El culto a la nación. Escritura de la historia y rituales de la memoria en Ecuador, 1870-1950
 9789978198353, 9789942868404

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gr.sr—' rTfSffB='% fl ; ste libro investiga los procesos de creación y disemina­ ción de la representación histórica de Ecuador entre 1870 y 1950. Con este fin, se analiza tanto la actividad intelectual de escribir sobre el pasado com o la escenificación de las más im­ portantes conmemoraciones patrióticas del periodo. Ambas actividades fueron tejidas política, social y culturalmente de forma interdependiente y nutrieron la creación de un culto re­ ligioso y secular de la nación. La obra es el resultado de un ejercicio combinado de análi­ sis de la escritura histórica y de la memoria colectiva. Para abordar lo primero, se examinan los metarrelatos nacionales, la institucionalización del saber histórico, la creación de la Academia Nacional de Historia, y el peso del archivo colonial en la imaginación histórica. Para lo segundo, se estudian las conmemoraciones de los así llamados “padres de la patria", el centenario de la Independencia ecuatoriana y el aniversario de los cuatrocientos años de la fundación española de Quito. El estudio muestra la manera en que el saber histórico y los rituales cívicos articularon el montaje de una memoria de la nación atravesada por consideraciones de clase, etnicidad y género. También ofrece un análisis de la intersección entre el campo intelectual y la esfera pública, que permite discernir, de un lado, la creación y negociación de un conjunto de significa­ dos y metáforas que estructuraron el corpus de la historia patria; y, de otro, el proceso mediante el cual este conjunto intelectual y cultural se convirtió en la interpretación dominante de los orígenes y la trayectoria de la nación ecuatoriana.

El culto a la nación Escritura de la historia y rituales de la memoria en Ecuador, 1870-1950 GUILLERMO BUSTOS

UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLÍVAR

G U IL L E R M O BUSTOS

El culto a la nación E s c r itu r a d e la h is to r ia y r it u a le s d e l a m e m o r ia e n E c u a d o r , 1 8 7 0 - 1 9 5 0

U N IV E R S ID A D A N D I N A SIM Ó N BOLÍVAR E c u a d o r-

,

,

__

amo¿

m f o n d o d e c u l t u r a e c o n ó m ic a

Primera edición, 2017 Bustos Lozano, Guillermo El culto a la nación. Escritura de la historia y rituales de la memoria en Ecuador, 1870-1950 / Guillermo Bustos Lozano. - Quito : FCE, Universidad Andina Simón Bolívar, 2017 408 p. ; 21 x 14 cm - (Colee. Historia) ISBN: 978-9942- 8684-0-4 (FCE) 978-9978-19-835-3 (Universidad Andina Simón Bolívar) 1. Historiografía - Ecuador 2. Ecuador - Historia - 1870-1950 I. Ser. II. t. LC F3781.3

Dewey 986.607 B292c

Distribución mundial © 2017, Guillermo Bustos Todos los derechos reservados

Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar Imágenes de portada: Ceremonia de celebración del 10 de agosto en la Plaza Grande de Quito, ca. 1920, e inauguración de la estatua de Sucre, 1892. Fondo fotográfico. Archivo Histórico del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador. ] Coordinación editorial: Quinche Ortiz Crespo Armado: Martha Vinueza M. D. R. © 2017, Fondo de Cultura Económica Av. 6 de Diciembre N24-04 y Wilson, Quito, Ecuador Tel.: (593-2) 254 9817, 290 6653 Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica. com www.fce.com.ee D. R. © 2017, Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador Toledo N22-80; Apartado postal: 17-12-569, Quito, Ecuador Tel.: (593 2) 322 8085, 299 3600; Fax: (593 2) 322 8426 www.uasb.edu.ee,[email protected] Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México www.fondodeculturaeconomica.com Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN Fondo de Cultura Económica 978-9942-8684-0-4 ISBN Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador 978-9978-19-835-3 Impreso en Ecuador • Printed in Ecuador

ÍN D IC E Agradecimientos Abreviaturas

11 15

Introducción Enfoque de análisis Estructura de la obra Consideraciones sobre las fuentes

17 21 35 39

Primera parte L e t r a d o s a u t o d id a c t a s y c u l t o r e p u b l ic a n o a l a p a t r ia

1870-1909 I.

Los prim eros metarrelatos históricos de la nación La gran narrativa secular La gran narrativa católica El recurso al documento “N ación” e Iglesia La “virtud republicana” Nacionalizar y racializar el pasado

45 49 61 68 77 86 91

II. Patriotism o católico y patriotism o laico El estatus de la Iglesia durante el siglo X IX El arzobispo-historiador y la Revolución liberal Las perspectivas católica y laica sobre el patriotism o y la historia El am or patriae

97 103 107

III. Los rituales de instauración de la memoria nacional Las conm em oraciones com o marcos sociales de la m em oria nacional La disem inación del recuerdo de los "padres de la patria" La conm em oración del centenario de la Independencia ecuatoriana El "deber de m em oria”

146

7

115 138

147 153 178 205

E

l c u lt o a l a n a c ió n

Segunda parte A c a d é m ic o s a u t o d id a c t a s , a r c h i v o c o l o n i a l E HISPANIZACIÓN DEL PASADO

1909-1950 IV. La institucionalización del saber h istórico E l surgim iento de la Academ ia N acion al de H istoria El m od elo de las Academ ias La form ación de un em brion ario cam po h istoriográfico E l afianzam iento de la A cadem ia E l proyecto del A rch ivo N a cion a l Una n arratología histórica E l B oletín L a autoridad del saber histórico en el espacio público V.

La prosa histórica hispanista y el a rchivo co lo n ia l "L a ecuatorianidad” hispanista de Jacinto Jijón y Caam año E l patriotism o hispanista de José G abriel N avarro C atolicism o y legado ju ríd ico colon ial según Julio Tobar D onoso

VI. La con m em ora ción de la n a ción en clave hispanista E l m arco narrativo h istórico de la con m em oración E l peso de la “la cuestión social" E l silenciam iento del aniversario del inca Atahualpa La puesta en escena de la con m em oración hispanista

211 214 231 245 246 250 254 260 268 272 277 297 315 326 330 345 350 360

A m od o de con clu sión

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Fuentes y bibliografía

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A G R A D E C IM IE N T O S Este libro se origin a en la tesis de doctorado que defendí en el Departam ento de H istoria de la Universidad de M ichigan, en 2010, y en la la b or de in vestigación y docencia que desarrollo en la Universidad Andina S im ón Bolívar, Sede Ecuador. Estoy muy agradecido con todas las personas e instituciones que en Ann Arbor, Q uito y otros lugares m e brindaron su respaldo. A lo largo de la elaboración de esta investigación tuve la fortuna de contar con el estím ulo intelectual, el diálogo crítico y la am istad de maestros, colegas y am igos a quienes expreso m i agradecim iento: R ebecca J. Scott, Javier Sanjinés, F em a n ­ do Coronil, Sabine M acCorm ack, Sueann Caulfield, Juan Maiguashca, Rosem arie Terán Najas, Julio Ramos, Aim er Grana­ dos, Tomás Pérez Vejo, H eraclio Bonilla, Margarita Garrido, Francisco Ortega, M alcolm Deas, David Frye, W illiam G. Rosenberg, Laura Lee Downs, Bruce M anheim, Alvaro Oviedo, Óscar Saldarriaga, M au ricio Archila, Edda Samudio, Juan Carlos Grijalva, Santiago Cabrera Hanna, Roland Anrup, Mauro Vega, Guillermo Sosa, Georges Lom né, Christian Büschges, Olaf Kaltmeier, Gabriela Ossenbach y Leon cio López-Ocón. Avances de esta investigación fueron presentados en char­ las académ icas en la Universidad Andina (Q uito), la Pontificia Universidad Javeriana (B ogotá ), la Universidad N acional de C olom bia (Sede B ogotá), el Instituto Francés de Estudios An­ dinos (L im a ), y el Consejo Superior de Investigaciones Cientí­ ficas (M ad rid ). A grad ezco la oportunidad de com partir m i in­ vestigación. E l interés y el com en tario que recibí fue un valioso incentivo. Una parte del capítu lo tres fue publicado originalm ente en un núm ero m on ográ fico de H istoria M exicana (L X : 1, No. 237, jul.-sep. 2010), dedicado a las conm em oraciones del pri­ m er centenario de la Independencia, coordin ado por Tomás Pérez Vejo. Una versión p relim in ar del tem a que trato en una sección del capítu lo seis apareció en E tnicidad y poder en los países andinos (2007).

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El

c u l t o a l a n a c ió n

Expreso un inm enso agradecim ien to a R ebecca J. Scott, cuya espléndida obra de investigación es una fuente de inspi­ ración. Desde que fui adm itido en la U niversidad de M ic h i­ gan, hasta la conclusión de m i tesis bajo su dirección, pude contar con el p rivilegio de su orientación. D o y las gracias a Javier Sanjinés p o r el apoyo personal e intelectual y la crítica que m e enriqueció. A grad ezco a Juan M aiguashca p o r su c o ­ m entario a la versión final de este trabajo. A lo la rgo de los ú l­ tim os años, he tenido la fortuna de disfrutar de su com pañía intelectual y aprender de su notable experiencia académ ica. D eploro la partida de Sabine M acC orm ack y F em a n d o Coronil, dos queridos m aestros que m e hubiera gustado leyeran este libro. L a estela intelectual que dejaron es una bocanada de lo m ejor del aire académ ico. A grad ezco a las instituciones que m e proveyeron de apoyo m aterial en fo rm a de beca, ayuda de investigación o p erm iso laboral: el D epartam ento de H istoria de la U n iversidad de M i­ chigan, la H orace Rackham Gradúate School, el Centro de Es­ tudios Latinoam ericanos y del C aribe (L A C S ), el E isenberg Institute fo r H istorical Studies, y la U niversidad Andina. Se­ ñalo m i recon ocim ien to a los profesores R ich ard Turits, D avid Frye, K athleen Canning y E n riqu e Ayala M ora, quienes estu­ vieron al frente de las instituciones anotadas. E stoy rec o n o c i­ do con el d octor Jaim e Breilh, recto r de la U niversidad A n d i­ na, p o r apoyar la coedición de este libro. Extiendo m i agradecim ien to al personal que laboraba en los archivos y bibliotecas consultadas. E n Q uito: F on d o Jijón y Caamaño, h oy parte de los rep ositorios del M in isterio de Cultura; A rch ivo-B iblioteca A u relio Espinosa Pólit; b ib lio te ­ cas de la P on tificia U niversidad C atólica del E cu ador y de la U niversidad Andina; archivos-bibliotecas de la A cad em ia N a ­ cional de H istoria y de la Asam blea N a cion a l (antes de la Fu n­ ción Legislativa). E n Ann Arbor: H atch er Gradúate L ib ra ry y la Buhr Shelving Facility. U n agradecim ien to especial a Yesenia Villacrés, W ilson Vega, G alo O rbe y Ana Vargas de Vela. Durante el tiem po en que desarrollé este trabajo, am igos y colegas en Ann A rb or y Quito m e brindaron un indeleble res­ paldo. Con gratitud y afecto tengo presente a Orlando M a rtí­ nez, Lauro Ojeda, Patricia Valdivieso, M ichael Sowder, Julia Salehzadeh, D orothy Marschke, Diana Denney, K ristin M cG ui12

A

g r a d e c im ie n t o s

re, Juliet S. Erazo, Francisco Sanjinés, M aría Teresa Benites, José Luis Coba, Galaxis Borja, Catherine Walsh, R ocío Rueda, Trinidad Pérez y M alena Bedoya. Guardo en m i m em oria las palabras de ánim o que Quinche O rtiz y Alexandra L e ó n m e dieron ante el rob o de m i com pu tadora personal y la devasta­ dora pérdida de in fo rm a ció n que p aralizó m i investigación durante un período. D ebo a Q uinche O rtiz, a cargo del área de publicaciones de la U niversidad Andina, y a Fabián Luzuriaga, del FC E Ecuador, un recon ocim ien to especial p o r su res­ paldo para la ed ición de esta obra. E l cariño y el apoyo que recib í de m is padres, Paquita y Guillerm o; m is hermanas, Blanca y H ortencia; D avid y Raúl; y m i entorno fam iliar fue vital. Rosem arie, m i com pañera, cono­ ce de prim era m ano los altos y bajos de esta expedición aca­ démica; y com o historiadora com parte el significado intelectual y subjetivo que tiene todo esto.

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A B R E V IA T U R A S R e v is t a s a c a d é m ic a s

ACHSC B ANH BSEEHA CSSH HAHR Jahrbuch JLAS Kipus LARR Procesos Quitumbe AHR

Anuario Colom biano de Historia Social y de la Cul­ tura. Boletín de la Academia N acional de Historia. Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios His­ tóricos Americanos, Comparative Studies in Society and History. H ispanic Am erican H istorical Review. Jahrbuch fiir Geschichte Lateinamerikas. Journal o f Latin Am erican Studies. Kipus: Revista andina de Letras. Latin Am erican Research Review. Procesos: Revista ecuatoriana de Historia. Q uitum be: Revista del Departamento de H istoria y Geografía de la Universidad Católica. The Am erican H istorical Review.

I n s t it u c io n e s

AHM REE ANH BCE CCE CEN CEPC E AFIT E N AH FCE FLACSO-E

Archivo H istórico del M inisterio de Relaciones Ex­ teriores de Ecuador. Academ ia N acional de Historia. Banco Central del Ecuador. Casa de la Cultura Ecuatoriana. C orporación E ditora Nacional. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (M a­ drid). Universidad EAFIT. Escuela N acional de Antropología e Historia. Fondo de Cultura Económ ica. Facultad Latinoam ericana de Ciencias Sociales, Se­ de Ecuador. 15

A

IE P IFE A PIEB PUCE PUCP SE E H A UAM-C UASB-E U NED UNM SM

16

b r e v ia t u r a s

Instituto de Estudios Peruanos. Instituto Francés de Estudios Andinos. Fundación para la Investigación Estratégica en B o ­ livia. Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Pontificia Universidad Católica del Perú (Lim a). Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos A m e­ ricanos. Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa. Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Universidad Nacional de Educación a Distancia (M a ­ drid). Universidad Nacional M ayor de San Marcos.

IN T R O D U C C IÓ N En 1922 se celeb ró el cen ten ario de la B atalla de P ich in ch a, un ritual cívico que representaba la puesta en escena de la "era de las co n m em oracion es" en Ecuador. Las actividades centrales de record a ción colectiva de este a con tecim ien to h istórico tu­ vieron lu gar en Quito. E l G ob iern o, el M u n icip io y num erosas instituciones culturales, educativas y la o p in ió n p ú b lica se v o l­ caron con tesón a prep arar la efem érid e. L a prensa de la época registró el descollan te interés que instituciones e in d ivid u os de m uy diversa p ro ced en cia social c o n ced iero n al aniversario. Según el rela to h istó rico n a cion a l d ecim o n ó n ico , la b ata­ lla que se lib ró en las laderas d el v o lc á n P ich in ch a el 24 de m ayo de 1822 fu e la m ás céleb re p o rq u e su v ic to ria asegu ró la in depen den cia d efin itiva d el país y con solid ó, de m an era d e c i­ siva, el avan ce del p ro y e c to lib e ra d o r de S im ó n B o lív a r en Sudam érica. E l "v e n c e d o r” de P ich in ch a fu e A n to n io José de Sucre, el m ás cercan o lu garten ien te d el libertador, así c o m o el artífice de la v ic to ria m ilita r de A yacu ch o (1824), que d e te rm i­ nó el curso fin a l de la in d ep en d en cia en la re g ió n .1L a h is to rio ­ grafía d e c im o n ó n ic a de los países andinos co in cid ía en p re ­ sentar a S u cre c o m o el m ás virtu o so de los héroes del pan teón independentista, y su d ep lo ra d o y n o aclarado asesinato, ocu ­ rrido en ju n io de 1830, unos m eses antes de la m u erte de B o lí­ var, generó un agitado debate p o lítico e intelectual en diferentes países. N o obstante, hasta 1900, el lu gar de su tum ba perm an e­ ció cubierto p o r un velo de m isterio. Tres Estados habían decla­ rado el interés de custodiar oficialm ente sus restos: V en ezu ela reclam ó que era la p atria de su n a cim ien to; B o liv ia argu m en ­ tó que fu e su p rim e r p resid en te repu blican o; y, finalm ente, E cu ador v in d ic ó qu e Sucre h ab ía e s c o g id o Q u ito c o m o lu ga r de su retiro p o lític o antes de su m uerte.

1 P ed ro F e rm ín C evallos, R esum en de la H is to ria del E c u a d o r desde su o rijen hasta 1845 (L im a : Im p re n ta d el E stado, 1870). 17

El

c u l t o a l a n a c ió n

E n el con texto de la c o n m e m o ra c ió n de 1922, la batalla y los restos d el h éroe se v o lv ie ro n una m ism a cosa. Unas s e m a -: ñas antes de la celeb ra ció n oficial, la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria p ro v o c ó un risp id o debate m ed ia n te el en vío de una carta p ú b lica al presiden te de la R epú blica, el lib era l José Luis Tam ayo, im p u gn an d o tajan tem en te el p ro y e c to de trasladar los restos m ortales de Sucre desde la C atedral m etropolitan a,; en d on d e yacían desde 1900, h acia una cap illa u bicada en la E scu ela M ilitar. E l G o b iern o de Tam ayo ten ía la in ten ción de c o n v e rtir ese traslado en una p ro cesió n c ív ic a y en un n ú m ero cen tral de la co n m em o ra ció n . N o obstante, la A ca d em ia c o n ­ sid erab a que el traslado con stitu iría “un h ech o de inaudita p ro fa n a c ió n de las veneradas cenizas d el p ro cer". L a carta sosten ía que la d ecisión adoptada en 1900 seguía sien do en te­ ra m en te válida: a falta de un m o n u m en to a cord e co n la d ig n i­ d ad d el héroe, d eb ía respetarse “la volu n ta d de la nación, m a ­ n ifesta d a en el sen tim ien to gen eral [d e q u e] [...] la C atedral de Q u ito, an tigu o y v en era d o m o n u m en to h istó rico y e n c a m a ­ c ió n de las viejas tra d icion es del p u eb lo es el m ás a p ro p ia d o lu g a r para gu ard ar las cenizas del v e n c e d o r de P ich in ch a ” .2D e acu erd o a la A cad em ia, esta d ecisión fu e un d esign io de m o n ­ señ or F e d e ric o G o n zá lez Suárez, fu n d a d o r de los estudios his­ tó ric o s en el país y uno de los in telectu ales m ás reputados, quien, p recisam en te en 1900, fu e el en cargad o de d ep ositar a qu ella urna fu n eraria d en tro de la Catedral, en el m a rco de una solem n e cerem o n ia p resid id a p o r las m áxim as a u torid a ­ des d el G o b iern o y el cu erpo d ip lo m á tico . L a co n m e m o ra c ió n de la B atalla de P ich in ch a in vo lu cró un a m p lio esp ectro de sectores sociales. A dem ás de la A c a d e ­ m ia de la H is to ria y otras doctas entidades, una gam a de o rg a ­ n iza cio n es sociales de diverso tipo, asociacion es culturales, p e rió d ic o s y revistas de distintos lu gares del país, la Iglesia, lo s m u n icip io s y las escuelas se in teresa ron en el tem a. L o s g re m io s de trabajadores in clu yeron en sus agendas de d iscu ­ sió n el tem a de la p a rticip a ció n en la efem érid e. G a b riel S al­ vador, un artesano esp ecia liza d o en la fu n d ició n de m etales, 2 C o m u n ica ció n de la A c a d em ia al p resid en te de la R ep ú b lica , 11 de ab ril de 1922, P r im e r L ib r o de D ocu m en tos y C o m u n ica cio n es de la A ca d em ia N a ­ cio n a l de H isto ria , 131-135, A rc h ivo -B ib lio teca de la A c a d e m ia N a c io n a l de H isto ria , Q u ito. V er ta m b ién E l C o m e rcio , 12 de a b ril de 1922: 1. 18

I

n t r o d u c c ió n

tom ó la in icia tiva de en viar una carta a uno de los principales periódicos de Q u ito, critica n d o la u bicación inadecuada que el m on u m en to a Sucre m an ten ía en una de las plazas de la ciudad. A p ro v e c h ó la ocasión paira h acer n otar que la p osición del b razo d erech o de la estatua era "m o tiv o de la censura uni­ versal” , p o rq u e en v e z de apuntar hacia la cum bre del P ich in ­ cha, “en d on d e h ace cien años se co n firm ó la In d ep en d en cia” , se d irigía h acia unas vivien d as insignificantes. Consideraba tam bién que el pedestal que sostenía la estatua era del todo inapropiado y o fre c ía sus servicios profesionales, de m anera gratuita, en el caso de que se acepte refo rm a r el m on u m en to.3 En el a n iversario de 1922 se pu ede observar el en trelaza­ m iento del discu rso h istórico, el ritu al social y el patriotism o. Todo esto fo rm a parte de una con stru cción social y cultural que echa m an o d el c o n o c im ie n to h istórico disponible, o rga n i­ za una litu rgia c ív ic a en la esfera pública, y apela al senti­ m iento social e in d ivid u a l de a m o r y lealtad a la patria, un re­ curso m o ra l que se presenta co n aire incuestionable. Así, el escrutinio de este an iversario p e rm ite id en tificar algunos de los prin cipales com p on en tes del p ro b lem a de estudio. ¿Qué registros del p asado se v o lv ie ro n significativos m ed ian te las con m em oracion es? ¿Qué lu ga r ocu paba el saber h istó rico y la figura del h is to ria d o r en esa rela ción ? ¿Qué narrativas d el pa­ sado represen taron las co n m em oracion es? ¿Q uién y a partir de qué m ed io s g a n ó au torid ad y legitim id a d para h ablar en n om bre del pasado y del interés co lectivo del presente? ¿Cuál fue el p ap el que la Ig le s ia y la re lig ió n ju garon fren te al p a trio ­ tism o, la m e m o ria y la nación? ¿Q ué rol cu m p lió el E stado en este p roceso y cuáles fu ero n los d esafíos que la secu larización de la socied ad en fren tó en el co n texto de la elab ora ción de la m em o ria n acion al? ¿Cuál fu e la rela ció n entre relato h istóri­ co, m em o ria e id en tid a d nacion al? ¿Quiénes debían record ar y olvid a r qué (y a través de qué m e d io s ) para in tegrar la co­ m unidad de m e m o ria llam ad a Ecuador, y quiénes d eterm in a­ ron los con ten id os de dich a m em o ria ? Las co n m em o ra cio n es cívicas del p erío d o fu ero n rituales m asivos que in cu lcaron un sign ifica d o com p a rtid o sobre el presente y el pasado, y d esp ertaron y m od elaron , al m ism o 3 E l C o m e rcio , 14 de a b ril de 1922: 2. 19

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l c u lt o a l a n a c ió n

tiem p o, una em o tivid a d o su bjetividad d eterm in a d a en el pú- ] b lic o participante. L os debates h istoriográ ficos de la ép oca se ven tilab an n o solo en p u b licacion es esp ecializadas, sino tam bién en la prensa local. E n vista de que el E cu a d o r del p e río d o era un país diverso, atravesado p o r fracturas, tensiones y asim etrías sociales, las d iferen cias de clase, étnicas y region ales p lan tearon un desafío co m p lica d o a tod os los im a gin eros de la nación. L a nacien te in vestiga ción h istórica, las c o n m e m o ­ raciones y las pugnas p o r d efin ir o red efin ir el p ro y e c to n a c io ­ nal se im b rica ro n de una fo rm a peculiar, c o m o p arte de un m ism o proceso. Este lib ro exam in a las m aneras en que se rep resen tó el p a ­ sado en E cu a d o r entre 1870 y 1950, ap roxim ad am en te. D u ­ rante el lapso de estudio, la h istoria y la m e m o ria de la n a ción ad q u irieron una relevan cia p o lític a y cultural n otable. E ste in ­ terés se h izo patente en m ú ltiples y variad os ám bitos. E n el “orb e de las letras", p o r ejem p lo, se gestó un tip o de relato d e­ d icad o a in vestigar y n arrar el pasado, del cual se d esp ren d ió un con ju n to de im ágenes históricas que a lca n za ron acep ta­ ció n social y oficial, y pasaron a fo rm a r parte d el u n iverso de la cultura. E n el espacio pú blico, de m an era paralela, se re g is ­ tró la p resen cia activa de un m o sa ico de actores de la s o c ie ­ dad civil (intelectu ales, asociacion es culturales, in stitu cion es educativas, Ig lesia católica, g rem io s laborales, p ren sa) que ju n to a delegados de diferen tes aparatos del E stado cen tral y lo c a l (m u n ic ip io s ) con flu yeron en la tarea de exaltar el recu er­ do co lectivo de la tra yectoria de la nación. L o s factores que m o d ela ro n la ela b o ra ció n de los m etarrelatos h istóricos n acionales p ro v in ie ro n del u tilla je in telectu al y las fuentes docu m entales disponibles, así c o m o de con sen ­ sos y disensos ven tilad os en la "rep ú b lica de las letras” y en la esfera social, en los ám bitos lo ca l y transnacional. A l m ism o tiem p o, refra cta ron el em p o d era m ien to y la su b ord in a ción de unas voces sobre otras, la v is ib ilid a d y el m en o sp recio de d e­ term in ados fra gm en tos del pasado. L a o p in ió n p ú b lica del p e ­ río d o fu e un espacio cru cial en que se con stru yeron , re p rim ie ­ ro n y n eg o cia ro n las represen tacion es de la nación. L a asign ación de un d eterm in ad o sen tid o al pasado fu e una o p e ­ ra ció n de disputa de p o d e r y, p o r lo tanto, una a ctivid a d cultu­ ral y p o lític a a la vez. i

20

I n t r o d u c c ió n

L a m agn itu d del tem a de estu dio exige que esta in vestiga­ ción recorte de alguna m an era su vasto o b jeto de análisis. Este lib ro em p la za su m ira d a en dos ám bitos centrales en los que se ela b oró la rep resen tación h istórica de la nación. E l p ri­ m ero fue de ín d o le discu rsiva y el segundo co rresp o n d ió a una práctica social. P o r esta razón , se in vestigan la p ro d u cció n de las narrativas h istóricas y la escen ificación de las co n m em o ra ­ ciones públicas d el p erío d o . A m bas actividades fu ero n tejidas política, social y cu ltu ralm en te de fo rm a in terdepen dien te.

E n f o q u e d e a n á l is is

¿Qué clase de in stru m en tal con cep tu al em p lea esta in vestiga­ ción y en qué m a rco de re fe re n c ia in scribe su elab oración ? Este trabajo to m a c o m o pu n to de p artid a (o fu ente de in sp ira­ ción) un con ju n to de perspectivas y con trib u cion es que abor­ dan tres aspectos centrales: la d im en sión cultural d el p roceso de con stru cción de la id en tid a d n a cion a l y los m ecan ism os que operan en su d efin ición , la h istoria in telectu al de la escri­ tura histórica, y la h istoria cultural de las con m em oracion es. A continuación, a b o rd o cada uno de estas cuestiones. L a p regu n ta acerca de c ó m o se con stru yeron las naciones en H isp a n oam érica, según la fo rm u la c ió n y las coorden adas del debate que p ro p o n e el h is to ria d o r Tom ás P é re z Vejo, sitúa en p rim er p lan o d el análisis a la d im en sión cultural.4 E n el 4 Tom ás P é re z V ejo, "L a co n stru cció n de n acion es c o m o p ro b le m a historiográfico: E l caso d el m u n d o h isp á n ico". H is to ria M exica n a 53, N o . 2 (oct.dic. 2003): 293. E n A m é ric a Latin a, al igu a l qu e en o tros lugares, la in flu en cia de los trabajos de B e n ed ict A n d erso n y E ric H o b sb a w m sobre e l estu dio de la nación y el n a c io n a lism o fu e im p orta n te. A m b o s co n ceb ía n la n a ción co m o un "artefacto cu ltu ral” y una "tra d ició n in ven tada", respectivam en te, y c o n ese m arco de análisis m o v ie r o n e l cu rso del d eb ate h acia el á m b ito d el discu rso y la creación de sign ificad o. B e n ed ict A n d erson , C om unidades im aginadas: R e­ flexiones sobre el origen y la d ifu s ió n del n a cio n a lis m o , trad. E d u a rd o L . Suárez (M é x ic o DF: FC E, 1993 [1 9 8 3 ]); E ric H o b sb a w m , "In tro d u cció n : L a in ­ ven ción de la tra d ic ió n ” . E n L a in v e n c ió n de la tra d ició n , ed. E r ic H o b sb a w m y Terence R a n g e r (B a rcelo n a : C rítica, 2002 [1983], 7-21. L a re fe re n c ia d el g iro cultural que fa vo rec en lo s autores an otados p ro vie n e de G e o ff E le y y R o n a ld G rig or Suny, “In tro d u ction : F ro m th e M o m e n t o f S o cia l H is to ry to th e W o rk o f Cultural R ep resen ta tion ” . E n B e co m in g N a tio n a l: A Reader, ed. G e o ff E le y y R. G. Sun y (O x fo rd : O x fo rd U n iv ersity Press, 1996), 6. H a y una a m p lia y va21

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c u l t o a l a n a c ió n

n o ved o so in ven tario de in vestiga ción que él p ro p o n e para res­ p o n d e r al d esafío h isto rio g rá fico de in vestiga r este p roceso, en un m a rc o co m p a ra tivo de la h istoria d el n acion alism o, se in ­ clu ye la cuestión rela tiva a la m an era c o m o se elaboró, d ifu n ­ d ió y asim iló la h istoria nacional. L a cen tralid ad que el autor o to rg a a este punto le lleva a a firm ar que "u n a n ación es sólo la fe en un rela to que nos d ice quiénes som os, quiénes son nuestros antepasados y quiénes no. U n rela to cap az de crear una com u n id ad de vivo s y m u ertos” .5 P o r su parte, N ic o la M i­ ller, en su evalu ación de la h is to rio g ra fía d el n acion a lism o en A m é ric a Latina, ta m b ién con vien e en que los tem as de h isto­ ria, m e m o ria y co n m e m o ra c ió n p asaron a con stitu ir una lín ea p ro m e te d o ra de la in vestiga ción de la fo rm a c ió n n acion al.6 Precisam ente, para rastrear la m an era en que se instituye esa com u n id ad de recu erdo, acudo a la reflex ió n del h istoria­ d o r Prasen jit D uara y, de m anera específica, a su en foqu e res­ p e c to a los m ecan ism os de reela b ora ción y coh esión de la id en tid ad nacional, a p a rtir de la m o v iliz a c ió n de relatos y r i­ tuales. D istanciándose de perspectivas perennialistas, m od er­ nistas y posm odernistas, este autor con sidera que la iden tidad n acion al n o es el resultado de una acu m u lación de elem entos culturales com unes o de la a sim ilación de una “tra d ición in ­ ven tad a” , sino m ás b ien "el espacio en que m u y diferentes v i­ siones de la n ación co m p iten y n egocia n entre sí” . L a fo rm a y el con ten id o que la id en tid ad n acion al adopta, depende en ton ­ ces, del p roceso de "im p o s ic ió n de una narrativa histórica" que fija una trayectoria singular de p ro ced en cia para una com u n i­ dad dada, la cual entra en pu gna con otras versiones existen­ tes. Así, los discursos nacionalistas, los relatos h istóricos y, otras representaciones del pasado se con vierten en arenas de afirm ación , refu ta ción y/o rep resión de diferen tes vision es de la nación. D uara asevera que la im p o sició n de una narrativa' m agistral sobre un con texto sociocu ltu ral específico genera,' prin cip alm en te, el efecto de tran sform ar las percep cion es que u n a com u n idad tien e sobre sus fron teras internas y externas. lio s a b ib lio g ra fía crític a d e C om unidades im aginadas qu e n o cabe p o rm e n o ri­ z a r aquí. 5 P é re z V ejo, “L a co n stru cción de n acion es , 298. 6 N ic o la M iller, “T h e H isto rio g ra p h y o f N a tio n a lis m and N a tio n a l Id en tity in L a tin A m erica ", N a tio n s and N a tio n a lis m 12, N o . 2 (abr. 2006): 201-221. 22

I n t r o d u c c ió n

Esto da lu gar a que ciertos elem en tos de la narrativa nacional sean percibidos c o m o p rin cip ios constitutivos de una com u n i­ dad. Con el ob jeto de exam in ar los procesos sociales de crea­ ción de significado de la identidad nacional, considero oportuno adoptar la diferen ciación que este autor introduce al considerar, de un lado, los discursos y, de otro, las prácticas sociales. Esta separación perm ite rastrear de m ejo r m anera los procesos de im posición y contestación antes anotados.7 Para p o d e r d iscern ir la in terrelación entre los discursos eruditos y las p rácticas cerem on iales sobre el pasado, en este libro se exam in an de m an era diferen ciad a, aunque interrelacionada, dos p rocesos sociales y culturales que ocu rren sim u l­ táneam ente en la exp erien cia ecu atoriana (y sudam ericana, en general): la fo rm u la c ió n de los grandes relatos históricos de la nación y el in ic io de la in stitu cion alización d el saber his­ tórico, y la puesta en escena de un conjunto de co n m em o ra ­ ciones dedicadas a celeb ra r el pasado nacional. L a gestación de los p rim ero s m etarrelatos sobre el pasado nacional y la u lte rio r in stitu cion a liza ción del saber h istórico ocurrieron en E cu a d o r grosso m o d o en dos m om en tos sucesi­ vos. E l p rim e ro co rresp o n d ió al a p arecim ien to del letrado au­ todidacta so lita rio qu e h izo de la escritura h istórica una d ed i­ cación in telectu al particular, durante el ú ltim o tercio del siglo X IX . E n el segundo, en cam b io, tu vo lu gar el afian zam ien to de la in vestiga ción h istórica d en tro del cam po cultural a par­ tir del trab ajo de la figu ra d el a ca d ém ico diletante, un tip o de experto tam b ién autodidacta, p ero esta v e z integrante de una sociedad docta, que se d esarrolló durante el transcurso de la prim era m itad del s iglo X X . Para ilu strar am bos m o m en to s con vien e re fe rir que, entre 1890 y 1903 se p u b lica un trab ajo d e notable erudición: la H is­ toria general de la R ep ú b lica del E cu a d or, de F ed erico G on zá ­ lez Suárez, co m p u esto de siete volúm enes. Este autor, un sa­ cerdote letrado, ju e g a un ro l fu ndam ental en la con d u cción de la Iglesia ca tó lica y, al m ism o tiem p o, es un d in a m iza d o r cru­ cial de los estudios h istóricos. E n 1905 es designado arzob is­ po y, en 1909, una de las fechas de con m em o ra ció n de la Inde7 Prasenjit Duara, "H is to ric iz in g N a cio n a l Identy, o r W h o Im agin es W hat and W h en ” . E n B e co m in g N a tion a l, 152-168. Esta y las dem ás traducciones del inglés al español qu e n o señalan un traductor, son mías. 23

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pen d en cia ecuatoriana, o rga n iza la S o cied a d E cu atorian a de E studios H istóricos A m erican os, la p rim e ra socied ad letrada dedicada a esta m ateria, n ú cleo in telectu al de la u lterio r A c a ­ d em ia N a cio n a l de H istoria. Tanto el ascenso a la más alta d ign id ad de la jera rq u ía eclesiástica c o m o la p rim era in ic ia ti­ va de in stitu cion alizar el estudio de la h istoria suceden en el m a rco del p roceso de secu larización del aparato estatal, que im p o n e la tra n sform a ción lib era l en el poder, desde 1895, y la intensa lucha p o lític a que le rod ea hasta a lred ed o r de 1912.8 Posteriorm ente, cuando la Iglesia y sus partidarios acepta-; ron su retiro de lo pú blico estatal y las batallas p o r la seculari­ zación se trasladaron al cam po cultural, en m ed io del apareci­ m ien to de nuevas ideologías políticas (socialism o, com u n ism o) y de la recon figu ración del cam po cultural, a p artir de la o rga ­ n ización de nuevas sociedades literarias y la in trod u cción de saberes antes n o cultivados (S o cio lo gía , A rqu eología, S ico lo ­ gía), tuvo lu gar la instauración de la A ca d em ia N a cio n a l de H istoria, en 1920, un paso que aseguró la in stitu cion alización de la investigación histórica. Esta sociedad p u b licó su B oletín, la p rim era revista especializada en historia.9 L a con form a ción de la A cad em ia N acion a l de H istoria fue un prod u cto y, a la vez, un fa ctor del contexto cultural descrito. E n este nu evo es­ cenario se abrió paso un em ergente debate d ed icad o a exam i­ nar el prob lem a indígena, c o m o parte central de la disputa so­ bre la defin ición del p royecto nacional. M ed ian te el em p leo del lenguaje de razas, M ercedes P rieto afirm a que los nuevos sabe­ res, in clu ido el generado p o r la A ca d em ia de H istoria, constru­ yeron la im agen del in d io en térm inos de una "ra za ven cid a ".10 8 E n riqu e Ayala M ora, H istoria de la R e v o lu ció n liberal ecuatoriana (Q uito: C E N / T E H IS , 1994); Santiago Castillo Illin gw o rth , La Iglesia y la R e v o lu c ió n li­ beral (Q u ito: BCE, 1995); K im Clark, La obra redentora: E l ferroca rril y la na ción en Ecuador, 1895-1930, trad. Fernando L a rrea (Q u ito: U A S B -E / C E N , 2004. 9 E n 1918 a p a reció el B o le tín de la Sociedad E cu a to ria n a de E stu d ios H is ­ tó rico s A m erica n o s, y a p a rtir de 1920 se tra n sfo rm ó en B o le tín de la A cadem ia N a c io n a l de H istoria . E n adelante, solo en las notas d e p ie de p á gin a con sta­ rán c o m o B S E E H A y B A N H , respectivam ente. 10 M ercedes Prieto, Liberalism o y tem or: Im aginand o los sujetos indígenas en el E cu a d o r poscolonial, 1895-1950 (Q u ito: F L A C S O -E / Abya-Yala, 2004), espe­ cialm ente el sugerente cap. 2: "L a in ven ción cien tífico social de una ra za ven ci­ da, c. 1900-1930” . S obre un tem a sem ejante v e r M a u ro V ega Bendezú, Discursos sobre “raza” y nación en Colom bia, 1880-1930 (Cali: U niversidad del Valle, 2013). 24

I n t r o d u c c ió n

A lo la rg o de las décadas de 1920 y 1930 la situ ación so­ cial del país se tra n sfo rm ó drásticam en te. C o m e n zó un ciclo de protesta social e im p u g n a ció n de la a u to rid a d patriarcal, expresado en la fo rm a c ió n y p o litiz a c ió n de la clase ob rera urbana y la o rg a n iza c ió n cam p esin a e in d ígen a, ju n to a la id eo lo g iza ció n de los sectores m edios. L a irru p c ió n de los de abajo y la crisis e c o n ó m ic a c o n v e rg ie ro n en un lap so de acen ­ tuada in estab ilid ad p o lítica , in terven cion es m ilita res y un en­ sayo de corte popu lista, tod os m arcad os p o r la p reem in en cia que la “cu estión s o cia l" a d q u irió en la escena p ú b lica .11 U lte­ riorm ente, en 1941, el E c u a d o r se v io en vu elto en el m o m e n ­ to más d ra m á tico de un secu lar c o n flic to lim ítr o fe con e l P e­ rú. Los ep isod ios de la o c u p a c ió n de la zo n a sur d el país p o r parte del E jé rc ito p eru an o y la p o s te rio r firm a d el P ro to c o lo de L ím ites, en R ío de Janeiro, en 1944, que estab lecía la pér­ dida de acceso d ire c to al cau ce d el r ío A m a zon a s, sacu dieron p rofu n dam en te la rep resen ta ció n que se h abía d ifu n d id o de la n ación y alen ta ron el tro p o de "la m u tila ció n te rrito ria l” en los relatos nacion ales. Todas estas tra n sform a cion es y desafíos con stitu yeron la base m aterial de una serie de red efin icion es sim b ólicas que condujeron a in te rro g a r el co n ten id o y las fron teras sociales y étnicas que la id en tid a d n a cion a l poseía. L a "ecu a to ria n id a d ” se con virtió en un tem a de recu rren te atención. L a historia, en cuanto in terp reta ción d el pasado, pasó a ser un in gredien te central en esta am p lia discu sión social. D iferen tes círcu los in­ telectuales y p o lític o s d eb a tiero n lo que con sid era ron los c o m ­ ponentes esenciales de la id en tid a d nacional, y los integrantes de la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria ju garon , al respecto, un papel tan im p orta n te c o m o p o c o elu cidado. D os de aquellas form acion es discursivas fu ero n el in d igen ism o y el hispanis­ mo. M ien tras el p rim e ro se exp resó p rin cip a lm en te en lo s d o­ m inios del ensayo de co rte s o c io ló g ico -h istó rico , en la lite ra ­ 11 Juan M aigu ash ca, "L o s sectores subalternos en los años trein ta y el aparecim ien to d el vela sq u ism o ” . E n Las crisis en el E c u a d o r: L o s treinta y ochenta, ed. R o s e m a ry T h o rp (Q u ito : C E N / C entro de E stu dios L a tin o a m e ri­ canos-U niversidad de O x ford , 1991); G u illerm o Bustos, "L a p o litiz a c ió n del ‘p roblem a o b re ro ’ : L o s tra b a ja d o res qu iteños entre la id en tid a d ‘p u eb lo ’ y la identidad ‘clase’, 1931-1934". E n Ciudadanía e identidad: A n to lo g ía de Ciencias Sociales, ed. S im ó n Pach an o (Q u ito: F L A C S O -E , 2003). 25

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l c u l t o a l a n a c ió n

tu ra y la plástica, el segundo fu e m eticu losam en te cultivado en la in vestiga ción h istórica .12 P o r su parte, el discurso del m estiza je se articu ló al rela to h istórico un p o c o m ás tarde, a p a rtir del d ecen io de 1940.13 E l interés de exam in ar las narrativas históricas hispanista^ es relativam en te reciente. L o s casos m ás estudiados a este res­ p e c to son M éx ico y España. L o s trabajos de A im e r G ranados y Tom ás P érez Vejo, para el prim ero, y D avid M arcilhacy, para el segundo, o frecen penetrantes análisis sobre los significados contrapuestos que se asignaron a la presencia de España en el deb ate acerca de la con stru cción nacion al en M éxico; así com o el p a p el del h ispan oam erican ism o d en tro de la construcción d el n a cion a lism o español.14E n el caso ecuatoriano, en cam bio, el estu d io del hispanism o fu e dejado de la d o con desdén por h a b er sido p ercib id o c o m o una expresión del atavism o conser­ vad or.15 B a jo el im pu lso de la nueva h istoria cultural e intelec­ tual y d elim itan d o el análisis a las prim eras décadas del siglo X X , el h ispanism o ecu atorian o em p ezó a ser in vestigad o.16 En 12 E n 1922 circu ló la p rim era ed ición de E l in d io ecu a toria n o de P ío Jaram illo A lvarado, la p rim era o b ra socio lóg ico-ju ríd ica del pen sam ien to in dige­ nista. E n co m b in a ció n con el realism o social, el in d igen ism o en con tró terreno fé rtil en la plástica y la p rod u cción literaria, ám bitos que alcan zaron notable p ro y e c c ió n y recon o cim ien to in ternacional. Autores c o m o Jorge Ic a za y D em e­ trio A g u ilera M alta, pin tores co m o E du ard o K in g m a n y O svaldo G uayasam ín en tre otros p rod u jeron den tro de este registro p o lítico, in telectu al y artístico. 13 G u illerm o Bustos, "C la ve del relato h istó rico de A lfre d o P a re ja Diezcan seco: H eren c ia colon ia l. R e v o lu c ió n lib era l y m e stiza je” , K ip u s, N o . 24 (II sem . 2008). S ob re el m e stiza je c o m o discurso de id en tid a d n acion al, v e r De A ta h u a llp a a C u a u h tém oc: L o s n a cion a lis m os cultura les de B e n ja m ín C a rrió n y José V asconcelos, ed. Juan Carlos G rija lva y M ic h a e l H a n d elsm a n (Pittsburgh: U n iv ersid a d de Pittsbu rgh / M u seo de la C iu dad de Q u ito, 2014). 14 A im e r G ranados, Debates sobre España: E l hisp a n oa m erica n ism o en M é­ x ic o a fines del siglo X I X (M é x ic o D F: E l C o leg io de M é x ic o / U A M -C , 2005); Tom ás P é re z Vejo, España en el debate p ú b lic o m exicano, 1836-1867: A p orta cio­ nes para una historia de la n a ción (M é x ic o DF: E l C olegio de M éx ico / E N AH , 2008); D a vid M arcilhacy, Raza hispana: H ispanoam ericanism o e im agina rio na­ c io n a l en la España de la R estauración, trad. M o n iq u e P en ot (M adrid: CEPC, 2010 ). 15 A gu stín Cueva, "L itera tu ra y so cied a d en el Ecuador, 1925-1960” , R evis­ ta Ib e roa m erica n a LTV, N o . 144-145 (ju l.-dic. 1988): 637. 16 G u illerm o Bustos, “E l h ispan ism o en el E cu a d o r". E n E cuador-E spaña: H is to ria y perspectiva, ed. M a ría E len a P orras y P ed ro C a lvo -S otelo (Quito: E m b a ja d a d e E sp añ a en E cu a d o r / A H M R E E , 2001); E rn esto C apello, "H isp a ; 26

I n t r o d u c c ió n

este lib ro exam in o el lu gar que se con ced ió al legado de Espa­ ña en los im agin arios nacionales de Ecuador. Las narrativas h istóricas p ro vey ero n los insum os y la orientación p rim o rd ia l p a ra im a g in a r el pasado de la nación. Para an alizar la hechura in telectu al y cultural de estos relatos, así com o el ca rácter d el letrad o que recla m ó la au toridad de hablar sobre el pasado, se p recisa exam in ar las condiciones de p osib ilid ad de la escritura histórica. C on este fin a p elo al concepto de “ o p era ció n h isto rio grá fica ” de M ich el de Certeau que p erm ite considerar, de m an era interconectada, el “lugar social" desde el que se ela b o ra el relato, las prácticas eruditas que gob iern an su p ro d u c c ió n y la n aturaleza de la escritura que representa al p asad o.17 A l m ism o tiem po, el exam en del proceso de in s titu c io n a liza ció n de la in vestigación histórica necesita de la referen cia que p ro vee la teo ría de los cam pos intelectuales de P ie rre B ou rdieu . Según esta, un cam po se ca­ racteriza p o r fu n cio n a r de acu erdo a reglas y desafíos específi­ cos, posee una a u ton om ía relativa e incentiva la com peten cia entre sus p articipan tes p ara apropiarse del capital sim b ólico que gen era.18 Esta in d a g a ció n busca elu cidar de qué m anera se constituyó un ca m p o h isto rio grá fico en el caso ecu atoria­ no. ¿Qué con ven cion es h istoriográficas fu eron em pleadas en las obras de los in tegran tes de la A cad em ia de H istoria? ¿Quiénes eran los a cad ém icos, cuáles fu eron sus fuentes inte­ lectuales y c ó m o se rela cio n a ro n co n otras com unidades cien­ tíficas? ¿Cuál fu e la re la c ió n de la agenda de in vestigación his­ tórica con la secuencia de las con m em oracion es? E l cam p o de la h istoria de la h isto rio gra fía de los siglos X IX y X X se ha d ed ica d o a a n a liza r la fo rm a c ió n m od ern a del saber h istórico y el en tram ad o institu cion al que lo h izo posinism o casero: L a in ven ció n d el Q u ito h ispan o” . Procesos, N o . 20 ( I I sem. 2003-1 sem. 2004); G u illerm o Bustos, “L a h isp a n iza ció n de la m e m o ria pú bli­ ca en el cu arto cen ten ario de fu n d a ció n d e Q u ito". E n E tn icid a d y pod er en los países andinos, com p . C h ristian Büschges, G u illerm o Bustos y O la f K a ltm e ie r (Q uito: U A S B -E / U n iversid a d d e B ie le fe ld / C E N , 2007); E rn esto C apello, City at the Center o f the W orld: Space, History, an d M o d e m ity in Q u ito (Pittsburgh: U niversity o f P ittsb u rgh Press, 2011), cap. 3. 17 M ic h e l de Certeau, L a escritu ra de la h istoria, trad. Jorge L ó p e z M o c te ­ zum a (M é x ic o DF: U n iversid a d Ib ero a m erica n a , 1993), 67-118. 18 P ierre B ou rd ieu , Cosas dichas, trad. M a rg a rita M iz ra ji (B a rcelon a : Gedisa, 2000), 143-151. 27

