El Significado Revolucionario de la Revuelta de George Floyd 1990263283, 9781990263286

No hubo nada más que oscuridad en la primavera de 2020 cuando la pandemia de Covid-19 se enfureció y cerró la economía.

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Spanish Pages 61 [63] Year 2021

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Table of contents :
El Significado Revolucionario de la Revuelta de George Floyd
Contenido
Prefacio
Clase, Raza y Género en la Revuelta de 2020
Arturo Castillon y Shemon Salam
Coches, Disturbios y Liberación Negra
La Revuelta de Walter Wallace en Filadelfia
Shemon Salam y Arturo Castillon
Preludio de una Nueva Guerra Civil
Shemon Salam y Arturo Castillon
Incendio en Main Street
Ciudades Pequeñas en la Revuelta de George Floyd
Shemon Salam, Arturo Castillon, y Atticus Bagby-Williams
Posdata sobre los Disturbios de 2020
Shemon Salam y Arturo Castillon
Memorial de George Floyd
Sobre los Autores
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El Significado Revolucionario de la Revuelta de George Floyd
 1990263283, 9781990263286

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Si quieres poner la rebelión de George Floyd en su contexto político e histórico adecuado, esta es una de las obras con las que debes empezar. El Significado Revolucionario de la Revuelta de George Floyd plantea el caso incuestionable de que lo que presenciamos no fue solo una serie de eventos con el objetivo de reformar el imperio, como los medios burgueses quieren hacernos creer, sino un movimiento que en su corazón tenía y tiene como objetivo la erradicación del imperio y la construcción de un futuro nuevo e incierto. Este trabajo explica por qué y, además, aborda cómo puedes participar más profundamente.— Kali Akuno, cofundador de Cooperation Jackson Hablando sobre la descolonización, Fanon dice que cuando tratamos de cambiar el orden del mundo, esto es “claramente una agenda para el desorden total.” Con esto quiere decir que es una demanda absoluta, que no puede ser mediada por modificaciones de política. Esta demanda absoluta regresa en las llamas del Tercer Recinto en Minneapolis, en el verano de 2020. Nadie se ha acercado más que Shemon y Arturo en capturar esta lucha, en nombrar el carácter extraordinario y contradictorio de la Revuelta de George Floyd—cómo escapa la misma historia que la produce, única e inevitable, una verdadera insurgencia, progenitora de un centenar de formaciones contrainsurgentes. Estos comunicados de la rebelión ofrecen claridad sobre las desesperadas y extraordinarias victorias de la lucha y las formas que tomará el enemigo. Este texto es portador de las posibilidades, propuestas y problemas del verano; No puedo imaginar un mejor destino para la escritura.— Joshua Clover, autor de Riot.Strike.Riot: The New Era of Uprisings

El Significado Revolucionario de la Revuelta de George Floyd

Shemon Salam y Arturo Castillon con una contribución de Atticus Bagby-Williams

Daraja Press 2021

Published by Daraja Press https://darajapress.com Published in East Africa by Zand Graphics Ltd https://zandgraphics.com/ A pamphlet in the Thinking Freedom series and the Moving Beyond Capitalism - Now! series Creative Commons Licence: Attribution-NonCommercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISBN 9781990263286 (softcover) Cover design: Kate McDonnell Images: Shutterstock.com Thanks to Ill Will Editions, Mute Magazine, and It’s Going Down for allowing the republication of texts. Translation: Arturo Castillon

Library and Archives Canada Cataloguing in Publication Title: El significado revolucionario de la revuelta de George Floyd / Shemon Salam y Arturo Castillon ; con una contribución de Atticus Bagby-Williams. Other titles: Revolutionary meaning of the George Floyd uprisings. Spanish Names: Salam, Shemon, author. | Castillon, Arturo, 1988- author. Description: Series statement: Thinking freedom | Moving beyond capitalism | Translation of: The revolutionary meaning of the George Floyd uprisings. Identifiers: Canadiana 20210323388 | ISBN 9781990263286 (softcover) Subjects: LCSH: Black lives matter movement. | LCSH: Protest movements—United States—History—21st century. | LCSH: Civil rights movements—United States— History—21st century. | LCSH: African Americans—Social conditions—21st century. | LCSH: United States—Race relations—History—21st century. | LCSH: Racism—United States—History—21st century. | LCSH: African Americans— Violence against. | LCSH: Racial profiling in law enforcement—United States. | LCSH: Police brutality— United States. | LCSH: Police shootings—United States. Classification: LCC E185.615 .S2518 2021 | DDC 323.1196/073—dc23

Contenido

Prefacio

vii

1. Clase, Raza y Género en la Revuelta de 2020

1

2. Coches, Disturbios y Liberación Negra

9

3. Preludio de una Nueva Guerra Civil

17

4. Incendio en Main Street

29

5. Posdata sobre los Disturbios de 2020

41

Arturo Castillon y Shemon Salam

La Revuelta de Walter Wallace en Filadelfia Shemon Salam y Arturo Castillon Shemon Salam y Arturo Castillon

Ciudades Pequeñas en la Revuelta de George Floyd Shemon Salam, Arturo Castillon, y Atticus Bagby-Williams Shemon Salam y Arturo Castillon

Memorial de George Floyd

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Sobre los Autores

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Prefacio

Arturo Castillon & Shemon Salam

Los Angeles – MAYO 30, 2020: Coche de policía atacado durante la marcha de protesta contra la violencia policial por la muerte de George Floyd.

Al menos 28 personas murieron en la ola de revueltas que arrasó los Estados Unidos desde finales de mayo hasta finales de julio de 2020. En este período de 10 semanas, hubo 574 disturbios; 624 incendios provocados; 2.382 incidentes de saqueo; 97 vehículos policiales incendiados; y 16.241 personas detenidas

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por actividades relacionadas con la protesta. Además, al menos 13 policías recibieron disparos, 9 fueron atropellados por automóviles y 2.037 resultaron heridos en los disturbios, principalmente por el lanzamiento de piedras, 1 ladrillos y otros proyectiles. A principios de mayo, pocos habían pronosticado que para fines de ese mes se producirían disturbios generalizados en todo el país. Incluso aquellos que esperaban algo como esto fueron tomados por sorpresa por la magnitud y la ferocidad de los disturbios. En medio de la pandemia de Covid-19, el cierre de la economía, el desempleo masivo y una calidad de vida que se deteriora rápidamente, el levantamiento de George Floyd cruzó el cielo como un meteoro resplandeciente, abriendo un nuevo capítulo en la historia 2 revolucionaria del proletario (o clase trabajadora) estadounidense, que finalmente se unía a la ola global de revuelta que había convulsionado al mundo , en lugares como Haití, Sudán, Líbano y Chile , desde 2019. Comenzando en Minneapolis el 26 de mayo, el día después de que el video del brutal asesinato policial de George Floyd se volviera viral, los manifestantes comenzaron a atacar la estación de policía del tercer distrito donde trabajaba el oficial que asesinó a Floyd. La policía dispersó a la multitud con gas lacrimógeno, pero esa noche decenas de edificios fueron incendiados. Durante los siguientes tres días, la estación de policía del tercer distrito fue incendiada, y cientos de negocios fueron saqueados e incendiados en el área metropolitana 3 de Minneapolis y St. Paul. Para el 30 de mayo, estas tácticas se habían generalizado en gran parte de la nación, con disturbios que afectaron a casi todas las ciudades grandes, y a docenas de ciudades y suburbios más pequeños. Coches de policía, juzgados, edificios municipales y tiendas fueron incendiadas por todo el país. Las dos primeras semanas del levantamiento no tuvieron precedentes en términos de destrucción de propiedades. El 8 de junio, una semana y media después de que comenzó la rebelión en Minneapolis, los disturbios ya habían 1.

IMCCA Report, Intelligence Commander Group (October 2020) “Report on the 2020 Protests and Civil Unrest”, Major Cities Chiefs Association (majorcitieschiefs.com).

2.

Cuando decimos"proletario" nos referimos a todos aquellos que no tienen nada que perder más que sus cadenas, ya que no poseen capital en ninguna forma. Ya sea que ganen mucho dinero, tengan un buen automóvil o paguen una hipoteca, si se ven obligados a vender su capacidad de trabajar a una empresa capitalista, al estado o a una pequeña empresa por un salario, son proletarios. También son proletarios quienes hacen trabajo no remunerado, quienes están desempleados y quienes están involucrados en economías ilegales.

3.

Josh Sinner and MaryJo Webster (July 13, 2020) “Buildings Damaged in Minneapolis, St. Paul After Riots”, Star Tribune.

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infligido más de 2 mil millones de dólares en daños a la propiedad, el daño más 4 alto en la historia de Estados Unidos. Aunque esto incluyó daños a los hogares de algunas personas de clase media, la mayor parte del daño a la propiedad fue sufrida por la clase capitalista, grandes y pequeñas empresas por igual, y también por el estado policial. Los departamentos de policía fueron rápidamente abrumados y superados cuando multitudes multirraciales asaltaron los centros comerciales de innumerables ciudades, grandes y pequeñas. Cuando la policía venía a sofocar los disturbios en un lugar, la multitud se dispersaba y propagaba las revueltas en otros lugares. En ciudades como Minneapolis, Rockford, Chicago, Louisville y Filadelfia, la gente formó caravanas que viajaron por la ciudad y los suburbios saqueando centros comerciales. 5 A principios de junio, 200 ciudades habían impuesto toques de queda. Como estaba claro que la policía no podía controlar la situación, se 6 movilizaron al menos 96.000 tropas de la Guardia Nacional en 34 estados, 7 además de los que ya se habían desplegado en la capital, donde los manifestantes se habían enfrentado con agentes del Servicio Secreto, hiriendo por lo menos 50 de ellos, mientras otros llevaban al presidente Trump al 8 búnker de la Casa Blanca. Mientras que la Guardia Nacional ocupaba docenas de ciudades en todo el país, la intensidad y el alcance de los disturbios comenzaron a disminuir, mientras que las protestas legales y no violentas comenzaron a dominar el panorama político otra vez. En contraste con las acciones concretas de la revuelta, estas protestas se enfocaron más en demostraciones performativas de diversidad y virtud antirracista, mientras denunciando las tácticas ilegales y violentas de los disturbios. Pero la contrainsurgencia política no pudo acabar por completo con la revuelta. En respuesta a los continuos casos de violencia policial, las rebeliones localizadas 4.

Ariel Zilber (September 16, 2020) “George Floyd riots will cost insurance companies BILLION”, Daily Mail (msn.com). Jennifer Kingson (September 16, 2020) “Exclusive: billion-plus riot damage is most expensive in insurance history”, Axios.

5.

Maria Sacchetti (June 1, 2020) “Curfews follow days of looting and demonstrations”, The Washington Post.

6.

National Guard Press Release (June 8, 2020) “National Guard response to civil unrest”, the National Guard.

7.

Victoria Bekiempis (July 3, 2020) "Troops sent to DC during George Floyd protests had bayonets, top general says”, The Guardian. Julian Borger (June 1, 2020) "Fires light up Washington DC on third night of George Floyd protests”, The Guardian.

8.

Gregg Re (May 31, 2020) “Secret Service agents wounded outside White House, car bombs feared; official says Trump was taken to bunker”, Fox News. PREFACIO | ix

continuaron apareciendo en ciudades específicas, como Atlanta en el medio de junio; Portland durante junio y julio; Chicago y Kenosha en agosto; Rochester, Lancaster y Louisville en septiembre; y Wauwatosa y Filadelfia en octubre. El levantamiento en las calles se fusionó con muchas otras formas de lucha, incluidas las acciones de solidaridad en los lugares de trabajo y en las cárceles. Por ejemplo, en Chicago, los presos federales golpearon sus ventanas y 9 parpadearon sus luces cuando los manifestantes pasaban en la calle. En California, los inmigrantes detenidos por ICE realizaron una huelga de 10 hambre en solidaridad con la revuelta. La intersección entre la revuelta y las luchas en los lugares de trabajo se destacó cuando los sindicatos de conductores de autobuses en Minneapolis, San Francisco, Nueva York, Filadelfia y Washington DC se negaron a colaborar con la policía en el 11 transporte de manifestantes detenidos. El levantamiento también coincidió con el movimiento por la vivienda, mejor ejemplificado en la ocupación de un hotel Sheraton en Minneapolis a principios de junio y su transformación en un refugio para personas sin hogar. Mientras los disturbios y protestas continuaron durante el verano, los trabajadores continuaron mostrando su apoyo. El 19 de junio, miles de trabajadores del International Longshore and Warehouse Union, y de los United Auto Workers, dejaron de trabajar durante 8 minutos y 46 segundos, lo que representa la cantidad de tiempo que el policía que asesinó a George Floyd se arrodilló sobre su cuello antes de morir. Luego, el 20 de julio, decenas de miles de trabajadores de la salud, transporte, servicios de alimentos, comercio 12 minorista, educación y otros sectores fueron de huelga por todo el país. También hubo una ola de huelgas deportivas en respuesta a la rebelión en Kenosha a finales de agosto después del tiroteo policial de Jacob Blake. En solidaridad con la rebelión de Kenosha, los atletas se negaron a participar en sus eventos deportivos programados, incluso los del National Basketball Association, Major League Baseball, Major League Soccer, el Women’s Tennis Association, y el National Hockey League. 9.

Lauren Frias (May 29, 2020) "Watch inmates at a federal prison in downtown Chicago bang on walls and flash lights in solidarity with George Floyd protesters”, Insider.

10.

Fernie Ortiz (June 10, 2020) "ICE now says detainees held hunger strike in honor of George Floyd”, Border Report.

11.

Michelle Chen (June 5, 2020) “The Bus Drivers' Refusal”, Dissent Magazine.

12.

Rachel Treisman (July 20, 2020) “Essential Workers Hold Walkouts And Protests In National 'Strike For Black Lives” NPR.

