Los cigarrales de la privanza y mecenazgo en Tirso de Molina 9783954878819

El tema de "Los cigarrales de la privanza y mecenazgo" es la relación entre las representaciones de la amistad

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Spanish; Castilian Pages 198 [195] Year 2016

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ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1: Análisis de una portada: emblemática y mecenazgo en Cigarrales de Toledo
CAPÍTULO 2: El Parnaso literario y las justas náuticas
CAPÍTULO 3: Los señores de Sena: del funcionario filipino al marchante de arte cortesano
CAPÍTULO 4: Teatro del secretariado, la amistad y la privanza
CONCLUSIÓN
ANEXO DOCUMENTAL
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y CONCEPTUAL
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Los cigarrales de la privanza y mecenazgo en Tirso de Molina
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Dirección de Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) con la colaboración de Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster) y Marc Vitse (Université de Toulouse Le Mirail/Toulouse II) Subdirección: Juan M. Escudero (Universidad de Navarra, Pamplona) Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma José María Díez Borque Universidad Complutense, Madrid Ruth Fine The Hebrew University of Jerusalem Edward Friedman Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio de México Joan Oleza Universidad de Valencia Felipe Pedraza Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez The University of Western Ontario, London Edwin Williamson University of Oxford

Biblioteca Áurea Hispánica, 110

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LOS CIGARRALES DE LA PRIVANZA Y MECENAZGO EN TIRSO DE MOLINA

JUAN PABLO GIL-OSLE

Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert • 2016

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi cos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

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ÍNDICE

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Agradecimientos .................................................................................

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Introducción .......................................................................................

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CAPÍTULO 1: Análisis de una portada: emblemática y mecenazgo en Cigarrales de Toledo ..........................................................................

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CAPÍTULO 2: El Parnaso literario y las justas náuticas.............................

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CAPÍTULO 3: Los señores de Sena: del funcionario filipino al marchante de arte cortesano ................................................................

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CAPÍTULO 4: Teatro del secretariado, la amistad y la privanza .................

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CONCLUSIÓN .......................................................................................

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ANEXO DOCUMENTAL ...........................................................................

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BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................

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ÍNDICE ONOMÁSTICO Y CONCEPTUAL ......................................................

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GENEALOGÍA DE LOS SEÑORES DE SENA...................................................

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AGRADECIMIENTOS

Desde los inicios de mi interés por la relación entre los Cigarrales de Toledo y su dedicatario don Luis Suero de Quiñones en el año 2005, numerosas personas e instituciones me han ayudado en la confección de este libro con tiempo libre, recursos e ideas. Aquí quiero agradecer varias de estas colaboraciones, pero soy consciente de que el número de personas con las que este libro tiene una deuda es grande y temo que mi memoria sea corta. Agradezco a mis entrañables Kimberly C. Borchard, Antonia de Oñate y Manolo Corroza su apoyo en diferentes momentos del viaje intelectual y físico que estos Cigarrales del mecenazgo han supuesto. Este monográfico no habría sido posible sin el sabático y ayuda económica de la School of International Letters and Cultures en Arizona State University, Tempe, en 2013, durante el cual investigué en los archivos madrileños y en la Biblioteca Nacional. Agradezco, asimismo, la ayuda financiera que Arkansas State University me dio durante el verano del 2009 para continuar con la investigación sobre los Señores de Sena en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, en Toledo. También quedo muy agradecido a Alice Shreyer de Special Collections de la Universidad de Chicago y a Frederick de Armas, Andrew Mellon Professor de la Universidad de Chicago, quienes hicieron las gestiones necesarias para la compra del libro del licenciado Miguel Andrés Álvarez de Velasco, titulado Por don Pedro Zúñiga Dávila y Quiñones, marqués de Mirabel, conde de Brantivilla. Con don Gabriel Saabedra Quiñones Pimentel y Serna. Sobre sucesión del mayorazgo... del Lugar y Concejo de Sena, que se publicó en Valladolid, 1714. No quiero olvidarme de mencionar a Sarah Schroth, Nancy Hanks Senior Curator, del Nasher Museum of Art at Duke University, quien

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graciosamente me facilitó información sobre el contexto social de la pinacoteca de don Luis Suero de Quiñones. Agradezco a Frank Domínguez su presentación en la Universidad de Chicago, y una posterior conversación, sobre los Pimenteles en el reinado de Felipe IV, en 2007. Agradezco a Luis Vázquez la amable e informativa conversación que mantuvimos sobre las diferencias entre las dos portadas de los Cigarrales de Toledo, ambas de 1624, reproducidas en su edición, durante el Coloquio Internacional «Tirso de Molina, su época y sus influencias», University of Copenhaguen, 2006. Por último quisiera indicar que Carmen Fernández Cuervo, directora del Archivo Histórico Provincial de León, me ayudó y animó amablemente en los meros comienzos de mi investigación archivística, en León, en 2006. Este libro, de hecho, empezó y terminó en los archivos españoles. Sus inicios se dieron cuando vi ante mis ojos el expedientillo de nobleza que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, Madrid. Aquello significaba que don Luis Suero fue una realidad y que no sabía a dónde iba a llevarme aquella pista de nombres, fechas y datos. Llegaba a mis conclusiones, cuando en un pupitre de la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional, otro archivero me presentó el «desaparecido» testamento de don Luis Suero de Quiñones y Acuña, testando a favor de María Antonia de Monsalve y sus hijos naturales —don Diego de Quiñones, y otro póstumo—. Por todo ello, agradezco a todos los archiveros y funcionarios que me han ayudado en mis periplos por el bello mundo de los archivos españoles. Y visto que en el futuro van a salir a la luz más documentos sobre los señores de Sena, que no se han podido incluir, quisiera decir que este monográfico no pretende ser exhaustivo. Por ejemplo, mientras se editan las últimas galeradas de este libro, desde la Biblioteca Nacional de Madrid, me llega la noticia de que han aflorado otros documentos de 1612 que hablan del matrimonio de don Luis Suero con una tal doña Mariana Grillo y hablan también de la muerte de una hija llamada doña Leonor María. Sin duda habrá otros documentos por venir, por tanto quisiera añadir que veré con placer, en tiempos venideros, cómo otros investigadores completan y enmiendan mis impresiones y conclusiones sobre los señores de Sena y Tirso de Molina.

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INTRODUCCIÓN

Sabed que al que es cortesano le dan, al darle la mano, para muchas cosas pie. (Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio).

LA ANSIEDAD DEL MECENAZGO EN LOS CIGARRALES DE TOLEDO Los conceptos de fidelidad, amistad, favor, servicio, y valimiento aparecían constantemente en la literatura de los Siglos de Oro. En cierta forma creaban un código lingüístico que todo el mundo conocía, y que además reflejaba los deberes e intereses personales y grupales, a la vez que dejaba espacio a los sentimientos. Los lenguajes de la amistad, del servicio y de la privanza conformaban un entramado conceptual, y retórico, que adquiría todo su sentido en el sistema económico del mecenazgo, que también se ha dado en llamar clientelismo. Una forma extrema de clientelismo fue el valimiento de la primera mitad del siglo XVII. Este sistema de la privanza tomó una presencia crítica durante la época de los grandes validos, el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares1. Los Cigarrales de Toledo son un producto cultural de los últimos años de la privanza de 1

El tema de la privanza suscita un creciente interés entre los académicos. Ver, entre los historiadores, Maravall, 1969;Tomás y Valiente, 1982; Elliot; Schroth, 1990; Elliot y Brockliss, 1999; Feros, 2002; Escudero, 2004;Williams, 2010; Carrasco, 2009; Banner, 2009; Alvar, 2010, entre otros. En cuanto a los críticos literarios, ver Arellano, 1996, p. 43; Cauvin, 1957, p. 457; Crivellari, 2010; De Armas, 2004, pp. 9-10; Elliot, 1989, pp. 196-197; Feros, 2002, pp. 310-311; Hesse (en Tirso, El vergonzoso en palacio, ed. Hesse p. 16; MacCurdy, 1978, pp. 56-58; Peale, 2004, p. 128; Profeti, 2007, p. 136; Simerka, 2014; Weimer, 2000; Zugasti, 1998, 2001; etc.

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Lerma y de los primeros de la de Olivares. Años en los que se escribió, aprobó y publicó esta miscelánea. Los grupos clientelares aparecen en ocasiones trasladados a un retrato literario. Algunos escritores que usaron estos modos de representación son Tirso de Molina y Miguel de Cervantes. El caso cervantino en La Galatea, ya se ha analizado en unas cuantas ocasiones2. El mundo veraniego tirsiano en Cigarrales de Toledo (1624), se ha estudiado relativamente, y aquí se va a construir sobre esos análisis previos, centrándonos en la privanza, el mecenazgo y el mecenas al que se dedica el volumen. Don Suero de Quiñones y Acuña (h. 1586-1648), al que se dedica el conjunto de los Cigarrales de Toledo, aparece en el frontispicio de la edición prínceps como una alegoría del «favor»3. Pero la adecuación del señor de Sena, don Luis Suero, a la función de mecenas se puede poner en duda. La razón es que ningún otro contemporáneo de Tirso le dedicó una obra a don Luis Suero de Quiñones y Acuña, y que el mismo Tirso ya no volvió a dedicarle nada. Además, en 1631, la segunda edición de los Cigarrales de Toledo apareció en el mercado sin el escudo de los Quiñones y sin los retratos de Tirso de Molina y de don Suero de Quiñones y Acuña, que lucía la edición de 1624. Como consecuencia, don Luis Suero de Quiñones parece desaparecer del mundo del mecenazgo literario tras la fugacidad de un relumbrón. De hecho, más allá de su nombre es un perfecto desconocido en la historia de la literatura. Pero no todas las disciplinas lo han ignorado tanto. Es en la historia del arte donde su presencia es relativamente mayor, gracias al libro sobre pintura de Vicente Carducho y a ciertas cartas de un embajador británico, además de a algún vejamen poético. En la literatura genealógica también se menciona su nombre como miembro de la baja nobleza y deudo de la casa de Luna. En estudios sobre la administración de los Habsburgo también surge su nombre, ya que su abuelo fue muy activo en la administración de Felipe II. Otros motivos que explican su presencia son que, tal vez, don Luis Suero llegó a ser una hechura del duque de Lerma y, en menor medida, que como parte del mayorazgo de Sena ostentaba el puesto de alférez mayor de León. Pese a todo ello, en los estudios sobre los Siglos de Oro los datos sobre este señor de Sena, don Luis Suero de Quiñones y Acuña, son someros.

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Finello, 2005 y 2008; Gil-Osle, 2013. Ver Cioranescu, 1981; Civil, 1998.

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INTRODUCCIÓN

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En la documentación de archivo, la situación es la contraria. Existen numerosos documentos relativos a don Luis Suero de Quiñones y Acuña y a su mayorazgo, el señorío de Sena. Por tanto, una porción importante de este libro se basa en investigación de archivo, ya que así se comprende mejor quién es don Luis Suero de Quiñones de Acuña y de aquí se infiere la calidad de su relación con Tirso de Molina. No es solo que de esta forma se haga una semblanza del señor de Sena y su familia, sino que el conocimiento sobre don Luis Suero puede arrojar luz sobre la compleja conexión entre los Cigarrales de Toledo, la carrera literaria de Tirso y el mundo material del mecenazgo en el siglo XVII. Para calibrar esta complejidad, téngase en cuenta que, a la luz de los documentos de archivo, este señor de Sena es un personaje de relativa solvencia económica, pero no la suficiente como para mantener el estilo de vida con el que aparece en las páginas de Cigarrales de Toledo. Además las opiniones sobre sus actividades en el mundo del arte madrileño son siempre contradictorias. Aunque caballero, se encuentra inmerso en el mercado de la corte, para unos en calidad de hidalgo, para otros como marchante de arte. Pero lo importante es que don Luis disfraza bajo el manto de la generosidad principesca de un noble las actividades comerciales de su pinacoteca y, seguramente, su inversión en la publicación de Cigarrales de Toledo. Esta fusión de lenguajes comerciales y simbólicos, con sus intercambios de favores y servicios, lleva a contemporáneos de don Luis a criticarle y a no comprender muy bien qué pretende mostrar con sus actos. Es en estas ambigüedades donde se puede encontrar una explicación a la fugacidad de la dedicatoria de Tirso. Esta dedicatoria «única», sin repetición, refleja un cambio de opinión en Tirso; lo cual encaja con la perplejidad de otros agentes que interactuaron con don Luis Suero. Seguramente, Tirso se encontró con que don Luis Suero de Quiñones y Acuña no favoreció ni su libro ni su carrera literaria, al menos como él esperaba. Otros, como un embajador inglés, escribieron sobre sus decepcionantes relaciones con don Luis. Sir Arthur Hopton, un diplomático en Madrid, se encontró en un brete cuando informó a Londres de que los cuadros que don Suero decía querer regalar al príncipe del Reino Unido, habían sido vendidos a otro cliente. Por tanto, no solo Tirso se encontró decepcionado. Respecto a la valía de la pinacoteca de don Luis también hay testimonios divergentes. Vicente Carducho expresa opiniones muy favorables sobre la pinacoteca de don Luis Suero. En cambio, un vejamen

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escrito por un paniaguado del conde-duque de Olivares desdice esta buena fama. Si Carducho encumbra esta colección de pinturas como una de las mejores pinacotecas de la corte, otros la vejan como cueva de traficantes, ladrones y falsificadores. Por tanto, durante el reinado de Felipe IV, sobre este mecenas literario y marchante de arte se acumulan opiniones encontradas, que no pueden más que alentar indagación en el tirsianismo. Más aún, debido a la curiosidad que despierta la dedicatoria de Tirso a la luz de la variopinta fama de don Luis Suero de Quiñones, los Cigarrales de Toledo son una obra importante para la comprensión de las prácticas del mecenazgo y de las dedicatorias en la temprana modernidad. La elección del patrón puede convertirse en un acierto o un error en la carrera literaria de un autor. La ansiedad que produce esta incertidumbre explica la creación de interminables redes de referencia donde el autor es o bien el centro —así lo hizo Cervantes en La Galatea—, o bien un participante de importancia, como Tirso en los Cigarrales de Toledo. Esta «ansiedad del mecenazgo» se refleja en la reproducción de una serie de círculos dónde se encontrarían posibles candidatos a apoyar la obra y a financiar el anhelado otium. El escritor resulta estar ofreciendo constantemente una imagen de fidelidad y servicio por medio de su pluma. Se propone en este libro que el conjunto de los Cigarrales de Toledo tiene un eje fundamental en las expresiones de la cultura material del mecenazgo que son las retóricas de la fidelidad y el servicio, las cuales a su vez reflejan una inevitable ansiedad. Es desde este punto de vista donde el tono y contenido de la obra se llenan de sentido empezando desde el frontispicio de la edición de 1624 y culminando en los comentarios metaliterarios en el cierre del libro. ESTRUCTURA DE CIGARRALES DE LA PRIVANZA Y MECENAZGO Cigarrales de la privanza y mecenazgo se divide en cuatro capítulos y un anexo documental. En el primer capítulo, titulado «Análisis de una portada: emblemática y mecenazgo en Cigarrales de Toledo», se estudia cómo Tirso de Molina, al igual que numerosos escritores de la época, expresan con abundancia su preocupación por la recepción de sus obras, y por la necesaria ayuda de algún poderoso dentro de un sistema económico dominado por el mecenazgo para la publicación de su libro. La primera obra publicada por Tirso también refleja desde un primer

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INTRODUCCIÓN

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momento estas preocupaciones. Para solventar los problemas que los malintencionados, murmuradores y envidiosos puedan crear a su obra y a su fama, Tirso propone varias soluciones, una de ellas es confiar en los lectores bienintencionados, y otra encontrar el amparo de un mecenas. Este segundo, la sombra de un poderoso, es el método más efectivo para asegurar que el hijo de su ingenio salga a la luz y que tenga una buena recepción. Sin embargo, la búsqueda del protector más ventajoso no resultaba ser tarea sencilla, a juzgar por los cambios de mecenas que se observan a lo largo de la carrera literaria de Tirso, al igual que en muchos otros escritores de la época. Durante toda su carrera literaria, Tirso de Molina expresa una profunda preocupación por encontrar un mecenas y por poder mantener los favores de este. Si, en 1636, su Quinta parte necesita la «afable caricia / del conde [de Sástago]», ya en 1624, los Cigarrales de Toledo necesitan un patrón virtuoso que «a la sombra de su amparo» les proteja de la maledicencia y la envidia. En 1624, el valedor del ingenio de Tirso y de su producción todavía no va a ser un conde como el de Sástago —que le protegió durante varios años, hasta su defunción—, sino don Suero de Quiñones y Acuña, un miembro de la baja nobleza urbana de León, afincado en Madrid. Esta ansiedad por el mecenazgo no solo se expresa en la portada y en las dedicatorias, sino que esta inquietud impregna todo el libro. El capítulo segundo muestra las relaciones de los paratextos y de la portada con la ficción de los Cigarrales de Toledo. Don Suero y Tirso reaparecen en la ficción dentro de unas justas acuáticas organizadas alrededor de un desfile de barcas alegóricas. El despliegue simbólico de las barcas tiene conexiones con la literatura, los emblemas y el mecenazgo. Tirso y don Suero se complementan, una vez más, como poetas —uno bueno y otro malo— además de dar sentido al «Parnaso crítico» que se representa en medio de esta procesión emblemática. En el tercer capítulo, una vez mostrado que existe una continuidad desde los paratextos y la portada hasta la ficción, se hace una semblanza de la vida de don Luis Suero de Quiñones y Acuña, a quien la pluma de Tirso le retrata como el perfecto cortesano. Un individuo que goza de tal crédito que se encuentra protegido de la maledicencia y la traición en la «confusa universidad» que es la corte. Como se ve en este libro, nada está más alejado de la realidad. Don Suero recibió tanto alabanzas, como críticas y reveses de importancia, dentro de la sociedad cortesana de los Felipes III y IV, hasta el punto de que es difícil hacerse una idea

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cabal de cómo era este hombre. Además, su familia inmediata no era un gran grupo nobiliario dentro de la corte que se encontrara al abrigo de los cambios de fortuna —si es que alguno podía tener esa seguridad—. No obstante, en su laudatio, Tirso afirma que el crédito personal de don Suero llega a tal punto, que su sombra protectora disuadirá a los malintencionados que quieran dañar el honroso nombre de Tirso de Molina y la buena recepción de los Cigarrales de Toledo. Además, la portada de la edición príncipe es un complejo compendio de símbolos del mecenazgo y la amistad entre el «Favor» y el «Ingenio», siendo el ingenio el propio Tirso y el favor don Luis Suero. Los gestos de las manos de estos alegóricos escritor y mecenas se conectan en sus intenciones de favorecer y laborar para alcanzar la corona de la fortuna. Pese a estas alabanzas de don Suero de Quiñones y Acuña como mecenas y amigo, no se han publicado suficientes datos históricos que le conciernan, como para poder evaluar su contenido. Debido a esta falta de información histórica, en el capítulo tercero, titulado «Los señores de Sena: del funcionariado filipino al marchante de arte», se hace un retrato de la familia de los Quiñones señores de Sena y de la vida de don Luis Suero, además de un análisis del contenido de este mayorazgo y de su importancia. Que don Suero de Quiñones fuese un candidato atractivo para dedicarle un libro es obvio, puesto que uno de los más importantes protagonistas de la escena cultural del siglo XVII no solo le dedica su primer libro, sino que lo incluye varias veces en la trama. Sin embargo, esto no significa que fuese una decisión que Tirso de Molina deseaba retomar en sus posteriores publicaciones. Por tanto, esta semblanza de los Quiñones de Sena puede ayudar a desentrañar las razones por las que este mercedario no le dedicó nada más que su primer libro. A un Pimentel le ofrece su primera dedicatoria. Si se considera que los señores de Sena pertenecían a una red de grupos nobiliarios que van a acceder al poder a partir de 1621 con ocasión del cambio de reinado entre Felipe III y su hijo Felipe IV, Tirso iba bien encaminado al dirigirse a un miembro del clan de los Pimenteles4. No obstante, es muy posible que don Suero fuera considerado una hechura de Lerma y que la caída de este, y el cambio de reinado no le hubieran favorecido, y que por tanto tampoco pudiera favorecer la obra de Tirso de Molina. 4 Agradezco a Frank Domínguez haber llamado mi atención sobre la ascensión de los Pimenteles y sus cadenas clientelares con la llegada de Felipe IV.

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Otra posible explicación de esta dedicatoria es que don Luis Suero no fue solamente un noble representado en los Cigarrales de Toledo, sino que era un intermediario entre artistas y consumidores, ya que uno de sus oficios fue el de marchante de arte en la corte de Madrid. Sin embargo, don Suero, pese a su crédito social, fue y sigue siendo un personaje polémico. Por ejemplo, de las noticias de sus actividades mercantiles, se desprende que regía una de las mejores pinacotecas de Madrid y que disfrazaba su comercio con una pose de generosidad caballeresca. Pero también se infiere que, para algunos, se trataba de un hombre oportunista, rumboso y sin escrúpulos. La controversia en el siglo XVII sobre don Luis Suero tiene un cierto eco en la controversia entre historiadores de arte hoy día. Unos lo denuestan y otros no, sin tener en realidad demasiados datos históricos sobre el personaje, salvo información de segunda mano producida por algunos contemporáneos, como Vicente Carducho, miembros de la diplomacia británica, poetas paniaguados, etc. Para profundizar en la realidad histórica de don Luis Suero, en el segundo capítulo de Cigarrales del mecenazgo, se aúnan numerosas informaciones de archivo —totalmente inéditas—, con las ya conocidas que provienen de pintores, poetas y diplomáticos, más las de historiadores del arte. El objetivo es completar los retratos que de don Luis Suero se ofrecen en los Cigarrales de Toledo. Como se ve en el cuarto capítulo, titulado «Teatro del secretariado, la amistad y la privanza», se ha considerado que los Cigarrales de Toledo adolecen de ser una miscelánea de partes inconexas. En concreto, se juzga que las obras de teatro incluidas en Cigarrales de Toledo son un añadido que no vendría demasiado al caso. Hasta el punto de que El vergonzoso en palacio se publica, edita, lee y estudia por separado las más de las veces. Cierto es que El vergonzoso en palacio, al igual que Cómo han de ser los amigos y El celoso prudente, es una obra teatral autónoma, pero cuando el maestro Tirso de Molina la inserta y publica en una elaborada colección de novelas, resulta difícil creer a pies juntillas que no exista relación entre el resto de la colección y esta comedia. Bien es cierto, sin embargo, que los Cigarrales de Toledo son una miscelánea de diferentes géneros y que sus partes fueron compuestas en diferentes épocas. Pero, con el uso de los símbolos y del lenguaje de la retórica del mecenazgo, de la amistad, y de la fidelidad, que adquieren un nivel creciente dentro de las tres obras de teatro insertadas en los entretenimientos de la aristocracia en sus casas de placer en Toledo, el libro adquiere una notoria unidad.

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Son las temáticas del favor aristocrático, del servicio del vasallo y de la fidelidad entre mecenas y cliente, las que aúnan estas tres comedias —El vergonzoso en palacio, Cómo han de ser los amigos y El celoso prudente— en los Cigarrales de Toledo y que cohesionan el conjunto del libro. Primeramente, los personajes de estas comedias viven para el amor y consumidos por el amor, lo cual conecta con otras partes de Cigarrales de Toledo —el constante discutir sobre amor en el marco de los Cigarrales de Toledo—. Segundo, los temas prominentes de cada comedia son, respectivamente, el favor del mecenazgo, la amistad perfecta y la fidelidad en las relaciones. Los tres temas forman parte de los pilares que sostienen una economía del mecenazgo, en cuanto que articulan la sociedad en base a los presupuestos de la generosidad principesca, de la dedicación del súbdito y, por último, de la fidelidad inter pares y entre desiguales. Por tanto, la generosidad, el servicio y la fidelidad son las nociones que aquí van a analizarse bajo las tramas del secretario, de los amigos y del privado en las tres obras teatrales insertadas en Cigarrales de Toledo. Desde este punto de vista, los Cigarrales de Toledo son una obra con profundo significado para el estudio de la economía material en la producción artística de los reinados de Felipe III y Felipe IV. Esta es la noción que justifica buscar la unidad y no el desmembramiento de este libro. En el anexo, se han incluido solamente aquellos documentos de archivo, que habiendo llegado a mi conocimiento, atañen directamente a don Luis Suero de Quiñones y Acuña. Además, por razones de economía de espacio, no todos los documentos citados que hacen referencia al mayorazgo del Señorío de Sena se incluyen en esta sección, ya que serían demasiados. Por tanto, el compendio documental del anexo no tiene pretensiones de ser exhaustivo. En cuanto a los archivos y manuscritos concernientes a los señores de Sena, incluyo aquí una relación de los fondos consultados para este estudio, sin ánimo de hacer un inventario exhaustivo de los fondos documentales sobre esta familia. La documentación correspondiente a los Quiñones señores de Sena y de la Torre de Rabanal utilizada para este monográfico se halla en los fondos Fernán Núñez, Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional. Este fondo documental se encontraba depositado en los archivos de la familia de los duques de Fernán Núñez, quienes a finales del siglo XVIII llegaron a ser los señores de Sena o de lo que quedaba del señorío. Otros fondos que también he consultado son los de los Quiñones marqueses de Montevirgen, en el Archivo de la Diputación Provincial de León; y el de Caja España de Inversiones, León,

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donde se encuentra depositado el fondo archivístico de los condes de Luna, dentro del cual hay variada e importante documentación referente a algunos ancestros de don Luis Suero. En el Archivo de la Real Cancillería de Valladolid, también se encuentran documentos concernientes a esta familia. Otros documentos los he ubicado en el Archivo Histórico Nacional, Madrid. Finalmente, el testamento de don Luis Suero lo custodia la Biblioteca Nacional, Madrid. En cuanto a la reconstrucción del árbol genealógico de los señores de Sena, me he basado en un instrumento indispensable que es el trabajo de los hermanos García Carraffa, pese a sus errores de detalle. También, he encontrado de utilidad para este fin el fondo Montevirgen; y, sin duda, los cientos de documentos conservados en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, en Toledo, a partir de los cuales he completado la poca y, en ocasiones, errónea información dada por los Carraffa. También, hay un cuadro genealógico en el compendio de documentos publicado por el licenciado Álvarez de Velasco en 1714 y otros cuadros, más o menos completos, en los documentos de los Quiñones, marqueses de Montevirgen.

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Imagen 1. Portada de los Cigarrales de Toledo, 1624. Reproducida con permiso de Case Western Reserve University.

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CAPÍTULO 1 ANÁLISIS DE UNA PORTADA: EMBLEMÁTICA Y MECENAZGO EN CIGARRALES DE TOLEDO

1. Tirso de Molina, al igual que numerosos escritores de la época, expresa con abundancia su preocupación por la recepción de sus obras, y por la necesaria ayuda de algún poderoso dentro de un sistema económico dominado por el mecenazgo1. Como no dejaría de ser esperable, la primera obra publicada por Tirso refleja desde un primer momento estas preocupaciones. Para solventar los problemas que los mal intencionados, murmuradores y envidiosos puedan crear a su obra y a su fama, Tirso propone varias soluciones, una de ellas es confiar en los bien intencionados lectores, y otra encontrar el amparo de un mecenas. Este segundo es el método más efectivo para asegurar que el hijo de su ingenio salga a la luz y que tenga una buena recepción. Sin embargo, la búsqueda de un protector ventajoso no resultaba ser tarea sencilla, a juzgar por los cambios de mecenas que se observan a lo largo de la carrera literaria de Tirso, al igual que en muchos otros escritores de la época. Si Miguel de Cervantes expresa claramente su preocupación por su lugar dentro de la vida académica en La Galatea (1585),Tirso de Molina también reformula esta misma ansiedad que le producen el mecenazgo y el éxito editorial de Los cigarrales de Toledo (1624)2. 1

Una versión anterior de este capítulo se publicó con el título «Emblemas y mecenazgo en los Cigarrales de Toledo: análisis de una portada», en Gil Osle, 2006, pp. 71-85. 2 Respecto a Cervantes, ver Finello (2005 y 2008).

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La ansiedad del mecenazgo se inscribe en varios niveles. (1) Esta miscelánea de Tirso contiene toda una serie de personajes reales en la ficción. Estos enmascaramientos creados para el entretenimiento de los lectores son un artilugio común en la época para juegos de identificación. Los personajes históricos enmascarados en Cigarrales de Toledo son de la alta clase social castellana, aragonesa, e italiana, y Tirso se incluye codeándose con ellos en unos juegos estivales. (2) Los temas escogidos para las obras teatrales también reflejan un dominio por parte de Tirso del lenguaje de la fidelidad, el servicio y la amistad absolutamente necesarios en el mercado económico y social del mecenazgo. (3) Algunos comentarios metaliterarios que acompañan a las obras de teatro en Cigarrales de Toledo también inciden en las ideologías afines a la privanza, amicitia y servicio. (4) Finalmente, la introducción de Cigarrales de Toledo y el grabado del frontispicio de la edición de 1624 forman un conjunto elocuente de cuán lejos podían llegar un escritor y un mecenas para explotar públicamente su asociación. Todo empieza de esta forma: bajo el título «Al bien intencionado», Tirso presenta el prólogo de los Cigarrales de Toledo, donde habla de los mal intencionados murmuradores que van a leer su libro3. El propio libro como un ente animado espeta al lector, intencionadamente negativo, que incluso antes de leer el cuerpo de la obra tome conciencia de que las habladurías ya le han prejuiciado: Anda, léeme, no se te dé nada; y haz cuenta que estoy sobrescrita: Al bien intencionado, y, en su ausencia, al malicioso; en casa de la mormuración; porte, ocho reales. Ya me has abierto, y yo sé que, en tu opinión, a título de lo segundo.

La causa de estos comentarios es que las críticas de los envidiosos «émulos» son el peso que obstaculiza y hasta impide la ascensión del ingenio. Como en el emblema de Alciato número 121 —Que la pobreza impide subir a los ingeniosos—, donde se representa a un sabio elevándose hacia los cielos con alas en su antebrazo izquierdo, mientras el peso muerto de una piedra colgando de su brazo derecho le tira hacia abajo (imagen 2)4. El resultado de estos dos contrapuestos vectores de fuerza 3

Cito siempre, salvo indicación en contra, de la edición de Cigarrales de Toledo hecha por P. Palomo e I. Prieto porque contiene el texto completo. 4 Ver el emblema 1455 (Vistarini y Cull, 1999, p. 704).

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Imagen 2. Andrea Alciato, emblema 121, Paupertatem summis. Los emblemas de Alciato traducidos en rimas españolas, trad. Bernardino Daza, Lyon, Mathia Bonhome, 1549.

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no puede ser sino la frustración si el artista no encuentra un mecenas, ya que el sabium necesita medios económicos para aligerar el lastre de su pobreza. Necesita el favor. En el frontispicio de Cigarrales de Toledo, esta contradicción se resuelve en una muy satisfactoria relación patrónartista. Tanto el príncipe/favor como el sabio/ingenium comparten la característica de poderse elevar gracias a sus manos aladas; al mismo tiempo que están interconectados por la corona de laurel (imagen 1). Esta no es una reflexión aislada, Tirso la hace en más de una de sus obras. En los prólogos de las partes tercera, cuarta y quinta de sus obras teatrales, Tirso vuelve a pronunciarse en contra de este tipo de lector que «murmura de lo perfecto» y al que «lo hermoso le parece feo». En la «Dedicatoria» de su Parte tercera de las comedias (1634), Tirso retoma los giros latinos: «velint, nolint», refiriéndose «a que a todos les consta del caudal de su autor», pese a las «tempestades y persecuciones envidiosas»5. De grado o de fuerza, Tirso vencerá a la envidia6. En el mismo texto de los Cigarrales de Toledo, en 1624, ya había hecho otra mención del dicho «velis nolis», aquella vez se trataba de una letra escrita en un cartel que colgaba de las ropas de un Tirso ficcionalizado durante unas justas náuticas en Toledo7. El tema es ciertamente recurrente en sus publicaciones. En la Cuarta parte de comedias (1635), dice: «Mil cosas tenía que comunicarte en puridad, y impórtame el secreto lo mismo que la fama, que se despluma con las murmuraciones»8. Además, en la Quinta parte (1636), el epigrama al conde de Sástago reza: Ahora que en tu puericia saliste de balbuciente y de la estampa reciente te expones a la noticia, corre a la afable caricia

5 Tercera parte,Tortosa, 1634, dedicada a Giulio Monti. Los Monti son una familia de Milán. Existió un nuncio papal llamado Cesare Monti en la corte de Madrid. Sobre el poder y contactos del nuncio Cesare Monti en Madrid, ver Brown, 1989, pp. 428 y ss. Giulio Monti habría sido su hermano. Ambos fueron grandes mecenas y coleccionistas de arte. 6 Tirso, Cigarrales de Toledo, ed.Vázquez, nota 201. 7 Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 84-85. 8 Tirso, Cuarta parte de comedias I, p. 63. Esta parte publicada en Madrid, 1635, fue dedicada a Martín Artal de Alagón,VII conde de Sástago.

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del conde, tu dueño caro hallen mis burlas sus veras, porque envidien las primeras de las quintas el amparo9.

En su Quinta parte, necesita la «afable caricia / del conde [de Sástago]». Pero ya mucho antes, en 1624, decía que sus Cigarrales de Toledo necesitaban un patrón virtuoso que les proteja de la maledicencia y la envidia «a la sombra de su amparo»10. Como se deduce de estas citas, de 1624 a 1636, Tirso de Molina expresa su preocupación por encontrar un mecenas y por poder mantener los favores de un poderoso protector. En 1624, el valedor del ingenio de Tirso y de su producción todavía no va a ser un conde como el de Sástago —que le protegió durante varios años, hasta morir— sino don Suero de Quiñones y Acuña, un miembro de la baja nobleza urbana. A don Suero le dedicó solo una obra, mientras que a Martín Artal de Alagón, VII conde de Sástago, le dedicó cuatro obras: las Cuarta y Quinta partes, el Panegírico a la casa de Sástago, y la Genealogía del conde Sástago. Creo que los títulos de las obras y el número de ellas dejan claro que este Martín Artal fue un mecenas decisivo en la obra del mercedario11. No obstante, conviene matizar que entre el señor de Sena y el conde de Sástago existe una continuidad, pese a la diferencia en estatus y en poderío económico. Ambos se encuentran conectados por medio de las redes familiares de los Pimenteles, los Acuñas y los Sástagos. De hecho, los Pimenteles y los Sástagos aparecen abundantemente en los Cigarrales de Toledo, a la vez que fueron instrumentales en la protección de la carrera literaria de Tirso. Centrándonos en el dedicatario de los Cigarrales de Toledo, don Luis Suero de Quiñones y Acuña, la pluma de Tirso lo retrata en su dedicatoria como el perfecto cortesano. Un individuo que goza de tal crédito que se encuentra protegido de la maledicencia y la traición en la «confusa universidad» que son las cortes de Felipe III y Felipe IV12. Como veremos más adelante, nada está más alejado de la realidad. Don Suero recibió tanto críticas, como alabanzas y reveses de importancia, dentro de la sociedad 9

No obstante, existen más ejemplos, ver Florit, 1995, p. 141. Quinta parte, dedicada a Martín Artal de Alagón,VII conde de Sástago. 11 Ver la conclusión. 12 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 7. 10

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cortesana de Felipe IV. Hasta el punto de que es difícil hacerse una idea cabal de cómo era este hombre. Además, su familia inmediata no era un gran grupo nobiliario que se encontrara al abrigo de los cambios de fortuna dentro de la corte, si es que alguno podía tener esa seguridad. Esta «confusa universidad» también afectaba a los mecenas, al igual que a los ingenios. Dentro de la propia familia de don Suero, existieron quejas contra el «golfo insano» de la corte13. Para Lázaro de Quiñones, el abuelo de don Luis Suero, la corte y su favoritismo eran un juego confuso y malsano. Lázaro —que fue criatura del sistema administrativo de Felipe II y de la corte de Felipe III, y fundador del mayorazgo de Sena— expresaba su malestar respecto a la fortuna cambiante en la corte con una referencia a una Babilonia apocalíptica: perdí todo mi consuelo y todo mi contento, y así estoy tan sin él que solo le repara estar en esta Babilonia, donde ni los contentos se gozan, ni los pesares y lástimas se sienten a su medida con las ocupaciones y diversidades de cosas que hacen estar como encantados, que ni gloria ni pena se recibe de cosa. Yo estoy tan harto de ella que pienso que el deseo de salir de ella me ha de acabar en ella. Salga yo de esta corte se lo suplico a mi Dios...14

En 1599, se lamentaba de esta forma Lázaro de Quiñones en una carta a la madre de don Suero. Para la familia de don Suero, la vida cortesana también estaba llena de dificultades. Encontrar protectores para sus propios proyectos era una necesidad. En cierta forma, tanto los escritores como sus mecenas están de acuerdo en las miserias del sistema económico del mecenazgo. Para Cervantes, las cortes de Felipe II y Felipe III eran un «golfo insano» y, para Tirso, las de los Felipes III y IV fueron una «confusa universidad», donde la fama y el descrédito hacen y deshacen vidas y carreras de una forma caótica.Y, para Lázaro de Quiñones, es una «Babilonia» sin goces, abarrotada de pesares y lástimas, donde todos parecen vivir como encantados dentro de una quimera.

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Cervantes hizo famosa otra metáfora de la corte como «golfo insano». Sobre las imágenes de las cadenas de mecenazgo en España, ver Sieber, 1998, y específicamente sobre la imagen del mecenazgo como fuente de magnificencia, ver Peck, 1990, p. 2. Para la imagen de la «sombra del rey», ver Benigno, 1994. 14 Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 22 septiembre 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -6-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional.

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En esta confusa Babilonia, Tirso necesita encontrar un mecenas suficientemente bien situado en la corte de Felipe III y más tarde en la de Felipe IV para apoyar la publicación de su primer libro. En su laudatio, Tirso afirma que el crédito personal de don Suero llega a tal punto, que su sombra protectora disuadirá a los malintencionados que quieran dañar el honroso nombre de Tirso de Molina y la buena recepción de los Cigarrales de Toledo: Mis Cigarrales, a su imitación, enmiendan defectos heredados del natural, con la participación del adoptivo. Y tengo por cierto que les ha de caber parte en la buena fama y general aceptación con que V.m. es amado en esta corte, pues a ninguno he comunicado en ella, de alto a bajo estado, rico o pobre, ignorante o discreto, que no se haga lenguas en la alabanza de su apacibilidad, cortesía, nobleza y demás cualidades con que adquiere el grado de perfecto cortesano el que cursa esta confusa universidad, sin que en esta parte haya quien fiscalice —milagro del siglo presente, con ojos para examinar faltas, sin lengua para alabar perfecciones15.

Las hipérboles de esta laudatio de Tirso son encomiables, y la fama de don Luis Suero sube hasta los cielos. Sin embargo, de don Suero de Quiñones y Acuña, lo que se ha publicado, desde el siglo XVII hasta hoy día, es poco y contradictorio. Por tanto, la evaluación de estas alabanzas queda comprometida. En otros libros de genealogistas, historiadores y críticos literarios, la información sobre don Suero es escasa y muy parcial, en el mejor de los casos. Algunas obras de genealogistas, como las de los hermanos Alberto y Arturo García Carraffa, dan noticias someras de la existencia de este personaje histórico, al hablar de los señores de Sena, o de los Acuñas. Entre los historiadores del arte, en cambio,Vicente Carducho ya hacía referencia a su valiosa pinacoteca, aunque fuese de pasada, y sin dar noticia de sus actividades de mecenazgo literario. Jonathan Brown y otros historiadores del arte actuales también hacen someras referencias a las actividades mercantiles de don Suero, e ignoran sus gestiones de mecenazgo y vida laboral en la casa del rey. Por otro lado, escritores de vejámenes hicieron comentarios sarcásticos sobre su mercadeo con el arte, ignorando otros aspectos dignos de adulación en don Suero. En definitiva, la visión del crédito personal y comercial de este señor de Sena es tremendamente parcial, dependiendo de la fuente en que nos fijemos. 15

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Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 7.

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Entre los críticos literarios, vuelve a ocurrir lo mismo, ni André Nougué, ni Luis Vázquez, ni Pilar Palomo, ni Prieto, ampliaron su investigación hacia las actividades comerciales de don Suero. Además, todos ellos trabajan con muy pocos datos históricos. Sin embargo, abunda la información sobre don Suero y los señores de Sena en los archivos españoles. Según el expendientillo número 492 de la Sección Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional, Suero tomó el hábito de caballero de Santiago en 161716. En este expedientillo, figura una escueta información genealógica del que se identifica como don «Luis Suero de Quiñones Brabo Acuña Luaces Lagunas»17. Esta información se puede cotejar con obras genealógicas concernientes a la aristocracia de España. En ellas también figura don Luis Suero. Por ejemplo, los hermanos Alberto y Arturo García Carraffa en su Diccionario heráldico y genealógico incluyen información que confirma el contenido del frontispicio de 1624 y que concuerda con la información del expedientillo de las órdenes militares18. Los genealogistas, además, informan de que la rama troncal de los Quiñones señores de Sena se extingue con don Suero (o por otro nombre Luis Suer); también informan de que tuvo una hermana monja en el convento del Carrizo, cerca de León. No parece que se hubiera casado, ni que hubiese tenido descendencia alguna. Estos datos, por erróneos y esquemáticos que sean, son algunos de los pocos que por ahora se han publicado sobre la vida de este primer mecenas de uno de los mayores escritores del Siglo de Oro y que sin duda tuvo un papel importante en la creación y financiación de los Cigarrales de Toledo. Este vacío, se va a paliar con el siguiente plan de trabajo: en el resto de este capítulo, se estudian los frontispicios de la edición príncipe, 1624, y de la edición de 1631, en conexión con los preliminares del libro. En el segundo capítulo, se va a analizar la descripción de unas justas náuticas en Toledo donde aparecen don Suero y Tirso, todo ello desde el punto de vista de una relación mecenas-artista histórica, a la vez que simbólica. En el capítulo tercero, se hace una semblanza de la familia de don Luis

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Índice de expedientillos, 1976, p. 449. Nótese que en 1617, en los finales del reino de Felipe III, todavía no figura su apellido Pimentel, que sí usará tras el cambio de reinado. 18 Según reza esta obra genealógica, don Suero «nació en León, sucedió a su abuelo en la casa y fue regidor perpetuo y alférez mayor de dicha ciudad, señor del Concejo de Sena y Torre de Rabanal y caballero de la Orden de Santiago con fecha 26 de Octubre de 1617» (García Carraffa, 1955, p. 61). 17

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Suero y de los llamados Señores de Sena. Finalmente, en el capítulo cuarto se estudian las tres obras teatrales insertadas desde el punto de vista del mecenazgo y del valimiento. 2. Para empezar, se va a analizar en el resto del capítulo algunas de las referencias a don Luis Suero con las que contaban los críticos anteriores. Las fuentes documentales usadas habitualmente han sido la portada y la dedicatoria del libro. Hasta donde llega mi conocimiento, la crítica no ha considerado las representaciones de don Suero hechas en otros libros, ni dentro de los propios Cigarrales de Toledo. No obstante, construyendo sobre los trabajos de los críticos anteriores hechos sobre la portada y los paratextos se puede apuntar hacia una nueva imagen de don Suero en relación con el libro que nos ocupa y con su autor Tirso de Molina. Respecto a la estructura de la portada de 1624, el frontispicio de la edición príncipe de Cigarrales de Toledo es de corte clásico (imagen 1)19. Está configurado en tres pisos. En el primer piso, hay un basamento; en el intermedio, dos pilastras con sendas figuras alegóricas y un espacio intercolumnar con información sobre el libro; y, finalmente, en el tercer piso hay un escudo sobre el entablamento. Revisando portadas de la época, esta estructura no tiene nada de sorprendente, ya que existen numerosas variantes de esta configuración básica. Pero el frontispicio de 1624 es rico en conexiones con la literatura emblemática referente al mecenazgo20. Como indica claramente la descripción realizada por Vázquez en su edición de los Cigarrales21, se conoce que la emblemática se infiltraba e, incluso, protagonizaba las portadas de los libros de la época. En los Cigarrales de Toledo, siguiendo 19 Ver otros estudios de esta portada en Cioranescu, 1981 y Civil, 1998. Se incorpora una discusión sobre estos estudios en el capítulo cuarto. 20 Agradezco a Luis Vázquez la amable e informativa conversación que mantuvimos sobre las diferencias entre las dos portadas de los Cigarrales de Toledo, ambas de 1624, reproducidas en su edición (1996, pp. 110-111). La imagen aquí reproducida proviene del ejemplar de 1624 en la colección de la Case Western Reserve University (imagen 1). 21 Cigarrales de Toledo, ed. L.Vázquez, p. 73. Para más información sobre la emblemática (y bestiarios) en la obra de Tirso, consúltense los trabajos de Nougué, 1986; Arellano, 2005; Oteiza, 2001; y Restrepo-Gautier, 2001.

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un procedimiento habitual en la época, la literatura emblemática y los frontispicios clásicos confluyen dando un significado político a la portada. En el basamento izquierdo, figura la palabra «Favor», haciendo clara referencia a las funciones y obligaciones que un príncipe tenía para con sus súbditos en favorecerlos. Por medio de sus favores, el rey creaba una cadena de clientes que cumplían sus órdenes. El clientelismo podía formarse de diversas cadenas que no siempre cohabitaban en paz. La ambición personal y la traición, entre otras razones, daban lugar a que este sistema de asignación de bienes y de cargos fuera muy corrupto. En el nivel intermedio, se representa un rey coronado vestido con una ropa estampada con figuras en forma de manos. Las manos de la ropa del rey simbolizan los ministros prudentes que ejecutan las órdenes del rey. En otros casos, las manos se sustituían por ojos, oídos o una combinación de todos los anteriores22. Los ministros, los secretarios y los validos que prestan sus ojos, oídos y manos dependen del rey, al igual que este depende de ellos en una alianza común donde la fidelidad es fundamental. Otra variante del uso de las manos y los ojos en un emblema es la del consejo de un buen príncipe, donde los ministros son ciegos y mancos23. En la columna derecha del frontispicio de Cigarrales de Toledo, se encuentra un sabio, ingenium. Esta representación del sabio, del artista, también tiene su equivalente en la literatura emblemática. Alciato, en su emblema 121, representa a un sabio elevándose con sus alas y arrastrado por los lastres de la envidia y de la pobreza24. El tema se repite dentro de Los cigarrales de Toledo y fuera de ellos. Por ejemplo, en la edición de la Topografía e historia general de Argel (1612) de Antonio de Sosa (también atribuida a Diego de Haedo), la última página del libro contiene la misma alegoría del ingenio pobre y alado, que se sostiene sobre el anagrama del impresor de libros, Diego Fernández de Córdoba y Oviedo (imagen 3). El anagrama del impresor también cuenta con alas, obviamente o pretendidamente potentes como para contrarrestar envidias y necesidades.

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«Rey coronado, cetro, ropa con manos, ojos & oídos», en Vistarini y Cull, 1999, núm. 1418; también se puede ver, al igual que los siguientes emblemas, en varios sitios internet. 23 Ver el emblema 145 de Alciato, Senatum boni Principis (Vistarini y Cull, 1999, núm. 1422). 24 Alciato, Emblema 121, Edición pirata de 1531, A7v. Reapareció en la primera edición autorizada, 1534, p. 19.Ver el emblema núm. 1455 (Vistarini y Cull, 1999).

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Imagen 3. Anagrama del impresor de Diego Fernández de Córdova. Antonio de Sosa, Topographia e historia general de Argel (1612).

