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Spanish Pages [73] Year 2014
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¿POR QUÉ A MÍ? ESTO NO ES UN LIBRO DE AUTO AYUDA
PILAR LEÓN BARRIENDOS
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Pilar León Barriendos
Con el patrocinio y colaboración del Excelentísimo Ayuntamiento de Riba-Roja de Túria (Valencia)
© 2009 by PLB All rights reserved. ISBN 978-1-4092-6026-4
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¿Por qué a mi?
A Miguel por verme siempre más allá de mis limitaciones.
A Q. por estar ahí
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Pilar León Barriendos
1 ¿Cuántas veces se ha visto sorprendido haciéndose esa pregunta? Y seguramente siempre en situaciones difíciles y que sentimos profundamente injustas. Casi nadie se la hace cuando se trata de recibir alabanzas o premios. ¿Por qué me ha tocado a mí la lotería? ¿Por qué tengo un trabajo tan bueno? El hecho de que nos hagamos la pregunta sólo cuando creemos que no nos merecemos lo que nos pasa dice bastante de nosotros. Es como si no valiera la pena pararse a pensar porqué nos merecemos lo bueno y no lo malo. Es cierto que hay bondades y maldades que no nos hemos buscado directamente ni conscientemente. Son aquellas que nos han venido dadas "de serie", o acaso alguien no se pregunta porqué yo o un amigo o un familiar tiene una enfermedad, una desgracia, con lo "buena persona que es". Las buenas personas, a nuestro general entender, no se merecen padecer desgracias. Sin embargo, poco nos cortamos en desear el mal al vecino molesto, al asesino, al que provoca una desgracia. Si somos buenos, merecemos una buena vida. Si somos malos merecemos que se nos pague con la misma moneda. Y he aquí que llegamos al meollo de la cuestión, porque ¿qué es ser bueno o malo y para quién? ¿En calidad de qué juzgamos como buena o mala una acción?
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¿Por qué a mi?
Nuestra cultura, la sociedad en que vivimos, es la que nos marca las reglas del bien y del mal, la que nos trasmite unos valores que luego son aplicados al comportamiento propio y ajeno. En la actualidad parece que esos valores y normas son cada vez más laxos y dejan un amplio margen para lo considerado bueno o malo, dejando al libre albedrío de hacer o deshacer conforme al grado de molestia que causa al prójimo.
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Pilar León Barriendos -2Puestos a suponer que nadie se va a preguntar, en una falsa modestia, porqué tiene tanta suerte, por qué soy tan guapo o por qué todo me lo merezco, centrémonos en la pregunta de porqué tengo tan mala suerte. Caer en la tentación de formular la pregunta de porqué a mí me pasa casi siempre todo lo malo, implica, la mayoría de veces, una profunda reflexión antes de contestarla. No obstante la pregunta suele hacerse de manera retórica. Nadie espera una respuesta inmediata. Ni de propia parte ni mucho menos de parte de los demás. Al revés. Al lanzar esa cuestión al aire, buscamos, sin duda, la compasión de aquellos que nos están escuchando, y si se da el caso de que en ese momento no nos escucha nadie, de la autocompasión. Regodearse en esa autocompasión, es, en una primera instancia, no sólo comprensible, sino hasta necesario. Es un automimo, una caricia que nos damos a nosotros mismos y que en un principio nos consuela y ante todo nos evita tener que plantearnos si yo tengo que ver realmente algo en todo esto que me está pasando. Y es que tal cosa nos podría llevar a la siguiente cuestión: ¿qué yo tengo la culpa de qué? Pero no, no se preocupen, no siempre la culpa de lo que nos pasa es nuestra.
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¿Por qué a mi? Vivimos con otra gente con la que nos interrelacionamos, en un medio donde miles de seres conviven e inevitablemente nuestros caminos se cruzan, se entrelazan y de pronto nos vemos involucrados en la vida, y en la suerte, de otras personas, y de ellos en la nuestra. ¿Es eso a lo que llamamos destino? ¿Qué es a lo que llamamos suerte?
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Pilar León Barriendos -3DESTINO: Si buscamos en el diccionario el significado de este término, encontramos una primera definición que nos dice:"Encadenamiento de sucesos considerados como necesarios y fatales”. ¡Cielos! Eso quiere decir que si el tal destino existe, nada ni nadie puede escapar de él, pues es necesario. Pero además es fatal, o sea, que pase lo que pase será horrible. Ciertamente esta definición es deprimente. Esta filosofía fatalista campeaba en los antiguos credos religiosos que, por ejemplo, representaban al hado con Las Tres Parcas, dioses mitológicos que hilaban y cortaban a su arbitrio las vidas humanas. En la cultura occidental la mayoría de las religiones han creído en formas de destino, especialmente relacionadas con la predestinación.1 Los griegos llamaban al destino «Anagké» y lo consideraban una fuerza superior no solo a los hombres sino incluso a los mismos dioses. El destino era Moira (rebautizada como Fatum para la mitología romana). Hoy, sin embargo, tanto las religiones como la Astrología se esfuerzan por convertir al hombre en el amo de su destino, mediante el tenaz ejercicio de la voluntad, potencia vital capaz de modificar hasta una suerte supuestamente predeterminada por designios superiores.
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La predestinación es una doctrina religiosa bajo la cual se discute la relación entre el principio de las cosas y el destino de las mismas. Su naturaleza religiosa la distingue del Determinismo, el Libre Albedrío, y conceptos relacionados. En particular la predestinación concierne a la decisión de Dios para crear y gobernar.
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¿Por qué a mi? En cuanto a las influencias planetarias, sus valores no son tan absolutos como para marcar fatalmente el derrotero de cada ser humano, pues las cartas astrales contienen tan sólo un cálculo de probabilidades que los hombres inteligentes y emprendedores pueden inclinar positivamente a su favor. Desde un punto de vista filosófico el destino es un constructo metafísico y como tal está sometido a interpretaciones. El destino sería la sucesión incognoscible e inevitable de acontecimientos que ocurren en diferente lugar y tiempo cuya consecuencia es uno o más hechos futuros, así como la red de posibilidades del futuro a causa de las acciones presentes y los acontecimientos pasados. El destino se relacionaría con la teoría de la causalidad que afirma que “toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción”, a menos que se combinen varias causas entre sí haciendo impredecible a nuestros ojos el resultado. Nada existe por azar al igual que nada se crea de la nada. Todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinada a existir desde el momento en que la causa surgió. Debido a que la inmensa cantidad de causas es impensablemente inmensa -valga la redundancia-, nos es imposible conocerlas todas y enlazarlas entre sí. Pero vamos a lo que realmente tiene que ver con nuestra disertación.
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Pilar León Barriendos Si somos víctimas del destino, evidentemente somos víctimas también de nuestra suerte, y sólo nos cabe lamentarnos por ella en un acto de mera resignación. Si además somos religiosos, siempre nos cabe la esperanza de encontrar la recompensa a nuestro sufrimiento en la otra vida, es más, puede que Dios nos lo envíe para probar la fortaleza de nuestra fe. Existe la otra cara de la moneda: aquella que nos dice que nosotros somos dueños de nuestro destino, que dentro de unas ciertas y lógicas limitaciones, elegimos nuestros actos y con ellos las consecuencias de los mismos y que en eso radica precisamente la libertad humana. Si eso es así, queridos lectores, es muy probable que algo tengamos que ver con nuestra “suerte”. De momento ilústrense con el pensamiento de algunos importantes pensadores y vayan escogiendo su frase favorita2:
Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino. Charles Reade (1814-1884) Escritor inglés.
El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad. Giovanni Papini (1881-1956) Escritor italiano.
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Si esto fuera un libro interactivo les diría que a tal frase corresponde tal postura ante la vida, pero esa reflexión se las dejo a ustedes.
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¿Por qué a mi?
No mires nunca de donde vienes, sino a donde vas. Pierre Augustin de Beaumarchais (1732-1799) Poeta dramático francés.
¡Actúa en vez de suplicar! ¡Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Si quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. ¡Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino! Ludwig van Beethoven (1770-1827) Compositor y músico alemán.
El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos. William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo. Jean de la Fontaine (1621-1695) Escritor y poeta francés.
Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico.
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A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será. Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.
El destino ayuda a quien lo acepta y arrastra a quienes se resisten. Seneca (4-65) Filósofo hispano romano
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¿Por qué a mi? -4¿Suerte? ¿Quién dijo suerte? Se llama suerte a la creencia en una organización de sucesos afortunados y desafortunados, al menos eso es lo que dicen los diccionarios. Según esta definición suerte es sinónimo de azar y si es así es todo lo contrario a la predestinación; no está sujeta a leyes ni a normas, sino que es impredecible. Si eso es así, qué difícil es creer que algún día pueda recaer sobre uno, pues entre tantos millones y millones de personas, porqué la suerte tendría que recaer en mí precisamente. Es este último pensamiento el que enlaza con el ¿por qué a mi? pero tomado como mala suerte. Venga, ¡con la cantidad de personas que hay en el mundo y me ha tenido que tocar a mí! Cuidado con esa frase amigo, o sea, que mejor a otro que a mi, ¿no? Pues claro, me dirá usted. Y ahora le pregunto, ¿y si ese otro al que usted alude y que no tiene ni cara ni ojos ni historia que le importe, por eso precisamente prefiere que le suceda a él, estuviera leyendo este mismo libro? ¡Qué! Quiero pensar que inmediatamente usted se disculparía y le diría, no hombre, esto no va con usted, echémosle la sal a algún otro que no conozcamos (vamos, que lo quiere hacer cómplice para no sentirse el único autor de tan deleznable pensamiento), uno de esos que están por ahí en el mundo como sin estar, que tanto tienen que por una más... si ya están acostumbrados al sufrimiento, si de todas formas se van a morir... Ay! demasiadas cosas he dicho.
