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Spanish Pages [245]
lectio divina
para cada día del año
Tiempo de Cuaresma y Triduo Pascual
Lectio divina para cada día del año
GIORGIO ZEVINI
y PIER
GIORDANO CABRA
(eds.)
Plan general de la colección
LECTIO DIVINA PARA CADA DÍA DEL AÑO *1. *2. *3. *4.
Adviento Navidad Cuaresma y Triduo pascual Pascua [•"erial Ferial Ferial Ferial
- Tiempo - Tiempo - Tiempo - Tiempo
Ordinario Ordinario Ordinario Ordinario
- año - arto - año - año
par par par par
Ferial Ferial Ferial Ferial
- Tiempo - Tiempo - Tiempo - Tiempo
Ordinario Ordinario Ordinario Ordinario
- año impar - año.impar - año impar - año impar
Domingos - Tiempo Ordinario (A) Domingos - Tiempo Ordinario (B) Domingos - Tiempo Ordinario (C)
(sem. (sem. (sem. (sem.
1-8) 9-17) 18-25) 26-34)
(sem. (sem. (sem. (sem.
1-8) 9-17) 18-25) 26-34)
volumen 3
Tiempo de cuaresma y Triduo pascual
SEGUNDA EDICIÓN
" Publicados.
EDITORIAL VERBO DIVINO Avda. de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra) España 2002
En este volumen han colaborado: Para la lectio divina:
La liturgia de la Palabra en el Tiempo de cuaresma
ANNA MARIA CÁNOPI y COMUNIDAD DE LA ABADÍA BENEDICTINA MATER ECCLESIAE, ISOLA S. Giuuo.
Para la presentación litúrgica de la Palabra: GIANFRANCO VENTURL
Traducción: JOSÉ LUIS MONGE GARCÍA.
1. El misterio de la cuaresma en el corazón del hombre actual Siempre que ha sido posible, el texto bíblico se ha tomado de la Biblia de La Casa de la Biblia.
Editorial Verbo Divino Avenida de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra), España Teléfono: 948 55 65 11 Fax: 948 55 45 06 Internet: http://www.verbodivino.es E-mail: [email protected]
2 a edición © 1999 by Editrice Queríniana, Brescia - © Editorial Verbo Divino, 2001 - Es propiedad - Printed in Spain - Impresión: GraphyCems, Villatuerta (Navarra) - Depósito legal: NA. 3.031-2001 ISBN 84-8169-437-1
Vivimos en un tiempo de grandes cambios, de continuas puestas al día: de personas, instituciones... En esta euforia de cambio, impuesta por el mundo que nos toca vivir, necesitamos un cambio de mayor consistencia que las olas que mueren en la arena; nos referimos al cambio de nosotros mismos, a nuestro modo de sentir, pensar y actuar. Hoy, todo se sucede con rapidez. Parece que todo pasa de modo caótico, sin que tengamos la posibilidad de darnos cuenta de lo que sucede. Creemos que debemos aclarar, poner orden en nuestra vida. Sentimos la necesidad de un tiempo para "respirar". En estos momentos en que se exalta la libertad, resulta que nos vemos atrapados por formas sutiles de esclavitud; algunos echan mano a liberaciones que resultan evasiones momentáneas, huidas, adormecimientos. En muchos sectores aparece una renovación continua, pero no parece que esto ayude a superar esa sensación profunda de vejez que progresa inexorablemente. Con frecuencia escuchamos una frase en nuestras conversaciones: "Estoy agotado, no puedo más". Las vacaciones,
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Tiempo de cuaresma
las fiestas y los fines de semana n o parece que consigan el efecto deseado. Necesitamos un reposo profundo que brote de un silencio vivificante. Las relaciones, tanto a nivel personal como social, se han hecho complicadas, conflictivas, falsas, creando profundas dificultades. Aspiramos a una mayor claridad y serenidad, a superar el odio, a creer en la fecundidad del perdón, en la alegría de la reconciliación, del encuentro; a reunimos fraternalmente, en el diálogo. Todo esto no son más que las diversas facetas de una necesidad de salvación, pero el hombre, todos los hombres juntos, ¿es capaz d e ' realizarla? Para el cristiano, la cuaresma es un tiempo de verdadero cambio y renovación, tiempo para volver a respirar a pleno pulmón, tiempo para poner en orden tantas confusiones, para entablar relaciones auténticas, para restablecer diálogos rotos, para disfrutar del verdadero descanso..., todo para llegar a la salvación. Y esto no se lleva a cabo con un mero querer de la voluntad, ni es fruto de una inteligencia despierta; nace de esa decisión que nos pone a la escucha de Dios, de dejarse cambiar por Él, de abandonar nuestros caminos para caminar por los suyos, de entrar en la dinámica de una historia de salvación.
2. El misterio de la cuaresma, proclamado en la liturgia En la liturgia cuaresmal Dios se hace el encontradizo con nosotros, con nuestras esperanzas, con nuestros dramas, y nos anuncia lo que ha hecho y quiere hacer hoy por nosotros, por nuestra liberación. Domingo a domingo, día a día, nos manifiesta su designio y nos indica las etapas del itinerario de nuestra salvación.
La liturgia de la Palabra
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E L LECCIONARIO DOMINICAL Y FESTIVO
Anuncio del itinerario de la historia de la salvación (primeras lecturas A, B, C) La cuaresma es ante todo la proclamación del itinerario de nuestra salvación. El cristiano lo cumple recorriendo las grandes etapas de la historia de la salvación, proclamadas en las primeras lecturas de cada domingo (cf. año A, y lo mismo B y C): la creación y caída del primer hombre (primer domingo), los patriarcas (segundo domingo), el Éxodo (tercer domingo), el reino de David (cuarto domingo), los profetas (quinto domingo). En los diversos anuncios, la Palabra proaiama, más con hechos que con palabras, cómo Dios lleva a cabo su plan de salvación: llama al hombre a la fe, a la alianza, a la vida, y hace reposar sobre él su Espíritu. La historia de salvación aparece, en una primera síntesis rápida, el primer domingo del año A: la historia es como el lugar de la tentación. El primer hombre sucumbe a la tentación no aceptando la Palabra de Dios ni su proyecto (primera lectura); el nuevo Adán, Cristo, vence porque sabe vivir de la Palabra, porque hace suya la voluntad del Padre (Evangelio); así, "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (segunda lectura). El hombre que desee vencer la tentación debe decidir seguir a Jesús, entrar en el desierto, en su ayuno, para vivir de la voluntad del Padre. Toda la historia aparece como un itinerario hacia el desierto, una búsqueda del Señor y su palabra vivificante, para entrar en posesión de la "tierra". Una segunda síntesis se proclamará al final de la cuaresma, en la vigilia pascual. Las lecturas parten de la primera creación, para pasar, a través de la vocación de Abrahán y del pueblo de Israel y a través del anuncio de una nueva creación, a la proclamación de la resurrección de Cristo, creación definitiva. La historia de la salvación, anunciada por diversas etapas a lo largo de la
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cuaresma, desemboca en la pascua de Cristo. La pascua es la que da sentido a toda la historia y la recapitula. Este itinerario histórico-salvífico se desarrolla en los diversos ciclos con matices diversos; corresponden, respectivamente, al itinerario bautismal, cristológico-pascual, penitencial.
Año A: anuncio del itinerario
bautismal
Las lecturas del año A recogen la tradición antigua que acompañaba al catecúmeno en la preparación del bautismo: el gran anuncio de lo que Dios hace en el bautismo, es la mejor catcquesis bautismal. Primer domingo: domingo de la tentación. Se trata de una introducción general a este tiempo cuaresmal, con vistas a preparar para la lucha que espera al hombre en sus opciones definitivas. En este domingo, la Iglesia, después de escuchar el testimonio de padrinos y catequistas, celebra la elección de los admitidos a los sacramentos pascuales. En los domingos sucesivos les irá presentando el bautismo con las imágenes del agua, de la luz y de la vida. Segundo domingo: domingo de Abrahán y de la transfiguración. El bautismo es el sacramento de la fe y de la filiación divina. Con Abrahán, padre de los creyentes, también el catecúmeno debe partir, salir de su tierra (primera lectura); se entrevé la meta en la transfiguración de Cristo (Evangelio); el bautizado también será llamado "hijo de Dios". Tercer domingo: domingo de la samaritana. Como Israel a lo largo del Éxodo, también el catecúmeno busca el agua que le salva (primera lectura); Jesús le indica, como a la samaritana, que tiene un agua capaz de extinguir toda sed (Evangelio); esta agua es su mismo Espíritu (segunda lectura). Como ya había anunciado
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Juan Bautista, Jesús es aquel que bautiza en agua y Espíritu Santo. La Iglesia en este domingo celebra el primer escrutinio; durante la semana tiene lugar la entrega del símbolo (el Credo). Cuarto domingo: domingo del ciego de nacimiento. En el bautismo el hombre es liberado de las tinieblas e iluminado (Evangelio); se le capacita para vivir como hijo de la luz (segunda lectura), consagrado con la unción real (primera lectura). Se celebra el segundo escrutinio. Quinto domingo: domingo de Lázaro. En el bautismo el hombre pasa de la muerte a la vida (Evangelio y primera lectura) y llega a ser capaz de agradar a Dios viviendo del Espíritu del resucitado (segunda lectura). Se celebra el tercer escrutinio y durante la semana se entrega a los catecúmenos la oración del Señor (el Padre nuestro).
Año B: anuncio de la nueva alianza en el misterio pascual de Cristo Las lecturas del año B ponen su atención en el tema de la alianza y en el misterio pascual de Cristo. Son una invitación a descubrir a Cristo, que en su misterio pascual se ofrece en sacrificio para nuestra salvación, para renovar la alianza, para hacerla "nueva y eterna". Primer domingo: en el relato de las tentaciones se fija en la lucha que Jesús afronta con el mal, hasta vencerlo con su muerte y resurrección (Evangelio). Ya tuvo que luchar Noé, optando decididamente por Dios; fue salvado y pactó una alianza con el Señor (primera lectura): todo esto constituye un anuncio bautismal (segunda lectura). Segundo domingo: el Padre toma la iniciativa. En el misterio de la transfiguración, que revela el misterio de la cruz, el Padre proclama a Jesús su Hijo (Evangelio);
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no le evita la muerte (segunda lectura) y nos lo entrega, como Abrahán, que ofreció en sacrificio a Dios a su hijo (primera lectura). En los domingos sucesivos, Jesús mismo revela haber aceptado el designio del Padre para convertirse en el templo donde se ofrece el nuevo sacrificio por nuestra salvación. Tercer domingo: Jesús crucificado (segunda lectura) es, en su cuerpo, el nuevo templo destruido y reedificado (Evangelio); su acontecimiento pascual es sabiduría y potencia de Dios (segunda lectura), que lleva a cumplimiento la antigua Ley (primera lectura). Cuarto domingo: la vuelta del destierro (primera lectura) y la liberación del pecado (segunda lectura) son la salvación que Cristo exaltado en la cruz, como la serpiente en el desierto, lleva a todos los hombres: su juicio es la salvación (Evangelio). Quinto domingo: Jesús, con su obediencia hasta la cruz (segunda lectura), es el grano de trigo; cae en tierra, muere y da mucho fruto; es glorificado (Evangelio); en él se pacta la alianza que libera del pecado (primera lectura).
Año C: anuncio de la reconciliación El tercer ciclo de lecturas cuaresmales es una gran catcquesis de reconciliación, cuyo culmen será la celebración de la pascua. Primer domingo: el primer paso de la reconciliación consiste en reconocer a Dios, como hizo Israel (primera lectura) y, sobre todo, Jesús en el desierto (Evangelio); quien reconozca a Cristo se salvará (segunda lectura). Segundo domingo: Jesús transfigurado revela el misterio que se efectúa en nosotros con la reconciliación (Evangelio) y al final de los tiempos (segunda lectura); en Cristo sacrificado se cumple la antigua alianza (primera lectura).
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Tercer domingo: Dios envió a Moisés para librar a su pueblo (primera lectura). La historia es una "enseñanza" (segunda lectura) actualizada en Jesús cuando invita a la conversión (Evangelio). Cuarto domingo: acogiendo la invitación a la conversión, el hijo que huyó del Padre, vuelve (Evangelio); es Cristo quien lo reconcilia (segunda lectura) y lo acoge en casa, en la tierra prometida, celebrando como Israel la pascua (primera lectura). Quinto domingo: quien se conforma a Cristo por la muerte al pecado (segunda lectura), por el perdón (Evangelio), se hace criatura nueva (primera lectura). A éste se le invita a mantenerse en la novedad de vida: "Anda y no peques más" (Evangelio).
EL LECCIONARIO FERIAL
El leccionario ferial presenta "los diversos temas propios de las catequesis cuaresmales" (OLM 98) y es muy variado. Semana después de ceniza: aparece la invitación a la conversión interior, al ayuno espiritual, a la fraternidad. Primera semana: invitación insistente a la conversión, la eficacia de la Palabra, el amor al prójimo. Segunda semana: el perdón de los pecados, los verdaderos valores, el anuncio de la pasión. Tercera semana: escuchar al Dios único, la curación obra de Dios, el perdón de Dios y el perdón recíproco, el culto espiritual. Cuarta semana: la renovación que Dios ejecuta (cielos y tierra nuevos, aguas sanadoras, curación del paralítico...), la alianza, la incredulidad y tentativas de matar a Jesús. Quinta semana: el perdón del Señor que salva (Susana, la adúltera, la serpiente de bronce, los jóvenes en el horno, Jeremías...), el anuncio de la pasión de Jesús y fi-
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guras típicas, la pasión de Jesús para salvar y reunir los hijos de Israel dispersos. Sexta semana o Semana santa: el Siervo doliente de YHWH. En las dos últimas semanas se hace la lectura semicontinua de Jn 4-11. Se presenta el itinerario o subida de Jesús a Jerusalén, su autorrevelación como Hijo de Dios y la creciente oposición de los judíos hasta su decisión de matarlo.
3. El misterio de la cuaresma, celebrado en la liturgia En cuaresma se celebra el misterio del Éxodo de Israel, que se cumple en el éxodo de Jesús "de este mundo al Padre" y se vive hoy en la Iglesia. En primer lugar Israel, llamado por Dios, emprende un camino de liberación bajo la guía de Moisés. Caminó por el desierto para escuchar la voz de Dios (Jr 7,23) y aprender a vivir de la Palabra: "Moisés ayunó cuarenta días y cuarenta noches cuando recibió la ley..., le bastaba la Palabra de Dios y la luz del Espíritu que descendía sobre él" (prefacio ambrosiano). Cristo continúa y lleva a cumplimiento el camino de Moisés por el desierto convirtiéndose en guía y libertador de todos. Con su ayuno manifiesta su libertad y señorío sobre las cosas, su saber vivir de algo más que de "pan", de "toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,14): su alimento es hacer la voluntad del Padre. A diferencia del primer hombre, que no aceptó el proyecto de Dios y se convirtió en esclavo, el nuevo Adán, Cristo, acoge la voluntad de Dios, que lo hace Señor de todo y de todos: incluso los ángeles le seriarán (Mt 4,11). La Iglesia celebra estos misterios del éxodo y ayuno de Cristo en la cuaresma, tiempo de renovación. Lo vive
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con los catecúmenos que se preparan a los sacramentos de la iniciación cristiana, al nuevo estilo de vida marcado por el Evangelio. En cuaresma, con sucesivas celebraciones (elección, escrutinios, entregas del Símbolo y de la oración dominical), recorren el tiempo de la purificación y de la iluminación, que les lleva a los sacramentos pascuales {itinerario bautismal). La Iglesia vive el tiempo de renovación como purificación del pecado con todos los penitentes, que después del bautismo sienten la necesidad de reconciliarse con Dios y con los hombres. Al concluir la cuaresma, según la antigua tradición, celebrará la reconciliación con la participación de todos los "santos" {itinerario penitencial). La Iglesia celebra con todos la cuaresma, buscando una renovación cada vez más profunda, mirando a Cristo, a su amor apasionado por el Padre y por los hombres, viviendo su misterio de "semilla" que, depositada en la tierra, muere y da mucho fruto {itinerario pascual).
4. El misterio de la cuaresma, vivido e n la vida de cada día Prácticas
cuaresmales
El cristiano recorre el itinerario cuaresmal dejándose guiar continuamente por la Palabra de Dios, haciendo suyas las prácticas características (ayuno, limosna, oración), que deben reinterpretarse según indicaba Pablo VI en pascua de 1967: "Cada uno examine su conciencia, que tiene una voz nueva en nuestra época" {Populorum progressio 47). - El ayuno tiene ciertamente una dimensión física; además de abstinencia de alimentos, puede comprender otras formas, como privarse de fumar, de algunas diversiones... Pero todo esto no abarca toda la realidad del ayuno. Es sólo signo externo de una realidad interior; se
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trata de un rito que debe revelar un contenido salvífico; es el sacramento del ayuno santo. El ayuno ritual de cuaresma: - es signo de nuestro vivir de la Palabra de Dios. En realidad no ayuna quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios. "Tú no sólo te alimentas con alimentos terrenos", canta la liturgia ambrosiana, "sino de toda tu Palabra santa", a ejemplo de Cristo, el cual "más que el alimento, deseó la santidad de los corazones; su alimento es la liberación de los pueblos, su alimento es hacer la voluntad del Padre"; - es signo de nuestra voluntad de expiación: "No ayunamos por la pascua, ni por la cruz, sino por nuestros pecados, porque estamos preparándonos a los misterios" (san Juan Crisóstomo); - es signo de nuestra abstinencia de pecado: "El ayuno verdaderamente grande, el que compromete a todos los hombres, es la abstinencia de la iniquidad y de placeres ilícitos del mundo; éste es el ayuno perfecto [...]. Y, por consiguiente, cuando en este mundo vivimos rectamente, cuando nos abstenemos de la iniquidad y de los placeres ilícitos observamos de algún modo los cuarenta días de ayuno" (san Agustín). - La limosna es fruto del ayuno y de las privaciones que conlleva. No es sólo un expediente para que sobrevivan situaciones injustas. Probablemente hoy se asocia la limosna cristiana con el compromiso por la justicia y la reestructuración de sistemas sociales. La limosna, así entendida, obliga al cristiano a solidarizarse con el esfuerzo por un nuevo orden social. - También la oración brota de ese ayuno que nos hace vivir de la Palabra de Dios. La oración auténtica brota de la escucha asidua de la Palabra de Dios, sobre todo cuando se hace en común. En el tiempo de cuaresma el individuo, las familias, las comunidades cristianas, se reúnen más frecuentemente en torno a la Escritura,
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encuentran nuevos espacios de escucha (¿por qué no apagar también la televisión alguna tarde?), responden al Dios de la alianza con su "Amén" coral.
5. En conclusión Celebrar la eucaristía en el tiempo cuaresmal significa: - Volver a recorrer con Israel y con Jesús (bajo su guía, la predicación) el camino del desierto, el itinerario de la prueba y de la fe; - aprender a vivir diariamente del pan del desierto, de esa Palabra que es Cristo mismo; - comprometerse en la purificación de sí mismos, en la aceptación del don de la sangre de Cristo y en la ascesis cuaresmal; - asumir con más decisión la obediencia filial al Padre y el don de sí a los hermanos, que constituyen el sacrificio espiritual. Así, renovando los compromisos bautismales en la noche pascual, podremos "pasar" a la vida nueva de Jesús, Señor resucitado, para la gloria del Padre, en unidad con el Espíritu.
Miércoles de ceniza
LECTIO Primera lectura: Joel 2,12-18 Así dice el Señor: 12 Pero ahora, oráculo del Señor, volved a mí de todo corazón, con ayunos, lágrimas y llantos; 13 rasgad vuestro corazón, no vuestras vestiduras, volved al Señor vuestro Dios. Él es clemente y misericordioso, lento a la ira, rico en amor y siempre dispuesto a perdonar. 14 ¡Quién sabe si no perdonará una vez más y os bendecirá de nuevo, permitiendo que presentéis ofrendas y libaciones al Señor vuestro Dios! 15 ¡Tocad la trompeta en Sión, promulgad un ayuno, convocad la asamblea, 16 reunid al pueblo, purificad la comunidad, congregad a los ancianos, reunid a los pequeños y a los niños de pecho! Deje el esposo su lecho
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18 y la esposa su alcoba. 17 Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: "Perdona, Señor, a tu pueblo y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla de las naciones. Por qué han de decir los paganos: "¿Dónde está su Dios?". 18 El Señor se apiadó de su tierra y perdonó a su pueblo.
*• El mensaje del profeta Joel se pronunció probablemente después del destierro, en el templo de Jerusalén: una plaga de langostas devastó los campos, ocasionando carestía y hambre (1,2-2,10); como consecuencia, cesó el culto sacrificial del templo (1,13-16). El profeta debe leer los signos de los tiempos; por eso anuncia la proximidad del "día del Señor" invitando a todo el pueblo al ayuno, a la oración, a la penitencia (2,12.15-17a). La palabra clave de este fragmento, repetida tres veces en los primeros versículos, es volver (shüb en hebreo): verbo clásico de la conversión. En el v. 12 manifiesta la invitación al pueblo, indicando las modalidades de esta conversión, es decir, con el corazón y con los ritos litúrgicos, que serán auténticos y agradables a Dios si manifiestan la renovación interior. E n el v. 13 la invitación a volver aparece de nuevo y la motivación es: porque el Señor siempre es misericordioso. En el v. 14 el mismo verbo se refiere a Dios abriendo u n a puerta a la esperanza: "perdonará una vez más". Un amor sincero a Dios, u n a fe más sólida, u n a esperanza que se hace oración coral y penitente, a la que ninguno debe sustraerse: con estas promesas el profeta y los sacerdotes podrán pedir al Señor que se muestre "celoso" con su tierra, compasivo con su heredad (w. 17s).
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Segunda lectura: 2 Corintios 5,20-6,2 H e r m a n o s , •'•20 somos, pues, embajadores de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos que os dejéis reconciliar con Dios. '' A quien no cometió pecado, Dios lo hizo por nosotros reo de pecado para que, por medio de él, nosotros nos transformemos en salvación de Dios. 6 ' Ya que somos sus colaboradores, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 2 Porque Dios mismo dice: En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te ayudé. Pues mirad, éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
**• Pablo, como un embajador en nombre de Cristo, es portador de un mensaje de exhortación de parte de Dios (v. 20). Lo esencial del anuncio se centra en una palabra: reconciliación. Dicha palabra manifiesta la voluntad salvífica del Padre, la obra redentora del Hijo y el poder del Espíritu que mantiene la diakonía (servicio) de los apóstoles (w. 18-20). El culmen del fragmento es el v. 21, en el que se proclama el juicio de Dios sobre el pecado y su inconmensurable amor por los pecadores, por los que no perdonó a su propio Hijo (cf. Rom 5,8; 8,32). Cristo ha asumido como propio el pecado del mundo, expiándolo en su propia carne para que nosotros pudiésemos apropiarnos de su justicia-santidad. El apóstol utiliza un lenguaje radical. La asunción del pecado por parte de Jesús para darnos su justicia no es para que el hombre pueda tener algo de lo que carecía, sino para convertirse en algo que no podría ser por naturaleza: el Inocente se ha hecho pecado, maldición (cf. Gal 3,13), para que nosotros lleguemos a ser justicia de Dios. Esta extraordinaria gracia de Dios, concedida al mundo (v. 19) mediante la kénosis de Cristo, no debe acogerse en vano. El anuncio apasionado de sus ministros nos hace presente aquí, para nosotros, el tiempo favorable: dejémonos reconciliar (katallássein) con Dios.
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Este verbo indica una transformación de la relación del hombre con Dios y, consiguientemente, de los hombres entre sí. Por iniciativa de Dios se brinda a la libertad de cada uno la posibilidad de llegar a ser criaturas nuevas en Cristo (5,18), a condición de rendirse a su amor, que nos impulsa a vivir no ya para nosotros mismos, sino para aquel que ha muerto y resucitado por nosotros (w. 14s).
Evangelio: Mateo 6,1-6.16-18 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ' Cuidad de no practicar' vuestra "justicia" para que os vean los hombres, porque entonces vuestro Padre celestial no os recompensará. - Por eso, cuando des limosna, no vayas pregonándolo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los alaben los hombres. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. ' Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. 4 Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. s Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. 6 Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. 16 Cuando ayunéis, no andéis cariacontecidos como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que la gente vea que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. " Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, l8 de modo que nadie note tu ayuno, excepto tu Padre, que ve en lo escondido. Y tu Padre, que ve hasta lo más escondido, te premiará.
^ "Cuidad de no practicar vuestra 'justicia'..." (así, literalmente, en el v. 1): Jesús pide a sus discípulos una justicia superior a la de los escribas y fariseos (cf. Mt 5,20) aun cuando las prácticas exteriores sean las mismas; reclama la vigilancia sobre las intenciones que nos mueven a actuar. Tras el enunciado introductorio siguen las
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tres típicas "obras buenas", en las que se indica, en concreto, en qué consiste la justicia nueva: la limosna (6,2-4), la oración (6,5-15) y el ayuno (6,16-18). Dos elementos se repiten como un estribillo a lo largo de toda la perícopa: "recompensa" (o más literalmente salario: w. 2.5.16) y "tu Padre que ve en lo escondido" (w. 16.18). Nos enseñan que la piedad es una gran ganancia (cf. 1 Tim 6,6) si no se fija en el aplauso de los hombres ni busca satisfacer la vanidad, sino que busca la complacencia del Padre en una relación íntima y personal y si el salario esperado no es de este mundo ni del tiempo presente, sino para la comunión eterna con Dios, que será nuestra recompensa. De lo contrario, al practicar la justicia nos haríamos hypokritoí, que significa "comediantes" y, también, en el uso judaico del término "impíos" .
MEDITATIO La liturgia de la Palabra de hoy nos lleva de la m a n o por el camino de la verdadera alegría, viniendo a buscarnos en los callejones sin salida donde nos metemos y donde no podemos avanzar. Penitencia y arrepentimiento no son sinónimos de abatimiento, tristeza o frustración; por el contrario, constituyen una modalidad de apertura a la luz que puede disipar las oscuridades interiores, hacernos conscientes de nosotros mismos en la verdad y hacernos gustar la experiencia de la misericordia de Dios. Él siempre ve y conoce nuestras mezquindades y suciedades interiores y, sin embargo, ¡qué diferente es su juicio del nuestro! "En tu luz veremos la luz" (Sal 35,10b): admirados notamos que desde el momento en que nos ponemos en camino, él nos envuelve con un amor más grande, nos despoja de nuestro mal y nos reviste de una inocencia nueva.
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El Señor había asignado al profeta la misión de convocar al pueblo para suscitar nueva esperanza a través de un camino penitencial; a los apóstoles les confía el ministerio de la reconciliación; a la Iglesia hoy, le encarga proclamar que ¡ahora es tiempo favorable, ahora es el día de la salvación! Volvamos al camino del Señor con todo su pueblo, dejémonos reconciliar con Dios permitiendo a Cristo que asuma nuestro pecado: sólo él puede conocerlo y expiarlo plenamente. Renovados por el a m o r aprenderemos a vivir bajo la mirada del Padre, contentos de poder cumplir humildemente lo que le agrada y ayuda a nuestros hermanos. Su presencia en el secreto de nuestro corazón será la verdadera alegría, la única recompensa esperada y ya desde ahora pregustada.
ORATIO Padre mío, tú que ves en lo escondido, sabes cómo rehuyo de lo escondido del corazón y cómo busco la admiración de los hombres, pobre recompensa al orgullo de mi "yo" que recita su papel en la comedia de la piedad humana. Muy distinto, mucho más desconcertante, es el misterio de tu piedad, pero cómo lo ignoro todavía, vagando lejos... Hazme volver, te suplico, a la hondura de mi ser donde tú moras: en la luz nueva del arrepentimiento exultaré de gozo en tu presencia. Padre nuestro, que estás en los cielos, tú conoces el mal del m u n d o y cómo yo lo aumento cada día. Ayúdame hoy a acoger el día de salvación; concédeme ahora el mirar a tu Hijo, tratado como pecador por nosotros, crucificado por nosotros, por mí. Reconciliado por el Amor infinito, viviré en el humilde amor que no busca otra recompensa fuera de ti.
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CONTEMPLATIO Conviértete y vuelve al temor de tu Dios: ayuna, ora, llora, invoca con insistencia [...]. Vuelve, alma, al Señor con la penitencia que te acerca a él, que es bueno [...]. Busca el amor de los pobres, porque para Dios es mejor que ofrecerle un sacrificio; aleja la molicie de tu cuerpo y, por el contrario, da satisfacción al alma; purifica tus manchas para conocer la dulzura del Señor, y su luz descenderá sobre ti y te librarás de las tentaciones del enemigo, porque el Señor ha prometido acoger a los que recurren a él concediéndoles su misericordia. Presta mucha atención: abandona las reuniones mundanas, el comer y beber en demasía, para no perder lo que el Señor ha prometido a los buenos y justos. Así, alma, construirás tu habitación con obras buenas, y tu lámpara lucirá en los cielos con el aceite de su misericordia. Acércate a su perdón y misericordia, y él hará resplandecer sobre ti su Espíritu. Lava con lágrimas tus pecados y descenderá sobre ti la bondad (Giovanni Mosco, Sentenze dei padri, "Paterikon" 196, en Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, Lovaina).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Venid, volvamos al Señor" (Os 6,1a).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Arrepentimiento no equivale a autocompasión o remordimiento, sino a conversión, a volver a centrar nuestra vida en la Trinidad. No significa mirar atrás disgustado, sino hacia adelante esperanzado. Ni es mirar hacia abajo a nuestros fallos, sino a lo alto, al amor de
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Dios. Significa mirar no aquello que no hemos logrado ser, sino a lo que con la gracia divina podemos llegar a ser [...]. El arrepentimiento, o cambio de mentalidad, lleva a la vigilancia, que significa, entre otras cosas, estar presentes donde estamos, en este punto específico del espacio, en este particular momento de tiempo. Creciendo en vigilancia y en conocimiento de uno mismo, el hombre comienza a adquirir capacidad de juicio y discernimiento: aprende a ver la diferencia entre el bien y el mal, entre lo superfluo y lo esencial; aprende, por tanto, a guardar el propio corazón, cerrando la puerta a las tentaciones o provocaciones del enemigo. Un aspecto esencial de la guarda del corazón es la lucha contra las pasiones: deben purificarse, no matarse; educarse, no erradicarse. A nivel del alma, las pasiones se purifican con la oración, la práctica regular de los sacramentos, la lectura cotidiana de la Escritura; alimentando la mente pensando en lo que es bueno y con actos concretos de servicio amoroso a los demás. A nivel corporal, las pasiones se purifican sobre todo con el ayuno y la abstinencia. La purificación de las pasiones lleva a su fin, por gracia de Dios, a la "ausencia de pasiones", un estado positivo de libertad espiritual en el que no cedemos a las tentaciones, en el que se pasa de una inmadurez de miedo y sospecha a una madurez de inocencia y confianza. Ausencia de pasiones significa que no somos dominados por el egoísmo o los deseos incontrolados y que así llegamos a ser capaces de un verdadero amor (K. Ware, Diré Dio oggi. Il cammino del cristiano, Magnano 1998, 182-185 passim).
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LECTIO Primera lectura: Deuteronomio 30,15-20 Moisés habló al pueblo y dijo: Esto dice el Señor: l5 "Mira, hoy pongo delante de ti vida y felicidad, muerte y desgracia. 16 Si escuchas los mandamientos del Señor tu Dios que yo te prescribo hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y observando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, vivirás y serás fecundo, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomar posesión de ella. 17 Pero si tu corazón se desvía, si no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les das culto, '* yo declaro hoy que pereceréis sin remedio; no viviréis mucho tiempo en la tierra a la que vas a entrar para tomar posesión de ella después de pasar el Jordán. '" Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: ante ti están la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida y viviréis tú y tu descendencia, 20 amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y uniéndote a él, pues él es tu vida y el que garantiza tu permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob".
*»• Este fragmento con el que se concluye la proclamación de la ley deuteronómica tiene como destinatarios los desterrados de Israel. Privados de su tierra, se les exhorta a reflexionar en las causas de su situación, a
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acoger de nuevo la alianza del Señor con todas sus exigencias, a abrirse a la esperanza. El autor inspirado expresa todo esto contraponiendo vida y muerte, bien y mal, bendición y maldición, que se proponen a nuestra libre elección (v. 15: "delante de ti"). Al individuo y a todo el pueblo les pide una opción responsable, de graves consecuencias. Cielo y tierra son testigos (v. 19). El cosmos creado por Dios es llamado a estar presente y a ser vengador del pacto. La vida no es sólo don de Dios, sino también participación de su ser (v. 20). Él es el viviente que hace vivir. Hay que adherirse a él por el amor y la obediencia a sus mandamientos: Dios está deseando comunicarnos la vida y la bendición. Para ello da normas y preceptos: para indicarnos claramente cómo caminar por sus sendas (v. 16) y conseguir sus promesas.
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les indica claramente qué camino se debe seguir, si se quiere ser de sus discípulos. Según la costumbie de la época, los que entraban a formar parte de la escuela de un rabbí le seguían detrás, siguiendo sus huellas. Es el camino de la abnegación cotidiana, superando el miedo a la ignominia, al sufrimiento y a la muerte. Jesús lo indica hablando de la cruz. En la época de la dominación romana era frecuente el espectáculo de los condenados a muerte que transportaban elpatibulum - o sea, el brazo transversal de la cruz- por las calles, desde el lugar de la condena al de la ejecución. Se trata, pues, de una imagen terriblemente realista: seguir a Cristo como discípulos es vivir como condenados a muerte por el mundo (2 Cor 4,1 Os; Rom 8,36), dispuestos cada día a afrontar el desprecio de todos. Pero lo característico de esta muerte concreta (su cruz, aceptada y llevada "cada día") es conducirnos a la verdadera vida. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? v. 25).
Evangelio: Lucas 9,22-25 22
Dijo Jesús: - Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley, que lo maten y que resucite al tercer día. " Entonces se puso a decir a todo el pueblo: - El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. 25 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde o se arruina a sí mismo?