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El resultado de estos dos contrapuestos vectores de fuerza no puede ser sino la frustración, si el artista no encuentra un mecenas —o incluso un buen impresor como en el marketing de Fernández de Córdova—, ya que el ingenium necesita medios económicos para aligerar el lastre de su pobreza y protección para sobrevivir la envidia de los émulos. La solución iconográfica parece ser la inclusión de elementos circulares alados. En el frontispicio de Cigarrales de Toledo, tanto el rey como el sabio comparten la característica de poder elevarse gracias a la corona y a unas alas que confluyen con sus manos y el laurel. En la Topografía e historia general de Argel, la alegoría del ingenio asciende sobre el círculo que forma la inicial del último apellido del impresor, la «O» de Oviedo. En el piso superior del frontispicio de Cigarrales de Toledo, nos encontramos con el escudo de los Quiñones y, encima de este, con el emblema del pelícano que resucita a sus polluelos alimentándolos con su propia sangre. Esta imagen del autosacrificio del pelícano no solo representa la comunión cristiana, sino que también tiene connotaciones políticas y sociales, al haber sido usada como emblema del valor y el altruismo de Jaime I, en particular, y en general de la piedad, la caridad y la religiosidad de los monarcas25. Como se sabe, en la época, la caridad era uno de los sistemas usados para mantener la cohesión social, de forma que resultaba muy común ver estas asociaciones de virtud, caridad, favores y decoro26. Por medio de los conceptos de la magnificentia y el decorum, la inversión económica del mecenas se transformaba en una obra que reflejaba su virtud al igual que proyectaba una poderosa imagen de su autoridad política27 y de su estatus social28. 25

Ver los emblemas 1292, 1293, 1294 (Vistarini y Cull, 1999). Ya en la Edad Media los artistas justificaban su manutención por medio de la educación y refinamiento que daban a sus patrones: «An important axiology of medieval courtly literature has been most recently given a strong twist in Stephen Jaeger’s controversial Origins of Courtliness. He studies especially the Ottonian courtier-bishop figure and associated clerics who wrote to inspire and instruct their patrons; that is the patrons did not directly command the poems as such; rather, the subtle argument goes, the poets themselves attempted to civilize or «tame» their patron-warriors through their writings. This concept of the «guerrier dégriffé» [...] involved the inculcation of such disciplined characteristics as elegantia morum (elegant manners), curalitas (courtliness) and mansuetudo (clemency)» (Cormier, 1991, p. 279;Vélez-Sainz, 2013, pp. 17-18). 27 Ver Cole, 1995, pp. 21-24. 28 Sobre la cuestión de qué beneficios obtenían los mecenas de su inversión en las artes, algunos estudios importantes son los de Woods-Marsden, 1989; Cooper, 26

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En los Cigarrales de Toledo, las alabanzas de la virtud de don Suero de Quiñones y Acuña, que hemos visto más arriba, no son pura retórica insertada en la dedicatoria, sino que abarcan los conceptos de magnificentia y decorum. Es la magnificentia de don Suero la que probablemente habría sufragado el costo de la publicación de los Cigarrales de Toledo. Sin embargo, nunca se publicaron las continuaciones del ambicioso programa de Tirso. Según indica Vázquez en su edición de los Cigarrales de Toledo, las segundas, terceras y cuartas partes no se publicarían nunca por falta de un mecenas29. Además, en la edición de 1631, publicada en Barcelona en las presas de Jerónimo Margarit, ya no incluyó el escudo de los Quiñones, aunque se mantuvo la dedicatoria a Suero de Quiñones. Se cambió también el dibujo, desapareciendo el frontis de tres pisos. En medio de la nueva portada, figura el ave fénix dentro de una empresa que ya había usado el impresor Juan de Bonilla como mote personal. Todo ello va acompañado del dicho clásico sobre el fénix, ex me ipso renascor, y del anagrama I. D. B. que corresponde a las iniciales del impresor Juan de Bonilla (imagen 4)30. Los Cigarrales de Toledo (1624) pese a ser una obra de primer rango dentro de la producción de Tirso de Molina sigue encerrando numerosos misterios, como ya indicó André Nougué en 1962. La situación en la que se encuentra esta joya de la novelística castellana ha mejorado, durante la década de los noventa, gracias a la publicación de dos ediciones, una a cargo de Luis Vázquez y la otra de Pilar Palomo e Isabel Prieto. Sin embargo, siguen existiendo numerosas lagunas. Tienen gran importancia las relativas al mecenazgo, la écfrasis y el significado global de la obra y parcial de sus cigarrales. En este capítulo, se ha analizado cómo el frontispicio asocia a don Suero con la poderosa imagen de la magnificencia aristocrática y con la elevación de la sabiduría; al igual que con la encumbrada fama que le procuraría su asociación con Tirso de Molina. En la dedicatoria, don Suero es retratado como el perfecto cortesano que puede escapar de

1996; Gundersheimer, 1981; Gilbert, 1998; Zugasti, 1992, 1996 y 1998; y Díez, 2005. 29 Dice Vázquez que los Cigarrales de Toledo completos «Serían, pues, cuatro tomos de cinco Cigarrales cada uno. Sin duda debido a la falta de un mecenas patrocinador, solo publicó la primera parte, que es la que poseemos» (Cigarrales de Toledo, ed. L.Vázquez, p. 48). 30 Azanza y Zafra, 2000, p. 157.

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Imagen 4. Portada de la edición de 1631, Cigarrales de Toledo. Reproducida con permiso de la Universidad Complutense de Madrid.

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las insidias cortesanas, gracias a la elevada opinión que la sociedad tiene de él. En contraste con este sólido garante, Tirso se representa como acosado por los murmuradores y necesitado de una sombra protectora. Hasta aquí todo está claro y es conforme con el contenido de las dedicatorias de la época31. Ahora bien, cabe preguntarse cuál es la conexión entre el frontispicio y los preliminares con el cuerpo de los Cigarrales de Toledo que permita avanzar una interpretación integradora del contenido de esta miscelánea basándose en la combinación de los conceptos del mecenazgo, el servicio, la fidelidad y la amistad. Para hacer esta conexión entre los paratextos y el texto, en el siguiente capítulo, se analizan varias instancias en las que Tirso y don Suero reaparecen como personajes dentro de la ficción.

31 Como dice Florit, en los preliminares de la Cuarta parte de comedias I de Tirso de Molina, ya J. Simón Díaz había indicado que los dos objetivos de las dedicatorias de la época son «lograr la protección y el amparo del destinatario y que el prestigio y poder de este le sirva de escudo frente a los envidiosos y maledicentes» (Díaz, 1983b, pp. 92-98; Tirso, Cuarta parte de comedias I, p. 65).

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Imagen 5. Monte Parnaso, naumaquia en Valencia (detalle), 1755. En Tomás Serrano Pérez, Fiestas seculares, con que la coronada ciudad de Valencia celebró el feliz cumplimiento del tercer siglo de la canonización de su esclarecido hijo, y ángel protector S.Vicente Ferrer, Apóstol de Europa.Valencia, en la Imprenta de la Viuda de Joseph de Orga, 1762, p. 454. Reproducida con permiso de la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu. Bas Carbonell.

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CAPÍTULO 2 EL PARNASO LITERARIO Y LAS JUSTAS NÁUTICAS

El análisis de las portadas y la dedicatoria nos indica que el mecenazgo es un eje unificador del conjunto del libro. La cuestión ahora es dilucidar si dentro de la ficción se encuentran presentes los símbolos de una economía de mecenazgo con su retórica asociada. Para profundizar en los lenguajes que dan unidad a los Cigarrales de Toledo, se propone seguir el rastro de otras representaciones de Tirso y de don Suero dentro de la ficción. En este capítulo, se tratará de la unidad del libro a partir de la descripción de la justa náutica descrita en los Cigarrales. En los capítulos siguientes, esta investigación se completará con una semblanza de los señores de Sena y, a continuación, con un análisis, desde el punto de vista de la literatura, del valor de las tres obras de teatro insertadas en el volumen. El tono aristocratizante es un elemento unificador del conjunto de la obra, sobre el cual ya llamó la atención Palomo, en su edición de los Cigarrales de Toledo (1994)1. A las ideas de Palomo, añado que este tono aristocratizante es coherente con cuatro aspectos del libro: 1) las referencias de la portada a la literatura emblemática sobre la magnificentia y 1

Palomo en el estudio introductorio a su edición de los Cigarrales de Toledo dice: «Ese argumento que ‘lo comprenda todo’ que Tirso anuncia es, realmente, la técnica de los Cigarrales de Toledo, donde únicamente la novela intercalada “Los tres maridos burlados” se escapa, no ya de ese argumento, sino del tono aristocratizante de la narración. Porque Tirso, al reunir en sus Cigarrales tantas unidades aparentemente desconectadas entre sí, lo ha realizado atendiendo a esa teoría novelesca expuesta de que, en un todo, las partes no pueden estar desconectadas de la causa que las genera» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. xix).

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el decorum; 2) las identificaciones en la dedicatoria de don Suero con el virtuoso cortesano renacentista; 3) la imagen de don Suero asociada con la pluma y la escritura; 4) y la complementaria representación de Tirso como un esperanzado artista. Partiendo de este último punto, en este capítulo se va a profundizar en estos cuatro aspectos. El núcleo de la explicación gira alrededor de la representación de las justas náuticas en el Toledo de los Cigarrales de Toledo. Estas justas náuticas, al igual que otros entretenimientos acuáticos —las naumaquias, los conciertos acuáticos, las regatas, los asaltos a islas, etc.— escenificados para la sociedad cortesana y el vulgo, tenían un elevado nivel de elaboración teatral y alegórica. Esta festividad de las justas náuticas, como juego festivo, participa de una larga tradición cultural que arranca desde los egipcios, pasa por las naumaquias romanas y continúa con los espectáculos náuticos del Renacimiento y posteriores2. En la literatura clásica, ya existen importantes precedentes. En la literatura castellana, aparecen, sobre todo, en la literatura pastoril. Se pueden mencionar las justas náuticas del libro quinto de la Diana enamorada de Gil Polo3. En el género bizantino, se pueden encontrar ejemplos como la fiesta de los pescadores del libro 2.10 de Los trabajos de Persiles y Segismunda4. Para André Nougué, este aspecto de los Cigarrales de Toledo proviene de los tópicos de la literatura pastoril. Sin embargo, en los clásicos, las batallas navales se describían como un espectáculo donde se podía disfrutar de toda la violencia que uno fuese capaz de asimilar; tal y como parece ocurrir en ciertos grabados de este tipo de festividades en obras renacentistas y barrocas. Existen varios tipos de espectáculos basados en actividades náuticas: las justas, las naumaquias, las regatas, las cucañas, conciertos acuáticos, entre otros. Además hay constancia de la existencia de triunfos acuáticos y de mascaradas alegóricas. Las justas consistían básicamente en combates singulares o múltiples; estos combates podían ser sucesivos o simultáneos; este es el caso de lo descrito en la Diana enamorada. Las naumaquias, sin embargo, tenían un carácter masivo y definitivamente violento. El espectáculo se fundamentaba en el enfrentamiento de numerosas embarcaciones a un mismo tiempo con el fin de recrear con 2

Para el caso de España ver Alenda y Mira, 1903; Díez Borque, 2002, pp. 46-51; Massip Bonet, 2003. 3 Gil Polo, Diana enamorada, pp. 248-251. 4 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, pp. 214-217.

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el máximo realismo posible una batalla naval. También podían consistir en un asalto a un fuerte o una isla. Las regatas eran una prueba de velocidad entre varios equipos. En Persiles y Segismunda, por ejemplo, se describe una regata, con visos de triunfo. Los triunfos, es decir desfiles alegóricos y emblemáticos, también son corrientes en la literatura. De hecho, Cervantes compara la regata alegórica de los pescadores con los mejores triunfos romanos5. Todas estas modalidades se sobreponen y combinan tanto en la literatura como en la realidad. Por ejemplo, en 1550 la entrada real en Rouen fue celebrada con un triunfo acuático sobre el río Sena, además de con una ficticia batalla naval entre normandos vestidos a lo salvaje y nativos del Brasil6. Ambas escenas se encuentran reflejadas en el grabado que acompaña a la relación de la entrada de Enrique II y Caterina de Médicis en Rouen7.

5

«Al Amor, al Interés y a la Diligencia dejó atrás, la buena Fortuna, que sin ella vale poco la diligencia, no es de provecho el interés, ni el amor puede usar de sus fuerzas. La fiesta de mis pescadores, tan regocijada como pobre, excedió a las de los triunfos romanos; que tal vez en la llaneza y en la humildad suelen esconderse los regocijos más aventajados» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, p. 221). 6 La presencia de nativos americanos, de disfraces de salvajes, de musulmanes, etc. era muy común en estas festividades y se encuentran presentes en las justas náuticas de la Diana enamorada y de los Cigarrales de Toledo. A este respecto, indica Ignacio Arellano que las «entradas reales en las ciudades eran ocasión óptima para organizar estos festejos, que transmutan los espacios urbanos en lugares teatrales invadidos por la escenografía del fasto y la de la comedia cortesana: danzas pintorescas de moros y cristianos, o de indios, salvajes y gigantes, enanos y caballeros, animales (dragones, osos, elefantes, tortugas...)» (Arellano, 2005, p. 38). 7 «Les entrées royales aux XVIe et XVIIe étaient de véritables fêtes populaires mais elles jouaient également un rôle important dans l’affirmation du pouvoir royal. L’entrée royale de 1550, offerte à Henri II et à Catherine de Médicis par les citoyens de la ville de Rouen, fut l’occasion d’une fête où d’authentiques brésiliens et des normands déguisés en ‘sauvages’ donnèrent un spectacle. Plus tard, la Seine fut le théâtre d’un triomphe de Neptune, accompagné de tritons, de sirènes et d’animaux marins, puis d’une naumachie —ou bataille navale— fictive, causant ‘un grand ébahissement, à gens non accoutumés à telles furies de guerre, et néanmoins, un joyeux contentement, voyant qu’en un tel et si violent assaut d’armes tranchantes, et âpreté de feu, n’y eût aucun endommagé en sa personne’. Le livret publié en 1551 donne tous les détails de la fête. La planche gravée réunit d’ailleurs les deux épisodes —triomphe marin et naumachie— en une seule représentation. La ville de Lyon avait donné une semblable naumachie, sur la Saône, lors de l’entrée royale d’Henri II en 1548» .

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Imagen 6. Naumaquia en Valencia, 1755. Tomás Serrano Pérez, Fiestas seculares, con que la coronada ciudad de Valencia celebró el feliz cumplimiento del tercer siglo de la canonización de su esclarecido hijo, y ángel protector S.Vicente Ferrer, Apóstol de Europa, Valencia, En la Imprenta de la Viuda de Joseph de Orga, 1762. Reproducida con permiso de la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu. Bas Carbonell.

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También existen representaciones de estos entretenimientos en España, como lo atestiguan los grabados de Louis Meunier de El estanque grande del Retiro (h. 1665-1668) en el Museo de Historia de Madrid8. No obstante, una representación más compleja de una naumaquia se ha conservado en un grabado del siglo XVIII, donde se representa el despliegue de múltiples entretenimientos en el río Turia a su paso por Valencia. Se trata de una representación historiada de las varias actividades que tuvieron lugar en el río durante las festividades que se celebraron en 1755 en Valencia con ocasión del tercer centenario de la canonización del patrón de Valencia, san Vicente Ferrer (imagen 6). En el estanque artificial que se construyó en el Turia entre dos puentes —a uno de los cuales se le tapó los ojos para que subiera el nivel del agua—, se puede observar la variedad de actividades y entretenimientos que podían incluir los programas de estos festejos acuáticos. El grabador los representó todos juntos. En la parte derecha, en el punto P, parece haber una regata con un ave como premio para el primero que la alcance. También hay un monte Parnaso (G), un baluarte con cañones y artilleros (H), un buque «de moros» hundiéndose (N), barcas con música (U), un asalto al portal de San Vicente (X), etc. (imagen 7). Toda la acción se mueve de la derecha a la izquierda, donde se encuentra el altar de san Vicente Ferrer. Numeroso público se congrega alrededor del área e incluso hay galerías techadas a lo largo de gran parte de las dos vegas del río y en uno de los puentes. El origen de esta naumaquia fue un cúmulo de coincidencias y debates. Ya que existían problemas para la organización de una corrida de toros, se decidió sustituir los espectáculos taurinos por estos juegos náuticos. Los juegos en sus principios tuvieron numerosos detractores, pero terminaron por gozar de un gran éxito, a la vez que ayudaron a la financiación del hospital9. En todo caso, se puede apreciar el impresionante 8 Para referencias a este tipo de entretenimientos náuticos en España, ver Alenda y Mira, 1903, pp. 103, 120, 128, 139, 142, 180, 516; Deleito y Piñuela, 1997, pp. 229231.Ver la imagen que creó Meunier de una naumaquia en el estanque del Retiro en . 9 Describe uno de los cronistas de estos festejos que la intransigencia del rey que no quería dar permiso para la celebración de una corrida de toros causó que se buscaran entretenimientos alternativos: «Revolvían en su pensamiento la calidad de España, y que ni aun en el mapa se halla sino en figura de la piel de un Toro, y que, o sea por algún secreto influjo de ella, o séase por lo que fuere, apenas se hallara Español alguno, que pierda la afición a los toros antes de salir de la piel: este

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nivel de elaboración que requería este tipo de fiestas acuáticas. Se trata de un espectáculo del barroco tardío, para los selectos y las masas de la ciudad. Además, la burguesía y los gremios también toman gran parte del crédito del éxito y viabilidad del espectáculo. Concerniente a este aspecto material y económico de las naumaquias, Tirso llega incluso a mencionar la actividad de inagotables picarillos que merodean entre los espectadores al acecho de cualquier ganancia, pero no da más datos sobre las audiencias y el entramado de ingeniería, económico, náutico, artístico necesario para desarrollar las muy elaboradas justas sobre el Tajo. Por tanto, visto el gran lustre, el interés económico y la fluidez social que rodea estos espectáculos públicos, no es de extrañar que Tirso escoja estas justas náuticas sobre el río Tajo para insertar tanto al mecenas del libro como al escritor convergiendo en un mismo espacio y espectáculo. Sendas embarcaciones representan un ánade —símbolo de los poetastros— y la esperanza —o cisne como símbolo de la carrera literaria de los poetas—10. Por añadidura, el centro de todo el desfile alegórico se puede interpretar como una sátira del Parnaso literario, o simplemente como un juego cargado de humor, por un lado, y de una escenificación de las ansiedades de Tirso, por otro. pensamiento los traía desasosegados, y en verdad era este un azar bastante a aguar toda la alegría de las fiestas. Sacó de este cuidado a los Ilustres Comisarios el Sr. Decano don Manuel de Marmanillo de la Piscina. Este propuso en el Cabildo de 9 de Junio un nuevo género de espectáculo, que él solo podría suplir con ventajas la falta de toros. Propuso, que se podía formar en el río Turia un lago, que en él se recogiesen de modo las aguas, que sobre ellas pudiesen jugar las naves, y darse una batalla naval: que para las noches se pondría tan digno de verse, como nunca visto, y un remedo de la celebrada naumaquia de los romanos: añadía a esto que, en el extremo oriental del lago, se podría a los dos ángulos, que hacen los dos pretiles del río, con el Puente del Real, formar dos montes; es a saber, el Vesubio, y el Parnaso: que aquel arrojaría al aire en el silencio de la noche ríos de llamas: este, tarde, y noche podía arrojar de la cima un río de agua, que subiendo a una justa elevación, diese al caer en una cascada, que habría en la falda del mismo monte, por donde blandamente se despeñase al río: que para esto no era menester más de lo que ya tenía la ciudad, y era así: había esta construido a influjos de don Manuel una máquina hidráulica, para apagar con facilidad los incendios, que recibiendo el agua en el cubo, y encaminándola por medio de dos bombas hacía una cerbatana, la daba tal impulso, que habiendo hecho ya algunas experiencias, la arrojaba cincuenta brazas en alto. Esta máquina puesta debajo del monte, era cuanto se podía desear, para que una invención tan bella tuviese efecto» (Serrano, Fiestas seculares, pp. 80-81). 10 «Los buenos Poetas tienen por blasón, y armas un Cisne, que para los malos no les da armas, pero pudieran tener un ganso» (Vistarini y Cull, 1999, p. 208).

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Imagen 7. Leyendas de la naumaquia en Valencia (detalle), 1755. Tomás Serrano Pérez, Fiestas seculares, con que la coronada ciudad de Valencia celebró el feliz cumplimiento del tercer siglo de la canonización de su esclarecido hijo, y ángel protector S.Vicente Ferrer, Apóstol de Europa, Valencia, En la Imprenta de la Viuda de Joseph de Orga, 1762. Reproducida con permiso de la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu. Bas Carbonell.

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armas del

poeta

El interés femenino

El ánade, las

La hidra correspondido

Amor no

Don Nuño

4 Don Melchor

6

rivales

CRÍTICO

Hércules sin EL PARNASO

Don Vela

5

celos

los filisteos

dominado por

Sansón

Don Jusepe

7

Libre de amor

Don Miguel

8

Cuadro 1. Programa alegórico de las once barcas de las justas náuticas.

Don Lorenzo

Don Suero

Don Fernando

3

2

1

el seductor

masculino o

El interés

Don Alonso

9

del poeta

La esperanza

Tirso

10

El toro

11

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Pasando al análisis detallado de la simbología de las barcas en Cigarrales de Toledo, estas justas descritas por Tirso, además de ser un adorno y un entretenimiento, encierran un elaborado esquema alegórico centrado en el amor y en una representación crítica del Parnaso literario. En las justas náuticas en Cigarrales de Toledo, que forman parte de los entretenimientos acuáticos de un atardecer caluroso y medio nublado del estío toledano, comparecen en un torneo sobre el río diversas embarcaciones a remo adornadas con empresas y escenografías emblemáticas. Se describe una oncena de ellas. La primera embarcación es una hidra (con don Fernando), la segunda un ánade (con don Suero), la tercera escenifica el interés (con don Lorenzo), la cuarta es el amor no correspondido (don Nuño), la quinta representa a Hércules como amante rodeado de pigmeos o insignificantes rivales (don Vela), la sexta reproduce una sátira de la academia llamada el Parnaso crítico (don Melchor), la séptima incluye a Sansón atrapado en los filisteos celos (don Jusepe), la octava reproduce al libre de amor (don Miguel), la novena representa el tópico del amante portugués (don Alonso). En la décima y última posición, se describe la llegada del propio Tirso personificando la esperanza. En rigor, se describe otra embarcación después de la de Tirso. Se trata de un toro que invita a todos los galanes a lidiarlo en sustitución de la típica batalla campal, la llamada «folla», con la que suelen terminar estos festejos (cuadro 1)11. 1. LA HIDRA DE DON FERNANDO Don Fernando comparece en una barca cuyo mascarón de proa representa las cabezas de la hidra y cuya popa es la cola del engendro12. Los remos simulan las piernas del animal. Tras una traca de fuegos de artificio, aparecen dos escenas. Una es un cuadro de costumbres, casi 11 «Aguardando estaban todos el fin que semejantes fiestas suelen tener, que es la folla. Pero por diferenciar y dársele más alegre (al tiempo que sin, haberse permitido ver el sol aquel día, dejaba, en prendas de volver el siguiente, pedazos de celajes retocados de sombras y rosicler), salió un toro formado de una barca, tan a lo vivo, que pudieran temer las hermosuras que le miraban nuevos engaños de Júpiter y nuevos sobresaltos de Europa» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 86). 12 «Servía de proa la cabeza, que, en siete repartida, retrataba la Hidra fabulosa, victorioso triunfo del Tebano; y la enroscada cola, que era la popa, dando espantosos latigazos, azotaba sin culpa las cristalinas ondas...» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 75).

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picaresco, en el que se describe a la «plebeya gente» aprovechando para hurgar en las ropas de los circundantes, por si llevaran armas prohibidas. La segunda escena vuelve a enfocarse en el espectáculo acuático. Dispersado el humo de la traca, en la barca se puede ver a don Fernando coronado con dos diademas imperiales, con el estoque desnudo en la diestra y una esfera en la izquierda. Don Fernando triunfa con todo su imperio sobre seis ciudades —los seis remos, manipulados por seis remeros disfrazados de africanos— conquistadas a los musulmanes de la Península. El propio texto indica que se trata de una representación del escudo de Toledo13. Para André Nougué, que quiere ver personajes históricos de la corte de Felipe II bajo los nombres de los protagonistas de los Cigarrales de Toledo, todas estas asociaciones permiten desenmascarar a este personaje, y lo asocia a don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1507-82), tercer duque de Alba14. No obstante, se puede analizar el significado de la barca del tenedor don Fernando, como un símbolo de poderío hercúleo y de los frutos de la constancia. En varios emblemas, se representa a Hércules venciendo a la Hidra de Lerna, como un símbolo de perseverancia y prudencia15. Don Fernando impera sobre la hidra, al igual que sobre las seis ciudades conquistadas a los musulmanes, así como sobre los aventureros que le van a desafiar. De hecho, el número seis corresponde a varias cosas en esta imagen creada por don Fernando. De las nueve barcas descritas en liza con el tenedor, don Fernando vence sobre seis de ellas, al igual que reina su imperio sobre las seis ciudades representadas en los remeros. La prudencia y perseverancia de don Fernando en su labor de demostrar su poderío contra los desafiadores no llega a buen término en tres de las lizas. Uno de los justadores a los que don Fernando no tira al agua es Tirso, y sin embargo su mecenas don Suero, sí termina abatido y remojado.

13 «en la proa, vestido de reales ropas, sobre una silla augusta, don Fernando, coronado de las dos diademas que hacen la Imperial, con un estoque desnudo en la mano diestra y en la otra un globo o esfera, armas de nuestro Toledo, que por ser tan hijo suyo quiso representarlas en sí mismo; y los seis que bogaban antes encubiertos, ya patentes, vestidos de africanos, a los bordes, con las armas pintadas en los remos, de las principales ciudades y villas que se incluyen en este reino, conquistadas por el valor de nuestros antepasados» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p.76). 14 Nougué, 1962, pp. 167-168. 15 Vistarini y Cull, 1999, p. 404.

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2. EL ÁNADE DE DON SUERO Respecto a la barca de don Suero, la segunda, Nougué indica que la empresa de la embarcación de don Suero está obviamente dirigida a publicar los amores de este por una cierta dama toledana llamada «Ana de...». Es decir que el «ánade» representa el comienzo del nombre de la amada de don Suero. Nougué va más lejos e identifica a esta dama con «Ana de Toledo... del Río». Nougué se pregunta si la publicidad que Tirso da a esta relación no es maliciosa16. Sea como fuere, don Suero por medio de la hidra presenta un problema de amor. Pero aquí se va a considerar que el ánade de don Suero tiene una conexión literaria y no biográfico-amorosa. Si el cisne es el símbolo de los poetas; el ganso, que también es un ánade, es el símbolo de los malos poetas17. Por tanto, la barca de don Suero se puede ver como un emblema viviente de los poetas de ocasión, y todo ello en conexión con la barca de Tirso, un poeta profesional. Es digno de atención que entre la barca de los escritores de ocasión y del ingenio profesional se sitúa la barca del Parnaso crítico de los poetas. 3. EL PARNASO CRÍTICO DE DON MELCHOR El centro del despliegue de barcas es un Parnaso crítico en el que navega don Melchor. En los comentarios de Diego López al Insignia poetarum de Alciato, hay otra pista que permite ordenar las barcas en una estructura simétrica centrada en el Parnaso crítico de don Melchor. De forma que en el centro del desfile hay una crítica a la mala poesía rodeada por pares de cuestiones de amor unas opuestas a otras. Todas las barcas aventureras están envueltas por las representaciones alusivas al ideal de la relación entre artistas y patronos. Diego López indica que la Insignia de los buenos poetas es un cisne, y un ganso, en el mejor de los casos, para los malos:

16

«Tout de suite après celle du mainteneur des joutes, vient une barque représentant un cygne: don Suero la rejoint à la nage; il est chevalier servant d’une dame dont le nom est à peine déguisé dans un jeu de mots» (Nougué, 1962, p. 168). 17 Vistarini y Cull, 1999, p. 208.

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Cierto me espanto a qué ha llegado la desdichada poesía, y llámola así, porque así se tienen algunos por Poetas, como sino fuera menester para componer mucha elegancia y propiedad de la lengua, muchas historias, y antigüedades, y ser muy leídos en todo género de Poetas18.

La misma crítica a la falta de elegancia y de conocimientos es la que presenta don Melchor por medio de la jocosa indumentaria de los académicos. Como ya se ha indicado, también se puede conectar ese ganso, símbolo de los malos poetas, con el ánade que tripula don Suero, ambos casos se van a ver más adelante. Pero antes de continuar con las alusiones a la literatura, a las carreras literarias y a los poetas de ocasión, nos vamos a centrar en las barcas relacionadas con los casos de amor. 4. EL INTERÉS FEMENINO Y EL SEDUCTOR MASCULINO Como ya se ha dicho antes, alrededor de este centro formado por una representación del Parnaso se encuentran las siguientes barcas-emblemas, en pares. El primer par lo constituyen las embarcaciones de don Lorenzo y don Alonso. Don Lorenzo llena el lugar con una alegoría del interés en el amor, en especial de la mujer interesada. El amor como objeto de intercambio, o incluso de usar y tirar, reaparece en la barca emparejada que es la de don Alonso. La idea del amante seductor irresistible, encarnada en el amante portugués, subyace en el mensaje de la barca de don Alonso. Don Alonso hace una representación festiva del amor donde este ya no es un enemigo esclavizador como en el caso del tópico representado por don Miguel. Amor se representa como un niño vestido a la moda portuguesa, y ensalzado en hombros, junto con toda una serie de animadores que le vitorean19.

18

Vistarini y Cull, 1999, p. 208. «Don Alonso entró en una barca, carabela portuguesa en la hechura, llena de músicos y danzantes de esta nación, folijando y haciendo diestras mudanzas. Llevaba sobre sus hombros, el más dispuesto, al primogénito de Venus, con capuz y sombrero portugués, alas y arco, y alrededor de él, haciéndole todos festejados mimos y agasajos, los folijadores lusitanos» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 84). 19

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5. EL AMOR NO CORRESPONDIDO Y EL LIBRE DE AMOR El siguiente par de barcas representa el amor no correspondido y el libre de amor. En el Cigarral primero, don Nuño es el protagonista de la barca del amor no correspondido. La dama que no le corresponde es Narcisa, a la cual da el premio que le corresponde por haber derribado al mantenedor: «Salió a vengar a don Lorenzo don Nuño. Y hízolo tan bien, que mereció llevar la joya, y en ella dos vueltas de cadena, ofrecidas a Narcisa para que tuviese más prisiones con que ejecutar su rigor en el victorioso amante»20. La barca de don Nuño es un denso entramado simbólico. Primero, por las referencias a jardines emblemáticos de la cultura clásica, el huerto de su barca se compara con los jardines poéticos de Alcínoo, con los pensiles de Babilonia21. La isla de Alcínoo, a donde llega Ulises, tenía fama de feraz22. Juvenal, en sus sátiras a la política romana, la retrataba como el paraíso perdido en contraste con la corrupción de la Roma de su tiempo23. Otros jardines míticos con los que se compara la barca de don Nuño son los Pensiles de Adonis creados por Semíramis24 en Babilonia. Segundo, la escenografía incluye símbolos como el 20

Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 82. «aquél [don Nuño], convertida su barca en un huerto que pudiera contarse entre los poéticos de Alcinoo, tan decantados de Juvenal, y competir con los Pensiles de Adonis, invención de Semíramis y recreación de Ciro» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 80). 22 «Alcínoo: rey de feacios, probablemente en la actual Corfú, lugar, en la leyenda, de extraordinaria fertilidad y hospitalidad. Acogió a Ulises en el regreso desde Calipso, y éste le relató sus aventuras» (Vistarini y Cull, 1999, p. 904). 23 «Juvenal, poeta satírico (Aquino, 60 d. C.). De posición acomodada, hacia los cuarenta años se dedicó a escribir sus Sátiras, unos 4.300 versos en total. Su patriotismo le hace oponer a la Roma disoluta de su época la imagen de antaño, virtuosa y fuerte. La verdadera originalidad de Juvenal radica en su poderoso realismo, llevado hasta la crudeza. Los ataques a Nerón, especialmente a su favorito, Paris, probablemente le costaron un exilio temporal de Roma» (Vistarini y Cull, 1999, p. 914). 24 «Semíramis: reina de Babilonia. De niña fue abandonada en el desierto donde unas palomas la criaron milagrosamente hasta que fue descubierta por el pastor Simas, que le dio el nombre, Semíramis (‘que viene de las palomas’). El rey Ones la haría su esposa, y sus consejos inteligentes y acertados eran efectivos incluso en cuestiones de estrategia militar. Extendió los dominios de Babilonia cuando, viuda, reinó ella sola, realizando grandes obras de ingeniería. Fue famosa por su apasionamiento; gozaba de la compañía de los más fuertes soldados y los mandaba matar después para que no desvelaran sus encuentros y llegó a tener también relaciones incestuosas con su hijo» (Vistarini y Cull, 1999, p. 922). 21

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huerto, las frutas de cera, las aves enjauladas, la noria, los cangilones y la Paciencia25. Algunas de estas imágenes son transparentes. El huerto puede ser tanto el símbolo del placer como de la virginidad. Las frutas de cera son el objeto anhelado que no se puede alcanzar como si se tratase de un nuevo Tántalo incapaz de alcanzar el fruto por encima de su cabeza. En las cuestiones de amor del Filócolo de Boccaccio (4.25), Longanio ya presentaba este caso del desconsuelo de una amante no correspondida, y la complicación de los celos. En el debate, se trata de clarificar si sufre más el amante no correspondido (y celoso) o el abandonado. Fiammetta, la reina de este juego aristocrático —similar a un joc partit provenzal—, defiende que es el abandonado26. En cambio el joven que ha contado el caso cree que es el amante no correspondido. Este joven para apoyar sus ideas compara al amante no correspondido con Tántalo porque: cuando las almas ven ante ellas las cosas deseadas y obtenerlas no pueden, entonces más se encienden y más se duelen que si de ellas aquellas mismas voluntades estuviesen apartadas. ¿Quién atormenta a Tántalo en el infierno sino las manzanas y el agua, las cuales cosas cuanto más a la boca se le avecinan tanto más alejándose multiplican su hambre?27

Sin embargo, la actitud de don Nuño ante la indiferencia de Narcisa está representada por medio de un sistema de símbolos aún más rico y complejo que un jardín y un tántalo ahogándose en sus deseos. Don Nuño en su barca no pierde la esperanza a causa de los celos, que Fiammetta condena implícitamente. Dominado por sus hasta ahora mal empleados deseos, don Nuño no tiene más recurso que ejercitar su paciencia hasta que Narcisa le favorezca, si quiere aparecer como un elegante amante ante la sociedad aristocrática dibujada por Tirso en los Cigarrales de Toledo. La imagen de su determinación para impedir que los celos «rompan las vías», se refuerza con la personificación de la Paciencia dando vueltas a la noria de la fortuna28. 25

Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 80-81. Fiammetta en el Filóloco 4.26 sentencia que el peor de los casos —la ausencia o la discordia de los celos— es el del dolor causado por la ausencia del amante. Los pronunciamientos de Fiammetta, la reina del juego, van dirigidos a iluminar el camino hacia el refinamiento amoroso de Flores. 27 Boccaccio, Filócolo, p. 439. 28 «Ésta, al igual que yo enamorada de otro y también por él sin medida amada, para que sus deseos no dejaran de verse cumplidos con toda satisfacción, por los senderos 26

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Esta imagen de la noria ya la había usado Covarrubias en 1610 acompañada de un poema: Los bienes de esta vida transitoria, que van corriendo bien como los ríos, son arcaduces puestos en noria, al subir llenos, y al bajar vacíos29.

Este poema recuerda a las palabras de don Nuño en Cigarrales de Toledo: «Buscan sin seso los engaños míos / pena en los llenos, gusto en los vacíos»30. Dentro de lo que podría ser un jardín idílico de amor, don Nuño encuentra que solo puede esperar pacientemente a que la rueda de la fortuna llene sus arcaduces y vacíe los de su rival, ya que ni las frutas, que son de cera, ni los pájaros, que están enjaulados, pueden darle placer en medio de este huerto que le desespera. No obstante, dentro de estos pesares, todo termina con alegría y risas, causadas por la lluvia de flores y hierbas proyectada desde la barca hasta los espectadores31. El caso contrario, el del libre de amor, es muy abundante en literatura, recuérdese, por ejemplo, a Lauso en La Galatea entre otros muchos en la literatura pastoril; más ciertas referencias en el Cancionero de Petrarca32. La representación iconográfica que don Miguel realiza de su supuesto estado de libertad se basa en toda una tradición clásica

amorosos muchas veces intentó llevarlos a efecto; pero para tales entendimientos, los celos le han roto las vías y se las han ocupado. De tal modo que a ellos nunca pudo llegar ni ve el modo de poder hacerlo. Por eso ella se consume atrapada en un ferviente amor, como tú puedes saber si alguna vez amaste» (Boccaccio, Filócolo, p. 437). 29 Vistarini y Cull, 1999, p. 574. 30 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 81. 31 «Detuvo su curso enfrente de los jueces y damas, disparando de improviso por todas partes los árboles diversidad de flores, rosas y yerbas aromáticas, a vueltas de innumerable multitud de avecillas, cubriendo unas los vientos, y otras las faldas, manos y cabellos del hermoso concurso, y causando apacibles sustos y alborotos, la regocijada turbación que, sosegada con la seguridad del festivo combate, paró en risa» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 81). 32 Petrarca describe el súbito cambio de estado por el que suele pasar un libre de amor hasta convertirse en enamorado: «Por vengarse con gracia y ligereza, / castigando en un día mil ofensas, / tomó Amor el arco ocultamente, / como el que espera la ocasión propicia. / Estaba mi virtud dentro del pecho / para hacer su defensa allí y en los ojos, /cuando el golpe mortal bajó hasta donde / solía despuntarse todo dardo» (Petrarca, Cancionero, p. 132).

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de batallas y asaltos de amor donde Eros lanza flechas a los corazones de sus víctimas. Don Miguel se defiende con un escudo y con higas negras, dando al conjunto un aspecto socarrón. La cuestión de las higas negras, sin duda, añade un tono satírico y carnavalesco a la habitual imagen de la batalla entre Amor y los humanos. Se define «higa» como el «amuleto azabache o coral en forma de puño, que se ponía a los niños para librarles del mal de ojo»33. El poder del amuleto negro en forma de mano se combina con la primera definición en el Tesoro de la lengua castellana: «Es una manera de menosprecio que hacemos cerrando el puño y mostrando el dedo pulgar por entre el dedo índice y el medio; es disfrazada pulla»34. De forma que don Miguel en una mano lleva un escudo lleno de higas con el que detiene las saetas de Amor y en la otra mano le muestra una higa. Dando, así, higas al tirano de los corazones35. Este par de casos de amor complementarios abre paso a otras dos situaciones comparables: la rivalidad en el amor y los celos que producen las rivalidades. Los campeones clásicos de los celos y la rivalidad son Sansón y Hércules. En este caso, el caballero don Vela es Hércules y don Jusepe es Sansón. 6. LA RIVALIDAD EN EL AMOR Y LOS CELOS Don Vela está enamorado de Narcisa y celoso porque para él es casi probado que Narcisa favorece a Nuño. Nuño también corteja a Narcisa, pero se considera desfavorecido, tal y como lo expresa claramente su barca, escenario del amor no correspondido. Ahora bien, en el Cigarral segundo, don Vela, en el bosque alegórico preparado para mofarse de las pretensiones y miedos de los galanes36, reconoce que en el interior

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Moliner, 1992. Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, p. 634b. 35 «sobre ellos [los cautivos de amor] el dios nieto de la espuma, que, vestido a lo turquesco con sus alas, flechas y arco, parece que amenazaba riguroso al exento joven que, armado, rebatía sus tiros en una rodela de acero escrito en ella: Ocupación honesta. Tenía las armas sembradas de higas negras, y una grande en la mano, de azabache, que, encarándola al airado dios, decía: Para ti y para quien ama; y para mí, si me sujetare a ti» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 84). 36 «Con entretenidos motes se dieron la biensalida, unos a otros, de la simbólica selva, riyendo lo que permitió la brevedad del tiempo la caída de don Suero, naufragio de don Miguel, armas de don Melchor, cólera de don Vela ejecutada en 34

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se siente más favorecido que don Nuño.Y, sin embargo, en el laberinto alegórico del Cigarral segundo toma la calle de los Celos; donde es ridiculizado por sus suspicacias, llegando a explotar de cólera. En contraste con la ira de don Vela en la calle de los Celos, en la justa náutica se representa a sí mismo como un amante tranquilo y en control de la situación. Su barca alegórica durante las justas es él mismo disfrazado de Hércules durmiendo mientras unos enanos tratan de atacarle. Con un simple movimiento de su mano, este Hércules se deshace de los molestos acosadores37. Simbólicamente despacha a los insignificantes rivales, es decir a don Nuño. La imagen de Hércules acosado por los enanos, en los compendios de empresas de la época, significa una amonestación «contra los que a más que sus fuerzas bastan se atreven»38. El mismo mensaje se desprende de la descripción de «Heracles entre los pigmeos» hecha por Filóstrato el Viejo39. En la barca de don Jusepe, se representa a un Sansón acosado por los filisteos celos. La asociación de los filisteos vejando a Sansón con la enfermedad de los celos viene dada por el mismo texto al decir que los filisteos son una metáfora de los celos en el corazón del amante, que acicatean su paciencia y desquitan su razón: «significó en ella lo que en el templo del amor atormentan los celos, filisteos de la paciencia»40. La el destrozo de las enredadas calles, y turbación de los demás» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 258). 37 «Durmiendo estaba Alcides recreando / con sueño el cuerpo en bajo de un gran pino, / al cual la gente Pigmea (pensando / poder matarle) en tanto desatino / le acometió: que Alcides recordando / (del alboroto no perdiendo el tino) / con sola su pelleja la maltrata / como quien con las uñas pulgas mata» (Vistarini y Cull, 1999, p. 61). 38 Vistarini y Cull, 1999, p. 61. 39 «While Heracles is asleep in Libya after conquering Antaeus, the Pygmies set upon him with the avowed intention of avenging Antaeus; for they claim to be brothers of Antaeus, high-spirited fellow, not athletes, indeed, nor his equals at wrestling, but earth-born and quite strong besides ... Meanwhile he sleeps on the soft sand, since weariness has crept over him in wrestling... The army of Pygmies envelops Heracles ... they bring engines of war to bear against it as if it were a citadel—fire for his hair, a mattock for his eyes, doors of a sort for his mouth, and these, I fancy, are gates to fasten on his nose, so that Heracles may not breathe when his head has been captured. All these things are being done, to be sure, around the sleeping Heracles; but lo! he stands erect and laughs at the danger, and sweeping together the hostile forces he puts them in his lion’s skin, and I suppose he is carrying them to Eurystheus» (Elder Philostratus, 2.23, pp. 230-231). 40 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 84.

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gravedad de los celos en los asuntos de amor ya tuvo una muy exacta descripción en las cuestiones de amor en Boccaccio. Se trata de la quinta, en la cual Fiammetta decide que los celos son peores que el amor no correspondido, ya que al celoso nada le cura «de sus infinitas dudas» que pueden llegar a ser una mortal enfermedad, mientras que al despreciado siempre le cabe la posibilidad de que en el futuro su dama muestre que en realidad siempre le ha amado, pero que su desinterés era, solamente, una prueba41. 7. TIRSO Y EL INGENIO ENVIDIADO En su propia barca, Tirso se retrata como el ingenium que eleva a su mecenas, a la vez que se aclama a sí mismo como laureado gracias a su capacidad creadora. Para Nougué, no hay duda de que se trata de Tirso vestido con los colores y el escudo de la orden mercedaria42. Pese a que Nougué reconoce que todavía hay muchos misterios por desvelar en los Cigarrales de Toledo, no va más allá en la explicación de esta intromisión del autor y de su mecenas en la narración. Pero, a mi juicio, uno de esos misterios es la propia justa náutica. Ver por ejemplo, la complejidad de las conexiones entre la imagen del siguiente párrafo y el frontispicio de la edición príncipe: Tirso, que aunque humilde pastor de Manzanares, halló en la llaneza generosa de Toledo mejor acogida que en su patria, tan apoderada de la envidia extranjera, llegó en un pequeño barco, aunque curioso, hecho todo un jardín que hallara lugar entre los hibleos, y en medio de él una palma altísima, sobre cuyos últimos cogollos estaba una corona de laurel. Trepaba el pastor por ella, vestido un pellico blanco con unas barras de púrpura a los pechos, marca de los de su profesión, y ayudábanle a subir dos alas, escrito en la una:

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Boccaccio, Filócolo, pp. 466-468. «L’auteur, en fin, s’est mis en scène: il participe aux fêtes nautiques; il se présente sous le nom de Tirso, portant le long habit blanc et l’écusson à verguettes de pourpre de son Ordre; il a trouvé à Tolède un accueil plus sympathique qu’à Madrid, sa ville natale. Les allusions sont claires, il s’agit sans aucun doute de Tirso de Molina» (Nougué, 1962, p. 169). 42

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Ingenio y en la otra: Estudio volando con ellas tan alto que tocaba ya con la mano a la corona, puesto que la Envidia, en su forma acostumbrada de culebra, enroscándose a los pies, procuraba impedirle la gloriosa consecución de sus trabajos, aunque en vano, porque, pisándola, colgaba de ellos esta letra, que sirvió también para los jueces: Velis, nolis Dicen que la dio en latín porque no la entendiesen sus émulos que hasta en esto quiso que campease su modestia, pues palabras en algarabía no agravian a quien no la entiende43.

