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Spanish Pages 360 [362] Year 2009
PILAR GARCÍA JORDÁN
Unas fotografías para dar a conocer al mundo la civilización de la república guaraya
E
ste s trabajo ofrece la reconstrucción histórica de una realidad y de un t tiempo que pasó, la relativa a la historia de la conquista y reducción de los l Guarayo entre 1790 y 1939 protagonizada por los misioneros franciscanos, en quienes el Estado boliviano delegó la socialización del grupo étnico-cultural radicado, mayoritariamente, en la actual provincia de Guarayos (Noroeste del departamento de Santa Cruz, Bolivia). La obra se estructura en dos partes, la primera de las cuales, y tras reflexionar sobre la percepción que los contemporáneos tuvieron de los Guarayo asentados en las riberas de los ríos San Miguel-Sapocós, estudia las funciones desarrolladas por las misiones franciscanas en el contexto de la construcción de Bolivia como estado-nación; los aspectos más significativos de la implementación del proyecto franciscano; y, por ende, los elementos fundamentales de la construcción por los misioneros –mediadores culturales por excelencia– del espacio civilizado y cristiano, en sustitución del preexistente espacio bárbaro y salvaje guarayo, y que propició el surgimiento de los poblados de Ascensión, Urubichá, Yaguarú, Yotaú y San Pablo, y casi al final de la etapa aquí estudiada, de Santa María y Salvatierra, pueblos fundados básicamente con población Sirionó, grupo étnico-cultural prácticamente desaparecido en la actualidad. El análisis de los procesos sociales, económicos, políticos, ideológicos reconstruidos se ha visto enriquecido por las cuatro series fotográficas que, con un total de 247 fotografías, se recogen en la segunda parte y cuya función en la investigación, además de “ilustrar”, ha sido la de “documentar”, esto es, proporcionar como “documento histórico” elementos útiles para la comprensión de los procesos señalados. En consecuencia, la obra ofrece algunas claves para la interpretación del pasado, y, por lo tanto, para la mejor comprensión del presente de Bolivia, de Guarayos, de los franciscanos y de los Guarayo.
PILAR GARCÍA JORDÁN
Unas fotografías para dar a conocer al mundo la civilización de la república guaraya
MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN
CSIC
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Pilar García Jordán (Esquedas –Huesca– España), doctora en historia por la Universidad de Barcelona, es catedrática de Historia de América en la misma Universidad, directora del Taller de Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (TEIAA) con sede en Barcelona y coordinadora del Máster en Estudios Latinoamericanos (Universitat de Barcelona / Universitat Autònoma de Barcelona / Universitat Pompeu Fabra). Es autora, entre otros trabajos, de las monografías Els catòlics catalans i la Segona República (Barcelona, 1986); Iglesia y poder en el Perú contemporáneo, 1821-1919 (Cusco, 1991); Cruz y arado, fusiles y discursos. La construcción de los Orientes en el Perú y Bolivia, 1820-1940 (Lima, 2001); “Yo soy libre y no indio: soy guarayo”. Para una historia de Guarayos, 1790-1948 (Lima, 2006). Como editora ha publicado, entre otras obras, La construcción de la Amazonía andina (siglos XIX-XX) (Quito, 1995); Fronteras, colonización y mano de obra indígena en la Amazonía andina (siglos XIX-XX) (Lima/ Barcelona, 1998); Estado, Región y Poder local en América Latina, siglos XIX-XX. Algunas miradas sobre el estado, el poder y la participación política (Barcelona, 2007).
PILAR GARCÍA JORDÁN
UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO LA CIVILIZACIÓN DE LA REPÚBLICA GUARAYA
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2009
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://www.060.es
© CSIC © Pilar García Jordán NIPO: 472-08-041-X ISBN: 978-84-00-08759-3 Depósito legal: M. 5.564-2009 R.B. Servicios Editoriales, S.A. Impreso en España. Printed in Spain
A mis padres, Gregorio y Palmira, por su amor y apoyo incondicional… y por haberme facilitado la escritura de mi historia. A Mario por su amor, complicidad, compañía… y sus críticas. In Memoriam A Montse y Palmira, a Pepe y Guillermo por estar siempre. A Mamen, Raquel, Laia y Guillem por las puertas que aún tienen por abrir.
ÍNDICE
PRÓLOGO .........................................................................................................
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PRIMERA PARTE 1. LOS GUARAYO, UN GRUPO ÉTNICO-CULTURAL DE LOS ORIENTES BOLIVIANOS ............................................................................................... 1. Una percepción «cientificista». La mirada de d’Orbigny, 1831-1832 ......... 2. Una percepción misionera. Las «Noticias de Guarayos» de Fr. José Cors, 1840-1877 circa ........................................................................................ 2. EL ESTADO, LOS ORIENTES Y LAS MISIONES FRANCISCANAS, 18251939 .............................................................................................................. 1. El Estado boliviano y sus Orientes ............................................................. 2. Las misiones franciscanas, instrumento prioritario de los gobiernos republicanos para la conquista y ocupación de los Orientes .................................... 2.1. Los Orientes, abandonados a «una naturaleza silenciosa y salvaje o a reuniones nómades», 1825-1880 ........................................................ 2.2. Las misiones católicas instrumento fundamental de los grupos dirigentes bolivianos, 1880-1938/1939 ......................................................... 3. UNA HISTORIA DE LAS MISIONES FRANCISCANAS ENTRE LOS GUARAYO ................................................................................................... 1. La etapa fundacional, 1790-1880 ............................................................... 2. Las misiones guarayas, las más «prósperas» de la república, 1880-1939 ..... 2.1. El progreso socioeconómico de los poblados misionales frente al «silencio de las tumbas» secularizador, 1880-1904 ...................................... 2.2. Modernización económica, socialización indígena y secularización, 1904-1915 ......................................................................................... 2.3. Hacia la secularización de las misiones guarayas, 1915-1939 ............... 4. LA PRAXIS MISIONAL EN GUARAYOS. LA MEDIACIÓN CULTURAL FRANCISCANA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO CIVILIZADO ... 1. Los franciscanos, intermediarios culturales .................................................
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ÍNDICE
2. La construcción del espacio cristiano y civilizado: el microcosmos misional ........................................................................................................ 2.1. Los poblados misionales guarayos: un modelo de ocupación territorial .... 2.2. El microcosmos misional .................................................................
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5. PARA UNA HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA REPÚBLICA GUARAYA .................................................................................................... 1. Ingredientes, símbolos y ritualidad de la república guaraya ........................
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SEGUNDA PARTE 6. UNA LECTURA DE LAS SERIES FOTOGRÁFICAS DE GUARAYOS O LA CONSTRUCCIÓN DE UNA HISTORIA DEL ESPACIO GUARAYO ............................................................................................................ 1. Una colección de fotografías para dar «a conocer al mundo barbarizado la civilización de nuestra floreciente República» guaraya, 1898-inicios siglo XX ................................................................................................... 2. Porque el templo de Yotaú es «un monumento de civilización hasta las fronteras de la barbarie». La visita a Guarayos del Internuncio Rodolfo Caroli, 1918 .................................................................................................. 3. Fr. Alfredo Hoeller «viaja a Santa María para dedicarse a sus queridos bárbaros». Una doble mirada de las misiones a fines de los veinte y la década de 1930 ................................................................................................. 4. «Entre los Sirionós sin bautizar crece un nuevo pueblo: Salvatierra», década 1940 ..........................................................................................................
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ÁLBUM DE FOTOGRAFÍAS .............................................................................
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ABREVIATURAS DE LOS PIES DE LAS FOTOGRAFÍAS ...............................
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA CITADAS ..........................................................
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ÍNDICE DE CUADROS .....................................................................................
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ÍNDICE DE GRÁFICOS ....................................................................................
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ÍNDICE DE MAPAS ..........................................................................................
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ÍNDICE DE PLANOS ........................................................................................
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ÍNDICE DE FOTOGRAFÍAS .............................................................................
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ÍNDICE ONOMÁSTICO ...................................................................................
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PRÓLOGO
Un fotógrafo, por inexperto que sea, elabora representaciones de la realidad que: «requieren una lectura y una interpretación. Ni la propia foto como artefacto, ni la interpretación del que la mira, ni una comprensión de la intención del fotógrafo, pueden por sí solas dotar a las imágenes de un sentido holístico. Sólo atendiendo a las tres como parte de un proceso, idealmente en referencia a grupos de imágenes relacionadas, puede uno extraer significado sociocultural a las fotos» (Scherer, 1992: 32)1.
Coincidiendo con tal afirmación no deja de ser cierto que, como señaló Sontag hace unos años, las fotografías son «inagotables invitaciones a la deducción, la especulación y la fantasía» (1996: 32-33) que sólo nos pueden ser útiles como documento histórico si, como hacemos con todas las fuentes, las interrogamos adecuadamente. Esto es lo que pretende esta obra cuya publicación hace realidad un sueño acariciado por mí desde que tuve la fortuna de encontrarme con las primeras fotografías que se tomaron de las misiones franciscanas entre los Guarayo en el Archivo del Colegio Franciscano de San José de Tarata. Para entonces, llevaba ya un lustro investigando sobre las funciones cumplidas por las misiones franciscanas en la Bolivia republicana (García Jordán, 2001: 247-448)2 y estaba tratando de comprender el proyecto teórico y la praxis implementada por los 1 Conocí hace un tiempo el trabajo de Scherer tras leer algunos artículos de José Carmelo Lisón Arcal; uno de los más recientes es 2005: 15-30. 2 En el tramo final de la investigación se ha contado con la ayuda proporcionada por el Ministerio de Educación y Ciencia, actual Ministerio de Ciencia e Innovación, Ref. HUM2006-12351/HIST.
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franciscanos para la conquista y reducción de los Guarayo, trabajo cuyos resultados fueron publicados en 2006. Mi particular descubrimiento de aquellas fotografías se vio enriquecido por las aportaciones inestimables del entonces archivero de Tarata, Fr. Mauricio Valcanover, quien me facilitó la existencia de otros fondos fotográficos existentes en diversos archivos franciscanos y un contacto personal con el arquitecto y apasionado de la historia de Chiquitos, Eckart Kühne. La extrema generosidad de ambos para compartir conmigo sus «imágenes» me permitieron ponerme en condiciones de utilizar estas «recreaciones» de la realidad ya como instrumentos para la investigación histórica, ya como ilustración del espacio guarayo resultado del proyecto misional franciscano. En consecuencia, para poder «leer» e interrogar adecuadamente las fotografías aquí recogidas esta obra se estructura en dos partes. Objetivo de la primera parte es la reconstrucción de la historia de la conquista y reducción de los Guarayo entre 1790, década en que se desarrollaron los primeros contactos, y 1939, año en que las misiones fueron secularizadas. Para ello se trata, en un primer capítulo “Los Guarayo, un grupo étnico-cultural de los Orientes bolivianos”, la percepción que los contemporáneos tuvieron del grupo asentado en las riberas de los ríos San Miguel-Sapocós, uno de los cinco grupos de lengua guaraní existentes actualmente en Bolivia y residentes en la actualidad, en su gran mayoría, en los municipios de Ascensión de Guarayos y Urubichá. Las fuentes principales del relato histórico y etnográfico sobre los Guarayo proceden de las noticias redactadas por los franciscanos José Cors y Manuel Viudez, quienes llegaron a la región a fines de 1840 con el objetivo de reducir a los reticentes guarayos. Por ello, tras reflexionar, en un primer apartado, sobre las breves notas «cientificistas» dejadas por el naturalista francés Alcide d’Orbigny —quien pasó unas semanas en la zona, observó la praxis cotidiana seguida en los poblados y escuchó del misionero Francisco Lacueva y de diversos informantes guarayos noticias sobre la historia y vida del grupo— abordaré, en segundo lugar, las descripciones y consideraciones hechas por Fr. José Cors, repetidas hasta la saciedad por aquellos que, posteriormente, se han acercado al mundo guarayo. Conocidos algunos de los elementos más significativos de la historia y praxis social de los Guarayo a través de la doble mirada de Cors y d’Orbigny, objetivo del segundo capítulo “El Estado, los Orientes y las misiones franciscanas, 1825-1939”, es en primer lugar, y muy brevemente, señalar las características fundamentales de la política desarrollada por el Estado boliviano en relación a sus Orientes desde la independencia y hasta fines de la década de 1930. En segundo lugar, abordar el rol que los gobiernos bolivianos adjudicaron a las misiones franciscanas como 10
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instrumento prioritario para la conquista y ocupación de sus fronteras, territorios desconocidos ocupados por poblaciones indígenas no sometidas, en lenguaje de la época, bárbaras o salvajes. Sólo entonces estaremos en condiciones de analizar, en el tercer capítulo “Una historia de las misiones franciscanas entre los Guarayo”, los hitos más significativos en la historia de dichas misiones que se desarrolló en dos grandes etapas. La primera o fundacional, comprendida entre 1790 y 1880, con una inflexión significativa en la década de 1840, coyuntura en que el Estado pretendió hacer de las misiones, con la colaboración por entonces frágil e inestable de la Iglesia, uno de los instrumentos para la reducción indígena y el avance de la frontera interna, logrando la progresiva concentración de población guaraya paralelamente a una creciente aculturación de la misma. Fue a partir de esos años cuando se fundaron o restablecieron cuatro poblados misionales de neófitos guarayos, los conocidos hoy como Ascensión, Urubichá, Yaguarú y Yotaú. La segunda etapa, comprendida entre 1880 y 1939, vio la consolidación del proyecto misional franciscano y estuvo signada por una paradoja, la progresiva buena marcha de las misiones constituyó la principal amenaza para la supervivencia de las mismas. La razón fundamental fue el interés de diversos grupos socioeconómicos por acceder a la mano de obra y, en menor medida, a las tierras indígenas sin la mediación misionera; para ello presionaron en forma creciente a los poderes públicos con vistas a lograr la secularización de las misiones, objetivo logrado en 1938/1939. Sin embargo, no se nos escapa que la implementación de todo proyecto es resultado, en mayor o menor medida, de los agentes encargados de llevarlo a cabo, razón por la cual en el cuarto capítulo ”La praxis misional en Guarayos. La mediación cultural franciscana y la construcción del espacio civilizado”, por un lado, reconstruimos los aspectos biográficos más significativos de los misioneros que, intermediarios culturales por excelencia, llegaron a la región procedentes de Europa. Por otro lado, estudiamos las características del proyecto misional desarrollado por los conversores para la civilización de los Guarayo, lo que nos obliga a abordar el microcosmos misional mostrando, en consecuencia, los aspectos más significativos del nuevo espacio cristiano y civilizado que reemplazó al espacio indígena preexistente considerado en la época, bárbaro y salvaje. Esta primera parte se cierra con el quinto capítulo ”Para una historia de la construcción de la república guaraya”, cuyo objetivo es rastrear los antecedentes y los motivos fundamentales que dieron lugar a la elaboración e implementación de lo que el principal ideólogo del plan, Bernardino J. Pesciotti, denominó república guaraya. Este proyecto, ideológico-cultural y no político, fue promovido por los franciscanos llegados a Guarayos en la última década del siglo XIX para la defensa del buen salvaje guarayo explotado 11
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por las élites regionales y el Estado y «corrompido» por las costumbres de los civilizados y, en mi opinión, tenía como objetivo no declarado el mantenimiento de la separación entre los Guarayo y los civilizados bolivianos y, por ende, obstaculizaba de facto la incorporación de los indígenas a la bolivianidad. De ahí el carácter segregacionista del proyecto que hizo de la identidad guaraya —reelaborada tras la imposición del catolicismo y de la praxis social, aunque no incompatible con algunos elementos de la cosmovisión tradicional— su elemento central y que, en última instancia, pareció ser aceptado por los Guarayo como protección frente a las exacciones de la sociedad civilizada y del mismo Estado. La reconstrucción de la historia de la Prefectura de Guarayos ofrecida en la primera parte deberá permitirnos leer e interrogar el conjunto de casi doscientas cincuenta fotografías que, precedidas por el correspondiente capítulo titulado “Una lectura de las series fotográficas de Guarayos o la construcción de una historia del espacio guarayo”, se incluyen. Las representaciones que de la realidad guaraya recogen las imágenes están recogidas en cuatro series 3, la primera de las cuales es la realizada en 1898 con el objetivo de dar a conocer a los irónicamente llamados «civilizados» lo conseguido por los franciscanos entre los, considerados tópicamente, bárbaros guarayos y destinada a la Exposición Misional de Turín celebrada en dicho año. La segunda serie es la constituida por las fotografías realizadas en 1918 con motivo de la visita pastoral a Guarayos del representante vaticano ante Bolivia, el internuncio Rodolfo Caroli, visita que coincidió en el tiempo con la finalización del segundo sexenio de B. J. Pesciotti al frente de la Prefectura y que, en mi opinión, sirvió al religioso tanto para exponer ante sus superiores franciscanos, la Santa Sede y la sociedad boliviana los «éxitos» conseguidos por los franciscanos, como para justificar su propia existencia vital de religioso que en su actividad misional dedicada íntegramente a los Guarayo se encontró, frecuentemente, en conflicto con sus superiores. La tercera serie recoge fotografías realizadas en diversas fechas y por diversos autores desde mediados de la década de 1920 y a lo largo de los años sucesivos, aunque las que sirven aquí como referencia fundamental son las imágenes tomadas por Fr. Alfredo Hoeller, prefecto misionero entre 1935-1939, quien llegó a Guarayos en julio de 1929 como segundo conversor de Yaguarú4, para pasar después a 3 Series entendidas en sentido lato en tanto forman parte de ellas fotografías realizadas contemporáneamente o en los años sucesivos a la serie en sentido estricto, aunque desconocemos los mandantes y objetivos de las tomas. 4 Fue nombrado conversor de la población el 21/01/1930, en Diario de Yaguarú. f. 14, cuya copia se encuentra en el Archivo Misional de Guarayos (GAM), actualmente en el Archivo Histórico de la Provincia Misionera de San Antonio, Bolivia (AHPMAB).
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Ascensión donde permaneció hasta la secularización de las misiones. No tengo duda alguna que Hoeller fue un «fotógrafo» amateur para el que objetivo último de las imágenes tomadas fue demostrar la importancia de la actividad misional franciscana en la Bolivia republicana en una coyuntura en que ésa era fuertemente cuestionada. Finalmente, la cuarta serie es la formada por las fotografías realizadas, muy probablemente, por Fr. Hildeberto Walpoth, conversor de Urubichá, que cooperó a la fundación de la nueva misión de Salvatierra erigida entre 1938-1940. Como en la serie anterior, el autor y mandante de las fotografías tomó como objetivos principales ya la reproducción de la vida cotidiana al interior de Urubichá, ya imágenes de los Sirionó, en grupo, en parejas o individuales, adultos e infantes dando testimonio de un grupo que, como sabemos, al día de hoy ha desaparecido prácticamente. La obra recoge también algunas fotografías de origen diverso, normalmente hechas por viajeros —civiles o religiosos— europeos que, en tránsito por la zona, tomaron imágenes recurrentes relativas al paisaje y a la población guaraya o sirionó. * * * Antes de cerrar este breve prólogo debo manifestar mi más profundo reconocimiento, primero a Fr. Mauricio Valcanover por su extrema generosidad y disposición para conmigo a lo largo de los años en que he desarrollado mis investigaciones sobre Guarayos; mi agradecimiento también a los superiores franciscanos de la provincia misionera de San Antonio de Bolivia en cuyos archivos se hallan los originales de la mayor parte de las fotografías aquí incluidas; y, cómo no, a Eckart Kühne por su magnanimidad sin límites al hacerme partícipe de sus descubrimientos y ofrecerme sus «saberes tecnológicos» para la reproducción de las imágenes. También mi gratitud para con Miguel Ángel Puig-Samper, Director de Publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas quien, al conocer mi trabajo, no dudó un instante en patrocinar la publicación de este libro que, gracias al buen hacer de su equipo colaborador, se hace hoy realidad. Cuando esta obra fue proyectada y su edición pareció asegurada pude compartir la alegría del momento con Mario, mi compañero durante tres décadas sin cuya compañía, complicidad y el amor que me dio, mi vida hubiera sido, probablemente, menos apasionante; y también lo hice con mi madre, Palmira, que juntamente con mi padre, Gregorio, alentaron desde mis años infantiles mi curiosidad por el mundo que me rodeaba y cuyo cariño y apoyo incondicional tuve siempre aunque, en ocasiones, no comprendieran mis decisiones y les pesaran mis «ausencias». Aunque mi padre murió hace trece años, el dolor que me produjo su ausencia permanece y se 13
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suma al que en este último año me ha provocado la desaparición de Mario primero y de mi madre después. Con todo, como pienso que las personas que hemos amado continúan viviendo siempre que conservemos su memoria, a los tres les dedico estas páginas que, espero, contribuyan a la recuperación de la memoria de los Guarayo, de los Sirionó, de los religiosos miembros de la congregación franciscana, de la misma orden seráfica y faciliten la reconstrucción de la historia de las poblaciones de las tierras bajas, de la provincia Guarayos y de Bolivia. Barcelona, 23 de febrero de 2008
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PRIMERA PARTE
1. LOS GUARAYO, UN GRUPO ÉTNICO-CULTURAL DE LOS ORIENTES BOLIVIANOS
Como es sabido, el vocablo indio es una categoría colonial construida por los conquistadores españoles con el objetivo de homogeneizar la gran diversidad étnico-cultural por ellos encontrada en el siglo XVI, en la dicotomía simplificadora de conquistadores/conquistados, nosotros/otros1. Mientras el nosotros designaba a los civilizados y cristianos, los otros eran los bárbaros, tenidos por salvajes y paganos o infieles2. Estos conceptos permanecieron, con algunas variaciones, en el tiempo y eran los vigentes en la temprana Bolivia republicana cuando el naturalista francés Alcide d’Orbigny —uno de los primeros y más celebrados de los viajeros que recorrieron el país, en el viaje que iniciado en 1826 le llevó desde el Altiplano a los Orientes, pasando por Moxos y Chiquitos 3— tras permanecer alrededor de En torno a la identidad y alteridad ver los excelentes trabajos contenidos en León Portilla, Gutiérrez Estévez, Gossen y Klor de Alva, eds. 1992-1995. 2 Me interesa notar aquí que, si en el lenguaje común los conceptos de bárbaro y salvaje son frecuentemente utilizados como sinónimos, el salvaje designa al individuo sometido a instintos primarios, mientras que el bárbaro refiere a un individuo cuyas creencias religiosas pervierten su naturaleza, su razón y su voluntad. Algunos útiles trabajos sobre la construcción y uso de la categoría salvaje en Occidente son Pagden, 1988; Bartra, 1996; Fernández Buey, 1995. 3 Alcide d’Orbigny, naturalista francés enviado en 1826 por el Museo de Historia Natural en misión científica a Sudamérica, viajó durante ocho años por Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú y Bolivia, país en el que por invitación del presidente Andrés de Santa Cruz permaneció cuatro años. Recogió una exhaustiva información relativa a la geografía y la historia natural, objeto principal de su expedición, pero se mostró especialmente sensible respecto la información etnográfica, datos todos ellos que fueron publicados originalmente como Voyages dans l’Amerique Méridionale. París, 1835-1847, 9T. en 11 V. Una ínfima parte de la información fue publicada en Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia (París, 1845, 1T.). Aquí se utiliza la excelente versión publicada por el Instituto Francés de Estudios Andinos / Plural Editores, 2002, 4T. 1
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cuarenta días entre los Guarayo, encontrándose en Ascensión de Guarayos a fines de 1831 notó el rechazo de algunos guarayos a sentirse nombrar como «indios» con el argumento que «Sólo los chiquitos son indios, pues son esclavos; yo soy libre y no indio: soy guarayo» (2002, III: 1345)4. ¿Quiénes eran los Guarayo? Ante la escasez de trabajos antropológicos y etnológicos sobre los Guarayú o Guarayo5, mi interés aquí radica en analizar la percepción que los contemporáneos tuvieron de dicho grupo en los momentos iniciales del contacto y mientras duró su conquista y reducción. Comencemos por decir que en Bolivia la denominación de Guarayo se ha dado, normalmente, a cuatro grupos: los Guarayo habitantes de los ríos San Miguel-Sapocós; los del río Iténez, en el Beni, también denominados «pausernas»; los del río Blanco, en el Beni, también llamados «tapacuras», «chapacuras» o «chapacoros» y, finalmente, los Guarayo de los ríos Madre de Dios y Beni (Mendoza, 1956). Los actores de nuestra historia son los primeros, uno de los cinco grupos de lengua guaraní existentes en la actualidad en Bolivia6, procedentes del Este —Paraguay o Brasil—7 en un proceso migratorio a la búsqueda de la llamada «tierra sin mal»8, residentes en la actualidad, en su gran mayoría, en los municipios de Ascensión de Guarayos y Urubichá, provincia de Guarayos por ley de 6/03/1990 —ver mapa 1— y que según 4 Según d’Orbigny, el sustantivo guarayo quería decir guerrero, aunque anotó que Fr. Francisco Lacueva sostenía que tal denominación derivaba de guara, o nación, y yu, amarillo, en atención a la tez clara de la población (d’Orbigny, 2002, III: 1345, nota 12). 5 Un reciente y excelente trabajo sobre los Guarayo en la actualidad es Gwarayu, 2007. 6 Además de los Guarayo, los guaraní-hablantes son los Yuki, residentes en la provincia Carrasco (Cochabamba); los Sirionó, en las provincias de Guarayos (Santa Cruz) y del Cercado (Beni); los Tapiete, en la provincia Gran Chaco (Tarija); y los Chiriguano, que actualmente se nombran como Guaraníes, como recuerda Combès, 2005: 19. 7 Actualmente se tiende a dar por correcta la tesis según la cual procedían del Brasil (Teijeiro y otros, 2001: 104), aunque no hay uniformidad de criterios al respecto (Combès, 2005: 71-72). Ver las diversas tesis en García Jordán, 2006: 90-91, nota 5. Una breve y cuidadosa síntesis del estado de la cuestión sobre las migraciones históricas de los guaraníes hacia el Occidente en Combès, 2005: 68 pássim. 8 Esta búsqueda de la «tierra sin mal» es compartida por el resto de poblaciones de origen guaraní y ha persistido hasta la actualidad como estudió en su momento para el caso moxeño, Riester, 1976. Recordemos aquí las conocidas tesis de Hélène y Pierre Clastres según las cuales las migraciones desarrolladas a la búsqueda de esta «tierra sin mal» fueron dirigidas por los chamanes, en defensa de una sociedad igualitaria, para contrapesar el poder centralizado de los jefes tupí-guaraní (Clastres, 1974, 1975).
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las estimaciones hechas en 1998 ascendían, aproximadamente, a unos 9.520 individuos (Teijeiro y otros, 2001: 104)9. Los pocos estudios que hay del grupo étnico-cultural Guarayo se nutren de los datos ofrecidos por Fr. José Cardús en su exhaustiva obra sobre las misiones franciscanas en Bolivia (1886). Sin embargo, las fuentes principales del relato histórico y etnográfico del misionero fueron los relatos redactados por los también franciscanos José Cors y Manuel Viudez, quienes llegaron a la región a fines de 1840 con el objetivo de reducir a los reticentes guarayos10. Ambos fueron decisivos para la reactivación de la empresa «conquistadora» hasta entonces protagonizada por Francisco Lacueva, único franciscano que, habiendo llegado a la zona en 1823, había permanecido en ella tras la independencia de la Audiencia de Charcas y había sido el principal transmisor de los conocimientos obtenidos por los franciscanos acerca de los Guarayo, algunos de los cuales transmitió al mismo d’Orbigny cuando éste pasó por la región. Por ello, empezaré por las breves notas «cientificistas» dejadas por d’Orbigny para seguir, en un segundo punto, con las descripciones y reflexiones hechas por el misionero José Cors, relato repetido hasta la saciedad por aquellos que con posterioridad se han acercado al mundo guarayo. 9 Según el Primer Censo Indígena Rural de Tierras Bajas levantado por indígenas capacitados para la ocasión en el Instituto Nacional de Estadística, los Guarayo fueron estimados, en 1994, en 7.230 individuos; el mismo año, la Central Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) elevó la población hasta 13.000 individuos, cifra que el Viceministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios (VAIPO) redujo, en el año 1998, a 9.520 habitantes. Unas útiles reflexiones sobre los problemas para el «conteo» de los indígenas en Lavaud y Lestage (2002). 10 El relato manuscrito de Cors sobre el origen, historia, cosmovisión y praxis social de los Guarayo se halla bajo el título de «Noticias de Guarayos» en la Biblioteca de la Recoleta de Sucre; el texto de Viudez está parcialmente recogido en Ernesto Rück, 1865: XIVXXXIV. Los datos contenidos en ambos textos, especialmente el primero, sirvieron de fuente principal para la confección de la mayoría de informes enviados por los prefectos misioneros y superiores del Colegio de Propaganda Fide de San José de Tarata, desde mediados del siglo XIX hasta la aparición de la obra de Cardús. Posteriormente, la mayoría de los relatos de Cors fueron reproducidos en diversos números del Archivo de la Comisaría Franciscana de Bolivia (ACFB) (Tarata) entre 1911-1912, y publicados, más tarde, en la Revista del Instituto de Sociología Boliviana, Año XVII, nº 5 (Sucre, 1957). Más recientemente, han sido recogidos por José A. Perasso, 1988: 9-75, y parcialmente en la Guía de fuentes franciscanas en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (1994: 526-534). Las referencias que haré aquí del escrito de Cors serán, normalmente, a partir de lo recogido por Perasso, al ser la obra más reciente y de más fácil consulta que el resto, no obstante el autor incurra en algunos errores —de concepto e incluso de transcripción— que anotaré oportunamente.
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PILAR GARCÍA JORDÁN
MAPA 1. PROVINCIA GUARAYOS (DEPARTAMENTO DE SANTA CRUZ)
Fuente. Atlas Estadístico de Municipios «Bolivia un mundo de pontencialidades» INE/MDSP/COSUDE. 1999. 20
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1. UNA PERCEPCIÓN «CIENTIFICISTA». LA MIRADA DE D’ORBIGNY, 1831-1832
D’Orbigny, consciente de su rol de explorador, geógrafo y naturalista, adentrándose en el territorio ocupado por los Guarayo, dedicó la mayor parte de su tiempo a las investigaciones de historia natural «al mismo tiempo que estudiaba con cuidado y en sus menores detalles la vida privada de mis nuevos amigos salvajes» (2002, III: 1348). El relato del naturalista francés, que no dejaba de ser un científico ilustrado, es rico en informaciones, primero, sobre el territorio; segundo, por las noticias históricas de las que se hace eco transmitidas por Fr. Francisco Lacueva, entonces misionero en Trinidad11, con quien compartió algunas de las jornadas pasadas en la zona; tercero, y fundamentalmente, por sus descripciones etnográficas a través de las cuales, y no obstante incurrir en algunos errores, percibimos una gran sensibilidad hacia el «otro», hacia las costumbres de los grupos étnicos con los que en el transcurso de su viaje contactó. Este respeto hacia el otro se observa en general en todas sus apreciaciones sobre las poblaciones indígenas de las que tuvo conocimiento, y en particular en el caso de los Guarayo —con quienes podía comunicarse gracias a sus rudimentarios conocimientos de la lengua guaraní— (d’Orbigny, 2002, III: 1342) y a cuyos miembros, aún calificando de salvajes, atribuyó todas las características del buen salvaje rousseaniano, no contaminado por la actuación de los llamados civilizados. A finales de 1831, momento de la llegada de d’Orbigny, la mayoría de los Guarayo vivían fuera del control misional, e incluso los aproximadamente 1.000 individuos reducidos en los tres poblados entonces existentes —Ascensión, Trinidad (más tarde Ubaiminí, y posteriormente Urubichá), y Santa Cruz (más tarde Yaguarú)12— continuaban con sus ceremonias y praxis social tradicional, renuentes al control y las prácticas que los dos religiosos existentes pretendían imponer. Los poblados estaban enclavados en un territorio de, aproximadamente, cuarenta leguas de longitud, situado aproximadamente entre los 14º y 16º de latitud Sur, y 63º y 64º de longitud Oeste del meridiano de Greenwich13, a una altura media sobre el 11 No confundir con el pueblo del mismo nombre existente en el Noreste beniano. El poblado misional confiado a Lacueva fue constituido sólo por población guaraya. 12 Según d’Orbigny, en Ascensión había un total de 300 individuos junto a un número indeterminado de chiquitanos huidos de Concepción; por su parte, la población de Trinidad y Santa Cruz ascendía a unos 544 individuos, 279 hombres y 265 mujeres (2002, III: 1343 y 1353). 13 D’Orbigny situó el territorio alrededor de 17º latitud Sur y 66º de longitud occidental occidental del meridiano de París, en 2002, III: 1350. Conviene recordar que, para
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nivel del mar de 450 metros y caracterizado por la presencia de ríos y riachuelos, lagunas, curiches o pequeñas lagunas situadas en las partes umbrías del monte, además de bajíos inundables. La brevedad del relato, en el que figuran algunos datos históricos sobre el origen y reducción temprana de los Guarayo, es vario y rico en datos etnográficos relativos al espacio, la cosmovisión y praxis social del grupo. Por lo que se refiere al primer aspecto, el espacio, entendido aquí como categoría histórica, resultado tanto del desarrollo de los agentes físico-naturales como de la actuación de las colectividades existentes sobre un determinado territorio, d’Orbigny señala que vivían diseminados por la región y agrupados en «pequeñas familias»; el patrón de residencia básico estaba conformado por las chozas o cabañas «muy amplias, muy limpias, sin divisiones interiores ni ventanas; pero dotadas de puertas en los extremos» (2002, III: 1343), cuya base era un octógono irregular, con paredes de bambú14 y techado de hojas de palmera. Y, junto a las habitaciones, los chacos dedicados al cultivo de los productos que constituían la dieta básica del grupo —la caza, según d’Orbigny, era más bien una diversión— y el templo, «una simple cabaña octogonal en medio de la selva» donde se celebraban los ritos en honor del Tamoi, mito de origen y fundador de la «historia» de los Guarayo. Estos fueron los elementos más significativos del espacio guarayo relevados por el naturalista francés. Por lo que se refiere a la cosmovisión del grupo, marcadamente animista, d’Orbigny constataba que por entonces todo giraba alrededor del Tamoi, divinidad bienhechora, transmisor de las destrezas agrícolas, quien cuando desde la copa de la Tuirenda, el árbol sagrado15, ascendió hacia los cielos, por el Oriente según el francés16, y les prometió protección.
entonces, la línea imaginaria, que convencionalmente se dio en llamar meridiano o longitud, trazada desde el Polo Norte al Sur, y a partir de la cual pudieran medirse todas las longitudes del planeta tierra, o longitud cero, pasaba por París. Ello fue así hasta 1888 cuando Greenwich desplazó a París como meridiano cero. 14 Bambú que, al decir de d’Orbigny, los Guarayo consideraban un don del Tamoi —el «padre grande» o el «abuelo», mito de origen del grupo— y, por ende, intermediario entre éste y la divinidad (2002, III: 1344-1345). 15 De ahí que los Guarayo plantaran, cerca de sus moradas, un ejemplar de dicho árbol con el objeto de conseguir la protección del Tamoi (d’Orbigny, 2002, III: 1355). 16 Este es, probablemente, un error de d’Orbigny pues en el relato hecho por Cors, y recogido en ACFB, V.III, nº 33 (Tarata, 1911), p. 731, y también por Perasso, 1988: 20, se dice que «En acabando el Guarayo de espirar [sic], le lavan con agua todo el cuerpo, y colocan en la mejor hamaca que tenía, cara al poniente, como mirando al lugar donde reside el Abuelo, a adonde va a ir».
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Por ello los guarayos se encomendaban al mismo para la protección de sus cultivos y de sus vidas, y lo hacían en las ceremonias religiosas que se celebraban en el interior de la cabaña dedicada a la divinidad, espacio vacío en el que participaban hombres y mujeres que, al ritmo del sonido reiterado del choque de los bastones de bambú contra el suelo, cantaban una serie de himnos destinados a lograr la presencia protectora del Abuelo. Al decir del naturalista francés, los Guarayo temían el canto de los pájaros nocturnos y el cielo al que, si en la noche se hallaba encapotado denominaban como teteo, la «muerte». Los Guarayo, que ayunaban durante el nacimiento y las enfermedades de sus hijos, recurrían a los «adivinos» para obtener la curación de sus dolencias; y, siempre según d’Orbigny, en caso de muerte eran enterrados en una fosa en la cabaña o en el campo, entre dos esteras, cubiertos con pinturas, con la cabeza dirigida hacia el Este, para seguir al Tamoi17, rodeados de los instrumentos que habían utilizado en vida18. Finalmente, por lo que se refiere a la praxis social conviene tener en cuenta el carácter autosuficiente de los Guarayo, la división sexual del trabajo, las formas de socialización de los infantes, y el tipo de familia vigente. Así, primero, desde el punto de vista económico, la agricultura de roza típica de la amazonía y sus regiones periféricas permitía a los Guarayo obtener los productos básicos de su dieta alimenticia —maíz, mandioca, frutas— que se veía complementada con proteínas procedentes de la caza y la pesca. Consecuencia de tales prácticas, los útiles más deseados por los Guarayo eran los cuchillos y machetes que facilitaban su trabajo y que, a fin de cuentas, era la razón primordial por la que aceptaban ser reducidos y concentrados por los religiosos, aunque no convertidos al cristianismo. En segundo lugar y referido a la división del trabajo, d’Orbigny constató que los hombres se dedicaban al desmonte del campo, que después cultivaban junto con las mujeres; construían sus piraguas y fabricaban sus arcos y flechas19; obtenían también la materia prima de la corteza de algunos árboles con los que se confeccionaban los vestidos. Las mujeres, por su parte, además de cultivar el chaco se dedicaban a la alfarería, la elaboración de la 17 D’Orbigny señala que los Guarayo creían que los cristianos iban hacia el Occidente (2002, III: 1355). Creo que aquí, como sucede en el caso anterior al mencionar el lugar de residencia del Abuelo, el naturalista francés comete un error cambiando Occidente por Oriente. 18 Tras el enterramiento, por unos días la familia no se dejaba ver, ayunaba y pintaba su cuerpo de negro (d’Orbigny, 2002, III: 1355). 19 Una sucinta aproximación a la cultura material de los Guarayo tras la secularización es Hanke, 1950 y, recientemente, Gwarayu, 2007.
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chicha, y la hilatura del algodón producido con el que tejían algunas prendas para cubrirse y las hamacas, útil imprescindible en el interior de toda cabaña guaraya. En tercer lugar, en relación a la socialización de los Guarayo, ésta era diferenciada en función del género; en el caso de los varones, tras pasar su primera infancia junto a su madre, alrededor de los ocho años empezaban a acompañar al padre al campo, a la caza y eran adiestrados en la construcción y manejo de las armas hasta que lograban ser autónomos, momento en el cual escogían una compañera 20 con la que se unían, en medio de una reunión en la que participaban parientes y amigos, y en la que se bebía la chicha preparada por la familia de la joven, se cantaba y bailaba21. En el caso de las mujeres, las niñas guarayas permanecían junto a su madre, quien las instruía en la manipulación del algodón, hasta que con la primera menstruación eran sometidas a unos ritos de iniciación —ayuno, tatuaje en los brazos, pequeñas incisiones en el pecho— que mostraban a los demás su paso a la madurez. Finalmente, en cuarto lugar, en la familia guaraya la poligamia era elemento significativo pues el varón podía tomar, a lo largo de su vida, varias mujeres; esta situación se explicaba, entre otras cuestiones, por el hecho que permitía incrementar el número de hijos y, con ello, ganar consideración en la comunidad. En este contexto, añadía d’Orbigny, las mujeres tenían «poca libertad» dependiendo del padre y hermanos primero, del marido después.
Según d’Orbigny, hecha la elección el joven debía pactar con los hermanos de la mujer —«que son los que exclusivamente tienen derecho para disponer de su hermana»— las condiciones consistentes, bien en entregas de herramientas —hachas, cuchillos y otras—, bien en trabajo, usualmente la construcción de una casa o el desmonte de un campo para su posterior uso agrícola (2002, III: 1353). 21 Son escasas las referencias de d’Orbigny a la música y al canto. Explícitamente sólo hay mención al tema cuando en Ascensión, invitado el viajero por el «jefe guarayo» a participar en una ceremonia —invocando la presencia del Tamoi de quien solicitaron agua para sus sembradíos— en el interior de un tocai y ante la presencia de un determinado número de varones y mujeres, el más anciano «golpeó el suelo con una caña de bambú» (tacuara), siendo imitado por los demás y «cuando se logró el compás, el anciano entonó con una hermosa voz de bajo un himno que todos repitieron» sucediéndose los himnos —«llenos de figuras y de comparaciones ingenuas [acompañadas] con los sones del bambú»— cantados por todo el grupo, puesto en pie y en círculo (d’Orbigny, 2002, III: 1344). La ausencia de trabajos sobre la etnogénesis musical entre los Guarayo es absoluta, a diferencia de los estudios sobre los Guaraní-Chiriguano (Riester, 1989; VV.AA., 1997; Sánchez Canedo, 1998: 218-243). 20
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Es evidente, llegando al final del relato, que d’Orbigny compartió las tesis del buen salvaje rousseauniano cuando describió a los miembros del grupo, con quienes había tenido ocasión de hablar, intercambiar productos, participar en alguna de las ceremonias y rituales, y que incluso fue nombrado por los Guarayo como Cherú 22, y de los cuales dijo eran: «Grandes, bien plantados, casi blancos, dotados de una larga barba… los guarayos tienen una apostura altiva, los rasgos regulares y la expresión muy dulce. Su carácter responde perfectamente a su exterior; ofrecen el tipo de la franqueza, de la hospitalidad y de todas las virtudes. Buenos padres, buenos maridos, aunque graves por hábito, se creen, en medio de la abundancia y de la libertad salvaje, los más felices de los mortales. Sus ancianos, verdaderos patriarcas y oráculos de sus familias, encuentran respeto y sumisión en sus hijos» (d’Orbigny, 2002, III: 1353).
En suma, el naturalista francés, en su papel de etnólogo, percibió a los Guarayo como un grupo cuya vida transcurría en armonía con su entorno, sociedad autosuficiente que tenía en alta estima su independencia y que, en aras a su mantenimiento, rechazaba toda sujeción al régimen misional. Porque, ciertamente, durante su estancia en la zona tuvo tiempo y modo de constatar los escasos avances hechos por los religiosos en la conversión al cristianismo de los Guarayo, quienes sólo aceptaban residir en los poblados a cambio de la obtención de herramientas que aquellos les proporcionaban, y no dudaban en dejar los poblados y remontarse cuando, bien dejaban de percibir tales útiles, bien eran obligados a determinadas prácticas sociales, cuestiones estas sobre las que volveremos en el momento de abordar la historia de la conquista y reducción del grupo. El mismo Francisco Lacueva, único misionero en la región, le había manifestado el rechazo de los Guarayo a las prescripciones de la religión católica y señalado que incluso los pocos que recibían el bautismo, continuaban con sus prácticas tradicionales; de ahí que d’Orbigny no albergara dudas acerca del escaso ascendente ejercido sobre la población por el franciscano de quien, no obstante, decía, era «muy estimado» por los indígenas. Con todo, los relatos más completos sobre el mundo guarayo son los proporcionados por los misioneros franciscanos llegados a la región a inicios de la década de 1840, como veremos a continuación.
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Cherú es traducido por d’Orbigny como hermano (2002, III: 1345).
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2. UNA PERCEPCIÓN MISIONERA. LAS «NOTICIAS DE GUARAYOS» DE FR. JOSÉ CORS, 1840-1877 CIRCA
El relato más detallado de la cosmovisión y praxis social de los Guarayo es el escrito por el franciscano José Cors quien, procedente del Colegio de Propaganda Fide de Sucre, llegó a la región acompañado del también franciscano, Manuel Viudez, para hacerse cargo de la antigua Trinidad, y que permaneció en la región hasta 1877, cuando retornó a Sucre. Sus «Noticias de Guarayos», basadas inicialmente en los apuntes históricos transmitidos por el Padre Lacueva y, probablemente, en las informaciones recibidas del por entonces anciano Luis Curubaré23, a los que agregó sus propias observaciones, fueron iniciados, probablemente, a los pocos años de su llegada y retomados en sucesivas etapas hasta poco antes de su marcha24. La mirada de Cors, rica y compleja, debe ser analizada sin perder de vista la resistencia reiterada de los Guarayo a su reducción y conversión al cristianismo que, por ende, valoriza en mayor medida el «éxito» conseguido por los misioneros, y señalado por Cors en los años en que redactó el escrito. La mirada del religioso es, pues, sensiblemente diferente a la del naturalista francés, y la encontramos reiteradamente expuesta, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y aún en los primeros años del siglo XX, en los escritos enviados por los franciscanos a los órganos superiores de su Orden, ya en Bolivia o Roma, ya a la Sagrada Congregación de Propaganda Fide u otras instancias pontificias. Desde el inicio del relato observamos la percepción negativa de Cors cuando describe a los Guarayo como «soberbios, mentirosos, fingidos, tímidos, holgazanes, extremadamente devotos de Baco y Venus, como toda raza indígena» (Cors en Perasso, 1988: 14). Sin embargo, siguiendo la estructura del relato que se ha utilizado en el caso de las notas de d’Orbigny, veamos detenidamente la percepción que el misionero tuvo del espacio, la cosmovisión —probablemente la parte más significativa de sus descripciones etnográficas— y la praxis social de los Guarayo. Por lo que se refiere al primer aspecto, el espacio, constatamos el desinterés del misionero por abordar el patrón de residencia, tipo de construcciones que albergaban a los indígenas, extensión de los chacos, etc., y 23 Concuerdo con Pereira Soruco (1998: 61) que el autor de las informaciones sobre la cosmovisión guaraya no pudo ser otro que el por varios años (1793-1799 circa) «muchacho» del padre Gregorio Salvatierra, por entonces un hombre de alrededor de 65 años y reconocido líder indígena Luis Curubaré. 24 Vid. supra nota 10. La edición aquí utilizada, siempre que no diga lo contrario, es la recogida en Perasso, 1988: 5-75.
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focaliza su atención, interesada obviamente, en la descripción de los tocai, «especie de capillas» dice, que le servirá como base para abordar la «barbarie» que demuestran los indígenas en sus creencias, ritos y vida cotidiana. Eran los tocai, casas «regulares de figura octángula», cerradas con paredes de palo y barro, decoradas con figuras de animales «grotescamente pintadas», en cuyo interior se encontraban un número indeterminado de tacuaras, cañas gruesas, atadas en pares mirando al Oriente y apoyadas en un banco junto a la pared, al lado de las cuales había un tatapyrenda, o brasero, sobre el que colgaban algunas ptynoua, o pipas grandes para fumar, un rollo de pety, tabaco, y el mbaraca, calabaza ovalada con mango de palo y semillas, que contenía algunas piedrecitas que, con el movimiento de aquélla producían un sonido a modo de campanilla25; en el lado opuesto del banco se encontraban varias ñaepepo, o tinajas grandes, destinadas a contener en su momento la chicha. Finalmente, frente a las tacuaras, había un banco para el asiento del maestro o celebrante de la ceremonia, y otros bancos destinados a los invitados varones, cuyas mujeres debían permanecer de pie y detrás de aquéllos durante la celebración (Cors en Perasso, 1988: 22)26. Aunque del relato emergen una serie de elementos constitutivos del espacio guarayo tales como plantas, árboles, animales o accidentes geográficos presentes en el territorio, su rol en la narración es secundario pues sólo sirven para sustentar la descripción de la fiesta y los ritos vinculados a la vida cotidiana (nacimiento, enfermedad, matrimonio, muerte).
La Mbaraca es uno de los instrumentos musicales; otro de los instrumentos mencionados por Cors es el brazalete que llevaban las mujeres en las muñecas, una sarta de aguái hecho con las cáscaras del fruto así llamado que, cortado, vaciado y enhilado producía un «ruido como de nueces vacías» según Cors (Cors en Perasso, 1988: 23). Notemos la denominación de «ruido», con la carga negativa que implica, dada al sonido musical producido por dicho instrumento indígena. Un interesantísimo estudio sobre el «ruido» es Attali, 1995. 26 Una descripción más pormenorizada del tocai se encuentra en el informe fechado el 11/03/1851, enviado por el prefecto misionero de Guarayos, Fr. Pascual Bianchi a la SCPF del que he encontrado dos versiones (García Jordán, 2006: 100, nota 32). El tocai, se dice, son unas capillas muy reducidas —en las que no caben más de 20 hombres— en cuyo interior hay dos horcones o palos clavados en tierra, a una distancia de diez palmos, con un palo atravesado a la altura del pecho con huecos para servir de apoyo a las tacuaras, a su vez. Éstas, por su parte, son de unos cinco palmos de longitud, adornadas con «amarradijos» de hilos. Otros elementos del espacio interior del tocai son dos bancos de madera —«palo mal cuadrado que sirve de asiento»— y, en un rincón, un fuego sobre el que reposa una tinaja grande destinada a contener la chicha. 25
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A diferencia de la parquedad de las notas relativas al espacio guarayo, la descripción que hace Cors de la cosmovisión del grupo es rica en datos pues, en funciones de etnólogo, no duda en interpretarlos a partir de la lógica reduccionista que enfrenta su percepción negativa del guarayo bárbaro / salvaje / pagano frente al civilizado / reducido / cristiano. Particular énfasis concede el franciscano a dos cuestiones, el mito de origen alrededor del Tamoi o Abuelo27, y el tránsito de la vida a la muerte con el recorrido que el indígena debe hacer hasta llegar al territorio en el que aquél reside y encontrarse con él. Por cuanto se refiere al primero, en que Cors no deja de notar que los Guarayo se nutrieron en su mitología de la historia de Noé y sus tres hijos, señala que para los Guarayo el inicio del mundo era un «todo» de agua de la que emergió un gusano, Mbir, que, haciéndose hombre por propia voluntad, Mbiracucha28, creó la tierra. En esa coyuntura apareció el Zaguaguayu29, del que los Guarayo no sabían explicar su origen y que, para sorpresa de Cors, no obstante ser reconocido como primer Abuelo, no consideraban creador del mundo30; este personaje tenía un hermano, Abaangui31, quienes junto al Candir conformaban los cuatro personajes de la mitología guaraya. Así, Mbiracucha, Abaangui, Candir crearon las tierras ocupadas ahora por sus nietos, respectivamente, los portugueses32, los guarayos y los 27 Son numerosas las versiones del mito de origen, del surgimiento del mundo y de los Guarayo, que como todo mito va reelaborándose en el tiempo. En el caso guarayo, el mismo Perasso ofrece en su obra dos versiones del mito recogidas en el pueblo de Ascensión durante el año 1988 y que recoge en su trabajo (1988: 85-87). 28 Nótese cuán similar es el nombre al Viracocha/Wiraqucha usado por los quechuas para nombrar a una deidad andina, héroe cultural, apelativo que, tras la conquista europea fue utilizado para nombrar a los colonos blancos. 29 Nombre que según Cors significa «corona de plumas amarillas» (Perasso, 1988: 19). 30 En el informe original enviado por el prefecto Bianchi a la SCPF en 1851 que, recordemos, recoge fundamentalmente las anotaciones de Cors, se dice sin embargo que Zaguaguayu, una vez hecho hombre, «Hallándose sólo en este estado hizo a su mujer, que no he podido averiguar el modo cómo la produjo, ni tampoco si fueron dos, o más. Hizo producir a la tierra los árboles y plantas, crió los peces del agua, las aves del aire, los cuadrúpedos y reptiles de la tierra», en Archivum Generale Ordinis Fratrum Minorum (AGFM). Bolivia. Collegia. M/121, f. 799 anv. 31 Nombre que Cors traduce como «hombre de nariz caída» porque, siguiendo las informaciones obtenidas, tras repetidos intentos fallidos, por ridículos, de este ser para personificarse, finalmente acertó con la figura del «hombre» con una nariz tan larga y gruesa que de un manotazo se la rompió, de ahí el nombre (Cors en Perasso, 1988: 19). 32 Ésta era la denominación que, según Cors, los Guarayo daban a los brasileños (Cors en Perasso, 1988: 19).
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negros33. Necesitado el Abuelo de comer, creó entre otros alimentos el maíz, la yuca, el plátano y, mientras maduraban, se nutrió del camaapu o cama á pu34. Estando la yuca madura envió a su mujer —cuyo origen no se explica en la cosmovisión guaraya, aunque según anotó Cors, Curubaré «decía que había sido hecha de la costilla del Diablo»—35 a recogerla y preparar con ella el cangui, la chicha, que bebió hasta embriagarse, de ahí la incorporación de la borrachera a la tradición guaraya. Sin embargo, estos personajes se cansaron de vivir en esta tierra; así Abaangui se dirigió hacia el Poniente hasta que halló una tierra donde edificó una ciudad en la que residió a partir de entonces con sus nietos y a la que iban los Guarayo cuando morían; Zaguaguayu, por el contrario, se dirigió hacia el Oriente, el Naciente dice Cors36 y por razones no explicadas llegó hasta el extremo del mundo, a un lugar carente de sol y cielo, donde permaneció solo. En ese punto, las tradiciones guarayas parecían recoger, así fueron anotadas por Cors, el episodio del diluvio que forma parte también de la mitología judeo-cristiana, evento en el cual los «creadores» del mundo se salvaban, uno colocándose en un tari o calabaza redonda, otro subiéndose a una palma y, un tercero, convirtiéndose en cuervo, punto en el cual la mitología guaraya parece concentrarse en la figura de Abaangui, el Abuelo, el Tamoi, de los Guarayo. Una última reflexión a propósito del uso que del sustantivo Tamoi hace Cors en su relato es que en las notas recogidas por el prefecto Bianchi enviadas a la SCPF ya mencionadas antes, notas que no tengo dudas fueron redactadas por Cors, se dice que la palabra con la cual los Guarayo expresaban «la idea de Dios, que es Tupa, aunque la confunden con su Abuelo, a quien sólo llaman con la propia palabra de Cheramoi, mi Abuelo o Tamoi»37.
33 El informe enviado por P. Bianchi en marzo de 1851 a la SCPF, en AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, punto 22 (ff. 799 anv-rev.) incluye brevemente el relato aunque con algunas diferencias ya que menciona que los Abuelos de los humanos son tres, el Zaguaguayu —y se sobreentiende que, en este caso, los Guarayo son sus nietos— mientras que el Abuelo de los negros es Candir, y el Abuelo de los blancos es Yabayaré. No hay aquí ninguna mención de Abaangui. 34 Fruto agridulce de gran parecido a un pequeño tomate (Cors en Perasso, 1988: 19). 35 Sigo aquí el texto de Cors recogido en ACFB, Vol. III, nº 30 (Tarata, 1911), p. 630, pues el recogido por Perasso está, en el párrafo correspondiente, plagado de errores. 36 Relato de Cors en ACFB, Vol. III, nº 31 (Tarata, 1911), p. 662. En la obra de Perasso se dice, erróneamente, que Zaguaguayu se dirigió al Occidente (1988: 21). 37 Énfasis en el original, en AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, f. 799 rev. En el relato de Cors recogido en ACFB, Vol. III, nº 30 (Tarata, 1911), p. 630, se dice sólo que «Tienen una palabra que significa Dios (Tupa), pero no rinden homenaje alguno. Otros dicen que Tupa es Yavaré, jefe de los Carais y que el rey es su criado».
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Por cuanto se refiere a la segunda cuestión enfatizada por Cors, el tránsito de la vida a la muerte, el rito es cuidadosamente descrito por el religioso desde su inicio, tras la defunción del guarayo cuando su cuerpo es lavado, colocado en su mejor hamaca y con la cara al Poniente, hacia donde tiene que encaminarse para acceder a la tierra en la que reside el Abuelo 38. El difunto, cuyo cuerpo se ha lavado, pintado con aceite y urucú, adornado con una corona en la cabeza, plumas en nariz, orejas y gran parte de su anatomía, llevando un tari, o calabaza llena de chicha en su mano derecha, un atado de pajuelas en su mano izquierda, y portando también las tacuaras, el arco, las flechas y unas cañas dulces para regalar al Abuelo inicia su viaje hacia la tierra de promisión. El guarayo debe sortear, a lo largo del camino, una serie de obstáculos —salvar ríos y barrancos, obtener la ayuda de varios animales en su tránsito— que sólo podrá salvar con éxito ayudado con los instrumentos que porta, siempre y cuando haya tenido un buen comportamiento en su fase terrenal pues, en caso contrario, bien se despeñará, bien será devorado, bien se perderá y, en consecuencia, su acceso a la tierra del Abuelo será imposible. Por el contrario, en caso de salir victorioso de todas las pruebas llegará a la ciudad habitada por el Abuelo quien, tras recibir los obsequios que el guarayo trae consigo y con un «Bien seas bienvenido. Habitante de la muerte! Aquí sí que estaremos: aquí no hay cosa mala para nosotros; aquí gozaremos de todo placer y contento» lo conducirá a la plaza, le ofrecerá chicha, le lavará todo el cuerpo con agua —operación esta que permitirá al difunto sanar de todas las enfermedades y desprenderse del ichinguer, del tufo o mal olor adquirido tras el contacto con los cristianos—, le vestirá y adornará, tras lo cual: «para que nada falte a su perfecta felicidad le proporciona un escuadrón de mujeres, a cual más hermosa, para que se escoja con qué desposarse. La escoge el Nieto; y después de celebrado el Matrimonio le señala el Abuelo la ciudad que ha de habitar, donde vive con su mujer la misma vida que aquí, esto es, haciendo chacras, procreando hijos, y con perpetua borrachera»39. En un reciente trabajo se sostiene, incorrectamente, que Cors omitió deliberadamente el primero de los pasos a seguir por el alma del guarayo muerto en su viaje a la tierra prometida (Pereira Soruco, 1998: 14). Ignoro la razón del error del autor pues tanto en la obra de Cardús (1886: 81), como en la de Perasso (1988: 27), como finalmente, en la de ACFB, Vol. III, nº 33 (Tarata, 1911), p. 732, se recoge, con ligeras variantes, este primer paso. 39 Sin embargo, según relata Cors, dado que el Nieto no iba al cielo, sino a la tierra del Abuelo en la que se tenían las mismas necesidades que en la vida terrenal, el guarayo debía continuar las faenas agrícolas para procurarse el sustento y para homenajear al Abuelo (Cors en Perasso, 1988: 31). 38
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Finalmente, por lo que se refiere a la praxis social de los Guarayo, el relato de Cors es parco en detalles a diferencia de la gran cantidad de información que, como se ha visto, proporciona sobre su cosmovisión y, como veremos más adelante, la historia de su reducción. Los aspectos que llaman la atención del misionero son la antropofagia40; la ausencia de autoridad, con el correlato consiguiente de los conflictos que sólo son resueltos por «la ley del más fuerte»; la importancia del trabajo colectivo, tanto en la construcción de las cabañas de cada familia como en la siembra y recolección de las cosechas; y los diversos ritos seguidos en el nacimiento, la socialización de los infantes, la pubertad —el relato se detiene en el rito de paso de las niñas a la edad adulta tras su primera menstruación— y su superación para acceder al matrimonio41. La atención del franciscano se detiene, especialmente, por razones evidentes que tienen mucho más que ver con su actividad misionera y la demostración posterior del éxito de dicha actividad que con su rol de etnólogo, en estos últimos puntos. Por ello, refiere primero la importancia que tiene entre los Guarayo la socialización de los infantes que en el caso de los varones corre a cargo del padre, quien confecciona un pequeño arco para que aquéllos se ejerciten en la caza, y en el caso de las niñas corresponde a la madre que la introduce en los «oficios mujeriles» como son, entre otros, el acarreo de agua, la recogida de leña y el trabajo en los chacos en lo que se observa una división del trabajo según la cual el varón se dedica prioritariamente a la construcción de la casa, la caza y la pesca, y la mujer al resto de actividades que garantizan el sustento y la vida cotidiana de la familia. Segundo, en relación al matrimonio señala que la mujer llega al mismo tras ser entregada por el padre y, en su defecto, por la madre o los hermanos; Cors deja constancia en este punto de la existencia de la poligamia —aunque a diferencia de d’Orbigny no se detiene a averiguar el porqué—, del aborto y del infanticidio, sobre cuyas prácticas no da tampoco razones y sólo señala el uso que en éstas se hace de diversas plantas venenosas. Antropofagia de la que, según Cors, existían «datos positivos», en particular relativas al «Abuelo, de quien dicen que iba con su gente a pelear contra los Chiquitanos; que cada Guarayo mataba y traía dos; que el abuelo no comía sino carne de Chiquitanos; que allí no había otra cosa que poder cazar; pero que nunca le faltaba carne al Abuelo, por ser también hechura suya los Chiquitanos» (Cors en Perasso, 1988: 14), palabras que en el relato mítico guarayo traducía el secular conflicto con los Chiquitos. 41 Cuestiones todas ellas que, como sabemos, habían sido tradicionalmente utilizadas por los teólogos y los misioneros en las taxonomías de las poblaciones americanas en función del mayor o menor grado de barbarie. 40
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Y no quiero concluir este apartado sin señalar que, vinculado a una de las actividades desarrolladas por los varones, la caza, en el relato de Cors figura una creencia, «superstición» para el misionero, que me interesa anotar aquí. Prácticas vinculadas a la caza son el rechazo de la primera pieza cobrada «para que no se huyan los animales» y la consideración que tiene en las actividades cinegéticas la figura del «tigre»; puesto que, por un lado, si por casualidad el guarayo se cruza con dicho animal en el camino, y el cazador lo flecha, debe arrojar el arco y las flechas «para que sus compañeros no vengan a tomar venganza de su pariente»; por otro lado, en caso de que el guarayo sea de alguna manera herido por el felino, «pierde el ser de hombre» y se convierte en «tigre» con lo que no puede acceder a la tierra del Abuelo. Finalmente, conviene señalar la importancia que Cors da en su relato a las celebraciones de los Guarayo en las que, bien sean generales, con la participación de toda la población; bien sean particulares, con la participación de los miembros de la familia con parientes y amigos, la embriaguez y la música —el canto en particular— son los dos elementos fundamentales. Las fiestas «con que honran y tributan culto a su Abuelo», descritas con profusión de detalles, se celebraban en los tocai, contando como prolegómenos preparatorios del banquete, con la caza y la pesca por parte de los hombres, y la preparación del cangui por las mujeres. Tras el banquete, todos los asistentes se daban un «baño de agua», se acicalaban con pinturas en diversas zonas del cuerpo y adornaban la cabeza, el labio inferior, la nariz, las orejas y, en el caso de las mujeres, también las muñecas, y totalmente desnudos entraban en el tocai. El celebrante solía ser el dueño del mismo, el jefe de familia o la persona de más edad y tras una serie de actos rituales42, se procedía a cantar diversas estrofas en honor del Abuelo, con el acompañamiento rítmico que producía el golpeteo de las tacuaras contra el suelo, y la bebida entre una y otra estrofa de la bebida servida en mates. Me interesa hacer aquí una digresión para notar, una vez más, la percepción negativa que Cors tiene respecto a los Guarayo cuando al referirse a la música, a los cantos realizados en el transcurso de las ceremonias al interior del tocai, afirma: «Concluida la incensación, toma una tacuara, la destapa y llena de chicha, bebe un poco de ella, y enseguida la pasa a la gente para que El celebrante llenaba de tabaco la petynoua, una especie de pipa, y tras encenderla le daba una bocanada expirando el humo sobre algunas de las tacuaras que, como se ha dicho antes, había dentro del recinto. Posteriormente, llenaba una de dichas tacuaras con el cangui y, tras beber un poco, compartía con el resto de miembros (¿varones?) el resto. 42
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todos beban también un poco. Acabadas estas ceremonias se vuelven a sentar, y toman todos las tacuaras una para cada uno. Se hace luego otra señal con el Mbaraca para principiar el canto, que empieza el Maestro [de la ceremonia] dando el tono. Al compás del canto en que los hombres hacen los bajos y las mujeres los contraltos, levantan todas las tacuaras y las bajan, golpeando al mismo tiempo el suelo con las puntas, formando con esta mezcolanza de ruidos y voces una cantinela algo melodiosa, pero sumamente lúgubre» (Cors en Perasso, 1988: 23)43.
Como vemos, al mismo tiempo que se asocia la bebida —y la embriaguez consiguiente con la carga negativa que también lleva consigo dicha costumbre— al ceremonial indígena, el salvajismo de los Guarayo no podía producir música, reservada ésta al mundo civilizado, sino sólo «ruido», y además, «lúgubre»44. La fiesta sólo se daba por concluida cuando el cangui se había agotado y, a lo largo de la misma, no se permitía a ninguno de sus participantes salir del tocai —con la excepción de cumplir con las necesidades perentorias—, de la misma forma que se impedía entrar a todo extraño a la familia o comunidad. Estas fiestas finalizaban, notemos nuevamente la negatividad de la afirmación, con «gritos, ahullidos [sic], palos, golpes, heridas y toda suerte de obscenidades» (Cors en Perasso, 1988: 24). * * * Es evidente la diferente percepción que del mundo guarayo tuvieron los dos autores hasta aquí reseñados, positiva en d’Orbigny y negativa en Cors, como consecuencia primero, de su diversa posición de partida teórica, científico ilustrado uno, hombre de fe, misionero el otro; segundo, del objetivo perseguido, pues mientras el escritor-viajero, como se autodenominaba el primero, tenía interés por contribuir con el texto a la literatura científica cuyas obras formaban parte por entonces del «dominio de las clases ilustradas, y constituyen, gracias a los inmensos progresos que hicieron
El énfasis es mío. Como señala Sánchez Canedo (1998: 241, nota 11) la noción de ruido es subjetiva ya que en términos físicos no existe una diferencia entre sonido musical y no musical, por lo que la vinculación del «ruido», producido por instrumentos técnicos o humanos, al mundo salvaje tenía un sentido político. En mi opinión, la negativa concepción de la música indígena trascendía la política involucrando a la entera cultura de los tenidos por salvajes. Sobre el «ruido» remito al trabajo de Attali, 1995. 43 44
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últimamente… la materia general y particular, el complemento indispensable de toda educación liberal» (d’Orbigny, 2002: I, 13)45, objetivo del misionero era la «conquista» y «conversión» de los Guarayo y, por ende, el relato debía servir para legitimar y enaltecer el proyecto franciscano al propiciar la transformación del salvaje sometido a instintos primarios en civilizado, modelado por las reglas de la civilización.
