural, tanto en el DUE como en el CLAVE;15 en esta última obra se indica también la forma singular, y podemos leer: «es un plural en italiano y su singular es tifoso, incorrecto: *un tifosi». Por tanto en el CLAVE se propone usar la flexión de número a la italiana, tal vez para contrastar las diferentes soluciones que encontramos en la prensa deportiva para formar el plural: los tifosos, los tifosis, los tifosi. En el DUE, en cambio, resulta ambigua la morfología del singular, donde sólo se indica: «(it.) m. pl. Dep. Aficionados italianos, particularmente de un club de fútbol». Aparecen recogidas otras dos entradas que llegan del italiano en su forma plural: confeti y ñoqui, lo que no es extraño, ya que por la naturaleza del referente, estas dos realidades suelen nombrarse en plural. En los tres diccionarios de este estudio se presentan sin marcas morfológicas de número ni anotaciones especiales al respecto. Dado que se ofrecen como forma clave o canónica, se informa implícitamente que el plural se construye siguiendo los paradigmas regulares, y por tanto: «confetis» y «ñoquis». Por último, se reinterpretan en español como colocaciones y, por tanto, como dos vocablos, bel canto (proveniente de una palabra compuesta en italiano, belcanto), prima donna (del compuesto primadonna) y da capo (del compuesto daccapo), aunque en la información etimológica que se da en nuestros diccionarios se presentan como colocaciones o términos articulados en italiano y no como compuestos; es decir: en los diccionarios españoles se da la explicación del origen en italiano.

2.3. Adaptación semántica16 Por lo que se refiere al significado, se considera que el préstamo consiste en la reproducción de un elemento lingüístico en el doble aspecto del significante y del significado. Sin embargo, ello no implica siempre una perfecta adherencia a la

En el DRAE no se recoge tifosi, a pesar de que es una palabra usada corrientemente en la prensa y en las retransmisiones deportivas de radio y televisión españolas para referirse a los hinchas de fútbol italianos. En este mismo diccionario se recoge, en cambio, el préstamo hooligan: «(Voz ingl.).1. m. Hincha británico de comportamiento violento y agresivo. U. t. c. adj.». 16 Las adaptaciones semánticas de los hispanismos más recientes del italiano han sido analizadas en Pérez Vázquez (2004), por lo que aquí haré referencia sólo a los italianismos. 15

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semántica del modelo; por el contrario se observa muy a menudo una pérdida del significado respecto a la palabra imitada en la lengua de llegada. Siguiendo la clasificación de los cambios de significado realizada en el ámbito de la semántica tradicional, pueden observarse en una lengua siete tipos de mutaciones: extensión, reducción, especialización, cambio del concreto al abstracto y viceversa, y de la parte al todo y viceversa. Aunque esta clasificación corresponde a las mutaciones experimentadas por el léxico en diacronía, estas mismas pueden ser observadas en el proceso del préstamo de un vocablo de una lengua a otra. Con respecto a las palabras de nuestro corpus, una mayoría conserva sólo algunas de las acepciones que tenía en la lengua de origen, reduciéndose semánticamente, tanto en el pasaje del italiano al español, como del español al italiano. Sin embargo, también hay términos adoptados en siglos anteriores que han ampliado el número de acepciones en la lengua de acogida, desvinculándose de su significado original. Sucede, por ejemplo, con libreto (originariamente ‘texto para ser cantado de una opera’), que en español amplía su significado, en Cuba y Uruguay, con el significado de guión para radio o televisión Respecto al proceso de reducción de significado, en español chao reduce su uso a la despedida, mientras que en italiano tiene el significado de saludo y despedida. Podemos hablar de una reducción sintáctica o léxica o, mejor, de «acortamiento», más que de reducción semántica, en lo que respecta a la adopción de capelo, que en italiano es parte de una colocación con el significado que se le da en español: capello cardinalizio. Formaba parte de una colocación, frase hecha o locución en italiano, que el español ha reducido a una sola de las palabras; así, se puede hablar de «elipsis» respecto al italiano. La reducción puede explicarse en términos de economía de palabras para hacer referencia inequívoca al concepto de «gorro o sombrero de cardenal», ahorrando de este modo el sintagma especificativo, pues en español gorro es núcleo de dos colocaciones y sombrero de ocho.17 Otro proceso consiste en la adopción de un término que encuentra la traducción correspondiente en la lengua de llegada (por ejemplo, vendetta encuentra su traducción en venganza), pero, en el proceso de adopción, la lengua de llegada dota a la palabra de cargas semánticas desconocidas en el término patrimonial correspondiente; en el ejemplo anterior, el español hace claramente alusión en su definición a la venganza de los clanes mafiosos: «venganza derivada de rencillas entre familias, clanes o grupos rivales. U. t. en sent. fig.» (DRAE, s. v.) y «Conflicto enDel mismo modo, corrida toma en italiano uno solo de los significados originarios: la fiesta de la tauromaquia, significado que en español corresponde al sintagma «corrida de toros»; tambien la adopción de golpe en italiano, con el significado de ‘golpe de estado’, reduce a una sola palabra la colocación original en español («golpe de estado»). 17

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tre clanes, familias o grupos rivales, con brotes de violencia que desencadenan nuevas venganzas» (DUE, s. v.). Otro proceso semántico consiste en la especialización de términos ya existentes en la lengua meta que, en el proceso de adaptación, empujan al término patrimonial hacia la reducción del propio significado. En el proceso de especialización podemos referirnos a la necesidad de realizar denominaciones unívocas.18 Siguiendo el DUE podemos hacer referencia también a una especialización de tipo histórico; así, duce se define como «nombre equivalente a «caudillo», con que se designaba al jefe del Estado italiano durante la época fascista». En cambio, en el CLAVE se define como un adjetivo: «dictador o persona autoritaria». En esta obra se hace una referencia histórica sólo en las notas sobre la etimología. Una especialización de tipo diatópico la encontramos, por ejemplo en vaporetto, que en italiano designa un barco de vapor, mientras en español es «barco de vapor usado para el transporte de pasajeros en los canales de Venecia» (DUE), y en el CLAVE se define como «barco típico veneciano».19

3. CONCLUSIONES El análisis realizado demuestra que en el procedimiento del préstamo, la lengua-réplica no se limita a ejercer un papel puramente pasivo, sino que reacciona al influjo externo adaptando e integrando el nuevo término a las estructuras indígenas y que en esta absorción y moldeamiento el diccionario juega un papel importante, fijando modelos gráficos, morfológicos y semánticos, a veces vacilantes, como se ha podido observar, en las últimas incorporaciones al diccionario, que suele ser la ocasión en la que se incorporan oficialmente a la lengua.

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Las especializaciones de ciertos vocablos derivados del italiano como tecnicismos son muy comunes en el campo del arte y la música. Así, por ejemplo, da capo «(Del it. daccapo, desde la cabeza, desde el principio). loc. adv. Mús. U. para indicar que debe volverse al principio cuando se llega a cierta parte del trozo que se ejecuta» (DRAE, s. v.). 19 Voz no recogida por el DRAE. 18

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Fuego, oro, luz, ángeles... Algunos símbolos de tradición teológica en el Libro de las Propiedades de las Cosas