Tirso, como efectivamente indicó Nougué, se retrata a sí mismo como un pastor vestido con una pelliza con las insignias de la orden mercedaria. Lo fascinante de esta representación ficticia del autor es que coincide con al menos una imagen tradicional por medio de la cual se confirma una vez más la gran tradición ecfrástica encerrada en estas barcas de la justa náutica. Se trata de un emblema de Alciato, el Paupertatem summis —Que la pobreza impide subir a los ingenios fue la traducción de Bernadino Daza, en 1549 (imágenes 2 y 3)—44. En la décima barca, Tirso se representa como un ser alado alcanzando con la mano una corona. La altura alcanzada por Tirso se debe a sus dos alas. En una pone ingenio y en la otra estudio. El ingenio y el estudio le elevan de forma que ni la serpentina envidia puede destrozar sus aspiraciones. Tirso no solo se representa alcanzando la corona en lo alto de una palmera, sino que además triunfa sobre la serpiente —símbolo de la envidia— a sus pies, por medio de un donaire en un escrito que cuelga de sus extremidades diciendo: «Queréis, pero no podéis». Por un lado, se ríe de sus enemigos, por otro lado recuerda a Lope de Vega, un autor muy rico en noticias respecto a sus frustrantes relaciones de mecenazgo45, el cual ya había usado la misma expresión en El peregrino en su

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Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 84-85.Ver las imágenes 2 y 3 de este libro. Vistarini y Cull, 1999, núm. 1455. 45 Un importante estudio sobre este aspecto de la obra de Lope es el de Wright, 2001. 44

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tierra46. Y, además, recuerda al emblema de Alciato, Qui alta contemplatur, cadere, en el cual las altas aspiraciones de un cazador se ven arruinadas por la acción de una serpiente en su pierna izquierda47. Por último, existe otra conexión entre la primera y la última de las embarcaciones aventureras, además de las ya analizadas relaciones de patrón-artista entre don Suero y el maestro Tirso. El cisne es un símbolo del alma y de las armas del poeta. Es la Insignia poetarum en los emblemas de Alciato48. Aquí, este símbolo del poeta va asociado a don Suero, pero no como cisne sino como ganso, que simboliza a los poetas, sí, pero malos. En ningún otro momento del libro se deja traslucir la posibilidad de que don Suero practicase la poesía. Tal vez, podría haber sido un poeta ocasional en los numerosos cenáculos del siglo XVII madrileño y toledano49. Su asistencia a estas reuniones haría que Tirso tuviese fácil acceso a este cortesano. Por otro lado, la barca de Tirso es un emblema viviente de las aspiraciones del artista. Con lo cual tanto la barca de don Suero y como la de Tirso encierran simbologías relacionadas con la actividad literaria. A la luz de estos datos queda establecido que existe una relación entre don Luis Suero de Quiñones y Tirso de Molina, en los diferentes niveles del libro, no solo en el frontispicio y dedicatoria, sino que también en el cuerpo de la ficción; y que el conjunto de los juegos náuticos de Cigarrales de Toledo es una elaborada representación de las discusiones de amor, de tópicos cortesanos, y de representaciones literarias de la actividad de los ingenios. En conclusión, las nueve barcas que se enfrentan a la del mantenedor tienen una estructura definida y simbólica en sí misma. La nave de don Suero está en conexión con la de Tirso. La barca del interés femenino está en conexión con la penúltima, la del amante portugués seductor despreocupado. La representación del amor no correspondido se empareja con la del libre de amor. Los insignificantes rivales de Hércules hacen pareja con los filisteos celos de Sansón. Solamente queda desparejada la nave central de esta serie de nueve: el Parnaso crítico.Y es que en este programa existía un elemento de crítica literaria que da sentido

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Ver Tirso, Cigarrales de Toledo, ed. L.Vázquez, nota 201. Ver Vistarini y Cull, 1999, núm. 759. 48 Como ya se indicó más arriba, «Los buenos poetas tienen por blasón, y armas un Cisne, que para los malos no les da armas, pero pudieran tener un ganso» (Vistarini y Cull, 1999, p. 208). 49 Sobre los poetas ocasionales ver Viala, 1985; Finello, 2008; Gil-Osle, 2013. 47

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al conjunto desde el punto de vista del quehacer artístico del autor y desde la teoría literaria del momento. En definitiva, el ejemplo de las justas náuticas en el primer cigarral, nos ha permitido establecer que existe una continuidad entre la portada de 1624, los paratextos, y la ficción de Cigarrales de Toledo. El mecenazgo de don Suero y las esperanzas de una carrera literaria digna son el eje conductor de todo el libro. Para completar y dar total sentido a este análisis de las relaciones entre mecenas, ingenio, y texto, conviene estudiar con detalle la vida de don Luis Suero y cuáles son sus actividades artísticas y comerciales dentro de la corte. Por esta razón, en el siguiente capítulo, se hace una semblanza de don Luis Suero y de su familia cercana, los llamados señores de Sena. A este grupo, se refiere aquí como los señores de Sena, o los Quiñones-Sena. Con este estudio de las fuentes de archivo, se busca dilucidar cuál es la relación de don Suero de Quiñones y Acuña con las artes y cuál es su relación con el Tirso histórico y el ficticio. Al elucidar estas incógnitas, los Cigarrales de Toledo alcanzan una mayor estatura, llegando a ser una obra de gran interés para el público, los críticos literarios y los historiadores de la temprana modernidad.

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Imagen 8. Alegoría del ingenio cubierto de alas y una idealización de Tirso de Molina (detalle del frontispicio de Cigarrales de Toledo, 1624).

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CAPÍTULO 3 LOS SEÑORES DE SENA: DEL FUNCIONARIADO FILIPINO AL MARCHANTE DE ARTE CORTESANO

No es menor loa ni virtud, ni quizá trabajo, guardar lo ganado, que ganar de nuevo, pues así se conserva la hacienda, que sostiene la honra, para conservación y perpetuidad de lo cual se inventaron los mayorazgos. (Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México)

En este capítulo, se hace una semblanza del grupo familiar de los señores de Sena. El representante de este grupo en tiempos de Tirso de Molina es el mecenas y marchante de arte don Luis Suero de Quiñones y Acuña. La semblanza de la biografía de don Luis Suero tiene dos vertientes de interés. Por un lado, permite perfilar la realidad social e histórica en la que se producen los Cigarrales de Toledo; clarificándose la audiencia a la que se dirigen estas novelas (y misceláneas) cortesanas. Segundo, completa los estudios críticos, que no se apoyan en los documentos de archivo relativos a don Luis Suero de Quiñones. Para Carlo Ginzburg, los datos documentados permiten reducir el número de hipótesis a la hora de analizar los enigmas de una obra de arte1. Desafortunadamente, la falta de documentos relativos a los encargos literarios es notoria. Sin embargo, en el caso de este dedicatario de los Cigarrales de Toledo, existe una cantidad ingente de autógrafos y copias de actos jurídicos y de correspondencia privada (aunque menos abundante) de los miembros de la casa de los señores de Sena. En un acercamiento 1

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Ginzburg, 2000, pp. xxv-8.

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microhistórico, procuro buscar los datos que nos permitan evaluar las motivaciones de Tirso para dedicarle a don Luis Suero su primera obra publicada. Los datos que he obtenido, en ocasiones, no despejan todas las dudas respecto a las bases de la relación entre mecenas y cliente. Sin embargo, dan mucha luz sobre por qué eligió Tirso a don Suero de Quiñones como protector de su primera obra publicada. A la vez que ayudan a comprender el hecho notable de que Tirso nunca más le dedicara una obra a este marchante de arte de la corte madrileña. Tal y como luce la cubierta de la edición príncipe de Cigarrales de Toledo, don Suero de Quiñones y Acuña es señor de Sena y de Hibías, pertenece a una familia linajuda a la que por derecho propio se le podía considerar parte de las cadenas clientelares del sistema de mecenazgo de los Habsburgo. El mecenazgo era un sistema aristocrático de asignación de recursos caracterizado por el favoritismo hacia los agentes económicos —familiares, amigos y seguidores— de una cierta cadena de clientes, lo que se ha venido en llamar el «cierre social»2. Las estructuras socioeconómicas nacidas de este sistema determinaban la producción literaria. La rigidez de los criterios de asignación de recursos propia de este sistema clientelar cohabitaba con la flexibilidad del mercado basado en la ley de la oferta y la demanda3. La colisión entre los sistemas del 2 Dentro de un sistema absolutista, como el de los Austrias españoles, el mecenazgo consiste en un sistema piramidal de asignación de bienes, puestos y beneficios que comienza en el rey, el cual dispone de sus recursos por medio de sus familiares, criados y validos; estos ejercen su influencia por medio de sus respectivas cadenas clientelares, las cuales se extienden por los diferentes estamentos sociales y lugares de los reinos. Ver respecto al mecenazgo y la política durante Felipe III el trabajo de Benigno, 1994 y Feros, 2002. Es importante remarcar que la desigualdad social inherente al sistema de mecenazgo fue criticada en la época (Gundersheimer, 1981, pp. 4-8). 3 Ver sobre esta cohabitación y evolución de los dos sistemas de relaciones, Habermas, 1991, principalmente el primer capítulo. Respecto a esta transformación en Inglaterra ver Helgerson, 1992, especialmente «The Voyages of a Nation». Barbara Fuchs analiza las representaciones literarias de las ansiedades asociadas a la desaparición de las claras distinciones de estamentos sociales, como consecuencia del incremento de la inversión en empresas comerciales tanto por parte de la aristocracia como de las clases inferiores (Fuchs, 2003, p. 137). Veronika Ryjik habla de los conceptos de clase social y del «cierre social» practicado por las clases dirigentes para maximizar los beneficios que obtienen de los recursos económicos y de las actividades asociadas a estos. Esta práctica del cierre social —asignación de recursos por medio del mecenazgo y sus cadenas de clientes— ha sido parte integral de la discusión sobre la creación de las naciones, y para algunos críticos impidió la creación de

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«cierre social» y del «mercado libre» inevitablemente afectaba la vida y determinaba los modos de producción de los escritores de la época4. El mecenazgo literario consiste en vínculos económicos y engranajes de producción entre patrones y escritores. Básicamente, un mecenas cumplía mejor con su función cuanto más satisficiera las ambiciones económicas, sociales y laborales del artista5. En la otra cara de la moneda, encontramos que el artista maximiza los beneficios de la inversión del mecenas cuanto más renombre le proporcione6. A fin de cuentas, la mecánica de este sistema dependía de la fidelidad de los agentes implicados. Sin embargo, en una economía europea donde la rápida expansión de los mercados estaba transformando completamente las relaciones de producción y de comercio, el mecenazgo y sus productos también mutaban. Como consecuencia, aumentaba la disparidad entre los ideales y las realidades tanto de la meritocracia de los artistas como de la generosidad de los patrones, abriéndose así un espacio donde representaciones de la traición en la amistad, como expresión de las cambiantes relaciones entre artistas y mecenas, eran posibles y aceptadas. Las representaciones de la amistad perfecta tienen importantes significados desde el punto de vista del mecenazgo y de las estrategias del artista a la hora de maximizar los beneficios que pudieran darle los mecenas. Los Cigarrales de Toledo son una obra donde la amicitia perfecta se encuentra ampliamente representada, por tanto el análisis de estas descripciones de la amistad virtuosa y aristocrática hay que incardinarlas las naciones hasta el asentamiento de los sistemas económicos de mercado. Por esta razón, el estudio de las representaciones de las diferencias estamentales es necesario en el análisis de la «comunidad imaginada ficticia del universo dramático lopesco» (Ryjik, 2011, p. 132). Ryjik analiza el comportamiento de los villanos en Los Tellos de Meneses, Valor, fortuna y lealtad, y El caballero de Illescas, para llegar a la conclusión que desde el punto de vista del cierre social que mantiene los privilegios de los estamentos nobles estos villanos llegan a integrarse en la ficción de una comunidad imaginada nacional, al menos mucho más que el «otro» de las comunidades exógenas. 4 Ya mencionaba Michel Rey el contraste entre el concepto de amicitia en las obras italianas en las que se expresan valores mercantiles, cuyos horizontes de referencia son la ciudad y la familia; y entre los valores nobiliarios de las obras francesas expresados en el orden divino del mundo (Rey, 1999, pp. 42-43). Sin embargo, Rey no parece haber encontrado pruebas de que los dos sistemas de valores compitan dentro de la sociedad italiana. En mi opinión, tanto en las obras ibéricas como itálicas existe una confrontación entre valores comerciales y nobiliarios. 5 Ver Wright, 2001; Weber, 2005. 6 Ver Gundersheimer, 1981; Gilbert, 1998; Bourdieu, 1974.

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en las expectativas que Tirso pudiera tener al establecer esta importante relación con don Luis Suero. En definitiva, la pregunta fundamental es qué podían ofrecer don Luis Suero y su clan familiar a Tirso de Molina a cambio de su dedicatoria; o qué podía esperar éste de don Luis Suero en compensación por sus alabanzas como mecenas y caballero. Una semblanza de la familia y un análisis de qué contenía este mayorazgo y por qué se le acordó tal importancia que llegó a generar numerosos pleitos e ingente documentación, nos ayuda hoy día a estudiar el mecenazgo en Tirso de Molina, y su más que probablemente ‘fallida’ relación con don Luis Suero. EL MAYORAZGO DE LA CASA DE SENA Don Luis Suero de Quiñones y Acuña (h. 1586-1648) siempre aparece ligado, entre 1603 y 1648, a su posesión del mayorazgo de la casa de Sena, creado por sus abuelos Lázaro de Quiñones y Luisa de Loaces en 1588. Para Clavero, el mayorazgo es una institución que ya existe desde 1370, sin embargo en el siglo XV, y sobre todo en el XVI la práctica de fundar mayorazgos alcanzó cotas que afectaron la economía de las arcas reales7. Como indica Henry Kamen, la venta de tierras en forma de señoríos ligados a la institución de un mayorazgo fue una solución a corto plazo para los presupuestos deficitarios de la hacienda real bajo Carlos V y, sobre todo, a partir de Felipe II. El aspecto negativo es que la profusa creación de mayorazgos llevó a la enajenación de importantes partes del territorio que en el futuro ya no revertirían impuestos a la Corona, agravándose de esta manera el déficit de la hacienda real. Por otro lado, la institución dio lugar a la creación de toda una floreciente clase de terratenientes entre la nobleza media, los funcionarios y, por supuesto, entre los grandes nobles que llevaron a la formación, con los siglos, de más latifundios, donde la autoridad era la del señor local y no la real. Hasta el punto de que, en principio, para Kamen el señorío es «una delegación de la jurisdicción de la Corona a un particular»8. El contenido de esta delegación podía variar según se tratase de los llamados señoríos «territoriales» o de los señoríos «jurisdiccionales». En 7

Clavero, 1974, p. 28. Kamen, 1996, pp. 254-257. Sobre la institución del mayorazgo existe numerosa bibliografía.Ver, entre otros, Gibert, 1968; Clavero, 1974; Fayard, 1979. 8

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la forma territorial, el señor era poseedor de la tierra; en la jurisdiccional no tenía derecho a su posesión, pero sí era investido con el poder de administrar justicia, recaudar impuestos, nombrar funcionarios y levantar ejércitos para el rey. Indica Kamen que numerosos de los señoríos más antiguos eran tanto territoriales como jurisdiccionales9. El caso del señorío de Sena y de Hibías tiene ambas características. Si Lázaro y Luis Suero ejercieron el derecho y el deber de reclutar ejércitos para el rey, no he encontrado pruebas de ello. Pero, de acuerdo con la documentación, Lázaro y Luis Suero juzgan, recaudan y asignan puestos, a la vez que otorgan poderes para delegar estas funciones en otros, a menudo miembros de su propia familia. Es, en las Leyes de Toro, en 1505, donde se regula por primera vez el mayorazgo, pero ya desde las crisis políticas y económicas del siglo XIV los nobles hacen uso del mayorazgo para defender su linaje de los cambios de fortuna10. A partir de 1505, con las Leyes de Toro, la creación de mayorazgos se ve notablemente facilitada, ya que es posible fundarlo por medio de disposiciones testamentarias. El fenómeno se extendió de tal forma que el Marqués de Saltillo considera que el «mayorazgo es el nervio de la institución nobiliaria»11. Francisco López de Gómara en 1552 en la dedicatoria de la Conquista de México a Martín Cortés, segundo marqués del Valle, hijo de Hernán Cortes y de Malinche, alaba la institución del mayorazgo en términos hiperbólicos, probablemente explicables por medio de la retórica del mecenazgo, ya que aún más importante que la seguridad económica de un mayorazgo es la fama procurada por la historia escrita y reescrita por los amigos que mantienen la llama del recuerdo encendida12. La utilidad del mayorazgo en los 9

Kamen, 1996, p. 255. Fayard, 1979, pp. 352-353. 11 Esta cita proviene del Marqués del Saltillo, Historia nobiliaria española (citado por Fayard, 1979, p. 351). 12 «A ninguno debo intitular, muy ilustre señor, la conquista de México, sino a vuestra señoría, que es hijo del que lo conquistó, para que, así como heredó el mayorazgo, herede también la historia. En lo uno consiste la riqueza, y en lo otro la fama; de manera que andarán juntos honra y provecho. Mas, empero, esta herencia os obliga a seguir mucho lo que vuestro padre Fernando Cortés hizo, como a gastar bien lo que os dejó. No es menor loa ni virtud, ni quizá trabajo, guardar lo ganado, que ganar de nuevo, pues así se conserva la hacienda, que sostiene la honra, para conservación y perpetuidad de lo cual se inventaron los mayorazgos; ca es cierto que con las muchas particiones se disminuyen las haciendas y con la disminución de ellas se apoca y aun acaba la nobleza y memoria; aunque también se han de acabar tarde o temprano los 10

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entresijos de las sucesiones patrimoniales no debió sino aumentar en los siglos siguientes, ya que Fayard da el dato de que, entre 1621 y 1746, más del noventa por ciento de los consejeros de Castilla fundó un mayorazgo como símbolo de éxito social y como un instrumento para asegurar la permanencia de estos bienes inalienables en el seno de la familia. De hecho, dentro de la rama de los Quiñones-Sena, tenemos varias fundaciones de mayorazgo; a menudo incluidas en las disposiciones testamentarias de los fundadores. En una lista no exhaustiva, se puede decir que algunos de los mayorazgos relacionados con la familia de los señores de Sena son los siguientes: Lázaro de Quiñones y su esposa Luisa Flórez de Loaces fundan mayorazgo en 1588; Galbano Boniseni, en 1520; en Italia, Diego de Quiñones Lorenzana lo funda en su testamento de 1626; Álvaro Loaces y Ana Flórez crean otro para Antonio de Quiñones Pimentel en 161113. De estos mayorazgos, hay documentación muy útil en cuanto a la enumeración de los bienes inmuebles ligados a la masa patrimonial inalienable. No obstante, los documentos fundacionales de un mayorazgo en Castilla aportan información al mismo tiempo que la ocultan. La falta de datos precisos sobre los valores y las rentas afecta a la investigación de los mayorazgos. Para Fayard, ésta es una de las dificultades objetivas y generales a la hora de estudiar la nobleza castellana14. Como consecuencia,

mayorazgos y reinos... La historia dura mucho más que la hacienda, ca nunca le faltan amigos que la renueven...» (López de Gómara, Historia de la conquista de México, p. 41). 13 Ver la carta de mayorazgo y mejora a de tercio y quinto de Lázaro de Quiñones y Luisa Flores (Quiñones, Lázaro de, y Luisa Flores. Carta de mayorazgo y mejora a de tercio y quinto de Lázaro de Quiñones y Luisa Flores. 1588. Fernán Núñez, C686, D 4, no 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional); el mayorazgo de Galbano Boniseni (Boniseni, Galbano. Carta de mayorazgo de Galbano Boniseni. 1520. Fernán Núñez, C686, D 4. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional); el de Diego Quiñones Lorenzana (Quiñones Lorenzana, Diego. Testamento de Diego Quiñones Lorenzana, con fundación de mayorazgo. 1626. Fernán Núñez, C683, D10, núm. 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 14 «L’étude des fortunes d’un groupe social sous l’Ancien Régime est peut-être plus difficile à mener à bien en Espagne que dans d’autres pays d’Europe occidentale... Les obstacles, les imprécisions viennent essentiellement de l’existence du majorat, cette forme de propriété inaliénable soumise à un ordre de succession bien défini, institution si caractéristique du droit espagnol. Il ne suffit pas d’être renseigné, grâce aux contrats de mariage et aux inventaires après décès, sur la fortune à deux moments capitaux de la vie, il faudrait pouvoir évaluer le bien patrimoniaux qui constituaient le majorat de la lignée. Or la valeur des majorats n’apparaît

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no existen datos cuantitativos suficientes para saber con exactitud a qué montante ascendía la fortuna de Luis Suero, cuando hacia 1603 hereda de Lázaro el señorío de la Casa de Sena. Al igual que tampoco existen esos datos cuando fallece en Madrid, en 1648, tal vez porque su deceso sobrevino sin testar, o bien el testamento no se llegó a inscribir en el registro notarial, o bien el documento desapareció antes de la llegada de las autoridades y familiares llamados a heredar el señorío. En las próximas páginas, sin embargo, voy a utilizar los documentos de archivo con información histórica y económica que nos permitan deducir si los bienes y hacienda del mayorazgo de Sena rentaban cantidades significativas. Aunque probablemente no devengaban lo suficiente para mantener el estilo de vida cortesana en el que don Luis parece participar a la vista de los paratextos y la ficción de Cigarrales de Toledo. Esta parcial inquisición de la capacidad económica de don Luis Suero es fundamental a la hora de evaluar su fugaz relación de mecenazgo con Tirso de Molina. LA ADMINISTRACIÓN FILIPINA, EL MATRIMONIO Y LA MUJER EN EL CLAN DE QUIÑONES SEÑORES DE SENA

LOS

Los Quiñones señores de Sena, deudos del conde Luna, pertenecen a una familia linajuda de la nobleza guerrera que por derecho propio entra en las instituciones locales del reino de León. No solo forman parte de la oligarquía urbana del León de los siglos XVI y XVII, sino que participan activamente en la administración de los reinos de los Habsburgos15. Ocupan corregidurías tanto en la Villa de Madrid, como en

que rarement dans ce type de documents. Tout au plus peut-on s’estimer satisfait lorsqu’on a la chance d’y trouver le montant des revenus du majorat» (Fayard, 1979, pp. 351-352). 15 Numerosos miembros directos de la rama de los Quiñones-Sena fueron regidores de León: Lázaro de Quiñones, Antonio de Quiñones Pimentel, Antonio de Quiñones Lorenzana, Alonso de la Serna y Quiñones.También ocupan el alferezazgo diferentes miembros de la familia, como Lázaro de Quiñones Lorenzana, Luis Suero de Quiñones y Acuña, Antonio de Quiñones Pimentel, Antonio Cárdenas y Quiñones, Alonso de la Serna y Quiñones. Participaron incluso en las Guerras de los Comuneros contra Carlos I, por ejemplo la madre de Luis Suero, llamada Felipa Brabo y Acuña, es descendiente del líder comunero Juan Brabo. Antonio Cárdenas y Quiñones fue regidor perpetuo de Guadalajara.

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Guadalajara y Guadix16, amén de destinos en los gobiernos virreinales de Italia17, canongías en la catedral de León, procuradurías a cortes18, así como el cargo de abadesas en conventos de las bernardas en las proximidades de la ciudad de León19. Hay que matizar que pese a que los Quiñones señores de Sena, aparecen y reaparecen en muy diferentes puestos de las administraciones civil, eclesiástica, militar y judicial de los reinos de los Habsburgos durante los siglos XVI y XVII, tanto en las penínsulas ibérica e itálica20, como en América, no abandonan por ello, sus cargos en León21. En realidad, usan sus oficios en la administración real para acrecentar su control de la economía y política de León por medio de las compras de oficios, en lo que se ha llamado el «proceso de señorialización» del poder municipal22. El dinamismo social de los Quiñones señores de Sena se basa, por un lado, tanto en ejercer un poder efectivo en la política y economía de León como en disfrutar de prebendas y favores provenientes de la corte, 16

Lázaro de Quiñones entre los años 1573-1575 fue corregidor de Madrid; en otro momento fue corregidor de Guadix (Soria, 2007, p. 182). Antonio Quiñones Pimentel fue corregidor de Murcia y Lorca (Pelorson, 1980, p. 129). 17 En la administración de la Italia española se distinguió la rama de Antonio Quiñones Lorenzana. 18 Por ejemplo, en las listas de procuradores de las Cortes castellanas son habituales «los apellidos linajudos: los Quiñones, de León; los Ulloa, de Toro; los Dávila, de Ávila; los Manrique, de Burgos; los Rojas, de Toledo; los Vargas, de Madrid; los Carrillo de Albornoz, de Cuenca; los Biedma, de Jaén; los Pacheco, de Córdoba; los Guzmán, de Sevilla o los Venegas, de Granada, por no citar sino algunos de los más significativos» (Fernández Álvarez, 1998, p. 126). 19 Doña María de Quiñones, es abadesa del convento de Santa María del Carrizo, situado al oeste de la ciudad de León (Quiñones, Lázaro de. Carta de Lázaro de Quiñones a su hija la abadesa del Carrizo, sobre un pleito. 17 agosto 1602. Fernán Núñez, C686, D3, núm. 73. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). Isabel María de Quiñones, nieta de Lázaro, será abadesa en el convento de Santa María de Gradefes (Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosia de Oña y Valdés. Fernán Núñez, C683, D29. 1628, Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional); y también lo fue del convento del Carrizo. Otras muchas mujeres de esta familia ingresarán, de preferencia, en el convento del Carrizo. 20 Ver Torres Sevilla-Quiñones de León (2002) sobre estos Quiñones en Italia. 21 Siendo cierto, hasta un punto, que «los títulos y nobles menores... tenían pocos deseos de pasar su vida en Madrid. Siguieron viviendo en provincias, donde monopolizaban los cargos públicos, administran sus tierras y actuaban como empresarios en el comercio y la industria locales» (Kamen, 1996, p. 391). 22 Melón Jiménez y López Martín, 2000, pp. 227 y 228.

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así como en comprar oficios. Por otra parte, también, se fundamenta en una política matrimonial. En los matrimonios de los hombres, se favorecía el enlace con mujeres a menudo de mayor rango social y con grandes medios económicos. Todas estas señoras del clan de los señores de Sena generan documentación jurídica relativa a pleitos, herencias, contratos, contabilidades, etc. A la vez, se observa que la historia linajuda y la calidad de castellanos viejos de que gozaban los Quiñones señores de Sena era un capital simbólico que convenía a ciertos individuos como, por ejemplo, hijas bastardas, hijas de antiguos enemigos de la Corona —cabecillas de los comuneros— y conversos, al igual que a otras oligarquías de provincias. En definitiva, las rentas de los señoríos y oficios leoneses se incrementaban por medio de matrimonios económicamente ventajosos para los Quiñones señores de Sena y simbólicamente efectivos para la otra parte contrayente. El peso económico de estas mujeres queda a la vista en los numerosos y sustanciales documentos dejados por Luisa Flórez de Luaces, abuela paterna de don Luis Suero y por Felipa Brabo y Acuña, su madre, por Isabel de Quiñones, su hermana, además de por su esposa Ambrosia Oña y Valdés, y por último su prima Antonia de Quiñones y Pimentel, por solo mencionar algunas. Las mujeres de la casa de Sena eran fundamentales en el funcionamiento del conjunto económico de la familia.Y, sin embargo, la mayoría de estas poderosas mujeres entran en la red familiar por medio de un contrato matrimonial. Sin duda, el importe de sus dotes aseguraba su presencia en la documentación familiar. Por ejemplo, la dote de Felipa alcanzaba hasta siete mil ducados y la de Ambrosia consistía en varias casas en la calle del León en Madrid, junto a casi veinte mil ducados23. Hasta el punto de que ciertos documentos jurídicos fundamentales para la historia de los señores de Sena son mencionados constantemente con el nombre de la esposa y el esposo, como por ejemplo el «Mayorazgo que fundaron Lázaro de Quiñones y Luisa de Loaces», el cual contrasta con la voz masculina que se desprende de documentos como el «Testamento fundación de mayorazgo de Diego Quiñones Lorenzana»24.

23 Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosia de Oña y Valdés. Fernán Núñez, C683, D29. 1628, Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 24 Don Diego Quiñones Lorenzana, viudo, cuando testa en Nápoles el 2 de octubre de 1626 a favor de su hijo Bernardino de Quiñones, deja consignado que

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Otra suerte muy diferente tienen las mujeres nacidas dentro del grupo familiar: o conseguían un matrimonio ventajoso, o entraban al convento. De un total aproximado de nueve, únicamente tres se casan. Una de ellas, Isabel de Quiñones, lo hace con un converso de la oligarquía municipal de Guadalajara, Francisco Jiménez Cárdenas, y otra, Magdalena de Quiñones, con un miembro de los Benavides, una de las más importantes familias de Guadix, donde su padre ejerció como corregidor25. La mayoría de ellas, sin embargo, toma los hábitos y abandona el siglo en el monasterio de Santa María del Carrizo, porque, por un lado, la dote del monjío era menor que la del matrimonio y, por otro, estas señoras mantenían sus privilegios dentro del monasterio, máxime si había sido fundado por la propia familia. Según Lázaro y Luisa, una dote razonable para que sus descendientes femeninas se casaran y salieran del convento se cifraba en mil quinientos ducados, según queda estipulado en la Carta de mayorazgo y mejora a de tercio y quinto que otorgaron en 158626. Esta cantidad no podía compararse con los miles de ducados que otras familias estaban dispuestas a invertir en las dotes de sus hijas27. «la hacienda que yo he adquirido como del dote de Doña Francisca mi mujer en su testamento que se conserva entre mis papeles, quiero que su dote sea vinculado y que disponga yo de él a mi gusto como sea en sus hijos, y míos, y así quiero...» (Quiñones Lorenzana, Diego. Testamento de Diego Quiñones Lorenzana, con fundación de mayorazgo. 1626. Fernán Núñez, C683, D10, núm. 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). Bernardino, el heredero, fue bautizado en 1609, contrajo matrimonio con María Orefice en 1627. Obtuvo un título nobiliario, el de duque de Sasso, más tarde conocido como duque del Santo Mango. 25 «Corregidor de Guadix fue Lázaro de Quiñones, señor de la Casa y concejo de Sena, alférez mayor de la ciudad de León, quien casó a su hija doña Magdalena con don Martín de Benavides y de la Cueva, señor de Albuñán, una de la principales Casas de Guadix, en el Reino de Granada» (Soria, 2007, p. 182). 26 Lázaro y Luisa estipulan, al regular el caso de que el mayorazgo recaiga en un menor, que los administradores han de ingresar a las hermanas en un convento principal y «si una de ellas se casa bien, se ayude con mil y quinientos ducados de lo producido e que produciere de los dichos réditos» (Quiñones, Lázaro de, y Luisa Flores. Carta de mayorazgo y mejora a de tercio y quinto de Lázaro de Quiñones y Luisa Flores. 1588. Fernán Núñez, C686, D 4, no 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. f48-f48r). 27 Esta práctica era habitual: «Las paredes del convento materializaban el segundo término de la alternativa entre maritus y murus. Entre las hijas de una misma familia, algunas estaban destinadas a la vida religiosa. Los modos de transmisión del patrimonio, que solían favorecer al hijo primogénito, y el aumento de las dotes

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De esta forma, nada infrecuente en la época, los Quiñones señores de Sena aplican una estricta política matrimonial en la que la dote ofrecida se basaba, sobre todo, en el capital simbólico de su hidalguía28, mientras que las dotes recibidas importaban cuantiosos capitales. En Italia, la rama del hermano de Lázaro, Antonio Quiñones Lorenzana, casado con Antonia de Muñatones, mantiene las mismas prácticas del enclaustramiento o religioso o doméstico de las hijas. Diego de Quiñones Lorenzana, en 1626, indica que tiene cuatro hijas, dos de las cuales, Constanza y Ana de Quiñones, están en la Concepción de Santiago, mientras que Catalina y María de Quiñones están en su casa «debajo del amparo de su abuela». Para estas últimas, Diego deja en su testamento «dos mil y quinientos ducados para su dote, y costas del hábito en caso que se quisieran hacer monjas»29. Como complemento a este deseo de incremento patrimonial en el mercado de matrimonios, se encuentra la relativa estrechez económica que sufrían los señores de Sena, dentro de los estándares de gasto de la corte de Felipe III y Felipe IV. Las tensiones económicas quedan claramente reflejadas en los autos de los innumerables pleitos relacionados con el clan de los señores de Sena. Los miembros de la familia parecen encontrarse inmersos en un constante litigar hijos contra padres, madres contra hijos, hermanos contra hermanos, primos contra primos, yernos frente a suegros.Y como centro de la discusión habitualmente se encuentran los bienes relacionados con el mayorazgo de Sena, el cual como se verá más abajo no rentaba lo suficiente para tanto gasto y tan extendida familia. De estas numerosas actuaciones judiciales, también, se deduce que los Quiñones señores de Sena se apoyan unos a otros por medio de la

matrimoniales, imponían una selección entre las niñas: quien entraba en el claustro, por las buenas o por las malas, renunciaba a su parte de la herencia paterna. El derecho de entrada que se requería era inferior a la dote que se necesitaba para casarse» (Poutrin, 2006, p. 520). 28 Ver las condiciones de las capitulaciones patrimoniales de Isabel de Quiñones con los Cárdenas (Quiñones, Isabel de, y Francisco Jiménez Cárdenas. Capitulaciones matrimoniales entre Isabel de Quiñones y Francisco Ximénex Cárdenas. Fernán Núñez C683, D28. 1595. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 29 Ver el testamento y fundación de mayorazgo de Diego de Quiñones (Quiñones Lorenzana, Diego. Testamento de Diego Quiñones Lorenzana, con fundación de mayorazgo. 1626. Fernán Núñez, C683, D10, núm. 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional).

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fundación de mayorazgos y patronazgos, así como con el otorgamiento de curadurías de menores, apoderamientos, capellanías, agregaciones y préstamos.Todas estas intervenciones a favor unos de otros son el nervio de la institución familiar de los Quiñones de Sena. CONSTRUCCIÓN DEL MAYORAZGO DE LÁZARO DE QUIÑONES Y LUISA FLÓREZ Continuando con el contexto de densas y complicadas relaciones de clan y de transformaciones estructurales a nivel mundial, en que se cría el mecenas de los Cigarrales de Toledo, interesa conocer quiénes son los Quiñones señores de Sena, qué poseían según los documentos de la época, cuál era su relación con las artes y cuáles eran los hábitos de patronazgo que pudieran tener. Asimismo, otra pregunta fundamental es qué actividad profesional desarrollaba don Luis Suero de Quiñones que pudiera hacerle tan atractivo a los ojos de este ambicioso mercedario, que llegó a dedicarle su primera obra publicada. Ciñéndonos al marco temporal de los siglos XVI y XVII, se puede comenzar la historia de los señores de Sena con don Suer Pérez de Quiñones, quien fallece hacia 1547, y casó con Catalina Pimentel30. Su primogénito fue Diego de Quiñones Pimentel, el cual contrajo matrimonio con Ana Lorenzana, en 153731. De este enlace nacen Lázaro de Quiñones Lorenzana, el heredero del señorío, Antonio de Quiñones Lorenzana, Catalina de Quiñones Pimentel, María de Quiñones Pimentel la futura abadesa del Carrizo32 y Beatriz. Antonio, el segundo hijo, se casa con Antonia de Muñatones, de Haro33, y se inicia con ellos una brillante rama de

30

Ver Martínez, Juan y Lázaro de Quiñones. Juan Martínez y Lázaro de Quiñones respecto al testamento de Suero de Quiñones. C686, D6, núm. 20. 1547. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 31 Ver la carta de dote de Ana Lorenzana (Lorenzana, Ana de, y Diego de Quiñones. Copia simple de la carta de dote de doña Ana de Lorenzana mujer de Diego de Quiñones, hijo de Suero señor de Sena. 1537. Fernán Núñez C686, D6, núm. 13. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 32 Es abadesa del Carrizo y la destinataria de una carta escrita por Lázaro en 1602 (Quiñones, Lázaro de. Carta de Lázaro de Quiñones a su hermana la abadesa del Carrizo, sobre un pleito. 17 agosto 1602. Fernán Núñez, C686, D3, núm. 73. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 33 Es hija de Sancho Bastida y de Beatriz Allauri.

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la familia en el Nápoles español, que dos generaciones más tarde culmina en el duque de Sasso, Bernardino de Quiñones34. De estos tres hermanos Lázaro de Quiñones Lorenzana es el que más nos interesa desde el punto de vista del mecenazgo en las obras de Tirso, ya que Lázaro es el abuelo paterno de don Luis Suero. Los hábitos económicos de Lázaro y su esposa Luisa ayudan a comprender, en cierta medida, por qué Tirso busca el amparo de Luis Suero, ya que tanto Lázaro como su esposa Luisa están dedicados a la creación de una posición sólida para la familia, por medio del acrecentamiento de la masa patrimonial del mayorazgo de Sena, en combinación con el servicio y funcionariado cortesano. Los primeros documentos referentes a Lázaro, de que tengo conocimiento, son la escritura de dote de su desposada y más tarde la necesaria dispensación para contraer matrimonio con Luisa Flórez, en el año 1545, ya que eran parientes de cuarto grado35. Este matrimonio es notable porque deja claras varias de las características sociales del grupo familiar. A la desposada, Luisa Flórez, se la describe en la escritura de dote como «Doña Luisa de Flórez hija del dicho Álvaro de Luazes e de doña Ana Flórez su mujer», con una indicación implícita a su condición de hija ilegítima, sin embargo al desposado se le describe como «el Señor Lázaro de Quiñones hijo legítimo de Diego de Quiñones de Lorenzana, difunto». La carta de dote de Luisa Flórez revela el poder económico de una mujer dentro de este grupo social, se trata de doña Ana Flórez, la madre de la desposada. Dentro de la escritura de dote, doña Ana Flórez tiene un papel destacado e incluso casi independiente cuando dona ciertas casas a su hija36. Respecto a Álvaro de Luazes, existe una constatación de su pertenencia al estamento nobiliario, en 1500 es regidor de León. 34

Bernardino de Quiñones es hijo de Diego de Quiñones Lorenzana y Francisca de Felices, y nieto de Antonio Quiñones Lorenzana y de Antonia de Muñatones. Fue bautizado en Nápoles en 1609. Contrajo matrimonio con María Orefice en 1627 (Archivo de la Diputación Provincial de León, Montevirgen, D737). Su testamento se encuentra en el Archivo de la Diputación Provincial de León, Montevirgen, D735. 35 Archivo de la Diputación Provincial de León, Montevirgen, D735, núm. 20. 36 Ver la dispensación (Dispensación para se poder casar el señor Lázaro de Quiñones con doña Luisa Flórez parientes en cuarto grado de consanguinidad. 1545, León, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D24. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional).

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El último documento de Lázaro es una carta a María Quiñones Pimentel en 160237. De hecho entre 1602 y 1604, Lázaro falleció, ya que en esta última fecha Juan e Isabel se querellan contra su hermano Luis Suero para obtener manutención extraída del mayorazgo de Sena en calidad de acreedores de los bienes de Lázaro y en cumplimiento de las estipulaciones de la Carta de mayorazgo38. Los litigios sobre estas masas patrimoniales son constantes. En la misma época, 1586-1587, Antonio de Quiñones Pimentel, introdujo un pleito contra su padre Lázaro. De hecho, se conservan varios documentos relativos a la actividad en los tribunales de Antonio, muchos contra su propio padre39. La otra hija, Isabel, también se querelló con los padres. Lo irónico es que mientras la institución del mayorazgo procuraba conservar el patrimonio familiar por medio de trabas jurídicas a su enajenación, desde el primer momento que Lázaro y Luisa crean esta masa patrimonial inalienable se inician los pleitos —con los gastos asociados— que serán incesantes durante la vida de Lázaro, durante la de Luis Suero y que se continúan tras la muerte de este en 1648 sin hijo varón de matrimonio legítimo llamado a poseer el mayorazgo y sin un testamento reconocido hasta hoy día. En resumen, algunas características de los señores de Sena son que en el mercado matrimonial actúan por intereses económicos para acrecentar los bienes del grupo y que dentro de la propia familia hay constantes litigios para hacer cumplir diferentes estipulaciones relativas a la escritura del mayorazgo, y a las capitulaciones matrimoniales. LA CARRERA FUNCIONARIAL Y EL FAVOR REAL DE FELIPE II Lázaro desarrolla su carrera dentro de la administración de Felipe II, al igual que muchos caballeros de la época. Ostenta el puesto de regidor 37 Ver esta carta en el anexo (Quiñones, Lázaro de. Carta de Lázaro de Quiñones a su hermana la abadesa del Carrizo, sobre un pleito. 17 agosto 1602, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D3, núm. 73, -2-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 38 Quiñones, Juan de, y Isabel de Quiñones. Pleito de Juan de Quiñones e Isabel para manutención extraída del mayorazgo de Sena en calidad de acreedores de los bienes de Lázaro de Quiñones. 1604, manuscrito. Fernán Núñez C686, D2, núm. 72. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 39 Archivo de la Real Cancillería de Valladolid, Pl. Civiles, Fernando Alonso (F), C0873.0001 y C1150.0002.

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de León. Ocupa la corregiduría de Madrid (1573-1575), Guadix, Baza y Almería40. Es diputado en las Cortes de 1586-158841. La baja nobleza urbana solía ocupar los puestos de diputados a cortes cuando estas se convocaban42. En cuanto a documentos de Felipe II tocantes a Lázaro y sus familiares cercanos, además de figurar en la facultad para crear mayorazgo de 1569, también figura en la correspondencia de los secretarios de Felipe II. En enero de 1577, Felipe II y Mateo Vázquez le asignan la ejecución de las órdenes del Consejo Real concernientes al duque de Feria y su casamiento43. Por otro lado, en la correspondencia privada del secretario Martín de Gaztelu, se ve como este envía en nombre de Felipe II una carta pidiendo que se aceleren los trámites de la dispensación de bastardía de Luisa Flórez —esposa de Lázaro— para que el hijo primogénito de ambos, Diego de Quiñones, pueda ser nombrado caballero de Alcántara y casarse con doña Felipa Brabo44. En 1572, Diego es cruzado caballero y contrae matrimonio con Felipa45. El rey, por medio de su secretario Martín de Gaztelu, presiona para que se dispense la bastardía de la madre de don Diego y se alude a la calidad de caballero que tiene don Diego: «Su Majestad escribe la que va aquí sobre la dispensación de don Diego de Quiñones. El presidente del Consejo de Órdenes ha dilatado el despacho de este hábito no sé con qué fin —siendo— «don Diego, muy buen caballero deudo del conde de Luna»46. Llegó a tener el puesto de Gentilhombre de la Boca.

40

Fernández de Béthancourt et al., 1901, vol. 3, p. 22. Archivo General de Simancas, Patronato Real, caja 72, doc. 48. 42 «¿Cuál era la extracción social de los 36 procuradores de las Cortes castellanas? Un examen de las listas de esos procuradores permite confirmar una antigua tesis: origen noble —de una mediana nobleza, los caballeros “de media talla”— de los procuradores designados por el poder municipal de sus burgos respectivos, entonces en manos del patriciado urbano» (Fernández Álvarez, 1998, p. 126). 43 Correspondencia, 1959, pp. 82-89. 44 Formica, 1979, pp. 64-65. 45 Expedientillo 492 sobre Diego de Quiñones. 1572, manuscrito. Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares-Alcántara. 46 Los documentos relativos a esta información se encuentran en la Colección Favre de Ginebra, Manuscrito XIX, folios 83 y 84, Carta de Gaztelu al embajador Zúñiga, Madrid, enero de 1577; AHN Órdenes Alcántara Expediente 1245, año 1572; y Luis Salazar de Castro, Historia de la Casa de Lara, tomo II, p. 498 (Formica, 1979, pp. 64-65). 41

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LA MUERTE DE DON DIEGO Y ORFANDAD DE DON LUIS SUERO Diego fallece en 1597 y deja tres huérfanos de los que se ocupan, entre otros, la madre Felipa y el abuelo Lázaro. Felipa, no obstante, actúa jurídicamente en 1600 contra el patrimonio de sus hijos y su suegro para recuperar los siete mil ducados de dote que había entregado en 157247. El año anterior, 1599, Lázaro le había escrito cartas dándole novedades desde Madrid, a la vista de las direcciones de los pliegos Felipa parece cambiar a menudo de residencia dentro del mismo año: León, Cisneros, Palencia. La madre de don Luis Suero otorgó testamento el 12 de febrero de 1644 en León. Pide que se la entierre en el convento de Santa María del Carrizo, donde su hija Isabel es abadesa. En su testamento, hace referencia a sus tres hijos vivos —Luis Suero, Juan e Isabel—, y menciona que tuvo varios hijos más ya fenecidos y enterrados en León. Finalmente, en su testamento se excusa por no poder dejar más bienes a sus herederos48. Tras la muerte de Diego Quiñones, acaecida antes de julio de 1597, Lázaro hace planes en 1599 para asegurar el futuro del ahora treceañero y huérfano, Luis Suero49. En julio, Lázaro escribe a Felipa que espera poder colocar a Luis Suero como menino en la corte de Felipe III: «Suero vendrá... por paje de su majestad y a su hermano le dejó don

47

Consúltense los datos de uno de los pleitos de Felipa contra sus hijos, para extraer su dote de la masa patrimonial del mayorazgo (Brabo y Acuña, Felipa. Dos autos de 1615 y relación completa de lo procesado por Felipa Brabo contra los bienes de sus hijos Luis Suero, Juan e Isabel, en razón del pago de la dote de siete mil ducados que se entregó en 1585 a Diego, su marido fallecido en 1597. 15851615, manuscrito. Fernán Núñez C683, D27. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 48 Ver su testamento (Brabo y Acuña, Felipa. Testamento de Philipa Brabo, y liquidación de sus cuentas. 1644, León, manuscrito. Fernán Núñez C683, D12. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 49 Respecto a la edad de Luis Suero en 1599, podía tener 13 años, ya que las capitulaciones de sus padres son de 1585; por otro lado en 1600, él y sus hermanos son todavía considerados menores de edad, tal y como se desprende del pleito de su madre contra los bienes de sus hijos menores y de su suegro para recuperar los siete mil ducados de su dote (Brabo y Acuña, Felipa. Dos autos de 1615 y relación completa de lo procesado por Felipa Brabo contra los bienes de sus hijos Luis Suero, Juan e Isabel, en razón del pago de la dote de siete mil ducados que se entregó en 1585 a Diego, su marido fallecido en 1597. 1585-1615, manuscrito. Fernán Núñez C683, D27. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional).

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Diego muy encargado a mi señora doña Isabel»50. El 22 de octubre y 6 de noviembre de 1599, Lázaro vuelve a hablar de este posible empleo para Luis Suero como paje al servicio de su majestad Felipe III51. Para evaluar la veracidad de estos deseos, hay que pensar que podía no ser una quimera creada por Lázaro, ya que Diego, el padre de Luis Suero, fue Gentilhombre de la Boca del Archiduque Alberto de Austria52, y que el mismo Felipe II intervino para la agilización del matrimonio con el nombramiento de caballero para don Diego.

Imagen 9. Firma de Lázaro de Quiñones, 1574

El intermediario que Lázaro usa para estas gestiones es el marqués de Denia, quien le ha dado muy buenas palabras: «Y, en lo de don Suero, es mucha razón que salga. Por acá, procurase que Su Majestad le reciba por paje, y para ello se buscarán buenos medios. El marqués de Denia buenas palabras me dio»53. Como es bien sabido, el marqués de Denia se convertirá en el duque de Lerma, el poderoso valido con el cual se explicita una vieja forma de gobierno bicéfala —rey/valido— de gran predicamento 50 Carta del mes de julio de 1599 dirigida a Felipa Brabo en León, el remitente es Lázaro de Quiñones (Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lazaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. Julio 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -3-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 51 Existe también una carta de don Suero a su madre Felipa, fechada en 1609 (Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Carta de don Suero a su madre Felipa. 1609, Valladolid, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D4, núm. 6, -1-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 52 Fernández de Béthencourt el al., 1901, vol. 3, p. 202. 53 Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 22 noviembre 1599, Madrid. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -6-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional.

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por toda Europa durante el siglo XVII. Sobre el sistema del valimiento de Lerma, se hablará en detalle en el próximo capítulo. ¿Quiere este detalle decir que don Luis Suero llegó a ser una hechura del duque de Lerma? No sería imposible, ya que «Lerma inundó la corte y el gobierno de partidarios, la mayoría de ellos situados en puestos de responsabilidad antes de 1604. Esta circunstancia le evitó tener que incorporar nuevas hechuras a oficios de gobierno o al menos en la proporción que lo había hecho hasta entonces»54. También apoya la tesis de que don Suero fuera una hechura de Lerma el que los años más gloriosos de don Luis Suero parecen extenderse a lo largo del valimiento de Lerma. Otra cuestión es la de cómo Lázaro accedía a hablar con uno de los nobles más importantes del momento, cuando se sabe perfectamente que para acceder a Lerma había que pagar a sus secretarios. Los pagos requeridos por estos intermediarios hacia el favor del valido eran extremadamente altos según los datos de que disponemos, e incluso tal vez el abuso de esta práctica pudo haber cuajado en cambios de alianzas durante el valimiento. En todo caso, el contacto personal entre Lázaro y Lerma podría deberse a las actividades profesionales, administrativas y políticas de don Lázaro relacionadas con la corte, que parecen haber granjeado al señor de Sena importantes conexiones. Un ejemplo del nivel de influencias que llegó a adquirir Lázaro de Quiñones, como ya se ha visto, es que Felipe II interviene directamente para facilitar los trámites del nombramiento de caballero de su primogénito Diego, a fin de que se solvente el obstáculo de la bastardía de su esposa. Una vez arreglado este inconveniente, Diego pudo casarse con Felipa Bravo. Otra prueba de sus buenas conexiones es que en 1599 trafica con información privilegiada sobre el precio del cereal. Aconseja a su nuera que acumule grano antes de que salga la orden en la que se fija el precio del pan a la alza: Y vuestra merced guarde su pan que porque menos trigo y centeno se coge que el año pasado, creo será forzoso levantar el precio de la premática, y si fuere vuestra merced a Quintanilla lleve vuestra merced alzado el secreto del pan, poniéndose veinte cargas de pan para el prieste55.