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c u lt o a l a n a c ió n

ble. E n años recientes, la h istoria de la h istoria d ejó de ser un tem a m a rgin a l y pasó a con vertirse en un ca m p o flo recien te y en expansión, tanto en el m u n do m etro p o lita n o c o m o en A m é ­ rica Latin a y España. E l avance o cu rrió p rin cip a lm en te en dos ám bitos. E l p rim ero, rela cio n a d o con la tra yectoria interna de la in d a ga ción histórica c o m o una ram a d istin tiva del con ocim ien to; h u rgan do en las con ven cion es, m étod os y fu en ­ tes que em pleó, así c o m o en los autores y lectores de estas obras, en las tendencias de la escritura y en los tipos de pensa­ m ien to histórico, en los procesos de in stitu cion alización y pro-; fesion alización que defin ieron la disciplina. E l segundo, en cam bio, exam ina el am plio conjunto de ideas que se interrelacion aron con el itin erario del saber histórico, entre las que des­ tacan el n acion alism o, el p rogreso, la d em ocracia, el o rd en y la civiliza ción , y los m ú ltiples usos p o lític o s y culturales que se efectu aron de las im ágen es del p asad o.19 ¿A qué se debe el interés que despierta la h istoria de la his­ toria? U no de los factores que explica este em p eñ o se debe al "g iro reflexivo” que envuelve a las hum anidades y las ciencias sociales contem poráneas.20 Este rasgo in trospectivo proviene de la investigación sobre la construcción intelectual y social del saber histórico. O tra razón se desprende del p oten cial analítico que brinda la pesquisa de las m últiples apropiacion es que de la escritura histórica y sus im aginarios se realiza en el cam p o cul­ tural y sim bólico. E n este punto cabe anotar que resulta revela­ dor, p o r ejem plo, el exam en de los usos y apropiacion es de la h istoria para legitim a r las acciones públicas o políticas que se p rop on en cohesionar a grupos en escalas m u y diferentes.21 E l avance de la h istoria de la h istoria en el á m b ito m e tro ­ p o lita n o se registra m ed ian te una nu trida p ro d u c c ió n de al­ cances com p arativos y glob ales.22 E n el caso latin oa m erica n o

19 E sta b reve ca ra cteriza ción se in spira en: S tu art M a cin tyre, Juan M aigu ash ca y A ttila Pók, “E d ito r’s In tro d u ctio n ” , The O xfo rd H istory o f H istorica l W ritin g, vo l. 4, 1800-1945 (O x fo rd : O x fo rd U n iv ersity Press, 2015); y en el “ P r ó lo g o ” de Jaum e A u rell, C atalina B alm aceda, P e te r B u rke y F e lip e Sosa, C om prender el pasado: Una h istoria de la escritura y el p en sa m ien to h is tó rico (M a d rid : Akal, 2013). 20 C om prender el pasado, 5. 21 V er L a in v e n c ió n de la tra d ició n , 19. 22 V e r una m u estra de este vasto d esarro llo en: G eorg. G. Iggers, H is to rio ­ graphy in the Twentieth Century (H a n o v e r y Lon d res: W esleyan U niversity 28

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o iberoam ericano, este ad elan to to m a cu erp o a través de una y crecien te p rod u cción . U n gru p o de obras o fre c e v i­ siones p an orám icas articuladas a través d el segu im ien to de tendencias p redom in an tes, autores in dividu ales centrales y te­ rn a s que han suscitado interés, enm arcadas d en tro de espa­ cios nacionales particu lares y/o p eríod os específicos.23 Otras se enfocan en exam in ar los itin erarios de determ inados desa­ rrollos historiográficos, corrientes de análisis y problem as par­ t ic u la r e s , sea dentro de m arcos transnacionales o transconti­ nentales.24 U n tercer gru po se com p on e de aportaciones corres­ pondientes al p erío d o colonial, que resultan im prescindibles p a r a entender la escritura de la historia del siglo X IX .25 P o r ú lti­ mo, se cuenta con un con ju n to de obras que exp lora cu estio­ nes relativas a la in stitu cio n a liza ció n y p ro fe s io n a liza c ió n de la historia, la n atu raleza de este oficio, las vertien tes teóricas v a r ia d a

Press, 1997); G eo rg G. Ig gers y E d w a rd W an g, A G lo b a l H istory o f M o d e m H istoriography (H a rlo w : P earson E d u ca tio n L im ited , 2008); S tefan B erger y Chris L o r e n z , ed. N a tio n a liz in g the Past: H istoria n s as N a tio n B uilders in M o d e m Europe (H a m p sh ire: P a lgra ve M a cm illan , 2010); D an iel W o o lf, A G lo b a l H is­ tory o f H istory (C a m b rid g e: C a m b rid g e U n iversity Press, 2011); Lynn H unt, W riting H istory in the G lo b a l E ra (N u e v a Y ork -L on dres: W. W. N o rto n & Com pany, 2014); D a n iel W o o lf, ed. The O xfo rd H istory o f H is to rica l W ritin g, 5 vol. (Oxford: O x fo rd U n iversity Press, 2015). S tefan B e rg e r y C h ristoph Conrad, The Past as H istory : N a tio n a l Id en tity and H is to rica l C onsciousness in M o d e m Europe (Lon d res: P a lg ra ve M a cm illa n , 2015). 23 Jorge O rla n d o M e ló , H istoriog ra fía c o lo m b ia n a : Realidades y p erspecti­ vas (M ed ellín : S E D U C A , 1996); M a n u e l B u rga, La h istoria y los historiadores en el Perú (L im a : U N M S M / U n iversid ad In c a G a rcila so de la Vega, 2005); Cristián G azm u ri, L a H is to rio g ra fía chilena, 1842-1970, t. 1, 1842-1920 (S a n ­ tiago: Taurus / C en tro de In vestig a cion es D ie g o B arros Arana, 2006); F ern an ­ do D evoto y N o r a Pagan o, H is to ria de la H istoriog ra fía argentina (B u en os A i­ res: Sudam ericana, 2009); E n riq u e Ayala M o ra , H istoriog ra fía ecuatoriana: Apuntes para una v is ió n general (Q u ito : U A S B -E / C E N , 2015). 24 M au ricio T en o rio T rillo, A rgucias de la historia: S iglo X IX , cultura y “A m é­ rica L a tin a " (M é x ic o DF: Paidós, 1999); Iván Jaksié, Ven c o n m ig o a la España lejana: Los intelectuales norteam ericanos ante el m u n d o hispano, 1820-1880 (Santiago: FCE, 2007); Palm ira V élez, La H istoriografía am ericanista en España, 1755-1936 (M a d rid : Ib eroam erican a, 2007). 25 D avid A . B radin g, O rbe in d ia n o : D e la m on a rq u ía ca tó lica a la república criolla, 1492-1867, trad. Juan José U trilla (M é x ic o D F: FC E, 1991; E va V elasco M oreno, La R ea l A cadem ia de la H is to ria en el siglo X V I I I : Una in s titu c ió n de sociabilidad (M a d rid : C E P C / B o le tín O ficia l del Estado, 2000); Jorge C a ñ iza ­ res Esguerra, C ó m o es crib ir la h is to ria del N u e v o M u n d o , trad. Susana M o r e ­ no (M éx ico DF: FC E , 2007). 29

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d el pen sam ien to h istórico, la re la c ió n entre m o d ern id a d y co n o c im ie n to h istórico, la con stru cción de represen tacion es de p asado en discursos de diversa ín dole, y la in tera cción entre p olítica s de la h istoria y n acion alism o, etcétera.26 M i interés en el estudio de la h isto rio gra fía n ació de la lee tu ra de Las con ven cion es con tra la cu ltu ra de G erm án Colm e nares, un texto p io n ero en su gén ero que puso el exam en de 1; h istoria de la escritura histórica d ecim on ón ica sudam ericaní en un n ivel hasta entonces insospechado.27 H a cia finales de 1e d écada de 1980, con contadas excepciones, la perspectiva com p artid a de la h istoria y las ciencias sociales sobre los relato« h istóricos d ecim on ón icos estaba m arcada p o r un ampulosc gesto de desdén. P o r lo general, a estos relatos se les adscribÍE una serie de lim itacion es que iban desde el sesgo social de ex presar la visió n de los de arriba hasta circu n scribir las accio nes pasadas b a jo la m irad a de celeb ra ción d el pasado en clav< patriótica. Tal sentido de m en osp recio o desinterés provenía según S ergio M ejía, del im p acto que había ocasion ado el afian za m ien to de la "nueva historia" y la id ea de que se h abía alean za d o un n ivel su perior de com p ren sión del pasado.28 A n te la p regu n ta de "¿Q ué h a cer con las historias pa trias?” , C olm en ares o fre c ió una respuesta a con tra p elo de le qu e asum ía el m u n d o a ca d ém ico de aqu el m om en to. Propuse la tarea de in terrogarlas co n r ig o r y “ exam in ar los m ecan is 26 Ig n a cio P e iró M artín, Los guardianes de la H istoria : La H istoriografía oca dém ica de la Restauración (Z aragoza: In stitu to F e m a n d o E l Católico, 1995) G u illerm o Z erm eñ o Padilla, La cu ltu ra m oderna de la H istoria : Una aproxim a c ió n teórica e historiográfica (M é x ic o DF: E l C o leg io de M éx ico , 2002); Sergi< M ejía , L a rev olu ción en letras: La historia de la R e v o lu c ió n de C olom b ia de Jos\ M a n u e l Restrepo, 1781-1863 (B ogotá : U niversid ad de los Andes / E A F IT, 2007) R en á n Silva, A la som bra de Clío: D iez ensayos sobre H istoria e H istoriografü (M ed ellín : L a Carreta, 2007); Fa b io W asserm an, E n tre C lío y la P o lis : Conocí' m ie n to h istórico y representaciones del pasado en el R ío de la Plata, 1830-1861 (B u en os Aires: Teseo, 2008); M a rk Thum er, E l n om b re del abism o: M editacione sobre la historia de la H istoria, trad. Juan Carlos C allirgos (L im a : IEP, 2012) M ich a el G oebel, L a Argentina partida: N a cion a lis m os y p olítica s de la historia trad. F lorian a B en ed itto (Buenos Aires: P rom eteo, 2013). 27 G erm án C olm enares, Las conven cion es con tra la cu ltu ra : Ensayos sobn la H istoriog ra fía hispanoam ericana del siglo X I X (B o go tá : Tercer M u n d o, 1987) 28 La re v o lu c ió n en letras, 12-15. O tro tra b a jo p io n e ro es el de A lien W oll A F u n c tio n a l Past: The Uses o f H istory in N ineteenth -C en tury Chile (B atoi R o u ge: L o u sian a State U n iversity Press, 1982). 30

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os de su p ro d u cció n y su ra zó n de ser", para lo cual había que iden tificar "las c on ven cion es" p o r m ed io de las cuales fu e­ ron elaboradas. E l o b je tiv o de su in terven ción n o solo fu e re­ conocer la co n trib u ció n de la im a g in ería h istoriográfica en los procesos de fo rm a c ió n n acion al, cuestión de suyo im portante, sino tam bién a b rir “la p o sib ilid a d de reflexion ar teóricam en te sobre el fen ó m en o de las historias patrias” , un desafío a m b i­ cioso y c o m p le jo que ha em p eza d o a ser cavilad o p o r la re­ ciente in vestiga ción h isto rio grá fica .29 ¿En qué m ed id a los historiadores sudam ericanos d ecim o­ nónicos fu eron consum idores de las “convenciones historiográficas" europeas y de qué m an era sus narrativas se relacionaron con los im perativos p olíticos de la época? A partir del exam en de algunos de los m ás im portantes debates historiográficos so­ bre cóm o investigar el pasado, escenificados principalm ente en el Cono Sur, Juan M aigu ash ca asevera que "estos autores no fueron m eros consu m idores de ideas im portadas sino funda­ mentalm ente innovadores". E n vista de que la figu ración del pasado se desarrolló en la intersección de la actividad letrada y la constricción política, los historiadores asum ieron el reto de im aginar un relato para una entidad de tipo republicano, cuya trayectoria id en tifiqu e unos orígen es y despliegue, al m ism o tiempo, un d errotero hacia un tip o de m odernidad deseada.30A este respecto, F ab io W asserm an puntualiza que el rasgo que ca­ racteriza a la escritura del pasado es el de una “escritura som e­ tida a escrutinio público, la que se suponía estaba en con d icio­ nes de p on er orden y fijar el sentido del pasado".31 H asta el m om en to, el análisis de la h isto rio gra fía en E cu a­ dor no se ha articu lad o a la discu sión y al acum ulado de in­ vestigación aqu í expuesto. N o obstante, se cuenta con un con ­ junto eru d ito de a p ro x im a cio n es panorám icas que p roveen visiones de con ju n to sobre autores y obras, y un m ap eo de la 29 Las con v en cion es con tra la c u ltu ra , 11-38, 200. M e re fiero esp ecialm en ­ te a los trabajos de Juan M aigu ash ca, G u illerm o Zerm eño, F e m a n d o D evoto, Fabio W asserm an y S erg io M ejía . 30 Juan M aigu ash ca, "H isto ria n s in Spanish South A m erica : Cross-References b etw een Centre a n d P e rip h e ry ” . E n The O xford H istory o f H istorica l Writing, vol. 4, 1800-1945, ed. Stu art M a cin tyre, Juan M a igu a sh ca y A ttila P ók (O xford: O x fo rd U n iv ersity Press, 2015). Todas las citas que son traducciones del inglés al castellan o son m ías. 31 E n tre C tío y la P o lis , 79. 31

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p rod u cción h istórica loca l y nacional, en fu n ción de períodos, tem as, instituciones específicas, orien ta cion es id eológica s, in­ fluencias de corrien tes de pen sam ien to, y debates locales.32 E n cuanto a la historia cultural de las con m em oracion es, la pregunta básica que pon e en p ráctica esta investigación es có­ m o estudiar las cerem onias públicas de culto al pasado. Este lib ro se prop on e explorar la liturgia, los participantes, los deba­ tes y los fines de las con m em oracion es que se escenificaron en E cu ador entre los decenios de 1880 y 1930. E l lapso que cubre este estudio fo rm a parte de lo que P ie rre N o ra d en o m in ó "la era de las co n m em o ra cio n es” .33 N o in teresa h acer un análisis exhaustivo de todos estos rituales, sino m ás b ien se id en tifica a aquellos que p erm iten ilustrar la clave de este proceso. ¿Qué record ab an las distintas con m em oracion es y qué tip o de ritua­ les o cerem oniales pusieron en m archa? ¿Quiénes las p ro m o ­ v ie ro n y dirigieron , y cóm o el p ú b lico las consum ió? ¿Cuál fue el papel de la op in ió n pública y los m ed ios de com u n icación 32 Estas referen cias correspon d en ú n icam en te a trabajos qu e alu den a la h isto rio g ra fía del siglo X I X y de la p rim era m ita d d el siglo X X : Isaa c J. B a rre­ ra, H istoriog ra fía del E c u a d o r (M é x ic o D F: IP G H , 1956); A d a m S za szd i, ‘‘The H isto rio g ra p h y o f the R ep u b lic o f E cu a d o r” , H A H R 44, N o . 4 (nov. 1964); R o ­ d o lfo A go glia , “E stu d io in trod u cto rio y selecció n ". E n H istoriog ra fía ecua to­ riana (Q u ito: B C E / C E N , 1985); E n riq u e A yala M o ra , "E stu d io in trod u cto ­ r io ” . E n La H is to ria del E cu a d o r: Ensayos de in terp reta ción , ed. E n riq u e Ayala (Q u ito: C E N , 1985); Carlos L a n d ázu ri C am acho, “ L a H is to rio g ra fía ecu ato­ riana: U na apretada v isió n de con ju n to", Q u itu m b e , N o . 6 (m ay. 1987); Jorge N ú ñ ez, Sánchez, "L a actual H is to rio g ra fía ecu a toria n a y ecu atorian ista” . En A n tolog ía de H istoria , com p . Jorge N ú ñ ez (Q u ito : F L A C S O -E / IL D IS , 2000); F ra n k lin B a rriga L ó p e z, H istoria de la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria del E c u a d o r (1909-2009) (Q u ito: E l Conejo, 2009); Á n g e l E m ilio H id a lg o , “E l apa­ re cim ien to del saber h istó rico en G uayaquil: E l C en tro de in vestiga cio n es his­ tóricas, 1930-1962” , Procesos, N o . 31 (ene.-jun. 2010); A yala M o ra , H is to rio ­ grafía ecuatoriana: Apuntes. P o r su parte, en e l ca m p o de la H is to rio g ra fía del arte den tro d el p e río d o de estudio se destaca el estu dio de C a rm en F em á n d ez-S a lva d or "H is to ria d el arte co lon ia l qu iteñ o: U n a p o rte h is to rio g rá fic o ” .; E n A rte c o lo n ia l q u ite ñ o : R en ova do enfoque y n u evos actores (Q u ito : FO N SA L,: 2007), in fo rm a d o d el deb ate co n tem p o rá n eo en los cam p os de la H is to rio g ra ­ fía d el arte y la h istoria cultural. 33 P ierre N o ra , "T h e E ra o f C o m m em o ra tio n ” . E n R ea lm s o f M e m o ry : The C o n s tru ctio n o f the French Past, vol. III, S y m b o ls , dir. P ie rre N o ra , trad. Arth u r G old h a m er (N u e v a York: C olu m bia U n iv ersity Press, 1998). S o b re este asunto otra re fere n cia clásica ta m b ién es E ric H o b sb a w m , "L a fa b ric a c ió n en serie de tradicion es: E u ropa, 1870-1914” . E n L a in v e n c ió n de la tra d ició n . 32

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en estos eventos? ¿Qué relacion es gu ardaron estos rituales con la identidad nacional? ¿C óm o se d ram atizaba el pasado al que estas cerem onias honraban? ¿En qué contextos p o lítico s y so­ ciales las co n m em ora cion es operaban? Debido a que las con m em oracion es fu eron expresiones formativas del recu erd o colectivo, desarrollaron un carácter selec­ tivo y excluyente. P o r esta razón, sigu iendo a F em a n d o Coronil, se precisa prestar atención “a las operaciones ocultas que seleccionan y naturalizan la m em o ria histórica, y a los filtros que crean la m em o ria nacion al y glob al y sus respectivas for­ mas de am n esia".34 Si aceptam os la p rem isa de que la m e m o ­ ria es una d im en sió n con stitu tiva (n o d erivativa ni accesoria) de todo o rd en a m ien to social, y de que está arraigad a en un com plejo de relacion es de clase, etn icidad, g én ero y p o d e r (o su b altem ización ), entonces, el estu dio de las c o n m e m o ra c io ­ nes, sigu iendo a P e te r Burke, tien e la tarea de a verigu ar qu ién quiere que algu ien recu erd e algo, co n qué ob jetivo s y a través de qué m ed ios.35 Las co n m em o ra cio n es que aqu í se estudian in vo ca ro n la afirm ación s im b ó lic a de un ancestro, d efin ieron un pasado al que rin d iero n cu lto y, c o m o señala P ierre N ora , tran sm itieron la "m em oria -n a ción ” , un rela to qu e se p ro p o n ía cu m p lir el rol de m arco u n ifica d o r de la co n cien cia colectiva .36 N o obstante, aunque estos rituales a p rim e ra vista p royectan la im a g e n uni­ ficada del recu erd o c o le c tiv o son, en verdad, el fru to de dispu ­ tas y n egocia cion es.37 E l estudio de las con m em o ra cio n es repu blicanas con stitu ­ ye un ca m p o em ergen te e in vestiga d o de m an era p o c o siste­ m ática en la h is to rio g ra fía latin oam erican a. S in p reten d er ha­ 34 F e m a n d o C o ro n il, The M a g ica l State: M oney, and M o d e m ity in Venezue­ la (C hicago: T h e U n iv ersity o f C h ica go Press, 1997), 17. 35 P eter Burke, “ S ocia l M e m o r y ” . B n Varieties o f C u ltu ra l H istory (C a m ­ bridge: C a m b rid ge U n iv ersity Press, 1997); John R . G illis, “In tro d u ctio n . M e ­ m ory and Id en tity: T h e H is to ry o f a R ela tio n sh ip ” . E n C o m m e m o ra tio n s : The P olitics o f N a tio n a l Id entity, ed. John. R. G illis (P rin ceto n : P rin ce to n U n iv ersi­ ty Press, 1994); N a ta lie Z e m o n D avis y R a n d o lp h S tam , ‘“ In tro d u c tio n ' Special Issue: M e m o r y and C o u n ter-M em ory” , R epresentations, N o . 26 (p rim a v e ­ ra 1989). 36 N o ra , “T h e E ra o f C o m m e m o ra tio n ” , 626. 37 John B odnar, "P u b lic M e m o r y in an A m erica n City: C o m m e m o ra tin g in Cleveland” . E n C o m m em ora tion s. 33

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c e r una rela ció n exhaustiva, sobresalen los artículos pioneros d e G eo rg e L o m n é sobre la litu rgia p o lític a b oliva ria n a y el li­ b ro de L ilia A n a B erto n i que a b ord a la fo rm a c ió n de una tra­ d ic ió n p a trió tica en A rgen tin a, d esarrollada m ed ian te el análi­ sis de la ed ifica ció n de m onu m entos, la o rg a n iza ció n de fiestas y la con figu ra ción de un pan teón n acion al.38 D estaca tam bién u n con ju n to de artículos que estudian las con m em oracion es d e la In d ep en d en cia en el siglo X I X y las discusiones sobre los o rígen es nacionales. E n este registro se distingu en tres traba­ jo s en ord en de ap arecim ien to. P rim ero , consta el estudio de R e b e c c a E a rle en el que o fre c e una v is ió n p a n o rá m ica de lasj fiestas cívicas a lo la rg o del con tin en te. L u ego, una con trib u ­ c ió n de m ú ltiples autores, p o r casos nacion ales y de corte más exhaustivo, sobre la co n m e m o ra c ió n d el p rim e r cen ten ario de la In d ep en d en cia, coord in a d a p o r Tom ás P é re z V ejo p a ra un n ú m ero m o n o g rá fico de la revista H is to ria M exica n a , con m o ­ tiv o d el b icen ten ario. Se in clu yen co la b o ra cio n es corresp on ­ dien tes a siete países de la re g ió n y España. Fin alm en te, una c o m p ila c ió n de estudios sobre los o rígen es de las fiestas pa­ trias corresp on d ien tes a varios países su dam ericanos y cen­ troam erican os, b a jo la d irecció n de P a b lo O rtem b erg.39 A l a n a liza r el caso ecu atorian o, esta in vestiga ción d istin ­ gu e dos h ilos tem áticos con du ctores en el c ic lo de c o n m e m o ­ racion es: u n o cen trad o en los tem as rela tivos a los “padres de la p a tria ” y la In depen den cia, y o tro d ed ica d o a exaltar el an­ cestro h ispan o sim ultáneam ente. A p rim e ra vista, el co n ten i­ d o tem á tico de los cerem on iales su giere la presen cia de una con tra d icción . N o obstante la d iverg en cia tem ática, la n arrati­ v a n acion al ecu atoriana a co m o d ó los elem en tos opuestos den­ tro de una sola tram a, de m an era sem ejante a c ó m o o cu rrió en 38 G eo rg e L o m n é , “L a R e v o lu c ió n fran cesa y lo sim b ó lic o de la litu rgiá p o lític a b o liva ria n a ” , M iscelánea H is tó rica E cu a to ria n a 2, N o . 2 (1989); L ilia A n a B erton i, Patriotas, cos m o p olita s y nacionalistas: L a c o n s tru c c ió n de la na­ cion a lid a d argentina a fines del siglo X I X (B u en o s A ires: FC E, 2001). 39 R eb ecca E arle, ‘“ Padres de la P a tria ' and the A n cestral Past: C om m em ora tion s o f In d ep en d en ce in N in eteen th -C en tu ry Spanish A m erica ", J L A S 34, N o . 4 (nov. 2002). E l n ú m ero m o n o g rá fico c o o rd in a d o p o r Tom ás P é r e z V ejo pa ra H is to ria M exica n a L X : 1, N o . 237 (jul.-sep. 2010) in clu ye artícu los sobre M é x ic o , Paraguay, V en ezu ela, Chile, A rgen tin a, Ecuador, C o lo m b ia y España; P a b lo O rtem b erg, dir. E l origen de las fiestas patrias: H isp a n oa m érica en la era de las independencias (R o sa rio ; P roh istoria , 2013). 34

I n t r o d u c c ió n

otros países. P o r esta ra zón se exam in a la com b in ación de am ­ bos hilos tem áticos en las distintas con m em oracion es com o .¿rte de un m ism o p roceso m aterial y sim bólico. É Las conm em oraciones, el recuerdo colectivo de los “padres de la patria” y otros personajes, la erección de monumentos, la participación del país en ferias internacionales y la organización de ferias nacionales colocaron en p rim er plano la cuestión de los contenidos de la m em oria nacional. Este libro argumenta que las sucesivas conm em oraciones públicas fueron las actividades que pusieron en escena, más que ninguna otra, la elaboración y divul­ gación masiva de la m em oria nacional. Estos aniversarios perm i­ tieron reelaborar el recuerdo colectivo y se articularon com o vas­ tos mecanismos de ingeniería social que definieron cognitiva y afectivamente el contenido histórico de la identidad nacional.

E stru ctu ra de la obra

El argum ento de este lib ro se d esarrolla en dos partes con un total de seis capítulos. L a p rim e ra parte trata el con texto de producción y el co n ten id o de los p rim eros relatos históricos sobre el E cu a d or rep u b lican o, elaborados p o r letrados au tod i­ dactas, y an aliza la re a liza c ió n de los rituales co n m em o ra ti­ vos ocu rridos entre el d ecen io de 1880 y la p rim era década del siglo X X . E sta p arte se co m p o n e de tres capítulos. El prim ero tiene co m o propósito estudiar las grandes narra­ tivas históricas de la nación durante la segunda m itad del siglo XIX. Con ese propósito se estudian los relatos históricos elabora­ dos por Pedro F erm ín Cevallos (1870) y Federico G onzález Suárez (1890-1903). E n am bos casos se disciernen las convenciones historiográficas m ediante las cuales com pusieron sus obras y la relación que m antuvieron con los contextos políticos en que fue­ ron elaboradas. E n este capítulo se exploran las claves de la es­ critura histórica decim onónica, las bases de la autoridad intelec­ tual que reclam an, su carácter científico y, fundamentalmente, las operaciones retóricas y heurísticas que em plearon para ofre­ cer una im agen patriótica del pasado ecuatoriano, que resulte plausible con las estructuras de p od er decim onónicas. El segundo capítulo analiza los dos grandes cauces de crea­ ción de significado de la n ación republicana, expresados en las 35

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l c u lt o a l a n a c ió n

form aciones discursivas del patriotism o católico y del patriotis m o laico. C om o se sabe, el patriotism o ha sido en H ispanoa­ m érica una form ación discursiva de larga duración. Este capítu lo ofrece una reflexión sobre las transform aciones que aquello: discursos experim entaron a lo largo del siglo X I X y las m utacio nes que la R evolu ción liberal in trodu jo al respecto. Se estudiar el estatus de la Iglesia católica antes y después de la transform a ción liberal, y el papel que ju gó el arzobispo-historiador en est< proceso. Finalm ente se ofrece un acercam iento a la naturaleza del a m or patriae, según las tradiciones de pensam iento que pug naban durante el p eríod o de estudio. Este capítulo explora la naturaleza de la dim ensión patriótica que constriñó el discursc histórico y la im agin ación del pasado nacional. P o r su parte, el tercer capítulo estudia los rituales de la me m o n a que se pusieron en m archa entre 1883 y 1909. E n una prim era parte se exam inan dos con m em oracion es puestas eri escena en 1883 y 1892, correspondientes a la record ación del centenario del natalicio de S im ón B o líva r y a la erección de la estatua de A n ton io José de Sucre, respectivam ente. A m bos cere­ m oniales son analizados a la luz de las continuidades e innova­ ciones que m antienen e introducen frente al A n tigu o R égim en y la m odernidad republicana. En la segunda parte de este capítu­ lo se estudia la con m em oración del p rim er centenario de la In­ dependencia ecuatoriana, ocurrida en 1909. Con este propósito se exam ina la dialéctica entre 1809 y 1909, en m ed io de la cual se celebró el pasado y se im pu gnó o afianzó el presente, depen­ diendo de la p osición que los actores tom aron ante la transfor­ m ación liberal en marcha. Seguidam ente, se exam ina el procesó que acom pañó la recolección de fon dos y la construcción del; m onu m ento a los “héroes” del 10 de agosto, los debates en torno; a la sim bología de los m onum entos y a la interpretación de láj Independencia. E n todos estos casos se investiga cuál fu e la re­ lación entre el recuerdo que se elaboraba de aquellos personajes y la m em oria que se construía de la nación ecuatoriana. E l capí­ tulo concluye con una reflexión en torn o al “deber de m em o ria ”, una categoría introducida p o r Paul Ricoeur.40

40 Paul Ricoeur, La m em oria, la historia, el olv id o , trad. A gu stín N e ira (M a ­ drid: Trotta, 2003), 119. 36



I n t r o d u c c ió n

La segunda parte de esta ob ra se ded ica a ex p lo ra r la institucionalización del saber h istórico, las características de la producción h istórica en este nu evo contexto, la n atu raleza de la figura del a ca d ém ico h is to ria d o r y la eclosión de un p ro y e c ­ to nacional de corte hispanista. E sta parte ta m b ién se in tegra de tres capítulos. ■; E l capítu lo cu arto tien e c o m o o b jeto de estu dio la institucionalización del saber h istó rico en Ecuador, ocu rrid a du ran­ te los p rim eros d ecen ios d el siglo X X . A n a liza la h eren cia in te­ lectual que d ejó la h is to rio g ra fía ecu atorian a d el siglo X IX . Indaga hasta qué pu n to se con stitu yó un ca m p o in telectual especializado sobre la in vestiga ció n del pasado, la d in á m ica y los objetivos que g o b ern a ro n su em ergen cia y c ó m o se desa­ rrolló este p roceso durante las p rim eras décadas d el siglo X X . La in stitu cion alización de la in d a ga ción h istórica tuvo c o m o punto de p a rtid a la o b ra in telectu a l del a rzo b isp o -h isto ria d o r G onzález Suárez; p o r lo tanto, se expon e su le g a d o historiográfico, p o lític o y cultural. Esa h eren cia in telectu al se m a n i­ festó p rin cip a lm en te en la m an era de pen sar h istóricam en te la nación ecuatoriana, un cauce cu yo con ten id o fu e disputado por otras vision es p o lítica s e intelectuales, p e ro cuya d ire c ­ ción y fron teras p e rv iv ió durante buena parte d el siglo X X . A continuación, el análisis se ocu p a de la orga n iza ción , tan to de la S ociedad E cu atorian a de E stu dios H istó rico s A m erican os como, p rin cip alm en te, de la A ca d em ia N a c io n a l de H isto ria durante los p rim ero s d ecen ios de vid a in stitu cion al. Se escu­ driña la rela ció n que esta en tid a d m an tu vo co n el Estado, la sociedad c iv il y otras sociedades dedicadas al cu ltivo de la dis­ ciplina h istórica en los países vecin os. E l cap ítu lo term in a con una a p ro x im a ció n al ca rá cter d el B o le tín de la A cadem ia, la prim era revista esp ecia liza d a que circu ló con una n otab le re ­ gularidad con sid eran d o las con d icion es d el m e d io y la época, y da cuenta de los p rin cip a les debates que tu vieron lu g a r en su seno. Esta p u b licación , que ga n ó una ráp id a rep u tación nacional e in tern acion al, esta b leció los p arám etros de la in ­ vestigación h istórica en Ecuador. E l qu into capítu lo in daga la m an era en que el arch ivo c o lo ­ nial fu n cion ó co m o una in trin cada red de significados alred e­ dor de los cuales deam bu laron los exponentes de la A cad em ia N acional de H istoria. E l capítu lo estudia có m o se relacion aron 37

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estos autores con aquellas fuentes, qué va lo r cogn itivo y cívico m o ra l les concedieron, y qué tip o de prosa adoptaron para re lata r sus hallazgos. Se trata de reflexion ar sobre la fo rm a en que se trasladó el p o d e r del archivo colon ia l hacia la escritur: histórica. A l m ism o tiem po, se dilu cida có m o el archivo colo n ial fu e transm utado en archivo nacional. Este capítu lo tiene c o m o ob jeto de análisis la obra h istoriográfica de tres de lo< m ás lúcidos exponentes de la A ca d em ia N a cio n a l de Historia: Jacinto Jijón y Caam año, José G abriel N a va rro y Julio Tobai D onoso, pu blicada durante la p rim era m itad del siglo X X . E l capítulo sexto se concentra en la con m em oración hispa­ nista p o r excelencia del período: la celebración de los cuatro­ cientos años de fundación de la ciudad de Quito, ocurrida en 1934. E n ella se produ jo la exaltación de la herencia española que se v io m aterializada en la capital del país. Este capítulo irí| daga sobre el m arco narrativo que gu ió el aniversario, las conj m ocion es sociales y las transform aciones culturales que atrave^ saron la coyuntura de la celebración, la am nesia social en que se su m ió el recuerdo del concom itante cuarto centenario de la m uerte de Atahualpa, el últim o inca, y las im ágenes del pasado que poblaron los rituales públicos de record ación hispanista] Este capítulo incluye la consideración del espacio de opinión pú blica com o un m ed io en el que se construyó, debatió e incul­ có una determ inado tip o de m em o ria social local y nacional. | Fin alm en te, las conclu siones presen tan una re la c ió n de las p rin cipales con trib u cion es de este estudio, con cen trán do­ se en la rela ció n entre escritura de la historia, co n m em o ra cio ­ nes y pasado de la nación.

C o n s id e r a c io n e s s o b r e l a s f u e n t e s

Cada fra g m en to d el pasado que se co n vierte en fu en te históri­ ca p o r la acción de las preguntas de una investigación, “nos re­ m ite a una historia que es algo más o algo m enos que el propio fragm en to, y, en to d o caso, algo d istin to".41 C om o se sabe, el ■

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41 R ein h a rt K o selleck , F u tu ro pasado, trad. N o rb e rto S m ilg (B arcelon a Pa id ós, 1993), 199. 38

I n t r o d u c c ió n

conocim iento h istórico es in d irecto y dependiente del exam en de los vestigios d el pasado. L a crítica o el tratam ien to de las fuentes, esto es la m an era en que se las in terroga, constituye un asunto m ed u lar de tod a investigación. Entre las fuentes a las que recu rrí para recon stru ir los procesos intelectuales de e la b o ra ció n de las representaciones del pasado, se in clu ye un corpus de narrativas históricas im ­ presas en E cu a d o r y en otros países sudam ericanos, España y E s t a d o s Unidos. T am b ién acu dí a la correspon den cia de estos autores, los com en tarios y reaccion es que sob re sus obras aparecieron en la prensa o en otras pu blicaciones, y las m e­ morias que algunos escrib ieron sobre su experien cia in telec­ tual y de vida. D eterm in adas revistas c o m o el B oletín de la So­ c ie d a d y el B o le tín de la A cadem ia fu eron los m ed ios en que aparecieron y se d ifu n d iero n un bu en núm ero de relatos o b je­ to de este análisis. En cam bio, las fuentes que dan cuenta de los rituales de la m em oria son de m u y va ria d o tipo. Incluyen serm ones re lig io ­ sos, hojas volantes, folletos con m em orativos, prensa, revistas, fotografía, ico n o gra fía , dibujos, decretos, in form es de au tori­ dades del G o b iern o central y local, discursos conm em orativos, y produ cción litera ria (p oem as y obras teatrales), etcétera. El escru tin io de estas fu entes in volu cró, entre otras, tres consideraciones. L a p rim e ra tien e que v e r con la in dagación respecto al con texto de su p ro ced en cia u origen . Para ello he tenido presente la p regu n ta básica respecto a qué tip o de hue­ lla del pasado expresa un d eterm in a d o docu m en to o, d ich o de otro m odo, hasta qu é pu n to y de qué m anera una fuente res­ ponde a lo que se in ten ta averiguar. E n suma, qué h izo posible el contenido y la fo rm a que a d qu iere una fuente dada.42 La segunda con sid eración , en cam bio, sitúa al docu m en to dentro del arch ivo. S abem os que este n o es un lu gar neutro sino m o ld ea d o p o r relacion es de au toridad o fuerza, que “de­

42 V er Johann G u stav D roysen, H is tó rica : Lecciones sobre la E n ciclop ed ia y m etodología de la h istoria , trad. E rn esto G a rzó n Valdés y R a fa e l G u tiérrez Girardot (B a rcelo n a : A lfa : 1983); R en á n Silva, "L a servidu m b re de las fu en tes” . En Balance y desafío de la H is to ria de C o lo m b ia al in ic io del siglo X X I: H o m e ­ naje a Jaim e J a ra m illo Uribe, co m p . A d ria n a M a ya y D iana B on n ett (B ogotá : U niversidad de los A ndes, 2003). 39

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term in an lo que es 'arch ivab le’ y lo que es ‘a ccesib le’” ,43 Los fragm en tos del pasado in vestigados en este trab ajo fu ero n ar­ chivados co m o p arte del gesto que expresaba o v o lv ía natural la asim ila ción del discurso n acion alista oficial. E l p o d e r y la fascin ación que ejerció dich o discurso, sea en clave patriótica o nacionalista, cubre c o m o un m a n to en volven te tod a la docu^ m en ta ción consultada. La tercera con sid eración se refiere, en cam b io, al escruti­ n io del len gu aje em p lea d o en las fuentes. M e in teresa resaltar la aten ción que debem os prestar al vocab u lario, las m etáforas y las op osicion es que estructuran los discursos analizados. En lo que m e ha sido posible, busqué le e r las fuentes n o solo en la; d irecció n que ellas siguen, para in ten tar c o m p ren d er qué hizo p osib le su con ten id o y fo rm a expresiva, sino ta m b ién a con­ tra p elo de la o rien ta ción que p rop on en , p ara d econ stru ir sus p rop ósitos y h u rgar en sus silencios. D e esta m an era espero h acer eviden te la m an era en que actúa el p o d e r y las con tra­ d iccion es que genera. Así, el le c to r p o d rá d istin gu ir la relación entre el análisis h istórico, los n a cion alism os o ficiales y las co n m em o ra cio n es.44 Las creencias en el pasado n acion al d espiertan una enor­ m e carga subjetiva tanto en la gen te com ú n c o m o en los m is­ m os especialistas. Según R eb ecca J. Scott, la d ia léctica entre presente y pasado, en la que n ecesariam en te se in serta cual­ q u ier in terp retación de una n arrativa n acion al, p o n e en dis­ puta algo m ás que un ejercicio de la razón . P a ra los h istoria­ dores con tem porán eos, una n arrativa n a cion al p u ed e ser “ al m ism o tie m p o un m o tiv o de in sp ira ció n para la in vestigación y un obstáculo im p orta n te para su e n ten d im ien to ” .45 E l desa­ fío que se desprende de estas aseveracion es suscita una últim a 43 Carlos A gu irre y Javier V illa-Flores, “L o s arch ivos y la co n stru cció n de la v erd a d h istórica en A m é ric a L a tin a ” , Jahrbuch, N o . 46 (2009): 5. 44 D ebo esta o bservación a F e m a n d o C o ro n il y a gra d ezco la re fere n cia a la crítica de R a n ajit Guha, "N a tion a lism red u ced to ‘O fficia l N a tio n a lis m "’ . A SAA Review 9, N o . 1 (jul. 1985). V er ta m b ién al respecto, el p ersp ica z análisis de A nn Lau ra Stoler, “C olon ia l A rch ives and the A rts o f G overn ance: O n the Content in the F o rm ” . E n Archives, D o c u m e n ta tio n and In s titu tio n s o f S o c ia l M e m ­ ory: Essays fro m the Sawyer Sem inar, ed. Fran cis X . B lo u in Jr. y W illia m G. R o sen b erg (A n n A rbor: T h e U n iversity o f M ic h ig a n Press, 2007), 271-272. 45 R eb ecca J. Scott, "T h e P ro v in c ia l A rc h iv e as a P la ce o f M e m o ry : Confro n tin g O ral and W ritten Sources o n the R o le o f F o rm e r S laves in the Cuban 40

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consideración. E l leg a d o de la h istoria patria nos alcan za en el p orq u e todavía, y n o e n p o ca m edida, deam bu lam os en la estructura in telectu al que tan exitosam en te construyó. E s t e libro se p ro p o n e in terro g a r aqu ella tra d ició n h istoriográfic a y patriótica. p re s e n te

W ar o f In d ep en d en ce (1895-1898)’’ . E n A rchives, D o c u m e n ta tio n , and In s titu ­ tions, 280.

Primera parte l e t r a d o s a u t o d id a c t a s y c u l t o

R E P U B L IC A N O A L A P A T R IA 1870-1909

I. L O S P R IM E R O S M E T A R R E L A T O S H IS T Ó R IC O S D E L A N A C IÓ N Las m etanarrativas históricas de la n ación fu ero n ela b ora cio­ nes intelectuales que b a jo la fo rm a de un discurso de hechos crearon los grandes cauces de co m p ren sión del pasado en el siglo X IX . A p artir de estos relatos, la gente im a g in ó su p erte­ nencia a una com u n id ad de o rigen y destino, y p ro vey ó de un sentido pú b lico y plau sible al p rin cip io de leg itim a ció n d el or­ den p olítico vigen te: la n ación republicana. B asán d om e en Prasenjit Duara, m iro estos artefactos culturales c o m o n arrati­ vas "de p roced en cia y/o d isid en cia” .1 L o p rim ero , en virtu d de que son relatos que cuentan la tra yectoria tem p o ra l y espacial de una entidad co lectiva (la n ación ) respecto de la cual la gen ­ te desarrolló vín cu los de adscripción, id en tifica ción y p a rtici­ pación. L o segundo, d eb id o a que este tip o de narrativa p a rti­ cularizó la trayectoria de esta entidad d iferen ciá n d ola de otras similares (E stados vecin os, p o r ejem p lo ) y/o contestó otras in­ terpretaciones que, d en tro de una m ism a con figu ración terri­ torial, expresaban in fo rm a ció n , valores o perspectivas id e o ló ­ gicas o culturales divergen tes sobre una m ism a nación. L a elaboración de estos relatos y su recep ció n dep en d ieron de los contextos p olíticos y culturales de cada ép oca y, p o r lo tanto, dependieron h istóricam en te de las con d icion es de posib ilid ad de cada circunstancia específica. Las represen tacion es d el pasado no son de n atu raleza fija, sino p o r el con trario, m utable. Según R a p h a el Sam uel, "los contornos del pasado n acion al están con tin u am en te ca m b ia n ­ do de fo rm a ” . D ich os ca m b ios ob ed ecen p rin cip a lm en te al he­ cho de que el p asado es una arena en qu e "in terp retacion es rivales y narrativas opuestas co m p iten ” .2 L a co n sid era ció n de 1 Prasenjit Duara, "H is to r ic iz in g N a cio n a l Identity, o r W h o Im a gin es W h at and W h en ” . E n B e co m in g N a tio n a l: A Reader, ed. G e o ff E le y y R. G. Suny (Oxford: O x ford U n iversity Press, 1996), 168. 2 R aph ael Sam uel, “ G ran d N a rra tives” , H istory W ork sh op , N o . 29 (p r im a ­ vera 1990): 120-124. 45

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que las represen tacion es del pasado son espacios atravesados p o r la disputa n o im p id e ob servar que tam b ién son d om in io^ en los que se fo rm u la n acuerdos, suturan heridas p olíticas yj d isim u lan o desactivan las profu n d as fracturas étnicas y so­ ciales de una sociedad. E l exam en de los relatos históricos decim onónicos sudame­ ricanos, identificados com únm ente co m o historias patrias, es un tem a pendiente en la historia intelectual y cultural de la re­ gión. E l grueso del análisis histórico académ ico de los últimos años osciló entre la refutación y el desdén hacia las historias patrias. Durante el ú ltim o tercio del siglo X X , la profesionalizació n y ren ovación de la disciplina histórica tom ó precisam ente co m o punto de partida la superación de estas narrativas, im ­ pugnadas com o el producto deleznable de una historia política' débil, im pregnadas de sesgos clasistas, nacionalistas y etnocéntricos, y en todo caso asumidas c o m o versiones oficiales p o r el Estado y el aparato p olítico dom inante. Las “nuevas historias" que aparecieron en los países andinos, entre los decenios de 1970 y 1980, atribuyeron a las historias patrias ser fuente pri-' m ord ial de los m itos patrióticos. E l debate que suscitó la revisión de la Independencia peruana a propósito de la conm em oración de su sesquicentenario, en 1972, in iciado p o r los historiadores H eraclio B onilla y K aren Spalding, ilustra el alcance tem poral de la recep ción de la historia patria, las reverberaciones intelectua­ les y políticas que suscitó la introducción de los nuevos enfoques de análisis histórico y las lim itaciones y críticas que se atribuye­ ro n a dichos relatos.3 E l in icio de las con m em oracion es del bicentenario de la Independencia en los países andinos, durante el año 2009, puso nuevam ente en p rim e r p lan o la p erviven cia de

3 E l tex to qu e desató el debate fu e “L a In d ep en d en cia en el Perú: Las pala­ bras y los h ech os” . U na recien te re im p resió n de este a rtícu lo se in clu ye en H e r a c lio B o n illa, M etá fora y realidad de la Independencia en el P erú (L im a : IE P, 2001). C on sidero qu e ese texto de B o n illa m a rcó el g ir o h acia el surgi-1 m ie n to de la "nu eva h isto ria " en los países andinos. D e o tro lado, a m ediados de los años ochenta, un destacado expon en te de la nueva h istoria demográfi-1 ca y so cia l la tin oam erican ista, W o o d r o w B orah , a firm aba qu e "L a tin A m e r i­ can h isto ry in L a tin A m e ric a is b a sica lly a series o f historias patrias, w ith the p ressu re o f state con sideration s as to fin d in gs” , en James W. W ilk ie y R eb ecca H o rn , "A n In te rv ie w w ith W o o d ro w B o ra h ", H A H R 65, N o . 3 (1985): 433. 46

L O S PR IM E R O S M E TA RR ELA TO S HISTÓRICOS

las historias patrias en la esfera pú blica y en los aparatos ofi­ cialas.4 La con trib u ción que el h istoria d or co lo m b ia n o G erm án Colmenares h izo al escru tin io intelectual de las historias pa­ trias sudam ericanas fu e un eje rc ic io tan sofisticado y n o ved o ­ so com o desem ejante de la ap reciación académ ica historiográfica dom inante en la re g ió n .5 H acien d o uso de un en foqu e com parativo entre las narrativas históricas de los distintos p a ís e s de la región , una p ráctica intelectual inusual en este medio, y a distancia del cien tificism o que ron d ó el p roceso de revisión h istórica in icia d o en la década de 1970, C olm enares se propuso la tarea de "en carar una trad ición ” de pen sam ien ­ to histórico con un sentido herm enéu tico, a la lu z del debate internacional m etro p o lita n o sobre la naturaleza de la escritu­ ra histórica.6 D e aqu ella persp ectiva form u lada p o r C olm en a­ res retom o dos con sid eracion es para el análisis de este capítu ­ lo. La p rim era es que las h istorias patrias constituyeron una forma de rep resen tación de la realid ad que fa voreció el desa­ rrollo de “una con cien cia h istórica que actuaba efectivam en te en el universo de la p o lític a y de las relaciones sociales". En segundo lugar, el análisis de la prod u cción de los relatos h istó­ ricos d ecim on ón icos con d u ce a exp lorar las convenciones historiográficas y culturales que articu laron y/o con striñ eron la elaboración de estas narrativas. C om o b ien señala este autor: "R eflexionar sobre la escritu ra de la h istoria d el siglo X IX equivale, entonces, a p o n e r u n o enfrente del otro dos espejos que proyectan su p ro p ia im a g en indefinidam ente. M ira m o s la

4 V er M a rg a rita G a rrid o, "Q u é celeb ra r en el bicen ten a rio de 1810” . En Bicentenario: ¿Q u é celebrar? (B o g o tá : A c a d em ia C olom bian a de H isto ria / Co­ mité B icen ten ario José M a n u el R estrep o, 2007), 25-30; G u illerm o Bustos, “E l bicentenario: L eg a d o s y nuevas p ersp ectivas” . E n La R e v o lu c ió n de Q u ito : 1809-1812, ed. G u illerm o Bustos (Q u ito : E l C o m ercio / C E N / U ASB -E, 2009). 5 G erm án C olm enares, Las con v en cion es contra la cu ltu ra (B ogotá : T ercer Mundo, 1987). 6 C olm enares exh ib ía un só lid o tra b a jo en h istoria eco n óm ica y so cia l so­ bre el p erío d o co lo n ia l y el siglo X IX . A p a rtir de esta experien cia tran sitó ha­ cia los predios de la h istoria in telectu al y cultural en la p rim era m ita d de los años ochenta. F u e p rob a b lem en te el p rim e r h istoriad or de la re gió n andina que asim iló el deb ate in tern a cion a l qu e suscitaron las contribu cion es de H ayden W h ite (M eta h isto ria ) y R o la n d B arth es {E l grado cero de la escritura). 47

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h isto rio gra fía del siglo X I X y n o p o d em o s evita r m ira m o s en! ella” .7 P o r su parte, Juan M aiguashca, m ás recien tem en te, su braya el in terca m b io creativo entre los h istoriad ores súdame) ricanos y pon e en p rim e r plan o un con ju n to de debates que se d ieron en torn o a las m aneras de escrib ir la historia. Estos in tercam b ios son vistos co m o expresiones de un d esarrollo inte lectual en d ógen o y una m an era p a rticu la r de p ro d u c ir conocí m iento, y tam bién c o m o la puesta en p ráctica de un nueve tip o de sociab ilid ad letrada, dos rasgos distin tivos que adoptó la “rep ú b lica de las letras" d ecim o n ó n ica .8 A la lu z de estos antecedentes y co n el p ro p ó s ito de com­ p ren d er el con ten ido, las con ven cion es y las din ám icas qué sigu ieron las narrativas históricas de la n ación ecu atorian a en el siglo X IX , en este capítu lo a n a lizo los diferen tes contextos de enu n ciación (lu g a r social), desde los que se elaboraron? aquellos relatos, sus referentes id e o ló g ic o s y culturales, y furr dam entalm ente las prácticas intelectuales de la escritura histó­ rica (p roced im ien tos y conven cion es que gu iaron la elabora? ción historiográfica, el tip o de fuentes em pleadas y la manera en que se situaron ante ellas). M e ocu p o de los dos m ás influ­ yentes m etarrelatos históricos que se p rod u jeron en Ecuador durante la segunda m itad del s iglo X I X y cuyos respectivos autores fu eron el a b oga d o lib era l P ed ro F erm ín Cevallos (1812-1893) y el eclesiástico F ed erico G o n zá le z S u árez (1844-!* 1917). C evallos escrib ió el R esum en de la H is to ria del Ecuadon desde su orijen hasta 1845 (1870), im p reso en c in co tom os.’ P o r su parte, G o n zá lez S uárez com p u so la H is to ria general de

7 Colm enares, Las con ven cion es, 11-12. 8 Juan M aiguashca, "H istorian s in Spanish S ou th A m erica : Cross-Refer­ ences b etw een Centre and P erip h ery ". E n The O xfo rd H istory o f H istorical W ritin g, vol. 4, 1800-1945, ed. Stuart M a cin tyre, Juan M a igu a sh ca y A ttila Pók (O x fo rd : O x fo rd U n iversity Press, 2015), 463-487. 9 P ed ro F erm ín Cevallos, R esum en de la H is to ria del E c u a d o r desde su ori­ jen hasta 1845, 5 vol. (L im a : Im p re n ta d el E stado, 1870). U n a segu nda edición en seis tom os se im p rim ió en G u ayaqu il en 1886. C evallos ta m b ién escribió una versió n escola r de d ivu lg a c ió n b a jo la fo rm a de ca tecism o edu cativo, el cual tu vo varias edicion es: C om p end io de la H is to ria del E cu a d o r, 2a. ed. (Gua-yaqu il: Im p ren ta de E l T elégra fo, 1885).