Útil para entender la posición de partida del naturalista francés son las primeras páginas de su relato dedicadas a la organización del viaje, estudios cursados, personas contactadas, etc. (d’Orbigny, 2002, I: 13-18). 45
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2. EL ESTADO, LOS ORIENTES Y LAS MISIONES FRANCISCANAS, 1825-1939
Objetivo de este capítulo es, en primer lugar, y muy sucintamente, señalar las características fundamentales de la política desarrollada por el Estado boliviano en relación a sus Orientes desde la independencia y hasta fines de la década de 1930. Vistos los elementos más significativos de dicha política podremos abordar, en segundo lugar, el rol adjudicado por todos los gobiernos bolivianos, conservadores o liberales, a las misiones franciscanas como instrumento prioritario para la conquista y ocupación de sus fronteras o desiertos, territorios desconocidos ocupados por poblaciones indígenas no sometidas, en lenguaje de la época, bárbaras o salvajes. 1. EL ESTADO BOLIVIANO Y SUS ORIENTES
El surgimiento de la Bolivia republicana se produjo en 1825. Para entonces el país contaba con extensas regiones al Norte/Noreste (Amazonía) y Sur/Sureste (Chaco), lo que aquí denominamos Orientes bolivianos, en gran parte inexploradas y cuya vida discurría al margen de la temprana sociedad republicana. Común denominador a estas regiones era no sólo el desconocimiento existente sobre ellas, sino también la escasa cuando no nula existencia de vialidad con el resto del país, y la existencia de una población de indígenas nómadas o seminómadas insumisos que hasta entonces habían resistido la penetración colonial. Según el uti possidetis iuris, la extensión de Bolivia era de alrededor de 2.343.769 km2 —más del doble de los actuales 1.098.377 km2— territorio que, según la primera demarcación político-administrativa efectuada por el presidente Antonio J. de Sucre (23/01/1826), se distribuía en los departamentos de Chuquisaca, Potosí, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz1. Esta Datos de la organización político-administrativa extraídos de Miller, s.a. I: 38-39 y Pentland (1975). Extensión territorial en Pers García, 1996: 331. 1
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demarcación fue redefinida poco después con la creación del nuevo departamento de Oruro (5/09/1826) y las «provincias litorales» de Tarija y Cobija o Litoral (24/09/1831), organigrama político-administrativo que permaneció inalterable hasta el acceso a la Presidencia de José Ballivián en 1841. El efímero gobierno de Simón Bolívar fue seguido por el presidido por Antonio J. Sucre quien, bajo planteamientos liberales, proyectó reformas socioeconómicas que, con la excepción de las relativas a la iglesia católica, se saldaron con un rotundo fracaso2. La renuncia de Sucre dejó paso al gobierno de Andrés de Santa Cruz cuya administración logró instaurar un orden económico, político y social estable gracias a la cual pudo crear una estructura financiera estatal más viable que la precedente, conseguir mayor cantidad de recursos para el Estado y emplearlos para la configuración del incipiente aparato civil y militar de la nueva república (Klein, 1996: 125 pássim). El derrocamiento de Santa Cruz por una rebelión militar comandada por el general José M. Velasco (17/02/1839) y los conflictos con Perú dejaron paso en 1841 al acceso a la Presidencia del general José Ballivián, con quien se consolidó la hegemonía de los caudillos militares en el gobierno del país hasta 1880. Y, como he señalado en otro trabajo (García Jordán, 2001: 252 pássim), la administración Ballivián (1841-1847) constituyó un antes y un después en la historia del control de los Orientes bolivianos, dado que fue entonces cuando se diseñó el primer plan integral para el conocimiento, ocupación y control del territorio y de los habitantes, en el que se aprobaron los instrumentos —colonias militares y religiosas— y las medidas destinadas al logro de tales objetivos. La implementación del proyecto orientalista de Ballivián3 debía lograrse a partir de, primero, la aprobación de un corpus legal, siendo una de las leyes más significativas la creación del departamento del Beni (18/11/1842) aprobada poco después del decreto (6/08/1842) por el que, por un lado, se estableció que la antigua gobernación de Moxos pasara a ser «gobierno independiente sujeto directamente al poder central de la República» ejerciendo el cargo el correspondiente Gobernador; por otro lado, se otorgó a los indígenas de
2 Como ha estudiado Lofstrom (1982), los proyectos reformistas abordados por Sucre afectaron a los bienes económicos de la iglesia regular y secular (diezmos, capellanías, cofradías y obras pías en general) y siguieron los planteamientos liberales sobre la cuestión diseñados en el Trienio Liberal español. Ver también sobre el tema los trabajos de José M. Barnadas (1976) y Roberto Vada Palma (1995). 3 Un análisis del proyecto orientalista de Ballivián es Groff Greever, 1987.
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la región «la dignidad de hombres libres y ciudadanos con pleno goce de sus derechos y prerrogativas»4; segundo, del patrocinio de viajes de exploración del territorio y de los ríos orientales; tercero, la mejora de la red viaria para la comunicación entre el altiplano y sus regiones periféricas, y la construcción de nuevos caminos que posibilitaran, ya la expansión de la frontera interna a partir del desarrollo de un vasto programa colonizador, ya la presencia del Estado en todas aquellas regiones que permitiera la defensa de sus confines territoriales, siempre imprecisos; y, finalmente, Ballivián proyectó el levantamiento de la que sería primera carta geográfica del país, que sólo fue publicada en 1859 bajo la gestión del gobierno de José Mª Linares (1854-1861) y que aquí se adjunta —mapa 2—5. Y, como veremos más adelante, me interesa notar que fue con Ballivián con quien, como antaño hiciera Santa Cruz, se confió a los misioneros franciscanos la reducción de las poblaciones insumisas de las tierras bajas cuando se aprobó el primer reglamento misionero (22/02/1845); éste, sin embargo, no se aplicó al contener varias disposiciones incompatibles con las dictadas por la Congregación de Propaganda Fide6. La caída de Ballivián supuso, también, la marginación de su proyecto orientalista pues, aunque en las siguientes tres décadas los gobiernos bolivianos dieron reiteradas medidas relativas a las denominadas fronteras7 y los indígenas que las ocupaban —los denominados en el censo de 1854 como «tribus salvajes», estimados entonces en cifra absolutamente especulativa en 760.000 individuos8— la praxis histórica mostró la absoluta dejación por los poderes públicos respecto a los Orientes que llegó a su cenit en 1867 cuando la administración Melgarejo cedió al Brasil, alrededor de
4 Las medidas de 6 de agosto y 18 de noviembre de 1842 recogidas en Limpias Saucedo, 1942: 3-4, 16. 5 Aspectos relativos a la elaboración y publicación del mapa en Roux, s.a: 77-119; Gumucio, 1988: 97-106; García Jordán, 2001: 252-253, nota 12. 6 Reglamento publicado en Archivo de la Comisaría Franciscana de Bolivia (ACFB), V.VIII, nº 91 y 92 (Tarata, 1916), pp. 313-321, 355-356. 7 Concepto éste que se utilizó, frecuentemente, para designar los territorios periféricos ocupados por poblaciones no sometidas y en los que la presencia del Estado era escasa o nula. En este sentido el concepto trascendió la dimensión política (territorio limítrofe con los países vecinos) e incorporó la dimensión socioeconómica. Entre los escasos trabajos relativos al tema en la historia republicana ver Lavadenz, 1925, y el más genérico de Sanabria Fernández, 1958. 8 «Censo Jeneral de la Población de la República, formado en el año de 1854», que cifró la totalidad de habitantes entre los que se contaban los indígenas no sometidos, en 2.326.126 individuos, recogido en Aguirre, 1855.
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250.000 km2 de su territorio amazónico9. No mejoró la situación cuando Melgarejo fue derrocado por Agustín Morales, quien permaneció apenas dos años en el poder. Sin embargo, fue bajo su gestión cuando el Ejecutivo sancionó el considerado (13/09/1871), frecuentemente, como primer reglamento misionero aunque, en realidad, fue el segundo. Posteriormente, bajo la gestión de Hilarión Daza (1876-1879) hubo un tímido repunte del interés por los Orientes como se desprende de la aprobación de varias medidas, pero en la práctica la política orientalista de los gobiernos bolivianos no dejó de ser, entre 1825 y 1880, un espejismo como consecuencia de la inestabilidad política, del interés prioritario de los grupos dirigentes por la explotación argentífera, y de la escasez de recursos públicos que permitieran implementar aquella política. Paradójicamente, la «necesidad» de ocupar los Orientes planteada por la mayoría de los gobiernos bolivianos en los primeros sesenta años de la historia republicana, que se visibilizó en el primer mapa de la república (1859), fue conformando un discurso en el que la colonización de las fronteras devino ingrediente significativo del imaginario colectivo. La consolidación de este imaginario se produjo en las dos últimas décadas del siglo XIX tras el acceso al poder de la oligarquía conservadora, en una coyuntura en que Bolivia había perdido su salida al mar tras la derrota de sus ejércitos en la Guerra del Pacífico. La década de los ochenta se inició con el acceso al poder de las élites conservadoras chuquisaqueñas que promovieron una política modernizadora de la economía y la sociedad boliviana como no tuvo parangón en el pasado. La presencia de los empresarios mineros en el Congreso de 1880 tradujo el progresivo interés de los mismos por la política nacional pues, rotos sus vínculos con el capital chileno tras la Guerra del Pacífico e interrumpidas sus exportaciones, se vieron obligados a asumir que sus intereses como grupo hegemónico pasaban por la implantación de un gobierno estable y sólido desde el punto de vista financiero que, además, pudiera contribuir a la financiación de las redes ferroviarias, vitales para la explotación de los recursos mineros. El crecimiento que se produjo en este sector provocó un aumento de la demanda de alimentos y mano de obra que se
9 Sobre la confusión en torno a la extensión de la región cedida al Brasil —entre 100.000 y 450.000 km2, según los autores— ver García Jordán, 2001: 253, nota 13. Recordemos que por el «Tratado de Amistad, Límites, Navegación, Comercio y Extradicción», o tratado López Netto-Donato Muñoz (27/03/1867), Bolivia obtuvo el libre acceso al Amazonas a cambio de la cesión de una parte de su territorio —la región inexplorada de la línea Madeira-Yavarí, incluyendo el curso completo del Madeira— al Brasil. Ver Muñoz, 1868: 203-210.
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tradujo, a su vez, en un incremento de la producción no sólo de granos, sino también de la agricultura comercial favorecida por el acceso a nuevos mercados propiciada por las conexiones ferroviarias. Y, consecuencia directa del aumento de la demanda de productos agrícolas se produjo el asalto a las tierras de comunidad, tanto en las tierras altas como en los valles adyacentes10. El proyecto político conservador alcanzó también a los Orientes como consecuencia, primero, de la presión de los sectores propietarios fronterizos por ocupar dichas regiones tanto en el Nor/Noroeste, donde por entonces estaba en alza la extracción del caucho, como en el Sur/Sudeste para la expansión de la frontera agropecuaria; segundo, de la derrota sufrida por los ejércitos bolivianos en el conflicto del Pacífico que, como es sabido, comportó la pérdida de Bolivia de su acceso al mar y la amputación de alrededor de 120.000 km2 de su territorio; tercero, del interés de los nuevos dirigentes políticos por reivindicar la soberanía del país en territorios cuya posesión era controvertida tanto en el Noroeste como en el Sudeste11. Fueron estos factores los que, a mi entender, provocaron el cambio cuantitativo y cualitativo de la política desarrollada por los gobiernos bolivianos en los Orientes. La administración Campero y los gobiernos que le sucedieron hasta 1899 modificaron la estrategia estatal relativa a la ocupación y control del territorio, de la que formaron parte el patrocinio de viajes exploratorios a las por entonces aún insuficientemente conocidas regiones orientales; el fomento de estudios relativos a la implementación de una infraestructura de comunicaciones como vía para el crecimiento económico; la aprobación de una amplia legislación que propiciara la colonización del territorio y la explotación de los recursos naturales; y, finalmente, un impulso decidido al establecimiento de fortines, «empresas industriales» y especialmente de misiones, en los territorios Buena síntesis de los aspectos más significativos del período 1880-1930 en Klein, 1996: 161-196, y del mismo autor su trabajo de 1969; también Irurozqui, 1994. Por lo que se refiere a la política sobre las tierras de comunidad ver, entre otros, Platt, 1982; Langer, 1988: 59-95; Langer y Jackson, 1990: 9-32. 11 En la década de los ochenta el diferendo fronterizo afectó fundamentalmente a los territorios del Sudeste, donde en función del uti possidetis de 1810, Bolivia pretendió tener derechos sobre el Chaco Boreal —que se extiende entre el Paraguay y el Pilcomayo— y el Central —que abarca el territorio ubicado entre el Pilcomayo y el Bermejo—. Por lo que se refiere a la región del Noroeste, los conflictos fronterizos no se presentaron hasta fines del siglo XIX. Sin embargo, la preocupación por la defensa de la frontera apareció reiteradamente en los informes prefecturales y ministeriales al Congreso desde inicios de la década de 1880. 10
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orientales. Sin embargo, como tendremos ocasión de comprobar, éstas se vieron sometidas, paradójicamente, a una creciente presión secularizadora por parte de los sectores propietarios involucrados, por un lado, en la expansión de la frontera agropecuaria; por otro lado, en el boom cauchero. Cuando, tras la llamada «guerra federal», los liberales accedieron al poder (1899), en el que permanecieron hasta 1919, pareció que el proyecto planteado desde 1880 podía hacerse realidad tanto más cuanto que, bajo la gestión de José Manuel Pando (1899-1903), el país había visto cercenado el territorio del Acre tras la derrota sufrida frente a Brasil en la guerra homónima. Es en este contexto que los Orientes cobraron un inusitado protagonismo tanto por su función económica, dada la riqueza de sus recursos naturales, como por su función política, al constituir la plataforma que permitiera demostrar a los nuevos dirigentes paceños su capacidad para construir la nacionalidad y defender la soberanía de Bolivia. La expansión de la frontera agropecuaria y la explotación de las gomas provocó, de nuevo, un incremento de la presión secularizadora sobre las misiones que, no obstante el radicalismo liberal que se plasmó en la aprobación gubernamental de nuevos reglamentos misioneros, continuaron siendo consideradas por los gobiernos bolivianos el principal instrumento de colonización de los Orientes. Esta política se mantuvo en la década de 1920 cuando, tras la caída de los liberales —afectados por la recesión económica producida en el país consecuencia de la guerra de 1914/1918— el nuevo partido Republicano, integrado por antiguos conservadores y disidentes liberales, accedió al poder. Sin embargo, para entonces el papel de las misiones —que parecían haber alcanzado el cenit— fue constantemente cuestionado por diversas élites regionales y sometido a un progresivo control político que llegó a su máxima expresión en 1937 cuando David Toro, como presidente de la Junta Militar, en el poder tras el golpe de estado dado el 17 de mayo de 1936, sancionó el reglamento misionero de 26/01/1937 que fue el precedente inmediato de la secularización que llegaría en 1938/1939. Considerando, pues, que a lo largo de la historia de la Bolivia republicana las misiones católicas han sido el principal instrumento, tanto del poder político central como del regional, para la conquista y ocupación de los Orientes, es llegado el momento de abordar los hitos más significativos de dicha política en relación a la actividad misionera.
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MAPA 2. BOLIVIA, 1859
Fuente. Elaboración propia a partir de Roux, 2000: 61. 41
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2. LAS MISIONES FRANCISCANAS, INSTRUMENTO PRIORITARIO DE LOS GOBIERNOS REPUBLICANOS PARA LA CONQUISTA Y OCUPACIÓN DE LOS ORIENTES
Las misiones existentes en la Audiencia de Charcas a fines del siglo XVIII estaban adscritas a los colegios misioneros de Tarija (1755), Tarata (1796) y Moquegua (1795). Los Colegios y las misiones se vieron gravemente afectados tanto por los conflictos independentistas desde inicios de la década de 1810 como por la política dictada por los primeros gobiernos bolivianos que, imbuidos de las tesis ilustradas sobre la inutilidad de las órdenes religiosas y de la subordinación de la iglesia católica al poder civil, dieron diversas medidas en tal sentido. Es conocido que Bolívar puso a los religiosos bajo la autoridad de los obispos (27/07/1825) y decretó el cierre de todos los noviciados (29/08/1825); el mismo Bolívar primero, y Sucre más tarde, dictaron sendos decretos (11/11/1825 y 16/03/1826) por los que todos los conventos de religiosos varones existentes en el país —con excepción de seis— fueron clausurados. Para entonces, gran parte de los misioneros, en su gran mayoría españoles peninsulares, habían dejado las misiones y retornado a Europa. En este contexto, los estudios de la Bolivia del período muestran que los gobiernos de la temprana república tuvieron que enfrentarse a retos tales como la postración económica o la inestabilidad política y, por ende, los Orientes, que a fines del siglo XVIII y primeros años del siglo XIX habían sido objeto de atención preferente de la Corona y la Iglesia, con el apoyo de algunas élites regionales (García Jordán, 2001: 36-39), devinieron invisibles. El análisis del discurso y la praxis política de todos los gobiernos bolivianos en relación a las misiones permite señalar dos grandes etapas: la primera, desde la independencia y hasta el fin del caudillismo político, en 1880, período dominado por el desinterés del poder político con respecto a los Orientes salvo las coyunturas de los gobiernos de José Ballivián en los cuarenta y, en mucha menor medida, de Agustín Morales en la década de 1870; la segunda, iniciada en 1880 cuando el acceso de los empresarios mineros chuquisaqueños, y después paceños junto a los sectores a ellos vinculados, propiciaron en forma progresiva el surgimiento de Bolivia como Estado-nación y, en ese contexto, se produjo un cambio fundamental en la estrategia estatal relativa a las fronteras. Esta etapa concluyó tras la Guerra del Chaco, cuando fue evidente la crisis del sistema político tradicional y, con él, de la función hasta entonces adjudicada a las misiones como instrumento para la expansión de la frontera interna.
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2.1. Los Orientes, abandonados a «una naturaleza silenciosa y salvaje o a reuniones nómades»12, 1825-1880
Los primeros gobiernos bolivianos no sólo ignoraron toda cuestión relativa a los Orientes sino que, consecuencia de su proyecto político, aprobaron una serie de medidas que penalizaron la actividad misionera y, en consecuencia, los religiosos que permanecieron en la región se redujeron al mínimo y los poblados misionales se despoblaron como consecuencia del remonte indígena, cuando no cayeron bajo el control y la explotación de comerciantes, propietarios agropecuarios y aventureros de variada índole. En este contexto, el acceso a la Presidencia del liberal Andrés de Santa Cruz provocó una lenta pero progresiva visibilidad de los Orientes, como mínimo desde el punto de vista ideológico. Bajo su administración se aprobaron tres importantes disposiciones y se impulsaron algunas iniciativas relativas a la actividad misionera. La primera medida (decreto de 22/01/1830), y la primera ocasión en que un gobierno boliviano pensó en las misiones como instrumento de «reducción» indígena, señaló que los franciscanos fueran destinados, en calidad de párrocos misioneros, a las doctrinas existentes en las misiones de Mosetenes, Caupolicán, Guanay, Yuracarés, Guarayos y Cordillera (Colección, 1834, 2: 230-231). La segunda disposición fue la ley de 27/09/1831 por la que el convento de San Francisco de La Paz fue reconocido como Colegio de Propaganda Fide para que, junto a los ya existentes en Tarija y Tarata, impulsaran los noviciados como centros de formación de los religiosos con destino a las misiones (Colección, 1835, 3: 118-119). La tercera medida fue la ley de 28/09/1831 por la que las misiones quedaron sujetas al control del Gobierno13. Paralelamente, el presidente Santa Cruz autorizó y recomendó el viaje a Europa del franciscano Andrés Herrero (1833-1834) para que recabara del Vaticano y de sus superiores jerárquicos atribuciones para captar religiosos con destino a las misiones americanas14, y aprobó algunas disposiciones para la
Palabras del ministro del Interior del gobierno Ballivián en su informe a la Convención de 1843 acerca de la necesidad de desarrollar una política orientalista eficaz en Gutiérrez, 1843: 6. 13 Explícita mención de la ley en el informe del fiscal de la República sobre el reglamento de misiones aprobado por el Ejecutivo en 1871 (Ercole, 1871: 12-13). 14 Aunque la iniciativa fue de Herrero, antiguo misionero entre los Mosetenes, quien presentó su proyecto de restauración de las misiones a las autoridades diocesanas de La Paz y al Ejecutivo, el plan interesó tanto a las autoridades eclesiásticas como al gobierno bolivianos, que le dieron cartas de presentación y financiaron parcialmente su viaje. Sobre todo lo relativo al proyecto de Herrero, el cuestionamiento de su autoridad por los 12
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concesión de terrenos (Corvera Zenteno, s.a. [1926]: 11-16) y dotación económica a los conversores. La praxis histórica mostró que la llegada de los religiosos europeos —franciscanos italianos y españoles— a partir de mediados de la década de 1830 provocó una reactivación de la actividad misionera en Bolivia que se vio impulsada, además, por la aprobación de nuevos Colegios misioneros pues, a los existentes en La Paz, Tarata y Tarija, se sumaron los de Sucre (1837) y Potosí (1853), cuyo establecimiento requirió de la previa aprobación gubernamental, una prueba más del interés del poder político boliviano en potenciar la actividad misional (Vázquez Machicado, 1991). Con todo, la actuación misional estaba destinada por entonces a las tradicionales tareas evangelizadoras y a «ganar brazos útiles para la industria» (Linares, 1840: 40). Aunque Santa Cruz promovió las primeras disposiciones para la reactivación misionera, no fue hasta la administración Ballivián cuando las misiones parecieron cobrar un papel protagonista. Este proceso se fue implementando también como consecuencia, en algunos casos muy directa, del interés de los colonos por asegurarse la colaboración misionera para reducir a los bárbaros, para domesticarlos y utilizarlos como mano de obra en el caso que las empresas colonas lo requirieran. Conviene matizar, sin embargo, que bien cuando la resistencia indígena hacía imposible su incorporación, bien cuando la expansión de la frontera colona no demandaba brazos indígenas fueron los fortines el instrumento utilizado para el control, represión o exterminio indígena (García Jordán, 2001: 282-283). Indicativo de la importancia concedida por Ballivián a las misiones como uno de los instrumentos básicos para la conquista de los Orientes fue la aprobación del que podemos considerar el primer reglamento misionero (22/02/1845)15. Sin embargo, el texto nunca fue aplicado al contener disposiciones incompatibles con la legislación dictada por la Congregación de la Propaganda de la Fide a la que estaban sujetas las misiones16, y fue provinciales franciscanos en España, Italia y Bolivia y el resultado de sus viajes «recolectores» de religiosos ver García Jordán, 2001: 285-286. 15 Una copia del texto fue encontrada por Fr. Bernardino Pesciotti en la sacristía de la iglesia de Santa Ana (entonces provincia de Velasco), y fue publicada en ACFB, V.VIII, nº 91 y 92 (Tarata, 1916), pp. 313-321, 355-356. 16 Entre otras, el reglamento otorgaba al Ejecutivo boliviano el nombramiento de los prefectos misioneros, uno por cada diócesis, entre una terna propuesta por los respectivos obispos, y otorgaba a éstos una autoridad en las misiones y aún en los Colegios de Misiones superior a la de sus respectivos guardianes, además de otros detalles que eran competencia exclusiva de la Congregación de Propaganda Fide.
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ignorado o, cuando menos, desconocido no sólo por los gobiernos posteriores, sino por los mismos misioneros; fue en 1871, con motivo de la aprobación de un nuevo reglamento misionero, cuando la Comisión de Negocios Eclesiásticos del Congreso de 1871 hizo una leve referencia al texto de 1845 del que señaló «no remedia [ba] uno sólo de los muchos inconvenientes que se dejan sentir en las Misiones» (Ercole, 1871: 16). Con el objetivo de constatar los cambios introducidos en el futuro interesa notar que el citado reglamento de 1845 disponía la existencia en cada misión de dos misioneros, quienes debían primero establecer escuelas «de primeras letras» para la instrucción de los niños en la lectura, escritura —no se dice explícitamente aunque se supone que la alfabetización sería en castellano— el dogma y la moral; segundo, introducir a los indígenas en las actividades agrícolas, ganaderas y comerciales, además de inducirles a la obedicencia al poder civil; tercero, instaurar un nuevo régimen político controlado por el Conversor, encargado de designar «provisoriamente una autoridad local» que cuidara del gobierno de la misión y protegiera la propiedad de los indígenas17. El reglamento contemplaba la subordinación de los religiosos al poder civil, sin el permiso del cual no podrían acometer ninguna nueva «reducción de tribus salvajes». Aunque el reglamento misionero dado por Ballivián, como el resto de su política orientalista, cayó progresivamente en el olvido, la mayoría de los gobiernos que le sucedieron no dejaron de considerar los «éxitos» obtenidos por las misiones en la civilización de las poblaciones indígenas hostiles que, cuanto menos, permitían la apertura de nuevos caminos, el tránsito de pasajeros y mercancías y, por ende, la ocupación de las fronteras. La resistencia indígena a la penetración misionera fue una de las razones que obstaculizaron por entonces la fundación y supervivencia de los poblados misionales en los Orientes, pero otra razón tan importante como la anterior fue, paradójicamente, el avance del frente colono. La praxis histórica mostró que, tras una primera y normalmente corta etapa reduccionista Aunque no se explicita de qué tipo de propiedad se tratara, Ballivián pensó, probablemente, en el acceso a la tierra como había previsto para los indígenas benianos cuando por decreto de 6/08/1842 —disposición tanto de carácter político-administrativo como relativa a la ciudadanía indígena y a la colonización del territorio— se aprobó la constitución del departamento del Beni y reconoció a aquéllos como «ciudadanos bolivianos y como tales capaces de los derechos de igualdad, libertad y propiedad», al mismo tiempo que ordenó la distribución entre ellos, igual que a los forasteros que arribaran, de tierras de las que serían «propietarios con pleno dominio de las porciones adjudicadas». Sin embargo, la distribución de las parcelas se dejó al arbitrio de un futuro reglamento, que no llegó a redactarse, y al pago de una contribución económica. Decreto en Limpias Saucedo, 1942: 3-4. 17
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concluida con la concentración indígena, la presión de los sectores propietarios y comerciantes por obtener tierras y acceder a la mano de obra indígena provocó el surgimiento de importantes conflictos con los misioneros. Estos sectores, a menudo en connivencia con las autoridades departamentales, superada la fase inicial de la conquista, abogaron por la desaparición del sistema misionero y la transformación de la misión en beneficio cural —la secularización—, con lo que la mediación misionera desaparecía permitiendo a los empresarios agropecuarios y comerciantes un trato directo con las poblaciones indígenas y, por ende, fijar las condiciones para su contratación como mano de obra, desarrollo del comercio y el acceso a los terrenos misionales. Esta presión secularizadora se empezó a manifestar a fines de la década de 1850, aunque se incrementó progresivamente en las décadas posteriores, y estuvo presente tanto en las fronteras de Tarija y Santa Cruz, como en los territorios del Noroeste, consecuencia de la captación de mano de obra con destino a las actividades extractivas, primero la cascarilla y después el caucho (García Jordán, 2001: 290-291). Es por ello que, conscientes los religiosos de los obstáculos derivados de la expansión del frente colono y las acciones de los llamados civilizados, pretendieron obtener del Ejecutivo un reglamento que sirviera para regular tanto la vida en el interior de las misiones como las relaciones entre éstas y el mundo exterior y, por ende, protegiera eficazmente los poblados misionales. Este fue el origen del Reglamento de misiones aprobado por el gobierno de Agustín Morales por decreto de 13/09/187118. No es casual que fuera Alejandro Ercole, comisario de misiones del Colegio de Tarija, el autor del texto, pues fue en la frontera tarijeña donde los misioneros sufrieron más contratiempos como consecuencia de la presión de los sectores propietarios19, obstáculos que sólo podrían ser superados, a su entender, con «una regla que garantice a nuestros indios, que sea bienhechora y En realidad fue el segundo reglamento elaborado por los poderes del Estado, si bien fue el primero que se aplicó. Ley aprobada por la Asamblea Constituyente (9/09/1871) —sancionada por el Ejecutivo al día siguiente— por la que se autorizó al gobierno Morales a aprobar el reglamento misionero, y resolución de 13/09/1871 en Anuario, 1872: 82-85. 19 Memorial enviado al Ejecutivo (Sucre, 20/07/1871) en Ercole, 1871: 5. Según Ercole, los poblados misionales y los indígenas que en ellos habitaban se veían amenazados tanto por la actuación de los «enganchadores» a la búsqueda de mano de obra para las empresas de Argentina, como por los comerciantes que pretendían tratos directos con los indígenas pobladores, como, finalmente, por aquellos que trataban de «utilizar las tierras y adelantes de la reducción» sin tener en cuenta la ley de la propiedad, ni los derechos de los naturales, ni la «incapacidad de los mismos para regirse de por sí, sea que se los mire con respecto a la Religión, sea con relación a sus intereses sociales». 18
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fecunda en bienes espirituales y temporales» (Ercole, 1871: 6). El largo escrito del comisario Ercole en defensa del reglamento reflejó el discurso franciscano sobre las funciones a cumplir por los misioneros, esto es, la transformación de los salvajes, de los bárbaros e improductivos indígenas habitantes de las fronteras orientales en individuos civilizados, religiosos, ciudadanos e, implícitamente, individuos productivos aptos para ser incorporados al orden republicano; en palabras textuales, los misioneros podrían así «aumentar los hijos a la Iglesia y los ciudadanos útiles a la Patria» (1871: 6). El poder civil, por su parte, aprobó la medida para permitir la «civilización de tribus salvajes que ocupan nuestro territorio, haciendo difícil y peligrosa nuestra comunicación y tránsito a las vías fluviales de la República, destinadas a ser próximamente nuestros grandes vehículos de comunicación con el mundo comercial» (Ercole, 1871: 16)20, vinculando además el establecimiento de las misiones con la colonización del territorio. El reglamento, que fue aprobado por la Asamblea Constituyente (25/08/1871) y sancionado por el presidente Morales el 13/09/187121, reconoció al Padre Conversor como la máxima autoridad política, civil y religiosa en el interior de la misión y, en consecuencia, intermediario de todo contacto entre los indígenas y el exterior, tanto con la sociedad civil como con el Estado. Paralelamente, el Ejecutivo se reservó el control de las misiones y la posible modificación del reglamento «según las nuevas necesidades de cada misión, y en conformidad al desarrollo de la navegación fluvial de nuestros ríos» (Ercole, 1871: 24), cuestión harto elocuente de la fuerte vinculación existente entre la fundación de las misiones y la ocupación y el control de los Orientes por los gobiernos bolivianos. Alguna influencia debió tener la aprobación del reglamento en la expansión misionera que se produjo en la década de los setenta cuando, según los datos ofrecidos por el ministerio del ramo en 1877 que debemos tomar como estimativos, había en Bolivia alrededor de treinta poblados, entre doctrinas y misiones, en los que el número de indígenas concentrados ascendió a 8.000 individuos, regidos por unos 30 franciscanos. El número podría haber sido mayor si las finanzas estatales hubieran permitido incrementar el presupuesto destinado al control de las «hordas errantes que recorren nuestras selvas, condenadas tal vez a perpetua barbarie» (Aspiazu, 1877: 21) y los obstáculos
La tesis fue mencionada también por el ministro Terrazas, 1872: 8. La sanción presidencial vino precedida de la ley de la Asamblea Nacional (9/09/1871) autorizando al Ejecutivo a la aprobación definitiva del Reglamento, que había pasado por el juicio previo del fiscal de la República, como puede seguirse en Ercole, 1871: 12-13 y 18-19. 20 21
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interpuestos por los civilizados que, interesados por el acceso a tierras o a la mano de obra indígena podían llegar a provocar, en algunos casos, la desaparición de los poblados misionales. ¿Cambiaría la situación cuando, pocos años después, el país entrara en una relativa estabilidad política tras la firma de la Constitución de 188022 y el acceso de los propietarios mineros al poder? 2.2. Las misiones católicas instrumento fundamental de los grupos dirigentes bolivianos, 1880-1938/1939
El acceso a la Presidencia del general Narciso Campero, quien llevó como vicepresidente al empresario minero Aniceto Arce, inauguró el ciclo dominado por las élites chuquisaqueñas que impulsaron una modernización de la economía y la política bolivianas. Fue también entonces cuando se produjo un cambio en la estrategia estatal por acceder al Oriente, mutación derivada tanto del proyecto modernizador como de la pérdida del litoral pacífico, hasta el punto que la ocupación de los Orientes devino importante elemento de regeneración del país. El renovado interés de los gobiernos bolivianos por la conquista y ocupación de las fronteras fue paralelo, aunque no siempre coincidente, con los deseos de algunas élites económicas regionales —cochabambinas, cruceñas y benianas— por acceder a nuevos mercados y obtener una participación en la explotación de dichas regiones. Como he mostrado en otro trabajo (García Jordán, 2001: 300 pássim), el interés de la oligarquía conservadora respecto a los Orientes bolivianos tuvo su correlato en la aprobación de un amplio corpus legal relativo al mejor conocimiento del territorio, apertura y mejora de vías de comunicación, neutralización de las poblaciones indígenas hostiles, la colonización de las fronteras y el desarrollo en ellas de los frentes productivos y extractivos entonces en expansión. Probablemente, la medida más emblemática de la nueva política fue la ley de 13/11/1886 en la que se vinculó explícitamente el establecimiento de las misiones a la colonización del territorio cuando sostuvo que «Las misiones religiosas existentes y las que en lo sucesivo se fundaren, quedan sujetas a la protección administrativa del Ministerio de Colonias» (art.15) otorgando al Ejecutivo capacidad para conceder tierras en forma gratuita, venta o subasta a las empresas nacionales o extranjeras que fundaran poblaciones, «a las misiones religiosas de Constitución aprobada en 1880, cuya vigencia se mantuvo hasta la Guerra del Chaco, posible por el pacto entre varios grupos dirigentes que compartían intereses comunes, entre otros, el comercio libre, la abolición de las comunidades indígenas consideradas un obstáculo para el progreso del país y el acceso a las tierras comunales. 22
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Propaganda Fide» y a los nacionales que quisieran establecer en ellas23. Aunque tradicionalmente el poder político boliviano había confiado a los misioneros la función reductora de los indígenas habitantes de sus territorios ignotos, a partir de la citada ley, la fundación de misiones pasó a formar parte, explícitamente, de la estrategia estatal para ampliar la frontera interna, pensando en ellas no sólo como mecanismos reductores, y por lo tanto domesticadores de la mano de obra indígena, sino también como centros de colonización por población nacional o inmigrante, e instrumento de nacionalización del territorio y defensa de la soberanía boliviana frente a los países limítrofes, en unos momentos en que la explotación cauchera había comportado la llegada a la amazonía boliviana de productores brasileños y peruanos. Para entonces los franciscanos gestionaban 19 misiones y 4 curatos —ver mapa 3— ascendiendo la población concentrada en dichos poblados a 20.378 individuos, de los cuales alrededor de 9.342 fieles —indígenas bautizados, llamados neófitos o cristianos—24 y 6.408 infieles, además de 4.628 mestizos, obviamente cristianizados. Esta población estaba atendida por 28 conversores y 2 legos (Cardús, 1886: 22 pássim). La nueva coyuntura política hizo apremiante la solución de tres cuestiones que, hasta entonces, habían sido obstáculo fundamental a la expansión de los poblados misionales como fueron la escasez de misioneros, la penuria de recursos económicos y la presión de los sectores propietarios por el acceso a las tierras y a la mano de obra indígena. Varias fueron las iniciativas tomadas para resolver o mitigar aquellos problemas aunque la praxis histórica mostró la ineficacia de la mayoría de ellas (García Jordán, 2001: 350-354), en particular las referidas a la presión de algunos grupos económicos. Teóricamente, los gobiernos de las últimas dos décadas del siglo XIX hicieron de las misiones el instrumento fundamental para la ocupación del territorio, reducción de las poblaciones indígenas hostiles y la nacionalización de la región25. Sin embargo, la praxis histórica se encargó de mostrar la distancia entre la teoría y la praxis, y, por ende, las limitaciones de El énfasis es mío. Ley aprobada por el Congreso Nacional el 12/11/1886, y sancionada por el presidente Pacheco al día siguiente, en Anuario, 1886: 246-248. 24 Cristianos eran, para Cardús, los indígenas reducidos y bautizados, utilizando el vocablo de neófitos para designar a los indígenas que, reducidos, no se hubieran bautizado. Sin embargo, generalmente los misioneros tendieron a utilizar el término neófito para designar a los indígenas concentrados que habitaban en el poblado misional que, normalmente, habían sido bautizados. 25 Como dijera el ministro Ichaso al Congreso de 1890, las misiones habían prestado hasta entonces «remarcables servicios a la causa de la civilización, sosteniendo la jurisdicción nacional sobre los extensos desiertos en que están situadas» (Ichaso, 1890: 69). 23
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MAPA 3. MISIONES FRANCISCANAS EN BOLIVIA, 1883-1884
Fuente. Cardús, 1886. 50
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la política orientalista consecuencia, en buena medida, de que los intereses prioritarios de los grupos dirigentes no estaban en los Orientes y, por lo tanto, los recursos económicos que deberían permitir la implementación del proyecto —del que las misiones formaban parte— siempre fueron insuficientes. Los grupos locales/regionales, por su parte, se movilizaron para utilizar la actividad misionera con el objetivo de reducir los indígenas hostiles y, una vez logrado, demandar la secularización de los poblados misionales. Cuando tras la Guerra Federal los liberales accedieron al poder, uno de sus ministros señaló ante el Congreso de 1900: «Mientras no hayamos adoptado los sistemas de colonización modernos… debemos protejer [sic] y multiplicar aquellas misiones, como medio eficaz de amparar y mantener nuestra soberanía en las más apartadas y desiertas regiones de la República y conservar la raza aborígene [sic] en centros útiles para la industria y para la República» (Villazón, s.a. [1900]: LIX-LX). Bolivia tenía por entonces una superficie aproximada de 1.822.334 km2 y una población estimada de 1.816.271 habitantes, de los cuales alrededor de 91.000 correspondían a las poblaciones indígenas no sometidas ubicadas en los Orientes (Censo, 1902, I: 13)26. CUADRO 1. CENSO GENERAL DE LA POBLACIÓN EN BOLIVIA, 1900 Demarcación
Superficie km2
Dpto. Beni 264.455,53 Dpto. Cochabamba 60.417,36 Dpto. Chuquisaca 68.420,28 Dpto. La Paz 139.277,74 Dpto. Litoral 66.170,58 Dpto. Oruro 49.537,53 Dpto. Potosí 126.390,49 Dpto. Santa Cruz 366.128,03 Dpto. Tarija 183.606,16 T. Nac. Colonias 497.931,05 Total 1.822.334,75
Población Censada
25.680 326.163 196.434 426.930 — 86.081 325.615 171.592 67.887 7.228 1.633.610
No censada No sometida
500 — — 3.686 49.820 — — 18.000 10.000 9.655 91.661
6.000 2.000 8.000 15.000 — — — 20.000 25.000 15.000 91.000
Total
32.180 328.163 204.434 445.616 49.820 86.081 325.615 209.592 102.887 31.883 1.816.271
Fuente. Censo, 1902. 26 Las cifras son indicativas, especialmente por lo que hace referencia a las poblaciones ubicadas en los Orientes. Por otro lado, incluso los datos recogidos ofrecen resultados discrepantes tanto por lo que se refiere a las estadísticas como en nombres de provincias y pueblos, e incluso misiones que aparecen en un tomo y no son recogidos en otro. En el cuadro 1 se incluye el territorio perdido por Bolivia en el conflicto del Pacífico, el llamado departamento Litoral, zona que los gobiernos bolivianos pensaban recuperar por tratados y/o por compra, ver Fifer, 1976: 98-114 y 120-123.
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La «era de progreso»27 auspiciada por el presidente José Manuel Pando en su mensaje al Congreso de 1901 pasaba por la profundización del programa modernizador iniciado en los ochenta. Objetivo de los gobiernos liberales fue, en el ámbito económico, posibilitar la explotación eficaz de todos los recursos naturales existentes en el país y, en el político, consolidar la organización del Estado-nación boliviano28 y, por ende, una reasignación de funciones a la iglesia boliviana29. En el nuevo escenario liberal, los Orientes cobraron un inusitado protagonismo como consecuencia de su función económica y política al constituir la plataforma que permitiera demostrar a los grupos dirigentes paceños su capacidad para controlar el territorio y los habitantes fronterizos, construir la nacionalidad y defender la soberanía de Bolivia en las zonas en litigio (García Jordán, 2001: 360434). Así, las administraciones «liberales» diseñaron una política que pretendió hacer realidad muchos de los proyectos esbozados desde la época de José Ballivián y nunca implementados, relativos a la nacionalización de los Orientes, con una ocupación del territorio por una población, preferentemente de colonos extranjeros, con la reducción de las poblaciones indígenas hostiles y una explotación de los recursos naturales. El desarrollo de esta política exigió la mejora de las vías de comunicación —fundamentalmente con la construcción de vías férreas—, el fomento de la colonización en todas las «fronteras» a partir de la inmigración, el impulso de la actividad misionera aunque sometida a un creciente control político y el incremento de la presencia estatal en las regiones orientales. ¿Cuál fue el papel cumplido por las misiones bajo los gobiernos liberales? Paradójicamente, considerando el pensamiento político y la praxis política liberal con respecto a la iglesia católica, todos los ejecutivos bolivianos consideraron las misiones como punta de lanza de la penetración en
27 José Manuel Pando, Mensaje del Presidente Constitucional de la República General (La Paz, 12/08/1901). Texto manuscrito en Archivo Histórico del Congreso de Bolivia (AHCB), f. 30. 28 Para una reflexión sobre el proyecto liberal ver, entre otros, Klein, 1969; Langer, 1988: 59-95; Irurozqui, 1994: 73-102 y 141-196; Irurozqui, 2000: 262-298. 29 La primera década del siglo XX vio la propuesta, y en muchos ocasiones aprobación, de proyectos secularizadores, entre otros, los relativos a la supresión de enseñanza religiosa (31/05/1904), libertad de cultos (6/08/1906), secularización de cementerios (26/10/1906) y abolición del fuero eclesiástico (26/11/1906), que acabaron provocando la ruptura de relaciones entre Bolivia y el Vaticano, las cuales sólo se reanudaron en 1917. Fue también al inicio de los gobiernos liberales cuando se introdujo la reforma del art. 2 de la constitución que señaló: «El Estado reconoce y sostiene la religión Católica Apostólica Romana, permitiendo [en lugar de «excluyendo»] el ejercicio público de toda otra forma de culto».
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los Orientes, al mismo tiempo que trataron, con escasos resultados, de impulsar la implantación de colonias civiles y militares. En consecuencia, podemos afirmar que los liberales primero, y los republicanos después, desarrollaron por cuanto se refiere a las misiones católicas una política continuista y delegaron en los franciscanos la socialización de las poblaciones indígenas, siendo consideradas el principal instrumento de colonización, fundamental para la ocupación del territorio y la defensa de la bolivianidad de las fronteras. Sin embargo, paralelamente, se produjo un progresivo control político de los religiosos como consecuencia tanto de los postulados liberales como de la creciente presión de las élites económicas sobre las tierras y mano de obra indígena. La praxis política liberal se plasmó inmediatamente de su acceso al poder en dos medidas aprobadas por la Convención Nacional (20/01/1900) según las cuales se dispuso, primero, que «el servicio de las misiones corresponde a la Nación» y las erogaciones correspondientes debían ser satisfechas por el Tesoro Nacional, y no como había sucedido hasta entonces por las tesorerías departamentales; segundo, la derogación del reglamento de misiones de 1871 entonces vigente30 y su sustitución por uno nuevo, sancionado por Pando por decreto supremo de 12/08/190131. Los poblados misionales confiados por entonces a los franciscanos ascendían a 24, aunque algunos de aquéllos eran, en realidad, doctrinas —en el organigrama político-administrativo denominadas cantones32—. El nuevo reglamento continuó considerando a los neófitos como menores bajo tutela del misionero, quien continuaba ejerciendo el gobierno económico y administrativo de la misión. Sin embargo, se introdujeron algunos cambios sustanciales en relación a la supremacía del poder político local y regional sobre las misiones, y el recorte de las atribuciones del conversor en los territorios misionales. En el primer caso, donde antaño se exhortaba a las autoridades políticas y militares a proteger y a no inmiscuirse en la gestión del misionero, ahora se encargaba a los prefectos y subprefectos de ejercer «la supervigilancia sobre ellas», aunque prestando el apoyo y protección requerida por los Medidas aprobadas por la Convención y sancionadas por Pando el 23/01/1900 en Anuario, 1901: 74, 77-78. 31 Decreto Supremo recogido en Anuario, 1902: 223-229. Un estudio de los cambios introducidos en el reglamento de 1901 con respecto al de 1871 en mi artículo de 1998, I: 254-256. 32 Categoría de doctrinas tenían Ixiamas, Chupiamonas, Tumupasa y Cavinas en la provincia de Caupolicán (La Paz), Chimeo en la provincia de Salinas y Yacuiba e Itaú en la provincia del Gran Chaco (Tarija), e Igüembe, Cuevo, Ingre y Huacaya en la provincia de Azero (Chuquisaca). 30
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religiosos. En el segundo caso, el recorte o anulación de algunas de las atribuciones del conversor se manifestó, entre otras cuestiones, en la libertad de «tránsito por el territorio de las misiones» y en leves cambios semánticos relativos a la aculturación indígena. A diferencia del pasado en que se encargaba a los misioneros la asimilación de las costumbres de los neófitos a las de los demás «cristianos» de la República, ahora el concepto se cambiaba por el de «ciudadanos», sin duda más en sintonía con el ideario liberal del momento. En igual medida y a diferencia de la imprecisión del reglamento de 1871 en relación al aprendizaje de la lectura y escritura por los niños y las niñas, en el texto de 1901 se precisaba que aquél debía hacerse en «idioma español» pues, era un hecho, el fracaso en la castellanización de las poblaciones indígenas. Los cambios introducidos por el poder político fueron rechazados por los franciscanos que, a través de su comisaría general en Bolivia, solicitaron y obtuvieron, parcialmente, del gobierno boliviano la modificación de algunos artículos relativos, primero, a la «supervigilancia» de las misiones encomendada a las autoridades civiles; segundo, la «obligación» de los misioneros de impedir la contratación de neófitos para trabajos agrícolas fuera del territorio nacional; tercero, la fiscalización de los abusos cometidos sobre el enganche de los mismos; cuarto, el «deber» que aquéllos tenían de prestar las «facilidades necesarias» a los pasajeros (proporcionar alimentos, tripulación, etc.). A juicio de los prefectos misioneros, todos estos puntos podían comprometer gravemente los «intereses vitales de las Misiones» por cuanto limitaban la independencia y libertad de la acción misional, facilitaban la «colisión» entre la autoridad civil y la religiosa, y «distraían» la atención de los religiosos de sus objetivos prioritarios33. Con todo, el Ejecutivo dejó clara la autoridad del poder civil cuando sostuvo que los prefectos y subprefectos debían vigilar el cumplimiento del reglamento de misiones, los «abusos y delitos» que llegaran a cometerse contra las leyes republicanas y los «progresos» y las necesidades de las misiones34. Sin embargo, los cambios más significativos en la política orientalista liberal se produjeron bajo la primera administración de Ismael Montes, con unas medidas aparentemente continuistas respecto al pasado pero que mostraron una variación sustancial en la estrategia estatal para la ocupación de los Orientes. La mutación fue consecuencia, primero, del 33 Escrito del comisario Simón de Maidagán al ministro de RR. EE. y Culto (La Paz, 15/10/1901) en Crónica Guaraya (CG), nº 30 (Yotaú, 13/08/1917), pp. 256-257, y recogido también en Archivo de Tarata (AT), actualmente en APHMAB. 34 Respuesta del ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Eliodoro Villazón, a los prefectos misioneros de 4 y 6/06/1902 en Circular recogida en AT.
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interés de los dirigentes liberales por hacer posible lo que sus pares latinoamericanos habían hecho o intentaban hacer, esto es, demostrar su capacidad para controlar el territorio y habitantes del país; segundo, del hecho que la falta de voluntad política o la ineficacia gubernamental en lograr el control efectivo del territorio oriental en las décadas precedentes había comportado la pérdida de, prácticamente, la mitad del país; y, finalmente, del interés de los grupos dirigentes paceños por controlar los espacios aún en litigio cuyos recursos económicos podían proporcionar ingresos fiscales de gran importancia para un estado boliviano con permanente déficit de recursos. Las medidas dictadas por la administración Montes fueron dos. La primera, el decreto de 17/10/1905 por el que las misiones dejaron su adscripción al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y pasaron a depender de Colonias y Agricultura; esta disposición nos da la pauta de la mirada liberal sobre los territorios orientales si atendemos a tres de sus considerandos, a saber, las misiones constituían las primeras bases del sistema colonizador, estaban consideradas como primeros núcleos de colonización para facilitar la «reconcentración de los bárbaros dispersos a fin de formar nuevas aldeas y pueblos agrícolas»35 y eran instrumento para la apertura y mantenimiento de las vías de comunicación que, a su vez, estimularían la llegada de inmigrantes con destino a los establecimientos industriales. La segunda medida fue el decreto de 23/12/1905 relativo a la aprobación de un nuevo reglamento de misiones36, pues si el estado liberal pretendía hacer efectiva su soberanía sobre territorios incontrolados y las misiones debían cumplir un rol fundamental en dicho proyecto, el control del poder civil sobre las mismas debía aumentar para facilitar el logro de los objetivos fijados y la posterior secularización de los poblados misionales. En el nuevo texto, los principales cambios introducidos afectaron, en primer lugar, a la identificación precisa del objetivo misionero que era «la preparación para la vida civilizada de los elementos nómades del país», así como la colonización del territorio». Esta nueva fórmula genérica comportó la desaparición en el reglamento de dos artículos que sí figuraban en los textos de 1871 y 1901, esto es, la necesidad de que los neófitos asimilaran las costumbres del resto de «cristianos», de «ciudadanos» de Bolivia, y 35 Ambos considerandos fueron recogidos por el presidente Montes en su mensaje al Congreso de 1906 al señalar que el «principal objeto de esas colectividades [misiones] es el de preparar para la vida civilizada los elementos nómades del país, así como la colonización del territorio» en Montes, 1906: 28. 36 Ambos decretos recogidos en Nuevo, 1906. Probablemente por error de imprenta el decreto de 17 de octubre aparece en dicha obra fechado en 1904, y no en su fecha correcta, que es 1905. El decreto fue recogido inicialmente en Anuario, 1906: 598-603.
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el aprendizaje por los indígenas de la lectura y escritura en castellano. Cabe suponer que los legisladores consideraron que la «preparación para la vida civilizada» suponía la aculturación de la población indígena, pero no deja de ser sorprendente que una mentalidad tan ordenancista como la que tenían aquéllos no precisara el concepto. ¿Es una ingenuidad preguntarse si, en realidad, no estaban más interesados en lograr la reducción y control de los indígenas que en promover su ciudadanía? En segundo lugar, cambio significativo fue el referido al control del poder civil sobre las misiones cuando se afirmó que las autoridades civiles eran las encargadas de vigilar el cumplimiento de las leyes en las misiones y quienes debían cuidar que los conversores siguieran las intrucciones impartidas por aquéllas. En tercer lugar, se introdujo un recorte radical en las atribuciones del conversor que si bien ejercía el «gobierno económico y administrativo» en el territorio misional, lo hacía en calidad de «funcionario público» y, a diferencia de antaño, no podría oponerse a la contratación de la mano de obra indígena por parte de los sectores propietarios o del mismo Estado. En cuarto lugar, importante cambio respecto a los reglamentos anteriores fue el referido a la propiedad de las tierras de la misión cuando señaló que declarada una misión en beneficio cural o doctrina, los bienes y tierras serían adjudicadas a las familias de neófitos por parte de la autoridad política, «pudiendo reservarse los terrenos que se creyera conveniente para fundación de nuevos pueblos» (Nuevo, 1906: 7). En quinto lugar y relativo a la posible enajenación de los bienes pertenecientes a la misión, se afirmó que la venta requería de la aprobación del Ministerio de Colonización. Finalmente, se estipuló que sería «de libre disposición de los neófitos, el ochenta por ciento de los ingresos provenientes de su trabajo personal, asignándose el veinte por ciento al fomento de la misión, como adquisición de material para edificios, útiles, elementos de subsistencia, etc.», y se exigió a los conversores que llevaran un registro de los ingresos y egresos de las misiones que permitiera la revisión del movimiento económico de las mismas por las autoridades civiles correspondientes. En todos los cambios introducidos vemos el interés del proyecto liberal de propiciar, a corto plazo, la secularización de las misiones cuyos habitantes, mezclados con los colonizadores nacionales o extranjeros que arribaran a la zona, serían los mejores garantes de la soberanía de Bolivia en los territorios fronterizos37.
En palabras del ministro de Colonización y Agricultura al Congreso de 1906: «Espero que la sustitución gradual de las Misiones en ejercicio, en núcleos de reducción, bajo la protección de la autoridad política y civil, hará que las tribus que aún permanecen nómades y salvajes, se vayan sometiendo poco a poco y comprendan las ventajas de la 37
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Obviamente, dados los nuevos planteamientos del gobierno boliviano se desarrollaron frecuentes conflictos entre misioneros, sectores propietarios y autoridades locales, fundamentalmente en la aplicación del art.10 que, al impedir al conversor oponerse a la contratación de la mano de obra indígena, dejaba teóricamente el campo abierto a la libre contratación de los indígenas. Digo teóricamente porque, si por un lado todos los prefectos misioneros opusieron una resistencia tenaz a algunas de las medidas, particularmente en la sujeción a las autoridades civiles38, por otro lado la actuación del poder central fue ambigua, probablemente, por la incapacidad del gobierno paceño para ejercer un control efectivo de las autoridades departamentales y locales, al mismo tiempo que contentar a los misioneros a los que necesitaba como instrumento reductor. Con toda seguridad, el artículo que provocó una mayor oposición de los misioneros, al ser considerado causante de la despoblación indígena, fue el art.10 por el que los misioneros no podían oponerse a la contratación de mano de obra indígena. Una resistencia tenaz fue la sostenida por el prefecto de las misiones guarayas, Francisco Pierini, quien, tras solicitar reiteradamente la reforma de dicho artículo, obtuvo del Ejecutivo Montes la resolución suprema del 31/01/1907 limitando la contratación de neófitos a un número no superior a 5 por cada 100 habitantes y fijando una garantía de 500 bolivianos por cada indígena que, en caso de no volver a la misión en el período estipulado —no superior a 6 meses— sería consolidada en beneficio de la misión39. Con todo, la trasgresión fue la norma como denunciaron insistentemente los misioneros y los ministros de Colonización en los años sucesivos40 y aunque se propusieron alternativas tales como el establecimiento
existencia civilizada, convirtiéndose en unos cuantos años, en ciudadanos útiles y amantes del orden y del trabajo, formando los primeros núcleos de la colonización» (Ballivián, 1906a: 3-4). De hecho, en las mismas fechas en que se aprobó el nuevo reglamento, las misiones de San Francisco y San Antonio del Pilcomayo fueron secularizadas cuando sus terrenos constituyeron la base para el surgimiento de Villa Montes y dichos pueblos quedaron sometidos «a las leyes de la República y a las autoridades administrativas» (decreto de 27/12/1905 en Nuevo, 1906: 15-16). 38 Sobre las posiciones de los franciscanos ver García Jordán, 2001: 398, nota 322. 39 Resolución de 31/01/1907 en Anuario, 1908: 65-67. Conviene aclarar que la medida matizaba que, en el caso que fuese la «autoridad política la que pidiere neófitos para trabajos de utilidad pública», bastaría el levantamiento de un acta en la que constara la entrega de neófitos y el compromiso de la autoridad de su devolución. 40 Valga como ejemplo lo afirmado por el ministro de Colonización y Agricultura en el Congreso de 1909, donde afirmó que «coopera al despoblamiento y ruina de las Misiones, el abuso que cometen los industriales de goma y propietarios de barracas con la Ley
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cerca de las misiones de colonias de inmigrantes, y la reforma de la ley y reglamento de enganche de 1896, la situación no cambió sustancialmente ni siquiera con la caída de la cotización del caucho amazónico en los mercados internacionales a inicios de la década de 1910. Para entonces, la Sección de Colonización, de la que dependían las misiones, había sido puesta bajo la dependencia del Ministerio de Guerra y Colonización (23/12/1910), mutación significativa que tenía por objetivo ejercer un control más eficaz de los Orientes bolivianos tanto en la región de Madre de Dios como en el Chaco. Sin embargo, siendo la defensa de la soberanía boliviana en las fronteras una razón fundamental no fue la única. Segunda razón, tan importante como la anterior, fue la represión de los indígenas hostiles para garantizar, en este caso en la región de Guarayos, «la seguridad de los transeúntes... evitando los frecuentes ataques de que son víctimas por parte de los salvajes», en nuestro caso los Sirionó (La Faye, 1912: 117) y que provocó el envío de instructores militares a las misiones para el adiestramiento de los neófitos en el manejo de las armas. En esa coyuntura, las misiones franciscanas ascendían a 26, ya que tras la secularización de Aguairenda (4/01/1911), el censo de misiones estaba conformado por San Antonio del Chimoré (provincia de Totora), Macharetí, Santa Rosa de Cuevo, San Buenaventura de Ivo, Tigüipa, Yumbía, San Francisco y San Antonio del Parapetí Grande (provincia de Azero), Muchanes (provincia de Larecaja), Covendo y Santa Ana (provincia de Sud-Yungas), Aimiri, Burapucuti, Itatiquí, Masaví, Pirití y Tacuaremboti (provincia de Cordillera), Ascensión, San Pablo, Urubichá, Yaguarú y Yotaú (provincia de Velasco) e Itaú, Tarairí, San Antonio y San Francisco del Pilcomayo (provincia de Gran Chaco)41. Estas misiones, junto a las doctrinas gestionadas también por los franciscanos, atendían a una población total de 32.185 individuos, de los cuales 18.397 eran indígenas y 13.788 mestizos, datos que confirman el interés de los liberales por utilizar los poblados misionales como punta de lanza para la conquista y ocupación de los Orientes. Efectivamente, en las dos primeras décadas del siglo XX se fundaron algunas nuevas
de enganche de peones. Estos se acogen a la ley, en cuanto les da derechos, pero la burlan en el capítulo de las obligaciones. Piden a los Misioneros peones, y cuando se les exige que cumplan con el precepto de prestar garantía real, de asegurar el regreso del neófito, de resguardar su vida y su trabajo, de procurar su bienestar, apelan al engaño o a la imposición armada» (Araníbar, 1909: XL). 41 «División político-administrativa de la República de Bolivia», Boletín de la Dirección General de Estadística y Estudios Geográficos, 86 (La Paz, 1913), pp. 115-151, e informes misioneros.
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misiones aunque, paralelamente, se produjo la secularización de otras. La paradoja se explica si consideramos, primero y siguiendo las tesis del ministro Zalles (1913), que mientras Bolivia no contara con el concurso de empresas colonizadoras «ningún medio será más eficaz y fructífero, para la transformación del hombre de los bosques en ciudadano libre y útil a la colectividad donde vive, que la silenciosa y edificante labor del misionero católico» (Zalles, 1913: 152). Segundo, la importancia de las misiones disminuyó a medida que aparecieron nuevos núcleos de población y mejoró la vialidad en las regiones hasta entonces ocupadas por los salvajes y/o se incrementó la producción y circulación de mercancías. La paradoja estuvo vigente a lo largo de la etapa liberal, y una muestra más de la misma fue el proyecto destinado a potenciar una mayor eficacia de las misiones tanto en el ámbito interno como en las relaciones de éstas con el mundo exterior para la conquista de los bárbaros con el objeto de «ganar hombres para la civilización y brazos para el trabajo» (Gutiérrez, 1914: 132). Sin embargo, en este proyecto constatamos un cambio significativo en la posición gubernamental consistente en la evidente desconfianza del poder político respecto al interés de los misioneros por la aculturación de los indígenas y su incorporación a la sociedad republicana cuando el ministro señaló: «se ha instruido a los conversores que pongan todo empeño en la enseñanza del idioma nacional, a objeto de que los neófitos puedan entrar en relación con los hombres civilizados y prestar el contingente de sus energías, sin inconvenientes y plenamente garantizados» (Gutiérrez, 1914: 132-133). Considerando las tesis contradictorias sobre la «utilidad» de las misiones, el Ejecutivo decidió en 1914 encomendar al prefecto cruceño y al delegado nacional en el Chaco la inspección de las mismas y proporcionar un estado de la actividad misionera, éxitos obtenidos en la civilización de los neófitos —especialmente la castellanización—, causas del éxodo indígena de los poblados, condiciones de trabajo ofrecidas por los hacendados, estado económico de las misiones y actividades industriales establecidas en cada región (Gutiérrez, 1914: 133-134). Los informes elaborados por las autoridades civiles concluyeron que los misioneros eran muy «conservadores» en orden a la fundación de nuevas misiones, limitándose al mantenimiento de las existentes sin avances notables en la castellanización y aculturación indígena, así como tampoco en el desarrollo entre los neófitos de una praxis social individualista. Además, señalaron la «acción obstruccionista» de los misioneros al desarrollo económico regional en cuanto impedían la libre contratación de mano de obra indígena perjudicando tanto a los hacendados como a las mismas misiones, abandonadas por los neófitos a la búsqueda de trabajo (Gutiérrez, 1915: 19). Para 59
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entonces, el gobierno Montes parecía determinado a impulsar las misiones que actuaran como «avanzadas de la civilización en territorios alejados», y a desarrollar una secularización progresiva de aquellas que hubiesen cumplido su objeto, ya por la educación indígena conseguida, ya porque «el desarrollo regional del comercio y de las industrias» hiciera «innecesaria» la presencia del conversor porque una actuación diferente «equivaldría a condenar el elemento indígena a una perpetua tutela, alejándolo cada vez más de la vida de relación y del goce de sus derechos, y a sostener un régimen extraño que sólo excepcionalmente puede aceptarse» (Gutiérrez, 1915: 18-19). Es en este contexto que el Ejecutivo señaló su propósito de proceder a una reforma radical del régimen misionero que permitiera lograr la plena socialización indígena42 y, para ello, consideró necesario un mayor control de las actividades misionales al mismo tiempo que la sustitución del «sistema de comunidad con el de propiedad individual, mediante la distribución de lotes a cada familia indígena y el aprovechamiento de su trabajo y producción» (Gutiérrez, 1915: 20)43. Poco después, el mismo comisario general franciscano en Bolivia, Wolfgang Priewasser, considerando «la inseguridad de las Misiones y la falta de garantía para su duración» exhortó a todos los prefectos misioneros a no emprender ningún trabajo de importancia sin el acuerdo de los respectivos Colegios, evitando contraer deuda
Régimen misional que, como señaló Gutiérrez al Congreso, era el causante que «ni los indios de las misiones secularizadas han aportado a la colonización el resultado que el Gobierno pretendió obtener de ellos al otorgarles su capacidad civil y al reconocerles su derecho de propiedad en los terrenos misionales. Habituados como están a una obediencia ciega y sin el menor espíritu previsor, muchos vuelven a la vida errante o renuncian las ventajas que se les ofreció, enajenando sus pertenencias sin beneficiarse en forma alguna» (Gutiérrez, 1915: 19-20). 43 Corolario de lo anterior fue que el gobierno de Montes dispuso, por decreto de 15/01/1915, la secularización de San Francisco y San Antonio del Parapetí, e Itatiquí —provincia de Cordillera— tras considerar, primero, la importancia alcanzada como centros de aprovisionamiento en la ruta entre Santa Cruz y algunas provincias de Chuquisaca, Tarija y la República Argentina, además de la expansión ganadera que se había producido en la zona; segundo, la marcha de los indígenas de las misiones en busca de trabajo; tercero, los conflictos surgidos entre los misioneros y las autoridades civiles (Gutiérrez, 1915: 23-24). Un resumen de los informes proporcionados por las autoridades departamentales en Gutiérrez, 1915: 21-34, y de las protestas misioneras ante la secularización en Nino, 1916a, 1916b. La secularización de aquellas misiones fue seguida por la de Itaú y Chimeo en 1917, poblaciones que habían sido secularizadas en 1871 aunque la escasez de sacerdotes obligó entonces a suspender la medida (Prudencio, 1917: 129). 42
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alguna dada la «situación precaria» de las misiones que podían ser suprimidas repentinamente en cualquier momento44. Para entonces (1917) se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre Bolivia y el Vaticano, y había arribado a La Paz el internuncio Rodolfo Caroli45 que, interesado por obtener información de primera mano sobre el estado de las poblaciones indígenas y de las misiones de «infieles» realizó la visita pastoral por gran parte del país entre junio y septiembre de 191846. Caroli observó la explotación de la que los indígenas eran objeto y denunció la barbarie de aquellos «blancos» que «dan caza a los bárbaros como tigres», quienes capturados eran «vendidos» como trabajadores47. Por cuanto se refiere a las misiones, el delegado vaticano elogió la buena marcha de las misiones entre los Guarayo y criticó la decadencia en que se hallaban las establecidas en el Gran Chaco; dicha situación era consecuencia, en su opinión, tanto de los proyectos expansionistas de los «blancos» que presionaban para una secularización de estas últimas48, como de la «desgana» de los franciscanos que, temiendo dicho proceso, no hacían nada por el mantenimiento de los poblados, ni tampoco por la reducción de los bárbaros49. Caroli confiaba que la situación podría mejorar con la erección en estos territorios del Vicariato del Chaco50 que junto al ya existente Vicariato del Beni, a los que se sumarían poco después la Prefectura del Pilcomayo y el Vicariato de Chiquitos —aprobados bajo Circular de W. Priewasser a los superiores y religiosos bajo su jurisdicción (Sucre, 13/03/1915) en Polanko, 2003, III: 290-291. 45 Hasta entonces la representación de la Santa Sede en Bolivia, junto a la de Ecuador y Perú, tenía su sede en Lima. 46 Instrucciones y visita pastoral en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 106. Aptdo. 5, ff. 6668 rev; Fasc. 117. Aptdo. 23, todo el legajo; Fasc. 160. Aptdo. 75a, todo el legajo. Ecos de la visita pastoral en la prensa local en ASN. NB. R. Caroli. Fasc. 159. Aptdo. 75, ff. 51 y ss. Tras la visita, Caroli envió dos informes al Vaticano, el primero (La Paz, 27/09/1918) en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160. Aptdo. 75a, ff. 13-20 rev.; el segundo (La Paz, 2/10/1918), en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 4-11 rev; este último se encuentra también impreso en ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 219, ff. 335-338. 47 ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160. Aptdo. 75a, ff. 19 y 19bis. 48 Según Caroli, la condición de las misiones chaqueñas era muy precaria y «No pasará mucho tiempo y las misiones serán secularizadas porque los blancos de los alrededores, deseando tener a los neófitos como trabajadores en sus propiedades y no pudiendo tenerlos mientras existan las Misiones, se comportan como enemigos de los misioneros, mirando no el bien religioso y civil de tantos indígenas, sino sólo el propio lucro e influyen en el ánimo de los gobernantes» en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 8 rev-9. 49 Ibíd. f. 11 rev. 50 ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160. Aptdo. 75a, ff. 20 y rev. 44
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las administraciones «republicanas en la década de 1920— constituirían por entonces las cuatro demarcaciones eclesiásticas en los bárbaros Orientes bolivianos (García Jordán, 2001: 403-410). Antes de seguir me interesa anotar que la reforma del reglamento misional auspiciada por algunos misioneros, y a partir de las cuales Caroli redactó un memorial a presentar al Ejecutivo de Gutiérrez Guerra51, no llegó a ser presentada por la oposición del comisario Priewasser, temeroso que la petición provocara una radicalización del frente secularizador52. Esta fue una razón pero, probablemente, no la más importante pues, como he señalado en otro lugar (García Jordán, 2001: 406-407) para entonces, algunos franciscanos pensaron que la protección de las misiones no pasaba por un nuevo reglamento, sino por una nueva estructura eclesiástica del país que contara con el establecimiento de los vicariatos apostólicos. Me consta que, en el caso concreto del Chaco, el proyectado vicariato se presentó a los superiores franciscanos, con el apoyo de Caroli, como el mejor instrumento de defensa de los bienes eclesiales —edificios y tierras— y también, en algunos casos, de las tierras indígenas frente a la apropiación que de ellas pretendían hacer los sectores propietarios53. El acceso del Partido Republicano al poder en 1919, grupo surgido de una escisión del Partido Liberal, no implicó un cambio sustancial en la política estatal con respecto a la ocupación de los territorios orientales que fue, a pesar de los discursos de ruptura con el pasado, de marcado carácter continuista. Probablemente, los puntos más significativos por lo que aquí interesa fueron una mayor incidencia en la «fortificación» del Sudeste y, como he dicho antes, el establecimiento de la Prefectura del Pilcomayo y del Vicariato de Chiquitos. Los cambios introducidos no lograron, sin embargo, avances significativos en la reducción de las poblaciones indígenas ni contribuyeron eficazmente a la expansión de la frontera interna en la Memoria fechada en La Paz, 16/10/1918, en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 54-57. Como contribución a dicha memoria el hasta mediados de 1918 prefecto de Guarayos, Bernardino J. Pesciotti, preparó el escrito que tituló «Apuntes sobre algunas necesidades… de las Misiones de Guarayos», hoja volante s.p.i. en AT, una copia de la cual localizada en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 75 anv. y rev. 52 Ver la correspondencia cruzada en 1918 entre el prefecto de las misiones guarayas, B. Pesciotti, su viceprefecto, D. Sartori, el comisario W. Priewasser, y R. Caroli, en ASV. NB. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 51.59, 75-76 rev, 122-124 rev. 53 Esto parece desprenderse de la amplia correspondencia cruzada entre los colegios misioneros bolivianos, el Ejecutivo, la Internunciatura Apostólica, los diversos dicasteros romanos y la Secretaría de Estado del Vaticano en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 155. Aptdo. 71. 51
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década de 1920. Por el contrario, desde las mismas instancias eclesiásticas se constató la decadencia de las misiones como consecuencia, primero, de las secularizaciones prematuras producidas por las presiones del frente colono. Segundo, del escaso número de los religiosos y, en varios casos, de su poca atención para promover tanto las actividades económicas como la educación indígena; por ello no podemos sorprendernos de las reiteradas, e interesadas, críticas de las autoridades políticas y élites socioeconómicas sobre los escasos logros de los franciscanos resultado, decían, del desinterés de los misioneros por la reducción de los bárbaros, proyecto éste que, de tener éxito, no sólo excluía a aquéllas del sistema sino que les impedía el libre acceso a los terrenos «misionales» —esto es, de los neófitos— y a la mano de obra indígena. Tercero, de la ineficacia cuando no falta de voluntad política de los gobiernos centrales por controlar la actuación de los colonos blanco/mestizos54 que, por el contrario, gozaron frecuentemente de la protección de las autoridades locales y departamentales. De todas estas razones dio cuenta el secretario de Estado, cardenal Gasparri, en las instrucciones impartidas al nuevo internuncio en Bolivia en las que, a propósito del estado de las misiones se hizo eco de las secularizaciones con las que: «Los neófitos entran así en la órbita del derecho común y son declarados ciudadanos bolivianos; pasan también bajo la jurisdicción del Ordinario diocesano y del párroco que, no obstante, la mayoría de las veces, falta. Los Misioneros, a quienes se les ha sacado todo tipo de autoridad, se alejan y el Indio, mientras adquiere legalmente libertad de ciudadano, cae en las manos de los blancos explotadores y empieza para él la dolorosa condición, en la cual se encuentran los indios ciudadanos…//… En cambio, no raramente sucede que el gobierno, como consecuencia de presiones de los comerciantes y especuladores, ordene la secularización, incluso antes que los neófitos hayan conseguido el necesario grado de civilización.// Verdaderamente estos blancos desean, ávidos de lucro, apropiarse de las posesiones de la Misión, especialmente cuando ésta está bien desarrollada; y de aprovechar la obra de los buenos indios que, no siendo aún suficientemente civilizados, pueden con mayor facilidad ser reducidos a esclavitud. A tal fin interesa a los mismos blancos echar de la misión a los religiosos que son el único obstáculo a sus indignos planes.// Tales inoportunas secularizaciones, además del grave daño que comportan para los indígenas, traen la desconfianza
Problemas citados en las Instrucciones dadas por la Secretaría de Estado al nuevo internuncio T. Trocchi (julio 1921) instándole a la solución de los mismos, en ASV. NB. T. Trocchi. Fasc. 178. Aptdo. 2, ff. 23-70, particularmente ff. 62-65. 54
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a los misioneros quienes ven, de un plumazo, inútiles todos sus esfuerzos. Por ello, para el bien espiritual de sus neófitos, a veces los franciscanos retrasan el bienestar económico de las misiones, con el objetivo de que no sean objeto de las ávidas miras de los traficantes blancos.// Esto, por otra parte, aporta nuevos inconvenientes puesto que, teniendo en cuenta el mísero desarrollo económico de la misión, el indio no tiene de que vivir y, por lo tanto, abandona la familia y huye a las Repúblicas limítrofes, donde, encontrándose en contacto con una civilización corrupta, empeora. Cuando después vuelve entre los suyos, incita a los otros indígenas, convirtiéndoles en indisciplinados, con grave daño de la misión»55.