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El hecho de que el levantamiento impacto a tantos sectores diferentes es una reflexión de su profundidad y complejidad. Fue un movimiento autónomo, no mediado por ningún partido, estado, organización o subcultura. Fue expansivo, incluyendo a cualquiera que estuviera dispuesto a participar en él. El proletario Afro-Americano lideró la revuelta, pero otros también se unieron a la lucha, demostrando nuevas posibilidades de lucha multirracial. Un nuevo espíritu de solidaridad nació en las calles cuando la gente se unió para enfrentar a las autoridades, quienes huyeron bajo un aluvión de botellas, piedras y ladrillos. Es una experiencia difícil de olvidar. A pesar de la represión y la contrainsurgencia política que finalmente prevalecieron, es difícil no sentir un nuevo espíritu de revuelta, una cierta mezcla de unidad, desafío y triunfo. El levantamiento demostró que el orden existente no es eterno ni estable. Había miles de jóvenes en las calles luchando contra la policía y corriendo riesgos inmensos. Sin embargo, más allá del momento de la acción colectiva en la calle, el movimiento comenzó a encontrarse con límites que no podían ignorarse. Aparte de la previsible reacción racista blanca y la violencia estatal, uno de los mayores desafíos que impidió la profundización de la revuelta fue el surgimiento de una contrainsurgencia política liderada por un sector de Afroamericanos que tomaron una posición muy dura contra los aspectos ilegales y violentos del levantamiento. Estos contrainsurgentes se apropiaron del fervor de las masas proletarias para forzar al movimiento a regresar a los límites del reformismo. Además, el movimiento también tuvo límites respecto al género. Cuando llegó el momento de luchar por Breonna Taylor (una mujer Afroamericana que fue asesinada por la policía en Louisville), pocos estaban dispuestos a luchar tan duro como lo habían hecho por George Floyd. Consideramos estas y otras contradicciones incómodas en el primer texto, «Raza, Clase y Género en la Revuelta de 2020». Mientras que exploramos estas contradicciones, nos enfocamos en lo que vemos como la autoactividad insurgente del proletario. Este es el punto para empezar cualquier intento de superar los límites internos del movimiento, que en última instancia solo se pueden resolver en el proceso de la lucha colectiva. Con estos antecedentes sobre las contradicciones del levantamiento, pasamos a varios otros desarrollos importantes. El segundo texto, “Coches, Disturbios y Liberación Negra” ofrece una reflexión de primera mano sobre la rebelión de Walter Wallace en Filadelfia, donde el proletario Afroamericano

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perfeccionó la táctica de hacer saqueos en coche, una de las mayores innovaciones tácticas de la revuelta. El tercer texto, «Preludio a una Nueva Guerra Civil», rastrea las crecientes hostilidades del levantamiento hasta los asuntos pendientes de la primera guerra civil estadounidense. Una posición controvertida para algunos, creemos que las tensiones y los contornos de los disturbios de 2020 indican la relación única entre la guerra civil y la revolución que es tan pronunciada en los Estados Unidos. El cuarto texto, “Incendio en Main Street”, analiza cómo se desarrolló la revuelta en las pequeñas ciudades y suburbios del país, enfocándose en las implicaciones estratégicas que estas áreas periféricas plantean para cuestiones de insurrección y revolución. El texto final de la colección, «Posdata sobre la Revuelta de 2020», analiza algunos de los acontecimientos que definieron la fase final del levantamiento, incluso el aumento de los disturbios de derecha a favor de Trump en el contexto de las elecciones presidenciales de Joe Biden.

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1

Clase, Raza y Género en la Revuelta de 2020 Arturo Castillon y Shemon Salam

Es bastante claro que la revuelta de George Floyd fue una respuesta al racismo, específicamente al racismo anti-negro, pero tenemos que enfatizar que esta revuelta fue también un conflicto de clases como el que nuestra generación nunca ha visto. Los disturbios contra la policía fueron generalmente iniciados por proletarios Afroamericanos, pero también es cierto que los pueblos blancos, latinos, asiáticos e indígenas lucharon en la revuelta. No fue solo un levantamiento negro, sino también un levantamiento de jóvenes blancos y otros grupos racializados. Esta dialéctica entre la liberación negra y la revuelta universal es lo que le dio al levantamiento su inmenso potencial: desempleados, trabajadores precarios, obreros y rebeldes de la clase media, todos unidos en una batalla multirracial contra el estado y la sociedad burguesa. Al mismo tiempo, no podemos ignorar el hecho incómodo de que gran parte de la contrainsurgencia politica fue dirigida por policía negra, políticos negros, empresas de propiedad negra y organizaciones de ONG negras, que desempeñaron un papel clave en la cooptación de la revuelta. Cuando estos grupos se presentaron a las protestas y denunciaron las tácticas ilegales del proletario, los militantes que estaban dispuestos a luchar solían irse a casa, dudando de estos funcionarios del movimiento. Junto a la cruda violencia de CLASE, RAZA Y GÉNERO | 1

la policía y los paramilitares, la política reaccionaria de la contrainsurgencia (liderada por los Afroamericanos de clase media) forzó el horizonte de la revuelta a situarse dentro de los límites de las reformas y la política electoral. A medida que avanzaba el verano y la contrainsurgencia entraba en pleno apogeo, los disturbios se volvieron menos frecuentes y las fronteras raciales fueron reimpuestas cada vez más por una alianza flexible de «aliados blancos» y «líderes negros» que trabajaban en conjunto con políticos, organizaciones de ONG, y empresas locales. Junto a la raza y la clase, el género también definió la dinámica interna de la revuelta, ya que mujeres, hombres y personas de todos los géneros participaron en los disturbios. Pero si fue el racismo anti-negro y la opresión de clase de los proletarios Afroamericanos que inicialmente desencadenó el levantamiento, fue a través de la contradicción de género que la revuelta comenzó a llegar a su fin. En el caso de las protestas de Breonna Taylor que siguieron al levantamiento inicial de George Floyd, parecía que menos proletarios estaban dispuestos a salir y luchar por Breonna. La revuelta de George Floyd estuvo plagada por estas y otras contradicciones. Si no las tomamos en cuenta, no podemos esperar comprender la dinámica interna de la revuelta, y mucho menos desarrollar sus posibilidades insurgentes.

Una Revuelta Dirigida por el Proletario Negro Los casos frecuentes de violencia policial racista en los EE. UU., especialmente contra los Afroamericanos, han resultado en rebeliones como las que pasaron a lo largo de la década de los sesentas, los disturbios de Los Ángeles de 1992, Ferguson en 2014, Baltimore en 2015, Baton Rouge y St. Paul en 2016. Sin embargo, lo que es diferente de la revuelta de 2020 es el grado en que participaron las personas que no son negras. Lo más sorprendente fue la gran cantidad de blancos que participaron en los disturbios y los saqueos. Por supuesto, esta no fue la primera vez que los blancos se rebelaron junto con los negros, pero aún así, la participación de los blancos en la revuelta de 2020 fue mucho más que en las revueltas anteriores, demonstrando que ya no se podía contar con la blancura para mantener unidos a todos los blancos como un bloque contrarrevolucionario. Los disturbios de 2020 revelaron un sector de gente blanca que podemos describir como «traidores raciales», militantes

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antirracistas blancos que lucharon (e incluso murieron) junto a militantes de color en la revuelta. El levantamiento de George Floyd fue definido por varias crisis interrelacionadas, incluyendo la brutalidad policial, el encarcelamiento masivo y el racismo contra los negros, pero también la pandemia de Covid-19 y la crisis general del capitalismo. Es en el contexto de estas crisis entrelazadas que debemos situar la dinámica multirracial expansiva de la revuelta. La división de clases se ha profundizado considerablemente desde la década de 1970: el proletario ha sufrido décadas de desindustrialización, disminución de los salarios, y crisis financieras. Además de esto, la pandemia de Covid-19 ha reducido drásticamente el nivel de vida del proletario y ha creado la peor recesión mundial desde la década de 1930. Cuando se agrega el impacto de todas estas crisis con la discriminacion racial, el resultado es una muestra representativa grande y muy diversa de proletarios muy insatisfechos y muy rebeldes.

Una Contrainsurgencia Dirigida por Negros Mientras que avanzaba el verano, la contrainsurgencia negra fue una fuerza decisiva para detener el impulso de la revuelta. En ausencia de un medio más amplio de revolucionarios negros, pocos militantes estaban dispuestos a desafiar a los negros contrainsurgentes que, lejos de ponerse del lado de la rebelión del proletario negro, eran abiertamente hostiles a esta rebelión. Este no fue un fenómeno local en una o dos ciudades, sino una dinámica que se desarrolló en todo el país. Cuando los políticos negros, los líderes policiales negros y las organizaciones de ONG negros aparecieron y comenzaron a denunciar los aspectos ilegales del levantamiento, muchos manifestantes obedecieron y se cayeron en fila. Mientras que el proletario negro continuó lanzando rebeliones esporádicas durante el verano y el otoño, muchos oponenents de la revuelta continuaron afirmando que los agitadores de afuera eran responsables de todos los disturbios. Cuando esta narrativa fue manejada por líderes negros respetables, fue especialmente efectiva para desalentar más revueltas. Los problemas que llevaron a los incendios de 2020 sin duda habrían sido fáciles de resolver si los responsables fueran provocadores de afuera, pero esta narrativa solo oscureció la realidad de que se trataba de una revuelta CLASE, RAZA Y GÉNERO | 3

multirracial contra una clase dominante multirracial. Fue un levantamiento de los proletarios negros y sus aliados contra un sistema urbano multirracial, en gran parte demócrata, que incluye a políticos negros, policías negros, capitalistas negros y organizaciones de ONG negros. Este fue el caso de Minneapolis, Chicago, Kenosha, Filadelfia, Atlanta, Birmingham, Tampa y muchas otras ciudades. Sin duda, detrás de la élite negra se encuentran organizaciones filantrópicas de millones de dólares, universidades, el estado y, en última instancia, la élite blanca. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que una contrainsurgencia liderada por negros tuvo un gran papel en la neutralización de un levantamiento liderado por el proletario negro. Este argumento puede ser controvertido para algunos, pero refleja cambios concretos que se han producido desde la década de 1960, en particular el endurecimiento de las tensiones de clase. Por supuesto, esto no es del todo nuevo: las rebeliones de la década de 1960 ya habían revelado un creciente conflicto entre el proletario negro y una pequeña élite negra. A lo largo de las décadas, este conflicto de clases sólo se ha profundizado, alcanzando nuevas alturas en los disturbios de 2020.

El Género en la Revuelta La policía asesinó a Breonna Taylor en marzo de 2020 mientras cumplían una orden judicial en su casa en Louisville, Kentucky. Las protestas y acciones que pasaron tras el anuncio del veredicto en ese caso fueron posiblemente las menos militantes de las principales protestas de 2020. ¿Por qué? ¿Por qué la gente no luchó tan duro por Breonna como lo habían hecho por George? ¿Fue porque el impulso de la revuelta ya había terminado cuando ocurrieron las protestas de Breonna Taylor a finales de septiembre? ¿Fue porque la Guardia Nacional impidió una rebelión? ¿O fue simplemente porque el movimiento no lucha tan duro cuando la policía asesina a una mujer negra? La explicación más obvia es que no hubo un video viral del asesinato de Breonna Taylor. En contraste, hubo un video muy brutal y detallado del asesinato de George Floyd. Si este factor tiene mucho que ver con la razón por qué la gente se siente más obligada a luchar en un caso que en otro, también podemos señalar que han ocurrido muchas rebeliones contra la policía cuando no había video, especialmente antes de los disturbios de Los Ángeles de 1992. No hubo ningún vídeo cuando los rebeldes en Chicago saquearon el 4 | ARTURO CASTILLON Y SHEMON SALAM

Magnificent Mile en respuesta al tiroteo policial de Latrell Allen a principios de agosto de 2020. También está el argumento de que el impulso de la revuelta ya estaba cayendo cuando anunciaron el veredicto en el caso de Breonna Taylor a finales de septiembre. Este es ciertamente un factor. El levantamiento inicial estaba en una tendencia a la baja en este punto. Pero aún seguían ocurriendo rebeliones localizadas; hubo dos rebeliones muy intensas en Wauwatosa y Filadelfia el mes siguiente, en octubre. Entonces, el argumento de que el impulso de la revuelta había terminado, tampoco se sostiene. El hecho de que la Guardia Nacional ocupó Louisville en anticipación de las protestas es un factor importante detrás de la falta de militancia. Como sucedería con Kenosha a principios de enero de 2021 tras el veredicto sobre el policía que disparó Jacob Blake, al ocupar la ciudad preventivamente, la Guardia Nacional impidió que ocurriera una rebelión en Louisville. Tanto Louisville como Kenosha confirmaron que cuando el estado anticipa una rebelión y está activamente preparado para ella, es casi imposible que el proletario derrote al estado. Ya que era impossible luchar en el centro de Louisville, los proletarios negros comenzaron a saquear algunas áreas en las afueras de la ciudad, pero eso fue todo. Al igual que Minneapolis, Kenosha, Portland o Seattle, Louisville es una ciudad mayoritariamente blanca. Sin embargo, a diferencia de los disturbios de George Floyd que ocurrieron en estos lugares y en Louisville a fines de mayo de 2020, los proletarios blancos estuvieron notablemente ausentes durante las protestas de Breonna Taylor en septiembre. Esto marcó un cambio en la composición de los disturbios, de ser mas multirraciales a ser mas negros, un cambio que se repetiría en las rebeliones de Wauwatosa y Filadelfia en octubre. Si el proletario multirracial tomó la ofensiva en el verano y esporádicamente a principios del otoño, a mediados del otoño parecía que solo los elementos más insurgentes del proletario negro todavía estaban dispuestos a luchar. Parece que el cambio crucial ocurrió en septiembre. Hubo una rebelión multirracial en Lancaster, Pensilvania a principios de septiembre, pero lo que pasó en Louisville nos señaló que esta tendencia empezó a retroceder a finales de ese mes. Entonces, ¿qué nos dice la falta de rebelión en Louisville sobre el género en la revuelta?