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Pilar León Barriendos Porque morirnos, oiga, nos vamos a morir todos, más tarde o más temprano y a casi ninguno le va a venir bien. Que sufrir por sufrir y que disfruten, no suelen pertenecer a esos países alejados del primer mundo a donde pertenecemos usted y yo. Porque y hablando de suerte, ¿se han fijado ustedes que todos los huracanes, sutnamis, tornados, terremotos, inundaciones... ocurren en un porcentaje altísimo en países poco desarrollados? ¿Y que si les toca a alguno de esos países ricos, afecta principalmente a las zonas más pobres, donde vive la gente más humilde? Dígame, ¿eso es cuestión de suerte? De nuevo, querido lector, me encantaría dialogar con usted y que me diera su opinión al respecto, así que en cuanto acabe este libro, abriré una página Web con un foro para poder intercambiar opiniones con mis lectores, claro, si tengo la suerte de vender algún ejemplar.
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¿Por qué a mi? -5Hay también una serie de creencias espirituales o sobrenaturales sobre la suerte, variando ampliamente de unas a otras, aunque la mayoría coinciden en que puede influirse en la suerte con medios espirituales realizando ciertos rituales o evitando ciertas situaciones. Una de estas actividades es la oración, una práctica religiosa en la que esta creencia es especialmente fuerte. Rogar a Dios que nos proteja, que nos ayude en situaciones desesperadas es una práctica habitual en el mundo occidental hasta en los que se declaran no creyentes. En situaciones límites muy pocas personas no han gritado:”Dios mío”. Cierto es que con frecuencia el contenido de la frase es menos religioso de lo que parece y mucho más cultural de lo que creemos. Muchas culturas y religiones de todo el mundo ponen un especial énfasis en la habilidad de las personas para influir sobre su suerte por medios rituales, a veces incluyendo sacrificios, presagios o hechizos. Otros asocian la suerte con un fuerte sentido de superstición, es decir, una creencia de que ciertos actos tabú o benditos influyen la forma en que la suerte les favorecerá en el futuro. Las religiones judeocristianas e islámica creen en la voluntad de un ser supremo más que en la suerte como principal influencia en los sucesos futuros. Los grados de esta divina providencia varían ampliamente de una secta a otra, pero la mayoría la reconocen como una influencia parcial, si no completa, sobre la suerte.
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Todas ellas, en diferentes épocas, aceptaron presagios y formas prácticas de sacrificios rituales para adivinar la voluntad de su ser supremo o para influir sobre su favoritismo. Las religiones mesoamericanas, como la de aztecas, mayas e incas, tenían creencias especialmente fuertes sobre la relación entre rituales y la suerte. En estas culturas, el sacrificio humano (tanto de voluntarios como de enemigos presos) era considerado una forma de complacer a los dioses y ganar sus favores para la ciudad que ofrecía el sacrificio. Entre los mayas, que también creían en las ofrendas de sangre, los hombres o mujeres que querían ganarse el favor de los dioses para atraer la buena suerte se hacían cortes y vertían su sangre sobre el altar de los dioses. Muchas religiones africanas como el vudú y el hudú tienen fuertes creencias en la superstición. Algunas de ellas incluyen la creencia de que terceros pueden influir en la suerte individual. Los chamanes y brujas son amados y temidos por su habilidad para proporcionar buena o mala suerte a los que viven en pueblos cercanos a ellos. Un acercamiento racionalista alternativo a la suerte es contrastarla con el control. La suerte es lo que sucede más allá del control de una persona.
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¿Por qué a mi? Este punto de vista incorpora fenómenos que son acontecimientos accidentales, por ejemplo el lugar de nacimiento de una persona, pero en los que no hay incertidumbre alguna o ésta es irrelevante. Dentro de este marco pueden diferenciarse tres tipos de suerte: Suerte constitucional, es decir, con factores fuera del control de una persona porque no pueden ser cambiados. El lugar de nacimiento y la constitución genética son ejemplos típicos. Suerte circunstancial, es decir, con factores que no pueden ser controlados porque se producen aleatoriamente. Los accidentes y epidemias son ejemplos típicos. Suerte consecuente, es decir, con factores que no pueden controlarse por ser el resultado caprichoso de tus actos. Un ejemplo típico sería arrojar una piedra desde un acantilado. La probabilidad, que en esta ocasión vamos a llamar suerte, de darle a alguien, depende de muchos factores que el solo hecho de lanzar la piedra. Ahora bien, tirarla, la hemos tirado nosotros. Algunos fomentan la creencia en la suerte como una falsa idea, pero que pueden derivar en pensamiento positivo y alterar las respuestas de uno a mejor. Otros, como Jean Paul Sartre y Sigmund Freud, creen que la creencia en la suerte tiene más relación con un “locus de control”3
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El locus control (LC) es un rasgo de personalidad propuesto a partir de la teoría del aprendizaje social por Rotter y Murly en 1965. El LC ubica a las personas en un contínuo según la responsabilidad que aceptan sobre los eventos que experimentan que pueden ser positivos, negativos o neutros. Así se muestra el grado en que un individuo percibe el origen de su propio comportamiento de manera interna o exí se muestra el grado en que un individuo percibe el origen de su propio comportamiento de manera interna o externa a él.
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Pilar León Barriendos Para los sucesos de la propia vida y la subsiguiente huida de responsabilidad personal. Según esta teoría, quien atribuye sus penalidades a la «mala suerte» hallarán, tras un examen más atento, que llevan un estilo de vida arriesgado- tiene más probabilidades de tener un accidente de tráfico un transportista que una persona que sólo usa el coche ocasionalmente, aunque podríamos discutir eso si le parece en otra ocasión-. Por otra parte, la gente que se considera «afortunada» al tener buena salud puede estar en realidad cosechando los beneficios de una actitud positiva y unas relaciones sociales satisfactorias, lo que estadísticamente se sabe que protege contra las enfermedades relacionadas con el estrés. Si ocurren sucesos «buenos» y «malos» aleatoriamente a todo el mundo, los creyentes en la buena suerte experimentarán una ganancia neta de su fortuna, y viceversa para los creyentes en la mala suerte. Ilústrese, si así lo desea, con algunos ejemplos que circulan popularmente en cuanto a lo que consideramos que nos da buena o mala suerte. Observará que hay una relación más larga de hechos desafortunados que afortunados.
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¿Por qué a mi? Afortunados
▪ Encontrar una moneda cara arriba: El hecho de encontrarla ya está bien, ¿no?
▪ Herraduras --> La herradura era un talismán poderoso en todas las épocas y en todos los países en los que existía el caballo. Aunque los griegos introdujeron la herradura en la cultura occidental en el siglo IV, y la consideraban como símbolo de buena suerte, la leyenda atribuye a San Dunstan el haber otorgado a la herradura, colgada sobre la puerta de una casa, un poder especial contra el mal. ▪ Trébol de cuatro hojas --> Según leyenda, cada hoja representa algo: La primera es para la esperanza La segunda es para la fe La tercera es para el amor La cuarta para la suerte ¡Y lo difícil que es encontrar uno! ▪ Pata de conejo --> Históricamente, la pata de conejo poseía poderes mágicos. En Europa, la suerte atribuida a una pata de conejo, se debe a una creencia arraigada en un antiguo totemismo, porque el hombre, que se adelantó al darwinismo en varios miles de años, pensaba que descendía de los animales. Cada tribu tenía un animal como mascota. Los celtas, por 19
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Pilar León Barriendos ejemplo, creían que este animal pasaba tanto tiempo bajo tierra, porque mantenía una comunicación secreta con el mundo subterráneo de los númenes. Así que el conejo disponía de una información que a los seres humanos les estaba negada. Y el hecho de que la mayoría de los animales, entre ellos el hombre, nazcan con los ojos cerrados, en tanto que los conejos llegan al mundo con los ojos abiertos de par en par, les conf irió una imagen de sabiduría. En realidad, es la liebre la que nace con los ojos abiertos porque el conejo lo hace con los ojos cerrados. Sin embargo, fue la fecundidad del conejo lo que contribuyó a dar a ciertas partes de su cuerpo su más intensa relación con la buena suerte y la prosperidad. Poseer cualquier parte del conejo, como la cola, una oreja o una pata, aseguraba la buena fortuna a cualquier persona. ...▪ Mariquitas: En casi todas partes las consideran como muy benéficas para los cultivos. Ellas acaban con los pulgones y otros parásitos de las plantas. Son pesticidas naturales, las mejores amigas del agricultor. Antiguas leyendas dicen que las mariquitas traen suerte, igual que el trébol de cuatro hojas y la herradura. En Alemania, cuentan los puntos negros de sus alas. Si son siete, es señal que habrá hambruna. Si menos, señal de excelente cosecha. También dicen que cuando una muchacha agarra una mariquita y la bate bien en sus manos, se casará ese año. En Suiza, los papás y mamás explicaban a sus hijos que los bebés no venían con las cigüeñas, sino con las mariquitas
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¿Por qué a mi?
