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Spanish Pages 388 [390] Year 2015
Laura Caruso Fermé, licenciada en Historia en la Universidad Autónoma de Barcelona, es doctora en Arqueología Prehistórica (Arqueobotánica), por la misma universidad en el 2012. Desde el año 2003 participa en distintos trabajos arqueobotánicos (Península Ibérica, Patagonia argentina y Ecuador). Su línea de investigación se basa en el estudio de la gestión de los recursos leñosos entre grupos cazadores-recolectores y primeras sociedades agrícolas. Actualmente es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET-CENPAT) y colabora con el Departament d’Arqueologia i Antropologia (Institución Milá y Fontanals. CSIC) y con el Laboratori d’Arqueobotànica (Universitat Autònoma de Barcelona).
TREBALLS D’ETNOARQUEOLOGIA, 10
El análisis arqueobotánico permite conocer el papel que jugaron los recursos vegetales, brindando así una mejor aproximación a la dinámica socio-económica de un grupo. Este trabajo tiene por objetivo caracterizar las modalidades de adquisición y usos del material leñoso, por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron distintas zonas de la Patagonia (Argentina). Se parte de la hipótesis de que en estos grupos la adquisición de la madera estuvo condicionada y determinada por la movilidad, la duración y la función de las distintas ocupaciones. Para contrastar esta hipótesis, además de la determinación taxonómica, se aplicaron los siguientes estudios: dendroantracronológicos, de las alteraciones anatómicas de los carbones, del calibre del material leñoso, de la corteza presente en los fragmentos, de la composición química de la madera (distinción entre madera flotada y no flotada) y del análisis de los procesos tecnológicos de la madera, a partir de los artefactos recuperados. Para llevar a cabo este trabajo se seleccionaron cuatro sitios arqueológicos localizados en diferentes tipos de formaciones vegetales: bosque, ecotono-bosque estepa y estepa (según reconstrucciones polínicas y registros actuales) en distintas latitudes de la Patagonia argentina, Paredón Lanfré (provincia de Río Negro), Cerro Pintado (provincia de Chubut), Cerro Casa de Piedra 7 y Orejas de Burro 1 (provincia de Santa Cruz). Los resultados alcanzados corroboran que los grupos cazadores-recolectores que ocuparon los distintos sitios patagónicos hicieron en algunos casos un uso selectivo de determinadas especies y tipos de madera, por ejemplo para la confección de instrumentos o para la realización de fuegos.
Modalidades de adquisición y usos de la madera en sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas
TREBALLS D’ETNOARQUEOLOGIA, 10
CSIC
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Modalidades de adquisición y usos de la madera en sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas Métodos y técnicas de estudio Laura Caruso Fermé
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
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Modalidades de adquisición y usos de la madera en sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas
Treballs d´etnoarqueologia Directora Assumpció Vila Mitjá, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Secretaria Laura Mameli, Universitat Autònoma de Barcelona Comité Editorial Ignacio Clemente Conte, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Jordi Estévez Escalera, Universitat Autònoma de Barcelona Juan Francisco Gibaja Bao, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan José Ibáñez Estévez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Manuela Pérez Rodríguez, Universitat Autònoma de Barcelona Raquel Piqué Huerta, Universitat Autònoma de Barcelona Xavier Terradas Batlle, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Consejo Asesor Yolanda Aixelá Cabré, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan Antonio Barceló Álvarez, Universitat Autònoma de Barcelona Claudine Cohen, École des Hautes Études en Sciences Sociales, París Iain Davidson, University of New England, Australia Biljana Djordjevic, National Museum, Belgrado, Serbia Trinidad Escoriza Mateu, Universidad de Almería Karen Hardy, Universitat Autònoma de Barcelona Francesca Lugli, Associazione italiana di Etnoarcheologia, Roma Leonor Peña Chocarro, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Alfredo Prieto, Universidad de Magallanes, Chile Ángeles Querol Fernández, Universidad Complutense de Madrid José Ramos Muñoz, Universidad de Cádiz
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Modalidades de adquisición y usos de la madera en sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas Métodos y técnicas de estudio Laura Caruso Fermé
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2015
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La edición del presente trabajo ha contado con la aportación económica del 2014 SGR 1169: «AGREST: Arqueologia de la gestió dels recursos socials i el territori» de la AGAUR-Generalitat de Catalunya. Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es Editorial CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])
© CSIC © Laura Caruso Fermé Imagen de cubierta: diseño de Gladys Baroni a partir de una foto de Laura Caruso Fermé. ISBN: 978-84-00-09937-4 e-ISBN: 978-84-00-09938-1 NIPO: 723-15-080-8 e-NIPO: 723-15-081-3 Depósito Legal: M-18874-2015 Maquetación, impresión y encuadernación: Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado FSC, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Zuretzat Lydia, nire alboan egoteagatik… Para ti, Lydia, por haber estado a mi lado…
Índice general
Introducción......................................................................................................
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1. Importancia de los recursos vegetales leñosos entre sociedades cazadoras-recolectoras................................................................................... 1.1. Disponibilidad de las especies en el entorno y adquisición del material leñoso................................................................................ 1.2. Movilidad (circulación/exploración) de los grupos cazadoresrecolectores y los recursos vegetales leñosos............................... 1.3. Duración, funcionalidad de la ocupación y el material leñoso.... 1.4. Propiedades de las maderas y criterios de selección del combustible leñoso...................................................................................... 2. El papel del bosque en la dinámica de población de la Patagonia..... 2.1. El uso del bosque en el noroeste de la Patagonia........................ 2.2. El uso del bosque en el suroeste de la Patagonia........................ 3. La arqueobotánica en sitios arqueológicos patagónicos....................... 3.1. Antecedentes de la investigación arqueobotánica en la Patagonia argentina..........................................................................................
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Estudio de las modalidades de adquisición y uso del material leñoso entre grupos cazadores-recolectores...................................................
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1. Estrategia de muestreo........................................................................... 1.1. Muestreo del material disperso...................................................... 1.2. Muestreo del material concentrado................................................ 2. Métodos de recuperación de restos arqueobotánicos............................ 2.1. Tratamiento del sedimento............................................................ 3. Técnicas de preparación de muestras y análisis................................... 3.1. Clasificación taxonómica............................................................... 3.2. Análisis del material leñoso........................................................... 3.3. Análisis numérico de restos........................................................... 4. Propuesta para el análisis de la gestión del material leñoso a partir del estudio antracológico........................................................................ 4.1. Estudio de las alteraciones anatómicas de la madera................... 4.2. Experimentación sobre los efectos de la combustión en especies nativas del bosque Andino-patagónico.......................................... 4.3. Estudio de las grietas de contracción por análisis de imagen..... 4.4. Estudio de la composición química del material leñoso.............. 4.5. Estudio del calibre en material leñoso arqueológico.................... 4.6. Estudio dendro-antracológico......................................................... 4.7. Estudio de los procesos tecnológicos de instrumentos de madera. 4.8. Determinación de la estacionalidad a partir de la presencia de corteza.........................................................................................
15 16 20 23 25 28 28 29 30
34 34 35 35 36 42 43 46 48 49 55 67 69 70 74 80 83 86
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ÍNDICE GENERAL
Casos de estudio y caracterización de la vegetación patagónica.....
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1. Paralelo 42º (Comarca Andina)............................................................. 1.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación............................ 2. Paralelo 47º (Área cordillerana)............................................................ 2.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación............................ 3. Paralelo 52º (Campo volcánico)............................................................ 3.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación............................
90 92 95 96 100 101
Sitio Cerro Pintado. ....................................................................................... 103 1. Unidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueo botánico................................................................................................... 2. Análisis taxonómico de carbones: resultados y discusión.................... 2.1. Alteraciones de los carbones......................................................... 3. Análisis dendro-antracológico: resultados y discusión......................... 4. Discusión.................................................................................................
108 109 111 115 117
Sitio Paredón Lanfré...................................................................................... 123 1. Unidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueo botánico................................................................................................... 2. Análisis taxonómico de carbones: resultados y discusión.................... 2.1. Alteraciones de los carbones......................................................... 3. Experimentación con especies nativas de la Patagonia........................ 3.1. Primera parte: combustiones controladas...................................... 3.2. Segunda parte: estudio de los carbones experimentales............... 3.3. Tercera parte: contrastación de carbones experimentales y arqueológicos..................................................................................... 4. Conclusión de la experimentación......................................................... 5. Discusión.................................................................................................
127 127 131 135 136 143 146 152 154
Sitio Cerro Casa de Piedra 7...................................................................... 161 1. Unidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueo botánico................................................................................................... 2. Capa 17 (9.390 ± 40 AP)....................................................................... 2.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones............................................. 2.2. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 2.3. Estudio de los procesos tecnológicos en materia prima leñosa... 2.4. Discusión......................................................................................... 3. Capa 10 (8.380 ± 120 AP)..................................................................... 3.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones.............................................
168 168 169 173 174 177 178 179
ÍNDICE GENERAL
4.
5.
6.
7.
8.
3.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de madera. 3.3. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 3.4. Discusión......................................................................................... Capa 8 (7.760 ± 105 AP)....................................................................... 4.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones............................................. 4.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de la madera. 4.3. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 4.4. Discusión......................................................................................... Capa 6 (5.310 ± 110 AP)....................................................................... 5.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones............................................. 5.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de la madera......................................................................................................... 5.3. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 5.4. Estudio de los procesos tecnológicos en materia prima leñosa... 5.5. Discusión......................................................................................... Capa 5 (6.150 ± 105 AP)....................................................................... 6.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones............................................. 6.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de la madera. 6.3. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 6.4. Discusión......................................................................................... Capa 1 (3.480 ± 70 AP)......................................................................... 7.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones............................................. 7.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de la madera......................................................................................................... 7.3. Estudio del calibre por análisis de imagen................................... 7.4 Discusión......................................................................................... Discusión: integración de las seis capas estudiadas (17, 10, 8, 6, 5 y 1).
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180 183 184 186 187 191 192 193 194 195 197 201 201 208 210 211 213 214 215 216 217 219 221 222 223
Sitio Orejas de Burro 1................................................................................. 233 1. Unidades estratigráficas.......................................................................... 1.1. Sondeo 1......................................................................................... 1.2. Cuadrículas 1, 2, 3 y 4.................................................................. 2. Unidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueo botánico................................................................................................... 3. Análisis taxonómico de carbones y maderas: resultados y discusión. 3.1. Análisis taxonómico....................................................................... 3.2. Alteraciones de los carbones......................................................... 4. Estudio de la composición química de la madera y las causas de su variación: distinción entre madera flotada y no flotada....................... 4.1 Análisis de la composición química de material leñoso actual...
234 234 235 239 240 240 245 247 250
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ÍNDICE GENERAL
4.2 Análisis de la composición química de material leñoso arqueológico............................................................................................... 5. Discusión.................................................................................................
263 273
Discusión sobre las modalidades de adquisición del material leñoso entre grupos cazadores-recolectores de distintas zonas de la Patagonia (Argentina)............................................................................. 279 1. Valoración paleoambiental de los resultados antracológicos................ 2. Adquisición del combustible: aprovechamiento de especies leñosas locales y no locales................................................................................ 3. Duración de ocupación y estado del material leñoso utilizado como combustible............................................................................................. 3.1. Grietas radiales de contracción...................................................... 3.2. Alteración por microorganismos y marcas de insectos xilófogos................................................................................................... 3.3. Vitrificación.................................................................................... 4. Material leñoso utilizado como combustible: árboles, arbustos, troncos y ramas............................................................................................. 5. Funcionalidad, duración de la ocupación, movilidad y modalidades de adquisición del material leñoso........................................................ 5.1. Funcionalidad, duración de la ocupación y movilidad................. 5.2. Modalidades de adquisición y uso del material leñoso................
282 283 286 286 289 292 295 300 300 302
Conclusión......................................................................................................... 305 Bibliografía........................................................................................................
311
Índice de figuras.............................................................................................. 343 Índice de tablas................................................................................................ 349 Índice de gráficos............................................................................................ 355 Atlas anatómico de especies leñosas patagónicas.................................. 357
Introducción El entorno natural ha proporcionado, mediante la aplicación de diferentes estrategias de obtención, recursos que han permitido el desarrollo de un sinfín de actividades. La iluminación, cocción de alimentos, fabricación de instrumentos, etc. pudieron ser satisfechas con el uso de materias vegetales leñosas y el conocimiento de su capacidad de combustión. La presencia del material leñoso en diferentes estados de conservación en contextos prehistóricos es frecuente debido a que la madera como recurso se encontraba ligada a la mayoría de actividades desarrolladas por las comunidades humanas. El uso de la madera se documenta prácticamente desde los orígenes de la humanidad (Keeley, 1980), si bien no es hasta que se generaliza el uso del fuego que encontramos de manera recurrente restos de madera carbonizada en los yacimientos arqueológicos (Dillehay, 1997). La búsqueda y adquisición del material leñoso es una de las actividades cotidianas más frecuente en muchas sociedades. Desde los inicios de la humanidad el aprovechamiento de este recurso ha sido fundamental para la supervivencia, razón por la cual se han implementado distintos tipos de estrategias encaminadas a su explotación. Estas estrategias han ido cambiando a lo largo de la historia, en función de las características y transformaciones del paisaje, los cambios en la tecnología, así como las distintas necesidades sociales. Como consecuencia de la explotación continuada de los entornos forestales, la humanidad y el medio han coevolucionado durante milenios, por ello no puede entenderse la evolución de las formaciones forestales al margen de la gestión que los grupos humanos hicieron de ellos. La madera, dado su carácter orgánico, es sensible a la descomposición y solo sobrevive en determinados ambientes donde se dan condiciones excepcionales. De esta manera, los restos arqueobotánicos solo se conservan en medios anaerobios o cuando se ha producido un proceso de carbonización que impide su descomposición. Por ello los restos más habituales para la mayoría de los casos son aquellos que entraron en contacto con el fuego, ya sea intencionalmente —porque para su procesado/consumo es necesario el uso del fuego— ya sea accidentalmente (ver, por ejemplo, Hastorf, 1999; Buxó y Piqué, 2003; Vellanoweth et al., 2003, entre otros). Eventualmente los residuos leñosos y/o artefactos de madera pasan a formar parte del registro arqueológico hasta su posterior recuperación; durante este período el material está sujeto a diversas interacciones con otras materias orgánicas, sustancias minerales y líquidos —agua marina, continental, etc.— (Caruso Fermé 2012a; Caruso Fermé y Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014a). El uso de la madera como combustible ha conducido a que el carbón arqueológico sea el resto más frecuente entre los macrorrestos vegetales que pueden aparecer
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
en una excavación arqueológica. En general, la recuperación de carbones en sitios arqueológicos ha tenido como principal objetivo la realización de fechados radiocarbónicos o la reconstrucción del paleopaisaje. Sin embargo, es importante tener presente que el carbón recuperado en contextos arqueológicos es, por un lado, el resultado de diferentes formas de gestión de los recursos leñosos y, por otro lado, es el producto de la combustión de la materia vegetal llevada —deliberadamente— a ese asentamiento con diferentes propósitos. En consecuencia, el carbón arqueológico representa un gran potencial en cuanto al aporte de información necesario para comprender las formas de explotación y gestión social de los recursos leñosos entre los grupos del pasado. Por consiguiente, la presencia de macrorrestos vegetales —madera, carbón, etc.— en sitios arqueológicos es en primera instancia producto de las actividades sociales (Chabal et al., 1999). Pero también están relacionados con el entorno natural en el que un determinado grupo desarrolla su actividad. El estudio arqueobotánico posibilita, por una parte, realizar inferencias sobre las formaciones vegetales de las cuales provienen (Badal et al., 1994; Chabal, 1997; Figueral, 1992; etc.) y, por otra, conocer el papel que jugaron estos recursos dentro de una sociedad y evaluar el impacto que las acciones sociales tuvieron sobre el entorno, brindando así una mejor aproximación a la dinámica social y económica de un grupo (Piqué, 1999; Caruso, 2008; Caruso Fermé et al., 2008). Distintos estudios sobre grupos cazadores-recolectores consideran este modo de vida como el más perdurable en el tiempo y espacio (Binford 1980, 2001; Kelly, 1995, entre muchos otros). No obstante, a pesar de los numerosos estudios antropológicos y etnográficos acerca de estas sociedades, actualmente se carece de un profundo conocimiento sobre los modos de gestión de los entornos forestales y recursos leñosos. A fin de profundizar sobre la gestión de los recursos leñosos entre grupos cazadores-recolectores, se analizaron distintos casos de grupos que habitaron Patagonia continental (Argentina). Concretamente en este trabajo se lleva a cabo el estudio de las modalidades de adquisición y uso del material leñoso entre grupos cazadores-recolectores patagónicos. Se entiende por modalidades de adquisición del material leñoso los modos de actuación que los distintos grupos llevan a cabo en el proceso de obtención de la madera, sea en referencia a las estrategias de obtención, explotación de hábitat, como selección de áreas de captación, etc. (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013b, 2013d, 2014). Con este propósito se seleccionaron determinados sitios arqueológicos localizados en diferentes tipos de formaciones vegetales: bosque, ecotono-bosque estepa y estepa (según reconstrucciones polínicas y registros actuales) en distintas latitudes de la Patagonia argentina. Cuatro fueron los sitios seleccionados. Dos de ellos ubicados en la Comarca Andina del Paralelo 42º (CA42º) la cual comprende el área cordillerana del noroeste de la Provincia del Chubut y del sudoeste de la provincia de Río Negro. El sitio Paredón Lanfré situado en el bosque andino-patagónico (provincia de Río Negro). El sitio Cerro Pintado localizado en una zona de ecotono-bosque estepa, a 100 km del primer sitio. Más hacia el sur, en la provincia de Santa Cruz se encuentran los otros dos yacimientos. Uno de ellos, el sitio Cerro Casa de Piedra 7 ubicado en el Parque Nacional Perito Moreno en una zona característica de ecotono-bosque estepa.
INTRODUCCIÓN
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Hacia el este de la provincia se localiza el sitio Orejas de Burro 1, más precisamente en las estepas del Campo Volcánico Pali Aike. En base a lo manifestado anteriormente, el objetivo general de este trabajo es caracterizar las estrategias de gestión de los recursos leñosos por parte de grupos cazadores-recolectores patagónicos. Se pretende ir más allá de la determinación de las especies aprovechadas; es decir, se trata de entender las modalidades de adquisición y uso del material leñoso y definir los criterios que rigieron la selección de estos recursos para ser utilizados como combustibles y materia prima, en los casos que lo permita. Por lo tanto, además de determinar la especie es necesario caracterizar la morfología de la madera utilizada, así como su estado (sano, alterado, verde, seco, etc.). El objetivo principal de este trabajo es conocer las modalidades de adquisición y uso del material leñoso por parte de grupos cazadores-recolectores que ocuparon distintos sectores de Patagonia continental (Argentina) Los objetivos específicos son dos: 1. evaluar variaciones espaciales y temporales en la adquisición y uso del material leñoso y sus causas en relación con la estructura ambiental de los recursos vegetales, los cambios paleoclimáticos, las actividades desarrolladas por los grupos humanos y las características de las ocupaciones; 2. estudiar los instrumentos en maderas y los procesos operativos relacionados con su fabricación.
1. Importancia de los recursos vegetales leñosos entre sociedades cazadoras-recolectoras En todos los tipos de formaciones vegetales —arbóreas, arbustivas, matorrales— se encuentran materias naturales susceptibles de convertirse en recursos utilizables por los integrantes de cualquier tipo de sociedad. Las especies leñosas son recursos en tanto son seleccionados para satisfacer necesidades sociales concretas tales como luz y calor, entre otras. La utilización de la madera, fibras, resinas así como otras materias procedentes de las especies leñosas requieren en general una previa modificación de sus condiciones naturales. Razón por la cual, en algunos casos, es necesaria la implementación de técnicas extractivas. El combustible, mayoritariamente madera, es un recurso vital y de uso cotidiano que permitió la colonización de nuevos espacios, la transformación de las materias primas y el procesado de alimentos, abriendo así todo un mundo de posibilidades sociales y técnicas que contribuyeron al desarrollo y supervivencia de los grupos humanos. Como consecuencia, la organización social y económica de una sociedad fue dependiente del combustible ya que se convirtió en indispensable para el desarro llo de la mayoría de las actividades. La gestión del material leñoso, de la misma manera que con otros recursos, variará según la estructura social y organización del grupo. Por lo tanto, son varios y diversos los elementos que entran en juego en su aprovechamiento. La disponibilidad y abundancia de especies en el entorno es, sin duda, un factor importante. Sin embargo, la funcionalidad, la duración de ocupación de un sitio y la complejidad
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
o el grado de organización del grupo (grado de movilidad) son elementos que interactúan y a la vez condicionan la adquisición del material leñoso (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013b). El presente trabajo se centra en el estudio de las estrategias de gestión del entorno por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras, por ello en este apartado se analizarán sus principales características organizativas en relación al material leñoso. Las características socio-económicas de un grupo serán de suma importancia para poder comprender las modalidades de adquisición y uso de las especies leñosas. 1.1. D isponibilidad de las especies en el entorno y adquisición del material leñoso La disponibilidad de las especies leñosas se encuentra en directa relación con su presencia en el entorno natural. Según Shackleton y Price (1992) un medio ambiente que no ha sido explotado intensivamente permite aplicar criterios de selección que se ven favorecidos por la disponibilidad y abundancia de especies vegetales. La continua explotación o el incremento de las necesidades de combustible generarán la degradación del entorno y por ende la oferta de material leñoso. Siguiendo a Shackleton y Price, ante esta situación los integrantes de un grupo podrán elegir entre conformarse con la utilización de las especies menos valoradas o de lo contrario ampliar el área de captación del material leñoso. Una gestión del combustible basada en la recolección de madera muerta, por ejemplo, será efectiva durante un período determinado de tiempo, ya que la misma mortalidad natural del bosque definirá en este caso la disponibilidad y abundancia del combustible. Sin embargo, la gestión y adquisición del material leñoso está condicionada por la interacción de varios elementos, siendo la disponibilidad y abundancia solo uno de ellos. Sería un error, entonces, analizar e interpretar los modos de captación de un recurso sobre la base de solo uno de todos los elementos que conforman la dinámica de interacción (Caruso Fermé, 2012a). Algunas autoras plantean un tipo de recolección selectiva del combustible entre sociedades cazadoras-recolectoras del Pleistoceno e inicios del Holoceno. Uzquiano (2005), por ejemplo, propone una marcada preferencia en cuanto al uso del abedul (Betula) en ciertas ocupaciones del Musteriense-Paleolítico Superior Inicial de los sitios Castillo y Covalejos (Cantabria, España). Esta autora argumenta el uso selectivo de esta especie leñosa en base a valoraciones etnobotánicas del abedul. Según Uzquiano la madera de esta especie se caracteriza por su alto poder calórico y por producir una intensa humareda de color blanco con propiedades antisépticas (Uzquiano, 2005: 265). Apoyándose en los usos que los Sami de Noruega dan al abedul —grandes fuegos para combatir las plagas de mosquitos— la autora interpreta que los hogares situados hacia el exterior del sitio Castillo funcionaron como «fuegos-barrera» de cara a facilitar las tareas de despiece de animales llevadas a cabo a la entrada de la cueva. Por lo tanto, —debido a la humareda generada por su combustión— el uso de abedul como
INTRODUCCIÓN
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combustible habría permitido mantener a distancia todo tipo de depredadores. Los altos valores de mostajo (Sorbus aria) registrados en este mismo sitio responderían a un uso alternativo para atenuar la toxicidad de la humareda producida por el mismo abedul (Uzquiano, 2005). Por su parte, Allué (2002) sugiere una preferencia en el uso de Pinus sylvestris en detrimento de otros taxones en la mayoría de los niveles del Pleistoceno Superior en el Abric Romaní (Catalunya, España). Se trata de un yacimiento con una secuencia de ocupación que cubre el intervalo comprendido aproximadamente entre 70.000-40.000 BP, por lo que se puede asumir que fue ocupado por poblaciones de Homo neanderthalensis. Según Allué (2002) la explotación casi exclusiva de esta especie se encuentra determinada por la poca variabilidad florística de la formación vegetal. El registro polínico muestra un entorno dominado por bosques de pinos caracterizados por un baja diversidad taxonómica, donde el pino es la especie dominante, aunque también se documentan especies como el enebro (Juniperus sp.), sauce (Salix sp.) o espina cervina/espino (Rhamnaceae). En cambio en el registro antracológico estas últimas especies están ausentes o poco representadas (Allué, 2002: 311). Este hecho se encuentra en relación no solo con la disponibilidad del pino sino también con las características de las ocupaciones del Abric Romaní. De acuerdo con Allué la disponibilidad de madera de pino, no está únicamente supeditada a su abundancia en las formaciones vegetales del Pleistoceno Superior, sino que además se encuentra en relación con las características de leña que puede producir esta especie. A diferencia de los enebros, que presentan un menor número de ramas muertas en la base, los pinos ofrecen una mayor cantidad de ramas bajas muertas, por lo que la producción de ramas caídas muertas es mayor. Por lo tanto, lo que genera una explotación exclusiva de las especies no es el mismo azar, sino el reducido gasto energético que puede suponer la recolección de la leña ya caída de un árbol (Allué, 2002: 316). Según (Allué, 2002) la abundancia de material leñoso posibilita el planteamiento de un modelo de aprovisionamiento que permitiría a los cazadoresrecolectores obtener material suficiente durante ocupaciones de corta duración. Por consiguiente, según la autora, el registro del Abric Romaní demuestra que, a pesar del clima riguroso y la escasez de vegetación se ha utilizado el combustible más disponible y a su vez abundante (Allué, 2002: 313). Théry-Parisot y Thiebault (2005) también discuten la utilización del pino en la cueva Chauvet (31.367 ± 1 BP) —Francia—. Para estas autoras la presencia exclusiva de Pinus sp. sylvestris/nigra —pino laricio/negral— en la cueva Chauvet podría responder a una utilización preferente de este taxón más que a una limitación del entorno vegetal en el cual se desarrolla este grupo. Las propiedades combustibles de pino es una de las razones que podrían justificar la elección. Los datos paleobotánicos (palinología y antracología de varios sitios contemporáneos cercanos a Chauvet) revelan que esta fase se caracteriza por paisajes abiertos y pobres en taxones leñosos, durante la cual los grupos humanos subsisten sobre todo del pino y algunos arbustos (abedul, sauce, enebro). Según Théry-Parisot y Thiébault (2005), a diferencia de otros taxones, el pino se caracteriza por una significativa poda natural de ramas, que constituye una reserva importante de
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madera seca. De esta manera, el material leñoso seco y cortado representa un recurso de utilización inmediata funcional a un grupo no sedentario. La madera muerta constituyó el combustible esencial utilizado entre los grupos del Paleolítico y la abundancia de madera de pino pudo lógicamente, según las autoras, ser objeto de un aprovisionamiento preferencial por parte de los grupos que habitaron la cueva Chauvet. Por otra parte, la resina y la densidad de la madera del pino favorecen la inflamación y una combustión armoniosa que permite que el fuego no se consuma ni demasiado rápido ni lentamente. Esta combinación de factores otorga a las coníferas una capacidad muy importante de iluminación. Por lo tanto, para las autoras la utilización de pino se adapta completamente al contexto de la cueva Chauvet ya que para la realización de las pinturas es necesaria una buena iluminación de las paredes (Théry-Parisot y Thiébault (2005: 74). Piqué (1999) sugiere para los sitios Tunel VII, Lanashuaia, Alashawaia y Shamakush I y X (costa norte del Canal de Beagle, Argentina) un uso preferencial de aquellos taxones más abundantes en el entorno (Nothofagus) acompañados de otros menos abundantes pero que, según la autora, por sus propiedades físico-químicas se pueden considerar buenos combustibles: Berberis sp., Maytenus magellanica (Lam.) Hook. f. —leña dura—. Por su parte Scheel Ybert (2000), a partir del análisis de seis concheros de la costa sureste de Brasil ocupados por cazadores-recolectores-pescadores, sugiere una recolección local y no de tipo selectiva. Para esta autora la recolección aleatoria de madera muerta entre estos grupos es la principal fuente de recursos de leña. La gran diversidad taxonómica y la presencia de ataques de larvas antes de la carbonización permiten plantear a Scheel Ybert este tipo de aprovisionamiento. Según Scheel Ybert (2000) la mayoría de las especies presentes en el medio ambiente pueden encontrarse representadas en los conjuntos antracológicos, especialmente si se recolecta madera muerta. A pesar de la selección cultural, que puede generar exceso de representación de algunos taxones, la autora considera viable la utilización de estos restos para la reconstrucción paleoambiental. Las propuestas que consideran que se dio un uso selectivo de las especies o de cierto tipo de leña generalmente parten de la comparación con posibles comunidades vegetales análogas o con registros paleoambientales contemporáneos. Sin embargo algunos de los trabajos introducen ya otras perspectivas que parten del análisis de variables (vitrificación) que permitiría reconocer el estado de la madera utilizada como combustible o de la morfología y pautas de poda natural de las especies (mortandad de las ramas). No existe, por lo tanto, un criterio único para reconocer un uso selectivo de las leñosas. Contrariamente, para otras autoras los grupos cazadores-recolectores harían un uso oportunista de la leña teniendo en cuenta su abundancia en el entorno. A modo de ejemplo se pueden citar los trabajos de Badal (2000) en Valencia (España), y de Solari (1993) y Joly (2005) en el extremo sur sudamericano. Badal (2001) infiere una modalidad oportunista de obtención de material leñoso en la Cova de les Cendres. Para ello se apoya sobre el registro de diferentes calibres entre las muestras (que avalarían su procedencia tanto de árboles, arbustos o herbáceas) y la presencia de marcas de insectos xilófagos.
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En sus estudios sobre cazadores-recolectores de Patagonia y Tierra del Fuego (específicamente del Cabo de Hornos y Seno Grandi), Solari (1993) sugiere que en la obtención del material leñoso se evidencia una dinámica de explotación del ambiente más próximo a los sitios, con fases de avance y regresión en la explotación del bosque de Nothofagus respecto de especies secundarias de la formación vegetal (Solari, 1993: 254). Por su parte Joly (2005) plantea para los sitios de la Pampa húmeda de Argentina —Paso Otero 5, La Represa y Quequén Salado 1— que la gestión del combustible parece depender de la disponibilidad ambiental así como de las necesidades inmediatas, la facilidad y el menor costo de obtención del material leñoso. Según esta autora entre estos grupos cazadores-recolectores no parecería necesaria la existencia de conocimientos elaborados sobre los recursos leñosos y sus cualidades, ya que los mismos adaptaron su comportamiento al entorno (Joly, 2005). Los enfoques que consideran un uso oportunista de las especies leñosas parten, generalmente, de argumentos tales como la alta diversidad de los conjuntos o la similitud entre la composición de los registros antracológicos y las comunidades análogas modernas. No obstante, también se han propuesto otros tipos de argumentos como la heterogeneidad morfológica y el estado de la madera utilizada como combustible. A tal punto es preciso aclarar qué se entiende como oportunista y qué como selectivo. Para algunas autoras recoger la leña procedente de la poda natural es una actividad oportunista, mientras que para otras se trata de un tipo de gestión de los recursos en tanto que se prefiere este tipo de madera ante otras también presentes en el entorno. Esta última propuesta es, como se verá más adelante, más acorde al planteamiento de este estudio. La mayoría de los trabajos que consideran que se dio un aprovechamiento oportunista, en el sentido de no selectivo, están orientados a la reconstrucción paleoambiental. Por ello parten del supuesto que las especies más representadas entre los carbones arqueológicos serían las más abundantes en el entorno del sitio durante el momento de ocupación (Vernet, 1986; Thiebault, 1988; Badal, 1990, entre otros). El valor paleoambiental de los carbones es indiscutible, se ha demostrado ampliamente la aportación que puede hacer la antracología en cuanto a la reconstrucción de los paisajes pasados y su transformación. Sin embargo estas propuestas generalmente tienen poco en cuenta el factor social que está en el origen de los restos antracológicos y en muchos casos se encuentran ausentes o poco reflejadas las interpretaciones socieconómicas. La disponibilidad del material leñoso en el entorno es un aspecto difícilmente evaluable desde el contexto arqueológico. Los estudios polínicos permiten conocer la disponibilidad de los recursos leñosos; no obstante presentan ciertas limitaciones a la hora de poder cuantificar la biomasa característica del ambiente en momentos de la ocupación de un sitio. El mismo problema surge del estudio de restos de madera carbonizada. Por otro lado, la presencia de una especie leñosa en el entorno no debería ser interpretada como sinónimo de recurso energético para un grupo; es decir, no se debe tomar como un criterio suficiente para poder avalar su aprovechamiento entre los miembros de una sociedad. Las estrategias de adquisición del material leñoso se encuentran condicionadas por la disponibilidad de estas materias en el ambiente, pero también están determinadas por las necesidades sociales del grupo así como sus características socio-económicas.
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1.2. M ovilidad (circulación/exploración) de los grupos cazadores-recolectores y los recursos vegetales leñosos Diversos estudios etnográficos documentan una gran variabilidad en la frecuencia y tipo de desplazamientos entre cazadores-recolectores, que se encuentran vinculados con distintos aspectos de la organización de estas sociedades (Binford, 1980, 1983, 2001; Hayden, 1981; Sutton, 1990; Kelly, 1995; MacDonald y Hewlett, 1999). Esta información fue aprovechada por la «Optimal Foraging Theory» (Bettinger, 1991; Chatters, 1987; Horn, 1968; Smith, 1983; Winterhalder y Smith, 1981, 1992, entre otros autores) para la construcción de distintos modelos que sostienen que en ciertos campos las decisiones humanas tienden a aumentar la tasa neta de ganancia de energía. Uno de estos aspectos tiene que ver con la movilidad. Existen diferentes niveles o tipos de movilidad entre los grupos cazadores-recolectores. Un primer nivel relacionado principalmente con la obtención de los recursos necesarios para la subsistencia. El mismo involucra micromovimientos (Binford, 1980, 1983; MacDonald y Hewlett, 1999). El segundo nivel, que se caracteriza por movimientos de distancia intermedia —rango anual—, y un tercer nivel determinado por movimientos de rango extendido cuyo propósito es la satisfacción objetivos específicos (Binford, 1980, 1983; MacDonald y Hewlett, 1999). El tipo de recurso explotado es otro factor que debe ser tenido en cuenta en el grado de movilidad de los cazadores-recolectores. En el caso de los vegetales, al igual que en los modelos de optimización propuestos para los recursos faunísticos (Smith, 1983; Winterhalder et al., 1989; Bettinger, 1991, entre otros) hay que tener en cuenta la tasa de rendimiento neto entre la energía gastada en su búsqueda y acarreo y la energía obtenida de su aprovechamiento. Los recursos vegetales poseen una tasa de retorno (número de calorías obtenidas por hora) más débil que la caza mayor, por lo tanto la distancia efectiva del área de forrajeamiento será más corta para los grupos que explotan mayoritariamente vegetales que para aquellos que aprovechan grandes animales (Costamagno, 2001, 2006). Los recursos vegetales leñosos son fijos, pero su oferta y distribución puede ser altamente variable: continua o discontinua, parejamente dispersa o en parches, abundante o escasa. Dependiendo de diversos factores (distribución, abundancia de madera, necesidades del grupo, etc.), la gestión del material leñoso puede ser una actividad con alto gasto energético, por lo tanto, a menor distancia mayor rendimiento. Por otra parte, la recolección del combustible generalmente se ha caracterizado como una actividad que se desarrolla en el ámbito local, en un radio no muy alejado de los lugares de habitación. Siguiendo los modelos de área de forrajeamiento o foraging area, los radios de recolección según los datos etnográficos se sitúan entre 6 y 10 km desde los lugares de residencia (Binford, 1982; Kelly, 1995), donde entre otros recursos tendría lugar la recolección de la leña. El trabajo llevado a cabo por Henry y coautoras (2009) permite documentar entre los Évenke de la región de L’Amour (Siberia sur-oriental) que el territorio de abastecimiento de madera recorrido por los integrantes de esta familia es muy inferior al explotado para el desarrollo de otro tipo de actividades (Henry et al., 2009: 30). Los conjuntos arqueobotánicos pueden reflejar los diferentes territorios de captación como resultado de los patrones de movilidad del grupo y de sus miembros.
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En este sentido no es posible asumir que todos los restos arqueobotánicos procedan de los alrededores del sitio. Sin duda la función para la que fueron recolectados puede ayudar a definir propuestas sobre las áreas de procedencia de las plantas. Así, mientras las maderas recolectadas para su utilización como combustible pueden ser de provisión local, dado su uso cotidiano, las maderas recolectadas para otras funciones (instrumentos/objetos) no tienen por qué responder a este patrón y su lugar de procedencia puede estar bastante alejado (Caruso Fermé, 2012a, 2013b). En su estudio sincrónico y diacrónico sobre el uso de los recursos vegetales en la Puna meridional argentina, más precisamente en el área de Antofagasta de la Sierra (provincia de Catamarca), Rodríguez (2004) no solo plantea cambios en el uso de los recursos vegetales vinculados con los distintos paleoclimas a lo largo del Holoceno, sino también sugiere el uso diferencial de distintos microambientes dentro del área y la movilidad en pequeñas y grandes distancias. Sobre la base de la distribución actual de las comunidades vegetales, la autora determina las áreas de procedencia de las especies arqueológicas locales. Para el Holoceno temprano estima un radio de captación del material leñoso de 0-2,5 km desde el sitio Quebrada Seca 3 (QS3). Para el Holoceno medio y tardío los radios de captación de las especies habrían sido mayores: 0-2,5 y 2,5-17 km desde QS3 y 0-3 y 3-14 km desde los sitios ubicados en la localidad de Punta de la Peña (Rodríguez, 2004: 411). Se argumenta que el deterioro climático ocurrido durante el Altitermal exigió cubrir distancias mayores para los mismos fines, lo cual también se evidencia en la movilidad a grandes distancias. En cuanto a las especies no locales, teniendo en cuenta el área de distribución de algunas de las documentadas en los sitios, la autora plantea que las distancias se incrementan abarcando todo el sector noroeste argentino. Las especies documentadas son Prosopis torquata, Salix humboldtiana, Trichocereus pasacana, Chusquea lorentziana, Rhipido cladum neumannii, Acrocomia sp. y Lagenaria siceraria. Esto indica un aumento en el rango de movilidad (250 km, aproximadamente) y/o la existencia de interacciones socioeconómicas con otras áreas, especialmente durante el Altitermal. Rodríguez (2004) interpreta estos resultados como la implementación de una movilidad logística (sensu Binford 1980), pautada entre puntos de intercambio bien establecidos dentro del área calculada de acuerdo con las evidencias recuperadas en los sitios. Son numerosos los ejemplos que muestran en los conjuntos arqueobotánicos la presencia de plantas procedentes de ambientes alejados o que son incoherentes con las características ambientales, según criterios actualistas, de la mayoría de los restos arqueobotánicos. Hay que señalar aquí que los objetos de madera que caen en desuso pueden ser arrojados al fuego y utilizados como combustible aunque esta no fuese la función para la que fueran recolectadas estas especies. A partir del análisis de los carbones, no se puede determinar si estos responden a una recolección primaria o secundaria. A modo de ejemplo se puede citar el sitio Cerro Casa de Piedra 5 (Santa Cruz, Argentina). En las estructuras de combustión de la Capa 3 de este yacimiento se recuperaron restos de Festuca gracillima Hooker f. —coirón— parcialmente carbonizada o sin carbonizar. La actual área de distribución de la especie no coincide con la ubicación del sitio. Además de la interpretación paleoambiental, la presencia de este taxón en la Capa 3 —ca. 4.900-4.800 años AP—, permite sugerir a
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Rodríguez (2003-2005) una mayor movilidad y dispersión de los grupos cazadoresrecolectores. Esta idea se sustenta en la hipótesis planteada por Miotti y Salemme (2001) sobre una mayor dispersión poblacional de los grupos cazadores recolectores para el Holoceno medio. Sin embargo, cabe ser prudente en la extrapolación hacia el pasado de las actuales áreas de dispersión de las distintas especies vegetales. Es importante recordar que los paisajes actuales son el resultado de factores ambientales y sociales y que las distintas disciplinas que tratan de reconstruir la vegetación del pasado no permiten conocer con suficiente grado de detalle las áreas de distribución de las especies. En lo que se refiere a la utilización de la madera como materia prima para la elaboración de instrumentos u objetos, en aquellos yacimientos caracterizados por una buena conservación de materia orgánica, se ha podido documentar que la disponibilidad local de especies leñosas no es determinante para su consumo en la elaboración de instrumentos. En estos casos, es habitual el uso de maderas con determinadas características y/o propiedades aunque sean poco frecuentes en el entorno o haya sido necesario el transporte desde ciertas distancias (Caruso Fermé, 2012a). La recuperación de una elevada cantidad de artefactos en el sitio arqueológico Punta de la Peña 4 —ca. 3900-500 años AP— (Antofagasta de la Sierra, Catamarca, Argentina) permitió evidenciar que, a pesar de que la mayor parte de las especies leñosas utilizadas en su confección procedían del área circundante al sitio arqueológico (Rodríguez, 2008: 256), tres de ellos —Prosopis alba, Sporobolus rigens y Trichocereus pasacana— no se desarrollan en la misma. El uso de especies leñosas locales en la confección de artefactos también es poco frecuente en otros sitios analizados en la zona de Antofagasta de la Sierra. En el sitio Quebrada Seca 3, Rodríguez (1999, 2000) registró una elevada cantidad de especies alóctonas utilizadas para elaborar artefactos, especialmente durante el Holoceno temprano y medio. Otros ejemplos que muestran diferencias en las estrategias de captación de recursos leñosos según la función lo encontramos en el Alero Don Santiago (valle medio del río Chubut, Argentina). La presencia de carbón con semejanzas anatómicas a Nothofagus sp., permite plantear a Marconetto (2002) que dado el hábitat de esta especie —lejano del sitio arqueológico, es decir, a una distancia no esperada para su recolección como combustible—, los restos podrían corresponder al descarte de un artefacto. Existen fuentes etnográficas (Nacuzzi y Pérez de Micou, 1983-1985) que documentan la utilización de especies de Nothofagus sp. para la confección de la estructura de sostén de los toldos. En el sitio Orejas de Burro 1, localizado en el Campo Volcánico Pali Aike —provincia de Santa Cruz—, se documentaron restos carbonizados y sin carbonizar de especies típicas del bosque andino patagónico: Nothofagus pumilio —lenga— y Escallonia rubra —siete camisas—, es decir especies que no son propias de contextos esteparios lo que permite plantear un rango de movilidad mayor al esperado para la búsqueda de leña (ver Caruso Fermé, 2012a, 2013a; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso et al., 2014a). El modo de explotación de los recursos es otro factor que puede influenciar en el grado de movilidad de un grupo cazador-recolector. El almacenamiento de troncos o varias ramas en el interior de una cueva puede disminuir notablemente la movilidad residencial. Sin embargo, el acopio de productos vegetales es extremadamente raro
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en economías de grupos cazadores-recolectores (Testart, 1979). En comparación con las sociedades sedentarias, entre sociedades cazadoras-recolectoras la inviabilidad del transporte de grandes cantidades de leña así como el menor volumen de madera necesario para el desarrollo de actividades específicas podrían incidir negativamente en la práctica de almacenamiento del material leñoso. No obstante, es una modalidad que no debería descartarse como gestión del combustible entre grupos cazadoresrecolectores. 1.3. Duración, funcionalidad de la ocupación y el material leñoso La explotación de la biomasa vegetal está condicionada por aspectos relacionados con las actividades concretas de cada grupo. Los requisitos energéticos serán diferentes si la duración de la ocupación es de algunos pocos días, de semanas o si se trata de asentamientos de tipo semisedentario. Por lo tanto, la duración y funcionalidad de la ocupación de un sitio determinarán las prácticas de adquisición del material leñoso (Caruso Fermé, 2012a). A su vez, el grado de transformación del entorno también estará relacionado con estas mismas variables (Buxó y Piqué, 2008). A partir de los trabajos llevados a cabo en el Abric Romaní citado anteriormente, Allué (2002) sugiere que la disponibilidad de madera de pino en las formaciones vegetales del Paleolítico Superior y la abundancia de leña producida por esta especie definen determinados patrones de aprovisionamiento de los grupos cazadores-recolectores. Como se manifestó anteriormente, Allué (2002: 313) plantea un modelo según el cual la abundancia de materia prima vegetal permite a los cazadores-recolectores realizar un aprovisionamiento suficiente de material leñoso durante ocupaciones de corta duración. Alternativamente la recolección de madera muerta —ya sea en el suelo, aun en pie colgada de los árboles o flotando por los ríos o mares—, posibilita un uso inmediato del material leñoso (Allué, 2002; Alix, 2001; Alix y Brewster, 2004; Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013e; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Théry-Parisot, 1998; Théry-Parisot y Texier, 2006). Sin embargo, según Théry-Parisot (2001) el uso de madera muerta es totalmente adaptable a todas las funciones de un fogón ya que, a la hora de recolectar el material leñoso, también entrarán en juego variables tales como el calibre, el estado fisiológico, etc. El modelo de estudio basado en el análisis de marcas diagnósticas de madera alterada (Théry-Parisot, 1998, 2001) permitió a Théry-Parisot y Texier (2006) estudiar las prácticas de colecta de la madera en época paleolítica. El sitio musteriense de la Combette (Bonnieux, Vaucluse, France) parece haber funcionado como un campamento temporal orientado al tratamiento de los productos de la caza (Texier et al., 1998, 2005). En Combette el 70% de los carbones analizados presenta marcas características de ataque fúngico, evidencia que permite a Théry-Parisot y Texier (2006) plantear un tipo de recolección preferencial de madera muerta, vinculándola con ocupaciones temporales del abrigo (Texier et al., 2005; Théry-Parisot y Texier, 2006). La información palinológica y antracológica local (López Sáez et al., 1998) demuestra para el período de ocupación de Combette la presencia de un entorno forestal dominado —más allá de las modificaciones climáticas— por especies
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arbóreas. Según Théry-Parisot y Texier (2006) en este contexto la recolección casi sistemática de madera muerta puede responder a diversos objetivos. En Combette, varias especies leñosas han sido utilizadas y el estado de los carbones recuperados representa, según los autores citados, un argumento a favor del desarrollo de actividades especializadas en el refugio y de la corta duración de sus ocupaciones. De esta manera, los diferentes estudios llevados a cabo en Combette tienden a confirmar la hipótesis de que se trataba de un sitio de ocupación temporal en el que se desarrollaban básicamente actividades relacionadas con el proceso de caza (ThéryParisot y Texier, 2006: 460-461). Siguiendo esta misma línea de trabajo, basada en el análisis de marcas diagnósticas sobre el estado de la madera, Chrzavzez (2006) estudia los restos leñosos del sitio paleolítico Fumane —90-80.000 y 20.000 BP— (Verona, Italia). Larix decidua —alerce europeo— es la especie arbórea con mayor representación en este sitio. La presencia de más de un 80% de los carbones con alteraciones por el ataque de hongos y bacterias y el diámetro de la madera puesta al fuego (inferior a 15 cm), permiten sugerir a esta autora una recolección de madera muerta disponible y abundante en un entorno caracterizado mayoritariamente por la presencia de Larix decidua. Distintos estudios etnográficos (Nicholson, 1981; Gorecki, 1991; Alix, 1998; Walthall, 1998, entre otros) documentan la recolección de madera muerta entre grupos cazadores-recolectores. Este tipo de práctica responde a necesidades inmediatas de combustible en contextos de grupos de alta movilidad. En su trabajo sobre el alcance y duración de las actividades llevadas a cabo en los abrigos rocosos por parte de distintos grupos cazadores-recolectores de Papúa (Nueva Guinea) Gorecki (1991) plantea que la utilización de estos refugios siempre está asociada con el fuego. La primera actividad llevada a cabo es el encendido de un fuego, en general con madera seca. La necesidad de combustible para un fogón destinado a la iluminación no será la misma que el de una estructura de combustión empleada para la cocción de alimentos. Lo mismo sucederá en fogones que permanecen encendidos durante un largo tiempo y aquellos que solo funcionarán unos pocos días. Entre los Fang de Guinea Ecuatorial, Picornell Gelabert (2009) pudo documentar, por ejemplo, que ante el uso prolongado de los hogares estos grupos demostraban una marcada preferencia por el combustible de grandes diámetros —aproximadamente 20 cm— ya que el mismo les permitía la posibilidad de mantener un fuego duradero. A pesar de conocer perfectamente las especies vegetales, las mujeres fang recogen los troncos en base al diámetro, considerado óptimo, para abastecer sus hogares (Picornell Gelabert, 2009: 145). La ubicación del sitio (a cielo abierto, en cuevas, aleros, etc.), así como sus condiciones (contexto húmedo, seco) también influirá en el combustible consumido. En síntesis, en un sitio ocupado por un período corto de tiempo (campamento transitorio), las ramas y troncos muertos secos en el suelo constituyen probablemente una reserva de primera elección. Contrariamente, en un sitio ocupado por tiempo prolongado (campamento base) existirá la posibilidad de practicar diferentes modos de obtención de material leñoso. El material leñoso puede conformar un recurso primario, es decir madera recolectada expresamente para la combustión, o bien depender del desarrollo de otras
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actividades. La duración de la ocupación de un sitio puede determinar un aprovisionamiento directo del combustible o favorecer el reaprovechamiento de los excedentes de otras actividades, como puede ser la fabricación de objetos de madera (Allué, 2002). En la Balma del Gai —ca. 12.000-8.500 BP— (Bages, Barcelona), a pesar de que hasta el momento no se han identificado hogares estructurados, la mayoría de los carbones recuperados son considerados residuos de combustión fruto de la utilización de la madera como leña (Allué et al., 2007). Cabe destacar la continuidad de la explotación de pino en toda la secuencia, entre otras cosas debido a su disponibilidad, mayor producción de madera muerta y facilidad de la recolección. No obstante, según la autora la explotación de otras especies puede estar relacionada con otras actividades que se lleven a cabo en el abrigo. Por ejemplo, la presencia de abedul en el yacimiento puede estar relacionada con la fabricación de objetos (Allué et al., 2007: 94), lo que corrobora la existencia de distintos patrones de aprovisionamiento de madera según la función. Las modalidades de adquisición del material leñoso así como la leña obtenida se encuentran relacionadas básicamente con la función y uso del combustible. Durante la ausencia de nieve, los Évenks (Siberia sur-oriental) realizan fuegos especializados en el exterior. Durante este período los integrantes de este grupo pueden obtener leña recolectando madera muerta en el suelo o mediante el corte de madera en pie. No obstante, según lo observado por Henry y coautoras (2009) es el estado fisiológico de la madera el que determina en este caso las modalidades de obtención del combustible. Los fuegos destinados a ahuyentar los insectos requieren la combustión de madera verde, mientras que el ahumado de las pieles se realiza únicamente con madera muy alterada recolectada del suelo del bosque (Henry et al., 2009: 32). A modo de conclusión se puede considerar por lo tanto que entre los grupos cazadores recolectores la funcionalidad y duración en la ocupación de los sitios están condicionados por la organización socioeconómica, que a su vez determina las pautas de movilidad. Las funciones otorgadas a las estructuras de combustión y el tiempo de ejecución de las mismas determinarán la adquisición del combustible leñoso. La gestión del material leñoso, como cualquier otro recurso, deberá ser entendida por lo tanto como un conjunto de elementos que interactúa y a la vez condiciona las distintas modalidades de adquisición y uso de esta materia prima (Caruso Fermé, 2012a). 1.4. Propiedades de las maderas y criterios de selección del combustible leñoso Las propiedades físico-químicas de la madera pueden llegar a ser un factor de selección del material leñoso (Zapata, 2007), por ejemplo, puede existir el rechazo a ciertas especies vegetales por determinados factores —producir excesivo humo durante su combustión, etc.—. Existen estudios etnográficos y etnoarqueológicos que demuestran cómo algunas especies vegetales son utilizadas para varios usos, mientras que determinados taxones son descartados para su combustión (Peña-Chocarro et al., 2000; Zapata et al., 2003; Picornell Gelabert et al., 2011, entre otros). El trabajo realizado por Henry y coautoras (2009), ya citado, documenta el caso de
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una familia Évenke de la región de L’Amour, que considera una misma especie vegetal (Larix cajanderi —alerce—) viable para varios usos y evita el consumo de otra (Betula pendula —abedul—) por miedo al perjuicio del bienestar familiar y de los animales (Henry et al., 2009: 27). Esto pone en evidencia aspectos de orden mágico-simbólico difíciles de ver en el registro arqueológico. Según Gusinde (1937) el denso humo provocado por la combustión de madera de Drimys winteri Forest —canelo— era un factor de rechazo en la utilización de esta especie para el encendido de los fuegos entre los Yámana de Tierra del Fuego. No obstante, la madera de esta misma especie era utilizada por estos grupos para la confección de armazones de canoas y mangos de venablos (Gusinde, 1937). Por su parte Burmeister (1888) comenta que los «indios» de la actual provincia de Chubut (Patagonia argentina) extraían resina de Duvaua magellanica la cual utilizaban para fijar los raspadores de sílice sobre trozos de madera (Burmeister, 1888: 209). El naturalista suizo Jorge Claraz (1865-1866) en su viaje de exploración a la parte septentrional de la Patagonia hasta el río Chubut (provincia Chubut, Argentina) hace mención a la búsqueda y adquisición de dos especies vegetales para determinados usos por parte de los grupos denominados Pampa. Según Claraz, estos grupos mostraban cierto aprecio por un arbusto, al que llaman gitscha, que segrega materia cerosa por sus ramas. Según este autor, la combustión de este arbusto es buena a pesar de encontrarse verde. Los pampas quemaban sus ramas y debajo colocaban una bandeja con agua, donde se recogían las gotas negras de cera liberadas por la quema del arbusto. Una vez obtenida la cera —itschó— se juntaba y se masticaba (Claraz, 1865-1866: 45). Otra especie vegetal era utilizada por los pampas para la manufactura de un determinado tipo de instrumento. Según este autor estos grupos excavaban la tierra con un cuchillo para obtener las raíces de una planta con flores blancas, la cual utilizaban en la confección de peines en forma de escobilla. El peine, así como la planta utilizada en su fabricación era denominada por los pampas yahepel (Claraz, 1865-1866: 46). No obstante, cuando se habla de selección de combustible generalmente se relaciona esta actividad únicamente con la elección o exclusión entre especies vegetales. Además se le adjudica un carácter universal, es decir que todas las sociedades actuaron y actúan de este modo. Existe la tendencia a clasificar las especies leñosas como buen o mal combustible. Normalmente suelen clasificarse como «mal combustible» aquellas especies vegetales que arden rápidamente, chispean o humean. Mientras que aquellas maderas densas que arden lentamente son consideradas como «buen combustible» (Caruso Fermé, 2012a, 2013b; Chabal et al., 1999). La noción de buen o mal combustible se refiere a criterios actuales de combustión, no está fundamentada en el poder calórico de las distintas especies leñosas, sino más bien en la resistencia o ligereza de las mismas ante el proceso de combustión. Por ello, sería un error pensar que una especie que arde de una u otra manera libera por esta razón más o menos calor total que otra especie. Las propiedades del combustible (duración de calcinación, poder calórico, inflamabilidad, persistencia y altura de las llamas) no depende únicamente de la especie vegetal. Existen distintas variables: la morfología de la madera (diámetro, tamaño), su estado (verde, seco, alterado, etc.) que pueden condicionar el comportamiento de la madera ante el fuego (Caruso Fermé, 2012a). En
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verdad, la cuestión del buen combustible depende, en última instancia, de la utilización que se le vaya a dar al material leñoso, es decir de la adecuación de la combustión a la finalidad para la que se prende un fuego, el cual puede requerir de humareda, combustión rápida o lenta, etc. (Caruso Fermé, 2012a, 2013b). Son muchos y variados los usos que se dio y continúa dando al combustible vegetal: iluminación, transformación de materias primas, actividades de índole simbólica; etc. Cada uno de estos usos requiere la utilización de combustibles apropiados. De esta manera, maderas que produzcan humo serán «buenas» si la intención es ahumar alimentos o ahuyentar insectos, pero serán juzgadas como «malas» si se utilizan en fuegos con otra funcionalidad. Dado que la noción de buen o mal combustible se refiere a criterios actuales de combustión, sería preciso puntualizar que la manera en que interactúa una sociedad cazadora-recolectora con su entorno natural para obtener combustible vegetal no tiene por qué basarse necesariamente en estos mismos. De hecho, la presencia de un conjunto de especies vegetales y la adaptación de sus propiedades a usos específicos podría perfectamente desplazar la noción de buen o mal combustible antes desarrollada. Distintos estudios han demostrado claramente que la velocidad de combustión aumenta cuando el calibre de la madera disminuye. Cuanto más elevada es la tasa de humedad de la madera, más débil es su poder calórico y mayor la altura de sus llamas. Por el contrario, cuando los niveles de humedad cambian, es decir en maderas con una tasa de humedad más débil, la calcinación es larga y más persistente la llama (Chabal, 1997; ThéryParisot, 1998, 2001; Chabal et al., 1999; Théry-Parisot et al., 2009). Las coníferas, por ejemplo, debido a su contenido en resina tienen un mayor poder calórico. Sin embargo, factores como la humedad y el tamaño de la leña pueden condicionarlo mucho más que la especie (Zapata, 2007). Como se ha podido apreciar, la calificación de «buen» o «mal» combustible no es en absoluto una definición precisa. Por lo tanto se hace necesario remplazar esta noción por criterios cuantificables tales como el poder calórico, la persistencia y altura de la llama, la inflamabilidad y la duración de la calcinación (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013b, 2013e; Caruso Fermé y Théry-Parisot, 2011; Chabal et al., 1999; Joly, 2008; Théry-Parisot, 1998, entre otros). El poder calórico —cantidad de calor liberado por la combustión completa de una unidad de masa— es quizás la medida más conocida para definir la capacidad de combustión de la madera. El poder calórico se encuentra en relación con la tasa de humedad de la madera. El agua, material incombustible, requiere mucha energía para poder evaporarse. Si la tasa de humedad es alta, el poder calórico de la madera bajará, es decir, que a mayor tasa de humedad menor poder calórico y viceversa. El poder calórico también se encuentra en relación con la composición química de cada especie, que difiere entre una y otra. La morfología y el estado de la madera son otras variables que pueden llegar a modificar las propiedades de combustión —poder calórico, inflamabilidad, temperatura de la combustión, duración de la llama— de una especie leñosa (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013e; Chabal, 1992; ThéryParisot, 1998; etc.). La búsqueda y adquisición del material leñoso supone un buen conocimiento del entorno natural por parte de los grupos que lo habitan. No obstante, cabe tener
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presente que el conocimiento al que se hace referencia no solo hace alusión a las especie vegetales sino a todos los elementos que, de manera directa o indirecta, interactúan y condicionan la gestión del material leñoso y el proceso de la combustión. Sin embargo, aun considerando que la selección del combustible pueda estar basada en criterios tales como el estado de la madera, su obtención también estará condicionada por la disponibilidad y abundancia en el entorno natural, como ya se ha mencionado.