**• A los discípulos que, después de haberles manifestado las opiniones de la gente, le declaran la propia fe, Jesús, por primera vez, les anuncia la necesidad de su pasión (9,18-22). Es una enseñanza impartida a unos pocos, aparte. Sin embargo, a todos (v. 23) el Maestro
MEDITATIO El Señor pone ante nosotros la vida y la muerte, pidiéndonos tomar una decisión y ratificarla día tras día. Se trata de una opción que no es evidente, ya que Jesús lo indica con una paradoja: a la vida según Dios, a la vida que es Dios, se llega negándonos a nosotros mismos, llevando nuestra cruz cada día tras el Maestro, aceptando perder por él la vida presente. El cristianismo es una disposición radical a seguir a Cristo hasta el final, no un esfuerzo moral por mejorar el propio carácter o las propias costumbres. No es fácil responder: "Sí, yo" a la invitación, que no deja lugar a ilusiones: "El que quiera seguirme...". Sin embargo, si aparece clara la perspectiva de sufrimiento incluida en el seguimiento, no aparece menos clara la meta final: la resurrección, salvar la vida, una vida en
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plenitud, sin parangón con ganar el m u n d o entero. Optamos, pues, por la vida amando al Señor, obedeciendo su voz y manteniéndonos unidos a él: si con él logramos atravesar la muerte a nosotros mismos cada día, con él experimentaremos desde ahora el inefable gozo de la resurrección, de la vida con él.
ORATIO Jesús, tú eres el Camino, el único que conduce al Padre: tu camino no es de gloria, oh Varón de dolores, que sabes bien lo que es padecer; me invitas a seguirte, a optar en todo momento en dar mis pasos vacilantes siguiendo tus huellas seguras... Jesús, tú eres la Verdad, la única que lleva a conocer el rostro de Dios: no infunde mucho entusiasmo verlo en el tuyo, oh Siervo doliente; está tan desfigurado que no parece rostro humano. Pero me invitas a creerlo; el que te ve a ti, ve al Padre; éste es el gozo perenne... Jesús, tú eres la Vida, la eterna, que comienza ahora y desemboca en el seno de Dios. No es fácil aceptar perderla aquí y ahora, negando lo que satisface inmediatamente porque sacia mis deseos orgullosos y egoístas, pero tú me repites: "Quien pierda su vida por mi, la salvará". Señor, tú eres el único que puedes darme fuerza, la gracia de dar un paso adelante, un pasito cada vez; de abrazar mi cruz diciendo: "Sí, quiero" a tu invitación, y seguirte caminando contigo hasta la meta, sin retroceder, por el camino de la vida en plenitud.
CONTEMPLATIO Vivimos para Aquel que, muriendo por nosotros, es la Vida; morimos a nosotros mismos para vivir para Cris-
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to; pues no podemos vivir para él si antes no morimos a nosotros mismos, a nuestra propia voluntad. Somos de Cristo, no de nosotros [...]. Morimos, pero morimos en favor de la vida, porque la Vida muere en favor de los que están muertos. Ninguno puede morir a sí mismo si Cristo no vive el él. Si Cristo vive en él, ninguno puede vivir para sí. ¡Vive en Cristo como Cristo vive en ti! Se ama a sí mismo rectamente quien se odia a sí mismo para su bien; esto es, se mortifica [...]. Debemos dirigir nuestros ataques contra todo vicio, sensualidad, contra la atracción del mal. Al que lucha le basta con vencer a los adversarios: venciéndote a ti mismo, habrás vencido a todos. Si te vences a ti mismo, das muerte a ti mismo, serás juzgado vivo por Dios. Tratemos de no ser soberbios, malvados, sensuales, sino humildes, dóciles, afables, sencillos, para que Cristo reine en nosotros; él que es un rey humilde y, sin embargo, excelso (san Columbano, Instrucciones X, passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Si morimos con él, viviremos con él" (2 Tim 2,11).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Por encima de la finitud, del espacio y del tiempo, el amor infinitamente infinito de Dios viene y nos toma. Llega ¡usto a su hora. Tenemos la posibilidad de aceptarlo o rechazarlo. Si permanecemos sordos, volverá una y otra vez como un mendigo, pero también como un mendigo llegará el día en que ya no vuelva. Si aceptamos, Dios depositará en nosotros una semillita y se irá. A partir de ese momento, Dios no tiene que hacer nada más, ni tampoco nosotros, sino esperar. Pero sin lamentarnos del consentimiento dado, del "sí"
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nupcial. Esto no es tan fácil como parece, pues el crecimiento de la semilla en nosotros es doloroso. Además, por el hecho mismo de aceptarlo, no podemos dejar de destruir lo que le molesta; tenemos que arrancar las malas hierbas, cortar la grama. Y, desgraciadamente, esta grama forma parte de nuestra propia carne, de modo que esos cuidados de jardinero son una operación cruenta. Sin embargo, en cualquier caso la semilla crece sola. Llega un día en que el alma pertenece a Dios, en que no solamente da su consentimiento al amor, sino en que, de forma verdadera y afectiva, ama. Debe entonces, a su vez, atravesar el universo para llegar hasta Dios. El alma no ama como una criatura, con amor creado. El amor que hay en ella es divino, increado, pues es el amor de Dios hacia Dios que pasa por ella. Sólo Dios es capaz de amar a Dios. Lo único que nosotros podemos hacer es renunciar a nuestros propios sentimientos para dejar paso a ese amor en nuestra alma. Esto significa negarse a sí mismo. Sólo para este consentimiento hemos sido creados (S. Weil, A la espera de Dios, Madrid 1993, 84).
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LECTIO
Primera lectura: Isaías 58,l-9a Así dice el Señor: ' Grita a pleno pulmón, no te contengas, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus rebeldías, a la casa de Jacob sus pecados. 2 Me buscan a diario, desean conocer mi voluntad, como si fueran un pueblo que se comporta rectamente, que no quisiera apartarse de lo que Dios estima justo. Me piden sentencias justas, desean estar cerca de Dios. 3 Y, sin embargo, dicen: "¿Para qué ayunar, si tú no te das cuenta? ¿Para qué mortificarnos, si tú no te enteras?". En realidad utilizáis el día de ayuno para hacer lo que os viene en gana y explotar a vuestros obreros. 4 Ayunáis entre disputas y riñas golpeando criminalmente con el puño.
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No ayunéis de esa manera si queréis que vuestra voz se escuche en el cielo. 5 ¿Es acaso ése el ayuno que yo quiero cuando alguien decide mortificarse? Inclináis la cabeza como un junco y os acostáis sobre saco y ceniza. ¿A eso lo llamáis ayuno, día grato al Señor? ''El ayuno que yo quiero es éste: que abras las prisiones injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las tiranías, 7 que compartas tu pan con el hambriento, que albergues a los pobres sin techo, que proporciones vestido al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes. 8 Entonces brillará tu luz como la aurora y tus heridas sanarán en seguida, tu recto proceder caminará ante ti y te seguirá la gloria del Señor. 'Entonces clamarás y te responderá el Señor, pedirás auxilio y te dirá: "Aquí estoy". Porque yo, el Señor, tu dios, soy misericordioso.
**• La presente predicación de Isaías pertenece, con toda probabilidad, a los primeros años de la vuelta de Israel del destierro y se desarrolla en tres movimientos: intervención del profeta para que el pueblo sea consciente de la falsa autenticidad en que vive (w. l-3a); proclamación del verdadero ayuno (w. 3b-7); consecuencias positivas para el que une ayuno con la práctica de la justicia (w. 8-12). El pueblo, vuelto a la patria, estaba lleno de entusiasmo y esperanza, pero la situación es deprimente. Las dificultades superan toda previsión. Y YHWH parece sordo e indiferente ante las plegarias y el culto de su pue-
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blo. El profeta condena en realidad un ayuno falso, que esconde graves situaciones sociales. Ante Dios, es estéril un culto exterior sin solidaridad con los pobres y sin justicia. Las auténticas manifestaciones exteriores de la conversión se resumen en la caridad con el necesitado y en la misericordia con el oprimido, que conducen al cambio de corazón. En el texto de Isaías, nos parece leer las palabras de Jesús en Mt 25,31-46: "Tuve hambre y me disteis de comer...". Afirmar que el ayuno y el verdadero culto están en la práctica de la caridad no significa negar la práctica del ayuno. Significa recordar que el ayuno y el culto tienen que tener como objetivo la caridad. Es decir, el ayuno debe ser una renuncia que se hace a m o r a Dios y al prójimo, y el verdadero culto es relación con Dios sin individualismos y falsedad.
Evangelio: Mateo 9,14-15 En aquel tiempo, ,4 se le acercaron entonces los discípulos de Juan y le preguntaron: - ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan? 15 Jesús les contestó: -¿Es que pueden estar tristes los amigos del novio mientras él está con ellos? Llegará un día en que les quitarán al novio; entonces ayunarán.
**• Los discípulos de Juan acusan a los de Jesús de no ayunar. La respuesta de Cristo es muy significativa: él inaugura el tiempo mesiánico, el de las bodas, el tiempo escatológico anunciado por los profetas y el tiempo de alegría en el que no se ayuna por la presencia del esposo. Muchos no saben ver en Jesús al Mesías. No saben reconocer que el Reino de Dios es gozo, que es la perla por la que se está dispuesto a venderlo todo con
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alegría. Siempre hay quien piensa que la renuncia por Dios es un peso y siempre hay quien tiene miedo del rostro gozoso de Dios: como si el Reino fuese únicamente sufrimiento. El ayuno cristiano no se limita a abstenerse de alimentos, sino a desear el encuentro con Jesús que salva con su Palabra. Para comprender esta breve lectura, es preciso ubicarla en el contexto de los versículos siguientes. Cristo se sirve de dos comparaciones: no se pone un trozo de tela nueva en un vestido viejo y no se echa vino nuevo en odres viejos. Ambas comparaciones aducen otro motivo a favor del comportamiento de los discípulos de Jesús. Ha llegado el Reino de Dios, y los discípulos que lo han comprendido se sienten libres de ayuno y de las prácticas judaicas. Los viejos esquemas ya no son la medida adecuada para juzgar la "nueva justicia". No hay que esperar que la novedad de Cristo se encierre en los límites de las viejas formas: el Reino desgarra el tejido viejo, revienta los viejos odres y renueva los cimientos.
MEDITATIO Parece como si la Iglesia se divirtiera poniéndonos en aprieto: por una parte recomienda el ayuno; por otra, atendiendo a los dos textos que nos presenta hoy, lo redimensiona. Aunque más que redimensionarlo, lo explica, le da el verdadero sentido. Parece bastante oportuno, especialmente hoy, cuando se redescubre el ayuno por motivos dietéticos y estéticos: guardar la línea, vigilar el peso. Añadamos la difusión de las prácticas orientales, en las que el ayuno tiene su importancia, con vistas a descubrir el "yo" profundo. El ayuno no es, pues, extraño a nuestra civilización pluralista y abierta a todas las corrientes. Pero hoy la Iglesia subraya dos dimensiones esenciales del ayuno: su referencia cristológica y su dimensión de solidaridad.
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La referencia a Cristo: se ayuna porque Cristo, el Esposo, todavía no está del todo presente en mí, en la sociedad en la que vivo. El Esposo está preparado, pero yo no: su amor no ocupa todo mi ser, su causa no se ha cogido verdaderamente por entero. ¿Ayuno para dejarle sitio en mi vida, para crear un vacío en mí, de suerte que él pueda acaparar toda mi existencia? La referencia a la solidaridad: mi ayuno debe sensibilizarme con el que pasa hambre y sed, creando en mi el sentido de responsabilidad con los pobres y necesitados. ¿No has notado que hoy día, después del Concilio, la Iglesia ha redimensionado el ayuno exterior y ha movido a que los cristianos asuman "las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres"? (Gaudium et spes 1). ¿Qué lugar ocupa en mi vida el ayuno cristiano?
ORATIO Señor, apiádate de mí, que me preocupo más de la mentalidad corriente que de tu crecimiento en mí. Por la salud, si un médico me prescribe una dieta, aunque sea severa, estoy dispuesto a hacer grandes sacrificios, pero para hacer que crezcas en mí, para sentirte "íntimo" como Esposo muy ansiado, para eso no me entusiasmo mucho, ni me preocupo por sacrificarme en demasía. Señor, apiádate de mí, porque me preocupo más del aspecto exterior que del interior, estoy más atento para agradar a los hombres que para agradarte a ti: con frecuencia soy materialista. "Un corazón quebrantado v humillado tú no lo desprecias, Señor". Y hoy me siento humillado y confundido por mi doblez de corazón y mis equívocos. Acrecienta, Señor, el sentido esponsal de mi vida cristiana, que me aclara tantas cosas de la tradición de la
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santidad, que de otro modo resultarían inexplicables. Te pido, en este cuaresma, aprender a ayunar de lo que me distrae inútilmente de ti, de todo aquello que me aleja de la contemplación de tu Palabra, de lo que me arrastra a "otros amantes", a otros amores que, poco a poco, pueden llevarme a ser un adúltero e infiel.
CONTEMPLATIO Señor, no me has dejado en tierra ensuciándome en el fango, sino que, con entrañas de misericordia, me has buscado, me has sacado de los bajos fondos [...]. Me has arrancado con fuer/a y me has alejado de allí hecho una lástima, con los ojos, orejas y boca obstruidos de fango Tú estabas cerca, me lavaste en el agua, me inundaste y me sumergiste reiteradamente; cuando vi destellos de luz que brillaban en torno a mí y los rayos de tu rostro mezclados con las aguas, me llené de asombro, viéndome asperjado por un agua luminosa. Así tú te has dejado ver después de haber purificado totalmente mi inteligencia con la claridad, con la luz de tu Espíritu Santo (Simeón el nuevo teólogo).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Señor, suelta mis cadenas de iniquidad" (Is 58,6).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Un ayuno proporcionado a tus fuerzas favorecerá tu vigilancia espiritual. No se pueden meditar las cosas de Dios con el estómago
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lleno, dicen los maestros del espíritu. Cristo nos dio ejemplo con su prolongado ayuno; cuando triunfó sobre el dejmonio, había ayunado cuarenta aías. Jylo Cuando el estómago está vacío, el corazón es humilde. El que ayuna ora con un corazón sobrio, mientras que el espíritu del intemperante se disipa en imaginaciones y pensamientos impuros. El ayuno es un modo de expresar nuestro amor y generosidad; se sacrifican los placeres terrenos para lograr los del cielo. Cuando ayunamos sentimos crecer en nosotros el reconocimiento de Dios, que ha dado al hombre el poder de ayunar. Todos los detalles de tu vida, todo lo que te sucede y lo que pasa a tu alrededor, se ilumina con nueva luz. El tiempo que discurre se utiliza de modo nuevo, rico y fecundo. A lo largo de las vigilias, la modorra y la confusión de pensamiento ceden su espacio a una gran lucidez de espíritu; en vez de irritarnos contra lo que nos fastidia, lo aceptamos tranquilamente, con humildad y acción de gracias [...]. La oración, el ayuno y las vigilias son el modo de llamar a la puerta que deseamos que se nos abra. Los santos padres reflexionaron sobre el ayuno considerándolo como una medida de capacidad. Si se ayuna mucho es porque se ama mucho, y si se ama mucho es porque se ha perdonado mucho. El que mucho ayuna, mucho recibirá. Sin embargo, los santos Padres recomiendan ayunar con medida: no se debe imponer al cuerpo un cansancio excesivo, so pena de que el alma sufra detrimento. Eliminar algunos alimentos sería perjudicial: todo alimento es don de Dios (T. Colliander, // cammino dell'asceta. Iniziazione alia vita spirituale, Brescia 1987, 75s)
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Sábado después de ceniza
LECTIO
Primera lectura: Isaías 58,9b-14 Dice el Señor: " Si alejas de I i toda opresión, si dejas de acusar con el dedo y de levantar calumnias, "' si repartes tu pan al hambriento y satisfaces al desfallecido, entonces surgirá tu luz en las tinieblas y tu oscuridad se volverá mediodía. " El Señor te guiará siempre, te saciará en el desierto y te fortalecerá. Serás como un huerto regado, como un manantial inagotable; 12 reconstruirás viejas ruinas, edificarás sobre los antiguos cimientos; te llamarán "reparador de brechas" y "restaurador de viviendas en ruinas". "Si observas el descanso del sábado y no haces negocios en mi día santo; si consideras al sábado tu delicia y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras absteniéndote de viajes y evitas hacer negocios y contratos,
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entonces el Señor será tu delicia. Te encumbraré en medio del país y disfrutarás de la herencia de tu antepasado, Jacob. Es el Señor quien lo dice.
**• El texto de hoy es continuación del que escuchamos ayer: el Señor había pedido al profeta dirigir al pueblo una acusación, una denuncia "sin miramientos" (58,1); ahora el tono es más sereno y exhortativo. Cuatro son los puntos que se pueden resaltar en el texto: en los w. 9-10a se indican ámbitos de conversión interior de lo que hoy llamaríamos caridad fraterna. Con estas condiciones sigue la promesa de comunión con el Señor y de restauración del país (w. 10b-12). A continuación reaparece el tema del primer punto, pero el contexto es ahora el de los derechos de Dios, el respeto al sábado (v. 13), y el v. 14 indica la promesa consiguiente. El Señor pide en primer lugar quitar de en medio lo que divide al pueblo (opresión, falsas acusaciones en los tribunales, difamación), para luego construir la comunión nivelando las diferencias sociales (el v. 10 dice: "Si das al hambriento tu alma/vida y sacias el alma/vida del oprimido"). Con estas condiciones Dios promete la comunión con él y la prosperidad: si sacias "de ti mismo" a tu hermano en dificultad, el Señor te saciará. Y, además, si reconstruyes con justicia la trama social, el Señor te concederá reconstruir viejas ruinas. La añadidura respecto al sábado (w. 13s) sigue de nuevo la estructura de los versículos precedentes (si... entonces...): si sabes refrenar la avidez de la eficiencia comprendiendo el sentido del reposo sabático, entonces el Señor te hará gustar su gozo y sus bienes, y te dará esa soberanía que buscas en vano con tus múltiples ocupaciones.
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Evangelio: Lucas 5,27-32 27
Después de esto, salió Jesús y vio a un publicano, llamado Leví, que estaba sentado en su oficina de impuestos, y le dijo: - Sigúeme. 28 Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió."' Leví le obsequió después con un gran banquete en su casa, al que también había invitado a muchos publícanos y a oirás personas. !ü Los fariseos y sus maestros de la Ley murmuraban contra los discípulos de Jesús y decían: - ¿Por qué coméis y bebéis con publícanos y pecadores? "Jesús les contestó: - No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. 52 Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan.
*» Jesús no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan: el versículo final de esta perícopa resume y constituye el culmen de lo que precede. La llamada de los primeros discípulos, gente ruda y sencilla; la curación del leproso, sin temer la impureza legal; el perdón de los pecados y la curación del paralítico: todo esto va revelando el rostro desconcertante del Maestro. Ahora invita a su seguimiento a un hombre doblemente despreciable por su oficio de recaudador y por ser colaboracionista con el odiado ocupante romano. Jesús muestra la libertad soberana de sus elecciones, una libertad liberadora porque brota del amor, y por eso tiene poder de elegir del mundo del pecado a cuantos se dejen interpelar. En el brevísimo v. 28 aparecen tres verbos significativos: "dejándolo todo", toda atadura, toda cadena o peso, "se levantó" (anastás: en griego es el mismo verbo usado para la resurrección de Jesús) "y lo siguió". La liberación y la resurrección a una nueva vida se orientan a seguir a Jesús, a la misión.
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Leví no desaprovecha la ocasión del paso de la misericordia en su vida, en su casa, y quiere compartir con los demás la alegría de este encuentro desconcertante, para que se convierta en acontecimiento de gracia para muchos: por eso prepara "un gran banquete", reúne a una multitud (v. 29).
MEDITATIO El hombre pecador es llamado por la Misericordia a la conversión para gustar la comunión con Dios. Enfermo en lo hondo del corazón, languidece buscando en el atolondramiento de los sentidos o de la superactividad el paliativo a la angustia que le devora interiormente, quizás sin saberlo. Si no me reconozco a mí mismo en ese hombre pecador, herido, no es para mí la fiesta del perdón, la alegría de la curación. Continuaré sentándome en la mesa de la gente "de bien", sin contaminarme con la suciedad moral y material de los otros, sin dejar que me inquiete el Amor que va en busca de quien está llagado interiormente para sanarlo. Por medio del profeta Isaías, Dios nos ha pedido compartir. En el Evangelio lo vemos encarnado: Jesús mismo ha compartido hasta el extremo, saciando con la propia vida al hambriento de justicia-santidad. La comunión que el Señor nos invita a construir entre nosotros tiene un precio elevado, que él ha pagado totalmente solo: asume todo el dolor del otro, aun el sufrimiento más desolador y que menos se nota, el del pecado. Si reconozco ser yo el pecador sanado de sus heridas, no buscaré más -tanto para mí como para los m í o s - que el abrazo infinitamente misericordioso de esas manos crucificadas.
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ORATIO Padre misericordioso, tú cuidas de todos los pequeños de la tierra y quieres que cada uno sea signo e instrumento de tu bondad con los demás. Tú brindas tu amor a todo hijo herido por el pecado y quieres unirnos a unos con otros con vínculos de fraternidad. Perdóname, Señor, si he cerrado las manos y el corazón al indigente que vive a mi lado, pobre de bienes o privado del Bien. Todavía no he comprendido que tu Hijo ha venido a sentarse a la mesa de los pecadores; me he creído mejor que los demás. Por esta razón soy yo el pecador Haz que resuene tu voz en mi corazón, llámame ahora y siempre, oh Dios. Abandonando las falsas seguridades, quiero levantarme para seguir a Cristo en una vida nueva. Y será fiesta.
CONTEMPLATIO En su infinita misericordia, el Señor se da a sí mismo y no recuerda nuestros pecados, como no recordó los del ladrón en la cruz. Grande es tu misericordia, Señor. ¿Quién podrá darte gracias como mereces por haber derramado en la tierra tu Espíritu Santo? Grande es tu justicia, Señor. Prometiste a los apóstoles: "No os dejaré huérfanos"' (Jn 14,18). Ahora nosotros vivimos de esta misericordia y nuestra alma experimenta que el Señor nos ama. Quien no lo experimente, que se arrepienta: el Señor le concederá la gracia que guíe su alma. Pero si ves un pecador y no sientes compasión, la gracia te abandonará. Hemos recibido el mandamiento del amor, y el amor de Cristo se compadece de todos y el Espíritu Santo nos infunde la fuerza de hacer el bien. El Señor perdona los pecados de quien se compadece del hermano. El hombre miseri-
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cordioso no recuerda el mal recibido: aunque le hayan maltratado y ofendido, su corazón no se turba, porque conoce la misericordia de Dios. Nadie puede apropiarse de la misericordia del Señor: es inviolable porque habita en lo alto de los cielos, con Dios (Silvano del Monte Athos, Non disperare, Magnano 1994, 9l-93passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Sus llagas nos han curado" (Is 53,5c).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La ascesis de los padres del desierto imponía un tiempo de ayuno agotador y privaciones rigurosas: hoy la lucha ataca otro frente. El hombre no necesita un suplemento dolorosísimo; cilicios, cadenas y flagelaciones correrían el riesgo de destrozarlo inútilmente. La ascesis consistiría más bien en imponerse un reposo, la disciplina de la calma y el silencio, en la que el hombre encuentre su capacidad de concentrarse en la oración y contemplación, aun en medio de la barahúnda del mundo; y sobre todo, recobrar la capacidad de percibir la presencia de los demás, de saber acoger a los amigos siempre. La ascesis se convierte así en atención a la invitación del Evangelio, a las bienaventuranzas: búsqueda de la humildad y la pureza de corazón, para liberar al prójimo y devolverlo a Dios. En un mundo cansado, asfixiado por las preocupaciones y ritmos de vida cada vez más agobiantes, el esfuerzo se dirigirá a encontrar y vivir "la infancia espiritual", la frescura y la espiritualidad evangélica del "caminito" que nos lleva a sentarnos a la mesa con los pecadores y a compartir el pan ¡untos. La ascesis no tiene nada que ver con el moralismo. Estamos llamados a ser activos, viriles, heroicos, pero estas "virtudes" son dones de los que el Espíritu puede privarnos en cualquier comento; nada es nuestro. En las alturas de la santidad está la humildad, que consiste en vivir en una actitud constante del alma en presencia de Dios. La humildad nos impide sentirnos "salvados", pero suscita una alegría
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permanente y desinteresada, sencillamente porque Dios existe. El alma reconoce a Dios confesando su impotencia radical; renunciando a pertenecerse. La ofrenda, el don de sí, es la humildad en acción. El hombre desnudo sigue a Cristo desnudo; permanece vigilante en su espíritu y espera la venida del Señor. Pero su alma lleva el mundo de todos los hombres; al atardecer de su vida, el hombre será juzgado de su amor (P. Evdokimov, La novitá dello Spirito, Milán 1 980, 64-65.78s, passim).
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LECTIO
Primera lectura: Génesis 2,l-9;?>,\-l 11
Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. 8 El Señor Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado. '' El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos para comer: así como el árbol de la vida en medio del huerto y el árbol del conocimiento del bien y del mal. " La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que había hecho el Señor Dios. Fue y dijo a la mujer: - ¿Así que Dios os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles del huerto? 2 La mujer respondió a la serpiente: - ¡No! Podemos comer del fruto de los árboles del huerto; •' sólo nos ha prohibido, bajo pena de muerte, comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del huerto. 4 Replicó la serpiente a la mujer: - ¡No moriréis! 5 Lo que pasa es que Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal. " La mujer se dio cuenta entonces de que el árbol era bueno para comer, hermoso de ver y deseable para adquirir sabiduría. Así que tomó de su fruto y comió; se lo dio también a
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su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. 7 Entonces se les abrieron los ojos, se dieron cuenta de que estaban desnudos, entrelazaron hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.
**• El plan de Dios y el problema del mal constituyen, en síntesis, los temas propuestos por la liturgia en este fragmento. De la tierra ('"damah), de la materia, Dios plasma al hombre {'adam), pero insufla en él su misma respiración; lo rodea de bien y de belleza (v. 9), le coloca en un ambiente preparado con esmero y le confía una (área, una misión (v. 15); le da amplia libertad para determinar y transformar la realidad cine le rodea mediante el trabajo y la autoridad personal (vv. 9s). Pero el hombre no debe establecer su norma del bien y el mal: esla norma la impone Dios; no debe conocer por experiencia el mal, so pena de llevarle a la ruina (w. 16s). "Coiiofimiciiio" es para los semitas un hecho de experiencia más, antes que algo intelectual o moral. Dios da, pues, su mandamiento para la vida y la felicidad. Al hombre se le propone la elección de una libre obediencia, reconociendo la relación particular que el Creador le ofrece de vivir con él. Allí está el árbol, en medio del jardín, guardado únicamente por la advertencia de Dios. En este punto se insinúa la presencia del mal: el texto bíblico nos dice que el mal no es primariamente una opción errónea, sino más bien una entidad creatural que induce a esa opción astutamente. El término para indicar la serpiente significa también "adivinación", dejando entrever los cultos idolátricos, en los que el símbolo de la serpiente tenía mucho que ver y que no dejaban de atraer a Israel. En efecto, la serpiente trata de que parezca una mentira el mandato de Dios por una especie de falso oráculo (w. 4s). La narración de la transgresión es una obra maestra de psicología, una secuencia de sensaciones perfectamente estudiadas (v. 6) en un deseo creciente;
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pero el éxito del pecado consiste en comprobar la propia desnudez -es decir, nuestra fragilidad, el estar inermes, derrotados-, que lleva a avergonzarse de sí mismo y a no poder soportar la mirada de Dios.
Segunda lectura: Romanos 5,12-19 12 Así pues, por un hombre entró el pecado en el mundo y, con el pecado, la muerte. Y como todos los hombres pecaron, a todos alcanzó la muerte. '•' Cierto que ya antes de la Ley había pecado en el mundo; ahora bien, el pecado no se imputa al no haber ley. 14 Y sin embargo, la muerte reinó sobre todos desde Adán hasta Moisés incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que había de venir. 15 Pero no hay comparación entre el delito y el don. Porque si por el delito de uno todos murieron, mucho más la gracia de Dios, hecha don gratuito en otro hombre, Jesucristo, sobreabundó para todos ,6, y hay otra diferencia entre el pecado del uno y el don del otro, pues mientras el proceso a partir de un solo delito terminó en condenación, el don, a partir de muchos delitos, terminó en absolución. 17 Y si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado universal, mucho más por obra de uno solo, Jesucristo, vivirán y reinarán los que acogen la sobreabundancia de la gracia y del don de la salvación. 18 Por tanto, así como por el delito de uno solo la condenación alcanzó a todos los hombres, así también la lidelidad de uno solo es para todos los hombres luenle de salvación y de vida. " Y como por la desobediencia de uno solo lodos lucron hechos pecadores, así también, por la obediencia de uno solo, todos alcanzarán la salvación.
*•• Es un texto un tanto difícil por su gran densidad teológica, pero de capital importancia para comprender cómo Cristo es el punto central tic la historia de la salvación. Por el paralelo entre Adán y Cristo -los dos "prototipos" de la historia humana , tenemos una nueva explicación del misterio de la cruz. El primer padre de la
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humanidad, el viejo Adán, con un solo pecado ha arrastrado a todos al pecado y a la muerte (v. 12). Cristo, nuevo Adán, con un solo aclo de justicia, o sea, con su muerte en cruz por amor, abre a todos el camino de la justicia, del amor y de la vida sobreabundante. Esta visión nos permite intuir que los acontecimientos de la historia no son casuales o independientes unos de otros, sino que están íntimamente vinculados, sea para el bien o para el mal: todo lo que hacemos liene una repercusión fuera de nosotros, repercute en lodos los demás. Se trata del tema del "pecado social" . La transgresión del primer hombre introduce a toda la humanidad en una deformidad respecto a la imagen de Cristo: todo hombre llevará grabada en su corazón, como una tara hereditaria, la culpa de los orígenes. Creado para vivir en comunión con Dios en santidad perfecta, sentirá siempre la tentación de hacer el mal. La Ley viene a ser como una terapia de urgencia ofrecida por Dios al hombre herido; en la Ley se indica lo que debe cumplir y lo que hay que evitar para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios (w. 13-14.20a). Pero la Ley por sí sola es insuficiente para restablecer la comunión con Dios: el hombre por sí mismo no puede levantarse de la caída. Por esta razón, Pablo, comparando el alcance de la acción de Adán y la eficacia de la obra de Cristo, muestra la sobreabundancia del don de Dios. El paralelo entre Adán y Cristo lleva a un superávit de gracia, fruto de la obediencia del Hijo amado: cumpliendo la voluntad del Padre hasta la muerte de cruz, Jesús nos ha obtenido el retorno a Dios, el acceso a la vida eterna (v. 21).
Evangelio: M a t e o 4,1-11 1
Entonces el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba. 2 Después de ayunar cuarenta días y
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cuarenta noches, sintió hambre. 'El tentador se acercó entonces y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes. 4 Jesús le respondió: - Está escrito: No sólo de pan vive el hambre, sino de ioda palabra que sale de la boca de Dios. 5 Después el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo 6 y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dará órdenes a sus ángeles para que te lleven en brazos, de modo que tu pie no tropiece en piedra alguna. 7 Jesús le dijo: - También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. 8 De nuevo lo llevó consigo el diablo a un monte muy alto, le mostró todos los reinos del mundo con su gloria 9y le dijo: - Todo esto te daré si te postras y me adoras. 10 Entonces Jesús le dijo: - Márchate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él le darás culto. "Entonces el diablo se alejó de él, y unos ángeles se acercar o n y le servían.
**• Jesús, proclamado por el Padre Hijo de sus complacencias, inmediatamente después del bautismo es conducido al desierto "por el Espíritu" para ser "tentado por el diablo": por consiguiente, esta prueba es querida por Dios. Jesús, que vino para recapitular toda la humanidad dando al Padre esa total adhesión que debía haber ofrecido Israel, es sometido a las mismas tentaciones del pueblo del Éxodo, como indican las citas del Deuteronomio con las que responde a Satanás (Dt 8,3; 6,16; 6,13). Pero donde Israel falló, Jesús vence. La insidia diabólica comienza presentando a Jesús las esperanzas mesiánicas y pidiéndole que demuestre si es verdad que, como había afirmado la voz del cielo, es Hijo de Dios. A la propuesta de un mesianismo que satisfaga con facilidad las necesidades materiales del hombre, Jesús responde contraponiendo al alimento material el
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alimento espiritual de la Palabra vivificante de Dios (w. 3s). A la imagen de una misión milagrera y espectacular que le propone el diablo, Jesús opone una sumisión incondicional a los designios de Dios (w. 5-7). A la tentación del éxito sigue finalmente la del dominio -convertirse en señor de la tierra, ceder a la idolatría del poder-, pero el camino mesiánico que Cristo intuyó en el desierto es muy distinto. Con la autoridad que le viene de su dedicación plena a Dios, él, el perfecto adorador del Padre, expulsa al demonio (w. 8-11). Maleo nos presenta a Jesús no sólo como el verdadero Israel, sino también como el nuevo Moisés, al citar el ayuno tic cuarenta días y cuarenta noches, y la mención del "monte altísimo" desde donde el diablo le muestra todos los reinos de la tierra, aludiendo a Dt 34,1-4. Estos cuarenta días en el desierto preparan a Jesús para que asuma la guía del nuevo pueblo de Dios, a quien ofrece la Ley nueva.
MIDITATIO El Señor Dios prepara para el hombre un jardín delicioso y fértil: tierra de comunión y de encuentro entre el Creador y el "adán", tierra de libertad donde el a m o r es la consciente adhesión a la voluntad de Dios, con la certeza confiada de que quiere el bien de sus criaturas. Aunque queda abierta la posibilidad del rechazo, aunque la serpiente puede hacerse notar en el jardín, el Espíritu de Dios conduce a Jesús al desierto: tierra de soledad donde todo calla y el silencio amplifica las voces que percibe el corazón; tierra de libertad donde Dios puede hablar o callar. También el diablo, el Divisor, puede encontrarnos en el desierto. Por eso fue conducido al desierto por el Espíritu.