▪ Elefantes con la trompa hacia arriba: El elefante atrae buena suerte, larga vida, sabiduría y aleja envidias. Enseña a ser resistente ante la adversidad y a tener paciencia y resistencia. Se cuenta en la mitología Hindú que una noche en que el dios Shiva regreso a su alcoba, encontró a alguien durmiendo con su esposa Parvati. Enojado le cortó la cabeza sin saber que se trataba de su propio hijo Ganesh. Al darse cuenta de su error y para congraciarse con su mujer salió y le cortó la cabeza al primer animal que encontró, un elefante y se la puso a Ganesh.Desde entonces Ganesh vivió feliz y así se le representa en esa religión, donde es considerado como “el que abre los caminos” y “el destructor de obstáculos”. ▪ El número siete: El siete es un número muy recurrente en la cultura. Son siete los días de la semana, siete los colores del arco iris y siete los pecados capitales. El origen de esta popularidad está en la observación del cielo por los antiguos astrónomos. La mayoría de las estrellas no cambiaban de posición las unas respecto a las otras durante el año. Sin embargo, observaron siete cuerpos celestes que sí lo hacían. El Sol y la Luna, los dos primeros, evidentemente formaban parte de ellos. Los otros cinco eran los planetas que pueden verse a simple vista, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, y que los pueblos antiguos consideraban estrellas móviles.
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Pilar León Barriendos Estos siete cuerpos celestes dieron a los días de la semana sus nombres: Lunes (Luna), Martes (Marte), Miércoles (Mercurio), Jueves (Júpiter) y Viernes (Venus). En español Sábado procede de la fiesta hebrea "Sabbat" y Domingo de la palabra latina "Dominus", el señor (Dios). No obstante, en inglés, por ejemplo, se mantienen los nombres originales de estos dos días: Saturday (Saturno) y Sunday (Sol). El 7 es el resultado de la suma entre 3 (lo celeste) y 4 (lo terrenal). Se considera un número perfecto que simboliza la relación de lo divino y lo humano, cuyo resultado es la creación, llevada a cabo en 7 días. Para casi todas las culturas fue siempre un número mágico. Y ahora un poco de humor, ¿Se han fijado que el siete a veces lleva un guioncito en medio y a veces no? Hay que remontarse muchos siglos atrás, a los tiempos de la Biblia. Cuando Moisés estaba en el Monte Sinaí y le fueron dictados los diez mandamientos; él en voz alta los fue diciendo a la multitud, uno a uno. Cuando llego al séptimo, Moisés anuncio: "No desearas a la mujer del prójimo" Y entonces numerosas voces se alzaron gritando: "¡Tacha el siete, tacha el siete!”
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¿Por qué a mi? ▪ Tocar madera --> Los niños que practican el juego consistente en tocar un árbol, donde quedan a salvo de sus perseguidores, repiten sin saberlo una costumbre que data de hace 4.000 años y que iniciaron los pobladores de Norteamérica. En Europa, durante la Edad Media, los eruditos cristianos aseguraban que la superstición de tocar madera se originó en el siglo I, y procedía que Cristo fue crucif icado en una cruz de madera. Tocar madera en señal de esperanza era supuestamente un sinónimo de la plegaria de súplica, y equivalía a decir: «Señor, haz que mi deseo se haga realidad.» Sin embargo, los eruditos modernos aseveran que no hay más verdad en esa creencia que en la que la precedió. Según ella, toda catedral cristiana del continente europeo poseía un fragmento de madera de la Vera Cruz. Así, la veneración católica de las reliquias de la cruz, no sería el origen de la costumbre de considerar con respeto la madera, sino que más bien modif icaría y reforzaría una creencia pagana mucho más antigua. ▪ Cruzar los dedos --> Cuando se pide un deseo, se dice una mentira o se quiere llamar a la buena suerte, es costumbre cruzar los dedos, concretamente el dedo mayor sobre el índice.
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Pilar León Barriendos Este gesto evoca una cruz, y así aleja la mala suerte y las influencias maléficas, según los supersticiosos. Pero desde los primeros tiempos del cristianismo se creía que, replegando el pulgar bajo los otros dedos (signo del fico), se alejaba a los malos espíritus, o bien haciendo esa operación con las dos manos y dejando que el pulgar asome entre el índice, dedo consagrado a Júpiter, y el mayor, dedo del pecado dedicado a Saturno. Sin embargo, algunos investigadores piensan que el origen es mucho más primitivo que la cruz cristiana y se remonta a los más antiguos tiempos paganos. Desafortunados ▪ El número 13 (en algunos lugares se salta la planta 13 en los edificios:> Todo esto se remonta a la mitología nórdica en la era precristiana. A un banquete en el Valhalla fueron invitados doce dioses. Loki, el espíritu de la pelea y del mal, se coló por las buenas, con lo que el número de los presentes llegó a trece. En la lucha que se produjo para expulsar a Loki, Balder, el favorito de los dioses, encontró la muerte. Ésta es una de las primeras referencias escritas al infortunio relacionado con el número trece. Desde Escandinavia, la superstición se difundió a través de Europa, en dirección Sur. Al iniciarse la era cristiana, estaba ya bien establecida en los países mediterráneos. 24
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¿Por qué a mi? Entonces, aseguran los folkloristas, la creencia fue notablemente reforzada, tal vez para siempre, por la cena más famosa de la historia: la Última Cena. Cristo y sus apóstoles eran trece. Menos de veinticuatro horas después de esta cena, Cristo era crucif icado. El origen de la maldad atribuida al martes se debe a su asociación con el dio Marte, dios de la guerra que implica la muerte. La consideración del martes como día fatídico ha dado origen a varios refranes: • El martes, ni te casas ni en embarques. • El martes ni gallina eches, ni hija cases. •
El martes ni hijo cases, ni cochino mates.
• En martes ni tela zurzas, ni hija casas, ni las lleves a confesar porque no dirán la verdad. • El martes ni tu casa mudes, ni tu hija cases, ni tu ropa tajes. Al parecer cortarse las uñas en el aciago martes saldrán padrastros. Los hijos nacidos en martes serán desgraciados, tendrán una vida corta y su ideal será la guerra. La tradición anglosajona considera el viernes como día de mal fario por ser el día en que Cristo fue crucificado. ▪ Un gato negro cruzando tu camino --> El temor a los gatos, especialmente a los negros, surgió en Europa durante la Edad Media, particularmente en Inglaterra. 25
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La característica independencia del gato, junto con su testarudez y su af ición al robo, unida al repentino aumento de su población en las grandes ciudades, contribuyeron a su caída en desgracia. Los gatos callejeros eran alimentados a menudo por ancianas pobres y solitarias, y cuando se propagó en Europa una oleada de histeria, en la que muchas de esas mujeres carentes de hogar fueron acusadas de practicar la magia negra, los gatos que les hacían compañía —especialmente los negros— fueron considerados culpables de brujería por asociación de ideas. ▪ Romper un espejo (siete años de mala suerte:> El cuenco de cristal lleno de agua —el miratorium para los romanos— se suponía que revelaba el futuro de cualquier persona, cuya imagen se reflejara en la superf icie del mismo. Los pronósticos eran leídos por un «vidente». Si uno de estos espejos se caía y se rompía, la interpretación inmediata del vidente era que la persona que sostenía el cuenco no tenía futuro —es decir, que no tardaría en morir— o que su futuro le reservaba unos acontecimientos tan catastróf icos, que los dioses, amablemente, querían evitar a esa persona una visión capaz de trastornarla profundamente. En el siglo I le añadieron un nuevo matiz, que es nuestro signif icado actual.
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¿Por qué a mi?
Sostenían que la salud de una persona cambiaba en ciclos de siete años. Puesto que los espejos reflejaban la apariencia de una persona —es decir, su salud—, un espejo roto anunciaba siete años de mala salud y de infortunios. La sal fue el primer condimento ▪ Derramar sal --> en la alimentación del hombre y alteró de tal modo sus hábitos alimentarios, que no es de sorprender que el acto de derramar tan precioso ingrediente llegara a ser equivalente a un mal augurio. Tras un accidental derramamiento de sal, el gesto supersticioso anulador, como lanzar un pellizco de la misma por encima del hombro izquierdo, fue práctica común entre los sumerios, los egipcios, los asirios y, más tarde, los griegos. Otras explicaciones asocian el hecho de derramar la sal con la mala suerte ya que algunos pueblos derramaban sal en las tierras de sus enemigos para volverlas yermas y de esa manera condenarlos a la hambruna. ▪ Poner un sombrero sobre la cama: Poner un sombrero encima de la cama es presagio, en España e Italia, de que algo malo va a ocurrir. Esta superstición tiene otro significado: que se te quedará la mente en blanco. Esta creencia viene probablemente del simbolismo del sombrero, que representa la cabeza y los pensamientos y es símbolo de identificación personal. 27
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Pilar León Barriendos ▪ Abrir un paraguas en el interior de la casa --> Su simbología procede de los parasoles orientales, símbolos de la realeza que dimana de la divinidad, y del palio. Desde ese ángulo, se interpretaba que usurpar la condición divina por medio del uso del paraguas o la sombrilla e interrumpir el itinerario del reino de la luz (el sol) contribuía a desairar a los dioses y sólo se permitía que, excepcionalmente, sustituyera al recinto personal de cobijo y protección (la casa) en las salidas al exterior. Así, el abrir el paraguas en casa constituye una doble provocación: por un lado, a la dignidad de los dioses, y por otro, al libre curso del reino de la luz. ▪ Matar una araña dentro de casa: Las arañas, los grillos y las lagartijas representan buena suerte para el hogar. Matar una araña puede causar mala suerte en el amor. ▪ Pasar bajo una escalera --> Ésta es una superstición cuyo origen parece basarse en una medida tan obvia como práctica, puesto que pasar por debajo de una escalera, al f in y al cabo, es algo que conviene evitar, en previsión de que a un operario se le caiga una herramienta y ésta se convierta en arma mortal. No obstante, el verdadero origen de la superstición nada tiene que ver con la precaución.