No deja de resultar paradójico, una vez más, que por un lado los Ejecutivos bolivianos lamentaran que la secularización no hubiera favorecido el desarrollo regional sino que, por el contrario, hubiera provocado la huida de los indígenas, el abandono de las propiedades y el progresivo decaimiento de la economía regional56 y defendieran que «no hay colonizador más eficiente y entusiasta que el conversor y de que nada hay más perjudicial y prematuro que la secularización de misiones que aún no han llegado a su completo desarrollo» (Gutiérrez, 1926: 78). Y, por otro lado, esas mismas administraciones insistieran en sostener, a lo largo de la década de 1920, que las tierras misionales eran del Estado boliviano que podía utilizarlas en la forma que creyera conveniente y promovieran, al mismo tiempo, la secularización de varias misiones. La paradoja se mantenía a fines de los veinte cuando el ministro Vincenti, tras señalar el secular fracaso del Estado boliviano en la colonización del territorio57 y denunciar el escaso control de los gobiernos sobre las misiones cuya acción «está convirtiéndose en el amor a las tierras adquiridas y en la creación de otro Estado dentro del Estado mismo»58, informó al Congreso de la secularización Ibíd. ff. 62 anv.-63 rev. Como señaló el ministro de Guerra y Colonización al Congreso «regiones antes florecientes y de crecida población, bajo la administración misional, se han convertido, después de producida su secularización prematura, en tristes villorrios y desiertas comarcas» (Baldivieso, 1921: 149). 57 En 1927 el entonces ministro de Guerra y Colonización señaló la incapacidad del Estado boliviano para promover eficazmente la colonización tarea que, en su opinión, debía ser confiada a los militares, en su opinión, los principales agentes colonizadores (Prudencio, 1927). 58 Argumento utilizado por los misioneros fue que las tierras «que se dicen del misionero, no son suyas sino de los indígenas» y que «no son inútiles al Estado porque mediante ellas, el Misionero va labrando poquito a poco ciudadanos útiles para el País», en 55 56
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de cinco misiones en el Chaco (Macharetí, Tarairí, Tigüipa, Santa Rosa de Cuevo y San Buenaventura de Ivo), por decreto de 23/01/1929 (Anuario administrativo, 1929: 55-56)59 y la «necesidad» de establecer misiones en San Matías, Santo Corazón, Santiago y Roboré, en el Oriente cruceño. Objetivo de estas nuevas fundaciones era la reducción de las «tribus salvajes» existentes y la preparación para la colonización (Vincenti, 1929: 75, 85, 113). Con todo, me interesa notar que una de las principales acusaciones hechas a los misioneros, que legitimaba en el plano ideológico la secularización, fue la escasa alfabetización en castellano de los neófitos y los exiguos avances en el aprendizaje de oficios. Finalmente, el presidente Siles ratificó la medida secularizadora, con la inclusión también de la misión de Boicovo (decreto 8/04/1930 en Anuario administrativo, 1932, I: 783786)60, solución de compromiso entre el gobierno boliviano y la iglesia católica en la que se introdujeron importantes medidas correctoras favorables a los misioneros61. En consecuencia, dichas misiones fueron declaradas «comunidades de indígenas» que entrarían en el «goce del estado civil que la Constitución y las leyes» concedían a la población boliviana y los párrocos encargados del ministerio sacerdotal ejercerían «la administración política y económica sobre dichas comunidades, con la autoridad necesaria respecto de los indígenas comunarios en lo referente a la administración de la heredad, y de sus bienes, cultivos y demás actividades de este orden». Además, el Vicariato Apostólico del Chaco recibiría en «propiedad» —cuestión introducida en el curso del negociado— importantes lotes de terrenos y el ganado por entonces en poder de la misiones. La aplicación de la
Memorándum enviado por el Encargado de Negocios vaticano, Mons. Antonio Riveri, a senadores y al ministro de Guerra y Colonización, sin fecha, en ASV. NB. C. Cicognani. Fasc. 297. Aptdo. 96, ff. 119-120. 59 El decreto secularizador de las misiones chaqueñas quedó en suspenso tras la movilización de los prefectos misioneros y del representante vaticano con el apoyo del ministro de Relaciones Exteriores —que no había sido informado de la medida— y numerosos miembros del Congreso contrarios a la misma, que había tenido amplia repercusión en la prensa regional y nacional, y a la espera de un informe sobre el estado de los poblados afectados. 60 En el Informe del nuncio Chiarlo al prefecto de la SCPF (La Paz, 8/05/1930) se dice que la fecha del decreto fue el 2/04/1930, en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 379. Aptdo. 102, f. 236. 61 Desarrollo de las negociaciones en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 366. Aptdo. 50, todo el legajo. Informe pormenorizado de las gestiones del nuncio Chiarlo con el apoyo del vicario del Chaco, Cesare Viagini, en el informe del primero al prefecto de la SCPF (La Paz, 8/05/1930) en ASV. NB. Fasc. 379. Aptdo. 102, ff. 228-239.
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medida debía seguir a la mensura, alinderamiento y posesión de las tierras, proceso que los acontecimientos políticos que se produjeron tras el intento de Siles por permanecer en el poder y el estallido de la «revolución constitucional» a fines de junio de 1930, impidió realizar. La presión sobre las misiones, que desde instancias eclesiásticas asumían como inevitable62, no dejaría de acentuarse en los años sucesivos en los que desde diversas instancias se postuló la necesidad de reformar el «Reglamento de Misiones [que] resulta ya anacrónico e inadecuado para la época y el desarrollo de estas regiones» (Gutiérrez, 1980 [1927]: 69). La praxis histórica nos muestra que, en estos años, la secularización de las misiones se llevó a cabo en aquellas zonas donde la presión de los intereses colonos —propietarios agrícolas, ganaderos o enganchadores— por acceder a la propiedad de los terrenos y a la libre contratación de mano de obra hiciera cuanto menos incómoda la presencia del régimen misionero; y ello, incluso en el caso que hubiera en la región poblaciones no sometidas para cuyo control se optó, regularmente, por la represión armada como la mejor alternativa en una coyuntura en la que el diferendo fronterizo con Paraguay se estaba agravando. Por el contrario, en las regiones donde la colonización fuese escasa o nula, la necesidad de controlar a los salvajes comportó que el Ejecutivo de turno promoviera el mantenimiento de las misiones existentes y la fundación de otras nuevas. Esta pareció ser la divisa de los gobiernos Siles y Salamanca pues, como señaló el ministro de Guerra y Colonización de este último al Congreso de 1931, para entonces las misiones habían dejado de ser «un medio indispensable para la colonización y reducción de los salvajes, por las incontenibles corrientes de civilización y progreso que nos llegan del exterior y por la acción administrativa que ya deja sentir el Supremo Gobierno en los distritos que anteriormente se encontraban bajo su influencia exclusiva» aunque su concurso continuaba siendo imprescindible en zonas «donde debe trasladarse la labor del misionero Como señaló monseñor Chiarlo en su informe a la SCPF (La Paz, 8/05/1930), «Igual que una ley contra el robo no acaba con los ladrones, tampoco este Decreto pondrá fin a la voracidad y a las pasiones de los blancos de aquellas regiones [Chaco], los cuales son todo uñas y carne: uñas para apropiarse de las propiedades de los demás y de los beneficios del trabajo de otros; y carne para satisfacer sus bajas pasiones.// No obstante… el Decreto disminuirá tales abusos, siendo ahora más clara la posición de los Misioneros, sus derechos más explícitos, sus propiedades y las de sus neófitos más seguras; además, queda en manos del Gobierno una gran cantidad de terreno cultivable y de pasto, que puede (según el art.14) distribuir entre los blancos, que tengan la voluntad de cultivarlo, y por lo tanto, deberán disminuir los pretextos de los blancos sobre las tierras de las Misiones», en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 379. Aptdo. 102, f. 238. El énfasis en el original. 62
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para continuar su cruzada en pro de la humanidad y colabore a la acción de los poderes públicos en favor de la colonización y de las diferentes tribus de indígenas que hoy viven en estado semi-salvaje» (Lanza, 1931: 136). De hecho, pocos meses después el presidente Salamanca decretó (15/01/1932) la fundación de cuatro nuevas misiones entre los «Potoreros, Guarañocas, Zamucos y Yanaiguas» en el Vicariato de Chiquitos (Anuario administrativo, 1932: 34). Sin embargo, el régimen misional vigente estaba por desaparecer pues, tras la crisis política del proyecto liberal, que fue liquidado tras la pérdida por los ejércitos bolivianos de la guerra del Chaco, los militares accedieron al poder vía golpe de estado instaurando un proyecto nacionalista, autoritario e, inicialmente, socialista. Fue en este contexto histórico cuando el presidente de la Junta Militar de Gobierno, David Toro, aprobó (decreto de 26/01/1937), un nuevo reglamento de misiones (Anuario administrativo, s.f [1937], I: 170-175) que canceló la autonomía de gestión de que habían gozado los misioneros hasta entonces y su función mediadora, sometiendo las misiones al Ministerio de Colonización que podría decidir sobre la fundación de nuevas misiones, territorios sobre las cuales éstas debían ejercer su jurisdicción, concesión de permisos para el establecimiento de colonos en las mismas y, finalizada la labor catequizadora, declarar «concluido el Régimen Misional» al tiempo que, sobre la base de los neófitos agrupados, fundar «Intendencias Coloniales, permitiéndoles el goce de los derechos civiles que la Constitución y Leyes secundarias reconocen a todo hombre en Bolivia». Con todo, entre los numerosos cambios introducidos en el nuevo reglamento, me interesa notar los relativos, en primer lugar, al régimen administrativo de las misiones en cuyo territorio se instauró la libertad comercial y de circulación y se señaló, en forma imprecisa, que «las Misiones implantarán en las relaciones de los colonos, el sistema de cooperativismo de producción y consumo». En segundo lugar, a la autoridad de los misioneros —quienes vieron reducir sus competencias— que quedó subordinada estrechamente a la autoridad de los delegados gubernamentales. En tercer lugar, a la educación de los indígenas que empezaría por la formación escolar hasta los 11 años, momento en que aprenderían diversos oficios hasta que, a los 18 años, los varones recibirían instrucción militar como zapadores dentro del Servicio Vial Obligatorio dependiente del Ejército; una vez licenciados del servicio, los indígenas volverían a la misión habiendo adquirido el pleno «goce de los derechos civiles que la Constitución y Leyes secundarias reconocen a todo hombre en Bolivia», aunque no se clarificó en qué consistían esos derechos civiles. En cuarto lugar, a la propiedad indígena asignando a cada indígena una parcela de acuerdo a la composición de la familia (número de hijos); este lote, 67
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una vez secularizada la misión, pasaría al dominio legal y definitivo del otrora neófito. Este nuevo reglamento anunciaba el fin del régimen misional tal como había sido entendido a lo largo de la historia republicana, formalizado e institucionalizado en el reglamento de 1871. De hecho, varias de las misiones existentes fueron secularizadas en los años siguientes, como acaeció a las misiones de Guarayos (1938/1939) —lo que no impidió que en 1940 surgiera una nueva misión a la que llamaron Salvatierra— y afectó en años sucesivos a otras misiones cuando la nueva situación política y los cambios operados en el seno de la iglesia dibujaron un nuevo escenario que permitió la redemarcación eclesiástica del país, con el establecimiento de los Vicariatos Apostólicos de Pando y Reyes (1942), Ñuflo de Chávez (1951) y la Prelatura Nullius de Corocoro (1949).
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3. UNA HISTORIA DE LAS MISIONES FRANCISCANAS ENTRE LOS GUARAYO
Objetivo de este capítulo es la reconstrucción de los hitos fundamentales en la historia de las misiones franciscanas entre los Guarayo1 que presento en dos grandes etapas, la primera o fundacional, comprendida entre 1790 y 1880 con una inflexión significativa en la década de 1840, coyuntura en la que el Estado pretendió hacer de las misiones, con la colaboración por entonces frágil e inestable de la Iglesia, uno de los instrumentos para la reducción indígena y el avance de la frontera interna, logrando la progresiva concentración de población guaraya, paralelamente a una creciente aculturación de la misma. Fue a partir de entonces cuando se fundaron o restablecieron cuatro poblados misionales de neófitos guarayos, los conocidos hoy como Ascensión, Urubichá, Yaguarú y Yotaú2. La segunda etapa, comprendida entre 1880 y 1939, vio la consolidación del proyecto misional franciscano entre los Guarayo y estuvo signada por una paradoja, la progresiva buena marcha de las misiones constituyó la principal amenaza para la supervivencia de las mismas. La razón fundamental fue el interés de diversos grupos socioeconómicos por acceder a la mano de obra y, en menor medida, a las tierras indígenas sin la mediación misionera; para ello presionaron en forma creciente a los poderes públicos
1 Se ofrece aquí una síntesis de los aspectos más significativos del tema ya trabajado por mí en García Jordán, 2006. 2 La ubicación definitiva de dichos poblados, de Occidente a Oriente y de Norte a Sur es: Yaguarú (15º 36’ 02’’ / 63º 13’ 33’’), Urubichá (15º 37’ 42’’ / 63º 05’ 02’’), Ascensión (15º 53’ 47’’ / 63º 11’ 18’’), Yotaú (16º 10’ 36’’ / 63º 01’ 20’’). A ellos se agregó en 1900, la fundación de San Pablo (15º 53’ 58’’ latitud/ 63º 18’ 16’’ longitud Oeste), y con posterioridad al período abordado en este trabajo Salvatierra (15º 30’ 08’’ / 63º 0º’ 33’’), El Puente (16º 19’ 48» / 62º 54’ 37’’) y Surucusi (16º 27’ 42’’ / 62º 48’ 20’’), en Pereira Soruco, 1998: s.p.[3].
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con vistas a lograr la secularización de las misiones, objetivo logrado en 1938/1939. La comprensión de las dinámicas históricas de esta larga etapa exige, a partir de los datos relativos a la propia historia de cada poblado, de las relaciones de las misiones con el mundo exterior y de los cambios en el interior de la congregación franciscana el señalamiento de tres períodos. El primero, comprendido entre 1880 y 1904 cuando los poblados misionales entre los Guarayo se consolidaron por cuanto los franciscanos lograron sedentarizar una población, en lento pero sostenido crecimiento, dedicada a actividades agrícolas, ganaderas y artesanales que permitieron la producción de una amplia gama de materias primas y manufacturados (textiles, muebles, tejas, algunos útiles de hierro, etc.), productos consumidos en el interior de las misiones y cuyos excedentes fueron comercializados en los mercados del Beni y Santa Cruz gracias a su excelente ubicación geográfica en la vía entre las respectivas capitales departamentales. Ciertamente, esta posición geográfica hizo de los poblados guarayos fuente de aprovisionamiento de insumos pero, fundamentalmente, de mano de obra para la conducción de los ganados desde las llanuras moxeñas a Santa Cruz, cuando no objeto codiciado de los enganchadores gomeros y de los hacendados agrícolas, además de ser requeridos para la apertura y mantenimiento de vías de comunicación, construcción de oficinas fiscales, etc. Algunos de estos grupos socioeconómicos, interesados en acabar con la mediación misionera en sus relaciones con los Guarayo que, de alguna manera, obstaculizaba la sobreexplotación de la mano de obra indígena, empezaron a promover, a partir de la década de 1880, la secularización de los poblados, presión que provocó algunos cambios en la historia de los poblados en torno a 1904. Con el objetivo de enfrentar las demandas crecientes de brazos indígenas y la presión secularizadora, algunos de los franciscanos conversores en Guarayos, liderados por Bernardino J. Pesciotti, idearon en este período la llamada república guaraya, proyecto ideológico-cultural que descansó en la reelaboración de la identidad guaraya como estrategia defensiva. El plan, cuyos rasgos fundamentales trataré más adelante, se concretizó entre 1897 y 1903, e hizo de la lengua guaraya el principal, aunque no único, elemento identitario. El segundo período fue el comprendido entre 1904 y 1915, y se caracterizó por un cambio cuantitativo y cualitativo de las misiones como consecuencia, primero y fundamentalmente del reforzamiento del control político sobre las mismas con un recorte de competencias de los misioneros quienes, a diferencia de otras coyunturas, y como consecuencia del interés de la orden franciscana por evitar o, cuando menos, minimizar los conflictos con el poder político, se adecuaron progresivamente a las exigencias estatales. Este período estuvo marcado por un lado, por la progresiva 70
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marginación de las tesis sostenidas por Pesciotti en beneficio de las defendidas por sus sucesores en la prefectura, aparentemente más proclives a cumplir el objetivo socializador asignado por el poder civil a los franciscanos; por otro lado, por el interés de los políticos liberales en el poder por profundizar el proyecto modernizador y, con ello, incentivar, cuando menos en el discurso, la «civilización» y la «nacionalización» de los indígenas orientales vía la homogeneidad cultural. Los nuevos tiempos provocaron la progresiva marginación del proyecto segregacionista impulsado por Pesciotti en beneficio de un proyecto misional que enfatizó la completa socialización de los Guarayo en la Bolivia republicana aunque, paradójicamente, la presión secularizadora fue en aumento. El tercer período fue el comprendido entre 1915 y 1939, años en que los factores más significativos para la historia de los poblados guarayos fueron dos referidos al ámbito de la sociedad civil, un tercero a la orden franciscana, y un cuarto al ámbito de la política boliviana. Los dos primeros factores fueron la progresiva presión de algunas élites socioeconómicas para el acceso directo a la mano de obra indígena y a las tierras misionales, presión derivada del agotamiento del ciclo gomero en el Beni, con el consiguiente perjuicio para el hasta entonces activo comercio entre la ciudad de Santa Cruz y las plazas benianas; estas regiones, afectadas por la despoblación provocada por aquellas actividades extractivas demandaron en forma progresiva brazos indígenas y acceso a tierras para el desarrollo de una economía agropecuaria. La eventual negativa de los misioneros a tales requerimientos propició una radicalización de la presión secularizadora. El tercer factor debemos buscarlo en el interior de la orden franciscana que, interesada por obtener un mayor predicamento en esferas de la sociedad civil boliviana no ocupadas por entonces, particularmente en el ámbito educativo, y en sintonía con los cambios que se estaban operando en la organización administrativa de la Iglesia en el mundo con el surgimiento de las prefecturas y vicariatos apostólicos, trató de reducir sus tradicionales actividades misioneras al mismo tiempo que evitar conflictos con el poder civil. Finalmente, el cuarto factor se refiere al ámbito político pues, paralelamente a los procesos anteriores, los Ejecutivos bolivianos, en particular a partir del segundo gobierno de Montes, reforzaron progresivamente el control sobre los poblados misionales guarayos al tiempo que dejaron progresivamente de pensar en las misiones, juzgadas demasiado «conservadoras», como instrumento prioritario para la conquista y ocupación de las fronteras. Esta tesis se consolidó en la década de 1920 con el Partido Republicano en el poder, cuyos responsables no lograron tampoco hacer efectiva la ocupación efectiva de todas las fronteras como el conflicto del Chaco se encargó de mostrar. Justamente fue este conflicto el que anunció la inminente 71
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secularización que se produjo tras el acceso de los militares al poder, en un contexto de crisis del sistema político y bajo unos postulados nacionalistas que «exigían» que desde el Estado se completara la bolivianización de los territorios y poblaciones indígenas y que, en última instancia, provocaron la secularización de las misiones guarayas en 1938/1939. 1. LA ETAPA FUNDACIONAL, 1790-1880
Aunque la reducción de los Guarayo se remonta a inicios del siglo XVIII cuando algunas familias pertenecientes a dicho grupo fueron contactadas por misioneros jesuitas y trasladadas a San Javier de Chiquitos, el acontecimiento no dejó de ser una anécdota pues los indígenas huyeron casi inmediatamente del poblado. Los primeros intentos dirigidos a la reducción de los Guarayo se iniciaron a fines del siglo XVIII cuando Carlos IV firmó (20/11/1792) la Real Cédula por la que, a solicitud del obispado de La Paz, se aprobó la fundación de un Colegio de misioneros franciscanos en Tarata, a quienes se confió la reducción de los Yuracaré y la conversión de los «demás indios infieles de aquella Montaña»3. Fue entonces cuando se inició la conquista y concentración en poblados de los Guarayo como consecuencia del interés de la Corona y la presión de los grupos dirigentes locales por implementar una vía de comunicación entre las provincias de Chiquitos y Moxos. Los contactos con los indígenas fueron protagonizados por el sacerdote Gregorio Salvatierra quien, con el apoyo de las autoridades civiles, intentó repetidamente a fines de la década de 1790 e inicios del siglo XIX la reducción de los Guarayo que, sin embargo, no logró por el continuo remonte de los indígenas. No fue hasta 1820 cuando, a petición de algunos guarayos que temían ser capturados y llevados lejos de sus tierras y para quienes la reducción pareció presentarse como una alternativa frente a la amenaza que suponía la llegada de colonos blanco-mestizos4, Salvatierra
Mercurio Peruano, nº 605 [nº 405] (Lima, 1792), f. 187. Texto completo de la RC y nota editorial sobre la misma en ff. 185-192. El documento figura también en la Guía de fuentes franciscanas en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (1994: 411-414). Ver Foto 1, fachada principal del Colegio de San José de Tarata en torno a 1898-99 en la segunda parte de este trabajo. 4 Según las informaciones de Lacueva, recogidas sucintamente por d’Orbigny (2002, III: 1352), ampliadas por Cors (ACFB, Vol. III, nº 36, Tarata, 1911, pp. 836-837) y recogidas por Cardús (1886: 94), el temor de los Guarayo derivó de la llegada a la región de una expedición promovida por el gobernador de Moxos, Francisco Javier Velasco, y dirigida por el corregidor del Carmen, José Ignacio Ceballos, para estudiar las condiciones de 3
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fundó las poblaciones de Santa Cruz y Trinidad5, y sugirió al gobernador cruceño, Francisco Javier Aguilera, la conveniencia de confiar a los franciscanos la reducción del grupo. En consecuencia, encargado el Colegio de Tarata de la tarea conquistadora y la gestión de las misiones guarayas, se produjo la llegada a la zona, a mediados de 1823, de Francisco Lacueva como comisario prefecto de misiones6, de los religiosos Gregorio Quintana y Mariano Rocamora, y del lego Fr. Blas N. a quienes se sumaron, poco después, los también franciscanos Narciso Arnau y Pedro Denti (Cardús, 1886: 97-100). El grupo de religiosos, paralelamente al estudio de la lengua para la comunicación con la población, abrió el camino a la provincia de Moxos, reconoció el territorio y «empadronó la nación hasta su último rancho que se estendia [sic] por el bosque como 40 leguas a lo largo y como 10, o 12 a lo ancho» concentrando a las familias y se «hicieron capillas, casas, chacras, y una pequeña estancia» al tiempo que la tejeduría permitió obtener los vestidos con los que «se iba vistiendo a la gente, que no se avergonzaba de su total desnudez», introduciendo más tarde los oficios de herrería, carpintería, etc.7. La actividad de los franciscanos pareció tener un éxito inmediato en cuanto lograron la reducción de un número aproximado de 552 guarayos —ver cuadro 2—, junto a 68 chiquitanos y 7 chiriguanos radicados en los cuatro poblados (Cardús, 1886: 98)8. navegabilidad del río San Miguel con vistas a la comunicación fluvial entre las provincias de Moxos y Chiquitos. La iniciativa fue percibida por los Guarayo, que conservaban en su memoria la captura de algunos de ellos con destino a Loreto y que habían visto también como otros habían sido llevados a Carmen de Moxos, como un intento renovado de ser capturados. 5 Cors en «Noticias sobre Guarayos», ACFB, Vol. III, nº 36 (Tarata, 1911), p. 837. Estas Noticias han sido recogidas parcialmente en Guía, 1994: 526-534, y totalmente en Perasso, 1988: 9-75. En un documento localizado en el Archivo Catedralicio de Santa Cruz (AMC) y correspondiente al 14/09/1821, consta que para entonces los guarayos reducidos eran un total aproximado de 500 individuos, 80 de ellos en San Joaquín, 80 en Trinidad, 160 en San Pablo, y el resto en Santa Cruz. 6 Lacueva fue autor de unas notas sobre la lengua guaraya, una gramática y un diccionario guarayo-castellano, según se deduce de las anotaciones de Viudez, en Rück, 1865: XXI, y Cors (Perasso, 1988: 54), ratificadas por Gorleri, 1875: 22-23. 7 Informe enviado por Fr. Francisco Lacueva al obispo electo de Santa Cruz, Manuel Angel del Prado (Yaguarú, 24/05/1845) y localizado en Archivo Arquidiocesano de Santa Cruz (AASC). 8 Hay una ligera discrepancia sobre la población de Trinidad y Santa Cruz que, según d’Orbigny era entonces de 300 individuos, mientras que para Cardús ascendía a 305 habitantes, cantidad que es la reflejada en el cuadro 2.
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CUADRO 2. POBLACIÓN GUARAYA RADICADA EN LAS MISIONES, 1823 Misión
Población
San Joaquín San Pablo Trinidad y Santa Cruz Total
85 162 305 552
Fuente. Cardús, 1886: 98; d’Orbigny, 2002, III: 1352.
Por otro lado, implementaron una incipiente actividad productiva en torno a la agricultura, la ganadería y pequeña manufactura, además de contribuir a la apertura de un camino para la comunicación entre Santa Cruz, Chiquitos y Moxos (Cardús, 1886: 98). Sin embargo, el rechazo de los indígenas a las nuevas creencias y prácticas sociales, con su reiterado remonte, fue constante a lo largo del tiempo en buena medida siguiendo el liderazgo de Luis Curubaré, llamado «cacique Luis»9 quien fugó repetidamente de Trinidad y se adentró en el monte. Si el rechazo indígena fue importante, mayor trascendencia tuvo, en el corto plazo, la independencia de Bolivia que provocó la marcha de los pocos misioneros españoles con excepción de Lacueva que sólo se vio acompañado en su tarea por el padre Salvatierra10. Esta situación facilitó, aún más, el remonte indígena hasta provocar la práctica desaparición de San Pablo y San Joaquín, aunque algunos guarayos procedentes de esta última se trasladaron entonces (1825) a un nuevo emplazamiento, la futura Ascensión, que por entonces no tenía rango de misión11. Así, a inicios de la tercera década del siglo XIX sólo subsistían los poblados misionales de 9 Según anota Cors, quien lo conoció por vez primera en 1841 cuando, en su opinión, tenía alrededor de 65 años, Curubaré o Luis había sido «muchacho del clérigo» Salvatierra, tenía gran predicamento en el grupo al que «predicaba» la ley del Abuelo» y «murió bárbaro en Ascensión en el año de 1852 dejando una numerosa familia», en «Noticias sobre Guarayos» en ACFB, Vol. III, nº 36 (Tarata, 1911), p. 831. Pereira Soruco, quien parece haber accedido al relato de Cors a través de la reproducción que de su manuscrito hace Cardús (1886), dice que Curubaré tenía en 1845 alrededor de 65 años y añade, incorrectamente, que Cors no dice nada respecto a la muerte de este último, «sólo deja de mencionarlo» (1998: 61). 10 Gregorio Salvatierra fue enviado a Ascensión y permaneció en su puesto hasta su muerte, hecho que aconteció en septiembre de 1830 (Cardús, 1886: 102). 11 D’Orbigny anota que la reducción de Ascensión había sido fundada en 1824 con los escasos pobladores de las antiguas reducciones de San Joaquín, Asunta y San Pablo, y a inicios de 1832 agrupaba alrededor de 300 guarayos y algunos chiquitanos escapados de Concepción (d’Orbigny, 2002, III: 1342-1343).
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Trinidad y Santa Cruz, gestionados por Lacueva como conversor de Trinidad y vicario de la provincia (Cardús, 1886: 102). Con todo, cuando a fines de 1831 arribó a la zona d’Orbigny, la mayoría de los Guarayo vivían fuera del control misional, e incluso los reducidos —que el viajero estimó en 1.000 individuos, concentrados en las citadas poblaciones y en Ascensión— continuaban con sus ceremonias y praxis social tradicional, renuentes al control y las prácticas católicas hasta el punto que, según relata el viajero, encontrándose en Ascensión oyó que un guarayo, sintiéndose nombrar «indio», lo negó con el argumento que «Sólo los chiquitos son indios, pues son esclavos; yo soy libre y no indio: soy guarayo» (d’Orbigny, 2002, III: 1345) enfatizando así orgullosamente su independencia y no sometimiento al régimen misional. La situación no mejoró hasta que llegaron a la zona, en diciembre de 1840, los franciscanos Manuel Viudez12 y José Cors quienes, paralelamente al interés del gobierno boliviano por obtener el sometimiento de una población que, reiteradamente, hostilizaba el tránsito desde la ciudad de Santa Cruz a Trinidad, desarrollaron una nueva estrategia conquistadora y reduccionista. El arribo a Guarayos de Viudez y Cors —resultado de la gestión personal del presidente José Miguel Velasco, cruceño y conocedor de la actividad misional de Lacueva—13 tuvo efectos inmediatos en el proyecto reduccionista. La razón principal fue el traslado promovido por dichos religiosos de los poblados misionales, hasta entonces situados en zonas cerradas y sin posibilidad de desarrollar cultivos según Viudez, a lugares aptos para el desarrollo de las actividades agropecuarias que, por ende, propiciaran la implementación del plan misional14. Esta falta de terrenos «abiertos» no fue la única razón pues la decisión fue resultado también de la toma de conciencia por parte de aquellos religiosos de que el sometimiento y la aculturación serían imposibles de obtener mientras se mantuviera la relación de los guarayos concentrados con los que, huyendo de la reducción, se refugiaban en los bosques. La decisión fue tomada en una Viudez dejó sus impresiones en un texto, al parecer redactado en 1849, recogido más tarde por Rück, 1865: Apéndice, XIV-XXXIV. 13 Según Gorleri, Velasco «tenía una gran estimación al P. Lacueva, y conocía a los Guarayos desde niño; y como Presidente veía la importancia de aquella Misión» (Gorleri, 1875: 29). 14 Según Viudez, tanto Santa Cruz como Trinidad no favorecían la implementación del proyecto por cuanto carecían de terrenos aptos para el cultivo y el pastoreo impidiendo tanto la sedentarización de la población como la supervivencia económica de los poblados. Además, en el primer caso, no había suficiente terreno llano para concentrar las casas necesarias para albergar a la población (Viudez en Rück, 1865: XX). 12
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coyuntura política favorable, la derivada del acceso al gobierno de José Ballivián bajo cuya administración, como vimos, se proyectó por vez primera un plan integral para la conquista y ocupación de los Orientes. Los misioneros lograron, a mediados de la década de 1840, la refundación de Ubaiminí y Yaguarú para lo que, al parecer, contaron con el consenso de los Guarayo habitantes de los antiguos poblados de Trinidad y Santa Cruz respectivamente (Viudez en Rück, 1865: XXI), quienes a su llegada a los nuevos lugares fueron divididos en parcialidades «al modo que lo están los Mojos» y se formaron los pueblos (Cors en Perasso, 1988: 60). Con todo, la continuada resistencia manifestada en los remontes de algunas familias provocó la formación de expediciones que, periódicamente, se adentraban en los bosques para capturar a los remontados. Y, paralelamente a las tareas reduccionistas se consiguieron tímidos avances en el adoctrinamiento indígena y una ligera mejora del estado material de las misiones. Esta mejora se vio lastrada, no obstante, bien por las enfermedades que asolaron periódicamente los poblados, bien por los incendios que considerando los materiales usados en la construcción de los edificios fueron también una constante amenaza a la existencia de aquéllos. Así sucedió con el poblado de Ascensión, reducido a cenizas a fines de 1849 y que, pocos meses después pasó a ser confiado, en calidad de misión, a los franciscanos de Tarata. Los años que siguieron fueron fundamentales en la reducción de los Guarayo y la consolidación de los poblados misionales, como consecuencia, en primer lugar, del interés económico de algunas élites locales y regionales de Santa Cruz y el Beni, deseosas de mantener abierta una vía de comunicación expedita y relativamente segura que facilitara el tránsito de mercaderías, primero ganados, y más tarde, del comercio vinculado a la entonces incipiente «industria» gomera. En segundo lugar, del interés «religioso» tanto de la Santa Sede como de la misma orden franciscana, única congregación que había permanecido en Bolivia dedicada a la conversión de los «infieles». Finalmente, la consolidación de las misiones guarayas derivó también, aunque en menor medida, del interés «políticoideológico» del aún frágil e inestable Estado boliviano por hacerse presente en una región que, hasta entonces, había escapado a su control. Las primeras informaciones sistemáticas sobre las misiones entre los Guarayo fueron las proporcionadas por el comisario prefecto de las misiones de Tarata, Fr. Pascual Bianchi, en el informe enviado a la Sagrada Congregación de Propaganda Fide (SCPF)15, y en el que se estimó en 538
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Borrador del Informe del Prefecto Fr. P. Bianchi a SCPF que he localizado en AT, de 6 ff. anv. y rev. sin fecha aunque redactado a inicios de 1851 pues la copia del original re-
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el número de familias guarayas reducidas. Atendiendo a los datos ofrecidos podemos señalar que el número aproximado de guarayos concentrados ascendió a unos 2.306 si a los 1.481 radicados en Ubaiminí y Yaguarú —ver cuadro 3— agregamos los, aproximadamente, 825 individuos que sumaban, probablemente, el total de 184 familias ubicadas en Ascensión y de cuyos integrantes no se da la cifra16. En dicho pueblo residían también por aquel entonces 67 familias chiquitanas, cristianizadas, y 11 familias cruceñas. CUADRO 3. POBLACIÓN GUARAYA RADICADA EN LAS MISIONES, 1851 Familias
Misión Ascensión Ubaiminí Yaguarú Total
Habitantes
Cristianas
Infieles
Total
Cristianos
Infieles
140 94 92 326
44 80 88 212
184 174 180 538
s. d. 430 535 965
s. d. 240 276 516
Total 825 670 811 2.306
Fuente. Elaboración propia a partir de Fr. P. Bianchi (Tarata, 11/03/1851), punto nº 13, en AT.
Conseguido el objetivo prioritario de concentrar a los guarayos en los poblados, no cabía más que esperar los «éxitos» derivados de la imposición de la nueva economía agropecuaria —de la que formaba parte la introducción de plantaciones de cacao, café, caña de azúcar, algodón, amén de la cría de ganado vacuno y caballar, básicamente, pero también en algunos casos lanar y porcino, además de animales domésticos— y de la enseñanza de oficios que permitieran la obtención de los insumos necesarios para la supervivencia económica de la misión que posibilitara, a su vez, la consolidación de las misiones y, lo que es más importante aún, la completa mitido a dicha congregación, redactado en latín a excepción de la cosmovisión de los Guarayo y las noticias históricas relativas a los mismos —proporcionadas por Viudez y Cors— está fechado en Tarata, 11/03/1851. He consultado tanto el borrador citado, como la transcripción que de dicho documento hizo en 1996 Fr. Ferdy Haldenberg, una copia del cual figura en el AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, ff. 798 anv-803 rev. Hay algunas leves diferencias entre el borrador y el original de dicho informe —que no alteran sustancialmente las informaciones reseñadas— aunque aquí utilizaré, siempre que no diga lo contrario, el borrador existente en AT más preciso en algunas noticias. 16 En el informe borrador, aunque tachado, se dice que en cada uno de los pueblos había alrededor de 900 almas más o menos, mitad «cristianos», mitad «bárbaros», y en hoja adjunta al informe se ofrecen los datos más detallados aquí recogidos.
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sedentarización de la población. El logro de tal objetivo suponía, en última instancia, la marginación y la superación de la praxis social vinculada a la economía natural practicada hasta entonces por los Guarayo, economía de subsistencia en torno a la caza, la pesca y la agricultura de roza productora de maíz, yuca, plátanos y camotes propios del ecosistema ocupado hasta entonces por el grupo. Estos objetivos se consiguieron en forma progresiva, y buena muestra de ello son, a mi entender, tres indicadores el primero de los cuales fue la aprobación del reglamento para el «mejor gobierno de las misiones»17, en el que se fijaron las funciones a desempeñar por los religiosos, los deberes de los neófitos, los castigos a imponerles en caso de faltar a aquéllos y, finalmente, el trato debido a los viajeros que pasaran por los poblados misionales. Dicho reglamento, elaborado por José Cors en 1854, contenía una serie de normas a la que los religiosos debían atenerse en su actividad en el interior de la misión, al mismo tiempo que fijaba sus competencias con el objetivo de evitar los conflictos que, ocasionalmente, se suscitaban tanto entre los misioneros, como entre éstos y el Colegio de Tarata al que estaban adscritos18. El segundo indicador fue el relativo al éxito de la «cristianización» de los guarayos reducidos pues, al parecer, en 1856, los 1.000 habitantes de Ascensión y los aproximadamente 700 que había en Trinidad [de Ubaiminí] y Santa Cruz [de Yaguarú] estaban ya todos bautizados y eran gente «dócil y trabajadora»19. Tercer indicador de la consolidación de las misiones fue el surgimiento, en 1858, de una nueva misión, San Fermín20. La entrada en la década de 1860 vio la consolidación del proyecto misional por cuanto los conversores en Guarayos —cuyo número a lo largo
17 Tal normativa no debe ser confundida con los reglamentos de misiones que regían las relaciones de las misiones con la sociedad regional en la que ésas se encontraban y con las autoridades políticas, reglamentos aprobados por el Estado que han sido tratados en el capítulo anterior. 18 Reglamento de Fr. J. Cors (1854) que, con algunas reformas posteriores, fue enviado por el Comisario Pref. Misiones, Fr. Querubín Francescangeli, al ministro general de la orden, Ireneo Piani (Tarata, 11/04/1861), y localizado en AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, 1 f.s.n. anv. y rev+ ff. 83 6 anv.-838 rev., adjunto a la carta del mismo Francescangeli (Tarata, 25/06/1861), en Ibíd. ff. 834 anv.-835 anv. 19 Carta del comisario prefecto de misiones, Fr. Atanasio Cavaglia al ministro general franciscano (Tarata, 18/11/1856) en AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, f. 825 anv. y rev. 20 Como consecuencia de los continuados ataques de los Sirionó a los transeúntes que llegaban hasta Ascensión se resolvió fundar (1858), en las inmediaciones de aquélla, un nuevo poblado con un contingente estimado entre 60 y 70 familias guarayas procedentes de las tres misiones ya existentes (Cardús, 1886: 119).
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de estos años osciló entre ocho y diez— fueron capaces, primero, de retener a la población que se mantuvo en torno a una cifra estimada entre los 2.000 y 2.500 individuos en el conjunto de las cuatro misiones; segundo, de lograr su sedentarización implícita en el «nuevo» espacio civilizado, cristiano, obviamente aculturador, del que formaba parte tanto la construcción física del poblado, como la implantación de nuevos cultivos, la cría de ganado y la producción de útiles. A diferencia de los logros habidos en el plano material, los resultados fueron mucho más precarios en lo que respecta a la imposición del nuevo sistema de creencias y la praxis religiosa vinculada al mismo, igual que fue entonces cuando surgieron nuevas instituciones que reglamentaban el gobierno del poblado, el más emblemático, el cabildo indígena. Con todo, es evidente que, finalizando esta etapa, uno de los obstáculos más importantes para, una vez lograda la reducción, completar el proceso aculturador fue el insuficiente número de franciscanos para atender las misiones, escasez que se acentuó en la década de 187021. 2. LAS MISIONES GUARAYAS, LAS MÁS «PRÓSPERAS» DE LA REPÚBLICA, 1880-1939
El acceso al poder de los empresarios mineros y, con ellos, la modernización de la economía y la política bolivianas provocó un cambio en la estrategia estatal por conquistar y ocupar los Orientes. El renovado interés de los gobiernos bolivianos por las fronteras hizo de las misiones el principal instrumento para la colonización del territorio. La concreción más explícita de esta afirmación fue la ley de 18/11/1886 por la que la fundación de misiones pasó a formar parte, explícitamente, de la estrategia estatal para ampliar la frontera interna, pensando en ellas como mecanismos reductores y domesticadores de la mano de obra indígena, pero también como centros de colonización, y como instrumentos de nacionalización del territorio. En consecuencia, los poblados misionales guarayos parecieron consolidarse aunque, como señalé antes, el emplazamiento de las misiones 21 Escasez de misioneros consecuencia de la progresiva disminución de religiosos en los Colegios de Propaganda Fide bolivianos que se pretendió resolver, bien con el incremento de las «colectas» de adolescentes o jóvenes europeos en Italia y España que, llegando a Bolivia, desarrollaban sus estudios in situ; bien con la «asociación» de aquellos colegios con «alguno de los colegios o conventos» ya existentes en Europa.Ver al respecto, AT. Fondo Correspondencia entre los Colegios de P. Fide en Bolivia. Colegio Sucre. Doc. 25.
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en la vía de tránsito comercial utilizada por las élites económicas cruceñas y benianas hizo de aquéllos una fuente de aprovisionamiento de insumos y, lo que es más importante aún, reservorio de mano de obra para la prestación de servicios ya al Estado, ya al sector privado. La historia de los poblados guarayos en esta etapa muestra un incremento constante y sostenido de la demanda de brazos bien para la conducción de los ganados desde las llanuras moxeñas a Santa Cruz, bien objeto codiciado de los enganchadores gomeros y, posteriormente, de los hacendados agrícolas, bien para la apertura y mantenimiento de vías de comunicación, construcción de oficinas fiscales, etc. Y fue esta demanda de mano de obra indígena, que sólo podía ser satisfecha por la existencia de la población guaraya, la principal amenaza para la supervivencia de las mismas por cuanto los grupos socioeconómicos más interesados en el acceso directo a los brazos guarayos empezaron a presionar, en la década de 1880, a favor de la secularización. Frente a la presión de dichos grupos que, además, tendían a una sobreexplotación de la mano de obra no obstante la «protección» misionera, algunos religiosos elaboraron lo que se dio en llamar la república guaraya. 2.1. El progreso socioeconómico de los poblados misionales frente al «silencio de las tumbas» secularizador, 1880-1904
Considerando las nuevas funciones adjudicadas por los gobiernos «conservadores» a los misioneros, las autoridades franciscanas en Bolivia y del mismo Colegio de Tarata fueron conscientes de que el éxito de su proyecto dependía, en gran medida, tanto del incremento del número de religiosos destinados a las misiones como del completo desarrollo del proyecto aculturador de la población guaraya. Si lo primero exigía colectar individuos dispuestos a ser destinados a territorios de «misión», y tales sujetos se hallaron en Europa, prioritariamente en Italia, España y Austria; lo segundo demandaba uniformizar el proyecto misional con vistas a la implementación del proyecto socializador de los indígenas que involucraba, tanto la instrucción cívica —fundamental, aunque no únicamente, la alfabetización en castellano— como la religiosa, con el adoctrinamiento teórico —utilización de los mismos textos catequéticos por todos los religiosos— y la praxis consiguiente en la administración de los sacramentos, rituales eucarísticos, festividades religiosas, etc. Para entonces, década de 1880, constatamos un progresivo crecimiento vegetativo en las misiones pues los 4.439 habitantes censados por Cardús en 1883-1884, pasaron a ser 5.280 a inicios de la década de 80
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los noventa22 cuando, en los poblados había un total de 874 casas, además de las escuelas para niños y niñas y las «oficinas» de carpintería, tejeduría y herrería, amén de los correspondientes cultivos de algodón, arroz, azúcar, cacao, café, maíz y maní, yuca y plátanos. La mejora del estado «material» se veía amenazada por la presión de algunos grupos interesados en obtener mano de obra indígena y proclives a la secularización de los poblados (Giannotti, 1891). Fue en los últimos años del siglo XIX cuando las misiones guarayas se enfrentaron con un reto fundamental, hacer compatible sus servicios al Estado y a las élites socioeconómicas regionales, con la transformación efectiva del bárbaro en ciudadano de ese mismo Estado. La contradicción, presente en todo proyecto colonialista —en este caso, un colonialismo interno— se presentó crudamente a los conversores que actuaron en Guarayos, y en menor medida a sus superiores jerárquicos que atendían prioritariamente a sus intereses institucionales, en una coyuntura en que la expansión de la economía extractiva del caucho en el Beni, y la economía agropecuaria cruceña demandaban urgentemente la mano de obra «controlada» por los religiosos como «tutores» de los indígenas. Cuando el comisario franciscano, Fr. Sebastián Pifferi, en su visita a Guarayos en 1893, solicitó del prefecto Fr. Ambrosio Pratti y de sus conversores que dejaran la «utopía» y procuraran «la perfección posible» lo que estaba demandando era que los misioneros lograran la alfabetización en castellano de los neófitos y su instrucción «sobre la manera de vivir en sociedad» —objetivos básicos cuya consecución había delegado el Estado en los misioneros franciscanos— pues, si bien durante su visita había constatado el crecimiento económico y demográfico de las misiones, también había comprobado la escasa divulgación del castellano y las dificultades de los nativos para vivir sin la «tutela» protectora ejercida por los religiosos en una relación claramente asimétrica23. En esta coyuntura (1894) los italianos Bernardino J. Pesciotti, Juan Bernabei, Dámaso Sartori y Domingo Yannacci que, aún adolescentes, habían llegado a Tarata (1884) para recibir la formación correspondiente, 22 Esta es la cifra proporcionada por el prefecto de misiones Ambrosio Pratti en su informe enviado a la SCPF, y que a la luz de otras informaciones me parece más ajustada a la realidad que la ofrecida por Giannotti en su informe al gobierno, en el que señala la existencia de 5.459 guarayos (Giannotti, 1891: Cuadro sinóptico). 23 Expresiones vertidas en la carta enviada por Fr. Sebastián Pifferi al ministro general franciscano (La Paz, 31/01/1894) en AGFM. Bolivia. Collegia. Años 1893-1896. SK/144, f. 114 anv., citado por Van den Berg, 2001: 76. Relato de la visita efectuada por Pifferi a todas las misiones franciscanas en Ducci, 1895.
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fueron destinados como conversores a los poblados guarayos. Para entonces se habían incrementado las peticiones de brazos indígenas por parte de autoridades, enganchadores, comerciantes y hacendados; y también se estaba agudizando la explotación de dicha mano de obra mediante la retención fraudulenta realizada por los «patronos». Esta situación fue el detonante del surgimiento de la república guaraya24 y provocó un progresivo enfrentamiento entre misioneros —en particular el prefecto Pesciotti, en el cargo desde 1897— por un lado, y las autoridades regionales y sectores propietarios por otro que acusaron a los primeros, en la prensa cruceña y beniana, de obstruccionismo. Pesciotti, buen conocedor de la situación, se dio a la tarea de inventar e implementar lo que llamó la república guaraya, proyecto ideológico-cultural que tomó forma entre 1897 y 1903, y que encontró en las otrora florecientes misiones jesuíticas de Moxos, de Chiquitos y del Paraguay, el modelo a seguir. Así, la construcción de una república cerrada al exterior, en que se reforzaron algunos de los elementos identitarios del grupo Guarayo, fue pensada como instrumento con el que hacer frente tanto a la secularización como a la saca de brazos que la sociedad demandaba crecientemente, con el corolario implícito de mantener la «tutela» misionera sobre los neófitos, cuya integración a la nacionalidad se veía así como objetivo teórico a largo plazo. No voy a referirme aquí al proyecto, que trataré más adelante, aunque sí interesa señalar que en el informe preceptivo de Pesciotti a la liberal Junta de Gobierno (noviembre de 1899), además de las consabidas referencias al estado de las misiones, señaló la necesidad de mantener la tutela misionera, pronosticó que la posible secularización de aquellos poblados provocaría la ruina del comercio regional y la desaparición de lo logrado «tragado por las insaciables fauces de la tarasca beniana» (Pesciotti, 1899: 84)25 y solicitó, y obtuvo del Ejecutivo (resolución suprema de 8/05/1900), que el puerto existente desde 1893 en las riberas del río San Pablo, en las cercanías de Ascensión, fuera declarado misión. La resolución gubernamental se produjo poco meses después de la publicación, en la prensa cruceña, de algunos artículos en los que se calificó a los religiosos de «negociantes de carne humana», y uno de sus autores, Rosendo
24 Historia factual de varios episodios que movieron a los religiosos a promover dicha república en García Jordán, 2006: 164-168. 25 Tarasca, de origen incaico, es una figura de sierpe monstruosa con una boca muy grande que en algunas zonas se sacaba durante la procesión del Corpus. En sentido figurado, se dice de una persona o cosa temible por causar grandes daños (Diccionario RAE, 1992).
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Gutiérrez26, presentara un memorial a la Convención nacional solicitando la expulsión de todos los religiosos de las misiones de Guarayos, la secularización de éstas, y la derogación del reglamento de misiones de 1871 vigente. La intervención de Gutiérrez no es baladí en esta historia por cuanto fue el detonante de los cambios legislativos que se aprobaron relativos a las misiones franciscanas en la Bolivia de 1901. Paradójicamente, bajo los liberales se consolidó el papel de las misiones como instrumento para la conquista y colonización del territorio y el sometimiento de las poblaciones bárbaras, aunque fueron sometidas a un creciente control político como se vio en la derogación por la Convención liberal del reglamento de misiones de 1871 (20/01/1900) que fue reemplazado por otro sancionado por el presidente Pando el 12/08/1901 (Anuario, 1901: 74 y 77-78). En este inicio del siglo XX los cinco poblados guarayos, que habían visto cómo la «tos de ahogo» (el asma) diezmaba la población infantil, agrupaban un total de 5.486 habitantes27, reservorio de mano de obra para los contratistas, privados y públicos28, frente a la que los misioneros podían hacer bien poca cosa y que provocaron, entre otras cuestiones, un aumento significativo del número de prófugos29. Para entonces, los aspectos fundamentales de la república guaraya 26 Comerciante y asentista cruceño que tras haber obtenido en licitación el derecho a cobrar los impuestos relativos a la internación de ganado de Moxos y el comercio entre Santa Cruz y el Beni por las vías de Cuatro Ojos y Guarayos y haber instalado en Ascensión a su agente recaudador, Erasmo Morón, se consideró lesionado en sus intereses por la actuación del prefecto Pesciotti quien, en función de sus competencias, había ordenado la expulsión de dicho agente del territorio misional. El memorial enviado por Gutiérrez fue publicado en La Estrella del Oriente, nº 2578 (Santa Cruz, 11/11/1899). En él se recurre a los ingredientes básicos de la retórica nacionalista: explotación de bolivianos (no deja de resultar paradójico el uso de tal denominación para la población guaraya cifrada, en algunos casos, de bárbaros) por los extranjeros que, además, eran religiosos. 27 Hay discrepancia de datos entre los ofrecidos por los misioneros en sus informes, más aproximados a la realidad, y los recogidos en el Censo de 1900. Ver al respecto García Jordán, 2006: 172-173, nota 50. 28 Entre 1897-1900 el total de varones guarayos utilizados en el servicio público, expediciones de «conquista» o punición y el servicio privado de comerciantes, hacendados agrícolas o ganaderos ascendió a un total de 1.360 individuos. Informe enviado al Comisario General Fr. N. Armentia, en ASCPF. Rubrica. NS. Vol. 214. Año 1900, f. 776. 29 En 1903 se estimaron en 465 individuos, mayoritariamente hombres, los prófugos de los cinco poblados. Fr. Genaro Scherer, [Relación del estado de las misiones de Guarayos que presenta el Vice-Prefecto de las mismas… al Cardenal Prefecto de SCPF, para el trienio 1900-1903 (Tarata, 17/09/1903)], en ASCPF. Rubrica. NS. Vol. 294. Año 1903, f. 406.
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habían sido ya delineados, igual que los símbolos que la representaban (bandera, escudo, himno, música) y los rituales en que se mostraba (toma de posesión de los caciques, fiestas patronales, carnavales). Sin embargo, se avecinaban importantes cambios para todas las misiones y, particularmente, en las de Guarayos, como resultado de la radicalización del proyecto liberal, de la presión de las élites regionales cruceñas y de los nombramientos del austriaco Wolfgang Priewasser y del italiano Francisco Pierini, como prefecto de las misiones y guardián del Colegio de Tarata respectivamente. Tras el acceso de Priewasser al cargo prefectural (1904), la república guaraya entró en crisis como consecuencia, primero, de la radicalización de la presión secularizadora y el progresivo control político de las misiones de las que se reclamaba, teóricamente, la socialización de los Guarayo que propiciara, en el medio plazo, su transformación en ciudadanos de la república. Segundo, de la rigidez y escasa ductilidad del nuevo prefecto misionero en sus relaciones con las élites económicas y autoridades políticas cruceñas. Tercero, y vinculado a los anteriores, del interés de los superiores franciscanos en Tarata, La Paz y Roma de lograr los objetivos que el Estado había asignado a los franciscanos como vía para obtener mayor predicamento en las esferas políticas y ganar espacios de poder en el ámbito público, en particular el educativo. 2.2. Modernización económica, socialización indígena y secularización, 1904-1915
El período iniciado en 1904 se caracterizó por un cambio cuantitativo y cualitativo de los poblados misionales guarayos como consecuencia, en primer lugar, del reforzamiento del control del poder político sobre los mismos que se plasmó en la aprobación de un nuevo reglamento de misiones (1905); en segundo lugar, del interés de la misma orden franciscana por responder eficazmente a las demandas del poder civil relativas a la completa socialización de los Guarayo. Fueron unos años en que, paralelamente al incremento demográfico de los poblados, éstos consolidaron el rol económico desempeñado en la economía regional tanto en la producción de insumos como en el abastecimiento de mano de obra. En este período los misioneros parecieron concentrarse en la mejora de la socialización indígena, particularmente en relación a la «instrucción» que permitiera la alfabetización en castellano de los indígenas y su progresiva emancipación de la tutela ejercida hasta entonces por los misioneros. Y, es evidente que la nueva situación hizo imposible el mantenimiento de la república guaraya, 84
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postergada por los sucesores de Pesciotti en el cargo prefectural, primero Wolfgang Priewasser, después Francisco Pierini. Aunque la actuación de estos religiosos fue fundamental en la deriva aculturadora del proyecto misional por cuanto insistieron repetidamente en la mejora de la instrucción cívica, la enseñanza del castellano y la modernización de las actividades económicas, ello no fue óbice para que continuaran ejerciendo la tutela sobre la población guaraya en lo que se refiere a los abusos en la contratación de la mano de obra, que alcanzaron el cenit en 1912 cuando tras el fin del boom gomero, los poblados guarayos devinieron, más si cabe, objetivo codiciado de los sectores socioeconómicos cruceños y benianos que no dejaron de presionar al poder político para introducir reformas en el reglamento de misiones hasta llegar a la secularización de los poblados misionales. En consecuencia, estos sectores, disconformes con las reiteradas negativas de los misioneros a la contratación y sobreexplotación de brazos guarayos para las empresas públicas o privadas, presentaron a los religiosos franciscanos —en particular al prefecto Priewasser— como extranjeros que ejercían un poder absoluto sobre los indígenas y obstaculizaban el progreso30. La presión provocó, entre otras cuestiones, la remoción del superior franciscano que fue reemplazado por F. Pierini, y la aprobación de un nuevo reglamento de misiones (decreto 23/12/1905), que recortaba las atribuciones de los conversores (Nuevo, 1906 y Anuario, 1906: 598-603), y cuyo artículo 10 suponía una victoria de las élites económicas por cuanto tenían así garantizada la «contratación» de mano de obra puesto que los misioneros no podían oponerse a las demandas de aquéllas. La gestión de Pierini se construyó en torno a dos ejes, la necesaria socialización de los Guarayo y su incorporación a la sociedad republicana por un lado, y el mantenimiento de la tutela sobre la población indígena hasta que aquella socialización hubiera sido lograda por otro lado. Fue por ello que el prefecto Pierini hizo de la reforma del art. 10 uno de sus objetivos, y una vez lograda31, exigió de las autoridades políticas la vigilancia sobre los Muestra de la conflictividad existente fueron los debates celebrados en la Cámara de diputados en el segundo semestre de 1904 en relación a las misiones en general, y a las de Guarayos en particular, con la participación destacada de los diputados Moisés Ascarrunz (La Paz), Manuel Vergara (Cochabamba), Facundo Flores, Rómulo Herrera, Maximiliano Justiniano (Santa Cruz) y Domingo Leigue (Beni). 31 La resolución suprema de 31/01/1907 supuso, en la praxis, la reforma del art. 10 por cuanto, por un lado, otorgaba al conversor la capacidad de negarse a la contratación de brazos demandada si la misma provocara «la despoblación de las Misiones y afect[are] a las obras y trabajos ordinarios de las poblaciones»; por otro lado, estableció un número límite a la contratación de neófitos —no superior a 5 por cada 100 habitantes— y fijó una 30
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contratistas para que respetaran los acuerdos firmados y su punición en caso contrario. Sin embargo, siendo el control de la mano de obra una cuestión clave para entender las relaciones entre franciscanos, élites regionales y Estado, el conflicto en torno a la mano de obra trascendía dichas relaciones e involucraba al papel mediador ejercido por los misioneros entre la población indígena y la sociedad republicana como anunciara en el pasado Cardús, y como ahora, veinte años después, señaló Pierini en los informes reservados a sus superiores franciscanos en los que sostuvo que «el mal de las Misiones de Guarayos lo llevan ellas consigo, o mejor, en su organización»32. Según el prefecto, siendo el misionero quien centralizaba en su persona todo el poder (religioso, político, económico) y Guarayos uno de los más importantes centros comerciales del departamento cruceño y, por ende, concentrando los intereses de los ganaderos, comerciantes y hacendados, el hecho que los conversores «hicieran contratos, firmaran obligaciones, compraran mercancías, recibían y emitían letras de cambio… como si fueran grandes negociantes» configuraba una imagen según la cual los franciscanos aparecían como los primeros y más importantes beneficiarios del sistema; este hecho, auguraba Pierini, sería la causa de la «no lejana secularización» de las misiones33. La credibilidad de la tesis sobre la que Pierini desarrolló sus tareas al frente de la prefectura (1906-1912), esto es, la persistencia de la tutela misionera sobre los Guarayo hasta su completa socialización, exigía mantener y aún mejorar el estado económico de los poblados que, no olvidemos proporcionaban importantes cantidades de arroz, maíz, maní, harina de yuca, aceite de cusi, azúcar y chocolate a la provincia del Iténez y a algunos pueblos benianos. Esta fue la razón por la que se planteó la introducción de mejoras tecnológicas en los diversos sectores económicos, ya en la producción y manipulación de materias primas, ya en la elaboración de los textiles con la compra de telares34, que deberían facilitar la obtención de mayor garantía de 500 bolivianos por cada indígena que, en caso de no volver a la misión en el período estipulado —no superior a 6 meses— sería consolidada en beneficio de la misión. Sin embargo, la resolución matizó que, en el caso que fuese la «autoridad política la que pidiere neófitos para trabajos de utilidad pública» bastaría el levantamiento de un acta en la que constara la entrega de neófitos y el compromiso de la autoridad de su devolución (Ballivián, 1907, Apéndice: XLIX-L), también en Anuario, 1908: 65-67. 32 Informe de F. Pierini al delegado general franciscano, Giuseppe Kaufmann (Ascensión, 22/06/1907), en AGFM. Bolivia. Collegia 7. SK/147. Años 1906-1908, f. 353 rev. 33 Ibíd. ff. 354 anv. y rev. 34 Ver copia de la carta de Pierini al guardián tarateño, Dámaso Sartori (Cochabamba, 2/09/1909) y respuesta del Ejecutivo (La Paz, 5/11/1909), en GAM. Fondo Cartas. AX05. Año 1909, ff. 162 y 183 y GAM. Libro de Visitas, f. 59.
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cantidad de excedentes, cuyos beneficios permitirían construir más casas y contribuir con ello a mejorar la salubridad de la población afectada, periódicamente, por varias enfermedades —viruela, sarampión, «coqueluche»—35 y primer factor causante del escaso crecimiento vegetativo de los poblados guarayos. El segundo factor fue la pérdida de vidas humanas como consecuencia de los trabajos de los neófitos en las regiones gomeras. Finalmente, última cuestión que interesa mencionar aquí fue la solicitud de Pierini al Ejecutivo boliviano, formulada inicialmente en 1909, del reconocimiento legal de las tierras misionales36. Cuando Pierini dejó el cargo el total de guarayos radicados en los poblados ascendía a 6.136 individuos, unos 335 más de los existentes al inicio de su gestión (1906) cuando sumaron 5.801 habitantes (Pierini, 1912). Sabemos que a lo largo de la segunda década del siglo XX fueron constantes los reclamos de brazos guarayos por parte de los comerciantes, empresarios agropecuarios y autoridades benianas y cruceñas afectados por la despoblación que las empresas caucheras habían generado en la región37. Sin embargo, a diferencia del pasado, no se produjeron conflictos serios sobre la contratación de esta mano de obra entre los conversores y las autoridades no obstante las eventuales negativas a concederla por parte del prefecto misionero, que por disposición suprema recibió las atribuciones de corregidor y alcalde parroquial en los territorios bajo su jurisdicción38. Para entonces, el Departamento de Colonización, al que estaban adscritas las misiones, había sido puesto bajo la dependencia del Ministerio de Guerra y Colonización (23/12/1910), mutación significativa que tenía por
35 Circular de Pierini (Ascensión, 4/05/1909), en GAM. Fondo Cartas. AX-05. Año 1909, ff. 88 anv.-89 rev. 36 Un año antes Pierini había solicitado, y obtenido, del Ejecutivo (Ascensión, 11/02/1908) la renovación —en realidad, copia de título, extraviado, expedido por el presidente Baptista al prefecto Giannotti— del título de propiedad de terrenos de pastoreo denominados «La Cruz», aproximadamente 22 Km2, en GAM. Libro de Cartas. Copiador. Años 1897-1914, ff. 124-126, 133-134, 142, 165-167. La idea de solicitar títulos de propiedad fue planteada en mayo de 1909 por Pierini y redactada por el conversor Pedro C. Herritsch (San Pablo, 8/06/1909), en GAM. Fondo Cartas. AX-05. Año 1909, ff. 92 anv. y rev. y 99 rev.-101. 37 Los informes enviados por los prefectos departamentales al Ejecutivo en estos años se hicieron eco tanto de la despoblación como de los negativos efectos de ésta sobre la economía regional. Igualmente encontramos noticias del tema en la prensa de Santa Cruz y el Beni y en los informes de las Cámaras de Comercio de algunas poblaciones. 38 Orden suprema del 28/03/1911 comunicada al prefecto Pierini, en GAM. Fondo Cartas. AX-07. Año 1911, f. 60.
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objetivo la construcción de un sistema de control más eficaz de los Orientes bolivianos, tanto para la expansión de la frontera interna como para la defensa de la frontera externa (La Faye, 1911: 7). Siendo clara esta segunda cuestión, no lo es menos la primera que, en mi opinión, fue la razón fundamental para el nuevo cambio de adscripción ministerial que permitiría reprimir los denominados en las fuentes como salvajes, bárbaros que continuaban obstaculizando ya el tránsito de pasajeros y mercaderías, ya el avance del frente colono. Indicadores que permiten sostener la tesis son, primero, las reiteradas demandas del poder civil a los misioneros para que realizaran nuevas fundaciones misioneras y segundo, los correspondientes informes misioneros al Ejecutivo que, en el caso que nos ocupa, se refieren a la reducción de los Sirionó. Y fue como consecuencia de dicho proyecto que se enviaron a las misiones guarayas oficiales para la instrucción militar de los neófitos39, personal que en 1912 había logrado instruir 1.137 neófitos en el manejo de las armas, lo cual no puede extrañarnos si se considera que todo varón de edad comprendida entre los 18 y 39 años tenía que ser instruido en dicho manejo y en el conocimiento de sus deberes cívicos, o lo que es lo mismo en las intenciones de los políticos de turno, los indígenas debían adquirir los «sentimientos de amor a la patria y del tributo de sangre a que en su caso están obligados» (Zalles, 1913: 162-163)40. En esa coyuntura Pierini había sido sustituido en el cargo por Bernardino J. Pesciotti quien había continuado la política de su antecesor y relegado a su antigua república, de la que sólo parecieron subsistir los símbolos (bandera, himno, música). Y, no obstante la escasez de conflictos en torno a la mano de obra indígena pareció indicar que en esos años
39 Comunicación del ministro de Guerra y Colonización, La Faye a F. Pierini (La Paz, 30/04/1912) en GAM. Fondo Cartas. Año 1912, f. 73. Según informó La Faye al Congreso de 1912 refiriéndose a Guarayos: «El Padre Prefecto y los Conversores cooperarán en esa obra patriótica que tiende a preparar a los neófitos en el servicio de la patria y a garantizar, en caso dado, la seguridad de los transeuntes en la región de Guarayos, evitando los frecuentes ataques de que son víctimas por parte de los salvajes» (La Faye, 1912: 117). El énfasis es mío. 40 Conscripción militar que, al decir del prefecto Pesciotti, provocó la huida de algunos indígenas de los poblados. Escrito del prefecto misionero al guardián del Colegio tarateño (Yotaú, 15/06/1913) en GAM. Fondo Cartas. Año 1913, ff. 36-37 rev. La introducción de dicha conscripción provocó, como ratificó Pesciotti tres años más tarde en su informe al presidente del capítulo guardianal de Tarata para su posterior envío a la SCPF, fechado el 2/08/1915, «pésimas consecuencias morales y materiales» para las misiones pues, además del aumento de prófugos que propició, se constató un «abandono de los trabajos agrícolas y manufactureros, [y] pérdida de interés por las mismas misiones», en AGFM. Bolivia. Collegia 9. SK/149. Años 1913-1915, ff. 651-654.