^ rr L O S PR IM E R O S M E TA RR ELA TO S H ISTÓ R IC O S

la R e p ú b lic a del E cu a d o r (1890-1903), pu b licad a en siete v o lú ­ menes.1

L a g r a n n a r r a t iv a s e c u l a r E l Resumen de la H is to ria del E cu a d o r fu e el p rim e r m etarrelato nacional que se ela b o ró en el s iglo X IX . H u b o otras c o n tri­ b u c i o n e s dedicadas a ex p lo ra r diferen tes m om en tos, p eríod os o personajes específicos que a lcan zaron una m e n o r in flu en ­ c i a . " Buena parte de estos relatos corresp on d en a lo que Tulio H a l p e r i n D on gh i d en o m in a "c ró n ic a fa cciosa ” .12 E n esa cate­ goría calza, p o r ejem p lo, la ob ra h istó rica del in telectu al lib e ­ ral Pedro M o n c a y o .13E m p ero , el R esu m en de C evallos fu e más a llá de todas aquellas elab oracion es y c o m o tal c u m p lió una i m p o r t a n t e fu n ció n que n o aún n o ha sido an alizada con p ro ­ f u n d i d a d . Su n arrativa h istó rica situ ó a la n a ción ecuatoriana, por prim era ocasión , c o m o p rotagon ista d el p roceso h istórico en la larga d u ra ción .14 D e los cin co volú m en es que in tegraban 10 Federico G o n zá lez Suárez, H istoria general de la R epú blica del E cu a d or, 7 vol. (Quito: Im pren ta del Clero, 1890-1903). E l orden de im p resión de los vo lú ­ menes fue el siguiente: vol. 1 (1890), vol. 2 (1891), vol. 3 (1892), vol. 4 (1893), vol. 5 (1894), vol. 6 (1901), vol. 7 (1903). 11 V er al resp ecto E n riq u e A yala M o ra , "E stu d io in trod u cto rio ". E n La Historia del E cu a d o r: Ensayos de in terp reta ción , ed. E n riq u e A yala M o ra (Q u i­ to: CEN, 1985); y C arlos L a n d á zu ri C am acho, "L a h is to rio g ra fía ecuatoriana: Una apretada v is ió n de co n ju n to” , Q u itu m b e , N o . 6 (m ay. 1987). 12 Tulio H a lp erin D o n gh i, "M itre y la fo rm u la c ió n de u na h istoria n a c io ­ nal para la A rg en tin a ” , A n u a rio del In s titu to de E stu d ios H is tó rico -S o c ia le s , No. 11 (1996): 57. 13 Ped ro M o n ca y o, E l E c u a d o r de 1825 a 1875: Sus hom bres, sus in s titu ­ ciones y sus leyes (Q u ito: CCE, 1979). M o n c a y o (1807-1888) fu e un period ista, político e h isto ria d o r lib era l, qu e co m b a tió d e fo rm a risp id a a Juan José F lo ­ res, el p rim er p resid en te de Ecuador, y (lo qu e d e n o m in ó ) “ su p ern ic io sa in ­ fluencia", ejercid a en tre 1830-1845; así c o m o al ré g im e n de G a b riel G arcía M oreno. M o n c a y o se e x ilió en C h ile p o r m ás de dos décadas hasta su m uerte. La prim era ed ic ió n de su relato h istó rico se h izo en S an tia go en 1885. Ver G uillerm o Bustos, '“ E l E cu a d o r de 1825 a 1875': N o ta s p ara su análisis historiográfico” . E n P en sa m ien to de Ped ro M o n c a y o , ed. E n riq u e Ayala M o ra (Q u i­ to: CEN, 1993). 14 T o m o la o b serva ció n que H a lp e rin D o n g h i re a liz a so b re el gesto historiográfico de elev a r la n a c ió n a "p ro ta go n ista ú n ica del p roceso h is tó ric o " ar­ gentino. V er H a lp erin D on gh i, " M itr e ” , 57-58. 49

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la ob ra de Cevallos, dos fu ero n ded icad os al análisis de loi p erío d o s a b o rigen y colon ial, y los tres restantes cu b rieron la p rim e ra m ita d del siglo X IX . E n estos ú ltim os, el rela to de 1; In d ep en d en cia ocu p ó la m a y o r a ten ción p o r sobre la funda c ió n de la R epú blica. A l igu al que otros relatos h istóricos elab orad os en Suda m érica durante la segunda m ita d d el siglo X IX , el relato de C evallos fu e fo rm u la d o a p a rtir de un m a rco de re fe re n c ia irn,' p e ra tiv o en la época: la con stru cción de la n a ción república na. G racias a este factor, el discurso h istórico en con tró un lu­ g a r co n d erech o p ro p io en el esp acio p ú blico. Su m isió n en en trega r al p ú b lico le c to r un rela to plau sible (d ig n o de aten­ ción , adm isible, in teligib le, v e ra z ) sobre los o rígen es y el desa­ rro llo de la n a ción im agin ada. E l rela to se com p u so a partir de una selección de hechos que d eb ían ser hon rados y otros qu e d eb ían ser olvidados. L o s acon tecim ien tos recordados ten d iero n a in clu ir la a cció n de las élites, los gobernantes, las in stitu cion es estatales y con stitu yeron una m a n ifesta ción (o señ alaron una ausencia) de la razón , la lib erta d y el progreso, ejes centrales de los im a gin a rios nacionales. E n virtu d de este m ism o p ro ceso de selección, los relatos n acionales excluyeron o situ aron en la p e rife ria de la n a ció n a m ujeres, in dios, cho­ los, n egros y m ulatos, cuyas accion es fu eron representadas en una p en u m b ra h istoriográfica. E n gen eral en S u dam érica, los p rin cip io s o valores estructurantes de los relatos nacion ales se en ca rga ron de d om estica r la a gen cia h istórica de los sectoressu baltern os.15 C evallos h iz o su fo rm a c ió n p ro fe s io n a l en el á m b ito de las L ey es y ob tu vo el títu lo de a b o ga d o en 1838. C u m p lió d iferen tes respon sabilidades de servicio p ú blico: fu e secretario del gen era l José M a ría U rb in a cu an do este e jerció la presidencia de la R ep ú b lica a m ed iad os de siglo; sen ador p o r la provincia 15 S ob re la h ostilid a d de los relatos h istóricos n acion ales h acia los pue­ b los a b o rígen es y las castas, v e r C olm enares, Las con v e n cio n e s , 78; Fernando J. D evo to, “L a co n stru cción del re la to de los o rígen es en A rgen tin a, B rasil $ U ru gu ay: Las h istorias n acion ales de V em h a ge n , M itre y B au zá". E n H istoria de los intelectuales en A m érica Latina. I : L a ciu d a d letrada: D e la C onqu ista al M o d e rn is m o , ed. Carlos A lta m ira n o y J orge M y ers (B u en os A ires, Madrid; K a tz, 2008), 285; y F a b io W asserm an, E n tre C lio y la P o lis : C o n o c im ie n to his­ tó r ic o y representaciones del pasado en el R ío de la Plata (1830-1860) (Buenos A ires: Teseo, 2008), esp ecialm en te la segu nda parte. 50

L O S P R IM E R O S M E TARR ELATO S H ISTÓ RICO S

§&?--Tungurahua en 1867, y m in istro ju ez de la C orte Suprem a durante varios p eríod os, a p a rtir de los años setenta. Fue p ro ­ fesor de “D erech o p rá c tic o ” en la U niversidad Central en los años sesenta, c o la b o ra d o r de diversos p erió d ico s y m iem b ro destacado de la A ca d em ia de la L en gu a (fu n dada en 1875).16 Era un in telectu al de clase m edia, lib eral m od erad o y encar­ n a b a la figu ra del h o m b re letrad o y pú b lico de la época. Sus primeras incursiones en el terren o del relato h istórico apare­ cieron en fo rm a de artícu los de prensa en La D em ocra cia , en 1855- C om o se sabe, la prensa fu e fundam ental en la cons­ trucción de la esfera pública. Julio R am os señala que el p e rio ­ dismo en A m é ric a L a tin a fu e “el m ed io básico de distribu ción de la escritura” , “ el lu ga r d on d e se debatía la ‘ra cio n a lid a d ’, la 'ilustración', la ‘cu ltu ra’, lo que d iferen ciab a la c iv iliza c ió n de la barbarie” .17E l paso de la escritura p eriod ística a la escritura histórica fu e una ex p erien cia com ú n a la cultura letrada suda­ mericana del p erío d o . D os figuras notables de la h istoriogra ­ fía decim on ón ica, c o m o el ch ilen o D ieg o B arros A ran a y el argentino B a rto lo m é M itre, tam b ién p u b lica ron la p rim era parte de sus obras m ás con ocidas en la prensa.18 Cevallos d esarrolló su análisis h istórico en un m e d io que no favorecía la p ro d u cció n intelectual. N o con taba con b ib lio ­ tecas ni archivos y su pesquisa docu m en tal depen día de una red de relacion es person ales y d el acceso a redes de parentes­ co que p erm itiera n la consulta de papeles considerados de 16 Juan L e ó n M era, "E l D o c to r D on P ed ro F erm ín Cevallos: apuntes b io ­ gráficos", Revista E cu a to ria n a 5, N o . 53 (jun.-sep. 1893). Las A cadem ias de la Lengua (co rresp on d ien tes de la p en in su lar) fu eron creadas en S u d am érica en la década de 1870 co n el p ro p ó s ito de d iscip lin a r la len gu a y el orden s im b ó li­ co y, al m ism o tiem p o, re c o n o c e r los n exos co n la "m a d re patria". V er Á ngel Rama, La ciud ad letrada (M o n te v id e o : A rca, 1998), 68. 17 Julio R am os, D esencuentros de la m odernidad en A m érica Latin a : Litera­ tura y p o lítica en el siglo X I X (S a n tia go : C u arto P ro p io , 2003), 125. E ste traba­ jo observa con a gu d eza q u e la h is to rio g ra fía la tin o a m erica n a n o ha estudiado todavía el p a p el de la p rensa c o m o un m e d io que tra n sfo rm ó la c om u n ica ción social en el p erío d o . D e fo rm a c o n com ita n te, con sid ero qu e ta m b ién resta por estudiar los vín cu los en tre la escritu ra period ística , ju ríd ic a e h istórica en la época. 18 L o s p rim ero s capítu los de la H is to ria Jeneral de Chile y la H istoria de Belgrano a p a recieron en lo s p e rió d ic o s E l M u seo y L a N a c ió n , respectivam en ­ te. Ver al resp ecto C olm enares, Las con ven cion es, cap. 1; y R am os, Desen­ cuentros, 132. 51

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p rop ied a d fam iliar. Su in serción en la p recaria universidad ecu atoriana le brin daba p restigio, p e ro este n o era un espacie de in vestigación o debate. E l contraste con la ex p erien cia chi len a de ese m o m en to era m u y m arcad o. E n Chile, una com bi­ n ación de factores m ateriales, p ú b licos e intelectu ales creó e m arco institu cion al para que to m a ra cu erpo q u izá la concep ción de la in vestiga ción h istórica m ás avan zada que se hay; fo rm u la d o en los países an dinos.19 E n tre esos factores fu e de term in an te el anclaje institu cional que p ro v e y ó la Universidac N a cio n a l de Chile b a jo el lid e ra zg o in telectu al de A n drés Be lio, su fundador. L a Facultad de F ilo s o fía y H u m an idades, un; de las cin co en que se había o rg a n iza d o la u n iversidad, tenía a su cargo la p ro m o c ió n de la in d a ga ció n h istórica y la orienta c ió n de la educación. Se o rg a n iza ro n concursos de investiga ció n y cada año ten ía lu gar la p resen tación de una m em ori; sobre un tem a h istórico. Precisam en te la in terven ció n de José V icto rin o Lastarria, que d evin o en el fa m o so debate Bello-Lastarria, in au gu ró un ritual que se v o lv ió tra d icion a l.20 N a d a se­ m ejante ocu rrió en Ecuador, y las desventuras de la U niversi­ dad d ecim on ón ica solo patentizaban la fortaleza de la destruida universidad colonial. Las guerras de la In d ep en d en cia y la sub siguiente inestabilidad p olítica y econ óm ica “d esqu iciaron la vieja u niversidad colon ia l". E l esta b lecim ien to de la nueva u niversidad repu blican a fu e p reca rio, len to e irreg u la r a lo la rg o del siglo X I X e in icios d el siglo X X .21 L o s cierres y reor gan izacion es que tuvo la U n iversid ad C entral en Q uito, poi ejem p lo, se su cedieron de un p e río d o a otro. L a p rim e ra ve 2 que se in trod u jo una cátedra de H is to ria ("H is to ria Antigua M o d ern a e H is to ria de A m é ric a ") fu e c o m o p arte de la recom ­ p o sició n de la Facultad de F ilo s o fía y Letras en 1888-1889; la 19 A lien W oll, A F u n ctio n a l Past: The Uses o f H istory in Nineteenth-C entury Chile (B a to n R o u ge: L ou sian a State U niversity, 1982); C olm en ares, Conven­ ciones-, M aigu ash ca, "H istorian s in Spanish S ou th A m e ric a ” . 20 S ol S erran o, Universidad y n a c ió n (S a n tia go : U n iversid ad de Chile, 1993); Iv á n Jaksic, Andrés B ello: L a p a sión p o r el orden (S a n tia go : U niversidad de Chile, 2001); M aigu ash ca, “H istoria n s in Spanish S ou th A m e ric a ". 21 A rtu ro A n d rés R o ig , "E stu dio in tro d u c to rio : L o s c o m ie n z o s d el pensa m ie n to social y los orígen es de la S o c io lo g ía en el E cu a d o r” . E n A lfre d o Espi­ n osa Tam ayo, Psicolo g ía y S o cio log ía del p u e b lo e cu a toria n o (Q u ito : B C E / C E N , 1979), 20. 52

L O S PR IM E R O S M E TA R R E LA TO S H ISTÓ R IC O S

duró p o c o tie m p o y c o n tem p ló la in vita ció n a que Suárez la asu m iera.22 Carente de una base in stitu cion al de a p oyo y consciente de las lim itacion es que rod ea b a n su obra, C evallos d ecid ió emplear el térm in o R esum en en el título, según con sign ó en la introducción, c o m o una in d ica ció n de la m od estia o de la se­ v e r i d a d con que ju zg a b a su trab ajo intelectual. N o obstante el n o m b r e , se trataba de una ob ra desarrollad a a lo la rgo d e cin­ co tomos. E l au tor an u n ció que su n arrativa “ solo pu ede c o m ­ prender los sucesos de m ás bulto, i tratar solo de los h om bres que se han p resen tado en p rim e ra lín ea ” . A d icio n a lm en te es­ taba persuadido de que en cuestiones relativas a la in vestiga ­ ción del pasado “n o cabe origin a lid a d , p o rq u e la h istoria n o se inventa; solo cabe la c o rre c c ió n de algunos errores ó e q u iv o ­ caciones que hubiesen p a d ecid o, i la n a rración de los sucesos no con ocidos” .23 D e c o n fo rm id a d con este supuesto, C evallos advirtió a sus lectores en qué partes de su rela to p o d ía n en­ contrar novedades. E sta re fe re n c ia constituye un in d ic io de cómo la escritura h istórica en E cu a d o r n a ció estrecham ente vinculada a las m em o ria s sociales del p erío d o . E l h ech o de que las fuentes estu vieran p rim o rd ia lm e n te en m anos p riv a ­ das, bajo co n tro l de las fa m ilia s descendientes de los p erson a­ jes prom inentes o h eroicos, o fo rm a ra n parte de la exp erien ­ cia personal d el autor, p o n ía una con stricció n im p o rta n te en cualquier ela b o ra ció n d el pasado. E m p ero, este e je rc ic io de im aginación h istórica n o fu e de n in gu n a m an era arbitrario, como se suele a veces suponer. E stu vo con streñ id o p o r o p e ra ­ ciones propias de la figu ra ció n del pasado, relativas a la id en ­ tificación de tem as y evid en cias (d ocu m en tos y a rch ivos) e in ­ clusión de relatos orales (con ta d os p o r protagon istas, testigos de los hechos o p ortad ores de m em o ria s específicas) y, fu n d a ­ m entalm ente, d eriva d o de las fo rm a s de tratar dichas evid en ­ cias. Cevallos, p o r ejem p lo, presu m ía de que su "c o ra z ó n se halla puro i esento de los od ios i afectos que en jen d ran las pasiones p o lítica s".24 Sine ira et S tu d io ( “ S in re n c o r y sin parin ic ia t iv a

G o n z á le z

22 G erm ania M o n c a y o de M o n g e, La U niversidad de Q u ito : S u trayectoria en tres siglos 1551-1930 (Q u ito: Im p re n ta de la U n iversid ad Central, 1944), 181-183. 23 "A dvertencias", en C evallos, R esum en, vol. 1, 4. 24 Ibíd. 53

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c ia lid a d ” ), la fam osa locu ción latin a que p ro firió Tácito en su Anales, era una de las con ven cion es estructurantes del discur so h istórico d ecim on ón ico. Cevallos aseguraba que "la rect im p a rcia lid a d con que he m an ejado la plu m a” reflejaba su dis p o sició n de consultar a testigos y fuentes sin dejarse in flu ir po sus banderías políticas. ¿C óm o le y ó F ed erico G o n zá lez S u árez el R esum en de Peí d ro F e rm ín C evallos? E n sus m em orias, el arzobispo-h istoria­ d o r cuenta que sien do jo v e n "d e v o ró ” los tom os de la ob ra de C evallos y m an tu vo h acia el au tor una perd u rab le adm iración. P o r esta ra zó n se explica el h ech o de que, a pesar de la marcad da d iferen cia de enfoqu e, en la H is to ria general n o conste nin gún ju ic io c rític o d irecto en con tra de Cevallos, excep to dis crepan cias fácticas o correccion es puntuales. In icia lm en te, la lectu ra del R esum en le lle v ó a G o n zá lez S uárez a con feccion a un lista d o de enm iendas, em p ero su crecien te inconform idac d erivó, a la postre, en la p la n ifica ció n y e la b o ra ció n de un re la to distinto. Tres fu ero n los aspectos que expresaban funda m en talm en te la in c o n fo rm id a d que a lim en tó el disenso historio g rá fic o de G o n zá lez S u árez fren te a Cevallos: la con cep ciói gen era l de la historia, la ca ra cteriza ció n de los p erío d o s pre h isp án ico y colon ia l, y el sentido que se le o to rg a a la historie n acion al. V eam os cada uno de estos aspectos. “ F e liz el p u eb lo cuya h istoria es fastid iosa” era, según Ce vallos, una “sentenciosa verd a d ” que h ab ía pron u n cia d o M on tesqu ieu y que in spiraba su c o n cep ció n gen eral d el Resum en D e acu erdo a ella, el relato h istó rico co m p ren d ía p rin cip al m en te “las accion es ru idosas" de las arm as, la a ctivid ad p olíti ca y d ip lom ática; y, de o tro lado, el “ m o v im ie n to cien tífico, li terario, com ercial, a gríco la o cu alqu ier o tro de los que hacen ad elan tar p o r el cam in o de la c iv iliza c ió n y p ro sp erid a d ” .25 No h a b ien d o m u ch o que d ecir sobre esto ú ltim o, d eb id o a que la la rg a d o m in a c ió n co lo n ia l h ab ía a h oga d o cu alqu ier m a n ife s l ta c ió n en este sentido, entonces, su R esum en o p tó p o r co n cen l trarse en lo p rim ero . C evallos ca ra cterizó el p e río d o colonial! c o m o un lapso de in m o v ilis m o p o lític o que h abía red u cid o aj la socied a d a una pasivid ad y m an sed u m b re sin par. E l mun d o c o lo n ia l se ca ra cterizó p o r m an ten er una apatía inconve; 25 Cevallos, R esu m en , vol. 2, 86. 54

L O S PR IM E R O S M E TARR ELATO S HISTÓ R ICO S

“una p az que escarnecía la d ign id a d del p u eb lo".26 Ese mundo de in m o vilid a d carecía de interés para el h istoriad or pues no era. x iie n te :

del tono y dignidad de la historia detenerse en la narración de - los advenimientos i pomposas entradas de los presidentes que f: gobernaron la patria, ni en las competencias suscitadas entre es­ tos i las audiencias, o entre los mismos y los obispos, visitadores ■' i jueces de residencia, i menos aun en referir los ruidosos capítui los de frailes y monjas ni las fiestas reales tan ponderadas por . nuestros abuelos.27 1 Para Cevallos, un h isto ria d o r lib era l andino que alcan zó su m adurez a p a rtir de m ed iad os del siglo X IX , el pasado co­ lonial encarnaba una m o n o to n ía sin con ten ido m em orable. No se trataba de una actitu d an ticolon ia l o antiespañola. M u y por el contrario, C evallos se sentía orgu lloso de p ro c e d e r de ‘la patria de P e la y o ” , y expresó sim patías sinceras p orq u e la conquista tra jo la re lig ió n Católica, “la hidalgu ía castellana, la lengua de R io ja y el estilo de Jovellanos, i estas son adqu isi­ ciones de tanto b u lto que debe envanecernos de ten er a E sp a­ ña por m ad re” .28 C o m o se ve, era p o sib le ser lib eral y re c o n o ­ cer, al m ism o tiem p o, una estrecha filia c ió n con España y la religión católica. S in em b argo, el pasado h ispánico no era m e ­ morable p orq u e carecía de los valores con los que el au tor p o ­ día identificarse. C e v a llo s estaba firm em en te co n ven cid o de que el pasado colonial apartó al país de “los progresos del en ten dim ien to humano” .29 E n este sen tido se adscribía a una con cep ción d o­ minante en A m é ric a L a tin a acerca de que el p rogreso era un vector fu ndam ental de la h istoria m undial, que E u rop a encar­ naba m ejo r que n adie el d esarrollo de la h istoria de la h u m a­ nidad y que la h istoria ecu atorian a solo p o d ía ser in teligib le en relación a aqu ella.30 M o d e rn iza c ió n y eu rop eiza ción re p re ­ 26 Ibíd., 335. 27 Ibíd., 87. 28 Ibíd., 387. 29 Ibíd., 62. 30 En un citado artículo sobre el tema, B radford Burns anotó que para los historiadores latinoam ericanos d ecim on ón icos “la m áxim a aspiración fue la eu55

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sentaron una cara de la m oneda; atraso y fan atism o compu sieron la opuesta. Las fuentes in telectuales de este credo si han u b icad o gen eralm en te en el registro del p en sam ien to f i j sófico eu rop eo desde la Ilu stración en adelante. N o obstantij hay otra fu ente p o c o m en cion ad a y que p ro v e y ó de una irr portan te cu ota de in sp iración al discurso h istórico. Se trata de la ob ra del h isto ria d o r n o rtea m erica n o W llia m H. Prescott (1769-1859), que d isfru tó de una recepció p ositiva en A m érica Latina, al punto que fu e con vertid a ei lectu ra o b lig a to ria del siglo X IX . A s í lo testim on ian autores di orien tacion es tan variad a c o m o C evallos y G o n zá le z Suárel en E cu ador; y B ello, B arros A ran a y V icu ñ a M ackenna, et Chile, p o r ejem p lo. P rescott se e sp ecia lizó en la h istoria de Es paña y en la conquista hispana de M é x ic o y P erú .31 Su interé en España encajaba con la p reo cu p a ció n m ás g en era l de iderj tifica r las fu erzas que co n cu rriero n a la gra n d eza o decader cia de una sociedad. M u y co m p en etra d o con la situ ación d< expansión y ascenso que atravesaban los E stados Unidos, e au tor ela b o ró una com p ren sión d el pasado de E spañ a e His p a n oa m érica que R ich a rd K a g a n h a b a u tiza d o c o m o “ el pan d igm a P rescott". D e acu erdo a esta co m p ren sió n d el cambi h istórico, España resultaba la antítesis de los E stados Un; dos.32 P rescott d o tó de au toridad a la co n ven ció n h istoriográf ropeización . Los latinoam ericanos creían que E u rop a era el pu n to central de 1 h istoria y sus propias historias eran extensiones de aquella” . V er su artícu "Id e o lo g y in N ineteenth-C entury L atin A m erica n H isto rio gra p h y” , H A H R 58 N o . 3 (1978): 425. 31 H istory o f Ferdinand and Isabela (1837), H istory o f the C onqu est o f Max c o (1843), H istory o f the Conquest o f P erú (1847), H istory o f P h ilip I I (1858 Segú n Iv á n Jaksik, las tradu ccion es al esp añ ol de las obras ded icadas a 1¡ con qu ista de M é x ic o y Perú o cu rriero n co n u na sorpren den te ra p id ez. L a pri m era fu e tra d u cid a en M éx ico al año sigu ien te de su p u b lica ció n o rig in a l y 14 segunda registra dos ed icion es in m ediatas, una en E sp añ a (1847-1848) j otras dos en M é x ic o (1849 y 1850). E n la e d ic ió n en esp añ ol d e la o b ra dedicl da a M é x ic o co la b o ró m u y a ctiva m en te el h isto ria d o r L u cas A la m á n . Para u análisis a m p lio de la red de relacion es p erson ales que cu ltivó Prescott, su en fo q u e h isto rio g rá fico y su p ersp ectiva p o lítica , y su o p o s ic ió n a la gu eif m exican o-am erican a, v e r el estu pen do estu dio de Iv á n Jaksié, Ven co n m ig o la España lejana: Los intelectuales nortea m erica n os ante el m u n d o hispan 1820-1888 (M é x ic o DF: FCE, 2007). 32 R ich a rd L. Kagan , "P resco tts P a ra d ig m : A m erica n H isto ric a l Scholá ship and the D eclain o f S pain". E n Im a g in ed H istorie: A m erica n H istorians In 56

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ca que hacía d ep en d er el p ro greso de una socied ad de la p re ­ sencia del com ercio, la lib erta d in d ivid u al y, en general, la ^ g enCia de las institu ciones liberales, y sedujo in telectu al­ mente a m uchos autores latin oam erican os. Para Cevallos y los h istoriad ores d ecim on ón icos, la In d e ­ pendencia e n c a m ó el m o m e n to estelar de la n arrativa n a c io ­ nal fríe el m ito de o rig e n que en gen d ró el E stado rep u b lican o e introdujo los axiom as p o lítico s, sociales y cívico s de la m o ­ dernidad. L a libertad, el p ro g reso y la c iv iliza c ió n constituían un conjunto de incu estion ables y pa ra d igm á ticos valores en la época. En este sentido el rela to de C evallos p a rticip ó de una idea com ún que G erm án C olm en ares encuentra en la h is to rio ­ grafía del período: la In d ep en d en cia fue "el punto de constante retom o", "en el cual se hallan contenidas todas las prom esas". Esta percepción del pasado estaba in trín secam en te conectada c o n la idea de que el p e río d o co lo n ia l era "u n p o z o oscuro del que solo se veía n los b o rd es” .33 E n dos de los cin co tom os que componían el R esum en, C evallos ela b o ró el p rim e r gran relato de la In dependencia. E m p lea n d o una prosa sencilla y clara, desarrolló un n u trid o discurso de hechos a través de los cua­ les dio cuenta el d esa rrollo lo ca l de las p rim eras juntas qu ite­ ñas (1809 y 1810-1812), el triu n fo de la rea cción realista, hasta empalmar con la d in á m ica con tin en tal d el p roceso independentista, sus avances y retrocesos y, al m ism o tiem p o, encade­ nar los sucesos del E cu a d o r b a jo la gu ía de S im ó n Bolívar, quien en ca m ó de m an era m eto n ím ica el espíritu de aquella transformación: un hombre cuya vida é historia son la vida é historia de cinco pueblos soberanos, (...] un hombre cuya frente vino á ceñir la guirnalda de cuantos laureles recojió la independencia america­ na [...] brotaron héroes sobre héroes, en los tiempos de esa larga ... i sangrienta lucha, en que se combatía por la esclavitud o la li­ bertad, por la monarquía o la república, por la oligarquía o la democracia, la mas racional, la mas justa, aunque también la mas turbulenta, de las instituciones humanas, i la que arrebata el vivo anhelo de la mayor parte de las sociedades. Pero esos héterpret the Past, ed. A n th on y M o lh o y G o rd o n S. W o o d (P rin ce to n : P rin ceto n University Press, 1998). 33 Colm enares, Las con v en cion es, 21 y 93. 57

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roes, vivos é históricos monumentos que embellecen el territoii de sus pueblos, quedan enanos al lado del coloso, sin cuya apar ción i jenio para la guerra se habrían sepultado tal vez los nonj bres i glorias de todos ellos.34 Si la In d ep en d en cia fue el m o m en to central de la tranj h istórica nacional, el p e río d o prehispánico, p o r su parte, mal tu vo en el discurso h istórico d ecim o n ó n ico la pasión p o r le orígen es, una de las conven cion es básicas de la construcciój sim b ó lica de la nación, una entidad que se presentaba con ej ca rá cter de in m e m o ria l y, que p o r lo tanto, dem an daba uní pesqu isa sobre sus “antigü edades". L a p a sió n p o r aqu ellos orí gen es n o era esen cialm en te una c o n ven ció n n oved osa del si g lo X IX , m ás b ien fo rm a b a parte de una tra d ició n secular he red era de la co m p ren sió n h istórica d el p en sam ien to clásic] qu e a com p a ñ ó la con qu ista y c o lo n iza c ió n de H ispanoam éri ca.35 N o obstante, esta búsqueda se asentaba, y aqu í aparece 1; in n ova ción , en un d ob le artificio, a la vez, re tó ric o e ideológi. co. E l p rim e ro refiere a la co m p leja ten sión que se establee] en tre los crio llo s y los in d ios fren te al d ilem a id en tita rio di q u ién recla m a la rep resen tación p rin cip a l del sujeto de la ac c ió n en el discurso h istórico. E se d ilem a aparece tan nítida m en te expresado c o m o irresu elto, en térm in os de su legitirru dad, en la legen d a ria "C arta de Jam aica” (1815) de Simói* B olívar.36 34 Cevallos, R esum en, vo l. 3, 249-250. 35 John H . E llio tt, E l v ie jo m u n d o y el n u evo, trad. R a fa e l S án ch ez Manti r o (M a d rid : A lia n za , 1972); S ab in e M a cC orm a ck , "‘E n los tiem p os m u y antl gu os...’: C ó m o se re co rd a b a el pasado en el Perú de la C o lo n ia tempranal P roce sos, N o . 7 ( I sem . 1995). 36 “T o d a id ea re la tiva al p o rv e n ir de este país m e p a re ce aventurada. ¿Si p u d o p rever cu ando el gé n ero h u m a n o se h alla b a en su in fa n cia ro d ea d o d tan ta in certid u m b re, ign o ra n c ia y error, cuál seria el ré g im e n qu e abrazar p a ra su con servación ? ¿Q u ién se h ab ría a trevid o a d e c ir tal n ación será rept b lic a o m on arqu ía, ésta será pequ eña, aquélla grande? E n m i con cepto, est es la im a g en de nuestra situ ación. N o so tro s som os un p eq u eñ o g én ero humi n o; p o seem os un m u n d o aparte, cerca d o p o r dilatados m ares; n u evo en ca tod as las artes y ciencias, aunque en cierto m o d o v ie jo en los usos de la socii d a d civil. Y o co n sid ero el estado actual de A m érica , c o m o cu ando desplom : d o el Im p e rio R o m a n o cada d esm em bración fo rm ó un sistem a político, confo m e a sus intereses y situación o siguiendo la a m b ición particular de algunc jefes, fam ilias o corporaciones; con esta notable diferencia, que aquellos mieri 58

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IsTo obstante, la p ercep ción de aquella tensión no la inau■ a Bolívar, ella aparece ya en em brión , en una suerte de fun­ dante form u lación h istoriográfica desarrollada en el siglo jr y ill, bajo la p lu m a de los jesuítas hispanoam ericanos expa­ triados en los rein os italianos. D e acuerdo a aquellas narrati­ vas históricas de A n tigu o R égim en , el sujeto criollo rea liza una incorporación sim b ólica d el pasado indígena en su com bate f r e n t e a la h isto rio gra fía de la Ilu stración europea, desarrolla­ da por autores c o m o el C onde de B u ffon, G uillaum e-Thom as Raynal, Cornelius de Pauw, W illia m R obertson, quienes construyeron lo que A n ton ello G erbi lla m ó "la calum nia de A m é­ rica” .37 Uno de aquellos jesuítas fu e el quiteño Juan de Velasco, que elaboró la H istoria del R e in o de Q u ito en la A m érica M eri­ dional, en 1789, en F aen za.38Velasco construyó una gen ealogía de larga duración para la A u d ien cia de Q uito con el fin de re­ plicar a las narrativas europeas ilustradas, de un lado; y a la histórica de G arcilaso sobre los incas, de otro, vin d ican d o una diferencia para el espacio n oran d in o fren te a las gen era liza cio­ nes cuzqueñas de este autor. L a d en om in ación de "rein o” recu­ peraba, en p rim e r lugar, una iden tidad ju risdiccion al que se construyó en m e d io de la ló g ic a p o lítica pactista de la m onar­ quía española, b a jo el régim en de los H absbu rgo durante los bros dispersos v o lv ía n a restab lecer sus antiguas n aciones con las a ltera cio ­ nes que exigían las cosas o los sucesos; m as nosotros, que apenas conservam os vestigios de lo que en o tro tie m p o fue, y que p o r otra parte n o som os indios ni europeos, sino u na especie m edia entre los legítim os p rop ieta rios del país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros am ericanos p o r n a cim ien to y nuestros derechos los de E urop a , tenem os que disputar éstos a los del país y que mantenemos en él con tra la in va sión de los invasores; así nos hallam os en el caso más extraord inario y co m p lica d o . S im ó n B olívar, "C arta de Jam aica” [1815]. E n E scritos p o lític o s (B o go tá : Á n cora, 1984), 25, el énfasis es m ío . Un sagaz análisis del p la n tea m ien to de B o lív a r se encu entra en Tu lio H a lp erin Donghi, "H isp a n o a m é rica en el espejo: (R eflex io n es hispanoam ericanas sobre Hispanoam érica, de S im ó n B o lív a r a H ern a n d o de S o to )” , H istoria M exicana 42, No. 3 (ene.-m ar. 1993). 37 Anth on y Pagden, "D e salvajes n obles a n obles salvajes: L a u tiliza ció n criolla del pasado a m e rin d io ” , E n E l im p eria lis m o español y la im a gin a ción política, trad. S o led a d S ilió (B a rcelon a : Planeta, 1991); D a vid B rading, Orbe indiano: De la m on a rq u ía ca tó lica a la república crio lla , trad. Juan José U trilla (M éxico DF: FC E, 1991); A n to n e llo G erbi, L a disputa del N u e v o M u n d o , 2a. ed. (M éx ico DF: FC E, 1982). L a p rim era e d ic ió n en españ ol se h izo en 1960. 38 Arturo A. R o ig , H u m a n is m o en la segunda m ita d del siglo X V I I I : Prim era parte (Q uito: B C E / C E N , 1984). 59

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siglos X V I y X V II. L a p ráctica d el p a ctis m o fu e m u y añorad! p o r todos los sectores sociales en el con texto de las reformas b orb ón icas del siglo X V III, las cuales se p rop u sieron desman­ tela rlo b a jo un m anto de cen tralización . E n segu n do lugar, éj relato de Velasco elab oró un o rig e n h istórico que se p ierd e ei la noch e de los tiem pos, con gru en te con aqu ella id en tid ad es pacial, paralela y d iferen te a la dinastía inca.39 A pesar de que el m an u scrito de la H is to ria del R ein o Q u ito se co m p letó en 1789, recién fu e p u b lica d o in extenso p o r p rim era ocasión, en E cu a d or entre 1841-1843.40 Cevallbj re c ib ió la ob ra m u y p ositivam en te y extrajo de ella la inform a ció n sobre el pasado preh ispán ico, para ca ra cteriza r el origen re m o to de la n ación ecuatoriana. S in em b argo, tu vo el cuida do de an otar que se h abía apartado de V elasco “cuantas veces he creíd o p referib le la au toridad de Prescott ó de otros histo riadores, p o r hallarse las de estos m ás b ien docum entadas, ó’ m ás con form es con el buen c rite rio ” .41 D e esta m anera, Ceva^ líos re a lizó la p rim era in terp reta ción de la H is to ria del Reiné] de Q u ito en el siglo X IX . L a in c o rp o ra c ió n de aqu el segmento de la n arrativa sign ificó en la práctica una silen ciosa nacioná liza c ió n del relato h istórico de Velasco. E sto q u iere d ecir qu< el R esum en tran sform ó la n arrativa d iecio ch esca de la Histo\ ria del R e in o de Q u ito en la p rim era parte del gran rela to de la n ación ecuatoriana. L a “rep ú b lica de las letras” asu m ió esté p lan team ien to co m o una verd a d in cu estion ab le hasta finales d el siglo X IX , y el debate sobre su cred ib ilid a d se exten d ió a lo la rg o del siglo X X .42 H a pasado d esap ercib id o el h ech o de qu e la p rim e ra edi­ ció n del R esum en fu e im p resa en L im a , en 1870, y n o en Quf to o G uayaquil, co m o se p o d ía esperar. L a ex p lica ció n de poij qué el p rim e r m etarrelato h istó rico n acion al n o p u d o ser im] p reso en Ecuador, a pesar de los esfu erzos d en od a d os que Cej vallos rea lizó, tien e que ver, en parte, con la crisis p o lítica y ec o n ó m ic a que exp erim en tó el país en 1859, m o m e n to en 39 G u illerm o Bustos, "L a p ro d u cc ió n de la escritu ra h istó rica en la colo| n ia tardía: L a o b ra del jesu ita Juan de V ela sco ” (tesis de m a estría en Historia^ F L A C S O -E , 1995). R eto m a ré este p u n to en los capítu los cu a tro y cinco. 40 Gaceta del E cu a d or, N o . 401, 29 de agosto de 1841. 41 V er "A d verten cia s” , Cevallos, R esum en. 42 V o lveré sobre este tem a en los capítu los cu atro y cin co. 60

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nue estuvo al b ord e de la balcan ización , y las secuelas in m e ­ d ia ta s de esta crisis, así c o m o d ep en d ió d el lu gar que el E sta­ d o la política y la socied a d con ced ían a la escritura histórica o r ó p i a m e i i t e dich a en aqu el m o m en to .43 D e o tro lado, el ca­ r á c t e r secular de la n arrativa h istórica de Cevallos, expresado en la ausencia de la p ro vid en cia d en tro d el decurso del pasa­ d o resultaba m ás a fín co n el m o m en to p o lític o de d o m in io li­ b e r a l anterior a 1859 y m en os con gru en te con el a d ven im ien ­ t o del régim en de G arcía M o ren o , que e m e rg ió de aquella c r is is nacional. Sea c o m o fuere, la irru p ció n del R esu m en en 1870 estuvo m arcad a p o r un contraste en tre el carácter secu­ lar de la p rim era gran n arrativa h istórica de la n ación ecu a to­ r ia n a y el con texto del p ro y ecto p o lític o vigen te, qu e ten ía c o ­ m o últim o fu n d am en to la religión .

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Luego de que F e d e ric o G o n zá lez S u árez leyera co n "verd a d e­ ra ansia" la ob ra de C evallos, qu ed ó m u y in satisfech o co n la caracterización que el R esu m en o fre c ía sobre “las antiguas ra­ z a s indígenas” y, particu larm en te, el p ap el que a trib u yó a la Iglesia en el descu b rim ien to, conqu ista y c o lo n iza c ió n de es­ ta s com arcas.44 A sí e m p e zó una la rg a jo rn a d a de p rep a ra ció n intelectual, lecturas, búsqueda de fuentes, visitas a m o n u m en ­ to s precolom binos, y el in ic io de p rosp eccion es a rqu eológicas de tipo amateur, to d o lo cual con flu yó en la ela b o ra ció n in te­ lectual de una n arrativa h istó rica de d iferen te tipo. 43 La pu blicación d el R esum en representó para C evallos u na odisea: abrió una suscripción de ven ta an ticip ad a de la o b ra que n o fu n cion ó; so licitó apoyo al Congreso de 1861 y este o rd en ó que se p a gara al a u to r lo qu e el E stado le adeudaba p o r servicios pú blicos a n teriorm en te prestados y cu yo m o n to p o d ía ser em pleado en la im p resió n de la obra; ta m b ién o rd en ó que se dispensara de los derechos de aduana al papel qu e se deb ía im portar, p ero el a go ta m ien to de las finanzas públicas d e jó el d ecreto en letra m uerta. D escon ozco fin alm en te cómo consiguió los m ed ios para im p rim ir la o b ra en L im a. L o s m ateriales del último tom o que con ten ía una selección de docu m en tos, a la usanza de la épo­ ca, desapareció d evora d o p o r el fu e g o que destruyó la im pren ta. 44 G on zález Suárez, H is to ria general, vo l. 1, I. V e r ta m b ién sus M em oria s íntimas. En H istoria general de la R ep ú b lica del E cu a d o r, vo l. 3 (Q u ito: CCE, 1970), 943-947. 61

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¿Q ué tip o de fo rm a c ió n re c ib ió G o n zá lez S u árez y en quj c o n tex to p o lític o se c o n v irtió en h istoriador? E n 1849, a 1¡ ed ad de cin co años, in gresó a la escuela de p rim eras letras di San to D o m in go , en Q uito. N o h ab ien d o en esa ép oca educ; c ió n secundaria, a con tin u a ción estudió la tin id a d directarnei te en la u n iversidad y lu eg o de tres años rin d ió un lauread; exa m en ante G arcía M o ren o , re c to r en ese m om en to. A l mi¡ m o tie m p o a p rob ó otros cursos de los que a llí se ofrecía n (i? lo so fía , R etórica , M atem áticas y Física, M e te o ro lo g ía , Cosmq g ra fía y G eo g ra fía ). Fin alm en te, o p tó p o r to m a r el estad eclesiástico y se m a tricu ló en el S em in a rio de San Luis. Tre constantes m arca ron su in fa n cia y juventud. U n a p o b reza pe ren n e que lo m an tu vo en el lím ite de la subsistencia. U na pa sió n p o r las letras in cu lcad a p rin cip a lm en te p o r su madra u na person a de la que se c o n o ce m u y p oco, excep to que erl una gran lecto ra y m u y religiosa, m ística y clarividente, Ijyj qu ien gra vitó con la m a y o r fu erza en la v id a d el historiador. || p o r ú ltim o, una au tod iscip lin a n otab le que fu e alimentada] p o r la constante adversidad social y eco n ó m ica que e n fre n tó ! A p esar de h ab er sido un estudiante b rilla n te n o pu do ob| te n er ningu na ayuda p o r parte del G o b iern o ni de la Iglesia] p a ra co n tin u ar su edu cación. E n ese con texto, la recién Ilegal da ord en jesu ita le a b rió sus puertas. Se sabe m u y p o c o de sil paso p o r la C om pañía, de la que fu e parte en tre 1862 y 1872, p e ro co n segu ridad a llí p ro fu n d iz ó su c o n o c im ie n to de los clá­ sicos y ta m b ién a lim en tó su in qu ietu d in ic ia l en la historia; c o m o parte de la o b servan cia de la revisada R a tio Studiorum, qu e a d icion ó, a p a rtir d el d ecen io de 1830, el estudio de la| len gu as nacionales, Literatu ra, H is to ria y G eo gra fía , y otras d iscip lin as exactas.46 G o n zá lez S uárez d ejó la C om p a ñ ía argt| m en ta n d o que carecía de la v o c a c ió n p ara m an ten erse en ella

45 G o n zá lez Suárez, M e m o ria s ín tim a s , 870-898; L eó n id a s Batallas, El lim o , y R v m o . Sr. Dr. D n . Federico G onzález Suárez: A puntes para su biografía 3a. ed. (Q u ito : C E N , 1995). Las ed icion es previas son d e 1895 y 1944. 46 L a ord en jesu ita fu e restablecida in tem a cio n a lm en te en 1814 y regresl al E cu a d o r definitivam ente en 1862. E n 1832 se pu b licó una revisión de la Re-, tio , em p ero "n oth in g w as ch anged in the essentials o r the fu n dam en tal princi; pies, but in novation s w ere m ade in rega rd to branches o f study. In the colleges L a tin a n d G reek rem ain ed the p rin cip al subjeets, but m o re tim e and care we| to b e d evoted to the study o f the m other-ton gu e and its literatu re o f histor.; geography, m athem atics, and the natural Sciences” . Johann P eter K irsch, "Ed 62

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ntó por Ia vid a re lig io s a secular. Así, lu ego de n o h aber sido Aceptado en las diócesis de Q uito e Ibarra, fue ad m itid o en C u e n c a , la segunda m ás im p orta n te del país. Precisam ente, alJÍ fue donde d esarrolló su vo ca ció n de historiador, entre 1872 y 1883. . Conviene reco rd a r que las prim eras publicaciones de ca­ rácter histórico de G o n zá lez Suárez tu vieron co m o objetos de e s t u d i o , precisam ente, el pasado ab origen (1878) y la historia d e la Iglesia (1881). E n la prim era, el au tor afirm a que hay mUy pocas in vestigaciones acerca de "esa m uchedum bre de naciones diversas, que, en los dos siglos que preced ieron a la conquista, llegaron a fo rm a r parte d el im p erio peruano". Los c a ñ a r i s eran precisam en te una de aquellas naciones, cuyos "usos; creencias y costu m bres” eran desconocidos. E lla se ha­ bía asentado en p arte del espacio que com p ren d ía la diócesis d e Cuenca. E n este trab ajo el au tor ya m ostraba una am plia familiaridad con las prin cipales obras escritas p o r cronistas e historiadores colon iales (G arcilaso, Cieza, C abello Balboa, Calancha, Acosta, Zárate, O viedo, H errera, Velasco y otros), y ci­ taba tam bién obras de autores decim on ón icos (H u m boldt, Prescott, D’O rb ign y y Vicu ña M ackena, etc.). E n cuanto a la obra relativa a la h istoria de la Iglesia, esta fu e anunciada como una serie de varios volúm enes, em p ero lu ego de la p u b li­ cación del p rim ero, su au tor d ecid ió suspender el proyecto ante el creciente con ven cim ien to de que carecía de la docu ­ mentación necesaria.47 C on el antecedente de estas iniciales contribuciones en m a teria histórica, el autor se ded icó a la ela­ boración de su H istoria general, a lo la rgo de los años ochenta. El contexto p o lític o en el que d esarrolló G o n zá lez Suárez su trabajo in telectu al estuvo atravesado p o r tres elem entos clesiastical H isto ry” . E n The C atholic Encyclopedia, vol. 7 (N u eva York: R o b ert Appleton Company, 1910), . 47 E studio h is tó ric o sobre los Cañaris, antiguos habitantes de la P ro v in cia del Azuay en la R epú blica del E c u a d o r (Q u ito: Im p re n ta del C lero, 1878); H is­ toria eclesiástica del E c u a d o r desde los tiem p os de la C onqu ista hasta nuestros días (Quito: Im p ren ta d el C lero, 1881). H u b o otra p u b lica ció n que p reced ió cronológicam ente a su gra n re la to general: M e m o ria h istórica sobre M u tis y la expedición botánica de B ogotá en el siglo pasado, 1792-1808 (Q u ito: Im p ren ta del Clero, 1888). Se trata de una p u b lica ció n que sin gu la riza y expande uno de los tópicos que fo rm a p a rte de los co n ten id os d el v o lu m en 7 de la H istoria general, dedicado a las p ro d u cc io n es culturales dieciochescas. 63