CLASE, RAZA Y GÉNERO | 5

Es ineludible que las revueltas más militantes hasta ahora hayan sido en respuesta al asesinato de hombres negros. Si bien podemos interpretar esto como un signo de el patriarcado, también refleja el hecho básico de que, además de los hombres indígenas, los hombres negros son las personas más encarceladas y asesinadas por la policía. Para ponerlo en contexto, la policía ha asesinado a 1.377 hombres negros desde 2015, en contraste con 48 mujeres 1 negras. Dado el nivel desproporcionado de violencia policial contra los hombres negros, no debería ser sorprendente que este grupo sea la fuerza principal detrás de la mayoría de las rebeliones contra la policía. 2 Intentando evitar la rebelión, los activistas de la paz acusan a los revoltosos de poner en peligro a mujeres y niños, afirmando el pacifismo en su nombre. Esta línea de pensamiento reduce a las mujeres a espectadoras pasivas de la ira y la violencia de los hombres, cuando en realidad las mujeres fueron participantes activas en la revuelta. Aunque la lógica común es que los hombres son los luchadores y las mujeres las cuidadoras, la revuelta rompió este binario, mostrándonos que las mujeres no sólo ofrecían asistencia médica y alimentos y otras formas de reproducción social, sino que también estaban rompiendo ventanas, luchando contra la policía, iniciando incendios y saqueando tiendas. Una mirada superficial a los que fueron arrestados en los 3 disturbios del año pasado lo confirma. Al reconocer esto no estamos negando el monopolio de la violencia que los hombres ejercen en una sociedad patriarcal. No queremos generalizar demasiado, pero nuestra experiencia es que los hombres negros asumieron un papel importante en el saqueo, en la destrucción de la propiedad y en las luchas callejeras. Podemos reconocer esto y las razones detrás de ello, al mismo tiempo que reconocemos a las mujeres negras en Filadelfia y Chicago que saqueaban y luchaban contra la policía, o las mujeres negras en Louisville que abiertamente llevaron pistolas y rifles durante las protestas de Breonna Taylor. Aunque muchos creen que los disturbios y los saqueos son inherentemente masculinos, como hemos visto con los disturbios feministas en Ciudad de México, y como la anarquista

1.

“Police shootings database 2015-2021”, The Washington Post.

2.

Los “activistas de la paz” son manifestantes que intentan parar a los otros manifestantes de participar en tácticas ilegales como saqueos, destrucción de propiedad, lucha contra la policía, etc.

3.

Michael Loadenthal (July 1, 2020) “Tracking federal cases related to Summer protests, riots, & uprisings”, The Prosecution Project.

6 | ARTURO CASTILLON Y SHEMON SALAM

Vicky Osterweil nos ha señalado, estas actividades pueden ser bastante 4 femeninas. [/footnote] Para resumir: elementos del proletario respondieron con algunas marchas armadas y algunas noches de saqueos en Louisville, pero las protestas de Breonna Taylor no se convirtieron en una rebelión más general. Este fue el resultado de una combinación de factores que limitaron el potencial insurgente de las protestas: 1. Represión preventiva. La Guardia Nacional ocupó Louisville preventivamente, haciendo que el proletario perdiera el elemento sorpresa (como también pasó en Kenosha a principios de enero de 2021). 2. La composición menos diversa de los disturbios. La composición de los disturbios cambió significativamente desde principios de septiembre, cuando hubo una rebelión multirracial en Lancaster, Pensilvania. En contraste, a finales de septiembre, sólo los sectores más militantes del proletario negro sun estaban en rebelión. 3. La marginación de las mujeres negras en la lucha contra la policía. El proletario generalmente no se rebela cuando las mujeres negras son asesinadas por la policía. Si por un lado esto refleja un límite importante con respecto al género, incluida la falta de reconocimiento y amplificación de las mujeres militantes, por otro lado, esto también refleja el hecho básico de que los hombres negros son asesinados por la policía de manera desproporcionada.

Conclusión Una y otra vez durante la revuelta de 2020, proletarios de todos los colores y géneros se unieron para atacar el estado policial y saquear el capitalismo. La Guardia Nacional tuvo que ocupar docenas de ciudades en todo el país para parar el levantamiento inicial, y aun con eso, las rebeliones localizadas continuaron surgiendo hasta el otoño. Las alianzas radicales que surgieron en las calles dieron un vuelco a las nociones de sentido común de género, clase, raza, solidaridad, política y organización. Sin embargo, este movimiento 4.

Zoe Samudzi (June 10, 2020) “Stealing Away in America”, Jewish Currents.[footnote]null CLASE, RAZA Y GÉNERO | 7

también se encontró con límites a medida que se desarrollaba la contrainsurgencia y se disipaba la unidad compartida en las calles. Si vamos a prepararnos para el próximo aumento de la resistencia, tendremos que enfrentarnos a las contradicciones internas esbozadas en este texto, incluso el surgimiento de una contrainsurgencia liderada por negros, la disminución de la participación de los blancos en los disturbios, y la tendencia de centrar los hombres en los disturbios mientras ignorando a las mujeres que participaron. Sin embargo, la capacidad de superar estos límites internos depende en gran medida de si los proletarios están dispuestos a abordarlos en el proceso de luchar juntos contra un enemigo común. Podemos ayudar a que esto suceda si articulamos una estrategia de lucha revolucionaria que aborde directamente las contradicciones específicas de género, raza y clase dentro del movimiento.

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Coches, Disturbios y Liberación Negra La Revuelta de Walter Wallace en Filadelfia Shemon Salam y Arturo Castillon

La clase trabajadora en cada país vive su propia vida, hace sus propias experiencias, buscando siempre crear formas y realizar valores que se originan directamente de su oposición orgánica a la sociedad oficial. —CLR James, Grace Lee Boggs y Cornelius Castoriadis, Facing Reality, Detroit: Bewick Editions, 1974 El vidrio se rompe. Gruesas columnas de humo negro oscuro salen de un coche de policía en llamas parado en medio de la calle. Otro hombre negro asesinado a tiros por la policía. Otra rebelión en defensa de la dignidad humana básica. «¡Señor, es un caos!» Uno de los policías grita en su radio mientras corre bajo una lluvia de rocas, botellas, y ladrillos. «¡Deja de tirar mierda!» grita un hombre mayor, pero los jóvenes siguen lanzando proyectiles. La policía, superada en número por cientos, solo puede observar desde la distancia mientras que grupos saquean las tiendas a lo largo de la Avenida. La policía se concentra en bloquear las calles principales. Mientras que esperamos en el tráfico, esperando que la luz roja se ponga verde, un coche rompe lo que queda de la ley y acelera, alejándose rápidamente. Le siguen docenas de monstruos, devoradores de gasolina, rugiendo por la calle, llantas chirriando, vidrios COCHES, DISTURBIOS Y LIBERACIÓN NEGRA | 9

polarizados, acelerando a través de los semáforos rojos. El tiempo y la velocidad no obedecen al rojo, amarillo o verde aquí. Esta no es una caravana cualquiera. Es la caravana de la liberación negra, donde el saqueo en automóvil es la forma de arte desarrollada en respuesta al asesinato de Walter Wallace Jr. por la policía de Filadelfia. Un grupo de adolescentes sale de un automóvil y camina por la calle hacia un destino desconocido. Los coches de la policía pasan a toda velocidad por delante de ellos en un pánico de sirenas, luces rojas y azules parpadeando en la noche, probablemente corriendo a otra llamada sobre saqueadores en una farmacia, Footlocker, supermercado o licorería en algún otro lugar. Al otro lado de la calle, una estación de servicio está llena de autos y jóvenes negros que entran y salen, se llevan a cabo discusiones, música a todo volumen. Es en parte un festival de música, en parte una parada en boxes y en parte una asamblea proletaria donde los jóvenes discuten qué hacer a continuación. Lo que sucedió en Ferguson en 2014 como una práctica improvisada ahora se ha convertido en un arte en Filadelfia: el arte de saquear en coche. El registro oficial simplemente enumera esta actividad como un delito que no tiene nada que ver con la política. Pero no puede haber nada más lejos de la verdad. Manifestantes negros son los creadores de nuevas tácticas de lucha, nuevas visiones de liberación y nuevos tipos de organización revolucionaria. Los logros de la rebelión en Filadelfia fueron poderosos y simplemente hermosos. Aunque los expertos oficiales digan que los disturbios no son políticos, que son criminales, la verdad es que estas son las actividades que crean las condiciones políticas para el cambio revolucionario.

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Manifestantes usan montacargas para saquear lavadoras en el oeste de Filadelfia durante la revuelta de George Floyd, 1 de junio de 2020 (foto privada)

Las Implicaciones Estratégicas Para oponerse y aplastarlo, el Estado y la extrema derecha se ven obligados a tomar muy en serio el levantamiento. Pero para los moderados de la izquierda COCHES, DISTURBIOS Y LIBERACIÓN NEGRA | 11

que desean hacer la revuelta respetable en los ojos de la sociedad burguesa, el 93 por ciento de las protestas de George Floyd han sido bautizadas como pacíficas y legales. Utilizando este juego estadístico, el reformismo compara el movimiento de Black Lives Matter con la protesta legal y no violenta, mientras ignora las acciones ilegales y violentas de las masas de proletarios que participaron en el levantamiento. Mientras tanto, los proletarios negros corren inmensos riesgos en una batalla de vida o muerte. Aunque sea distribuyendo comida a los manifestantes, dando apoyo médico, recolectando materiales para los disturbios, escuchando el escáner de la policía y transmitiendo información, proporcionando transporte, casas seguras y apoyo legal, o simplemente participando en los disturbios, todos tienen un papel que desempeñar. En este punto del desarrollo de las tensiones de clases y la profundización de la crisis del capitalismo, podemos esperar ver más rebeliones. La pregunta es, ¿estamos dispuestos a prepararnos? Las organizaciones revolucionarias no se construyen en abstracto; son expresiones de los desafíos tácticos y estratégicos planteados por el proletario en el proceso de la lucha de clases. La cuestión organizativa fundamental que nos enfrenta ahora es cómo contribuir y relacionarse con los disturbios y levantamientos. Para participar en tal esfuerzo, tendremos que ir más allá de las formas obsoletas del pasado y comenzar a darnos cuenta de las formas diversas, ilegales y creativas que ha desarrollado el proletario negro, el uso de automóviles siendo uno de los más innovadores. El entendimiento oficial de este momento es que los manifestantes no están organizados y necesitan dirección, pero la realidad es que ya hay formas de coordinación y organización sucediendo dentro de los disturbios. Esto debería ser obvio cuando grandes caravanas de saqueadores pululan en lugares específicos al mismo tiempo. No puede ser completamente espontáneo que los proletarios convergieron en Wal-Mart, lo saquearon, y cuando llegó la policía, los evadieron y formaron convoyes de hasta cuarenta autos que continuaron atacando múltiples distritos comerciales por la ciudad. La cuestión de la organización revolucionaria, entonces, no es una cuestión de acercar la organización a quienes no la tienen, sino de conectarse y comprometerse con las formas de organización orgánica que surgen a través de las acciones autónomas del proletario.

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Nuevas Dinámicas, Nuevas Divisiones Las organizaciones revolucionarias demuestran su valor en la batalla del conflicto de clases. En el caso de Filadelfia, cualquier organización revolucionaria tuvo que navegar la dinámica de zapatos y coches. Por supuesto, la mayoría de las personas se amotinaron y saquearon a pie. Pero a medida que avanzaban los disturbios de 2020, se hizo más difícil continuar a pie. En respuesta, algunos utilizaron coches para superar a la policía y extender la rebelión a otras áreas. Ya habíamos visto esto a principios de agosto tras el asesinato de Latrell Allen en Chicago, donde los alborotadores formaron caravanas de automóviles que saquearon el Magnificent Mile. Esta tendencia continuó en Louisville con las protestas de Breonna Taylor a finales de septiembre, donde la preparación del estado hizo prácticamente imposible un levantamiento en la ciudad. En respuesta, las personas se subieron a los automóviles y difundieron los disturbios geográficamente, saqueando negocios en la periferia de la ciudad. Al enfrentarse al poder crudo del estado, esto fue una táctica brillante. El saqueo en coche tiene claras ventajas que el saqueo a pie. No hay tanta asociación con una geografía específica y, lo que a menudo es lo mismo, una raza específica. Pero el aspecto más importante del saqueo en automóvil es que dispersa y agota a la policía. Esta estrategia puede crear una dinámica en la que los que se quedan de pie se encuentran en zonas libres porque los policías están demasiados ocupados tratando de contrarrestar las caravanas de saqueos en otros lugares. Esto es lo que pasó en Filadelfia. La sinergia de los que iban a pie y los que iban en automóvil creó una geografía de lucha diferente en la que los coches de policía corrían de tienda a tienda tratando de detener a las bandas de saqueadores en coches, mientras que los que iban de pie tiraron de la policía en otra dirección. Simplemente, había demasiados alborotadores en diferentes lugares y no había suficientes policías. Tampoco podemos ignorar el uso de automóviles como armas. Si hemos visto a los policías y derechistas usar automóviles para atropellar a los manifestantes de Black Lives Matter, también hubo varios incidentes durante el levantamiento en que los alborotadores usaron automóviles como armas contra la policía. Esto sucedió en Filadelfia y otras ciudades. La policía fue golpeada y atropellada durante la rebelión de Walter Wallace, como también ocurrió durante el verano durante los disturbios de George Floyd en Filadelfia.