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El hombre engañado por el Maligno buscó una gloria que pensaba que un Dios envidioso le negaba: ser como Dios, autodeterminar lo que es el bien y el mal, la insidia de siempre. Y Adán se encontró desnudo, desterrado del jardín original, errante en una tierra que exige fatigas para producir pan. Jesús, por eso, bajó al abismo de la caída del primer hombre del orgullo y la autosuficiencia de cada uno dé nosotros. Como cualquier hombre, oyó la atractiva voz del que en la soledad absoluta se le acerca y le incita a probar sus propias posibilidades: someter a su servicio las leyes de la materia, instrumentalizar la protección divina, dominar el mundo comprometiéndose "sólo un poco" con el Príncipe de este mundo. ¿Acaso no son los medios más adecuados para llevar a cabo con éxito la misión confiada? Son tentaciones que cada uno conoce bien, aunque nos limitemos al ámbito del propio trabajo.
ORATIO Oh Padre, tú que has ofrecido al hombre vivir en comunión contigo y que, cuando Adán, el progenitor soberbio, pecó no lo abandonaste en el abismo de su caída: mírame también a mí, sácame de la angustia en la que me precipita el deseo de ser un dios que encuentra en sí mismo la norma del bien y el mal. Oh Cristo, tú que nos has rescatado del pecado de Adán y has seguido el camino de la obediencia indicado por tu Padre hasta la cruz: sálvame también a mí, que deseo saciarme de cosas, de gloria y do poder, aunque quedo desilusionado y hambriento porcino la Vida está en otra parte. Oh Espíritu, tú que condujiste a Jesús al desierto para que, victorioso del mal, pudiese restituir al Padre
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la sumisión amorosa que cada uno de nosotros le hemos negado: ilúminame y fortalece mi corazón, para que aprenda a discernir tu voluntad y la cumpla sin temer fracasos o burlas, con humildad obediente, en la libertad del amor.
CONTEMPLATIO El Señor Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto. Crislo ciertamente fue tentado por el diablo, pero en él eras tentado tú. Pues tuya era la carne que Cristo asumió para que recibieses de él la salvación. Asumió la muerte, que era tuya, para darte la vida; tomó tlr ti las humillaciones para que tu recibieses de él la ¡'loria. I le puesto en Cristo mi torre-fortaleza. Él, por nosotros, se ha hecho torre frente al enemigo, él es también piedla sobre la que está edificada la Iglesia. ¿Buscas remedio para no ser herido por el diablo? ¡Refúgiate en la torre! Tienes ante ti la torre. Acuérdate de Cristo y habrás entrado en la torre. ¿Cómo te acordarás de Cristo? Cuando tengas algo por lo que sufrir, piensa que él ha sufrido antes y reflexiona por quién ha sufrido. Él murió para resucitar. Espera tú también lograr la meta en la que nos ha precedido y habrás entrado en la torre sin ceder ante el enemigo (Agustín, Exposición del salmo 60, passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Estemos firmes en la prueba: nuestra fuerza es el amor de Cristo" {de la liturgia).
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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La tentación más grave es la de la desesperación; es la que nos hace dudar de poder ser todavía perdonados y amados por el Padre. Ahí nos quiere llevar la astucia del diablo: a la desesperación. Si desconfiamos de Dios, nosotros mismos nos separamos de él. Es tremenda esta tentación. La tentación de la desconfianza está en el origen de la trágica caída de los primeros padres y aparece a lo largo de todas las etapas de la historia de salvación. La encontramos desde el primer libro de la Biblia (Gn 3), donde la serpiente tentadora induce a Adán y Eva a desconfiar de Dios, hasta el Apocalipsis (ce. 3 y 12), donde el dragón se encona contra la Iglesia, dispuesto a devorar a los santos, los hijos engendrados en la gracia. La envidia empuja continuamente al maligno, aunque ya vencido por Cristo, a la tentativa desesperada de hacer caer a los hijos de Dios. Por eso el cristiano debe estar siempre alerta, dispuesto al combate que tiene que mantener con la armadura que Dios le procura (cf. Ef 6,12-18). La Iglesia está sometida a la tentación lo mismo que todo cristiano; pero si perseveramos en la fe y en la oración, el Señor nos promete el auxilio para que no sucumbamos a la tentación (cf. Ap 3,10-12). La tentación es necesaria porque, después de la primera caída, todos deben someterse a la prueba. Nuestro corazón adolece de inconstancia y necesita robustecerse mediante una terapia intensiva y estimulante: la tentación libera nuevas y prodigiosas energías espirituales. El amor, en la prueba, se purifica y fortalece. El Señor nos promete su ayuda: no seremos tentados por encima de nuestras fuerzas; el apóstol nos dice: "Dios es fiel, no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; al contrarío, ¡unto con la prueba os proporcionará fuerzas suficientes para superarla" (1 Cor 10,1 3). El ancla de salvación es la cruz, a la que debemos estar fuertemente abrazados. Cristo padeció por nosotros la tentación y ha vencido (A. M. Cánopi, Si, Padre. Meditazioni sul Padre nostro, Milán 1 999, 114-116, passim).
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LECTIO
Primera lectura: Génesis 9,8-15 "Siguió hablando Dios a Noé y a sus hijos: ''- Voy a establecer mi alianza con vosotros, con vuestros descendientes, '" y con todos los seres vivos que os han acompañado: aves, ganados, bestias del campo; con todos los animales que han salido del arca con vosotros y que ahora pueblan la tierra. "Ésta es mi alianza con vosotros: ningún ser vivo volverá a ser exterminado por las aguas del diluvio, ni tendrá lugar otro diluvio que arrase la tierra. 12 Y añadió Dios: - Ésta es la señal de la alianza que establezco para siempre con vosotros y con todos los seres vivos que os han acompañado: "pondré mi arco en las nubes; ésa será la señal de mi alianza con la tierra. H Cuando yo cubra de nubes la tierra y en las nubes aparezca el arco, l5 me acordaré de mi alianza con vosotros y con todos los vivientes de la tierra, y las aguas del diluvio no volverán a exterminar a los seres vivos.
**• A causa de la perversión humana, "el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra" (Gn 6,6) y decidió su supresión mediante el diluvio, salvando a ese puñado de justos que habían hallado gracia a sus ojos.
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Con ellos desea comenzar una nueva creación calcada de la primera -las aguas cubren la tierra-, pero en cierto sentido la supera, porque Dios ahora tiene en cuenta el pecado de la humanidad, manifestando así su rostro de misericordia. Los animales son sometidos al señorío del hombre, incluso como alimento, pero se insta explícitamente a reconocer la sacralidad de la vida; en primer lugar de la vida humana, que pertenece a Dios. Todo es bendecido nuevamente por Dios; el Señor, además, pacta una alianza de gracia sin exigir nada a la otra parte, porque sabe que "el instinto del corazón humano está inclinado al mal desde la juventud" (8,21b). Es una alianza a favor de la vida que se manifiesta con un signo maravilloso de orden natural, el arco iris: el Señor, como guerrero, ha desencadenado el diluvio y ahora hace de su arco de batalla (Hab 3,9) un signo de paz o quizás de combate a favor del hombre, para que las aguas caóticas no prevalezcan. La sección narrativa referente al diluvio se abre con la visión de la maldad "en la tierra" (6,5.12) y es la clave en el recuerdo de Dios (8,1); en la conclusión se dice que el Señor mirará al arco en las nubes {"en el cielo") para recordar la alianza eterna entre Dios y todo viviente (9,15s); El Señor, pues, decide tener en cuenta sólo su propia gracia. Para permanecer perennemente fiel a la humanidad, quiere recordar únicamente su propia fidelidad al pacto. Las aguas de muerte se convierten en instrumento de epifanía de la misericordia, baño de regeneración para la humanidad, figura del bautismo que nos salva.
Segunda lectura: 1 Pedro 3,18-22 18 También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. En cuanto hombre sufrió la muerte, pero fue devuelto a la vida por el
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Espíritu. "Fue entonces cuando proclamó el mensaje a los espíritus encarcelados, 20 es decir, a aquellos que no quisieron creer cuando en los días de Noé Dios los soportaba pacientemente mientras se construía el arca: en la que unos pocos (ocho personas) se salvaron navegando por el agua. : l Aquello fue prefiguración del bautismo que ahora os salva, y que no consiste en limpiar la suciedad corporal, sino en alcanzar de Dios una conciencia limpia en virtud de la resurrección de Jesucristo," el cual, ascendido al cielo, está a la derecha de Dios y tiene sometidos a ángeles, potestades y dominaciones.
** Fíenle a la hostilidad creciente que rodea a los crislianos, Pedro envía a algunas comunidades de Asia Menor una carta en la que exhorta a perseverar en el lestimonio de fe incluso en medio del sufrimiento. A los hermanos probados por la persecución les recuerda la obra salvífica de Cristo y su eficacia (v. 18) también para los que han muerto (v. 13), y hasta para los contemporáneos de Noé, catalogados como los más impíos de los hombres (v. 20). A los que llama dichosos por tener que sufrir a causa de la justicia (3,14) les recuerda la radical injusticia de todo hombre, por cuya salvación murió el único Justo. El fragmento, además, nos deja oír el eco de las primeras liturgias bautismales con su profesión de fe. En un tiempo Dios salvó cruzando las aguas del diluvio a u n "pequeño resto" de la humanidad que había hallado gracia a sus ojos (v. 20b: el número ocho rebosa simbolismo pascual y bautismal). Pero la figura llega a su extraordinario cumplimiento en la redención de Cristo para aquellos que, a través del agua del bautismo, la hacen operante en su propia vida. La inmersión bautismal es invocación a Dios para que la eficacia de la muerte, resurrección y ascensión al cielo de Cristo llegue también a nosotros (w. 21s).
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Evangelio: Marcos 1,12-15 12
A continuación, el Espíritu impulsó a Jesús hacia el desierto, "donde Satanás lo puso a prueba durante cuarenta días. Vivía con las fieras y los ángeles le servían. 14 Después de que Juan fue arrestado, marchó Jesús a Galilea, proclamando la Buena Noticia de Dios. " Decía: - Se ha cumplido el plazo y está cerca el Reino de Dios. Convertios y creed en el Evangelio.
*•• El Hijo de Dios, en el bautismo del Jordán, aceptó mezclarse con los pecadores para cargar con el pecado del mundo: a esta misión se preparó en la soledad del desierto, lugar de encuentro con Dios y del enfrentamiento con el Adversario. El Espíritu es quien empuja con fuerza a Jesús. Marcos no precisa los detalles concretos de la tentación (probablemente fue tentado acerca del modo de realizar su misión), pero deja entender que se prolongó a lo largo de su estancia en el desierto. El v. 13b nos dice que fue un combate victorioso desde el principio: afirmar que Jesús "vivía con las fieras" equivale a presentarlo a la vez como el nuevo Adán que resiste al tentador y por eso es señor de un cosmos en paz y armonía (Is 11,6-9). El servicio que le linden los ángeles recuerda el Sal 90,1 ls, indicando que su misión va acompañada con la ayuda y protección de Dios. Los vv. 14s, compuestos con mimo, ofrecen un breve compendio del ministerio de Jesús: la indicación cronológica inicial extiende, como presagio, en la incipiente predicación de Cristo, la sombra de la persecución que padeció el Bautista; la indicación geográfica de Galilea reaparecerá al final del evangelio de Marcos r o m o lugar de cita con el resucitado.
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A dos verbos en indicativo siguen dos en imperativo: el anuncio de lo que Dios hace exige la correspondencia humana. Jesús proclama la Buena Noticia, el tiempo de la promesa "ha cumplido el plazo" y "está cerca" el Reino al que tendía toda la antigua alianza: para acogerlo, para entrar en el Reino, es necesario "cambiar de mentalidad" (en griego, metanoéin) y aceptar la lógica exigente y desconcertante de la fe, la adhesión amorosa y activa al designio de Dios.
MEDITATIO La vida puede volver a empezar, hoy. Es una posibilidad real que nos brinda Dios, no es u n asunto mía, en el que decido romper con el pasado; si así fuese, no duraría mucho, ahora lo sé bien. Pero puede durar eternamente, en un "hoy" más joven que el alba de la creación, precisamente porque es cosa de Dios. El nuevo comienzo no depende de mi frágil voluntad, sino de su omnipotente voluntad de amor. Precisamente, esto es lo que me ofrece hoy, como gracia eficaz, la Palabra que he escuchado en la liturgia. Mensaje de novedad que emerge del diluvio y brilla con los colores del arco iris, dando paz al corazón: se ha lavado el pecado que me pesa y me embrutece. Lavado con lágrimas de arrepentimiento en las aguas bautismales, en la sangre de Cristo. Nadie está del todo perdido, nadie debe perder la esperanza. Jesús ha experimentado mis tentaciones y ha vencido al Maligno. De él puedo obtener fuerza cada día; se ha cumplido el plazo; Dios, si se lo permito, reinará en mi corazón. Sí, hoy, como nueva criatura, comienzo.
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Oh Cristo, salvación de cuanto estaba perdido, tú sabes bien la de veces que he intentado volver a empezar, pero he sido derrotado por el pecado. Cada vez me encuentro más cansado, más viejo de corazón. Hasta me pregunto de qué sirve intentarlo. Oh Señor, fortaleza del que está tentado, tú sabes cuántas veces he fallado, y, sin embargo, te acercas a mí: tú eres el único que puedes ayudar al encarcelado espiritualmente. Y hoy te espero, te invoco. Oh Cristo, paz del que en ti confía, acógeme una vez más. Tú has vencido al Maligno que acecha a todos los hombres y vienes a darme la Buena Noticia: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino". Que la gracia no pase de vacío: conviérteme a ti, hoy. La vida contigo y en ti será cada instante la maravilla de una nueva creación.
CONTEMPLATIO Señor mío Jesucristo, Pontífice Supremo, que me vivificasteis con vuestra preciosa muerte, ahuyentad de mí, con el poder de vuestro Espíritu y con la eficacia de vuestra presencia, todas las asechanzas del enemigo. Romped en mí todos los lazos de Satanás y, por vuestra misericordia, disipad de mí toda ceguera de corazón. Haced, oh Cristo, que vuestro amor me haga triunfar virilmente en toda tentación. E n s e ñ a d m e vuestra santa humildad para evitar prudentemente todos los lazos del enemigo. Guíeme vuestra luminosa verdad y haga que camine en vuestra presencia sinceramente y con un corazón perfecto. La bendición de vuestra indulgentísima misericordia me prevenga, me acompañe y me guarde hasta el fin de mi vida. Amén (Gertrudis de Helfta, Exercitia, I, 40-50).
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Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Si antes erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor" (Ef 5,8).
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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Hacerse hombre significa hacerse "pobre", no tener nada con que presentarme fuerte frente a Dios, ningún apoyo, ninguna fuerza o seguridad fuera del compromiso y el sacrificio del propio corazón. El llegar a ser hombre viene a ser como la confesión de la pobre.za del espíritu humano frente a la reivindicación total de la inaccesible trascendencia de Dios. Con la valentía de esta pobreza comenzó la aventura divina de nuestra salvación. Jesús no se tuvo por nada ni se defendía con nada, ni siquiera con su origen. Satanás, por el contrario, trata de impedir esta pobreza radical. Quiere hacer a Jesús fuerte, porque sólo teme una cosa: la impotencia de Dios en la naturaleza humana que asumió, Dios en un corazón humano destinado al sacrificio, que desde la fidelidad incondicional a su innata pobreza sufre desde dentro - y por lo tanto salvala necesidad y perdición del hombre. Por eso la tentación de Satanás es un atentado contra el autoaniquilamiento de Dios, una tentación contra la seguridad y "riqueza de espíritu", contra la divinidad de Jesús, un sondeo a la seriedad y grandeza de su humanidad. Desde los comienzos hizo y hace lo mismo, y siempre le reconoceremos por las palabras: "Seréis como dioses". Esta es la tentación de las tentaciones, con mil variaciones: la tentación contra la verdad de la naturaleza asignada al hombre. El pretende que la tierra sea exclusivamente suya, y con la tierra también el hombre: el hombre, en torno al cual se combatía antes de despertarse al alba de su libertad de suerte que ya nunca se le podía pedir e invitar a tomar una decisión libre por sí mismo de manera desinteresada, pero siempre o cortejado amigablemente o astutamente atacado (J. B. Metz, Povertá nello spiritu. Meditazioni teologiche, Brescia 1968, los).
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Primera lectura: D e u t e r o n o m i o 26,4-10 Moisés habló al pueblo y dijo: 4 "El sacerdote recibirá la cesta de tus manos y la pondrá delante del altar del Señor lu Dios. 5 Y tú dirás ante el Señor tu Dios: 'Mi padre era un aramco errante. Bajó a Egipto y se estableció allí como emigrante con un puñado de gente; allí se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. 6 Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. 7 Entontes clamamos al Señor Dios de nuestros antepasados, y el Señor escuchó nuestra voz y vio nuestra miseria, nuestra angustia y nuestra opresión. 8E1 Señor nos sacó de Egipto con mano Inerte y brazo poderoso en medio de gran temor, señales y prodigios; ' n o s condujo a este lugar y nos dio esta tierra, que mana leche y miel. I0 Por eso traigo las primicias de esla (ierra que el Señor me ha dado'. Dejarás los frutos delanle del Señor In Dios, te postrarás en su presencia". *•• El presente fragmento, de los más i m p o r t a n t e s del Antiguo Testamento, contiene la profesión de fe que p r o c l a m a b a todo israelita al acercarse al s a n t u a r i o con motivo de la celebración anual de la fiesta de la recolección y ofrecimiento de las primicias de la tierra.
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Pero hay que advertir que la presentación de ofrendas en los pueblos paganos iba acompañada de la recitación de un mito de fecundidad; el hebreo, por el contrario, recordaba, actualizándola, la historia de las intervenciones salvíficas del Dios de los Padres en favor de su pueblo. El credo de Israel se desarrollaba en un movimiento alternativo de sufrimiento y salvación: el Arameo errante -es decir, en condición de abandono y peligróse ha convertido por gracia de Dios en una nación numerosa (v. 5) según la promesa hecha a Abrahán. Este pueblo grande y fuerte experimentó la opresión y la humillación, pero Dios vio, escuchó la oración e intervino con poder para sacar a Israel de Egipto y hacerle entrar en un país fértil y agradable "que mana leche y miel", es decir, abundante en pastos para los rebaños y flores para las abejas.
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zón que Dios lo ha resucitado de entre los muertos, te salvarás. 10 En efecto, cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se alcanza la salvación. " Pues dice la Escritura: Quienquiera que ponga en él su confianza no quedará defraudado. '2 Y no hay distinción entre judío y no judío, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. " E n una palabra, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
La palabra clave del texto pertenece a la raíz "entrar" o "llegar". La utilización frecuente del término quiere significar que la entrada histórica en la tierra prometida se actualiza año tras año con la "entrada" de la cosecha: por medio de la "cosecha" el hombre "entra" nuevamente en posesión de la tierra. En la liturgia se repite en un ámbito sacro el movimiento histórico: el pueblo entró en la tierra, ahora entra en el santuario. El hombre responde a Dios con la profesión de fe, con la ofrenda de una parte de lo que de él ha recibido, con la acción de gracias, la adoración, el culto y la obediencia manifestados en el gesto de la postración.
**• El hombre que busca sinceramente a Dios siente todo el peso y la limitación de la propia condición de pecador. La Ley dada por medio de Moisés afina la conciencia y ayuda a conformarse más con el designio divino, pero el cumplimiento escrupuloso de normas y preceptos no es suficiente para constituir al hombre justo, para hacerlo santo. Se trata de una justicia que es tensión, esfuerzo del hombre que quiere acumular méritos ante Dios y corre el riesgo de ser orgulloso o de caer en la desesperación. Pero se da una justicia que es gracia, don de Dios a la humanidad por medio de Cristo: ésta se acoge por la fe (v. 4), fe que actúa por la caridad (Gal 5,4-6). La aceptación sincera de la predicación apostólica (kéiygma) y la acogida de la revelación llevan consigo un cambio de mentalidad, una conversión profunda, mantenida con la certeza de que "quienquiera que ponga en él su confianza no quedará defraudado": la salvación es para todo el que invoca el nombre del Señor, de cualquier nación que sea (w. 11-13).
Segunda lectura: Romanos 10,8-13
Evangelio: Lucas 4,1-13
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En definitiva, ¿qué dice cerca de ti; en tu boca y en palabra de fe que nosotros mas con tu boca que Jesús
la Escritura? Que la Palabra está tu corazón. Pues bien, ésta es la anunciamos. 'Porque si proclaes el Señor y crees con tu cora-
Jesús regresó del Jordán lleno del Espíritu Santo. El Espíritu lo condujo al desierto, -donde el diablo le puso a prueba durante cuarenta días. En todos esos días no comió nada, y al final sintió hambre. 'El diablo le dijo entonces:
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- Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús le respondió: - Está escrito: No sólo de pan vive el hombre. 5 Lo llevó después el diablo a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos de la tierra. 6E1 diablo le dijo: - Te daré todo el poder de estos reinos y su gloria, porque a mí me lo han dado y yo puedo dárselo a quien quiera. 7 Si te postras ante mí, todo será tuyo. 8 Jesús respondió: - Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a él le darás culto. "Entonces le llevó a .lerusalcn, le puso en el alero del templo y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, tírale desde aquí; '" porque está escrito: Dará órdenes a sus ángeles para que te guarden; "te llevarán en brazos y tu pie no tropezará en piedra alguna. 12 Jesús le respondió: - Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. "Cuando terminó de poner a prueba a Jesús, el diablo se alejó de él hasta el momento oportuno.
**• La narración lucana de las tentaciones va precedida por la genealogía de Jesús, que asciende hasta Adán: se presenta, pues, a Jesús como el nuevo comienzo de la humanidad. Como el primer hombre, como todo hombre, es sometido a la tentación. Los cuarenta días transcurridos en el desierto son u n a cifra simbólica: recuerdan los cuarenta años del Éxodo y aluden además a los cuarenta días de ayuno de Moisés en el Sinaí y al camino de Elias al Horeb. En el desierto, Jesús es tentado por el diablo -el "divisor"-, que le presenta una sabiduría alternativa a la voluntad de Dios, incitándole a realizar su ministerio de acuerdo con las expectativas de la gente. La prueba de Jesús viene en un momento de debilidad h u m a n a (vv. 2b-3a): se le invita a demostrar la veracidad de la voz del cielo que se escuchó en el bau-
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tismo (3,22) haciendo u n milagro que elimine, junto con el hambre, la pobreza de la propia condición corpórea como preludio de un mesianismo que brinde el saciarse y el bienestar de modo sobrenatural (v. 3). Jesús rechaza esta lógica citando Dt 8,3. La segunda tentación es la del poder: Satanás remeda la promesa que Dios hace al Mesías en el Sal 2. Pero Jesús no trata de someter, sino de estar sometido a Dios con un a m o r exclusivo (w. 6-8). Finalmente, el diablo conduce a Jesús al pináculo del templo de Jerusalén y le incita a inaugurar el reino mesiánico con u n signo espectacular: se trata de la tentación del éxito, que Satanás presenta camuflada con la Palabra de Dios. Jesús replica con otro texto de la Escritura (Dt 6,16), manifestando su total abandono a la disposición del Padre (w. 9-12). Estas tentaciones constituyen el paradigma de cualquier otra tentación, por eso el diablo, completadas todas las tentaciones, se aleja de Jesús "hasta el momento oportuno" (v. 13): será la hora de la pasión, del poder de las tinieblas, la hora de la última prueba decisiva.
MEDITATIO La prueba, la salvación, la profesión de fe, son los temas que podemos entresacar de las lecturas de la liturgia de hoy, y nos interrogan sobre nuestra realidad de Iglesia, sobre nuestra vida de creyentes. ¡Cuántas veces hemos experimentado en la tribulación, en la tentación, que el Señor es nuestra fuerza, el único que puede librarnos! Recordar las maravillas de gracia que Dios ha hecho por nosotros no es sólo una exigencia del corazón, sino una tarea imprescindible, una misión, un tesI imonio que se ofrece a los hermanos para que también ellos conozcan la alegría de ser salvados invocando el nombre del Señor.
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¡Tenemos todos tanta necesidad de ser protegidos de las insidias del diablo! El Evangelio hoy nos lo manifiesta mostrándonos a Jesús sometido a tentaciones que son la raíz de cualquier tentación y se revisten de nobles apariencias. El fin es encomiable y los medios propuestos se diría que son los más adecuados... Jesús ha experimentado la debilidad h u m a n a que tan fácilmente doblega la voluntad y ofusca nuestra capacidad de discernimiento. Pero precisamente en su debilidad ha vencido al Maligno, en el desierto y en la cruz, indicándonos el camino de la victoria. Como él, debemos retener la Palabra de Dios en el corazón, convirtiéndola en norma de nuestra vida, en lámpara de nuestros pasos. Si no tememos profesarla con franqueza, podremos experimentar que el Señor es nuestra fuerza, nuestro escudo salvador (Sal 17,3).
ORATIO Señor, Dios de mi salvación, te doy gracias cantando con el corazón, que, libre, se abre a la vida y quiere devolverte la misma vida. Te amo, Señor, mi fortaleza, que has asumido mi debilidad para hacerme también a mí vencedor del mal. Escudo mío, mi baluarte, mi poderoso salvador, tú sabes cómo busco la gloria del mundo y temo el desprecio de los demás. Sin embargo, no quiero ni puedo callar la fe que has encendido en mi corazón: todavía es una débil llamita, pero sé por experiencia que quien cree en ti no queda defraudado. Anunciaré tu nombre a mis hermanos, les llevaré tu Palabra: la fe se aumenta dándola. Luz de mis pasos, guarda mi corazón, que sea más vigilante contra toda insidia, de suerte que mi vida sea para todos un signo irradiante de ti.
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"A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos" (Sal 90,11). El diablo conoce bien esta promesa porque la supo utilizar en la hora más álgida de la tentación; sabe bien cuál es nuestra fuerza y nuestra debilidad. Pero no tenemos nada que temer si permanecemos a la sombra del trono del Altísimo. Mientras estemos cimentados en Cristo, participaremos de su seguridad; él ha hecho añicos el poder de Salanás [...] y de ahora en adelante los espíritus malignos, en vez de tener poder sobre nosotros, tiemblan y se espantan a la vista de un verdadero cristiano. Pues saben que poseen lo que les, hace vencedores; que pueden, si quieren, mofarse de ellos y ponerlos en fuga. Los espírilus malignos lo saben bien y lo tienen muy presente en lodos sus asaltos; sólo el pecado les da poder sobre ellos, y su gran empeño consiste en hacerles pecar, en sorprenderles en el pecado, sabiendo que no hav otro modo de vencerlos.Por eso, hermanos míos, no seamos ignorantes de sus planes, sino, conociéndolos bien, vigilemos, oremos, ayunemos, permanezcamos bajo las alas de Altísimo, que es nuestro escudo y auxilio (J. H. Newman, Sermoni liturgici, Fossano, s.f., 144).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Ésta es la victoria que vence- al mundo: nuestra fe" (I Jn 5,4b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL El Evangelio nos presenta este duelo entre Jesús y Satanás. Jesús fue tentado. También él quiere conocer el combate entre el alma que
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Lunes de la primera semana de cuaresma
desea permanecer fiel a Dios y el invasor que tratará de desviarla e inducirla al mal. Hay que recordar que cuanto se refiere a Jesús nos toca también a nosotros. La vida de Jesús configura la nuestra; lo que a él le acontece se refleja en nosotros. ¿Fue tentado Jesús? Tanto más podemos o debemos serlo nosotros. Parece lógica la pregunta, puesto que vivimos en un mundo asediado y turbado por esa iniciativa oculta del que san Pablo llama "el príncipe de este mundo de tinieblas". Estamos rodeados de algo funesto, malo, perverso, que excita nuestras pasiones, se aprovecha de nuestras debilidades, se deja insinuar en nuestras costumbres, sigue nuestros pasos y nos sugiere el mal. La tentación consiste, pues, en el encuentro entre la buena conciencia y la atracción del mal, y esto del modo más insidioso que se pueda imaginar. El mal, de hecho, no se nos presenta con su rostro real de enemigo, como algo horripilante y espantoso. Sucede precisamente lo contrario: la tentación es simulación del bien; es el engaño del mal disfrazado de bien, es la confusión entre bien y mal. Este equívoco, que se puede presentar siempre ante nosotros, tiende a hacernos retener como bien donde, por el contrario, está el mal (Pablo VI, 7 de marzo de 1965, en U. Gamba, [ed.], Pensieri di Paolo VI per ogni giorno dell'anno, Vigodarzere 1983, 279).
LECTIO
Primera lectura: Levítico 19,1-2.11-18 ' El Señor dijo a Moisés: - Di a toda la comunidad de los israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. "No robaréis, no mentiréis, ni os engañaréis unos a otros. "No juréis en falso por mi nombre, pues sería profanar el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. "No oprimas ni explotes a tu prójimo; no retengas el sueldo del jornalero hasta la mañana siguiente. M No te burlarás del mudo ni pondrás tropiezo al ciego, 'lomeras a tu Dios. Yo soy el Señor. " No procederás injustamente en los juicios; ni favorecerás al pobre, ni tendrás miramientos con el poderoso, sino que juzgaras con Justicia a tu prójimo. '"No andes calumniando a los de tu pueblo ni declares en Inlso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. 1 No odiarás a tu hermano, sino que lo corregirás para no hacerle culpable por su causa. '" No tomarás venganza ni guardarás rencor a los hijos de iII pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Srnor. :
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*+• La perícopa de hoy pertenece al llamado "Código de santidad" (Lv 17-26), comienza con el mandato de la santidad dirigido a toda la comunidad de Israel y su motivación no es otra que la santidad misma de Dios (w. ls). Él es el totalmente otro, radicalmente diverso de lo que el hombre puede imaginar, "separado" (según la etimología del término "santo"). Y, sin embargo, desea que el pueblo elegido participe de su santidad en cualquier circunstancia, que la transparente en los detalles de la vida. Las normas que siguen regulan la ética personal y social. La inserción rítmica de la fórmula "Yo soy el Señor" lévela la interdependencia entre el respeto por la santidad de Dios y el respeto por el prójimo. El temor de Dios debe inspirar de modo especial el comportamiento con los más débiles, los minusválidos (v. 14). A los preceptos en forma negativa ("No harás esto") se añaden exhortaciones dirigidas a construir en la sociedad h u m a n a relaciones de fraternidad (w. 16b.17b), y culminan en el mandamiento del amor al prójimo (v. 18b). Quien conoce la severa ley del talión se queda sorprendido por estos mandatos que limitan no sólo los actos referentes a la muelle del prójimo (w. 16b.18a), sino también esos sentimientos que matan al prójimo (w. 17a. 18b). El amor al otro basado en el nombre de Dios edifica la comunidad humana en la santidad según la voluntad divina.
Evangelio: Mateo 25,31-46 •" Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. "Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, " y pondrá las ovejas a un lado y los cabritos al otro. "Entonces el rey dirá a los de un lado: "Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la crea-
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ción del mundo. " Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis;'" estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme". 1? Entonces le responderán los justos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? , s ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, o desnudo y te vestimos? 49 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?". 40 Y el rey les responderá: "Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis". "" Después dirá a los del otro lado: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 4 'fui forastero, y no me alojasteis; estaba desnudo, y no me vestísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis". 44 Entonces responderán también éstos diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". 45 Y él les responderá: "Os aseguro que cuando dejasteis de hacerlo con uno de estos pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo". 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
*•• Esta perícopa que Mateo pone como conclusión a su "discurso escatológico" está emparentada con la tradición apocalíptica bíblica (en particular con Daniel) y judaica: se trata de una revelación de los últimos acontecimientos, del juicio universal. En estas tradiciones aparece la figura del Hijo del hombre con rasgos a la vez humanos y celestes, con un papel fundamental en la instauración del Reino de Dios y en llevar a Dios a todos los elegidos. Jesús se identifica con este personaje glorioso. Vendrá a concluir la historia asumiendo de modo definitivo y manifiesto la realeza oculta en el tiempo a los hijos de todos. Todas las naciones se reunirán delante de él (v. 32). Y como los pastores palestinos por la tarde dividían el rebaño según la especie, este Rey-Pastor (cf. Ez 34, 17.32s) separará unos de otros dictando así u n juicio. El único criterio distintivo será la caridad (vv. 34-40 y 41-55:
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construidos simétricamente según la misericordia practicada o dejada de practicar). Jesús, que nos permite identificarlo con este Hijo del hombre, cumplimiento de las profecías, indica cómo esta figura regia quiere identificarse con cada uno de sus hermanos más pequeños. Nadie ha podido reconocerlo con los ojos carnales (vv. 37-39.44), y ni siquiera se habla de la luz de la fe, de la fidelidad a los preceptos de la Ley. Se trata sencillamente de amor con hechos, de honrar a los hombres en los encuentros de cada día: ahí es donde se juega nuestro destino eterno según la medida del amor.
MKMTATIO "Yo soy el Señor", repite Dios en el Antiguo Testamento como rúbrica a los preceptos sobre el amor práctico y cotidiano con el prójimo. Yo soy el Señor que ve vuestra conducta, que cuida de la vida de todos exigiendo que se respete y se socorra, de suerte que seáis santos con mi misma santidad. "Conmigo lo hicisteis", repite Jesús en el Evangelio. Soy el Rey que no veis en cada uno de mis hermanos más pequeños, pero en ellos me podéis socorrer, servarme o quizás ignorarme. ¿Quién cómo el Señor, que yace como cualquier desvalido al borde del camino y se deja mirar con indiferencia o con misericordia (cf. Sal 112)? El se sentará en el trono de su gloria y a su lado colocará a cada uno de sus hermanos más pequeños y a cuantos la actitud gratuita de compartir el pan, el agua y los bienes les haga sentirse importantes en su corazón y en el corazón de Dios. Hoy comienza mi vida eterna, si te amo como a mí mismo, hermano en Cristo, hermano Cristo.