2. E l papel del bosque en la dinámica de población de la Patagonia El bosque y ecotono bosque-estepa juega un papel fundamental en los debates sobre la dinámica de población de la región patagónica (Aschero et al., 1992, 2005; Belardi et al., 1994; Borrero, 1994-1995, 2001; Borrero y MacEwan, 1997; Borrero y Muñoz, 1999; Goñi, 1988; Espinosa, 2000, 2002; Hajduk et al., 2004, entre otros). Durante el tiempo en que los glaciares cubrían la cordillera de los Andes y gran parte de los archipiélagos chilenos y hasta el último Máximo Glacial (hace 22.000 años) la vegetación dominante presentaba diferencias con respecto a la actual (Borrero, 2001). Sin embargo, con la retirada de los hielos la expansión de los bosques fue muy rápida, sugiriendo la existencia de refugios con árboles durante las glaciaciones. Algunos de estos refugios fueron definidos al norte de la isla de Chiloé y sin duda existe la posibilidad de que hayan existido en otras zonas de la Patagonia, en particular al este de la Cordillera de los Andes (Markgraf et al., 1996). Según Veblen (1985) la estructura, continuidad e instalación del bosque en forma principalmente paralela a la cordillera estuvo relacionada con el vulcanismo. Distintos trabajos permiten realizar varias propuestas —de diverso alcance— en cuanto al uso del bosque desde los primeros tiempos del poblamiento humano de la región. 2.1. El uso del bosque en el noroeste de la Patagonia En el área del Parque Nacional Nahuel Huapi, las cronologías del sitio El Trébol —10.600 años AP— (Miotti y Salemme, 2004; Hajduk et al., 2004) evidencian momentos tempranos de aprovechamiento del bosque. Según algunos autores (Hajduk et al., 2004; Albornoz y Hajduk, 2006) la presencia humana en estos entornos se encontraba caracterizada por un uso de carácter estacional del bosque, ya sea para explotar determinados recursos o para intercambiar materias primas o bienes con los grupos cazadores-recolectores vinculados a la vertiente occidental de los Andes. Estos mismos autores plantean, para momentos más tardíos, la existencia de grupos que ocupaban el entorno boscoso a ambas vertientes de la cordillera interactuando a su vez con grupos cazadores-recolectores de la estepa. Sus planteamientos se basan en evidencias de navegación lacustre y artefactos semejables a los de los indígenas del litoral pacífico (Hajduk et al., 2004).
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El estudio de los sitios arqueológicos localizados en la Comarca Andina del Paralelo 42º (suroeste provincia de Río Negro y noroeste de Chubut) y el relevamiento de las manifestaciones rupestres existentes en los mismos (Bellelli et al., 2000, 2003; Podestá et al., 2000, 2007; Fernández, 2006; Tropea, 2006; Carballido Calatayud, 2009, entre otros) evidencian que la presencia humana en esta área se extiende entre los 2.000 y 700 años AP. Los trabajos realizados en la Comarca Andina permiten plantear a sus autores distintas hipótesis en relación a los modos de uso de los ambientes boscosos. Según Scheinsohn y Matteucci (2004) la mayoría de los sitios están localizados a lo largo de las vías de más práctica circulación. La reutilización de alguno de los sitios de esta área, el tipo de recursos en ellos representados, así como la diversidad de motivos rupestres podrían indicar la elección de lugares de asentamiento vinculados con vías de circulación, las cuales facilitaran el acceso desde y hacia la estepa (Podestá et al., 2007). 2.2. El uso del bosque en el suroeste de la Patagonia Para el suroeste patagónico (provincia de Santa Cruz), los modelos de uso del bosque se plantearon sobre la base de dos localidades de esta provincia. La primera de ellas el Parque Nacional Perito Moreno y la segunda el Lago Argentino. Los estudios llevados a cabo en el Parque Nacional Perito Moreno proponen un modelo de alta movilidad. Aschero y colaboradores plantean un aprovechamiento estacional y complementario del bosque, en el que los sectores situados a mayor altitud serían utilizados en época primaveral, mientras que los bordes lo serían en época invernal (Aschero, 1996; Aschero et al., 1995, 2005). Espinosa (2000, 2002) por su parte sostiene un uso logístico con bajo índice de actividad en relación a la obtención de recursos en la parte interna del bosque y una prolongada y/o redundante circulación con una alta variedad de actividades en los bordes del bosque. A diferencia del área del Parque Nacional Perito Moreno los trabajos realizados en la zona del lago Argentino (Goñi, 1988; Belardi et al., 1994; Belardi y Campán, 1999; Franco y Borrero, 2003) proponen un uso esporádico del bosque vinculado con el acceso a la costa pacífica, los recursos leñosos, lacustres y la utilización de bloques erráticos para el asentamiento. La interacción con el entorno boscoso involucra desde la utilización del material leñoso como materia prima hasta el posible —aunque difícil de comprobar arqueológicamente— uso del fuego para la deforestación o apertura de claros en determinadas zonas (Zapata y Peña - Chocarro, 1998). Concretamente para el caso de Patagonia existen algunos trabajos que plantean que después de la transición Pleistoceno-Holoceno la presencia de fuegos se debía principalmente a la actividad humana (Heusser, 1987, 1994). Según Heusser (1994) el estudio del carbón sedimentario serviría como indicador de los desplazamientos y rutas migratorias de los grupos cazadores-recolectores. No obstante, existen investigadores que interpretan estos datos como resultado de causas climáticas —específicamente patrones climáticos de gran escala— (Markgraf y Anderson, 1994).
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3. La arqueobotánica en sitios arqueológicos patagónicos 3.1. Antecedentes de la investigación arqueobotánica en la Patagonia argentina Los estudios sobre el uso de recursos vegetales, tanto en la alimentación como en cualquier otra de sus aplicaciones, son todavía poco frecuentes en las investigaciones arqueológicas sobre sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas. En la región patagónica argentina, la tradición en estudios arqueobotánicos se remonta a los trabajos iniciados en la cuenca del río Chubut —provincia de Chubut, Argentina— hace más de treinta años (Pérez de Micou, 1979-1982, 1988, 1991; Nacuzzi y Pérez de Micou, 1983-1985). Esta línea de investigación, aplicada en contextos de cazadores-recolectores, propone la integración de diferentes tipos de datos, procedentes de la observación etnográfica y las fuentes etnohistóricas (Pérez de Micou, 2002: 11). Durante estos primeros años de investigación arqueobotánica se desarrollaron trabajos aislados en distintos sitios arqueológicos de la Patagonia argentina, la mayoría de ellos centrados en el estudio de restos de madera carbonizada. A modo de ejemplo se puede mencionar el trabajo llevados a cabo por Rivera y Fernández (1997/98) en la cueva Epullán Grande (10.000-7.100 AP a 5.200-2.100 AP) en la provincia de Neuquén, y los de Pérez de Micou (1979-1982, 1988, 1999) en los sitios Campo Nassif 1 (665: 480 ± 75 AP), Piedra Parada 1 (495: 620 dc ± 50) y Campo Moncada 2 (5.080 ± 100 AP a 860 ± 80 AP), en la provincia de Chubut. Este último también trabajado por Marconetto (1996, 2002), quien además trabajó con los materiales del sitio Alero Don segundo —1.000 AP— (provincia Chubut). Estos trabajos se caracterizan básicamente por la identificación de restos de maderas y otros macrorestos vegetales, y generalmente no van más allá de determinar la presencia o ausencia de los distintos taxones en el registro arqueológico. Poco a poco los análisis arqueobotánicos fueron obteniendo una mayor trascendencia en los proyectos arqueológicos argentinos. De esta manera comenzaron a producirse aportes de carácter sistemático orientados a indagar sobre las estrategias de gestión de los recursos vegetales leñosos y su relación con las dinámicas sociales. Entre estos estudios destacan los realizados por Piqué (1999) en los sitios Túnel VII (siglo xix d. C.), Lanashuaia (150 AP), Alashawaia y Shamakush I (siglo x d. C.) y Shamakush X (siglo xvi d. C.) —costa norte del Canal de Beagle—, en el cual además de identificar los recursos vegetales consumidos, la autora analiza los procesos de obtención, procesamiento y consumo de los mismo, a efectos de determinar su rol en la dinámica social. En la zona central de la isla de Tierra del Fuego, también pueden mencionarse los estudios realizados en el sitio Ewan (Caruso Fermé, 2008, 2010; 2012b, 2013c, 2014; Caruso et al., 2008, 2009a, 2009b), los cuales ponen de manifiesto las especies consumidas, las características morfométricas de la materia prima utilizada, así como el tipo de procesamiento o modalidades de consumo del material leñoso. Todo este conjunto de información posibilita conocer las estrategias de explotación y gestión de los recursos vegetales leñosos llevadas a cabo por los cazadores-recolectores selknam, antiguos pobladores del norte de la isla Grande de Tierra del Fuego. Por su parte Rodríguez (2003-2005), a
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partir del registro arqueobotánico del sitio Cerro Casa de Piedra 5 (provincia Santa Cruz), analiza las áreas de aprovisionamiento y usos de los recursos vegetales en los distintos momentos del pasado prehistórico en la Patagonia meridional. En costa del Golfo San Matías (provincia Chubut) los trabajos llevados a cabo por Ortega y Marconetto (2009, 2011) y por Ortega (2012) en los sitios Paesani, sondeo 1 (1100 ± 90), Caleta de los Loros 3 (2.108 ± 35 AP y 2.346 ± 35 AP), S1 sondeos 1,2,2/B y 2/C (3.077 ± 54 y 3.000 ± 90), Faro San Matías S2 (2.910 ± 90 AP) y Faro San Matías S6 (1.380 ± 90 AP) plantean una discusión sobre las estrategias de recolección de los recursos leñosos en los espacios costeros, la oferta ambiental de los mismos a lo largo del tiempo y su relación con las modificaciones que el uso actual genera en la distribución de la cobertura vegetal original. La recuperación de objetos de madera en sitios arqueológicos de la Patagonia es sumamente escasa, como en la mayoría de los contextos que no poseen determinadas características de conservación. Sin embargo, entre los trabajos arqueobotánicos patagónicos también aumentaron los estudios dedicados al análisis de instrumentos o piezas confeccionadas en material leñoso. Siguiendo esta línea se encuentra el trabajo realizado por Capperelli y colaboradores (2009) quienes determinan taxonómicamente un arpón de madera recuperado en el sitio arqueológico Cueva del Negro (provincia Santa Cruz), ocupado aparentemente durante el Holoceno tardío. Los estudios llevados a cabo por Piqué (2006), Caruso Fermé (2008, 2012a, 2014) y Caruso Fermé y colaboradores (2014b, 2015) están orientados al análisis de los procesos tecnológicos inherentes a la elaboración de los instrumentos de madera. Ambos trabajos se basan en el estudio de arcos y astiles de madera depositados en museos, procedentes del extremo austral americano. Las autoras profundizan sobre las fases o etapas necesarias para la obtención de un determinado producto confeccionado en materia prima leñosa. En un trabajo interdisciplinario, Caruso Fermé y colaboradores (2011) publicaron los datos de un estudio, también con colecciones etnográficas, que consiste en la identificación de la materia prima utilizada para la manufactura de los arcos y astiles, en determinar sus características morfométricas y en el análisis tecnomorfológico de las puntas de proyectil de estos astiles. Esto permitió inferir no solo las etapas necesarias para la obtención y procesado del material leñoso, sino también el tipo de materia prima utilizada en la confección de estos instrumentos. Además de los estudios antes mencionados basados en la observación etnográfica y las fuentes etnohistóricas, de los trabajos antracológicos y los análisis de los procesos tecnológicos de la madera, también se han realizado trabajos experimentales. Entre ellos cabe mencionar el realizado por March (1992), quien propone evaluar la relación existente entre diferentes tipos de madera y su rendimiento expresado en kg/hora. Con el objetivo de estudiar las propiedades de combustión de las especies y el proceso de alteración de la madera —grietas de contracción— Caruso Fermé (2008, 2010, 2012a, 2013a, 2013e, 2014) y Caruso Fermé y Théry-Parisot (2011) realizaron una serie de fuegos experimentales con madera verde y seca de diversas especies leñosas del bosque andino patagónico. A fin de poder identificar y trabajar la procedencia del material leñoso utilizado como combustible, Caruso Fermé (2012a, 2013a, 2013d) y en colaboración con Iriarte (2014) e Iriarte y Borrero (2014a) diseñaron un programa experimental para estudiar la composición de la madera y
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las causas de su variación, pudiendo determinar de esta manera la existencia de madera flotada en un sitio arqueológico. Por su parte Cueto y colaboradores (2010) proponen un programa experimental para el estudio del procesamiento de vegetales leñosos mediante artefactos formatizados de roca. Pese a que el trabajo que aquí se presenta se centra en la Patagonia argentina no se debe dejar de mencionar, por su trascendencia y rigor, los trabajos realizados por María Eugenia Solari en los archipiélagos fueguinos de Chile. Su trabajo se centró en cuestiones paleoambientales, aunque también estudio restos de estructuras (Solari, 1992, 1993, 1994). Los estudios realizados por Solari en la Patagonia chilena (Solari 2009; Solari y Lehnebach, 2004; Solari et al., 2002) continúan siendo un referente.
Estudio de las modalidades de adquisición y uso del material leñoso entre grupos cazadores-recolectores
Los restos vegetales presentes en los sitios arqueológicos corresponden a aquellas partes más resistentes a la descomposición, o a aquellos que se han depositado en un contexto favorable para su conservación (Buxó, 1997; Buxó y Piqué 2003; Hastorf, 1999, entre muchos otros). Una vez carbonizadas las maderas y semillas, su conservación puede darse en cualquier tipo de sustrato, incluso en aquellos ácidos. Sin embargo, la fragilidad y facilidad de fragmentación representan el principal problema de conservación de este material (Zapata y Figueral, 2003). La madera carbonizada puede encontrarse de distintas maneras en un sitio arqueológico. Por un lado, en forma desperdigada en los distintos niveles arqueológicos, lo que se conoce como carbones dispersos, y por otro el carbón concentrado asociados a estructuras de combustión o fogones (Chabal, 1989, 1992, 1994, 1997; Chabal et al., 1999; Dufraisse, 2002; Heinz, 1993; Tengberger, 1998; Thiébaul, 1988; Piqué, 1999, entre muchos otros). Los carbones dispersos son normalmente el resultado del vaciado y limpieza de los distintos hogares, es decir, el reflejo de todas aquellas actividades que conllevan el mantenimiento de las áreas de combustión. Se considera que estos carbones son resultado de la acumulación de todas las combustiones producida durante la ocupación de un sitio. Razón por la cual son considerados como los más representativos de la gestión del material leñoso por parte de los ocupantes de un sitio y sobre todo, según algunas autoras, los más adecuados para obtener datos paleoecológicos (Badal, 1990; Badal y Heinz, 1989; Chabal, 1989; Heinz, 1990; etc.) Los carbones concentrados —asociados directamente a estructuras— pueden ser el reflejo de combustiones concretas y puntuales en el tiempo. La composición taxonómica de los fogones generalmente suele ser poco diversa en relación a otros contextos que representan períodos más amplios de depositación de residuos. Las estructuras de combustión representan acontecimientos breves en el tiempo, que actúan como una imagen flash de las actividades que conforman las modalidades de gestión del combustible llevadas a cabo por los distintos grupos (Chabal et al., 1999; etc.). Por estas razones, el carbón concentrado no es considerado adecuado para el estudio paleocológico (Chabal, 1992; Heinz, 1990; etc.). No obstante, los datos resultantes pueden ser complementarios de los resultados obtenidos en el material disperso. Por otro lado, su estudio es interesante para realizar inferencias sobre el uso de madera como combustible y de la posible selección de determinadas especies vegetales en función de sus cualidades físicas o mecánicas.
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1. Estrategia de muestreo Aunque la explicación de métodos de muestreo ya ha sido ampliamente expuesto y publicado en tesis y trabajos especializados de arqueobotánica, dada la falta de tradición de este tipo de estudios en Patagonia se considera oportuno hacer una breve síntesis de los mismos (ver también Caruso Fermé, 2013b). El estudio de restos vegetales requiere un correcto planteamiento de objetivos y un riguroso método de registro. Las estrategias del muestreo arqueobotánico deben contemplarse dentro del marco general del proyecto de excavación, con el mismo grado de importancia que los demás materiales arqueológicos (Caruso Fermé, 2012a). La inclusión de técnicas de muestreo arqueobotánico en la planificación de un proyecto permitirá que las mismas se adapten, entre otras cosas, a la problemática de investigación. No obstante, las características particulares de cada yacimiento configuran un factor determinante en su diseño. Las estrategias se irán modificando y adaptando en función de la dinámica de la propia excavación, pero siempre de forma rigurosa y sistemática. Es importante tener presente que pocas veces se puede estudiar la totalidad de los restos arqueobotánicos ya que, a su vez, es muy baja la frecuencia de excavaciones donde se trabaja sobre la totalidad del sitio arqueológico. La gran extensión de algunos yacimientos hace necesario establecer, por lo tanto, criterios sobre qué sectores o áreas se deberá muestrear (Allué, 2006; Alonso et al., 2003; Badal, 1990, 1992; Buxó, 1997; Chabal et al., 1999; Hastorf, 1995, entre otros). Por otro lado, los restos vegetales presentes en los sitios arqueológicos corresponden a aquellas partes más resistentes a la descomposición o a aquellos que se han depositado en un contexto favorable para su conservación. Por consiguiente la parte recuperada debe ser representativa del conjunto, de ahí que el muestreo deberá ser una parte significativa del total (Badal, 2000; Buxó y Piqué, 2003). Así mismo el muestreo debe tener en cuenta las especificidades del material que se quiere recuperar (tamaño, propiedades, estructura). La planificación de la estrategia de muestreo debe contemplar una serie de cuestiones básicas y además ser lo suficientemente flexible para poder afrontar cualquier inconveniente surgido durante el trabajo de campo (Toll, 1988; Clarke, 1989; Pearsall, 1989). En primer lugar, dada la importancia de muestrear por separado el carbón concentrado y el disperso para su posterior estudio e interpretación individual (Badal, 1990; Chabal, 1990, 1991), será conveniente la aplicación de estrategias de muestreo adecuadas para cada uno de ellos. El volumen de sedimento que se procesará y la manera en que se realizará la recolección del material también deberá estar contemplado dentro de los pilares estructuradores del muestreo. 1.1. Muestreo del material disperso Son numerosos los sitios o contextos donde el carbón se presenta en grandes cantidades, y su total recolección es imposible o innecesaria, teniendo en cuenta los objetivos de investigación. Es necesario por tanto una previa planificación y el desarrollo sistemático de muestreos para la recuperación del material arqueobotánico.
ESTUDIO DE LAS MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USO DEL MATERIAL… 35
El muestreo del material disperso siempre debe realizarse tamizando/cribando o flotando un volumen de sedimento significativo y en relación con la unidad estratigráfica de origen. La unidad de muestreo será variable en función de la utilizada en la misma excavación, es decir que si se emplea una cuadrícula y una división artificial por capas, está referencia será también válida para el análisis arqueobotánico (Zapata y Figueral, 2003). Es importante la señalización de aquellas muestras procedentes de áreas de remoción, perturbadas, etc. ya que la identificación de estos restos puede ser un elemento independiente que permitirá valorar la posible alteración de una zona. 1.2. Muestreo del material concentrado En general, el carbón de los fogones debe ser recogido en su totalidad. La estructura de combustión debe ser perfectamente documentada —dibujos, fotografías, etc.— y registradas sus medidas —largo, ancho y profundidad—. De tratarse de un fogón estratificado, el registro de su estratigrafía posibilitará el estudio en profundidad de la actividad del fogón. Las piedras o rocas asociadas a las estructuras de combustión también deben tomarse como elementos integradores de la misma estructura, por lo que es indispensable documentar su posición y características con relación al fogón. Es conveniente en estos casos que la totalidad del sedimento sea tratado mediante la técnica de flotación o tamizado/cribado con agua. La superficie de muestreo será por tanto la estructura arqueológica (Badal et al., 2003).
2. Métodos recuperación de restos arqueobotánicos Diversos son los factores por los cuales se hace imposible analizar todos los restos vegetales de un yacimiento arqueológico. Como se ha señalado, este hecho conlleva a la planificación de determinadas estrategias de recuperación que tienen por objetivo obtener muestras representativas. El objetivo último de un buen muestreo es conseguir que se procesen y estudien un número de muestras representativo de la totalidad del yacimiento o contexto excavado. El muestreo para el estudio de macrorrestos vegetales debe realizarse durante la excavación y debe reflejar los diferentes contextos y cronologías estudiados en el sitio. Se recomienda una estrategia de muestreo común entre los responsables de la misma y los diferentes especialistas involucrados, para que el esfuerzo del procesado sea coste efectivo. Es importante tener presente que cada sitio es único y hay que alcanzar un compromiso entre los objetivos que se persiguen y los medios con los que se cuenta —disponibilidad de agua o laboratorio de campo, por ejemplo—. La unidad de análisis: la muestra antracológica Una muestra antracológica es entendida como el conjunto de carbón contenido en una unidad de muestreo. La misma corresponde a una estructura o bien a cuadrículas de un mismo estrato arqueológico o capas, artificiales o naturales, establecidas en el
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proceso de excavación (Badal, 1990). Algunas autoras consideran que la superficie mínima para que los resultados sean representativos del total es de 4 m² (Badal et al., 1991; Badal y Heinz, 1991; Badal, 1992). Sin embargo, la superficie del muestreo dependerá, por un lado, de las características propias del sitio arqueológico y, por otro, de los interrogantes planteados. El correcto muestreo de la superficie del sitio arqueológico evitará que los datos antracológicos queden falseados por una distribución no uniforme de los taxones o de sus valores relativos en la superficie (Chabal, 1997). Pese a la diversidad de métodos de recuperación de restos y criterios de muestreo aplicados en los casos estudiados en este trabajo, se ha utilizado una misma unidad de análisis para todos los sitios arqueológicos. Se empleó el nivel arqueológico o estrato geológico en función de cómo se realizó cada una de las excavaciones arqueológicas. Siempre que ha sido posible se han diferenciado los restos procedentes de áreas de combustión o contextos funerarios. 2.1. Tratamiento del sedimento Existe una serie de variables que pueden influir en la elección de la técnica de muestreo, en el planeamiento y desarrollo de una excavación. La zona geográfica y las condiciones en las cuales se lleva a cabo el trabajo arqueológico son un punto más en la evaluación, planificación y elaboración de las estrategias de muestreo. El trabajo en zonas desfavorables implica el traslado de absolutamente todo el material de trabajo y subsistencia: si a ello se le añade la inaccesibilidad a fuentes de agua, puede ser difícil la utilización in situ de técnicas de recuperación con agua o el transporte de sedimentos a otros lugares para ser tratados. No obstante, estas situaciones no deberían provocar la ausencia de planificaciones y la aplicación sistemática de una técnica de muestreo durante el desarrollo de la excavación (Caruso Fermé, 2012a). Dada la diversidad de los depósitos en los que se puede recuperar material, es necesaria la combinación de diferentes métodos de recolección (Buxó, 1997; Chabal et al., 1999; Hastorf, 1995; Wilcox, 1974; Zapata, 1999; Zapata y Figueral, 2003, entre otros). En situaciones ideales es aconsejable la combinación de una muestra estimativa, es decir un volumen constante para cada estrato: 10 o 20 litros, y la recolección total del sedimento excavado. La muestra estimativa es un test exploratorio que sirve para calibrar la riqueza de información de una unidad estratigráfica o contexto específico. Una muestra-test puede tener tres tipos posibles de resultados: test nulo, es decir que la muestra no evidencia la recuperación de ningún macrorresto vegetal; test negativo, la muestra sí evidenciará material pero no en volumen significativo; test positivo la cantidad de restos vegetales recuperadas requiere una intensificación del muestreo. De esta manera es posible decidir si resulta interesante o no intensificar el muestreo de nivel en concreto (Alonso, 1999; Buxó, 1997). En una de las campañas arqueológicas del sitio Ewan (Tierra del Fuego, Argentina), se realizó simultáneamente a la flotación del sedimento un muestreo estimativo en los cuadros situados en el este y sur del área de combustión. Debido a que el test resultó
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nulo o negativo, se decidió definitivamente que el sedimento procedente de aquellos cuadros sería tamizado en seco. La combinación de estos métodos permitió no solo determinar la extensión de la superficie ocupada y determinar su riqueza en restos arqueobotánicos, sino también decidir la técnica de recuperación más apropiada para ese sector (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2012b, 2013b, 2014). Más allá de la efectividad que posee un test exploratorio, la necesidad de una persona dedicada a la recolección y tratamiento de las muestras, además de una infraestructura básica, puede convertirse en un impedimento. Ante esta dificultad es recomendable llevar a cabo una recolección sistemática del sedimento en todos los estratos que presenten carbones a simple vista (tanto grandes como pequeños) y en los niveles de cenizas. También es importante la realización de un muestreo sistemático en las zonas interiores y adyacentes de las estructuras de combustión, de estructuras de almacenamiento, las vinculadas a estructuras y/o artefactos construidos en madera u otros materiales vegetales, etc. (Alonso et al., 2003). Algunos de los métodos más comunes utilizados en la recuperación de restos vegetales son: tamizado o cribado del sedimento, flotación y recolección manual. Tamizado del sedimento El tamizado o cribado del sedimento se puede realizar en seco o mediante la utilización de agua. La eficacia de este método dependerá del tipo de sedimento y malla utilizada para el tamizado. a) Tamizado en seco El tamizado en seco no es apto para la recuperación de restos muy pequeños ya que se pierden al pasar a través de los tamices a causa del elevado tamaño de la luz de la malla que normalmente es utilizado (Buxó, 1997). Según algunos autores (Alonso et al., 2003, etc.) la fricción producida con las piedras u otros restos presentes en el tamiz puede alterar el material vegetal. Por otra parte, el tamizado en seco es un método de recuperación que no puede aplicarse en todo tipo de sedimentos, ya que por ejemplo en depósitos arcillosos o saturados en agua no permite una separación fácil del material sin la utilización de agua. Muchas veces las características geográficas y la situación en el que se llevan a cabo una campaña arqueológica impiden la aplicación de técnicas de muestreo que involucren la utilización de agua, por lo que el tamizado en seco deberá ser el método de recuperación utilizado. De esta manera, la planificación de un muestreo riguroso y sistemático puede garantizar la recuperación de macrorrestos vegetales. El tamizado en seco debe realizarse usando una malla de al menos 3 mm, aunque es recomendable la de 2 mm (Caruso Fermé, 2012a). Las características geográficas así como la situación en el que se llevan a cabo campañas arqueológicas impiden muchas veces la aplicación de técnicas de muestreo que involucren la utilización de agua. Sin embargo, existen estudios como el caso de los sitios Túnel VII, Lanashuaia, Alashawaia, Shamakush I y X (Tierra del Fuego, Argentina) que demuestran que la aplicación de un muestreo planificado, riguroso y
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sistemático mediante el tamizado en seco con un tamiz de 1mm puede garantizar la recuperación de macrorrestos vegetales (Piqué, 1999). El sitio Alero Cerro Castillo (Magallanes, Chile) también es un buen ejemplo de la planificación y aplicación de esta técnica, en este caso con tamices de malla de 2 mm (Solari, 2009). b) Tamizado con agua En sedimentos arcillosos o saturados en agua donde el tamizado en seco no posibilita un correcto muestreo, la utilización de agua permitirá la recuperación del material. El tamizado o cribado con agua en columna de tamices permite recuperar todos los restos que contienen las muestras (Buxó, 1990; Marinval, 1986; etc). Para el tamizado o cribado con agua se deberán utilizar dos mallas, una de al menos 4 o 3 mm y otra de 2 mm. El agua deberá caer, sin demasiada presión, directamente sobre los tamices. El sedimento tamizado se dejará secar y una vez totalmente seco se realizará la tria del mismo. Esta técnica no es recomendable en sitios donde se manipule gran cantidad de sedimentos (Buxó, 1997). Es apropiada para el tratamiento de muestras menores o iguales a 20 litros, por lo que es utilizada normalmente para el tratamiento de muestras test (Alonso, 1999; Buxó, 1997). Flotación del sedimento El método de flotación permite mejorar la recuperación de los restos vegetales carbonizados (Limp, 1974; Williams, 1973). La flotación no es adecuada para muestrear yacimientos que incluyan materiales conservados de otras formas (desecación, medios húmedos). En estos casos es necesario plantear estrategias específicas que normalmente pasan por el tamizado en seco o con agua del sedimento y quizá la flotación de una parte. Como los restos botánicos suelen ser de pequeño tamaño, es necesario tamizar o flotar utilizando mallas de una luz. Para recuperar el carbón de madera, como se comentará después, se puede llevar a cabo un tamizado con una malla > 2 mm pero hay que tener en cuenta que esto no permite recuperar correctamente las semillas y otros restos vegetales (frutos, tallos, elementos de la paja de las gramíneas, etc.) ya que muchos pueden tener un tamaño menor. Por ello, se propone el desarrollo de una recuperación integral de los macrorrestos arqueológicos carbonizados mediante flotación. Este método se basa en las diferencias de densidad del material orgánico e inorgánico: el material carbonizado —por ser menos denso— tenderá a flotar y podrá ser separado con mayor facilidad del material mineral más pesado adecuada (Jarman et al., 1972; Stewart y Robertson, 1973; Watson, 1974; etc.). En yacimientos en cueva, paleolíticos y mesolíticos, así como en los sitios patagónicos atribuidos a grupos cazadores-recolectores, es habitual que la frecuencia de restos carpológicos sea muy baja o inexistente. Por ello es recomendable el tratamiento de una parte importante del sedimento excavado mediante flotación con máquina como sistema general de criba durante el trabajo de campo (Lydia Zapata, comunicación personal). Como se verá a continuación, la máquina puede procesar cantidades grandes y permite ser usada como sistema de criba general, con una recuperación correcta de todo el material arqueológico y bioarqueológico > 0,5 mm.
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En aquellos casos en los que no es posible procesar todo el sedimento excavado, se lleva a cabo un muestreo probabilístico y sistemático de cada contexto que idealmente debería tener en cuenta cuestiones espaciales, muestreando en horizontal, para poder reconocer diferencias de distribución que puedan corresponder a zonas específicas de almacenamiento, procesado o consumo (Buxó y Piqué, 2003, 2008; Jones, 1991). Como regla general, una muestra de sedimento para estudios de macrorrestos vegetales no debería ser inferior a unos 30 litros. Para procesar cantidades grandes de sedimento es coste-efectivo utilizar una máquina que en realidad puede funcionar como un sistema de tamizado integral para el yacimiento: permite recuperar todo el material arqueológico y bioarqueológico incluyendo el de pequeño tamaño. El agua puede obtenerse de la red o mediante bombeo —de un río, por ejemplo—. Se utiliza un tamiz interior, en el cual se deposita el sedimento, y una columna de tamices exterior. La malla interior —donde se lava el sedimento procedente de la excavación sin tamizar— suele ser de 1 mm pero si se quiere recuperar la microfauna debe ser de 0,5 mm. Cuando la máquina se llena, el agua se desborda y cae al exterior en una torre de tamices o, más sencillo, en una única malla de 0,25 mm. Como resultado de este proceso se obtiene: a) una «fracción ligera» o flot, es decir todo el material que flota, y b) una «fracción pesada» o residuo, atrapado en el tamiz interno de la máquina. Es importante revisar la fracción que no flota y que permanece lavada en la malla interior ya que en ella quedan materiales arqueológicos diversos —restos líticos, cerámicos e industrias en general, microfauna, carbones que no han flotado, etc.—. En zonas donde es un bien escaso, el agua se puede reutilizar con un circuito cerrado aunque es aconsejable cambiarla al finalizar una jornada de trabajo. Aunque la flotación con máquina permite implementar la recuperación integral de los macrorrestos botánicos, en ocasiones se pueden combinar diferentes sistemas de recuperación —tamizado del total excavado y flotación de una parte, por ejemplo—. Todo el material extraído se debe someter a un proceso de secado paulatino para que el material no se resquebraje. El material debe ser extendido sobre papel, cartón etc., junto con su etiqueta de identificación, en algún lugar sin grandes corrientes de aire y al reparo de la luz solar. El proceso de secado puede durar varios días (Badal et al., 2003). Una vez perdida la humedad, el material vuelve a ser resistente. El proceso de secado puede durar varios días, una vez seco el material deberá ser envasado para su posterior tria. El triado del sedimento es importante tanto para la recuperación de carbones como de semillas y demás restos bióticos (microfauna, etc.). Para la recuperación de semillas de pequeñas dimensiones la tria del sedimento debe ser realizada utilizando una lupa (Buxó, 1997; Rivera y Obón, 1996). A pesar de que en algunos casos pueda producir fragmentación de los carbones, la sobrefragmentación la cuantificación en número de fragmentos no se ve afectada por este hecho tal y como muestra Chabal (1997) en sus trabajos. La flotación es una técnica de recuperación extremadamente útil ya que separa directamente el material que flota del sedimento que lo envuelve. Así mismo, son numerosos los estudios que evidencian la eficiencia de esta técnica de muestreo. Entre los estudios de la Patagonia, los trabajos realizados en el sitio Ewan (Tierra del Fuego, Argentina) demuestran claramente que la aplicación de la flotación del sedimento garantiza una
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extraordinaria recuperación de macrorrestos vegetales (Berihuete et al., 2007, 2009; Caruso Fermé, 2008, 2010, 2012a, 2012b, 2014; Caruso et al., 2009a). En el caso de muestras pequeñas, la flotación puede realizarse manualmente sin máquina con la denominada bucket flotation o flotación con balde, este es un método sencillo y transportable. Esta técnica consiste en colocar las muestras de sedimento (3-5 litros) en un recipiente, al que posteriormente se le añade agua y se remueve a mano. La fracción que flota se vierte sobre un tamiz o malla de 0.25 mm. La operación debe repetirse varias veces hasta que no flote material. La fracción pesada que queda en el fondo se puede vaciar en un tamiz de 1 o 2 mm para recuperar otros materiales (fauna, industrias). Pueden verse una descripción detallada en https://www. youtube.com/watch?v=Nbkfe0B4zBg (consultado 31/03/2015). Recolección manual La recolección manual es una técnica particularmente interesante para la recuperación de carbones muy grandes que podrían romperse en el proceso de flotación o tamizado del sedimento. Por otro lado esta técnica también permite la individualización de carbones que poseen alguna «forma» determinada, como por ejemplo, ramas; postes carbonizados; etc. En este caso el carbón se recoge y se coordena según unos ejes cartesianos. La aplicación de una recolección fortuita o puntual de carbones, sin la planificación y utilización de otra técnica de muestreo conduce a recuperar solo aquellos carbones que son visibles durante la excavación, pudiéndose producir de esta manera un sesgo importante en la muestra obtenida. Por otro lado, es importante tener presente que en la aplicación de la técnica manual el tamaño de los fragmentos, el tipo de sedimento en el que se encuentran, así como el tiempo que conlleva esta actividad y la habilidad de los miembros de la excavación para reconocer los carbones son factores que pueden influir negativamente en la toma de muestra (Chabal, 1988). Por lo tanto, dados los diversos métodos de recuperación de macrorrestos vegetales y las variadas formas en que los carbones se encuentran depositados sería conveniente la combinación de diferentes técnicas de recuperación (Wilcox, 1974; Hastorf, 1995; Buxó, 1997). Cualquiera sea la elección, deberá hacerse en forma planificada, rigurosa y sistemática. Un ejemplo de muestreo sistemático con la aplicación de varias técnicas de recuperación es el que se llevó a cabo en el sitio Ewan (Tierra del Fuego, Argentina). Dos fueron las técnicas de muestreo utilizadas en la recuperación de restos: flotación —con un tamiz interior de la máquina de 2 mm y dos tamices de 5 y 1 mm en la columna— y tamizado en seco de todo el sedimento con tamices de 5 y 1 mm (Caruso Fermé, 2008, 2012b, 2013c, 2014; Caruso et al., 2009a). Otro ejemplo de planificación y combinación de metodologías de recuperación es el trabajo realizado en el Locus 1 del sitio Ponsonby (Magallanes, Chile). Durante su excavación se utilizaron tres técnicas: recogida manual de carbones, tamizado de todo el sedimento y flotación del sedimento arcilloso (Solari, 2003). En síntesis, cualquiera sea la elección del método de muestreo su aplicación deberá hacerse en forma planificada, rigurosa y sistemática. Por otra parte, independientemente de la técnica que se utilice, se deberá controlar el volumen de sedimento que se procesa por muestra y el volumen que queda en el residuo.
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Por lo que respecta a los sitios arqueológicos trabajados en este libro, los mismos presentan diferentes estrategias de muestreo. En los sitios Orejas de Burro 1 y Cerro Casa de Piedra 7 (ambos en la provincia de Santa Cruz) se utilizó un solo método de recuperación de restos: todo el sedimento de la excavación fue tamizado en seco. En ambos casos la luz de malla utilizada en los tamices fue de dos milímetros. En el sitio Cerro Casa de Piedra 7 se aplicó sistemáticamente este tipo de muestreos en todos los niveles excavados, lo que no solo evidenció la efectividad de esta técnica sino también la importancia de la planificación de muestreos dirigidos a la recuperación de material arqueobotánico. En el sitio Cerro Pintado (provincia de Chubut) además del tamizado en seco —con el mismo tamaño de malla que en los sitios anteriores— se utilizó la recolección manual para recuperar el material de la estructura de combustión. Finalmente en Paredón Lanfré (provincia de Río Negro), se combinaron las tres técnicas de recuperación: tamizado en seco —luz de malla dos mm—, recolección manual y flotación del sedimento. En algunos casos el proceso de recuperación de restos —que incluye desde la técnica empleada hasta su aplicación en uno u otro contexto— generó ciertas dificultades a la hora de poder plantear determinadas cuestiones relacionadas con las modalidades de adquisición del material leñoso. La diferencia de muestreos entre los sitios estudiados complicó en varias ocasiones analizar en forma conjunta los resultados obtenidos. Sin embargo, teniendo en cuenta dichas limitaciones fue posible encarar perfectamente el estudio arqueobotánico de los cuatro sitios presentados. Tamaño de la muestra La cuestión del número de fragmentos de carbón a analizar para obtener unos resultados sólidos y representativos ha sido puesta en tela de juicio y objeto de numerosos trabajos experimentales (Badal y Heinz, 1991; Chabal, 1997, entre muchos otros). La curva de esfuerzo rendimiento ha sido utilizada para establecer el número adecuando de fragmentos de carbón que debía ser analizado por muestra. Ésta consiste en una representación gráfica en forma de curva acumulativa, en la que se visualiza el orden de aparición de cada nuevo taxón con respecto al número de fragmentos analizado hasta el momento. De esta manera se hace patente que ante una mayor riqueza en especies, la curva tardará más en estabilizarse. La estabilización de la curva indica el número mínimo de fragmentos a partir del cual se tendrán representadas todas las especies, que son las que van a ofrecer la principal información cualitativa. Algunas autoras establecen que el número recomendable de fragmentos de carbón a analizar se encuentra entre 250 y 300 (Badal, 1992; Chabal, 1997, 1988; Figueiral, 1992), otras plantean que el número depende de la riqueza taxonómica de la muestra, por lo que puede variar entre los 200 y 800 fragmentos de carbón para obtener una información representativa de la formación vegetal de la cual proceden (Heinz, 1990; Badal y Heinz, 1991) pero también de las especies consumidas. Los factores que determinan la diversidad taxonómica de un sitio arqueológico son: la complejidad de la asociación vegetal, los patrones de explotación del material leñoso, el tipo de ocupación, la procedencia de los carbones —dispersos
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o concentrados— y el área muestreada (Allué, 2002). Existen sitios donde las condiciones ambientales y el tipo de ocupación hacen que la composición taxonómica se caracterice por una baja variabilidad. Los carbones de estos sitios son resultado de ocupaciones de corta duración en formaciones vegetales pobres, por lo que el número mínimo de carbones requeridos para que las curvas tiendan a estabilizarse es de 100 unidades (Bazile-Robert, 1982). El número de fragmentos como unidad de medida ha sido utilizado por muchos autores. Con el objetivo de establecer la representatividad de la muestra contando fragmentos, Chabal (1992, 1997) realiza lo que denomina ley estadística de fragmentación. Esta ley establece que el estado de fragmentación es independiente del taxón y en consecuencia los porcentajes pueden expresarse tanto en masa como en número de fragmentos, siempre que se haya realizado un correcto muestreo y se estudie un número representativo de fragmentos. El cálculo a partir de la masa también ha sido objeto de estudio para comparar y validar los datos obtenidos a partir de la cuantificación por número de fragmentos. Los test de correlación indican que existe una buena correlación entre la masa y el peso en la determinación de la fragmentación de los carbones (Chabal, 1988, 1992; Piqué, 1999). El volumen del material recuperado en la mayoría de los sitios trabajados en este estudio, fue el factor determinante a la hora de establecer el tamaño de la muestra a estudiar. La poca cantidad de material hizo que en tres de los yacimientos fuera necesario el estudio de la totalidad del material para tener una muestra representativa. En el caso particular del sitio Cerro Casa de Piedra 7 la abundancia de restos (carbonizados y sin carbonizar) obligó a realizar un muestreo aleatorio de los cuadros o sectores que se analizarían en los distintos niveles estratigráficos. La elevada cantidad de restos y la baja diversidad taxonómica recuperada entre los carbones de Cerro Casa de Piedra 7 (ver capítulo correspondiente al sitio) hizo que se decidiera analizar una muestra de 100 fragmentos por capa, considerada como representativa (en función de la curva esfuerzo-rendimiento) de la diversidad existente. En los cuatro sitios arqueológicos el fragmento fue la unidad de medida utilizada.
3. Técnicas de preparación de muestras y análisis La mayoría de las evidencias del uso de las plantas en yacimientos arqueológicos se restringe a los macrorrestos vegetales carbonizados. No obstante, la utilización de materia prima leñosa también se hace evidente, en algunos casos, a partir de la recuperación de restos arqueológicos de madera sin carbonizar. Por esta razón en arqueobotánica el estudio taxonómico puede realizarse sobre material carbonizado —carbón— o sin carbonizar —madera—. El análisis será el mismo en ambos casos solo que el tipo de técnica aplicada variará en función del estado del material. El estudio del carbón arqueológico se efectúa mediante la realización de cortes limpios del fragmento, con el objetivo de obtener los tres planos anatómicos de la madera. Para la observación de los cortes se utiliza un microscopio óptico de luz a reflexión de campo claro-oscuro, con diferentes objetivos que van desde 50 a 1000
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aumentos. Este método no es destructivo, de manera que la muestra puede ser utilizada posteriormente para la realización de dataciones radiocarbónicas (Vernet, 1973). La identificación de la madera también se realiza a partir de la observación de la estructura anatómica de sus tres planos. A diferencia del material carbonizado, la toma de muestras consiste en la extracción de delgadas láminas de cada uno de los tres planos naturales de la madera con la ayuda de un instrumento cortante. Las muestras son visualizadas a través de un microscopio con luz transmitida y comparadas con muestras de referencia de madera actual. En el desarrollo de este trabajo se utilizó inicialmente un microscopio Olympus (BX51) 1 y posteriormente un Leicca (MZ16A) 2 y un Leicca (LMR y DMLM) 3. Es aconsejable que el carbón se deposite sobre un soporte con semillas bien pequeñas (0.2-1.0 mm de diámetro) que permitan sostener el fragmento y así observar correctamente su tres planos anatómicos. 3.1. Clasificación taxonómica La determinación de las especies representadas en los conjuntos arqueobotánicos tiene como punto de partida el principio de la no variación anatómica de las especies a lo largo del Cuaternario. La determinación se efectúa siguiendo una serie de caracteres diagnósticos ya establecidos para el estudio de la anatomía de la madera (Iawa Commite, 1989; Schweingruber, 1990). Este tipo de análisis se basa en la descripción de rasgos anatómicos y la comparación de la estructura anatómica de la madera con una colección actual de referencia y/o bibliografía especializada en anatomía vegetal, permitiendo la identificación del género y en algunos casos de la especie a la cual pertenecen los restos estudiados. Cabe destacar, que el objetivo de esta clasificación no es llevar a cabo una completa descripción anatómica de las especies, sino observar aquellos caracteres que permitan determinar los elementos básicos de la madera que caracterizan y diferencian a las distintas especies vegetales leñosas (Chabal, 1997: 19). Para apoyar el proceso de la identificación se utilizan diversos atlas de anatomía (Greguss, 1959; Jacquiot et al., 1973; Schweingruber, 1990, entre otros). Para el caso de América del Sur —concretamente Patagonia— la bibliografía especializada en anatomía de la madera no es abundante ni exhaustiva. La mayor parte de los trabajos sobre maderas nativas de la Patagonia presentan el inconveniente de haber sido elaborados en función del uso industrial —madereras y papeleras— de las distintas especies. No obstante, cabe destacar la existencia de algunas publicaciones sobre anatomía de especies leñosas americanas (Inside Wood, 2004 —en adelante—; Pujana et al., 2008; Ribera, 1973-2002, entre otros) así como trabajos arqueobotánicos previos realizados en distintas áreas de la Patagonia argentina y chilena (Ancíbor y 1 Laboratorio d’Arqueobotànica. Departament de prehistòria, Universitat Autònoma de Barcelona (España). 2 Departamento de Arqueología y Antropología. Institución Milá y Fontanals (CSIC). Barcelona (España). 3 Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age), laboratoire du CNRS Nice (Francia).