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El uso de automóviles en disturbios genera varias ventajas estratégicas, pero el automóvil no es una herramienta perfecta. La matrícula es un gran riesgo para la seguridad. Con unas pocas teclas, la policía puede usar su matrícula para buscar su dirección. Además de los riesgos que conlleva una matrícula, evadir a la policía en automóvil también es más peligroso que a pie, y ser atrapado después de una persecución a alta velocidad resultará en un tiempo de cárcel más largo. Si todo esto presenta muchos peligros, es importante tener en cuenta que los proletarios aún están encontrando formas de saquear en automóvil y no ser atrapados. Otra preocupación es que el automóvil puede atomizar la lucha, donde cada coche es una unidad separada. Si bien, de alguna manera, esta dinámica socializa a los alborotadores dentro de cada automóvil, lo hace de una manera muy diferente al saqueo a pie, donde hay mucho más ambiente social y colectivo. Al saquear en automóvil, cada automóvil funciona como un barco en sí mismo, y esto puede oscurecer la interacción con los conductores y pasajeros de otros automóviles. Si la división inicial del levantamiento fue entre protestas legales e ilegales, ha surgido otra división: zapatos contra coches. Sin embargo, en contraste con la división entre manifestantes legales y criminales, la división entre zapatos y coches no es un obstáculo para la profundización de la lucha. En contraste con las divisiones anteriores, esta division surge directamente de la lucha entre la policía y el proletario negro. Esta división orgánica surge como respuesta a las maniobras de la policía, reflejando innovación y creatividad, en lugar de contención y contrainsurgencia.

Nuevas Geografías de Lucha Si la fase inicial del levantamiento de este verano se concentró en las partes más ricas de las ciudades, en el otoño el proletario abandonó Jefferson Square Park en Louisville y abandonó Center City en Filadelfia, y utilizó automóviles para difundir la rebelión geográficamente. En lugar de fijarse en un territorio específico, los saqueadores en automóvil utilizaron la inmensidad del espacio urbano para crear nuevos territorios de lucha. Este desarrollo refleja cambios en la lucha de clases que aún deben tenerse en cuenta. Hace un siglo, las fábricas dieron forma al terreno de la lucha de clases. Hoy es el distrito comercial, la tienda de teléfonos celulares, el CVS y la tienda de 14 | SHEMON SALAM Y ARTURO CASTILLON

Apple que marcan la nueva geografía de la lucha. Los disturbios y los saqueos, por lo tanto, no son el resultado de las ilusiones del proletario, sino son reflejos de cómo es el capital en este momento: riqueza en forma de mercancías concentradas en barrios específicos, repartidos geográficamente por las ciudades. Estos no son los medios de producción, pero representan una vasta colección de materiales que pueden ser expropiados. El saqueo de Wal-Mart es un excelente ejemplo de esto. Aquí el capitalismo ha reunido un vasto conjunto de mercancías. El saqueo masivo de Wal-Mart en Port Richmond el 27 y 28 de octubre fue precisamente la reacción de personas que son obligados a vivir y trabajar junto a esta hiperconcentración de productos. No hay datos precisos sobre el tipo de trabajos que ocupan los alborotadores, pero una conjetura educada es que si tienen trabajos, lo más probable es que se encuentren en trabajos del sector de servicios con salarios bajos y con poco poder estructural. A diferencia de las huelgas en las fábricas, las huelgas en restaurantes o tiendas pueden cerrar esos negocios, pero esto tiene poco impacto en la economía en general. Podemos asumir que los trabajadores que lucharon en el levantamiento están llevando sus experiencias a sus lugares de trabajo, pero estos lugares de trabajo no son las fábricas gigantes que incubaron las fuerzas revolucionarias del pasado. En lugar de identificarse como trabajadores y derivar su poder de sus lugares de trabajo, estos proletarios encuentran que los disturbios callejeros, incluso aquellos que resultan en la destrucción de sus lugares de trabajo, son más poderosos que las luchas basadas en el lugar de trabajo. Esto no es por accidente o por una “falsa conciencia”, sino que es una expresión de la estructura del trabajo y la composición del proletario. También es una expresión de dónde los proletarios sienten que reside su poder. En el contexto de casi sesenta años de desindustrialización y el aumento de la economía de servicios, el fenómeno del saqueo en coche es una innovación táctica que se corresponde con la geografía y la estructura cambiante del conflicto de clases.

El Coche Como Arma de Liberación Negra Aunque los coches son máquinas que destruyen el clima, existe una historia alternativa del automóvil a la que debemos prestar atención. El boicot de autobuses de Montgomery en 1955-56 es quizás el ejemplo más famoso. Los activistas de los derechos civiles, en particular las mujeres negras que eran COCHES, DISTURBIOS Y LIBERACIÓN NEGRA | 15

trabajadoras domésticas, organizaron un sistema de transporte alternativo basado en automóviles para boicotear la segregación de los autobuses en Montgomery, Alabama. Si comenzamos con el levantamiento de Ferguson de 2014, vemos que los autos se utilizan como vehículos de escape, como barreras para crear zonas libres de la policía y como escudos para disparar contra la policía. Pero los coches en Ferguson no se utilizaron con el propósito de difundir geográficamente el levantamiento. En cambio, los espacios se defendieron alrededor de varios sitios en Ferguson, el más importante siendo el QT y la intersección de Canfield y West Florissant. En comparación con la década de 2010, los disturbios que ocurren hoy han aumentado en intensidad y se han expandido en su geografía. El convoy de saqueo es el mejor ejemplo de esto. Lo que vemos desde Ferguson hasta Filadelfia es el creciente uso del automóvil como arma de rebelión. En Ferguson, en 2014, los automóviles se usaron con fines defensivos, mientras que en Chicago, Louisville, Filadelfia y otros lugares en 2020, los automóviles se usaron con fines ofensivos: para saquear y para difundir la geografía del levantamiento. Es probable que los coches sigan desempeñando un papel importante a medida que continúan desarrollándose los disturbios. Sin duda, el Estado responderá con nuevas formas de vigilancia y represión, pero aún no está claro cómo lo hará. Mientras tanto, los proletarios negros probablemente continuarán aprovechándose de la falta de capacidad del estado en parar el saqueo generalizado en automóvil. Como revolucionarios, es nuestro deber participar en esta forma de lucha, defenderla, ayudarla a crecer y extenderse, y articular sus potencialidades y límites.

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Preludio de una Nueva Guerra Civil Shemon Salam y Arturo Castillon

Fue la huelga general proletaria de los ex esclavos lo que realmente puso el último clavo en el ataúd de la esclavitud. Es precisamente este linaje de una guerra civil emancipadora, liberadora, pero no obstante violenta, lo que necesita ser actualizado para su segunda venida. —Idris Robinson, «How it Might Should be Done» Muchos estadounidenses piensan en términos de guerra civil. ¿Por qué? El legado de la Guerra Civil es una razón obvia, pero ¿por qué se plantea el espectro de la guerra civil tan vigorosamente hoy? ¿Por qué hay tanta gente que ve la escalada de conflicto social como inevitable? Este sentimiento no puede separarse de la revuelta de George Floyd, que a su vez pasó en el contexto de décadas de desindustrialización, el aumento del encarcelamiento masivo, la crisis económica de 2008, la presidencia de Trump y ahora, los estragos de la pandemia de Covid, que provocó una profundización de la pobreza y el desempleo, pero también disturbios contra la policía en todo el país. La conjunción de todos estas crisis revela profundas divisiones dentro de la sociedad estadounidense. La revuelta anti-policial provoca represión y contrainsurgencia, y no solo de la policía, sino también de los paramilitares de derecha, e incluso de los moderados y liberales de la izquierda. La profundización de este conflicto social—entre quienes apoyan la revuelta y quienes lo oponen—plantea la PRELUDIO DE UNA NUEVA GUERRA CIVIL | 17

cuestión de guerra civil concretamente; fractura el bloque unificado de los blancos, pero también la política racial de otros grupos, incluidos los negros, como se muestra en la división entre los partisanos de la revuelta y los contrainsurgentes. En la lucha por la vida y la dignidad, el proletario negro divide a la sociedad de una manera particular, resultando en una forma de guerra civil que no es una metáfora, sino una contradicción real que encapsula la forma particular de la lucha de clases que en los estadosunidos, y que es inseparable de la cuestión de la raza. Por ahora, la nueva guerra civil en los Estados Unidos permanece latente; aún no se ha convertido en un hecho histórico. Aún así, la polarización masiva es visible en todas partes: la política del miedo, de la paranoia, y del odio, se manifiestan en las opiniones cotidianas de grandes sectores de la sociedad estadounidense. Es menos el hecho real de la guerra civil, y más la amenaza de su potencial, que atrae y repele, expande y limita, inspira y asusta, el imaginario colectivo. Pocos lo dicen en público, pero en la intimidad de sus hogares, se preguntan: ¿estamos en vísperas de una nueva guerra civil?

Interpretaciones Como lo ve la extrema derecha, están construyendo las fuerzas que pueden intervenir y exterminar a la amenaza que representa la revuelta del proletario. Estas fuerzas incluso están dispuestas a violar la ley y participar en sus propias formas de tácticas insurgentes. De hecho, algunos de los derechistas creen que la revuelta de George Floyd fue la salva inicial de una nueva secuencia de guerra civil. Las formaciones militantes como la Guardia Nacional de Michigan, los 3 Percenters, los Proud Boys y los Boogaloo Boys son algunas de las fuerzas más violentas y radicales de la derecha que persiguen esta estrategia de guerra civil. Por el contrario, la izquierda generalmente evita la cuestión de la guerra civil. Excepto por una pequeña minoría (p. Ej., «It Could Happen Here» de Robert Evans, Kali Akuno, y el Revolutionary Abolitionist Movement), la mayoría de la izquierda no concibe este momento en términos de guerra civil, porque los peligros son insoportables. Dado que la mayoría de las armas están en manos de los derechistas y, en general, obtienen más simpatía del estado, a muchos izquierdistas les preocupa que una guerra civil sería una masacre de los más oprimidos. Mientras que una parte de la izquierda cree que la 18 | SHEMON SALAM Y ARTURO CASTILLON

presidencia de Biden puede prevenir una nueva guerra civil, otra parte espera que la revuelta abra la posibilidad de una revolución sin guerra civil. Mientras tanto, la extrema derecha continúa radicalizando, volviéndose más militante. No existe un escenario imaginable en el que una solución electoral o política logre resolver la larga crisis del capitalismo, de la violencia policial racista y el aumento de las tensiones políticas. Los proletarios continuarán luchando contra la desigualdad y la violencia policial, mientras que la extrema derecha seguirá preparándose para la nueva guerra civil.

La Estructura de la Revolución en los EE. UU. Si el espectro de la guerra civil acecha el panorama político estadounidense, es porque la era de la Guerra Civil fue el evento más revolucionario en la historia de los Estados Unidos. Los ex esclavos negros y los blancos pobres del sur se unieron por un momento durante la Guerra Civil, para llevar a cabo una revolución que derrotó el systema de la esclavitud. Mientras luchaban contra los antiguos propietarios de plantaciones, crearon algo parecido a una comuna en el Estado Libre de Jones en Mississippi, mientras que las personas liberadas tomaron el control de su destino en las Islas Marinas. Al mismo tiempo, en el transcurso de la era de la Reconstrucción, esta corriente revolucionaria desencadenó una contrarrevolución que acabo con cualquier apariencia de democracia interracial que fue ganado durante la guerra. Aunque no se recuerda de esta manera, la Guerra Civil de los Estados Unidos fue tan revolucionaria como la Comuna de París de 1871, la Revolución Rusa de 1917, o la Revolución China de 1949. Más que anarquismo, socialismo o liberación nacional, sin embargo, la síntesis de raza y clase en los Estados Unidos reveló una forma única de revolución, marcada por la triple dinámica de guerra civil, abolición y reconstrucción. Somos un país que nunca ha tenido una revolución anarquista o comunista, pero hemos tenido una revolución en forma de guerra civil contra la esclavitud capitalista racializada. ¿Por qué nunca hubo una revolución comunista o anarquista en los Estados Unidos? En nuestra opinión, la respuesta a esa pregunta se basa en la historia particular de la blancura y el fracaso en superarla. Como WEB Dubois dijo en Black Reconstruction, las posibilidades de la lucha multirracial fueron empañadas por «el salario de la blancura». A pesar de que sus realidades de clase divergían marcadamente, los trabajadores PRELUDIO DE UNA NUEVA GUERRA CIVIL | 19

blancos hicieron un pacto con el diablo, la élite blanca: a cambio de un trato preferencial basado en la raza, los trabajadores blancos estarían de acuerdo en vigilar y disciplinar al proletario negro y otros proletarios de color. Esto era una alianza de clases cruzadas entre la élite capitalista y el proletario blanco, contra el resto del proletario. Aunque hubo resistencia contra esta estructura racial, la blancura se convirtió en el pegamento que mantuvo unida a la sociedad de clases en los Estados Unidos. Aunque se abolió la esclavitud legal, el capitalismo racial tomó nuevas formas. La derrota de la Reconstrucción provocó un siglo de segregación racial. Hasta el día de hoy, las tareas revolucionarias de la Guerra Civil estadounidense permanecen inconclusas, y el hecho de que su espectro haya surgido nuevamente no es una coincidencia: la raza continúa mediando la clase, no solo en las experiencias de las personas, sino también en la organización específica de la sociedad de clases. Esta tensión es inherente a Estados Unidos. Pero mientras que la gran parte de la izquierda reconoce que el racismo es inseparable del capitalismo, tan pronto como esto se aplica a la lucha de clases y la revolución, la lucha contra el racismo se desvanece y el dogma pasa al frente. Si realmente vemos el racismo como algo central al capitalismo, esto debería cambiar las formas en que luchamos por la revolución. En el espíritu de Fanon, tenemos que «estirar» nuestro análisis de clase para dar sentido a la dinámica de la raza.