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ORATIO Oh misericordioso, que lloras con nosotros desde las primeras lágrimas de Adán y Eva, rompe con tu mirada la dureza de nuestro corazón. Haznos capaces de recibir y dar tu divina compasión. No permitas que juzguemos a los demás con nuestra medida tacaña y falsa, sino con la tuya, tan longánima y abundante, hasta que nos sintamos deudores de todos, deudores de una caridad cada vez mayor, de una ternura sin límites. Sí, oh Misericordioso, que lloras por nosotros y con nosotros, tú has venido a nuestra humanidad desnudo y humillado, pobre y enfermo, solo y rechazado. No permitas que pasemos a tu lado sin mirarte, no dejes que vivamos a tu lado sin reconocerte y amarte. Tú, oh Misericordioso, eres el que carga con nuestro pecado desde la primera caída que nos hizo miserables y desgraciados; lú enjugarás nuestras lágrimas, tiernamente, hasta la última lágrima, hasta cambiar en gozo de salvación el llanto de la humanidad entera.
CONTEMPLATIO La misericordia es la imagen de Dios, y el hombre misericordioso es, de verdad, un Dios que vive en la I ¡erra. Como Dios es misericordioso con todos, sin ninguna distinción, así el hombre misericordioso difunde sus arlos de amor y generosidad con todos, con la misma medida. La misericordia no merece alabarse teniendo en cuenta exclusivamente la cantidad de actos de bondad y generosidad, sino mucho más cuando procede de un pensar recto y misericordioso. Los hay que dan y distribuyen mucho y no son misericordiosos ante Dios. Los hay también que no tienen nada, que no poseen nada, pero tienen un corazón pia-
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doso con todos: pues bien, éstos son ante Dios unos perfectos misericordiosos y lo son de verdad. No digas, pues: "No tengo nada para dar a los pobres", no te aflijas en tu interior por no poder ser misericordioso de este modo. Si tienes algo, da lo que tienes. Si no tienes nada, da también, aunque no sea más que un mendrugo de pan seco, con una intención misericordiosa: Dios lo considerará misericordia perfecta. "Dios es amor" (1 Jn 4,8). El hombre que posee el amor es verdaderamente Dios en medio de los hombres (Youssel Bousnaya, cit. en P. Descule, L'Évangile au desoí, París 1965, 244-246, passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Quien no ama al hermano al que ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1 Jn 4,20).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Los que se acercan al pobre lo hacen movidos por un deseo de generosidad, para ayudarle y socorrerle; se consideran salvadores y con frecuencia se ponen sobre un pedestal. Pero tocando al pobre, llegándose a él, estableciendo una relación de amor y confianza con él, es como se revela el misterio. Ellos descubren el sacramento del pobre y logran llegar al misterio de la compasión. El pobre parece romper la barrera del poder, de la riqueza, de la capacidad y del orgullo; quitan la cascara con que se rodea el corazón humano para protegerse. El pobre revela a Jesucristo. Hace que el que ha venido para "ayudarle" descubra su propia pobreza y vulnerabilidad; le hace descubrir también su capacidad de amar, la potencia de amor de su corazón. El pobre tiene un poder misterioso; en su debilidad, es capaz de tocar los corazones endurecidos y de sacar a la luz las fuentes de agua viva ocultas en su interior. Es
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la manita del niño de la que no se tiene miedo pero que se desliza entre los barrotes de nuestra prisión de egoísmo. Y logra abrir la cerradura. El pobre libera. Y Dios se oculta en el niño. Los pobres evangelizan. Por eso son los tesoros de la Iglesia (J. Vanier, Comunidad, lugar de perdón y de fiesta, Madrid ' 1 9 8 1 , 115s).
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Martes de la primera semana de cuaresma
LECTIO
ban los versículos inmediatamente precedentes. La Palabra no es letra muerta; es una realidad viva, enviada del cielo para revelar y llevar a cabo la salvación. Es, pues, "eficaz ', capaz de lograr su finalidad, como la lluvia y la nieve que riegan y fecundan la tierra. ¿Puede darse una imagen más alentadora para un pueblo desterrado, al que se le ha anunciado con certeza el retorno a la patria, pero que experimenta la propia fragilidad para mantener viva la esperanza? Lo profetizado encuentra en Cristo su cumplimiento. Él es la Palabra omnipotente hecha carne, enviada por el Padre de los cielos para que nuestra tierra dé su fruto. El es el Verbo eterno venido a la tierra, muerto en cruz y resucitado, para abrirnos a nosotros, hijos rebeldes, el camino inesperado del retorno a la morada de Dios, su Padre y nuestro Padre.
Primera lectura: Isaías 55,10-11 Así dice el Señor: 10 "Como la lluvia y la nieve caen del cielo, y sólo vuelven allí después de haber empapado la tierra, de haberla fecundado y hecho germinar para que dé simiente al que siembra y pan al que come, " así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí de vacío". Sino que cumplirá mi voluntad y llevará a cabo mi encargo.
*•• Is 55 concluye la serie de oráculos del Segundo Isaías (ce. 40-55) y recoge en síntesis los temas que contiene, como el perdón, la vuelta a la patria, la participación de la naturaleza en la salvación, el poder de la Palabra de Dios. Esta última es mediadora entre Dios y el hombre; permite encontrarlo en su "cercanía" (v. 6) y no sentirlo ausente en su aparente "lejanía", porque "sus caminos no son nuestros caminos" (v. 9), como recorda-
Evangelio: Mateo 6,7-15 Dijo Jesús: 7Y al orar, no os perdáis en palabras como hacen los paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho. a No seáis como ellos, pues ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis. "Vosotros orad así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; '" venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; "danos hay el pan que necesitamos; 12 perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; " n o nos dejes caer en tentación; y líbranos del mal. l4
Porque si vosotros perdonáis a los demás sus culpas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. '^Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.
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** En la versión mateana, la oración del Padre nuestro, insertada en el "Discurso de la montaña", va precedida por una especie de catequesis sobre el modo de orar. Mientras los paganos piensan que hay que multiplicar las palabras para atraer la atención de la divinidad y doblegarla a los propios fines (v. 7), Jesús revela que Dios es Padre, siempre presente para cada uno de sus hijos, que conoce bien sus necesidades reales (v. 8). No sirven por eso largos discursos, sino más bien redescubrirse como hijos. Jesús, que osa dirigirse al Altísimo llamándolo abba, "padre", quiere también introducir a los hombres en esa intimidad y profunda comunión. Por esta razón confía a sus discípulos el Pater, la oración por excelencia del cristiano. Ciertamente tiene una forma típicamente hebrea: siete peticiones divididas en dos grupos que recuerdan las dos tablas de la Lev. Las tres primeras peticiones se refieren a Dios y a su designio salvífico; las otras dirigen su atención a las verdaderas necesidades del hombre. El nombre -es decir, la misma persona de Dios- ya es santo, pero quiere que se reconozca como tal, esto es, santificado por todos mediante una vida de adoración, alabanza y conformación con él. El Reino de Dios ya está presente, pero para que llegue a su plenitud es preciso que cada uno acepte el señorío de Dios en la propia vida. La voluntad de Dios se cumple ciertamente en el cielo y en la tierra, pero se pide que cada uno se adhiera a esta voluntad con amor, como Jesús. Se pide a continuación al Padre que nos provea lo necesario hoy, día tras día: siempre somos hijos pobres que todo lo recibimos de él. El alimento que nos ofrece no sacia únicamente el hambre corporal; es el "pan" de la vida futura, el mismo Jesús, Pan vivo (cf. Jn 6). Tenemos necesidad del perdón de Dios para entrar en el Reino, pero no podemos pedir que nos perdone si negamos el perdón a nuestros hermanos. El v. 13 ("No nos dejes caer en la tentación") hay
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que entenderlo así: "Haz que no entremos en la tentación", "Haz que, frente a las grandes pruebas de la vida, la fe no dude de tu bondad de Padre y no reniegue, cediendo a las insidias del diablo". La última petición de la oración pide ser librados del Maligno, causa e instigador de todo mal. Como conclusión, los w. 14s vuelven y subrayan la necesidad del perdón recíproco enunciado en el v. 12: no podemos llamar a Dios "Padre" si no vivimos entre nosotros como hermanos, si no queremos conformar nuestro rostro al suyo, que es infinita misericordia.
MEDITATIO Orar es hoy, para muchos cristianos, una empresa difícil. Hay quien la escamotea aduciendo que no sirve o que "trabajar es orar"; hay quienes la arrinconan excusándose por no encontrar tiempo para orar, y hay quienes reconocen la dificultad real pero no oran porque no saben qué decir. Tampoco faltan, entre los más devotos, los que "usan muchas palabras como los paganos", pidiendo sólo cosas buenas en apariencia. Para todos estos, Jesús desplaza la clave del problema: no se trata de orar para satisfacer determinadas necesidades, sino para descubrir que Dios es Padre y llama a todos los hombres a la comunión de amor con él y en él. Por consiguiente, orar no es una cuestión de decir cosas, sino una cuestión de amor, que puede expresarse con palabras, pero también en silencio, y que progresivamente va acaparando toda la vida convirliéndola en una sola e incesante oración. La Palabra eficaz que envía Dios a la atierra vuelve a el después de haber cumplido su designio; se ha hecho carne, es Jesús: cualquier palabra suya encierra un poder extraordinario. Es él quien nos dice: "Vosotros orad así: 'Padre nuestro'". Pidamos, pues, a Cristo que nos enseñe a repetir la oración con su mismo corazón, para
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que crezca en nosotros, día tras día, el amor filial y confiado con nuestro Padre celestial y con la oración crezca la caridad, que se traduce en perdón con los hermanos. Entonces nuestra tierra fecundada con la Palabra producirá frutos de vida nueva, dará pan de misericordia para saciar el hambre de toda la humanidad.
ORATIO Oh Dios, que en Jesús, tu Hijo amado, nos concedes el privilegio de poder llamarte "Padre", perdona si nuestro corazón no salta de júbilo cada vez que nos atrevemos a pronunciar tu dulcísimo nombre. Perdona las veces que nos dirigimos a ti distraídamente, como si fuese la cosa más obvia, mientras millones de hombres viven atenazados por la angustia y el sinsentido sencillamente porque ninguno les ha dicho nunca que tú les amas con ternura de padre y de madre. Concédenos a nosotros la pureza de corazón que permita a los rectos y a los "pequeños" quedarse atónitos y asombrados con el sólo recuerdo de tu nombre. No permitas que desperdiciemos tontamente el don tan grande de poder invocarte seguros de que nos escuchas porque somos tuyos y tú eres nuestro Padre.
CONTEMPLATIO "Padre nuestro, que estás en los cielos": ésta es la frase de los íntimos de Dios como un hijo sobre el pecho de su padre. "Santificado sea tu nombre": es decir, que sea glorificado entre nosotros mediante el testimonio ante los hombres, que dirán: éstos son verdaderos siervos de Dios. "Venga tu reino": el Reino de Dios es el Espíritu Santo: oramos para que lo envíe a nosotros. "Hágase tu
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voluntad en la tierra como en el cielo": la voluntad de Dios es la salvación de todas las almas. Lo que ya es realidad en las potencias del cielo, lo pedimos que se realice en nosotros aquí en la tierra. "Nuestro pan del mañana" es la heredad de Dios. Oramos para que nos dé un anticipo ya hoy, es decir, para que sintamos su dulzura en el tiempo presente, avivando en nosotros una sed ardiente (Evagrio Pontico, Catene sui Vangeli, documenti copti, cit. en O. Clément, Alie fonti con i Padri, Roma 1987, 196).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "¡Abba, Padre! No se haga como yo quiero, sino como quieres tú" (Me 14,36).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL "líbranos del mal..." El mundo yace en el mal, y mal no es sólo el caos, ausencia de ser: manifiesta una inteligencia perversa que, a fuerza de honores sistemáticamente absurdos, quiere hacernos dudar de Dios y su bondad. En realidad, se trata no de la simple "privación del bien", sino del Maligno, del Malvado; no la materia, ni el cuerpo, sino la más sublime inteligencia encerrada en su propia luz... Es necesario afirmar que Dios no ha creado el mal, y menos aún lo permite. "El rostro de Dios gotea sangre en la sombra", decía Léon Bloy. Dios siente el mal en su propio rostro, como Jesús recibió las bofetadas teniendo los ojos vendados. El grito de Job no deja de clamar, y Raquel sigue llorando sus hijos. Pero la respuesta a Job está ahi: es la cruz. Es Dios crucificado sobre todo el mal del mundo, pero capaz de hacer estallar en las tinieblas una inmensa fuerza de resurrección. Pascua es la transfiguración en el abismo. Y "líbranos del mal" a nosotros, que nos avergonzamos de ser cristianos o, por el contrario, hacemos del cristianismo, de nuestra confesión, un estandarte de superioridad y de desprecio. Y "libra-
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nos del mal" a nosotros, que hablamos de la deificación y con frecuencia somos poco humanos. Y "líbranos del mal" a nosotros, que nos apresuramos a hablar de amor y ni siquiera sabemos respetarnos mutuamente. Y "líbrame del mal" a mí, hombre de angustia y tormento, tan a menudo dividido, tan poco seguro de existir, hombre que se atreve a hablar -junto a la Iglesia: es mi única excusadel Reino y de su gozo (O. Clément, // Padre nostro, en O. Clément y B. Stancfaert, Pregare il Padre nostro, Magnano 1 988, 116-119, passim).
Miércoles de la primera semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Jonás 3,1-10 En aquel tiempo, ' por segunda vez el Señor se dirigió a Jonás y le dijo: - - Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama allí lo que yo te diré. 'Jonás se levantó y partió para Nínive, según la orden del Señor. Nínive era una ciudad grandísima; se necesitaban tres días para recorrerla. ^Jonás se fue adentrando en la ciudad y proclamó durante un día entero: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". ! Los ninivitas creyeron en Dios: promulgaron un ayuno y todos, grandes y pequeños, se vistieron de sayal. 'También el rey de Nínive, al enterarse, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de sayal y se sentó en el suelo. Luego mandó pregonar en Nínive este bando: "Por orden del rey y sus ministros, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado, ni pasten ni beban agua. "Que se vistan de sayal, clamen a Dios con fuerza y que todos se conviertan de su mala conducta y de sus violentas acciones. 'Quizás Dios se retracte, se arrepienta y se calme el ardor de su ira, de suerte que no perezcamos".
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Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían convertido, se arrepintió y no llevó a cabo el castigo con que los había amenazado.
**• El libro de Jonás es una especie de larga parábola cuyo mensaje central es la universalidad de la salvación: la misericordia de Dios no se limita al pueblo elegido, sino que se ensancha a todos los hombres. Por segunda vez, el profeta es enviado por el Señor a la capital del reino asirio, Nínive, proverbial por su grandeza, para anunciar la destrucción de la ciudad a causa de la perversión de sus habitantes (1,2). A la primera llamada, Jonás respondió fugándose: ¿cómo puede un hombrecillo inerme profetizar la ruina de la "superpotencia" enemiga en su mismo territorio? Obligado a obedecer por las peripecias que experimentó (ce. 1-2), ahora comienza a cumplir la misión que se le confió. Como profeta, Jonás anuncia un oráculo de amenaza y reprobación en nombre del Señor (v. 4), y su predicación llega al corazón de los ninivitas y de su mismo rey: ellos "creyeron en Dios" (utilizando el mismo verbo que en Gn 15,6 para indicar la fe de Abrahán) y se impusieron una durísima penitencia acompañada con una oración ferviente y una profunda conversión (v. 8). Son muy importantes los versículos 9-10: el cambio de vida espera que los decretos de Dios no sean irrevocables, sino que al arrepentimiento sincero del hombre siga el "arrepentimiento" de Dios y el castigo anunciado se cambie en perdón. Un pueblo pagano demuestra así conocer el verdadero rostro del Dios de Israel, un Dios lento a la ira y rico en misericordia, un Dios que "no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Ez 33,11).
Miércoles
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Evangelio: Lucas 11,29-32 19 La gente se apiñaba en torno a Jesús y él se puso a decir: - Ésta es una generación malvada, pide una señal, pero no se le dará una señal distinta de la de Jonás. 30 Pues así como Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación." La reina del sur se levantará en el juicio junto con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde el extremo de la tierra a escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más importante que Salomón. ,2 Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia por la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
**• Mientras la gente se apiñaba en torno a Jesús, él responde a los que "para ponerle a prueba le pedían un signo del cielo" (v. 16). Rechaza un signo que sacie la curiosidad y la sed por lo maravilloso (v. 29) y en su respuesta Jesús deja entrever su propia identidad divina: "Aquí hay uno que es más que Jonás" (v. 32). En concreto, declara que él es el signo del cielo, el Mesías prometido y largamente deseado por Israel, pero ahora no es reconocido porque se presenta de modo muy diferente al esperado por la gente. El Hijo del hombre es "para esta generación" una llamada viviente a la conversión, como lo fue Jonás para los ninivitas; y, como él, no busca medios espectaculares para afirmarse, sino que ofrece sencillamente la Palabra y la misericordia de Dios. El recuerdo de los habitantes de Nínive y de la reina de Saba subraya la universalidad de la llamada a la salvación. Pero mieniras algunos pueblos paganos supieron reconocer como "enviados" de Dios a hombres que proclamaban la conversión y escuchando su voz encontraron el camino de una conversión radical, la "generación malvada", «.•ntre la cual Jesús ejerce históricamente su ministerio,
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es ciega y dura de corazón. Por esa razón serán los mismos ninivitas y la reina de Saba quienes la condenen en el día del juicio (w. 31s), porque, cegada por el orgullo, no ha reconocido, bajo las humildes apariencias humanas de Jesús, al Cristo.
MEDITATIO En este tiempo litúrgico resuena constantemente la invitación a la conversión. ¿Cómo la acogemos? Puede ser una palabra que se pierde o encontrar en nosotros un corazón abierto que, herido e iluminado por la Palabra, reconoce el propio pacto con el pecado y decide un camino de vuelta a Dios. O puede que esta invitación nos deje indecisos: quisiéramos una gracia "barata", pero con "efectos espectaculares", y preferimos buscar confirmaciones convincentes, milagros y signos extraordinarios... Jesús mismo es el "gran signo" del amor divino que no teme asumir el pecado para conceder la gracia al pecador. Signo del cielo es un Dios con las manos clavadas en la cruz, rendido impotente para otorgarnos la libertad. Mirarlo es el comienzo de la conversión. Ante su rostro doliente, todos -los "paganos" como los ninivitas o "creyentes", como los contemporáneos de Jesús- están llamados a decidir si cierran el corazón o se abren a una nueva vida. Muchos vendrán de remotas lejanías -desde el pecado, desde otras mentalidades, desde otras culturas- para aprender sabiduría del crucificado: aquí hay alguien que es más que Salomón. Muchos se convertirán al anuncio, creyendo al Profeta hecho Siervo doliente por amor: aquí hay uno que es más que Jonás.
Miércoles
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ORATIO Padre justo y misericordioso, tú nunca te cansas de llamar a todos a la conversión, para que tus hijos gusten del gozo de la comunión contigo. Perdóname, Padre: he cerrado el corazón en la indiferencia egoísta y satisfecha y no me he abierto a tu invitación. Señor Jesús, tú manifestaste la llamada extrema del amor, ese amor que vence la muerte ofreciendo la vida. Perdóname, oh Cristo: he dudado confiar en ti y he preferido pedir signos espectaculares, garantías absurdas, a un Dios que ha perdido todo, en la cruz, para salvarme. Espíritu Santo, fuego de amor, inflama mi corazón consumiendo toda la escoria de temor, mezquindad y dureza. Luz santísima, haz que experimente la medida ilimitada de la misericordia de Dios, la profundidad insondable de su sabiduría. Líbrame de la frialdad de mi endurecimiento, de la ceguera de mi lógica humana.
CONTEMPLATIO El poder arrepentirse se concede a todos los que están enfermos del alma. Venga, apresurémonos a obtener fuerza para nuestras almas. En el arrepentimiento la pecadora encontró la salvación y Pedro anuló su traición; David canceló la pasión del corazón; los ninivitas encontraron la curación. Sin dudarlo un momento, levantémonos y mostremos nuestras heridas al Salvador, tlejémonos curar. Él acoge nuestra conversión más allá de nuestros deseos. Nada se debe al que Va a salvarte, porque nadie podría ofrecer una compensación adecuada a la curación, lodos han encontrado en el arrepentimiento la salud como regalo y han pagado en cambio lo que podían dar: más que regalos, lágrimas, que constituyen para el sal-
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vador objetos preciosos de amor y esperanza. Tenemos de ello buenos testimonios: la pecadora, Pedro, David y los ninivitas: sólo ofrecen el don de sus gemidos, se arrojaron a los pies del Salvador, y él acogió su conversión (Romano il Melode, Himno IX, ls).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "El plazo se lia cumplido, el Reino de Dios está cerca. Convertios y creed en el Evangelio" (Me 1,15).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Creer en Jesús es escuchar su Palabra, que nos revela su amor infinito por nosotros pecadores. Ser creyentes significa estar seguros de que el amor existe y que tiene el rostro ae la misericordia. Creer en Jesús quiere decir adherirse a su amor absolutamente gratuito con los pobres como nosotros. Seguir a Jesús es entregarse totalmente a su misericordia y confiar únicamente en su misericordia. Amar a Jesús es sencillo. Para lograrlo debemos ante todo creer que él nos ama de verdad, tal como somos, hoy. En este acto de fe es posible que rebose la alabanza de nuestro corazón y descansar en este amor infinito. La alabanza, la acción de gracias y la adoración abren nuestro corazón al don que Dios nos concede de su amor misericordioso. El amor divino no se queda inactivo si encuentra en nosotros su espacio y su libertad. Pero para acoger la misericordia de Dios debemos tener misericordia con nuestros hermanos. Por la dulzura de su corazón compasivo, Jesús nos da un corazón misericordioso. Nada más concreto, nada más práctico que el verdadero amor. Vivir del amor de Jesús es ponernos al servicio de nuestros hermanos más cercanos y nos hace mansos y humildes. Nada hay tan exigente como seguir a Jesús por este camino del amor, pues es el camino de la cruz. Pero no se trata de una carga demasiado pesada; basta con que no nos empeñemos en llevarla solos y con dejar que Jesús la lleve con nosotros. Para descubrir por lo menos
Miércoles
un poco la misericordia infinita, único secreto del corazón de Jesús, hay un lugar preferido donde morar: delante de la cruz de Jesús, a sus pies (J.-P. van Schoote, // sacramento della penitenza, en J.-P. van Schoote y J.-C. Sagne, Miseria e misericordia, Maqnano 1992, 4ós).
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Jueves de la primera semana de cuaresma
LECTIO Primera lectura: Ester 4,17 j -17 m -17 p .17° "' La reina Ester, angustiada porque la muerte se le echaba encima, recurrió al Señor [...]. Y oró así al Señor, Dios de Israel: 17k Señor mío, tú eres nuestro único rey; ayúdame, porque estoy sola, no tengo más protector que a ti y el peligro me amenaza. '71 Desde niña he oído en mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, como heredad perpetua, cumpliendo todas tus promesas. I7m Ahora nosotros hemos pecado contra ti, y nos has entregado a nuestros enemigos, porque hemos adorado a sus dioses. ¡Eres justo, Señor! 17p Acuérdate de nosotros, Señor, y hazte presente en medio de nuestra tribulación. Dame valor, Rey de los dioses y dominador de todo poder; 17q pon en mi boca palabras oportunas cuando tenga que hablar al león, cambia su corazón; haz que aborrezca a nuestro adversario, para que muera con sus cómplices. I7r Líbrame, Señor, con tu poder y ayúdame a mí, que estoy sola y no tengo a nadie más que a ti, Señor. I7s Tú lo sabes todo.
** Ester, joven hebrea, esposa del rey persa, llega a saber que, por intrigas palaciegas, se ha decretado el exterminio de todos los hebreos deportados en el reino
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de Persia. Entonces la reina decide exponerse al peligro y afrontar al esposo para interceder a favor de su pueblo. Antes de acudir a la presencia del rey, en su angustia suplica al Señor, a c o m p a ñ a n d o la oración con la penitencia. Firme en su fe, la reina reconoce que el verdadero Rey es Dios y profesa que él es el Único: sólo de él puede venir la salvación. Invocando su ayuda manifiesta la propia soledad (v. 17k). La inaccesible trascendencia de Dios parece mayor en contraste con la pequenez y debilidad de una mujer. La realidad, sin embargo, es otra: el Solo es el único auxilio de quien está sola. De manera muy significativa, el texto griego utiliza el mismo adjetivo aplicado primero a Dios y luego a la reina (monos / mórie). La lejanía se convierte en máxima cercanía. En su súplica, Ester, por u n a parte, recuerda al Señor la elección de Israel, las promesas hechas a los padres y su cumplimiento (v. 17'); por otra parte, con liosa el pecado del pueblo. Por el favor manifestado en el pasado y el arrepentimiento presente, la reina osa pedir al Señor, que lo sabe todo (v. 17s), la salvación para su pueblo, y para ella, valentía, sabiduría y auxilio para poder desempeñar eficazmente su misión de inlercesora.
Evangelio: Mateo 7,7-12 Dijo Jesús: 'Pedid, y se os dará; buscad, v encontraréis; llamad, y os abrirán. «Porque todo el que pido recibe el que busca encuentra, y al que llama le abren. '7 Acaso si „ alguno de vosotros su hijo le pide pan le da una piedra;'; '" o si le pide un pez ¿le da una serpiente? " Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, |cuánlo más vuestro Padre que está en los cielos dará cnsns buenas a los que se las pidan! I2 Así pues, tratad a los demás como queráis
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que ellos os traten a vosotros, porque en esto consisten la Ley y los profetas. **• Con una argumentación seria que, desde el punto de vista formal, se asemeja a la de los rabinos de su tiempo, Jesús enseña la necesidad de la oración de petición, declarando la certeza de ser escuchada. ¿Se da u n a contradicción con lo indicado poco antes (Mt 6,7s)? Ciertamente, no; en la oración no es preciso ser palabrero, porque el Padre "conoce", pero es necesario asumir la actitud interior del mendigo, es decir, saber ubicarse en la verdad de la propia condición h u m a n a . Dios mismo da al que pide y abre al que llama: de hecho, los verbos usados -"se os dará", "se os abrirá"tienen la forma de lo que se llama "pasivo divino", expresión semántica para evocar el n o m b r e de Dios - i m p r o n u n c i a b l e - sin nombrarlo de modo explícito (w. 7s). Si a un hijo que pide alimento su padre no le dará cualquier cosa que se le parezca en su aspecto externo pero que en sustancia sea muy diferente (w. 9s), mucho más Dios, el único bueno, el padre más solícito, dará "cosas buenas" a todos los que le piden. El Padre escucha siempre las súplicas de sus hijos y da lo que realmente es mejor al que lo invoca. El v. 12 recuerda u n dicho rabínico: "Lo que es odioso para ti, no lo hagas a tu prójimo. En esto está toda la ley, el resto sólo es una explicación". Jesús lo relata en forma positiva, y esto es m u c h o más exigente: no se trata de un "no hacer", sino de algo concreto que nos exige estar siempre atentos por el bien de los demás; por esta razón, cambia completamente la vida del que lo toma en serio, le lleva a la verdadera conversión: descentrarse de nosotros mismos para que nuestro centro sean los demás.
Jueves
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Jesús nos enseña a orar con perseverancia confiada, revelándonos al mismo tiempo cómo es el corazón de Dios y cómo debe ser el corazón del orante. Se nos va conduciendo a la verdad más sencilla y más profunda: Dios es nuestro Padre y nos ama con a m o r eterno, sin arrepentirse, sin reservas. Quizás no creemos de veras en este amor, o tal vez estamos ya tan acostumbrados a decir y oír que Dios nos ama, que apenas prestamos atención a esta realidad desconcertante. Jesús hoy nos invita a entrar en comunión viva con Dios Padre, y ésta es una experiencia que nos puede cambiar interiormente: pedid..., buscad..., llamad..., no quedaréis defraudados. El Padre, fuente inagotable de bondad, dará sólo cosas buenas a los que se las pidan. ¿Hemos orado ya de veras, dirigiéndonos a él o, tal vez, hemos manifestado nuestros deseos en voz alta, haciéndolos girar en torno a nosotros mismos? Además, ¿eran de verdad "cosas buenas" las que hemos pedido? La oración humilde y sencilla, la oración de un corazón amante, comienza con un acto de contemplación gratuita, teniendo fija la mirada interior en el rostro del Padre bueno. Olvidemos nuestras muchas peticiones y, poco a poco, sentiremos nacer en nosotros una única súplica que brota de una exigencia realmente necesaria. Después de haber contemplado en la l'e el rostro ele Dios, ya no podremos dudar ni ignorar que somos hijos de Padre, impulsados por su amor a todo ser humano, nuestro hermano, para brindar esa bondad que sin cesar mana de la fuente y viene a saciar nuestra indigencia para que rebose hacia todos y llegue a cada uno.
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Jueves
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ORATIO
ACTIO
Oh Padre, tú que eres el único bueno y das cosas buenas a los que te las piden, escucha nuestra oración. Antes de nada danos un corazón sencillo, humilde, confiado, que sepa abandonarse sin pretensiones y sin reservas a tu amor. Haznos pobres de espíritu y ven, tú que eres el Rey, a ensanchar en nosotros tu reino de paz. Ayúdanos a suplicarte incesantemente para que, siendo portavoces de toda criatura, podamos llevar a todos el auxilio de tu amor. Tú das al que pide: danos tu Espíritu bueno. Tú concedes que encuentre el que busca: que busquemos siempre tu rostro. Tú abres al que llama: ábrenos la puerta de tu corazón a nosotros y a todos los hombres. Estrechados en tu eterno abrazo, no pediremos más. Oh Padre, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él le escucha" (Sal 33,6s).
CONTEMPLATIO
Déjate llevar por la fuerza de tu angustia y el asalto de tu impetuosidad. En algunos momentos, el Espíritu Santo formulará él mismo las peticiones en lo más íntimo de tu corazón con gemidos inefables. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja, a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que pongas esta nota de violencia, de vehemencia y de súplica para volcarse sobre ti, y escuchará tu petición. En el fondo, no haces más que dar alcance al amor infinito comprimido en su corazón, que ospera tu oración para desencadenarse en respuesta de ternura y misericordia. Si supieses lo atento que está Dios al menor de tus clamores, no dejarías de suplicarle por tus hermanos y por ti. El se levantaría entonces y colmaría tu espera mucho más allá de tu Oración. Se puede esperar todo de una persona que ora sin cansarse y que ama a sus hermanos con la ternura misma de Dios (J, Lufrance, Ora a tu Padre, Madrid 1 9 8 1 , 173-174).
El Evangelio nos asegura que son muchas las causas por las que somos escuchados. Una condición: que dos almas se u n a n en su oración; otra una fe firme; también la limosna, la enmienda de vida [...]. Convencido estoy de nuestras miserias, y quiero, incluso, admitir que estamos completamente desprovistos de las virtudes de las que hemos hablado antes. Y, sin embargo, el Señor promete concedernos los bienes celestiales y eternos; nos exhorta a una dulce violencia con nuestra insistencia. Nada más lejos de él que el desprecio de los importunos: los invita, los alaba, les promete concederles con gusto todo. Que nos anime la insistencia de los importunos. Sin exigir un gran mérito ni grandes fatigas, está en nuestra mano. No dudemos de la Palabra del Señor, que dice: "Todo lo que pidáis con fe lo obtendréis" (Juan Casiano, Colaciones, IX, 34, passim).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Antes de saber cómo hay que orar, importa mucho más saber cómo "no cansarse nunca", no desanimarse nunca, ni deponer las armas ante el silencio aparente de Dios: "Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer" (Le 18,1). Que la intrepidez se adueñe de ti como de la viuda ante el ¡uez. Vete a encontrar a Dios en plena noche, llama a la puerta, grita, suplica e intercede. Y si la puerta parece cerrada, vuelve a la cara, pide, pide hasta romperle los oídos. Será sensible a tu llamada esmesurada, pues ésta grita tu confianza total en él.
Vienies
Viernes de la primera semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Ezequiel 18,21-28 Así dice el Señor Dios:21 "Ahora bien, si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos, guarda todos mis mandamientos y se comporta recta y honradamente, ciertamente vivirá, no morirá. 22 Ninguno de los pecados cometidos le será recordado, sino que vivirá por haberse comportado honradamente. " ¿Acaso deseo yo la muerte del malvado, oráculo del Señor, y no que se convierta de su conducta y viva?24 Si el honrado se aparta de su honradez y comete maldades, imitando las abominaciones del malvado, ninguna de las obras buenas que hizo le será recordada. Por el mal que hizo y por el pecado cometido morirá. 25 Vosotros decís: 'No es justo el proceder del Señor'. Escucha pueblo de Israel: ¿Acaso no es justo mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?26 Si el honrado se aparta de su honradez, comete la maldad y muere, muere por la maldad que ha cometido. 27 Y si el malvado se aparta de la maldad cometida y se comporta recta y homradamente, vivirá.28 Si recapacita y se convierte de los pecados cometidos, vivirá, no morirá".
*• El capítulo 18 de Ezequiel marca u n paso decisivo en el progreso de la revelación. Consciente de que la ver-
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dadera dignidad depende de ser "pueblo elegido", Israel tiene muy vivo el sentido de la responsabilidad colectiva del pecado (cf. por ejemplo Dt 5,9s). Pero ya el profeta Jeremías comenzó a indicar que existe también un "pecado personal", es decir, que cada uno es responsable de sus acciones en primera persona (cf. Jr 31,29s). Ezequiel prosigue en esta misma línea superando las afirmaciones de Jeremías. A los desterrados, sin esperanza y desalentados bajo el peso de un castigo que piensan que es inmerecido por tratarse de las culpas de sus padres, Ezequiel les profetiza indicándoles que cada uno decide con su comportamiento su propio destino (18,1-20); y prosigue anunciando que el destino personal no es inmutable (w. 21-31): el Dios de la vida no se complace en la destrucción de los hombres, sino que espera y, en cierto sentido, suscita la conversión de cada uno. El Señor brinda a cada uno la posibilidad de una vida nueva e indica el camino de la salvación, que, como cualquier camino, exige esfuerzo y perseverancia. Si el "pecador" debe cambiar radicalmente, también el "justo" debe optar continuamente por obrar de acuerdo con la voluntad de Dios; de otro modo, se olvidará el valor de sus obras justas (v. 24): nadie es "justo" de una vez por todas, sino que uno se va haciendo "justo" día tras día adhiriéndose al Señor.
