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Spanish Pages 396 [402] Year 2013
64 ÚLTIMOS TÍTULOS PUBLICADOS
ANTONIO GONZÁLEZ BUENO
51 Claude Debru Neurofilosofía del sueño 52 Néstor Herrán Agua, semillas y radiaciones: el laboratorio de radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904-1929 53 Alberto Gomis Blanco y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008) 54 Juan Mainer Baqué La forja de un campo profesional. La pedagogía y la didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970) 55 Sandra Rebok Una doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo xix 56 Aitor Anduaga Egaña Geofísica, economía y sociedad en la España contemporánea 57 Francisco Ortega El cuerpo incierto. Corporeidad, tecnologías médicas y cultura contemporánea 58 John Slater Todos son hojas: literatura e historia natural en el Barroco español 59 Paula Olmos Gómez Los negocios y las ciencias. Lógica, argumentación y metodología en la obra filosófica de Pedro Simón Abril (ca. 1540-1595) 60 Mercedes del Cura González Medicina y pedagogía. La construcción de la categoría «infancia anormal» en España (1900-1939) 61 Aitor Anduaga Egaña Meteorología, ideología y sociedad en la España contemporánea
ALFREDO BARATAS DÍAZ
LA TUTELA IMPERFECTA
50 José Antonio Rodríguez Esteban Conmemoración de la expedición científica de Cervera-QuirogaRizzo al Sáhara Occidental en 1886
El sistema científico y tecnológico implantado durante los primeros años del franquismo, en los que la economía estuvo basada en los principios de autarquía, enfatizó los aspectos aplicados de la investigación básica. En este marco, el colectivo farmacéutico adquiere un especial protagonismo y lo hace desde distintos frentes: desde su actividad académica, tanto en las universidades como en el CSIC; desde la cómoda situación profesional que su diligente participación en la contienda y en el diseño del nuevo Estado deparaba a quienes se vincularon al Ejército; y desde la industria privada, motor de la renovación terapéutica y, en algún caso, refugio de los que optaron por el exilio interior. Este volumen recoge las aportaciones de un grupo de investigadores que, durante los últimos años, se han ocupado de estudiar las relaciones entre ciencia, farmacia y sociedad durante los ‘años grises’ del primer franquismo.
BIOLOGÍA Y FARMACIA EN LA ESPAÑA DEL PRIMER FRANQUISMO
48 Miguel Alcíbar Comunicar la Ciencia. La clonación como debate periodístico 49 Gustavo Vallejo Escenarios de la cultura científica argentina. Ciudad y universidad (1882-1955)
ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA
Antonio González Bueno (Alhucemas, 1958) es catedrático de Historia de la Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid. Sus intereses investigadores se centran en el campo de la historia de la botánica y de la industria farmacéutica española. Es autor, con Raúl Rodríguez Nozal, de Entre el arte y la técnica. Los orígenes de la fabricación industrial del medicamento (2005) y coordinó El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea (2008). Alfredo Baratas Díaz (Madrid, 1963) es profesor titular de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense. Ha enfocado su investigación en temas relacionados con la historia de la biología en la España de los siglos xix y xx. Es autor de Introducción y desarrollo de la biología experimental en España entre 1868 y 1936 (1993).
Antonio González Bueno Alfredo Baratas Díaz (eds.)
LA TUTELA IMPERFECTA
MINISTERIO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD
BIOLOGÍA Y FARMACIA EN LA ESPAÑA DEL PRIMER FRANQUISMO
62 Xavier Calvó-Monreal Polímeros e instrumentos. De la química a la biología molecular en Barcelona (1958-1977) 63 Francisco Villacorta Baños La regeneración técnica. La Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el extranjero (1910-1936)
ISBN 978-84-00-09706-6
CSIC
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Ilustración de cubierta: Francisco Franco recibe a los organizadores del I Congreso Hispano-Portugués de Farmacia (1948). Fotografía de Martín Santos Yubero. Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia. 28/06/2013 15:14:00
LA TUTELA IMPERFECTA
ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA, 63
Director José Luis Peset Reig (CSIC) Secretario Jon Arrizabalaga Valbuena (CSIC) Comité Editorial Rafael Huertas García-Alejo (CSIC) Mauricio Jalón Calvo (Universidad de Valladolid) Antonio Lafuente García (CSIC) M.ª Luz López Terrada (CSIC) Víctor Navarro Brotons (Universidad de Valencia) Miguel Ángel Puig-Samper Mulero (CSIC) M.ª Isabel Vicente Maroto (Universidad de Valladolid) Consejo Asesor Raquel Álvarez Peláez (CSIC) Emilio Balaguer Perigüell (Universidad Miguel Hernández, Alicante) Rosa Ballester Añón (Universidad Miguel Hernández, Alicante) Ricardo Campos Marín (CSIC) Nicolás García Tapia (Universidad de Valladolid) Thomas Glick (Universidad de Boston, Estados Unidos) Antonello La Vergata (Universidad de Módena, Italia) Leoncio López-Ocón Cabrera (CSIC) Marisa Miranda (CONICET, La Plata, Argentina) Luis Montiel Llorente (Universidad Complutense, Madrid) Jorge Molero Mesa (Universidad Autónoma de Barcelona) Francisco Pelayo López (CSIC) Juan Pimentel Igea (CSIC) M. Christine Pouchelle (CNRS, París) Julio Samsó (Universidad de Barcelona) José Manuel Sánchez Ron (Universidad Autónoma de Madrid) Javier Puerto Sarmiento (Universidad Complutense, Madrid) Manuel Sellés García (UNED, Madrid) Concepción Vázquez de Benito (Universidad de Salamanca)
ANTONIO GONZÁLEZ BUENO ALFREDO BARATAS DÍAZ (eds.)
LA TUTELA IMPERFECTA BIOLOGÍA Y FARMACIA EN LA ESPAÑA DEL PRIMER FRANQUISMO
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2013
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Catálogo general de publicaciones oficiales: MINISTERIO DE ECONOMÍA http://publicacionesoficiales.boe.es Y COMPETITIVIDAD
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© CSIC © Antonio González Bueno y Alfredo Baratas Díaz (eds.), y de cada texto, su autor ISBN: 978-84-00-09706-6 e-ISBN: 978-84-00-09707-3 NIPO: 723-13-033-6 e-NIPO: 723-13-034-1 Depósito Legal: M-19.676-2013 Maquetación, impresión y encuadernación: Imprenta Taravilla, S. L. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Introducción
ÍNDICE
Introducción Antonio González Bueno, Alfredo Baratas Díaz.........................
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Capítulo I. La nueva biología y los fósiles humanos: el contexto y la difusión de la paleoantropología
España durante el primer franquismo Francisco Pelayo...........................................................................
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Capítulo II. Farmacia y Ciencia en el CSIC. El Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis Alfredo Baratas.............................................................................
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Capítulo III. Pilar Primo de Rivera y la reorganización de las carreras auxiliares sanitarias tras la Guerra Civil Dolores Ruiz-Berdún....................................................................
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en
Capítulo IV. Medicamentos, análisis e informes técnicos: el Cuerpo Militar de Farmacia en la estructura sanitaria del Ministerio del Ejército (1939-1945) María Luisa de Andrés Turrión.................................................... 101
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Índice
Capítulo V. La industria farmacéutica española durante la autarquía. Estudio cuantitativo de los laboratorios registrados por la Organización Sindical Raúl Rodríguez Nozal................................................................... 143 Capítulo VI. Algunas notas sobre el medicamento veterinario en España durante el primer franquismo Alberto Gomis.............................................................................. 189 Capítulo VII. Entre el original y la copia: las patentes de sulfamidas en España (1938-1963) Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos Pérez Teijón....................................................................... 211 Capítulo VIII. Penicilina para la España del primer franquismo (1944-1959) Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno.................... 241 Capítulo IX. Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) y los antibióticos
José Fonfría Díaz, Pilar Calvo de Pablo...................................... 295 Capítulo X. Instituto de Biología y Sueroterapia IBYS Javier Puerto................................................................................. 341 Capítulo XI. Laboratorios Profansa (Productos Farmacéuticos Nacionales, Sociedad Anónima) Carlos del Castillo Rodríguez, Rosa Basante Pol......................... 385
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La tutela imperfecta
INTRODUCCIÓN El Estado constituido tras la victoria del ejército franquista en la Guerra Civil tenía, no podía ser de otra manera, unos fundamentos ideológicos y sociales radicalmente distintos de los que inspiraban el pensamiento republicano e, incluso, de los gobiernos de la Restauración. Una primera consecuencia del triunfo franquista fue la intensa campaña de depuración, que también afectó al profesorado universitario y aquellos otros profesionales que desarrollaban tareas investigadoras o técnicas en otros ámbitos de la Administración. Este ‘atroz desmoche’ dinamitó el sistema científico y tecnológico español en 1939; sobre sus cenizas se levantó una nueva estructura, pálido remedo de la existente en los años previos a la contienda. La superestructura científica diseñada por el franquismo fue el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pergeñado como órgano asesor del Estado para la organización y ejecución de los planes científicos de las nuevas autoridades. El Consejo se construyó sobre la ruinas del edificio científico de la Junta de Ampliación de Estudios (ruinas generadas por los mismos que erigieron la nueva estructura científica). Sobre él pesaron, por un lado, las filiaciones de los distintos grupos que tras la Guerra Civil adquirieron peso en la política estatal y, por otro, la visión claramente utilitaria de la investigación —de la que había carecido la Junta— omnipresente en los primeros años del Consejo. 9
Antonio González Bueno y Alfredo Baratas Díaz
La estructura del Consejo, como la de buena parte de los órganos de la España del primer franquismo, adoleció de un excesivo sentido jerárquico: los laboratorios se agrupaban en institutos, a su vez encuadrados en patronatos, sujetos a la tutela de la presidencia del organismo. La jerarquización administrativa no conllevó una definición precisa de los programas de investigación; si hubiera que buscar una directriz en lo que a la investigación patrocinada por el Consejo representa, esta podría ser la necesidad de publicar hasta la más nimia aportación que surgiera de los laboratorios. Nacen así un alto número de revistas científicas, prácticamente concebidas como órgano de expresión de la actividad de cada centro o laboratorio. Esta fecundidad editorial transmite la impresión de ser un mero soporte testimonial de las memorias de la institución y evidencian la inflación de información que estas presentan. El contrapunto a esta vorágine de letra impresa es Arbor, la revista de mayor proyección para entender el sustrato ideológico e intelectual del Consejo. Una revista impregnada de simbolismo, al igual que la institución que la edita; el árbol luliano, icono del Consejo, inspira el nombre de la publicación; su subtítulo a partir de 1947 —Revista general de la investigación y la cultura— incorpora el carácter de compendio de disciplinas que se le quiso dar. Su contenido reflejó fielmente la línea de pensamiento de la institución, coherente con los principios del nuevo régimen. La ciencia, aun cuando a veces se presente sin condicionantes ideológicos, no carece de ellos. Quienes hacen ciencia tienen un inherente compromiso intelectual (explícito o no) que subyace en su propia obra científica. Si hay un caso paradigmático que evidencia esta influencia sociopolítica sobre la actividad científica es, sin duda, el modo de afrontar la interpretación de las teorías paleoantropológicas en la sociedad de posguerra. A pesar de que la elite científica tuviera acceso a las teorías científicas más actuales, sobre su interpretación existió un tamiz ideológico, de cariz católico, que condicionó la difusión de las nuevas teorías sobre el origen del hombre. 10
Introducción
Estos temas, sensibles por las derivadas morales e ideológicas que tenían —ya que el dogma católico podía entrar en conflicto con las modernas interpretaciones—, fueron tratados en buena medida por colectivos religiosos, perfectamente formados en la materia, que supieron compatibilizar las nuevas concepciones científicas con el discurso ortodoxo en términos católicos. De esta forma, las explicaciones estrictamente teóricas se incorporaron a nuestro medio social de una forma no ofensiva o problemática para el nuevo régimen —que contaba con el apoyo incondicional de la jerarquía católica—; los medios en que algunas de las aportaciones de estos autores se presentan dan testimonio de la perfecta integración del discurso científico en el teológico: revistas como Razón y Fe o Religión y Cultura, que fundadas con anterioridad a la Guerra Civil se mantendrán pujantes durante toda la dictadura, eran instrumento habitual para la difusión de esta simbiosis biológico-teológica. El Consejo amparó el trabajo científico en la primera década del régimen con unas premisas claras: la coherencia con los postulados del nacionalcatolicismo —ya reseñada— y el énfasis en la investigación aplicada. Desde el gobierno franquista se había promovido la constitución de otros órganos administrativos de carácter científico-técnico, estrechamente vinculados al sector industrial, con los que desarrollar su programa autárquico. Sin duda el Instituto Nacional de Industria (1941) es el exponente más claro de esta política; la creación del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (1942) y, más tarde, de la Junta de Energía Nuclear (1951) son otros hitos en la misma línea, estos más mediatizados aún por la estrategia militar. Otros organismos públicos de investigación, como el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas o el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, vigentes o creados durante la dictadura primorriverista, se reorganizaron en 1940, adaptando sus reglamentos a la nueva situación política. Se esquematizan así los principales agentes en el desarrollo de la política científica e industrial del primer franquismo. Diseño no exento de carencias y solapamiento de competencias; imperfecciones, en 11
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definitiva, surgidas de una estructura generada con urgencias y carente de una política uniforme, a pesar de la aparente unidad del régimen. Las diversas familias políticas, los intereses corporativos y las incertidumbres sociales y económicas desdibujaron una política concordante y coherente. En este marco, regido por una ‘tutela imperfecta’, el colectivo farmacéutico adquiere un especial protagonismo y lo hace desde distintos frentes: desde su actividad académica, tanto en las universidades como en el CSIC; desde la cómoda situación profesional que su diligente participación en la contienda y en el diseño del nuevo Estado deparaba a quienes se vincularon al bando franquista; y desde la industria privada, motor de la renovación terapéutica y, en algún caso, refugio de los que optaron por el exilio interior. Ante la no inclusión de la investigación y desarrollo farmacéutico entre las líneas prioritarias del INI y el escaso realce que esta línea de trabajo tuvo para los gestores del Consejo, la industria farmacéutica de capital privado se erige en el tejido científico-tecnológico de esta área productiva. Lo hace afrontando infinidad de carencias: maquinaria, materia prima y especialistas en desarrollo industrial; pero también con algunas prerrogativas: el aval de ‘carácter nacional’ de estas empresas en una economía autárquica, un permisivo sistema de patentes y el beneficio económico directo que supuso la implantación del seguro obligatorio de enfermedad. Como en otros sistemas de carácter fascista, la mujer quedaba relegada al rol de madre y esposa; solo en contadas ocasiones se permitía su entrada en el mundo laboral y el trabajo asignado en estos casos era un ‘trabajo delicado’, un ‘trabajo de cuello blanco’. La industria farmacéutica o la investigación desarrollada en el Consejo son casos paradigmáticos de la creciente presencia de la mujer en el mundo laboral, pero limitada a un estatus subordinado al varón y con un evidente ‘techo de cristal’ que dificultaba su promoción a puestos de responsabilidad. No obstante, algunos colectivos, y el de las matronas es el más señero, intentan afianzar el protagonismo femenino en la vida pública. Estos esfuerzos fueron 12
Introducción
sistemáticamente eclipsados por otros colectivos profesionales que gozaban de un mejor acomodo en la ideología política franquista. Este volumen recoge las aportaciones de un grupo de investigadores que, durante los últimos años, se han ocupado de estudiar las relaciones entre ciencia, farmacia y sociedad durante los ‘años grises’ del primer franquismo. Francisco Pelayo analiza la pervivencia desigual del darwinismo en España, frente a su desarrollo en el resto del mundo científico; mientras la teoría sintética de la evolución en Europa y Norteamérica se afianzaba sobre los pilares de la genética, sistemática y paleontología; el debate español se centró en los aspectos paleoantropológicos y la subordinación del evolucionismo al dogma católico. La investigación farmacognóstica desarrollada en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas es valorada por Alfredo Baratas, quien hace evidente la anemia de resultados y la dispersión temática del trabajo realizado en el Instituto José Cestino Mutis del CSIC. El rol atribuido a la mujer por la ideología predominante y su incidencia en el desarrollo de las profesiones sanitarias es examinado por Dolores Ruiz-Berdún. La Sección Femenina, con Pilar Primo de Rivera al frente, se ocupó de la promoción de la mujer, pero bajo unos parámetros que primaban la responsabilidad doméstica y el apoyo a la familia frente a la inserción en el mundo laboral; el colectivo de matronas y enfermeras, en el esquema franquista, quedaba bajo la supervisión del médico, ‘varón y superior jerárquico’; esta situación de subordinación social y profesional se entremezcló con problemas de identidad y reconocimiento corporativo. Los farmacéuticos militares vieron ‘recompensada’ su colaboración con el ejército vencedor a través del establecimiento de un Cuerpo de Farmacia Militar. María Luisa de Andrés Turrión analiza el proceso de fundación de esta estructura sanitaria dentro del organigrama militar y estudia las diversas actividades que le fueron encomendadas: desde la fabricación, distribución y dispensación de medicamentos, hasta la realización de análisis químicos y toxicológicos. 13
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Raúl Rodríguez Nozal ofrece una visión global de la industria farmacéutica durante el franquismo, utilizando como elemento de análisis la documentación generada por el Sindicato Vertical de Industrias Químicas, en la que aquella quedó englobada por la reglamentación laboral del Régimen. Un importante sector económico de la industria farmacéutica, el medicamento veterinario, es estudiado por Alberto Gomis. Su aportación detalla la particular naturaleza de este tipo de productos de uso agropecuario, directamente relacionados con el mundo rural de la España autárquica. Este trabajo se vertebra sobre los fondos patrimoniales que forman parte de la colección de medicamentos de fabricación industrial del Seminario de Historia de la Farmacia de la Universidad de Alcalá. En una España aislada, la disponibilidad de patentes propias para la fabricación de nuevos productos de interés terapéutico era esencial. Antonio González Bueno, Carlos Pérez Teijón y Raúl Rodríguez Nozal analizan el caso particular de las patentes de sulfamidas presentadas ante la Administración española entre 1938 y 1963, evidenciando el proceso de ‘hispanización’ de las patentes internacionales, adaptadas para el uso de materia prima de origen nacional. La penicilina fue, sin lugar a dudas, el elemento que marcó la revolución terapéutica de las décadas centrales del siglo xx. Los procesos que fomentaron la traslación de este fármaco a la realidad española y el entramado de intereses comerciales y administrativos que hubo de afrontar son estudiados por Gloria Redondo y Antonio González Bueno. Uno de los protagonistas de la recepción de la penicilina en España fue Florencio Bustinza (1902-1982), catedrático de Fisiología Vegetal en la Universidad de Madrid y amigo personal de sir Alexander Fleming, que realizó investigaciones en torno a nuevos antibióticos, una intensa labor divulgativa sobre el descubrimiento y uso de la penicilina. De estas actividades, no exentas de intereses personales en la industria farmacéutica de su época, se ocupan José Fonfría y Pilar Calvo de Pablo. 14
Introducción
Dos últimos artículos abordan sendos casos de laboratorios farmacéuticos activos durante el periodo objeto de estudio. Javier Puerto relata la historia de IBYS, un laboratorio formado previamente a la Guerra Civil, con una actuación destacada durante los años de la dictadura, que se convirtió en uno de los ‘centros de gravedad’ del exilio interior farmacéutico. Carlos del Castillo y Rosa Basante estudian el laboratorio Profansa (Productos Farmacéuticos Nacionales, Sociedad Anónima), gestado en pleno franquismo, que gozó de una vida comercial intensa, pero efímera, y que, de alguna forma, ejemplifica el oportunismo económico que, para algunos empresarios, supuso el mundo del medicamento. En nuestros días, la sociedad española ha vivido una aproximación histórica, analítica y desapasionada, a la dictadura franquista. En esta línea de trabajo, alejada de la exaltación y del vituperio, es hacia la que los autores orientan su investigación. Son conscientes de que la ciencia, tanto pura como aplicada, es una más de las facetas de la actividad social; y que, como toda la sociedad española, estuvo fuertemente condicionada por la tutela que sobre ella ejerció la ideología predominante. No obstante, esta ‘tutela’, autoritaria y dotada de un fuerte aparato de presión sobre la población, distó mucho de ser ‘perfecta’. Los autores de este volumen son deudores de dos proyectos de investigación HAR2009-09564 y HAR2010-21333-C03-01 del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. Antonio González Bueno Alfredo Baratas Díaz
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Antonio González Bueno y Alfredo Baratas Díaz
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Paleoantropología en España durante el primer franquismo
Capítulo I LA NUEVA BIOLOGÍA Y LOS FÓSILES HUMANOS: EL CONTEXTO Y LA DIFUSIÓN DE LA PALEOANTROPOLOGÍA EN ESPAÑA DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO* Francisco Pelayo Instituto de Historia CCHS (CSIC)
Teoría sintética y nuevas orientaciones de la paleoantropología
Aunque antes de los años treinta del siglo xx se habían descubierto homínidos fósiles en África, como el cráneo de Broken Hill o el del Australopithecus de Taung, los ejemplares considerados hasta esa década relevantes por los especialistas en paleontología y evolución humanas, procedían de Europa y del extremo oriente de Asia. Con posterioridad, entre mediados de la década de los años treinta y finales de los cincuenta, tuvieron lugar importantes debates y transformaciones en las prácticas científicas de la Biología, fundamentalmente como resultado de la teoría sintética de la evolución. Estas modificaciones conceptuales contribuyeron decisivamente a determinar la aparición de nuevas orientaciones en los programas de trabajo de la paleoantropología. En este sentido, Robin W. Denell señala que, entre 1937 y 1960, se produjeron transformaciones amplias en los objetivos, las prácticas y el contexto de la antropología física, que provocaron cambios complejos e importantes en el desarrollo de la paleontología humana.1 Por de pronto, la zona más probable del origen de los * Financiado con cargo al proyecto HAR2010-21333-C03-01, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación.
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Francisco Pelayo
homínidos se desplazó de Asia a África. El paradigma asiático, que se basaba en las evidencias empíricas proporcionadas por el registro fósil humano hasta 1939, en inferencias biogeográficas y en dosis de prejuicios raciales, fue sustituido por un consenso sobre la ascendencia de África como cuna de la humanidad. El estudio de los orígenes humanos se vio afectado tanto por las nuevas percepciones sobre el Australopithecus y su lugar en la filogenia de los homínidos fósiles, como por el nuevo contexto geopolítico tras la II Guerra Mundial y sus secuelas, con los cambios políticos y las diferencias en cuanto a la hora de llevarse a cabo en Asia oriental y África subsahariana la transición del colonialismo a la independencia. Así, en China, desde finales de los años treinta del siglo xx, el trabajo de campo realizado por occidentales en excavaciones paleoantropológicas se vio afectado y paralizado por la guerra contra Japón y su posterior guerra civil, sufriendo además, a finales de 1941, la pérdida de los restos fósiles humanos excavados cerca de Beijing, en Chou-Kou-Tien. Mientras, en otros países asiáticos donde se habían realizado excavaciones paleoantropológicas, como Indonesia, se dieron procesos de lucha de liberación nacional. Por el contrario, en el África subsahariana hubo continuidad de los gobiernos coloniales hasta los años sesenta y la investigación paleoantropológica nunca se interrumpió, especialmente gracias a la persistencia y suerte de Louis-Seymour-Bazett Leakey (1903-1972). Otro factor externo, apuntado por Robin Denell, fue que Europa se vio sustituida por los EE.UU. en cuanto a influencia dominante en paleoantropología. La consecuencia fue el cambio de interés de los paleoantropólogos, que en las décadas previas a la Guerra Mundial fueron mayoritariamente europeos y cuyos objetivos se centraron en la explicación de las diferencias raciales actuales, mientras que en la posguerra el núcleo principal lo constituyeron norteamericanos quienes orientaron sus intereses hacia 1 Robin W. Denell. «From Sangiran to Olduvai, 1937-1960: The quest for ‘centres’ of homínid origins in Asia and Africa». En: Raymond Corbey, Will Roebroek (eds.). Studying Human Origins: 45-66. Amsterdam: Amsterdam University Press, 2001.
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Paleoantropología en España durante el primer franquismo
la unidad actual de la humanidad. De este modo, frente a los prejuicios raciales que impregnaron la interpretación del registro fósil humano en la primera parte del siglo xx, la nueva visión de la evolución humana, surgida del germen de la teoría sintética, asimiló el valor de la genética humana y de los estudios biométricos de variabilidad poblacional. Richard D. Delisle,2 Ian Tattersall,3 Robert Foley4 y Juan Luis Arsuaga5 han analizado la importancia que tuvo para la paleontología humana la teoría sintética de la evolución. Richard Delisle sostiene que la síntesis moderna de la evolución había influenciado directamente a los especialistas en paleoantropología, casi exclusivamente a través de conceptos generales y de los métodos de la nueva sistemática, cuyo fundamento se estableció entre 1937 y 1944, siendo consensuada en el simposio de Princeton en 1947. Mantiene que los tres principales biólogos que contribuyeron al consenso de la teoría sintética, Theodosius Dobzhansky, Ernst Mayr y George Gaylord Simpson, aplicaron sus conceptos y métodos a la evolución humana. Así Theodosius Dobzhansky analizó la tesis propuesta desde un enfoque morfológico por Franz Weidenreich, quien consideraba que la evolución homínida había tenido lugar como una sola especie subdividida en varias razas. En 2 Richard D. Delisle. «Human Palaeontology and the Evolutionary Synthesis During the Decade 1950-1960». En: Raymond Corbey, Bert Theunissen (eds.). Ape, Man, Apeman: Changing Views since 1600: 217-228. Leiden: Leiden University, 1995. Ibid. Debating Humankind’s Place in Nature 1860-200. The Nature od Paleoanthropology. Upper Saddle River [New Jersey]: Pearson, Prentice Hall, 2007. 3 Ian Tattersall. The Fossil Trail. How We Know What We Think We Know About Human Evolution. New York: Oxford University Press, 1995; Ibid. «Paleoanthropology and Evolutionary Theory». En: Carol R. Ember, Melvin Ember, Peter N. Peregrine (eds.). Research Frontiers in Anthropology: 325-342. Englewood Cliffs [New Jersey]: Prentice Hall, 1997. Ibid. Hacia el ser humano. La singularidad del hombre y la evolución. Barcelona: Península, 1998. Ibid. «Paleoanthropology: The Last Half-Century». Evolutionary Anthropology, 9 (1): 2-16. New York, 2000. 4 Robert Foley. «In the Shadow of the Modern Synthesis? Alternative Perspectives on the Last Fifty Years of Paleoanthropology». Evolutionary Anthropology, 10: 5-14. New York, 2001. 5 Juan Luis Arsuaga. El enigma de la esfinge. Las causas, el curso y el propósito de la evolución. Barcelona: Plaza & Janés, 2001.
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Francisco Pelayo
contra de los que mantenían que debería considerarse a la humanidad formada por un grupo de especies, Dobzhansky afirmaba que dicha opinión se debía a la falta de familiaridad o a la mala interpretación del concepto de especie politípica de la sistemática moderna, que era una definición de raza y de especie basada en consideraciones genéticas.6 Como recoge Richard Delisle, Dobzhansky también señaló que el problema de la situación biológica de los neandertales se había aclarado tras el estudio de Theodore D. Mc Cown y Arthur Keith sobre los fósiles humanos de Monte Carmelo.7 Estos autores describieron una población fósil que había vivido durante el tercer periodo interglaciar, integrada por individuos que iban desde neandertales típicos hasta Homo sapiens con características de aquellos. La interpretación de esta gran variabilidad dada por Mc Cown y Keith había sido que la población Monte Carmelo estaba «en pleno proceso de cambio evolutivo», con los neandertales y los tipos modernos que surgían a partir de una forma ancestral. Los resultados de Mc Cown y Keith en Monte Carmelo demostraban que los tipos neandertales y modernos eran razas de la misma especie y no especies distintas. Por este motivo y apoyándose sobre la base de los datos disponibles, Dobzhansky defendió la idea de que, durante el Pleistoceno, cualquier nivel dado de tiempo, solo había existido una única especie de homínido.8 Para Theodosius Dobzhansky, entre los paleoan tropólogos existían dos corrientes de pensamiento sobre el proceso de evolución humana. El primer punto de vista, que podía ser llamado el ‘clásico’, suponía que el curso de la evolución de los homínidos había sido constantemente divergente, produciendo un árbol filogenético con muchas ramas. Los fósiles conocidos representaban 6 Theodosius Dobzhansky. «On Species and Races of Living and Fossil Man». American Journal of Physical Anthropology, 2: 251-265. New York, 1944 (cf. pág. 254). 7 Theodore D. Mc Cown, Arthur Keith. The Stones Age of Mount Carmel. II. The Fossil Humain remains from the Levallois-Mousterian. Oxford: Clarendon Press, 1939. 8 Theodosius Dobzhansky. Op. cit., nota 6, pág. 265.
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Paleoantropología en España durante el primer franquismo
fundamentalmente algunas de las ramas y solo rara vez correspondían al tronco principal filogenético. Todas las ramas habían terminado marchitándose y extinguiéndose, excepto la del Homo sapiens actual, única que había sobrevivido. Esta rama, a su vez, se había dividido en ramas divergentes: las razas humanas actuales. El segundo punto de vista, establecido, en opinión de Dobzhansky, muy hábilmente por Franz Weindereich (lo que hoy conocemos como ‘continuidad multirregional’), suponía que, durante el Pleistoceno, cepas diferentes de la especie humana, en diferentes regiones, con diferentes velocidades y de forma independiente, habían pasado por las mismas ‘etapas’ evolutivas que iban desde el antropoide hasta el tipo humano moderno; según esta perspectiva, la diferenciación racial de la humanidad actual tenía sus raíces en un nivel mucho anterior a la que había llevado a la etapa Homo sapiens. Así, el hombre de Java estaba vinculado, a través de Homo soloensis, al aborigen australiano y el hombre de Pekín llevaba, a través de una forma desconocida neandertal, a la raza mongol. De igual manera, el hombre de Rhodesia había dado lugar a determinados tipos africanos, y el hombre de Neandertal europeo a ciertas razas europeas. Por tanto, Homo erectus, neandertales y otros tipos de fósiles no habían desaparecido del todo, ya que sus descendientes se habían transformado y formaban parte de la humanidad actual. La teoría de Franz Weidenreich tenía, según Dobzhansky, un parecido superficial con la noción del paleoantropólogo alemán Hermann Klaatsch sobre el origen polifilético de los ancestros del hombre, emparentados con orangutanes, gorilas y chimpancés.9 Pero esta noción estaba equivocada porque los actuales antropomorfos (orangután, gorila y chimpancé) eran especies distintas, completamente aisladas desde el punto de vista reproductivo.10 En opinión de Ian Tattersall, la síntesis fue absorbida en su versión más fundamentalista en parte gracias a los esfuerzos de Theodosius 9 Hermann Klaatsch. «Die Aurignac-Rasse und ihre Stellung im Stammbaum der Menschheit». Zeitschrift für Ethnologie, 42: 513-577. Berlin, 1910. 10 Theodosius Dobzhansky. Op. cit., nota 6, págs. 259-260.
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Dobzhansky y Ernst Mayr;11 este último, al referirse a la cuestión de cuántas especies de hombres fósiles habían existido, defendió que, dado que el hombre era una especie politípica, compuesta de unidades menores como subespecies y poblaciones locales, podía presumirse que los homínidos fósiles también lo fueron.12 Ernst Mayr planteó que a los nuevos hallazgos fósiles, aún no suficientemente conocidos, no se les dieran nombres genéricos y específicos y que era preferible utilizar denominaciones vernáculas, como ‘hombre de Piltdown’, más útiles y menos engañosa.13 En su contribución al simposio del Cold Spring Harbour sobre Quantitative Biology, Ernst Mayr afirmó que no había evidencia disponible de que, en un momento dado, más de una especie de homínidos hubiese existido sobre la Tierra. Propuso la reescritura de la filogenia humana, sintetizándose los numerosos nombres genéricos y específicos y clasificando a los homínidos, fósiles y recientes, en un solo género, el Homo, con tres especies Homo transvaalensis (Australopithecus), Homo erectus y Homo sapiens. También señalaba Mayr que el reconocimiento de grupos de subespecies dentro de la especie facilitaba la clasificación. En este sentido, por ejemplo, los grupos de subespecies del Homo sapiens podrían ser: el hombre moderno, los grupos neandertales y el grupo pre-neandertal.14 El resumen de las proposiciones del Simposio de 1950 sobre la clasificación de los hombres fósiles fue sintetizado por Wilton Marion Krogman. Recogía que todos los fósiles humanos, incluyendo los de Sudáfrica, pertenecían a un solo género, Homo, y que la relación neandertal-sapiens era un ‘continuum’ biológico. Se postularon tres especies de Homo: Homo transvaalensis (Australopithecus, Paranthropus y Plesianthropus), Homo erectus (Sinanthropus, Pithecanthropus, Ngandong y Mauer) y Homo sapiens (Neandertal, 11 Ian Tattersall. «Paleoanthropology: The Last Half-Century». Evolutionary Anthropology, 9 (1): 2-16. New York, 2000 (cf. pág. 3). 12 Ernst Mayr. «Taxonomic Categories in Fossil Hominids». Cold Spring Harbor Symposia on Quantitative Biology, 15: 109-118. New York, 1950 (cf. pág. 111). 13 Ernst Mayr. Op. cit., nota 12, pág. 115. 14 Ernst Mayr. Op. cit., nota 12, pág. 117.
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Cromagnon y otras formas fósiles de sapiens). Además, estas tres especies de Homo no habían sido en ningún caso coetáneas, sino que representaban una secuencia cronológica. Por último, se tenía en cuenta que ningún sistema taxonómico podía jerarquizar todas las variaciones del hombre fósil, ya que siempre había un factor arbitrario de subjetividad.15 La propuesta del nuevo programa de investigación surgido de la síntesis moderna, junto con el descrédito de los restos del Eoanthropus dawsoni hallado en Piltdown tras el descubrimiento del fraude en 1953, fue acompañado por una reorientación de conceptos erróneos de la paleoantropología británica de antes de la guerra. Especialmente se abandonó la tesis de que el aumento del cerebro había precedido al bipedismo, que las diferencias raciales actuales eran tan importantes que implicaban un origen anterior al Pleistoceno para los humanos modernos y que los ejemplares individuales podían identificarse como tipos raciales por un pequeño número de rasgos. De todas formas, hubo paleoantropólogos europeos, como el antes citado Franz Weidenreich, defensor de un multirregionalismo, que admitía una considerable evolución local, además de la posibilidad de hibridación entre poblaciones adyacentes y que la antigüedad de las razas humanas no tenía por qué implicar desigualdad racial.16
Tradición en la investigación sobre fósiles humanos en España En los primeros años del período franquista, los autores que publicaron trabajos sobre paleontología humana abordaron la cuestión desde perspectivas científicas, humanísticas y teológicas. El origen de estas orientaciones y líneas de trabajo, interesadas en los orígenes de la humanidad y en los hallazgos de fósiles huma15 16
Juan Comas. Manual de Antropología. México: FCE, 1957 (cf. pág. 519). Robin W. Denell. Op. cit., nota 1. 23
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nos, se remontaban en España a la segunda mitad del siglo xix. En paralelo al interés despertado entre los ingenieros de minas por la emergente arqueología prehistórica, en el mundo universitario se iniciaron los estudios sobre la antigüedad y el origen del hombre a través de los trabajos y la difusión llevada a cabo por Juan Vilanova y Piera (1821-1893), primer catedrático universitario en España de Geología y Paleontología.17 Con Vilanova, que realizó una extensa divulgación de los primeros hallazgos de neandertales y cromañones, comenzó una tradición disciplinar y una línea de trabajo limitada al ámbito de las Ciencias Naturales, que sería desarrollada por algunos de sus alumnos. Entre los que se doctoraron en Ciencias Naturales a finales del xix y cursaron la asignatura de Paleontología impartida por Vilanova, se encontraron Manuel Antón Ferrándiz (1849-1929) y Telesforo de Aranzadi Unamuno (1860-1945), futuros catedráticos de Antropología en las Universidades de Madrid y Barcelona, respectivamente. Ambos participaron en el proceso de difusión del conocimiento sobre los hallazgos de fósiles humanos durante el primer tercio del siglo xx.18 Así, Manuel Antón mostró su interés por la paleoantropología desde finales del siglo xix, siendo pionero en dar noticias en España del descubrimiento del Pithecanthropus erectus.19 Por su parte, Telesforo Aranzadi reseñó los importantes descubrimientos de principios del siglo xx, como la mandíbula de Mauer en Heidelberg, el esqueleto excavado en Le Moustier (Dordogne) y los restos neandertales desenterrados en La Chapelle-aux-Saints.20 Vicente Salavert Fabiani, Francisco Pelayo López, Rodolfo Gozalo GutiéLos inicios de la Prehistoria en la España del siglo xix: Juan Vilanova y Piera y el origen y antigüedad del hombre. Valencia: Universitat de València / Fundación Marcelino Botín, 2003; Francisco Pelayo, Rodolfo Gozalo Gutiérrez. Juan Vilanova y Piera (1821-1893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano [Serie de trabajos varios, 114]. Valencia: Diputación de Valencia, 2012. 18 Francisco Pelayo. «La evolución humana y su difusión en España en el marco de la JAE (1907-1939)». Asclepio, 59(2): 137-162. Madrid, 2007. 19 Manuel Antón Ferrándiz. «¿El Anthropopithecus?». La Ilustración Española y Americana, 15: 247-250. Madrid, 1895. 20 Telesforo Aranzadi. «Los últimos descubrimientos del hombre fósil en Europa». Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, 9: 316-324. Madrid, 1909. 17
rrez.
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En este período, primer tercio del xx, se enmarca también la línea de investigación en paleontología humana desarrollada por Eduardo Hernández Pacheco, catedrático de Geología en la Universidad de Madrid y jefe de trabajos de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP) ubicada en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En 1915 el prehistoriador germano Hugo Obermaier se vinculó al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, incorporándose como profesor agregado a la CIPP. En la colección de memorias publicadas por esta Comisión, se editaron dos trabajos de Hugo Obermaier, uno en colaboración con Eduardo Hernández Pacheco, dedicado al estudio de la mandíbula neandertaloide de Bañolas, y el segundo fue un amplio trabajo de síntesis del prehistoriador alemán sobre el hombre fósil.21 En 1919 se cesó a Hugo Obermaier en su puesto de la CIPP, a causa del deterioro de sus relaciones con el personal del Museo de Ciencias Naturales.22 En 1922, tras la ruptura entre Eduardo Hernández Pacheco y Hugo Obermaier, este fue propuesto para impartir la cátedra de «Historia Primitiva del Hombre» en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Eso ocasionó que la Facultad de Ciencias elevara una protesta al estimar que el estudio de la Prehistoria, que se circunscribía a hechos paleontológicos, geológicos y etnográficos, era propio de las Ciencias Naturales. Los argumentos recalcaban que se había iniciado su enseñanza con Juan Vilanova y se impartía en la Facultad de Ciencias desde que se había creado la cátedra de Antropología, figurando como tal en el plan de estudios. Para su enseñanza se disponía de un amplio material científico que 21 Francisco Pelayo. «La Real Sociedad Española de Historia Natural y la consolidación de la Geología, la Paleontología y la Prehistoria en España (19001936)». Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 1 [Segunda época]: 251-258. Madrid, 1998. Ibid. «La evolución humana y su difusión en España en el marco de la JAE (1907-1939)». Asclepio, 59(2): 137-162. Madrid, 2007. 22 Alfonso Moure Romanillo. «Hugo Obermaier, la institucionalización de las investigaciones y la integración de los estudios de Prehistoria en la Universidad española». En: El Hombre fósil 80 años después: 17-50. Santander: Universidad de Cantabria / Fundación Marcelino Botín, 1996.
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se encontraba en el Museo Antropológico, por lo que proponer la creación de cátedras nuevas de materias a impartir en otras Facultades suponía establecer un precedente funesto para la Universidad. Significaba romper la unidad y la armonía existente entre Facultades y un menosprecio a las enseñanzas establecidas. El escrito terminaba pidiendo diálogo a fin de que se retirara la propuesta y evitar la ruptura de relaciones entre los claustros de las Facultades de Ciencias y de Filosofía de la Universidad de Madrid.23 Al no prosperar la protesta emitida desde la Facultad de Ciencias de la Universidad madrileña, se amplió al área de Humanidades el estudio de la prehistoria y de los orígenes de la humanidad, hasta entonces limitada a las Ciencias Naturales, diversificándose así los grupos de investigación. De manera que, en los primeros años de la posguerra española, arqueólogos, prehistoriadores, paleontólogos y antropólogos, junto con teólogos, interesados estos en mostrar la armonía entre ciencia y religión, coincidieron en sus objetivos encaminados al estudio y la difusión de los descubrimientos paleoantropológicos. Así, por ejemplo, en los primeros años de la posguerra española los discípulos de Hugo Obermaier desarrollarían una línea de investigación que había sido iniciada por el prehistoriador alemán, cuya obra tendría gran repercusión a lo largo de los años cuarenta. La editorial de la Revista de Occidente contribuyó a esta difusión publicando la segunda, tercera y cuarta edición de la obra El hombre fósil y los orígenes de la humanidad (Madrid, 1932) de Hugo Obermaier, cuya autoría compartiría con Antonio García Bellido, catedrático de Arqueología clásica en la Universidad de Madrid y director del Instituto de Arqueología Rodrigo Caro del CSIC. Posteriormente habría una quinta edición, en 1955, en la que como tercer firmante figuraría Luis Pericot, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Barcelona.24 23 Archivo General de la Administración [AGA], Educación, caja 16.164, expediente Hugo Obermaier. 24 Sobre la historia de la arqueología en España puede consultarse Gloria Mora, Margarita Díaz-Andréu (eds.). La cristalización del pasado. Génesis y desa-
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Paleoantropología, transformismo y origen del hombre Mientras tenían lugar reuniones científicas como la de Princeton de 1947, donde se abordaba y discutía la nueva síntesis evolucionista moderna, en España, la política nacional-católica del régimen de Franco estableció el escenario ideológico en el que los científicos que se quedaron tras la derrota de la República tuvieron que trabajar y publicar. Esta adaptación a las circunstancias políticas significó que cuestiones científicas, como la evolución biológica y el origen del hombre, se abordaran y plantearan desde las instituciones académicas en un marco de armonía entre la ciencia y la religión católica. La primera referencia en España de una de las obras clave del consenso sobre la teoría sintética de la evolución data de mediados de la década de los años cuarenta y se debe a Bermudo Meléndez Meléndez (1912-1999). Licenciado y doctor en Ciencias Naturales, fue en 1940 becario del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en el Instituto José de Acosta del CSIC, más tarde colaborador en la sección de Paleontología del Instituto Lucas Mallada, también del CSIC, antes de ganar la Cátedra de Geología en la Universidad de Granada y posteriormente la de Paleontología y Geología histórica en la de Madrid. En el Boletín de la Universidad de Granada, Bermudo Meléndez publicó, en 1945, una reseña de la obra Tempo and Mode in Evolution de George Gaylord Simpson (1944),25 donde señalaba que Simpson pretendía en su texto conciliar el modo de ver la evolución de biólogos y paleontólogos, cuyos puntos de vista habían sido objeto de duras críticas por el campo contrario. Meléndez conrrollo del marco institucional de la Arqueología en España. Málaga: Universidad de Málaga / CSIC, 1997; Francisco Gracia Alonso. La arqueología durante el primer franquismo (1939-1956). Barcelona: Bellaterra, 2009; Margarita Díaz-Andréu, Gloria Mora, Jordi Cortadella (coords.). Diccionario Histórico de la Arqueología en España (Siglos xv-xx). Madrid: Marcial Pons, 2009. 25 Bermudo Mélendez. «Simpson, G.G. - Tempo and mode in evolution – Columbia University Press; Humphrey, Milford, Oxford University Press, 1944». Boletín de la Universidad de Granada, 17: 477-478. Granada, 1945. 27
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sideraba que esta obra de Simpson era una de las mejores enfocadas y que había sido escrita con gran sinceridad, teniendo en cuenta que abordaba una materia que se prestaba a excesos imaginativos. La reseña del libro de George G. Simpson no significó que Bermudo Meléndez asumiera los planteamientos del paleontólogo norteamericano. Por el contrario, en sus trabajos siguientes insistió en la necesidad de la intervención de un ‘Agente Superior’ para explicar la aparición de la humanidad y que el transformismo era sólo una hipótesis que habría que corroborar.26 En estos trabajos, Bermudo Meléndez comentó, en relación con la aparición del género humano, que no había eslabones que relacionaran antropomorfos y homínidos y que era imposible que hubiera un paso gradual que salvara el abismo existente entre el psiquismo animal y el humano. El hombre no procedía de ningún mono vivo o fósil conocido, por lo que la humanidad no podía ser producto de la evolución orgánica. Era necesario recurrir a un acto creador de Dios. Fue en su Tratado de Paleontología, publicado por el CSIC en 1947, donde Meléndez se extendió con más detalles en relación con sus ideas sobre paleontología humana. Comentaba que era imposible que existiera un paso gradual, por evolución espontánea, capaz de salvar el abismo que existía entre el psiquismo animal y el humano.27 En cuanto al origen del cuerpo humano, la paleontología proporcionaba, según Meléndez, evidencias del hallazgo de diversos fósiles; en primer lugar citaba al Pithecanthropus erectus, del que decía que la bóveda craneal y algunos dientes eran considerados como pertenecientes a una especie de primate de cerebro bastante grande, un mono gigante en opinión de Marcellin Boule, mientras que diversos fragmentos, especialmente un fémur, un diente, una mandíbula y dos cráneos, eran de Homo sapiens. Respecto al Sinanthropus pekinensis, aseguraba que sus restos re26 Francisco Pelayo. «Debatiendo sobre Darwin en España: antidarwinismo, teorías evolucionistas alternativas y síntesis moderna». Asclepio, 61(2): 101-128. Madrid, 2009. 27 Bermudo Mélendez. Tratado de Paleontología. Madrid: CSIC, 1947 (cf. vol. 1: 74-75).
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sultaban ser casi idénticos a los del Pithecanthropus, y que también habían pertenecido con toda seguridad a un gran mono gigante. En este asunto Meléndez anotaba que, desde 1936, se habían realizado en Java numerosos hallazgos de restos de fósiles de Pithecanthropus, mientras que en Chou-Kou-Tien, a partir de 1930, se habían efectuado nuevos descubrimientos de ejemplares de Sinanthropus. Estos restos fósiles, que estaban siendo estudiados por Ralph von Koenigswald y Franz Weidenreich, mostraban por detalles de su dentición su cercanía al tipo humano, aunque las demás características del cráneo eran típicas de simios. Respecto al resto del esqueleto, los pocos fragmentos que se poseían, atribuidos al Pithecanthropus, tenían caracteres humanos, por lo que no estaría desencaminada la hipótesis de que no correspondieran a este último tipo.28 Por lo que se refería al Homo heidelbergensis, Meléndez señalaba que la mandíbula presentaba indudables caracteres simios mientras que la dentición era absolutamente de tipo humano; pero había que tener en cuenta, decía, que tales caracteres se encontraban muy acentuados en la raza neandertal y en ciertas poblaciones negras actuales, por lo que probablemente la mandíbula había pertenecido a una raza humana especial. El cuarto tipo recogido por Meléndez eran los restos del Eoanthropus Dawsoni hallado en Piltdown; expresaba, siguiendo a Obermaier y Boule, que mientras el cráneo, reconstruido por A. Smith Woodward, presentaba caracteres francamente humanos, acercándose más al Homo sapiens que al Homo neandertalensis, la mandíbula se aproximada más al tipo simio. Esta aparente contradicción entre las morfologías de las muestras encontradas y que dichos restos pudieran ser posteriores a la raza neandertal, respecto a la cual presentaba el cráneo caracteres de superioridad, se explicaba porque las facies detríticas de los sedimentos daban pie para pensar que ambos restos no pertenecían a la misma especie y que eran posteriores a los demás del yacimiento. Meléndez señalaba que varios paleontólogos creían que no había relación entre el cráneo huma28
Bermudo Mélendez. Op. cit., nota 27, págs. 75-77. 29
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no y la mandíbula de tipo chimpancé: el primero correspondería a un Homo (Eoanthropus) Dawsoni y la segunda, a un chimpancé fósil Pan-vetus (Troglodytes Dawsoni).29 Tras referirse a los cuatro tipos anteriores, que él consideraba constituidos por restos más o menos dudosos, Meléndez presentaba a la raza de neandertal, con caracteres indiscutiblemente humanos, que daban pruebas de su inteligencia, e indicaba no conocer ningún fósil que sirviera de eslabón de enlace entre el cuerpo humano y los monos antropomorfos, apoyándose en esta cuestión en Teilhard de Chardin.30 En el «Programa de Paleontología y Geología Histórica» que presentó en su oposición a la cátedra de dicha asignatura, convocada en 1948/49, Bermudo Meléndez dedicaba las lecciones 50 y 51 de la parte práctica del programa, al estudio de los neandertales y del Homo sapiens respectivamente. En la primera de estas lecciones abordaba el estudio comparado de los restos de Sinanthropus y Pithecanthropus, el Africanthropus, la mandíbula de Mauer, los restos neandertales hallados en Europa, Rhodesia y Java, los indicios del carácter humano de los anteriores restos fósiles, terminando con los hallazgos de Palestina y Steinheim. La siguiente lección, la 51, incluía la exposición del estado de la cuestión referido a los restos de Piltdown y Swascombe, los cráneos de Olmo y Quinzano, la raza de Cromañón, Predmost, Grimaldi, Chancelade y Wadjak, las industrias líticas, y las manifestaciones artísticas y religiosas de estos hombres, las posibles relaciones existentes entre las ramas ‘neandertaloide’ y del Homo sapiens, la antigüedad y época de la aparición del hombre, la unidad de su origen y fenómenos evolutivos en él observados, para terminar con el origen del cuerpo humano.31 En lo que se refiere a la «Memoria explicativa del concepto, método, fuentes y programa de la asignatura de Paleontología y Geología Histórica» que Bermudo Meléndez presentó en dicha opoBermudo Mélendez. Op. cit., nota 27, pág. 77. Bermudo Mélendez. Op. cit., nota 27, pág. 78. 31 Bermudo Meléndez Meléndez. «Programa de Paleontología y Geología Histórica». AGA, Educación, Caja 31/4056; cf. pág. 14. 29 30
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sición, justificaba la necesidad de dedicar al estudio del hombre fósil un capítulo aparte, porque los estudios paleoantropológicos presentaban modalidades especiales que no encajaban dentro del marco de los estudios de los vertebrados fósiles, ya que aparte de los restos de esqueletos humanos, era preciso estudiar las manifestaciones de la industria, arte, religiosidad, costumbres, indumentarias, además de que en su bioestratinomía influían ciertos ritos y costumbres relacionados con sus creencias religiosas. Para él, la conquista de la paleoantropología había sido la confirmación de la existencia del tipo Homo sapiens desde el Pleistoceno inferior, de forma que aparecían dos series paralelas, una que culminaba con el hombre actual y otra, la ‘neandertaloide’, probablemente extinguida.32 Bermudo Meléndez, en su prólogo a Hacia el origen del Hombre (1956), obra póstuma del jesuita Valeriano Andérez, recogería como hipótesis de trabajo que el ‘limo térrea’ fue el cuerpo de algún antropomorfo de finales del Terciario o principios del Cuaternario. Valeriano Andérez Alonso (1906-1955) fue docente en el seminario «Problemas biológicos y antropológicos» en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Comillas.33 Sus numerosos trabajos paleoantropológicos sobre el origen y antigüedad de la humanidad, las posibles derivaciones de los monos fósiles, los australopitecos, el Pithecanthropus, los neandertales, etc.,34 fueron 32 Bermudo Meléndez Meléndez. «Memoria explicativa del concepto, método, fuentes y programa de la asignatura de Paleontología y Geología Histórica». AGA, Educación, Caja 31/4058, cf. pág. 15. 33 Una biografía y bibliografía de Valeriano Andérez pude consultarse en su necrológica: «In memoriam». Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica, 11: 380-382. Madrid, 1955. 34 Valeriano Andérez. «Importancia antropogenética de los últimos descubrimientos paleoantropológicos». Miscelánea Comillas, 5: 197-229. Madrid, 1956; Ibid. «¿Cuántos años hace que existe la humanidad?». Ibérica [2ª época], 8 (143): 143-147. Barcelona, 1948; Ibid. «El origen filogenético del hombre». Sal Terrae, 37(2): 114-122. Comillas, 1949; Ibid. «Los australopitecinos africanos: el Australopithecus». Ibérica [2ª época], 12(189): 65-68. Barcelona, 1950; Ibid. «Los australopitecinos africanos: Plesianthropus y Paranthropus». Ibérica [2ª época], 12(190): 113-117. Barcelona, 1950; Ibid. «Apreciación crítica de los australopitecinos afri-
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compilados a su muerte por el también jesuita de la Universidad Pontificia de Comillas, Pedro Juan Azpeitia Ezpondaburu.35 En Hacia el origen del Hombre (1956), Valeriano Andérez se centra primero en la humanidad actual, estudiando las características antropológicas, la clasificación de las razas humanas, la existencia de una unidad específica y filogenética para, posteriormente, abordar la humanidad prehistórica, exponiendo una visión de la evolución geológica y biológica, seguida de los documentos paleoantropológicos, es decir, la relación los restos humanos fósiles conocidos entonces, mediada la década de los años cincuenta. Calculaba que los restos fósiles correspondían a medio millar de individuos hallados en 130 yacimientos de 120 localidades. Comenta apreciaciones antropológicas, centradas en aspectos morfológicos, topológico-cronológicos, manteniendo que los restos humanos más antiguos conocidos son los europeos, seguidos por asiáticos y africanos. Discute interpretaciones filogenéticas, en las que considera como humanos los tipos fósiles ‘sapiens’, ‘neanderthalis’, ‘heidelbergensis’, ‘mauerantrópica’ y la mayoría de las formas de tipos ‘pitecantropoide’, dudando solo de algunas variedades incluidas en este último. Admitía la unidad de origen de todas estas formas, recordando cómo el transformismo antropológico había sido predominantemente monogenista, esto es, que todas las formas consideradas humanas pertenecen al mismo árbol genealógico o provienen del mismo tronco. Expone que la humanidad prehistórica canos». Ibérica [2ª época], 12(191): 151-155. Barcelona, 1950; Ibid. «Qué se ha de pensar hoy sobre el Pithecanthropus». Razón y Fé, 142: 367-382. Madrid, 1950; Ibid. «¿Es derivable el hombre a partir de los monos fósiles?». Miscelánea Comillas, 17: 173-219. Madrid, 1952; Ibid. «Indicios antropogenésicos en el hombre comparado con animales infraprimáticos». Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica, 9(36): 435-453. Madrid, 1953; Ibid. «Interpretación antropológica del Homo neanderthalensis». Anales de la Asociación para el Progreso de Las Ciencias, 19(1): 121-133. Madrid, 1954; Ibid. «Trascendencia antropológica de la averiguación del fraude de Piltdown». Razón y Fe, 683: 463-478. Madrid, 1954; Ibid. «Origen topológico de la Humanidad según la ciencia actual». Miscelánea Comillas, 23: 327-374. Madrid, 1955. 35 Valeriano Andérez. Hacia el origen del Hombre. Comillas (Santander): Universidad Pontificia, 1956. 32
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pudo haber brotado de una estirpe ‘pitecantrópica’ o ‘sapientiforme-neanderthálica’, de manera que el árbol humano, perturbado por el hallazgo del Eoanthropus y por descubrimientos de formas de tipo ‘sapiens’ tan antiguas o más que las neandertales, podía establecerse en una línea Pithecanthropus - Maueranthropus - Homo neanderthalensis - Homo sapiens. En su segunda parte, Andérez se dedica a las posibles relaciones de parentesco entre el hombre con los monos actuales y al estudio de los monos fósiles, en los que incluye al Australopithecus, el Plesianthropus y el Paranthropus. Finalmente el libro recoge un apéndice sobre el fraude de Piltdown. La obra de Andérez se encuadra en el marco ideológico de los primeros años de la posguerra, en el que se incidirá, desde una perspectiva teológica y filosófica, en el relato bíblico de la creación, al tiempo que se contemplará de manera crítica la teoría de la evolución, sobre todo aplicada al género humano. Diversos artículos de esta tendencia se publicarán en revistas de órdenes religiosas como jesuitas, franciscanos, dominicos y claretianos.36
La paleontología humana en el Instituto Bernardino de Sahagún de Antropología y Etnología (CSIC) En el nuevo contexto político español surgido en 1939 tras la derrota de la República, en el que desmantelaron claustros docentes e investigadores universitarios por el exilio y las depuraciones políticas,37 se fundó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuyo objetivo principal era la recuperación de un pen36 Francisco Pelayo. «Entre ciencia y religión: evolución, paleoantropología y el ‘origen del hombre’ en España (1939-1959)». Historia del Presente, 20: 69-80. Madrid, 2012. 37 Entre la ya abundante bibliografía sobre el tema, señalamos los estudios de Luis Enrique Otero Carvajal (dir.). La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2006; Jaume Claret Miranda. El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945. Barcelona: Crítica, 2006.
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samiento hispánico confesional que el Ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín resumió en el lema: «Por la ciencia hacia Dios».38 Uno de los nuevos institutos de investigación creados por el CSIC fue el Instituto Bernardino de Sahagún de Antropología y Etnología,39 inicialmente quedó bajo la dirección de José Pérez de Barradas (1897-1981), catedrático de Antropología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid y estrechamente vinculado a Hugo Obermaier. Pocos años después, en 1948, Luis de Hoyos Sainz (1868-1951) sería nombrado director honorario del Bernardino de Sahagún. De mediados de los años cuarenta datan las extensas obras de síntesis sobre el estado en que entonces se encontraban las investigaciones sobre el hombre fósil, realizadas tanto por Pérez de Barradas como por Hoyos Sainz. José Pérez de Barradas, tanto en su trabajo publicado en las páginas del Boletín de la Real Academia de la Historia40 como en su Manual de Antropología,41 presentaba los restos fósiles humanos conocidos, clasificándolos en ‘Parantrópidos’, ‘Protoantropos’, ‘Protosapiens’ y Homo. De los primeros, en los que incluía al Australopitecus, el Plesianthropus y el Paranthropus, señalaba que los últimos 38 Sobre la situación del debate evolucionista dirante el franquismo, cf. Francisco Blázquez Paniagua. «La Teoría Sintética de la evolución en España. Primeros encuentros y desencuentros». Llul, 24: 289-313. Zaragoza, 2001; Ibid. El evolucionismo en España y la síntesis neodarwinista (1939-1970). [Tesis doctoral, dirigida por Javier Ordoñez Rodriguez]. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2004; Francisco Pelayo. «Debatiendo sobre Darwin en España: antidarwinismo, teorías evolucionistas alternativas y síntesis moderna». Asclepio, 61(2): 101-128. Madrid, 2009. 39 Luis Sánchez Gómez. «La Antropología al servicio del Estado: el Instituto Bernardino de Sahagún del CSIC (1941-1970)». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 47: 29-44. Madrid, 1992. 40 José Pérez de Barradas. «Estado actual de las investigaciones sobre el hombre fósil». Boletín de la Real Academia de la Historia, 117(2): 331-415, láms. 2223. Madrid, 1945. 41 José Pérez de Barradas. «Paleontología humana». En: Manual de Antropología: 395-463. Madrid: Cultura Clásica y Moderna, 1946.