Antes y Ahora La estructura de la revolución en los Estados Unidos está determinada por la dinámica de la primera guerra civil. Pero también es un error superponer el pasado al presente. Los Estados Unidos de hoy es muy diferente de lo que era en el siglo XIX. La primera guerra civil tuvo una burguesía en ascenso en el Norte. Estaban cabalgando la expansión del capitalismo industrial, llevándolos hasta los principios del siglo XX. Hoy no existe una dinámica previsible que se parezca a ese proceso. La burguesía y el capitalismo se encuentran en una crisis muy grave. La pandemia ha desencadenado una nueva recesión y una profundización de la crisis económica que comenzó durante la crisis de 2008. No hubo recuperación después de 2008 y no la habrá ahora. Además, el Partido Demócrata continuará su curso de neoliberalismo,

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y Biden ha negado todos los puntos de los movimientos sociales populares: la atención médica universal, el Green New Deal y Defund. Durante y después de la primera Guerra Civil de los Estados Unidos, el gobierno federal proporcionó las tropas y los recursos materiales para defender a los negros durante la Reconstrucción. Esto ciertamente cerró muchos horizontes radicales, pero al mismo tiempo, fue la única estrategia que los negros libres podían seguir. Mientras que la mayoria de los blancos pobres no estaban dispuestos a seguir luchando junto a los negros libres, el gobierno federal era el diablo con el que los negros tenían que hacer alianzas. El legado de la Reconstrucción ha dejado una tradición socialdemócrata “negra,” una que en última instancia necesita ser superada si queremos una revolución. La única forma en que se puede superar esta tradición es viendo que se abre un nuevo horizonte a través de la lucha insurreccional multirracial. Esto puede resolver simultáneamente la cuestión de la raza, el estado y la economía política. La primera guerra civil fue un conflicto entre dos regiones distintas de los Estados Unidos. Una guerra civil moderna tendría una geografía radicalmente diferente. No sería Norte contra Sur. Sería un conflicto dentro de cada ciudad, cada pueblo, cada suburbio, en cada estado y región. Por supuesto, podemos esperar una intensa polarización en lugares como Portland y Seattle, donde el conflicto político ha sido particularmente pronunciado últimamente. Pero también surgirán conflictos en ciudades, pueblos y suburbios más pequeños con muy poca historia reciente de rebelión, como ya vimos durante la revuelta de George Floyd en ciudades más pequeñas como Kenosha, Rochester, Rockford y Lancaster. Es menos probable que estas geografías hayan pasado por la revolución de los derechos civiles que transformó la burocracia, las fuerzas policiales y el gobierno de las ciudades más grandes. Si bien estos territorios tienden a ser predominantemente blancos, hay un número significativo de gente no blanca concentrada en la fuerza laboral agrícola y manufacturera en estos lugares. La fuerza laboral de las grandes granjas donde se produce la mayoría de los alimentos en este país, por ejemplo, está compuesta en gran parte por trabajadores Latinos. Estos trabajadores serían cruciales para conectar las ciudades grandes con un proceso de producción socialmente coordinado. La revolución no puede triunfar solo tomando plazas, edificios, calles, etc. Tiene que estar basada en una nueva forma de reproducir la vida.

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A medida que la geografía de la revuelta se extiende más allá de las principales ciudades, ¿qué unirá estos vastos territorios? ¿Será organizaciones, redes sociales, automóviles, crisis o la marea creciente de la revuelta? Probablemente se necesitará una combinación de todas estas fuerzas y elementos en formas nuevas y creativas, tejiendo hilos fuertes y largos que cubren cientos de millas. El vasto tamaño de este país ciertamente juega un papel poderoso en mantener a los proletarios separados unos de otros. ¿Es posible que los militantes utilicen los automóviles y el sistema de carreteras para coordinar y organizar las fuerzas de la insurrección a nivel regional y nacional?

El Proletario Latino Mientras que la primera guerra civil fue básicamente un asunto de blancos y negros, la segunda guerra civil sería mucho más compleja. La mayor diferencia demográfica entre la primera guerra civil y la segunda guerra civil es el crecimiento del proletario Latino. Los latinos representan el 18,5% de la población, y hay más latinos en el país que negros. En la medida en que los proletarios Latinos constituyan una parte desproporcionada del sector agrícola, lo que hagan en una crisis revolucionaria será decisivo, ya que tienen el potencial de contrarrestar el racismo del campo que es mayoritariamente blanco. El proletario Latino podría jugar un papel gigante en un proceso revolucionario, porque están exactamente en esas industrias que serán necesarias para alimentar la revolución. Masas de proletarios de América Latina han emigrado a los llamados Estados Unidos y se han convertido en una mano de obra barata para el capitalismo. Son perseguidos por ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y bajo la constante amenaza de deportación. El marco abolicionista de la revuelta está listo para resistir a ICE y otros aparatos de deportación. Antes del estallido de la revuelta de George Floyd, los presos indocumentados ya se estaban rebelando contra las malas condiciones sanitarias en los centros de detención de ICE. Sin embargo, al mismo tiempo que ocupan una posición muy precaria dentro de la estructura de clases de los Estados Unidos, los proletarios Latinos son simultáneamente cortejados por la blancura. A la mayoría de los inmigrantes se les enseña todo tipo de basura anti-negra. Gran parte del 22 | SHEMON SALAM Y ARTURO CASTILLON

movimiento por los derechos de los inmigrantes y su énfasis en que los inmigrantes son buenos trabajadores y respetuosos de la ley, se desliza fácilmente hacia la política anti negra. Como todos los sectores de la clase trabajadora, el proletario Latino tiene muchas tendencias contradictorias. El término “Latino” es en sí mismo un término bastante amplio y vago, que no capta las dinámicas internas y las contradicciones de cualquier comunidad que pueda definirse como tal. Las divisiones de género, etnia, clase y nacionalidad dan como resultado diferentes relaciones políticas y económicas con el capitalismo y el estado. Otra contradicción importante es cómo los ciudadanos Latinos estadounidenses ven a los inmigrantes indocumentados. Hay una gran parte de ellos que ven a los inmigrantes indocumentados como criminales que saltaron la fila. Estas y otras contradicciones tienen que resolverse en el proceso de la revuelta colectiva. Si gran parte de nuestro análisis se centra en las relaciones entre negros y blancos dentro del proletario, es innegable que el proletario Latino sería una fuerza decisiva en un escenario de guerra civil. Si bien nos inspira el hecho de que un sector de proletarios Latinos participó y luchó junto a los proletarios blancos y negros en los disturbios de 2020, la profundización de esta lucha compartida no está garantizada en absoluto. Como todos los proletarios, el proletario Latino tiene que tomar una decisión: unirse a la revuelta, abstenerse de la revuelta, o atacar la revuelta. Esta decisión se enmarcará inevitablemente en términos de blancura, de la solidaridad con la liberación negra, de la ciudadanía, de las fronteras, y el trabajo. La forma en que el movimiento negro se relaciona a cada uno de estos campos de lucha tendrá una poderosa influencia en lo que los proletarios latinos decidan hacer.

La Revolución Social ¿Cómo impacta la crisis y la guerra civil al desarrollo de un movimiento revolucionario? ¿Nos condena la escalada de tensiones políticas, convirtiéndonos en soldados de infantería de diferentes facciones de la burguesía? ¿O podemos transformar la crisis en una guerra revolucionaria para eliminar al capitalismo? ¿Cuál es la relación entre guerra civil y

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revolución? ¿Cómo cambiarán las cosas a medida que la crisis económica continúe profundizando? En el curso de su lucha contra la clase dominante, cualquier movimiento revolucionario se ve obligado a defenderse del Estado y las fuerzas de la contrarrevolución. Cualquier intento de desafiar el poder siempre se enfrentará con la represión y la violencia. Como podemos ver hoy y a lo largo de la historia, la tensión entre revolución y contrarrevolución produce a una guerra civil latente que corre el riesgo de eventualmente explotar en una guerra abierta. El peligro de cualquier guerra civil es que podría desviar el foco de resistencia al ámbito del conflicto sectario. Frente a este límite, en lugar de tratar de evitar una guerra civil, creemos que la tarea de los revolucionarios es comprometerse con las dinámicas polarizadoras de una manera que derroque al capital y al estado, mientras expandiendo el ámbito de una revolución social. La revolución social, aunque inseparable de la guerra civil, es su propio proceso distintivo. La forma que toma la revolución está determinada por los métodos con los que luchan los proletarios, su selección de objetivos y su imaginación política. Concretamente, esto significa romper las relaciones mercantiles de las instituciones y los lugares de producción necesarios, y crear un sistema de reproducción social para todos, en el que la riqueza ya no está indexada al tiempo de trabajo. La revolución social implica no solo la autoactividad masiva del proletario en su lucha por apoderarse de la infraestructura de la sociedad, sino también la forma en que captura la imaginación de la gente y la gana para el objetivo final que se imagina: la eliminación del capitalismo. Al involucrar a una masa crítica de personas en el proceso de apoderarse de la sociedad, la revolución social reduce el alcance y la escala de una posible guerra civil. De esta manera, el destino de la guerra civil y la revolución social están inversamente relacionados. Si bien la Guerra Civil de Estados Unidos supuso una revuelta contra el poder esclavista, hoy el sujeto revolucionario es un proletario perseguido por la policía, y enfrentando la desigualdad más flagrante en generaciones, que tendrá que enfrentarse al espectáculo de una sociedad plenamente mercantilizada. Que el preámbulo de lo que podría convertirse en la segunda guerra civil comenzó con un levantamiento contra la policía, esto tiene sentido en un momento en el que los servicios de bienestar social del estado se han retirado, mientras que su aparato represivo ha crecido en los últimos cincuenta años. Al mismo tiempo, los efectos económicos de la pandemia, el

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odio a Donald Trump, la larga crisis de capitalismo y otros agravios fueron metidos en el contenedor de la revuelta de George Floyd. El contenedor no puede contener todos estos problemas, y es por eso que las cosas seguirán explotando. Importa cómo explota el contenedor. En una versión, las demandas de la liberación negra serán olvidadas o diluidas: la abolición de la policía, las cárceles y el resto del aparato carcelario quedará al margen. En la segunda versión todos los movimientos llevan una perspectiva abolicionista y se profundiza el proceso de revolución social. En esta versión, la abolición no es un conjunto de reformas para desfinanciar a la policía (Defund). La abolición revolucionaria es una guerra de clases contra todos los sectores de la sociedad que buscan, vigilan, disciplinan y controlan la vida proletaria. La abolición real no puede ocurrir sin una revolución social que destruya el capitalismo y el estado. Esta conexión no es difícil de imaginar, ya que la policía continúa desalojando a las personas de sus hogares, protegiendo las tiendas de comestibles y los almacenes contra los proletarios hambrientos y asesinando a los proletarios negros y otras personas de la clase trabajadora. La revuelta actual, donde ocurren disturbios, saqueos, huelgas, la toma de edificios y la creación de zonas autónomas, este es el camino que seguimos. En este sentido, el embrión de la revolución ya existe en el presente, y nuestra tarea es conectarnos con él y emprender acciones directas que puedan ayudarlo a crecer en una dirección más estratégica. O estas luchas se extenderán a nuevas formas de acción colectiva, o el movimiento eventualmente se aislará y será derrotado. Creemos que los revolucionarios pueden jugar un papel importante en este proceso, incluso si el movimiento en general no se entiende a sí mismo en términos de anarquismo, socialismo o comunismo. En cambio, es más probable que un movimiento revolucionario se vea a sí mismo como el fin de la guerra civil, bajo la bandera resucitada de la abolición.

«No tenemos las armas, no estamos listos» Los Estados Unidos es la sociedad más fuertemente armada del mundo. Esta pasión por las armas de fuego proviene del legado del colonialismo y la esclavitud sobre el que se fundó esta nación. Hoy en día, la mayoría de las armas no están en manos de personas a las que consideraríamos amigos o PRELUDIO DE UNA NUEVA GUERRA CIVIL | 25

camaradas. Este es un hecho difícil. Sobre el papel, un tiroteo resultaría en una derrota rápida para nuestro lado. Pero el éxito de los movimientos revolucionarios no se puede contabilizar simplemente contando quién tiene más armas. Si ese fuera el caso, Vietnam nunca habría derrotado al ejército estadounidense, ni los esclavos en Haití hubieran tenido una oportunidad contra el ejército de Napoleón, y ninguna dictadura hubiera sido derrocada jamás en la historia. Pero, sin embargo, es innegable que estas cosas han sucedido y continúan sucediendo. Las revoluciones no son tiroteos entre buenos y malos. Una revolución no vendrá de una vanguardia de revolucionarios armados, sino de millones de personas comunes que participan en disturbios, huelgas, ocupaciones y otras formas de lucha colectiva. Son las divisiones políticas que el movimiento puede causar en la sociedad que pueden cambiar radicalmente las matemáticas de las armas. Esto significa dividir a la población blanca, sí, pero lo más importante, significa dividir a la Guardia Nacional y las fuerzas armadas y ganar a una parte de ellos al lado de la revolución. Durante la guerra de Vietnam, los soldados, en particular los soldados negros, se rebelaron contra sus oficiales. Durante el levantamiento de este verano, unidades de la Guardia Nacional rechazaron sus órdenes de atacar a los manifestantes. Momentos como estos deben ser tomados en serio por los revolucionarios. La construcción de alianzas con los soldados puede desestabilizar el poder represivo del estado y será crucial para determinar el resultado de un conflicto revolucionario. Además de hacerse cargo de los medios de producción cruciales necesarios para alimentar, vestir y cuidar de todos, también será necesario defender estas unidades de producción contra las fuerzas de la contrarrevolución, que por supuesto incluye a la policía y sectores de las fuerzas armadas, pero también ciudadanos racistas que defenderán el capitalismo hasta el final. Este núcleo racista debe ser superado y destruido en el proceso de una revolución social que divide al ejército y divide a la sociedad blanca. En este sentido, habrá necesidad de armas, pero el equilibrio de fuerzas no depende de quién tiene más armas. Por el contrario, el equilibrio de fuerzas se decidirá fundamentalmente por el carácter de nuestro movimiento, nuestra capacidad para apoderarnos de puntos de producción claves, y nuestra capacidad de proyectar el conjunto de políticas más emancipadoras que podamos imaginar.