Una escalera apoyada en una pared forma un triángulo, f igura considerada desde largo tiempo, por muchas sociedades, como la expresión más común de una trinidad de dioses. 28
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¿Por qué a mi? Por ejemplo, las tumbas piramidales de los faraones se basaron en planos triangulares. De hecho, pasar una persona corriente a través de una entrada triangular equivalía a desaf iar un espacio santif icado. ▪ Poner zapatos sobre una mesa: en el Reino Unido se considera que esto trae suerte extremadamente mala, tradicionalmente la muerte de una persona de la casa; a veces se especifica que sólo trae muerte si los zapatos son nuevos. ▪ En un barco, tradicionalmente se consideraba desafortunado llevar una mujer a bordo principalmente porque la tripulación estaba formada por hombres que pasaban mucho tiempo alejados de sus casas y puertos, así que la presencia de una mujer levantaba sus pasiones y provocaba peleas.
▪ Desear «buena suerte» a un actor que va a salir a escena (se prefiere desearle que se rompa una pierna) o directamente “mucha mierda”. Esta última frase proviene de cuando se acudía al teatro en coche de caballos; sí había mucha mierda es que había acudido mucho público.
▪ El color amarillo --> La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban 29
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Pilar León Barriendos obligadas a señalarlo con una bandera amarilla. En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios. A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos. El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Moliere murió vestido de amarillo. Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abominan también el color amarillo. Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
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¿Por qué a mi?
Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Yoqui masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color. ▪ Los zurdos: Para los nórdicos, la superstición popular asegura que conocer a un zurdo en cualquier día de la semana, con la excepción del martes, trae muy mala suerte. Dentro de los mitos religiosos, en el cristianismo, sólo la mano derecha puede bendecir, el Diablo suele ser retratado como zurdo y en la Biblia hay más de 100 referencias favorables a la mano derecha y unas 25 desfavorables a la izquierda. En el Nuevo Testamento, San Mateo dice "Luego dirá a los de la izquierda: apartaos de mi, malditos, al fuego eterno...".
Por otro lado, quienes se encuentren a la izquierda de Dios el día del Juicio Final no serán escuchados. En el Islam, todo lo que provenga de la mano izquierda se considera impuro, y según algunas costumbres del Oriente Medio, con ella se sostiene el papel higiénico. En un tratado de psiquiatría de 1921, el ser zurdo se lo consideraba como sinónimo de demencia, y en los años 60, se relacionaba con la dislexia. Las tribus africanas de las orillas del río Níger, no dejan que sus mujeres preparen la comida con su mano izquierda, por miedo a la magia negra. 31
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Pilar León Barriendos Hace unas pocas décadas en Japón, que una esposa fuera zurda era suficiente motivo para un divorcio. ¡CIELOS, SOY ZURDA!
▪ Tijeras abiertas: Unas tijeras que descuidadamente han quedado apuntando a una persona indican que si ésta es una persona soltera, nunca va a casarse, y si es casada, que será objeto de infidelidad. En cualquier caso, cuando unas tijeras caen al suelo, la persona a la que dirigen su punta está siendo señalada como víctima de un mal o desgracia inmediata. Tradicionalmente las tijeras son atributo de Átropos, una de las tres Parcas (romanas) o Moiras (griegas), encargada de cortar el hilo de la vida. Nunca se deben regalar tijeras, salvo que se de a cambio una moneda o se pinche previamente, de forma inocua, a la persona que es destinataria del regalo. ▪ Que un pájaro entre volando por la ventana (suele decirse que significa que una persona de la familia morirá ese día o murió la noche anterior) Y no se lo pierdan hasta donde puede llegar la superstición: En Tanzania asesinan a los albinos... porque trae buena suerte4
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Publicado por El periodista digital
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¿Por qué a mi? -6Personalmente estoy de acuerdo con lo que plasman en su libro Fernando Trías de Bess y Alex Rovira, titulado precisamente La buena suerte. El libro es una fábula que va desgranando las claves de la buena suerte, las claves de la prosperidad. Es un cuento muy sencillo. El mago Merlín cita a todos los caballeros de un reino y les informa de que en el bosque encantado nacerá en el plazo de siete días un trébol mágico de cuatro hojas, que es el trébol de la suerte ilimitada; a quien lo encuentre le sonreirá la suerte durante toda su vida en los negocios, en la guerra o en el amor. De todos los caballeros, sólo dos aceptan el reto porque el bosque encantado es enorme, el trébol es diminuto y no hay ninguna pista. Uno de los caballeros viste de blanco y se llama Sid, que es la afirmación, el sí, mientras que el otro prefiere el negro y se llama Nott, que es la negación. La historia es muy sencilla y se lee en menos de una hora. Los caballeros van por el bosque encontrando toda una serie de personajes que son arquetipos muy deliberadamente escogidos (el agua, la piedra, la tierra, el árbol, la roca...), y cada uno va facilitando a los dos caballeros exactamente la misma información. Lo interesante es que reciben lo mismo, es decir, les dicen lo mismo cuando preguntan; aun así, la diferencia estriba en que el caballero negro sencillamente no hace nada, sino que espera a que otros le traigan la buena suerte, mientras que el caballero blanco, en cambio, va pensando qué tiene que hacer con esa información para que la buena suerte llegue.
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Pilar León Barriendos Es lógico imaginarse que, al final, el caballero blanco hallará el trébol. Sin embargo, no es así, no lo encuentra. Si quieren saber el final tendrán que leerlo. No obstante, si reproduciré las diez claves que uno de los autores, Fernando Trías comentó al Correo Digital en el 20045. La primera regla de la buena suerte establece que la suerte no dura demasiado tiempo porque no depende de uno, mientras que la buena suerte la crea uno mismo, por lo que dura siempre. Hay un dato muy revelador que salió en un reportaje de Informe semanal, de Televisión Española. Se trataba de un reportaje sobre varias personas a las que les había tocado la lotería y a las que, diez años después, volvían a visitar. Pues bien, el 90% de los premiados estaba arruinado, o peor que antes o igual que al principio; y, además, peleado con todas sus familias. Es decir, la suerte, aunque llegue, no dura. Precisamente la gente a la que le toca la lotería –que muchas veces es lo que todos deseamos– cae en la actitud de abandonarse al destino porque, cuando llueven muchos millones de golpe, lo que se piensa es que ya no merece la pena hacer nada, ya que realmente no hay nada que dependa de uno.
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Haré un extracto de lo dicho por el autor en la entrevista citada.
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Esto hace que se adopte una actitud de abandono merced a la cual se gestiona muy mal esa gran suerte y se empieza a depender sólo de la suerte. La segunda regla de la buena suerte dice que muchos son los que quieren tener buena suerte, pero pocos los que decidimos ir a por ella. El autor ilustró la regla con un ejemplo de un estudio elaborado en Estados Unidos, donde son muy propensos a este tipo de investigaciones. Corría el año 1960 y fue realizado sobre 1.500 masters en administración de empresas. Se les preguntaba qué preferían: si ir primero en pos de su sueño y, después, ya cuando su sueño o lo que ellos deseaban se hubiera cumplido, dedicarse a ganar dinero, o primero ganar mucho dinero y, después, ya cuando tuvieran dinero, hacer lo que les gustaba. No sorprenderá que el 83% respondiera que primero ganar dinero y, con el dinero ganado, hacer lo que a cada uno le gustaba, y que sólo el 17% confesara que iría directamente a lo que era su sueño. Al cabo de veinte años, también en 1980, entre esos 1.500 MBA había 101 multimillonarios; además, al menos de esos 101 multimillonarios, 100 estaban en el grupo de los que habían dicho que primero irían a por su sueño y después, si acaso, ya pensarían cómo ganar dinero. Esto nos indica realmente que hay que ir a por lo que deseamos: eso es lo que trae la prosperidad (sea mucho o sea poco). 35
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Vayamos con la tercera regla, que sostiene que, si ahora no tienes buena suerte, tal vez sea porque las circunstancias (tus circunstancias) son las de siempre. Para que la buena suerte llegue es conveniente crear nuevas circunstancias. Ahora bien, uno no puede crear nuevas circunstancias si no entiende muy bien en qué circunstancias está ancladas. Para salir de las circunstancias actuales es fundamental valorar positivamente el error. Todos hemos recibido en herencia la educación propia de Occidente, que proviene de la tradición latina y griega, y que está fuertemente basada en la crítica: pensamos que, corrigiendo lo que está mal, algo está bien. Gran parte del pensamiento occidental proviene de esta herencia. Sin embargo, los errores son una fuente de aprendizaje riquísima. Todos tenemos mucho miedo a equivocarnos, cuando en verdad equivocarse resulta fundamental. Quien no se equivoca no prospera ni progresa. El error es la clave del cambio, y tenemos que pasar a amar los errores y a fijarnos en ellos. Aun así, ¿por qué nos da tanto miedo el error? Aquí entramos en un discurso que tiene que ver más con el riesgo. Sentimos mucha aversión al riesgo, cuando el riesgo es muchas veces la felicidad temida. La realidad es neutra, y, al final, el riesgo es una cuestión de percepción.