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hallazgos entonces realizados [1945], de los cuales apenas habían llegado noticias a España por las circunstancias por las que había pasado desde 1936, habían hecho retroceder la línea divisoria entre el hombre y el mono. Unos años atrás pareció estar el puente de unión en el «cacareado Pithecanthropus», un gibón humanoide que andaba erguido. Estos seres, si se juzgaban como eslabones de la supuesta cadena que ligaba al mono con el hombre, habrían vivido en tiempos en que ya existía el ‘verdadero hombre’ sobre la Tierra.42 Los restos fósiles de ‘Protoantropos’ habían comenzado a aparecer en el Cuaternario; eran restos muy primitivos, muy ‘pitecoides’ pero con caracteres humanos, pudiéndose discutir si ese carácter simio fuera producto de una degeneración o si, por el contrario, fuera el principio de una humanización, como se creía en tiempos pasados. Al coexistir estos hombres con caracteres primitivos al lado de otros emparentados con el Homo sapiens y la raza blanca, parecían indicar que no fueran los eslabones de la hipotética cadena que llevaba del Pithecanthropus-Sinanthropus al hombre de Neandertal y de este al Homo sapiens. Por otro lado, el mosaico de caracteres humanos, de hombre primigenio y de antropomorfos, junto con rasgos morfológicos en la dentición de los fragmentos de Sangiran, hacían pensar que el Pithecanthropus fuera una especie falsa y que sus restos habría que clasificarlos como pertenecientes a un Homo y a un gran gibón.43 Más adelante, refiriéndose a los ‘Protosapiens’, Pérez de Barradas mantenía que cuando se consideraba como un artículo de fe evolucionista el paso gradual e ininterrumpido del mono al hombre, se desecharon como apócrifos hallazgos realizados al aire libre, en terrazas de los ríos, aluviones, etc., que ofrecían una morfología semejante al Homo sapiens. La paleontología humana de finales del xix y principios del xx, no había aceptado, en opinión de Pérez Barradas, que tipos semejantes al hombre actual coexistieran con representantes de la raza neandertal, pero desde los hallazgos de Piltdown y Swascombe había que 42 43
José Pérez de Barradas. Op. cit., nota 40, pág. 340. José Pérez de Barradas. Op. cit., nota 40, págs. 345-349. 35
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pensar de manera diferente, además de que había otra forma de enfocar el problema del hombre fósil. Así, el Eoanthropus Dawsoni mostraba un cráneo netamente ‘protosapiens’ y una mandíbula de chimpancé, no debía extrañar esta falta de armonía, aun pensando en sentido exageradamente evolucionista, puesto que no todos los órganos evolucionan al mismo tiempo. Los hallazgos de Piltdown y Swascombe tenían un valor extraordinario puesto que eran anteriores al hombre de Neandertal e incluso el primero era sincrónico del hombre de Mauer, es decir, coincidieron en Europa un Protoanthropus (relacionado con el Pithecanthropus y el Sinanthropus), con un antecesor del Homo sapiens y, posiblemente también, de la raza blanca. El hecho era, opinaba Pérez Barradas, asombroso: el hombre como tal había existido en Europa antes que otros tipos pitecoides o teromorfos y había sido en Inglaterra, una isla, donde se habían encontrado sus restos de un modo indiscutible.44 Para este autor, el género Homo comprendía el Homo primigenius, que incluía a las formas neandertales, y el Homo sapiens. Luis de Hoyos Sainz (1868-1951), por su parte, publicó en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural un artículo sobre los neandertaloides de Gibraltar45 y en la Historia de España dirigida por Ramon Menéndez Pidal, sendas síntesis acerca del estado del conocimiento sobre los hombres fósiles y los hombres prehistóricos.46 Durante la década de los años cincuenta hay que referirse a la labor realizada por Carlos Crespo Gil-Delgado (1911-1963), conde de Castillo-Fiel. Publicó varios artículos sobre paleontoloJosé Pérez de Barradas. Op. cit., nota 40, pág. 358-362. Luis Hoyos Sáinz. «Los neandertaloides de Gibraltar». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 45: 185-219, láms. XIV-XVII. Madrid, 1947. 46 Luis Hoyos Sáinz. «Los hombres fósiles». En: Ramón Menéndez Pidal (dir.), Historia de España. Tomo I. España Prehistórica. II: Antropología Prehistórica Española [Luis Hoyos Sáinz, ed.]: 117-144. Madrid: Espasa-Calpe, 1947. Ibid., «Los hombres prehistóricos». En: Ramón Menéndez Pidal (dir.) Historia de España. Tomo I. España Prehistórica. II: Antropología Prehistórica Española [Luis Hoyos Sáinz, ed.]: 145-173. Madrid: Espasa-Calpe, 1947. 44 45
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gía humana en las páginas de la revista Antropología y Etnología, órgano de expresión del Instituto Bernardino de Sahagún de Antropología y Etnología del CSIC. Crespo Gil-Delgado fue becario y colaborador del CSIC, tanto en el Bernardino de Sahagun como en la sección de Paleontología del Instituto Lucas Mallada de Investigaciones Geológicas. En 1951 realizó un viaje de estudios por Italia, estableciendo contacto con Sergio Sergi, director del Instituto Italiano de Antropología, donde tuvo ocasión de examinar y estudiar los restos neandertalianos de Saccospastore y Circeo. También mantuvo relaciones científicas con el jesuita Vittorio Marcozzi, antropólogo de la Universidad Gregoriana de Roma y con el profesor Piero Leonardi, de la Universidad de Ferrara.47 Carlos Crespo publicó, a lo largo de la década de los años cincuenta, tanto en Antropología y Etnología, la revista del Instituto Bernardino de Sahagún como en Estudios Geológicos, órgano del Instituto de Investigaciones Geológicas Lucas Mallada del CSIC, diversos artículos que informaban del estado de la cuestión sobre los nuevos descubrimientos de restos de australopitecos, las discusiones que generaban su interpretación, la evolución de la humanidad, la taxonomía y las propuestas de clasificación de los ‘hombres fósiles’, la pérdida de los restos fósiles del ‘hombre de Pekín’ durante la Segunda Guerra Mundial y las novedades de la paleoantropología de su momento.48 Carlos Crespo discutió sobre la posición filogené47 José Pérez de Barradas. «Actividades del Instituto Bernardino de Sahagún de Antropología y Etnología en 1951». Antropología y Etnología, 4: 187-190. Madrid, 1951 (cf. págs. 199-189). 48 Carlos Crespo. «Reunión para tratar del problema de los australopitécidos, patrocinada por la Fundación Viking, en Estados Unidos». Antropología y Etnología, 3: 486-488. Madrid, 1950; Ibid. «Los más recientes descubrimientos del profesor Broom». Antropología y Etnología, 3: 489-490. Madrid, 1950. Ibid. «Los descubrimientos paleoantropológicos en África del Sur», Estudios Geológicos, 6: 225-229. Madrid, 1950 [compilación de los dos artículos anteriores publicados en Antropología y Etnología]; Ibid. «El candente problema de los australopitécidos». Antropología y Etnología, 3: 491-497. Madrid, 1950 [reproducido en Estudios Geológicos, 6: 459-466. Madrid, 1950; Ibid. «Un nuevo hombre prehistórico. El hombre de Hotu», Antropología y Etnología, 6: 235-244. Madrid, 1952 [reproducido en Estudios Geológicos, 9(18): 285-295. Madrid, 1953]; Ibid. «Fósiles huma-
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tica de los australopitecos, sosteniendo que constituían una rama lateral extinta y vecina a la humana, que evolucionó paralelamente a ella hasta extinguirse; por lo tanto, no eran antecesores del hombre ni, en consecuencia, el eslabón perdido. En este sentido recordaba que anteriormente se habían considerado eslabones perdidos al Eoanthropus, al Pithecanthropus y al Sinanthropus, creyéndose ver en ellos al antepasado del hombre, pero los paleoantropólogos habían terminado por abandonar esta concepción al llegar a la conclusión de que no eran sino hombres de tipo primitivo y coetáneos de otras especies humanas mejor desarrolladas.49 También informó Crespo sobre el hallazgo y la descripción de los restos fósiles humanos de Fontéchevade; según Henri Victor Vallois, el Homo sapiens pudo provenir de la evolución de un tipo humano que se desarrollara paralelamente al ‘Homo primigenius’ y que pudiera haber pasado por los estadios de ‘Eoanthropus’, ‘Swascombe’ y ‘Fontéchevade’, partiendo de un tipo indiferenciado muy antiguo.50 La humanidad actual, el Homo sapiens, se había expandido por el mundo, en opinión de Carlos Crespo, una vez que quedó abortado el tipo ‘Neanderthal’, que se extinguió a igual que había ocurrido con los australopitecos, por haber desarrollado formas humanas cada vez más aberrantes y especializadas. nos víctimas de la guerra». Antropología y Etnología, 6: 245-248. Madrid, 1952 [reproducido en Estudios Geológicos, 9(17): 141-145. Madrid, 1953]; Ibid. «Sergio Sergi: Gli uomini nel pleistocene. Rivista di Antropologia. Volumen XXXVIII, págs. 219-224. Roma, 1959-51». Antropología y Etnología, 7: 595-599. Madrid, 1952; Ibid. «Las últimas novedades en Paleoantropología». Antropología y Etnología, 8: 209-219. Madrid, 1953; Ibid. «Sobre la clasificación actual de los hombres fósiles [reseña de Sergio Sergi, 1952]». Estudios Geológicos, 10: 131-136. Madrid, 1954 [reproducido en «El hombre fósil». Ibérica, 21(195): 327-328. Barcelona, 1954]; Ibid. «Las últimas novedades en Paleoantropología». Estudios Geológicos, 10: 377-389. Madrid, 1954; Ibid. «Consideraciones sobre el origen del cuerpo humano». Estudios Geológicos, 15: 107-109. Madrid, 1959. 49 Carlos Crespo. «Reunión para tratar del problema de los australopitécidos, patrocinada por la Fundación Viking, en Estados Unidos». Antropología y Etnología, 3: 486-488. Madrid, 1950. 50 Carlos Crespo. «Fósiles humanos víctimas de la guerra». Antropología y Etnología, 6: 245-248. Madrid, 1952 [reproducido en Estudios Geológicos, 9(17): 141-145. Madrid, 1953]. 38
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En estas fechas de comienzos de la década de 1950, hay que destacar el grupo de investigación en paleontología humana ubicado en la sección de Antropobiología del Instituto Bernardino de Sahagún del CSIC, en Barcelona, vinculado a la cátedra de Antropología de la Universidad de Barcelona. Este equipo fue liderado por el antropólogo Santiago Alcobé i Noguer (1903-1977), autor de un primer catálogo de fósiles humanos de España.51 Asimismo, contribuyó con un estudio sobre los restos de neandertales descubiertos en la Península, en el volumen editado con motivo del centenario del descubrimiento de Neandertal.52 Alcobé presentaría, en el V Congreso Internacional del INQUA, una comunicación sobre las tareas de reconstrucción y el estudio preliminar realizado por él mismo sobre la mandíbula neandertal de Bañolas.53 Discípulo de Santiago Alcobé fue Miguel Fusté Ara (19191966), doctor en Ciencias, docente de cursos sobre Paleontología humana en la Universidad de Barcelona e Investigador Científico del CSIC. Miguel Fusté fue el investigador del grupo de antropólogos de Barcelona más volcado hacia temas paleoantropológicos; completó su formación en Francia con Henri-Victor Vallois y Jean Piveteau, en el Musée de l’Homme, en el Institut de Paleontologie Humaine y en la Sorbonne, se especializó en el estudio de los neandertales.54 51 Santiago Alcobé. «Cat. des Hom. Fossiles. Espagne». En: Catalogue des Hommes Fossiles. XIX Congrès Géologique International. Alger, 1952. Compte Rendus de la Dix-Neuvieme Session. Fasc. IV: 112-119. Alger: Congrès Géologique International, 1952. 52 Santiago Alcobé. «Die Neandertaler Spaniens». En: Gustav Heinrich Ralph von von Koenigswald (ed.). Hundert Jahre Neanderthaler. Neanderthal Centenary. 1856-1956 [Gedenkbuch der Internationalen Neanderthaler-Feier, 26-30 Aug. 1956]: 9-18. Utrecht: Kemink en Zoon NV, 1956. 53 Miguel Fusté Ara. «El Hombre Fósil en el V Congreso Internacional del INQUA». Zephyrus, 8: 295-297. Salamanca, 1957. 54 Miguel Fusté Ara. Parietal neandertalense de Cova Negra (Játiva). [Serie de trabajos varios, 17]. Valencia: Diputación Provincial de Valencia, 1953; Ibid. «La paleontología humana en el III Cursillo Internacional de Paleontología de Sabadell (Barcelona) y I Reunión Internacional del Terciario». Zephyrus, 8: 241. Salamanca, 1956; Ibid. «Estudio comparativo sobre la rotación de la región occi-
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Entre los trabajos de Miguel Fusté se encuentran los estudios de neandertales hallados en España, como el parietal de Cova Negra y los restos descubiertos en la Carigüela (Piñar, Granada). El primero de ellos había sido hallado por Gonzalo Viñes en 1933, siendo el material fósil estudiado en 1937-1938 por José Royo Gómez y publicada su catalogación, que incluía la porción craneal de género Homo por el Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) de Valencia en 1942.55 Por su parte, los fragmentos de parietales y el frontal humanos de la gruta de la Carigüela, habían sido descubiertos por el paleontólogo suizo, colaborador del CSIC, Jean-Christian Spahni en 1955. Fusté estudio la morfología cerebral del ejemplar fósil en 1956. Al año siguiente presentaría, en el V Congreso Internacional del INQUA, una comunicación de Manuel García Sánchez, antropólogo de la Universidad de Granada, titulada «Les hommes fósiles du paléolithique moyen et supérieur de la grotte de la Capital en cráneos de Neandertal y Sapiens». Trabajos del Instituto Bernadino Sahagún de Antropología y Etnología, 15(1): 7-26. Barcelona, 1956; Ibid. »Morfología cerebral de un ejemplar neandertalense procedente de la cueva de la Carigüela, en Piñar (Granada)». Trabajos del Instituto Bernadino Sahagún de Antropología y Etnología, 15(1): 27-39. Barcelona, 1956; Ibid. «Raíces prehistóricas del complejo racial de la Península Ibérica». Zephyrus, 7: 109-124. Salamanca, 1956; Ibid. «Centenario del descubrimiento del ‘Hombre de Neanderthal’». Zephyrus, 7: 245. Salamanca, 1956; Ibid. «El Hombre Fósil en el V Congreso Internacional del INQUA». Zephyrus, 8: 295-297. Salamanca, 1957; Ibid. «Atlanthropus mauritanicus Arambourg. Noticia y comentario». Speleon, 10(1/2): 53-69. Oviedo, 1958; Ibid. «Endokranialer Auguss des Neandertaler Parietale von Cova Negra (provincia Valencia, Spanien)». Anthropologischer Anzeiger, 21(3/4): 268-273. Stuttgart, 1958; Ibid. «El hombre de Neandertal: soma y psique». En: Tres Conferencias de Antropología [pronunciadas durante el cursillo teórico-práctico de Antropología organizado por la Cátedra de Arqueología y el Instituto Anatómico Sierra] 29-43. Valladolid: Secretariado de Publicaciones, Universidad de Valladolid, 1959; Ibid. «El hombre de Neandertal», Sinergia. Revista paramédica de Sociedad General de Farmacia, 11: 24-31. Madrid, 1959. 55 Valentín Villaverde Bonilla. «El parietal de la Cova Negra de Xátiva». En: Arqueología en blanco y negro. Labor del SIP: 1927-1959: 157-162. Valencia: Diputación de Valencia, 2006; Alfredo Sanchis Sierra, Inocencio Sarrión Montañana. «Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xátiva». En: Arqueología en blanco y negro. Labor del SIP: 1927-1959: 163-169. Valencia: Diputación de Valencia, 2006. 40
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rigüela, à Piñar (Grenade)», en la que se describía la estratigrafía del yacimiento y se estudiaban los restos humanos exhumados en los diferentes niveles.56 Posteriormente, Manuel García Sánchez realizaría un extenso estudio sobre estos restos fósiles aparecido en los Trabajos del Instituto Bernardino Sahagún de Antropología y Etnología del CSIC.57 En 1953, la sección de Barcelona del Instituto Bernardino Sahagún del CSIC patrocinó la estancia de Henri-Victor Vallois, quien impartió un cursillo de paleontología humana, en la cátedra de Antropología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona. Las lecciones recogieron el estado del conocimiento sobre australopitécidos, pitecantrópidos, presapiens, hombres fósiles del norte de África, hombres del mesolítico y la evolución de homínidos.58
Descubrimientos de fósiles humanos y debates disciplinares Una de las primeras referencias sobre la cuestión del descubrimiento de fósiles humanos fue la noticia sobre el trabajo ya citado de Theodore Mc Cown y Arthur Keith, publicado en 1939, que abordaba el estudio de los hombres fósiles de Monte Carmelo; el autor de la reseña fue Manuel Maura Sala, arqueólogo formado en el círculo de Obermaier, que desempeñó cargos en la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y fue comisa56 Miguel Fusté Ara. «El Hombre Fósil en el V Congreso Internacional del INQUA». Zephyrus, 8: 295-297. Salamanca, 1957. 57 Manuel García Sánchez. «Restos humanos del Paleolítico medio y superior y del Neo-eneolítico de Piñar (Granada)». Trabajos del Instituto Bernardino Sahagún de Antropología y Etnología, 15(2): 19-72. Barcelona, 1960. 58 Lecciones de Paleontología Humana. Apuntes de un cursillo explicado en la cátedra de Antropología de la Facultad de Ciencias y patrocinado por el Departamento de Barcelona del Instituto ‘Bernardino de Sahagún’ del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por el Profesor Henri Vallois, Director del Musée de l’Homme y del Institut de Paléontologie Humaine de París. Barcelona: [mecanografiado]. 39 páginas.
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rio provincial de excavaciones arqueológicas; la nota se publicó en el tomo correspondiente al año 1936-1940 de la revista Atlantis,59 el órgano de expresión de dos instituciones: la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y el Museo Etnológico Nacional, integradas por la política científica franquista en el CSIC a comienzos de los años cuarenta.60 Entre 1946 y 1951 hay que destacar la amplia difusión sobre cuestiones y hallazgos de paleontología humana realizada por Juan Garriga Pujol en revistas como Ibérica, vinculada a los jesuitas, y Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología del CSIC. Juan Garriga Pujol, socio de la Real Sociedad Española de Historia Natural desde 1945, fue designado, en 1947, comisario local de excavaciones arqueológicas de Vilajuiga (Gerona); en el informe sobre el nombramiento de Garriga se destacaba que políticamente había pertenecido siempre a ‘partidos de orden’ y se le consideraba completamente adicto a la ‘causa nacional’.61 Publicó Garriga una veintena de artículos sobre los neandertales, los australopitecos —los dartianos—, la geocronología y la paleontología humana, la evolución humana, etc.62 Juan Garriga se interesó 59 Manuel Maura Sala. «Los hombres fósiles de Monte Carmelo». Atlantis. Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y Museo Etnológico Nacional, 15: 141-149. Madrid, 1940 [1936-1940]. 60 Luis Sánchez Gómez. «La Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria (1921-1951)». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 45: 61-87. Madrid, 1990. 61 Margarita Díaz-Andréu, Manuel E. Ramírez Sánchez. «La Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas (1939-1955)». Complutum, 12: 325-343. Madrid, 2001; los comentarios sobre Juan Garriga en pág. 333. 62 Juan Garriga Pujol. «La raza de Neandertal». Ibérica [2ª época], 4(97): 515-519. Barcelona, 1946; Ibid. «Franz Weidenreich (1873-1948)». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 47: 139-143. Madrid, 1947; Ibid. «El problema del Hombre Terciario. Las pruebas materiales». Ibérica [2ª época], 5(103): 62-67. Barcelona, 1947; Ibid. «Un libro interesante» [Frederic-Marie Bergonioux, abbé André Glory. Les premiers hommes. Paris: Didier, 1943]. Ibérica [2ª época], 5(105): 104-105. Barcelona, 1947; Ibid. «La Geología al servicio de la Paleontología Humana». Ibérica [2ª época], 5(112): 307-313. Barcelona, 1947; Ibid. «Los primeros europeos». Ibérica [2ª época], 6(118): 89-94. Barcelona, 1947; Ibid. «Los Dartianos», Ibérica [2ª época], 6(122): 207-208. Barcelona, 1947; Ibid.
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especialmente por los trabajos y las ideas de Franz Weidenreich, de quien publicó, en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, una nota necrológica.63 Con anterioridad había reseñado la relevante obra de Weidenreich: Giant early man from Java and South China (1945),64 señalando que el paleoantropólogo alemán comparaba los restos de Giganthopitecus, Meganthropus y Pithecanthropus con los de australopitecos y concluía que estos constituían el grupo de antropoides fósiles más próximos a los homínidos, pero que no podían colocarse en la línea evolutiva «Nuevos hallazgos de Plesioanthropus transvaalensis Broom». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 9/10: 323-325. Barcelona, 1948 [19471948]; Ibid. «Sera, G. L.: L’interpretazione dei resti fossili trovati a Giava e nella Cina meridionale ed attributi a ferme gigantesche di Hominidae, en Riv. di Scien. Prehistorische, vol. II, fasc. I: 3-29, Firenze, 1947». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 9/10: 420-421. Barcelona, 1948 [1947-1948]; Ibid. «Weidenreich, Franz: Giant early man from Java and South China, en Anthrop. Pap. of Americ. Museum of Nat. Hist., vol. 40, part. I; 134 págs. XII láms. New York, 1945». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 9/10: 421-422. Barcelona, 1948 [1947-1948]; Ibid. «Los hallazgos de prehomínidos africanos en 1947». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 46: 263276. Madrid, 1948; Ibid. «La Geocronología y la Paleontología Humana». Ibérica [2ª época], 7(133): 208-209. Barcelona, 1948; Ibid. «A los cien años del hallazgo del ‘cráneo’ de Gibraltar (1848-1948)». Ibérica [2ª época], 7(136): 337-341. Barcelona, 1948; Ibid. «Forma y significación de la evolución humana». Ibérica [2ª época], 10(149): 370-372. Barcelona, 1949; Ibid. «Ideas paleantropológicas de F. Weidenreich». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 48(1): 167-183. Madrid 1950; Ibid. «Los métodos radiactivos en Geocronología». Ibérica [2ª época], 11(177): 59-66. Barcelona, 1950; Ibid. «Origen del hombre». Ibérica [2ª época], 12(192): 177-179. Barcelona, 1950; Ibid. «Problemas generales de la evolución humana». Ibérica [2ª época], 12(197): 383-387, 399. Barcelona, 1950; Ibid. «El hombre prehistórico en Marruecos». Mauritania, 268: 64-65. Tánger, 1950; Ibid. «La cronología de los restos óseos prehistóricos». Ibérica, 13(211): 347-348. Barcelona, 1951. 63 Juan Garriga Pujol. «Franz Weidenreich (1873-1948)». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 47: 139-143. Madrid, 1947; Ibid. «Ideas paleantropológicas de F. Weidenreich», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 48(1): 167-183. Madrid, 1950. 64 Juan Garriga Pujol. «Weidenreich, Franz: Giant early man from Java and South China, en Anthrop. Pap. of Americ. Museum of Nat. Hist., vol. 40, part. I; 134 págs. XII láms. New York, 1945». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 9/10: 421-422. Barcelona, 1948 [1947-1948]. 43
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del hombre, sino que formaban una rama que había evolucionado paralelamente. En su trabajo sobre los hallazgos de prehomínidos africanos publicado en 1948, Garriga comentaba que los últimos hallazgos de australopitecos habían puesto de relieve su parentesco con el hombre. Pero había otros datos que tener en cuenta al intentar precisar su lugar en el desarrollo filogenético de los homínidos; eran las semejanzas de caracteres y consiguiente parentesco con primates del terciario, los antropomorfos del grupo del Dryopithecus. Este género, del Mioceno y Plioceno inferior, tenía un antecesor en el Proconsul, del que se habían hallado nuevos materiales por la ‘British-Kenya Expedition’ a la isla de Rusinga, en el lago Victoria, dirigida por Louis-Seymour-Bazett Leakey.65 Otro comisario local de excavaciones arqueológicas, Josep María Corominas, médico que ejerció en Banyoles y Serinyá, publicó en la revista Ampurias una reseña del interesante trabajo de Leakey «Was Kenya the Centre of Human Evolution?». Corominas comentaba el hallazgo de una nueva mandíbula fósil parecida a la del género Proconsul realizado en 1942 por Leakey, que le sirvió a este para compararla con las inferiores de chimpancé y hombre. Leakey afirmaba que la mandíbula tenía caracteres que le aproximaban más a la forma humana que a la de los monos y consideraba que el Mioceno inferior había sido el centro de la evolución de los primates y, posiblemente, fuera el piso donde el género Homo había evolucionado.66 La misma revista, Ampurias, recogió noticias sobre los hallazgos paleoantropológicos de África, de Fontéchevade (Francia) y de China, firmadas respectivamente por Luis Pericot,67 por Eduar65 Juan Garriga Pujol. «Los hallazgos de prehomínidos africanos en 1947». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 46: 263-276. Madrid, 1948. 66 José M. Corominas «Leakey, L. S. B. «Was Kenya the centre of human evolution?. The Illustrated London News. Aug. 1946, pág. 198». Ampurias Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 7/8: 454-455. Barcelona, 1946. [1945-1946]. 67 Luis Pericot. «Nuevos hallazgos paleoantropológicos en África». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 11: 175-176. Barcelona, 1949.
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do Ripoll, conservador del Museo Arqueológico de Barcelona,68 y por Martín Almagro.69 Este último, discípulo de Hugo Obermaier, estuvo implicado con el régimen franquista como falangista próximo a Manuel Hedilla, fue catedrático de Prehistoria y publicó «El problema del origen del hombre», en la parte de Prehistoria de un Manual de Historia Universal.70 Para Luis Pericot, los nuevos vestigios de formas fósiles humanas halladas en África no eran suficientes para otorgarle el título de ‘cuna de la humanidad’, pero sí para pensar que este Continente no sólo había sido en el pasado un mero centro receptor de actividades y creaciones asiáticas, sino que había creado elementos culturales de importancia. Pericot señalaba tres nuevas aportaciones africanas: el descubrimiento en 1948 de Mary Leakey de restos fósiles de Proconsul africanus en la región de Kavirondo del lago Victoria, el fragmento de mandíbula inferior de un homínido gigante, Paranthropus crassidens, por Broom en Swarkrans y la mandíbula del Australopithecus prometeus que Dart había encontrado en Makapangast.71 Con relación al hallazgo de Fontéchevade, Eduardo Ripoll comentaba que, a pesar de encontrarse en un nivel geológico inferior al Musteriense del neandertal y de su respetable espesor óseo, se podía considerar a este tipo humano muy cercano al Homo sapiens. 68 Eduardo Ripoll. «Importante hallazgo paleoantropológico en Francia: los restos humanos de Fontechevade». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 13: 168-169. Barcelona, 1951. 69 Martín Almagro. «Nuevas investigaciones en Chu-Ku-Tien, sobre el Sinanthropus pekinensis». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 17-18: 203-204. Barcelona, 1956; Ibid. «Nuevas investigaciones en Chu-Ku-Tien, sobre el Sinanthropus pekinensis». Nuestro tiempo. Revista mensual de cuestiones actuales, 29: 44-46. Pamplona, 1956; Ibid. «Descubrimiento de nuevos fraudes en torno al hallazgo del hombre fósil de Piltdown (Eoanthropus Dawsoni)». Arbor, 33(121): 82-85. Madrid, 1956; Ibid. «Más luz sobre el origen del hombre fósil». Arbor, 39(148): 547-550. Madrid, 1958. 70 Martín Almagro. «El problema del origen del hombre». En: Manual de Historia Universal. Tomo I. Prehistoria: 34-84. Madrid: Espasa Calpe, 1960. 71 Luis Pericot. «Nuevos hallazgos paleoantropológicos en África». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 11: 175-176. Barcelona, 1949.
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No poseía ni la frente huidiza ni el ‘torus supraorbitario’ en visera del neandertal y se podía establecer un parentesco entre estos restos con los de Piltdown y Swascombe. En este sentido, Ripoll recogía que, a pesar de que las circunstancias del hallazgo y de la atribución geológica de Piltdown habían sido muy discutidas, se habían atribuido desde un punto de vista morfológico, aunque con ciertas reservas, al filum que había conducido al Homo sapiens, y cronológicamente a una época anterior a los neandertales. Pero estas dudas no existían en Fontéchevade. Los restos fósiles de este habían certificado que la atribución de Piltdown y Swascombe estaba bien hecha, ya que su parentesco era estrecho. Pero se planteaba nuevos problemas con la relación de los neandertales con nuestros antecesores y, asimismo, con el debate entre el monofiletismo o el polifiletismo de la humanidad.72 Respecto a las excavaciones paleoantropológicas que se realizaban en China, Martín Almagro comentó los descubrimientos del Sinanthropus pekinensis realizados en Zhoukoudian. Criticó a Pei Wen-Chung, por asegurar que los hallazgos paleoantropológicos de esta localidad confirmaban las hipótesis del comunismo y de Engels, para quien el trabajo había sido un factor de la evolución humana y que el brazo había sido una de las partes que primero había evolucionado en el humano. Almagro se despachaba diciendo que las ideas evolucionistas del siglo xix no se sostenían y que las pintorescas y grotescas conclusiones iban en paralelo a los datos positivos aportados por la investigación científica en los países comunistas, siempre mediatizados por los apriorismos rígidos de su ideología.73 72 Eduardo Ripoll. «Importante hallazgo paleoantropológico en Francia: los restos humanos de Fontechevade». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 13: 168-169. Barcelona, 1951. 73 Martín Almagro. «Nuevas investigaciones en Chu-Ku-Tien, sobre el Sinanthropus pekinensis». Ampurias. Revista de Arqueología, Prehistoria y Etnología, 17-18: 203-204. Barcelona, 1956; Ibid. «Descubrimiento de nuevos fraudes en
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Martín Almagro publicaría un artículo sobre el hallazgo, en Kuangsi (China), de unos restos que se relacionaban con los del Gigantopithecus de Koenigswald. Una expedición del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados de la Academia China, dirigida por Pei Wen-Chung, encontraron dientes y, tras la amplia difusión por parte del Estado comunista chino de circulares culturales propagandísticas para que se informara sobre «huesos y dientes de Dragón», consiguieron en 1956, a través de un campesino, una mandíbula perteneciente a un ser gigantesco. La forma del maxilar era típica de los simios, aunque algunos de sus dientes ofrecían caracteres humanos. Correspondía a una especie de simio enormemente grande, un gigantesco mono omnívoro.74 El hallazgo del Gigantopithecus en China también iba a ser difundido por el jesuita Adrián Zulueta. Zulueta exponía las hipótesis filéticas emitidas por Weidenreich, Pei y Vallois. El primero suponía que antecesores del hombre debieron ser de tamaño gigante y de cráneo macizo, al estilo del gigantopiteco y el megantropo de Java, además de homínidos como pitecantropos, sinántropos y el hombre de Neandertal. Pei pensaba que el hombre y el gigantopiteco habían debido tener un antropoide primitivo como antecesor común, siendo el sinantropo uno de los tipos de la rama que había originado a la humanidad. Vallois lo relacionaba con los australopitecos, debido a su parecido morfológico, su género de vida y su cronología.75 Otro hallazgo paleoantropológico que tendría repercusión fue el del Atlanthropus mauritanicus de Camille Arambourg, hallado en Ternifine (Argelia). Sería difundido en Arbor, la revista del
torno al hallazgo del hombre fósil de Piltdown (Eoanthropus Dawsoni)». Arbor, 33(121): 82-85. Madrid, 1956. 74 Martín Almagro. «Más luz sobre el origen del hombre fósil». Arbor, 39(148): 547-550. Madrid, 1958. 75 Adrián Zulueta. «Recientes descubrimientos del Gigantopithecus en China». Ibérica, 29(400): 348-352. Barcelona, 1959. 47
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CSIC76 y comentado por Miguel Crusafont,77 Adrián Zulueta78 y Miguel Fusté.79 Para Miguel Crusafont, el interés del hallazgo de Ternifine radicaba en que demostraba que el tipo humano autor de la industrias abbevillense de Europa y del norte de África, era un ‘pitecantrópido’, lo que corroboraba y revalorizara el carácter humano de los ya conocidos.80 Miguel Fusté, por su parte, señalaba la posible relación de estas formas norteafricanas con las poblaciones que tallaron las industrias bifaciales en la Península Ibérica.81 A mediados de los años cincuenta una cuestión que fue objeto de interés entre arqueólogos y paleoantropólogos fue el decisivo descubrimiento del fraude de Piltdown, que trajo importantes consecuencias para la reorientación de la paleontología humana. Antonio García Bellido,82 Luis Pericot,83 Valeriano Andérez,84 Emiliano Aguirre,85 Martín Almagro86 y Miquel Crusafont87 se 76 [Arbor]. «El hombre primitivo de Ternifine (Atlanthropus mauritanicus)». Arbor, 31: 100-101. Madrid, 1955. 77 Miquel Crusafont. «Un nuevo pitecantrópido: El Atlanthropus de Ternifine (Argelia)». Iberia [2ª época], 22(308): 24-25, 37. Barcelona, 1955. 78 Adrián Zulueta. «El Atlanthropus de Ternifine (Argelia)». Iberia [2ª época], 22(310): 100-102. Barcelona, 1955. 79 Miguel Fusté Ara. «Atlanthropus mauritanicus Arambourg. Noticia y comentario». Speleon, 10(1/2): 53-69. Oviedo, 1958. 80 Miquel Crusafont. Op. cit., nota 77. 81 Miguel Fusté Ara. Op. cit., nota 79. 82 Antonio García Bellido. «La mandíbula de Piltdown». ABC, [10-XII1953]: 23. Madrid, 1953. 83 Luis Pericot. «El enigma de Piltdown, solucionado». Zephyrus, 5: 63-65. Salamanca, 1954. 84 Valeriano Andérez. «Trascendencia antropológica de la averiguación del fraude de Piltdown». Razón y Fe, 683: 463-478. Madrid, 1954. 85 Emiliano Aguirre. «El escándalo del Eoanthropus». Antropología y Etnología, 10: 9-23. Madrid, 1954; Ibid. «Fuera y dentro de la Antropología. Ecos y enseñanzas del ‘Caso Piltdown’». Arquímedes, 1(3): 37-43. Madrid, 1955. 86 Martín Almagro. «Descubrimiento de nuevos fraudes en torno al hallazgo del hombre fósil de Piltdown (Eoanthropus Dawsoni)». Arbor, 33(121): 82-85. Madrid, 1956. 87 Miquel Crusafont. En: Ruth Moore. Hombre, tiempo, fósiles. Barcelona/ Madrid: Labor [1957] (cf. nota a pie en págs. 358-359).
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refirieron a la solución de la falsificación del Eoanthropus y sus implicaciones de cara a revisar el árbol filogenético humano y la genealogía del género Homo. Antonio García Bellido, por ejemplo, comentó en el periódico ABC que los paleoantropólogos partidarios de la coexistencia de rasgos modernos y arcaicos en el mismo individuo de Piltdown iban en contra de la fiebre evolucionista de entonces, la cual tenía como artículo de fe el paso gradual e ininterrumpido del mono al hombre. La aceptación de este punto de vista echaba por tierra tal dogma. Esta había sido la razón por la que especialistas como su maestro Hugo Obermaier, sacerdote católico, y su colega José Pérez de Barradas, hubieran aceptado que ambos huesos pertenecieran al mismo individuo. En cuanto a si la evolución propuesta por Darwin, según la cual al hombre más primitivo le había sucedido por lentas variaciones otros superior hasta el actual, era correcta o no, García Bellido remitía a la opinión de Obermaier sobre este tema. Al referirse al neandertal, Obermaier comentaba que no era partidario de la teoría evolucionista en el sentido de pequeñas transiciones casi imperceptibles, aunque sí creía en una evolución en el sentido de las teorías de las mutaciones, es decir, del sistema de cambios repentinos y decisivos. Añadía García Bellido que, en cuanto a la posición de la Iglesia católica ante estos problemas, no había incompatibilidad alguna entre los datos paleoantropológicos y el relato de la creación del hombre del Génesis. El hálito divino era lo que diferenciaba al hombre del más perfecto de los antropoides. Y del mismo modo que el más abyecto y degenerado de los seres humanos (locos, idiotas, imbéciles…) siempre conservan destellos de una psique que les impide dar el salto atrás sobre el abismo, así tampoco le es dable al más inteligente de los antropoides salvar aquél y colocarse entre los seres humanos, por bajo que sea el escalón que pise.88 88
Antonio García Bellido. Op. cit., nota 82. 49
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Este artículo periodístico de García Bellido fue citado por José Mascaró Pasariu, director del Mapa General de Baleares, en un trabajo donde discutía la posible religiosidad del hombre primitivo. Mascaró criticaba a la ‘pseudociencia atea’ y consideraba que el descubrimiento de la falsificación de Eoanthropus de Piltdown era el tiro de gracia que la moderna antropología le había dado a los ‘alucinados’ con la teoría de Charles Darwin.89 Otros medios de comunicación españoles que se hicieron eco del desvelamiento del fraude de Piltdown también aprovecharon para criticar la teoría evolucionista. Así, el periódico Ya, fundado por la Editorial Católica durante la Segunda República, en su portada del 24 de noviembre de 1953 recogerá «La mandíbula fósil del ‘hombre de Piltdown’ es una falsificación. Hará modificar las conclusiones sobre la evolución del hombre primitivo»; al día siguiente, el mismo periódico publicará una noticia sobre la falsificación que titulará «Otra superchería del evolucionismo». El diario Alerta, de Santander, el 28 de noviembre de este 1953 editará una columna titulada «La mandíbula de Piltdown destruye las teorías darwinistas. Con ella se había fabricado una fantasía sobre la evolución del mono hasta el hombre». El contenido de estos artículos periodísticos fue matizado o criticado por Valeriano Andérez90 y Emiliano Aguirre,91 quienes comentaron la desinformación con que se había difundido la noticia en los periódicos. Otro problema paleoantropológico objeto de interés entre los autores españoles fue el del lugar ocupado en la filogenia humana por el Oreopithecus, primate del Eoceno cuya posición había sido reevaluada por Johannes Hürzeler. Este paleontólogo suizo, tras encontrar y estudiar materiales nuevos, afirmó que había que considerar al Oreopithecus como homínido, ya que los restos de 89 José Mascaró Pasarius. «La idea de Dios en el hombre prehistórico». Ibérica, 19(279): 305-309. Barcelona, 1954. 90 Valeriano Andérez. Op. cit., nota 84, cf. págs. 463-464. 91 Emiliano Aguirre. «El escándalo del Eoanthropus». Antropología y Etnología, 10: 9-23. Madrid, 1954.
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la pelvis y del foramen magnum indicaban una marcha prácticamente erguida. Por esta cuestión se interesaron Arturo Valls,92 Bermudo Meléndez,93 Miquel Crusafont94 y Emiliano Aguirre95 y, en México, los antropólogos exiliados Juan Comas96 y Santiago Genovés.97 También en este caso el periódico Ya aprovecharía la publicación de la noticia de la revisión de Johannes Hürzeler sobre el Oreopithecus para criticar las ‘amañadas’ teorías darwinistas sobre la evolución del hombre. El titular, publicado el 16 de noviembre de 1956, era «Otro golpe, puramente científico, a la teoría de la evolución». No fue el único caso en que un medio de comunicación desinformó sobre el tema, ya que Emiliano Aguirre mencionó, sin citar la fuente, la publicación de un artículo chistoso con el título «Bienvenido, Míster Oreopithecus» y con los subtítulos «Caballero antiguo de hace 12 millones de años» y «El cocodri92 Arturo Valls. «El problema del Oreopithecus». Antropología y Etnología, 11: 487-492. Madrid, 1954. 93 Bermudo Mélendez. «Sobre el significado del Oreopithecus». Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 45(secc. Geológica): 141-145. Madrid, 1957. 94 Miquel Crusafont. «Darwin, Hürzeler y el Oreopiteco». Indíce de Artes y Letras, 12(118): portada y pág. 2. Madrid, 1958; Ibid. «El oreopiteco y el origen del hombre». Sinergia. Revista Paramédica de Sociedad General de Farmacia, 10: 18-27. Madrid, 1958; Ibid. «El mal llamado ‘Hombre de Grossetto’». Revista de Actualidades, Artes y Letras, 337: 7. Barcelona, 1958; Ibid. «El Oreopiteco y su significación en la filogenia humana». Orbis Catholicus. Revista Iberoamericana Internacional, 2(2): 97-112. Barcelona, 1959. 95 Emiliano Aguirre. «Sobre Antropogénesis». Proyección: Teología y Mundo Actual, 19: 284-288. Granada, 1958; Ibid. «Historia de un problema paleoantropológico: el Oreopithecus bambolii». Arbor, 40: 1-14. Madrid, 1959. 96 Juan Comas. «El proceso filogenético humano a la luz de los recientes hallazgos paleontológicos». Cuadernos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos, 14(2): 61-64. México, 1957. 97 Santiago Genovés. «Johannes Hürzeler. Oreopithecus bambolii Gervais. A Preliminary Report. Verth. Naturf. Ges. Basel. 69, n. 1». Boletín bibliográfico de Antropología americana, 21722(2): 50-51. México, 1959 [1958/1959]; Ibid. «El Oreopithecus en la evolución de los homínidos». Cuadernos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos de la Universidad Nacional de México, 16: 97-114. México, 1959; Ibid. «Primate Taxonomy and Oreopithecus». Science, 133(3455): 76. Washington, 1959.
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lo ¿viene de la mariposa?».98 Asimismo, Miquel Crusafont, en su artículo «El mal llamado ‘Hombre de Grossetto’», se refirió a la ‘tremenda desafinación’ de algunos periódicos y a la necesidad de salir al paso de tanto confusionismo sobre un tema de interés que estaba dando lugar a discusiones acaloradas y subidas de tono en tertulias de tren y de café. Miquel Crusafont i Pairó (1910-1983), defensor de las tesis de Hürzeler, fue colaborador del CSIC y catedrático de Paleontología en las Universidades de Oviedo y Barcelona a comienzos de los años sesenta. Difundió en España la obra del paleontólogo norteamericano George Gaylord Simpson, referente de la teoría sintética de la evolución, con quien mantuvo estrecho contacto, aunque se mostró partidario del evolucionismo finalista postulado por Teilhard de Chardin.99 En noviembre de 1959 difundiría la noticia del descubrimiento de L. S. B. Leakey, en Oldoway, del Zinjanthropus.100 Por último, hay que señalar que durante los años cuarenta y cincuenta se encuentran publicaciones donde se comentaron aspectos o sintetizaron el estado de la cuestión sobre restos fósiles de homínidos. Por ejemplo, El hombre fósil (Barcelona: Seix Barral, 1947) de Francisco Jordá Cerdá, que trabajó en el Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, excavando en Cova Negra y Atapuerca; Las artes y los pueblos de la España primitiva (Madrid: Espasa-Calpe, 1954) de José Camón Aznar, catedrático de Historia del Arte Medieval en la Universidad de Madrid, o Adam y la Prehistoria. Historia primitiva del hombre (Madrid: Tecnos, 1958), del arqueólogo Manuel Gómez-Moreno, director honorario del Instituto Diego Velázquez del CSIC. Además, durante este período, los lectores caste98 Emiliano Aguirre. «Sobre Antropogénesis». Proyección: Teología y Mundo Actual, 19: 284-288. Granada, 1958 (cf. pág. 288). 99 Thomas F. Glick. «Miquel Crusafont i George Gaylord Simpson: interferències biogràfiques, confluències històriques». Arraona, 14: 45-56. Sabadell, 1994; Ibid. «Miquel Crusafont, Teilhard de Chardin and the Reception of the Synthetic Theory in Spain». En: Eve Marie Engels, Thomas F. Glik. The Reception of Charles Darwin in Europe, 2: 553-568. London / New York: Continuum, 2008. 100 Miquel Crusafont. «Un hombre de 600 mil años». Revista de Actualidades, Artes y Letras, 396: 12. Barcelona, 1959.
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llanos dispusieron de las traducciones de obras divulgativas como El hombre prehistórico (México: FCE, 1955) de Alan Houghton Brodrick; Hombre, tiempo, fósiles (Barcelona/Madrid: Labor, 1957) de Ruth Moore; Los orígenes del hombre, según la ciencia, la filosofía y la religión (Madrid; Studium, 1958) de Victor Marcozzi, jesuita, catedrático de Antropología en la Universidad Gregoriana de Roma, o Tras las huellas de Adán: la novela de los orígenes del hombre (Barcelona: Noguer, 1958) de Herbert Wendt.101
Conclusiones En España, tras la implantación del régimen franquista al término de la Guerra Civil, los cambios científicos y las nuevas orientaciones en biología y paleoantropología se recibieron en un ambiente político dominado por una ideología nacional-católica que, defendiendo una armonía entre ciencia y religión, rechazaba teorías materialistas como la moderna síntesis evolucionista e incidía en unir estrechamente aspectos teológicos y científicos a la hora de plantearse el origen del hombre. Tanto la publicación de las obras clave y los congresos de consenso en torno a la teoría sintética, como la recepción de nuevos hallazgos e interpretaciones de fósiles de homínidos, con las consiguientes transformaciones que afectaron a la paleontología humana, se produjeron en un entorno científico desarticulado, ya que la comunidad académica española forjada antes de la guerra se había disgregado debido al exilio y a la depuración política. La postura oficial académica fue criticar las posiciones materialistas de la evolución humana e incidir en el mantenimiento de un marco de concordancia entre el magisterio eclesiástico católico y los 101 Un panorama de la paleontología humana durante el franquismo en Alfredo Iglesias Diéguez. História do pensamento antropolóxico en Galicia. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, Centro Ramón Piñeiro para Investigación en Humanidades, 1999.
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orígenes de la humanidad; en este sentido, teólogos, como Valeriano Andérez, se mostraron muy activos en dicha orientación. Pero fueron científicos y humanistas vinculados a cátedras universitarias y al CSIC, fundamentalmente al Instituto Bernardino de Sahagún de Antropología y Etnología, quienes asumieron la difusión del estado del conocimiento de la paleontología humana, realizando un intento de actualización e informando de los sucesivos descubrimientos. Pero también abordaron cuestiones técnicas y las reorientaciones disciplinares basadas en los nuevos datos paleoantropológicos, como el lugar ocupado por los australopitecos, los pitecántropos, los neandertales, los presapiens y el Oreopithecus en la filogenia humana y el desvelamiento del fraude de Piltdown, cuestión que tuvo mucha repercusión mediática. El estudio de los restos hallados en Cova Negra (Valencia) y Carigüela (Granada), que tuvieron repercusión internacional, y la revisión de otros restos, como la mandíbula de Bañolas, fueron las principales contribuciones de los especialistas españoles al catálogo de fósiles humanos hallados en Europa. En el apartado de los autores que más se implicaron en esta labor, se pueden citar, entre otros, a Bermudo Meléndez, paleontólogo, Santiago Alcobé y Miguel Fusté, antropólogos y los prehistoriadores y arqueólogos integrantes del círculo de Hugo Obermaier, como Antonio García Bellido y Martín Almagro Basch. Pero no se puede olvidar la labor realizada por comisarios de excavaciones arqueológicas, como Juan Garriga Pujol, o la de Carlos Crespo Gil-Delgado, becario y colaborador del CSIC. Todos ellos, y otros en menor medida, constituyeron la heterogénea comunidad que, desde sus ámbitos académicos, orientaciones y líneas de trabajo, se encargó de comentar, discutir y difundir las renovaciones y alteraciones que repercutieron en los supuestos teóricos y prácticos de la paleoantropología, disciplina científica que internacionalmente se fue configurando en el marco de la síntesis moderna de la evolución.
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Capítulo II FARMACIA Y CIENCIA EN EL CSIC. EL INSTITUTO DE FARMACOGNOSIA JOSÉ CELESTINO MUTIS* Alfredo Baratas Universidad Complutense de Madrid
La creación de un ‘centro nacional de investigaciones’ pergeñado por algunas de las nuevas figuras universitarias y académicas de la España nacional-católica se materializó en la ley que establecía el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de 24 de noviembre de 1939.1 En este trabajo no nos extenderemos en la retórica de los prebostes de la dictadura; no detallaremos la oratoria imperialista, la invocación a la divinidad o la asunción de un destino universal para la ciencia y cultura española, o las referencias —en ocasiones un tanto serviles— al ‘salvador de la Patria’. Pero sí prestaremos atención a algunas concepciones ideológicas profundas que subyacen bajo toda esa palabrería y que, en buena medida, impregnan de manera efectiva el quehacer del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en sus dos primeras décadas.
* Financiado con cargo al proyecto HAR2010-21333-C03-01, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Gonzalo Pasamar Alzuria. «Oligarquías y clientelas en el mundo de la investigación científica: el Consejo Superior en la Universidad de posguerra». En: Juan José Carreras Ares, Miguel Angel Ruiz Carnicer (eds.). La Universidad española bajo el régimen de Franco (1939-1975): 305-339. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1991; José Manuel Sánchez Ron (dir.). En torno a la historia del CSIC. [Arbor, 160(631/632)]. Madrid, 1998; José Ramón Urquijo Goitia. «Ruptura y creación. Primeros años». En: Miguel Ángel Puig-Samper (ed.). Tiempos de investigación. JAE-CSIC cien años de ciencia en España: 259-267. Madrid: CSIC, 2007.
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En el discurso de José Ibáñez Martín (1896-1969), ministro de Educación Nacional, a la sazón presidente del Consejo, en la sesión plenaria de la institución celebrada en octubre de 1940, afirmaba entender la ciencia como una aspiración hacia Dios y desear una ciencia católica —la retórica de rigor—; más importante para la compresión de este organismo es la afirmación siguiente: Nuestra ciencia, la ciencia española de nuestro Imperio, la que desea impulsar con vigor máximo la nueva España, repudia, la tesis kantiana del racionalismo absoluto y no se degrada en reconocer que el hombre no puede llegar por continuo progreso a la posesión de toda la verdad.2
Esta subsidariedad de la razón a la fe que plantea el ministro es, en términos filosóficos e ideológicos, radicalmente distinta de la proyectada entre 1868 y 1936 por los principales promotores del desarrollo científico e intelectual español (los krauso-institucionistas y hombres vinculados a la Junta para Ampliación de Estudios). Las consecuencias sociales e intelectuales de esta concepción de la ciencia se encuentran en las antípodas de las planteadas en el momento histórico anterior. Un estudio clásico sobre el krausoinstitucionismo español, el de Juan López Morillas (1913-1997), afirmaba que «si se acepta la tesis de la europeización de España se habrá de concluir que los krausistas enfocaron la cuestión de manera más lógica que sus predecesores. No eran las formas aisladas de la cultura europea lo que ellos aspiraban a trasladar aquende los Pirineos. Era la interpretación racional del mundo de la que se alimentaban aquellas formas».3 La renuncia expresa al racionalismo, evidente en las palabras del ministro, se enmarca en una crítica genérica a la Ilustración, culpable, a ojos de los de los intelectuales orgánicos del nacional-catolicismo, de la secularización de la 2 [Secretaría General. CSIC]. Memoria de la Secretaría General: 1940-1941. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942 (cf. pág. 132). 3 Juan López Morillas. El krausismo español. Perfil de una aventura intelectual. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1980 (págs. 29-30).
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sociedad europea. Esta actitud tiene una derivada fundamental: la consciente ubicación de la ciencia del primer franquismo en la periferia europea y la renuncia a integrarse en ese ámbito cultural. Además, la concepción de ciencia que mantienen las nuevas autoridades es claramente instrumental. El discurso ya mencionado de Ibáñez Martín no deja lugar a dudas: España no puede contentarse con el deber de una aportación científica que, aislada y no aplicada rigurosamente a sus necesidades más perentorias de orden espiritual y material, sería ineficaz por completo para el remedio rápido y la solución apremiante de los grandes problemas nacionales. El nuevo Estado ha de encauzar y orientar los esfuerzos de la investigación, aplicándola a aquellos objetivos específicos que demande el interés público (…) El Estado no aspira a mediatizar instituciones que tengan vida propia ni a intervenir en la esfera íntima de la investigación. Su acción, a través del organismo que lo representa, es esencialmente de coordinación y de estímulo, pero no renuncia a su misión orientadora ni a la exigencia de que las investigaciones se subordinen a las necesidades espirituales y materiales de la nación.4
Este énfasis hacia la investigación aplicada y el perfecto encaje en el organigrama administrativo del Estado que se buscaba, marca, de nuevo, una seña distintiva con la política científica de la etapa anterior: la Junta promovió, en sus treinta años de existencia, investigación básica y se centró sobre un número relativamente pequeño de investigadores, con trayectorias en el escalafón universitario y administrativo irregulares, en los que trazar un patrón común es complicado. Solo en los años de la República, la constitución de la Fundación Nacional de Investigación Científica y Ensayos de Reforma parece apuntar, por un tiempo limitado y con modesto éxito, una línea de investigación aplicada.5 [Secretaría General. CSIC]. Op. cit., nota 2, págs. 39-40. Justo Formentín Ibáñez, Esther Rodríguez Ibáñez. La Fundación Nacional para Investigaciones Científicas (1931-1939). Actas del Consejo de Administración 4 5
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La noción utilitaria de la ciencia promovida desde el Consejo se plasma, también, en el organigrama de la institución. Si bien la ciencia era concebida con un ente único —significativamente el icono o logotipo de la institución fue el árbol lluliano o árbol de la ciencia— algunas de sus ramas eran de mayor porte y prestancia. El organigrama del Consejo contempló la formación de seis patronatos, bajo la advocación de otras tantas figuras históricas: Ciencias Filosóficas, Teológicas, Jurídicas y Económicas; Humanidades, Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas; Ciencias Biológicas y Naturales; Ciencias Agrícolas, Forestales y Pecuarias y, finalmente, uno de Investigación Técnico-industrial. En lo que respecta a nuestra área de estudio (las ciencias biológicas sensu lato), se aprecia una clara hipertrofia del Patronato Alonso Herrera (de Ciencias Agrícolas, Forestales y Pecuarias) y una capitidisminución del Patronato Ramón y Cajal. Como han señalado diversos autores, el exilio y depuración de algunas figuras relevantes de la etapa inmediatamente anterior —significativamente vinculadas a áreas de investigación básica como la Fisiología o la Neurociencia, que eran preferentes antes de la Guerra Civil— mermó el potencial investigador en esas disciplinas.6 Esta merma se acentúa con el énfasis en otras áreas de conocimiento en las que la componente utilitaria y aplicada es mayor. Una última anotación sobre las premisas que dirigen el Consejo. Este se erige en un órgano para investigación científica, perfecta y prolijamente estructurado en patronatos e institutos y férreamente jerarquizado; es un entorno en el que el profesorado universitario se integra para el desarrollo de la investigación científica en aras de objetivos nacionales, definidos de forma vertical. El discurso de Ibáñez Martín no deja dudas al respecto: y Estudio preliminar. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001. 6 María Jesús Santesmases. Entre Cajal y Ochoa. Ciencias Biomédicas en la España de Franco, 1939-1975. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001 (cf. págs. 61-65). 58
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En la nueva España, la Universidad o la Academia no están fuera de la órbita del deber nacional que inexorablemente se reclama a todos los españoles. En estos momentos de acerba prueba, cuando la Patria victoriosa ha encontrado un país en ruinas, asiste al Poder público un derecho sagrado a exigir un esfuerzo colectivo para reconstruir material y espiritualmente el hogar nacional. Yo recuerdo desde aquí a los intelectuales todos que tienen un deber de ciencia. Que se ha acabado el tiempo estúpidamente feliz en que la actividad científica era una aportación voluntaria y libre, que delinquen contra el bien común los que no rinden su vocación intelectual al servicio de la nación.7
Ese papel subsidiario de la investigación en la Universidad, se hace más evidente al leer el libro Consideraciones sobre la investigación científica, redactado por José María Albareda Herrera (1902-1966), en 1951. Albareda, secretario general del Consejo y auténtico factótum del organismo, dedicaba el capítulo segundo de su libro a «Investigación y docencia»; reconocía el papel que la investigación jugaba en la vida universitaria, pero enfatizaba como función primaria de ésta la docencia. En repetidas ocasiones a lo largo del capítulo afirma que la investigación ‘desborda’, ‘rebasa’, supera el marco universitario.8 Ambas instituciones se nos presentan como entes adosados, en los que el flujo de personas y trabajo es directo desde la Universidad al Consejo. Seguro que este esquema de engranaje institucional permitía a los profesores universitarios obtener complementos retributivos, prosperar en el escalafón académico y universitario, al tiempo que los responsables del Consejo adquirían una fuerza de trabajo investigador que fácilmente se podía encauzar hacia los intereses y prioridades marcados por la propia dirección del centro investigador.
[Secretaría General. CSIC]. Op. cit., nota 2, pág. 39. José Maria Albareda Herrera. Consideraciones sobre la investigación científica. Madrid: CSIC. 1951; en particular el capítulo II, «Investigación y docencia» (págs. 77-130). 7 8
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La creación del Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis En este marco institucional se abordaron los estudios de Farmacognosia en el seno del Consejo. En el discurso ante el plenario del Consejo (el 15 de diciembre de 1941), Ibáñez Martín informaba de la creación de una sección de Farmacognosia, en el seno del Instituto Cajal [sic].9 Hagamos un pequeño paréntesis para certificar la ‘desnaturalización’ que en el seno de Consejo vivió el antiguo Instituto Cajal; denominado formalmente Instituto Santiago Ramón y Cajal de Investigaciones Biológicas, en él se establecieron secciones de Histología y Neurología, Citología, Enzimología, Reacciones interorgánicas, Bioquímica, Fisiología y la efímera de Farmacognosia, que desbordaban las líneas de investigación del viejo laboratorio cajaliano.10 Efímera fue la sección de Farmacognosia en el Cajal, ya que mediante un decreto dictado el 11 de mayo de 1942 se establecía el Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis, elevando su categoría institucional. El preámbulo de la norma está aquejado de huera grandilocuencia de la época: «Los descubrimientos y estudios de plantas medicinales llenan las mejores páginas de la historia española de las ciencias naturales; el genio hispano abre, levanta y penetra un mundo nuevo en el que vierte tesoros inmortales del espíritu y del que extrae especialísimas aportaciones que dilatan las fronteras científicas». Tras ella se define una estructura que, vinculada al Patronato Ramón y Cajal, habría de ocuparse «de las investigaciones relacionadas con el cultivo, aclimatación, recolección, elaboración y conservación de las especies vegetales que interesen a la terapéutica o a la industria químico farmacéutica, así como de las investigaciones químicas, botánicas, farmacológicas, históricas, [Secretaría General. CSIC]. Op. cit., nota 2, págs. 94-95. Sendos relatos más detallados pueden verse en: María Jesús Santesmases. Op. cit., nota 6 y Rafael González Santander. La Escuela Histológica Española. VII. El Instituto Cajal. La guerra civil y la posguerra (1936-1943). Madrid: CERSA, 2005. 9
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geográficas y comerciales aplicadas a los materiales farmacéuticos procedentes de los seres vivos, sea cual fuere su procedencia geográfica».11 Una descripción en exceso general e imprecisa de las áreas de investigación que el centro debía abordar. La dirección del Instituto fue encomendada a César González Gómez (1897-1985), catedrático de Farmacognosia en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid desde 1930. Bajo su dirección, la estructura orgánica del Instituto se hizo, a lo largo de su primera década de existencia, progresivamente más compleja y ambiciosa (tabla I, en anexo). Varios factores queremos destacar, a la vista de este cuadro: la relativa apertura geográfica de la actividad del Instituto a otros núcleos universitarios. La presencia de actividad —e investigadores— en Barcelona, Valencia, Santiago, Zaragoza, Granada y León parece la superación de un reproche tradicional al antecesor del Consejo, la Junta para Ampliación de Estudios: la escasa —prácticamente nula— presencia fuera del ámbito madrileño. Queda por analizar la razón que explicaría la no integración en esa red de la Facultad de Farmacia de Granada; quizá la existencia del Instituto de Parasitología López Neyra cubría las expectativas y necesidades de dicho centro. De la revisión de las memorias del Consejo se deduce la estructura jerárquica y piramidal de las diversas secciones. La forma habitual de referirse a sus responsables es un término casi castrense: ‘jefe’, no director o investigador principal. Hay, además, un acentuado sentido de la jerarquía en la mención de los elencos de cada centro o sección: el director es, invariablemente, catedrático de Universidad (Excmo. Sr. Pfsor. Dr. D.), que es seguido de ayudantes y auxiliares, para los cuales se detalla con precisión su condición de doctor o un lacónico D., que parece denotar el más bajo nivel del escalafón.
11 Decreto de 11 de mayo de 1942, por el que se crea el Instituto José Celestino Mutis, de Farmacognosia (BOE, 24-V-1942).
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Un último aspecto reseñable en el desarrollo institucional del Instituto es su primera adscripción al Patronato Santiago Ramón y Cajal, entre 1942 y 1946; a partir de ese año el Instituto se vincula al Patronato Alonso Herrera,12 orientado a la investigación agronómica y forestal. Rafael Huertas enmarca este cambio de adscripción (que junto al Instituto de Farmacognosia afecta a otros, entre ellos al Instituto de Microbiología) a un intento de José María Albareda «por situar a personas de su confianza y formadas bajo su influencia en institutos relacionados con sus áreas de interés».13
Una aproximación a la producción científica del Instituto a través de la revista Farmacognosia Paralela a la proliferación de secciones en el Instituto, corre el amplísimo abanico de líneas de investigación desarrolladas. Si bien el decreto fundacional abría un amplio número de disciplinas vinculadas, la lectura de las memorias nos muestra una auténtica legión de orientaciones de investigación. Año a año, se mencionan con detenimiento trabajos sobre la composición química de interés farmacológico de diversas plantas, algunas muy acreditadas en las farmacopeas (digitales, atropa, etc.); análisis histo- y citológicos de plantas de interés medicinal; investigaciones sobre híbridos interespecíficos, etc. Estas son aportaciones directamente relacionadas con la temática del Instituto, aunque algunas denotan una cierta obsolescencia; otras líneas de trabajo, como los análisis citogenéticos, los estudios fitoecológicos, los trabajos sobre plantas cauchíferas, los relatos históricos o los es12 [Secretaría General. CSIC]. Memoria de la Secretaría General. Año 1946-47. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948 (cf. pág. 314). 13 Rafael Huertas García-Alejo. «Las ciencias bio-médicas en el CSIC durante el franquismo». En: Miguel Ángel Puig-Samper (ed.). Tiempos de investigación. JAE-CSIC cien años de ciencia en España: 293-298. Madrid: CSIC. 2007 (cf. pág. 296).
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tudios parasitológicos y pratenses en León, superan largamente el marco temático del Instituto. Hay que considerar, además, que algunas de las líneas mencionadas en las Memorias del Consejo no tienen proyección en aportaciones concretas publicadas en las páginas de la revista Farmacognosia. Anales del Instituto José Celestino Mutis, que el centro edita a partir de 1942. El lector no puede evitar la sensación, al comparar ambas familias documentales (Memorias… y Anales…), que las primeras adolecen de una ‘inflación’ de información. La revista Farmacognosia era una publicación en cuarto, con cubierta de cartulina y encuadernación simple encolada, tipografía de calidad media, con escasos grabados y reproducciones fotográficas: una revista, por tanto, de factura modesta —en términos editoriales—. Hasta 1967, año en que se dejó de editar, se dieron a la imprenta veinticinco volúmenes impresos en fascículos. El número de fascículos varió sustancialmente a lo largo de sus veinticinco años de existencia: de los dos iniciales se pasó a tres a partir de 1949, que rápidamente subieron a cuatro a partir del volumen XI, correspondiente al año 1951; el ritmo de edición de fascículos vivió, a partir de 1962, una considerable inestabilidad, se obviará la indicación de número y habrá años (1963) con un único fascículo, seguidos de otros con un número de fascículos variable (dos o tres). Paralela a la irregularidad en la tirada de los fascículos en los últimos años de la revista, corre una evidente disminución en el número de páginas por fascículo: en los primeros años cada fascículo incluía en torno a 200 páginas, en los de la década de 1950 desciende a 100-150, con clara tendencia a la baja; la última década de vida de la revista será testigo de una enorme fluctuación en el número de páginas de los volúmenes, habrá números que no lleguen a las 70 páginas, seguidos de fascículos de más de 200 páginas (véase gráfica 1).
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Volumen de la revista Farmacognosia
Gráfica 1. Evolución del número de páginas de los diversos fascículos de la revista Farmacognosia.
Una situación análoga se produce al considerar el número de artículos por volumen de la publicación (gráfica 2).
Gráfica 2. Evolución del número de trabajos por año. La línea punteada muestra la estimación polinómica de tendencia, un procedimiento que permite atemperar los efectos circunstanciales inherentes a la edición científica.
Al observar la gráfica 2, se hace evidente el alto número de trabajos publicados en los primeros años de la institución, el declive en la segunda mitad de la década de 1940, el repunte de los años 64
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cincuenta y la progresiva pérdida de originales que se vivió en la última década de la revista. La conclusión de este análisis cuantitativo de la publicación es clara: tras una primera etapa de activa producción editorial, en la década de 1950 se produce la ‘madurez’ de la revista, el volumen de trabajos se estabiliza y es posible editar un número de fascículos constante, con un total de páginas persistente. La década de 1960 marcará un punto de inflexión en esa situación estable: el número de fascículos decrecerá y se hará irregular, al igual que el número de páginas, con oscilaciones que preludian el fin de la publicación. Ya hemos señalado la gran variedad de enfoques temáticos en la investigación desarrollada en el Instituto, que tiene su traslación en las páginas de la revista del centro. Una sencilla categorización de los artículos publicados, en función de la disciplina, nos rinde la gráfica 3.