54

Williams, 2010, p. 355. Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 18 agosto 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -2-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 55

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Estas relaciones con Lerma —el «amigo» del rey— e informaciones privilegiadas, como el «secreto del pan», no son un hecho aislado, ya que en agosto de 1602, tiene alojado como invitado al «marques» en León: «Isidro de Robles ha esperado por hacerme merced, y ahora da prisa al negocio y no quiere esperar más, y por haber tenido por huésped al marqués estas fiestas no he podido hacer esta diligencia»56. Por tanto, Lázaro de Quiñones se encontraba en numerosas ocasiones muy cerca del centro mismo de la acción política, durante los primeros años del reinado de Felipe III. Asimismo, tanto en las cartas de Lázaro como Luis Suero aparece el nombre recurrente de un tal «Calderón». Aunque, es difícil identificar quién sería este Calderón que lleva y trae tanta información y cartas entre los diferentes miembros de este clan, tal vez en el futuro se podrá averiguar si es un Calderón con importancia política en el valimiento de Lerma o si es un empleado de los señores de Sena. No obstante, Rodrigo Calderón, famoso dentro del círculo lermista, empezó como paje de Lerma, al igual que don Luis Suero pudo haber entrado como paje al servicio de la corte57. De haberse cumplido la promesa del marqués de Denia —que don Suero entraría a servir en la casa del rey como menino—, implicaría que Luis Suero y Rodrigo Calderón habrían sido no solo hechuras de Lerma sino que además colegas y, tal vez, aliados o incluso amigos58. 56 Quiñones, Lázaro de. Carta de Lázaro de Quiñones a su hija María Quiñones de Pimentel, la abadesa del Carrizo, sobre un pleito. 17 agosto 1602, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D3, núm. 73, -2-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 57 «Calderón fue paje de Lerma durante los últimos años del reinado de Felipe II, y a partir de septiembre de 1598 se convertiría en una suerte de consejero privado, cuando no de favorito, del privado» (Feros, 2002, p. 242). 58 Pese a que no tenemos una relación del personal que disfrutaba de los favores directos de la casa real, como indica Soria Mesa en dos ocasiones recientes, sabemos que los «meninos» de la casa del rey son prueba de una «presencia de las élites urbanas en la Corte» y de las conexiones entre el centro y las provincias y periferias del Imperio: «En conclusión, un panorama abierto y prometedor, que no puede hacernos olvidar que muy poco sabemos en la práctica de cómo funcionaban las redes clientelares entre el centro y la periferia; cómo se promocionaban los linajes mediante las relaciones cortesanas; cómo se obtenían hábitos, títulos, cargos palatinos... Estamos en el corazón mismo del progreso social, en el ámbito de las mercedes regias, donde se legitimaban los ascensos familiares.Y todo se nos escapa aún. Carecemos de nóminas de personal que nos pudieran informar acerca de la

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LOS OTROS SEIS HIJOS DE LÁZARO Y LUISA En cuanto a los seis hijos que no recibieron el mayorazgo se puede decir que la mayor parte de la información conservada sobre ellos toca a pleitos económicos. Diego muere antes de heredar el mayorazgo de Lázaro y Luisa. A la muerte de Lázaro hereda este patrimonio su nieto mayor, don Luis Suero de Quiñones y Acuña. El segundón de Lázaro y Luisa, Antonio Quiñones Pimentel, no heredó el mayorazgo y es el instigador de numerosos pleitos contra su sobrino don Luis Suero. La tercera hija, Isabel Quiñones, también se querelló contra su padre Lázaro. En 1595, tiene un pleito contra sus padres Lázaro y Luisa a causa del incumplimiento de las capitulaciones matrimoniales59. Los hijos de Isabel de Quiñones, al casarse esta con un descendiente de conversos, Francisco Jiménez Cárdenas60, tuvieron muchos problemas a la hora de ser cruzados caballeros. Si su primo don Luis Suero es nombrado caballero de Santiago en 1617 —pese a la bastardía de su abuela—, Antonio y Francisco de Cárdenas y Quiñones no fueron cruzados caballeros hasta 1679 y 1672, respectivamente, debido a la sangre conversa de su padre. Es decir, los litigios relacionados con la falta de pureza de sangre de su padre retrasaron el nombramiento de estos caballeros durante más de treinta y cinco años61. Sin embargo, en el caso del nombramiento de presencia de las élites urbanas en la Corte: gentileshombres, oficios palatinos, pajes, meninos...Y no es baladí» (Soria, 2007, pp. 32-33). La presencia de don Luis Suero en las nóminas de meninos sería una prueba más de ello. 59 Ver en Quiñones, Isabel de, y Francisco Jiménez Cárdenas. Capitulaciones matrimoniales entre Isabel de Quiñones y Francisco Ximénex Cárdenas. 1595, manuscrito. Fernán Núñez C683, D28. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 60 Francisco Jiménez Cárdenas forma parte de la familia conversa de los Álvarez San Pedro, de Guadalajara. Casó en primeras nupcias con Magdalena Mendoza, de quién nació Íñigo Cárdenas Mendoza. En segundas nupcias casó con la hija de Lázaro (Lorenzo, 1994, p. 85). 61 Antonio de Cárdenas y Quiñones es «Hijo de la segunda mujer. Regidor perpetuo de Guadalajara. Caballero de Santiago en 1679, tras treinta y siete años de pleito. Nacido hacia 1602. Hereda de su abuelo materno el cargo de alférez mayor de León». De Francisco de Cárdenas se sabe que es cruzado «Caballero de Santiago en 1672, tras treinta y seis años de pleito» (Lorenzo, 1994, p. 85n). Hay más información sobre este tema en el Archivo Histórico Nacional (Expedientillo 1546 de don Antonio de Cárdenas y Quiñones. 1679, manuscrito. Órdenes MilitaresSantiago, Archivo Histórico Nacional; Expedientillo 1547 de don Francisco de

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caballero de Diego de Quiñones, la bastardía de su madre, se había solventado expeditivamente gracias a la intervención de Felipe II, a favor de uno de sus diligentes funcionarios. Además de los hijos ya indicados, Lázaro y Luisa tuvieron cuatro hijas más: Madalena, María, Catalina y Juana. Incluso, es posible que tuvieran una quinta. Madalena casó con un hidalgo de Guadix, donde Lázaro había sido corregidor, llamado Martín de Benavides, señor de Almúñar. María terminó siendo abadesa del monasterio de Carrizo; Catalina y Juana ingresaron en el mismo convento62. Los hermanos Antonio e Isabel tienen importancia ya que sus nietos (Alonso de la Serna y Quiñones, y Antonio Cárdenas de Quiñones, respectivamente), como se verá más abajo, alegaron en 1648 ante los tribunales que tenían derechos a heredar las propiedades y títulos de don Luis Suero. El conflicto se resolvió temporalmente con un acuerdo en el que se partía en dos agrupaciones los bienes del mayorazgo, una para los Serna y otra para los Cárdenas. El hermano de Lázaro llamado Antonio de Quiñones Lorenzana fundó una rama en Italia que alcanzó gran importancia y como se puede observar en los títulos nobiliarios que alcanzaron a tener. Asimismo, se desprende de la información de archivo que, para los pleitos que generó este mayorazgo, esta rama de los señores de Sena no tuvo trascendencia durante el siglo XVII. En 1600, Felipa se querella contra los bienes de sus hijos y de su suegro para recuperar los siete mil ducados de su dote. Los hijos Suero y Juan son menores de edad legal. De los pleitos entre 1600 y 1615 de Felipa contra sus hijos, se saca a relucir que la parte del mayorazgo llamada «los puertos» renta 400 ducados anuales. En cuanto al resto de los bienes se dice que no se sabe cuanto devengan. El embargo de estas rentas, alcabalas, etc. procedentes del mayorazgo de Sena seguramente fue un serio golpe en la economía de Luis Suero durante numerosos años hasta que se resarció a su madre de los siete mil ducados de su dote.

Cárdenas y Quiñones. 1672, manuscrito. Órdenes Militares-Santiago, Archivo Histórico Nacional). 62 Las capitulaciones para el monjío de Catalina se pueden ver en Quiñones, Lázaro de, y Luisa Flores. Escritura simple de las capitulaciones para el monjío de doña Catalina de Quiñones, hija legítima de los señores Lázaro de Quiñones y doña Luisa Flórez. 1572, manuscrito. C683, D26. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional.

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El importe de estas rentas y el hecho de que a don Luis Suero no se le conozca una actividad profesional como la de su abuelo hace pensar que esta familia es un buen ejemplo de las críticas de los arbitristas. Fernández Navarrete, en el decenio de 1620, llegó a decir que los mercaderes y otros profesionales querían atesorar lo suficiente como para vincular la fortuna a préstamos que si llegaban a dar una renta de quinientos ducados proveniente de juros, eso era suficiente para que su primogénito, e incluso los hermanos de éste se avergüencen del oficio del padre63. Esta apreciación evoca las esperpénticas imágenes, en El coloquio de los perros de Cervantes, del boato con el que van los hijos de los nuevos ricos a sus clases en el colegio de los jesuitas. Sin llegar a tales extremos, Luis Suero tenía unas rentas que tal vez le habrían permitido tener una vida desahogada para alguien con una profesión remunerada. Pero muy probablemente el mayorazgo de Lázaro y Luisa no rentaba lo suficiente como para su participación en la vida cortesana al nivel que se indica en la dedicatoria de los Cigarrales de Toledo. Por mucho que Tirso retrate a don Luis Suero como un gran cortesano de gran opinión, en los documentos de la época aparece retratado con claros y oscuros, e incluso se le describe como un caballero «pobre» en 1635. Abundando en lo mismo, existen varios pleitos que indican que las rentas del mayorazgo de Lázaro y Luisa sustentaban a muchos. En 1604 sus hermanos Juan e Isabel también inician un pleito para obtener dinero para su manutención extraída del mayorazgo64. En 1608, Luis Suero acuerda una renta vitalicia anual para su hermana Isabel, monja del monasterio del Carrizo, para lo cual hace que las rentas provenientes de ciertas propiedades de mayorazgo se viertan directamente a ella65. El importe

63 «apenas llega un mercader, un oficial o un labrador a tener con qué fundar un vínculo de 500 ducados de renta en juros... cuando luego los vincula para el hijo mayor, con lo cual no sólo éste sino todos los demás hermanos se avergüenzan de ocuparse en los menesteres humildes en que ganó aquella hacienda» (Kamen, 1996, p. 399). 64 Ver Quiñones, Juan de, y Isabel de Quiñones. 1604. Pleito de Juan de Quiñones e Isabel para manutención extraída del mayorazgo de Sena en calidad de acreedores de los bienes de Lázaro de Quiñones. 1604, manuscrito. Fernán Núñez C686, D2, núm. 72. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 65 En 1644, Isabel de Quiñones es la abadesa del monasterio del Carrizo (Brabo y Acuña, Felipa. Testamento de Philipa Brabo, y liquidación de sus cuentas. 1644, León, manuscrito. Fernán Núñez C683, D12. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional).

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asignado a Isabel en reales es de cuatrocientos; además de otros ingresos menores difíciles de evaluar. En ducados supone una renta de poco más de treinta y seis anuales. Para evaluar la capacidad adquisitiva de esta renta, basta pensar que un ingreso de treinta ducados era tipificado de humilde en la época. Las rentas de don Suero también se vieron mermadas, en algún momento, con la devolución de la dote de su madre, cuestión sobre la que existen numerosos pleitos. No obstante, Luis Suero debía ser considerado como un potencial mecenas en el círculo artístico. A una edad aproximada de treinta y siete años, recibe la dedicatoria de un libro escrito por el fraile mercedario Gabriel Téllez, los Cigarrales de Toledo. La datación de la dedicatoria es del año 1624, retroactiva al 8 de octubre de 1621, fecha de la aprobación de la obra; e, incluso, a 1619 si se tiene en cuenta que Luis Vázquez aporta el dato de que según el contenido de la «Canción» del Cigarral Cuarto partes de los Cigarrales de Toledo han de fecharse con anterioridad a abril de 1619. Con lo cual la dedicatoria a Luis Suero se produce durante los últimos años del reino de Felipe III. Y las obras de teatro son del período de 1612 a 1615 —El vergonzoso en palacio (1605-1612), Cómo han de ser los amigos (1612), El celoso prudente (1615)—; por tanto, los Cigarrales de Toledo son un producto que coincide en su confección con la mejor década de Luis Suero. Entre 1611 y 1621 tenemos la década más brillante de Luis Suero: primero es diputado por la ciudad de León, en las Cortes celebradas en Madrid en 1611-1612, donde pide ser caballero de la boca, como lo había sido su padre66; para las de 1615 es propuesto como diputado67. El 22 de julio de 1617 es cruzado caballero de Santiago. Finalmente, es ensalzado hacia 1620, en un libro de Tirso de Molina, como un caballero muy cortesano. El libro es aprobado en 1621. Y, por cuestiones poco claras, no es hasta 1624 que su retrato en el flamante frontispicio de Cigarrales de Toledo se encuentra a la vista de toda la sociedad de cortesanos, poetas y artistas.

66

Danvila, El poder civil en España, p. 99. Ver Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Poder otorgado por Suero de Quiñones, alférez mayor de la ciudad de León y señor de Sena, a Antonio de Vega y a Juan de Yugueros, procuradores del reino de la ciudad de León, para que presenten a ésta una provisión del Consejo, con el fin de que la ciudad le nombre Diputado del Reino. 1615, manuscrito. Documento 937. Archivo Municipal de León. 67

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Pero, si don Suero había sido una criatura de Lerma o, por lo menos, un favorecido en los entramados de sus cadenas clientelares, tras el cambio de reinado, ¿en qué se ocupaba don Suero durante esos años de los trámites de publicación de los Cigarrales de Toledo? y, por extensión, ¿durante el reinado de Felipe IV? EL MARCHANTE DE ARTE Y EL MECENAZGO En la información relativa a la visita del Príncipe de Gales, Carlos, a la corte castellana, en 1623, aparece la primera mención a cuál era una actividad económica o profesional de don Luis Suero, durante el reinado de Felipe IV. Suero de Quiñones fue un coleccionista y marchante de arte en la corte madrileña. El dato es que, en 1623, Luis Suero habría intentado vender cuadros al Príncipe de Gales, cuando este tal vez visitó su pinacoteca en persona. De la información que se tiene de Suero en la época, se desgaja que era un intermediario relativamente pobre pero que llegó a tener una colección de renombre, posiblemente adquirida en los mismos tiempos en que se forjaron las grandes pinacotecas del círculo lermista en Valladolid. Su fama entre sus contemporáneos tenía un poco de todo. En Cigarrales de Toledo, se encomia la fama de don Luis Suero como caballero y cortesano. Vicente Carducho deja un testimonio positivo de su colección de cuadros en Madrid. En cambio, en sus cartas, el embajador británico Sir Arthur Hopton retrata muy negativamente las actividades comerciales de don Luis. Y por último, en los versos satíricos de Luis Ulloa Pereira, don Luis Suero de Quiñones es dibujado como un estafador. Estas fluctuaciones de la fama de un cortesano eran muy normales en la época. Las alabanzas, críticas, sátiras y vejámenes estaban a la orden del día, al igual que los panegíricos propagandísticos y laudatorios. En todo caso, por este dato, sabemos que Luis Suero, para el segundo año de reinado de Felipe IV, era más bien un comerciante de arte que un mecenas. Llegó a ser un notable coleccionista de pinturas en el volátil mercado artístico de la corte del Setecientos. Vicente Carducho en sus Diálogos de la pintura (1633), quien desgraciadamente no menciona qué obras formaban su colección, aconseja que se visite la pinacoteca del señor de Sena. Esta opinión encaja con la del embajador inglés Sir Arthur Hopton en su carta del 19 de julio de 1635 a Lord Cottington sobre

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dos pinturas que don Luis Suero quiere regalar al rey de Inglaterra. Estas telas son obra de dos de los más importantes pintores italianos: Luca Cambiaso y Tintoretto. Hopton llega incluso a indicar que la primera vez que Luis Suero se ofreció a regalar estas dos obras no lo tomó en serio, dado lo valiosas que eran; pero que habida cuenta que Quiñones se lo había propuesto una segunda vez, se había decidido a informar. Avisa, también, de su desconfianza: «Es un hombre pobre, aunque una persona de calidad, y no sé por qué habría de dar sus pinturas sin un propósito»68. Hopton debe estar en lo cierto respecto a la pobreza de don Luis ya que, las sospechas del embajador se ven confirmadas pronto. El caballero Quiñones no cumplirá su palabra, según informa en su carta del 25 de agosto de 1635. Don Suero «esta vendiendo todas sus pinturas, y se me ha dicho que ya ha vendido el Venus y Adonis de Luqueto [Luca Cambiaso]»69. De acuerdo con estas nuevas cartas de Sir Arthur, Quiñones ya es un marchante de poco fiar a sus ojos, aunque sea un caballero. Del Venus y Adonis de Luqueto contamos con información. Hoy en día existen cuadros con este tema en una colección privada en Génova, en la Galleria Borghese de Roma, en el Palazzo Barberini de Roma, en el Palazzo Bianco de Génova, en la Pinacoteca Nazionale en Nápoles y en el Hermitage de Leningrado70. También existe toda una serie de dibujos, algunos de los cuales se encuentran en las colecciones del Museo del Prado, Madrid71.Tal vez, algún día podamos dilucidar qué versión se encontraba en la pinacoteca de don Luis Suero.

68

Trapier, 1967, p. 60. Respecto a las dos pinturas que don Luis Suero había ofrecido a Hopton como presente para el rey de Inglaterra, Hopton dice en su carta del 28 de noviembre de 1635, a Windebank que don Suero le ha hecho una mala jugada porque ya ha vendido esos cuadros: «It is true that some monthes since I wrote to my Lord Cottington concerning twoe pictures one of Luqueto and another of Tintoret, which Don Suero de Quiñones had importuned mee to write into Ingland that hee desired to present to his Majestie. But since I have written to his lordship [Windebank] acquainting him, that Don Suero had plaid the jade with mee and had sould the peace I most esteemed which was that of Luqueto whereuppon wee are growne strangers, and in truth I neither finde him a man to bee dealt with, nor myselfe of a condition to deale with such as hee is» (Trapier, 1967, p. 62). 70 Reid, 1993, vol. 1, p. 28. 71 Hay, por lo menos, dos dibujos de lo que se ha venido en llamar «seguidor de Cambiaso» con el tema de Venus y Adonis en el Museo Nacional del Prado (Venus y Adonis, número de catálogo D018901, Venus, Adonis y Cupido, D1899). 69

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Hopton, sobre todo, muestra su fuerte disgusto por la falta de formalidad de Luis Suero, ya que ha vendido las dos pinturas que se había comprometido a mandar a Inglaterra como un presente. Su opinión del marchante llega a ser muy negativa, ya que meses más tarde, el 28 de noviembre de 1635, renueva sus invectivas respecto a hacer negocios con el caballero Quiñones. Airado, advierte a Windebank de que le han informado de que don Luis Suero va a ofrecerles otros dos cuadros de Tintoretto por medio del conde de Oñate72. Esta mala fama de don Luis Suero como caballero pobre y marchante fullero no se menciona en los Diálogos de la pintura (1633) de Vicente Carducho. Carducho indica, dos años antes, que la colección de don Suero, junto con la de otros coleccionistas famosos en Madrid, debe visitarse: No dejes de ver las [pinturas] de don Suero de Quiñones, Caballero de la Orden de Santiago, y Alférez mayor de León, que las tiene muy buenas73.

No se olvide que los hermanos Carducho trabajaron para Lerma, y decoraron las dependencias del valido en el palacio real de Valladolid con motivos sobre la captura de Antequera por un antepasado de Lerma74. Otras de las colecciones mencionadas por Carducho en el mismo párrafo se originaron en el período de la corte de Valladolid y además pertenecen a miembros del círculo de Lerma75. Por tanto, hay varias conexiones entre la pinacoteca del señor de Sena, la corte de Valladolid y las hechuras de Lerma que podrían explicar la mención de don Luis Suero en el libro de Carducho. Desgraciadamente, Carducho no da mayores detalles y no he podido encontrar una relación de las pinturas que contenía esta pinacoteca, ni contratos de compraventa firmados por don Luis Suero. En contraste con todo esto, los versos satíricos de Luis Ulloa y Pereira, un poeta protegido por el conde-duque de Olivares, reían la fama de falsificaciones que tenían las pinturas de la pinacoteca del señor de Sena. Decía que las pinturas más corrientes «pasarán por de Bassan [Basiano]

72

Trapier, 1967, p. 62. Carducho, Diálogos de la pintura, p. 425. 74 Schroth, 1990, p. 11. 75 Agradezco a Sarah Schroth haber llamado mi atención sobre este punto. 73

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en D. Suero de Quiñones»76. De hecho, una de las cuestiones cruciales en la evaluación de las actividades de Quiñones es cuál era su posición respecto a la «plenitud de falsificadores» que abastecían el mercado de arte madrileño77. José M. Ruiz Manero dice que de los Bassano había muchas copias en la época, incluso en las colecciones reales. Como prueba indica que los seis lienzos de la «historia de Abraham que junto con otro de ‘Orfeo’... se mencionan en el inventario de la Casa Real del Pardo en 1614, especificándose que eran originales ‘del Basan’, y que muy posiblemente no fueran más que copias, ya que así los consideró Angelo Nardi»78. Además, en 1634, don Suero reaparece como el vendedor de un lote de ocho bodegones y marinas al agente real Castrillo. Las pinturas estaban destinadas a la «saleta del cuarto de su Majestad» en el Palacio del Buen Retiro79. Por lo tanto, las vejaciones de Ulloa y Pereira se han de poner en contexto y han de ser documentadas. Si entre los contemporáneos había disparidad de opiniones respecto al señor de Sena, hoy en día varios historiadores, como A. E. Pérez Sánchez, Jonathan Brown, Martin Hume y Sarah Schroth, también difieren. Para Pérez Sánchez y Brown queda claro que Luis Suero era famoso por sus dudosas prácticas comerciales, corrientes en la época, de presentar obras mediocres como obras maestras80. Hume, quien comenta las mismas cartas de Hopton, no tiene una interpretación tan radical como la de Brown81. Los comentarios de Hopton, unidos a ciertos versos satíricos de Ulloa y Pereira respecto a las pretendidas obras maestras de la colección de Suero de Quiñones, hacen que importantes historiadores del arte, como Brown y Pérez Sánchez, le consideren un hombre rumboso, pretencioso y estafador82.

76

Carducho, Diálogos de la pintura, p. 425n. Ver la preocupación de Hopton, en su carta del 26 de julio de 1638, respecto a la abundancia de falsificaciones que está detectando en Madrid (Trapier, 1967, p. 62). 78 Ruiz Manero, 2011, p. 27. 79 Brown, 2003, p. 124. Desgraciadamente, la información facilitada por Brown no la he podido confirmar, ya que el documento (AGI cont., leg. 70, fo 123, 1635) se encuentra ilocalizable en el Archivo de Indias. 80 Brown, 2002, p. 54. 81 Hume, 1907, p. 296. 82 «Suero de Quiñones, un coleccionista famoso por atribuir obras menores a grandes maestros» (Brown, 2003, p. 124). «Suero de Quiñones debía ser hombre rumboso y sus atribuciones, sin duda, generosas» (Pérez, 1965, p. 66n). 77

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No obstante, Sarah Schroth considera que las menciones de Carducho tienen un contexto histórico de importancia vistas desde el punto de vista del coleccionismo de arte en el reinado de Felipe III83. Las colecciones mencionadas por Carducho —como la del conde Benavente— se formaron en un período anterior al de su redacción del libro los Diálogos de la pintura (1633), precisamente cuando Carducho trabajaba en Valladolid para el duque de Lerma84. Nótese también que los descendientes del conde Benavente, mencionado por Carducho, reaparecerán en la posterior historia del señorío de Sena, ya que Benavente es otro familiar de don Suero, y sus descendientes llegarán a ser los señores de Sena durante el reinado de Carlos II, en 1681. En Cigarrales de Toledo, el retrato de este mecenas es también ambivalente. Don Suero, a pesar de las numerosas alabanzas que se le hacen en el frontispicio y preliminares de la obra, en el texto, reaparece en varias ocasiones sufriendo caídas. Este don Suero ficticio se caracteriza por sus caídas, pero también por su presunción, en claro contraste con los ensalzamientos de los paratextos. Como se vio en el análisis de la naumaquia en el río Tajo, durante la justa náutica, don Luis Suero cae al agua, quedándose el premio el mantenedor don Fernando, quien se lo entrega a Diana85. Estas bromas adquieren visos de vejamen, en el Cigarral segundo, donde don Suero reaparece otra vez como galán en el laberinto de amor preparado por Narcisa. En esta ocasión, don Suero es explícitamente caracterizado como pretencioso y su actitud es ridiculizada. De hecho, don Suero sufre aquí su segunda caída. Esta vez, se precipita al suelo desde un carro alegórico construido de forma que quien se siente 83 Agradezco a Sarah Schroth, Nancy Hanks Senior Curator, del Nasher Museum of Art at Duke University, que me facilitara esta información durante el Early Modern Image and Text Society Conference en el 2010, a la que asistió para hablar sobre el coleccionismo durante el reinado de Felipe III.Ver su libro El Greco to Velázquez: Art during the Reign of Philip III, y también su tesis doctoral The Private Picture Collection of the Duke of Lerma. 84 Sobre las fechas de Vicente Carducho en Valladolid, ver Schroth, 2008, pp. 294-295. Don Suero y su familia también tienen conexiones con Valladolid. En un día tan señalado para reuniones familiares y públicas como es el Corpus Christi, Suero de Quiñones se encuentra en Valladolid, desde donde escribe una carta a su madre (Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Carta de don Suero a su madre Felipa Brabo y Acuña. 1609, Valladolid, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D4, no 6, -1-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional). 85 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 75.

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en él termine aterrizando en sus posaderas ante la vista de todos los demás galanes. Sin embargo, la dedicatoria de Tirso, la mención de Carducho, y la compra de los bodegones, indican que este señor de Sena era respetado en la corte. También queda claro, a la vista del suceso con Hopton, que Luis Suero está preocupado por disfrazar su negocio con un aire de mecenas, benefactor, en un tono similar al de Lope de Vega86; y que las rentas de su mayorazgo y sus oficios no eran suficientes para mantener su estilo de vida. En este negocio con el arte, don Suero compraba cuadros para su colección y para la venta. Estos cuadros podían ser de todo tipo y de todos los niveles, desde un impresionante Cambiaso hasta series de bodegones y naturalezas muertas, seguramente de producción local, ya que es un género pictórico en el que los pintores españoles se encuentran en la avanzadilla experimental87. En sus actividades de marchante de bodegones y naturalezas muertas, don Suero se encuentra en una posición de intermediario entre el artista local y el cliente, o los agentes de los clientes, tanto nacionales como extranjeros. Debido a estas operaciones de venta, para las que le valen su linaje y conexiones, Luis Suero entra en el mercado de la producción artesanal de obras de arte, de ahí su compra-venta de bodegones. Una vez en contacto con el mercado artesanal de la corte, es fácil que su tráfico se llegase a asociar con falsificaciones hechas dentro de algunos talleres, por lo menos al nivel de la sátira literaria. Como conclusión parcial se puede decir que si esto es así, don Suero habría formado parte de este círculo de coleccionistas en la corte de Valladolid, y habría estado de alguna forma al servicio de Lerma, como ambicionaba su abuelo Lázaro, al proponerlo para menino de la casa del rey. De esta forma, el señor de Sena podría haber comenzado en Valladolid, dentro del círculo de Lerma, su prestigiosa pinacoteca de la que da noticia Vicente Carducho; y existe la posibilidad de que el duque de Lerma y Rodrigo Calderón tuvieran a los señores de Sena entre sus cadenas clientelares.

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Lope de Vega también pretendía escribir por el arte y no por el negocio (Weber, 2005; Wright, 2001; Sánchez Jiménez, 2014). 87 «Spanish painters during the reign of Philip III created some of the earliest and most sophisticated manifestations of a genre that was entirely novel at the time» (Schroth, 2008, p. 267). Schroth da más información sobre el comienzo de las colecciones de naturalezas muertas y bodegones en otro de sus estudios, «Early Collectors of Still-Life Painting in Castile» (Jordan y Schroth, 1985, pp. 28-39).

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En cierta forma, don Suero era un intermediario en el mercado cultural de Valladolid y de Madrid. El papel de intermediario que tiene el señor de Sena en el mercado pictórico, además de sus conexiones con el círculo de coleccionistas de arte en el período más álgido del proyecto político de Lerma, pueden explicar parcialmente que don Luis Suero fuera elegido como dedicatario de Cigarrales de Toledo a finales del reinado de Felipe III. Sea como fuere, entre la publicación de esta novela y la publicación del libro de Carducho, don Suero firmó unas capitulaciones matrimoniales dignas de nuestra atención. MATRIMONIO CON AMBROSIA DE OÑA Y VALDÉS En 1628, firmó las capitulaciones matrimoniales con doña Ambrosia de Oña y Valdés, hija ilegítima de doña Ana de Valdés, y probablemente del duque de Maqueda, don Jorge de Cárdenas Manrique. Este contrato se caracteriza por el elevado importe de la dote, por tardío, y por ser la novia hija natural. Nunca se menciona el nombre del padre de doña Ambrosia, ni que fuera hija legítima de nadie. Por tanto don Suero se casa con una hija ilegítima, al igual que ya lo había hecho su abuelo, siguiendo un patrón existente de rancios linajes que lavan achaques de sangre, inconveniencias religiosas y faltas sexuales a cambio de cuantiosas dotes matrimoniales. El importe de la dote es notable. Consistía en veinte mil ducados más varias casas en la calle del León, Madrid. Inmuebles localizados en el famoso mentidero de la farándula de la corte. Así dice el texto: Primeramente la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés ofrece llevar para su dote y para que el dicho señor don Luis Suero de Quiñones Pimentel mejor pueda sustentar las cargas del matrimonio, catorce mil y quinientos ducados de principal de censo que tiene sobre el excelentísimo señor don Jorge de Cárdenas Manrique, duque de Maqueda, fundado a razón de veinte mil maravedís el millar, que procede de la venta de una quinta, casa, huerta y solares que se vendieron en la calle del Sordo, de que le paga de réditos en cada un año siete mil novecientos y setenta y cinco reales.Y también unas casas principales en la calle del León, que lindan con casas del contador Simón Vázquez y de Miguel Gómez, boticario, y la calle Real. Y también todas las colgaduras, camas, vestidos, joyas, preseas, y otros bienes muebles que tiene, que de todo ello, casas, y censos, y demás sus

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bienes, le hizo donación la señora doña Ana de Valdés, su madre, por escritura otorgada en esta villa de Madrid, en veinte y nueve días del mes de diciembre del año pasado de seiscientos y veinte y dos, por ante Santiago Fernández, escribano del numero de esta villa, con la reserva de trescientos ducados de renta en cada un año para los alimentos de la dicha señora doña Ana de Valdés, su madre, con más la vivienda y usufructo de las dichas casas de la calle de León por todos los días de su vida88.

Los censos, un tipo de préstamos hipotecarios, se usaban para conceder dotes.89 En cuanto a la capacidad adquisitiva de esta cantidad de dinero a finales de los años veinte, piénsese en que por Los borrachos de Velázquez el rey Felipe IV pagó cien ducados el 22 de julio de 162990. De hecho, otro buen indicador de la extensión de esta dote es que en las capitulaciones matrimoniales se estipula que doña Ana se reserva trescientos ducados anuales para alimentación. En cuanto a los inmuebles traspasados en la dote, doña Ana también se reserva habitación y usufructo mientras viva. La calle del León, o Mentidero, entre la calle de Pardo y la calle de Atocha, a la altura de la plazuela de Antón Martín, era el eje fundamental del «Barrio de los literatos», donde vivieron Cervantes, Lope de Vega y Quevedo, además de contener numerosos corrales de comedias91. Las varias casas de la calle del León se encuentran por tanto en el corazón de la vida literaria de la corte madrileña, al mismo tiempo que se ubicaban a corta distancia del convento de la Merced —plaza de Tirso de Molina, hoy día—. Además, en estas casas se podría muy bien haber ubicado la pinacoteca, o tienda de arte, de Luis Suero; todo en pleno corazón del Madrid, en el lugar que mayor interés podía tener para un poeta del siglo. El señor de Sena ya sería un hombre de unos cuarenta y dos años que se casaba con una joven a la que su madre daba todos sus bienes

88 Ver: Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosía de Oña y Valdes. 1628, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D29. Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 89 «Por censos, aunque no exclusivamente, se concedían dotes, los conventos recibían rentas (prestando con la garantía de las donaciones recibidas); viudas y huérfanos recibían pensiones sobre la garantía de su mayorazgo, y podían formar capellanías y mayorazgos» (Andrés-Gallego, 1991, p. 228). 90 Jordan, 2005, p. 229. 91 Gea, 2006, pp. 349-350.

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para asegurar la boda con un caballero. En el texto, nunca se menciona el padre legítimo de doña Ambrosia, ni siquiera que fuera el fruto legítimo de un matrimonio. La única valedora de Ambrosia es su madre doña Ana de Valdés, apoyada por el duque de Maqueda. Doña Ambrosia aporta al matrimonio 219.929 reales —20.000 ducados— cantidad que hace que su matrimonio fuese codiciado. Por otro lado, figura el nombre de un grande de España, el duque de Maqueda, don Jorge de Cárdenas Manrique en estas capitulaciones matrimoniales de 162892. No pareciera reconocerse en el documento la paternidad de la novia, pero sí la relación de este con la familia de Ana Valdés ya que el duque de Maqueda es quien fundó el censo de catorce mil quinientos ducados: la señora doña Ambrosia de Oña y Valdés... ofreció traer al matrimonio para ayuda a sustentar las cargas de los catorce mil y quinientos ducados del censo que fundó en su favor y de la señora doña Anna de Valdés, su madre, el señor don Jorge de Cárdenas Manrique, duque de Maqueda.

La presencia de un grande España, a la vez que un militar avezado, no deja lugar a dudas del significado de este matrimonio como un evento ventajoso para este comerciante de arte y, por otro lado, que la bastardía de la prometida podría tener origen en el duque de Maqueda. Entre los papeles de matrimonio de don Suero, firmados en 1628, y su muerte en 1648, tenemos todo el episodio de las operaciones mercantiles con obras de arte de las que ya se ha hablado, pero no se menciona a doña Ambrosia ni su posible descendencia. Entretanto, en 1644, muere su madre Felipa dejando testamento, con bastantes deudas por pagar. MUERTE Y HERENCIA DE DON SUERO El 29 de agosto de 1648 muere Luis Suero, con sesenta y pocos años, en su morada de la calle Atocha. La documentación procedente de sus

92 En las capitulaciones matrimoniales, el señor de Sena figura como Luis Suero de Quiñones Pimentel (Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosía de Oña y Valdes. 1628, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D29. Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional).

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dos sobrinos afirma una y otra vez que feneció sin testar, sin hijos legítimos que pudieran heredarle, y sin esposa que le sobreviviera93. De doña Ambrosia ya no se hace ninguna mención. Es posible que muriera joven y que su descendencia, si la tuvo, no sobreviviera. En esta situación, sus familiares más cercanos con derecho a la herencia van a ser los hijos de sus hermanos. Es uno de ellos, su sobrino Alonso de la Serna y Quiñones quien se ocupa de que un escribano levante acta de su defunción. Tras el deceso, Alonso de la Serna y Quiñones indica que le pertenece la herencia en justo derecho porque es el primero llamado y porque era acreedor de los bienes del finado, quien le debía muchos ducados. Alonso declara varias veces que su tío le debía dinero, todas ellas en un tenor similar a este: «y se inventarien y depositen en parte abonada por ser tan bien como soy acreedor en mucha suma de ducados que protesto liquidar en los bienes del dicho don Suero». Desgraciadamente este inventario, a partir del cual se habría formado el llamado «cuerpo de hacienda» o masa de bienes no parece haber llegado hasta nuestros días, ni tampoco la relación de deudas. Finalmente, Alonso afirma que la gestión de Luis Suero ha menoscabado el valor del mayorazgo. A partir de don Alonso, la situación se complica con numerosos litigios a lo largo de lo que queda del siglo y del siguiente. Alonso de la Serna y Quiñones, y Antonio Cárdenas y Quiñones, dos de sus sobrinos, alegaron en 1648 ante los tribunales que tenían derechos a heredar las propiedades y títulos de don Luis Suero. En este litigio, que generó una cantidad inmensa de documentación, se ha conservado muchísima información sobre el grupo de los Quiñones señores de Sena94. En todos estos pleitos, motivados porque Luis Suero no testó, se puede constatar que varios descendientes de los primos carnales de Luis Suero son los promotores habituales de los pleitos de esta sucesión. En la documentación jurídica figuran los nombres de descendientes de Luis Suero más o menos lejanos, como Alonso de la Serna Quiñones 93

De la Serna y Quiñones, Alonso. Pleito de Alonso de la Serna y Quiñones reclamando sus derechos al mayorazgo creado por Lázaro y su mujer. 1648, manuscrito. Fernán Núñez C683, D15. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 94 Ver, entre otros, el testimonio de posesión otorgado a don Alonso de la Serna y Quiñones (SN del AHN, Fernán Núñez C686, D4, núm. 3); el pleito puesto por Antonio Cárdenas y Quiñones (SN del AHN, Fernán Núñez C685, D15-16); la posesión a favor de don Alonso (SN del AHN, Fernán Núñez C683, D17) y otros documentos (SN del AHN, Fernán Núñez C686, D2, núm. 74, 75, 80).

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y Pimentel y Antonio Cárdenas y Quiñones en 1648, 1669, 1681, además de los de José de Quiñones, Juan Tomás Quiñones Pimentel (II marqués de Braña) en 1681, Francisco Pimentel (conde-duque de Benavente) en 1681, Juan Cárdenas Quiñones en 1681, Gabriel de Saavedra en 1698, Pedro de Zúñiga (marqués de Mirabel) y Gabriel de Saavedra Quiñones Pimentel en 171495. La constante lucha legal que causó la herencia de este moderado, y cada vez más desmembrado, mayorazgo continúa durante el siglo XVIII como se puede apreciar en la publicación, presumiblemente de 1714, en Valladolid, de dos compendios de documentos relativos a varios herederos96. En estas obritas, las partes defienden sus alegaciones sobre la herencia del mayorazgo de Lázaro de Quiñones y Luisa Flórez que una vez más es la causa de un juicio de tenuta. Don Gabriel de Saavedra Quiñones Pimentel y Serna presenta su caso en calidad de «nieto legítimo de don Alonso de la Serna» y, por otro lado, el descendiente de Antonio Cárdenas continúa defendiendo sus derechos. Y SIN EMBARGO... Don Luis Suero de Quiñones y Acuña, pese a todo, sí testó y designó herederos. Aunque sus sobrinos legítimos alegasen que no existía testamento alguno, en una caja de documentos en la Biblioteca Nacional, Madrid, existe una indicación de que la historia de la sucesión del señor de Sena fue mucho más compleja. Se trata de una caja que ni remotamente tiene que ver con el mayorazgo de Sena.

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Ver la publicación hecha en Valladolid, el año de 1714, a instancias del Marqués de Mirabel, y llevada a cabo por el licenciado Miguel Andrés Álvarez de Velasco, titulada Por don Pedro Zúñiga Davila y Quiñones, Marqués de Mirabel, Conde de Brantivilla. Con don Gabriel Saabedra Quiñones Pimentel y Serna. Sobre sucession del Mayorazgo... del Lugar y Concejo de Sena (Álvarez de Velasco, 1714). También hay información de primera mano en los siguientes documentos de la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional: Fernán Núñez, C686, D2, núms. 73, 74 y 75; Fernán Núñez C683, D15; Fernán Núñez C687, D12; Fernán Núñez C683, D16; Fernán Núñez C680, D1 y D18. 96 Ver Álvarez de Velasco, Por don Pedro Zúñiga Dávila y Quiñones... La publicación de procesos civiles relativos a sucesiones de feudos y títulos no era inusual (Batllori, 1999, p. 83).

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Imagen 10. Álvarez de Velasco, licenciado Miguel Andrés. Por don Pedro Zúñiga Dávila y Quiñones, Marqués de Mirabel, Conde de Brantivilla. Con don Gabriel Saabedra Quiñones Pimentel y Serna. Sobre sucesión del Mayorazgo... del Lugar y Concejo de Sena, Valladolid, 1714. (University of Chicago, Rare Books Collection)

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En una miscelánea documental de setenta cuerpos, el número uno es el poder notarial por el que don Luis testa, en Madrid, el 26 de agosto de 1648, a favor de sus dos hijos ilegítimos habidos con doña Alfonsa María de Monsalve. Asimismo, pedía que a Alfonsa María se le diera una renta anual de trescientos ducados. Pidió que se le enterrara en el ya desaparecido Convento de la Santísima Trinidad Calzada, en la capilla del padre Rojas. Sus testaferros eran caballeros de la Orden de Santiago, administradores y políticos del Consejo Real de Castilla, y clérigos97. Pese a todo, el 29 de agosto, fallece y este documento no aparece a la vista de nadie, según las declaraciones de los dos sobrinos que se van a repartir el mayorazgo de Sena. Sin duda, existían problemas de procedimiento y de contenido en el testamento de don Luis Suero. Respecto al procedimiento, tal vez existieron inconvenientes con el registro notarial. En cuanto al contenido, el problema es que los dos herederos designados por don Suero eran sus hijos naturales. En las cláusulas de la creación del mayorazgo de Sena, los abuelos de don Luis Suero especificaban que los herederos de la masa patrimonial que conforma su mayorazgo deberían ser hijos nacidos dentro de matrimonio y no legitimados: Primeramente llamamos a la sucesión de este nuestro Mayorazgo a don Diego de Quiñones, nuestro hijo mayor legítimo... y después de sus días, suceda en el don Suero de Quiñones... y después de sus días del dicho don Suero, suceda su hijo mayor legítimo, y de legítimo matrimonio nacido, y procreado, y no legitimado, aunque sea por subsiguiente matrimonio98.

Por tanto, los hijos de María Alfonsa de Monsalve no tenían ninguna posibilidad de ser el próximo señor de Sena. Desgraciadamente, sobre las dos compañeras de don Luis Suero de las que conocemos sus nombres, prácticamente ningún documento les hace justicia. Ni Ambrosia de Oña ni María Alfonsa de Monsalve han tenido un tratamiento que les permitiera pasar a la historia con más detalles humanos, más allá del dinero de la dote de la primera y de los hijos naturales engendrados por la segunda.

97 Ver el poder para testar de don Luis Suero Quiñones y Acuña, dado en Madrid a 26 de agosto de 1648, ante el escribano público Juan de Portillo (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss/18634/1). 98 Álvarez de Velasco, Por don Pedro Zúñiga Dávila y Quiñones, 6r; con indicaciones de párrafos y folios originales: núm. 8, fol. 33.

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CONCLUSIÓN Para terminar, don Luis Suero (h. 1586-1648) proviene de una familia de la baja nobleza leonesa que tuvo éxito en las administraciones y cortes de Felipe II y Felipe III. Durante la privanza de Lerma, tenemos constancia de que Luis Suero de Quiñones y Acuña tuvo una presencia importante en la vida cortesana. Heredó el mayorazgo de Sena convirtiéndose en el señor de la Casa de Sena (h. 1603). Con anterioridad, pudo haber entrado de menino en la casa del rey o al servicio de Lerma. Su pinacoteca tiene conexiones con el coleccionismo de la corte en Valladolid (1601-1606), y en tiempos de Felipe IV tenía una de las mejores pinacotecas de la corte (1623, 1633). Atiende a dos reuniones de las cortes durante el reinado de Felipe III (1611, 1615), durante cuyo reinado también fue nombrado caballero de Santiago (1617). En el período de grandes cambios como es el que va de la caída del duque de Lerma (1618) y la llegada del conde-duque de Olivares (1621),Tirso de Molina lo designó como su mecenas y protector. Tirso probablemente evaluaba positivamente las actividades de don Suero como intermediario en el mercado de arte madrileño, junto con la buena posición de este durante el reinado de Felipe III. Ahora bien, la aprobación del libro coincidió con el cambio de reinos (1621), y su publicación tardó años en producirse (1624). Como se ha mostrado aquí, la buena situación de don Suero durante el reino de Felipe III no fue ventajosa para Tirso durante el reinado de Felipe IV. De hecho, Cigarrales de Toledo tuvo retrasos en su publicación y la vida de Tirso va a sufrir muchos reveses durante el reinado de Felipe IV. Pero, fuese lo que fuese que le sucedió a Tirso durante el reinado de Felipe IV, sus Cigarrales de Toledo y don Luis Suero de Quiñones son un fascinante producto de la época de Felipe III y del valimiento de Lerma. Por lo tanto, en un análisis del mecenazgo en los Cigarrales de Toledo no se puede obviar el valimiento de Lerma, junto con la literatura política y las comedias sobre el tema. Por esta razón, en el próximo capítulo, se va a retomar el análisis de las conexiones entre el cuerpo del libro y el lenguaje del mecenazgo de la portada y la dedicatoria; pero, esta vez, el enfoque serán las obras teatrales y la unidad de los Cigarrales de Toledo.

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Imagen 11. Alegoría del ingenio cubierto de alas y una idealización de Tirso de Molina (detalle del frontispicio de Cigarrales de Toledo, 1624).

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CAPÍTULO 4 TEATRO DEL SECRETARIADO, LA AMISTAD Y LA PRIVANZA

Llamaron grandes reyes y filósofos a los escogidos a tan alto ministerio, amigos de el Príncipe, asegurando, y justamente, que si son buenos importan más para la conservación y aumento de los reinos que los ejércitos y tesoros mayores. Corresponden aquellos amigos, a lo que ahora privados, nombre muy antiguo en ellos, por la asistencia particular, que hacen al Príncipe. («Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos»)1

Los Cigarrales de Toledo, una obra profundamente relacionada con el mecenazgo y sus lenguajes asociados, contienen piezas teatrales que abundan en el lenguaje simbólico del mecenazgo. Los títulos de estas piezas son El vergonzoso en palacio (h. 1605-1612), Cómo han de ser los amigos (1612) y El celoso prudente (1615). Tratan de temas como el secretariado, la amistad masculina y el valimiento, los cuales se asocian unos con otros en la literatura política del siglo XVII sobre la privanza, al igual que en la comedia. Como ha reconocido la crítica repetidamente, los debates sobre el valido en tiempos de Felipe III, e inevitablemente el tema del mecenazgo principesco, fuese este del rey o de su valido,

1 «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», Biblioteca Nacional, Madrid, Mss. 17772, p. 151r.