Evangelio: Mateo 5,20-26 Dijo Jesús: 2 " Os digo que si no sois mejores que los maestros de la Ley y los fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. 21 Habéis oído que se dijo a nuestros antepasados: No matarás, y el que mate será llevado a juicio. " Pero yo os digo que lodo el que se enoja contra su hermano será llevado a juicio, el que lo llame estúpido será llevado a juicio ante el sanedrín,
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y el que lo llame impío será condenado al fuego eterno.2-'Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,24 deja allí tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda. 2 ' Trata de ponerte a buenas con tu adversario mientras vas de camino con él; no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. -" Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
**• Con la autoridad propia de quien es el cumplimiento de la Ley (w. 17s), Jesús exige a los suyos, como condición para entrar en el Reino de los Cielos, una justicia que "supere" la de los escribas y fariseos. Jesús pide más porque da lo que pide: ésta es la novedad radical. Ya no se trata de limitarse a observar minuciosamente preceptos y evitar prohibiciones, sino comenzar desde el corazón, donde nacen las motivaciones profundas de nuestro actuar. Con el v. 21 comienza una serie de formulaciones concretas de esta justicia superior, introducidas por el pasivo divino "se dijo", que significa "Dios dijo". Por u n homicidio hay que someterse a un proceso, pero el gesto violento brota del corazón: por eso el airarse contra el hermano merece idéntico castigo. Una palabra injuriosa exige una pena más grave: el juicio ante el sanedrín. Un insulto más ofensivo es condenado por el Supremo Juez con el fuego eterno (v. 22). También el culto exige no sólo condiciones externas de pureza, sino la pureza de un corazón pacífico y pacificador, que no tolera las divisiones en las relaciones fraternas y, por consiguiente, debe dar el primer paso: la reconciliación con el hermano como premisa para la comunión con el Señor (w. 23s). En los w. 25s se subraya no sólo la necesidad, sino también la urgencia de la reconciliación en una perspectiva escatológica: el otro ya no es el hermano, sino el adversario, el acusador que podemos encontrar en el
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camino de la vida: también con él debemos tratar de buscar un acuerdo, porque al final de la vida nos espera el Justo Juez, y debemos estar preparados para el juicio.
MEDITATIO Jesús propone una justicia superior a la de los escribas y fariseos; la primera está basada en el conocimienlo profundo de la Ley, la segunda, en la observancia escrupulosa de los preceptos. Es superior, pues, la justicia que no se fundamenta sólo en el saber y el hacer, sino sobre todo en el ser: esa justicia es santidad porque es participación en la bondad infinita de Dios. Jesús dirige cualquier acto a su origen, el corazón. "El que se enoja contra su hermano..." Notemos la insistencia: ¡hermano! Se mata al hermano en el corazón con pensamientos o sentimientos hostiles e incluso, sencillamente, con la indiferencia. Se le mata también con palabras injuriosas o despectivas. Hoy está de moda hablar violentamente, vulgarmente. Contagiados por el clima de la sociedad en que vivimos, esta costumbre puede penetrar también en ambientes considerados cristianos, pero es totalmente antievangélica. Se suele decir: "Mata más la lengua que la espada", pero el pensamiento mata aún más que la lengua, porque no todos los pensamientos malos afloran en palabras... ¡Qué delicado es el sentido de la justicia que Jesús nos inspira! Se trata de la pureza de corazón, de santidad, y sólo se puede lograr con u n constante deseo y compromiso de conversión. La justicia verdadera es la que Jesús ha proclamado e inaugurado en la cruz con su acto de perdón y de amor desmesurado. Estamos llamados continuamente a este misterio de muerte por amor. Los hermanos necesitan ver en nosotros los rasgos del rostro del amor que perdona y hace vivir.
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Señor, tú que eres justo en todos tus caminos y santo en todas tus obras: hoy tu mandato nos desconcierta porque remueve el abismo de nuestro corazón. Nos pides una justicia mayor -la pureza interior, cumplimiento de la Ley- y nosotros nos descubrimos siempre demasiado injustos. Perdona, Señor, los pensamientos y sentimientos malos que no desarraigamos en cuanto surgen en nuestro interior y que, tal vez, irritados por la envidia, se traducen en malas palabras, en juicios negativos. A cuántos habremos matado de este modo sin darnos cuenta, nosotros, que tan fácilmente juzgamos cualquier infracción de la Ley, que tan fácilmente condenamos al que se equivoca en la vida e incluso reprobamos el exceso de indulgencia con el arrepentido. Ten piedad de nosotros, Señor, ven cada día a purificarnos el corazón del pecado, que siempre aflora infectando nuestras intenciones y acciones.
CONTEMPLATIO Para amar a los enemigos, que es en lo que consiste la perfección de la caridad fraterna, nada nos anima tanto como la agradable consideración de la portentosa paciencia del "más bello entre los hijos de los hombres" (Sal 44,3). Para aprender a amar, el hombre no se debe dejar llevar por los impulsos carnales, y para no sucumbir a estos deseos, debe dirigir todo su afecto a la dulce paciencia de la carne de Dios. Descansando así, más suave y perfectamente en el deleite de la caridad fraterna, también abrazará a sus enemigos con los brazos del verdadero amor. Y para que este fuego divino no se apague
Vientes
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por la condición de las injurias, contemple continuamente con los ojos del alma la serena paciencia de su amado Señor y Salvador (JElreáo de Rieval, El espejo de la caridad, III, 5).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL El perdón no debe ser ocasional, algo excepcional, sino que debe integrarse sólidamente en la existencia y ser la expresión habitual de las disposiciones de unos hacia otros. Deberás empezar por dominar la reacción de tu corazón ante la ofensa recibida -tu rencor, tu obstinación en tener razón- y deberás sentirte verdaderamente libre. Pero el perdón da el paso decisivo al renunciar al castigo del otro. Con ello abandona el principio de equivalencia, en el cual se contrapone el dolor al dolor, el perjuicio al perjuicio, la expiación a la falta, para entrar en el de la libertad interior. Aquí también se restablece un orden, no con pasos y medidas rígidas, sino con una victoria creadora. El corazón se ensancha [...]. Jesucristo relaciona el perdón de los hombres con el de Dios. Este es el primero en perdonar, y el hombre no es más que su criatura. Por tanto, el perdón humano surge del perdón divino del Padre. El que perdona se asemeja al Padre. Actuando así, persuades oí otro para que comprenda su error; creando con él la armonía del perdón, "habrás ganado a fu hermano". Entonces vuelve a florecer leí fraternidad. El que así piensa aprecia al prójimo. Le duele saber que su hermano está en falta, como a Dios le duele el pecado, porque aleja de él al hombre. Y de la misma manera que Dios dosea redimir al hombre caído, así el hombre instruido por Jesu(listo sólo anhela que la persona que le ha ofendido reconozca su Idlta y vuelva así a la comunidad de la vida santa. Jesucristo es el modelo de esta actitud. Él es el perdón viviente. 11 no sólo ha perdonado la culpa, sino que ha restaurado la verdi idera "justicia". Ha destruido cuanto de lo más terrible se había inumulado, cargado sobre sus espaldas la deuda que había de plisar sobre el pecador [...]. Vivimos de la obra redentora de Jesuflisto, pero no podemos disfrutar de la redención sin contribuir a ella (R. Guardini, El Señor I, Madrid 3 1958, 531-540, passim).
KIIIHUIO
Sábado de la primera semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 26,16-19 Moisés habló al pueblo y dijo: '""Hoy te manda el Señor tu Dios poner en práctica estas leyes y preceptos. Guárdalos y ponlos en práctica con todo tu corazón y toda tu alma. 17 Hoy has aceptado lo que el Señor te propone: que él será tu Dios y que tú seguirás sus caminos, cumplirás sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y escucharás su voz. 18 Y el Señor ha aceptado lo que tú le propones: que tú serás el pueblo de su propiedad, como te ha prometido, y que cumplirás todos sus mandamientos. I9É1 te encumbrará por encima de todas las naciones que él ha creado, dándote gloria, fama y honor, para que seas un pueblo consagrado al Señor tu Dios, como te ha prometido".
*» En el contexto del Deuteronomio, el presente fragmento revela su carácter jurídico: es una fórmula de tratado, una ratificación formal de la alianza. Por eso es significativa su ubicación después del cuerpo legislativo (ce. 11-26) y las bendiciones y maldiciones consiguientes a la observancia o transgresión de los decretos del Señor. En el plano jurídico, en el antiguo Israel, el pac-
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lo representa la forma más radical para construir una comunión entre personas; consiste en crear una situación en la que los contrayentes se intercambian lo que tienen de más personal y propio (cf. 1 Sam 18,3; 20,8; 23,18). Con presencia de testigos -y con un documento público- cada una de las partes propone y acepta un doble compromiso recíproco. El fragmento que nos propone hoy la liturgia presenta un particularísimo tipo de "pacto": no se trata de un pacto entre dos hombres, sino entre un Dios y un pueblo, entre el Dios fiel e Israel. Es un pacto "teológico" en el que los contrayentes están en distinto plano. En su sencillez, la perícopa tiene u n claro significado didáctico, y manifiesta la experiencia que Israel tiene de Dios: Dios no es un ser absoluto, lejano, inaccesible; Dios es comunión, es voluntad de salvación para el pueblo que él ha elegido. Es él quien toma la iniciativa de la elección por puro amor gratuito con el pueblo (cf. Dt 4,37). Ks él quien da a Israel leyes y mandatos que constituyen un camino de vida y un modelo de sabiduría para los individuos (cf. Bar 4,1-4). Acoger la gracia y corresponder por medio de la obediencia a la voz del Señor es la respuesta fiel que Dios pide a Israel.
Evangelio: Mateo 5,43-48 Jesús dijo:"" Habéis oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. J5 De este modo seréis dignos hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos. '" Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen también eso los publícanos? 4; Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? 4!i Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.
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**• Nos encontramos ante la última antítesis en la que Jesús, con su enseñanza de la Ley, indica su cumplimiento. El libro del Levítico manda el amor al prójimo y prohibe la venganza y el rencor "contra los ¡lijos de tu pueblo" (Lv 19,18): por "prójimo" probablemente hay que entender aquel con el que se vive y perlene a la misma etnia. Lo añadido, "odiarás a tu enemigo", no proviene del Antiguo Testamento ni de las enseñanzas rabínicas, pero expresa en concreto el modo con que el hombre de a pie recibía el mándalo: incluso los esenios y los zelotas contemporáneos a Jesús aceptaban esta interpretación. Jesús, por el contrario, pide una calidad sin restricciones, una oración que abarque a lodos, también a los que nos hacen sufrir. ¿Cómo puede exigir tanto? El fundamento es el amor gratuito e incondicionado que nosotros recibimos de un Dios que es Padre y nos quiere hijos semejantes a él en el obrar el bien y en procurar el gozo a los demás (vv. 44s). Todos los demás: no se trata de una universalidad ideal, sino muy concreta; propone a m a r a aquel que no nos ama, saludar al que nos niega el saludo... Es lo que distingue al discípulo de Cristo de los paganos y pecadores (w. 46s); y superando la tendencia humana natural y limitada, nos hace tender a la perfección con la misma medida inconmesurable del Padre, que es a m o r (v. 48). Llegados a este punto, carece de sentido pedir una recompensa a Dios por la observancia tan minuciosa y estricta de las normas de justicia: la graluidad del amor se convierte en ley reguladora de las relaciones con Dios y con los hombres. En esto consiste la "justicia superior" que Jesús pone como condición para entrar en el Reino de los Cielos (5,20).
Sábado
IOS MEDITATIO
Dios ha sellado con su pueblo un pacto de alianza recíproca, pidiéndole observar sus leyes y normas con todo el corazón. Jesús nos muestra la meta de esta obediencia: llegar a ser hijos semejantes al Padre, perfectos como él es perfecto. Pero la perfección de Dios no es una inalterable serenidad, una pureza aséptica. Cristo nos revela que es misericordia con todos, gratuidad universal, bondad que supera cualquier medida h u m a n a . Por consiguiente, tender a la perfección significa conformar nuestro corazón con el del Padre, que derrama bienes sobre todos, sin hacer distinción entre buenos y malos, justos e injustos, agradecidos e ingratos. Jesús nos manifiesta un a m o r similar con todos, pero no de una manera genérica, como una benevolencia seráfica con la humanidad. Nos dice: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen"; actuar con caridad con el que nos está haciendo el mal. Esto es a m a r de modo perfecto, ofreciendo el don más grande, el per-dón. Así nos ha amado Cristo desde la cruz, dejándonos no sólo ejemplo, sino también la gracia necesaria para conformarnos a él. No nos limitemos a lo que nos es connatural, siendo benevolentes con los que nos manifiestan benevolencia: esto lo hacen también de modo natural quienes todavía no conocen el rostro del Padre. A nosotros se nos ha manifestado; se nos ha concedido una gracia sobreabundante: no nos quedemos en cuestiones de mérito, no busquemos recompensas. El a m o r de Dios derramado sobre nuestros corazones es la más espléndida e inmerecida recompensa.
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ORATIO Jesús, Hijo de Dios vivo, tú nos has mostrado en tu rostro el rostro del Padre: haz que mirándote a ti, que no te avergüenzas de llamarnos "hermanos", aprendamos a vivir como verdaderos hijos, obedientes a la voluntad de Dios. Señor, tú nos has revelado que el Padre derrama su amor a todos: haz que llegando a la luiente de toda bondad podamos llevar al mundo el agua viva del Espíritu, que todo lo renueva. Oh Cristo, que pediste desde la cruz perdón para todos nosotros: haz que acogiendo la gracia divina aprendamos a amar con corazón gratuito a todos los hombres, y más que a nadie al hermano que nos ha hecho mal. Entonces, al mirarnos, el Padre nos podrá reconocer verdaderamente como hijos suyos. Sea este nuestro único deseo: tender a la comunión plena, tener un solo corazón y una sola alma.
CONTEMPLATIO Quien ama a todos se salvará, sin duda. Quien es amado por todos no se salvará por eso. "Dios es amor." Quien se relaciona con alguien sin amor, vende a Dios, vende su felicidad. Sólo se da felicidad amando. ¿Cuál es la belleza natural del alma? Amar a Dios. ¿Y cuánto? "Con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas" (Le 10,27). En el mismo orden de belleza hay que poner el amor al prójimo. ¿Cuánto? Hasta la muerte. Si no lo haces, ¿quién sufrirá el daño? No Dios, sino quizás un poco el prójimo, pero tú serás quien sufra un daño enorme. De hecho, el ser privado de una belleza o perfección natural no es igualmente dañino a las criaturas. Si la rosa deja
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Sábado
de tener su color natural o la azucena su aroma, el il.uio que yo recibiría sería de menor importancia aunque me gusten estas sensaciones; mas para la rosa y la azucena sería un daño terrible, porque se ven privadas de su propia y natural belleza (Guigo I., Meditationes, II, 23,89,465).
A
p. Salvador Macayafc .OUSTmORECOL^
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso" (Le 6,36).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Seas bendito, oh eterno Dios. Que cesen toda venganza, la incitación al castigo o a la recompensa. Los delitos han superado toda medida, todo entendimiento. Ya hay demasiados mártires. No peses sus sufrimientos en la balanza de tu justicia, Señor, y no dejes que estos carniceros se ceben con nosotros. Que se venguen de otro modo. Da a los verdugos, a los delatores, a los traidores y a todos los hombres malvados el valor, la fuerza espiritual de los otros, su humildad, su dignidad, su continua lucha interior y su esperanza invencible, la sonrisa capaz de borrar las lágrimas, su amor, sus corazones destrozados pero firmes y confiados ante la muerte, sí, hasta el momento de la más extrema debilidad [...]. Que todo esto se deposite ante ti, Señor, para el perdón de los pecados como rescate para que triunfe la justicia; que se lleve cuenta del bien y no del mal. Que permanezcamos en el recuerdo de nuestros enemigos no como sus víctimas, ni como una pesadilla, ni como espectros que siguen sus pasos, sino como apoyo en su lucha por destruir el furor de sus pasiones criminales. No les pediremos nada más. Y cuando todo esto acabe, concédenos vivir como hombres entre los hombres y que la paz reine sobre nuestra pobre tierra. Paz para los hombres de buena voluntad y para todos los demás (Oración anónima, escrita en yiddish, encontrada en Auschwitz-Birkenau, cit. en B. Ducruet, Con ¡a pace nel cuore, Milán 1998, 42s).
Domingo
Segundo domingo de cuaresma Año A
LECTIO
Primera lectura: Génesis 12,1-4a 1
Kl Señor dijo a Abrán: - Sal de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré. -'Yo haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre, que será una bendición. ' Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra. ^Partió Abrán, como le había dicho el Señor, y Lot marchó con él.
**• Después de la alianza establecida con Noé, con la que Dios juró fidelidad a lo creado (cf. Gn 9), los hombres siguen inclinándose al mal (cf. Gn 11). Pero Dios continúa buscando la comunión con los hombres: a la dispersión de Babel sigue la vocación de Abrahán, llamado significativamente a romper todo vínculo social y de clan para poder seguir incondicionalmente los caminos del Señor (Gn 12,1).
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Al mandato de Dios -"Sal de tu tierra..."- sigue una promesa de bendición sobreabundante: en dos versículos aparece cinco veces, y tal repetición indica los tres ámbitos de la acción de Dios en favor de Abrahán. El primero es la promesa de una posteridad humanamente imposible (Gn 11,30), acompañada de un gran nombre impuesto por Dios (como contraposición a Gn 11,4). El segundo ámbito, manifestado en el v. 3a, amplía el horizonte a todos los que reconozcan y acojan la historia de salvación que Dios inaugura a partir de Abrahán: se convertirán en hijos de la promesa. Por el contrario, quien pretenda obstaculizarla, no logrará su intento (cf. Nm 22-24). En el v. 3b el horizonte se unlversaliza: el tercer ámbito de la acción benéfica de Dios con Abrahán es la inclusión de todas las razas de la tierra en la historia de salvación. En Cristo, la promesa de Dios se ha dilatado a todas las gentes (cf. Gal 3,15-18) hasta el cumplimiento escatológ ico. Al mandamiento de Dios sigue la obediencia de Abrahán, dejando que Dios disponga de sí y di- su destino. Fiándose de él marchó como le había dklio el Señor. En esta marcha, no sólo Israel, sino lodos ION "hijos de la promesa" reconocen el prototipo de las sucesivas "salidas" que el Señor pedirá a los suyos: el l'xodo, la vuelta de Babilonia, el seguimiento de ios discípulos, el compromiso de vivir como extranjeros y peregrinos en este mundo. La fe obediente de Abrahán qtiednia para todos como p a r a d i g m a de la respuesta a la propia vocación.
Segunda lectura: 2 Timoteo 1,8b-10 8h
Con la confianza puesta en el poder de Dios, sufre conmigo por el Evangelio. " Dios nos ha salvado y nos ha dado una vocación santa, no por núes! ras obras, sino por su propia voluntad y por la gracia que nos ha sido dada desde la eterni-
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Segunda semana tle cuaresma
dad en Jesucristo. "' Esta gracia se ha manifestado ahora en la aparición de nuestro Salvador, Jesucristo, que ha destruido la muerte y ha hecho irradiar la vida y la inmortalidad gracias al anuncio del Evangelio.
**• Desde Roma Pablo, en la cárcel como un delincuente vulgar (2,9), envía a su querido discípulo Timoteo, obispo de Efeso, una desgarradora llamada con tono de último mensaje. A la prisión, se añade el sufrimiento moral (1,12), pero no debe ser motivo de vergüenza o desalíenlo para el hijo espiritual (1,8). Es, más bien, el momenlo oportuno para reavivar el c a n s ina recibido mediante la imposición de las manos de los presbíteros y obtener el espíritu de fortaleza, a m o r v sabiduría que permite afrontar victoriosamente la hora de la prueba (v. (vs). Es inevitable que los discípulos de ( f i s t o deban s u b i r a causa de su fe (2,3), pero no están solos en la persecución: la gracia de Dios sostiene en el momento de dar testimonio (v. 8b) y hace que incluso la debilidad humana concurra a la salvación (2,10-12a). En el breve v. 10 aparece el núcleo del kérygma: la encarnación, la muerte y la resurrección del Salvador. El nos ha abierto un acceso a la luz, venciendo la muerte; siguiendo sus huellas y las huellas de todos los santos que han seguido fielmente a Jesús, también Timoteo (y, como él, cualquier cristiano) podrá afrontar con fe y amor los sufrimientos por el Evangelio (v. 13). La nostalgia de la separación (v. 4), la timidez h u m a n a (v. 7) de Timoteo, la "escandalosa" situación en la que Pablo se encuentra, las reiteradas alusiones a la cárcel y a la defección de los cristianos (v. 15), podrían arrojar una oscura sombra en la vida del discípulo, por eso el apóstol -con un vocabulario que evoca la luminosidad (v. 10)- alienta: Cristo sacó a la luz la vida inmortal.
Domingo
I II
Evangelio: Mateo 17,1-9 I
Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedio, a Sniilliiyo y a su hermano Juan, y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brillaba como el sol v sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 5 En eslo, virmii a Moisés y a Elias, que conversaban con Jesús. 4 Pedro lomo la palabra y dijo a Jesús: - Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres hago I res lleudas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elias. "Aún estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió y una voz desde la nube decía: - Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo. "Al oír esto, los discípulos cayeron de bruces, aterrados ele miedo. 7 Jesús se acercó, los tocó y les dijo: - Levantaos, no tengáis miedo. II Al levantar la vista no vieron a nadie más que a Jesús. 'Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: - No contéis a nadie esta visión hasta que el Mijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.
*•• En el texto de Mateo, la narración de la transfiguración comienza con una indicación cronológica -"Seis días después"- que lo vincula con lo precedente, es decir, con la profesión de fe de Pedro, con el primer anuncio claro por parte de Jesús de su pasión y con la declaración de que para ser discípulos es necesario seguirle por el camino de la cruz. "Seis días después" el Maestro lleva a tres de sus discípulos a una montaña alta para concederles la experiencia anticipada de la gloria prometida después de padecer. En aquella elevada soledad Jesús les muestra su aspecto divino "cambiando de aspecto" (v. 2). Mateo insiste particularmente en la luz y el fulgor que emanan de él, evocando la figura del Hijo del hombre de l)n 10 y la narración de la manifestación de YHWH en la cumbre del Sinaí (Ex 34,29-33).
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Segunda semana de cuaresma
Las continuas alusiones a las teofanías del Antiguo Testamento (Ex 19,16; 24,3; 1 Re 19,11) indican que está pasando algo extremadamente importante: en Jesús la antigua alianza va a transformarse en "nueva y eterna alianza". La aparición de Moisés y Elias testimonia que Jesús es el cumplimiento de la Ley y los Profetas, el que guiará al pueblo a la verdadera tierra prometida y lo restablecerá en la integridad de la le en Dios. La intervención de Pedro (v. 4) indica el contexto litúrgico de la fiesta de los Tabernáculos, la más alegre y respladeciente de luces, que conmemoraba el tiempo del Éxodo, cuando Dios bajuna en medio de su pueblo morando también él en una tienda, la tienda del encuentro. La Nube de la Presencia (shck/ünah), que ahora desciende y envuelve a los presentes, actualiza y lleva a la plenitud la liturgia: como declara la voz que se oye desde el cielo, Jesús es el prolela "más grande" preaininciado por el mismo Moisés (Di 18,15), y lo es por ser el Hijo predilecto de Dios. Ante esta manilestación extraordinaria de gloria, un gran temor se apodera de los discípulos. Jesús los reanima con su gesto y su palabra (v. 7) como el Hijo del hombre de la visión de Daniel. Se vuelve más desconcertante e incomprensible a los discípulos lo que Jesús, ya sólo, les dice: el Hijo del hombre - la figura gloriosa esperada como conclusión de la historia deberá afrontar la muerte y resucitar.
MEDITATIO La liturgia de hoy nos pide caminar por u\] sendero estrecho y áspero. Es el camino de la fe obediente que exigió a Abrahán unas rupturas concretas y dirigirse a metas desconocidas. Es el camino de la difícil perseverancia que exige a Timoteo vencer el desaliento y una
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I I
stro. ,s Su palabra no ha tenido acogida en vosotros; así lo prueba el hecho de que no queréis creer en el enviado del Padre. " Estudiáis apasionadamente las Escrituras, pensando encontrar en ellas la vida eterna; pues bien, también las Escrituras hablan de mí;4" y a pesar de ello, vosotros no queréis aceptarme para tener vida eterna. 41 Yo no busco honores que puedan dar los hombres. 42 Además, os conozco muy bien y sé que no amáis a Dios. 4 ' Yo he venido de parte de mi Padre, pero vosotros no me aceptáis; en cambio, aceptaríais a cualquier otro que viniera en nombre propio. 44 ¿Cómo vais a creer vosotros, si lo que os preocupa es recibir honores los unos de los otros y no os interesáis por el verdadero honor, que viene del Dios único? 4i No penséis que voy a ser yo quien os acuse ante mi Padre; os acusará Moisés, en quien tenéis puesta vuestra esperanza. 46 Él escribió acerca de mí; por eso, si creyerais a Moisés, también me creeríais a mí.4T Pero si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer lo que yo digo?
**• Continúa el discurso apologético de Jesús como réplica a las acusaciones de los judíos. A medida que avanza el discurso, se va enconando más y más. Cada vez aparece más clara la distinción entre el "yo" de Jesús y el "vosotros" de los oyentes hostiles. La perícopa llega al punto culminante del proceso del Señor Dios contra su pueblo amado con predilección, pero obstinadamente rebelde, ciego y sordo. Cuatro son los testimonios aducidos por Jesús que deberían llevar a los oyentes a reconocerlo como Mesías,
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el enviado del Padre, el Hijo de Dios: las palabras de Juan Bautista, hombre enviado por Dios; las obras de vida que él mismo ha realizado por mandato de Dios; la voz del Padre, y, finalmente, las Escrituras. Estos testimonios, tan diversos, tienen dos características comunes: por una parte, como respuesta a la acusación de blasfemia por los judíos contra Jesús, remiten al actuar salvífico de Dios Padre; por otra, no dicen nada verdaderamente nuevo. Los judíos se encuentran así sometidos a un proceso. Su ceguera procede de una desviación radical, interior: los acusadores no buscan la "gloria que procede sólo de Dios", revela el riesgo y les pone en guardia: creen obtener vida eterna escudriñando los escritos de Moisés, pero estos escritos son los que les acusan. ¿El intercesor por excelencia tendrá que convertirse en su acusador? El fragmento concluye con una pregunta que pide a cada uno examinar la autenticidad y sinceridad de la propia fe.
MEDITATIO Llevar una vida auténticamente religiosa significa ante todo sentirse dependiente de Dios, unidos a él con un vínculo indisoluble. Lo demás es secundario. De aln brotan las actitudes espirituales y prácticas que carac terizan al creyente y le diferencian del no creyente. El creyente es el que, en una situación de prueba, no aban dona a Dios como si fuese la causa de su nial, sino que se vuelve hacia él con una insistencia invencible, romo hizo Moisés. Además, el creyente adulto en la le siente como piue ha personal las pruebas de sus hermanos próximos u le ¡anos: en todos ve a su prójimo. Ora por lodos y es un intercesor universal, dispuesto a cargar ton las cK-l>ili
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dades de los demás, a sufrir para que los otros puedan ser aliviados en su dolor, como hicieron Moisés y, sobre todo, Jesús, el inocente muerto como pecador por nosotros, injustos. En esta humilde, fiel y continua donación de sí está el verdadero testimonio. Frente a una vida entregada al servicio de los más débiles, frente a personas que no acusan, sino que suplican y perdonan, antes o después surgirá la pregunta: "¿Por qué actúa así?". La existencia de un Dios que es amor no se "demuestra" más que dejando transparentar que vive en los corazones de los que le acogen.
ORATIO Señor, esplendor de la gloria del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos buscado la gloria h u m a n a vanamente: lo único que sacamos es hacernos más duros de corazón, sin saber dar un sentido a las cosas, a los acontecimientos. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres transparencia del rostro del Dios-humildad. Jesús, testigo fiel y veraz del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos rechazado las exigencias de tu Palabra y hemos preferido seguir los ídolos del m u n d o , viviendo una "espiritualidad de compromiso": ilusiones falaces que apagan el a m o r interior. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que nos permites oír la voz del Dios-verdad. Cristo, Hijo obediente enviado por el Padre, ten piedad de nosotros. Hemos olvidado las Escrituras, que nos cuentan la pasión que sufriste por nosotros; hemos apartado la mirada de quien todavía vive la pasión en el cuerpo o en el corazón; intercede por nosotros, pecadores, tú, inocente Cordero de Dios. Queremos ir a ti para Icner vida; a ti, que eres la presencia encarnada del Dios-misericordia.
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¡Oh, cuan bella, dulce y cariñosa es la Sabiduría encarnada, Jesús! ¡Cuan bella es la eternidad, pues es el esplendor de su Padre, el espejo sin mancha y la imagen de su bondad, más radiante que el sol y más resplandeciente que la luz! ¡Cuan bella en el tiempo, pues ha sido formada por el Espíritu Santo pura, libre de pecado y hermosa, sin la menor mancilla, y durante su vida enamoró la mirada y el corazón de los hombres y es actualmente la gloria de los ángeles! ¡Cuan tierna y dulce es para los hombres, especialmente para los pobres y pecadores, a los que vino a buscar visiblemente en el mundo y a los que sigue todavía buscando invisiblemente! Que nadie se imagine que, por hallarse ahora triunfante y glorioso, es Jesús menos dulce y condescendienle; al contrario, su gloria perfecciona en cierto modo su dulzura; más que brillar, desea perdonar; más que ostentar las riquezas de su gloria, desea mostrar la abundancia de su misericordia (L.-M. Grignion de Montfort, El amor de la Sabiduría eterna, XI, 126-127).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "El que cree tiene la vida eterna" (Jn 6,47).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La tradición cristiana sostiene que el libro que vale la pena leer es nuestro Señor Jesucristo. La palabra Biblia significa "libro", y todas las páginas de este libro hablan de él y quieren llevar a él [...]. Es necesario que se dé un encuentro entre Cristo y la persona humana, entre ese Libro que es Cristo y el corazón humano, en el que está escrito Cristo no con tinta, sino con el Espíritu Santo.
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Viernes de la cuarta semana de cuaresma
¿Por qué leer? Porque Jesús mismo ha leído. Fue libro y lector, y continúa siendo ambas cosas en nosotros. ¿Cómo leer? Como leyó Jesús. Sabemos que Jesús leyó y explicó a Isaías en la sinagoga de Nazaret. Sabemos también cómo comprendió las Escrituras y cómo a través de ellas se comprendió a sí mismo y su misión. Como lector del libro y él mismo como Libro, después de su glorificación concedió este carisma de lectura a sus discípulos, a la Iglesia y también a nosotros. Desde entonces, gracias al Espíritu, que actúa en la Iglesia, toda lectura del Libro sagrado es participación de este don de Cristo. Somos movidos a leer la Escritura porque él mismo lo hizo y porque en ella le encontramos a él. Leemos la Escritura en él y con su gracia. Y debemos concluir que la lectura cristiana de las Escrituras no es principalmente un ejercicio intelectual, sino que, esencialmente, es una experiencia de Cristo, en el Espíritu, en presencia del Padre, como el mismo Cristo está unido a él, cara a cara, orientado a él, penetrando en él y penetrado por él. La experiencia de Cristo fue esencialmente la conciencia de ser amado por el Padre y de responder a este amor con el suyo. Es un intercambio de amor. A través de nuestra experiencia personal, seremos capaces de leer a Cristo-Libro y, en él, a Dios Padre (J. Leclercq, Ossa humiliata, Seregno 1993, 65-85, passim).
LECTIO
Primera lectura: Sabiduría 2, la. 12-22 2
'" Dijeron los impíos, discurriendo equivocadamente: Acechemos al justo, porque nos resulta insoportable y se opone a nuestra forma de actuar, nos echa en cara que no hemos cumplido la Ley, y nos reprocha las faltas contra la educación recibida; "se precia de conocer a Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. 14 Es un reproche contra nuestros pensamientos, y sólo verlo nos molesta. 15 Pues lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes. 16 Nos considera moneda falsa, se aparta de nosotros como si fuéramos impuros. Proclama dichosa la suerte de los justos y se precia de tener a Dios por Padre. 17 Veamos si es verdad lo que dice, comprobemos cómo le va al final. 18 Porque si el justo es hijo de Dios, él lo asistirá y lo librará de las manos de sus adversarios. 19 Probémoslo con ultrajes y tortura: así veremos hasta dónde llega su paciencia y comprobaremos su resistencia. 20 Condenémoslo a muerte ignominiosa, 12
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Cuarta semana de cuaresma
pues, según dice, Dios lo librará". Así piensan, pero se equivocan, pues los ciega su maldad. 22 Ignoran los secretos de Dios, no confían en el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de los intachables. 21
*+• Después de u n a exhortación para vivir de acuerdo con la justicia (Sab 1,1-15), el hagiógrafo deja la palabra a los "impíos". Éstos, en un discurso articulado, exponen su "filosofía": viven la vida como búsqueda desenfrenada del placer, eliminando -incluso con violencia- cualquier obstáculo que se les ponga por delante. Los dos versículos que enmarcan la exposición manifiestan un claro juicio condenatorio: razonan equivocadamente (v. 1), se engañan (v. 21). Los "impíos" de los que se habla son probablemente los hebreos apóstatas de la comunidad de Jerusalén, que, aliados con los paganos, persiguen a sus hermanos fieles al Dios de la alianza. Con su conducta estos "justos" constituyen una presencia insoportable. Cuatro imperativos muestran u n creciente rencor oculto que se convierte en odio abierto: del tender acechanzas se pasa al insulto, para llegar finalmente al proyecto de condena a muerte, en un desafío blasfemo contra Dios (v. 18; cf. v. 20). El "resto" de Israel vive su pasión profetizando la del Mesías. Jesús es el único Justo verdadero, el Hijo amado, el humilde puesto a prueba, escarnecido (v. 19) y condenado a una muerte infame (v. 20). Pero, sobre todo, es él quien, habiendo puesto toda su confianza en el Padre, surge del abismo en la luz de pascua como primogénito de los muertos. La esperanza del Antiguo Testamento adquiere una dimensión inesperada, que supera cualquier "profecía" posible: por los méritos de uno solo, todos son constituidos "justos", si se abre el corazón para acoger el don de su gracia.