LAURA Mª RUBIO MORENO Universidad de Salamanca

El libro I de la enciclopedia sobre Las Propiedades de las Cosas [PDC], de Bartolomé Ánglico, del siglo XIII, trata de Dios y su esencia. Para un autor hablar de Dios supone, también en la Edad Media, un doble problema: el de la inefabilidad divina y el de la inteligibilidad de lo expuesto al auditorio. Dios es el innombrable por excelencia, pero, aun así, ha de ser nombrado una y otra vez por quienes compendian todo el saber teocéntrico del momento y de la tradición cristiana de decenas de centurias. Las enciclopedias de la Edad Media transmiten el conocimiento de la época bajo el peso de la autoridad y de la responsabilidad que confiere reconocerse compilador y transmisor del saber medieval, cuya fuente originaria ha de buscarse, nada más y nada menos, que en la revelación divina. El ideal de autoridad y de tradición pesa en la disposición del contenido de esta obra en diecinueve libros; así, el primero trata de Dios y su esencia; el libro segundo «trata de los ángeles buenos & malos»; el libro tercero «del anima & de sus propiedades».... para ir materializando libro a libro, capítulo a capítulo, el saber medieval con una finalidad práctica, la de facilitar al europeo medio del momento un libro de consulta. La religión medieval se centra en la creencia en una progresiva revelación de Dios (Creación, Ley de Moisés, Redención, Iglesia...), en la infalibilidad de la doctrina acumulada, a lo largo de los siglos, por los Padres, cuya obra se cita insistentemente, y en la interpretación que los sacerdotes hacen de la Sagrada Escritura. La obra nueva se liga a la antigua a través de la «imitatio» de los «auctores». El saber, como el hilo de la memoria, posee una línea única: el saber fue primero don de Dios y de los hebreos; se transmitió después a los gentiles, de quienes lo heredaron los cristianos, con lo que sucedieron al pueblo elegido. Unas denominaciones de Dios se llaman «nociones o conoçimientos, porque ellas nos dan noticia & entendimiento & nos notifican la conoçençia de las personas divinas»; otras denominaciones «son llamadas distinçiones, porque por ellas son distinguidas las divinas personas»; otras veces los nombres de Dios son «relaçiones, ca por ellas las divinas personas la una a la otra son referidas». Conocemos a Dios en sus obras a través de los nombres que le aplicamos, por apropiación o por transunción; los primeros son denominaciones de origen hebreo, sólo en algún ca-

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so con equivalencia en lengua griega, como Tetragrámaton. Los segundos son denominaciones basadas en figuras estilísticas, como creaciones de tipo metafórico por similitud con rasgos humanos. Todo ello porque la mente del hombre no es capaz de nombrar y, por ende, de representarse a la divinidad. No sólo hay en el PDC metáforas antropomórficas, evidentemente, sino toda una recopilación y casi sistematización de denominaciones de entes abstractos mediante su identificación con realidades cotidianas, experimentables y experimentadas por el hombre medieval. Bustos (2000)1 pone en boca de Derrida que «toda la filosofía occidental se puede pensar como el desarrollo de la metáfora de los «dos reinos», de lo material y de lo espiritual, de lo sensible y carnal, y de lo conceptual o inmaterial [...]. La metáfora [...] es conformadora de la mitología propia de occidente, la metafísica». Creemos es el caso del término fuego en el PDC. Del fuego como uno de los cuatro elementos de la materia trata Bartolomé Ánglico en el capítulo IV del libro X, f. 143r. Sin conocer las propiedades físicas del fuego no entenderemos su simbología, de ahí que nos detengamos en ellas. El fuego, según Ánglico, hace visibles, materiales, las propiedades de la Deidad, porque: — — — — — — — — — — —

Está presente en todas las cosas. Penetra toda materia, pero no se mezcla ni identifica con el combustible. Es luz, pero no puede percibirse sin la materia en ignición. Domina, transforma y asimila la materia combustible. Se da a sí mismo. Renueva con calor vivificante. Es indomable. Es inalterable. Tiende a las alturas. Todo lo abarca, pero es inabarcable. Se manifiesta de repente y por sí solo, cuando se produce una frotación, como si de un ruego se tratara. — Provoca un movimiento ascendente en lo material. Con tales propiedades físicas, el fuego se convierte en el PDC, y con él en la tradición religiosa ya desde la Biblia, en el origen metafórico más apropiado para representarnos a la divinidad. Así, la Tercera Persona de la Trinidad, es decir, el Espíritu Santo, es designado como paloma, dedo, nube y (f. 12r del PDC) «fuego es llamado por la vaporaçion de sus dones o por la inflamación de sus effectos». Citado a través de www.antroposmoderno.com/antro-version-imprimir.php?id_articulo=150, p. 6. 1

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Para comprender toda la simbología teológica en torno al fuego divino, hemos de detenernos, con el Areopagita primero y después con nuestro autor, en otros símbolos religiosos de activa vida en nuestros días, los ángeles, las jerarquías angélicas. Dos folios más adelante, en el 14 r, reconoce Bartolomé Ánglico que los ángeles son de naturaleza inmaterial; ello no obstante, son pintados «con figura corporal» para que, por los miembros y figuras con que se dibujan, entendamos qué representan espiritualmente tales figuras. Poseen aspecto antropomórfico, como es sabido, pero también alas y plumas, ca ellos son en toda / manera agenos y estraños de la terrenal con/versaçion nuestra / y, por arebatamiento de / contemplaçion, son totalmente elevados, assi / por entendimiento como por affeçion, a las / entrañas del divino amor. Son vestidos de / ropas maravillosamente coloradas y de co-/lor de fuego, ca ellos son embrasados del / fuego del amor divinal, / como dezia el salmi-/sta que vestidos son de fuego como de una / vestidura y son ceñidos d çinturas d oro, ca / en ningua manera puede dclinar a viçio nin-/guo, ta fuerte son çeñidos d la çinta d virtuds. / Trae vgas y çeltros en las manos, ca dspues d / Dios ellos govierna y dtermina todas las co-/sas universales que son en el mundo sensible} / [fol. 14v] {CB2. & justamente las rigen. Otras vezes trahen / dardos / o lanças y espadas.

Son como viento porque vuelan y se transportan muy ligeramente. Son nubes porque se elevan incluso hasta Dios. Y son como fuego, porque, esto es lo que ahora nos interesa, son inflamados del fuego ençendido del di-/vino amor totalmete / y eso mesmo porq luze / como el fuego en coniçion / y respladeçen co-/mo llama en amor y en dileçion. Otras vezes / oro, / otras vezes plata, / otras vezes eletro so / llamados por el esplandor muy luzio q ellos / han / & por la muy clara forma de la cual los a-/lumbra la sapieçia divinal.

En el folio 15r del PDC se lee: ju-/stamente a rios de fuego son comparados. / Tanbien son dichos carro, ca, como en un ca-/rro muchas cosas juntas se trahen, assi la an-/gelical natura jutada en uno por una graçio-/sa compañia de una comun volundad son en / Dios & por Dios assi ayuntados & copulados / & maravillosamente exaltados. Son eso mes-/mo llamados ruedas, ca, assi como la rueda / siempre se rebuelve en si / & se mueve çerca de / un mesmo çentro, / assi los angeles que son ca-/bo Dios como çerca de un entendible çentro siempre se mueven, ca su deseo no se puede a-/matar.

No todos los ángeles tienen la misma categoría. Sus diferentes denominaciones responden a funciones o realidades distintas: esta vinculación nombre-designado- función es frecuente entre los orientales. Para Eusebio (Mist. Ecl., 2, 17) los

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nombres son «espejos de realidades», en sentencia de aroma platónico. La página web de la archidiócesis de Madrid señala que la existencia de los ángeles era negada ya en tiempos de Cristo por los saduceos y la niega el materialismo y el racionalismo de todos los tiempos, pero es necesaria para explicar la tradición religiosa porque el símbolo de la fe, la primera forma del Credo de la Iglesia (Católica) recoge en 381 las palabras de Pablo a los Colosenses: «Porque en Él (Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por Él y para Él» (Col., 1, 16). Para explicar las diversas denominaciones de los ángeles debido a sus diferentes funciones se estableció en la tradición teológica una clasificación ternaria y jerárquica de estas entidades espirituales e inteligentes, clasificación que arranca de Dionisio Areopagita y resuena en muchos autores eclesiásticos. San Gregorio Magno propone, en Homiliae in Evangelia, XXXIV, 7, una clasificación de ángeles en torno a la concepción tripartita de la divinidad y a las tres jerarquías espirituales, la Santísima Trinidad, los ángeles y los prelados y señores del mundo. Esta clasificación de San Gregorio se recoge y amplía en Santo Tomás; de los ángeles trata también Rabano Mauro en De Universo, lib. XXII, y San Isidoro de Sevilla, como cita Bartolomé Ánglico. En el folio 15v del PDC se nos explica que hay una jerarquía de tres ordenes de an-/geles, / es a saber, serafines, q sobre todos los / otros arden & son embrasados del fuego de / amor divinal; cherubines, q sobre todos los / otros, por espeçial previlegio, de mayor coni-/çion gozan; trones...