Gráfica 3. Distribución temática (en porcentaje) de trabajos en la revista Farmacognosia, entre 1942 y 1967.
Las materias Farmacognosia, Farmacoquímica y Técnicas (que engloba los procedimientos de valoración y separación de principios activos, así como procedimientos de cultivo experimental) 65
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acaparan casi dos terceras partes de la producción científica publicada en la revista, pero aparecen disciplinas y autores no afines al área de conocimiento sensu stricto del Instituto: Botánica, Genética, Fisiología vegetal, Farmacología o Historia. Los trabajos de Farmacognosia publicados en los Anales del Instituto mantienen la pauta general, un fuerte impulso inicial, una estabilización en la década de 1950 y una fuerte decadencia entre 1960 y 1967 (gráfica 4).
Gráfica 4. Distribución de artículos sobre Farmacognosia y total de trabajos en la revista Farmacognosia, entre 1942 y 1967.
La comparación de las otras dos disciplinas (Farmacoquímica y Técnicas) nos rinden un perfil muy distinto (gráfica 5). Los trabajos en Farmacoquímica presentan, en términos cuantitativos, un nivel aceptable —pero modesto— de 3-5 artículos durante la primera década del Instituto, siendo su presencia esporádica y testimonial en los últimos años de la década de 1950 y 1960. Los artículos relacionados con Técnicas presentan un nivel modesto (1-2 artículos/año) durante la primera década de la revista, repuntan (en torno a 4 artículos/año) durante la segunda década, para caer a niveles testimoniales (0-1 artículo/año) en los años finales de la publicación. 66
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Gráfica 5. Evolución del número de trabajos en Farmacoquímica y Técnicas. La línea más fina muestra la estimación polinómica de tendencia.
Como ya hemos señalado, el decreto de creación del centro incluía bajo su ámbito disciplinar un amplísimo rango de materias. Esas materias tuvieron, no podía ser menos, presencia en las páginas de la revista del Instituto. Nos centraremos en analizar cuatro áreas: Botánica, Genética, Historia y Fisiología Vegetal. La Farmacobotánica se mantuvo en el Instituto como sección entre 1943 y 1951, y contó como responsable con Salvador Rivas Goday (1905-1981), catedrático de Botánica en la Facultad de Farmacia de Madrid. En las páginas de Farmacognosia, Rivas Goday y algunos de sus discípulos publicaron activamente (gráfica 6) durante los primeros años, pero su presencia es nula a partir de 1952. Con toda seguridad, la vinculación de Rivas Goday al Instituto Botánico Antonio José Cavanilles, primero como secretario y despúes como director, le confería nuevas obligaciones (administrativas y científicas) en un ámbito institucional más específico y 67
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permitía una proyección académica y profesional más plena; estos movimientos explican —sin duda— la disolución de la sección de Farmacobotánica en el Instituto y la ausencia de sus trabajos en las páginas de esta revista.
Gráfica 6. Evolución del número de trabajos en Botánica y Genética.
Mención especial, por su trascendencia disciplinar y no por su relevancia cuantitativa, merece la Genética en la actividad del Instituto. Como se aprecia fácilmente en la gráfica 6, el número de trabajos publicados en Farmacognosia sobre esta especialidad es modestísimo, pero no así su trascendencia institucional. Los trabajos sobre Genética publicados se centran en el estudio de híbridos interespecíficos (especialmente de especies del género Atropa) y en el estudio cariológico de diversas especies de interés farmacognóstico. Simultáneamente a la aparición de estos trabajos, las Memorias del Consejo citan la estrecha relación que se establece con la Estaçao Agronomica Nacional de Sacavem, en Portugal, que acogió como becarios a varios miembros del Instituto español y la activa participación de investigadores españoles y portugueses en la organización de la Reunión Internacional de Genética, celebrada en el Instituto los días 13-15 de abril de 1950.14 14 [Secretaría General. CSIC]. Memoria [1950]. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951 (cf. págs. 195-196).
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El régimen de colaboración con Portugal se enmarca en la normalización de relaciones diplomáticas entre ambas dictaduras, la búsqueda del régimen franquista de legitimidad internacional y la visita oficial realizada por Franco a Portugal en octubre de 1949.15 No está exento de esos contactos un genérico ideario iberista, que en el terreno científico se muestra en la actividad conjunta de las asociaciones, española y portuguesa, para el progreso de la ciencia, acentuado a partir del congreso conjunto celebrado en 1942 en Oporto.16 En el ámbito que nos ocupa en este trabajo, la relación hispano-portuguesa cristalizó en la edición de la revista Genética Ibérica, editada a partir de 1949. La genética había sufrido, en la primera mitad del siglo xx, un desarrollo anómalo en nuestro país.17 Previa a la Guerra Civil se había vertebrado en torno a la figura de Antonio Zulueta Escolano (1885-1971), que realizó una notable labor investigadora y divulgadora de su disciplina, pero no logró consolidar una escuela de investigación específica. De sólida formación genética clásica —realizó una larga estancia en el laboratorio de Thomas H. Morgan y trabajó con Drosophila—, pero ‘desafecto’ al Régimen, la carrera de Zulueta quedó estancada a partir de 1939. El rebrote de la genética, vinculado al Instituto de Farmacognosia, complementado con el énfasis aplicado en otras instituciones (Misión Biológica de Galicia, Estación Experimental de Aula Dei en Zaragoza, etc.), inclinará la investigación en esta disciplina hacia el mundo vegetal y con un fuerte componente aplicado.18 15 Carlos Costa Neves. «Las relaciones político-diplomáticas entre Portugal y España en la segunda mitad del siglo xx». Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 21: 397-408. Valladolid, 2001. 16 Pelayo García Sierra. «La evolución filosófica e ideológica de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (1908-1979)». El Basilisco [2ª época], 15: 49-81. Oviedo, 1993. 17 Alfredo Baratas Díaz, Joaquín Fernández Pérez. «Los laboratorios de investigación genética de la Junta para la Ampliación de Estudios». Dynamis, 9: 225-236. Granada, 1989; Susana Pinar. «La introducción de la genética en España durante el primer tercio del siglo xx». Llull, 22(44): 453-474. Zaragoza, 1999. 18 Un estudio detallado sobre la consolidación de la genética durante el franquismo se encuentra en elaboración.
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La Historia de la Farmacia tuvo una fuerte presencia en las páginas de la revista, especialmente a través de las figuras de Rafael Folch Andreu (1881-1960) y Rafael Roldán Guerrero (1888-1965), si bien las notas de este último son poco más que una imagen sobre una figura notable y un brevísimo texto biográfico, a las que no se puede dar la consideración de artículo original. La presencia de historiadores en la actividad del Instituto se puede asociar al interés personal del director del centro, César González Gómez, en la historia de la quina.19 La última disciplina reseñable es la Fisiología Vegetal, que adquiere presencia creciente en las páginas de Farmacognosia en la última etapa de la vida de la revista. Al igual que para la Genética, el número de trabajos es muy poco significativo en los primeros años de actividad del Instituto, apenas un artículo por año, en el mejor de los casos, solo en la parte final de nuestra historia, a lo largo del años de la década de 1960, el número de trabajos anuales subirá ligeramente —dos trabajos anuales, con un máximo en 1967 de cinco trabajos—. Parcos números para obtener conclusiones fiables, pero —a modo de hipótesis— se podría especular que la crisis de originales de la etapa final determinó el recurso a trabajos hasta entonces con poca presencia; cabe conjeturar, también, si la existencia de un Instituto de Edafología y Fisiología Vegetal, dirigido por José María Albareda —a su vez secretario general del Consejo— no supuso un freno para la expansión de la actividad investigadora en Fisiología Vegetal del Instituto de Farmacognosia, freno que se atenuaría con la inclinación prioritaria hacia los estudios edafológicos y agronómicos del instituto de Albareda y su nombramiento como rector de la Universidad de Navarra.
19 Ángel Villar del Fresno, Antonio L. Doadrio (eds.). Homenaje a D. César González Gómez. Las quinas. Madrid: Real Academia Nacional de Farmacia, [2011].
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La sede del Instituto de Farmacognosia Al crearse, en 1942, el Instituto de Farmacognosia, su sede se estableció en los locales de la calle de la Farmacia, en los que tenía asiento la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid. La construcción de un edificio de nueva planta para la Facultad, en terrenos de la Ciudad Universitaria, se había iniciado en 1935, pero se vio truncado por el estallido de la Guerra Civil. La estabilización del frente en el recinto determinó la ruina del conjunto académico y, tras la contienda, hubo de abordarse la reconstrucción total o parcial de los edificios docentes.20 Una vez finalizadas las obras de reconstrucción en el edificio destinado a Facultad de Farmacia (1943), esta inició la mudanza hacia la Moncloa, dejando libres los locales del centro de Madrid. En esos locales se mantendría, junto con la Real Academia de Farmacia, el Instituto de Farmacognosia. La instalación de la Academia y el reacomodo del Instituto se encomendaron al arquitecto Antonio Labrada, en un proceso no exento de tensiones por las gestiones para la ocupación de los locales pergeñadas por otras instituciones de la Administración.21 Finalmente, una orden de 28 de octubre de 1947 establecía el uso del antiguo edificio para sede de la Real Academia de Farmacia y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.22 En los años sucesivos se prolongarían las obras de acondicionamiento del edificio, que se convertirían en un auténtico ‘pozo sin fondo’ de recursos y alterarían sustancialmente —y de manera poco juiciosa— su estructura.23 20 [Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid]. Guía de Arquitectura y Urbanismo de Madrid. Madrid: Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 1982-1983 (cf. vol. 2, pág. 282); Pilar Chías Navarro. La Ciudad Universitaria de Madrid. Madrid: Editorial de la Universidad Complutense, 1986 (cf. págs. 155-200). 21 Francisco Javier Puerto Sarmiento. Historia de la Real Academia Nacional de Farmacia. Madrid: Real Academia Nacional de Farmacia, 2012 (cf. págs. 244-248). 22 Orden de 28 de octubre de 1947, por la que se dispone que el edificio que ocupaba la Facultad de Farmacia sea destinado a la Real Academia de Farmacia y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (BOE, 3-XI-1947). 23 Francisco Javier Puerto Sarmiento. Op. cit., nota 21, pág. 250.
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No obstante, el Instituto de Farmacognosia poco habría de permanecer en esta ubicación y poco hubo de sufrir el tedioso y molesto tráfago de obras de remodelación del caserón de la calle de la Farmacia. En 1948 se instalaría en el centro de gravedad del Consejo, en el conjunto de edificios de nueva planta que se construyó, remodelando espacios y edificios de la antigua Junta para Ampliación de Estudios, en los altos de la calle Serrano de Madrid.24 Las Memorias del Consejo, al relatar las actividades desarrolladas en 1948, hacen un detallado retrato de las nuevas instalaciones: Cerrando el conjunto de edificios que forma la plaza del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se ha construido un edificio para instalar en él los Institutos de Edafología y Fisiología Vegetal y J. C. Mutis, de Farmacognosia, dependientes del Patronato Alonso de Herrera. Cada uno de estos Institutos ocupa una parte independiente del edificio en forma de U, y con entrada independiente. Enlazando estos dos cuerpos, y formando a su vez un patio interior abierto, se han dispuesto dos pórticos que forman a manera de propileos monumentales de entrada a la plaza. Estos propileos inician el eje principal de esta plaza, a cuyo fondo se ha situado el edificio central del Consejo y vienen a ser como marco y encuadramiento de la perspectiva general del conjunto. La superficie total edificada en tres plantas y con semisótano parcial es de 3.178 m2. La cubierta es de terraza a la catalana y en una gran parte de ella se han instalado estufas-invernaderos para el cultivo de plantas de experimentación (…) El nuevo edificio de este Instituto presenta las mismas características, en cuanto a estructura y sencillez de líneas, que su gemelo el de Edafología y Fisiología Vegetal, ya inaugurado el año anterior. En las tres plantas de que consta el edificio, más un pabellón anejo, han sido distribuidos los diferentes departamentos que integran este Centro. 24 Salvador Guerrero. «El conjunto urbano del CSIC en Madrid: retórica y experimentalismo en la arquitectura española del primer franquismo». En: Miguel Ángel Puig-Samper (ed.). Tiempos de investigación. JAE-CSIC cien años de ciencia en España: 259-267. Madrid: CSIC, 2007.
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En la primera, planta está instalada la Sección de Fisiología Vegetal con los Laboratorios de Fitohormonas, Fitoquímica y para el cultivo de tejidos; Salas de esterilización y de preparación de medios; invernadero para luz artificial; Laboratorios de germinación y de electrodiálisis e isótopos radioactivos. En la segunda, se encuentran la Dirección y Secretaría, Laboratorios de Farmacognosia, Histología Vegetal, Fitofarmacia, Fitoquímica, Antibióticos, Farmacozoología; el Laboratorio de Farmacobotánica, con un departamento para estabilización y desecación y otro para destilaciones; el Laboratorio Prof. Stoll, destinado a glucósidos y alcaloides; el de Farmacología, que incluye el pabellón anejo, y dos Laboratorios de métodos físicos. En el tercer piso se hallan los Laboratorios de Citogenética. Comprenden, además de los dedicados a Citología, el de Drosophila, el de Genética de unicelulares, un Laboratorio para agentes físicos y otro para agentes químicos. Completan la Sección: una Sala de Esterilización, un Gabinete para preparaciones, otro de trabajo para profesores extranjeros que colaboren con el Instituto, y una cámara oscura. Asimismo, se encuentra aquí situada la Biblioteca de Genética. En la terraza se han instalado dos estufas para el servicio conjunto de este Instituto y el de Edafología y Fisiología Vegetal, con instalaciones adecuadas (calefacción, lluvia artificial, luz blanca), que permiten realizar en condiciones adecuadas las experiencias sobre plantas.25
Dos aspectos queremos destacar de esta larga cita: de un lado, el énfasis que hace el redactor de la monumentalidad del conjunto y la alegría, apenas disimulada, por la ubicación cercana al edificio central; en un sistema jerárquico, como el implantado en el entramado científico del primer franquismo, la solemnidad arquitectónica y la proximidad al poder son marchamos de excelencia. De otro lado, la prolija descripción de las instalaciones, en la que se detallan numerosos laboratorios y dependencias, pero no hay men25 [Secretaría General. CSIC]. Memoria 1948. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1949, págs. 329-330.
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ción a las futuras líneas de trabajo que el centro podría abordar, parece remitir a una estrategia ampulosa y efectista, que insistía más en los continentes físicos y de representación. Sea como fuere el espacio, con sus virtudes y limitaciones, allí continuó el Instituto hasta su práctica desaparición en 1968. Una breve reseña, en la Memoria del Consejo para ese año recogía: Reestructuración del Instituto José Celestino Mutis. Se acuerda, de conformidad con la propuesta del Patronato Alonso de Herrera, que el Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis quede transformado en un Departamento con el mismo nombre, constituido, en principio, por las Secciones de Fitoquímica y Farmacodinamia y adscrito al Instituto de Botánica Antonio José de Cavanilles.26
Muchos factores debieron de influir en la decisión de remodelar el Instituto: la jubilación de su principal impulsor, César González Gómez, la errática evolución de la revista en sus últimos años de existencia y, sobre todo, la profunda modificación que estaba viviendo el Consejo Superior de Investigaciones científicas en los años de la década de 1960. Enrique Gutiérrez Ríos (1915-1990), en su biografía de José María Albareda, narra un encuentro informal de ambos, en marzo de 1966, con Manuel Lora Tamayo Martín (1904-2002), antiguo colaborador y entonces ministro de Educación, en el que se elaboró la estrategia para la adecuación del Consejo a los nuevos tiempos que la sociedad española estaba viviendo.27
26 [Secretaría General. CSIC]. Memoria. 1968. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1969 (cf. pág. 23). 27 Enrique Gutiérrez Ríos. José María Albareda. Una época de la cultura española. Madrid: CSIC, 1970 (cf. págs. 284-286).
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Conclusión El establecimiento del Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis, en el seno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, proporcionó un marco institucional en el que llevar a cabo trabajos de investigación en el campo de la aplicación farmacéutica del mundo vegetal. La investigación desarrollada en el Instituto tiene, como buena parte de la realizada durante el primer franquismo, un evidente sesgo aplicado y utilitario; se vertebra sobre una detallada estructura de secciones, subsecciones y laboratorios, en las que imperaba un rígido marco jerárquico; el Instituto tuvo dependencias en diversas ciudades españolas, en algunas —como Barcelona, Valencia o Santiago— la existencia de Facultad de Farmacia en la respectiva Universidad y la presencia de cátedras de Farmacognosia dotaba de personal para asentar una sede del Instituto allí; en otros casos, por ejemplo León o Zaragoza, la carencia de Facultades de Farmacia no impidió la constitución de secciones del Instituto que, necesariamente, debieron examinar asuntos científicos no estrechamente relacionados con la Farmacognosia. Por otra parte, el Instituto tenía un rango de atribuciones de investigación tan amplio y genérico que difícilmente se puede interpretar como un establecimiento de investigación especializada y no como una superestructura de laboratorios que aúna intereses científicos muy diversos. En un artículo titulado «La Farmacognosia y su didáctica», César González afirmaba: El trabajo armónico de las diferentes secciones que constituyen este Centro satisface la necesidad de la cooperación de farmacognostas, botánicos, farmacoquímicos, farmacólogos, fisiólogos, genetistas, biólogos, historiadores y otros técnicos, para poder abarcar en toda su amplitud el extenso campo de la investigación farmacognóstica, en el cual están incluidos gran parte de los problemas de utilización de los recursos naturales, que tanto interesan a la Quimiurgia, así como las cuestiones de cultivo y se75
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lección de plantas medicinales, el cultivo de tejidos vegetales, las investigaciones sobre fitohormonas, sobre plantas portadoras de alcaloides, glucósidos, aceites esenciales, taninos, resinas, mucílagos, gomas, pectinas, etcétera, así como las investigaciones sobre las especies cauchíferas y gutaperchíferas, de tanta importancia para la economía española. Todo ello repercute favorablemente tanto en el aspecto de la investigación como en el de la formación científica y técnica de los futuros farmacéuticos, que adquieren sus conocimientos en las cátedras de nuestras gloriosas Universidades.28
El Instituto, que compendiaba en sí intereses científicos tan diversos, se presenta ante el historiador como una amalgama de laboratorios de orientación dispar, encabezados por profesores de la Facultad de Farmacia de Madrid y de otras ciudades, que lo erigen en un ‘anexo de investigación’ para los integrantes de estos centros docentes y —como finaliza la cita previa— orientado a la consolidación —científica y técnica— del conjunto de la profesión farmacéutica. Esta heterogénea síntesis de intereses científicos, profesionales y académicos, permite explicar la sucesiva aparición y disolución de áreas de trabajo, la evolución temática de la revista y las postreras dificultades institucionales que culminarían con su desaparición.
28 César González Gómez. «La Farmacognosia y su didáctica». Farmacognosia. Anales del Instituto José Celestino Mutis, 18(47): 3-82. Madrid, 1958; la cita en pág. 82. El texto se corresponde con el discurso inaugural, de igual título, pronunciado por el autor en la apertura del curso académico de 1952-1953, en la Universidad de Madrid (Madrid: Universidad de Madrid, 1952).
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El Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis Tabla I. Distribución de secciones, subsecciones y laboratorios del Instituto de Farmacognosia del CSIC.29 Madrid
A
B
1942
1943
1944
1946/47
C
D
E
F
G
H
1948
1949
1950
1951
1952/54
I
J
K
1955/57
1958
1959
1960
1961/62
29 Entre 1963 y 1967 no se editaron Memorias del CSIC; en 1968 «se acuerda, de conformidad con la propuesta del Patronato Alonso de Herrera, que el Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis quede transformado en un Departamento con el mismo nombre, constituido, en principio, por las Secciones de Fitoquímica y Farmacodinamia y adscrito al Instituto de Botánica‚ Antonio José de Cavanilles.
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I
L
Zaragoza
G
Granada
F
León
A
Santiago
Barcelona
Valencia
Alfredo Baratas
A
A
A
M
L
1942
1943
1944
1946/47
1948
1949
1950
1951
1952/54
1955/57
✔
1958
1959
1960
1961/62
Secciones, subsecciones y laboratorios: A. Farmacognosia aplicada. B. Farmacia galénica. C. Farmacobotánica. D. Farmacoergasia. E. Farmacología experimental. F. Fitoquímica [en 1950, en Madrid, se denomina Laboratorio Stoll]. G. Genética aplicada (1948-1951) y Citogenética (1952-1958). H. Farmacohistoria. I. Fisiología Vegetal. J. Valoracion biológica de drogas. K. Subsección de ensayos piloto. L. Farmacodinamia. M. Experiencias de aclimatación de especies vegetales.
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El Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis Tabla II. Distribución de trabajos publicados en la revista Farmacognosia. Anales del Instituto de Farmacognosia José Celestino Mutis, entre 1942 y 1967.
1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 Total
A 0 2 7 5 4 2 2 1 0 1 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 26
B 5 5 11 10 4 3 11 3 8 7 6 7 6 7 5 4 7 6 4 2 3 1 3 1 2 1 132
C 0 2 2 1 0 1 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 1 1 1 0 1 0 1 0 0 14
D 2 5 3 3 0 3 1 3 3 3 2 5 0 0 1 1 1 2 0 0 2 0 0 1 1 0 42
E 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 1 2 0 0 2 2 0 0 0 0 1 0 0 9
F 0 0 0 0 0 0 0 3 1 1 0 0 1 0 0 1 2 3 4 2 2 1 2 2 1 5 31
G 0 2 1 1 1 1 2 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 0 0 1 0 0 0 12
H 0 2 1 0 1 1 3 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 9
I 0 0 1 0 1 0 2 3 4 7 4 7 5 4 4 5 2 0 1 0 0 0 0 0 0 0 50
J 0 1 5 1 2 1 2 2 4 3 3 3 5 2 4 6 1 3 1 4 0 0 2 0 1 1 57
K 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 2
Total 7 19 31 21 13 12 23 16 22 23 17 23 17 15 16 17 15 18 13 10 7 3 8 6 5 7 384
Materias: A. Botánica. B. Farmacognosia. C. Farmacología. D. Farmacoquímica. E. Fisiología Animal. F. Fisiología Vegetal. G. Genética. H. Histología. I. Historia. J. Técnicas. K. Varios.
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Capítulo III PILAR PRIMO DE RIVERA Y LA REORGANIZACIÓN DE LAS CARRERAS AUXILIARES SANITARIAS TRAS LA GUERRA CIVIL* Dolores Ruiz-Berdún EUE Cruz Roja. Universidad Autónoma de Madrid
Introducción La llegada al poder del régimen franquista tras la Guerra Civil constituyó un claro retroceso para las aspiraciones de igualdad social, política y profesional de las ciudadanas españolas que habían comenzado a consolidarse, tímidamente, durante la II República. La autarquía impuso una redefinición del modelo femenino fundamentado en los ideales falangistas y patriarcales, que situaban a la mujer dentro del opresivo círculo formado por el hogar y la iglesia. Por otro lado, el nuevo Régimen se aplicó en la reorganización de todas las instituciones para adaptarlas a sus pretensiones de control sobre la sociedad española, reorganización de la que no pudo sustraerse la sanidad.1 No era algo nuevo el que los médicos se situasen dentro de las estructuras políticas con el fin de obtener no solo beneficio personal, sino un mayor empoderamiento cor-
* Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Joan Serrallonga i Urquidi. «El cuento de la regularización sanitaria y asistencial en el régimen franquista. Una primera etapa convulsa, 1936-1944». Historia Social, 59: 77-98. Valencia, 2007.
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porativo, en detrimento del resto de las profesiones sanitarias que fueron quedando relegadas a un mero papel auxiliar.2 Dentro de las profesiones sanitarias auxiliares se encontraban las matronas, los practicantes y las enfermeras. De entre estos tres colectivos, el de las matronas era el de mayor tradición histórica y de regulación profesional mas antigua.3 Aunque ya se había empezado a producir una institucionalización de la atención al parto, lo cierto es que, en los primeros años del franquismo, la mayoría de las matronas seguían trabajando a domicilio. En numerosas ocasiones las matronas no podían ser identificadas con el modelo femenino deseable para el nacional catolicismo; algunas de ellas estaban muy lejos de ser el ‘ángel del hogar’ propugnado por el Régimen porque estaban divorciadas. Su profesión les permitía salir de sus domicilios a unas horas que, para cualquier otra mujer, se hubieran considerado indecentes o, al menos, poco apropiadas. En ocasiones, la actividad de algunas matronas iba más allá de los márgenes previstos por la ley, al involucrase en la inducción de abortos, delito que fue duramente castigado por el Régimen. Antes de estallar la guerra, las matronas estaban divididas, como el resto de ciudadanos, en dos sectores: uno, el más conservador, ocupaba los puestos directivos del Colegio Oficial de Matronas de Madrid; el sector más progresista había organizado asociaciones como la Agrupación de Matronas de Madrid y sus limítrofes, afecta al sindicato UGT y que tenía su sede social en la Casa del Pueblo. Esta Agrupación había desarrollado un papel muy activo en las campañas de propaganda del Seguro de Maternidad durante la Segunda República. Al poco tiempo de iniciarse la Guerra Civil, la Agrupación de Matronas de Madrid se incautó del Colegio 2 Una de las primeras consecuencias fue el desplazamiento de las matronas de su tradicional atención al parto de las reinas y de las aristócratas españolas (Dolores Ruiz-Berdún. Desarrollo histórico de una profesión: las matronas en Madrid hasta la guerra civil. [Tesis doctoral, dirigida por Alberto Gomis Blanco]. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2012, cf. págs. 312-321). 3 Aunque la regulación profesional es anterior, la formación reglada de las matronas se inició en 1790, en el Real Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid (Dolores Ruiz-Berdún. Op. cit., nota 2, págs. 106-147).
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Oficial de Matronas de Madrid, acto por el que fueron duramente sancionadas por el entramado represor de la dictadura tras el fin de la contienda.4 Los estudios de practicante se habían iniciado con la publicación, en 1861, del Reglamento para la enseñanza de practicantes y matronas ([Madrid], 1861). La necesidad de contar con una figura de categoría inferior a la de médico de segunda clase comenzó a gestarse en diciembre de 1855, durante el debate del proyecto de Ley de Instrucción Pública, dándose un plazo de seis años para su creación.5 Desde un principio estos estudios, a los que inicialmente solo podían acceder los hombres, tuvieron un número muy importante de alumnos que hizo que el mercado laboral se saturase en poco tiempo. Esta circunstancia propició que estos profesionales comenzasen a invadir el campo competencial de otras profesiones sanitarias, situación que incluso fue legitimada por el Estado.6 El último grupo dentro de las profesiones auxiliares sanitarias en tener una regulación oficial fue el de las enfermeras. Este retardo con respecto a los otros grupos estaba motivado, en parte, por la concepción caritativa que se había tenido del cuidado de enfermos en nuestro país y que hizo que éste recayese en miembros de órdenes eclesiásticas o laicos con inclinación religiosa.7 Hasta 1915 no se regularon oficialmente los estudios para poder ejercer la pro4 Dolores Ruiz-Berdún, Alberto Gomis. «La depuración de las matronas de Madrid tras la Guerra Civil». Dynamis, 32(2): 439-465. Granada, 2012. 5 José Corral y Oña, miembro del Real Consejo de Instrucción Pública, se oponía a la creación de la figura del practicante (Libro de Actas del Real Consejo de Instrucción Pública. Sesión de 5-XII-1855. Archivo General de la Administración [AGA], signatura: (05) 1.21. LIB 76 TOP. 32/00.103). 6 En el artículo tercero del Real Decreto de 31-I-1902, relativo a los estudios y reválida de la carrera de practicantes (Gaceta de Madrid, 1-II-1902), se creaba la nueva denominación de «Practicante autorizado para la asistencia á partos normales», aunque en el artículo cuarto de dicho decreto se especificaba que no podrían ejercer esta asistencia en localidades de más de diez mil habitantes y siempre que el médico titular le autorizase a ello. 7 Concha Germán Bes. Historia de la institución de la Enfermería universitaria. Análisis con una perspectiva de género. [Tesis doctoral, directora Consuelo Miqueo]. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 2006 (cf. pág. 21).
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fesión de enfermera. Dicha regulación se produjo a instancias de la Congregación de las Siervas de María que querían contar con un reconocimiento oficial de las labores que desarrollaban en la práctica diaria, pero que se hizo extensiva a las enfermeras seglares.8 Ese mismo año de 1915, concretamente el 1 de febrero, se había inaugurado el primer ‘Curso oficial para damas enfermeras de la Cruz Roja española’ en el que se graduaron 43 alumnas en tan solo cuatro meses.9 En 1917 se creó oficialmente el Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja Española.10 A partir de ese momento se puso de moda entre las aristócratas obtener el título de dama enfermera.11 Este inusitado interés que se había despertado entre las jóvenes de la nobleza por vestir el uniforme de enfermera ya había tenido su antecedente en la caridad aristocrática de las Juntas de Damas que, durante los siglos previos, se habían ocupado de la gestión de los centros de beneficencia. Dentro del programa formativo de las enfermeras no aparecía la obstetricia; sin embargo, la progresiva institucionalización del parto, que se produjo a partir de la segunda década del siglo xx, propició que, en no pocas ocasiones, las funciones de la matrona fuesen realizadas por personal de enfermería. Este intrusismo profesional estaba en numerosas ocasiones alentado por los propios tocólogos: Sabemos que en algunas clínicas con camas para partos tienen enfermeras que ayudan al ginecólogo y sabemos de algunos médicos que tienen ‘su’ enfermera para tales casos.12
Real Orden 7-V-1915 (Gaceta de Madrid, 21-V-1915). Rosa Pulido Mendoza, M.ª Juana Hernández Conesa y Juan Vicente Beneit Montesinos. La formación de las Enfermeras de la Cruz Roja Española. Murcia: Diego Marín, 2011 (pág. 162). 10 Real Decreto de 28-II-1917 (BOE, 1-III-1917). 11 [ABC]. «Los Heridos y Enfermos de la Campaña». ABC, [10-I-1922]: 12. Madrid, 1922. 12 [Auxiliar Técnico Sanitario]. «Las comadronas son insustituibles». El Auxiliar Técnico Sanitario, 12: 16. Madrid, 1954. 8
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La protección a la maternidad en la España autárquica Tras la Guerra Civil, uno de los objetivos del nuevo Estado fue regenerar la nación a través del aumento de la natalidad, dado que las cifras de población habían caído vertiginosamente debido a la guerra y a sus dos inseparables compañeras: el hambre y las enfermedades. Para lograr este objetivo era preciso que las mujeres retornasen al hogar, abandonando sus puestos de trabajo y dedicándose en exclusiva al mantenimiento de su casa y a la crianza de sus hijos: En especial prohibirá el trabajo nocturno de las mujeres y niños, regulará el trabajo a domicilio y libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica.13
Para sustentar esta política pronatalista del nuevo Régimen, la Obra Nacional Sindicalista de Protección a la Madre y al Niño se encargó de vigilar todos los establecimientos de Auxilio Social, donde directa o indirectamente se protegiese la maternidad y la infancia.14 Entre las instituciones que ofrecían protección a la madre se encontraban los ‘hogares de embarazadas’, los ‘hogares de madres post-partum’, las colonias de reposo para madres trabajadoras, los comedores para madres embarazadas y los comedores para madres lactantes. En cuanto a las instituciones de protección al niño, había dos grandes grupos: aquellas que los atendían día y noche, que recibían el nombre de ‘hogares’, y los que solo acogían niños durante el día mientras la madre trabajaba, que se denominaban ‘guarderías’ y ‘jardines maternales’; dentro de ambos tipos 13 Decreto que aprueba el Fuero del Trabajo formulado por el Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (BOE, 10-III-1938). 14 El Auxilio Social había tenido su origen en el llamado Auxilio de Invierno, una organización de carácter asistencial que se gestó en octubre de 1936 y cuyos fundadores fueron Javier Martínez Bedoya y Mercedes Sanz-Bachiller Izquierdo, viuda de Onésimo Redondo (Cristina González Maza. «Los primeros momentos del Auxilio Social y sus construcciones para la infancia. La prensa como medio de propaganda». El Futuro del Pasado, 1: 513-622. Salamanca, 2010).
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de instituciones, los niños eran segregados según su edad: ‘hogarcuna’ para niños menores de tres años, ‘hogar infantil’ para niños de tres a siete años y ‘hogar escolar’ para niños de siete a doce años. Las ‘guarderías’ acogían niños de menos de tres años durante el día, el ‘jardín maternal’ era para niños de tres a siete años. Además existían ‘colonias veraniegas’ y ‘centros de alimentación infantil’. Los establecimientos denominados ‘Gota de Leche’ facilitaban alimentación a los niños menores de dos años y medio.15 Al igual que otros centros, como hospitales y hospicios, todos estos establecimientos precisaban de personal que pudiese atender las necesidades asistenciales derivadas de su actividad. Una forma de conseguir mano de obra gratuita para todos ellos consistió en recurrir al trabajo no retribuido de aquellas que realizaban la prestación del Servicio Social: Respecto a la mujer nada había sido establecido hasta el día. Quedaba, pues, apartada del servicio inmediato de la Patria y del Estado, los cuales no recibían el caudal de colaboraciones y esfuerzos que la mujer española puede proporcionarles en abundancia y rectitud.16
A partir de ese momento, se hacía indispensable para toda mujer de entre 17 y 35 años haber cumplido el Servicio Social antes de que se le expidiese cualquier título que habilitase para el ejercicio de una carrera o profesión. También sería necesario mostrar la certificación de haber realizado dicha prestación, cuya duración mínima sería de seis meses, para poder ser incluidas en las oposiciones y concursos vacantes en la administración del Estado, provincia o municipio. De esta manera, todas las matronas, enfermeras y practicantas que deseasen obtener su título tras la realización de sus estudios debían contribuir con su trabajo allá donde fuesen asignadas. En la «Auxilio Social». Boletín Oficial del Movimiento, [10-I-1939]: 531. Salamanca, 1939. El Servicio Social se había creado antes de la finalización de la Guerra Civil, mediante el Decreto 378 de Francisco Franco, dado en Burgos el 7-X-1937 (Boletín Oficial del Movimiento, 15-X-1937: 70-71. Salamanca, 1937). 15
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figura 1 podemos observar el certificado que Carmen Parra Moya tuvo que adjuntar para poder obtener su título de matrona en 1942. Carmen Parra Moya hubo de sufrir diversas peripecias para llegar a tener en sus manos dicho título, pues había estudiado en la Escuela Oficial de Matronas de Madrid entre los años 1936 y 1937; su título, expedido el 31 de enero de 1938, fue anulado y tuvo que solicitar su nueva expedición para lo cual tuvo que realizar previamente la prestación del Servicio Social.17
Los estudios de Enfermería: de tres meses a tres años Como se ha expuesto con anterioridad, los estudios de Enfermería que se realizaban en las distintas instituciones nacionales tenían una corta duración, lo cual suponía que fuese materialmente imposible para las alumnas alcanzar un alto grado de conocimientos teóricos o de pericia práctica. Sin embargo, el interés que se tomó Pilar Primo de Rivera por este colectivo hizo que esta situación se modificase radicalmente en los años de la postguerra.18 Pilar Primo de Rivera (1907-1991) fue una de las fundadoras de la Sección Femenina de la Falange, en junio de 1934, junto a otras seis mujeres que, al igual que ella, pertenecían al Sindicato Español Universitario (SEU): Inés y Dolores Primo de Rivera, primas de Pilar, Dora Maqueda, Luisa María de Aramburu, María Luisa Bonifaz y la inglesa Marjorie Munden.19 Desde su fundación y hasta su supresión el primero de abril de 1977, el nombre de Pilar Primo de Rivera quedó unido de manera indisoluble a dicha organización falangista. El papel adoctrinador que jugó la Sección 17 Todos los títulos académicos y profesionales expedidos desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939 en zona ‘no liberada’ a la fecha de su expedición fueron anulados por Orden de 28-IX-1939 (BOE, 2-X-1939). 18 Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1907-1991) fue hermana del fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera (1903-1936). 19 Luis Suárez Fernández. Crónica de la Sección Femenina y su tiempo. Madrid: Asociación Nueva Andadura, 1993 (pág. 29).
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Figura 1. Certificado de Servicio Social de Carmen Parra Moya (Archivo General de la Universidad Complutense de Madrid, signatura: SG-1667).
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Femenina sobre las mujeres españolas a través de la educación ha sido ampliamente abordado;20 durante la autarquía, la Sección Femenina se autoerigió como defensora de los derechos laborales de la mujer, aunque limitando su presencia a aquellas profesiones que se consideraban ‘apropiadas’ para ellas. El estado civil también era un factor a tener en cuenta puesto que había que evitar la ruptura de los matrimonios y el trabajo extra-doméstico femenino podía llegar a ser una fuente de conflicto matrimonial.21 Entre esas profesiones que desde la Falange, y más concretamente desde la Sección Femenina, se consideraban aptas para la mujer se encontraba la Enfermería, profesión que, como veremos a lo largo de este estudio, sufrió un gran desarrollo gracias al interés concreto de Pilar Primo de Rivera. En 1942 se aprobó la ley que creaba el Cuerpo de Enfermeras de la FET y de las JONS, directamente dependiente de la Delegación Nacional de la Sección Femenina.22 El origen de este Cuerpo se remontaba a la creación, en 1937, del Cuerpo de Damas Enfermeras Españolas, título que se creó para legalizar la situación de las afiliadas a la Falange que acudían a colaborar como enfermeras en los ‘hospitales de sangre’.23 La maquinaria de la guerra precisaba gran 20 Más información sobre el papel de la mujer durante la dictadura franquista en Carmen Domingo. Coser y cantar: las mujeres bajo la dictadura franquista. Barcelona: Lumen, 2007. 21 Dentro de la Sección Femenina había tres grupos fuertemente diferenciados: las solteras de 17 a 35 años, las solteras de más de 35 años y las casadas de cualquier edad. Las casadas, por tener que ocuparse de sus quehaceres familiares, se reunirían en las Secciones Femeninas los días 17 de octubre y 22 de abril de cada año, fechas conmemorativas de santa Teresa de Jesús y del nacimiento de Isabel de Castilla, respectivamente. En las Escuelas de Hogar, a las que podían asistir gratuitamente, recibirían lecciones de doctrina nacional-sindicalista y labor para trabajar en sus casas. Las casadas con suficiente tiempo para dedicarlo a la organización podrían ser incluidas, según su edad, en los grupos de solteras antes mencionados («Sección Femenina». Boletín Oficial del Movimiento, 20-I-1939: 539-541. Salamanca, 1939). 22 Ley de 3-I-1942 por la que se crea el Cuerpo de Enfermeras de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (BOE, 13-I-1942). 23 «Delegación Nacional de Sanidad. Circular núm. 44». Boletín Oficial del Movimiento, 1-XI-1937: 86-89. Salamanca, 1937.
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cantidad de enfermeras que, sin demasiada preparación, ayudasen a solventar los grandes problemas asistenciales que se vivían en los hospitales durante la contienda. Se primaba, en estas condiciones, la ideología política frente a la formación científica o profesional, pues el único requisito indispensable consistía en estar afiliada a la Falange. Había varias posibilidades de adquirir dicho título: – Aquellas afiliadas que poseyeran una titulación oficial de enfermera, o las que hubiesen realizado un cursillo de garantía absoluta para la Delegación Nacional de Sanidad, solo necesitarían realizar una solicitud de ingreso en el Cuerpo. – Las que hubiesen realizado cursillos con anterioridad al ‘Movimiento’ y las que, a partir del 18 de julio de 1936, tuviesen más de tres meses de práctica hospitalaria podrían obtener el título acreditando dicha circunstancia y aprobando un examen. – Para el resto de afiliadas, sin título ni experiencia previa, se organizarían cursillos de cincuenta días hábiles de duración tras los cuales sufrirían el mismo examen que las candidatas de la opción anterior. La organización de dichos cursillos correría a cargo de los delegados provinciales de Sanidad, previa autorización de la Delegación Nacional. Durante su celebración se impartiría un programa, que constaba de 32 temas teóricos y 18 temas prácticos y cuyo contenido estaba claramente orientado a la formación de enfermeras ‘de campaña’.24 La conformación del tribunal examinador tenía una orientación francamente androcéntrica, incluyendo a un catedrático de Facultad de Medicina, un jefe de Sanidad Militar y un representante de la Delegación Nacional de Sanidad, que podría ser el director del curso. No obstante, los estudios para obtener el título de enfermera en las diversas instituciones eran de escasa duración y 24 Además de nociones generales de anatomía, fisiología y patología se incluían muchos temas relacionados con las heridas de guerra como traumatismos, hemorragias y sus complicaciones, y algunos puramente exclusivos de la etapa bélica, como el tema 31, que abordaba los ‘gases de guerra’.
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poco contenido. Por ello en 1941 se concretó que dichos estudios pasasen a tener una duración de dos años, tras los cuales las alumnas serían examinadas por un tribunal. Si el resultado era positivo, la Universidad expediría el correspondiente título de enfermera.25 El preámbulo de la ley de 1942 que creaba el Cuerpo de Enfermeras de la Falange, hacía pensar en un cuerpo especialmente destinado a formar ‘enfermeras de guerra’ y posiblemente esta fue la excusa utilizada por Pilar Primo de Rivera para conseguir su aprobación. Sin embargo, en el texto de la ley no se recogía que tras obtener el título de enfermera de la Falange fuese imprescindible realizar el curso de especialización de ‘enfermera de guerra’ y, de hecho, otra posibilidad era obtener la especialidad de ‘enfermera visitadora social’.26 En junio de ese mismo año se establecía que a partir de ese momento la duración de los estudios de Enfermería sería de dos cursos académicos.27 Pero esto no era suficiente para Pilar Primo de Rivera y las directoras de las Escuelas de Enfermería, que aspiraban a situar estos estudios a la altura que tenían en otros países. Para lograr este objetivo, en 1950 se puso en marcha un proyecto de decreto para la reforma de la carrera de Enfermería.28 Los pilares fundamentales en los que se basaba la reforma era que los estudios tuviesen una duración de tres años en régimen de internado y que las aspirantes a ingresar en dichas escuelas tuvieran aprobados, como mínimo, tres años de bachillerato. Esto es lo que explicaba la presidenta de Orden de 21-V-1941 (BOE, 28-V-1941). Las ‘enfermeras visitadoras sociales’ jugaron un importante papel en el desarrollo de la Salud Pública en España; más información al respecto en Josep Bernabeu Mestre y Encarna Gascón Pérez. Historia de la Enfermería de Salud Pública en España (1860-1977). Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1999. 27 Orden de 23-V-1942, por la que se dan normas para los estudios de enfermeras (BOE, 8-VI-1942). 28 En la Comisión ministerial nombrada al efecto figuraban representantes de la Sección Femenina, de la Cruz Roja, de la Sanidad Militar y de la Asociación de Religiosas Auxiliares de Sanidad (Luis Suárez Fernández. Op. cit., nota 19; cf. pág. 281). 25 26
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la Asamblea Suprema de Enfermeras de la Cruz Roja, la marquesa de Huétor de Santillán, en una carta dirigida a Raimundo Fernández Cuesta, ministro secretario del Movimiento, el 25 de junio de 1952, apoyando las aspiraciones de Pilar Primo de Rivera, y en la que entre otras cosas mencionaba: En los países en que esta profesión está adelantada vieron esa misma necesidad y así en EEUU, Estados de América del Sur, Alemania, Inglaterra, Suiza, Italia Portugal, Turquía y hasta Rusia siguen ese mismo régimen de enseñanza. Solo Francia anda más atrasada en esta profesión. Somos muchas las que deseamos que a la reforma de esta carrera se le dé la importancia que se da en los demás países porque todas deseamos que España, en esto como lo está consiguiendo en lo demás, figure a la cabeza, para que cuando asistamos a Conferencias o Congresos no quedemos a la zaga.29
Tan solo dos días más tarde se aprobaba el decreto que organizaba los estudios de Enfermería y en el que, efectivamente, se contemplaba una ampliación a tres años de duración de los estudios bajo un régimen de internado.30 Sin embargo, el decreto difería bastante del que se había propuesto desde la Sección Femenina de la Falange.31 Como muestra podemos tomar el segundo artículo del decreto: el proyecto de Pilar Primo de Rivera sugería que la presidencia de la Comisión, encargada del asesoramiento y orientación de todo lo referido a las escuelas y los estudios de Enfermería, fuese propuesta al Ministerio de Educación por la Delegación Nacional de la Sección Femenina; no obstante, el decreto aprobado nombraba como presidente de dicha Comisión al director general de Enseñanza Universitaria. En general, analizando ambos documentos, se observa una gran diferencia entre el protagonismo pretendido por la organización falangista y el AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19054. Decreto de 27-VI-1952, por el que se organizan los estudios de la carrera de Enfermería (BOE, 7-VII-1952). 31 AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19027. 29 30
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resultado final, que no debió de gustar demasiado a Pilar Primo de Rivera pero que no tuvo más remedio que acatar. El asunto que más preocupaba a la Delegada Nacional era que el Cuerpo de Enfermeras de FET y de las JONS siguiese teniendo la misma validez jurídica: Aunque el Proyecto de Decreto se diferencia bastante del presentado por esta delegación Nacional, en principio estamos de acuerdo con él y esperamos que su aprobación refuerce el contenido de la ley de 3 de enero de 1942, otorgada por el Caudillo en reconocimiento de los méritos demostrados por las enfermeras de la Sección Femenina del Movimiento. Dicha ley concede plena validez oficial al Título de Enfermera de F.E.T. y a los títulos de las Escuelas de Enfermeras de Guerra y Visitadoras Sociales.32
La polémica sobre la colegiación de las enfermeras A pesar de que las funciones que supuestamente deberían asumir los Sindicatos Verticales franquistas entraban en franca competencia con las atribuciones de los Colegios Profesionales, ambos siguieron coexistiendo durante la dictadura. Para cumplir la Ley de Bases de la Organización Sindical y tener un férreo control sobre el colectivo de enfermeras, Pilar Primo de Rivera fue contraria, desde un inicio, a su colegiación. Su deseo era constituir, dentro del seno del Sindicato Nacional de Actividades Diversas, la Agrupación Sindical Española de Enfermeras. El proyecto de sindicación para las enfermeras no debía de agradar en todos los ámbitos; en mayo de 1953, las enfermeras que trabajaban al servicio de la Dirección General de Sanidad comenzaron a recibir un escrito, sin firma pero con el sello de dicha Dirección, que decía así: 32
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Querida compañera: Como funcionaria que eres dependiente de la Dirección General de Sanidad debes abstenerte de inscribirte en cualquier organismo relacionado con tu profesión de enfermera hasta tanto recibas órdenes de la superioridad. La Junta de Enfermeras de la Dirección General de Sanidad.33
Este asunto indignó a Pilar Primo de Rivera, que comenzó a pedir explicaciones al respecto. Con fecha 21 de mayo escribió a José Alberto Palanca, director general de Sanidad, exigiéndole que investigase el asunto: Estimado amigo: Solo dos letras adjuntándote copia de un impreso que va timbrado con el sello de esa dirección general y que están recibiendo todas las enfermeras de Madrid y provincias. Como dicho impreso no lleva firma y por otra parte la junta de enfermeras de la Dirección General de Sanidad, sabemos que no existe, comprendemos se trata de un vulgar anónimo pero que sin embargo siembra el confusionismo y la división. Como consideramos este procedimiento de lo más cobarde y delictivo tanto a V.I. como a nosotras, nos interesa descubrir su procedencia, por lo que se lo comunico para su conocimiento y también para que nos ayude a investigar quienes son los responsables ya que no dudamos que por aparecer como editado en esta dirección general, V.I. será el primer interesado en aclarar este asunto. Le saluda atentamente. La delegada nacional Pilar Primo de Rivera.34
Pocos días después, durante el mes de junio, tuvo lugar en Madrid la Primera Asamblea de Enfermeras, convocada por la Rama Sindical de Enfermería. Fue presidida y tutelada íntegramente por Pilar Primo de Rivera. Una de las consecuencias de la Asamblea 33 34
AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19051. AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19051. 94
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fue la creación de la Junta Nacional de la Agrupación Sindical Española de Enfermeras, que quedó constituida por: Pilar Esponera (presidenta), María del Carmen García de la Victoria y Carmen Nieves Villar (vicepresidentas), María Josefa Azcárraga (secretaria), María del Carmen Sánchez Gallicher (vicesecretaria), María Luisa Ponce (tesorera) y María Teresa Alasá, de Barcelona, Margarita Ibáñez, de Valencia, Eduarda Díaz, de La Coruña, María Teresa Loring, de Málaga, Monserrat Castell, de Barcelona y Pilar del Rey, de Madrid (vocales); como asesoras nacionales figuran María del Carmen Torrecilla, de Bilbao y María del Carmen Valdivielso, de Santander.35 Al finalizar la Asamblea, Pilar Primo de Rivera se encargó personalmente de informar al ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, de las conclusiones alcanzadas en dicha reunión. Aprovechó la ocasión para exponer los dos asuntos que más preocupación le producían en esos momentos: 1º.- Creación del colegio de enfermeras. Este asunto no se ha tratado en la Asamblea pues aunque ésta era decididamente contraria a su creación, no pareció oportuno que entre las conclusiones figurase la petición de anulación del mismo. No obstante quiero hacértelo presente para que lo soluciones lo más rápidamente posible, para evitar el confusionismo y desunión que pueden producirse. 2º.- A todas las enfermeras dependientes del estado se les ha hecho llegar el anónimo que te adjunto en unión de copia de la carta que con este motivo dirigí al Director General de Sanidad. Se trata de algo grave y delictivo puesto que se ha usado el emblema de un centro oficial, por otra parte existe una junta de la Asociación de ex-alumnas de la Escuela Nacional de Instructoras Sanitarias, pero no existe ni ha existido «la Junta de Enfermeras de la Dirección General de Sanidad». Como consecuencia del 35 [ABC]. «Pasado mañana, martes, se celebrará en Madrid la Fiesta de la Banderita, a beneficio de la Cruz Roja Española (…) con más de trece mil enfermeras voluntarias, cuatrocientas sesenta profesionales y dos millares de médicos cuenta la obra en España». ABC, [7-VI-1953]: 53-54. Madrid, 1953.
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anónimo, las enfermeras del Estado no saben a qué atenerse y creen se trata de una orden para no sindicarse. Mucho te agradeceré llegues hasta el fondo del asunto y procures quede perfectamente clara la actitud oficial, dejamos el asunto en tus manos. 36
Cuando ya parecía que se iban cumpliendo los objetivos propuestos, Pilar Primo de Rivera se dio cuenta de que no había contado con un elemento ajeno: los practicantes. Este grupo profesional seguía formándose, a mitad del siglo xx, con una regulación que databa de 1904.37 Es más que probable que los integrantes de este grupo profesional se sintieran inquietos al ver cómo las enfermeras iban ganando terreno en diversos campos, auspiciadas por sus nuevos planes de estudios, que incluían tres años de formación, frente a los dos que debían completar los practicantes. Haciéndose eco de esta inquietud, Juan Córdoba, el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Practicantes, escribió el 3 de junio de 1953 una carta dirigida al ‘Caudillo’ y que le fue entregada a este por mediación del ministro secretario de la Falange.38 En dicha carta, el presidente de los practicantes exponía los problemas a los que estaban expuestos los veinte mil practicantes españoles, entre los que se encontraba el intrusismo profesional de que eran objeto: … ya sean Enfermeras que sin aptitud ni facultades para ello y amparadas en la confusión que su título crea, invaden el campo que les está vedado, ya sean personas que sin título ninguno y con conocimientos rudimentarios y elementales de inyectar o curar, se lanzan a ejercer actos privativos de los practicantes. Hasta el momento presente, nada práctico se ha conseguido pese a los buenos deseos de las autoridades y organismos oficiales, y nada se logrará en tanto no se llegue a la delimitación de funciones de las profesiones auxiliares y a la unificación de colegios, AGA, signatura: (09) 017.002 51/19051. Real Decreto de 10-VIII-1904 (BOE, 12-VIII-1904). 38 AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19054. 36 37
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cuando no de las profesiones. En nuestro deseo de poner fin al caos producido se ha propuesto oficialmente la unificación de las profesiones de Practicantes, Matronas y Enfermeras, en una sola de Auxiliar Sanitario Único; la idea fue bien acogida, mas nada se ha logrado, pues hay intereses creados y el mal sigue causando daños profundos e irreparables a la Sanidad y a las profesiones.39
Amparándose en una interpretación errónea de la Ley de Bases de Sanidad de 1944,40 que tan solo se refiere a la creación de un Colegio único de Auxiliares Sanitarios en cada provincia, las tres profesiones auxiliares quedaron definitivamente unificadas en una sola: la de Ayudante Técnico Sanitario.41 La opinión que desde la Sección Femenina se tenía sobre lo sucedido queda patente en estas declaraciones de Teresa Loring Cortés:42 Entre tanto los practicantes, en su mayoría hombres, y que siempre habían mirado a las enfermeras por encima del hombro, no querían saber nada de los nuevos estudios, ellos seguían estudiando por un plan de 1904 y no les interesaba evolucionar. Pero cuando vieron ya iniciados los nuevos estudios, que abarcaban tres cursos y con planes más actualizados, temieron quedarse descolgados y pidieron engancharse al carro. Los cursos ya estaban empezados, los planes pensados para Escuelas de Enfermeras con internado —como habían sido con anterioridad los de Valdecilla y Santa Madrona, que tenían gran prestigio—. No les gustó el plan y empezaron a intrigar; primero, porque no les gustaba ser alumnos de unas Escuelas que se llamaban de Enfermeras; en segundo lugar, porque no querían someterse a unas prácticas regladas —ellos siempre las habían hecho a su aire— AGA, signatura: (09) Presidencia 017.002 51/19054. Ley de 25-XI-1944, de Bases de Sanidad Nacional (BOE, 26-XI-1944). 41 Decreto de 4-XII-1953, por el que se unifican los estudios de las profesiones de auxiliares sanitarios (BOE, 29-XII-1953). 42 Teresa Loring Cortés (1919-2008) fue enfermera, secretaria nacional de la Sección Femenina y procuradora en Cortes en las legislaturas de 1964-1971 y 1975-1977 ([ABC]. «Necrológicas. Teresa Loring Cortés». ABC, [25-IV-2008]: 58. Madrid, 2008). 39 40
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y tercero y principal tendrían que llamarse Enfermeros eso les parecía poco. Siguieron intrigando hasta conseguir que los nuevos estudios en vez de llamarse Enfermeras y Enfermeros, que es lo que eran y como se llaman en todo el mundo, se llamasen: Ayudantes Técnicos Sanitarios, como el nombre era tan largo, todo el mundo pasó a llamarlos A.T.S.43
Por su parte, los practicantes se vanagloriaban de ser los artífices de la unificación y estaban encantados con el nombre que ostentarían a partir de entonces: ¡Gracias a Dios que, al fin, hemos conseguido ver coronada por el éxito la creación del Auxiliar Único, con su más expresiva denominación de Ayudante Técnico Sanitario! Sueño de muchos días, primeras de las conclusiones de todas nuestras Asambleas celebradas, y cuya paternidad nadie puede negarnos.44
En febrero de 1954 se publicó una orden disolviendo los Colegios Profesionales de Matronas, Enfermeras y Practicantes que pudiesen existir y se designó una comisión que los sustituyese provisionalmente.45 La comisión estaba formada por un representante de cada una de las profesiones implicadas: María García Martín, por parte de las matronas, Juan Córdoba Pérez representaba a los practicantes y Mercedes Milá Nolla a las enfermeras. El dilema entre sindicación y colegiación siguió existiendo al aprobarse la organización profesional de matronas, enfermeras y practicantes en Colegios Provinciales de Auxiliares Sanitarios subordinados al Consejo Nacional de Auxiliares Sanitarios.46 La solución tomada conjuntamente entre el Ministerio de la Gobernación y la Secretaría General del Movimiento fue la de 43 Teresa Loring Cortés. «La Sección Femenina y la promoción de la mujer». En: Pilar Primo de Rivera. Recuerdos de José Antonio: 49-106. Madrid: Barbarroja, 2003 (la cita en págs. 87-88). 44 «Editorial». Medicina y Cirugía Auxiliar, 17: 419. Madrid, 1956. 45 Orden de 25-I-1954 (BOE, 12-II-1954). 46 Reglamento del Consejo Nacional de Auxiliares Sanitarios (BOE, 9-IV-1954).
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exigir la obligatoriedad tanto de la colegiación como de la sindicación a cualquier persona que quisiera ejercer la profesión de enfermera y se encontrasen en posesión del título profesional correspondiente.
La desaparición de la matrona como profesión autónoma Las grandes perdedoras en todo este proceso fueron las matronas. Ya en 1940, una orden dispuso que las matronas madrileñas pasaran a formarse en la Casa de Salud de Santa Cristina en lugar de en la Facultad de Medicina, como había sucedido desde la fundación de la Universidad Central de Madrid. Esto supuso que, además de perder su histórico vínculo universitario, se formasen siguiendo un sistema de internado en un centro dirigido por religiosas, con las implicaciones que de ello se pueden deducir. En 1957 se estableció de manera definitiva que la única forma de obtener el título de matrona fuese a través de la especialización.47 Solo podrían optar a dicha especialidad aquellas mujeres que hubiesen concluido los tres cursos correspondientes a los estudios de Ayudante Técnico Sanitario (ATS), continuando así la tradición de excluir de dicha formación a los hombres. Esta forma de dar mayor peso a la nueva titulación de ATS y reducir a un año la formación obstétrica era muy significativa. El propio nombre de los nuevos estudios incluía el término ‘ayudante’, palabra que denota una posición de subordinación dentro de una jerarquía, en este caso la sanitaria. El hecho de que las matronas quedasen englobadas dentro de dicha profesión subordinada suponía la aceptación implícita de un rol dependiente, que nunca había caracterizado a este colectivo. Probablemente para evitar recelos relacionados con la pérdida de peso en la formación específica que recibirían las futuras matronas se hacía la siguiente justificación: 47
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No constituye esto una reducción de las enseñanzas; porque frente a los dos cursos de duración que tenían antes sin exigir ninguna otra preparación salvo el examen de ingreso, será preciso ahora, antes de iniciarlas, haber aprobado los tres años de la carrera de Ayudante Técnico Sanitario, que constituye así la base para una adecuada y conveniente especialización.48
A pesar de esta agrupación de las tres carreras en una, lo cierto es que los Colegios Provinciales siguieron divididos hasta el decreto de unificación de 1977, momento en que las matronas se opusieron a la desaparición de su Colegio, que existía desde 1930.49 A pesar de su oposición, no pudieron evitar que dicha desaparición fuese una realidad, quedando, a partir de ese momento, incluidas en los Colegios Oficiales de Enfermería que englobarían a todas las profesiones que han sido objeto del presente estudio.
Decreto de 18-I-1957 (BOE, 12-II-1957). Dolores Ruiz-Berdún. «Los antecedentes a la colegiación obligatoria de las matronas en Madrid». Cultura de los Cuidados, 31: 69-76. Valencia, 2011. 48 49
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Capítulo IV MEDICAMENTOS, ANÁLISIS E INFORMES TÉCNICOS: EL CUERPO MILITAR DE FARMACIA EN LA ESTRUCTURA SANITARIA DEL MINISTERIO DEL EJÉRCITO (1939-1945)* María Luisa de Andrés Turrión Universidad Complutense de Madrid
Introducción La lealtad y fidelidad de las Fuerzas Armadas españolas a Francisco Franco, fundamental como amparo y defensa del nuevo Régimen, fueron premiadas con la concesión de amplios poderes sociales y políticos desarrollados en el interior del Estado español, con evidentes intenciones de guía y protección popular. No obstante, el proceso de desmovilización y la creación de un Ejército en ‘pie de paz’, que agrupaba a más de trescientos mil hombres a los que alojar, alimentar y vestir, consumió prácticamente las dotaciones económicas presupuestadas para el personal militar.1 En aquellos momentos, los imprescindibles fondos destinados a la adquisición de armamento y de materias primas o incluso los de investigación militar quedaron relegados y casi suprimidos. Pese a todo, sin * Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Terminada la Guerra Civil, se procedió a la reestructuración de las unidades del Ejército. En 1940, estaba integrado por veinticinco Divisiones, desplegadas en diez Cuerpos de Ejército, incluidos dos en Marruecos; en total sumaban, según las plantillas oficiales, 366.489 hombres (cf. Roberto Muñoz Bolaños. «La institución militar en la posguerra (1939-1945)». En: Fernando Puell de la Villa, Sonia Alda Mejías (coords.). Los ejércitos del franquismo (1939-1975): 15-54. Madrid: Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado / UNED, 2010).
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duda el sector militar tuvo un tratamiento social privilegiado dentro del Estado. Justo al terminar la Guerra Civil, Franco disolvió el Ministerio de Defensa y lo dividió en tres: Ejército, Marina y Aire.2 En abril de 1940, quedaba establecida la organización territorial en capitanías generales, las antiguas regiones militares, y al año siguiente un gobierno militar en cada provincia, reflejando la ocupación total del espacio español. El análisis que realiza este trabajo muestra el funcionamiento del servicio de farmacia militar, integrado en esa incipiente organización y el resultado de su función primordial como responsable del abastecimiento de medicinas al Ejército. Aquellos farmacéuticos que, en esas mismas fechas, fueron galardonados con el tratamiento castrense de Cuerpo Militar de Farmacia, otorgado gracias al prestigio militar alcanzado durante su actuación en la Guerra Civil, se vieron obligados a actuar con una patente precariedad de medios sanitarios, escasos, anticuados y en gran parte deteriorados; realizaron un trabajo intenso, aunque desorganizado, y cumplieron una normativa general de casi un siglo de antigüedad. El principal establecimiento de industria farmacéutica militar, el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar de Madrid, que en los años cincuenta pasaría a denominarse Instituto Farmacéutico del Ejército, adquirió el compromiso de proporcionar a las Fuerzas Armadas los recursos medicinales imprescindibles, muchos de ellos de fabricación propia, siguiendo las instrucciones generales de carácter autárquico que aún se presentían más estrictas si cabe, por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la posibilidad de una invasión durante ella. 2 Ley de 8-VIII-1939, que modifica la organización de la Administración Central del Estado establecida por las de 30 de enero y 29 de diciembre de 1938 (BOE, 9-VIII-1939). En la estructura del Ministerio del Ejército se constituyeron Direcciones Generales de Enseñanza Militar, Reclutamiento y Personal, Industria y Material, Transportes, Servicios (Cría caballar, Sanidad, Farmacia, Veterinaria y otros) y Mutilados de Guerra por la Patria (cf. Ley que determina los Organismos que han de constituir el nuevo Ministerio del Ejército. BOE, 22-IX-1939).