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Pérez de Micou, 2002; Berihuete et al., 2009; Caruso Fermé, 2008, 2010, 2012a, 2012b, 2013c, 2014; Caruso Fermé et al., 2008, 2009a, 2009b, 2011; Capparelli et al., 2009; Gaete et al., 2004; Marconetto, 2002; Piqué, 1999; Rodríguez, 2003; Solari, 1993, 1994; Ortega, 2012; Ortega y Marconetto, 2009, 2011; Ratto y Marconetto, 2010, entre otros) en los que se describen algunas especies leñosas utilizadas por las poblaciones indígenas de estas zonas. Por este motivo ha sido necesario el armado de una colección de referencia y el estudio anatómico de especies leñosas de la zona de investigación para poder comparar el material arqueobotánico en estudio (ver Atlas anatómico de especies leñosas). Con este propósito y a los efectos de ampliar la colección de referencia iniciada desde el 2002 por la autora de este trabajo, se realizaron diversos viajes a distintas áreas de la Patagonia donde se recolectaron fragmentos de leños de diferentes especies, así como distintas partes de una misma planta. En función de la época del año en la que se realizaban las salidas de campo, las muestras estuvieron compuestas por: madera, hoja, flor y fruto. La toma de muestras fue realizada en los siguientes lugares de la Patagonia argentina y chilena: — Provincia de Tierra del Fuego (Argentina): costa del Canal Beagle, Monte Martial, norte del Lago Fagnano, etc. — Provincia de Santa Cruz (Argentina): Lago Argentino, Río Turbio, Estancia Pali Aike, etc. — Provincia de Río Negro (Argentina): Cerro Catedral, Lago Gutiérrez, etc. — Provincia de Chubut (Argentina): Puerto Madryn, Punta Loma, etc. — Provincia de Neuquén (Argentina): San Martín de los Andes y — Valdivia (Chile): Región de Los Ríos. El material coleccionado fue identificado con la ayuda de personal del Laboratorio de Ecotono de la Universidad Nacional del Comahue 4 y del Laboratorio de Palinología y Paleobotánica 5 —INIBIOMA— (Bariloche, Argentina), del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria 6 (INTA) de Santa Cruz (Argentina) y del Jardín Botánico de la Patagonia Extrandina 7 —CONICET-CENPAT— (Puerto Madryn, Chubut-Argentina). El armado de una amplia colección de referencia de madera posibilitó la elaboración de dos atlas de especies vegetales leñosas nativas de la Patagonia argentina. El primero de ellos se compone básicamente de especies leñosas correspondientes al bosque andino-patagónico (ver Caruso Fermé, 2013b). Se basa por un lado en la presentación y descripción de cada una de las especies vegetales leñosas. Por otro, en la ilustración y enumeración de las características anatómicas de cada uno de los tres planos naturales de la madera (transversal, longitudinal tangencial, longitudinal radial). Para cada una de las especies se ofrecen datos de carácter botánico, distribución geográfica e información sobre los usos etnobotánicos (medicinales, Doctora Carolina Morales. Doctora Flavia Quintana 6 Doctor Gabriel Oliva. 7 Mg. Ana María Beeskow y técnica Verónica Duró. 4 5
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comestibles, etc.). Además de la información antes citada, dentro de este atlas se presentan también, un estudio comparativo de la microanatomía de la madera de especies pertenecientes al género Nothofagus. El mismo se centra, por un lado, en la revisión bibliográfica de trabajos en los que se tratan los caracteres anatómicos diagnósticos de las seis especies de Nothofagus que se desarrollan en la Patagonia argentina. Por otro, en la descripción anatómica microscópica de cada una de estas seis especies (Caruso Fermé, 2013b). Anatomía de angiospermas y gimnospermas La primera diferenciación en la anatomía de las especies leñosas es la que se da entre angiospermas y gimnospermas —ver figura 1—. Las primeras están constituidas por células diversas entre las que se encuentran los vasos conductores de savia, el tejido de sostén, fibras y parénquima —transporta y almacena los nutrientes—. Las segundas, árboles más primitivos, el sistema axial se caracteriza por una estructura homóxila,
Figura 1. Elementos anatómicos de la madera. A. Gimnospermas y B. Angiospermas (extraído de Johnson, 1994).
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ausencia de vasos y consta principal o totalmente de traqueidas (Chamberlain, 1934; Eames, 1960; Fahn, 1982). De esta manera las angiospermas se caracterizan por una mayor variabilidad y complejidad en comparación a las gimnospermas. En la Patagonia son pocas las gimnospermas y se caracterizan por no poseer canales resiníferos. Existen canales resiníferos traumáticos, originados por heridas, que pueden encontrarse en especies que normalmente no los presentan. Este tipo de canales suelen reconocerse por estar generalmente agrupados en bandas tangenciales, señalando de esta manera la ubicación que tuvo el traumatismo que le ha dado origen (Diaz-Vaz, 2003). 3.2. Análisis del material leñoso El análisis de las especies leñosas se lleva a cabo a partir de la observación análisis de los tres planos anatómicos de la madera: corte transversal —perpendicular al eje del tronco—, corte longitudinal tangencial —pasa por el eje del tronco— y corte longitudinal radial —paralelo al eje del tronco— (Chabal, 1997; Schweingruber, 1990; Vernet, 1973, entre otros) —ver figura 2—. La observación de determinados criterios tales como la distribución de los vasos, tipo de parénquima, morfología de radios, entre otros, permite llegar a la identificación del género y, frecuentemente de la especie, aunque en ocasiones no se puede precisar más que la familia (Chabal,
Figura 2. Planos anatómicos de la madera (extraído y modificado de Harriague, 2008).
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1982; Vernet, 1973, entre otros). Mediante la morfología y la aplicación de análisis de imágenes autores como Piqué y Piqué (1992) y posteriormente Terral (1997) han intentado distinguir las distintas especies leñosas a partir de diferentes criterios anatómicos. Sin embargo, la diversidad propia del material carbonizado así como las alteraciones producidas por el proceso de combustión dificultaron el desarrollo de este tipo de práctica. El análisis del plano transversal es esencial para la determinación taxonómica (Chabal, 1997: 18). En este plano se registra, entre otras cosas, el tipo de porosidad de la madera, la distribución de los vasos o poros a través de los anillos de crecimiento, la disposición del parénquima axial. En el plano longitudinal tangencial se observa el tipo de radios, las placas de perforación, la presencia de engrosamientos espiralados, etc. En el plano longitudinal radial se ven las láminas que forman los radios leñosos, el tipo de placas de perforación, la presencia de engrosamientos espiralados, entre otros elementos. El nivel de determinación del material vegetal depende de varios factores. El tamaño del fragmento puede influir sobre la calidad de la determinación. Cuanto más grande es el fragmento de material leñoso estudiado, mayor es la posibilidad de reunir todos los elementos diagnósticos que permiten la determinación de una especie. El grado de conservación del material y las alteraciones de la madera —vitrificación, grietas de contracción, etc.— pueden dificultar la observación de la estructura anatómica del material y por ende su determinación. Por último, la variedad intraespecífica de determinadas especies así como la proximidad interespecífica de otras pueden hacen difícil la determinación taxonómica. Como se citó anteriormente, la observación de los tres planos del material leñoso permite, en la mayoría de los casos, clasificar el fragmento estudiado hasta el nivel de género o familia y en menos ocasiones se llega a la identificación de la especie. La clasificación más o menos concreta de una especie leñosa dependerá también de la variabilidad de cada una de las distintas especies dentro de un mismo género o familia, así como del estado de conservación y alteración que presente cada uno fragmentos analizados (Euba, 2008). En el desarrollo de este trabajo, el nivel de determinación ha sido mayoritariamente a nivel de especie; no obstante en algunos casos la poca variabilidad entre las especies de algunos géneros no posibilitó avanzar en su determinación. Un ejemplo de ello es el género Berberis sp. en el cual la similitud de las características de anatomía microscópicas de su madera hace difícil la discriminación entre las distintas especies a nivel microscópico (Caruso Fermé et al., 2011). También el género Anarthrophyllum sp. presentó problemas para una determinación específica. Además de la determinación a nivel de género, existen casos en los que solo fue posible la clasificación a nivel de familia: Fabaceae y Rhamnaceae. En el caso de aquellas muestras que luego de su análisis no han podido ser determinadas taxonómicamente de manera totalmente fiable se las ha consignado en la categoría Indeterminadas. Por su parte, los fragmentos que no permiten la observación de los caracteres anatómicos necesarios para la determinación taxonómica fueron considerados como Indeterminables, más allá de las causas que los produzcan —alteración de la madera, etc.— La determinación siempre debe ser rigurosa. La falta de algunos criterios diagnósticos
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que permitan validar definitivamente la determinación no deben ser obviados, por fuerte que sea la presunción del taxón analizado. En estos casos lo adecuado es utilizar la abreviatura cf. delante del taxón en cuestión (Caruso Fermé, 2012a). El taxón es considerado la unidad básica de clasificación de restos. Independientemente del grado de determinación alcanzado en el análisis taxonómico —género, familia o especie—, cada unidad identificada recibe el nombre de taxón. Pese a ello en este estudio se decidió extender esta definición a aquellos fragmentos que en forma repetitiva aparecen entre las muestras analizadas sin poder ser identificadas a nivel de especie, familia o género, pero que sin embargo no pertenecen al grupo categorizado como Indeterminadas. Las características anatómicas microscópicas de la madera demuestran que dichos fragmentos no pertenecen a ningún género, familia o especies representadas entre las muestras de los sitios estudiados. La representación de estos fragmentos se registra únicamente en el sitio arqueológico Cerro Casa de Piedra 7 (provincia Santa Cruz). Teniendo en cuenta que este sitio se emplaza en un entorno caracterizado por una baja diversidad vegetal, resulta interesante resaltar la recurrencia de estos fragmentos. Problemas de carácter logístico a la hora de desplazarse hacia el interior del Parque Nacional Perito Moreno —área donde se localiza el sitio arqueológico Cerro Casa de Piedra 7— imposibilitaron su acceso para el armado de la colecciones de referencia. A fin de caracterizar el ambiente del Parque Nacional y obtener una lista florística similar para esa área se sustituyó dicha zona por otras de fácil acceso. No obstante, es factible que aun existan varias especies vegetales, sobre todo arbustivas, por colectar. Por lo tanto, además de las categorías Indeterminadas e Indeterminables se utilizarán las clasificaciones Taxón A, B, C y D, para hacer referencia a determinados fragmentos cuyo análisis no posibilita la identificación de ningún género, familia o especie representados arqueológicamente o presentes en la colección de referencia y/o en el material bibliográfico consultado. Pero que sin embargo sus características de anatomía microscópica no permiten englobarlos en la categoría Indeterminadas. En el desarrollo del análisis taxonómico de cada uno de los sitios estudiados, se entenderá por taxón todos los fragmentos identificados, ya sea a nivel de género, familia o especie, incluyendo también las categorías taxón: A, B, C y D. Solo quedando fuera de esta clasificación los fragmentos considerados como Indeterminables e Indeterminados (Caruso Fermé, 2012a, 2013b). 3.3. Análisis numérico de restos La estandarización de los datos es el primer paso de cualquier análisis. Una manera de estandarizar los datos es la utilización de frecuencias relativas de cada taxón, calculadas a partir del número absoluto de fragmentos de cada uno. El uso de frecuencias relativas en base al recuento de los fragmentos de carbón es ampliamente utilizado en antracología como manera de describir cuantitativamente los datos (Bazile-Robert, 1982; Chabal, 1997). En una muestra, las proporciones de cada taxón con respecto al total de las especies leñosas constituyen un «espectro antracológico».
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Otra manera de analizar los datos es mediante la presencia/ausencia de los taxones (Willcox, 1974, 1992a, 1992b). El principal problema de este método es poder controlar el origen de los datos y el tipo de muestreo ya que en el procedimiento no se tiene presente el recuento absoluto de los restos (Popper y Hastorf, 1988). Sin embargo, cuando las muestras proceden de contextos bien definidos la recurrencia en las estructuras es una buena medida de la frecuencia de uso de los taxones, además ayuda a minimizar el efecto de la sobrerrepresentación debido a la fragmentación. Por las características de las muestras antracológicas de los sitios estudiados en el presente trabajo se decidió utilizar como unidad de medida el fragmento. Para la estandarización de los datos se partió de la cuantificación en frecuencias relativas, lo que permite comparar muestras de diferentes tamaños. Utilizando este método se considera que es posible determinar la importancia relativa de los taxones y observar las variaciones de una especie vegetal a través del tiempo. No obstante, las frecuencias relativas no son más que una manera de describir los datos numéricamente, no permiten extraer conclusiones sobre la significación de las diferencias o semejanzas observadas. Para ello es necesario utilizar análisis de significación estadística cuando el tamaño de la muestra lo permita.
4. P ropuesta para el análisis de la gestión del material leñoso a partir del estudio antracológico El análisis arqueobotánico posibilita un acercamiento a aquellas actividades que pudieran estar relacionadas con la gestión de los recursos vegetales por parte de los distintos grupos del pasado. Conocer el papel que jugaron estos recursos dentro de una sociedad brindará una mejor aproximación a la dinámica social y económica de un grupo. Sin embargo, en muchos casos la falta de información, la juventud de la disciplina o la carencia de preguntas adecuadas al registro, genera que la antracología sea aun considerada una «disciplina de anexo» incapaz de poder estudiar e interpretar el comportamiento de distintas sociedades del pasado (Allué, 2002). El estudio taxonómico del material leñoso es sumamente valioso e importante dentro del marco de un proyecto arqueológico. El mismo aporta no solo información de carácter paleoambiental, sino también sobre cómo se llevó a cabo la obtención, el procesado y el consumo de las especies leñosas por parte de los integrantes de un determinado grupo. No obstante, si bien el estudio taxonómico proporciona datos relevantes y únicos sobre la gestión de los recursos leñoso (que especies se utilizan y con qué intensidad) no puede dar información sobre otros aspectos igualmente importantes que, como se ha señalado en apartados anteriorores, permiten caracterizar las modalidades de adquisición del material leñoso (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013b, 2013e, 2014). Se entiende por modalidades de adquisición del material leñoso, a aquellos modos de actuación que los distintos grupos llevan a cabo en el proceso obtención de la madera. Por una parte estos modos de actuación hacen referencia a las estrategias orientadas a obtener determinados taxones (arbóreos, arbustivos) o a explotar tipos de hábitat (bosques de ribera, estepa arbolada, etc.) que implican la selección de unas áreas de captación del combustible o de determinadas
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especies según su porte. Pero por otra parte, estos modos de actuación se refieren también a las actividades concretas de obtención de la madera que pueden implicar la recolección de madera muerta, corte, arrastre de troncos, etc. Las modalidades de adquisición están condicionadas por la disponibilidad del material leñoso en el ambiente, pero a su vez se encuentran determinadas por las necesidades sociales, las estrategias económicas y los modos de organización de cada sociedad (ver Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013b, 2013e, 2014). Se parte de la hipótesis de que la gestión del material leñoso por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas estuvo condicionada y determinada por la movilidad, la duración y la función de las distintas ocupaciones. Esto significa que, según el caso, el aprovechamiento del material leñoso habría comportando el desarrollo de distintas modalidades de adquisición, propiciando por ejemplo el uso selectivo de determinadas especies o tipos de madera (utilización de leños de gran tamaño, la recolección de madera producto de la poda natural del bosque, etc.). La identificación taxonómica de carbones y maderas posibilita analizar la gestión del material leñoso por parte de los ocupantes de un sitio arqueológico. La existencia de determinados taxones en el registro antracológico puede ser indicativa de modalidades de uso de los recursos, por ejemplo de una selección intencional de especies determinadas o de cambios en las áreas de captación donde se ha llevado a cabo la adquisición del material leñoso. No obstante, las diferencias entre contextos no siempre son fáciles de interpretar. La realización de estudios taxonómicos ha demostrado, en algunos casos conjuntos ricos en taxones y otros conjuntos con una lista pobre en especies leñosas. La explicación de las causas de esta diversidad taxonómica entre yacimientos o contextos es una de las grandes cuestiones que se han abordado en antracología. Sobre la alta diversidad de taxones existen varias interpretaciones. Por un lado, puede ser tanto resultado de una adquisición no selectiva de las especies, como de una recolección al azar (Badal, 2001; Chabal, 1997; Solari, 1993, entre otros). En este sentido, se espera que un entorno rico en especies favorecerá la presencia de muchos taxones en los conjuntos arqueobotánicos (Joly, 2005). Pero por otro lado, la alta diversidad en un conjunto puede estar mostrando la acumulación de diversos eventos de recolección y por lo tanto también diferentes áreas de captación. Por su parte, la pobreza taxonómica ha sido interpretada como resultado de una adquisición puntual del material leñoso, una recolección selectiva de especies (Allué, 2002; Théry-Parisot, 2005; Uzquiano, 2005, entre otros), un evento concreto de combustión o directamente el reflejo de un medio ambiente pobre en especie vegetales leñosas. La mayor o menor riqueza florística en la lista de especies vegetales presentes en los conjuntos antracológicos no es indicativa, por si sola, de la duración de la ocupación. Chabal (1992) propone que existe una correlación directa entre la duración de la ocupación y la superficie de espacio vegetal muestreado por el grupo para la recolección de la madera. En ocupaciones breves la superficie recorrida para el aprovisionamiento de leña será menor que para ocupaciones prolongadas. En este último caso, dado que las necesidades energéticas también son diferentes, la adquisición reiterada de material leñoso sobre una misma zona puede provocar la disminución de madera —producto de poda natural— obligando de esta manera
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a ampliar las áreas de captación. Comportamientos de este tipo han sido observados etnográficamente, siendo la escasez del combustible vegetal uno de los motivos para cambiar a otras zonas de recolección (Shackleton y Prince, 1992). La determinación taxonómica de los restos permite conocer, además de la especie, el tipo de porte (árbol, arbusto) y también inferir la procedencia ecológica de las especies consumidas, es decir caracterizar los paisajes donde se captó el combustible. Sin embargo estos datos no son suficientes para comprender las modalidades de adquisición del material leñoso. Es poca la información que este acercamiento puede proporcionar sobre la práctica realizada en la obtención de la madera, que variará según las diversas modalidades de adquisición (Caruso Fermé, 2012a, 2013a). El contexto arqueológico y un buen conocimiento de los procesos de formación de los conjuntos arqueobotánicos pueden ayudar a determinar la causa de la diversidad taxonómica. Cabe tener presente que la identificación de especies leñosas no es un fin en sí mismo (Chabal et al., 1999), por lo que es necesario trabajar en forma conjunta todos los datos de un sitio para poder así realizar interpretaciones globales y no analogías. La cantidad de restos recuperados en un sitio arqueológico también suele ser relacionada algunas veces con la duración de ocupación. Frecuentemente se piensa en la existencia de una vinculación directa entre la cantidad —abundancia— de carbón y la duración de ocupación de un sitio e intensidad de utilización de un fuego (Théry-Parisot et al., 2010). Si se parte de esta premisa, la recuperación de abundante carbón en un sitio arqueológico puede ser interpretada como reflejo de una larga ocupación. No obstante, la cantidad de residuos no depende del volumen de madera quemada sino, entre otras cosas, de la oxigenación del fogón donde se quemó el material leñoso (Théry-Parisot et al., 2010). Cuanto mayor sea la oxigenación menores serán los restos de la estructura de combustión. El estado mismo del combustible, así como de los procesos de formación y postdepositacionales son factores que también influirán en la cantidad de carbón presente en un sitio arqueológico. Por lo tanto, la cantidad de carbón tampoco es un buen indicador de la duración de la ocupación de un sitio por parte de un grupo. Las alteraciones (grietas de contracción, alteraciones por microorganismos, etc.) son consideradas indicativas del estado de la madera puesta al fuego. La identificación y análisis de estas anomalías posibilita en primer lugar, diferenciar entre madera sana y alterada. La madera alterada posee menor cualidad térmica debido a los ataques de hongos y bacterias (Théry-Parisot y Texier, 2006). No obstante, los insectos xilófagos pueden atacar tanto madera muerta como viva, por lo que la presencia o ausencia de marcas entre el material arqueológico no debe ser interpretado como la representación de madera muerta (Théry-Parisot, 1998; Dufraisse, 2006). Las alteraciones que se producen durante la combustión se encuentran directamente relacionadas con las condiciones de la madera utilizadas en el desarrollo de un fuego. Maderas verdes o degradadas por el ataque de microorganismos no se transformarán de la misma manera por la acción del fuego. La presencia de grietas en los carbones suele considerarse un indicador potencial del contenido inicial de humedad de la madera puesta al fuego y, por ende, un elemento discriminador de la utilización de madera verde o madera seca. No obstante, distintos trabajos experimentales, entre ellos algunos realizados
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con especies arbóreas nativas del bosque andino patagónico (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a, 2013e, 2014; Caruso Fermé y Théry Parisot, 2011), demuestran, por un lado, que las grietas radiales de contracción pueden producirse en cualquier tipo de madera cualquiera sea su estado. Por otro lado, también permiten concluir que la presencia de grietas debe ser interpretada como un resultado directo del proceso de calentamiento normal de la madera puesta al fuego y no como consecuencia del estado de la misma. En síntesis, el análisis de las alteraciones permite comprender la transformación del material leñoso, pero también estudiar las distintas modalidades de su adquisición por parte de los distintos grupos humanos. La caracterización de las modalidades de adquisición del material leñoso constituye para algunos investigadores un importante indicador para la determinación de la duración de la ocupación de los sitios arqueológicos prehistóricos (Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012; Théry-Parisot, 1998; Théry-Parisot y Texier, 2006; etc.). La duración de ocupación de los sitios condiciona las prácticas de obtención de la madera; por ejemplo, en un sitio de ocupación breve la presencia de madera muerta seca en el suelo constituye una reserva de combustible de primera elección para un grupo que no dispone de tiempo necesario para el secado de la madera cortada. Por el contrario, en aquellos sitios con una duración de ocupación más prolongada en el tiempo (campamento base o diversas reocupaciones) será posible llevar a cabo distintas modalidades de obtención del material leñoso: recolectar, pero también cortar/quebrar madera en pie y almacenarla para su secado (Chrzavzez, 2006; Théry-Parisot, 1998). Este tipo de material presenta mejores calidades térmicas que la madera recolectada del suelo, afectada por las alteraciones de distintos microorganismos (Théry-Parisot, 1998, 2001). Una de las propuestas de aproximación a la caracterización de los modos de adquisición de la madera, parte de la definición de los calibres del material leñoso arqueológico (Caruso Fermé, 2012a, 2013a; Caruso Fermé et al., 2013; Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012; Dufraisse, 2002, 2006; Dufraisse and García Martínez, 2011; García Martínez and Dufraisse, 2012; Paradis, 2007; etc.). El reconocimiento de las diferentes modalidades de obtención del material leñoso puede ser un elemento suplementario que permita definir la duración de ocupación de un sitio arqueológico (Chrzavzez, 2006; Théry-Parisot y Meignen, 2000). Aquellas estrategias basadas en la recolección de madera muerta procedente de la poda natural, podrían sugerir ocupaciones de corta duración y alta movilidad (Chabal 1992; Théry-Parisot, 1998). Esto se evidencia a través de la presencia de material leñoso de calibres mayoritariamente inferiores a 10 cm y puntualmente de grandes calibres, es decir como un reflejo de la poda natural del bosque (ramas pequeñas y ocasionalmente árboles caídos). Por el contrario, en sitios con un período largo de ocupación o reocupación las modalidades de adquisición del material leñoso pueden tener implicaciones en lo que se refiere a como se lleva a cabo la adquisición de la madera, como por ejemplo desraizar y transportar troncos muertos o cortar y almacenar leña, que aludan a una gestión a largo plazo (Caruso Fermé, 2012a; Caruso Fermé et al., 2013; Chrzavzez et al., 2012). En este caso el material recuperado evidenciaría todas las clases de calibres, ya que una población en pie presenta una mayor diversidad de individuos, y por ende, la diversidad de calibres que lo componen será más amplia.
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Existen contextos particulares en los cuales el material leñoso se encuentra en perfecto estado de conservación. En los casos en los que se conserva la corteza, es posible la observación del último anillo de crecimiento antes del crecimiento de la misma. Este estudio permite estimar el momento del ciclo vegetativo en el que se encontraba la planta cuando cesó su crecimiento, ya sea porque fue cortada o por causas naturales. La madera muerta en el suelo del bosque puede representar un período largo de acumulación y se puede producir en distintos momentos. Por ello su recolección no reflejará la estación en la que se llevó a cabo la obtención del material leñoso, sino el periodo vegetativo en el que cada una de las maderas recolectadas dejó de crecer. Como se señaló anteriormente, la corteza de las maderas analizadas simplemente determinará la estacionalidad en que los leños dejaron de crecer, por lo que la información obtenida no debe ser considerada evidencia ligada a la estacionalidad de ocupación del nivel arqueológico. Pese a ello estudios de estas características pueden contribuir a su vez a comprender las modalidades de recolección y proceso de formación del conjunto. De esta manera la recolección de madera producto de la poda natural debería reflejar diferentes momentos de muerte de las ramas o troncos, ya que las mismas podrían cesar su ciclo vegetativo en distintas épocas del año por múltiples causas (viento, nieve, etc.). En cambio la obtención de madera en pie puede dar como resultado troncos o ramas que hayan cesado su crecimiento al mismo tiempo, y por lo tanto coincidir todos los restos en una misma estación (Caruso Fermé, 2012a). El estudio de instrumentos u objetos confeccionados en material leñoso es otra posibilidad de apreciar el conocimiento que los integrantes de un grupo podían tener del entorno vegetal que ocupaban (Chabal y Feugère, 2005). La presencia o ausencia en el registro arqueológico de restos de la especie leñosa utilizada en la elaboración de un instrumento permite comprender las modalidades de adquisición de la madera y los posibles usos otorgados (Caruso Fermé, 2012a; Caruso Fermé et al., 2014b, 2015). La presencia de una determinada especie vegetal aprovechada como materia prima puede reflejar los diferentes territorios de captación en el marco de los patrones de movilidad del grupo y de sus miembros. Por su parte, el estudio de partículas sedimentarias y minerales presentes en carbones y maderas arqueológicas puede contribuir a entender cuáles son los elementos y procesos responsables de la incorporación y/o pérdida de dichas partículas y precipitados minerales en la madera, tanto en su lugar de crecimiento, como durante las etapas y modalidades de su utilización (Durand and Shelley, 1999) hasta su posterior enterramiento en un yacimiento arqueológico. El estudio de la composición química y las causas de su variación en el material leñoso, permite determinar el origen del material leñoso arqueológico (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013d; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014a). Evidencia que contribuye, no solo en el conocimiento de las distintas modalidades de adquisición de la madera por parte de los ocupantes de un sitio, sino también permite inferir posibles vías de circulación o movilidad en cuanto a la obtención de recursos leñosos. En síntesis, la determinación taxonómica y el registro de distintas variables tales como el estado de la madera, morfología, composición química, etc., posibilitarán reconocer las modalidades de adquisición del material leñoso. Se considera
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por lo tanto, que la identificación y caracterización de las distintas modalidades de adquisición, selección y uso de los recursos leñosos permitirá la contrastación de la hipótesis planteada. Por ello, el estudio de los restos de madera carbonizada y sin carbonizar debe partir de: —L a identificación taxonómica, ampliamente desarrollada dentro del campo de la arqueobotánica (Vernet, 1973; Schweingruber, 1990; Chabal, 1997; Chabal et al., 1999, entre otros). — La determinación de las alteraciones del carbón, relacionadas con el crecimiento de la madera y aquellas producidas durante su combustión. Entre las primeras se encuentran todas aquellas básicamente vinculadas con el crecimiento de la planta, además de las alteraciones producidas por microorganismos: ataque de insectos xilófagos, hifas y micelios (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a; Carrión, 2002; Carrión y Badal, 2004; Euba et al., 2010; Théry-Parisot, 1998, 2001; Moskal-del Hoyo et al., 2010; etc.). Entre las segundas se hallan las relacionadas con el proceso de combustión: grietas de contracción y vitrificación (Allué, 2002; Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a, 2013e; Euba, 2008; Euba et al., 2010; Thery-Parisot, 2001, entre otros). — El estudio del calibre de carbones y maderas. Diversos autores han concentrado sus investigaciones en la búsqueda de métodos que permitan caracterizar los calibres de la leña usada en fogones arqueológicos (Caruso Fermé, 2012a, 2013a; Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2011; Dufraisse, 2002, 2006; Marguerie, 1992, 2002; Marguerie et al., 2007; Nelle, 2002; Ludemann, 2002, 2006; Paradis, 2008, entre otros). El estudio del diámetro del material leñoso arqueológico representa una posible vía de discriminación entre las distintas modalidades de adquisición de la madera (Caruso Fermé et al., 2013; Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012). — La determinación de la estacionalidad mediante el análisis de la corteza. En el plano transversal de la madera se pueden distinguir a nivel microscópico las células que se producen en los distintos períodos vegetativos, así como las diferencias existentes entre las células del inicio y término de cada crecimiento. La observación del último anillo de crecimiento, antes de la corteza, permite estimar el ciclo vegetativo en el que se encontraba la planta en el momento que cesó su crecimiento, ya sea porque fue cortada o por causas naturales. En contextos arqueológicos es poco frecuente la conservación de corteza, ya que normalmente en el proceso de combustión es lo primero en arder. Sin embargo existen contextos particulares en los cuales el material leñoso se encuentra en perfecto estado de conservación. — El estudio dendro-antracológico. La dendrocronología se basa en el fechado de las bandas de crecimiento radial de las especies leñosas (Douglas, 1914; Jansma, 1995; Schweingruber, 1982) y el trabajo sistemático en sitios arqueológicos es una pieza clave en la conformación y ampliación de las distintas series dendrocronológicas (Caruso Fermé, 2012a, en prensa; Caruso Fermé y Villalba, 2011). — El estudio de la composición química de la madera y las causas de su variación en material arqueológico. El estudio de partículas sedimentarias y
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minerales presentes en carbones y maderas arqueológicas puede contribuir a entender cuáles son los elementos y procesos responsables de la incorporación y/o pérdida de dichas partículas y precipitados minerales en la madera: comenzando por su lugar de crecimiento, las modalidades de utilización y su posterior enterramiento en un yacimiento arqueológico (Durand and Shelley, 1999). Con el objetivo de buscar un método para establecer un referente de valores en la distinción entre la madera flotada y no flotada, se estableció un ensayo de caracterización de la composición química de partículas y precipitados minerales en material leñoso experimental y arqueológico mediante el uso de un microscopio electrónico de barrido (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013d; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014a). — El estudio de los procesos tecnológicos de instrumentos de madera. El estudio de instrumentos o bienes de madera tiene por objetivo representar el proceso de producción y uso de los mismos. Este estudio se centra en las etapas desde la adquisición de la materia prima hasta la obtención del producto final. También se buscan indicadores del uso que se le haya dado a ese objeto, a partir de la presencia de trazas macroscópicas y microscópicas que éste dejó en su superficie. El estudio se basa, por un lado, en la determinación de la materia prima vegetal y la parte anatómica empleada en la elaboración (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a; Caruso Fermé et al., 2011; Caruso Fermé et al., en 2014b, 2015; Piqué, 2006; Palomo et al., 2011) por otro en el análisis morfológico de cada instrumento y finalmente en el examen traceológico de las distintas trazas observadas en la superficie de los instrumentos de madera. Las modalidades de adquisición del material leñoso están relacionadas con la movilidad, la duración y función de cada sitio. Por lo tanto, esta aproximación de trabajo aporta datos sobre la duración de la ocupación de los sitios arqueológicos y complementa el análisis e interpretación global de cada yacimiento. Por otra parte, el estudio de los procesos tecnológicos de los objetos de madera, desde la determinación de la especie a los procesos de transformación y uso de las mismas, complementa la comprensión de las estrategias de gestión de los recursos leñosos, que como se acaba de señalar, pueden variar según la función a la que están destinadas las maderas. A su vez, el desarrollo y análisis de combustiones experimentales con madera en distintos estados (seco-verde) del bosque andino patagónico permitirán corroborar esta hipótesis de partida. La experimentación se revela así como una metodología idónea en la investigación antracológica. Mediante la combustión controlada se permite no solo indagar cómo y porqué se producen las alteraciones registradas en los carbones arqueológicos, sino también analizar alteraciones en la madera debido a procesos tafonómicos. 4.1. Estudio de las alteraciones anatómicas de la madera El estudio del material leñoso arqueológico también permite observar distintos tipos de alteraciones que afectan a la estructura anatómica de la madera. Estas alteraciones implican una serie de procesos y agentes que afectan a la madera, desde el crecimiento
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de la planta hasta su recuperación en la excavación arqueológica (Braadbaart et al., 2008; Euba, 2008; Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013e; MacParlan et al., 2010; Moskal del Hoyo et al., 2010). El análisis de las alteraciones permite, por un lado, estudiar las distintas modalidades de adquisición del material leñoso por parte de los distintos grupos humanos y, por otro, comprender la transformación del material leñoso. Los procesos responsables de las diferentes alteraciones tienen lugar en la misma formación del registro antracológico, entre ellos se encuentra el crecimiento y muerte biológica de la planta, la combustión y por último la excavación del sitio arqueológico. — El crecimiento natural de la planta se encuentra condicionado por factores tanto ambientales como antrópicos. La madera puede sufrir distintos tipos de modificación a lo largo de su ciclo biológico, como por ejemplo la formación de nudos. — La combustión, ya sea producida por acción antrópica o por agentes naturales (incendios), está condicionada y depende de distintas variables tales como el tiempo de combustión, la temperatura, el calibre de la madera y las propiedades de la misma. La madera carbonizada, conserva mayoritariamente los rasgos microanatómicos (porosidad, tipo de radios, agrupamiento de poros, etc.) que permiten su identificación. — La excavación de un sitio arqueológico, conjuntamente con el muestreo del material arqueobotánico, serán los últimos procesos que padecerá el material antes de su estudio (Allué, 2002). De esta manera, las alteraciones pueden ser clasificadas en alteraciones relacionadas con el crecimiento de la madera y alteraciones producidas durante la combustión de la misma. Entre las primeras se encuentran todas aquellas relacionadas básicamente con el crecimiento de la planta y además las producidas por microorganismos. Entre las segundas se hallan las vinculadas directamente con el proceso de combustión (Allué, 2002; Euba et al., 2010; Thery-Parisot, 1998, entre otros). Alteraciones relacionadas con el crecimiento de la madera Determinados aspectos relacionados con las actividades antrópicas —como la poda— pueden afectar la estructura de una planta durante su crecimiento (Ntinou, 2000; Thiébault, 2006; Schweingruber, 1996). Sin embargo existen varios elementos como por ejemplo la topografía o condiciones meteorológicas, la acción de animales, avalanchas, incendio, etc. (Schweingruber, 1996, 2008) que pueden producir distintas alteraciones en la estructura anatómica de las especies leñosas. Las alteraciones más comunes son los nudos, la sinuosidad, la tensión y la compresión. a) Los nudos de la madera Los nudos son quizás la alteración natural más común en el crecimiento de las especies leñosas. En los árboles se encuentran ramas muertas y ramas vivas (ver figura 3). En muchas especies las ramas muertas se desprenden mientras que en otras permanecen
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adheridas al tronco. El cámbium 8 cubre el fuste y las ramas vivas continuamente como un manto (Díaz-Vaz, 2003). Los nudos son el área de tejido leñoso resultante del rastro dejado por el desarrollo de una rama, cuyas características organolépticas y propiedades son diferentes a las de la madera circundante (Chan et al., 2002). Comúnmente se los clasifica en nudos vivos y muertos. En los primeros existe una continuidad de los anillos de crecimiento de la madera y de las células del fuste hacia la rama. Entre los segundos, por el contrario, el cambium de la rama que muere deja de producir nuevos anillos y la rama cesa de crecer. Sin embargo, el fuste continúa formando madera por lo que los nuevos anillos del fuste recubren la rama que ya ha dejado de crecer creando de esta manera un nudo muerto. Este tipo de nudos muy probablemente se separe de la madera del fuste una vez que esta esté seca (Diaz-Vaz, 2003: 21). La presencia de nudos es muchas veces un motivo de indeterminación taxonómica de carbones arqueológicos. La distorsión o torceduras de las células de los nudos impiden la observación de los elementos diagnósticos de cada especie imposibilitando de esta manera su determinación.
Figura 3. Distintos tipos de nudos en especies leñosas (extraído y modificado de Chan et al., 2002 y Diaz-Vaz, 2003).
b) La sinuosidad de los anillos de crecimiento La sinuosidad de los anillos de crecimiento puede tener diversos orígenes. La recuperación de un árbol ante una fisura o el ataque de microorganismos pueden generar el crecimiento desigual de sus anillos de crecimiento. El crecimiento de sigual de un árbol debido a su ubicación en sitios con pendientes o la acción de 8 El cámbium es un tejido vegetal meristemático específico de las plantas leñosas, situado entre la corteza y el leño.
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fuertes vientos, también puede ser la causa de la apariencia sinuosa de los anillos de crecimiento. Según Schweingruber (1996) la aparición de sinuosidad se encuentra relacionada con condiciones climáticas cambiantes. Este tipo de alteración no debe confundirse con la ondulación característica que poseen los anillos de crecimiento de las especies del género Nothofagus que se encuentran en la Patagonia argentina (Caruso Fermé, 2012a). Cuando el crecimiento de un árbol se genera bajo la acción de tensión mecánica la madera recibe el nombre de madera de reacción. Cuando el desarrollo se produce bajo la acción de una fuerza de tracción la madera se conoce con el nombre de tracción y cuando es bajo la acción de una fuerza de compresión, se la llama madera de compresión (Diaz-Vaz, 2003; García Esteban et al., 2003). La madera de compresión se produce generalmente en las coníferas y es resultado de un efecto gravitatorio provocado por la pérdida de la verticalidad temporal o permanente de los árboles (Diaz-Vaz, 2003: 125). Esta pérdida de la verticalidad puede ser ocasionada por diversos factores como, por ejemplo, la pendiente del terreno, el efecto del viento, la nieve, etc. (Vargas y Diaz-Vaz, 1992; García Esteban et al., 2003). La madera de compresión se produce en la zona del fuste que está en la cara interna de la inclinación de los árboles. Las compresiones producen un engrosamiento de las paredes secundarias de las células (Schweingruber, 1996) —ver figura 4—. Según Marguerie y Hunot (2007) en la sección longitudinal suelen aparecer estriaciones conspicuas paralelas alineadas al eje de las celdas en un ángulo de unos 40-45º, formando de esta manera hélices alrededor de las células. La madera de tracción o tensión ocurre generalmente en las angiospermas. Se produce en la cara opuesta a la inclinación, donde se encuentra un mayor crecimiento diametral
Figura 4. Izqda. Madera de tensión —Betula pendula—. Dcha. Madera de compresión —Picea albies— (extraído y modificado de Schweingruber et al., 2008).
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y por ello los fustes afectados pueden tener un crecimiento excéntrico. Esta madera se caracteriza por una menor proporción de lignina, fibras con lúmenes estrechos, etc. (Diaz-Vaz, 2003). c) Los microorganismos El último tipo de alteración comprendida dentro del grupo de las relacionadas con el crecimiento de la madera es la alteración por microorganismos. Este tipo de alteración es entendida como el ataque de insectos u hongos a especies leñosas. No todas las especies vegetales ni todas las partes de la madera presentan una misma resistencia al ataque de los distintos microorganismos. Su variabilidad específica permite un desarrollo dentro de un amplio abanico de condiciones medioambientales (Badal, 2006; Blanchette, 2000; Carrión, 2006; Carrión y Badal, 2004; etc.). En general el ataque de los microorganismos se observa en el leño final, donde la madera suele tener un estado más débil (Théry Parisot, 1998). El hongo se desarrolla en forma de elementos filamentosos «hifas» en el interior de la estructura de la madera y se transmite por la estructura celular a través de las punteaduras intervasculares —ver figura 5—. Su acción provoca un adelgazamiento y pérdida de consistencia de la estructura interna de la madera (Carrión y Badal, 2004; Carrión, 2005; Euba, 2008). Las alteraciones de la microestructura varían ligeramente en intensidad de una especie a otra. Las hifas suelen instalarse en la madera una vez muerto el árbol. El desarrollo de micelios o conjuntos de hifas, puede afectar tanto a árboles en pie, como a la madera cortada y a la madera muerta (Blanchette, 2000; Carrión, 2005; Moskal-del Hoyo et al., 2010; Théry-Parisot, 1998). Aunque siempre anterior a la toda combustión, no se ha podido llegar a la determinación del momento en que se produjo la contaminación de la madera en el pasado. La presencia de hongos en el carbón no es indicativa del momento de contaminación de la madera, ya que bien podría ser anterior —ramas muertas/vivas contaminadas— o posterior a su obtención —ramas sanas contaminadas durante un prolongado proceso de almacenamiento—. De la misma manera que los rasgos estructurales de la madera, las hifas se conservan luego del proceso de carbonización de la madera, pudiendo permanecer así en los fragmentos de carbón (Schweingruber, 1982; Théry-Parisot, 1998). Según Durand (2004) la observación de las hifas por microscopio permite discriminar el momento de instalación de las mismas, pudiéndose determinar si su desarrollo fue previo o posterior a la carbonización. Las hifas establecidas antes de la combustión de la madera se caracterizan por un aspecto blanco y brillante que refleja la luz, contrariamente a las hifas post-combustión (Durand, 2004). Experimentaciones llevadas a cabo con el objetivo de reproducir el estado de putrefacción de maderas actuales (Théry-Parisot, 1998) posibilitó un buen conocimiento de las deformaciones anatómicas provocadas por la acción de hongos de descomposición de la madera, permitiendo de esta manera su reconocimiento en material prehistórico. El ataque por hongos puede hacerse evidente por la presencia de hifas (ver figura 5) y por la distorsión anatómica de la microestructura que presenta un aspecto fibroso, paredes celulares deformadas de aspecto sinuoso y dentado, etc. (Théry-Parisot, 1998, 2001).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 5. Carbón de Escallonia rubra con presencia de hifas.
Siguiendo a Juacida y Quintanar (1992), la vida útil de la madera estaría dada por aspectos inherentes a su naturaleza. Las maderas más densas y oscuras tendrían, en general, una vida más prolongada ya que las sustancias hidrófobas y biocidas así como la cantidad de oxígeno y la disponibilidad de agua limitan el ambiente para el desarrollo de los hongos de distintas maneras (Santander Vásquez, 2007). Según Théry-Parisot (2001) el estado de degradación de la madera así como las alteraciones por ella producidas dependerán de la especie de hongo y del tipo de madera. El ataque por microorganismos es variable de la misma manera que la amplia diversidad de tipos de hongos. Entre las especies nativas de la Patagonia, tanto el duramen como la albura de Nothofagus dombeyi (coihue) presentan escasa durabilidad natural frente al ataque de hongos: solamente su duramen muestra una relativa durabilidad (Juacida y Liese, 1980). Insectos xilófagos Los insectos xilófagos pueden atacar árboles en pie, madera verde, madera cortada y material seco almacenado (Fischesser, 2000; Santander Vásquez, 2007). Existen insectos que consumen varias especies —«polífagos»— y otros que consumen solo una —«monófagos» (Price, 1997). El tipo de daño por insectos en los vegetales es muy variable, y en general depende del comportamiento alimentario en las distintas etapas de su desarrollo. Por esta razón se los ha clasificado en grandes grupos (Bernays y Chapman, 1994; Dolly Lafranco et al., 2002; Gallard y Rojas, 2004;
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Thompson, 1988), entre los cuales se encuentran los insectos defoliadores, succionadores, minadores, masticadores y barrenadores —del floema, del xilema y de árboles en pie—. Los insectos barrenadores pueden provocar daño en gran cantidad de órganos y tejidos diferentes de la planta, tales como tallos herbáceos y leñosos, ramas, fustes, cortezas, cambium, floema y xilema (albura y/o duramen). En general los barrenadores son importantes en las etapas de huevo y pupa, pero sobre todo en su fase adulta ya que una vez realizada la ovipostura la progenie, en la mayoría de los casos, está impedida de cambiar el hospedante elegido por el insecto adulto (Dolly Lafranco et al., 2002; Suárez Hernández, 2003; Thompson, 1988). Las larvas realizan galerías verticales y transversales, y ambos tipos de galerías son visibles en los tres planos anatómicos de la madera —ver figura 6A-B-C-D— (Carrión, 2005; Carrión y Badal, 2004), aunque no todas las alteraciones que producen este tipo de organismos pueden distinguirse con claridad (Badal, 2001; Théry-Parisot, 1998).
Figura 6. A-B. Marcas de insecto xilófago en carbón de Nothofagus dombeyi. C-D. Insecto xilófago en un carbón de Nothofagus antarctica.
Muchos de los insectos que ocasionan daño a los arboles son sumamente difíciles de detectar en el lugar que lo ocasionan, sobre todo a causa de su movilidad. No obstante, como producto de su misma acción a menudo es posible encontrar un tipo de signo o daño característico —sendas, orificios de ovipostura, galerías, etc.— que
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permitan determinar el o los agentes causales (Dolly Lafranco et al., 2002; Reyes Capurro, 2007; Santander Vásquez, 2007; Suárez Hernández, 2003). De esta manera, la identificación de la especie leñosa hospedante y la determinación del tipo de insecto podrían brindar cierta información estacional en cuanto al material leñoso recuperado en un yacimiento (Caruso Fermé, 2012a). Pero no así la estacionalidad del sitio arqueológico, ya que la misma estará vinculada al ciclo biológico de cada insecto —ver tabla 1—. Esta línea de investigación no ha sido aplicada durante el desarrollo de este trabajo debido, por un lado a la baja incidencia de marcas de insectos xilófagos entre el material estudiado. Por otro, se carece de una colección de referencia que atestigüe el ataque de distintos agentes. Por último, es indispensable el trabajo conjunto con especialistas en entomología forestal para poder comparar el material arqueológico con el actual. No obstante, no se descarta la posibilidad de poder implementar esta línea de trabajo en futuros trabajos arqueobotánicos. Insecto xilófago
Hospedante
Ciclo tentativo (fase adulto)
Cheloderus childreni Gray
Nothofagus dombeyi
noviembre a marzo
Holopterus chilensis Blanchard
Nothofagus dombeyi
diciembre a enero
Notiopostega Atrata Davis
Nothofagus dombeyi
septiembre a noviembre
Cheloderus testaceus Blanchard
Nothofagus dombeyi Nothofagus pumilio
julio a octubre
Chileocomadia valdiviana
Nothofagus pumilio Nothofagus dombeyi Maytenus boaria
septiembre a febrero
Gnathotrupes vafer
Nothofagus antarctica Nothofagus dombeyi Nothofagus pumilio
invierno austral
Calydon submetallicum
Nothofagus antarctica Nothofagus dombeyi Nothofagus betuloides Nothofagus pumilio Drymis winteri
primavera austral
Tabla 1. Insectos xilófagos, según la especie leñosa hospedante y el ciclo de acción.
Los insectos xilófagos pueden atacar tanto madera muerta como viva, por lo que la presencia o ausencia de marcas entre el material arqueológico no debe ser interpretado como la representación de madera muerta (Dufraisse, 2006; Théry-Parisot, 1998). La diferenciación de la madera sana y la madera alterada permite no solo discutir sobre las modalidades de gestión del material leñoso, sino también distinguir una recolección de tipo aleatoria fundada en la accesibilidad de la madera, en la
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cual se privilegia una elección basada en el estado fenomenológico, fisiológico y morfológico de la madera; de una recolección de tipo selectiva basada en la gestión de la madera en pie (Théry-Parisot, 2001). Alteraciones producidas durante el proceso de combustión Las alteraciones vinculadas con el proceso de combustión puede producirse bien por agentes naturales, incendios de plantas vivas y muertas, como por agentes antrópicos, mediante la utilización de la madera como leña. Este tipo de alteraciones dependerán por un lado del estado de la madera en el momento de su combustión y por otro de las condiciones en las que se produzca el acto de la propia combustión. Según Chabal y coautores (1999), a partir de 200ºC la madera se seca y libera vapor de agua junto con otros gases. Entre 200 y 280ºC los gases se descomponen; a partir de los 300ºC empieza la fase exotérmica y a los 500ºC se producen las brasas (Chabal et al., 1999: 51) —ver figura 7—. Por lo que en la combustión existen variables relacionadas con el proceso pero a la vez hay variables que intervienen en el mismo. Entre las variables relacionadas con el proceso de combustión se encuentran, por ejemplo, las condiciones de la madera, es decir su estado (verde, seco, sano y degradado), el calibre de las maderas y las propiedades físico químicas de las maderas
Figura 7. Proceso de combustión según Chabal et al. (1999).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
puestas al fuego. Las variables que intervienen en la combustión son las características del suelo donde se lleva a cabo el fuego, el tiempo, el ambiente reductor y oxidante y la utilización de una única o varias especies leñosas. El análisis del material carbonizado permite observar dos tipos de alteraciones relacionadas con el proceso de combustión: la vitrificación y las grietas de contracción. Ambas alteraciones son fácilmente distinguibles, sobre todo en el plano transversal del carbón. a) Vitrificación La vitrificación es un término que normalmente se aplica a las sustancias que se han convertido en un aspecto similar al vidrio debido a la exposición a altas temperaturas (McParlan et al., 2010). Este término es utilizado en antracología para describir el aspecto vítreo de algunos carbones —ver figura 8A y B—. Por vitrificación se entiende a la homogenización y fusión de distintos elementos anatómicos de la madera. Este fenómeno puede provocar la desaparición de algunos criterios de determinación tales como las puntuaciones, perforaciones y reforzamientos espiralados, etc. Cuando este fenómeno concierne a la totalidad de la muestra, la especie no podrá ser determinada. Según los trabajos de algunos autores (Fabre, 1996; Gale y Cutler, 2000; Prior y Alvin, 1983; Thinon, 1992; Tardy, 1999), la carbonización a altas temperaturas y la elevada tasa de humedad de la madera podrían ser el origen de la vitrificación (Thinon, 1992). Por su parte Scheel-Ybert (1998), a partir de su experimentación con maderas de diferentes especies (en estado verde y semiseco), carbonizadas en una mufla y al aire libre a temperaturas entre 450 y 700ºC, confirma, aunque de forma no concluyente, una relación entre la vitrificación y la madera verde. Sin embargo, experimentaciones llevadas a cabo por Théry-Parisot (1998) no han logrado obtener, salvo fragmentos aislados, carbón vitrificado en hogueras al aire libre, pero sí en un medio reductor, es decir, con poca entrada de oxígeno. Según Carrión (2005) y Marguerie y Hunot (2007), el fenómeno de la vitrificación es propicio ante la combustión de madera verde (con importante cantidad de humedad) en condiciones reductoras, con una combustión lenta y a temperatura estable —400º/600ºC— semejante a las de las carboneras. En el caso del carbón procedente de turberas —caracterizadas por condiciones anaeróbicas y una tasa de humedad elevada— también es frecuente encontrar este tipo de alteración (Carrión, 2005). Lo mismo sucede en el carbón procedente de incendios naturales, donde la gran cantidad de anhídrido carbónico liberado y depositado en la ceniza remanente en el suelo frecuentemente provoca la mineralización de parte del carbón cubierto por las mismas cenizas (Moore, 2000). Para Scheel-Ybert (1998) y V. Py y B. Ancel (2006) los taxones resinosos muestran mayor tendencia a vitrificarse. Sin embargo, según McParlan y colaboradores (2010) la carbonización experimental de maderas resinosas o verdes a altas temperaturas —hasta 1100ºC— no evidencia caracteres diagnósticos de vitrificación. En las experimentaciones por estos último autores, la estructura de la madera se mantuvo intacta en todos los casos, por lo que las altas temperaturas, así como la resina de las maderas no parecen ser la causa principal de la vitrificación (McParlan et al., 2010)
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En síntesis, las diferentes experimentaciones realizadas demuestran que el proceso de vitrificación no siempre se produce bajo las mismas condiciones de oxígeno, temperatura, etc. Razón por la cual es posible observar indicios de vitrificación en material con distintas condiciones de carbonización (Caruso Fermé, 2012a). Actualmente este fenómeno se encuentra en proceso de estudio.