Esta jerarquía angélica deriva de Dionisio Areopagita, decíamos, quien reconoce en La Jerarquía Celestial, cap. V, haber tomado dicha clasificación de su «maestro» Hieroteo, personaje ficticio al que atribuye el libro Elementos de Teología, cuya autoría parece deberse en realidad a Proclo, neoplatónico ateniense del siglo V. Los serafines se caracterizan por poseer, precisamente, las mismas propiedades que el fuego, como muestra el f. 16r del PDC para aquellos y el f. 12v para éste. La tendencia seráfica hacia el amor divino es tal fuego d amor / por que arde / nunca muere / nunca reposa ni / çessa ni falta del amor amado que es Dios. [...] Dize tanbien el dicho dotor [Dionisio Areopagita] que [el seráfico amor] es / redutivo que trae a Dios sus sujetos que son / debaxo del, ca el angelical amor siempre va a / las cosas altas / no se partiendo de las cosas / baxas / mas siempre a la partiçipaçion de la / divina ylluminaçion las reuoca o llama. E / continuo trahe las mas baxas ordenes que / son sus sujetas a Dios. Tanbien dize que se-/raphin es activo y exemplificativo, ca no so-/lamente el inflama y trahe los otros a Dios. / mas el da forma y exemplo a los otros mas / baxos como deven amar sobre todas las co-/sas el muy alto bien / & como devemos por a-/mor en el siempre tornar

FUEGO, ORO, LUZ, ÁNGELES... ALGUNOS SÍMBOLOS DE TRADICIÓN TEOLÓGICA

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/ & segud su bue pla-/zer / andar / & obrar. E por eso dize que el su a-/mor es calentante y reçuçitante los otros a / su mesma calor a ffin que si no tanto como el-/los a lo menos differentemente segund que / su natura y orden demanda.

Este amor de los serafines hacia Dios, esta constante atracción, tiene además efectos catárticos y purgativos «porque assi como todas cosas alumbra / assi / tanbien todas creaturas angelicales purga / o limpia / no de infecçion de pecado / mas d la / imperfecçion que han del bien eternal». Los querubines son, a su vez, reçebidores de la lumbre del muy alto / don que es Dios.

y (f. 17v): ellos / comunican la lumbre de la sapiençia en ellos / copiosamente infundida / a las otras ordenes / por las alumbrar. Ca la plenitud de luz que / ellos reçiben / a los otros dan & partiçipan.

La tercera categoría de ángeles es la de los tronos. Esta denominación es, posiblemente, la más simbólica de todas las angélicas; se basa en el sentido de relación entre trono y silla, en la acepción de ‘cátedra, sede’. Así, Proclo (Theol. Plat., VI, 24) afirma que «tronos [...] significan acogida». Pero los diccionarios de la Real Academia Española no perciben este sentir del término como refugio u hogar, sino que continúan la imagen basada en la función del trono como sitial desde el que ejercer el poder, especialmente el judicial, que se debe a Santo Tomás (Contra Gentes, III, 80). Ca Di-/os en ellos se sienta & divide y / ordena todos sus justos juyzios / & todos sus / subjetos por ellos dispone / como dize Ysido-ro} / {CB2. / Por eso la virtud de la divina igualdad al / trono de fuego por Daniel es comparada por / la claridad de conoçimiento.

Como curiosidad, apuntemos que el DRAE-1780 «degrada» a los tronos al «séptimo coro de los espíritus celestes», pero a partir del DRAE-1817 recuperan su tercer puesto en la jerarquía espiritual. Dionisio Areopagita imagina que el movimiento circular de los tres órdenes primeros, los que hemos visto hasta aquí, en torno a Dios produce calor, calor que se proyecta sobre las jerarquías inferiores, enfervorizándolas para elevarlas a Dios. Este movimiento circular, ascendente y descendente entre el Creador y la criatura, aparece recogido en el DRAE-1884, que aporta toda una definición enciclopédica del término serafín: Cada uno de los espíritus bienaventurados que se caracterizan por el incesante y perenne ardor con que aman las cosas divinas, y por el intenso y fervoroso movimiento con que elevan á Dios, como á su último término, los espíritus inferiores;

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a su vez, y en el mismo diccionario, los querubines se caracterizan «por la plenitud de ciencia con que ven y contemplan la belleza divina». La participación de la ciencia divina (Dionisio, Jerarquía Celeste, cap. 7) es purificación, es iluminación, es perfección. Principados, potestades y dominaciones conforman la segunda escala de la jerarquía areopagita y del PDC. Los diccionarios de la Real Academia Española continúan recogiendo la clasificación angélica y, en el caso de principados, se define por motivación semántica en el DRAE-1884: «Espíritus bienaventurados, príncipes de todas las virtudes celestiales...»; en el término potestades esta motivación resulta más borrosa, incluso para el DRAE-1884: «Espíritus bienaventurados que ejercen cierta ordenación en cuanto á las diversas operaciones que los espíritus superiores ejecuten en los inferiores». Virtudes, arcángeles y ángeles, la tercera escala de la jerarquía areopagita y del PDC, reciben de los serafines el calor del conocimiento divino, como queda dicho. El DRAE-1884 no duda en aplicar la etimología para definir la correspondiente acepción de virtudes: «Espíritus bienaventurados cuyo nombre indica fuerza viril é indomable para cumplir las operaciones divinas», sentido etimológico que aparece ya en San Dionisio. Podemos identificar, pues, el fuego con la idea de la divinidad, incluso metonímicamente hablando: ríos de fuego, trono de fuego... En cuanto a estas personificaciones angélicas, dice Cirlot (1997) que el Dios Uno y Trino de los cristianos tiene ministros que le sirven de intermediarios con los hombres y transmiten a estos sus instrucciones: son los ángeles. Esta concepción antropomórfica de la divinidad se tomó de las religiones orientales, especialmente del mazdeísmo persa. Por eso, Yahvé, Jehová ha recibido un nombre hebreo, mientras los nombres de los ángeles son helenismos o latinismos (Réau 1996), algo que no sostenemos, evidentemente, para los términos serafín y querubín, tomados de la Biblia hebrea, de Is., 16, 1-7 el primero y Gén., 4, 24; Ez., 10, 1-22 el segundo. Las denominaciones angélicas restantes pertenecen al Nuevo Testamento; las disposiciones ternarias son de Proclo (Plat. Theol., 3, 14; In Parm., 6, 60), como queda sugerido arriba. En el cuarto milenio antes de Cristo aparecen los ángeles en la iconografía artística, confundiéndose con las deidades aladas. Para Cirlot, los ángeles son símbolo de las fuerzas que ascienden y descienden entre el origen y la manifestación, interpretación que no deja de interesarnos, pues el papel de la personificación de los ángeles como intermediarios tendría la finalidad cultural de crear un puente entre Dios y sus criaturas, lo que igualaría a la cristiandad en general con el pueblo hebreo, el pueblo elegido para la trasmisión de la revelación divina. La cultura católica no semita podría recibir la Palabra a través de los ángeles en igualdad de condiciones y posibilidades que el pueblo escogido. «Hemos podido también levantar la mirada hacia el océano

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infinito y generoso de la Luz Divina. Esto [...] lo dispusieron Dios, el Principio de todo [...] y sus ángeles que han llevado hacia Él a los que le siguen», como proclama Dionisio Areopagita (2002: 140). A lo largo de esta exposición hemos mencionado ya varios símbolos más, relacionados a su vez entre sí, como son el carro y la rueda de fuego, vehículo de desplazamiento de dioses o de hadas que cruzan los cielos, con gran frecuencia de viajes y evidente sentido simbólico. El carro del sol o de fuego es un arquetipo que entra en la mayoría de las mitologías del mundo, como recuerda Cirlot; más complejo es el símbolo de la rueda: el disco solar es en definitiva una rueda, la rueda de la fortuna, la rueda del año, las ruedas que en procesión se llevaban durante la Edad Media sobre barcas o carros, el suplicio de la rueda... señalan un simbolismo de honda raigambre y carácter solar y zodiacal que representa, en su fluir, los cambios cíclicos y, en su centro, la invariabilidad de lo inmutable; lo volátil, en movimiento, transitorio, combustible; y lo permanente, y que durante la Edad Media se ejemplifica también en los rosetones góticos. Se apunta en el PDC que estos símbolos circulares representan todo cuanto puede converger en una unidad, así como el carro es la herramienta para desplazar a la vez algo que antes no era unitario. Agente de transformación por excelencia desde Heráclito, el fuego se asimila al agua (los ángeles son comparados a ríos de fuego) pues ambos transforman y regeneran. Para los pueblos primitivos el fuego procede del sol; por esto se relaciona con el rayo y el relámpago por un lado, por otro se relaciona con el oro, según el DCVCA, s. v. oro; y ya hemos visto que en el PDC los ángeles llevan vestidos de fuego y cinturones de oro. Con todo, debemos distinguir, como hace Schneider (1997) dos clases de fuego por su intencionalidad: el fuego del calor solar, de la energía física, y el fuego místico, purificador, sublimador, el fuego de la energía espiritual que se corresponde con el símbolo de la espada, la destrucción física, la decisión psíquica. En conclusión, el libro de las PDC recoge y sistematiza toda una tradición de exégesis bíblica en cuanto a las representaciones de la divinidad y de los símbolos relacionados con la imagen divina; en concreto, sigue muy de cerca la clasificación jerárquica de Dionisio Areopagita, a quien se prefiere sobre Rabano Mauro y otros tratadistas. Los tres primeros libros de la enciclopedia de Bartolomé Ánglico que, según Beonio-Brocchieri (1981) habrían tenido existencia autónoma, son un compendio del saber teológico del momento, dirigido a un público de cultura media que habita y comercia en ciudades europeas y se desplaza por el viejo continente. A ellos va dirigido todo este sistema de representación simbólica de aquello que, por excelencia, es innombrable. Los nombres de Dios no pueden hacer alusión a su esencia, porque el lenguaje humano es, también en este aspecto, limitado; por eso, tienen que ser adjetivos, es decir, predicaciones, ya que la tradición teológica, para