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Evidentemente, hay riesgos reales, pero sobre todo los riesgos relacionados con la toma de decisiones (los riesgos empresariales, por ejemplo) son muchas veces cuestión de percepción. Aporta un dato: una de cada de tres personas tiene miedo a volar, y, sin embargo, sólo se cae uno de cada millón y medio de vuelos. En definitiva, con el miedo ocurre que, cuando se le mira a los ojos, uno descubre que no hay nada detrás. O mejor: detrás del miedo hay deseo, y al miedo no hay que vencerlo, sino que hay que convencerlo. Y la única manera de convencerlo es dejarlo entrar en uno. Entramos en la cuarta regla de la buena suerte, que es una de sus favoritas, nos dice el autor. Afirma que preparar las circunstancias para la buena suerte no significa buscar sólo el beneficio propio, sino que crear circunstancias para que otros ganen también atrae la buena suerte, que no es más que compartir. Pensemos, por ejemplo, en Bill Gates, que es considerado el hombre más rico del mundo. Cuando buscó en Internet y vio la proporción de acciones de Microsoft que tenía, me quedó de piedra al comprobar que Bill Gates, que fue el creador de la empresa, por lo que un día tuvo el 100% de las acciones en su poder, ya sólo tiene el 10%. Se dio cuenta de que Bill Gates era el hombre más rico del mundo precisamente porque ya sólo tiene un 10%, es decir, porque ha cedido el 90%. 37
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Probablemente, si hubiera querido concentrar ese 100%, ahora sería tan sólo un pequeño empresario de la Costa Este. Compartir es importantísimo. Al final, la buena suerte es como el agua: si la dejas estancada, se pudre, cuando lo que necesita es fluir. Otro caso muy interesante es la cadena de supermercados Mercadona, que aplica de forma impresionante políticas de recursos humanos basadas en compartir. Por ejemplo, los 39.000 empleados están en plantilla, en nómina y con contrato fijo. Si un empleado muere, el cónyuge recibe el mismo salario de por vida. Los hijos, a los dieciocho años de edad, tienen derecho a un contrato de por vida al entrar en la empresa. Una de las políticas de la compañía es que todo el mundo viva a menos de quince minutos caminando, y tiene un departamento dedicado a tramitar y ayudar en el cambio de vivienda para que la gente disponga de tiempo para sus hijos. Y lo más sorprendente es que, cuando abren un nuevo supermercado, el local lo ponen a nombre de los empleados. Para pagarlo, piden un crédito y Mercadona firma un contrato de alquiler de veinticinco años pagando la renta media de aquella zona más medio punto, con lo cual la compra está garantizada.
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Los empleados que trabajan en esa tienda saben que, al cabo de veinticinco años, el local será suyo. Mercadona podría quedarse el local y obtener más beneficios, pero a través de esa forma de compartir está creando la cadena de supermercados nacional de mayor crecimiento en este país, superando a todas las multinacionales francesas. Nos vamos ahora a la quinta regla, cuyo enunciado es el siguiente: si se deja para mañana la preparación de las circunstancias, la buena suerte quizá nunca llegue. Crear circunstancias requiere dar un primer paso, pero esta quinta regla nos obliga a algo más: hay que darlo precisamente hoy, es decir, no hay que postergar, sino perseverar. Algunos números, muy sorprendentes, revelan que la calidad es hija de la cantidad.
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7 Muchas veces, uno tiene el deseo de escribir un libro de poesía o de montar un pequeño negocio o de cualquier otra iniciativa, pero lo quiere hacer tan bien a la primera que eso lo bloquea. Cuando se analiza a las personas más célebres, a las que han hecho las obras más brillantes, se llega a la conclusión de que son individuos que han desarrollado una cantidad de creaciones totalmente brutal, y que fue la cantidad la que les trajo la calidad. Trías trae a colación algunos datos. Por ejemplo, Thomas A. Edison, que fue el creador de la lámpara luminosa, del fonógrafo y de dos o tres inventos más que se le conocen. Sin embargo, Edison tiene 1.903 patentes, un récord que nadie ha superado, aunque es conocido por unos pocos inventos. Es cierto que algunas resultan verdaderamente absurdas, como aquel invento de guardar el hielo en los establos para que no se fundiera, ideas que no llegaron nunca a ningún sitio. No obstante, aunque muchas de ellas han pasado al olvido, detrás hay una historia de muchísimo perseverar. Cuando Edison inventó la bombilla, no le salió a la primera, sino que realizó más de mil intentos, hasta el punto de que uno de sus discípulos que colaboraba con él en el taller le preguntó si no se desanimaba ante tantos fracasos.
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Y aquí entra de nuevo la cuestión de la percepción del error, porque Edison respondió: "¿Fracasos? No sé de qué me hablas. En cada descubrimiento me enteré de un motivo por el cual una bombilla no funcionaba. Ahora ya sé mil maneras de no hacer una bombilla". Ahí está esa actitud ante el error y el fracaso a la que antes me referí. Sin embargo, Edison no inventó la bombilla, sino que lo hizo Joseph Swan, que no pasará a la historia porque sencillamente no hizo más que una decena de intentos (sólo le faltaban alrededor de unos novecientos). Lo que hizo Edison fue coger la bombilla de Swan, en la cual entraba oxígeno y los filamentos se quemaban, y trabajó con entrega hasta que consiguió un tipo de material con el cual el filamento no se quemara. Esto último fue labor de Edison, pero el invento de la bombilla corresponde a Swan, que, sencillamente, no perseveró lo suficiente. A Einstein se le conoce por la teoría de la relatividad y por el desarrollo del átomo, que llevó a la bomba atómica. En cambio, Einstein tiene 248 trabajos publicados con descubrimientos científicos. De Picasso se conocen por regla general siete u ocho cuadros, aunque Picasso realizó más de veinte mil dibujos.
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Picasso dijo en cierta ocasión lo siguiente: "Que la inspiración llegue no depende de mí; lo único que yo puedo hacer es que, cuando llegue, me coja trabajando". Esta frase tan interesante habla de cómo el trabajo y la inspiración se comportan, en definitiva, de modo parecido a la forma en la que llega la buena suerte. Nos vamos a la sexta regla, que enseña lo siguiente: "Aun bajo las circunstancias aparentemente necesarias, a veces la buena suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias, pero imprescindibles". Hay que mimar el detalle. Muchísimos de los grandísimos descubrimientos de este siglo y del siglo anterior han llegado por pequeñísimos detalles que pasaban inadvertidos a muchas personas. Un ejemplo es el de Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, quien estaba haciendo unos cultivos sobre la gripe y su bacteria, cuando de pronto creció moho. De todas formas, eso no era nada nuevo, ya que a muchos científicos les entraba oxígeno en los cultivos, o sencillamente éstos envejecían. Cuando esto sucedía, el cultivo simplemente se tenía que desechar. Sin embargo, a Fleming se le ocurrió observar el moho bajo el microscopio, y pudo comprobar que toda el área de alrededor de la capa de moho estaba libre de estafilococos. 42
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Siguió investigando y halló un moho que llamó penicillium notatum, el cual empezó a ser toda la base de la penicilina. Flleming publicó su hallazgo en 1928, aunque nadie hizo caso. Con el tiempo la penicilina ha salvado millones de vidas. En una entrevista, le hablaban a Fleming sobre el descubrimiento, y él aseguraba que no lo comprendía, porque decía que él no había hecho nada especial, salvo no ignorar aquella sugerente capa de moho. Es muy interesante esa reflexión: no ignorar lo que tantos científicos habían tenido en sus cultivos. A veces, los grandes descubrimientos se esconden detrás de pequeños detalles, pero uno los ve solamente cuando tiene una actitud muy, pero que muy atenta. En definitiva, cuando mantiene la actitud adecuada. Abordemos la séptima regla, que señala que, a los que sólo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo, mientras que, a quienes se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa. Muchas veces, cuando estamos ante un proyecto personal o profesional para muchas personas, puede resultar absurdo lo que estamos realizando. Y es muy curioso percibir que, cuando se habla con personas que están dentro de ese proyecto y que están muy convencidas, éstas no entienden que los otros lo vean absurdo. 43
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Hay un momento casi al final de la fábula de La Buena Suerte en el que los dos caballeros se encuentran en el bosque. El caballero blanco ha removido un poco la tierra por si acaso naciera ahí el trébol, y entonces el caballero negro se topa con él por casualidad. Es un punto del libro que a mucha gente le ha pasado muy desapercibido, pero resulta un momento clave porque, cuando uno está leyendo, piensa que el caballero blanco ya ha encontrando el trébol. Sin embargo, éste le dice al otro caballero que no tiene nada que temer y que tiene la tierra y que he hecho llegar agua porque, a lo mejor, nace ahí el trébol. Por su parte, el caballero negro no entiende nada y le pregunta si sabe realmente que ése es el sitio del trébol, a lo que el caballero blanco responde que no. Entonces el caballero negro lo tacha de chalado por pretender que ése sea el sitio donde va a nacer, sabiendo que el bosque es tan grande. En definitiva, le resulta totalmente absurda la posición del caballero blanco, quien, en cambio, dice que está haciendo lo que tiene que hacer. Y aunque durante los primeros días le parece un poco absurdo trabajar en un terreno donde no sabe si va a nacer el trébol o no, a medida que van pasando los días cada vez le preocupa menos. 44