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Evangelio: Juan 7,1-2.10.25-30 1
Después de algún tiempo, Jesús andaba por Galilea. Evitaba estar en Judea porque los judíos buscaban la ocasión para matarlo. 2Ya estaba cerca la fiesta judía de las Tiendas. '" Cuando sus hermanos se habían marchado ya a la fiesta, fue también Jesús, pero de incógnito, no públicamente. 25 Entonces, algunos de los que vivían en Jerusalén se preguntaban: - ¿No es éste el hombre al que quieren matar? 20 Resulta que está hablando en público y nadie le dice ni una palabra. ¿Es que habrán reconocido nuestros jefes que es en realidad el Mesías? 2T Pero, por otra parte, cuando aparezca el Mesías, nadie sabrá de dónde viene, y éste sabemos de dónde es. 28 Al oír estos comentarios, Jesús, que estaba enseñando en el templo, levantó la voz y afirmó: - ¿De manera que me conocéis y sabéis de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por aquel que es veraz, a quien vosotros no conocéis. 2 " Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él quien me ha enviado. •10 Intentaron entonces detenerlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima, porque todavía no había llegado su hora.
**• La persona de Jesús suscitó preguntas e inquietudes entre sus contemporáneos, mientras la aversión de los jefes judíos llega al paroxismo (v. Ib). Jesús no es un provocador ni un cobarde: espera la hora del Padre sin huir ni adelantar los acontecimientos. Por eso evita la Judea hostil y cuando por fin sube a Jerusalén a la liesla más popular, la de las Tiendas, lo hace "de incógnito", contrariamente al deseo de sus parientes, pero deseosos de disfrutar su fama (vv. 3-5). Kn la ciudad santa, sin embargo, es reconocido en seguida. Y como siempre se dividen los ánimos: ahora se trata de su mesianismo. Los círculos apocalípticos de la época sostenían el origen misterioso del Mesías: y si Jesús proviene de
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Nazaret, es sólo un impostor (w. 26s). Jesús no ignora las voces que se van difundiendo, y sobre ellas se eleva su propia voz, fuerte y clara, en el templo (v. 28: literalmente "grito"; se trata de u n a proclamación solemne y con autoridad). Con sutil ironía, se muestra que su origen es efectivamente desconocido a los que piensan saber muchas cosas de él: de hecho, no quieren reconocerlo como el enviado de Dios y por eso no conocen al Dios veraz y fiel que cumple en él sus promesas. Las palabras de Jesús suenan a los oídos de sus adversarios como una ironía, un insulto y u n a blasfemia. Tratan de echarle mano, pero en vano: él es el Señor del tiempo y las circunstancias, porque se ha sometido totalmente al designio del Padre, y todavía no ha llegado su "hora" (v. 30).
MEDITATIO Juan ubica el drama mesiánico en el interior de la historia del pueblo de Dios; en particular, une la vida de Jesús con las celebraciones de las grandes fiestas hebreas, que tenían como objetivo mantener viva la memoria de las grandes obras de Dios. Como siempre, en el cuarto evangelio, los pequeños detalles adquieren un valor simbólico. ¿Por qué aparece el complot contra Jesús pocos días antes de la celebración de la fiesta de las Tiendas? En esta fiesta se agradecía a Dios las cosechas y se recordaban los cuarenta años pasados en el desierto. Se construían chozas con ramas -también en Jerusalén-, a las que se iba a meditar: retiro en un desierto simbólico. La controversia que relata Juan se sitúa precisamenle en vísperas de este tiempo propicio a la reflexión. Es como si Jesús hiciese un último esfuerzo para invitar a los adversarios a reflexionar sobre su persona y sobre sus "obras". Sabemos que el resultado fue negativo. ¿No
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podríamos quizás nosotros, acogiendo la sugerencia de la liturgia de hoy, hacer este alto en nuestro camino hacia la pascua, tomarnos un tiempo para dedicarlo a releer y meditar este texto tan denso e inagotable, para inlerrogarnos más profundamente sobre el misterio de la persona de Jesús y adherirnos a él con mayor amor?
MEDITATIO ¡Ven, Espíritu Santo de Dios! Hemos endurecido nuestros corazones como una piedra a causa de nuestro pertinaz orgullo, la violencia finamente perpetrada, las grandes o pequeñas ambiciones que perseguimos a toda costa. Cada día condenamos al Inocente a una muerte infame, cuando nos mueve un principio distinto de el del amor. El mal que hacemos, quizás sin darnos cuenta, aplasta hoy a los inocentes. ¡Ven, Espíritu Santo, crea en nosotros un corazón nuevo! Tú, luz santísima, esclarece la conciencia, ilumina la inteligencia: pretendíamos conocer a Dios y hemos despreciado a su Cristo en la multitud de pobres humillados por la vida que, sin apariencia ni brillo, han pasado junto a nosotros. ¡Ven, Espíritu Santo, crea en nosotros un corazón nuevo! Dulce huésped del alma, ayúdanos a descubrir el origen del Humilde que soportó en silencio la iniquidad de todos nosotros sin avergonzarse de llamarnos "hermanos". Confórmanos a él para que comprendamos la gracia de vivir como hijos del único Padre, enviados por él con Cristo a llevar el a m o r a todo ser humano. ¡Ven, Espíritu nuevo!
Santo,
crea en nosotros
un
corazón
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CONTEMPLATIO Tú eres el Cristo, Hijo del Dios vivo. Tú eres el revelador de Dios invisible, el primogénito de toda criatura, el fundamento de todo. Tú eres el Maestro de la humanidad. Tú eres el Redentor: naciste, moriste y resucitaste por nosotros. Tú eres el centro de la historia y del mundo. Tú eres quien nos conoce y nos ama. Tú eres el compañero y amigo de nuestra vida. Tú eres el hombre del dolor y de la esperanza. Tú eres aquel que debe venir y que u n día será nuestro juez y, así esperamos, nuestra felicidad. Nunca acabaría de hablar de ti. Tú eres luz y verdad; más aún: tú eres "el camino, la verdad y la vida" [...]. Tú eres el principio y el fin: el alfa y la omega. Tú eres el rey del nuevo mundo. Tú eres el secreto de la historia. Tú eres la clave de nuestro destino. Tú eres el mediador, el puente entre la tierra y el cielo. Tú eres por antonomasia el Hijo del hombre, porque eres el Hijo de Dios, eterno, infinito. Tú eres nuestro Salvador. Tú eres nuestro mayor bienhechor. Tú eres nuestro libertador. Tú eres necesario para que seamos dignos y auténticos en el orden temporal y hombres salvados y elevados al orden sobrenatural. Amén (Pablo VI, 29 noviembre 1970).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor" (Sal 33,20). PARA LA LECTURA ESPIRITUAL En la vida de Jesús, en su vivir mediante el Padre, se hace presente el sentido intrínseco del mundo, que se nos brinda como
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amor - d e un amor que ama individualmente a cada uno de nosotros- y, por el don incomprensible de este amor, sin caducidad, sin ofuscamiento egoísta, hace la vida digna de vivirse. La fe es, pues, encontrar un tú que me sostiene y que en la imposibilidad de realizar un movimiento humano da la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a la eternidad, sino que la otorga. La fe cristiana obtiene su linfa vital del hecho de que no sólo existe objetivamente un sentido de la realidad, sino que este sentido está personalizado en Uno que me conoce y me ama, de suerte que puedo confiar en él con la seguridad de un niño que ve resueltos todos sus problemas en el "tú" de su madre. Todo esto no elimina la reflexión. El creyente vivirá siempre en esa oscuridad, rodeado de la contradicción de la incredulidad, encadenado como en una prisión de la que no es posible huir. Y la indiferencia del mundo, que continúa impertérrito como si nada hubiese sucedido, parece ser sólo una burla de sus esperanzas. ¿Lo eres realmente? A hacernos esta pregunta nos obligan la honradez del pensamiento y la responsabilidad de la razón, y también la ley interna del amor, que quisiera conocer más y más a quien ha dado su "sí", para amarle más y más. ¿Lo eres realmente? Yo creo en ti, Jesús de Nazaret, como sentido del mundo y de mi vida (J. Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca 1969, 57-58, passim).
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LECTIO
Primera lectura: Jeremías 11,18-20 Dijo Jeremías: ,SE1 Señor todopoderoso me lo hizo saber y comprendí. Entonces me hiciste descubrir sus maquinaciones. '''Yo era como un cordero manso llevado al matadero; no sabía lo que tramaban contra mí. "¡Destruyamos el árbol cuando aún tiene savia, arranquémosle de la tierra de los vivos y que no se mencione más su nombre!" -" Pero tú, Señor todopoderoso, juzgas rectamente y examinas los pensamientos e intenciones; haz que yo pueda ver tu venganza sobre ellos, porque a ti he confiado mi causa.
**• El presente texto constituye la primera de las llamadas "confesiones de Jeremías". Son ráfagas de luz que nos permiten adentrarnos en el m u n d o interior del profeta a través de las repercusiones personales de su misión: son un testimonio precioso, único en la Biblia. Por voluntad del Señor, Jeremías descubre la conjura que sus paisanos de Anatot han urdido contra él para
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quitarle de en medio (v. 19). Es difícil precisar las causas históricas, pero esto no impide captar el mensaje fundamental. En la historia de la salvación, las vicisitudes de la vida del profeta son de capital importancia, por el modo con que tuvo que vivirlas. Jeremías, víctima inocente, pensando en el peligro que acaba de pasar, se compara con un cordero manso llevado al matadero. Esta imagen, présenle también en el cuarto canto del Siervo sufriente de YHWH (Is 53,7), se utilizará ampliamente para describir al Mesías Sufriente que expía en silencio el pecado del m u n d o (Jn 1,29; 1 Pe 1,19; Ap 5,6ss). Atormentado en el corazón y la mente, el profeta sufre, y se atreve -él, tan humilde- a elevar una oración de venganza: es la ley del talión. Jeremías vive su pasión como hombre del Antiguo Testamento; será Jesús, realidad de lo que el profeta figuraba, quien morirá inocente, poniéndose en las manos del Padre él mismo y poniendo también a sus adversarios, que le crucificaron, para que les perdone.
Evangelio: Juan 7,40-53 411
Al oír a Jesús manifestarse de este modo, algunos afirmaban: - Seguro que éste es el Profeta. 41 Otros decían: - Éste es el Mesías. Otros, por el contrario: - ¿Acaso va a venir el Mesías de Galilea? 4 '¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de su mismo pueblo, de Belén? 45 Y surgió entre la gente una discordia por su causa. 44 Algunos querían detenerlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima. 45 Los guardias fueron donde estaban los jefes de los sacerdotes y los fariseos, y éstos les preguntaron: - ¿Por qué no lo habéis traído? 4 "Los guardias contestaron: - Nadie ha hablado jamás como lo hace este hombre.
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Los fariseos les replicaron: - ¿También vosotros os habéis dejado seducir? 48 ¿No os dais cuenta de que ninguno de nuestros jefes ni los fariseos han creído en él?49Lo que ocurre es que esta gente, que no conoce la Ley, se halla bajo la maldición. 50 Uno de ellos, Nicodemo, el mismo que en otra ocasión había ido a ver a Jesús, intervino y dijo: 51 - ¿Acaso nuestra Ley permite condenar a alguien sin haberle oído previamente para saber lo que ha hecho? ? 'Los otros le replicaron: - ¿También tú eres de Galilea? Investiga las Escrituras y llegarás a la conclusión de que los profetas jamás han surgido de Galilea. " Cada uno se marchó a su casa.
**• "Ysurgió entre la gente una discordia por su causa" (v. 43); escena tomada al vivo. El evangelista nos muestra cómo la gente discute sobre un hombre de los que todos hablan, preguntándose si no será el Mesías. Su palabra de autoridad, que fascina incluso a los guardias enviados para arrestarlo (v. 46), no podría dejar lugar a dudas. Pero, sin embargo, se esgrimían dos fuertes argumentos en contra. En primer lugar, -Jesús viene de Galilea, y la Escritura dice que nacería en Belén. Pero, sobre todo, el hecho de que los jefes del pueblo y los fariseos no ha creído en él: ¿puede quizás la gente ordinaria tener otro parecer respecto a este hombre con pretensiones inauditas? Frente a la agitación general, los que ejercen el poder y la ciencia responden con sarcasmo y desprecio, síntomas inequívocos de una reacción desmesurada dictada por el miedo a perder prestigio. Sólo se distingue la valiente voz de Nicodemo -el que vino a ver a Jesús de noche (cf. Jn 3,1)-, que indica que la misma Ley no juzga a nadie antes de haberle escuchado. También se le tacha de ignorancia. Y bruscamente concluye Juan: "Cada uno se marchó a su casa" (v. 53), algunos llevando en el corazón el deseo de conocer más a Jesús; otros, con un rechazo más enconado. Pero la Palabra no calla: todavía no había llegado su hora.
Sábado
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MEDITATIO La Palabra de Dios siempre es viva, pero, ciertamente, hoy nos presenta temas particularmente impactantes. La confesión dolorosa del profeta Jeremías nos dice hasta qué punto hay que estar dispuestos a padecer por ser fieles a Dios, sirviéndole con corazón recto. Pero no menos chocantes son las preguntas sobre la identidad del Mesías que aparecen en el Evangelio. Hoy también se nos pregunta, a veces angustiosamente, quién es Jesús. La gente se divide en el modo de pensar y buscar la verdad. Muchos "se marchan a su casa" encerrados en la duda o la indiferencia porque rechazan al único que es capaz de unificar el corazón y los hombres. ¿Y qué decir de las amenazas, persecuciones y condenas de inocentes? Un cuadro oscuro aparece ante nuestros ojos... Sin embargo, siempre existen figuras egregias que, como Nicodemo, desafían la opinión de los "poderosos" con su indómita pasión por la verdad. Por cierto, no fue nada fácil para los contemporáneos de Cristo creer en él. Debe brotar en nosotros un inmenso agradecimiento hacia los que le reconocieron y siguieron, pues abrieron con su fe el camino de la salvación. ¿Dónde está hoy Jesucristo? ¿Dónde podremos reconocerlo y seguirle? Quizás sea ésta la única pregunta que nos interese, y nadie puede responder por nosotros. Leer estos textos, confrontándolos con la historia actual, significa adentrarse en la Palabra de Dios, vivir a Cristo.
ORATIO Oh Dios, Padre omnipotente, noche y día te dirigimos la pregunta angustiosa: ¿hasta cuándo durarán en la tierra tantos males? ¿Hasta cuándo triunfarán los prepotentes y prosperarán los malvados? ¿Hasta cuándo
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Cuarta semana de cuaresma
calumniarán al inocente sin que lo defiendas, perecerá el justo sin que le socorras? Ábrenos los ojos de la fe para poder reconocer que tú das sentido a todo, desde el momento en que estás siempre presente al lado de todo ser h u m a n o en tu Hijo amado, el Santo, el Inocente, el Cordero manso llevado por nosotros al matadero. Haz que vivamos para él y nos adhiramos a su Palabra, en la que creemos y en la que queremos creer con todas nuestras fuerzas. Aumenta nuestra fe, que nos mantengamos firmes y perseverantes en la hora en la que el misterio extiende su sombra sobre nuestro corazón amedrentado, hasta que se revele en plenitud tu sabio designio de amor.
Sribado
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bre queda exonerado de sus faltas la primera vez, sino que también es acogido por Dios cada vez que vuelve a él arrepentido. Nuestra deuda ha sido pagada por la cruz; por la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos ha rescatado. Los que quieren recurrir a esta gracia con auténtico amor se salvan (Anselmo de Aosta, Oraciones y meditaciones; Meditación sobre la redención del hombre, Madrid 1953, 429-437, passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único" (Jn3,16).
CONTEMPLATIO Alma cristiana, piensa en tu redención y liberación. Saborea la bondad de tu Redentor; incéndiate en el amor de tu Salvador. ¿Dónde está Ta fuerza de Cristo? "Sus manos destellan su poder, allí está oculta su fuerza" (cf. Hab 3,4). Ahora bien, el poder está en sus manos porque han sido clavadas en los brazos de la cruz. Pero ¿dónde está la fuerza en tal debilidad, dónde la grandeza en tal humillación, dónde el respeto en tal abyección? Hay ciertamente algo desconocido, "oculto", en esta debilidad, en esta humillación, en esta abyección. ¡Oh fuerza oculta! Un hombre suspendido en la cruz suspende la muerte eterna a todo el género humano; un hombre clavado al madero desenclava al mundo, condenado a muerte perenne [...]. Fue él quien comprendió lo que agradaba al Padre y podía favorecer a los hombres, y libremente lo hizo. Así el Hijo manifestó al Padre una obediencia libre, cuando quiso realizar espontáneamente lo que sabía que agradaría a su Padre. Con este precio, no solamente el hom-
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La condición del cristiano, en la medida en que ser cristiano es resignarse a estar a merced de alguien, es algo singularmente inconrortable. Y usted lo sabe muy bien. En el fondo, lo que teme es, como dice muy bien, que una vez metido el dedo en el engranaje no se sabe dónde podrá ir a parar. Ciertamente, no se nos oculta que lo que impide tener fe a los que no la tienen es eso. Como es también lo que impide tener más fe a los que ya la tienen. Siempre es grave introducir a otro en la propia vida, incluso desde el punto de vista humano; se sabe que ya no será posible disponer enteramente de uno. Dejar a Jesús entrar en la vida propia encierra un riesgo terrible. No se sabe hasta dónde nos llevará. Y la fe es precisamente eso. Jamás se me hará creer que es confortable. Tomar en serio a Jesucristo es aceptar en la propia vida la irrupción de lo Absoluto del Amor, aceptar el ser arrastrada hacia no se sabe dónde. Y ese riesgo es al mismo tiempo la liberación, porque, en definitiva, después de todo, sabemos bien que sólo deseamos una cosa: ese Amor absoluto; y que, en última instancia, se nos despoja de nosotros mismos. Esto quiere decir, y me parece lo esencial, que la fe no aparece como una manera de acabar con
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Cuarta semana de cuaresma
las aventuras de la inteligencia, como una tranquilidad que uno se concedería cuando queda aún mucho por buscar. La fe no es una meta, sino un punto de partida. Introduce nuestra inteligencia en la más maravillosa de las aventuras, que es contemplar un día a la Trinidad (J. Daniélou, Escándalo de la verdad, Madrid 1962, 136-137, passim).
Quinto domingo de cuaresma Año A
LECTIO
Primera lectura: Ezequiel 37,12-14 12 Esto dice el Señor: Yo abriré vuestras tumbas, os sacaré de ellas, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. I3Y cuando abra vuestras tumbas y os saque de ellas, sabréis que yo soy el Señor. ]AInfundiré en vosotros mi espíritu, y viviréis; os estableceré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago, oráculo del Señor.
*»• En la liturgia de este domingo se habla de resurrección en un crescendo que va desde el presente fragmento del Antiguo Testamento a la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. Dios, por boca de Ezequiel, anuncia la próxima apertura de las tumbas. Se trata de la vuelta de los desterrados. Desde el año 586 a . C , los hebreos se encuentran deportados en Babilonia, y el desaliento se ha apoderado de sus cora/rones, pero el Señor va hacer que su pueblo, que se siente como muerto en tierra extranjera, experimente directamente su poder vivificador. Dios es el que tiene poder de cumplir cuanto pro-
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Quinta semana de cuaresma
mete (cf. v. 14b). Ese día será como u n a nueva creación. Las imágenes que utiliza anuncian la futura proclamación de la salvación integral de la humanidad en la resurrección de Jesús.
Segunda lectura: Romanos 8,8-11 8 Así pues, los que viven entregados a sus apetitos no pueden agradar a Dios. 9 Pero vosotros no vivís entregados a tales apetitos, sino que vivís según el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, es que no pertenece a Cristo. I0 Ahora bien, si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté sujeto a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive por la fuerza salvadora de Dios. "Y si el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos hará revivir vuestros cuerpos mortales por medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros.
**• Es la actualización del oráculo precedente de Ezequiel: el Espíritu "habita de modo estable" (podríamos decir "reposa finalmente") en el h o m b r e (v. 9). Para el h o m b r e , es fuente de seguridad, de paz, de gozo, porque constituye el fundamento inamovible de su pertenencia a Cristo (w. 9s). Por eso, la fidelidad a su Señor no es sólo posible, sino u n a realidad: "No vivís" (es u n presente) bajo el dominio de la carne (v. 9)... Vuestro cuerpo está muerto por al pecado, pero el Espíritu es vida (v. 10). El duelo entre muerte y vida se ha desarrollado históricamente, de una vez por todas, en la cruz. Y para cada cristiano en particular, se actualiza en el rito del bautismo. Ahora bien, se debe manifestar en los hechos de cada día, de cada instante, no viviendo según la carne (v. 8), sino en espera de la victoria definitiva (v. 11; d . también Rom 5,10; 6,5).
Domingo
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Evangelio: Juan 11,1-45 1
Un hombre, llamado Lázaro, había caído enfermo. Era natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. 2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, es la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos.) } Sus hermanas mandaron a Jesús este mensaje: - Señor, tu amigo está enfermo. "Jesús, al enterarse, dijo: - Esta enfermedad no terminará en la muerte, sino que tiene como finalidad manifestar la gloria de Dios; a través de ella se dará también a conocer la gloria del Hijo de Dios. 5 Por eso, Jesús, aunque tenía gran amistad con Marta, con su hermana y con Lázaro, 6 continuó en aquel lugar otro par de días después de haber recibido el mensaje que le habían enviado. 7 Pasado este tiempo, dijo a sus discípulos: - Vamos otra vez a Judea. 8 Ellos replicaron: - Maestro, hace poco que los judíos quisieron apedrearte. ¿Cómo es posible que quieras volver allá? 'Jesús respondió: - ¿No es cierto que el día tiene doce horas? Cualquiera puede caminar durante el día sin miedo a tropezar, porque la luz de este mundo ilumina su camino. I0 En cambio, si uno anda de noche, tropieza, porque le falta la luz. "Y añadió: - Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero yo iré a despertarlo. 12 Los discípulos comentaron: - Señor, si se ha dormido, es señal de que se recuperará. "Jesús hablaba de la muerte de Lázaro, mientras que sus discípulos entendieron que se refería al sueño natural. "Entonces Jesús se expresó claramente: - Lázaro ha muerto. 15 Y me alegro de no haber estado allí, por vuestro bien, porque así tendréis un motivo más para creer. Vamos, pues, alfar 16 Tomás, por sobrenombre "el Mellizo", dijo a los otros discípulos: - Vamos también nosotros a morir con él. 17 A su llegada, Jesús se encontró con que hacía ya cuatro días que Lázaro había sido sepultado. I8 Betania está muy cer-
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ca de Jerusalén, como a dos kilómetros y medio, l9y muchos judíos habían ido a Betania para consolar a Marta y Mana por la muerte de su hermano. 20 Tan pronto como llegó a oídos de Marta que llegaba Jesús, salió a su encuentro; María se quedó en casa. 21 Marta dijo a Jesús: - Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano." Pero, aun así, yo sé que todo lo que pidas a Dios él te lo concederá. 2! Jesús le respondió: - Tu hermano resucitará. 24 Marta replicó: - Ya sé que resucitará cuando tenga lugar la resurrección de los muertos, al fin de los tiempos. 25 Entonces Jesús afirmó: - Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya-muerto, vivirá; 26y todo el que esté vivo y crea en mí, jamás morirá. ¿Crees esto? 27 Ella contestó: - Sí, Señor; yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir a este mundo. 28 Terminada esta conversación, Marta se fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: - El Maestro está aquí y te llama. 29 María se levantó rápidamente y salió al encuentro de Jesús. 30 Jesús no había entrado todavía en el pueblo; se había detenido en el lugar donde Marta se había encontrado con él. " Cuando los judíos que estaban con María en casa consolándola vieron que se había levantado rápidamente y había salido, la siguieron, pensando que iría al sepulcro para llorar allí. " Sin embargo, María se dirigió a donde estaba Jesús. Cuando lo vio, se puso de rodillas a sus pies y exclamó: - Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. "Jesús, al verla llorar, y a los judíos, que también lloraban, lanzó un hondo suspiro y se emocionó profundamente. "Después les preguntó: - ¿Dónde lo habéis sepultado? Ellos contestaron: - Ven, Señor, y te lo mostraremos. •" Entonces Jesús rompió a llorar. -16Los judíos comentaban: - ¡Cómo lo quería!
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Pero algunos dijeron: - Este, que dio la vista al ciego, ¿no podía haber hecho algo para evitar la muerte de Lázaro? w Jesús, de nuevo profundamente emocionado, se acercó más al sepulcro. Era una cueva, cuya entrada estaba tapada con una gran piedra. "Jesús les ordenó: - Rodad la piedra hacia un lado. Marta, la hermana del difunto, le advirtió: - Señor, tiene que oler muy mal, porque ya hace cuatro días que murió. 40 Jesús le contestó: - ¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios? 41 Cuando rodaron la piedra, Jesús, mirando al cielo, exclamó: - Padre, te doy gracias, porque me has escuchado. 42 Yo sé muy bien que me escuchas siempre; si hablo así es por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado. 45 Terminada esta oración, exclamó Jesús con voz potente: - Lázaro, sal fuera. 44 El muerto salió del sepulcro. Tenía las manos y los pies vendados y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: - Quitadle las vendas, para que pueda andar. 45 Al ver lo que Jesús había hecho, muchos de los judíos, que habían ido a visitar a María, creyeron en él. **• La perícopa de la "resurrección de Lázaro", que prepara directamente los acontecimientos pascuales, explicita uno de los aspectos fundamentales de la cristologia joanea. En u n crescendo lento, en el relato se pasa de la narración de la enfermedad (w. 1-6), la muerte y la sepultura (w. 7-37) hasta la resurrección al cuarto día (w. 38-44). Entre líneas aparece la h u m a n i d a d llena de t e r n u r a de Jesús \ - q u e no reprime las lágrimas ni los sollozos (w. 33.35)-, la confidencialidad de la amistad (w. 21-24.32.39s) y el misterio de la filiación divina (w. 4-6.14-15.41s). El "credo" de Marta sintetiza magistralmente esta rica realidad: "Señor... tú eres el Mesías (el mesías es-
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perado en el judaismo), el Hijo de Dios (título cristológico helenístico), el que tenia que venir al mundo (ho erchómenos vibrante de espera escatológica)". El punto más revelador aparece en los w . 25s, lapidario como la revelación del n o m b r e de "YHWH" del que es u n a explicación: "Yo soy la resurrección y la vida". El potente grito con que Jesús llama a Lázaro (v. 43) tiene la fuerza de la llamada a la vida del primer Adán (cf. Gn 2,7) y, a la vez, el dramatismo de la emisión del Espíritu por parte del nuevo Adán en la cruz (cf. Le 23,46). En la "casa de aflicción" o "casa del pobre" (= Betania), efectivamente "YHWH ayuda", según el significado del nombre "Lázaro". ¿Cómo? Dándose misericordiosamente a sí mismo y dando su vida como medicina de inmortalidad.
MEDITATIO Se da una conexión progresiva en los grandes textos de Juan leídos a lo largo de estos últimos domingos de cuaresma. Después de haber hablado del don de Dios (el agua viva), Jesús, verdadera Luz, ha abierto los ojos al ciego de nacimiento. Estas acciones simbólicas anunciaban el bautismo, es decir, el renacimiento por el agua y el Espíritu. Hoy, otra acción simbólica nos habla de las consecuencias del bautismo: la vida nueva e imperecedera. Entre las múltiples consideraciones posibles, nos detenemos en el llanto de Jesús junto a la tumba de su amigo Lázaro. Si sabía que iba a devolverle la vida, ¿por qué llora? Sus lágrimas, tan reales, tienen también un valor simbólico. Se trata de todas las miserias h u m a n a -cuyo culmen es la muerte corporal-, que producen en Jesús esas lágrimas de compasión. Todo el misterio de la redención es un misterio de compasión y de amor.
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La resurrección de Lázaro provocará directamente la condena a muerte de Jesús, que libra a los demás de la muerte a precio de su propia muerte. Los judíos dirán: "¡Ha resucitado a Lázaro, que se salve a sí mismo!". Pero si Jesús se salvara a sí mismo, no podría salvarnos. El a m o r es don. En Jesús vence el amor precisamente al no salvarse a sí mismo, sino muriendo por nosotros. Pues el amor, para vencer, debe saber perder: ésta es la ley fundamental del cristiano. No podemos obtener ningún bien para los demás sin perder nosotros mismos por amor.
ORATIO Señor Jesús, eres nuestro amigo. Sabemos que nos amas m u c h í s i m o y que con frecuencia haces con nosotros lo m i s m o que con tus amigos de Betania. Cuántas veces y en c u á n t a s circunstancias te llamamos, y tú no acudes enseguida. Tus demoras nos dejan preocupados. Tus retrasos nos hacen morir. Pero tú sabes p o r qué. Tú sabes lo que favorece a tus amigos. Tú sabes lo que más conviene a los que amas. Todo lo dispones para hacer que creamos, para llevarnos a u n a fe m á s m a d u r a y a u n a esperanza más firme. Mejor es tu llanto por nosotros que nuestro vivir tranquilo. Mejor es morir para resucitar escuchando tu grito que nos l l a m a . Señor Jesús, cuando por nuestra miseria estemos muertos, desintegrados, no permitas que dejemos de creer que tú lo puedes todo, porque lo quieres por la fuerza de tu a m o r y tu obediencia al Padre. El Padre siempre te escucha porque se complace en ti. Tú, que eres la vida y compartes nuestro morir cotidiano, tú nos harás salir del sepulcro, de todos los sepulcros en los que caemos p o r la debilidad de nuestra fe.
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CONTEMPLATIO Dígnate, Señor, venir a mi t u m b a y lavarme con tus lágrimas: en mis ojos áridos no tengo tantas para lavar mis culpas. Si lloras por mí, me salvaré. Si soy digno de tus lágrimas, desaparecerá el hedor de mis pecados. Si merezco que llores u n momento por mí, me llamarás de la t u m b a de este cuerpo y dirás: "Ven afuera", - para que mis pensamientos no queden encerrados en el estrecho espacio de esta carne, sino que salgan al encuentro de Cristo para vivir en la luz; para que no piense en las obras de las tinieblas, sino en las del día: el que piensa en el pecado trata de encerrarse en sí mismo. Señor, llama a tu siervo que salga afuera: a pesar de las ataduras de mis pecados que me oprimen, con los pies vendados y las manos atadas, y aunque esté sepultado en mis pensamientos y obras muertas, a tu grito saldré libre y me convertiré en u n comensal de tu banquete. Tu casa se inundará de perfume si conservas lo que te has dignado redimir (san Ambrosio, La penitencia, II, 71).
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y el dolor de Marta y María -le veremos pronto llorar-, sino porque es necesario un milagro, un gran milagro, para consolidar la fe de los apóstoles antes de la pasión, ya cercana, que el odio que surge en los judíos por la resonancia de la resurrección de Lázaro va a precipitar. Esta muerte es para la fe. Tened confianza, hermanos, cuando vuestras oraciones parece aue no son escuchadas. No penséis que no han tocado el corazón de Jesús. Si aparentemente han caído en el vacío, no es que él no vea nuestras lágrimas. Con una mirada certera y sin distracciones, él va siguiendo todos los avances del mal. Si no viene en el momento esperado, quiere decir que todavía no ha llegado su hora. Reserva su acción para una conversión que engrandezca y manifieste más la gloria de Dios, que haga nuestra fe más firme y perseverante. ¡Confianza! El sabe elegir su momento y, cuando llega este momento, dice: "Ahora vamos a su casa" (Jn 11,7). Avisada de la llegada del Mesías, Marta sale a su encuentro y dice: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano" (v. 21). Él le responde con una promesa que supera toda esperanza y parece desconcertar su fe: "Tu hermano resucitará" (v. 23). Jesús, queriendo aue surja y resplandezca la fe y la confianza deseada, descorre el velo que oculta el íntimo secreto de su alma: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre" (w. 25s). La fe de Marta se sublima; sobrepasa lo creado, llega a lo invisible y acoge la llama del amor del Salvador allí donde nace, para dispersarse por el mundo: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo" (v. 27) (Cardenal Saliége, Ecrits spirituels, París 1960, 135s, passim).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Tu Palabra me da vida" (Sal 118,50b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La fe, siempre la fe. El Maestro la pide, la busca, ordena las circunstancias para que nazca y se desarrolle en las almas. Si permite la muerte del amigo, no es porque no se apiade de la tristeza
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Quinto domingo de cuaresma Año B
LECTIO
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promesa de un nuevo pacto, no formulado en normas impuestas desde fuera, sino basado en una unión íntima -esponsal- entre Dios y su pueblo. E n el desierto del destierro Dios volverá a hablar a su pueblo-esposa con la frescura de la primera declaración de amor (v. 31). Esta "alianza nueva" (w. 31.33), no grabada en tablas de piedra, sino en lo hondo del corazón humano, como don extraordinario de Dios, será la característica de los tiempos nuevos. Jesús declara realizada esta alianza en su sacrificio durante la institución de la eucaristía (cf. Le 22,20) en la última cena. Su pleno cumplimiento tendrá lugar el Viernes Santo, cuando Jesús, al expirar, entregue (vierta) el Espíritu, principio de la nueva Ley, en el interior de todo creyente.
Primera lectura: Jeremías 31,31-34 31
Vienen días, oráculo del Señor, en que yo sellaré con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá una alianza nueva. 31 No como la alianza que sellé con sus antepasados el día en que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Entonces ellos violaron la alianza, a pesar de que yo era su dueño, oráculo del Señor. " Ésta será la alianza que haré con el pueblo de Israel después de aquellos días, oráculo del Señor: Pondré mi Ley en su interior; la escribiré en su corazón; yo seré su dios y ellos serán mi pueblo. 34 Para instruirse no necesitarán animarse unos a otros diciendo: "¡Conoced al Señor!", porque me conocerán todos, desde el más pequeño hasta el mayor, oráculo del Señor. Yo perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados.