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mantener el sentido de unidad del concepto de Dios, sólo puede atribuir al Ser Supremo alguna de sus propiedades en intento de hacérnoslo algo más próximo. Surgen así en la tradición bíblica y en el PDC términos metafóricos interactivos, que unas veces son metáforas sustantivas (el fuego es Dios; Dios es amor, el fuego es amor, llama, etc, que pasará a la concepción del amor cortés), otras veces son metáforas adjetivas: ríos de fuego.., otras incluso verbales: serafines calentantes, reçuçitantes, movimiento ascendente hacia Dios. En ocasiones, los semas activados, comunes a ambos términos, están muy alejados entre sí, como en el caso de la jerarquía de los tronos, sustentada en una figura que más se aproxima a la metonimia que a la metáfora; sucede algo parecido con el símbolo de la espada o los cinturones de oro, de color de fuego. A partir de una metáfora inicial, la del fuego, cuyas propiedades se explican por extenso en nuestra enciclopedia, se dispone un esquema completo de identificaciones metafóricas que sustentan un sistema ternario de simbolizaciones no referenciales que, creemos, ha de establecer correspondencia entre un Dios Uno y Trino y las tres vías de la mística carmelita y franciscana, por ejemplo, por un lado, y por otro, tantos y tantos subsistemas de representación en torno al número tres que nos son, incluso, cotidianos; esta sistematización de la analogía ha pervivido, pervive en la cultura occidental a lo largo de los siglos; de ahí que hablemos de simbología, no sólo de metáforas. El uso metafórico de fuego amplia el significado propio del término mediante un sentido adquirido por transtextualidad, que interactúa con la serie de términos metaforizadores que mencionamos hoy y aquí y que crean un verdadero tópico metafórico en el marco de discurso teológico de la Escolástica. El término metaforizador, el fuego, origina así toda una serie de correspondencias con el metaforizado, hasta el punto de que llega a establecer jerarquías entre las imágenes angélicas, jerarquías que, dejando ahora de lado su disposición ternaria, responden al concepto platónico de un mundo mejor ubicado por encima del mundo sensitivo, concepción que subyace en muchísimas alusiones diarias a lo bueno, lo mejor, lo inalcanzable, o incluso en expresiones del tipo «llegar a ser», y que de alguna manera aparece repetida y conservada en los diccionarios académicos prácticamente hasta el siglo XXI, en los que no constan otros símbolos aquí tratados.

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Tecnicismos de mecánica en los diccionarios HERMÓGENES PERDIGUERO VILLARREAL Universidad de Burgos

No hace mucho tiempo, decía Carlos Javier Alonso1 que si hay un término que goza de enorme prestigio ese es el de ciencia. Este prestigio debe ser la razón de que Facultades nuevas o nuevos Departamentos que imparten estudios y materias del saber, situados tradicionalmente entre las letras, ahora se denominen Ciencias Históricas, Ciencias de la Educación, Ciencias de la Información e, incluso, por si acaso alguno dudaba de que la economía y la salud son un quehacer científico, se habla de Ciencias Económicas y también de Ciencias de la Salud. Al mismo tiempo que esto sucede, hay otras ramas del saber, o del hacer, que no logran mejorar su estatus ante la sociedad; me refiero, en especial, a algunas ingenierías y, más en concreto, a la tecnología mecánica industrial. En éste, como en otros campos, no es fácil cambiar algunas de las ideas que tienen larga tradición y que, en su momento, recogieron los diccionarios con fidelidad. Así, en el DRAE1791, el adjetivo mecánico se refiere a lo que se hace con las manos y, también, «se aplica a los oficios baxos de la república, como zapatero». Si repasamos los estudios sobre el lenguaje de la ciencia, encontramos varios trabajos sobre términos de medicina, de química, de matemáticas;2 tampoco faltan estudios sobre el lenguaje de la arquitectura o de la construcción naval, sobre el léxico de la electricidad o sobre el de los ferrocarriles;3 no conozco, en cambio, estudios sobre el lenguaje de la mecánica ni sobre el de la tecnología mecánica industrial. Por ello, quiero presentar aquí algunas muestras de este vocabulario y su tratamiento lexicográfico con el modesto objetivo de contribuir al estudio del lenguaje de especialidad. Gracias a la inestimable ayuda de un ingeniero industrial,4 no me he perdido mucho entre los conformados de materiales y he podido diferenciar, en un horno de cubilote, el chispero del tragante y distinguir la tobera de la bigote1

«Pocos términos como el de ciencia gozan de tanto prestigio en la actualidad» (Alonso

2001: 3). 2 Son conocidos los trabajos de Herrera (1996), Gutiérrez Rodilla (1993) y Garriga Escribano (1997). Más reciente es el trabajo de Etayo (2003). 3 Citamos como muestra el trabajo de Moreno Villanueva (1996); se encuentran artículos sobre tecnicismos en otros números de la Revista de Lexicografía y en Bargalló y otros (2001). 4 Julián Camarero de la Torre, profesor de Tecnología y coautor del libro Matrices, Moldes y Utillajes (2003).

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ra y de la piquera. Pero, sobre todo, me ha ayudado a conocer qué quieren decir o a qué se refieren exactamente con algunos términos, como el doblado, tan comunes y, a la vez, tan específicos. Fruto de este diálogo y colaboración ha sido un breve glosario de tecnicismos de mecánica publicado como apéndice de una obra sobre materiales y moldeo (Camarero y Martínez 2003), del que extraeré muchas de las voces que citaré aquí para ejemplificar el tratamiento lexicográfico de los tecnicismos de la mecánica. Estas voces se hallan presentes en publicaciones traducidas sobre ciencia e ingeniería de los materiales (Callister 1996), procesamiento de plásticos (Morton-Junes 1999) y en otras de autores españoles como la de Las Heras (2000) sobre tecnología mecánica y metrotécnica.

1. TERMINOLOGÍA MECÁNICA El precisar la terminología mecánica presenta problemas y dificultades similares a los que se presentan en otras ciencias y técnicas. Determinar si un término corresponde al campo de la mecánica requiere, lógicamente, que presente un sentido que lo diferencie del que tiene en otras ciencias y técnicas próximas. Así, mientras mixto ‘compuesto de varios elementos’ se puede considerar, siguiendo a Gutiérrez Cuadrado (1997: 81), como tecnicismo de la química, la acepción que encontramos en el siguiente texto de 1639 sobre el Arte de los metales se podría incluir, por ejemplo, entre los tecnicismos de la geología, de la minería o de la mecánica: Los mixtos, que la naturaleza produce en las entrañas de la tierra, ò se derriten, ò no: si no se derriten, ò son duros, y se llaman piedras: ò blandos, y que facilmente se desmenuzan en pequeñíssimas partes, y se llaman tierras; y si se derriten, ò bueltos à su primera forma quedan duros, y aptos à estirarse con el golpe del martillo, y estos son metales; ò no quedan con la dureza, y aptitud dicha, y estos son los que se llaman jugos (Alonso Barba 2003 [1639]: 12).