Figura 8. A. Vitrificación parcial en carbón de Empetrum rubrum (sitio Ewan, Tierra del Fuego). B. Vitrificación parcial en carbón de Nothofagus dombeyi (sitio Cerro Pintado, Chubut).
b) Grietas radiales de contracción Las grietas de contracción es el otro tipo de alteración relacionada con el proceso de combustión. Esta alteración se suele observar en la sección transversal de la madera (Fischesser, 2000). La contracción puede producirse debido a la reducción del contenido de humedad por debajo del punto de saturación de las fibras de madera —entre 30 y 25%—, pero también puede ocurrir de forma natural durante el secado del material leñoso. No obstante, durante el proceso de combustión, el agrietado es amplificado artificialmente —ver figura 9A-B-C—. Este tipo de alteración es clásicamente atribuida a la evaporación del agua de la madera durante las primeras fases del proceso de combustión. Por esta razón, la presencia de grietas en los carbones suele considerarse un indicador potencial del contenido inicial de humedad de la madera puesta al fuego y, por ende, un elemento discriminador de la utilización de madera verde o madera seca. La carbonización conduce a la contracción de la microestructura de toda la madera. Pero según algunos autores (McParland et al., 2007; Pastor-Villegas et al., 2007; Prior y Alvin, 1983, 1986, 1993; Théry-Parisot, 1998; Schott et al., 2000; Zicherman, 1981) bajo condiciones específicas la carbonización puede llevar a la aparición de grietas radiales de contracción. De acuerdo con Prior y Alvin (1983), las grietas suelen asociarse con el tamaño de los radios; de esta manera los taxones con radios anchos tendrán mayor potencial ante la formación de grietas. Trabajos experimentales llevados a cabo por Prior y Gasson (1993) permiten concluir que el comportamiento de las maderas durante su carbonización se encuentra influenciado
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
por la naturaleza de sus fibras. Según Zicherman (1981), las grietas radiales tienden a aparecen entre 200 y 270ºC. Esto se debe a dos razones: la primera a la contracción resultante de la evaporación de la humedad de la madera y la segunda al flujo de plástico debido a la tensión térmica.
Figura 9. Carbones con grietas de contracción. A. Carbón experimental de madera verde de Fitroya cupressoides. B. Carbón experimental de madera seca de Nothofagus antarctica. C. Carbón experimental de madera verde de Austrocedrus chilensis.
Durante el proceso de combustión, el secado de la humedad residual de la madera que se produce durante la primera fase de la combustión, genera tensiones internas que conducen a la aparición de grietas radiales independientemente del contenido de humedad de la madera (Thuvander y Berglung, 2000). El resultado de la tensión térmica en el interior de la lignina de las paredes celulares —flujo plástico— implica el rajado y agrietado de la madera. Distintos trabajos experimentales llevados a cabo con madera verde y seca de Populus nigra —álamo negro— Quercus petraea —roble albar— (Thèry-Parisot, 2001); Pinus sylvestris —pino común— (Théry-Parisot, 2001; Théry-Parisot y Henry, 2012); Austrocerus chilensis —ciprés de la cordillera—; Fitzroya cupressoides —alerce—; Nothofagus antarctica —ñire— y Nothofagus dombeyi —coihue— (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013e; Caruso Fermé y Théry Parisot, 2011) demuestran, por un lado, que las grietas radiales de contracción pueden producirse en cualquier tipo de madera cualquiera sea su estado. Por otro lado señalan, que la presencia de grietas debe ser interpretada como un resultado directo del proceso de calentamiento normal de la madera puesta al fuego y no en relación con el estado de la misma. Por lo tanto, el porcentaje de muestras arqueológicas que evidencien grietas radiales de contracción no debe ser considerado una evidencia contundente de combustión de madera verde en hogares antiguos (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013e; Caruso Fermé y Théry-Parisot, 2011; Chrzavzez et al., 2012; Théry-Parisot y Henry, 2012). El cálculo del número medio de grietas de contracción/mm² se presenta como una buena estimación del contenido de humedad de la madera puesta al fuego, permitiendo así discriminar la combustión de madera verde o madera seca. Este mismo método puede ser aplicado en material arqueológico, tanto en especies de pino (Chrzavzez et al., 2012; Théry-Parisot y Henry, 2012), como en otras gimnospermas y angiospermas (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013e; Caruso Fermé y Théry-Parisot, 2011).
ESTUDIO DE LAS MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USO DEL MATERIAL… 67
4.2. E xperimentación sobre los efectos de la combustión en especies nativas del bosque Andino-patagónico Existen distintas investigaciones orientadas al estudio de las estructuras de combustión (March, 1996; March y Ferrerri, 1989; March et al., 1989; Orliac y Wattez, 1989; Wattez, 1988; Wünsch, 1991, 1996; etc.), a las técnicas de producción del fuego (Collina-Girard, 1989, 1993; Perlès, 1977; etc.), a los procesos de combustión y análisis de los residuos (Chabal, 1982, 1989, 1990, 1992; Chabal et al., 1999; Théry-Parisot, 1998, 2001), y a los procesos postdepositacionales que influyen en la conservación de los hogares (Butzer, 1989; Fernández Ruiz, 2008; March, 1996; Wattez, 1996). La experimentación arqueológica también es un instrumento necesario para entender las fases del proceso de combustión. Por ello existen diversos trabajos experimentales (Allué et al., 2007; Braadbaa, 2009; Caruso Fermé, 2008, 2010, 2012a, 2013a, 2013e, 2014; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014b; 2015; Dufraisse et al., 2010; Girolamo y D’Oronzo, 2010; McParland et al., 2010; Miller et al., 2010; Nichols et al., 2000; Py, 2006; Théry-Parisot et al., 2010, entre otros) que intentan responder diversos interrogantes relacionados con la combustión de material leñoso y con la contrastación de hipótesis surgidas de la investigación arqueológica (Alonso y Piqué, 2009). A diferencia de la mera observación pasiva —validación de las hipótesis desde el registro arqueológico recuperado—, la experimentación en cambio interviene de manera activa en la observación haciendo posible su repetición, aislamiento y pudiendo variar sus elementos de análisis (Morgado y Baena Preysler, 2011). La experimentación es un método por el cual se intenta comprender cómo la modificación de uno de sus componentes o parámetros implica modificaciones sobre los otros parámetros—. La validación de la experimentación pasará, por lo tanto obligatoriamente, por el control de un máximo de variables (Beyries, 2009). La experimentación posibilita determinar las cualidades que posee una especie leñosa como combustible y comprender su comportamiento en el proceso de combustión (Bazile-Robert, 1982; Théry-Parisot, 2001; Théry-Parisot y Costamagno, 2005). El diseño experimental permite al investigador alcanzar un conocimiento más acabado del fenómeno estudiado. No obstante, toda experimentación presenta ciertas limitaciones generadas por la dificultad de reproducir de manera idéntica las situaciones pasadas. Los resultados antracológicos de uno de los sitios arqueológicos de esta investigación (Paredón Lanfré) plantearon diversos interrogantes en cuanto a las propiedades combustibles de cuatro especies leñosas —Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi— y las estrategias de consumo de las mismas por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon este sitio (Caruso Fermé, 2012a, 2013e). El estudio de las alteraciones de los carbones reveló un alto porcentaje de fragmentos de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides con grietas de contracción en contraste con las muestras de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi las cuales evidencian porcentajes inferiores. Debido a que actualmente son escasos los datos que se tienen sobre las propiedades combustibles de las especies nativas de los bosques patagónicos, se decidió realizar un trabajo
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experimental y estudio cuantitativo de los carbones. Este trabajo tuvo como objetivo general obtener datos experimentales que permitan conocer las propiedades combustibles y entender el comportamiento ante el fuego de estas cuatro especies leñosas. Por otro lado, el trabajo experimental posee como objetivos específicos explorar: a) si las grietas de contracción de los carbones responden al estado fisiológico de la madera utilizada y b) si en el caso del carbón arqueológico identificado como Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides existe correlación entre el calibre de la madera utilizada y el número de grietas de contracción registrado entre los carbones. Es decir, si el diámetro de la madera puede ser un factor determinante en la aparición de este tipo de alteración (Caruso Fermé, 2012a, 2013e). El trabajo experimental se estructura en dos partes. Una primera caracterizada por la realización de una serie de combustiones controladas y el estudio de los carbones procedentes de cada una de ellas. La segunda se basa en el reestudio del material arqueológico del sitio Paredón Lanfré, siguiendo el mismo método aplicado en el análisis del material experimental. A su vez se midió el calibre de cada carbón. La primera parte del trabajo experimental se basa por un lado, en el estudio de las propiedades combustibles de las especies, teniendo como eje de análisis la temperatura, la duración de la combustión y de la llama, además del estado fisiológico y morfológico de las maderas utilizadas. Esta fase se caracteriza por la realización de un conjunto de combustiones controladas, llevadas a cabo con cuatro especies típicas del bosque andino-patagónico: Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi. Se realizaron un total de 16 fuegos, cuatro por cada una de las especies. Dos de los cuatro fuegos se efectuaron con ramas secas y dos con ramas verdes. A pesar de que para estudiar las alteraciones por combustión a través de fuegos experimentales es recomendable la utilización de madera de distintos individuos de una misma especie, el hecho de estar trabajando con una especie protegida —Fitzroya cupressoides— generó una modificación en el protocolo de actuación: todos los fuegos experimentales de las cuatro especies leñosas fueron realizados con madera de un mismo individuo 9, de esta manera no solo se intensificó el cuidado en lo que respecta a esta determinada especie leñosa si no que redujo la alteración de los resultados. Por otro lado, esta primera parte se basa en el estudio del residuo de combustión de cada una de las combustiones experimentales. A tal fin se analizaron 25 carbones de cada uno de los distintos fuegos. Para cada uno de los carbones se realizó la cuantificación de las grietas de contracción existentes en el plano transversal, la toma de medidas del largo y ancho del plano transversal (necesarias para calcular la superficie de cada ejemplar) y en el cálculo de la media de grietas de contracción/mm². La segunda parte del trabajo radica en la contrastación de los resultados experimentales con los del análisis de carbones arqueológicos de coníferas. Para ello se reestudiaron los carbones siguiendo el mismo método que en el material experimental. A su vez se midió el calibre de cada carbón (el desarrollo en detalle del trabajo experimental se expone en el apartado del sitio Paredón Lanfré —Capítulo 5—). 9 En el caso de Fitzroya cupressoides para los fuegos con madera verde se utilizó madera de poda (la forma de proceder con esta especie fue consultada con personal de la Administración Parques Nacionales, Delegación Regional Patagonia. Bariloche, Argentina).
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4.3. Estudio de las grietas de contracción por análisis de imagen El porcentaje de grietas de contracción no tiene valor diagnóstico en el seno de una muestra. Sin embargo, como se citó anteriormente, el cálculo del número medio de grietas de contracción/mm² es un método que permite discriminar tanto en material experimental como arqueológico la combustión de madera verde o madera seca. Con este objetivo fueron estudiadas las grietas de contracción presentes en los carbones de las distintas muestras del trabajo experimental y en las arqueológicas de uno de los sitios analizados (Paredón Lanfré). Este sitio evidencia una alta presencia de grietas de contracción en más de una especie vegetal, hecho que lo hace idóneo para la aplicación de este tipo de metodología. Las grietas de contracción presentes, tanto en carbones experimentales como arqueológicos, fueron estudiadas mediante la utilización de un analizador de imágenes image pro-plus 10. A través de una cámara conectada a un binocular Leica (MZ6) 11. El plano transversal de cada carbón fue fotografiado (ver figura 10) y sobre cada una de las imágenes realizadas se procedió a la cuantificación de las grietas de contracción de todos los carbones estudiados.
Figura 10. Cuantificación de grietas sobre el plano transversal de carbón experimental.
10 Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age), laboratoire du CNRS. Nice (France). ¹¹ Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age), laboratoire du CNRS. Nice (France).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
En cada carbón también se midió el largo y ancho del plano transversal, medidas necesarias para poder calcular la superficie de cada fragmento. De esta manera, sobre la base del número de grietas de contracción y la superficie de cada fragmento fue posible calcular el número medio de grietas de contracción/mm² para cada uno de los carbones —ver tabla 2—. Posteriormente, se realizó este mismo cálculo para cada una de las muestras de carbón arqueológico y para las cuatro especies nativas utilizadas en la experimentación comentada anteriormente. N.º medio de grietas/100 mm²
Largo (mm)
Ancho (mm)
Superficie
N.º de grietas
1
9,81
16,97
166,48
5
3,00
2
9,92
13,38
132,73
2
1,51
Carbón n.º
3
7,2
11,27
81,14
1
1,23
4
8,22
11,23
92,31
7
7,58
5
6,34
8,92
56,55
11
19,45
24
11,81
14,05
165,93
6
3,62
25
7,86
10,59
83,24
8
9,61
Tabla 2. Ejemplo del cálculo del número medio de grietas de contracción/mm² (carbones experimentales, madera seca de Nothofagus antarctica).
4.4. Estudio de la composición química del material leñoso A lo largo del tiempo el material leñoso ha sido aprovechado por los integrantes de todo tipo de sociedades para satisfacer un variado número de necesidades. La madera utilizada puede ser caracterizada, entre otras cosas, por su estado (madera seca o verde, madera sana o alterada) y procedencia (terrestre, marina o lacustre). Eventualmente residuos y/o artefactos pasan a formar parte del yacimiento arqueológico hasta su posterior recuperación. Una vez incorporado al yacimiento el material está sujeto a diversas interacciones con otras materias orgánicas, sustancias minerales y líquidos (agua marina, continental, etc.). Por ello, el material leñoso arqueológico puede evidenciar características que son propias de su naturaleza (estructura anatómica, etc.) y otras de índole tafonómico (Théry-Parisot, 1998; Théry-Parisot et al., 2010). Entre los rasgos de índole tafonómica, el estudio de partículas sedimentarias y precipitados minerales presentes en carbones y maderas arqueológicas, poco investigado hasta el momento, puede por ejemplo: (i) contribuir a entender cuáles son los elementos y procesos responsables de la incorporación y/o pérdida de dichos elementos, desde su lugar de crecimiento (Durand & Shelley, 1999), y (ii) aportar información sobre la estrategia de aprovisionamiento, modalidades de utilización y su posterior enterramiento en un yacimiento arqueológico (Durand and Shelley, 1999; Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013d; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014a). Ante di cha potencialidad se decidió abordar el estudio de distintas partículas sedimentarias
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y precipitados minerales detectados en los restos leñosos del sitio Orejas de Burro 1 (Santa Cruz) localizado a 17 km de la costa Estrecho de Magallanes. A fin de buscar un método para establecer un referente de valores en el estudio de la distinción entre la madera flotada y no flotada, se estableció un programa experimental para el estudio de la composición química de la madera y las causas de su variación. Este programa pretende, por un lado determinar cómo afecta la localización geográfica en la composición química de carbones de una misma especie vegetal y por otro determinar como el contacto con determinados ambientes acuáticos y sedimentarios pueden afectar esta composición. Otro factor a tener en cuenta son las diferencias debidas a la exposición diferencial de la superficie de la madera a estos agentes ambientales. Por esta razón se hizo necesario el análisis de la composición química de las diferentes partes de un mismo leño procedente de ambientes costeros marinos y costeros lacustres. Este estudio permitirá observar la presencia/ausencia de minerales y partículas sedimentarias y a su vez, ver si su distribución es homogénea o no a lo largo del leño (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013d; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; Caruso Fermé et al., 2014a). Según algunos autores (Alix, 2001, 2004, 2005; Häggblom, 1982) el tiempo de flotación de la madera puede variar de una especie leñosa a otra. El descortezamiento puede acelerar la infiltración del agua y la salinidad de la madera (Häggblom, 1982: 82). La inmersión de la madera en agua durante un tiempo prolongado conlleva a la modificación de su estructura anatómica tanto a nivel macroscópico como microscópico. Solamente aquellas modificaciones microscópicas podrán ser observadas eventualmente luego de la carbonización (Théry-Parisot, 2001). Según Schweingrüber (1978) solo las bacterias y los hongos actinobacteria son los responsables de la descomposición de la madera inmersa en el agua. Una de las alteraciones de orden micromorfológico es la descomposición de la pared celular de la madera, clasificada en tres estadios sucesivos: parcialmente alterada, fuertemente alterada y esquelética (Schweingrüber, 1978). No obstante, estos tipos de alteraciones son raramente observables. Existen determinados indicadores directos e indirectos que pueden ayudar en la distinción de la madera flotada de aquella no flotada. La marca de insectos xilófagos marinos, cavidades excavadas por gusanos marinos, etc., es un tipo de indicador indirecto que posibilita revelar el paso de un leño por agua marina (Dickson, 1992). Sin embargo, la ausencia de estas marcas no debe ser interpretada como la no flotación del leño. El análisis taxonómico de maderas y carbones del sitio Orejas de Burro 1 evidenció modificaciones en la estructura anatómica de algunos carbones de Nothofagus pumilio y Berberis sp., que podrían ser similares a las producidas por la inmersión de la madera en agua (Schweingrüber, 1978). Entre las muestras de carbón y madera identificadas como Berberis sp., este primer análisis sugirió además la existencia de precipitados de calcita y posibles cristales de sal. Sin embargo, teniendo presente que los elementos minerales poseen distintas formas de presentación o asociación, la interpretación de cristales de sal por la presencia de elementos cúbicos resulta inconsistente sin tener otro tipo de estudio que avalase esta interpretación (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2013d). Se consideró necesario, por tanto, el desarrollo de una metodología de trabajo basada, por un lado, en el análisis de la composición química de dos especies leñosas: Nothofagus pumilio
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y Berberis sp. y por otro, en el estudio del sedimento en el cual se encontraban depositados los carbones y maderas (Caruso Fermé et al., 2014a). Cabe destacar, que en los momentos de ocupación de Orejas de Burro 1 (ver capítulo 7), así como en la actualidad, la vegetación de la zona se encontraba caracterizada por especies de tipo estepario. No obstante, prospecciones realizadas en la costa del Estrecho de Magallanes, demostraron que actualmente las corrientes marinas transportan troncos de Nothofagus pumilio. Si se tiene en cuenta la distancia que hoy en día separa el área de localización Orejas de Burro 1 de los principales bosquejos de Nothofagus —aproximadamente entre 90 y 100 km— no se descarta la posibilidad de que los desplazamientos hacia la costa marina estuvieran relacionados con la presencia de este taxón en la estratigrafía del sitio. 4.4.1. Distinción entre madera flotada y no flotada Con el objetivo de identificar posibles rasgos que permitieran discriminar restos antracológicos flotados de restos no flotados, se llevó a cabo un programa experimental estructurado en tres fases de trabajo (Caruso Fermé, 2012a). La primera de ellas estuvo centrada en la recolección y carbonización de madera de una misma especie vegetal de distintas zonas geográficas. La segunda se basó en el análisis de los carbones actuales y las muestras arqueológicas —madera y carbón— mediante el SEM (Scanning Electron Microscope) 12. La tercera y última parte del trabajo fue el estudio del sedimento en el cual se encontraba depositado el material leñoso arqueológico. Programa experimental: – Primera parte Esta fase de trabajo se centra en la obtención y carbonización de muestras de madera de una misma especie vegetal provenientes de distintas áreas geográficas de la Patagonia. Se corto y recogió madera de Nothofagus pumilio de distintas zonas boscosas y se recolectó madera de diferentes costas (marinas y lacustres) de la Patagonia argentina y chilena. La madera procedente de las costas fue estudiada taxonómicamente a fin de obtener muestras de Nothofagus pumilio. En los bosques, a diferencia de los ambientes costeros lacustres y marinos, fue posible la obtención de distintas partes anatómicas (tronco-rama) de la especie en estudio. Posteriormente, también fueron incorporadas muestras de Berberis sp. de la zona del Campo Volcánico Pali Aike. Todas las muestras obtenidas fueron envueltas en papel aluminio y carbonizadas en una mufla a 400º durante una hora (este apartado se describe ampliamente en el capítulo 9 dedicado al sitio arqueológico Orejas de Burro 1). – Segunda parte La segunda etapa del trabajo se basó en el estudio de las muestras actuales y arqueológicas mediante el SEM. La microscopia electrónica de barrido permite la 12 Scanning Electrin Microscope (SEM): técnica basada en la obtención de imágenes gracias al bombardeo de electrones sobre la muestra.
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observación y caracterización de materiales orgánicos e inorgánicos en escala micrométrica, además de tener la capacidad de obtener imágenes tridimensionales de superficies en un amplio rango de materiales (Aballe et al., 1996; Goldstein et al., 1992, entre otros). Todas las muestras estudiadas mediante el SEM requirieron una especial preparación. Luego de su inicial estudio antracologico, las mismas debieron ser sometidas a un tratamiento de deshidratación hasta alcanzar un estado anhídrido, dado que la mayor parte de los microscopios SEM son de vacío y no de presión variable. Seguidamente las muestras fueron sometidas a vacío e inmediatamente a un recubrimiento superficial de oro en un metalizador. Dicho recubrimiento afecta a la superficie de los carbones y maderas, no obstante es lo suficientemente profundo como para penetrar por el interior del lumen celular de cualquier elemento del xilema. La muestras recubiertas fueron luego introducidas en la cámara de observación donde tras realizar un vacío fueron bombardeadas por un haz de electrones (ampliar en el capítulo dedicado al sitio arqueológico Orejas de Burro 1). – Tercera parte La tercera parte del programa experimental se basó en un trabajo geoarqueológico. A fin de poder identificar y caracterizar geológicamente los sedimentos arqueológicos aparecidos durante la excavación, se realizaron muestreos, medidas, descripciones de las distintas unidades estratigráficas. El material obtenido fue estudiado en el laboratorio mediante las siguientes técnicas: — Análisis granulométrico: se han realizado granuometrías para la caracterización granulométrica de las muestras tomadas de los distintos niveles diferenciados en el yacimiento. Dada la fina granulometría de los materiales, se han realizado sedigrafías en un analizador de partículas láser modelo Beckman Coulter LS1320 (Departamento Estratigrafía y Paleontología de la Universidad del País Vasco). Las sedigrafías fueron realizadas a partir de la fracción fina (> 2 mm) con la aplicación de ultrasonidos para lograr la desfloculación de los agregados arcillosos. Los datos obtenidos fueron tratados con el software Gradistat v. 5. Los resultados obtenidos fueron estadísticamente tratados y representados utilizando software especializado, Beckman Coulter Particle Characterization v. 4.19 y Gradistat v. 7 (Blott y Pye, 2001) para la obtención de los parámetros estadísticos que permiten la clasificación granulométrica de las muestras analizadas. — Análisis Mineralógico (DRX): parte de la fracción inferior a 2 mm fue pulverizada utilizando un mortero de ágata, obteniéndose muestras que posteriormente fueron utilizadas para análisis mediante Difracción de Rayos X en un difractómetro Bruker AXS D5005 y el software EVAPlus para la interpretación de fases y su semicuantificación en el servicio de Difracción de Rayos X del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (CSIC, Barcelona). Para ello las muestras previamente pulverizadas se montaron sobre pletinas de análisis. Las condiciones de medición del difractómetro fueron las siguientes: anodo de Cu (40 Kv, 40 mA), tiempo de medición (Steptime): 3 seg., intervalo de medición (Stepsize): 0.05°, intervalo total
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de medición: 4°-60°. Los resultados obtenidos permiten identificar las fases minerales presentes en el sedimento así como sus posibles áreas fuente y procesos sedimentarios involucrados en la formación de la secuencia sedimentaria. — Petrología Sedimentaria: algunas de las muestras más significativas de sedimentos arqueológicos fueron consolidadas con resina epoxy Norsodyne O 12335 para la realización de láminas delgadas y su estudio petrológico mediante lupa binocular Nikon AZ100 y microscopio Nikon Eclipse LV1000POL. 4.5. Estudio del calibre en material leñoso arqueológico Con el propósito de reconstruir los calibres de la leña utilizada en fogones arqueológicos, diversos autores han concentrado sus esfuerzos en la búsqueda de métodos que permitan estimar esos calibres (Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012; Dufraisse, 2002, 2006; Dufraisse et García, 2011; García and Dufraisse, 2012; Ludemann, 2002, 2006; Marguerie, 1992, 2002; Marguerie et al., 2007; Nelle, 2002; Paradis, 2007; etc.). Si bien algunos de estos trabajos han surgido sobre todo del estudio de carboneras medievales y modernas de Europa, esta información también puede ser relevante para las problemáticas de otros períodos y contextos y las metodologías desarrolladas pueden aplicarse a otros casos de estudio. En base a la morfología de los anillos de crecimiento Marguerie (1992, 2002) estableció cuatro categorías que determinan el grado de curvatura de los anillos (ver figura 11). Cada clase de curvatura respondería a un calibre de madera (Marguerie y Hunot, 2007) 1. Curvatura Rectilínea: maderas de gran calibre (troncos y ramas grandes). 2. Curvatura Intermedia: maderas de mediano calibre (ramas y troncos pequeños). 3. Curvatura Fuerte: maderas de pequeño calibre (ramitas). 4. Curvatura Indeterminada. La aplicación de este método, demasiado subjetivo, no permite obtener un valor numérico del calibre de la madera puesta al fuego, por lo que no refleja en caso alguno los diámetros de madera explotados. La utilización de las categorías madera grande, mediana y pequeña, permite obtener una imagen relativa del calibre de la madera utilizada. Es importante tener presente que episodios como la recuperación del árbol después de una fisura, la alteración por ataque de microorganismos o el crecimiento desigual —por encontrarse en zonas de pendiente o fuertes vientos— pueden generar anillos de crecimiento de apariencia sinuosa (Schweingruber, 1996). Estas alteraciones así como la ondulación característica de los anillos de crecimiento de la especie Nothofagus, podrían plantear en algunos casos problemas en la realización de este tipo de estudio basado en criterios cualitativos (conversación personal, Marguerie, 2009).
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Figura 11. Curvatura de los anillos de crecimiento. A. Rectilínea. B. Curvatura. C. Fuerte (extraído Marguerie y Hunot, 2007).
Alternativamente otros autores como Ludemann (2002, 2006) y Nelle (2002) emplean técnicas para estimar las proporciones de calibres, partiendo de la idea que estos calibres pueden representar la posición del carbón en relación al corazón de la madera, es decir que la curvatura no representaría tanto la parte anatómica (rama, trono y su tamaño) sino la posición del fragmento dentro del tronco o rama —figura 11—. Sus trabajos se basan en la medida de la posición del carbón con relación al corazón de la madera. Esta medida se efectúa bajo una lupa binocular sobreponiendo el plano transversal del carbón en una transparencia (plantilla de curvas) —figura 12—. Las medidas obtenidas son expresadas en cinco clases de diámetros arbitrarios en centímetros: (0-2), (2-3), (3-5), (5-10) y superior a 10 cm.
Figura 12. Plantilla para estimación de calibres (extraído y modificado de Ludeman, 2006).
El valor proporcionado por este análisis indica solo la distancia del fragmento con relación al corazón. Las proporciones obtenidas por este método, además de poco precisas, tampoco reflejan los diámetros de madera explotados. Por lo tanto, la simple medida de la posición del carbón respecto del corazón no es suficiente
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para poder estimar el calibre real del leño, por lo que será necesario asociar a este cálculo el volumen del carbón analizado (Dufraisse, 2002). El cálculo de proporcionalidad entre la distancia del carbón con relación al corazón y su volumen permitirá calcular las proporciones de calibres de madera puestos al fuego (Dufraisse, 2002, 2006). El estudio del diámetro del material leñoso arqueológico representa una posible vía de discriminación entre las distintas modalidades de adquisición de la madera (Caruso Fermé, 2012a; Caruso Ferme et al., 2013; Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012). El reconocimiento de las diferentes modalidades de obtención del material leñoso puede ser un elemento suplementario que permita definir la duración de ocupación de un sitio arqueológico (Chrzavzez, 2006; Théry-Parisot et Meignen, 2000). Aquellas estrategias basadas en la recolección de madera muerta podrían sugerir ocupaciones de corta duración y alta movilidad (Chabal 1992; Théry-Parisot, 1998). En sitios con un período extenso de ocupación o reocupación las modalidades de adquisición del material leñoso pueden tener implicaciones socio-económicas que requieran por ejemplo el almacenamiento de leña (Chrzavzez et al., 2012). Entre los cuatro sitios que constituyen este trabajo, por su amplia secuencia de ocupación, el Cerro Casa de Piedra 7 (Aschero et al., 1992-93, 2005) constituye un ejemplo clave para estudiar las modalidades de adquisición del material leñoso, evaluar los cambios ambientales y cómo ellos pudieron afectar la obtención de las materias primas vegetales por parte de los grupos cazadores-recolectores. Con este objetivo se llevó a cabo el estudio del calibre de maderas y carbones de una misma especie vegetal: Nothofagus pumilio —lenga— mediante análisis por imagen. 4.5.1. D eterminación del calibre de madera carbonizada mediante análisis por imagen En los bosques andino-patagónicos Nothofagus pumilio se desarrolla sobre un amplio rango de suelos, con una profundidad de moderada a muy profunda (González et al., 2006; Peri, 2004). En los bosques (Peri, 2004) la fertilidad y capacidad de retención de agua de los suelos está dada por la incorporación de materia orgánica a través de la descomposición anual de hojarasca y troncos caídos naturalmente. No obstante, el retorno de nutrientes al suelo se encuentra afectado por las bajas tasas de descomposición. Los troncos de Nothofagus pumilio pueden tardar aproximadamente 500 años en perder el 99% de su peso, mientras que las ramas gruesas unos 270 años para alcanzar una igual pérdida (Peri, 2004). El ciclo de mortalidad natural de Nothofagus pumilio comienza con la muerte del árbol completo, siguiéndole la caída de ramas y, luego de decenas de años, el tronco. Las ramas que mueren y caen podrían llegar a presentar un diámetro máximo de 15 cm, aunque mayoritariamente oscilan entre 8-10 cm. Nothofagus pumilio es una especie que proporciona mucho volumen por hectárea (comentario personal Monelos, 2010). Sus volúmenes totales (incluyendo ramas y corteza) varían de 300 a 1000 m³ por ha, en sitios donde los árboles dominantes alcanzan 18 metros de altura e independientemente de la fase de desarrollo en que encuentren (Peri, 2004).
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Postulado En entornos forestales, naturalmente, la madera muerta está representada fundamentalmente por ramas pequeñas inferiores a 10 cm de diámetro y, con menor frecuencia, de arboles enteros caídos —ver figura 13A—. Por el contrario, una población en pie presentará una mayor diversidad de calibres, y los diámetros de gran tamaño se encontrarán bien representados —figura 14A—. Se parte de la hipótesis que los histogramas de calibres obtenidos a partir del estudio del material leñoso reflejan las poblaciones de las cuales provienen, según sus modalidades de adquisición. Por lo tanto, si la adquisición del material leñoso está orientada hacia la recolección de madera procedente de la poda natural del bosque, en el histograma de proporciones se deberían reflejar mayoritariamente calibres inferiores a 10 cm y puntualmente grandes calibres (figura 13B). Contrariamente, si el método de adquisición se basa en el transporte de troncos enteros o posible corte de la madera en pie, todas las clases de calibres estarán representadas en el histograma (figura 14B).
Figura 13. Adquisición de material leñoso basado en la recolección. A) Madera muerta —bosque de Nothofagus—. B) Histograma de proporciones reflejo de adquisición de madera por recolección.
Figura 14. Adquisición del material leñoso basado en el corte de madera o transporte de troncos. A) Árboles en pie —diversidad de calibres—. B) Histograma de proporciones reflejo de adquisición de madera por corte.
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La carbonización del material leñoso conlleva una pérdida de masa del 70 al 80% (Schweingruber, 1978). No obstante la conservación de la microestructura de la madera permite la identificación de las especies vegetales así como la estimación del calibre de las maderas utilizadas por los integrantes de una sociedad (Paradis, 2007). La madera sometida a carbonización se fragmenta —ver figura 15—. Las medidas obtenidas no representan los diámetros reales de leños utilizados para la combustión, sino diámetros máximos por carbón (Caruso Fermé, 2012a; Caruso Fermé et al., 2013; Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012). Datos experimentales llevados a cabo con madera de Pinus sp. de pequeños y grandes calibres muestran que las clases más grandes de diámetro siempre están subrepresentadas y las más pequeñas sobre representadas (Chrzavzez et al., 2012).
Figura 15. Calibres iniciales de la madera antes de la combustión y proporciones de calibres después de la combustión.
La utilización de técnicas de análisis por imagen permite obtener una mayor precisión en la estimación del calibre o diámetro de las maderas puestas al fuego (Chrzavzez, 2006; Chrzavzez et al., 2012; Paradis, 2007). Dado el reducido margen de error registrado hasta el momento en este tipo de técnica y las características del sitio arqueológico Cerro Casa de Piedra 7 se decidió su aplicación en el estudio de maderas y carbones. No obstante, cabe dejar presente que dichas técnicas continúan en proceso de estudio. La decisión de aplicar esta técnica solamente en este sitio arqueológico responde a tres cuestiones básicas. En primer lugar para en el estudio de este yacimiento se llevó a cabo la aplicación de un muestreo sistemático —zaranda de 2 mm— en todos los sectores y niveles de ocupación excavados. Esta metodología de recuperación de restos evitó el sesgo propio de la recogida manual o uso de zaranda con luz de malla gruesa, donde predominan los carbones de gran tamaño. En segundo lugar, la larga secuencia de
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ocupación de este sitio permite la comparación y discusión de las modalidades de adquisición del material leñoso entre los diferentes niveles de ocupación en base al calibre de los carbones y maderas. Por último, el elevado número de fragmentos de una misma especie vegetal arbórea (Nothofagus pumilio) por unidad estratigráfica hizo de Cerro Casa de Piedra 7 un sitio idóneo para el estudio del calibre de carbones y maderas, ya que se eliminan las problemáticas de comparar diferentes patrones de crecimiento asociados a las distintas especies vegetales. Es importante aclarar que la aplicación del estudio del calibre en especies o contextos de vegetación de tipo arbustiva no es óptima como elemento de discriminación entre modalidades de adquisición del material leñoso, ya que la diferencia de calibres entre troncos y ramas de arbustos no es muy significativa, por muy grandes que sean sus dimensiones. Pese a ello, es preciso mencionar que en sitio Orejas de Burro 1 también existe un elevado número de fragmentos de una misma especie, —Berberis sp.— pero en este caso se trata de una especie arbustiva. Dos fueron los métodos de análisis por imagen utilizados: el método del círculo y el método trigonométrico. El primero permite el cálculo directo de los radios leñosos a partir de la delineación de los anillos de crecimiento. El método trigonométrico se basa en la distancia y ángulo entre dos radios leñosos (figura 16). En el estudio se deberá tener en cuenta el análisis de varios anillos de crecimiento y la realización de varias medidas sobre el mismo anillo. Independientemente del método que se utilice, de cada fragmento también se mide la altura, largo y ancho, que son medidas necesarias para calcular el volumen de cada carbón. En el caso del material leñoso sin carbonizar, en su gran mayoría representado por ramas, el estudio se realizó tomando las medidas directamente con un pie de rey o calibre.
Figura 16. Método trigonomérico (carbón de Nothofagus pumilio, sitio Cerro Casa de Piedra 7).
Las medidas obtenidas son expresadas en centímetros en un histograma de seis clases de diámetros arbitrarios: (0-2,5), (2,5-5), (5-10), (10-15) y superior a 20 cm
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(ver figura 17). De acuerdo al postulado de partida, se definió como categoría máxima de calibres: > 20 cm. A fin de reducir al máximo la imprecisión inherente a los métodos utilizados en la medición, todas las medidas obtenidas fueron repartidas en clases de 5 cm (Chrzavzez et al., 2012).
Figura 17. Ejemplo de histograma de proporción de clases de calibres.
El estudio del calibre se llevó a cabo en cada carbón de Nothofagus pumilio superior a 4 mm. Estos fueron inicialmente observados bajo una lupa binocular y posteriormente su plano transversal fue fotografiado con una video cámara conectada a un ordenador equipado con un software de análisis de imagen «Image Pro Plus» 13. 4.6. Estudio dendro-antracológico Los árboles registran información sobre el/los ambientes del pasado y el clima a través de su crecimiento. Toda esta información queda plasmada en el ancho de sus anillos de crecimiento, en la densidad y en la composición isotópica. Por lo tanto, el examen de los anillos de crecimiento anual de un árbol revela tanto su edad como la fluctuación de las condiciones climáticas y otros fenómenos a los que fue sometido durante su vida útil (Fritts, 1976). La dendrocronología se basa en el fechado de las bandas de crecimiento radial de las especies leñosas (Douglass, 1914; Jansma, 1995; Schweingruber, 1996). Para poder hacer uso de la información cronológica contenida en los anillos de crecimiento de los árboles, es necesaria la construcción de largas cronologías de anillos de crecimiento mediante la 13 Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age). CRNS-Francia.
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superposición sucesiva de muestras sobre una serie dendrocronológica mayor (Billamboz, 2010). La mayor contribución de la dendrocronología a la datación arqueología ha sido el establecimiento de secuencias prolongadas de anillos de crecimiento, con las que ha sido posible contrastar y calibrar las fechas radiocarbónicas. El trabajo sistemático en sitios arqueológicos es una pieza clave en la conformación y ampliación de las distintas series dendrocronológicas, siendo las excavaciones arqueológicas una fuente potencial en la recuperación de material para el estudio dendrocronológico (Orcel, 1987). Habitualmente para el estudio dendrocronológico se utilizan maderas con un determinado número de anillos de crecimiento, que posibilitan las interdataciones. Una vez carbonizada la madera su potencial dendrocronológico se ve reducido. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, los de anillos de crecimiento de los carbones pueden ser perfectamente estudiados dendrocronologicamente. Cuando los carbones se encuentran fragmentados, será necesario reconstruir un radio medio por muestra. Es decir reconstruir todo el crecimiento de un árbol: anillos después de anillo, desde la médula hasta llegar a la corteza (Marguerie et al., 2010). Una clasificación dendrotipológica de serie de anillos posibilita la reagrupación de la madera según los patrones de crecimiento, de acuerdo con una tipología forestal precisa o un tipo de árbol en particular (Billamboz, 2003). De esta maneta será posible individualizar grupos característicos de un monte o bosquejo (Billamboz, 2003, 2010; Marguerie et al., 2010). El estudio dendrocronológico aplicado en carbones procedentes de sitios arqueológicos hace de este análisis una valiosa fuente de información que complementa los datos socioeconómicos y paleoecológicos obtenidos mediante el análisis antracologico convencional (Carrion, 2002). Uno de los países con amplia trayectoria en este tipo de estudio es Francia, donde se han realizado numerosos trabajos en varios yacimientos de la época neolíticos correspondientes a la segunda Edad del Hierro. Como resultado se obtuvo una secuencia dendrológica para este período que representa una referencia para la integración de posteriores estudios de esta misma región (Marguerie, 1991, 1992). En el cono sur americano, la dendrocronología posee un extraordinario potencial para los estudios forestales tanto argentinos como chilenos (Lara y Villalba, 1993; Lara et al., 1994; Villalba y Veblen, 1997; Villagra et al., 2002, 2003; Boninsegna et al., 2009; Srur y Villalba, 2009, entre otros). No obstante, el estudio dendrocronológico aplicado en material arqueológico es un tema aun pendiente en la arqueología patagónica. Los trabajos realizados en dos sitios arqueológicos de Tierra del Fuego —Argentina—: Túnel VII (Canal de Beagle) y Ewan (norte de la isla) son ejemplos aislados de estudios dendrocronológicos en material arqueológico. En el primer caso el análisis fue realizado en carbón de Nothofagus pumilio (Piana y Orquera, 1995) y en el segundo sobre madera de Nothofagus antarctica (Caruso et al., 2008). El estado de la estructura de combustión del sitio arqueológico Cerro Pintado (provincia Chubut) permitió recuperar tres fragmentos de carbón identificados como Austrocedrus chilensis, que reunían las condiciones necesarias para poder realizar un estudio dendrocronológico. Además de su buena conservación, entre otras cosas, estos carbones poseen un mínimo de treinta anillos de crecimiento. Austrocedrus chilensis es una conífera que ha sido ampliamente trabajada desde la dendrocronología (Villalba, 1994, entre otros), por lo que se dispone de numerosas cronologías de referencia.
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Dada la situación que posee el estudio dendrocronológico patagónico, es decir la falta de largas series de referencia continuas y prolongadas que se remonten desde la actualidad a miles de años atrás, el objetivo de esta investigación es iniciar estudios en contextos arqueológicos patagónicos a los fines de obtener una serie dendrocronológica que permita la correlación y datación de nuevas series (Caruso Fermé, 2012a, en prensa; Caruso Fermé y Villalba, 2011). Esto posibilitaría en un futuro trabajar dendro-antracologicamente ocupaciones cazadoras-recolectores del Holoceno temprano y medio, además de las tardías en las que la equiparación de la serie anillos de crecimiento con las series de referencias existentes es más factible. Por otro posibilitar también en un futuro, la reconstrucción de condiciones medioambientales y climáticas en las que se desarrollaron los grupos cazadores-recolectores que ocuparon esta zona. Metodología y técnica de estudio dendro-antracológico En el desarrollo de los estudios dendro-antracologicos no existe una metodología preestablecida para el preparado de los carbones. Por lo que pueden encontrarse distintas formas de preparar el plano natural del carbón (sección transversal) sobre el cual se llevará a cabo el estudio. Una de ellas consiste básicamente en la limpieza del plano transversal, a partir de un elemento cortante —hoja de afeitar—, de modo que el límite de cada uno de los anillo de crecimiento sea claramente visible. En aquellos casos en que los carbones presentan demasiadas irregularidades, otra forma de preparar el plano transversal es sumergir el carbón directamente en agua y congelarlo. Posteriormente utilizando una hoja de afeitar, como en el caso de la madera saturada en agua, se adecuará el plano para su estudio (Marguerie et al., 2010). Una vez acabada la preparación del carbón, la muestra es estudiada sobre un banco de medidas dendrocronológicas, que permite realizar un desplazamiento sobre la superficie de la madera o carbón, en este caso, con precisión de 0,01 mm. El estudio dendrocronológico consiste en el recuento de los anillos de crecimiento mediante el desplazamiento del banco y la realización de una señal informática por cada uno de los anillos. Una vez finalizado el estudio se obtiene como resultado una base de datos donde quedan registrados: el número total de anillos de crecimiento, la longitud total de radios, la medida de cada uno de los mismos, el tipo de ritmo de crecimiento (regular/irregular), etc. El programa utilizado en el registro de datos en el banco de medidas es el Time Series Analysis and Presentation (TSAP) 14. Las curvas obtenidas a partir del análisis deben ser confrontadas con series dendrocronológicas regionales preexistentes, de esta manera es posible realizar una asignación cronológica exacta de la muestra. En esta fase del análisis se utilizó el programa COFECHA 15, con el objetivo de buscar similitudes entre las muestras estudiadas y las series dendrocronológicas de referencia, correspondientes a la misma especie para el norte de Patagonia —figura 18—. Centre de Recherche en Archéologie, Archéosciences, Histoire —CNRS— (Rennes, Francia). COFECHA es un programa para control de la calidad y exactitud del estado de mediciones o muestras que son sometidas al procedimiento de cros-dato (Holmes, 1983). Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Departamento de Dendrocronología e Historia Ambiental. IANIGLACONICET). 14 15
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Figura 18. Análisis dendro-antracológico. Izqda. Carbón de Austrocedrus chilensis. Dcha. Crossdating COFECHA.
4.7. E studio de los procesos tecnológicos de instrumentos de madera El estudio de instrumentos o bienes de madera tiene por objetivo representar el proceso de producción y uso de estos objetos, centrándose en las etapas: desde la adquisición de la materia prima hasta la obtención del producto final. Por otra parte también se buscan indicadores del uso dado a ese objeto, a partir de la presencia de trazas macroscópicas y microscópicas en su superficie. La determinación de la materia prima utilizada es el primer paso en el estudio de los procesos tecnológicos de instrumentos de madera o parte de ellos (Palomo et al., 2011). El propósito en este caso es doble, por un lado determinar la especie vegetal utilizada como soporte y por otro identificar la parte anatómica empleada —rama, fragmento de tronco, etc.— en la elaboración (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a; Caruso Fermé et al., 2011, 2014b, 2015; Palomo et al., 2011; Piqué, 2006). La determinación de la materia prima no solo permite conocer determinadas propiedades del material utilizado —flexibilidad, dureza, etc.—, sino que brinda valiosa información en lo referente a la gestión del material leñoso por parte de los distintos grupos. La presencia o ausencia en el registro arqueológico de restos de la especie leñosa utilizada en la elaboración de un instrumento permite comprender las modalidades de adquisición de la madera y los posibles usos otorgados. Por otro lado, el estudio de instrumentos u objetos confeccionados en material leñoso es otra posibilidad de apreciar el conocimiento que los integrantes de un grupo podían tener del entorno vegetal que ocupaban (Chabal y Feugère, 2005). El trabajo en madera no es solamente el reflejo del conocimiento del medio vegetal sino también la imagen de ciertas elecciones culturales de un grupo: por ejemplo la producción de vajilla en madera y en vez de en cerámica (Beyries y Hayden, 1993).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
La observación macroscópica de la morfología de cada instrumento, así como los rasgos de la superficie permitirá la identificación del tipo de soporte y las partes anatómicas o sección —rama, tronco entero o segmentado, etc.— empleadas en la fabricación de los mismos. La visibilidad de los anillos de crecimiento y la observación de la dirección de las fibras de la madera son elementos que posibilitan determinar macroscópicamente el soporte leñoso. Además es importante la observación de la existencia de restos de corteza, ya que la misma así como los rastros dejados por el descortezamiento son indicativos de la actividad de preparación del soporte. Por otra parte, la evidencia de indicios de combustión o restos de adhesivo por ejemplo, ofrecen información relacionada con el proceso de acabado o ensamble de las piezas, entre otras cosas. Una vez determinada la materia prima y el tipo de soporte el paso siguiente es el estudio morfológico de cada instrumento. El mismo consiste en el registro de las dimensiones: longitud, ancho y espesor. No obstante, las propias características de cada objeto determinarán aquellas dimensiones que deberán ser registradas, más allá de las anteriormente mencionadas. La madera puede ser trabajada de diferentes maneras, por ejemplo con la ayuda de instrumentos cortantes, de percusión directa o indirecta, por raspado o por abrasión. Distintas fuentes históricas (Gallardo, 1910; Gusinde, 1937, entre otros) y trabajos arqueobotánicos (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a; Caruso Fermé et al., 2011, 2014b, 2015; Piqué, 2006) mencionan el desarrollo de diferentes operaciones técnicas que incluyen el descortezamiento, el desbastado y la pulimentación de la madera durante la fabricación de instrumentos atribuidos a grupos cazadoresrecolectores patagónicos. De esta manera, el estudio de la superficie de los objetos es una manera de obtener información sobre las distintas actividades realizadas en el proceso de fabricación. La recuperación de objetos de madera en sitios arqueológicos patagónicos es sumamente escasa, solo en casos muy aislados fue posible el estudio de alguna pieza (Capparelli et al., 2009; Caruso Fermé, 2012a, 2013a; Caruso Fermé et al., 2014b, 2015; Pérez de Micou, 1979-82). El análisis funcional de artefactos líticos es otra manera de acercarnos a la utilización o consumo de recursos vegetales, ya que el uso de los instrumentos sobre materias primas de origen vegetal produce rastros característicos que permiten inferir el material trabajado y conocer la actividad desarrollada por ese instrumento (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013b). En el área patagónica, la aplicación del análisis funcional de base microscópica se vincula con el uso de las maderas a lo largo de la secuencia de ocupación del canal Beagle. En los conjuntos líticos posteriores al 2.000 AP se produce un incremento sustancial de rastros vinculados con el trabajo de madera en coincidencia con el aumento significativo de las puntas de arma (por ejemplo, Álvarez, 2003, 2010; Clemente, 1997). No obstante, si bien los instrumentos utilizados en el procesado son un buen indicador de la utilización del material leñoso como materia prima, se continúa desconociendo los procesos tecnológicos desarrollados sobre el mismo. De esta manera, el análisis tecnológico y funcional, tal como se viene realizando sobre materias primas líticas, es una posible forma de aproximación a los procesos de producción de instrumentos y parte de ellos confeccionados con materia prima leñosa. Sobre la superficie de aquellos instrumentos de madera que poseen una buena conservación, se evidencian
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dos tipos de trazas: las tecnológicas, producidas durante el proceso de fabricación del instrumento y las funcionales, producidas por el desgaste de uso (Álvarez et al., 2000, 2001; Anderson-Gerfaud, 1986; Anderson-Gerfaud et al., 1987; Anderson et al., 1993; Barton et al., 1998; Beyries, 1988; Briuer, 1976; Castro, 1994, 1996; Clemente, 1997; Gräslund, 1990; Kealhofer et al., 1999; Keeley, 1980; Mansu-Franchomme, 1983; Semenov, 1964). Existe un tercer grupo de trazas que son resultado de procesos postdepositacionales (Clemente, 1997, entre otros). A pesar de que las trazas se enmascaran unas a otras, proporcionan suficiente información sobre las acciones que las han producido (Palomo et al., 2011). Las excepcionales condiciones de conservación que caracterizan al sitio Cerro Casa de Piedra 7 posibilitaron la recuperación de dos objetos de madera. Uno de ellos en la Capa 17 (9.390 ± 40 AP) y otro en la Capa 6 (6.150 ± 105 AP) (Caruso Fermé, 2012a; Caruso Fermé et al., 2015). El análisis traceológico de los mismos tuvo por objetivo inferir de que manera y con qué tipo de instrumentos fueron elaborados. Por otro lado, determinar si efectivamente los mismos fueron utilizados y qué tipo de uso tuvieron. El estudio de los procesos tecnológicos de los objetos de madera recuperados en Cerro Casa de Piedra 7 se basa en el análisis taxonómico, análisis morfológico y análisis traceológico. Análisis taxonómico de objetos de madera Como se mencionó anteriormente, la identificación de la especie se realiza a partir de la observación de la estructura anatómica de sus tres planos naturales. La toma de muestras consiste en la extracción de delgadas láminas de cada uno de los tres planos de la madera con la ayuda de un instrumento cortante. Las muestras son visualizadas a través de un microscopio con luz transmitida, (en este trabajo se utilizó un Zeiss (Axioskop 40) 16, y comparadas con muestras de referencia de madera actual. Este tipo de análisis es invasivo razón por la cual las muestras extraídas deben poseer un tamaño que permita la identificación de la especie, pero ser lo suficiente pequeñas para no dañar el objeto (Caruso Fermé, 2008, 2012a; Caruso Fermé et al., 2015). La recuperación de objetos de madera en sitios arqueológicos patagónicos no es recurrente, motivo por el cual la extracción de muestras debe realizarse en las partes que presentan fracturas, pulidos de la superficie o grietas en las piezas estudiadas, de manera que su estudio altere lo menos posible el objeto y pueden ser una vía alternativa para la observación y análisis de los distintos planos de la madera. Análisis morfológico de objetos de madera El análisis morfológico se basa en el registro métrico: longitud, anchura y espesor de cada pieza. Además fueron consignadas la presencia de restos de corteza, indicios de termoalteración, de restos de adhesivo y las características de la superficie del material —pulida o con marcas de descortezamiento—. 16 Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age), laboratoire du CNRS.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Determinación de la función y la producción de los objetos de madera a partir de las trazas Las distintas trazas observadas en la superficie de los instrumentos fueron registradas. Las mismas fueron estudiadas mediante la utilización conjunta de una lupa binocular Leica DM 2500M 17 equipada con una cámara Leica IC 3D y un microscopio estereoscópico Leica MZ16A 18 con una cámara Leica DFC 420. Las trazas analizadas fueron seleccionadas y capturadas en soporte digital. 4.8. Determinación de la estacionalidad a partir de la presencia de corteza Las especies vegetales que se desarrollan en climas templados presentan la particularidad de que en un período del año producen células y en otro no. El conjunto de células agregadas bajo la corteza en cada uno de estos ciclos forma el denominado anillo de crecimiento. La madera formada al inicio del anillo es denominada madera temprana o leño de primavera, y está caracterizada por paredes delgadas y lúmenes amplios. La madera formada al término del período vegetativo normalmente en otoño, cuando las células van disminuyendo su actividad vital se denomina madera tardía o leño de otoño. Se distingue por células de paredes anchas y lúmenes estrechos (Díaz-Vaz, 2003; Nahuelpán López, 2007). El ancho de cada anillo de crecimiento varía desde una fracción de milímetros hasta algunos centímetros. Esto depende tanto de factores genéticos como ambientales (Navarrete, 2001). Existen casos excepcionales como el de Araucaria araucana (Mol.) Koch. —araucaria o pehuén— en cuya madera es difícil detectar diferencias de los diámetros celulares entre la madera temprana y la tardía. Contrariamente, la madera de Austrocedrus chilensis (D. Don.) Pic. Serm. et Biz. —ciprés de la cordillera— por ejemplo, presenta diferencias muy marcadas entre la madera temprana y la madera tardía —ver figura 19—. Además de las características propias de la especie, los árboles que crecen en regiones con estaciones del año marcadas presentan anillos de crecimiento bien nítidos, mientras que los que crecen en lugares donde las condiciones climáticas se mantienen constantes durante gran parte del año, tienen anillos de crecimiento poco notables. El límite de los anillos de las latifoliadas 19, que crecen en climas templados, se puede visualizar gracias a las diferencias existentes entre algunas células del inicio y fin de los anillos de crecimiento. Las diferencias varían de acuerdo al tipo de célula y especie. Por ejemplo, en el caso de especies como Embotrium coccineum (J. R. et G. Forster) —notro— y Gevuina avellana (Mol.) —avellano— el límite del anillo está enmarcado también por un ensanchamiento muy notorio de los radios leñosos en la zona del límite de los anillos (Díaz-Vaz, 1979, 1981, 2003) —ver 17 Departamento de Arqueología y Antropología. Institución Milá y Fontanals (CSIC-Barcelona. España). 18 Departamento de Arqueología y Antropología. Institución Milá y Fontanals (CSIC-Barcelona. España). 19 Las especies latifoliadas son los árboles que presentan hojas con forma laminar y generalmente ramas que se bifurcan adquiriendo forma dendrítica.