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Figura 1. Agrupación de tropas de Farmacia. Desfile militar con ocasión del día de la ‘Victoria’. Madrid, 1-IV-1943 [Archivo Roldán. Fondo UCM. Real Academia Nacional de Farmacia].
Con anterioridad a los años de la guerra, había funcionado como una auténtica fábrica militar de medicamentos, en la que se elaboraban desde las antiguas pastillas, gránulos, grageas y píldoras hasta las más modernas cápsulas, perlas gelatinosas y pastillas comprimidas; incluso se destacó de la industria civil con la crea103
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ción de un magnífico departamento de cura aséptica y antiséptica, galardonado en múltiples ocasiones. Tras el fin de la guerra, y después de una importante reforma, se consiguió recuperar casi toda la maquinaria, adquirir algunos nuevos aparatos y reiniciar la labor industrial. Las farmacias militares, esparcidas por todo el territorio, además de realizar su función dispensadora de medicamentos, también colaboraron en las tareas de fabricación de fórmulas magistrales, preparados medicinales y un significativo número de distintas formas de administración, principalmente supositorios y ampollas. No obstante, incluso en los primeros momentos de la posguerra y a pesar de este enorme esfuerzo desarrollado por el servicio farmacéutico, las Fuerzas Armadas necesitaron contratar suministros de empresas farmacéuticas civiles, de modo que se convirtieron en un importante cliente y consumidor de estas por el considerable volumen de productos solicitados. Se hace patente observar cómo la ideología franquista consiguió que los miembros de sus Fuerzas Armadas mantuvieran una actitud de aparente indiferencia ante la penuria de las arcas estatales, que hacía inalcanzable cualquier mejora para el Ejército, subestimando explícitamente los medios con que contaban otros países europeos; y que valores como la moral, la instrucción y la disciplina fueran mucho más importantes que los que indicaran modernidad o avances en medios científicos y tecnológicos, que les podrían hacer caer en ideas materialistas y de rechazo hacia el espíritu y el valor, decisivos para ganar la guerra. Curiosamente, este aspecto de atraso tecnológico, en referencia a la farmacia militar, fue uno de los más criticados por parte del propio colectivo, justo antes de iniciarse el conflicto bélico; en numerosos artículos publicados en el Boletín de Farmacia Militar (1923-1936) se exponían las quejas del colectivo acerca de la inexistencia de fondos presupuestarios que pudieran actualizar sus medios materiales, personal y proyectos, en comparación con otros países vecinos, Francia y Alemania principalmente, con los que mantenían una frecuente relación.3 3 María Luisa de Andrés Turrión. «La fabricación industrial de medicamentos por el Ejército español: programas durante la Guerra civil y primera etapa del franquismo». En: Raúl Rodríguez Nozal, Antonio González Bueno (coords.). El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea: 317-352. Madrid: CERSA, 2008; Ibid. «Industrial medicine production for the Army during
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Hasta el año 1942 no comenzaron a observarse cambios sustanciales en las tareas de fabricación y suministro de material sanitario para las Fuerzas Armadas. Las posteriores negociaciones y acuerdos con Estados Unidos, a partir de 1953, influirán en la modernización de las Fuerzas Armadas españolas4 y en los intensos cambios sobre el Gobierno español.5 En el ámbito industrial químico-farmacéutico, el aumento en número y variedad de los medicamentos disponibles creó nuevas necesidades y funciones al farmacéutico militar; su trabajo fue adaptándose a la industria civil aunque con criterios, técnicas y principios específicos de aplicación en circunstancias de la vida castrense.
El Cuerpo Militar de Farmacia en la estructura operativa sanitaria del Ministerio del Ejército En la primavera de 1940, el personal farmacéutico del Servicio de Sanidad Militar, tras su eficaz colaboración en la Guerra Civil con el ejército vencedor, alcanzó como recompensa a los servicios prestados una de sus más antiguas aspiraciones: el tratamiento de Cuerpo Militar, al igual que el resto de profesionales de la sanidad the Spanish Civil War (1936-1939)». 39th International Congress for the History of Pharmacy. Viena, 2009. http://www.pharmaziegeschichte.at/ichp2009/vortraege/ vortraege_volltext_pdf/L61.pdf [consultado en XII-2012]; Ibid. «Economic prevention strategies developed by Spanish military pharmacists after World War I. Towards autarchy in the organization of the chemical industry in Spain (19201936)». 40th International Congress for the History of Pharmacy. Berlin, 2011. http://www.histpharm.org/40ishpBerlin/L03F.pdf [consultado en XII-2012]. 4 El Ejército de Tierra fue el menos favorecido en materia de instrucción y adiestramiento por parte de los EE.UU., en comparación con la Armada y con el Ejército del Aire, lo que podría obedecer a los planteamientos estratégicos prioritarios de los intereses estadounidenses (cf. Carles Barrachina Lisón. El regreso a los cuarteles: militares y cambio político en España (1976-1981) [Working Papers, 211]. Barcelona: Institut de Ciències Polítiques i Socials, 2002). 5 Ángel Viñas. «Los pactos con Estados Unidos, 1953-1976: una visión estructural». En: Fernando Puell de la Villa, Sonia Alda Mejías (coords.). Los ejércitos del franquismo (1939-1975): 269-296. Madrid: Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado / UNED, 2010. 105
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castrense, médicos y veterinarios, quedando adscrito a la Dirección General de Servicios del recién creado Ministerio del Ejército.6 Dentro de este Cuerpo Militar, y según el grado de formación y las facultades asignadas, se agruparon en escalas con distintas especialidades para el ejercicio profesional en su determinado campo de actividad y siempre con el objetivo primordial de la atención a la salud del personal de las Fuerzas Armadas en los campos logísticooperativo y asistencial.7 Hasta el establecimiento del Cuerpo Militar de Farmacia, los licenciados en Farmacia, menores de treinta años, que quisieran formar parte del Ejército realizaban su ingreso, como militares de carrera, en la sección de farmacia del Cuerpo de Sanidad Militar.8 Debían superar un examen de oposición, realizar un curso de un año de duración en la Academia de Sanidad Militar y, finalmente, llevar a cabo un periodo de prácticas en el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar y en la farmacia de la primera división orgánica, ambos situados en Madrid. 6 Por primera vez, durante el reinado de Fernando VII, los servicios farmacéuticos militares se denominaron Real Cuerpo de Farmacia Militar hasta su fusión, en 1836, con el Cuerpo de Sanidad Militar (cf. [Real Cuerpo de Farmacia Militar]. Reglamento para el régimen y gobierno del Real Cuerpo de Farmacia Militar aprobado por el Rey nuestro Señor. Madrid: Imprenta Real, 1831). 7 Desde el mes de septiembre de 1939, comenzaron a reorganizarse las plantillas para los Cuerpos y Unidades del Ejército. Las plantillas definitivas se aprobaron en abril de 1940 (Rafael Rodrigo Fernández. «El ejército español en 1940». En: Fernando Puell de la Villa, Sonia Alda Mejías (eds.). Fuerzas armadas y políticas de defensa durante el franquismo: 51-75. Madrid: Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado / UNED, 2010). La Ley de 28-III-1940, por la que se constituye el Cuerpo de Farmacia Militar (BOE, 13-IV-1940), organizaba el Cuerpo en tres escalas: activa profesional, con doctores o licenciados en Farmacia; de complemento, con jefes y oficiales farmacéuticos separados del servicio militar activo sin haber cumplido la edad de retiro y con los alféreces de complemento de la instrucción premilitar superior y, finalmente, honorífica; de la publicación de esta norma se hizo eco el diario ABC (ABC, [13-IV-1940]: 7. Madrid, 1940); un análisis de su repercusión en Francisco Peña Torrea. El Servicio de Farmacia en pie de paz. Madrid: Impr. del Diario Oficial del Ministerio del Ejército, 1954. 8 «Real orden aprobando el Reglamento y programa a que habrán de ajustarse en lo sucesivo las oposiciones para el ingreso en el Cuerpo de Sanidad Militar (Sección de Farmacia)». Gaceta de Madrid, 4-V-1922.
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Figura 2. Organigrama del Ministerio del Ejército al término de la Guerra Civil.
Un año antes de comenzar la Guerra Civil, la plantilla de aquella sección de farmacia militar era de ciento treinta y un farmacéuticos. A su término, y después de tres sucesivas convocatorias para cubrir numerosas vacantes de la escala activa, alcanzaron la cifra de doscientos setenta y cuatro;9 quedaron organizados en seis escalones jerárquicos: farmacéutico segundo, primero, mayor, subinspector farmacéutico de segunda clase, de primera clase e inspector farmacéutico de primera clase que, en 1944, cambiaron su denominación por la de teniente farmacéutico, capitán, comandante, teniente coronel, coronel e inspector farmacéutico, este asimilado a general de 9 La plantilla alcanzó la cifra de 211 oficiales en 1940, 268 oficiales en 1943 y 264 oficiales en 1944. Como consecuencia de la falta de tenientes farmacéuticos de la escala activa, en 1946 se autorizó la contratación de farmacéuticos civiles no establecidos para prestar servicio en las farmacias militares; tenían preferencia los que hubieran sido farmacéuticos de complemento, honoríficos o que prestaron servicios durante la guerra (Francisco Peña Torrea. El Servicio de Farmacia en pie de paz. Madrid: Impr. del Diario Oficial del Ministerio del Ejército, 1954; cf. pág. 59).
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Figura 3. El inspector-general, jefes y oficiales farmacéuticos de la Plaza de Madrid reunidos en la agrupación de tropas de Farmacia, con motivo de la festividad de su Patrona, el 8 de diciembre de 1944 [Archivo Roldán. Fondo UCM. Real Academia Nacional de Farmacia].
brigada.10 Los ascensos se realizaban tras superar cursos de aptitud divididos en dos partes: técnica y militar, impartidos ahora en la Academia de Farmacia Militar y con la colaboración del Laboratorio Central de Farmacia Militar, en el que se encontraba ubicada. La distribución del trabajo desarrollado por estos oficiales era de varios tipos: algunos con funciones primordiales de dispensación y suministro de medicamentos, en farmacias de hospitales y sanatorios, farmacias centrales o regionales, farmacias de plaza, etc.; otros con el objetivo exclusivo de abastecimiento de medicamentos, en el caso de los depósitos de medicamentos; y otros con funciones de adquisición, fabricación y control de calidad de los medicamentos utilizados por el Ejército. 10 José María de la Helguera Ortiz (1887-1974) alcanzó el empleo de inspector farmacéutico (general de brigada) en 1941 (11-VI); pocos días después (31-VII-1941) fue nombrado jefe de los Servicios de Farmacia Militar en el Ministerio del Ejército (cf. Antonio González Bueno. «Helguera y Ortiz, José María de la». Diccionario Biográfico Español, 25: 535-536. Madrid: Real Academia de la Historia, 2011).
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Plantillas de Farmacia
1931-1940 1940-1943 1943-1944 1944-1950
Inspector - General de Brigada
0
1
1
1
Subinspector 1º- Coronel
1
4
4
5
Subinspector 2º- Teniente Coronel
12
14
16
18
Farmacéutico Mayor - Comandante
28
38
41
41
Farmacéutico 1º- Capitán
49
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Farmacéutico 2º- Teniente
41
76
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Además de estas funciones, vinculadas a la profesión farmacéutica, participaban en tareas de gestión y administración militar en el Estado Mayor del Ejército, coordinando el apoyo farmacéutico logístico-operativo, según las directrices recibidas de sus jefes superiores. Eran responsables del control de la red de farmacias militares y del correcto desarrollo de sus actividades y les correspondía el asesoramiento específico de su ámbito sanitario en la elaboración de reglamentos, estructuración de plantillas, etc. El inspector general de farmacia militar era el máximo responsable de la Jefatura de los Servicios de Farmacia en el Ministerio del Ejército, por lo que le correspondía la planificación y el desarrollo de la política farmacéutica militar además del apoyo a los órganos superiores del departamento.11 Fueron colaboradores en la Dirección General de Industria y Material, dependiente del Ministerio del Ejército, con un comandante farmacéutico, asignado a la sección de movilización industrial, que actuaba en representación del Laboratorio Central de Farmacia Militar y de los demás establecimientos de industria militar relacionada con el medicamento, para todo lo que afectara al sector industrial químico-farmacéutico, fábricas de productos, 11 La Jefatura de los Servicios de Farmacia del Ejército formaba parte de la Dirección General de Servicios del Ministerio del Ejército y constituía el Centro Superior directivo del Cuerpo de Farmacia.
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laboratorios y talleres de material farmacéutico.12 Este oficial también supervisaba los resultados de trabajos que, sobre la riqueza farmacológica del país, se realizaron. De esta Dirección General dependieron las Comisiones Regionales de Movilización de Industrias Civiles, en la mayoría de las cuales figuraba un capitán farmacéutico. Es importante destacar, finalmente, el trabajo realizado por miembros del Cuerpo de Farmacia Militar en el campo de la toxicología y de los análisis químicos, de calidad y comprobación. Las enseñanzas imprescindibles para el estudio de la toxicología, partiendo de bases químicas, biológicas, bioquímicas, anatómicas y fisiológicas, eran impartidas desde áreas de conocimiento relacionadas con la medicina legal, higiene, análisis químico y farmacología, dentro de la universidad, desde las Facultades de Medicina, Farmacia y Veterinaria. De modo que, en dos organismos pertenecientes también al Ministerio del Ejército: el Instituto de Higiene Militar13 y la Fábrica Militar de Productos Químicos La Marañosa de Santa Bárbara,14 se encontraban asignados oficiales farmacéuticos en las secciones de Química, Bromatología y Toxicología. 12 Se encargaba de la resolución de los planes necesarios para movilizar la industria civil, con objeto de abastecer al Ejército de los suministros necesarios, así como intervenir en la preparación para la guerra de aquellas industrias civiles básicas para la defensa nacional. 13 El Laboratorio Histológico (1885) se transformó en Instituto Anatomopatológico (1888) y, más tarde, en Instituto de Vacunación Antivariólica del Ejército (1890) a cargo de Sanidad Militar; en 1898 recibió la denominación de Instituto de Higiene Militar (Luis Ángel Moreno Fernändez-Caparrós. 125 años del Instituto de Higiene Militar. La Sección de Veterinaria Militar. Madrid: Inspección General de Sanidad de la Defensa, 2010). 14 En 1923, tras la firma de un contrato hispano-germano entre ambos ejércitos, se construyó una fábrica de armas químicas en La Marañosa, cerca de Madrid, en el término municipal de San Martín de la Vega. Con equipo, materiales y bajo la supervisión de varios expertos franceses de la empresa de armamentos Schneider, la fábrica empezó a producir proyectiles de gas tóxico. Actualmente este complejo químico-militar pertenece al Ministerio de Defensa con la denominación Fábrica Nacional La Marañosa.
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Farmacéuticos militares, expertos en toxicología y control de calidad del Instituto de Higiene Militar La labor realizada por el Instituto de Higiene Militar, antiguo Instituto de Vacunación Antivariólica del Ejército, siempre contó con la colaboración de farmacéuticos militares en aspectos toxicológicos y de análisis y control de materias primas.15 Desde 1906, el Laboratorio Central de Farmacia Militar, el Instituto de Higiene Militar y el Parque de Sanidad Militar se integraron en el grupo de Industrias Militares para concentrar tres necesidades sanitarias: poseer medicamentos y medios antisépticos baratos y de reconocida calidad; asegurar la preparación de vacunas y sueros antimicrobianos y disponer de material de cura y operaciones, de evacuación y alojamiento, en las mejores condiciones. Dos años más tarde, el Instituto de Higiene Militar admitía en su plantilla a un jefe farmacéutico para un nuevo laboratorio denominado de Servicios Generales y de Investigación Toxicológica; el Ejército había tomado la decisión de encargar al Instituto de Higiene Militar realizar, en exclusiva para sus miembros, los estudios y análisis médico-legales, incluidos los químicos y toxicológicos, que a veces se hacían en el Laboratorio Central de Farmacia Militar. Fue precisamente en este año, 1908, cuando al establecerse normas de profilaxis contra la fiebre tifoidea en el Ejército se consideró necesario estudiar la eficacia de la vacunación. En 1932, con las transformaciones que la instauración de la II República supuso para la estructura del Ejército, el Instituto de Higiene Militar llegó a integrarse, junto al Laboratorio y Parque Central de Farmacia, en un nuevo organismo: el Establecimiento Central de Sanidad Militar, aunque por poco tiempo. Fue esta una institución sanitaria dedicada fundamentalmente a investigar las causas que ocasionaban las enfermedades del soldado y el co15 Según Francisco Peña Torrea, en 1903 se incluía, por primera vez en su plantilla, a un farmacéutico del Cuerpo de Sanidad Militar (Francisco Peña Torrea. Op. cit., nota 9, pág. 84).
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Figura 4. Personal del Laboratorio Central de Farmacia Militar (ca. 1900) [Archivo Roldán. Fondo UCM. Real Academia Nacional de Farmacia].
nocimiento y aplicación de los medios más eficaces para evitarlas. Posteriormente, y de nuevo en solitario, el Instituto de Higiene Militar estuvo encargado de la fabricación de sueros diagnósticos y curativos y vacunas de aplicación humana: antitífica, antivariólica, antirrábica y exantemática; también de realizar análisis clínicos y pruebas de bacteriología, anatomía patológica, hematología, bromatología, toxicología y parasitología. Practicaban cualquier análisis higiénico de alimentos para el personal militar y para el ganado, de bebidas o de vestuario utilizado en el Ejército; los análisis patológicos del personal militar y los análisis médico-legales. Informaban sobre los aparatos higienizadores de uso y de las condiciones higiénicas de edificios del Ejército. Cuando se declaraba una epidemia en el personal o en el ganado de las guarniciones, un grupo de expertos del centro salía en comisión de servicios, con un laboratorio portátil, para estudiar en las distintas localidades los problemas de diagnóstico y proponer las medidas higiénicas convenientes. Jefes y oficiales médicos y veterinarios militares cur112
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Figura 5. Jefes y oficiales farmacéuticos en Madrid, noviembre de 1929. [Archivo Roldán. Fondo UCM. Real Academia Nacional de Farmacia].
saban en el Instituto de Higiene Militar enseñanzas prácticas y realizaban estudios de ampliación. El Instituto de Higiene Militar, durante la Guerra Civil, siguió funcionando en Madrid,16 por lo que, en la zona franquista, el laboratorio del Hospital Militar de Valladolid realizó las funciones propias de aquel y así continuaría durante los primeros años de posguerra, ya que su sede fue saqueada en la toma de Madrid.17 16 Por la proximidad de la zona de combate al barrio de Argüelles, donde se encontraba el Instituto, fue trasladado desde su sede, en el número 56 de Alberto Aguilera, a un viejo palacete en el número 54 de la calle Núñez de Balboa. Entre 1936 y 1938 fue su director el teniente coronel médico Francisco Valladolid Oms; en 1938 fue sustituido por el coronel médico Silvano Escriban García, quien permaneció como director hasta el final de la Guerra (cf. P. Moratinos Palomero, M. M. Moratinos, Martínez, F. Martín Sierra, F. J. Guijarro Escribano. «Historia del Instituto de Medicina Preventiva del E.T. Capitán Médico Ramón y Cajal». Medicina Militar, 59(2): 18-30. Madrid, 2003). 17 El Laboratorio de Higiene Militar de Valladolid fue dirigido por el comandante médico Rafael Criado Cardona, hasta 1940. Desde 1943, el coronel médico Ricardo Murillo Úbeda trató de reorganizar el de Madrid, pero con muchas dificultades. Sabemos que, en el año 1947, el de Valladolid produjo más de 27.000
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Hasta 1949 no se reorganizó completamente su funcionamiento de nuevo en la capital de España.18
Formación de los oficiales farmacéuticos en química y toxicología aplicada a los gases de combate
Durante los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, el estudio de los gases de combate, principalmente en sus facetas química y toxicológica, interesó profundamente a los farmacéuticos militares españoles. En 1915, sustancias que se utilizaban de forma habitual en la industria química, como el cloro o el fosgeno, comenzaron a emplearse con fines tácticos; fue entonces cuando se iniciaron los programas de instrucción al personal militar sobre gases de guerra en la mayor parte de los países. España organizó su Servicio de Guerra Química en 1920, coincidiendo con los enfrentamientos contra la guerrilla rifeña dirigida por Abd el-Krim, en el norte de Marruecos.19 Los acontecimientos de utilización de gas mostaza (iperita) y fosgeno por parte del Ejército español en aquellos años, mediante el bombardeo con armas químicas desde el aire, demostraron su preparación en medios, personal y material. Probablemente, en un intento de presentar ante los responsables del antiguo Ministerio de la Guerra su preparación en química, higiene, toxicología y farmacia industrial, cuatro farmacéuticos militares de la plantilla viales de vacuna antitífica TAB; preparó vacuna anticolérica, antigonocócica y antiestafilocócica; realizó 17.000 análisis clínicos, 24 histopatológicos y dos tratamientos antirrábicos (cf. P. Moratinos Palomero et al. Op. cit., nota 16). 18 En 1962, el Instituto de Higiene Militar pasó a denominarse Instituto de Medicina Preventiva Capitán Médico Ramón y Cajal; en este Instituto, la responsabilidad de realizar los análisis toxicológicos recayó sobre farmacéuticos militares (Francisco Dieguez. «La toxicología en nuestro Ejército». Ejercito, 28(327): 45-48. Madrid, 1967). 19 María Rosa de Madariaga, Carlos Lázaro Ávila. «Guerra química en el Rif (1921-1927). Estado de la cuestión». Historia 16, 26(324): 50-85. Madrid, 2003. 114
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que integraba la sección de farmacia militar elaboraron un informe titulado La industria químico-farmacéutica con anterioridad a la guerra europea y las enseñanzas que se han desprendido de esta especialización con motivo de ella (Madrid, 1924); en uno de sus apartados, los autores del trabajo realizaron una minuciosa descripción y análisis de estos gases, proponiendo métodos de protección, individual y colectivos.20 La posterior ratificación de nuestro país del Protocolo de Ginebra, en 1929, sobre la prohibición del empleo de gases asfixiantes, tóxicos o similares, así como de los líquidos, materias o procedimientos análogos tuvo, entre otras consecuencias, que se organizaran por primera vez, periódicamente y de forma oficial, desde esa fecha ‘Cursos de Especialización para oficiales farmacéuticos sobre Química Toxicológica y Farmacológica de Gases de Combate’, en el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, en Madrid;21 un centro dedicado fundamentalmente a la fabricación industrial de medicamentos, pero también considerado Escuela Práctica de Farmacia Militar, que dio a estos cursos un tratamiento independiente del resto de actividades formativas que habitualmente impartía.22 En el curso se explicaba la farmacodinamia de los agresivos químicos y se realizaba su estudio químico-toxicológico, así como su investigación y análisis en el aire; analizaban diversos medios de protección contra sus efectos contaminantes sobre la atmósfera, productos alimenticios y accidentes o lesiones. En 1931, con cierta precipitación y sin haber finalizado completamente la instalación de los locales asignados, el farmacéutico Jenaro Peña Guerau, Rafael Roldán Guerrero, Mariano Martínez CastiLuis Benito Campomar. La industria químico-farmacéutica con anterioridad a la guerra europea y las enseñanzas que se han desprendido de esta especialización con motivo de ella. Madrid: Talleres del Depósito de la Guerra, 1924. 21 Una Real Orden circular de 14-II-1929 establecía la duración de estos cursos en seis meses. 22 Así lo expresaba el propio director del Laboratorio Central de Farmacia Militar, Ciro Benito del Caño. «El Laboratorio Central y sus servicios». Boletín de Farmacia Militar, 9(97): 47-54. Madrid, 1931; el comentario en pág. 50. 20
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mayor Celso Revert Cutillas puso en funcionamiento el nuevo Departamento de Química Toxicológica y Farmacológica de Gases de Combate, cumpliendo con el objetivo de resolver cualquier problema de índole química y toxicológica que les planteara el Ministerio del Ejército sobre el empleo de sustancias químicas como arma de combate. El departamento se estructuró en cuatro áreas principales, aisladas entre sí: química toxicológica; farmacología y valoración biológica de medicamentos; síntesis orgánica y análisis; y un zona complementaria donde estaban instaladas: una sala de vitrinas con cámara de intoxicación, un laboratorio fotográfico y un aula con laboratorio de químicofísica. Completaban la instalación el conjunto de productos y reactivos químicos, así como una amplia serie de aparatos e instrumentos, cuya relación conocemos: electroionómetro de Lüers, microcolorímetro de Leitz, colorímetro de AutenriethKoenisberger, comparador de Hellige, nefelómetro, fotómetro de Vernes, espectroscopios y microespectroscopios, polarímetros, microscopios binoculares, ultramicroscopio con iluminador vertical, microscopio binocular estereoscópico de Greeough, microscopio de polarización con platina de Federow, microscopio binocular para estudios de cultivos en placa, platina calentadora de Eisenberg, aparato de microproyección, aparato de proyección y dibujo de Edinger, epidiascopio, refractómetros, microtomo de congelación y demostración, microtomo rotatorio de Leitz, microtomo de Minot, cámaras y equipos para foto y microfotografía con aparatos ampliadores, aparatos de Krogh para determinación del metabolismo basal, balanzas de Clark y Pregl sensibles a 1/100 de miligramo con dispositivo de iluminación, aparatos de Nicloux para extracción de gases de la sangre, eudiómetro de Grehant y microeudiómetros de Nicloux, aparato de Lecomte du Nöuy para determinación de la tensión superficial, aparato de Barcroft-Haldane, microburetas y material para microanálisis, tubos de Winkler con dispositivo Nicloux para examen espectroscópico, etc. 23 23 Esta relación de aparatos e instrumentos científicos, disponible en el Departamento de Química Toxicológica y Farmacológica de Gases de Combate del
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Figura 6. Celso Revert Cutillas (1891-1936) Fotografía [ca. 1930-1933] [Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia].
Figura 7. Departamento de Química Toxicológica y Farmacológica de Gases de Combate. Laboratorio Central de Farmacia Militar. [Boletín de Farmacia Militar, 97. Madrid, 1931].
La Academia Nacional de Farmacia, de la que Celso Revert era miembro y de cuya Junta Directiva formaba parte, le sirvió como organismo difusor de estos conocimientos científicos sobre los gases asfixiantes y en ella impartió varias series de conferencias públicas, durante los meses finales del año 1932.24 Pocos años después, el interés despertado en España para evitar los peligros de los posibles ataques aéreos en casos de guerra química, hizo que se constituyeran los comités nacional, provinciales y locales para la defensa pasiva de población civil, que debían «contar entre sus miembros con un farmacéutico o espe cialista en la rama química».25 La Academia de Farmacia fue, de nuevo, utilizada por Celso Revert para impartir el primer ‘Curso Laboratorio Central de Farmacia Militar, fue hecha pública por Celso Revert Cutillas. «Laboratorio Central y Depósito de Medicamentos. Laboratorio de Química, Toxicología y Farmacología». Boletín de Farmacia Militar, 97: 83-85. Madrid, 1931. 24 En diciembre de 1932 impartió algunas conferencias en la Academia Nacional de Farmacia: «La lucha científica contra los gases asfixiantes»; «La guerra química y los problemas de la protección individual en la guerra química» (23XII-1932) y «La protección de las poblaciones civiles y la guerra aeroquímica del porvenir» (30-XII-1932) (ABC, [31-XII-1932]: 25. Sevilla, 1932). 25 Decreto de 8-VIII-1935 (Gaceta de Madrid, 10-VIII-1935). 117
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oficial de ampliación de estudios de química toxicológica aplicada a la guerra para farmacéuticos’. Su vinculación con el Estado Mayor del Ejército y su amistad personal con el general Franco.26 propició el acuerdo, entre este y el presidente de la Academia de Farmacia, José Casares Gil, para formar con los alumnos que lo cursaran un cuerpo de farmacéuticos que integraran los recién creados Comités. El curso, que comenzó tres meses antes del inicio de la Guerra Civil, en abril de 1936, constaba de doce lecciones teóricas y doce prácticas con matrícula gratuita y limitada. Sus organizadores utilizaron las dependencias del Laboratorio Central de Farmacia Militar, donde se impartieron las clases teóricas, y se completaron con la visita práctica a las instalaciones de La Marañosa.27 26 Ambos oficiales coincidieron en el desembarco militar de Alhucemas, que propiciaría el final de la guerra del Rif, a las órdenes del general Leopoldo Saro Marín. El, entonces, coronel Francisco Franco estaba al frente de la Legión y Celso Revert, integrado en la Unidad de Sanidad, tuvo una importante intervención en el saneamiento y desimpregnación de gases tóxicos en las zonas utilizadas por las tropas (Rafael Roldán Guerrero. «Misión del farmacéutico militar en los ejércitos modernos derivada de las enseñanzas de la pasada guerra europea. Discurso leído en el Real Colegio de Farmacéuticos de Madrid». Boletín de Farmacia Militar, 74: 1-31. Madrid, 1929). 27 Se seleccionaron veinte alumnos para realizar el curso, desarrollado entre el 23 y el 30 de abril de 1936, en el que intervinieron los profesores: Luis Blas Álvarez, Juan José Rivas Goday, Salvador Rivas Goday, Carlos Sáenz y Fernández Casariego, Celso Revert Cutillas y Eugenio Sellés; como ‘jefe de prácticas’ actuó Adolfo González. La conferencia inaugural fue impartida por Obdulio Fernández, decano de la Facultad de Farmacia; la de clausura la pronunció José Casares Gil. Los alumnos diplomados formaron una asociación, que no tuvo efectividad porque a los pocos días se inició la Guerra Civil. En el archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia se conserva un telegrama de felicitación del general Franco por la realización del curso; allí decía: «Le felicito muy afectuosamente y ya sabe que siempre, dentro de mi esfera de acción, prestaré mi entusiasta cooperación a todo lo que sea, en bien de la ciencia química, tenga o no aplicación a la guerra» (Toribio Zúñiga Sánchez Cerrudo. «Sesión inaugural del curso 1941. Memoria de Secretaría de los años 1936 a 1940». Anales de la Real Academia de Farmacia [segunda época], 1(1): 3-26. Madrid, 1941; la referencia en págs. 6-7). El curso fue reseñado en La Vanguardia: «Un curso oficial de gases de guerra, para farmacéuticos. - Los diplomados en él serán
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Figura 8. [Dirección General del Servicio de Guerra Química]. Instrucciones para la Protección contra los Agresivos Químicos. Cartilla Provisional del Combatiente. Servicio de Campaña. Valladolid: Dirección del Servicio de Guerra Química, Casa Martín Imprenta y Librería, 1937.
Durante la Guerra Civil, los ejércitos de ambos bandos contaron con los conocimientos necesarios para la producción y uso de este tipo de armas y con datos suficientes de detección y protección.28 En la zona franquista, desde el primer momento se tomaron medidas defensivas ante la amenaza generalizada de una guerra química, que nunca llegó a ocurrir, salvo ataques esporádicos. En Salamanca, la Dirección de los Servicios de Guerra Química, con su Escuela de Guerra Química, capacitaba a los oficiales de las distintas Armas para desempeñar estos servicios. Un equipo acompañaba siempre en las operaciones a las diversas unidades del Ejército. Esta Direclos encargados de la defensa de la población civil en caso de ataque aéreo». La Vanguardia, [8-III-1936]: 26. Barcelona, 1936. 28 En el frente republicano se creó el Comité Nacional Antigás, dependiente del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Su ejército disponía del Servicio de Defensa Contra Gases y distintos centros oficiales organizaron cursos y editaron publicaciones al respecto. El Comité Nacional Antigás estuvo instalado en el número 22 de la calle Fernando el Santo, de Madrid. La Escuela de Oficiales de la III División del Ejército Republicano impartió, en 1939, un curso de guerra química, cuyo contenido fue editado: [Ejército. División III]. Curso de guerra química. Madrid: La Tercera División, [1939]. 27 págs. (Biblioteca Nacional de España, signatura: 3/116.764). 119
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ción confió, al Parque Farmacéutico de Valladolid, el encargo de estudiar y construir cien equipos antigás para los servicios sanitarios, los cuales incluían productos químicos, medicamentos, inyectables, material de cura y sutura y material quirúrgico. Se elaboraron, de este modo, cien bolsas antigás de tela recauchutada, en las que iban encerradas dos cajas: una con frascos y otra con inyectables, comprimidos, diferentes medicamentos y material de cura. Este mismo Parque Farmacéutico confeccionó sesenta y cinco equipos y cuarenta bolsas para veterinaria, de características similares,29 y redactó artículos e instrucciones informativas para la protección contra los agentes químicos.30 Tras el asedio al Alcázar de Toledo, en agosto de 1936, donde se hizo uso de gases tóxicos, el farmacéutico mayor Celso García Varela, jefe de los Servicios Farmacéuticos de la División Orgánica de Sevilla, inició la producción de medicamentos contra los efectos de las armas químicas, fabricando en el Hospital Militar de aquella ciudad ocho mil quinientos tubos de pomada contra los efectos de la iperita. Al mes siguiente se organizó, también en Sevilla, el primer Equipo de Neutralización de Guerra Química, encomendado al farmacéutico Raimundo Blasco Llorente.31 El laboratorio de química-farmacéutica de la Facultad de Farmacia de Granada trabajó durante veintisiete meses a cargo de oficiales del servicio de farmacia militar. Consiguió obtener 29 Francisco Peña Torrea. El Servicio de Farmacia del Ejército Nacional durante la Guerra de Liberación: su organización, funcionamiento. Madrid: Imp. Murillo, 1941 (cf. págs. 110-111); María Luisa de Andrés Turrión. «Economic prevention strategies developed by Spanish military pharmacists after World War I. Towards autarchy in the organization of the chemical industry in Spain (1920-1936)». 40th International Congress for the History of Pharmacy. Berlin, 2011. http://www.histpharm.org/40ishpBerlin/L03F.pdf [consultado en XII-2012]. 30 El texto fue titulado Instrucciones para la Protección contra los Agresivos Químicos. Cartilla Provisional del Combatiente. Servicio de Campaña (Valladolid: Dirección del Servicio de Guerra Química, Casa Martín Imprenta y Librería, 1937); tuvo un anexo al año siguiente. 31 Este equipo fue incorporado a la columna nacional que se dirigía hacia Talavera de la Reina en aquel momento (cf. José María Zavala. 1939: La cara oculta de los últimos días de la Guerra Civil. Madrid: Plaza & Janés, 2009).
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un centenar de productos químicos distintos, algunos utilizados como medicamentos y otros relacionados con la llamada guerra química, como la fabricación de carbón activo para los filtros de las máscaras, partiendo del hueso de aceituna y de la cáscara de almendra. Fabricaron una cámara especial de aislamiento para manipulaciones con agresivos químicos, llegando a obtenerse cuatro gases tóxicos: iperita (gas mostaza), fosgeno, cloruro de bencilo y cloropicrina. También se fabricó en este centro un estuche detector de gases para equipos antigás y otro modelo de máscara protectora.32 Pasados dos años del término de la Guerra Civil, la Academia Nacional de Farmacia volvió a organizar aquel ‘Curso oficial de química toxicológica aplicada a la guerra’ utilizando, como entonces, las instalaciones del Laboratorio Central de Farmacia Militar, bajo la responsabilidad de su coronel farmacéutico director, Luis Benito Campomar,33 uno de los autores de aquel antiguo trabajo que citábamos al iniciar Francisco Peña Torrea. Op. cit., nota 29, cf. pág. 110. Luis Benito Campomar (1888-1981) ingresó en el Cuerpo de Sanidad Militar, como farmacéutico segundo, en 1909 (4-X); ascendió a farmacéutico primero en 1911 (4-X); en 1922 (1-VIII) ascendió a farmacéutico mayor. En 1931, acogiéndose a la Ley Azaña, pasó a la situación de retiro extraordinario; desde entonces ejerció, con oficina de farmacia privada, en Carabanchel (Madrid). Durante la Guerra Civil prestó servicios, como farmacéutico militar habilitado, en el ejército franquista —se exilió de Madrid en la noche del 8 al 9 de abril de 1938—; el 20 de abril de 1938 Luis Valdés Cavanilles le confiere la Jefatura de los Servicios de Farmacia del Ejército de Castilla (BOE, 22-IV-1938) en el frente de Teruel; el 28 de octubre de 1938 se le encomienda la dirección de los Servicios de Farmacia del Ejército del Sur (BOE, 31-X-1938); una orden, de 22 de marzo de 1939, le nombra jefe de los Servicios de Farmacia de Castilla la Nueva, con destino en Valladolid (BOE, 25-III-1939); por orden del 17 de abril de 1939 pasa a dirigir, en Madrid, el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar (BOE, 18-IV-1939), ocupándose de la recuperación y actualización de sus instalaciones y servicios, trabajo por el que recibirá la felicitación del Jefe de Estado. Al crearse la Academia de Farmacia Militar, en diciembre de 1939, le fue asignada también la dirección de este centro. Se le otorgó la Medalla de Campaña. Fue jubilado, en 1972 (20-III), con el empleo de coronel farmacéutico (Antonio González Bueno. «Benito Campomar, Luis». Diccionario Biográfico Español, 7: 776-777. Madrid: Real Academia de la Historia, 2010). 32 33
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este apartado, y las dependencias de la fábrica La Marañosa;34 varias entidades colaboraban en su realización, como el Instituto Rockefeller (Instituto Nacional de Física y Química), Laboratorios Llorente, Instituto IBYS de Biología Animal, Instituto Municipal de Higiene y de Farmacobiología de Madrid y Cruz Roja Española, que ofrecía el material antigás de la institución. Sabemos que la Academia de Farmacia preparó a sesenta y seis farmacéuticos como nuevos diplomados, que fueron nombrados vocales de las Juntas provinciales y locales de defensa pasiva, bajo la protección del Estado Mayor Central.35 Los cursos fueron suspendidos definitivamente en 1944, al igual que se suprimió el Departamento de Química Toxicológica y Farmacológica de Gases de Combate del Laboratorio Central de Farmacia Militar, sito en Madrid.36
34 En dicho complejo químico militar presenciaron un simulacro de desimpregnación de terrenos gaseados en la Ciudad Jardín y les mostraron los laboratorios de la fábrica, practicaron ensayos con aparatos defensivos y presenciaron unas demostraciones al aire libre de humos, bombas, etc. (Toribio Zúñiga Sánchez Cerrudo. «Sesión inaugural del curso 1941-1942. Memoria de Secretaría». Anales de la Real Academia de Farmacia [segunda época], 2(5/6): 407-416. Madrid, 1941; la referencia en págs. 410-411). 35 Mediante decreto de 23-I-1941 (BOE, 5-II-1941) se crea la Jefatura Nacional de Defensa Pasiva y del Territorio, dependiente del Ministerio del Ejército; entre sus funciones figura «Organizar e impulsar el Servcio de Propaganda de la Defensa Pasiva»; el primer curso fue impartido por Del Val, Moreno Martín, Blas Álvarez, Rivas Goday, Cacho, Comenge, Chavarría, Onrubia, Sánchez Capuchino y los cadetes alumnos de la Academia de Farmacia Militar, que fueron jefes de grupo de las lecciones prácticas. 36 Desde 1941, el Regimiento de Defensa Química participó en las prácticas de cursos de ‘Especialización de Defensa Química para Oficiales’, de ‘Información para Jefes’ y de ‘Nieblas Artificiales y Defensa Química’; años más tarde, en 1954, el Regimiento de Defensa Química se trasladó a Madrid, alojándose en locales habilitados al efecto en la Ciudad Jardín y en La Marañosa; las oficinas de la Plana Mayor del Mando (PLM) se ubicaron en el número 120 de la madrileña calle Alcalá (Julio Solera Garriga. «La Escuela Militar de Defensa NBQ». Ejército, 790: 36-39. Madrid, 2007).
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Figura 9. Miembros de la Academia Nacional de Farmacia en el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, en la primavera de 1943. De izquierda a derecha: Rafael Roldán, Luis Benito Campomar, Eusebio Pelegrí, [personaje sin identificar], José de la Helguera, Paulino Borrallo y Toribio Zúñiga [Archivo Roldán. Fondo UCM. Real Academia Nacional de Farmacia].
Fábricas militares de industria químico-farmacéutica en la posguerra española (1939-1945) El Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, reacondicionado tras la guerra, y los laboratorios-depósitos ubicados en Córdoba, Calatayud, Valladolid y Tetuán, aunque integrados en la Dirección General de Servicios del Ministerio del Ejército, quedaron adscritos, tras la nueva estructura ministerial, a la Dirección General de Industria y Material. Por consiguiente, fueron considerados industrias o fábricas militares con obligado cumplimiento de una clara misión de servicio:37 fabricarían 37 Antonio Lafont. «Objeto y misión de las fábricas militares». Ejército, 11: 73-75. Madrid, 1940.
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el material farmacéutico que cubriera las necesidades sanitarias de las Fuerzas Armadas; realizarían obligatoriamente una labor de gestión, que tuviera en cuenta la posibilidad de movilizar a la industria civil y poder pasar rápidamente de una situación en ‘pie de paz’ a otra en ‘pie de guerra’, en la que, bajo su dirección y siguiendo sus métodos de trabajo, colaborarían en la fabricación conjunta de medicamentos y productos farmacéuticos para el Ejército. Sus análisis económicos quedarían reflejados anualmente, al igual que el resto de fábricas militares, redactando un ‘plan de labores’ y detallando plantillas, memorias económicas y de fabricación, cuadernos, fichas, aparatos y enseñanzas técnicas que se impartieran. En este aspecto se insistía en la gran importancia de una completa formación del personal técnico militar que, en su momento, podría dirigir la adaptación de las industrias civiles a las necesidades de la defensa nacional. Por último, se comprometerían a mantener sus niveles de fabricación y procedimientos actualizados para, paulatinamente, ir sustituyendo la mayor parte de las patentes extranjeras utilizadas por españolas.38 El Laboratorio Central de Farmacia Militar era el órgano de ejecución del servicio de farmacia. Este tratamiento se justificaba por las imprescindibles funciones de adquisición, fabricación y distribución de medicamentos, que desarrollaba de forma autónoma. Al finalizar la Guerra Civil, reorganizó su equipo de profesionales entre oficiales y suboficiales y recuperó medicamentos y ma38 Las patentes de introducción podían concederse al ‘no inventor’, ya que únicamente requerían que se tratara de una invención no divulgada, practicada ni puesta en ejecución en España; no otorgaban un privilegio exclusivo, sino que podían coexistir con importaciones y el titular estaba obligado a explotarlas durante un tiempo máximo de diez años. El estatuto sobre propiedad industrial de 1929 estuvo vigente en España hasta la publicación de la ley 11/1986 de 20III, de patentes [María Luisa de Andrés Turrión. «La farmacia militar española, exponente de la autarquía químico-farmacéutica en los primeros años del franquismo (1939-1945)». En: José María Urkía (ed.). XI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. II Encuentro Internacional Europeo-Americano: 131-146. Sevilla: Real Sociedad Bascongada de Amigos del País / SEHCT, 2012].
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Figura 10. Plantilla de farmacéuticos del Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1939 [Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. Memoria Histórico-Descriptiva, 1944].
terial sanitario con la ayuda de los antiguos centros de fabricación de Sevilla, Valencia, Barcelona y Valladolid, que actuaron durante toda la contienda. La dirección estuvo, desde 1939, en manos de Luis Benito Campomar, subinspector farmacéutico de primera clase con cargo de coronel farmacéutico, que también lo sería de la Academia de Farmacia Militar situada en la misma instalación.39 En los otros cuatro laboratorios-depósito la dirección estaba en manos de un subinspector de segunda clase, con cargo de teniente coronel farmacéutico.
39 En su hoja de servicios figuran las felicitaciones del Jefe del Estado y del general inspector de Farmacia por su «extraordinaria labor de recuperación y actualización de instalaciones y servicios» (Gregorio González Trigo. Las conquistas de la síntesis orgánica [Discurso leído en la sesión del día 14 de marzo de 1985 para su ingreso como Académico de Número]. Madrid: Real Academia de Farmacia, 1985; cf. págs. 6-7).
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Idoneidad del material sanitario fabricado por el Laboratorio Central de Farmacia Militar La selección de preparados se adaptó a las patologías más evidentes del soldado, es decir, tratamiento de heridas y lesiones traumáticas, alteraciones gastrointestinales y algunas enfermedades infecciosas. En la elección de la forma farmacéutica siguió prevaleciendo el criterio de facilidad de transporte y almacenamiento, de manera que la forma óptima de administración fuera la capaz de ser utilizada eficientemente en todas las situaciones tácticas previsibles. También es importante señalar que casi todo el material de cura (algodón, celulosa quirúrgica, compresas de gasa, escayola, gasa e hilo) y el material de envasado (ampollas de vidrio, cajas de aluminio, cajas de cartón, cuerda, etiquetas, tubos de estaño, botes, frascos, pinceles y tubos) eran de fábrica propia en las respectivas secciones del Laboratorio Central de Medicamentos.
Figura 11. Preparado farmacéutico NEO-FAES, fabricado por la Fábrica Española de Productos QuímicoFarmacéuticos. [Archivo fotográfico Grupo FAES].
Con un presupuesto escaso, trataron de evitar, en gran medida, la adquisición de materiales o de medicamentos procedentes de la industria privada, que pocos años antes se habían consumido en cantidades muy importantes.40 Sin embargo, fue imprescindible 40 El Boletín de Farmacia Militar, que dejó de publicarse en el mes de julio de 1936, refleja en varios artículos de fechas muy cercanas al estallido de la Guerra Civil, las adquisiciones que el Laboratorio Central de Farmacia Militar hacía a la industria privada; en uno de ellos, el propio director del laboratorio, Juan Gamundi, reclama la atención del lector y de los mandos militares sobre la depen-
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comprar en el comercio civil algunas materias primas y reactivos y contratar, con diferentes proveedores, envíos de medicamentos, que luego acondicionaban y envasaban como material del Ejército. Era una de las actividades más delicadas en la gestión del laboratorio, pues se realizaba una evaluación de previsiones de recursos medicinales, ajustada al cálculo más aproximado de las necesidades de medicamentos.41 El Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS) S.A. y el Instituto Llorente fueron dos de los laboratorios madrileños que, inmediatamente después de la guerra, volvieron a contratar sus servicios con el Ejército; ambos lideraron el proceso de sustitución de importaciones de sueros y vacunas.42 El suministro de sulfamidas a las instituciones públicas sanitarias, durante estos primeros años de posguerra, lo realizó la empresa de carácter nacional FAES (Fábrica Española de Productos Químico-Farmacéuticos) vinculada a la familia Basagoiti y al Banco Hispano-Americano43 con sede dencia de suministros externos que tenía el centro (Juan Gamundi. «Laboratorio Central y Depósito de Medicamentos». Boletín de Farmacia Millitar, 97: 43-85. Madrid, 1931). La filial de Bayer en España, el Laboratorio de Serra Pàmies, sito en Reus, les vendía aspirina hasta el inicio de la guerra (Nuria Puig. La nacionalización de la industria farmacéutica en España: el caso de las empresas alemanas, 1914-1975. Madrid: Fundación Empresa Pública, 2001). 41 Para evaluar las previsiones de recursos medicinales realizaban múltiples estudios y cálculos de necesidades; uno de ellos consistió en sondear la experiencia de guerras pasadas, sabemos que utilizaban manuales de logística del Ejército de los Estados Unidos, con datos deducidos de la Segunda Guerra Mundial, y los ajustaban a la organización del Ejército español. Utilizando este método, consiguieron obtener cifras aproximadas de ‘posibles pacientes’ y establecieron conceptos como ‘tasa de admisión en hospital’, ‘capacidad hospitalaria’ y ‘cálculo de bajas’; todas estas estimaciones se transformaban en índices de consumo de medicamentos por hombre y día o en cantidades, en kilogramos, de diferentes recursos sanitarios, para las diferentes unidades en cada una de las situaciones (Luis Gómez Rodríguez. La evolución del servicio farmacéutico militar español en el siglo xx. [Tesis doctoral, dirigida por Rosa Basante Pol]. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1989; cf. pág. 65). 42 Petitorio-formulario abreviado para los servicios farmacéuticos militares del Ejercito Español. Córdoba: Tipografía artística, 1941. 43 Nuria Puig. Op. cit., nota 40. 127
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en Vizcaya.44 Su relación con el Laboratorio Central de Farmacia Militar se había iniciado un año antes del estallido de la guerra, cuando aquella inauguró sus edificios de nueva planta destinados a la fabricación de Neo-Faes, un preparado que sustituyó al Neosalvarsán, medicamento antisifilítico de importación muy utilizado en sanidad militar.45 Desde 1938 continuó su funcionamiento, pero fue en 1942 cuando inauguraron su vuelta al mercado industrial farmacéutico. Los medicamentos utilizados por las Fuerzas Armadas, desde el final de la Guerra Civil y hasta los inicios del año 1950, se ajustaron a los detallados en el Petitorio de Medicamentos para los Servicios a cargo de las Farmacias Militares del Ejército Español (Madrid, 1933).46 El médico militar conocía perfectamente que 44 Raúl Rodríguez Nozal, Antonio González Bueno. Entre el arte y la técnica. Los orígenes de la fabricación industrial del medicamento. Madrid: CSIC, 2005 (cf. pág. 182). 45 Rafael Roldán Guerrero. «Visita a la FAES». Boletín de Farmacia Militar, 149: 149-150. Madrid, 1935; el metal para producir las sales de mercurio con las que comenzó la fabricación de Neo-Faes, en 1935, procedía de las minas de Almadén. 46 El Petitorio-formulario abreviado para los servicios farmacéuticos militares del Ejercito Español (Córdoba: Tipografía artística, 1941) reunía, sin actualizar, los contenidos del anterior y agotado Petitorio de Medicamentos para los Servicios a cargo de las Farmacias Militares del Ejército Español (Madrid: Imp. del Ministerio de la Guerra, 1933). Un preámbulo firmado en Valladolid, en mayo de 1937, explica su contenido: «Contiene el antiguo de 1933 (O.C. 19-5-1933) al que se le han excluido por razón de las circunstancias actuales, las secciones de medicamentos con envase especial para suministros con cargo, aguas minerales y especialidades para suministro con cargo, reactivos menos necesarios, productos del Instituto de Higiene Militar (sueros y vacunas), del Instituto Llorente y del Instituto Ibys y algunas especialidades farmacéuticas». Por tanto, estamos ante una copia del Petitorio utilizado en la Guerra Civil en el ejército franquista y elaborado en el Laboratorio de Farmacia y Parque de Valladolid, en 1937, que se edita nuevamente en Córdoba, en 1941. En esta fecha vuelve a estar activo el Laboratorio Central de Madrid y será este el que envase y suministre los productos. El Petitorio mantiene un listado de medicamentos, algunos de los cuales los elaboraban las farmacias y otros el Laboratorio Central de Farmacia Militar; el apartado de inyectables señalaba que estos se solicitarían de los respectivos Parques Farmacéuticos, los de uso más frecuente y se elaborarían en las farmacias militares. El texto va dirigido a las farmacias militares y contiene un formulario, donde explica la elaboración de distintos preparados en
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sus prescripciones, salvo en casos de extrema necesidad, debían corresponder al contenido de los formularios o petitorios militares; de este modo se conseguía unificar, simplificar y facilitar su trabajo como facultativo, a la vez que se obtenía un importante ahorro económico.47 Como era habitual en la redacción de estos textos, cada medicamento iba precedido de una letra mayúscula que indicaba el modo de actuación para su suministro; la letra C para los que se adquirían por compra; la letra E para medicamentos que se elaboraban en las farmacias militares; la letra L cuando el medicamento se suministraba por el Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar; la letra N señalaba un producto de uso no generalizado que, solo en caso de necesidad, podía solicitarse del Laboratorio y Parque Central en cantidades mínimas y, finalmente y como novedad, la letra D para medicamentos de fabricación industrial y productos en depósito, que habían sido autorizados para su venta en las farmacias militares.48 Con el conjunto de principios activos, la propia farmacia, varias tablas (símbolos y pesos atómicos, posologías, número de gotas necesarias para formas un gramo, dilución de alcoholes, densidades de las mezclas de agua y alcohol y tabla de Gay Lussac para la corrección de temperatura del grado alcohométrico) y un índice final. El posterior Formulario Español de Farmacia militar (Madrid: Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1948), excesivamente teórico, no fue de gran utilidad. 47 Los médicos de hospitales militares ajustaban sus prescripciones medicinales al petitorio oficial; en caso de necesitar un medicamento que no estuviera en él, tendría que solicitar la aprobación correspondiente. Así figuraba en el «Reglamento para el régimen y servicios de los Hospitales Militares» (Decreto de 2-X1935 aprobando, con carácter provisional, el Reglamento, que se inserta, para el régimen y servicio de los Hospitales Militares. Gaceta de Madrid, 5-X-1935). El «Reglamento de Hospitales de la Armada» tenía un texto similar (Real Decreto de 2-IV-1930, que aprueba el Reglamento, que se inserta, para el régimen, gobierno y administración de los Hospitales de la Armada. Gaceta de Madrid, 5-IV-1930). El Servicio Farmacéutico del Ministerio del Aire se creó en 1939 y sus «Normas para la organización y funcionamiento del Servicio de Farmacia en el Ejército del Aire» (Decreto de 15-XII-1939, por el que se dictan normas para la organización y funcionamiento del Servicio de Farmacia en el Ejército del Aire. BOE, 17-XII1939), utilizaron criterios similares a los anteriores. 48 Algunos fabricantes de medicamentos industriales habían solicitado al antiguo Ministerio de la Guerra la inclusión en el Petitorio de sus preparados. Una 129
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adquiridos o de propia manufactura, el Laboratorio Central de Farmacia Militar fabricaba, en 1933, ciento veintinueve medicamentos distintos, utilizando como formas farmacéuticas más habituales las orales sólidas (pastillas, comprimidos, cápsulas, gránulos), los inyectables y los extractos (fluidos, acuosos y alcohólicos). La red de farmacias militares, que prestaba asistencia farmacéutica a la población militar y a sus familias en todo el territorio nacional, estaba estructuralmente acondicionada para poder preparar en sus locales más de trescientas fórmulas oficinales diferentes, de entrega directa al paciente. En el año 1942 comenzaron a observarse cambios sustanciales en las tareas de fabricación y suministro de material sanitario para las Fuerzas Armadas. Un ejemplo fue la fabricación, en serie, de bolsas de socorro, también llamados ‘botiquines personales’, una versión algo mejorada de los paquetes de cura individual que se utilizaron en España durante la Guerra Civil. Lo que, en 1936, consistió en una envoltura con instrucciones acomodada en una caja de hojalata, cuyo contenido eran dos compresas de gasa y algodón, dos pinceles también de algodón, una ampolla de tintura de yodo y una venda, se sustituyó por compresas comprimidas impregnadas en manganito de plata. Más tarde, las compresas se impregnaron con sulfamidas y algunos paquetes llevaban estos medicamentos como comprimidos que el herido ingiere después de hacerse la primera cura. A estos cambios ayudaron algunas voces, que comenzaron a oírse desde el propio servicio de sanidad militar, exigiendo una completa renovación del material sanitario.
orden circular de 2-XII-1933 (Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 3-XII1933) autorizó, por primera vez, la presencia de algunos de ellos, en calidad de depósito, para su venta en dichas farmacias. Los medicamentos adquiridos a los laboratorios fabricantes, pero envasados por el Laboratorio Central de Farmacia Militar, fueron: ampollas de cloruro de etilo, ampollas de haptinógeno, Digaleno, Lanolado Insa, Mitigal, Carbol, Natel, Nateina, Neosalvarsán, Novarsenobenzol, Sulfarsenol y Zotal. (Petitorio-formulario abreviado para los servicios farmacéuticos militares del Ejercito Español. Córdoba: Tipografía artística, 1941). 130
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Desde la recién creada publicación mensual Ejército,49 que ofrecía sus páginas a los oficiales de los diferentes servicios, varios profesionales de la medicina y de la farmacia recomendaban la adición de nuevos medicamentos y material de cura para tratar más eficazmente las heridas y quemaduras y prevenir las infecciones de los efectivos. Sus recomendaciones en el uso de medicamentos como desinfectantes y antisépticos, pomadas y preparados indicados en la lucha contra gases y también para curar heridas, quemaduras y afecciones de la piel, colirios y discos oftálmicos, fueron introducidos paulatinamente.
Aplicación de criterios de tecnología farmacéutica en el Laboratorio Central de Farmacia Militar La fabricación íntegra de algunos productos químico-farmacéuticos y la elaboración de buen número de preparados medicinales comenzó de nuevo en el mes de enero de 1940; el suministro organizado de medicamentos a los laboratorios-depósitos y a las farmacias de las regiones militares, de la Marina y a la Dirección General de Prisiones, se consiguió un año más tarde.50 La experiencia de la Guerra Civil les hizo adoptar modificaciones en las técnicas de fabricación y en la selección de los materiales sanitarios, sopesando las circunstancias específicas de la vida castrense. Los procedimientos de fabricación y análisis que siguieron aparecían señalados en los códigos oficiales de elaboración de medicamentos españoles (Farmacopea Española [8.ª ed.]. Madrid, 49 La publicación Ejército. Revista ilustrada de las armas y los servicios inició su andadura en febrero de 1940; dejó de editarse en enero de 1998. 50 Será a partir del año 1941 cuando se organice convenientemente el suministro de medicamentos como se observa en las estadísticas elaboradas por el Laboratorio Central de Farmacia Militar (Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. Memoria histórico-descriptiva. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar [Madrid: Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1944].
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Figura 12. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. Memoria histórico-descriptiva. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. [Madrid: Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1944].
1930) o en algunos códigos extranjeros (The Pharmacopoeia of the United States of America [10.ª ed.]. Washington, 1926), Deutsches arzneibuch [6. Ausgabe]. Stuttgart, 1926) y en varios tratados de química farmacéutica publicados en aquellos momentos (E. Schmidt, G. P. Hager, R. Sádaba, etc.). Además, aplicaron criterios de simplificación y eficacia, sobre todo en la fabricación y el envasado, cuidando enormemente la economía y el aprovechamiento de materias primas españolas. Las operaciones químicas que se realizaban iban encaminadas, bien a preparar aquellos productos que la industria nacional no producía o lo hacía en condiciones económicas que no le convenían al Ejército, o también a ‘purificar’ algunos compuestos químicos adquiridos en laboratorios o proveedores comerciales, para adecuarlos a su administración medicinal. Sus responsables siempre comparaban resultados con los mismos productos comercializados por 132
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empresas químico-farmacéuticas de prestigio, analizando su calidad final y, sobre todo, buscando alcanzar el máximo rendimiento industrial con el beneficio consiguiente para el precio de coste. El trabajo se organizaba en tres edificios del Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. En la antigua galería de máquinas, un local de una sola planta con más de quinientos metros cuadrados, se confeccionaban más de un centenar de extractos,51 aguas destiladas diferentes, alcoholatos, elixires, jabón amigdalino y, en general, la mayor parte de las preparaciones galénicas que aparecían en el Petitorio-formulario… del Ejército.52
Figura 13. Sección de Análisis, Toxicología e Investigación. Laboratorio Parque Central de Farmacia Militar. Memoria histórico-descriptiva. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar [Madrid: Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1944].
y
51 En 1942, se instaló un aparato de extracción de quinina a partir de cortezas de quina, con el que se obtenía sulfato de quinina para tratamientos antipalúdicos; también, dos extractores industriales tipo ‘Soxhlet’ y una columna de rectificación para alcoholes y éteres (María Luisa de Andrés Turrión. «La fabricación industrial de medicamentos por el Ejército español: programas durante la Guerra Civil y primera etapa del franquismo». En: Raúl Rodríguez Nozal, Antonio González Bueno (coords.). El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea: 317-352. Madrid: CERSA, 2008). 52 El jabón ‘amigdalino’ era un jabón medicinal preparado con aceite de almendras, utilizado por su acción antiácida y resolutiva y, en preparaciones farmacéuticas, como excipiente para algunos medicamentos por vía oral, supositorios, etc.; fue muy empleado en el protocolo a seguir para el tratamiento de la sífilis: 1º lavar con jabón (verde, amigdalino) 2º inyección de argirol y 3º pomada mercurial (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46).
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Aunque la mayor parte de las emulsiones, vinos y jarabes medicinales que suministraba este servicio los elaboraban las propias farmacias militares, el Laboratorio Central de Farmacia Militar preparaba algunos,53 de forma especial, en el mismo edificio que ocupaba la sección de ‘especialidades’, uno de los dos que formaban la fachada del establecimiento, compartiendo planta con las máquinas para la fabricación de comprimidos.
Figura 14. Fotografía del Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, Madrid 1939. Museo de Farmacia Militar.
No obstante, la actividad industrial químico-farmacéutica más importante que se realizó durante los años más difíciles de la posguerra, desde 1940 hasta 1944, fue la fabricación propia de unos sesenta productos químicos que utilizaban después para elaborar distintas formas de administración de medicamentos: soluciones, pomadas, comprimidos, granulados, inyectables, etc., en un amplio edificio de tres plantas, junto al laboratorio de análisis e 53 Emulsión de aceite de hígado de bacalao con hipofosfitos, siete jarabes de plantas y dos vinos elaborados: de carne (peptona) fosfatado y de opio, compuesto este por fermentación (‘láudano de Sydenhan’) (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46).
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investigación. Precisamente, la planta baja de este edificio servía para realizar la precipitación de las sales de bismuto y calcio, los preparados fabricados en mayor cantidad por este laboratorio, y las sublimatorias para yodo. Sin nuevas inversiones en maquinaria, desde las últimas reformas de 1933, contaban con una bomba de aspiración, una centrífuga con vaso de veinte litros, cinco depósitos de hierro fundido y esmaltado de mil litros, un tanque de gres de cinco mil litros y otros dos de obra de fábrica de quinientos litros, un depósito de gres de quinientos litros, tres baños maría de tipo industrial y tres pailas de hierro esmaltado de sesenta litros.54
Figura 15. Máquina dosificadora de polvos [izquierda] y máquina llenadora de gránulos [derecha]. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. Memoria histórico-descriptiva. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar [Madrid: Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar, 1944].
También en este local se sometían a procesos de purificación o cristalización algunos productos químicos adquiridos comercialmente;55 era esta —y sigue siendo— una operación nece54 Miguel Campoy Irigoyen. «Cómo se instalará la Sección Tercera de nuestro Laboratorio». Boletín de Farmacia Militar, 123: 65-73. Madrid, 1933. 55 De ese modo permitía separar un componente de una solución líquida transfiriéndolo a la fase sólida en forma de cristales, que precipitaban.
