Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Peninsula Iberica : descripcion gramatical, pragmatica historica, metodologia 9783893547821, 3893547827, 9788495107855, 8495107856


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Índice
Daniel Jacob / Johannes Kabatek. Introducción: Lengua, texto y cambio lingüístico en la Edad Media iberorrománica
Dieter Wanner. La pérdida del clítico adverbial y en castellano
Monica Castillo Lluch. El desarrollo de las expresiones de excepción en español antiguo: el caso de la tradición jurídica
María Xesús Bello Rivas. Sao Vicente de Fora (Lisboa) / Montederramo (Ourense) En torno a la tradición notarial gallego-portuguesa
Roger Wright. La Sociofllología y el origen de la primera documentación cancilleresca en forma romance en Castilla
Rolf Eberenz. Los regimientos de peste a fines de la Edad Media: configuración de un nuevo género textual
Johannes Kabatek. ¿Cómo investigar las tradiciones discursivas medievales? El ejemplo de los textos jurídicos castellanos
Rafael Cano Aguilar. La construcción del discurso en el siglo XIII: diálogo y narración en Berceo y el Alexandre
Daniel Jacob. ¿Representatividad lingüística o autonomía pragmática del texto antiguo? El ejemplo del pasado compuesto
Mario Barra Jover. Corpus diacrònico, constatación e inducción
Wulf Oesterreicher. La ‘recontextualización’ de los géneros medievales como tarea hermenéutica
Maria Selig. El problema de la tipología de los textos románicos primitivos
Carlos Garatea Grau. Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del Español de Menéndez Pidal
Direcciones de los autores
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Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Peninsula Iberica : descripcion gramatical, pragmatica historica, metodologia
 9783893547821, 3893547827, 9788495107855, 8495107856

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Daniel Jacob, Johannes Kabatek (eds.) Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Península Ibérica

LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA Vol. 12 DIRECTORES:

Gerd Wotjak y Eberhard Gärtner Centro de Investigación Iberoamericana Universidad de Leipzig María Teresa Fuentes de Morán Universidad de Salamanca

CONSEJO DE REDACCIÓN:

Valerio Báez San José; Ignacio Bosque; Henriqueta Costa Campos; Ataliba T. de Castilho; Ivo Castro; Violeta Demonte; Luis Fernando Lara; Lucia Maria Pinheiro Lobato; Elena M. Rojas Mayer; Rosa Virginia Matos e Silva; Ramón Trujillo; Mário Vilela

Daniel Jacob / Johannes Kabatek (eds.)

Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Península Ibérica Descripción gramatical pragmática histórica - metodología

Vervuert • Iberoamericana • 2001

Die Deutsche Bibliothek - CIP-Einheitsaufnahme

Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Península Ibérica: descripción gramatical; pragmática histórica; metodología / Daniel Jacob/Johannes Kabatek (ed.) - Frankfurt am Main : Vervuert; Madrid : Iberoamericana, 2001 (Lingüística Iberoamericana ; Vol. 12) ISBN 978-3-89354-782-1 (Vervuert) ISBN 97 8-84-95107-85-5 (Iberoamericana)

Depósito Legal: M. 49.879-2000 © Vervuert Verlag, Frankfurt am Main 2001 © Iberoamericana, Madrid 2001 Reservados todos los derechos Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro. Impreso en España por Publidisa

índice

Daniel Jacob / Johannes Kabatek Introducción: Lengua, texto y cambio lingüístico en la Edad Media iberorrománica.............................................................................................VII Dieter Wanner La pérdida del clítico adverbial^ en castellano............................................ 1 Monica Castillo Lluch El desarrollo de las expresiones de excepción en español antiguo: el caso de la tradición jurídica......................................................................29 María Xesús Bello Rivas Sao Vicente de Fora (Lisboa) / Montederramo (Ourense). En tomo a la tradición notarial gallego-portuguesa................................................... 45 Roger Wright La Sociofilología y el origen de la primera documentación cancilleresca en forma romance en Castilla................................................63 Rolf Eberenz Los regimientos de peste a fines de la Edad Media: configuración de un nuevo género textual.......................................................................... 79 Johannes Kabatek ¿Cómo investigar las tradiciones discursivas medievales? El ejemplo de los textos jurídicos castellanos............................................ 97 Rafael Cano Aguilar La construcción del discurso en el siglo XIII: diálogo y narración en Berceo y el Alexandre............................................................................ 133 Daniel Jacob ¿Representatividad lingüística o autonomía pragmática del texto antiguo? El ejemplo del pasado compuesto.............................................. 153 Mario Barra Jover Corpus diacrònico, constatación e inducción............................................ 177

índice

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Wulf Oesterreicher La ‘recontextualización’ de los géneros medievales como tarea hermenéutica.................................................................................................199 María Selig El problema de la tipología de los textos románicos primitivos............. 233 Carlos Garatea Grau Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del Español de Menéndez Pidal............................................................................................ 249

Direcciones de los autores

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Daniel Jacob / Johannes Kabatek

Introducción: Lengua, texto y cambio lingüístico en la Edad Media iberorrománica

Los artículos reunidos en este volumen son fruto de un interés común de los colaboradores por aclarar la relación entre la actuación lingüística de los individuos y sus resultados, por un lado en los textos producidos y, por el otro, en las lenguas correspondientes, en el caso de la presente obra, las lenguas iberorromances medievales. El interés por la lingüística histórica ha vuelto a surgir, en los últimos años, a raíz de una serie de innovaciones o, mejor dicho, una serie de nuevas combinaciones de las ideas y de nuevos enfoques sobre los textos medieva­ les y sus respectivos trasfondos lingüísticos. Se investigan masas de datos de las lenguas medievales haciendo uso de los nuevos métodos de la lingüística computacional que permiten el tratamiento de corpus amplios; se intenta sobrepasar el tradicional abismo entre la filología como disciplina que in­ vestiga los textos y la lingüística como ciencia de las lenguas, postulando una Nueva filología1, la cual procede a aplicar los métodos y las teorías de la lingüística moderna a los siglos remotos, poniendo de este modo la filología al servicio de las nuevas teorías del lenguaje. Las corrientes de la lingüística moderna, resultados de las distintas ‘vueltas’ metodológicas (sociológica, pragmática, cognitiva), entre otras la gramática generativa, la gramática funcional, la lingüística variacional, la lingüística textual y el análisis del discurso, no rechazan en la actualidad la perspectiva histórica para ofrecer una confirmación genética a sus respectivas hipótesis en tomo a los meca­ nismos y principios que rigen la comunicación lingüística. En algunos casos, estas perspectivas histórico-diacrónicas han dado lugar a disciplinas propias, como la sociolingüística histórica o la teoría de la gramaticalización. Se han desarrollado además recientemente algunas nociones teóricas muy fructíferas para describir la interacción entre las estructuras lingüísticas y su entorno socio-pragmático, particularmente en su perspectiva histórica. Ya la clásica teoría Coseriana de una “arquitectura” pluridimensional de varieda­ 1 Cf. Wenzel (1990).

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des y, posteriormente, la sociolingüística al estilo de Labov se habían aleja­ do de la antigua concepción monolítica de “una lengua” que evoluciona como unidad cambiando únicamente a lo largo del eje diacrónico. A las clásicas “variedades” del diasistema Coseriano se les añade, en el presente, no sólo al nivel actual de los textos, como ya lo había hecho Coseriu, sino también en la perspectiva histórica, una tipología de constelaciones discur­ sivas, constituidas por las condiciones pragmáticas de producción y de re­ cepción del lenguaje estudiado más las técnicas discursivas y lingüísticas correspondientes. Así distinguimos entre un lenguaje de proximidad y otro de distancia, asociados por una relación de afinidad con las respectivas rea­ lizaciones mediales fónica o gráfica2. A estos modos de comunicación, que se miden en categorías de pragmática universal y que sirven para identificar los rasgos universales propios de cada constelación discursiva, corresponden en el plano histórico las llamadas tradiciones discursivas3. Se trata de mol­ des histórico-normativos, socialmente establecidos que se respetan en la producción del discurso. A través de estas categorías, cada discurso, y de ahí cada texto histórico, no sólo forma parte de una lengua determinada (o de varias lenguas) sino que se sitúa dentro de una filiación intertextual, consti­ tuida por una serie de elementos repetitivos, tanto en el plano de los “entor­ nos” (constelaciones situacionales, mediales o institucionales) como en el plano de las formas detectables en la superficie del texto mismo (p. ej. pa­ sajes textuales concretos, carácter formulario, construcción, lengua). A pesar de ser un concepto con una perspectiva pronunciadamente extralingual, este concepto de “tradiciones discursivas” puede considerarse como un eslabón entre la lingüística llamada “externa” y la “interna”. Nos permite focalizar la lengua histórica como unidad y espacio cultural, mediante el concepto de la elaboración lingüística (“Sprachausbau”). Según la concep­ ción de Kloss4, una lengua histórica se constituye como lengua de cultura por el proceso de generalización como medio de comunicación en cualquier situación comunicativa (incluso en la escrita), lo que presupone que sea capaz de producir cualquier género textual o tradición discursiva, y, sobre todo, que desarrolle y ponga a disposición las técnicas discursivas y lingüís­ ticas precisas para cualquiera de estos géneros y situaciones.

2 3 4

Cf. Koch/ Oesterreicher (1990). Cf. Koch (1997). Cf. Kloss (1976).

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En este sentido, las lenguas románicas de la Edad Media recobran su particular interés por tratarse ésta de la época en la que acceden a la escripturalidad, inaugurándose nuevas tradiciones discursivas para las cuales serán necesarios nuevos elementos lingüísticos. Cada tipo textual nuevo constitu­ ye, en cierta medida, un paso más en la “elaboración”; ésta tiene lugar, en el caso de las lenguas romances, por un lado, partiendo de modelos preexis­ tentes en otras lenguas, sobre todo el latín escrito, pero también el árabe y otras; y por el otro lado, mediante el contacto mutuo de las lenguas verná­ culas. La “aculturación”5 se extiende, en primer lugar, a los contenidos y formas textuales, pero conlleva también consecuencias lingüísticas que tanto pueden consistir en la adopción de elementos de las lenguas de contacto, como en una ampliación de recursos a base de las propias posibilidades de una lengua, caso predominante, como se ha demostrado, p. ej. en la elabora­ ción alfonsí del “lenguage de Castiella”. De forma directa, la aculturación puede ser observable en las traducciones, que necesitan reproducir el conte­ nido del texto original y para ello deben crear los medios lingüísticos ade­ cuados. Este proceso de elaboración se puede, pues, considerar como un factor del cambio lingüístico, bien distinto de los factores de creación en el discur­ so oral, como p. ej. el afán de “expresividad” de los interlocutores, por los cuales se interesará la teoría tradicional del cambio lingüístico, desde la gramática histórica tradicional hasta la teoría de la gramaticalización, donde el cambio se suele imputar, no a los requisitos de un discurso elaborado, planificado, de “distancia”, “de concepción escrita”, sino a la actividad “es­ pontánea”, no monitorizada, factores vigentes particularmente en el discurso cotidiano, de “proximidad” y “de concepción oral”. Pero en realidad, las innovaciones varían según el grado de planifícabilidad del texto. Nos situa­ mos, por lo tanto, cuando hablamos de cambio lingüístico, ante dos procesos evolutivos bien distintos (o un continuo de procesos entre dos polos) que corresponden a situaciones comunicativas diferentes. Parafraseando a Labov, podríamos hablar de cambios “desde arriba” y cambios “desde abajo”, según el esquema siguiente6:

5 Cf. Bossong (1979: 87 ss). 6 El esquema está tomado de Kabatek (en prep.). Cf. también Lüdtke (1980).

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>• innovaciones (por elaboración) \

"


Tanto en el lenguaje escrito (y “de distancia”) como en el lenguaje hablado (y “de proximidad”) se producen innovaciones, y no es que las primeras o las segundas sean más o menos “auténticas”, sino que simplemente son dife­ rentes, pues se deben éstas a situaciones comunicativas distintas. Si habla­ mos aquí de “lenguaje” hablado o escrito es como consecuencia de que esta distinción se produzca, en principio, de forma anterior a las “lenguas” como entidades históricas. Como ya hemos dicho, se trata de una clasificación de las condiciones comunicativas en un nivel universal. En las lenguas, estas condiciones llevan a la creación de sistemas con sus respectivas normas, y sus características universales provocarán una diferenciación entre las dife­ rentes variedades. Del esquema se pueden derivar varios procesos relacionados con el cam­ bio lingüístico. En primer lugar, hay que distinguir lo que representan las flechas discontinuas, las innovaciones en un “texto”, sea este hablado o escrito. En el mencionado caso de las traducciones y de algunos textos lite­ rarios, a veces tenemos la suerte de poder fijar la fecha de creaciones nue­ vas. En cuanto al lenguaje hablado, las innovaciones suelen permanecer en la oscuridad de las incontables y continuas nuevas elaboraciones producidas en cada acto de habla y sólo podrán ser reconstruidas desde la perspectiva posterior del cambio. En el caso del estudio de épocas remotas, quedan do­

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blemente encubiertas, ya que tendrán que haberse filtrado, además, de lo hablado a lo escrito (flecha A). El segundo proceso se refiere a la relación representada por las flechas discontinuas y las flechas continuas, correspondiéndole a éste la tarea de determinar cuáles de los elementos que encontramos son fenómenos pura­ mente aislados de un texto, o sea, innovaciones que no llevan al cambio, y cuáles triunfarán. De nuevo, en el caso de la elaboración escrita resultará más factible, por lo menos en algunos casos, deducir el cambio efectuado cuando se conoce la innovación y el resultado. En lo tocante a los actos de creación de la lengua hablada, tenemos que inducir lo que podría haber pa­ sado apoyándonos en la comparación con procesos observables en otras situaciones o constelaciones históricas semejantes, en tendencias que lla­ mamos “del sistema” o “del tipo”, y generalizaciones derivadas de otras lenguas. El tercer proceso corresponde a las flechas A y B, y representa un cam­ bio de perspectiva. Ya no se considera únicamente la innovación o el cam­ bio dentro de una variedad determinada, sino el paso de un cambio consu­ mado en una variedad (o sea, simplemente un elemento de esa variedad) a otra. También aquí, tendremos que distinguir entre innovación y cambio: por ejemplo, un elemento de la lengua hablada filtrado en la lengua escrita, tanto podrá ser mero “acontecimiento casual”, como también origen de una nueva tradición. Se constata que las distintas tareas que se deducen de los hechos repre­ sentados en el esquema se complican al estudiar épocas remotas como la Edad Media, por limitamos aquí a las fuentes escritas y carecer de todo un conjunto de procesos observables, que deberán reconstruirse de forma indi­ recta o por inducción desde los textos escritos o la realidad lingüística poste­ rior, lo cual deja lugar a múltiples especulaciones. Sin embargo, como he­ mos observado, sólo una visión integral de todos estos procesos llevará a una lingüística histórica adecuada, sin menosprecio de ninguno de los pro­ cesos parciales que en su totalidad denominamos “cambio lingüístico” y con la justa atribución del lugar que a cada uno corresponde. Los artículos reunidos en este libro constituyen un panorama de elementos que una visión integral de la historia lingüística de las lenguas iberorrománicas medievales debería tener en cuenta. Coinciden en su interés por conci­ liar distintos planos y perspectivas, aunque se diferencian en sus respectivos