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tuvieron su reflejo en el teatro2. Específicamente, la crítica reconoce la conexión entre la literatura política y la comedia de privanza. Pero la literatura sobre la privanza, expone numerosas conexiones entre el secretariado, la amistad y el valimiento. Asimismo, estos tres temas son los de las comedias insertadas en los Cigarrales de Toledo, el secretariado en El vergonzoso en palacio, la amistad masculina en Cómo han de ser los amigos, el valimiento en El celoso prudente. Por tanto, en este capítulo se va a explorar la relación entre estas tres piezas teatrales, todas escritas antes de 1615, y la literatura de la privanza en el período lermista de Felipe III (1599-1618). La mayor parte de los estudios sobre la privanza e, incluso, sobre la comedia de la privanza, tienen como denominador común que toman la literatura del valimiento desde 1599 hasta 1700 como un conjunto indiferenciado. Aquí, en cambio, se presenta un estudio en el que solo se tiene en cuenta un grupo de documentos políticos escritos antes de 1618 —fecha de la caída de Lerma— y antes de la aprobación de Cigarrales de Toledo, 1621. Piénsese que el conjunto de Cigarrales de Toledo tuvo que pasar un proceso de aprobación y edición, por lo tanto seguramente en 1618 o a más tardar 1619, el volumen ya estaba terminado y listo para los censores. Además, al igual que existió un antes y un después para el teatro de privanza con el cambio de reinos, seguramente también lo hubo para los panfletos y libros sobre la privanza. Por todas estas razones cronológicas, el estudio del teatro en Cigarrales de Toledo desde el punto vista de los escritos políticos sobre la privanza en la época lermista está justificado y además es necesario. 1. Antes de entrar en el tema de cuáles son estas obras —en la discusión sobre la definición de «privado» y en el apartado segundo del capítulo—, quisiera hacer unas cuantas indicaciones sobre (1) el corpus de la comedia de la privanza, la historia de este subgénero; (2) el concepto y

2 Un grupo importante de académicos acepta la conexión entre privanza y comedia del privado. Ver Arellano, 1996, p. 43; Cauvin, 1957, p. 457; Crivellari, 2010; De Armas, 2004, pp. 9-10; Elliot, 1989, pp. 196-197; Feros, 2002, pp. 310-311; Hesse, Tirso, 1987, p. 16; MacCurdy, 1978, pp. 56-58; Peale, 2004, p. 128; Profeti, 2007, p. 136; Simerka, 2014; Weimer, 2000; etc.

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terminología de la privanza hoy día y en tiempos de Lerma; (3) la conexión entre valimiento, secretariado y amistad en el teatro áureo; (4) la cuestión de la unidad en una miscelánea como Cigarrales de Toledo, no solo alrededor de la privanza-secretariado-amicitia, sino también respecto a las abundantes referencias al mecenazgo y a la «pluma» —símbolo de escritura y ascensión—. 1.1. Corpus e historia del subgénero Desde el punto de vista de la literatura, el debate de la privanza tuvo una gran impronta en el teatro durante el siglo XVII; y el teatro sobre la privanza ha generado una crítica sustanciosa3. De hecho, Cauvin presentó un inventario de cuarenta y nueve comedias de privanza en el siglo XVII. Jesús Gutiérrez ha dado una lista de unas treinta obras teatrales, entre 1598 y 1630, en las que la Fortuna y el tema político se engarzan4. El éxito del subgénero de la comedia de la privanza se debe a que los dramaturgos prestaban «mucha atención a una cuestión cuya actualidad no podía ser puesta en tela de juicio» y «a lo largo de todo el siglo XVII, privados y primeros ministros irán apareciendo cada vez con más frecuencia»5. Además, el término «privado» llegó a encontrarse tan presente en estas y en otras comedias que las tres comedias de Cigarrales de Toledo se pueden asociar con el debate de la privanza. Se ha querido ver que la historia de este grupo de comedias comienza con la privanza del marqués de Denia, debido al impresionante número de piezas escritas a partir de ese momento político. Hasta donde se 3 Sin ser una lista exhaustiva, se puede añadir que Ignacio Arellano ha estudiado siete obras del privado de Mira de Amescua (Arellano, 1996). Christopher Weimer estudió Privar contra su gusto de Tirso de Molina (Weimer, 2000). Frederick de Armas trabajó con una comedia de Quevedo (De Armas, 2004). Peale, con numerosas piezas de Lope de Vega, y adjudica la exitosa adaptación del tema a los preceptos de la comedia nueva (Peale, 2004). Daniele Crivellari ha estudiado la tensión entre el soberano y el privado en seis comedias de Luis Vélez de Guevara. Las piezas son: A lo que obliga el ser rey, don Pedro Miago, El Conde don Pero Vélez y don Sancho el Deseado, El espejo del mundo, El lucero de Castilla y Luna de Aragón (también titulado El privado perseguido), El rey naciendo mujer (Crivellari, 2006, p. 103). García-Luengos ha analizado el teatro cortesano en el Valladolid de 1601 a 1606 (Caballero et al., 2011, pp. 355-385). 4 Cauvin, 1957, pp. 475-478; Gutiérrez, 1975, pp. 91-94. 5 Crivellari, 2010, p. 49.

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tiene constancia, la primera puesta en escena de una comedia de privanza tuvo lugar en Getafe el año de 16016. Se trataba de La privanza y caída de don Álvaro de Luna de Damián Salucio del Poyo, sobre la cual la crítica ha escrito en abundancia. La conexión entre literatura política y comedia de la privanza tiene un principio y una evolución. Comenzaría en 1601 con la representación de La privanza y caída de don Álvaro de Luna de Damián Salucio del Poyo, en la cual se establecieron las características del género. Para 1612, gracias a la pluma de Lope de Vega y sus numerosas piezas del privado, este subgénero de la comedia era un producto tan exitoso que se publicó La tercera parte de comedias de Lope de Vega y otros autores con toda una serie de dramas de privanza de Poyo, de Lope de Vega, de Vélez de Guevara7. Los dramas sobre privados seguirían evolucionando y madurando durante el Seiscientos hacia una cada vez mayor crueldad en las rivalidades cortesanas, junto con la introducción de tramas de amor, entre 1610 y 1620, para añadir variedad al tema. Es notable que con el paso del tiempo la crítica al sistema de la privanza se haga más explícita y virulenta8. Como indica Raymond R. MacCurdy, la ejecución de Rodrigo Calderón en 1621 lo cambio todo, de forma que los escritores se lanzaron sobre el tema, como si fuese una búsqueda fundamental para la identidad colectiva9. Fuera como fuese, estas afirmaciones de Cauvin y MacCurdy parecen encajar bien con ciertas tendencias generales en la literatura política, sobre todo debido a la masiva producción de tratados de la privanza durante el ministerio del conde-duque de Olivares. Respecto al concepto, la privanza es una relación tanto funcional como emotiva entre un superior y un inferior, un príncipe y un vasallo, la cual tiene mucho de empleo y de servicio, a la vez que de amistad e, incluso, amor. Por tanto, se trata de una relación compleja donde varios niveles de relaciones humanas —profesionales e íntimas— tienen que fluir armoniosamente. Los documentos de la época definen la privanza numerosas veces invocando conceptos como el amor, la amistad y la 6

Peale, 2004, p. 128. Cauvin, 1957, pp. 1, 3; Peale, 2004, p. 149. La obras de Lope de Vega sobre privados serían, por lo menos, El milagro de los celos y don Álvaro de Luna, La próspera fortuna de don Bernardo de Cabrera, Las mudanzas de la fortuna o don Beltrán de Aragón, David perseguido y montes de Gelboé, La fortuna merecida, Lo que hay que fiar en el mundo, Los Guzmanes de Toral, La inocente sangre, La privanza del hombre (auto sacramental). 8 Se ha dicho que a partir de 1620 (Cauvin, 1957, pp. 474-475). 9 MacCurdy, 1978, pp. 232. 7

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igualdad entre soberano y privado. Antes de continuar con el análisis de la definición del privado y la privanza en los documentos políticos del reinado de Felipe III, quisiera incluir una clarificación terminológica. 1.2. Concepto y terminología Los términos «privado» y «valido» aquí se van a usar indistintamente, a sabiendas de que «privado» era el término castizo en el siglo XVII, con una larga historia, que ya aparece por ejemplo en El conde Lucanor y, que como muestro más abajo, «valido» era un neologismo de menor aceptación. Pero, recientemente se ha diferenciado entre valido y privado. Valido sería un término más restringido que privado. «Valido» denota exclusivismo en la amistad y confianza, por ende en el ejercicio del poder. El «Privado» puede ser múltiple y, aunque tiene acceso al monarca, solo controla «determinados resortes del gobierno»10. Aunque veo la conveniencia de esta distinción, no es pertinente en lo que se refiere a los escritos de tiempos de Felipe III que cito en este capítulo. La historia del uso de estos vocablos es reveladora. «Valido» es un neologismo de tiempos de Felipe III y no tuvo mayor éxito hasta que Gregorio Marañón lo usó en 1936, en detrimento del castizo «privado». Empezando por los diccionarios de la lengua, en 1611, como reconoce Thompson, «valido» no es una entrada en el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias, mientras que la definición de «privado» sí existía11. En el Corpus diacrónico del español de la Real Academia de la Lengua, el término «privado» tiene cientos de ocurrencias en los documentos de los siglos XVI y XVII; mientras que «valido» se documenta por primera vez en 1608. La primera aparición de la voz «valido» va acompañada de ciertas ironías y sombras sobre su novedad y el uso oportunista que se hace de ella en la corte: Diéronle algunos días después, en lugar de ese gobierno, el de Sicilia. Habiendo pasado ya por los bancos de Flandes, con que se justificará la acción y el poder del Valido. Por esta voz (que también anda muy valida), 10 11

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Escudero, 2004, p. 18. Escudero, 2004, p. 313.

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pretenden subjetos de importancia entrar desde luego por secretarios de Su Excelencia, de que dí cuenta allá al señor secretario Andrés de Prada...12

Parece, según estas líneas de Diego de Amburcea, que fuese la voz «valido» un neologismo usado entre los pretendientes a «secretarios» del rey. La segunda ocurrencia consta en la comedia de privanza Don Pedro Miago, 1614, de Luis Vélez de Guevara. Se trata de una comedia del valimiento, pero «valido» se usa una vez para describir una situación de favor y disfavor en el amor. La tercera aparición es un participio. La cuarta ocurrencia también lo es, pero proviene del Arte de la lengua española castellana, 1625, de Gonzalo Correas. En esta obra importante para la historia y normalización de la lengua, «valido» figura como un participio, no como sustantivo. Pero a partir de 1634, las ocurrencias del término aumentan significativamente, y la primera obra que lo usa de nuevo como sustantivo es una comedia, Los caballeros de Absalón de Calderón de la Barca: IONADAB AMÓN

¿Ya te olvidas de que tu valido soy? No lo ignoro que eres tú sólo quien tiene licencia entre mis dudosos discursos para asistirme, pero quiero quedar solo13.

No obstante, la importancia de esta cita ha de ponerse en contexto, ya que Calderón solo usa el término una vez en Los caballeros de Absalón. Es en la última década del reino de Felipe IV cuando el término valido tuvo una representación sustancial, pero solo en dos autores. Efectivamente, quien introdujo el uso de la palabra de una forma masiva es Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos (1654-1658). A este le acompañaron unas anónimas Noticias de la corte (1659-1664). Es remarcable, que precisamente en un período en el que Felipe IV no favorecía con la misma energía que en el pasado la privanza haya más ocurrencias 12

Ver «valido» en el sitio web de la Real Academia Española, CORDE, 2013. La cita proviene de la «Carta a Diego de Ibarra» de Diego de Amburcea, publicada en A. Paz y Melia, Imprenta y Fundición de M. Tello (Madrid), 1890, p. 370. 13 Calderón, 1951, tomo 1, p. 942. También ver «valido» en CORDE.

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del término «valido». De la relación de documentos sobre la privanza que Tomás y Valiente incluye en su bibliografía, solamente un título incluye la voz «valido». Se trata de Logros de la Monarquía con aciertos de un Valido: dedicado a Carlos II (1669) de Pedro Navarra y de la Cueva, mayordomo de la Reina Madre y para algunos su valido14.Tomás y Valiente consideró que esta obra era un plagio. En los dos siglos siguientes, figuran solo nueve ocurrencias del término. Se puede decir que entre 1700 y 1900 el vocablo cayó en desuso. Ahora bien, el éxito de este neologismo aurisecular, no iba a llegar hasta que el médico Gregorio Marañón lo utilizase profusamente en dos de sus libros: El conde-duque de Olivares y Tiberio: historia de un resentimiento. Ambas obras son de finales de los años 1930 y se relacionan con la privanza. Tal vez, el uso del término en Marañón se encontraba mediatizado por su lectura del Teatro crítico universal de Feijó o de las obras de la segunda mitad del siglo XVII, ya mencionadas. No obstante, Gregorio Marañón parece hacer una selección muy personal, ya que no usó el término «privado» para referirse a Olivares en El conde-duque de Olivares. Hace una cuidadosa selección editorial del término «valido». Francisco Tomás y Valiente también favoreció el uso de «valido» desde el mismo título de su influyente tratado Los validos en la monarquía española del siglo XVII (1982). Es cierto que dentro del libro usó ambos términos, tanto «privado» como «valido», pero abunda la segunda voz. J. H. Elliot también ha dado su parecer sobre este tema en The World of the Favourite (1999). En su opinión, las dos palabras fueron usadas indistintamente. A la vista de los datos, el texto de Elliot denota una opinión parcial, como la de Gregorio Marañón15. En cuanto al término «valimiento», este es más abundante que «valido». Pero también resulta ser un neologismo aurisecular. Según los datos del CORDE, fue usado por primera vez entre 1600 y 1610 por Francisco de Quevedo y Villegas y por Diego de Amburcea, en la carta citada más arriba. Quevedo también usó el vocablo en su poesía, en Política de Dios, y otros escritos. Seguramente, no es él el creador del término, pero ciertamente Quevedo ayudó a difundirlo. A partir de 1625, el vocablo es usado con relativa profusión, aunque en pocas ocasiones comparado con el tradicional «privanza».

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Tomás y Valiente, 1982, p. 204. Elliot, 1999, p. 2.

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Pese a las opiniones y preferencias de Marañón,Tomás y Valiente, Escudero y Elliot, en lo que concierne a los términos «privado» y «valido», los autores del Siglo de Oro claramente favorecieron la voz «privado», salvo tres excepciones tardías. En tiempos de Luis de Haro y comienzos del reinado de Carlos II, el término «valido» se usó con alguna frecuencia, y convendría investigar si tiene alguna conexión con el mecenazgo de alguna facción o grupo de poder en las décadas de 1650 y 1660; o, tal vez, con la desaparición del privado y la institucionalización del ministro de Estado. En definitiva, en este trabajo, se van a utilizar los términos «privado» y «valido», al igual que «privanza» y «valimiento» indistintamente, tal y como hizo José Antonio Maravall en La teoría española del Estado en el siglo XVII16. Aunque a sabiendas de que los segundos son neologismos auriseculares y de que existe una acusada tendencia entre algunos historiadores a evitar, favorecer y delimitar los usos de estos términos, pero sin justificación histórica17. Volviendo a la definición de «privado» conforme a los documentos históricos, los escritos de tiempos de Felipe III son más bien confusos a la hora de definir qué es un privado. En muchas ocasiones invocan conceptos como el amor y la amistad. Maldonado en su «Discurso del perfecto privado» (1601) identificó al valido con el perfecto amigo del príncipe; dando así una justificación teórica, basada en un lenguaje y unas prácticas bien conocidas en la cultura de la temprana modernidad, la amicitia18. La definición que da Maldonado de la privanza es la siguiente: Privado llamamos a un hombre con quien a solas y particularmente se comunica, con quien no hay cosa secreta, escogido entre los demás para una cierta manera de igualdad, fundada en amor y perfecta amistad19.

Esta tesis de la privanza justificada en términos de la amicitia y el amor es una idealización surgida de la pluma del confesor del duque de Lerma. No obstante, el tono del «Discurso del perfecto privado» no entra en detalles sino que abunda en elucubraciones teóricas aplicables 16

Maravall, 1969, pp. 92-93. En todo caso no hay que olvidarse de que los actores de la privanza, es decir, el privado y el soberano, se refieren al oficio como «ministro». 18 Feros, 2002, p. 216-227. 19 Maldonado, Biblioteca Nacional, Madrid, Mss. 18721/48, f. 1r. 17

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a la casuística de la filosofía política, pero difícilmente transportables al día a día. Lo que es bien remarcable en términos de la cultura de la temprana modernidad es que basa la privanza en la igualdad, el amor y la perfecta amistad. Respecto a la igualdad, ya dijo Tomás y Valiente que la privanza es parte de una estrategia de los grandes para copar empleos y poder en cortes y administraciones, de manera que el Estado y la monarquía terminarán jugando a favor de las familias aristocráticas20. Por otro lado, en la retórica y teoría de la amicitia en la época, la igualdad preexiste a la amistad, por tanto este era un problema teórico de importancia: se debía justificar la igualdad entre valido y soberano para comprender la posibilidad de amistad entre ellos. En cuanto a la «amistad perfecta», la noción del privado-amigo va a tener un éxito rotundo en manos de Lerma. Tanto la literatura como el teatro van a reflejarlo. Tal vez quien mejor haya comprendido la importancia del discurso de la amicitia en el proyecto político del absolutismo institucional es Tomás y Valiente. Para este historiador, la amistad es condición sine qua non del valimiento. La amistad entre el rey y el valido preexiste al puesto: «hay ingredientes en la figura del valido que no se dan en la del secretario de Estado: ambición de mando, alta categoría nobiliaria y la inicial y profunda amistad con el rey, disfrutada antes de que el príncipe fuera rey»21. La importancia que Tomás y Valiente da a la amistad en su estudio de la estructura institucional del valimiento es cuando menos remarcable. Tuvo el gran acierto de reflejar aspectos emocionales de gran peso en el conjunto estructural del valimiento. Estos aspectos emocionales capturaron la atención de las audiencias del teatro áureo y determinaron el desarrollo genérico de las comedias de los dos amigos, del valido y del secretario. En lo que tituló un «Examen detallado de la literatura en torno al valido», Tomás y Valiente hace una recensión de una serie de escritos sobre el tema donde sobresale la recurrencia de la noción de la amistad tanto en las citas, como en sus comentarios de estas22.Y es que este historiador leyó con detalle los escritos de Maldonado y otros muchos, buscando una explicación razonable al complejo entramado emocional y funcional de la privanza-amistad en la literatura política. 20

Tomás y Valiente, 1982, p. 62. Tomás y Valiente, 1982, p. 53. 22 Tomás y Valiente, 1982, pp. 130-140. 21

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Otro lermista dentro de este debate político fue Juan Fernández de Medrano. Escribió la Republica mista, publicada en la Imprenta Real en 1602, y dedicada a don Francisco de Sandoval. Tiene muchas características de la obra de encargo y de los productos del mecenazgo dentro del círculo de Lerma. Fernández de Medrano hablaba del mismo tema, aunque en formas más oblicuas que Maldonado, sin llegar a solapar las categorías de privanza y amistad de forma tan inequívoca. Pero sí idealiza al privado. Defiende la honestidad del privado por medio de la metáfora de las alas y del vuelo de Ícaro. Respecto a las asignaciones de puestos injustas, menciona cómo en España nadie compra los puestos y los favores que no se merezcan, ya que eso sería volar con alas de oro, tan pesadas que les harían hundirse en su vuelo de ícaros23. Francisco de Quevedo fue uno de los primeros en escribir sobre la privanza en tiempos de Lerma: Discurso de las privanzas (h. 1606-1608)24. También Quevedo fue uno de los primeros en vilipendiar a Lerma y en mostrar su desencanto en multitud de obras, especialmente en Grandes anales de quince días25. Quevedo también cultivó el género de la comedia de privanza. Escribió obras de teatro donde el tema de la privanza alcanzó una gran atención: Cómo ha de ser el privado y La privanza desleal y voluntad por la fama. En el «Discurso de las privanzas», Quevedo define esta relación y amistad en la primera frase de su ensayo, «digo que privanza, en sí, es un amor o afición entre muchos sujetos determinado a uno» y matiza más tarde que ese uno tiene el oficio de intermediario, «el privado es un medio entre el rey y el pueblo»26. En estas definiciones de un observador político privilegiado en la época en la que ya se veían los resultados negativos de la experiencia lermista, llama la atención que hable de amor, pero no de amistad. Sería erróneo, sin embargo, decir que Quevedo ignora el tema de la amicitia en la privanza. De hecho, dedicó dos capítulos a los amigos, los aduladores y los enemigos del príncipe o del privado. Este discurso se

23

Fernández de Medrano, Republica mista, p. 148. Quevedo, Discurso de las privanzas, p. 57. 25 Ver una lista de esas obras en el prólogo de Díaz Martínez (Quevedo, Discurso de las privanzas, pp. 62, 64). Feros inicia su biografía de Lerma con un análisis de la influencia que tuvieron los Grandes anales de quince días en nuestra forma de ver la administración de Lerma (Feros, 2002, pp. 17-18). 26 Quevedo, Discurso de las privanzas, pp. 197, 211. 24

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encuentra dominado por una vena anti maquiavelista; además de incluir alusiones al buen saber hacer de Felipe II con sus privados, en una clara comparación entre hijo y padre. En definitiva, el panfleto se puede resumir en esta frase en la que dice: «de la privanza, apruebo usar de ella pero no fiarse»27. Prudencia, la vía del medio, la obediencia, e incluso la desconfianza llenan las líneas del capítulo cuarto del Discurso de las privanzas. Años más tarde y en las Islas Británicas, Francis Bacon dio su opinión pesimista sobre estos amigos en un tono práctico y sensato. En su ensayo sobre la amistad, escrito dentro de los límites de una sociedad estamental inglesa entre 1610 y 1625, Francis Bacon iba más allá. Bacon calificaba de «imposibles» las amistades entre un príncipe y un privado. Achacaba la existencia de este tipo de «imposibles» amistades a la soledad del príncipe, el cual llega a comprar amistades a costa de su propia seguridad. Como dice el filósofo británico, la única solución a la diferencia de fortuna entre príncipe y vasallo es elevar a este último para crear una ficción de igualdad: It is a strange thing to observe how high a rate great kings and monarchs do set upon this fruit of friendship whereof we speak: so great as they purchase it many times at the hazard of their own safety and greatness: for princes, in regard of the distance of their fortune from that of their subjects and servants, cannot gather this fruit, except, (to make themselves capable thereof) they raise some persons to be as it were companions and almost equals to themselves, which many times sorteth to inconvenience28.

La reflexión de Bacon es útil en este libro ya que indica la extensión que tuvo el debate sobre la privanza en Europa. Probablemente las reflexiones de Bacon se refieren a los casos de privados en las Islas Británicas, pero existe la posibilidad de que también sean un comentario sobre ideas que se ensayaron en España en los albores de la privanza de Lerma, modelo de privados en otras monarquías europeas. De hecho, Pedro de Maldonado, confesor de Lerma, decía en su «Discurso del perfecto privado» (1601) —abundantemente copiado, imitado y plagiado— que había varias causas para la existencia de un

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Quevedo, Discurso de las privanzas, p. 216. Bacon, 1991, p. 203.

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privado29. Para el fraile agustino, la segunda causa es la naturaleza humana y las necesidades emocionales que se derivan de ella: se funda en la naturaleza humana de que no se pueden desnudar los reyes. Por qué le hemos de negar a un corazón afligido de un rey un amigo particular de quien el Espíritu Santo dijo: el amigo fiel es escudo..., el que lo halló, halló un tesoro30.

Maldonado, como más tarde lo haría Bacon, reconoce que en tales operaciones de favoritismo y privanza surgen inconvenientes, aunque pone mucho menos énfasis en los contras, ya que su objetivo es defender la institución de la privanza, mientras que Bacon expresa serias dudas respecto a la ecuación privanza-amistad que se ensayaba en España y, por imitación, en otros países. Esta diferencia entre Maldonado y Bacon es un perfecto ejemplo del debate dentro del que entran las obras de teatro insertadas en los Cigarrales de Toledo, con sus variedades de privados y diferencias en los resultados de la relación. En un manuscrito anónimo, «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», se observa que la ecuación secretario-privado-amigo adquirió un gran peso y una gran aceptación en la literatura política; a la vez que despertaba grandes precauciones. Este discurso anónimo tiene la característica asociación de la privanza con la amistad de los primeros escritos en tiempos de Lerma. Reconoce que la «buena» amistad se forja entre iguales, pero establece con contundencia que la valía del ayudante del príncipe también les iguala: Y aunque la amistad para ser buena, ha de ser entre iguales, y la diferencia de Rey a vasallo parece la hace incapaz, todavía el merecimiento que tiene en sí la virtud, valor y prudencia de uno, su experiencia, y capacidad de diversos géneros de negocios, adquirida por el trato de muchos, visto y comunicado varias tierras y gentes, ayudándose también de las historias...

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Además de existir numerosas copias de este escrito de Maldonado, resultó ser modelo para pensadores y plagiadores en tiempos de Felipe IV y Carlos II. Lo expoliaron Laynez (1641) y también Navarra y De la Cueva (1669); lo imitaron en mayor o menor medida Andrés Mendo (1657), Vicente Mut (1640), Ortega y Robles (1647), Mártir Rizo (1626), Martínez de Herrera (1631), Solorzano, Baños de Velasco (1670, 1674) (Tomás y Valiente, 1982, p. 132). 30 Maldonado, Biblioteca Nacional, Madrid, Mss. 18721/48, f. 2r.

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obliga al buen Príncipe, a amor y comunicación ordinaria, fundamentos y vínculos fuertes para la amistad [sic]31.

La amistad, por tanto, sería inevitable conforme a este «Discurso sobre los privados», siempre que la amistad se base en categorías morales de virtud, valor y prudencia, además de en las muy convenientes experiencia social y capacidad política. Estas características inevitablemente atraerían el amor del príncipe hacia su consejero. Añadiendo el trato diario al amor, se desemboca en la amistad entre príncipe y privado. Hay una cierta inevitabilidad en el discurso de la amistad masculina que es inherente al sistema organizativo de la temprana modernidad. Es un discurso estructurado y estructurante que se forja sobre unos hábitos culturales y unas ideologías políticas propias de las comunidades anteriores al racionalismo y la ilustración. Si la amistad, dentro de este discurso, en concordancia con las teorías aristotélicas y platónicas de la amistad, se basa en amor que despiertan la virtud, la comunicación habitual y la igualdad, el autor también abre una puerta a las amistades entre desiguales. Es decir, a que un príncipe y un vasallo puedan ser iguales gracias a la elevación de estatura que darían al inferior su experiencia, valor, prudencia, virtud y eficiencia. Por tanto, el valido-amigo puede existir más allá del limitante secretariado, en unas ciertas condiciones, en su mayoría relacionadas con la ética y la política. En el «Discurso sobre los privados y como ha de governarse el Príncipe con ellos», la tríada inicial —virtud, valor y prudencia— se asocia a la amicitia masculina y el binomio final —experiencia y capacidad— adornan al secretario perfecto. Así pues, emotividad y funcionalidad se juntan en la idealización del amigo del príncipe: el privado. De hecho, la cuestión de la valía como justificante de la ascensión al secretariado —por ende, a la amistad y privanza con un superior— ya se menciona por su absoluta ausencia en los casos de Mireno y don Antonio en El vergonzoso en Palacio; por el contrario la prudencia, experiencia y capacidad aparecen más que probadas en Fisberto dentro de El celoso prudente. La virtud, el valor y el amor se representan con claridad en don Manrique, en Cómo han de ser los amigos, pero el conflicto surge en cuanto a quién van dirigidas estas virtudes, si al conde de Fox

31 «Discurso sobre los privados y como ha de governarse el Principe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, p. 151r.

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o al rey de Aragón. Las decisiones que toma don Manrique respecto a la competencia entre estas dos lealtades políticas es el núcleo de la obra. Una vez mencionada la cuestión del limitante secretariado que puede expandirse hacia la amistad, y más tarde a la privanza —esta es la tesis de Tomás y Valiente, que hace eco de la lógica de los escritos en tiempos de Lerma—, hay que reconocer que respecto a la continuidad entre secretariado y privanza, también, se escribió. Antonio Pérez, en 1601, trata el tema y Francisco Vermúdez de Pedraza, en El secretario del rey, en 1620, define al privado como un secretario más: «en la sustancia el privado viene a ser el secretario, porque el ejercicio es lo que le hace, y no el nombre o la pluma»32. En resumidas cuentas, en las prosas de Pedro de Maldonado (1601), Juan Fernández de Medrano (1602), en el anónimo «Discurso sobre los privados», en Francisco de Quevedo (h. 1606-1608) y en el ensayo sobre la amistad de Francis Bacon (h. 1610-1625) queda establecido que la amistad y la privanza tienen una solución de continuidad discursiva y acaso en la práctica también, aunque algunos autores tengan sus reparos. Asimismo, en los escritos de Antonio Pérez (1601) y Francisco Bermúdez (1620), la privanza tiene continuidad con el secretariado. Esta realidad que existe en Antonio Pérez, y otros, no quita para que Tomás y Valente afirmara que existe una diferencia fundamental entre el privado y el secretario. Entre el secretario y el rey, no era necesaria la amistad, y si llegaba a haberla era «sobrevenida» con el trato y la confianza. La amistad nunca fue una causa para la asignación del cargo de secretario, mientras que para el privado sí. Como afirma este historiador, en varias instancias, el oficio de la secretaría era una plataforma privilegiada para que, con la asiduidad del trato y la eficacia en el trabajo, surgiera la amistad con el monarca, y de ahí la privanza33. Todo lo cual nos lleva a establecer que existía una ecuación secretariado, amistad y valimiento en el pensamiento político, tal y como lo atestiguan un gran número de escritos sobre la privanza en tiempos de Lerma y Felipe III34. Ahora, falta ver si se sustanciaba una conexión entre las comedias de privanza, del secretario y las de amistad masculina.

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Vermúdez, 1620, p. 12r. Tomás y Valiente, 1982, pp. 41-44. 34 Antonio Feros ha dicho que la solución vino de la mano de intelectuales como Juan Fernández de Medrano y fray Pedro de Maldonado. 33

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1.3. Conexión entre valimiento, secretario y amistad Respecto a la conexión entre el valimiento, la amistad y el secretariado en el teatro del Siglo de Oro, una reflexión sobre las clasificaciones tipológicas de la comedia es útil. Las comedias del privado y del secretario, dijo Marc Vitse, son variantes de la misma tipología35. Yendo más lejos, Miguel Zugasti afirma que las comedias de privanza, del secretario y de los dos amigos pertenecen al mismo grupo. Es en la «comedia seria» y en especial en el subgénero de la «comedia palatina» donde el tema de la amistad surge con abundancia, llegando a conformar las piezas de amistad un «ciclo temático o subgrupo particular». De forma que dentro de la comedia palatina «igual que hay comedias de privanza, de figurón o de secretario, hay comedias de amistad»36. Es decir, que las piezas de privanza, secretario y amistad están relacionadas en su tipología. Además, en el contenido también tienen un denominador común, son obras donde el sistema clientelar conforma el espacio en el que se mueven los personajes. Estas relaciones tipológicas y temáticas son aplicables al teatro de Cigarrales de Toledo. Por ejemplo, en El celoso prudente, buenos privados, como el aguerrido don Sancho, el atento Fisberto y el gracioso Gascón, alcanzan estados con los que nunca habrían podido soñar. En El vergonzoso en palacio, también tienen lugar estos milagros de ascensión. El secretario medra y ama gracias al favor de su señora37. En Cómo han de ser los amigos, tramas concurrentes de amistad, privanza y mecenazgo entrechocan con el deber, honor, amor y deseos de los personajes. Los

35 Vitse hizo una sistematización de géneros y subgéneros de la comedia dentro de la cual la comedia del secretario está construida sobre el modelo de la comedia del privado (Vitse, 1990 , p. 567). 36 Zugasti, 2001, p. 158. 37 Por supuesto hay otras líneas de investigación para El vergonzoso en palacio, aunque estas tramas de ascensión social aquí se vayan a analizar y aunar dentro del contexto del sistema de asignación de favores y mercedes de la temprana modernidad. En cuanto al matrimonio, ver el análisis de Conlon (1988) basado en teorías freudianas de la oposición entre deseos individuales y orden social. Roux evoca el mito de Narciso para analizar la ambición de Mireno. El humor, la ironía y la sátira forman una de las grandes líneas de investigación de la obra de Tirso, y de esta obra de teatro también; ver Hesse, 1989; Caconica, 1990; Albrecht, 1992; Florit 2001; entre otros. El uso de los silencios se ha estudiado por varios críticos, ver el resumen que hace De Armas (2006, p. 9).

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hechos en estas tres obras se acumulan de tal forma que si la privanza y el secretariado tienen múltiples conexiones, como dicen Vitse y Zugasti, el tema de la amistad las tiene con ambas instituciones dentro y fuera del libro. 1.4. La unidad en la miscelánea Debido a que los Cigarrales de Toledo son un producto de la cultura del mecenazgo, esta pretensión mía sobre los temas de las tres obras de teatro insertadas nos lleva a la cuestión de su unidad alrededor del secretariado, la amistad y la privanza —tres formas de expresión de la economía del mecenazgo—. Se ha considerado que las obras de teatro incluidas en Cigarrales de Toledo son un añadido que no vendría demasiado al caso. Hasta el punto de que El vergonzoso en palacio se publica, edita, lee y estudia por separado las más de las veces. Cierto es que El vergonzoso en palacio, al igual que Cómo han de ser los amigos y El celoso prudente, es una obra teatral autónoma, pero cuando el maestro Tirso de Molina las inserta y publica en una elaborada colección de novelas, resulta difícil creer a pies juntillas que no exista relación tanto entre las obras de teatro, como entre estas y el resto de la colección. De hecho, varios críticos han visto cierta unidad en el libro, como André Nougué, Pilar Palomo Vázquez y Ángela Morales. Aunque los Cigarrales de Toledo sean una miscelánea y que sus partes fueran compuestas en diferentes épocas, hay críticos que para defender la integridad del libro han buscado temas unificadores y ejes discursivos. Por ejemplo, André Nougué se esforzó en desenmascarar los personajes de la obra y en analizar la trama como un escenario social. Por otro lado, los trabajos de Nougué por contextualizar la obra y los personajes en ciertos círculos de la vida histórica de la corte y de Tirso son pertinentes. Su acierto radica en mostrar, no tanto la realidad histórica de las máscaras de los personajes, sino la importancia que Tirso concede a retratarse dentro de un círculo social distinguido, protector y acogedor. Asimismo, Pilar Palomo Vázquez ha dicho que existe un tono aristocratizante en todo el conjunto, el cual opera como un elemento unificador de la práctica totalidad de la obra. Dice Palomo en la introducción a su edición:

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Ese argumento que ‘lo comprenda todo’ que Tirso anuncia es, realmente, la técnica de los Cigarrales, donde únicamente la novela Los tres maridos burlados se escapa, no ya de ese argumento, sino del tono aristocratizante de la narración. Porque Tirso, al reunir en sus Cigarrales tantas unidades aparentemente desconectadas entre sí, lo ha realizado atendiendo a esa teoría novelesca expuesta de que, en un todo, las partes no pueden estar desconectadas de la causa que las genera38.

No obstante, sí creo que «Los tres maridos burlados» forman parte del conjunto de significados del mundo del mecenazgo. Las mofas sobre el tema de la infidelidad, como el caso de la novela «Los tres maridos burlados», a la que se refiere Pilar Palomo, es parte de una reflexión, en tono de humor, sobre la fidelidad, además del interés. Sobre todo del interés de las mujeres, que en la novella, como en las tres obras de teatro son representadas bajo una luz bien misógina. Las mujeres aparecen como intrigantes y calculadoras en las cuatro piezas insertadas, mientras que un cierto número de los hombres en las comedias son presentados como perfectos ejemplos de amistad y fidelidad, en definitiva del altruismo. Nada muy sorprendente, si se tiene en cuenta la misoginia imperante en las teorías sobre la virtud, la amistad y la fidelidad en la época. Pero volviendo a la idea del tono aristocratizante en Cigarrales de Toledo, este es coherente con las referencias emblemáticas a la magnificentia y el decorum, y con las asimilaciones de don Luís Suero al ideal del cortesano renacentista. La fidelidad idealizada suele cristalizar en temática y gustos aristocratizantes. Para Ángela Morales,Tirso sacó gran fruto de las enseñanzas de Cervantes en la segunda parte de Don Quijote, e hizo que las partes insertadas en la trama principal no pareciesen una «procesión de disciplinantes»39. Como consecuencia, con la excusa de celebraciones veraniegas en diferentes cigarrales, las comedias se encuentran bien engarzadas a nivel estructural. Quisiera remarcar el hecho de que en Cigarrales de Toledo tras cada obra teatral hay una serie de comentarios metaliterarios que ayudan a engarzar teatro y prosa en el conjunto. . 38

Tirso, Cigarrales de Toledo, p. xix. «Tirso de Molina fue, a nuestro parecer, el único de los autores de colecciones de novelas que entendió la lección cervantina ofrecida en la Segunda parte del Quijote y en el Persiles, porque su preocupación mayor, como explica en el prólogo, es la de conseguir una estructura globalizadora que fuese capaz de sostener las novelas formando un todo y no como ‘en procesión de disciplinantes’» (Morales, 1996, pp. 209-210). 39

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A las exploraciones de Nougué, Morales y Palomo Vázquez, se va a añadir aquí que hay más ejes discursivos que unifican todo el libro. Se trata de los temas del mecenazgo —del que se ha tratado en los capítulos anteriores— y de la comparación del debate sobre la privanza en tiempos de Felipe III con los desarrollos literarios del secretariado, la amistad y el favorito. Como se dijo en la introducción, centrar el análisis del teatro a luz de los debates de privanza escritos en tiempos de Lerma es pertinente, ya que los Cigarrales de Toledo fueron escritos antes de 1621 y que las piezas teatrales insertadas lo fueron antes de la caída de Lerma en 1618. Asimismo, es de actualidad dado que últimamente, el debate sobre la privanza durante el ministerio de Lerma ha sido objeto de escrutinio por varios historiadores, por lo menos, en España, Italia, Francia, Estados Unidos e Inglaterra, y requiere cierta atención de la crítica literaria40. Como punto final respecto a la cuestión de la unidad, hay que indicar que reaparece en las piezas teatrales el tema de la escritura y la pluma como medio de ascensión social. La cuestión de la ascensión social y de la privanza es un aspecto constante dentro de Cigarrales de Toledo. Como ya se ha visto en los capítulos anteriores desde la portada de la edición príncipe el mecenazgo se encuentra inscrito en el libro. Como si hubiera una tremenda ansiedad en el autor por representarse dentro de la flor de la sociedad cortesana. Hasta el punto de que el ingenio, la amistad y la fidelidad justificarían su inclusión dentro de ella, al igual que les ocurre a los bienaventurados personajes de sus obras de teatro. A través de los quicios en los que se insertan las puertas abiertas —las diégesis, en narratología— de las obras de teatro, se aprecia un pensamiento figurado que era normal en la época: la ascensión por medio de la pluma y del ingenio. El simbolismo de las alas que el mecenazgo proporciona al ingenio se renueva en varias ocasiones en los Cigarrales de Toledo, dando un sentido de unidad al libro. Haciendo una recensión de los momentos donde las alas hacen su presencia, uno se encuentra con todo un campo de signos y significados. La lista, sin ser exhaustiva, debería de incluir estas instancias. En la portada, las alas saturan las ropas y las manos; coincidiendo sus significados con la emblemática sobre la ambición, la escritura, el ingenio y el servicio. En el frontispicio del libro, no solo la alegoría del 40 Ver Schroth, 1990; Elliot y Brockliss, 1999; Feros, 2002; Escudero, 2004; Williams, 2010; Carrasco, 2009; Banner, 2009; Alvar, 2010, entre otros.

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ingenio luce gran cantidad de alas en su ropa41, sino que también surgen alas de los puños de ambas alegorías. Don Suero (el Favor) y Tirso (el Ingenio) sostienen el laurel de la fama al que el ingenio llega gracias al favor y que el favor también alcanza por medio del ingenio de su favorecido. Hay que incluir en esta lista las alas postizas que usa el poeta Tirso en una de las barcas de la justa náutica sobre el río Tajo. En cada ala de su disfraz, Tirso luce un lema: Ingenio y Estudio. Este retrato de Tirso dice: Trepaba el pastor por ella, vestido un pellico blanco con unas barras de púrpura a los pechos, marca de los de su profesión, y ayudábanle a subir dos alas, escrito en la una: Ingenio / y en la otra: Estudio / volando con ellas tan alto que tocaba ya con la mano a la corona42.

Finalmente, dentro de El vergonzoso en palacio, alas ofrece doña Madalena a su deseado Mireno, para que este pastor se eleve hasta ella, en calidad de secretario. MIRENO.

¿Cómo he de poder volar con solamente una pluma?

MADALENA.

Con las alas del favor; que el vuelo de una privanza mil imposibles alcanza43.

Una de estas manifestaciones de la valía de un individuo y de su ambición es la «privanza», a la que se refiere Madalena en El vergonzoso en palacio. En definitiva, alas y plumas abundan en Cigarrales de Toledo como símbolos de la escritura, de la valía y de la ambición.Y la valía llevaba a la posibilidad de la amistad44. Pero este motivo de las plumas no es nuevo ni fuera ni dentro del libro. Bravo de la Serna dijo en 1674 que una «Monarquía sin letras» es un «Imperio sin luz» y Nebrija había dicho casi dos siglos antes que 41 No por coincidencia, este ingenio alegorizado es un supuesto retrato de Tirso de Molina (Cioranescu, 1981). 42 Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 84-85. 43 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 147. 44 «Discurso sobre los privados y como ha de governarse el Principe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, p. 151r.

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su gramática ayudaba a forjar el imperio. En la Península Ibérica, por tanto, existía una conciencia de que la estabilidad de un poder político extenso dependía de las letras y el ingenio de las correspondientes plumas creadoras45. Bravo de la Serna publicó esta frase prácticamente al final del gran ciclo de teatro áureo, que acaecerá con la muerte de Calderón de la Barca. La importancia de la gramática, las plumas y sus producciones no solo tuvo trascendencia para el imperio y sus estructuras administrativas y militares, como lo había previsto Nebrija, sino que se expandió por toda la sociedad durante la temprana modernidad. La escritura llegó a ser tan influyente que trocaba la vida diaria, al igual que la realidad social transformaba la escritura —incluso desde los extramuros de la sociedad oficial, imperial y cortesana— por medio de los nuevos productos de la prensa, y de las cada vez más extensas prácticas epistolares, autobiográficas y mercantiles46. Las plumas y las alas como símbolo de la escritura y de la ascensión social, que tanto abundan en Cigarrales de Toledo, son parte de estas prácticas textuales que dieron forma a la temprana modernidad; a la vez que la escritura y la ascensión social necesitaban del favor en una sociedad estamental dominada por una economía del mecenazgo. En la economía del mecenazgo del siglo XVII apareció un intermediario, que aunque no era nuevo, sí ocupó un lugar con unas dimensiones enormes en el imaginario intelectual y político de la época. Se trata del privado, junto con sus prebendas, sus redes familiares y cadenas de clientes asociadas. Una red que condicionaba la actividad del país en lo que algunos han considerado una «cleptocracia» institucionalizada, y otros un ensayo de nuevas formas administrativas en el largo camino desde el absolutismo real, al despotismo ilustrado y a la nación monolítica47. En todo caso, la controversia estaba servida antaño, como lo está ogaño. 45 M. Bravo de la Serna, Espejo de la juventud, Madrid, Marco de Espinosa y Arteaga, 1674, p. 246 (Castillo Gómez, 2006, p. 7). 46 Castillo Gómez, 2006, pp. 9-12. 47 Ver el marco intelectual anti-corrupción dentro del cual inserta Alfredo Alvar Ezquerra su biografía del duque de Lerma, en «Unos apuntes retóricos sobre un sistema amoral» (Alvar Ezquerra, 2010, pp. 29-44). Por otro lado, Antonio Feros comenta sobre la cuestión de los «chorizos», diciendo que para evitar simplificaciones lo «que interesa es analizar las teorías, las ideas, los contextos políticos e intelectuales que nos ayuden a recuperar la complejidad de ese periodo, y de las acciones de algunos de sus más prominentes actores» (Feros, 2002, p. 27).

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2. Si existe algún orden y concierto en esta literatura política de antaño es que los documentos se pueden clasificar conforme al destinatario del escrito y, subsidiariamente, según el programa político del escritor48. Este tipo de clasificación ayuda a evaluar el contenido e incluso a vislumbrar una estructura en el corpus. Existen documentos dedicados al príncipe (Felipe III), hay escritos dirigidos al privado (Lerma), y otros dirigidos a ambos. Han existido varias sistematizaciones de contenidos, pero casi siempre han abarcado las obras sobre la privanza de todo el siglo XVII. MacCurdy propuso una sistematización del contenido de esta «literatura doctrinal» sobre la privanza que coincide con la mía en que subraya las relaciones entre teatro y escritos políticos; pero utiliza documentos sobre la privanza sin discriminar las épocas en que se producen49. Igualmente procede Tomás y Valiente, quien explícitamente rechazó el análisis evolutivo de estos escritos. Por lo tanto, no estudió por separado las obras producidas hasta 162050. Sin embargo, aquí sí es pertinente discriminar entre documentos escritos antes y después de 1620, ya que estamos analizando obras de teatro, escritas en tiempos del gobierno de Lerma (1599 a 1618). Además, en el terreno literario, ya advirtió Cauvin que sí hubo una transformación en el tono y contenidos de la comedia de privanza antes y después de 1620. Todo lo cual, se puede corroborar con el hecho de que, con el cambio de reinado en 1621, se transformó el tono y contenido de los escritos sobre la privanza. Los escritos dirigidos a Lerma alaban la funcionalidad y necesidad del privado a la vez que le aconsejan como si de un espejo de privados se tratase. Por ejemplo, en las «Advertencias al Duque de Lerma, cuando en la privanza con el Señor Rey Don Felipe Tercero», 1598, se relata cómo conducir las exequias fúnebres de Felipe II51. Además de incluir detalles 48 Han llegado a mi conocimiento poco más de media docena de tratados políticos sobre la privanza en tiempos de Felipe III. De donde se deduce que la mayor parte de esta literatura se produjo en los reinos de los dos últimos Habsburgos, aunque siempre los tratados iniciales son la base de muchas obras posteriores. 49 MacCurdy, 1978, p. 56. 50 Tomás y Valiente, 1982, p. 147. 51 También habría que incluir aquí que, con un acercamiento equiparable, en 1612 se escribió el tratado de Pedro Fernández Navarrete que lleva el título de Carta de Lelio Peregrino a Estanislao Borbio, privado del rey de Polonia, publicado en 1621 (MacCurdy, 1978, p. 60).