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La defensa de la revolución requerirá que algunos proletarios sean organizados en grupos armados. Las armadas han sido una característica de la revuelta de George Floyd. Pero si grupos armados se convierten en unidades especializadas, corren el riesgo de instituir una nueva forma de control social y, en el peor de los casos, corren el riesgo de convertirse en una fuerza policial «revolucionaria», un «ejército popular» o un «estado obrero». En otras palabras, si la lucha armada se convierte en una lucha militarista de una fuerza convencional contra otra, los insurgentes solo pueden triunfar convirtiéndose en un nuevo tipo de estado, una nueva clase dominante, una nueva fase del capitalismo, como sucedió una y otra vez en la mayoría de las revoluciones del siglo XX. Esto acabaría en la eliminación de cualquier proceso revolucionario.

Conclusión Las revoluciones en general son inseparables de las guerras civiles y no vemos ninguna razón por la cual eso será diferente en el futuro. Huir de la inminente guerra civil es correr hacia el liberalismo y la socialdemocracia, es decir, hacia la supremacía blanca. No tenemos ilusiones de que la mayoría de estadounidenses están de acuerdo con lo que decimos, pero al igual que en la primera guerra civil, no hay otra opción. La estructura de raza y clase en los Estados Unidos hace que la guerra civil sea un aspecto inevitable de cualquier movimiento revolucionario. Cuanto más conscientes seamos de este fenómeno, mejor podremos conectarlo con un proceso de revolución social. En este punto, sin embargo, es la extrema derecha la que está determinando los términos de este prolongado conflicto. Una presidencia de Biden no cambiará esta dinámica fundamental. Aún no está claro si la izquierda desarrollará una estrategia coherente para esta situación. Afortunadamente, mañana no se producirá una guerra civil en toda regla. Todavía queda algo de tiempo para prepararse. Muchos dirán que una nueva guerra civil no es probable porque no se puede encontrar en ninguna parte de las clases dominantes una facción sería que está llamando por esto. En el momento actual esto es correcto. Las divisiones han aparecido primero en el suelo. Pero esto no es diferente de la primera guerra civil. Fue la actividad propia de los esclavos que huyeron de las plantaciones, de los abolicionistas que participaron en acciones directas decisivas, y la crisis más amplia de la esclavitud, que impulsó la escalada de PRELUDIO DE UNA NUEVA GUERRA CIVIL | 27

la guerra civil y la revolucion contra la esclavitud. En este sentido, buscar las raíces de la segunda guerra civil al nivel de la burguesía es un error. Las semillas de la Segunda Guerra Civil crecerán desde el suelo hacia arriba, como lo hicieron la primera vez. De hecho, la burguesía probablemente será la última clase en aceptar que la revolución y la guerra civil están sobre nosotros. Esto se debe a que es la clase con más que perder. Nuestra creencia fundamental es que una revolución anticapitalista necesita el derrocamiento completo del orden racial, y que ningún proyecto puede suceder sin el otro. Las contradicciones que rodean la raza y la clase sólo pueden resolverse en la intensificación y generalización de la revuelta. Por supuesto, el proceso dinámico que une la revolución a la guerra civil implica peligros muy graves, a saber, el desvío de la revolución social hacia un conflicto sectario, como ocurrió en Siria. Al darnos cuenta de este peligro, hemos explicado en términos generales las estrategias que pueden minimizar la guerra civil, y ampliar la revolución social. Nuestro ideal es una revuelta que divide y gana suficientes proletarios blancos hacia la causa de la abolición y la reconstrucción, que la guerra civil es un aspecto mínimo de la revolución. Si bien esto sucederá a través de disturbios callejeros, otros sectores del proletario tendrán que desarrollar respuestas organizadas en solidaridad con la revuelta; esto dependerá en gran medida de la capacidad de apoderarse, defender y transformar las industrias necesarias para la reproducción social. Los detalles exactos de cómo se hace esto solo pueden ser conocidos por los proletarios que actúen y piensen por su propia iniciativa.

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Incendio en Main Street Ciudades Pequeñas en la Revuelta de George Floyd Shemon Salam, Arturo Castillon, y Atticus Bagby-Williams

La ciudad pequeña todavía no existe en el mapa de la izquierda revolucionaria en los Estados Unidos. En cambio, la mayoría de los revolucionarios se centran en las ciudades grandes, pero no tienen relaciones con los revolucionarios en los suburbios a unos pocos kilómetros de sus ciudades. En términos geográficos, los polos históricos y culturales de la izquierda en los Estados Unidos son Oakland y la ciudad de Nueva York. La mayoría de la estrategia organizativa proviene de estas dos ciudades. A un nivel, esta geografía limitada refleja los antecedentes de clase, el estatus cultural, la educación universitaria y los prejuicios costeros que se relacionan con el liberalismo de la izquierda. Por ejemplo, Occupy era un movimiento nacional con campamentos esparcidos por todo el país, pero la atención nacional seguía en Nueva York y Oakland. Con la revuelta de 2014 en Ferguson, ahora podemos mirar hacia atrás y decir que esta rebelión presagiaba una geografía de lucha más amplia, aunque esto no estaba claro en ese momento. La mayoría de la gente no había oído hablar de Ferguson antes del asesinato policial de Mike Brown y los disturbios que siguieron. De repente, un pequeño suburbio de St. Louis se convirtió en el centro de atención nacional. Nueva York y Oakland no fueron necesariamente desplazados como los polos extremos de la izquierda revolucionaria, pero ya

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no estaban bailando solo entre ellos, sino estaban dando vueltas alrededor de un nuevo centro de gravedad: la pequeña ciudad suburbana. Pero cuando los incendios de Ferguson desaparecieron, el sistema binario emergió una vez más entre Nueva York y Oakland. Cuando la revuelta de George Floyd se extendió por todo el país, se produjeron decenas de disturbios en ciudades más pequeñas como Spokane (estado de Washington), Eugene (Oregón), Fargo (Dakota del Norte), Salt Lake City (Utah), Atlantic City (Nueva Jersey), Lynchburg (Virginia), Columbia (Carolina del Sur), Fort Lauderdale (Florida). Las ciudades grandes y medianas ciertamente tomaron el centro del escenario, con disturbios explosivos en lugares como Minneapolis, Oakland, Portland, Nueva York, Filadelfia, Atlanta, Miami. Si bien se ha prestado mucha atención a estas ciudades más grandes, los disturbios en las ciudades pequeñas y los suburbios se han pasado por alto en gran medida. La única excepción aquí es Kenosha, que no se pudo ignorar después de que un contra-manifestante armado disparó a los manifestantes de Black Lives Matter y mató a dos de ellos. Los disturbios están creciendo en las ciudades pequeñas y los suburbios de todo el país, pero este tampoco es un fenómeno completamente nuevo. Los disturbios de los 1960s ya habían expuesto una geografía de lucha más amplia, aunque la mayoría de la gente no recuerda esta época de esta manera. Junto a las grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago y Detroit, las ciudades pequeñas también explotaron en ciudades pequeñas como Rochester (Estado de Nueva York), York (Pensilvania), Omaha (Nebraska), e incluso en pueblos pequeños y suburbios como Wadesboro (Carolina del Norte), Saginaw (Michigan), Plainfield (Nueva Jersey) y Cairo (Illinois). De hecho, casi la mitad de los disturbios durante el «largo verano» de 1967 ocurrieron en ciudades pequeñas y pueblos. Quizás podríamos recordar los disturbios en ciudades más pequeñas como Cincinnati en 2001, Benton Harbour en 2003, o Toledo en 2005, de manera diferente si otros eventos históricos mundiales no hubieran sucedido a principios de la década de 2000: el 11 de septiembre, la guerra en Afganistán e Irak, el huracán Katrina en Nueva Orleans y, por supuesto, la crisis económica de 2008. Estos eventos gigantescos sofocaron el comienzo del siglo 21, ahogando las luchas que estaban ocurriendo en contra del Estado. Solo ahora, años después, podemos conectar los puntos de un evento a otro y ver que se estaba desarrollando un proceso histórico que culminó en la revuelta de 2020.

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Claramente, no solo son las ciudades grandes las que preparan el escenario para disturbios y levantamientos. Dada la creciente suburbanización de donde viven y trabajan los proletarios en los Estados Unidos, nuestra apuesta es que las ciudades pequeñas y los suburbios jugarán un papel grande en las batallas y rupturas que vienen. Por tanto, es fundamental que analicemos la dinámica particular de estos lugares y las implicaciones estratégicas que plantean.

Conflicto en las Periferias La revuelta de George Floyd reveló un estrato proletario que ya no vive en las grandes ciudades. A medida que los suburbios han creciendo en población, se han convertido en el hogar de una sección más diversa del proletario, que es cada vez más Latino y Negro. Este estrato participó en los disturbios de 2020, en ciudades más pequeñas como San Bernardino (California), Des Moines (Iowa), Champaign (Illinois), Lansing (Michigan), Albany (Estado de Nueva York), Brockton (Massachusetts), Providence (Rhode Island), Richmond (Virginia), Birmingham (Alabama) y otros lugares. Algunos proletarios están abandonando las ciudades más grandes a medida que se vuelve más caro vivir en ellas, y están encontrando viviendas más asequibles en los suburbios y ciudades pequeñas que rodean las grandes ciudades. Esta tendencia también se ve reforzada por el hecho de que los trabajos continúan alejándose del núcleo urbano hacia los suburbios y pequeñas ciudades en la periferia de la metrópoli. Por supuesto, las ciudades pequeñas no son homogéneas y, de hecho, tienen varias diferencias. La pequeña metrópoli es muy diferente del suburbio o la ciudad satélite, no sólo en términos de tamaño y población, sino más importante aún, en términos de economía política. Mientras que las ciudades pequeñas como Kenosha o Wauwatosa son suburbios de ciudades más grandes como Milwaukee, una pequeña metrópolis como Birmingham, Durham o Albany, forma su propio núcleo económico y tiene sus propios suburbios. Podemos dividir aún más la economía política de las ciudades pequeñas entre dos tipos. El primer tipo es la ciudad pequeña empobrecida: esta es la ciudad pequeña que ha recibido poca o ninguna inversión de capital, más comúnmente conocido como gentrificación. Esto incluye ciudades pequeñas como Rockford (Illinois), Chester (Pensilvania), Forest Park (Georgia) o INCENDIO EN MAIN STREET | 31

Kenosha (Wisconsin). Las ciudades pequeñas empobrecidas se encuentran dispersas por todo los Estados Unidos. El segundo tipo es la ciudad pequeña que ha experimentado una afluencia de inversión de capital, ciudades como Durham (Carolina del Norte), Pittsburgh (Pensilvania), Lancaster (Pensilvania) o Rochester (Estado de Nueva York). Aquí, la inversión consiste en revitalizar la ciudad pequeña como destino turístico y como centro de trabajos administrativos en los sectores de la salud, la tecnología y la educación. Por supuesto, este tipo de inversión no significa menos racismo ni menos pobreza para el proletario, que todavía se encuentra relegado a trabajos de bajos salarios, sin beneficios y sin seguridad laboral. Aunque algunas ciudades pequeñas sean más atractivas para los suburbanos y los yuppies, se desarrolla el mismo patrón que en las grandes ciudades : los proletarios no tienen el dinero para vivir en el núcleo urbano comercializado y son empujados a las periferias de la ciudad, donde el alquiler es más asequible. Aunque haya estos pequeños distritos comerciales, los centros de arte, cultura y entretenimiento, la concentración de pobreza racializada continúa creciendo en estas pequeñas ciudades, reforzando la desigualdad social que eventualmente explota en una revuelta abierta, como vimos en los disturbios de Daniel Prude en Rochester y en el motín de Ricardo Muñoz en Lancaster, a principios de septiembre.

Los Límites de las Ciudades Grandes Si tomamos la ciudad de Nueva York y ampliamos su geografía al área metropolitana de Nueva York en general, veremos rápidamente que la ciudad depende completamente de las regiones circundantes para sobrevivir. Mirar las cosas desde este punto de vista significa que debemos hacer las siguientes preguntas: ¿de dónde y de quién obtenemos nuestra comida? ¿Nuestra electricidad? ¿Nuestra agua? ¿Combustible y repuestos para metro y autobuses? ¿Y otros bienes esenciales que necesitamos para sobrevivir? Por ejemplo, ¿de dónde saca NYC su energía? El 31% proviene de la energía nuclear, el 44% del gas natural y el 19% de la energía hidroeléctrica. Nada de esto se produce en la ciudad de Nueva York. Cada una de estas fuentes de energía se encuentra en otro lugar. Desde el punto de vista de la

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infraestructura energética, la región de Nueva York se extiende por cientos, sino miles, de kilómetros. Nuestro punto no es que las luchas en las ciudades grandes sean inútiles. La ecología política que existe en las ciudades más grandes puede tener un gran impacto en el desarrollo político de los revolucionarios en las ciudades más pequeñas, y esa conexión es importante. Sin embargo, nuestro punto es que si vamos a tomar en serio la revolución, las grandes ciudades no son suficientes. Así como el socialismo en un país era imposible, también lo es la revolución en las ciudades grandes. Las ciudades grandes no son islas aisladas. Solo existen en relación con su geografía circundante. Vale la pena recordar la experiencia de la Comuna de París de 1871. Aquí la geografía fue inseparable de la derrota de la revolución. En el curso de una revuelta proletaria, París pasó hambre porque el asedio de la burguesía bloqueó la ciudad y la aisló de las regiones productoras de alimentos. París no fue excepcional, sino un patrón que se repitió en los movimientos revolucionarios a lo largo de las décadas, en Barcelona, Shanghai, Atenas, Alepo. Con solo un enfoque limitado en la alimentación, debería quedar claro que no hay ninguna posibilidad de revolución si no podemos encontrar solidaridad fuera de las grandes ciudades. Cualquier camino hacia la revolución tendrá que abordar este problema. Si no, nuestro destino será el de los comuneros: hambre y aislamiento. En una era en la que las ciudades producían cantidades masivas de bienes industriales, James Boggs y Grace Lee Boggs escribieron «La Ciudad es la Tierra del Hombre Negro», apuntando la posición única de los proletarios negros en las ciudades industriales centrales del Norte. Capturando ciudades como Baltimore, Newark o Detroit en la década de 1960 no solo fue simbólico, sino un nodo de poder real que estaba conectado con la Revolución Negra. La República de Nueva Afrika señaló una falla en el pensamiento de los Boggs, argumentando que las ciudades del norte estaban rodeadas por un mar de racistas blancos. En contraste, fueron las ciudades negras del sur, ubicadas en una ecología de áreas rurales negras, las que podrían proporcionar el intercambio de recursos que hemos discutido. Sin embargo, una comuna revolucionaria como la de París en 1871 nunca se construyó en los Estados Unidos. Quizás la analogía más cercana podría ser el surgimiento de las élites políticas negras en las principales ciudades, pero esta es una analogía burda. Ninguno de estos alcaldes negros hizieron nada radical, pero rápidamente