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puntos de partida. El orden en el que reproducimos los trabajos corresponde a la diferenciación del título de este libro: hay artículos que se concentran en los aspectos de la descripción de un estado de lengua (o de una evolución) partiendo de la interpretación de los hechos encontrados en los textos; otros combinan este enfoque con la descripción del entorno sociopragmático o variacional, o interpretan los textos enteramente desde esta perspectiva. La mayoría de los artículos combina la descripción empírica con consideracio­ nes programáticas de metodología. Algunos, finalmente, se sitúan en una perspectiva esencialmente teórica para discutir los problemas metodológicos que se plantean en el estudio de la lengua y textos medievales. Opta por una descripción esencialmente “interna” el artículo de DlETER WANNER, que retrasa el proceso de la pérdida del pronombre adverbial y, el cual, al igual que ende, habría de desaparecer en castellano, gallegoportugués y astur-leonés entre los siglos XIII y XVI. Aprovechando el corpus informatizado ADMYTE, Wanner muestra cómo y cede paulatinamente competencias a ahí y allí, a la vez más expresivos y sintácticamente más polivalentes que y, más adaptados al sistema de la lengua que no llegó a desarrollar un sistema coherente de clíticos. A pesar de su explicación cla­ ramente interna de la evolución gramatical, Wanner no pierde de vista ni el aspecto psicológico (aprendizaje infantil, ambigüedad, gramática individual) ni la interacción de la estructura lingüística con el fenómeno textual, discu­ tiendo la incidencia del género y de la traducción en las frecuencias consta­ tadas. Dicho en categorías del esquema que hemos propuesto más arriba, la aproximación de D. Wanner focaliza el desarrollo “desde abajo”, conside­ rando el texto medieval como el reflejo de una evolución que se sitúa fuera de nuestra percepción inmediata, siendo en cambio accesible a la recons­ trucción basada en la teoría gramatical. También MÓNICA CASTILLO L l u c h parte de una descripción estructural: compara distintas formas (léxicas y sintácticas) para expresar la noción de “excepción” disponibles en español medieval, con observaciones sobre otros estadios diacrónicos (latín, esp. clásico, esp. moderno), lo que le permite constatar una extraordinaria variedad de recursos expresivos, tanto en el eje sincrónico como en la evolución del léxico. Esta riqueza de recursos se ex­ plica por la naturaleza enfática de la noción de excepción, que expone este campo semántico a un ritmo acelerado de innovación, debido a la búsqueda y subsiguiente pérdida de expresividad. Sin embargo, M . Castillo no se contenta con la clásica perspectiva “desde abajo” prevista por nuestro es­

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quema, que localiza la expresividad en el dominio oral; sino que tiene tam­ bién en cuenta el aspecto de la innovación por elaboración, al discutir la función particular de las expresiones de excepción dentro de los textos le­ gislativos y al poner de relieve la “recuperación tardía” de formas latinas para completar el inventario. La perspectiva global sobre la ‘lengua histórica’, que se establece me­ diante un proceso de ‘elaboración’ en el sentido definido arriba, está repre­ sentada por la contribución de MARÍA XESÚS BELLO RlVAS. Cotejando la producción notarial del siglo XIII de dos monasterios escogidos, situados en los alrededores de la ciudad de Lisboa recién reconquistada, con cartas coe­ táneas provenientes de la norteña región de Ourense, Ma- X. Bello demues­ tra la neta separación lingüística y formular entre las dos regiones, que pue­ de interpretarse como el indicio de una emancipación temprana de la lengua portuguesa frente a su origen gallego. Este artículo combina el aspecto lin­ güístico con el aspecto de la tradición discursiva de las cartas, constatando también la importancia de un continuo trabajo filológico que ponga a nues­ tra disposición el material preciso, al ofrecemos en primicia la publicación de un documento de suma importancia para la historia de la lengua portu­ guesa, a saber, una carta en portugués fechada en el año 1251, el primer documento notarial portugués más antiguo conocido, tras el testamento de Alfonso II. La integración de consideraciones de orden sociocultural en el estudio filológico tiene su lema en el término de sociofilología, acuñado por ROGER W rig h t. En el marco de su célebre teoría sustentada en la idea de que el paso del latín al romance en la tradición notarial a partir del s. XIII no cons­ tituye un cambio de lenguas sino un cambio de norma ortográfica, R. Wright estudia la constelación personal y político-cultural en la que se reali­ zó este cambio de la norma. Parece crucial la situación de las primeras dé­ cadas del s. XIII con sus controversias intelectuales, con papel decisivo del Arzobispado de Toledo y la Cancillería real. Una breve etapa ‘innovadora’ que favorece la instauración de la nueva tradición gráfica romance se ve interrumpida cuando llega al Arzobispado Diego Ximénez de Rada, repre­ sentante de una corriente internacional, conservadora. Retrasando el proceso de formación de un nuevo género textual, a saber, los regimientos de peste, ROLF Eberenz se centra en la cuestión de la tradi­ ción discursiva. El artículo no sólo nos ofrece un panorama exhaustivo de los textos que forman este corpus poco conocido, sino que analiza de mane­

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ra ejemplar todos los aspectos que constituyen una tradición discursiva: trasfondo histórico (grandes epidemias, ‘vulgarización’ del arte médico), contexto pragmático (autores y destinatarios, finalidad práctica de los regi­ mientos), condiciones mediales (imprenta), filiaciones intertextuales a nivel del contenido y de la forma (tratadística médica, recetarios), dinámica de la elaboración lingüística y textual, vinculación y movimiento del texto dentro del diasistema variacional (pasando del latín al romance), estructuras tex­ tuales, rasgos formales, estilísticos, temáticos, etc. El dinamismo histórico y cultural de la transición de la Edad Media a la época renacentista parece ser la condición previa para la formación de un género que permite un análisis de tal ejemplaridad. Al igual que R. Eberenz, J o h a n n e s K a b a te k nos ofrece la vista general de una tradición discursiva particular, para demostrar el cambio “desde arri­ ba” i.e. el proceso de ‘elaboración’ por el impacto que ciertas prácticas tex­ tuales escritas tienen en la evolución lingüística. Tomando como ejemplo la evolución de los textos legislativos, desde las primeras fazañas escritas en romance hasta los grandes códigos alfonsíes, pasando por la tradición de los fueros, J. Kabatek muestra cómo, con la creciente influencia del Derecho romano, trasmitido por la escuela de Bolofia, la elaboración sucesiva de técnicas textuales (planificación y organización macrotextual, fórica textual) no sólo corresponde a un cambio de las “técnicas jurídicas”, sino también a un desarrollo de recursos lingüísticos (deixis textual, ilación lógicosintáctica, terminología, patrones de formación de palabras). En su mayoría, estas formas están basadas en modelos existentes en las lenguas de contacto (latín, occitano, árabe), sea directamente, como préstamos materiales o es­ tructurales, sea indirectamente, recreadas con las posibilidades internas del sistema castellano. Lo que al principio aparece como interferencia, puede establecerse como rasgo típico de un género textual e incluso transformarse en un rasgo perteneciente a una determinada variedad diastrática o diafásica. La relación entre la evolución textual (es decir la evolución estilística de un determinado género textual escrito) y la evolución de la lengua en gene­ ral constituye el tema del artículo de RAFAEL CANO A g uila r . Su punto de partida es la opinión tradicional que se esfuerza en comprobar en los textos escritos el reflejo de una evolución general lingüística que conduce de un ‘prim itivismo’ de la lengua inicial (vinculado a su carácter exclusivamente oral) a un estado cada vez más elaborado y complejo. Para R. Cano, esta perspectiva significa reducir “el problema de génesis textual a una cuestión

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de historia sintáctica”. A partir de datos y cifras recogidos en distintos tex­ tos del mester de clerecía ( Vida de Alexandre y varias obras de Berceo), R. Cano muestra que la complejidad sintáctica depende más de los distintos modos narrativos (discurso directo o indirecto, narración vs. descripción) o de la evolución estilística individual de un autor que de la dimensión tempo­ ral diacrònica. Las cifras absolutas acerca de la complejidad sintáctica tanto como las relaciones dentro del mester, dentro de la obra de Berceo, e incluso dentro de los distintos modos narrativos de cada texto no son muestra de una evolución diacrònica del sistema, sino del desarrollo de una tradición tex­ tual. El artículo de DANIEL JACOB sigue un razonamiento semejante: en su opinión, la dinámica que se puede observar en el uso de ciertas formas lin­ güísticas en los textos medievales tampoco representa una evolución diacrò­ nica, sino que es en primer lugar reflejo de las condiciones pragmáticas que encuadran los distintos textos. La pragmática del texto tiene particular viru­ lencia en aquellas formas lingüísticas que se sitúan al inicio del proceso de gramaticalización, y que, a su vez, tienen particular potencial que interfiere con el del texto. No se podrá, según D. Jacob, deducir de lo que encontra­ mos en los textos algún estado general diacrònico, puesto que toda actividad lingüística, escrita u oral, tiene su propio perfil pragmático de manera que en vano se buscará un uso “neutro”, representativo. La interferencia entre la pragmática de cada género o cada texto y las formas lingüísticas se puede mostrar en el uso bien variado que la perífrasis haber + participio acusa en los distintos géneros textuales del siglo XIII. La preocupación metodológica presente en los tres artículos precedentes (¿cómo habrá que interpretar los datos de un corpus determinado con res­ pecto a la lengua?) también es el tema de la contribución de M a rio BARRA JOVER. Menos escéptico en cuanto a la existencia de un sistema detectable detrás de los enunciados atestiguados, M. Barra llama la atención, sin em­ bargo, sobre los obstáculos empíricos a tal empresa: éstos son, por un lado, el “ruido” (imprecisiones de datación, alteraciones y malas lecturas del texto copiado, exclusividad de ciertas formas del estilo escrito); por el otro lado, y de importancia aún mayor, el estatus precario de cualquier tipo de conclu­ sión (inductiva o abductiva) que se pueda derivar de los hechos atestiguados en un corpus: al constatar la coocurrencia o la exclusión mutua de dos he­ chos A y B, no se puede comprobar una “vinculación causal”, pues resulta imposible excluir la posibilidad de otras constelaciones en textos (aún) no

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disponibles (“n+1 texto”). Para M. Barra, no es la dimensión textual, sino la “dimensión idiolectal” (es decir, la copresencia de varios autores con siste­ mas idiolectales no congruentes) la que impide que la diacronía de la lengua se manifieste como desarrollo homogéneo en el corpus. A fin de poder ex­ traer de los hechos atestiguados en el corpus conclusiones válidas acerca de un sistema lingüístico unitario, Barra establece una lógica particular para la interpretación de los hechos, que toma en consideración la presencia de distintos autores. Mientras que M. Barra se interesa por el texto escrito en cuanto síntoma del sistema interno (también hablado) de un individuo, los artículos restan­ tes se centran en el fenómeno escriptural, volviendo a la cuestión del acceso de las lenguas romances al medio escrito y a las prácticas escripturales. WULF OESTERREICHER discute diferentes aspectos y distintas formas de transición de lo hablado a lo escrito: a nivel de una lengua, a nivel de una tradición discursiva, a nivel de un texto particular. Tanto la simple transpo­ sición a la forma escrita de un texto particular (“graficación”) como la evo­ lución de ciertas tradiciones discursivas (o incluso de ciertas comunidades lingüísticas) desde una práctica puramente oral a una práctica escrita (“escripturalización”) llevan a la “autonomización del texto”: el texto se hace cada vez más independiente de su entorno pragmático, de las condiciones de su creación, del fondo de saber en que se basaba su creación, experimentan­ do así una de-contextualización y de-escenificación. Al mismo tiempo, el texto o los textos adquieren estructuras que los hacen comprensibles e inte­ ligibles aun fuera de su contexto original. Sin embargo, la ‘ciencia del texto’ moderna tiene como tarea la “recontextualización”, es decir, la reconstruc­ ción de las condiciones sociopragmáticas en las cuales el texto fue creado y transmitido. MARIA SELIG discute las tipologías que se han establecido alrededor de los primeros textos escritos en romance. En su opinión, las tipologías exis­ tentes no tienen en cuenta de manera suficiente la heterogeneidad de este corpus, ni el carácter relativo de los textos romances frente a los textos lati­ nos en los cuales se hallan insertados en su mayoría. Para M. Selig, lo tenta­ dor, lo poco monumental e incluso banal de las primeras atestaciones del romance escrito es en sí un hecho sistemático, que hay que estudiar en rela­ ción con las condiciones pragmáticas e institucionales en las cuales se pro­ dujeron, y con los motivos que condujeron a su redacción en romance. Un elemento central para esta fase primitiva de escripturalidad romance parece

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ser el carácter plurilingüe de las primeras apariciones: la inserción de pasa­ jes romances en el texto latín puede tener motivos de contraste, de simbo­ lismo sociolingüístico, etc. La dicotomía entre los textos escritos y la lengua hablada medieval, vis­ tos desde una perspectiva epistemológica, es el tema de la contribución de CARLOS g a r a t e a G r a u , que estudia la actitud del ‘patriarca’ de la filolo­ gía hispánica medieval, Ramón Menéndez Pidal, frente al problema plantea­ do por la mayoría de los artículos de este volumen. C. Garatea se basa en tres de los conceptos centrales discutidos hasta aquí, a saber: las nociones de oralidad, escritura y tradiciones discursivas, para reconstruir el razona­ miento de Menéndez Pidal en Orígenes del español. Retrata la manera en la cual Menéndez Pidal concibe la relación entre los dialectos vulgares y el latín. Esta concepción tiene varias facetas. Por un lado, la relación entre el latín (escrito) y el romance (oral) se interpreta como la lucha de la lengua vulgar por imponerse en el lugar del latín como “lengua de cultura”. Al mismo tiempo, Menéndez Pidal considera los rasgos lingüísticos romances en textos escritos del siglo X como reflejo de la lengua hablada. Sin embar­ go, se trata de un reflejo indirecto: corresponden a un estado anterior de la lengua oral, y su aparición en la lengua escrita se “desplaza” en el eje tem­ poral (cf. la flecha A de nuestro esquema). Como ya hemos dicho, se transluce en estos trabajos la preocupación común por un acercamiento a una visión integral de los diversos procesos de cam­ bio lingüístico y textual en la Edad Media iberorrománica. Este interés no se limita a una determinada escuela o a un país particular sino que es interna­ cional, como muestra la presencia de contribuciones de Alemania, Francia, España, Inglaterra y Estados Unidos. La mayor parte de los artículos se han elaborado a base de un coloquio celebrado en marzo del 1999 en la Univer­ sidad Humboldt de Berlín en el marco del congreso de la Asociación de Hispanistas Alemanes. Se trata de elaboraciones, ya que en más de un caso reflejan no sólo las intervenciones preparadas para el congreso sino también las animadas discusiones que se prolongaron hasta altas horas de la madru­ gada berlinesa. A ellos se han añadido los trabajos de Mario Barra Jover y

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de Carlos Garatea Grau, por habernos parecido aportaciones oportunas para completar el panorama aquí presentado7.