Su peculiaridad quizá radique en la complejidad del ámbito al cual se refiere la mecánica. Desde el punto de vista científico la mecánica es considerada en la actualidad como una parte de la Física que se ocupa de las fuerzas (Estática), del movimiento (Cinemática) y de la interrelación entre fuerza y movimiento (Dinámica). Tras recurrir a los diccionarios, considerados por Gutiérrez Rodilla (2003: 457) como una fuente de primer orden para la reconstrucción de la historia del lenguaje de la ciencia, comprobamos que es a partir del DRAE-1884 cuando se define la mecánica como una parte de física. En cambio, en las ediciones anteriores y en Terreros la mecánica es definida como una parte de las matemáticas, excepto en el DA, que nos remite a la voz maquinaria para conocer el significado del término mecánica:

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MACHINARIA s.f. Nombre que dán algunos modernos al Arte llamado Mechánica ó Machínica, que es el que enseña la fábrica de tales máchinas, que pueda con ellas qualquiera fuerza levantar y mover qualquiera peso. El Padre Tosca […] le da este nombre, para que le tenga diferente del que en nuestro vulgar idioma tienen las artes que no son liberales: y es mui natural, formándole de la palabra Máchina, que es de lo que trata5.

A pesar de la preferencia de la Academia por el vocablo del P. Tosca, se ha impuesto el término empleado por los «modernos» del siglo XVIII y el DRAE así lo refleja, aunque conserve en la última edición –con la marca de ant.– esta acepción de maquinaria, junto a las nuevas acepciones de ‘conjunto de máquinas’ y ‘mecanismo que mueve un artefacto’. Ahora bien, el ámbito en el cual hemos situado la terminología mecánica se halla más cercano al de la tecnología que al de la visión de la mecánica como una parte de la física. Nos centramos, por lo tanto, en el vocabulario que tiene que ver con el «conjunto de instrumentos y procedimientos industriales»6 de elaboración y ensamblaje, principalmente, de piezas, mecanismos, máquinas y estructuras, hechas con materiales férreos o de plástico. Correspondería, por lo tanto, el nombre de tecnología mecánica industrial, pero lo hemos reducido a mecánica por ser éste el nombre habitual entre los profesionales y tener un cometido bien diferenciado del de otras tecnologías como la robótica, la electricidad, la electrónica o la metalurgia. La mecánica, no obstante, se halla presente en el ámbito de otras tecnologías, por lo cual no es extraño que se considere como actividad propia de otra tecnología lo que, en realidad, corresponde a la mecánica. Por ejemplo, es mecánico el proceso de fabricación y montaje de la unidad central de un ordenador (CPU): hay que construir un bastidor o estructura de perfiles de acero para soportar todos los componentes, hay que fabricar una placa base en fibra de vidrio, un disipador de calor y también unas placas de acero o de plástico para los puertos de salida y para las disqueteras. Por otro lado, la mecánica moderna cuenta con voces procedentes de otras técnicas, como ocurre, por ejemplo, con el término carenado ‘recubrimiento de una máquina para proteger al operario’, voz que ya encontramos en la primera edición del diccionario académico, junto a carena y carenar, términos náuticos que tienen que ver con reparar los barcos tapando los agujeros y grietas con estopa y brea.

La otra definición de mecánica dada por el DA es la de ‘acción indecorosa y mezquína, propia de la gente baxa y soéz’. Cf. s. v. mechanica. 6 DRAE, ac. 4 de tecnología. 5

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Veamos a continuación cómo y cuándo estos términos adquieren acepciones que hoy podemos considerar propias de la terminología mecánica y comprobemos también la incorporación de nuevos tecnicismos a los diccionarios, en especial al académico.

2. LÉXICO DE MECÁNICA EN LOS DICCIONARIOS A pesar de la importancia económica que ha tenido y tiene la mecánica en el mundo industrial, apenas si existen diccionarios especializados que se hayan dedicado a recopilar y a definir los tecnicismos de la mecánica. De 1969 es el diccionario en cuatro idiomas (inglés, alemán, francés y español) sobre Control numérico de las máquinas herramientas del británico Horten. Este diccionario se limita a poner las equivalencias en dichos idiomas y fue editado en nuestro país por Gustavo Gili7 con la siguiente indicación: La compilación de este diccionario viene a resolver un importante problema de entendimiento en la terminología de un campo en que, ni siquiera los países que están en vanguardia de su tecnología, han hecho mucho para establecer definiciones concretas.

Del año 2000 es un diccionario enciclopédico de tecnología destinado a los estudiantes de ingeniería, que incluye tecnicismos de veinte áreas, entre ellas la mecánica, pero su identificación resulta compleja, porque emplean más de cien marcas que no siempre corresponden a las áreas de ingeniería indicadas. Y encontramos en un tratado de Tecnología Mecánica de 1984, un pequeño glosario con una breve explicación de los tecnicismos. La ausencia de diccionarios especializados convierten a los diccionarios generales, por lo tanto, en una fuente básica para informarnos de los tecnicismos de mecánica. Si nos fiáramos de la marca de mecánica (Mec.) presente en la última edición del diccionario académico (DRAE-2001) sacaríamos la conclusión de que son muy pocos los tecnicismos de esta técnica, puesto que apenas 160 acepciones llevan dicha marca. Sin embargo, son bastantes más las acepciones recogidas en el diccionario académico que pertenecen a la mecánica, tal y como podremos deducir de los casos que vamos a ver a continuación. Pero, al igual que las definiciones, dicha marca puede referirse a ideas distintas de qué se entiende por mecánica según la época en que nos situemos. Partamos, en primer lugar, de la mecánica como maquinaria –la idea que reflejan los académicos del XVIII– y tomemos el ejemplo de torno, voz recogida en 7

No figura el año de la edición española.

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Nebrija, que la Academia define como «cualquier máchina con rueda, que se mueve sobre el exe, y sirve […] para varios usos: como torcer seda, hilar, etc.». Terreros (118), además de proporcionarnos otras denominaciones (sucula, cabria, trucha, ergata y vulgarmente argue, cabestrante y eje en el peritroquio), lo considera término de la mecánica y lo define, no como máquina, sino que afirma que es un cilindro grueso que entra en la composición de las máquinas con que se suben, ó mueven cuerpos pesados, rodeando un cordel al cilindro, y dando vueltas por medio de cuatro brazos de una rueda, cigüeñal, ú otra armazon semejante.

La Academia mantuvo su acepción de «cualquier máquina con rueda», pero, en ediciones posteriores, antepuso una acepción que recoge la idea de Terreros de que era un cilindro. Incluso en el DRAE-1852 incorpora la marca Maq., la cual desaparece del DRAE-1899. Estas acepciones técnicas se mantienen hasta el DRAE-1956, edición que incorpora una nueva acepción, sin marca de tecnicismo, relativa a la «máquina para labrar en redondo piezas de madera, metal, hueso, etc.», presente también en la edición de 2001. La información lexicográfica que encontramos sobre otra máquina herramienta como es la fresadora, muy común en la mecánica industrial y sobre términos como fresar, fresa y fresado, relacionados con ella, es muy escasa y tardía. En la consulta realizada a través del Nuevo Tesoro Lexicográfico (NTLLE), no encontramos fresadora como ‘máquina provista de fresas que sirve para labrar metales’ hasta el DRAE-1936, edición en la que también se incorpora fresado como ‘acción y efecto de fresar’; en cambio, fresa y fresar se encuentran ya en la edición anterior, en el DRAE-1925: fresa. Herramienta de movimiento circular continuo, constituida por una serie de buriles o cuchillas” (ac. 3). fresar. Abrir agujeros y, en general, labrar metales por medio de la herramienta llamada fresa (ac. 2).