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saria para todo producto químico que se presenta comercialmente en forma de polvos o cristales. El equipo del Laboratorio Central de Farmacia Militar la realizaba, anualmente, sobre cuatro o cinco toneladas de carbonatos sódico y potásico, sulfatos sódico y magnésico, sulfato de zinc y otros, siendo su operación más delicada la del cloroformo puro, al cual lavaban con sulfúrico, neutralizando, deshidratando y destilando a más de sesenta grados, para conseguir finalmente cloroformo anestésico para el consumo de los hospitales militares.56
Anexo I. Productos químico-farmacéuticos fabricados en el Laboratorio Central de Farmacia Militar (1940-1944) Acetato de aluminio (solución): acción astringente, descongestiva y sedante. Acetato de plomo cristalizado: uso interno (acetato neutro de plomo) contra la diarrea crónica; externamente para quemaduras. Las farmacias militares elaboraban con él la solución acuosa de acetato plúmbico, de uso en otras preparaciones.57 Argentofenol: solución antiséptica indicada para el alivio de los síntomas asociados con aftas bucales; probablemente utilizada también en casos de prostatitis gonocócicas. Benzoato amónico: antiséptico urinario; sal amónica del ácido benzoico. Benzoato cálcico: antiséptico urinario, usado también como conservante alimentario. 56 La instalación poseía calderas de doble fondo y de hierro esmaltado y un filtro ‘Terra’ de amianto; una batería de doce cristalizadores de gres, donde se recogían los cristales y se enjuagaban en una centrifugadora. Para el aprovechamiento del alcohol y otros disolventes orgánicos, de precio elevado, empleados en este proceso de cristalización instalaron un alambique de cincuenta litros con su correspondiente columna rectificadora unida a un refrigerante y este a un depósito enlazable con la bomba de vacío (cf. Luis Maiz Eleizegui. «Laboratorio Central y Depósito de Medicamentos. Sección tercera. Productos Químicos». Boletín de Farmacia Militar, 97: 68-71. Madrid, 1931. 57 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; en el apartado dedicado al formulario (pág. 297) se explica la elaboración.
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Benzoato sódico: antiséptico urinario; disminuye las concentraciones sanguíneas de amonio en pacientes con alteraciones en la síntesis de urea (trastornos enzimáticos del ciclo de la urea); fabricaban pastillas comprimidas de benzoato sódico y codeína de 0,50-0,01 g. Boro borax: desinfectante; aseo frecuente de la boca con gargarismos boratados en el tratamiento oral con mercuriales. Bromuro de alcanfor: poderoso antiespasmódico, sedante, hipnótico; indicado en ausencias para el tratamiento de la epilepsia. Bromuro de calcio (solución 33%): utilizado con igual propósito que las otras sales de bromo, como sedante nervioso. Carbón animal purificado: absorbente de gases del tubo digestivo y desinfectante; utilizado para combatir la diarrea aguda. Carbón vegetal purificado: absorbente de gases del tubo digestivo; en pastillas para eliminar el mal aliento, otras veces en granulado o como polvo. Carbonato de bismuto: antiácido estomacal. Carbonato cálcico precipitado: complemento de calcio, antiácido, absorbente y antidiarreico. Carbonato potásico purificado: al exterior como resolutivo y contra el prurito herpético. Cáustico de sulfato cúprico: pasta para curar escaras, llagas o úlceras sin dejar cicatriz, fabricaban con él una forma farmacéutica en cilindros. Citrato férrico-amónico: cristales para polvos, píldoras y jarabes. Citrato sódico: usado en litiasis renal y como componente de otras preparaciones farmacéuticas. Cloroformo anestésico: solución en ampollas. Cloruro calcio cristalizado: complemento de calcio. Cloruro calcio desecado: complemento de calcio. Cloruro mercurioso precipitado: según las dosis es alterante, depurativo, antihelmíntico y antisifilítico; las farmacias militares preparaban la ‘pomada de precipitado blanco’ (pomada de cloruro mercurioso precipitado) elaborada con cloruro mercurioso y manteca de cerdo reciente.58 El Laboratorio Central de Farmacia Militar fabricó con él la ‘pomada profiláctica antivenérea’.59 58 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; su elaboración se explicita en la pág. 188. 59 Composición: proteinato argéntico (1 g), cloruro mercurioso (33 g), excipiente (c.s. para 100 g). (Cf. Laboratorio y Parque Central de Farmacia Militar. Op. cit., nota 50, pág. 16).
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Cloruro zíncico sólido: en infecciones, antidiarréico y para embalsamar los cadáveres; las farmacias militares preparaban una solución acuosa de cloruro zíncico (‘pasta escarótica’) de acción cáustica y la ‘solución de cloruro de zinc de la Farmacopea Española’.60 Colodión: agente adhesivo cicatrizante, ‘algodón pólvora’ para sellar cortes y heridas; con él se elaboraba en las farmacias militares la ‘solución etérea de piroxilina’.61 Dermatol: gelato básico de bismuto. Fosfato bicálcico: complemento de cálcio; en las ‘farmacias militares’ elaboraban una solución acuosa de clorhidrofosfato de cal con fosfato bicálcico, ácido clorhídrico glicerina y agua destilada.62 Fosfato monocálcico: complemento de calcio y estimulante del apetito. Las farmacias militares preparaban un ‘jarabe de fosfato de cal gelatinoso’ integrado por fosfato tribásico de calcio, ácido clorhídrico puro, carbonato sódico, azúcar y agua destilada.63 Lactofosfato cálcico: complemento de calcio, refrescante, laxante, útil en irritaciones gastrointestinales y edulcorante. Lecitina: suplemento alimenticio. Nitrato argéntico cristalizado: astringente en enfermedades del aparato digestivo; al exterior es astringente, cicatrizante y alivia el prurito en enfermedades venéreas. Nitrato argéntico fundido: ‘piedra infernal’; escarótico. Nitrato argéntico mitigado: cicatrizante. Nitrato potásico purificado: diurético, también indicado para el reumatismo. Nitrato sódico purificado: antídoto en envenenamiento por cianuro. Oxalato ferroso: antianémico. 60 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; sobre la elaboración de ambas cf. pág. 200. 61 Composición: algodón pólvora (50 g), alcohol de 90º (150 g), éter sulfúrico (820 g); se introduce el algodón y el alcohol en un frasco adecuado con tapón esmerilado; se mantiene en reposo 5 minutos, se añade el éter y se agita hasta disolución; se obtienen 1.000 g de producto para uso externo (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46). 62 Para tomar como tónico reconstituyente de 20 g a 60 g al día (Petitorioformulario abreviado… Op. cit., nota 46; cf. pág. 199). 63 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; sobre el proceso de elaboración cf. pág. 142.
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Oxido mercúrico amarillo: irritante y escarótico; se empleaba en pomadas como antiséptico oftálmico; también se utilizaba para elaborar la ‘pomada amarilla de Morax’ de aplicación local, usada en el tratamiento de la sífilis. Las farmacias militares preparaban la ‘pomada de óxido amarillo de mercurio’ con óxido mercúrico amarillo, vaselina y lanolina, de acción antiséptica, astringente, parasiticida y resolutiva.64 Oxido mercúrico rojo: irritante y escarótico; uso dermatológico y en pomadas oftálmicas. Peptona de hierro líquido: antianémico y reconstituyente. Piroxilina: excipiente para preparar el colodión. Polvos compuestos de cinoglosa: calman la tos y provocan sueño; son las ‘píldoras anodinas’ o ‘píldoras para la noche’. Salicilato de bismuto: protector gástrico. Salipirina: el salicilato de antipirina es un sólido blanco, cristalino que se utilizó para fabricar las ‘pastillas antigripales’ que suministraba la farmacia militar en brotes epidémicos de gripe y como antiséptico general (por el ácido salicílico) ligeramente modificador de la temperatura (por la antipirina) con un uso similar a la aspirina, contra ciática, pleuresía y reumatismo. Fue uno de los medicamentos más empleados por las Fuerzas Armadas.65 Solución de adrenalina al milésimo: para aplicar inmediatamente, por vía intramuscular o subcutánea.66 Solución de digitalina al milésimo: insuficiencia cardíaca. Solución de uabaína al milésimo: insuficiencia cardíaca. Subnitrato de bismuto: antiácido y antidiarreico con el que fabricaban pastillas comprimidas de nitrato bismútico ‘sub’ de 0,50 g. Sulfato ferroso purificado: antianémico, tónico y reconstituyente. Las farmacias militares preparaban las ‘píldoras de Blaud’ (píldoras ferruginosas de Blaud) con sulfato ferroso, carbonato ferroso, azúcar, polvo de goma tragacanto y de altea, glicerina y agua destilada.67 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; su elaboración en pág. 187. Las pastillas antigripales contenían cloruro de quinina y salipirinas (Ángel Tello Ortiz. «La gripe. (Notas del brote de la endemia en enero de 1947 en un cuartel)». Ejército, 97: 57-60. Madrid, 1948. 66 Composición: adrenalina cristalizada (1 g), cloruro sódico (7 g), agua destilada saturada de ácido benzoico c.s. para 1.000 cc.; el producto tiene acción vasoconstrictora y hemostática, se administra por vía gástrica, de 5 a 20 gotas al día (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46). 67 Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; su elaboración se explicita en pág. 174; allí se indica la conveniencia de su administración, de 3 a 4 píldoras al día, y su acción tónica, reconstituyente y hematógena. 64
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Sulfato magnésico purificado: ‘sal de Epson’, similar a la sal de mesa, pero con las propiedades del magnesio y los sulfatos, de uso local o tópico para tratamiento de procesos inflamatorios por traumas; también en forma de gel para aplicación tópica sobre heridas y áreas doloridas. Sulfato sódico purificado: laxante. Sulfato zíncico purificado: suplemento de zinc, para rehidratación oral después de una diarrea aguda; las farmacias militares preparaban un colirio de sulfato de zinc, con sulfato de zinc, cloruro cocaínico y agua destilada; de uso astringente y antiséptico.68 Tanalbina: fórmula astringente en base a tanato y albúmina, para la diarrea aguda; era tan común su uso que se hizo popular el dicho: «No hay quien no sepa que con un tubo de Tanalbina cualquier diarrea se cura». Tartrato bórico potásico: purgante. Tartrato sódico potásico: ‘sal de Seignette’, purgante. Vitelinato de plata: con este producto las farmacias militares preparaban el colirio de vitelinato de plata o ‘colirio de Argyrol’, de acción antiséptica y astringente;69 probablemente se utilizó también como antiséptico y astringente en infecciones de piel y mucosas, en este ultimo caso se utilizó por vía intrauretral para infecciones uretrales de etiología venérea. Era más antiséptico y menos cáustico que el clásico permanganato de potasa empleado contra el gonococo, además no provocaba dolores ni reacción inflamatoria en la uretra ni en la vejiga. Yodobismutato de quinina: conocido como ‘quimby’, se utilizaba para la fabricación de las ampollas de compuestos insolubles de bismuto, que se administraban, solas o asociadas a los salvarsanes o a los mercuriales, en el tratamiento de la sífilis.70 Yoduro mercúrico: alterante y antisifilítico en enfermedades venéreas; las inyecciones de biyoduro de mercurio eran muy dolorosas. Las farmacias militares preparaban un jarabe de yoduro mercúrico realizado con yoduro mercúrico y yoduro potásico, agua destilada de menta y jarabe simple, también llamado ‘Jarabe de Gibert’. 68
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Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; sobre su elaboración cf. pág.
69 Elaborada con argirol y agua destilada (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; cf. pág. 114). 70 Las ampollas se elaboraban con carbonato, succinato y yodobismutato de quinina, las suspensiones se preparaban al 10% (Petitorio-formulario abreviado… Op. cit., nota 46; cf. pág. 100).
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Yoduro mercurioso: en enfermedades venéreas; alterante y antisifilítico. Yoduro de plomo: pomadas. Uso terapéutico de los productos fabricados en el Laboratorio Central de Farmacia Militar (1940-1944) Anestésico: cloroformo. Antianémico: oxalato ferroso, peptona de hierro, sulfato ferroso. Antidiarréico: acetato de plomo cristalizado, carbón animal, carbón vegetal, carbonato cálcico, carbonato de bismuto, cloruro de zinc, salicilato de bismuto, subnitrato de bismuto, sulfato de zinz purificado, tanalbina. Antiséptico bucal: argentofenol, bórax, boro. Antiséptico urinario: benzoato amónico, benzoato cálcico, benzoato sódico. Antisífilítico: óxido mercúrico amarillo, óxido mercúrico rojo, yodobismutato de quinina (‘quimby’), yoduro mercúrico, yoduro mercurioso, yoduro de plomo. Cicatrizante: caústico de sulfato cúprico, colodión (piroxilina), nitrato argéntico cristalizado, nitrato argéntico fundido, nitrato argéntico mitigado, vitelinato de plata (‘argyrol’). Complemento de calcio: cloruro de calcio cristalizado, cloruro de calcio desecado, fosfato bicálcico, fosfato monocálcico, lactofosfato cálcico. Dermatológico: ‘dermatol’ (galato básico de bismuto). Diurético: citrato sódico, citrato férrico-amónico, nitrato potásico purificado. Insuficiencia cardíaca: solución de adrenalina, solución de digitalina, solución de uabaina. Purgante: sulfato magnésico, sulfato sódico, tartrato bórico-potásico, tartrato sódico-potásico. Sedante: bromuro de alcanfor, bromuro de calcio. Suplemento alimenticio: lecitina.
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Capítulo V LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA ESPAÑOLA DURANTE LA AUTARQUÍA. ESTUDIO CUANTITATIVO DE LOS LABORATORIOS REGISTRADOS POR LA ORGANIZACIÓN SINDICAL* Raúl Rodríguez Nozal Universidad de Alcalá
La autarquía franquista: inercia, necesidad, utopía o el producto de un visionario
Hace unos pocos años, Josep Fontana escribía un sugerente trabajo en el que calificaba a la autarquía franquista de «economía de Robinsón Crusoe», una utopía cimentada no tanto en los economistas y políticos del Régimen como en el propio Franco: «Porque lo malo de la cuestión era que Franco tenía sus propias ideas económicas», interiorizadas a partir de conversaciones con un director de sucursal del Banco Bilbao, «donde Carmen tenía unos ahorrillos». Según el punto de vista del Dictador, España disponía de los suficientes recursos como para autoabastecerse y no necesitaba, por lo tanto, de importaciones o ayudas internacionales; un sueño de autosuficiencia que, en palabras de Josep Fontana, tenía un límite: … aunque no se necesite nada del extranjero y se tenga la convicción de que la nueva España viajará en automóviles nacionales que se equiparán con neumáticos de caucho sintético y funcionarán con gasolina sacada de las pizarras bituminosas, algo habrá que comprarles a los extranjeros, para que éstos nos * Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación.
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compren, a su vez, los frutos y productos que nos sobran. ¿Qué haríamos, si no, con las naranjas?1
El importante arraigo que tuvo la autarquía en España estuvo motivado, en gran medida, por la situación pre-autárquica evidenciada durante la Dictadura de Primo de Rivera, régimen que favoreció los posicionamientos proteccionistas y de intervención estatal;2 este panorama se mantuvo durante la II República, ante la crisis internacional de los años 1930. La autarquía franquista, en definitiva, prolongó e intensificó el componente nacionalista, ante las dificultades económicas y políticas a las que tuvo que hacer frente el franquismo.3 Con todo, el modelo autárquico español es consecuencia de su proximidad para con los planteamientos económicos de las potencias del Eje durante la II Guerra Mundial,4 en particular con la Italia de Mussolini.5 En 1940, los editorialistas de la revista profesional Farmacia Nueva entendían que la autarquía era un concepto venido del país trasalpino, solo factible en naciones que, debido a su riqueza en materias primas, podían imponer condiciones al mercado exterior: Realmente, si hubiera un país que su riqueza natural fuera imprescindible para la vida de los países restantes, y este país, rico 1 Josep Fontana. «La utopía franquista: la economía de Robinson Crusoe». Cuadernos de Historia del Derecho (2004, extr.): 97-103. Madrid, 2004; la cita en pág. 102. 2 Acertadas medidas de política económica, en opinión de quienes defendían la autarquía como mecanismo de progreso nacional; en este sentido, véase el texto de Antonio Robert. Un problema nacional. La industrialización necesaria. Madrid: Espasa-Calpe, 1943. 3 Glicerio Sánchez Recio. «El franquismo como red de intereses». En: Glicerio Sánchez Recio, Julio Tascón Fernández (eds.). Los empresarios de Franco. Política y Economía en España, 1936-1957: 11-22. Barcelona: Crítica / Universidad de Alicante, 2003; la referencia en pág. 16. 4 Arantza Mendizábal, Felipe Serrano. «La política industrial del franquismo: su influencia en la economía vasca». Ekonomiaz, 9-10: 301-322. Donostia, 1988; la referencia en pág. 302. 5 Stanley G Payne. Franco y Jose Antonio. El extraño caso del fascismo español. Historia de la Falange y del Movimiento Nacional (1923-1977). [3.ª ed.] Barcelona: Planeta, 1998.
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en esa materia nativa, tuviera la suficiente potencia para mantenerse independiente, podría considerarse autárquico, pues, con esa materia prima fundamental podría imponer condiciones en que tuvieran que facilitarle los países restantes lo que él no produjese, y fuera, en cambio, de la producción de ellos. Mas este concepto teórico, en la realidad no existe en absoluto, por la facilidad con que han llegado a suplirse materias primas que tradicionalmente se consideraban como indispensables, hasta llegar a no serlo.6
Hoy día es mayoritaria la opinión de quienes creen que la autarquía obstaculizó el desarrollo económico e industrial de España, en un período clave para nuestra historia, con los principales países europeos inmersos en una guerra mundial, circunstancia que, al menos a priori, podría haber resultado positiva para los países neutrales.7 Para Miguel Ángel Arco Blanco, «la irracional política económica autárquica fue la principal responsable del estancamiento económico y de la larga crisis de subsistencia» y, también, del desabastecimiento, el hambre, la desnutrición, los elevados precios, el racionamiento, el estraperlo y la corrupción.8 Aunque tradicionalmente se ha aludido a la abundante mano de obra agraria como factor que privó a la industria, y al sector terciario, de la demanda necesaria para su desenvolvimiento, lo cierto es que los proteccionismos previos a la Guerra Civil y los sistemas autárquicos franquistas, lejos de aupar a la industria, contribuye6 [Farmacia Nueva]. «Autarquía y su alcance en España». Farmacia Nueva, 45: 5-9. Madrid, 1940; la cita en pág. 6. 7 Jordi Catalán. «Autarquía y desarrollo de la industria de fábrica durante la segunda guerra mundial. Un enfoque comparativo». En: José Luis García Delgado (ed.), El primer franquismo. España durante la segunda guerra mundial [V Coloquio de Historia Contemporánea de España, dirigido por M. Muñón de Lara]: 35-88. Madrid: Siglo XXI, 1989. 8 Miguel Ángel Arco Blanco. «‘Morir de hambre’. Autarquía, escasez y enfermedad en la España del primer franquismo». Pasado y Memoria, 5: 241-258. Alicante, 2006; la cita en pág. 243.
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ron a frenar su crecimiento.9 En este sentido, hay autores —como José Antonio Miranda Encarnación— que piensan que el mayor fracaso económico del primer franquismo tuvo lugar en el sector industrial, no tanto porque se comportara peor que otras actividades, sino «porque el nuevo Estado situó la industrialización del país como primer objetivo de su política económica y el resultado obtenido finalmente estuvo muy alejado de sus planteamientos iniciales».10 Roque Moreno Fonseret ha calificado de ‘nefastas’ las consecuencias que la política autárquica tuvo para España, lo que obligó a un cambio drástico de estos planteamientos durante los años cincuenta.11 A partir de 1951 la situación económica comenzó a mejorar, aunque en lo relativo a la industria apenas se notó hasta el trascendental cambio de gobierno de 1957 —en parte propiciado por la presión estadounidense—, en el que fueron sustituidos doce ministros de los dieciocho posibles;12 entre ellos, Juan Antonio Suanzes, el más firme defensor de la política autárquica.13 Falange había sido derrotada y los tecnócratas del Opus Dei comenzaron su ascenso, culminado en 1959 con el Plan de Estabilización, consistente en una serie de medidas económicas encaminadas, entre otros aspectos, a intensificar las relaciones con el exterior —gracias a la liberalización de las importaciones 9 Pedro Fraile Balbín. Industrialización y grupos de presión. La economía política de la protección en España 1900-1950. Madrid: Alianza, 1991. 10 José Antonio Miranda Encarnación. «El fracaso de la industrialización autárquica». En: Carlos Barciela (ed.), Autarquía y mercado negro. El fracaso económico del primer franquismo, 1939-1959: 95-121. Barcelona, Crítica, 2003; la cita en pág. 95. 11 Roque Moreno Fonseret. «Política e instituciones económicas en el nuevo estado». Pasado y Memoria, 1 [Instituciones y Sociedad en el franquismo]: 1-65. Alicante, 2002; la referencia en pág. 15. 12 Antonio Gómez Mendoza. «El fracaso de la autarquía: la política económica española y la posguerra mundial (1945-1959)». Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 10: 297-313. Madrid, 1997. 13 Ramón Tamames ha calificado a Suanzes como el «verdadero paradigma de la autarquía» (cf. Ramón Tamames Gómez. «La Autarquía española y las rémoras para el crecimiento económico posterior». Información Comercial Española, 826: 13-24. Madrid, 2005; la referencia en pág. 17).
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y al incremento de la inversión extranjera—, a conceder mayor libertad de precios y a la supresión de los intervencionismos económicos.14
La política industrial en la España autárquica El desarrollo legislativo industrial del franquismo comienza a fraguarse durante la Guerra Civil, a partir de un decreto que regulaba la implantación en territorio español de nuevas industrias, así como la ampliación o transformación de las ya existentes; esta norma obligaba a la autorización previa del Ministerio de Industria y Comercio, en caso contrario se considerarían industrias clandestinas y, por lo tanto, perseguibles. La norma clasificaba a las industrias en cuatro grupos, atendiendo a su tamaño y al alcance geográfico de su actividad: pequeñas industrias locales, aquellas que tenían pocos operarios y limitadas a un radio de acción local o comarcal; las que formaban parte de una ‘entidad industrial’ que tuviera «más de una instalación de este tipo en la misma o diferentes localidades»; industrias pequeñas, que actuaban más allá de la localidad o la comarca en que radicaban; e industrias de tipo medio y grande, independientemente del ámbito geográfico que cubrieran.15 14 Ramón Tamames Gómez. Op. cit., nota 13; la referencia en pág. 23. Los años de 1939 a 1959 suelen ser considerados como el período autárquico por excelencia. Sin embargo, algunos autores sostienen que este finaliza en 1951 —además de incluir el período de la Guerra Civil— (cf. Rosa María Martínez Segarra. «Repertorio bibliográfico del período autárquico español (1936-1951)». Revista de Derecho Político, 24: 231-270. Madrid, 1987); otros defienden que la autarquía, aunque se vio reducida a partir de 1959 con el Plan de Estabilización, no desapareció totalmente hasta el ingreso de España en la Comunidad Europea, en 1986 (Ramón Tamames Gómez. Op. cit., nota 13; la referencia en pág. 20). Sobre la política del Plan de Estabilización, véase Manuel Jesús González González. La Economía política del franquismo (1940-1970). Dirigismo, mercado y planificación. Madrid: Tecnos, 1979. 15 Decreto de 20-VIII-1938 (BOE, 22-VIII-1938). Para conseguir la autorización previa, tanto en el caso de nuevas industrias como aquellas que solicitaran
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En septiembre de 1939, la clasificación de las industrias fue modificada, simplificada y ajustada a la nueva política nacionalista; de un lado, aquellas industrias que no necesitaran importar maquinaria ni materias primas, estas deberían obtener la autorización de la Delegación Provincial de Industria correspondiente; por otro, las que sí lo requerían, en este caso la autorización vendría dada por el Ministerio de Industria y Comercio y sería publicada en el BOE.16 La orden de 12-IX-1939 concretó algo más la tipificación de las industrias, al tener en cuenta otros factores como el número de trabajadores y el capital de la empresa; también dio normas concretas respecto de la burocracia a seguir en la solicitudes y recordó la obligatoriedad, para las empresas grandes —capital superior a 750.000 pesetas—, de desarrollar una labor social, canalizada a través de escuelas de aprendizaje y especialización, cajas de socorro para enfermedades, asistencia médica y farmacéutica, comedores y guardería infantil y medidas de protección y seguridad contra accidentes.17 ampliaciones, debería aportarse la siguiente información: cantidad, naturaleza y procedencia del capital; necesidades, productos a fabricar y producción aproximada; detalles sobre instalación y procesos industriales; personal a emplear; y plazos previstos para la puesta en marcha. En el caso de que se pensase abrir una empresa de tipo medio o grande, los requerimientos se incrementaban; además de los ya señalados, también se solicitaba memoria y plano de las instalaciones, patentes a emplear, presupuesto para la puesta en funcionamiento de dichas instalaciones, descripción de los procesos industriales a seguir, cantidad y calidad de los productos a obtener —si estos fueran exportados, habría que justificarlo, ya que el mercado interior siempre tendría preferencia—, cantidad aproximada y procedencia de las principales materias primas a utilizar, especificando claramente las que, se suponía, sería necesario importar, acreditando, además, la necesidad y la no existencia de las mismas en España. 16 Decreto 8-IX-1939 (BOE, 17-IX-1939). 17 Orden de 12-IX-1939 (BOE, 23-IX-1939). Esta norma dividió, a su vez, a las industrias del primer grupo —las no necesitadas de materias primas ni maquinaria— en otros dos grupos: aquellas en las que el capital a emplear fuera inferior a 50.000 pesetas y el censo obrero no superior a 25; y las que superaran las 50.000 pesetas de capital y el número de obreros no bajara de los 25. El segundo grupo —las que requerían materias primas y maquinaria del exterior— también queda dividido en dos: aquellas empresas en las que la importación fuera inferior al 10% 148
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Apenas un mes después de publicada la orden de 12 de septiembre de 1939 lo hacía la ley de protección a las nuevas industrias de interés nacional, una norma que habría de ser fundamental en el nuevo orden industrial del primer franquismo; con ella se trataba de defender y promocionar las industrias pesadas, con el fin de dar solidez a su capacidad productiva,18 declarándolas ‘de interés nacional’, al menos en situaciones de necesidad defensiva o económica de España.19 En diciembre de 1939 llegaba a las páginas del BOE otra disposición vertebradora de la política industrial franquista, la ley sobre ordenación y defensa de la industria, en la que se vuelven a definir y clasificar las industrias, esta vez en cuatro grupos: del valor total de la importación —materias primas o maquinaria—, siempre que el capital no excediera de 750.000 pesetas; y el resto de industrias. 18 Roque Moreno Fonseret. «El régimen y la sociedad. Grupos de presión y concreción de intereses». Ayer, 33 [El Primer franquismo (1939-1959)]: 87-113. Madrid, 1999. En opinión de este autor, «dicho planteamiento implicó la subordinación del resto de sectores económicos a las necesidades de la industria básica. En otras palabras, la articulación entre los diversos sectores se hizo siempre atendiendo al papel preeminente que en el proceso de industrialización debía jugar la industria de interés nacional» (Op. cit., págs. 104-105). 19 Ley de 24-X-1939, de protección a las nuevas industrias de interés nacional (BOE, 25-X-1939). Esta distinción, en vigor durante un período máximo de quince años, llevaba consigo una serie de ventajas, y también alguna contrapartida, para las empresas beneficiarias: «a) Facultad de expropiación forzosa de los terrenos necesarios para su instalación. b) Reducción hasta un cincuenta por ciento, de los impuestos. c) Garantía por el Estado a su capital de un rendimiento mínimo anual hasta el cuatro por ciento. Los capitales garantizados en virtud de este apartado no podrán exceder la suma global de mil millones de pesetas. d) Rebaja de los derechos de aduanas en las importaciones de maquinaria y utillaje para las instalaciones, cuando no se fabriquen en España (…) A cambio de estos beneficios, el Estado intervendrá en la implantación y marcha de la industria con la designación de un Interventor y de un Consejero-delegado, con facultades suspensivas, así como se reserva la valoración por sus técnicos de las instalaciones (…) En el caso de que el dividendo a repartir superase al siete por ciento del capital desembolsado, el Estado percibirá, como aumento, de impuesto, el cincuenta por ciento del excedente, sin que pueda llegar a rebasarse el importe de los impuestos normales de la industria (…) La Empresa concesionaria podrá, una vez asegurada la estabilidad y marcha económica de la Sociedad, renunciar a los beneficios, quedando liberada de la intervención señalada en el artículo tercero». 149
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A. Industrias implicadas en la defensa nacional. B. Industrias auxiliares para la defensa nacional. C. Industrias básicas para la economía nacional, es decir, las destinadas a servicios públicos, las que produzcan «artículos necesarios para la subsistencia, el vestido y la sanidad de la Nación», las de transporte, las susceptibles de exportar productos manufacturados y «las que sirvan para la Autarquía económica o afecten sensiblemente al comercio exterior». D. Industrias diversas. En cuanto al capital social de las empresas, se obligaba a que, en sus tres cuartas partes, como mínimo, fuese español; la cuarta parte restante podría ser capital extranjero, «debiendo aportarse en divisas cotizadas en España o en utillaje que no se obtenga en la producción nacional». Las empresas del grupo A —para la defensa nacional— solo podrían tener capital español. En todos los casos, «los Directores, así técnicos como administrativos, gerentes y, en general, los administradores o apoderados legales, habrán de ser españoles. Sin embargo, en las Sociedades Anónimas podrán ser extranjeros, en proporción al capital suscrito, hasta una cuarta parte de los Consejeros, pero la Presidencia del Consejo y los cargos directivos, en todo momento, han de recaer en quienes tengan nacionalidad española». El ideario autárquico quedaba, de nuevo, remarcado en el artículo 19: … se organizarán Laboratorios de investigación y ensayos industriales. En ellos se estudiarán nuevos procedimientos de fabricación para el aprovechamiento de materias primas nacionales y obtención de productos que, hasta ahora, son objeto de importación.20 20 Ley de 24-XI-1939, sobre ordenación y defensa de la industria (BOE, 15XII-1939). Esta norma también especificaba que, «durante el período de iniciación de la industria podrá ser autorizada la admisión interina de una cuarta parte del personal técnico y administrativo especializado, no directivo, y por un plazo máximo de tres años. Transcurrido dicho plazo, la proporción indicada deberá descender a la décima parte del personal afecto a cada una de las respectivas categorías y plantillas (…) Cada cinco años se publicará una edición del Catálogo
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En esta ley volvía a recordarse que no podrían «instalarse nuevas industrias, trasladar ni ampliar las existentes sin la resolución favorable del Ministerio de Industria y Comercio, quien fijará los trámites y normas a seguir, según las necesidades nacionales». Tal y como señala José Antonio Miranda Encarnación, un verdadero ‘condicionamiento industrial’, que fue utilizado como mecanismo para dirigir la inversión privada, priorizar determinadas áreas geográficas en el proceso de industrialización, controlar el reparto de materias primas, etc. En opinión de este autor, esta traba administrativa fue aprovechada por algunos empresarios para mantener sus posiciones de privilegio, impidiendo la entrada de competidores; «ello fue posible porque los organismos asesores del Ministerio en la tarea de autorizar o no a las nuevas industrias eran los Sindicatos Verticales, que estaban dominados por la patronal de cada sector, y porque los criterios establecidos por la Administración para discriminar entre unas solicitudes y otras, al igual que sucedía con las declaraciones de ‘industria de interés nacional’, dejaban un amplio margen para la actuación discrecional de los funcionarios». Esta legislación industrial, en definitiva, favoreció a las industrias básicas y perjudicó a las de bienes no duraderos, contribuyó a que la inversión extranjera fuera muy escasa, restó estímulos a la competitividad empresarial, magnificó la ineficiencia de la Administración y favoreció la corrupción.21 Otra norma legislativa, fundamental en la política industrial autárquica —aunque quizás menos en el ámbito farmacéutico—, fue la ley por la que se creaba el Instituto Nacional de Industria, un organismo, tal y como se aclaraba en el preámbulo de esta disposición, que dotado de capacidad económica y personalidad jurídica, pueda dar forma y realización a los grandes programas de reOficial de la Producción Industrial Española, que comprenderá la relación específica y detallada de los industriales españoles dotados del Certificado de Productor Nacional». 21 José Antonio Miranda Encarnación. Op. cit., nota 10; cf. págs. 102-103. 151
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surgimiento industrial de nuestra Nación, que, estimulando a la industria particular, propulsen la creación de nuevas fuentes de producción y ampliación de las existentes, creando por si las que el interés de la defensa nacional o los imperativos de nuestra economía exijan. Esto permitirá el que el Estado recoja y canalice el ahorro, convirtiéndole en auxilio vivo de la economía del país, de acuerdo con los principios políticos del Movimiento.22
El Sindicato Vertical de Industrias Químicas Las principales herramientas utilizadas por el régimen franquista para imponer su política, al menos durante el período autárquico, fueron el partido único (FET y de las JONS) y el Sindicato Vertical, con el que se controlaba a trabajadores y empresarios.23 22 Ley de 25-IX-1941 por la que se crea el Instituto Nacional de Industria (BOE, 30-IX-1941). Sobre el INI, véanse los trabajos de Francisco Comín. «La política autárquica y el INI». En: Glicerio Sánchez Recio, Julio Tascón Fernández (eds.). Los empresarios de Franco. Política y Economía en España, 1936-1957: 2346. Barcelona: Crítica / Universidad de Alicante, 2003; y José Antonio Miranda Encarnación. Op. cit., nota 10, así como la bibliografía contenida en ellos. De la importancia que tuvieron los militares en el modelo industrializador del INI, ha dado cuenta Juan José Martínez Gutiérrez. «Economía de guerra después de la guerra (sobre la configuración de la política económica autárquica en el primer franquismo)». En: Javier Tusell, José María Marín, Marina Casanova (eds.), El régimen de Franco (1936-1975). Política y Relaciones y Exteriores, 1: 317-329. Madrid: UNED, 1993. 23 Sobre el Sindicato Vertical, véanse los trabajos de Manuel Ludevid. Cuarenta años de Sindicato Vertical. Aproximación a la Organización Sindical Española [2.ª ed.] Barcelona: Laia, 1977; Miguel A. Aparicio. El sindicalismo vertical y la formación del estado franquista. Barcelona: Eunibar, 1980 y Carlos Iglesias Selgas. Los sindicatos en España. Madrid: Ediciones del Movimiento, 1965. Entre los textos hagiográficos sobre este organismo, destacamos los de Merino Dávila Yagüe. El Sindicato vertical. Salamanca: M. Quero y Simón, 1939; Fermín Sanz Orrio. Los sindicatos españoles: una creación para el mundo. Madrid: SIPS, 1948; y Francisco Guillén Salaya. Historia del Sindicalismo Español. [2.ª ed.] Madrid: Editora Nacional, 1943. Sobre las distintas etapas del sindicalismo vertical español, no siempre coincidentes en la bibliografía consultada, véanse los trabajos de Glicerio Sánchez Recio. «El Sindicato Vertical como instrumento político y económico del Régimen franquista». Pasado y Memoria, 1: 5-37. Alicante, 2002; y Álvaro
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En palabras de Glicerio Sánchez Recio, este mecanismo «subvierte completamente el significado clásico e histórico del sindicato», al negar la libertad de asociación y el pluralismo ideológico; en realidad no tiene capacidad representativa, simplemente es un instrumento de afiliación estatal,24 necesario para «encuadrar, controlar y reprimir a la clase obrera»,25 y para elaborar la política económica del Régimen, haciendo de puente entre la Administración y el empresariado. Desde el punto de vista legal, los principios del sindicalismo vertical empiezan a trazarse durante la Guerra Civil, a través del Fuero del Trabajo.26 Finalizada esta se publica la Ley sobre Unidad Sindical, en la que se reafirman los valores transmitidos en el Fuero del Trabajo, se consolida a FET de las JONS como partido único y se incorpora a todas las asociaciones —obreras, patronales, gremiales, etc.— a la Organización Sindical del Movimiento.27 La OrSoto Carmona. «Auge y caída de la Organización Sindical Española». Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 8: 247-276. Madrid, 1995. 24 Glicerio Sánchez Recio. Op. cit., nota 23; pág. 8. 25 Manuel Ludevid. Op. cit., nota 23; págs. 9-10. 26 Según esta disposición, la «Organización Nacional Sindicalista del Estado [se inspirará] en los principios de Unidad, Totalidad y Jerarquía (…) todos los factores de la economía serán encuadrados por ramas de la producción o servicios en sindicatos verticales. Las profesiones liberales y técnicas se organizarán de modo similar, conforme determinen las leyes (…) las jerarquías del sindicato recaerán necesariamente en militantes de F.E.T. y de las J.O.N.S. (…) El sindicato vertical es instrumento al servicio del Estado, a través del cual realizará principalmente su política económica. Al sindicato corresponde conocer los problemas de la producción y proponer sus soluciones, subordinándolas al interés nacional. El sindicato vertical podrá intervenir por intermedio de órganos especializados en la reglamentación, vigilancia y cumplimiento de las condiciones de trabajo (…) corresponde a los sindicatos suministrar al Estado los datos precisos para elaborar las estadísticas de su producción (…) la ley de sindicación determinará la forma de incorporar a la nueva organización las actuales asociaciones económicas y profesionales» (cf. Decreto de 9-III-1938, por el que queda aprobado el Fuero del Trabajo formulado por el Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. BOE, 10-III-1938). 27 «La Organización Sindical F.E.T. y de las J.O.N.S. es la única reconocida con personalidad suficiente por el Estado, quien no admitirá la existencia de ninguna otra con fines análogos o similares para hacer llegar hasta él las aspiraciones y necesidades que en el orden económico y social sean sentidas por los elementos 153
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ganización Sindical Española quedó definitivamente establecida a finales de 1940, a través de una Ley de Bases de la Organización Sindical, o de constitución sindical, en la que se dibuja una concepción de la España económica «como un gigantesco Sindicato de productores (…) ordenados en milicia», bajo el mando de Falange, estructurado por ramas de producción.28 productores de la Nación, y es a su vez, el vehículo por el que llegan hasta éstos las directrices económicas de aquél (…) A partir de la publicación de esta Ley, aquellas Asociaciones creadas para defender o representar total o parcialmente intereses económicos o de clases, lleven o no denominación de Sindicatos, Asociaciones obreras, Patronales, Gremiales, etcétera, quedarán incorporadas a la Organización Sindical del Movimiento (…) Desde este momento, dichas Asociaciones se entenderán sometidas en actuación a la disciplina del Movimiento, bajo la Inspección de la Delegación Nacional de Sindicatos» (cf. Ley de 26-I-1940, sobre Unidad Sindical. BOE, 31-I-1940). En plena Guerra Civil, un decreto de 13-IX-1936 ya declaró «fuera de la ley a los partidos y agrupaciones políticas y sociales que, desde la convocatoria de las elecciones celebradas con fecha 16 de febrero del corriente año [1936], han ingresado en el llamado Frente Popular, así como cuantas organizaciones han tomado parte en la oposición hecha a las fuerzas que cooperan al Movimiento nacional». Unos días después, un decreto de 25IX-1936 prohibía «todas las actuaciones políticas y sindicales obreras y patronales de carácter político» y, en su preámbulo, ya se vislumbraba la unidad sindical: «Día llegará en que el gobierno que rija los destinos de España sabrá desarrollar la única política y la única sindicación posible en toda nación organizada: la política y la sindicación que rijan y controlen los directores del la cosa pública, como depositarios de la confianza del pueblo». En 1937 se declaró la incautación de los bienes de las organizaciones sindicales españolas, que pasan a propiedad del Estado, decisión corroborada por Ley de 23-IX-1939. Por otro lado, un decreto de la Junta de Defensa, de 21-IV-1937, organizó las centrales nacionalsindicalistas, integradas por trabajadores y empresarios, a la vez que se unificaban Falange Española con la Comunidad Tradicionalista, lo que favoreció todo este proceso de unidad sindical. Por ley de 30-I-1938 se crea el Ministerio de Organización y Acción Social; un decreto de 21-IV-1938 asignará la dependencia de los Sindicatos del Movimiento a este Ministerio; dos años después desaparece este Ministerio, reapareciendo el antiguo Ministerio de Trabajo, aunque sin atribuciones sobre los Sindicatos; estos pasarán, por decreto de 8-VIII-1939, a depender de FET y de las JONS (cf. Manuel Ludevid. Op. cit., nota 23; págs. 12-13). 28 Ley de 6-XII-1940, de Bases de la Organización Sindical (BOE, 7-XII-1940): «Parte la Ley de considerar a todos los productores españoles como miembros de una gran comunidad nacional y sindical. El sistema de los Sindicatos del Régimen no se configura, por tanto, como una red de agrupaciones privadas a las que el Estado confiera competencias más o menos importantes, sino que de acuerdo con aquel principio de los veintiséis puntos que concibe a España, en lo econó154
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Con el fin agrupar y ordenar las distintas actividades económicas, durante la Guerra Civil ya se crearon unas Comisiones Reguladoras de la Producción; estos entes, nacidos con espíritu de provisionalidad, se organizaban por grandes sectores de la producción y deberían representar a todas las fuerzas productivas del país.29 Un antecedente de estas Comisiones fueron los Comités Sindicales; el de industrias químico-farmacéuticas fue creado el 14-XII-1937, a propuesta del farmacéutico Víctor Villanueva Vadillo, quien había estado al frente del Negociado de Importación de productos químico-farmacéuticos, del Ministerio de Industria y Comercio, durante los primeros años de la Guerra Civil.30 Este Comité Sindical habría de ser el organismo mico, como un gigantesco Sindicato de productores, la sindicación viene a ser la forma política de la economía entera de España. Cuantos con un servicio de producción contribuyen a la potencia de la Patria quedan así —como en consigna de nuestro Movimiento— ordenados en milicia. Esta gran comunidad, bajo el mando de Falange Española Tradicionalista de las J.O.N.S. se articula en dos órdenes fundamentales de organismos: las Centrales Nacional-sindicalistas y los Sindicatos Nacionales (…), [estos últimos] de carácter predominantemente económico, llevan al Gobierno las aspiraciones y necesidades propias de cada rama de la producción y tienen la responsabilidad de hacer cumplir en la esfera de su competencia las normas directrices que el Estado dicte como supremo rector de la economía (…) La ordenación económico-social de la producción se ejerce a través de los Sindicatos nacionales». 29 Ley de 16-VII-1938 (BOE, 18-VII-1938). Las funciones de estas Comisiones pasarían por orientar y coordinar las actividades, necesidades e intereses de los grupos empresariales que representen; organizar la política económica, formando estadísticas de producción, transformación, venta y consumo, así como de importaciones y exportaciones; «intervenir, en la forma y medida que expresamente se le ordene, los múltiples aspectos relacionados con el justo y adecuado reparto de las materias primas, o semifacturadas necesarias para la producción, y en su caso, las importaciones indispensables propuestas y autorizadas»; sugerir lo más adecuado para regular la distribución interior de materias y productos elaborados; proponer políticas de precios; promover la modernización del utillaje, instalaciones y métodos de investigación, y la eliminación de «fabricaciones inadaptables o mal concebidas y disminución de los gastos industriales y comerciales superfluos»; colaborar con los planes industriales y comerciales del Gobierno —política arancelaria, gastos industriales, propaganda, emplazamiento de industrias, distribución entre zonas económicas, etc.—. 30 Volpone [Pío del Busto Medrano]. «Víctor Villanueva». Farmacia Nueva, 5(37): 9-11. Madrid, 1940. 155
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… que bajo la dirección del Estado y de acuerdo con las necesidades de la Economía Nacional, interviene de modo integral en la ordenación de la importación, fabricación, distribución y venta de los productos químico-farmacéuticos, especialidades farmacéuticas y de material sanitario.31
Precisamente Víctor Villanueva, personaje clave para la historia de la Farmacia durante el franquismo, estuvo al frente de los asuntos farmacéuticos en la Comisión Reguladora de Industrias Químicas, creada en octubre de 1939. Estaba formada por tres subcomisiones: Industria Química Mineral, Industria Química Orgánica e Industria Bioquímica; en la de Química Orgánica se incluía la sección de productos químico-farmacéuticos, con dos ramas: especialidades y productos galénicos.32 31 Orden de 14-XII-1937, de la Comisión de Industria, Comercio y Abastos (Gaceta 16-XII-1937); esta norma fue reproducida, en 1940, por Farmacia Nueva, 5(36): 48. El Comité Sindical de las Industrias Químico-Farmacéuticas estaba formado por un presidente —designado por la Comisión de Industria, Comercio y Abastos—, un representante de los ‘Centros farmacéuticos’, un representante farmacéutico designado por la Junta Nacional de Farmacias, un representante de los laboratorios farmacéuticos privados, otro de los importadores y un representante de la Junta Nacional de Farmacia. También tuvieron sendos representantes el Cuerpo de Farmacia Militar y los ‘Laboratorios oficiales’. Sus funciones serían: preparar las estadísticas necesarias para la importación, exportación y consumo; estudiar los problemas generales de la industria químico-farmacéutica y proponer medidas a las autoridades; propuesta periódica de las cantidades de productos químico-farmacéuticos y material sanitario a importar; y propuesta de precios para estos productos, tanto al público general como a las entidades particulares u oficiales. 32 Orden de 30-X-1939, de la Subsecretaría de Industria y Comercio, Presidencia de la Junta Técnica del Estado, creando la Comisión Reguladora de Industrias Químicas (BOE, 5-XI-1939). La Comisión Reguladora de Industrias Químicas estaba constituida por un presidente, un secretario, los diferentes presidentes, vocales natos y representativos de las subcomisiones, secciones y ramas que integraban la comisión y los elementos técnicos o especializados que el Ministerio considerara convenientes. Las secciones estaban constituidas de manera parecida y las ramas tenían estructuras distintas, en función de la actividad. La rama de ‘especialidades farmacéuticas’ estaba formada por un presidente —nombrado por el Ministerio Industria y Comercio—, un vocal nato —representante del Ministerio del Ejército—, otro vocal nato —representante de la Jefatura de los Servicios Farmacéuticos civiles-, tres vocales —representantes de los productores de medicamentos de fabricación industrial, dos vocales —re-
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En mayo de 1940, las Comisiones Reguladoras de la Producción pasan a depender de los Sindicatos Nacionales del Movimiento y, en la práctica, desaparecen.33 Unos meses más tarde, se crea el Sindicato Nacional de Industrias Químicas —en sustitución de la antigua Comisión Reguladora de esta actividad—,34 cuyo presidente fue el farmacéutico Santiago Pagés Maruny, que dirigió la Unión Nacional de Laboratorios Químico-Farmacéuticos, integrada en la Cámara Nacional de Industrias Químicas, con anterioridad a la Guerra Civil.35 El Sindicato Nacional de Industrias Químicas acabaría denominándose Sindicato Vertical de Industrias Químicas. En 1941 estaba formado por veinte secciones, una de ellas la de ‘Industria Químico-farmacéutica, Biología y Farmacia’.36 Hacia 1943, las empresas encuadradas en él se agrupaban, en razón de su especialidad, de acuerdo a dieciséis grupos;37 el grupo IV, Productos presentantes de los almacenistas—, dos vocales —representantes de los detallistas— y un secretario —nombrado por el Ministerio de Industria y Comercio—. La rama de ‘productos galénicos’ tenía la misma composición, exceptuando a los tres representantes de los laboratorios farmacéuticos. 33 Ley de 3-V-1940 (BOE, 12-V-1940). 34 Decreto de 14-XII-1940, por el que se reconoce oficialmente el Sindicato Nacional de Industrias Químicas (BOE, 22-XII-1940). Por Orden de 22-I-1941 se otorga a este organismo la calificacion de corporación de derecho público y se vuelve a recordar que este Sindicato hereda las competencias de la Comisión Reguladora de Industrias Químicas (BOE, 30-I-1941). 35 Sobre esta asociación y el papel desempeñado en ella por Santiago Pagés Maruny, personaje de capital importancia en el proceso asociativo de la farmacia industrial española con anterioridad a la Guerra Civil, véase Raúl Rodríguez Nozal. «La industria del medicamento en el seno del colectivo químico industrial: la Unión Nacional de Laboratorios Químico-Farmacéuticos (1919-1936)». Asclepio, 63(2): 431-452. Madrid, 2011. 36 [Ion]. «Secciones del Sindicato Nacional de Industrias Químicas». Ion, 1(1): 71-73. Madrid, 1941. Un año más tarde el Sindicato Vertical de Industrias Químicas se organizaba en cinco grandes secciones, la segunda sería la de ‘Industria Químico-Farmacéutica y Sanitaria’ (cf. J. M. Bartolomé. «La nueva estructura del Sindicato Nacional de Industrias Químicas». Ion, 2(6): 3-4. Madrid, 1942). 37 I Abonos, II Ácidos y sales, III Metaloides y gases, IV Productos QuímicoFarmacéuticos, V Material de Laboratorio, VI Flora Medicinal, VII Ceras y Parafinas, VIII Lubrificantes; IX Hidratos de Carbono, X Explosivos, XI Caucho, XII Resinas, XIII Alcoholes, XIV Perfumería, XV Tinturas, XVI Destilación. En 157
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Químico-Farmacéuticos, constaba a su vez de seis subgrupos: Especialidades, Galénicos, Opoterápicos, Sueros y Vacunas, Dietéticos y Malta. Hacia 1950 ya había 56.379 empresas censadas en el Sindicato Vertical, repartidas en ocho grandes agrupaciones o sectores (treinta y siete grupos). El Sindicato Vertical de Industrias Químicas tenía censadas 6.209 industrias, repartidas en veinte grupos y sesenta y cuatro subgrupos. La industria farmacéutica aparecía en el sector segundo (Orgánica, Destilación y «Productos farmacéuticos. Especialidades. Dietéticos. Flora Medicinal. Material Sanitario y de Laboratorio»).38 Desde 1941 —y hasta 1977—, el Sindicato Vertical de Industrias Químicas contó con su propio órgano de expresión, la revista Ion;39 en ella fueron publicados artículos científicos, reseñas procedentes de revistas científicas, noticias sobre las nuevas industrias autorizadas, informaciones sindicales, datos sobre importación y exportación, actas de las reuniones llevadas a cabo por las diferentes comisiones,40 legislación, etc. cuanto a la organización territorial, el Sindicato Vertical de Industrias Químicas agrupaba a todas las provincias españolas en cuatro categorías: I. Barcelona; II. Asturias, Madrid, Pontevedra, Sevilla, Valencia, Vizcaya y Zaragoza; III. Alicante, Baleares, Cádiz, Córdoba, Coruña, Granada, Guipúzcoa, Huelva, León, Málaga, Navarra, Salamanca, Santander, Tarragona, Tenerife y Valladolid; en la cuarta estaban las veintiséis provincias restantes (cf. Delegación Nacional de Sindicatos. Orden de Servicio nº 32. Organización del Sindicato Vertical de Industrias Químicas. Madrid: s. n., 1943). 38 Delegación Nacional de Sindicatos. Los Sindicatos en España. Líneas Generales de su actuación. 18 de Julio de 1949. Madrid: Alpe, 1949. 39 Sobre las publicaciones sindicales españolas, cf. María Silivia López Gallegos. «Aproximación al estudio de las publicaciones sindicales españolas desarrolladas durante el franquismo (1936-1975)». Historia y Comunicación Social, 8: 159-185. Madrid, 2003. 40 De las reuniones periódicas de las comisiones permanentes, correspondientes a los distintos subgrupos, dio cuenta la revista Ion; a modo de ejemplo mencionaremos las Juntas Sindicales de los subgrupos de ‘Productos farmacéuticos’, ‘Especialidades’ y ‘Dietéticos’ celebradas el 11 de junio, 19 de junio, 18 de septiembre y 17 de octubre de 1947 y 28 de abril de 1948 (cf. [Ion]. «Acta de la V reunión de las Comisiones Permanentes de los Subgrupos de ‘Productos Farmacéuticos’, ‘Especialidades’ y ‘Dietéticos’, celebrada el día 11 de junio de 1947». Ion, 7(75): 723-724. Madrid, 1947; [Ion]. «Acta de la VI Reunión de las Comisiones 158
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La Farmacia y la industria farmacéutica española en el nuevo orden sindical
Tal y como hemos venido señalando, una de las principales consecuencias que tuvo el nuevo orden sindical impuesto por el régimen franquista fue el encuadramiento obligatorio de trabajadores y empresarios dentro de un determinado servicio o rama de producción.41 Sin embargo, este ‘sindicalismo de sumisión’ nunca consiguió el pleno encuadramiento; los profesionales libres —protegidos por sus respectivos colegios profesionales— y los funcionarios quedaron excluidos de la obligatoriedad sindical. En 1949 ni siquiera la mitad de los trabajadores estaban afiliados al Sindicato Vertical.42 Permanentes de los Subgrupos de ‘Productos Farmacéuticos’, ‘Especialidades’ y ‘Dietéticos’, celebrada el día 19 de junio de 1947». Ion, 7(75): 726. Madrid, 1947; [Ion]. «Acta de la Reunión de las Comisiones Permanentes de los Subgrupos ‘Productos Farmacéuticos’ y ‘Especialidades’, celebrada el día 18 de septiembre de 1947». Ion, 7: 811. Madrid, 1947; [Ion]. «Productos Químico-Farmacéuticos y Especialidades. Reunión de las Comisiones Consultivas de Contingentes y Cupos y Vocales del Subgrupo indicado, celebrada el día 17 de octubre de 1947». Ion, 8(79): 130. Madrid, 1948; [Ion]. «Farmacéutica. Extracto de las Juntas Nacionales celebradas por los Subgrupos de Productos Farmacéuticos y Especialidades Farmacéuticas, el día 28 de abril de 1948». Ion, 8: 434-435. Madrid, 1948). 41 Una consecuencia directa de lo dictado en el Fuero del Trabajo; así lo defiende, por ejemplo, Aurelia Hernández Moyés. «Relaciones institucionales del empresariado en el franquismo». En: XIII Encuentro de Economía Pública: congreso celebrado en la Universidad de Almería, los días 2 y 3 de febrero de 2006: s. p. [29 págs.] Almería: Universidad de Almería, 2006 [formato CD-ROM]. Algunos autores señalan el año 1942 como el del definitivo encuadramiento para todos los agentes productivos, tanto trabajadores como empresarios (cf. Père Ysàs. «Los empresarios catalanes en el primer franquismo». En: Glicerio Sánchez Recio, Julio Tascón Fernández (eds.). Los empresarios de Franco. Política y Economía en España, 1936-1957: 225-236. Barcelona: Crítica, 2003; la referencia en pág. 227). En este sentido, también de interés el trabajo de Carme Molinero, Père Ysàs. «Un instrumento esencial del régimen franquista: la Organización Sindical». En: Javier Tusell, José María Marín, Marina Casanova (eds.), El régimen de Franco (1936-1975). Política y Relaciones Exteriores, 1: 89-97. Madrid: UNED, 1993. 42 Álvaro Soto Carmona. «Rupturas y continuidades en las relaciones laborales del primer franquismo, 1938-1958». En: Carlos Barciela (ed.), Autarquía y Mercado Negro. El fracaso económico del primer franquismo, 1939-1959: 217-245. Barcelona: 159
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Por otro lado, no todas las organizaciones patronales desaparecieron o fueron absorbidas por la Organización Sindical; de las setenta y un entidades que formaban parte de la Unión Nacional Económica —con anterioridad a la Guerra Civil— sobrevivieron, al menos, veintiséis, además de las Cámaras de Comercio —que desarrollaron una importante labor asesora—, los colegios profesionales y algunos grupos como los laneros, sederos o algodoneros, que mantuvieron constantes disputas con el Sindicato durante los años cuarenta.43 Por lo tanto, pudo existir un movimiento empresarial de cierta importancia que, aunque integrado formalmente en el Sindicato Vertical, se desempeñó con relativa independencia del aparato falangista, al contrario de lo que sucediera con los trabajadores, encuadrados en las secciones sociales, sin apenas capacidad de maniobra. Esta situación fue especialmente manifiesta en Cataluña, donde se mantuvieron antiguas asociaciones y se crearon otras nuevas bajo la etiqueta de ‘servicios sindicales’. Dentro del ámbito farmacéutico y, al menos, desde 1950 existió una Unión Española de Laboratorios (UNELA), con más de doscientos laboratorios adheridos, que nace como ‘instrumento complementario’ del Sindicato Vertical y con unos objetivos temblorosos y muy poco definidos.44 En 1952 se genera, en Barcelona, la Unión Nacional de Laboratorios Farmacéuticos y, casi simultáneamente en Madrid, la Unión Española de Fabricantes de Productos Farmacéuticos; ambas entidades se fusionaron en 1963, dando lugar a Farmaindustria, integrada en el Sindicato Nacional de Industrias Químicas como ‘servicio técnico’.45 Crítica, 2003; págs. 230-232. Este mismo punto de vista también queda recogido en otro trabajo de este mismo autor (Álvaro Soto Carmona. Op. cit., nota 23). 43 Roque Moreno Fonseret. Op. cit., nota 18; págs. 94-99. 44 «1º. Vigilancia permanente y activa sobre todos los problemas de interés común. 2º. Información constante de los asuntos de mayor importancia; y 3º. Unificación de actuaciones para el mejor éxito de las gestiones orientadas al bien general» (cf. [UNELA]. «UNELA. Agrupa a la Industria Químico-farmacéutica nacional y salvaguarda sus intereses generales». Farmacia Nueva, [extr. II Semana Farmacéutica Nacional]: 28-29. Madrid, 1950). 45 Père Ysàs. Op. cit., nota 41, págs. 227-228. 160
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En este contexto, los propietarios de oficinas de farmacia, amparados por los colegios profesionales, quedaron excluidos del Sindicato Vertical, pero no así los farmacéuticos que desarrollaban su actividad en el ámbito industrial; estos fueron corporativamente vinculados a la industria química. Desde las páginas de Farmacia Nueva se reconocía que, aunque la integración en el Sindicato era, en principio voluntaria, lo cierto es que era prácticamente imposible eludir este encuadramiento.46 Esta situación contribuyó a incrementar el distanciamiento entre ambos colectivos farmacéuticos, en función de su actividad e intereses profesionales; una ruptura, entre quienes fabricaban medicamentos y aquellos que los dispensaban, evidente desde tiempos del Directorio Militar y la II República.47 Con todo, en 1940, la situación era ciertamente confusa; desde las páginas de Farmacia Nueva se daba noticia de la intención de constituir, dentro del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, la ‘Sección Nacional de Producción Químico-Farmacéutica’, que agruparía «a todos los farmacéuticos orientados en la producción de especialidades y productos farmacéuticos».48 Por otro lado, en una entrevista concedida a Farmacia Nueva, en 1940, el presidente de la confederación colegial, Leonardo Gutiérrez Colomer, o no 46 «Por eso, creemos que ningún laboratorio que quiera ciertamente contribuir con su esfuerzo a normalizar la vida española, debe estar ausente de este Sindicato. Ciertamente que su carácter, hoy por hoy, es voluntario, aun cuando por las funciones que desde el principio se le encomiendan será difícil permanecer fuera de su seno sin grave riesgo para la existencia del no sindicado» (cf. [Farmacia Nueva]. «Sindicato de Industrias Químicas». Farmacia Nueva, 5(43): 43. Madrid, 1940). 47 Sobre este particular, cf. Raúl Rodríguez Nozal. «Génesis del movimiento asociativo industrial en España (1916-1931)». En: Raúl Rodríguez Nozal, Antonio González Bueno (coords.), El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea: 69-96. Madrid: CERSA, 2008; Raúl Rodríguez Nozal. «El medicamento industrial en España durante el Directorio Militar y la II República (1923-1936)». En: Esteban Moreno Toral, Antonio Ramos Carrillo (eds.). Actas del 38 Congreso Internacional de Historia de la Farmacia. Sevilla, 19-22 septiembre 2007: [9 págs.] Córdoba: [Universidad de Sevilla], 2009 [formato digital]. 48 [Farmacia Nueva]. «El Consejo General de Colegios, crea la sección nacional de producción químico-farmacéutica». Farmacia Nueva, 36: 35. Madrid, 1940.
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quiso, o no supo o, simplemente, eludió la pregunta formulada por el redactor, sobre el posible futuro de la Farmacia dentro del nuevo orden sindical: —¿En qué relaciones se encuentran ustedes con los nuevos Sindicatos de Industrias Químicas? Todavía es prematura esta pregunta. Estos Sindicatos empiezan nada más a organizarse: los vemos con simpatía y esperamos que en su día trabajaremos en estrecha colaboración, ya que en nuestras funciones han de tener sobrados puntos de contacto.49 Poco tiempo después, la propuesta farmacéutica comenzaría a concretarse, al menos desde ciertos círculos de opinión próximos a Farmacia Nueva; se aboga por un ‘Sindicato Nacional de Farmacia’ —en el que no se incluirían a los productores de medicamentos de fabricación industrial, fuera de la actividad propuesta por el Sindicato Vertical y más próximo a la actividad profesional libre y cualificada—: Porque a la Farmacia, como conjunto total de toda producción farmacéutica, le corresponde la distribución a mayoristas y minoristas de los medicamentos, actividades profesionales y económicas conectadas fuertemente con ciencias naturales y, en definitiva, lo que en el concepto de todos está perfectamente claro, que es la función específica y definida de una profesión secular que no tiene entronque de dependencia ni tiene encaje de Sección en ningún otro grupo por grande que sea y por importante que se considere.50
En definitiva, al contrario de lo que sucediera con sus colegas de oficina de farmacia, los farmacéuticos de la industria no pudie49 Volpone [Pío del Busto Medrano. «Nuevos valores farmacéuticos. Interviú concedida a Farmacia Nueva por el señor Presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España». Farmacia Nueva, 36: 29-31. Madrid, 1940; la cita en pág. 31. 50 [Farmacia Nueva]. «El Sindicato Nacional de Farmacia». Farmacia Nueva, 46: 25-26. Madrid, 1940.
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ron eludir el control del Sindicato Vertical aunque, como ya hemos indicado, a partir de 1952 ya dispusieron de asociaciones encubiertas como ‘servicios sindicales’, que acabarían constituyendo el germen del actual sistema patronal de la industria del medicamento. Estos empresarios se encuadraron en el Sindicato Nacional de Industrias Químicas, creado en diciembre de 1940 en sustitución de la antigua Comisión Reguladora de Industrias Químicas.