B ib lio g r a fía :

Georg (1979): Probleme der Übersetzung wissenschaftlicher Werke aus dem Arabischen in das Altspanische zur Zeit Alfons des Wei­ sen, Tübingen: Niemeyer.

BOSSONG,

KABATEK,

Johannes (en prep.): Die bolognesische Renaissance und die

romanischen Sprachen. Juristische Texttraditionen und Sprach­ entwicklung in Südfrankreich und Spanien im 12. und 13. Jahrhundert,

Tesis de Cátedra inédita, Tübingen. KLOSS, Heinz (1976): “Abstandsprachen und Ausbausprachen”, en: Joachim Göschei, Norbert Naid, Gaston van der Eist (eds.): Zur Theorie des Dia­ lekts. Aufsätze aus 100 Jahren Forschung mit biographischen An­ merkungen zu den Autoren, Wiesbaden: Steiner, 301-322.

Peter (1997): “Diskurstraditionen: zu ihrem sprachtheoretischen Status und ihrer Dynamik”, en: Barbara Frank, Thomas Haye y Doris Tophinke (eds.): Gattungen mittelalterlicher Schriftlichkeit, Tübingen: Narr, 43-79. KOCH, Peter/ OESTERREICHER, Wulf (1990): Gesprochene Sprache in der Romania: Französisch, Italienisch, Spanisch, Tübingen: Niemeyer. LÜDTKE, Helmut (1980): „Sprachwandel als universales Phänomen“, ibd. (ed.): Kommunikationstheoretische Grundlagen des Sprachwandels, Berlin: De Gruyter, 1-19. W e n z e l , Siegfried (19 9 0 ): “Reflections on (New) Philology”, Speculum 65, KOCH,

1990, 11-18.

7 Quisiéramos expresar nuestra profunda gratitud a Christina Grassmann por la colaboración en la maquetación del manuscrito, y a María Xesús Bello por la re­ visión de una parte de los textos.

Dieter Wanner

La pérdida del clítico adverbial y en castellano

1. P la n te a m ie n to

Los pronombres adverbiales y y ende del castellano son de interés histórico y comparativo. Ultimamente las consideraciones en el seno de una perspec­ tiva formal de la sintaxis reanudaron la tradición de los trabajos clásicos (Place 1930, Badia Margarit 1947, Ramsden 1963): se refieren a varios as­ pectos del tema los divergentes ejercicios de Douvier (1978), García (1989), Sánchez Lancis (1992), Wanner (1993), Rini (1998), Gutiérrez-Rexach y Silva Villar (1997), Dworkin (1998), entre otros. En la Península Ibérica los dos adverbios pronominales derivados de HIC/IBI e INDE estaban muy arraigados en los textos medievales, desde el occidental gallego(-portugués) hasta el oriental catalán. Pero en la trayectoria tardo-medieval del portugués y el castellano, las partículas y, ende llegaron a echarse de menos en los textos, sobre todo durante el siglo XV, para perderse por completo en el XVI. El mismo rumbo caracteriza al astur-leonés y el gallego. Por otro lado, estos adverbios están en vigor en aragonés (donde todavía se practique este idioma) e indudablemente en catalán, sin interrupción diacrònica. Hacia el este se extiende un dominio románico coherente, del occitano al francés y francoprovenzal, al italiano del norte, centro y sur, sardo, y hasta el retorro­ mano (multifacético). Son, sin embargo, inexistentes en dalmàtico y en dife­ rentes variedades rumanas. ¿Qué sucedió para producir esta discrepancia diatópica moderna? En particular, ¿cómo se explica la evolución castellana, desde una presencia muy sana en el XIII hasta la completa pérdida en el XVI? La respuesta más directa reconoce que los elementos y y ende no estaban completamente inte­ grados en el sistema de elídeos (personal-pronominales) del castellano y gallego/portugués, mientras que en aragonés y catalán formaban y aún for­ man parte de la categoría de los clíticos definidos en sentido sintáctico por su distribución en la frase y coherencia en la cadena. La variabilidad de comportamiento condujo más tarde a su eliminación gradual y diferenciada

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en los idiomas iberorromances occidentales. ¿Por qué no se dejaron integrar en castellano y en las demás lenguas? En la evolución del latín a todas las lenguas romances tiene lugar la crea­ ción de pronombres de objeto clíticos (Wanner 1987). Los pronombres per­ sonales de objeto de la, 2a persona y los reflexivos de 3a ya exhibían ca­ racterísticas de elementos facultativamente cliticizados en latín bajo la per­ tinencia de la ley de Wackemagel (1892). Esta tendencia se generalizó a los pronombres átonos de objeto en las lenguas romances medievales docu­ mentadas: pronombres personales de objeto directo (OD) e indirecto (OI) de 3a persona en todas las lenguas romances. Los pronombres adverbiales de adjunto, locativo (LOC) y genitivo (GEN) derivados de los adverbios deícticos HIC/IBI e INDE emergieron secundariamente en la mayor parte de las lenguas romances. Si se extiende la mirada a los pronombres personales de sujeto, el desarrollo tardío de clíticos sólo se refiere a algunas lenguas, en particular al francés, muchas variantes del occitano y del italiano del norte, el retorromano y el florentino. Sin embargo el desarrollo de verdaderas fun­ ciones adverbiales (p. ej. el rumano ‘también’) es marginal en la Roma­ nía. Este trabajo propone un reanálisis de la historia del elemento locativo castellano y, considerando sus funciones y la distribución sintáctica, además de su alternancia con otras formas locativas (ay, allí), para deducir de estos datos nuevas indicaciones sobre la eventual pérdida del clítico locativo. Limitaciones de espacio impiden abordar la historia paralela de este adver­ bio-pronombre en gallego-portugués. La omisión del desarrollo de ende se justifica además por su acusada independencia de y en cuanto a motivos, cronología y resultados. Una reinterpretación completa impondría un estudio monográfico siguiendo la pauta de Badia Margarit (1947) que supera las posibilidades del presente trabajo.

2.

Clítico locativo m e d ie v a l v a r ia b le

La partícula clítica y derivada de IBI o HIC corresponde a un sintagma pre­ posicional [sp {a, en} [Sn ]] que puede expresar varias funciones conoci­ das del francés moderno: locativo, direccional, adverbial genérico, comple­ mento oblicuo y hasta objeto indirecto. Las manifestaciones medievales castellanas de y presentan varias grafías: y, hy, i, hi. Esta clase de formas del

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castellano medieval -que designaremos con hy para evitar una confusión con la partícula moderna de coordinación y - muestra una sintaxis variable, no categórica, lo que ha conducido a un tardío reconocimiento de su condi­ ción de clítico parcial, alternando con un adverbio léxico homófono. Los ejemplos de (1) ilustran las tres opciones distribucionales de hy. El pronombre puede comportarse como un adverbio tónico que funciona como un sintagma adverbial (Sadv) cualquiera: libre, posiblemente contrastivo, plenamente significativo (la). En (Ib) el mismo elemento funciona como los pronombres personales medievales respecto a las dimensiones de anclaje (base verbal = BV, o de segunda posición = 2P) y linearización (encli­ sis/proclisis determinada en la cadena sintáctica). Este hy aparece en agol­ pamiento con otros clíticos personales; no puede ser contrastivo, pero toda­ vía expresa significados variados. Por fin se da la manifestación de encliticum tantum, agregado en enclisis a la expresión verbal total (V’ en el es­ quema de X-barra), hasta en las oraciones subordinadas (le); como encliticum tantum no se agrupa con otros pronombres clíticos. Igual que en (Ib) no tiene fuerza contrastiva1. (1) a. bien sabedes q seyendo vos y con vra madre ... Robastes dende la trra (AlfX.4695:f27vl) b. & los moros q y era fuerose dende (AlfX.2082:fl3v2) c. dos silos viejos q estaua y de otro tpo (AlfX.1587: fllv l) La formas manifiestas son idénticas, menos la prosodia y la fuerza dinámica; los posibles significados de (Ib) y (le) son idénticos, variados, frecuente­ mente vagos, mientras que (la) es un SAdv de deixis potencialmente promi­ nente y referencia local específica. La variación en los datos es esencial para este fenómeno. Se extiende a varias dimensiones, como la distribución en los textos y la diacronía, donde se registra un descenso desde el siglo XIII hasta el XVI. En los dialectos autóctonos iberorromances encontramos su presencia continua en el este, hasta llegar a una temprana pérdida en el oeste de la península. La reparti­ 1

Los textos se citan según las ediciones contenidas en la base de datos ADMYTE (1992). Véase la lista de textos citados en el apéndice. El ejemplo específicio se identifica por el número corriente de la línea del manuscrito texto reproducido según el cómputo automático del programa de búsqueda (BBEdit para Macintosh). En general, los ejemplos citados en el texto se concentran en la Crónica de Alfonso X, de principios del siglo XIV, texto cercano a la producción cronística del siglo XIII y en particular de la corte alfonsi.

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ción típica de las tres subclases sintácticas (la) sintagma adverbial, (Ib) clítico pronominal y (le) encliticum tantum depende de la identidad del manuscrito en cuestión. Para los pronombres clíticos personales del caste­ llano, la “condición de Tobler-Mussafía (TM)” presenta en gran medida una enclisis particular que favorece el reconocimiento de la condición sintáctica de encliticum tantum (le). La supervivencia o pérdida del adverbio prono­ minal es una función compleja de todos estos factores mediados por la cul­ tura coetánea de la escritura. La comparación de distintos manuscritos del mismo texto revela lo efímero de estas manifestaciones en determinado texto (cf. el estudio del Libro de la montería en Douvier 1978, y el Libro del cauallero (Jijar en García 1989).

3. D e sa r r o llo su m a r io

La tesis principal de este trabajo sostiene que hy se pierde muy pronto du­ rante la regularización de la sintaxis de clíticos normativos castellanos. Los principales puntos de posible debilidad de hy que se investigarán a conti­ nuación son los siguientes: - alternancia de varias formas tónicas y átonas para función locativa: hy, ay y allí', - presencia de formas alternativas con función paralela o parecida, pero con continua sintaxis de no-clítico: hy alterna con ay, allí; - existencia paralela durante toda la historia del castellano hasta el siglo XV de gramáticas individuales internalizadas que contienen un adverbio locativo u otro como (para-)clítico y otras que no exhiben este rasgo, produciendo una tensión sociolingüística de relevancia entre modelos gramaticales. Se presentará primero la situación medieval desde la segunda mitad del siglo XIII en las secciones 4 para los datos descriptivos y 5 para la distribución textual diacrònica de hy. En la sección 6 se discute la sintaxis clítica medie­ val para exponer la presencia de clíticos locativos del siglo XIII al XVI en la sección 7. La última sección 8 propondrá una explicación del desarrollo que eliminó el locativo castellano hy.

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4. D a to s d e sc r ip tiv o s d e sin ta x is y se m á n tic a

Las formas gráficas corrientes y, hy, hi (i) pueden interpretarse como tóni­ cas (2a) o átonas (2b) en su realización concreta, según el caso. Estas formas posiblemente clíticas alternan con ai, ay, ahí; allí (raramente también con allá ) (3), pero con aquí y parecidas solo por extensión y fuera del ámbito clítico. Las tres clases de locativos hy, ay, allí se colocan entre la conjun­ ción subordinante y el verbo de la cláusula subordinada (2b) y (3a, b), posi­ ción típicamente reservada para clíticos. (2) a. & fuese para villa gongalo & y fablaro con el aqllos madaderos (AlfX.4134:f24r2) b. los moros q y era fuerose dende (AlfX.2082: fl3v2) (3) a.conlos délas’ estremaduras que allí estaua ayufados (AlfX.716:f7rl) b. E demas desto vos tomauades en trra de aujla & en trra de segouja quado Ay erades la vianda que ... (AlfX.4331:f25vl) Los significados de hy son los que prevé el origen etimológico IBI/HIC: locativo (4a), direccional (4b), adverbio de relación “en este respecto, en cuanto a” (4c), expresión existencial (4d), y objeto oblicuo (4e). Sin embar­ go cabe señalar el sentido vago, de expresión casi superflua, en (4f), (4g), donde el adverbio puede o no participar en una construcción reduplicativa (4f) vs. (4g). (4) a. los moros q y era fuerose dende (AlfX.2082:fl3v2) b. vinjero y mensajeros délos condes (AlfX.2588:fl6r2) c. qlepidie merged q gelopdonase ca el} no podie y alfazer. (AlfX.4927:f29rl) d. & si algna cosa y ha de conplir quelo conplira todo (AlfX.5122:f30rl) e. por q ha menester q paredes y mjete (AlfX.6767 :f39v2) f. segud dize la c a ’a q y fue fecha sobresto (AlfX.721 l:f42vl) g. E o t< r > o ’sy hordenaroy q ... (AlfX.10400:f60vl) La distribución sintáctica de las formas en la cadena permite en primer lugar distinguir varios tipos en cuanto al estatus de estos elementos según las cla­ ses de (1): clítico, encliticum tantum, no-clítico. Basado en la distribución

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medieval de los verdaderos clíticos personales, las partículas oblicuas se clasificarán como (i) potencialmente enclíticas o proclíticas (marcadas por “pro” y “en”)2, (ii) excepcionalmente enclíticas (“EN”) o (iii) con separa­ ción del verbo a la izquierda (“Sep-Izq”) o hacia la derecha (“Sep-Der”); se observará también el nivel de la oración como radical o principal (“RAD”) o subordinada (“sub”). Estas coordenadas darán las siguientes configuraciones (а), con los ejemplos respectivos (b), (c) en cada grupo de (5) a (8). (5) y (6) representan los posibles casos de completa cliticidad de las partículas como en (Ib) arriba, mientras (7) separa hy de los pronombres personales átonos como encliticum tantum (cf. (le)). La separación hacia la izquierda (“SepIzq”) permite una interpretación clítica sin hacerla precisa, dado que los pronombres clíticos personales también admiten la misma separación (8). En cambio, la separación hacia la derecha (“Sep-Der”) constituye hy en ele­ mento con pleno derecho sintáctico dado que ningún clítico personal podría hallarse en esta configuración (cf. (la)). (5) a. “pro/RAD” y “pro/sub”: proclítico en principal y en subordinada Estructuras: [X hy V ...] o [conj hy V ...] b. mas ellos y arderan en medio como las uigas (GEIV.22428:fl07v2) c. mato a todos q< u > a ’ntos oms & mugeresy fallo (AlfX.10354:f59v2) (б) a. “en/RAD” y “en/sub”: enclítico en principal y en subordinada Estructuras: [X [V hy ... ] ] (incl. en subordinadas no-finitas) b. & fuero y jutados con el eljnfate (AlfX.10381:f59rl) c. E alli fablo don ñuño con el Rey estando y don p< er>o loreqo (AlfX.2870:f17v2) (7) a. “EN/RAD” y “EN/sub”: enclisis excepcional en principal y en sub­ ordinada, no admitida para los clíticos personales: [X (neg) (el) V hy ...] b. & don felipe no vjnoy (AlfX.3557:f21r2) c. doña vjolate su madre qle estaua y esperado (AlfX.9851:f57r2)

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CL será la categoría utilizada más adelante para designar la porción definitivamente clítica (le), EN o ENCL la correspondiente a los enclítica tantum (Ib), y SEP los casos de nivel sintagmático (la). En lo que sigue no se considerarán las ocurrencias post­ preposicionales por hy y parecidas que exhiben status de constituyente; cf. p. ej. & q yria el por y. (AlfX.7247:f42vl).