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se toparon con los mismos límites geográficos de estar rodeados de áreas hostiles. Faltaba la inversión de capital, y estas ciudades se empobrecieron mucho. Si esto es lo que puede hacer el capital en estas circunstancias reformistas, ¡imagínense lo que hará el capital si las ciudades hacen todo lo posible en una insurrección anticapitalista! Nuestro enfoque en las ciudades pequeñas, por lo tanto, no es moralista, sino estratégico. Las ciudades pequeñas suelen ser nodos importantes que conectan con las zonas rurales. A diferencia de las ciudades medianas y grandes, las ciudades pequeñas están rodeadas no solo por suburbios, sino también por exurbios y el campo, lugares donde la agricultura, la producción de energía y las industrias extractivas están más concentradas. No hemos hablado de economías urbanas en términos de regiones metropolitanas, pero las ciudades pequeñas y los suburbios también constituyen una parte creciente de la economía metropolitana. Si la manufactura ha abandonado en gran medida las grandes ciudades, en muchos casos ha migrado a los suburbios a unos pocos kilómetros de distancia. Las ciudades pequeñas y los suburbios también son una parte crucial de la infraestructura logística de los EE. UU., y desempeñan una función esencial en la distribución, transporte y almacenamiento de productos básicos. Los centros de distribución de Amazon y Walmart a menudo se encuentran en estos lugares. Para algunos, la lección de los disturbios de este verano es que debemos luchar contra la policía. Esta lección solo tiene sentido como parte de un plan más amplio que desarrolla la coordinación entre ciudades pequeñas, suburbios y ciudades grandes. Luchar contra la policía no es un fin, sino un medio para lograr un fin. Si no tenemos cuidado, puede convertirse en un callejón sin salida. Para nosotros, la lección crucial de la revuelta de 2020 se refiere a las cuestiones de infraestructura, territorio, poder y revolución. ¿Cómo se generaliza la revuelta hacia una insurrección, y de ahí hacia una revolución? Por todas las razones enumeradas anteriormente, creemos que las ciudades pequeñas y los suburbios son una parte esencial de cómo sucede esto.

Particularidades Estratégicas Los disturbios en las ciudades pequeñas exhibieron algunas de las mismas características que los de las ciudades grandes. Los departamentos de policía se vieron rápidamente abrumados por la multitud. Si bien la 34 | SHEMON SALAM, ARTURO CASTILLON, Y ATTICUS BAGBY-WILLIAMS

contrainsurgencia política tiene una base más pequeña en ciudades pequeñas, la contrainsurgencia todavía sucedía en estos lugares, ya que los activistas de la clase media y los políticos locales intervinieron para parar y evitar los disturbios. Al mismo tiempo, es importante distinguir en qué se diferencian los disturbios en las ciudades pequeñas. El entorno específico de estos lugares produce formas de lucha particulares: la descentralización del terreno físico y la centralidad de los automóviles permite una mayor movilidad. En este sentido, las ciudades pequeñas son fundamentalmente diferentes de las grandes ciudades. En contraste con la estructura más rígida de las ciudades grandes, en las ciudades pequeñas existe una organización espacial altamente difusa en lo que las casas adosadas, los edificios de apartamentos, los complejos de viviendas y los parques de casas rodantes se encuentran entre carreteras y autopistas, jardines y terrenos inmobiliarios, parcelas de bosques y estacionamientos, campos de golf y centros comerciales, todo lo cual hace que sea mucho más difícil crear puntos de estrangulamiento para acorralar a los manifestantes y realizar arrestos masivos. En teoría, hay mucha más profundidad estratégica disponible para el movimiento de la multitud. Además, en contraste con la policía en la ciudad de Nueva York, Los Ángeles u otras ciudades grandes, que entrenan regularmente en técnicas antidisturbios, los departamentos de policía en las ciudades pequeñas son generalmente ineptos y mal entrenados cuando enfrentan multitudes hostiles. Al reaccionar ante situaciones de disturbios, se ven rápidamente abrumados y superados en las calles. Los militantes se pueden aprovechar de esto. Por supuesto, también hay desventajas de la insurrección en las ciudades pequeñas. A menudo, no hay distritos comerciales en el centro de la ciudad para movilizarse, y cuando los hay, son muy pequeños y fácilmente rodeados. Debido a que hay menos concentración de capital en las ciudades pequeñas, el poder está más disperso y es más difícil de encontrar. Debido al pequeño tamaño de estos lugares, otra desventaja es que es más probable que el estado de seguridad sepa quiénes son los militantes clave. Otra característica de las ciudades pequeñas es la ausencia de un medio de izquierda revolucionaria. Este no fue siempre el caso, pero ha sido así desde hace mucho tiempo. Esto no pretende insultar o menospreciar a los revolucionarios en las ciudades pequeñas. De hecho, la falta de un entorno de

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izquierda podría ser una bendición disfrazada, ya que hay menos activistas, profesionales y académicos para mediar, cooptar o detener los disturbios. Debido a sus condiciones únicas, la organización revolucionaria en estos lugares será diferente a las ciudades grandes. No queremos reproducir el mismo medio político estrecho que existe en las ciudades grandes, pero en una forma más pequeña. Nuestros proyectos deben crear lugares donde los proletarios se reúnan, aprendan y diseñen estrategias, y deben proporcionar infraestructura que ayude en el combate de clases. Para ello es necesario seguir y participar en las luchas del proletario, que pueden manifestarse como militancia laboral, huelgas de inquilinos, defensa de desalojos, disturbios contra la policía, saqueos, etc. No hay receta para esto. Tiene que ser desarrollado cuidadosamente a partir de las necesidades tácticas y estratégicas de cada lucha específica.

Construyendo un Puente Entre Ciudades Pequeñas y Ciudades Grandes Los revolucionarios de las ciudades pequeñas a menudo viajan a las ciudades grandes para participar en manifestaciones y apoyar la organización radical, pero es mucho menos probable que veamos lo contrario. Rockford, por ejemplo, está a 90 minutos de Chicago, pero pocos radicales en Chicago han pisado en Rockford. Sin embargo, los proletarios en esta pequeña ciudad se amotinaron por dos noches durante la revuelta de George Floyd. Si la izquierda revolucionaria de Chicago puede participar en una rebelión cercana en Kenosha, ¿su apoyo se extenderá más allá de eso? Este no es un argumento moral, sino un problema directo e inmediato sobre cómo sobreviviremos a la crisis capitalista y cómo reproduciremos nuestra capacidad de vivir y luchar. Desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria, hacer conexiones con las ciudades pequeñas es una parte clave para evitar el aislamiento de las ciudades grandes, que dependen de la ecología de las regiones circundantes. Si el objetivo es la revolución, es imperativo comenzar a construir relaciones de confianza entre los militantes en las ciudades grandes y los militantes en las ciudades periféricas más pequeñas. En lugar de tomar una docena de vuelos a Oakland o la ciudad de Nueva York, Berlín o París, una orientación revolucionaria implica conducir horas fuera de Oakland o la ciudad de Nueva York y establecer relaciones políticas con 36 | SHEMON SALAM, ARTURO CASTILLON, Y ATTICUS BAGBY-WILLIAMS

personas en ciudades pequeñas como Vallejo, Manteca, Modesto y Merced, o Allentown, Scranton y Utica. Esto será muy difícil de hacer. Si bien los trabajos se están trasladando cada vez más a ciudades y suburbios más pequeños, sigue siendo cierto que la mayoría de los trabajos aún se concentran en grandes núcleos urbanos. Obviamente, los revolucionarios necesitan mantener puestos de trabajo para sobrevivir bajo el capitalismo. Pero también existen otras limitaciones intangibles. Las ciudades pequeñas son lugares de aislamiento, sin grandes museos, lugares de música famosos y otras formas culturales interesantes que disfrutamos en las ciudades grandes. Y en la medida en que tratemos de encontrarnos con camaradas similares a nosotros en un lugar nuevo, es posible que al principio no encontremos a nadie. Esto crea muchos problemas sin soluciones fáciles. Las demarcaciones y constitución específica de la ultraizquierda hace difícil el encuentro con otros de nuestra tendencia. Generalmente, los textos que leemos solo se conocen entre la densa ecología de los revolucionarios que viven en las ciudades grandes. En las ciudades pequeñas esto es mucho menos probable. En lugar de comenzar desde un punto textual, tiene más sentido comenzar desde las tareas, tácticas, estrategia y horizontes que han surgido de la revuelta de George Floyd.

Conclusiones Hay varias conclusiones interrelacionadas. Primero, creemos que algunos revolucionarios deberían trasladarse a estas ciudades periféricas pequeñas y conectarse con militantes proletarios en estos lugares, ya que están más cerca de las infraestructuras de alimentación, manufactura, logística y energía. En segundo lugar, incluso si no nos mudamos a estas ciudades más pequeñas, todavía necesitamos desarrollar relaciones políticas con los militantes en estos lugares. En tercer lugar, debemos aprender tanto de los revolucionarios en las ciudades pequeñas como de los revolucionarios en las ciudades grandes. En cuarto lugar, debemos abandonar nuestro enfoque de organización centrado en las grandes ciudades y desarrollar una nueva praxis que se adapte a la compleja geografía del conflicto de clases en los Estados Unidos. Es la logística de la revolución la que debe determinar cómo nos organizamos, dónde nos organizamos y con quién nos organizamos. Nuestro argumento sólo tiene sentido en ese punto de vista estratégico. Buscamos INCENDIO EN MAIN STREET | 37

nuevas geografías que no centren el capital financiero o inmobiliario, la universidad o el diminuto medio de la izquierda radical, sino que buscamos lo que se requiere para hacer la revolución una posibilidad real, y eso significa ver el mundo de otra manera. No ha sido ningún texto el que ha hecho posible esta perspectiva, sino la revuelta de George Floyd y las otras revueltas que siguieron. Somos simplemente escribas del levantamiento, tratando de conectar los disturbios y las luchas callejeras con la posibilidad de insurrección y revolución. No vemos los disturbios como simples disturbios, sino como un proceso de lucha que abre la posibilidad al derrocamiento del capitalismo. Este camino se cierra a lo largo de la trayectoria de la izquierda centrada en la gran ciudad, que es literalmente el ala izquierda del capitalismo en su posición material. En lugar de una izquierda centrada en las ciudades grandes, necesitamos una izquierda arraigada en la geografía expansiva de la infraestructura esencial y la vida proletaria. Considerando la historia de este país, nuestro argumento no es tan difícil de comprender. La relación dinámica entre el centro urbano y la periferia ha sido una característica de muchas luchas radicales aquí: las comunidades Cimarrones, el Underground Railroad, los originales Industrial Workers of the World, el Congress of Industrial Organizations, y el Student Nonviolent Coordinating Committee. Incluso hoy, el proletario ha conectado algunos de los puntos. Somos nosotros, en la izquierda radical, los que estamos detrás de ellos, tratando de alcanzarlos y, a menudo, en el camino de su avance. Si bien el proletario no ha completado el mapa, nos ha mostrado algunos caminos y direcciones importantes que debemos tomar. Sabemos que la infraestructura es clave para sostener los flujos capitalistas, pero ¿qué significa esta infraestructura en el contexto de una insurrección? Bloquear la infraestructura de una ciudad tiene sentido en un momento de revuelta masiva. Pero, ¿cuánto tiempo puedes mantener un bloqueo si tu ciudad se queda sin comida? ¿Qué sucede cuando necesitas agua corriente limpia? ¿Qué pasa cuando necesitas electricidad? ¿El objetivo es bloquear las instalaciones eléctricas o apoderarse de ellas? ¿Cómo podemos prevenir el aislamiento político y militar de las ciudades? Los disturbios de este verano aún no han producido una alternativa. En este sentido la revuelta ataca a la policía y al capitalismo racial, pero en cuanto los disturbios tomen conciencia de sí mismos, tendrán que proponer una alternativa al capitalismo. Tenemos que hacer todo lo posible para que los

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disturbios se transformen en insurrecciones, para que se vuelva a levantar la bandera de la comuna cimarrona. Para hacer esto tendremos que enfrentarnos a todas las cuestiones de geografía, de dónde, de quién, y de qué. Esto significa gastar mucho tiempo y energía enraizandose en ciudades pequeñas.

Manifestantes alrededor de la Casa Blanca exigen justicia por la muerte de George Floyd. Washington DC, el 30 de mayo de 2020.

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Los manifestantes se reunieron alrededor de la Casa Blanca para exigir justicia por la muerte de George Floyd. Washington DC, EE. UU., 31 de mayo de 2020.