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concurrentes. E n p rim e r lu gar la d esarticu lación d el proyect de una rep ú b lica ca tólica en clave de G arcía M o ren o , luegod su asesinato, en 1875, p ero d efen d id a a to d o trance p o r \| gru p o ultram ontano. E n segundo lugar, la o p o s ic ió n liber; que se dedicó, p o r su parte, a desm an telar lo que quedaba di an terior p ro yecto y d ism in u ir los p riv ile g io s de la Iglesia m< diante la sustitución de la C on stitu ción garciana, la negocició n de un nuevo con cord ato y la e lim in a c ió n d el d iezm o. Id cialm en te este gru p o ap oyó la subida al p o d e r de Ign a cio d V ein tem illa, en 1876, y lu ego lo co m b a tió en alian za co n otrl sectores, hasta su d errota en 1883. P o r ú ltim o, ap areció uij tercera v ía política, equidistante de las dos anteriores, denc m in ada Progresism o. Esta tercera o p c ió n se asentó ideológ cam ente en una suerte de lib era lism o ca tó lico y se propuá buscar la “co n co rd ia de volu n tades” entre unos y otros, en ] m arco de una agenda p ra gm á tica y de so m etim ien to al ordej legal. E l P rogresism o se p ro p o n ía m an ten er algunos de Ú p rivileg io s de la Iglesia, a distan cia de los extrem os del rég m en garciano, al m ism o tiem p o que d esa rrolla r una agerid m o d e m iz a d o ra en el á m b ito s o c io e c o n ó m ic o (créd ito, carn nos, educación, in m igración , in serción en el m erca d o muí dial). Esta ten den cia ocu p ó una p o s ic ió n de lid e ra zg o entr 1884 y 1895, al punto que ese lapso se id en tifica generalment con dicha d en om in ación .48 L a p o sició n p o lítica de G o n zá lez S u árez se d efin ió frente a estas tendencias dom inantes. E n la o ra c ió n fú n eb re que pra nunció con m o tiv o de la m u erte d el p resid en te G arcía More no, en Cuenca, al tie m p o que d e p lo ró su asesinato, se identifi có con la la b o r edu cativa que este h ab ía d esarrollad o parí adelantar “la c iv iliza c ió n de su p a tria ” ; ta m b ién destacó la ac titud constante para que dicha activid a d estu viera ilum inacj p o r el catolicism o. N o obstante, re c o n o c ió que G arcía Morera tuvo “ d efectos n otables” y "c o m e tió faltas p o lítica s” que ra

48 V er G o n za lo O rtiz Crespo, "P a n o ra m a h istó rico el p e río d o 187 5-1895; E n N u eva H istoria del E cu a d or, vol. 7, ed. E n riq u e A yala M o ra (Q u ito: GrijáM b o / C E N , 1990); Juan M aigu ashca, “E l p ro ce so de in te g ra ció n n a cion a l en i E cu ador: E l ro l del p o d e r central, 1830-1895” . E n H is to ria y región en el Ecüm dor, 1830-1930, ed. Juan M aigu ash ca (Q u ito: C E N / F L A C S O -E / Y o rk Univeí sity / IF E A , 1994); Carlos E sp in osa y C ristób al A ljo v ín , “ C on ceptos clave dé con servadu rism o en E cuador, 1875-1900", A C H S C 42, N o . 1 (ene.-jun. 2015Í 64

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dían ser ju zgad as co n la d eb id a im p arcialid ad , p o r la cerca ­ los acon tecim ien tos. R e c o rd ó que era de co n o cim ien to úblico que él n o h abía p erten ecid o al p a rtid o p o lític o del ^ r e s i d e n t e . F in alm en te, se in h ib ió de precisar, lo que qu izá n iu c h o s esperaban, algún tip o de recu p era ción id e o ló g ic a del o r o y e c t o garcian o p a ra el fu tu ro in m ed ia to .49 L o s partidarios d e G a r c ía M o re n o lo atacaron in m ed iatam en te, in con form es c o n los térm inos de su in terven ción oratoria. R esp ecto al lib e ­ r a lis m o radical y, especialm en te, fren te a la dictadu ra d el ge­ n e ra l Ignacio V ein tem illa (1876-1883), qu ien lle g ó in icia lm en ­ te al poder b a jo esa bandera, G o n zá lez S u árez lo co m b a tió abiertamente e in clu so tu vo que escon derse en cierto m o m e n ­ to para evitar una p o sib le d eten ción o expatriación . G onzález S u árez m an ten ía la c o n cep ció n de que el ord en legal era inherente al sistem a rep u b lican o. Asegu raba qu e “la e n f e r m e d a d de las repú blicas am erican as consiste en ten er por nada las le y e s ". E staba p ersu adido de que rep u b lican ism o y catolicism o eran dos com p on en tes fu n dam en tales de la con ­ figuración h istórica de la nación. Así, fren te a la d ictadu ra de Veintemilla, sostenía que: n te d e

los cambios políticos no pueden de ningún modo variar ni la for­ ma de gobierno, que escojieron los pueblos, al constituirse en na­ ciones libres e independientes, ni la religión que profesan, cuanÍ do esta es la única verdadera. Variar la forma de gobierno de un pueblo libre, después de un combate fratricida entre ciudadanos, que hablan la misma lengua y profesan la misma religión, sería un crimen enorme, sería un crimen de lesa nacionalidad.50 A distancia de las dos p osicion es an tagón icas m en cio n a ­ das, G on zález S u árez a lin eó sus sim patías p olíticas co n el progresism o.51 Fue d ip u tad o p ro vin cia l p o r el A zu a y a la Con49 F ederico G o n z á le z Suárez, "D iscu rso p ron u n cia d o el 21 de a go sto de 1875 en la Ig lesia C atedral de C uenca en las exequ ias del E x m o . Sr. D o n G a­ briel García M o ren o , presid en te d e la R ep ú b lica ". E n Obras ora torias, vol. 2 (Quito: T ip o gra fía y E n cu a d ern a ció n Salesianas, 1911), 30-31 y 35. 50 Federico G o n z á le z Suárez, E x p o s ic ió n en defensa de los p rin c ip io s repu­ blicanos (Cuenca: Im p re n ta del C lero, 1877), 2-4. 51 O rtiz C respo, “ P a n o ra m a h istórico", 258; E n riq u e A yala M ora , "E stu d io introductorio y sele cció n ” . E n Federico G onzález Suárez y la p o lé m ic a sobre el Estado laico (Q u ito: B C E / C E N ), 25-34. 65

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v e n c ió n N a c io n a l de 1878.52 C u ltivó con A n to n io B o rre ro Col ta za r una estrecha am istad; él fu e uno de sus "benefactore m ás im p ortan tes y, adem ás, su "p ad rin o de vin ajeras” cuan el au tor o p tó p o r la investidu ra sacerdotal d efin itiva en 1872 B o rre ro C ortá za r lle g ó a ser el p rim e r p resid en te del progr sism o durante aqu el p eríod o, gan ó la elecció n sigu ien te a; m u erte de G arcía M o re n o y cayó p o r un g o lp e de E stado lid ra d o p o r V ein tem illa, con a p o y o liberal, un año m ás tarde 1 ¿En qué aspectos diferían las grandes narrativas históricl nacionales de G on zález Suárez y Cevallos? A la lu z de lo an tado, hubo una diferen cia im portan te entre los contextos polfj ticos de elab oración de am bos relatos. R ecord em os que Cev líos escribió su ob ra a finales de los años cincuenta e inicios c los sesenta, una v e z que el p royecto lib eral de una u top ía repi b lican a incluyente de carácter eco n ó m ico y social se había ago tado. Este proyecto d em ocra tiza d or sucum bió ante la m oviliz ció n popular, un creciente fen ó m en o de disgregación social y em ergen cia de facciones regionalistas que resistían someten al E stado central. E l punto de tensión más dram ático ocurr en 1859, con la balcan ización del Ecuador. C o m o hem os vist G o n zá lez Suárez, p o r su parte, escribía su relato h istórico lúes g o del ascenso y caída de la repú bbca católica garciana, cuya p rin cip a l caudillo conjuró la am en aza de secesión de 1859 in ten tó construir la unidad n acional en to m o al p rin cip io reli g io so ca tólico y a su autoridad personal, sim ultáneam ente.54E? am bos casos, la escritura histórica buscaba suturar simbolice 52 H asta el m o m e n to n o se ha estu diado la p a rticip a c ió n p o lític a de Goi z á le z S u á rez en d ich a C on ven ción , en cargad a de e la b o ra r una n u eva constitt ción . T a m p o co su p a rticip a c ió n en la legislatu ra de 1892, n i el asesoram ient qu e p restó al C on sejo G en eral de In stru cción Pú blica. E n suma, la participí c ió n d el a rzo b isp o -h is to ria d o r en la res p u b lic a en c a m a u n tem a monográfica en sí m ism o. 53 G o n z á le z Suárez, M e m o ria s ín tim a s , 885. 54 S ob re la R ep ú b lica c o m o u na su cesión disputada de "la u to p ía econ< m ic o -s o c ia l” (1845-1861), "la u top ía é tico -relig io sa ” (1861-1875), y "e l rechi z o de la u top ía ” (1875-1895), v e r M aigu ash ca, “E l p roceso de integración’! 372-393. S ob re el uso que G arcía M o re n o h izo de la fe y la Ig lesia católica c o m o recu rsos de su p ro y ecto p o lític o p a ra ju n ta r a la p o b la ció n ecuatorian; d iv id id a en térm in os region a les y étnicos, v e r los estudios de E n riq u e Aya] M o ra , L u ch a p o lític a y origen de los partid os en E cu a d or, 2a. ed. (Q u ito: CEt 1982); M a rie-D an ielle D ém elas e Ivés Saint-G eours, Jerusaleny B a b ilon ia : Reí g ió n y p o lític a en el E cu a d o r (Q u ito: C E N / IF E A , 1988); M aigu ashca, "Integrá 66

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ente las heridas sociales abiertas durante las fatigosas p rim e­ ras décadas de construcción del Estado ecuatoriano. Cada uno d e los metarrelatos recreaba, a su m anera, y com petía vis a vis e n tre sí para d otar de sentido a la com u nidad im aginada ecuato r iá n a .

( ¿ Q u é con ven cion es estru ctu raron la H istoria general de González Suárez? ¿Cuál fu e la co n cep ció n h istórica que in for­ m a b a su relato? Para resp on d er estas preguntas, iden tifico cuatro p roblem áticas particu lares relativas a la elab oración de la escritura h istórica d ecim o n ó n ica en el relato de G on zá ­ lez Suárez. Algunas tu vieron que v e r con las prácticas o p ro c e ­ dimientos que dem an daba la h istoria c o m o saber esp ecializa­ do. Otras expresaban la au torid ad y la fu n ción social que el conocim iento eru d ito reclam ab a para sí en la esfera pú blica literaria y política. Ciertas tem áticas respon dían a los des­ acuerdos que el au tor ten ía fren te al R esum en de Cevallos. F i­ nalmente, otros asuntos m ostraban la presencia de una red de influencias intelectuales en tre h istoriad ores y pensadores de­ cimonónicos de distintas proced en cias nacionales y orien ta ­ ciones id eológicas en el con texto sudam ericano. N o obstante, la investigación de G o n zá le z Suárez, de m anera sem ejante a Cevallos, estuvo m arcad a p o r el sign o lo ca l del autodidactismo y de la soledad intelectual, en el sentido de que no existía una com unidad in telectu al de base, ni ta m p oco d ispon ía de un entram ado in stitu cion al letra d o (bibliotecas, archivos, so­ ciedades literarias) que la sostuviera. De m anera paradójica, frente al aislam iento local, los auto­ res decim onónicos sudam ericanos desarrollaron una m ás am ­ plia y fluida red de contactos e influencias de lo que h oy supo­ nemos. G on zález Suárez n o fue explícito respecto a sus deudas intelectuales; no obstante, he p o d id o rastrear algunas influen­ cias y paralelism os, co m o se verá m ás adelante.55 E l autor dejó testimonio de que, siendo aún un adolescente, una tem prana lectura de las obras de Juan de Velasco y del inca G arcilaso de la Vega despertaron su interés en la historia. A parecen dos refe­ rencias intelectuales explícitas a las que G o n zá lez S uárez se ción nacional” ; y P eter V. N . H en derson , G abriel G arcía M o re n o and Conservative State F o rm a tion in the Andes (Austin: U n iversity o f Texas Press, 2008). 55 Un análisis más d eten id o de esta red de influencias requ iere de un estu­ dio exhaustivo de su co rresp o n d en cia personal, dispersa en archivos privados. 67

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siente p articu larm en te vincu lado. L a una corresp on d e al hiJJ to ria d o r italian o César Cantú (1807-1895), de cuya lectura d i¿ J recib ió “una im presión profu nda". A n ota que de él aprendió J| considerar la h istoria com o “una cien cia de m oral social".56 r J otra no m enos im portan te p rovien e del filó s o fo y te ó lo g o e s p * ñ ol Jaim e B alm es (1810-1848). A d icio n a lm en te, d ejaron u n J im p ron ta en G o n zá lez Suárez las obras de los ch ilen os A n d réjj B ello, D ieg o B arros Arana y José Ig n a c io E yzágu irre; el c o j lo m b ia n o José M a ría G root; los españoles C ieza de L eón , Fer-a nández de O viedo, B en ito F e ijo o y M a rcos J im én ez de la EsJ pada; y el n orteam erican o W illia m Prescott, cuyas le c tu ra * "m e ab rieron los ojos y com en cé a fo rm a r m i c rite rio históá ric o ” .57 L a densidad de con ten id o y argu m en to de la H istoria neral está estructurada sobre un con ju n to a m p lio de conven ciones h istoriográficas que, lejos de ser específicas de e s tá obra, son com unes a la h isto rio g ra fía su dam erican a del perío-j do. L o p ecu lia r de ella es la m an era en que c o m b in ó los in s j tru nientos intelectuales de que dispuso, la m an era en quel im a g in ó el pasado y las repercu siones in telectu ales y p o lític a á que engendró. D e ese con ju n to de con ven cion es, identifico! cuatro, cuya co m b in a ció n in tegra la c o n cep ció n gen era l de la] obra: 1. el sign ificad o del d ocu m en to y d el a rch ivo en la escril tura histórica, y su relación con la verd a d d el pasado; 2. la; con cep ción de n ación y el papel de la Ig le s ia en el rela to nal cional; 3. los valores que orien ta ron la escritu ra h istórica; y 4j la n a cio n a liza ció n del tiem p o y la ra c ia liza c ió n de la agencia; hum ana.

E l recurso al d o cu m e n to ¿Qué papel ju g ó el docu m en to y el a rch ivo en la práctica de la] escritura h istórica sudam ericana y en la H is to ria general enjj particular? L o s historiadores d ecim o n ó n ico s situaron al docu j m en tó co m o el recurso central de su a ctivid ad especializada.! C on cib ieron que este p roveía de una garan tía de con fiabilidadJ 56 G o n zá lez Suárez, M e m o ria s , 944. 57 Ib íd., 955-956. 68

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ciehtificidad y veracid ad al relato histórico. Se puede afirm ar e esta fue una de las prácticas que d efin ió la fo rm a c ió n de emergente ca m p o esp ecializad o en los térm in os de la épo' Esta m u tación in telectual fren te a la h istoriogra fía d ie c io ­ chesca aparece desde m u y tem p ran o en el siglo diecinu eve. La obra en que José M anu el R estrepo narró la gesta independentista, quizá la más p reco z de este gén ero en Sudam érica, La his­ toria de la R e v o lu ció n de la R epública de C olom bia (1827), de­ dicó los tres tom os finales, de los d iez que la com pon ían , a reproducir una selección de 51 docu m entos que avalaban su relato (leyes, decretos, capitulaciones, actas de p ron u n ciam ien ­ tos, oficios, tratados, proclam as, circulares, instrucciones, co­ rrespondencia).58 D ebajo del n om b re del autor, en la portad illa de cada volum en, constaba el cargo que este h abía desem peñ a­ do: "Secretario del In te rio r del P o d e r E jecu tivo de la m ism a República” , o tro elem en to d estin ado a p resen tar al a u tor c o ­ mo un ob servador p riv ile g ia d o de los a con tecim ien tos qu e na­ rraba. La p reten sión de exh au stividad d ocu m en tal de R estre­ po le llevó a que en el p re fa c io de la e d ic ió n de 1848 añadiera: "Muy raros han sid o los d ocu m en tos que no h em os p o d id o conseguir p erten ecien tes a la H is to ria de C o lo m b ia ” .59 H o y día, el A rch ivo R estrepo, en B o go tá , b rin d a un n ítid o te s tim o ­ nio del tesón d ocu m en tal que a n im ó a su artífice. D ich o re p o ­ sitorio guarda m iles de d ocu m en tos sobre la In d ep en d en cia (de Venezuela, C olom b ia, E cu a d o r y P e n i) y es uno d e los acervos más ricos de S u d am érica en su gén ero.60 Com o se sabe, la U n iversid ad de Chile, fu ndada en 1842, fue un escenario p rivileg ia d o del d esarrollo de la h istoriogra fía 58 José M an u el R estrepo, La historia de la R e v o lu c ió n de la R ep ú b lica de Colombia (París, L ib re ría A m erican a, 1827). E l a u to r h izo u na segu nda ed i­ ción am pliada que se p u b licó en 1848. B a jo la d en o m in a ción de C o lo m b ia se incluía la in depen den cia de la C apitan ía de V enezuela, el V irrein ato de N u eva Granada y la A u d ien cia de Q uito. L a p rim era ed ic ió n cu bría un lapso en tre fi­ nales de la co lon ia y 1819. V er el estu dio m o n o g rá fic o sobre esta obra: S ergio Mejía, La rev olu ción en letras: L a historia de la R e v o lu c ió n de C o lo m b ia de José Manuel Restrepo, 1761-1863 (B o go tá : U n iversid ad d e los A ndes / E A F IT , 2007). 59 Frase de R estrep o cita d a p o r C olm en ares, C on ve n cio n es , 110. 60 E l A rch ivo R estrep o p erten ece a la F u n d a ció n José M a n u el R estrep o, manejada p o r los descen dien tes del h istoriador. Person a lm en te tuve oca sión de realizar una m e m o ra b le visita a d ich o re p o s ito rio en B o go tá , en ju lio de 2008. A grad ezco la in vita c ió n de G erm á n M e jía P a vo n y y Ó scar S a ld a m a g a . 69

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en este p eríod o. Ese proceso arran có b a jo el lid era zg o intelec tual de Andrés B ello, su m en ta liza d o r y p rim e r rector, quien ¿ propu so dar curso a una corrien te de estudios históricos en Facu ltad de F ilo s o fía y H um anidades. C on este fin in stitu yó! presen tación de una in vestigación h istórica anual. E n el esta tu to de la u n iversidad, artícu lo 28, estableció que "S e pronur cia rá un discurso sobre algu n o de los hechos m ás señalad de la h istoria de Chile, apoyan do los p orm en ores históricos ei d ocu m en tos a u té n tico s , y d esen volvien d o su carácter y consl cu encias co n im parcialid ad y verdad” (e l énfasis es m ío ).61 ]| in terven ció n inaugural de esta futura tra d ició n fue solicitad? en 1844, a V ic to rin o Lastarria, m ie m b ro de dich a facultad. S? p resen tación intitu lada “In vestigacion es sobre la influencia so cia l de la con qu ista y d el sistem a co lo n ia l de los españole; en C h ile” suscitó el fa m o so debate con B ello. Esta discusión y otros in tercam b ios que se p ro d u jero n en los años siguiente; con stitu yeron una notable “p o lé m ic a h istoriográ fica ". Eli; m ostrab a dos fo rm a s de en ten d er el pasado y la m an era dé in vestigarlo. L a p o lé m ic a to p ó nu m erosos aspectos intelectua les y p o lítico s que abrían un h az de in terrogacion es: ¿quí o rien ta ció n d eb ían segu ir los estudios d el pasado (h istoria B lo só fica e ilustrada; o fáctica, con in flu en cia m ás romántica)?* ¿en qué con sistía el lega d o c o lo n ia l españ ol y c ó m o d eb ía asil m ilárselo?, ¿cuál era la m an era m ás p ertin en te de asim ilar el p en sam ien to eu ro p eo desde C hile (A m é ric a L a tin a )? Algunosl de estos tó p ico s han m erecid o estudios que se han convertidoj en clásicos.62 P o r el m o m en to , m e deten go en la cu estión del docum eni to h istórico, un asunto que n o ha sido tod a vía an a liza d o coi| d eten im ien to en rela ció n co n la fo rm a c ió n d el cam p o intelecj tual h istórico. E n la co n vo ca to ria p a ra la presen tación de una m e m o ria de in vestiga ció n h istórica, redactada p o r B ello, sel pu n tu aliza que la in d a ga ción d eb ía apoyarse en “docum ento^ 61 L a cita y las referen cia s de este ep is o d io p ro vie n en de Jaksié, Andréñ B e llo , 165-166. 62 Ver, al respecto, W oll, F u n c tio n a l Past, cap. 2; Colm enares, Las convera d o n e s , cap. 1; H a lp e rin D on gh i, "H isp a n o a m é rica ” : 752-754; Charles A. Halei "Id e a s p o lítica s y sociales en A m érica Latin a, 1870-1930” . E n H istoria de Amé¡¡ rica L a tin a , vol. 8, ed. L eslie B eth ell (B a rcelo n a : Crítica, 1991), 1-64; Jaksicl Andrés B ello, cap. 5; M aigu ash ca, "H istorian s in Spanish South A m erica ".

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Ij&ténticos", em pleados co n “im p a rcia lid a d y verd a d ” . Esa iR g p e c tiv a de c ó m o re a liza r la in vestigación d el pasado fue defendida p o r B e llo desde antes de la p o lém ica con Lastarria. Mn tina reseña que p u b licó sobre el relato de la In d ep en d en cia de J o s é M anu el R estrepo, en 1836, alabó la “exactitu d” , "im a r c i a l i d a d ” , "el to n o de la narrativa, que, an im ad o y sencillo a un tiem po, se deja leer co n v iv o interés” , y el carácter de sus descripciones que "están com probadas p o r d ocu m en tos au­ t é n t ic o s " . 63 E n otra reseña sobre el lib ro que trata la conquista del Perú de W illia m Prescott, celebraba que d ich o a u tor "ha tenido la fortu n a de consu ltar gra n núm ero de docum entos in é d it o s ; i aun cuando trabaja sobre docu m en tos con ocidos fia tenido la fortu n a de ord en a rlos de un m o d o lu m in oso".64 p o r la m ism a ép oca y en una in terven ción que sin tetiza su for­ m a de entender la in vestiga ción d el pasado, señaló de m odo c o n c lu s iv o :

¿Queréis, por ejemplo, saber qué cosa fue el descubrimiento y ■; conquista de América? Leed el diario de Colón, las cartas de Pedro de Valdivia, las de Hernán Cortés. Berna! Díaz os dirá muíf ' cho más que Solís y Robertson. Interrogad a cada civilización en 6 sus obras, pedid a cada historiador sus garantías. Ésa es la prií. mera filosofía que debemos aprender de la Europa.65 Los ecos de la p o lé m ic a B ello-L astarria se h iciero n sentir a lo largo de la segunda m ita d d el siglo X I X en diferen tes paí­ ses. En 1875, el ch ilen o D ie g o B arros A ran a le escrib ía a su colega argen tin o B a rto lo m é M itre record an d o aquel debate a propósito de que h abía le íd o un trab ajo de V icen te F id e l L ó ­ pez sobre el p asado argen tin o, im p regn ad o d el to n o de la combatida h istoria filosófica, un tip o de in d a ga ción "sin docu­ mentos" E n aqu ella carta, B arros A rana continuaba:

63 Andrés B e llo, "H is to ria de la R e v o lu c ió n de C o lo m b ia p o r el Sr. José Manuel R estrep o ” . E n E l rep ertorio a m erica n o I (L on d res: 1836). 64 A ndrés B e llo, "H is to ria de la con q u ista del Perú p o r W. H . Prescott", Revista de Santiago 1, N o . 1 (abr. 1848). P 65 Andrés B e llo, "M o d o de estu diar la h istoria". E l A raucan o, N o . 913 (feb. 1848). En Obras com pletas de Andrés B ello, vol. 19 (Caracas: M in isterio de Educación, 1957), 251.

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Yo no sé si usted recuerda la polémica que sobre este punto so: tuvo Don Andrés Bello en 1847 con Lastarria y otros escritore chilenos, combatiendo este género de historia filosófica. A pesa del prestigio de tan gran maestro, los que en Chile nos herrió dedicado a estudiar y a escribir la historia, sobre todo [Migul Luis] Amunátegui y yo, hemos tenido que batallar largo tiemp< para demostrar que la historia sin hechos bien estudiados y sii} documentos, es completamente inútil y absurda.66

Las obras que el h istoriad or n o rteam erican o W illia m Pres cott escribió sobre la conquista de M é x ic o y particularm ente sobre la conquista de los incas recib iero n una p ositiva recep; ció n en el á m b ito in telectual su dam erican o; e lo g ia ro n su acu ciosid ad docu m en tal y su prosa, y n o p o co s las veía n c o m o ui m o d e lo de la escritura histórica. E n el m a rco de esas investí; gaciones, Prescott c o m p iló una m asa d ocu m en tal excepciona c o m o resultado de una búsqueda de fuentes p rim a ria s em; p ren d id a a gran escala, m ed ian te la o rg a n iza c ió n de una red transatlántica de buscadores de docu m en tos.67 E l historiador n o rteam erican o lo g ró acceso p riv ile g ia d o a algunos reposito^ rios españoles de p rim e r ord en c o m o el arch ivo de la Rea A ca d em ia de H isto ria en M adrid, la B ib lio te c a del E scorial y otros más. Su peró en este aspecto a W illia m R ob ertson , cuya ob ra en lo rela tivo a la conquista de A m é ric a n o tu vo accesc d irecto a los archivos españoles. Segú n R ich a rd L. Kagan; P rescott fue el p rim e r h istoria d or en E stados U n idos qu e em­ p le ó docu m en tos origin ales para escrib ir la h istoria d e uní n ación que no fu era la suya.68 U na bu ena p arte d el prefacio que escrib ió al relato de la conqu ista del Perú, está dedicado p recisam en te a hablar del tip o de fu entes que lo g ró reu n ir y se en orgu llece de la m agn itu d de in fo rm a c ió n que co m p iló . Su o b jetivo n o era solam en te presen tar los rasgos m ás caracterísJ ticos de la conquista, sino presen tar una pin tu ra m ás colorida de su dinám ica, con detalles que en riq u ezca n el rela to y vuel­ van m ás creíb le las acciones. C on este fin, señala qu e en la1 66 C o rrespon den cia cita d a p o r C olm enares, C o n ve n cio n es, 49-50. 67 V er K agan , "P resco tt’s P a ra d ig m "; Jaksic, Ven c o n m ig o , 322; y John E. Eipper, "T h e C a n on izer D e-C an onized: T h e Case o f W illia m H . P resco tt", Hisp ania 83, N o . 3 (2000): 421-422. 68 K agan , “P resco tts P a ra d ig m ", 324. 72

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cornp°sició n de su relato y sobre la base de la d ocu m en tación o b t e n id a , “p e rm itió que los actores [h istóricos] h ablen p o r s í mismo tanto c o m o fu era p o s ib le ” .69 Hasta aquí he re fe rid o una va ried a d de ejem plos de auto« y , diversos que com p a rtieron la p reocu p ación básica de que la consulta de los docu m en tos origin ales constituía la con d i­ c ió n de p osibilidad del discurso h istórico.70 ¿Qué p o sició n asu­ mían los h istoriadores d ecim o n ó n ico s fren te a las fuentes? Germán C olm enares id en tifica dos supuestos básicos al res­ pecto. En p rim e r lugar, que la con tin u id ad narrativa, una p re­ ocupación intrín seca al h ech o de con ta r un relato, depen día específicamente de los d ocu m en tos, pues ellos establecían la sucesión del curso de la a cció n y, p o r lo tanto, im p rim ía n la dinámica del relato. E n segu n do lugar, p a rticip a b a n de una creencia de fu erte arraigo: que los docu m en tos “ d eb ía n hablar por sí m ism os” . 71 D e acu erdo a estos supuestos, entonces, la tarea básica d el h isto ria d o r con sistía en en con trar el m a yor número de docu m en tos au tén ticos que garan tizaran un senti­ do de con fiabilidad, y respecto de lo s cuales d eb ía m antenerse "im parcial” , p ara dejarlos expresarse sin in terferen cia alguna. Esta con ven ción señalada p o r C olm enares se hallaba m uy e x t e n d id a . E l c o lo m b ia n o José M an u el G root, en su H istoria Eclesiástica y C iv il de la N u eva Granada (1869) m an ifesta b a el mismo tip o de fe docu m en tal: “ H e p referid o, en m u ch a parte de esta obra, las in sercion es de textos o rigin ales á los relatos propios, p orq u e es cierto que cu an to m ás un h is to ria d o r deje hablar a los con tem p orán eos, en lu ga r de h ablar él p o r ellos, tanto más g a ra n tiza la verd a d de sus ap reciacion es y tanto más satisfecho qu eda el le c to r".72 n 69 W illia m Prescott, H istory o f the C onquest o f M é x ic o and H istory o f the Conquest o f Perú (N u e v a York: T h e M o d e m L ib ra ry ), 728. 70 En E u rop a el m é to d o c rític o y el a p ego a la fuente docu m en tal fu e desa­ rrollada p o r una gen era ción de h istoriad ores, filólogos, estudiosos d el m undo clásico y expertos en la biblia, a n terio r a Ranke. "T h e critical m eth o d becam e the com m on p ro p e rty o f honest h istorica l scholars everyw h ere” . V er G eo rg G. Iggers, The G erm án C on cep tion o f History. The N a tio n a l Tradition o f H istorica l Thought fro m H erder to Present, ed. rev. (M id d leto w n : W esleyan U niversity Press, 1983), 3-4. 71 Colm enares, Las con v en cion es, 126. 72 José M a n u el G root, H is to ria eclesiástica y c iv il de N u eva Granada, vol. 1 (Bogotá: Im p re n ta a ca rg o de F o c ió n M a n tilla , 1869), III. 73

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' G o n zá lez S u árez p a rticip ó de este cred o d ocu m en tal y e? tu vo a m p lia m en te fa m ilia riza d o co n la ob ra de R estrepo, Be lio , G root, B arros Arana, Prescott y otros. L u e g o de h aber ej p lo ra d o los rep o sito rio s docu m entales a los que tuvo accej en E cu a d o r (arch ivos m unicipales, C orte Suprem a, Tesorerí de la n ación, m in isterios, Curia m etrop olitan a, conventos, cc legios, escribanías, U n iversid ad ), y de visita r nu m erosos sitio en que se m an ten ían restos p recolom b in os, lle g ó a la conclt sión de que le faltaban docu m en tos para escrib ir concienzu dam ente la obra que tenía en mente. L a situación de los archive en E cu ador era lastimosa: “Se hallan en un estado de desgreñe de desorden y de abandono tan notable, que hacen casi impos: b le la in vestiga ció n y estu dio de los d ocu m en tos” .73 L u eg o de fa lle c im ie n to de su m a d re y gracias al a p o y o que le brind prin cip alm en te la Iglesia, tam bién el Congreso N a cion a l le prc d ig ó una pequeña contribución, G on zá lez Suárez em prendi un via je a E u ropa entre 1884 y 1887. E n España perm anecí dos años, consultando los archivos de Indias, Sim ancas, Alcal de H enares, el D ep ósito H id ro g rá fico , la R ea l A ca d em ia d H is to ria y la B ib lio te c a N a cio n a l en M ad rid . Su consulta ¡ A rc h iv o de In dias le d ejó una p ro fu n d a im p resión . Confirm su id ea de que escrib ir sobre la h istoria colon ia l, sin ir a Sev lia, era c o m o “in ten tar levan tar el atrio de San Francisco, si p iedras, ni cal, ni suelo en que ed ifica r” . Su p erm a n en cia e S evilla c o in c id ió con el desate de una ep id em ia de cólera. De: o y e n d o m ú ltiples consejos de que aban don ara la ciudad, r< s o lv ió quedarse p ara ayu dar a los en ferm os, "a m a r las letras h u ir de la carid ad n o era p ro p io de un sa cerd ote".74 E l au tor de la H is to ria general estaba co m p leta m en te pe su adido de que n ecesitaba una m asa d ocu m en tal vasta qu g a ra n tiza ra so lid ez y exhau stividad a su relato. L o s docum ei tos que en con tró en S evilla eran fu n d a m en talm en te papel« institu cion ales: corresp on d en cia entre au toridades de Quito la m etró p o li; visitas y ju icio s de resid en cia a diferen tes pres dentes de la A u d ien cia y otras au toridades; p leitos adm inistr: tiv o s y ju d icia les que llegab an a instancias m etrop olitan a d em an das entre particu lares (d e tod os los estrato social y e: 73 G o n zá lez Suárez, “ P r ó lo g o ” , H is to ria general, vo l. 1, V I. 74 Carta de G o n zá lez S u árez a P a b lo H errera, 15 de ago sto de 1885. 74

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fa c c io n e s étn icas) o entre instituciones, las cuales seguían los SR pndros bu rocráticos durante decenas de años; peticion es de un cabildo, reportes de un obispo, quejas o peticion es de superior de una orden, apelaciones de diverso tipo, inform es económicos, contabilidad de impuestos, etc. Para G onzález Suáfez, dichos legajos institucionales encam aban directam ente el pasado y era tarea del historiador averiguar con sagacidad, com o una suerte de abogado y en el m ejor de los casos com o un juez, y ^ d is c e r nir lo verdadero de lo falso, pues muchas veces, b a jo apa­ r ie n c ia s de ju sticia se ocu lta la calu m n ia y la d ifa m a ció n aún en la plum a de las m ism as autoridades pú blicas” . L a tarea se v o l v ía aún m ás ardua, p e ro no p o r ello im posible, en contextos en que la “p asión p o lític a ” se h ab ía en ard ecid o.75 Para que la c r ít ic a de fuentes resultara de veras fru ctífera, el h istoriad or d e b ía m antenerse im parcial. G o n zá lez Suárez estaba absolu­ t a m e n t e con ven cid o de que el rela to h istórico era un discurso d e lo verdadero. N o tenía duda de que se p o d ía alcan zar la p le n a verdad si se seguían los p ro to co lo s correspondientes. No obstante, su id e a de la verd a d era u nilateral y en extrem o simple, pues d ep en d ía en ú ltim a instancia de la actitud del historiador: “la vera cid a d consiste en que no se refiera sino a lo cierto, en que al re fe rirlo lo cuente tal c o m o fué, sin añadir nada, sin qu itar u n á p ice".76 ; La postura que G o n zá lez S u árez m antenía sobre la cues­ tión de la verd a d y sus p ro to co lo s de acceso m uestra una apreciable sem ejanza co n la que p ro p o n ía Jaim e Balm es. ¿Qué tan conocido en E cu a d o r era este filó s o fo español y ap ologista ca­ tólico? Según el h isto ria d o r Juan M aiguashca, las obras de es­ te autor tu vieron una bu ena recep ció n en el país. P o r ejem plo, el presidente G a rcía M o re n o fu e u n gran ad m ira d o r de la obra de Balmes y lo le y ó con m u ch o interés, especialm ente E l P ro ­ testantismo com pa ra d o c o n el C a tolicism o en sus relaciones con la civ iliz a ció n europea (1824-1844), en la cual m ostraba que el catolicism o, lejos de op on erse al p ro greso m aterial, so­ cial y p olítico, lo fa v o re c ía n otab lem en te.77 H a y evid en cia de } - 75 G on zález S u árez, H istoria general, vo l. 1, 22. 76 Ibíd., 43. 77 Ver M aigu ash ca, “In te g ra c ió n n a cion a l", 388. L a o b ra d e Jaim e Balm es, El Protestantism o, 3 vo l., 6a. ed. (1879). E sta o b ra fu e tradu cida a diferen tes idiomas. E n in glés a p re c ió c o m o P rotestantism and C atholicity Com pared in 75

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que G o n zá lez Suárez, p o r su parte, celebraba h ab er leíd o e; la escuela de prim eras letras La religión dem ostrada a l alean de los n iñ os, y tam b ién se expresaba elog iosa m en te sobre crite rio (1849), otra ob ra en la que B alm es p ro m o v ía el desi rro llo de la lógica, la ra zó n y el pen sam ien to an alítico y 3 flexivo. E l crite rio sirvió a G o n zá lez S uárez de fu en te pa| asuntos intelectuales y públicos: “p ara c o n o c e r la verdad. L: verd a d en las cosas, en la realidad. L a verd a d en el entem m ien to es co n o cer las cosas tal c o m o son. L a verd a d en la v:j a H istoria eclesiástica y c iv il de N ueva Granada (1869), parte, tam b ién d eb ió salirse de los lím ites eclesiásticos su autor in icia lm en te se h abía trazado, para dar paso al ¿ j l a z a m i e n t o de las partes religiosa, c iv il y p olítica, y consti•j- un todo indisociable. P ara G root, la re lig ió n en las excoloas hispanoam ericanas h abía sido "el elem en to vital de su c i v i l i z a c i ó n y p ro greso ", era una fu erza qu e p o r d erech o pronio o c u p a b a un lu ga r estelar en la h istoria de C olom b ia. A di^jptencia de sus colegas ch ilen o y ecu atorian o, el relato de G r o o t arrancó con la con qu ista españ ola en el s iglo X V I y se situó a distancia del m u n d o in dígen a. Para este a u tor carecía de sentido el d ilem a que h ab ía re c o n o c id o B o lív a r en su "C ar­ ta de Jam aica" años atrás. Se a co g ía al tro p o de c iv iliz a c ió n y barbarie reinante en ese m o m en to y aseveraba en ton o e n fá ti­ co. “N o som os indios. S om os h ijos de los españoles, y p o r ellos tenem os sociedades de que h em os p o d id o h a cer rep ú b li­ ca. por ellos ten em os ciudades c o n gente culta d on d e ahora trescientos años n o h ab ía sino selvas habitadas p o r b á rb a ros” . G r o o t se ad scrib ió in ten sam en te a una filia c ió n hispanista, pero al m ism o tie m p o en con tró qu e era le g ítim a la in d ep en ­ dencia de la m etró p o li. §¡lpv Como se puede ver, la p reocu p a ción de G o n zá lez Suárez a c e r c a de rastrear las fu erzas m orales en la h istoria form a b a p a rte de una in qu ietu d in telectu al de la época, qu e estaba en la cabeza de pen sadores lib erales y ca tó lico s p o r igual. D e m a ­ n e ra equivalente, el o b je tiv o in telectu al y p o lític o d el a rzo b is ­ po-historiador sobre estab lecer el p a p el de la in stitu ción ec le ­ siástica en la tra y ecto ria de su país, a trib u yén d ole una agen cia histórica tan sign ificativa, se in serta en una co rrien te m ás a m ­ plia de p en sam ien to h istó rico que n o h a sido estu diada en profundidad hasta el presente. A los ojos de m u chos in vestiga ­ d o re s del siglo X X , las narrativas d ecim o n ó n ica s les resu lta­ ron productos extravagantes y las historias eclesiásticas ter­ minaron aún m ás invisibilizadas. N o obstante, estos relatos históricos eclesiásticos y civiles tu vieron una larga gen ealogía y jugaron un p apel in telectu al insospech ado en la figu ración del tiempo, en el m an ejo de la c ro n o lo g ía y las fuentes, y en los usos políticos y sociales con que fu ero n tram ados. Estas n arra­ tiva s son testim on ios de las batallas culturales e id eológicas por definir los cauces y el con ten id o de la im a g in a ció n h istó ri­

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ca de la n ación decim on ón ica. A la v e z fu eron respuestas íq¿¡ lectuales ante las luchas políticas de su época. L a historia cj E yza gu irre apareció en el m o m en to en que se abría un cuestic n am ien to al estatuto oficial que el E stado p ortalian o asigné la Iglesia en el Chile repu blican o de la p rim era m itad de si| X IX . Este tip o de narrativa y su causa in telectual y política;f¡ c om b a tid a p o r historiadores de la talla de D ieg o B arros Araj y M ig u el Luis Am unátegui. E l relato de G root, p o r su part fu e la respuesta de un intelectual o rgá n ico de la Iglesia cató, ca en contra de las políticas liberales im plantadas en Colomb a m ed iad os de siglo X IX , particu larm en te p o r el G obiern o cf lib era l Tom ás C iprian o de M osqu era.95 A u nqu e la ob ra de G o n zá lez S u árez com p a rte m uchos d¿ los supuestos y de la retó rica h istoriográ fica de E y z a g u ir r S G root, sin em b argo, en cuanto al lu ga r que o to rg a a la Iglesia c o m o in stitu ción y al ca to licism o c o m o una fu en te que colo­ rea la cultura y la id en tid ad n acion al, de una fo rm a tan prí funda, lu ce excep cion al en el c o n c ie rto del ú ltim o decen io di sig lo X I X sudam ericano, tanto p o r el alcance de su emprei in telectu al, c o m o p o r la m an era en que se p o s ic io n ó en la fe ra p ú b lica y litera ria de su país.

La “v irtu d rep u b lica n a ’

¿Qué valores gu iaron la escritura h istórica de G o n zá lez Suárei y qué fu n ción social y pú b lica asignó el au tor al relato históril co? In vestigar el pasado b a jo el signo de la fó rm u la de Tácita] “sine ira et studio” (sin ren co r y sin p a rcialid ad ), desentraña de la historia enseñanzas m orales, elu cidar la h istoria comt| un acto de patriotism o, represen tar el pasado m edian te el em| p le o de la ra zó n y co m p ren d er y asim ilar los legados de la hia to ria fu eron valores que ilu m in a ron tanto la escritura histórica c o m o la herm enéutica de la nación. E n vista de que el presente y el pasado, de acu erdo a láf c o n c e p c ió n de la época, estaban p o b la d o s de pasiones de todc| tip o, el h isto ria d o r se veía o b lig a d o a elevarse sobre ellas y, eq>

95 S e rg io M ejía , “E stu dio h istó rico de la H isto ria eclesiástica y civil de.’ N u e v a G ran ada de José M an u el G root, 1800-1878", H is to ria y Sociedad, No-. 7 (d ic. 2000). 86

L O S PR IM E R O S M E TARR ELATO S HISTÓRICOS

lllllin a instancia, a p ro d u cir un relato veraz. Con ese propósihistoriador dem an da del concurso de la ra zón y del ejer­ c ió la im p a rcia lid a d o neutralidad, entendida esta últim a Poíno la suspensión de su subjetividad. Este ideal positivista o pfritificista era asu m ido de cu erpo entero, aunque el p ro p io E ffd rés B ello n o d ejó de ob servar algunas de las tensiones que «U ceaba su fiel cu m p lim ien to. A l an alizar la relación d el his­ t o r i a d o r José M an u el R estrepo, p o r ejem plo, en cuanto autor, ¿especio de la revo lu ció n de la In d ep en d en cia y sus artífices, como acon tecim ientos del pasado destinados a ser com p ren ­ didos y valorados en el presente, n o pu do in h ibirse de reco n o ­ cer que: « a u n q u e e n la r e la c ió n d e lo s h e c h o s q u e p r e c e d e p a r e z c a a a lg u ­ nos q u e e l a u t o r s a le d e lo s l í m it e s d e a q u e lla im p a s ib le n e u tr a li, dad, q u e d e b e s e r e l c a r á c t e r d e l a h is t o r ia , y a u n p o r e s o s e d ijo & qu e e l h is t o r ia d o r n o d e b ía t e n e r r e lig ió n , f a m ilia n i p a t r ia ; sin ^ e m b a r g o d e e s o e s t a m o s c o n v e n c id o s d e q u e lo s s e n t im ie n t o s : p a t r ió t ic o s d e l s e ñ o r R e s t r e p o (¿ y q u ié n h u b ie r a p o d i d o d e ja r d e d e s a h o g a r lo s a lg u n a v e z , r e f i r i e n d o ta le s h e c h o s ? ) e n n a d a h a n p e r ju d ic a d o a la v e r d a d .96

• Aunque B ello exon eraba a R estrepo de in cu rrir en una fal­ ta básica con tra el o fic io d el h istoria d or d eb id o a que su sub­ jetividad fin alm en te em erg ía a través de la exaltación de B o lí­ var, la glo rifica ció n de la re v o lu c ió n y la celeb ración de la creación de la R ep ú b lica de C olom b ia, el id eal d el h istoriador apátrida, irre lig io s o y erm ita ñ o (sin religión , ni fam ilia, ni pa­ tria) se m antenía c o m o p arte del m o d elo ‘id eal’ h istoriográfico imperante. L a ten sión entre este id ea l y las constricciones so­ ciales, p olíticas y culturales, en m e d io de las que operaba un historiador, entrañaba en ú ltim a instancia una ten sión y hasta una paradoja. Considerem os brevem en te los térm in os de esta con trad ic­ ción. La p lau sib ilid ad de la escritura h istórica decim on ón ica, al igual que la con tem p orán ea, depen de de que la visió n que proponga sobre el pasado esté asentada en un punto de vista

96 Bello, "H is to ria de la R e v o lu c ió n ” , 415.

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racion alm en te d efen d ib le.97 E n el con texto d ecim o n ó n ico dj creación de los Estados-naciones, los historiadores n o p od ía abstraerse de una de las im plicacion es políticas de su tarea in telectual: la legitim ación del sistem a p o lítico vigen te o, en si| lugar, de lo opuesto, la deslegitim ación del ord en am ien to políti, co o la o p osición id eológica de algún tip o.98E sto significó, en lapráctica, que el "lugar social” del discurso histórico, en el sentí do que M ich el de Certeau da a este com p on en te de lo que deno m ina “op eración historiográfica” , aprem iaba la construcción racionalm ente defendible de la n ación c o m o una expresión sim bólica del p rin cip io de legitim a ció n im perante, esto es de orden republicano. A l a n alizar la praxis p o lític a e in telectu al de A n d rés Bello, Iván Jaksic observa m u y sagazm en te la co n ex ió n que éste es­ ta b leció entre edu cación y rep u b lican ism o. S in la figu ra del rey, la con stru cción de un nu evo o rd en p o lític o fu e to d o un inm enso desafío, el cual, c o m o sabem os, descansó en di feren-J tes m ed ios y estrategias, y ob tu vo resultados m u y desiguales B ello p ro p o n ía que el sistem a rep u b lican o, m ás que cualquier o tro sistem a p o lítico , dem an daba de la ed u ca ción de sus inte-' grantes, para que estos ejercieran sus deberes y derechos, y p rop en d iera n a crear las con d icion es para alca n za r la felicij dad general. E n ese contexto, B e llo se a d scrib ió al concepto de "virtu d ” , p o r con siderarlo cru cial d en tro d el o rd en republn cano. C on vien e especificar que “ el co n cep to hispanoam erica n o de virtu d repu blican a in clu ía atributos m ora les (coheren­ tes, p robablem en te, con la im p o rta n cia atrib u id a a la religión); p ero seguía m ás de cerca el co n cep to de M o n tesq u ieu de la virtu d co m o c iv is m o ” .99 L a virtu d repu blican a, entonces, funj c io n ó c o m o un va lo r in cu estion able en el d o m in io de la polítij ca y p articu larm en te en la co n stru cción de los sistem as edu^ cativos nacionales. 97 M e baso en D ipesh Chakrabarty, "M in o r ity H istories, S u b altern Pasts'J E n Provincializing Europe: Postcolonial Thougth and H istorical Different (P rin ceto n : P rin ce to n U n iverity Press, 2000), esp ecialm en te, 98-101. 98 L in d a Orr, "F ren ch R o m a n tic H isto ries o f the R ev o lu tio n : Michelet,; B lan c, T ocq u eville —a N a rra tive” . E n The French R evolution 1789-1989: Twift Hundred Years o f Rethinking, ed. S an dy P e tre y (Texas: Tech U n iv ersity Press 1989), 47. 99 Jaksió, Andrés Bello, 156-158. 88