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(8) a. Sep-Izq“ y “Sep-Der“: separación desde el verbo hacia la izquierda (“interpolación”) y hacia la derecha: [X hy Y V ...] o [X ... V Y hy Z] b. & fuese para villa gongolo & y fablaro con el (AlfX.4134:f24r2) c. enl monesterio délos mojes déla trinjdad y en burgos (AlfX.9849:f57r2) El carácter potencialmente clítico de los casos de hy que no se sustraen a tal clasificación por completo (como en la separación desde el verbo hacia la derecha) se deja subrayar con los agrupamientos entre hy y otros clíticos personales en enclisis (9a) o proclisis (9b). (9) a. & llególe y madado (AlfX.10202:f59vl) b. con otra gente que se les y llegara (XXR.36300:f228r2)

5. Distribución diacrònica de pronombres locativos Más allá de la descripción de estructuras posibles nos interesa la trayectoria diacrònica de este elemento variablemente clítico, solamente enclítico o adverbio regular. El corpus en prosa de ADMYTE (incluyendo un mínimo de textos en lengua métrica; cf. la lista en el apéndice), más la totalidad de las obras alfonsíes y de Berceo, permite establecer una historia aproximada en dos dimensiones: presencia de hy como lexema, y distribución de la cliticidad. La distribución de hy desde el siglo XIII -apogeo de la presencia de hy- al XVI, momento de su definitiva pérdida será complementado por el rastreo paralelo de expresiones competitivas de locatividad (Keniston 1937). Douvier (1978), García (1989) y Gutiérrez-Rexach y Silva-Villar (1997) resaltan la alternancia entre la forma potencialmente clítica hy y otros ad­ verbios locales de lejanía o neutros: en primer lugar ahí (con variantes me­ dievales ay, ahy, ai), y secundariamente también allí, allá (naturalmente sin acento en la grafía medieval). En el caso de ahí argumentan GutiérrezRexach y Silva-Villar (1997) para la relevancia de la forma moderna [áj], [por áj] como variante prosódicamente débil y funcionalmente diferenciada del adverbio locativo regular [a.í]. La distinción está en la referencia con­ cretamente local con bisilabicidad y prosodia plena en (10a) con el signifi­ cado de “en un área algo alejada del hablante e indicada vagamente”, com­ parado con la falta de referencia localizable en (10b) con el acento despla­ zado [a.í] > [a.i] a la vocal del nuevo diptongo [áj].

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(10) a. ¡Anda por ahí [a.í]! b. ¡Anda por ahí [áj] ! Esta distinción sería ya histórica según los autores. Douvier (para el Libro de la montería) y García (para el Cauallero Qifar) notan la frecuente alter­ nancia entre hy y ay, con la intervención menos regular de los adverbios fuertes allí, allá. Esta variabilidad entre una forma potencialmente clítica y otra adverbial no-clítica parece indicar una substitución gradual de hy por estos mismos sintagmas adverbiales ahí, allí, y la eventual pérdida de hy. Será oportuno seguir la distribución diacrònica y complementaria de los tres grupos de formas locativas (11). (11) a. LOC1 : hy y sus variantes gráficas (y, i, hi): clítico y adverbio b. LOC2: ay y congéneros gráficos (ay, ahy, ai, aj): adverbio normal­ mente libre c. LOC3: allí (alli,alj)\ adverbio normalmente libre. Los datos de la selección de textos entre el XIII y el XVI se presentarán en una doble elaboración en términos de la incidencia visible en el texto de cada uno de los tres grupos de locativos. La Fig. I contiene el resultado para la densidad de los tres grupos. Indica en su total (altura de la columna) la importancia de la expresión del locativo en cada texto: muy abundante en los textos históricos y las crónicas (p.ej. la Gran Conquista de Ultra Mar de finales del XIII, col. 6 en Fig. I), poca en textos contemporáneos más argu­ mentativos (p.ej. en la obras alfonsíes de carácter científico, col. 3 en Fig. I). Esta dimensión se regula por las necesidades comunicativas y no representa un rasgo centralmente lingüístico. Dentro de cada columna se delinea la importancia del posible clítico hy (el segmento bajo de la columna) en todos sus manifestaciones, clíticas o no. La presencia importante de hy o LOC1 es regular en todo el siglo XIII, pero ya en el XIV emergen obras que no muestran este adverbio/clítico: la Crónica Troyana y las Maravillas del mundo, además de la traducción aragonesa del Libro de Marco Polo por Juan Fernández de Heredia. Sin embargo, otras obras coetáneas como la Crónica de Sancho IV y el Viaje de Mandevilla se destacan por el alto por­ centaje de LOC1, en otras palabras, de (posibles) clíticos locativos. Durante el siglo XIV parecen coexistir dos prototipos de gramática respecto de la expresión de la función locativa, un tipo correlado con la lengua del siglo XIII que se sirve de hy, y otro que limita o hasta elimina este grupo de for­ mas LOC1. Estas segundas gramáticas individuales ya anticipan la pérdida

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de hy causada por su escasa presencia textual, impidiendo así su reproduc­ ción segura en el proceso de adquisición natural del lenguaje. LOC1 como tal, y la versión clítica de hy por consiguiente, se pierden como forma y co­ mo clase sintáctica. La continuación en el siglo XV conlleva un número elevado (14) de textos que desconocen hy, agrupados en Fig. I bajo la co­ lumna 26, y otros que lo mantienen, pero escasamente. A finales del siglo, hy está fuera del uso escrito común. Reaparece con fuerza una vez en unos textos del XVI temprano, donde la versión imprimida del Libro de Marco Polo (31) representa una lengua más antigua de lo que indica la fecha de publicación. Este texto pertenece en sus características generales al siglo XIV (comparable a la Crónica de Alfonso X o las crónicas de Heredia). La presencia del grupo LOC3 de los averbios fuertes allí, allá (la cumbre en las columnas en Fig. I) es mucho más constante. Se encuentran en todos los textos, con más o menos frecuencia (mucha más en los que han elimina­ do, o casi, LOC1). La localización (a distancia) debe de expresarse de una manera u otra; LOC3 son las formas básicas de la lengua escrita, con o sin fuerza dinámica elevada. En el contexto de los argumentos referidos a LOC2, ay y variantes, sorprende su escasez en casi todos los textos. Adquie­ re una presencia de importancia sólo esporádicamente en textos tal la Cróni­ ca popular del Cid (30) y la Crónica de Aragón (25) del siglo XV tardío y XVI principiante. A primera vista la transición desde LOC1 clítico a LOC3 adverbio pleno no parece pasar por una fase de LOC2 bien delineada (contra Douvier 1978, García 1989). Sin embargo, la naturaleza de LOC2 como forma en principio oral podría implicar su parcial invisibilidad en textos “oficiales”, en buena parte muy formales (por la imprenta o también el pro­ ceso de copiar un códice).

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Fig. I: Distribución cumulativa de “locativo” (en densidad de categoría y por texto)

tn

I E3y/K Day/k Hadv/K |

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

*I

I* * * *

XIII

XIV

XV

* XVI

LOC1 hy!K densidad de hy (bajo, gris) LOC2 ay!K densidad de ay competitor elítico de y (medio, blanco) LOC3 adv/K densidad de adverbios plenos allí, allá (alto, negro) En el eje vertical y se dan los valores aumentados por un factor de 100, i.e. el grupo de textos no-alfonsíes del XIII en col. 1 acusa una densidad del 0.28 casos de .y (LOC1), 0.02 de ay (LOC2) y 0.14 de allí (LOC3) por 1K de texto. En el eje horizontal x están los números referenciales para cada (grupo de) texto(s) identifica­ do en el apéndice. El orden es sumariamente cronológico indicando también el inicio de la centuria respecto de los textos considerados. La columnas identificadas con asterisco representan grupos de textos.

La Fig. I expresa gráficamente la presencia cuantitativa de los tres grupos formales LOC1, 2, 3 en relación a la extensión de cada texto. Los mismos datos permiten una reinterpretación en términos de frecuencia relativa entre los tres grupos formales por texto. Fig. II pone de relieve la relación entre hy LOC1 (parte baja), ay LOC2 (sección media) y allí LOC3 (parte alta de la columna). Las impresiones derivadas de Fig. I se reenfuerzan y se comple­ mentan. Se destacan los textos del XIII y primera parte del XIV con la fuerte

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presencia de las formas en hy; la impresión derivada de Fig. I se confirma directamente. La relevancia del grupo intermedio LOC2 aparece sólo a fi­ nales del XV, inicio del XVI, en un momento cuando LOC1 ya había perdi­ do su funcionalidad. La escasa presencia absoluta de LOC2 durante la tran­ sición desde hy a su pérdida se corrige ahora con el reconocimiento de la

Fig. II: Distribución relativa de “locativo”

Uy/K

XIII

XIV

üay/k

Badv/K

XV

XVI

hyíK gris presencia de LOC1 hy relativa a expresión total de “locativo” LOC( 1+2+3) ay!K blanco presencia de pseudo-clítico LOC2 ay relativa total de LOC( 1+2+3) adv/K negro presencia de adverbios LOC3 allí, allá relativa a total de LOC(l+2+3) En el eje vertical y se dan los porcentajes, i.e. el grupo de textos no-alfonsíes del XII en col. 1 acusa una relación del 64% de LOC1, 5% de LOC2 y 31% de LOC3. En el eje horizontal x están lo números referenciales para cada (grupo de) texto(s) identifica­ dos en el apéndice A. El orden es sumariamente cronológico indicando también el inicio de la centuria respecto de los textos considerados. La columnas identificadas con asterisco representan grupos de textos.

casi exclusividad entre LOC2 ay y LOC1 hy. El único texto difícil al res­ pecto sería col. 31 El libro de Marco Polo , versión impresa de la traducción aragonesa del XIV. A partir de mediados del siglo XV los textos reflejan en

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mayor grado la expresión locativa con formas de sintagma adverbial, LOC2 o LOC3. Las formas plenas de LOC3 ahora desempeñan un papel diferen­ cial en el juego de locativos de tres grados: cercano, intermedio y lejano, o aqu í 3, ay y allí, mientras que LOC1 hy se limitaba a indicar un locativo sin especificar por su fuerza deíctica baja. En este contexto se comprende tam­ bién la uniformidad de LOC3 en los textos 14, 15, 18, 22, 26 (o temprana casi-uniformidad en 10) como una elección comunicativa que no precisaba distinguir los varios grados de distancia. Estos textos, al lado de los casos inversos 3, 11, 12, resaltan la variabilidad admitida entre las gramáticas individuales como puntos extremos. Las dos opciones opuestas de LOC2 y LOC3 en vez de hy LOC1 habilitan la interpretación que se propondrá aquí, es decir que hy funcionaba en el XIII preferentemente como clítico/enclítico, sin distinguir grados de lejanía fuera de la deixis elevada. Con la elimina­ ción de este locativo neutro hy era forzoso elegir una u otra opción marcada entre los locativos aquí, ahí o allí.

6. D istr ib u c ió n s in tá c tic a d e lo s p ro n o m b res clítico s p e rso n a les

Si la distribución textual de hy revela una trayectoria diacrónica que desem­ boca en la pérdida de este elemento, cabe investigar la dimensión sintáctica más formalmente, observando las subclases de hy clítico (CL), encliticum tantum (ENCL), y constituyente adverbial fuerte (SEP); cf. de nuevo (1). Las categorías de linearización establecidas en la sección 4 se orientan con los prototípicos pronombres clíticos personales de objeto directo e indirecto, permitiendo medir la distancia entre el comportamiento como clíticos de los locativos y los pronombres. En general, las formas hy deberían acercarse más a la norma de los pronombres clíticos personales (CL por definición), mientras que los elementos LOC2 y LOC3 como adverbios léxicos acusa­ rían una sintaxis más independiente (SEP). El componente de los enclítica tantum (ENCL) inyecta la ambigüedad estructural que afectará la pérdida de hy. En consecuencia presentaremos aquí brevemente los aspectos esenciales de la sintaxis clítica del castellano medieval.

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El término de cercanía no se considera en esta investigación dado que este adverbio local no participa de la potencial reducción a locativo no-marcado, como sí sucede con ahí y allí.

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En el castellano medieval los pronombres clíticos personales se encuen­ tran o bien “anclados” al verbo de la oración -hablamos aquí de base verbal o BV que forma grupo con el clítico (12a)- o al primer elemento de la cláu­ sula en segunda posición (2P); cf. (12b). El clítico se lineariza con respecto a la base a su derecha (enclisis) o izquierda (proclisis) (12c). (12) a. [0 ... {X,cl} ... ]:BV= [0 ... {V, el} ... ] b.[0 ... {X, el} ... ]:2P = [o [X, - el] Y2...] c. [x X - el] enclisis vs. [x el - X] proclisis La distribución de enclisis y proclisis para los clíticos personales es debatida en su significado lingüístico, pero sigue una línea general bien conocida y determinada por categorías sintácticas desde los primeros textos en romance (cf. p. ej. Meyer-Lübke 1900, Ramsden 1963, Rivero 1986, Wanner 1991, 1996). Los clíticos no se admiten en posición inicial de la oración sencilla por la llamada restricción de Tobler-Mussafia (TM), pero esta condición general no permite establecer con seguridad dónde se encuentra el borde izquierdo de la oración en cuestión. Por consiguiente, la linearización de los clíticos personales comporta mucha variabilidad e indeterminación. El sín­ drome de TM se está disolviendo en los siglos XIV a XVI para llegar a las condiciones modernas en el XVII donde la elección de enclisis vs. proclisis se determina en función de la categoría morfosintáctica del verbo que sirve ahora de base inequívoca (sobrevive sólo el anclaje BV). Las variaciones marginales ceden la plaza a una estandarización completa hacia mediados del siglo XIX. La condición TM adquiría un carácter progresivamente opaco que ya no permitía su adquisición espontánea durante el aprendizaje infantil y entonces iba desapareciendo por defecto de manifestación clara en la len­ gua. En el español medieval la elección entre BV y 2P no parece obedecer a más que una preferencia estilística; en ambos casos los pronombres son verdaderos clíticos severamente limitados en su distribución sintáctica (13)4. (13) a. q es enuidioso & que uos no teme & que uos pregia poco (PP.1953:fl8v2) [•••[ [ci + el] X V ...]] b. que esto es cosa que no uos guardaredes della (PP.1505:fl4v2) [...[c X el + V] ...]] 4

En lo que sigue no nos ocuparemos de 2P porque esta base clítica no tiene pertinencia para el argumento referido al desarrollo histórico de hy y locativos congéneros.