Las materias primas, un factor limitante para el establecimiento y desarrollo de la industria farmacéutica durante la autarquía
En este contexto social, político y económico, de fuerte regulación legislativa e intervención estatal, la industria farmacéutica tuvo que hacer frente a tres procedimientos registrales, además de alguna que otra declaración de carácter estadístico. Dos de ellos eran comunes a toda la industria, es decir, ante el Ministerio de Industria y ante la Organización Sindical; el tercero, propio de esta actividad, ante las autoridades sanitarias.51 El primero de estos procedimientos registrales, aunque funcionó de manera independiente, lo cierto es que es que estaba muy supeditado a la valoración e informe de la Organización Sindical; y esto era debido al control directo de Falange sobre las materias primas, un importantísimo factor limitante que, a la postre, acabaría condicionando la política económica del franquismo durante el período objeto de nuestro estudio. Una circunstancia reconocida por el propio Sindicato; su informe era casi siempre positivo, ex51 Sobre este asunto véase Raúl Rodríguez Nozal. «El Archivo del Sindicato Vertical de Industrias Químicas como fuente para el estudio de la industria farmacéutica durante el franquismo». En: José María Urkia (ed.). XI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. II Encuentro Internacional Europeo-Americano: 113-122. Sevilla: SEHCYT / Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 2012.
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cepto en aquellos casos en que se comprometiera la viabilidad del negocio debido a la escasez de primeras materias.52 No debió ser fácil abrir nuevas industrias durante los años 1940; de entrada, se preferían pocas pero bien asentadas, que fueran capaces de asumir con eficacia los cupos de materias primas, evitando así que estos quedaran excesivamente atomizados.53 En palabras de Roque Moreno Fonseret, «el poder que daba el reparto de los cupos de materias primas, energía o los pedidos oficiales convirtió a los Jefes Sindicales en omnipotentes gestores clandestinos, que repartieron con total impunidad dichas materias a su antojo o, en ocasiones, intervinieron directamente en el mercado negro». Las empresas ya establecidas, y con fuerte presencia en el Sindicato, actuaron como oligopolio —sobre todo en determina52 «El criterio sindical ante las nuevas industrias o ampliación de las existentes es en principio favorable, siempre que las mismas sean de interés general. Aun en aquellos casos en que el establecimiento de una nueva factoría pudiera resultar indiferente para el conjunto de la economía nacional, por cubrirse ya las necesidades existentes y no aportarse sensibles mejoras en la técnica, el Sindicato se mostraría favorable, por estar en su esencia el favorecer cualquier intento de desenvolvimiento de la producción. Y es que los Sindicatos Nacionales, y entre ellos, claro está, el de Industrias Químicas, no son oligarquías que intenten interferir en las iniciativas particulares, sino órganos para el fomento de las actividades industriales, que ven con simpatía y entusiasmo cuanto pueda representar un incremento de la riqueza patria (…) [Sin embargo, en algunas ocasiones, el Sindicato informa desfavorablemente], porque cuando esto sucede, lo que pasa es que, por encontrarse limitadas las disponibilidades de materia prima, la creación de una nueva factoría no repercute en un incremento de la producción, sino que, por el contrario, produce una elevación en los costes al ser menor la capacidad utilizada de las instalaciones existentes» (cf. [Ion]. «El criterio sindical ante las nuevas industrias». Ion, 7(68): 149-150. Madrid, 1947; la cita en pág. 149). 53 «Entre las peticiones, de industrias químicas, de instalación, se autorizan las más interesantes para la autarquía, denegando las que no responden a verdaderas necesidades o las que no se consideran necesarias por las cicunstancias que atravesamos principalmente por consumir materias primas escasas que se restaban de otras industrias ya instaladas. Se favorece más la ampliación de industrias ya instaladas que la creación de otras nuevas dedicadas a lo mismo, ya que las primeras están asentadas y tienen una producción que avala su buen funcionamiento. Además el cupo importado se debe repartir proporcionalmente entre las industrias establecidas y es mejor no dispersar esfuerzos y que unas pocas funcionen mejor que muchas con escasez» (cf. la nota aparecida en Ion, 2(9): 277-278. Madrid, 1942).
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das provincias donde abundaban industrias de bienes de consumo, como por ejemplo la del calzado valenciano y mallorquín—, poniendo trabas a los nuevos establecimientos para su autorización o, simplemente, no incluyendo a estos nuevos empresarios en el reparto de los cupos de materias primas.54 Por si esto fuera poco, la industria del medicamento tuvo dificultades adicionales procedentes del sector farmacéutico tradicional, más apegado a la oficina de farmacia que a la industria. Desde las páginas de Farmacia Nueva se sugiere la «intervención del Estado en la distribución de materias primas», y que este proceso se realice con justicia y equidad; dotando, en primer lugar, a las farmacias «de los medicamentos precisos para atender las recetas», después 54 Roque Moreno Fonseret. Op. cit., nota 18; la cita en págs. 100 y 108-109. El exiliado anarquista Abraham Guillén, en 1963, se mostraba vehementemente implacable contra falangistas y miembros del Sindicato Vertical: «La economía española, bajo el régimen franquista, es un negocio privado de los jerarcas falangistas y un ‘coto cerrado’ de las viejas y decadentes castas parasitarias, enquistadas en el cuerpo económico nacional, para impedir, sistemáticamente, el desarrollo de las fuerzas productivas, a fin de que las clases populares no puedan alcanzar el disfrute de un elevado nivel de vida y de ocupación. A los males de la aristocracia terrateniente que prefiere cotos de caza y las dehesas de toros bravos a la agricultura, se ha unido el mal de la burocracia falangista, que crea un sindicato vertical para cada producto a fin de intervenir en la vida económica succionando —en forma de multas o de prevaricaciones y cohechos— una parte de la producción industrial o agrícola (…) La burocratización de la economía es el signo dominante de la ‘era Franco’, porque permite el único medio, para los ‘altos funcionarios’, de hacerse millonarios de la noche a la mañana, gracias al fácil expediente de condonar a un comerciante una multa por infracción de precios, perdonar una falta a un empresario por infracción de las leyes de trabajo o de hacienda, o bien conceder a un importador un permiso de cambio, para traer del exterior un producto que proporcione tres veces más de pesetas de los que costaron los dólares para importarlo» (cf. Abraham Guillén. 25 años de economía franquista. Análisis económico de un régimen. Buenos Aires: Periplo: 1963; la cita en págs. 145-146). Carles Vives ha calificado al personal político de primera década franquista de ‘comisarial’, ‘vicarial’ y ‘curatorial’ (cf. Carles Vives i Pi-Sunyer. El personal político de Franco (1936-1945). Contribución empírica a una teoría del régimen franquista. Barcelona: Vicens-Vives, 1978); de estos asuntos también se ha ocupado Glicerio Sánchez Recio. Los cuadros políticos intermedios del régimen franquista, 1936-1959. Diversidad de origen e identidad de intereses. Alicante: Generalitat Valenciana. Conselleria de Cultura, Eduació i Ciencia. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1996.
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deberían ser atendidos aquellos medicamentos «de probado valor terapéutico», que sean difícilmente sustituibles por fórmulas magistrales. Manejaban dos razones para defender esta postura: en primer lugar, consideraban que los medicamentos magistrales eran los habitualmente utilizados por las clases más pobres, aquellas que no podían hacer frente al pago de los de fabricación industrial, debido a su precio; en segundo lugar, si las materias primas fueran utilizadas preferentemente para la elaboración de medicamentos industriales y estos no se llegaran a vender, estas materias primas quedarían prisioneras en un material ya elaborado y en stock.55 El farmacéutico M. Suárez Freire iba más allá; proponía una ‘vuelta a las fórmulas’, a la arraigada tradición del farmacéutico hispano, arrinconada desde que las prácticas industriales se impusieran y lo extranjero triunfara sobre lo español.56 En definitiva, esta política podría ser un interesante ‘instrumento de la nueva economía’, capaz de reducir las importaciones, solucionar, al menos parcialmente, el problema de la carestía de cartón y vidrio y disminuir el precio de venta al público de los medicamentos, artículos de primera necesidad para la ciudadanía. El medicamento industrial, a pesar del tiempo transcurrido, seguía siendo un enemigo del sector farmacéutico español más apegado a la tradición.57 55 [Farmacia Nueva]. «El abastecimiento de Farmacias y Laboratorios». Farmacia Nueva, 36: 5-6. Madrid, 1940. 56 En 1936, el 70% de los medicamentos de fabricación industrial eran de origen extranjero (véase la noticia titulada «Industria químico-farmacéutica y sanitaria», publicada por la revista Ion, 2(6): 10-12. Madrid, 1942). En esta misma nota se menciona que, en 1942, ya había unas 18.000 especialidades farmacéuticas registradas en España. 57 «Estos tres resultados perfectamente autárquicos y nacionales, son por sí solo razones de gran peso para que nuestras autoridades los consideren y estudien (…) Resulta de las anteriores consideraciones, que una especialidad en marcha con éxito supone un almacenaje y paralización importante de materias primas de importación y que una especialidad que fracase o alcance una venta débil supone, a su vez, una inutilización de dichas materias (…) Así, pues, si se proteje la creación de una industria de especialidades, industria que no es verosímil pueda nunca ser fuente de divisas por exportación de producción, no se crea una fuente de riqueza nacional, más que en un camino de distribución de la misma muy estrecho. En cambio, siguiendo mi orientación, se suprimen gastos, se abarata
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Es indudable que, en este contexto nacionalista, lo español siempre tenía preferencia sobre lo procedente del extranjero, aunque económicamente diera lugar a una situación desfavorable o, simplemente, fomentara el mercado negro58 de productos más baratos y, a menudo, de mejor calidad que los fabricados en España: si el precio de una materia prima se eleva, también lo habrían de hacer los precios de los productos elaborados.59 Desde el propio BOE se llegó a reconocer que … la obligada restricción de importaciones que viene siendo la directriz económica del nuevo Estado, ha repercutido en el algo tan fundamental como los medicamentos y se vuelve a dar a una profesión una misión a realizar, económica y humanamente, en beneficio de la nación y de la clase misma, dejando de ‘vender’ para ‘crear’, cosa que despertaría el espíritu profesional donde no esté ya totalmente perdido (…) Por otra parte, las normas de nuestra autarquía son de tipo tradicional, es decir, se ha de tender a establecer lo genuinamente español y todos sabemos que el furor ‘especialístico’ es de origen extranjero, es tan sólo una modalidad farmacéutica que nos ha venido de fuera, al principio casi exclusivamente de Francia, y que no tiene arraigo tradicional en nuestra historia profesional, tan intensa e importante, felizmente, en su ejercicio clásico hoy desvirtuado» (cf. M. Suárez Freire. «Autarquía farmacéutica. Un punto de vista». Farmacia Nueva, 40: 29-31. Madrid, 1940). 58 Más información sobre este asunto, con datos y tablas explicativas de productos sometidos a mercado negro, en el trabajo de Manuel González Portilla, José María Garmendia Urdangarín. «Corrupción y mercado negro: nuevas formas de acumulación capitalista». En: Glicerio Sánchez Recio, Julio Tascón Fernández (eds.). Los empresarios de Franco. Política y Economía en España, 19361957: 237-260. Barcelona: Crítica / Universidad de Alicante, 2003. 59 [Farmacia Nueva]. «Autarquía y su alcance en España». Farmacia Nueva, 45: 5-9. Madrid, 1940. «Si la producción de que se trata merece el concepto racional, se ha de ir a ella aun cuando inicialmente los precios sean superiores. Y para que sea racional una fabricación en España hay tres fundamentos básicos: Primero, beneficiar materia prima española cuyo coste de explotación sea semejante o inferior a otras fuentes similares dentro del círculo autárquico; segundo, beneficiar materia prima española aun cuando su costo de producción sea superior a materias primas similares, pero que no existen en el círculo autárquico; tercero, beneficiar materias primas que aun existiendo en el círculo autárquico y más baratas, vayan destinadas a productos cuyo abastecimiento es imprescindible para garantizar la mínima salud ciudadana o la seguridad defensiva del Estado. Si la producción española merece el nombre de racional, por estar vinculada a alguna de estas características esenciales, poco puede importar el precio a que se produzca.» 167
Raúl Rodríguez Nozal
orden sanitario privando a la Sanidad española de algunos medicamentos que en forma de especialidades farmacéuticas vienen siendo de uso frecuente y necesario, sin que todavía la producción nacional haya podido suplirlas en el corto espacio posterior al Movimiento Nacional.60
Por todo ello, la Comisión Reguladora de Industrias Químicas trataría de compensar esta situación, sin perjudicar a los fabricantes españoles ni traicionar el espíritu autárquico. Excepcionalmente consiente la autorización de medicamentos extranjeros, solo «cuando por su importancia terapéutica e imposibilidad de fabricar sus similares en España o porque las necesidades sanitarias lo exijan, convenga adquirirlas en el extranjero», siempre con el informe favorable de la Dirección General de Sanidad y la conformidad del Ministerio de la Gobernación. Sin embargo, y como norma general, la inscripción en el registro español de medicamentos extranjeros queda prohibida. En el caso de aquellas ya registradas, que aún no se hubieran elaborado en España, podrían fabricarse siempre y cuando hubieran sido compradas por farmacéuticos españoles o por sociedades españolas que se dedicasen a esta línea empresarial; también cuando se hubieran cedido las licencias de explotación, marcas y patentes de estos productos a farmacéuticos o sociedades españolas.61 Los medicamentos extranjeros ya regis60 Decreto de 5-VI-1940 (BOE, 26-VI-1940). Luis Alarcón de la Lastra, ministro de Industria y Comercio, en una conferencia impartida en el Instituto de Estudios Políticos, anunció la apertura de industrias farmacéuticas en Madrid, Bilbao y Santander capaces de producir 5,5 millones de pesetas/oro anuales, lo que equilibraría los 13 millones de pesetas/oro invertidos entonces en productos procedentes de la importación; un derroche de optimismo y compromiso político: «Cuando estas industrias alcancen la plena producción, se evitará, pues, un 42 por 100 de las importaciones actuales, rebasándose esta cifra cuando se aplique la nueva legislación de estímulo e iniciativa privada» ([Farmacia Nueva]. «Hacia la Autarquía farmacéutica». Farmacia Nueva, 36: 21. Madrid, 1940). 61 Véase la nota anterior. Unos meses atrás ya había quedado restringida la importación y comercio de estupefacientes, a través de una disposición de la Dirección General de Sanidad, de 26-IX-1939 (BOE, 29-IX-1939), «Anulando las autorizaciones de importación, tráfico y venta de productos estupefacientes y especialidades farmacéuticas por ellas integradas concedidas por el Ministerio de Gobernación».
168
La industria farmacéutica autárquica
trados y elaborados en nuestro país deberían cumplir estos mismos requisitos, pero en el plazo máximo de un año62 —tres, en algunos casos debidamente autorizados—. En 1947 se publicaba una disposición oficial por la que se dividía a las materias primas de uso farmacéutico en tres grupos, según el siguiente orden de preferencia: 1) aquellas de «absoluta necesidad terapéutica y de las cuales no existan fabricación nacional», 2) las primeras materias «para las fábricas nacionales de síntesis de productos básicos con destino a abastecer los laboratorios de especialidades farmacéuticas o a suministrar productos intermedios a otras industrias del ramo o para su propio consumo» y 3) «Primeras materias para la elaboración de especialidades farmacéuticas o para suministrar a las farmacias las que no se fabriquen en España».63 Asimismo, se solicitaba a farmacias y laboratorios farmacéuticos que declararan las necesidades de materias primas que necesitaban importar y su capacidad productiva, en función del censo obrero disponible. Más control gubernamental aunque, en esta ocasión, aparentemente solo tuviera interés estadístico.64
Estudio cuantitativo de los laboratorios farmacéuticos registrados por la Organ ización Sindical Española durant e la autarquía (1939-1959) La importancia que, para la industria farmacéutica autárquica, tuvo el acceso a las materias primas, controladas por el Sindicato 62 Plazo que no se cumplió, dilatándose hasta cuatro años más (cf. Decreto de 30-V-1941. BOE, 7-VI-1941), «por el que se amplía por otro año más el plazo señalado para la elaboración e importación de especialidades farmacéuticas extranjeras»; similares a este fueron los decretos de 15-VI-1942 (BOE, 2-VII-1942), 27-VII-1943 (BOE, 5-VIII-1943) y 28-VII-1944 (BOE, 12-VIII-1944). 63 Orden de 24-VII-1947, por la que se regula la importación de materias primas e intermediarias para la industria farmacéutica (BOE, 3-VIII-1947); de ella se hizo eco la revista Ion, 7(73): 579-580. Madrid, 1947. 64 Orden de 24-VII-1947 (BOE, 3-VIII-1947).
169
Raúl Rodríguez Nozal
Vertical de Industrias Químicas, concede a esta serie documental —conservada en el Archivo General de la Administración— un extraordinario valor como fuente para el estudio de la industria farmacéutica española durante el franquismo.65 Sobre todo en el caso de los laboratorios independientes y colectivos, obligados al encuadramiento y al visto bueno del Sindicato en todo lo relativo a los cupos de materias primas. En el caso de los laboratorios anejos, una categoría suprimida en la Ley de Bases de Sanidad Nacional de 1944, es difícil saber si se encuadraron como laboratorios, en el Sindicato Vertical de Industrias Químicas, o como oficinas de farmacia y, por lo tanto, como actividad colegiada. En cualquier caso, siempre que necesitaron de materias primas sometidas a cupo y, de manera ineludible a partir de 1944, se declararían como laboratorios farmacéuticos y, consecuentemente, quedarían sometidos a la disciplina de la Organización Sindical. Si nos dejamos guiar por la información suministrada en esta colección documental, el Sindicato Vertical de Industrias Químicas fue el encargado de realizar la ‘ficha sindical’ de los laboratorios farmacéuticos, a través de un modelo de impreso-declaración, en el que se incluía información sobre la empresa (nombre, datos fundacionales, ubicación, capital social, personal directivo, etc.), su vinculación sanitaria (tipo de laboratorio, datos del registro sanitario, nombre del director técnico, etc.) y los productos fabricados (nombre de los medicamentos, propiedad de los mismos, marcas registradas, aplicaciones terapéuticas, formas de presentación, datos sobre consumo anual de materias primas, productos exportados, etc.). Cada expediente de encuadramiento, además de esta ‘Declaración Jurada Confidencial’, puede contener otras fichas sindicales, similares a la primera pero realizadas en años posteriores. También información y copia de documentación procedente de los registros industrial y sanitario; títulos de propiedad, compra-venta o modificaciones escriturales de la empresa; informes del Sindicato sobre 65
Raúl Rodríguez Nozal. Op. cit., nota 51. 170
La industria farmacéutica autárquica
la idoneidad para los cupos de materias primas solicitados;66 notificaciones al Sindicato, por parte de los laboratorios, de cambios de domicilio o cualquiera otra circunstancia reseñable; etc. El archivo del Sindicato Vertical de Industrias Químicas conserva 1.310 expedientes de encuadramiento, correspondientes a laboratorios farmacéuticos67 que solicitaron su afiliación entre 1940 —año en el que se inicia este procedimiento administrativo68— y 1959 —finalización del período autárquico para el consenso de los historiadores españoles—. Tal y como se aprecia en las gráficas 1 y 2, más de las tres cuartas partes de los laboratorios solicitan su encuadramiento entre 1940 y 1944, de manera más notoria —aproximadamente en el 58% de los casos— durante los años 1940 y 1942. La afluencia masiva de solicitudes en 1940 podría deberse a un deseo por no quedarse fuera de las nuevas reglas del juego impuestas por el estado franquista, por legalizar lo antes posible sus actividades; sin embargo, es probable que la maquinaria sindical aún no estuviera suficientemente madura como para afrontar un mecanismo burocrático de esta magnitud, de ahí el notable descenso de los encuadramientos en el año 1941 —véase la gráfica 1— y el llamativo aumento que se aprecia durante 1942, año que, para algunos historiadores,69 fue definitivo en este macro-proceso de regulación sindical; sin ir más lejos, casi un 68% de los laboratorios farmacéuticos españoles que solicitaron su encuadramiento, con anterioridad a los Planes de Desarrollo, lo hicieron entre 1940 y 1942. A partir de 1943, y hasta 66 El Sindicato visitaba e inspeccionaba los laboratorios, verificaba las instalaciones y el utillaje empleado y comprobaba la existencia de director técnico farmacéutico. Si todo estaba en orden, el Inspector Provincial informaba favorablemente respecto de posibles cupos de materias primas. 67 Archivo General de la Aministración (AGA), Sindicatos [(06) 26.37], legajos 34/14302 al 34/14317, 34/14344 al 34/14347, 34/14385 al 34/14397, 34/14663 y 34/14664. 68 La primera fecha de encuadramiento que nos consta para un laboratorio farmacéutico es el 18-I-1940, en concreto el expediente del laboratorio anejo Liesma, de Valladolid. No obstante, esta es la de la solicitud/declaración —al igual que todas las que manejamos en este estudio— y no la de aceptación por parte del Sindicato. 69 Père Ysàs. Op. cit., nota 41; la referencia en pág. 227.
171
Raúl Rodríguez Nozal
el final del período objeto de estudio, se aprecia una paulatina disminución en el número de solicitudes hasta llegar a una actividad residual durante los años 1956-1959. 450 394
Número de laboratorios farmacéuticos
400 351
350 300 250 200 150 123
100 76
50
46
35
29
42
33
21
28
23
13
14
10
12 7
7
0
Años
Gráfica 1. Laboratorios farmacéuticos (1940-1959): distribución por fecha de encuadramiento. 1200
Número de laboratorios farmacéuticos
1000
990 (77,34%)
800
600
400 160 (12,48%) 200 88 (6,86%)
44 (3,43%)
0 1940-1944
1945-1949
1950-1954
1955-1959
Intervalo temporal
Gráfica 2. Laboratorios farmacéuticos (1940-1959): distribución temporal de los encuadramientos. 172
9
9
La industria farmacéutica autárquica
Un 95% de los laboratorios farmacéuticos españoles sometidos a la Organización Sindical fueron fundados en el siglo xx (gráfica 3); de ellos, la mayor parte (más de un 60%) tuvieron su origen antes de que finalizara la Guerra Civil; mientras que algo más de un tercio se establecen durante el período autárquico.70 Un 85% de estas empresas son laboratorios de medicamentos de fabricación industrial, el resto responden a otra tipología (químico-farmacéuticos, biológicos, de plantas medicinales, etc.). Mientras que la mayor parte de los laboratorios de medicamentos se crean entre 1901 y 1939, estas otras industrias relacionadas experimentan un incremento notable durante el período 1940-1959 (gráfica 4).
Creados en el S. XIX: 61 (5%)
Creados en 19401960): 417 (34,23%)
Creados en 19011939: 740 (60,75%)
Gráfica 3. Fundación de los laboratorios farmacéuticos españoles.
70 De los 1.310 laboratorios con los que venimos trabajando, 92 no declaran fecha de creación; por lo tanto, la gráfica 3 está realizada sobre la base de 1.218 laboratorios.
173
Raúl Rodríguez Nozal 800 Laboratorios de medicamentos
684
Otros laboratorios
700
Número de laboratorios
600
500
400 313 300
200 103 100
57
49 12
0 Laboratorios creados en
el siglo xix
Laboratorios creados en
1901-1939
Laboratorios creados en 1940-1959
Gráfica 4. Fundación de los laboratorios farmacéuticos españoles.
Del centenar de empresas farmacéuticas, distintas de los laboratorios de medicamentos, creados durante la autarquía, casi la mitad eran de tipo químico-farmacéutico y una veintena biológicos; estos laboratorios experimentaron un auge notable durante la primera década autárquica (gráfica 5), lo que podría corresponder con el período de arranque en nuestro país —en sintonía con las políticas económicas trazadas por el aparato franquista— de la síntesis de materias primas, tanto químicas como biológicas, necesarias para la fabricación de medicamentos que, hasta entonces, se obtenían vía importación. Si tuviéramos en cuenta las actuales comunidades autónomas, el reparto de laboratorios por zonas geográficas no deja lugar a dudas (gráficas 6 y 7); un 70% se instalaron entre Cataluña (37,4%), Madrid (21%) y Andalucía (11,7%); el resto en la Comunidad Valenciana (8,6%), País Vasco (4,2%), Castilla-León (3,8%) y otros territorios (13,3%). El predominio catalano-madrileño también podría trasladarse al ámbito provincial; Barcelona y Madrid, por ese orden, fueron los territorios preferidos por la industria farmacéutica —con un 35,7% y un 21% de los 174
La industria farmacéutica autárquica
35 Laboratorios químico-farmacéuticos Laboratorios de productos biológicos
30
Número de laboratorios
25 20 15 10 5 0 1880-1900
1901-1910
1911-1920
1921-1930
1931-1940
1941-1950
1951-1959
Años
Gráfica 5. Creación de laboratorios químico-farmacéuticos y biológicos en España.
laboratorios, respectivamente—. No puede decirse que la industria del medicamento en la España autárquica fuera una actividad descentralizada; en ocho provincias (Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga, Guipúzcoa, Zaragoza y Pontevedra) se concentró el 81% de la actividad de este sector (gráfica 8). Algo parecido puede concluirse de la distribución de laboratorios en núcleos poblacionales; más del 80% se situó en las capitales de provincia, con Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza y Bilbao a la cabeza (gráfica 9).71 En cuanto a la tipología de las empresas sindicadas, el resultado no ofrece sorpresas; algo más de un 85% son laboratorios de medicamentos de fabricación industrial (fig. 11), confirmándose así el liderazgo de esta industria de bienes de consumo sobre las de materias primas. De los 1.121 laboratorios de medicamentos 71 En 19 poblaciones (Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Bilbao, Valladolid, Salamanca, San Sebastián, Granada, Palma de Mallorca, Pamplona, Vigo, Santander, Murcia, Hospitalet de Llobregat, Reus y Santiago de Compostela) se ubicaron prácticamente el 78% de los laboratorios farmacéuticos españoles (gráfica 10).
175
Raúl Rodríguez Nozal
600 490
Número de laboratorios
500
400 275
300
200
154 113
100 50
38 6
14
11
7
9
56
43 5
5
14
19
0
Gráfica 6. Laboratorios farmacéuticos (1940-1959): distribución por comunidades autónomas.
Andalucía 11,7%
Resto 13,3% Castilla y León 3,8% País Vasco 4,2%
Cataluña 37,4%
Madrid 21%
Valencia 8,6%
Gráfica 7. Laboratorios farmacéuticos (1940-1959): distribución por comunidades autónomas. 176
0
La industria farmacéutica autárquica 500
472
450 400
450 414
400
350
350
300
300
82
255
250
200
150
100 82
200 150 96
100
69
50 414
53 39 37
50 23 19 16 14 14 14 13 13 12 11 12
7
7
7
6
6
5
5
5
5
255
255
255
255
250 450 414
400
200
350
0
138
138
1
47 32 29
32 29
3
255
250
200
100 82 50
138
300
150
82
82
82
82
82
58
58 47
58 47 82
58 47 32 58
58 47 32
138
150
100
50
0
9
Gráfica 8. Provincias españolas con mayor número de laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
58
50
277
250
0
Número de laboratorios
255
300
414
400
Número de laboratorios
Número de laboratorios
414
450
Número de laboratorios
350
47
58 47 32 29 32
58 47 32 29
47 32 29
29
0
Capitales de provincia
Gráfica 9. Capitales de provincia con mayor número de laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
CapitalesCapitales de provincia Capitales de provincia Capitales de provincia Capitales de provincia Capitales de provincia Capitales de provincia Capitales de provincia de provincia
177
Raúl Rodríguez Nozal 450 414 400
Número de laboratorios
350 300 255 250 200 150 100
82 58
50
47
32
29 13
12
12
10
9
9
9
7
7
6
5
5
0
Gráfica 10. Poblaciones españolas con mayor número de laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
industriales, aproximadamente un 38% son anejos, el 25% independientes y algo más del 28% son laboratorios colectivos; del otro 8% no estamos seguros de su tipología (gráfica 12).72 Las 189 empresas restantes se reparten de la siguiente manera: 65 se dedican a la actividad químico-farmacéutica, 38 a los productos biológicos, 18 a la herboristería y los productos a granel, 14 a los productos sanitarios y ortopédicos, 14 a los veterinarios, 12 a la producción de cápsulas amiláceas y de gelatina, 11 a la alimentación y dietética, 9 a los análisis y 8 al material de laboratorio (gráfica 13). 73 72 También habría que tener en cuenta los cambios de laboratorio anejo a independiente, o de esta última tipología a colectivo, que experimentaron los laboratorios españoles con el paso del tiempo, en una tendencia que acabaría arrinconando la tradicional categoría de laboratorio anejo, tan importante en los inicios de la industria farmacéutica española. Sea como fuere, para realizar este estudio siempre hemos tenido en cuenta la primera fecha de solicitud de encuadramiento de cada laboratorio estudiado. 73 Esta separación, entre empresas dedicadas a la fabricación de medicamentos industriales y laboratorios farmacéuticos de otra índole, no resulta tan evidente. Algunos centros son partícipes de ambas actividades; en otras ocasiones no tenemos la certeza absoluta del tipo de actividad realizada; y también deberíamos tener en
178
La industria farmacéutica autárquica
Otros laboratorios: 189 (14,42%)
Laboratorios de medicamentos de fabricación industrial: 1.121 (85,57%)
Gráfica 11. Tipos de laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
Dudosos: 90 (8%)
Anejos: 430 (38,22%) Colectivos: 320 (28,44%)
Independientes: 285 (25,33%)
Gráfica 12. Laboratorios de medicamentos de fabricación industrial (1940-1959). cuenta que, probablemente, algunos laboratorios, en la frontera con la producción terapéutica, se encuadraran en otros grupos o secciones del Sindicato Vertical de Industrias Químicas. Por ello, entendemos que el número de empresas dedicadas a la actividad químico-farmacéutica, biológica o veterinaria podría ser algo mayor. 179
Raúl Rodríguez Nozal 70 65 60
Número de laboratorios
50 38
40
30 18
20 11 10
12 9
14
14
Productos sanitarios y ortopédicos
Veterinarios
8
0 Alimentación y Herboristería y dietética productos a granel
Análisis
Químicos
Productos biológicos
Cápsulas amiláceas y de gelatina
Material de laboratorio
Gráfica 13. Otros laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
El período álgido para los laboratorios anejos transcurre entre 1940 y 1944; en total 408 inscripciones en el Sindicato Vertical, prácticamente lo mismo que la suma de laboratorios independientes y colectivos para este período. Tras la publicación de la Ley de Bases de Sanidad, en 1944, en la que deja de contemplarse esta tipología de laboratorio anejo, la tendencia se invierte; entre 1945 y 1949 se inscriben 12 laboratorios anejos, 56 independientes y 51 colectivos; entre 1950 y 1954 lo hace 1 anejo, 24 independientes y 32 colectivos; finalmente, entre 1955 y 1959, se registran 4 laboratorios independientes, 16 colectivos y ningún anejo (gráfica 14). De los ya mencionados 1.121 laboratorios de medicamentos de fabricación industrial afiliados al Sindicato Vertical, nos constan datos relativos a productos comercializadas en todos los expedientes, excepto en 21. De esos 1.100 laboratorios, un 43% elaboraba menos de 5 productos, aproximadamente la cuarta parte preparaba entre 6 y 10, casi el 18% declaraba entre 11 y 20, un 13% entre 21 y 100 y, tan solo, un 0,6% de estas empresas fabricaban más de 101 medicamentos (gráfica 15). El número total de productos declarados en este registro supera los trece 180
La industria farmacéutica autárquica
450 408
Labs. anejos
Labs. independientes
Labs. colectivos
400
Número de laboratorios
350 300 250 214 200
196
150 100 56 50
51
32 24
12
1
0 1940-1944
1945-1949
0
1950-1954
4
16
1955-1959
Años
Gráfica 14. Laboratorios de medicamentos de fabricación industrial (1940-1959): distribución temporal.
500
473
450 400
Número de laboratorios
350 279
300 250
197
200
144
150 100 50
7 0 Entre 1 y 5
Entre 6 y 10
Entre 11 y 20
Entre 21 y 100
Entre 101 y 300
Número de médicamentos de fabricación industrial
Gráfica 15. Medicamentos de fabricación industrial comercializados por laboratorios españoles (1940-1959). 181
Raúl Rodríguez Nozal
Número de laboratorios / número de medicamentos relativo
500
473 (43%)
41,8%
Número de laboratorios
450 Número de medicamentos relativo
400 350
280 (25,3%)
300
22,3%
250 16,3%
200 150
197 (17,8%) 144 (13%)
10,3%
9,1%
100
7 (0,6%)
50 0 Entre 1 y 5
Entre 6 y 10
Entre 11 y 20
Entre 21 y 100
Entre 101 y 300
Número de medicamentos de fabricación industrial
Gráfica 16. Medicamentos de fabricación industrial comercializados por laboratorios españoles (1940-1959).
mil, lo que supone una media de algo más de 11 medicamentos por laboratorio. Sin embargo, el reparto es francamente desigual; mientras que un 43% de los laboratorios —los 473 que tienen entre 1 y 5 medicamentos autorizados— producen solo el 10,3% de estos productos, 7 laboratorios (el 0,6%) fabrican el 9,1%. Dicho de otra manera, más de dos terceras partes de los laboratorios elaboraban tan solo una cuarta parte de los medicamentos; en cambio, un 20% de estos establecimientos eran responsables de la mitad de los productos declarados durante el período objeto de estudio (gráfica 16). Además del número de medicamentos, en estas declaraciones censales existen otros parámetros que nos pueden ayudar a establecer la magnitud económica e industrial de cada laboratorio estudiado; por ejemplo, el capital social y el censo obrero declarado. Respecto al primer parámetro,74 puede concluirse en el mismo sentido que hemos comentado para el número de 74 No disponemos de datos relativos a capital social en 233 expedientes; por lo tanto, hemos realizado los cálculos a partir de 1.077 expedientes de encuadramiento.
182
La industria farmacéutica autárquica
medicamentos autorizados, es decir, que tres cuartas partes de los laboratorios españoles tienen baja capitalización —igual o inferior a medio millón de pesetas—; por el contrario, tan solo 94 laboratorios (algo menos del 9%) declaran capitales sociales iguales o superiores a dos millones de pesetas. Sin embargo, estas 94 industrias capitalizan casi el 72% de los recursos financieros del sector, mientras que 826 laboratorios (las ya mencionadas tres cuartas partes) solo son capaces de aportar el 11% del capital social total de la industria farmacéutica española durante la autarquía (gráfica 17). Una mirada a la gráfica 18 nos permite comprobar que, pese a ser minoría, los laboratorios químicos y biológicos de aplicación farmacéutica son empresas de elevada capitalización, mientras que los de medicamentos de fabricación industrial, salvo excepciones —solo 8 declaran entre 10 y 50 millones de pesetas—, tienden a manejar presupuestos más modestos.
Gráfica 17. Distribución del capital social de los laboratorios farmacéuticos (1940-1959). 183
Raúl Rodríguez Nozal
450
418
400 Laboratorios de medicamentos de fabricación industrial
Número de laboratorios
350
Otros laboratorios
298
300 250 200 150 100 63 50 8
7
67
57 16
15
61
49
18
0 Entre 10 y 50 millones
Entre 2 y 10 millones
Entre 1 y 2 millones
Entre medio y 1 Entre 100.000 y millón medio millón
Menos de 100.000
Capital social (pesetas)
Gráfica 18. Distribución del capital social de los laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
La media de trabajadores por laboratorio farmacéutico es algo menor de 15, aunque desigualmente repartidos; 29 empresas presentan plantillas de más de 101 trabajadores, 38 entre 51 y 100, 91 entre 26 y 50, 508 entre 6 y 25, y 458 menos de 6 empleados (gráfica 19). Por lo tanto, casi un 86% de los laboratorios declaran un censo obrero inferior a 26, y en ellos se concentra el 40% de los trabajadores de este sector; sin embargo, las 158 empresas restantes (un 12% del total de laboratorios)75 cuentan con el 60% del censo obrero de esta actividad industrial. En definitiva, predomina la mediana y pequeña empresa, escasamente capitalizada y con no excesiva mano de obra, si bien en las industrias más grandes es donde se ubica la mayor parte de los trabajadores y de los recursos financieros. Las gráficas 20 y 21 nos muestran la distribución de trabajadores, separando los empleados por laboratorios de medicamentos y aquellos dedicados a otras actividades farmacéuticas. En esta 75 El total de trabajadores declarados por las empresas farmacéuticas en sus afiliaciones sindicales asciende a la cifra de 18.949, repartidos entre 1.124 laboratorios, habida cuenta de que en los 186 restantes no constan datos relativos a censo obrero o este apartado tiene valor cero.
184
La industria farmacéutica autárquica
7000
6023
Número de laboratorios
6000
Número de trabajadores relativo
Número de laboratorios / número de trabajadores
5319
5000
4000 3266 2848
3000
2000 1493
1000 508
458 186
91
0
38
29
0 Sin datos y/o valor cero
Entre 1 y 5 trabajadores
Entre 6 y 25 trabajadores
Entre 26 y 50 trabajadores
Entre 51 y 100 trabajadores
Más de 101 trabajadores
Número de trabajadores
Gráfica 19. Distribución del censo obrero en los laboratorios farmacéuticos (1940-1959).
450 405
420
400
Número de laboratorios
350 300 250 200 164 150 100
75
50
32
25
Entre 51 y 100 trabajadores
Más de 101 trabajadores
0 Sin datos y/o valor cero
Entre 1 y 5 trabajadores
Entre 6 y 25 trabajadores
Entre 26 y 50 trabajadores
Número de trabajadores
Gráfica 20. Distribución del censo obrero en los laboratorios de medicamentos de fabricación industrial (1940-1959). 185
Raúl Rodríguez Nozal 100 88
90 80
Número de laboratorios
70 60
53
50 40 30 22
16
20
6
10
4
0 Sin datos y/o valor cero
Entre 1 y 5 trabajadores
Entre 6 y 25 trabajadores
Entre 26 y 50 trabajadores
Entre 51 y 100 trabajadores
Más de 101 trabajadores
Número de trabajadores
Gráfica 21. Distribución del censo obrero en otros laboratorios: químicos, biológicos, etc. (1940-1959).
ocasión, los resultados obtenidos son similares, y se aprecia la misma tendencia hacia laboratorios con una cantidad de trabajadores comprendida entre 6 y 25.
Conclusiones La mayor parte de los laboratorios farmacéuticos españoles que funcionaron durante la autarquía regularizaron su adscripción sindical con prontitud, durante los primeros años del franquismo. En realidad no había muchas opciones: o se solicitaba la inclusión en el Sindicato Vertical o se corría el riesgo de quedar fuera de las políticas de fiscalización económica impuestas desde el aparato falangista. Y, en este sentido, lo más importante eran las materias primas, imprescindibles para la fabricación de medicamentos; sin afiliación no había derecho a cupos. A pesar de que muchos empresarios y profesionales de la Farmacia pudieron aprovechar su afinidad ideológica con el régimen 186
La industria farmacéutica autárquica
franquista o, simplemente, se dejaron guiar por un cómodo vasallaje oportunista para abrir nuevos laboratorios farmacéuticos, la afiliación sindical nos muestra que los laboratorios creados con anterioridad a la Guerra Civil eran la mayoría, sobre todo los nacidos durante el primer tercio del siglo xx. Este tejido industrial, establecido durante el siglo xix y las primeras décadas del xx, es fiel reflejo del modo de industrialización farmacéutica de carácter mediterráneo; empresas donde se elaboraban medicamentos industriales, a menudo laboratorios anejos de escasa capitalización y poca mano de obra. A medida que nos acercamos a la década de 1950, estos planteamientos industriales empiezan a perder fuerza hasta buscar acomodo en los postulados industriales más cercanos a los defendidos por los países anglosajones y centroeuropeos, es decir, sociedades anónimas de elevada capitalización y mano de obra, laboratorios de materias primas y grandes emporios productores de medicamentos.76 Las empresas encuadradas en el Sindicato Vertical de Industrias Químicas, dentro del grupo de Productos Químico-Farmacéuticos, fueron mayoritariamente las de medicamentos de fabricación industrial; inicialmente eran laboratorios anejos, aunque irían progresivamente desapareciendo de este procedimiento registral y dando paso a los laboratorios independientes, donde el protagonismo empresarial aún era farmacéutico, y colectivos, no necesariamente financiados por capital o profesionales próximos a la farmacia. También hubo otras industrias, diferentes de las de fabricción de medicamentos, que se incluyeron en este grupo sindical; es el caso de las que elaboraban materias primas de origen químico o biológico, las de alimentación y dietética, las de herboristería y productos a granel, las de análisis, las de cápsulas amiláceas y de 76 En torno a la tipificación de los modelos mediterraneo y centroeuropeo de industrialización farmacéutica, véase Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal. «Innovation vs. tradition: the election of an european way toward pharmaceutical industrialisation, 19th-20th centuries». Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 76(4): 459-478. Madrid, 2010.
187
Raúl Rodríguez Nozal
gelatina para la preparación de medicamentos, las de material de laboratorio, las de productos sanitarios y ortopédicos y las de productos veterinarios. La información contenida en los expedientes de encuadramiento de los laboratorios farmacéuticos españoles en el Sindicato Vertical puede ayudarnos a evaluar la magnitud de las empresas sindicadas, de acuerdo con algunos parámetros como el número de medicamentos autorizados, el capital declarado y el censo obrero. En las empresas grandes estos identificadores eran bastante elevados, todo lo contrario que ocurría en el caso de los laboratorios anejos. De manera que, los laboratorios poderosos, escasos en número, tuvieron en sus manos el grueso de los productos comercializados, el capital disponible y la mayor parte de la mano de obra presente en este sector. En definitiva, predomina la mediana y pequeña empresa, con pocos productos comercializados, escasa capitalización y no excesiva mano de obra —menos de diez medicamentos comercializadas, capital social inferior a medio millón de pesetas y un número de obreros inferior a 26—. La mayor parte de los trabajadores, y de los recursos financieros y productivos del sector, estaban en una minoría de empresas. Durante el período objeto de estudio, la industria farmacéutica española se ubicó, de manera mayoritaria, en tres áreas geográficas: Cataluña, Madrid y Andalucía, por ese orden. En el ámbito provincial y local fueron Barcelona y Madrid las zonas que más laboratorios farmacéuticos albergaron —más de la mitad de los instalados en toda España—, situación que ha venido manteniéndose hasta nuestros días.
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Capítulo VI ALGUNAS NOTAS SOBRE EL MEDICAMENTO VETERINARIO EN ESPAÑA DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO* Alberto Gomis Universidad de Alcalá
Antecedentes. La ‘especialidad farmacéutica de uso veterinario’ en el Reglamento… de 1934 El Reglamento sobre elaboración y venta de especialidades farmacéuticas, desinfectantes y sueros y vacunas para ganadería, aprobado a instancia del Ministerio de Agricultura, por orden de 14 de mayo de 1934 (Gaceta de Madrid, 19-V-1934), en su capítulo primero, que dedica a los medicamentos de uso veterinario, considera como ‘especialidades farmacéuticas de uso veterinario’ los medicamentos de composición conocida, denominación propia y envase original precintado, destinados a la curación de las enfermedades de los animales (artículo 1º). Según el Reglamento… de 1934, para elaborar o poner a la venta específicos farmacológicos de aplicación veterinaria había que inscribirlos en la Dirección General de Ganadería —que dependía del Ministerio de Agricultura— y obtener la correspondiente autorización, que debían solicitar de la misma Dirección General, consignando el nombre del medicamento, su composición, propiedades curativas, nombre del farmacéutico director y el del laboratorio en que iban a prepararse (artículo 2º). Por primera vez, la autorización de los medicamentos de uso veterinario seguía cauces distintos a los que se requerían para los de uso humano, con los * Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación.
189
Alberto Gomis
que habían compartido registro en la Dirección General de Sanidad, desde la creación de este en 19191 y, a diferencia de lo que se señalaba en el Real Decreto de 9 de febrero de 1924 (Gaceta de Madrid,13-II-1924), por el que se aprobaba el Reglamento para la elaboración y venta de las especialidades farmacéuticas, se hacía distinción entre medicamentos de uso humano y de uso animal.2 A la luz del nuevo Reglamento… de 1934, para obtener el registro de un medicamento nacional de uso veterinario había que presentar, ante la Dirección General de Ganadería, el pertinente impreso, debidamente cumplimentado, que ella facilitaba. A dicha instancia había que acompañar una nota —muy concisa— detallando las formulas cualitativas completas y la cuantitativa de los elementos a que debiera su acción terapéutica el preparado, así como las consideraciones fundamentales que se creyeran convenientes y las razones que se habían tenido en cuenta para disponerlo en forma industrial. La instancia debía de ir acompañada de los modelos o pruebas de envolturas, etiquetas y prospectos que se pensaban utilizar y un recibo del Instituto de Biología Animal en el que constara que se habían entregado tres ejemplares de muestra del específico en cuestión. Los productos farmacológicos de uso veterinario que en el plazo de un mes, con posterioridad a la publicación del Reglamento… de 1934, no se hubieran registrado en la Dirección 1 El Real Decreto por el que se aprueba el Reglamento para la elaboración y venta de las especialidades farmacéuticas fue sancionado el 6 de marzo de 1919 (Gaceta de Madrid, 13-III-1919). En él se entendía por ‘especialidad farmacéutica’, «todo medicamento de composición conocida, distinguido con el nombre del autor o denominación convencional, dispuesto en envase uniforme y precintado para la venta en la farmacia de aquél y fuera de ella». El registro de sueros y vacunas dispuso, a los pocos meses, de normativa propia, el Real Decreto de 10 de octubre de 1919 (Gaceta de Madrid, 11-X-1919). Cf. Alberto Gomis. «El registro español de sueros y vacunas con anterioridad a la Guerra Civil». En: Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Esteban Moreno Toral (eds.). Simples y compuestos. El medicamento en la historia: 171-186. Madrid / Sevilla: Sociedad de Docentes Universitarios de Historia de la Farmacia de España, 2007. 2 Ángel Salvador Velasco. «Evolución del medicamento de uso animal en España». Información Veterinaria, [02/2007]: 27-30. Madrid, 2007.
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
General de Ganadería se decomisarían como clandestinos, como también se debían decomisar, en todo momento, los que no cumplieran en su presentación algunos de los requisitos consignados. Dentro de los transitorios del Reglamento… de 1934, el artículo 55 obligaba a los institutos y laboratorios preparadores de medicamentos, desinfectantes y productos biológicos de uso veterinario, autorizados por la Dirección General de Sanidad, a inscribirse en el plazo de un mes en el nuevo registro abierto en la Dirección General de Ganadería para poder seguir funcionando, sin que por la nueva inscripción tuvieran que abonar derecho alguno y sin más requisito que la presentación de la autorización que disfrutaban hasta ese momento. Los laboratorios fabricantes de medicamentos veterinarios al comienzo del franquismo. Desabastecimiento químico y unidad sindical
Al comienzo del franquismo seguía vigente la obligatoriedad de los institutos y laboratorios preparadores de medicamentos veterinarios de estar inscritos en la Dirección General de Ganadería, así como de registrar, en esa misma Dirección General, tales productos. Nos encontramos, entonces, con laboratorios farmacéuticos que fabricaban exclusivamente medicamentos veterinarios, pero también con laboratorios que fabricaban tanto medicamentos de uso humano como de uso veterinario. Son ejemplos de laboratorios exclusivamente veterinarios el Instituto Veterinario Nacional (IVEN), fundado en 1928 en Barcelona y que, en 1933, se trasladó a Madrid; y el Laboratorio M. Pino, fundado en 1927, que se registró en la Dirección General de Ganadería el día 16 de junio de 1934. A narrar su desarrollo histórico dedicamos las últimas páginas de este trabajo. Por su parte, el Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS), fundado en Madrid en 1919, constituye el mejor ejemplo de laboratorio farmacéutico que atendía la fabricación 191
Alberto Gomis
tanto de medicamentos de uso humano como de uso veterinario, además de haber sido, con gran diferencia, el laboratorio que registró en España un mayor número de sueros y vacunas hasta la Guerra Civil.3 Ornipestin, vacuna preventiva contra la peste aviar, es buen ejemplo de los medicamentos veterinarios preparados por IBYS. Mediante anuncios en la prensa especializada (figura 1), y la inserción de cuñas publicitarias en las principales emisoras radiofónicas, se preconizaba su empleo.
Figura 1. Anuncio de Ornipestin. Boletín de Zootecnia, 9(89). Córdoba, 1953.
Dos de los objetivos prioritarios del nuevo Régimen, el conseguir la autosuficiencia económica (autarquía) y el acabar con la libertad sindical que habían alcanzado los trabajadores en los años previos a la Guerra Civil, sacudieron de lleno al funcionamiento 3 Alberto Gomis. «El medicamento biológico: sueros y vacunas en España» En: Raúl Rodríguez Nozal, Antonio González Bueno (coords.). El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea: 225-256. Madrid: CERSA (cf. págs. 245-246).
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
interno de los laboratorios farmacéuticos españoles, así como a los demás centros de producción del país. Como consecuencia del aislamiento exterior y de la sustitución del libre mercado por la intervención del Estado en la economía, los laboratorios sufrieron el desabastecimiento de materias primas para la fabricación de los medicamentos, una situación que solo permitió la llegada ocasional de productos químicos desde los principales países productores, fundamentalmente desde Alemania. Por otro lado, el empeño que puso el Régimen en eliminar todo aquello que recordara la legalidad anterior, se tornó en una persecución feroz contra la libertad sindical. Trabajadores y empresarios fueron obligados a agruparse en sindicatos por sectores o ramas de actividad económica, los llamados Sindicatos Verticales, cada uno de los cuales se integraban en una estructura única para España que recibía la denominación de Organización Sindical Española. Para tal fin se dictaron la Ley de Unidad Sindical de 26 de enero de 1940 (BOE, 31-I-1940) y la Ley de Bases de la Organización Sindical de 6 de diciembre de 1940 (BOE, 7-XII-1940). Según la primera, la Organización Sindical de la FET y de las JONS era la única reconocida por el Estado. Por la segunda, la comunidad de productores se articulaba en dos órdenes fundamentales de organismos: las Centrales Nacional-Sindicalistas y los Sindicatos Nacionales. El Régimen presentaba los Sindicatos Verticales como una manifestación de la superación de la lucha de clases. Cada uno de ellos, según el sector, cuidaba del encuadramiento obligatorio de los empresarios y de los trabajadores que formaban parte del mismo. De este modo, la tutela de la industria farmacéutica recayó en el Sindicato Vertical de Industrias Químicas. La meticulosidad con que, en la España autárquica, se llevó a cabo el encuadramiento —la ‘declaración censal’— de las empresas farmacéuticas ante el Sindicato Vertical de Industrias Químicas, nos permite conocer hoy en día, con bastante detalle, la extensión que tenía la industria farmacéutica en ese momento. Según señala 193
Alberto Gomis
Raúl Rodríguez Nozal, que ha estudiado con detalle la colección documental del Sindicato, la afiliación de los laboratorios al mismo fue, en la práctica, algo obligatorio, tal vez con la excepción de algún laboratorio anejo, que pudiera no haberlo hecho, por entender que era una simple extensión de la farmacia.4 La ‘ficha sindical’, que en un principio se denominó ‘declaración jurada confidencial, y, a partir de los años cincuenta, ‘encuadramiento sindical’, recogía información sobre la identificación empresarial, entre ellos el número y la fecha de encuadramiento; la identificación sanitaria, significando —entre otros aspectos— si el laboratorio era colectivo, individual, anejo, etc.; los productos que fabricaba; el censo obrero detallado, diferenciando entre hombres y mujeres y otros datos.5
La ‘especialidad farmacéutica de uso veterinario’ en la Ley de Bases de Sanidad Nacional de 1944 Además del Reglamento… de 1934, que comentábamos en las primeras líneas del trabajo, a comienzo del franquismo aún continuaba vigente la Ley de Sanidad de 1855 (Gaceta de Madrid, 7-XII1855). Transcurridas más de ocho décadas desde que se promulgara esta ley, resultaba evidente que la ordenación jurídica de los servicios sanitarios adolecía de muchas deficiencias y de ahí que, de conformidad con la propuesta por las Cortes Españolas, y en sintonía con las ideas gubernativas del momento, se promulgase
4 Raúl Rodríguez Nozal. «El Archivo del Sindicato Vertical de Industrias Químicas como fuente para el estudio de la industria farmacéutica durante el franquismo». En: José María Urkia (ed.). XI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. II Encuentro Internacional EuropeoAmericano: 113-122. Sevilla: SEHCYT / Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 2012. 5 Los distintos contenidos de la ‘ficha sindical’ se recogen, con extensión, en Raúl Rodríguez Nozal. Op. cit., nota 4 (cf. págs. 117-118).
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
la Ley de Bases de Sanidad Nacional de 25 de noviembre de 1944 (BOE, 26-XI-1944). Con objeto de dar unidad a los servicios sanitarios, el legislador puso bajo el mando sanitario a todas aquellas actividades que tuvieran tal carácter, estableciendo la coordinación con los servicios que dependían de los distintos Ministerios, sin olvidar la continuidad en los esfuerzos sanitarios estatales, provinciales, municipales y aun privados. Se mantenía la Jefatura única en cada provincia, insistiendo en que «la Sanidad es única y que ninguna de sus actividades puede ni debe ser desarticulada». La base decimosexta de la ley es la que desarrollaba los servicios farmacéuticos, estos quedaban integrados por los propios del Estado, la Provincia y el Municipio, además de las actividades sanitarias que formaban el ejercicio libre de la farmacia. En su párrafo quinto entendía por medicamento las sustancias simples o compuestas preparadas y dispuestas para su uso medicinal inmediato, tanto si procedían del reino mineral, vegetal o animal, como si se trataba de agentes biológicos o productos sintéticos, ya estuviesen destinados a la medicina humana o a la veterinaria. Y en el párrafo trece establecía que las ‘especialidades farmacéuticas’ de uso veterinario debían ser registradas en la Dirección General de Sanidad, sin perjuicio —señalaba— de las disposiciones del Ministerio de Agricultura que regularan esta materia. Poco más adelante se aclaraba que los registros de medicamentos industriales —las ‘especialidades farmacéuticas’— se considerarían temporales y revisables, tanto si eran nacionales como extranjeros, y que la venta al público de estos medicamentos se realizaría exclusivamente en las oficinas de farmacia, siendo obligada la dispensación con receta del facultativo en los casos fijados por la Dirección General de Sanidad, que era, además, quien fijaba su precio.
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La orden de 18 de mayo de 1956 sobre elaboración, venta y revisión de precios de los productos bio-farmacológicos de uso veterinario
El Ministerio de Agricultura, apoyándose en la base decimosexta de la Ley de Bases de Sanidad de 1944, ‘en interés a la conservación y fomento de la ganadería’, al tiempo que de los propios laboratorios fabricantes productores, dictó el 18 de mayo de 1956 una orden sobre elaboración, venta y revisión de precios de los productos bio-farmacológicos de uso veterinario (BOE, 30-V-1956) encaminada a que el precio de estos medicamentos se ajustara a un escandallo cuyas partidas se sometieran a aprobación del propio Ministerio, con previo informe de una Junta designada al efecto; así como que permitiera que las cooperativas de ganaderos y organismos sociales pudieran actuar como almacenistas, comprando directamente a los laboratorios productores y distribuyendo los productos terapéuticos entre los ganaderos asociados. Nueve puntos desarrollaban el contenido de la orden, de los que nos interesa destacar aquí el primero, en el que se señalaba que los productos biológicos y farmacológicos de aplicación exclusiva a la ganadería podrían expenderse al público, bajo la prescripción facultativa, en todas las farmacias y en los laboratorios productores o en las sucursales de estos; y el punto tercero, en el que se reconocía a las organizaciones sindicales y a las cooperativas ganaderas el derecho a adquirir de los laboratorios fabricantes estos productos con destino a su redistribución entre sus asociados. La orden establecía cómo calcular el precio de los productos cuando la venta la realizaba el laboratorio preparador o sucursal, a los que se permitía modificar los envases con objeto de contener un número notoriamente superior de unidades, mientras que señalaba que si la expedición se hacía en una farmacia debían cobrarse los márgenes autorizados.
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
Y, con respecto al registro de medicamentos de aplicación exclusiva a la ganadería, los propietarios o gerentes de los laboratorios debían acompañar a la solicitud correspondiente un estudio económico sobre el precio de venta al público de sus productos. La aprobación final de los precios correspondía al Ministerio de Agricultura, previo informe de una Junta presidida por el director general de Ganadería y de la que formaban parte, además, un representante de la Inspección General de Farmacia, otro del Consejo General de Colegios Oficiales de Veterinarios, otro de los laboratorios preparadores, otro del Sindicato de Industrias Químicas, el jefe de la Sección de Contratación del Patronato de Biología Animal y el jefe de la Sección segunda de la Dirección General de Ganadería, que era quien debía actuar como secretario de la Junta.
Polémica suscitada tras la publicación de la orden de 18 de mayo de 1956 Las posibilidades que otorgaba la orden de 18 de mayo de 1956 a los laboratorios productores, sus sucursales, así como a las organizaciones sindicales, de poder comercializar los medicamentos para la ganadería, suscitó la inmediata protesta de los farmacéuticos. Protesta canalizada, mayoritariamente, a través de sus Colegios oficiales. Así, el día 4 de junio, tan sólo cinco días después de publicarse la orden, el jefe de la Secretaría Política, José López Ruiz, transmite al jefe del Sindicato Nacional de Industrias Químicas la recepción de diversos telegramas de los Colegios Farmacéuticos de Valencia, Logroño, Soria y Córdoba en los que constaba la protesta, transcribiéndole el del último de los Colegios apuntados.6 6 Escrito del jefe de la Secretaría Política [José López Ruiz] al ‘camarada’ jefe del Sindicato Nacional de Industrias Químicas, 4 de junio de 1956 (Archivo General de la Administración [AGA], signatura: (09) 51/19089).
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Presidía en esos momentos el Sindicato Vertical de Industrias Químicas el farmacéutico Alberto García Ortiz quien, a la semana siguiente, en la respuesta al jefe de la Secretaría Política, incluye un pormenorizado informe de la situación, si bien le advierte que no lo hace como jefe nacional del Sindicato de Industrias Químicas, «ya que este problema no afecta a este Sindicato en lo relacionado con la profesión farmacéutica», sino que le informa «de manera confidencial como Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos».7 Alberto García Ortiz era, además, vocal del Consejo Nacional de Sanidad y, hasta hacía poco más de tres meses, había sido inspector nacional de la Vieja Guardia de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.8 En el informe de Alberto García Ortiz se califica la orden de 18 de mayo de 1956 como una de las más graves que sobre el ‘fuero farmacéutico’ se habían dictado, lo que explicaba, a su juicio, la polvorera, mezclada con disgusto, que había levantado —y cabía esperar que siguiera levantando— entre los farmacéuticos. Completa el informe una relación de decretos y órdenes en donde aparecían recogidas las disposiciones reguladoras de las materias objeto de la polémica. A la vista de este informe, José López Ruiz se dirigió, el 9 de julio de este 1956, al delegado nacional de Justicia y Derecho, acompañándole dicho documento, con el fin de que, si lo estimaba conveniente, propusiera al ministro secretario general, o a quien correspondiese, la defensa del ‘fuero farmacéutico’.9 7 Escrito de Alberto García Ortiz (Sindicato Vertical de Industrias Químicas) al ‘camarada’ José López Ruiz, Jefe de la Secretaría Política, 12 de junio de 1956 [AGA, signatura: (09) 51/19089]. 8 El nombramiento de Alberto García Ortiz como vocal del Consejo Nacional de Sanidad tuvo lugar por decreto de 9 de marzo de 1952 (BOE, 27-III-1952) y el cese como inspector nacional de la Vieja Guardia de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en decreto de 2 de marzo de 1952 (BOE, 15-III-1952). Una breve necrológica suya, en la que se omiten estos cargos, en María del Carmen Francés Causapé. «Necrológica. [Alberto García Ortiz]». Anales de la Real Academia de Farmacia, 71(1): 266. Madrid, 2005. 9 Escrito del jefe de la Secretaría Política [José López Ruiz] al ‘camarada’ delegado nacional de Justicia y Derecho, 9 de julio de 1956 [AGA, signatura: (09) 51/19089].
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
La opinión del delegado nacional de Justicia y Derecho se demoró bastante, casi un año. El día 28 de junio de 1957, Joaquín Reguera Sevilla, que ostentaba en esa fecha el cargo de delegado nacional de Justicia y Derecho de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, en escrito oficiado al vicesecretario general del Movimiento, hacía constar la abierta y clara contradicción entre la orden de 18 de mayo de 1956 y la Ley de Bases de Sanidad de 1944.10 La expresada contradicción, y la preocupación del presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, se elevó al ministro de Agricultura, Cirilo Cánovas García, el día 2 de agosto de 1957. En la exposición, luego de insistir en la contradicción, se señalaba que al ser la orden ministerial de rango juridico inferior a la Ley de Bases de Sanidad, era lógico que fuera esta última la que se aplicase y prevaleciera.11 Pero lo cierto es que el tiempo fue transcurriendo sin que se diera satisfacción al colectivo farmacéutico.
Registro y dispensación de los medicamentos veterinarios durante el primer franquismo
A la vista de lo ya expuesto, es posible colegir que, en la fabricación y registro de los medicamentos veterinarios, durante el primer franquismo, participaron tanto laboratorios dedicados exclusivamente a la fabricación de estos, como aquellos que fabricaban también medicamentos para uso humano, y cómo su dispensación se llevó a cabo en farmacias, pero también a través 10 Escrito del delegado nacional de Justicia y Derecho de la Falange Española y de las JONS [Joaquín Reguera Sevilla] al ‘camarada’ vicesecretario general del Movimiento, 28 de junio de 1957 [AGA, signatura: (09) 51/19089]. 11 Escrito del jefe del Sindicato Nacional de Industrias Químicas a Cirilo Cánovas García [ministro de Agricultura], relativo a la orden del Ministerio de Agricultura de 18 de mayo, 2 de agosto de 1957 [AGA, signatura: (09) 51/19089].