Sfg : L O S PR IM E R O S M E TA R R E LA TO S H ISTÓ R IC O S

| V olviendo a la h istoriografía, hasta el m o m en to no se ha investigado la relación entre la "virtu d rep u b lican a” y la escri­ tura de la h istoria decim on ón ica, un tem a a todas luces im p o r­ ta n te si con sideram os que la plausibilidad, c o m o característica básica del discurso h istórico, y su con exión con los im p era ti­ vos derivados de la con stru cción del E stado-n ación fue d e gran relevancia. ¿C óm o observó G on zá lez S uárez la rela ción entre ial'virtud repu blican a" y la escritura de la historia? E n p rim er jugar hay que señalar que el ord en repu blican o disfrutaba de una aceptación consensuada en la segunda m itad del siglo X IX eii Ecuador. L os residuos de las tentativas m on árqu icas y las peticiones de em p la za r un p ro tecto ra d o que ap arecieron en di­ ferentes m om en tos se d ilu yeron com p leta m en te.100 G on zález Suárez, c o m o he señalado an teriorm en te, se adscribía categó­ ricamente £il repu blican ism o. C on sideraba la in vestigación del pasado c o m o “el m ás m o ra liza d o r de tod os los estudios” . Esta­ ba convencido de que la m o ra l “tien e prin cip ios eternos e inva­ riables" y m ed ian te ellos se p ro p o n ía exam in ar la m arch a de la sociedad a través del tiem p o. E ste p reám b u lo p erm ite u n m e­ jor acercam iento a la pregu n ta sobre la m an era en que G on zá ­ lez Suárez a co g ió el con cep to de "virtu d repu blican a” . L a res­ puesta que p ro p o n go es que el a rzob isp o-h istoriad or rea lizó un desplazam iento sem án tico de aquel con cep to y lo con virtió en "patriotism o ca tó lico ". E n síntesis, esto sign ificó cristian i­ zar la “virtu d repu blican a” . Las repercusiones políticas y cultu­ rales de esta m a n iob ra las estudiaré en el sigu iente capítulo. En distintos países c o m o Ecuador, la re lig ió n ca tólica fue considerada en el siglo X I X c o m o el fu n d a m en to de la m oral social y, de m an era pa rticu la r durante el p e río d o garcian o, fue cimiento p rin cip a l de la e d ific a c ió n de la rep ú b lica ca tólica .101 Republicanism o y catolicism o, p ara m uchos, fu e un h íb rid o 100 Ana G im en o, Una tentativa m onárquica en América: E l caso ecuatoria­ no (Quito: B C E , 1988). 101 En España, desde los años cuarenta, el filó s o fo Jaim e B alm es, m u y apreciado p o r G o n zá lez S uárez y G a rcía M o ren o , en sus Consideraciones p olí­ ticas sobre la situación de España (184 8) en co n tra b a que el m a l de la sociedad decim onónica estaba en el m u ro qu e se h ab ía leva n tad o en tre re lig ió n y p o lí­ tica. Otro p en sa d o r esp añ ol del p e río d o , Juan D o n o so Cortés, en la m ism a lí­ nea señalaba que el m a l de la ép o c a era de n atu raleza m o ra l (n o p o lítica o social). S ob re este pu n to m e baso en el estu dio de A n to n io R iv e ra García, "Los orígenes co n tra rrev olu cio n a rios de la n ación ca tó lic a ” . E n Relatos de na89

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deseable y leg ítim o . R etom a n d o la p reocu p a ción de Bello, eí ausencia del rey, figu ra que d otó de la m á xim a legitim idad g sistem a m on árqu ico, la re lig ió n ca tó lica fu e vista p o r los coq servadores y aun p o r algunos lib erales c o m o el sucedáneo cle la figu ra del rey; era una de las fu entes de la m o ra lid a d soc| y p o d ía fa v o re c e r la con stru cción de los consensos políticos E n la H istoria general, su au tor da un paso m ás allá, y convie] te a la Iglesia, los obispos y los relig io so s en general, en agei¿ tes p rin cip a lísim o s de la h istoria de la n ación ecuatoriana, y a la m o ra l ca tó lica en una fu erza c iv iliz a to ria d el p ro greso y l| n ación. A lo largo del ú ltim o cuarto de siglo X I X y durante los pra m eros decenios del siglo X X , aparece regu larm ente un registré discursivo con ten cioso sobre la "virtu d republicana” , en dicho! com b ate aparecen distintas fuerzas políticas y corrientes da p en sam ien to (liberalism o, progresism o, conservadorism o, cal to licism o ). E n 1877, en una in terven ción pú blica favorable íalj progresism o, G o n zá lez Suárez afirm aba que “el patriotism o esj virtu d cristiana, es el a m or del p ró jim o practicado con abnegaj ción, hasta sacrificar la p ro p ia vid a en beneficio, no solamentq d el allegado y del am igo, sino hasta del d escon ocid o y hasta del en em igo person al” .102 E n sucesivas intervenciones, sermones! o ra cio n es públicas, re to m ó con in sisten cia el tó p ic o d el amor] a la p atria p ara retro tra erlo a la esfera de la sanción religiosa! y d ecla ra rlo llan am en te c o m o una gran virtu d cristiana. " Ej p a trio tis m o es una p asión n ob le y generosa: el p a triotism o esj u n in stin to bu en o, puesto p o r D ios en el c o ra zó n h u m an o [...] a m a r a la p atria es virtud; h acer a lgo en con tra de ella es un¡ c rim e n ” .103 Las bases intelectu ales de este desplazam ien to, eii el con texto su dam erican o, n o han sido estudiadas hasta el] presen te y req u ieren de una cu id ad osa ex p lo ra ció n de la reí c e p c ió n que se dio, desde el siglo X IX , a autores clave d e l peni sa m ien to cristia n o c o m o San A gu stín y San to Tom ás. Inspira! d o en este ú ltim o autor, G o n zá le z S u árez declaraba, pon c ió n : La construcción de las identidades nacionales en el m undo hispánico, vofl 2, ed. F ra n cisco C o lo m G o n zá lez (M a d rid : Ib ero a m erica n a , 2005), 1032. 102 F ed erico G o n zá lez Suárez, "Segu nd a ex p o sició n en defensa de los Prinj c ip io s C atólicos” (Cuenca, 1877), 11. 103 F e d e ric o G o n z á le z Suárez, "D iscu rso p ro n u n c ia d o en la Catedral! (190 0). 90

L O S PR IM E R O S M E TA R R E LA TO S H ISTÓRICO S

« ¿ a p i o , que l| qu e el Estado lib era l y sus in stitu ciones em p ren d ieron para« apu n talar su p ro yecto p o lític o y ju stifica r la con cep ción de p j j l triotism o, que se em peñ aron en d ifu n d ir en el m arco de la esfJjB ra pública. ¿De qué m an era se m an ifestó el interés del Estadafl lib era l en los sím bolos patrios, los m on u m en tos y los rituales j cívicos? L o s liberales se a fan aron en asocia r sus acciones de políti-|j ca p ú b lica con eventos o personajes que p roven ía n del univeifB so h istórico de la In d ep en d en cia o de los artífices del liberaliJM m o durante la rep ú b lica d ecim on ón ica . U n a v e z que se habíljj d ecla ra d o el E stado laico, la p o lític a edu cativa fu e concebida® c o m o un m ed io cru cial del p roceso de la ic iza c ió n de la socie-« d a d y la cultura. L o s n om b res co n los que design ó a los p la iill teles educativos que fu eron establecidos sucesivam ente evidengi cian esta p reocu pación general. E l p rim e r co leg io secundario la ic o fue creado en la capital, en 1897, con el n om b re de José M ejía, un ilustrado quiteño que lid eró el gru po de los diputado® am erican os en las Cortes de Cádiz, entre 1810 y 1813, y que: g a n ó la rep u tación de ser uno de los ora d ores m ás notables d e i la bancada lib eral en aquella constituyente. Los prim eros cál le g io s n orm ales que se fu n d aron en Q u ito, en 1901, con el p ro p ó s ito de fo rm a r el ejército de p ro feso res laicos que el prol y e c to lib eral dem andaba, fu ero n b au tizad os con los nombres! de Juan M o n ta lv o y M an u ela C añizares, y am bos debían acó-, g e r a h om bres y m ujeres, respectivam en te. M o n ta lv o fue el • ensayista lib era l m ás destacado d el s iglo X I X y el contradictor | in telectu al m ás fe r o z del presiden te G a rcía M o ren o . C añiza^ res, p o r su parte, a c o g ió en su casa la reu n ió n conspirativa d e l la n och e p revia al estab lecim ien to de la p rim e ra Junta de Go|¡ b ie rn o de Q u ito en 1809. E l G o b iern o lib e ra l tam b ién creó un] c o le g io secu n dario en G uayaquil, en 1901, co n el n om bre de| V icen te R ocafu erte, el p rim e r p resid en te lib era l del siglo X lX l E stos establecim ien tos edu cativos d esa rrolla ron un culto ha­ cia los patron os h istóricos de los que tom a b a n el nom bre; ela-| b o ra ro n una tra d ició n institu cion al d istin tiva y desarrollaren!

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Bpa reputación c o m o los co legio s públicos de m ás alto nivel igdncativo en el país. E l lid e ra zg o y la trad ición de estos co le­ gios fueron labrados a lo la rg o de décadas con solidez, al punB fe u e subsisten hasta el presente, ocupando un lu gar p ro m i­ n e n t e en la ed u cación pública. fe El desarrollo de una tra d ició n institucional en cada uno gggf estos estab lecim ien tos edu cativos es in d icativa de c ó m o el culto a la m e m o ria de M ejía , M on talvo, Cañizares y Rocafuerte f o r m ó parte de un n u evo ritu al c ív ic o d ed icad o a configurar ja nación laica. Sesiones solem nes, veladas literarias, sabatinas, c o n c u r s o s estudiantiles, desfiles escolares, torneos de gim nasia y deportivos, pu blicación de revistas literarias y pedagógicas, reuniones de asociaciones de exalum nos, constituyeron p rácti­ cas rituales en las qu e se exaltaron determ in ados valores aso­ c i a d o s con el p a triotism o, c o n fo rm a ro n una m em o ria de estos personajes h istóricos y de cada una de estas instituciones edu­ cativas y b rin d a ro n unos canales de ad scrip ción iden titaria a la nación la ica en construcción. I Un caso que ilustra este p ro ceso cultural o frece la tradi­ ción que fo r jó el In stitu to N a c io n a l M e jía al celeb rar un con ­ junto de sucesivos aniversarios de fu n dación y de construc­ ción de una m e m o ria escola r y p ú b lica de su p atron o histórico. En 1911 se o rg a n izó el “ C o m ité 19 de M a rz o ” , una agrupación de profesores, estudiantes y exalum nos. Este colectivo p rod u ­ jo una revista, sin p e rio d ic id a d fija, den om in ada Vida In telec­ tual, cuyos p rim e ro s n ú m eros docu m en tan las actividades a través de las que se o rg a n izó la m e m o ria institucional, exp o­ nen los valores que d iero n sen tido a sus expresiones discursi­ vas y, en general, o fre c e n un acercam ien to a las prácticas ri­ tuales del la icism o p a trió tic o que desde el ám b ito escolar se proyectó co n v ig o r h acia la esfera pública. E l “ C om ité 19 de Marzo” organ izab a, p o r ejem p lo, peregrin acion es y deposita­ ba coronas florales ante el busto de M ejía, que se había levan­ tado en el p arqu e de la A lam eda, en Quito. L a p u b lica ción in­ cluía una va ried a d de discursos ofrecid o s en esos contextos conm em orativos, p o r parte de p rofesores y estudiantes, junto a poesías alusivas al person aje y a los sentim ientos p atrióticos que este suscitaba. N o se trataba de una p reocu p ación exacta­ mente h istórica sobre el p erson aje, sino de un uso p ú b lico de su m em oria c o n fines patrióticos. César E. A rroyo, p ro fe s o r de 135

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G ram ática, en represen tación d el cu erpo de profesores Institu to M ejía, tuvo a su cargo uno de los discursos en 1 9 1 4 a E n él en fatizab a lo siguiente:

Este Colegio, en el que se guardan en germen las espiritua fuerzas destinadas á producir la futura intelectualidad ecuatc na, que se gloria de llevar, como una bandera el nombre del or dor inmortal, cuya vida admirable le sirve de alto ejemplo, acai de declarar, a su vez, seguro de que interpretaba fielmente el sen tir de la mayoría pensante de la Nación, 'que la gloriosa mema ria de Mejía es un nuevo lazo de unión espiritual entre EspañaM sus hijas de América’-, y hoy que este mismo Plantel siguiendo! una hermosa costumbre establecida desde que fue fundado, cei lebra la fiesta anual destinada a honrar á este santo laico de /¿l ciencia y de la Patria78 (el énfasis es mío). M isael R u iz, un estudiante d el sexto curso, de o tro lado, all p a rticip a r en un certam en de la fecha, se expresaba de esta m anera:

La idea del deber y el sentimiento de patriotismo, susceptible de| transformarse en pasión avasalladora, me imponen a contribuid! siquiera con un átomo de fuego dedicado á avivar la llama del1 entusiasmo en que arden cerebros juveniles y amantes del progre^t so, como los de mis compañeros de labores escolares. Dada la| insuficiencia de mis conocimientos, no me es dable presen tari cosa más digna del alcance y ardor juvenil con que ellos se hanl propuesto festejar el recuerdo del Mirebau americano79 (el énfa-1 sis es mío).

A m bas in terven cion es b rin d an la hu ella de las coordena- ] das intelectuales y culturales en las que estos eventos conmé-l m ora tivos transcurrían, el lu ga r social que estos se asignabais y los tem as a p ro p ó sito de los cuales se in sertaban en la esferal escolar y pública. E l p ro fe s o r A rro y o se las a rre g ló para exal-j ta r la in d ep en d en cia y, al m ism o tiem p o, reco n stitu ir “el lazo: de u n ión espiritu al” entre E spaña y Ecuador, una h ebra delj 78 "José M ejía , la z o de u n ió n entre Españ a y A m érica ", Vida In te le c tu a l N o . 1 (1911): 2. 79 "D iscu rso” , ibíd., 14. 136

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^ n a n is m o m ilitan te que cru zó el im a g in a rio h istó rico del ¡g|L;oClo. E n su alocu ción ta m b ién se destacó la idea de que centro edu cativo lid era b a la fo rm a c ió n de la “ intelectualiiígd ecuatoriana", expresada con un ton o de gra n certidum ¡11».¡La in terven ción del estudiante R u iz o fre c ía una hu ella de a d s c r i p c i ó n a fectiva al sen tim ien to p atriótico. Su discurso d ib u jó una co n ex ió n entre el "esp acio de la ex p erien cia " y el «horizonte de exp ectativa” de la ép oca .80 L a exp erien cia apa- ' cía coloreada p o r una p o lític a d el sen tim ien to a m o ro so a la bátria que requ iere de su co n fesió n p ú b lica m ed ian te una re­ tórica de exaltación plau sible ("p a s ió n a va sallad ora"). E sa ex­ p e r ie n c ia adqu iere sen tido en un h o rizo n te ilu m in a d o p o r la modernidad y verteb ra d o p o r la id ea de p rogreso. L a rep re­ s e n t a c ió n de erigirse en jó ven es “ am antes del p ro g re s o " apa­ rece com o una con clu sión persu asiva que e n c a m a el p a triotis­ mo (el presente), la h istoria (M e jía ) y el fu tu ro (e l p ro greso ). I* El Estado lib eral se ocu p ó tam b ién de in terven ir en los s ím b o lo s de la n ación. E l C on greso N a c io n a l reu n id o en 1900 e s tim ó que hasta ese m o m e n to se h abía n o rm a d o de m anera deficiente la rep resen ta ción d el E scu do y del P a b elló n n a c io ­ nal. M ediante un d ecreto legisla tivo, estableció d e fo rm a defi­ nitiva la u b ica ción de los elem en tos que in tegran el E scudo nacional: p u n tu a lizó la u b ica ció n d el sol, los signos del z o d ía ­ co, el m onte C h im b orazo, el río y el buque a v a p o r que debería lucir por m ástil un caduceo, c o m o sím b olo de la n avega ción y el comercio. Se p reocu p ó de definir que el E scu do contuviera las insignias que le d otarían de "d ign id a d repu blican a” . En cuanto a la ban dera a cotó que el c o lo r am arillo ocu paría el doble de los colores restantes (a zu l y ro jo ).81 |rLa C onstitu ción de 1906 estab leció que el C on greso se re­ uniera todos los años a p a rtir d el d ía 10 de a go sto y qu e las sesiones se p ro lo n g a ría n hasta el 9 de octubre. L a referen cia a las dos fechas corresp on d en , c o m o se sabe, a las em a n cip a cio ­ nes de Q uito y G uayaquil. Estas fechas articu laban el calenday 80 La rela ción entre los co n cep tos de “esp acio d e ex p erien c ia y h o rizo n te de expectativa” pu ed e ser m u y ú til p a ra p en sa r la lucha, los desafíos y la tem ­ poralidad que estructuran las rep resen ta cion es del pasado y de la n ación . Ver Koselleck, F u tu ro pasado, cap. 14. i . 81 "D ecreto qu e design a el E scu d o de A rm as de la R ep ú b lica y el P a b elló n Nacional” , en R egistro O ficia l, N o . 1272 (5 de d icie m b re de 1900). 137

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r io c ívico nacional, y su reco rd a ció n fu e orien tada en la mismijM p erspectiva de uso del pasado que el E stado lib eral m anifestU en otros m últiples ám bitos. Las con m em oracion es de la Ind|J| pendencia, que serán analizadas en el capítu lo siguiente, fy9 ro n los grandes eventos en que se n egocia ron una variedad dU sign ificad os y orien tacion es asociados con el p roceso de edij™ c a ció n de una socied ad laica, m od ern a y enru m bada hacia §3 p rogreso.

E l a m o r p a tr ia r

S egú n expresé al in ic io de este capítulo, los con ceptos de pa.: tria y n ación experim en taron , en el trán sito d el siglo X V I I I 1} X IX , una m u ta ción histórica. R e c o rd e m o s que “un concepto n o es solo un in d ic a d o r de los con textos que en globa, también es un fa c to r suyo. C on cada co n cep to se establecen determj. nados h orizon tes, p ero tam b ién lím ites a la exp erien cia posi­ b le y p ara la te o ría co n ceb ib le” .82 D e una conceptualización con stru ida sobre la base de un sistem a de referen cias de Antj*1 g u o R égim en , los voca b los de p a tria y n ación pasaron a de-’ p e n d e r de o tro con ju n to de referen cia s articu lad o fundamen­ ta lm en te p o r la exp erien cia h istó rica de tres nuevos factores:! la "re v o lu c ió n ” de la In d ep en d en cia, el m ito de fundación de los em ergen tes Estados, lo c a liza d o en el pasado inm ediato; la' con stru cción de un sistem a p o lític o de tip o republicano, un d esa fío exp erim en ta d o cotid ian am en te; y la a sp iración de ac­ ceso a la m od ern id a d , un deseo p ro y ecta d o al futuro. Así, gra* cias a este p roceso, las palabras p a tria y n ación, que durante el A n tigu o R é g im e n tu vieron sendos significados, convergie­ ro n en H isp a n o a m érica durante el siglo X I X a traslaparse en térm in o s sem án ticos hasta vo lverse sinónim os. D urante el A n tigu o R égim en , el co n cep to de “n ación espa-: ñ o la ” estaba asociad a al con ju n to de rein os (m o n a rq u ía plu­ ra l) que co m p o n ía n la m on a rq u ía hispana, in clu id os los rei­ n os am erican os.83 E n cam b io, p atria reten ía un fu erte acento loca l. D e acu erdo al d ic c io n a rio de C ovarru vias (1611) la pa82 K oselleck , F u tu ro pasado, 118. 83 F ra n ? ois-X a vier G uerra, M od ernid ad e Independencias. Ensayos sobre, las revolu cion es h ispá nica s, 3a. ed. (M é x ic o D F: FC E, 2001), 56-57, 156. 138

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H g| era “la tierra d on d e uno ha n acid o” .84 E l D ic c io n a rio de ■lÉ¿oridades (1737) rep ro d u jo la m ism a d efin ición , aunque le ¡ll^egó una nueva acepción : "M eth a fó rica m en te ge tom a por Hffipgár p ro p rio de cu alqu ier coga, aunque gea in m aterial” % bi gratia, "p atria del en ten d im ien to ” ).85 Según el historia, j or hispanista P ierre Vilar, el análisis de la tran sform ación de * estos conceptos durante el colap so de la m on arqu ía española, ^ p r o p ó s it o de la in vasión n apoleón ica, o frece una ventana Iflriguiar para a cerca m o s a la génesis de algunas n ociones cru­ cia les del pen sam ien to p o lític o del siglo X IX . A cu d ien d o al es­ c r u tin io de p u b licacion es p eriód ica s de in icios del 1800 en Es­ paña, Vilar advierte que patria, adem ás de designar el lu gar de n a c im ie n t o , expresa una m arcad a referen cia a las leyes que d eb en asegurar la lib erta d y el bienestar de la gente, b ajo el s e n tid o de que design aba una rela ción de amor, de bien gen e­ ral y orden. P o r lo tanto, d on d e n o había leyes y go b iern o en­ c u a d r a d a s en esta p ersp ectiva p o d ía h aber un país, p ero no había patria.86 D e a llí que el vo ca b lo p atriotism o (a m o r patriae) exprese esen cialm en te la d im en sión subjetiva de a m o r a la patria, una m an ifesta ción con com ita n te con la prevalencia d é una con d ición de bien estar de la com u n idad y lealtad hacia ella. En el á m b ito an din o se encuentra una fo rm a ció n discur­ siva patriótica sem ejante a la re fe rid a en la península ibérica, durante la m ism a época. E n el A viso P ú b lico , un p erió d ico b o ­ gotano, en 1810, ap a reció la siguiente exh ortación de a m or patriae, que p erm ite a p recia r la tran sform ación que este expe­ rimentaba fren te a la carga sem án tica que m antu vo en el siglo XVIII. y al hech o esen cial de que peninsulares y andinos ape­ laban a distintas patrias, y de que ese con cepto de patria pron ­ to eclipsaría el de n a ció n española: “T od o h om b re am a a la ,84 Sebastian de C ovarruvias O ro zco , Parte Prim era del Tesoro de la Lengua Castellana; o Española (1674), fo l. 135v, ed ición facsim ilar, B ib lioteca Virtual Cervantes, . Covarruvias (1539-1613) elaboró en 1611 este dicdonario considerado una con trib u ción lexicográfica notable para investigar la Literatura española d el S iglo de O ro. 1 85 El D ic c io n a rio de autoridades fu e p u b lica d o entre 1726 y 1739 p o r la . Real A cadem ia E sp añ o la (c rea d a en 1713). ' 86 Pierre Vilar, "P a tria y n a ción en el vo ca b u la rio de la guerra de la In de­ pendencia españ ola” , E n Hidalgos, a m otinad os y guerrilleros: Pueblos y poderes en la historia de España, trad. F errá n G a llego (B arcelona: Ed. Crítica, 1982). 139

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Patria, y este a m o r es tan noble, tan v iv o y encen dido, que § com p a ra ción nada m ás se am a de los bienes terrenales: el j|| terés privado, la com od id ad , las pasion es m ás vivas, la vi¿$ m ism a es despreciable, cuando se trata de la libertad, y de l seguridad de la P a tria ".87 A partir de la segunda y tercera décadas del siglo X IX ,gura y al sign ifica d o de las acciones que se atribu yeron a “los que nos d iero n p atria". E se sentido de id en tificación revela qtie la figura de los “padres de la patria” encarnó un m ecan is­ mo básico de s im b o liza c ió n del pasado. De esa constatación .s é desprende que el carácter de la m em o ria nacion al estuvo fuertemente im p reg n a d o p o r una perspectiva en la que la y agencia h istó rica se c o n c ib ió en térm in os p red om in an tem en ­ te m asculinos. E l tip o de p ro ta go n ism o h istórico que se hon­ raba con trib u yó a re fo rz a r la fron tera étnica de pertenencia a la nación, fren te a la cual los in d ios fu eron loca liza d os en una periferia lim inar, d en tro y fu era de la com u n id ad nacional. E l í 'i 'e s t e

f 55 M u ra torio, "N a c ió n , id en tid a d y etn icidad", 130. 175

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tip o de agen cia histórica que estos rituales escenificaban 3 m o vía dentro de la m etá fo ra de la fam ilia, según la cual era im pen sable im a gin a r la patria (o la fa m ilia ) sin la existencia! de sus p rogen itores ( “los que nos d iero n p a tria "). L a posia n i dad de im a gin a r la patria d ep en d ió d irecta m en te del relató! que sobre ella se dispon ía y difu ndía. R e c o rd e m o s que mernoJ ria e iden tidad son dos caras de una m ism a m oneda. De más ñera con com itan te, las co n m em o ra cio n es de la gen ealogía de la n ación im pu lsaron la id ea de que el p ro ceso de con stru í! c ió n nacion al em p ezó y se d esarrolló p o r la a cció n indispei¿| sable de los “grandes h om b res” , exp resión de un proceso de d isem in ación nacion al patriarcal. E n segundo lugar, el m o d e lo serm on a rio d efin ió el c a u c e « el sentido del discurso p a trió tico cívico. A lo la rg o del análisis de las co n m em ora cion es se ha p o d id o a p recia r el proceso de a p ro p ia ció n y d esp lazam ien to que h izo el discurso nacionalisJ ta del registro religioso. Así, se puso en m arch a un m odelo del crea ción de los santos laicos que seguía de m an era paralela el m o d e lo h agiográfico. E n este con texto los “h éroes” y “padres ; de la p atria" fu eron transm utados en los “ m ártires" de la li­ bertad, los santos laicos d el altar de la nación. Antes de que se produ jera la secu larización del Estado;! ocu rrió un proceso de transferencia de sacralidad desde la reli-í| g ió n hacia el Estado y consecutivam ente a la nación. Com o re- , sultado de ese proceso, tanto la patria co m o su genealogía y, p o r lo tanto, sus artífices, adqu irieron un carácter sagrado, esto es, se con virtieron en una razón de Estado. A sí se fu eron rcdefi-', n ien do las fronteras de pertenencia a la iden tidad nacional; ecuatoriana, y la m em o ria de esa entidad creó un cem ento so|¡ cial. Este proceso p erm ite apreciar que la fo rja de la identidad n acional fu e la resultante de la im p o sició n de una narrativa de su existencia histórica, y de unos rituales que escenificaron ese| relato y m oviliza ron unos sentim ientos de adhesión colectiva.® E n la d in ám ica que sigu ieron las con m em o ra cio n es ejtüjj diadas, n o había p rop ia m en te un interés en la d im en sión his­ tó rica de lo que se evocaba, en el sen tido que h o y asignamos al análisis histórico. Se trató, m ás bien, de una m em o ria que se presentaba c o m o h istoria y si ad op ta m os la afirm ación de P ie rre N o ra respecto a que, en ese m o m en to , h istoria y nación fu eron una y m ism a cosa, entonces, p o d em o s d ivisa r la m a n ji

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R en que la e n tro n iza c ió n de la n ación sign ificó que la m em oBB social term in ó c o lo n iza d a p o r aquella. P ara com p ren d er iiíué tipo de a p ela ció n al pasado h ic ie ro n las c o n m e m o ra c io ­ n e s estudiadas, fin alm en te, acudo a la d istin ción heurística Ifrue introduce G ab rielle S p iegel sobre la d iferen cia irred u cti­ ble entre el tip o de tem p o ra lid a d que tan to la m e m o ria com o historia m o viliza n . E sta au tora señala que: “ E n la m ed id a que la m em o ria 'reen carn a’, 'resucita', 'recicla', y hace que el pasado reap arezca y viva n u evam en te en el presente, n o pue­ d e representarlo h istóricam en te, d eb id o a que se n iega a de­ jarlo en el pasado". A sí la m e m o ria n o p articip a de la d em arca­ ción entre presente y pasado que es constitutiva de la m od ern a operación h istoriográfica. M ientras "la h istoria representa a lo m uerto” , p o r su parte, “la m e m o ria re-cuerda el cadáver co n el fin de reviv irlo ” .56 Para exp on er los térm in os de este p rob lem a , re to m o un fragmento que resulta re v e la d o r de la m an era en que se usó el pasado en una de las con m em o ra cio n es estudiadas. Se trata de la in terven ción que re a liz ó el in telectu al lib era l Juan B e­ nigno Vela, re c to r d el C o le g io B o lív a r de A m b ato, a p ro p ó sito de la c o n m em o ra ció n del n a ta licio del “lib erta d o r". L u e g o de hacer uso de la m e tá fo ra re lig io s a de la an u n ciación p a ra d o­ tar de sentido al n a cim ien to d el “p ad re de cin co n acion es” y de com pararlo o ra co n Jesús, o ra con M oisés, este a u tor co n ­ cluyó con la sigu ien te exclam ación : "O h B o líva r! Tu h istoria es la Ilíad a am erican a, ep op eya gran d iosa y su blim e en que nada falta m ás que un H o m e ro qu e la cante". I La idea de que las con m em ora cion es eran prácticas socia­ les dedicadas a "can tar” la m e m o ria de “los que nos d iero n pa­ tria” aparece en todos los escenarios. R eco rd em o s que e l conla

« 56 G abrielle Spiegel, "M e m o r y and H istory: L itu rgica l T im e and H istorica l ruñe”, History and Theoty 41, N o . 2 (may. 2002): 162. P ara subrayar las d ife­ rencias entre h istoria y m e m o ria , acu do a la siguiente aseveración d e H en ry Rousso: ‘l a h istoria n o es solam en te anam nesis, sino un p ro ce so c o g n itivo que como todo acto de co n o cim ien to , p erm ite m e d ir ante to d o la extensión de nuestra ignorancia. Es ta m b ién un a p ren d iza je de alteridad, de la distancia, de las diferencias y sem ejanzas en tre los que nos han p reced id o y n oso tro s m is­ mos. En otras palabras, la re la c ió n con el pasado n o se expresa ú nicam en te en Iflmción de recu erdos y olvidos, puesto qu e n o se pu ed e re co rd a r n i o lv id a r lo que no se co n o ce". "E l estatuto d el o lv id o ” . E n P o r qu é recordar, trad. S ilvia Peña, dir. Francoise B a rret-D u cro cq (B u en os A ires: G ranica, 2002), 88-89. 177

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curso literario, con vocad o precisam ente p o r el G o b ie r n o ,« d irig ía a todos los "in gen ios" letrados del país para que presera taran obras en las que se expresara de m anera cívica “la gloria" del "lib erta d o r” . E n la m ism a lín ea operaba tod a la parafem¿1 lia de los rituales de la m em o ria y la poesía (y dramaturgia que se recitaban p o r doquier. Ese sentido que la poesía impú ! m ía a la m em oria, que continuaba la d in ám ica del género ser­ m on ario, tam bién segu iría d ócilm en te la h istoriogra fía patrié, tica. Toda la p reocu p a ción p o r escarbar en el pasado y publicar! una m iríad a de docu m en tos relacion ados con los "padres de lal p a tria ” estaba destinada a v o lv e r m em ora b le “la glo ria " de és | tos personajes. H a cien d o uso de la distin ción conceptual que G a b rielle S p iegel postula, con clu yo anotando que las con me- ’ m o ra cio n es buscaban básicam ente “re v iv ir" el pasado a su! im a g en y sem ejanza. Para ello el m o d e lo de au tor que contara! su trayectoria histórica no era H ero d o to , sino H om ero.

L a c o n m e m o r a c ió n d e l c e n t e n a r io de la

I n d e p e n d e n c ia e c u a t o r ia n a

E sta co n m em o ra ció n , celeb rad a el 10 de agosto de 1909, puso! de m an ifiesto los sentidos discordan tes co n que se buscaba! rein terp reta r la h isto ria nacional. E l referen te h istó rico básico de este cen ten a rio estuvo asociad o con dos acontecimientos qu e se v o lv ie ro n sign ificativos: la in stau ración en Q u ito de la p rim e ra Junta S u p rem a de a u to go b iern o crio llo , ocurrida el| 10 de agosto de 1809, u n o de los m ás tem p ran os intentos del reasu n ción de la sob eran ía en S u d am érica en la coyuntura de' crisis de la m o n a rq u ía española, y la m asacre que tu vo lugar; en la m ism a ciudad, p erp etra d a p o r las tropas al m an d o de las| au torid ad es colon ia les el 2 de a gosto d el año siguiente. A loj la rg o del siglo X IX , am bos ep isod ios se to rn a ro n emblemática eos y se fu n d iero n en el rela to n a cion a l c o m o p a rte d el primer; ca p ítu lo de la In d ep en d en cia ecu atoriana, con su m ada dos dé-* cadas m ás tarde. E l an iversa rio suscitó una serie de exaltacio-J nes y la co n verg en cia de consensos sobre aspectos d el pasado] y asp iracion es d el fu tu ro. E m p ero , fu e ta m b ién la ocasión¡ p a ra revela r disputas, co n firm a r om isio n es y silen cios sobre la| m e m o ria n acion al, así c o m o expresar las fru straciones y di-J 178

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Bkisos sobre el presente. Estas m an ifestacion es proven ían de dialéctica que com p ren d ía, de un lado, las circunstancias l&jlíticas, sociales y culturales que estructuraban el E cu ador »1=1909, en buena parte relacion ad as con la con solid a ción de Kptransform ación lib eral en m archa; y, de otro, el uso que se llic ía del pasado, sea c o m o una h erram ien ta de lucha para I n s t a u r a r la resqu ebrajada h eg em o n ía cultural que antes manf e i í a la Iglesia, o co m o un m e d io para p ro m o v e r la la iciza ­ ción del u niverso sim b ólico. | Al p on er en p rim e r p la n o la in teracción entre presente y p a s a d o , las co n m em o ra cio n es escenifican uno de los rasgos E structurantes del p roceso de fo rm a c ió n nacional. Este p ro ce­ so/según las ob servacion es de E rn est Renán, depende de la relación que se establece en tre la ap rop iación co m p a rtid a de u n legado de m em orias, que una com u n idad id en tifica en el pasado, y el co n sen tim ien to c o tid ia n o que se m anifiesta en el presente m ed ian te el d eseo de m antenerse vivien d o juntos como parte de una m ism a com u nidad. A p a rtir de esta inte­ racción, R en án señaló que una h eren cia de glorias y de aflic­ ciones que co m p a rtir con stitu ye una dim en sión in trín seca del fen ó m e n o nacional. N o obstante, el autor an otó con perspica­ cia qu e en el terren o de la m e m o ria n acional pesan m ás los duelos que los triunfos, p o rq u e estos im p on en deberes y ju n ­ tan a la gente ante un d esa fío o p e lig ro c o m p a rtid o . 57 L o s su­ cesos del 10 de agosto de 1809 y d el 2 de agosto de 1810 fu e­ ron interpretados, durante el ú ltim o cuarto del siglo X I X y las primeras décadas d el s iglo X X , c o m o el n ú cleo de un legado que organ izab a el ca m p o s im b ó lic o de la gen ea logía e id en ti­ dad nacional. E sta m e m o ria ju n tab a indisolu blem ente, com o las dos caras de Janus, un h ech o g lo rio s o y otro trágico. |i N o obstante, la p ersp ectiva de R en án suscita dos p ro b le­ mas que deben ser con siderados: el peso de las m ediacion es que in tervien en en el acceso al pasado y los ju ego s de p od er implicados en esa actividad. Todas las percep cion es sobre el pasado están m ediadas p o r una va ried a d de filtros sociales y culturales que p ro vien en tan to del ayer, c o m o d el presente. De otro lado, al subrayar exclu sivam en te los aspectos consensua' 57 E rnest R enán, "¿Q u é es u na n ación ?". E n L a in v e n c ió n de la nación , cómp. A lva ro F ern án d ez B ra vo (B u en o s A ires: M anantial, 2000), 65.

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les respecto a c ó m o se p ercib e el pasado y el presente, la p J H p ectiva de R en án no con tem p la las relacion es entre la cu ltu ra y el poder. Si se con sid era que la d ia léctica entre pasado y p j H sente se desarrolla en una arena pública, de naturaleza c ifH tenciosa, entonces se puede advertir que d eb a jo de los conséla sos que gen eralm en te enm ascaran las c o n m e m o r a c i o n e s ; « algunos casos legitim ad os en la id ea de unidad nacional, | H escabullen las pugnas sociales y una serie de transaccionJB sim bólicas (negaciones, negociacion es e im p osicion es) que esjl tán arraigadas en relaciones de clase, género, etnicidad y, fu¿S dam entalm ente, poder. El hecho es que las narrativas n a c io n a l les se elab oraron "sob re la base de exclusiones y negaciones’^ « de una serie de "op era cion es ocultas que seleccion an y naturai* liza n la m em o ria h istórica " . 58 P o r lo tanto, en m ateria de con J m em ora cion es im p o rta d evelar qu ién q u iere que se recuerde Ü algo, con qué fin y a través de qué m e d io s . 59 E n to m o al discurso de la unidad nacional, con cepto enar | b o la d o en la arena p o lítica pú blica de 1909 p o r todos los actall res durante esa coyuntura, se encontraban n o solo diferentes in terpretaciones en com petencia, sino tam b ién om isiones y stjl len cios sobre los actores y el sign ificado qu e se le atribuyó a la 1 In depen den cia y a la trayectoria tem p o ra l de la n ación ecuatoriana. E l aniversario se desarrolló en un con texto atravesado s p o r luchas de poder, conflictos id eo ló g ico s y discrepantes siones del m u ndo que suscitaba la R evo lu ció n lib eral en mar-1 cha. L a tran sform ación liberal alentó un p roceso de centraliza* c ió n estatal e in tegra ción n acional notable, así com o unaf red efin ición del ca m p o sim b ólico de la nación. Paralelamente, 1 se despertó en el plan o intelectual la necesidad de fundameri- J tar en térm in os docum entales la co m p ren sió n histórica de la J! In d ep en d en cia y, en general, de la h istoria ecuatoriana. N o fue j una casualidad que pocos días antes de la con m em ora ción del > centenario de la In d ep en d en cia se orga n iza ra la Sociedad J E cu atoriana de E studios H istóricos A m erican os, germ en de la í A ca d em ia N a cio n a l de H istoria, b ajo la tutela del arzobispo-| h istoria d or F ed erico G on zá lez Suárez. L o s m arcos de percep-íj 58 F e m a n d o C oron il, The Magical State: Nature, Money, and Modemity irt J Venezuela (C h ica go: T h e U n iversity o f C h ica go Press, 1997), 17. 59 P eter Burke, "S o c ia l M e m o r y ” . E n Varieties o f Cultural History (Ithaca: J C o m e ll U n iversity Press, 1997), 56. 180

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i«ón jg ] pasado que gobern aban la esfera pú blica literaria se logrón especialm ente influidos p o r un ju eg o de op osicion es enI ph catolicism o y laicism o, hispanism o y nacionalism o, c iv ili­ z a c ió n y barbarie, universalism o y particularism o. |VLas disputas acerca de la m e m o ria nacion al se m an ifesta­ ron a p rop ósito del an iversario d el p rim e r siglo de la In d ep en ­ dencia ecuatoriana. E l in fo rm e qu e el presiden te E lo y A lfa ro r e s e n tó al C on greso N a cion a l, en 1909, con m o tiv o de la efeI m é r i d e , p o r ejem p lo, ad op tó un to n o c o n c ilia d o r fren te al en ­ c r e s p a d o con texto p o lític o de aquel m om en to. In v itó a o lv id a r ]0s desacuerdos, co n gregarse en t o m o al a m or a la P a tria y "mancomunar nuestros esfu erzos para avan zar en el ca m in o del progreso". M a n ifestó que ese p ro p ó s ito "sería la más v a lio ­ sa ofrenda que p u d iéram os d ed ica r a los H éro es del 10 de A g o sto ” .60 E l lla m a d o a la u n idad del país y la id en tifica ció n del "progreso” c o m o el m ás alto o b je tiv o de su G o b iern o fu e­ ron presentados c o m o un trib u to p a trió tic o a los p rogen itores de la nación y c o m o un in ten to de le g itim a r las p olíticas de su Suministración. fe Uno de los más grandes deberes de los pueblos cultos es celebrar ||dignamente los grandes días de la Patria; porque así se perpe6 - túan las glorias nacionales [...] y se estimula a las generaciones ¡i: nuevas, poniéndoles delante las eximias virtudes de sus antiguos PPróceres. Y el Ecuador, lleno de patriótico entusiasmo, se ha preparado a tributar este homenaje público de gratitud y admiración a los Padres de la Patria, en la más grande de nuestras B efemérides, el Centenario del primer grito de libertad que reperE cutió en los ámbitos de la América Latina . 61 | Alfaro estaba p ersu adido de que nada era m ás p ro p io a la conm em oración de la In d ep en d en cia que "p o n e r de m an ifies­ to los ben eficios de la lib erta d ” qu e esta h ab ía le g a d o y qu e su gobierno lleva b a a la práctica. P recisa m en te para m o stra r este beneficio, o rg a n izó una E x p o s ic ió n N a c io n a l c o m o uno de los acontecimientos p rin cip a les del p ro g ra m a de an iversario. L a exposición fu e co n ceb id a c o m o un certam en qu e m ostrab a al ||-60 E loy A lfa ro , M ensaje del Presidente de la R ep ú b lica al Congreso N a c io ­ nal de 1909 (Q u ito: Im p re n ta N a cio n a l, 1909), 1-2. K 6 Í Ibíd., 3. 181

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m u n d o “las energías del p u eb lo em a n cip a d o ” en los ámbit 1 d e su cultura in telectu al y m oral, industria, riq u eza y bienedf tar. Se ju zg a b a que esta era “la m e jo r m an era de glorifica rá trib u ta r nuestra gratitu d inm ensa a los exim ios varones q uJ i costa de sus sacrificios llevados hasta el m a rtirio nos legaro|| P a tria y L ib e rta d " . 62 L a retórica lib era l exaltó estos valores trió tic o s con el fin de establecer una afin idad co n su prograinll d e tra n sfo rm a ció n p o lític a que le p erm ita proclam arse herell d era del pasado m em o ra b le de la nación. Esta in terven ció n de A lfa ro fu e rea liza d a en m ed io de i i segu n do m an d ato p resid en cial (1906/7-1911), un m om ento de­ a fia n za m ien to de la R e v o lu c ió n liberal, cuyo p rogra m a se ha-b ía co n cen trad o en la separación de la Iglesia d el Estado,-!! in teg ra ció n d el te rrito rio nacional, la expansión del mercadP in tern o, la in stau ración de la ed u ca ción laica, el desarrollo de la indu stria y, en general, la celeb ra ció n d el p ro greso y la mo­ d e rn iza c ió n en un sentido a m p lio . 63 E n 1906 se exp id ió la car­ ta con stitu cion al que san cion ó el carácter la ic o del Estado ecu atorian o y en 1908 se in au gu ró el servicio de ferrocarril que conectaba, en 48 horas, G uayaquil, el p rin cip a l puerto del país, con Q uito, la capital. Esta ob ra in sign ia d el liberalismos tu vo una v ig o ro s a o p o sició n p o lític a con servad ora y c le r ic a l» E n el Ecuador, la Ig lesia ca tó lica d isfru tó de un enorme; p o d e r durante el p e río d o c o lo n ia l y el siglo X IX . L a religiosi­ d ad y las p reocu p acion es e intereses de la Ig lesia informaban! la cultura de una m an era m edular. L a p o sició n que la Iglesia m an tu vo a lo la rg o d el siglo X I X se d eb ilitó ante el avance de * la tra n sfo rm a ció n liberal. A p a rtir de 1906, la Ig le s ia católica! p e rd ió su estatus o ficia l y pasó a ser una en tid ad de derecho p rivad o. N o obstante su d errota p o lític a y legal, la Iglesia ba­ ta lló en la esfera p ú b lica durante los d ecen ios siguientes.

62 Ib íd. 63 E n riq u e A yala M o ra , H istoria de la Revolución liberal ecuatoriana^ (Q u ito : C E N / T E H IS , 1994); K im Clark, La obra redentora: E l ferrocarril y ¡ag­ nación en Ecuador, 1895-1930, trad. F e rn a n d o L a rre a (Q u ito: U A S B -E / CEN, 2004); Jean Pau l Deler, Ecuador del espacio al Estado Nacional, 2a. ed. (Quito: U A S B -E / C E N / IF E A , 2007); G a b riela O ssenback, “L a secu la riza ción del sis­ te m a edu cativo y d e la p rá c tic a p ed a g óg ica : L a ic is m o y n a cion a lism o ” , ProcM sos, N o . 8 ( I I sem . 1995-1 sem . 1996). 182

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i r a invitación a "m a n com u n a r esfu erzos” que el presidenB P jfa ro la n zó con m o tiv o de la co n m em o ra ció n de la In d e ­ pendencia tu vo dos tipos de respuestas p o r parte de las filas B p e r v a d o r a y eclesiástica: una m ás enraizada en el com bate tico in m ed iato y otra que batallaba m ás sutilm ente en el 0¿rio sim bólico. E l p e rió d ic o Fray G erundio, p o r ejem plo, con BRcaracterística an im osid a d con tra el lib era lism o replicó: “ •Con qué cara váis a celeb ra r en la fecha el p rim e r g rito de L ib e r ta d , la n za d o en el C on tin en te después de los rudos gol|8 s que con tanta alevosía le habéis asestado? R eligió n , Patria «Libertad fu ero n los dones p reciosos que nos d ejaron nuespadres” . E l argu m en to p rosegu ía con el exam en de qué h a b í a ocu rrido con cada uno de aquellos “dones:” n o li

! ¡Religión! ¿L a habéis respetado siquiera? A h í está la fe ro z perseE cu ción que le habéis hecho, hasta el punto de arrebatar a la Iglel,s ia E cu atoriana todos sus bienes [...] ¡Patria! ¿H abéis procurado r. venerar su augusto n om bre? [...] A h í está el m arem ágn u m de ¡».contratos leon in os que con tra los intereses de ella habéis celebra­ do; ahí está el ju d ío H arraan y los suyos; [...] ahí está la H acienda jé: Nacional en com p leta b an carrota [...] ¡Libertad! ¿De cuál de las libertades públicas h em os g o za d o los ecu atorianos durante los h períodos d e vuestra funesta d om in ación ? L ib ertad de sufragio & [...] de a socia ción [...] de p alab ra [•••] de im prenta, etc. [...] ¿no ¡L han sido, acaso, para vosotros [...] víctim as predilectas? [...] S i de I, Religión, Patria, y L ib erta d habéis hecho la burla m ás sangrienta, j| ¿con qué cara os vais a p resentar ante los Próceres, a evocar sus p: sombras ven erab les y a ren dirles el gen eroso tribu to de la gratiI..tud p o r sus sacrificios y de ad m ira ció n p o r sus virtudes?64

•: De acuerdo a la perspectiva de Fray G erundio, el pasado deslegitimaba el cred o y la p ráctica p olítica vigen te en 1909. N o había nada que rescatar en el presente, la con m em oración se escenificaba en una hora funesta: la libertad había sido destrui­ da y no se desaprovechó la ocasión de arrem eter contra el em ­ presario H arm an, constructor de la vía férrea, quien ju n to al Gobierno en cam ab an el m al. 1909 form aba parte de la consu: 64 "E cos d el cen ten a rio ” , ed ito ria l de Fray G erund io rep ro d u cid o en E l atoriano [G u a ya q u il], 14 de ago sto de 1909: 1. 183

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m ación de una fractura histórica y lo ú nico que sostenía la ufa dad del P aís era precisam ente la m em o ria de su pasado. No posible “entonar him nos de alegría a la Patria" el 10 de agodl de 1909, sino “cánticos de am argu ra” . L a identificación de 3 religión com o uno de los dones del pasado m em orable revellM que la im p osición del laicism o había tocado una dirnensiáj profu n da de una visión del m u ndo que estaba siendo a s e d ia d « E l C o m e rcio , o tro p e rió d ic o c rític o del G ob iern o, q u e lU nía a rraigo en la au dien cia quiteña, tam b ién participaba del' m ism o en foqu e al contrastar un pasado excelso, p o r d e fin í ción, y un presente em p equ eñ ecid o p o r las circunstanciasfde í "la p o lític a cen agosa en que h em os v iv id o su m idos". L a portal! da de la edición con m em orativa de 1909 incluía una c o m p o s jl ción alegórica con los em blem as patrios (el Escudo, la Bandera! y el H im n o n acion al) y, a continuación, insertaba un editorial! que expresaba la p osición del p eriód ico. A llí, con un tono onM nisciente, lu ego de cotejar el pasado m em orable, poblado de ideales y sacrificios, y el presente, lle n o de frustraciones,'se i suplicaba p erd ó n a los "egregios P ro ceres del D iez de Agosto”;! L a con clu sión que se despren día de este razon am ien to eral que los “esfu erzos de nuestros padres p o r darnos una patria® libre, m ora l y p o lítica m en te— h iere h o y dolorosam ente la*l m e m o ria ” . 65 E n la perspectiva de los críticos d el G obiernodr! beral, la co n m em o ra ció n era la oca sió n p ara m ostra r cómo el-: presente había h erid o la m e m o ria de un pasado que se conSl vertía en arena de en fren ta m ien to pú blico. L a v o z p ú b lica a través de la que se establecía este diálogo • entre el pasado m em ora b le y el presen te im p regn a d o de amar- S gura no se presen tó al m argen de las referen cias de género.' P o r el con trario, el d iá lo g o tran scu rría en un registro que de- • ja b a en la p en u m b ra a las m u jeres y asociaba los valores pa^ trió tico s de m an era casi exclusiva co n el carácter masculino:®

ap artem os la m ira d a de ese cu ad ro de som bras [...] alcémosla á la cu m b re excelsa d on d e irra d ia la g lo ria de aqu ellos varones m agn án im os, de aquellos espíritus virip o ten tes, que, p o r dar li-| b ertad e in d ep en d en cia a sus con ciu d ad an os, n o v a c ila ro n en ex-.; 65 “D ie z de A g o sto de 1809: P rim e r cen ten a rio de la In d ep en d en cia ecüáj toria n a ". E l C o m e rc io , 10 de agosto de 1909: 2.