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La prohibición del clítico en posición inicial de cláusula es arbitraria y estipulativa, mientras que la imposición de un elemento pertinente inicial X (en [ X el ... ) es de interpretación vaga. En general pueden ocupar la primera posición, fuerte, los complementadores subordinantes (p.ej. que), la nega­ ción {no, non), un adverbio y cualquier sintagma léxico (SN, SP, SAdv). Los conectivos coordinantes e, o, mas tienen vigencia para ocupar la primera posición sólo en oraciones subordinadas, y ca es variable en su comporta­ miento; compárese la suspensión de una interpretación directa de TM como *[ el ... inducida por la subordinación en (14b) vs (14a). La misma subdeterminación por las categorías estructurales aparece en las muchas oraciones con un sujeto pronominal o léxico preverbal que da lugar tanto a enclisis como a proclisis (15a, b). La interpretación por constituyentes (15c) funcio­ na por el lado mecánico, pero no se recomienda por su rigidez arbitraria (falta de una diferencia correlativa de semántica o dinámica entre las dos estructuras), indicando aquí un grave problema de motivación para la re­ construcción adquisicional del fenómeno. (14) a. & el padre firiol. & maltraxo lo. (PP.935:f9vl) b. & si muelen dello & lopone sobre el logar (PP.2603:f24v2) (15) a. pro & la iusticia se departe en (Asus) muchas partes (PP.800:f8r2) b. en & el padre flrio.l (PP.935:f9vl) c. Cadena X Vcl . . . / vs . / X c l V . . . / Estructura X [cp V e l ... ] vs. [Cp X el V ... ] Esta misma ambigüedad sobre el linde inicial de la oración local se encuen­ tra en muchos contextos típicos de la sintaxis tardomedieval (siglos XIV y XV), de las cuales se enumeran algunos ejemplos contrastivos en (16). En (16a, b) se trata de un adverbio causal a nivel de la oración; en (16c, d) es un verbo no finito con su preposición complementadora. Una subordinada ad­ verbial finita (16e, f) puede o no constituir el “primer elemento” de relevan­ cia, y lo mismo vale para una cláusula gerundial o relativa. (16) a. & por esso leua-taro se sobrel los pueblos (PP.303:f3v2) b. {& dezildes por que entendistes enel dano dellos) por esso lo allongastes dellos (PP.1484:fl4v2) c. conuiene a ome de guardar se enel de toda cosa calient (PP.2418:£23r2) d. E este Rey don Ramiro trabajosse quanto mas pudo de los tornar assy (XXR.396:f3rl)

La pérdida de y

15

e. ene: E si la mugier se fuesse del monasterio no la sacando deue la faz buscar (AXLey.l8861:fl03rl) f. pro: & yo si dios quisiere vos daré por vno diez del amor de alfon (AlfX.3382:f20r2) Tal vaguedad creó una creciente imposibilidad por parte de los hablantes de los siglos XV y XVI de reconstruir un sistema de distribución lineal de los clíticos que reconociese la prohibición contra los clíticos iniciales de cláu­ sula. La solución que hace depender la linearización entre verbo y clítico de la categoría morfológica del verbo representa una reducción del nivel analí­ tico. De la sintaxis pasamos a la morfología, ensanchando en el proceso las opciones prototípicas: enclisis con el imperativo (afirmativo), y también enclisis con formas no-finitas, porque las dos categorías morfológicas eran típica y frecuentemente iniciales de cláusula. Al revés, y como solución por defecto, los verbos finitos se concentran en las cláusulas “introducidas” por un primer elemento, y por consiguiente tienden a la proclisis del pronombre respecto al verbo, opcional en el XVI y rígida en el XX. Ya los textos del temprano siglo XIV proporcionan los datos necesarios para reconocer las ambigüedades posicionales del (16), pero el período crucial del desarrollo se sitúa en la segunda parte del XIV y la primera del XV, exactamente cuando se produce también la crisis del adverbio pronominal variablemente clítico hy.

7. hy como (en)clítico Concentrándonos ahora en unos textos limitados investigaremos las tres categorías de locativos LOC1 y LOC2, LOC3 en cuanto a su potencial de clítico (Fig. III). En justificación de la constitución de los datos en Fig. III se operó con los algoritmos siguientes. El eje principal lo constituye la diferen­ ciación entre (i) CL, es decir, formas de LOC en posición indudablemente clítica contiguas al verbo, proclíticas o enclíticas según las reglas de TM, y (ii) ENCL o LOC contiguo a la derecha de la expresión verbal completa en una posición inaceptable para lo clíticos personales. CL y ENCL en combi­ nación constituyen la contribución potencial de cliticidad. Ésta se diferencia de SEP, la cual designa los adverbios sintagmáticos (cf. arriba (8)). Fig. III representa la suma de CL más ENCL para cada categoría de LOC en por­

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centajes, donde el complemento de la columna hasta el 100% representa la parte ocupada por SEP. Fig. III: Distribución de locativos clíticos y enclíticos en textos escogidos

100 90 80 70 60 50 40 30

20 10

0

XIII.1

XIII.2 XIII.3 XIII.4 XIV.1 XIV.2 XIV.3

XV. 1

XV.2

XVI.1

□ % el hy ■ % el alli □ % el ahí

LOC1 hy

gris

% total de formas potencialmente clíticas: clítico regular (enclisis/ pro­ clisis en BV según TM), más encliticum tantum (ENCL) en SV contra TM) LOC3 ay negro id. LOC2 allí blanco id. Textos consultados de ADMYTE: XIII. 1 Biblia latina romanceada {hy) XIII.2 Crónica de Veinte Reyes {hy) XIII.3 Fuero Juzgo {hy) XIII.4 Gran Conquista de Ultra Mar {hy) XIV. 1 Crónica de Alfonso X {hy) XIV.2 Crónica de Sancho IV {hy) XIV.3 Crónica troyana {allí) XV. 1 Esopete (vs. 2) {allí) XV.2 Libro de las Doñas {hy) XVI. 1 Crónica popular del Cid {ay)

La situación presentada en la fig. III contiene nuevas sorpresas: en parte los adverbiales de tipo allí LOC3 imitan el comportamiento más o menos pro­ nunciado de clítico observado para hy LOC1 (los textos XIV. 1,3 y XV. 1), y el tipo ay LOC2 alcanza valores de cliticidad parecidos a hy LOC1 en un

La pérdida de y

17

caso (XVI. 1). El adverbio central hy LOC1 mantiene su distribución pareci­ da a la de los clíticos personales verdaderos, pero LOC1 falta como lexema en los textos XIV.3, XV. 1 y XVI.I5. Lo más interesante quizá sea la fuerte presencia de comportamiento clítico por parte de un locativo u otro. Cada uno de los elementos LOC1, LOC2 y LOC3 es en principio capaz de desem­ peñar este papel: sea hy en los textos más antiguos, allí o/y ay en textos más avanzados. La progresiva pérdida de hy no da lugar a una reducción para­ lela de la cliticidad potencial, porque o allí o ay pueden llenar este vacío. El grado de adhesión a una posible sintaxis clítica generalmente no es muy elevado para allí, pero claramente supera lo esperado con el 63% y 70% respectivamente de conformidad al patrón correspondiente de los clíticos. La prueba de la relevancia de este análisis se nos presenta en el texto XIV. 1 Crónica de Alfonso X que contiene dos clíticos locativos potenciales a la vez, LOC1 hy con el 95 por ciento de casos aplicables, y LOC3 alli con el 88%. Si observamos el comportamiento de LOC3 en los demás textos, es evidente que allí en general es un constituyente adverbial que no supera el 40% de posible cliticidad, lo que niega la relevancia del análisis clítico para estos textos. Cabe señalar también que los locativos débiles exhiben una cliticidad atenuada dado que incluye los enclítica tantum (ENCL), a dife­ rencia de los pronombres átonos personales que implican sólo casos de CL. Sin embargo, los altos porcentajes de sintaxis clítica de los locativos siem­ pre dependen de una fuerte aportación de cliticidad regular CL que se suma en promedio al 50% de la incidencia total. A través de la historia del español medieval, los adverbios locales senci­ llos forman un grupo informal de para- o semiclíticos; en primer lugar esto vale para hy LOC1, pero se extiende más tarde a las otras categorías LOC2 y sobre todo LOC3, a pesar de la forma contraindicada para clítico de un ad­ verbio bisilábico. Extraña la baja presencia de LOC2 ay considerando que su forma poco perfilada, alternando con hy en contexto postvocálico (cf. la contración moderna de ahora -> [ora]), y en la expresión estereotípica existencial ha hy, ha ahí y últimamente hay, debería de haber predestinado este locativo como substituto primario de hy. Pero hay que tener en cuenta que los textos expositivos y estilísticamente blandos analizados aquí no presentan mucha oportunidad para la aparición sistemática del locativo de 5

La columna correspondiente a LOC2 ay quedará sin especificar salvo en el último texto XVI. 1, dado que su incidencia total es tan baja que los porcentajes de cliticidad sos­ pechada no alcanzan relevancia alguna.

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término intermedio LOC2 ay de uso espontáneo. La brusca aparición de ay como indudable clítico en la Crónica popular del Cid XVI. 1 se dejará segu­ ramente atenuar en una selección más extendida de textos; cf. de nuevo Douvier (1978) para las diferencias entre manuscritos del Libro de la mon­ tería, y García (1989) para El cauallero Qifar, donde ay tiene representación más apreciable. La insistencia con la cual LOC3 allí imita la distribución de un clítico no responde tampoco a un desarrollo direccional y sistemático, sino que cada texto ilustra un tipo de expresión locativa que en conjunto definen las gramáticas alternativas y cronológicamente coexistentes de tipo A a D delineadas en (17). (17) Tipo Clítico Adverbio Textos A hy LOC1 allí L0C3 XIII. 1-4, XIV.2, XV.2 B ay LOC2 allí LOC3 XVI.1 C allí LOC3 XIV.3, XV. 1 allí L0C3 D Ay LOC 1 allí L0C3 XIV. 1 allí LOC3

8. D in á m ic a d e la p é r d id a d e los lo ca tiv o s p a ra -clítico s

La cuestión sobre la pérdida de hy se ha dividido en dos ramas parcialmente independientes: ¿por qué se pierde hy como elemento locativo? y ¿por qué se perdió el comportamiento (para-)clítico de uno o más elementos LOC? En cuanto al elemento específico hy se pueden enumerar unas condiciones de apoyo para tal forma, y varias de contraindicación. Positivamente, hy podía contar con su adecuación formal al papel de clítico: monosilábico, perfecta­ mente paralelo a las contrapartidas etimológicas en catalán hi, francés y occitano y. Tampoco puede caber duda sobre la funcionalidad de hy como elemento semánticamente versátil (cf. (4) arriba), a pesar de la opinión con­ traria expresada en Badia Margarit (1947). Cast. ant. hy desempeña todas las funciones de sus congéneros francés, italiano, y demás. Sin embargo, en el lado negativo de la cuenta pesan varios factores. La multiplicidad de patro­ nes sintácticos CL, ENCL y SEP debía de representar un problema de re­ construcción durante el aprendizaje infantil de la lengua. El campo referencial atribuido a hy es sumamente vago, en vista de las alternancias entre LOC1, LOC2 y LOC3. La transición desde hy a ay y más tarde allí construi­ da en los dos estudios pormenorizados de Douvier (1978) y García (1989)

La pérdida de y

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no corresponde a una trayectoria diacrónica controlada, sino la discutida copresencia de varias soluciones de gramáticas en alternancia; cf. (17). Los locativos típicamente libres, ay y allí, se insertan con mayor o menor éxito en un patrón para-clítico, mientras que hy tiene problemas de cuerpo fonoléxico como adverbio libre: es poco visible y expresivo. Por si fuera poco, hy sufrió la competencia creciente de la partícula coordinante e, y, congelándo­ se además en la expresión existencial, mod. hay. Pero estas homonimias y fijaciones no causan eliminación necesaria, sólo reducción de funcionalidad. La clave de la pérdida de hy como elemento léxico será la combinación de complicaciones sintácticas y dinámico-referenciales. La referencia exacta que distingue entre aquí, ay y allí en cuanto a distancia existe independien­ temente de la disponibilidad de una partícula no diferenciada de tipo hy. Como he indicado más arriba, el término de cercanía aquí no participa de las alternancias con hy representando un elemento deícticamente fuerte. Por esto no lo encontramos en las posiciones indicativas para clíticos (locativos) CL y ENCL en mayor medida de lo observado para allí en una gramática de tipo A en (17). Pero ay y allí tienen tendencia a servir de adverbios débiles, ahí sobre todo en la lengua moderna, alternativamente también allí en la medieval, somo lo esbozan los resultados numéricos en la Fig. III. La clase de adverbios “breves” o “ligeros” siempre exhibe una alta flexibilidad de distribución en la cadena que les permite insertarse en construcciones cohe­ sivas de cualquier tipo, p. ej. hasta en los tiempos compuestos de la lengua moderna; cf. (18a). (18) a. habría bien podido ausentarse por un rato sin que nos diéramos cuenta de ello b. la rrazopor ql ynfante don deonjs era alli venido

(AlfX.2278:fl7r2) Hoy en día este fenómeno ya no se extiende a los adverbios locativos, sien­ do posible en la lengua medieval (18b). Colocación de un locativo como adverbio “ligero”, posibilidad de asociar el locativo al verbo de manera re­ lajada como enclítico obligatorio y frecuente interpolación del locativo entre complemento y verbo en una oración subordinada (cf. de nuevo (3b), quado Ay erades), estas tres condiciones reducen el estatus de sintagma libre asociado normalmente con estos adverbios en la lengua medieval de manera variable. Estos adverbios se acercan a la condición de clítico por lo menos facultativo, un perfil compartido con hy. Si de ese modo LOC2 y

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LOC3 ganan flexibilidad sintáctica, todavía retienen su ventaja referencial y dinámica como adverbios libres incontestados. Por otro lado, hy que sirve de modelo para ay, allí pierde terreno por las razones secundarias de fonología y debilidad expresiva. LOC2 o LOC3 pueden substituir a LOC1 sin proble­ mas de transición. Sobre todo, esta evolución que substituye otros elementos léxicos más apropiados a hy no tiene que afectar la condición de clítico de los locativos; LOC2, 3 simplemente corresponden al patrón sintáctico de LOC1, como lo documenta Fig. III. Los problemas inherentes a la forma y semántica de hy no pueden haber sido la causa única por la que el castellano y las otras lenguas iberorromances occidentales perdieron por completo la expresión clítica del locativo. La segunda parte de la cuestión se refiere a la pérdida de cliticidad de los locativos en general, sea hy, ay, o allí. LOC1 nunca llegó a un status seguro de clítico como los pronombres personales átonos. La evidencia es la colo­ cación / linearización del encliíicum tantum ENCL: menos integrado en la expresión verbal, y por consiguiente menos condicionado por la tendencia a la proclisis durante la disolución de TM (cf. arriba sección 6). Si LOC2 o LOC3 heredan del patrón sintáctico de LOC1, en particular una fuerte pre­ sencia clítica CL, no se constituyen por eso como clíticos asegurados de reconstrucción infalible. Además, si LOC2 y LOC3 corresponden a los as­ pectos clíticos de LOC1, mantienen al mismo tiempo su potencial de adver­ bios libres. En el pasaje desde el arreglo TM medieval a un sistema de clíti­ cos personales de corte moderno, se mantienen las linearizaciones prototípicas en términos de morfosintaxis: verbo finito, imperativo, verbo no-finito. Este desarrollo se aplica a los clíticos seguramente reconstruibles como tales en el aprendizaje de la lengua, los pronombres de objeto átonos. Hy ya había desaparecido de la mayor parte de las gramáticas individuales de la lengua corriente debido a diversas debilidades independientes al momento de la reorganización de la sintaxis clítica en los siglos XV y XVI. Por consi­ guiente, hy ya no podía elevarse al nivel de clítico categórico paralelo a los pronombres personales. La distribución sintáctica de los substitutos ay y allí no permitió una reconstrucción clítica en el nuevo sistema porque los mu­ chos casos de enclisis excepcional ENCL, recurrentes en la sintaxis clítica medieval, en cualquier punto recibían una interpretación más directa como no-clíticos apoyados por las situaciones libres SEP y los sintagmas preposi­ cionales coexistentes {desde allí, por ay, etc.). El momento crítico llegó con la reorganización de la linearización de los pronombres átonos y la disolu­