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sobre la estrategia para efectuar la transmisión de poder a los hombres de Felipe III. Para ello, conviene disolver los consejos del viejo monarca y alejar de la corte a los antiguos consejeros. Respecto a los grandes de España, receta que a los cabezas de las grandes casas aristocráticas se los destine en puestos alejados del centro de poder. Entre los primeros escritos dirigidos al soberano Felipe III, hay plumas que favorecen la privanza y que abundan en nociones maquiavélicas de razón de Estado, como fray Maldonado, y su «Discurso de perfecto privado», 1601. Pero, otros ingenios subrayan el peligro que supone el privado para la Corona. Existe un panfleto anónimo que usa teorías estoicas, además de una defensa de la multiplicidad de consejeros, como se aprecia en «Discurso sobre los privados y como ha de governarse el Príncipe con ellos», un documento que nunca he encontrado citado en otros trabajos sobre la privanza52. El anonimato de este legajo puede indicar que se escribiese en momentos políticos poco favorables para los consejos y consejeros. Para 1620, Bermúdez de Pedraza publicó su libro El secretario del rey: a Felipe III, monarca segundo de España, que es una abierta defensa de la multiplicidad de secretarios y un elogio de la historia de los secretarios de Estado. Pero, también, hay casos en que, aunque el dedicatario es el príncipe, se incluyen consejos para el privado, creando un discurso ambivalente según la sección que se extraiga, pero definitivamente antirrazón de Estado, como sucede en el Discurso sobre las privanzas, 1606-1608, atribuido en varias ocasiones a Francisco de Quevedo53. Quevedo, como muestran críticos e historiadores, produjo un amplio y sustancioso corpus sobre la privanza. Además, tuvo un papel fundamental en el uso del neologismo aurisecular «valido», como se vio más arriba. De estos cinco documentos del reinado de Felipe III, lo que nos interesa aquí es que forman una unidad en la polifonía de voces que articuló el debate en tiempos de este rey. Y esta «querella del privado» es la base de las tramas de secretariado-amistad-privanza en la comedia

52

Se puede incluir en esta categoría el escrito de fray Juan de Santa María, Tratado de república y política cristiana: para reyes y príncipes y para los que en el gobierno tienen sus veces (2a ed., 1619) (MacCurdy, 1978, p. 59); Tomás y Valiente indica que la fecha de la primera edición es 1615. 53 Tengo conocimiento de otros documentos producidos durante el reino de Felipe III: fray Juan de Salazar, Política española, 1619; Francisco Bermúdez de Pedraza, El secretario del Rey, dirigido a Felipe III, fecha de la licencia para imprimir 1620.

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y en Cigarrales de Toledo. Aquí nos vamos a centrar en una lista de temas que no es exhaustiva y que solo concierne a los documentos indicados: (1) la identificación de quién es realmente un privado y el debate sobre el número de validos, (2) el merecimiento del favor real, (3) la profesionalidad en el privado, (4) amén de la inevitable discusión sobre la ambición, la corrupción y el abuso de confianza en el privado; y (5) el agradecimiento del rey en la relación.Todos estos elementos florecen en las páginas sobre el valimiento y política escritas durante el reinado de Felipe III y sin pretender cubrir el tema exhaustivamente nos van a servir como una guía flexible y maleable para el análisis de la relación entre el teatro en Cigarrales de Toledo y la literatura política sobre el lermismo. Hemos hablado de las definiciones del privado en varios documentos, pero en la práctica la cuestión de qué constituía un privado o no, envolvía una gran dosis de subjetividad. Si alguien era solo un secretario o si privaba con el príncipe y si llegaba a ser su amigo era una cuestión de opinión. En el teatro, en la historia y en la historiografía, también ha existido una gran variedad de adjudicaciones del término valido. Ahí está el caso de Antonio Pérez, él mismo se llegó a arrogar el papel de privado de Felipe II en sus escritos durante el reinado de Felipe III. Esta asunción de Antonio Pérez sigue hoy día siendo una cuestión de opiniones entre los historiadores. Pasando al teatro, nos encontramos con un uso creciente e indiscriminado del término.Valgan como ejemplos los siguientes: en El vergonzoso en palacio el camarero Figueredo «priva mucho»; en El celoso prudente don Sancho y otros dos privan con el rey de Bohemia; y en Cómo han de ser los amigos, un caído en desgracia termina siendo el valedor de un noble y el general de un rey. A la cuestión de la subjetividad en la categoría del privado, se añade el exclusivismo. A menudo, tras la definición de «privado» llega una discusión sobre cuántos validos puede, o debe, tener el príncipe; y en caso de que quepa la multiplicidad se aborda la funcionalidad de los diversos tipos. Esto es, de la identificación de la categoría, se pasa a su evaluación. Por supuesto, debido a la falta de claridad en la categoría «privado», surgen aún mayores confusiones en el esfuerzo evaluador de los tipos de privados. Algunos los clasifican en familiar, íntimo y político54. Otros clasifican las privanzas entre aquellas que obedecen a la inclinación natural a la virtud o al vicio; las 54 «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, pp. 151v-152r.

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granjeadas con «caricias, regalos y lisonjas». En definitiva, existió un sinfín de «otros mil géneros de privanzas» como dice Quevedo55. Las estructuras administrativas tenían mucho que ver con esta dificultad definitoria. La indefinición de la categoría «privado» se debe a que, en las regulaciones de las estructuras administrativa y política, no existía una figura semejante. El «privado» en realidad operaba desde los márgenes de la maquinaria de gobierno, y por encima de todo el sistema gubernamental y cortesano, salvo el monarca. Como indica Oliveira, Quevedo expresó este paradójico vacío institucional para la figura del valido: dificultad tiene saber cuál, porque parece que todo y que nada: todo, porque es dueño de la voluntad del rey; nada, porque si han de dejar su autoridad a los Consejos, jueces y ministros, no le queda a él cosa alguna56.

Este tema de las clasificaciones de los privados en diferentes tipos lleva una negación intrínseca de la exclusividad de la privanza. A menudo, viene aparejado de advertencias al rey sobre la necesidad de tener el mayor número posible de privados y consejeros. Tal vez detrás de esta opción se pueda ver una defensa de los intereses de los consejos y los consejeros frente a los del privado; amén de los deseos de la alta aristocracia y su hambre de puestos. Por ejemplo, la multiplicidad de validos es un consejo en el que insiste el «Discurso sobre privados». Pidiendo consejo a una variedad de individuos e instancias: conocería también el Príncipe el talento, y capacidad de cada uno, para servirse de él en lo que juzgare más propósito sin depender siempre de proposiciones ajenas engañosas a ratos, como de hombres de carne y sangre, y no muy rendidos sus respetos57.

Vuelve sobre ello en los siguientes folios, con bonitas metáforas, y ataques a los privados en los que se acumula poder58. Seguramente la razón es que el documento va dirigido al Príncipe y que defiende los

55

Quevedo, Discurso de las privanzas, pp. 197-198. Oliveira, 2009, p. 662. 57 «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, p. 153r. 58 «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, pp. 154v y 155r. 56

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intereses de los consejeros que perdieron poder con la presencia de Lerma en la política a comienzos del reinado. Al alentar que se tengan multitud de privados, de hecho, se diluye la concentración de ese «amor en uno» y el poder del tal uno como intermediario entre el rey y los súbditos. Por otro lado, también se insiste en que exista más de un privado, como salvaguarda de los intereses del rey, lo que en cierta manera recuerda la diferencia entre el uso que Felipe II y Felipe III hicieron de los validos. Esta multiplicación de privados se hace realidad en el teatro también. Por ejemplo, dentro de El celoso prudente, el propio texto define como privados al menos a tres personajes.Y en El vergonzoso en palacio se busca un secretario, pero a la vez ya existe un camarero que priva mucho. Por añadidura, en Cómo han de ser los amigos, hay una extensión del valimiento-amistad en Aragón y Foix a un general que es un noble desterrado de Castilla. En fin, que la sustancia del significado del término «privado» parece diluirse no solo en la multiplicación numérica, sino que también en las funciones de estos personajes dentro del entramado cortesano. En realidad, el tema de la multiplicidad de validos surge tanto en los documentos a favor de la privanza como en los que tienen una postura más reservada, e incluso negativa. Pero hay una extraña relación entre el número de validos y la amistad verdadera. En ocasiones se aconseja al monarca que tenga muchos consejeros y privados ya que esta es una forma de ser realmente amigo del privado porque le evitará envidias y enemistades: Prudente rey que tal dispone, por los daños, que hay en lo contrario, y aun buen amigo se mostrará del privado, tratándolo así, pues le disminuye las causas de ser aborrecido59.

No obstante, el razonamiento de la multiplicidad de privados choca con el principio de la unidad en la amistad. El número de verdaderos amigos masculinos es habitualmente uno, en las teorías clásicas de la amistad60. En cambio, muchos de los escritos reconocen que puede haber 59 «Discurso sobre los privados y cómo ha de gobernarse el Príncipe con ellos», Biblioteca Nacional de España, Mss. 17772, p. 152r. 60 En las amistades femeninas, en la literatura de la temprana modernidad escrita por mujeres ocurre lo contrario, suelen ser tres o más; incluso llegan a formar una comunidad (Gil-Osle, 2014).

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multiplicidad de privados, con diferentes funciones, hasta llegar a la burla e inoperatividad de ser «mil», como en el panfleto de Quevedo. La ideal unidad de amor entre monarca y privado lleva a una concentración de privilegios. Una exclusividad que suscita la cuestión filosófica del merecimiento de los favores que recibe el favorecido o, en términos más comunes, la corrupción del favoritismo. Afirma Medrano que no solo es cuestión de la sensatez del comprador de favores, sino que el príncipe respondería de la inadecuada asignación de puestos, si ocurriese. Con todo lo cual, la corrupción es un imposible ya que el privado no se atreverá a ir más allá de sus capacidades, ni el príncipe será tan insensato como para pedírselo. De hecho, el príncipe queda tan idealizado en Fernández de Medrano que se le retrata como el más adecuado para premiar al merecedor y para ensalzar al capacitado61. Defiende, por tanto, las decisiones del príncipe incluso para delegar su poder: tampoco se ha de querer estrechar tanto a los príncipes, que no puedan honrar, premiar y levantar a quien por causas, y respetos particulares (que a nosotros son ocultos), se mueven a hacerlos pues para todos se extiende su humanidad62.

Defendía Fernández de Medrano que, al fin y al cabo, la defensa de la prerrogativa del príncipe para favorecer a un valido se basa también en las responsabilidades del príncipe, que incluso llegan al más allá. Como de todos era bien sabido —al menos bien repetido—, recaen sobre la cabeza y la salvación del alma del rey los actos de los malos ministros, con la consecuente destrucción de la república y florecimiento de los vicios, puesto que «el príncipe comete delito, cuando da a su rebaño un ruin pastor»63.Valgan estos pocos ejemplos de la floreada prosa y articulados razonamientos que Medrano ya utiliza en 1602 en su defensa de la idoneidad del rey para favorecer y del favorecido para privar. Enlazando con el teatro, todo esto del merecimiento de los favores, la arbitrariedad de estos y la humanidad de los príncipes surge en las actuaciones de Madalena en El vergonzoso en palacio, e incluso de las decisiones de su padre. Los favores que la noble Madalena otorga a un perfecto

61

Fernández de Medrano, Republica mista, p. 144. Fernández de Medrano, Republica mista, p. 143. 63 Fernández de Medrano, Republica mista, pp. 134-135. 62

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desconocido, Mireno, son bien arbitrarios, y lo afirma ella misma como si se tratase no solo de un derecho sino de un privilegio de su estado: MADALENA.

Con las alas del favor; que el vuelo de una privanza mil imposibles alcanza64.

En esta relación simbiótica, ambos esperan obtener una mejoría social y emocional. En cuanto a lo primero, Madalena introduce a Mireno en su círculo íntimo, además de aprender a bien escribir y leer; mientras que Mireno va a progresar en la escala social, pasando de pastor a profesor en la casa ducal. Favores y servicios forman un flujo constante en esta comedia del secretario-privado y Madalena no tiene ningún asomo de duda respecto a sus privilegios para escoger y elevar, como tampoco los tiene Medrano respecto al rey y la elevación de su amigo a privado. No obstante, el contrapunto a Medrano viene de la pluma del anónimo «Discurso sobre privados», en el que aconseja al príncipe que no dé demasiados favores ni oficios ni al privado político ni a sus familiares y deudos. Incluso receta que le espíe, que le amoneste, que le haga «disfavores», y sobre todo que tenga varios privados y varios ministros expertos, y numerosos consejos a todos los cuales debe acudir para que le adviertan de la mejor decisión a tomar en cada caso. Todo ello surge en este discurso anónimo después de un reconocimiento categórico de la amistad entre el privado y el rey. El discurso de Quevedo redunda en ello. De aquí, se deduce que aunque el concepto privanza-amistad preconizado por el círculo de Lerma fuera aceptado, el debate seguía abierto a otros niveles y en otros detalles de importancia en política. Por ejemplo, el precepto sobre la máscara de disimulo que necesita el privado en la literatura de privanza desde los exempla del Conde Lucanor hasta los consejos de Antonio Pérez en su Norte de príncipes. Disimulo en la relación con el rey aconseja Antonio Pérez al ministro entrante del recién coronado monarca. Le dice al duque de Lerma que no muestre demasiado entendimiento para no despertar la envidia de su rey. Antonio Pérez, en su dedicatoria, habla de cuatro orígenes de la privanza: por gusto, por obligación, por inclinación natural y por entendimiento. Los cuatro orígenes —dice— contienen el germen de las dificultades de mantener la relación entre señor y favorecido. Pero el 64

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Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 147.

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caso en el que más se explaya el ex secretario de Estado, Antonio Pérez, es el entendimiento. El entendimiento del inferior genera envidia en el señor. La envidia del príncipe tiene consecuencias nefastas. La solución para Pérez es el disimulo. La metáfora que usa Pérez es el juego de suertes. Para no despertar la envidia de su señor, el valido ha de fingir que es un jugador de ventura y no un profesional: procuraría que pareciesen los buenos sucesos de sus consejos acertamiento de buena ventura nacida de mucho cuidado y vigilancia en su servicio, para que le tomase amor el Príncipe, como los que en el juego desean jugadores de ventura más que de ciencia, porque lo primero causa afición a la persona, y lo segundo envidia65.

Este consejo tiene gran solera literaria. Dice Antonio Pérez que el exemplo proviene del Conde Lucanor y que se lo dio el duque de Alba un día en que se encontraban ambos en el retrete del rey Felipe II. Al de Alba se lo había narrado Ruy Gómez, valido del emperador Carlos V. Sin duda esa impresión de ser un jugador aficionado, la da Mireno en El vergonzoso en palacio. E incluso el nuevo secretario del duque. El que resulta ser excesivamente profesional es el condotiero don Manrique en Cómo han de ser los amigos, para su desgracia.Y en El celoso prudente ninguno de los validos peca ni de excesos frívolos ni de exabruptos de honor. Pero vamos a centrarnos en algunos aspectos de El vergonzoso en palacio donde la frivolidad y simpleza del príncipe y de los validos es más que notoria. En el caso de El vergonzoso en palacio, el duque de Avero ocupa la función de príncipe eligiendo un consejero, un secretario, en el que depositar su confianza. Pero, la forma en que soluciona el problema es bastante irrisoria, e incluso irresponsable después de haberse encontrado en serios compromisos. El duque de Avero, en el acto segundo decide aceptar al candidato que le propone Figueredo, el camarero, por «lo mucho que promete su presencia»66. El postulante, sin embargo, es don Antonio, conde de Penela, quien había entrado en la casa ducal por medio de doña Juana, su prima y distinguida criada de la casa. Antonio, sin recurrir a la ayuda de su prima —aunque esta muestra que habría estado dispuesta a ayudar a Antonio en sus pretensiones—, presenta su candidatura al puesto de secretario del duque porque se 65 66

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Pérez, Norte de príncipes, p. 5r. Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 153-154.

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ha enamorado de la hija menor, Serafina. El criado al que Antonio ha encargado su «memorial» es el camarero Figueredo, porque con él tiene momentos de privacidad el duque: «Mucho priva con él»67. Además, espera que Figueredo mantenga su promesa de interceder por él: «Mi dicha espero / si el cielo a mis deseos satisface / y el camarero en la memoria tiene / esta promesa»68. Seguramente, Figueredo está dispuesto a hablar bien del candidato Antonio a cambio de dinero o de mercedes. El conde de Penela está jugando a ser secretario-privado, tal y como aconsejaban algunos espejos de privanza. Un conde —el de Penela— no parece muy adecuado para desempeñar el cargo de secretario de otro grande de Portugal —duque de Avero—, sobre todo cuando tiene que fingir que es otra persona; además de que su profesión no es la de secretario, si es que tuviera alguna. Por otro lado, tanto Antonio como Figueredo cuentan con la superficialidad del duque. Barruntan que el duque de Avero no va a leer el memorial, sino que delegará esta tarea en sus criados. Efectivamente, primero, el duque presta oídos a lo que le dice su privado Figueredo y después a las maneras del candidato, sin reparar en sus credenciales, cartas, y sobre todo sin considerar en ningún momento si la ambición y valía de este postulante va a enriquecerle. Pese a la falta de profesionalidad y afición a la suerte de los privados, secretarios y príncipes en El vergonzoso en palacio, dentro de Cigarrales de Toledo se establece un diálogo interno, basado en el contraste, sobre este tema. La profesionalidad en los ministros también tiene cabida en los Cigarrales de Toledo, al igual que se reconoce en los privados.Todo lo contrario a lo visto en los párrafos anteriores, habría ocurrido en los comienzos de la era lermista y todo lo contrario ocurre en El celoso prudente. En sus primeros años, Lerma —dice Williams— tuvo grandes ayudantes para el gobierno y favoreció que sus colaboradores desarrollaran e implementaran sus decisiones. Lerma, en lo más alto de su favor se encontraba rodeado de colaboradores de gran valía como el cardenal-arzobispo de Toledo, el conde de Miranda, Juan de Borja y el conde Villalonga. Sin embargo, en un período más tardío tuvo menos opciones y algunos de sus colaboradores mostraron ser ineficientes69. Habida cuenta de estas fluctuaciones en la capacidad de los validos no es de sorprender que en el teatro haya todo un abanico de profesionalidades entre los validos. 67

Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 152-153. Tirso, Cigarrales de Toledo, pp. 153. 69 Williams, 2010, p. 355. 68

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En el teatro, dentro de Cigarrales de Toledo, surgen varios tipos de validos y ayudantes, unos profundamente aficionados al juego de la suerte, como Mireno y Penela en El vergonzoso en palacio; y otros extremadamente profesionales, como Fisberto en su relación con el rey de Bohemia en El celoso prudente. El consejero Fisberto hace una tremenda gala de fidelidad a la Corona. Fisberto se califica a sí mismo como un privado honrado, que nunca se ha enriquecido de su proximidad con el rey de Bohemia. En el contexto cultural del valimiento de Lerma, la discusión sobre la honradez del privado es de primera importancia. Pese a que los paniaguados del conde-duque de Olivares y algunos historiadores pintaran lo contrario. Se representa al favorito como honrado en cuanto que es amigo para decirle al rey lo necesario sin el peligro de resultar pesado o imprudente. Para este tipo de comportamientos, existían modelos dentro de la literatura cortesana de espejos de príncipes y privados tanto en Italia como en España: En su papel de favorito real, o privado, su deber estaba marcado por el signo de la amistad. En otras palabras, los deberes de un favorito eran los deberes de un amigo: moderar su pasión por el poder, decirle la verdad aunque doliese, etc., y al tiempo amarle por encima de todo y todos70.

Así analiza Antonio Feros las referencias que hace Castiglione a la amistad del perfecto favorito con el príncipe. Y Maldonado también abogaba en la misma dirección. Esta idealización ética del privado en Castiglione y Maldonado, a la que se refiere Antonio Feros, como un auténtico amigo, un punto de equilibrio y una fuente de información fidedigna se representa dentro de los Cigarrales de Toledo, por ejemplo en el personaje de Fisberto. El Fisberto de El celoso prudente es excesivamente incorrupto, además de noble, acaudalado como para casar a sus dos hijas, honrado servidor de la Corona, templado, prudente, amén de tener acceso directo al rey en privado. En resumen, es una idealización del perfecto individuo para el oficio. Ejerce su privanza por lealtad y no por interés. Él mismo se describe ante el monarca como un digno descendiente de una familia de aristócratas que siempre fue un epítome de fidelidad a la Corona:

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Feros, 2002, p. 224.

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FISBERTO

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... habréis ya colegido la lealtad con que os sirvieron mis nobles progenitores, imitándolos yo en esto. Testigo el pobre caudal conque su opinión sustento; que privar y salir pobre limpio nombre da, aunque nuevo71.

El rey de Bohemia no desmiente ni uno de estos puntos con los que Fisberto ensalza su honestidad y la fama de su linaje. Más aun, sin que se lo pida, el rey le ofrece la dote matrimonial para sus dos hijas. Oferta que rechaza Fisberto con gran pundonor. Lo que este inusual privado quiere es que las promesas de ascensión al trono que le ha hecho el infante Segismundo a una de sus hijas sean resueltas convenientemente para su honra, ya que semejante favor es un imposible que no puede más que terminar en engaño, afrenta y sombra para Fisberto y su hija. Fisberto se sincera con el rey sobre un posible atropello sexual del príncipe Segismundo y el deshonor en el que incurrirá la «loca» de su hija por creer al infante72. Fisberto encuadra todas sus palabras dentro de la fidelidad sin límites que su familia profesa al rey: «yo quedaré premiado / con que sepan que he antepuesto / la lealtad a una corona / que me daba reyes nietos». El monarca entiende la situación y le asegura que es por «descuidos» que no tiene un mejor «puesto» acorde a su «lealtad». El rey sabrá enmendar estos errores, al igual que premiar la fidelidad de Fisberto y su familia73. En un lugar intermedio entre el juego y la profesionalidad se encuentran los hechos de don Manrique con el rey de Aragón en Cómo han de ser los amigos. Cuando el soberano le escoge en la triple función de protegido, condotiero y amigo, don Manrique abusa de su poder y de la confianza recibida. Recordándonos que el anónimo «Discurso sobre los privados» aconsejaba a Felipe III prudencia. No hay que dar demasiado poder a una sola persona y que, incluso, hay que hacerle estratégicos «disfavores» que le preocupen por su futuro, e incluso por su vida, la de su familia y cadena de clientes. 71

Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 589. Dice el rey: «No será la primer loca, / que, dando en estos extremos, / con príncipe bodas finja, / y pare su tema en reinos» (Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 590). 73 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 591. 72

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Pero el caso de don Manrique es complejo, como la literatura y la práctica de la privanza. La causa de esta complejidad es que hay varias tramas —amistad, privanza y amor— que convergen para desembocar en conflicto. Por un lado, don Manrique es desleal al rey de Aragón, en un sistema de fidelidades clientelares y servicios cortesanos. Por otro, es un parangón de fidelidad respecto al conde de Foix, dentro del paradigma de la amistad masculina. Asimismo, es un exiliado para el rey de Castilla, por un obvio cambio de Fortuna en la política castellana. Don Manrique era un hombre fuerte del fenecido rey y el hijo ya no quiere a este consejero de su padre en Castilla. Finalmente, es un rival en amores de su mejor amigo el conde Foix, dentro de un cuento de los dos amigos al estilo boccacciano. Por tanto, don Manrique es multitud de cosas. Es prevaricador, fiel, desafortunado y rival, todo al mismo tiempo, conforme a diferentes paradigmas —privanza, amistad, amor—. Aquí, para explicar estos extremos, conviene dibujar aunque someramente el enredo de Cómo han de ser los amigos. La trama de Cómo han de ser los amigos comienza con un cambio de curso en la política ibérica, a causa del cual el conde don Manrique de Lara, perdidas su privanza y sus privilegios, se exilia en el extranjero. En Francia, el conde don Gastón de Foix es informado por el conde de Urgel, don Jaime, de la situación en la que se encuentran los Lara a causa de este revés de fortuna: la subida al trono del nuevo rey de Castilla, Alfonso VIII y el consecuente cambio en las cadenas de poder y clientelismo. En este comienzo in medias res, se presenta el marco en el que se han de comprender las relaciones entre estos dos aristócratas aliados. El conde de Fox, don Gastón, ayuda al conde de Lara a integrarse en un grupo de protección en el extranjero, pero también ha de servirle fielmente a cambio del favor de su protección. Esto es, en la casa de Fox, constituida por familiares, deudos y amigos del conde. Además, le expresa que por el honor que le hace de tenerle como «huésped» le ofrece su «vida, hacienda y Estado»74. Don Manrique alaba la generosidad con que le recibe, ya que esto basta para que parezcan «inútiles» sus ya anticuadas quejas «contra la fortuna airada». Incluso agradece a la pasada mala fortuna sus «rigores», ya que de otra forma no habría alcanzado nunca a conocer a su igual el conde de Fox. De hecho, afirma que todo lo que ha perdido en Castilla con el cambio de reinado lo ha recuperado con la amistad que le muestra el de Fox: «Pues si cuanto había perdido / en vuestra amistad he hallado»75. 74 75

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Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 428. Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 428.

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Imagen 12. Anon. French artist, Amicitia aequalitas; amicus alter apse, 1512-15, from the manuscript album compiled by François Demoulins (?), Washington D.C., National Gallery of Art, Collection of Dian and Andrea Woodner (Copyright Warburg Institute).

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Don Manrique, aplicando la filosofía de la amicitia como contrapeso de los cambios de fortuna, se ofrece a eliminar el aparente obstáculo entre don Gastón y Armesinda. El señor de Lara, conocido también como El Torneador, se compromete a matar al rival de Gastón en las justas de la mañana de bodas en Narbona. En esta retórica y acción de la amistad, discurre el concepto aristotélico de Amicitia aequalitas: amicus alter ipse, que ha sido representado en elocuentes imágenes renacentistas, como en el anónimo francés del álbum de François Domoulins (imagen 12). En esta representación gráfica de «el amigo es otro yo», los individuos sostienen un corazón por ambos lados, como expresión de sus buenas intenciones y deseos de colaboración. Esta imagen de las dos manos agarrando un corazón se encontraba presente en muchas otras imágenes con un cierto número de variantes en su interpretación. Por ejemplo, el gesto es reproducido en el frontispicio de Cigarrales de Toledo, donde las alegorías de don Luis Suero como «Favor» y de Tirso de Molina como «Ingenium» se conectan en sus intenciones de favorecer y laborar para alcanzar la corona de la fortuna, «Fortuna Utinam». Como ha indicado Pierre Civil esta actitud activa de las figuras laterales es significativa76. Además, los gestos de los alegóricos don Suero y Tirso recuerdan a las dos caras de la fortuna que tratan de girar la noria en sentido opuesto. De esta forma, la coordinación del ingenio con el favor del príncipe, o del mecenas, puede sostener la corona de la fama, a la vez que mantener fija la rueda de la fortuna, en una forma de inspiración superior77. Lo cual deja en el aire la posibilidad de que en esta portada el busto de don Luis Suero sea el rostro del favor, encarnando una alegoría del perfecto príncipe, que cumple su palabra. Respecto a la conexión entre la imagen de Amicitia aequalitas y Cómo han de ser los amigos, lo que hace a este dibujo anónimo muy especial en la historia de las representaciones de la amistad en la temprana modernidad es que presenta la amistad perfecta como un juego de supervivencia. Dentro de una figura pentagonal vertical, el animus se encuentra en un

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«Éstas ya no son meras estatuas sino personajes en situación complementaria que con las manos aladas (la doble mano del rey puede sugerir una especie de intensificación de su papel y de su supremacía) sostienen el elemento central de la composición, la corona de laurel de la fama, que es a la vez fama del libro y fama de las diversas entidades implicadas en la portada» (Civil, 1998, p. 78). 77 Una de las «entidades implicadas en la portada» es bien posible que sea un retrato de Tirso (Cioranescu, 1981).

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equilibrio delicado entre y sobre las espaldas de dos amigos. El ánimo y la fe de los amigos están siempre en una situación tan expuesta, que la colaboración es la única forma de contrarrestar la arrolladora inercia de la rueda de la fortuna. Y la Fortuna da muchas vueltas para don Manrique, como en todas las comedias del privado. Siendo el de Tolosa el «mantenedor», cualquier «aventurero» puede desafiarle y si las armas son de verdad, incluso matarlo78. De esta forma la protección política que don Gastón de Fox da a don Manrique de Lara se ve recompensada con las destrezas militares del aventurero español, quien efectivamente mata al mantenedor y rival. Pero el conde es apresado en Narbona, mientras don Manrique tiene tiempo de escapar a los rigores del padre de Armesinda. En el segundo acto, creyendo que don Gastón ha muerto en prisión, y que Foix ya no tiene señor, el rey de Aragón hace uso de la retórica de la amistad con don Manrique para conquistar el vacante condado de Foix, al lado norte de los Pirineos. Manrique de Lara decide aceptar los soldados que el rey le ofrece, aunque le preocupa que la memoria de su amigo Gastón pueda quedar ultrajada. El rey arguye, pese a la resistencia de Manrique, que ya que los dos son sus amigos que mire bien por su interés en afianzar su amistad con un rey benefactor y no con un conde en prisión: Don Manrique, dejaos deso; mi amigo sois también; determinado tengo de hacer matalle, que os confieso que las guerras que ha hecho a esta corona piden satisfacción de su persona. Si estimáis mi amistad más que la suya yo haré que, despreciando al de Tolosa, su hija el de Narbona os restituya, y conquistando a Fox sea vuestra esposa79.

Manrique acepta la propuesta del rey de pasar a Francia con un ejército, básicamente como un jefe militar contratado. El que un condotiero sea un privado y sea tratado con la retórica de la amistad —«mi amigo sois también», le dice el rey— no es un caso extraño dentro de los Cigarrales de 78 79

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Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 434. Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 459.

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Toledo. En El celoso prudente, también figura otro condotiero, don Sancho de Urrea, al que se califica de privado. Pero Manrique no solo anhela conquistar Foix, como se le ha ordenado, sino que piensa avasallar Narbona después de asegurar Foix, para vengar a su amigo muerto. Aquí es donde surge el abuso de confianza, la corrupción de los medios y el cuestionamiento de los fines. Con la conquista de Narbona, piensa él que vengará la muerte de su amigo Gastón. El inconveniente es que el duque de Narbona es un aliado del rey de Aragón. Por lo tanto, estaría atacando, sin permiso, a un amigo del rey de Aragón para el que priva como jefe militar. Manrique urde una justificación para el abuso de confianza que va a protagonizar. Adorna el desacato a la autoridad con la idea de que un verdadero amigo nunca debería pedir nada perjudicial para el amigo, que en definitiva es un concepto muy ciceroniano. La razón es que el rey de Aragón está pidiendo a Manrique que se olvide de su honor y que ayude al amigo que tiene vivo a incrementar su poder al norte de los Pirineos con la conquista de Foix, pese a que va a hacerle parecer un traidor: Mandolo el rey de Aragón; cuando el amigo es de ley, atropella vida y rey. ¿Qué importa si entrambos son amigos? La obligación que tengo al rey y su amor no ha de manchar mi valor para que su intento siga, que no es amigo el que obliga a su amigo a ser traidor80.

Manrique decide que la ley de la amistad es superior a otras leyes y al servicio como privado-amigo. Manrique violenta la voluntad del rey, ya que se siente manipulado, y con el ejército del rey infligirá el castigo debido sobre la ciudad de Narbona. En este abuso, no podemos decir que don Manrique aparezca como un aficionado al juego del poder como indicaba Antonio Pérez a Lerma para evitar la envidia del rey. De hecho, don Manrique muestra una tremenda eficiencia en sus habilidades militares, a la vez que es un privado-amigo que se ha excedido en 80

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Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 460.

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sus atribuciones. El exceso de entendimiento en don Manrique, asociado a la falta de sometimiento al rey de Aragón, o al de Castilla —salvo a su otro amigo, el de Foix—, parece que le podría haber causado una caída en el abismo, tal y como se ve en el tercer acto. No obstante, el descalabro de don Manrique no llega a su extremo gracias a la oportuna intervención del gracioso que transmite la información a ambos reyes y a don Gastón, solucionándose todos los problemas de fidelidad y de amor a un mismo tiempo. El abuso de confianza se relaciona con la ambición y fácilmente lleva a la corrupción. Efectivamente, la corrupción y el interés del privado son temas de importancia en la época y actualmente.Tanto es así que en las nuevas biografías sobre Lerma hay numerosas referencias explícitas a la corrupción de la clase política y empresarial en la España de la postburbuja inmobiliaria. La corrupción para algunos escritores de la época era básicamente inexistente en el valimiento, debido a perspectivas idealizadas. Para otros, era una realidad condenable desde un punto de vista ético; de ahí, la cantidad de escritos senequistas y tacitistas que interfieren con el tema del valido. Para otros, con una visión maquiavélica del poder, la corrupción es inevitable. E incluso llegaba a ser indispensable dentro de las visiones más cercanas a las teorías egoístas que convergían con los proyectos absolutistas de la Corona. Las cuestiones de la corrupción y de la razón de Estado, y sus daños colaterales, fueron parte de un proceso de acumulación de poder hacia un Estado centralizado. El valido no solo era un intermediario para la información, o un ministro con grandes poderes y cercanía íntima con el rey, sino que también era un actor fundamental para el reforzamiento del poder económico e institucional de la Corona, y con ella el naciente Estado moderno. Como afirmaba Luis XIV de Francia, el enriquecimiento del valido también constituía parte del sistema. Cuanto más rico el valido, más poderoso el rey81. Esto no causaba problemas para el príncipe, ya que el favorito y su red de clientes dependían totalmente del favor del rey82. Llevando al extremo el punto de vista del Rey Sol, la honradez del privado no importaba, ya que su corrupción era sistémica y necesaria para incrementar el poder de la Corona. Otra crítica a la corrupción del sistema del valimiento, es que numerosos postulantes, a pesar de su incompetencia para ejercer las funciones 81 82

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Feros, 2002, p. 229. Feros, 2002, p. 230.

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de secretario, hacían valer el sistema de los «favores» para acceder al empleo. Un sistema corrupto de asignación de puestos aseguraba que muchas familias e individuos vieran sus deseos colmados. Pero no todos los participantes en el sistema político pensaban que estas arbitrarias asignaciones de puestos fueran tan ineficientes. Por lo menos, desde el punto de vista de la Corona, el poder arbitrario —o absoluto— para hacer y deshacer en sus administraciones le garantizaba la acumulación de poder frente a la aristocracia y otros actores políticos como los consejeros, y seguramente la Iglesia. Una fuente inmediata de esta teoría utilitarista del valimiento en Francia, se puede encontrar una vez más en Castilla y, reincidentemente, en el discurso de Pedro de Maldonado. En los comienzos del siglo XVII, mucho antes del Gran Siècle del absolutismo francés, dentro del contexto de la literatura concerniente a la privanza de Lerma, ya dijo Pedro Maldonado en su Discurso del perfecto privado (1601) que el buen privado engrandece el poder del rey: si el privado es bueno, le está bien al rey y al reino. Al rey, porque le dará mayor noticia de las cosas, encaminará mejor a la razón, como quien tiene las llaves de su corazón, cuidara mejor de su vida, honra, hacienda, y conciencia, como quien le paga amor, con amor, al reino porque así se animan otros a merecer la privanza, así se hacen los reinos floridos, y de grandes estados, y al fin tiene un medianero, que como del reino, haga sus partes, y como más acepto al rey le alcance sus mercedes83.

La diferencia entre el tono de Maldonado y el del Rey Sol es la que va del idealismo al egoísmo de los respectivos puntos de vista. En el caso del Luis XIV, el privado es bueno, no por sus virtudes éticas y morales, sino por la funcionalidad de su ambición para los intereses de la Corona. Un drástico cambio del idealismo ético a la practicidad estatal. Pero, de ambos se desprende que el privado fue un instrumento de la Corona para acumular poder, independientemente de si el privado se enriquecía o no; aunque el Rey Sol subraya el aspecto realista de la ambición del privado como necesaria para colmar los intereses de la Corona. Todo lo cual nos lleva de vuelta al tema de la elección y corrupción del privado, donde el riesgo calculado de la relación se ha de leer en términos de acumulación y satisfacción: acumulación de 83

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Maldonado, Biblioteca Nacional, Madrid, Mss. 18721/48, f. 2v.

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poder en manos del príncipe y satisfacción de la ambición del favorito. Dentro de las obras de teatro insertadas en Cigarrales de Toledo hay varias instancias donde se trata de esta simbiosis entre corrupción, ambición y métodos de selección. En El vergonzoso en palacio, todos los criados del duque son prevaricadores: Penela ha falsificado sus propias cartas de recomendación y enmascarado su persona; Ruy falsificó un documento que implicaba al duque en el asesinato de un conde84; el camarero Figueredo practica el tráfico de influencias, sin explicitarse cuál es la contraprestación que Penela le ha ofrecido por hacer progresar su causa. El nuevo secretario, Penela, busca serlo porque está enamorado de la hija menor del duque, no porque le interese la función administrativa ni el trabajo en sí. Doña Juana introduce a su primo en la casa y habría estado dispuesta a hacer avanzar su candidatura al secretariado. Y tal vez el más significativo de estos abusos, aparte del ya analizado del conde Penela y el camarero Figueredo, sea el de una familiar. Se trata de los actos de la hija mayor Madalena. Madalena, también crea y asigna puestos para la satisfacción de sus propios intereses. El nombramiento de Antonio como secretario interfiere con los planes de Madalena, que quiere que el hombre de quien se ha enamorado —Mireno, un pastor— sea el secretario ducal85. Sin embargo, para cuando propone el nombre de Mireno a su padre, el puesto ya está asignado. Esto no impide que Madalena mantenga sus pretensiones de emplear en la casa de su padre a Mireno. La alternativa es que Mireno, como maestro en las letras, le enseñe a escribir y a leer como corresponde a una dama principal: MADALENA.

............................... quien quiera que se quedara en palacio, y me enseñara; porque en mujer principal falta es grande no saber escribir cuando recibe

84 Fornoff enfatiza la constante presencia de la traición en esta comedia (Fornoff, 1976, p. 40). 85 Mireno, como es bien sabido, tiene varios nombres (o personalidades) a lo largo de la obra: es el pastor Mireno, sin saber que realmente es el noble don Dionís de Coímbra. Son numerosos los personajes que tienen dobles personalidades o papeles (don Antonio, doña Serafina, Mireno, etc.); ver el estudio de Glenn, 1965.

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alguna carta, o si escribe, que no pueda leer Dándome algunas liciones, más clara la letra haré86.

La reacción del duque es la misma que cuando su camarero le encarecía las calidades del nuevo secretario: «Alto, pues; lición te dé / con que enmiendes tus borrones»87. Este «Alto, pues» parece ser la forma lingüística del noble duque para atajar peticiones y conceder mercedes entre sus criados y familiares. El que el privado sea un instrumento más de la Corona, como dijimos arriba, hace también pensar en la gratitud e ingratitud del monarca. En la literatura política se habla de la justicia del rey para con el valido. Las recetas que se ofrecen al príncipe en «Discurso sobre los privados y como ha de gobernarse el Príncipe con ellos» son variadas, pero casi todas convergen en la necesidad de controlar al privado, a la vez que de ser un ecuánime amigo. No es justo el rey con don Manrique en Cómo han de ser los amigos, al obligarle a olvidar la honra del supuestamente muerto don Gastón: «que no es amigo el que obliga / a su amigo a ser traidor»88. Siendo esta su justificación para extralimitarse en las órdenes y en el uso del ejército del rey de Aragón. Tampoco ha sido justo el rey de Bohemia con el privado Fisberto, y promete remediar la falta de recompensa y reconocimiento a la lealtad de Fisberto y su familia: «Fisberto, si yo supiera / el valor que en ese pecho / atesora su lealtad, tú ocuparas otro puesto; / mas yo enmendaré descuidos».89 Al final, como se sabe la hija de Fisberto termina casándose con el príncipe Segismundio, y le dará nietos que serán reyes. Pero Fisberto no ha recibido este favor por medio de la manipulación, sino que ha sido totalmente franco con su rey de forma que se pudiera evitar el atropello del honor de su hija y la obcecación del príncipe. Segismundo y la noble Lisena se enlazan. Aunque Lisena no es de suficiente alcurnia, por ser hija del valido Fisberto, el rey decide que este indebido matrimonio entre Lisena y Segismundo no termine en tragedia, en honor a la princesa Leonora de Hungría quien se encuentra 86

Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 158. Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 158. 88 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 460. 89 Tirso, Cigarrales de Toledo, p. 591. 87

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presente. Además, las cosas no terminan tan mal para la casa real ya que Leonora no se siente ofendida y desposa un hombre de su gusto. Leonora hace del segundón Alberto el rey de Hungría. Por tanto, las plumas airadas de Lisena —con sus billetes de amor, retratos engañosos, encuentros furtivos en jardines, trueques de personalidades, fingimientos calculados, celos, etc.— terminan en el ensalzamiento de toda su familia. Lisena heredará el trono de Bohemia, su hermana Diana llega a ser condesa y bien casada, y su padre Fisberto será el abuelo de futuros reyes sin haber faltado ni un punto ni a su honor, ni a su fidelidad al rey de Bohemia. En definitiva, la pluralidad es una característica de las representaciones de la privanza tanto en la comedia, como en los ensayos políticos. Como muestran todos estos ejemplos extraídos de las comedias en Cigarrales de Toledo y de los escritos de la literatura política en el reino de Felipe III, el tema de la privanza se desarrollaba desde diferentes puntos de vista tanto en la prosa política como en el teatro. Surgió un contencioso de tanto interés que a varios niveles —intelectual y popular— se desarrollaba la caracterización del privado y sus relaciones con la Corona, incluyendo las debilidades humanas, el maquiavelismo, las idealizaciones de la teoría de la amicitia, etc. Todo ello trascendía en temas repetitivos en el teatro como en la literatura política. Algunos de estos temas se han analizado en este capítulo, como la profesionalidad del valido y del príncipe, el merecimiento de los favores, la corrupción del privado y la justicia del rey, la humanidad y agradecimiento del rey. No debería sorprendernos que las tres comedias analizadas en este capítulo nos lleven a lugares diferentes si nos fijamos en cada uno de estos aspectos. Cuanto más se reflexione sobre el contenido de la literatura política del valimiento y su influencia en la comedia nueva, llegaremos a la conclusión de que todo es muy debatible. No podría ser de otra forma, ya que la esencia del tema es el debate de la teoría política y de las consecuencias prácticas de esas teorías.Y los actores en ese debate tenían intereses variopintos, como lo muestran las dedicatorias, los empleos de los autores y la política de encargos. Efectivamente, las tres comedias de Cigarrales de Toledo son un acercamiento polifónico al muy debatido tema de la privanza en una clave popular, la comedia nueva. El motivo de esta polifonía sobre la privanza es que, por un lado, la comedia del secretariado-amistad-privanza se encuentra dominada por el tema de la cambiante fortuna, todos los asuntos relacionados con la justicia del rey, la corrupción del privado y

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la profesionalidad de ambos, también se encuentran dominados por el constante cambio de impresiones que una obra crea, que otra destruye, y que el conjunto de ellas produce. Por otro lado, la causa radica en la naturaleza misma de la privanza como instrumento de la Corona, que no es una institución, pero que acumula tal poder en tiempos de Felipe III que el debate intelectual y público llega a teñirse de todos los colores posibles. Como colofón, baste decir que la asociación de las obras de teatro en Cigarrales de Toledo (1621) con el debate en la literatura política, durante el reinado de Felipe III, sobre una de las formas más extremas de clientelismo, que se vino en llamar la privanza, cierra el conjunto de los análisis —portadas, dedicatoria, fiestas náuticas, semblanza familiar, representaciones teatrales— en que se ha basado el desarrollo de esta reflexión sobre la unidad de los Cigarrales de Toledo de Tirso de Molina.

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Las dedicatorias de la temprana modernidad —dominadas por un proceso de aprendizaje y por imperativos económicos y políticos— son esenciales a la hora de juzgar una carrera literaria en el mundo del mecenazgo y privanza. La inexistencia de documentación levanta la duda de si fue un acierto o un yerro dedicar los Cigarrales de Toledo al señor de Sena. Esta carencia de documentación sobre otras dedicatorias al mismo mecenas, por lo menos, nos deja con la impresión de que la dedicatoria a don Luis Suero de Quiñones y Acuña fue un desacierto estratégico para el ambicioso mercedario. Sin embargo, equivocarse de mecenas era un percance relativamente habitual entre los escritores cortesanos que no se encontraban al servicio directo de los grandes o adinerados. Al igual que Miguel de Cervantes, Tirso parece tener una trayectoria de aprendizaje en el negocio de las dedicatorias a posibles mecenas. Las dedicatorias de Cervantes se estabilizan con el paso de los años. Primero van dirigidas a Ascanio Colona, luego al duque de Béjar y, más tarde, las monopoliza la figura del conde de Lemos, don Pedro Fernández de Castro, a quien van dirigidas la segunda parte de las Novelas ejemplares (1613), Don Quijote (1615), Ocho comedias y ocho entremeses nuevos (1615) y Los trabajos de Persiles y Segismunda (1617)1. Con Tirso parece suceder algo comparable. Se ha dicho también que, en general, no sabemos qué les daban estos mecenas a Cervantes o a Tirso. Al igual, que tampoco sabemos cuáles 1 Anteriormente había dedicado su Galatea (1585) a Ascanio Colona; la primera parte de Don Quijote (1605) al duque de Béjar. En 1614, sin embargo, Cervantes dedicó Viaje del Parnaso a Rodrigo de Tapia. La por algunos atribuida Relación de lo sucedido en la ciudad de Valladolid (1605) va dirigida al conde de Miranda, Juan de Zúñiga y Avellaneda.

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eran las aspiraciones retributivas o políticas de estos escritores. Prácticamente no han quedado documentos que prueben la existencia de una contraprestación económica o política en estas relaciones de mecenazgo literario de los siglos XVI y XVII. En el caso de los Cigarrales de Toledo, existe otro ángulo para analizar el tema político-económico. Dentro de este juego para alcanzar una buena sombra protectora, era ventajoso dedicar obras a las familias en el poder o que iban a ocupar la cúspide de las cadenas de clientes. Si se considera que los señores de Sena pertenecían a una red de grupos nobiliarios que van a acceder al poder a partir 1621 con ocasión del cambio de reinado entre Felipe III y su hijo Felipe IV, Tirso no se equivocó completamente al dirigirse a un miembro del clan de los Pimenteles. Aunque durante el reinado de Felipe III, don Luis Suero en muchos documentos eliminara las referencias a sus antepasados Pimenteles en realidad, como queda patente en 1628 también se apellidaba Pimentel. Según figura en sus capitulaciones matrimoniales, su nombre es «Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña»2. Este cambio en el énfasis genealógico tiene su trascendencia en las luchas por la protección en el sistema económico dominado por el mecenazgo y la privanza. A un Pimentel le ofrece la dedicatoria de su primera publicación3. Don Luis Suero no es solo que fuese un Pimentel representado en los Cigarrales de Toledo, sino que era un intermediario entre artistas y consumidores. La razón para una alabanza a los Pimenteles por parte de Tirso es la misma que tenía Lope de Vega para envolver a los Pimenteles en sus obras de teatro: los Pimenteles son un grupo aristocrático 2

Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosía de Oña y Valdés. 1628, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D29. Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. 3 Luis Vázquez afirma que los Pimenteles, Alagones y Benaventes están emparentados entre ellos y con los Benavides y Bazanes (Tirso, Panegírico a la casa de Sástago, p. 24). El grupo de los Quiñones señores de Sena también está emparentado con varias de estas familias. Numerosos son los Quiñones-Sena que llevan el apellido Pimentel porque la abuela paterna de Lázaro de Quiñones es Catalina Pimentel. De hecho, en 1681, a causa de los meandros y vueltas de la historia familiar, parte del señorío de Sena termina siendo de un Pimentel, llamado Francisco Pimentel, conde-duque de Benavente. Respecto a los Benavides, es muy posible que también estén emparentados con los señores de Sena, ya que una tía de Luis Suero, Magdalena (cuarta hija de Lázaro y Luisa) se casa con Martín Benavides, de Guadix y señor de Almúñar.