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figura 20—. En algunos casos como la conífera Auraucaria auracana, el límite entre los anillos de crecimiento es difuso y por tanto difícil de delimitar (Díaz-Vaz, 1984). Es común encontrar en troncos, anillos de crecimiento discontinuos o los llamados falsos anillos de crecimiento, que dificultan la determinación exacta de la edad de un árbol y cuya formación puede atribuirse a causa externas —heladas tardías, caída temporaria de hojas, defoliación y fluctuaciones climáticas en general— que alteran el funcionamiento normal del cambium.
Figura 19. Límite del anillo de crecimiento, contraste de madera temprana y tardía. A. Austrocedrus chilensis (390X). B. Fitzroya cupressoides (250X). La doble flecha indica límite del anillo (extraído Diaz-Vaz, 2003).
Figura 20. A. Reducción del diámetro de los poros hacia el término del anillo en Nothofagus oblicua. B. Radios leñosos con ensanchamiento en el límite del anillo en Gevuina avellana (extraído de Diaz-Vaz, 2003).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
En el planto transversal de la madera se pueden distinguir a nivel microscópico las células que se producen en los distintos períodos vegetativos, así como las diferencias existentes entre las células del inicio y término de cada crecimiento. La observación del último anillo de crecimiento (antes de la corteza), permite estimar el momento del ciclo vegetativo en el que se encontraba la planta cuando cesó su crecimiento, ya sea porque fue cortada o por causas naturales. En contextos arqueológicos es poco frecuente la conservación de corteza, ya que normalmente en el proceso de combustión es lo primero en arder. Sin embargo, existen contextos particulares en los cuales el material leñoso se encuentra en perfecto estado de conservación. En estos casos, en los que se conserva la corteza, es posible la realización de un estudio de estas características. La madera muerta en el suelo del bosque puede representar un período largo de acumulación y se puede producir en distintos momentos. Por lo tanto, su recolección no reflejará la estación en la que se llevó a cabo la obtención del material leñoso, sino el periodo vegetativo en el que cada una de las maderas recolectadas dejó de crecer. En el caso de vigas recuperadas en yacimientos, es decir maderas taladas de árboles vivos, sería posible que ellas representaran el mismo momento de muerte. También sería así para fenómenos catastróficos que afectaran a un bosque o parte de él (un alud, un incendio). En consecuencia, cabe tener presente que la corteza de las maderas analizadas simplemente determinará la estacionalidad en que los leños dejaron de crecer, por lo que la información obtenida no debe ser considerada evidencia ligada a la estacionalidad de ocupación del nivel arqueológico. Este tipo de análisis fue aplicado en el sitio Cerro Casa de Piedra 7. La existencia y excepcional conservación de la madera de distintas especies vegetales, algunas de ellas con restos de corteza, posibilitó estimar el momento del ciclo vegetativo en el que se encontraba la planta cuando dejó de crecer. Las muestras estudiadas se componen de maderas de Berberis sp. y Nothofagus pumilio. Estudios de estas características pueden contribuir a su vez a comprender las modalidades de recolección y proceso de formación del conjunto.
Casos de estudio y caracterización de la vegetación patagónica
La Patagonia argentina se extiende entre el río Colorado al norte y el cabo de Hornos al sur, el océano Atlántico al este y el límite con Chile al oeste. Su superficie es de aproximadamente 1.760.000 km². Políticamente la componen cinco provincias: Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. La variabilidad ambiental de Patagonia se encuentra determinada por diversos factores. La latitud, relieve y la posición de la cordillera respecto de los océanos son algunos de estos factores (Cabrera y Willink, 1973; Morello, 1984). La entrada de vientos húmedos procedentes del Pacífico, así como el marcado aumento de las precipitaciones en sentido este-oeste, determinan —entre otras cosas— la variación de la vegetación desde la estepa llegando a la conformación de densos bosques hacia el oeste del área. De esta manera, la disminución de las precipitaciones desde el oeste hacia el este establece un gradiente de tipos de vegetación: bosque, estepa graminosa, estepa arbustivo-graminosa, estepa arbustiva y erial (León et al., 1998; Movia et al., 1987; Soriano, 1956). En Patagonia continental, el ambiente de bosque que se extiende a lo largo de la Cordillera de los Andes entre las latitudes 39° sur y 53° sur se presenta como una estrecha franja de aproximadamente 2000 km de largo y 120 km de ancho. A lo largo de su extensión y en sentido norte-sur se observa una disminución de la riqueza de especies vegetales (Arroyo et al., 1995; Morello, 1984). Para el desarrollo de esta investigación fueron seleccionados determinados sitios arqueológicos localizados en diferentes tipos de formaciones vegetales: bosque, ecotono-bosque estepa y estepa (según reconstrucciones polínicas y registros actuales) en distintas latitudes de la Patagonia argentina. Los sitios arqueológicos son los siguientes —figura 21—: 1. Paredón Lanfré —41° 36’ 18’’S y 71° 32’ 38’’W— situado en el bosque andino-patagónico (provincia de Río Negro). 2. Cerro Pintado —42º 31’ 07’’S y 71º 30’ 34’’W—, a 100 km del anterior yacimiento, localizado en la zona de ecotono-bosque estepa, (provincia de Chubut). 3. Cerro Casa de Piedra 7 —47° 57’S y 72° 05’W— ubicado en el Parque Nacional Perito Moreno en una zona característica de ecotono-bosque estepa (provincia de santa Cruz). 4. Orejas de Burro 1 —52º 07.769’S y 69º 33.151’W—, más precisamente en las estepas del Campo Volcánico Pali Aike (provincia de Santa Cruz).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 21. Ubicación de los cuatro sitios arqueológicos trabajados en esta investigación.
A continuación se describen los tipos de formaciones vegetales que caracterizan la zona donde se encuentra cada uno de los sitios arqueológicos. De esta manera se presentan en primer lugar el Paralelo 42º (área de la Comarca Andina), posteriormente el Paralelo 47º (área cordillerana) y finalmente el Paralelo 52º (campo volcánico).
1. Paralelo 42º (Comarca Andina) Como casos de estudio para esta latitud se analizaron los sitios arqueológicos Cerro Pintado y Paredón Lanfré, separados por 100 km de distancia. Cerro Pintado está ubicado en un afloramiento rocoso sobre la margen izquierda del río Blanco, al
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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sudoeste de la localidad de Cholila —provincia de Chubut— (Bellelli et al., 2003). Paredón Lanfré se encuentra al pie de la ladera del Cerro Foyel (500 m s. n. m.) en la provincia de Río Negro, a mil metros de la margen izquierda (sur) del Río Manso (Podestá et al., 2007). Ambos sitios se encuentran localizados en la Comarca Andina del Paralelo 42º (CA42º) la cual comprende el área cordillerana del noroeste de la Provincia del Chubut y del sudoeste de la Provincia de Río Negro (Podestá et al., 2000). La Comarca se estructuró oficialmente en 1990 utilizando criterios geográficos, económicos, sociales y turísticos, aunque fue concebida como una unidad desde hace varias décadas. el límite interprovincial no quiebra la unidad territorial de la región que se encuentra aproximadamente entre los paralelos 41º 45’ y 42º 35’ de latitud sur y los meridianos de 71º y 72º de longitud oeste (Bellelli et al., 2003; Podestá et al., 2000, entre otros) —ver figura 22—. El área de la Comarca Andina Paralelo 42º (CA42º) se extiende dentro del denominado Distrito Occidental, correspondiente a la unidad fisonómica-florística Provincia Fitogeográfica Patagónica (Cabrera, 1976; Cabrera y Willink, 1973; León et al., 1998). La entrada de vientos húmedos procedentes del Pacífico, así como el marcado aumento de las precipitaciones en sentido este-oeste, determinan —entre otros factores— la variación de la vegetación desde la estepa llegando a la conformación de densos bosques hacia el oeste del área (León et al., 1998; Soriano, 1956).
Figura 22. Izqda. Mapa ubicación de la CA42º en Patagonia. Dcha. Mapa ubicación de los sitios Paredón Lanfré y Cerro Pintado en la CA42º.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Actualmente la Comarca Andina se caracteriza por la presencia de un Bosque Caducifolio y en menor medida por la presencia de un Bosque templado de tipo valdiviano (Cabrera y Willink, 1973), popularmente conocido como selva valdiviana. – Bosque Templado de tipo Valdiviano El Bosque Valdiviano comprende gran parte del sur de Chile (37º 20’S hasta el paralelo 47º y una franja muy angosta lindante del sudoeste de la Argentina —provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut— en sectores puntuales relacionados con isohietas superiores a 1500 mm anuales (Cabrera, 1976; Cabrera y Willink, 1973; Dimitri, 1972; Faggi, 1994; Mendes et al., 1995). Este tipo de bosque se caracteriza básicamente por sus formaciones de bosques perennifolios, dominados por Nothofagus dombeyi —coihue— en asociación con Fitzroya cupresoides —alerce— y otras especies de Nothofagus (Nothofagus oblicua —roble— y Nothofagus alpina —raulí—). El sotobosque se caracteriza por la presencia de especies tales como Ribes magellanicum —parilla—, Fuchsia magellanica —chilco—, Berberis sp., Bambúseas (género Chusquea, etc.) dicotiledóneas arbóreas, lianas, etc. (Cabrera, 1976; Cabrera y Willink, 1973). – Bosque caducifolio El Bosque Caducifolio se presenta como una franja en la vertiente occidental de la cordillera de los Andes en el centro-sur de Chile y las provincias argentinas de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego Antártida e Islas del Atlántico Sur (Cabrera y Willink, 1973). En el área de la Comarca Andina Austrocedrus chilensis forma bosques puros o mixtos en asociación con Nothofagus (Cabrera y Willink, 1973; Dezzotti et al., 1991; Donoso et al., 2006; Gallo et al., 2004). En esta área las especies características de género Nothofagus son: Nothofagus antarctica —ñire—, Nothofagus dombeyi —coihue— y Nothofagus pumilio —lenga— (localizada entre los 900 y 1100 m s. n. m.). El estrato arbustivo se caracteriza por la presencia de especies tales como Fabiana imbricata —palo pichi, Colletia spinosa, Berberis sp., etc. (Cabrera y Willink, 1973; Cabrera, 1980; Faggi, 1994)—. 1.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación Las características de la vegetación del noroeste de Patagonia han sido estudiadas a partir del análisis de testigos sedimentarios realizados en la Laguna el Trébol —41.07º S y 71.49º W—, en la provincia Río Negro y en el Lago Mosquito o Pellegrini —42.50º S y 71.40º W— en la provincia Chubut (Whitlock et al., 2006). Los distintos estudios señalan cambios en la vegetación y el clima durante últimos 15.000 años calibrados AP (Whitlock et al., 2006). A continuación se presentará una síntesis sobre la evolución paleoambiental de este área. Los distintos estudios señalan cambios en la vegetación y el clima durante últimos 15.000 años calibrados AP. Los resultados obtenidos a partir de los testigos
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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sedimentarios de la Laguna el Trébol evidencian para el período 15.000 predominio de taxones herbáceos y posteriormente un aumento brusco de Nothofagus dombeyi y disminución de taxones como Asteraceae y Poaceae. Esta asociación de polen sugiere un bosque de Nothofagus escaso (probablemente de Nothofagus dombeyi o Nothofagus antarctica) y zonas verdes (Whitlock et al., 2006). Entre los 11.380 y 5.880 años cal. AP la asociación de polen sugiere para la zona de la Laguna el Trébol un bosque de Nothofagus abierto con un sotobosque de arbustos. Por su parte el alto porcentaje de Cyperaceae y Juncaeceae evidenciado en los testigos sedimentarios del Lago Mosquito para el período 9.060 años cal. AP sugiere condiciones de humedales —ver tabla 3 y 4—. Entre el 9.060-3.500 años cal. AP los datos de ambos testigos sedimentarios demuestran una disminución de Nothofagus dombeyi y un aumento en el porcentaje de Cupressaceae (Whitlock et al., 2006). Los resultados de la Laguna el Trébol sugieren desde los 3.500 cal AP hasta la actualidad un aumento del porcentaje de Nothofagus dombeyi y una disminución de los valores de Cupressaceae. Esta asociación indicaría el establecimiento de un bosque mixto como el actual, dominado mayoritariamente por Nothofagus y en menor medida por Austrocedrus chilensis. Por su parte los resultados obtenidos en el Lago Mosquito plantean para el 210 cal AP hasta la actualidad una fuerte disminución de Nothofagus dombeyi y aumento del porcentaje de Cupressaceae (Whitlock et al., 2006) —ver figura 23—. CAMBIOS PALEOAMBIENTALES (Laguna el Trébol -41.07º S y 71.49º W-) Cronología (años AP)
Vegetación
15.000
Predominio de taxones herbáceos
15.360
Altos porcentajes de Poaceae, Porcentajes bajos de taxones de estepa (Asteraceae, etc.) Taxones de bosque: Myrtaceae, podocarpus, etc.
15.360-11.380
Aumento brusco de Nothofaus dombeyi, Disminución de Poaceae y Asteraceae
11.380-5.880
Altos porcentajes de Nothofagus dombeyi, Rhamnaceae y taxones esteparios (Asteraceae, etc.)
5.880-3.500
Disminución porcentaje de Nothofagus dombeyi Aumento porcentaje de Cupressaceae Continua la disminución del porcentaje de Poaceae
3.500 actualidad
Aumentode Nothofagus dombeyi Disminución valores de Cupressaceae Valores muy bajos de Poaceae
Bibliografía
Whitlock et al., 2006
Tabla 3. Evolución paleoclimática del área de la Comarca Andina Paralelo 42º (resultados de la Laguna el Trébol).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
CAMBIOS PALEOAMBIENTALES (Lago Mosquito -42.50º S y 71.40º W-) Cronología (años AP)
Vegetación
9.060
Altos porcentajes de taxones esteparios (Asteraceae, etc.) Bajas cantidades de Nothofagus dombeyi Atos procentajes de Cyperraceae y Juncaceae
9.060-4.030
Aumento de Nothofaus dombeyi, Disminución polen de estepa y matorrales Porcentajes significativos de taxones de bosque abierto (Rhamnaceae y Maytenus)
4.030-2.670
Disminución de Nothofaus dombeyi Fuerte aumento de de Poaceae Ligero aumento de Cupressaceae
2.670-1.380
Valores moderados de Nothofagus dombeyi Altos valores de Cupressaceae
1.378-225
Aumentode Nothofagus dombeyi Disminución valores de Cupressaceae
210 actulidad
Fuerte disminución de Nothofagus dombeyi Aumento porcentaje de Cupressaceae
Bibliografía
Whitlock et al., 2006
Tabla 4. Evolución paleoclimática del área de la Comarca Andina Paralelo 42º (resultados del Lago Mosquito).
Figura 23. Esquema de la evolución de la vegetación durante los últimos 13.000 años en el norte de Patagonia (extraído de Whitlock et al., 2006).
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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2. Paralelo 47º (área cordillerana) Como caso de estudio para esta latitud del sur de Patagonia se analizó el sitio arqueológico Cerro Casa de Piedra 7, localizado a 900 m s. n. m. en el cerro del mismo nombre, en el Parque Nacional Perito Moreno (PNPM). Este parque nacional de 115.000 ha. se encuentra en el área cordillerana de la Provincia de Santa Cruz a los 47° 40’ S y 72° 30’ O, limitando al oeste con Chile. Una de sus peculiaridades es la presencia de ocho lagos (siete de vertiente pacífica y uno de vertiente atlántica). El Parque Nacional Perito Moreno forma parte del área arqueológica «Río Belgrano-Lago Posadas (ARBLP)» (Aschero et al., 1992), cuya ocupación humana desde el Holoceno temprano ha sido comprobada (Aschero et al., 2005; Civalero et al., 2007). El clima de la región es templado-frío, con temperaturas inferiores a –10°C durante los meses húmedos de invierno y con veranos secos. Fitogeográficamente se ubica dentro de las provincias Altoandina, Subantártica y Patagónica (Cabrera y Willink, 1973; Cabrera, 1976; León et al., 1998; Roig, 1998). La entrada de vientos húmedos procedentes del Pacífico, así como el marcado aumento de las precipitaciones en sentido este-oeste, determinan —entre otros factores— la variación de la vegetación desde la estepa llegando a la conformación de densos bosques hacia el oeste del área. El paralelo de 47°S coincide con un límite importante en la distribución de la vegetación. Hacia el norte, donde las precipitaciones son mayores, el bosque se caracteriza por una mayor biodiversidad en contraposición a los bosques del sur patagónico. Por su parte, en Patagonia centro-meridional el meridiano de 70° marca la separación entre la secuencia ambiental/microambiental Cordillera-Altiplanicie Central al oeste y Altiplanicie-Costa Atlántica al este (Aschero, 1996). El área de estudio posee tres sectores ambientales claramente definidos: a) la estepa, representada básicamente por densos coironales de Festuca pallescens y ejemplares de Nardophyllum obtusifolium (mata torcida); b) una zona de transición con vegetación achaparrada por el viento caracterizada principalmente por Nothofagus antarctica y Nothofagus pumilio; y c) el bosque, constituido casi exclusivamente por N. pumilio, donde la temperatura es algo superior y los vientos no soplan con tanta inclemencia. Los límites geográficos y su heterogeneidad están relacionados con las condiciones climáticas (Mermoz, 1998) —ver figura 24—. El bosque continuo es el de mayor porte y cobertura, alcanzando los 1.500 msnm. Está integrado por cuatro taxones arbóreos: Nothofagus pumilio, Nothofagus betuloides, Nothofagus antarctica y Drimys winteri (canelo). Las especies Embothrium coccineum (notro), Maytenus magellanica (leña dura) y Pilgerodendron uviferum (ciprés de la guaitecas) pueblan los sitios más húmedos del bosque. Los bosques discontinuos, en cambio, son más bajos y abiertos pero con un sotobosque más rico y en general bastante denso. El estrato arbóreo está integrado casi exclusivamente por Nothofagus antarctica (Mermoz, 1998; Movia et al., 1987; Peri, 2004). Como integrantes más frecuentes del sotobosque se
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
encuentran: Empetrum rubrum (murtilla), Mullinum spinosum (neneo), Nardophyllum obtusifolium (mata torcida), Pernettya mucronata (chaura), Berberis buxifolia (calafate), Chiliotrichum diffusum (mata negra), Baccharis magellamica (mosaiquillo), Senecio miser (senecio), Senecio patagonicus (senecio), Discaria chacaye (espino blanco), Adesmia boronioides (paramela), Anarthrophyllum rigidum (mata guanaco); Escallonia rubra (siete camisas), entre otros (Guerrido et al., 2007; Mermoz, 1998; Kofalt y Mascó, 2000-2004).
Figura 24. Tipos forestales del Bosque Nativo (Peri, 2004).
2.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación Las características de la vegetación patagónica han sido estudiadas mediante el análisis polínico en gradientes climáticos actuales. Estos estudios permitieron no
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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solo describir sus peculiaridades y evaluar las relaciones actuales entre los conjuntos polínicos, el clima y la flora, sino que posibilitaron la interpretación de los cambios climáticos y de la vegetación durante el Holoceno a partir de la realización de registros de polen fósil en sedimentos arqueológicos y turberas (Burry et al., 2005; Paez et al., 1994; Mancini, 1997, 1998, 2002; Markgraf et al., 1996; Rojas Villegas et al., 1997). A continuación se presentará una síntesis sobre la evolución paleoambiental del área Río Belgrano-Lago Posadas a partir de la transición Pleistoceno-Holoceno. Para ello se recurrió a datos provenientes de secuencias polínicas de tres sitios arqueológicos ubicados en el Parque Nacional Perito Moreno: Cerro Casa de Piedra 7 (Bamonte y Mancini, 2009, 2011; Mancini, 1997, 1998, 2002, 2007, 2009; Velázquez et al., 2010) y los aleros Dirección Obligatoria y Destacamento Guardaparques en el sector norte del parque (Mancini, 2002, 2007). Se incluye también información obtenida en latitudes más australes (50°S), en el sitio arqueológico Chorrillo Malo 2 (Mancini, 2007, 2009) y en una turbera en la zona de bosque cercana al Cerro Frías (Bamonte y Mancini, 2009; Mancini, 2007, 2009) —ver tabla 5 y figura 25—. La inclusión del análisis polínico de sedimentos procedentes de sitios no arqueológicos posibilita la inferencia de cualquier alteración tafonómica resultante de la depositación polínica (Mancini, 2007). De esta manera, la lectura y comparación de las distintas secuencias polínicas permiten realizar una interpretación paleoecológica adecuada del registro paleoambiental de la zona de estudio. Los distintos estudios palinológicos señalan cambios en la vegetación y el clima desde la transición Glaciar tardío-Holoceno. Entre los 10.600 y 9.600 años cal. AP las secuencias polínicas sugieren un acrecentamiento del género Nothofagus, probablemente en relación con el aumento de la temperatura y de las precipitaciones. La estructura de los bosques de Nothofagus habría sido relativamente abierta permitiendo la existencia de arbustos como, por ejemplo, subfamilia Asteraceae Asteroideae y plantas en cojín —Empetrum, Acaena, etc.— La presencia de helechos también indica condiciones de bosque abierto hasta los 8.000 (Mancini, 2009). Es importante mencionar los estudios de González (1990) que proponen para esa época un aumento en el caudal de las cuencas lacustres del área, lo que habría formado un gran paleolago que alcanzó a cubrir hasta la cota actual de 900 metros, unificando así las actuales cuencas de los lagos Belgrano, Burmeister y Azara. Esto se ve reflejado en los sedimentos basales de las cuevas del Cerro Casa de Piedra y en las muescas de erosión lacustre en el frente de Cerro Casa de Piedra 7 (ver Aschero, 1996). Entre los 8.000 y 7.000 años cal. AP el bosque de Nothofagus continúa creciendo (Mancini, 2002). Para el período entre 7.000 y 6.000 años cal. AP se registra una disminución en los porcentajes de Nothofagus, lo que según Mancini (2002) puede indicar una reducción de los bosques. Entre 5.800 y 3.200 cal. AP el incremento de taxones arbustivos —Asteraceae subfamilia Asteroideae, Solanaceae, Berberis, Mulinum— y de Nothofagus sugiere un aumento de la temperatura de verano asociado a condiciones de mayor disponibilidad hídrica. La asociación polínica durante este lapso reflejaría el desarrollo del ecotono bosque-estepa arbustiva que actualmente crece hacia las zonas más cercanas a los Andes (Mancini, 1997, 1998, 2002).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Después de ca. 3.000 años cal. AP el incremento de Nothofagus y la disminución de taxones arbustivos (Asteraceae subfamilia Asteroideae, Mulinum, Empetrum, Berberis) indican aumentos episódicos de la temperatura, aunque no tan significativos como para posibilitar el establecimiento continuo del bosque. Entre 2.700 y 2.000 AP habría ocurrido el máximo desarrollo del bosque discontinuo de Nothofagus en los alrededores del cerro Casa de Piedra (Mancini, 2002, 2009). La semejanza en los valores porcentuales de los espectros polínicos actuales estaría señalando bosques discontinuos de Nothofagus (Hesser, 1989). Para esa época Stine y Stine (1990) registran un importante incremento en el nivel del lago Cardiel, que concuerda con una nueva formación del paleolago en el Parque Nacional Perito Moreno (González, 1992). Entre 1200 y 250 AP, las secuencias polínicas de los sitios del sector norte del parque —aleros Destacamento Guardaparques y Dirección Obligatoria— evidencian la expansión de la estepa arbustiva, sugiriendo de esta manera un aumento de la temperatura comparable con los registros actuales (Mancini, 2002). CAMBIOS PALEOAMBIENTALES Cronología (años AP)
Vegetación
Clima
*ESTEPA GRAMINOSA (sector norte del Parque Nac. P. Moreno) -condiciones análogas a las actuales(a partir 250 AP)
Aumento en la disponibilidad de la humedad
*EXPANSIÓN ESTEPA ARBUSTIVA -sector norte del Parque Nac. P. Moreno(1.200 y 250 años AP)
Aumento de la temperatura Aumento de la precipitaciones -condiciones similares a las actuales(1.200 y 250 años AP)
*MÁXIMO desarrollo del BOSQUE discontinuo de Nothofagus (2.700 y 2.000 AP)
Aumentos episódicos de la precipitación y disminución de temperatura. Período de mayor humedad (2.700 y 2.000 AP)
1.000
2.000
3.000
4.000 5.000
*AUMENTO de TAXONES ARBUSTIVOS: Asteraceae subf. Asteroideae, Solanaceae, Berberis sp., Mulinum *AUMENTO del GÉNERO NOTHOFAGUS Desarrollo del ecotono bosque-estepa -condiciones similares a las actuales(ca. 5.800 y 3.200 AP)
Aumento de la temperatura de verano mayor disponibilidad hídrica (ca. 5.800 y 3.200 AP)
Linea de Costa (Lago Cardiel)
Descenso de niveles lacustres -Período seco(900 AP)
Aumento de niveles lacustres -Período húmedo(2.200 AP) Descenso de niveles lacustres -Período secoAumento de niveles lacustres -Período húmedo(5.500 y 4.500 AP)
Tabla 5. Evolución paleoclimática del área del sitio Cerro Casa de Piedra 7.
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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CAMBIOS PALEOAMBIENTALES Cronología (años AP) 6.000
7.000
8.000
9.000
10.000
Bibliografía
Vegetación
Clima
*REDUCCIÓN BOSQUE de NOTHOFAGUS *EXPANSIÓN ESTEPA ARBUSTIVA: -Asteraceae subf.Asteroideae, Empetrum rubrum, Acaena, Azorella, Verbenaceae, Fabaceae(ca 7.000 y 6.000 años AP)
Período seco (condiciones más áridas y más frías que la actualidad) (ca. 7.000 y 6.000 años AP)
*CONTINUO AUMENTO del BOSQUE de NOTHOFAGUS (entre ca. 8.000 y 7.000 años AP)
*AUMENTO del GÉNERO NOTHOFAGUS (comienza a expandirse el Bosque de Nothofagus en la zona andina) *PRESENCIA DE ARBUSTOS: Empetrum, Acaena, Asteraceae subf. Asteroideae, etc. (ca. 10.600 y 9.600 AP). *EN ÁREA de CCP7 dominio de gramíneas. *EN ÁREA del Lago San Martín, dominio de estepa graminosa (entre 9.500 y 8.000 años AP)
Aumento de la temperatura Aumento de la precipitaciones (ca. 10.600 y 9.600 AP). Mayor disponibilidad de humedad que en la actualidad o condiciones más húmedas.
(Mancini, 1997, 1998, 2002, 2007, 2009; Bamonte et al.,2009; Bamonet y Mancini, 2010; De porras et al, 2009; Velázquez et al, 2010)
Linea de Costa (Lago Cardiel) Descenso de niveles lacustres -Período seco-
Finalización etapa transgresiva de nivel lacustre (ca. 7.700 años AP). Aumento de niveles lacustres -Período húmedo(10.000 y 7.000 AP)
Stine y Stine,1990
Tabla 5. Evolución paleoclimática del área del sitio Cerro Casa de Piedra 7 (cont.).
Figura 25. Diagrama polínico del sitio Cerro Casa de Piedra 7 (extraído de Mancini, 2007).
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
3. Paralelo 52º (Campo volcánico) Como caso de estudio para esta latitud del sur de Patagonia se analizó el sitio arqueológico Orejas de Burro 1, localizado en una cueva ubicada en el interior de un cono volcánico correspondiente al sector argentino del «Campo Volcánico Pali Aike» (en adelante CVPA), a 17 km del Estrecho de Magallanes. El Campo Volcánico Pali Aike ocupa un área aproximada de 4500 km2 ubicada entre 50° y 52° de latitud S y 69° y 71° de longitud O y abarca un espacio actualmente comprendido en los territorios de Chile y Argentina. Entre los paralelos 52°S y 54°S, que abarcan el sur de la provincia de Santa Cruz y el norte de Tierra del Fuego, se extiende el Distrito Magallánico correspondiente a la unidad fisonómica-florística Provincia Fitogeográfica Patagónica. En base a su vegetación este distrito puede ser clasificado en dos tipos de comunidades: Estepa Magallánica Seca y Estepa Magallánica Húmeda (Cabrera, 1976; Kofalt et al., 2000; León et al., 1998; Oliva et al., 2001). La Estepa Magallánica Húmeda, asociada con valores de precipitación entre 300 y 450 mm, se localiza en los extremos sudoeste y sudeste de la provincia de Sta. Cruz (zona en que se encuentra el sitio Orejas de Burro 1) y también en el norte de Tierra del Fuego. Este tipo de estepa se desarrolla sobre terrazas de origen glacial, planicies glacifluviales y morenas (que constituyen sedimentos cuaternarios). El ambiente es subhúmedo y el clima tiene características oceánicas, debido a que la porción austral de la Cordillera de los Andes es más baja y permite la entrada de los vientos húmedos del Pacífico. Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 6,5 y 5,5°C (León et al., 1998; Oliva et al., 2001, 2004). Es una estepa de gramíneas donde Festuca gracillima (coirón fueguino) es la especie dominante. Entre los arbustos se encuentran Chiliotrichum diffusum, Berberis buxifolia (calafate), Lepidophyllum cupressiforme (mata verde), Nardophyllum bryoides (nardofilum), entre otros. Las especies subarbustivas están representadas por Empetrum rubrum, Nassauvia fuegiana, Nassauvia abreviata —Nausauvia—, Perezia recurvata (margarita azul), Senecio candidans (oreja de cordero), Azorella fuegianum, Azorella monanthos (mogote), etc. (Cabrera, 1976; León et al., 1998; Kofalt et al., 2000; Oliva et al., 2001). 3.1. Evolución histórica del paisaje y la vegetación Las características de la vegetación patagónica, de la misma manera que en zona de estudio correspondiente al paralelo 51º, han sido estudiadas mediante el análisis polínico en gradientes climáticos actuales. Para ello se recurrió a datos provenientes de secuencias polínicas realizadas en la Laguna Potrok Aike —51° 58’S y 70° 23’O— y estudios palinológicos llevados a cabo en la Cuevas Las Buitreras —51° 07’S y 70” 16’O— y Cueva Fell —52° 4’S y 69° 7’30”O— (Haberzettl et al., 2005; Markgraf, 1988, 1993; Prieto et al., 1998; Zolitschka et al., 2004, 2006). La Laguna Potrok Aike se ubica en el sector central del Campo Volcánico Pali Aike, aproximadamente a 67 km del Estrecho de Magallanes y a 90 km al este del límite actual del bosque andino. Estudios geológicos evidencian que la laguna se
CASOS DE ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA VEGETACIÓN…
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ubica en un maar de origen freato magmático formado hace 770.000 años sobre un sustrato de depósito fluvioglaciales, constituyendo un registro único para la mayor de las latitudes medias del hemisferio sur ya que cubre de modo relativamente continuo y con alta resolución todo el Holoceno (Haberzettl et al., 2005; Zolitschka et al., 2006: 307). Las columnas sedimentarias realizadas en la Laguna Potrok Aike y los estudios palinológicos de la Cuevas Las Buitreras y Fell serán los indicadores utilizados para la reconstrucción de la historia paleoclimática del Campo Volcánico Pali Aike (Haberzettl et al., 2005; Markgraf, 1988, 1993; Prieto et al., 1998; Zolitschka et al., 2004, 2006). Los indicadores antes citados conforman las principales tendencias paleoclimáticas, no obstante es preciso mencionar la existencia de fluctuaciones que aun se encuentran en revisión. Como se manifiesta en el cuadro de evolución paleoclimática —ver tabla 6—, a inicios del Holoceno el área correspondiente al Campo Volcánico Pali Aike se encontraba caracterizada por una estepa de gramíneas húmeda y fría, lo que sugiere condiciones de mayor disponibilidad de agua, asociadas a un incremento de las precipitaciones —250 mm— y bajas temperaturas (Markgraf, 1988, 1993; Prieto et al., 1998). CAMBIOS PALEOAMBIENTALES Cronología (años AP)
Clima
Línea de laguna Protok Aike
Vegetación
Tardioglaciar temprano
16.000 -12.800
Elevada humedad Bajas temperaturas
Nivel elevado
Tardioglaciar tardío
12.800 11.400
Período calido y seco
Nivel bajo
Holoceno temprano
11.400 9.200
Período Húmedo Bajas temperaturas
Nivel elevado
Estepa de gramíneas mésica (alto porcentage de Poaceae)
Holoceno medio temprano
9200- 7.300
Períodos de aridez Incremento temperatura de verano
Nivel bajo
Transición de una Estepa mésica a Estepa xérica (reemplazo de Poaceae por Asteraceae, Nassauvia y Ephedra frustillata)
Holoceno medio tardío
7.300 6.300
Elevada humedad
Nivel elevado
Estepa xérica
Bibliografía
Boelcke et al., 1985; Markgraf, 1988, 1993; Prieto et al., 1998; Zolitschka et al., 2004; Haberzettl et al., 2005; Zolitschka et al., 2006
Tabla 6. Evolución paleoclimática del Campo Volcánico Pali Aike.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
A finales del Holoceno temprano se produce una disminución de las precipitaciones (cercanas a 200 mm), acompañada de un incremento en la temperatura de verano. La estepa mésica es reemplazada por una estepa xérica. Las condiciones de estepa xérica se extendieron hacia aproximadamente 8000 años AP cuando en el registro se evidencia un cambio a una situación caracterizada por una mayor disponibilidad de agua entre 7.600 y 4.500 AP, generándose un declive de aquellos taxones xéricos y el retorno hacia condiciones más mésicas (Markgraf, 1988; Prieto et al., 1998). Para los últimos 800 años A.P el espectro de la Cueva Las Buitreras sugiere el desarrollo de una estepa xérica, que hacia los últimos 650 años AP es análoga con el semidesierto actual. Este tipo de estepa es actualmente considerada vegetación secundaria debido al pastoreo (Boelcke et al., 1985; Prieto et al., 1998).
Sitio Cerro Pintado El sitio Cerro Pintado —42º 31’ 07’’S y 71º 30’ 34’’— es un alero estratificado con manifestaciones rupestres dispuestas casi sin solución de continuidad sobre un frente de 95 m de longitud (Bellelli et al., 2003, 2004; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006; Podestá y Tropea, 2001). El alero fue segmentado en tres sectores de acuerdo a su topografía y a la distribución y disposición de los motivos de las representaciones. En el extremo este se encuentra el Sector 1 que comprende una superficie plana de 53 metros de largo, donde la línea de goteo casi coincide con el comienzo del talud. Hacia el oeste se extiende por 20 metros el Sector 2, que posee una pendiente de 12º. Separado de la pendiente por una gran roca se ubica el Sector 3, de 22 metros de largo (Bellelli et al., 2003; Fernández, 2006; Podestá y Tropea, 2001) —ver figura 26—.
Figura 26. Planta de la porción excavada dentro del Sector 1 del sitio Cerro Pintado (extraído de Fernández, 2006).
Las excavaciones de Cerro Pintado se desarrollaron en los años 2000 y 2002. Se excavó un total de 13 cuadrículas de un metro de lado distribuidas en distintas áreas del Sector 1 y subdivididas en sectores de 0,50 m de lado denominados A, B, C y D. En una potencia estratigráfica de 28 cm se identificaron cinco capas sedimentarias; las cuatro primeras presentaron evidencias arqueológicas, la última es estéril. La Capa 1 está formada por un sedimento limoso, con guano de oveja y caballo en algunos sectores compactado y en otros quemados. La capa 2 corresponde a rocas de tamaño diverso que cementan entre sí. La capa 3 se caracteriza por ser carbonosa, presentar varias estructuras de combustión y zonas deprimidas. La capa 4, que aparece solo en algunas cuadrículas, está formada por un sedimento rubefacto que apoya sobre una capa de arcilla (capa 5) —figura 27—.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 27. Perfil estratigráfico norte del sitio Cerro Pintado. Las profundidades relativas están indicadas en centímetros (extraído de Fernández, 2006).
Durante las excavaciones se detectaron acumulaciones de carbón, dos fogones pequeños y un fogón en cubeta, todos provenientes de la Capa 3. La cronología del uso humano del alero fue estimada a partir de la datación de cinco muestras de carbón (ver tabla 7 y figura 28). La más reciente, proveniente de una acumulación de carbón, fue fechada como «Moderno», que por convención significa < 200 años radiocarbónicos (LATYR, 1993). Edad 14C años A. P.
Edad calibrada años A. P. 2 sigma
Sigla laboratorio
Cuadrícula
FOGONES
Nivel y/o profundidad relativa desde la superficie
H17A
acumulación de carbón
Capa 3,13,5 cm
Moderno
--
LP 1319
Capa 3 16,5 cm (CUMBRE)
680+60
544-703
LP 1333(*)
Capa 3 28 cm (BASE)
1.870+80
1.575-1.982
LP 1313(*)
F17C/D G17A/B F17C
Fogón en cubeta (*)
G16A
Fogón pequeño 1
Capa 3 17 cm
1.100±60
921-1.161
LP 1439
F16D
Fogón pequeño 2
Capa 3(3ra), 14 cm
1.120±60
927-1.168
LP 1427
Tabla 7. Fechados radiocarbónicos convencionales, sitio Cerro Pintado —rango estadístico de 2 desvíos estándar— (extraído y modificado de Bellelli et al., 2003). (*) Fogón estudiado en esta investigación.
SITIO CERRO PINTADO
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Figura 28. Ubicación estratigráfica y antigüedad de los fogones del sitio Cerro Pintado.
Debido a la baja tasa de depositación de sedimentos (evidenciada a partir de la escasa potencia estratigráfica y la reducida distancia existente entre las muestras fechadas), y a la imposibilidad de diferenciar niveles estratigráficos, el equipo de investigación considera que el depósito del sitio Cerro Pintado constituye un palimpsesto con muy baja resolución (Bellelli et al., 2003). Esto imposibilita diferenciar niveles estratigráficos o eventos de depositación. Por esta razón, para el estudio arqueológico fueron tomadas dos unidades de análisis: Superficie y Excavación. La primera abarca toda la superficie del Sector 1 y la segunda todas las cuadrículas excavadas, que fueron consideradas como una «única unidad» con un rango temporal entre 680 ± 60 AP y 1.870 ± 80 AP (Bellelli et al., 2003; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006). Con relación a los procesos de formación del registro arqueológico es evidente la influencia de factores que se dan a escala del sitio y otros de carácter más amplio, comunes al ambiente de bosque caducifolio (Fernández et al., 2008). Entre los que se dan a escala del sitio se encuentran la acción de raíces y el uso moderno del alero por parte de seres humanos y del ganado. Pruebas de la intervención humana son varios fogones actuales y algunos pozos de huaqueo, uno de ellos efectuado en el lapso 2000-2002 en el sector excavado en la campaña del año 2000. El impacto del ganado fue constatado por el registro abundante de excremento de oveja, caballo y vaca en la Capa 1. Por su parte, el pisoteo humano y animal también constituye un importante factor de perturbación, que se estima generalizado en toda la superficie excavada. Sin embargo, la incidencia de los fogones actuales estaría acotada a la termoalteración de los materiales subyacentes. Por último, la acción de las raíces está relacionada con los arbustos de rosa mosqueta (Rosa eglanteria) la cual crece dentro
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del alero. La acción de las raíces, así como las marcas de pisoteo evidenciadas en algunos huesos, habrían contribuido a alterar la distribución estratigráfica original de los materiales (Bellelli et al., 2003; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006, 2008; Fernández et al., 2008) —ver figura 29—. Entre los procesos que se dan a escala del ambiente del bosque caducifolio el equipo de investigación determinó la acción de incendios forestales sobre toda la muestra arqueológica recuperada (Bellelli et al., 2003; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006, 2008; Fernández et al., 2008). Según Fernández y colaboradores (2008), las generalizadas evidencias de termoalteración y fragmentación concomitante, así como la dispersión espacial homogénea de los materiales quemados por toda la superficie y estratigrafía —y no solo en asociación con las estructuras de combustión— estarían sugiriendo la acción de incendios forestales (Carballido Calatayud, 2009; Fernández et al., 2008).
Figura 29. Sitio Cerro Pintado. Izqda. Ubicación del sitio en el afloramiento rocoso. Dcha. Vista de la superficie excavada, las flechas muestran los arbustos de rosa mosqueta (extraído de Carballido Calatayud, 2009).
En Cerro Pintado se recuperaron numerosos materiales artefactuales y restos arqueofaunísticos. Los primeros incluyen distintos tipos de materiales: líticos (N = 7.411), óseos (un punzón y dos fragmentos decorados), malacológicos (cinco cuentas y 36 fragmentos de valvas de Diplodon sp., muchos de ellos quemados), 80 tiestos cerámicos, pigmentos minerales preparados y no preparados y un fragmento de roca grabado en un borde (Bellelli et al., 2003). El control de la posición estratigráfica de estos tiestos mostró que seis de ellos fueron recuperados en el interior del fogón en cubeta y los restantes a pocos centímetros del mismo. Por lo tanto, los daños por fuego que presentan algunos tiestos podrían interpretarse como daños por descarte relacionados con la estructura de combustión (Bellelli et al., 2003: 11). Los materiales líticos comprenden 86 instrumentos, 10 núcleos y 7.286 desechos de talla, 29 de ellos producto del desprendimiento térmico. Se destaca la presencia de puntas de proyectil y de piezas bifaciales. La unidad de análisis corresponde al conjunto de todas las unidades de extracción identificadas durante la excavación. El
SITIO CERRO PINTADO
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índice de fragmentación de la muestra total alcanza un valor de 60%, mientras que el de instrumentos es aún más elevado: 83% (N=71). Una tendencia similar se puede observar en relación con las alteraciones térmicas —fracturas y termoalteración— ya que el 70% (N=60) de los instrumentos presenta algún tipo de evidencia de este tipo de alteración, a diferencia del valor para todo el conjunto lítico que es de 45%. Las piezas alteradas poseen una distribución homogénea dentro de la estratigrafía, sin guardar relación con las estructuras de combustión. La acción del fuego impidió en algunos casos el reconocimiento de la materia prima de 14 instrumentos (Carballido Calatayud, 2001, 2003). Este altísimo porcentaje de termoalteración, muy poco frecuente en Patagonia y que no parece estar asociado con las estructuras de combustión, ha sido interpretado por Carballido Calatayud como producto de incendios forestales (Carballido Calatayud, 2009). En síntesis, de acuerdo con los rasgos tecnológicos, se infirió que en el sitio se habrían ejecutado los primeros pasos de la secuencia de producción; sin embargo, se observa una tendencia general hacia el predominio de actividades de manufactura y/o mantenimiento de filos por encima de las de reducción de núcleos y extracción de formas-base (Carballido Calatayud 2009: 369). Con respecto a los análisis arqueofaunísticos, la unidad de análisis es la misma que la utilizada en el análisis lítico. Se recuperaron 7.374 restos óseos y dentarios, 424 en la unidad Superficie y 6.950 en la unidad Excavación (Fernández, 2006, 2010). Casi en su totalidad corresponden a fragmentos muy pequeños producto de la combinación del pisoteo y la acción del fuego. Como consecuencia, la muestra posee un bajo grado de identificación ya que solo 17% de los restos pudo ser asignado a alguna categoría taxonómica (Fernández, 2006, 2008). Los taxones identificados en la unidad Superficie corresponden a vertebrados pequeños —Mammalia, Rodentia, Lepus sp. (Liebre europea)— y vertebrados grandes: Mammalia, Hippocamelus bisulcus, Ovis sp. y Bos taurus (vacuno). En la unidad Excavación se determinó la presencia de Mammalia, Rodentia, Lagidium viscacia (viscacha), dasipódidos y paseriformes entre los vertebrados pequeños, mientras que los vertebrados grandes comprenden Mammalia, Hippocamelus bisulcus, Ovis sp., Lama guanicoe y Equus sp. Probablemente, parte de los huesos de roedores se depositó como consecuencia del uso del sitio como hábitat, tal como lo sugieren los numerosos restos hallados en pozos o galerías encontradas durante las excavaciones (Bellelli et al., 2003). Otros especímenes podrían haberse incorporado por la actividad de aves rapaces (Fernández, 2006, 2008). Llama la atención la presencia de restos de Ovis sp. en la unidad Excavación: esto solamente podría explicarse por alteraciones postdepositacionales, dado que el ganado ovino fue introducido en la comarca andina del paralelo 42º aproximadamente hacia 1890 (Novella y Finkelstein, 2001). Fernández (2010: 140) interpreta que su presencia se debería a una práctica actual de incinerar animales en los casos en que se desconoce la causa de muerte. El análisis zooarqueológico de Cerro Pintado indica que el huemul 1 —Hippocamelus bisulcus— fue el recurso principal aprovechado por los cazadores-recolectores que lo ocuparon, ya que el guanaco aparece en porcentajes muy bajos. La mayor parte de los especímenes de huemul corresponde al esqueleto apendicular, altamente Especie endémica de los bosques subantárticos de la Argentina y Chile.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
fragmentado. Fernández (2010: 135) destaca por una parte el predominio de las regiones que proporcionan grasa medular en forma moderada a baja y aquellas que contienen órganos ricos en grasas; por otra, ausencia de las que aportan carne. Entre el promedio de actividades desarrolladas en el sitio Fernández (2010) identificó el procesamiento primario de carcasas de huemul. Esta conducta estaría motivada por la reducción de los costos energéticos derivados de la limitada transitabilidad dentro del bosque (Fernández, 2006: 330) Con respecto a las manifestaciones rupestres, el análisis de los 145 motivos del sitio posibilitó reconocer tres momentos de ejecución con poca distancia temporal entre sí (Podestá y Tropea, 2001; Tropea, 2006). Tropea (2006) interpretó que Cerro Pintado funcionó como lugar de retorno dentro de un determinado sistema de asentamiento. La mayoría de los motivos de este alero son abstractos; todo el repertorio de combinaciones puede ser adscripto al «estilo de grecas» (Menghin, 1957) o «Tendencia abstracta lineal compleja» (Gradin, 1990). Cerro Pintado es el sitio que mayor complejidad iconográfica y representación de motivos figurativos presenta en la región (Podestá y Tropea, 2001; Tropea, 2006). Se propuso un modelo, en el que se plantean tres modalidades para explicar la variabilidad en el uso de espacios boscosos en la Comarca Andina Paralelo 42º sur (Bellelli et al., 2003: 26). Estas tres modalidades se encuentran planteadas a partir de un continuo de intensidad, que va desde la ausencia de uso hasta un uso intensivo de la región (Bellelli et al., 2000, 2003a, 2003b). La primera modalidad (A) se caracteriza por la falta de uso humano de la región y se manifiesta por la ausencia total de evidencia arqueológica. La segunda modalidad (B) corresponde a un uso poco intensivo dirigido a la obtención de recursos específicos o al tránsito hacia otras regiones y se vería reflejada en una baja densidad y variabilidad de artefactos, dando como resultado pocos o ningún sitio. La modalidad C está relacionada con una utilización intensa del bosque, con probabilidad de recurrencia ocupacional. Este sería el caso particular de Cerro Pintado, cuya utilización tuvo lugar en el lapso 1.870 AP y 680 AP.