*» En el año 586 a.C, Jerusalén fue destruida por Nabucodonosor. Jeremías se encuentra entre los prófugos en espera de la deportación y experimenta con ellos la lejanía de su tierra. En estas dolorosas circunstancias, el Señor pone en sus labios, como profeta, una palabra de esperanza para todos. A los capítulos 30-31 de su libro se les designa comúnmente con el nombre de "Consolación de Israel". En el fragmento de hoy, es central la
Segunda lectura: Hebreos 5,7-9 7
El mismo Cristo, que en los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas a aquel que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente; s y precisamente porque era Hijo aprendió a obedecer a través del sufrimiento. 'Alcanzada así la perfección, se hizo causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.
**• Estos versículos expresan lo esencial de la obra de salvación realizada por Cristo. Se presenta como el cumplimiento no sólo de las promesas, de la Ley y las profecías, sino también del culto del Antiguo Testamento. Jesús es el único sumo sacerdote misericordioso y fiel que puede purificar realmente al pueblo del pecado, mediante su propia ofrenda una vez por todas (7,26s). Para ello debía asumir nuestra debilidad (v. 7) y nuestros sufrimientos (2,10), para ser en lodo semejante a nosotros.
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Domingo
El fragmento que nos ofrece la liturgia dice con mucho realismo hasta dónde llega la compasión de Cristo por nosotros (v. 7) y cuál es la fuente de su intercesión por nosotros: el pleno cumplimiento de la voluntad del Padre mediante la obediencia. Él la debió aprender conforme al desarrollo normal de cualquier hombre, y el sufrimiento fue la escuela en la que, aun siendo perfecto como Dios (v. 8a), llegó a ser perfecto también como hombre (v. 9). Por la obediencia filial expió la desobediencia del pecado. Los que optan por seguirle por el mismo camino obtienen la salvación eterna concedida por su piedad (v. 7b) a él y a todos por los que fue constituido sumo sacerdote según el modo de Melquisedec (v. 10). Todo lo que padeció por amor se puede reconocer en el corazón nuevo, obediente y filial (v. 8) prometido por Dios al profeta Jeremías. Mirando a Jesús, a su corazón traspasado en la cruz, todos pueden conocer al Señor como amor misericordioso.
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Evangelio: Juan 12,20-33 20
Entre los que habían subido a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos.21 Éstos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: - Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús."Jesús dijo: - Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.24 Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano de trigo a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante. 25 Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferré excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna. 26 Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquel que me sirva será honrado por mi Padre.
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Me encuentro profundamente abatido, pero ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, sálvame de lo que se me viene encima en esta hora? De ningún modo, porque he venido precisamente para aceptar esta hora. 2S Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó esta voz venida del cielo: - Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. 29 De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: - Le ha hablado un ángel. ™ Jesús explicó: - Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por vosotros. " Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. '2 Y yo, una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. "Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir.
*•»• Los dos polos de esta perícopa son la subida a Jerusalén de algunos griegos, que desean ver a Jesús (vv. 20s; cf. v. 19b) y su exaltación en la cruz (w. 32s). Dos ascensiones: la primera, motivada por el atractivo humano de la pascua hebrea y por la persona de Jesús; la segunda es la expresión de la voluntad salvífica del Padre, quien no duda en entregar a la muerte al Hijo unigénito, verdadero cordero pascual. Entre ambos polos, permitiendo el paso del plano de la crónica al de la escatología - e n t r e el tiempo y el final de los tiempos-, está la "hora" de Jesús. Ya ha llegado, como indica la pregunta de los griegos, y por eso no reciben respuesta directa (v. 23): el Padre mismo responderá muy pronto de modo muy elocuente. Como en los sinópticos, se predice lo inaudito: la pasión del Hijo del hombre. La pasión en Juan no será sevjiida por la gloria; más bien, coincidirá con ella. "GloriI icación" y "exaltación" se refieren contemporáneamente .i la cruz y a la resurrección, que son dos aspectos de la hora de Jesús. Quien quiera servirle se compromete en
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un mismo destino de muerte y de gloria (w. 24-26). No se trata de consideraciones abstractas: Jesús se siente profundamente conmovido con la perspectiva de lo que le espera (los w. 26s constituyen el Getsemaní joaneo), pero el centro de su ser se mantiene estable en su adhesión incondicional a la voluntad del Padre, que él vino a cumplir (v. 27b): esta obediencia filial glorifica el nombre del Padre, puesto que manifiesta el amor trinitario y realiza la salvación del mundo (v. 28). En esta entrega total de sí mismo, Jesús se revela como verdadero Hijo del hombre, enviado a juzgar al mundo y a expulsar a su príncipe para inaugurar el Reino de Dios (v. 31). La hora decisiva de la historia es su muerte de cruz.
MEDITATIO El pasaje evangélico de hoy es muy significativo en nuestro camino cuaresmal. Jesús ha subido a Jerusalén a la fiesta de pascua. Algunos griegos acuden a Felipe y le dicen: "Quisiéramos ver a Jesús, quisiéramos conocerlo". Es una pregunta que también nosotros deberíamos hacer siempre. Siempre necesitamos acercarnos a Jesús, conocerlo de nuevo, como si nunca lo hubiésemos visto, porque nunca acabamos de conocer al Señor. Cada día deberíamos sentir cómo surge dentro de nosotros más vivamente este deseo: ver a Jesús. ¿Quién nos conducirá a él, quién nos lo señalará, quién nos lo hará ver? Precisamente este deseo nos lleva a escuchar su Palabra, a buscarle en la Sagrada Escritura, en el Evangelio, en la Iglesia, en los hermanos, en los sacramentos, en nuestro corazón. Ahora ya no debemos buscarle fuera de nosotros, porque Jesús vive en nosotros, si de verdad creemos. Lo más importante es participar íntimamente, con corazón de creyente, en el misterio de Cristo. Sólo así daremos fruto. Pero Jesús nos recuerda que nadie vive verdaderamente -y esto significa dar fruto- si no
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acepta penetrar en el misterio del grano que muere, misterio vivido por él antes que nadie. Nosotros no tenemos fuerza suficiente para ahondar en la tierra fecunda si no tenemos presente que el terreno para morir es el del amor, que da sentido a la cruz de Cristo y a todas las cruces que se levantan junto a ella, esperando a su sombra el cumplimiento de la alianza nueva que es su pascua (cf. Ap 14,13).
ORATIO También nosotros queremos verte, Jesús, en esta hora en que, como semilla, te siembras en la tierra de nuestro dolor y germinas en apretada espiga, esperanza de mies abundante. Tú nos descubres qué dulce es morir para el que ama y se da con alegría. Perder la vida por ti y contigo es encontrarla. Entonces hasta el llanto florece en sonrisa. En tus llagas encontramos refugio y en ellas recobra sentido el padecer humano. Sólo mirándote hallamos fuerza para abandonarnos confiadamente en las manos paternas de Dios. Purifica los ojos de nuestro corazón hasta que, no como en un espejo ni de modo confuso, sino en un amoroso cara a cara te veamos como eres. Amén.
CONTEMPLATIO La muerte y la pasión de nuestro Señor es el motivo más dulce y más violento que puede animar nuestros corazones en esta vida mortal. Mira a Jesús, nuestro sumo sacerdote; míralo desde el instante mismo de su concepción. Considera que nos llevaba sobre sus espaldas, aceptando la carga de rescatarnos por su muerte, y
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muerte de cruz. ¡Ah, Teótimo, Teótimo! El alma del Salvador nos conocía a todos por nuestros nombres, pero sobre todo en el día de su Pasión, cuando ofreció sus lágrimas, sus oraciones, su sangre y su vida por nosotros, tenía para ti en particular estos pensamientos de amor: "Padre Eterno, tomo sobre mí y cargo con todos los pecados del pobre Teótimo, para sufrir tormentos y muerte, a fin de que él se vea libre de ellos y no perezca, sino que viva. Muera yo con tal de que él viva; sea yo crucificado con tal de que él sea glorificado". El Calvario es, Teótimo, el monte de los amantes. El amor que no se origina en la pasión de Jesús es frivolo y peligroso. Desgraciada es la muerte sin el amor de Jesús. Amor y muerte se hallan de tal modo unidos en la pasión de Jesús que no pueden estar en el corazón el uno sin el otro. En el Calvario no se alcanza la vida sin el amor, ni el amor sin la muerte de Jesús; fuera de allí todo es muerte eterna o amor eterno. Ven, Espíritu Santo, e inflama nuestros corazones con tu amor. Morir a cualquier amor para vivir en el amor a Jesús y para no morir eternamente (Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, XII, 13).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Mirarán al que traspasaron" (cf. Jn 19,37b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Hablar del anonadamiento de Jesús es ciertamente una tarea imposible. El hombre Jesús vence perdiendo. Vence negándose a sí mismo como hombre el poder de dominar, de afirmarse frente a los otros y sobre los otros. De esta realidad tenía una conciencia muy lúcida que transparentaba en toda su enseñanza y en toda su vida.
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Investigadores curiosos o gente ansiosa de conocimientos o experiencias excepcionales, algunos griegos querían verle en sus últimas días en Jerusalén. Jesús utiliza esa bellísima imagen que tanto recuerda la parábola del Reino de los Cielos: "Os aseguro que sí el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 1 2,24). El grano de trigo no es otro que él mismo: Jesús. La kénosis de la encarnación llegará a sus últimas consecuencias en la pasión y muerte de cruz. Pero la imagen del grano de trigo que muere y produce la espiga y luego el pan, tiene también una relación evidente con el misterio de la eucaristía. La vitalidad de esa semilla sepultada es prodigiosa. La ley de la semilla es morir para multiplicarse: no tiene otro sentido ni otra función que la de ser un servicio a la vida. Lo mismo el anonadamiento de Jesucristo: germen de vida sepultado en la tierra. Para Jesús, amar es servir y servir es desaparecer en la vida de los otros, morir para hacer vivir. Todo don de sí mismo es una semilla de amor que hace que nazca amor. Allí donde es más difícil aceptar el anonadamiento de ser esclavos unos de otros y de ser comidos por los otros, es donde se cosecha más abundantemente el fruto de la caridad. Que el Señor nos conceda llegar a esta entrega total de nuestro ser cada vez que deseemos demostrar lo que valemos con discursos de niñatos petulantes y desconsiderados. Que nos conceda sumergirnos en su misterio de humildad y de gloria a pesar de nuestra incapacidad de comprenderlo (A. M. Cánopi, L'annientamento di Cristo, perpetuato nel mistero eucaristico..., en "Deus absconditus", Ghiffa 1980, 60-69, passim).
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Quinto domingo de cuaresma Año C
LECTIO
Primera lectura: Isaías 43,16-21 '"Así dice el Señor, el que abrió un camino en el mar, una senda en las aguas impetuosas; 17 el que puso en movimiento carros y caballos, a un poderoso ejército de soldados que quedaron tendidos y no se levantaron; que se apagaron como mecha que se extingue. ls No recordéis las cosas pasadas, no penséis en lo antiguo. 19 Mirad, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis? Trazaré un camino en el desierto, senderos en la estepa. 20 Me glorificarán las bestias salvajes, los chacales y las avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi pueblo, a mi elegido, -' el pueblo que yo constituí para que proclamara mi alabanza.
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**• Los capítulos 40-55 del libro del profeta Isaías se atribuyen a un discípulo suyo al que se llama Segundo Isaías, que vivió la experiencia del destierro babilonense. Dirige la palabra consoladora de Dios a un pueblo sin esperanza, "sordo" y "ciego" (cf. Is 43,8). El fragmento, que forma parte de un oráculo de salvación, comienza con u n recuerdo glorioso del Éxodo. Como entonces Dios, para el que nada es imposible (cf. Gn 18,14), "abrió un camino en el mar" (v. 16), así también ahora, incluso con más fuerza, se hace presente en la vida de Israel. Su intervención es hasta tal punto portadora de novedad (v. 19) que hará pasar a segundo plano los prodigios del primer Éxodo. Todo el cosmos está comprometido en esta transformación, anticipo y presagio de la novedad verdaderamente absoluta que tendrá lugar con la restauración de todas las cosas en Cristo. El pueblo, nuevamente salvado, se convertirá en cantor apasionado de la gloria de Dios.
S e g u n d a lectura: Filipenses 3,8-14 8
Es más, pienso incluso que nada vale la pena si se compara con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, y todo lo tengo por estiércol con tal de ganar a Cristo 9 y vivir unido a él con una salvación que no procede de la Ley, sino de la fe en Cristo, una salvación que viene de Dios a través de la fe. I0 De esta manera conoceré a Cristo y experimentaré el poder de su resurrección y compartiré sus padecimientos y moriré su muerte, " a ver si alcanzo así la resurrección de entre los muertos. 12
No pretendo decir que haya alcanzado la meta o conseguido la perfección, pero me esfuerzo a ver si la conquisto, por cuanto yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús. "Yo, hermanos, no me hago ilusiones de haber alcanzado la meta; pero, eso sí, olvidando lo que he dejado atrás, me lanzo de lleno a la consecución de lo qute está delante l4y corro hacia la meta, hacia el premio al que Dios me llama desde lo alto por medio de Cristo Jesús.
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*» La perícopa nos ofrece el testimonio de un hombre tocado por la novedad de Dios. Pablo, que quizás como ningún otro podría jactarse de su pasado glorioso en el seno del judaismo, cogido por Cristo, no duda en considerar basura lo que hasta ahora había sido para él motivo de prestigio. Libre prisionero del amor de Cristo (v. 12), se presenta como un atleta que llega a la recta final de la meta en la carrera por la vida eterna (v. 14). Y ante los "espectadores" judaizantes, orgullosos de la justicia proveniente de la Ley, el apóstol traza magistralmente su biografía (w. 4-14): el orgulloso fariseo de antaño (w. 4-6) ha visto invertido paradójicamente su modo de entender ganancias y pérdidas (w. 7s). "Conquistado por Jesucristo", creciendo en intimidad con "su" Señor (v. 8), ahora aspira exclusivamente a ganar (v. 8), conocer (v. 10), conquistar (v. 12), con la intensidad inefable de quien encuentra descanso e impulso siempre renovado al pregustar un premio inestimable (w. 8.14).
s
Evangelio: Juan 8,1-11 8
' Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Por la mañana temprano volvió al templo y toda la gente se reunió en torno a él. Jesús se sentó y les enseñaba. 'En esto, los maestros de la Ley y los fariseos se presentaron con una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio de todos 4y preguntaron a Jesús: - Maestro, esta mujer ha sido sorprendida cometiendo adulterio. 5 En la Ley de Moisés se manda que tales mujeres deben morir apedreadas. ¿Tú qué dices? "La pregunta iba con mala intención, pues querían encontrar un motivo para acusarlo. Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo. 7 Como ellos seguían presionándolo con aquella cuestión, Jesús se incorporó y les dijo: - Aquel de vosotros que no tenga pecado, puede tirarle la primera piedra.
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Después se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en la tierra. "Al oír esto se marcharon uno tras otro, comen/ando por los más viejos, y dejaron solo a Jesús con la mujer, que continuaba allí delante de él. "' Jesús se incorporó y le preguntó: - Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno de ellos se ha atrevido a condenarte? "Ella le contestó: - Ninguno, Señor. Entonces Jesús añadió: - Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.
**• Aunque de origen sinóptico -probablemente rúcano-, el pasaje no desentona en el capítulo 8 del evangelio de Juan; incluso se impone como una roca en un lugar solitario. Es una especie de ejemplarización del tema de lodo el capítulo: Cristo-luz (cf. v. 12) ejecuta inevitablemente un juicio (v. 15) no según las apariencias, sino de acuerdo a la verdad más profunda del corazón de cada uno. La trama es sencillísima: al amanecer (v. 2), después de pasar la noche orando en el monte de los Olivos (7,53-8,1), escribas y fariseos someten al juicio del rabhí a una mujer sorprendida públicamente en adulterio (S,3-9a). ¿Con qué intención? Para tender una trampa a lesús (v. 6), obligándole subrepticiamente (cf. Jr 17,13) .i pronunciarse o contra la Ley de Moisés, que manda la lapidación en tales casos, o contra el derecho romano, que desde el año 30 d.C. ha privado al sanedrín del jus •Jadii, reservándose el poder de declarar las condenas a muerte. Todo el fragmento converge en la pregunta: "Mujer, , dónde están tus acusadores?... Tampoco yo le condeno. \nda, y en adelante no peques más". En el desierto creado por el pecado irrumpe la novedad: Huye un río de miseri' ordia (cf. primera lectura: Is 43,19s) que purifica y sana i su alrededor (Ap 21,5), haciendo nueva a toda criatura.
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MEDITATIO El quinto domingo de cuaresma tiene como característica peculiar la intensidad de la voz del Justo rodeado por sus perseguidores. Es un presagio de la pasión. Jesús está cada vez más solo. Está solo sobre todo porque ha decidido llevar a cabo su misión hasta sus últimas consecuencias llegando donde nadie ha llegado y nadie le puede ayudar fuera del Padre. Es admirable que, precisamente en esta hora de mayor soledad, él manifieste plenamente la grandeza de su amor por los hermanos, su capacidad de cargar con todo el peso del pecado de los hombres para expiarlo. Tenemos una prueba patente en el evangelio que nos ofrece la liturgia de hoy, y que podemos vivirlo como protagonistas. La escena es impresionante: escribas y fariseos someten a Jesús a una especie de proceso poniéndole delante la mujer adúltera. En el silencio se oyen graves palabras..., los acusadores se alejan bajo el peso de su orgullo y su mentira. Sólo se queda la mujer, pobre pecadora, bajo la mirada misericordiosa de Jesús. Así puede recibir el perdón y ser renovada en su amor: "Anda, y no peques más". También nosotros debemos presentarnos a él, junto con nuestros hermanos, para pedir no la condena, sino el perdón. El perdón nos hace fieles al "mandamiento nuevo", nos hace pasar a la "novedad" de vida, convirtiéndonos en testigos de esperanza, fuertes por la ayuda del Señor. Nos es necesaria la constancia para perseverar en nuestro camino de conversión y llegar a la pascua con plenitud de gozo.
ORATIO Jesús, misericordia del Padre, que has venido a encontrarte con nuestra miseria en los caminos del mun-
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do, en las plazas de nuestras ciudades. Tú siempre te vuelves a nosotros con tus brazos infinitos, abiertos para abrazar al que estaba perdido, en el ímpetu de tu piedad. No queremos ser "escribas ni fariseos" acusadores de nuestros hermanos, dispuestos a lanzar a otros la piedra de nuestro pecado. Jesús, Señor del soberano silencio, en medio del tumulto de nuestras pasiones, haznos capaces de callar ante ti mientras nuestra alma, desnuda y avergonzada, se confiesa sencillamente dejándose mirar por tus ojos de pastor humilde. ¿Quién nos condenará si tú nos absuelves? ¿Quién nos despreciará si tú nos amas? Tú eres el único que te quedas con nosotros, oh Inocente, oh Puro, oh Santo, que no puedes ver el mal. Míranos purificados por tu perdón: no queremos pecar más. Confírmanos en la fidelidad del amor. Amén.
CONTEMPLATIO Llamo, Señor, a tu puerta invocando piedad de tu abundancia. Soy un pecador que, d u r a n t e largos años, lie abandonado tu camino. C o n c é d e m e confesar mis pecados, evitarlos y vivir en tu gracia. ¿A qué puerta llamaremos, Señor misericordioso, sino a la tuya? ¿Quién nos levantará en nuestras caídas si tu misericordia no nos socorre, oh rey ante cuya majestad se postran los i i'yes?
Padre, Hijo y Espíritu Santo, sed p a r a nosotros un lialuarte inexpugnable, un refugio c o n t r a los peiversos que nos hacen la guerra y contra sus p o d e r e s . Protégenos a la sombra de tu misericordia, c u a n d o separes a l»>s buenos de los malvados. Que el canto de nuestra oración sea la llave que abra l.i puerta del cielo y los arcángeles c o m e n t e n a coro: i Qué dulce debe de ser el canto de los h u m a n o s , pues u
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el Señor escucha enseguida sus clamores!" ("De la liturgia siriaca", cit. en E. Bianchi [ed.], // libro delle preghiere, Turín 1997).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Si alguien vive en Cristo, es una criatura (2 Cor 5,17).
nueva"
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Quizás no hemos comprendido que Jesús se ha revelado al más lejano, al más despreciado. Jesús no pide a la samaritana, a la adúltera o al ladrón que se confiesen. Pero cuando les mira con ternura infinita se rinden. Pero, en el fondo, ¿qué es el pecado?, ¿en qué consiste el mal? Donde vemos una injusticia, un pecado, quizás Dios descubra sólo un sufrimiento, un grito de socorro que él escucha. ¿Es esto misericordia? ¿Es éste el motivo de su venida a nuestro mundo? Cuando Dios se hace hombre, todo el mal del mundo cae sobre sus espaldas. Y él de este mal sabe sacar sólo amor, amor que manifestará hasta su último aliento de vida, hasta la última gota de sangre, hasta experimentar el mayor sufrimiento humano: la muerte. Pero luego resucita: el amor es más fuerte que la muerte. El sufrimiento padecido por todos los humanos, desde el del más pequeño, el más frágil, el todavía no nacido, el niño que nunca crecerá, hasta el del criminal o el del santo, él lo ha rescatado en su propia piel, lo ha transformado en puro amor para la eternidad. Basta que le sigamos por el mismo camino. Se trata de aceptar, de acoger el sufrimiento tratando de impedir que se transforme en mal. En el otro sólo debo ver el sufrimiento que hay que superar con el amor. Jesús asumió el sufrimiento de la Magdalena. Este sufrimiento que ella, por ligereza, o por venganza, o por miedo a sufrir, dejó transformar en pecado [...].
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El que se ha equivocado mucho contra Cristo pero percibe que él ha asumido todo su sufrimiento, se convierte en loco de amor por Dios y no ve la hora de hacer por los demás lo que Jesús ha hecho con él. Los verdaderos convertidos no pueden menos de asemejarse a Cristo, uniéndose en su lucha contra el mal, convirtiéndose en otros tantos crucificados clavados por el sufrimiento de los otros hasta hacerlo resucitar en amor. El mundo habla de arrepentimiento, de penitencia... es sólo el amor el que arde (E.-M. Cinquin, Tutti contro, meno Dios. L'utopia di Betania, Turín 1984, 49-52, passim).
Lunes
Lunes de la quinta semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62 1 Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. 2 Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jelcías, de gran belleza y fiel a Dios, 'pues sus padres eran justos y la habían educado conforme a la Ley de Moisés. "'Joaquín era muy rico y tenía un espacioso jardín junto a su casa. Como era el más ilustre de los judíos, todos ellos se reunían allí. "Aquel año habían sido designados jueces de entre el pueblo dos viejos de esos de quienes dice el Señor: "Los ancianos y los jueces que se hacen pasar por guías del pueblo han traído la iniquidad a Babilonia". "Frecuentaban estos dos viejos la casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio que resolver acudían a ellos. 7 Al mediodía, cuando la gente se había ido, Susana salía a pasear por el jardín de su marido. s Los dos viejos la veían entrar y pasear todos los días, y comenzaron a desearla con pasión. 9 Su mente se pervirtió y se olvidaron de Dios y de sus justos juicios. 15 Un día, mientras ellos estaban al acecho en busca de la ocasión oportuna, entró Susana, como de costumbre, acompañada solamente por dos doncellas, y quiso bañarse en el jardín, porque hacia mucho calor. '" No había allí nadie más que los dos viejos, que estaban escondidos observando. IT Susana dijo a sus doncellas:
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- Traedme aceite y perfumes, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme. " E n cuanto salieron las doncellas, los dos viejos se levantaron, fueron corriendo a donde estaba Susana 20 y le dijeron: - Mira, las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y deja que nos acostemos contigo. :l De lo contrario, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso mandaste fuera a las doncellas. "Susana lanzó un gemido y dijo: - No tengo escapatoria. Si consiento, me espera la muerte; si me resisto, tampoco escaparé de vuestras manos. : ! Pero prefiero caer en vuestras manos sin hacer el mal, a pecar delante del Señor. 24 Así que Susana gritó con todas sus fuerzas, pero también los dos viejos se pusieron a gritar contra Susana, 25 y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín.2*'Al oír gritos en el jardín, la servidumbre entró corriendo por la puerta de atrás para ver lo que ocurría. 27 Cuando oyeron lo que contaban los dos viejos, los criados se llenaron de vergüenza, porque jamás se había dicho de Susana una cosa semejante. 2S A1 día siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, vinieron también los dos viejos con el criminal propósito de condenarla a muerte. ™ Y dijeron ante el pueblo: - Mandad a buscar a Susana, hija de Jelcías, la mujer de Joaquín. Fueron a buscarla, "' y ella vino con sus padres, sus hijos y todos sus parientes. "Los familiares de Susana y todos cuantos la veían lloraban a lágrima viva.;4 Entonces los dos viejos, de pie en medio de la asamblea, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. " Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón estaba lleno de confianza en el Señor.•'" Los viejos dijeron: - Estábamos nosotros dos solos paseando por el jardín cuando entró ésta con dos doncellas, cerró las puertas del jardín y mandó irse a las doncellas. 17 Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. ,s Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la infamia, corrimos hacia ellos "'y los sorprendimos junios; a él no pudimos sujetarlo, porque era más luerle que nosotros y, abriendo la puerta, se escapó; 4 " pero a ésla sí la agarramos y le preguntamos quién era el joven,41 pero no quiso decírnoslo. De todo esto somos testigos.
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La asamblea los creyó porque eran ancianos y jueces del pueblo, y Susana fue condenada a muerte. 42 Pero ella gritó con todas sus fuerzas: - Oh Dios eterno, que conoces lo que está oculto y sabes todas las cosas antes que sucedan, 4 ' tú sabes que éstos han dado falso testimonio contra mí y ahora yo voy a morir sin haber hecho nada de lo que la maldad de éstos ha inventado contra mí. 44 El Señor escuchó la súplica de Susana, 45 y cuando la llevaban a la muerte, Dios despertó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, 46 el cual se puso a gritar: - ¡Yo soy inocente de la sangre de esta mujer! 47 Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: - ¿Qué has querido decir con eso? 48 Él, poniéndose en medio de ellos, dijo: - ¿Tan necios sois, israelitas, que sin examinar la cuestión y sin investigar a fondo la verdad, habéis condenado a una hija de Israel?49Volved al lugar del juicio, porque éstos han dado falso testimonio contra ella. 50 Todo el pueblo volvió de prisa, y los ancianos dijeron a Daniel: - Ven, toma asiento en medio de nosotros e infórmanos, ya que Dios te ha dado la madurez de un anciano. 51 Daniel les dijo: - Separadlos el uno del otro, que quiero interrogarlos. 52 Una vez separados, llamó a uno y le dijo: - Viejo en años y en maldad: ahora vas a recibir el castigo por los pecados que cometiste en el pasado," cuando dictabas sentencias injustas condenando a los inocentes y dejando libres a los culpables, siendo así que el Señor ha dicho: "No condenarás a muerte al inocente y al que no tiene culpa". 54 Si de verdad la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos. El viejo respondió: - Bajo una acacia. 55 Replicó Daniel: - Tu propia mentira te va a acarrear la perdición, porque el ángel de Dios ha recibido ya la orden divina de partirte por medio. 5 " Después hizo que se marchara, mandó traer al otro y le dijo: - Raza de Canán, que no de Judá: la hermosura te ha seducido y la pasión ha pervertido tu corazón. 57 Esto es lo que
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hacíais con las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se os entregaban. Pero una hija de Judá no se ha sometido a vuestra maldad. 58 Dinos, pues, ¿bajo qué árbol los sorprendiste juntos? Respondió el viejo: - Bajo una encina. 59 Daniel replicó: - También a ti tu propia mentira te acarreará la perdición, porque el ángel del Señor está ya esperando, espada en mano, para partirte por medio. Y de esta manera acabará con vosotros. 60 Entonces toda la asamblea prorrumpió en grandes voces bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él.61 Se volvieron contra los dos viejos, a quienes por propia confesión Daniel había declarado culpables de dar falso testimonio, y les aplicaron el mismo castigo que ellos habían tramado para su prójimo. 62 De acuerdo con la Ley de Moisés, fueron ejecutados, y así aquel día se salvó una vida inocente. **• La narración de la joven y bella Susana (v. 2) acosada por dos viejos jueces de Israel en tiempos del destierro de Babilonia es u n a historia edificante que aparece como u n apéndice al libro de Daniel. El mismo profeta se manifiesta como joven vidente (v. 45), capaz de esclarecer la inocencia (v. 46) de Susana -cuyo nombre significa "lirio"- desenmascarando la corrupción de los dos viejos (w. 42-59). En éstos, se acusa a los jefes saduceos del siglo I a.C, aparentemente irreprensibles, pero que en realidad son guías ciegos que extravían al pueblo. Por m a n t e n e r s e fiel a Dios y a su marido, Susana afronta el peligro de la lapidación, que la amenaza tanto si cede al adulterio como si decide resistir a las ciegas propuestas de los dos viejos que incurren en la calumnia (v. 22). Susana prefiere morir inocente antes que consentir al mal (v. 23). Habiendo puesto su confianza únicamente en m a n o s de Dios (v. 43), puede experimentar que él escucha la voz de sus fieles (v. 44) y viene en su ayuda con p r o n t i t u d y poder.
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338 Evangelio: Juan 8,1-11
(Cf. Evangelio del quinto domingo de Cuaresma, año C; si la perícopa se leyó ayer, se sustituye con el evangelio siguiente.)
Evangelio: Juan 8,12-20 12
Jesús volvió a hablar a la gente, diciendo: - Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida. "Al oír esto, los fariseos le replicaron: - Estás dando testimonio de ti mismo; por tanto, tu testimonio carece de valor. "Jesús les contestó: - Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adonde voy. Vosotros, en cambio, no sabéis ni de dónde vengo ni adonde voy. "Vosotros juzgáis con criterios mundanos. Yo no quiero juzgar a nadie, 16 y cuando lo hago, mi juicio es válido, porque no soy yo sólo el juez, sino que también está conmigo el Padre, que me envió. 17En vuestra Ley está escrito que el testimonio dado por dos testigos es válido. 18Pues bien: un testigo a mi favor soy yo mismo; pero el otro testigo es el Padre, que me envió. 19 Ellos le preguntaron: - ¿Dónde está tu Padre? Jesús les contestó: - Ni me conocéis a mí ni conocéis a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. 20 Jesús dijo esto cuando estaba enseñando en el templo, en el lugar donde se encuentran las arcas de las ofrendas. Sin embargo, nadie se atrevió a detenerlo, porque aún no había llegado su hora.
**• La presente dialéctica entre Jesús y los fariseos tiene lugar en el atrio del templo llamado "de las mujeres", donde se encuentra el arca de las "ofrendas" (v. 20). Allí, durante la fiesta de las Tiendas se encendían
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enormes hachones capaces de iluminar toda la ciudad de Jerusalén. Jesús se inspira en esta realidad para revelar que él es la verdadera "luz del mundo" (v. 12), que los hombres deben seguir para tener vida (v. 12; cf. 1,4-5.9; Is42,6s). Los oponentes objetan la verdad de sus palabras (v. 13) o su origen divino y su intimidad con el Padre (vv. 14-15.19). Jesús responde sencillamente remitiéndoles a la ley invocada por ellos: ¿se necesitan dos testimonios para probar la verdad de una afirmación? Pues bien, sus palabras son convalidadas por el Padre que le ha enviado (v. 18). Pero ellos, que pretenden erigirse como jueces, juzgan "con criterios mundanos" (v. 15) y, por consiguiente, incapaces de conocer quién es él en verdad, porque ni siquiera conocen al Padre (v. 19).
MEDITATIO Cuando irrumpe un rayo de luz en una habitación, inmediatamente se ilumina el interior, incluso las esquinas más ocultas u olvidadas: así pasa cuando irrumpe la Palabra en la historia. Lo mismo sucede con Jesús, luz que vino a iluminar las tinieblas del mundo. Es inútil resistir: quien no acoge la luz, automáticamente ya está juzgado. Y es ahora, precisamente, cuando se descubre lo que antes podía ocultarse astutamente o hacer que pareciera justicia impecable. La Palabra de Dios escudriña lo más hondo del corazón, saca a la luz las intenciones más secretas, desenmascara las tramas de la mentira. Aparece a las claras quién es el que se fía de Dios y sólo teme no corresponder a la grandeza de su amor misericordioso, y quién, por el contrario, con una mente y un corazón mezquinos busca en otra parte gratificaciones furtivas, como si la felicidad fuera incompatible con la verdad evangélica.
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Es la misma vida, en su día a día, quien lleva a cabo el discernimiento. Dichoso quien se deja traspasar por la Palabra de Dios como por un rayo de luz que separa en el propio corazón el oro de la escoria. A la luz de la verdad podrá gustar la libertad del abandono filial en las manos paternas de Dios, y nada ni nadie le podrá atemorizar o engañar.
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ORATIO
en tu templo y se alimenten siempre de ti, que eres la luz eterna, para que desaparezcan nuestras oscuridades y huyan de nosotros las tinieblas del mundo. Concede, pues, oh Jesús mío, tu luz a mi lámpara, para que con su resplandor se me manifieste el santuario celeste que, bajo sus mayestáticas bóvedas, te acoge, sacerdote eterno del sacrificio perenne. Haz que sólo te mire, te contemple y te desee a ti únicamente; que sólo te ame a ti y sólo espere en ti con el más ardiente deseo y que siempre mi lámpara brille y arda ante ti.
Ven, dulce luz, verdad que nos da vida. Penetra en el corazón, abre las ventanas del alma, ilumina los pensamientos, las esperanzas y los deseos. Sácanos del sopor, cuando la rutina pretenda apagar en nosotros la vigilancia y el animo de resistir al mal. Resplandece en la niebla de la duda donde todo se oculta y se difumina, como si bien y mal fuesen palabras vanas pasadas de moda. Concédenos una aguda percepción del bien, el horror a la mentira, la pasión por la verdad que nos hace libres.