La pérdida de y

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ción de TM. El efecto constatable en la superficie fue el aumento gradual de la proclisis [el - V] y la reducción de la enclisis correspondiente [V - el]. La continua presencia de la enclisis ambigua ENCL de los elementos LOC2, 3 se alejaba progresivamente de una condición visiblemente clítica e iba readquiriendo su carácter de adverbio ligero, pero libre. Estos adverbios post­ verbales (prescindiendo de las manifestaciones preverbales obviamente tó­ nicas) son frecuentemente contiguos al verbo debido a su fuerza dinámica limitada si se compara con otros constituyentes de más peso informacional. Además, esta posición inmediatamente postverbal será final de cláusula en oraciones cortas donde pueden distinguir entre ENCL y adverbio libre sólo la realización prosódica y la reconstrucción dinámica del discurso, dos di­ mensiones de control inadecuado en los textos escritos. Desde el punto de vista de la adquisición lingüística, los elementos LOC2, 3 cambiaban de referencia analítica -de (para-)clítico medieval optativo a adverbio libre renacentista- sin cambiar de distribución superficial. La evolución esencial tenía lugar en la reorganización independiente de la linearización clítica, y el evento catalizador sería la desaparición anterior de hy por las razones nega­ tivas discutidas. Los contextos típicos de la distribución de LOC se resumen en los es­ quemas de (19). LOC se refiere a cualquiera de las formas aplicables LOC1, 2, 3, o hy, ay , o allí según el texto. El análisis indicado varía según el perío­ do y el tipo de gramática asumido: período de validez de TM o TM reducido (s. XV, XVI), admitiendo ENCL (encliticum tanturri) como opción sistemá­ tica o no. (19a) muestra la configuración final de cláusula, separando LOC del verbo por un constituyente o más (SEP). Sólo cabe una reconstrucción de sintagma adverbial (SAdv) bajo cualquier análisis. En posición final contigua al verbo (19b) LOC recibirá un análisis normalmente como sin­ tagma adverbial por el flujo natural de la dinámica en la cláusula hacia el último elemento por definición fuerte; bajo una perspectiva de ENCL existe la posibilidad de la clisis efectiva. Tanto en TM como más tarde, la exten­ sión de cliticidad por ENCL es marcada, así que la opción del SAdv es pre­ ferible ceteris paribus. El campo natural de la reconstrucción clítica incluye (19c), posición postverbal no-final (19c), y sobre todo la colocación inme­ diatamente preverbal no-inicial (19d). En (19e) LOC puede considerarse un clítico sólo si se admite la segunda hipótesis de colocación en segunda posi­ ción 2P. En posición inicial de cláusula LOC representa un clítico potencial únicamente en un régimen tardío al cesar la prohibición contra los clíticos

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iniciales bajo TM. De ahí que el cuadro de opciones reconstructivas (19) muestre una clara preponderancia de categorías contextúales favoreciendo SAdv frente a CL. (19) XIII

XIV tard?

XV tardío

XVI

Cadena

+TM/+EN

±TM.+EN

±TM. -EN

-TM. -EN

Categoría

[0 X V Y LOC ]

A

A

A

A

A

b. [o X V LOC ]

±CL/±EN

±CL/±EN

±CL/±EN

±CL/±A

(CL)/A

c.

±CL/±EN

±CL/±EN

±CL/±EN

±CL/±A

CL/A

+CL

+CL

+CL

+CL

CL

e. [0 X LOC Y V Z ] (±CL)/A

(±CL)/A

-CL/A

A

(CL)/A

f

a.

[0 X V LOC Y ]

d. [0 X LOC V Y ]

[0 LOC V Y ]

A

A

A

±CL/A

A

g- [0 LOC X V Y ] h [o ... Prep LOC...]

A

A

A

A

A

(A)

(A)

(A)

(A)

(A)

Para LOC2, 3 como locativos supervivientes de variable fuerza dinámica, predominan en su reconstrucción los valores de sintagma adverbial, prescin­ diendo de las ocurrencias en posiciones típicamente clíticas (19d). Si las posiciones inevitablemente libres (19a), (19f), (19g), y por supuesto (19h) como sintagma preposicional, se contraponen a la predestinada cadena clítica (19d) restan una serie de constelaciones ambiguas, (19b) y (19c) (quizá también (19e) bajo la hipótesis de 2P en oraciones subordinadas), que sirvie­ ron de sendero de transición en el momento de la progresiva debilidad de hy en el siglo XIV. La atrofia de TM en el XV tardío desplaza el peso de los datos desde las posiciones potencialmente clíticas (CL) a las libres (A). En la doble evolución, de un lado desde LOC1 a LOC2, 3, y del otro desde una clíticidad sintáctica a su reducción morfosintáctica (con sus múltiples des­ cripciones, cf. Fontana 1996, Ramsden 1963, Silva Villar 1996), obtenemos un escenario complejo pero comprensible de la pérdida del paraclítico hy en castellano. En otras lenguas y bajo otras condiciones, la misma condición histórica de para-clíticos adverbiales condujo, por lo visto, al efecto contra­ rio de una cliticidad sistemática. Si el castellano y las otras lenguas iberorromances occidentales llevan un retraso tipológico en cuanto a la formación de clíticos -cf. la doble base de anclaje BV y 2P, la extendida enclisis con

La pérdida á t y

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verbos finitos (Wanner 1996), la extendida vigencia de TM casi hasta el siglo XVI (cf. Meyer-Lübke 1900, Rivero 1986)- disponemos de factores suficientes para diferenciar las varias gramáticas románicas al respecto. Como mínimo hay un retraso considerable de la evolución de hy en estos idiomas, dado que los clíticos adverbial-pronominales locativos y genitivos pertenecen a un estrato diacrónico más reciente respecto de los clíticos pro­ nominales de objeto (Badia Margarit 1947, Wanner 1993).

9. Conclusión La historia de la eliminación de los clíticos adverbiales del castellano recibe aquí una precisación de importancia para el locativo6. Se trata de fuerzas sinergéticas que actuaron contra la partícula hy: su forma morfoléxica, la falta de una sintaxis clítica de suficiente sistematicidad, su alternancia con otras formas fuertes, la opcionalidad de la expresión de un constituyente frecuentemente no esencial en cuanto a subcategorización, y por fin la es­ tandarización del aspecto de los clíticos en una etapa avanzada cuando el carácter posiblemente clítico de los locativos ya estaba comprometido. El mecanismo lingüístico que operó en contra de hy u otro representante locati­ vo clítico surgió de la imposibilidad de asegurar la reconstrucción de una

6

El gallego medieval muestra condiciones iguales a las del castellano: presencia de hy bajo las mismas condiciones sintácticas y funcionales (cf. Azevedo Maia 1986). Por extensión esto se aplica también al portugués de esta época hasta el siglo XV o principios del XVI (Martins 1994). En las dos lenguas modernas los elementos pronominal-adverbiales se han perdido, y se mantiene el paralelismo con el castellano moderno. Aunque no dispo­ nemos de textos gallegos intermedios entre el XVI y el XIX, sí contamos con textos por­ tugueses del mismo período y éste nos informa sobre las condiciones clíticas particulares. Se destaca la continuidad de la interpolación (segunda posición o 2P) para los clíticos personales en la lengua moderna estándar continental y para los dialectos del norte de Portugal (Vázquez Cuesta y Mendes da Luz 1970). Esto representa una diferencia con respecto al gallego que ya no conoce esta configuración como procedimiento sintáctico regular. El territorio leonés moderno desconoce la partícula, integrándose por con­ siguiente al resto del centro-noroeste peninsular. Hacia el dominio catalán, donde hi, en están completamente integrados en el sistema de los clíticos de objeto y adverbiales se registran formas de transición en el Alto Pirineo aragonés, sobre todo si se hallan en con­ tacto con zonas más catalanizantes: Ribagorza, Val de Hecho (Badia Margarit 1947). Las funciones de hi se acercan a la variedad de oficios descritos más arriba para el castellano medieval, con la posibilidad de extender el uso de hi a personas (objeto indirecto, como en ciertos contextos y estilos en catalán estándar).

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sintaxis clítica para estos elementos en el aprendizaje infantil de la lengua. La ambigüedad de gran parte de los casos típicos (cf. de nuevo (19)) y la temprana pérdida de hy predestinado para clítico constituyen el pasaje hacia la extinción de la locatividad clítica. Esta eliminación reductiva explica las discrepancias entre los textos simultáneos debidas a diferencias estilísticas e individuales de autores y copistas. La solución que consideramos verosímil basándonos en los datos ex­ puestos reafirma para un caso particular el marco poco dramático de evolu­ ción sintáctica presentado en Harris y Campbell 1995. Se apoya en primer lugar en la ambigüedad de las cadenas de superficie (cf. también Kroch 1989, Lass 1996, Lightfoot 1998) y que por consiguiente teoriza la contin­ gencia de tales evoluciones. La dramática confirmación de esta solución particularizada, no-generalizada procede de la historia paralela, aunque di­ vergente, que describe la eliminación de la otra partícula adverbial ende en los mismos idiomas iberorromances occidentales: un mismo resultado de cero, pero un camino distinto, como esperamos exponer en otro trabajo.

10. Bibliografía Lista cronológica de textos para Fig. I, II. Versión ADMYTE (1992)

Los textos marcados con la cruz doble “#”son métricos. Los números marcados del asterisco representan grupos de textos. XIII 1* Textos varios no-alfonsíes = 8,1M (Fueros de Castilla 476K, #Poema de Mió Cid 176K, USanta María Egipciaca 65K, Fueros de Aragón 324K, UPoema de Fernán González 140K, Biblia latina romanceada 1700K, Poridat de poridades 80K, Crónica de Veinte Reyes 1100K, Libro de Apolonio 140K, Fuero Juzgo 628K, Castigos y documentos para bien vi­ vir 1-3 1400K, Libro del Concejo y de los consejeros 84K, Gran Con­ quista de Ultra Mar 1400K) 2* Textos alfonsíes históricos = 8,1M (Estoria de España 1, 2 2300K, Ge­ neral Estoria 1-1,2, IV 5800K) 3* Textos alfonsíes no-históricos = 6,3M (Leyes 908K, Acedrez 308K, As­ tronomía 1300K, Cánones Albateni 260K, Libro de las cruzes 820K, La­

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pidario 580K, Moamyn 644K, Picatrix 204K, Judizio de las estrellas 1300K, Ymagenes 112K) 4* #Gonzalo de Berceo, Obras completas (463K) (transcripción B. Dutton)

Textos aislados (incluidos también en 1): 5 Biblia latina romanceada ( 1700K) 6 Gran Conquista de Ultra Mar (1472K) 7 Crónica de Veinte Reyes (1143K) XIV 8 Crónica de Alfonso X (260K) 9 Crónica de Sancho IV ( 160K) 10 Sumas de la historia troyana (43 6K) 11 Leyes de estilo 1, 2 (320K) 12 Fuero general de Navarra (344K) 13 Libro de la montería (748K) 14 Crónica troyana (948K) 15 Libro de las maravillas del mundo y del viaje de la Tierra Santa (192K) 16 Viaje de Juan de Mandavilla (200K) 17 Historia troyana (180K) 18 Libro de Marco Polo (trad. aragonesa por Heredia) (160K) XV 19 Cuento de Tristón de Leonís (428K) 20 Brunetto Latini, Libro del Tesoro (876K) 21 Suma de las crónicas de España (200K) 22 Libro de las doñas 788K) 23 Invencionario (364K) 24 Ordenanzas reales (1400K) 25 Crónica de Aragón (1300K) 26*Textos varios (imprimidos a finales del siglo; todos sin y) (Cuadernos de las leyes nuevas de la hermandad 84K, Letras de Hernando de Pulgar 168K, Esopete historiado 1,2 892K, Arte Cisoria 160K, Crónica de Es­ paña 804K, Doctrinal de los caballeros 400K, Valerio de las historias exclesiásticas de España 780K, Claros varones de Castilla 152K, Orde­ nanzas de la ciudad de Sevilla 40K, Ordenanza sobre los escribanos de la ciudad de Sevilla 52K, Ordenanza sobre los abogados 88K, Arte de menescalia 412K, Nobliario vero 716K, Antonio de Nebrija, Gramática castellana 240K, Leyes hechas por la brevedad y orden de los pleitos 1,2

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132K, De las mujeres ilustres 508K, Tratado de Roma 260K, Peregri­ nano in Terram Sanctam 1,2 1800K, De propertatibus rerum 2600K) XVI 27 Las pronosticas 1, 2 (336K) 28 Morales de Ovidio (892K) 29*2 textos = 136K (Capítulos de gobernadores, asistentes y corregidores 88K, Ordenanza sobre los paños 48K) 30 Crónica popular del Cid (900K) 31 Libro de Marco Polo (versión impresa) (160K)

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Monica Castillo Lluch

El desarrollo de las expresiones de excepción en español anti­ guo: el caso de la tradición jurídica

1. In tr o d u c c ió n

Determinados procedimientos de relación sintáctica se desarrollan de modo más fértil, por su semántica, en un particular género textual. Es el caso de las expresiones de excepción, las cuales encuentran en discursos prescriptivos un terreno particularmente propicio para su producción. El objetivo de este trabajo consistirá en aportar algunas observaciones sobre las relaciones de excepción en el marco de la tradición jurídica: en concreto, analizaré la cuestión en el Fuero Juzgo, el Fuero Real, el Fuero de Béjar, los Fueros de Aragón y la Partida Segunda de Alfonso X1. Destacan en la bibliografía de este ámbito gramatical los trabajos mono­ gráficos de dos investigadores: Moignet (1973) y Muñoz de la Fuente (1995, 1996 y 1998). El primero dedica su obra al estudio diacrònico de los signos de excecpción en francés y servirá como referencia comparativa de otra lengua románica. En cuanto a Muñoz de la Fuente (1995 y 1996), establece una descripción de la configuración del sistema de expresiones de excepción en español medieval2 y analiza la categoría gramatical de las piezas que componen este paradigma. En un artículo posterior (Muñoz de la Fuente 1998), explora este mismo campo en la prosa literaria de los siglos XVI y XVII. Los trabajos de esta investigadora constituyen hasta hoy el único pro­ yecto global de elaboración de una historia de las formas de excepción en español, proyecto al que me propongo contribuir con las notas que siguen. Dos son los datos que llaman la atención en el estudio de las expresiones de excepción en español antiguo. En primer lugar, si se considera sincróni­ camente el sistema de dichas expresiones en la lengua medieval, se aprecia

1 Ocasionalmente proporcionaré también datos de obras históricas y literarias. 2 Su corpus comprende obras literarias y documentos notariales y jurídicos; los textos jurídicos que analiza son las Partidas de Alfonso X y el Fuero Real.