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disminuyó el número de contratos de brazos guarayos, la realidad estadística nos muestra justamente lo contrario pues sólo en 1913, las demandas solicitadas y atendidas por los misioneros habían llevado a un total de 808 neófitos a trabajos públicos en Baures, Trinidad, Guayaramerín, además de Monte Grande (provincia de Velasco), y servicios particulares, en un tiempo comprendido entre los 2 y 6 meses (Pesciotti, 1914: 6-10). Entonces, ¿por qué la percepción de una disminución de la presión sobre la mano de obra guaraya? En mi opinión, fueron la colaboración prestada por los misioneros en estos años y la disminución de los conflictos con los poderes públicos y particulares —una prueba más del replegamiento de los postulados de la república guaraya de Pesciotti — los factores causantes de la percepción distorsionada de una realidad en la que los varones guarayos continuaron prestando gran cantidad de servicios al exterior de los poblados. Ello no impidió a Pesciotti negarse a la petición de brazos cuando consideró que eran necesarios para el mantenimiento de las actividades productivas en las misiones41. Para entonces, fines de 1913, la situación económica era relativamente buena contando, por un lado, con una cabaña ganadera estimada en 5.440 piezas, básicamente ganado bovino con un total de 4.799 cabezas (Pesciotti, 1914: 10-11), no obstante las enfermedades endémicas que periódicamente asolaban a los animales (la epizootia, o mal de cadera, la gangrena, y la fiebre aftosa o mal de uña, mal que afectó por entonces la cabaña de Yotaú); por otro lado, con un aumento en la producción de arroz que ascendió a 12.200 arrobas, y maíz (8.000 arrobas), a diferencia de las cosechas del algodón (1.175 arrobas) y azúcar (1.700 arrobas), menos importantes, y más reducidas aún las de cacao (280 arrobas) y café (170 arrobas), productos éstos especialmente valorados en las misiones; finalmente, reseñar también la importante producción de carretones y de embarcaciones para el transporte de los fletes entre Santa Cruz y el Beni que se hacían vía Yaguarú y San Pablo42. Sin embargo, algunos indicios parecieron presagiar un incierto futuro para las misiones; el primero de ellos fue el importante déficit económico que gravaba sobre los poblados, cifrado en 23.978,85 Bs. que, por 41 Uno de los escasos casos conflictivos fue el protagonizado por Mariano Méndez Roca —senador por el Beni, departamento en el que tenía sus estancias de ganado— quien tras haber visto denegada su petición de 25 indígenas, expuso sus quejas al ministro de Guerra y Colonización, Néstor Gutiérrez. Éste intercedió ante Pesciotti para la concesión de brazos solicitados como vemos en su carta (La Paz, 28/01/1914) localizada en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 132-133. 42 Ver al respecto las actas de las visitas pastorales en GAM. Libro de Visitas, ff. 100, 106, 108.
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cuanto se refiere a Guarayos —excluyendo la misión de San Antonio entre los Yuracaré a cargo también de la Prefectura— era el correspondiente a unas letras de cambio «recibidas con la mayor buena fe» que habían sido protestadas (Pesciotti, 1914: 11 y Cuadro 2 del informe) y razón por la cual Pesciotti impidió a todos los conversores realizar operación económica de importancia sin su aprobación. Segundo indicio, de mayor importancia en mi opinión, fue el derivado de la escasez de misioneros como consecuencia de la salida definitiva de Guarayos de varios religiosos. Finalmente, el tercer indicador fue el interés del nuevo Ejecutivo de Ismael Montes (14/08/1913) en ejercer un mayor control sobre la actividad de los religiosos tanto en el plano interno, como en las relaciones de las misiones con el mundo exterior. La «razonable vigilancia» de las tareas misionales postulada por el ministro de Guerra y Colonización, Néstor Gutiérrez, tenía como objetivo declarado conseguir la total aculturación de los neófitos y proseguir la conquista de los bárbaros para «ganar hombres para la civilización y brazos para el trabajo». Con el objetivo de implementar esta política el Ejecutivo ordenó en 1914 una inspección de todas las misiones (Gutiérrez, 1914: 133-134) que en el caso guarayo correspondió al prefecto cruceño César M. Ochávez. Éste, efectuada su visita en julio de 1914, presentó un informe de luces y sombras43 en el que, sin embargo, se mostró contrario a la secularización «prematura» de Guarayos que, a su entender, provocaría la llegada de los blancos «primeros explotadores del indígena» que junto a la «importación de correjidores, juezes [sic]… que en comandita con la lista… de malos abogados y leguleyos, trasladándose a las Misiones como a país conquistado y comenzando por desnudar al indio, acabarían por hacerle huir mui pronto y mui lejos»44. Con todo, la memoria del ministro de Guerra y Colonización al Congreso de 1915, y el informe preceptivo anual del prefecto Pesciotti al Gobierno de fines de dicho año puso en evidencia, entre otras, dos cuestiones fundamentales; la primera, el interés gubernamental por una pronta secularización de las misiones que permitiera superar un régimen misional tradicional, propiciara la presencia progresiva de los representantes estatales en los territorios misionales y posibilitara la incorporación de los indígenas, ya convertidos en sujetos con capacidad civil y propietarios de tierras, a la economía y sociedad regionales (Gutiérrez, 1915: 19-20); la
Contenido parcial del informe de Ochávez transcrito en una copia parcial del mismo, realizada el 15/01/1916, en GAM. Fondo Cartas. Año 1914, ff. 37-38. 44 Copia parcial del informe de C. Ochávez fechada el 15/01/1916, en GAM. Fondo Cartas. Año 1914, ff. 37-38. 43
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segunda, el temor de los misioneros a la inminente secularización de Guarayos hasta el punto que el mismo comisario general franciscano, W. Priewasser, dispuso que no se emprendieran trabajos de importancia que exigieran desembolsos económicos significativos, ni nuevas fundaciones dadas las escasas garantías existentes sobre la continuidad de las misiones45. De ahí que fuera 1915 la inflexión que marcó la entrada en un nuevo período, coyuntura en que los guarayos radicados en los pueblos misionales46 ascendieron a 6.113 habitantes. 2.3. Hacia la secularización de las misiones guarayas, 1915-1939
El período iniciado en 1915, y concluido en 1939, estuvo presidido por la creencia de que la secularización era inminente. Tal convicción se desprendía, primero y por cuanto se refiere al Gobierno boliviano, tanto del progresivo control político de las sucesivas administraciones sobre los misioneros como del propio funcionamiento del régimen misional considerado en forma creciente por el Ejecutivo Montes como un lastre que impedía la plena socialización de los Guarayo y una percepción de que, bajo los franciscanos, ésa había tocado techo pues, para entonces, los indígenas eran «incapaces» de decidir libre e individualmente, y eran analfabetos en la lengua castellana. Segundo, por cuanto se refiere al posicionamiento y actuación de los grupos dirigentes políticos y económicos del Beni y Santa Cruz, por la progresiva presión de las autoridades departamentales secundando los intereses de los hacendados y comerciantes de dichas regiones. Tercero, por cuanto la misma orden franciscana tenía graves problemas para obtener de Europa los religiosos necesarios con destino a las misiones47 en una coyuntura en la que, además, la Santa Sede estaba cambiando
Circular de W. Priewasser a los superiores y religiosos bajo su jurisdicción (Sucre, 13/03/1915) en Polanko (2003, III: 290-291). 46 Pueblos que, adscritos hasta entonces a la provincia de Velasco, pasaron (16/09/1915) a la nueva provincia de Ñuflo de Chávez. 47 Como señaló el guardián del Colegio tarateño, F. Pierini, en su informe (Tarata, 20/04/1917) al ministro general franciscano sobre el estado del Colegio «Se prevee que pasada la guerra [1914-1918] no serán pocos aquellos [religiosos] que solicitarán su desincorporación del Colegio por haber acabado el decenio legal. En caso que esto sucediera, el Colegio, las Residencias y las Misiones sufrirían un grave retroceso y se aceleraría la clausura de alguna Misión». Versión castellana del original italiano, como tantos otros documentos consultados para este trabajo, AGFM. Bolivia. Collegia 10. SK/150. Años 1917-1918, ff. 36-37. 45
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su organigrama administrativo e impulsando la formación de las Prefecturas y Vicariatos Apostólicos. Los temas recurrentes para la historia de los poblados misionales guarayos desde 1915/1916 y hasta la década de 1930 fueron los relativos al control de la mano de obra guaraya, la socialización de la población —básicamente la educación de los niños—, el estado material de los poblados, el progresivo control por el poder político de las misiones y la escasez de misioneros. Todas estas cuestiones, con excepción de la última, figuraron en los Apuntes sobre algunas necesidades… de las Misiones de Guarayos, memorial preparado por Pesciotti al concluir su segundo sexenio de gobierno, en septiembre de 1918, y destinado a proporcionar al internuncio apostólico, Rodolfo Caroli, los elementos necesarios para su gestión, ante el Ejecutivo boliviano, de la reforma del reglamento de misiones vigente (1905)48. Aunque Caroli preparó un informe al respecto para el ministro de Guerra y Colonización49, finalmente desistió de presentarlo tras escuchar el parecer contrario del comisario general franciscano en Bolivia, Wolfgang Priewasser, temeroso que el mismo acarreara mayor hostilidad por parte de los grupos secularizadores50. Sin embargo, conviene detenernos aunque sea muy brevemente en los temas tratados en los Apuntes citados por cuanto permiten entender mejor la fase final en la historia de los poblados misionales hasta su secularización. En primer lugar y relativo al control de la mano de obra guaraya sabemos que provocó varios diferendos entre religiosos y poder civil por la pasividad de éste ante la proliferación de prófugos que, según los primeros, eran retenidos abusivamente por los sectores propietarios; éstos, por su parte, denunciaron repetidamente en la prensa cruceña y beniana la «esclavitud» a la que aquéllos sometían a los Guarayo. Aunque carecemos de buenas series estadísticas sobre el reclutamiento de la mano de obra con anterioridad a 1920, los datos recogidos me permiten señalar que, generalmente, el número de Hoja volante, s.p.i. y sin autoría, en AT. Una copia del impreso, localizada en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 75 anv. y rev., y la respuesta del destinatario, el internuncio Caroli (La Paz, 27/12/1918, en Ibíd, f. 79), revela la autoría de Pesciotti, y la fecha probable de su redacción (septiembre de 1918). Ver todo lo relativo al texto en García Jordán, 2006: 211-232. 49 Memoria manuscrita fechada el 16/10/1918 y localizada en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 54-56 rev. 50 Amplia correspondencia sobre la cuestión cruzada entre el prefecto Pesciotti, el que sería su sucesor en el cargo, D. Sartori, el comisario gral. W. Priewasser y el internuncio Caroli, a lo largo de 1918, en ASV. NB. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 51-59, 75-76 rev. y 122-124 rev. 48
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indígenas contratados para efectuar servicios públicos o particulares fue siempre considerable —alrededor de 500 anualmente— puesto que los hacendados preferían contratar a los neófitos guarayos antes que a los blancos por cuanto, al parecer, eran reputados más dóciles y con menores pretensiones (Singer, 1926: 10). El aumento de la contratación de la mano de obra guaraya provocó, paralelamente, el crecimiento de neófitos que no retornaban a los poblados, retenidos fraudulentamente por los contratantes o escapados del control misional; fueron éstos los contabilizados en la estadística poblacional de las misiones como «prófugos», categoría que en 1917 ascendió a un total de 184 individuos (Pesciotti, 1917: 131) aumentando en la década sucesiva hasta una media de 25051. Esta situación devino crónica por cuanto las autoridades locales no cumplieron con el art. 8 del reglamento misionero según el cual era competencia de las mismas impedir la «vagancia» de los neófitos y la retención de los mismos por parte de los patrones de Santa Cruz y el Beni con Cochabamba por un lado, y San Ignacio de Moxos por otro. En segundo lugar, tema recurrente fue el relativo a la educación indígena, por cuanto para la mayor instrucción de los niños y niñas guarayas, las instancias públicas propusieron la introducción de maestros y maestras «fiscales» en sustitución de los religiosos. Sabemos que en el presupuesto público aprobado por el Estado en 1916 se incluyeron los 2000 Bs. de las partidas anteriores más 8.400 Bs. para el pago de dos preceptores y dos auxiliares con destino a Guarayos52 que, en la práctica, comportó el arribo a inicios de 1917 de un preceptor, Roberto Añez Méndez, destinado a la escuela de varones de Ascensión. El arribo de Añez, junto a la existencia de una maestra en Yaguarú probaba, según el prefecto Pesciotti, la falsedad de la idea que los misioneros eran «reacios en impartir a los niños neófitos la instrucción general de las escuelas de la República»53. Con todo, fueron
51 La cifra recoge todos los individuos que para el año referido se hallan prófugos, y por ello la cantidad resultante resume todos los que hasta dicho año no han retornado a los poblados. Por lo que se refiere a las causas de la existencia de tales prófugos, a la tradicionalmente señalada retención fraudulenta por los patrones de la mano de obra, los misioneros agregaron, a mediados de los veinte, el deseo de los guarayos de vivir libremente: «La facilidad que tienen los neófitos salidos una vez afuera del territorio de las misiones en encontrar quién los reciba en su casa y el gozo de la deseada libertad, tomada esta palabra en el sentido pésimo, son los atractivos que convidan a los neófitos de dejar sus familias sin amparo a cargo de las misiones» (Singer, 1928: 13). 52 Ver la copia legalizada del Presupuesto público, en GAM. Fondo Cartas. Años 1916-1919, f. 19. 53 Informe de Pesciotti a sus superiores del Colegio de Tarata, en AGFM. Bolivia. Collegia 10. SK/150. Años 1917-1919, f. 223.
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constantes los conflictos entre Añez y los religiosos a quienes el primero denunció como «extranjeros» que boicoteaban su trabajo y explotaban a los guarayos que ignoraban el «idioma nacional»54. Probable consecuencia de las denuncias formuladas por Añez, el prefecto misionero Alberto Singer aprobó una reforma educativa en 1923 por la que las escuelas generales y especiales o superiores fueron sustituidas por tres escuelas de varones y otras tres de niñas55; la escuela infantil —escolares de 6-9 años—, la escuela superior —escolares de 10-13 años— que aprenderían la «lengua nacional», y la escuela de trabajo —niños/as mayores de 13 años—. Y, si para el primer grupo bastaban los «maestros indígenas», para el segundo era necesario obtener preceptores «capaces y de probada moralidad» (Singer, 1923: 5-6). Los preceptores llegaron en 1925, y algo más tarde arribaron también dos religiosas procedentes de Europa, con destino a las escuelas de San Pablo (Singer, 1925: 5). Último episodio del problema fue la resolución suprema del 12/11/1929 dada por el gobierno Siles por la que se autorizó al encargado de la Prefectura, Francisco Bertoldo Buehl, a la contratación durante quince años de los servicios profesionales de las Hermanas Terciarias, procedentes de las Provincias de Hall y Hallein (Austria), con los emolumentos correspondientes56. Con todo, el problema fundamental para la castellanización de los Guarayo fue, probablemente, el interés de los religiosos por preservar el idioma guarayo como barrera que permitiera tanto la protección de los indígenas frente a las agresiones de la sociedad exterior como la «imprescindible tutela misionera» sobre la población. En tercer lugar, por lo que se refiere al estado material de los poblados hemos de distinguir tanto las actividades productivas como la conservación y nuevas construcciones de casas, talleres, etc. aunque aquí sólo abordaremos la primera cuestión. Sabemos que en 1918, no obstante la Anotemos que los religiosos eran conscientes de la escasa castellanización de los escolares y adultos como muestra la carta del delegado vaticano F. Camponovo a W. Priewasser (La Paz, 20/07/1921), en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, f. 47, y la correspondencia en Ibíd. ff. 22-48. La denuncia de Añez Méndez al Ministerio de Guerra y Colonización (Ascensión, 27/01/1921) se incluyó en la misiva del ministro de la Guerra, P. Baldivieso, al comisario general de Misiones en La Paz, Gabriel Hernández (La Paz, 14/04/1921), en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 40-41. 55 Reforma cuya implementación puso en conocimiento del nuncio Cicognani (Tarata, 29/08/1926), en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 299. Aptdo. 98, ff. 14-16. 56 La propuesta formal del vice-prefecto Buehl fue del 28/10/1929 y la respuesta del Ejecutivo del 28/11/1929. El borrador original y la copia del texto enviado, en GAM. Fondo Cartas. Años 1920-1929, ff. 52, 54-55. 54
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crisis económica en los departamentos norbolivianos y el impago de los haberes comprometidos por el Estado para las misiones57, el importante déficit económico contraído por los poblados en los años anteriores había sido superado y los datos estadísticos nos informan de pequeñas oscilaciones en el balance económico como podemos comprobar en el cuadro 5 incluido al final del capítulo. Balance que, paralelamente a los datos relativos a la producción agrícola y al mantenimiento de una importante cabaña ganadera —ver cuadros 6, 7, 8 incluidos también al final— me permite señalar el importante volumen de las cosechas de arroz y maíz, en menor medida de algodón y azúcar, y, la reducida producción de cacao y café, productos todos ellos laborados por los neófitos en los «chacos de comunidad». Sabemos también de las pequeñas cosechas —que no figuran en los datos estadísticos— obtenidas por los Guarayo en sus chacos «individuales» donde los productos básicos cultivados fueron la yuca, los plátanos y una muy reducida producción de caña de azúcar. El incremento en las cosechas de algunos de los productos obtenidos en las tierras «misionales» no provocó un paralelo aumento en los ingresos misionales como consecuencia, fundamentalmente, de la baja de precios de los productos agrícolas, iniciada a mediados de la década de 191058 y agudizada en la segunda mitad de los veinte (Singer, 1927: 34). La situación económica de los poblados guarayos empeoró en los años sucesivos como consecuencia, tanto de las «sudestadas»59 que afectaron particularmente a la producción algodonera, como por la mecanización de las empresas azucareras del Beni que provocó una posterior caída del precio del azúcar que las misiones no pudieron asumir (Singer, 1928: 5). Por lo que se refiere a la cabaña ganadera sabemos que se produjo un notable
57 Carta del ministro Fermín Prudencio al procurador de las misiones, Fr. Avelino Catalán (La Paz, 3/06/1916) en la que, tras señalar la imposibilidad de atender por entonces a las subvenciones estipuladas «en razón de la carencia de fondos en el Tesoro Nacional» señaló que los poblados deberían mantenerse con los recursos «provenientes de la administración de sus propiedades», carta reproducida en CG, nº 58 (Yotaú, 11.02.1918), p. 527. Nótese el uso incorrecto que se hace del término «propiedad» pues hasta entonces el Estado boliviano no había emitido los títulos legales correspondientes a la propiedad de las tierras misionales. 58 Según anotó Pesciotti, tras su visita pastoral a Yotaú (14/11/1916), no obstante la cosecha relativamente abundante obtenida «los artículos no se expenden y las industrias están paralizadas», en GAM. Libro de Visitas, f. 151. 59 En Bolivia, como en Argentina, se da el nombre de sudestada al viento fuerte y, normalmente frío, que procede del Sudeste y que suele ir acompañado por temporal de lluvias.
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crecimiento, para cuyo mantenimiento todos los poblados contaron con una o más estancias60. Sin embargo, fueron Urubichá y Yaguarú donde las actividades ganaderas revistieron mayor importancia hasta propiciar, incluso, que algunos guarayos fueran propietarios de un número no despreciable de reses. Como puede observarse en el cuadro 8, la cabaña ganadera estuvo constituida básicamente por vacunos, que para la década de 1920 oscilaron entre los 3.000 y 4.000 ejemplares, además de un reducido número de caballos, mulas, ovejas, cabras y puercos. No obstante, a diferencia de lo sucedido con la producción agrícola cuyos excedentes se comercializaron en mercados benianos o cruceños, el ganado, que frecuentemente se vio afectado por enfermedades —la epizootia, la lengüeta (Singer, 1924: 5), o el mal de cadera (Singer, 1926: 3)— se dedicó al consumo interno de la población en los correspondientes repartos. Según la praxis tradicional, dos o tres ocasiones al año —normalmente en la fiesta patronal de los pueblos, además de la Navidad y la Pascua de Resurrección— se efectuaba el carneado, esto es, la matanza de algunas reses y el reparto de carne correspondiente61.
60 Estancias guardadas, generalmente, por mayordomos blancos pues, según los conversores, los Guarayo no custodiaban convenientemente el ganado. Entre otras estancias ganaderas sabemos de la existencia en San Pablo («La Cruz»); en Ascensión («Zapocós», «San Ramón» y «San Francisco»), en Yaguarú («San Roque» y «Santa Bárbara»). En esta última población nos consta también la existencia, a fines de los veinte e inicios de los treinta de una estancia dedicada a uso agrícola, «Cururú». Ver relación de la visita efectuada por Fr. Bernardino J. Pesciotti, en agosto/octubre de 1916, en GAM. Libro de Visitas, ff. 107-152, y Diario de Yaguarú, una copia del cual se encuentra en GAM. 61 Según informó el prefecto Singer al Gobierno en lo que pareció ser norma consuetudinaria del destino del conjunto de artículos producidos al interior de las misiones «Una parte de estos artículos [agrícolas] se consumió para la subsistencia de las Misiones, por las comidas dadas a los neófitos trabajadores, por avíos de los correos y de los neófitos que salen para trabajar a las estancias de Mojos y establecimientos de Santa Cruz. Otra parte se cambió por carne y reses que traen los vecinos de éstas, otros artículos finalmente se podía vender para cubrir las remesas que las Misiones reciben de Santa Cruz.// El algodón se hace hilar y tejer en las Misiones y el lienzo se da, en los dos repartos de costumbre, a los neófitos, con excepción de los que, prestando sus servicios afuera de las Misiones con el 80% de los salarios recibidos tienen con que comprarse el vestido necesario.// Industria impropiamente se llama en estas Misiones la ganadería porque no se negocia con el ganado en mayor escala y todo se reduce a la compra y gasto para la subsistencia de la respectiva Misión, para los repartos en las fiestas titulares, para avíos de los neófitos trabajadores y viajeros, para los repartos que se hacen a los enfermos y necesitados» (Singer, 1923: 3-4).
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Aprovecho aquí para señalar dos cuestiones relativas a la economía interna de las misiones; la primera es la referida a la entrega de productos —sal, vestidos, herramientas— a los neófitos que, según costumbre, los religiosos ofrecían a aquéllos que no salían a trabajar fuera —escolares, viudas, mujeres de prófugos y a todos aquellos mayores de 40 años— y también a los pertenecientes a un grupo «privilegiado» —cabildantes, maestros y a sus respectivas familias, a todos aquéllos que trabajaban en la casa misional—. La segunda cuestión es la relativa al destino de los jornales percibidos por los guarayos contratados para el servicio público o privado, que no fue otro que las arcas de la prefectura misionera aunque, posteriormente, redistribuidos entre la población como señalaré más adelante. Según el reglamento misional entonces vigente la prefectura recibía el 20% de los salarios como contribución al fondo comunal, pero obtenía también gran parte, sino la totalidad, del 80% restante como pago a la tienda misional de los productos comprados por los neófitos, desde los vestidos, a las herramientas, etc. (Hoeller, 1935a: 2). Una última consideración respecto a las actividades productivas es la referida a la tecnificación de las mismas. Sabemos que las misiones contaron con una tecnología primitiva en la agricultura —sólo en 1915 se introdujo en Urubichá el arado para «especiales trabajos agrícolas» (Pesciotti, 1915: 17)— y una incipiente tecnificación en la manipulación de materias primas, en concreto el azúcar —todos los poblados contaron con trapiches para la molienda— y el algodón, para cuya manipulación se contó inicialmente con telares primitivos. Con todo, fue Urubichá el poblado donde la innovación tecnológica fue más importante pues en 1917 contaba con una pequeña máquina de vapor (Pesciotti, 1917: 128), comprando pocos años después (1921) 10 máquinas con 20 husos (Sartori, 1921: 11) destinadas a la producción de tejidos (lienzo blanco delgado y macana rayada con los que se confeccionaban los vestidos de los Guarayo, además de lienzo para alforjas) y la elaboración de hamacas, mantas, ponchos, manteles62. Finalmente, y paralelamente al desarrollo de estas manufacturas, no debe olvidarse la importancia que tuvieron en todos los poblados los talleres de carpintería, talabartería, alfarería y la producción de tejas destinadas a los techados de las casas. En cuarto lugar, referido al control político de las misiones, sabemos que se agudizó progresivamente a partir de mediados de la década de 1910
Según Cuéllar Jiménez, en 1930, el poblado que elaboraba los mejores tejidos era Yaguarú, poblado que poseía los telares más grandes (1930: 35). 62
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en tanto se consideró que las misiones eran la «base de la colonización nacional» (Quinteros, 1919: 93). Este reforzamiento del control político se vio facilitado por el art. 2 del reglamento de misiones por el cual correspondía a las autoridades departamentales velar por el cumplimiento de las leyes en todo el territorio y cuidar que los conversores «cumplan con las instrucciones que dichas autoridades administrativas» les impartieran. Entonces, no es sorprendente que en la coyuntura de crisis económica por la que atravesaba el departamento cruceño en esos años, las autoridades civiles mentaran siempre dicha norma para inmiscuirse progresivamente en la gestión de los poblados, especialmente si, como recordó Pesciotti en 1917, las autoridades consideraban a los «Misioneros como mayordomos sin pago, administradores de los bienes del Estado»63. El frente secularizador cruceño tuvo una baza extraordinaria en un episodio acaecido en 1927, la denuncia formulada por un antiguo neófito guarayo, el maestro de capilla Pío Oreyai, relativa al sistema de castigos vigente en los poblados misionales que obligó a la intervención de la autoridad departamental la que, efectuada la oportuna investigación, concluyó que aquélla «carecía de base cierta» (Santistevan, 1928: 30). En quinto lugar debemos señalar como problema prioritario para las misiones en este período la progresiva escasez de misioneros en Europa, paralelamente al desinterés de la orden franciscana —al interno de la cual y por lo que aquí interesa, en Tarata y en la misma Prefectura de Guarayos los conflictos entre los religiosos fueron frecuentes— por enviar los escasos recursos humanos disponibles a unas regiones donde la misma existencia de las misiones estaba siendo progresivamente cuestionada. Así, cuando en 1920 fallecieron los conversores de Yotaú y Urubichá, Pesciotti y Carvallo, el prefecto Sartori intimó al Colegio tarateño a enviarle dos o tres misioneros pues, en caso contrario, renunciaría en forma irrevocable al cargo64. La escasez de religiosos adquirió mayor relevancia en estos años considerando que en 1927 había sido fundada una nueva reducción entre los Sirionó, Santa María de Lourdes, trasladada en 1930 a una nueva ubicación al norte de San Pablo y camino de Yaguarú que, sin embargo, tuvo una existencia precaria como consecuencia de la mala salubridad de la zona y escasez de 63 Énfasis en el original, informe enviado por Pesciotti a sus superiores del Colegio de Tarata al concluir su sexenio en AGFM. Fondo Bolivia. Collegia 10. SK/150. Años 19171919, f. 222. El prefecto misionero no dejó de denunciar ante el Gobierno el incumplimento reiterado en el pago de las congruas debidas (Pesciotti, 1917: 130). 64 Carta de Sartori al Colegio de Tarata (Urubichá, 24/10/1920), reenviada por el vicario en funciones de dicho Colegio, G. Scherer al ministro general franciscano (Tarata, 17/12/1920), en AGFM. Bolivia. Collegia 11. SK/ 151. Años 1920-1924, ff. 115-117.
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terrenos aptos para la agricultura65. Y fue ese mismo año cuando como consecuencia de la reorganización de la administración eclesiástica en Bolivia, la Prefectura de Guarayos se incluyó en el nuevo Vicariato Apostólico de Chiquitos, aprobado por ley de 23/03/1927, con una extensión aproximada de casi 200.000 km2 —ver mapa 4— en el que se da la cifra de 196.000 km2, que recibió la sanción de la Santa Sede (27/01/1930) y fue confiado a los franciscanos de la otrora provincia de San Leopoldo, origen del primer vicario, hasta entonces viceprefecto de Guarayos y conversor de Urubichá, Fr. Francisco Bertoldo Buehl66. La constitución del nuevo vicariato se produjo en una coyuntura de deterioro progresivo de las relaciones entre la Prefectura de Guarayos y las autoridades políticas y élites económicas, que tuvo su punto de inflexión en 1928-1929 cuando los misioneros, tras recibir la inspección gubernamental fueron acusados de agravios a algunos pasajeros y del instigamiento de la muerte de otros67, siendo los religiosos amenazados con el nombramiento de una nueva autoridad política que controlara más estrechamente su tarea68. La situación se agravó aún más cuando, en agosto de 1929, el ministro Vincenti decretó que los poblados misionales proporcionaran gratuitamente los víveres necesarios para el mantenimiento de los preceptores fiscales «blancos», medida que los conversores consideraron de imposible 65 La conveniencia de reducir a los Sirionó, considerados enemigos acérrimos de los Guarayo, fue señalada por los misioneros dado que efectuaban frecuentes asaltos a los poblados guarayos, además de atacar a los transeúntes que desde Santa Cruz viajaban al Beni. Las familias Sirionó se hallaban dispersas en diversos grupos en la región aunque los que entraron en contacto con los religiosos fueron los ocupantes de las márgenes del río Blanco al norte de Yaguarú y los habitantes de la zona boscosa situada en el camino de la Estrella hasta los márgenes del río Grande (Singer, 1926: 15-16). Una sucinta historia de las varias expediciones realizadas desde septiembre de 1926 hasta la fundación de la misión en mayo-junio de 1927 en GAM. Libro de Visitas, ff. 445-447, y Diario de Yaguarú, f. 26, una copia del cual se encuentra en GAM. La misión, que sufrió algunos incendios, fue refundada en 1930 y fue designada como Santa María la Nueva, Santa María de Sirionós o Santa María de Lourdes; un funcionario gubernamental la llamó «Presidente Siles». 66 Sobre las vicisitudes en torno al surgimiento del vicariato y su adjudicación a los franciscanos ver García Jordán, 2006: 229-231, nota 61. 67 A fines de julio de 1927, tres «bárbaros» murieron a manos de neófitos de Yaguarú, hecho que, según las acusaciones del preceptor Burela fue realizado a instancias del conversor J. C. Hofmann. La intervención del general Pastor Baldivieso, quien había llegado para entonces a la zona, pareció demostrar lo infundado de las acusaciones (Relato de A. Singer en Polanko, 2003, I: 600). 68 Carta del prefecto Singer al nuncio (Ascensión, 5/09/1928), en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 299. Aptdo. 98, ff. 4-6.
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cumplimiento por la cuantía de productos demandada en relación a las actividades productivas de las misiones69. No obstante, siendo importante esta cuestión, el problema fundamental no fue tanto la carga económica sobre los poblados guarayos que tal medida implicaba, sino la intromisión del poder político en el gobierno de los mismos y el control de los excedentes económicos que de ésa se podía derivar70. Sabemos que el ministro Vincenti, en su comparencia ante el Congreso de 1929 y después de señalar el secular fracaso del Estado boliviano en la colonización del territorio y el escaso control de aquél sobre las misiones al haber permitido que el apostolado misionero se convirtiera en «amor a las tierras adquiridas y en la creación de otro Estado dentro del Estado mismo» (Vincenti, 1929: 75), denunció que en Guarayos el poder omnímodo de los misioneros, dueños absolutos del trabajo indígena, obstaculizaba el comercio, impedía el crecimiento económico de las misiones y dificultaba la castellanización de los indígenas. El corolario de tal situación era, según el ministro, un régimen misional «casi de esclavitud» (Vincenti, 1929: 145). Paradójicamente, el principal argumento para tal calificación consistía en que los neófitos eran «alquilados para trabajos particulares», razón que no deja de resultar sorprendente considerando la presión hecha por los sectores propietarios regionales para la obtención de la mano de obra indígena y el reiterado pedido de brazos que los mismos efectuarían en los años sucesivos, en particular durante el conflicto del Chaco. El discurso del ministro Vincenti supuso el punto de inflexión hacia la inminente secularización propuesta por un proyecto de ley, que no prosperó, en la legislatura de 1929 (Cuéllar Jiménez, 1930: 50). Para entonces los poblados guarayos albergaban un total de 6.673 individuos y su economía estaba estancada, cuando no en receso, como consecuencia de años continuados de malas cosechas —particularmente de maíz y azúcar— con el agravante de la caída de los precios agrícolas que la crisis económica había generado en todo el país hasta el punto que la actividad comercial se redujo, en la praxis, al trueque «dando granos conseguimos carne seca y ganado» (Buehl, 1930: 3); por el contrario, la cabaña ganadera se mantuvo relativamente estable en torno a las 4.088 piezas, de las que 3.633 eran vacunos.
69 Ver las cartas de A.Tschimben al procurador de las misiones y de F. B. Buehl al nuncio Chiarlo, de 26/08/1929 y 17/09/1929, en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 368. Aptdo. 54, ff. 73-75. 70 La injerencia fue señalada por el prefecto F. B. Buehl al nuncio Chiarlo (Ascensión, 17/09/1929), en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 368. Aptdo. 54, ff. 74-75.
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Fuente. Elaboración propia a partir de Franziskaner Missionen, s.n. (Hall in Tirol, 1948), p. 11.
MAPA 4. VICARIATO DE CHIQUITOS, 1930
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Siendo importante la crisis económica, el mayor problema de las misiones derivó, probablemente, de la reiterada presión de las élites regionales económicas y políticas cruceñas, con apoyos puntuales del poder central, favorables a la secularización. En consecuencia, los años sucesivos vemos que, por un lado, se sucedieron las denuncias del régimen misional como sistema de esclavitud que impedía a los Guarayo gozar de la libertad concedida al resto de los ciudadanos bolivianos, y de los misioneros como explotadores de los neófitos; por otro lado, el Ejecutivo boliviano, crítico de las misiones por cuanto los franciscanos no habían logrado hacer de los Guarayo «ciudadanos conscientes de sus obligaciones y derechos» temía, sin embargo, los efectos de una secularización prematura de la cual se derivaran «el abandono de tierra, la emigración al Brasil o Paraguay, la esclavitud como mozos, el regreso al Monte» (Buehl, 1930: 6). Esta fue una tesis de la que participaron el mismo Vincenti y otros políticos que en esos años criticaron aspectos específicos del régimen misional sin decidirse, finalmente, por su supresión ante la previsible actuación abusiva de los sectores blanco-mestizos que con la secularización, invadirían el territorio como «turba de agiotistas» explotando la ignorancia de los neófitos (Cuéllar Jiménez, 1930: 50). Los conflictos entre los misioneros, las autoridades políticas y las élites socioeconómicas fueron in crescendo hasta que, alcanzaron su cenit con motivo de la Guerra del Chaco cuando la presión por la obtención de mano de obra guaraya se hizo más agobiante. Por entonces, exentos los Guarayo de prestar el servicio militar e involucrando el conflicto una gran cantidad de hombres, los conversores se vieron obligados a conceder un alto número de brazos, bien para el servicio público, bien para las empresas agropecuarias de los hacendados cruceños (García Jordán, 2006: 236-240). A mediados de 1935, los gobiernos contendientes en el conflicto por el control del Chaco acordaron un armisticio (Protocolo de 12/06/1935)71, al mismo tiempo que se dejaron notar en la vida económica y política bolivianas los cambios —devaluación monetaria e inflación, conflictividad política y tensiones sociales— que provocaron el golpe militar liderado por el mayor Germán Busch (16/05/1936), y la posterior renuncia del gobierno Tejada Sorzano, situaciones que facilitaron el acceso al poder del coronel David Toro (20/05/1936). Mientras,
El Protocolo acordado recogió, entre otros puntos, el cese de hostilidades, las medidas de seguridad garantizadas por los países mediadores y la desmovilización de los ejércitos respectivos. El fin definitivo del conflicto sólo se produjo el 21/07/1938 con la firma del Tratado de Paz y Límites. 71
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los poblados guarayos habían entrado en claro declive si atendemos a varios indicadores, el primero el censo poblacional estimado a fines de 1935 en torno a 7.006 individuos. Segundo indicador fue el deterioro de su economía y la escasa actividad comercial que, excluyendo los reducidos ingresos en la caja misional de los salarios de los contratos y la venta de cacao y azúcar, se redujo al «cambalache» de granos y manufacturas guarayas por carne seca y ganado (Hoeller, 1935a: 18)72. Tercer indicador, en este caso relativo a la socialización de los Guarayo, fue la escasa instrucción de los escolares derivada, según los religiosos, del monolingüismo en castellano de los libros enviados por la administración para uso escolar; la alfabetización de los Guarayo sólo sería posible, según el prefecto Hoeller, con la introducción de cartillas bilingües como las que se habían empezado a introducir por entonces en las escuelas (Hoeller, 1935a: 16-17). Con todo, fueron los cambios derivados del acceso de los militares al poder los que anunciaron el principio del fin del régimen misional con la aprobación del nuevo reglamento de misiones de 26/01/1937 (Anuario Administrativo, s.f. [1937], I: 170-175). Paralelamente al nuevo régimen político, con un proyecto estatalizante e inicialmente socialista, se produjo un incremento de la presión secularizadora por los sectores propietarios cruceños quienes, constatando el rechazo de los misioneros a conceder el alto número de brazos del que aquéllos habían dispuesto durante la Guerra y aprovechando el impulso nacionalista existente en el país y del cual el reformismo militar se hizo portador, acusaron a los religiosos de obstaculizar la actividad de las empresas agropecuarias73, incrementar abusivamente los precios de los insumos vendidos a los pasajeros, comerciantes, etc, y «traficar» con los
72 Las manufacturas guarayas parecieron mantener su producción y, a título indicativo puede señalarse que en 1936 aquéllas incluyeron la confección de: a) lienzo de algodón sin especificar la cuantía (2.500 arrobas de algodón en rama permitían obtener alrededor de 30.000 m. de macana); b) 360 sombreros de Jipijapa de los que el 90% fueron vendidos a los pasajeros; c) sogas de magüey para las hamacas; d) objetos de talabartería y zapatería; e) objetos producidos por la única herrería existente en el camino entre Santa Cruz y Trinidad: marcas, aperos, bisagras (Carta del prefecto Hoeller fechada en Ascensión, 10/10/1936 en respuesta a la enviada por el ministro de Industria y Comercio sobre la potencialidad industrial de Guarayos, en GAM. Fondo Cartas. Año 1936, ff. 142-143. 73 Conviene señalar que, según el misionero, el fuerte incremento en la cotización de los granos había provocado una expansión de las haciendas y generado un aumento significativo en la demanda de brazos (Hoeller, 1936: 4).
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indígenas74. Conviene anotar que, a mediados de 1936, el total de hombres hábiles para el trabajo en los poblados guarayos se estimó en torno a los 800 individuos de los cuales entre 300 y 400 fueron contratados para el trabajo privado; a ellos habría que sumar los trabajadores dedicados al servicio público, en la apertura y conservación de caminos al interior o al exterior del territorio prefectural. Siendo importante la presión ejercida por las élites cruceñas, los cambios fundamentales acaecidos en la Prefectura de Guarayos derivaron del proyecto político impulsado por la Junta Militar. El primero de ellos fue el nuevo reglamento de misiones por el cual se acabó, legalmente, con la mediación ejercida por los religiosos entre los indígenas de las tierras bajas y la sociedad republicana, y se confió la administración de los poblados a la acción concertada de los misioneros y los delegados especiales designados por el Ejecutivo. En el caso guarayo, el delegado enviado fue el mayor Noé Antelo quien aseguró a los misioneros que la intención del gobierno era «incorporar a los guarayos a la vida nacional haciéndolos entrar en el goce de sus derechos civiles y obligaciones para con la Patria»75. Antelo provocó un gran malestar entre los religiosos cuando introdujo una novedad en el régimen misional, el pago directo a los guarayos del 80% de los jornales devengados por sus servicios. Llegados a la coyuntura de 1937 conviene hacer cuatro consideraciones. La primera es la relativa al destino del 80% de los jornales percibidos, teóricamente, por los trabajadores guarayos que, en la práctica, fueron a parar, en su mayor parte, al fondo común de los pueblos tras la compra efectuada por los neófitos en las «tiendas misionales» que hacían, de éstos, una especie de mercado cautivo. Y, no obstante esta praxis permitió a los conversores apropiarse en buena medida del excedente guarayo, los datos de que dispongo permiten afirmar que el destino de dicho excedente fue la población guaraya76. La segunda consideración es la
Una defensa de la actuación misional es la carta del prefecto Hoeller al ministro de Colonización y Agricultura (Ascensión, 26/08/1936), en GAM. Fondo Cartas. Año 1936, ff. 120-122. La respuesta del ministro (La Paz, 22/09/1936) anunció el interés del nuevo Ejecutivo por reformar el reglamento misional, en Ibíd. f. 136. 75 Circular del mayor N. Antelo al prefecto y a los conversores de Guarayos (Ascensión, 20/05/1937), en GAM. Fondo Cartas. Año 1937, f. 84. 76 A diferencia de lo sucedido en otros tiempos y lugares, en las «tiendas» existentes en los fundos agrícolas andinos, o en los fundos caucheros, en que el control de la tienda permitió a los propietarios apropiarse el excedente mediante el control de los precios siempre por encima del mercado, las listas de precios elaboradas esporádicamente por los 74
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contradicción inherente al proyecto misionero por lo que se refiere al acceso de los indígenas a la «mayoría» legal y la superación de la tutela misionera por cuanto aquélla sólo podría lograrse a través del desarrollo progresivo de una praxis social que propiciara una creciente incorporación de los indígenas al mercado y a la sociedad, proyecto que nunca fue implementado en Guarayos. La tercera, la llegada de Antelo mostró un cambio cualitativo en el control ejercido por el Estado hasta entonces, mutación que pareció destinada más bien a obtener las informaciones necesarias con vistas a una inminente secularización. La cuarta consideración, consecuencia directa de esta última aunque relativa a la contradicción del proyecto misional, es que los cambios derivados del establecimiento de la delegación militar acabaron provocando en algunos sectores de la población guaraya, un cuestionamiento del poder ejercido secularmente por los religiosos. El informe de Antelo a la Junta Militar en el poder (La Paz, 1/10/1937) mostró cuán fundados eran los temores de los misioneros a la inminente secularización de Guarayos por cuanto se pronunció por la supresión del régimen misional. Las razones básicas aducidas fueron que por entonces, a diferencia de lo acaecido en el pasado, el régimen vigente en los poblados misionales imposibilitaba el progreso socioeconómico e impedía la plena socialización de los Guarayo77. En consecuencia, el Gobierno debía «intervenir directamente para obtener mayores beneficios de estas regiones» que, bien administradas, decía, podían ser el «granero de Bolivia», «cancelando el estado misional y creando una Delegación Militar, a cuya cabeza estaría un jefe que responda a la preparación de esta gente para incorporarlas a la nacionalidad en poco tiempo más», dado que por entonces esta incorporación, señalaba, era imposible78. La contraofensiva franciscana corrió a cargo del prefecto Hoeller quien se desplazó a La Paz para defender ante el Ejecutivo los «verdaderos intereses bolivianos nacionales y precautelarlos ante otros intereses particulares», informar sobre el «verdadero» estado de los poblados y comunicar el desinterés de los franciscanos por permanecer en la región si su «acción únicamente civilizadora y patriótica» no fuera considerada
misioneros sobre diversos productos ofrecen precios ajustados, cuando no menores, a la cotización de los mismos en la capital cruceña. 77 Informe del delegado militar N. Antelo al Ejecutivo (La Paz, 1/10/1937), en GAM. Fondo Cartas. Año 1937, f. 273. Todo el texto en ff. 271-277. 78 Ibíd. f. 277.
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necesaria por el gobierno Busch79. El conflicto de competencias entre el delegado militar y la autoridad misionera se resolvió, aparentemente, cuando el Ejecutivo boliviano decretó la devolución a los conversores de la tutela legal sobre los neófitos en los actos civiles, dispuso el retiro del contingente militar con la sustitución del interventor militar por un delegado civil y reguló, una vez más, la contratación de mano de obra indígena que no podía ser obtenida, en ningún caso, por medios violentos80. Sin embargo, la secularización de las misiones guarayas no tardó en producirse. El detonante que en última instancia provocó la decisión secularizadora fue la acusación formulada contra Fr. Anselmo Schermair, conversor de Santa María, de ser el instigador del asesinato del ingeniero Constantino Montero Hoyos, acaecido en septiembre de 193681. En mi opinión, y sin entrar en las cuestiones penales —la justicia exoneró finalmente al religioso de toda responsabilidad en la desaparición del ingeniero— la muerte de Montero fue la excusa de los hacendados cruceños —interesados en acceder directamente a la mano de obra indígena y a las tierras ya escombradas y por lo tanto aptas para las actividades ganaderas— para exigir el cese del régimen misional con la transformación de los poblados guarayos en beneficios curales y, por ende, el cese de todas las competencias económicas, políticas y judiciales de los misioneros. La secularización se produjo, finalmente, con los decretos firmados por el presidente Busch el 10/05/1938 y 14/06/1939. Mientras el primero estableció la Delegación Nacional de Guarayos con
79 «Rectificaciones» del prefecto Hoeller al informe de Antelo (La Paz, 22/10/1937), copia en GAM. Fondo Cartas. Año 1937, ff. 310-311, todo el escrito en ff. 303-311. Ver las cartas de Hoeller al presidente Busch (La Paz, 26 y 29/10/1937) en Ibíd. ff. 292-293 y 299-300. 80 Decreto gubernamental dado en La Paz a fines de octubre de 1937, una copia del cual figura en GAM. Fondo Cartas. Año 1937, ff. 327-328. Ver también la comunicación del Ejecutivo al prefecto Hoeller (La Paz, 4/11/1937) relativo a la sustitución del interventor militar por el delegado civil en Ibíd. f. 334, y la carta del presidente Busch a Hoeller (La Paz, 11/11/1937) en respuesta a la remitida por éste del 29/10/1937 quejándose de los conflictos generados por la existencia de la delegación militar, en Ibíd. f. 352. 81 El ingeniero Constantino Montero Hoyos, Jefe de la Comisión Agropecuaria de Santa Cruz y subteniente del regimiento «Santa Cruz», encargado de la apertura y ejecución de la ruta caminera El Carmen-Santa María que había llegado a la zona a inicios de 1936, fue encontrado muerto en un lugar cercano a la misión de Santa María (García Jordán, 2006: 247-248).
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jurisdicción sobre las misiones existentes, el segundo secularizó los poblados y reglamentó el funcionamiento de aquélla concediendo al delegado el poder administrativo, judicial y represivo que antaño detentaban los misioneros y señalando el régimen administrativo y económico en los poblados. En síntesis, el delegado nacional pasó a ser la máxima autoridad gubernamental en Guarayos, al cual quedaron subordinados en el régimen administrativo todos los funcionarios públicos y los misioneros a quienes se encomendó la «simple labor sacerdotal» y se autorizó a ser «defensores de los guarayos ante las autoridades». Paradójicamente (1938-1940) el Padre Hildeberto Walpoth estaba, en esa coyuntura, tratando de concentrar población sirionó para la fundación de una nueva misión en la banda oriental del río Negro, al noreste de Urubichá, a la que designaron como Salvatierra82 para la reducción de población Sirionó y que en 1945 alcanzó un total estimado de 200 familias83. Sólo dos años antes, la población de las otrora misiones guarayas había descendido a 5.832 habitantes como consecuencia de la nefasta gestión de los militares y funcionarios sujetos a la Intendencia Delegacional de Guarayos quienes, en palabras de Viador Moreno Peña, inspector de colonización enviado a la región: «personeros del Gobierno...obligados a dar nuevos rumbos a esos importantes núcleos de población, incorporándolos con inteligencia al concierto de la vida nacional, desviaron los puntos de vista del Supremo Gobierno y se concretaron (con muy honrosas excepciones) a usufructuar inescrupulosamente de los esfuerzos logrados en muchos años de sacrificios y de labor constante»84.
La pésima gestión «estatal» que la nueva administración estaba desarrollando en Guarayos es, sin embargo, otra historia cuya reconstrucción es aún una tarea pendiente.
82 Nombre que recordó al sacerdote cruceño Gregorio Salvatierra, promotor de la reducción de los Guarayo desde fines del siglo XVIII. 83 Informe del Inspector General de Colonias, Nataniel Prado Barrientos (La Paz, 30/11/1945) al Director General de Colonización, en GAM. 84 Viador Moreno Peña. Informe de la Dirección General de Colonización sobre los pueblos de Guarayos. Texto mecanografiado redactado por su autor en 1943, p. 3. Folleto localizado en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz, Fondo Hernando Sanabria.
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CUADRO 4. POBLACIÓN GUARAYA RADICADA EN LAS MISIONES, 1884-1937 Habitantes
Años Ascensión
San Pablo
Urubichá
Yaguarú
Yotaú
Total
1884
1.812
996
1.190
441
4.439
1885 1888 1891 1893 1894 1895 1896 1897 1899 1900 1903 1905 1906 1907 1909 1910 1911 1912 1913 1914 1915 1917 1918 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937
1.918 2.059 2.275 2.231 2.273 2.295 2.347 2.337 2.515 2.482 1.986 2.131 2.114 2.170 2.145 2.242 2.258 2.250 2.358 2.516 2.307 2.254 2.274 2.009 2.170 2.080 2.165 2.019 2.162 2.258 2.227 2.189 2.432 2.505 2.594 2.655 2.714 2.726 2.656 2.405
993 1.037 1.087 1.066 1.056 1.125 1.161 1.047 1.061 1.069 1.058 1.113 1.017 1.093 1.062 1.118 1.108 1.092 1.172 1.254 1.250 1.212 1.392 1.157 1.124 1.247 1.331 1.398 1.340 1.370 1.438 1.469 1.471 1.500 1.516 1.525 1.505 1.506 1.482 1.467
1.237 1.445 1.382 1.317 1.353 1.423 1.292 1.241 1.271 1.281 1.572 1.213 1.420 1.440 1.439 1.366 1.512 1.478 1.457 1.543 1.501 1.574 1.597 1.366 1.399 1.446 1.501 1.591 1.614 1.683 1.723 1.756 1.700 1.724 1.701 1.743 1.754 1.697 1.666 1.578
465 520 536 615 617 652 672 685 644 654 745 770 780 671 704 709 736 835 750 690 627 575 587 526 583 601 634 636 666 703 712 694 656 652 650 646 628 531 461 530
4.613 5.061 5.280 5.229 5.299 5.504 5.472 5.310 5.491 5.486 5.823 5.677 5.801 5.870 5.815 5.920 6.136 6.154 6.228 6.447 6.113 6.132 6.370 5.561 5.795 5.924 6.200 6.216 6.363 6.590 6.650 6.673 6.784 6.918 6.991 7.126 7.154 7.006 6.803 6.415
462 450 470 496 465 485 522 499 491 444 428 517 520 503 519 550 569 572 581 576 550 565 525 537 530 557 553 546 538 535
Fuente. Elaboración propia a partir de los informes de los prefectos misioneros al Gobierno, al Colegio de Tarata y a la SCPF. Comentario. Los datos aquí recogidos y cuya evolución podemos observar también en el gráfico adjunto deben ser considerados como estimativos. Aunque todos los datos reflejan los proporcionados por los misioneros a sus superiores y al Ejecutivo, los criterios para la elaboración del censo no fueron siempre explícitos. La evolución de la población guaraya radicada en las misiones reflejada en este cuadro se explica tanto como consecuencia del movimiento vegetativo, que he detectado puntualmente en algunos años, como en la salida o regreso de los guarayos «prófugos» de las misiones.
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GRÁFICO 1. POBLACIÓN GUARAYA RADICADA EN LAS MISIONES, 1884-1937
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CUADRO 5. BALANCE ECONÓMICO DE LAS MISIONES ENTRE LOS GUARAYO, 1907-1937 Total
Años 1907 1908 1909 1910 1911 1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937
Ingresos
Gastos
Saldo
152.371,53 s. d. s. d. 124.890,92 102.405,59 125.470,87 107.565,36 s. d. s. d. 40.000,00 47.849,94 s. d. s. d. 71.188,70 s. d. 43.515,32 39.612,94 51.271,84 52.363,77 53.992,32 62.730,52 53.366,40 61.354,78 38.796,50 53.654,35 65.834,00 86.802,41 107.025,35 177.736,15 181.473,35
149.789,70 s. d. s. d. 126.698,58 103.328,98 119.330,72 131.544,21 s. d. s. d. 39.350,00 44.858,69 s. d. s. d. 70.098,50 s. d. 41.681,79 41.469,34 50.081,57 53.700,46 47.986,93 63.303,03 56.317,55 57.488,91 35.835,55 53.880,60 63.288,35 81.600,36 101.348,60 181.560,85 194.408,20
2.581,83 s. d. 16.373,59 –1.807,66 –923,39 6.140,15 –23.978,85 s. d. –53.766,29 650 2.991,25 s. d. s. d. 1.090,20 s.d 1.833,53 –1.856,40 1.190,27 –1.336,69 6.005,39 –572,51 –2.951,15 3.865,87 3.960,95 –226,25 2.545,65 5.202,05 5.676,75 –3.824,70 –12.934,85
Fuente: Elaboración propia a partir de informes de los prefectos misioneros al Gobierno, de las visitas pastorales de los mismos prefectos y de las memorias del Ministerio correspondiente al Congreso.
110
UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
CUADRO 6. PRODUCCIÓN AGRÍCOLA COMUNAL DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1913-1937* Total
Años Algodón 1913 1914 1916 1917 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937
1.175 1.425 225 2.800 666 118 1.772 1.680 1.887 1.517 2.385 1.428 880 1.103 1.640 1.295 2.610 1.270 3.950 1.850 2.709 2.242
Arroz 12.200 12.100 7.250 11.000 6.400 8.000 9.300 7.100 4.120 6.340 7.473 6.850 6.680 9.300 8.300 6.700 4.900 8.700 6.500 6.120 9.270 7.100
Azúcar
Cacao
Café
Maíz
2.172 2.210 1.743 1.308 1.280 1.317 1.897 1.330 1.270 304 930 398 515 561 446 449 540 560 390 660 467 637
280 130 157 150 28 195 210 230 136 101 160 285 141 201 221 48 139 77 220 260 110 89
170 35 116 11 86 77 78 52 s. d. 13 s. d. 39 34 21 s. d. s. d. 49 125 62 66 62 33
8.000 8.200 3.150 7.200 3.600 2.850 8.950 6.500 4.780 6.000 7.300 3.900 4.370 5.950 7.300 5.300 6.800 6.400 6.100 4.900 6.200 8.100
La producción se da en arrobas (1 arroba = 11,5 kg). Fuente. Elaboración propia a partir de informes de los prefectos misioneros al Gobierno, de las visitas pastorales de los mismos prefectos y de las memorias del Ministerio correspondiente al Congreso. *
111
GRÁFICO 2. PRODUCCIÓN AGRÍCOLA COMUNAL DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1913-1937
PILAR GARCÍA JORDÁN
112
Ascensión
San Pablo
Urubichá
Yaguarú
Yotaú
113
30 p. 200 41 p. 45 p. 270 57 s. d. s. d. s. d. s. d. 4 p. 50 90 30 36 50 20 20 30 20 15 15
1 0 2 0 0 0 s. d. s. d. s. d. s. d. 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2
3 30 16 3 8 15 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 7 10 14 s. d. s. d. 15 40 30 20 14 14
500 1.500 350 1.400 1.500 1.000 s. d. s. d. s. d. s. d. 3.000 800 1.500 2.000 1.500 1.500 1.500 1.200 2.000 1.500 1.500 2.000 s. d. 150 60 450 6 0 s. d. s. d. s. d. s. d. 150 150 150 250 270 95 280 80 400 450 250 192
s. d. 1.100 1.000 1.500 800 1.000 s. d. s. d. s. d. s. d. 1.600 1.700 850 1.500 1.000 1.100 1.200 1.200 1.000 670 1.100 700 s. d. s. d. s. d. 100 600 400 s. d. s. d. s. d. s. d. 650 250 225 200 230 200 400 270 200 450 300 450
s. d. s. d. 0 0 0 0 s. d. s. d. s. d. s. d. 4 5 1 1 6 8 4 0 0 10 0 7 s. d. s. d. 20 0 3 10 s. d. s. d. s. d. s. d. 5 10 4 5 s. d. s. d. 7 60 20 30 35 15
s. d. 1.500 1.000 2.000 1.400 1.600 s. d. s. d. s. d. s. d. 1.500 2.000 1.200 1.500 1.500 1.200 1.500 2.000 1.500 800 2.000 2.000 280 300 100 600 s. d. 60 s. d. s. d. s. d. s. d. 400 300 160 225 360 50 280 290 500 350 400 500 3.000 4.000 2.500 3.000 s. d. 3.800 s. d. s. d. s. d. s. d. 1.400 1.300 800 2.200 1.500 800 1.000 1.200 1.000 1.000 1.200 1.000
1.500 1.660 800 600 s. d. 700 s. d. s. d. s. d. s. d. 120 s. d. 0 16 0 30 40 0 0 0 12 0 80 50 70 0 s. d. 75 s. d. s. d. s. d. s. d. 40 150 70 140 0 25 75 27 120 150 90 60
60 — 60 0 s. d. 40 s. d. s. d. s. d. s. d. 1 2 2 2 s. d. s. d. 0 0 0 0 0 0 2.000 4.000 1.000 s. d. s. d. 650 s. d. s. d. s. d. s. d. 1.200 200 200 900 2.200 600 800 1.000 1.200 1.200 1.200 1.000
250 300 0 0 60 50 s. d. s. d. s. d. s. d. 750 450 160 350 500 350 300 300 1.200 470 200 300 1.000 1.500 1.000 2.000 800 2.400 s. d. s. d. s. d. s. d. 1.000 800 2.000 1.500 2.500 2.000 300 3.000 2.000 2.000 2.500 2.500
300 300 400 400 260 160 s. d. s. d. s. d. s. d. 60 40 140 180 180 160 80 200 100 100 100 100 80 80 85 150 28 120 s. d. s. d. s. d. s. d. 120 130 70 60 100 15 60 50 100 100 20 20 20 5 20 8 75 12 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 20 0 0 s. d. s. d. 2 0 0 2 3 2
500 400 300 800 300 500 s. d. s. d. s. d. s. d. 800 200 800 800 800 800 2.000 1.000 1.000 1.000 300 1.500 100 75 65 450 0 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 85 64 160 78 110 200 250 200 350 80 800 300
1.000 1.500 950 1.500 1.200 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 473 750 1.000 1.600 1.100 800 800 800 500 450 470 900 300 50 85 p. 100 150 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 100 58 60 135 0 9 0 70 60 90 40 72
0 0 0 0 0 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 0 0 s. d. s. d. 25 25 12 14 10 2
500 800 500 2.000 400 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 800 700 470 750 1.300 1.200 1.000 1.200 400 400 400 800
Mz.
*
La producción se da en arrobas (1 arroba = 11,5 kg). Excepcionalmente, las fuentes dan la producción de azúcar en horma o pan, en el cuadro recogido como «p». Horma, originalmente el molde o vasija para elaborar los panes de azúcar. La equivalencia aproximada de la horma/pan es de 2,4 arrobas. Los totales figuran en arrobas. Leyenda. Algd = Algodón; Azc. = Azúcar; Cco. = Cacao; Cf. = Café; Mz. = Maíz. Fuente. Elaboración propia a partir de informes de los prefectos misioneros al Gobierno, de las visitas pastorales de los mismos prefectos y de las memorias del Ministerio correspondiente al Congreso.
2.000 4.000 1.800 3.000 3.600 800 s. d. s. d. s. d. s. d. 3.000 2.300 2.000 2.500 2.200 2.000 1.600 2.500 2.000 2.000 2.000 2.000
Algd. Arroz Azc. Cco. Cf. Mz. Algd. Arroz Azc. Cco. Cf. Mz. Algd. Arroz Azc. Cco. Cf. Mz. Algd. Arroz Azc. Cco. Cf. Mz. Algd. Arroz Azc. Cco. Cf.
1913 300 1914 600 1916 s. d. 1917 1.300 1920 600 1921 8 1922 s. d. 1923 s. d. 1924 s. d. 1925 s. d. 1926 1.000 1927 464 1928 250 1929 200 1930 400 1931 600 1932 1.500 1933 400 1934 1.500 1935 500 1936 800 1937 800
Años
CUADRO 7. PRODUCCIÓN AGRÍCOLA COMUNAL DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1913-1937. DETALLE*
UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
114
s. d. s. d. s. d. s. d. 9 9 34 27 s. d. s. d. 42 50 51 45 57 47 54 43 53 45 40 40 20 0
L
s. d. s. d. s. d. s. d. 7 10 35 34 s. d. s. d. 15 20 10 21 19 0 0 0 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
P
Ascensión
s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 8 8 s. d. s. d. — 20 16 14 s. d. s. d. 10 8 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
355 520 s. d. 554 485 719 527 396 468 465 746 671 665 476 511 445 572 945 1.088 1.413 1.393 882 432 3 244 345 s. d. 210 254 376 440 482 688 746 773 897 917 966 843 826 864 610 722 714 842 850 763 33 6 5 s. d. 4 s. d. 2 3 3 3 4 4 6 6 11 11 8 7 7 6 6 6 8 10 1
Cb Total V C/M s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 0 0 0 0 0 0 5 0 0 0 0 0 0 0
L s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 37 18 s. d. s. d. 33 35 22 42 26 37 30 30 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
P
San Pablo
s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 5 0 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 250 1.600 350 2.080 s. d. s. d. 214 2.060 254 1.500 378 1.300 480 s. d. 503 836 671 927 750 850 810 747 938 803 945 844 1.019 792 880 825 871 824 911 793 647 790 728 675 720 748 848 679 858 402 773 210 34 20
31 70 s. d. 65 55 50 s. d. 50 13 16 15 14 16 17 24 22 28 35 40 49 58 46 42 5
Cb Total V C/M 50 s. d. s. d. s. d. 100 100 s. d. 105 s. d. s. d. 50 50 43 48 53 36 50 50 60 60 65 60 70 25
L 46 s. d. s. d. s. d. 100 80 s. d. 129 s. d. s. d. 52 54 94 70 42 102 150 130 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
1.727 546 2.150 862 s. d. s. d. 2.125 820 1.755 744 1.530 838 s. d. 947 1.120 960 940 981 866 985 864 1.109 921 1.141 997 1.240 927 1.310 944 1.320 984 1.329 1.021 1.393 1.005 1.455 775 1.230 857 1.188 802 1.172 508 997 822 625 50 452
42 41 s. d. 35 7 23 35 23 26 24 20 16 18 23 25 23 19 18 25 28 32 36 19 23 12 s. d. s. d. s. d. 50 70 76 61 s. d. s. d. 62 60 50 50 50 79 80 60 70 71 65 75 76 47
L 600 1.000 903 1.009 s. d. s. d. 855 800 801 700 931 s. d. 1.071 450 1.089 s. d. 1.007 206 1.009 246 1.261 252 1.267 231 1.338 238 1.413 274 1.455 225 1.515 259 1.542 283 1.573 289 1.325 239 1.287 253 1.269 244 1.108 250 720 232 522 10 33 33 s. d. 16 28 s. d. 19 s. d. 7 7 9 15 17 16 19 16 17 16 20 25 26 31 26 s. d.
P Total V C/M s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 13 45 s. d. s. d. 70 50 30 30 60 84 50 40 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
Yaguarú
P Total V C/M
Urubichá
27 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 20 s. d. s. d. s. d. 35 31 41 42 19 22 12 19 0 20 10 0 0 s. d.
L
Yotaú
6 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 12 s. d. s. d. s. d. 0 0 0 0 35 69 80 50 0 0 0 0 0 s. d.
1.066 3.716 1.042 4.790 s. d. 4.799 816 4.398 728 3.654 s. d. 3.163 501 2.254 s. d. 2.578 213 3.252 253 3.277 296 3.558 277 3.632 296 3.815 332 3.721 298 3.633 366 3.623 392 3.826 374 4.017 259 3.877 298 4.237 280 4.245 281 3.299 258 2.210 10 517 141 175 155 166 103 126 90 103 67 66 60 72 69 85 94 82 86 97 115 142 167 163 129 30
P Total V C/M 89 s. d. 204 s. d. 159 179 130 193 s. d. s. d. 189 191 185 185 179 184 201 172 183 196 180 175 166 72
L
52 s. d. 282 s. d. 107 90 97 226 s. d. s. d. 170 159 156 163 182 292 310 250 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
P
s. d. s. d. — s. d. s. d. s. d. 8 8 s. d. s. d. s. d. 20 16 14 s. d. s. d. 15 8 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. s. d.
3.998 4.965 6.440 4.554 4.023 3.558 2.579 3.108 3.319 3.343 3.977 4.074 4.241 4.168 4.088 4.181 4.438 4.544 4.175 4.575 4.592 3.637 2.505 619
Cb Total
TOTAL MISIONES
*
Ganado propiedad colectiva de las misiones, que no incluye el poseído individualmente por los guarayos. Leyenda. V = Vacuno; C/M = Caballar y Mular; L = Lanar; P = Porcino; Cb = Cabral. Fuente. Elaboración propia a partir de informes de los prefectos misioneros al Gobierno, de las visitas pastorales de los mismos prefectos y de las memorias del Ministerio correspondiente al Gobierno y del Informe del Inspector Gral. de Colonias, Nataniel Prado Barrientos, al Director Gral. de Colonización (La Paz, 30/11/1945), copia en GAM, sin signatura.
29 26 s. d. 46 13 51 33 27 18 15 12 21 12 18 15 13 15 21 24 34 45 42 32 1
V C/M
1908 326 1912 494 1913 s. d. 1915 508 1916 456 1917 649 1920 417 1921 300 1923 450 1924 450 1925 677 1926 560 1927 576 1928 379 1929 420 1930 385 1931 493 1932 873 1933 1.011 1934 1.334 1935 1.308 1936 800 1937 380 1945 2
Años
CUADRO 8. CABAÑA GANADERA DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1908-1945*
PILAR GARCÍA JORDÁN
GRÁFICO 3. GANADO VACUNO DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1908-1945
UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
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GRÁFICO 4. GANADO CABALLAR Y MULAR DE LOS POBLADOS GUARAYOS, 1908-1945
PILAR GARCÍA JORDÁN
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4. LA PRAXIS MISIONAL EN GUARAYOS. LA MEDIACIÓN CULTURAL FRANCISCANA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO CIVILIZADO
Analizado el papel desempeñado por las misiones franciscanas en la política desarrollada por los gobiernos bolivianos para la conquista de las tierras bajas y la reducción de sus habitantes, y estudiados los hitos fundamentales acaecidos en la Prefectura de Guarayos es llegado el momento de abordar, por un lado, los aspectos biográficos más significativos de los misioneros llegados a la zona para implementar el proyecto misional; por otro lado, las características de este plan elaborado por los conversores para la civilización de los Guarayo. 1. LOS FRANCISCANOS, INTERMEDIARIOS CULTURALES
No es mi intención abordar aquí un estudio biográfico de los religiosos pero sí me interesa, en primer lugar, ofrecer seriadamente la relación de todos aquéllos que ejercieron como conversores en los poblados misionales. En segundo lugar, señalar, siempre que sea posible, los datos biográficos más relevantes de los misioneros: lugar y fecha de nacimiento, colegio en el que recibieron la formación correspondiente hasta la profesión de votos simples, solemnes y, si fuera el caso, la ordenación sacerdotal, año de su incorporación al Colegio de Tarata como novicios o profesos y, finalmente, los estudios realizados. Conviene saber, previamente, que como consecuencia de la independencia primero, y de las reformas emprendidas por Bolívar y Sucre en 1825-1826, fueron pocos los religiosos bolivianos que quedaron en los conventos, y menos aún los destinados a misiones1. Por ello cuando el Es evidente que el incipiente estado republicano ofreció a los varones alternativas de movilidad social más significativas que las que entonces podía brindar la carrera eclesial, tanto más la desarrollada en el seno de las congregaciones religiosas consideradas por entonces, mayoritariamente, inútiles socialmente. 1
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presidente Santa Cruz reactualizó el discurso colonial según el cual las misiones católicas eran elemento imprescindible para la reducción y sometimiento de las poblaciones indígenas y confió tal tarea a los franciscanos, uno de ellos —el español Andrés Herrero— viajó a Europa (1833-1834) con el objetivo de captar los recursos humanos necesarios para su incorporación a los Colegios misioneros2. Herrero, nombrado prefecto apostólico de las misiones y colegios franciscanos de la América meridional, logró captar en sus dos viajes un total de 95 religiosos, italianos y españoles básicamente. Posteriormente, cada uno de los Colegios de Propaganda Fide facultó periódicamente a uno de sus miembros para el desarrollo de tales cometidos. En el caso del Colegio de San José de Tarata me consta que a lo largo del período misional se realizaron un total de siete viajes en los que los individuos captados, que hasta fines del siglo XIX fueron originarios, generalmente, del Centro y Centro-Norte de Italia, a partir de entonces procedieron del Sud-Tirol primero y de la antigua provincia austriaca franciscana de San Leopoldo. Ha sido ardua la tarea de ofrecer en forma seriada el elenco de los misioneros que ejercieron su actividad en los poblados guarayos a lo largo del tiempo considerando la ausencia de registros al respecto; igualmente ha sido complicado recabar los datos biográficos más significativos de los mismos, que constan en el cuadro 9 que figura al final de este apartado3. Se incluye también —cuadros 10 a 15— la relación de conversores que, según los datos, actuaron en cada uno de las misiones y que nos ha permitido identificar, en la mayoría de los casos, algunos de los personajes de las fotografías que se recogen en esta obra. La lectura de dichos cuadros debe ir acompañada de tres observaciones; la primera es que cada una de las misiones estuvo, en teoría, a cargo de dos conversores —el principal o primero, y el segundo—4
2 Semblanza biográfica de Herrero y actividades desarrolladas para la reactivación de las misiones en García Jordán, 2006: 42-43, 406-407. 3 Sólo he incluido los nombres de los religiosos de los que, bien tengo constancia cierta que ocuparon el cargo de conversor, bien he podido deducirlo del contexto documental correspondiente y, en este caso, lo he señalado con un interrogante. Las series reconstruidas parten de 1841, coyuntura en que se inició en forma sistemática la reducción de los Guarayo, y concluyen en 1939 con la secularización de las misiones; estas fechas son las adecuadas para Ascensión, Urubichá y Yaguarú, aunque no para Yotaú —originalmente San Fermín, fundada en 1858— y San Pablo, erigida en 1900 y cuyos elencos registran, obviamente, los religiosos que estuvieron al cuidado de dichos pueblos a partir de su fundación. 4 Aunque en algunos casos las fuentes nos indican el carácter de conversor primero o segundo, en los cuadros aquí adjuntos he optado por no incluir el dato como consecuencia de la escasa serialidad del mismo para todo el período registrado.