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H'poner su v id a [...] aunque el resu ltado final fuese una cosech a de I desengaños [n o obstan te] d eb em os con fiar en la eficacia de la Rcausa [...] p o r la que tantos p ro d ig io s realizaro n esos hom bres, Edesde el in m o rta l E spejo, cu yo v e rb o de fu ego sacudió los espíri■i tus, com o un la tig a zo eléctrico , d isp on ién doles para la lucha.66

L e í resto de la ed ició n co n m em o ra tiva de 1909 estaba d e d i­ cada a ca racterizar a algunos de los id eólogos y participantes :j c ]a prim era Junta de 1809, m ed ian te perfiles b io g rá fico s y Reproducciones extensas de d ocu m en tos históricos sobre sus a c c io n e s o las represalias que su frieron. L a ed ición c o n m e m o ­ rativa m ostraba el c o rte jo m ascu lin o de próceres en su esplen ­ dor y su p resen cia se to m a b a m ás viva gracias a la in serción de sus retratos im agin arios. E l p erson aje que en cab ezab a el panteón era E u g en io E spejo, un letrad o ilustrado del siglo XVIII. a qu ien se le atribu yó la p refigu ra ción de la in d ep en ­ dencia quiteña e h isp an oam erican a. Los "varones m agn án i­ mos” poseedores de “espíritus virip o ten tes” , que exaltaba E l Comercio, desde una o rilla id eo ló g ica , se equiparaban a los í'eximios va ron es" qu e glo rifica b a el presidente A lfaro, en la orilla opuesta. Todos c o in cid ía n en que el p rocera to y la h e ro i­ cidad eran características que corresp on d ían fu n d am en tal­ mente al á m b ito m ascu lin o, d en tro del cuadro gen eral de ro ­ les que se a sign aron a los actores del pasado. Las contadas o c a s io n e s en que se re c o rd ó la p a rticip a ció n fem en in a en los sucesos h istóricos c o n firm ó p recisam en te la p erspectiva d o ­ minante en la c o n m e m o ra c ió n sobre la in visib iliza ció n de las mujeres.67 I: Absteniéndose de unirse al com b a te p o lític o directo, pero sin renunciar a sus con viccion es, F ed erico G o n zá lez Suárez, K|466 "Diez de A g o sto de 1809", E l C o m e rc io , 1909. . 67 El ú nico person aje fem en in o qu e a parecía re fe rid o co n cierta frecu en ­ cia era M an u ela C añizares, la m u je r qu e b rin d ó su casa c o m o lu ga r de reu­ nión de los “p a trio tas” qu e in stau raron la p rim era Junta de a u togob iern o criollo. Fuera d e esta referen cia , ella desap arecía del relato h istórico. E l único i intento que con sideró, segú n el m o d e lo h ero ico , la p a rticip a c ió n fem en in a en la independencia fu e d esarro lla d o p o r el lib era l C elian o M o n g e, q u ien años más tarde in gresó a la A c a d em ia de la H isto ria . Sus con tribu cion es a p a recie­ ron como breves artícu los de d ivu lg a c ió n en La Ilu s tra c ió n ecu a toria n a : Re­ vista quincenal de ciencia, artes y letras, p u b lica ció n de la que era su director. Ver, por ejem plo, el N o . 11 corresp o n d ien te al p rim e r c en ten ario de 1909. 185

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a rzo b isp o de Quito, se p ron u n ció sobre la con m em oración * través de una carta d irigid a a los fieles de la capital que tam! b ién fu e in clu id a en la ed ició n c o n m em o ra tiva de E l c J O B c ió . L a v o z de este p relad o tuvo una p articu lar resonancia aB b id o a que antes de ocu par esa alta investidu ra religiosa, había! alcan zado un elevad o reco n o cim ien to intelectual en el país.Sgjl a p arecim ien to de su H istoria general de la R epública del EcUa dor, en siete volú m en es entre 1890 y 1903, el m etarrelato rreS elab orad o y docu m en tado que se h abía escrito hasta ese a H m entó, lo había consagrado p o r consenso en la em ergente esfia ra pú blica literaria. D e otro lado, el arzobispo-historiador corll p ren d ió rápidam en te que los cam bios introducidos en aquella' coyuntura eran irreversibles y se aprestó a buscar un reacomol do de la Iglesia en el nuevo contexto de m od ern iza ción que« v ía el país. L a carta de G o n zá lez S uárez sob re la conm em oración se' d esa rrolló en m e d io de las d ico to m ía s entre c iv iliza c ió n y barí barie, y p ro vid en cia lism o fren te a la icism o. A p e ló al argum'j ^ to de que E cu a d o r c o m o tod os los pu eblos civilizados del m u ndo, c o n m e m o ra sus fechas m em orab les. L u eg o de recoJ n o c e r el esfu erzo que “nuestros m a yores h ic ie ro n [...] a finde con stitu irse en n a ció n in d ep en d ien te, em an cip án d ose del go­ b iern o de E spaña", G o n zá lez S u árez in tro d u jo un g iro expli-í ca tivo de co rte relig io so . S eñ aló qu e D ios, a través de la índll pen den cia, p e rm itió a H isp a n o a m érica en trar en contacto lib re y d irecto con la c iv iliza c ió n eu ropea. R e m a rc ó que "[l]a v o z de la P ro vid en cia , esa v o z á la que nada resiste, esa voz qu e em p u ja al p rogreso, h ab ía son ad o al o íd o de las colonias, y esa v o z n o cesaba de repetirles: créscite, creced !” . Dejaba en; cla ro que la Ig le s ia “ ah ogan d o en n u estro c o ra zó n de Pastor es, y de Padres espirituales de los ecu atorian os, to d o resentimien-; to p o r los ultrajes de que h em os sid o víctim as, abriremos| nuestros lab ios p ara b en d ecir á la n a ció n entera, a la Pa^H ecu atorian a, co n la salu tación de Jesucristo resu citado á s n discípu los; Pax vob is, la p a z sea co n v o s o tro s ! ” . 68 L a in terp reta ció n que im p u lsab a el arzobispo-historiador ¿ ad scrib ía a la in d ep en d en cia un sen tid o c iv iliz a d o r y católico, 5

68 F e d e ric o G o n z á le z Suárez, “A to d o s los fieles de la capital: Salud y paz-s en n u estro señ o r Jesu cristo” , 31 de ju lio de 1909” , E l C o m e rcio , 10 de agosfc de 1909: 11.

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gplvnvertía el p rogreso, una de las m ás caras aspiraciones del ^ B ia lism o, en una fu erza d in á m ica sujeta al im pulso divino. argum ento presentaba batalla en el plan o sim b ólico a las BPferpretaciones laicas de la vid a social y la historia. PresentaK , m arco n arra tivo que buscaba la ap rop iación del progrep un con cepto de época, y del sign ificad o de la IndependenSjá considerada el a co n tecim ien to h istórico m ás m em orable. |||)greso e In d ep en d en cia se veían así retrotraídos a la tutela ¿e la Iglesia. I Xa línea de com b a te sim b ó lico que G on zález Suárez había ¿ t r a z a d o se h izo sen tir de m an era concertada a través de la v o z de o tro s prelados. E l discurso re lig io s o que el can ón igo Carlos d e la Torre p ro n u n ció en la C atedral m etrop olitan a de Quito, juego del servicio re lig io s o o fre c id o el 10 de agosto de 1909, por ejemplo, recap itu lab a o tro de los argum entos desarrolla­ d o s por el a rzo b isp o -h isto ria d o r respecto a que entre patria y relig ió n solo m ed ia un “in d isolu b le lazo". De la T orre reco rd a ­ b a que el M arqu és de Selva A legre, presidente de la Junta Su­ prema de 1809, "osten tan d o su g lo rio sa divisa de je fe de los patriotas", excla m ó que “la re lig ió n y la patria son los bienes más preciosos: con stitu yen la p erfecta felicid a d del gén ero hümano” . 69 E l m ism o día, en la Catedral de R iobam ba, em p la­ zada en el c o ra zó n de la S ierra cen tral a un día de viaje en tren desde Quito, el v ic a rio gen eral A lejan d ro L óp ez, exclam aba: | | jn sen sa to q u ie n s u p o n e a D io s , a le ja d o d e la m a r c h a d e l g é n e r o B h u m a n o y d e su s d e s tin o s . É l e s t u v o p r e s e n t e e n e l s u c e s o c u y o i p r i m e r c e n t e n a r io c o n m e m o r a m o s c o n fe d e c r e y e n t e s y c o r a p z ó n d e p a t r io t a s [ . . . ] A ú n m á s , é l l o p r e p a r ó , p o r q u e e n t o d a s la s ■ te o s a s d e o r d e n s u p e r io r , es D io s q u ie n c o m ie n z a , p o r q u e e s D io s Ü q u ie n i n i c i a c a lla d a m e n t e lo s p e n s a m ie n t o s y r e s o lu c io n e s d e lo s p h o m b r e s [. . . ] n a d ie s in o D io s in s t it u y e la s n a c io n e s , c o m o in s tifjg®;69 Carlos de la Torre, L a relig ión y la p a tria : D iscu rso p ro n u n cia d o en la

Iglesia m etropolita na c o n o ca s ión de las fiestas religiosas celebradas en el cente­ nario del P rim e r g rito de independencia (Q u ito: Im p ren ta d el Clero, 1909), 628. Juan Pío M ontú far, M a rq u és de S elva A legre, fu e un p o lé m ic o personaje a quien le co rresp o n d ió desem peñ arse c o m o presiden te de la p rim era Junta de autogobierno c r io llo en 1809. U n a p arte de la h istoriog ra fía lo exaltó c o m o el aristócrata ge n ero s o y p a trio ta, y o tra lo retra tó co m o un person aje vacilan te ^responsable d el fracaso de esa p rim era Junta.

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tuyó primeramente las familias [...] El da a cada pueblo una Paí| tria que defender, embellecer y glorificar .70

L a co n m e m o ra c ió n del cen ten ario de la In d ep en d en cili ecu atorian a m o v iliz ó una d ia léctica entre 1909 y 1809, segt§9 la cual los valores del presente estru ctu raron la comprensióiflj d el pasado, y el p retérito m em o ra b le se co n virtió en una su m ll de acciones form a tiva s y ejem plares. Así, la m e m o ria de la itj¡ 1 depen den cia in gresó al terren o d el com b a te p o lítico . Corno Se5 ha visto, esta rem em o ra ció n p ro d u jo sign ificados dispares! p ero que pu gnaban p o r articu lar una litu rgia c ív ic a de la unill dad nacional. D e un lado, se h abía ju n tad o la "fe de creyentes y [e l] co ra zó n de patriotas" fo rm a n d o una am algam a; y, de otro, se p rocla m a b a n “las exim ias virtu d es” entrelazadas a utfl d eb er p a trió tico h acia el E stado la ico, in tegra n d o o tra cons-fl tru cción sim b ólica. D e m anera u n án im e se c o n c e d ió el máirj alto v a lo r a la celeb ra ción del 1 0 de agosto y se le asignó una ; fu n ción m ed u lar en el ám bito de la m e m o ria n acion al. Empe- 1 ro, las disputas em erg iero n al con sid era r la rela ció n en fie g a J sado y presente; y los m arcos de p ercep ció n d el pasado se e s H tru ctu raron a p a rtir de un con tin u o d efin id o p o r tensiones u op osicio n es entre valores d ic o tó m ic o s co m o la gran deza y la ruindad, las virtu des y los vicios, el c a to licism o y el laicismo,> la c iv iliza c ió n y la barbarie. L o s m arcos narrativos en los que se d esa rrolló la con m ej m o ra ció n d el cen ten ario de la In d ep en d en cia ecuatoriana se ' v ie ro n atravesados p o r una iro n ía de profu n d as resonancias'culturales. A l m ism o tiem p o que se exaltó en térm in os patrió-'1 ticos a quienes se id en tificó c o m o los “h éroes y m á rtires” de la t revo lu ció n de la In depen den cia, ta m b ién se p re c o n iz ó la re-;', co n cilia ció n con la "m ad re patria". D e esta iro n ía participa^ ro n con servadores y liberales, ca tó lico s y laicos, p o r igual. d E l p oeta Q u in tilian o Sánchez, una figura consagrada en el parnaso de la ép oca e integrante de la A ca d em ia E cuatoriana de la Lengua, expresó nítidam en te c ó m o h abía to m a d o cuerpo i el sentido de una In depen den cia hispanizada. E n una comp'>- ¡ sición p o ética intitulada "A España: el d iez de agosto de 1909”Íj

70 "E co s d el cen ten ario: A lo c u c ió n p ron u n cia d a el 10 d e a go sto en la ca- j ted ral de R io b a m b a ” , E l E c u a to ria n o , 11 d e o ctu b re de 1909: 1.

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I f e autor cantaba acerca de la m em o ria que qu edaba en A m érim#-de la gran deza española, y de có m o la península tam bién pendía enorgullecerse de las glorias am ericanas. Así, el centenade la Independencia, que celebraba la ruptura y autonom ía S|ue se obtu vo de la m etróp oli, se transm utaba en una celeb ra­ c ió n de la unión y co n vergen cia hispano-ecuatoriana: por fin la antigua queja/ de H ijas y M ad re tó m a se en cantares,/ y H dilatarse deja/ a través de los m ontes y los mares/ la v o z de unión, » de am or y de armonía,/ con que resuena el día/ del m agno CenteK.nario./ Pasaron los vaivenes/ d el destino voltario/ y hoy, España, fe por tuyos aun nos tienes/ en áureo, estrecho lazo. E n la cim a d el re g io C him borazo/ el án gel d e la A m érica, I radiante,/ d el E cu a d o r y E spañ a las banderas/ en la za en este insEv tante,/ cual dos hadas que se unen hechiceras,/ y d el P ich in ch a al | M anzanares siento/ que v a de u n ión el re p e tid o acento. L a luch a se pasó c o n sus horrores:/ ven cid os, vencedores/ ¡L herm anos son, y sangre castellana/ en cada h e ro ic o c o ra zó n palpita./ L a d isco rd ia maldita/ en el b ára tro hundióse, y m ás lozana/ lj¡; la unión c o n tig o lu cirá m añ an a.71

¡«E l extenso p o em a de h o m en a je a España, d el cual las tres estrofas previas ilustran su con ten id o, en galan ó y cu b rió la mayor parte de la p orta d a de la e d ic ió n d el p e rió d ic o E l E c u a ­ toriano, p u b licad a en la vísp era de la c o n m e m o ra c ió n d el cen ­ tenario. D e m an era revela d ora , la iro n ía de la In d ep en d en cia hispanista se ilu straba en el c o n ten id o de aqu ella portada. Junto al p o em a m en cion a d o, constaba el e d ito ria l o ficia l del periódico en el que se asegu raba que el 1 0 de a gosto s im b o li­ z a b a la “red en ció n d el c o lo n ia je ". A d icio n a lm en te, p o r en cim a del poem a hispanista ap a recía la rep rod u cción , a varias co­ lumnas, de un cu adro e m b le m á tic o sobre la m asacre de los participantes de la p rim e ra Junta Suprem a, ocu rrid a el 2 de agosto de 1810, cu yo p ie de fo to reza b a “A sesin ato de los pa­ triotas". P a ra los ed itores de E l E c u a to ria n o , d ia rio de filia ­ ción conservadora, n o h ab ía c o n tra d icció n algu n a en celeb rar 'la redención del c o lo n ia je " (u n a m an era de en ten d er la In d e ­ pendencia c o m o una re a c c ió n a n tic o lo n ia l) y, al m ism o tiem ií~ 71 E l E c u a to ria n o , 9 de agosto de 1909: 1. 189

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p o, cantar los lazos de sangre que unían a los dos pueblos (jjj m e tró p o li y su ex co lo n ia ), así c o m o la su peración de la anili gu a discordia. Esta m ism a persp ectiva la co m p a rtía E lo y A lfaro, s o b r é ! qu ien se cernían bu ena parte de las críticas cotidianas del pgp r ió d ic o conservador. Tres años antes, en 1906, con ocasión ¿ 3 la in au gu ración d el M o n u m en to a los h éroes del 10 de agostía el p residen te A lfa ro se expresó en to n o sim ilar. E stableció qn|| la re a liza c ió n de la In d ep en d en cia "c o m p le tó la ob ra gigantes- 3 ca de Colón, ab rién d ole nuevos y vastísim os horizontes aH f h u m an id ad ” . R e c o rd ó que el E cu a d o r fu e la p rim era nación! em an cip ad a que bu scó recon cilia rse con España.

Cada cual luchó por sus ideales; y el triunfo y la gloria de losj americanos, probaron al mundo que eran también dignos h ijoff de la heroica Madre de los Cides y de los Velardes. España nos > dio cuanto podía darnos, su civilización; y, apagada ya la tea de la discordia, hoy día sus glorias son nuestras glorias, y las m á jl brillantes páginas de nuestra Historia, pertenecen también a la'. Historia española . 72

L a h isp an ofilia ecu atorian a n o era un fen ó m en o aislado;! p o r el con trario, fo rm a b a parte de una o la cultural internadonal que se a rra igó en diversos países de A m é ric a Latina y al­ c a n zó una exp resión distin tiva a p ro p ó s ito de las conmemora - 1 cion es del cen ten ario de la In d ep en d en cia. C o m o b ien anota R e b e c c a E arle: "H isp a n o a m érica in gresó a la segunda centu­ ria de su in d ep en d en cia en gran m ed id a reco n cilia d a con sa h eren cia hispana " . 73 E n M éx ico , p o r ejem p lo, durante la celéá b ra c ió n de 1910, el h isp an ism o en con tró una n o to ria expre­ sión oficial en los actos que desplegó el G ob iern o del presidente P o rfirio Díaz, quien exclam ó que los “lazos de sangre” entre la m e tró p o li y sus excolonias n o se habían extinguido. En este con texto em ergió un culto de record ación a Isabel la Católica, í b a jo cuyo “arrullo m atern al” , según el presidente del AyuntaJ m ien to de M éxico, se p rod u jo el descu brim ien to de C olón .74 En 72 Jenaro L a rrea y otros, P atria in m o rta l (Q u ito, 1906), 11-12. 73 R eb ecca E arle, "‘Padres de la P a tria ’ and the A n cestra l Past” , 804. 74 A im e r Granados, "H ispan ism os, n ación y p roy ectos culturales: Colom­ bia y M éx ico , 1886-1921: U n estu dio d e h istoria com p a rad a", M e m o ria y S o o H

L O S R IT U A LE S DE IN S TA U R A C IÓ N DE LA M E M O R IA

Colombia, durante la co n m em o ra ció n de 1910, tam bién se jfjfisplegó la m e m o ria de la C onquista y ju n to a los héroes de la ^ ^ dependencia se h om en a jeó a conquistadores com o G on zalo IjpTnénez de Quesada, el fu n d ad or de B o g o tá . 75 ».Federico G o n zá lez Suárez buscó reinterpretar la Indepen§jg|nCia desde un pu n to de vista hispanófilo. Su H istoria general se detuvo al con clu ir el p e río d o colon ial y, d ebido a la tarea de ¿onducción de la Ig lesia que le to có asumir, nunca pudo consumar su p ro p ó sito de an alizar exhaustivam ente la In d ep en ­ d e n c ia . E m pero, a través de diversas intervenciones pastorales y públicas, h izo co n o cer su p osición sobre el tem a. En la carta abierl;a que d irig ió a la feligresía de la capital, el 1 0 de agosto de 1909, condensó sus ideas para el consum o público. A p elan ­ do a una trad ición de p en sam ien to religioso desarrollada a lo ¿rgo del siglo X IX , el au tor presentó con sencillez y persua­ sión, em pleando su au toridad intelectual y religiosa, el sign ifi­ cado que con ced ía a los acon tecim ien tos m o tivo de la co n m e­ moración. A d scrib ién d ose a un lu gar com ún de esa coyuntura, González S uárez estableció un p aralelism o entre la Conquista y la Independencia, c o m o parte de una m an iobra retórica que combinaba m e m o ria y o lv id o de m anera dosificada: Cuando la c iv iliz a c ió n se ab rió paso al M u n d o A m erican o, la eslada in ven cib le d el con q u istad o r español se tiñ ó en sangre: esa sangre era la san gre d el in d io , que d efen d ía sus lares, y preten d ía en van o cerra r el ca m in o á la c iv iliza c ió n latina, que lle ga b a al N uevo M u n d o; cu an d o la c iv iliza c ió n latin a creció, cuando la ci­ v iliz a c ió n latin a sin tió la n ecesid ad de resp ira r los aires de la libertad, entonces la espada castellana v o lv ió á teñ irse en sangre, y esa sangre fu e san gre de h erm an os [...] P ero ¿para qué h em os I de evocar ah ora recu erd os d olorosos? [...] D em os al o lv id o he-

dad 9, No. 19 (2005): 12-13; y d el m is m o a u tor Debates sobre España: E l hispa­ noamericanismo en M é x ic o a fines del siglo X I X (M é x ic o DF: E l C o leg io de México / U A M -C , 2005). ¿¡75 Raúl R o m á n R o m e ro , "C eleb ra cio n es centenarias y con flictos s im b ó li­ cos en la con stru cción d e la m e m o ria n acion a l colom b ia n a , 1910-1921’’ . En Política, p a rtic ip a c ió n y ciud ad anía en el p roce so de independencias en la A m édc&Xndina, ed. G u adalu p e S oasti Toscan o (Q u ito: Fu n dación K o n ra d Adentoer, 2008), 169.

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l c u l t o a l a n a c ió n

chos, acaecim ien tos fatales que ah ora d ep lo ra m o s unár am erican os y españoles.76

U na v e z que la In d ep en d en cia fu e presentada com o ha del curso que a b rió el desarrollo de la c iv iliza ció n , incubaÜB p o r la conqu ista española de A m érica, y de que se recon ocí los lazos de sangre que unían a los dos m undos, el autor ñ% puso que la con m em o ra ció n olvid ara los acontecim ientos . Una escueta re fe re n c ia de este m u y poco con o c id o acu erdo consta en P e iró M artín , Guardianes de la h istoria . 100. 236

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in s t it u c io n a l iz a c ió n d e l s a b e r h is t ó r ic o

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1 B ien n o to rio es qu e si C o ló n rasgó el v elo qu e ocu ltaba un N u ev o K M u n do al A n tigu o, p erten ece a nuestra P a tria el h on or; que si la Santa re lig ió n C ristiana ilu m in a h o y las con cien cias desde el Cabo de H o rn o s hasta el seno m ejica n o, á los españoles se debe; que 1 si los eu ropeos disfrutan de las riqu ezas sin cuento de la h erm osa |; tierra am ericana, ante tod o, tien e que agrad ecerlo a los trabajos 1 increíbles y el v a lo r p ertin az de nuestros antepasados.41

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I E l m o d e lo de la R ea l A ca d em ia de H istoria, según he m osl l i d o hasta aquí, fu e d esarrollad o sobre la base del “ diletan-

||no eru d ito ’’ .42 L a in stitu cio n a liza ció n d el saber h istórico se l l i z ó al m a rgen d el recin to u n iversita rio y n o con tem p lab a ^ e n tre n a m ie n to esco la riza d o esp ecializad o, sino diversos grados de au todidactism o. Se h a b ía d esarrollad o a p a rtir de la práctica em p írica de m an ejo de fuentes docum entales, según la 'dial el h istoriad or identificaba, reunía y autentificaba los do'cumentos históricos que constituían la base y el lím ite del rela­ to que o fre c ía sobre el pasado. L a activid ad de investigar el pa­ sado era auxiliar al ejercicio de una actividad de otro tip o, sea ¡profesión lib era l o a la a ctivid a d ren tística de la que gen era l­ mente d ep en d ía este tip o de h is to ria d o r am ateur. N o obstan­ te, la in vestiga ció n h istó rica cu m p lía una fu n ció n p ú b lica de tipo p a triótico, pues era una a ctivid a d in telectu al que ren día un capital s im b ó lic o re c o n o c id o p o r parte del p o d e r p o lític o y muy estim ada p o r parte de los gru pos de socia b ilid a d de la K L a p ráctica d el “diletan tism o eru d ito ” fue m u y extendida én E cu ador y A m é ric a Latina. L a a d o p ció n d el m o d e lo de la Academia se p rod u jo segu ram en te p o r una afin idad cultural con la antigua m etró p o li, que segu ía sien do un referen te de América Latina, y p o r la vigen cia , en bu ena m edida, de una cultura p o lític a sim ilar, en la que e l peso de la Ig le s ia fue eter'•minante. A d icio n a lm en te hu bo o tro fa c to r que q u izá fu e m s d ecisivo en E cu ador: la u n iversid ad pública, qu e h u biera sido el espacio p ro p ic io para el d esarrollo de una cultura científica, ámbién la n gu id eció a lo la rg o d el siglo X I X y las prim eras de­ jadas del siglo X X , y carecía de la p o sib ilid a d in trín seca de 41 P e iró M artín , G uardianes de la h is to ria , 100. 42 Ib íd., 45.

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gen era r in vestigación sobre m uchos ám bitos, in clu ido el paJS d o.43 D urante aquel lapso, el fu n cion a m ien to de Academ ia!! A ten eos y sim ilares sociedades culturales cob ró vigencia e lj Ecuador, de una m anera sem ejante a c ó m o sucedió en Esp¿|jS A d iferen cia de la exp erien cia descrita, en Alem ania, Esta ­ dos U n idos y Francia, para cita r algunos ejem plos, el espacial u n iversita rio fu e co n vertid o en el n ú cleo p o r excelencia de laf in s titu cio n a liza ció n del saber h istórico, durante los siglos XDf y X X . E ste m o d e lo fu e crea d o in icia lm en te en Prusia, en don-1 de se p ro d u jo una ren o va ció n del sistem a de edu cación supe3 r io r lu eg o de la invasión n a p oleón ica, sigu ien d o la propuesta! de W ilh e lm v o n H u m b old t. A llí o p e ró una transformación ed u cativa notable, que co n so lid ó un tip o de universidad de di-' cad a a la in vestigación , reem p la za n d o a la u n iversidad de An­ tigu o R é g im e n cen trada en la instru cción. Fue en ese contex­ to, p recisa m en te en la U n iversid ad de B erlín , que Leopoldo v o n R an ke c o n v irtió el sem in a rio que im p a rtía sobre crítica filo ló g ic a d ocu m en tal en un "co m p o n en te in tegra l" de la ford? m a c ió n del historiador. Tanto la ex p erien cia de transforma­ c ió n u n iversitaria c o m o el ejem p la r fu n cio n a m ien to del semi ­ n a rio ran kean o (q u e a la v e z recrea b a una in icia tiva que Johann C hristoph G atterer in tro d u jo en la U n iversid ad de Go- : tin ga, unos d ecen ios antes), fu e ro n em u lados en otros países! co n m atices distintos.44 A este respecto, el caso de F ra n cia p ro v e e de un interesan­ te con traste co n la exp erien cia de la v e c in a España. E n Frartu cia, el esta b lecim ien to de la h istoria c o m o una d iscip lin a cien-f tífic a o cu rrió en el seno del sistem a u n iversitario p ú b lico entre' 1870 y 1914. E l h isto ria d o r V ic to r Duruy, sien do m inistro de

43 S ob re la errá tica d in á m ica qu e sig u ió la u n iversid ad ecu atorian a entre ' clausuras, reapertu ras y re o rga n iza cio n e s, v e r Julio T o b a r D on oso, "L a ins-;f tru c c ió n p ú b lica d e 1830 a 1930. A pu n tes p a ra su h isto ria ” . E n E l E cuador en5 cien años de independencia, vo l. 2, ed. J. G o n za lo O rellan a (Q u ito : Escuela de A rtes y O ficios, 1930), 303, 309 y 315-316; y A rtu ro A n d rés R o ig , “Estudio in-| tro d u cto rio : L o s c o m ien zo s del p en sa m ien to so cia l y los o rígen es de la Socio-? lo g ia en el E cu a d o r". E n A lfre d o E sp in osa T am ayo, P sicolo g ía y S ociolog ía del p u e b lo ecu a toria n o (Q u ito: B C E / C E N , 1979), 47-78. 44 Iggers, H istoriograp hy , 49-52. R es p ecto a la p ro fe s io n a liz a c ió n de la h is to ria en E stados U n id os v e r P e te r N o vick , "T h e P ro fe ssio n a liza tio n Pro-| je c t", cap. 2, That N o b le D rea m : The ‘O b je ctivity Q u e s tio n ' and the American| H is to ric a l Profession (C a m b rid ge: C a m b rid g e U n iv ersity Press, 1988). 238

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i n s t it u c io n a l iz a c ió n d e l s a b e r h is t ó r ic o

M fstrucción p ú b lica de N a p o le ó n III, in trodu jo algunas refor||ds im portantes en el aparato educativo. Una de ellas tuvo giue ver con el sistem a u n iversitario, el cual se ju zga b a que es­ taba m uy re za g o fren te al de A lem ania. Para respon der a este Bfesafío, D uruy p rop u so algunas m edidas entre las que se engloiitraba la crea ción de la É c o le Pratiqu e de H autes Études J?{1 8 6 8 ), en la que fin alm en te se estableció un n ich o escolar de­ i f i c a d o a la fo rm a c ió n p ro fesio n a l de historiadores. A lo largo i-de la época de la Tercera repú blica, este p royecto educativo fue potenciado p o r in icia tiva estatal. Así, durante las últim as ■ ¿¿cadas d el siglo X IX , en Francia, la historia fu e in corporada | en el cu rrícu lo escolar de una m anera central y, al m ism o tie m p o , la estructura u n iversitaria b rin d ó un lu gar específico ffikífespecializado al d esa rrollo de la investigación y la profesioX palizacion de la d iscip lin a h istórica.45 í La p rod u cción h istoriográfica española de las prim eras dé­ cadas del siglo X X registró algunas transform aciones im por­ tantes. U na de ellas arran có en 1900, con la reestructuración de las facultades de F ilo s o fía y Letras en tres secciones: estu­ dios filosóficos, literarios e históricos. Esta refo rm a am p lió sig•nificativamente el n ú m ero de plazas de enseñanza de H istoria a nivel u n iversitario.46 E m p ero, la tran sform ación más im por./tante p ro vin o de la tarea que re a lizó el flam ante Centro de Esv tudios H istóricos (C E H ), entre 1910 y 1936, lapso que ha sido identificado c o m o la edad de plata de la cultura española. A pesar de que el n o m b re d el C entro sugiere una singular línea disciplinaria, en realidad, este fu e el eje de una am plia reacti­ vación in telectu al y d el n u evo ru m b o que tom a ron las investigaciones en los ám bitos de las hum anidades y las ciencias so: . cíales, incluida, p o r supuesto, la p rod u cción historiográfica.

£ 45 S ob re la in stitu cio n a liza ció n de la h istoria en F ra n cia m e baso en W ií- lliam R. K eylor, Academ y and C o m m u n ity : The F o u n d a tion o f the H istorica l Profession (C a m b rid g e: H a rva rd U n iversity Press, 1975), 20-65. A l com p a rar ' el desarrollo de la h is to rio g ra fía españ ola d ecim on ón ica, B o y d ta m b ién m en­ ciona, de paso, qu e “T h e con trast w ith the G erm an and Fren ch experience was significant. W h erea s the re v ita liz a tio n o f n ational h istory throu gh excavation and analysis o f a rch iva l sources w as part o f the state-bu ilding process in those tw o nations, in S pain m u ch o f the im petus cam e fr o m critics w hose Interests la y less in le g itim a tio n than in tra n sform a tion o f the lib era l state", •| ver Boyd, H is to ria Patria , 133-134. f 46 R u m eu de A rm as, R ea l A cadem ia, 45.

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c u l t o a l a n a c ió n

G uiado p o r un afán nacionalista y la búsqueda de la identid lH española, el C E H buscó entender el pasado m edian te el curso de la in vestigación sobre la lengua, la literatura, el a r t l el d erech o y la historia, y “cu alqu ier o tro tip o de m anifes^S ció n de su c iv iliza c ió n ".47Este o b je tiv o con d u jo a que todas lÍM disciplinas involucradas exp erim en taran una actividad fru ¿H fera. L a in vita ció n que se cursó a un gru p o de investigadores! para in tegrar la nueva institu ción se h iz o fundam entalm ente! sobre la base de consideracion es p rofesion ales, la calidad de I sus publicaciones, y no la ad scrip ción p olítica . A pesar de este! rasgo no partid ario, el Centro fu e o b je to de la h ostilidad de loS1 acad ém icos tradicionales, la derech a y la Iglesia. De co n fo rm id a d con el p ro p ó sito señalado, la n ovel insti-l tu ción estab leció un conju nto de seccion es y sem inarios de l in vestiga ción en diferentes áreas d el c o n o c im ie n to (Filología-1 Literatu ra; A rq u eología ; H isto ria d el derecho; Estudios me 1 dievales, árabes, sem íticos; Arte; H isto ria ; F ilo s o fía ); preparó edicion es críticas de crónicas y textos castellanos; publicó fuentes h istóricas al ten or de que esta era una de sus labores esenciales; e d itó revistas especializadas en F ilo lo g ía , Derecho e H isto ria de las instituciones p olíticas; p ro m o v ió el intercam li b io con in vestigadores europeos y la tin oam erican os; organizó cursos de vera n o para estudiantes extranjeros; estableció víifw culos institucionales con la "A m erica n A ssocia tion o f Teachers ' o f Spanish” ; y, fu ndam entalm ente, o fr e c ió un espacio institu-1 cio n a l para el en tren am ien to esp ecia liza d o en la investigación a una gen era ción de jóven es in telectu ales.48 E n suma, el CEH fu e la base institu cion al que p e rm itió el n a cim ien to de "una j nueva clase de científicos, p ro fesio n a les de los estudios históf| ricos, no dedicados a otras tareas, c o m o ocu rría en el siglo ; X I X y alejados de las corp ora cion es clásicas (R e a l Academia ' de la H istoria, R e a l A ca d em ia E s p a ñ o la )".49 L a d irecció n del;; C E H estuvo en m anos del talen toso filó lo g o R a m ó n M enéndezl

47 In m a n Fox, "L a in ven ción de España: L itera tu ra y n a c io n a lism o ", actas,; 12, A IH (1995), C entro V irtu al Cervantes, 6. L a cita p ro vie n e d e L ó p e z Sán-s ch ez, Las Ciencias Sociales, 698. E ste au tor id e n tific a qu e los prin cip ales artí-J fices d el C entro segu ían una g n o seo lo g ía h istó rica qu e ib a a m e d io caminíás "en tre la v ieja id ea d el Volkgeist y la praxis de la K u ltu rg e s ch ich e te ". 48 B oyd, H is to ria Patria, 148-150. 49 L ó p e z S ánchez, Ciencias Sociales, 699. 240

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in s t it u c io n a l iz a c ió n d e l s a b e r h is t ó r ic o

Hipidal (1869-1968), y la c o o rd in a c ió n de la sección de histok L q u e d ó en m anos de R a fa e l A lta m ira (1866-1951), qu ien di^gíric) un sem in ario sobre m e to d o lo g ía h istórica, entre 1911 y Zugl 8.50 La vid a del C E H se p o te n c ió durante la Segunda repúíblica y tam b ién ca yó v íc tim a del triu n fo falangista, p o r cuya Hfezón m uchos de sus in tegran tes m a rch a ron al exilio. E H ispan oam érica ocu p ó un lu g a r im p o rta n te en el nacio& i a l i s m o cultural regen eracion ista. Sea c o m o parte de una l l l f t o r a n z a im p eria l, m an ten id a p o r sectores conservadores, o lid un p atern alism o cultural, de in sp ira ció n lib eral, la A m érica hisPa n a fo r m ó parte m ed u lar d el n a cion a lism o españ ol com o integrante de una com u n id ad tran soceán ica ideal, u n ida p o r vínculos de id iom a, religión , costum bres, e historia. Esta m an­ c o m u n id a d hispana fue p royecta d a para recon stru ir el estatus internacional que E spaña h ab ía p e rd id o en el siglo X IX . L a Junta para la A m p lia c ió n de E stu dios y, p articu larm en te, el Centro de E studios H is tó ric o s b u scaron articu la r las re la c io ­ nes culturales entre la an tigu a m e tró p o li y las nacion es lati­ noamericanas.51 . R a fa e l A lt a m ir a j u g ó u n p a p e l im p o r t a n t e e n a q u e lla ta re a . Estaba p e r s u a d id o d e q u e e l c o m b a t e p o r la r e g e n e r a c ió n d e España t a m b ié n s e d e fin ía e n e l te a t r o a m e r ic a n o , e n e l q u e, * 50 R am ón M en ón d ez Pidal fue discípu lo de M a rcelin o M en én d ez y Pelayo, [j y compartía c o n este la co n c ep ció n d e que la litera tu ra era la exp resión p rivile­ giada de la con cien cia n acion al. E m p ero , m ientras el segu ndo id en tificó la culfCtura nacional p rim a ria m en te co n la tra d ició n cristiana; el p rim ero, sigu iendo al rom anticism o alem án, estuvo persu adido de qu e el n ú cleo de la tra d ición - nacional p ro ve n ía de la evo lu ció n que h ab ía ex p erim en tad o la cultura pop u la r ' medieval a lo la rg o d el tiem p o. V er B oyd , H istoria Patria, 102. P o r su parte, »Rafael A ltam ira fu e un d iscíp u lo de G in er de los R ío s y del In stitu to d e Ensefianza L ib re (d e o rien ta ción krausista). Su o b ra e jerció una in flu en cia im por- Jante en la fo rm u la ció n de las co n cep cio n es regen era cion ista y p ed a g ó g ica de ^ en señ a n za de la historia, así c o m o ela b o ró lo qu e se con sidera la m ás p ro ­ funda reflex ión crítica sobre la h isto rio g ra fía española. A lta m ira plan teó una ,propuesta cercana a la "h isto ria d e la c iv iliz a c ió n ” d el h istoria d or alem án K a rl fjLamprecht, y al m ism o tie m p o sig u ió las fo rm u la cio n es de algunos h istoriad o; res franceses c o m o E m e s t Lavisse, C harles S eign ob os y el hispanista A lfred 5Morel-Fatio, quienes con sideraban qu e en señ ar y escrib ir h istoria eran activi, dades indisolubles de un co m p ro m iso cívico-p a trió tico. V er B oyd, H istoria Pa\tria, 135-136 y 138; Lóp ez-S á n ch ez, Ciencias sociales, 399-409. ¿ 5 1 Is id ro S epú lveda, "L a JAE en la p o lític a cultural de España h acia A m é­ rica” , Revista de Ind ias 67, N o . 239 (2007): 76.

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l c u lt o a l a n a c ió n

c o m o señalaba el p erió d ico E l Im p a rcia l de M adrid, en 19¿9®; í “raza española” se veía am enazada p o r “el predom in o te de la an glo-am erican a” .52 A lta m ira desarrolló un sedb»°~ ■ discurso de corte “panhispanista, lib eral y c o n fr a te r n iz á B r destinado a herm an ar España y A m érica .53 Su pen sam i¿^ H praxis a este respecto quedaron registrados en una extl®! ob ra .54 Con ese fin, creía que había que facilita r y dinamiza^S m o vilid a d de intelectuales, b ib lio g ra fía científica, y la de redes institucionales que aseguraran la com unicación vo reciera n la id en tificación de intereses com unes en la ccm « n id ad h ispanoam ericana. Im b u id o de ese ánim o, realizóos son ado p erip lo que lo llevó a Uruguay, Argentina, Chile, P en U M é x ic o y Cuba, entre 1909 y 1910.55 C om o parte de su muy ela leb ra d o d esplazam ien to, presentó a A lfo n so X I I I un informe 1 en el que sugería los m edios p rácticos para desarrollar las n i* lacion es espirituales con los pueblos h ispanoam ericanos'!3^ ¿C óm o fu e re c ib id o en L a tin o a m é ric a este discurso de h erm a n a m ien to cultural? E n tre los que saludaron la visita de A lta m ira y se a d h iriero n a su p rop u esta panhispanista, estu vo !

52 E va M a ría V a lero Juan, R afael A lta m ira y la ‘recon qu ista espiritual' de A m é rica (M u rcia : C u adernos de A m é ric a sin n om b re, 2003), 118-119. 53 G u stavo H. Prad o, "L a estrategia a m erica n is ta de R a fa e l Altamirajtras ‘ la d erro ta d el p ro y e c to oveten se (1910-1936)” . E n I I Congrés Internacional ■ d ’In s titu c io n s A m ericanistes: fons d o cu m en tá is des de les independéncies al 01centena ri, ed., A ria d n a L lu is y G a b riela D a lla C o rte (B a rcelo n a : L ib ro electrón ico, IC C I, 2007), 72, v e r o n Une: . 54 L a b ib lio g r a fía de R a fa el A lta m ira so b re cuestiones am ericanas incluye: Cuestiones hispano-am ericanas (M a d rid , 1900); España en A m érica (Valencia: F. S em p ere y C om pañ ía, 1908); M i viaje a A m é ric a (M a d rid : L ib rería General de V ic to ria n o Suárez, 1911); y La huella de E sp añ a en A m érica (M adrid:, 1924),? 55 G ustavo H. Prad o, "L a U n iversid ad de O vied o , R a fa el A ltam ira y la JAEi'; con troversia s en t o m o a la gestión de las re la c io n es intelectuales hispandfjj am erican as (1909-1911)", R evista de Ind ias 67, N o . 239 (2007): 38 y 41-42 La in te n ció n de a rticu la r las relacion es cu ltu rales en tre E spañ a y sus excolonias te n ía antecedentes im p orta n tes c o m o el d es a rro lla d o p o r el n aturalista e histo­ r ia d o r M a rc o s J im én ez de la Espada, q u ien v is itó S u d am érica entre 1862 y : 1865, tejió una a m p lia red de relacion es e in flu y ó significativam en te con su;; tra b a jo in telectu al en la región . A l respecto, v e r L e o n c io López-O cón, "La con stru cció n de redes de co m u n ica ció n cie n tífic a ib eroa m erica n a antes y des-, pu és de 1898". E n X I I I C o lo q u io de H is to ria C a n a rio-A m erica n a ; V I I I Congresos In te rn a cio n a l de H is to ria de A m érica, 2000, ed. F ra n cisco M o ra les Padrón, (Las? P a lm a s de G ran Canaria: C a b ild o de G ran C a n a ria / Casa de C olón, 2000). y 56 Prad o, " L a estrategia a m erica n ista ” . 242

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in s t it u c io n a l i z a c i ó n d e l s a b e r h is t ó r ic o

¿]ío Reyes, m ie m b ro n u m era rio de la A cadem ia Central cana de Jurisprudencia y L egislación , quien reco n o cía a Rjétrópoli c o m o la m aestra y gu ía de la p role que d ejó disiá'en el N u evo M u n do. E n el o tro extrem o, en cam bio, enJBjs más agudos críticos de la propu esta de A ltam ira, estuÜ intelectual cubano F ern an d o O rtiz, quien den u n ció que ¿ de esta in vita ció n ya cía la in ten ción de reh ab ilitar el tutelaje que España eje rc ió sobre H ispanoam érica, ^^■¡lexpresión de cam u flado im p eria lism o cultural. Según OrK lo que la isla necesitaba era, precisam ente, lo contrario: ¡Bes-hispanizarse c o m o c o n d ic ió n para cubanizarse.57 E -Qué rela ción se pu ede ad vertir entre la disp osición de la Academ ia de H is to ria rela tiva a con stitu ir "academ ias ¡E^ursales” en H isp an oam érica, exp ed id a en 1888, de un lado; y los proyectos del C en tro de Estudios H istóricos y de R afael |||íamira d e rearticu lar las relacion es entre España y A m érica, efectuados vein te años m ás tarde, de otro? A p esar de las d ife ­ rencias en cuanto a la d im en sió n id e o ló g ic a y a las m aneras que median entre am bas iniciativas, se observa la continuidad de un m ism o p rop ósito: la crea ció n de una com u n id ad panhispánica, tutelada p o r la antigu a m etró p o li, con base a la asi­ milación o ra tifica ció n de una determ in ad a in terp retación de la historia. Se trató de un p ro y e c to que creaba vasos com u n i­ cantes entre las perspectivas que com p etían en to m o a la defi­ nición del n a cion a lism o cultural español y la p erviven cia de un m etarrelato im p eria l d el pasado. De esa co m b in a ció n sur­ gía un h o rizo n te de expectativas que en con tró acep tación en el mundo h isp an oam erican o. Así, conservadores y liberales, de ambos lados d el A tlán tico, se a d scrib ieron al lla m a d o a en­ grosar las filas del pan h ispan ism o. E n tre las razon es que COnEtS? Valero Juan, Rafael A lta m ira , 27-28, 1 17 y 133. F e m a n d o O rtiz pu blicó lina serie de artícu los en que d e m o lía la propu esta de A ltam ira y qu e luego fueron reunidos b a jo el títu lo de La reconqu ista de A m érica: Reflexiones sobre elpanhispanism o (París: S o cie d a d de E d ic io n es L iterarias y Artísticas [1911]). Eva Valero Juan ad vierte que, en un pasaje de esta obra, F e m a n d o O rtiz desa­ rrolla una im p u g n a ció n su geren te d el co n cep to d e "ra za española". S ob re el .sutil análisis de la cultura cubana qu e d esarro lló O rtiz en una de sus obras de mayor m adu rez, a co n tra p elo de los relatos colon iales, v e r F e m a n d o C oronil, | “Challenging C o lo n ia l H istories: Cuban C ou n terp oin t / O rtiz ’s Counterfetishism". En C ritic a l Theory, C u ltu ra l P o litics, and L a tin A m erica n N arrative, ed. Sr Bell, A. L e M a y y L. O rr (U n iv ersity o f N o tr e D am e Press, 1993). 243

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l c u lt o a l a n a c ió n

dujeron a m ilita r en el hispanism o, adem ás de las afinidJ^B culturales básicas, se puede en con tra r una com ú n Preocu|B c ió n en to m o al pan am erican ism o, un p ro y ecto estadcn r jj dense que buscaba ganar ascen den cia sobre la región^ y 3 atractivo de ap elar a un sustrato id en tita rio com ún, en u t j época en la que las im pu gn acion es sociales desafiaban los q8 denam ientos p o lítico s vigentes. ¿C óm o se situaron los in tegran tes de la A ca d em ia Nací® nal de H isto ria de E cu ad or ante el discurso de herm anarm e»« to espiritual con España y fren te a la exp erien cia intelectual política, tanto de la R ea l A ca d em ia de H istoria, c o m o del Cen-Í tro de Estudios H istóricos? E n el p rim e r caso, se puede sen il la r que hubo una total coin cid en cia, al punto que se adoptó rff hispanism o c o m o un p ara d igm a p a ra in terp reta r el pasado! co m o verem os en el siguiente capítu lo. E n cuanto a lo segun­ do, con vien e reco rd a r que los dos p rin cip ales artífices de la in stitu cion a liza ción de los estudios h istóricos en E cuador real fiza ro n sendos p erip los intelectuales h acia la península ibértS ca y E uropa: F ed erico G on zá lez Suárez, entre 1884 y 1887, w Jacinto Jijón y C aam año, entre 1912 y 1916. A unque no he p o d id o u b ica r referen cias en las qu e se ab ord e este tema de m an era directa, se pu ede in fe rir qu e am bos h iciero n una asi­ m ila ció n m u y selectiva de am bas experiencias. C om o ya he m an ifestado antes, la v ía de in stitu cio n a liza ció n de los estu-: dios históricos se in spiró fu n d am en talm en te en el m odelo de las A cadem ias durante la R estau ración . L a experien cia del Centro de E studios H istóricos, m a rca d a tanto p o r el perfil po­ lític o lib eral de sus gestores, c o m o p o r el m o d e lo de profesion a liza ción c rític o del d iletan tism o de las A cadem ias, despertó en los acad ém icos ecu atorian os in terés y reservas, al mismo tiem po. Se n om b ró, p o r ejem p lo, a R a fa e l A lta m ira y Ramón M en én ed ez Pidal, m iem b ros corresp on d ien tes de la Academia ecuatoriana, aunque dicha d esign a ción n o pasó de ser pura­ m en te n om inal. A pesar de esto, algunos m iem b ro s de la ANH sigu ieron con aten ción e in c o rp o ra ro n algunas lín eas de in­ vestiga ción que d esarrolló el C en tro en M ad rid . L a atención filo ló g ic a de las lenguas nativas, la v a lo ra c ió n de las instituí ciones p olíticas hispanas de o rig e n m ed ieval, la exaltación de la lengua y la cultura española fu ero n tóp icos de investigación em p ren d id os p o r parte de Jacinto Jijón y C aam añ o a su vuelta 244

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in s t it u c io n a l iz a c ió n d e l s a b e r h is t ó r ic o

||e Europa, y pueden ser vistos c o m o huellas de ese intercam ■fo intelectual y cultural p o r el que tanto ab ogab an los h isto­ riadores españoles.