Llama la atención que a ninguno de estos cuatro términos, claramente tecnicismos de la mecánica, se les haya incorporado la marca de tecnicismo en ninguna de las ediciones posteriores del DRAE, ni tampoco en las del Manual. Tampoco están marcados como tecnicismos mandrilado ni mandriladora ‘máquina herramienta que se utiliza para mandrilar metales’, términos que encontramos por primera vez en el DMILE-1984. En cambio, sí están marcados en dicha edición y en las posteriores del DRAE los términos mandrilar ‘perforar o pulir los agujeros de las piezas de metal con el mandril’ y mandril, voz que conserva la misma definición que aparece en el DRAE-1869: ‘pieza de madera o de metal, de forma cilíndrica, en que se asegura lo que se ha de tornear’, a la cual se ha añadido ahora la de ‘escariador’. En relación con las variantes existentes, el diccionario

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académico prefiere mandriladora a la variante mandrinadora, variante más frecuente en los textos de mecánica al igual que mandrinado. Existen otras máquinas herramientas que no aparecen en los diccionarios, como sucede con la mortajadora ‘máquina que realiza el mortajado o limado vertical con una cuchilla de forma, con movimiento de corte rectilíneo-alternativo’. Y con ellas otros muchos términos que tienen que ver con la mecánica: alesnado, aplanado, arrollado, banda de chapa, bordonado, calefactar, coextrusión, coquilla, eje nervado, espumación, lapeado, llantón, mascado o mordida, perro de arrastre, rectificado.

3. CONCLUSIÓN Se han mostrado ejemplos de introducción de tecnicismos de la mecánica a mediados del siglo XIX, pero el tardío desarrollo industrial tiene su reflejo en el léxico de la mecánica que, a pesar del auge de la automoción, se incorpora a los diccionarios muy lentamente y sin que se indique el campo técnico al que corresponde, incluso en términos y acepciones claramente de especialidad como sucede con trefilar ‘reducir un metal a alambre o hilo pasándolo por una hilera’ y los correspondientes trefilado y trefilería, recogidos en DRAE-2001. Por lo tanto, hemos de concluir señalando la necesidad de prestar una mayor atención respecto a los tecnicismos de la mecánica que la que reflejan los diccionarios. Es cierto que muchos vocablos no parecen tecnicismos, porque son expresiones muy comunes: banda, alma, bigotera, degüello, escote, estampa, perro, prisionero, tetón, vástago, vientre; sin embargo, sus acepciones relacionadas con la mecánica deben quedar recogidas en los diccionarios del mismo modo que se ha hecho con acepciones técnicas de las ciencias o de las artes. El estar acostumbrados a ver y usar útiles tan comunes como unas tijeras hace que no caigamos en la cuenta de que se trata de un acero con aleado especial, que requiere darle forma (conformado) por medio del forjado y del troquelado, con corte y punzonado, para después asignar a cada parte la dureza adecuada por medio del temple. Y antes del pulido y del afilado de los cortantes se ha de contar con un vástago que los una y permita el giro, para lo cual solamente una parte ha de ser en enroscado (tornillo), mientras que la cabeza ha de tener forma troncocónica, es decir cabeza tipo «gota de sebo». Dado que «todos vivimos en la grande y dinámica red de cambio» (Burke 1996: 13), también en los diccionarios se producirán cambios: confiamos en que no tardando mucho la lexicografía tratará adecuadamente el léxico de la tecnología mecánica. Nosotros estamos en ello.

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Tecnicismos anatómicos y patológicos en la versión castellana del Libro de las Propiedades de las cosas* Mª NIEVES SÁNCHEZ GONZÁLEZ DE HERRERO Universidad de Salamanca

La obra De Proprietatibus Rerum de Bartolomé Ánglico fue, junto con el Speculum Majus de Vincent de Beauvais, una de las enciclopedias medievales más difundidas en Europa. Ambas obras se escriben en el siglo XIII, en un momento en el que ya se diferencian los niveles de las ciencias, aumentan los ámbitos del saber y los textos muestran una extraordinaria preocupación didáctica y moralizadora. Muy pronto adquieren importancia las traducciones en lenguas vulgares, que ponen el conocimiento a disposición de un público más amplio, de grupos que van accediendo a una posición de bienestar, sin exigir como contrapartida demasiados esfuerzos intelectuales (Paul 2003: 429-432). Tal vez por ello este siglo acogiera tan bien las enciclopedias, que proporcionan información y datos, sin importar si son reales o fantásticos, es decir, recopilan el saber anterior de manera muy conservadora, dando por hecho el carácter indiscutible de los conocimientos heredados, y se ocupan muy poco de la finalidad del saber (Beonio-Brocchieri 1981: 9-10, 44). La obra original se escribió en latín alrededor de 1230-1240. Del autor, conocido como Bartolomé Ánglico o de Glanville, sabemos que era un monje inglés nacido hacia 1190, que estudió en París y vivió en Alemania. El tratado consta de diecinueve libros, que parten de Dios y de su esencia, para continuar con la materia, lo corpóreo y sus accidentes, por lo que su riqueza léxica es grande.1 El texto se tradujo a varias lenguas y, con la llegada de la imprenta, se editó con profusión y se reimprimió incluso hasta 1600.2 La traducción castellana que conservamos la hizo fray Vicente de Burgos, franciscano, y la editó en Tolosa Enrique Mayer en 1494. Su lengua refleja las características esperables en el castellano del momento: abundantes restos de F- latina, pero predominio de h, vacilaciones de vocales áto* Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación subvencionado por la DGICYT, BFF2001-1802, que estudia el léxico de las enciclopedias medievales. Contamos para ello con la base de datos elaborada por la profesora Coloma Lleal, sin cuya generosa ayuda no sería posible. 1 El DHLE recurre a este texto para avalar algunas definiciones de la letra A; cf. abusador, def. 1, alongamiento, def. 7b, alto, def. 6c, etc. 2 Sobre los incunables latinos y castellanos conservados, cf. Sánchez (en prensa). Para citar el texto latino, utilizo el incunable 2456 de la Biblioteca Nacional, del que la traducción castellana está muy próxima.

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nas, casos de reducción de grupos consonánticos latinos, -d en posición final, o abundantes ejemplos de igualación de sibilantes y africadas (Sánchez en prensa). Pero, sin que esto suponga ningún obstáculo, hay indicios claros de la procedencia oriental del texto: en primer lugar, las grafías del tipo masquados, flaquo, formiguas, ombliguo, tesuguo,3 antiga, etc. Indudablemente se trata de un fenómeno no exclusivo de los escritos aragoneses, pues es conocido en Castilla, pero es más corriente en códices aragoneses (Sánchez-Prieto Borja 1998: 122-123). Si a esto añadimos que el enebro aparece como enebro, henebro y jenebro, enero como enero, henero y genero, con mantenimiento de j-, g-, dialectal (Lleal 1990: 161, 173, 180), que aunque sea de forma muy aislada hallamos flama y clamando (Ariza 1996: 279), que hay cáreno por ‘cárdeno’, que los adjetivos invariables en -e están dotados muchas veces de masculino en -o y femenino en -a: vilos usos, lobos covardos, causa calienta, vid. salvage o agresta, con formaciones analógicas bien documentadas en textos medievales aragoneses y catalanes (Alvar y Pottier 1983: 54.3 y 54.4 y Alvar 1996: 284), o que, también aisladamente, se registran mes, ‘más’ y ovejes junto a fiebras, queda claro que el conjunto de todos estos rasgos en un texto del XV solo puede deberse a su procedencia oriental. En el léxico hay elementos que apuntan en la misma dirección; es el caso de canilla, ‘oruga’;4 capel, ‘corona de ramas o flores’;5 chasno, ‘roble’;6 verro, ‘verraco’;7 xirivía, ‘chirivía, hortaliza parecida al nabo’;8 en biaxe, de biaxe, ‘al sesgo’, ‘oblicuamente’;9 col-

El DCECH, s. v. tejón, recoge el testimonio de Borao, que documenta tejugo en aragonés. «Ay gusanos de muchas maneras ca algunos son de agua y otros de tierra y otros son de las yervas como las canillas, y otros de arboles» (296v). Traduce lat. ERUCE; cf. fr. chenille, prov. canilha, del lat. CANICULA (Littré 1878). 5 «El laurel [...] el emperador Tiberio cuando lo havia hazia del un capel el cual ponia encima de su cabeça» (221v). Cf. oc. capel, cat. capell (DCECH, s. v. capillo). 6 «La mandragora [...] Las manzanas son sobre las hojas como las que creçen sobre las hojas del chasno y son de amarillo color» (231v). Traduce lat. QUERCUS. Cf. fr. chêne, ant. chasne, bas. lat. *CASSANUS (Littré 1878). 7 «Los puercos, algunos son monteses y algunos domesticos. Los machos son llamados verros o verracos» (290v). Cf. fr. ant., oc. y cat. verro (DCECH, s. v. verraco). 8 « Toda yerva que su raiz es de mucho mantenimiento, su simiente no es de tanto mantenimiento, como pareçe en las çenorias, nabos y xerevias y otras semejantes» (240v). Cf. cat. xirivia (DCECH, s. v. chirivía). 9 «Conviene podar las vides [...] Dévese hazer la cortadura en biaxe entre las dos yemas, en tal manera que la cortadura se haga en la parte contraria de la yema. E por esto se debe hazer de biaxe e no derecha o redonda» (249v). Cf. cat. biaix, ‘sesgo, oblicuidad’ (DCECH, s. v. viaje II). 3 4