Te ruego, a m a d o salvador nuestro, que te dignes mostrarte a nosotros, que clamamos para que conociéndote te amemos sólo a ti, sólo a ti deseemos, sólo pensemos incesantemente en ti y meditemos día y noche en tus palabras. Dígnate infundirnos un amor tan grande cual te conviene a ti, que eres amor. Que tu amor invada todo nuestro ser y nos haga completamente tuyos. Tu caridad llene nuestros sentidos, para que no amemos nada fuera de ti, que eres eterno (san Columbano, Instrucción XI, en Istruzioni e regola dei monaci, Seregno 1997, 89s).
Resplandece y haz que evitemos las seducciones que asedian nuestro camino cotidiano. Haznos gustar el sabor de la Ley de Dios, la belleza transparente de una rectitud a toda prueba, el alivio de las lágrimas de arrepentimien- to, el gozo del perdón dado y recibido, cuando nos descubrimos falsos o mezquinos. No permitas que nos engañemos o desviemos a nuestros hermanos, sino guárdanos a todos con la dulce fuerza de tu fidelidad, que siempre es descanso para el que, en la prueba, se abandona confiadamente a tu amor misericordioso.
CONTEMPLATIO Dígnate, oh Cristo, dulcísimo Salvador nuestro, encender nuestras lámparas: que brillen continuamente
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "En tu luz veremos la luz" (Sal 35,10).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Jesús, luz del mundo, no sólo eres la luz que brilla en las tinieblas nocturnas; también eres la luz de la mañana, la luz de cada nuevo día, de sus esperanzas, de sus actividades. El sol que sube poco a poco. También tu, oh luz del mundo, en el alba de cada día deseas penetrar a través de la ignorancia y las debilidades humanas, a través de la buena voluntad y a través de las pasiones pecaminosas. Cada mañana quieres crear un mundo nuevo.
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Hazme piadoso contigo, luz del día que surge, para que no malgaste este día que comienza y acoja lo que me ofreces por mediación suya. Luz del mundo, tú eres sobre todo el sol resplandeciente en mediodía. Un día de verano, en Jerusalén, traté de fijarme a mediodía, en el sol de oriente. Levanté los ojos hacia él y, durante uno o dos segundos, pude entrever un albor deslumbrante, incandescente y ardiente, más blanco que la nieve. Pensé entonces en ti, Cristo, luz del mundo, pensé que ese punto relampagueante y radiante era la representación visual más pura y eficaz que podemos tener de tu ser. Para poder continuar mirando ese sol de mediodía, interpuse entre éste y mis ojos las hojas de un arbusto. Comprendí entonces otra cosa. Comprendí cómo tu luminosidad cegadora, oh Cristo-luz, nos aparece tamizada, filtrada a través de tus criaturas iluminadas y caldeadas por esa luz. Luz del mundo, que te pueda ver en el esplendor de mediodía (Un monje de la Iglesia de Oriente, // volto di luce. Riflessi di Vangelo, Milán 1994, 70s).
Martes de la quinta semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Números 21,4-9 "Los israelitas partieron del monte Hor camino del mar de las cañas, rodeando el territorio de Edom. En el camino, el pueblo comenzó a impacientarse 5 y a murmurar contra el Señor y contra Moisés, diciendo: - ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay pan ni agua, y estamos ya hartos de este pan tan liviano. s El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que les mordían. Murió mucha gente de Israel, 7 y el pueblo fue a decir a Moisés: - Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje de nosotros las serpientes. Moisés intercedió por el pueblo, 8 y el Señor le respondió: - Hazte una serpiente de bronce, ponía en un asta, y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados. "Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
**• El fragmento presenta otro episodio de protesta del pueblo durante el Éxodo. Los israelitas, agotados por
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el viaje, nunca satisfechos con los signos de poder y providencia que el Señor les manifiesta, m u r m u r a n contra Dios y contra su mediador, Moisés. Viene el castigo -las picaduras de serpientes venenosas ("ardientes")-, pero pronto se transforma en misericordia. El recurso es la serpiente de bronce alzada en un estandarte, a la que miraban con fe, para curarse de las mordeduras letales. Si no estuviese en el contexto de este episodio, sería ciertamente un gesto idolátrico. La tradición yahvista vincula este objeto de culto, que luego destruirá el rey Ezequías (cf. 2 Re 18,4), a la sabia pedagogía de YHWH. Por la mediación de Moisés, ofreció a su pueblo la posibilidad de evitar ceder a los cultos de las naciones paganas vecinas, que veneraban de un modo particular a las serpientes. Gracias a tal legitimación, la serpiente elevada en el estandarte se convierte en un signo que se prolonga y cumple en el Evangelio (cf. Jn 3,14). Si para el pueblo en el desierto el sino que expresa la misericordia de Dios poniendo remedio al castigo, en el Evangelio Cristo, exaltado en la cruz, muestra a la vez el castigo y la misericordia. Jesús, el cordero inmolado en la cruz, es el castigo de Dios por nuestro pecado y, a la vez, la mayor manifestación del poder divino que sana del pecado.
Evangelio: Juan 8,21-30 21
De nuevo les dijo Jesús: - Yo me voy. Me buscaréis, pero moriréis en vuestro pecado. Vosotros no podéis venir a donde yo voy. 22 Los judíos comentaban entre sí: - ¿Pensará suicidarse y por eso dice: "Vosotros no podéis venir a donde yo voy"? 2! Entonces Jesús declaró: - Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros pertenecéis a este mundo, yo no. 24 Por eso os dije que moriríais en vuestros pecados. Porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.
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Entonces ellos le preguntaron: - Pero ¿quién eres tú? Jesús les respondió: - Precisamente es lo que os estoy diciendo desde el principio. 2" Lengo muchas cosas que decir y condenar de vosotros. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí de aquel que me envió y él dice la verdad. 27 Ellos, no obstante, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. 28 Por eso Jesús añadió: - Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta, solamente enseño lo que aprendí del Padre.2M El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada. 50 Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
**• El nuevo conflicto con los jefes de los judíos se sitúa en el área del templo y está escalonado por la revelación de la divinidad de Jesús {"Yo soy"), repetida en los w. 24.28. De nuevo se brinda a los judíos la posibilidad de aclarar el misterio del Hijo del hombre (cf. Dn 7,13). Pero ellos lo rechazan obstinadamente entendiendo mal las afirmaciones sobre su inminente partida (vv. 21-24) y las afirmaciones sobre su identidad (w. 25-29) como enviado de Dios y su revelador definitivo (cf. Jn 5,30; 6,38). ¿Cómo es posible u n a incomprensión tan grande? Porque ellos son "de aquí abajo", "de este mundo" (v. 23), mientras que él es "de allá arriba": un abismo media entre ellos. Sólo la fe lo puede llenar, porque hace que elevemos las miras. Y Jesús nos invita precisamente a eso. A pesar de todo, continuaron los malentendidos: "ellos no comprendieron". Jesús es signo de contradicción, y lo será sobre todo cuando sea elevado en la cruz, donde, dando cumplimiento al designio de salvación, revelará los pensamientos secretos del corazón y manifestará plenamente su identidad de Hijo que dice y hace siempre lo
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que agrada al Padre. Y mientras se va profundizando el distanciamiento con los adversarios, la perícopa evangélica concluye con u n a inesperada nota de esperanza: "Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él" (v. 30).
MEDITATIO Al leer atentamente los grandes textos del evangelio de Juan, nos sentimos un poco perdidos. Se condensan muchas ideas que a veces parecen casi contradictorias. Por ejemplo, Jesús dice: "Donde voy yo, vosotros no podéis venir". ¿Por qué? Porque no creemos suficientemente. La fe nos permite ir donde va él. ¿No dijo a sus discípulos: "Donde yo voy, no podéis seguirme ahora; me seguiréis más tarde" (cf. Jn 13,36)? ¿Sólo le podremos seguir después de nuestra muerte corporal? Creer y esperar con amor es ir donde Jesús se encuentra siempre, junto al Padre. En el contexto, Jesús alude a la salvación por medio de la cruz. Los medios de gracia derivados de la cruz nos permiten encaminar nuestros pasos por el sendero justo. Es cierto que no podemos ir donde Jesús se encuentra, en el sentido de que no podemos ser artífices de nuestra propia salvación. Pero si nuestros ojos, oscurecidos por el pecado, se elevan al que, como dice Pablo, se hizo pecado por nosotros, en este intercambio de miradas -porque él también nos mira desde lo alto de la c r u z - descubriremos no sólo que estamos en el buen camino, sino también que ya ha comenzado nuestra felicidad eterna. Cuando adoremos la cruz el Viernes Santo, podremos recordar dos expresiones de la lectura de hoy: el que miraba a la serpiente "quedaba curado" (Nm 21,9) v "sabréis que yo soy" (Jn 8,28). Contemplada ya desde
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lejos, la cruz revela quién es Jesús: es el camino, la verdad, la vida.
ORATIO Oh Padre, Dios de amor y de piedad, tú te has compadecido del h o m b r e y no le has dejado perecer encerrado en la dureza de su pecado y de sus rebeliones. Ya en el Antiguo Testamento quisiste que la serpiente, portadora de muerte, se transformase, por tu gracia, en medio de curación. Más aún: has permitido que tu Hijo amado asumiese en su cuerpo todo el horror del pecado para que el que lo contemple no vea ya en el duro suplicio de la cruz -culmen y síntesis de la crueldad h u m a n a - la ignominia del desprecio, sino el misterio de un amor sin medida. Enséñanos a creer siempre que eres Padre y que no hay una experiencia desoladora de muerte ni horror de pecado que no pueda convertirse, por el misterio de tu compasión omnipotente, en lugar de manifestación de tu misericordia, signo de vida y de esperanza.
CONTEMPLATIO Sí, aquí estamos para contemplar. Por muy atroz que sea la imagen de Jesús crucificado, nos sentimos atraídos por este varón de dolores. Estamos persuadidos de estar ante una revelación que trasciende la imagen sensible: la revelación intencional de un símbolo, de un tipo, de una personificación extrema del sufrimiento h u m a n o . Jesús, el Cristo, quiso presentarse así. ¡Aquí el dolor aparece consciente! ¡La terrible pasión estaba prevista! La vejación y deshonra de la cruz se sabía de antemano. Jesús es el que "conoce la enfermedad" en toda
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su extensión, en toda su profundidad e intensidad. Y esto basta para que sea hermano del hombre que gime y sufre; hermano mayor, hermano nuestro. Jesús detenta un primado que concentra la simpatía, la solidaridad, la comunión del hombre que padece. Jesús murió inocente porque quiso. ¿Por qué quiso? Aquí está la clave de toda esta tragedia: él ha querido asumir la expiación de toda la humanidad. Se ofreció como víctima en sustitución nuestra. Sí, él es "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Él se sacrificó por nosotros. Se entregó por nosotros. Y así es nuestra salvación. Por eso el crucificado fija nuestra atención (Pablo VI, Meditazione sulla passione, en id., Meditazioni inedite, Roma 1993, 31ss).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Nuestros ojos están fijos en el Señor" (Sal 122,2).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL Una de las verdades del cristianismo, hoy olvidada por todos es que lo que salva es la mirada. La serpiente de bronce ha sido elevada a fin de que los hombres que yacen mutilados en el fondo de la degradación la miren y se salven. Es en los momentos en que uno se encuentra -como suele decirsemal dispuesto o incapaz ae la elevación espiritual que conviene a las cosas sagradas, cuando la mirada dirigida a la pureza perfecta es más eficaz. Pues es entonces cuando el mal, o más bien la mediocridad, aflora a la superficie del alma en las mejores condiciones para ser quemada al contacto con el fuego. El esfuerzo por el que el alma se salva se asemeja al esfuerzo por el que se mira, por el que se escucha, por el que una novia dice sí. Es un acto de atención y de consentimiento. Por el con-
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trario, lo que suele llamarse voluntad es algo análogo al esfuerzo muscular. La voluntad corresponde al nivel de la parte natural del alma. El correcto ejercicio de la voluntad es una condición necesaria de salvación, sin duda, pero lejana, inferior, muy subordinada, puramente negativa. El esfuerzo muscular realizado por el campesino sirve para arrancar las malas hierbas, pero sólo el sol y el agua hacen crecer el trigo. La voluntad no opera en el alma ningún bien. Los esfuerzos de la voluntad sólo ocupan un lugar en el cumplimiento de las obligaciones estrictas. Allí donde no hay obligación estricta hay aue seguir la inclinación natural o la vocación, es decir, el mandato de Dios. Y en los actos de obediencia a Dios se es pasivo; cualesquiera que sean las fatigas que los acompañen, cualquiera que sea el despliegue aparente de actividad, no se produce en el alma nada análogo al esfuerzo muscular; hay solamente espera, atención, silencio, inmovilidad a través del sufrimiento y la alegría. La crucifixión de Cristo es el modelo de todos los actos de obediencia (S. Weil, A ¡a espero de Dios, Madrid 1993, 159s passim)
Miércoles
Miércoles de la quinta semana de cuaresma
LECTIO
Primera lectura: Daniel 3,14-20.91-92.95 l4
Nabucodonosor les preguntó: - ¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no veneráis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que yo he erigido? '"¿Estáis o no dispuestos, en cuanto oigáis el sonido del cuerno, del caramillo, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la zampona y demás instrumentos musicales, a postraros y adorar la estatua que he erigido? Si no la adoráis, seréis inmediatamente arrojados a un horno de fuego ardiente, y ¿qué dios podrá libraros de mi furor? 16 Respondieron Sidrac, Misac y Abdénago a Nabucodonosor, diciendo: - Majestad, no tenemos necesidad de responderte sobre este particular. l7Si nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego abrasador y de tu ira, nos librará. 1S Y aunque no lo hiciera, has de saber, oh rey, que no serviremos a tu dios ni nos postraremos ante la estatua de oro que has erigido. 19 Entonces Nabucodonosor, lleno de ira y visiblemente enfurecido contra Sidrac, Misac y Abdénago, mandó que se encendiese el horno con una intensidad siete voces mayor de la acostumbrada 20 y ordenó a algunos de los hombres más vigorosos de su ejército que ataran a Sidrac Misac y Abdénago y los arrojaran al horno de fuego abrasador.
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Entonces el rey Nabucodonosor se quedó escupefacto; se levantó rápidamente y dijo a sus ministros: - ¿No arrojamos nosotros al fuego a estos tres hombres atados? Ellos respondieron: - Sí, majestad. 92 - Pues yo veo cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego, sin sufrir daño, y el cuarto tiene el aspecto de un dios. 95 Entonces Nabucodonosor exclamó: - ¡Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que ha mandado a su ángel y ha salvado a sus siervos! Pusieron su confianza en él y, desobedeciendo la orden del rey, prefirieron arriesgar su vida antes de servir y adorar a otro dios fuera del suyo. *•• El conocido episodio de los tres jóvenes hebreos, ilesos en el horno ardiente, contrapone la fe en el único Dios, YHWH, a los ídolos del politeísmo, ya sea el babilonio del tiempo del rey Nabucodonosor o el judaico a lo largo de la persecución de Antíoco IV Epífanes, que había erigido una estatua a Zeus Olimpo, precisamente en el altar del templo de Jerusalén. Los w. 17s constituyen el punto culminante de la narración; escrito para edificar y consolar a los perseguidos por el nombre de Dios, es válido para todas las épocas. YHWH es el Dios de la vida y servirle es optar por la verdadera vida aun cuando ello conlleve sufrimiento o incluso el martirio. Este testimonio hace perfectamente válida la fe de los que ponen toda su confianza en Dios y es el mejor modo de hacerlo conocer y reconocer por los mismos perseguidores (v. 95). La narración discurre con profusión de detalles pintorescos a pesar de ser trágica: confiere solemnidad al relato, exaltando la superioridad de YHWH. Aun cuando falte totalmente el culto, YHWH es y será indiscutiblemente el único Dios (v. 96), ante el cual es vanidad aun la más grandiosa pompa de los cultos idolátricos.
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Evangelio: Juan 8,31-42 31
Dijo Jesús: - Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; "así conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Ellos le replicaron: - Nosotros somos descendientes de Abrahán; nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué significa eso de que seremos libres? 34 Jesús les contestó: - Yo os aseguro que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. ,5 El esclavo no permanece para siempre en la casa, mientras que el Hijo sí.36 Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres.37Ya sé que sois descendientes de Abrahán. Sin embargo, intentáis matarme porque no aceptáis mi enseñanza. M Yo hablo de lo que he visto estando junto a mi Padre; vuestras acciones manifiestan lo que habéis oído a vuestro padre. 39 Ellos le replicaron: - Nuestro padre es Abrahán. Jesús contestó: - Si fueseis de verdad hijos de Abrahán, haríais lo que él hizo. 40 Vosotros queréis matarme a mí, que os he dicho la verdad que aprendí de Dios mismo. Abrahán no hizo nada semejante. 4I Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Ellos le contestaron: - Nosotros no somos hijos ilegítimos. Dios es nuestro único padre. 42 Entonces Jesús les dijo: - Si Dios fuera de verdad vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he venido de Dios y estoy aquí enviado por él. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado.
**• Hablando a los judíos que se vanagloriaban de ser descendencia de Abrahán (v. 33) y por consiguiente libres, Jesús hace una serie de puntualizaciones sobre el lema de la fe y el discipulado (v. 31), de la libertad y el }',()/ é s e m e entregará. - El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él- pero ¡ay de aquel que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! 25 Entonces preguntó Judas, el traidor: - ¿ s ° y y° acaso, maestro? Y Jesús le respondió: - Tú lo has dicho. 26 Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: - Tomad y comed; esto es mi cuerpo. "Tomó luego una copa y, después de dar gracias, se la dio diciendo: - Bebed todos de ella,28 porque ésta es mi sangre la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados. 2 9 0s digo que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre. " Y después de cantar los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. 11 Entonces Jesús les dijo: - Todos vais a fallar por mi causa esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño 32 Pero después de resucitar, iré delante de vosotros a Galilea.' •" Pedro le respondió: - Aunque todos fallen por causa tuya, yo no tallaré. "Jesús le dijo: - Te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado (res veces. 15 Pedro le replicó: - Aunque tenga que morir contigo, no le negaré. Y lo mismo dijeron lodos los discípulos. 36 Entonces fue Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní, y les dijo:
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- Sentaos aquí mientras voy a orar un poco más allá. 37 Llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia, ,8 y les dijo: - Siento una tristeza mortal; quedaos aquí y velad conmigo. "Después, avanzando un poco más, cayó rostro en tierra y estuvo orando así: - Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa de amargura; pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú. 40 Volvió donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Entonces dijo a Pedro: - ¿Con que no habéis podido estar en vela conmigo ni siquiera una hora? 4I Velad y orad, para que podáis hacer frente a la prueba; que el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil. 42 Por segunda vez se alejó y volvió a orar así: - Padre mío, si no es posible que pase sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Regresó y volvió a encontrarlos dormidos, pues sus ojos estaban cargados. 44 Los dejó y volvió a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 43 Entonces volvió donde estaban los discípulos y les dijo: - ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Ha llegado la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. "Levantaos, vamos. Ya está aquí el que me va a entregar. 47 Aún estaba hablando cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él un gran tropel de gente con espadas y palos, enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48E1 traidor les había dado esta señal: "Al que yo bese, ése es; prendedlo". 49 Nada más llegar, se acercó a Jesús y le dijo: - ¡Hola, maestro! Y lo besó. '"Jesús le dijo: - Amigo, haz lo que has venido a hacer. Entonces, se adelantaron, echaron mano a Jesús y lo prendieron. 31 Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y, dando un golpe al criado del sumo sacerdote, le cortó una oreja. 'Jesús le dijo:
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- Guarda tu espada, que todos los que empuñan la espada, perecerán a espada. "¿O crees que no puedo acudir a mi Padre, que pondría a mi disposición en seguida más de doce legiones de ángeles? 34 Pero ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales tiene que suceder así? 33 Luego se dirigió a la gente y dijo: - Habéis salido a prenderme con espadas y palos como si fuera un bandido. A diario he estado enseñando en el templo, y no me apresasteis. '" Pero todo esto ha ocurrido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. 37 Los que apresaron a Jesús lo condujeron a casa del sumo sacerdote Caifas, donde estaban reunidos los maestros de la Ley y los ancianos. 38 Pedro lo siguió de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote; entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba la cosa. 39 Los jefes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban una acusación falsa contra Jesús para condenarlo a muerte. ""Pero no la encontraron, a pesar de que se presentaron muchos testigos falsos. Al fin comparecieron dos, 61 que declararon: - Éste ha dicho: "Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días". 62 El sumo sacerdote se levantó y le dijo: - ¿No respondes nada contra esta acusación? 63 Pero Jesús callaba. El sumo sacerdote le dijo: - Te conjuro por Dios vivo, dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. 64 Jesús le respondió: - Tú lo has dicho; y además os digo que veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Todopoderoso, y que viene sobre las nubes del cielo. 63 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: - ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. "" ¿Qué os parece? Ellos respondieron: - Es reo de muerte. 67 Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a darle bofetadas; otros lo golpeaban,""diciendo: - Mesías, adivina quién te ha golpeado. ""Pedro estaba afuera, sentado en el patio. Se le acercó una criada y le dijo: - Tú también estabas con Jesús, el Galileo.
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Pero él lo negó ante todos, diciendo: - No sé de qué me hablas. 71 Salió después al portal, lo vio otra criada y dijo a los que había allí: - Éste andaba con Jesús de Nazaret. 72 Y por segunda vez negó con juramento: - Yo no conozco a ese hombre. 73 Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron: - No hay duda de que tú eres uno de ellos; se te nota el acento. 74 Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: - ¡No conozco a ese hombre! Inmediatamente cantó un gallo.75 Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: "Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces". Y, saliendo afuera, lloró amargamente. 27 ' Cuando se hizo de día, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de matar a Jesús. 2 Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador. 3 Mientras tanto, Judas, el traidor, al ver que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y los ancianos "diciendo: - He pecado entregando a un inocente. Ellos replicaron: - ¿A nosotros qué? Allá tú. 5 Él arrojó en el templo las monedas, se marchó y se ahorcó. 6 Los jefes de los sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: - No se pueden echar en el tesoro del templo, porque son precio de sangre. 7 Y después de deliberar, compraron con ellas el campo del alfarero para sepultura de los forasteros. 8 Por eso, aquel campo se llama hasta hoy "Campo de sangre". 9Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, precio de aquel que fue tasado por los hijos de Israel, 10y compraron el campo del alfarero, según lo que me mandó el Señor. " Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: - ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús respondió: - Tú lo dices.
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Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los jefes de los sacerdotes y los ancianos. "Entonces Pilato le preguntó: - ¿No oyes todo lo que dicen contra ti? u Pero él no le respondió, de suerte que el gobernador se quedó muy extrañado. 15 Por la fiesta, solía el gobernador conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. '"Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. l7Así que, viéndolos reunidos, les preguntó Pilato: - ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Mesías? 18 Pues se daba cuenta de que lo habían entregado por envidia. 19 Estaba aún en el tribunal cuando su mujer le envió este mensaje: - No te metas con ese justo, porque esta noche he tenido pesadillas horribles por su causa. 20 Los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 2I El gobernador volvió a preguntarles: - ¿A quién de los dos queréis que os suelte? Respondieron ellos: - A Barrabás. 22 Pilato preguntó de nuevo: - ¿Y qué hago entonces con Jesús, el llamado Mesías? Respondieron todos: - ¡Crucifícalo! 21 Él les dijo: - Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaron más fuerte: - ¡Crucifícalo! 24 Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el alboroto iba en aumento, lomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: - No me hago responsable de esta muelle; alia vosotros. 25 Todo el pueblo respondió: - ¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de esta muerte! 26 Entonces les solió a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, se lo entregó para que hiera crucificado.
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11 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la tropa. 2S Lo desnudaron y le echaron por encima un manto de color púrpura; '9 trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza, y una caña en su mano derecha; luego se arrodillaban ante él y se burlaban, diciendo: - ¡Salve, rey de los judíos! 50 Le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. " Tras burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron para crucificarlo. '- Cuando salían, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús. " Al llegar al lugar llamado Gólgota, esto es, el lugar de la Calavera, "dieron a Jesús vino mezclado con hiél para que lo bebiera, pero, después de probarlo, no quiso beberlo. 55 Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos echándolos a suertes. ,6Y se sentaron allí para custodiarlo. !7 Sobre su cabeza pusieron un letrero con la causa de su condena: "Éste es Jesús, el rey de los judíos". 58 Al mismo tiempo crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. " Los que pasaban por allí lo insultaban meneando la cabeza 4"y diciendo: - Tú, que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz. 41 Y lo mismo los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la Ley y los ancianos, se burlaban de él diciendo: 42 - A otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 4i Ha puesto su confianza en Dios; que lo libre ahora, si es que lo quiere, ya que decía: "Soy Hijo de Dios". 44 Hasta los ladrones que habían sido crucificados junto con él lo insultaban. 4 ' Desde el mediodía toda la región quedó sumida en tinieblas hasta las tres. * Hacia las tres gritó Jesús con voz potente: - Eli, Eli, ¿lema sabaktani? Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: - Está llamando a Elias. 48 En seguida, uno de ellos fue corriendo a por una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola en una caña, le daba de beber. 49 Los otros decían: - Deja, vamos a ver si viene Elias a salvarlo.
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"'Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, entregó su espíritu. 5I Entonces, el velo del templo se rasgó en dos partes de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron; "se abrieron los sepulcros y muchos santos que habían muerto resucitaron, "salieron de los sepulcros y, después de que Jesús resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. 54E1 centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y decían: - Verdaderamente, éste era Hijo de Dios. " Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.5* Entre ellas estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. 57 Al caer la tarde, llegó un hombre rico, llamado José, natural de Arimatea, que también se había hecho discípulo de Jesús. 58 Este José se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato mandó que se lo entregaran. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60y lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Rodó una piedra grande a la puerta del sepulcro y se fue. "' María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro. "-Al día siguiente, es decir, el día después de la preparación de la pascua, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se congregaron ante Pilato "-'y le dijeron: - Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: "A los tres días resucitaré". M Así que manda asegurar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, roben su cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado de entre los muertos, y este último engaño sea peor que el primero. 65 Pilato les dijo: - Disponéis de un piquete de soldados; id y aseguradlo como sabéis hacer. "Ellos fueron, aseguraron el sepulcro y sellaron la piedra, dejando allí la guardia.
**• La pasión de Jesús es paradójicamente -en la narración de Mateo- la pasión del I lijo del hombre, del Señor de la gloria, del Juez, universal destinado a dar cumplimiento a la historia de la humanidad. El evangelista
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Santa
refleja esta contradicción en una narración de intensa, aunque siempre comedida, dramaticidad, manifestada en los detalles propios de su evangelio (por ejemplo, la desesperación y el suicidio de Judas: 27,3-16) y en la tensión continua entre poder y mansedumbre. El que podría haber recurrido a más de doce legiones de ángeles para librarse de las manos de los hombres se deja capturar inerme (26,50b-54); calla ante los "grandes" sin utilizar manifestaciones sobrenaturales (27,14.19). Su muerte rubrica el paso a una condición totalmente nueva desde el punto de vista religioso, h u m a n o y cósmico (27,50-54); sin embargo, Jesús no es un superhombre. Mateo subraya particularmente su soledad en Getsemaní (triple separación, triple vuelta a los suyos...), la humildad de su oración al Padre ("Si es posible...") y su confesión a los discípulos, a los que confía no sólo su tristeza mortal, sino también la debilidad de su carne (26,41b). De acuerdo con la perspectiva de su evangelio, Mateo, más que los otros evangelistas, insiste en el cumplimiento de las Escrituras -explícitamente o por medio de citas- para indicar que la pasión entra de lleno en el plan salvífico de Dios. A pesar de todo, el pueblo elegido no lo ha comprendido y se hace culpable de la sangre del Inocente (27,4.25), esa sangre que sanciona "la nueva y eterna alianza" (26,28), la única que puede redimir de todo pecado.
MEDITATIO La pasión del Señor nos pone en silencio. Un silencio más profundo que las múltiples voces que nos rodean y que habitualmente nos invaden. De lo hondo del corazón brota una pregunta que no podemos evitar: ¿por qué?
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La respuesta nos la da el mismo Jesús, que dice: "Ésta es mi sangre derramada por todos, para el perdón de los pecados"(Mt 26,28). Contemplemos al Hijo del hombre, al Señor glorioso, humillado por nosotros, injuriado, perseguido. Miremos al Hijo de Dios, que no baja de la cruz para salvarse a sí mismo, sino que se queda crucificado para salvarnos a todos nosotros. Fiel al designio del Padre, fiel al a m o r al hombre, ha asumido el abandono extremo debido al pecado, para que nosotros, libres, pudiésemos gustar la alegría de la comunión con Dios. Que se conmueva la tierra por nuestra habitual indiferencia, que se despedacen las rocas de los corazones empedernidos. Hoy se nos brinda la gracia de la pasión de Cristo. Al nombre de Jesús, también nosotros doblamos las rodillas y, en silencio, humildemente, dejamos nuestro pecado a los pies de su cruz gloriosa, de su cruz de amor.
ORATIO Tu rostro, Señor Jesús, es el rostro del Dios humilde que nos ama hasta despojarse, hasta hacerse pobre entre nosotros. Tu rostro es el rostro de nuestro dolor, de nuestra soledad, de nuestra angustia, de nuestra muerte que has querido asumir para que ya no estuviésemos solos y desesperados. Haz que aprendamos a reconocer esta revelación desconcertante de tu omnipotencia, la omnipotencia de quien ama hasta compartir el sufrimiento, hasta dejarse crucificar por nuestro amor. Enséñanos lo que significa amar como tú nos amas, para acoplar en silencio el participar en tu misterio de pasión y muerte y gustar contigo el gozo de la victoria plena y total sobre la división, el pecado y la muerte.
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CONTEMPLATIO
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Venid y, al mismo tiempo que ascendemos al monte de los Olivos, salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy de Betania y, por propia voluntad, se apresura hacia su venerable y dichosa pasión para llevar a plenitud el misterio de la salvación de los hombres. Va libremente hacia Jerusalén. Corramos, pues, a una con quien se apresura a su pasión e imitemos a quienes salieron a su encuentro. Y no para extender por el suelo, a su paso, ramos de olivo, vestiduras o palmas, sino para prosternarnos nosotros mismos, con la disposición más humillada de la que seamos capaces y con el más limpio propósito, de manera que acojamos al Verbo que viene y así logremos recibir en nosotros mismos a aquel Dios que ningún lugar es capaz de contener.
Cuando no aceptamos verdaderamente a Jesús como Hijo de Dios para justificar nuestras opciones equivocadas, renegamos de él. Y lo renegamos por no compartir su suerte, por no participar en su muerte. Siempre que no sabemos negarnos a nosotros mismos, renegamos de Jesús. Siempre que queremos salvarnos de la cruz, le miramos de lejos, y en la práctica decimos -aunque no sea de palabra- que no lo conocemos.
Alegrémonos, pues, porque se nos ha presentado mansamente el que es manso y que asciende sobre el ocaso de nuestra ínfima vileza, para venir hasta nosotros y convivir con nosotros, de modo que pueda, por su parte, llevarnos hasta la familiaridad con él. Así es como nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia, es decir, de él mismo, pues "los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo" (Gal 3,27). Así debemos ponernos a sus pies, como si fuéramos unas túnicas (Andrés de Creta, Sermón 9 sobre el domingo de Ramos, PG 97, 990-994).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Se humillaba y no abría la boca" (Is 53,7a).
¿Acaso no nos sucede esto con frecuencia? Si por consiguiente tantas veces renegamos de Jesús, otras tantas deberíamos saber llorar amargamente y asumir el arrepentimiento y la conversión como compromiso de vida: éste es ciertamente el único camino hacia la santidad. La santidad no es fruto de virtud, sino un don de misericordia para quien se abre para acogerla, para quien se arrepiente de todo corazón, consciente de ser pecador. Es una gracia que el Señor nos haga ver nuestro pecado para llevarnos al arrepentimiento. Nos da la posibilidad de arrepentimos: así es su misericordia (A. M. Cánopi, Pati per noi. Passione di Gesü secondo Matteo e "Via Crucis", Cásale Monf. 1994, 23s).
Domingo de Ramos
Domingo de Ramos Año B
LECTIO
Primera lectura: Isaías 50,4-7 (Cf. primera lectura del domingo de Ramos del año A.)
Segunda lectura: Filipenses 2,6-11 (Cf. segunda lectura del domingo de Ramos del año A.)
Evangelio: Marcos 14,1-15,47 14
' Faltaban dos días para la fiesta de la pascua y los panes sin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley andaban buscando el modo de prender a Jesús con engaño y darle muerte, -pero decían: - Durante la fiesta, no, no sea que el pueblo se alborote. 5 Estaba Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, sentado a la mesa, cuando llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume de nardo puro, que era muy caro. Rompió el frasco y se lo derramó sobre su cabeza. 4 Algunos estaban indignados y comentaban entre sí:
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- ¿A qué viene este despilfarro de perfume? 5 Se podía haber vendido por más de trescientos denarios y habérselos dado a los pobres. Y la criticaban. "Jesús, sin embargo, replicó: - Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho conmigo una obra buena. 7A los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis, pero a mí no me tendréis siempre. s Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. "Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se anuncie la Buena Noticia será recordada esta mujer y lo que ha hecho. "Judas Iscariote, uno de los doce, fue a hablar con los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. " Ellos se alegraron al oírle y prometieron darle dinero. Así que andaba buscando una oportunidad para entregarlo. ,: E1 primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero pascual, sus discípulos preguntaron a Jesús: - ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de pascua? "Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: - Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidlo, l4y allí donde entre decid al dueño: El Maestro dice: "¿Dónde está la sala en la que he de celebrar la cena de pascua con mis discípulos?" |5É1 os mostrará en el piso de arriba una sala grande, alfombrada y dispuesta. Preparadlo todo allí para nosotros. '"Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, encontraron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la cena depascua. I7 A1 atardecer llegó Jesús con los doce s y se Neniaron a la mesa. Luego, mientras estaban cenando, dijo Jesús: - Os aseguro que uno de vosotros me va a entrenar, min