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f o r m a c ió n d e u n e m b r io n a r io c a m p o h is t o r io g r á f ic o

¿De qu® m an era la S ocied a d E cu atorian a de E studios H istóri|[¿os Am ericanos y la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria im pu lsa­ ron, consecutivam ente, la crea ció n de un ca m p o de p ro d u c­ ción intelectual particular, durante las p rim eras décadas de su funcionamiento? E n este ap artad o m e p ro p o n g o ex p lo ra r la conformación de un e m b rio n a rio ca m p o de p ro d u cció n h isto­ riográfico m ed ian te el exa m en c o m b in a d o de lo s siguientes tópicos: la m an era c ó m o la A c a d e m ia se c o n s o lid ó in stitu cio­ nalmente; la cu estión de la o rg a n iza c ió n d el a rch ivo h istórico; el conjunto de p ro ced im ien to s an alíticos y reglas de fu n cio n a ­ miento que los acad ém icos a d o p ta ro n sobre la escritu ra h istó­ rica; y, p o r ú ltim o, el lu ga r que la A c a d e m ia re c la m ó en la es­ fera pública, a p ro p ó sito de la rela ció n entre el E stado, los ciudadanos y la nación. P a ra d esa rrolla r el análisis de estos tópicos m e in sp iro en las p ro p o sicio n es que P ie rre B ourdieu, Michel de Certeau, P e te r N o v ic k y R an ah it G u h a form u la n respecto a la fo rm a c ió n de los cam p os intelectuales, la o p e ra ­ ción h istoriográfica, la p ro fe s io n a liz a c ió n de la d iscip lin a his­ tórica, la con stitu ción de un can on y una n a rra to lo g ía historiógráfica, y la cu estión de q u ién defin e qué es lo h istó rico en una sociedad.58

58 S obre la estru ctu ración y la fu n c ió n d el ca m p o in telectu al, m e b a so en óurdieu, Cosas dichas, cap. 9. E n re la c ió n c o n las co n d icio n es de p o sib ilid a d de la escritura h istórica, sig o a M ic h e l d e Certeau, L a escritu ra de la historia , :trad. Jorge L ó p e z M o c te z u m a (M é x ic o D F: U n iversid ad Ib ero a m erica n a , 1993) cap. 2. E n cu anto a la cu estió n de la p r o fe s io n a liz a c ió n vista c o m o el desarrollo y esta n d a riza ción de las técn icas p a ra a cced er ad pasado, re to m o algunas ideas de N o vick , N o b le D re a m , cap. 2. Fin alm en te, p a ra la co n figu ra ­ ción de lo qu e se define c o m o lo h istórico, el can on y la n a rra to lo g ía h istórica, me inspiro en Guha, "S m a ll V o ic e o f H is to ry ” . 245

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l c u l t o a l a n a c ió n

E l afianzam iento de la Academ ia

¿Q ué h iz o la A ca d em ia N a c io n a l de H isto ria p ara consolú se en térm in os institu cionales c o m o “ el lu gar” del saber rico ? S ob re la base de la id ea expresada p o r M ich el de (jH teau respecto a la rela ción que existe entre la e s tru c tu ra c ll de “un lu gar so cia l” y la p ro d u cció n de un discurso erudii.fl m e interesa ex p lo ra r en esta sección c ó m o la A cadem ia con¿ gu ró unos m ecan ism os in stitu cion ales internos y extenjlB p ara m an ten er la leg itim id a d oficia l que in icialm en te el ]| aH d o le había o to rg a d o (a l n om in a rla c o m o A ca d em ia Nacioual)l| y fo m e n ta r un re co n o cim ien to cien tífico y social en la esferal p ú b lica litera ria nacion al e in tern acion al. L a estructurad^ ! ! in tern a de la A c a d e m ia y del ca m p o in telectu al que se prr.jiJal n ía con figu rar supuso que este lu ga r in stitu cion al se convirtiera en un cam po de fuerza, tanto h acia afuera c o m o hacia den. í tro. En el p rim er caso, el cam po de fu erza se define inicialmente i p o r lo que P ierre B ourdieu llam a "el m o n o p o lio de la nomina- ¡ c ió n le g ítim a " (e n este caso esp ecífico ) sobre el pasado y ante'l cu alqu ier c o m p etid o r que p rom u eva o tro p osib le punto de vis- -1 ta. E n el segundo caso, el cam p o de fu erza actúa a través de la o b ten ció n de la calidad de m ie m b ro de la institución, asunto qu e supone el traspaso de un filtro y la volu n tad consensuada 1 d e aceptación de parte de los asociados. D e m an era concomí-:J tante, este asunto tam b ién se h ace presen te en las disputas internas p o r h acerse del p o d e r den tro de la in stitu ción históri- i ca. L o que estaba en ju e g o con el d esa rrollo institucional de la A c a d e m ia N a c io n a l de H isto ria y c o n la p erten en cia a esta in stitu ción era la a p ro p ia ció n del "ca p ita l s im b ó lic o " produci-lf d o a p a rtir de la in terp reta ció n del p asado ecu atorian o.59 L a in c o rp o ra c ió n de los m iem b ro s de la A ca d em ia a los d iferen tes tipos de m em b resía que esta o fre c ía se desenvolvió ? en el m a rco de crea ció n de una re d de relacion es que apalan- f c a ró n el re c o n o c im ie n to in stitu cion al de la flam an te organizad ción . S igu ien d o el m o d e lo pen in su lar de las academ ias de la' R estau ración , la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria de Ecuador ¡

59 "L a in stitu ción n o da solam en te u na ba se so cia l a u na doctrina, tam- js b ié n la vu elve p o sib le y la d eterm in a su brepticiam en te, ¡y sin qu e una sea la S cau sa de la o tra !” , v e r de Certeau, L a escritura de la h istoria , 73. V er también V: B o u rd ieu , Cosas dichas, cap. 9. 246

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in s t it u c io n a l iz a c ió n d e l s a b e r h is t ó r ic o

Estructuró a p a rtir de tres tipos de integrantes: individuos fjfurnero, corresp on d ien tes y hon orarios. M ientras los p il­ os constituían un gru p o de diletantes eruditos que estacom pelidos a co n cu rrir a las sesiones regulares de la insiftución y a presen tar trabajos de in vestigación , p o r lo cual jamaban el eje de la orga n iza ción ; los segundos, en cam bio, ¡|j¡|iaban ú n icam en te exh ortados a sum inistrar datos e inforIm a ción histórica que p u d iera con trib u ir discrecion alm en te a ¡|[¡s;propósitos de la A cad em ia; y, finalm ente, los últim os, que jjjantenían una vin cu la ció n de tip o h on orífica.60 pjLa Academ ia arrancó sus funciones organ izan do una vasta jed de relaciones personales e institucionales que, a partir de losltres tipos de m em bresía, entrecruzaba las dim ensiones c ie n t ífic a s y de sociabilidad, p o r m ed io de individuos residen­ t e s dentro y fu era de Ecuador. Así, adem ás de los diez m ie m ­ bros de núm ero que residían en Q uito (y que fu eron analizados en la prim era parte de este capítu lo), constaban veinticuatro individuos correspondientes, disem inados en las principales ciudades del país (G uayaquil, Cuenca, R iobam ba, Am bato, L a tácunga y Tulcán); y, tam bién, treinta y och o m iem bros corres­ pondientes residentes en diferentes ciudades de A m érica del Sur, Europa y Estados U nidos.61 KEste diseño institucional básico de la A cad em ia se m antuvo alo largo de los siguientes decenios, increm entando el núm ero de sus afiliados. E l interés de contar con m iem bros correspon­ dientes asentados en las diferentes ciudades del país p on ía de fiesto la volu ntad de in corp orarlos y de expresar, m ediante 60 Ver los art. 7, 8 y 11 de los "E statutos de la S E E H A ", qu e constituían la >V

K 3I0 se veía c o m o un historiador, sino tam bién c o m o un antro|^ólogo in teresado en cuestiones relativas a la lingüística. A la Üoar q u e desarrolló sus prosp eccion es arqu eológicas se dedicó Mppecoger evid en cia lin gü ística en to d o el país, relativa a los Blicttnas nativos an teriores a la d ifu sión que los incas h icieron W¿e1 quechua c o m o lingua franca en el espacio nor-andino (h oy ^territorios de E cu a d o r y d el sur de C o lo m b ia ). E n el p rim ero ¿e los cuatro volú m en es que fo rm a n su E cu a d o r in tera n d in o y ''occidental antes de la con q u is ta castellana (1940), una obra ambiciosa que fue anu nciada c o m o “un b osq u ejo a rm ó n ico de las in vestigacion es a rq u eo ló gica s ecu atorian as” , el autor experimenta en la m arch a d el p ro y e c to un desvío que le apar­ ta de la d im en sión a rq u eo ló g ica p ro p ia m en te d ich a en fa vo r de una a p ro x im a ció n a n tro p o ló gica -filo ló gica , p ro d u cto de la cual se con cen tra en la tarea de m a p ea r las lenguas a b o ríg e ­ nes. L a m a y o r parte de los cu atro volu m in osos to m o s qu e in­ tegran el E c u a d o r in tera n d in o está p o b la d a de cu estiones rela­ cionadas co n la fon ética, fo rm a c ió n de palabras, gram ática, sintaxis, voca b u la rio, to p o n ím ic o s y p a tro n ím ico s indígenas ¡tcorrespondientes a un con ju n to de lenguas nativas hasta en­ tonces n o exploradas de m an era tan am biciosa. Sendos capítu­ los dedicó a las lenguas seb on d oy o quillacinga, pasto, caranqui, panzaleo, puruhá, cañari, jíb aro, colorado, cayapa o nigua, esmeraldeño, malabas, y yum bo. p E l esfu erzo desplegado para sistem atizar la in fo rm a ció n perteneciente a cada len gu a a b o rigen parece que d esb ord ó el proyecto d el au tor y n o tu vo ocasión de in clu ir una conclusión general n i una reflexión respecto a c ó m o el quichu a (o que­ chua) term in ó desplazan do la p resen cia de las lenguas vem á culas. Para rem ed ia r la ausencia de la d im en sión arqu eológi¡ ca, tuvo en m en te elab orar un qu in to volu m en y q u izá otros ■Sjnás, o b jetivo que n o pu do co m p leta r p orqu e entre finales de

lallazgos de los restos m a teriales qu e se presen ta en fu n c ió n de la d escrip­ ción de las fo rm a s cerám icas, los estilos d ecorativo s, la c ro n o lo g ía y la id en ti­ ficación de “ culturas” , en tendidas c o m o u nidades de a grega ció n étnica-territorial a lo la rg o d el p e río d o p reh isp á n ico . C o m o era usual en su p ro d u cc ió n ambién resalta un d iá lo g o c o n las ela b o ra cio n es cien tíficas re aliza d a s p o r autores extranjeros.

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1945 y 1947 ocu p ó la alcaldía de Q u ito y en 1949 enfermó vem en te, y fa lleció el año siguiente.19 Está fu era de m i com p eten cia evalu ar el alcance de la in|¡ terven ció n de Jijón y C aam año en el terren o de las lengd^B nativas, que perten ece al ám b ito de la a n tro p o lo gía lingüísgSj ca. N o obstante, qu iero destacar dos asuntos singulares que ggfjf in clu yeron en el E cu a d o r in terand ino y que m erecen una con 1 sid era ción de tip o m ás h istoriográfico. L a p rim era se refiere ¿8 la p erspectiva p reh istórica que parece d o m in a r el trabajo del J ijón y Caam año, qu ien em p ren d ió una em b rio n a ria y no sis- ^ tem a tiza d a (n i m u y con scien te) em p resa de análisis multidis-" cip lin a rio , d esco n o cid o hasta ese m o m e n to en el m edio ecua­ torian o. R esulta in teresan te ob serva r c ó m o el análisis del a u to r echa m ano, al m ism o tiem p o, de d ocu m en tos históricos y crón icas colon iales, evid en cia a rq u eo ló g ica y observaciones8 etn ográficas y lin gü ístico-filológica s. N a d ie en E cu ador hasta la fech a h ab ía rea liza d o tal ap roxim a ción . P o r ejemplo, el p u n to de p artid a de su análisis sobre las lenguas nativas es el “ S ín o d o Q uítense" de 1593, va lio so d ocu m en to cuya copia fo rm a b a parte de su arch ivo h istó rico p rivad o, el cual brinda la evid en cia de que en la A u d ien cia de Q u ito n o existía una len gu a gen eral n ativa sino, p o r el co n tra rio , un conjunto de al m en os seis lenguas particu lares.20 S egu idam en te, coteja la in­ fo rm a c ió n que a este resp ecto o fre c e n las diferen tes crónicas colon ia les, especialm en te la de C ieza de L eón , a quien deno-f m in a “ el p rín cip e de los cronistas an d in os” , y engarza esos testim o n io s con la evid en cia co n tem p o rá n ea que el autor re­ c o g ió en su trabajo de cam p o. A sí registra la presen cia de tre-

19 Sus planes de d ed ica rse a esc rib ir la p a rte a rq u e o ló g ic a constan en la c a rta qu e d ir ig ió a Pau l R ive t, el 13 de m a y o de 1946. V er Correspondenciai enviada p o r J a cin to J ijó n y C aam año a P a u l R iv e t (Q u ito : M in is te rio de Reíacio n e s E xteriores, 1990), 39. 20 Jijón y C aam año, E c u a d o r in te ra n d in o, v o l. 1, v e r cap. 6. Se denominaba b a s ín o d o a la reu n ió n d e un o b isp o con su c le ro p a ra tra ta r asuntos espedgaj eos d e su diócesis re la tivo s a cu estiones can ón icas y de pastorales, en rué ca so de eva n geliza ció n , en tre los qu e se in clu yen p rob lem a s y asuntos especí-1 ficos. L o s sín od os fu ero n a ctu aliza d os p o r el C o n c ilio de Tren to y tuvieron im p o rta n c ia hasta el sig lo X V II. V er a este resp ecto D ic c io n a rio tem ático abne-j¡ via d o (S evilla : J. R . Castillejo, 1989), 704-705; J orge V illalba, “L o s sínodos qui-1 tenses del ob isp o L u is L ó p e z de Solís: 1594 y 1596” , R evista del Instituto de H is to ria E clesiástica E cu a to ria n a 3, N o . 4 (1978). 282

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p r o s a h is t ó r ic a h is p a n is t a

ra| idiom as ab orígen es que se hablaban en la reg ió n interandiy costeña al co n clu ir el siglo XV. £ La segunda cu estión que encu entro de singular im portanBfca en E cu a d o r in tera n d in o es la relativa a la m anera en que autor se rela cio n a con el arch ivo colon ial. C om o se sabe, el 1 tulto al d o cu m en to descansaba en un escrutinio co n o cid o co“crítica de fuentes", que con stitu ía uno de los p rotocolos ,hqUe distinguía el trab ajo h isto rio grá fico esp ecializad o de la ■aproxim ación vulgar. L a crítica de fuentes era considerada I f u n a tarea m e to d o ló g ic a p revia a la escritura p rop iam en te dicha y gen eralm en te n o era in co rp o ra d a en el cuerpo del texto » p o r q u e , c o m o es usual en el en foq u e positivista de escritura histórica, el a u tor tien d e a b o rra r o soslayar las operaciones jíque le lleva ron a fo rm u la r lo que escribe. Sin em bargo, de m a­ nera excepcional, u n o de los capítu los de E cu a d o r interandino ¡jgpfrece el m ás ex p lícito y esfo rza d o ejercicio de crítica de fuen* tes que un a u tor de la A ca d em ia h u biera rea liza d o hasta in i­ cios de los años cuarenta. S ien d o el culto al d ocu m en to un ■asgo ca racterístico de la p ráctica h istoriográfica de la época, el ejercicio d esa rrolla d o a este resp ecto p o r uno de los artífi­ ces más re c o n o c id o s de dich a corp oración , puede ser leíd o como una ilu stración de las op eracion es que em p ren d ía el inI vestigador den tro d el a rch ivo colon ial. E n aquel exam en. Jijón y Caam año puso sobre el tapete de discusión la pregu nta de cuáles eran las fu entes docu m en tales relevantes para el estu­ dio de la p reh isto ria ecuatoriana. E l análisis de la respuesta Ivque el au tor e la b o ró a este respecto m e conduce directam ente a explorar la cu estión de qué fu n ción cu m p lió el arch ivo coloX nial en el en fo q u e h istórico de uno de los artífices de la Acade¿m ia N a c io n a l de H is to ria .21 La respuesta que ela b o ró Jijón y C aam año in volu cró dos ^cuestiones centrales. P rim ero , la m an era en que él se situó frente al a rch ivo colon ial, qué v a lo r le asignaba y cóm o asim iL l ó su gra m á tica de in fo rm a c ió n y de poder. E n segundo lugar, SEqué usos h isto rio g rá fico s d erivó Jijón y Caam año de los p ro ce­ d im ie n t o s 'técn ico s’ que e m p ren d ió dentro del arch ivo coloial. Todas estas op era cion es constituían, en definitiva, m ane­ ras de d efin ir el ca m p o in telectu al h isto rio grá fico y form as de 21 E n este pu n to m e baso en Stoler, "C o lo n ia l A rch ives” , 268. 283

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a u to riza r la v o z del investigador. E n cu anto a lo prim ero j r í jó n y C aam año con sideraba que el arch ivo co lo n ia l era úfW suerte de santuario del saber h istórico, una institución c u lfa ral que guardaba la verd ad y en la que un investigador, cualf sacerdote, tenía la fu n ción de in d a ga r y revela r sus m ú ltip lfll contenidos. Para acced er y desplazarse d en tro d el santuarl f l arch ivístico, el in vestigad or debía instruirse y apropiarse del*J¡ gram ática que lo había orga n iza d o. Así, Jijón y Caamaño t u » v e g ó en un océan o de relatos y d ocu m en tos colon iales seg^SI revela el im p resion an te ejercicio de eru d ició n que desplegó ilÉ red ed o r de las crónicas colon iales. A la lu z de su interés en la p reh istoria ecuatoriana, clasificó las fuentes en cuatro tipos'i las crónicas generales de Indias, las h istorias d el Perú, los exi­ guos escritos específicos sobre Q u ito y los "docu m en tos pro­ cesales en los que se discuten derech os rela tivos a la pobla­ c ió n in d ígen a ” . H asta ese m o m en to , n ad ie en Ecuador, con la excep ción de G o n zá lez Suárez, h abía p o d id o acceder, compi­ la r y com pen etrarse de una m agn itu d tan vasta de informa­ ció n especializada. E n ese u n iverso de relatos históricos ela­ b o ra d o p o r conquistadores, fu n cion arios, letrados, clérigos y l viajeros, entre los siglo X V I y X V T II, el au tor in clu ye y destaca las obras de algunos h istoriad ores andinos c o m o Guamáit i P o m a de Ayala, Titu Cusi Yu pan qu i y Juan de Santa Cruz Pachacuti Y am qu i Salcam aygua. S ob re este ú ltim o subraya, por ejem p lo, que "es de m u y d ifíc il lectu ra p o r lo enrevesado y b árb aro del estilo, p ero p rovech osa en g ra d o su m o p o r la infiJi nid ad de noticias, todas con su c o lo r n ativo, de que están las páginas repletas” .22 L a revisión d el con ju n to de aquellas cróni­ cas aparece acom pañada de referen cias b ib liográficas que in­ dican un alto grad o de fa m ilia rid a d con la in vestigación espeja cializad a que, en varios idiom as, en el á m b ito internacional, se ; estaba realizan d o sobre esta m ateria. In clu sive co n algunos de aquellos investigadores m antenía una corresp on d en cia de tipo personal.23 C om o se ve, la tarea in telectu al de Jijón n o se desa-

22 Jijón y Caam año, E c u a d o r in tera n d in o, vol. 1,41. 23 Jijón y C aam añ o estaba al tan to d el d escu b rim ien to de obras com o la N u eva C oránica y B uen G ob iern o de G u am án P o m a de Ayala, qu e había sido lo ca liza d a en la B ib lio teca R ea l de C open h agu e en 1908. E staba ampliamente í; fa m ilia riz a d o con las pu blicacion es del estu dioso esp añ ol M a rc o s Jim énez de j la E spada (1831-1898), c o m p ila d o r de las R ela cion es G eográficas de Indias.m 284

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filaba de fo rm a aislada en un en torn o local, sin o en contac->0 c o n una am p lia red de in vestigad ores u bicados a los dos Jados del A tlán tico, con qu ien es co m p a rtía una serie de con ­ t e n c i o n e s h istoriográficas in tern acion ales entre las que se in­ tuyó la de ceñirse a la g ra m á tica d el a rch ivo colon ial. HjEn este contexto, la co n trib u ció n m ás específica de Jijón y Jaamaño se dibu jó en to m o a las fuentes para el estudio de los ¡pueblos nativos y el contraste que subrayó entre las fuentes coloniales estatales y las que p roven ían de p eticion es o dem an ­ das indígenas. S igu ien d o esa perspectiva, Jijón y C aam año lla­ ma la atención sobre un co ip u s docu m en tal h eterogén eo rela­ cionado con los pueblos in dígen as que hasta el m o m en to no había sido advertid o y se d etien e a p on d erar su im portan cia: I | | B II It fc

En los p leitos relativos a la su cesión de ca cica zgo s, en los testam entos de in dígen as, en los e m p a d ron a m ien tos d e tributarios, en las visitas de la tie rra y en los p rocesos relativo s al re p a rto de terrenos y a los b ien es de com u n id a d , en m e d io d e m inucias, de in term in ables fórm u la s ju ríd ic a s suelen a veces en con trarse preciosos datos de in estim a b le valor, qu e sería in ú til buscar en otra clase de fuentes.24

f; La novedosa sugerencia de Jijón y Caam año fu e producto, sin duda, de una larga y p ersp icaz trayectoria hurgando docu ­ mentos coloniales, en el m arco de su búsqueda de in form ación relativa a los grupos indígenas prehispánicos d el Ecuador. Al jmismo tiem p o revelaba el sentido de una m irada d irigid a hacia

Tenía en alta estim a la p ro d u c c ió n in telectu al d el h is to ria d o r p eru an o José de la Riva A gü ero (1885-1944) so b re la o b ra d el in ca G arcilaso. A firm a b a haber »asado su a m p lia ex p lo ra ció n d e crón ica s co lo n ia les en "e l im p o rta n te lib ro •de nuestro bu en a m ig o " P h ilip A in s w o rth M ean s (1892-1944), un estu dioso ¡norteamericano del m u n d o a n d in o q u ien p u b licó a m p lia m en te sobre el tem a. Él trabajo qu e in sp iró a Jijón y C a a m a ñ o fu e "B ib lio te c a A nd ina: Essays on the Lives and W ork s o f the C h ron iclers, o r the W riters o f th e 16th a n d 17th Centuries w h o T reated o f the P re-H isp a n ic H is to ry a n d C u ltu re o f the A n d ea n Countries” , Transactions o f the C o n n e c tic u t A cadem y o f Arts and Sciences, N o. ¡29 (1928). S ob re la c o n trib u ció n d e M ean s, v e r John M u rra , “Las in vestigapones en etn oh istoria a n d in a y sus p o sib ilid a d e s en el fu tu ro ” . E n E l m u n d o mndino: P ob la ción , m ed io am b ien te y e c o n o m ía (L im a : IE P / PU CP, 2002). Este ttexto fu e p u b lica d o p o r p rim e ra v e z en in glés en L A K R 5, N o . 1 (1970). I 24 Jijón y C aam año, E c u a d o r in te ra n d in o, vol. 1, 25. 285

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el arch ivo co lo n ia l que p riv ile g ia b a el acto de o b te n c ió ^ ^ fc in fo rm a c ió n m edian te el d escu b rim ien to de "datos de m . : m a b le va lo r". U na d eten id a reflexión sobre el corpus de inf^a m a c ió n que el au tor sugería, q u izá h u biera significado d iversifica ció n y ren o va ció n del ru m b o h istoriográfico A c a d e m ia se em p eñ ó en m an ten er y que d eterm in ó fin aln f^B te e l a go ta m ien to de su en foq u e durante el ú ltim o cuarto l a s ig lo X X . Las fuentes que, en 1940, Jijón y Caam año señaló d i m an era p ion era fu eron olvidadas y solo fu eron ob jeto de a té ll c ió n sistem ática a lred ed o r de tres décadas m ás tarde, por p | l* te de académ icos m etro p o lita n o s e h istoriad ores y antropólójl go s locales, quienes d esa rrolla ron el en foq u e de la etnohistoriai an d in a.25 L o s últim os, especialm en te, se apartaron y critica-^ ron , precisam ente, el en fo q u e d om in an te d en tro de la A c a d e í m ia de la H istoria y se em barcaron en la búsqueda de una rS n o va ció n historiográfica. M ira d o en perspectiva, aquel enfoqii|S etn oh istórico constituyó una suerte de p rim e r gran desafío m i l telectu al disidente d el a rch ivo co lo n ia l y m a rc ó un parámetro d e ren o va ció n h isto rio g rá fica que ju n to al concu rso de otros en foqu es, h istoria social y econ óm ica , o h istoria de las ideas en gro só la em ergen cia de un m o v im ie n to d en om in ad o "nueva h isto ria " en cada uno de los países andinos, entre los años se ten ta y ochenta. L a con cep ción d en tro de la cual Jijón y C aam año escruta- b b a las fuentes estuvo m arca d a p o r profu n d as resonancias de-1 cim on ón ica s, expresaba el cred o d ocu m en tal que sirvió de eje al tra b a jo h isto rio g rá fico de la A ca d em ia y profesaba una ' m e z c la de ad m iración , resp eto e id en tifica ció n co n el archivo c o lo n ia l. De acu erdo a esta perspectiva, la evid en cia docu S m en ta l era ju zg a d a b a jo el signo de la verd a d y de la mirada v ig ila n te del poder, con sid erad a c o m o una suerte de filtro pu- . rific a d o r de la in fo rm a ció n . A l p o n d era r el v a lo r de los docu- I m en tos relativos al E cu a d o r que fu ero n co m p ila d o s dentro de las Relaciones Geográficas de In d ia s , el au tor sostiene que:

T o d o s e s to s d o c u m e n t o s t ie n e n e n c o m ú n , e l s e r in fo r m e s red u t a d o s e n v ir t u d d e u n m a n d a t o o f i c i a l p o r p e r s o n a s q u e co n o cía n ■' 25 V er M u rra, “In vestig a cion es en etn oh istoria " y F ran k Salom ón, " \nd ea n E th n o lo g y in the 1970s. A R etro sp ective", L A R R 17, N o . 2 (1982). 286

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muy b ien los lugares que describían, reúnen, pues, b ajo este pun­ to de vista gran des garantías de veracidad, y a que sus autores no tenían m o tiv o p ara falsear la verd ad , pues n i enaltecían propios §V m erecim ientos, n i d en igraban a adversarios, sino que h acían la descripción d el p ara je en que vivía n , para in fo rm a c ió n de su Soberano y, de ord in a rio , escrib ían b a jo la vig ila n c ia de otras perl's o n a s que con o cía n los p ueblos tan b ien co m o ellos y sabían que ¡ I su R ela ción , antes de ir a p ara r a la Corte, sería le íd a p o r las Auf toridades superiores del ré gim e n colon ial, las que descu brirían si E| en ellas h ab ía falsedades.26

t Com o se sabe, los d ocu m en tos a los que hace rela ción la Hita an terior n a ciero n c o m o cu estion arios que la C oron a espa­ ñola d irig ió a todas sus posesion es con el ob jeto de actualizar l a in fo rm a ció n rela tiva a los recursos naturales, industrias, minas, tributos, p ob la ción , costum bres, historia, m ed io geoigráfico, etc. M ás allá de la im p o rta n cia del con ten id o de aque­ lla fuente, m e interesa subrayar el aura de cred ib ilid a d que Jijón y C aam año asign ó a este corpus docu m en tal precisa‘ mente p o r el h ech o de h ab er sido un p rodu cto de las op era­ ciones adm in istrativas que em p ren d ió el E stado colon ial. | E l contraste de c red ib ilid a d que em ergió de coteja r una fuente c o m o el cu estion ario ad m in istrativo estatal y otras re­ lacionadas co n la m e m o ria in d ígen a (qu e aparecen com o fragmentos d en tro de los docu m en tos colon iales), p erm ite ilustrar m e jo r el p ro b lem a que estoy tratando. Jijón y Caam a'i ño evalúa un d ocu m en to que con ten ía la R ela ción de las fies­ tas que se o rg a n iza ro n en la ciu dad de Q u ito en 1631, co n m o ­ tivo del n a cim ien to d el p rín cip e B altasar Carlos D o m in go p o s te rio rm e n te C arlos II), escrita p o r el escriban o D ieg o R o ­ drígu ez U rb án de la Vega, qu ien fu e com ision a d o p o r el ayunfíamiento para que gu ardara con stan cia escrita de la adhesión que la ciu dad m an ten ía a la C oron a española. E l docu m ento contiene una re la c ió n de los diferen tes actos que la ciudad or­ ganizó para saludar el n a cim ien to de su m on arca (corrid as de toros, b a ile de m áscaras, misas, desfiles), uno de los cuales fue un evento en el que p a rticip a ro n exclu sivam ente indígenas. Se trató de una rep resen ta ción d ram ática de una batalla entre inI 26 Jijón y C aam añ o, E c u a d o r in tera n d in o, vol. 1, 49. 287

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dios quiteños y cuzqueños ocu rrid a co m o c o lo fó n de la í||H sión inca al espacio quiteño, p ro d u cto de la cual se im n ia l H u ayn a Cápac sobre una rein a quiteña.27 L a reacción y Caam año resp ecto de este d ocu m en to co lo n ia l fue rnuy^M nificativa: N o es de segu ro una represen tación teatral, un docum ento hisPM rico fidedign o, m en os si es de é p o c a en que en el dram a historie^ n o era la verdad, ni siqu iera la v ero s im ilitu d lo que más se cindjpi ba; p o r lo cual n o puede aducirse el relato de U rbán de la Vega? c o m o una p ru eba irrefu ta b le de la rea lid a d de los sucesos qjfll represen taron los in dios de Q u ito cien años después de la con­ quista castellana y, de seguro, b a jo la in sp ira ció n y dirección ¿jÉ| algún español, p ro b a b lem en te un c lé rig o .28

Sea c o m o fra gm en to de la m e m o ria in d ígen a o com o su­ pu esto docu m en to de la in terven ció n de algu ien sobre la re­ p resen tación del pasado aborigen , sobresale la descalificación que el au tor h izo d el va lo r de la rep resen tación teatral. Coteja­ das am bas evidencias, el cu estion ario c o lo n ia l y la descripción de la escen ificación teatral, la a p recia ció n de J ijón y Caamaño se ajustó a lo que S to ler d en om in a una "jera rq u ía de credibili­ dad", esto es, una gam a de parám etros qu e gu ían la selección y v a lo ra ció n de los docum entos, en fu n ció n de unas conven­ cion es que definen las reglas de con fiab ilid ad , y que permiten la elaboración de narrativas históricas consideradas plausibles. C om o se puede ver. Jijón y Caam año d iscrim in ó unos docu27 E l d ocu m en to al que alude Jijón y C aam añ o y cuya síntesis introdujo]! en su reflex ión sobre las fuentes co lon ia les co n clu ía de la sigu ien te manera; “E n la p la za represen taron el com bate, al son de sus in stru m en tos bélicos y de la algazara de la m u ch edu m bre, con tanta n atu ralidad, qu e n o había dife­ ren cia con lo qu e re alm en te acostu m braban los in d ios en sus guerras. Termi- s n ó la escena con la m u erte de la R ein a de C och asqu í y el re m e d o del modo co n que los in d ios cantaban la vic to ria ". E l d o cu m en to a p a recía identificado c o m o : "R ela ció n de las célebres y fam osas fiestas, alegrías y demostraciones qu e h izo la m u y n o b le y m u y lea l ciu dad de San F ra n cisco d el Quito, en elPerú , al d ich o sísim o y fe liz n acim ien to d el p rín cip e de España, D on Baltasar C arlos D o m in go , nuestro Señor, p o r p rin c ip io d el año de 1631” . E n Antología . de prosistas ecu a toria n os, vol. 1, ed. P a b lo H errera (Q u ito: Im p re n ta del Go­ biern o, 1895), 122-126, la cita p ro vie n e de la ú ltim a página. 28 Jijón y Caam año, E c u a d o r in tera n d in o, vo l. 1,51. 288

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■ Hièntos coloniales de otros; n o obstante, ese ejercicio de crítica fuentes se encuadró dentro de la “jerarqu ía de credibilidad" I O estructuraba su lectura del orden colon ial. L a narrativa pjstórica que elab oró Jijón y Caam año fu e consonante co n la B&rnática d el arch ivo colon ia l. E se tip o de a d scrip ción que ¿írofesó el au tor era p arte de una e p istem o lo g ía p a rticu la r de Conocimiento del pasado, la cual fu e cla ve en alen tar una inllgj-pretación “hispanista" d el d even ir h istórico. E l relato históflfjco que de m an era m ás acabada expresó esta ten den cia fu e la J f t j í o ' g r a f í a q Ue Jijón y C aam añ o com p u so acerca de uno de los ¿conquistadores españoles m ás cruentos. p E l aporte más sign ifica tivo que el a u tor re a liz ó a la c o m ­ prensión de la con qu ista españ ola y de los p rim ero s años c o ­ loniales consta en un estu dio b io g rá fic o d ed ica d o a Sebastián di Benalcázar, el co n q u ista d o r españ ol qu e a com p añ ó a Fran ­ cisco P iza rro en la in va sión d el P erú y qu e to m ó la in icia tiva a su propio riesgo de co n qu istar el te rrito rio del actual E cu ad or de la parte sur que h o y corresp on d e a C olom b ia. L o s tres volúmenes en los que d esa rro lló su in d agación , pu blicados entre 1936 y 1949, se basaron en fuentes docu m en tales lo c a li­ zadas en arch ivos de d iversos países u bicados a los dos lados del A tlán tico.29 S igu ien d o la co n ven ció n h isto rio grá fica esta­ blecida p o r la A ca d em ia de c o m p o n e r b io g ra fía s com p letas de los personajes m ás im p ortan tes d el p e río d o colon ial, J ijón y p a m a ñ o se la n zó a la trab ajosa tarea de b u scar docu m en ta­ ción que le p e rm itie ra tra za r la b io g ra fía del conquistador, bajo la o rien ta ció n de que este era el m e d io m ás id ó n eo para desarrollar el análisis de la con qu ista del R e in o de Q u ito y de la G obern ación de Popayán . E l rela to se p rop u so segu ir e l de­ so de los eventos en qu e se v io in vo lu cra d o B enalcázar, siiendo un ord en c ro n o ló g ic o hasta con clu ir co n las guerras Vciviles de A n tioqu ia, ocu rridas en el d ecen io de 1540. Í¡ Un estudio sobre la tra y ecto ria de B en a lcá za r c o m o con ­ quistador d em an d ó la con stru cción de un m a rco análisis que respondiera a la leyen d a n egra qu e p esaba sobre él y sus c o e ­ táneos. Jijón y C aam añ o recon stru yó el m u n d o de la con qu is­ ta, p or un lado, desde el pu n to de vista d el conquistador, y p or P 29 Jacinto Jijón y C aam añ o, Sebastián de Benalcázar, vo i. 1 (Q u ito : Im i*|>renta del C lero, 1936); y vo i. 2-3 (E d. E cu atorian a, 1938-1949). 289

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otro, desde la perspectiva de la Corona. C om o sabemos * 9 dos puntos de vista n o siem pre coin cid ieron , p ero m u c h a l^ l ces n a vega ron en la m ism a dirección . L a lectu ra que J ijó f jj C aam añ o h izo del a rch ivo co lo n ia l m uestra que siguió m en te su gram ática orga n iza tiva destinada a ad op tar el p t l M de vista hispano. A l segu ir paso a paso la trayectoria de B e n J l cázar, el discurso h istórico a d q u irió un espesor de e ru d ic ió n ob tu vo la au toridad que solo el in icia d o en la pesquisa docJP m en ta l pu ede reclam ar. L a b io g ra fía de B en a lcá za r era apenlP un m e d io para ela b ora r un sen tido plau sible sobre la conqu ia ta española. L a in terp retación que p rop u so Jijón y CaamJnjB de este acon tecim ien to fo rm a b a parte de una tarea hermenéu­ tica y p o lític a m ayor: resign ifica r el sen tido de la trayectoria' de la h istoria p atria a la lu z de una vis ió n hispanista. Jijón y Caam año presentó a los conqu istadores com o “ca-' balleros de su re y y de su patria". Su brayó que su trayectoria^ h istórica estuvo atravesada p o r una dialéctica de destrucción y ¿ con stru cción que les con virtió, finalm ente, en “portadores de una c iv iliza c ió n ” . A unque la conquista represen tó un “mal f i j í m en so para los pueblos dom in ad os", a través de ella se propa­ g ó la c iv iliza c ió n occidental. E se argu m en to de tip o irónico con stitu yó una ju stificación de carácter m etah istórico: la ob­ ten ció n de un supuesto gran b en eficio a través de un m al nece-; sario. E l m a rco de co m p ren sión de la conqu ista fu e tramado en una clave de in evitab ilid ad h istórica que fu e la resultante de la co m b in a ció n de cuatro m óviles tan pecu liares c o m o signifi- j cativos. Todos y cada uno de ellos p a rticip a ro n c o m o valores estructurantes del arch ivo colon ial. E l m ó v il m isio n ero permi-■■ tió que el m ensaje cristian o arribara a region es ignotas, el p r o ­ p ósito estatal b ro tó del "o rg u llo n acion al y el espíritu patrióti c o " de los conquistadores; el in cen tivo n o b ilia rio jalon ó “el n o b le an h elo de g lo ria o h id a lga m ien to de la estirpe” , p or últi m o, la búsqueda de p ro vech o person al fu e el m o to r individual. T od os estos resortes con flu yeron en lo que el au tor denominó la m ás gran de de las O diseas” hum anas.30 C o m o se ve, la co n trib u ció n h isto rio g rá fica de Jijón y Caam a n o fu e sistem ática y p ro lífica , en térm in os intelectuales, así c o m o p o lítica m en te c o m p ro m e tid a co n la ad scrip ción hacia 30 Jijón y C aam año, Benalcázar, vo l. 3, 99-100. 290

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M jxeren cia hispana. Junto a su vasta eru d ición y al contacto B gcuente que m an tu vo co n investigadores y centros de otros Bises, p o r am istad p erso n a l o a través de la A cad em ia, hay li rasgo que ca ra cteriza to d a su obra: un h ispan ism o fo rja d o ig i la eru d ición h istórica. R e c o rd e m o s que el h isp an ism o fue m o vim ien to in telectu a l y p o lític o que se o p eró a am bos R ¿ o s del A tlá n tico y que buscaba reh acer los nexos culturales R p olíticos en tre E sp añ a y sus excolon ias, y resitu ar el lega d o jiis p á n ic o en la h is to ria de tod os estos países. J ijón y Caam a-o fue su p rin c ip a l a rtífice en el Ecuador, p ero ju n to a él, en f¡primera línea, estu vieron tam b ién sus colegas José G abriel Nallarro y Julio T ob ar D on oso, entre otros, com o verem os más p D istingo tres dim en sion es en el hispanism o de Jijón y Caav|naño: una, de tip o ep istem ológico; otra, asociada a la creación t ele un tip o específico de id en tid ad nacional; finalm ente, una diB |ensión id eológica , que se m an ifestó en la p olítica conserva­ d o r a que im pu lsó y en la sim patía que m antuvo h acia la causa K el fran qu ism o durante y lu ego de la G uerra C ivil española.31 La dim ensión ep istem o ló g ica del hispanism o tuvo que v e r con . ¡as operaciones h istoriográficas que llevó a cabo dentro del ar­ chivo colon ia l y que fu ero n descritas en líneas anteriores. L a segunda d im en sió n se expresó en la herm en éu tica his­ tórica de las p articu larid ad es del pasado n acion al que re­ flexionó a lo la rg o de su p ro d u c c ió n intelectual y que se cristaE. 31 Jijón y C aam añ o se p ron u n ció pu blicam ente en contra de la Segunda R ep ú b lica españ ola en va rios foros. E n un discurso que d irig ió al C entro Obre", ro C atólico de Q uito, en 1939, a ren gó a sus seguidores a m an tener la unidad * de los católicos en la v id a p ú b lica en los siguientes térm inos: "L os católicos Stfranceses, fra c cio n a d o s en d istin tos p a rtid o s [ . , ] han h ech o que en su patria dominen las fu erzas en em igas de la Iglesia. E n C olom bia, cuando se d ivid ió I el P a rtid o Conservador, ¿qué pasó? [...] E n España, ¿quién d io el triu n fo a las «Izq u ierd a s? ¿qu ién h iz o p o sib le aqu el a b o rto del in fiern o qu e se lla m ó G obier­ no repu blicano? ¿qu ién sin o la d ivis ió n de los católicos? V o lva m o s al Ecua’ don aquí ta m b ién algu n a v e z h u b o dos P a rtid os C atólicos y triu n fó A lfa ro . L a cautividad de B a b ilo n ia du ra y a m ás de cuarenta años. (A p la u sos) , en Para : la h istoria. A lo c u c ió n p a trió tic a p ron u n cia d a en el C entro C atólico p o r el es‘ clarecido Jefe d el P a rtid o Conservador, Sr. Dn. Jacinto Jijón y Caam año, Boletín E c le s iá s tic o , N o . 9 (1939): 487. S ob re los intelectuales ecuatorianos de izquierE das y derechas durante la G u erra c iv il española: N ia ll Binns, "Introdu cción, es! tudio y e d ición ". E n E cu a d o r y la G uerra c iv il española: La voz de los intelectua­ l e s (M adrid: Calambur, 2012). 291

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c u lt o a l a n a c ió n

liz ó con m a y o r fu erza argu m en tativa en un texto in titu la c lM Ecu a toria n id a d . Este fue el p ro d u cto de una conferenci é gistral que el au tor presentó en la U n iversid ad C e n t r a íH Ecuador, en 1942, en la que d esarrolló su in te rp re ta c ió n e Ü 9 ral sobre el carácter de la n ación ecuatoriana.^ A llí e s ta b L ^ ' algunas tesis de alcance gen eral p ara A m é ric a Latina y 0^ '10 de ran go m ás específico, para el caso ecu atorian o. Para J ijó la Caam año la n a ción era esen cialm en te "el p rod u cto de un ! ■ ceso h istó rico ” y los factores g eo grá fico s o econ óm icos jijgB ban un papel secundario. D e o tro lado, el au tor estaba e l * v en cid o de que, en tod a H isp an oam érica, la n ación antecedí! a l a fo rm a ció n del E stado m od ern o. Así, p rop u so que las tí cion alidades h ispanoam ericanas se con stitu yeron en la d H m era m itad del siglo X V I. E l “g e rm e n " de su creación habría sido d epositado p o r los con qu istadores y en ese proceso la pal b la ción a b o rigen in tervin o "sólo c o m o fa c to r secundario” 1 8 parte, estas tesis retom an y expanden la id ea que introdujo G o n zá lez Suárez, según la cual el E cu a d o r n a ció a la vida civ{1 liza d a en cuna castellana. E n cuanto al caso particular d i Ecuador, Jijón y C aam año, basándose en sus estudios sobre p e río d o aborigen , con clu yó que antes de la llegad a de los | | cas no existió en el te rrito rio ecu a toria n o una nacionalidad ab origen unificada o u n iform e. P o r el con trario, afirm ó que hu bo to d o un m osa ico de pequ eñ os n ú cleos étn icos regidos p o r caciques que tenían una v o c a c ió n au ton óm ica. La con­ quista inca ta m p o co lo g ró im p o n e r una n a cion a lid a d indíge­ na unificada, pues la alian za y la resisten cia m ilita r de estas unidades étnicas en con tra de las fu erzas cuzqueñas fue coyuntural. P o r lo tanto, "[l]a n a cion a lid a d ecu atorian a nace en 1534 cuando se funda la villa de San F ran cisco de Quito [...] ob ra a la que con tribu yen tres esfu erzos castellanos: el de Benalcázar, en p rim e r térm in o, el de Dn. P e d ro de A lvarad o y el de D iego de A lm a gro ". E n esta perspectiva, ú n icam en te la con­ quista española tu vo la fu erza h istórica para ob ten er la u nifij cación de todos los grupos bajo una sola autoridad. Así, la na­ cion alid ad quiteña ad qu irió sus "con torn os defin itivos con la creación de la A u d ien cia de Q uito". A dem ás de los conquista32 Jacinto Jijón y C aam año, La ecua torian id ad (Q u ito : L a Prensa Católica, 1943). 292

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H|-es los m ision eros con trib u yeron decisivam en te a la forK ción de la n a cion a lid a d quiteña. P o r lo tanto, la nacionaliK q u e se fu n d ó en este con texto h istó rico resu ltó "netam ente M pana, p o r m u ch o que cuente co n el elem en to indígena, K jio base de sustentación, c o m o m an o de ob ra y m ateria pri^ B tp a ra sus rea liza cio n es” . D urante el resto de la época coloBp~] y a lo la rg o de los subsiguientes p erío d o s de la trayectoria K

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siglo X IX , según el cual el sujeto crio llo to m ó la posta de re­ presen tación de la tra yecto ria h istórica de la nación .66 ¿Cuál era el sen tido de asociar el n om b re de A tahualpa al o rig en de la n a cio n a lid a d quiteña? B ásicam ente este plantea­ m ien to ten ía c o m o m isió n refu ta r uno de los argu m entos del historiador y an tro p ó lo go in digen ista peruano Luis E. Valcárcel (1891-1987), entonces d irector del M useo N acion al de Lim a, quien había con firm ad o el supuesto origen cusqueño de Ata­ hualpa en un estudio sobre el ocaso del Tahuantinsuyo. Jarami11o A lva ra d o m iró co n p ro fu n d a p reocu p a ción este argum ento, pues lo v e ía asocia d o con el ascenso d el n acion alism o en el país vecin o y co n la p reten sión de restaurar el im p e rio inca. F ren te a este plan team ien to, el in d igen ista ecu atorian o opuso "la crea ción estatal de A tah u alpa” . Esta ten ía que ver con el h ech o de que el ú ltim o in ca (y “ scyri” ) in ocu ló un “espíritu n acion alista” al te rrito rio d el an tigu o R e in o de Q u ito.67 S in prop on erse de m an era explícita, la p o lém ica que desa­ rro lló el in d igen ista ecu atorian o fren te a su h o m ó lo g o perua­ no con stitu yó una altern ativa nacion alista a la id ea d om in an ­ te de que la fu n d a ció n de Q u ito represen tó el o rigen de la n acion alid ad ecuatoriana. E n tre el hispanism o y el in d igen is­ m o se desarrolló una o p o s ic ió n que los alim en tó recíp ro ca ­ m ente. Atahu alpa en co n tró así, en la narrativa indigenista, un lu ga r p ro ta g ó n ico a ctivo (y n o de v íc tim a p asiva) en el relato n acion alista d el p asado ecu atorian o. E n cam b io, en el m arco del hispanism o, la m e m o ria del in ca fren te a la de los con qu is­ tadores se v o lv ió irreleva n te y el recu erd o de estos últim os co p ó tod a la escena. U na pru eba de esto o cu rrió el 28 de agosto, cu ando el C on greso N a c io n a l decretó que se debía “p erp e­ tu ar” el a n iversario m ed ia n te la erección de una estatua al m ariscal D ie g o de A lm a g ro , al m is m o tiem p o que declaró fiesta c ív ic a n acion al a la fech a.68

66 S ob re este asunto v e r el ca p ítu lo u no. L a referen cia al "p eren n ia lism o” s p ro vie n e de A n th o n y D. S m ith, N a c io n a lis m o y modernidad. (M a d rid : Istm o, 2000), 284. 67 Ja ra m illo A lva ra d o , E l in d io ecu a toria n o (1936), 558 y 576. 68 R egistro O fic ia l de 3 de sep tiem b re de 1934. 359

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p u e s ta e n e s c e n a d e l a c o n m e m o r a c ió n h is p a n is t a

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E l tem a del aniversario de fundación de la ciudad im plicaba la presencia de dos grupos de actores históricos: los indios y los conquistadores. ¿C óm o aparecieron representados los unos y los otros en las cerem onias de la con m em oración ? ¿Qué tipo de alegorías se pusieron en escena com o parte del ritu al de cele­ bración ? ¿C óm o p a rticip ó la gente com ú n de este aniversario? U na m irad a a las edicion es extraordin arias que E l Comer­ c io , el p rin cip a l p e rió d ic o de la ciudad, d ed icó a celeb ra r el 28 de agosto y el 6 de d iciem b re, respectivam en te, nos perm ite exp lora r c ó m o se represen taron a los actores h istóricos de la conqu ista.69 E l análisis se con cen tra en las portadas de ambas ed icion es y en m en o r m ed id a en otros con ten id os interiores. O bservo estas interven cion es de la prensa escrita c o m o ejerci­ cios persuasivos y n egociad os de con stru cción de la m em oria pública. E l p e rió d ic o E l C om ercio fu e un agente m u y significa­ tivo en la p ro m o c ió n de la c o n m em o ra ció n y co n trib u yó nota­ b lem en te a d ota r de sentido el aniversario. A dem ás, fue una tribuna de exp osición de las ideas de un con ju n to de actores intelectuales, p o lítico s y sociales que se c o n virtiero n gracias a estas acciones en “agentes de la m e m o ria ” .70 L a ed ició n d el 28 de agosto desp legó los retratos de Carlos V y F elip e II, en la m itad su perior de su p rim era página. En m ed io de ellos se u bicó un titu lar que anu nciaba el Acuerdo del C on greso N a cio n a l que co n fería a la co n m em o ra ció n el m á x im o estatus oficial. E n él se aludía a la ciu dad en térm inos de "M u y N o b le e H id a lg a ” y se exaltaba co n rim b o m b a n cia los víncu los presentes y pasados co n la pen ín su la ib érica: “ Que a través del espacio y del tiem p o, las fu lgu racion es d el sol de E spaña m an tien en tod a vía su espíritu in m o rta liza d o en h eroi­ cas y brillantes tradicion es". E l A cu erd o declarab a al 28 de agosto fiesta n acion al y establecía “perp etu ar el C uarto Cente­ 69 M ien tra s la e d ic ió n del 28 de agosto con stó de dieciséis págin as, la del 6 d e d icie m b re fu e de trein ta y dos. Las ed icion es regu lares ten ía n u na exten­ sión de o ch o páginas. E n tod os los casos se m an tu vo el p re c io corrien te de d ie z cen tavos de sucre. 70 E ste co n cep to h a sido propu esto p o r E liza b eth Jelin, L o s trabajos de la m em oria (M a d rid : S ig lo X X I / S ocia l S cien ce R esea rch C ou ncil, 2002), ver esp ecialm en te el cap. 3 “ Las luchas p o lítica s p o r la m e m o ria ” . 360