1. U nidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueobotánico El trabajo arqueobotánico desarrollado en este trabajo se llevó a cabo con parte del material recolectado durante la campaña arqueológica del año 2000. El sedimento fue tamizado en seco con un tamaño de luz de malla de 2 milímetros recuperándose materiales de las capas 1 a 4. En las estructuras de combustión y/o en sectores con gran cantidad de carbones se recogieron muestras manualmente. Los materiales estudiados proceden de los cuadros F17, G17, H17 (sector 1) a) Tamizado en seco: — G17A microsector que conforma la periferia inmediata del fogón en cubeta.
SITIO CERRO PINTADO
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— F17A, F17B, G17D, H17A, H17B y H17D, microsectores no asociados al fogón (ver tabla 8). b) Recolección manual: — F17C, F17C-D, F17C-D/G17A-B, G17A-C y G17B microsectores donde se encuentra el fogón en cubeta. — F17D y G17B miscrosectores correspondientes a la periferia inmediata del fogón. Carbón fogón en cubeta
Carbón disperso Sector
Técnica
Fogón Sector/ microsector
F17A
F17C
F17B
F17 C-D
G17D H17A
Zaranda 2 mm
F17 C-D G17 A-B
H17B
G17 A-B
H17D
G17B
Periferia Técnica
Manual
Sector
Técnica
F17D
Manual
G17A
Zaranda 2 mm
G17B
Manual
Tabla 8. Técnicas de muestreo aplicadas en el sitio Cerro Pintado.
2. Análisis taxonómico de carbones: resultados y discusión La determinación taxonómica del material fue efectuada sobre una muestra constituida por un total de 574 carbones. A continuación se exponen los resultados del estudio de los carbones dispersos en el sedimento de la excavación y luego de los carbones pertenecientes al fogón en cubeta (Caruso Fermé, 2012a). La muestra de carbón disperso se compuso de un total de 326 fragmentos. El estudio de los mismos posibilitó la identificación de nueve taxones: Nothofagus antarctica, Fabiana imbricata, Austrocedrus chilensis, Maytenus boaria, Discaria chacaye, Ribes magellanicum, Embothrium coccineum, Rhamnaceae e Indeterminadas. La especie mejor representada entre estos carbones es Nothofagus antarctica con un 30,06%, le sigue Fabiana imbricata con 25,15% y Austrocedrus chilensis con 23,31%. A continuación se encuentran Maytenus boaria con un 13,19% y las indeterminadas con un 6,75%. Con un porcentaje inferior se encuentra representada Discaria chacaye con un 0,61% y, por último, se hallan Ribes magellanicum, Embothrium coccineum y Rhamnaceae con tan solo un 0,31% (gráfico 1). Los taxones documentados corresponden tanto a especies arbóreas como arbustivas. Cuatro pertenecen al primer grupo: Nothofagus antarctica, Austrocedrus chilensis, Maytenus boaria y Embothrium coccineum y tres al segundo: Fabiana imbricata, Ribes magellanicum y Discaria chacaye. Los tres taxones con mayor representación son dos arbóreos —Nothofagus antarctica (30,06%) y Austrocedrus chilensis (23,31%)— y
110
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
un arbustivo —Fabiana imbricata (25,15%)—. En esta clasificación no se incluyen las Indeterminadas y los taxones de la familia Rhamnaceae que bien podrían ser especies tanto arbustivas como arbóreas. El análisis de los carbones del fogón se llevó a cabo sobre una muestra compuesta por 248 carbones, lo que permitió la identificación de ocho taxones: Fabiana imbricata, Nothofagus antarctica, Austrocedrus chilensis, Maytenus boaria, Colletia spinosa, Discaria chacaye, Rhamnaceae e indeterminadas. La especie con mayor representación es Fabiana imbricata con un 41,13%, le siguen Nothofagus antarctica con un 25,40% y Austrocedrus chilensis con un 18,15%. Con porcentajes inferiores se observan Maytenus boaria con un 6,85%, las indeterminadas con un 4,84%, Colletia spinosa con un 2,42%, Rhamnaceae con un 0,81% y finalmente Discaria chacaye con un 0,40% —ver tabla 9—. De la misma manera que entre los carbones dispersos, entre estas muestras también se encuentran representadas especies arbóreas y arbustivas. De los ocho taxones documentados tres son arbóreos: Nothofagus antarctica, Austrocedrus chilensis, Maytenus boaria y tres arbustivos: Fabiana imbricata, Colletia spinosa y Discaria chacaye. Los tres taxones con mayor representación son una especie arbustiva —Fabiana imbricata (41,13%)— y dos arbóreas —Nothofagus antarctica (25,40%) y Austrocedrus chilensis (18,15%)—. Por la misma razón que para el material disperso, no se incluye a las Indeterminadas y a los taxones de la familia Rhamnaceae en esta clasificación. Con excepción de Ribes magellanicum y Embotrium coccineum, todas las especies documentadas entre los carbones dispersos se encuentran presentes entre los carbones del fogón en cubeta. Colletia spinosa es la única especie vegetal que aparece solo entre los carbones de la estructura de combustión. Pero estas diferencias apenas afectan al 3% de los restos, es decir a las especies menos representadas. Carbón Disperso
Taxón Fabiana imbricata (a)
Carbón Fogón
Total
N
%
N
%
N
%
82
25,15
102
41,13
184
32,06
Nothofagus antarctica (A)
98
30,06
63
25,40
161
28,05
Austrocedrus chilensis (A)
76
23,31
45
18,15
121
21,08
Maytenus boaria (A)
43
13,19
17
6,85
60
10,45
Colletia spinosa (a)
6
2,42
6
1,05
Rhamnaceae
1
0,31
2
0,81
3
0,52
Ribes magellanicum (a)
1
0,31
1
0,17
Discaria chacaye (a)
2
0,61
1
0,40
3
0,52
Embothrium coccineum (A)
1
0,31
1
0,17
Indeterminada
22
6,75
12
4,84
34
5,92
Total
326
100
248
100
574
100
Tabla 9. Restos de carbón, sitio Cerro Pintado, por taxón y procedencia de los retos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
SITIO CERRO PINTADO
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El fogón en cubeta es una clara imagen de la lista florística que ofrecen los carbones dispersos en el sedimento de la excavación, ya que en el fogón se ha identificado el mismo número de taxones que los registrados entre los carbones dispersos. A grandes rasgos hay concordancia en la ordenación jerárquica de las especies, aunque también se evidencian discrepancias entre ambas muestras en la proporción de especies (Caruso Fermé, 2013b). En la estructura de combustión se puede apreciar una ligera sobrerrepresentación de uno de los taxones arbustivos —Fabiana imbricata (41,13%)—. Las diferencias observadas en las proporciones de los diferentes taxones encontrados entre los carbones dispersos y entre los carbones del fogón son diferentes estadísticamente (significado de x2 de 37,53 para 10 grados de libertad _0,000. Significado exacto por el método de Montecarlo probabilidad = 0,00). No obstante el porcentaje de variación taxonómica explicado por las diferencias microespaciales es de 25% (Prueba de Wilcoxon).
Gráfico 1. Sitio Cerro Pintado. Representación gráfica de restos de carbón, por taxón y procedencia de restos.
2.1. Alteraciones de los carbones El estudio de los carbones posibilitó el registro de tres tipos de alteración: grietas de contracción, alteración por microorganismos (hifas/micelio) y vitrificación. Ningún carbón analizado presentó evidencias de marcas de insectos xilófagos. La representación de las distintas alteraciones es diferente entre los carbones dispersos y aquellos procedentes de la estructura de combustión.
112
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Material disperso en el sedimento de la excavación a) Grietas de contracción Las grietas de contracción afectaron a cinco de los nueve taxones identificados entre los carbones dispersos en el sedimento. La muestra de Nothofagus antarctica presenta grietas en el 37,76% de los restos, Austrocedrus chilensis en el 28,95%, Maytenus boaria en el 16,28%, Fabiana imbricata en el 3,66% y Ribes magellanicum en su único carbón. Las indeterminadas también evidenciaron carbones agrietados (4,55%) —tabla 10—. b) Alteraciones por microorganismos La alteración por microorganismos afectó a un número menor de taxones en comparación a las grietas de contracción. Solo dos especies vegetales evidencian hifas o micelios: Austrocedrus chilensis con un 13,16% de sus restos alterados y Nothofagus antarctica con tan solo un carbón. Carbón Disperso Taxón Fabiana imbricata Nothofagus antarctica Austrocedrus chilensis Maytenus boaria Ribes magellanicum Indeterminada Total de restos alterados Total de restos estudiados
Grietas
Grietas + hifas
Hifas
Total
Vitrificación
N
%
N
%
N
%
N
3
3,66
3
3,66
37
37,76
1
1,02
38
38,78
22
28,95
10
13,16
6
7,89
1
39
51,32
7
16,28
7
16,28
1 100 1
1
100
1
4,55
71
11
6
1
%
1,32
N
89
%
4,55
326
Tabla 10. Restos de carbón disperso, sitio Cerro Pintado, por taxón y tipo de alteración. En la columna N se expresa el número absoluto de restos de ese taxón que presenta alteración, en la columna % se expresa el porcentaje relativo de restos alterados en relación al total de restos determinados para esa especie.
c) Grietas de contracción y alteración por microorganismos Entre los carbones dispersos existen algunos que presentan simultáneamente dos tipos de alteración: grietas de contracción e hifas. Es el caso de la muestra de Austrocedrus chilensis, en la que seis de sus fragmentos demuestran ambas alteraciones.
SITIO CERRO PINTADO
113
d) Vitrificación La vitrificación fue la alteración con menor registro entre los carbones dispersos en el sedimento de la excavación. El número de especies afectadas así como el porcentaje de carbones vitrificados es extremadamente reducido. Solo una especie vegetal presenta un carbón con indicios de vitrificación: Austrocedrus chilensis. Material del fogón Entre el material procedente del fogón se ha podido documentar la existencia de tres tipos de alteraciones: grietas de contracción, ateración por microorganismos y vitrificación —tabla 11—. a) Grietas de contracción Las grietas de contracción se registran mayoritariamente entre los carbones del fogón en cubeta. Seis de los ocho taxones documentados se encuentran afectados por esta alteración. La muestra de Austrocedrus chilensis presenta grietas en el 64,44% de sus restos, Colletia spinosa y Rhamnaceae en el 50%, Nothofagus antarctica en el 33,33%, Maytenus boaria en el 29,41% y Fabiana imbricata en el 19,61%. Los carbones Indeterminados también presentan carbones agrietados en un 58,33%. b) Alteraciones por microorganismos y grietas de contracción Entre los carbones del fogón, la mayoría de los taxones identificados se encuentran afectados por la alteración de microorganismos: Austrocedrus chilensis, Fabiana imbricata, Nothofagus antarctica, Maytenus boaria; los carbones clasificados como Indeterminados también evidencian este tipo de alteración —figura 30—. Solo tres de los siete taxones documentados no presentan hifas: Colletia spinosa, Discaria chacaye y Rhamnaceae. La muestra de Fabiana imbricata presenta hifas o micelios en el 16,67% de sus restos, Nothofagus antarctica cinco carbones alterados y Maytenus boaria un carbón.
Figura 30. Carbón con evidencias de alteración por microorganismos. Izqda. Austrocedruschilensis. Dcha. Nothofagus antarctica.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Entre las muestras también existen carbones que evidencian conjuntamente la presencia de hifas con grietas de contracción. Este es el caso de tres especies: Austrocedrus chilensis, con 12 carbones alterados, Fabiana imbricata con siete y Nothofagus antarctica con uno. c) Vitrificación La vitrificación representa la alteración con menor registro entre los carbones recuperados en el fogón en cubeta. Solo tres especies del total identificadas evidencian vitrificación. Entre los carbones de Colletia spinosa se documentaron dos fragmentos vitrificados y entre las muestras de Austrocedrus chilensis y Maytenus boaria un carbón respectivamente. Entre las muestras de Austrocedrus chilensis, un carbón evidenció conjuntamente los tres tipos de alteración: grietas de contracción, alteración por microorganismos y vitrificación. Carbón Fogón Taxón
Grietas N
%
Grietas + hifas N
%
Hifas
Vitrificación
Grietas + hifas + vitrificación
N
%
N
%
N
%
1
2,22
1
2,22
Total N
%
Austrocedrus chilensis
29 64,44
Fabiana imbricata
20 19,61
7
6,86 17 16,67
44 43,14
Nothofagus antarctica
21 33,33
1
1,59
5
7,94
27 42,86
Maytenus boaria
5 29,41
1
5,88
1
5,88
7 41,18
Colletia spinosissima
3 50
2
33,33
5 83,33
Rhamnaceae
1 50
1 50
Indeterminada
7 58,33
2 28,57
23
4
1
Total de restos alterados Total de restos estudiados
86
12 26,67
22
43 95,56
9 75 136
248
Tabla 11. Restos de carbón del fogón, sitio Cerro Pintado, por taxón y tipo de alteración. En la columna N se expresa el número absoluto de restos de ese taxón que presenta alteración, en la columna % se expresa el porcentaje relativo de restos alterados en relación al total de restos determinados para esa especie.
Analizando en forma conjunta las muestras del carbón disperso y las del fogón, se puede apreciar que en ambas se han documentado las mismas alteraciones. La incidencia de las alteraciones es mayor entre los carbones del fogón que entre el
SITIO CERRO PINTADO
115
material disperso (ver tabla 12). La no correspondencia es consecuencia de que los carbones son resultado de eventos de combustión que no están relacionados, y representan momentos de deposición diferentes. CARBÓN Material Alteración
Carbón disperso
Carbón fogón
N
%
Grietas
71
21,78
86
34,68
Hifas
11
3,37
23
9,27
1
4
1,61
Grietas + hifas
6
1,84
22
8,87
Grietas + hifas + vitrificación
1
89
27,30
Vitrificación
Total restos afectados Total restos estudiados
N
136
326
%
54,84 248
Tabla 12. Restos de carbón, sitio Cerro Pintado, por tipo de alteración y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna.
Cabe recordar que entre los carbones de las estructuras de combustión se encuentran representados solo los fragmentos de las últimas combustiones y que por ello están siempre sobrerepresentadas las últimas especies utilizadas. Así la mayor presencia de alteraciones en el fogón se explica por los procesos de formación diferentes de los depósitos.
3. Análisis dendro-antracológico: resultados y discusión El estudio dendro-antracológico de carbones es una valiosa fuente de información que complementa los datos paleoecológicos y socioeconómicos obtenidos mediante el análisis antracológico. No obstante, en Patagonia continental las estructuras de combustión en sitios arqueológicos no han sido estudiadas desde una perspectiva dendrocronológica (Caruso Fermé, 2012a). El objetivo de este trabajo es iniciar estudios en contextos arqueológicos patagónicos a fin de obtener una serie dendrocronológica que permita la correlación y datación de nuevas series. Entre los carbones de la base del fogón en cubeta, datada en 1.870 ± 80 AP —ver tabla 13—, fue posible la recuperación de tres fragmentos de grandes dimensiones identificados como Austrocedrus chilensis. Solo estos carbones reúnen las condiciones necesarias para un estudio dendro-antracologico: buena conservación y la presencia de un mínimo de 30 anillos de crecimiento. Austrocedrus chilensis es una conífera nativa de los bosque patagónicos que presenta anillos de crecimiento anuales definidos y ha sido ampliamente trabajada desde la dendrocronología (Lara et al., 2005; Le Quesne Geier, 1999; Villalba, 1994, 1998,
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
entre otros), por lo que se dispone de numerosas cronologías. Esta especie también se ha utilizado en la reconstrucción de historias de incendios, principalmente para el norte de la Patagonia argentina (Kitzberger et al., 1997; Veblen et al., 2002).
Cuadrícula
Nivel y/o profundidad relativa desde la superficie
Edad 14C años A. P.
Edad calibrada años A. P. 2 sigma
Sigla laboratorio
Material datado
F17C/D G17A/B
Capa 3 16,5 cm (CUMBRE)
680+60
544-703
LP 1333
Carbones de fogón
F17C
Capa 3 28 cm (BASE) (*)
1.870+80
1.575-1.982
LP 1313
Carbones de fogón
Tabla 13. Ubicación estratigráfica y antigüedad del fogón en cubeta del sitio Cerro Pintado (extraído y modificado de Bellelli et al., 2003). (*) Lugar de procedencia de los carbones estudiados.
A partir de la lectura de los anillos de crecimiento de los tres carbones de Austrocedus chilensis recuperados en la base del fogón de Cerro Pintado, se generaron cuatro series (CP001, CP002, CP003), y como resultado del promedio de estas, la serie CP002-03. Mediante la aplicación del programa COFECHA se observó claramente cómo las series CP002 y CP003 cofechaban perfectamente al desplazarse 8 años la serie CP002 en relación a la serie CP003 (figura 31). La correlación reportada por COFECHA entre estas dos series es r = 0.714 para el período común. En el caso de la serie CP001 la sincronización no es tan exacta como entre CP002 y CP003. Debido a que la serie CP001 es muy corta, resultó problemático su fechado. De acuerdo al programa COFECHA estaría desplazada 39 años en relación a CP002-03.
Figura 31. Resultados del programa Cofecha (sitio Cerro Pintado). Izqda. Variaciones interanuales de las muestras CP002 y CP003 1. Dcha. Comparación entre las tres series. 1 El año 1000 no corresponde a la fecha de las muestras, es simplemente para darles una fecha aleatoria para poder correr los programas.
SITIO CERRO PINTADO
117
Tal como se aprecia en la figura anterior, si bien la serie CP001 podría cofechar en la posición que se muestra, la sincronización no es tan buena como entre las series CP002 y CP003. No hay certeza de que el cofechado de la serie CP001 contra la media de CP002-3 sea correcto. Basados en la edad reportada por la datación radiocarbónica, el cofechado del carbón del fogón en cubeta sería viable si se dispusiera de cronologías de Austrocedrus chilensis de más de 2000 años para la zona. Actualmente los registros más largos para la región solo tienen 600 años —comienzan en AD 1400, aproximadamente— por lo cual no habría solapamiento entre las muestras de la base del fogón en cubeta de Cerro Pintado y las cronologías actualmente disponibles para la región. Acorde con la datación de la base del fogón (1.870 + 80 C14 AP), lugar de procedencia de los carbones estudiados, no existe la posibilidad de cofechar las muestras en relación a las cronologías de Austrocedrus chilensis disponibles para la región norte de Patagonia. Sin embargo, sobre la base del registro regional de cronologías de Austrocedrus chilensis se ensayó la búsqueda de una edad posible en la que las muestras estudiadas pudiesen fechar. Estos ensayos demostraron que, con excepción de la serie CP001, la comparación de las series CP002, CP003 y CP002-03 evidencia correlaciones de alrededor de r = 0.60 con la cronología regional para el período AD 1730-1780. Esto permite proponer que los dos carbones que conforman la serie CP002-03 podrían cubrir el período AD 1.733-1.785 años (figura 32). En la posición 1.733-1.785 la correlación entre estas series es r = 0.61 significativa a un nivel de probabilidad de 0.001 para 53 años de comparación.
Figura 32. Resultados del programa Cofecha (sitio Cerro Pintado). Serie CP002-03 con relación a la cronología regional de Austrocedrus chilensis.
4. Discusión El análisis taxonómico de los 574 carbones procedentes de Cerro Pintado permitió determinar un uso heterogéneo del material leñoso destinado a la combustión. Los taxones presentes entre los carbones dispersos reflejan una formación vegetal
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
tipo forestal, dominada por especies arbóreas y arbustivas características del actual Bosque Caducifolio de la zona norte de Patagonia donde Austrocedrus chilensis forma bosques puros o mixtos en asociación con Nothofagus (Cabrera y Willink, 1973; Dezzotti et al., 1991; Donoso et al.; 2006; Gallo et al., 2004). Entre las especies más representadas en Cerro Pintado se encuentran Nothofagus antarctica 2 y Austrocedrus chilensis 3, codominancia que desde los 3.000 AP hasta la actualidad persiste en la zona (Bianchi, 2000). Los carbones dispersos —a pesar de provenir de un palimpsesto de más de 1000 años— mantienen coherencia con los carbones del fogón, los cuales responden a un hecho puntual de combustión; sugiriendo una continuidad en cuanto a la explotación del entorno vegetal. La riqueza florística de los carbones dispersos en el sedimento de la excavación no varía en relación con la ofrecida por los carbones del fogón en cubeta. En la estructura de combustión se puede apreciar una sobrerrepresentación de uno de los taxones arbustivos —Fabiana imbricata—, especie también presente entre los carbones dispersos en el sedimento. Esto sugiere que los carbones dispersos corresponderían a las últimas ramas quemadas en el fogón, entre las cuales estaría bien representada esta especie arbustiva (Caruso Fermé, 2012a). El análisis evidenció tres tipos de alteración (grietas de contracción, alteración por microorganismos y vitrificación) entre los carbones dispersos así como los procedentes del fogón en cubeta. Las grietas de contracción son el tipo de alteración más representada entre todos los carbones estudiados. Entre las especies más afectadas se encuentran Austrocedrus chilensis y Nothofagus antarctica. El estudio de varias combustiones experimentales realizadas con madera verde y seca de Austrocedrus chilensis sugiere que la media de grietas de contracción en carbones de esta especie depende del contenido de humedad de la madera (ver el capítulo del sitio Paredón Lanfré). En el caso de Nothofagus antarctica no se evidencian diferencias en la media de grietas de contracción entre los carbones producto de fuegos realizados con madera seca y los de fuegos llevados a cabo con madera verde. El estudio de las combustiones experimentales efectuadas con esta última especie demostró que no existen diferencias estadísticas significativas entre madera verde y seca (Caruso Fermé, 2013e). Entre los carbones dispersos y del fogón también se registraron alteraciones por microorganismos y por vitrificación, así como la presencia simultánea de dos o más alteraciones en un mismo fragmento. En ambas muestras se documentó la existencia de carbones que evidencian conjuntamente grietas de contracción y alteración por microorganismos —hifas—. Los resultados obtenidos sugieren que parte del material leñoso utilizado como combustible no se encontraba en buen estado. En síntesis, un 54,83% de los carbones procedentes del fogón en cubeta evidencia algún tipo de alteración o varias simultáneamente, mientras que un 25,46% de los carbones dispersos se encuentra alterado. La diferencia entre los porcentajes se debe a que los carbones dispersos son el reflejo de varias combustiones mientras que los del fogón son básicamente resultado de la última combustión, por lo tanto de un número más reducido de aporte de material leñoso. Un 30,06% para los carbones dispersos y un 25,40% para los carbones del fogón. Un 23,31% para los carbones dispersos y un 18,15% para los carbones del fogón.
2 3
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Diversos autores plantean una correlación entre la función de un sitio arqueológico y la economía del combustible (Badal, 1992; Chabal, 1989, 1992, 1994, 1997; Chabal et al., 1999; Figueral, 1990; Piqué, 1999; Tengberg, 1998; Théry-Parisot, 1998; Thiébault, 1988, entre otros). Los distintos trabajos sobre Cerro Pintado permiten interpretar este sitio como un lugar de cortas ocupaciones; por lo tanto se esperaría una adquisición del material leñoso basada en la recolección de madera muerta caída —producto de la poda natural—. Casos como el del sitio paleolítico Fumane (Verona, Italia), donde más de un 80% de los carbones estudiados evidencia la acción de microorganismos, permitieron sugerir un tipo de gestión del combustible basado en la recolección de madera muerta, interpretación que fue formulada incluyendo todos los ítems arqueológicos del sitio (Chrzavzez, 2006). Contrariamente, el estudio global del horno de época romana del Pla de L’Ingla III (Andorra) demuestra, entre otros datos, un porcentaje de 12,04% de carbones con alteración de microorganismos. Esta evidencia fue interpretada como indicativa de la utilización de madera verde, talada antes de su utilización (Euba, 2008). Un caso patagónico es el estudio de Ewan II-unidad 1 (Tierra del Fuego, Argentina) donde solo un 5% de los carbones analizados evidenció marcas de insectos xilófagos. La baja incidencia de carbones con este tipo de alteración sugiere que en general la madera utilizada estaba en buen estado (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2013a). En el caso de Cerro Pintado, la ausencia de marcas de insectos xilófagos entre los carbones estudiados y el porcentaje registrado de carbones con alteración por microorganismos no son lo suficientemente contundentes —pero no por ello excluyentes— para poder sugerir un tipo de adquisición del material leñoso basado en la recolección de madera muerta. El estado de la madera encontrada en el suelo del bosque puede ser tanto sano como alterado, por consiguiente, la actividad de recolección no siempre implica la obtención de madera alterada. Pruebas mecánicas realizadas con material moderno carbonizado (Pinus sylvestris), muestran que el estado de la madera antes de la combustión tiene una influencia importante sobre las propiedades mecánicas del carbón vegetal y que la madera sana carbonizada es tres a cinco veces más resistente que la madera descompuesta carbonizada (Théry Parisot et al., 2010). Las propiedades de la madera no serían tan importantes como el estado de la misma antes de la combustión. De esta manera, los resultados muestran claramente el cruce de los «filtros sociales» con los agentes tafonómicos (Théry Parisot et al., 2010). Se ha demostrado que los carbones alterados son los primeros afectados por los procesos postdepositacionales, lo que significa que a veces son totalmente eliminados de niveles arqueológicos sometidos a limitaciones mecánicas (Théry-Parisot, 2001). El alto índice de perturbación documentado en Cerro Pintado, la baja tasa de depositación de sedimentos, junto con el pisoteo humano y animal registrado puede ser en parte responsable de la eliminación de algunos de los carbones alterados. Entre las especies determinadas en las muestras de Cerro Pintado existen dos —Embothrium coccineum y Fabiana imbricata— que, según algunos autores, son indicadoras de ciertas perturbaciones como por ejemplo la acción del fuego. Embothrium coccineum, presente únicamente entre los carbones dispersos, es una especie que fácilmente rebrota luego de la acción del fuego (Dimitri, 1972). Sin embargo,
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
su bajo porcentaje —0,31%— no es suficiente para plantear su presencia como indicadora de un evento de estas características. Fabiana imbricata, registrada entre los carbones dispersos y en el fogón, suele también asociarse con episodios postincendios. Existen estudios que constatan que la mortalidad actual por fuego de esta especie es muy alta, aunque su germinación también es mayor encontrándose plántulas en lugares incendiados o alterados (De Torres Curth et al., 2006; Faggi et al., 1996; Ghermandi et al., 2010). A diferencia del reducido porcentaje de Embothrium coccineum en las muestras, Fabiana imbricata alcanza 25,15% entre los carbones dispersos y 41,13% entre los carbones del fogón. En un depósito de carbón resultado de un incendio natural es frecuente encontrar carbones de una sola especie o sobrerrepresentación de esta (Scott et al., 2000; Tardy, 1999). La comparación de depósitos naturales de carbón de Guayana Francesa con carbones de origen antrópico permitió a Tardy (1999) observar una variabilidad taxonómica entre los carbones antrópicos, que se diferencia de la pobreza que caracteriza los carbones resultantes del incendio natural. Siguiendo a estos autores, la diversidad taxonómica representada por los carbones estudiados de Cerro Pintado no se condice con lo esperado para un incendio natural. Por otro lado, el tamaño de los carbones recuperados tampoco es propio del residuo de un incendio (comentario personal, Kitzberger y Ghermandi, 2011). En este sentido, se debe tener presente que el equipo de investigación practicó recolección manual y selección de los carbones más grandes de la zaranda una vez tamizado el sedimento. Fabiana imbricata y Embothrium coccineum son dos especies que conforman naturalmente el estrato arbustivo de los bosques constituidos por Austrocedrus chilensis y Nothofagus antarctica de la zona norte de Patagonia (Alberdi et al., 2004; Donoso et al., 2006; Escobar et al., 2006; Tortorelli, 1956; Vidal et al., 2004). La existencia de carbones de Fabiana imbricata puede ser considerada indicador de episodios post-incendios, no obstante su pertenencia natural al sotobosque de las inmediaciones del sitio Cerro Pintado, hace que su presencia ya no sea exclusivamente un indicador de perturbación (comentario personal, Ghermandi, 2011). Existe un tipo de alteración —la vitrificación o mineralización— que, aparentemente, es más frecuente en el caso de incendios naturales que en contextos de otra índole (Carrión, 2002). Durante los incendios el anhídrido carbónico que permanece en la ceniza depositada en el suelo es el responsable de provocar la mineralización de la materia orgánica. De esta manera, los carbones depositados y cubiertos por cenizas pueden sufrir un proceso de vitrificación (Moore, 2000). Trabajos experimentales con especies del bosque patagónico también permitieron comprobar, por ejemplo, que ramas de Empetrum rubrum depositadas y cubiertas por cenizas, carbonizan sus hojas y algunos de sus carbones evidencian vitrificación (Caruso, 2008, 2010, 2013a, 2014). No obstante, como se manifestó en el apartado de metodología (Capítulo 2: 4.1.) el proceso de vitrificación tiene varias interpretaciones: quema de madera verde y exposición a altas temperaturas, entre las que también se encuentra el incendio natural. Por lo tanto, la presencia de esta alteración no debe ser interpretada exclusivamente como un indicador de un incendio natural. La vitrificación es un tema que en la actualidad aun continúa en proceso de investigación. Más allá de ello, como se consignó antes, la vitrificación es la alteración con menor registro
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entre los carbones estudiados de Cerro Pintado. El número de carbones y especies afectadas es particularmente reducido: una especie entre los carbones dispersos y tres entre los carbones del fogón. En síntesis, los resultados antracológicos de las muestras estudiadas sugieren que, por lo menos los carbones estudiados en este trabajo, no serían producto de un incendio natural sino de prácticas socioeconómicas. No obstante, esto no significa descartar la incidencia de incendios forestales en la zona específica de la Comarca Andina de los 42° sur, ya que un perfil sedimentológico del río Epuyén, con una secuencia de siete fechados radiocarbónicos entre los 1180 y 480 años AP, documenta la ocurrencia de incendios forestales durante ese lapso (Goldammer et al., 1997). Por su parte, Whitlock et al. (2006) muestran que los incendios se sucedieron en el área de Cholila desde 9500 AP. Aunque según Bianchi (2000), desde los 3.000 AP y hasta la actualidad, la baja concentración de carbón en los sedimentos estudiados denota una significativa disminución de los incendios naturales. No obstante, el amplio margen de tiempo de ocupación de Cerro Pintado (entre 1.870 + 80 AP y 680 + 60 AP) hace factible que este sitio haya sufrido en algún o algunos momentos los efectos de un incendio natural. En este sentido, la alta tasa de termoalteración de algunos de los materiales artefactuales y arqueofaunísticos evidenciaría la acción de incendios forestales sobre la muestra arqueológica recuperada en Cerro Pintado, tal como manifiesta el equipo de investigación (Bellelli et al., 2003; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006, 2008; Fernández et al., 2008). Poco común entre los sitios patagónicos, el índice de termoalteración registrado en el material lítico también favorece la hipótesis de ocurrencia de incendios en el sitio: 45% del total de los artefactos (70% de los instrumentos, 45% de los desechos y 50% de los núcleos) presentan indicios de termoalteración. Estos artefactos poseen una distribución espacial homogénea dentro de la estratigrafía y no muestran relación con las estructuras de combustión (Carballido Calatayud, 2009: 112). Los resultados del ensayo dendro-antracronológico evidencian que los dos carbones estudiados cubrirían el período AD 1.733-1.785 años. Estos resultados no son consistentes con el fechado obtenido a partir de la datación radiocarbónica de muestras de carbón procedentes de la misma base del fogón en cubeta: 1870 años AP (Bellelli et al., 2003). Cabe tener presente que los carbones analizados no conservaban su corteza, razón por la cual no es posible saber qué cantidad de años separaban los anillos analizados (o leídos) del momento en que se interrumpió el crecimiento de este leño. Dado su ritmo de crecimiento, en la actualidad los troncos de Austrocedrus chilensis que contienen anillos de este intervalo tienen un diámetro promedio mayor a 50 cm, por lo que es difícil imaginar que troncos de estas dimensiones hayan sido transportados hasta el alero para realizar un fuego. Por lo tanto, se excluye la posibilidad que estos carbones pudieran pertenecer a los fogones actuales encontrados en la superficie del sitio (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, en prensa; Caruso Fermé y Villalba, 2011). De esta manera, el resultado del análisis dendro-antracológico de los carbones de Austrocedrus chilensis podría señalar que el alero continuó funcionando como lugar de retorno hasta por lo menos el siglo xviii. Tal como manifiesta Tropea (2006), la complejidad, magnitud y emplazamiento de Cerro Pintado pueden estar evidenciando un sitio de importancia dentro de un circuito mayor de movilidad de los grupos en el pasado.
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El hecho de que los resultados obtenidos no sean consistentes con el fechado radiocarbónico de la base del fogón podría estar relacionado con los procesos de formación del registro arqueológico de Cerro Pintado. La acción de las raíces de rosa mosqueta (Rosa eglanteria), así como el pisoteo habrían contribuido a alterar la distribución estratigráfica original de los materiales (Bellelli et al., 2003; Carballido Calatayud, 2009; Fernández, 2006, 2008). La presencia de ocho huesos de Ovis sp. en estratigrafía en la unidad Excavación es una muestra clara del grado de perturbación. La presencia de estos huesos solo podría explicarse por alteraciones postdepositacionales, dado que el ganado ovino fue introducido en la comarca andina del paralelo 42º aproximadamente hacia 1890 (Novella y Finkelstein, 2001). Fernández (2010: 140) interpreta que su presencia se debería a una práctica actual de incinerar animales en los casos en que se desconoce la causa de muerte. Estas alteraciones, sumadas a la baja tasa de depositación de sedimentos evidenciada a partir de una potencia estratigráfica de 28 cm, hacen pensar en la posibilidad de que los carbones analizados no pertenezcan directamente al fogón en cubeta. Tal como manifiesta Billamboz (2010), la inconsistencia entre el resultado dendrocronológico y las estratigrafías arqueológicas puede deberse entre otras cuestiones a problemas tafonómicos relacionados con el mismo sitio arqueológico. No obstante, en el caso de Cerro Pintado, la solución más conveniente al problema de la inconsistencia entre los fechados radiocarbónicos y la estimación dendro-antracológica es realizar una nueva datación radiocarbónica concretamente en los carbones estudiados. Esto serviría para corroborar los resultados del estudio dendro-antracológico y a su vez para aportar mayor información en cuanto al uso del alero Cerro Pintado (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, en prensa). La incorporación del análisis dendro-antracológico en el sitio Cerro Pintado representa una novedad para la arqueología del norte de la Patagonia. Los resultados alcanzados aportan, por un lado, información de utilidad para discutir la arqueología del área. Por otro permiten construir series dendrocronológicas que en un futuro posibilitarán ampliar el registro cronológico existente y reconstruir las condiciones medioambientales y climáticas en las que se desarrollaron los grupos cazadoresrecolectores que ocuparon el sector norte patagónico.
Sitio Paredón Lanfré El sitio Paredón Lanfré —41° 36’ 18’’S y 71° 32’ 38’’W— es una pared y alero rocoso caracterizado por poseer un conjunto variado de representaciones rupestres: 121 motivos simples y compuestos que se disponen a lo largo de 42 m del afloramiento granítico —ver figura 33— (Bellelli et al., 2007; Podestá et al., 2007, 2008). Se localiza a 100 km del sitio arqueológico Cerro Pintado. En el sitio Paredón Lanfré se realizaron dos campañas arqueológicas; la primera de ellas en el año 2003 y la segunda en el año 2007. En 2003 se excavaron tres cuadrículas de un metro de lado (E24, F24 y G24) al pie de uno de los motivos de arte, y también tres cuadrículas de control. Dos de estas últimas (F19 y E11) siguieron la línea del paredón, a 4 m y a 12 m respectivamente de la excavación principal; la tercera (X25) estaba a 6 m al norte de la misma.
Figura 33. Excavación arqueológica del sitio Paredón Lanfré, año 2003.
La profundidad máxima alcanzada en la excavación de las cuadrículas fue de 225 cm, distinguiéndose dos niveles naturales. El nivel 1, desde la superficie de excavación hasta los 130 cm de profundidad, cubre un rango temporal de 1500 años radiocarbónicos. Está formado por una matriz limo-arenosa y abundante materia orgánica que presenta en algunos sectores dos lentes de arena arqueológicamente estériles, probablemente correspondientes a eventos de depositación fluvial. Se caracteriza por contener las evidencias arqueológicas del sitio. El nivel 2, que es estéril, está compuesto por arcilla (Bellelli et al., 2007). En comparación con Cerro Pintado, se destaca la alta tasa de depositación de sedimentos, de aproximadamente
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1,3 metros en 1.500 años. Por su parte las cuadrículas de control F19 y E11 tienen 50 cm y 60 cm de espesor respectivamente desde la superficie. Las distintas excavaciones llevadas a cabo en Paredón Lanfré permitieron determinar la existencia de una única unidad cultural, concentrada en el nivel natural 1 (Bellelli et al., 2007). Dada la presencia de dos fogones en la base de este nivel natural, el equipo de investigación sugirió que las muestras de carbón estudiadas antracológicamente se agruparan en dos unidades de análisis: Unidad I: carbones dispersos obtenidos entre la superficie y los 90 cm de profundidad, extraídos de la excavación principal y de la cuadrícula de control F19. Las dataciones radiocarbónicas de estas muestras cubren un rango temporal entre 330 ± 50 C14 AP y 1030 ± 70 C14 AP. En esta unidad se concentraba la mayoría de los materiales arqueológicos —ver figura 34—. Unidad II: carbones recuperados en dos estructuras de combustión formalizadas, correspondientes a un pequeño fogón en cubeta localizado en el microsector G24C y un gran fogón circunscripto con rocas en los microsectores G24D y F24B. El registro radiocarbónico indica edades entre 1450 ± 70 C14 AP y 1500 ± 60 C14 AP.
Figura 34. Planta de la excavación del sitio Paredón Lanfré (diseño Gladys Baroni).
Como se citó anteriormente, en la Unidad I fue hallada la mayor evidencia arqueológica de Paredón Lanfré, registrándose materiales artefactuales modernos y arqueológicos (Bellelli et al., 2007). Entre los primeros se identificaron fragmentos de vidrio, cuero, clavos y una tapa plástica. Entre los arqueológicos se hallaron
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tiestos, instrumentos y desechos líticos, dos fragmentos de instrumentos óseos, un hueso decorado, tres cuentas (dos de valva y una de cerámica), fragmentos de valva y pigmentos. Los artefactos líticos están representados por tres núcleos, 28 instrumentos (predominando las puntas de proyectil enteras o fraccionadas) y 514 desechos de talla. Un tercio de los artefactos presenta evidencias de termoalteración. El material cerámico es realmente abundante: 793 tiestos recuperados de la excavación principal, algunos decorados con bandas horizontales paralelas y otros pintados. Parte de los tiestos presenta evidencias de combustión o adherencias quemadas (Bellelli et al., 2007). Otras evidencias cerámicas corresponden a una cuenta, un hemicilindro y diversos fragmentos (de un asa, de bordes y de un tortero). Con respecto a los materiales arqueofaunísticos, se registraron 2.700 restos óseos y dentarios (Fernández y Andrade, 2011). De ellos, casi 90% corresponde a vertebrados pequeños (< 5 kg), mayoritariamente roedores (sigmodontinos y caviomorfos), aunque también se identificaron restos de liebre, passeriformes, reptil y anuros. Algunos huesos de roedores caviomorfos estaban concentrados espacialmente y quemados, por lo que se infirió que podrían haber sido aprovechados como alimento. En cuanto a las especies de más de cinco kilos, hay restos de vertebrados nativos e introducidos. Los nativos están representados por huemul (Hippocamelus bisulcus), pudú (Pudu puda), guanaco (Lama guanicoe) y cánidos (posiblemente zorro); los introducidos por oveja (Ovis sp.) y caballo (Equus sp.). La baja frecuencia de restos podría estar sugiriendo una significativa pérdida o destrucción ósea. Entre los huesos de vertebrados nativos de más de cinco kilos predomina el huemul, seguido por el pudú. De guanaco solo se registró una falange. El 30% de los especímenes de huemul presenta huellas de corte. Según Fernández et al. (2011), la casi ausencia de restos de guanaco podría estar relacionada con el transporte de elementos óseos que habrían formado parte de instrumentos. Por otra parte, actualmente el hábitat natural del guanaco no se encuentra en la zona de bosque donde se localiza el sitio Paredón Lanfré, sino en el ecotono bosque/estepa aproximadamente a 50 km del sitio arqueológico (Bellelli et al., 2007). En cuanto a los restos de oveja, cánido y caballo —considerados recientes por Fernández et al. (2011) únicamente se identificó una huella de corte (posiblemente de un instrumento metálico) en un hueso de oveja—. Con relación a los procesos de formación del sitio, el equipo inicialmente propuso que la acción del fuego y eventos de inundación frecuentes y prolongados tuvieron un papel relevante en la transformación y preservación de la evidencia arqueológica (Bellelli et al., 2007: 312). Posteriormente, nuevos análisis permitieron reconocer que las aves rapaces habrían sido los principales agentes: la abundancia de roedores y pequeños vertebrados sugiere que el paredón habría funcionado como posadero de estas aves (Fernández y Andrade, 2011). Otro agente de alteración podría haber sido un pequeño escurrimiento que corre contra la pared del sitio —en especial luego de las lluvias de invierno— lo que habría facilitado el sepultamiento y mezcla de los materiales modernos y arqueológicos de distinta clase en los sedimentos de ese sector. En cuanto a las manifestaciones rupestres, son en su totalidad pinturas de diverso tamaño (entre ellas miniaturas), algunas ubicadas a cuatro metros de altura, otras a escasos centímetros del suelo (Bellelli et al., 2006, 2007, 2008). Dos escaleras naturales formadas en la pared rocosa habrían facilitado la manufactura de las pinturas a
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mayor altura. Entre las representaciones prevalecen las formas geométricas de trazo rectilíneo escalonado, almenado y en zigzag. Además hay varias figuras humanas que se presentan por lo general de a pares, todas de diseño esquemático, en algunos casos con indicación de sexo y con los brazos alzados (figura 35). Estos motivos se encuentran asociados con representaciones de cruces, soles, clepsidras y enmarcados. Como rasgo interesante se destacan dos figuras de guanacos de distinto tamaño a los cuales se les han adicionado posteriormente rasgos de caballo (Podestá et al., 2005, 2007, 2008). Según Podestá et al. (2007) este conjunto pictográfico correspondería al denominado «Estilo de Grecas» (Menghin, 1957) o «Tendencia abstracta geométrica compleja» (Gradin, 1999), de desarrollo tardío en Patagonia.
Figura 35. Sitio Paredón Lanfré (manifestaciones rupestres). Izqda. Representaciones de enmarcados y figuras humanas con indicación de tres dedos. Dcha. Principales motivos pintados (extraído de Podestá et al., 2007; Podestá et al., 2008).
Durante la excavación también fue posible la recuperación de 71 pigmentos, la mayor parte en la porción superior de la columna estratigráfica. Dichos pigmentos minerales permiten conectar de manera más directa la producción de las pinturas con los eventos de ocupación del sitio (Bellelli et al., 2007; Podestá et al., 2007). El análisis de las manifestaciones rupestres sugiere la existencia de por lo menos dos o tres momentos de actividad pictórica. Esta diacronía está sustentada en las excavaciones del sitio que permitieron constatar que habría sido ocupado de manera recurrente a lo largo de un período comprendido entre ca. 1500 y 330 años C14 AP. A su vez, el registro de casos de reciclado de representaciones, como las figuras de los dos camélidos convertidas posteriormente en équidos, suma evidencia a la redundancia de uso de este sitio a través del tiempo (Bellelli et al., 2006, 2007; Podestá et al., 2007, 2008). Para Podestá et al. (2007: 432) el fechado de 330 AP obtenido en el cuadro de control F19 podría estar vinculado con la ejecución de las figuras de caballos. La baja densidad artefactual registrada durante esta primera excavación estaría sugiriendo que la principal actividad de ocupación del sitio Paredón Lanfré habría sido el uso ritual a través del arte rupestre. Los distintos fechados y el reciclado de representaciones evidencian la recurrencia ocupacional del mismo. Bellelli y Podestá (2006) plantearon que los sitios del área ubicados entre el sur del Nahuel Huapi y la localidad
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de Cholila estarían vinculados con el uso de los valles fluviales como corredores. En este sentido, el valle del río Manso ha sido utilizado en tiempos históricos como paso para el arreo de ganado vacuno hacia la localidad chilena de Cochamó. Refuerza esta hipótesis la presencia en la vertiente chilena del río Manso de sitios con pinturas rupestres de características similares a las del sector argentino del valle (Bellelli y Podestá, 2006; Bellelli et al., 2007; Podestá et al., 2007; Tropea, 2006).
1. U nidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueobotánico El trabajo arqueobotánico se realizó con el material recuperado durante la campaña arqueológica del año 2003, que procede de la excavación principal (sectores G24, F24 y E24) y de las cuadrículas de control F19 y E11. En el desarrollo de esta campaña el equipo de investigación combinó diferentes técnicas de muestreo para la recuperación de los restos vegetales: tamizado en seco o zarandeo con un tamaño de luz de malla de 2 milímetros, flotación del sedimento y recolección manual.
2. Análisis taxonómico de carbones: resultados y discusión El estudio del material fue efectuado sobre una muestra constituida por un total de 588 fragmentos, 486 de los cuales corresponden a carbón disperso en el sedimento de la excavación (Unidad I), 95 al fogón circunscripto con rocas y siete al fogón en cubeta (Unidad II). Sería incorrecto, en primer lugar, estudiar los sietes carbones del fogón en cubeta como representativos de dicha estructura; por otro lado, esto no posibilitaría el análisis e interpretación de las modalidades de adquisición del material leñoso por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon Paredón Lanfré, ni tampoco el análisis global con el resto de los conjuntos estudiados (material disperso y carbones del fogón circunscripto en rocas). Por estas razones el estudio de este fogón se limitará a la identificación taxonómica de sus carbones. Materiales de la Unidad I El material de la Unidad I se compone por las muestras de carbón disperso de la excavación principal y las dos cuadrículas de control F19 y E11. a) Excavación principal (0-90 cm de profundidad) El análisis taxonómico de los carbones de la excavación principal permitió determinar una lista de diez taxones (tabla 14). Seis de ellos corresponden a especies arbóreas (Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica, Maytenus boaria y Embotrium coccineum), cuatro a arbustivas (Discaria chacaye, Colletia spinosa, Chusquea culeou y Fabiana imbricata) y las
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Indeterminadas que bien podrían ser especies arbóreas o arbustivas. Entre el material analizado 24 carbones han sido clasificados como Indeterminables, 15 entre los 6090 cm de la excavación, seis entre los 40-60 cm y tres entre la superficie y los 40 cm. La indeterminación de los mismos se debe a distintos tipos de alteraciones que serán mencionadas en el apartado de alteración de los carbones. Los 24 carbones no serán tenidos en cuenta en el resto del análisis. Según las distintas profundidades de la estratigrafía la distribución de los distintos taxones presenta diferencias. Entre la superficie y los 40 centímetros se concentra la mayor cantidad de taxones: Fitzroya cupressoides, Austrocedrus chilensis, Nothofagus antarctica, Nothofagus dombeyi, Maytenus boaria, Discaria chacaye, Colletia spinosa, Fabiana imbricata, Embotriun coccineum y las Indeterminadas. Mientras que entre los 40-60 cm (490 ± 60 C14 AP) se identificaron ocho taxones: Fitzroya cupressoides, Austrocedrus chilensis, Nothofagus antarctica, Nothofagus dombeyi, Maytenus boaria, Fabiana imbricata, Chusquea culeou e Indeterminadas. Finalmente, entre los 60-90 cm (790 ± 60 C14 AP), hacia el límite inferior de la unidad, solo se documentaron cuatro taxones: Fitzroya cupressoides, Austrocedrus chilensis, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi (ver gráfico 2). UNIDAD I Sector
Excavación principal
Profundidad
60-90 cm
40-60 cm
sup-40 cm
Datación C14 sin calibrar
790±60AP
490±60AP
Sin datar
N
N
N
Taxón Austrocedrus chilensis (A)
25
%
%
29,07
36
30,51
68
Total
%
N
%
29,96
129
29,93
Nothofagus dombeyi (A)
5
5,81
23
19,49
68
29,96
96
22,27
Nothofagus antarctica (A)
8
9,30
11
9,32
38
16,74
57
13,23
Fitzroya cupressoides (A)
33
38,37
36
30,51
14
6,17
83
19,26
1
0,85
13
5,73
14
3,25
Maytenus boaria (a) Discaria chacaye (a)
5
2,20
5
1,16
Colletia spinosa (a)
3
1,32
3
0,70
Fabiana imbricata (a)
2
1,69
3
1,32
5
1,16
0,88
2
0,46
2
0,46
Embotrium coccineum (A)
2
Chusquea culeou (a)
2
1,69
Indeterminada
1
0,85
10
4,41
11
2,55
Indeterminable
15
17,44
6
5,08
3
1,32
24
5,57
Total
86 100
118 100
227 100
431 100
Tabla 14. Restos de carbón de la excavación principal correspondientes a la Unidad I, sitio Paredón Lanfré, por taxón y procedencia de los retos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
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Entre la superficie y los 40 centímetros se puede observar una marcada representación de Nothofagus dombeyi (30,36%) y una mayor presentación de Nothofagus antarctica (16,96%) en comparación a las otras dos profundidades estratigráficas. En los muestreos datados en 490 ± 60 C14 AP (40-60 cm) y 790 ± 60 C14 AP (60-90 cm) se aprecia la mayor representación de fragmentos de carbón de Fitzroya cupressoides de este sitio, con un 32,14% para la primer muestra y un 46,48% para la segunda. En el caso de Austrocedrus chilensis, a pesar de que sus carbones predominan entre los –60 y –90 cm, sus porcentajes son muy similares en las tres profundidades estratigráficas. Solo cuatro especies, Fitzroya cupressoides, Austrocedrus chilensis, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi, independientemente de su porcentaje, se encuentran representadas de manera continua entre la superficie y los 90 cm de profundidad.
Gráfico 2. Sitio Paredón Lanfré. Representación gráfica de restos de carbón de Unidad I, por taxón y procedencia de los restos. (A) Especies arbóreas, (a) arbustivas.
b) Cuadrículas de control — F19: 330 ± 50 AP (0-50 cm de profundidad) En la cuadrícula F19 (a cuatro metros de la excavación principal), solo cuatro taxones de los once identificados en esta última aparecen representados (Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Nothofagus antarctica e Indeterminada). Además, se determinó la presencia de un taxón de la familia Rhamnaceae y un carbón clasificado como Indeterminable por ser parte de un nudo —tabla 15—. — E11 (10-60 cm de profundidad) En la cuadrícula de control E11 (a 12 metros de la excavación principal) se evidencia la misma representación taxonómica que en F19 (Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Nothofagus antarctica y Rhamnaceae), más dos carbones de una especie arbustiva: Discaria chacaye. Además se registró un carbón como Indeterminable debido a que el mismo se encontraba alterado. Las causas se comentarán en el apartado de alteración de carbones. Los carbones indeterminados de ambas cuadrículas de control no serán incluidos en el análisis general del material, más allá de su presentación.