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aunque ya fuera por la escasez de religiosos, ya por los intereses de la congregación franciscana en otro, fueron muchos los años en que los poblados estuvieron gestionados por un solo misionero. Añadamos aquí dos precisiones, una que el señalamiento en ocasiones de hasta cuatro religiosos en un solo año indica que éstos ejercieron de conversores en un determinado período y posteriormente fueron reemplazados; otra, que en los cuadros de conversores no figuran algunos religiosos de quienes tengo constancia estuvieron en las misiones, aunque no he logrado averiguar en qué poblado5. La segunda observación es la referida a los prefectos misioneros, cargo elegido por el Colegio de Tarata para ejercer sus funciones, normalmente, durante un sexenio y que según los estatutos municipales del Colegio, detentaban la máxima autoridad en la Prefectura de Guarayos siendo de su competencia, la designación y remoción de los conversores de los poblados, la disposición de todas aquellas medidas destinadas al cumplimiento de las actividades misionales ejercidas por aquéllos, el mantenimiento de buenas relaciones con las autoridades político-administrativas y la periódica información al capítulo guardianal del Colegio de la marcha de las misiones6. La tercera observación se refiere a la biografía de los conversores: origen socioeconómico, nacional, edad en que fueron captados para su incorporación al Colegio de Tarata y formación recibida. Los datos recabados permiten señalar primero, en relación a los orígenes familiares, que la mayoría de los individuos procedieron de ambientes rurales, siendo hijos de pequeños o medianos propietarios de tierras o de artesanos como sugieren algunos datos fragmentarios. Segundo, referido a su origen nacional nos consta que hasta la primera mitad de la década de 1880 la mayor parte de los destinados a Guarayos procedieron de las regiones del centro, norte y noroeste de Italia (Las Marcas, Toscana, Lazio, Lombardía, Piamonte, Liguria) aunque la tendencia cambió a partir de la segunda mitad de los ochenta con la incorporación progresiva de individuos nacidos en las provincias por entonces bajo el imperio austro-húngaro (Sud-Tirol, Trentino y Es el caso de los religiosos que me consta estuvieron en los años que aquí señalo entre paréntesis en las misiones: Pablo Pietrantonio (1860-1862), Alejandro Farnetti (1862-1868), Tomás Roscioni (1863), Conrado Mari (1864-1865), Domingo Moreschi (1865-1870), Angel Grosso (1874) e Iluminado Coppi (1879). 6 En Priewasser, 1902: 65-67 se recogen las obligaciones del Prefecto de Misiones, y en Ibíd. pp. 136-143 las referidas a las facultades tanto de éstos, como de los misioneros aplicados a todos los Colegios apostólicos latinoamericanos, en AT. Normativa para Colegios Seminarios. Texto editado por Priewasser a partir del texto manuscrito aprobado en 1888. 5
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Veneto) y, ya en el siglo XX con sujetos nacidos en Austria (Alto Tirol, Salzburgo, Kärnten) y Alemania (Baviera) lo cual provocó no pocos conflictos entre los conversores a los que no fueron ajenos los estereotipos culturales vigentes sobre las poblaciones de cultura latina y germánica. Tercero y relativo a la edad, la mayoría de los destinados a Guarayos llegaron a Tarata adultos, con una edad comprendida entre los 20 y 35 años, cuando ya habían recibido su formación religiosa en los colegios europeos, donde también habían efectuado la profesión simple y solemne e incluso accedido al sacerdocio. Excepcionalmente, en la década de los ochenta, con las recolecciones de Panizzi y Cardús, los captados fueron mayoritariamente adolescentes y jóvenes (entre los 12 y 20 años) que habían permanecido hasta entonces con sus familias y que, por ende, recibieron la formación correspondiente en Tarata, donde hicieron sus votos religiosos y fueron ordenados sacerdotes7. Cuarto y referido a la formación recibida, sabemos que en el plan de estudios no figuró nunca el aprendizaje de la lengua guaraya, cuestión que se dejaba para el momento en que los religiosos llegaran a su destino, ni tampoco la formación en artes y oficios. Por el contrario, los novicios —coristas y legos— del Colegio tarateño parecieron recibir una buena preparación en lo relativo a la formación espiritual, reglas y estatutos de la orden franciscana, conocimientos de canto gregoriano y, probablemente, los eventos más significativos de la historia misionera desarrollada en la región a partir de las narraciones de los religiosos que periódicamente retornaban al Colegio y, quizás, de la historia de José Cardús, existente en la biblioteca del Colegio. En todo caso, parece un escaso bagaje para enfrentarse a los retos que la implementación del proyecto misional requería y cuyas dificultades provocó, en diversos casos, la resistencia de algunos religiosos a permanecer en Guarayos8. 7 Podemos comprobar la afirmación en el cuadro 9 en el que se deben consultar las columnas relativas a las fechas de nacimiento de los religiosos, filiación religiosa original al Colegio o Provincia correspondiente e incorporación al Colegio de Tarata. Conviene anotar aquí que, salvo excepciones, la norma fue que tras el ingreso del individuo en el Colegio y ser admitido a vestir el hábito franciscano, debía transcurrir un año de estudios tras el cual aquél hacía profesión simple de sus votos; pasados tres años más —que podían ser menos previa la correspondiente dispensa pontificia— y sin falta significativa alguna, el religioso realizaba la profesión solemne de los votos. La normativa vigente en el Colegio de Tarata, como sucedió en el resto de colegios franciscanos, comportó que cada uno de dichos trámites requiriera la aprobación del discretorio del Colegio a través de la votación correspondiente. La última fase de estudio —que osciló normalmente entre uno y tres años— permitía al religioso acceder a su ordenación sacerdotal como nos muestra también el cuadro en la columna correspondiente indicada como Presbiterado. 8 Para una ampliación de la cuestión ver García Jordán, 2006: 411-415.
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Antes de concluir este punto me interesa hacer cinco anotaciones que afectan a la mediación cultural ejercida por los religiosos. La primera es la relativa al idioma de comunicación utilizado prioritariamente por los conversores en su actividad cotidiana; la segunda y vinculada a la anterior al ser la lengua el instrumento para la transmisión de las nuevas creencias, se refiere a los instrumentos utilizados para el adoctrinamiento religioso —catecismos y sermonarios— y la administración de los sacramentos; la tercera es la praxis religiosa vinculada a las nuevas creencias, esto es, la misa y la recepción de sacramentos por los neófitos; la cuarta es la referida al aparato ceremonial e iconográfico utilizado por los religiosos para su actividad «espiritual». La quinta y última es la relativa a la tolerancia de los religiosos respecto la cosmovisión y praxis tradicional de los Guarayo. Por lo que respecta a la primera cuestión, el idioma —vehículo de comunicación y de articulación de la propia conciencia— sabemos la importancia que en el pasado colonial tuvo en todos los proyectos misioneros el conocimiento de las lenguas nativas como elemento fundamental para la transmisión primero, y la imposición de las nuevas creencias después, pero también como instrumento propiciatorio de la segregación indígena en el caso que aquel plan lo pretendiera9. En el caso de Guarayos nos consta que la mayoría de los religiosos que misionaron en la región durante la etapa reductora, que prácticamente llega hasta la década de 1870, lograron comunicarse con los neófitos utilizando el idioma guarayo. Para el aprendizaje del idioma contaron con el diccionario castellano-guarayo y la gramática preparados por el religioso que primero y por más tiempo permaneció entre ellos, Francisco Lacueva. Sus trabajos fueron los que, sistematizando el conocimiento de dicho idioma, permitieron a los misioneros destinados a la región no sólo el aprendizaje progresivo de la lengua, sino también la realización de la praxis misional desde su llegada a los poblados10. Por lo que se refiere a la segunda cuestión, los instrumentos utilizados para el adoctrinamiento religioso, nos consta que al igual que el diccionario y la gramática mencionados, el mismo Lacueva elaboró un 9 Diversos estudios han estudiado la importancia que tuvo en el proyecto milenarista franciscano en la Nueva España la conservación del náhuatl, entre otros, Baudot, 1983: 102-114; Duch, 1992: 223-233. 10 Revisiones posteriores del diccionario y la gramática de Lacueva fueron hechas por Fr. José Cors, Fr. Manuel Viudez (1841) y Fr. Wolfgang Priewasser (1903), siempre en versión guarayo-castellano, hasta que en la década de los treinta, en que todos los misioneros en Guarayos eran de origen austriaco y, por ende, de lengua alemana, Alfredo Hoeller preparó la correspondiente versión en dicho idioma (1932).
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catecismo y sermonario11, que sirvieron de fuente para la preparación de la mayoría de los textos posteriores. En relación a los Catecismos, el año en que Cors redactó el reglamento para el gobierno de las misiones (1854) preparó también la Cartilla y Catecismo de la doctrina cristiana, en edición bilingüe guarayo-castellano12 escrita en forma dialogada en la que la secuencia pregunta-respuesta utilizó un lenguaje simple y conciso13. Posteriormente Fr. José Cardús fue el autor de un nuevo Catecismo de la Doctrina Cristiana (1883a), y de La Doctrina Cristiana explicada en lengua guaraya (1882) que, en mi opinión, fue un texto pensado para ser utilizado exclusivamente por los misioneros en su actividad pastoral, dado que sus ocupaciones les impedían realmente acceder al pleno conocimiento del idioma so pena que estuvieran por bastantes años en las misiones. Para uso de los neófitos guarayos bastó el catecismo publicado por Cardús que era, sin embargo, mucho más amplio que el escrito por Cors en el pasado. El texto de Cardús —del que Pesciotti hizo una segunda edición, con algunas correcciones, en 1916— estuvo vigente hasta la década de 1930 cuando fue reemplazado por el preparado por Alfredo Hoeller (1935b), al que se incorporó poco después la versión de Buehl (1939). En relación a los sermonarios sólo me consta la elaboración de un primer manuscrito de sermones en guarayo preparado por Francisco Lacueva, conteniendo los 31 sermones aprobados en el Concilio de Lima de 1583 y a partir del cual José Cors preparó un segundo manuscrito del cual sólo se conservaron algunos sermones originales junto a otros en copias hechas por algunos misioneros que coincidieron con él en Guarayos14. Aunque no se ha conservado ningún texto original de Lacueva (manuscrito o impreso aunque de la información proporcionada por las fuentes parece más bien deducirse que dichos textos nunca llegaron a la imprenta), los elaborados posteriormente siguieron el planteamiento general esbozado por Lacueva, aunque adecuándolos al tiempo y circunstancias del momento. 12 Texto cuyo título completo es Cartilla y Catecismo de la Doctrina Cristiana en el idioma de los Indios de Guarayos, con el castellano al frente por el conversor de aquellas Misiones. Sucre, Imp. De López, 1854, 29 pp. 13 Preguntas relativas a la existencia de un solo Dios, aunque con tres personas, su autoría en la creación del mundo, la división entre los buenos y los malos, el porqué de la muerte y resurrección de J. C. entre las más significativas. 14 Fue a partir de estos sermones que Bernardino J. Pesciotti redactó en 1896, y publicó en 1904, la Colección de materias predicables en idioma guarayo; la versión castellana —que resumida recogió sólo las pláticas relativas a la Concepción, Natividad y Cuaresma, y excluyó las preparadas por Pesciotti para los domingos y días festivos— sólo vio la luz pública en 1913. La versión guaraya de la Colección fue publicada para el uso pastoral de los religiosos que, por diversas razones, no supieran el guarayo. Y fue también 11
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Por lo que se refiere a la tercera de las cuestiones, la praxis religiosa vinculada a las nuevas creencias —la participación en la misa diaria y la recepción de sacramentos por los Guarayo— sabemos de la obligatoriedad de asistencia a la primera de los adultos que permanecían en el poblado y de los niños; en el transcurso de la celebración se rezaba la doctrina cristiana. Por el contrario, los domingos y días festivos, la asistencia a la misa y demás actos religiosos era obligatoria para toda la población, castigándose la trasgresión con los correspondientes azotes. Por cuanto se refiere a la recepción de sacramentos digamos que, en el caso del bautismo, era recibido por los niños poco después del nacimiento y la extremaunción era efectuada siempre que se considerase necesaria ante la probable defunción de alguna persona. Por el contrario, la confesión, la comunión y el matrimonio fueron administrados preferentemente en el período de la Cuaresma y, en la praxis, su recepción fue «obligatoria» para todos aquellos susceptibles de recibirlos, como se deduce de los registros estadísticos de los conversores sobre la administración espiritual de los poblados. De hecho, las trasgresiones bien de la obligada asistencia a la misa, bien de la recepción de sacramentos fueron penalizadas, en función de la falta cometida, por un determinado número de azotes, la guasca, cuando no con el cepo. Por lo que se refiere a la cuarta cuestión, el aparato ceremonial e iconográfico utilizado por los religiosos para su actividad misional, como es tradicional en la iglesia católica se concedió gran importancia a una variada imaginería —incluyendo diferentes tipos de Cruz, las imágenes de los patronos de los poblados, al igual que la del Sagrado Corazón de Jesús y figuras de santos— fabricada en la región, cuando no traída de Europa. La producción de imágenes para el culto y la devoción de la población se mantuvo constante y a ella contribuyeron no sólo manos guarayas, sino también artesanos foráneos como el español Enrique Maloret, que en la primera década del siglo XX y a petición de Fr. Daniel Carvallo contribuyó a la restauración del templo de Urubichá, o incluso los mismos religiosos, como el lego Pablo Gostner, autor de tres altares en madera instalados en 1906/1907 en Yotaú (Pierini, 1908: 17). Paralelamente, todos los prefectos misioneros dictaron disposiciones relativas a la celebración del culto con la pompa debida, tanto en los actos desarrollados con motivo de las festividades religiosas como en los vinculados a las visitas pastorales que efectuaban anualmente. El arribo periódico del prefecto
Pesciotti quien, interesado en facilitar la tarea de los religiosos, preparó un pequeño manual, escrito en guarayo, a utilizar por los conversores en la administración de los sacramentos del bautismo, el matrimonio y la extremaunción (1904b).
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ofreció a los conversores la ocasión para mostrar, con el boato correspondiente, los avances hechos en los poblados y comprobar la eficacia de las actuaciones emprendidas. La ceremonia empezaba con la recepción del superior en la puerta del templo por parte del conversor y el cabildo, precediendo a toda la población a la que aquél exhortaba con una breve plática comunicándoles el objeto de su visita pastoral. Concluido el acto, el prefecto examinaba los libros parroquiales, supervisaba las obras realizadas en el poblado, examinaba a los escolares —normalmente a los de las escuelas superiores—, consultaba al cabildo acerca del orden público en el pueblo y las posibles quejas del comportamiento del conversor o de los patrones a quienes habían prestado los servicios correspondientes. La visita se cerraba con una nueva exhortación al pueblo, a la que seguía la comunicación particular al conversor de una serie de instrucciones para la mejora de la instrucción religiosa y civil de los neófitos y del estado material del poblado. Finalmente, por lo que se refiere a la tolerancia de los religiosos con la cultura guaraya, en mi opinión, aquellos misioneros que permanecieron por más tiempo en los poblados fueron los que se mostraron más reticentes a la plena aculturación de la población y fueron más tolerantes con su cosmovisión y praxis tradicional facilitando la supervivencia de varios de los elementos de las mismas.
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23/09/1861 5/10/1825 s. d. 11/11/1872 s. d. s. d. 8/03/1870 22/10/1871 3/12/1812 1/05/1906 25/04/1825 9/12/1861 s. d. s. d. 25/03/1804 1825? 17/01/1825 19/02/1839 27/11/1860 21/08/1873 22/02/1861 17/09/1902 s. d. 7/08/1898 3/08/1895 s. d. 19/03/1879 13/09/1867 7/09/1887 9/04/1870 s. d. 12/01/1885 s. d. 2/10/1901 16/07/1865 s. d. 17/10/1871 27/12/1873
Fecha Machecoul (Nantes, F) Montecompatri (I) s. d. Kaltem (Trento, A/I) Cataluña (E) (Ch) Aquila (I) Bagnaia (Viterbo, I) Valenzana (I) Kaltem (Trento, A) Castelpino (I) Maria Schmolln (Linz, A) Cataluña (E) s. d. Quillacollo (Cochbba, B) Cataluña (E) Castellaro (I) Treia (Marca, I) Albiano (Lucca, I) Kurtatsch (Trento, A) Itter (Salzburgo, A) Bruckmühl (A) s. d. Maria Schmolln (Linz, A) Musau (Brixen, A) s. d. Bolzano (Trento, A) Sabandia (Arequipa, P) S. Mª Angeli (Asis, I) Kaltem (Trento, A) s. d. Punata (Cochabamba, B) Alicante (E) St. Ulrich (Trento, A/I) Sessanio (Aquila, I) s. d. Kirchberg (Salzburgo, A) Carpeneto (Acqui, I)
Lugar
Nacimiento Cchbba (B) s. d. s. d. Cchbba (B), 7/02/1935 s. d. s. d. Yotaú (B), 11/02/1920 Sucre (B) s. d. 1980? B. Aires (Arg.), 20/05/1901 Cchbba (B), 5/02/1954 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. Tarata (B), 22/07/1916 s. d. Bolzano (I), 29/09/1938 Tarata (B), 7/08/1921 Salzburgo (B), 1973 s. d. Braunau (A), 1965 Reutte, 1985 La Mina (B), 9/02/1886 Santa Cruz (B), 28/03/1929 s. d. s. d. Santa Cruz (B), 25/07/1934 s. d. s. d. 1858 Ascensión (B) 14/07/1922 s. d. Chapacurá (B), 21/07/1921 s. d.
Defunción
Filiación Religiosa P. Francia, 2/08/1879 s. d. s. d. P. Tirol, 17/09/1895 s. d. s. d. C. Tarata, 19/03/1885 C. Tarata, 20/11/1886 20/07/1833 C. Tarata, 8/12/1925 P. Seráfica, mayo 1843 P. Tirol, 25/08/1879 s. d. s. d. C. Tarata, 25/05/1834 s. d. P. Romana, 7/01/1843 15/10/1854 P. Toscana, 29/08/1879 P. Tirol, 25/08/1890 P. Tirol, 25/08/1879 P. Tirol, 12/08/1919 s. d. P. Tirol, 25/08/1915 P. Tirol, 25/08/1912 s. d. S. L. Tirol, 25/08/1896 6/01/1887 P. Seráfica, 25/08/1903 P. Tirol, 25/08/1887 s. d. C. Tarata, 3/03/1903 s. d. C. Tarata, 5/04/1925 C. Tarata, 2/02/1886 s. d. P. Tirol, 24/09/1890 P. Génova, 10/10/1898
Colegio (C)/ Provincia (P) 2/08/1880 3/05/1844 s. d. 17/09/1896 s. d. s. d. 19/03/1886 21/11/1887 21/09/1834 10/12/1925 1844 25/08/1880 s. d. s. d. 25/05/1835 s. d. 9/01/1844 15/10/1854 29/08/1880 25/08/1891 25/08/1880 13/08/1920 s. d. 8/01/1917 25/08/1913 s. d. 25/08/1897 6/01/1888 25/08/1904 25/08/1888 s. d. 3/03/1904 s. d. 6/04/1926 2/02/1887 s. d. 25/09/1891 10/10/1899
Profesión simple 2/08/1883 3/05/1845 s. d. 17/09/1899 s. d. s. d. 20/05/1889 21/11/1890 s. d. 12/12/1928 s. d. 25/08/1883 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 15/10/1855 6/09/1883 26/08/1894 25/08/1883 6/11/1923 s. d. 17/04/1920 12/09/1916 s. d. 17/09/1900 28/02/1891 25/08/1907 25/08/1891 s. d. 4/03/1907 s. d. 7/04/1929 2/02/1890 s. d. 25/09/1894 10/10/1901
Profesión solemne 4/06/1887 s. d. s. d. s. d. s. d. s. d. 26/11/1892 23/02/1894 24/06/1837 s. d. 10/02/1848 29/06/1884 s. d. s. d. s. d. s. d. 20/12/1851 1/09/1861 22/12/1883 6/04/1896 29/06/1884 29/06/1926 s. d. 26/07/1922 16/11/1919 s. d. 26/07/1901 16/05/1894 s. d. 21/09/1894 s. d. 4/01/1914 s. d. s. d. 17/08/1891 s. d. 17/07/1895 10/11/1901
Presbtdo. 15/07/1888 1862 s. d. 21/02/1900 s. d. 26/01/1862 21/03/1885 20/11/1886 s. d. 8/12/1925 29/11/1862 15/07/1888 s. d. s. d. 25/05/1834 s. d. 2/07/1853 1862 15/07/1888 21/02/1900 15/07/1888 19/01/1929 s. d. 20/10/1924 20/10/1924 s. d. 4/11/1903 20/12/1894 s. d. 21/02/1900 s. d. 3/03/1903 1849 5/04/1925 2/02/1886 s. d. 4/11/1903 24/01/1905
Incorp. Col. Tarata
*
Se incluyen todos aquellos religiosos de los que tengo constancia misionaron en Guarayos, y excepcionalmente, también los prefectos de misiones que podían –como sucedió hasta 1857– no ejercer su actividad en Guarayos. En caso de discrepancia de datos en las fuentes, mantengo aquí los proporcionados por el Libro de Vestición, 1885. Finalmente por lo que se refiere a la grafía de los apellidos, mantengo aquí la grafía usual con la que los religiosos firmaban sus escritos; como podemos observar, muchos de ellos castellanizaron los apellidos. Leyenda. A = Austria; AL = Alemania; B = Bolivia; Ch = Chile; E = España; F = Francia; I = Italia; P = Perú. Fuente. Elaboración propia a partir de AT. Libro de Vestición, 1885; Libro de Incorporaciones, 1879.
Moreau, Cirilo [León} Moreschi, Domingo N. Blas Obersteiner, Pancracio [Carlos] Padró, Santiago Pérez, Antonio Pesciotti, Bernardino [José] Pierini, Francisco [Luis] Pietrantonio, Pablo [Francisco] Pillon, Salvador [Pio] Pratti, Ambrosio Priewasser, Wolfgang [José] Quintana, Gregorio Regini, Domingo F. Rocabado, Diego [José Mª] Rocamora, Mariano Roggero, Pedro [Domingo] Roscioni, Tomás [Pedro] Rugani, Joaquín [Domingo] Sartori, Dámaso [David] Scherer, Genaro [José] Schermair, Anselmo [José] Schumacher, Francisco Schwendmayer, Ignacio [Maximil.] Senner, Tarsicio [Juan] Simonetti, Estanislao Singer, Alberto [José] Toalino, Pacífico [Manuel] Tomassini, Evaristo [Tomás] Tschimben, Aureliano [Pedro] Van de Castel, Oscar Villarroel, Francisco [Abel] Viudez, Manuel Walpoth, Hildeberto [Conrado] Yannacci, Domingo Mª [Antonio] Yanosckó, Jocondo Yenewein, Juan Félix [Pedro] Zerbino, Julio [Domingo]
Nombre
CUADRO 9. FRANCISCANOS MISIONEROS EN GUARAYOS, 1820 CIRCA-1939. DATOS BIOGRÁFICOS*
PILAR GARCÍA JORDÁN
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CUADRO 10. CONVERSORES DE ASCENSIÓN, 1841-1939 Año 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 1858 1859 1860 1861 1862 1863 1864
1865 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891
Conversor
Año
Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano Sac. José M. Bejarano José Cors Querubín Francescangeli Querubín Francescangeli Querubín Francescangeli Querubín Francescangeli Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Pablo M. Marsulli Hermenegildo Giannotti Modesto Ceccarelli Pablo M. Marsulli Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Hermenegildo Giannotti Genaro Scherer Hermenegildo Giannotti Genaro Scherer Hermenegildo Giannotti Genaro Scherer Hermenegildo Giannotti Genaro Scherer
Conversor
1892 Genaro Scherer 1893 Genaro Scherer Isaías Forno 1894 Genaro Scherer Bernardino J. Pesciotti 1895 Genaro Scherer Bernardino J. Pesciotti 1896 Genaro Scherer Bernardino J. Pesciotti 1897 Genaro Scherer Bernardino J. Pesciotti Pacífico Toalino 1898 Genaro Scherer Pacífico Toalino 1899 Pacífico Toalino Daniel Carvallo 1900 Pacífico Toalino 1901 Aureliano Tschimben Genaro Scherer 1902 Genaro Scherer 1903 Genaro Scherer 1904 Dámaso Sartori Pancracio Obersteiner (lg) 1905 Dámaso Sartori Francisco Pierini Alberto Singer 1906 Aureliano Tschimben Dámaso Sartori Oton Hohenegger (lg) 1907 Francisco Pierini Aureliano Tschimben Alberto Singer 1908 Francisco Pierini Genaro Scherer Aureliano Tschimben 1909 Francisco Pierini Aureliano Tschimben Joaquín Rugani 1910 Francisco Pierini Domingo M. Yannacci
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PILAR GARCÍA JORDÁN
Año
Conversor
Año
1911 Francisco Pierini Domingo M. Yannacci Aureliano Tschimben Joaquín Rugani 1912 Francisco Pierini Domingo M. Yannacci Pedro C. Herritsch 1913 Pedro C. Herritsch Domingo M. Yannacci 1914 Buenaventura Ellauri Domingo M. Yannacci Camilo Agrazar 1915 Camilo Agrazar Domingo M. Yannacci 1916 Dámaso Sartori Francisco Villarroel 1917 Dámaso Sartori Evaristo Tomassini 1918 Dámaso Sartori 1919 Evaristo Tomassini 1920 Domingo M. Yannacci 1921 Domingo M. Yannacci 1922 Félix Haidinger 1923 Sigfrido Mittich 1924 Domingo F. Regini 1925 Dámaso Sartori
Conversor
1926 Dámaso Sartori 1927 Dámaso Sartori 1928 Alberto Singer (admtdor) Francisco Amill 1929 Tarsicio Senner 1930 Tarsicio Senner Juan Capistrano Hofmann Jocondo Yanosckó (lg) 1931 Tarsicio Senner Jocondo Yanosckó (lg) 1932 Tarsicio Senner Alfredo Hoeller Jocondo Yanosckó (lg) 1933 Alfredo Hoeller Jocondo Yanosckó (lg) 1934 Alfredo Hoeller Jocondo Yanosckó (lg) 1935 Alfredo Hoeller Jocondo Yanosckó (lg) 1936 Alfredo Hoeller Jocondo Yanosckó (lg) 1937 Alfredo Hoeller 1938 Alfredo Hoeller 1939 Alfredo Hoeller José Wecker (lg)
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM.
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CUADRO 11. CONVERSORES DE URUBICHÁ, 1841-1939 Año 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847
1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 1858 1859 1860 1861 1862
Conversor
Año
José Cors José Cors José Cors José Cors José Cors José Cors José Cors Pío Izquierdo Santiago Padró José Cors José Cors Pío Izquierdo s. d. José Cors José Cors José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero José Cors Pedro Roggero
Conversor
1865 José Cors Modesto Ceccarelli 1866 José Cors Modesto Ceccarelli 1867 José Cors Modesto Ceccarelli 1868 José Cors Modesto Ceccarelli 1869 José Cors José Cardús 1870 José Cors José Cardús 1871 José Cors 1872 José Cors 1873 José Cors 1874 José Cors 1875 José Cors 1876 José Cors Modesto Ceccarelli José Cardús 1877 José Cardús Modesto Ceccarelli 1878 José Cardús 1879 Modesto Ceccarelli José Cardús 1880 Modesto Ceccarelli 1881 Modesto Ceccarelli 1882 Modesto Ceccarelli 1883 Modesto Ceccarelli 1884 Modesto Ceccarelli 1885 Modesto Ceccarelli 1886 Modesto Ceccarelli 1887 Modesto Ceccarelli 1888 Modesto Ceccarelli 1889 Cirilo Moreau 1890 Cirilo Moreau 1891 Cirilo Moreau 1892 Cirilo Moreau 1893 Cirilo Moreau 1894 Isaías Forno Cirilo Moreau
1863 José Cors Pedro Roggero Modesto Ceccarelli 1864 José Cors Modesto Ceccarelli
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PILAR GARCÍA JORDÁN
Año
Conversor
Año
1895 Isaías Forno Juan Bernabei 1896 Isaías Forno Joaquín Rugani 1897 Bernardino J.Pesciotti Joaquín Rugani Daniel Carvallo 1898 Bernardino J.Pesciotti Daniel Carvallo 1899 Bernardino J.Pesciotti Daniel Carvallo 1900 Daniel Carvallo 1901 Bernardino J.Pesciotti Daniel Carvallo 1902 Daniel Carvallo 1903 Daniel Carvallo 1904 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1905 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1906 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1907 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1908 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1909 Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci 1910 Daniel Carvallo Genaro Scherer 1911 Daniel Carvallo 1912 Daniel Carvallo 1913 Daniel Carvallo
1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939
Conversor Daniel Carvallo Daniel Carvallo Daniel Carvallo Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci Daniel Carvallo Domingo M. Yannacci Daniel Carvallo Dámaso Sartori Dámaso Sartori s. d. Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco B. Buehl Francisco Amill Francisco Amill Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth Osmundo Guttenbrumer (lg) Hildeberto Walpoth Osmundo Guttenbrumer (lg) Hildeberto Walpoth Osmundo Guttenbrumer (lg) Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth Hildeberto Walpoth
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM.
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CUADRO 12. CONVERSORES DE YAGUARÚ, 1841-1939 Año 1841 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 1858 1859 1860 1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878 1879 1880
Conversor
Año
Sac. José M. Bejarano Manuel Viudez Manuel Viudez Manuel Viudez Manuel Viudez Manuel Viudez Manuel Viudez s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. Raineiro Miquelucci? Raineiro Miquelucci? Raineiro Miquelucci? Raineiro Miquelucci? Raineiro Miquelucci? Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti
1881 1882 1883 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 1896 1897 1898 1899 1900 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909
1910
131
Conversor Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Ambrosio Pratti Joaquín Rugani Ambrosio Pratti Juan Bernabei Ambrosio Pratti Juan Bernabei Juan Bernabei Juan Bernabei Juan Bernabei Juan Bernabei Juan Bernabei Juan Bernabei Genaro Scherer Félix de Foronda s.d. Rufino Holler Juan Félix Yenewein Rufino Holler Juan Félix Yenewein Rufino Holler Juan Félix Yenewein Rufino Holler Aureliano Tschimben Juan Félix Yenewein Pedro C. Herritsch Juan Félix Yenewein
PILAR GARCÍA JORDÁN
Año
Conversor
Año
1911 Pedro C. Herritsch Rufino Holler Juan Félix Yenewein 1912 Pedro Celestino Herritsch Joaquín Rugani Genaro Scherer Vicente Capolongo 1913 Genaro Scherer Vicente Capolongo 1914 Daniel Carvallo Vicente Capolongo 1915 Vicente Capolongo 1916 Vicente Capolongo 1917 Vicente Capolongo 1918 Vicente Capolongo 1919 Evaristo Tomassini 1920 Juan Félix Yenewein 1921 Juan Félix Yenewein Félix Haidinger 1922 s.d. 1923 Juan Capistrano Hofmann 1924 Juan Capistrano Hofmann 1925 Juan Capistrano Hofmann
Conversor
1926 Juan Capistrano Hofmann 1927 Juan Capistrano Hofmann Lamberto Heifinger 1928 Juan Capistrano Hofmann Francisco Amill 1929 Juan Capistrano Hofmann Francisco Amill Alfredo Hoeller 1930 Juan Capistrano Hofmann Alfredo Hoeller 1931 Juan Capistrano Hofmann Alfredo Hoeller 1932 Juan Capistrano Hofmann Eloy Dastl 1933 Eloy Dastl 1934 Juan Capistrano Hofmann Eloy Dastl 1935 Juan Capistrano Hofmann 1936 Juan Capistrano Hofmann 1937 Juan Capistrano Hofmann 1938 Juan Capistrano Hofmann 1939 Juan Capistrano Hofmann
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM.
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CUADRO 13. CONVERSORES DE YOTAÚ, 1858-1939 Año 1858 1859 1860 1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877
1878 1879 1880 1881 1882 1883 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891
Conversor
Año
Egidio Boschi Egidio Boschi Egidio Boschi Egidio Boschi Egidio Boschi Egidio Boschi Egidio Boschi Antonio Pérez Antonio Pérez Antonio Pérez Antonio Pérez Antonio Pérez Antonio Pérez Modesto Ceccarelli Modesto Ceccarelli Modesto Ceccarelli Damián Conte Modesto Ceccarelli Damián Conte Modesto Ceccarelli Damián Conte Modesto Ceccarelli José A. Consentino José A. Consentino Damián Conte Modesto Ceccarelli Modesto Ceccarelli s.d. s.d. s.d. s.d. Berardo Luján Berardo Luján? Berardo Luján? Berardo Luján? Berardo Luján? Wolfgang Priewasser Wolfgang Priewasser Wolfgang Priewasser Wolfgang Priewasser
Conversor
1892 Wolfgang Priewasser 1893 Wolfgang Priewasser 1894 Wolfgang Priewasser Bernardino J. Pesciotti 1895 Wolfgang Priewasser Domingo M. Yannacci 1896 Wolfgang Priewasser Domingo M. Yannacci Bernardino J. Pesciotti 1897 Wolfgang Priewasser Domingo M. Yannacci 1898 Domingo M. Yannacci 1899 Domingo M. Yannacci 1900 Domingo M. Yannacci 1901 Domingo M. Yannacci 1902 Domingo M. Yannacci 1903 s.d. 1904 Wolfgang Priewasser 1905 Wolfgang Priewasser 1906 Bernardino J. Pesciotti Aureliano Tschimben Wolfgang Priewasser Pablo Gostner (lg) 1907 Bernardino J. Pesciotti Pablo Gostner (lg) 1908 Bernardino J. Pesciotti Domingo M.Yannacci Pancracio Obersteiner (lg) 1909 Bernardino J. Pesciotti Domingo M. Yannacci Pedro Celestino Herritsch 1910 Rufino Holler Joaquín Rugani Pedro Celestino Herritsch Genaro Scherer 1911 Rufino Holler Joaquín Rugani Domingo M. Yannacci Bernardino J. Pesciotti
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PILAR GARCÍA JORDÁN
Año
Conversor
Año
1912 Rufino Holler Joaquín Rugani Bernardino J. Pesciotti 1913 Bernardino J. Pesciotti Daniel Carvallo 1914 Domingo M. Yannacci 1915 Bernardino J. Pesciotti Domingo M. Yannacci 1916 Bernardino J. Pesciotti Domingo M. Yannacci 1917 Bernardino J. Pesciotti Domingo M. Yannacci 1918 Bernardino J. Pesciotti 1919 Juan Félix Yenewein Bernardino J. Pesciotti 1920 Evaristo Tomassini 1921 Evaristo Tomassini 1922 Félix Haidinger 1923 Félix Haidinger 1924 Félix Haidinger 1925 s.d.
1926 1927 1928 1929 1930
1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939
Conversor s.d. Ignacio Schwendmayer Ignacio Schwendmayer Ignacio Schwendmayer Ignacio Schwendmayer Fulgencio Lasinger Salvador Pillon Salvador Pillon Juan Capistrano Hofmann s.d. s.d. Oscar Van de Castel José Wecker (lg) Oscar Van de Castel Oscar Van de Castel Cosme Guius (lg) Oscar Van de Castel Cosme Guius (lg) Oscar Van de Castel Oscar Van de Castel
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM.
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CUADRO 14 . CONVERSORES DE SAN PABLO, 1900-1939 Año
Conversor
1900 Pacífico Toalino 1901 Pacífico Toalino Bernardino J. Pesciotti 1902 Bernardino J. Pesciotti 1903 Bernardino J. Pesciotti Aureliano Tschimben 1904 Bernardino J. Pesciotti Aureliano Tschimben 1905 Bernardino J. Pesciotti 1906 Bernardino J. Pesciotti Julio Zerbino Pedro Celestino Herritsch Pancracio Obersteiner (lg) 1907 Alberto Singer Pedro Celestino Herritsch 1908 Alberto Singer Pedro Celestino Herritsch 1909 Alberto Singer Pedro Celestino Herritsch 1910 Alberto Singer 1911 Alberto Singer Pedro Celestino Herritsch 1912 Alberto Singer 1913 Alberto Singer 1914 Genaro Scherer 1915 Genaro Scherer 1916 Alberto Singer Genaro Scherer 1917 Alberto Singer
Año
Conversor
1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928
Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Alberto Singer Tarsicio Senner Tarsicio Senner Tarsicio Senner Eloy Dastl Hildeberto Walpoth Eloy Dastl Salvador Pillon Eloy Dastl Tarsicio Senner Tarsicio Senner Tarsicio Senner Tarsicio Senner Francisco Schumacher Francisco Schumacher Serafín Stadler (lg) Francisco Schumacher Francisco Schumacher Francisco Schumacher
1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM. CUADRO 15 . CONVERSORES DE SANTA MARÍA, 1927-1939 Año
Conversor
Año
1927 Alberto Singer 1928 Félix Haidinger 1929 Félix Haidinger Anselmo Schermair Alfredo Hoeller 1930 Anselmo Schermair 1931 Anselmo Schermair José Wecker (lg) 1932 Anselmo Schermair
Conversor
1933 Oscar Van de Castel 1934 Anselmo Schermair Francisco Schumacher Osmundo Guttenbrumer (lg) 1935 Anselmo Schermair 1936 Anselmo Schermair 1937 Anselmo Schermair 1938 Anselmo Schermair
Fuente. Elaboración propia a partir de documentación varia en AT y GAM.
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PILAR GARCÍA JORDÁN
2. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO CRISTIANO Y CIVILIZADO: EL MICROCOSMOS MISIONAL
No me interesa abordar aquí los aspectos teóricos del plan misional (García Jordán, 2006: 269-294), sino los elementos presentes en el microcosmos misionero mostrando la importancia que tuvo en el proyecto reduccionista la implantación de los cultivos, la construcción de edificios para vivienda de religiosos y neófitos, de talleres, etc., esto es, la importancia de todos estos elementos para la configuración de un nuevo espacio15, un espacio cristiano que reemplazó al espacio indígena preexistente, considerado en la época como bárbaro y salvaje16. El surgimiento de este nuevo espacio comportó la introducción de nuevos conceptos del ocio, del trabajo y, por ende, del tiempo que fue regulado por la campana17 configurando finalmente un «microcosmos» particular muy similar en todos los poblados. «Limpióse el local, tiráronse los cordeles que con la mayor celeridad se construyeron los galpones de a cien varas cada uno. Construyéronse también las iglesias en medio del galpón del Norte frente a la plaza; y a su lado del Naciente la casa de altos de los Conversores. Las iglesias eran a tres naves, su buque tenía 35 varas de largo, que con el atrio y sacristía completaban cincuenta y una varas, catorce ídem de ancho y diez y media de largo; y las paredes de tabique doble francés con el coro de madera labrada. Las casas de los Conversores tenían treinta y siete varas de largo, nueve ídem de ancho y diez y media ídem de alto, contando la plaza ciento cincuenta varas cuadradas. Admiraba verdaderamente ver el orden, actividad y 15 Conviene aclarar aquí el diverso significado que damos a los conceptos de espacio y territorio. El espacio no existe por sí solo sino que se materializa, se concretiza, en la existencia de algo real que le de contenido que, socialmente, es consecuencia de la actuación de los agentes y actores sociales, sus interrelaciones y el tipo y forma de uso del territorio sobre el que se asientan. El territorio, por el contrario, constituye la infraestructura sobre la que se desarrollan los procesos naturales y actúan los colectivos humanos siendo, en última instancia, la base de la construcción espacial. 16 Construcción del espacio derivado de la necesidad que los grupos humanos sienten de proyectar sobre un territorio sus peculiaridades y, en última instancia, su identidad, y la importancia que en dicha proyección adquieren los aspectos simbólicos. Ver al respecto las novedosas reflexiones recogidas en Anthropologie de l’espace (1995). 17 Aunque el estudio del tiempo se encuentra presente, en mayor o menor medida, en diversos estudios antropológicos, es reciente la atención prioritaria prestada a dicha problemática por los científicos sociales, particularmente antropólogos. Una visión introductoria a los debates en el campo de la antropología sobre el tema es Carbonell Camós, 2004.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
entusiasmo con que trabajaban los Guarayos, edificando en poco más de un año la iglesia, la casa de altos de los conversores y los tres frentes de la plaza con otras muchas casas; acarreando a hombros casi toda la madera, y la palma que era necesaria para la construcción; su alegría y contento se manifestaba en la cara de todos; no parecía sino que con la traslación se les había cambiado el natural, y hubiera sido difícil creer, a no haberlo tocado uno con sus manos, que eran aquellos mismos Guarayos, que hasta muy poco antes habían yacido en la inacción y nulidad. ¡Tanta era la actividad y contento! Bien que éste también en gran parte provenía de la abundancia de cerdos, marimonos y aves, de que abundaban los montes; y de que venían cargados cada vez que iban a caza de ellos, lo que contribuyó grandemente a aficionarlos y radicarlos en el lugar» (Cors en Perasso, 1988: 60-61).
El párrafo de Fr. José Cors rememora la coyuntura de 1843/1844 cuando se había procedido al traslado de las primitivas misiones de Trinidad y Santa Cruz, a los terrenos de las nuevas Ubaiminí y Yaguarú respectivamente. El cambio de emplazamiento obedeció, entre otras cuestiones, a la necesidad de disponer de terrenos planos y abiertos que posibilitaran el desarrollo de los cultivos agrícolas y, al mismo tiempo, pastizales para el mantenimiento de la cabaña ganadera. Común denominador a todos los planes misionales implementados en el pasado por jesuitas y franciscanos en las tierras bajas americanas fue el disponer de tierras que posibilitaran la transformación de unas sociedades autosuficientes, nómadas o seminómadas, en sociedades excedentarias a partir de la introducción de la agricultura, la ganadería, y la más amplia gama de oficios posibles. En consecuencia, la implementación de estos tres sectores productivos fueron fundamentales para, primero, mantener la sostenibilidad económica del proyecto a partir de la obtención de los insumos necesarios para la población y la generación de excedentes cuya comercialización, o trueque, permitiera obtener otros productos; segundo, favorecer la implementación del proyecto misional que pretendía hacer de los bárbaros y salvajes guarayos, una población civilizada y cristiana. De ahí que la puesta en práctica del proyecto misional franciscano pasara por la construcción de un nuevo espacio. De ahí también la importancia que para el «éxito» de dicho proyecto tenía la elección del lugar escogido para la reducción que, además de no provocar rechazo entre la población susceptible de ser congregada, debía disponer de terrenos abiertos, corrientes de agua que proporcionaran el abastecimiento del necesario líquido y que, eventualmente, pudiera ser utilizada como vía de comunicación. La ausencia de algunos de estos supuestos provocó algunos cambios de emplazamiento de los poblados como 137
PILAR GARCÍA JORDÁN
los producidos en 1843/1844 con las nuevas Ubaiminí y Yaguarú, a las que en 1850, se agregó Ascensión18, y en 1858 San Fermín19. Posteriormente, mientras Ascensión y Yaguarú mantuvieron su emplazamiento, Ubaiminí sufrió dos nuevos traslados hasta lograr su ubicación definitiva en 186520 cuando mutó también el nombre por Nuestra Señora de los Angeles de Urubichá. Finalmente, San Fermín también debió trasladarse en 1873, tras constatar la insalubridad de la zona, a su definitiva ubicación en Yotaú. Veamos pues el modelo de ocupación territorial y los elementos más significativos de la «estructura urbana» de los poblados guarayos. 2.1. Los poblados misionales guarayos: un modelo de ocupación territorial
El territorio en el que se erigieron todas las misiones se encontraba situado a una altura aproximada de 450 m. sobre el nivel del mar donde el clima era el típico de la selva tropical con temperaturas altas y gran régimen pluvial. La llanura era, probablemente, la superficie más característica —clara continuación de las planicies de Moxos— interrumpida por algunas serranías, lagunas, ríos y curiches además de algunas zonas inundadas. La vegetación era variada e incluía extensos bosques y pastizales, de gran fertilidad al estar cubiertos de tierra vegetal o humus en los que destacaban una amplia diversidad de especies palmáceas que proporcionaron los principales materiales para la construcción de las casas, talleres, etc. No es mi objetivo estudiar el proyecto urbanístico planteado por los franciscanos desde la perspectiva teórica que ofrece la arquitectura21, sino en lo relativo al espacio generado como consecuencia del proyecto misional, espacio conformado por el poblado en estricto sentido, pero también por las actividades económicas agropecuarias y artesanales que debían hacer viable aquel proyecto.
Esta había sido fundada en 1824/1825 con algunas familias del otrora poblado de San Joaquín, aunque tras sufrir en 1849 un incendio que la redujo a cenizas —hecho que al parecer provocó la renuncia del clérigo Bejarano, encargado hasta entonces de las actividades pastorales— el obispo de Santa Cruz de la Sierra solicitó del gobierno boliviano el reconocimiento de la misma como misión y que fuera confiada a los franciscanos. 19 Misión cercana a Ascensión surgida con el objeto de impedir los ataques perpetrados por los Sirionó contra los viajeros en tránsito entre Santa Cruz y el Beni. 20 El primero, en 1861, fue debido a la insalubridad de la zona, mientras el segundo a la existencia de «hormigas bravas». 21 Ver algunas reflexiones sobre el tema y la escasa bibliografía existente en García Jordán, 2006: 300-301. 18
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El modelo de ocupación territorial implementado por los franciscanos en Guarayos, para el que contamos fundamentalmente con los planos urbanísticos de las cinco misiones elaborados por B. J. Pesciotti —que se incluyen al final del capítulo aunque debemos observar que no están hechos a escala—22 además de algunos informes misioneros, fue similar en todos los poblados. ¿Cuál fue el patrón básico de la construcción, cuáles fueron las características de los principales edificios (iglesia, casa de los conversores, casa del cacique, de los cabildantes y del resto de la población, de los talleres), cuál fue su ubicación en el poblado, qué materiales se utilizaron? Escogido el terreno para la fundación del nuevo poblado se procedía a la construcción de edificios, siendo el primero la capilla, elemento central del frente principal, y ante el que se hallaba la plaza central, normalmente cuadrada, aunque en el caso de Urubichá fue rectangular (142 varas x 245 varas)23. Junto al templo, siempre con un atrio delantero, en uno de los lados se levantaba la llamada casa misional, también denominada parroquial, para albergar a los conversores, inicialmente de una sola planta aunque posteriormente se construían los altos —planta baja y un piso—, las escuelas para niños y niñas —situadas como edificios anexos a las anteriores— y replegándose sobre la parte posterior en cuyo centro solía haber un pozo de agua; el conjunto se cerraba con los locales destinados a talleres (carpintería, tejeduría, herrería y, en algunos casos, el trapiche para la manipulación del azúcar, del cacao o chocolate— y del café). Edificio principal era también el correspondiente a la habitación del cacique que, bien podía formar parte del frente principal, junto a la iglesia —como sucedía en Urubichá y Yaguarú—, bien podía levantarse en el frente lateral pero siempre dando a la plaza, como fue el caso de Yotaú y, probablemente, en San Pablo aunque no quede suficientemente claro en el plano. La única excepción a la regla la encontramos en Ascensión donde, quizás como consecuencia de la primitiva fundación, la casa, huerta y corral del cacique se hallaban en una posición algo alejada del centro. Los restantes tres frentes estuvieron generalmente destinados a las habitaciones de los cabildantes. Siempre sobre la plaza, aunque en la esquina de alguno de los frentes más cercanos a la iglesia para permitir al conversor controlar los movimientos de sus moradores, solía haber un cuarto destinado a hospedería como vemos sucedió en Urubichá y 22 Planos elaborados por B. J. Pesciotti, en 1894 —con excepción del boceto correspondiente a San Pablo, fechado en 1902— al poco tiempo de ser destinado a Guarayos. 23 Aunque no he encontrado en ningún documento la equivalencia de la vara como unidad de medida, la utilizada por los misioneros fue, probablemente, la equivalente a 0,835 m. (Diccionario RAE, 1992).
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Yaguarú. Las casas-habitación del resto de los neófitos se construyeron en calles paralelas a los tres frentes citados, no al frente principal presidido por la iglesia que constituyó el eje del poblado y fondo visual por excelencia contemplado desde la calle principal como podemos comprobar en los planos. Agreguemos que las casas de los neófitos se construyeron en forma similar en todos los poblados, una junto a otra formando los llamados cuarteles, cuya continuidad visual se veía favorecida por la existencia de la galería existente al frente de las casas, esquema similar al utilizado en el pasado en Chiquitos (Gutiérrez, 1999). Formaron también parte de la estructura del poblado, aunque en las afueras —bien para preservar a sus habitantes de malos olores, insectos u otros perjuicios derivados de la función asignada a los mismos, bien por necesitar agua para la manipulación de las materias primas agrícolas o pecuarias— las oficinas destinadas a tales fines (matadero, curtimbre, corral, horno para la fabricación de tejas y ladrillos en la «tejería»). Alejado del poblado se encontraba también el cementerio. Finalmente, aunque en alguna de las misiones (Yaguarú) figura en el plano la existencia de un cafetal —sin duda consecuencia del importante valor de cambio que podría tener la comercialización de su producto— en ninguno de los planos aparecen los chacos comunales, ni los particulares destinados a la producción agrícola, ni tampoco las estancias ganaderas, sin duda por el carácter «urbano» de los mismos. Configurado el nuevo espacio urbano en torno a la plaza, espacio público por excelencia y lugar de reunión de todos los neófitos, la cruz emplazada en el centro de la misma daba sentido y traducía, simbólicamente, el éxito del nuevo espacio cristiano y civilizado que era la misión24. Y, consecuencia del proyecto que los misioneros trataban de implementar, el poblado se encontraba para entonces bajo una advocación cristiana que precedía a la denominación guaraní del mismo y que representaba, simbólicamente también, la apropiación ideológica que del espacio indígena habían hecho los misioneros franciscanos en el «nuevo espacio» de Ascensión de Guarayos, Nuestra Señora de los Angeles de Urubichá, Santa Cruz de Yaguarú, San Francisco de Yotaú; la excepción fue San Pablo que, recordemos, fue fundada en 1900. Para entonces, el espacio bárbaro constituido por las cabañas ocupadas por los indígenas y los tocai había desaparecido,
Podían levantarse también cruces, o pequeñas capillas en otras zonas del poblado, pero la documentación consultada sólo nos informa de la existencia de las primeras en Yaguarú, donde se levantó una segunda cruz a la entrada del poblado, una tercera frente al cementerio, y una cuarta cruz junto a la laguna, en el camino a Urubichá. 24
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tras la destrucción física de todos los edificios, en ocasiones mediante la quema de los mismos, propiciada por los misioneros. Planteado el modelo urbanístico conviene anotar que la construcción de los edificios siguió también un patrón general en el que los cuarteles —hileras de casas—25 se construyeron guardando la simetría correspondiente y fueron levantados a cordel; todos ellos dispusieron de unos corredores en la parte delantera, las conocidas galerías, sostenidos con columnas de «palo labrado» y techados con palma, sin duda para proteger a la población del sol y de la lluvia. Cada uno de los cuarteles disponía de divisiones internas delimitando las casas, los también llamados cuartos, mediante el uso de los «tabiques» —hechos normalmente con tacuara embarrada— y estaban techados con palma de motacú26 aunque si el estado económico del poblado lo permitía, las palmas eran reemplazadas por tejas, fabricadas en las propias misiones27. Cada uno de dichos cuartos, cuyas medidas eran entre 7,5 m. y 10 m. de largo, debía albergar, teóricamente, a una sola familia, aunque durante décadas lo normal fue que cobijase a varias; de hecho, un indicador frecuente de la situación económica de los poblados fue la mayor o menor disponibilidad para la construcción de nuevas casas, restauración de los techados, la ampliación de las oficinas, etc.28 2. 2. El microcosmos misional
«Se han hecho algunas plantaciones de café, chocolate y algodón. Los indios están en la mayor disposición de convertirse y civilizarse, de suerte que dentro de dos o tres años ya podrán estar en estado de
25 Cuarteles que, como es evidente, facilitaban a los misioneros el control sobre la población para mantener el orden y la disciplina, como no dejó de notar Nordenskiöld en su breve paso por la zona en 1909 (Nordenskiöld, 2003 [1922]: 180). 26 La tacuara es una especie de bambú de cañas largas muy resistentes, utilizado frecuentemente en la construcción de las paredes de las casas guarayas. La palmera de motacú es una variedad de palmácea cuyas hojas miden entre 6 y 7 m. de largo y que produce unos racimos en el interior de los cuales hay una especie de almendra aceitosa. Las hojas de dicha variedad, como las procedentes de las variedades cusi y chonta, eran utilizadas para el techado de los edificios. De la palmera de cusi se extraía un aceite muy preciado y de usos variados, en buena medida en la farmacopea. 27 Aunque inicialmente todos los techos eran de palma, la alta combustión del material, causa de frecuentes incendios, llevó a los misioneros a introducir progresivamente el techado de tejas. 28 Ver las características urbanísticas de los poblados guarayos a fines del siglo XIX en García Jordán, 2006: 306-309.
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poderse entregar al Ordinario. Se les dedica al ejercicio de las artes mecánicas y útiles cuales son herrería, carpintería y tejeduría…Tenemos una estancia de trescientas cabezas de ganado vacuno y más de veinte yeguas para las necesidades de los dos pueblos. En cuanto a lo espiritual se les administran los sacramentos de que se van haciendo capaces; la mayor parte son bautizados y los que se van disponiendo se les administran los demás sacramentos de penitencia, comunión y matrimonio»29.
Las anotaciones del padre Viudez corresponden a 1845, cuando el traslado de las otrora Santa Cruz y Trinidad había sido ya completado y se estaba implementado el cambio de la estrategia misional utilizada hasta entonces por los franciscanos. Esta mutación se completó con el establecimiento del régimen económico bimodal (comunitario y particular) que encontramos sistematizado por Cors en el reglamento por él preparado en 1854, según el cual los neófitos dedicaban tres días a la semana a los trabajos comunales (trabajo en los chacos y actividades manufactureras), otros tres días a sus trabajos particulares (cuidado de los chacos, caza y pesca), siendo el domingo festivo. El régimen económico fue acompañado del correspondiente régimen sociopolítico según el cual cada poblado estaba habitado por diversas parcialidades —grupos de 20 a 30 familias— cada una de las cuales bajo el liderazgo de un capitán, intendente, comandante que controlaban el trabajo y el orden público, que junto a los alférez, los tenientes, y demás títulos con remembranzas militares conformaban un total de 12 cargos que conformaban el cabildo presidido por el cacique30. Este último, elegido por el conversor previa consulta con los jefes de las parcialidades que, entre otras cuestiones, requerían del nominado que tuviera el «don de la palabra»31, 29 Notas del padre Viudez, escritas en castellano, incluidas en el escrito, redactado en latín por el discreto, y otrora secretario del Capítulo guardianal de Tarata, Fortunato Neri de Camaiore, al ministro general de la orden franciscana (Tarata —Cochabamba—, 1/07/1846) en AGFM. Bolivia. Collegia. M/121, ff. 742 anv. y rev. Todo el escrito en Ibíd. ff. 741 rev.-744 anv. 30 Aunque las fuentes nos hablan del papel desarrollado por el cabildo, en el que reside el poder al interno del poblado, no he encontrado un solo documento en el que se detallen los cargos que conformaron la institución. El cabildo, en sentido estricto, se componía de 12 personas aunque en senso lato podía formar un grupo de 15 o 16 individuos. 31 Son escasas las referencias a la forma de elección de los caciques, salvo las que relataban el nombramiento de los mismos por los conversores. Por lo que se refiere al «don de la palabra» es un requisito fundamental, no excluyente, de las jefaturas amerindias como mostró Clastres (1974); en el caso específico guaraní ver Alberico y Hirsch (1996).
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detentaba la máxima autoridad del poblado subordinada al misionero que ocupaba el vértice del poder y que podía incluso destituir al cacique o alguno de los demás cabildantes siempre que hubiera perdido la confianza en ellos depositada. Sabemos que a mediados del siglo XIX estaba ya regulado en los poblados el tiempo que ordenaba las actividades diarias a realizar por los misioneros, los neófitos adultos y los niños guarayos, así como la instrucción a impartir a unos y a otros. Los datos de que disponemos nos permite proponer la reconstrucción tentativa de la vida cotidiana de los habitantes de un pueblo guarayo que empezaba, al salir el sol —en torno a las 6 h.— con el toque de campana que convocaba a todos los adultos para el rezo de las oraciones matutinas que, probablemente, se realizaban frente a la iglesia, en el atrio que se abría a la plaza. Después, el cabildo en pleno comparecía ante el conversor al que informaba de los asuntos de la jornada y del que recibían las órdenes oportunas. Posteriormente, un nuevo toque de campaña marcaba la vida de los adultos, en el caso de los varones su marcha al trabajo bien para el desempeño de las labores comunitarias (agrícolas, manufactureras en los diversos talleres, construcción de casas), bien para el de los trabajos particulares que incluían el laboreo del chaco propio, pero también la caza y la pesca32; en el caso de las mujeres, ya se quedaban en la casa dedicadas al hilado y tejido del algodón, ya elaboraban objetos de barro, ya realizaban tareas agrícolas en el chaco. Por lo que respecta a los niños, los párvulos (niños menores de 6 años) quedaban al cuidado de sus madres, mientras que los escolares (mayores de 6 años hasta los 14/16 años) —también llamados escolinos— tras el toque de campana a las 7 h. iban a las escuelas la mayoría de ellos a las llamadas «inferiores» o «generales», mientras la minoría, constituida por los que presentaban «mayores aptitudes» —grupo del que probablemente formaron parte los hijos de los cabildantes— a las escuelas «superiores», las primeras a cargo de «maestros indígenas», las segundas teóricamente a cargo del primer conversor, aunque en la práctica corrieron a cargo de maestros y maestras guarayas con un incipiente dominio del castellano.
32 Según Nordenskiöld, los Guarayo practicaban las actividades pesqueras en diversos modos tradicionales. Único «método» introducido por los misioneros fue el realizado a través de los anzuelos. Por lo que se refiere a la caza era realizada bien con arco y flechas, bien con los «fusiles de avancarga», bien con trampas usadas, en este caso, para las capturas de pequeños mamíferos y pájaros (2003 [1922]: 173 pássim). El autor incluye el diseño de las flechas, de los cestos utilizados para la pesca y de las trampas (Ibíd.: 177, 179, 182).
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Las actividades laborales se detenían al mediodía, con el toque del Angelus, para la comida y descanso que, en el caso de los escolares duraba hasta las 15 h. —aunque a fines del siglo XIX se dice a las 14 h.— cuando un nuevo toque de campana les llamaba para el retorno a la escuela. La jornada de trabajo se concluía, como sucede en las sociedades agrarias, previamente a la caída del sol cuando la campana convocaba a los adultos a su asistencia a la iglesia para la oración tras lo cual, después de darse la «Santa Noche» bien volvían a sus casas, bien se reunían en grupos por edades, afinidades lúdicas o de otro tipo, etc. hasta que, a las 20 h. y con el último toque de campana, o «toque de ánimas», todos debían cesar en sus reuniones para ir a sus casas, de donde teóricamente no podían salir hasta que la campana les anunciase el inicio de un nuevo día. Hagamos aquí un inciso en relación al trabajo desempeñado por los varones y mujeres guarayas al interior de los poblados, siguiendo las anotaciones hechas por Nordenskiöld cuando pasó por Guarayos en 1909. Según constató el etnólogo sueco, no obstante la adecuación de los indígenas a la praxis impuesta por los misioneros desde mediados del siglo XIX, la división del trabajo en los poblados era similar a la existente entre las poblaciones no sometidas, como podemos ver en el cuadro adjunto; una única diferencia existía, en su opinión, era la relativa al trabajo de cargadores que los varones guarayos hacían sólo cuando trabajaban para los blancos pues en los pueblos y en los campos de cultivo, «cargar es una tarea de las mujeres» (Nordenskiöld, 2003 [1922]: 172). Con todo, la amplia colección de fotografías existente sobre Guarayos desde fines del siglo XIX, que figuran en la segunda parte del trabajo, permite comprobar que también los niños de escuela realizaban una serie de trabajos, entre los cuales destacaron la limpieza, y en ocasiones, la propia cosecha del algodón, el secado del arroz, el blanqueo de las casas y la fabricación de adobes. Por lo que respecta a la actividad de los misioneros señalemos que distribuían su jornada diaria con el tiempo previsto para las oraciones (1 hora distribuida a lo largo del día), presidían la oración matutina ante el pueblo, y mientras el primer conversor se hacía cargo del «gobierno espiritual, civil y político» y, en virtud de ello, debía predicar a los neófitos en la misa dominical y suministrar todos los sacramentos e impartir tres días a la semana una charla a los escolares; el segundo conversor, encargado del gobierno económico del poblado, debía llevar adelante los trabajos en los chacos, estancias y talleres de los varones, y también de las actividades textiles desarrolladas por las mujeres. Sin embargo, como consecuencia de la insuficiencia de misioneros, muy frecuentemente las tareas recaían en el único misionero existente en el poblado. 144
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CUADRO 16. DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO EN GUARAYOS, 1909 Actividades
Hombres
Acarreo de agua Agricultura: Roza Agricultura: Siembra Agricultura: Cosecha Carga Caza Confección de cestos Construcción de canoas Construcción de casas Costura Elaboración de armas Elaboración objetos de cerámica Elaboración fibra de corteza Elaboración de adornos Elaboración redes de pesca Elaboración de cordeles Hilado algodón Pesca Preparación de alimentos para el consumo Preparación de chicha Recolección de leña Tejido de hamacas
Mujeres X
X X X X X X X X X X X
X X X
X
X X X X X
X X X X X X
Fuente. Nordenskiöld, 2003 [1922]: 173.
Esta cotidianeidad se veía alterada anualmente en dos o tres ocasiones como consecuencia de la celebración de la fiesta patronal de cada población33, la Navidad y la Pascua de Resurrección. En esas ocasiones no sólo se modificaba el ritmo como consecuencia de los actos religiosos y lúdicos, sino que también era cuando los conversores realizaban el reparto de vestidos, herramientas y la distribución de carne fresca que se efectuaba coincidiendo con dichas festividades, con el carneado. Mientras éste se efectuaba en las festividades señaladas, el reparto de lienzo —vestidos para las
33 Ascensión de Guarayos celebró su fiesta patronal con motivo de la Ascensión de Jesucristo a los cielos —día cambiante como consecuencia de la Cuaresma—; Urubichá el 2 de agosto; Yaguarú, que por muchos años celebró su fiesta patronal el 3 de mayo, en 1903 pasó a celebrarla el 14 de septiembre; Yotaú en ocasión de la festividad de San Francisco de Asís el 2 de octubre; San Pablo el 29 de junio aunque, durante un tiempo ésta celebró la fiesta el 30 de junio.
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mujeres, el llamado tipoi, camisas y pantalones para los varones, y camisetas para los niños—34 se efectuaba normalmente en la Navidad y la Pascua, al igual que el reparto de las herramientas (palas, trazados35, hachas) a las diversas parcialidades que lo requerían, y siempre a todas las parejas recién casadas. Estos matrimonios, por otra parte, solían celebrarse en los tiempos pascuales y por sugerencia de los mismos misioneros, temerosos de los «peligros» morales que podrían generarse y se realizaban entre los guarayos recién concluida la pubertad —16 años para los varones, y 14/15 años para las jóvenes— (Pierini, 1912: 12).
Según Nordenskiöld, en 1909 los varones usaban entonces camisa y pantalón, casi nunca llevaban zapatos aunque, en ocasiones, calzaban sandalias; en el trabajo muchos de ellos utilizaban camisas hechas de fibra de corteza [extraída del árbol de vibosi o bibosi] que ajustaban al cuerpo con un cinturón, usando también ocasionalmente una especie de cazadoras cortas de este último material. Por lo que se refiere a las mujeres sólo usaban el tipoi, adornándose con collares y brazaletes de cuentas de vidrio (2003 [1922]: 180). 35 Trazado, popularmente llamado traza o machete que servía, prioritariamente, para la roza en el chaco. 34
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Fuente. Fr. B. J. Pesciotti, 1894 en ACCB. Mapoteca.
PLANO 1. PLANO URBANO DE ASCENSIÓN, 1894
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PLANO 2. PLANO URBANO DE YAGUARÚ, 1894
Fuente. Fr. B. J. Pesciotti, 1894 en ACCB. Mapoteca.
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PLANO 3. PLANO URBANO DE URUBICHÁ, 1894
Fuente. Fr. B. J. Pesciotti, 1894 en ACCB. Mapoteca.
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PLANO 4. PLANO URBANO DE YOTAÚ, 1894
Fuente. Fr. B. J. Pesciotti, 1894 en ACCB. Mapoteca. 150
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PLANO 5. PLANO-CROQUIS URBANO DE SAN PABLO, 1902
Fuente. Fr. B. J. Pesciotti, 1894 en ACCB. Mapoteca.