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n a rio [...] ord en a n d o que en el P arqu e ‘24 de M a y o ’, don de acam p aron los con qu istadores castellanos, se levante una es­ tatua al M ariscal D ie g o de A lm a g ro ” , con sid era d o el fu n d ad or de la ciudad.71 M ás a b ajo se insertaba un retra to de Sebastián de B en a lcá za r de sim ila r tam añ o que los anteriores. E l escudo de arm as de la ciu dad a com p a ñ a d o de la ley en ­ da "M u y N o b le y M u y L e a l", co n ced id o en el p e río d o colon ial, a p areció en el cen tro de la p á gin a fro n ta l de o tra sección. A l­ re d e d o r de este blasón se dispuso algu nos textos que con te­ n ían un relato de la fu n dación , cen trad o en las disputas y v ic i­ situdes de los conqu istadores, una v in d ic a c ió n de F e lip e II y una rep ro d u cció n de la cédu la real que o to rg ó el escu do de arm as a la ciudad. U na lectu ra d el artícu lo sobre F e lip e II, ela b ora d o p o r el fla m a n te m ie m b ro de la A ca d em ia de H is to ­ ria, R o b e rto J. Páez, ayuda a c o m p ren d er en p arte esta ic o n o ­ g ra fía m on árqu ica. A firm a b a qu e “ Dos m on arcas españoles [C arlos V y F elip e I I ] están vin cu lados estrech am en te a los orígen es de nuestra n acion alid ad , esto es a la F u n d ación de Q u ito y p rim ero s pasos en la o rg a n iza c ió n de la c o lo n ia [...] p o r fortu n a [a g re g a b a ] va n pasando los tiem p os en que se m i­ rab a con desdén to d o lo españ ol y en que era cosa de buen to n o d en igra r al M o n a rc a del s iglo X V I". Así, el den ostado Fe­ lip e I I se vo lvió , a ojos d el h isto ria d o r local, en “uno de los grandes estadistas que ha p ro d u cid o E spaña [...] N o tuvo A m é ric a en las p rim era s horas de su gesta ción co lo n ia l a un m on stru o p ara que p resid iera sus destinos: tu vo a un R e y que supo c o lo c a r siem p re la satisfacción p erson al después del cu m p lim ien to del d eb er” . D e lo expuesto se pu ede co n clu ir que la e d ic ió n del 28 de a gosto estuvo d ed icad a a exaltar la m e m o ria de los con qu ista­ dores, de la m o n a rq u ía y de los blason es hispanos de la ciu­ dad. L a p ro m in en te p resen cia de estos elem en tos contrasta co n la ausencia de los in d ígen as.72 D e o tro lado, el insistente 71 E l a cu erd o le g isla tivo fu e firm a d o p o r el vicep resid en te A d o lfo G ó m e z y San tistevan y p o r el secreta rio C. P u ig V. 72 L a ed ición de E l D ía del 28 de a gosto de ese año, en cam bio, sí in clu yó en su porta d a la im a gen de A tahu alpa u bicada en la parte central superior, debajo de la cual se co lo c ó la siguiente leyenda: “Ú ltim o E m p era d o r in dígen a de Qui­ to, sím b olo de la R a za y en carn ación de una cultura m ilenaria". N o obstante, in m ediatam en te debajo se reprodu jo, en un recu adro, la concesión del escudo 361

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e lo g io y referen cia a la m o n a rq u ía hispana era in d ica tivo de la p re o c u p a c ió n y o p o s ic ió n que algunos grupos locales m ani­ festa ro n ante el estab lecim ien to de la R ep ú b lica española. L a e d ic ió n especial de E l C o m e rcio corresp on d ien te al 6 de d iciem b re se presentó m ucho m ás elaborada que la anterior. H a b ía cu adruplicado su extensión corrien te de och o páginas. In clu yó un m a y o r n ú m ero de im ágenes y artículos com isiona­ dos a personalidades locales. L a p rim era págin a rep rodu jo úni­ cam en te el escudo colon ial de la ciudad, flan qu eado p o r las fe­ chas de 1534 y 1934. L a segunda in clu yó un artícu lo intitulado "S a lve Q u ito” , de Z o ila U garte de Landívar, d irecto ra de la B i­ b lio te c a N a cio n a l. C onsistente co n su título, se trataba de una a p o lo g ía de la C onquista: "Velas hispanas se h in ch an con las brisas salobres d el P acífico, h ien d en las quillas audaces las aguas ru m orosas [...] G loriosa ep o p eya la que re a liz ó un pu­ ñ ad o de valerosos españ oles".73E n las páginas siguientes apa­ re c ie ro n con trib u cion es sobre la h istoria de la ciu dad y del país, la p ro d u cció n del arte co lo n ia l q u iteñ o y sob re el Quito a n tigu o y m od ern o. Otras páginas in teriores aparecían pobla­ das de vistas de claustros, patios y fu entes de o rig e n colonial. Junto a esas im ágen es de corte h istórico tam b ién se incluye­ ro n fo to g ra fía s de edificacion es m odernas. E n esta oca sión hu bo dos referen cia s directas a la presen­ cia in dígen a. L a p rim e ra con sistió en un artícu lo intitulado "E n la ra za ven cid a ” , de un tal I. T o ro R u iz, qu ien se ocu pó de las actividades y lin aje d el caciqu e in d ígen a S ancho H acho. El a rtícu lo se cen tró en la co la b o ra ció n qu e este p erson aje brin­ d ó a lo s conqu istadores, su a cep ta ción d el bau tism o y los d ife­ rentes tratos a los que lle g ó co n los españoles. C on to n o m or­ daz señaló que Sancho H a ch o re c ib ió el ca cica zg o de manos de qu ien o rd en ó el ah orca m ien to de su padre, p en a que se le a p licó p o r h a b er m ilita d o en la resisten cia in d ígen a organ iza­ da p o r R u m iñ ah u i. E n el con texto del u niverso discu rsivo de celeb ra ción de la con qu ista española, este a rtícu lo p u n tu alizó que la d errota in­ d ígen a fu e su cedida p o r un a co m o d a m ien to com p la cien te con de arm as a la ciu dad p o r parte de Carlos V, rep rod u cien d o para el efecto el do­ cu m en to aparecido en e l B S E E H A , correspon d ien te a d iciem b re de 1918. 73 E ste a rtícu lo estuvo d ed ica d o a R o b e r to J. Pá ez, c o m o m u estra de ad­ m ira c ió n p o r el gran a m o r q u e este p rofe sa b a a Q uito. 362

L a c o n m e m o r a c ió n d e l a n a c ió n

la nueva situación. E l a u tor usó el caso de Sancho H a ch o para ilu strar una con du cta de fracaso y co n cilia ció n ante los verdu ­ gos de sus p rogen itores. F ren te a unos conquistadores carac­ teriza d os p o r su cru eld ad o coraje, los indígenas quedaban estigm atizad os p o r la d errota y la infam ia. L a segunda referen cia a la presencia in dígen a tuvo un co­ rrela to visual. Se trataba de la fo to g ra fía de un lie n zo d en o m i­ n ado p recisam en te "L a fu n d a ción de Q u ito” , del p in to r José Y ép ez, adjetivada c o m o una h erm osa evo ca ció n histórica. La fo to g ra fía ap arecía en la parte su perior de la p rim era págin a de la segunda sección. E l cu adro representaba el in greso de B en a lcá za r y su hueste a Q uito. E n el punto fo c a l del cuadro aparece B en a lcá za r m o n ta d o a caballo, acom pañ ado de un n otario, un cura y su tropa. E n la reg ió n p eriférica del cuadro figu ran unos nativos que de p ie o de hinojos, con vasijas o re­ cipien tes a la m ano, d irig e n su m ira d a al con qu istador en ac­ titu d de b ien ven ida. L a c o m p o s ic ió n d el cu adro sigu ió seguram ente una serie de pautas alineadas co n el p ro p ó sito de represen tar la escena fu n d acion al de m an era plausible. Sin entrar en el análisis ar­ tístico p ro p ia m en te dich o, con sid ero que esta represen tación visual fu e un e je rc ic io de im a gin a ció n histórica, d ed icad o a ilu strar y p ersu adir una m an era de m ira r las cosas. E n vista de qu e ca rezco de m ás in fo rm a c ió n sobre el lien zo, su au tor y la re c e p c ió n de la obra, m e lim ito a exam in ar el hecho h istóri­ co representado, a p a rtir de la d isp osición que las im ágenes m an tien en en el esp acio visual. ¿Qué figu ra u ob jeto está en el cen tro d el cu adro y qué re la c ió n m an tien e co n los restantes elem en tos? Es evid en te qu e la co m p o sició n gira en t o m o a la p resen cia d el con q u ista d or (y su gesto), quien atrae la aten­ c ió n de tod os los in d ivid u os presentes. A com p añ an al jin ete una serie de figuras dedicadas a exten der y cu alificar el sign ifi­ ca d o del h ech o represen tado. D e un lado, estas figuras rep re­ sentan la presen cia de la le y (e l n o ta rio ), la re lig ió n católica y el resp ald o d ivin o (e l cu ra), y el b ra zo arm ado (la hueste con­ qu istad ora). D e o tro lado, constan las figuras indígenas guar­ d an d o una d isp o sició n que d en ota aceptación y su m isión ante la presen cia española. D e la c o m p o sició n se desprende una actitu d in d ígen a de b ien ven id a a los castellanos. 363

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C ualquiera que haya sido el en ten d im ien to h istórico que el p in to r tuvo de la conquista, se puede suponer que este fue constreñido p o r el evento de la c o n m em o ra ció n y fundam en­ talm ente p o r la visión dom in an te de la que precisam ente se derivaba. L a representación visual de la fu n d ación de Quito descrita fu n cion aba en una doble perspectiva. D e un lado, ex­ presaba una fo rm a de com p ren sión d om in an te en 1934. De o tro lado, condensaba una visión p o r m e d io de la cual se bus­ caba persuadir que otros com partieran esa m ism a perspectiva. L a co n m em o ra ció n del 6 de d iciem b re de 1934 con tó con la o rg a n iza ció n de num erosos actos y cerem on ia s públicas. E n esta ocasión el aspecto distin tivo de la c eleb ra ció n fue su carácter m asivo. Revistas de gim nasia, certám en es históricos, actos litera rios y desfiles se escen ificaron con la intervención de establecim ien tos educativos. Se c o lo c a ro n unas placas de p ied ra en la pared de la Catedral con la in scrip ció n de los n om b res de los 204 conqu istadores que se avecin d aron en Quito. U na gran exp osición de agricultura, ga n a d ería e indus­ trias tu vo lu gar en las flam antes instalacion es d el C o leg io N a ­ cion al M ejía. Se co n vo có a un con cu rso de arte en el Salón M a ria n o Agu ilera. A p a reciero n n ú m eros especiales de publi­ cacion es p eriód icas c o m o la Gaceta M u n ic ip a l y la revista del G ru po A m érica. Se exaltó la p u b lica ción de las actas del cabil­ do del siglo X V I, más co n o cid o c o m o L ib ro Verde, interpreta­ do c o m o la co m p ila ció n de un corpus d ocu m en ta l fundam en­ tal en la trayectoria de la ciudad.74 L a p rá ctica de la filantropía ta m b ién se m an ifestó en el aniversario. Se o rg a n iza ro n diver­ sas entregas de ayuda social; p o r ejem p lo, se rep a rtiero n m á­ quinas de coser entre m adres p obres y se sortea ron telas y v í­ veres entre grupos de fam ilias in digen tes. L a Junta de B en eficen cia de G u ayaqu il sorteó cu atro casas en tre más de doscien tos niños hu érfanos que h abían p e rd id o sus padres en la “gu erra de los cuatro días", ep isod io ocu rrid o en Q u ito dos años antes. Algunas o rgan izacion es obreras se su m aron a la 74 Se alega b a que esta la b o r de p u b lica ció n segu ía una c o rrien te continen­ tal qu e desde M é x ic o a A rg en tin a se h ab ía im p u esto en la época, en recon o ci­ m ie n to de que los docu m en tos colon ia les son "los ú n icos qu e arrojan luz acerca de la con stitu ción social, eco n ó m ica y p o lític a de A m é r ic a ” , en J. R. Páez, “ E l a p orte del C on cejo M u n icip a l de Q u ito p a ra la h istoria patria ", Ga­ ceta M u n ic ip a l 72 (feb . 1934): 46. 364

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celeb ra ción m ed ia n te actos especiales. L a S ocied a d de P elu ­ queros de P ich in ch a o rg a n izó co n p o m p a una serie de co m p e ­ tencias y concu rsos d ep ortivos en tre sus socios. A lgu n os gre­ m ios celeb raron reu n ion es alusivas a la fech a en la Casa del O brero. P ercib ir de qué m anera los diferentes grupos sociales asi­ m ilaron la co n m em o ra ció n es una tarea difícil. Sigu iendo a M ichel de Certeau, se puede decir que son dos cosas diferentes, aunque com plem entarias, el análisis de las alegorías históricas que circu laron en la con m em ora ción y la iden tificación d el uso que h icieron de dichas representaciones los grupos o in d ivi­ duos. E n este caso, se trata de a cerca m os al tem a del consum o cultural que resulta elusivo p o r la ausencia de fuentes h istóri­ cas.75 Aunque d isp on go para este tem a de una lim itada eviden ­ cia, un acercam ien to a los desfiles escolares efectuados en la coyuntura de la con m em ora ción puede p erm itir una explora­ ción sugerente. A lre d e d o r del 6 de d iciem b re de 1934 se efectu aron varios desfiles escolares. L o s co legio s pú blicos, m unicipales y c o n fe ­ sionales o rg a n iza ro n sus actividades p o r separado. Los c o le ­ gios n orm ales (d ed ica d o s a la fo rm a c ió n de profesores la icos) y sus escuelas anexas p rep a ra ro n una agenda que in clu yó una presen tación d ram ática sobre las costum bres quiteñas, una revista de gim n asia y un con cu rso h istórico in titu lado "L a b o r in d igen ista d el ca b ild o en una ép oca h istórica", d ed ica d o a exaltar la la b o r de los m u n icip ios. Las escuelas m unicipales, p o r su lado, p a rticip a ro n de un n u trid o desfile con ofren das florales d irig id o h acia el m on u m en to de fra y Jodoco R icke, un fran ciscan o flam en co, co n el p ro p ó sito de reco rd a r la in tro ­ d u cción d el trig o en Q uito, p o r prim era v e z en 1535. Según la prensa, las escuelas católicas, den om in adas "es­ cuelas particu lares de enseñanza lib re ” , p ro ta g o n iza ro n "el n ú m ero m ás su ntuoso” de la con m em oración . M ás de trein ta estab lecim ien tos edu cativos, regen tados p o r diferentes c o m u ­ nidades de m onjas, h erm an os cristianos y otras órdenes, des­ fila ro n en esplén didos carros a legóricos, p o r las prin cipales calles del cen tro de la ciudad, con d irecció n a la plaza central 75 M ic h e l de Certeau, La in v e n ció n de lo c o tid ia n o , trad. A leja n d ro Pesca­ d o r (M é x ic o D F: U n iversid ad Ib ero a m erica n a , 1996). 365

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para c o lo c a r una ofren d a floral. E l p resid en te de la R epública José M a ría V elasco Ib a rra observaba el acto desde una tribu­ n a especial. L a au dien cia que tu vo la cerem o n ia fu e m ultitu­ din aria. Se d ecía que “ m ed io Q u ito” salió a las calles y la gen­ te se a g o lp ó p ara m ira r el desfile a lo la rg o de la m añana del 8 de d iciem b re. U n o de los carros del desfile escen ificó una a leg o ría deno­ m in a d a “A b ra zo de dos razas". Segú n la d escrip ción de la prensa: “ D e un v e rg e l de flores em erg ía n dos herm osas niñas: una b la n ca y otra bronceada. L a p rim e ra en sitio superior, al p ie de la cru z d el conquistador, y la segunda casi ren d id a en­ trega n d o su suelo y sus riqu ezas” . A l p ie se u bicaba un grupo de niñas en rep resen tación de "la ra za ven cid a ".76 Las alegorías que corresp on d ían a otros carros eran muy elocuentes: “ G lo ria a España", "E spañ a en Q u ito c o lo n ia l” , “El p rim e r ca b ild o q u iteñ o", “E l p rim e r im p re s o r” . A lu m n os de la E scu ela "H e rm a n o M ig u e l" p ortab an retratos del R e y de Es­ pañ a y los p rim ero s corregid ores. H u b o una representación a cerca de “L a p rim e ra escuela m erced a ria " en la que figuraba el p rim e r m aestro de esta orden, P ad re M a rtín de V ictoria, ca­ teq u iza n d o a los in d ios que escuchaban en cuclillas. Final­ m en te o tra escuela escen ificó la entrada de B en a lcá za r y su hueste, in tegrad a p o r m ás de d oscien tos in dividu os, que si­ m u la b a n la p osesión de los nuevos d om in ios. E l desfile fu e ca lificad o de “in o lv id a b le ” p o r la intensa e m o c ió n que despertó. Se lo e lo g ió c o m o una m an ifestación d el "esp íritu c ív ic o ” , p rod u cto de la "con cord ia , o rd en y buena vo lu n ta d ” . A lre d e d o r de un año de discusiones pú blicas sobre la h istoria de la fu n d a ción y con qu ista de Q u ito h abían dado sus frutos. L o s agentes de la m e m o ria hispanista de Q uito al­ ca n za ro n su p rop ósito. L a entusiasta d ra m a tiza ció n de los pa­ sajes de la conquista, el esm ero que se pu so en la preparación y re a liza c ió n d el desfile, la e n c a m a c ió n de figuras históricas hispanas en un espectácu lo p ú b lico v a lid a d o p o r las autorida­ des locales y nacionales, y el p ú b lico de la ciudad, nos provee de un in d ic io im p orta n te acerca de c ó m o la com u n id a d asim i­ lab a el m en saje de la con m em ora ción . 76 E l C o m e rc io , 9 de d icie m b re de 1934. S ob re la n o c ió n d e “ra za vencida" v e r P rieto , Im a g in a n d o los sujetos indígenas, cap. 2. 366

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Adem ás, este ritu al de la m e m o ria loca l y nacion al b rin d ó la op ortu n id ad de rein teg ra r la com u n id ad de la ciudad m an ­ ten ien d o sus jerarqu ías, estab lecien d o la calidad de sus m ie m ­ bros, ra tifican d o el ord en social, con solid an d o sim b ólica m en ­ te una v is ió n sobre los d errotad os y el lu gar que la h istoria les asignaba. Las cerem on ias crista liza ron una m em o ria plagada de alegorías hispanistas y una adh esión p rofu n d a h acia esa in terp reta ción del pasado. ¿De qué p o lític a de la m e m o ria se trataba? L a construc­ ció n social de la m e m o ria p ú b lica de la fu n d ación de Q u ito se v io atrapada a lred ed o r de los significados que la perspectiva del hispanism o lo g ró im poner. Este proceso contó con el con ­ curso fundam ental de un gru po de historiadores pertenecientes a la A cad em ia N a cion a l de H istoria y un pú blico que adoptó esta visión. A l actuar en la esfera de lo público, estos inte­ lectuales se tran sform aron en agentes activos y autorizados de la m em o ria histórica, y en guardianes sim bólicos de lo que se con sid eró un pasado plausible. A unque la h istoria (c o m o una fo rm a de saber) y la m e m o ria (c o m o m anera subjetiva de sig­ n ificar experien cias pasadas) son de n aturaleza d iferen te y hasta opuestas, a través de la p rep a ra ció n y rea liza ció n de la c o n m em o ra ció n , la h istoria a cad ém ica se v o lv ió m e m o ria pú­ b lica en m u ch os aspectos fundam entales. L a op ortu n id ad de que esto ocu rra se d eb ió a que el saber cultural dispon ible acu m u lado p o r esta institu ción, desde m ucho antes, y el pres­ tig io social de sus in tegran tes n o tu vieran paralelo ni co m p e­ ten cia p osib le. E l discu rso altern a tivo que p rop u gn ab a el in ­ d igen ism o, sea en su va ria n te de ensayism o s o cio ló g ico -ju rí d ico, im p u lsa d o p o r J a ram illo A lvarad o, o de tip o artístico registra d o en la plástica, a ca rgo de E du ardo K in gm a n , o el re la tiv o a la m e m o ria de A tahualpa, según expresaron el gre­ m io de albañ iles y dos com u n id a d es indígenas de C h im b ora ­ zo, n o p u d o c o m p e tir co n la h is to rio g ra fía hispanista en este terren o. E l p ro ceso de discu sión y d ifu sión activado sistem ática­ m en te en la prensa escrita p o r estos agentes de la m e m o ria les d ejó en d o m in io de la esfera pública. Si bien el saber histórico y la m e m o ria p ú b lica se traslap aron en m uchos aspectos, no obstante la m e m o ria a d q u irió su d in ám ica propia, co m o parte de un p roceso de a p ro p ia c ió n creativo. U n ejem p lo de ello fue 367

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lo que ocu rrió con el d ictam en y la d ilu cid a ció n de la fecha de fu n d ación de Quito, efectu ada p o r el h isto ria d o r Jijón y Caam año. L a au dien cia hispanista n o se lim itó a segu ir al pie de la letra la v o z au torizad a del historiador. R eco rd em o s que su in fo rm e declaró que Q u ito no fu e fu n dad a p o r ningún con ­ qu istador y que la fech a m ás sign ificativa era el 28 de agosto. P o r el con trario, la co n m em o ra ció n qu ed ó estrecham ente asociada a la n o ció n de fu n dación españ ola y la fech a que se con sagró fue fin alm en te el 6 de d iciem b re. L a m em o ria de la fu n d ación de la ciu dad fue el resultado de una selección de con ten idos h istóricos y de la creación de un sign ificad o a p a rtir de una d ia léctica entre el presente (1934) y el pasado (1534). Esa con stru cción de sign ificado re­ trató a los con qu istadores c o m o los artífices fu ndam entales de la historia, d otados de una capacidad creativa y constructiva que ob litera b a sus trop elías y p royecta b a un sen tido m em ora­ b le sin paralelo a sus acciones. Esta e la b o ra ció n de la m em o ­ ria, p o r contrapartida, extirpaba de los in d ios cu alqu ier agen­ cia h istórica posible, den egaba la v in d ic a c ió n de inspiración indigenista, y les sum ía en el rein o d el atraso y la sumisión. Esta a leg o ría recu rrió al a rd id de e m p lea r la c o n d ic ió n de m i­ seria que en volvía al in d ígen a en el presente c o m o co rro b o ra ­ ció n de lo que sucedió en el pasado. Se trataba de una inver­ sión perversa de la causalidad histórica. E ste eje rc ic io social y cultural de ela b o ra ció n de la m em o­ ria p ú b lica buscaba d om esticar sim b ó lica m en te el espinoso tem a de los atropellos y crueldades p erpetradas p o r los su­ puestos fu ndadores de la urbe. A la vez, se p ro p o n ía conjurar la in qu ietan te y/o indeseada presen cia in d ígen a en 1934. C o m o se sabe, en los discursos b lan co-m estizos de construc­ c ió n nacional, el in d io aparecía p a rcia lm en te in tegra d o a la nación, sea c o m o antecedente c ro n o ló g ic o o c o m o m ateria de la a cció n red en tora de la p ro p ia n ación. E m p ero , el silenciam ien to y la desfigu ración que los in d ios p a d eciero n en la con­ m em o ra c ió n de Q u ito n o p o d ía anular su presen cia p o r com ­ pleto. C om o d ice el h istoria d or G yan Prakash, “los subalternos y la su balternidad no desaparecen en el discurso; aparecen en sus in tersticios” . E l p o d e r exp erim en ta a este resp ecto la para­ d oja de que lo subalterno, en este caso lo in d io, “perm anece c o m o una p resen cia recalcitran te en el discurso, a la v e z parte 368

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de la n a ció n y fu era de ella ” .77 A p roxim a d a m en te, en aquel m om en to, cu atro de cada d iez habitantes d el país eran in d íg e ­ nas, según una estadística estatal. Se trataba de un segm ento sign ificativo de la p o b la c ió n que estaba d en tro (e n la p e r ife ­ ria ) y fu era de la nación, al m ism o tiem p o. Precisam ente, fren te a esa presen cia “recalcitran te” se defi­ nió, sin nom brarla, el discurso del hispanism o. E n m ed io de la exclusión sim b ó lica de la agen cia h istórica de los indios en la con m em oración , estos vo lvía n en los intersticios de la co n cien ­ cia pública, c o m o se puede le e r en la iró n ica reflexión c o n la que el cab ild o qu iteñ o cerraba la co n m em o ra ció n de 1934: "¿Q ué h em os rea liza d o en b en eficio de la raza in dígen a, a la que hace cu atrocientos años los C onquistadores d esp oja ron de las tierras que les p erten ecían y som etieron a servid u m b re no siem pre llevad era y fácil? ¿Los aborígen es de lo que es h o y R e ­ pú blica del Ecuador, se hallan en aquel grad o de bien estar y desarrollo, a que c o m o h om bres tien en derecho, al ca b o de cuatro siglos, contados desde que el M ariscal don D iego de A l­ m a gro y el G o b ern a d o r don Sebastián de B en a lcá za r fu n daron la C iudad de S an tiago y la V illa de San Francisco de Q u ito?” .78 ¿E xistía la p o sib ilid a d de co n c e b ir una rep resen ta ción de Atah u alpa que no fu era aqu ella im a gen d om esticad a p o r el can on hispanista de la h istoria patria? ¿H abía la p o sib ilid a d de con stru ir un A tah u alpa “reca lcitra n te" en 1934? L a res­ puesta de la h is to rio g ra fía de la ép oca era claram en te n eg a ti­ va. E m p ero , lo que para el relato realista fu e im pensable, para el relato de fic c ió n era en teram en te con cebible. U n p eriod ista que firm ab a con el seu d ón im o de Lucas N o esp in to ela b o ró una suerte de cró n ica fictiva sobre c ó m o A tah u alpa m ed ita ría sobre el pasado y el presente, m ien tras con tem p lab a Q uito, desde el cerro Panecillo, en plena co n m em o ra ció n hispanista de 1934. E n este im a gin a rio retorn o del inca, Atahualpa apare­ ce, de m anera sim ultánea, co m o una figu ra dom inante ( “tiem ­ blan ante su m irad a los m ás audaces” ), seductora ( “de hin ojos se rinden, p o r amor, las m u jeres"), y p a ra d igm á tica ("M o d e lo 77 Gyan Prakash, “L o s estudios de la su b a ltem id ad co m o crítica post-colon ial” . E n Debates P ost Coloniales, com p. S ilvia R ive ra y Rossana B arragán (L a Paz: H istorias / S E P H IS / A ru w iyiri, 1997), 302 y 311. A lg o sem ejante tam bién sostiene M ercedes P rieto en “L o s in dios y la n ación ", 266. 78 Gaceta M u n ic ip a l 79 (oct.-dic. 1934): 1. 369

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de soberanos. Sabe in fu n d ir cariño. R espeto. A d m ira ció n ”) M ien tra s observa la capital a sus pies, el in ca recu erda sus ho­ ras p ostreras y esa m e m o ria ad qu iere un to n o de im placable in terp ela ción : rem em o ra su entrada triu n fa l en Cajam arca, su re c h a zo a la B ib lia ("E s un lib ro de fa lsía "), y la im prevista m o rta n d a d ( “ ¡Viene la carn icería espantosa! [...] ¡Valverde im ­ p u lsó la m atan za! Y era qu ien p red ica b a ¡la d octrin a de la fra­ tern id a d ! ¡Y era qu ien represen taba la in sign ia de la reden­ c ió n hum ana! [...] E l pu ñ ado de extran jeros barbados ha tra íd o con sigo el ex term in io ” ). L a crítica h acia el cura Valver­ de y, p o r extensión, a la Ig lesia se presen tó sin concesiones: “E l p rim e r pa stor espiritu al del Perú fu e el verd u go del últim o de los incas” .79 L a cró n ica de Lucas N o esp in to pu ede leerse tam bién c o m o la respuesta vin d ica d o ra y fu g a z de quienes n o se resig­ n a ro n ante el silen cia m ien to del an iversa rio de la ejecución d el inca. E sta cró n ica to m ó la d irecció n de una con tracon m e­ m o ra c ió n in d igen ista fren te a la celeb ra ción de 1934 y los va­ lo res h istórico-sociales que el h isp an ism o im pulsaba. Así, se usó la v o z d el in ca p ara critica r el statu q u o : el derech o de p ro p ie d a d que trajo la servidu m bre, y la c iv iliz a c ió n y el p ro­ g reso que d ejaron a los “h ijos d el sol" [...] "C u b iertos de hara­ pos [...] B esan do las m an os que les a zota n [...] A rrastran do las cadenas d el a n a lfa b etism o” . A l final, la v o z de Atahualpa se p e rd ió entre las notas ju b ilosas de c eleb ra ció n d el 6 de di­ ciem b re, y la ciu dad p re firió o lv id a r el “ d o lo r de los que pere­ cen de m is e ria ".80 Las fuentes que n u trieron esta cró n ica fictiv a era n la leyen d a negra, el in d igen ism o y la crítica social d esa rrolla d a p o r la izqu ierd a. Este tip o de discu rso buscaba o fr e c e r una rein terp reta ció n del sign ificad o de la conquista y d el triu n fo hispano, así c o m o crear una filia c ió n afectiva con el le c to r para m o v iliz a r algún tip o de sim p atía h acia la causa d e lo s ven cid o s y n eu tra liza r la m aq u in a ria hispanista. 79 “A tah u alpa co n tem p la la ciu dad de Q u ito en el I V C en ten ario de su F u n d a ció n ..." p o r Lu cas N o e s p in to [seu d ó n im o del p e rio d ista Lu is Alberto F a lc o n í (1894-1941)], El D ía , 6 de d icie m b re de 1934, 8. F a lc o n í fu e un desta­ ca d o a rticu lista y en trevista d o r del p erio d ism o escrito, de o rien ta c ió n izquier­ dista. E n R io b a m b a , su ciu dad natal, p a rticip ó de la fu n d a ció n de varios pe­ rió d ico s. 80 “A tah u a lp a co n tem p la la ciu d a d d e Q u ito ” , en ibíd. 370

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E l tip o de m e m o ria h istórica que se incu lcó m ed ian te la con m em o ra ció n en el n ich o lo c a l tuvo una relación m u y es­ trecha con la discu sión m ás am p lia sobre la iden tidad n a cio ­ nal. L a c o n m e m o ra c ió n se en cargó de ratificar que Q u ito fue “la cuna de la n a cion a lid a d ecu atorian a” y que el con ten id o de dicha n acion a lid a d fu e de carácter hispanista. E l m ensaje se d irig ió entonces al con ju n to del país. L a cerem on ia o ficia l de ; cierre de la c o n m e m o ra c ió n in clu yó, co m o n ú m ero central, una nueva a lo cu ció n de Jacinto Jijón y Caam año. C om o era de esperarse, su in terven ció n a rticu ló m agistralm en te los p re­ ceptos hispanistas. Su brayó “la o b ra espiritual realizada, tras la tala de la con qu ista” . N ó tese la a lego ría de regen era ción y rep o b la ció n que envu elve el uso de estas expresiones. E n d i­ cha in terven ción , se v o lv ió a exaltar el núcleo de la "ob ra espi­ ritu al” hispana, exp resad o m ed ian te la d ifu sión de la relig ió n católica y d el id io m a español, la sustitución de “la dura y san­ grien ta m en ta lid a d am ericana, c o n la c iv iliza c ió n o ccid en tal” , la erecció n de con ven tos d on d e fu n cion aron escuelas, co le­ gios y u niversidades, y la im p la n ta ció n del notable arte co lo ­ nial. Se trataba de un eje rc ic io de articu lación sim b ó lica acerf ca de qué co n ten id os y sentidos se debían gu ardar en la m em oria. A l m is m o tiem p o, la celeb ra ció n de Quito, con sid e­ rada el lu ga r de o rig e n de la nación, alentó la ven era ció n a la patria. Así, el discu rso de Jijón y C aam año se d irig ió a las de­ m ás localid ad es qu e in tegraban “la unión in destructible, no reñ id a co n la a u ton om ía a que cad a re g ió n tien e d erech o para m a y o r fo rta le za d el gran tod o, la P a tria ecu atorian a” .81 L a con m em oración adoptó una narrativa histórica que bus­ caba suturar las heridas abiertas p o r los conflictos sociales pa­ sados y presentes. E ra un intento sim bólico p o r restañar la des­ garradora historia de la conquista. Tam bién se proponía convertir a Quito en un sím bolo de cohesión social y de m anifiesta conti­ nuidad entre el pasado y el presente. Adicionalm ente, la m em o ­ ria pú blica hispanista, que tan em peñosam ente se fa b ricó en 1934, puede ser com p ren d id a c o m o un tipo de respuesta al “con flicto entre la m od ern id ad buscada y la co lo n ia lid a d n o re­ suelta” , un d ile m a que, según Javier Sanjinés, el “ discurso del m estiza je" en B o liv ia y en otros lugares de A m érica L a tin a se 81 Gaceta M u n ic ip a l 79 (oct.-d ic. 1934): 248-250.

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propu so superar.82A lg o sem ejante o c u rrió en E cu a d o r durante los años cuarenta, cuando el discurso de la id en tid a d nacional m estiza se presen tó c o m o una altern ativa fren te al hispanis­ m o e in d igen ism o.83 E l análisis de la co n m em o ra ció n de los cu atrocien tos años de fu n d ación española de Q u ito p erm ite d iscern ir c ó m o el dis­ curso h istórico hispanista fue trasladado, con éxito, desde el ám b ito esp ecia liza d o de la A ca d em ia N a c io n a l de H is to ria ha­ cia la arena pública, en la cual se d o tó de legitim id a d . E n vista de que el registro discursivo de la h istoria se v io colon izad o p o r el p a ra d igm a hispanista, la p o sib ilid a d de que se fo rm u ­ len otras lecturas alternativas del pasado supuso que estas fu eran elaboradas a p a rtir de otros ám b itos discursivos. La con testación social, intelectu al y p o lític a que se d irig ió en con tra del h ispan ism o p ro v in o de los territo rio s de la literatu ­ ra y d el arte. Si b ien en d eterm in ad os aspectos estas contrana­ rrativas ela b ora ron críticas sign ificativas al rela to histórico hispanista, ca reciero n de los in stru m en tos in telectu ales para m in a r su ed ificio conceptu al y em p írico . L o s restos de aquella estructura intelectual persisten aún b a jo la fo rm a d el espectro de la h istoria patria.

82 Javier Sanjinés, E l espejismo del mestizaje (L a Paz: IL K A / P IE B , 2005), 22. 83 G u illerm o Bustos, “ Clave d el relato h istó rico de A lfre d o P a re ja Diezcanseco: H eren c ia colon ial, R e v o lu ció n lib era l y m e stiza je” , K ip u s , N o . 24 (II sem. 2008): 218-224. V er ta m b ién Juan C arlos G rija lva y M ic h a e l Handelsm an. D e A tahuallpa a C u a u h tém oc: Los n a cion a lis m os cu ltu ra les de B enjam ín C a rrión y José Vasconcelos (Pittsbu rgh : U n iversid a d de P ittsb u rg h / M u seo de la C iu dad de Q u ito, 2014). 372

A M O D O D E C O N C L U S IÓ N Este lib ro o frece una perspectiva acerca de cóm o se elab oró (en el cam p o h istoriográ fico) y reco rd ó (en el espacio p ú b lico) el pasado de la nación en Ecuador, entre 1870 y 1950. E n este lap­ so se com puso, d ifu n d ió e im puso un conjunto de contenidos, m etáforas y significados que in tegraron el corpus de la historia nacional. P o r lo tanto, otros m ateriales e in terpretaciones p osi­ bles de la experien cia histórica fu eron ignorados, rep rim id os o m arginados. E l análisis expuesto p rovien e del escrutinio de tres objetos de estudio y sus interrelaciones desarrolladas en to m o al culto de la nación: los relatos históricos, los rituales cívicos y el p atriotism o co m o una fo rm a c ió n discursiva. Tam bién se ex­ p loran las in tersecciones entre historia y m em oria, dos m an e­ ras diferentes de ab ord ar el pasado. C om o se sabe, la n ación es un artefacto cultural contingente cuya gen ealogía fue reelaborada continuam ente, tanto en la “repú blica de las letras" com o en la esfera pública. A continuación, a m o d o de conclusión, ex­ p o n go un conjunto de pu ntualizaciones finales. Prim eram ente, reflexion o sobre el m o d o que ad optó la p rod u cción de la escri­ tura h istórica de la nación. Seguidam ente, abord o los usos p o lí­ ticos y culturales de las representaciones del pasado.

Un régim en de escritura h istórica L a m o d a lid a d de p ro d u c c ió n del c o n o c im ie n to h istó rico que se ob serva en Ecuador, entre 1870 y 1909, y u lterio rm en te a lo la rg o de la p rim e ra m ita d d el s iglo X X , p on e en evid en cia la p rim a c ía d istin tiva d el au tod id actism o. D eb id o a la ausencia de la u n iversid ad c o m o esp acio de in vestiga ción y a las d ifi­ cultades que se d esp ren d ieron de la in existen cia o ru d im en ta­ ria o rg a n iza c ió n de arch ivos y b ib lio teca s de carácter pú blico, la a ctivid a d de la in vestiga ció n h istó rica ca reció de espacios de a p ren d iza je y au spicios form ales. E n este contexto, tan to el gab in ete in d ivid u a l c o m o p o sterio rm en te la A ca d em ia N a c io ­ 373

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nal de H istoria (una sociedad docta integrada p o r diletantes) se con virtiero n en los lugares de enunciación del discurso históri­ co. L a consecución de los m edios que se precisaba para desa­ rro lla r esta la b or intelectual (docum entos, libros, m anutención costos de viajes, etc.) depen dió p o r com p leto del in gen io indivi­ dual y de los recursos privados, plasm ados en la organización de b ib liotecas y coleccion es docum entales personales. Esta constatación que se deriva de los capítulos precedentes sitúa el au todidactism o en el escenario glob al de la historia de los sabe­ res c o m o una m od alid ad de p rod u cción intelectual local, que p recisa m ás atención de la qu e aquí se le pu do conceder. L a escritura de la h istoria d ecim o n ó n ica en E cu ador fue u na ta rea eru dita in d ivid u a l que se a b rió paso en el seno de la “rep ú b lica de las letras" hasta alcan zar un n ivel de especiali­ dad característico. D urante la p rim era m ita d del siglo veinte, la A c a d e m ia fue el agente de in stitu cio n a liza ció n del saber h istó rico . E n am bos casos, lo que d istin gu ió la práctica lega de la especializada fu e el em p leo de una serie de convenciones h istoriográficas (p roced im ien tos heurísticos y analíticos) a par­ tir de las cuales se elaboraron las narrativas históricas. Una de estas convenciones, qu izá la central, fu e el culto al docum ento exp resad o en la c o n v ic c ió n de que este m im e tiza b a el pasado, de u n a m an era en que el p rim e ro se co n fu n d ía co n el segun­ do. S in docu m en tos ni expertos que los dejaran h ab lar p o r sí m ism o , la in vestiga ción h istó rica resultaba in con ceb ib le. Se­ gú n esta con ven ción , la garan tía de que el discu rso histórico cu en te co n el atribu to de la verd a d d ep en d ía precisam en te de su fid elid a d al cred o docu m ental. A pesar de los reiterados esfu erzos que la A ca d em ia realizó p ara o rg a n iza r fo rm a lm en te la institu ción arch ivística com o un ente pú blico durante las prim eras décadas del siglo X X (re­ cord em os que el A rch ivo N a cio n a l recién se estableció en 1938), la m asa docum ental p erm an eció desorganizada, sea com o un an exo caótico de la B ib lio teca N acion al, en el d o m in io privado fo rm a n d o p arte de los bienes pertenecientes a linajes fam ilia­ res, o b a jo el con trol de los recin tos conventuales. L a percep­ c ió n que se tenía del docu m en to corresp on d ía a la visión del a rch ivo c o m o una co lecció n de “reliqu ias" (e n el sentido de re­ siduos sagrados) de la trayectoria de la n ación o de los entes que la constituyeron. C o m o parte de esta con cep ción , el archi­ 374

A M ODO DE CO N CLU SIÓ N

v o colon ial fu e transm utado en la m a triz del arch ivo de la na­ ción. Allí, el h istoria d or se esm eraba en leer la docum entación, apegado a la gram ática y la sem ántica del poder. U no de los m edios más efectivos para institucionalizar la in­ vestigación del pasado fue la publicación de una revista especia­ lizada: el B oletín de la Sociedad (1918) y el Boletín de la Acade­ m ia (1920-presente). L a revista introdujo un cam bio im portante en la com unicación especializada al m enos en dos sentidos. De un lado, tendió a estandarizar el desarrollo de la investigación. Creó una retórica, unos procedim ientos y una form a expositiva que se volvieron m odélicos. In trodu jo la m on ografía com o una alternativa al form ato del ensayo, con su consiguiente aparato erudito. De otro lado, enlazó esta publicación con otras sem ejan­ tes producidas en Latinoam érica, N orteam érica y Europa, com o parte de la sociabilidad intelectual del período.

Usos p o lític o s y culturales del pasado de la n a ción A l ob ten er re c o n o c im ie n to o ficia l p o r parte del Estado, la A ca­ d em ia se h izo del "m o n o p o lio ” de la n o m in a ción le g ítim a del pasado (segú n el vo ca b u la rio de B ou rd ieu ). E m p ero, este tipo de va lid a ció n o fic ia l e jerció una con stricción sobre su cam po de acción y g en eró una ten sión de m u y d ifíc il resolu ción. Se debían p ro d u cir im ágen es, a la v e z científicas y patrióticas del pasado, que p u d iera n ser o ficia liza d a s para el consu m o p ú b li­ co. Para ejercer el p riv ile g io ob ten id o, la A ca d em ia desplegó una vig ila n cia a cad ém ica sobre los usos pú blicos y eruditos del pasado. Así, la d octa socied ad se con virtió de m an era p re­ p on d eran te en gu ard ian a de las trad icion es y valores n acion a­ les, en d etrim en to de su fu n ción científica. B ajo el im p e ra tiv o p a triótico, la narrativa h istórica aspira­ ba a ser parte d el p rin c ip io con stitu tivo de la com u n id a d na­ cional. E l h isto ria d o r se v e ía c o m o un experto en el territo rio de la exp erien cia co lectiva pasada (corresp on d ien te al d o m i­ n io de lo im a g in a rio -s im b ó lic o ) y c o m o un siervo del p ro g ra ­ m a de e n a ltecim ien to de la g en ea lo g ía de la nación. De m od o con gru en te con esta situación, el relato h istórico a d op tó el punto de vista estatal c o m o p rin c ip io rector de la o rga n iza ­ ció n del te rrito rio d el pasado (u n a verdadera “estadolatría", 375

E l c u l t o a l a n a c ió n

según señaló R an ah it Guha en o tro c o n tex to ) y el conjunto de im p lica cion es que se derivan de este supuesto. L os relatos fundacionales y los rituales de la m em oria na­ cional fu eron artefactos culturales elaborados b ajo la influen­ cia dom inante del ethos pa triótico. Este in tegraba un conjunto de actitudes y sentim ientos que debían caracterizar idealm ente a una com unidad. Precisam ente, dich o ethos organ izaba un cam po de fu erza de base m oral y ética que legitim a b a y dotaba de sentido al orden republicano. L a historia patria y los rituales de la m em o ria nacional sum inistraron un conjunto de signifi­ cados sobre la gen ealogía de la nación en consonancia con el ethos p a trió tic o . A l m ism o tiem po, con tribu yeron a establecer un nuevo régim en de sensibilidades (sen tim ien tos y em ocio­ nes) públicas, d irigid o a activar un proceso co lectivo de identi­ ficación y culto a la nación, con cebidos co m o los m áxim os de­ beres cívicos del ejercicio de la ciudadanía. Las conm em oraciones fueron ejercicios colectivos de m on­ taje de una m em oria pública de la nación ecuatoriana y cumplie­ ron la función básica de difundir e in teriorizar en térm inos masi­ vos, entre la gente común, determ inadas representaciones del pasado. Una de ellas fue la que exaltó, p o r ejem plo, “la m em oria de los que nos dieron patria". En ella se puede discernir que la focalización del recuerdo en los “padres de la patria" fue emplea­ do com o el m ecanism o paradigm ático de sim b olización del pa­ sado. Esta m anera de practicar el culto a la nación legitim aba y disem inaba una visión em inentem ente patriarcal del ejercicio de la agencia histórica y ocultaba o dejaba en la penum bra la agen­ cia histórica de los subalternos (m ujeres, indios y negros). E l estudio de las co n m em o ra cio n es de la n a ció n involu ­ cra, entre otros, al m enos cuatro aspectos esenciales: un dis­ cern im ien to de la d ialéctica entre presente y pasado, relación a través de la que se elab ora to d o ritu al de la m e m o ria y, sobre todo, una con sid eración del en tram ad o de p o d e r en que esto ocu rre; un análisis de los m arcos n arrativos d isp on ib les sobre el pasado co n el fin de elu cid ar cuáles son los in strum entos de que una sociedad se vale para c o m p ren d er su tra y ecto ria tem ­ poral; el exam en de la puesta en escena de la con m em oración , tanto en su faceta de p ro d u cció n (g e n e ra c ió n de im ágenes), c o m o de con su m o p o r parte del p ú b lico al que se d irige; por ú ltim o, un exam en de la o p in ió n p ú b lica a través d e la cual el 376

A M O D O DE C O N CLU SIÓ N

ritu al construye sus pú blicos, le g itim a y n e g o c ia sus p ro y e c ­ ciones, em p od era y en m u d ece a ciertas voces, y, fu n d am en tal­ m ente, construye y p on e a pru eba los m arcos de p ercep ció n y la fo rm a c ió n de identidades. E l análisis de los rituales de la m em oria m uestra que hubo un catolicism o republicano m u y tem prano, en el cual surgió el “m od elo serm onario", un tipo de retórica que estableció el cau­ ce y el sentido del discurso p atriótico y cívico m oderno. E l pa­ triotism o laico, considerado p o r m uchos co m o el nacionalism o m oderno, retom ó de aquella retórica serm onaría precisam ente su vocabulario, im ágenes y m etáforas. E n el ám bito de las con ­ m em oraciones tam bién se observa un proceso de “transferencia de sacralidad” desde el ám bito de la Iglesia hacia el Estado-na­ ción (un concepto de M a u rizio R id o lfi), un proceso que sucedió antes de la im p osición del laicism o. Según se explica en el capí­ tulo tres, este se relacion a con el ascenso de una religión cívica dedicada a ren dir culto a la nación. Precisam ente en los rituales de la m em oria, el tem p lo católico d ejó de ocupar la centralidad indiscutida y la gen ealogía de la nación adqu irió un estatus cua­ si sagrado. E l proceso de in stitu cionalización del saber h istórico desa­ rrollado bajo la inspiración de la obra de F ederico G on zález Suárez y continuado p o r sus discípulos de la A cadem ia N a c io ­ nal de H istoria, así co m o el conjunto de sus contribuciones a la historia y m em o ria de la n ación ecuatoriana pueden considerar­ se co m o una expresión de las “batallas culturales" (C lark y K a i­ ser), en las que se contrapuso, dentro del ám bito de lo sim b óli­ co, al prin cip io secularizador un fundam ento de orden católico, que sirviera de base para la im agin ación nacional e histórica. E n suma, la im a gen h istórica de la n ación fu e elaborada con un u tillaje in telectu al y un te jid o cultural de ca rácter con ­ tin gen te y con ten cioso, qu e revela la n atu raleza con flictiva tanto del pasado c o m o d el presen te que lo captura. P o r eso, c o m o b ien anota B ea triz S arlo (evo ca n d o a Susan S on tag), “ es m ás im p orta n te en ten d er que recordar, aunque p ara entender sea preciso, tam bién , re c o rd a r” .1

1 B e a triz S arlo, T iem p o pasado: C ultura de la m em oria y g iro subjetivo. Una discu sión . Buenos A ires: S ig lo X X I, 2005, 26. 377

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