130
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
UNIDAD I Sector
Cuadrícula de control F19
Cuadrícula de control E11
Profundidad
sup- 50 cm
10-60 cm
Datación C14 sin calibrar
330±50 AP
Sin datar
N
N
Taxón Austrocedrus chilensis (A)
%
%
Total N
%
21
67,74
8
33,33
29
52,73
Nothofagus dombeyi (A)
5
16,13
8
33,33
13
23,64
Nothofagus antarctica (A)
2
6,45
4
16,67
6
10,91
Discaria chacaye (a)
2
8,33
2
3,64
Rhamnaceae
1
3,23
1
4,17
2
3,64
1
1,82
4,17
2
3,64
Indeterminada
1
3,23
Indeterminable
1
3,23
1
Total
31
100
24
100
55
100
Tabla 15. Restos de carbón de las cuadrículas de control F19 y E11 correspondientes a la Unidad I, sitio Parendón Lafré, por taxón y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) especies arbóreas (a) arbustivas.
Materiales de la Unidad II El material de la unidad II se compone de carbones procedentes del fogón circunscripto con rocas. En el mismo se identificaron seis taxones, cinco de los cuales corresponden a especies arbóreas: Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica, Maytenus boaria, y uno a arbustiva —Discaria chacaye— (ver tabla 16 y gráfico 3). UNIDAD II Fogón circuscrito con rocas
Taxón
Total
N
%
N
%
Austrocedrus chilensis (A)
58
61,05
58
61,05
Nothofagus antarctica (A)
21
22,11
21
22,11
Nothofagus dombeyi (A)
12
12,63
12
12,63
Fitzroya cupressoides (A)
2
2,11
2
2,11
Maytenus boaria (A)
1
1,05
1
1,05
Discaria chacaye (a)
1
1,05
1
1,05
Total
95
100
95
100
Tabla 16. Restos de carbón de la Unidad II, sitio Paredón Lafré, por taxón y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) especies arbóreas (a) arbustivas.
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
131
Gráfico 3. Sitio Paredón Lanfré. Representación gráfica de restos de carbón de Unidad II, por taxón y procedencia de los restos. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
2.1. Alteraciones de los carbones Materiales de la Unidad I Entre el material de la Unidad I fue posible el registro de los cuatro tipos de alteraciones: grietas de contracción, alteración por microorganismos, vitrificación y marcas de insectos xilófagos. a) Excavación principal 1. Grietas de contracción Las grietas de contracción fueron registradas en ocho de los once taxones: Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica, Maytenus boaria, Embotrium coccineum, Fabiana imbricata e Indeterminada. Cabe destacar la diferencia entre el número de carbones de coníferas con grietas de contracción en comparación con el resto de especies afectadas por esta misma alteración. La muestra de Austrocedrus chilensis presenta 38 carbones agrietados, es decir un 29,46% de su total y la de Fitzroya cupressoides 33 fragmentos, equivalente al 39,76% de la muestra. Contrariamente las muestras de Maytenus boaria y Nothofagus dombeyi evidencian tres carbones respectivamente y finalmente Nothofagus antarctica, Embotrium coccineum, Fabiana imbricata e Indeterminadas solo uno —tabla 17—. El alto porcentaje de carbones agrietados de Fitzroya cupressoides y Austrocedrus chilensis en contraposición al bajo porcentaje de carbones con grietas de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi planteó diversos interrogantes en cuanto a las propiedades combustibles de las cuatro especies con mayor representación y a las estrategias de consumo de las mismas por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon Paredón Lanfré. Es por ello que se realizó un trabajo experimental con madera de las cuatro especies del bosque andino-patagónico y el estudio cuantitativo de sus carbones (ver abajo a continuación de este apartado).
132
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
2. Alteración por microorganismos y vitrificación Entre las muestras correspondientes a la excavación principal se registraron carbones que evidencian conjuntamente alteración por microorganismos —hifas— y vitrificación. En cinco especies se documento la presencia de estas dos alteraciones. En la muestra de Nothofagus dombeyi, 12,50% (12 fragmentos) se encuentran doblemente afectados, en la de Fitzroya cupressoides un 7,23% (6 carbones), en la de Austredrus chilensis un 2,33% y finalmente Nothofagus antarctica un 5,26% y Maytenus boaria un 21,43% ambas con 3 carbones alterados. El porcentaje de carbones de coníferas afectados por alteración de microorganismos y vitrificación es significativamente inferior en relación al que evidencia las grietas de contracción. Entre los carbones de Austrocedrus chilensis solo un 2,33% presenta estas alteraciones y un 7,23% de los carbones de Fitzroya cupressoides. Es preciso aclarar que de los 25 fragmentos designados como «indeterminables», 17 lo son por causa del alto grado de vitrificación el cual imposibilitó la determinación taxonómica de los carbones. 3. Marcas de insectos xilófagos La alteración por insectos xilófagos fue documentada en gran parte de los taxones identificados: Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica, Colletia spinosa, Fabiana imbricata e Indeterminada. Sin embargo, entre el material estudiado el número de carbones que evidencian esta alteración no es alto. El taxón más afectado es Austrocedrus chilensis con ocho carbones con marcas de insecto (6,20%), a continuación Nothofagus dombeyi con cinco (5,21%), le sigue Nothofagus antarctica con dos (3,51%) y finalmente Colletia spinosa (1,20%), Fabiana imbricata (20%) e Indeterminada (9,09%) con un carbón respectivamente. UNIDAD I Excavación Principal Taxón
Austrocedrus chilensis
Hifas + Vitrificación
Grietas N
%
N
%
Insectos xilófagos N
%
Total N
%
38
29,46
3
2,33
8
6,20
49
38
Nothofagus dombeyi
3
3,13
12
12,50
5
5,21
20
21
Fitzroya cupressoides
33
39,76
6
7,23
1
1,20
40
48
Nothofagus antarctica
1
1,75
3
5,26
2
3,51
6
11
Maytenus boaria
3
21,43
3
21,43
6
43
Colletia spinosa
1
1
33
Embotrium cocciferum
1
50
1
50
Fabiana imbricata
1
20
1
2
40
Indeterminada
1
9,09
1
9,09
2
18
81
27
19
Total
1,20 20
127
Tabla 17. Restos de carbón de la Unidad I —excavación principal—, del sitio Paredón Lanfré, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
133
b) Cuadrículas de control 1. Grietas de contracción Las grietas de contracción fueron registradas entre las muestra procedentes de las dos cuadrículas de control. En F19 solo se documentó en una especie Austrocedrus chilensis, afectada en un 61,90%. En la cuadrícula E11 tres taxones evidenciaron grietas de contracción entre sus carbones: Austrocedrus chilensis, Discaria chacaye y Rhamnaceae. El último de ellos afectado en su totalidad (1 carbón) y los dos primeros en la mitad de la muestra —tabla 18 y 19—. 2. Alteración por microorganismos y vitrificación En las cuadrículas de control E11 y F19 también fueron registrados carbones alterados por microorganismos y con evidencias de vitrificación. Pero, a diferencia del material procedente de la excavación principal, entre estas muestras las alteraciones se documentaron en forma separada por cada cuadrícula. Entre las muestras correspondientes a la cuadrícula E11 tres especies arbóreas evidencian alteración por microorganismos: Austrocedrus chilensis, Nothofagus dombeyi y Nothofagus antarctica. La muestra de Nothofagus dombeyi presenta un 87% de sus carbones alterados (7 fragmentos), Nothofagus antarctica un 75% (3 carbones) y Austrocedrus chilensis un 25% (2 carbones). En la cuadrícula de control F19 no se registraron hifas entre los carbones estudiados. Por lo que respecta a la vitrificación, entre el material de E11 solo un carbón de Nothofagus antarctica presentó indicios de esta alteración. El único fragmento de esta cuadrícula clasificado como Indeterminable tiene sus causas en esta misma alteración. El alto grado de vitrificación en la totalidad del carbón impidió la identificación taxonómica del mismo. En el cuadrícula F19 este tipo de alteración no fue documentado entre el material analizado. 3. Marcas de insectos xilófagos En la cuadrícula de control F19 solo dos carbones de Austrocedrus chilensis presentaron marcas de insectos. Entre las muestras de la cuadrícula E11 no se registró esta alteración. Unidad I Cuadro de control F19 Taxón
Grietas N
Insectos xilófagos
Vitrificación
%
N
%
N
%
Total N
%
Austrocedrus chilensis
13
61,90
2
9,52
2
9,52
17
80,95
Total
13
2
2
17
Tabla 18. Restos de carbón de la Unidad I —cuadro de control F19—, del sitio Parendón Lafré, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
134
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
UNIDAD I Cuadro de control E11
Taxón
Grietas
Hifas
N
%
Austrocedrus chilensis
4
50
Nothofagus dombeyi
Nothofagus antarctica
N
Vitrificación
Total
%
N
%
N
%
2
25
6
75
7
87,5
7
87,5
3
75
1
25
4
100
Discaria chacaye
1
50
1
50
Rhamnaceae
1
100
1
100
Total
6
12
1
19
Tabla 19. Restos de carbón de la Unidad I —cuadro de control E11—, del sitio Parendón Lafré, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
Materiales de la Unidad II Entre el material de la unidad II también fue posible el registro de tres tipos de alteración: grietas de contracción, alteración por microorganismos y vitrificación (ver tabla 20). 1. Grietas de contracción Las grietas de contracción representan la alteración que mayor porcentaje tiene entre los carbones del fogón: las seis especies identificadas en esta unidad presentan carbones agrietados. Maytenus boaria y Discaria chacaye evidencia su totalidad de carbones agrietados (1 carbón, respectivamente), Fitroya cupressoides la mitad (un carbón), Nothofagus antarctica un 42,86% (nueve carbones), Nothofagus dombeyi un 41,67% (cinco fragmentos) y Austrocedrus chilensis un 25,86% (15 carbones). 2. Alteración por microorganismos y vitrificación En tres especies fueron documentados carbones con evidencia de vitrificación y presencia de hifas simultáneamente. Austrocedrus chilensis presenta nueve de sus carbones (un 15,52%) con ambas alteraciones, Nothofagus antarctica cinco carbones (23,81%) y Nothofagus dombeyi solo dos (16,67%). 3. Grietas de contracción, Alteración por microorganismos y vitrificación Entre el material analizado cuatro especies arbóreas evidenciaron la presencia conjunta de los tres tipos de alteración. Entre los carbones de Austrocedrus chilensis se documentaron cuatro carbones (6,90%) afectados por grietas de contracción, hifas y vitrificación, entre los de Nothofagus dombeyi tres fragmentos (25%), entre los de Nothofagus antarctica dos (9,52%) y finalmente entre la muestra de Fitzroya cupressoides un carbón (50%).
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
135
UNIDAD II Fogón circuscrito con rocas Grietas
Taxón
Austrocedrus chilensis
N
%
15
25,86
Hifas + vitrificación
Grietas+ Hifas + vitrificación
N
N
9
% 15,52
4
Total
%
N
%
6,90
28
48,28
Nothofagus antarctica
9
42,86
5
23,81
2
16
76,19
Nothofagus dombeyi
5
41,67
2
16,67
3
25
10
83,33
Fitzroya cupressoides
1
50
1
50
2
100
Maytenus boaria
1
100
1
100
Discaria chacaye
1
100
1
100
16
Total
32
10
9,52
58
Tabla 20. Restos de carbón de la Unidad II del sitio Parendón Lafré, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
3. Experimentación con especies nativas de la Patagonia Como se citó anteriormente, el estudio de las alteraciones de la madera ha revelado carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides con un alto porcentaje de grietas de contracción. El resto de las especies recuperadas en la Unidad I no presenta este tipo de alteración o su porcentaje es inferior en comparación al de las coníferas antes mencionadas. Este sería el caso de los carbones de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi. Esta situación planteó diversos interrogantes en cuanto a las propiedades combustibles de estas cuatro especies y las estrategias de consumo de las mismas por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon Paredón Lanfré. Dada la escasez de datos sobre las propiedades combustibles de las especies patagónicas, se decidió realizar experimentación y el estudio cuantitativo de los carbones resultantes. Como se mencionó anteriormente (Capítulo 2: 4.2.), la experimentación es una manera de poder determinar las cualidades que posee una especie leñosa como combustible y comprender su comportamiento ante el calor del fuego (Bazile-Robert, 1982; March, 1992; Théry-Parisot, 2001; Théry-Parisot y Costamagno, 2005). Por lo tanto, el planteamiento y desarrollo de trabajos experimentales no solo posibilitan el conocimiento de las propiedades combustibles de una especie sino que permiten recrear determinadas situaciones que ayudan a comprender los resultados, en este caso de los sitios patagónicos (Caruso Fermé, 2008, 2010, 2012a, 2012b, 2013a, 2013e; Caruso Fermé y Théry Parisot, 2011; Caruso Fermé e Iriarte, 2014; March, 1992). El trabajo experimental tuvo como objetivos principales explorar: a) si las grietas de contracción de los carbones responden al estado de la madera utilizada —verde/ seco— y b) si en el caso del carbón arqueológico identificado como Austrocedrus
136
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
chilensis y Fitzroya cupressoides existe correlación entre el calibre de la madera utilizada y el número de grietas de contracción registrado entre los carbones. Es decir, si el diámetro de la madera puede ser un factor determinante en la aparición de este tipo de alteración. La experimentación se estructuró en tres partes. — Una primera caracterizada por la realización de una serie controlada de combustiones, llevadas a cabo con cuatro especies típicas del bosque andinopatagónico: Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi. Esta parte del trabajo se basó en el estudio de las propiedades combustibles de las especies, teniendo como eje de análisis la temperatura, y la duración de la combustión y de la llama, además del estado fisiológico y morfológico de las maderas utilizadas. — La segunda parte del trabajo experimental se centró en el estudio de 25 carbones de cada uno de los distintos fuegos. La labor consistió en la cuantificación de las grietas de contracción existente en cada uno de los carbones, en la toma de medidas del largo y ancho del plano transversal de cada fragmento (necesarias para calcular la superficie de cada carbón) y en el cálculo de la media de grietas de contracción/mm² para cada uno de ellos. — La tercera y última parte del trabajo radicó en la contrastación de los resultados experimentales con los del análisis de carbones arqueológicos de coníferas 1. Para ello se reestudiaron los carbones siguiendo el mismo método que en el material experimental. A su vez se midió el calibre de cada carbón. 3.1. Primera parte: combustiones controladas La madera utilizada en las distintas combustiones fue obtenida en dos períodos diferentes. En el año 2010 se realizó la colecta, secado de parte del material y experimentación con la madera verde y seca de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides. Es preciso aclarar que en el caso de Fitzroya cupressoides fue utilizada madera de poda natural. Un año más tarde se efectúo el mismo trabajo con la madera de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi. Las especies Las cuatro especies arbóreas nativas utilizadas en las distintas combustiones experimentales presentan las siguientes características: 1. Fitzroya cupressoides (alerce) —figura 36A— es una de las tres coníferas argentino-chilenas que pertenece a géneros monoespecíficos: es una especie dioica excepcionalmente monoica (Grosfeld, 2002). Este árbol, también 1 El análisis antracológico evidenció que los carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides presentaban mayoritariamente este tipo de alteración en comparación con el resto de especies representadas en el sitio arqueológico.
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
137
llamado «lahuan» o «lahual», que en lengua mapuche significa abuelo, es de mayores dimensiones y el más longevo de Sudamérica (Donoso, 1993; Lara y Villalba, 1993; Veblen et al., 1995). Esta conífera habita en la región más húmeda de los bosques andino-patagónicos, desde los 39º hasta los 43º 30’ latitud sur (Veblen y Ashton, 1982). En Chile se extiende tanto en la Cordillera de los Andes —entre los 500 y 1.100 a 1.200 m s. n. m.— como en la Cordillera de la Costa a latitudes entre los 700 y 1.000 m hacia el N, y entre 550 y 770 m en Chiloé (Donoso, 1993; Donoso et al., 2006). En Argentina ocupa un área menor formando bosques puros o mixtos entre 300 y 1.500 m s. n. m. (Dimitri, 1972; Donoso, 1993; Donoso et al., 2006). Fitzroya cupressoides se asocia con Pilgerodendron uviferum, pero suele entremezclarse con Nothofagus antactica, Nothofagus dombeyi, Drimys winteri, entre otras especies. No obstante, en la parte más oriental de su distribución —por debajo de los 500 m s. n. m.— existen ejemplares relativamente aislados en las márgenes de ríos y lagunas. Los ejemplares jóvenes y aislados poseen generalmente ramas hasta el suelo, mientras que los árboles adultos presentan una copa larga y estrecha pudiendo superar los 50 m de altura y 4 m de diámetro (Dimitri et al., 1997; Donoso et al., 2006; Grosfeld, 2002; Tortorelli, 1956). Estudios dendrocronológicos llegaron a determinar edades de hasta 3.620 años (Lara y Villalba, 1993; Veblen et al., 1995). 2. Austrocedrus chilensis (ciprés de la cordillera) —figura 36B— es una cupresácea dioica, la conífera nativa de más amplia distribución latitudinal de Chile y Argentina, que se distribuye por poco más de 11 grados latitudinales y unos 1.200 kilómetros en línea recta (Donoso, 2006). El límite norte de esta especie se encuentra en Chile a los 32º 39’ latitud sur, en la Cordillera de los Andes a alturas de 2.000 m s. n. m. (Schlegel, 1962). El extremo austral de su distribución ocurre en Argentina, a los 43º 44’ latitud sur (Gallo et al., 2004). En la Argentina Austrocedrus chilensis es uno de árboles característicos de los bosques del norte de la Patagonia, creciendo entre los 39º 30’ S y los 43º 44’ S (Pastorino et al., 2002). Muestra gran capacidad de asociación con otras especies arbóreas, constituyendo tipos forestales muy disímiles. La asociación con otras especies varía en función de la humedad desde las partes altas de la cordillera oriental de los Andes hacia la estepa. En las zonas más húmedas de la cordillera se asocia con Nothofagus dombeyi, formando «bosques mixtos». Con la disminución de la precipitación los rodales de Austrocedrus se hacen puros convirtiéndose en «bosques compactos». Hacia la estepa las precipitaciones son menores y los bosques puros de Austrocedrus, cada vez menos densos, se transforman en «bosques marginales» (Dezzotti y Sancholuz, 1991). Es posible encontrar, de manera muy exclusiva, asociaciones de Austrocedrus chilensis con Fitroya cupressoides y Pilgerodendrom uviferum (Gallo et al., 2004). Los ejemplares de Austrocedrus chilensis pueden superar los 30 m de altura con 100 años de edad (Tortorelli, 1957). Cuando el árbol crece en bosque
138
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
denso posee numerosas ramas de diámetros finos que se disponen en forma extendida ascendente con ángulo de inserción cercano a los 90º (Grosfeld, 2002). Esta especie está caracterizada por la abundante presencia de nudos, como consecuencia de una lenta autopoda de las ramas inferiores (Díaz Vaz, 1982). 3. Nothofagus dombeyi (coihue) —figura 36C— es un árbol monoico, de tronco grueso y recto, hojas perennes pequeñas de forma lanceolada con borde aserrado. A diferencia de otros Nothofagus su brotación sucede simultáneamente en todas las ramas y el tronco. Puede alcanzar entre 2,5 y 4 metros de diámetro y una altura aproximada de 40-45 metros (Díaz Vaz, 1987b; Dimitri, 1974; Rodríguez et al., 1983). La distribución de Nothofagus dombeyi en Argentina se encuentra entre los paralelos 38° 30’ y 44°S (Dimitri, 1972). El principal limitante para el desarrollo de esta especie es la humedad (Díaz Vaz, 1987b; Donoso et al., 2004). Al este de la cordillera de los Andes, en territorio argentino, los bosques en que participa Nothofagus dombeyi son en general puros en mosaico o con algún grado de asociación con Nothofagus oblicua (roble) y Nothofagus nervosa (raulí) (Donoso, 1987). Hasta los 44°S donde la precipitación disminuye desde 2.500 mm hasta 1.800 mm Nothofagus dombeyi forma bosques mixtos junto a Austrocedrus chilensis (Dezzotti y Sancholuz, 1991; Gallo et al., 2004). 4. Nothofagus antarctica (ñire) —figura 36D— es una especie monoica que varía de tamaño según las condiciones de hábitat desde un árbol de 10 a 15 metros de altura a la de un pequeño subarbusto de unos cuantos decímetros (Dimitri, 1974; Premoli, 1991; Vidal y Premoli, 2004). Sus hojas son variables, a veces asimétricas u oblicuas, y a veces con bordes lobulados pero más irregularmente dentados. Nothofagus antarctica presenta una amplia distribución geográfica desde los 36° 30’S hasta los 56° a lo largo de la cordillera de los Andes tanto de Chile como de Argentina (Dimitri, 1972; Donoso, 1974; Donoso et al., 2004; Moore, 1983; Vidal y Premoli, 2004). En las proximidades de la estepa patagónica, donde las precipitaciones son más escasas, esta especie crece junto a Austrocedrus chilensis en bosques más xéricos y abiertos. En ambientes anegadizos y turberas Nothofagus antarctica puede encontrarse asociado con especies como Pilgerodendrum uviferum, Drimys winteri y Fitzroya cupressoides. En Tierra del Fuego se lo encuentra junto a Nothofagus betuloides y Nothofagus pumilio (Vidal y Premoli, 2004). Entre las especies de Nothofagus sudamericano Nothofagus antarctica muestra la mayor amplitud ecológica. Es notable su condición de adaptación a condiciones de climas templados y fríos, caracterizados por las bajas temperaturas (Alberdi et al., 1985; Premoli, 1991; Vidal y Premoli, 2004). Otros rasgos de esta especie son su intolerancia a la sombra y su adaptabilidad a las condiciones de campo abierto, Nothofagus antarctica puede establecerse sobre morenas glaciarias (Donoso, 1995 en Vidal y Premoli, 2004).
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
139
Figura 36. Especies leñosas utilizadas para las combustiones experimentales. A. Fitzroya cupressoides. B. Austrocedrus chilensis. C. Nothofagus dombeyi y D. Nothofagus antarctica.
Las combustiones Se llevó a cabo un total de 16 combustiones, cuatro por cada una de las especies. Dos de los cuatro fuegos se efectuaron con ramas secas y dos con ramas verdes. La madera seleccionada para este tipo de experimentación pertenece a distintos individuos de la misma especie. Dado que uno de los cuatro árboles con los cuales se está trabajando es una especie protegida —Fitzroya cupressoides—, la totalidad de los fuegos de esta especie fueron realizados con madera de un mismo individuo. Por la misma razón, para los fuegos con madera verde se utilizó madera de poda 2. El total de las combustiones fueron realizadas en un hogar abierto, en condiciones de laboratorio, con el objeto de limitar la incidencia de factores externos tales como la humedad atmosférica, viento, etc., que pudieran incidir en la misma. La totalidad de los fuegos se efectuó siguiendo el mismo protocolo de acción. La madera fue medida y pesada antes y después de la combustión (figura 37). La temperatura, duración de la flama y duración de la combustión total fue registrada durante todo el proceso de combustión de cada uno de los fuegos (Caruso Fermé, 2013c, 2013d, 2013e; Caruso Fermé y Théry Parisot, 2011) —ver figura 38 (1-2-3-4-5-6), figura 39 y tabla 21—.
2 La forma de proceder con esta especie fue consultada con personal de la Administración Parques Nacionales, Delegación Regional Patagonia. Bariloche, Argentina.
140
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 37. Maderas utilizadas en los fuegos experimentales. A. De izquierda a derecha madera verde y seca de Austrocedrus chilensis. B. Detalle de madera verde de Austrocedrus chilensis. C. Detalle de madera seca de Austrocedrus chilensis.
NOTHOFAGUS ANTARCTICA (MADERA SECA) -MUESTRA 1Tiempo (min)
Sensor 1
Sensor 2
Sensor 3
Sensor 4
Temperatura (°C)
Temperatura (°C)
Temperatura (°C)
Temperatura (°C)
0:04:00
149,1
345,2
123,7
228,4
0:06:00
588,2
562,5
524,1
248,9
0:08:00
725,1
554,3
625,7
215,4
0:10:00
713,7
658,9
688,7
263,7
0:12:00
686,2
614,7
658,7
666,3
0:14:00
749,7
586,9
708,1
692,2
0:16:00
707,1
620,7
585,6
704,1
0:18:00
722,9
624,4
668,3
707,6
0:20:00
715,8
669,3
686,9
672,1
0:22:00
786,7
723,7
727,5
666,2
0:24:00
723,1
723,4
697,3
652,3
0:26:00
753,4
706,2
654
687,1
Tabla 21. Registro de la temperatura, cada 6 minutos, de toda la combustión experimental de madera seca Nothofagus antarctica.
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
141
Figura 38. 1-2-3-4-5-6. Distintos momentos de una combustión experimental.
Figura 39. Registro de la temperatura, cada 6 minutos, de toda la combustión experimental con madera verde de Nothofagus antarctica.
142
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Resultados El tiempo total de combustión alcanzado por los fuegos fue de 1.14hs a 3.04hs. Entre los fuegos de Nothofagus antarctica y Fitzroya cupressoides la mayor duración de combustión se registró en aquellos realizados con madera seca, en comparación a los efectuados con madera verde. Por el contrario, en el caso de Austrocedrus chilensis, las combustiones efectuadas con madera verde duraron más tiempo que las de madera seca. Por lo que respecta a Nothofagus dombeyi los dos fuegos que registraron una mayor duración de combustión se llevaron a cabo con madera verde y con madera seca (ver tabla 22). Los resultados de las distintas combustiones, realizadas hasta el momento, permiten apreciar que la duración de la combustión así como la de las llamas no tendrían relación con el estado de las maderas (seco-verde) de las diferentes especies nativas utilizadas en los 16 fuegos experimentales. Estado fisiológico de la madera
Taxón
Austrocedrus chilensis
Fitzroya cupressoides
Nothofagus dombeyi
Seca
Tº máxima
Residuos (en g)
1
74
25
497º
18,67
2
80
28
488º
15,26
1
86
13
464º
19,68
2
118
12
426º
18,14
Seca
1
107
45
583º
37,56
Verde
2
90
12
522º
15,86
Verde
Seca
2
98
31
459º
18,21
Verde
1
80
13
441º
55,7
Seca Verde Seca
Nothofagus antarctica
Duración Duración N.º de la de la muestra combustión llama (en min) (en min)
Verde Seca
2
134
37
735º
23,69
1
138
22
696º
26,88
1
140
40
693º
41,83
2
137
40
647º
41,56
1
184
50
786º
111,34
1
156
50
783º
68,99
2
140
45
773º
63,36
2
170
58
768º
77,4
Tabla 22. Resultados de las distintas combustiones experimentales (ordenados por temperatura máxima alcanzada).
En cuanto a la duración total de la llama, los fuegos realizados con madera seca de Austrocedrus chilensis y Fitzoroya cupressoides evidenciaron una llama más duradera, que los de madera verde. En el caso de Nothofagus dombeyi, por el contrario, la llama con mayor duración se observó en las combustiones de madera
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
143
verde. Finalmente entre los fuegos de Nothofagus antarctica el mayor tiempo de duración de la llama fue evidente tanto en combustiones de madera seca como de madera verde. Como se observa en la tabla anterior (tabla 22), los resultados de las distintas combustiones, realizadas para esta tesis, permiten apreciar que la duración total de la combustión así como la de las llamas no parece tener relación con el estado de la madera (verde-seco) de las diferentes especies nativas utilizadas en los 16 fuegos experimentales. La temperatura máxima alcanzada por los fuegos fue de 786º y de 426º la mínima. Las combustiones llevadas a cabo con madera de Nothofagus registraron temperaturas más altas que aquellas realizadas con madera de coníferas (Fitzroya cupressoides y Austrocedrus chilensis). Los fuegos de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi evidenciaron temperaturas próximas a los 735º-786º, mientras que los de Fitzroya cupressoides y Austrocedrus chilensis a los 583º-497º. En cuanto al estado de la madera, las combustiones efectuadas con madera seca de Austrocedrus chilensis y Nothofagus dombeyi alcanzaron temperaturas superiores en comparación a aquellas realizados con madera verde de estas mismas especies. Por el contrario, en el caso de Nothofagus antarctica y Fitzroya cupressoides las temperaturas máximas se registraron tanto en fuegos efectuados con madera verde como con madera seca. Es preciso remarcar la necesidad de continuar con esta línea de trabajo experimental a fin de nuevos resultados que permitan seguir discutiendo sobre las propiedades combustibles de las distintas especies leñosas. 3.2. Segunda parte: estudio de los carbones experimentales El estudio de las grietas de contracción se basó en el análisis de 25 carbones por cada fuego experimental, sumando un total de 400 fragmentos. Las grietas de contracción fueron estudiadas mediante la utilización de un analizador de imágenes «image pro-plus». Mediante una cámara conectada a un binocular, en este caso Leica (MZ6) 3, el plano transversal de cada carbón fue fotografiado. Sobre cada una de las imágenes realizadas se procedió a la cuantificación de las grietas de contracción de todos los carbones estudiados. Cuantificación de las grietas de contracción en carbones experimentales El porcentaje de grietas de contracción no posee valor diagnóstico en el seno de una muestra. Por este motivo se midió el largo y ancho del plano transversal de cada fragmento; medidas necesarias para poder calcular la superficie de cada carbón y posteriormente la media de grietas de contracción para cada uno de los carbones. Finalmente, se calculó también la media de grietas de contracción para cada una de las cuatro especies nativas utilizadas en la experimentación. 3 Laboratoire d’Archéobotanique de CEPAM (Centre d’études Préhistoire Antiquité Moyen Age), laboratoire du CNRS.
144
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Todos los carbones producto de las 16 combustiones experimentales presentan grietas de contracción. No obstante, en el caso de Austrocedrus chilensis (17,35/100 mm² y 17,3/100 mm²) existe una marcada diferencia entre la media de grietas de contracción de carbones producto de combustiones con madera verde y la correspondiente a los carbones procedentes de fuegos efectuados con madera seca (6,21/100 mm² y 6,19/100 mm²) —ver tabla 23—. La misma situación se evidencia en las muestras de Fitzroya cupressoides, donde los carbones resultado de combustiones con madera verde poseen una media de grieta de: 15,33/100 mm² y 12,01/100 mm², mientras que aquellos carbones resultado de combustiones con madera seca tienen una media más baja: 7,54/100 mm² y 7,06/100 mm². Taxón
Estado fisiológico de la madera Verde
Austrocedrus chilensis Seco Verde Fitzroya cupressoides Seco Verde Nothofagus antarctica Seco Verde Nothofagus dombeyi Seco
N.º muestra
Media de grietas/100mm²
1
17,35
2
17,3
1
9,19
2
6,21
1
15,33
2
12,01
1
7,54
2
7,06
1
12,28
2
18,43
1
29,39
2
19,41
1
10,89
2
5,67
1
9,5
2
10,4
Tabla 23. Registro de media de grietas de contracción/mm² por especie vegetal, según el estado fisiológico de la madera utilizada en cada fuego experimental.
Los resultados de los fuegos realizados con madera de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi ofrecen un panorama totalmente diferente al de las coníferas. En el caso de los Nothofagus no se evidencian marcadas diferencias entre los fuegos realizados con madera seca y aquellos con madera verde. La media de grietas de contracción para los carbones de Nothofagus antarctica, producto de los fuegos realizados con madera seca de es de 18,43/100 mm², mientras que la media para los carbones de las combustiones con madera verde es de 19,41/100 mm². Un cuadro similar se aprecia en el estudio de los carbones de Nothofagus dombeyi donde la media de grietas de contracción para los carbones de fuegos con madera verde es
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
145
de 10,89/100 mm² y 10,40/100 mm² para los de madera seca. La aplicación de la prueba exacta de Fisher no evidencia diferencias estadísticamente significativas entre los carbones producto de combustiones realizadas con madera seca y madera verde de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi (figuras 40, 41 y 42). En síntesis, la media de grietas de contracción/mm² de cada una de las cuatro especies utilizadas en los 16 fuegos experimentales demuestra las diferencias de una especie a otra. El número de grietas contracción/mm² permite discriminar la utilización de madera seca y de madera verde entre las gimnospermas —Austrocedus chilensis y Fitzroya cupressoides—, mientras que esta diferencia no es tan clara en las angiospermas —Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi— (Caruso Fermé, 2012, 2013a, 2013e; Caruso Fermé y Théry-Parisot, 2011). Esta diferencia se explicaría a partir de la mayor variabilidad y complejidad anatómica de las angiospermas, constituidas por células, vasos conductores de savia, tejido de sostén, fibras y parénquima, en comparación con árboles más primitivos como lo son las gimnospermas. Estas últimas con un sistema axial caracterizado por una estructura homóxila y ausencia de vasos (Chamberlain, 1934; Eames, 1960; Fahn, 1982).
Figura 40. Test de Fisher para el número de grietas de contracción/mm² en los carbones de las cuatro especies nativas.
146
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 41. Calculo de media de grietas de contracción por cada una de las especies nativas.
Figura 42. Calculo de media de grietas de contracción, por especies, de todas las combustiones.
3.3. Tercera parte: contrastación de carbones experimentales y arqueológicos Todos los carbones identificados como Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides superiores a 4 mm fueron estudiados. Se analizó un total 100 fragmentos, 60 identificados como Austrocedrus chilensis y 40 como Fitzroya cupressoides. El estudio de las grietas de contracción se efectuó con la misma metodología de trabajo que la aplicada en el análisis del material experimental. De esta manera se midió la altura, longitud y ancho de cada fragmento de carbón y se cuantificaron las grietas de contracción existentes en el plano transversal de cada uno de ellos.
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
147
Cuantificación de grietas de contracción y medición del calibre en carbón arqueológico Medir el calibre de los carbones tiene por objetivo averiguar si existe correlación entre el calibre de la madera puesta al fuego y el número de grietas de contracción existente en los carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupresoides. Con el empleo del mismo analizador de imagen, utilizado en el estudio de las grietas de contracción, se midieron los radios y curvatura de los anillos de crecimiento de cada uno de los carbones. Este trabajo se realizó siguiendo una técnica de medición basada en el estudio de clases de diámetros con el fin de estimar las proporciones de clases de calibres puestas en el fuego. Se aplicaron dos métodos de análisis por imagen: el método del círculo y método trigonométrico. El primero se basa en el estudio directo de los radios leñosos a partir de la delineación de los anillos de crecimiento y el segundo en la distancia y ángulo entre dos radios leñosos (ver capítulo 2, apartado 4.5.). La gran mayoría de carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupresoides evidenció grietas sobre su plano transversal. No obstante, el número de grietas de contracción/mm² es diferente entre ambas especies. Este tipo de alteración tiene una mayor representación entre los carbones identificados como Fitzroya cupressoides en comparación Austrocedrus chilensis. Los carbones de Fitzroya cupressoides presentan una media de grietas de contracción de 23, 05/100 mm², valor superior a la media registrada para los carbones de Austrocedrus chilensis: 13,05/100 mm² (ver tabla 24 y figura 43). Taxón
Media de grietas/100mm²
Austrocedrus chilensis
13,05
Fitzroya cupressoides
23,05
Tabla 24. Registro de media de grietas de contracción/mm², por especie vegetal, en carbones procedentes del sitio Paredón Lanfré.
Medición del calibre en carbón arqueológico La aplicación de dos métodos (trigonométrico y del círculo) para el estudio del calibre posibilitó la obtención de dos estimaciones de diámetro por cada muestra de carbón. Trabajos experimentales (Chzavzez et al., 2012) demuestran que el método del círculo, en comparación con el trigonométrico, subestima aún más los diámetros mayores en favor de los calibres pequeños. Sin embargo más allá de las diferencias observadas en los resultados de ambos métodos, los trabajos experimentales demuestran que la medición por análisis de imagen utilizando el método del círculo o el método trigonométrico son óptimos para el desarrollo de este estudio (Chrzavzez et al., 2012). En nuestro caso en concreto, habiendo aplicado ambos métodos de estudio y verificando su efectividad se trabajará directamente con el trigonométrico.
148
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 43. Calculo de media de grietas de contracción para Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides.
Gráfico 4. Sitio Paredón Lanfré. Representación gráfica de la proporciones de calibres de carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides.
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149
Los resultados del estudio del calibre de los carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides demuestra diferencias entre ambas especies. La lectura del histograma de proporciones de la primera de las coníferas refleja la representación de todas las clases de calibres. En el mismo histograma se hace evidente una elevada concentración de carbones cuyo calibre maximal se encuentra comprendido entre 0-10 cm y también la existencia de calibres mayores a 20 cm (ver gráfico 4). En el histograma de proporciones correspondiente a los carbones de Fitzroya cupressoides, se puede apreciar una clara concentración de carbones con un calibre entre los 0-2,5 cm, con ausencia de aquellos mayores a 15 cm. Correlación entre calibre y grietas de contracción En las muestras arqueológicas el cálculo de la correlación entre calibre y grietas de contracción sugiere que el calibre parece no tener correlación con el número de grietas de contracción registrado en los carbones. Los gráficos que se presentan a continuación (figuras 44 y 45) evidencian que el calibre de los carbones identificados como Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides es significativamente diferente, pero la regresión muestra que el calibre no influye sobre la grietas de contracción producidas en los carbones de ninguna de las dos especies leñosas (Caruso Fermé, 2012a, 2013a).
Figura 44. Gráfico de regresión (correlación calibre vs grietas de contracción) en carbones de Austrocedrus chilensis.
150
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 45. Gráfico de regresión (correlación calibre vs grietas de contracción) en carbones de Fitztroya cupressoides.
Gráfico 5. Calculo coeficiente de regresión.
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151
Figura 46. Gráfico de regresión (correlación calibre vs grietas de contracción) en carbones de ambas especies.
En el gráfico siguiente (figura 46) se puede apreciar que las nubes de puntos rojos y azules se recortan sin reflejar diferencias entre Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides, lo que demuestra que el calibre no influye sobre las grietas de contracción registradas en los carbones de ambas especies. En los gráficos que se presentan a continuación (gráfico 5) se puede observar que el valor de R (coeficiente de regresión) es muy débil tanto en el caso de Austrocedrus chilensis como en el de Fitzroya cupressoides, sugiriendo por tanto ausencia de correlación entre el calibre y el número de grietas de contracción documentado entre el material estudiado.
152
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
4. Conclusión de la experimentación Toda experimentación sobre el pasado, tanto en sus dimensiones socioculturales —tecnología, funcionalidad, etc.— como en lo relativo a la conservación de las evidencias de ese pasado, se desarrollará enmarcada por parámetros que simplifican directa o indirectamente la realidad (Baena Preysler y Cuartero Monteagudo, 2009; Clemente, 2009; Morgado y Baena Preysler, 2011; Terradas y Clemente, 2001). No obstante, ciertas cuestiones —en particular aquellas de orden técnico— pueden ser resueltas mediante enfoques experimentales adaptados a cada caso de estudio (Pellegrin, 2011). De esta manera, los resultados obtenidos a partir de la experimentación con fuegos permiten profundizar en el conocimiento de las cualidades que poseen Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi como combustible y comprender su comportamiento ante el calor del fuego. El desarrollo y estudio de las distintas combustiones experimentales realizadas para esta tesis, permitió apreciar que la duración de las mismas así como la de las llamas, no implicó relación con el estado de la madera (verde-seco) utilizada como combustible. Los fuegos experimentales y el estudio de las grietas de contracción en los carbones demostraron diferencias entre las distintas especies leñosas estudiadas. Las distintas combustiones experimentales aquí descriptas permiten apreciar, en algunos casos, que la carbonización de madera saturada en agua favorece el aumento substancial del numero de grietas de contracción. Este fenómeno fue claramente observado entre las combustiones realizadas con madera verde de Austrocedus chilensis y Fitzroya cupressoides. Los resultados señalan, que el número de grietas/mm² es mayor entre los carbones producto de madera verde que entre los obtenidos con madera seca. Por lo tanto, en Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides el número de grietas de contracción depende del contenido de humedad de la madera utilizada como combustible. Por el contrario, en el caso de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi los resultados alcanzados no evidencian diferencias estadísticamente significativas entre los fuegos realizados con madera verde y seca (Caruso Fermé, 2012a, 2013e). En consecuencia, la aparición de grietas de contracción en los carbones de estas especies, no depende de la humedad inicial de la madera, por lo que no debería ser considerado como un signo diagnóstico de esta variable antes de que se lleve a cabo la combustión. El número de grietas de contracción/ mm² permite discriminar la utilización de madera seca y de madera verde entre las angiospermas —Austrocedus chilensis y Fitzroya cupressoides—, mientras que esta diferencia no es tan clara en las angiospermas —Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi— (Caruso Fermé, 2012a, 2013a, 2014; Caruso Fermé y Théry-Parisot, 2011). Esta diferencia se explicaría a partir de la mayor variabilidad y complejidad anatómica de las angiospermas, constituidas por células, vasos conductores de savia, tejido de sostén, fibras y parénquima, en comparación con árboles más primitivos como lo son las gimnospermas. Estas últimas con un sistema axial caracterizado por una estructura homóxila y ausencia de vasos (Chamberlain, 1934; Eames, 1960; Fahn, 1982).
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En síntesis, en todos los carbones producto de los 16 fuegos experimentales se registraron grietas de contracción. La carbonización de madera saturada en agua favorece el aumento substancial del numero de grietas de contracción, fenómeno claramente observado entre los fuegos con madera verde de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides. No obstante, en el caso de Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi la incidencia de la tasa de humedad de la madera sobre la frecuencia de las grietas de contracción no evidenció diferencias estadísticas significativas con los fuegos realizados con madera seca de estos mismos taxones. No obstante, es preciso remarcar la necesidad de continuar experimentando con ambas especies leñosas. La temperatura más alta alcanzada durante cada uno de los fuegos no parece tener relación directa con la presencia de grietas de contracción registradas en los carbones de las combustiones de las distintas especies vegetales (Caruso Fermé, 2012a). El estudio detallado del fenómeno de las grietas de contracción demuestra un comportamiento diferencial relacionado con las especies experimentadas. Este hecho puede deberse a distintas razones; en primer lugar, a que cada especie vegetal posee componentes anatómicos que les son propios y que son responsables de su comportamiento ante el fuego. En segundo lugar, puede existir una gran variabilidad anatómica para una misma especie, que conlleva un comportamiento diferencial durante la carbonización de la madera. Finalmente las características anatómicas de una misma especie pueden variar en función de la posición en la que se encuentren dentro del mismo árbol y de la misma orientación de la muestra —en relación con la disposición de los principales elementos anatómicos de la madera— (Théry-Parisot, 2001). Según Prior y Alvin (1986, 1993) las mismas características anatómicas de la madera serán las que determinen su comportamiento durante la combustión y la interacción con factores tales como temperatura, duración de la carbonización, y tasa inicial de humedad, entre otros. El análisis de las muestras procedentes de Paredón Lanfré demostró que la gran mayoría de los carbones de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides presentan grietas de contracción sobre su plano transversal y que el número de grietas/mm² es diferente entre ambas especies. Los carbones de Fitzroya cupressoides poseen una media de grietas de contracción de 23, 05/100 mm², mientras que en los carbones de Austrocedrus chilensis es de 13,05/100 mm² (ver tabla 25). Por su parte, como se citó anteriormente, los resultados de las muestras experimentales también evidencian una marcada diferencia en la media de grietas de contracción entre los carbones estudiados. En este caso, la experimentación permitió verificar que la diferencia radica en el estado inicial de la madera antes de realizarse el acto de combustión. Como se mencionó anteriormente, la media de grietas de contracción puede ser en algunos casos una buena estimación de la humedad de la madera, y por ende un elemento diagnóstico para evaluar la utilización y modalidades de adquisición del material leñoso destinado a la combustión por parte de los cazadores-recolectores que habitaron Paredón Lanfré. En base a los datos experimentales la media de grietas de contracción que presentan los carbones de Austrocedrus chilensis y de Fitzroya cupressoides estudiados sugiere la utilización de madera verde destinada a la combustión.
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MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Carbón Arqueologico
Carbón Experimental Taxón
Austrocedrus chilensis
Fitzroya cupressoides
Estado fisiológico de la madera Verde Seco Verde Seco
N.º muestra
Media de grietas/100mm²
1
17,35
2
17,3
1
9,19
2
6,21
1
15,33
2
12,01
1
7,54
2
7,06
Media de grietas/100mm²
13,05
23,05
Tabla 25. Registro de media de grietas de contracción/mm², por especie vegetal, en carbón experimental y carbones arqueológico, sitio Paredón Lanfré.
El estudio del calibre de las muestras procedentes de Paredón Lanfré presentó diferencias significativas entre los carbones identificados como Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides. El histograma de proporciones correspondiente a Austrocedrus chilensis refleja la representación de todas las clases de calibres, mientras que para el caso de Fitzroya cupressoides se encuentran ausenten los calibres mayores a 15 cm y se observa una clara concentración de carbones con calibres entre los 0-2,5 cm. El cálculo de correlación entre calibre y grietas de contracción de las muestras arqueológicas sugiere, para ambas especies, que el calibre no guarda relación con el número de grietas de contracción registrado en los carbones estudiados. Por lo tanto, el calibre no sería una variable que podría influir en la presencia de grietas de contracción en los carbones.