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¿Qué lectura hay que hacer de la forma de pensar del caballero blanco? Trías hace la siguiente: muchas veces, alcanzar la satisfacción plena consiste en poner el resultado dentro del proceso. Muchas veces nos volcamos demasiado en el resultado, es decir, según lo que obtengamos estaremos más o menos contentos. Sin embargo, de esa manera nunca lo estamos del todo, porque siempre estamos con el deseo de vender más o con el miedo a no hacerlo en lugar de disfrutar de lo ya conseguido o de ponernos manos a la obra para facturar más. Nos vamos a la regla número ocho, que sentencia que nadie puede vender suerte. La buena suerte no se vende. Hay que desconfiar de los vendedores de suerte. Todos tenemos tantas ganas de hacer realidad nuestros anhelos que siempre hay un tipo listo que te ve con tantas ganas de éxito o de lograr tu sueño que te lo pone en tus manos. Este es el caso de Tim Paterson. Tim Paterson no es conocido, pero en cambio fue el programador del sistema operativo MSDOS, que fue el primer producto que Bill Gates lanzó al mercado bajo Microsoft. De hecho, Bill Gates fue llamado por IBM, que le preguntó por alguien que hiciera software. Bill Gates propuso un programador que, sin embargo, rechazó la oferta porque le pedían una exclusiva, y volvieron de nuevo a Bill Gates. 45
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Éste dijo a Tim Paterson –que ya tenía un software– que se lo compraba por cincuenta mil dólares, y sencillamente con unos cuantos cambios y dos semanas después lo vendía por millones de dólares a IBM. De todas maneras, y como ya he indicado, Bill Gates compartía. Bastantes meses después dejó entrar a Tim Paterson en su empresa y le dio acciones. La novena regla mantiene que, cuando ya se han creado todas las circunstancias, hay que tener paciencia y no abandonar. Es decir, para que la buena suerte llegue, confía. Sobre esta regla se pueden poner ejemplos muy curiosos. El primero es el de la política de Kellog’s, el fabricante de cereales. Cuando Kellog’s entra en un país en el que la población no desayuna con cereales, lo que hace es invertir en publicidad, encargar anuncios que muestran cómo las familias desayunan con cereales. Desde luego, la gente no consume, y ellos pierden dinero porque van haciendo sus campañas de publicidad sin que las ventas den para soportar esas campañas. No obstante, siguen y siguen durante normalmente diez años. Se ponen diez de años de inversión para lograr cambiar los hábitos de una población que tiene que pasar a desayunar con cereales, que es como desayunan los estadounidenses, pero no como lo hacíamos hace unos años los europeos. El caso es que, cuando Kellog’s logra cambiar esas costumbres, adquiere unas participaciones de mercado y unos niveles de venta extraordinarios, y normalmente permanece en el liderazgo durante un lapso de veinte a veinticinco años. 46
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Ahora bien, para eso han sido necesarios diez años de inversión sin abandonar. La décima y última regla afirma que crear buena suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Ahora bien, la oportunidad no es cuestión de suerte o de azar, sino que la oportunidad siempre está ahí. Evidentemente, esto es demasiado discutible para poderse demostrar. No se puede demostrar que el azar no existe: puede que yo salga de aquí y me caiga una piedra encima. Uno no puede negar el azar –de hecho, el azar es parte de la vida–. El riesgo es vida. Si estuviera todo predeterminado, sería horroroso; si supiéramos lo que va a pasar mañana, no tendría sentido vivir. He aquí la gran paradoja de la vida: saber que el azar es lo que nos da la vida, pero al mismo tiempo no cometer el error de abandonarnos a él. Sin embargo, lo que sí hay es muchísimas oportunidades. Recuerda que en cierta ocasión le preguntaron a Gabriel García Márquez cómo era posible que a él le sucedieran tantas cosas asombrosas, y él respondió que le ocurría lo mismo que a todo el mundo, sólo que él aprovechaba las oportunidades que pasaban por delante de él.
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Hay una teoría americana muy implantada que es la teoría de la oportunidad. Generalmente se dice que, hablando de negocios, lo contrario de "oportunidad" es "amenaza", pero a nosotros nos gusta decir que lo contrario de oportunidad no es amenaza, sino inoportunidad, que es no hacer lo que conviene en el aquí y en el ahora. Realmente, las amenazas existen; pero lo que hay, y mucho, son inoportunidades. Todas las ideas que ha explicado hasta ahora pueden sintetizarse de esta forma: crear buena suerte consiste, únicamente, en crear circunstancias. Hay una fórmula que Trías parece gustarle mucho, y que dice que i x d = r. Es decir: imaginación por deseo igual a realidad. Absolutamente todo lo que hay a nuestro alrededor que sea material (un vaso, una botella, un reloj, un micrófono...) antes no estuvo, hubo un momento en el que no fue. Todo ha pasado por la imaginación y por el deseo de alguien. Por tanto, la creación de circunstancias es, al final, activar la imaginación y el deseo: entonces es cuando las oportunidades aparecer. Termina el autor haciendo una breve referencia a las desgracias. Las desgracias están ahí y no se pueden negar; la vida se compone de dolor y de sufrimiento, aparte de alegrías. 48
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Quizá el gran reto de vivir es averiguar la forma de integrar el dolor y la desgracia para que la vida valga la pena. En este sentido, hay una historia que a le dejó conmovido. Es la historia de una chica norteamericana surfista de trece años. Iba para campeona de surf, pero un tiburón la derribó y la mordió. Le arrancó todo el brazo izquierdo. La chica consiguió volver a nado como buenamente pudo, y lograron salvarle la vida. Solamente dos semanas después de ponerse en pie, lo primero que dijo fue esto: "Quiero volver a la tabla de surf". Y su padre le preguntó: "Pero ¿por qué?". Y ella respondió: "Porque me he dado cuenta de que lo que Dios me ha pedido en esta vida no es ser una campeona, sino demostrar a las mujeres que la superación es posible". La mentalidad de esta chica es una mentalidad verdaderamente ganadora, nos dirá Trías, ya que se dio cuenta, en definitiva, de que ese terrible dolor y esa terrible pérdida deben ser el punto de partida para empezar a crear buena suerte. Entonces queridos lectores, ¿a qué conclusión han llegado? ¿La suerte se encuentra o se busca? ¿Nos caen las cosas así sin más o hay algo que las provoca?
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-8Parece que forma parte de la mente humana el buscar relaciones entre las cosas y particularmente entre acciones y sus consecuencias como modo de entender el mundo y adaptarse al mismo. Ya figura en el aprendizaje del niño, incluso la repetición. En filosofía muchos son los autores que han tratado el tema de la causalidad. Para Aristóteles gran filósofo griego del s. III A.c. Existen 4 tipos de causa: - Causa material: el mármol para una estatua. - Causa eficiente: la mano del escultor para la estatua. - Causa formal: el canon de belleza para la estatua, la necesidad de nutrientes para el infarto. -Causa final: depende de posiciones "a priori": el aumento de la belleza en el mundo para la estatua. Para Leibniz: La causalidad es un principio del ser. "Las leyes causales que una cosa cumple constituyen un aspecto fundamental e inseparable de su modo de ser". En Hume: La causalidad es la forma en que se expresan las leyes científicas basadas en una generalización de la experiencia y con capacidad predictiva. 50
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¿Por qué a mi?
Las características de la relación causal son: a) contigüidad (causa y efecto deben estar contiguos en espacio y tiempo). b) prioridad (la causa precede en el tiempo al efecto). c) conjunción constante (las relaciones anteriores deben conservarse en varios casos). Kant nos dice que la causalidad es un "a priori" que se necesita para el conocimiento racional. No procede del conocimiento, es un supuesto previo que lo hace posible. Hay también posturas escépticas: "La razón por la que la física ha dejado de buscar las causas es que en realidad no existen. La Ley de causalidad como mucho de lo que se da por bueno entre los filósofos, es una reliquia de una época pasada que sobrevive, como la monarquía, porque se supone erróneamente que no hace ningún daño". B. Russell. Pero los modelos causales no sólo inundan la filosofía, sino también forman parte irrenunciable de la explicación de los procesos biológicos. 1 -Modelo de Koch-Henle (sugerido por Koch a propósito de la tuberculosis y paradigmático en el estudio de enfermedades infecciosas): más que un modelo es un conjunto de reglas de decisión que asumen los principios anteriores: a) el microorganismo debe encontrarse siempre en los casos de enfermedad.
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b) el microorganismo deberá poder ser aislado en cultivo, demostrando ser una estructura viva y distinta de otras que pueden encontrarse en otras enfermedades. c) el microorganismo debe distribuirse de acuerdo con las lesiones y ellas deben explicar las manifestaciones de la enfermedad. d) el microorganismo cultivado (algunas generaciones) deberá ser capaz de producir la enfermedad en el animal de experimentación. 2 -Modelo de Bradford Hill: más conocido como criterios de Bradford Hill, aunque estrictamente no son criterios, y paradigmático en el estudio de enfermedades no infecciosas y también asume los principios anteriores adecuados a la relación causal tipo d: 3 -Modelo de Rothman, con más contenido teórico, contempla las relaciones multicausales, fue desarrollado en el ámbito de la epidemiología y es el más adaptado a los métodos estadísticos multivariantes. Define causa como todo acontecimiento, condición o característica que juega un papel esencial en producir un efecto (p.e. una enfermedad) Distingue entre: - Causa componente que contribuye a formar un conglomerado que constituirá una causa suficiente. - Causa suficiente conjunto de causas que producen un efecto, y 52
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¿Por qué a mi?