M onica Castillo Lluch

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que se trata de un paradigma muy rico y variado3 y bastante abierto: junto a un núcleo de formas básicas, se documentan locuciones polimórfícas, com­ puestos en los que participan dos formas, fórmulas enfáticas, recursos sin­ tácticos.... En segundo lugar, si observamos el sistema de expresiones de excepción desde una perspectiva diacrònica, lo más notable es que el reper­ torio de formas más usadas en español actual (excepto, salvo), es bastante diferente del medieval, el cual, a su vez era ya relativamente innovador con respecto al latino {extra, praeter, nisí). Se trata, pues, de un campo semánti­ co en el que se registra una evolución muy importante, y sería, pues, intere­ sante analizar qué factores conducen a esta renovación, tanto en la fase anti­ gua del castellano, como en la moderna. El presente trabajo intentará dar cuenta de ambas perspectivas: sincróni­ ca (estado de la lengua medieval) y diacrònica (motivos de la renovación regular del paradigma). La excepción puede definirse como la exclusión de un elemento particu­ lar de su clase porque difiere del resto de elementos que la componen en el valor de uno o varios criterios4. La expresión de la excepción en español antiguo podía realizarse de dos maneras: de forma léxica (mediante partícu­ las especializadas, de semántica exceptiva) y de forma gramatical (mediante mecanismos sintácticos en los que no interviene una semántica exceptiva). En español se prefieren los procedimientos léxicos5: de hecho, es precisa­ mente en este terreno en el que se produce una renovación con respecto al latín, puesto que en la lengua antigua hay toda una serie de palabras nuevas que se especializan en la expresión de la excepción. Se trata, como era de esperar, de palabras con una semántica relacionada con la noción de exclu­ sión (p. ej., menos, fuera, sacado). Podemos aún establecer otra división en el sistema de estas expresiones según el concepto que vehiculan: la excep3 Esto mismo constata Moignet (1973: 19) en lo que respecta al francés antiguo. 4 Por ejemplo, si tomamos el enunciado: Todo mi equipo es dinámico, excepto este jugador que es muy pasivo, podemos analizarlo en detalle de la siguiente manera: Todo mi equipo clase: mi equipo de jugadores

5

es dinámico criterio: dinamismo, valor [+1

excepto este jugador excepción: un ele­ mento de la clase equipo de jugadores

(que es muy pasivo) razón de la excep­ ción: criterio: dina­ mismo, valor [-1

En contraste con lo que ocurre en francés antiguo, lengua en la que se desarrollan varios procedimientos sintácticos muy importantes de expresión de la excepción.

Las expresiones de excepción en la tradición jurídica

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ción propiamente dicha, por un lado y, por otro, lo que Moignet (1973: 18) denomina mise á parí , es decir, la expresión de aquello que no se cuenta, que se deja de lado (sin que represente propiamente una excepción). Antes de presentar el repertorio de procedimientos de expresión de lo que se exceptúa y de lo que se aparta o deja de lado, me interesa comentar algunos aspectos del uso general de una palabra muy relacionada con la noción de excepción: me refiero a la preposición sin, que en la lengua anti­ gua presenta un valor exceptivo muy importante. Aparte de analizar en su momento dicho uso exceptivo, esbozaré a continuación algunas considera­ ciones sobre el uso antiguo de esta preposición.

2. Algunas consideraciones sobre el uso de la preposición sin en español antiguo6

Puede observarse en los textos medievales que el uso antiguo de sin difiere bastante del que presenta en español moderno. Se encuentran habitualmente en la lengua antigua ejemplos de sin + sustantivo, formando sintagmas pre­ posicionales, pero se documenta muy poco la estructura de subordinación sin + verbo -ya se trate de infinitivo7 o de forma conjugada precedida de la conjunción que8-. Hemos de recordar que las construcciones de prep + ver­ bo (a, de, por, para, en, sin...) son de formación románica; el esquema sin + verbo, podríamos pensar, pues, se está desarrollando en la lengua antigua de modo progresivo, sin que se haya alcanzado un estadio de maduración sin­ táctica. Ahora bien, en la misma época las otras preposiciones parecen mu­ cho más adelantadas en este plano y se aprecia un gran desfase entre sin y el resto de ellas. 6 7

8

Más datos sobre las propiedades de la preposición sin en español antiguo pueden encon­ trarse en Barra Jover (1999). El hipérbaton siguiente refleja la preferencia de la época por el esquema sin + sustantivo: “et la muerte, que mucho es auiesa et descomunal et tortiçera en judgamiento de convalentia et forçante de las uidas, diol ssalto en aquel logar et non quiso que el dalli adelante mas pasasse, nin le dio y espacio, et matol y sin semeiança de grant dolençia auer.” (PCG, 739al8) Encontramos estructuras complejas como la siguiente, que pueden representar un estadio de la evolución: “E esto es porque tal fecho commo este se deve fazer encobierta mente e sin rroydo yendo los que alia fueren muy paso porque non los oyan, auiendo sennales çiertas entre si porque se entiendan unos a otros sin palabra que se digan” (PII, 243)

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El hecho es que los conceptos que actualmente expresamos mediante sin + verbo, en español antiguo se expresan mediante mecanismos sintácticos alternativos. Veamos cómo: 2.1. sin + verbo

Los ejemplos son excepcionales hasta finales del s. XV9. A partir del XVI se generaliza su uso, como puede comprobarse en obras como la Cárcel de amor o la Celestina. por y saben syn mostrarse quantos son los enemigos que van e que vienen, (PII, 259) que son semejantes a los pies del omne que se mueven a las vegadas a rrecabdar su pro syn fablar, (PII, 96) 2.2. negación + gerundio con valor modal

La inferencia que realizamos al asimilar los ejemplos de negación + gerun­ dio con valor modal a sin + inf., parece claramente justificada por ejemplos como el primero que se presenta: De la muger que se casa sin grado de padre o de madre - La muger que se casare, los parientes non queriendo, conuien assaber padre o madre, sea deseredada e enemiga de sus parientes, (FBéjar, 404) Qvi echare cauallo ageno assu yegua, el sennor del cauallo no lo sa­ biendo, por cada uez peche II morauedis o de la metad del frucho al querelloso, (FBéjar, 1026)10

9 Para ilustrar la baja frecuencia de los ejemplos de sin + infinitivo, diremos que en toda la Primera Crónica General solo se cuentan trece (127bl2, 148a51, 275a4, 308al5, 379b25, 431al3, 484a23, 676a28, 695bl 1, 727a35, 728b47, 739bl8 y 762al2). 10 Todavía puede usarse esta estructura en español actual, pero es realmente muy poco fre­ cuente y su utilización es limitada (cfr. lleva dos días sin comer - *lleva dos días no co­ miendo', pero: se consigue adelgazar sin comer / se consigue adelgazar no comiendo', vive sin poder pagar todos los gastos / *no pudiendo).

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2.3. que non... con valor modal Es posible, aparte de otras interpretaciones (como p. ej., la consecutiva), ver en ejemplos como los siguientes un valor modal negativo: et estudieron assy todo aquel dia, que non osauan yr a las tiendas que dexaran los del rey Bucar nin entrar a la villa, cuydando que el £id lo fazie con alguna maestría, (PCG , 638b6-9) E si el fuese fírme en su seso, non se bolverie por seso de una muger, mas pues era muger qu’el Rey amava, non podie estar que non la oye­ se, (Sendebar, 137) 2.4. a menos de Como veremos más adelante, en español medieval se crea una serie de locu­ ciones a partir del adverbio comparativo menos, que en ocasiones presentan el sentido de sin: Non empenen fijo sin mandado de confeio - Por esto mandamos que quier que empennar su fijo, menos de con9eio, o lo metier en arehenes, sinon assi como es dicho, muera tal muerte como enaziado, (FBéjar, 278) e los sabios antygos establearon que los Reyes vestiesen pannos de seda con oro e con piedras preciosas, porque los omnes los pudiesen conoscer luego que los viesen a menos de preguntar por ellos, (PII, 62) Por otra parte, es desconocida de la lengua antigua la construcción sin + infinitivo calificativa (= “no + participio pasado”: camisa sin planchar). Hallamos sin embargo una fórmula muy paralela: por + infinitivo (nótese el desfase entre una y otra preposición): e mostroles por derecha rrazon que non ensuziava el omne comer con las manos por lavar, mas los malos pensamientos que sallen del corafon, (PII, 55) estauan y los cuerpos de los omnes muertos por soterrar que desfiziera ya la lluuia et quemara el fuego, (PCG, 133b35)

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En definitiva, la sintaxis de sin en la lengua antigua era, como vemos, bas­ tante limitada. En contrapartida, sin poseía en español antiguo un valor par­ ticular muy documentado en los textos alfonsíes -en concreto en las Parti­ das-, que prácticamente ha perdido en español moderno: se trata de un sen­ tido equivalente a “aparte de” / “además de”, que trataremos más abajo cuando hablemos de las expresiones del concepto “dejar de lado”.

3. La excepción

El repertorio de las partículas y locuciones exceptivas que hallamos en los textos antiguos es el siguiente: 3.1. no... sino (mecanismo sintáctico de la expresión de la excepción)

En latín, la partícula condicional negativa nisi introducía la excepción tras una proposición negativa. Era la palabra exceptiva más utilizada y esto hasta finales de la latinidad. Muñoz de la Fuente (1995: 75) también comprueba este dato en lo que respecta a los documentos notariales escritos en latín en la península entre el s. X y el XIV. Si bien esta palabra no tiene derivación directa en las lenguas románicas, estas han conservado el recurso sintáctico exceptivo consistente en oponer a un enunciado negativo, un enunciado condicional también negativo11. De esta expresión condicional negativa (no... si no + verbo) derivaría sino, des­ pués de una elipsis verbal12. Veamos algunos ejemplos con el verbo del enunciado condicional negativo explícito: Ningún omne nin sennor nin otro non tenga uezino preso por calonna en que palatio aya part, si non es el judez, (FBéjar, 29)

11 En latín postclásico y decadente se encuentran interferencias entre nisi y si non, usándose uno en vez del otro. Véase Muñoz de la Fuente (1995: 46 y 90). En francés antiguo: ne... se... non y posteriormente, a partir del s. XIII ne... se [ce] n ’est (hoy ne si ce n ’est que...). Véase Moignet (1973: 86). 12 Este análisis se ha convertido en clásico. Véase, por ejemplo, Corominas, que analiza el enunciado: nadi, sinon dos peones (Cid, 686) como abreviación de nadi si non son dos peones.

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Ningún omne non sea osado de iudgar pleytos, sinon fuere alcalde puesto por el rey, o si non fuere por plazer délas partidas que lo tomen por auenencia pora iudgar algún pleyto, (FReal, 9v25) otrosy estar mucho en pie non deve, ¿y non fuese en la eglesia oyendo las oras, o por otra cosa que non puediese escusar, (PII, 61) La relación entre el enunciado condicional negativo y el nexo exceptivo sino queda clara en párrafos como el siguiente: Qui dier pennos por otri sinon por rey - Qvi por otro dier cosa con pennos peche X morauedis, si non fuer por rey o por sennor de la vi­ lla, (FBéjar, 608) Sino puede introducir todo tipo de conceptos o circunstancias objeto de ex­

cepción, lo cual se traduce sintácticamente por una variedad de los elemen­ tos que encabeza: sintagmas nominales y verbales, numerales, sintagmas preposicionales adverbiales, subordinadas circunstanciales... Veamos algu­ nos ejemplos: ca estas dos cosas non deve otri oyr nin librar sinon el Rey, (PII, 97) Mugier ni barón non de por entrada del banno sinon una meaia, (FBéjar, 67)

mas a ellas non conviene de tomar ensenamiento sy non del padre, o de la madre, (PII, 80) todo esto non fíziemos nos por al, sinon por la eglesia de dios vivo, (FJuzgo, 88v64) lo que otro omne non podrie fazer synon sy fuese de menor hedat de veyente e finco annos, (PII, 191) que las non despienda synon quando les fuere meester, (PII, 154) Realizaba sino, pues, la función de excepto, más que (+ numerales) en la lengua antigua. Es uno de los nexos exceptivos predominantes en la lengua jurídica, en competencia directa con fueras, con el que comparte usos. El enunciado exceptivo introducido por sino, puede, ocasionalmente, enfatizar­ se mediante la adjunción de un adverbio como (tan) solamente (p. ej.: PII, 43, 138, 273) o del adjetivo solo/-a al sustantivo objeto de la excepción (p. ej., FBéjar, 27, 233).

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3.2. Giros con fuera(s) Fuera(s) se originó a partir del adverbio de lugar fuera(s) (“en el exterior”) derivado del lat.foras. Habida cuenta de que en latín, incluso tardío, no se documentan ejemplos de foris con valor exceptivo (cfr. Moignet 1973: 58),

hemos de interpretar que habría sido, pues, a partir de la época románica preliteraria cuando se habría producido el desplazamiento desde el signifi­ cado locativo de fueras (“en el exterior”) a su significado exceptivo (“apar­ te”). La estrecha relación semántica entre fuera locativo y fuera exceptivo puede observarse en ejemplos cuya lectura resulta ambigua (entre locativo / exceptivo)13. En los dos casos presentados a continuación, se aprecia un desplazamiento hacia lo abstracto, puesto que el concepto expresado no es de locación espacial, sino temporal: los iudios ayan plazos a fuero de Beiar fueras 14el sabado e sus fiestas, (FBéjar, 882) (= “en el exterior del día del sábado” / “excepto el sá­ bado”) assi que en aquellos trinta dias, non coman conducho njn beuan ujnno, fuera a ora de víspera coman vn poco de pan de ordio por sostentamiento del cuerpo, & beuan vn uaso de agua, (.FJuzgo, 19x65) (= “en el exterior de la ora de víspera” / “excepto en la ora de víspera”) Podemos suponer, pues, que la extensión semántica desde el sentido de ex­ clusión locativa al sentido exceptivo se produce pasando por un desplaza­ miento hacia lo abstracto (como la noción temporal): Io) fueras villa/fueras de villa ; 2o) fueras el sabado y 3o)fueras la muger.

13 En este punto la historia del francés y del español corren parejas. Cfr. Moignet (1973: 58), quien propone un ejemplo de la Chanson de Roland (6), que ilustra bien esta ambi­ güedad: “Citet n ’i ad qui contre lui remaigne Fors Sarraguce ki’st en une montaigne” En este ej .fors puede interpretarse como “en el exterior de Zaragoza” o “excepto Zarago­ za”. 14 Fueras vale igual que fueras de cuando funciona como locativo: “Si el debdor quisier ir al rey o fueras villa”, (FBéjar, 728t). De hecho, compruébese la alternancia en fragmentos como: “Ro9 a que alguno fiziere fueras de exido o fueras rayz agena, sea estable e uala”, (FBéjar, 60). Por lo tanto, fueras el sabado, no habrá que analizarlo forzosamente como exceptivo por razones formales.