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Posdata sobre los Disturbios de 2020 Shemon Salam y Arturo Castillon

Si el verano de 2020 perteneció a la liberación negra y los disturbios proletarios, el invierno se ha inclinado a favor de una ofensiva reaccionaria de derecha. Después de la revuelta de George Floyd, y la elección presidencial de Biden, la mentira de que los demócratas robaron las elecciones provocó que una multitud de derechistas asaltara el edificio del Capitolio el 6 de enero en Washington D.C. Pero si el horizonte del levantamiento de 2020 fue un ataque común contra el racismo y la desigualdad de clases, entonces el horizonte del 6 de enero consistió en un intento de restaurar el poder de la clase media, especialmente la clase media blanca. No debería sorprendernos que las fuerzas que asaltaron el Capitolio forman el mismo grupo demográfico que organizó la represión paramilitar de los disturbios de 2020: una pequeña burguesía mayoritariamente blanca y, en particular, propietarios de pequeñas empresas. Los blancos que se unieron a las rebeliones lideradas por los negros fueron contrarrestados por blancos reaccionarios que querían imponer el capitalismo racial. Este conflicto entre blancos a menudo estalló en violencia abierta durante los disturbios de 2020. Esta violencia alcanzó su punto culminante en agosto en Kenosha (Wisconsin), donde varios jóvenes blancos que se unieron al levantamiento allí fueron asesinados por un pistolero blanco que actuaba con el pretexto de proteger a las pequeñas empresas y la propiedad privada de POSDATA SOBRE LOS DISTURBIOS DE 2020 | 41

los saqueadores. Aquí vemos cómo la clase juega un papel fundamental en dar forma y hacer cumplir la blancura. Esta aplicación no es exclusivamente para la extrema derecha, sino que es la tarea general de todos los blancos. Es importante recordar el carácter de clase del 6 de enero y de la ofensiva de derecha más amplia, porque en los Estados Unidos es fácil perder el análisis de clase de los blancos. Si olvidamos que apenas unos meses antes los proletarios blancos estaban luchando junto a los proletarios negros, cometeremos errores políticos, estratégicos y éticos catastróficos. El conflicto entre los blancos refleja la dinámica de la guerra civil que continúa envolviendo a toda la sociedad. Esto no quiere decir que hoy estemos literalmente en una guerra civil, sino que la división de la sociedad a lo largo de líneas partidistas es una de las condiciones previas de la guerra civil. En los Estados Unidos, la guerra civil es el medio a través del cual se resuelve la cuestión racial, por lo que el 6 de enero alcanzó otro punto de inflexión. Pero para entender completamente el 6 de enero tenemos que volver a los fuegos de la revuelta de George Floyd. El último asalto proletario de 2020 fue en octubre en Filadelfia, en respuesta al asesinato policial de Walter Wallace Jr. Sin duda, a los liberales les preocupaba que la rebelión de Filadelfia les costara las elecciones en Pensilvania (un estado indeciso) y justificaría un contraataque de los republicanos. Sin embargo, a los proletarios negros que se rebelaron en Filadelfia no les podría importar menos. La justicia para Walter Wallace Jr. no estaba en votar por Biden, sino en las calles. Cuando Biden ganó las elecciones la semana del 4 de noviembre, hubo celebraciones al aire libre en todo el país. Muchos sintieron que habían derrotado al fascismo, pero algunos activistas negros ya estaban entrando en Twitter para recordarles a todos que Mike Brown, Eric Garner y Korryn Gaines fueron asesinados bajo la presidencia de un demócrata, Barack Obama. Aunque los liberales prometieron que Biden devolvería los Estados Unidos a la normalidad, las cosas solo se intensificaron cuando Trump no concedió las elecciones. Esto creó las condiciones generales para el 6 de enero. Pero antes de entrar en eso, queremos mirar dos conflictos anteriores que involucran a los Proud Boys y otros leales a Trump en Washington DC, el 14 de noviembre y el 12 de diciembre. La falta de luchadores proletarios entre Antifa y BLM durante estas grandes batallas callejeras fue devastadora para la izquierda. En general, los Proud Boys y sus aliados de extrema derecha eran más duros, más

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grandes y estaban dispuestos a cometer mucha más violencia que Antifa o BLM. En su mayor parte, el proletario no estaba interesado en defender a Biden y la democracia estadounidense, y mucho menos el edificio del Capitolio, contra la extrema derecha, y en cambio no participó en los enfrentamientos callejeros. Aún así, se notó que la extrema derecha no hizo ningún intento de marchar a través de los barrios proletarios en DC, sino que se quedó en el centro de la ciudad. Dado que varios Proud Boys y partidarios de Trump fueron apuñalados en DC durante un conflicto anterior el 4 de noviembre, existe la sensación de que si la extrema derecha hubiera marchado en los barrios de clase trabajadora negra en DC, no habrían salido con vida. Esta estimación nos da algo de esperanza. Ciertamente, el 6 de enero no logró la toma del poder, pero fue un salto profundo de la extrema derecha que debe ser catalogado como un hecho histórico. Es razonable creer que el 6 de enero va a cambiar en el terreno político en un futuro próximo. Ya lo vemos por dos razones. La primera es que la práctica de la ley y el orden del estado está en plena exhibición: el FBI en una búsqueda nacional de manifestantes que entraron al Capitolio el día 6, y 25,000 o más Guardias Nacionales desplegados en DC para la inauguración de Biden. La segunda forma en que ha cambiado el terreno político es la postura cobarde y nacionalista del Partido Demócrata y los liberales. Las mismas personas que cantaban Vidas Negras Importan (Black Lives Matter) el año pasado durante la revuelta, se movilizan ahora por la ley y el orden con el fin de sofocar la insurgencia extrema derecha, la misma ley y orden que los proletarios estaban luchando unos pocos meses antes! En los ojos de gran parte de la izquierda, el edificio del Capitolio de repente se convirtió en el terreno sagrado de la democracia estadounidense, que ahora tenía que ser defendida contra un Trump supuestamente traidor. Este es el mismo edificio del Capitolio donde ocurren los rescates a corporaciones, los acuerdos secretos, y el financiamiento para el imperialismo estadounidense! Esto puede ser terreno sagrado para la burguesía, pero para el proletario, el Capitolio es nada menos que la Estrella de la Muerte. La tragedia del 6 de enero no fue que el Capitolio de los Estados Unidos fuera tomado, sus ventanas rotas y un policía golpeado hasta la muerte. La tragedia es que no fue el proletario que logró esto. En tal escenario, donde el impulso de la revuelta de George Floyd ha llegado a su fin, una extrema

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derecha cada vez más insurgente representa un gran peligro. Pero llamar a la policía para que criminalice a la extrema derecha solo fortalecerá al Estadopolicía, enemigo del proletario. Entonces, surge la pregunta: ¿Cómo derrotamos a los Proud Boys y otros militantes de extrema derecha de este tipo, que están tan dedicados a defender el capitalismo, las prisiones, la policía y la frontera, hasta el punto de que están tratando de iniciar una insurgencia? ? La obsesión de la clase media por gritarle a los enemigos, incluso recibiendo voluntariamente una paliza para ganar terreno moral, no funciona con la policía, y ciertamente no funciona cuando se enfrenta a la extrema derecha. El proletario lo sabe. Aún así, la violencia nunca está fuera de la mesa cuando enfrentamos a racistas y fascistas. El proletario también lo sabe. Un ejemplo al que podemos recurrir es la rebelión de Toledo de 2005, donde después de luchar contra los neonazis en la calle, los proletarios negros comenzaron a provocar disturbios y saqueos. El podcast, It Did Happen Here, que documenta la historia radical de los militantes antirracistas en Portland y Minneapolis en las décadas de 1980 y 1990, también destaca otros ejemplos importantes. Si queremos derrotar a las fuerzas de derecha que montaron esta ofensiva, entonces necesitamos la violencia colectiva del proletario, no al estado o la ley y el orden. La idea de que podemos luchar contra la extrema derecha puede parecer ridícula para algunos, considerando que nos superan en armas. Pero como nos mostró el verano de 2020, no sabemos de lo que es capaz el proletario hasta que realmente lucha. Si bien corremos el riesgo de exagerar, podría ser más exacto decir que cuando el proletario desata todo su poder, no puede ser detenido. Pero demasiadas fuerzas conspiran para mantener al proletario en su lugar, y a menudo no tenemos la oportunidad de ver cómo es realmente nuestro poder. En 2020, lo vislumbramos. No está claro ahora si simplemente estamos hablando de la revuelta de George Floyd como historiadores, o si estamos preparando para una nueva ronda de lucha en el futuro inmediato. La pandemia de COVID-19, la extrema derecha, la crisis económica y la crisis del estado están golpeando al proletario, y esto no va cambiar en el futuro cercano. Durante el invierno vimos que el terreno se desplazaba hacia el electoralismo, de las ciudades a las capitales, mientras que la clase media se reafirmaba no solo a través de la extrema derecha, sino también a través del BLM y la política de izquierda dominante. La geografía, la composición y las tácticas de lucha se alejaron del proletario.

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Esto es predecible. Al igual que en los deportes, cada equipo alterna entre la ofensiva y la defensa, así también en la lucha de clases, el proletario y la burguesía alternan entre la ofensiva y la defensa. El verano fue la ofensiva del proletario, mientras que el invierno se centró más en sobrevivir a los ataques del estado y la extrema derecha. A medida que la pandemia, la violencia de la policía y la crisis del capitalismo continúan profundizando, esperamos ver una nueva ofensiva del proletario tarde o temprano. Si bien Trump ya no es el presidente, este país todavía se encuentra en una etapa de declive y crisis. Estamos al comienzo de tiempos muy difíciles, no al final. Los demócratas no pueden resolver esta crisis, ni pueden extinguir el espíritu de revuelta que se ha apoderado de gran parte del proletario. Sin embargo, lo que traerá el futuro no está claro. Todo lo que podemos hacer aquí es delinear el terreno desde el cual probablemente continuarán surgiendo las luchas insurgentes, el más obvio siedo el conflicto entre los proletarios negros y la policía, que no dejarán de matar a los negros y probablemente querrán vengarse de los disturbios de 2020. Lamentablemente, no sería sorprendente que la violencia policial aumentará. Esto podría desencadenar una nueva ronda de disturbios. Al mismo tiempo, es probable que el estado esté mucho más preparado militar y políticamente para más revueltas en el futuro. No obstante, el levantamiento ha producido una nueva generación de militantes que ahora tienen experiencia práctica en las tácticas del combate de clases. Frente a las crisis y las desigualdades en curso, es poco probable que acepten este destino. Al mismo tiempo, Biden-Harris y el Partido Demócrata podrían prevenir un nuevo levantamiento al señalar su voluntad de gastar en déficit y crear reformas. Esto no se debe a que sean mejores personas que los republicanos, sino a que su enfoque para administrar el sistema capitalista es diferente y su estrategia para prevenir la revolución es diferente. Por supuesto, cuando consideramos la larga crisis del capitalismo desde los 1970s, no está claro si las reformas estructurales son realmente posibles. Los índices más importantes serían los aumentos salariales, la vivienda asequible y los impuestos a los ricos. Parece que puede suceder un salario mínimo de 15 dólares, pero nadie sabe qué hacer con el alquiler y la vivienda más que extender las moratorias de desalojo, y aumentar los impuestos a los ricos parece imposible por ahora. A medida que los Estados Unidos continúa su lento descenso hacia una crisis cada vez más

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profunda, las perspectivas de reforma y socialdemocracia se vuelven menos viables, es decir, si nuestro objetivo es acabar con el capitalismo y el racismo. Si el horizonte es un mundo donde no haya violencia policial, entonces la abolición revolucionaria se convierte en el medio, y un mundo donde el estado, el capitalismo y el racismo han sido aplastados es hacia donde debemos navegar. Los proletarios sólo pueden lograr esto ellos mismos, a través del poder que son capaces de solidificar como clase contra la burguesía. Este es un cálculo completamente diferente al de la votación y la elaboración de leyes. Entrar en este dominio es entrar en lo que consideramos la Tradición Radical Negra, pero esto también conlleva riesgo, incluso la posibilidad de encarcelamiento, exilio o muerte, porque al fin y al cabo, la tradición es ilegal y peligrosa. Si surge una nueva ronda de luchas, tendrá que responder a las preguntas planteadas durante el levantamiento del verano pasado: ¿Vamos a luchar por las mujeres negras? ¿Vamos a luchar por las personas que no son negras? ¿Cómo se generalizan los disturbios? ¿Cómo transformamos la dinámica de la guerra civil en una revolución proletaria? ¿Cómo pueden los disturbios convertirse en insurrecciones y comunas revolucionarias? Nuestra capacidad para aplastar a la extrema derecha y derrocar al capitalismo depende de la capacidad del proletario para materializar las respuestas a estas preguntas. No idealizamos los disturbios de 2020: nuestros textos han señalado los errores estratégicos, tácticos, éticos y políticos que se cometieron. Un movimiento formado casi en su totalidad por jóvenes ciertamente cometerá errores y nuestras críticas provienen de un lugar de solidaridad y apoyo total. Solo queremos que las luchas sean más: más anticapitalistas, más antiestatales, más antirracistas, más antiimperialistas, más feministas, más ecologistas, etc. Después de un verano de disturbios, el papel de los revolucionarios no podría ser más claro: participar en los disturbios para expandir el potencial insurreccional del proletario, mientras oponernos a las tendencias contrarrevolucionarias que lo frenan. No esperamos que la mayoría de la clase media se dé cuenta de cómo hacer esto. En cambio, el proletario tendrá que trazar el curso de la crisis y la revolución, y esto será muy violento, ilegal y, en última instancia, puede hacer que los disturbios de 2020 parezcan como una fiesta de baile educada en

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comparación. Pero tenemos fe en el monstruo proletario. Solo esperamos que cuando vuelva, estemos mejor preparados.

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Memorial de George Floyd

Minneapolis, Minnesota / EE.UU. – 29 de mayo de 2020: Monumento a George Floyd en honor a Black Lives Matter en los disturbios de Minneapolis.

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Sobre los Autores

Shemon Salam es un comunista y anarquista viviendo en Nueva York. Ha estado involucrado en la lucha desde el 11 de septiembre de 2011. Arturo Castillon es un comunista insurrecionário que vive en el área de Nueva York y Filadelfia. Atticus Bagby-Williams es un anarquista e insurrecionário que vive en la colonia conocida como los Estados Unidos. Atticus se ocupa principalmente con la organizacion radical en pequenes ciudades y suburbia, el pensamiento anarquista negro y el abolicionismo revolucionario.

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