- Causa necesaria. Pero no le aburriré más con explicaciones metafísicas o biológicas. Aquí lo que me importa en realidad es que usted, querido lector, intente buscar una respuesta a la pregunta inicial: ¿por qué a mi? o que incluso, renuncie a formulársela.
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Pilar León Barriendos -9Llegados a este punto puede que haya perdido el hilo de qué pasa con la pregunta ¿por qué a mi? Le he hablado de creencias, supersticiones, suerte, destino, causalidad, pero, si la pregunta sigue ahí es que no he sido lo bastante hábil como para que descubra mi intención. La pregunta en sí puede tener ninguna o miles de respuestas. Cada uno en su manera de pensar, resultado le recuerdo de un batiburrillo entre su herencia genética social y cultural, puede darse la que más le convenga. Pero cuando insistimos en la pregunta, es que ninguna de ella nos satisface. Hablemos por ejemplo de la muerte, la propia y la ajena. Todos lloramos con sinceridad ante la muerte de un amigo o familiar anciano, pero nadie se pregunta por qué ha muerto. Ha muerto porque era viejo, de enfermedad o no, pero principalmente porque era viejo. Ha cumplido su ciclo y se ha ido. Claro que si le preguntáramos al anciano en cuestión en muchas ocasiones nos contestarían que ¡qué ciclo ni que ocho cuartos! Aún cuando muchos de ellos en momentos tristes dicen desear la muerte. La cuestión cambia cuando la muerte se adelanta a lo que consideramos una edad “apropiada” para morirse.
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¿Por qué a mi?
Duele, y duele más cuanto la persona es más joven, y casi insoportable cuando se trata de niños. Nunca un hijo debería morir antes que sus padres. Quien ha tenido que soportar ese dolor sabe que acaba enterrándote en vida, al menos en gran parte de nuestra civilización occidental. Las creencias y las costumbres tienen mucho que ver en ello. El hecho de creer en Dios puede dar consuelo y esperanza, pero aún así, muchos creyentes se rebelan en ese amargo momento y lanzan su por qué. La muerte, que debería ser aceptada como un proceso natural más, como parte de nosotros mismos, es una de las grandes preguntas de la humanidad. Y es que en la constante búsqueda de sentido, la muerte, a nuestros ojos, carece de él. Como antropólogo, Castaneda ha estudiado la visión de la muerte en antiguas tribus y nos aporta una visión de la muerte que se ha perdido con el paso del tiempo. En "El conocimiento silencioso", don Juan, el gran brujo yaqui dice: "Sin una visión clara de la muerte, no hay orden, no hay sobriedad, no hay belleza. Los brujos se esfuerzan sin medida por tener su muerte en cuenta, con el fin de saber, al nivel más profundo, que no tienen ninguna otra certeza sino la de morir.
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Pilar León Barriendos Ese conocimiento da a los brujos el valor de tener paciencia sin dejar de actuar; les da, asimismo, el valor de acceder, el valor de aceptar todo sin caer en la estupidez y, sobre todo, les otorga el valor para no tener compasión ni entregarse a la importancia personal". En otro momento expresa: "Los brujos dicen que la muerte es nuestro único adversario que vale la pena. La muerte es quien nos reta y nosotros nacemos para aceptar ese reto, seamos hombres comunes y corrientes o brujos. La diferencia es que los brujos lo saben y los hombres comunes y corrientes no". Este concepto de la muerte como el gran adversario que nos infunde de valor y paciencia para actuar sin entregarnos a la importancia personal o egocentrismo nos hace ver a la muerte como un maestro que nos saca de nuestro inconsciente escondite y nos abre a la verdad de la vida y del universo. Según el gran maestro Sócrates, a la muerte no le corresponde ser temida, porque nadie sabe en que consiste. Tenerle miedo es pretender ser sabio sin serlo. Por tanto, Sócrates tiene una actitud racional frente a la muerte. Por otro lado, para Sócrates hay una esperanza auténtica de que la muerte sea un bien. Porque la muerte puede ser un dormir eterno sin sueños, lo cual sería ganancia; o bien, un ingreso a un mundo donde podemos entrar en contacto con nuestros antepasados, lo que también sería una gran felicidad. 56
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¿Por qué a mi? Otro gran sabio griego, Epicuro nos dice respecto a la muerte que temerla es igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a dejar de existir para siempre. Ambos pensamientos, sin embargo, son infundados. Por un lado Epicuro es un materialista, y lo único a lo que le conduce una vida eterna es a los mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos. Por otro lado la muerte no es un mal. Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:
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"El recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir." Puestos en estas preguntarse por qué tenemos que morir, por qué nosotros, es evidente que si la pregunta es absurda, la respuesta es evidente: porque todo lo que nace muere. Ahora bien, la pregunta aquí no es por qué yo muero, sino por qué ahora. Es esta segunda pregunta y no la primera la que tiene que ver con el título de este libro. Creo que aunque los mismos dioses o la propia ciencia nos ofrecieran una respuesta esta nunca nos llenaría lo más mínimo. Que te digan que te mueres porque te toca, o sea, porque es tu destino, porque estás enfermo y no tienes curación, porque Dios así lo ha decidido, porque estamos en guerra y tenías un alto grado de probabilidad de caer bajo las bombas, porque esa noche bebiste más de la cuenta y tuviste un accidente, porque fue el que te dio el que se pasó, porque te has metido de todo y no te quieres nada ni a ti ni a los demás, porque el toro estaba bravo, porque el tiempo no era el apropiado para la escalada, para la mar, porque no guardaste las medidas de seguridad...
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¿Por qué a mi?
No pretendo hacer el anuncio de TV pero la única respuesta que se me ocurre es que te mueres porque estás vivo y por lo tanto susceptible de que te ocurra cualquier cosa dependiendo del tipo de vida que hayas escogido vivir, incluso si no la has podido elegir y te ha venido impuesta o ¿acaso alguno de ustedes hubiera elegido ser un pobre en Etiopía o un esclavo en Madagascar? ¿Creen acaso que ellos sí? Y ahora podrían decirme: bien, pero y si no soy yo el que se salta las normas de tráfico, si soy el que se cuida, su además soy buena persona (y esto aplíquese al familiar, al amigo igual de bueno, entonces ¿por qué a mi? ¿Por qué no se mueren únicamente los malos, asesinos, pederastas, torturadores, violadores y demás escoria social? ¡Uf! En primer lugar nos morimos todos, los buenos y los malos, es en lo único que a mi parecer nos iguala. Segundo que ya le estamos echando el muerto a otro y creer que el otro se la merece más que yo, eso, no es ser muy buena persona tampoco. Y en fin, que esto nos llevaría a un debate sobre el bien y el mal y el equilibrio de las fuerzas que no nos llevaría a ninguna parte, y por ende, tampoco a la respuesta esperada. Así que, si ni Dios le da respuestas a esa pregunta, le recomiendo que deje de perder el tiempo, no lo malgaste lamentándose. Permitido quejarse un ratito, lamentarse, dolerse. Pero pasado el derecho al pataleo y la autocompasión, sólo nos queda la acción. 59
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Pilar León Barriendos
-10A una persona muy querida para mí, hace unos años le diagnosticaron un cáncer de pulmón. Lamentablemente ya estaba muy avanzado y poco se pudo hacer por él. Era joven, 47 años. Un día, en una conversación mantenida como diez años antes, y hablando de la enfermedad de otra persona, aseguró que si a él le dijeran que le quedaban seis meses de vida, los aprovecharía para vivir plenamente y para hacer cosas que antes no había podido hacer, dentro de sus posibilidades. La vida le llevó diez años después a ser el protagonista, y aunque luchó entre médicos buscando un milagro, luego se sentó a esperar. Su rabia, su incomprensión y la morfina lo volvieron huraño y agresivo y sólo había una pregunta en su cabeza: ¿por qué a mí? Nada hizo de lo dicho, ni salir, ni viajar, ni disfrutar con su mujer y sus hijas, al menos al principio cuando la enfermedad aún le permitía vivir dignamente. Se lamentó y se lamentó de su suerte, se enfadó con el mundo, odió a los viejos, conocidos o no, que seguían en el mundo y que a su vez se quejaban de sus achaques. De poco le sirvió más que para amargarle la vida a todo el mundo y dejar una imagen de hombre rabioso.
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¿Por qué a mi?
Sus padres habían muerto de cáncer, tal vez ahí está la predisposición genética, y había sido un fumador empedernido durante treinta años, lo cual le hacía el perfecto candidato. Pero reconozco que no consuela. Otros también tienen el mismo cuadro y se salvan o no lo desarrollan. Lo que sí se puede asegurar es que perdió sus últimos meses de la manera más gris. Y eso depende ante todo de una actitud ante la vida, de una aceptación, que no resignación y de una toma de decisión. Nunca eres tan dueño de tu vida como cuando sabes la fecha de tu muerte. La obsesión del hombre por controlar el tiempo se vuelve nada cuando se trata de su propio tiempo de vida. Por ello quizá lo mejor sería volver a la naturaleza, volver a sentirse parte del cosmos y como tales comprender que todo tiene un ciclo vital y que nuestra muerte es tan natural como nuestra vida. Luis Sánchez es psicólogo y psicoterapeuta en Tenerife. Para él, "hay tanto miedo a la muerte porque nuestra sociedad se ha hecho tan reduccionista que se tiene una visión muy materialista de la vida. Por este motivo se oculta y, detrás de ello, debe estar el miedo al vacío, a la nada, a desaparecer.