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de los laboratorios preparadores, sus sucursales, las organizaciones sindicales y las cooperativas ganaderas. En algunas ocasiones, los laboratorios también mostraron una actitud decidida en pos de la mejor formación profesional, para lo que editaron publicaciones específicas, caso de Productos Neosan S.A. que, además de elaborar medicamentos de gran demanda, como Efedrina (c) al 2%, editó a lo largo de varios años la revista Noticias Neosán y una serie de monografías dedicadas a los temas de mayor actualidad en cada momento, además de convocar concursos científicos periódicos. Durante los años autárquicos se fueron fundando laboratorios exclusivamente fabricantes de medicamentos de uso veterinario, alguno de los cuales, con el tiempo, alcanzaron una gran proyección, caso de los Laboratorios Ovejero S.A., creados y dirigidos por el veterinario Santos Ovejero del Agua (1906-1983) y que tuvieron su origen en una sociedad cacereña denominada Vibahirmón. El 12 de junio de 1948 se firmó, en León, la escritura fundacional como industria autorizada y registrada para la fabricación de medicamentos veterinarios, sueros y vacunas con destino a la ganadería. Contaba, en ese momento, con una plantilla de nueve trabajadores y una maquinaria escasa, que se reducía a dos autoclaves, tres estufas de cultivo, una centrifugadora, un galvanómetro, una balanza y material de laboratorio que, meses antes, había llegado a León en cinco paquetes que se habían remitido desde Cáceres.12 En la ficha de encuadramiento, que se cumplimenta el 15 de noviembre de 1948, consta como fecha de fundación el 1 de julio de 1948; le correspondió el número 98 del registro de laboratorios de la Dirección General de Ganadería. Tres años antes, concretamente el 4 de julio de 1945, se había fundado, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, el Laboratorio Akiba S.A. que comercializó productos veterina12 Guillermo Suárez Fernández y Elías F. Rodríguez Ferri. «Santos Ovejero del Agua (1906-1983)». En: Francisco Dehesa Santisteban et al. (dirs.). Semblanzas Veterinarias, volumen III: 183-216. Bilbao: Consejo General de Colegios Veterinarios de España, 2011 (cf. pág. 194).
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rios, tanto dietéticos, como farmacológicos, entre estos últimos Vacalbin, para tratar las enfermedades infecciosas de las ubres del ganado. Entre los laboratorios que iniciaron su andadura en los primeros años del franquismo, y que atendían por igual la fabricación de medicamentos para uso humano que para uso veterinario, nos interesa destacar a Laboratorios Españoles Zeltia S.A., fundado el 3 de agosto de 1939 en Porriño (Pontevedra), con ficha de encuadramiento de 14 de marzo de 1941, donde también se hace constar que su capital social era de 4.000.000 de pesetas y que el director técnico era el doctor en Ciencias Químicas Fernando Calvet Prats. Recordemos, entre sus medicamentos de uso veterinario, los supositorios Zoopulmol y el inyectable Zooglucon. Conforme fueron pasando los años, los controles a la importación de productos extranjeros se atenuaron, de modo que en los años cincuenta del siglo xx ya encontramos, en la prensa profesional veterinaria, anuncios de laboratorios extranjeros cuyas especialidades se distribuían en España, es el caso de los laboratorios estadounidenses Lederle (Lederle Laboratorios, Division American Cyanamid Company), cuya distribución exclusiva para España, Marruecos y Colonias anunciaba Laboratorios Reunidos S.A. (figura 2).13
13 Los Lederle Antitoxin Laboratories fueron fundados en 1906 por Ernst Lederle. El anuncio al que hacemos referencia se insertó en el Boletín de Zootecnia, 6(58), publicado con fecha 1 de junio de 1950.
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Figura 2. Anuncio de Lederle Laboratorios. Boletín de Zootecnia, 6(58). Córdoba, 1950.
A título de ejemplo: el Laboratorio M. Pino Fundación y medicamentos registrados antes de la Guerra Civil A título de ejemplo vamos a exponer, en las últimas páginas de nuestro trabajo, el devenir histórico de uno de los laboratorios españoles, el Laboratorio M. Pino, que tuvo una mayor presencia en la fabricación de medicamentos de uso veterinario, no solo en la época que estamos considerando, sino también antes de la 202
El medicamento veterinario durante el primer franquismo
Guerra Civil, y que hoy en día, ochenta y cinco años después de su fundación, tiene su continuidad en los Laboratorios Pino S.A., establecidos en la localidad cántabra de San Salvador (Carretera Santander-Bilbao n.º 2). La fundación del Laboratorio M. Pino se debe al veterinario militar Manuel Pino Calderón. El día 16 de marzo de 1927, ante el Departamento de Servicios Farmacéuticos de la Dirección General de Sanidad, se satisfacen los derechos de registro y autorización por Francisco Guardo y Fernández, cuya denominación se hace constar como ‘E.M.P.’ y al que le corresponde el número 980 (figura 3).14 El fundador del laboratorio, Manuel Pino Calderón, era natural de Villanueva de la Serena (Badajoz). Tras cursar Veterinaria ingresó en el Ejército. Siendo veterinario segundo, en 1919, contrajo matrimonio con Flora Salgado Casillas, y ostentando el cargo de veterinario primero fue recibido por el rey Alfonso XIII, en audiencia militar, el 11 de marzo de 1931. Se retiró como comandante veterinario; falleció en Madrid el 15 de febrero de 1967.15 Por su parte, Francisco Guardo Fernández, quien fuera el primer director técnico del laboratorio, había nacido en Villar de Arnedo (Logroño) en 1880; fue graduado en Farmacia, por la Universidad de Madrid, el 30 de julio de 1902. Estuvo establecido, con farmacia abierta, en Madrid,16 y desempeñó durante algún tiempo el cargo de secretario del Colegio de Farmacéuticos de Madrid; falleció en Madrid en 1940.17 14 Agradezco a Manuel Pino García, nieto del fundador y director general de Laboratorios Pino S.A. y a su esposa, Sara Gómez-Cuétara, directora técnica de Laboratorios Pino S.A., la información histórica que me han remitido, entre la que se encuentra la copia del resguardo de haber satisfecho los pagos al Estado por los derechos de registro, el 16 de marzo de 1927. 15 La Semana Veterinaria, 3(22) [31-V-1919]: 173. Madrid, 1919; ABC, [12-III1931]: 34. Madrid, 1931 y ABC, [13-II-1969]: 98. Madrid, 1969. 16 Señala Rafael Roldán Guerrero («Guardo Fernández (Francisco)». En: Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, 2: 549. Madrid: IMPHOE, 1975) que Francisco Guardo ejerció en Madrid desde 1918; sin embargo, ya en 1911 estaba asentado en la farmacia de la calle Arenal, número 11 (cf. Boletín Oficial de la provincia de Madrid, 201 [24-VIII-1911]: 4). 17 Rafael Roldán Guerrero. Op. cit., nota 16.
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Figura 3. Resguardo de haber satisfecho los pagos al Estado para el registro del Laboratorio M. Pino (E.M.P.) ante la Dirección General de Sanidad (16 de marzo de 1927) [cortesía de Laboratorios Pino S.A.].
En la misma fecha fundacional, del 16 de marzo de 1927, se registraron las primeras cuatro ‘especialidades’ o, más bien, tres medicamentos individualizados (una emulsión, una pomada y una forma líquida) y un grupo de diez inyectables esterilizados. En la tabla 1 se recogen cuáles fueron estos medicamentos, así como los otros cinco productos que registra el Laboratorio M. Pino ese mismo año, los ocho del año siguiente y el único que registra en 1931. En todas ellas figura Francisco Fernández Guardó como director técnico.18 18 Subsecretaría de Sanidad y Beneficencia. Sección de Farmacia. Índice alfabético de los registros sanitarios efectuados hasta el 30-VI-1935. Madrid: Ministerio de Trabajo, Justicia y Sanidad, 1936.
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo Tabla 1. Medicamentos de fabricación industrial registrados por el Laboratorio M. Pino (1927-1931). Medicamento
Forma farmacéutica
Fecha
Número
Embrocación española M. Pino
Emulsión
16/03/1927
8.832
Pomada epispástica resolutiva Pino
Pomada
16/03/1927
8.833
Verminol
Líquida
16/03/1927
8.834
Inyectable
16/03/1927
8.835,01
Inyectable
16/03/1927
8.835,02
Inyectable
16/03/1927
8.835,03
Inyectable
16/03/1927
8.835,04
Inyectable
16/03/1927
8.835,05
Inyectable
16/03/1927
8.835,06
Inyectable
16/03/1927
8.835,07
Inyectable
16/03/1927
8.835,08
Inyectable
16/03/1927
8.835,09
Inyectable
16/03/1927
8.835,10
Pulmobronquiol
Polvo
21/03/1927
8.843
Eucalpine Pino
Ampollas
21/03/1927
8.844
Arsenofer-Pino
Polvo
21/03/1927
8.845
Magna-Fricción antirreumática
Líquida
16/04/1927
8.956
Inyectables esterilizados M. Pino: arseniato de sodio Inyectables esterilizados M. Pino: bromuro de arecolina Inyectables esterilizados M. Pino: cafeína Inyectables esterilizados M. Pino: cacodilato de sodio Inyectables esterilizados M. Pino: clorhidrato de cocaína y adrenalina Inyectables esterilizados M. Pino: fosfato de codeína Inyectables esterilizados M. Pino: sulfato de eserina Inyectables esterilizados M. Pino: clorhidrato de morfina Inyectables esterilizados M. Pino: clorhidrato de pilocarpina Inyectables esterilizados M. Pino: clorhidrato de quinina
205
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Amaya
Pomada
06/05/1927
9.023
Zopurgalina
Pastillas
31/05/1928
10.051
Anticólico M. Pino
Elixir
31/03/1928
10.052
Antifermentolina
Líquida
31/03/1928
10.053
Salitinol M. Pino
Polvo
30/08/1928
10.757
Rumiol M. Pino
Polvo
25/10/1928
10.922
Pomada oftálmica Arolf
Pomada
13/11/1928
11.004
Vesicante M. Pino
Líquida
13/11/1928
11.005
Solución Arolf
Líquida
13/11/1928
11.007
Distolina
Cápsulas
14/08/1931
13.926
Tras la obligación, señalada por el Reglamento… de 1934, de que los laboratorios preparadores de medicamentos veterinarios se registrasen en la Dirección General de Ganadería, en el plazo de un mes, esto es, entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 1934, el Laboratorio de E.M.P. (M. Pino) lo hizo el día 16 de junio, quedando inscrito con el número 11 en dicho registro, dependiente del Ministerio de Agricultura. Como este mismo plazo, de un mes, se señalaba para el registro de los medicamentos de uso veterinario en la Dirección General de Ganadería, el Laboratorio M. Pino cumplió con dicho requisito, lo que explica la desaparición del número de registro de la Dirección General de Sanidad en los medicamentos que fabricaba hasta ese momento y su sustitución por el nuevo número que le otorgaba el registro de la Dirección General de Ganadería. De ahí que, con el 206
El medicamento veterinario durante el primer franquismo
número de registro 426 de la Dirección General de Ganadería, se registre la Pomada epispástica resolutiva Pino, que tenía el número 8.833 en la Dirección General de Sanidad; los Inyectables esterilizados M. Pino pasaron a tener el 419, cuando antes les correspondía el 8.835 y el Anticólico M. Pino, ahora el 420, antes el 10.052.
El Laboratorio M. Pino y sus medicamentos durante el primer franquismo Como señalamos en su momento, con el nuevo régimen franquista los laboratorios farmacéuticos españoles se vieron obligados al ‘encuadramiento’, o ‘declaración censal’, ante el Sindicato Vertical de Industrias Químicas. El Laboratorio M. Pino cumplimentó la ficha correspondiente el día 12 de diciembre de 1942. En ella hizo constar que estaba domiciliado en el número 3 de la madrileña calle Fomento; su capital ascendía a 25.000 pesetas, contaba con dos trabajadores (un director técnico —en esos momentos lo era Juan J. Cabrerizo— y una persona especializada, de la que señala era mujer) y que tenía registradas dieciocho medicamentos veterinarios.19 Manuel Pino Calderón continuó con la propiedad del Laboratorio hasta su fallecimiento, que ya hemos señalado acaeció el día 15 de febrero de 1967, mientras que dos farmacéuticos van a ser sus directores técnicos en los años que estamos considerando: Juan José Cabrerizo desempeñó la dirección hasta ca. 1952; le sucedió Francisco Pino Salgado, hijo del fundador quien, a partir de 1967, también ostentaría la propiedad.20 19 «Expediente Laboratorio M. Pino (134)». En: [Sindicatos] Expedientes Laboratorios farmacéuticos de Madrid [Expedientes 131 a 194]. (AGA, signatura: (06) 34/14315). 20 En 1989 sucedería a Francisco Pino Salgado su hijo, Manuel Pino García, quien, en la actualidad [2012], sigue desempeñando la dirección general de la empresa; tras denominarse Sanavet S.A., ahora emplea el rótulo de Laboratorios Pino S.A.
207
Alberto Gomis
Una buena representación de los medicamentos que el Laboratorio M. Pino fabricaba durante el primer franquismo la encontramos en la «Colección de medicamentos de fabricación industrial del Seminario de Historia de la Farmacia de la Universidad de Alcalá» (figura 4), donde los medicamentos veterinarios de aquella época cobran un gran protagonismo.21 Como en aquella época no se indicaba ni la fecha de fabricación, ni la de caducidad, para la datación de las diferentes unidades nos servimos de la información que figura tanto en el cartonaje (director técnico y precio, fundamentalmente), como en el prospecto y en los timbres (valor total de los mismos y época de vigencia). Un primer examen de los treinta productos del Laboratorio M. Pino catalogados nos permite distribuirlos en dos bloques. En el primero, representado por nueve unidades, figura como director técnico J. J. Cabrerizo, las datamos entre 1945 y 1952, entre ellas Pomada Epipástica Resolutiva M. Pino y varios Inyectables esterilizados M. Pino (arecolina, ergotina). En el segundo, en el que F. Pino figura como director, totalizamos veintiuna unidades, que debieron fabricarse con posterioridad a 1952; corresponden al Anticólico M. Pino veterinaria y diversos Inyectables esterilizados M. Pino (aceite alcanforado 30%, adrenalina, cafeina, ergotina, morfina, veratina). En el cartonaje de la mayoría de los medicamentos, ya sea uno u otro el director que figura, está adherida la etiqueta de la ‘Farmacia de Mª del Carmen Cano Vázquez’, establecida en el municipio Santa Olalla (Toledo), lo que viene a probar que estos medicamentos se comercializaron a través de dicha oficina.
21 Antonio González Bueno, Alfredo Baratas Díaz. «Colección de medicamentos de fabricación industrial del Seminario de Historia de la Farmacia». En: El patrimonio de Minerva. Museos y colecciones histórico-científicas de las Universidades madrileñas: 246-249. Madrid: Comunidad de Madrid, 2007.
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El medicamento veterinario durante el primer franquismo
Figura 4. Algunas de las especialidades farmacéuticas del Laboratorio M. Pino, fabricadas en los primeros años del franquismo, que se conservan en la «Colección de medicamentos de fabricación industrial del Seminario de Historia de la Farmacia de la Universidad de Alcalá».
Cercano y oscuro Desde el punto de vista histórico, el primer franquismo es un período relativamente cercano a nuestros días. Pese a esta cercanía, hay muchos aspectos que resultan oscuros, aspectos que solo podrán desentrañarse con un estudio riguroso y amplio de toda la documentación que se generó en la época. De ahí que hayamos introducido en el título de nuestro trabajo la expresión «Algunas notas», pues esperamos seguir afrontando, en los próximos años, el estudio del medicamento veterinario en la España autárquica de manera más amplia.
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Patentes de sulfamidas en España (1938-1963)
Capítulo VII ENTRE EL ORIGINAL Y LA COPIA: LAS PATENTES DE SULFAMIDAS EN ESPAÑA (1938-1963)* Antonio González Bueno Universidad Complutense de Madrid Raúl Rodríguez Nozal Universidad de Alcalá Carlos Pérez Teijón Universidad Complutense de Madrid
Introducción Las primeras investigaciones relacionadas con la síntesis de sulfamidas se remontan a los comienzos del siglo xx, cuando el químico vienés Paul Gelmo (1879-1961), que desarrolló su trabajo en el Laboratorium für chemische Technologie organischer Stoffe, preparó en 1908 —basándose en la reacción de Hinsberg, muy utilizada para la caracterización de aminas— una amida del ácido sulfanílico cuya utilidad primigenia fue la de colorante para bacterias. Sus trabajos se entroncan dentro de un amplio programa de investigación, desarrollado en la primera década de 1900, bajo la orientación de Heinrich Hörlein (1882-1954), director de investigaciones farmacéuticas de la I.G. Farben; dentro de él se prepararon un amplio conjunto de colorantes azoicos con grupos sulfonamidos; estos, empleados con éxito como mordientes en tintorería —debido a su gran resistencia al agua y a la luz, por su íntima penetración en las fibras de los tejidos—, no produjeron productos terapéuticamente útiles. Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. *
211
Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos Pérez Teijón
La actividad antimicrobiana de los colorantes azo fue probada, in vitro, por Philipp Eisenberg, corriendo el año 1913, en la Universidad de Breslau, pero —desde estos primeros estudios— se señaló la imposibilidad de su empleo in vivo, debido a su alta toxicidad. En 1917 Walter J. Jacobs y Michael Heildelberger, del New York Rokefeller Institute, obtuvieron compuestos azosulfonamidos que demostraron in vitro gran acción bactericida. Sobre estas bases, dos químicos de la empresa Bayer, entonces integrada en el coloso alemán IG Farbenindustrie A.G., Josef Klarer (1898-1953) y Fritz Mietzsch (1896-1958) sintetizaron, en 1932, un nuevo producto con grupo sulfamido: 4’-sulfamido-2,4-diaminoazo-benzol, un polvo rojo, cristalino, de propiedades bactericidas,1 registrado como Prontosil. El producto fue testado en ratones por el grupo de trabajo dirigido por el médico Gerhard Domagk (18951964); sus resultados, publicados en 1935, permitieron asegurar su utilidad frente a las infecciones estreptocócicas en animales; sus estudios se vieron recompensados con el premio Nobel en 1939.2 El trabajo con sulfamidas no fue exclusivo de los científicos alemanes; el grupo de investigadores conformado por Thérèse Tréfouël (1892-1978), Jacques Tréfouël (1897-1977), Federico Nitti (1903-1947) y Daniel Bovet (1907-1992), bajo la dirección de Ernest Fourneau (1872-1949), adscritos al Institut Pasteur de París, pusieron en evidencia, ya en 1935, que la estructura del Prontosil 1 El producto fue registrado por los químicos que se habían ocupado de su síntesis: Josef Klarer y Fritz Mietzsch, al servicio de la I.G. Farbenindustrie A.G., el 24-XII-1932; acerca del descubrimiento del Prontosil cf. John Lesch. «Chemistry and biomedicine in an industrial setting: The invention of sulfa drugs». En: Seymour H. Mauskopf (ed.). Chemical sciences in the modern world: 158-215. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1993; Mark Wainwrighta, Jette E. Kristiansenb. «On the 75th anniversary of Prontosil». Dyes and Pigments, 88(3): 231-234. Londres, 2011. 2 Acerca de la importancia terapéutica de las sulfamidas cf. David L. Cowen, Alvin B. Segelman. Antibiotics in historical perspective. [S.l.]: Merck Sharp & Dohme International, 1981; en particular, el capítulo dedicado a «The Sulfonamides» (Op. cit., págs. 125-133), con más detalle, John E. Lesch. The first miracle drug: how the sulfa drugs transformed medicine. Oxford: Oxford University Press, 2007.
212
Patentes de sulfamidas en España (1938-1963)
podía escindirse en dos partes: un grupo azo y un radical de sulfanilamida, responsable de la acción terapéutica del producto;3 esta sulfanilamida se presenta como un cuerpo blanco, poco soluble en agua, conocida como ‘Prontosil blanco’. Los estudios del grupo dirigido por Thérèse Tréfouël demuestran la estrecha relación existente entre la constitución química y la acción farmacológica; para que la molécula sea activa, es necesario que el grupo aminado se halle en posición ‘para’ con respecto al grupo sulfonamido, careciendo de efecto terapéutico los compuestos en posición ‘orto’ o ‘meta’. Con sus trabajos, el grupo del Institut Pasteur abría una nueva vía quimioterapéutica, basada en la sustitución de átomos de hidrógeno en la molécula de sulfanilamida. También en los laboratorios británicos se interesaron por esta familia de productos; Leonard Colebrook (1883-1967) y Méave Kenny confirmaron los estudios de Domagk sobre animales, reprodujeron los trabajos del grupo de Fourneau sobre sulfanilamidas e iniciaron, en el Queen Charlotte’s Hospital de Londres, la aplicación de sulfamidas a un grupo de pacientes con fiebres puerperales; sus resultados, hechos públicos en el verano de 1936, fueron satisfactorios.4 Tras estas investigaciones un buen número de empresas químicas y farmacéuticas se lanzaron a trabajar sobre el grupo ‘sulfa’; un auge que continuó durante los años de la Segunda Gran Guerra. Uno de los primeros problemas resueltos fue aumentar su solubi3 Thérèse Trefouel, Jacques Trefouel, Federico Nitti, Daniel Bovet. «Activite du p-aminophenyl-sulfamide sur les infections streptococciques experimentales de la souris et du lapin». Comptes Rendus des Séances et Mémoires de la Société de Biologie, 120: 756. París, 1935. 4 Leonard Colebrook, Méave Kenny. «Treatment of human puerperal infections, and of experimental infections in mice, with Prontosil». The Lancet, 227(5884): 1279-1281. Londres, 1936. Sobre los trabajos de Leonard Colebrook cf. John Leslie Turk. «Leonard Colebrook: the chemotherapy and control of streptococcal infections». Journal of the Royal Society of Medicine, 87(12): 727728. Londres, 1994; Peter M. Dunn. «Dr Leonard Colebrook, FRS (1883-1967) and the chemotherapeutic conquest of puerperal infection». Archives of Disease on Childhood - Fetal Neonatal, 93: 246-248. Londres, 2008.
213
Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos Pérez Teijón
lidad para permitir su administración por vía parenteral; aparece entonces el ‘Prontosil soluble’. Un avance especialmente significativo se produce en 1937, debido a los trabajos emprendidos por un pequeño grupo de químicos adscritos a la empresa farmacéutica May & Baker, ubicada en Dageham, en las proximidades de Londres: George Newbery, Arthur James Ewins (1882-1957) —director de investigaciones— y Montague Phillips; tratando de conseguir fórmulas solubles de sulfamidas, obtienen, mediante el reemplazo de un átomo de hidrógeno de la sulfanilamida por un núcleo piridinico, la sulfapiridina, producto que ellos denominan 693 y que es la 2-para-aminobenceno-sulfonamida-piridina. El producto demostró poseer una gran acción antineumocócica, propiedad que, en la primavera de 1938, fue comprobada en clínica; su empleo, inicialmente limitado a estas infecciones neumocócicas, particularmente la neumonía, se fue progresivamente extendiendo hacia el combate de otras afecciones: meningitis, gonorrea, infecciones estafilocócicas, etc.5 Pese al éxito inicial logrado mediante el empleo de las sulfapiridinas, las experiencias para lograr otros derivados de la sulfanilamida no se detuvieron; en 1938 Max Dohrn y Paul Dietrich, vinculados a Schering A.G., reprodujeron el proceso de acetalización utilizado por el propio organismo para la desintoxicación de la sulfanilamida; tras alguna tentativa fracasada, obtuvieron Albucid, una sulfacetamida (para-amino-fenil-sulfacetil-amida), originada al modificar la situación del radical acetil en la molécula.6 Perrin H. Long (1899-1965) y Eleanor Bliss (1899-1987) del Johns Hopkins Hospital (Baltimore), trabajaron, en los años centrales de la década de 1930, sobre sulfanilamidas y sulfapirimidinas.7 5 John Lesch. «The discovery of M & B 693 (sulfapyridine)». En: Gregory J. Higby, Elaine C. Stroud (eds.). The Inside Story of Medicines: A Symposium: 101119. Madison: American Institute of the History of Pharmacy, 1997. 6 Max Dohrn, Paul Diedrich. «Albucid ein neues Sulfanilsäurederivat». Münchener Medizinische Wochenschrift, 85: 2017-2018. Múnich, 1938. 7 Perrin H. Long, Eleanor Bliss. Clinical and experimental use of sulfanilimide and sulfapyridine and allied compounds. New York: MacMilllan, 1939. Datos biográficos de Eleanor Bliss en Tiffany K Wayne, Martha J Bailey. American
214
Patentes de sulfamidas en España (1938-1963)
En este mismo centro, el grupo dirigido por Eli Kennerly Marshall (1889-1966), logró sintetizar, en 1940, sulfanilguanidina, inicialmente considerada útil para atacar casos de disentería bacilar, cuya baja solubilidad y, por ello, su actividad prolongada, la convirtió en remedio imprescindible para las campañas militares desarrolladas en el centro y este europeo.8 En estos primeros meses de la década de 1940, el equipo dirigido por Richard O. Roblin jr., vinculado al Stamford Research Laboratorios of the American Cyanamid Company, sintetizó una sulfadiazina (2-sulfanil-amido-pirimidina o sulfapirimidina), de baja toxicidad y cuya utilidad terapéutica fue probada en clínica.9 En 1942 se habían sintetizado y estudiado más de 5.400 estructuras de sulfamidas y, para 1949, ya estaban disponibles en el mercado 57 preparaciones orales y 63 tópicas.10 La investigación sobre sulfamidas continuó en los años siguientes; los estudios realizados, en torno a 1942, por el grupo de Marcel Janbon (Facultad de Medicina de Montpellier), sobre una sulfamida, la RP 2254/VK 57, en el tratamiento de la fiebre tifoidea le llevaron a observar crisis convulsivas en algunos de sus pacientes, en particular en aquellos que se encontraban más desnutridos; Auguste-Louis Loubatières (1912-1977) identificó estos trastornos con los que él obtenía al inducir severas hipoglucemias con altas concentraciones de insulina. La clínica permitió comprobar que women of science since 1900. Santa Barbara: ABC-CLIO, 2011 (cf. págs. 241-242); sobre Perrin Long cf. la necrológica de R. Morando. «Perrin H. Long, M.D., F.R.C.P. 1899-1965». Med-Times, 94(1): 138a. Irving, 1966. 8 Eli-Kennerly Marshall, A. C. Bratton, H. J. White, J. T. Litchfield. «Sulphaguanadine: a chemotherapeutic agent for intestinal infections». Bulletin of the Johns Hopkins Hospital, 57: 163-188. Baltimore, 1940; Marcel H. Bickel. «Eli K. Marshall, jr. (1889-1966): from biochemistry and physiology to pharmacology and pharmacokinetics». Drug Metabolism Reviews, 28(3): 311-344. New York, 1996. 9 Richard O. Roblin jr., Philip S. Winnek. «Chemotherapy I. Substituted Sulfanilamidopyridines». Journal of the American Chemical Society, 62(8): 1999-2002. Washington DC, 1940; Richard O. Roblin Jr., James H. Williams, Philip S. Winnek, Jackson P. English. «Chemotherapy. II. Some Sulfanilamido Heterocycles». Journal of the American Chemical Society, 62(8): 2002-2005. Washington DC, 1940. 10 Cf. David L. Cowen, Alvin B. Segelman. Op. cit., nota 2 (pág. 131). 215
Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos Pérez Teijón
ese tipo de sulfamida reducía los niveles de glucosa en diabéticos, al menos en pacientes ancianos; su mecanismo de actuación, sugerido por Loubatières en 1946, llevó al desarrollo de sulfonilureas para el tratamiento de algunos tipos de diabetes.11 El éxito obtenido por las sulfonamidas en el tratamiento de enfermedades microbianas condujo a retomar las síntesis de otros compuestos químicos, ya conocidos, cuya actividad terapéutica no había sido abordada; es el caso de las sulfonas. Este tipo de compuestos fueron sintetizados por Jakob Wittmann y Emil Fromm (1865-1928) en 1908, ellos obtuvieron dapsona (4-4’-diamino-difenil-sulfona [DDS]) y algunos de sus derivados, como Promin. En 1940, estos trabajos de síntesis fueron retomados, desde la empresa Parke Davis, por W. H. Feldman, quien comenzó a realizar ensayos en animales en la Clínica Mayo; sus esperanzadores resultados llevaron a Guy Faget (1891-1947) a la realización, en los primeros meses de 1941, de ensayos clínicos en el National Leprosarium de Carville (Louisiana); sus prometedores datos fueron publicados en 1943.12 Pese al efectivo y generalizado empleo de las sulfamidas y derivados, su mecanismo de actuación quedaba, en las primeras décadas de 1940, oculto bajo un velo de ‘wonder drugs’; los británicos Donald D. Woods (Universidad de Oxford) y Paul Fildes (Medical Research Council) fueron los primeros en señalar su rol como antagonista competitivo del ácido para-aminobenzoico; este es componente del ácido fólico, necesario para el crecimiento bacteriano: 11 Jean-Claude Henquin. «The fiftieth anniversary of hypoglycaemic sulphonamides. How did the mother compound work?». Diabetologia, 35(10): 907-912. Berlín, 1992; George Dailey. «Insulin secretagogues: Who, what, when, and how?». Current Diabetes Reports, 5(5): 329-332. Philadelphia, 2005; Marie-Madeleine Loubatières-Mariani. «The discovery of hypoglycemic sulfonamides». Journal de la Societe de Biologie, 201(2): 121-125. París, 2007. 12 Gottfried Wozel. «The story of sulfones in tropical medicine and dermatology». Internacional Journal of Dermatology, 28(1): 17-21. Burell, 1989; John Parascandola. «Sulfones and the miracle at Carville». Revue d’Histoire de la Pharmacie, 44(312 suppl): 409-412. París, 1996.
216
Patentes de sulfamidas en España (1938-1963)
las bacterias que sintetizan su propio fólico son las sensibles a las sulfamidas.13 El uso generalizado de este tipo de productos, en muchas ocasiones como medida profiláctica durante la Segunda Gran Guerra, generó la aparición de cepas resistentes de estafilococos, estreptococos y meningococos; entre los efectos secundarios asociados a la terapia con sulfamidas figuraron las anemias hemolíticas agudas, daños renales y hepáticos. Tras su rápida expansión, las sulfamidas comenzaron a dejar paso, avanzada la década de 1940, a un nuevo tipo de antibacterianos: las penicilinas.
Las patentes de sulfamidas presentadas ante el registro español En España, los primeros expedientes de sulfamidas fueron presentados en 1933, se responsabilizó de ellos el consorcio I.G. Farbenindustrie; son copia de las patentes que el mismo consorcio había presentado, el año anterior, ante la Administración alemana.14 Nuestro análisis se centra en los primeros años del franquismo, los que median entre la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil y la aprobación conjunta del primer plan de desarrollo 13 Donald D. Woods. «The relation of p-aminobenzoic acid to the mechanism of the action of sulphanilamide». British Journal of Experimental Pathology, 21: 74-90. Londres, 1940; Paul Fildes. «The mechanism of the anti-bacterial action of mercury». The British Journal of Experimental Pathology, 21(2): 67-73. Londres, 1940; Paul Fildes. «A rational approach to research in chemotherapy». The Lancet, 235(6091): 955-957. Londres, 1940; Donald D. Woods. «The biochemical mode of action of the sulphonamide drugs». Journal of General Microbiology, 29: 687-702. Londres, 1962. 14 Se trata de una patente de invención, solicitada en diciembre de 1933, con el título «Procedimiento para la obtención de combinaciones azo» (Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas [AHOEPM], patente 132.970) y dos certificados de adición, presentados en 17-XII-1934 y 20-III-1935, respectivamente (AHOEPM, patente 135.898; patente 137.629); de su análisis se han ocupado Rafaela Domínguez Vilaplana, Antonio González Bueno. «Las primeras patentes de sulfamidas alemanas en España (1933-1945)». En: Esteban Moreno Toral, Antonio Ramos Carrillo (eds.), Actas del 38 Congreso Internacional de Historia de la Farmacia. Sevilla, 19-22 septiembre 2007: [21 págs.] Córdoba: [Universidad de Sevilla], 2009 [formato digital].
217
Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos Pérez Teijón
(1964-1967)15 y de la ley de bases de la seguridad social,16 sancionados ambos el día 28 de diciembre de 1963, y que constituyen un cambio especialmente significativo en el desarrollo de la industria farmacéutica española.17 Durante estos veintiséis años se registraron, en España, un total de 226 expedientes relacionados, de uno u otro modo, con la síntesis de compuestos protagonizados por el grupo ‘sulfa’. 30
24 25
21
20 Número de patentes
20
17 15
15 15
16
13 11
10
8
11
8
7
6
5
4
5
2
3
3
3 1
10
2 0
1
2
0
Años
Gráfica 1. Patentes de sulfamidas sensu lato registradas en España (1938-1963).
15 Ley 194/1963 de 28-XII, por la que se aprueba el plan de desarrollo económico y social para el período 1964/1967 y se dictan normas relativas a su ejecución (BB.OO.E. 30-XII-1963; 31-XII-1963). 16 Ley 193/1963 de 28-XII sobre bases de la seguridad social (BOE, 30-XII1963). 17 Cf. Laura Chaqués Bonafont. Políticas públicas y democracia en España: la política farmacéutica del franquismo a la democracia [Tesis doctoral, dirigida por Pere Vilanova Trias]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1997; también Anna Solé. «La indústria farmacèutica catalana durant el Franquismo: el cas d’Uriach». Recerques, 54: 93-114. Barcelona, 2007.
218
Patentes de sulfamidas en España (1938-1963)
Los datos ponen de manifiesto el interés ascendente despertado hasta 1942, que decrece progresivamente para vislumbrase un nuevo florecer en los comienzos de la década de 1960. Este primer periodo se corresponde con la presencia de empresas germanas —y en menor medida suizas— en el registro de patentes; sus intereses iniciales, representados por cuatro grandes industrias: I.G. Farbenindustrie A.G., Schering A.G., Deutsche Hydrierwerke A.G. y Knoll A.G., se decantan hacia los procesos de obtención de derivados amino- y benzosulfónicos.18 No obstante, sus límites se ampliarán a otros grupos afines: la misma Schering A.G. registrará algunos procedimientos relacionados con sulfonas,19 mientras que otra de las grandes empresas alemanas, la Chemische Fabrik von Heyden A.G., se interesará por los procesos de síntesis de sulfonilureas.20 Las primeras empresas suizas siguen el camino planteado por las alemanas; en los comienzos de la década de los 1940, J.R. Geigy A.G. mostrará su interés por los derivados de las amino-benzolsulfonamidas21 y continuará atraída por este tipo de moléculas hasta el final de nuestro período de estudio; Gesellchaft Chemische Industrie in Basel tendrá intereses similares, pero esta empresa de-
18 I.G. Farben: AHOEPM, patentes 146.261 [19-X-1938]; 146.658 [4-III1939]; 146.749 [16-III-1949]; Schering A.G.: AHOEPM, patentes 146.561 [2-II1939]; 147.802 [16-I-1940]; 150.966 [23-XI-1940]; 151.608 [30-I-1941]; 155.694 [21-I-1942]; 157.107 [12-V-1942]; 161.320 [29-IV-1943]; 162.528 [29-VII-1943]; Deutsche Hydrierwerke A.G.: AHOEPM, patentes 155.552 [3-I-1942]; 156.775 [18-IV-1942]; 156.776 [18-IV-1942]; 156.949 [30-IV-1942]; 156.950 [30-IV1942]; Knoll A.G.: AHOEPM, patente 161.487 [12-V-1943]. 19 Schering A.G.: AHOEPM, patente 149.571 [27-V-1940]. 20 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patentes 150.864 [13XI-1940]; 150.883 [15-XI-1940]; 155.012 [13-XI-1941]; 157.762 [3-VII-1942]; 164.293 [3-I-1944]; 164.389 [13-I-1944]; 166.806 [8-VII-1944]; 169.354 [24III-1945]. Ocasionalmente, esta empresa también se interesa en la producción de reactivos, tal «Un procedimiento para la oxidación electrolítica de o[orto]toluensulfonamida» (AHOEPM, patente 166.049 [6-VI-1944]). 21 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patentes 151.085 [11-XII-1940]; 161.115 [15IV-1943]; 161.116 [15-IV-1943]; 166.657 [26-VI-1944].
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jará de estar presente, en lo que al registro español de patentes de sulfamidas se refiere, en el verano de 1944.22 En enero de 1941 se anota el prematuro intento de un conglomerado de empresas norteamericanas, American Cyanamid Company, por proteger sus patentes en nuestro país; estas primeras tendencias se centran en compuestos sulfamídicos con bases nitrogenadas,23 en la estela de los trabajos desarrollados por Eli Kennerly Marshall (1889-1966), en el Johns Hopkins Hospital (Baltimore). Algo menos de un año después, ya en los comienzos de 1942, las empresas alemanas y suizas comenzarán, también, a presentar procedimientos para la obtención de compuestos de bases nitrogenadas con ácidos sulfónicos, es el caso de las germanas J.D. Riedel-E de Haen A.G., Nordmark-Werke G.M.B.H. o Chemische Fabrik von Heyden o de la suiza Gesellschaft für Chemische Industrie in Basel.24 Los derivados tiazólicos parecen deber sus primeros registros a una empresa italiana, Farmaceutici Italia S.A. quien presenta una patente relacionada con ellos en la primavera de 1943.25 No habrían de tener mayor presencia las empresas del país vecino. El interés por las moléculas de actividad terapéutica no les hará abandonar, especialmente a las empresas alemanas y suizas, los trabajos relacionados con el empleo de los derivados sulfónicos como sustancias tintóreas y protectoras de productos textiles; es el caso de la suiza J.R. Geigy A.G., interesada, a comienzos de 1941, en patentar sus procedimientos «para la obtención de acil-sulfonamidas para proteger lanas, pieles, pelos, plumas y análogos contra la apolilladura y otros parásitos de las materias textiles»26 y, en el ve22 Gesellchaft Chemische Industrie in Basel: AHOEPM, patentes 151.403 [8I-1941]; 151.993 [28-II-1941]; 157.957 [17-VII-1942]; 158.715 [25-IX-1942]. 23 American Cyanamid Company: AHOEPM, patentes 151.458 [15-I-1941]; 151.924 [22-II-1941]; 151.006 [3-III-1941]. 24 J.D. Riedel–E. de Haen A.G.: AHOEPM, patente 155.890 [2-II-1942]; Nordmark-Werke G.M.B.H: AHOEPM, patente 158.411 [27-VIII-1942]; Chemische Fabrik von Heyden: AHOEPM, patente 158.450 [2-IX-1942]; Gesellschaft für Chemische Industrie in Basel: AHOEPM, patente 159.374 [21-XI-1942]. 25 Farmaceutici Italia S.A.: AHOEPM, patente 161.784 [31-V-1943]. 26 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patente 151.621 [13-I-1941].
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rano de 1944, por los efectos curtientes de las dioxidiarilsulfonas;27 o de las alemanas Knoll A.G. e I.G. Farbenindustrie A.G., relativas a la fabricación de ácidos sulfónicos.28 El final de la Segunda Guerra, la victoria de los aliados y los posteriores acuerdos del bloqueo y expropiación de bienes alemanes, incluidas sus empresas filiales y sus derechos de patentes, suponen la paralización de los registros de estas empresas germanas en España que, salvo casos excepcionales, no volvieron a recobrar la actividad de la década de 1940 hasta 1956.29 La presencia de las sulfamidas sensu lato en el registro español de patentes comienza a descender en estos años, manteniéndose con la actuación de algunas empresas suizas y norteamericanas. En abril de 1943, la danesa A/s Alfred Bezon registra un procedimiento para lograr sales solubles de sulfamida,30 el único de tal nacionalidad. De diciembre de 1944 data un registro de una empresa cubana, el Laboratorio OM, L. García y Cía, fundado por el asturiano Leoncio García López (1906-2009), que alcanzó un notable éxito económico con la introducción de productos antibacterianos en La Habana.31 Apenas unos días antes, una empresa británica, Imperial Chemical Industries Ltd. también había mostrado su interés por registrar sus procedimientos en nuestro país; J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patente 167.028 [28-VII-1944]. Knoll A.G.: AHOEPM, patente 154.347 [18-IX-1941]; I.G. Farbenindustrie A.G.: AHOEPM, patente 158.082 [30-VII-1942]. 29 Rafaela Domínguez Vilaplana, Antonio González Bueno. «La industria químico-farmacéutica alemana en España (1880-1949)». Llull, 32(70): 295-316. Zaragoza, 2009. 30 A/s Alfred Bezon: AHOEPM, patente 161.280 [8-IV-1943]. 31 El Laboratorio OM, L. García y Cía fue fundado en 1935, inicialmente dedicado a la representación de productos de fabricación española en la Isla, fue el responsable de las primeras penicilinas fabricadas en Cuba; sus instalaciones fueron remozadas en 1947; en el agosto de 1960, tras el cambio de régimen en Cuba, Leoncio García López y su familia emigró a los Estados Unidos (M.ª Esther García López. «Xente de Nueso - Nuestra gente. D. Leoncio García López-Belén. 1906-2009». www.belendevaldes.es/ xentedenueso_leonciogarcia.html [consultado en XII-2012]). En España registró, el 19-XII-1944, un «Nuevo procedimiento para la obtención de p-aminobencen-sulfonamido-metilen-sulfonato de sodio» (AHOEPM, patente 167.286). 27 28
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en contra de lo que en principio cabría pensar, no fueron muchas las empresas británicas que registraron sus procedimientos en el nuestro, apenas hemos localizado media decena de expedientes, un par de ellos por esta compañía, Imperial Chemical Industries Ltd., que iniciaba, en la década de 1940, su expansión hacia el negocio farmacéutico;32 otro par de patentes fueron registradas por The Wellcome Foundation Ltd., entre 1958 y 1960, relacionados ambas con procedimientos para producir sulfonilureas33 y una más, registrada en 1961 por la Hickson & Welch Ltd., relacionada con la formación de estilbil-sulfonas.34 Como avanzábamos líneas arriba, la segunda mitad de la década de 1940 y los primeros años de 1950 están co-dominados por los registros de empresas norteamericanas y suizas. La American Cyanamid Company continúa presentando nuevos procesos de fabricación de derivados de compuestos sulfamídicos con bases nitrogenadas hasta noviembre de 1955;35 luego, en marzo de 1956, registrará un par de métodos para preparar sulfamidas tiazólicas.36 La Mead Johnson & Company patentó, en 1946 y 1948, un par de procedimientos para fabricar sulfanilamida-pirazina;37 en la primavera de 1961 presentó un sistema para la obtención de sulfamidoquinazolina.38 Sharp & Dohme Inc. registró, en agosto de 1947, bajo nacionalidad norteamericana, un procedimiento para sinte32 Imperial Chemical Industries Ltd.: AHOEPM, patentes 168.252 [30-XI1944]; 181.176 [26-XII-1947]. Sobre las estrategias industriales de esta empresa cf. Jeff Pearcy. Recording an Empire: An Accounting History of Imperial Chemical Industries Ltd. 1926-1976. Glasgow: The Institute of Chartered Accountants of Scotland, 2011. 33 The Wellcome Foundation Ltd.: AHOEPM, patentes 244.765 [18-X-1958]; 259.494 [7-VII-1960]. 34 Hickson & Welch Ltd.: AHOEPM, patente 267.096 [3-V-1961]. 35 American Cyanamid Company: AHOEPM, patentes 171.206 [10-X-1945]; 175.833 [23-XI-1946]; 175.686 [23-XI-1946]; 224.915 [9-XI-1955]. 36 American Cyanamid Company: AHOEPM, patentes 227.094 [3-III-1956]; 227.095 [3-III-1956]. 37 Mead Johnson & Company: AHOEPM, patentes 175.978 [3-XII-1946]; 182.720 [3-III-1948]. 38 Mead Johnson & Company: AHOEPM, patente 266.752 [20-IV-1961].
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tizar amino-sulfanilamidas;39 unos años después, en diciembre de 1949, esta vez bajo patente canadiense, se ocupó de la preparación de sulfamidas dicarboxílicas, quizás para su empleo como productos curtientes.40 Probablemente con la utilidad de ser empleadas como colorantes, la empresa norteamericana General Aniline & Film Co. registró, en el verano de 1955, un proceso de fabricación de sulfonamidas aromáticas.41 Entre 1957 y 1958, Merck & Co. Inc., bajo nacionalidad norteamericana, presentó tres procedimientos relativos a la síntesis de nuevas sulfonamidas, al menos alguna de ellas de empleo como hipoglucémicos y diuréticos.42 En noviembre de 1958, Chas Pfiezer & Co. Inc. registra un procedimiento para producir sulfonilureas.43 Una patente más se debe a Mallinckrodt Chemical Works, presentada en el verano de 1959 y relacionada con la producción de ácidos alquil-sulfonamidobenzoicos.44 De febrero de 1961 data el expediente de E.I. Du Pont d’Nemours & Co. relativo a la preparación de sulfonamidas mercúricas;45 prácticamente coetáneo al que presentó Eli Lilly & Co., sobre la síntesis de nuevas sulfonilureas.46 Hoffmann-La Roche Inc., una compañía de fundación suiza, introduce sus procesos relacionados con la elaboración de compuestos sulfamídicos desde sus instalaciones en Nutley (EE.UU.); en enero de 1946 presenta, de manera simultánea, un par de procedimientos relacionados con el aumento de la solubilidad en agua de las sulfamidas y con la preparación de ceto-sulfonas.47 No volSharp & Dohme Inc.: AHOEPM, patente 179.388 [7-VIII-1947]. Sharp & Dohme Inc.: AHOEPM, patente 190.748 [2-XII-1949]. 41 General Aniline & Film Co.: AHOEPM, patente 223.352 [4-VIII-1955]. 42 Merck & Co. Inc.: AHOEPM, patentes 235.381 [30-IV-1957]; 237.496 [3IX-1957]; 245.390 [6-XI-1968]. 43 Chas Pfiezer & Co. Inc.: AHOEPM, patente 245.075 [5-XI-1958]. 44 Mallinckrodt Chemical Works: AHOEPM, patente 250.459 [1-VII1959]. 45 E.I. Du Pont d’Nemours & Co.: AHOEPM, patente 265.918 [21-III-1961]. 46 Eli Lilly & Co.: AHOEPM, patente 265.982 [23-III-1961]. 47 Hoffmann-La Roche Inc.: AHOEPM, patentes: 172.048 [5-I-1946]; 172.049 [5-I-1946]. 39 40
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verá a presentar registros relacionados con sulfamidas hasta 1956, entonces lo hará desde la casa madre suiza y aportará un buen número de expedientes, hasta un total de diecisiete entre el verano de 1956 y el otoño de 1963; sus intereses versan, principalmente, sobre los procedimientos de obtención de sulfonamidas del grupo pirimidínico,48 pero también patenta mejoras en los procedimientos de preparación industrial de sulfonamidas49 y se ocupa de las sulfamidas de la serie de los isoxazoles.50 J.R. Geigy A.G. es la empresa suiza que mayor interés muestra por registrar sus patentes en España, hasta un total de 25 durante el período estudiado, y de manera continuada entre 1940 y 1963; a las ya comentamos líneas arriba han de añadirse sus procedimientos relacionados con sulfonamidas aciladas,51 benzol-sulfonamidas,52 compuestos sulfonil-fluorescentes,53 sulfonil-ureas54 y otros derivados de las sulfamidas,55 entre ellos las sulfonamidas aromáticas.56 La otra gran empresa suiza interesada en registrar en España sus procedimientos relacionados con sulfamidas es Ciba S.A.; hasta una docena de expedientes contabilizamos entre el diciembre de 48 F. Hoffmann-La Roche & Cie. S.A.: AHOEPM, patentes 232.095 [24-XI1956]; 233.446 [6-II-1957]; 260.486 [19-VIII-1960]; 262.541 [17-XI-1960]; 262.541 [17-XI-1960]; 264.806 [10-II-1961]; 264.827 [11-II-1961]; 268.721 [30VI-1961]; 269.655 [8-VIII-1961]; 269.656 [8-VIII-1961]; 271.814 [7-XI-1961]; 292.847 [24-X-1963]. 49 F. Hoffmann-La Roche & Cie. S.A.: AHOEPM, patentes 229.801 [12-VII1956]; 282.282 [8-XI-1862]; 282.457 [6-XI-1962]. 50 F. Hoffmann-La Roche & Cie. S.A.: AHOEPM, patentes 233.958 [1-III1957]; 237.579 [13-IX-1957]; 290.069 [16-VII-1963]. 51 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patentes 165.656 [2-IV-1944]; 171.332 [24-X1945]; 183.111 [2-IV-1948]. 52 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patentes 174.092 [27-VI-1946]; 234.966 [17IV-1957]; 245.059 [3-XI-1958]; 245.060 [3-XI-1958]; 245.061 [3-XI-1958]. 53 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patentes 224.098 [23-IX-1955]; 243.620 [13VIII-1958]. 54 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patente 242.039 [23-V-1958]. 55 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patentes 269.433 [28-VII-1961]; 281.966 [20X-1962]; 282.004 [30-X-1962]; 283.736 [27-XII-1962]; 283.769 [28-XII-1962]; 283.770 [28-XII-1962]; 294.232 [6-XII-1963]; 294.233 [6-XII-1963]. 56 J.R. Geigy A.G.: AHOEPM, patente 272.268 [22-XI-1961].
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1947 y el de 1963; atañen a la preparación de derivados tiazólicos,57 compuestos con pirimidinas,58 aminobenzoles,59 sulfonilureas,60 sustituyentes alquílicos61 y, en general, de nuevas sulfamidas y ácidos sulfónicos,62 algunos de ellos con uso como sustancias tintóreas. A estas se añaden dos empresas suizas más: Cilag A.G., con cuatro patentes relativas a la síntesis de sulfonilureas, registradas entre julio de 1957 y marzo de 196063 y Sandoz A.G., con un par de registros, ambos de 1961, relacionados con la obtención de benzolsulfamidas de utilidad como diuréticos.64 A partir de 1957 volverán a incorporarse al registro de patentes los expedientes presentados por las industrias alemanas; desde el final de la Segunda Guerra Mundial solo un par de expedientes relativos a procedimientos de obtención de benzol-sulfonamidas, presentados en el segundo semestre de 1950, lo habían hecho bajo nacionalidad alemana, ambos pertenecientes a la Nordmark-Werke G.M.B.H. 65 El mayor monto de expedientes de esta ‘segunda etapa’ corresponde, sin duda, a Farberbik Hoechst A.G., la empresa heredera de Meister, Lucius & Brüning, sólo ella registró más de una veintena de patentes entre agosto de 1956 y noviembre de 1963, buena parte relativas a la producción de sulfonilureas,66 Ciba S.A.: AHOEPM, patente 180.162 [19-XII-1947]. Ciba S.A.: AHOEPM, patentes 180.866 [11-XII-1947]; 181.029 [19-XII1947]. 59 Ciba S.A.: AHOEPM, patente 235.041 [24-IV-1957]. 60 Ciba S.A.: AHOEPM, patente 273.137 [21-XII-1961]. 61 Ciba, S.A.: AHOEPM, patente 279.898 [8-VIII-1962]. 62 Ciba S.A.: AHOEPM, patentes 245.281 [13-XI-1958]; 247.096 [7-II-1959]; 248.157 [25-III-1959]; 263.971 [13-I-1961]; 285.759 [6-III-1963]; 294.470 [13XII-1963]. 63 Cilag A.G.: AHOEPM, patentes 236.602 [16-VII-1957]; 239.669 [20-I1958]; 256.785 [24-III-1960]; 256.786 [24-III-1960]. 64 Sandoz A.G.: AHOEPM, patentes 267.411 [16-V-1961]; 273.136 [21-XII1961]. 65 Nordmark-Werke G.M.B.H.: AHOEPM, patentes 194.171 [5-VIII-1950]; 194.851 [6-X-1950]. 66 Farberbik Hoechst A.G.: AHOEPM, patentes 230.203 [4-VIII-1956]; 230.735 [3-IX-1956]; 231.071 [26-IX-1956]; 231.080 [27-IX-1956]; 231.088 [28-IX-1956]; 231.273 [10-X-1956]; 232.799 [3-I-1957]; 238.960 [5-XII-1957]; 242.070 [24-V57 58
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pero también otras relacionadas con la fabricación de bencenosulfonil-semicarbazidas.67 Media docena de patentes fueron registradas por la Chemische Fabrik von Heyden A.G. entre enero de 1956 y junio de 1961; se ocupan tanto de la síntesis de productos con posible acción terapéutica: sulfonamidas con formaldehídos,68 sulfonilureas69 o derivados indólicos de sulfamidas empleados para producir antidiabéticos;70 como de moléculas con utilidad como herbicidas y pesticidas: sulfa-benzotiadizina71 y sulfonil-carbamidas.72 En 1960 C.F. Boehringer & Soehne G.M.B.H. protege un par de procedimientos destinados a preparar nuevos sulfanil-amido-pirazoles,73 en 1961, unas benzol-sulfonilureas antidiabéticas74 y, en agosto de 1962, unas benzol-sulfonil-semicarbacidas.75 Farbenfabriken Bayer A.G. registra, entre marzo de 1960 y diciembre de 1963, cuatro procedimientos para la producción de sulfonamidas.76 En los comienzos de la década de 1960, Schering A.G. patenta en España sendos métodos para la preparación de nuevos derivados de sulfonamidas, de acción prolongada y reductores de la 1958]; 245.675 [29-XI-1958]; 254.748 [4-I-1960]; 264.229 [21-I-1961]; 277.173 [9-V-1962]; 287.137 [17-IV-1963]; 291.477 [7-IX-1963]; 292.528 [16-X-1963]. 67 Farberbik Hoechst A.G.: AHOEPM, patentes 280.365 [28-VIII-1962]; 280.537 [5-IX-1962]; 280.821 [15-IX-1962]; 280.885 [18-IX-1962]; 281.269 [3-X-1962]; 283.636 [22-XII-1962]; 283.636 [22-XII-1962]; 292.922 [26-X-1963]. 68 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patente 225.109 [14-I-1956]. 69 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patente 246.226 [26-XII1958]. 70 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patente 268.685 [28-VI1961]. 71 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patente 253.137 [4-XI1959]. 72 Chemische Fabrik von Heyden A.G.: AHOEPM, patentes 268.682 [28-VI1961]; 268.683 [28-VI-1961]. 73 C.F. Boehringer & Soehne G.M.B.H.: AHOEPM, patentes 255.093 [19-I1960]; 256.360 [8-III-1960]. 74 C.F. Boehringer & Soehne G.M.B.H.: AHOEPM, patente 269.996 [18-VIII1961]. 75 C.F. Boehringer & Soehne G.M.B.H.: AHOEPM, patente 280.365 [28-VIII1962]. 76 Farbenfabriken Bayer A.G.: AHOEPM, patentes 256.853 [26-III-1960]; 261.064 [16-IX-1960]; 268.768 [4-VII-1961]; 294.182 [5-XII-1963]. 226
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glucemia.77 Y, en el verano de 1961, Chemie Grünenthal G.M.B.H. hará lo propio con un procedimiento de obtención de difenilsulfonas disustituidas.78 Aun cuando el peso de otros países en el registro español de patentes, en lo relativo a sulfamidas, es sustancialmente menor, es obligado dejar constancia de la holandesa Philis Gloeilampenfabrieken N.V., que presentó, entre noviembre de 1954 y mayo de 1959, tres expedientes relativos a la fabricación de sulfonas halogenadas.79 La presencia francesa queda reducida a tres empresas: Les Laboratoires Francais de Chimiotherapie registraron, en mayo de 1955, un procedimiento para fabricar sulfonil-benzaldehídos de acción antibiótica;80 UCLAF, en junio de 1959, un sistema para preparar sulfonas aromáticas,81 y el Centre National de la Recherche Scientifique, un mecanismo para producir aril-alcohil-sulfonas puras, en septiembre de 1962.82 Una empresa japonesa, Shionogi & Compay Ltd., probablemente en fase de expansión europea, presenta, en diciembre de 1959, un procedimiento relacionado con las sulfamidas de la serie de los isoxazoles.83 En septiembre de 1962 y diciembre de 1963 la austriaca Oesterreichische Stickstoffwerke A.G. registró sendos métodos de obtención de sulfonamidas.84 También tuvo presencia la empresa checoslovaca Spofa, Sdruzení Podniku pro Zdravotnickou Vyrobu, que registró, en diciembre de 1960 y junio de 1963, un par de procedimientos relativos a la fabricación de sulfami77 Schering A.G.: AHOEPM, patentes 259.469 [6-VII-1960]; 271.235 [16-X1961]; 292.294 [8-X-1963]. 78 Chemie Grünenthal G.M.B.H.: AHOEPM, patente 269.376 [26-VII-1961]. 79 Philis Gloeilampenfabrieken N.V.: AHOEPM, patentes 218.351 [11-XI1954]; 241.491 [22-IV-1958]; 249.394 [14-V-1959]. 80 Les Laboratoires Francais de Chimiotherapie: AHOEPM, patente 221.643 [7-V-1955]. 81 UCLAF: AHOEPM, patente 250.528 [4-VII-1959]. 82 Centre National de la Recherche Scientifique: AHOEPM, patente 280.712 [12-IX-1962]. 83 Shionogi & Compay Ltd.: AHOEPM, patente 254.008 [7-XII-1959]. 84 Oesterreichische Stickstoffwerke: AHOEPM, patentes 280.794 [14-IX1962]; 294.220 [6-XII-1963].
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das aromáticas heterocíclicas85 y que muestran la progresiva apertura de la Dictadura hacia los países del Este. El florecer de los comienzos de la década de 1960 se fundamenta en los registros de empresas interesadas en estos productos por utilidades distintas a las terapéuticas; tal la belga Societé Carbochimique S.A., centrada en la preparación de nuevos colorantes sulfamidados en 196086 o la británica Imperial Chemical Industries Ltd., con sus termoplásticos compuestos de polisulfonas, en el otoño de 1963.87 80
75 66
70
Número de patentes
60 50 40
39
30 23 17
20 6 10 0 España
Alemania
Suiza
EE.UU.
Gran Bretaña
Otros países
Países
Gráfica 2. Patentes de sulfamidas sensu lato registradas en España (1938-1963).
Las empresas españolas Durante los primeros años del franquismo, el sistema de patentes vigente en España tuvo un evidente carácter proteccionis85 Spofa, Sdruzení Podniku pro Zdravotnickou Vyrobu: AHOEPM, patentes 263.561 [24-XII-1960]; 289.042 [14-VI-1963]. 86 Societé Carbochimique S.A.: AHOEPM, patentes 263.469 [21-XII-1960]; 263.470 [21-XII-1960]. 87 Imperial Chemical Industries Ltd.: AHOEPM, patente 293.200 [5-XI1963].
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ta para la industria nacional. La pervivencia de las patentes de procedimientos permitió a un buen número de interesados —no siempre laboratorios químicos o farmacéuticos— proteger nuevos procesos de fabricación, fuertemente inspirados en procedimientos ya conocidos, con los que obtener productos muy similares a los que ya se comercializaban en otros países de nuestro entorno, pero logrados bajo licencia española; un sistema reafirmado, en lo que a las patentes alimentarias y farmacéuticas respecta, en 1962.88 Algo menos de una treintena de empresas españolas muestran su interés por registrar patentes relacionadas con sulfamidas. En plena Guerra Civil, en abril de 1938, Antonio Esteve Subirana [Laboratorios Dr. Esteve] presenta un procedimiento para preparar para-amino-fenil-sulfamida, un producto ya bien conocido fuera de nuestras fronteras, para el que solicita una patente de introducción.89 Unos años después, en febrero de 1940, serían los hermanos Andreu Miralles, Juan y José [Laboratorios Dr. Andreu] quienes, 88 Carles A. Gasoliba i Bohm. El sistema de patentes y sus efectos en la industria farmacéutica en España. Barcelona: Ariel, 1978. 89 AHOEPM, patente 144.173 [29-IV-1938]. Antonio Esteve i Subirana (19021979), se había licenciado en Farmacia, por la Universidad de Barcelona, en 1924; en 1932 obtuvo la borla doctoral en Farmacia por la Universidad Central. Asentado profesionalmente en Manresa, fundó la empresa Laboratorios Dr. Esteve S.A., bajo esta cobertura registró algunos preparados vitamínicos y el primer producto arsenical antiluético; durante la República estuvo afiliado a Acció Catalana. Tras la Guerra Civil, y después de un breve exilio en Francia, traslada a Barcelona Laboratorios Dr. Esteve S.A. y funda una pequeña planta industrial. Antonio Esteve formó parte de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i de Balears, de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Barcelona y del Institut d'Estudis Catalans, siempre mantuvo una marcada actividad política de carácter republicano. Fue también gerente, junto a Juan Antonio Riera Schilling, del laboratorio químicofarmacéutico Productos de Extracción y Síntesis, S.A. (PRODEXIN), creado el 30 de diciembre de 1947 con el objetivo de fabricar digitalina pura cristalizada. (Cf. Joan Laporte. «Antoni Esteve». Butlletí de la Secció de Matemàtiques de la Societat Catalana de Ciències Físiques, Químiques i Matemàtiques, 5: 15-17. Barcelona, 1980; Ramón Jordi i González. Colectanea de ‘speciers’, mancebos, boticarios, farmacéuticos practicantes de farmacia y farmacéuticos en Cataluña (1207-1997). Barcelona: Fundación Uriach, 2003; cf. pág. 358, Archivo General de la Administración (AGA), Sindicatos, signatura: [(06) 26.37], leg. 34/14303].