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5. PARA UNA HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA REPÚBLICA GUARAYA1
Cuando en 1893 el visitador de las misiones franciscanas en Bolivia, Fr. Sebastián Pifferi, pasó por Guarayos para comprobar el estado en que se encontraban (Ducci, 1895: 81-82), concluida su estancia en la zona solicitó del prefecto Ambrosio Pratti y de sus conversores que dejaran «la utopía» y procuraran «la perfección posible tanto de las Misiones como de los neófitos»2. El pragmatismo posibilista consistía en lograr la alfabetización en castellano de los neófitos e instruirles «sobre la manera de vivir en sociedad» pues si bien había constatado el crecimiento económico y demográfico de las misiones, también había verificado la casi inexistente castellanización de los Guarayo y sus dificultades para vivir sin la «tutela» protectora de los religiosos. Las causas de tal situación parecían encontrarse en la escasez de religiosos en las misiones aunque, en mi opinión, Pifferi se refería a un proyecto cultural, por entonces embrionario3 que se construiría e implementaría a fines del siglo XIX por algunos de los franciscanos que misionaron en Guarayos. Estos, observando la explotación a que estaban
Denominación que Van den Berg (2001: 77) atribuye, erróneamente, a Fr. Damián Conte, prefecto de misiones entre 1872-1878, y probable autor de un texto anónimo sobre las «Causas y motivos del atraso moral y religioso en que se hallan actualmente los guarayos y su remedio», texto encontrado por B. J. Pesciotti en Urubichá que publicó, primero en Eco Guarayo (EG) (Yotaú, abril 1897) y después en Crónica Guaraya (CG), nº 5 (Yotaú, marzo 1917). 2 Expresiones vertidas en la carta enviada por Fr. Sebastián Pifferi al ministro general franciscano (La Paz, 31/01/1894) en AGFM. Bolivia. Collegia. SK/144. Años 18931896, f. 114 anv. citado por Van den Berg, 2001: 76. 3 Primer embrión de la república guaraya fue, con toda probabilidad, la actividad misional desarrollada por Fr. Ambrosio Pratti quien como conversor, y por algunos años prefecto, permaneció 33 años en Guarayos. 1
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sometidas las poblaciones indígenas —sobreexplotadas cuando no esclavizadas— por los empresarios gomeros benianos, hacendados y ganaderos cruceños y aún por las mismas autoridades civiles vieron en las otrora florecientes misiones jesuíticas de Moxos, Chiquitos y el Paraguay, un modelo a seguir, la implementación de una república guaraya. Este proyecto ideológico-cultural4 fue promovido por los franciscanos llegados a Guarayos avanzada la década de 1890 para la defensa del buen salvaje guarayo explotado por las élites regionales y el Estado y «corrompido» por las costumbres de los civilizados, y tenía como objetivo no declarado el mantenimiento de la separación entre los Guarayo y los civilizados bolivianos y, por ende, obstaculizaba de facto la incorporación de los indígenas a la bolivianidad. De ahí el carácter segregacionista del proyecto que hizo de la identidad guaraya —reelaborada tras la imposición del catolicismo y de la praxis social, aunque no incompatible con algunos elementos de la cosmovisión tradicional— su elemento central y que, en última instancia, pareció ser aceptado por los Guarayo como protección frente a las exacciones de la sociedad civilizada y del Estado. El principal ideólogo de la república guaraya fue Fr. Bernardino J. Pesciotti, quien tras ser captado a los 14 años en su Aquila (Italia) natal para formarse como misionero, llegó a Tarata en 1884 y después de haber recibido la formación correspondiente fue destinado a Guarayos en 18945 contemporáneamente con Juan Bernabei —quien documentó fotográficamente escenas varias de la vida misional—6, Domingo Yannacci, Pacífico Toalino y el boliviano Daniel Carvallo. El proyecto republicano se construyó a partir de varios ingredientes y se dotó de unos símbolos. Entre los primeros, la religión católica que fue el ingrediente necesario que legitimaba el papel desempeñado por los franciscanos entre los Guarayo, donde los elementos cristianos coexistieron con algunos de la cosmovisión tradicional, en particular el Tamoi, el Abuelo, el mito de origen; y junto a la religión, el territorio, la lengua y la misma historia entendida como conciencia del pasado lejano o inmediato. Entre los se-
4 El proyecto no pretendió, en ningún caso, la organización política de una república independiente de Bolivia como señalaron en alguna ocasión los promotores de la secularización de las misiones. 5 Una aproximación a la formación y actividad misional de Pesciotti es Van den Berg, 2001. 6 Como veremos más adelante —cap. 6, nota 14— Fr. Juan Bernabei dispuso de los instrumentos necesarios para la toma de fotografías, como mínimo desde inicios de 1899.
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gundos, el escudo, la bandera y el himno, elaborados para representar simbólicamente la república y que se mostraron en rituales religiosos o profanos —particularmente los desarrollados durante las fiestas patronales— en los que la música fue, frecuentemente, ingrediente significativo. Música compuesta por algunos franciscanos y por alguno de los reconocidos maestros guarayos como Pío Oreyai, que fue interpretada por bandas compuestas por músicos guarayos con instrumentos hechos en las propias misiones7. Ingredientes, símbolos y ritualidad que, juntamente a la relación de noticias, acontecimientos relativos a la situación de los poblados, etc. fueron configurando una historia de la Prefectura y, con ella, una historia de los Guarayo de la que se hizo eco y vocero principal el Eco Guarayo (EG) que suspendido a inicios de 1917 reapareció poco después bajo el nuevo título de Crónica Guaraya (CG)8. Las efemérides, relatos y noticias recogidas en estas publicaciones nos hablan del interés de Pesciotti por historiar tanto la actividad misional entre los Guarayo, como la historia del grupo cuyos componentes y como consecuencia de la acción franciscana habían dejado de ser salvajes para convertirse en civilizados. Y era en aras de esa civilización cristiana conseguida por los religiosos que la república guaraya debía mantener la segregación respecto a los civilizados bolivianos. Una última consideración sobre la preservación de la historia de los Guarayo, de la cual la actividad misional formaba parte, la encontramos en las recomendaciones del prefecto Pesciotti a los conversores relativas a la conservación de la documentación porque, como señaló en 1914, «Una de las fuentes de la historia de un pueblo es su archivo»9.
7 Urubichá fue el poblado donde la música alcanzó cotas de verdadera maestría hasta el punto que en el informe del prefecto Pesciotti al Gobierno (Yotaú, 31/12/1912) consta la existencia de dos cuerpos de música, uno de viento y otro de cuerda, con 40 y 12 miembros respectivamente, dirigidos por dos neófitos cualificados, en CG, nº 42 (Yotaú, 1/11/1917). 8 Ambas publicaciones fueron una iniciativa de B. J. Pesciotti. Por lo que se refiere al EG, primero manuscrito y después impreso, vio la luz el 19/11/1896, tuvo una periodicidad semanal y, en ausencia de Pesciotti fue dirigido por D. Carvallo, P. Toalino y J. Bernabei. La CG, con un total de 75 números, se publicó entre el 20/02/1917 y agosto de 1918. Principales avatares de ambas publicaciones en CG, nos 1, 2, 8, 38, 43, 53. Una breve historia de las mismas en Van den Berg, 1997: 147-176. 9 Circular de Pesciotti a los conversores (Yotaú, 6/01/1914) en GAM. Fondo Cartas. Años 1914-1915, ff. 4-5.
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1. INGREDIENTES, SÍMBOLOS Y RITUALIDAD DE LA REPÚBLICA GUARAYA
La denominación de república guaraya fue la preferida por Pesciotti para nombrar a los poblados misionales, a los que también apeló con los nominativos de territorio del abuelo y gobierno del abuelo, en referencia al mito de origen guarayo o Tamoi. Tras esta anotación, digamos que el primer ingrediente del proyecto ideológico-cultural planeado por el franciscano fue la religión católica que había transformado a los bárbaros guarayos en cristianos, como Pesciotti y gran parte de los conversores que junto a él compartieron las actividades misionales a fines del siglo XIX no dejaron de señalar. Junto a la religión, segundo ingrediente del proyecto fue el territorio ocupado por los Guarayo. A falta de datos ciertos sobre la extensión de lo que actualmente tienden a denominarse bien territorios históricos, bien territorios comunales10 ocupados por los Guarayo desde, probablemente, el siglo XVI y base del llamado espacio mítico11 me ceñiré a los datos relativos al territorio en el que los franciscanos erigieron los poblados misionales y que coincidieron en gran parte con aquélla. Siguiendo los datos consignados en 1913 por el médico de las misiones, Guillermo Velasco12, el territorio misional guarayo en su máxima longitud de Norte/Sur alcanzó los 175 km. y en su anchura máxima de Este/Oeste alrededor de 100 km, comprendiendo un total aproximado de 15.450 km2. Notemos que la cifra es algo mayor que la estimada algunos años antes cuando los religiosos habían reiterado al Ejecutivo las demandas, hechas ya en 1900 aunque no satisfechas, referidas a la necesidad de disponer del reconocimiento legal de los terrenos «misionales»13 dándose para 1909 una cifra cercana a los 12.000 km2. Cuando
10 La Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) acordó, a inicios de los noventa, definir el territorio, ya como histórico, ya como comunal e intercomunal, significados introducidos en la propuesta de ley indígena hecha por CIDOB en 1992 (Balza, 2001: 39-40). 11 Espacio mítico constituido por el territorio ocupado por los ancestros, donde se encuentran los recursos necesarios para la supervivencia del grupo, lugar donde éste vive, además de límite entre una comunidad lingüística y otra. El concepto evoca la frontera mítica que, como ha señalado Chaumeil para el caso de los Yagua, y que podemos extender para el resto de poblaciones amazónicas, se expresa en términos de distancia entre el «saber» y «no saber», lo «conocido» y lo «ignorado», entre «nosotros» y los «otros» (1983: 15-22). 12 Informe enviado por Velasco, médico titular de las misiones, por encargo del Ministerio de Guerra y Colonización, con fecha 25/12/1913, CG, nº 47 (Yotaú, 10/12/1917). 13 La misiva de Pesciotti al ministro Villazón de 27/12/1900 reproducida en CG, nº 19 (Yotaú, 6/06/1917), pp. 147-149.
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años más tarde (1916) Pesciotti solicitó nuevamente al Ejecutivo boliviano el reconocimiento de los títulos de propiedad —que también fue denegada con el argumento que no constaban «títulos originales de cada una de las misiones en el Registro Nacional de Concesiones—14 el prefecto confirmó la cifra dada por Velasco resultado de las áreas ocupadas por las cinco misiones guarayas con sus pueblos, estancias y tierras de cultivo, más el territorio septentrional que colindaba con el Beni15. Pesciotti reiteró la petición formal de la «propiedad de los terrenos que dichos neófitos han poseído, desde que de los bosques y de su vida nómada, fueron reducidos y reconcentrados en núcleos compactos de verdaderos pueblos», territorio del que ni las misiones, ni los neófitos poseían títulos escritos, y sobre el que los poblados se habían «establecido por mera posesión desde el año 1820» y por ende, además de la posesión de terrenos baldíos que «amparan todas las leyes patrias y decretos» gubernamentales, había que considerar, como notó el religioso, que dicho territorio había sido «conquistado pacientemente del poder de los bárbaros, que vivían aquí desde tiempo inmemorial». En síntesis, el prefecto solicitó, en nombre de los neófitos, «los títulos que amparen esta posesión casi secular, en beneficio de sus actuales pobladores, en carácter de terrenos de Comunidad, hasta que sea posible su distribución a cada familia»16. Con todo, no me consta respuesta alguna del Ejecutivo. Para concluir este punto me interesa precisar, por un lado, que la localización de los sitios sagrados de la cosmovisión tradicional guaraya, el Cerro Grande o Chapacura, se encuentra en el extremo norte del territorio jurisdiccional de las misiones, a unos 40 km. de distancia de Ascensión17; por otro lado, los poblados misionales conformaron una «suerte de conciencia territorial» entre los Guarayo como consecuencia de la delimitación de jurisdicciones territoriales entre cada uno de ellos (Lema, 2001: 66). Finalmente, sólo resta agregar que además de república guaraya y territorio del abuelo, Pesciotti utilizó también en alguna ocasión la denominación de Estado guarayo, confirmando así el interés segregador del proyecto, que ratificó a fines de 1900 cuando con motivo de la reorganización Respuesta del ministro Fermín Prudencio a Pesciotti (La Paz, 12/07/1916) en CG, nº 4 (Yotaú, 19/03/1917), p. 23. 15 Carta de B. J. Pesciotti al ministro de Guerra y Colonización (Yotaú, 5/05/1916) en CG, nº 57 (Yotaú, 4/02/1918), pp. 515-516. 16 Carta de B. J. Pesciotti al ministro Prudencio (Yotaú, 19/09/1916), en CG, nº 4 (Yotaú, 19/03/1917), pp. 23-24. 17 Según anota Pereira Soruco, aún hoy los «guarayos y vivientes de la actual comunidad de Santa María, ubicada al pie del cerro… escuchan música, fiestas y voces en la cima» (1998: 43, nota 41). 14
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político-administrativa efectuada por el gobierno liberal en el ámbito militar se introdujeron las Zonas Militares del país18. Tercer ingrediente del plan ideado por Pesciotti fue la conservación de la lengua guaraya como vehículo de comunicación fundamental al interior de las misiones, cuestión que he tratado en los capítulos anteriores al abordar tanto la historia de los poblados guarayos como la praxis misional en ellos desarrollada. La república guaraya así constituida se dotó de una simbología que no sólo debía facilitar y expresar la cohesión del grupo, sino también contribuir a la divulgación del proyecto al exterior del mismo. Los símbolos escogidos por Pesciotti para cumplir aquellas funciones fueron el himno, el escudo y la bandera. Por cuanto se refiere al primero, sabemos que a fines del siglo XIX fue Fr. Francisco Pierini19 el autor del himno: Coro Hacedor de los astros fulgentes, de la tierra sobrano Señor, tu grandeza que ensalcen las gentes que te entonen un himno de amor. Estrofas 1. Testimonio de tus piedades 2. Estos lagos do el sol se refracta es, Señor, este pueblo guarayo, estos bosques de enhiestas palmeras, sobre el que descendió un claro rayo estos llanos, sus verdes praderas de tu excelsa, divina bondad. donde pacen el ciervo y el jaguar. Fuimos hijos de ira, los padres Sus gargantas, sus islas y oteros que a la vida nos han engendrado, que trascienden suave ambrosía, ¡hay! tributo oneroso han pagado donde todo el primor, poesía, al principio de toda maldad. dó toda ave se oye cantar. 18 Según Pesciotti, «Nuestro Estado Guarayo, que por su importancia, no le va en zaga a Bolivia, se distinguirá también, desde la fecha, por 5 zonas, a saber: zona de Guarayos, zona del alto Beni, bajo Beni, Mojos y Chiquitos. Por la 1ª entendemos Ascensión; por la 2ª Yaguarú; por el bajo Beni, Urubichá; por Chiquitos, Yotaú; y por Mojos, San Pablo, a trueque de no comprender muchos profanos», nota incluida entre las Efemérides en CG, nº 16 (Yotaú, 20/05/1917), p. 125. 19 Himno guarayo compuesto por Francisco Pierini, sin fecha precisa, aunque compuesto probablemente bajo la prefectura de Pesciotti, probablemente entre 1897-1900 ya que en una carta de Fr. Daniel Carvallo (Urubichá, 21/01/1900) al prefecto, entre otras cuestiones le pide «el servicio de prestarme el método de flauta y la letra del himno guarayo que aquí [Urubichá] la hemos perdido», en GAM. Fondo Cartas. AX-11. Años 1900-1905, ff. 4-5. La carta del himno, sin la música, fue publicada en ACFB, V.VII (Tarata, 1915), pp. 150-151.
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3. ¡Ah! ¡Señor! que a tu trono glorioso 4. Hoy tu ley humanitaria tenemos de rendido escabel no servían, i con ella una Patria encontramos sus reales palmeras cubrían ante cuya bandera juramos un tocai consagrado a Luzbel De llegar a ser pueblo civil. Manantial de progreso, de vida Que si mano venal pretendiere tu Evangelio, nos era ignorado Cotizarnos al par del Beniano en un cielo de estrellas cuajado ¡Dios y Patria! El tesón será vano sólo un astro faltaba… la Cruz Le juramos mil veces y mil.
Estos versos confirman que el proyecto segregador fue ideológico-cultural y no político por cuanto la patria y la bandera mencionadas no son las guarayas sino las bolivianas. La autoría de Pierini sólo se explica por su estrecha amistad con Pesciotti pues ni había misionado en Guarayos, ni tampoco pareció compartir las tesis de éste. Iniciativas de Pesciotti fueron también el escudo y la bandera guaraya. Por lo que respecta al primero, su diseño fue encargado por el prefecto al que por entonces actuó como fotógrafo de los poblados misionales, Luis Lavadenz Reyes, en 1898 «para satisfacer los deseos de muchos, y dar la importancia que se merece nuestra República»20; el resultado —del que no he encontrado imagen alguna en los archivos— fue expuesto públicamente el 24 de diciembre de 1898 en Urubichá, como expresión de la «serenísima república Guaraya»21. Por lo que respecta a la bandera, de la cual tampoco hay rastro documental, a partir de las informaciones proporcionadas por Pesciotti puedo señalar que, probablemente, fue el estandarte que tradicionalmente presidió las reuniones del Cabildo, la misa solemne y la procesión de las fiestas patronales de todos los pueblos. La utilización de la enseña en tales ocasiones nos muestra, una vez más, el interés de Pesciotti por contribuir, con su república, a la reelaboración identitaria de los Guarayo, cuando el religioso explicó el significado del ritual seguido con la bandera que, dijo, era similar a las ceremonias celebradas en el resto del país en determinados días del año y denominada Reseña, y que nos introduce en el tercer punto de este apartado, el relativo a algunos de los ritos practicados en Guarayos, nuevos o reelaborados por el prefecto misionero para la construcción de su proyecto ideológico-cultural. Según Pesciotti:
20 Según anotó Pesciotti «el escudo de esta porción escogida de tierra Boliviana “La Región Guaraya”» según noticia de 3/12/1898 publicada en CG, nº 8 (Yotaú, 9/04/1917), pp. 59-60. 21 Expresión que recordó a la Serenísima república de Venecia, aunque ninguna alusión hizo Pesciotti a la originaria república italiana, nota recogida en CG, nº 18 (Yotaú, 2/06/1917), p. 145.
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«La Reseña ha tenido su principio en la gentilidad; cuando moría algún Capitán de grande importancia que había triunfado de sus enemigos, sacaban el estandarte de la victoria, y postrados en tierra los soldados, el cabo más digno batía el estandarte sobre todos en señal de sentimiento. Así la Iglesia en la muerte de Nº Redentor hace sentimiento sacando el estandarte de la Cruz.// El batir la bandera en Guarayos, costumbre que se ha heredado de los chiquitanos, y por consiguiente de los Españoles, habiendo sido el Cura Gregorio Salvatierra que la introdujo en Ascensión, P. Pedro Roggero en Yaguarú, P. Egidio Boschi en S. Fermín y el P. José Cors en Urubichá, es reconocer la conquista y consiguiente sumisión de esta tribu Guaraya al Evangelio de Jesucristo.// Ahora bien: el sacar el estandarte del altar y entregarlo al Cacique, indica la venida del Verbo del seno del Padre, al mundo; y el arrodillarse todos, la reverencia con que se debe venerar su venida.// El tocar primero el estandarte o batirlo delante del altar, indica la noticia de su venida por los Profetas, y que del ara de la Cruz tuvo el mundo su remedio.// El batirle hacia los lados del Evangelio y de la Epístola denota el llamamiento a los pueblo hebreo y gentil; y el volverlo al pueblo levantándolo, manifiesta el triunfo completo de J. C. por sus milagros, por su muerte, y por su resurrección y ascensión, conforme sus palabras que El mismo se aplica a sí: si exhaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum»22.
Más allá de la veracidad de tales informaciones, lo que me interesa enfatizar es el interés de Pesciotti por asumir una práctica tradicional entre los Guarayo antes de su reducción —información que él daba por cierta— como era la batida del estandarte cuando el líder del grupo emergía victorioso de algún conflicto con los enemigos. Esta práctica fue «cristianizada» por los conversores en los tempranos tiempos fundacionales adquiriendo un nuevo significado, «la sumisión de esta tribu Guaraya» a Jesucristo; el ritual se concluía con el batir de la bandera a ambos lados del Evangelio y de la Epístola manifestando el «triunfo completo» de éste y es una praxis que se mantiene aún en la actualidad. Segundo de los rituales fue el relativo a la toma de posesión de los caciques aunque, también en este caso las referencias documentales son escasas. Una de las tomas de posesión conocidas es la referida al nombramiento de Pedro Uté como cacique de Yaguarú (23/10/1897) que me permite hacer dos precisiones; la primera, que en aquella ocasión la
El énfasis en el original. Nota de Pesciotti bajo el título de «La Bandera Guaraya» (Urubichá, 23/07/1898) con motivo de la fiesta patronal de Urubichá, y reproducida en CG, nº 8 (Yotaú, 9/04/1917), p. 50. 22
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designación por el conversor fue precedida por el acuerdo previo de la población; la segunda, que el bastón —símbolo del liderazgo, poder y autoridad— fue otorgado al cacique por el misionero, en nombre de Dios, mediación religiosa que es explícitamente señalada: «Yo soy su Padre, por eso lucho cada día a favor de ustedes, yo le doy el poder a este nuevo Cacique para que lo respeten… Recibe este bastón en nombre de Dios.// Desde este momento preocúpate por tu pueblo, para que todo marche bien, cree en el Padre y escucha el consejo de tus seguidores y no seguidores, para que te anime y apoye el Padre»23.
Los ingredientes, símbolos y ritualidad señalados se manifestaron en las recepciones a las autoridades religiosas y civiles y, en particular, en las fiestas patronales de los pueblos cuya pervivencia, no obstante los muchos cambios acaecidos en Guarayos tras la secularización, podemos observar aún en la actualidad. Son escasas las informaciones sobre el contenido de las festividades en Guarayos en la época en que Pesciotti elaboró su república, aunque en 1914 ordenó que con motivo de la celebración del patrono/a de un pueblo cada uno de los poblados enviara la correspondiente representación «que deberá ser recibida con los debidos honores de costumbre»24. Finalmente, elemento presente en las fiestas religiosas y profanas, y también ingrediente que simbólicamente representaba a la república guaraya fue la música que «se halla estrechamente relacionada al culto católico» y también a los Carnavales y otros eventos (Perasso, 1988: 91)25. Tenemos constancia de la existencia en todos los poblados de cantores y de una banda de música, cuando no dos, como acaeció en Urubichá en 191226, población 23 Texto en lengua guaraya recogido en CG, nº 6 (Yotaú, 1917), pp. 38-39. Éste, junto a la versión castellana, se encuentran reproducidos en García Jordán, 2006: 560-561. 24 Circular del prefecto B. J. Pesciotti a los conversores (Yotaú, 20/04/1914) en GAM. Fondo Cartas. Año 1914, f.21 anv. y rev. 25 Los componentes de una gran parte de las bandas de música popular existentes en Santa Cruz son de origen guarayo (comunicación personal de Jürgen Riester, 28/05/2004). 26 Para entonces había en Urubichá dos cuerpos de música, uno de viento y otro de cuerda, con 41 y 12 miembros respectivamente, dirigidos por dos neófitos cualificados como consta en CG, nº 42 (Yotaú, 1/11/1917), p. 362. Instrumentos musicales que sonaron indistintamente tanto en actos religiosos como profanos fueron la flauta o mimby, los violines o miorí —de los que hubo dos tipos, los tradicionales o Guarayu, confeccionados a partir de un trozo de bambú, de tacuara, que antiguamente llevaban cuerdas de tripa de mono; los carai, introducidos por los misioneros que son los que continúan construyéndose en la actualidad (Perasso, 1988: 91)—, el tambor o ma’epu guasu, la batería o ma’epu mirí.
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donde se fundó por entonces el llamado «conservatorio de Santa Lucía» en el que por varios años enseñó Pío Oreyai, director de una de las bandas. Los instrumentos utilizados por estas bandas de música fueron los introducidos por los misioneros (cuerda, aire y percusión básicamente)27, aunque también se mantuvieron algunos instrumentos autóctonos, el más significativo de los cuales fue el violín de tacuara. El repertorio musical incluyó piezas religiosas y profanas, clásicas o compuestas en aquellos años, cuya autoría aún careciendo de datos ciertos podemos atribuir a Fr. Juan Bernabei28. Éste, conversor de Yaguarú entre 1896 y 1903 —años fundamentales en la construcción de la república guaraya— fue, probablemente, el compositor de varias de aquellas obras, quizás también de la Misa Guaraya ejecutada todos los días festivos. Esta es la única composición antigua que se conserva en lengua guaraní, pieza que el maestro Mauricio Yeguanui Cortez —autor de la copia realizada a partir de la muy deteriorada partitura en poder del maestro Cornelio Guyrapotinga— atribuyó a «un franciscano»29. Tradicionalmente la misa fue cantada exclusivamente por varones (adultos y niños) y tanto los músicos como los cantores gozaron de gran prestigio en todos los pueblos, prestigio que aún conservan aquéllos en la actual Yaguarú (Perasso, 1988: 91). Para concluir, sólo me resta anotar que los cantos en el interior de la iglesia fueron el principal instrumento utilizado por los conversores para la introducción e imposición progresiva de la doctrina cristiana que, con pequeños cambios, se ha mantenido hasta el presente. La sistematización más significativa de la que tenemos constancia fue la realizada por el prefecto Pesciotti tras su visita pastoral a todos los poblados en 1916 cuando con el objeto de uniformizar la recitación y el canto de los diversos pasajes del catecismo, credo, etc. dictó, entre otras disposiciones, primero, que antes de la misa matutina se cantara el Ari ze re,yamboetei pa…, con excepción de los sábados cuando se cantaría el Ñande rori guazu pape, y los domingos que se diría el Peñeei, perio pée pave…; segundo, concluida dicha En el informe del prefecto Pierini al Gobierno correspondiente a 1909 dijo haber comprado «instrumentos completos para las bandas de Urubichá y Yaguarú» (Pierini, 1910: 14). 28 Bernabei, en el «siglo» Luis Pío Severino, había llegado a Tarata a fines de 1884 a la edad de 12 años junto a Pesciotti y otros seis jóvenes (entre ellos Domingo Yanacci, Francisco Pierini), en la colecta realizada en Italia por Fr. Luis Panizzi. Tras pasar por el Noviciado fue destinado a Guarayos, primero en 1895 en Urubichá, y después a Yaguarú. 29 Según Perasso algunos autores consideran que la actual Misa Guaraya es una adaptación de las misas ejecutadas en las misiones jesuitas de Chiquitos (1988: 92). 27
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misa se cantara una sola vez, y no las tradicionales tres veces, el Santo Dios, al que seguiría el Angelus Domini, y el Alabado, que empezaba Con la mayor reverencia, también una sola vez; tercero, en la sesión vespertina y concluidos los rezos acostumbrados dispuso se cantara una sola vez el Santo Dios y en tres ocasiones el mismo Alabado ya citado; cuarto, todos los sábados y domingos por la tarde, tras el Angelus, se cantara una sola vez el Alabado que iniciaba con Bendito y alabado sea Jesús… la primera parte, y la segunda Alabemos a Dios…; finalmente, la mayoría de los viernes del año, tras el Angelus, se cantara el Che Yar Jesucristo 30. Los cantos a realizar en las fiestas solemnes se dejaron al criterio de los respectivos conversores. En síntesis, me parece evidente, no obstante los escasos trabajos existentes sobre la etnomusicología guaraya, ninguneada en beneficio de la dedicada a los chiquitanos, la importancia que los franciscanos concedieron a la música y al canto como instrumentos para la implementación de su proyecto misional que, probablemente, encontró en la república guaraya la coyuntura adecuada para su promoción cuando, como señaló el prefecto Pesciotti en su informe a la Junta de Gobierno de 1899: «Nuestros muchachos Guarayos adelantan satisfactoriamente en la música oral e instrumental, pero es por rutina, todo al oído; y se posesionan con facilidad de los instrumentos por su ingenio o inclinación que llamaríamos naturalmente musical» (Pesciotti, 1899: 82).
Junto a dicho informe el prefecto misionero envió algunas fotografías para que el Ejecutivo tuviera «conocimiento más exacto de estas reducciones»31, lo que nos introduce en la segunda parte de esta obra.
30 Disposiciones dadas por B. J. Pesciotti (Yotaú, 27/10/1916) en GAM. Fondo Cartas. Años 1916-1919, f. 15 rev. 31 No hay constancia en el archivo de la Cancillería boliviana (ACCB) de tales fotografías, contrariamente a los planos enviados poco tiempo después por el religioso y que localicé en la Mapoteca existente en el mismo. Con todo, fueron con toda seguridad copias de las que he consultado en el AT de las que se hablará a continuación y que son mencionadas en el informe de Pesciotti al Discretorio del Colegio de Tarata (Urubichá, 9/05/1898) en GAM. Libro de Cartas. Copiador. Años 1897-1914. Copiador, ff. 41-42.
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SEGUNDA PARTE
6. UNA LECTURA DE LAS SERIES FOTOGRÁFICAS DE GUARAYOS O LA CONSTRUCCIÓN DE UNA HISTORIA DEL ESPACIO GUARAYO
Antes de reflexionar sobre el espacio guarayo resultado de la implementación del proyecto misional franciscano a partir de las series fotográficas que aquí se incluyen, me interesa hacer algunas consideraciones previas sobre el uso de la representación visual como documento histórico, ya porque la fotografía nos «muestra» lo conseguido por la implementación de un determinado proyecto o acontecimiento, ya porque la imagen captada nos ilumina —siempre y cuando la interroguemos adecuadamente—1 sobre aquellos aspectos que el productor de la imagen —en este caso el que la «encarga»— nos quiere transmitir a través de una determinada pose, de una escena, de una presentación. Son varios los estudios que desde la filosofía, la crítica literaria, la filosofía, la semiología y la antropología visual han hecho sus aproximaciones teórico-metodológicas, han «leído» la imagen fotográfica desde sus particulares enfoques2. Por lo que a mí respecta, coincido con López Álvarez, por un lado, que la 1 Siguiendo a Susan Sontag «Las fotografías, que por sí solas son incapaces de explicar nada, son inagotables invitaciones a la deducción, la especulación y la fantasía» (1996: 32-33). 2 Particularmente útil es, aunque no comparto algunos de los planteamientos subjetivistas del autor, el trabajo de Barthes (1989) en el que propone el estudio de la imagen a partir de dos elementos, por un lado, el studium, o instancia de análisis que corresponde al particular interés cultural del espectador —el Spectator barthiano— por lo representado en la fotografía; por otro lado, el punctum, que refiere básicamente a lo que en una fotografía capta la mirada del espectador en forma inconsciente. Sobre el uso de la imagen en la historia o la antropología me han sido particularmente útiles Burke, 2001, Calabrese, 2002, y algunos de los trabajos recogidos en Edwards, 1992. Por lo que se refiere a la fotografía relativa a los viajes a los territorios desconocidos, de la mano de los proyectos colonialistas de los países europeos en la segunda mitad del siglo XIX, ver Banta y Hinsley, 1986.
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fotografía es uno de los apoyos más significativos de la memoria de los individuos, de las familias y de las comunidades; por otro lado, es un medio de comunicación, de propaganda y de publicidad y, como tal, se manipula según los intereses de los implicados en el proceso (López Álvarez, 2005: 170). Y, por lo que aquí interesa, la fotografía es considerada un instrumento de conocimiento útil para la investigación histórica, disciplina en la que este trabajo se inscribe pero que utiliza también los préstamos teóricos necesarios para una atenta lectura de las fotografías seleccionadas que, recordando a Scherer, «requieren una lectura y una interpretación. Ni la propia foto como artefacto, ni la interpretación del que la mira, ni una comprensión de la intención del fotógrafo, pueden por sí solas dotar a las imágenes de un sentido holístico. Sólo atendiendo a las tres como parte de un proceso, idealmente en referencia a grupos de imágenes relacionadas, puede uno extraer significado sociocultural a las fotos» (Scherer, 1992: 32). Es sabido que desde la aparición de la fotografía, en torno a la década de 1840, el invento jugó un importante papel en la representación que los europeos y norteamericanos hicieron de las poblaciones africanas, americanas o asiáticas, siendo utilizado por los países colonialistas como documentación, teóricamente «neutra», de la barbarie existente frente al proyecto civilizatorio del que aquéllos eran portadores. Así lo hicieron los científicos de diversa especie y condición —los primeros los antropólogos— interesados particularmente en las sociedades «primitivas», en vías de extinción, y por lo tanto también «exóticas», como mostraron los contenidos de las exposiciones internacionales que se empezaron a celebrar también poco después, donde se expusieron muchas de las imágenes obtenidas por aquéllos. Así lo hicieron también los misioneros católicos y protestantes con el objetivo, bien de dejar constancia de su actividad, bien de explicitar sus logros, o ambas cuestiones3. Las fotografías obtenidas por los religiosos, reproducidas en postales y publicaciones, fueron destinadas por un lado, a sensibilizar a la sociedad en general, y a los fieles en particular de quienes se demandaba las donaciones económicas oportunas para continuar con las actividades misionales; por otro lado, a testimoniar ante los superiores de la congregación religiosa correspondiente, la Santa Sede y las exposiciones misionales organizadas al efecto los logros conseguidos en la civilización de las poblaciones salvajes. En
A propósito del uso de la fotografía por los misioneros ver Gilardi, 1976: 281-288. Algunas reflexiones a propósito del proyecto salesiano en la Patagonia argentina en Scarzanella, 2003: 155-172. 3
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este sentido, aunque comparto la tesis difundida por buena parte de la bibliografía relativa a la fotografía etnográfica que considera que ésta es un instrumento para la construcción de identidades coloniales (colonialismo externo o interno) y, por ende, mecanismo de dominación, coincido con Sánchez Gómez en que el «recurso fotográfico» no tiene necesariamente «idénticas» connotaciones ideológicas y tendemos a «sobreinterpretar» o errar en la interpretación político-ideológica de la documentación gráfica (2005: 57-58). Llegados a este punto conviene precisar que de la amplia colección de fotografías disponibles4 abordaré aquí el estudio de cuatro series, entendiendo éstas en sentido lato al incorporar fotografias que son contemporáneas a las mismas aunque desconocemos sus mandantes y el objetivo de las tomas. La primera serie es la realizada en 1898 con el objetivo de dar a conocer a los llamados «civilizados» lo conseguido por los franciscanos entre los, denominados, bárbaros guarayos y destinada a la Exposición Misional de Turín celebrada en dicho año5. La segunda serie es la constituida por las fotografías realizadas en 1918 con motivo de la visita pastoral a Guarayos del representante vaticano ante Bolivia, el internuncio Rodolfo Caroli, que coincidió temporalmente con la finalización del segundo sexenio de Pesciotti al frente de la Prefectura y que, en mi opinión, sirvió a éste tanto para exponer ante sus superiores franciscanos, la Santa Sede y la sociedad boliviana los «éxitos» conseguidos por los franciscanos como para justificar su propia existencia vital de religioso que en su actividad misional dedicada íntegramente a los Guarayo se encontró, frecuentemente, en conflicto
4 Colección de fotografías cuya consulta debo a la generosidad, en primer lugar de Fr. Mauricio Valcanover, archivero del Convento de San José de Tarata quien me facilitó la consulta de los originales conservados en el archivo correspondientes a 1898 y 1899-1903 y me regaló la reproducción digitalizada de las mismas hecha por el arquitecto Eckart Kühne; en segundo lugar, a este mismo a quien también agradezco haberme facilitado nuevas fotografías históricas que, en el transcurso de sus investigaciones sobre la arquitectura misional, localizó en diversos archivos franciscanos. 5 Los aspectos relativos a la participación de la Prefectura de Guarayos en dicha Exposición han sido tratados en García Jordán, 2006: 400-403. El contenido de la colección enviada por Pesciotti mostró por un lado, la valorización del mundo guarayo primigenio —himno al Abuelo, mito de origen de los Guarayo y la propia lengua guaraní—; por otro lado, el éxito conseguido por los franciscanos en la civilización de esta población y de la que eran indicadores todos los objetos enviados que, simbólicamente, representaban el nuevo espacio civilizado y cristiano guarayo, desde los planos urbanos de las misiones, a los objetos producidos tanto en la escuela como en los talleres existentes en los poblados.
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con sus superiores franciscanos. La tercera serie recoge fotografias tomadas en diversas fechas y por diversos autores aunque las que sirven aquí como referencia fundamental son las tomadas por Fr. Alfredo Hoeller, prefecto misionero entre 1935-1939, quien llegó a Guarayos en julio de 1929 como segundo conversor de Yaguarú6, para pasar después a Ascensión donde permaneció hasta poco después de la secularización de las misiones. No tengo duda alguna que Hoeller fue un «fotógrafo» amateur cuyo objetivo último fue demostrar con sus imágenes la importancia de la actividad misional franciscana en la Bolivia republicana en una coyuntura en que ésa era fuertemente cuestionada; así, si por un lado trató de reproducir la vida al interior de los pueblos guarayos logrando tomas excelentes de la gran mayoría de actividades ejercidas por la población, del medioambiente en que éstas se desarrollaban, en suma, del espacio guarayo (social, económico, político, urbanístico, religioso); por otro lado, documentó las fases de la reducción y civilización de las poblaciones indígenas hostiles, en este caso de los Sirionó concentrados en la por entonces nueva misión de Santa María7. La cuarta serie, que en realidad podría formar parte de ésta por la continuidad temática que representan las imágenes que la contienen, la forman las fotografías realizadas por Fr. Hildeberto Walpoth, conversor de Urubichá que cooperó a la fundación de la nueva misión de Salvatierra erigida entre 1938-1940. También, como en la serie anterior, el autor y mandante de las fotografías tomó como objetivos principales, por un lado, la reproducción de la vida cotidiana al interior de los poblados —fundamentalmente Urubichá—; por otro lado, fungiendo de etnógrafo, dedicó una parte significativa de las tomas a escenas espontáneas de los Sirionó, en grupo, en parejas o individuales, adultos e infantes dando testimonio de un grupo que, como sabemos, al día de hoy ha desaparecido prácticamente. Junto a estas cuatro series incluiré también algunas fotografías Fue nombrado conversor titular de la población el 21/01/1930, en Diario de Yaguarú, f. 14. Los Diarios correspondientes a los poblados guarayos se conservan en los archivos parroquiales respectivos. Una copia de los mismos se encuentra depositada en el Archivo Misional de Guarayos (GAM), actualmente en el Archivo Histórico de la Provincia Misionera de San Antonio de Bolivia (AHPMAB). 7 Santa María fue llamada en su fundación (1927), Santa María de Lourdes; cuando el remonte de los Sirionó y problemas de salubridad de la zona obligaron a una refundación de la población en 1930, los misioneros denominaron al poblado como Santa María de Sirionós o Santa María la Nueva, aunque oficialmente, a fines de la década de los treinta continuaba figurando en los informes misioneros con su nombre original de Santa María de Lourdes. Sin embargo, en forma genérica, se utilizó el nombre de Santa María que es el que se utilizará aquí normalmente. 6
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de origen diverso, normalmente hechas por viajeros europeos que, en tránsito por la zona, tomaron imágenes recurrentes y útiles aquí relativas al paisaje y a la población guaraya o sirionó. En las fotografías trataré de identificar sucintamente y siempre que sea posible, los mandantes y los autores; abordaré las características formales de la toma (fotografías de interiores o exteriores, reproducción de personajes individuales o grupos, ) y haré algunas consideraciones sobre la imagen obtenida (persona, medioambiente, objeto material) con la correspondiente «lectura» de la misma. En todo caso, conviene dejar claro que las series aquí incluidas no buscan la «espontaneidad» que explican una determinada situación sino que persiguen, a mi entender, lo que Berger ha denominado «el momento biográfico o histórico» (2001: 50)8. Finalmente, antes de pasar a analizar cada una de las series conviene precisar que en buena parte de las fotografías carecemos, frecuentemente, del autor y del año en que fueron tomadas, del nombre de los personajes que en ellas aparecen e incluso del lugar donde fueron realizadas. Algunos de estos datos sólo han podido ser averiguados gracias a referencias tangenciales que, afortunadamente, he encontrado en la documentación consultada a lo largo de la investigación. Por ello cuando no conozcamos con certeza alguno de los datos señalados, que figuran siempre en el pie de foto correspondiente, lo señalaremos con el signo de interrogación. Una última consideración es que no nos detendremos aquí en la terminología técnica relativa a los procedimientos de fijación de imágenes en negativo, ni tampoco el positivado de las mismas pues, generalmente, no aparece la información correspondiente en las fuentes y tampoco interesa al objetivo de este trabajo. 1. UNA COLECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS PARA DAR «A CONOCER AL MUNDO BARBARIZADO LA CIVILIZACIÓN DE NUESTRA FLORECIENTE REPÚBLICA» GUARAYA9, 1898-INICIOS SIGLO XX
La elocuente frase de Pesciotti al dar la noticia en el Eco Guarayo (EG), de la llegada a las misiones, en junio de 1898 y a petición del religioso, del fotógrafo Luis Lavadenz Reyes fue suficientemente explícita tanto sobre
8 Momento que, como bien señala Calvo (2005: 163) se aproxima a lo que en antropología social y cultural se conoce como «densidad etnográfica», a través de la cual se puede apreciar la intencionalidad del autor en las imágenes o reportajes realizados. 9 Palabras de Pesciotti al dar la noticia, en el EG manuscrito, de la llegada a las misiones (junio de 1898) del fotógrafo Luis Lavadenz Reyes. La reproducción de la efeméride en CG, nº 7 (Yotaú, 2/04/1917).
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el objetivo perseguido con la colección de fotografías encargadas por él como por la concepción que tenía el religioso del mundo civilizado existente al interno de las misiones, frente a la barbarie que imperaba en el exterior, la sociedad boliviana, rompiendo así, cuanto menos en forma provocativa, los estereotipos al respecto. Me interesa abordar la serie de fotografías aquí recogidas tanto como representación de una realidad que el autor y, en el caso que nos ocupa, el «mandante» (prefecto B. J. Pesciotti), quería hacer de la sociedad guaraya; como el relato construido con las mismas en las que se narraba el paso de un espacio salvaje indígena a un espacio civilizado y cristiano. Las imágenes y el relato representaban simbólicamente la apropiación ideológica que del espacio guarayo originario habían realizado los franciscanos tras reducir y civilizar a los reticentes Guarayo. Sin embargo, contrariamente a lo señalado por Scarzanella a propósito del uso que de las fotografías hicieron los primeros misioneros salesianos encargados de la Prefectura Apostólica de la Patagonia cuyo objetivo básico fue la documentación etnográfica que dejara pruebas de la precaria existencia y, previsible desaparición, de las «razas moribundas» (Scarzanella, 2003: 160)10, el objetivo de las primeras fotografías tomadas a los Guarayo en 1898, complementadas con otras tomas realizadas en los años inmediatos11, fue mostrar la existencia de una población, otrora salvaje, entonces civilizada habitante de la república guaraya. En este sentido las reproducciones fotográficas obtenidas de los Guarayo presentan muchas similitudes con las que años después realizara el salesiano Alberto de Agostini tras su llegada a la Patagonia argentina en 191012. La serie, que puede leerse como una crónica histórica de la república guaraya, está formada básicamente por alrededor de 30 fotografías de las cuales, como mínimo una veintena fueron obtenidas por el cruceño Luis Lavadenz Reyes entre el 25 de junio y el 8 de julio de 1898. Este llegó a Guarayos expresamente contratado por el prefecto Pesciotti para «dar a Prefectura Apostólica que en 1883 fue confiada a la Sociedad de San Francisco de Sales fundada por Don Bosco, extendiéndose por tierras argentinas, chilenas e incluso las Malvinas o Falkland. 11 Básicamente entre 1898-1899 aunque también en la primera década del siglo XX (fotos 2 a 49). Sin embargo, incluiremos aquí también algunas fotografías tomadas a inicios del siglo XX por algunos viajeros que pasaron por la zona. 12 Scarzanella analiza en particular las fotografías hechas por el salesiano Alberto de Agostini tras su llegada a la región en 1910 que, según la autora, muestran un cambio cualitativo en el uso «misionero» de la imagen, abordando de modo particular la representación del microcosmos de la misión (Scarzanella, 2003: 166-172). 10
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conocer al mundo barbarizado la civilización de nuestra floreciente República» por lo que, sin infravalorar la aportación de Lavadenz, sospecho que la elección de los temas abordados por éste correspondió al religioso, quien envió la serie completa al ministro general franciscano en Roma, al presidente de la república boliviana, al Discretorio del Colegio de Tarata y a la Exposición de las Misiones Católicas celebrada en Turín en 189813. Incluimos aquí tambien cuatro grupos de fotografías de diverso origen aunque, generalmente, contemporáneas a las anteriores; el primer grupo recoge algunas imágenes de las que no nos consta la autoría aunque, probablemente, fueron hechas por Fr. Juan Bernabei entre 1899-1901, quien, desde inicios de enero de 1899, dispuso de material fotográfico14. Bernabei, conversor en Yaguarú desde 1896 hasta 1903, actuó como fotógrafo en su poblado y en el resto de misiones a las que se desplazó siempre que la ocasión excepcional lo requirió; de algunos de tales movimientos dio noticia Fr. B. Pesciotti en el Eco Guarayo, más tarde reproducidos en la Crónica Guaraya. Eventos especiales fueron, entre otros, la toma de posesión de un cacique o la inauguración de una capilla, como acaeció en San Pablo a inicios de diciembre de 190115. El segundo grupo de fotografías lo constituyen algunas imágenes publicadas por Priewasser (1900) y de las que no consta explícitamente la autoría aunque, probablemente, fueron hechas por alguno de los dos autores citados aunque no nos consta explícitamente. El tercer grupo recoge algunas imágenes tomadas por Herzog en 1907 porque, aunque con mandante diferente a las hasta aquí reseñadas no fueron encargadas por los misioneros como todas las anteriores, en la práctica, contribuyeron a divulgar la civilización de
13 Ver al respecto el informe de Pesciotti al Discretorio del Colegio de Tarata (Urubichá, 9/05/1898) en GAM. Libro de Cartas. Copiador. Años 1897-1914, ff. 41-42. En relación al tiempo que Lavadenz permaneció en Guarayos ver la nota reproducida en CG, nº 7 (Yotaú, 2/04/1917), p. 46 y nº 8 (Yotaú, 9/04/1917), p. 50. Anotemos también aquí que en la Cuenta General de la prefectura misionera de 1897 (GAM. Fondo Cartas. AX-12. Años 1843-1899) figura un cargo de 64 Bs. correspondiente a «gastos en fotografías, etc. hechos por el p. Prefecto Bernardino» realizados el 21 de diciembre de dicho año; no sabemos de qué imágenes se trata, aunque quizás fueron las obtenidas tiempo atrás por los misioneros de Tarija que le darían a Pesciotti la idea para publicitar su república. 14 Según anotó Pesciotti, el 7/01/1899, en nota sin duda festiva, Bernabei abrió su «estudio fotográfico», reproducida en CG, nº 19 (Yotaú, 6/06/1917), p. 149. Una nota similar señaló que en agosto-septiembre de 1901 el religioso había recibido un nuevo aparato fotográfico con todo lo necesario, en CG, nº 23 (Yotaú, 26/06/1917), p. 180. 15 Efeméride reproducida por Pesciotti en CG, nº 24 (Yotaú, 5/07/1917), p. 187.
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los Guarayo fruto de la actividad franciscana16. El cuarto y ultimo grupo incluye algunas de las fotografias publicadas por Wilhelm Kowanda en 1925 —aunque fueron hechas en la primera década del siglo XX— de autores anónimos, y que como en el caso anterior no tienen un mandante especifico y sólo pretendían divulgar en Austria la actividad de los franciscanos en Bolivia, en una coyuntura en que los misioneros austriacos constituyeron el grueso de los religiosos en Guarayos. El abordaje que en todas estas fotografías se hace del microcosmos misional, particularmente en la serie tomada por Lavadenz Reyes por encargo del prefecto Pesciotti, es particular por cuanto, contrariamente a lo hecho por misioneros en otras regiones, no parece tener ningún interés etnográfico, sino que hay interés en mostrar cuán importantes son los logros obtenidos por los religiosos. Y, qué mejor reflejo de los frutos conseguidos que mostrar la construcción del espacio civilizado del que formaban parte, en primer lugar, las iglesias que aparecen como edificio central del frente principal de la plaza —espacio público por excelencia— junto con la casa misional y la del cacique, como el interior de las mismas (fotos 2 a 9). Espacio interior que es particularmente rico en la imaginería que decora los altares principales de los templos que conocemos con mayor detalle en las fotografías publicadas por Kowanda en 1925; aunque de autoría y fecha desconocidas, tengo diversos indicios que me permiten deducir que dichas fotografias fueron tomadas antes de 1909. En segundo lugar, la naturaleza «domesticada» consecuencia de la actividad de todos los participantes en el proyecto (franciscanos y neófitos) manifestada en la construcción de terraplenes y puentes para facilitar la vialidad (foto 12), o los eufemísticamente llamados «embarcaderos» o «puertos fluviales»17 para facilitar la comunicación fluvial con el exterior (fotos 13 a 15 y 17). En tercer lugar, y reflejo de la actividad «formativa» desarrollada por los misioneros entre los Guarayo son, por un lado, las fotografías que Theodor Herzog, profesor de Botánica en la Universidad de Munich, protagonizó dos expediciones científicas a Bolivia, la primera en 1907-1908, la segunda en 19101911, publicando al respecto un folleto y un libro en los que incluyó las fotografías tomadas por él; las relativas a Guarayos fueron hechas en 1907. Esta es una información que me ha sido facilitada por Eckart Kühne a quien agradezco su generosidad en hacerme partícipe de sus saberes. 17 En realidad, mero sucedáneos de embarcaderos como se observa en las fotografías que, a lo sumo, muestran un trozo de terreno libre de maleza o alguna tabla junto al río para facilitar el embarque de los pasajeros y mercancías. 16
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tituladas como «escuelas» nos muestran al conjunto de niños y niñas por separado, junto con sus docentes respectivos, en el exterior del edificio dedicado a las actividades educativas como consecuencia, probablemente, de las dificultades técnicas para la obtención de interiores (fotos 19 a 21, 43, 44). Por otro lado, la única fotografía interna, de la que nos consta la existencia, que reproduce el taller de carpintería existente en Ascensión, en cuyo interior los bancos de trabajo, los restos de la madera esparcidos por el suelo y los mismos protagonistas de la escena dan la impresión de plena actividad laborativa (foto 18). Finalmente, como corolario del proyecto «educativo» es la fotografía 2218 que sintetiza simbólicamente el mensaje que Pesciotti —como se ha dicho el mandante de las fotografías realizadas por Lavadenz y Bernabei, y quizás también de las publicadas por Priewasser, como es en este caso— quiso dar testimonio. Es una escena «construida» en un patio presidida por el mismo Pesciotti, prefecto misionero, sentado y que tiene sobre el regazo un libro abierto en el que, con su mano derecha, señala algún detalle reclamando la atención de unos niños, dos a su izquierda y otros dos a su derecha vestidos con ropajes antiguos con excepción de uno que endosa pantalones cortos19. Mientras dos de los niños parecen concentrados en el libro, uno de ellos fija su mirada sobre el religioso, y el último mira al fotógrafo. En cuarto lugar, las imágenes de la serie realizada por Lavadenz Reyes pretenden también traducir el orden social y político que rige al interior de los poblados representado en varias fotografías, en las que aparece el cabildo indígena junto al religioso encargado del poblado y, eventualmente, con otros religiosos (fotos 23, 24), o el propio cacique del poblado junto a su familia (fotos 25, 26). Me interesa notar en relación a estas fotografías que, no obstante la relación asimétrica que traducen las primeras, en las que los Podría ser una fotografía tomada en el Hospicio franciscano de Santa Cruz —la torre de la iglesia que aparece en el fondo del plano permite sostener que la fotografía no fue tomada en Guarayos pues ninguna de las iglesias existentes por entonces en las misiones tenía una torre como aquella que, en cambio, sí recuerda la existente en el hospicio cruceño— hacia donde se trasladó el prefecto Pesciotti junto con los niños Martín, Ramón y Fidel (neófitos de Ascensión) el 25 de octubre de 1897 para entregar al comisario general franciscano en Bolivia, juntamente con los objetos producidos en Guarayos y destinados todos ellos —niños y objetos— a la Exposición de las Misiones Católicas a celebrar en Turín en 1898, según nota reproducida en CG, nº 6 (Yotaú, 25/03/1917), pp. 37-38. 19 Según me ha hecho notar Eckart Kühne, el calzón que viste el niño sirionó parece pintado encima de la fotografía. 18
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misioneros están sentados20, y junto a ellos figura el cacique y todos los demás cabildantes con sus mejores vestidos (pantalón y camisa blancos —tradicional vestido de fiesta de los varones en las misiones— con excepción del cacique que viste como los blanco-mestizos) y los correspondientes bastones de mando con empuñadura de plata, las imágenes reproducen un orden en el que sus dirigentes aparecen revestidos de toda dignidad. Esto se observa también en las segundas, fotografías en las que tanto el cacique como su familia son retratados con sus mejores vestidos, y abalorios en el caso de las niñas y mujeres, representando igualmente un mundo ordenado. En estas últimas imágenes, y traduciendo el orden establecido y el poder ostentado en el seno del grupo familiar, los adultos están sentados en sillas, apareciendo los jóvenes de pie y los más pequeños sentados en el suelo, con los brazos cruzados en relación de sumisión a sus mayores. Causa una relativa sorpresa en este sentido que la foto en la que figuran el cacique Pedro Uté con su familia, la única persona que está sentada es la esposa —foto 26—. Curiosamente, con excepción del taller de carpintería, no figuran en la serie encargada por Pesciotti imágenes que testimonien las actividades cotidianas relativas al trabajo de los neófitos que sí se reflejan, en cambio, en algunas de las reproducidas por Priewasser y que debieron ser tomadas entre 1898-1899 (fotos 31, 32) mostrando en el primer caso, una de las tareas fundamentales desempeñadas por varones guarayos en la relación de los poblados con el exterior actuando como mensajeros y cargadores; en el segundo caso, «dos guarayos modernos al emprender el viaje», sin duda personas de confianza de los confesores pues uno de ellos aparece incluso portando un arma. Junto a las imágenes anteriores, buen complemento gráfico de las actividades ejercidas por los guarayos —varones y mujeres— en el interior y exterior de los poblados son, por un lado, las tomas efectuadas por Theodor Herzog de los Guarayo, ya como «carteros» (foto 33), ya como porteadores y guías (foto 35)21, preparando el charque (foto 36), hilando el algodón a partir del cual elaboraban los tejidos (foto 37), en actitud de descanso (foto 38) o, finalmente, tocando música en una recepción (foto 39) —quizás al prefecto misionero en su visita pastoral, quizás a una autoridad civil o un viajero importante—. Y, por otro lado, algunas fotografías 20 En el lenguaje simbólico la silla significa poder, orden establecido y posición social (Cea Gutiérrez y Huertas, 2005: 132). 21 Una fotografía con el mismo tema que también se incluye aquí (foto 34) es la tomada por M. J. B.Vaudry y publicada por Chervin, 1908, I: 81, fig.50 con varias observaciones; entre ellas, que el panacú que cargan los personajes —el de la derecha viste una «camisa» hecha con corteza de bibosi— puede llevar hasta 50 kg de peso durante 50-60 km recorrido aproximado de una jornada.
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publicadas por Kowanda en 1925, de autoría y fecha desconocidas, aunque probablemente fueron hechas durante la primera década del siglo XX y que reproducen también diversas escenas relativas al orden vigente en un poblado misional, las autoridades, actividades vinculadas al trabajo y a la formación, e incluso, praxis religiosa (fotos 41, 43, 45, 46); mientras la primera de dichas imágenes (foto 41), en realidad una postal, recoge diversas escenas cotidianas una de las cuales es la construcción de una canoa —cuyo original figura también en la foto 42—, la segunda (foto 43) muestra un grupo de niñas de escuela junto a su maestra dando testimonio así de la continuidad de las actividades educativas en las misiones; la tercera (foto 45) reproduce el trabajo de techado, con hojas de palmera, de un edificio —probablemente un galpón— a cuya reconstrucción colaboran los niños que aparecen en primer plano; finalmente, la foto 46 muestra un cortejo fúnebre, única fotografia de todas las incluidas en este trabajo en que se recoge una escena vinculada a una ceremonia religiosa. La serie fotográfica realizada por Luis Lavadenz por encargo de B. J. Pesciotti se completa, aparentemente, con dos imágenes —fotos 27 y 28— en las que los retratados son «tipos antiguos»; la segunda lleva la anotación de «Bárbaros recién conquistados». Mientras la primera muestra tres varones vestidos con una camisola larga, abierta por ambos lados y asegurada a la cintura por un cinturón22, portando sendos arcos y flechas; la segunda permite ver una pareja de ancianos —el varón porta también el arco y las flechas— vestidos en forma similar a los anteriores23. En mi opinión, las imágenes fueron «construidas» para la ocasión —no corresponden a personajes reales, como se observa particularmente en el caso de los varones— para mostrar la diferencia entre el «antes» y el «ahora». Con todo, en ambos casos los personajes parecen estar revestidos, en concreto en el caso de la pareja de ancianos, de una nobleza primitiva24. El vestido utilizado podía haber sido elaborado con la albura del bibosi (o vibosi), que extraida del árbol a grandes tiras, puestas sobre un banco, humedecidas y golpeadas hasta que se deshilaba era utilizada para confeccionar camisas, chaquetas y ponchos (Bayo, 1911: 153; Nordenskiöld, 2003 [1922]: 180). 23 Al margen de la fotografía figuran inscritas las palabras «Bárbaros recién conquistados» lo que en algún caso ha hecho pensar que podría tratarse de sirionós, población por entonces aún no sometida. 24 Ambas imágenes fueron reproducidas en la obra publicada por Fr. W. Priewasser (1900: 128 y 172). En la primera imagen aparecen tres «cazadores», al parecer habitantes de Yaguarú, y su pie de foto en la traducción castellana del original alemán se titula «Hermanos de la selva»; en la segunda fotografía, la pareja de ancianos —aparentemente residentes en Urubichá— lleva como pie de foto «Una Pareja de Guarayos». 22
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Sin embargo, más representativas si cabe de la república guaraya son otras dos fotografías de las que no conocemos autoría, fecha, ni lugar en que fueron tomadas, ambas con elementos similares a las dos últimas reseñadas, y que no tengo duda pretendían también mostrar el paso de lo «antiguo» a lo «nuevo». Me refiero, en primer lugar, a la foto 29 en la que en medio de un platanal, un religioso está en el centro de la imagen25 flanqueado por un lado, por varones adultos vestidos con pantalón, camisa, poncho, sombrero y por algunos adolescentes, vestidos en forma similar; por el otro lado, por dos varones que con el torso semidesnudo cubierto con lo que parece corteza de bibosi, se disponen a lanzar sus flechas contra una pieza de caza que está fuera de la escena. Es, evidentemente y como se ha anotado en las dos fotografías anteriores, una imagen «construida» —quizás tomada en Yotaú26— como se desprende, en mi opinión, de la artificiosidad de la imagen en la que todos los personajes, incluso los arqueros, están «representando» un papel. La posición central del religioso —que se ve realzada, aunque probablemente fue el azar que así lo dispuso, por un efecto de luz sobre la tierra pisada por el misionero— resulta fundamental para diferenciar el paso del «antes» al «ahora», de lo «antiguo» a lo «nuevo» que ha sido posible, como quiere mostrarse, gracias a la actividad misional. Una última fotografía, también construida para mostrar esa mutación y de la que carecemos de información sobre el lugar, año y autor, es la 30. Los personajes que captan la atención del espectador son los situados a la derecha de la imagen —a ojos del espectador— donde junto a un «tigre»27, en actitud de reposo y, por ende, domesticado —sabemos que está disecado— se hallan cuatro varones, cabildantes por cuanto llevan el bastón de mando correspondiente, vestidos al modo blanco-mestizo con sombreros y pantalón, camisa y chaqueta blancos que concentran la luz, y la mirada del espectador. A la izquierda y junto al animal figuran igualmente cuatro Religioso que según se señala en una de las dos fotografías existentes de la toma —localizada en el ACCSC— es un tal «Padre Yanekkyne» del que no consta la existencia en Guarayos ni tampoco en otra región boliviana. En mi opinión, el misionero que aparece en la fotografía es Fr. Domingo M. Yannacci. 26 La fotografía fue hecha entre 1898 y 1899. Por entonces Fr. D. M. Yannacci era conversor de Yotaú —ver cuadro 13—. 27 Aunque en la mitología, cuentos y relatos guarayos se habla siempre del «tigre», sabemos que el felino existente en la Amazonía era el jaguar. El «tigre» aparece también en la actual enseña de Guarayos cuyo origen histórico se remonta, probablemente, al escudo al que hicimos referencia en el capítulo 5, diseñado por Luis Lavadenz siguiendo las indicaciones de Fr. B. J. Pesciotti. 25
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hombres, vistiendo ropajes «antiguos» con el arco y las flechas, y un franciscano que, me consta, es Fr. Daniel Carvallo. Aún careciendo de datos sobre esta imagen, me inclino por pensar que fue tomada en Urubichá, poblado del que Carvallo era segundo conversor junto con Pesciotti, desde 1897, y su autor fue, probablemente, Fr. Juan Bernabei. Una última anotación conclusiva sobre las fotografias aquí recogidas. Todas ellas pretenden dar testimonio de la actividad misional y, por ende, de los éxitos obtenidos en la implantación del proyecto misional entre los Guarayo mostrando el tránsito del mundo salvaje del que formaban parte hasta que la llegada de los franciscanos posibilitó su entrada en el mundo civilizado. Y digo salvaje, y no bárbaro —que sí sería el mundo boliviano supuestamente civilizado al que los Guarayo debían ser incorporados— porque en varias de las fotografías mostradas, especialmente en las fotos 27 a 30, y en particular en las dos últimas, no se propone un mundo de barbarie —degradado, degenerado— sino simplemente, un mundo salvaje que tras recibir la fe cristiana se transforma en civilizado y, la actitud del «tigre» parece simbolizar dicha mutación. 2. PORQUE EL TEMPLO DE YOTAÚ ES «UN MONUMENTO DE CIVILIZACIÓN HASTA LAS FRONTERAS DE LA BARBARIE». LA VISITA A GUARAYOS DEL INTERNUNCIO RODOLFO CAROLI, 1918
Estas palabras fueron pronunciadas por el internuncio Caroli el 23 de julio de 1918, en el ágape que siguió a la inauguración del nuevo templo de Yotaú, población visitada por el representante vaticano junto al resto de misiones guarayas —visita realizada entre el 22 y 27 de julio— en el transcurso del viaje que realizó por Bolivia pocos meses después de su arribo al país. Testimonio gráfico del viaje fueron una serie de fotografías a partir de las cuales se editó un Álbum que se conserva en el Archivo de la Recoleta de Sucre28. Por lo que aquí interesa cabe decir que el arribo de Caroli a Guarayos coincidió en el tiempo con la finalización del segundo sexenio de Pesciotti al frente de la Prefectura y las imágenes que se tomaron en Guarayos —las incluidas aquí son fotos 50 a 68—, en particular las de Yotaú, sirvieron al prefecto misionero tanto para exponer ante sus superiores, la Santa Sede y la sociedad boliviana los «éxitos» conseguidos por los franciscanos como para justificar su propia existencia vital de religioso que, en su actividad misional dedicada íntegramente a los Guarayo se encontró, frecuentemente, en conflicto con las autoridades eclesiásticas y ci28
Algunas de estas fotografías fueron publicadas en Marabini, 1922.
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viles29. Junto a esta serie he incluido tres imágenes publicadas por Kowanda en 1925 (fotos 69 a 71) aunque fueron tomadas, casi con total seguridad, alrededor de diez años antes de la llegada de Caroli, pues me consta que dos de ellas fueron hechas en 1908 con motivo de la celebración, en Guarayos, de la fiesta nacional austriaca con motivo del sesenta aniversario del acceso al trono del emperador Francisco José30. La razón de su inclusión en este apartado es que muestran, explícitamente, el cambio que se había producido por entonces en el origen nacional de los franciscanos misioneros en Guarayos que, antaño procedentes del centro-norte italiano, ahora pasaban a ser del Sud-Tirol y progresivamente austriacos lo que, como se dijo en la primera parte del trabajo, tuvo consecuencias tanto en el papel de mediación cultural de los religiosos como en el surgimiento de algunos conflictos entre ellos. Centrándonos en las imágenes relativas a la visita pastoral del internuncio a Guarayos cuyo mandante, por lo que se refiere a Yotaú fue Fr. B. J. Pesciotti quien, como se ha dicho, contrató para la ocasión al cruceño Miguel Rojas, se recogen aquí un total de 19 fotografías31. En este conjunto me interesa destacar, en primer lugar, la única escena dedicada en toda la serie a la nueva iglesia de Yotaú, cuya construcción e inauguración parecen representar para el entonces ya «desencantado» prefecto Pesciotti la justificación de su extensa actividad en Guarayos. Templo que, según
La visita a Guarayos fue documentada fotográficamente por el fotógrafo Miguel Rojas, contratado para la ocasión por el prefecto Pesciotti. Ver la nota informativa redactada por Pesciotti sobre la visita pastoral, discursos pronunciados con motivo de la inauguración del templo de Yotaú del que era conversor, etc. que dice «La relación que antecede se editará en hoja separada e ilustrada con algunos clisés, para cuyo fin tuvimos la previsión de invitar a un fotógrafo, Sr. Miguel Rojas, el que vino desde Santa Cruz», en CG, nº 75 (Yotaú, agosto 1918), pp. 639-640. Toda la relación en pp. 635-640. 30 Según notas de Pesciotti, se celebraron las «bodas de diamante» del acceso al trono del emperador en Yaguarú a iniciativa del conversor de ésta, Rufino Holler. La fiesta, que fue presidida por el viceprefecto misionero Fr. Daniel Carvallo, fue amenizada por la banda de Urubichá —bajo la dirección del maestro Sr. Imedín Aguilar— y en el transcurso de la misma se celebró el banquete correspondiente. Finalizados todos los actos se tomó la fotografía («Cronhistoria» en CG, nº 38, Yotaú, 8/10/1917, pp. 334-335). 31 Es probable que Rojas fuera también el autor del resto de fotografías tomadas en el tanscurso del viaje por Guarayos pues son de características similares; en consecuencia, he decidido otorgarle la autoría del resto de las fotografías del viaje aunque no tenga constancia explícita de ello. 29
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señaló Caroli desde una percepción que en la actualidad no dudaríamos en señalar como «colonialista» había sido para él motivo de: «¡Oh!… inmenso ha sido mi júbilo, después de haber recorrido interminables regiones y pasado días y más días en penoso y monótono viaje, vislumbrar instantáneamente, y contemplar de lejos vuestro Templo, cuyos perfiles se hacían siempre más visibles en el límpido horizonte, y que por la accidentalidad del terreno, aparecía y desaparecía a la vez, circunstancia que da margen a varias y afectuosas consideraciones. // En medio de tantas preocupaciones y dolorosas manifestaciones sobre el estado lánguido de la religión en Bolivia… el Representante del Vicario de Cristo experimenta un consuelo inexplicable al ver surgir, en medio de las selvas, en una de las fronteras o extremidades de Bolivia, y en una Reducción que colinda con tribus bárbaras, irreductibles hasta ahora, un Templo, que bien puede calificárselo de espléndido, por razón de las dificultades con que tropieza por acá cualquiera obra de mérito, y muy lejos de los centros civilizados. // Puede decirse que es un monumento, no sólo de amor hacia Dios, del celo de los Misioneros Franciscanos, de la prosperidad de las Misiones de guarayos, sino que es también un monumento de civilización hasta las fronteras de la barbarie, como si estuviera convidando a los pobres infieles, privados todavía de las luces del Evangelio y del progreso humano, a entrar en el concierto de los pueblos civilizados»32.
En segundo lugar, muy interesantes son las escenas referidas a diversos detalles de la recepción ofrecida a Rodolfo Caroli en Yotaú (fotos 54, 55), Ascensión (fotos 60, 61) y San Pablo (foto 64) que permiten a los misioneros mostrar el orden social y la civilización conseguida en los poblados; orden y civilización de la que dan testimonio tanto la ornamentación escogida con el típico arco floral en la calle, presente en toda celebración festiva guaraya, el uso del palio bajo el que se hallan, entre otros, Caroli y Pesciotti, como el acto de «bienvenida» por parte de las autoridades (conversor y cabildo) en la que actúa una banda de música, como también la «parada militar»33. En palabras del prefecto misionero al arribo del representante vaticano a Yotaú, 32 Palabras pronunciadas en el ágape ofrecido por Pesciotti tras la inauguración del templo el 22/07/1918, en CG, nº 75 (Yotaú, agosto 1918), p. 639. 33 Como dijimos antes (capítulo 3, notas 39 y 40) según disposiciones gubernamentales, a inicios de la segunda década del siglo XX, los Guarayo fueron instruidos en el manejo de las armas con el objetivo de actuar, en caso necesario, contra los asaltos de poblaciones hostiles, particularmente los Sirionó, a los transeúntes, chacos y estancias de ganado.