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dra, ‘avellano’;10 bermejenco, ‘rojizo’,11 con el sufijo -enco, frecuente en hablas navarro-aragonesas, catalán y occitano, y posiblemente el uso de caja y cajuela,12 tan extraños y escasos en castellano medieval pero bien documentados en catalán y aragonés. De la traducción al castellano que ha llegado hasta nosotros (Sánchez y Herrera 1999) yo destacaría el didactismo, ya presente en la obra original latina (Rey 1982: 64). La versión castellana recurre a menudo al empleo de dobletes de sinónimos,13 a añadidos que aclaran y tratan de acercar al lector el tema y a una traducción que evita, en la medida de lo posible, los tecnicismos crudos de origen griego, árabe o latino, tan profusamente empleados en textos coetáneos, y usa voces del fondo lingüístico peninsular. Evidentemente, este planteamiento tiene consecuencias lingüísticas. Así, el traductor interviene añadiendo a la edición latina comentarios con voces que resulten próximas al lector. Sirvan de ejemplo: De aquí vienen los gusanos que nos aradores llamamos (f. 62r) Es engendrada una mala pasion llamada ylliaqua, que nos llamamos dolor de ijada (f. 70r) Caen los cabellos alguna vez en la parte delantera [...] Y esto no les aviene en la parte trasera, que los filosofos llaman oçipud y nosotros llamamos colodrillo (f. 79v),

o bien citando referencias próximas, tampoco presentes en la edición latina: En alguna tierra se hallan rocas y montañas de sal y la cortan por medio como piedras, como en Arabia y Panonia y en Castilla (f. 209v).

A lo largo del texto podemos observar cómo trata de adaptar los tecnicismos a la lengua castellana; centrándonos en el campo anatómico, podemos citar los ojos de las espaldas, ‘espina de la escápula’, cabezas de las espaldas, ‘acromion’, caja del corazón, ‘pericardio’, arca de la hiel y cestilla de la hiel o simplemente bolsa por ‘vesícula biliar’, tripa dozena, ‘duodeno’ (Sánchez 2002a: 175-180), bolsa de

10 «Ay otro lago arbol do las varas de frexno se tornan en coldra y las de coldra se tornan ende frexno cuando las echan dentro» (188v). Traduce lat. VIRGAS CORULI, CORULEAS. Cf. fr. coudrier, coudre, it. córilo, bas. lat. *COLURUS, lat. CORYLUS ‘noisetier’ (Littré 1878). 11 «La lambrusca [...] lieva o trae uvas vermegencas con las cuales las mugeres alimpian el cuero de la cara» (250v). Cf. cat y oc. rogenc, negrenc, blavenc, vermellenc (Pharies 2002: 204205). 12 «Antiguamente de los juncos se hazian esportillas y caxuelas en las cuales guardavan letras y otras cosas» (237r). «La mostaza [...] su simiente naçe dentro de unas hollejuelas o caxuelas luengas» (244v). Cf. DCECH, s. v. caja. 13 De este aspecto se ha ocupado recientemente Jiménez (en prensa).

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los miembros de generación, ‘escroto’. Cuando la edición latina habla de la trachea arteria et isophagum, la versión castellana dice la arteria llamada traçia y el conduto de la garganta (f. 100r). De esta manera nos encontramos con que un buen número de tecnicismos anatómicos y patológicos de la obra no figuran en el DETEMA. Es el caso, además de los citados, del codo alto y codo de abaxo o del humor blanquezino. En la descripción del brazo, leemos: El braço, como dize Costantino, es compuesto de dos huessos, de los cuales el uno es en la parte superior, que es llamado codo alto, y otro en la parte inferior, y es dicho codo de abaxo. El huesso de abaxo es más grande que el de arriba (61r),

donde codo alto traduce el cubitus superior de la edición latina y el codo de abaxo, cubitus inferior, y se refieren respectivamente al ‘radio, hueso del antebrazo situado junto al cúbito’ y al ‘cúbito, hueso más largo y grueso de los dos que forman el antebrazo’. En los textos estudiados en el DETEMA, codo se refiere siempre a la ‘región de la articulación del antebrazo con el brazo y partes blandas que la rodean’ y el cúbito y el radio aparecen en las tres grandes cirugías estudiadas como fóciles, focilia, fócil mayor y menor, latinismo con el que se tradujo generalmente el árabe azzind, término empleado por Avicena y Albucasis. Cubitus, en cambio, es el término latino que convivió con brachium para denominar el antebrazo14 y, a juzgar por los testimonios medievales en lengua romance, no gozó de gran difusión (Barcia Goyanes 1978: I, 108-110 y II, 15-17). La traducción de Ánglico al castellano es uno de los pocos textos que la emplea, aunque hay que tener presente que es el término del original latino. En la descripción de los humores de los ojos encontramos: El humor cristalino [...] es situado en medio de los otros dos humores así que el blanquezino es de fuera y el como de vidro es de dentro [...] El otro humor blanquezino, que es guarda de la tal vista por delante, no menos ayuda al humor cristalino (f. 50r).

Aquí el traductor recurre a blanquezino y humor blanquezino para trasladar a nuestra lengua el humor albugineus de la edición latina, que es el ‘humor acuoso, líquido claro entre la córnea y el cristalino’. El humor blanquezino no figura en el DETEMA, que sí recoge humor albugíneo,15 presente en las obras de Guy de Chau«Blancardus: Cubitus est media pars inter humeri os et carpum, componitur ex duplici osse, ulna et radio». 15 La definición que aparece en el DETEMApara humor albugíneo debe corregirse, pues no se trata de la ‘esclerótica’ sino del ‘humor acuoso’. 14

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liac y Bernardo de Gordonio,16 además de albugíneo, por ‘esclerótica’, tomado de la Cirugía Mayor de Lanfranco. En la terminología patológica sucede lo mismo. Muchos tecnicismos latinos presentes en el DETEMA se evitan en nuestra traducción; es el caso de singulto, ‘hipo’, aquí el solloçar, solloço; de tinitus o tinito, ‘sensación subjetiva u objetiva de ruido’, considerado entre las enfermedades del oído, que se traduce siempre con expresiones del tipo le chiflan las orejas; las fiebres interpoladas o intermitentes son las fiebres entrepuestas; de la misma manera el ántrax es únicamente livielso: Ay otra postema engendrada de materia oposita como pareçe en el livielso que llama Costantino carbunclo (110r)17

En DETEMA el latinismo ántrax, de origen griego, se recoge con variantes (ántrax, antrace, antraz, antrance, entras, entraste, etc.) en bastantes textos, no solo en los más cultos o latinizantes sino también en otros que emplean un léxico de carácter más vulgar, como el Tratado de Patología o la Suma de la flor de cirugía. Por su parte, divieso está también presente en varios de los tratados del DETEMA, aunque no en dos de las grandes Cirugías ni en el Lilio, y solo la Cirugía de Tedrico registra una variante con l-, livienso, que sumada al testimonio de las Propiedades muestra que no se trata de una variante tan tardía como se creía (DCECH, s. v. divieso). La presencia de helenismos o latinismos suele ir acompañada de aclaraciones sobre su carácter especializado: Del temblar del coraçón. Esta enfermedad llaman los medicos cardiaqua (f. 101r) El dolor de las renes es en griego llamado enefresis (108v) Hay otra pasión de las renes que es llamada rompedura y en mediçina es llamada hernia (108v)

Al tratar de las enfermedades del estómago se habla del enojo e desplaçençia de las viandas, grand apetito y gomito, pero más adelante, al volver sobre el grand apetito, leemos: «hay otra pasión del estómago llamada de los físicos bolismo, que haze a la persona haver grande e desordenado apetito» (ff. 104v-105r). De nuevo nos encontramos con términos médicos, patológicos en esta ocasión, que no figuran en el DETEMA, como amarillez,18 ‘ictericia’, tolondro,19 ‘tumor o bulto’, el destierro de la lengua,20 y la taca o nube del ojo. Empleo las ediciones y referencias contenidas en Herrera y González de Fauve (1997). Ed. latina: «alia apostemata que ex opposita materia generat ut paret in antrace quem Costantinus vocat carbunculun». 18 «De una enfermedad llamada iteriçia o amarillez» (f. 108r). 19 «El leproso ha la carne corrompida [...] Los tolondros creçen duros y redondos por la cara y por el cuerpo» (114v). 20 «Algunas vezes sin estas aviene en la lengua una postema que la haze venir tan grande 16 17

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Con relación a taca, dice nuestro texto: De la taca o nube del ojo [...] Aviene otra enfermedad en los ojos que nós llamamos taca o nube e Costantino la llama tela [...] una apostema e cuando es mal guarida queda en el ojo una ligera taca la cual por suçesión de tiempo creçe y viene a ser una tela y fázese espesa y ocupa mayor lugar (97r).