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ascendente en la vida de la corte de Felipe IV. Por ejemplo, en la celebración de las bodas de Felipe IV se representaron dos obras teatrales. Una de ellas fue el Vellocino de Oro de Lope de Vega, donde actuaban la reina y su menina Leonor de Pimentel. El hecho de que los Pimenteles fuesen una cadena clientelar en ascendencia dentro de la corte de Felipe IV y su esposa puede explicar suficientemente esta dedicatoria. Pero, como todo lo que rodeaba al conflictivo don Luis Suero, existen varias lecturas de este hecho. Además, de ser un Pimentel, como ya ha quedado dicho, don Suero pertenece a un clan de servidores de la Corona durante los reinados de Felipe II y Felipe III. Tanto su abuelo como su padre tuvieron puestos y conexiones privilegiadas durante el reinado de Felipe II. Su abuelo continuó teniendo el favor de Lerma bajo Felipe III. En cuanto a don Luis Suero, las cartas de Lázaro de Quiñones, junto con la pinacoteca de don Suero, apuntan a que también disfrutó de una posición privilegiada, al menos, durante el valimiento de Lerma, y dentro del círculo de coleccionistas de arte mencionado por Vicente Carducho. Por tanto, la apuesta de Tirso al dedicar la obra a don Luis Suero, una persona con importantes nexos con el valimiento de Lerma y el reino de Felipe III, es fuerte, y tal vez los resultados no fueron los deseados, por razones políticas. Por otro lado, está la cuestión económica. Muy probablemente, don Luis Suero no tenía tanto dinero como aparentaba tener. Su relativa cercanía al poder, su flamante pinacoteca, sus actividades de intermediario en el mercado pictórico, podían hacer de este hombre un individuo atractivo para dedicatorias. Sin embargo, todo ello no resultó ser tan prometedor, ya que la segunda edición de Cigarrales de Toledo no cuenta ya con los flamantes retratos alegóricos de Tirso y don Suero, ni con el escudo de la casa de Sena. Después de 1624, Tirso ya no dedica nada más a Luis Suero. Es lo que voy a llamar «dedicatoria única». Al igual que lo fueron las dirigidas a Ascanio Colona y al duque de Béjar por parte de Cervantes. Más tarde Tirso tiene otras cuatro dedicatorias únicas, en las Partes de comedias primera (1627) dedicada a Alonso Paz, Segunda (1635) dirigida a la Congregación de Mercaderes de Libros de la Corte —en cierta forma una asociación de intermediarios—, y Tercera (1634) dedicada a Giulio Monti. Desgraciadamente para Tirso, los Monti retornan a Milán, para atender los asuntos políticos y económicos de su familia, al igual que lo hizo Colona. Esta ausencia de la capital castellana puede explicar por sí

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sola la inexistencia de nuevas dedicatorias a Giulio Monti4. Lo mismo se puede pensar respecto a Delitar aprovechando (1635), que fue dedicado a don Luis Fernández de Córdoba y Arce, y a doña Juana de Arce y Tordoya, quienes obtienen un oficio fuera de la Península5. Tirso usa la dedicatoria única mucho más que Cervantes. Este uso puede deberse a dos razones: a errores de información o decisión que llevan a los escritores a dedicar obras impresas a posibles mecenas que resultan no ser buenos patrones (por pobreza, desinterés, cambios de fortuna, cambios de destino laboral, o incluso, por deceso), a la búsqueda de una maximización de beneficios, y a la mala suerte, como con el rumboso don Luis Suero, que era más pobre de lo que aparentaba, o el italiano Monti que vuelve a su país, o los Arces que pasan a las Islas Canarias. En definitiva, los tres casos tienen en común la insatisfacción de las expectativas del protegido y la insuficiente magnificencia o ausencia del patrón. Tirso no solo tuvo relaciones de mecenazgo ocasionales, sino que también llegó a encontrar una relación estable. Se aprecia la importancia de la fidelidad en las relaciones de mecenazgo de fray Gabriel Téllez, cuando se constata que, a partir de mediados del año 1635,Tirso dedicó cuatro de sus obras al VII conde de Sástago, don Martín Artal de Alagón: la Cuarta (1635) y Quinta partes (1636), el Panegírico a la casa de Sástago (1638-1639), Genealogía del conde de Sástago (1640); además de aludir al padre de don Artal de Aragón durante todo el Cigarral Tercero6. Para terminar, hay que llamar la atención sobre el hecho de que existe una continuidad entre el mundo del mecenazgo en Cigarrales de Toledo y el VII conde de Sástago. No es solo que don Suero y don Artal apoyaran las publicaciones del mercedario, sino que están también conectados por otros canales dentro de la propia obra de los Cigarrales de Toledo. Otro vínculo entre el señor de Sena y el VII conde de Sástago se encuentra en las referencias en Cigarrales de Toledo a dos miembros de la casa de Sástago, por ejemplo, don Artal de Aragón, el VI conde de 4

Los Monti son una familia de Milán. Existe un nuncio papal llamado Cesare Monti de quien hay documentos en esta época. Giulio Monti es su sobrino. Al igual que don Luis Suero, el cardenal Cesare Monti y Giulio Monti son coleccionistas de arte y aparecen conectados con el mercado de obras de arte madrileño. 5 Los Pizarros y los Arces también están emparentados. Conocida es la estrecha relación entre Tirso y los Pizarros, ver los trabajos de Zugasti (1992 y 1996) y de Vázquez (1985). 6 Tirso, Panegírico a la casa de Sástago, p. 23.

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Sástago, y su esposa Victoria7. Don Artal, padre del Sástago que favoreció la publicación de las Cuartas y Quintas partes, aparece ficcionalizado en Cigarrales de Toledo a partir de la narración de Marco Antonio, la cual es una diégesis dentro de la narración de Juan de Salcedo, o también llamado Jacinto de Cárdenas8. Por otro lado, también se menciona en los Cigarrales de Toledo, una boda entre un Pimentel y un Alagón; es decir, entre el clan familiar de don Suero y el de don Artal. Doña Teresa Pimentel y Bazán contrae matrimonio con don Blasco de Alagón, IV marqués de Villasor9. Además, no hay que olvidar que estos condes de Sástago se ubican dentro del entramado familiar de los Pimenteles; el sexto conde casó con una Pimentel,Victoria de Pimentel como reza en Cigarrales de Toledo10. En conclusión, aunque la dedicatoria de 1624 no tuviera los efectos deseados, y hubiese sido concertada, más que probablemente antes del cambio de reinado y de la aprobación para la publicación del libro en 1621, Tirso continúa buscando un mecenas acorde con su talento. Tras varios intentos, lo encuentra en una familia relacionada con los señores 7

Así es el desenmascaramiento que hace Émile Millán de este personaje de Cigarrales.Ver Millán, 1981 y Tirso, Panegírico a la casa de Sástago, p. 21. 8 Los personajes Marco Antonio y Juan de Salcedo son amigos de los don Suero y Tirso ficticios. Marco Antonio es napolitano, tiene unos veinticuatro años, es amigo verdadero de don Juan de Salcedo, al que conoció en Madrid. Es heredero de un «mayorazgo caudaloso» en Nápoles. De su hermana Victoria está enamorado don Artal de Aragón. Marco Antonio entra en contacto con don Artal en Nápoles en casa de don Rodrigo de Ávalos, otro miembro de la misma familia. Marco Antonio ayuda a don Artal y a su hermana Victoria. Para este fin, cita a Ascanio por la noche en un lugar apartado y en un duelo le da una estocada. Marco Antonio huye a Barcelona. Una vez en Barcelona, mata a otro hombre, el primo de un tal don Jorge. En su huida se esconde en una habitación desconocida que resulta ser la de Estela. Estela y Marco Antonio de enamoran, pero don Jorge está prendado de Estela a la que ronda todo lo que puede. Marco Antonio lo percibe como su rival en amores. Para empeorar la situación, aunque sin premeditación ni alevosía, Marco Antonio ha matado a un primo suyo en una disputa. Como Marco Antonio teme los celos y la venganza de Jorge, huye de Barcelona, y en los bosques se encuentra con su amigo toledano don Juan de Salcedo. Jacinto de Cárdenas es el alias de don Juan de Salcedo durante su viaje a Nápoles. Finge ser natural de Guadalajara. Los Cárdenas de Guadalajara son una familia de conversos y de administradores locales. Don Luis Suero de Quiñones y Acuña estaba emparentado con ellos porque una tía carnal se casó con uno de los Cárdenas. 9 Tirso, Panegírico a la casa de Sástago, p. 21. 10 Conde y Molina, 1985, p. 349.

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de Sena y a la que había mencionado varias veces en el Cigarral tercero. Todo ello apunta a que existe una continuidad entre los mecenas Pimentel y Sástago a los que Tirso acudía para obtener protección. Estas continuidades seguramente pueden verse en los demás dedicatarios. Unas veces se basan en familiaridad, como entre los Sena y los Artal, o los Arces y los Pizarros, en actividades de coleccionismo y comerciales, véase don Suero, los Monti y la Congregación de Mercaderes de Libros de la Corte. Para finalizar quisiera decir unas palabras sobre las dos preguntas fundamentales de este libro. Como se ha mostrado, el conjunto de los Cigarrales de Toledo tiene un eje fundamental en las expresiones de la cultura material del mecenazgo (y valimiento), que son las retóricas de la fidelidad, el servicio y la amistad, las cuales a su vez reflejan una inevitable ansiedad. La pregunta de por qué le dedicó Tirso de Molina a don Luis Suero su primer libro publicado surge de forma acuciante a la vista del análisis de la portada de la primera edición (1624), de los paratextos y del episodio de la justa náutica dentro del libro. Aquí la respuesta se ha encontrado por medio de los documentos de archivo que han ayudado a crear una semblanza de los Señores de Sena. Respecto a la pregunta sobre la unidad del libro, que es totalmente válida para esta miscelánea, la respuesta se encuentra en el encadenamiento de simbologías del mecenazgo —y de su forma más extrema: el valimiento— que impregnan todo el libro desde la portada hasta las obras de teatro.

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JULIO DE 1599, MADRID Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña1. Julio 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -3-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional2.

1 Felipa Brabo y Acuña es natural de Cisneros e hija de Luis Brabo de Lagunas, caballero de Alcántara, y de Isabel Acuña, de Valladolid, calle de las Damas (Archivo Histórico Nacional, Órdenes Expedientillo 492). Por lo que se aprecia en su testamento y en las cartas que le escribe Lázaro dándole novedades desde Madrid, parece cambiar a menudo de residencia: Sena, León, Cisneros, Palencia, Valladolid. Otorgó testamento el 12 de febrero de 1644 en León. En su testamento, pide que se la entierre en la capilla central de la parroquia de Santa Marina en León, donde su suegra Luisa Flórez y sus tres hijos ya muertos están enterrados. En su testamento, también, hace referencia a sus tres hijos vivos Luis Suero, Juan e Isabel, y a otros tres hijos muertos (SN de AHN, Fernán Núñez C683. D12). A Felipa Brabo y Acuña, se la ha considerado como miembro de la familia Acuña: «Doña Felipa Niño de Castro Manrique y Acuña, nacida en Cisneros, que se llamó como su abuela materna y fue mujer de don Diego de Quiñones, Caballero profeso de la Orden de Alcántara, Gentilhombre de la Boca del Archiduque Alberto de Austria, hijo mayor de Lázaro de Quiñones, Señor de la Casa y Concejo de Sena y de la Torre del Rabanal y primer Alférez Mayor perpetuo en la Ciudad de León, de que fundó mayorazgo, Corregidor de Guadix, Madrid, Baza y Almería por el Señor don Felipe II, y de Doña Luisa Flores de Luaces, su mujer, hija de Álvaro de Luaces, Regidor de León, y de Doña Ana Flores, de la Casa de los Señores de Villasinda de los Caballeros. Murió don Diego de Quiñones en vida de su padre, dejando por hijo mayor a don Luis-Suero de Quiñones, Caballero de la Orden de Santiago, de que se le expidió Real título en 26 de Octubre de 1617» (Fernández de Béthencourt et al., 1901, vol. 3, p. 202). 2 Trata del duelo por la muerte de su hijo Diego de Quiñones, esposo de Felipa y mayorazgo de Sena. Felipa y sus hijos vivirán con su suegra Luisa Flórez de Luaces, bajo su protección. En cuanto a la situación económica de su nuera y sus nietos, dice que Felipa recibirá su dote para que no todo vaya a manos de sus hijos el día de mañana. Da noticia sobre el futuro de los huérfanos: Luis Suero pasará a ser paje del rey y su hermano pasará a la custodia de otro familiar, tal y como se lo dejó encomendado don Diego.

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La razón que vuestra merced tiene para estar sin consuelo lo juzgo por el mío. Fue mucha pérdida la de mi hijo, que él era tal que obliga a mucho sentimiento a vuestra merced y a los tristes de sus padres. Solo lo puede reparar haber sido de ello Dios nuestro servido de hacerlo, y haberle dado muerte tan pacífica y tan cristiana que en ella se pareció bien como vivió que fue cosa muy notada de todos los que allí se hallaron. No digo esto para que a vuestra merced le acreciente la pena, sino para que se la alivie ver tal remate de la vida en su marido. Porque en los que bien queremos esto es lo que les hemos de desear, pues en el acabar todos poco tiempo es el que nos hemos de llevar los unos a los otros, y más en estos tiempos que tanto se usa el morir. Así que vuestra mereced debe conformar su voluntad con la de Dios y consolarse con que le quedan prendas de su marido, y tales que con razón bastan para ello —me los dejó muy encomendados su padre y que sirviese a vuestra merced, lo cual le prometí y cumpliré con todo mi poder y con amor muy grande, y vuestra merced y todos verán en esto lo que yo quería a mi hijo que esté en el cielo—, que la dio Dios a vuestra merced suegra, con quién mejor que con otra podrá holgar de su compañía. Y de lo que hay y hubiere en nuestros días será tan señora como si lo hubiera heredado, y después ahí se queda todo para vuestra merced y sus hijos. Pero porque no esté del todo a disposición de ellos, vuestra merced, yo la aseguraré a vuestra merced su dote muy a disposición del señor don Juan, a quien vuestra merced debe de escribírselo y con brevedad, porque según andan los tiempos no será bien dilatarlo. Y de mis niños, suplico a vuestra merced me avise. Plega a Dios me los guarde a medida de mi deseo. En ellos siempre, y ahora más, tengo puestos mis ojos, solo me pesa por no ser más lozanos. Creo, Dios mediante, que Suero vendrá por paje de Su Majestad. Y a su hermano le dejó don Diego muy encargado a mi señora doña Isabel, quien dijo que le llevaba muy atravesado en su alma porque quedaba huérfano y pobre, pero yo espero en Dios que él será tal que Dios le hará mucha merced. Vivan ellos plega a mi Dios, y vuestra merced se esfuerce a pasar esta pérdida lo más que pueda. Y en lo que toca a mi ida, Dios mediante, será presto, porque bien presto se fenecerá el pleito de don Alonso, y me hace desear más el buen suceso de éste, por ser para mis nietos el... y aprovechamiento, que yo mañana acabo.Y a vuestra merced suplico se consuele, y Dios le guarde a sus hijos, y se vean con grandes prosperidades. De Madrid a... de julio de 1599 años. Lázaro de Quiñones.

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18 AGOSTO 1599, MADRID Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 18 agosto 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -2-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional3. Por el ordinario pasado, escribí a vuestra merced suplicándola se saliese de ese lugar por las malas nuevas que por acá corren de la salud de ese lugar, y cuanto más presto fuere será lo mejor.Váyase a Quintanilla del Monte vuestra merced y cobrará su pan, y póngalo de su mano en la parte que le pareciere, y estese vuestra merced allí cuarenta o cincuenta días antes de ir a Cisneros, sin llevar allí cosa de las que hubiere sacado vestidas de León. Suplico a vuestra merced que mire lo que a todos nos importa que vivan aquellos mis niños, tienen la sangre ligera y poca ocasión les podría hacer gran daño, y doña Isabelica no se yo si fue acertado enviarla vuestra mereced allí, y su ida de vuestra merced de mi parecer será a la casa que vuestra merced me escribió que tenía tomada para sí y para doña Luisa, que esté en el cielo, que no es razón se den a mi señora doña Isabel tantas pesadumbres, mire vuestra merced en esto que escribo que entiendo que es lo que conviene. Este lugar por villa y con las solemnidades que pudo hizo esto de guardar su día a San Roque, lo cual se hizo en Santa María la Mayor que dicen aquí, cuyo voto se hizo en tiempo en que el pueblo en general estaba afligido y harto dañado. Es cosa de milagro que desde aquel día a vistas ojos va cobrando salud y casi le reputan ya por santo de aquella enfermedad, y es general contento de todos, y se cree que la villa ha de tomar a su cargo la canonización de este bienaventurado santo. Vuestra merced debería hacer mucha instancia en que el señor Juan Flórez se saliese de ese lugar... lo que tuviere buena orden puede dar para ponerlo en cobro, le escribo suplicándoselo. Somos pocos. Es bien hacer por do no seamos menos, y muérase muerte que los deudos y amigos no huían de su entierro, y en el de doña Luisa, que esté en el cielo, se debe poner un túmulo cubrirlo de bayata atado a lo justo, y clavado con sus... 3

En esta carta da instrucciones sobre cómo actuar ante la peste que asola Castilla para salvar la vida de sus nietos. Asimismo, comenta sobre la cama y las ropas de su esposa, doña Luisa, que ha muerto de peste. También, se hacen referencias a la herencia y el mayorazgo.

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y tachuelas, que de Campos podrá vuestra merced enviar el dinero para llevando sabido lo que costare. Mis pleitos, estando en el estado mejor que pensé verlos, si se pierden por falta de cuatrocientos o quinientos reales para el molde del memorial y de la información en derecho, que del todo está acabado y suspenso por falta de esto. Se lo he escrito a ese Marcos. Respóndeme que por orden de vuestra merced, Manzio Rodríguez, un clérigo de allí, es el dueño de todo.Y que con color de lo del puesto... es el dueño... y de esta suerte ha sido de más de diez o doce años acá.Y al cabo ni hay cuenta ni razón de ellos. Y así padezco lo que Dios sabe, y no todos, porque encubro mis trabajos. Pero en el punto que ahora estoy no es posible, suplico a vuestra merced que mande hacer luego diligencia para saber si había por quien escribir, que vista su letra de vuestra merced venda el pan necesario, trigo y cebada para el prioste. Se le deben cerca de treinta y tres mil maravedíes.Y que su pan de vuestra mereced se dé luego al Manzio Rodríguez o a la persona que vuestra mereced ordenase. Y lo demás álcese la mano de ello para que yo me pueda valer y remediar mi pleito, que está para perderse por falta de quinientos reales y yo con ellos. Luego que vuestra merced haya visto esta, suplico que a una persona de razón le encargue que se llegue al monasterio de san Francisco, y se entre en la capilla de los Obregones y vean el rótulo de la sepultura del canónigo Antonio de Obregón, y todo lo que dice lo escriba, y dentro de la carta que vuestra merced me escribiere el miércoles siguiente al recibo de esta, venga, que conviene mucho saberlo. Además de esto suplico a vuestra merced lo diga al señor Juan Flórez que envíe a decir lo que sepa del canónigo su sobrino, el año y mes en que murió, y en su carta de vuestra merced venga lo uno y otro en todo caso. También convendrá saber si quedó alguna hija de Francisco de Balderas, escribano, para que se supiese de ella, los años que hace que murió su padre. Esto adelante me lo escriba vuestra merced, si ahí estuviere. La cama en que doña Luisa falleció con los vestidos que tenía cuando murió se quemen en todo caso... esto ha remediado mucho este pueblo.Y si dio poder para testar importaría mucho, habrá sido descuido no haberlo hecho. Suplico a vuestra merced me escriba las nuevas que hay de peste en Sena y aquellos lugares, y si es tanto como dicen, y si hay algún lugar libre de ella y si ha tocado en mi casa. El escritorio mío y el cofre que está en su casa de vuestra merced póngase luego ahí en cobro, que es

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cosa que importa a vuestra mereced y a sus hijos, y mucho aviso que lo que hay allí son escrituras de mucha importancia. Deseo acabar mis pleitos para salir de aquí, y no sé a dónde que ya ni tengo casa ni casar, ni qué hacer de mí, ni el camino que elegiré, ni el modo de vivienda que tendré. Dios lo disponga en su servicio. Mucha mudanza ha hecho en mí el verme sin doña Luisa, que esté en el cielo. En lo de la dote de vuestra merced estoy con deseo de acabar, para lo cual no es necesario facultad real porque ha dos días que miré el mayorazgo que hicimos doña Luisa e yo en don Diego, que esté su alma en el cielo, y en él prohibimos que en ninguna manera puédanle a ninguna dote si no fuere tan solamente a la dote de vuestra merced, nombrándola por su nombre de vuestra merced, por palabras expresas, pero será bien acabarlo, que yo estoy muy acabado, no son acontecimientos los míos para más larga vida, y en mi proceder verá vuestra merced lo que la deseo servir a mi señora doña Isabel, lo escribo a vuestra merced por este ordinario de este miércoles para que se dé orden en que se acabe, y vuestra merced sepa que el mayorazgo está muy como conviene a los mis niños, no son más de dos no se inclina ni deseo a que don Juan sea clérigo, esto para con vuestra merced a solas debe seguir en esto lo que mi señora doña Isabel querrá, que la voluntad de su merced se ha de seguir. Y vuestra merced guarde su pan que porque menos trigo y centeno se coge que el año pasado, creo será forzoso levantar el precio de la premática, y si fuere vuestra merced a Quintanilla lleve vuestra merced alzado el secreto del pan poniéndose veinte cargas de pan para el prieste. No alargo más sino que Nuestro Señor guarde a vuestra merced como lo deseo, de Madrid, a 18 de agosto de 1599 años. (Lázaro de / Quiñones [rubricado]).

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1599, SEPTIEMBRE Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones. Manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -8-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Muy bien lo hizo vuestra merced en salirse de León, y pluguiera a Dios no hubiera entrado en él doña Luisa. Ella lo hizo mal, ya que salía de Sena, irse a otra parte que a Quintanilla.Y fuera posible que hoy estuviéramos juntos. Estoy muy lastimado de su muerte, de haber sido tan desastrada y de que le faltase consejo y ayuda para se valer. Toda mi vida me durará la lástima de esto. Estoy sentido de que vuestra merced me escriba dudando de mi deseo en su servicio y en el amor y obras de sus hijos de vuestra merced, para quien y por quienes no solo trabajo pero padezco.Y lo tengo todo por muy bueno, porque si puedo se suba a mayor punto del presente, y espero en Dios aunque me hace gran daño el haber puesto vuestra merced por colector al mayor tacaño clérigo de toda aquella tierra. Escriba vuestra merced, que dejándole su pan y el necesario para el prior, lo restante no me lo detengan, que ver estas molestias me consuela de la pérdida de aquella renta. Es muy necesario que de cebada... trigo se hagan cuatrocientos reales y... de septiembre de 1599 años.4

4 La mitad del documento contiene un texto muy deteriorado y en un papel muy fragmentado.

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ANEXO DOCUMENTAL

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22 DE SEPTIEMBRE DE 1599, MADRID Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 22 de septiembre de 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -6-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Sus lástimas de vuestra merced acrecientan las mías, que son tantas y tan grandes que falta consuelo y bastan acabar mil vidas, cuanto más una que es tan larga y tan llena de trabajos como la mía, doy gracias a Dios por ello, a modo de pena su mal de vuestra merced y el de mi niño. Si se hallara vuestra merced para ello, suplico a vuestra merced me escriba lo cierto de ello, porque tercianas en septiembre suelen dar en cuartanas. Suplico a vuestra merced, haga se mire por la salud de mi niño que nada me consuela sino él y sus hermanos, y es como lo digo. En lo que toca a la situación y seguridad de todo lo recibido por don Diego, no tiene vuestra mereced que dudarlo ni buscar medianeros para ello, que yo soy el que miraré con más veras que nadie que sea vuestra merced servida en ello, y para esto os... en que vengan la carta de dote y... con orden de letrados será segurísimo lo que al servicio de vuestra merced conviene. Y la situación se haya en los puestos con hipoteca especial y general en las demás haciendas, y esto muy en forma, y si hubiere que no es bastante cantidad para lo que conviene a... en vuestra mereced es, extenderé la mano porque lo podré hacer con toda seguridad... más que yo mañana acabo, y todo lo que tengo y otras esperanzas que no faltan, todo ha de ser de sus hijos de vuestra merced, bien se avendrá con... mayormente que tengo grande esperanza en Dios de buen suceso en el pleito del mayorazgo de don... de Quiñones, el cual no tardará a mi entender dos meses y medio en acabarse... gran prisa en hacer en molde el memorial y la información en derecho si con esto se sale bien superado, estará todo lo que toca a hacienda.Vuestra merced se consuele lo más que pueda que será para mí mucho consuelo, y a esos mis niños aunque por algún tiempo vuestra merced no los comunique... del suceso de León que importa esto mucho5. En lo que vuestra merced dice que tuvo pesadumbres con doña Juana, me maravillo de haber sido tan tarde, él a esta la echó de don Suero,

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En el original, este párrafo se encuentra muy deteriorado.

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y mucho y ha mucho tiempo que se le ha figurado que estando todos nosotros ausentes, si falleciese su tío que toda la moneda que tiene, que es mucha, la... y a mi juicio su tío lo dejará una parte razonable, pero la gruesa de su hacienda sospecho será de su hijo de vuestra merced en quién estará más bien empleado, que ella ya aunque se case no ha de tener hijos.Y lo que vuestra merced desea saber de quién me escribió... de cosas ni sé si es hombre ni mujer, pero muestra gran deseo de que sea don Suero el heredero de su tío, el cuál tiene hecho testamento por lo que... como este pleito se acabare me iré si vivo a procurar el remedio de sus... de vuestra merced, que ya yo no he menester de nada que con muy poco me bastaré dondequiera que esté... Y en lo de Quintanilla procuraré dar remedio con que ha de venir aquí Losada y me compondré con él.Y de don Antonio, él esta tan pagado que debe dinero, y así se echará a parte su negocio con mucha facilidad, que los secretos de Segovia se los volé. Los papeles, que hicieron lo uno, así harán lo otro. Este poco tiempo procure vuestra merced valerse ...6 Y de Madrid, septiembre 22, 1599. Lázaro de Quiñones. Doña Felipa Bravo de Acuña, etc. En Cisneros guíese a Palencia. Al porte 16 maravedís.Valladolid.

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En el original, este párrafo se encuentra muy deteriorado.

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ANEXO DOCUMENTAL

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22 DE OCTUBRE DE 1599, MADRID Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 22 de octubre de 1599, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -6-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Muy engañada ha estado vuestra merced en pensar que yo no había escrito a vuestra merced, pero guié mal mis cartas según me lo dijo el señor don Sancho, porque en el sobre escrito ponía Palencia, y en lo último Valladolid.Yo escribí a vuestra mereced a mi juicio tres veces y a mi señora doña Isabel una, y esto es cierto y estaba yo con sospecha de mal guiadas, porque no dudaba yo de que vuestra merced me la había de responder. Ahora que está aquí el señor don Sancho en el pliego de sus cartas irán las mías. Señora no podría vuestra merced creer lo que me ha lastimado y el cuidado en que me ha puesto lo que vuestra merced me escribe de mi niña, porque la quiero con extremo. El señor don Sancho me ha consolado diciéndome que el corrimiento que tiene es para purgar por allí mucha parte del mal, y si sería posible suplico a vuestra merced haga que el médico de ahí haga una relación, y he de consultarla con algunos de aquí, y sea con brevedad no plega a Dios ver yo menoscabada prenda ninguna de las que me dejó don Diego, que más lastimado estoy de su pérdida de lo que nadie cree, y yo lo muestro. Perdí todo mi consuelo y todo mi contento, y así estoy tan sin él que solo le repara estar en esta Babilonia, a do ni los contentos se gozan, ni los pesares y lástimas se sienten a su medida con las ocupaciones y diversidades de cosas que nos hacen estar como encantados, que ni gloria ni pena se recibe de cosa. Yo estoy harto de ella que pienso que el deseo de salir de ella me ha de acabar en ella. El pleito le tengo bien puesto, y harto bien, pero estoy tan gastado y consumido, y el suceso del mal de la montaña en este tiempo me imposibilitan de manera que me hacen temer. Todo lo que puedo me esfuerzo. Avisaré a vuestra merced de lo que fuere sucediendo como de caso propio, que yo mañana acabo. Y en su particular de vuestra merced el señor don Sancho y yo estamos de acuerdo. Pasado el recibimiento de la reina, que será dentro de dos días, de echarlo aparte.Y crea vuestra merced que en lo que yo viviera, vuestra merced y todos verán lo que yo a vuestra merced la deseo servir. Salga yo de esta corte se lo suplico a mi Dios, y después lo que haya e hubiere de vuestra merced y de sus hijos será.

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Y en lo de don Suero es mucha razón que salga. Por acá, se procura que Su Majestad lo reciba por paje, y para ello se buscarán buenos medios. El marqués de Denia buenas palabras me dio. Antes de su ida se le tornará a suplicar. Por ahora, esto es lo que conviene a mi niño, a los cuales me guarde dios, y a vuestra merced a medida de mi deseo. De Madrid, a 22 de octubre de 1599 años. Lázaro de Quiñones. A doña Felipa Bravo de Acuña, etc. en Cisneros.

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ANEXO DOCUMENTAL

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6 DE NOVIEMBRE DE 1599, CISNEROS Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones dirigida a su nuera, doña Felipa Brabo y Acuña. 6 noviembre 1599, Cisneros, manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -4-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Hoy me dieron una carta de vuestra merced en palacio que me dio mucho contento verla, porque había mucho que no había visto letra de vuestra merced. El señor don Sancho me había dicho, y lo vi por letra de mi señora doña Isabel, a lo que me parece que a mi niña la envía vuestra merced a León, a casa de su tío. Paréceme acertado y doña Juana tendrá cuido de ella, que la estimo en mucho a la mi niña, y escribiré a la abadesa que envíe por ella como esté algo mejor, que como nació allí que son los aires con que se crió, estos son los que la importarán, y sus tías la regalarán más que a sí mismas, y hágalo luego vuestra merced, que para esto poco es menester, mayormente que en la carta decía que la llevaba la señora doña María Bravo. No pierda vuestra merced esta ocasión.Y si desea doña Isabelica irse a... se lo dilaten, y vuestra merced estese hasta ver en qué para este pleito de este mayorazgo, que yo para la Navidad le juzgo acabado. De que vuestra merced no tenga el descanso que yo deseo me pesa en el alma.Yo ando en tratos de haber unos dineros y vuestra mereced habrá parte, y créaseme que la tengo de procurar a vuestra merced con grandes veras su descanso de vuestra merced, y acrecentamientos de sus hijos, como si yo vivo lo verán gentes. En los de su dote de vuestra merced, querría hacerlo luego. Somos mortales y estará más segura haciendo yo la escritura, que después lo que está concertado entre el señor don Sancho y mí es el primero capítulo, que yo confieso que vuestra merced y don Diego recibieron quinientas y treinta y tantas mil maravedís, y que fue venta rasa por lo mismo al arzobispo de Granada, y que no fue venta a razón de catorce sino venta rasa a razón de a veinte...7 Y también aseguro la hacienda de Carrión que vuestra merced y don Diego vendieron, esto creo es así. Aseguro más mil ducados que mi señora doña Isabel dio a vuestra merced.

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La continuación del párrafo se encuentra muy deteriorada.

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Y también más trescientos ducados que dice el señor don Juan que dio a su marido de vuestra merced, a todo esto me allano por ser para vuestra merced, sin que se me muestren recados, a razón de a catorce tendrá vuestra merced cada año ochenta y dos mil maravedís pagados por tercios situados en los puestos que se rendarán con esa calidad lo que yo viviere, y después de sus hijos de vuestra merced será todo. Conviene que vuestra merced me responda a cada capítulo de los referidos, que son el juro y deseo infinito que se pueda quitar para don Juan. Y también si sabe vuestra merced lo que el señor don Juan pagó a don Diego a cuenta de los mil ducados, debe de contar en ello el vestido que envió vuestra mereced. Mañana domingo se había de otorgar la escritura porque yo doy prisa en ello, que así conviene. Comuníquelo vuestra merced con mi señora doña Isabel, cuyas manos de vuestra merced beso muchas veces. Soy muy viejo y lo estoy, querría y lo haré, Dios mediante, dejar a vuestra merced de suerte que pueda vivir muy descansadamente con lo que yo consignare, y aquel juro que se desempeñe podrá vuestra merced hacerlo con más cosas que habrá, que yo tengo de servir a vuestra merced en el mayor cuidado y regalo que pueda lo que viviere.Vuestra merced me escriba lisamente que quiere hacer el desempeño de aquel juro y que para eso quiere la deuda del señor don Juan, que lo que faltare yo lo supliré. En lo de don Suero, hablé al señor don Juan de Tarsis, me dijo que estaba bien respondido y que ayudará. Importará que mi señora doña Isabel le escriba.Tengo hecho memorial para el marqués de Denia. Dos veces he procurado audiencia, no pude tener suerte. Está en el Pardo con el Rey, presto vendrán, y no perderé punto.Vuestra merced envíe a la mi niña, que cuanto más lo dilatare ha de ser para peor, y si Dios me da buena dicha irá vuestra merced a ver aquella tierra, iremos juntos si a Dios plugiere. En lo que vuestra mereced dice que el señor don Sancho estorbó la venta de las heredades de Cisneros, está muy bien hecho, que antes junto a ellas se ha de acrecentar para que tenga vuestra merced el pan necesario para sí, que Dios dará. No alargo más que en Sena y Arévalo casi no ha quedado cosa. Nuestro Señor le guarde a vuestra merced con la salud y acrecentamiento que yo deseo para mí. De Madrid, a 6 de noviembre de 1599 años. Suplico a vuestra mereced le diga a mi don Suero, que escriba de su mano que quiero ver su letra, y que estudie con cuidado porque le ha de ser muy importante, que en esto quiero ver lo que me quiere, y vuestra merced le apriete a ello. Lázaro de Quiñones (rubricado).

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ANEXO DOCUMENTAL

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19 NOVIEMBRE, MADRID Quiñones, Lázaro de. Carta firmada por Lázaro de Quiñones. Manuscrito. Fernán Núñez, Legajo 686/4, nº 6, -7-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional8. En extremo siento la falta de salud de la señora doña Felipa. Désela Dios a su merced la que yo deseo para mí. Y de que vuestra merced haya enviado a mi niña a León y recibido muy gran merced. No me ha quedado cosa en qué poner los ojos sino es en esas prendas, que me han quedado de don Diego, que esté en el cielo, las quiero y las estimo con extremo.Y así me hace gran merced y favor vuestra merced en las que les hace.Y la ida de esos niños a Palencia la tengo por muy acertada, como lo es cuanto vuestra merced hace. Quisiera yo estar de manera que de ambos la relevara yo a vuestra merced de la costa que irán allí, que no será mucha. Será Dios servido que presto pueda ser. Y por lo de presente, para don Suero suplico a vuestra merced me la haga de me hacer saber cómo han de estar y el modo de su gasto, y a quién se acudirá con lo que se les hubiere de dar, y para el estudio en casa habrá menester don Suero ropa para el frío, larga y de que para que lo escriba a León, y no se pierda ordinario, ni ida en su partida, que es perder en cada día que pierdan. En lo de la señora doña Felipa, no hay necesidad de cartas de pago. Sin ellas se hará escritura, y luego en dos dificultades para por lo que toca al servicio de la señora doña Felipa: el uno es que el juro que se dio al señor don Pedro de Castro, arzobispo de Granada, si se vendió rematadamente o en empeño, y si fue a razón de catorce o de a veinte. El señor don Sancho dice que se dio a razón de a veinte. Importa... doña Felipa lo que va de a catorce a veinte. Suplico a vuestra merced me mande a... porque si Dios es servido yo ayudaré para el desempeño y eso se tendrá... Felipa que será buena ayuda. La otra duda... años de Madrid, a 19 de noviembre9.

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Carta muy deteriorada en el extremo inferior derecho. Todo el resto del documento está muy fragmentado.

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17 DE AGOSTO DE 1602, SENA Y LEÓN Quiñones, Lázaro de. Carta de Lázaro de Quiñones a María Quiñones de Pimentel. La abadesa del Carrizo, sobre un pleito. 17 agosto 1602, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D3, núm. 73, -2-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. A la hora vino aquí un criado del señor arcediano de Saldaña que me escribe lo que verá en esta carta suya de cierta trampa que me querían hacer de un censo que se fundó sobre las casas que compré a un Juan de Gavilanes, que junta va con la mía ahora. Cuando ahí abrí mi cajón, la tuve en mis manos la venta que de ella se me hizo, conviene abrir el cajón y buscarla. Son dos escrituras que contienen harto papel, sáquese memoria de ante qué escribano paso cada una de ellas, y en qué día y año se otorgó cada una de ellas, que esto bastará, y cuando no baste Omaña lleve la venta que me otorgó Juan de Gavilanes y su mujer, para la presentar en el pleito que se ha puesto, pidiendo que quedando el traslado en el proceso se dé por ser escritura original e importante, y Omaña traiga del señor arcediano Canselo de Quiñones cédula de que me hará merced de me la volver, pues sabido por ella el escribano ante quién pasó, y el día y mes y año del otorgamiento de ella, podrá para su seguridad sacar otra y otras que quiera, y será bien hacer esto con brevedad, y por haber escrito anteayer y esperar hoy la respuesta no alargo más. Nuestro Señor me la guarde los años de mi deseo, amén. De Sena, a 17 de agosto de 1602 años. Lázaro de Quiñones (rubricado). A mi hija doña María de Quiñones Pimentel (sic), abadesa de Carrizo, etc. en su casa. Con la vuestra merced que me dio el portador de esta, recibí mucha merced por entender las buenas nuevas que deseaba de su salud de vuestra merced, que aumente Nuestro Señor por tan largos años como los capellanes y servidores de vuestra merced hemos menester.Yo he estado esperando a que vuestra merced enviase la carta de venta que vuestra mereced tiene de los suelos y casas de la canóniga que compró de Luis de Gavilanes que... traviesa, porque a mi parecer con ella se acabará este pleito o maraña de Isidro de Robles, el cual ejecuta en las dichas casas y suelos por un censo que Melchor de Gavilanes sacó el año de ochenta y seis, Isidro de Robles como su fiador, y cobra el censo como persona

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ANEXO DOCUMENTAL

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que ha bastado.Y no es el censo que vuestra merced piensa de doña Juana de Quiñones, vecina de Zamora, que esa debió de ser otra trapaza, si no censo particular que sacó Melchor de Gavilanes, hipotecando las dichas casas y suelos, que fue de principal cuarenta y dos millones.Y según parece pide de réditos treinta mil y seiscientos maravedís. Yo entiendo que si vuestra merced compró antes las dichas casas y suelos a Luis de Gavilanes, como es verdad según lo que vuestra merced dice, no tendrá justicia Isidro de Robles; porque Melchor de Gavilanes hipotecó lo que no era suyo ni de sus padres, que ya eran de vuestra merced. Pero será menester mostrar la carta de venta y el derecho que vuestra mereced tiene; que si no nos condenará. Y así suplico a vuestra merced mande enviarla luego, porque Isidro de Robles ha esperado por hacerme merced, y ahora da prisa al negocio y no quiere esperar más, y por haber tenido por huésped al marqués estas fiestas no he podido hacer esta diligencia. Suplico a vuestra merced, me la haga de despacharla luego, y por él o por otra persona quien vuestra merced mandare enviar la carta de venta luego. Porque Isidro de Robles pedirá luego sentencia de remate, y no mostrando recados nos condenará. Las fiestas fueron buenas, a lo menos contentaron al marqués. No faltó más de que vuestra merced se hallase presente para autorizarlas, a quien Nuestro Señor guarde con los acrecentamientos que deseo. De León, y agosto 17, de 1602. El licenciado Canselo (rúbrica). (Al margen derecho: Carta de Lázaro de Quiñones escrita a su hermana. Año de 1602.)

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LOS CIGARRALES DE LA PRIVANZA Y MECENAZGO

10 DE AGOSTO DE 1608, LEÓN Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Concesión de rentas anuales a su hermana profesa en el Carrizo, Isabel María y Acuña. 10 de agosto de 1608, León, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D6, núm. 18. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Digo yo, don Luis Suero de Quiñones y Acuña, alférez mayor de la ciudad de León, señor de casa y concejo de Sena, que por cuanto mi señora doña Isabel María y Acuña, mi hermana, religiosa de la orden de San Bernardo, en el convento de Nuestra Señora de la villa de Carrizo, al tiempo que hubo de profesar la dicha religión, renunció en mi favor las legítimas y herencias de los señores don Diego de Quiñones, mi padre y señor, difunto que está en el cielo, y doña Felipa Bravo de Acuña, mi madre y señora.Y porque yo obligado del beneficio y aprovechamiento que de la dicha renunciación se me ha seguido, y espero se seguirá en adelante, y prometí a la dicha doña Isabel María de Quiñones y Acuña, mi hermana y señora, el pagarla y consignarla de mis bienes alguna renta para ayuda de las necesidades en la religión que se le ofrecían. Por tanto, cumpliendo lo prometido, por la presente doy y señalo por renta propia para que la dicha señora doña Isabel María de Quiñones y Acuña, por los días de su vida o por la mía, lleve y posea el puerto del Chaguazo y la renta y aprovechamiento que en él pudiere tener en cada un año. O en lugar de él, cuatrocientos reales en cada año con más el patronazgo que me paga el cura del lugar de Sariegos, que son treinta y cuatro minas de centeno en cada un año, que todos los susodichos son bienes de mi mayorazgo, y sus rentas y aprovechamientos las cedo, renuncio y traspaso en la dicha doña Isabel de Quiñones y Acuña, mi hermana, para que las lleve y goce por los días de su vida y la mía, y me obligo de no se lo quitar, y mando a los renteros del dicho puerto y al cura de Sariegos, o a la persona a cuyo cargo está a pagar el patronazgo, que de hoy en adelante acudan con la dicha renta y patronazgo a la dicha doña Isabel de Quiñones y Acuña, mi hermana, y se la paguen según y de la manera que me la suelen pagar, y porque lo cumpliré como va dicho, lo firmo de mi nombre. En la ciudad de León, a diez de agosto de este año de mil y seiscientos y ocho años. Don Luis Suero de Quiñones y Acuña Donación de mi puerto y patronazgo.

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ANEXO DOCUMENTAL

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EL DÍA DEL CORPUS, 1609,VALLADOLID Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Carta de don Suero a su madre Felipa Bravo y Acuña. 1609,Valladolid, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D4, no 6, -1-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Mi señora, no pude escribir a vuestra merced el ordinario pasado y así lo hago ahora con Calderón, dando a vuestra meced cuenta de mi llegada. Traje rigurosísimo tiempo que pensé parar de frío en el puerto y aun hasta que llegó doña María me dio una carta de vuestra merced abierta, que me pesó harto por todo lo que venía allí. Me decía vuestra merced como se halló el... no me dice vuestra merced ni dónde ni cómo. Suplico a vuestra merced me avise como se halló, y si le llevaron al sastre, y asimismo me disculpe vuestra merced con el conde. No me atrevo a decir a vuestra merced lástimas mías en materia de hacienda, sino que pienso que he de pedir limosna y viendo vuestra merced que puede ser mi... vuestra acción solo vender mi oficio... Suplico a vuestra merced lo haga y tengamos resolución luego de lo que piensa hacer porque yo no sé qué he de hacer sino irme del mundo. Por amor de Dios, dé vuestra merced a Calderón aquellos papeles de su dote y poder al mismo Calderón, porque con ello me pueda remediar de mil pasiones que me tienen tomadas de mi hacienda. Asimismo suplico a vuestra merced haga se componga aquello de la cadena, y le diga vuestra merced a don Miguel me perdone, y que por Dios del cielo como vuestra merced bien sabe que no pido más pero que yo se lo remitiré ahí sin falta. Venirme sin pagar a Martín de Herrera fue descuido, que una cosa tan poca no me había de hacer falta, suplico a vuestra merced si los pagó, que yo los remitiré sin falta, y me haría vuestra merced la mayor merced del mundo. Sepa vuestra merced de... en que estado está aquel negocio que dejé encargado, y que me escribe si sabe algo en él por estar cansado no le escribo. A doña María y a doña Ana beso las manos y a toda la casa, y les diga vuestra merced lo que siento no poder hallarme ahí, a su casa... aquel tengo la misma lastima que vuestra merced dice los tenga de su mano, y a vuestra mereced me guarde los años de mi deseo, de Valladolid, hoy día del Corpus, año de 1609, su hijo de vuestra merced don Luis Suero de Quiñones y Acuña. A mi señora doña Juana beso los pies mil veces.

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LOS CIGARRALES DE LA PRIVANZA Y MECENAZGO

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5 DE MARZO DE 1628, MADRID Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosía de Oña y Valdés. 1628, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D29. Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional10. Madrid, y marzo 5 de 1628 años. Escribano Francisco de Villanueva. Capitulaciones matrimoniales, dote, arras, y carta de pago y auto de amparo. En la audiencia de Madrid, a 5 de marzo de 1628 años, ante el presidente, escribano y testigos, los señores don Luis Suero de Quiñones Pimentel de la una parte, y de la otra doña Ambrosia de Oña y Valdés, residentes en la audiencia y corte de Madrid, dijeron que por cuanto entre ellos está tratado y concertado que, precediendo las amonestaciones que manda el santo concilio se habían de casar y velar por palabras de presente que hagan verdadero matrimonio, y para que tenga efecto se capituló lo siguiente: Primeramente la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés ofrece llevar para su dote y para que el dicho don Luis mejor pueda sustentar las cargas del matrimonio, 14.500 ducados de principal de censo que tiene sobre el excelentísimo señor don Jorge de Cárdenas Manrique, el duque de Maqueda, fundado a razón de a 20.000 el millar, que procedían de la venta de una quinta, casa, huerta y solares que le vendieron en la calle del Sordo, de que le paga de réditos en cada un año 7.975 reales. Y también, unas casas principales en la calle del León, que lindan con casas del contador Simón Vázquez y de Miguel Gómez, boticario, y la calle real. Y también, todas las colgaduras, camas, vestidos, joyas, preseas, y otros bienes muebles que tiene, que de todo ello, casas, y censos, y demás de sus bienes, la hizo donación la señora doña Ana de Valdés, su madre, por escritura otorgada en esta villa de Madrid, en 29 de diciembre de 1622, por ante Santiago Fernández, escribano del número de dicha audiencia,

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Hasta ahora, se había considerado que don Luis Suero nunca se casó.