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Junto con la forma básica, fueras o fueraxs, encontramos muy a menudo una expresión con adjunción del pronombre adverbial ende (fueras ende). En cuanto a la frecuencia relativa de ambas formas (con refuerzo de ende o sin él), se ha de decir que varía esta enormemente dependiendo de los tex­ tos: así el Fuero de Béjar solo practica fueras y no presenta ocurrencia al­ guna de fueras ende, en tanto que en la Partida Segunda ocurre exactamente lo contrario (solo hallamos fueras ende). Otros textos, como el Fuero Juzgo, presentan una situación más equilibrada (21 ocurrencias de fueras y 16 de fueras ende). Se documenta, además, el compuesto fueras sacado(s) en el Fuero de Béjar (5 ejs.), el cual, por su redundancia, puede interpretarse co­ mo enfático16. Por otra parte, cuando funciona como conjunción, lo hace bajo la forma fueras que (p. ej: PI1, 48, FBéjar, 770 y 779 y FJuzgo, 27r44 y 34r5). Enfática resulta la fórmula fueras tanto que (dos ejs. en Fuero de Béjar, 260 y 508, y uno en Fuero Juzgo, 14r49). & la mugier que se casa con otro, sabiendo que a otra mugier, aquesta deue seer metida en poder déla primera mugier, que faga della lo que quisierfueras muerte, (FJuzgo, 35v47) e el non es tenudo de obedesfer a ninguno, fueras ende al papa en las cosas espirituales, (PII, 42) Todo partimiento que fuer fecho entre iudio e cristiano delante testi­ gos como es dicho, sea estable e fírme, fueras sacado paramiento de logro, (FBéjar, 876) mas quando el casamiento es fecho entre tales personas que non son de una edat qual cosa esperamos de la crianza fueras que aquello que a de nacer, o non semeyara al padre, nin ala madre o sera de dos for­ mas, (FJuzgo, 27r44) Dende el querelloso maldiga al iurador assu uoluntad, fuera que nol diga el nombre uedado que algui lo foda. Todas otras maldiciones le diga quales quisiere [...], (FBéjar, 799)

15 En la mayoría de los textos estudiados la forma corriente es fueras, excepto en los Fueros de Aragón y Fuero Real, en los que predomina fuera. 16 Es posible aquí un doble análisis: 1) fueras preposición exceptiva a la que se añade otra forma exceptiva sacados; 2) sacados se completa con un adverbio locativo fueras.

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Todo lo que mandar cada uno por su alma assu passamiento, todo sea fírme e estable, fueras tanto que marido non pueda mandar nada assu muger, los herederos non estando delante o non queriendo, ni la muger al marido, (FBéjar, 260) 3.3. sacado / -a(s) Ocasionalmente, hallamos en los textos el participio del verbo sacar11. Las estructuras absolutas, con concordancia en género y número, en las que par­ ticipa guardan relación con el esquema latino de excepto y salvo. E esto mismo dezimos que deve fazer de todas las cosas que deven dar con el castillo, sacadas las que oviesen despendido en guerra del castillo, (PII, 157) Todas estas calonnas se partan en quarto assi como es dicho, saccada la calonna de furto que toda es de palacio, (FBéjar,21) Recordemos que, como se ha visto, puede utilizarse esta palabra como re­ fuerzo de fueras (v. supra ejs. del Fuero de Béjar). 3.4. salvo El uso del participio de perfecto del verbo salvar, corriente en latín vulgar para la expresión de la excepción, se documenta muy poco en los primeros textos (como indica Muñoz de la Fuente 1995: 173 y ss. y 1996: 454) pero parece reponerse a partir de mediados del s. XIII (2 ejs. en los Fueros de Aragón y 6 en el Fuero Real) periodo en el que sigue funcionando general­ mente en construcciones nominales absolutas, con concordancia de género y número (las estructuras sin concordancia, gramaticalizadas, también se ob­ servan, p. ej. en la Partida II y según los datos de Muñoz de la Fuente son, de hecho, las más comunes en todo tipo de textos). haya & tienga & possedesca todo lo suyo por nuestra actoridat, salua la part de los fíllos, (FAragón, 59r60)

17 Se recogen también ocurrencias del gerundio sacando (véase Muftoz de la Fuente 1995: 163 y ss.).

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& desi iudguense & fagasse la iusticia que fuere derecha, e esto sea, saluos los derechos e las rendas al rey, que en todo tiempo se puedan demandar (FReal, 27v28) Hallamos también un ejemplo de la fórmula conjuntiva salvo que; este dato, junto con la pérdida de la concordancia que acabamos de ver, es una mani­ festación del proceso de gramaticalización experimentado por salvo en la lengua antigua18: que non sean osados de dezir al alcalde que iudgo tuerto nin otro de­ nuesto ninguno saluo que pueda dezir & razonar en buena manera aquello que fíziere a so pleyto, (FReal, 45r38) 3.5. Giros con menos

Asistimos desde mediados del s. XIII a la creación de una serie de expresio­ nes a partir del adverbio comparativo menos19: menos de + sust, a menos de + sust / verbo, (a) menos que, + verbo20. La expresión (a) menos de + sustantivo vale lo mismo que sin + sustantivo:21 Mas todo aquello conplio & ordeno el sennor rey deuandito menos de nuestro consello, (FAragón, lr63) Qual digna cosa es, que pues que aiuntamiento de casamiento los faze un cuerpo, depues el uno non puede uender ni alienar nenguna cosa de los suyo, menos de uoluntad del otro, (FAragón, 15r30) ca syn dubda ninguna tan grant cosa commo esta non la podrie ningún omne conplir, a menos del buen entendimiento et de grant sabidoria, (PII, 68)

18 Para una visión sintética de los procesos involucrados en una gramaticalización, véase Lehmann (1985). 19 En otras lenguas románicas, como el francés, habrá que esperar hasta el s. XV para obser­ var la formación de fórmulas como ne... pas... moins... que, ne... au moins que, au moins de (v. Moignet 1973: 123-124). 20 Se documenta también menos solo, sin preposición (seguido de un numeral generalmen­ te), nada más que en textos notariales (véase Muñoz de la Fuente 1995: 151). 21 Otros ejemplos en FAragón, 16v25, FBéjar, 299, Cid 984, 989, 1106, 3257, Sendebar, 76.

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El significado de a menos de + verbo depende del valor afirmativo o negati­ vo de la proposición a la que se subordina; cuando esta es afirmativa, la interpretación será de subordinada adverbial de modo (= sin + verbo)22: e los sabios antygos establearon que los Reyes vestiesen pannos de seda con oro e con piedras pre^osas, porque los omnes los pudiesen conosfer luego que los viesen a menos de preguntar por ellos, (PII, 62) [Hablando de las barbaridades cometidas por el emperador Vitellio] Mataua muy de grado a quiquier por qualquiere razón; [...] a uno que auie la fiebre et demandaua agua fria que beuiesse, dio gela el mismo por su mano, et diol en ella pozon con que murió; solamiente quel dizien dalguno que fiziera algún mal, mataualo a menos de lo oyr, (PCG, 13 lb36) Para que el giro a menos de + verbo pueda interpretarse como condicional exceptivo, es decir como equivalente de “a no ser que”, “excepto si” (aun­ que la lectura sin + verbo siempre es posible), la proposición a la que se subordina debe ser negativa: non se deue desfazer la uendicion a menos de prouar el sennor por buenas testimonias, o por iuramiento que aquello non era del peguyar del siervo, (F'Juzgo, 47v44) esto non lo puede fazer a menos del pechar todas las costas que fueren fechas quando gelos tomaron, (PII, 128) E este rey avía siete privados mucho sus consejeros, de guisa que nin­ guna cosa non fazia menos de se consejar con ellos, (Sendebar, 76) depues que el debdor fuere en corral malfiesto ante los alcaldes, non se a dir, menos que pague o sea preso, (FBéjar, 640) e el alcalde non lo mande fazer a menos que non23 oya ante las partes sobresto, (FReal, 12v 11)

22 Se echa en falta un análisis sistemático y personal de Muñoz de la Fuente (1995) de los distintos valores de a menos de. 23 Este non es expletivo, igual que en los dos ejemplos siguientes:

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4. Dejar de lado

En la Partida Segunda se observa un uso muy abundante de la preposición sin con el valor de “aparte de” o “además de”. Es este un valor particular de la lengua antigua del que no se conserva en español actual más que un uso muy limitado (en contextos de cálculo de precios, con el sentido de “sin contar...”, “dejando aparte el precio de...”: Son 8000 pesetas sin las tasas). Puede funcionar sin, con este valor de “aparte de” / “además de” en el marco de la oración, o bien servir de enlace extraoracional, y en este caso constitu­ ye un elemento extremadamente eficaz desde el punto de vista de la cons­ trucción del discurso y de la ilación del mismo (equiparable a otrosí). 4.1. sin oracional

Otras cosas y a syn las que diximos en las leyes del titulo ante deste, (PII, 131) E los que asy non lo feziesen, syn el mal que les vemien en este mun­ do [...], darles ye Dios en el otro por pena lo que meresfen los deseperados, (.PII, 111) e por ende dezimos que syn aquellas cosas que dize en las leyes ante desta que el Rey e la Reyna deven mostrar a sus fijos quando son m090s, que aun y a otras cosas que les deven fazer aprender, (PII, 79) 4.2. sin extraoracional

En la fórmula E (aun) sin (todo) esto [Hablando del vino] ca el faze a los omnes descono9er a Dios e a sy mismos, e descobrir las poridades, e oluidar los juyzios, e mudar e camiar los pleytos, e sacarlos de justifia e de derecho, e aun syn todo esto flaques9e omne

“estables9 Íeron los sabios antiguos que quando el Rey quisiere dar heredamientos al­ gunos, que non lo podiese fazer de derecho a menos que non toviese y aquellas cosas que pretenes^en al sennorio,” (PII, 138) “non lo pueda fazer a menos que nol saque los oios,” (FReal, 4v9)

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del cuerpo, e mengua el seso e fazel caer en muchas enfermedades, e morir mas ayna que devrie, (PII, 61) [Hablando de los jueces] deven aver en sy muchas bondades [...]; e luego cabo desto deven aver buen entendimiento [...]; e deven seer apuestos e sesudos [...]; e bien rrazonados conviene que sean [...]. Otrosy deven seer sofridores para non se quejar [...]. E syn todo esto deven seer justi?ieros [...]; e syn cobdÍ9Ía conviene mucho que sean [...] Otrosy deven seer firmes [...]. E sobre todo an de ser muy leales [...], (PII, 94)

5. Interpretación de la evolución del sistema de expresiones de excep­ ción en español

Junto con las evoluciones apreciables ya en el sistema medieval de expre­ siones de excepción (decadencia y desaparicón de los giros con fuera a par­ tir del s. XIV, por ejemplo), en la lengua clásica se observan igualmente transformaciones del paradigma (es llamativa la integración de excepto -pieza frecuente en latín vulgar-, exceptuando, más de que, etc)24. En espa­ ñol moderno, el catálogo de fórmulas exceptivas gira en tomo a dos piezas fundamentales: excepto y salvo, a partir de las cuales se forman expresiones y locuciones de uso particularmente literario o elevado (exceptuando, hecha excepción de, con / a excepción de, con la salvedad de que). Junto a estas formas, conviven exclusive, menos, quitando, aparte de... Parece ser una constante, pues, a lo largo de la historia que el pardigma de expresiones exceptivas sea vasto y resulta igualmente notable la renova­ ción regular del mismo a través de los tiempos. La clave de dichas constan­ tes puede procurárnosla la semántica propia del concepto de excepción. La noción de excepción es claramente enfática: el elemento que se exceptúa es intrínsecamente singular y mantiene una relación de oposición en su singu­ laridad con el resto de elementos de su clase que constituyen el mundo re­ gular y común. Es este carácter enfático el que provoca la variedad sincróni­ ca de expresiones y la renovación léxica constante en la perspectiva diacrónica. Es sabido que las palabras que expresan contenidos enfáticos tienden a

24 Véase Muñoz de la Fuente (1998).

Las expresiones de excepción en la tradición jurídica

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desgastarse con el tiempo y a ser suplantadas por nuevas fórmulas que vehicularán el concepto enfático con una nueva energía hasta que a su vez sufran una erosión expresiva. Si existe un caso paradigmático a este respecto, bien es el de la evolución de las formas del superlativo absoluto. Interesa, para concluir, señalar que la historia de las expresiones de excepción comparte con la del superlativo absoluto algunos aspectos relevantes: paradigma ex­ tenso en todas las épocas y renovación regular del mismo con la recupera­ ción tardía de formas utilizadas en latín (sufijo -ísimo, excepto...).

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M onica Castillo Lluch

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María Xesús Bello Rivas

Sao Vicente de Fora (Lisboa) / Montederramo (Ourense) En torno a la tradición notarial gallego-portuguesa

1. El gallego-portugués como lengua de Reconquista. Los mozárabes y la ciudad de Lisboa

La temprana Reconquista cristiana (ss. XI-XII) del área occidental de la Península Ibérica, acarreó, como es sabido, no sólo consecuencias políticas sino también lingüísticas. La lengua de los conquistadores del norte, el ga­ llego, entra en contacto, tras la conquista de Lisboa1, con la lengua románica allí hablada, el llamado mozárabe2. Lisboa se erige pronto (1250) como capital del nuevo reino al sur del río Miño y la variedad creada del contacto lingüístico surgido entre los con­ quistadores y la población autóctona mozárabe se constituye como base de la nueva lengua portuguesa. E de fato, até a conquista de Lisboa, e mesmo em boa parte do séc. XII, Portugal era um aglomerado de povoaíoes caracterizadas por suas cultu­ ras tradicionais. Dá-se tal nome ás culturas que dependem, no todo ou na maior parte, da transmissao oral de idéias e normas de conduta dos antepassados. Trata-se dos usos e costumes de povoafoes de número reduzi1

Breves apuntes cronológicos: 1095 Cesión del Condado de Portugal a Doña Teresa (hija de Alfonso VI) 1097 El Condado se independiza 1147 Conquista de Lisboa 1189 Toma de Alvor 1190 Conquista de Silves, una de las ciudades más importantes del dominio árabe y cru­ cial punto estratégico. D. Sancho constató el problema de la escasez de población (ésta comenzó a aumentar bien entrado el S. XV) e hizo un llamamiento a los extranjeros con el fin de repoblar las nuevas tierras 1217 Afonso II conquista la ciudad de Alcácer do Sal 1229 Sancho II conquista Elvas y Juromenha, en 1230, Moura, Serpa y Mértola 1249 Ya se puede hablar de una Portugal conquistada 1250 Con Alfonso III (conde de Boloña) se erige Lisboa como capital del Reino

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Lengua románica, heredera del latín visigótico contaminada del árabe.

María X esús B ello Rivas

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do, confinadas a um ambiente rural. O progresso de Lisboa é que proporcionou a criado de urna cultura nacional, isto é, resultante da fusao, selefao e absorfáo das culturas tradicionais. Assim a capital passa a sinteti­ zar urna pluralidade de culturas que se fimdern numa única: de todos os lados recebe inspirado e matéria prima, que elabora e modela [...] Com Lisboa é que Portugal toma consciéncia de si mesmo. É Lisboa o tra