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«Allí le invitamos a descender de su cabalgadura, para conducirle bajo de palio a la casa Misional. Durante el corto trayecto recibió entusiastas salutaciones de todo el pueblo y neófitos de otras Misiones bien uniformados, distinguiéndose los niños de escuela con su palma en la mano… y las niñas que le precedían con alfombras de flores, arrojadas a sus pies»34. Participan también de este orden existente en el interior de los pueblos el reparto de carne habitual (foto 56)35 en las grandes festividades en Guarayos, como era en esta ocasión la llegada del internuncio Caroli, y la práctica lúdica del «palo encebado» practicado por los muchachos (foto 57)36. En tercer lugar, encontramos diversas escenas de grupo que presentan el orden político vigente y en las que siempre figura el internuncio en el centro de la imagen. Un primer grupo de fotografías son aquéllas en las que aparecen las autoridades civiles y religiosas, solas o juntamente con autoridades guarayas o un sector de la población (fotos 58, 59, 62, 63, 65, 66). La primera imagen que me interesa destacar (foto 59) muestra las autoridades políticas y religiosas presentes en la recepción hecha a R. Caroli en Yotaú y en ella, la posición que ocupan los diversos personajes es elocuente de la jerarquía existente en el grupo que está presidido, en el centro de la escena en la primera fila, por el internuncio acompañado, a la izquierda (tomando el punto de vista del espectador) por el prefecto misionero B. J. Pesciotti y el secretario de Caroli, Félix Camponovo; a la derecha, por José Miguel Velasco, subprefecto de la provincia Ñuflo de Chávez (demarcación político-administrativa a la que pertenecían las misiones guarayas) y el canónigo de la catedral de Sucre, Félix Delgadillo, miembro de la comitiva del representante papal. La segunda fila está ocupada por cuatro de los conversores por entonces en Guarayos y, tras ellos, diversos personajes vestidos de civil que no he logrado identificar. A este grupo de imágenes pertenecen también las fotografías 65 y 66 correspondientes a San Pablo; en la primera, y sentados, aparecen R. Caroli junto al que figuran el canónigo de Sucre ya citado y el conversor de la población, Alberto Singer, además de otro religioso (probablemente Testimonio recogido en CG, nº 75 (Yotaú, agosto 1918), p. 635. «Luego se verificó el reparto de carne a todos los neófitos y demás concurrentes, para cuyo abastecimiento se sacrificaron 12 reses, ya que no pudimos matar, como Salomón. boum viginti duo millia etc.», palabras de B. J. Pesciotti relativas a la comida del 22 de julio, día de la llegada del internuncio Caroli, en Ibíd. p. 637. Énfasis en el original. 36 «Por la tarde [23/07/1918] hubo diversión para todos. Los Guarayos adultos se divirtieron con sus bailes y libaciones de chicha: las niñas de escuela con los juegos propios de su edad e inocencia; y los muchachos mostrando la suya al desondo, con subir al palo encebado y arrancar premios», en Ibíd. p. 639. Énfasis en el original. 34 35
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Evaristo Tomassini, segundo conversor de Ascensión); detrás de todos ellos, de pie, figuran los miembros del Cabildo con sus correspondientes bastones de mando, y presididos por el cacique que, no por casualidad, aparece también en el centro entre Caroli y Singer. En la segunda imagen (foto 66), aparecen los mismos personajes, con excepción del canónigo sucreño, acompañados por el Cabildo y un amplio grupo de varones guarayos; notemos que en la parte izquierda, siempre desde la perspectiva del espectador, algunos de los hombres portan instrumentos de música y a la derecha, al extremo de la imagen, un varón sujeta un arco; en ambos casos, probablemente, dichos personajes «debían» mostrar a los visitantes las habilidades musicales o cazadoras de los guarayos. Finalmente, las fotos 58, 62 y 63 muestran al internuncio acompañado de niñas, adolescentes y mujeres —todas con los brazos cruzados signo de sumisión— en Yotaú, Ascensión —en la escena el internuncio está acompañado por el conversor, probablemente Dámaso Sartori, y ambos aparecen sentados en sillas— y junto a la banda de música de Urubichá cuyos integrantes, al parecer, viajaron a Ascensión donde está tomada la fotografía. El resto de fotografías de la serie dedicada al paso de Caroli por Guarayos muestran algunos detalles del viaje mismo, como las que presentan al internuncio en un descanso junto a los porteadores (foto 50), montando un buey (foto 51) —animal no utilizado por lo viajeros que usaban como montura caballos o, más frecuentemente, mulas— o atravesando un río en brazos de dos varones que uniendo sus brazos formaban una especie de silla (foto 52) y, la última, la práctica religiosa de la confirmación, de camino a Guarayos en un lugar que, según la narración de Pesciotti podría ser Paila (foto 68)37. 3. FR. ALFREDO HOELLER «VIAJA A SANTA MARÍA PARA DEDICARSE A SUS QUERIDOS BÁRBAROS»38. UNA DOBLE MIRADA DE LAS MISIONES A FINES DE LOS VEINTE Y LA DÉCADA DE 1930
La frase que encabeza este apartado pertenece al conversor de Yaguarú, Fr. Juan C. Hofmann registrando uno de los viajes realizados —con precisión el emprendido el 23/11/1929— por Alfredo Hoeller a la por entonces
37 Según anotó Pesciotti en su relato del viaje: «El Peregrino Apostólico Mons. Rodolfo Caroli, de venida á estas Misiones, celebró misa en Paila, sobre la margen de un arroyo de aguas sucias, como las calificó Él, de las que se sirven los pasajeros para todo uso, porque no hay otras y no son las peores», en Ibíd. p. 640. 38 Diario de Yaguarú, f. 13.
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nueva fundación de Santa María. Este había llegado pocos meses antes a Yaguarú, misión de la que había sido nombrado conversor, iniciando así una residencia por más de una década en Guarayos, con un breve paréntesis de un año pasado fuera de la Prefectura39, pues en abril/mayo de 1932 se hallaba ya en Ascensión de donde fue conversor hasta el 1 de marzo de 194040. No interesan aquí los avatares biográficos de Hoeller, quien fue también prefecto misionero en el período 1935-1939, sino reflexionar sobre la doble mirada que tuvo de las misiones, más significativa en tanto fotógrafo amateur como anotó en 1934 cuando reprodujo con su cámara la celda de huéspedes de Ascensión de la que dijo le servía también como «atelier de fotografías»41. Aquí se recogen prácticamente un centenar de fotografías de las que explícitamente consta su autoría, contando aquellas otras que le atribuimos a Hoeller al considerar sus similitudes con las anteriores. Efectivamente, la amplísima serie de imágenes tomadas por Hoeller retratan, en primer lugar, diversos aspectos de la vida en los poblados guarayos: urbanística, iglesia —vistas de sus fachadas y de su aspecto interior—, casa misional (también llamada parroquial), actividades productivas vinculadas a la agricultura (chaqueo, sembrado, cosecha, etc.) y la manipulación de algunos productos (cacao, chocolate, algodón), la ganadería (mantenimiento de estancias dedicadas prioritariamente a los vacunos), y manufacturas como las elaboradas en el taller de carpintería, o las vinculadas a la fabricación de ladrillos y tejas destinadas a la construcción y reparación de las casas de los pobladores. Son alrededor de unas cincuenta fotografías en las que la mirada que el religioso hace de los poblados guarayos enfatiza los logros obtenidos por los franciscanos en una coyuntura, como fue la década de 1930, en que se radicalizó la crítica a las misiones y se postuló su secularización. Así encontramos en este grupo una gran cantidad de fotografías relativas a los templos —tanto sus fachadas, como su arquitectura interior y decoraciones— como muestran las fotos 78, 79 y 101 a 105; a las estancias que Yaguarú tenía dedicadas al ganado, Santa Bárbara y San Roque (fotos 111 a 113) y a actividades agrícolas, en el denominado Puerto de Cururú donde se cultivaba cacao —el
39 Entre mayo de 1931 y abril de 1932 fue destinado a Puerto Suárez. Diario de Yaguarú, ff. 12 y 38. 40 Según informó Fr. Juan C. Hofmann, cuando llegaron a Ascensión noticias de la muerte de Hoeller (producida en Santa Cruz, 29/06/1941) en la misa de réquiem celebrada por su alma se produjo una gran asistencia de feligreses que recordaban al religioso como «su Padre de antes», en Diario de Ascensión, f. 69. 41 Diario de Ascensión, f. 48.
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llamado en las fuentes como chocolate—, azúcar y algodón (fotos 116 y 118); y, por último, hay una amplia serie de imágenes dedicadas a los Guarayo trabajando en unas u otras tareas, tanto adultos ocupados en el chaco comunal (fotos 129 a 133), en el taller de carpintería (fotos 134 y 135) o en la elaboración de ollas (foto 136), como adolescentes que ayudan a cosechar el algodón o preparar el terreno para la siembra del cacao (fotos 127 y 128), como, finalmente, los niños que recogen el barro para la construcción de ladrillos y tejas, que cargan para su secado, y se dedican a la elaboración del tobachi para el blanqueo de las casas (fotos 121 a 125). Del conjunto de imágenes que conforman este grupo, de las que aquí se ofrece una selección, parece desprenderse un interés de Hoeller por mostrar la intensa productividad desarrollada al interior de los poblados que, no obstante la crisis económica que afectaba a Bolivia en estos años, lograban sobrevivir42. En segundo lugar, incluimos alrededor de 40 imágenes, probablemente tomadas en su gran mayoría por Hoeller43, relativas a la fundación de la nueva misión de Santa María de Lourdes, conocida también como Santa María la Nueva, Santa María de Sirionós o, simplemente, Santa María. En este caso, los ojos que retratan los diversos avatares vinculados a la reducción de los Sirionó (fotos 153 a 188) son los propios de un etnógrafo interesado en «recoger» datos de una población, prontos a desaparecer, tras la implementación del proceso civilizador, que también se reproduce en imágenes. De ahí el interés que muestra el religioso primero, en el retrato de individuos —niños, adolescentes, adultos, ancianos— de los que hay profusión de imágenes, parejas o grupos, algunos escasamente vestidos, desarrollando una praxis social tradicional vinculada a la obtención de recursos alimenticios (agricultura, caza) y vestido básicamente. A este grupo se adscriben una veintena de fotografías (fotos 160 y 169 a 187) de las que interesa destacar la 169 que retrata al llamado por los religiosos, cacique Silvestre44, por la dignidad que parece revestir al personaje; igual Ver al respecto lo analizado en el último apartado del capítulo 3. Debo anotar que, quizás algunas de estas fotografías fueron tomadas por un tal Radwan, profesor de la escuela alemana en La Paz quien, según señaló Fr. Alberto Singer en su relato de las expediciones —hechas desde septiembre de 1926— para la reducción de los Sirionó, el 21.11.1927 viajó a Santa María en compañía del citado personaje del que dice «Este caballero es un turista muy aficionado al arte de sacar vistas y aunque me molestó bastante en las habitaciones reducidas de la nueva misión, lo aguanté en la esperanza de conseguir algunas vistas de S. María», Diario de Santa María, f. 13. 44 En realidad no era el Mburichá de los Sirionó sino, como dice Fr. Alberto Singer en su relato de las diversas expediciones hechas para la reducción de la población a partir de 42 43
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sucede con la foto 175 dedicada a los que el autor llama «Cuidantes» de Santa María hasta el traslado definitivo de la misión, en la que aparece un grupo familiar en medio del chaco. Sin embargo, lo que más me llama la atención en este conjunto de fotografías es, en primer lugar, que por vez primera se registran los nombres de algunos de los indígenas retratados como sucede con el ya citado Silvestre, con Nelerasi, varón sirionó al que Hoeller sometió a alguna intervención quirúrgica no especificada (foto 184), o bien se habla de un grupo específico al interior de los Sirionó, el conformado por los Neozé, de los que retrata a una mujer que aparece «preparando» la comida junto a una cabaña (foto 179). No pretendemos deducir de ello que el «nombre» individual o grupal implique necesariamente «reconocimiento» del otro como sujeto puesto que en la gran mayoría de fotografías en que aparecen misioneros o religiosos figuran sin identificar —lo que, evidentemente, no implica negación del sujeto retratado— pero sí considero pertinente la anotación porque siendo lo usual no «nombrar», Hoeller quiso significar al individuo sirionó como tal. En segundo lugar, el misionero tiene también interés en mostrar los cambios que se están operando en el espacio con el desmonte para la construcción de la capilla, la casa misional y las cabañas para albergar a la población, además de preparar el chaco para su cultivo, como muestran las fotos 159 a 168. En varias de estas tomas constatamos, cuestión poco usual, la presencia de misioneros —en este caso los encargados temporal o permanentemente del trabajo misional— a quienes también, en dos ocasiones, se identifica (fotos 166 y 171). Esta última anotación, con la que se concluye la reflexión sobre la doble mirada de Hoeller sobre las misiones, nos introduce en el tercer grupo de fotografías realizadas por el religioso en las que el objetivo de la cámara son los propios franciscanos —los conversores a los que se unieron, en la década de los veinte las hermanas terciarias— además de los caciques guarayos. Estas fotografías suelen estar vinculadas a festejos, como es el caso de la fiesta patronal de Urubichá en 1929 (fotos 91, 92), la visita efectuada a las misiones en 1931 por Fr. Francisco B. Buehl en su calidad de vicario de Chiquitos (fotos 93 a 98) y la celebración de las bodas de oro sacerdotales de uno de los conversores, el P. Camilo Agrazar (foto 99). Aunque también excepcionalmente se «nombran» a los personajes
septiembre de 1926, estando el religioso en San Pablo llegaron hasta allí «unos 15 bárbaros a los que vestí y di herramienta. Poco después vinieron 20 y entre ellos el Silvestre, bárbaro cautivo algún tiempo en los Cusis y que después de huir de los Cusis había quedado unos 6-9 meses conmigo aquí en San Pablo.», en Diario de Santa María, f. 6.
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—que he logrado identificar a partir de fuentes documentales y analogías de las fisonomías retratadas— conviene llamar la atención en que por vez primera la mirada del fotógrafo, casi siempre el propio Hoeller, se fija en los mediadores culturales por excelencia que son los religiosos y las terciarias franciscanas; estas últimas, procedentes de las provincias austriacas de Hall y Hallein, llegaron a Guarayos en la década de los veinte. En mi opinión, todas estas imágenes que, parecen responder al interés por conservar un recuerdo de uno u otro acontecimiento, evidencian la conservación, la «memoria histórica» de la orden y la valorización de la «comunidad franciscana» como sujeto colectivo y, en ocasiones, también algunos de sus miembros, identificados una —la orden religiosa— y otros —los misioneros y las religiosas— como agentes de las transformaciones operadas en Guarayos y que son fundamentales para nosotros como «documento histórico». En orden cronológico, el primer grupo lo forman las fotos 91 y 92 que fueron tomadas con motivo de la celebración de la fiesta de Urubichá en 1929; en la primera aparecen los caciques guarayos con sus correspondientes bastones de mando —cuatro figuran sentados en la primera fila— y dos mujeres, probablemente esposas de dos de ellos, aparecen detrás de pie junto al quinto cacique; en la segunda, tomada el mismo día, el grupo —del que desaparecen las mujeres— se incrementa con varios de los conversores destinados a Guarayos presididos por el prefecto Fr. Francisco B. Buehl. El segundo grupo de imágenes (fotos 93 a 98) es el dedicado a la visita de Buehl a Ascensión —fines de abril e inicios de mayo de 1931— ahora en calidad de vicario apostólico de Chiquitos como señaló Hoeller: «El Domingo in Albis verificóse la entrada primera y solemne del Excelentísimo Señor Vicario con la solemnidad posible en Ascensión y allí se habían reunido todos los Padres de Guarayos menos los de Santa María, a quienes faltó la comunicación de este acontecimiento tan raro!»45.
94)46
La disposición de los personajes en las dos primeras fotografías (93 y es similar, una primera fila presidida por el vicario Buehl, en la que
Diario de Yaguarú, f. 32. Aunque no consta la autoría, no tengo duda alguna que ambas tomas fotográficas fueron preparadas por Hoeller, que aparece retratado en ambas, aunque la primera fue realizada, con toda probabilidad, por el único personaje que no figura en ésta, el nuevo prefecto Tarsicio Senner del que, me consta, sabía usar la cámara. Una copia, diferente a estas 45 46
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aparecen sentados los conversores más ancianos y con una experiencia misionera más dilatada, y una segunda fila en la que todos los religiosos, la mayoría hermanos legos o jóvenes sacerdotes, están de pie. La única variante entre ambas es que mientras en la primera aparece Fr. A. Hoeller junto al vicario, notamos la ausencia del nuevo prefecto Senner; en la segunda, este último toma el lugar ocupado antes por nuestro fotógrafo que, probablemente, tras haber preparado la toma, se coloca en una tercera fila, como llegando posteriormente al resto de personajes lo que abunda en la idea de que es el autor de la toma. Las siguientes fotografías están también presididas por el vicario Buehl, y en ellas aparecen las dos religiosas de origen austriaco, llegadas pocos años antes a Guarayos para dedicarse a la docencia47. El tercer grupo de imágenes, del que aquí sólo recogemos una fotografía (99) aunque en los archivos constan algunas más, es el relativo a la conmemoración, el 18 de enero de 1934, de: «Las bodas de oro del R. P. Camilo [Agrazar]; en la fiesta, era un jueves, tomaron parte todos los padres, menos el de S. María y el de Yaguarú… Hubo una procesión solemne desde la sala a la Iglesia. En la sala, el R. P. Superior le había puesto la corona de oro, entregado el báculo dorado, vestía el celebrante casulla. Ante el altar Veni Creator y las oraciones; en seguida misa solemne con presbyther asistens; el P. Superior predicó el sermón durante la misa»48.
Parece pertinente cerrar este apartado con esta última fotografía que, en mi opinión, contribuye —en tanto el personaje celebrado ha pasado toda su vida religiosa dedicada a las misiones en diversas regiones del país— a la conservación de la memoria de la orden franciscana, de las tareas misionales desarrolladas a lo largo de la historia de Bolivia, en una coyuntura como fue la década de 1930 en que desde la política y sectores de dos fotografías, aparece reproducida en el Diario de Ascensión, f. 21 con la anotación «Los Padres de Guarayos en ocasión de la primera Visita del nuevo Vicario recién consagrado, en mayo 1931». 47 Una copia de la foto 95 figura en el Diario de Ascensión, f. 46 con la nota «foto de la primera visita del nuevo Vicario Apostólico en Guarayos. Ascensión» y la identificación de los personajes: Sentadas, junto a F. B. Buehl, las hermanas Sor Ehretrudis y Sor Carmela; de pie, y en una segunda fila, Hno. J. Yanocskó, padre Pío, padre A. Hoeller y Hno. Albano. 48 Diario de Ascensión, ff. 33-34. En el f. 34 se recogen tres fotografías dedicadas al evento, una de las cuales es la que recogemos aquí.
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la sociedad se agudizaron las críticas a la existencia de las misiones y a la actuación de la comunidad franciscana en el país. 4. «ENTRE LOS SIRIONÓS SIN BAUTIZAR CRECE UN NUEVO PUEBLO: SALVATIERRA», DÉCADA 1940
Así decía la frase impresa, escrita originalmente en alemán, al pie de una postal en la que se mostraba, en primer plano, un grupo de Sirionós acompañado por Fr. Hildeberto Walpoth y el Hno. Jocondo Yanocskó sobre un fondo en el que se veían la iglesia y varias casas que daban a una plaza cuyas proporciones no se adivinan (foto 208). La imagen, que fue reproducida en la revista de los franciscanos austriacos en 194949, fue tomada probablemente en la segunda parte de la década de los cuarenta, y forma parte de una amplia serie de fotografías cuyos originales se encontraban en el Archivo de Urubichá dado que, probablemente, el autor de buena parte de los mismos fue el P. Walpoth quien, llegado a Guarayos en 1930, fue destinado a la misión de Urubichá desde donde viajó con gran frecuencia a Salvatierra de la que también fue conversor. Aunque en la parte final de la colección de fotografías aquí recogida se incluyen algunas imágenes de los poblados en la fase inmediatamente anterior a su secularización, de importancia para la reconstrucción del espacio y la memoria de los poblados guarayos (fotos 192 a 196), me interesa centrarme aquí en las fotos dedicadas a Salvatierra tomadas en su mayor parte en las décadas de 1940 y 1950 (fotos 208 a 243). Mientras en el apartado anterior vimos el doble interés de Hoeller por mostrar tanto los logros conseguidos por los religiosos —particularmente en Yaguarú— como el punto de partida de una nueva misión —Santa María—, en el caso de Walpoth observamos un interés prioritario por mostrar, cual etnógrafo, la población Sirionó en su «estado natural» y la rapidez de los cambios conseguidos por los franciscanos entre una población a la que «redujeron», en torno a 1938, aunque la fundación propiamente dicha de la misión no se produjo hasta 1940. De hecho, cuando tras la secularización de las misiones guarayas (1939) —lo que conllevaba su transformación en parroquias y su administración civil al Estado a través de la Delegación, más tarde Intendencia Delegacional de Guarayos— llegaron a la región diversos inspectores de colonización para informarse del Me refiero a Franziskaner Missionen, publicada desde la década de 1920 y que a lo largo del tiempo se editó, prioritariamente, en Hall in Tirol, aunque en algunos casos también fue impresa en Bolzano. Esta fotografía se publicó en 1949. 49
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estado de los poblados guarayos sometidos a una pésima gestión cuando no total corrupción de los funcionarios gubernamentales50, varios de aquéllos notaron que Salvatierra era «un contraste de toda esta miseria»51. Esta última era, junto a Santa María, la única población que conservaba su categoría de misión pero, contrariamente a ésa, que en 1945 había sido prácticamente abandonada por sus pobladores, la neomisión fundada en la banda oriental del río Negro, en poco más de cinco años y gracias a la labor de los misioneros había logrado: «reunir doscientas familias agrupadas bajo el signo de la fe católica y puedo asegurar que, al seguir este ritmo, será el pueblo de Salvatierra mucho mejor que cualquiera de los núcleos guarayos.// Sus grandes galpones y depósitos están materialmente atiborrados de arroz, algodón y maní. La casa de pailas o fábrica de azúcar está funcionando activamente y los productos que sobren serán vendidos a nuestras subadministraciones52. // Cuenta con 95 cabezas de ganado vacuno, fuera de 20 bueyes carretoneros. Tiene una tropa de 120 cerdos, abundantes gallinas, patos, etc. Hay paz, dinamismo, orden, disciplina y sobre todo alegría y bienestar»53.
La mayor parte de las fotografías sobre Salvatierra aquí recogidas son, probablemente, obra de Fr. H. Walpoth54, cuya mirada se posa sobre los Sirionó, normalmente en grupos familiares más o menos amplios, frente a las cabañas, o en el bosque, «expectantes» algunos, apáticos otros ante la cámara y, en raras ocasiones, cubriéndose con las manos el bajo vientre. Aunque algunas de las escenas muestran a individuos o pequeños grupos practicando alguna actividad natural (tensando el arco como disponiéndose para la caza (fotos 224 y 229), una madre amamantando a su hijo (foto 233), en ningún caso se muestra a la población realizando tareas en el chaco o en el poblado destinadas a la producción de alimentos o Sobre el tema ver mis trabajos García Jordán, 2007a, 2007b. Informe de las misiones de Guarayos elaborado por el Inspector General de Colonias, Nataniel Prado Barrientos (La Paz, 30/11/1945), en GAM. Texto suelto con membrete del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Colonización de Bolivia y reproducido en García Jordán, 2006: 571-588; la frase aquí recogida en p. 586. 52 Se refiere a la administración de las recientemente secularizadas misiones guarayas cuya decadencia económica y demográfica había comprobado el inspector Prado Barrientos. 53 Informe citado en nota 51, en García Jordán, 2006: 586. 54 Comunicación personal del Padre Walter Neuwirth, párroco de Urubichá, a E. Kühne, a quien debo la información. 50 51
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útiles necesarios. Además, son raras las imágenes de Sirionó vestidos y, cuando aparece alguna —como la que aquí se incluye (foto 239)— resulta particularmente difícil entender la intención del autor de la misma en la que los Sirionó protagonistas de la escena aparecen vestidos con una camisa tirada que les llega casi a las rodillas los varones y completamente desnudas las dos mujeres, una de las cuales carga un niño. ¿Se pretende mostrar la oposición de los «ya» reducidos —sorprende en este caso que todos sean varones— frente a los aún «bárbaros» por someter, encarnados en este caso por las mujeres? Es una explicación demasiado fácil y, quizás, inexacta. Finalmente, junto a esta serie «etnográfica», he incluido en la parte final del trabajo varias fotografías, la mayoría de autoría desconocida, probablemente hechas en el arco temporal que va de fines de los treinta hasta la década de 1950, que retratan escenas de la vida cotidiana de los poblados. Es el caso de las imágenes que muestran a las jóvenes guarayas encargadas de barrer el templo y el atrio de la iglesia en Yaguarú (foto 190), o la recepción del algodón por una religiosa franciscana en el mismo poblado (foto 200), función que también aparece ejecutando Fr. H. Walpoth en Salvatierra (fotos 216 y 217), o actividades religiosas como detalles de las procesiones hechas, quizás con motivo de la fiesta patronal en Urubichá (fotos 205 y 206). Complemento de estas imágenes son las realizadas por Fr. Ansgar Prosegger y Fr. Augustin Harrer que, llegados a Bolivia a fines de los cuarenta el primero y en la década de 1950 el segundo, visitaron Guarayos y se interesaron, entre otras cuestiones, por la disposición urbana de algunos de los poblados (fotos 197, 198, 209 a 211) Pero sobre todas ellas me interesa destacar aquí, por su valor documental, imágenes de las autoridades guarayas. Me refiero, por un lado, a cuatro fotografías (193 a 196) que muestran a miembros del cabildo guarayo de San Pablo, con sus respectivas familias, en septiembre de 1939 —sólo tres meses después de la secularización—. La construcción de la imagen es siempre la misma pues tanto el cacique como los otros tres cargos son retratados sentados junto a sus respectivas esposas e hijas y frente a una casa; sólo en un caso, Cipriano Wyrape (¿el comandante?) y su familia aparecen sentados en medio de una calle al fondo de la cual se ve la iglesia. Por otro lado, a una fotografía (207), en la que ante la puerta principal de la iglesia de Urubichá —en fecha imprecisa pero, probablemente con motivo de la fiesta patronal de la población en algún año de la década de 1950— posan los caciques de los pueblos guarayos. Por último y no obstante resulte anecdótico en comparación con gran parte de las fotografías aquí recogidas he incluido una imagen de un 191
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religioso, quizás Fr. Augustin Harrer. Permítaseme la licencia de suponer que efectivamente es tal personaje —que sabemos viajó a Guarayos en la década de 1950 y retrató algunas escenas del espacio guarayo y sirionó— que en la fotografía (243) aparece sobre una canoa y con la cámara fotográfica preparada observando las riberas del río por el que navega a la búsqueda de un objetivo inusual a sus ojos. En el caso que el fotógrafo fuera Harrer, sin duda encontró una escena poco usual a los ojos de un europeo como son las últimas fotos que cierran este trabajo (fotos 244 a 247) en las que aparece reproducida un práctica inmemorial de los Guarayo, cuya pervivencia hasta la década de los cincuenta es evidente, la caza de los monos con cuya carne completaban su dieta de proteína animal. * * * Soy consciente que las fotografías recogidas en este trabajo ofrecen «fragmentos» de una realidad y de un tiempo que pasó y cuyas características más significativas he mostrado en la primera parte en la que he analizado la función desarrollada por las misiones franciscanas, a las que los gobiernos bolivianos otorgaron el monopolio de la socialización de los bárbaros ocupantes de las tierras bajas. He mostrado también los rasgos más significativos de la implementación del proyecto franciscano entre los Guarayo a lo largo de la etapa republicana hasta el momento en que se produjo la secularización de los poblados guarayos. El análisis de este proyecto se ha visto enriquecido por las series fotográficas aquí comentadas cuya función en la investigación, además de «ilustrar», ha sido la de «documentar», esto es, proporcionar elementos útiles para la comprensión del plan misional y de la población guaraya en que ese se desarrolló. En este sentido espero que este trabajo, del que las fotografías recogidas y estudiadas forman parte, ofrezca algunas claves para la interpretación de varios de los procesos sociales, económicos, ideológicos, religiosos desarrollados en Guarayos y, por ende, contribuya a la reconstrucción de la historia de la región y de los Guarayo.
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ÁLBUM DE FOTOGRAFÍAS
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Abreviaturas de los pies de las fotografías1
ADSIV. ACCSC. AFMS. APU. ARS. AT. S.a. S.f. S.l.
Archivo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco Archivo de Carlos Cirbián Barros. Santa Cruz Archivo de la Misión Franciscana de Schwaz (Tirol). Austria Archivo Parroquial de Urubichá Archivo de la Recoleta. Sucre Archivo de Tarata Sin autor Sin fecha Sin lugar
1 Los pies de las fotografías incluyen, junto a la referencia de la fuente en la que se encuentran, lugar, tema y fecha de publicación. En caso de carecer de alguno de dichos datos se cita como sin lugar (s.l.), sin fecha (s.f.). Por lo que se refiere a la autoría, que en gran parte de las fotografías no consta, se indica sin autor (s.a.). En este caso, no obstante, a partir de algunas fotografías en las que sí consta el autor y cuyo formato, características, etc. son similares a las «anónimas», y de pruebas documentales que permiten deducir la autoría, ésta se atribuye entre corchetes cuando la tomamos por cierta; en caso contrario se ponen interrogantes. Por lo que se refiere a la localización de las fotografías, en el caso que sepamos de la existencia de copias en documentos publicados o inéditos así se indica; así sucede, por ejemplo, con muchas de las fotografías tomadas por Fr. Alfredo Hoeller que figuran en algunos Diarios de los poblados, una copia de los cuales figura en el Archivo Misional de Guarayos (GAM), actualmente en Archivo Histórico de la Provincia Misionera de San Antonio, Bolivia (AHPMAB). Cuando con referencia a la imagen reproducida señalamos que se encuentra «a la izquierda» o «a la derecha» siempre es desde la perspectiva del espectador, del lector. Por último, los nombres de los misioneros —cuya grafía frecuentemente castellanizada por los propios religiosos es la que aquí se recoge— vienen precedidos de Fray (Fr) o Hermano (Hno) pues la mayoría de las fuentes hasta inicios del siglo XX aparecían como tales, entendiéndose que los primeros eran los que habían accedido al sacerdocio. Con posterioridad, estos últimos fueron denominados normalmente como Padres (P), aunque aquí se ha mantenido la fórmula primigenia. Finalmente, no puedo dejar de reiterar aquí mi agradecimiento a Eckart Kühne por la generosa ayuda prestada en la confirmación de fechas y lugares, amén de haber sido interlocutor extraordinario para la atribución a uno u otro autor de un importante grupo de fotografías.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 1. Cochabamba. Colegio de San José de Tarata. S.f. [circa 1898-1899]. Fuente. S.a. Reproducida en Priewasser, 1900: 100.
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Foto 2. Ascensión. Iglesia y casa misional. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 310. Pie de foto original en alemán: «Iglesia misional de Ascensión, diseñada y construida por el P. Genaro Scherer».
Foto 3. Ascensión. Iglesia, vista interior desde el coro. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 316. Pie de foto original en alemán: «Interior de la iglesia misional de Ascensión (Guarayos)».
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Foto 4. Urubichá. Iglesia, flanqueada por la casa misional, a la derecha, y la casa del cacique, a la izquierda. 1898. Fuente. [Luis Lavadenz Reyes]. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 328. Pie de foto original en alemán: «Iglesia misional de «Nuestra Señora de los Angeles en Urubichá. Habitación del cazique [sic]. Plaza del pueblo. Casa misional».
Foto 5. Urubichá. Iglesia, interior. Vista del altar mayor con los bancos reservados al Cabildo en primer plano. 1898. Fuente. [Luis Lavadenz Reyes]. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 322. Pie de foto original en alemán: «Interior de la iglesia de Urubichá con los bancos de las autoridades del pueblo».
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Foto 6. Yaguarú. Iglesia, flanqueda por la casa del cacique, a la izquierda y la casa misional, a la derecha. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 312. Pie de foto original en alemán: «La iglesia misional de Santa Cruz de Yaguarú (Guarayos). Habitación del cacique. Iglesia y campanario. Casa misional».
Foto 7. Yotaú. Iglesia y casa misional. Sentado en el banco el Hno. Pancracio Obersteiner. S.f. [antes de 1909]. Fuente. S.a. AFMS. Pie de foto original en alemán: «Iglesia antigua de Yotaú. En el banco está sentado Fr. Pancracio Obersteiner (tirolés)».
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Foto 8. Yotaú. Iglesia flanqueda por la casa misional y la casa/habitación del cacique. S.f. [antes de 1909]. Fuente. S.a. AFMS.
Foto 9. San Pablo. Iglesia primitiva. Procesión en la fiesta patronal. 29/06/1899. Fuente. S.a. [¿Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 352. Pie de foto original en alemán: «Procesión al oratorio del puerto fluvial de San Pablo, cerca de Ascensión, 29 de junio de 1899».
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Foto 10. Yaguarú. Frente sur de la plaza principal visto desde el campanario. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano en hoja suelta: «Plaza (frente Sur)».
Foto 11. Composición con iglesias guarayas. Fachadas correspondientes a Yotaú (centro y superior) y sin identificar (centro inferior). Escenas del altar mayor correspondientes a Yotaú (superior izquierda), Yaguarú (superior derecha), Ascensión (inferior izquierda), Urubichá (inferior derecha). S.f. [antes de 1909]. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 85. Pie de foto original en alemán: «Interior y exterior de varias iglesias misionales».
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Foto 12. Ascensión. Puente Scherer sobre el río Sapocó. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano en hoja suelta: «Puente Scherer (Río San Pablo)». Reproducida en Priewasser, 1900: 158. Pie de foto original en alemán: «Puente del P. Genaro Scherer sobre el Río Sapocó (Guarayos)».
Foto 13. Urubichá. Canoas en el río Blanco con población guaraya. En la canoa central hay tres franciscanos no identificados. 1898. Fuente. [Luis Lavandez Reyes]. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 219. Pie de foto original en alemán: «En el río-laguna de la Misión de Urubichá (Urubichá)».
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Foto 14. Yaguarú. Laguna Negra. Canoas junto al embarcadero con población infantil guaraya. En una canoa hay tres franciscanos no identificados. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 141. Pie de foto original en alemán: «En el lago de Yaguarú (Guarayos)».
Foto 15. Yaguarú. Laguna Negra. Canoas con población guaraya. En la canoa central hay un franciscano no identificado. 1898. Fuente. [Luis Lavadenz Reyes]. AFMS.
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Foto 16. Yotaú. Río San Pablo. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. [¿Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 191. Pie de foto original en alemán: «La cachuela de Yotaú en temporada de sequía máxima (Guarayos)».
Foto 17. San Pablo. Embarcadero con varias canoas y población guaraya en ambos lados del río. En la parte superior izquierda de la imagen parece verse la capilla. S.f. [¿1899?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 320. Pie de foto original en alemán: «Desembarco en el puerto fluvial de San Pablo en temporada seca».
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Foto 18. Ascensión. Taller de carpintería. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano en hoja suelta: «Taller de Carpintería».
Foto 19. Urubichá. Escuela de niñas. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. [¿Luis Lavadenz Reyes, Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 70. Pie de foto original en alemán: «Escuela de niñas en Urubichá (Misión de Guarayos)».
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Foto 20. Urubichá. Escuela de niños en una jornada festiva, con la presencia de una pequeña banda de la que forman parte, a la izquierda, dos franciscanos no identificados. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. [¿Luis Lavadenz Reyes, Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 87. Pie de foto original en alemán: «Escuela de niños en Urubichá. Guarayos. Bolivia».
Foto 21. Yotaú. Escuela de niñas. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. [¿Luis Lavadenz Reyes, Fr. Juan Bernabei?]. Reproducida en Priewasser, 1900: 249. Pie de foto original en alemán: «Una visita en la escuela de niñas de Yotaú. Guarayos».
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Foto 22. S.l. [Santa Cruz]. Fr. Bernardino J. Pesciotti «enseñando» un libro a unos niños. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. Reproducida en Priewasser, 1900: 8. Pie de foto original en alemán: «P. Bernardino (Prefecto de la misión desde 1897) enseñando a unos jóvenes guarayos y un chico sirionó capturado».
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Foto 23. Urubichá. Cabildo con los conversores, sentados de izquierda a derecha, Fr. Pacífico Toalino, Fr. Bernardino J. Pesciotti, Fr. Daniel Carvallo; entre estos dos últimos, de pie, se halla el cacique, 1898. Fuente. [Luis Lavadenz Reyes]. AT. Anotación manuscrita en castellano: «Autoridades de Urubichá».
Foto 24. Yaguarú. Cabildo presidido por el cacique Pedro Uté y Fr. Juan Bernabei. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano: «Autoridades de Yaguarú» y en hoja suelta «Padre Conversor y Cabildo». Reproducida en Priewasser, 1900: 114. Pie de foto original en alemán: «El Cabildo (Dignatarios) de la Misión de Yaguarú (Guarayos)».
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Foto 25. Ascensión. El cacique de Ascensión con su familia. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano: «Cacique y familia». Reproducida en Priewasser, 1900: 21. Pie de foto original en alemán: «El Cacique de Ascensión con su familia».
Foto 26. Yaguarú. El cacique Pedro Uté con su familia. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 55. Pie de foto original en alemán: «Un Jefe de tribu con su familia (Guarayos)».
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Foto 27. Yaguarú. Varones guarayos representando «tipos antiguos». 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Reproducida en Priewasser, 1900: 172. Pie de foto original en alemán: «“Hermanos de la selva” de antes en la misión de Yaguarú».
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Foto 28. Urubichá. Una Pareja de Guarayos. 1898. Fuente. Luis Lavadenz Reyes. AT. Anotación manuscrita en castellano: «Bárbaros recién conquistados». Reproducida en Priewasser, 1900: 128. Pie de foto original en alemán: «Una Pareja de Guarayos».
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Foto 29. S.l. [¿Yotaú?]. Grupo de varones guarayos junto a un franciscano [¿Fr. Domingo Yannacci?] en medio de un platanal. S.f. [1898-1899]. Fuente. Amelunge. Reproducida en Priewasser, 1900: 1. Pie de foto original en alemán: «Ejercicios de tiro de los Guarayos bajo plataneros».
Foto 30. S.l. [¿Urubichá?]. Grupo de varones guarayos junto a Fr. Daniel Carvallo. S.f. [inicios siglo XX]. Fuente. S.a. [¿Fr. Juan Bernabei?]. AFMS.
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Foto 31. Santa Cruz de la Sierra. Mensajeros y cargadores guarayos en la huerta del Hospicio franciscano. S.f. [1898-1899]. Fuente. S.a. Reproducida en Priewasser, 1900: 203. Pie de foto original en alemán: «Misioneros y cargadores de los misioneros de Guarayos en la huerta del Hospicio de Santa Cruz de la Sierra».
Foto 32. Santa Cruz de la Sierra. Dos jinetes guarayos en la huerta del Hospicio franciscano. S.f. [1898-1899]. Fuente. S. a. Reproducida en Priewasser, 1900: 183. Pie de foto original en alemán: «Dos guarayos «modernos» al emprender el viaje».
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Foto 33. Guarayos transportando el correo entre Guarayos y Santa Cruz. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «Carteros indios entre Santa Cruz y la misión de Guarayos».
Foto 34. Yaguarú. Porteadores guarayos. S.f. [inicios siglo XX]. Fuente. J. B. Vaudry. Reproducida en Chervin, 1908, I: 81.
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Foto 35. Alrededores de Yaguarú. Viajeros acompañados por un guarayo. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «En las Sabanas de Yaguarú».
Foto 36. Urubichá. Preparación del charque en el patio trasero de la iglesia y de la casa misional. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «Preparando el Charque en Urubichá».
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Foto 37. Guarayos [¿Ascensión?]. Hilanderas guarayas. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «Hilanderas guarayas».
Foto 38. Ascensión. Grupo de mujeres guarayas en actitud de descanso. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «Mujeres guarayas en Ascensión».
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Foto 39. Yotaú. Banda de música en una recepción ¿a un viajero, al prefecto misionero?. 1907. Fuente. Theodor Herzog. Reproducida en Herzog, 1923. Pie de foto original en alemán: «Recepción con música en la misión indígena de Yotaú».
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Foto 40. Yotaú. Muchachos guarayos durante el secado del arroz. S.f. [1909-1912]. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita: «Yotaú 18 Marzo 1912. Patio de la casa misional. Muchachos secando arroz. Saludos. Fr. Rufino Holler».
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Foto 41. Guarayos. Postal con cuatro escenas. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: 1. Cabildo junto al conversor. 2. Ascensión. Construcción de una canoa con la torre de la iglesia al fondo. 3. Descanso del trabajo de un grupo de guarayos en el chaco comunal. 4. Guarayos cosechando arroz, descansando de la tarea. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 147. Pie de foto original en alemán: «1. El Padre Alcalde con su consejo municipal. El bastón en sus manos es el signo de dignidad. 2. Indios construyendo un «panvas» [sic] en Ascensión. 3. Parada de mediodia en la selva. 4. Indios en la cosecha de arroz (trillando)». S.f. [inicios siglo XX].
Foto 42. Ascensión. Construcción de una canoa con la torre de la iglesia al fondo. S.f. [inicios siglo XX]. Fuente. S.a. AFMS.
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Foto 43. Guarayos. Escolares guarayas con su maestra. S.f. [primera década del siglo XX]. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 99. Pie de foto original en alemán: «Colegio de niñas indias donde enseñan en los últimos años hermanas austriacas».
Foto 44. Yaguarú. Escuela de niñas con Fr. Rufino Holler. 1908. En la pizarra de la izquierda se puede leer: «Ñande ru, Papa guazu, Pai santo Pio X, Tupa tozaizu! Gua...yu pais, Yaguaru» cuya versión castellana es «Nuestro Padre, el Papa Grande, el Padre Santo, Pío X, que Dios lo guarde y lo tenga siempre!». En la pizarra de la derecha original en latín: «Oremos por nuestro Pontífice Pío que Dios nos conserve». Fuente. Fr. Aureliano Tschimben. ADSIV.
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Foto 45. Guarayos. Varones guarayos techando un edificio con hojas de palmera. S.f. [primera década del siglo XX]. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 104. Pie de foto original en alemán: «Techar con hojas de palmera».
Foto 46. Guarayos. Cortejo fúnebre. S.f. [primera década del siglo XX]. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 129. Pie de foto original en alemán: «Entierro de una niña india en la misión».
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Foto 47. S.l. [¿San Pablo?]. Embarcadero. S.f. [inicios siglo XX]. Fuente. S.a. ADSIV.
Foto 48. San Pablo. Casa misional. S.f. [inicios siglo XX]. Fuente. S.a. ADSIV.
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Foto 49. San Pablo. Iglesia en construcción y casa misional. S.f. [circa 1910]. Fuente. S.a. ADSIV.
Foto 50. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli con los porteadores guarayos. 1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 51. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli montado en un buey. 1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
Foto 52. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli «cruzando» el río. 1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 53. Yotaú. Iglesia nueva construida a iniciativa de Fr. Bernardino J. Pesciotti. 22 o 23/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
Foto 54. Yotaú. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. 22/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
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Foto 55. Yotaú. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. Junto a éste, a la derecha, se halla el prefecto misionero Fr. Bernardino J. Pesciotti. 22/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
Foto 56. Yotaú. «Carneado». Reparto de carne entre la población, en el patio trasero de la iglesia, con motivo de la celebración de la bendición del templo de Yotaú. 22/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
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Foto 57. Yotaú. Juego del palo encebado. 23/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
Foto 58. Yotaú. Grupo de niñas, adolescentes y mujeres en torno al internuncio Rodolfo Caroli. 22 o 23/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ARS.
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Foto 59. Yotaú. Grupo de autoridades en torno al internuncio Rodolfo Caroli. Los personajes de izquierda a derecha empezando por la fila inferior: Félix Camponovo (secretario de Caroli), Fr. Bernardino J. Pesciotti (prefecto misionero), Rodolfo Caroli (internuncio), José Miguel Velasco (subprefecto provincia Ñuflo de Chávez), Félix Delgadillo (canónigo Catedral de Sucre). Segunda fila: Fr. Domingo Yannacci [¿] (conversor Urubichá), Fr. Francisco Zoccolani [¿] (misionero en Potosí), Fr. Alberto Singer (conversor San Pablo), Fr. Evaristo Tomassini [¿] (conversor). Personajes civiles en segunda y tercera fila no identificados. 22 o 23/07/1918. Fuente. [Miguel Rojas]. ADSIV.
Foto 60. Ascensión. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli, frente a la iglesia, en la plaza central. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 61. Ascensión. Desfile «militar» en la recepción al internuncio Rodolfo Caroli. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
Foto 62. Ascensión. Grupo de jóvenes, adolescentes y mujeres guarayas; en el centro el internuncio Caroli junto a un franciscano [¿Fr. Dámaso Sartori?]. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 63. Ascensión. Banda de Urubichá. En el centro el internuncio Rodolfo Caroli y Fr. Domingo Yannacci [?]. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
Foto 64. San Pablo. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 65. San Pablo. Grupo de autoridades religiosas y civiles. Sentados, de izquierda a derecha: Félix Delgadillo (canónigo catedral de Sucre), internuncio Rodolfo Caroli, Fr. Alberto Singer (conversor de S. Pablo), Fr. Evaristo Tomassini [?]. Detrás, de pie, el cabildo indígena con el cacique (el que lleva chaqueta oscura) en el centro. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
Foto 66. San Pablo. Grupo de varones guarayos. En el centro, sentados, de izquierda a derecha: Fr. Alberto Singer (conversor de San Pablo), internuncio Rodolfo Caroli, Fr. Evaristo Tomassini [¿]; tras éste el cacique de San Pablo acompañado por el resto del cabildo. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 67. San Pablo. Grupo de arqueros, en el centro del cual figuran el internuncio Rodolfo Caroli, Fr. Alberto Singer (conversor de San Pablo), y en primer plano a la derecha, franciscano no identificado. 24 a 27/07/1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
Foto 68. S.l. [¿Paila?]. Confirmación de fieles en el transcurso del viaje. 1918. Fuente. [¿Miguel Rojas?]. ARS.
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Foto 69. Postal compuesta de 5 escenas. S.f. [primera década siglo XX]. De izquierda a derecha y de arriba abajo: 1. Grupo de guarayos en viaje con sus panacú. 2. Urubichá. Parada militar con la banda de música. 3. Urubichá. Detalle de la banda de musica; observar a la izquierda de la imagen dos franciscanos no identificados. 4. Misionero franciscano no identificado. 5. Yotaú. Jinetes frente a la casa misional. Fuente. S. a. Reproducida en Kowanda, 1925: 149. Pie de foto original en alemán: «1. Indios guarayos con sus mochilas de hojas de palmera trenzadas. 2. Tropas guarayas. 3. Banda de música de muchachos. 4 y 5. Misioneros franciscanos».
Foto 70. Urubichá. Celebración de la fiesta nacional de Austria en Guarayos. Hay un total de 8 franciscanos presentes de los que he logrado identificar los que están sentados, de izquierda a derecha: Fr. Bernardino J. Pesciotti, Fr. Daniel Carvallo. El franciscano que muestra la bandera es, probablemente, Fr. Rufino Holler. El «maestro» de música, el segundo por la izquierda, es el Sr. Imedín Aguilar. S.f. [1908]. Fuente. S. a. Reproducida en Kowanda, 1925: 205. Pie de foto original en alemán: «Los guarayos festejan la fiesta nacional de Austria en honor de los misioneros austriacos».
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Foto 71. Urubichá. Parada militar con banda de música. S.f. [segunda década del siglo XX]. Fuente. S.a. Reproducida en Kowanda, 1925: 149. Pie de foto original en alemán: «Tropas guarayas».
Foto 72. Ascensión. Patio de la iglesia y alrededores vistos desde la torre de ésta. S.f. [década 1920]. Fuente. S.a. AFMS. Anotación original en alemán: «Misión de los Franciscanos tiroleses en Guarayos, Bolivia. Interior del patio de la misión de Ascensión, tomado desde la torre. En primer plano carne seca (Charque) y pieles de reses secándose. Los árboles son naranjos. A la izquierda los talleres (herrería, zapatería, sillería). En el fondo, lagunas (lagos) y el camino a San Pablo y Mojos. A la derecha la escuela y parte de la sacristía».
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Foto 73. Ascensión. La torre de la iglesia vista desde el patio. S.f. [década 1920]. Fuente. S.a. AFMS.
Foto 74. San Pablo. Iglesia y casa misional frente a la que se halla un franciscano. S.f. [década 1920]. Fuente. S.a. AFMS.
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Foto 75. San Pablo. La plaza del pueblo vista desde el balcón de la casa misional. S.f. [década 1920]. Fuente. S.a. AFMS. Pie de foto original en alemán: «Vista desde la casa de los padres en San Pablo».
Foto 76. Urubichá. Plaza con la iglesia al fondo. S.f. [1925-década 1930]. Fuente. S.a. AFMS.
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Foto 77. Urubichá. Iglesia, fachada. S.f. [1925-década 1930]. Fuente. S.a. APU.
Foto 78. Urubichá. Iglesia. Nave central, decorada, con el altar mayor al fondo. S.f. [circa 1930]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
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Foto 79. Urubichá. Interior de la iglesia, desde el coro, durante la celebración de la misa. S.f. [1929-1940]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS.
Foto 80. Urubichá. Vista exterior del tejado de la iglesia durante las obras para bajar la altura de la nave. S.f. [década 1940]. Fuente. S.a. AFMS.
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Foto 81. Urubichá. Vista interior del tejado de la iglesia durante las obras para bajar la altura de la nave. S.f. [década 1940]. Fuente. S.a. AFMS.
Foto 82. Yaguarú. Vista de la plaza y la calle principal desde la torre de la iglesia. S.f. [1929-1930]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 27.
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Foto 83. Yaguarú. Vista parcial del pueblo y la laguna al fondo. A la izquierda el techo de la casa parroquial. S.f. [¿1929-1930?]. Fuente. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
Foto 84. Yaguarú. Iglesia. Fachada principal. S.f. [¿1929-1930?]. Fuente. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
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Foto 85. Yaguarú. Casa misional frente a la que se halla Fr. Juan Capistrano Hofmann, con la iglesia al fondo. S.f. [¿1929-1930?]. Fuente. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Iglesia con P. Capistrano».
Foto 86. Yaguarú. Patio de la iglesia. Al fondo de izquierda a derecha: casa misional e iglesia con la torre. En el patio se hallan diversos espacios destinados a la manipulación de la carne (charque), grano y fabricación de piezas de adobe. S.f. [¿1929-1930?]. Fuente. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
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Foto 87. Yaguarú. «Visitantes». Quizás son, de izquierda a derecha: [¿Héctor Pérez (asesor técnico del Ministerio de Colonización) y su esposa?, Sor Ignacia Bozzetta, Sor Carmela Sam y ¿Fr. J. C. Hofmann?]. S.f. [¿julio 1929?]. Fuente. Piérola. ACCSC.
Foto 88. Ascensión. Banda de música. En el centro Fr. Dámaso Sartori; a la derecha, con sombrero blanco, el maestro de capilla [¿Sr. Pío Oreyai?]. 1925. Fuente. S.a. AFMS. Anotación original en alemán: «Banda de Ascensión, en el centro P. Damaso, a la derecha con sombrero, el maestro de capilla».
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Foto 89. Yotaú. Camino de acceso al pueblo con la iglesia al fondo. S.f. [¿fines década 1920-inicios treinta?]. Fuente. S.a. ACCSC. Postal. Pie de foto original: «La llegada a la misión de Yotaú».
Foto 90. Yotaú. Vista parcial del patio con la torre de la iglesia al fondo; en primer plano Fr. Ignacio Schwendmayer. 1928. Fuente. S.a. Postal. ACCSC. Anotación manuscrita: «En recuerdo de mi inolvidable General el Señor Pastor Valdivieso [sic]. [Fdo.] Fray Ignacio Schwendmayer. Yotaú, Julio 30 de 1928».
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Foto 91. [Urubichá]. Grupo de caciques guarayos, con sus bastones de mando, acompañados de dos mujeres, esposas de dos de los caciques no identificados. 1929. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV. Anotación manuscrita: «Caciques, 1929».
Foto 92. [Urubichá]. Misioneros y caciques guarayos. Sentados de izquierda a derecha: Fr. Juan C. Hofmann, Fr. Fulgencio Lasinger, Fr. Francisco B. Buehl, Fr. Tarsicio Senner, Fr. Félix Haidinger. De pie de izquierda a derecha: Fr. Alfredo Hoeller, un franciscano no identificado, caciques guarayos, Fr. Ignacio Schwendmayer. 1929. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV. Anotación manuscrita: «Padres, 1929». Copia en Diario de Ascensión, f. 25, anotación manuscrita: «Los RR.PP. en la fiesta de Urubichá 1929».
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Foto 93. [Ascensión]. Conversores en Guarayos. Sentados, de izquierda a derecha: Fr. Félix Haidinger, Fr. Alfredo Hoeller, Fr. Francisco B. Buehl, Fr. Camilo Agrazar, Fr. Fulgencio Lasinger. De pie, de izquierda a derecha: Hno. Jocondo Yanosckó, Fr. Albano Lorent, Hno. Osmundo Guttenbrumer, Fr. Salvador Pillon [¿], Fr. Juan C. Hofmann, Fr. Eloy Dastl [?], Fr. Hildeberto Walpoth, Fr. Anselmo Schermair. S.f. [abril 1931]. Fuente. [Fr. Tarsicio Senner]. ADSIV.
Foto 94. [Ascensión]. Conversores en Guarayos. Sentados, de izquierda a derecha: Fr. Félix Haidinger, Fr. Tarsicio Senner, Fr. Francisco B. Buehl, Fr. Camilo Agrazar, Fr. Fulgencio Lasinger. De pie, de izquierda a derecha: Hno. Jocondo Yanosckó, Fr. Albano Lorent, Hno. Osmundo Guttenbrumer, Fr. Salvador Pillon [¿], Fr. Juan C. Hofmann, Fr. Alfredo Hoeller, Fr. Eloy Dastl [?], Fr. Hildeberto Walpoth, Fr. Anselmo Schermair. S.f. [abril 1931]. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV.
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Foto 95. Ascensión. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). Sentados de izquierda a derecha: Sor Ehrentrudis Grasmayr, Fr. Francisco B. Buehl, Sor Carmela Sam. De pie de izquierda a derecha: Hno. Jocondo Yanosckó, Fr. Salvador Pillon [¿], Fr. Alfredo Hoeller, Fr. Albano Lorent. S.f. [1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Ascensión, P. Alfredo».
Foto 96. Ascensión. De izquierda a derecha, Sor Ehrentrudis Grasmayr, Fr. Francisco B. Buehl, Sor Carmela Sam. S.f. [1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Ascensión, P. Alfredo».
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Foto 97. [Ascensión]. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). De izquierda a derecha: Sor Ehrentrudis Grasmayr, Fr. Tarsicio Senner, Fr. Francisco B. Buehl, Fr. Félix Haidinger, Sor Carmela Sam, Fr. Alfredo Hoeller. S.f. [1931]. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV.
Foto 98. [Ascensión]. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). De izquierda a derecha: Sor Ehrentrudis Grasmayr, Sor Carmela Sam, Fr. Tarsicio Senner, Fr. Alfredo Hoeller, Fr. Francisco B. Buehl, Fr. Félix Haidinger. S.f. [1931]. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV.
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Foto 99. [Ascensión]. Bodas de oro sacerdotales del P. Camilo Agrazar. De izquierda a derecha sentados: Fr. Tarsicio Senner, Fr. Camilo Agrazar, Fr. Eloy Dastl [¿]. De pie, de izquierda a derecha: Hno. Jocondo Yanosckó, Fr. Alfredo Hoeller, Hno. Osmundo Guttenbrumer, Fr. Anselmo Schermair [¿]. S.f. [18/01/1934]. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV. Copia en Diario de Ascensión, ff. 33-34.
Foto 100. Yaguarú. Fr. Juan C. Hofmann y Fr. Alfredo Hoeller con el personal de la casa misional. 1929. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en latín: «Yaguarú. ¡Oh que bueno y que gozoso vivir los hermanos unidos!». Copia en Diario de Yaguarú, f. 27. Anotación manuscrita en castellano: «1929. R. P. Juan Capistrano, R. P. Alfredo y el personal de la casa».
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Foto 101. Ascensión. Vista interior de la iglesia decorada con motivo de la ceremonia de la Confirmación. S.f. [1930-1932]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Copia en Diario de Ascensión, f. 25. Anotación manuscrita: «Confirmación en Ascensión».
Foto 102. Ascensión. Iglesia, fachada principal. S.f. [¿1930-1940?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 103. Ascensión. Patio de la iglesia; al fondo capilla y casa misional. S.f. [¿1930-1940?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 104. Yaguarú. Patio de la iglesia cuya torre se ve al fondo. S.f. [1929-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Yaguarú».
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Foto 105. Yaguarú. Patio de la iglesia y talleres que dan al mismo. Vista desde la torre. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 15. Anotación manuscrita: «Aspecto desde la torre de Yaguarú hacia Oeste».
Foto 106. Yaguarú. Vista interior del templo, decorado, durante la celebración de la Misa. S.f. [década 1930 o cuarenta]. Fuente. S.a. AFMS.
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Foto 107. Urubichá. Procesión religiosa con motivo, probablemente, de la fiesta patronal. S.f. [década 1930 o cuarenta]. Fuente. S.a. AFMS.
Foto 108. Pueblo guarayo [¿Urubichá?]. Grupo de escolares con un varón adulto a la izquierda y un franciscano a la derecha. S.f. [década 1930 o cuarenta]. Fuente. S.a. ADSIV.
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Foto 109. Pueblo guarayo [Ascensión o Yaguarú]. Grupo de escolares, dos de los cuales portan sendos tambores, con una religiosa en el centro. S.f. [segunda mitad de la década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. ADSIV.
Foto 110. Ascensión. Población esperando el reparto de comida en el patio de la iglesia, ante la presencia de dos franciscanos [¿Fr. Dámaso Sartori?, en el centro a la derecha]. S.f. [¿circa 1925?]. Fuente. S.a. ADSIV.
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Foto 111. Yaguarú. Estancia San Roque, al Norte de la población. Vista de cabañas y recinto para el ganado. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 19. Anotación manuscrita: «San Roque, estancia de esta misión hacia el Norte».
Foto 112. Yaguarú. Estancia San Roque o Santa Bárbara. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Yaguarú. Estancia San Roque». Copia en Diario de Yaguarú, f. 19. Anotación manuscrita: «Santa Bárbara, estancia hacia el Norte».
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Foto 113. Yaguarú. [Estancia San Roque o Santa Bárbara]. El marcado de los «carimbados». 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 19. Anotación manuscrita: «Recuento 1930. El acto de marcar los carimbados con la marca de la Misión».
Foto 114. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Capilla. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 17. Anotación manuscrita: «La capilla sucursal de Puerto Cururú».
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Foto 115. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Casa misional. S.f. [1930]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Cururú. Casa del Padre».
Foto 116. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Trapiche para la manipulación del azúcar. S.f. [1930]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Cururú. Molino del azúcar».
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Foto 117. Cururú, vista del río. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Copia en Diario de Yaguarú, f. 21. Anotación manuscrita: «Puerto Cururú».
Foto 118. Cururú. Arboleda en el chocolatal. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 23. Anotación manuscrita: «Arboleda en el chocolatal de Cururú».
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Foto 119. S.l. [¿Ascensión?]. Mujeres esperando el reparto de carne en presencia de un franciscano [¿Fr. Félix Haidinger?]. S.f. [inicios década 1930]. Fuente: S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 120. Ascensión. Construcción del granero. S.f. [1930-1939]. Fuente. S.a. [Según comunicación personal de E.Kühne, el autor es un fotógrafo, aún por identificar, que tomó muchas fotos postales de las iglesias jesuíticas en Chiquitos]. ADSIV. Anotación manuscrita: «Granero Ascensión».
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Foto 121. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos recogiendo barro para la elaboración de ladrillos. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 122. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos cargando ladrillos. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 123. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos elaborando ladrillos. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 124. Yaguarú. Muchachos recogiendo el «tobachi» para el blanqueo de las casas. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 29. Anotación manuscrita: «Muchachos de ésta [misión] trabajando».
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Foto 125. Yaguarú. Muchachos cargando recipientes conteniendo el «tobachi» para el blanqueo de las casas. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 17. Anotación manuscrita: «Muchachos ocupados en blanquear las casas con tobachi».
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Foto 126. Yaguarú. El prefecto Fr. Francisco B. Buehl durante su visita pastoral a la población. S.f. [1930-1931].
Foto 127. Yaguarú. Muchachos en la cosecha del algodón. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 21. Anotación en castellano: «Cosecha de algodón. Siempre ocupados, hasta por la tarde antes de dormir...».
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Foto 128. Yaguarú. Muchachos trabajando en el chocolatal. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Muchachos en el chocolatal».
Foto 129. Yaguarú. El cacique, Pedro Carai, en el chaco. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Cacique en el chaco».
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Foto 130. Yaguarú. Varones guarayos sembrando el arroz. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Cultivo de arroz».
Foto 131. Yaguarú. Varón guarayo preparando el chaco para el sembrado del arroz. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Cultivo de arroz».
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Foto 132. Yaguarú. Jóvenes guarayos trabajando en el chocolatal. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Yaguarú. Chocolatal».
Foto 133. Yaguarú. Jóvenes guarayos lavando los granos de chocolate. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotacion manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Lavando el chocolate».
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Foto 134. Yaguarú. Taller de carpintería. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 29. Anotación manuscrita: «Carpintería en Yaguarú».
Foto 135. Ascensión. Taller de carpintería. 1929. Fuente. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV. Copia en Diario de Ascensión, f. 22. Anotación manuscrita: «La carpintería de Ascensión. 1929».
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Foto 136. Yaguarú. Ollera guaraya manipulando el barro. 1930. Fuente: Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 17. Anotación manuscrita: «En la alfarería. Una ollera trabajando».
Foto 137. Yaguarú. Hombre guarayo «trenzando» la miaza para cubrir una tumba. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Trenzando miaza para la tumba».
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Foto 138. Población guaraya [¿Ascensión, Yaguarú?]. Hombres guarayos cocinando. S.f. [circa 1930]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 139. S.l. Niños guarayos jugando. Tras ellos una cruz en la que se lee la inscripción «1927». S.f. [fines década veinte-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 140. S.l. Guarayo anciano. S.f. [¿década 1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 141. S.l. Guaraya anciana. S.f. [¿década 1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 142. S.l. Muchacho guarayo con un violín de tacuara. S.f. [¿década 1930?]. Fuente: S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 143. S.l. Mujer guaraya cargando el panacú. S.f. [¿década 1930?]. Fuente: S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 144. S.l. Carretero guarayo descansando en la hamaca. S.f. [¿década 1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
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Foto 145. S.l. Joven guaraya tejiendo una alfombra. S.f. [¿década 1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 146. Yaguarú. Llegada de mujeres de Urubichá. S.f. [1929-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Llegada de las novias de Urubichá».
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Foto 147. Yaguarú. Canoa con jóvenes guarayos y Fr. Fulgencio Lasinger. S.f. [1929-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Fulgencio».
Foto 148. Yaguarú. Canoa con jóvenes guarayos en el tacuaral. S.f. [1929-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Yaguarú. Canoa en el tacuaral».
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Foto 149. San Pablo. Canoa con Fr. Félix Haidinger y hombres guarayos de retorno a Santa María. S.f. [fines década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «P. Félix Haidinger viaja desde San Pablo de vuelta a Santa María de Sirionós».
Foto 150. Fr. Tarsicio Senner y Fr. Francisco Bertoldo Buehl viajando en canoa por el río Blanco, junto a jóvenes guarayos. S.f. [inicios década 1930]. Fuente. S.a. [Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Los Padres Tarsicio y Bertoldo en el Río Blanco».
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Foto 151. S.l. Fr. Juan C. Hofmann a caballo junto al río. S. f. [década 1930]. Fuente. S.a. ADSIV.
Foto 152. S.l. Franciscano a caballo. S.f. Fuente. S.a. APU.
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Foto 153. S.l. [¿Santa María?]. «Barbullo»2 de mediodía. S.f. [fines década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 154. S.l. [¿Santa María?]. Hombres afilando machetes. S.f. [fines década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Probablemente refiere al término «barbulla» que según el Diccionario RAE significa «ruido, voces y griterío de los que hablan a un tiempo confusa y atropelladamente». 2
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Foto 155. S.l. [¿Santa María?]. Cocinero lavando la olla. S.f. [fines década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «El cocinero lavando».
Foto 156. S.l. [¿Santa María?]. Hombres guarayos descansando en la selva. S.f. [fines década 1920-inicios treinta]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
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Foto 157. S.l. Cacique guarayo junto a su caballo. S.f. [década 1930]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «El cacique con...».
Foto 158. S.l. Guarayo preparado para la trilla. S.f. [1930-1935]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Trillando». Reproducida en Franziskaner Missionen, nº 19 (Hall in Tirol, 1935 [1936]), p. 15.
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Foto 159. Santa María. Grupo de cabañas de la nueva misión. 26/11/1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 25. Anotación manuscrita: «Santa María Nueva. 26.XI.1930».
Foto 160. Santa María. Grupo de sirionós entre las cabañas. S.f. [1930]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS.
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Foto 161. Santa María. Capilla provisional. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Capilla misional de Santa María. Edificio provisional construido por indios Guarayo con ayuda de los sirionós».
Foto 162. Santa María. Primera casa misional. S.f. [1930]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Primera casa de los Padres en Santa María».
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Foto 163. Santa María. Capilla. Interior con la presencia de Fr. Félix Haidinger. S.f. [1930-1931]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 164. Santa María. Casa misional. En primer plano, en el porche, los franciscanos Fr. Félix Haidinger y Fr. Francisco Amill Amorós con una niña. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV.
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Foto 165. Santa María. Grupo de cabañas y, en el centro, los franciscanos, de izquierda a derecha, Fr. Félix Haidinger y Fr. Francisco Amill Amorós junto a tres niños. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV.
Foto 166. Santa María. Grupo de cabañas frente a las que aparece Fr. Francisco Amill Amorós y un joven indígena. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. En otra copia, con la imagen movida, figura la anotación original en alemán: «Chozas en Santa María. P. Francisco Amill (español)».
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Foto 167. Santa María. Escena de grupo, en medio del «chaqueo», donde aparecen, de izquierda a derecha: Fr. Francisco Amill Amorós, familia Sirionó, Fr. Félix Haidinger. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV.
Foto 168. Santa María. Chaqueo. S.f. [1930-1931]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV.
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Foto 169. Santa María. Cacique sirionó, al que los franciscanos denominaron Silvestre. 1930. Fuente. Fr. Tarsicio Senner. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «El cacique Silvestre, de Santa María, de perfil».
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Foto 170. Varones sirionós en el bosque. S.f. [1927-1931]. Fuente. S.a. [¿Sr. Radwan, Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 171. Santa María. Grupo de sirionós con Fr. Tarsicio Senner. S.f. [1933]. Fuente. S.a. [Fr. Alfredo Hoeller]. ADSIV. Copia en Diario de Ascensión, f. 29. Anotación manuscrita: «El M.R.P. Prefecto rodeado de gente sirionó en Santa María la Nueva. A la mano derecha de él, el renombrado cazique [sic] Silvestre. A su izquierda el resto del cabildo».
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Foto 172. S.l. [Santa María]. Arquero sirionó. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV.
Foto 173. S.l. [Santa María]. Madre sirionó con su hijo. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV
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Foto 174. S.l. [Santa María]. Hombres sirionós afilando un trazado (machete). S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Chori afilando un trazado».
Foto 175. Santa María. Grupo de sirionós. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 23. Anotación manuscrita: «Los Cuidantes de S. María Nueva hasta la traslación definitiva de la Misión».
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Foto 176. Santa María. Madres sirionós con sus hijos. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 25. Anotación manuscrita: «Los primeros habitantes de S. María».
Foto 177. Santa María. Varón sirionó en primer plano; tras él, una madre con su hijo. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita: «Santa María».
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Foto 178. Santa María. Arquero sirionó. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
Foto 179. Santa María. Mujer sirionó preparando la comida. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Mujer sirionó (Neoze) de Santa María preparando la cocina. La olla está fabricada por los mismos sirionós».