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ANEXO DOCUMENTAL

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con la reserva de 300 ducados para alimentos de la dicha doña Ana, su madre, y la vivienda y usufructo de las casas de la calle del León por los días de su vida. El dicho señor don Luís Suero de Quiñones Pimentel ofreció en arras a la dicha doña Ambrosia 3.000 ducados, y así de ellos como de la dote que en todo importó 219.929 reales, otorgó carta de pago en el audiencia de Madrid, a 3 de mayo de 1628 años, ante Francisco de Villanueva.Y a su continuación está el auto de amparo en la dote y arras a la dicha doña Ambrosia de Oña y Valdés.Y concordado por Roque Fernández. En la villa de Madrid, a cinco días del mes de marzo de mil y seiscientos y veinte y ocho años, ante mí el presente escribano y testigos, y los señores don Luis Suero de Quiñones Pimentel, de la una parte, y de la otra la señora doña Ambrosia de Oña y Valdés, residentes en esta corte y villa de Madrid. Dicen que por cuanto entre ellos está tratando y concertando que, procediendo las amonestaciones que manda el santo concilio se hayan de casar y velar por palabras de presente que hagan verdadero matrimonio, y para que tenga efecto se capituló lo siguiente: Primeramente la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés ofrece llevar para su dote y para que el dicho señor don Luis Suero de Quiñones Pimentel mejor pueda sustentar las cargas del matrimonio, catorce mil y quinientos ducados de principal de censo que tiene sobre el excelentísimo señor don Jorge de Cárdenas Manrique, duque de Maqueda, fundado a razón de veinte mil maravedís el millar, que procede de la venta de una quinta, casa, huerta y solares que se vendieron en la calle del Sordo, de que le paga de réditos en cada año siete mil novecientos y setenta y cinco reales.Y también unas casas principales en la calle del León, que lindan con casas del contador Simón Vázquez y de Miguel Gómez, boticario, y la calle real. Y también todas las colgaduras, camas, vestidos, joyas, preseas y otros bienes muebles que tiene, que de todo ello, casas, y censos, y demás sus bienes, le hizo donación la señora doña Ana de Valdés, su madre, por escritura otorgada en esta villa de Madrid, en veinte y nueve días del mes de diciembre del año pasado de seiscientos y veintidós, por ante Santiago Fernández, escribano del número de esta villa, con la reserva de trescientos ducados de renta en cada año para los alimentos de la dicha señora doña Ana de Valdés, su madre, con más la vivienda y usufructo de las dichas casas de la calle de León por todos los días de su vida.Y también, el dicho señor don Luis Suero de Quiñones Pimentel,

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por ser tan principal la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés, y por ser honra de sus padres, deudos y parientes, y su virginidad, le ofrece en dote y arras proterniuncias tres mil ducados que confiesa caben en la décima parte de sus bienes, y no cabiendo se los manda en los que adelante tuviere, o en aquella vía y forma que mejor haya lugar de derecho. Y también, de conformidad ponen de pena cuatro mil ducados el uno al otro para que se cobren de los bienes que tuviere el que no cumpliere esta escritura y capitulaciones, y sean para la parte obediente. Y cada una de la partes por lo que les toca obligaron sus personas y bienes muebles y raíces, habidos y por haber, y dieron poder a las justicias del Rey nuestro señor, de cualquiera partes que sean a cuyo fuero y jurisdicción se sometieron y obligaron, renunciando su propio fuero, jurisdicción y domicilio, y la ley sic convenerit de jurisdictione, para que por el remedio y rigor del derecho y vía executiva, les compelan a su cumplimiento como por sentencia definitiva pasada en cosa juzgada, en razón de lo que renunciaron las leyes de su favor, y la general y derecho de ella. Y la dicha doña Ambrosía las de los emperadores en forma, y la otorgaron ante mí el presente escribano y testigos, en villa de Madrid, día, mes, y año susodichos, siendo presentes por testigos Antonio Campo y Martín de... y Pablo de Valcázar y Quiñones, estantes en esta corte, y los señores otorgantes a quien doy fe conozco, firmaron de sus nombres, don Luis Suero de Quiñones y Pimentel, doña Ambrosía de Oña y Valdés, ante mi, Francisco de Villanueva. En la villa de Madrid, a tres días del mes de mayo de mil y seiscientos veintiocho años, ante mí el presente escribano y testigos, pareció el señor don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, caballero del hábito de Santiago, residente en esta corte y villa de Madrid, y dijo que, por cuanto al tiempo y cuanto se capituló entre él y la señora doña Ambrosia de Oña y Valdés que se hubiesen de casar y velar, precediendo las amonestaciones que el santo concilio dispone, la susodicha ofreció traer al matrimonio para ayudar a sustentar las cargas de ellos catorce mil y quinientos ducados del censo que fundó en su favor y de la señora doña Ana de Valdés, su madre, el señor don Jorge de Cárdenas Manrique, duque de Maqueda, por resto del precio de una quinta, casa, huerta y solares que le vendieron en la calle del Sordo, y unas casas principales en la calle del León, y otros bienes y joyas como se contiene en la dicha escritura, que se otorgó ante mí el dicho escribano, en cinco días del mes de marzo pasado de este año, a que se refiere, y por él está desposado con la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés, y la susodicha le quiere

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entregar los dichos bienes como lo tiene ofrecido, por tanto en la mejor vía y forma que ha lugar de derecho, otorga en favor de la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés recibo de los bienes, escrituras y otras cosas que recibe de presente, en la forma y manera siguiente11. Que todos los dichos bienes, colgaduras, vestidos, joyas, y ajuares de suso referidos así tasados, valorados y justipreciados, de conformidad de ambas partes por personas peritas de cada especie, en lo que cada cosa va puesto atrás y los ha recibido justamente con los dichos cinco mil y quinientos reales, todo ello en presencia de mí, el presente escribano, y testigos de que doy fe que suma y monta con los catorce mil quinientos ducados del dicho censo, doscientos y diez y nueve mil novecientos y veinte y nueve reales, cuya escritura de censo original juntamente con la dicha donación y escrituras de los títulos de las dichas casas, que no van tasadas ni valoradas en esta escritura, recibió en presencia de mí, el dicho escribano y testigos, de que doy fe que lo recibió y pasó a su parte y poder.Y se obligó por su persona y bienes, muebles y raíces, habidos y por haber de que cada y cuanto, y en cualquier tiempo que este matrimonio fuere disuelto, o por muerte u otra causa de las que el Concilio de Trento dispone, volverá a la dicha doña Ambrosia de Oña y Valdés, o sus herederos o quien su título tuviere, todos los bienes y maravedís que así recibe, para lo cuál obligó todos sus bienes, juros y rentas, muebles y raíces, habidos y por haber, y para su cumplimiento dio poder cumplido a cualesquier jueces y justicias del Rey nuestro señor, de cualesquier partes que sean, a cuyo fuero y jurisdicción y domicilio, y la ley sic convenerit de jurisdictione, para que por el remedio y rigor del derecho y vía ejecutivas, le compelan a su cumplimiento como si fuese sentencia definitiva de juez competente, por él consentida y no apelada, y pasada en autoridad de cosa juzgada, en razón de lo cual renunció cualesquier leyes, fueros y derechos y ferias de su favor, y la ley y derecho que dice que general renunciación de leyes non valla, en cuya firmeza otorgó carta de pago en forma en favor de la dicha señora doña Ambrosia de Oña y Valdés, su mujer, por ante mí, el presente escribano y los testigos de yuso escritos, siendo presentes por testigos Martín de Fica, y Antonio Campo, y Paulo de Valcázar, estantes en esta corte, y el dicho señor otorgante, a quien yo, el presente escribano, doy fe conozco, lo firmó de su nombre, don Luis Suero de Quiñones y Acuña. Ante mí, Francisco de Villanueva, y yo, Francisco de Villanueva, secretario del Rey nuestro 11

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Sigue un inventario de bienes que ocupa varias páginas.

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señor de esta villa de Madrid, fui presente al otorgamiento de las dichas capitulaciones y recibo de dote, juntamente con los otorgantes y testigos, y en fe de ello firmé mi signo en testimonio de verdad, Francisco de Villanueva12. En testimonio (signo) de verdad, Roque Fernández (rubricado). 1628. Capitulaciones de matrimonio entre el señor don Luis Suero de Quiñones y mi señora doña Ambrosia, y su carta de dote.

12 Sigue el auto en favor de la dote de la señora doña Ambrosia, más el amparo en la carta de dote, y el amparo por dote con audiencia.

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21 DE FEBRERO DE 1644, LEÓN Bravo y Acuña, Felipa. Testamento de Felipa Bravo, y liquidación de sus cuentas. 1644, León, manuscrito. Fernán Núñez C683, D12. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Traslado ante Miguel Fernández Chicarro León y febrero 21, de 1644 años. Ante Pedro Escasén, escribano del número Número 8, Legajo 4 Testamento y codicilos Que otorgó la señora doña Felipa Bravo y Acuña, difunta, mujer que fue de don Diego Quiñones, también difunto. Por el testamento hizo mejora de 3º y 5º en don Juan de Quiñones, su hijo, y por el primer codicilo revoca dicha mejora, y quiere que se reduzca a 2.000 reales de vellón. Y mandó depositar su cuerpo en Santa María de Carrizo Por el segundo declara cierta deuda de 200 reales. Dejó por sus testamentarios a don Suero de Quiñones, caballero de la orden de Santiago y señor de la audiencia y consejo de Sena, y a don Juan de Quiñones y Acuña, y a doña Isabel María de Quiñones, abadesa del convento de Carrizo, y a don Álvaro de Quirós y Miranda, y al licenciado Juan Magdaleno Morjón, y al licenciado Juan Martínez Juárez, cura de San Marciel de la dicha ciudad. Herederos Dejó por sus universales herederos a don Suero de Quiñones y a don Juan de Quiñones y Acuña, y a doña Isabel María de Quiñones, sus hijos legítimos del dicho don Diego de Quiñones, su marido. Fecha del testamento: en León a 21 de febrero de 1644. Ante Pedro Escasén, escribano del número. Sacóse este traslado por testimonio de Miguel Fernández Chicarro, escribano. Ante Pedro Escasén, año de 1644. Testamento y codicilos que hizo y otorgó doña Felipa Bravo y Acuña, difunta, mujer que fue de don Diego de Quiñones, también difunto, etc. Ante Pedro Escasén, escribano. In Dei nomine Amen. Sépase por esta pública escritura de testamento y última voluntad, como yo, doña Felipa Bravo de Acuña, viuda de don

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Diego de Quiñones, caballero de Alcántara y señor que fue de la villa y concejo de Sena, alférez mayor del reino de León, y vecino y regidor que fue de esta ciudad de León, que estando enferma en la cama, de enfermedad que Dios Nuestro Señor fue servido de me dar, pero en mi sano juicio y entendimiento natural, temiéndome de la muerte que es cosa cierta por toda criatura, quiero disponer de las cosas tocantes al bien de mi alma, para lo cual invoco primero el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, que vive sin principio y reina sin fin, debajo de estos divinos misterios y de todos aquellos que tiene y cree esta Santa Madre Iglesia, creo fielmente como católica cristiana, tomo por mi intercesora a la Virgen Nuestra Señora, madre de Dios, y a los bienaventurados apóstoles san Pedro y san Pablo, y a todos los santos y santas de la corte del Cielo, a quien ruego intercedan por mi, a Dios Nuestro Señor se sirva perdonarme, y debajo de esta invocación divina ordeno mi testamento en la forma y manera siguiente: Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la crió y redimió por su preciosísima sangre y le vea tornando a la tierra de todo lo que fue formado. Y también mando que, cuando Dios fuere servido de llevarme de esta presente vida, mi cuerpo sea sepultado, si muriere en esta ciudad de León, en la iglesia parroquial de Santa Marina de esta ciudad de León, en la capilla mayor donde están enterrados primero doña Luisa Flórez, mi suegra, y otros tres hijos míos y del dicho mi marido. Y también mando que mi cuerpo sea sepultado con el hábito de nuestro seráfico padre San Francisco, y se llamen los conventos de Santo Domingo y San Francisco para mi entierro, y se les paguen los derechos debidos en lo que se conectare con ellos, sin darles velas de cera, y se vistan doce pobres a disposición de mis testamentarios, y se concierten las cofradías y la cera que fuera necesaria para el dicho mi entierro, para el cual se llamen veinticuatro sacerdotes que acompañen mi cuerpo sin los curas de la parroquia del Señor San Marciel, donde soy parroquiana, y de la dicha de Santa Marina, donde me tengo de enterrar, y los dichos curas cada uno me diga su misa cantada con diácono, y su diácono y los demás sacerdotes me diga cada uno su misa rezada por mi alma, y se me ofrezca el pan y el vino y cera que les pareciere a mis testamentarios y la misma oferta misas y sacrificios se hagan el día de mis honras, todo a disposición de mis testamentarios.

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Y también mando que luego que fallezca se digan por mi alma todas las misas rezadas que se pudieren decir aquel día, y en los altares privilegiados de esta ciudad. Y también mando se den lutos a Miguel de Quintanilla y Antonio de Llamas y Antonia de Llamas, su hija,... de Palencia. Y también mando que sobre las misas que se dijeren los días de mi entierro y honras se digan quinientas misas rezadas, en la dicha iglesia de Señora Santa Marina que se pudieren decir, y las demás en la parroquia de Señor San Marciel, y las demás en los conventos de Santo Domingo y San Francisco, y demás conventos de esta ciudad a disposición de mis testamentarios en la manera que va dicha. Y también mando se digan misas que están en la memoria de un libro que yo tengo, que son las de San Vicente Ferrer, y de San Gregorio, y la emperatriz, y las de San Amador, San Nicolás de Tolentino, y Santa Mónica, y las del destierro, como se contienen en el dicho libro, el cual mando al señor Álvaro de Quirós y Miranda, vecino y regidor de esta ciudad de León, las cuales dichas misas dejo por mi alma y de los demás mis antepasados. Y también declaro que Rodrigo de Aguirriayo me dio un poder para que cobrase en nombre suyo quince mil reales de los descargos del emperador y que de ellos le acudiesen con once mil reales, y los cuatro mil me quedase yo con ellos. Declaro que no he cobrado más de cien ducados, y que renuncié el derecho de los cuatro mil reales. Mando que estos cien ducados se retribuyan a sus herederos, el cual dicho Rodrigo es vecino del lugar de Melgar. Y también declaro que por Real Carta de Ejecutoria de los señores de la Real Cancillería de Valladolid me está adjudicado de los bienes y rentas de don Suero de Quiñones, mi hijo, señor de la villa y concejo de Sena, por mis alimentos ya corridos veinticuatro mil y tantos reales y cien ducados más en cada año por los días de mi vida, y se han corrido tres años más de los dichos veinticuatro mil y tanto reales, que son otros trescientos ducados, y a cuenta he recibido lo que parecerá por cartas de pago mías, que di Alberto de Castro, y Pedro de Quiñones, Felipe Hernández, y Antonio García, en que están en el unas cartas de pago ante don García, di por menor y los renteros los cuales me han hecho algunas obligaciones aparte, aunque les tengo dado cartas de pago a los dichos Alberto de Castro y Pedro de Quiñones, Felipe Hernández y Antonio García, porque el pago que me hicieron en dinero y obligaciones.Y así mando se cobren las obligaciones que están en mi favor hechas, y lo que se resta debiendo de la dicha Real Carta Ejecutoria y alimentos, menos

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lo que pareciere haber cobrado después acá, de que tengo dado algunos recibos míos, y de que también me han hecho algunas obligaciones, mando se cobren. Y también declaro que el dicho Suero de Quiñones, mi hijo, además de lo contenido en la Real Carta Ejecutoria de mis alimentos, me debe de mi dote otros trescientos ducados cada año y los réditos de mi dote, los cuales remito y perdono, y quisiera tener mucho más que dejarle. Y también declaro que tengo puesta una demanda a don Luis Bravo de Acuña, mi sobrino, adelantado de Terranate, por la legítima de mi madre y réditos de la dote, mando a mis hijos el dicho dinero para que lo sigan y cobren, y los papeles tocantes están en el dicho oficio de Francisco Gallo, secretario de Cámara de la Real Cancillería de Valladolid. Y también declaro que el dicho don Luis Bravo de Acuña, mi sobrino, posee trescientos y treinta ducados de heredades que fueron de la legítima de mi madre, de don Luis Bravo y Acuña, mando estas heredades a la iglesia de San Llorente de la villa de Cisneros, con calidad que alumbren el Santísimo Sacramento de la dicha iglesia cada día o lo que se alcanzare, y me digan una misa rezada en ella en cada día de Nuestra Señora de la Concepción de cada un año, que desde luego sito y funde desde el día de mi fallecimiento en adelante, para que las rentas de las dichas heredades se cumpla dicha memoria por mi alma, y se ponga en la tabla de aniversario de la dicha iglesia para que se cumpla.Y sobre el complimiento de ella encargo las conciencias al cura y mayordomo que son y fueren de la dicha iglesia.Y las partidas y demás recados tocantes a la dicha hacienda están entre mis papales, mando se entreguen al licenciado Juan Madaleno, abogado y vecino de esta ciudad, para que los entregue a la dicha iglesia y funde esta memoria, y de todos los frutos que hasta ahora han rentado dichas heredades, lo remito y perdono al dicho don Luis Bravo, mi sobrino, y esta es mi voluntad. Y también quiero y es mi voluntad que de lo caído de la dicha Carta Ejecutoria se compren doscientos ducados de censo, los cuales lo que rentaren se dé a la iglesia de Santa Marina donde me mando enterrar, para alumbrar el Santísimo Sacramento para siempre jamás, y que se entreguen estos doscientos ducados de lo primero que se cobrare de la dicha Carta Ejecutoria, se entreguen al cura y mayordomo, para que se haga luego esta fundación y el ordinario de este obispado les compela a ello. Y además de esto mando a la dicha iglesia una casulla de damasco blanco, y a estas mandas mando no se hable en el rompimiento de mi sepultura en tanto es mía la capilla y esta es mi voluntad.

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Y también mando a doña Isabel María de Quiñones, mi hija, abadesa del real convento de Carrizo, una alfombra de paño bordada, y cinco reposteros de armas de Acuña y Manrique, y un cuadro de Nuestra Señora con sus puertas, que en la una de las puertas está la Visitación de Nuestra Señora y en la otra puerta está el señor San Miguel, que está en poder de Alonso García, familiar y vecino de Medina de Rioseco, que de todas cuentas le resto debiendo cien reales, mando se le paguen y se cobren del dicho cuadro, y paguen dichos cien reales a mi hija, con declaración que dichos reposteros no se queden en el dicho convento, ni la dicha imagen, porque después de los días de la dicha mi hija los dichos reposteros mando se den a don Juan de Quiñones, mi hijo, y la dicha imagen al dicho don Suero, también mi hijo, y con esta calidad mando lo susodicho, y no de otra manera. Y también declaro que en poder de doña María de San Diego, vecina de la villa de Madrid, ha los desamparados en casa propia suya, y ha de los bienes un escritorio de trebaño y marfil con un bufete bordado, tres sillas pequeñas bordadas, cuatro o cinco bufetes de nogal, un armario, y una vacía grande de cobre, y diez o doce cuadros, un cofre con cosas de cocina, y otros ajuares.Y de estos bienes el escritorio de ébano con el bufete bordado le mando a doña Luisa de Acuña, mi sobrina, hija de don Luis Bravo de Acuña, mi hermano, monja profesa en el dicho convento de Carrizo, y más le mando doscientos reales y una imagen de la Concepción de las doce que tengo en Madrid.Y además le mando a mi señora doña Isabel Bravo de Acuña, mujer del señor don Álvaro de Quirós, mi sobrina, un cuadro del señor San Alfonso y Santa Leocadia en él, y otro de Santa Teresa, que son de los que tengo en Madrid, y además de esto mando a la dicha doña Isabel María, mi hija, un cuadro de la Adoración de los Reyes, antigua, en tabla, y lo demás restante que así tengo en poder de la dicha doña María de San Diego, los mando a la susodicha mi hija. Y también mando a doña Catalina Flores, mujer del dicho licenciado Joan Magdaleno, una colcha de Cotonia13 guarnecida de puntas de rede blancas y doradas, con más un tafetán verde con la mismas puntas, y esta es mi voluntad. Y también mando a María Bautista de Cantadilla otra colcha de Cotonia blanca con una guarnición de red, que esta es mi voluntad. Y también mando al convento de los Descalzos de esta ciudad seis sábanas de lienzo nuevas, porque me encomienden a Dios y me den el 13

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Cierta tela hecha de algodón.

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hábito, y más una pieza de lienzo de a diecisiete varas que tengo en mi arca, que esta es mi voluntad. Y también mando doña Ana Bravo, monja del convento de Santa Cruz, todo el lino que está en un cofre para hábitos, que esta es mi voluntad, con calidad que se dé de ello a doña Camila de Castro, cuatro libras, que esta es mi voluntad. Y también mando a doña Ana de Castro, monja en el dicho convento de Santa Cruz, dos sábanas de lienzo; y que un bufete que le di a guardas se lo dé a doña Ana Bravo, monja del dicho convento, y que una arquilla y un banquillo de taracea14 que tiene en su poder la dicha doña Ana de Castro, el dicho banquillo lo dé a la dicha doña Luisa Bravo de Acuña, y la arquilla se dé a doña Isabel de Quiñones, mi hija, que esta es mi voluntad. Y también mando a Juana de Villarruel, hija de Juan de Villarruel, vecino de esta ciudad, la bayeta para una ropa con los aderezos y aparatos para ella, que esta es mi voluntad. Y también mando una ropa de sempiterna a doña Francisca Gallo, y un jubón... para la susodicha, por el amor que la tengo. Y también declaro que habrá seis años poco más o menos que la señora doña Teresa de Valencia me empeñó cantidad de plata en cien ducados que le presté sobre ella, declaro que tres platos de la dicha plata los empeñó por trescientos reales, el uno con un repostero mío lo empeño en don García del Villamizar por doscientos reales, y otro en don Diego Vaca de Reinoso con otro repostero mío en cien reales, y el otro con otro repostero mío en Mateo Tendero, vecino de esta ciudad en doscientos reales. Y la demás plata la empeñó en don Juan Zamudio, arcediano de Tercastela, por setecientos reales.Y solo quedó un plato de la dicha plata en mi poder. Envié a la señora doña Teresa por el premio y plata del dicho plato doscientos reales que pesaban ocho ducados. En mi poder no para nada y las personas en cuyo poder pararon darán cuenta de ellos, porque doña Isabel María de Quiñones, mi hija, desempeñó solo los dos reposteros míos. Y también declaro que yo tengo en la ciudad de Valladolid, en la casa del Rey, en el cuarto donde yo vivía, una colgadura de jerguillas y picote, que no sé los paños que son, y dos cofres con algunas niñerías, y 14 Ornamentación que consiste en el embutido de piezas de marfil, maderas finas, piedrecitas.

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tres camas, las dos de pino y una de nogal, en que yo dormía, dos sillas de Santiago Vaca y una de Juan de Frías Juan de Frías, y una antipara15 del tenedor de los materiales, mando que lo que fuere de sus dueños se les entregue y lo demás se cobren. Y también declaro que están en poder del dicho Santiago Vaca ocho almohadas de paño bordadas, envueltas en una sábana de estopa. Mando que se cobren de él. Y también mando que unas tarimas que tengo en mi poder de Santiago Vaca, vecino de la ciudad de Valladolid, se quede con ellas el susodicho. Y también mando que dos sillas y dos taburetes que tengo en mi poder de don García de Villamizarrondo se le den. Y también declaro que tengo en mi poder de María de Lantadilla una caldera de azobar y unas trébedes, mando se le den. Y mando a la dicha María de Lantadilla todas la zarandajas que quedaren en mi casa. Y también declaro que tengo en mi poder de don Felipe Bravo de la Serna un bufete y dos sillas, y de doña María Tornillo una imagen de Nuestra Señora del Carmen, y un calentador, y una cama de cordel, mando se le dé. Y también declaro que tengo en mi poder de María Bautista de Lantadilla cuatrocientos y cincuenta reales que se van gastando. Y también mando a las mandas acostumbradas un cuarto a cada una con que les aparto de mis bienes. Y también digo que por la afición y amor que tengo a don Juan Bravo de Acuña, mi hijo, es mi voluntad de mejorar como por la presente y en la mejor forma que puedo y al lugar de... le mejoro en el tercio primeramente del quinto de todos mis bienes muebles y raíces, derechos y acciones, habidos y por haber que de mi quedaren, y quiero que haya y lleve la dicha mejora con la bendición de Dios y la mía. Y también mando al licenciado Juan Martínez Juárez, cura de señor San Marciel, una alondra blanca y negra que yo tengo porque ruegue a Dios por mi, y para cumplir este mi testamento, mandas y legatos en el contenidas, dejo y nombro por mis albaceas y testamentarios a los dichos don Suero de Quiñones, caballero de la orden de Santiago y señor de la dicha villa y concejo de Sena, y a don Juan de Quiñones y Acuña, y a la dicha doña Isabel María de Quiñones, abadesa del convento de 15

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Un tipo de calzas o polainas.

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Carrizo, y a don Álvaro de Quirós y Miranda, regidor, y al licenciado Juan Madaleno... y abogado, y al dicho licenciado Juan Martínez Juárez, cura del señor San Marciel de la dicha ciudad, y al licenciado, digo a los cuales y a cada uno in solidum doy todo mi poder cumplido para que de mis bienes y de lo mejor y más bien parado a ellos, vendiéndolos en pública almoneda o fuera de ella, se cumplan y ejecuten como en él se contiene, y después de cumplido en los remanentes los dichos mis bienes, derechos y acciones, habido y por haber dejo y nombro por mis únicos y universales herederos a los dichos don Suero de Quiñones, y a don Juan de Quiñones y Acuña, y a doña Isabel María de Quiñones, mis hijos legítimos ...16

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Este documento contiene varias páginas y codicilos más.

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26 DE AGOSTO DE 1648, MADRID Otorgamiento de poder para testar hecho don Luis Suero de Quiñones y Acuña, y el secretario Juan Portillo. 26 de agosto de 1648, manuscrito. MSS/18634/1 y MSS.MICRO/13118. Biblioteca Nacional Madrid17. In Dei Nomine Amen. Sea notorio a todos los que la presente escritura de poder para testar y lo demás que en el irá declarado. Vieren como yo —don Luis Suero de Quiñones y Acuña caballero de la orden del señor Santiago, señor de la casa y valle de Sena en el reino de León y Alférez Mayor de la dicha ciudad— estando enfermo en la cama de la enfermedad que Dios nuestro señor ha sido servido de darme, aunque en mi entero juicio y entendimiento natural. Creyendo, como firmemente creo, en los misterios de la santísima trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo tres personas y un solo Dios Verdadero y en todo aquello que tiene cree y confiesa Nuestra Santa Madre Iglesia Católica Romana, en cuya fe y creencia protesto vivir y morir. Digo que, por estar fatigado de mi enfermedad, entiendo que no tendré tiempo para hacer mi testamento y disponer mis cosas como conviene y porque las he comunicado y mi última y postrimera voluntad y disposición... con los señores don Lorenzo Ramírez del Prado, caballero de la orden de Santiago, del Consejo de su Majestad en el Reino de Castilla y cruzada18, don Pedro Pacheco del dicho Real Consejo y comisario general de la santa cruzada, padre fray Tomás de Arellano religioso de la orden de Santo Domingo y conventual en el convento de Santo Tomás de esta villa, don Juan Cabello Bermúdez de quien siempre he tenido entera satisfacción por su cristiandad y... Por tanto, en aquella vía y forma que mejor derecho lugar haya doy todo mi poder y comisión en bastante y cumplida forma como se requiere y es necesario a los dichos señores para que por mí y en

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Aunque en los registros de la BNM se considera que es un testamento, el contenido del documento indica que es un poder para testar otorgado por don Luis Suero de Quiñones a los señores don Lorenzo Ramírez del Prado, don Pedro Pacheco, fray Tomás de Arellano y don Juan Cabello Bermúdez, los cuales tenían que seguir las instrucciones mínimas dadas en esta escritura. 18 Lorenzo Ramírez del Prado es considerado un humanista, político, poeta. Escribió varias obras en castellano y latín. La Biblioteca Nacional Madrid tiene dos retratos de este ingenio.

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mi nombre y representando mi propia persona, hagan y ordenen mi testamento, última y postrimera voluntad, haciendo mandas y legados y disponiendo de mis bienes en todo y en parte a su elección, con que no puedan señalar entierro, ni nombrar testamentarios, ni herederos... mando que cuando la voluntad de Dios nuestro Señor fuere servida de llevarme de la presente vida mi cuerpo sea depositado en la iglesia del convento de la Santísima Trinidad de religiosos calzados de esta villa en la capilla del Padre Rojas y nombro por testamentarios y cumplidores del testamento que hicieren a los dichos señores don Lorenzo Ramírez del Prado, don Pedro Pacheco, fray Tomás de Arellano y don Juan Cabello Bermúdez a todos juntos a cada uno y cualquiera de ellos in solidum doy mi poder cumplido... Y cumplido y ejecutado el dicho testamento en el remanente que quedare de mis bienes, deudas, derechos y acciones dejo e instituyo por mis universales herederos a don Pedro de Quiñones mi hijo natural y al póstumo o póstuma que naciere de doña Alfonsa María de Monsalve que reconozco desde luego por mi hijo o hija natural para que hayan y hereden todos mis bienes muebles y raíces, derechos y acciones con la bendición de Dios y la mía, mejorando como desde luego mejoro en el tercio de todos mis bienes y los demás referidos que hubieren quedado por mi fin y muerte al dicho don Pedro de Quiñones mi hijo natural con calidad de que cualquiera de los dichos mis hijos que sobreviviere se hereden igualmente el uno al otro. Y asimismo mando y es mi voluntad se den a la dicha María Alfonsa de Monsalve trescientos ducados de renta en cada año por los días de su vida y para ello se saque de mis bienes la cantidad... que fuere necesaria y se impongan y sitúen en renta fija cierta... que renten los dichos trescientos ducados y cada año para que allí los haya y cobre la susodicha... y después de su vida los haya y herede el dicho póstumo... que como dicho es naciere de la susodicha y faltando vuelvan los dichos trescientos ducados de la dicha renta al dicho don Pedro de Quiñones mi hijo natural y heredero o quien le sucediere y en todo lo demás procedan los dichos señores en el dicho testamento y dispongan de mis bienes a su elección y voluntad. Y asimismo mando y es mi voluntad que el dicho señor don Juan Cabello Bermúdez tome a su cargo la solicitud de todos mis pleitos que al presente tengo pendientes y adelante tuviere y que los dichos señores testamentarios le señalen el salario que fuere competente en cada un año por la solicitud, y trabajo que ha de tener en ellos. Y por

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este revoco otros cualesquier testamentos y codicilos, mandas y legados que haya hecho por escrito y de palabra o en otra manera para que no valgan ni hagan fe en juicio ni fuera de el, salvo este y lo que contuviere y declarare en el dicho testamento que así hicieren los dichos señores, que quiero que valga por mi testamento, ultima y postrimera voluntad, y desde ahora para cuando fuere hecho le apruebo y es mi voluntad tenga la misma fuerza que si yo hiciese, que el poder que ser requiere yo se les doy a los dichos señores... 19 En la villa de Madrid, a veintiséis del mes de agosto de mil y seiscientos y cuarenta y ocho. Siendo testigos don Gonzalo de Heredia, el doctor Alfonso González... estantes en esta corte y el dicho otorgante a quien doy fe conozco, lo firmó de su nombre— Don Luis Suero de Quiñones y Acuña. Ante mí, Juan de Portillo. Yo el dicho Juan de Portillo secretario del Rey nuestro señor. Receptor del número de sus Reales Consejos y Tribunales... otorgamiento de esta escritura y... del dicho año en cuatro hojas con esta en que va el pliego del sello primero y queda en el original en mi poder y protocolo en sello cuarto y en fe de ello lo signo y firmo. Juan de Portillo

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Información repetitiva en el resto del párrafo.

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28 DE JUNIO DE 1649, MADRID Rospillosi, Julio. Paulina a petición de don Alonso de la Serna y Quiñones, mi señor, para descubrir los papeles del mayorazgo de Sena por muerte de don Luis Suero de Quiñones. 28 de junio de 1649, Madrid, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D8, núm. 2. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Paulina para descubrir los papeles del mayorazgo de Sena por muerte de don Luis Suero de Quiñones, año 1649. Nos, don Jullio Rospillosi, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica arzobispo de Tarso y de nuestro santísimo padre in nomino por la divina providencia Papa Décimo y de esa misma sede nuncio y colector general apostólico en estos reinos de España, a los venerables en Cristo, hermanos arzobispo de Toledo y obispos de León, Astorga, y Oviedo, y a sus discretos provisores, oficiales, y vicarios generales, y a cada uno in solidum, y al vicario de esta villa de Madrid, salud en Nuestro Señor Cristo, sepan que ante nos pareció la parte de don Alonso de la Serna y Quiñones, caballero de la orden de Santiago y alférez mayor del reino de León, y nos hizo relación diciendo que por fin y muerte de don Luis Suero de Quiñones, su tío, le tocan y pertenecen los mayorazgos de la casa y estado de Sena y de la casa de Rivera y Grajas, jurisdicción del dicho reino de León; de que no sabe quién ni cuáles personas, con poco temor de Dios Nuestro Señor y en gran cargo de sus ánimas y conciencias, han ocultado, tomado y hurtado, ocultan, retienen y encubren los testamentos y fundaciones de mayorazgos antiguos, y aunque hay muchas personas que saben, entienden, o han oído decir quién oculta, retiene y encubre los dichos papeles y demás instrumentos tocantes a los dichos mayorazgos, y saben lo que en razón de la ascendencia del dicho don Alonso, y antigüedad de su casa y estado de Sena, ha pasado y pasa, no lo quieren manifestar, decir, ni declarar, en gran daño y perjuicio del dicho sineficante; a cuyo pedimento mandamos dar y damos las presentes. Por las cuales y a la autoridad apostólica, a nos concedida, de que en esta parte usamos, cometemos y mandamos a vos, los dichos vicarios, que habiendo diligentemente considerado en la causa si os pareciere que sea para descargo de sus conciencias, hagáis leer y publicar las presentes en todas la iglesias de vuestras diócesis, asignando algún término para que los usurpadores, detentores y encubridores de los que dicho es, o las personas que lo susodicho supieren, en cualquier

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manera lo vengan manifestando, restituyendo, revelando, el cuál término pasado les asignaréis otro breve término, y pasado, otro último y perentorio, el cuál pasado y no habiendo manifestado, restituido, ni revelado, desde entonces daréis y promulgaréis sentencia de excomunión mayor en las tales personas y en cada una de ellas, y por públicos excomulgados según es costumbre los daréis y denunciaréis, y si, lo que Dios no quiera, a las tales personas y cada una de ellas... y obstinadamente imitando la dureza del faraón se dejaren estar en la dichas nuestras excomunión y censuras, porque los que no contentos con una pena con mayor sean punidos y castigados, agravando y reagravando nuestras cartas y censura, mandamos a vos, los dichos vicarios, que los domingos y fiestas de guardar a la misa mayor, cubierta una cruz de luto, tañiendo campanas, y matando candelas, y haciendo las demás ceremonias y actos que son de uso y costumbre y el derecho manda, anatematicéis y maldigáis y tornéis a denunciar y declarar las tales personas por públicos excomulgados, agravados y reagravados, persuadiéndoles a la satisfacción y cumplimiento de lo que dicho es, y no dejéis de lo así hacer y cumplir hasta tanto que vengan al mandamiento de la Santa Madre Iglesia y merezcan beneficio de absolución, la cual a nos y a nuestro señor reservamos. Dada en Madrid, a doce de mayo de mil seiscientos y cuarenta y nueve años20.

20 Siguen firmas ilegibles, el registro en Astorga con las censuras del provisor de Astorga, y la mención de la lectura del documento en monasterio de Carrizo.

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Felipe II. Otorgamiento de facultad para fundar mayorazgo a Lázaro de Quiñones y Luisa Flores. 6 de marzo de 1569, manuscrito. Osuna, C.3326. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Loaces, Álvaro y Ana Flórez. Carta de mayorazgo para Antonio de Quiñones Pimentel. 1611, manuscrito. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Lorenzana, Ana de y Diego de Quiñones. Copia simple de la carta de dote de doña Ana de Lorenzana mujer de Diego de Quiñones, hijo de Suero señor de Sena. 1537, manuscrito. Fernán Núñez C686, D6, núm. 13. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Maldonado, fray Pedro, Discurso del perfecto privado. 1601, manuscrito. 18721/48. Biblioteca Nacional, Madrid. Martínez, Juan y Lázaro de Quiñones. Juan Martínez y Lázaro de Quiñones respecto al testamento de Suero de Quiñones. 1547, manuscrito. Fernán Núñez C686, D6, núm. 20. 1547. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones Lorenzana, Diego. Fernán Núñez, C683, D27. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones Lorenzana, Diego. Testamento de Diego Quiñones Lorenzana, con fundación de mayorazgo. 1626, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D10, núm. 1. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Capitulaciones matrimoniales entre don Luis Suero de Quiñones Pimentel y Acuña, y Ambrosía de Oña y Valdes. 1628, manuscrito. Fernán Núñez, C683, D29. Madrid. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Carta de don Suero a su madre Felipa Brabo y Acuña. 1609,Valladolid, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D4, no 6, -1-. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Concesión de rentas anuales a su hermana profesa en el Carrizo, Isabel María y Acuña. 10 de agosto de 1608, León, manuscrito. Fernán Núñez, C686, D6, núm. 18. Sección Nobleza, Archivo Histórico Nacional. Quiñones y Acuña, don Luis Suero. Poder otorgado por Suero de Quiñones, alférez mayor de la ciudad de León y señor de Sena, a Antonio de Vega y a Juan de Yugueros, procuradores del reino de la ciudad de León, para que presenten a ésta una provisión del Consejo, con el fin de que la ciudad le nombre Diputado del Reino. 1615, manuscrito. Documento 937. Archivo Municipal de León. Quiñones y Acuña, don Luis Suero de, Poder para testar que dio..., declarando por sus herederos universales a D. Pedro de Quiñones, su hijo natural, y al póstumo o póstuma que naciere de Dña. Alfonsa María de Monsalve. Madrid a 26 de Agosto de 1648, manuscrito 18634/1. Biblioteca Nacional, Madrid.

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ÍNDICE ONOMÁSTICO Y CONCEPTUAL

Abadesa 64, 68, 70, 72, 75, 77, 78, 155, 158, 167, 171, 173 Alagón, Martín Artal de, VII conde Sástago 22, 23, 140 Alas del favor 15, 113, 121 Albrecht, J. W. 109 Alciato 20, 21, 28, 45, 53, 54 Alcinóo 47 Alenda y Mira, J. 36, 39, 186 Alvar Ezquerra, Alfredo 9, 112, 114, 186 Álvarez de Toledo y Pimentel, Fernando (tercer duque de Alba) 44 Álvarez de Velasco, Miguel Andrés, licenciado 7, 17, 90, 91, 92 Amburcea, Diego de 99-101 Ansiedad del mecenazgo 9, 12, 13, 19, 20, 40, 58, 112, 142 Arellano, Ignacio 9, 27, 37, 96, 97 Azanza, J. J. 31 Babilonia 24, 25, 47, 153 Bacon, Francis 105, 106, 108 Banner, Lisa A. 9, 112 Batllori, M. 90 Benigno, F. 24, 58 Boccaccio, G. 48, 49, 52 Bonilla, Juan de (Impresor) 31 Boniseni, Galbano 62 Borchard, Kimberly C. 7 Bourdieu, Pierre 59

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Brabo y Acuña, Felipa (Filipa, Philipa) 24, 63, 65, 71, 72, 73, 74, 77, 78, 84, 88, 145, 147, 151, 152, 153, 154, 155, 157, 160, 161, 167, 181, 182, 183, 184, 185 Brasil 37 Bravo de la Serna, Felipe 173 Bravo de la Serna, M. 114 Brown, Jonathan 22, 25, 83 Calderón, Rodrigo 75, 98 Calderón de la Barca, Pedro 100, 114 Cárdenas, Jorge de (duque de Maqueda) 86, 88, 162-164 Cárdenas y Quiñones, Antonio de 63, 76, 77, 89, 90 Cárdenas y Quiñones, Francisco de 76 Carducho, Vicente 10-15, 25, 80-86, 139 Carrasco, R. 112 Carrizo, convento Santa María del 26, 64, 66, 68, 70, 72, 75, 77, 78, 158, 160, 167, 171, 174, 179 Castillo Gómez, A. 114 Caterina de Médicis 37 Cauvin, M. A. 9, 96-98, 115 Cervantes, Miguel de 10, 12, 19, 24, 36, 37, 78, 87, 111, 137, 139, 140 La Galatea 10, 12, 19, 49, 137 Los trabajos de Persiles y Segismunda 36, 37, 111, 137

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Cioranescu, A. 10, 27, 113, 128 Civil, Pierre 10, 27 Clavero, B. 60 Clientelismo 9, 28, 126, 136 Cole, A. 30 Cómo han de ser los amigos 15, 16, 79, 95, 96, 107, 109, 110, 117, 119, 122, 125, 126, 128, 134, 157 Conde, R. 141 Conlon, R. 109 Cooper, T. E. 30 Covarrubias Orozco, Sebastián de 49, 50, 99 Crivellari, D. 9, 96, 97 Cull, J. T. 20, 28, 30, 40, 44-54, 186 Danvila y Collado, M. 79 De Armas, Frederick A. 7, 9, 96, 97, 109 Dedicatoria 11-15, 22, 23, 27, 31, 33, 35, 36, 54, 60, 61, 78, 79, 85, 93, 121, 135-141 Deleito y Piñuela, J. 39 Diana enamorada 36, 37 Díaz, J. Simón 33 Díez Borque, J. M. 36 El celoso prudente 15, 16, 79, 95, 96, 107, 109, 110, 117, 119, 122, 123, 124, 130 El peregrino en su tierra 54, 115 El vergonzoso en palacio 9, 15, 16, 79, 95, 96, 107, 109, 110, 113, 117, 119, 120, 122, 123, 124, 133 Elder Philostratus 51 Elliot, J. H. 9, 96, 101, 102, 112 Enrique II 37 Fayard, J. 60-63 Felices, Francisca de 69 Fernández Álvarez, M. 64, 71 Fernández Cuervo, Carmen 8 Fernández de Béthencourt, F. y M. 71, 73, 145 Fernández de Córdoba y Arce (dedicatario) 140

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Fernández de Córdoba y Oviedo, Diego (impresor) 28, 29, 30 Fernández de Medrano, J. 104, 108, 120 Feros, Antonio 9, 58, 75, 96, 102, 104, 108, 112, 114, 124, 131 Fiammetta 48, 52 Filócolo (Boccaccio) 48, 49, 52 Filóstrato el Viejo 51 Finello, D. 10, 19, 54 Flórez de Luaces, Luisa (Flóres) 62, 65, 68, 69, 71, 77, 90, 145, 168 Florit, F. 23, 33, 109 Formica, M. 71 Fornoff, F. H. 133 Fuchs, B. 58 Funcionario 8, 57, 60, 61, 77 García Carraffa, A. y A. (hermanos García Carraffa) 17, 25, 26 Gea, M. I. 87 Genealogía del conde Sástago 23, 140 Gil Polo, G. 36 Gilbert, C. E. 31, 59 Ginzburg, Carlo 57 Glenn, R. F. 133 Gundersheimer, W. L. 31, 58, 59 Gutiérrez, Jesús 97 Habermas, J. 58 Haedo, Diego de 28 Helgerson, R. 58 Hércules 42-44, 50, 51, 54 Hesse, E. W. 9, 96, 109 Historia de la conquista de México (López de Gómara) 57, 62 Hopton, Sir Anthony (diplomático británico) 11, 80-85 Hume, Martin 83 Insignia poetarum 45, 54 Jiménez Cárdenas, Francisco 66, 67, 76 Jordan, W. B. 85, 87 Juvenal 47, 190

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ÍNDICE

Justas náuticas 13, 22, 26, 35-37, 4043, 51, 55, 104, 128 Kamen, Henry 60, 61, 64, 78 Lerma, duque 9, 10, 73, 74, 75, 82, 84, 85, 93, 102, 114, 115, 121 hechura 10, 14, 74, 75, 82 Loaces, Luisa 60, 66 Lope de Vega 53, 85, 87, 97, 98, 138, 139 López de Gómara, Francisco 57, 61, 62 López Martín, J. M. 64 Lorenzana, Ana 68 Lorenzo Cadarso, P. L. 76 MacCurdy, R. 9, 96, 98, 115, 116 Maldonado, fray Pedro 102-108, 116, 124, 132 Maravall, José Antonio 9, 102 Marchante de arte 11-15, 57, 58, 8085 Margarit, Jerónimo (impresor) 31 Martínez Juárez, Juan 68, 167, 173, 174 Massip Bonet, J. F. 36 Mayorazgo 7-16, 24, 57, 60-78, 8793, 141, 145, 147, 149, 151, 155, 160, 178 Melón Jiménez, M. A. 64 Meunier, Louis 39 Milán 22, 139, 140 Millán, Émile 141 Molina, D. de 141 Moliner, M. 139, 140 Monsalve, Alfonsa María de 8, 92, 176 Monti, Cesare (nuncio papal) 22 Monti, Giulio (dedicatario) 22, 140 Morales, Ángela 110-112 Muñatones, Antonia de 67-69 Nápoles 65, 69, 81, 141 Nougué, André 26, 27, 31, 36, 44, 45, 52, 53, 110, 112 Olivares, conde-duque 9, 10, 12, 82, 93, 98, 101, 124

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Oliveira, R. 118 Oña y Valdés, Ambrosia de 64, 65, 86, 87, 88, 138, 162-165 Orefice, María 66, 69 Oteiza, Blanca 27 Otium 12 Palomo Vázquez, Pilar 20, 26, 31, 35, 110-112 Panegírico a la casa de Sástago 23, 138, 140, 141 Paupertatem summis; Que la pobreza impide subir a los ingenios 21, 53 Parnaso 13, 34, 35, 39-46, 50, 137 Parte Cuarta parte de comedias (1635) 22, 33, 140 Quinta parte de comedias (1636) 13, 22, 23, 140 Peale, C. G. 96-98 Peck, L. L. 24 Pelorson, J.–M. 64 Pérez, Antonio 108, 117, 121, 122, 130 Pérez de Quiñones, don Suer 68 Pérez Sánchez, A. E. 83 Petrarca 49-50 Pimentel, Catalina 68, 138 Pimenteles 8, 14, 23, 138-141 Pinacoteca 8, 11, 12, 15, 25, 80-93, 139 Poutrin, I. 67 Prieto, I. 20, 26, 31 Profeti, Maria Gracia 9, 96 Quevedo, Francisco de 87, 97, 101, 104, 105, 108, 116, 118, 120, 121 Qui alta contemplatur, cadere 54 Quiñones Lorenzana, Lázaro de 6978, 85, 89, 90, 138, 39, 145-159 Quiñones y Acuña, Luis Suero de (también llamado Luis Suero de Quiñones Brabo Acuña Luaces Lagunas; Luis Suero de Quiñones

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Pimentel y Acuña; Luis Suer) 8-17, 23-27, 54-93, 128, 137-145, 160165, 175-178 Reid, J. D. 81 Restrepo-Gautier, P. 27 Rey, Michel 59 Rohmann, C. 81 Roma 47, 81 Rospillosi, Julio 178 Rouen 37 Roux, L.-E. 109 Ruiz Manero, J. M. 83 San Vicente Ferrer 34, 38, 39, 41, 169 Sánchez Jiménez, Antonio 85 Santo Mango, duques de (duques de Sasso) 66 Sasso, duques de 66, 69 Sástago, conde de 22, 23, 140 Sástagos 23 Schroth, Sarah 7, 9, 82-85, 112 Semíramis 47 Señores de Sena, mayorazgo de Sena 55-93, 133-178 Serna y Quiñones, Alonso de la 63, 77, 89, 90, 178 Serrano Pérez, Tomás 34, 38, 41 Shreyer, Alice 7 Sieber, H. 24 Simerka, Barbara 9, 96

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Soria Mesa, E. 64, 66, 75, 76 Sosa, Antonio de 28, 29 Tomás y Valiente, Francisco 9, 101, 102, 103, 106, 108, 115, 116 Topografía e historia general de Argel (1612) 28, 30 Torres Sevilla-Quiñones de León, Margarita 64 Trapier, E. du G. 81-83 Ulises 47 Valencia 34, 38, 39, 41 Vázquez, Luis 8, 22, 26, 27, 31, 54, 71, 79, 138, 140 Vélez de Guevara, Luis 97, 98, 100 Vélez-Sainz, Julio 30 Velis-nolis, velint-nolint 22 Vermúdez de Pedraza, Francisco 108 Viala, A. 54 Vistarini, A. Bernat 20, 28, 30, 40, 4454, 186 Vitse, Marc 109, 110 Weber, A. 59, 85 Weimer, Christopher 9, 96, 97 Williams, P. 9, 74, 112, 123 Woods-Marsden, J. 30 Wright, E. R. 54, 59, 85 Zafra, R. 31, 186 Zugasti, Miguel 9, 31, 109, 110, 140

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