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Pilar León Barriendos
Asimismo, las personas tienen miedo a que las incineren porque las cenizas se ven como algo más pobre que si se las entierra y permanecen los huesos". El filósofo y profesor Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida nos cuenta que la primera vez que comprendió que se tenía que morir fue a los 10 años. Fue una noche, ya acostado, sobre las once, cuando un pensamiento lo sobresaltó: el de su propia muerte. Se trataba ya no de pensar que los demás se morirían algún día, sino de que él mismo lo haría, y esa consciencia de si mismo fue lo que en realidad le sobresaltó. Por un lado la conciencia de la muerte nos hace madurar ya que crecemos cuando la idea de la muerte crece dentro de nosotros. Por otro lado la incertidumbre de la muerte nos humaniza ya que nos convierte en verdaderos humanos, mortales. Con estas ideas y otras que Savater incorpora en su obra, la sugerencia expresa es que, como una situación límite que no podemos evadir, la cuestión de la muerte nos provoca angustia pero a la vez nos remite a la vida, que es lo que está a nuestro alcance y es una responsabilidad asumirla después de haber madurado con la idea de la muerte. Y de nuevo la enfermedad nos ha llevado a la muerte. Pero hay otros muchos hechos negativos que nos llevan a preguntarnos ¿por qué a mí?
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¿Por qué a mi? El hecho de que nuestra pareja nos abandone después de años de convivencia es un sentimiento parecido al de la muerte. Es un sentimiento de pérdida que echa abajo todos nuestros esquemas de vida, todos aquellos cimientos sobre los que nos habíamos levantado. A la incomprensión se une la rabia, la desesperación, y en un primer momento nos sentimos incapaces de poder controlar lo que sentimos. El abandono es una situación cruel, sobre todo cuando el abandonado no cree saber porque lo han dejado. Si he hecho todo lo que ha estado en mi mano para que esta pareja funcione, si me he sacrificado, si me he desvivido, si he sido fiel... ¿por qué a mí?
En esa justificada relación de sacrificios puede que esté la clave. Cuando vivimos tanto para los demás que nos olvidamos de nosotros mismos, lo más seguro es que esos otros también terminen por olvidarse de que estamos ahí, o que ya no nos vean como lo que fuimos, lo que les enamoró, sino como los esclavos en que nos hemos convertido. Valorarse a uno mismo, conservar su yo, es imprescindible en cualquier relación que establezcamos. Somos quienes somos, y así debemos ser aceptados.
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Pilar León Barriendos Todos somos en el a quien autosacrificio entonces, no mos dar, a lo
susceptibles de mejorar, tampoco hay que anclarse no le guste que no mire, pero no debemos llegar al para conseguir la aceptación o el amor, porque se os ama a nosotros sino a la imagen que quereque nos convertimos para agradar al otro.
¿Digo con esto que tenemos la culpa de que el otro nos abandone? Lo de la culpa es un tema complejo. Todos somos responsables al menos de lo que hacemos y a veces de lo que con nuestra actitud somos capaces de provocar. Pero no se trata aquí de una culpa moral, sino de una causaefecto. El otro me abandona y tiene la culpa de ese abandono porque tal vez no quiso o no supo tratar de arreglar las cosas antes de salir por la puerta. Yo me quedo pero tal vez ya me había abandonado yo mismo mucho antes. No se trata de buscar culpables. Se trata de intentar comprender para poder asumir y para empezar a superar. ¿Por qué a mi me ha tocado una pareja tan mala? Me pega, me engaña, me ignora...
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¿Por qué a mi? En algún momento de la relación seguro que encontramos a esa persona la más maravillosa y fue por eso que decidimos vivir junto a ella.
Pero puede que nos equivocáramos, puede que el velo que ciega a los enamorados no nos dejara ver lo que realmente teníamos delante. Siempre se está a tiempo de acabar, de empezar de nuevo. Siempre me piden a mí que me lleve trabajo a casa ¿por qué? Porque en un momento determinado no me importó hacerlo y luego no me atreví a negarme por no quedar mal o perder imagen o puntos... ¿Por qué siempre me toca a mí pagar los platos rotos? Pues seguramente porque estaba allí en ese momento y fue el único que no salió corriendo, o el que se atrevió a dar la cara o por meterse donde no le llaman. Hay tantos porqués... Repito, qué más da por qué a mí, si nos hacemos la pregunta es porque ya nos ha ocurrido lo que no queríamos que ocurriera. ¿Qué hacer? Ponerse manos a la obra para, después de nuestros cinco minutos de victimismo, empezar a salir del pozo. ¿Cómo se hace eso? Pues tratando de recordar en que punto del camino se perdió. Y esto no es un volver atrás, no.
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Pilar León Barriendos No se puede desandar lo andado y con la experiencia que se tiene. Eso quisiéramos nosotros. No, se trata de retomar aquello que nos hace o hacía felices, nos hacía sentir seguros, animosos. Retomar el ánimo, la ilusión y en definitiva las riendas de la vida que una vez le entregamos a otros porque haciéndolo dejamos en sus manos lo que sólo es nuestro.
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¿Por qué a mi? -EPÍLOGO-
Por si no se habían percatado, pretendía hacer un alegato contra el victimismo. Dice un gran amigo mío que “Lo que denota la palabra victimismo, pienso, no es necesariamente un fenómeno tan negativo como parece expresar la palabra, es uno de esos términos que son feos porque se han cargado de "malas energías" a lo largo de la historia de las culturas. Llamemos "m" al significado de victimismo para ver las cosas de otro modo. Pienso que m es una respuesta tan adaptativa o tan desadaptativa como otra cualquiera y que sólo cuando se convierte en algo desadaptativo es repudiable. Si m nos provoca pensamientos negativos acerca de nosotros mismos, debemos rechazarlo; en caso contrario creo que hay que profundizar un poco más. Sin embargo, yo creo que el sentimiento de víctima tiene que durar lo justo. Podemos ser víctimas de muchas cosas: de una guerra, de maltrato, de la injusticia... Reconocerlo y que los demás lo reconozcan está bien, es más, yo diría que es justo. Pero permanecer en ello mucho tiempo, lo único a lo que nos lleva es a no salir de él nunca y por lo tanto a no vivir. El victimismo es una tendencia a culpar a los otros de los males que padece: “yo soy la pobre víctima”, “nadie me entiende”, “siempre me toca a mí”.
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Pilar León Barriendos
Entre sus características está la de exagerar tremendamente lo negativo, hacer una montaña de un grano de arena... Además, nos regodeamos en el lamento, es nuestra forma de llamar la atención y si con ello lo conseguimos malo, pues se convierte en un hábito que explotamos cada vez que queremos ser atendidos. Pero no nos engañemos, los demás, incluso los que más nos quieren, se cansan de esta actitud y terminan alejándose de nosotros, disminuyendo sus atenciones, huyendo. Eso provoca que nos sintamos aún más víctimas, pero somos ante todo, víctimas de nosotros mismos. La soledad es uno de los factores desadaptativos desencadenantes del victimismo. Muchas personas cuando se hacen ancianas se vuelven victimistas para así mantener en alerta a sus familiares. Siempre están “muy enfermos” siempre necesitan algo, se quejan continuamente e intentan, a veces inconscientemente, crear en su familia un sentimiento de obligación. No quieren darse cuenta que con su actitud acaban siendo rechazados. No es agradable ir a visitar a una persona que está siempre quejándose y que te echa en cara que no te preocupas lo suf iciente por él.
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¿Por qué a mi?
En realidad su enfermedad más grave es la soledad. Hacerse mayor requiere concienciarse de que comienza una etapa en tu vida que no te va a permitir seguir haciendo lo que hacías, pero sí otras muchas cosas. Hay ancianos que han envejecido con mucha dignidad, y llenan su tiempo haciendo cosas que antes no tenían tiempo de hacer: leer, ir al cine o a teatro, viajar, pasear, relacionarse, un deporte adecuado. Claro que la mala salud en un gran condicionante. Hay veces que por mucha voluntad que le pongas el cuerpo ya no responde. Pero regodearse en el lamento es totalmente inútil. Deberíamos renunciar a la continua queja y buscar un algo que nos agrade y que entre en nuestras capacidades. Mantener contacto con otras personas de nuestra edad resulta imprescindible. Ellos nos comprenden mejor que los jóvenes atareados y están tan limitados como nosotros. Interesarse por el prójimo en vez de estar pidiendo a gritos que sean los demás los que se interesen por uno, olvidarnos un poco de nosotros mismos, salir del caparazón, todo ello es imprescindible para alejarnos del pernicioso victimismo. ¡MANOS A LA OBRA! 69
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Pilar León Barriendos Bibliografía
"Las cosas nuestras de cada día" Charles Panati. Círculo de Lectores. El Sobre de los Blogs 2007 | www.elsobredelosblogs.com | [email protected] Sobre leyendas | 2007 - All Rights Reserved. Using WordPress Engine El correo digital. [email protected] Material docente de la Unidad de Bioestadística Clínica. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. CASTANEDA, Carlos: "El conocimiento silencioso" FCE. - 1998
FERNANDO SAVATER. Las preguntas de la vida", 1999, editorial
Ariel FDO. TRÍAS DE BES & ÁLEX ROVIRA. “La buena suerte”. Empresa Activa 2004 DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.
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¿Por qué a mi?
DICCIONARIO DE FILOSOFIA FERRATER MORA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. ABAGNANO. TOMO I HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. TORRE DE BABEL. LA MUERTE COMO CRECIMIENTO PERSONAL. LUÍS SÁNCHEZ.
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