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Foto 180. Santa María. Hilandera sirionó. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Mujer sirionó de Santa María. Tiene vergüenza de ser fotografiada «hilando» y cierra los ojos».
Foto 181. Santa María. Niño sirionó. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. AFMS.
Foto 182. Santa María. Niños sirionós «mostrando» dos calaveras. S.f. [¿1930?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Alfredo Hoeller?]. AFMS.
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Foto 183. Santa María. Niña sirionó. 1930. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. Diario de Yaguarú, f. 23. Anotación manuscrita: «Una muchacha de S. María Nueva con su tipoi típicamente sencillo».
Foto 184. Santa María. Varón sirionó de nombre Nelerasi. S.f. [¿1930?]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Santa María. Nelerasi operado por mí».
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Foto 185. Santa María. Hilandera sirionó. S.f. [¿1930?]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Hilanderas de Santa María».
Foto 186. Santa María. Adolescente sirionó. S.f. [¿1930?]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Muchacha de Santa María».
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Foto 187. Santa María. Pareja sirionó. S.f. [¿1930?]. Fuente. Fr. Alfredo Hoeller. ADSIV. Anotación manuscrita original en alemán: «Pareja casada de Santa María».
Foto 188. Santa María. Capilla. S.f. [1933]. Fuente. [¿Fr. Alfredo Hoeller, Fr. Anselmo Schermair?]. ADSIV. Copia en Diario de Ascensión, f. 27. Anotación manuscrita: «Santa María. La nueva capilla. 1933».
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Foto 189. Ascensión. Jóvenes junto al alambique fabricado en la herrería con destino a San Pablo. S.f. [1929-1931]. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita en original alemán: «El Símbolo de San Pablo!». Copia en Diario de Ascensión, f. 25. Anotación manuscrita: «Herrería de Ascensión».
Foto 190. Yaguarú. Barrenderas en el atrio de la iglesia. S.f. [fines década 1940–inicios cincuenta]. Fuente. Fr. Ansgar Prosegger. AFMS.
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Foto 191. S.l. [¿Urubichá o Salvatierra?]. Mujer con cántaro. S.f. [¿década 1930 o 1940?]. Fuente. S.a. APU.
Foto 192. Santa Cruz. Porteadores guarayos cargando el panacú. S.f. [década 1930]. Fuente. S.a. ADSIV.
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Foto 193. San Pablo. Cacique Lucas Yabandire con su familia. Septiembre 1939. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita: «Cacique Lucas Yabandire con familia».
Foto 194. San Pablo. Cipriano Wyrape con su familia. Iglesia al fondo. Septiembre 1939. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita: «Cipriano Wyrape con familia».
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 195. San Pablo. Capitán Sixto Arigui con su familia. Septiembre 1939. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita: «Capitán Sixto Arigui con familia».
Foto 196. San Pablo. Comisario Bautista Apucaeroba con su mujer Peregrina, hijos y nietos. Septiembre 1939. Fuente. S.a. ADSIV. Anotación manuscrita: «Comisario Bautista Apucaeroba con su mujer Peregrina y parientes».
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Foto 197. Yaguarú. Vista parcial del patio desde el claustro superior de la casa misional. S.f. [¿fines década 1940-inicios cincuenta?]. Fuente. Fr. Ansgar Prosegger. AFMS.
Foto 198. Yaguarú. Patio de la iglesia con la casa misional al fondo. S.f. [¿fines década 1940-inicios cincuenta]. Fuente. Fr. Ansgar Prosegger. AFMS.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 199. Urubichá. Convento de las religiosas franciscanas junto a la iglesia. S.f. [¿década 1930?]. Fuente. S.a. ADSIV.
Foto 200. Yaguarú. Monja pesando el algodón entregado por las jóvenes guarayas. S.f. [décadas 1930-1940]. Fuente. S.a. ADSIV.
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Foto 201. Fr. Hildeberto Walpoth en canoa en el río [¿Negro?]. S.f. [¿décadas 1940-1950?]. Fuente. S.a. APU.
Foto 202. S.l. [¿Urubichá?]. Jóvenes guarayas lavando ropa en el río. S.f. [¿décadas 1930-1940?]. Fuente. S.a. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 203. S.l. [¿Urubichá?]. Mujer guaraya. S.f. [¿décadas 1930-1940?]. Fuente. S.a. APU.
Foto 204 Urubichá. Grupo de jóvenes y mujeres guarayas frente a la iglesia. S.f. [¿décadas 1940-1950?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 205. Urubichá. Procesión. S.f. [¿décadas 1940-1950?]. Fuente. S.a. APU.
Foto 206. Urubichá. Procesión. S.f. [¿décadas 1940-1950]. Fuente. S.a. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 207. Urubichá. Autoridades guarayas. S.f. [¿décadas 1940-1950?]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 208. Salvatierra. Hno. Jocondo Yanocskó y Fr. Hildeberto Walpoth junto a un grupo de sirionós. S.f. [1945-1949]. Fuente. S.a. APU. Postal con anotación impresa original en alemán: «Misión de los franciscanos austriacos en Bolivia: Entre los sirionós sin bautizar crece un nuevo pueblo: Salvatierra». Reproducida en Franziskaner Missionen (1949), p. 38.
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Foto 209. Salvatierra. Vista general del pueblo. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Augustin Harrer?]. APU.
Foto 210. Salvatierra. En primer plano joven guarayo con caballerías junto al río. Al fondo, la iglesia. S.f. [década 1950]. Fuente. Fr. Augustin Harrer. AFMS.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 211. Salvatierra. Iglesia y casa misional. S.f. [década 1950]. Fuente. Fr. Augustin Harrer. AFMS.
Foto 212. Salvatierra. Vista parcial de la plaza. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth]. APU.
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Foto 213. Salvatierra. Vista parcial de la iglesia. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 214. Salvatierra. Casa frente a la que pasa un franciscano. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 215. S.l. [¿Salvatierra o Urubichá?]. Fr. Hildeberto Walpoth a caballo. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. APU.
Foto 216. Salvatierra. Fr. Hildeberto Walpoth pesando el algodón. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. APU.
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Foto 217. Salvatierra. Fr. Hildeberto Walpoth anotando el algodón entregado por las mujeres. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. APU.
Foto 218. Salvatierra. Grupo de mujeres esperando durante la entrega del algodón. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 219. Salvatierra. Mujeres sentadas. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. APU.
Foto 220. Salvatierra. Vista del río. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 221. Salvatierra. Guarayo entregando regalos a un grupo de sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 222. Salvatierra. Grupo de sirionós frente a una cabaña. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 223. Salvatierra. Grupo de mujeres sirionós con sus hijos frente a una cabaña. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 224. Salvatierra. Grupo de varones sirionós tensando el arco. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 225. Salvatierra. Grupo de sirionós en una canoa. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 226. Salvatierra. Grupo de sirionós junto a un personaje (¿militar?) no identificado. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 227. Salvatierra. Pareja de sirionós junto a un personaje (¿militar?) no identificado. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 228. Salvatierra. Pareja de sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 229. Salvatierra. Varones sirionós con sus arcos. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 230. Salvatierra. Sirionó fumando. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 231. Salvatierra. Grupo de mujeres sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 232. Salvatierra. Mujeres sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 233. Salvatierra. Madre sirionó con su hijo. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 234. Salvatierra. Mujer y niño sirionós en un platanal. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 235. Salvatierra. Grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 236. Salvatierra. Grupo de adolescentes sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 237. Salvatierra. Grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 238. Salvatierra. Grupo de varones sirionós frente a una cabaña. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 239. ¿Urubichá o Salvatierra?. Grupo de sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 240. Salvatierra. Franciscano [¿Hno. Jocondo Yanocskó?] con grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 241. Salvatierra. Una casa en construcción. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 242. Salvatierra. Dos parejas [¿guarayas?]. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
Foto 243. Salvatierra. Franciscano [¿Fr. Augustin Harrer?] con cámara fotográfica en canoa. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Hildeberto Walpoth?]. APU.
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Foto 244. Guarayos: monos cazados. S.f. [década 1950]. Fuente. Fr. Augustin Harrer. AFMS.
Foto 245. Guarayos. Jóvenes asando monos. S.f. [década 1950]. Fuente. Fr. Augustin Harrer. AFMS.
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UNAS FOTOGRAFÍAS PARA DAR A CONOCER AL MUNDO
Foto 246. Guarayos. Joven guarayo con mono asado. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Augustin Harrer?]. AFMS.
Foto 247. Guarayos. Cazadores de monos. S.f. [década 1950]. Fuente. S.a. [¿Fr. Augustin Harrer?]. AFMS. Anotación manuscrita original en alemán: «Cacería en el Río Blanco de Urubichá. Piezas cobradas el primer día, monos...».
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA CITADAS1
1. ARCHIVOS A. Argentina
Archivo General de la Nación (AGN). Buenos Aires B. Austria
Archivo de la Misión Franciscana de Schwaz,Tirol (AFMS). Austria C. Bolivia
Archivo de la Cancillería de Bolivia (ACCB).//Archivo Histórico de Límites (AHL). La Paz Archivo de Carlos Cirbián Barros. Santa Cruz (ACCSC) Archivo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco (ADSIV) Archivo de la Recoleta. Sucre (ARS)
El criterio utilizado para la confección de este apartado es el siguiente. En primer lugar, en relación a las fuentes manuscritas, se ha optado por señalar sólo los archivos consultados. Una exhaustiva referencia de todos los fondos utilizados en García Jordán, 2006: 447-450. En segundo lugar, por cuanto se refiere a las fuentes impresas he incluido, primero las relativas a las publicaciones periódicas (vale tanto para las Colecciones de leyes, Anuarios, Redactor de leyes, etc. como para la prensa utilizada y citada); segundo, los informes, memorias y obras de todo tipo que han sido utilizadas aquí como fuentes. En tercer lugar, se ha dejado para el apartado bibliográfico, en sentido estricto, todas aquellas obras de reflexión o análisis citadas en el estudio. 1
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Archivo Franciscano del Convento de San José de Tarata (AT)2 Archivo Histórico de La Paz (ALP). La Paz Archivo Histórico del Congreso de Bolivia (AHCB). La Paz Archivo Histórico Provincia Misionera San Antonio de Bolivia (AHPMAB)3. Cochabamba Archivo Misional de Guarayos (GAM)4 Archivo Parroquial de Urubichá (APU) Archivo de Tarata (AT) D. Estado del Vaticano
Archivio Affari Ecclessiastici Straordinari (AAEESS) Archivio Sacra Congregazione Propaganda Fide (ASCPF) Archivio Segreto Vaticano (ASV) Archivum Generale Ordinis Fratrum Minorum (AGFM) 2. FUENTES IMPRESAS 2.1. Publicaciones periódicas
Anuario Administrativo y otras denominaciones. La Paz, 1874-1945. Anuario de Leyes, Decretos, Resoluciones y Ordenes Supremas y otras denominaciones. La Paz, 1874-1945. Anuario Legislativo. Honorable Cámara de Diputados. La Paz, 1825-1942. Archivo de la Comisaría Franciscana de Bolivia. Tarata, 1909-1921. Boletín de la Dirección General de Estadística y Estudios Geográficos (La Paz). Números sueltos. Colección Oficial de leyes, decretos, órdenes, resoluciones, etc. que se han expedido para el régimen de la República Boliviana, reimpresa por orden del Gobierno con anotaciones e índices. Paz de Ayacucho [y otras] Imp. del Colegio de Artes [y otras], 1825-1899.
2 Los principales fondos de este archivo se encuentran actualmente integrados en el Archivo Misional de Guarayos (GAM), en el AHPMAB, Cochabamba (Bolivia). 3 Este archivo contiene actualmente la gran parte de los fondos originalmente conservados en el Archivo de Tarata (Tarata) y el Archivo Misional de Guarayos (Concepción) con sus referencias originales. Se respeta aquí la unidad del archivo. 4 Este archivo recoge los fondos de la Prefectura de Guarayos que, tras muchos avatares, se conservó en Concepción hasta que en el 2004 fueron trasladados al AHPMAB.
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA CITADAS
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ÍNDICES
ÍNDICE DE CUADROS
Cuadro 1. Censo general de la población en Bolivia, 1900 ............... Cuadro 2. Población guaraya radicada en las misiones, 1823 ........... Cuadro 3. Población guaraya radicada en las misiones, 1851 ........... Cuadro 4. Población guaraya radicada en las misiones, 1884-1937... Cuadro 5. Balance económico de las misiones entre los Guarayo, 1907-1937 ................................................................................ Cuadro 6. Producción agrícola comunal de los poblados guarayos, 1913-1937 ................................................................................ Cuadro 7. Producción agrícola comunal de los poblados guarayos, 1913-1937. Detalle ................................................................... Cuadro 8. Cabaña ganadera de los poblados guarayos, 1908-1945 ... Cuadro 9. Franciscanos misioneros en Guarayos, 1820 circa-1939. Datos biográficos ....................................................................... Cuadro 10. Conversores de Ascensión, 1841-1939 .......................... Cuadro 11. Conversores de Urubichá, 1841-1939 ........................... Cuadro 12. Conversores de Yaguarú, 1841-1939 ............................ Cuadro 13. Conversores de Yotaú, 1858-1939 ................................ Cuadro 14. Conversores de San Pablo, 1900-1939 .......................... Cuadro 15. Conversores de Santa María, 1927-1939 ....................... Cuadro 16. División sexual del trabajo en Guarayos, 1909 ..............
51 74 77 108 110 111 113 114 125 127 129 131 133 135 135 145
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1. Población guaraya radicada en las misiones, 1884-1937 .. 109 Gráfico 2. Producción agrícola comunal de los poblados guarayos, 1913-1937 ................................................................................ 112 337
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Gráfico 3. Ganado vacuno de los poblados guarayos, 1908-1945 ..... 115 Gráfico 4. Ganado caballar y mular de los poblados guarayos, 19081945 .......................................................................................... 116 ÍNDICE DE MAPAS
Mapa 1. Provincia Guarayos (Departamento de Santa Cruz) ............ 20 Mapa 2. Bolivia, 1859 .................................................................... 41 Mapa 3. Misiones Franciscanas en Bolivia, 1883-1884 .................... 50 Mapa 4. Vicariato de Chiquitos, 1930 ............................................. 101 ÍNDICE DE PLANOS
Plano 1. Plano urbano de Ascensión, 1894 ...................................... Plano 2. Plano urbano de Yaguarú, 1894 ........................................ Plano 3. Plano urbano de Urubichá, 1894 ...................................... Plano 4. Plano urbano de Yotaú, 1894 ............................................ Plano 5. Plano–croquis urbano de San Pablo, 1902 .........................
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147 148 149 150 151
ÍNDICE DE FOTOGRAFÍAS
1. Cochabamba. Colegio de San José de Tarata. S.f. [circa 18981899] ....................................................................................... 2. Ascensión. Iglesia y casa misional. 1898 ................................... 3. Ascensión. Iglesia, vista interior desde el coro. 1898 ................. 4. Urubichá. Iglesia, flanqueada por la casa misional, a la derecha, y la casa del cacique, a la izquierda. 1898 .................................. 5. Urubichá. Iglesia, interior. Vista del altar mayor con los bancos reservados al Cabildo en primer plano. 1898 ............................. 6. Yaguarú. Iglesia, flanqueda por la casa del cacique, a la izquierda y la casa misional, a la derecha. 1898 ........................................ 7. Yotaú. Iglesia y casa misional. Sentado en el banco el Hno. Pancracio Obersteiner. S.f. [antes de 1909] ...................................... 8. Yotaú. Iglesia flanqueda por la casa misional y la casa/habitación del cacique. S.f. [antes de 1909] ................................................ 9. San Pablo. Iglesia primitiva. Procesión en la fiesta patronal. 29/06/1899 .............................................................................. 10. Yaguarú. Frente sur de la plaza principal visto desde el campanario. 1898 ............................................................................... 11. Composición con iglesias guarayas. S.f. [antes de 1909] ............. 12. Ascensión. Puente Scherer sobre el río Sapocó. 1898 ................. 13. Urubichá. Canoas en el río Blanco con población guaraya. En la canoa central hay tres franciscanos no identificados. 1898 ......... 14. Yaguarú. Laguna Negra. Canoas junto al embarcadero con población infantil guaraya. En una canoa hay tres franciscanos no identificados. 1898 ................................................................... 15. Yaguarú. Laguna Negra. Canoas con población guaraya. En la canoa central hay un franciscano no identificado. 1898 ............. 16. Yotaú. Río San Pablo. S.f. [1898-1899 ...................................... 339
195 196 196 197 197 198 198 199 199 200 200 201 201 202 202 203
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17. San Pablo. Embarcadero con varias canoas y población guaraya en ambos lados del río. S.f. [¿1899?] .......................................... 18. Ascensión. Taller de carpintería. 1898 ...................................... 19. Urubichá. Escuela de niñas. S.f. [1898-1899] ............................ 20. Urubichá. Escuela de niños en una jornada festiva, con la presencia de una pequeña banda de la que forman parte, a la izquierda, dos franciscanos no identificados. S.f. [1898-1899] .................... 21. Yotaú. Escuela de niñas. S.f. [1898-1899] ................................. 22. S.l. [Santa Cruz]. Fr. Bernardino J. Pesciotti «enseñando» un libro a unos niños. S.f. [1898-1899] ............................................ 23. Urubichá. Cabildo con los conversores, sentados de izquierda a derecha, Fr. Pacífico Toalino, Fr. Bernardino J. Pesciotti, Fr. Daniel Carvallo; entre estos dos últimos, de pie, se halla el cacique. 1898 ........................................................................................ 24. Yaguarú. Cabildo presidido por el cacique Pedro Uté y Fr. Juan Bernabei. 1898 ......................................................................... 25. Ascensión. El cacique de Ascensión con su familia. 1898 .......... 26. Yaguarú. El cacique Pedro Uté con su familia. 1898 ................. 27. Yaguarú. Varones guarayos representando «tipos antiguos». 1898 ........................................................................................ 28. Urubichá. Una Pareja de Guarayos. 1898 ................................. 29. S.l. [¿Yotaú?]. Grupo de varones guarayos junto a un franciscano [Fr. Domingo Yannacci?] en medio de un platanal. S.f. [18981899] ....................................................................................... 30. S.l. [¿Urubichá?]. Grupo de varones guarayos junto a Fr. Daniel Carvallo. S.f. [inicios siglo xx] ................................................... 31. Santa Cruz de la Sierra. Mensajeros y cargadores guarayos en la huerta del Hospicio franciscano. S.f. [1898-1899] ..................... 32. Santa Cruz de la Sierra. Dos jinetes guarayos en la huerta del Hospicio franciscano. S.f. [1898-1899] ...................................... 33. Guarayos transportando el correo entre Guarayos y Santa Cruz. 1907 ........................................................................................ 34. Yaguarú. Porteadores guarayos. S.f. [inicios siglo XX] ................ 35. Alrededores de Yaguarú. Viajeros acompañados por un guarayo. 1907 ........................................................................................ 36. Urubichá. Preparación del charque en el patio trasero de la iglesia y de la casa misional. 1907 .................................................. 37. Guarayos [¿Ascensión?]. Hilanderas guarayas. 1907 .................. 38. Ascensión. Grupo de mujeres guarayas en actitud de descanso.1907 ............................................................................... 340
203 204 204 205 205 206
207 207 208 209 209 210 211 211 212 212 213 213 214 214 215 215
ÍNDICE DE FOTOGRAFÍAS
39. Yotaú. Banda de música en una recepción ¿a un viajero, al prefecto misionero?. 1907 ............................................................. 40. Yotaú. Muchachos guarayos durante el secado del arroz. S.f. [1909-1912] ............................................................................. 41. Guarayos. Postal con cuatro escenas. S.f. [inicios siglo XX] ......... 42. Ascensión. Construcción de una canoa con la torre de la iglesia al fondo. S.f. [inicios siglo XX] ................................................... 43. Guarayos. Escolares guarayas con su maestra. S.f. [primera década del siglo XX] ..................................................................... 44. Yaguarú. Escuela de niñas con Fr. Rufino Holler. 1908 ............. 45. Guarayos. Varones guarayos techando un edificio con hojas de palmera. S.f. [primera década del siglo XX] ................................ 46. Guarayos. Cortejo fúnebre. S.f. [primera década del siglo XX] .... 47. S.l. [¿San Pablo?]. Embarcadero. S.f. [inicios siglo XX] ............... 48. San Pablo. Casa misional. S.f. [inicios siglo XX] ......................... 49. San Pablo. Iglesia en construcción y casa misional. S.f. [circa 1910] ....................................................................................... 50. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli con los porteadores guarayos. 1918 .................................................................................. 51. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli montado en un buey. 1918 ........................................................................................ 52. Guarayos. Internuncio Rodolfo Caroli «cruzando» el río. 1918 . 53. Yotaú. Iglesia nueva construida a iniciativa de Fr. Bernardino J. Pesciotti. 22 o 23/07/1918 ....................................................... 54. Yotaú. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. 22/07/1918 .............................................................................. 55. Yotaú. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. Junto a éste, a la derecha, se halla el prefecto misionero Fr. Bernardino J. Pesciotti. 22/07/1918 ............................................... 56. Yotaú. «Carneado». Reparto de carne entre la población, en el patio trasero de la iglesia, con motivo de la celebración de la bendición del templo de Yotaú. 22/07/1918 ............................. 57. Yotaú. Juego del palo encebado. 23/07/1918 ............................ 58. Yotaú. Grupo de niñas, adolescentes y mujeres en torno al internuncio Rodolfo Caroli. 22 o 23/07/1918 .................................. 59. Yotaú. Grupo de autoridades en torno al internuncio Rodolfo Caroli. 22 o 23/07/1918 ........................................................... 60. Ascensión. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli, frente a la iglesia, en la plaza central. 24 a 27/07/1918 .. 61. Ascensión. Desfile «militar» en la recepción al internuncio Rodolfo Caroli. 24 a 27/07/1918 ................................................... 341
216 217 218 218 219 219 220 220 221 221 222 222 223 223 224 224 225 225 226 226 226 227 228
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62. Ascensión. Grupo de jóvenes, adolescentes y mujeres guarayas; en el centro el internuncio Caroli junto a un franciscano [¿Fr. Dámaso Sartori?]. 24 a 27/07/1918 ........................................... 63. Ascensión. Banda de Urubichá. En el centro el internuncio Rodolfo Caroli y Fr. Domingo Yannacci [?]. 24 a 27/07/1918 ........ 64. San Pablo. Recepción de la población al internuncio Rodolfo Caroli. 24 a 27/07/1918 ........................................................... 65. San Pablo. Grupo de autoridades religiosas y civiles. 24 a 27/07/1918 .............................................................................. 66. San Pablo. Grupo de varones guarayos. 24 a 27/07/1918 .......... 67. San Pablo. Grupo de arqueros, en el centro del cual figuran el internuncio Rodolfo Caroli, Fr. Alberto Singer (conversor de San Pablo), y en primer plano a la derecha, franciscano no identificado. 24 a 27/07/1898 .............................................................. 68. S.l. [¿Paila?]. Confirmación de fieles en el transcurso del viaje. 1918 ........................................................................................ 69. Postal compuesta de 5 escenas. S.f. [primera década siglo XX] .... 70. Urubichá. Celebración de la fiesta nacional de Austria en Guarayos. S.f. [1908] .......................................................................... 71. Urubichá. Parada militar con banda de música. S.f. [segunda década del siglo XX] ..................................................................... 72. Ascensión. Patio de la iglesia y alrededores vistos desde la torre de ésta. S.f. [década 1920] ......................................................... 73. Ascensión. La torre de la iglesia vista desde el patio. S.f. [década 1920] ....................................................................................... 74. San Pablo. Iglesia y casa misional frente a la que se halla un franciscano. S.f. [década 1920] ......................................................... 75. San Pablo. La plaza del pueblo vista desde el balcón de la casa misional. S.f. [década 1920] ...................................................... 76. Urubichá. Plaza con la iglesia al fondo. S.f. [1925-década 1930] 77. Urubichá. Iglesia, fachada. S.f. [1925-década 1930] .................. 78. Urubichá. Iglesia. Nave central, decorada, con el altar mayor al fondo. S.f. [circa 1930] .............................................................. 79. Urubichá. Interior de la iglesia, desde el coro, durante la celebración de la misa. S.f. [1929-1940] .......................................... 80. Urubichá. Vista exterior del tejado de la iglesia durante las obras para bajar la altura de la nave. S.f. [década 1940] ....................... 81. Urubichá. Vista interior del tejado de la iglesia durante las obras para bajar la altura de la nave. S.f. [década 1940] ....................... 82. Yaguarú. Vista de la plaza y la calle principal desde la torre de la iglesia. S.f. [1929-1930] ............................................................ 342
228 229 229 230 230
231 231 232 232 233 233 234 234 235 235 236 236 237 237 238 238
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83. Yaguarú. Vista parcial del pueblo y la laguna al fondo. A la izquierda el techo de la casa parroquial. S.f. [¿1929-1930?] ........ 84. Yaguarú. Iglesia. Fachada principal. S.f. [¿1929-1930?] .......... 85. Yaguarú. Casa misional frente a la que se halla Fr. Juan Capistrano Hofmann, con la iglesia al fondo. S.f. [¿1929-1930?] ..... 86. Yaguarú. Patio de la iglesia. S.f. [¿1929-1930?] ...................... 87. Yaguarú. «Visitantes». S.f. [¿julio 1929?] ................................ 88. Ascensión. Banda de música. 1925 ......................................... 89. Yotaú. Camino de acceso al pueblo con la iglesia al fondo. S.f. [¿fines década 1920-inicios treinta?] ........................................ 90. Yotaú. Vista parcial del patio con la torre de la iglesia al fondo; en primer plano Fr. Ignacio Schwendmayer. 1928 ................... 91. [Urubichá]. Grupo de caciques guarayos, con sus bastones de mando, acompañados de dos mujeres, esposas de dos de los caciques no identificados. 1929 .................................................. 92. [Urubichá]. Misioneros y caciques guarayos. 1929 ................... 93. [Ascensión]. Conversores en Guarayos. S.f. [abril 1931] ........... 94. [Ascensión]. Conversores en Guarayos. S.f. [abril 1931] ........... 95. Ascensión. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). S.f. [1931] .. 96. Ascensión. De izquierda a derecha, Sor Ehrentrudis Grasmayr, Fr. Francisco B. Buehl, Sor Carmela Sam. S.f. [1931] ............... 97. [Ascensión]. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). S.f. [1931] ................................................................................. 98. [Ascensión]. Grupo de franciscanos (frailes y monjas). S.f. [1931] ................................................................................. 99. [Ascensión]. Bodas de oro sacerdotales del P. Camilo Agrazar. S.f. [18/01/1934] .................................................................... 100. Yaguarú. Fr. Juan C. Hofmann y Fr. Alfredo Hoeller con el personal de la casa misional. 1929 .......................................... 101. Ascensión. Vista interior de la iglesia decorada con motivo de la ceremonia de la Confirmación. S.f. [1930-1932] .................. 102. Ascensión. Iglesia, fachada principal. S.f. [¿1930-1940?] ......... 103. Ascensión. Patio de la iglesia; al fondo capilla y casa misional. S.f. [¿1930-1940?] .................................................................. 104. Yaguarú. Patio de la iglesia cuya torre se ve al fondo. S.f. [1929-1931] ........................................................................... 105. Yaguarú. Patio de la iglesia y talleres que dan al mismo. Vista desde la torre. 1930 ................................................................ 106. Yaguarú. Vista interior del templo, decorado, durante la celebración de la Misa. S.f. [década 1930 o cuarenta] ..................... 343
239 239 240 240 241 241 242 242 243 243 244 244 245 245 246 246 247 247 248 248 249 249 250 250
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107. Urubichá. Procesión religiosa con motivo, probablemente, de la fiesta patronal. S.f. [década 1930 o cuarenta] ....................... 108. Pueblo guarayo [¿Urubichá?]. Grupo de escolares con un varón adulto a la izquierda y un franciscano a la derecha. S.f. [década 1930 o cuarenta] ..................................................................... 109. Pueblo guarayo [Ascensión o Yaguarú]. Grupo de escolares, dos de los cuales portan sendos tambores, con una religiosa en el centro. S.f. [segunda mitad de la década 1920- inicios treinta] . 110. Ascensión. Población esperando el reparto de comida en el patio de la iglesia, ante la presencia de dos franciscanos. S.f. [¿circa 1925?] ......................................................................... 111. Yaguarú. Estancia San Roque, al Norte de la población. Vista de cabañas y recinto para el ganado. 1930 ............................... 112. Yaguarú. Estancia San Roque o Santa Bárbara. 1930 ............... 113. Yaguarú. [Estancia San Roque o Santa Bárbara]. El marcado de los «carimbados». 1930 .......................................................... 114. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Capilla. 1930 ................. 115. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Casa misional. S.f. [1930] ................................................................................. 116. Cururú, en las cercanías de Yaguarú. Trapiche para la manipulación del azúcar. S.f. [1930] .................................................... 117. Cururú, vista del río. 1930 ..................................................... 118. Cururú. Arboleda en el chocolatal. 1930 ................................. 119. S.l. [¿Ascensión?]. Mujeres esperando el reparto de carne en presencia de un franciscano [¿Fr. Félix Haidinger?]. S.f. [inicios década 1930] .......................................................................... 120. Ascensión. Construcción del granero. S.f. [1930-1939] ............ 121. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos recogiendo barro para la elaboración de ladrillos. S.f. [¿1930?] ................................................. 122. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos cargando ladrillos. S.f. [¿1930?] ... 123. S.l. [¿Yaguarú?]. Muchachos elaborando ladrillos. S.f. [¿1930?] 124. Yaguarú. Muchachos recogiendo el «tobachi» para el blanqueo de las casas. 1930 .................................................................... 125. Yaguarú. Muchachos cargando recipientes conteniendo el «tobachi» para el blanqueo de las casas. 1930 .............................. 126. Yaguarú. El prefecto Fr. Francisco B. Buehl durante su visita pastoral a la población. S.f. [1930-1931] ................................. 127. Yaguarú. Muchachos en la cosecha del algodón. 1930 ............. 128. Yaguarú. Muchachos trabajando en el chocolatal. S.f. [19301931] ..................................................................................... 129. Yaguarú. El cacique, Pedro Carai, en el chaco. S.f. [1930-1931] .. 344
251 251 252 252 253 253 254 254 255 255 256 256 257 257 258 258 259 260 261 262 262 263 263
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130. Yaguarú. Varones guarayos sembrando el arroz. S.f. [19301931] ..................................................................................... 131. Yaguarú. Varón guarayo preparando el chaco para el sembrado del arroz. S.f. [1930-1931] ...................................................... 132. Yaguarú. Jóvenes guarayos trabajando en el chocolatal. S.f. [1930-1931] ........................................................................... 133. Yaguarú. Jóvenes guarayos lavando los granos de chocolate. S.f. [1930-1931] ........................................................................... 134. Yaguarú. Taller de carpintería. 1930 ....................................... 135. Ascensión. Taller de carpintería. 1929 .................................... 136. Yaguarú. Ollera guaraya manipulando el barro. 1930 ............. 137. Yaguarú. Hombre guarayo «trenzando» la miaza para cubrir una tumba. S.f. [1930-1931] ................................................... 138. Población guaraya [¿Ascensión, Yaguarú?]. Hombres guarayos cocinando. S.f. [circa 1930] ..................................................... 139. S.l. Niños guarayos jugando. S.f. [fines década ’20-inicios treinta] ................................................................................... 140. S.l. Guarayo anciano. S.f. [¿década 1930?] ............................... 141. S.l. Guaraya anciana. S.f. [¿década 1930?] ............................... 142. S.l. Muchacho guarayo con un violín de tacuara. S.f. [¿década 1930?] .................................................................................... 143. S.l. Mujer guaraya cargando el panacú. S.f. [¿década 1930?] .... 144. S.l. Carretero guarayo descansando en la hamaca. S.f. [¿década 1930?] .................................................................................... 145. S.l. Joven guaraya tejiendo una alfombra. S.f. [¿década 1930?] 146. Yaguarú. Llegada de mujeres de Urubichá. S.f. [1929-1931] ... 147. Yaguarú. Canoa con jóvenes guarayos y Fr. Fulgencio Lasinger. S.f. [1929-1931] ..................................................................... 148. Yaguarú. Canoa con jóvenes guarayos en el tacuaral. S.f. [19291931] ..................................................................................... 149. San Pablo. Canoa con Fr. Félix Haidinger y hombres guarayos de retorno a Santa María. S.f. [fines década 1920-inicios treinta] ................................................................................... 150. Fr. Tarsicio Senner y Fr. Francisco Bertoldo Buehl viajando en canoa por el río Blanco, junto a jóvenes guarayos. S.f. [inicios década 1930] .......................................................................... 151. S.l. Fr. Juan C. Hofmann a caballo junto al río. S. f. [década 1930] ..................................................................................... 152. S.l. Franciscano a caballo. S.f ................................................... 153. S.l. [¿Santa María?]. «Barbullo» de mediodía. S.f. [fines década 1920-inicios treinta] ............................................................... 345
264 264 265 265 266 266 267 267 268 268 269 270 270 271 271 272 272 273 273 274 274 275 275 276
PILAR GARCÍA JORDÁN
154. S.l. [¿Santa María?]. Hombres afilando machetes. S.f. [fines década 1920-inicios treinta] ....................................................... 155. S.l. [¿Santa María?]. Cocinero lavando la olla. S.f. [fines década 1920-inicios treinta] ............................................................... 156. S.l. [¿Santa María?]. Hombres guarayos descansando en la selva S.f. [fines década 1920 - inicios treinta] ................................... 157. S.l. Cacique guarayo junto a su caballo. S.f. [década 1930] ....... 158. S.l. Guarayo preparado para la trilla. S.f. [1930-1935] ............. 159. Santa María. Grupo de cabañas de la nueva misión. 26/11/1930 ............................................................................ 160. Santa María. Grupo de sirionós entre las cabañas. S.f. [1930] ... 161. Santa María. Capilla provisional. 1930 .................................... 162. Santa María. Primera casa misional. S.f. [1930] ....................... 163. Santa María. Capilla. Interior con la presencia de Fr. Félix Haidinger. S.f. [1930-1931] .......................................................... 164. Santa María. Casa misional. En primer plano, en el porche, los franciscanos Fr. Félix Haidinger y Fr. Francisco Amill Amorós con una niña. S.f. [1930-1931] ................................................ 165. Santa María. Grupo de cabañas y, en el centro, los franciscanos, de izquierda a derecha, Fr. Félix Haidinger y Fr. Francisco Amill Amorós junto a tres niños. S.f. [1930-1931] .................. 166. Santa María. Grupo de cabañas frente a las que aparece Fr. Francisco Amill Amorós y un joven indígena. S.f. [1930-1931] 167. Santa María. Escena de grupo, en medio del «chaqueo», donde aparecen, de izquierda a derecha: Fr. F. Amill Amorós, familia Sirionó, Fr. F. Haidinger. S.f. [1930-1931] .............................. 168. Santa María. Chaqueo. S.f. [1930-1931] .................................. 169. Santa María. Cacique sirionó, al que los franciscanos denominaron Silvestre. 1930 .............................................................. 170. Varones sirionós en el bosque. S.f. [1927-1931] ....................... 171. Santa María. Grupo de sirionós con Fr. Tarsicio Senner. S.f. [1933] ..................................................................................... 172. S.l. [Santa María]. Arquero sirionó. S.f. [¿1930?] ...................... 173. S.l. [Santa María]. Madre sirionó con su hijo. S.f. [¿1930?] ....... 174. S.l. [Santa María]. Hombres sirionós afilando un trazado (machete). S.f. [¿1930?] ................................................................ 175. Santa María. Grupo de sirionós. 1930 ..................................... 176. Santa María. Madres sirionós con sus hijos. 1930 .................... 177. Santa María. Varón sirionó en primer plano; tras él, una madre con su hijo. 1930 .................................................................... 178. Santa María. Arquero sirionó. S.f. [¿1930?] ............................. 346
276 277 277 278 278 279 279 280 280 281 281 282 282 283 283 284 285 285 286 286 287 287 288 288 289
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179. Santa María. Mujer sirionó preparando la comida. 1930 .......... 180. Santa María. Hilandera sirionó. 1930 ...................................... 181. Santa María. Niño sirionó. 1930 ............................................. 182. Santa María. Niños sirionós «mostrando» dos calaveras. S.f. [¿1930?] ................................................................................. 183. Santa María. Niña sirionó. 1930 ............................................. 184. Santa María. Varón sirionó de nombre Nelerasi. S.f. [¿1930?] .. 185. Santa María. Hilandera sirionó. S.f. [¿1930?] ........................... 186. Santa María. Adolescente sirionó. S.f. [¿1930?] ........................ 187. Santa María. Pareja sirionó. S.f. [¿1930?] ................................. 188. Santa María. Capilla. S.f. [1933] .............................................. 189. Ascensión. Jóvenes junto al alambique fabricado en la herrería con destino a San Pablo. S.f. [1929-1931] ............................... 190. Yaguarú. Barrenderas en el atrio de la iglesia. S.f. [fines década 1940–inicios cincuenta] .......................................................... 191. S.l. [¿Urubichá o Salvatierra?]. Mujer con cántaro. S.f. [¿década 1930 o 1940?] ........................................................................ 192. Santa Cruz. Porteadores guarayos cargando el panacú. S.f. [década 1930] .............................................................................. 193. San Pablo. Cacique Lucas Yabandire con su familia. Septiembre 1939 ...................................................................................... 194. San Pablo. Cipriano Wyrape con su familia. Iglesia al fondo. Septiembre 1939 .................................................................... 195. San Pablo. Capitán Sixto Arigui con su familia. Septiembre 1939 ...................................................................................... 196. San Pablo. Comisario Bautista Apucaeroba con su mujer Peregrina, hijos y nietos. Septiembre 1939 .................................... 197. Yaguarú. Vista parcial del patio desde el claustro superior de la casa misional. S.f. [¿fines década 1940–inicios cincuenta?] ...... 198. Yaguarú. Patio de la iglesia con la casa misional al fondo. S.f. [¿fines década 1940–inicios cincuenta?] .................................. 199. Urubichá. Convento de las religiosas franciscanas junto a la iglesia. S.f. [¿década 1930?] ..................................................... 200. Yaguarú. Monja pesando el algodón entregado por las jóvenes guarayas. S.f. [década 1930- 1940] .......................................... 201. Fr. Hildeberto Walpoth en canoa en el río [¿Negro?]. S.f. [¿décadas 1940-1950?] .................................................................. 202. S.l. [¿Urubichá?]. Jóvenes guarayas lavando ropa en el río. S.f. [¿décadas 1930-1940?] ............................................................ 203. S.l. [¿Urubichá?]. Mujer guaraya. S.f. [¿décadas 1930-1940?] .. 347
289 290 290 290 291 291 292 292 293 293 294 294 295 295 296 296 297 297 298 298 299 299 300 300 301
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204. Urubichá. Grupo de jóvenes y mujeres guarayas frente a la iglesia. S.f. [¿década 1940-1950?] ........................................... 205. Urubichá. Procesión. S.f. [¿décadas 1940-1950?] ..................... 206. Urubichá. Procesión. S.f. [¿décadas 1940-1950?] ..................... 207. Urubichá. Autoridades guarayas. S.f. [¿décadas 1940-1950?] .. 208. Salvatierra. Hno. Jocondo Yanocskó y Fr. Hildeberto Walpoth junto a un grupo de sirionós. S.f. [1945-1949] ........................ 209. Salvatierra. Vista general del pueblo. S.f. [década 1950] .......... 210. Salvatierra. En primer plano joven guarayo con caballerías junto al río. Al fondo, la iglesia. S.f. [década 1950] ................. 211. Salvatierra. Iglesia y casa misional. S.f. [década 1950] .............. 212. Salvatierra. Vista parcial de la plaza. S.f. [década 1950] ........... 213. Salvatierra. Vista parcial de la iglesia. S.f. [década 1950] ......... 214. Salvatierra. Casa frente a la que pasa un franciscano. S.f. [década 1950] ..................................................................................... 215. S.l. [¿Salvatierra o Urubichá?]. Fr. Hildeberto Walpoth a caballo. S.f. [década 1950] ............................................................. 216. Salvatierra. Fr. Hildeberto Walpoth pesando el algodón. S.f. [década 1950] ......................................................................... 217. Salvatierra. Fr. Hildeberto Walpoth anotando el algodón entregado por las mujeres. S.f. [década 1950] .................................. 218. Salvatierra. Grupo de mujeres esperando durante la entrega del algodón. S.f. [década 1950] ..................................................... 219. Salvatierra. Mujeres sentadas. S.f. [década 1950] ...................... 220. Salvatierra. Vista del río. S.f. [década 1950] ............................. 221. Salvatierra. Guarayo entregando regalos a un grupo de sirionós. S.f. [década 1950] ................................................................... 222. Salvatierra. Grupo de sirionós frente a una cabaña. S.f. [década 1950] ..................................................................................... 223. Salvatierra. Grupo de mujeres sirionós con sus hijos frente a una cabaña. S.f. [década 1950] ................................................. 224. Salvatierra. Grupo de varones sirionós tensando el arco. S.f. [década 1950] .............................................................................. 225. Salvatierra. Grupo de sirionós en una canoa. S.f. [década 1950] 226. Salvatierra. Grupo de sirionós junto a un personaje (¿militar?) no identificado. S.f. [década 1950] .......................................... 227. Salvatierra. Pareja de sirionós junto a un personaje (¿militar?) no identificado. S.f. [década 1950] .......................................... 228. Salvatierra. Pareja de sirionós. S.f. [década 1950] ..................... 229. Salvatierra. Varones sirionós con sus arcos. S.f. [década 1950] .. 230. Salvatierra. Sirionó fumando. S.f. [década 1950] ...................... 348
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ÍNDICE DE FOTOGRAFÍAS
231. Salvatierra. Grupo de mujeres sirionós. S.f. [década 1950] ....... 232. Salvatierra. Mujeres sirionós. S.f. [década 1950] ...................... 233. Salvatierra. Madre sirionó con su hijo. S.f. [década 1950] ......... 234. Salvatierra. Mujer y niño sirionós en un platanal. S.f. [década 1950] ..................................................................................... 235. Salvatierra. Grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950] ........... 236. Salvatierra. Grupo de adolescentes sirionós. S.f. [década 1950] 237. Salvatierra. Grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950] ........... 238. Salvatierra. Grupo de varones sirionós frente a una cabaña. S.f. [década 1950] ......................................................................... 239. ¿Urubichá o Salvatierra?. Grupo de sirionós. S.f. [década 1950] .................................................................................. 240. Salvatierra. Franciscano [¿Hno. Jocondo Yanocskó?] con grupo de niños sirionós. S.f. [década 1950] ........................................ 241.Salvatierra. Una casa en construcción. S.f. [década 1950] .......... 242. Salvatierra. Dos parejas [¿guarayas?]. S.f. [década 1950] ........... 243. Salvatierra. Franciscano [¿Fr. Augustin Harrer?] con cámara fotográfica en canoa. S.f. [década 1950] ...................................... 244. Guarayos: monos cazados. S.f. [década 1950] ........................... 245. Guarayos. Jóvenes asando monos. S.f. [década 1950] ............... 246. Guarayos. Joven guarayo con mono asado. S.f. [década 1950] .. 247. Guarayos. Cazadores de monos. S.f. [década 1950] ...................
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ÍNDICE ONOMÁSTICO1
Baldivieso, Pastor: 64, 94, 99, 242, 327 Balza, Roberto: 156, 332 Ballivián, José: 36, 37, 42, 43, 44, 45, 52, 76 Ballivián, Manuel V.: 57, 86, 327 Banta, M.: 167, 332 Baptista Caserta, Mariano: 87 Barnadas, José Mª: 36, 332 Barthes, Roland: 167, 332 Bartra, Roger: 17, 332 Baudot, Georges: 121, 332 Bayo, Ciro: 177, 327 Bejarano, José Mª: Ver Bejarano, José Mariano Bejarano, José Mariano: 127, 131, 138 Benedict, B.: 332 Berger, F.: 171, 332 Bernabei, Juan: 81, 125, 130, 131, 154, 155, 162, 173, 175,
Agostini, Alberto de: 172 Agrazar, Camilo: 125, 128, 186, 188, 244, 247 Aguilar, Imedín: 180, 232 Aguilera, Francisco Javier: 73 Aguirre, Joaquín de: 37, 327 Alberico, Angélica: 142, 332 Amelunge [¿Teodoro?]: 211 Amill Amorós, Francisco: 125, 128, 130, 132, 281, 282, 283 Antelo, Noé: 104, 105, 106 Añez Méndez, Roberto: 93, 94 Apucaeroba, Bautista: 297 Araníbar, Isaac: 58, 327 Arce, Aniceto: 48 Arigui, Sixto: 297 Armentia, Nicolás: 83 Arnau, Narciso: 73, 125 Ascarrunz, Moisés: 85 Aspiazu, Agustín: 47, 327 Attali, Jacques: 27, 33, 332 1
Los nombres y apellidos aquí señalados respetan la grafía utilizada normalmente por sus autores que, en muchos casos de origen alemán o italiano, optaron por castellanizarlos. Sin embargo, se incluye en el índice las diversas entradas de un apellido con la referencia correspondiente. En el caso que de un personaje sólo conozcamos un apellido he optado por señalar el cargo u oficio del mismo para su más fácil identificación. Finalmente, en el caso de apellidos guarayos, se recoge aquí la grafía original registrada por la fuente correspondiente.
351
PILAR GARCÍA JORDÁN
179, 199, 203, 204, 205, 207, 211 Bernabei, Luis Pío Severino: Ver Bernabei, Juan Bianchi, Juan: Ver Bianchi, Pascual Bianchi, Pascual: 27, 28, 29, 76, 77, 125 Blas, Fr.: Ver N., Blas Bolívar, Simón: 36, 42, 117 Boschi, Egidio: 125, 133, 160 Boschi, Julio: Ver Boschi, Egidio Bozzetta, Ignacia: 241 Bridges, L.: 332 Buehl, Francisco Bertoldo: 94, 99, 100, 102, 122, 125, 130, 186, 187, 188, 243, 244, 245, 246, 262, 274, 327 Bühl, Francisco Bertoldo: Ver Buehl, Francisco Bertoldo Burela, Demetrio: 99 Burke, Peter: 167, 333 Busch Becerra, Germán: 102, 106 Cacique Luis: Ver Curubaré, Luis Calabrese, O.: 167, 333 Calvo Calvo, Luís: 171, 333 Campero, Narciso: 39, 48 Camponovo, Felice: 94, 182, 227 Camponovo, Félix: Ver Camponovo, Felice Capolongo, Vicente: 125, 132 Carai, Pedro: 263 Carballo, Daniel: Ver Carvallo, Daniel Carbonell Camós, Eliseu: 136, 333 Cardús, José: 19, 30, 49, 50, 72, 73, 74, 75, 78, 80, 86, 120, 122, 125, 129, 327, 328 Carlos IV: 72 Caroli, Rodolfo: 12, 61, 62, 92, 94, 169, 179, 180, 181, 182, 183,
222, 223, 224, 225, 226, 227, 228, 229, 230, 231, 330 Carvallo, Daniel: 98, 123, 125, 127, 130, 132, 134, 154, 155, 158, 179, 180, 207, 211, 232 Casalis, Adriano: 125 Catalán, Avelino: 95 Cavaglia, Atanasio: 78, 125 Cavaglia, Francisco: Ver Cavaglia, Atanasio Cavaya, Atanasio: Ver Cavaglia, Atanasio Cea Gutiérrez, Antonio: 176, 333, 335, 336 Ceballos, José Ignacio: 72 Ceccarelli, Modesto: 125, 127, 129, 133 Cicognani, Gaetano: 65, 94, 99 Cirbián Barros, Carlos: 194, 325 Clastres, Hélène: 18, 333 Clastres, Pierre: 18, 142, 333 Combès, Isabelle: 18, 333 Consentino, José Antonio: 125, 133 Conte, Damián: 125, 133, 153 Conti, Damián: Ver Conte, Damián Coppi, Iluminado: 119, 125 Córdova, Jorge: 333, 335 Cors, José: 10, 19, 22, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 121, 122, 125, 127, 129, 137, 142, 160, 328, 330 Corvera Zenteno, Rómulo: 44, 328 Cuéllar Jiménez, Gonzalo: 97, 100, 102, 328 Curubaré, Luis: 26, 29, 74 Chaumeil, Jean Pierre: 156, 333 Chervin, Arthur: 176, 213, 328 Chiarlo, Carlo: 65, 66, 100 352
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Chimben, Aureliano: Ver Tschimben, Aureliano Dastl, Agust: Ver Dastl, Eloy Dastl, Augus: Ver Dastl, Eloy Dastl, Eloy: 125, 132, 135, 244, 247 Daza, Hilarión: 38 Delgadillo, Félix: 182, 227, 230 Denti, Pedro: 73, 125 Don Bosco: 172 Donato Muñoz, Mariano: Ver Muñoz, Mariano D. D´Orbigny, Alcide: 10, 17, 18, 19, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 31, 33, 34, 72, 73, 74, 75, 328 Ducci, Zacarías: 81, 153, 328 Duch, Lluís: 121, 333 Edwards, Elizabeth: 167, 333, 336 Ellauri, Buenaventura: 125, 128 Ellauri, Sandalio: Ver Ellauri, Buenaventura Ercole, Alejandro: 43, 45, 46, 47, 328 Faraut, Gregorio: 125 Farnetti, Alejandro: 119, 125 Farnetti, Egidio: Ver Farnetti, Alejandro Fernández Buey, Francisco: 17, 333 Fidel, niño: 175 Fifer, J. Valérie: 51, 333 Fisher, John R.: 333 Flores, Facundo: 85 Forno, Antonio: Ver Forno, Isaías Forno, Isaías: 125, 127, 129, 130 Forno, Luis: Ver Forno, Isaías Foronda, Félix: 125, 131 Foronda, Félix de: Ver Foronda, Félix Francescangeli, Querubín: 78, 125, 127 Francisco José, emperador: 180
Fronta, J.: 409 García Jordán, Pilar: 9, 18, 27, 36, 37, 38, 42, 44, 46, 48, 49, 52, 57, 62, 69, 82, 83, 92, 99, 102, 106, 118, 120, 136, 138, 141, 161, 169, 190, 325, 333, 334 Gasparri, Pietro: 63 Giannelli, José: 125 Giannelli, Giuseppe: Ver Giannelli, José Giannotti, Hermenegildo: 81, 87, 125, 127, 328 Giannotti, Juan: Ver Giannotti, Hermenegildo Gilardi, Ando: 168, 334 Gorleri, Ugolino: 73, 75, 328 Gossen, Gary H.: 17, 335 Gostner, Luis: Ver Gostner, Pablo Gostner, Pablo: 123, 125, 133 Grasmayr, Ehrentrudis: 188, 245, 246 Grassmayr, Ehrentrudis: Ver Grasmayr, Ehrentrudis Groff Greever, Janet: 36, 334 Grosso, Angel: 119, 125 Grosso, Julio: Ver Grosso, Angel Guius, Cosme: 125, 134 Gumucio, Mariano B.: 37, 334 Gutiérrez, Eusebio: 43, 329 Gutiérrez, Julio A.: 66, 329 Gutiérrez, Néstor: 59, 60, 89, 90, 329 Gutiérrez, Pedro: 64, 329 Gutiérrez, Ramón: 140, 334 Gutiérrez, Rosendo: 82, 83 Gutiérrez Estévez, Manuel: 17, 335 Gutiérrez Guerra, José: 62 Guttenbrumer, Osmundo: 130, 135, 244, 247 Guyrapotinga, Cornelio: 162 353
PILAR GARCÍA JORDÁN
Hohenegger, Otón: 125, 127 Hohenegger, Luis: Ver Hohenegger, Otón Holler, Carlos: Ver Holler, Rufino Holler, Rufino: 125, 131, 132, 133, 134, 180, 217, 219, 232 Höller, Alfredo: Ver Hoeller, Alfredo Huertas García-Alejo, Rafael: 176, 333 Iannacci, Domingo: Ver Yannacci, Domingo M. Ichaso, Telmo: 49, 329 Irurozqui Victoriano, Marta: 39, 52, 334 Isquierdo, Pío: Ver Izquierdo, Pío Izquierdo, Pío: 125, 129 Jackson, Robert H.: 39, 335 Justiniano, Maximiliano: 85 Kaufmann, Giuseppe: 86 Klein, Herbert S.: 36, 39, 52, 334 Klor de Alva, Jorge: 17, 335 Kowanda, Wilhelm: 174, 177, 180, 200, 218, 219, 220, 232, 233, 329 Kühne, Eckart: 10, 13, 169, 174, 175, 190, 194, 257 La Faye, Julio: 58, 88, 329 Lacueva, Francisco: 10, 18, 19, 21, 25, 26, 72, 73, 74, 75, 121, 122, 125 Lacueva, Manuel: Ver Lacueva, Francisco Langer, Erick: 39, 52, 335 Lanza, José L.: 67, 329 Lasinger, Fulgencio: 125, 134, 243, 244, 273 Lasinger, Juan: Ver Lasinger, Fulgencio Lavadenz, José: 37, 335
Haidinger, Félix: 125, 128, 132, 134, 135, 243, 244, 246, 257, 274, 281, 282, 283 Haidinger, Luis: Ver Haidinger, Félix Haldenberg, Ferdy: 77 Hanke, Wanda: 23, 334 Harrer, Augustin: 191, 192, 304, 305, 321, 322, 323 Heifinger, Lamberto: 132 Hermosa Virreira, Walter: 334 Hernández, Gabriel: 94 Herrera, Rómulo: 85 Herrero, Andrés: 43, 118 Herritsch, Albino: Ver Herritsch, Pedro Celestino Herritsch, Pedro Celestino: 87, 125, 128, 131, 132, 133, 135 Herzog, Theodor: 173, 174, 176, 213, 214, 215, 216, 329 Hinsley, Curtis M.: 167, 332 Hirsch, Silvia: 142, 332 Hoeller, Alfredo: 12, 13, 97, 103, 104, 105, 106, 121, 122, 125, 128, 132, 135, 170, 183, 184, 185, 186, 187, 188, 189, 194, 236, 237, 238, 239, 240, 243, 244, 245, 246, 247, 248, 249, 250, 253, 254, 255, 256, 257, 258, 259, 260, 261, 262, 263, 264, 265, 266, 267, 268, 269, 270, 271, 272, 273, 274, 276, 277, 278, 279, 280, 281, 282, 283, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 329 Hoeller, Luis: Ver Hoeller, Alfredo Hoffman, Juan Capistrano: Ver Hofmann, Juan Capistrano Hofmann, Juan Capistrano: 99, 125, 128, 132, 134, 183, 184, 240, 241, 243, 244, 247, 275 354
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Lavadenz Reyes, Luis: 159, 171, 172, 173, 174, 175, 177, 178, 196, 197, 198, 200, 201, 202, 204, 205, 207, 208, 209, 210 Lavaud, Jean Pierre: 19, 335 Leigue, Domingo: 85 Lema, Ana María: 157, 335 León Portilla, Miguel: 17, 335 Lestage, Françoise: 19, 335 Limpias Saucedo, Manuel: 37, 45, 335 Linares, José Mª: 37, 44, 329 Lisón Arcal, José Carmelo: 9 Lofstrom, William L.: 36, 335 López Álvarez, Juaco: 167, 168, 335 López Netto, Felipe: 38 Lorent, Albano: 188, 244, 245 Luján, Berardo: 125, 133 Maidagán, Simón de: 54 Maloret, Enrique: 123 Marabini, P.: 179, 330 Mari, Conrado: 119, 125 Marsulli, Pablo M.: 125, 127 Marzulli, Pablo M.: Ver Marsulli, Pablo M. Martín, niño: 175 Marzal, Manuel: 334 Melgarejo, Mariano: 37, 38 Méndez Roca, Mariano: 89 Mendoza, Gunnar: 18, 335 Michelucci, Raineiro: Ver Miquelucci, Raineiro Miller, John: 35, 330 Miquelucci, Raineiro: 125, 131 Mittich, Sigfrido: 125, 128 Montero Hoyos, Constantino: 106 Montes, Ismael: 54, 55, 57, 60, 71, 90, 91, 330 Morales, Agustín: 38, 42, 46, 47 Moreau, Cirilo 126, 129
Moreau, León: Ver Moreau, Cirilo Moreno Peña, Viador: 107 Moreschi, Domingo: 119, 126 Morón, Erasmo: 83 Muñoz, Mariano D.: 38, 330 N., Blas: 73, 126 Negro, Sandra: 334 Nelerasi: 186, 291 Neri de Camaiore, Fortunato: 142 Neuwirth, Walter: 190 Nino, Bernardino de: 60, 330 Nordenskiöld, Erland: 141, 143, 144, 145, 146, 177, 330 Obersteiner, Carlos: Ver Obersteiner, Pancracio Obersteiner, Pancracio: 126, 127, 133, 135, 198 Ochávez, César M.: 90 Oreyai, Pío: 98, 155, 162, 241 Ortiz García, Carmen: 333, 335, 336 Pacheco, Gregorio: 49 Padró, Santiago: 126, 129 Pagden, Anthony: 17, 335 Pando, José Manuel: 40, 52, 53, 83 Panizzi, Luis: 120, 162 Pentland, Joseph B.: 35, 330 Perasso, José A.: 19, 22, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 33, 73, 76, 137, 161, 162, 328, 335 Peregrina, mujer de Bautista Apucaeroba: 297 Pereira Soruco, Hugo: 26, 30, 69, 74, 157, 335 Pérez, Antonio: 126, 133 Pérez, Héctor: 241 Pers García, Walter: 35, 335 Pesciotti, Bernardino J.: 11, 12, 44, 62, 70, 71, 81, 82, 83, 85, 88, 89, 90, 92, 93, 95, 96, 97, 98, 122, 123, 126, 127, 130, 355
PILAR GARCÍA JORDÁN
Priwasser, Wolfgang: Ver Priewasser Prosegger, Ansgar: 191, 294, 298 Prudencio, Fermín: 60, 95, 157, 331 Prudencio, J. F.: 64, 331 Puig-Samper, Miguel Ángel: 13 Quintana, Gregorio: 73, 126 Quinteros, José S.: 98, 331 Radwan, profesor: 185, 285 Ramón, niño: 175 Regini, Domingo F.: 126, 128 Riester, Jürgen: 18, 24, 161, 335 Riveri, Antonio: 65 Rocabado, Diego: 126 Rocabado, José Mª: Ver Rocabado, Diego Rocamora, Mariano: 73, 126 Roggero, Domingo: Ver Roggero, Pedro Roggero, Pedro: 126, 129, 160 Rojas, Miguel: 180, 222, 223, 224, 225, 226, 227, 228, 229, 230, 231 Roscioni, Pedro: Ver Roscioni, Tomás Roscioni, Tomás: 119, 126 Roux, Jean Claude: 37, 41, 333, 335 Rück, Ernesto: 19, 73, 75, 76, 331, 332 Rugani, Domingo: Ver Rugani, Joaquín Rugani, Joaquín: 126, 127, 128, 130, 131, 132, 133, 134 Rydell, Robert W.: 336 Salamanca, Daniel: 66, 67 Salvatierra, Gregorio: 26, 72, 74, 107, 160 Sam, Carmela: 188, 241, 245, 246
133, 134, 135, 139, 147, 148, 149, 150, 151, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 169, 171, 172, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 181, 182, 183, 206, 207, 224, 225, 227, 232, 330, 336 Pesciotti, José: Ver Pesciotti, Bernardino J. Piani, Ireneo: 78 Pierini, Francisco: 57, 84, 85, 86, 87, 88, 91, 123, 126, 127, 128, 146, 158, 159, 162, 331 Pierini, Luis: Ver Pierini, Francisco Piérola, fotógrafo: 241 Pietrantonio, Francisco: Ver Pietrantonio, Pablo Pietrantonio, Pablo: 119, 126 Pifferi, Sebastián: 81, 153, 328, 331 Pillon, Pío: Ver Pillon, Salvador Pillon, Salvador: 126, 134, 135, 188, 244, 245 Pío X: 219 Platt, Tristan: 39, 335 Polanko, Pedro: 61, 91, 99, 331 Prado, Manuel Angel del: 73 Prado Barrientos, Nataniel: 107, 114, 190 Pratti, Ambrosio: 81, 126, 131, 153 Priewasser, José: Ver Priewasser, Wolfgang Priewasser, Wolfgang: 60, 61, 62, 84, 85, 91, 92, 94, 119, 121, 126, 133, 173, 175, 176, 177, 195, 196, 197, 198, 199, 201, 202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 212, 331 Priwaser, Wolfgang: Ver Priewasser 356
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Singer, Alberto: 93, 94, 95, 96, 99, 126, 127, 128, 135, 182, 183, 185, 227, 230, 231, 331, 332 Singer, José: Ver Singer, Alberto Sontag, Susan: 9, 167, 336 Stadler, Serafín: 135 Sucre, Antonio J. de: 35, 36, 42, 117, 335 Tejada Sorzano, José Luis: 102 Teijeiro, José: 18, 19, 336 Terrazas, Melchor: 47, 332 Toalino, Manuel: Ver Toalino, Pacífico Toalino, Pacífico: 126, 127, 135, 154, 155, 207 Tomassini, Evaristo: 126, 128, 132, 134, 183, 227, 230 Tomassini, Tomás: Ver Tomassini, Evaristo Toro Ruilova, David: 40, 67, 102 Trocchi, Tito: 63 Tschimben, Aureliano: 100, 126, 127, 128, 131, 133, 135, 219 Tschimben, Pedro: Ver Tschimben, Aureliano Uté, Pedro: 160, 176, 207, 208 Vada Palma, Roberto: 36, 336 Valcanover, Mauricio: 10, 13, 169, 328 Van de Castel, Oscar: 126, 134, 135 Van den Berg, Hans: 81, 153, 154, 155, 336 Vaudry, M. J. B.: 176, 213 Vázquez Machicado, Humberto: 44, 336 Velasco, Francisco Javier: 72 Velasco, Guillermo: 156, 157 Velasco, José Miguel: 182, 227 Velasco Franco, José Miguel: 36, 75
Sanabria Fernández, Hernando: 37, 107, 336 Sánchez Canedo, Walter: 24, 33, 336 Sánchez Carretero, Cristina: 333, 335, 336 Sánchez Gómez, Luis Ángel: 169, 336 Santa Cruz, Andrés de: 17, 36, 37, 43, 44, 118, 336 Santistevan, Ovidio: 98, 331 Sartori, Dámaso: 62, 81, 86, 92, 97, 98, 126, 127, 128, 130, 183, 228, 229, 241, 252, 331 Sartori, David: Ver Sartori, Dámaso Scarzanella, Eugenia: 168, 172, 336 Scherer, Genaro: 83, 98, 126, 127, 130, 131, 132, 133, 135, 196, 201 Scherer, Joanna C.: 9, 168, 336 Schermair, Anselmo: 106, 126, 135, 244, 247, 293 Schermair, José: Ver Schermair, Anselmo Schumacher, Francisco: 126, 135 Schwendmayer, Ignacio: 126, 134, 242, 243 Schwendmayer, Maximiliano: Ver Schwendmayer, Ignacio Senner, Juan: Ver Senner, Tarsicio Senner, Tarsicio: 126, 128, 135, 187, 243, 244, 246, 274, 284, 285 Sherer, José: Ver Scherer, Genaro Siles Reyes, Hernando: 66, 94, 99 Silvestre, cacique: 185, 186, 284, 285 Simonetti, Estanislao: 126 357
PILAR GARCÍA JORDÁN
Vergara, Manuel: 85 Viagini, Cesare: 65 Villarroel, Abel: Ver Villarroel, Francisco Villarroel, Francisco: 126, 128 Villazón, Eliodoro: 51, 54, 156 Vincenti, Gregorio: 64, 65, 99, 100, 102, 332 Viudes, Manuel: Ver Viudez, Manuel Viudez, Manuel: 10, 19, 26, 73, 75, 76, 77, 121, 126, 131, 142, 332 Walpoth, Conrado: Ver Walpoth, Hildeberto Walpoth, Hildeberto: 13, 107, 126, 130, 135, 170, 189, 190, 191, 244, 300, 301, 303, 305, 306, 307, 308, 309, 310, 311, 312, 313, 314, 315, 316, 317, 318, 319, 320, 321
Wecker, José: 128, 134, 135 Wyrape, Cipriano: 191, 296 Yabandire, Lucas: 296 Yanekkyne, Padre: 178 Yannacci, Antonio: Ver Yannacci, Domingo M. Yannacci, Domingo M.: 81, 126, 127, 128, 130, 133, 134, 154, 162, 178, 211, 227, 229 Yanosckó, Jocondo: 126, 128, 188, 189, 244, 245, 247, 303, 320 Yeguanui Cortez, Mauricio: 162 Yenewein, Juan Félix: 126, 131, 132, 134 Yenewein, Pedro: Ver Yenewein, Juan Félix Zalles, Juan M.: 59, 88, 332 Zerbino, Domingo: Ver Zerbino, Julio Zerbino, Julio: 126, 135 Zoccolani, Francisco: 227
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PILAR GARCÍA JORDÁN
Unas fotografías para dar a conocer al mundo la civilización de la república guaraya
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ste s trabajo ofrece la reconstrucción histórica de una realidad y de un t tiempo que pasó, la relativa a la historia de la conquista y reducción de los l Guarayo entre 1790 y 1939 protagonizada por los misioneros franciscanos, en quienes el Estado boliviano delegó la socialización del grupo étnico-cultural radicado, mayoritariamente, en la actual provincia de Guarayos (Noroeste del departamento de Santa Cruz, Bolivia). La obra se estructura en dos partes, la primera de las cuales, y tras reflexionar sobre la percepción que los contemporáneos tuvieron de los Guarayo asentados en las riberas de los ríos San Miguel-Sapocós, estudia las funciones desarrolladas por las misiones franciscanas en el contexto de la construcción de Bolivia como estado-nación; los aspectos más significativos de la implementación del proyecto franciscano; y, por ende, los elementos fundamentales de la construcción por los misioneros –mediadores culturales por excelencia– del espacio civilizado y cristiano, en sustitución del preexistente espacio bárbaro y salvaje guarayo, y que propició el surgimiento de los poblados de Ascensión, Urubichá, Yaguarú, Yotaú y San Pablo, y casi al final de la etapa aquí estudiada, de Santa María y Salvatierra, pueblos fundados básicamente con población Sirionó, grupo étnico-cultural prácticamente desaparecido en la actualidad. El análisis de los procesos sociales, económicos, políticos, ideológicos reconstruidos se ha visto enriquecido por las cuatro series fotográficas que, con un total de 247 fotografías, se recogen en la segunda parte y cuya función en la investigación, además de “ilustrar”, ha sido la de “documentar”, esto es, proporcionar como “documento histórico” elementos útiles para la comprensión de los procesos señalados. En consecuencia, la obra ofrece algunas claves para la interpretación del pasado, y, por lo tanto, para la mejor comprensión del presente de Bolivia, de Guarayos, de los franciscanos y de los Guarayo.
PILAR GARCÍA JORDÁN
Unas fotografías para dar a conocer al mundo la civilización de la república guaraya
MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN
CSIC
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Pilar García Jordán (Esquedas –Huesca– España), doctora en historia por la Universidad de Barcelona, es catedrática de Historia de América en la misma Universidad, directora del Taller de Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (TEIAA) con sede en Barcelona y coordinadora del Máster en Estudios Latinoamericanos (Universitat de Barcelona / Universitat Autònoma de Barcelona / Universitat Pompeu Fabra). Es autora, entre otros trabajos, de las monografías Els catòlics catalans i la Segona República (Barcelona, 1986); Iglesia y poder en el Perú contemporáneo, 1821-1919 (Cusco, 1991); Cruz y arado, fusiles y discursos. La construcción de los Orientes en el Perú y Bolivia, 1820-1940 (Lima, 2001); “Yo soy libre y no indio: soy guarayo”. Para una historia de Guarayos, 1790-1948 (Lima, 2006). Como editora ha publicado, entre otras obras, La construcción de la Amazonía andina (siglos XIX-XX) (Quito, 1995); Fronteras, colonización y mano de obra indígena en la Amazonía andina (siglos XIX-XX) (Lima/ Barcelona, 1998); Estado, Región y Poder local en América Latina, siglos XIX-XX. Algunas miradas sobre el estado, el poder y la participación política (Barcelona, 2007).