El título del capítulo correspondiente en la edición latina es «De lippitudine et albugine»,21 y alude a una opacidad del ojo. El hecho de que taca se emplee en este sentido, nos hizo pensar en principio en una relación con el ár. al-tabaqa, ‘velo, membrana, túnica’, empleado en textos médicos antiguos como sinónimo de algisháwa, voz usada por Avicena en la descripción del sabal o paño del ojo. Ahora bien, aparte de la escasez de arabismos del texto, el traductor recurre en más ocasiones a taca para referirse a manchas, bien en la piel, producidas por la morfea,22 bien a las que presentan las aves,23 y este sentido no tan específico de taca apunta más bien al romance taca, tacha, ‘falta, defecto’,‘mancha’, de origen latino, concretamente a la variante oriental taca, bien documentada en occitano, catalán y aragonés.24 Con los ejemplos expuestos puede observarse cómo el traductor busca ofrecer un texto claro y comprensible para el lector, libre de tecnicismos latinos o griegos, tan abundantes en obras médicas coetáneas, sustituidos en la medida de lo posible por voces de forma plenamente romance, o por variantes populares, como parecen ser livielso, rompedura, etc. No debemos perder de vista que esta tendencia se halla presente ya en el original latino y la traducción al castellano la mantiene. Los ejemplos tratados se refieren al griego y al latín, pero ¿qué sucede con las fuentes y la terminología árabes? ¿cuál es su presencia en esta obra? Indudablemente hay fuentes árabes, y de hecho se citan en varias ocasiones, pero están tan adaptadas al léxico castellano, que a veces son difíciles de reconocer. A ellas hemos llegado, por ejemplo, en dos casos en los que en un primer momento nos resultó dudosa la interpretación; es el caso de la carne elada y la goma de los agujeros del cuerpo.

que para le dar lugar la cale sacar fuera e abrir la boca. Es esta postema llamada el destierro de la lengua» (f. 57v); en la edición latina exilium lingue. 21 «Blancardus: Ophthalmia, quam Celsus lippitudinem vocat, est tunicarum oculi inflammatio». 22 «De las tacas o manchas que son sobre el cuero» (f. 112r) 23 «La caladre, segund Aristótiles, es una ave blanquezina que no ha ninguna taca de negro» (f. 159r). 24 Del lat. vg. *TACCA (DCECH, s. v. tacha).

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Con relación a la primera de estas unidades pluriverbales dice el texto: La carne es dividida en tres maneras. La una es muelle de nervios [...] La otra es mediana entre muelle y duro, como son las ternillas o estremidades de los huessos que ayuntan la carne con los huessos todo junto. La terçera manera es la que es toda ayuntada e amundada en uno como yelo y es llamada carne elada25 [...] La carne glandolosa o llena de landrezillas es triple: la una que haze humido, como la carne de las tetas y las landrezillas que son so la lengua y engendran la saliva [...] La otra carne es llamada nudosa o glandonesa que hinche los lugares vazíos de las venas (ff. 77r-77v).

Si comparamos el párrafo señalado con El libro de las generalidades de la medicina de Averroes, observaremos cierto paralelismo: La carne es de tres clases. Una es la carne mezclada con los nervios y los tendones, que se llama músculo [...] La segunda clase es la carne simple, en la que hay muchas fibras. [...] La tercera es la glandular [...] La carne glandular es como la de los testículos, las mamas, la raíz de la lengua, bajo las axilas y las ingles, detrás de los oídos y en el cuello. A esta especie pertenece [también la que hay] alrededor de los intestinos y de las venas (Vázquez de Benito y Álvarez Morales 2003: 56-57).

Existe cierto paralelismo con la fuente última árabe de modo que la carne elada de nuestro texto parece corresponder a la glandular; si esto es así, ¿estamos ante una deformación del adjetivo árabe gudadyi? Gudadyi, ‘glandular’ o ‘glanduloso’, relacionado con al-gadd, plural de guddat, especie de nudo, nódulo (`uqdat) en el cuerpo humano, formado por distintos humores y que tiene una cierta dureza, es una voz que los médicos árabes empleaban para denominar las glándulas y también las partes blandas, sin ligamentos aparentes, como las mamas y los testículos.26 Por qué camino se habría llegado a la correspondencia gudadyi-elada es algo que desconozco en este momento y habrá que rastrear las fuentes del texto para averiguar si esta hipótesis puede mantenerse. Tampoco está muy claro el significado de la goma de los agujeros del cuerpo, que aparece en un párrafo para el que se cita directamente como fuente a Avicena: Segund Aviçena cuatro humidades hay en el cuerpo humano [...] la cuarta es cólera que ata y continúa todos los miembros en uno y viene de la virtud de la simiente de generaçion y es llamada la goma de los agujeros del cuerpo. Y cuando esta es guastada no puede ser restaurada (102r).27 25 Parece un añadido de la traducción al castellano, pues la edición latina, al menos las que tengo a mi alcance, dice «Tertia pars est inter hec glandulosa caso sola que maxime est in dorso et in gingivis». 26 Jabary y Salamanca (1999: 48, n. 23). 27 En la edición latina: «Quarta humiditas colligans et continuans omnia membra et est a spermatica humiditate et dicitur glutinum partium quem cum consumit non recuperatur».

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Lo que dice realmente el Canon de Avicena al describir los cuatro humores es lo siguiente:28 una es la humedad que está encerrada en las cavidades de los extremos con las pequeñas venas colindantes con los órganos básicos [...]. La segunda es la humedad que está dispersa por los órganos básicos en el grado del maná (o exudación) [...] la cuarta humedad está inmersa en los órganos básicos desde el comienzo del crecimiento y su comienzo y la unión de sus partes provienen del esperma.

Estamos ante una reformulación de la versión castellana, que se aleja de la latina, pues el glutinum partium, que corresponde a la «unión de las partes», se traduce por la goma de los agujeros del cuerpo; y lo más sorprendente es la voz agujeros, cuando el texto árabe habla siempre de órgano, en ár. udw, y el latino de membra. El párrafo se reconoce en cuanto a su origen, pero los añadidos y cambios terminológicos son imposibles de explicar sin conocer con más detalles las vías de transmisión. Ahora bien, la impresión de nuevo es que la traducción adapta la terminología a formas castellanas, y de hecho la obra presenta una ausencia casi total de arabismos, a diferencia de los tratados médicos coetáneos. Claro que la diferencia está ya en el original latino, y la versión castellana se limita a seguirla fielmente, manteniendo su afán didáctico. Desconozco por el momento cuál de las varias ediciones latinas conservadas es la fuente directa de la traducción de fray Vicente de Burgos y, en consecuencia, no puedo dar cuenta del proceso de transmisión de ciertas voces o expresiones que no se hallan en las versiones latinas que manejo. Y no encuentro coincidencias con los tratados médicos medievales más conocidos, de los que se aleja precisamente por su planteamiento carente de toda actitud crítica y ajeno a la renovación terminológica que presentan muchos de los especializados, posiblemente más ligados a la enseñanza universitaria del momento; como contrapartida, nos ofrece un léxico especializado distinto, hecho importante si recordamos que estamos contemplando la formación del lenguaje científico castellano. Espero que, a medida que vayamos avanzando en el estudio léxico y en el cotejo con distintas fuentes, podamos aclarar las dudas que por el momento tenemos planteadas.

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Debo la traducción a Concepción Vázquez de Benito.

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