5. Discusión El análisis taxonómico de los 588 carbones procedentes de Paredón Lanfré permitió determinar, entre otras cosas, un uso heterogéneo del material leñoso destinado a la combustión. Los taxones presentes entre los carbones dispersos en el sedimento de la excavación (coincidente con el bloque denominado Unidad I) reflejan una formación vegetal de tipo forestal, dominada por especies arbóreas y arbustivas propias del actual Bosque Andino-Patagónico, caracterizado por Austrocedrus chilensis y especies del género Nothofagus (Cabrera y Willink, 1980). Sin embargo la presencia de especies tales como Fitzroya cupressoides, Nothofagus dombeyi y Chusquea culeou también sugieren la presencia de un Bosque templado de tipo Valdiviano. Actualmente entre los 40º y 43º S pueden encontrarse en valles con precipitaciones entre 2.500 y 3.500 mm anuales ejemplares de Nothofagus dombeyi asociado con algunas especies con altos requerimientos de humedad (Veblen et al., 1996). Fitzroya
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
155
cupressoides, por ejemplo, se encuentra generalmente asociado a suelos delgados de mal drenaje (Veblen et al., 1995). Como se consignó el apartado de análisis taxonómico, en la zona correspondiente a la Unidad I de la excavación principal (entre la superficie y los 40 cm) se concentra la mayor representación de especies vegetales: un total de diez taxones y las indeterminadas. En la Unidad II, los carbones correspondientes a los fogones —fogón circunscripto con rocas y fogón en cubeta— muestran una lista florística menor, con seis taxones también representados entre los carbones de la excavación principal. Las especies con mayor representación son Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi, siendo la primera de ellas la única registrada en todos sectores de la Unidad I —excavación principal, cuadros F19 y E11— y en la Unidad II —fogón circunscripto con rocas y fogón en cubeta— (ver tabla 26). En los muestreos datados en 490 ± 60 AP (40-60 cm) y 790 ± 60 C14 AP (6090 cm) se aprecia la mayor representación de fragmentos de carbón de Fitzroya cupressoides, con un 32,14% para la primer muestra y un 46,48% para la segunda. Si bien es común el reporte de bosques puros o mixtos de Fitzroya cupressoides entre los 300 y 1.500 m s. n. m (Dimitri, 1972; Donoso, 1993) la mayoría de los ejemplares de esta especie forma parte de bosques mixtos, tanto en fondos de valle como en laderas, entremezclándose con Nothofagus dombeyi, Nothofagus antarctica, y Drimys winteri (Grosferd, 2002). Fitzroya cupressoides puede actuar como especie colonizadora en sitios con suelos incipientes y, ocasionalmente, regenerar en claros de bosque sobre troncos caídos o tocones (Parker y Donoso, 1993). Su gran longevidad le permitiría ocupar claros de diferentes tamaños, asegurando su permanencia en el área (Grosferd, 2002). Prospecciones personales realizadas en enero de 2010 en una zona próxima a Paredón Lanfré (41º 34’ 9.90’’S y 71º 46’ 16.91’’) permitieron corroborar la existencia no solo de árboles longevos de Fitzroya cupressoides sino también de un renoval sobre una de las laderas del río Manso. La presencia de Fitzroya cupressoides entre los carbones, no solo se vincularía con su aprovechamiento como combustible, sino también como materia prima. Los antecedentes más antiguos de su uso como materia prima se registran hacia 8.000 AC (10.000 AP) en el sitio arqueológico Monteverde (Valdivia, Chile) con la presencia de varios objetos confeccionados con madera de esta especie (Dillehay, 1989, 1997). Según Molina y colaboradores (2006) es probable que los grupos indígenas que habitaron esa zona del borde del mar continuaran utilizando su madera solo para usos limitados circunscriptos exclusivamente al área de distribución de esta conífera. Desde 1552 la ciudad de Valdivia (Chile) se caracterizó por una fuerte actividad forestal, con la explotación de varias especies para la fabricación de herramientas, maquinarias, baúles, viviendas, etc., siendo el principal producto los tablones de alerce —Fitzroya cupressoides— (Molina et al., 2066). Los relatos de cronistas y reparticiones de encomiendas indican para esa época la existencia de una población indígena en los alrededores de Valdivia que mantenían una permanente comunicación con otros grupos ubicados entre la costa, los llanos y la cordillera. Esto está corroborado por el naturalista alemán Rodulfo Amando Philippi (1808-1904), quien
156
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
UNIDAD I Sector
UNIDAD II Cuadrícula de control F19
Excavación principal
Cuadrícula Fogón Fogón de control circuscrito en E11 con rocas cubeta Total
Profundidad
60-90 cm
40-60 cm
sup-40 cm sup- 50 cm
10-60 cm
130 cm
Datación
790±60AP
490±60AP
Sin datar
330±50 AP
Sin datar
1450±70 C14 AP y 1500±60 C14 AP
Sin datar
N
%
N
N
N
%
N
N
N
Austrocedrus chilensis (A)
25
35,21
36
32,14
68
30,36 21
70
8
34,78 58
Nothofagus dombeyi (A)
5
7,04
23
20,54
68
30,36
5
16,67
8
Nothofagus antarctica (A)
8
11,27
11
9,82
38
16,96
2
6,67
4
Fitzroya cupres33 soides (A)
46,48
36
32,14
14
6,25
Taxón
%
%
%
%
%
N
%
61,05 7 100
223
37,93
34,78 12
12,63
121
20,58
17,39 21
22,11
84
14,29
2
2,11
85
14,46
Maytenus boaria (A)
1
0,89
13
5,80
1
1,05
15
2,55
Discaria chacaye (a)
5
2,23
2
8,70
1
1,05
8
1,36
Colletia spinosa (a)
3
1,34
3
0,51
Fabiana imbricata (a)
2
1,79
3
1,34
5
0,85
Embotrium coccineum (A)
2
0,89
2
0,34
Chusquea culeou (a)
2
1,79
2
0,34
Rhamnaceae
1
3,33
1
4,35
2
0,34
Indeterminada
1
0,89
10
4,46
1
3,33
12
2,04
Indeterminable
15
6
3
1
1
26
4,42
Total
86 100
118 100
227 100
31 100
24 100
95 100
7 100
588
100
Tabla 26. Restos de carbón, sitio Paredón Lanfré, por taxón y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
hizo una excursión en 1865, la cual partió de La Unión y cruzó la cordillera atravesando numerosos alerzales (Molina et al., 2006; Castro et al., 2006). Sobre la base de estos datos Molina y colaboradores (2006) plantean que los antiguos pobladores de aquella zona aprovecharon esas travesías para explotar de distinta manera los bosques de Fiztroya cupressoides. En esos viajes también se habría incursionado en el lado oriental de los Andes, actuales tierras argentinas. Las primeras crónicas del siglo xvii citan la utilización de caminos transcordilleranos para la latitud de los lagos Puelo y Epuyén (noroeste de la provincia del Chubut) y Nahuel Huapi (provincias de Neuquén y Río Negro). Entre los paralelos 41º 30’ y 43º 40’ latitud sur, área donde se localiza Paredón Lanfré, los valles que se orientan en dirección
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
157
oeste-este habilitan el acceso entre ambas vertientes andinas a través de pasos que permiten superar la barrera que conforman la cordillera y el bosque templado (Bellelli et al., 2008). Aproximadamente a 30 km del sitio arqueológico se encuentra el paso fronterizo del río Manso/El León el cual comunica con Cochamó (X Región de los Lagos, Chile). La existencia en ambos sectores cordilleranos de sitios con pinturas rupestres que comparten una misma tendencia estilística —estilo greca (TAGC) y su variedad regional (MALB)— permiten a Bellelli y coautores (2008) hablar de redes de interacción entre uno y otro lado de la cordillera con posterioridad a 1300 AP. A pesar de la dificultad que adquiere el tránsito por el paso del río Manso, el mismo ofrece la posibilidad de circulación en la zona cordillerana, conectando los ambientes ecotonales y esteparios orientales con la costa pacífica en el oeste (Podestá et al., 2008). La existencia de carbones identificados como Fiztroya cupressoides y los antecedes en cuanto a su utilización permiten plantear la posibilidad de que la presencia de carbones de Fiztroya cupressoides en Paredón Lanfré no solo habría estado ligada a una acción de combustión, sino también a una actividad de tipo tecnológica. El estudio de los carbones recuperados en las dos Unidades permitió evidenciar asimismo distintos tipos de alteraciones: grietas de contracción, altercación por microorganismos, ataque de insectos y vitrificación. Las grietas de contracción son sin lugar a duda la alteración que mayor porcentaje posee entre el material de ambas unidades. Entre los carbones de la excavación principal (Unidad I) esta alteración solo se registró en ocho de los once taxones identificados. Es notable la diferencia entre el porcentaje de carbones de coníferas afectados (Fitzroya cupressoides presenta un 39,76% y Austrocedrus chilensis un 29,46%) en comparación con los de Nothofagus antarctica (1,75%) y Nothofagus dombeyi (3,13%). Entre las muestras procedentes del fogón circunscripto con rocas (Unidad II), todas las especies identificadas presentan carbones agrietados. El desarrollo de un trabajo experimental con cuatro especies nativas del bosque andino-patagónico (Austrocedrus chilensis, Fitzroya cupressoides, Nothofagus antarctica y Nothofagus dombeyi) y el cálculo de la media de grietas de contracción para cada una de estas especies demostró que en el caso de los Nothofagus no existen diferencias estadísticamente significativas entre la combustión de madera seca y madera verde. Mientras que para Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides el número de grietas de contracción/mm² es mayor en los carbones producto de madera verde que en las muestras obtenidas con madera seca. En cuanto a los carbones arqueológicos identificados como Fitzroya cupressoides los resultados determinaron una media de grietas de contracción/mm² con un valor superior (23,05/100 mm²) al registrado para los carbones de Austrocedrus chilensis (13,05/100 mm²). Estos datos en comparación con los datos experimentales sugieren que los carbones de estas especies recuperados en Paredón Lanfré podrían ser producto de la combustión de madera verde. El desarrollo del árbol joven de Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides está caracterizado por un incremento de la ramificación de toda la planta (Grosfeld, 2002). No obstante, sobre todo en Fitzroya cupressoides el crecimiento anual en longitud del tronco es notablemente mayor que el de las ramas. Entre aquellos individuos que crecen sin competencia por la luz, se hace evidente un mayor crecimiento
158
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
relativo del tronco en comparación con las ramas distales indicando una dominancia del tronco respecto de los ejes laterales (Grosfeld, 2002). La arquitectura y secuencia de desarrollo de las especies coníferas posibilita la presencia de un mayor número de ramas bajas muertas y una mayor producción de ramas caídas muertas en comparación con el resto de especies arbóreas. Estas mismas características podrían haber influido en las prácticas de adquisición del material leñoso por parte de los grupos cazadores-recolectores. Entre los carbones de las Unidades I y II también se registraron alteraciones por microorganismos, vitrificación y marcas de insectos xilófagos, esta última solo en la primer unidad. Entre los carbones de la Unidad I se documentó la existencia de carbones que evidencian conjuntamente alteración por microorganismos —hifas— y vitrificación. El porcentaje de carbones de coníferas afectados por alteración de microorganismos y vitrificación es significativamente inferior en relación al que evidencia las grietas de contracción. No obstante es preciso aclarar que de los 25 fragmentos clasificados como Indeterminables en esta área de la Unidad I, 17 lo son por causa del alto grado de vitrificación que imposibilitó su determinación taxonómica. Según Scheel-Ybert (1998) y Py y Ancel (2006) los taxones resinosos muestran una mayor tendencia a sufrir vitrificación durante el proceso de combustión. Sin embargo, a pesar de que Austrocedrus chilensis y Fitzroya cupressoides son consideradas especies resinosas, se pudo comprobar que en Paredón Lanfré ambas especies no evidencian realmente un porcentaje importante de vitrificación y que el registro de esta alteración es bajo en todas la especies identificadas, sean o no resinosas. Entre las muestras de la Unidad II, algunos de los carbones que poseen alteración por microorganismos también han sufrido un leve grado de vitrificación durante el proceso de combustión. Otra parte de los carbones además de demostrar conjuntamente estas dos alteraciones evidencia grietas de contracción, concentrando de esta manera los tres tipos de alteración en un mismo fragmento. Las marcas de insectos xilófagos, de la misma manera que las grietas de contracción, se hicieron evidentes en gran parte de los taxones identificados entre los carbones de la Unidad I. De los 11 taxones determinados, en seis de ellos se observaron carbones con marcas de insectos xilófagos. Entre los fragmentos de indeterminadas también se documentó esta alteración. Los resultados obtenidos sugieren, por un lado, que parte del material leñoso utilizado como combustible no se encontraba en buen estado. Por otro que el estado mismo (sano-alterado) de una parte de la madera destinado a la combustión podría haber propiciado la vitrificación de un cierto número de carbones. La duración de ocupación de un sitio condiciona las prácticas de adquisición del material leñoso. Por lo que existirá una correlación directa entre la duración de recolección de la madera y la superficie de espacio vegetal muestreado por el grupo (Chabal, 1992). Es decir, que si la duración de ocupación del sitio es corta la superficie recorrida para el aprovisionamiento de la madera será más restringida que en ocupaciones prolongadas. Los distintos fechados así como el reciclado de representaciones rupestres indican una recurrencia ocupacional del sitio Paredón Lanfré (Bellelli et al., 2006, 2007; Podestá et al., 2007, 2008). Por otra parte Paredón Lanfré, así como aquellos sitios del área ubicados entre el sur del Nahuel Huapi y
SITIO PAREDÓN LANFRÉ
159
la localidad de Cholila, estarían vinculados con el uso de los valles fluviales como corredores (Bellelli y Podestá, 2006). Esto, sumado a la representación mayoritaria de vertebrados pequeños (Fernández y Andrade, 2011), permite proponer ocupaciones cortas del alero. La presencia de alteraciones por microorganismos y marcas de insectos xilófagos entre el material de la Unidad I y II sugiere que parte del material leñoso destinado a la combustión no se encontraba en buen estado antes de ser quemado. Cabe tener presente que los carbones alterados por hongos son los primeros afectados por procesos post-depositacionales razón por la cual son totalmente eliminados del nivel arqueológico (Théry-Parisot, 2001). Estos resultados sugieren modos de adquisición que estarían respondiendo a necesidades inmediatas, basándose por lo tanto en la recolección de madera muerta caída en el suelo o aun en pie —colgada de los árboles—. La presencia de distintas manifestaciones rupestres así como la baja densidad artefactual —registrada en primera excavación— estaría propendiendo que la principal actividad de ocupación de Paredón Lanfré habría sido el uso ritual a través del arte rupestre (Bellelli et al., 2006, 2007; Podestá et al., 2007, 2008). La función de un sitio puede determinar la función del fogón y orientar de esta manera la adquisición del material leñoso. La recolección de madera muerta permite la utilización inmediata de los leños. No obstante, la alteración de la estructura interna de la madera genera una reducción considerable de la duración de la combustión (Théry-Parisot, 2001) y duplica el área de aprovisionamiento del material leñoso (Théry-Parisot y Meignen, 2000). Los modos de adquisición del combustible pueden ser múltiples, desde una rigurosa selección de especies hasta una gestión del estado de la madera (sana, alterada, verde, seca). Los resultados obtenidos del análisis de los carbones de las Unidades I y II demuestran que, a pesar de existir material alterado, en general el material leñoso destinado a la combustión se encontraba en buen estado.
Sitio Cerro Casa de Piedra 7 El cerro Casa de Piedra es un afloramiento de rocas de origen volcánico que contiene un conjunto de cuevas y aleros entre los cuales se encuentra el sitio aquí estudiado (en adelante CCP7) (Aschero et al., 1981-82, 1992-93, 2000; De Nigris, 2004; Civalero et al., 2007). Está emplazado en un área ecotonal con relictos de bosques de Nothofagus (figuras 47A-B-C), en la margen sur del río Roble, único desagüe natural del Lago Burmeister a 2.500 metros de distancia al oeste del cerro (figuras 48D-E). Su ubicación en la franja de ecotono bosque-estepa permite el acceso a una variada gama de recursos minerales, faunísticos y vegetales como mallines, lagunas con abundante avifauna, cerros con laderas boscosas y ambientes esteparios (Aschero et al., 2005). El área próxima al sitio Cerro Casa de Piedra 7 se caracteriza por presentar pastizales húmedos, mallines y estepas arbustivas de Nardophyllum obtusifolium —Asteraceae subfamilia Asteroideae— (Velázquez et al., 2010). En el Parque Nacional Perito Moreno se detectaron sitios a cielo abierto, abundantes hallazgos aislados y varios sitios en estratigrafía en abrigos rocosos (algunos con arte rupestre), entre ellos Cerro Casa de Piedra 7 —47° 57’S y 72° 05’W— y Cerro Casa de Piedra 5 —CCP5—. Los contextos de cronología más temprana son CCP7 (Holoceno temprano y medio) y CCP5 (Holoceno medio) y los sitios a cielo abierto «Campo Río Roble» 1 y 3 —CRR1 y CRR3— (Holoceno medio). Los representativos de momentos tardíos (posteriores a 2500 AP) son los aleros Dirección Obligatoria (ADO), Gorra de Vasco (AGV) y Destacamento Guardaparque (ADG) (Aschero et al., 2005). Las excavaciones de Cerro Casa de Piedra 7 comenzaron con un sondeo en el sector oeste de la cueva (Área 1), considerado como el de mayor reparo. Posteriormente se realizó un segundo sondeo en el área más central del sitio (Área 2) —ver figura 48—. A partir de 1990 se iniciaron las excavaciones sistemáticas que continuaron durante los años 1991, 1994, 1996, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2005. Durante las diversas campañas arqueológicas la excavación del Área 1 fue ampliada completándose 14 m². El material trabajado en este estudio proviene del Área 1, por lo que se hará concreta referencia a este sector de la cueva. Cerro Casa de Piedra 7 fue inicialmente un gran alero con una amplia superficie habitable que ofrecía buenas condiciones de reparo, las que fueron modificándose con el paso del tiempo y sucesos de derrumbe. La secuencia estratigráfica de Cerro Casa de Piedra 7 está constituida por 19 capas datadas radiocarbónicamente entre ca. 10.620 ± 40 y 3.400 años AP (figura 49). La distinción de las mismas, cuyo contenido es fundamentalmente antrópico, se efectuó en base a las característica físicas de la matriz, la granulometría de los sedimentos y su coloración (De Nigris, 2004; Civalero et al., 2007).
162
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 47. Cerro Casa de Piedra. A. Área de ecotono donde se localiza Cerro Casa de Piedra. B. Vista general del Cerro Casa de Piedra. C. Entrada a la cueva de Cerro Casa de Piedra 7. D. Lago Burmeister y nacientes del río Roble. E. Trayectoria del río Robles por el Cerro Casa de Piedra.
La fecha más temprana 10.690 ± 72 AP (fechado radiocrabónico —edad corregida 10.720 ± 72—) fue obtenida a partir de la datación de una costilla de guanaco (Lama
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
163
guanicoe) con huellas de corte, recuperada en la capa 19 (sector D11A). La capa 19 se encuentra por debajo de una capa que contenía fecas de un megaherbívoro, por lo que se propone que el mismo espacio albergó intercaladamente y en distintos momentos a grupos de cazadore-recolectores y a la megafauna (Aschero et al., 2007). El registro arqueológico posterior señala que este sitio fue usado recurrentemente durante por lo menos los primeros cinco mil años del Holoceno (Aschero, 1996; Aschero et al., 2005). Poco antes de 3.500 AP la cueva habría sido abandonada. Este hecho es coincidente con un episodio de derrumbe de grandes bloques que la dividió en dos. La casi ausencia de evidencias arqueológicas posteriores (Aschero, 1988, 1995; Aschero et al., 2000), sugiere que este episodio habría desencadenado el abandono.
Figura 48. Planta y perfil del sitio Cerro Casa de Piedra 7 (extraído y modificado de Aschero et al., 2007).
Recientemente, un fechado realizado sobre carbón vegetal procedente de un fogón separado del sector donde se plantearon las excavaciones principales brindó una datación de 1.927 ± 41 años AP δ13 C= –26,69 (UGA 868 fecha corregida) (Civalero et al., 2006-2007). El equipo de investigación infirió que se trató de una ocupación esporádica
164
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 49. Estratigrafía del sitio Cerro Casa de Piedra 7 y fechados radiocarbónicos (extraído y modificado de Civalero y Aschero, 2003).
y breve en el Holoceno tardío, diferente a las de tiempos anteriores donde se hacía uso efectivo y recurrente del espacio (Civalero et al., 2006-2007) (ver descripción abajo). Por esta razón se mantiene la hipótesis de que la cueva habría sido abandonada luego del derrumbe. Esto se ve reforzado por numerosos fechados tomados de la excavación grande y de un sondeo debajo del derrumbe (Civalero 2012, com. pers). Sin embargo, este fenómeno no se repite en todos los sitios del área. Por ejemplo, en Cerro Casa de Piedra 5, ubicado a tan solo 475 m de Cerro Casa de Piedra 7, la secuencia estratigráfica se extiende hasta ca. 2.500 años AP (Aschero, 1992). Se ha propuesto que esta última fecha marcaría el abandono de los sitios con máximo reparo y la ocupación de nuevos espacios —representados por los sitios de superficie o a cielo abierto ya mencionados— que continuaron siendo aprovechados en fechas más tardías (Aschero et al., 2005). En Cerro Casa de Piedra 7 se registraron artefactos de distintas materias primas —piedra, fibras animales (tendones, cuero, pelo) y fibras vegetales— en asociación con restos arqueofaunísticos. También fueron recuperados trozos de pigmentos cuyo principal componente es la goethita (Aschero 1983-1985; De Nigris, 2004; Civalero et al., 2007). De este sitio se ha estudiado, hasta el momento, un conjunto de 103 instrumentos líticos retocados, 2.179 desechos de talla, cinco núcleos y 52 instrumentos para el
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
165
componente más temprano de la cueva (capas 15, 16, 17 y 18), que abarca un lapso de unos 800 años, entre ca. 8.900 a 9.700 años AP (Civalero et al., 2007). Las materias primas líticas más utilizadas fueron la obsidiana negra, el basalto, la riolita y rocas silíceas. Algunas son rocas locales y otras alóctonas (Civalero et al., 2007): la riolita puede ser obtenida en un radio de alrededor de 5 km, el basalto aproximadamente a 25 km de distancia, mientras que las obsidianas y las rocas están disponibles a más de 40 km del sitio. También hay tecnofacturas de fibras orgánicas en perfecto estado de conservación, entre ellas diversos tientos e hilos de vena, así como varios nudos y un cordel realizados con fibras vegetales (Civalero et al., 2007: 331). Los vestigios faunísticos de todas las capas evidencian la utilización de especies del bosque y de la estepa (De Nigris, 2004). Están representados por restos óseos de mamíferos de distinto tamaño: Artiodactyla, guanaco (Lama guanicoe), huemul (Hippocamelus busulcus), zorrino (Conepatus chinga) y distintos zorros, chinchillón (Lagidium sp.), piche (Zaedyus pichie), aves como el cóndor (Vultur gryphus), cauquén (Choephaga sp.), ñandú (Rheidae). Se hallaron también piezas dentarias, cueros, vellones o pelos mayoritariamente de guanaco y en menor cantidad de huemul. El análisis arqueofaunístico general de Cerro Casa de Piedra 7 muestra un notable predominio de los artiodáctilos 1 a lo largo de toda la secuencia su estratigráfica (De Nigris, 2004). El estudio de las colecciones óseas sugiere una clara preferencia por el guanaco en todos los momentos de ocupación de la cueva. La representación de esta especie oscila entre 31,4 y 55,1% (del NISP) y en menor proporción se presenta el huemul (0,6 y 5,7%). La relación entre estos dos taxones se mantiene estable en toda la secuencia. El MNI de guanaco es variable en el tiempo, oscilando entre 1 y 15 mientras que el del huemul es estable —1 y 2— (De Nigris, 2004: 110-111). De Nigris plantea que esta preferencia no se justifica en función del rendimiento cárnico de las diferentes partes esqueletarias de ambos ungulados, sino por la distribución geográfica más limitada del huemul, su baja densidad demográfica y sus hábitos solitarios (De Nigris, 2004: 130-178) —tabla 27—. El trabajo de De Nigris (2004) permite exponer los resultados arqueofaunísticos por nivel estratigráfico. Por lo que concierne a las seis capas: De Nigris (2004: 186) identifica variaciones a través del tiempo en lo que respecta a las unidades anatómicas aprovechadas: en algunas capas predominan los huesos con mayor cantidad de carne y médula, en otras lo contrario, mientras que hay capas donde están todos los huesos de las patas, independientemente de la cantidad de recursos que brindan. Para la autora estas diferencias podrían deberse a cambios estacionales en la oferta de recursos. También señala la baja representación de los huesos del esqueleto axial (excepto la cabeza), que son los más aptos para la deshidratación por secado. Una explicación podría ser el consumo diferido de estas partes, a partir de la aplicación de alguna estrategia de conservación y secado de la carne en CCP7. Por último, resalta la alta incidencia de modificaciones de origen antrópico y el elevado grado de desorganización registrado en los esqueletos de guanaco y huemul a lo largo de toda la secuencia estratigráfica, que sugiere explotación al máximo de todas las fuentes nutritivas brindadas por ambas especies. 1 En esta categoría se incluyen especímenes correspondientes tales como guanaco (Lama guanicoe), huemul (Hippocamelus busulcus), así como aquellos que no pudieron ser determinados a nivel de especie (De Nigris, 2004).
166
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Capa
17
10
Taxón
Capa
Taxón
NISP
Artiodactyla
380
Lama guanicoe
415
Lama guanicoe
211
Artiodactyla
309
Mamíferos indeterminados
147
Mamíferos indeterminados
111
6
Hippocamelus busulcus
Aves indeterminadas
44
Mamíferos pequeños
27
Mamíferos medianos
15
Pseudalopex sp.
1
Chloephaga sp.
11
Rheidae
1
Conepatus sp.
30 2
Hippocamelus bisulcus
4
Lama guanicoe
278
Pseudalopex sp.
1
Artiodactyla
211
Rheidae
1
Anatidae
1
5
Mamíferos indeterminados
67
Hippocamelus busulcus
13
Lama guanicoe
296
Aves indeterminadas
Artiodactyla
291
Artiodactyla
455
Mamíferos indeterminados
139
Lama guanicoe
297
Mamíferos indeterminados
291
Hippocamelus bisulcus
27
1
1
Hippocamelus busulcus
Lagidium conitálica
1
Aves indeterminadas
Zaedyus pichiy
1
Mamíferos pequeños
Anatidae
8
NISP
1
33 2
1
Artiodactyla
152
Lama guanicoe
142
Mamíferos indeterminados
52
Hippocamelus busulcus
13
Mamíferos medianos
1
Anatidae
1
Tabla 27. Resultados arqueofaunísticos, sitio Cerro Casa de Piedra 7, por nivel estratigráfico.
La información arqueológica se complementa con la superposición y extensión de un variado conjunto de pinturas sobre las paredes de la cueva. Cerro Casa de Piedra 7 se caracteriza por la representación de manos y del guanaco en distintos grupos estilísticos —figura 50A-B-C— , así como por la elección de oquedades o fisuras las que juegan algún rol en relación con las direcciones de los guanacos o su emplazamiento (Aschero, 1996). Se distinguieron dos modelos constructivos de representación plástica del guanaco (Aschero, 1996). El primero de ellos (canon A) parte de una forma geométrica subelíptica/suboval a la que se le agregan cuello y cabeza, extremidades y cola guardando estrecha relación con las proporciones del referente objetivo —guanaco— (ver figura 51D). El segundo (canon Ba) resalta la inserción de las extremidades de la panza o pecho del animal y/o la proporción del
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
167
cuello (ver figura 50E). Según los conjuntos tonales de las imágenes resulta importante observar la dirección de las secuencias hacia o desde el interior de la cueva (Aschero, 1996). Es importante remarcar que en ningún caso las representaciones pueden ser asociadas con escenas de caza colectiva; sí en cambio con alineaciones o paredes de figuras humanas de alta esquematización, sin representación de proyectiles o trazos que pudiesen sugerir actos de caza o cercos de cazadores (Aschero, 1996: 160). La recurrente asociación de distintas clases de motivos dentro de un conjunto o series tonales y el análisis de aquello que es reutilizado o superpuesto en el espaciosoporte suministra la vía adecuada para un estudio temático (Aschero, 1996). En relación con la figuración animal, los negativos de manos proveen una asociación que sugiere que tanto individuos jóvenes, como infantes y adultos (posiblemente y
Figura 50. Manifestaciones rupestres en Cerro Casa de Piedra 7. A. Distintas pinturas sobre las paredes de la cueva. B-C. Detalle representación de manos en color negro y rojo. D. Ejemplificación del modelo constructivo «Canon A» descripto por Aschero (1996). E. Ejemplificación del modelo constructivo «Canon Ba» descripto por Aschero (1996).
168
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
mayoritariamente mujeres), están habitando y coparticipando de la observación y/o ejecución del arte rupestre. Según Aschero (1996) el que fueran mayoritariamente mujeres es coherente con su relación a espacios de actividad cotidiana. En síntesis, los resultados de los diversos estudios arqueológicos permitieron inferir que el patrón de asentamiento-movilidad de las ocupaciones —ca. 9.000/3.500 años AP— de Cerro Casa de Piedra 7 fue de tipo residencial (Aschero et al., 1992-93, 2005). Estas evidencias sugieren a su vez la realización de actividades domésticas de carácter múltiple con una marcada estructuración del espacio y una redundancia en la ocupación del sitio (De Nigris, 2004). La larga secuencia de ocupación de Cerro Casa de Piedra 7 constituye un punto clave para poder analizar los efectos de los cambios ambientales en grupos cazadoresrecolectores, así como el grado de influencia en relación a la obtención de materias primas vegetales. También puede constituir un punto de partida para poder observar tendencias a largo plazo en las modalidades de adquisición del material leñoso.
1. U nidades de análisis y métodos de recuperación del material arqueobotánico La recuperación del material vegetal se realizó mediante el tamizado en seco de todo el sedimento de la excavación. El tamaño de malla utilizada en los tamices fue de 2 milímetros. Este mismo tipo de muestreo fue aplicado en forma rigurosa y sistemática en cada uno de los niveles excavados durante las distintas campañas arqueológicas de Cerro Casa de Piedra 7. Las condiciones de extrema sequedad de la cueva y el muestreo sistemático y aplicado en toda la superficie de excavación permitió la recuperación de abundante material vegetal. Entre estos vestigios pudo discriminarse la presencia de carbón, madera, corteza, hojas y semillas. Durante el desarrollo de este trabajo se efectuó un estudio preliminar del material carpológico recuperado. Actualmente el mismo se encuentra en fase de análisis. El estudio arqueobotánico comprende una muestra de restos vegetales leñosos, carbonizados y sin carbonizar procedentes de las capas 17, 10, 8, 6, 5 y 1, recuperados mediante la aplicación de un muestreo sistemático consistente en el cribado en seco —luz de malla de 2 mm— de todo el sedimento de la excavación. El trabajo consistió en el análisis de las muestras y la estimación del calibre por análisis de imagen de carbones y maderas de cada uno de los seis niveles señalados. A su vez se realizó el estudio morfológico y taxonómico de dos artefactos de madera recuperados en las capas 17 y 6 respectivamente, junto con un ensayo de análisis traceológico aplicado en el instrumento recuperado en la capa 6. A continuación se presentan los resultados para cada una de las capas estudiadas.
2. Capa 17 (9.390 ± 40 AP) En la capa 17 se registraron dos estructuras de combustión, una grande y una pequeña. La primera comprende los microsectores: C11B, C11C y C11D (fogón 1).
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
169
La segunda solamente el microsector E10A (fogón 2) —ver tabla 28—. Del fogón 2 solo se recuperaron tres carbones, dos de ellos identificados como Empetrum rubrum y uno como Nothofagus pumilio. Los resultados de esta estructura de combustión no son estadísticamente representativos para ser tratados conjuntamente con el resto de resultados pero sí serán retomados en la discusión final. En el microsector C11B, durante el vaciado del fogón 1, se recuperó parte de un instrumento de madera (n.º 857) con restos de mastic (adhesivo). Su análisis se presenta a continuación del estudio del calibre por imagen. Durante la tría del material se pudieron recuperar gramíneas (microsectores D11A y D11B) y cinco semillas procedentes de los microsectores: D11A (N=1), C10D (N=1), C11D (N=2) y D11B (N=1). La primera identificación de las mismas —que aun se encuentran en estudio— evidenció la presencia de: Cyperaceae (D11A) y Ericaceae (C11D y D11B). Material
CARBÓN
Muestra
Material Disperso
Fogón 1
Microsector
E9D, E10C F10A, C10B, D10B, D11A, B11B
C11B, C11C C11D
MADERA Fogón 2
Material Disperso
E10A
E9B, E9D, E10A F10A, C10B, C10D, D10B, D10D, D11A,C11D, D11B, E11D, F11B
Tabla 28. Carbón y madera recuperados en los distintos microsectores de la capa 17 del sitio Cerro Casa de Piedra 7.
2.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones Análisis taxonómico El análisis taxonómico se realizó sobre un total de 225 fragmentos, 176 carbones y 49 fragmentos de madera. La muestra de carbón se compone de 75 fragmentos procedentes de la estructura de combustión y 101 carbones dispersos en el sedimento de la excavación. La muestra de madera solo está formada por 49 fragmentos recuperados en el sedimento de la excavación. El análisis de maderas y carbones dispersos permitió realizar una lista florística compuesta por diez taxones. Ocho de ellos aparecen representados entre los carbones: Nothofagus pumilio, Nothofagus antarctica, Empetrum rubrum, Anarthrophyllum rigidum, Berberis sp., Rhamnaceae y los Taxones A y B. Entre las maderas solo se registraron seis taxones: Nothofagus pumilio, Anarthrophyllum rigidum, Berberis sp., Taxón A, Escallonia rubra y Fabaceae 2, los dos últimos presentes únicamente entre las maderas. De los diez taxones identificados, solamente cuatro: Nothofagus pumilio, Anarthrophyllum rigidum y Berberis sp. y el Taxón A, son comunes en ambas No corresponde a ningún taxón de los géneros Adesmia, Anarthophyllum, Prosopidastrum.
2
170
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
muestras. Como se puede apreciar en la tabla 32 y en el gráfico la especie con mayor representación entre los carbones dispersos es Nothofagus pumilio (72,16%), mientras que Escallonia rubra (51,02%) domina entre las maderas. Cuatro de los fragmentos analizados no han podido ser identificados dado el avanzado grado de vitrificación, los mismos fueron clasificados como Indeterminables, quedando fuera del análisis —tabla 29 y gráfico 6—. Material DISPERSO Carbón
Taxón N
Madera
Total
N
%
N
%
N
70
69,31
14
28,57
63
84
147
65,33
25
51,02
25
11,11
12
11,88
2
4,08
14
6,22
Nothofagus antarctica (A)
6
5,94
12
16
18
8
Berberis sp. (a)
3
2,97
1
2,04
4
1,78
Empetrum rubrum (a)
2
1,98
2
0,89
Rhamnacea
2
1,98
2
0,89
Anarthrophyllum rigidum (a)
1
0,99
5
10,20
6
2,67
Taxón B (a)
1
0,99
1
0,44
Fabaceae (a)
2
4,08
2
0,89
Indeterminables
4
3,96
0
4
1,78
49
100
75
100
225
Nothofagus pumilio (A) Escallonia rubra (a) Taxón A (a)
Total
101
%
Carbón FOGON
100
%
100
Tabla 29. Restos de carbón y madera de la capa 17, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
Los taxones existentes entre el material disperso corresponden tanto a especies arbóreas como arbustivas; en esta clasificación no son considerados los pertenecientes a la familia Rhamnaceae dado que los mismos bien podrían pertenecer a uno u otro de los conjuntos. También se excluyen de esta clasificación los cuatro fragmentos indeterminables. Sí se incluyen los taxones A y B y aquellos correspondientes a la familia Fabaceae ya que, como bien se citó en el capítulo 2 (apartado 3.1.), la microanatomía de la madera de los mismos no permite asociarlos a ninguna de las especies arbóreas conocidas para la zona patagónica, por más que no sea posible su identificación. De esta manera, entre el material disperso analizado, dos taxones corresponden a especies arbóreas —Nothofagus pumilio y Nothofagus antarctica— y siete a arbustivas —Escallonia rubra, Empetrum rubrum, Anarthrophyllum rigidum, Berberis sp., además de los taxones A y B y aquellos correspondientes a la familia Fabaceae—. Entre los carbones la especie con mayor representación es arbórea
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
171
Gráfico 6. Representación gráfica de restos de carbón y madera de la capa 17, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y procedencia de los restos. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
—Nothofagus pumilio—, mientras que entre las maderas es arbustiva —Escallonia rubra—. En el fogón, a diferencia de lo expuesto para los carbones dispersos, solo se identificaron dos taxones: Nothofagus pumilio y Nothofagus antarctica. Analizando en forma conjunta las tres muestras —carbón del fogón, maderas y carbones dispersos— llama la atención la diferencia en la representación de taxones arbóreos y arbustivos. Como se puede apreciar en el siguiente gráfico (gráfico 7) hay exclusividad de especies arbóreas entre las muestras del fogón y una marcada representación de estas (80,41%) entre el carbón disperso. Contrariamente, entre las maderas los taxones arbóreos poseen un valor inferior (28,57%) en relación al representado por las especies arbustivas (71,42%).
Gráfico 7. Representación gráfica de restos de especies arbóreas y arbustivas de la capa 17, del sitio Cerro Casa de Piedra 7.
172
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
La mayor o absoluta representación de especies arbóreas entre las muestras de carbón en comparación a los taxones arbustivos podría responder a varias cuestiones difíciles de discernir. Este predominio de taxones arbóreos podría ser resultado del patrón de obtención del material leñoso destinado a la combustión, centrado en este caso en especies de estas características. En cambio entre la madera la mayor presencia de taxones arbustivo reflejaría un patrón diferente, seguramente relacionado con los usos a los que estaban destinadas estas especies y que de momento se desconoce. Alteraciones de los carbones Tres fueron los tipos de alteración registrados entre el material carbonizado: grietas de contracción, alteración por microorganismos y vitrificación. En ninguna de las dos muestras analizadas (carbón disperso y carbón del fogón) se encontraron evidencias de marcas de insectos xilófagos. a) Grietas de contracción Las grietas de contracción representan el tipo de alteración más frecuente entre los carbones dispersos. De los ocho taxones identificados, cuatro de ellos: Nothofagus pumilio, Nothofagus antarctica, Berberis sp. y taxón A mostraron carbones con grietas de contracción. Contrariamente, entre los carbones del fogón no se encontraron carbones agrietados (ver tabla 30 y 31). b) Alteración por microorganismos La afección por microorganismos se observó únicamente entre los carbones dispersos, ya que tampoco fue evidenciada en ninguno de los carbones de la estructura de combustión. Sin embargo, esta alteración entre los carbones dispersos es escasa. Nothofagus pumilio es la única especie que presenta carbones con hifas; un 20% de la muestra evidencia indicios de alteración. c) Vitrificación La vitrificación es la única alteración presente en los carbones dispersos en el sedimento y aquellos procedentes del fogón. Entre los primeros solo se registró en un carbón del taxón A, mientras que en el fogón se detectó en las dos especies identificadas: Nothofagus pumilio (17,46%) y Nothofagus antarctica (22,22%). Analizando conjuntamente los tres tipos de alteración, un 11,42% (N=8) de los carbones agrietados de Nothofagus pumilio también presenta hifas. Esto solamente se observó entre los carbones dispersos.
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
173
Carbón Disperso Grietas
Taxón
Hifas
Vitrificación
Total
N
%
N
%
N
N
%
32
45,71
14
20
46
65,71
Taxón A
2
16,67
1
8,33
3
25,00
Nothofagus antarctica
2
40
2
66,67
Berberis sp.
1
33,33
1
50,00
37
14
1
52
Nothofagus pumilio
Total restos afectados
%
Tabla 30. Restos de carbón de la capa 17 —material disperso—, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila. Carbón Fogón Taxón
Vitrificación N
Nothofagus pumilio
%
Total N
%
11
17,46
11
17,46
Nothofagus antarctica
2
22,22
2
16,67
Total restos afectados
13
13
Tabla 31. Restos de carbón de la capa 17 —fogón—, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
2.2. Estudio del calibre por análisis de imagen El estudio del calibre consistió en el análisis de 114 restos de Nothofagus pumilio, 100 fragmentos de carbón y 14 de madera. En el caso del material carbonizado, los resultados permiten observar la representación de todas las clases de calibres. No obstante, existe una elevada concentración de carbones cuyo calibre maximal se encuentra comprendido entre los 5-10 cm y fragmentos mayores de 20 cm. Esta representación podría sugerir una modalidad de adquisición del material leñoso —destinado a la combustión— basada en el arrastre de troncos enteros o piezas de grandes diámetros hacia el interior de la cueva (ver gráfico 8). Contrariamente, en lo que respecta a las maderas existe una marcada concentración de calibres muy pequeños (0-2,25 cm). Esta concentración podría representar restos de la utilización de leños destinados a la combustión o ser consecuencia de la acumulación de vegetales hacia el interior de la cueva por acción del viento.
174
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Gráfico 8. Representación gráfica de la proporciones de calibres de maderas y carbones de la Capa 17, sitio Cerro Casa de Piedra 7.
2.3. Estudio de los procesos tecnológicos en materia prima leñosa El estudio de los procesos tecnológicos, como bien se cita en el capítulo 2 (apartado 4.7.) tiene por objetivo la determinación de la especie vegetal utilizada como soporte y la identificación de la parte anatómica empleada en la elaboración de la pieza de madera. El análisis traceológico, de todas aquellas trazas existentes en la superficie de la pieza, es una posible forma de aproximación a los procesos de producción de instrumentos y parte de ellos confeccionados con materia prima leñosa. A continuación se presentan el análisis morfológico, taxonómico y posteriormente el traceológico. El artefacto —n.º 857— fue recuperado durante el vaciado del fogón 1 —microsector C11B—, el mismo presenta un buen estado de conservación, sin evidenciar marcas de termoalteración ni alteraciones por microorganismos. Análisis morfológico El análisis morfológico se basó en el registro métrico: longitud, anchura y espesor de la pieza. Además fueron consignadas la presencia de restos de corteza y
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175
las características de la superficie del material —pulida o con marcas de descortezamiento—. El artefacto es de pequeñas dimensiones: la longitud total es de 19,93 mm. El extremo superior (A) posee un ancho de 12,3 mm x 5,16 mm, la parte central 12,93 mm x 6,12 mm y el extremo inferior (B) 6,65 mm x 3,25 mm —ver tabla 32—. Ambos extremos se encuentran cortados y pulidos, el extremo B no se encuentra completo consecuencia de una fractura. No se observaron restos de corteza y en una de sus caras conserva restos de mastic (adhesivo) —ver figura 51—. Ancho Pieza Microsector
857
C11B
Longitud mm
19,93
Extremo A -mm-
parte central -mm-
Extremo B -mm-
AA
BB
AA
BB
AA
BB
12,3
5,16
12,93
6,12
6,65
3,25
Superficie Corteza Observación
Pulida
No Presencia de presenta mástic
Tabla 32. Información morfológica de la pieza de madera n.º 857, de la capa 17, sitio Cerro Casa de Piedra 7.
Figura 51. Pieza de madera n.º 857, de la capa 17, sitio Cerro Casa de Piedra 7.
Análisis taxonómico El análisis taxonómico de la pieza puso en evidencia la utilización de una especie arbustiva como materia prima: Berberis sp. 3 —figura 52—. Son varias las especies del género Berberis que crecen en los bosques andino-patagónicos. En general se desarrollan como arbustos y solo excepcionalmente en forma de pequeños árboles (Moore 1983, Correa 1998). Análisis traceológico En una de las caras del artefacto —contraria a la que presenta restos de mastic— se pudo observar débiles trazas longitudinales. Algunas de estas trazas se extienden 3 Bajo microscopio las especies de este género presentan una gran similitud en las características anatómicas de la madera. Por esta razón la determinación se ha realizado a nivel de género.
176
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Figura 52. Análisis taxonómico. Pieza n.º 857, capa 17 sitio Cerro Casa de Piedra 7. A. Berberis sp. Corte transversal x 200. B. Corte longitudinal tangencial x 200. C. Corte longitudinal radial x 200.
de un extremo al otro del artefacto en sentido longitudinal siguiendo las fibras de la madera —ver flecha n.º 4, figura 53—. Estas delicadas trazas sugieren la acción de descortezamiento realizada siguiendo la orientación natural de las fibras de la madera. Posteriormente la presencia de un conjunto de trazas oblicuas —en sentido de las fibras de la madera— sugieren el desbastado del soporte leñoso —ver flechas n.º 3, figura 53—. Esta misma actividad se hace evidente, esta vez, con la presencia de trazas longitudinales y un reborde que denotan el devastado de la madera hacia la zona del extremo B —ver flechas n.º 2, figura 53—. En la figura 53, las flechas número 1 indican el inicio de un sector adelgazado respecto a la zona más gruesa, que corresponde al extremo A. Esta depresión podría ser resultado de algún tipo de uso que actualmente se desconoce. El conjunto de trazas observadas permiten plantear que la pieza estudiada fue confeccionada a partir de un segmento de rama. La obtención de este tipo de soporte requiere el previo descortezamiento longitudinal, posiblemente el hendido de la rama siguiendo las fibras longitudinales y el desbastado de la madera hasta conseguir la forma deseada para finalmente llevar a cabo la pulimentación de la pieza.
Figura 53. Distintos tipos de trazas registrados en la pieza n.º 857, capa 15, sitio Cerro Casa de Piedra 7.
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
177
2.4. Discusión El análisis taxonómico de las distintas muestras procedentes de la capa 17 (9.390 ± 40 AP) posibilitó determinar un uso heterogéneo del material leñoso. El estudio de los carbones y maderas dispersos en el sedimento de la excavación permitió la identificación de un conjunto de taxones —Nothofagus pumilio, Nothofagus antarctica, Escallonia rubra, Berberis sp.— que sugieren un tipo de formación de tipo forestal. Sin embargo, especies como Anarthrophyllum rigidum, Empetrum rubrum o Berberis sp., también insinúan la existencia de ambientes característicos de estepa. Anarthrophyllum rigidum es una especie arbustiva nativa de la estepa patagónica capaz de mantener sus hojas durante el invierno. El amplio rango de distribución de esta especie a lo largo del Distrito Occidental (desde la provincia de Mendoza hasta la provincia de Santa Cruz), hace que Anarthrophyllum rigidum sea un arbusto de utilidad para estudios dendrocronológicos (Srur et al., 2003) y dendrológicos en la estepa patagónica (Srur y Villalba, 2009). Estudios paleoambientales realizados en una turbera en las cercanías del Cerro Frías —50ºS— postulan que para el lapso 10.600-9600 AP el ambiente estaría caracterizado por una formación de bosque abierto con coexistencia de arbustos (Empetrum, subfamilia Asteraceae Asteroideae y Acaena) y especies del género Nothofagus; estas últimas en aumento (Mancini, 2009). La marcada representación de Nothofagus pumilio en todas las muestras de la Capa 17, junto con la presencia de arbustos como Empetrum rubrum (en el fogón 2 y carbón disperso), Berberis sp. (en el carbón y madera dispersa), indican una expansión del bosque para este período. Por otro lado, el alto porcentaje de Nothofagus pumilio en las distintas muestras y la presencia de Escallonia rubra entre las maderas pone de manifiesto que el bosque era un ambiente recurrentemente utilizado por los cazadores-recolectores que ocupaban la cueva 7 de Cerro Casa de Piedra. Cabe destacar que dentro de este ambiente forestal se aprovecharon intensamente las especies arbóreas, si bien también los arbustos fueron recolectados para satisfacer las necesidades de combustibles, aunque su uso fue menos intenso. El análisis antracológico evidenció tres tipos de alteración entre los carbones: grietas de contracción, alteración por microorganismos y vitrificación. El bajo porcentaje de alteraciones producidas por microorganismos (14,43%) y la ausencia de carbones con marcas de insectos xilófagos indicaría que el material leñoso destinado a la combustión se encontraba en buen estado. La variedad de calibres de los carbones (0 – > 20 cm) sugiere una modalidad de adquisición y acopio de leña basada en el arrastre de troncos de grandes dimensiones al interior de la cueva. Contrariamente, en las maderas la gran concentración de calibres de entre 0 y 2,25 cm sería el resultado del desarrollo de actividades que hacen posible el encendido y mantenimiento del fuego, es decir, cortes de ramas, movimientos de troncos o simplemente el mismo pisoteo entre los leños destinados a la combustión. Por otra parte, la concentración de calibres tan pequeños también permite inferir otro tipo de actividades desvinculadas con la combustión, tales como la fabricación de objetos. Con respecto a la madera de Nothofagus, trabajos de distinta índole (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2012b, 2014;
178
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Caruso Fermé et al., 2011; Gusinde, 1937; Piqué, 2006; Ratto, 2003, entre otros) señalan su utilización como materia prima para la fabricación de arcos, lo que podría ser una explicación para la presencia de restos de madera de esta especie. No obstante, no debe dejar de considerarse la incidencia de factores tafonómicos: las fuertes ráfagas de viento que caracterizan el clima de Patagonia podrían haber provocado la acumulación de estas maderas de pequeño calibre en el interior de la cueva (Civalero, comentario personal, 2011). El estudio de la pieza de madera recuperada en el vaciado del fogón 1, permitió comprobar que el material leñoso fue utilizado desde épocas tempranas por los grupos cazadores-recolectores como fuente de materia prima necesaria para la fabricación de instrumentos u otros objetos, además de como combustible. El estudio morfológico posibilitó observar que, una vez seleccionada la madera, se llevaron a cabo diferentes operaciones técnicas que incluyeron por ejemplo, el descortezado longitudinal, el desbastado y la pulimentación de la superficie de la madera. Por su parte, el análisis taxonómico demostró el uso de la madera de Berberis sp. como materia prima. Cabe señalar que la utilización de esta especie para la fabricación de distintos tipos de instrumentos está registrada desde 9.390 ± 40 AP hasta el contacto con los europeos, lo que podría indicar una preferencia por la madera de Berberis sp. entre los distintos grupos que habitaron la Patagonia argentina (Caruso Fermé, 2008, 2012a, 2014; Caruso Fermé et al., 2011, 2015; Capparelli et al., 2009; Ratto y Marconetto, 2010).
3. Capa 10 (8.380 ± 120 AP) En la Capa 10 se han identificado dos estructuras de combustión. La más grande —fogón 1— abarca los microsectores: F11A, F11B y F11C 4 (De Nigris, 2004). La pequeña —fogón 2—, más cercana a la pared de la cueva comprende los microsectores B11C y C11A —ver tabla 33—. Durante la tría del material leñoso sin carbonizar se pudieron recuperar distintos tipos de hojas —aún en proceso de identificación— en los microsectores F11A, G11A, E11B y E10A. Material Muestra
Microsector
CARBÓN Material disperso G11A, E11D
MADERA
Fogón 1
Fogón 2
Material disperso
Fogón 1
F11C
B11C, C11A
D9D, E10A D10D, E11B, E11D, G11A, G11B
F11A, F11B
Tabla 33. Carbón y madera recuperados en los distintos microsectores de la capa 10, del sitio Cerro Casa de Piedra 7.
Microsector donde se registró el máximo espesor de la capa: seis centímetros.
4
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
179
3.1. Análisis taxonómico de carbones y maderas e identificación de alteraciones anatómicas en carbones Análisis taxonómico El análisis taxonómico se llevó a cabo en un total de 241 fragmentos de material leñoso, 115 correspondiente a carbón y 126 madera sin carbonizar. La muestra de material disperso se compone de 47 carbones y 82 fragmentos de madera. Aquellas muestras procedentes del fogón 1 incluyen 47 carbones y 44 fragmentos de maderas, sin evidencias de combustión. Las muestras del fogón 2 corresponden solo a 21 carbones, no habiéndose registrado ningún resto de madera. El estudio taxonómico del material disperso permitió determinar cuatro taxones: Nothofagus pumilio, Nothofagus antarctica, Berberis sp., y el taxón C. La única especie representada entre las muestras de carbón es Nothofagus pumilio (ver tabla 34 y gráfico 9). Entre las maderas Nothofagus pumilio (87,80%) es la especie con mayor representación, le siguen con un porcentaje muy inferior el taxón C (7,32%), luego Berberis sp. (3,66%) y finalmente Nothofagus antarctica con un único fragmento (1,22%). En las muestras correspondientes a los fogones, en el fogón 1 la lista florística se reduce a tres taxones: Nothofagus pumilio, Ribes magellanicum y taxón C. Los dos primeros también presentes entre el material disperso. En el fogón 2 la identificación taxonómica de los carbones permitió el registró de una única especie Nothofagus pumilio. En esta estructura no se recuperaron fragmentos de madera sin carbonizar. En esta capa destaca la ausencia de taxones arbustivos entre el material carbonizado, lo que indica un aprovechamiento exclusivo de las especies del estrato arbóreo como combustible. Respecto a la fase anterior se observa por lo tanto un cambio en lo que se refiere a la leña consumida. Material DISPERSO Taxón
Carbón
Madera %
FOGÓN 1 Carbón
Madera
N
%
N
N
%
N
Nothofagus pumilio (A)
47
100
72
87,80
47
100
40
Berberis sp. (a)
3
3,66
Nothofagus antarctica (A)
1
1,22
Ribes magellanicum (a)
Taxón C (a)
6
7,32
Total
47
100
82
100
Carbón FOGÓN 2
%
Total
N
%
N
91
21
100
227
94,19
3
1,24
1
0,41
1
2
1
0,41
3
7
9
3,73
47
100
44
100
21
100
241
%
100
Tabla 34. Restos de carbón y madera de la capa 10, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y procedencia de los restos. Cuenta y porcentaje calculados a la columna. (A) Especies arbóreas.
180
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
Ribes magellanicum (a)
Nothofagus antarctica (A)
Berberis sp. (a)
Taxón C (a)
Nothofagus pumilio (A) 0 Madera Dispersa
Madera Fogón 1
20
40
60
Carbón Fogón 1
80
100
Carbón Disperso
120 Carbón Fogón 2
Gráfico 9. Representación gráfica de restos de carbón y madera de la capa 10, del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y procedencia de los restos. (A) Especies arbóreas (a) arbustivas.
Alteraciones de los carbones El análisis del material solo permitió el registro de un tipo de alteración: grietas de contracción; en ninguna de las muestras analizadas se evidenciaron carbones alterados por microorganismos, vitrificación o marcas de insectos xilófagos. a) Grietas de contracción Entre el material disperso, 29,79% de los carbones evidencian un 29,79% de grietas de contracción. Las muestras procedentes del fogón 1 presentan un 19,15% de sus restos afectados por esta alteración, mientras que las del fogón 2 alcanzan un 76,19% —ver tabla 35—. 3.2. Análisis de la corteza y estacionalidad de la colecta de madera En distintos microsectores de la excavación fueron recuperados fragmentos de corteza. Entre las muestra correspondientes al material disperso se registraron 11 trozos de corteza, cinco de ellos en el microsector E11B, tres en el G11A y tres en el G11B. En microsector F11A —donde se localiza el fogón 1— se hallaron cinco pedazos de corteza, sin indicios de combustión. La corteza recuperada entre el material disperso tiene entre 47,14 mm y los 15,72 mm de longitud, entre 33,66 mm y 9,98 de ancho y entre 7,18 mm y los 3,02 mm
SITIO CERRO CASA DE PIEDRA 7
181
Carbón Disperso Taxón
Grietas N
%
Total N
Nothofagus pumilio
14 29,79 14
Total restos afectados
14
Carbón Fogón 1 Grietas
%
N
%
29,79
9
19,15
9
14
Carbón Fogón 2
Total N
Grietas
%
N
9 19,15 16 9
16
Total
%
N
%
76,19
16
76,19
16
Tabla 35. Restos de carbón de la capa 10 —material disperso, fogón 1 y 2— del sitio Cerro Casa de Piedra 7, por taxón y tipo de alteración. Cuenta total calculada a la columna y porcentajes, a la fila.
MATERIAL DISPERSO MicroLongitud n.º sector (mm) G11A
G11B
E11B
Ancho (mm)
MATERIAL FOGÓN 1 Espesor MicroLongitud Ancho Espesor n.º (mm) sector (mm) (mm) (mm)
1
40,97
27,6
4,62
1
21,38
31,96
7,01
2
31,35
17,59
3,88
2
25,1
18,78
6,28
3
31,75
17,15
6,58
3
16,1
15,64
5,35
1
47,14
17,52
6,65
4
25,21
13,27
5,36
2
24,58
11,54
3,21
5
24,7
19,6
4,87
3
22,13
10,65
4,93
1
26,67
33,66
7,18
2
35,51
17,8
5,61
3
38,92
9,98
3,02
4
36,18
26,75
5,51
5
15,72
19,02
4,56
F11A
Tabla 36. Resto de corteza, sitio Cerro Casa de Piedra 7 capa 10 (medidas de longitud-ancho y espesor). Izqda. Material disperso. Dcha. Material del fogón.
de espesor —ver tabla 36—. Aquella registrada en la zona del fogón 1 se caracteriza por una longitud que varía entre los 25,21 mm y 16,1, un ancho de entre 31,96 mm y 13,27 y un espesor que oscila entre los 7,01 mm y 4,87 mm. Las dimensiones sobre todo el espesor de los fragmentos de corteza sugieren su pertenencia a una especie arbórea. Los resultados del análisis taxonómico de carbones y maderas así como la rugosidad y marcadas grietas longitudinales de los diferentes trozos de corteza: apuntan a alguna especie de Nothofagus. De todas ellas, Nothofagus antarctica presenta agrietado irregular y color gris (Donoso et al., 2006); Nothofagus betuloides posee una corteza delgada agrietada longitudinalmente en
182
MODALIDADES DE ADQUISICIÓN Y USOS DE LA MADERA…
forma tenue (Donoso y Donoso, 2006), mientras que Nothofagus pumilio evidencia una corteza lisa en especímenes de