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siguiendo modelos alemanes, registran un par de métodos para la obtención de benceno-sulfamidas partiendo de acetalinida.90 En el verano de 1941 es el grupo Zeltia S.A. el que presentó cuatro procedimientos relacionados con la formación de derivados alquílicos, azoicos, amínicos y pirimidínicos, construidos sobre la literatura alemana, británica y norteamericana,91 aunque adaptados a las disponibilidades de materias primas en el mercado nacio90 AHOEPM, patentes 149.121 [19-II-1940]; 149.122 [19-II-1940]. Los hermanos Andreu Miralles continuaron el negocio familiar establecido por su padre, Salvador Andreu i Grau (1841-1928). José Andreu (1891-1978) se licenció en Farmacia por la Universidad de Barcelona (1910), en 1921 obtuvo el título de doctor por la Universidad Central; ejerció como subdelegado de Farmacia de Barcelona en 1926; tras estallar la Guerra Civil, el 17-VII-1936, salió de España, vía Puigcerdá para afincarse, junto a su hermano Juan, en Italia, desde donde organizaron el envío de productos sanitarios al ejército franquista; desde septiembre de 1938 estuvo en España; fue académico correspondiente de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya. Juan Andreu (1894-1968) obtuvo el grado de licenciado en Farmacia en 1914, y el de doctor en 1919; en 1962 dispuso de oficina de farmacia en Barcelona; falleció en julio de 1968; de su entierro dio extensa cuenta La Vanguardia [12-VII-1968: 23] (Rafael Roldán Guerrero. Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles. Madrid: IMPHOE, 1958-1963. 4 vols.; sobre José Andreu cf. vol. 1: 174; sobre Juan Andreu cf. vol. 1: 174-175. Ramón Jordi i González. Op. cit., nota 89; sobre José Andreu cf. pág. 776; sobre Juan Andreu cf. pág. 773). 91 AHOEPM, patentes 153.777 [17-VII-1941]; 153.778 [17-VII-1941]; 153.779 [17-VII-1941]; 153.781 [17-VII-1941]. Los inicios de este entramado empresarial se deben a los hermanos Fernández López: José (1904-1986), abogado, y Antonio (1906-1971), ingeniero de caminos, inicialmente relacionados, por razones familiares, con la industria agropecuaria y ganadera en tierras gallegas. En agosto de 1939, en unión de Obella Vidal, Fidel Isla Couto y Fernando Calvet (n. 1903), vinculados con anterioridad a los Laboratorios Miguel Servet de Vigo, dieron origen a una sociedad mercantil anónima, Zeltia, instalada en Porriño (Pontevedra), donde encontraron ‘refugio’ algunos de los científicos sometidos a un obligado ‘exilio interior’: Andrés León Maroto, Miguel Catalán Sañudo (18941957), Álvaro Gil Varela (1905-1980), Faustino Cordón Bonet (1909-1999), Isidro Parga Pondal, José Pérez Ramírez, Pastor Díaz Taladriz, Joaquín Novoa, Nicanor Ocampo de Redondela, Valentín Sobrini y Arcadio Atienza, entre otros. Este grupo empresarial, con notable interés en el sector químico-farmacéutico, precisa de un detenido estudio, apenas esbozado en Ricardo Gurriarán. «Galegos, ciencia e investigación no contextos da sublevación do 36: os exilios. O caso da empresa Zeltia». Congreso Internacional o Exilio Galego: 1499-1534. Santiago de Compostela: Consello da Cultura Galega, 2007.
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nal.92 En diciembre de 1941 será Clemente de Serra [Laboratorios FAES], quien propone un par de métodos para obtener benzolsulfamidas y polisulfonamidas, a los que aplica sus experiencias previas con arsenobenzoles.93 En los comienzos de 1942, el Instituto Farmacológico Latino S.L. se adentra en el trabajo con sulfamidas,94 remozando procesos 92 «Por todos los datos anteriores se comprenderá la grandísima importancia que para la terapéutica moderna, tiene la fabricación de este tipo de sulfonamidas y por ello los ‘Laboratorios Españoles Zeltia’ no han escatimado esfuerzo hasta conseguir un método propio de preparación industrial de estos medicamentos (...) Este procedimiento (...) es sumamente engorroso de realizar, sobre todo a escala industrial, y solo los países que tienen una indutria química muy adelantada pueden realizarlos con éxito. / Después de varias investigaciones, llevadas a cabo en nuestros laboratorios, hemos conseguido encontrar un método mas asequible a los medios de que disponemos hoy día la industria química española…» (Zeltia S.A.: AHOEPM, patente 153.777 [17-VII-1941]). «Este procedimiento no resulta practicable industrialmente en nuestro país ya que se carece de piridina que habría necesidad de importar y el precio de la misma imposibilita su aplicación. / Nosotros después de varios ensayos, realizados en nuestros laboratorios de investigación, hemos conseguido verificar esta condensación (...) Tanto el benceno como el bicarbonato sódico son cuerpos fáciles de adquirir en España lo cual hace que este método pueda tener una aplicación industrial en nuestro país....» (Zeltia S.A.: AHOEPM, patente 153.781 [17-VII-1941]). 93 AHOEPM, patentes 155.394 [20-XII-1941]; 155.405 [22-XII-1941]. Clemente Serra fue el director-gerente de la Fábrica Española de Productos Químicos y Farmacéuticos S.A. [FAES], una empresa constituida, en 1933, con la participación de los médicos Clemente Serra Espel, Vicente Amías Arana y el Centro Farmacéutico Vizcaíno, representado por Luis Artaza Achicallende; con posterioridad el accionariado se amplió a un grupo de bancos con intereses industriales, entre ellos el Banco Hispano-Americano, quien acabó convirtiéndose en su principal accionista. Tuvo sus instalaciones industriales en Vela de Lamiaco (Lejona), a escasa distancia de Bilbao, inauguradas en la primavera de 1935 y dedicadas, principalmente, a la fabricación de arsenobenzoles (Cf. Geleidas de Agrigento. «Hacia otra España. La Fábrica Española de Productos Químicos y Farmacéuticos, S.A., de Vizcaya». Blanco y Negro, 45(2317) [15-XII-1935]: 175. Madrid, 1935). 94 AHOEPM, patente 155.966 [22-I-1942]. El Instituto Farmacológico Latino S.L. estaba domiciliado en el número 25 de la madrileña calle Serrano; sería adquirido por la compañía Syntex en 1966 (cf. [ABC] «Incorporación de Syntex a la industria farmacéutica española». ABC, [3-V-1966]: 88. Madrid, 1966), con motivo de la absorción, en la prensa diaria se valora al Instituto Framacológico Latino S.L. con un «capital de 120 millones de pesetas, con cerca de 600 técnicos y empleados y con una organización de venta y propaganda que, aparte de dos
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ya abordados con anterioridad por otras empresas europeas del sector, fundamentalmente alemanas y suizas.95 En abril de este 1942, Jacinto Megías Fernández [Instituto Llorente], registró un procedimiento de fabricación de derivados bromados de sulfamidas.96 Ramón de Montaner Giraudier se interesó por los derivados yodados de sulfamidas, especialmente activos contra protozoos; sobre ellos patentó tres procedimientos entre marzo de 1943 y abril de 1950.97 revistas, cuenta con más de 120 visitadores médicos especializados (…) con su línea de más de 60 especialidades farmacéuticas éticas —antibióticos, vitaminas, esteroides de acción hormonal, psicofármacos, etc.—». La empresa fue fundada por Angelo Barale y Sebastiano Giuseppe Bergese. 95 «Por lo dicho se comprende que cada industrial debe aplicar su peculiar procedimiento que aunque en lo esencial no difiera de los procedimientos generales de síntesis orgánica constituye en su conjunto un procedimiento nuevo que por ser de su invención puede ser protegido por una patente…» (Instituto Farmacológico Latino S.L. AHOEPM, patente 155.966 [22-I-1942]). 96 AHOEPM, patente 156.752 [17-IV-1942]. Jacinto Megías y Fernández (18881956) realizó estudios de Medicina, en los que obtuvo el título de doctor (1917); se especializó en técnicas bacteriológicas y dirigió el Instituto Microbiológico de Madrid (Instituto Llorente) desde 1916. En 1944, trabajando aún para el Instituto Llorente, presidió el consejo de administración de la compañía Antibióticos S.A., al menos hasta 1950 (ABC, [16-XI-1950]: 3). Fue médico de la Real Casa (1916); estuvo en posesión de la Gran Cruz de Beneficencia con distintivo blanco y morado (1921) y la Gran Placa de Honor y Mérito de la Cruz Roja (1923); desde 1951 (21-II) fue académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina (cf. José Manuel Ramírez Jerez (comp.). Académicos numerarios del Instituto de España (1938-2004). Madrid: Instituto de España, 2005). También fue gerente del laboratorio Productos Naturales y Sintéticos S.A. (PRONA), empresa subsidiaria del Instituto Llorente, que fabricaba materias primas para la industria química y farmacéutica; las oficinas estaban ubicadas en el número 8 del madrileño paseo de Rosales, en el edificio contiguo al del Instituto Llorente y las fábricas en Alcalá de Henares —productos químicos— y en Brihuega (Guadalajara) —obtención de materias primas por vía extractiva— (cf. Gerardo Monge Muley. Figuras de la Industria Química española. Barcelona: [s. i.], 1955; la referencia en pág. 287). 97 AHOEPM, patentes 161.055 [12-III-1943]; 164.635 [22-I-1944]; 192.849 [25IV-1950]. Ramón de Montaner Giraudier, domiciliado en Barcelona —calle Provenza, 224b (1950)— era director técnico y gerente del laboratorio farmacéutico Media, ubicado en el número 15 de la barcelonesa calle de Santa Carolina; en 1943 el laboratorio contaba con un capital social de 900.000 pesetas y un censo obrero formado por veinte personas (AGA, signatura: Sindicatos [(06) 26.37], leg. 34/14313). Mantuvo contenciosos sobre la propiedad de las marcas Perlonguetas (BOE, 17-IV-1961), Endurets (BOE, 25-II-1964) y Madevitan (BOE, 11-III-1970), entre otras. 232
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En junio de 1942 es Raúl Roviralta Astoul [Laboratorios Andrómaco S.A.] quien registra un procedimiento para metilar sulfonamidas;98 un par de años después, en febrero de 1944, patentará los trabajos realizados por el químico Antonio Sanromá Nicolau, sin duda al servicio de Laboratorios Andrómaco, sobre derivados tiazólicos.99 De noviembre de 1942 data una patente de introducción, registrada aquí por Primma S.A., relacionada con la producción de sulfanil-guanidina, al modo en que lo había realizado el grupo dirigido por Eli Kennerly Marshall, aunque el expediente no nos indique la fuente.100 Juan Abelló Pascual [Laboratorios Abelló] registró, en enero de 1946, un procedimiento clásico de acilación para la obtención de sulfamidas,101 basada en las investigaciones alemanas.102 98 AHOEPM, patente 157.509 [15-VI-1942]. Raúl Roviralta Astoul (1891-1979) es, junto a Fernando Rubió, el fundador de los Laboratorios Andrómaco S.A., cuya andadura comenzó en la Barcelona de 1923; la empresa pronto se expandió por el territorio latinoamericano y mediterráneo; «en mérito a su dilatada labor asistencial y católica en España, Italia, Brasil y República Argentina», Pío XII le concedió el título de marqués de Roviralta de Santa Clotilde (ABC, [19-XII-1951]: 16. Madrid, 1951), cuyo empleo fue autorizado en nuestro país (ABC, [29-XII-1953]: 52. Madrid, 1953). 99 AHOEPM, patente 164.876 [19-II-1944]. 100 AHOEPM, patente 158.738 [10-IX-1942]. Sobre esta empresa, domiciliada en Esplugas de Llobregat (Barcelona) no disponemos de datos. No es esta la primera vez que una síntesis de un derivado guanídico de sulfamida se registra en España; con anterioridad lo había protegido la American Cyanamid Company (AHOEPM, patente 151.924 [22-II-1941]). 101 AHOEPM, patente 172.306 [25-I-1946]. Juan Abelló Pascual (1895-1983) cursó, en la Universidad de Madrid, las licenciaturas de Farmacia y Ciencias Químicas, en la que se doctoró. Tras acabar sus estudios universitarios compatibilizó la actividad docente en centros de enseñanza secundaria con el ejercicio en la oficina de farmacia. Durante la Guerra Civil prestó servicio en el ejército afecto a Francisco Franco; en 1939 fue nombrado presidente de la rama de reactivos, rama de las porcelanas y vidrios químicos y rama del material del laboratorio, dependientes de la Comisión Reguladora de las Industrias Químicas. Su modesto laboratorio sito en el barrio madrileño de La Guindalera se convirtió tras la guerra en una de las más potentes industrias farmacéuticas: la Fábrica de Productos Químicos y Farmacéuticos Abelló, en la que se sintetizó morfina, cocaína, efedrina y otros alcaloides, y cuyo consejo de administración presidió hasta su fallecimiento (Antonio González Bueno. «Abelló Pascual, Juan». Diccionario Biográfico Español, 1: 189-190. Madrid: Real Academia de la Historia, 2009). 102 «Estudios efectuados por el peticionario sobre procedimientos de acilación ácida (…) han dado excelentes resultados, constituyendo la base de una modifica-
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Dos investigadores catalanes, Coloma Giral Domenech103 y Rogelio Boix Güell,104 trabajaron, en la segunda mitad de la década de 1940, sobre toluol-sulfamidas; ambos se ocuparon, en sus respectivas patentes, de la fabricación de productos intermedios para la elaboración de sacarina, inspirados en las propuestas alemanas de uso habitual en la época. Bajo la firma de los hermanos Andreu Miralles (Juan y José) [Laboratorios Dr. Andreu] se presentaron un nuevo par de patentes apenas iniciada la década de 1950; la primera en abril de 1950, relativa a la recuperación de ácido sulfanílico procedente de las aguas residuales del proceso de fabricación del cloruro del ácido acetil-sulfanílico, elemento básico en los procesos de síntesis de muchos compuestos sulfamídicos; y, en marzo de 1951, un procedimiento para la síntesis de derivados sulfonamídicos solubles, derivados de benceno-sulfamidas.105 Juan Martí Camp y José Alberti Gubert (m. 1985) presentaron, en el verano de 1951, un procedimiento de obtención de sulfamidas insolubles, del que no poseemos datos,106 pero que quizás fuera similar al que, unos años más tarde, en octubre de 1954, patentara el primero de ellos, Juan Martí Camps, también relacionado con sulfamidas insolubles y destinado a producir polímeros de conción metódica del procedimiento de Gelmo…» (Juan Abelló Pascual. AHOEPM, patente 172.306 [25-I-1946]). 103 AHOEPM, patente 179.972 [2-X-1947]. Esta misma autora, residente en Badalona, probablemente química de formación, presentó a registro, con fecha 10-IV-1947, una patente para «Un procedimiento de una disolución de exaclorobenceno». No conocemos más datos sobre ella. 104 AHOEPM, patente 182.320 [29-I-1948]. De este autor, quizás vinculado a la industria textil, tampoco poseemos datos biográficos; sí nos consta que presentó a registro otras patentes por estas mismas fechas, relativas a la obtención de celulosa (AHOEPM, patentes 183.262 [31-III-1948]; 187.648 [31-III-1949]); queda domiciliado en Manresa (Barcelona), en calle Barcelona, 86. 3º. 105 AHOEPM, patentes 192.564 [4-IV-1950]; 197.072 [10-III-1951]. 106 AHOEPM, patente 198.785 [7-VII-1951]. La memoria descriptiva no se conserva en archivo. Ramón Jordi i González (Op. cit., nota 89, pág. 734) sitúa a José Alberti Gubert, en 1962, con farmacia abierta en Barcelona (Valldoreix, 7) y señala el desempeño del cargo de vocal de la Junta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona entre 1981 y 1985; es él quien fija la fecha de su muerte. 234
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densación de estos productos (poli-oximetilen-sulfonamidas) especialmente útiles para combatir flora intestinal.107 Pocas patentes relacionadas con sulfamidas se presentan en esta primera mitad de los años cincuenta, prácticamente sustituidas, en lo que a su acción terapéutica se refiere, por las penicilinas; pero anotamos una más, la registrada en el verano de 1953 por Emilio Álvarez Fité relativa a la obtención de productos de condensación de derivados sulfonamídicos con aldehídos.108 La empresa Sociedad Española de Especialidades FármacoTerapéuticas S.A. presentó a registro, en junio de 1955, un método para abreviar la síntesis de sulfamida-tiazoles;109 esta misma empresa patentó, en enero de 1959, un procedimiento para la obtención de sulfamidas del tipo de la metoxi-piridazina.110 De junio de 1956 es la propuesta formulada por el Laboratorio Martín Cuatrecasas en la que expone, como novedad, la posible obtención de derivados de amino-benceno-sulfamidas empleando, entre otras materias primas, ureas o ureas sustituidas.111 Por estas mismas fechas, José María Alonso Samaniego 107 AHOEPM, patente 218.211 [27-X-1954]; consta como domiciliado en Barcelona, en el número 179 de la calle Aribau. 108 AHOEPM, patente 210.512 [15-VII-1953]. Posiblemente se trate de la misma persona que, hacia la primera mitad de 1920, estuvo vinculado, como subcajero, a los Laboratorios Andreu (La Vanguardia, [15-XII-1938]: 9. Barcelona, 1938); en julio de 1953 figura como domiciliado en la calle Ponsich, 11 del Prat de Llobregat (Barcelona). 109 AHOEPM, patente 222.209 [3-VI-1955]. La empresa, distribuidora española de los productos A. Wasserman S.A., estaba instalada, en 1924, en el número 25 de la calle Fomento de Barcelona [Ideal Médico, 8(86): 157. Córdoba, 1924]; en 1939 figura en el número 63 de la misma calle (La Vanguardia, [9-V-1939]: 3. Barcelona, 1939), entonces utilizaba el equipo comercial construido por J. Uriach y Cia. S.A.; en junio de 1955 estaba domiciliada en el número 173 de la avenida de San Antonio María Claret (Barcelona). La memoria usa como referencia el trabajo de Praphulla Chandra Guha. «Constitution of the so-called dithio-urazole of Martin Freund. I». Journal of the American Chemical Society, 44(7): 1502-1510. Washington DC, 1922. 110 AHOEPM, patente 246.746 [24-I-1959]. 111 AHOEPM, patente 229.154 [16-VI-1956]. El Laboratorio Martín Cuatrecasas fue fundado, en torno a 1929, por Martí Cuatrecasas i Arumí (1905-1966), inicialmente instalado en la farmacia sita en el número 41 de la calle Pau Claris, de
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[Laboratorios Alter] patenta un método para la preparación de una sulfanilil-carbamida.112 Industrias Universo, S.A. presentará a registro, en diciembre de 1957, una combinación de sulfamida y examina, de pretendida utilidad, tanto preventiva como curativa, contra la gripe.113 En el otoño de 1958 será José Robert Mestre [Laboratorio Robert] quien registre un método para fabricar una sulfamida del grupo metoxi-piridazina, relativamente similar al que, en enero de 1959, presentara la Sociedad Española de Especialidades Fármaco-Terapéuticas S.A. y sobre el que el propio José Robert Mestre volverá a incidir en el verano de 1959,114 lo que parece poner de Barcelona, para comercializar Salidol y Euforina; en 1930 simultaneó el local de la calle Pau Claris con el situado en el número 13 de la calle Ginebra, en Barcelona, en claro proceso de expansión, particularmente por el éxito de Sali-Sod; siguió activo tras la Guerra Civil, convertido ya en sociedad anónima, en 1956 —fecha de esta patente— ocupaba los locales del número 304 de la calle de Valencia, en Barcelona. Tras un impulso económico patrocinado por la familia Pujol, el Laboratorio Martín Cuatrecasas S.A. se trasformó en Laboratorio Fides S.A., estuvo instalado en el número 417 de la calle Vizcaya, en Barcelona (Josep Cuatrecasas i Genis, María Cuatrecasas i Arumí, Joan Subirà i Rocamora. L’apotecari de Camprodon. La nissaga dels Cuartrecasas. Barcelona: Editorial Mediterrània, 2006). 112 AHOEPM, patente 229.696 [7-VII-1956]. José María Alonso Samaniego fue presidente de Laboratorios Alter; en julio de 1970 le fue entregada la Encomienda con placa de la Orden Civil de Sanidad (ABC, [15-VII-1970]: 21. Madrid, 1970); en la primavera de 1974 se incorporó, como consejero-delegado, a Bankunion (La Vanguardia Española, [30-III-1974]: 18. Barcelona, 1974); falleció en Madrid, el 21-II-1984 (ABC, [22-II-1984]: 79. Madrid, 1984). La empresa figura como establecida en Madrid, en el número 7 de la calle Mateo Inurria. El método es una variante de los ya publicados: «El uso farmacéutico de la N-sulfanilil-Nbutil-carbamida nos ha llevado a ensayar procesos similares a los de la literatura, pero cambiando en muchos puntos la metódica con objeto de mejorar el rendimiento…» (AHOEPM, patente 229.696 [7-VII-1956]). 113 AHOEPM, patente 239.112 [5-XII-1957]; en estas fechas consta, como domicilio de la empresa, el número 140 de la calle Conde del Asalto, en Barcelona. 114 AHOEPM, patentes 246.128 [22-XI-1958]; 250.598 [6-VII-1959]. José Robert Mestre heredó la farmacia-laboratorio familiar sita en el número 74 de la calle Lauria, en Barcelona; allí, al menos en la década de 1930, fecha en la que se anuncia en las revistas profesionales (cf. El Boletín de la Revista Ibero-Americana de Ciencias Médicas, 6(60): [s. p.] Barcelona, 1931 Ibid., 9(100): 68, 70, 71. Barcelona, 1934). Ramón Jordi González (Op. cit., nota 89, pág. 746) le sitúa activo en esta localización entre 1932 y 1941, aunque en la declaración censal ante el 236
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manifiesto un cierto interés por la producción de esta molécula durante estos años.115 En los comienzos de 1960, Ramón Pujol Llusá se interesa por la producción de sulfonilureas;116 a finales de este año, La Química Comercial y Farmacéutica S.A. registra un procedimiento para fabricar un amino-benzol-sulfonamido-pirazol, catalogado por sus autores como de acción anti-estreptocócica prolongada; la autoría se le asigna a Marcelo Tabah Papo.117 Solo bajo la firma de Marcelo Tabah Papo se patenta, en el verano de 1962, un método para proSindicato Vertical de Industrias Químicas, fechada el 4 de noviembre de 1940, se indicaba un nuevo domicilio: el número 314 de la barcelonesa calle Valencia; en 1968 aún seguía en Barcelona, esta vez en los números 158-164 de la calle Antonio María Claret (AGA, signatura: Sindicatos [(06) 26.37], leg. 34/14312). Durante la guerra, sirvió en el bando afín al general Franco; fue contador de la comisión gestora del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona (1939-1941) y vocal en la Junta del Colegio, en representación de los laboratorios farmacéuticos, entre 1952 y 1959. Laboratorios Robert gozó de una amplia presencia nacional durante la década de 1970; el 20 de enero de 1973 se celebró, en Sevilla, una convención del personal del Laboratorio, de la que da cuenta las páginas del diario ABC. Al menos en 1958 y 1959 el Laboratorio Robert estuvo ubicado en el número 314 de la calle Valencia (Barcelona). 115 Quizás a la zaga de los trabajos de R. H. Mizzoni, Paul E. Spoerri. («Synthesis in the Pyridazine Series. I. Pyridazine and 3,6-Dichloropyridazine». Journal of the American Chemical Society, 73(4): 1873-1874. Washington, 1951), cuya influencia reconoce José Robert Mestre (AHOEPM, patente 250.598 [6-VII-1959]). 116 AHOEPM, patente 257.280 [31-III-1960]. Ramón Pujol Llusá, licenciado en Ciencias Químicas, falleció en 1962 a causa de un accidente; contaba cuarenta y tres años de edad. La nota necrológica aparecida en La Vanguardia Española ([29-VIII1962]: 22. Barcelona, 1962) le relaciona con los Laboratorios J. Uriach y Cía. S.A. En el expediente que nos ocupa figura domiciliado en el número 61 de la calle Laforja, en Barcelona. 117 AHOEPM, patente 261.554 [6-X-1960]. Apenas disponemos de datos sobre Marcelo Tabah Papo, posiblemente químico, de nacionalidad española y religión judía, fallecido en 1994, a los ochenta años de edad; estuvo casado y fue padre de dos hijos, Chaim y Dina Broder (La Vanguardia [27-II-1994]: 36. Barcelona, 1994). Fue gerente, junto a Emilio Orfila Gomila, del laboratorio independiente Productos Farmacéuticos Orfi S.A. (antiguo Laboratorio Marn), que, en 1946, elaboraba 28 especialidades farmacéuticas y contaba con 46 empleados. En 1959 creó su propio laboratorio (Dr. Marcelo Tabah. Laboratorio de Productos Químicos y Farmacéuticos), constituido como Farmhispania S.A. a partir de 1970 (AGA, signatura: Sindicatos [(06) 26.37], leg. 34/14312 y 34/14993). 237
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ducir un sulfofenazol de empleo en la terapéutica de enfermedades gastro-intestinales.118 Jesús Camón Cano [Laboratorio Argenol], interesado en la fabricación de productos derivados de la plata con propiedades bactericidas, propuso, en octubre de 1960, la acción sinérgica de los preparados argénticos con las sulfamidas; su patente intenta probar, mediante trabajos experimentales, la eficacia curativa y la falta de toxicidad de su compuesto de absorción: caolín plateado coloidal.119 Algo más de éxito parece tener la propuesta de asociar sulfamidas con otros antibióticos, particularmente con tetraciclinas; Antonio Gallardo S.A, presenta uno de estos procedimientos en mayo de 1963.120 En torno a estas mismas fechas, en julio de 1962 y agosto de 1963, los Laboratorios del Dr. Esteve S.A. registran un par de métodos para elaborar derivados sulfamídicos del dihidro118 AHOEPM, patente 279.954 [2-VIII-1962]. En esta no figura el domicilio social de La Química Comercial y Farmacéutica S.A., sino el que debía ser el personal del autor: Suspiro, 30 (Barcelona). 119 AHOEPM, patente 262.752 [25-X-1960]. Jesús Camón Cano, doctor en Ciencias Químicas, de origen aragonés, fue auxiliar de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza durante la Guerra Civil; en 1939 fundó, junto a Antonio de Gregorio Rocasolano (1873-1941), el Laboratorio Argenol, dedicado desde su fundación a la fabricación de productos derivados de la plata que, por sus propiedades bactericidas, tienen gran aplicación terapéutica. En 1940 Jesús Camón Cano figuraba, junto a José Lostao Chulilla, como gerente de este laboratorio, ubicado en el número 19 de la zaragozana calle Pradilla; contaba con un capital de 90.000 pesetas y trabajaban en él ocho personas (AGA, signatura. Sindicatos [(06) 26.37], leg. 34/14386). El Laboratorio Argenol continúa activo (http://www.laboratorios-argenol.com/ [consultado en XII-2012]). 120 AHOEPM, patente 282.689 [21-XI-1962]. Se trata de la empresa fundada por Antonio Gallardo Carrera (1908-1988), delegado de Air France en Barcelona quien, en diciembre de 1944, adquirió de Víctor Almirall Riu el Laboratorio Almirall, sito en Barcelona, que, desde entonces, pasó a denominarse Laboratorio Antonio Gallardo; en febrero de 1951 la propiedad se transforma en comanditaria, en 1954 el Laboratorio Antonio Gallardo S.C. traslada su sede al número 72 de la calle Cardener, en Barcelona; desde enero de 1957 adopta la estructura de sociedad anónima y, en 1972, inaugura una factoría en Sant Andreu de la Barca. Tras la muerte de Antonio Gallardo, en 1988, la entidad volverá a denominarse Laboratorios Almirall (cf. Nuria Puig. «Antonio Gallardo Carrera». En: Francesc Cabana (ed.). Cien empresarios catalanes: 506-514. Madrid: LID, 2006).
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xibenceno, que se muestran especialmente útiles para disminuir el tiempo de coagulación de la sangre.121 En definitiva, un total de 27 laboratorios españoles, que presentan a registro 29 expedientes vinculados, de una u otra forma, con el núcleo de sulfamida; la mayor parte de ellos procesos de fabricación relacionados con moléculas terapéuticamente activas y cuyo centro de producción se sitúa, de manera nítida, en el ámbito geográfico de la ciudad de Barcelona y su cinturón industrial.
Gráfica 3. Patentes de sulfamidas S.L. debidas a laboratorios españoles (1938-1963).
121 AHOEPM, patentes 279.303 [10-VII-1962]; 291.358 [27-VIII-1963]. La sede de estos laboratorios queda establecida en el 21 de la avenida Virgen de Montserrat (Barcelona).
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Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
Capítulo VIII PENICILINA PARA LA ESPAÑA DEL PRIMER FRANQUISMO (1944-1959)* Gloria Redondo Rincón Universidad Complutense de Madrid Antonio González Bueno Universidad Complutense de Madrid
La industria farmacéutica en una España autárquica Durante los primeros años del franquismo se intentó priorizar la producción española, el Régimen controlaba el comercio exterior a través del Ministerio de Industria y Comercio y del Instituto Español de Moneda Extranjera; este sistema proteccionista se materializó con la aprobación, en 1939, de dos leyes básicas: la ley de protección de la industria nacional y la ley de ordenación y defensa de la industria nacional; dos años más tarde, en 1941, se creará el Instituto Nacional de Industria (INI).1 La repercusión en el sector farmacéutico de las dos leyes de 1939 sobre protección de la industria española fue directa pero, para ello, se hubieron de complementar con una norma específica sobre elaboración e importación de medicamentos de fabricación industrial: el decreto de Presidencia de 5 de junio de 1940 (BOE, 26-VI-1940), destinado a ajustar la política reciente decidida en estas materias, motivado por la escasez de algunos medicamentos «que en forma de especialidades farmacéuticas vienen siendo de uso frecuente y necesario, sin que todavía la producción nacional
* Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Elena San Román López. Ejército e Industria: El nacimiento del INI. Barcelona: Crítica, 1999.
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haya podido suplirlas en el corto espacio posterior al Movimiento Nacional».2 Este decreto autorizaba la importación de medicamentos, con carácter excepcional, siempre que fueran considerados de importancia terapéutica y que resultara imposible su fabricación en España, o que existieran determinadas necesidades sanitarias que justificaran su importación; para ello era necesaria la conformidad del Ministerio de la Gobernación, previo informe de la Dirección General de Sanidad. A los laboratorios farmacéuticos propiedad de extranjeros autorizados y en funcionamiento antes del 18 de julio de 1936, se les impuso la obligación de solicitar un ‘permiso especial’, concedido por el Ministerio de la Gobernación a partir de a un expediente instruido por la Dirección General de Sanidad. Este expediente debía demostrar que los laboratorios cumplían lo establecido en la ley de 24 de noviembre de 1939 (BOE, 15-XII-1939) sobre ordenación y defensa de la industria, o bien que hubieran sido cedidos o arrendados en las mismas condiciones que las previstas para los medicamentos de fabricación nacional. Por último, el decreto ordenaba que, antes de la aprobación por el Ministerio de Industria y Comercio del establecimiento de una nueva industria químico-farmacéutica, era necesario un informe de la Dirección General de Sanidad. El 30 de mayo de 1941, un año después, se publicó un nuevo decreto (BOE, 7-VI-1941) por el que se amplía por otro año más el plazo señalado para la elaboración e importación de especialidades farmacéuticas extranjeras. Otro decreto, esta vez aprobado a propuesta del ministro de la Gobernación, Valentín Galarza Morante (18821951), el 15 de junio de 1942 (BOE, 2-VII-1942), declaró temporales todos los registros de fabricación industrial con una validez de dos años para los medicamentos de fabricación extranjera y de cinco años para los españoles, a partir de la publicación de esta norma, que sería prorrogable a instancia del interesado, por periodos iguales, siempre que las condiciones de producción nacional u otras razones no acon2 En ese momento, el ministro de la Gobernación era Ramón Serrano Súñer (1901-2003); después, por decreto de 18 de octubre de 1940 (BOE, 19-X-1940), pasó a ocupar la cartera de Asuntos Exteriores.
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sejasen lo contrario; el decreto exponía los motivos de esta revisión obligatoria al señalar que «permitirá hacer una necesaria selección de productos»; este decreto establecía una nueva prórroga de un año al plazo fijado en el párrafo primero del artículo cuarto del decreto del 5 de junio de 1940. Aún en 1944 se aprobó una nueva prórroga de un año más, mediante el decreto de 28 de julio de 1944 (BOE, 12-VIII1944) «vistas las peticiones formuladas por casas de diferentes países, se hace conveniente conceder una nueva prórroga con el fin de dar tiempo a aquellas para normalizar sus actividades». Para valorar la repercusión de esta normativa en la industria químico-farmacéutica española, recogemos algunos datos estadísticos en la tabla 1. Tabla 1. Comercio de importación y exportación de productos químicos y farmacéuticos [1935-1955].3 Año 1935 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955
Importación [toneladas] 677.368 121.010 117.277 112.025 122.484 86.552 77.826 125.601 183.387 154.936 227.763 500.209 363.037 541.330 402.859 540.379 733.060
Importación [pesetas oro] 95.182 28.048 36.435 54.419 75.780 54.081 46.260 57.962 63.894 66.753 85580 129.332 99.291 155.680 103.530 123.095 153.379 3
Exportación [toneladas] 679.236 272.100 188.399 211.733 146.697 305.819 388.058 586.867 561.714 591417 560.097 408.982 755.433 578.466 603.517 572.578 652.137
Exportación [pesetas oro] 31.499 18.685 25.377 24.137 30.575 46.349 40.491 48.312 47.991 55.453 67.017 52.933 59.510 42.435 32.069 30.853 33.737
3 Fuente: Subdirección General de Estadística. Pequeño anuario estadístico de España. Año I. 1936. Madrid: Talleres tipográficos Plutarco, 1936; Dirección
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De los datos disponibles se deduce que la normativa de proteccionismo de los productos nacionales provocó un descenso de las importaciones pero, como contrapartida, el aislamiento de España dio lugar a un considerable descenso de las exportaciones, con lo que los beneficios derivados del comercio exterior fueron negativos. Durante todo el periodo analizado (1940-1955) los ingresos, en pesetas oro, procedentes de las exportaciones fueron menores que los pagos por las importaciones. Tampoco se deduce de estos datos un beneficio derivado de una posición favorable de España como suministrador de estos productos químicos y farmacéuticos en los países que sufrieron directamente la Segunda Guerra Mundial; debe tenerse en cuenta que el repunte de actividad industrial en los países europeos al terminar la guerra mundial fue exponencial y en España no, con lo que el atraso de España desde el comienzo de la Guerra Civil, al compararlo con sus vecinos europeos, se multiplicó en estos primeros veinte años. No parece existir un aumento claro, en el periodo comprendido entre 1940 y 1955, derivado de la puesta en marcha de la normativa protectora de la industria químico-farmacéutica; por lo que cabe pensar que la política autárquica de este periodo provocó una escasez de productos químicos en la nación española. En febrero de 1946, a través del Boletín de Información… del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España se informó, a los directores técnicos de los laboratorios General de Estadística. Anuario Estadístico de España. Año xx. 1943. Madrid: [Ministerio de Trabajo], 1944; Instituto Nacional de Estadística. Anuario Estadístico de España. Año xxi. 1944-1945. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1946; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxii. 1946-1947. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1948. 2 vols.; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxiii. 1948. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1949; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxiv. 1949. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1950; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxv. 1950. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1951; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxvi. 1951. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1952; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxvii. 1952. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1953; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxviii. 1953. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1954; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxix. 1954. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1955; Ibid. Anuario Estadístico de España. Año xxx. 1955. [Madrid: Presidencia del Gobierno], 1956. 244
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farmacéuticos y a los propietarios de registros de medicamentos, de la obligación de remitir, a la Inspección General de Farmacia, una relación de los productos autorizados con anterioridad al 9 de febrero de 1924 que se continuaran elaborando; en esta información debía constar el nombre del medicamento, el número y la fecha del registro y el nombre del propietario o del laboratorio donde se elaborase. En el caso de no recibir esta información en el plazo de un mes, se propondría la anulación del expediente.4 Para regular la importación de materias primas e intermediarias, destinadas a la industria químico-farmacéutica, se publicó la orden de 24 de julio de 1947 (BOE, 3-VIII-1947), en ella se puede apreciar la elevadísima burocracia del periodo. En su artículo primero se encarga a la Subsecretaria de Economía Exterior y Comercio la fijación del contingente en divisas que pudiera destinarse a la importación de materias primas e intermediarias para la industria químico-farmacéutica, determinando, asimismo, el periodo en que debiera utilizarse el expresado contingente. En su artículo tercero, norma cuarta, se estable un plazo de quince días, contados a partir de la fecha de su publicación, dentro del cual las fábricas y laboratorios de productos de síntesis básicos para la elaboración de medicamentos de fabricación industrial, debían remitir declaración jurada de las necesidades anuales de primeras materias de importación, con expresión de cantidades e importes aproximados en pesetas, indicando el número de obreros, empleados y técnicos que ocupan y la cantidad de productos básicos que pueden fabricar por año, trabajando en turnos de ocho horas. Francisco Franco remodeló su Gobierno en 1951, el almirante Luis Carrero Blanco fue nombrado ministro de Presidencia, en Asuntos Exteriores se mantuvo a Alberto Martín Artajo. El nuevo Gobierno de 1951 tendría como objetivo principal mejorar las re4 Dirección General de Sanidad. «Registros Farmacéuticos». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 44: 37. Madrid, 1946.
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laciones internacionales del Régimen y cambiar la situación provocada por el excesivo intervencionismo; por ello, entre las medidas que adoptó, se fomentó el comercio exterior. Como ministro de Comercio se nombró a Manuel Arburua, «famoso por la facilidad con que otorgaba licencias de importación a sus selectos amigos».5 Las relaciones diplomáticas del Régimen mejoraron, aunque solo ligeramente; en abril de 1951 se firmó el tratado de París por el que se constituía la Comunidad del Carbón y el Acero, y España no participó en ella. El crecimiento económico supuso una tasa media anual de aumento; en términos reales alcanzó el 6,7% entre 1951 y 1957, tasa superior a la de la mayoría de los países europeos en ese periodo, aunque, evidentemente, no se partía de situaciones similares. El comercio exterior se multiplicó por diez; aun así, hasta 1954 la renta per cápita no igualó a la existente antes de la guerra española.6 Al inicio de este nuevo periodo, en 1951, se renueva la Jefatura Nacional del Sindicato de Industrias Químicas y a su frente se nombra a un farmacéutico, el falangista Alberto García Ortiz.7 Toda la carrera de este farmacéutico había estado unida al falangismo y a su sindicato: ingresó en las JONS en 1931, fue socio fundador del Sindicato Español Universitario, por lo que se le designa como un «hombre de la gloriosa quinta del SEU»; combatiente en la guerra española bajo banderas de Falange Española, se le nomRaimond Carr. España 1808-2008. Barcelona: Ariel, 2009 (cf. pág. 590). Juan Carlos Pereira. La política exterior de España 1800-2003. Barcelona: Ariel Historia, 2009 (cf. pág. 142). 7 Alberto García Ortiz (1916-2005), falangista de la ‘vieja guardia’, fue presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos; ejerció como inspector farmacéutico municipal, director técnico de los Laboratorios Made y, desde 1956, tuvo farmacia abierta en Madrid. Cesó en su cargo de presidente del Sindicato Nacional de Industrias Químicas por decreto de 3 de febrero de 1970 (BOE, 4-II-1970), y se le nombró vicesecretario nacional de Obras Sindicales de la Organización Sindical, por decreto de 2 de febrero de 1970 (BOE, 4-II-1970). Tuvo nombramiento de capitán farmacéutico honorífico, fue académico correspondiente de la Real Academia de Farmacia y estaba en posesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad y de la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio (María del Carmen Francés Causapé. «Necrología [Alberto García Ortiz]». Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 71(1): 266. Madrid, 2005). 5 6
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bró comandante honorario de la Farmacia Militar, jefe de los servicios químico-farmacéuticos de la Delegación Nacional de Auxilio Social y procurador en Cortes. Formó parte de la delegación oficial española en la XIV Asamblea de la Federación Internacional de Farmacia de Roma y, posteriormente, en el II Congreso Panamericano de Farmacia, celebrado en Lima.8 Al final de esta etapa del Régimen de Franco, el Gobierno formado en febrero de 1957 apostó por una política liberalizadora, conocida como ‘neocapitalismo’. Los falangistas y propagandistas católicos perdieron posiciones a favor de los tecnócratas del Opus Dei, estrechamente conectados con el mundo financiero: Laureano López Rodó, muy unido a Luis Carrero Blanco, es nombrado secretario general técnico de la Presidencia de Gobierno; para ocupar la cartera de Trabajo se elige a Fermín Sanz-Orrio y Sanz; en Hacienda a Mariano Navarro Rubio y en Comercio a Alberto Ullastres Calvo. El nuevo proyecto político tenía por objeto ‘modernizar’ España, desde una vertiente económica, pero sin modificar la política autoritaria. El Gobierno puso en marcha una serie de medidas: suprimió el sistema de cambios múltiples en el comercio exterior y devaluó la peseta. Después de una fuerte deflación y una liberalización de los salarios, la productividad y los niveles de vida se elevaron, aumentó la presión fiscal y se estableció un sistema más flexible de las relaciones laborales, basadas en la ley de convenios colectivos (1958). España ingresa en la ONU en 1955 y en organismos de ella dependientes, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, en 1958. También se incorpora a la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), como país asociado, en 1958. El cambio culminó el 21 de julio de 1959, con la publicación del decreto-ley de nueva ordenación económica, conocido como Plan de Estabilización y de Liberalización Económica.9 8 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Don Alberto García Ortiz nuevo Jefe nacional del Sindicato de Industrias Químicas». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 94: 35. Madrid, 1952. 9 Raimond Carr. Op. cit., nota 5; cf. pág. 599.
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Penicilina americana para España: el Comité Nacional de Penicilina El 10 de marzo de 1944, los medios de comunicación españoles se hicieron eco de las primeras dosis de penicilina suministradas que, al menos de manera legal, habían llegado del extranjero;10 pocos días después, el 17 de mayo de 1944, el farmacéutico Manuel González Jáuregui pronuncia una conferencia en los locales de la Real Academia de Farmacia sobre «La penicilina. Estado actual de este problema»; en ella, tras reconocer la escasez de documentación científica publicada en lengua española, da cuenta de la amplia experiencia clínica desarrollada en Inglaterra y Estados Unidos y de los amplios porcentajes de curación alcanzados en septicemias causadas por estafilococos, meningitis producidas por pneumococos y blenorragia; en definitiva, la considera un poderoso recurso terapéutico que, dadas las dificultades para obtenerla, purificarla y conservarla, no puede plantearse un uso generalizado, a lo que se añaden las dificultades de su escaso rendimiento de producción; por lo que concluye: «Si los laboratorios españoles no la producen hasta la fecha para el mercado nacional, no se debe a desidia ni a ignorancia, sino a las dificultades reseñadas».11 Mientras que en España se comenzaba a difundir su poder terapéutico, y se aplicaba en algunos casos aislados, en EE.UU. ya se producía penicilina a gran escala desde 1943;12 en mayo 10 De ello se ha ocupado Raúl Rodríguez Nozal. «¿Fortuna o desdicha? La entrada de la penicilina en la España de la autarquía, un nuevo desafío para la farmacia y la industria farmacéutica». En: Antonio González Bueno et al. (eds.). Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde: 515-550. Granada: SDUHFE / Universidad de Granada, 2011; Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos José Pérez Teijón. «La penicilina en España: difusión, propiedad industrial y negocio en clave autárquica (1944-1959)». Estudos do Seculo XX, 12: 271-288. Coimbra, 2012. 11 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Real Academia de Farmacia. Conferencia [de Manuel González Jáuregui]». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 25: 18-21. Madrid, 1944. 12 La producción en los Estados Unidos de América se había multiplicado gracias al nuevo método aplicado, denominado ‘cultivo en masa’, que consistía
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Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
de 1945, el Boletín de Información… del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se hacía eco de una artículo publicado en la prensa profesional norteamericana donde se afirmaba: Casi tan maravillosa como las propiedades casi milagrosas de la penicilina es la rapidez increíble con que se ha llevado a cabo el programa de producción. La primera fábrica del mundo en principiar su manufactura en gran escala ha sido la Comercial Solvent Corp., de Terre Haute, Indiana, EE.UU. (…) durante el mes de mayo de 1944 se produjeron más de 100.000 millones de unidades, en comparación con 43.000 millones durante todo el año de 1943.13
Las primeras remesas de penicilina llegaron a España en 20 de septiembre de 1944, según se desprende de la información en una fermentación profunda en grandes depósitos, en vez del cultivo en superficie. Con la nueva técnica, en 1944 se esperaba alcanzar una producción mucho mayor de 200.000 millones de unidades por mes. También Inglaterra estudiaba la forma de implantar este método, asesorado por EE.UU. (La Vanguardia Española, [18-X-1944]: 6. Barcelona, 1944). De acuerdo con los datos proporcionados por David L Cowen, Alvin B. Segelman (Antibiotics in historical perspective. [S. l.]: Merck Sharp & Dohme International, 1981, cf. pág. 155), en el primer semestre de 1943, la producción total de penicilina americana fue de 800 millones de unidades; en el segundo semestre la producción superó los 20 billones de unidades; en 1944 se alcanzaron los 1.663 billones de unidades y, en 1945, se produjeron 6.800 billones de unidades. En Gran Bretaña, la exportación de penicilina entre los años 1947 y 1951 supuso un aumento del 600 por 100, una gran parte de la producción se dedicaba a la exportación: «En 1947, el valor de las exportaciones de penicilina fue de 1.000.000 de libras esterlinas; en 1948, de 2.100.000; en 1949, de 2.700.000; en 1950, de 3.800.000, y en 1951, de 6.800.000». [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «La producción de penicilina en Inglaterra». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 99: 18. Madrid, 1953. 13 R. Callaham. «La fabricación de penicilina en América [Extracto de un trabajo de R. Callaham en ‘El Farmacéutico’, de Nueva York]». Boletín Informativo - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 35: 24-28. Madrid, 1945. La prensa periódica española reseña que, en diciembre de 1944, los EE.UU. habían alcanzado una producción de 290.000 millones de unidades de penicilina (La Vanguardia Española, [4-I-1945]: 6. Barcelona, 1945). 249
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hemerográfica;14 hasta esta fecha la penicilina conocida estaba destinada a unos pocos casos concretos. Ese 20 de septiembre de 1944, procedente de Estados Unidos, vía Lisboa, se recibía en el aeropuerto de Barajas el primero de una serie de envíos de penicilina para su distribución en España. Estos envíos eran fruto de un convenio entre la embajada de EE.UU. y los Ministerios de la Gobernación y de Industria y Comercio. El acuerdo contenía la forma de distribución, a través de las organizaciones sanitarias, que debía regularse por una comisión técnica nombrada por el Consejo Nacional de Sanidad; esta comisión estaba presidida por el médico Carlos Jiménez Díaz (1898-1967) y formaban parte de ella el bacteriólogo Gerardo Clavero del Campo (1895-1972), el farmacéutico Nazario Díaz López (1902-1988) y el dermatólogo Enrique Álvarez Sáinz de Aja (1884-1964).15 Mes y medio después de «recibidas las primeras partidas del medicamento denominado ‘penicilina’» se publicó la orden de 4 de noviembre de 1944 (BOE, 8-XI-1944), del Ministerio de la Gobernación, en la que se establecían normas para su uso, aunque se consideraban provisionales «en tanto no se disponga de tal medicamento en cantidades suficientes para que su utilización pueda hacerse con la libertad conveniente».16
La Vanguardia Española, [21-IX-1944]: 1. Barcelona, 1944. La Vanguardia Española, [21-IX-1944]: 1. Barcelona, 1944; ABC, [21-IX1944]: 9. Sevilla, 1944; en algún momento, entre 1943 y 1946, debió formar parte de este Comité el médico Eduardo Ortiz de Landázuri (cf. Guillermo Olagüe de Ros. Del uso de la retórica en el discurso científico: a propósito de los programas de trabajo de Fidel Fernández Martínez (1890-1942) y Eduardo Ortiz de Landázuri (1910-1985). Granada: Real Academia de Medicina y Cirugía de Granada, 2001). 16 Del contenido de esta disposición se hizo eco La Vanguardia Española, [9IX-1944]: 7. Barcelona, 1944. 14
15
250
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Tabla 2. Envíos de penicilina norteamericana para la población española [1945-1946] (véanse notas en p. 250).
Fecha
Cargamento
Vía
1945. 29-IV
20 kg
Lisboa#1
1945. 29-VI
21 kg
Río de Janeiro / Lisboa#2
1945. 25-VIII
282 kg
Lisboa#3
1945. 15-IX
58 kg
Lisboa#4
1945. 25-X
114 kg
Lisboa#5
1945. 27-X
400 kg
Lisboa#6
1945. 22-XII
267 kg
Lisboa#7
1946. 28-III
75 kg
Lisboa#8
1946. 10-V
272 kg
Lisboa#9
En noviembre de 1945, la Dirección General de Sanidad designó al jefe provincial de Sanidad para asumir las funciones del Comité Nacional de Penicilina en la provincia de Barcelona, con objeto de distribuir el antibiótico contenido en mil ampollas, cada una de ellas con cien mil unidades Oxford. El jefe provincial decidió compartir la responsabilidad creando una ‘Comisión de decisión’ formada por el decano de la Facultad de Medicina, el presidente del Colegio de Médicos, el director del Hospital de Infecciosos y el de la Santa Cruz y San Pablo.17 17 En concreto, se trataba de que ante una solicitud de penicilina, si el jefe de Sanidad provincial consideraba que se ajustaba a las normas de distribución establecidas, daba la orden de reparto y, de inmediato, el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona efectuaba la entrega; pero, si el jefe de Sanidad provincial consideraba que no cumplía alguno de los requisitos establecidos,
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En las reuniones del Consejo de Sanidad Nacional que tuvieron lugar entre el otoño de 1944 y el de 1945 se debatió el problema del abastecimiento de penicilina en toda la Península; la prensa trasladaba la solicitud a la ‘Comisión de decisión’, con lo que el jefe de Sanidad provincial no asumía la responsabilidad de las solicitudes denegadas (La Vanguardia Española, [25-XI-1945]: 18. Barcelona, 1945). #1 [EFE]. «Lisboa 28, 12 noche. En el avión de la Iberia han sido trasladados hoy a Madrid veinte kilogramos de penicilina, recién llegados de América con destino a España» (ABC, [29-IV-1945]: 35. Madrid, 1945). #2 [EFE]. «Lisboa 28.- En el ‘Clipper’, y en tránsito para España, llegaron 21 kilogramos de penicilina, procedentes de Rio de Janeiro» (ABC, [29-VI-1945]: 8. Sevilla, 1945); la misma información es recogida por La Vanguardia Española, [29-VI-1945]: 7. Barcelona, 1945. #3 La Vanguardia Española, [25-VIII-1945]: 8. Barcelona, 1945. #4 [EFE]. «Mas penicilina para España. Lisboa 14.- En el avión de la Iberia han salido para España cincuenta y ocho kilos de penicilina» (ABC, [15-IX-1945]: 9. Sevilla, 1945). #5 [EFE]. «Lisboa 25, 2 madrugada.- Hoy han sido enviados a España, en el avión correo de la Iberia, 114 kilos de penicilina. Esta cantidad forma parte del cargamento de 650 kilos de dicho producto, llegado recientemente de América del Norte a bordo del ‘Clipper’» (ABC, [25-X-1945]: 24. Madrid, 1945); la noticia aparece recogida, también, en las páginas de La Vanguardia Española, [25-X-1945]: 8. Barcelona, 1945. Un día antes, el 24 de octubre de 1945, la prensa informaba de la llegada a Tenerife de un avión que transportaba penicilina destinada al tratamiento de una enfermedad del Gobernador Militar de Tenerife, el general José María del Campo Tabernilla; la penicilina se traía expresamente desde Casablanca, y era remitida por el mando militar de Estados Unidos en el Norte de África, además, en el mismo avión, se desplazó el capitán médico norteamericano, Hilfera (La Vanguardia Española, [24-X-1945]: 3. Barcelona, 1945). #6 [EFE]. «Lisboa 26, 6 de la tarde.- en el avión de la Iberia han sido transportados a España 400 kilos más de penicilina. El cargamento llegó de Norteamérica en el ‘Clipper’» (ABC, [27-X-1945]: 17. Barcelona 1945). #7 En 22 de diciembre de 1945 se informó que había llegado ‘gran cantidad’ de penicilina desde los Estados Unidos a Lisboa con destino a España: [EFE]. «Lisboa 21.- Ha llegado a esta capital, procedente de Estados Unidos gran cantidad de Penicilina para España. / Tan pronto como el temporal permita la reanudación de las comunicaciones aéreas será remitida a la capital española» (ABC, [22-XII-1945]: 8). Sevilla, 1945; La Vanguardia Española, [22-XII-1945]: 11. Barcelona, 1945) y, dos días antes, el 20 de diciembre, se anunciaba que había salido desde Lisboa un avión para España con 267 kilogramos, destinados al Comité Nacional de Penicilina (La Vanguardia Española, [20XII-1945]: 6. Barcelona, 1945). #8 [La Vanguardia]. «Lisboa 28 [III-1946]. Han sido transportados a Madrid 75 kilogramos de penicilina» (La Vanguardia Española, [29-III-1946]: 5. Barcelona, 1946). #9 [EFE]. «Lisboa 9 [V-1946]. Han sido enviadas a España, por vía aérea, 5.000 ampollas de penicilina, con un peso global de 272 kilos». ABC, [10-V-1946]: 14. Sevilla, 1946. 252
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
diaria se hace eco de las sesiones celebradas los días 18 de noviembre de 1944,18 31 de julio de 194519 y 3 de octubre de 1945.20 Los días 3 y 4 de julio de 1945 el Director general de Sanidad, José Alberto Palanca Martínez-Fortún, en unas declaraciones efectuadas a la prensa, con el fin de trasladar a la población la idea de una gestión adecuada, afirmó que Estados Unidos estaba enviando la penicilina que se le pedía y que ya se estaban realizando ensayos en España para efectuar la producción en el país: Acerca de los envíos de penicilina a España, dijo que los Estados Unidos nos envían todo lo que se les pide y que prosiguen en Barcelona, Madrid y otras ciudades los ensayos para producir este medicamento en España; ensayos que han dado resultados muy esperanzadores.21
Pese a que en agosto de 1945 se suspendieron las restricciones de exportación de penicilina establecidas en Estados Unidos por la Junta de Producción de Guerra,22 lo cierto es que las partidas disponibles de penicilina no eran aún suficientes para abarcar la demanda nacional, situación que se agravaba por la complicada e ineficiente gestión de la solicitud del medicamento; con lo que el acceso a la penicilina de la población, en condiciones de igualdad, era imposible. En una entrevista realizada al secretario del Comité Nacional de Penicilina, en septiembre de 1945, este refería que el coste de un tratamiento completo podía ascender a trescientas pesetas, y que cada ampolla tenía un coste entre 23 y 30 pesetas; además indicó que se estaba adquiriendo a diez de las veinte casas productoras del medicamento en Norteamérica.23 En ese mismo mes de septiembre, el día 26, se suministró, en Orense, la primera La Vanguardia Española, [9-XI-1944]: 6. Barcelona, 1944. La Vanguardia Española, [31-VII-1945]: 4. Barcelona, 1945. 20 La Vanguardia Española, [4-X-1945]: 2. Barcelona, 1945. 21 [CIFRA]. «Interesantes manifestaciones del director de Sanidad acerca de la campaña antituberculosa», ABC, [4-VII-1945]: 9. Madrid, 1945. 22 La Vanguardia Española, [26-VIII-1945]: 8. Barcelona, 1945. 23 La Vanguardia Española, [22-IX-1945]: 2. Barcelona, 1945. 18 19
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dosis de penicilina con cargo al Seguro Obligatorio de Enfermedad; la prensa dio el nombre de la beneficiaria, Carmen Agón, y el del titular del Seguro, Severiano Fernández.24 El mismo día 26 de septiembre, Londres informó de que se acababa de conceder el premio Nobel a Fleming.25 Mas no toda la penicilina importada pasaba a través de los sistemas de distribución ideados por el Consejo Nacional de Sanidad; en el Boletín de Información… del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, publicado en noviembre de 1945, se informó de la penicilina que se distribuía al Ejército, a través de la Inspección General de la Farmacia Militar: Según nuestras noticias, se ha enviado penicilina a Barcelona, Canarias y Marruecos, para abastecer, dentro de lo posible, y con arreglo a las normas legales establecidas, de tan indispensable medicamento, y por gestiones que han mantenido un franco éxito, se ha hecho un depósito de la misma en la Inspección General de Farmacia Militar para las necesidades de los Ejércitos.26
El Ministerio de la Gobernación, a partir del día 1 de enero de 1946, decidió distribuir penicilina por correo directamente a los solicitantes, a través de la Inspección General de Farmacia, con un límite de mil gramos por pedido.27 El 30 de diciembre La Vanguardia Española, [26-IX-1945]: 2. Barcelona, 1945. Según recoge la prensa de la época, Alexander Fleming exclamó al conocer la noticia: «Es muy agradable recibir tal premio, que constituye un honor que todo el mundo desea» (La Vanguardia Española, [27-X-1945]: 7. Barcelona, 1945). 26 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Información del Consejo». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 41: 32-34. Madrid, 1945 (cf. pág. 34). 27 «Transporte de penicilina por correo. / Por el Ministerio de la Gobernación se ha dispuesto que a partir del día 1 de enero los paquetes conteniendo penicilina hasta un peso de 1.000 gramos, pueden cursarse, por correo, con arreglo a las tarifas vigentes, previa unión de la hoja declaratoria del contenido del certificado de la Inspección general de Farmacia que autorice el envío, pudiendo cursarse con carácter de urgente, a solicitud de los remitentes. / Estos paquetes se entregarán en el domicilio de los destinatarios para evitar demoras y obviar con tal determinación las dificultades que 24 25
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Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
de este 1946, el ministro de la Gobernación aprueba una orden (BOE, 4-I-1947) mediante la cual se autoriza la venta libre de aquellas cantidades de penicilina que no se consideren indispensables para las atenciones de este servicio, tanto en Madrid como en los depósitos instalados en provincias; esta orden autorizaba la venta de penicilina a través de las farmacias, pues las importaciones seguían aumentando y se preveían excedentes en los almacenes, por lo que las cantidades que se asignaban a las farmacias eran las que se consideraban como ‘excedente de almacén’, de los depósitos instalados en las Jefaturas provinciales de Sanidad.28 Pero no se abastecía a todas las farmacias abiertas al público, sino que se seleccionaban, previa petición del farmacéutico a la Jefatura provincial de Sanidad, a partir de un informe favorable de la Inspección provincial de Farmacia. Y, para dispensar el medicamento, las recetas médicas debían ser previamente selladas por el Colegio de Médicos competente. Por lo que esta venta de ‘penicilina libre’ convivía con la distribución organizada por el Comité Nacional de Penicilina. A lo largo de 1944 y 1945 la prensa da cuenta del farragoso procedimiento que tenía que conocer el ciudadano para conseguir la penicilina. La escasez del medicamento y el complejo procedimiento para su obtención legal provocaron el desarrollo de un importante mercado negro para adquirir el antibiótico, situación de la que se aprovechaban algunos estafadores29 y traficantes.30 Por
se oponían al transporte de aquel medicamento con la rapidez que su mayor eficacia requiere» (ABC, [4-I-1946]: 25. Madrid 1946); la misma noticia queda recogida en las páginas de La Vanguardia Española, [4-I-1946]: 5. Barcelona, 1946. 28 La orden del Ministerio de Gobernación, de 30-XII-1946 (BOE, 4-I-1947) resultó de tanto interés público que la prensa recogió el literal de la disposición («La venta libre de penicilina. Normas para su expedición al público». ABC, [4I-1947]: 13. Madrid, 1947). 29 La Vanguardia Española, [20-XII-1944]: 11. Barcelona, 1944. 30 Se habían detenido a estafadores que vendían penicilina a un precio veinte veces superior a su valor: 100.000 unidades a 3.000 pesetas (La Vanguardia Española, [30-VIII-1945]: 4. Barcelona, 1945). 255
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ello, la venta del medicamento en las farmacias autorizadas, aunque mínima, suponía un avance: Está bien la noticia de la Dirección General de Sanidad según la cual parece que ésta ha decidido declarar libre la venta de la penicilina. Porque la verdad es que la adquisición de tan importante producto logrado por la ciencia moderna y de casi universal aplicación se antoja algo así como hacerse con un estupefaciente, al punto que no nos hubiese chocado, cualquier día, encontrarnos en los periódicos titulares análogos al que ofrecemos como muestra. «Para la represión del tráfico de penicilina». La penicilina es hoy algo así como el mágico ungüento que todo lo curaba, por lo menos en los viejos relatos y consejas. También esa anunciada libertad tiene la alegría, esperanzada como el color del disco verde que se enciende y que significa «Vía libre». No penen, pues, ustedes, doctores y pacientes, por un poco de penicilina. Van a disponer de la que deseen sin tener que recurrir al camarero extraperlista que quiera vendérsela, con la excesiva ganancia, ni al señor que le sobró un poco de la que trajo de América, ni a toda esa maraña, en fin, de intermediarios que hacen, en tantos órdenes de nuestro cotidiano pasar, como clandestinas todas las cosas, incluso las más naturales.31
El día 1 de febrero de 1947, el Consejo Nacional de Sanidad, presidido por el ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, decidió que el sistema de distribución a través del Comité Nacional de la Penicilina se extinguiera el día 10 de febrero y que se comenzará la venta mediante las oficinas de farmacia autorizadas.32 La Dirección General de Sanidad dispondría de cantidades de penicilina suficientes para la regulación de las existencias, impidiendo ventas fuera del precio fijado oficialmente. A partir de esa decisión del Consejo Nacional de Sanidad, los Colegios Oficiales de Farmacéuticos hicieron públicas, en febrero de 1947, a través 31 32
[SIC]. «Madrid al día». ABC, [3-I-1947]: 13. Madrid, 1947. La Vanguardia Española, [2-II-947]: 4. Barcelona, 1947. 256
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
de la prensa periódica, unas instrucciones a los usuarios sobre la dispensación de la penicilina.33 Al mes siguiente de publicada la orden que autorizaba la venta de penicilina en las farmacias, el día 7 de febrero de 1947, la prensa comunicó la llegada de una importante remesa del producto, desde Gran Bretaña, que trataba de frenar el mercado negro: A las dos y cuarto de la tarde llegaron, procedentes de Burdeos, en avión y al aeropuerto de Barajas, 2.834 kilos de penicilina para los españoles, desde su punto de origen, Londres. Con esto esperamos, se evitarán muchas incertidumbres, muchas angustias y cualquier especulación, para lucro propio de los extraperlistas, con el dolor ajeno (…) los necesitados de penicilina no necesitarán mandarla a buscar, de ahora en adelante, a un café, a el ‘botones’ de un círculo, o a un portal, donde ‘indicarán sigilosamente donde la puede proporcionar’. Bastará con ir a la farmacia.34
33 «Desde el lunes comienza el suministro de penicilina. Instrucciones del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid: Este Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid y su provincia, cumpliendo órdenes del Director General de Sanidad, tiene la satisfacción de poner en conocimiento del público que el próximo día 10 del presente mes de febrero empezará en las farmacias autorizadas por las inspecciones provinciales de sanidad correspondientes, a suministrar penicilina (…) en caso de carecer de dicho producto las farmacias en sus horas de guardia, podrán dirigirse los poseedores de recetas selladas, sin necesidad de ningún otro trámite, al despacho que este Colegio tiene establecido en la calle de Leganitos, 45, o en los que haya oficialmente en las provincias respectivas. / Asimismo, los servicios oficiales y la beneficencia serán atendidos exclusivamente en dicho despacho. / Mientras duren las actuales circunstancias, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid y su provincia tendrán un ‘stock’ de este producto, cuya existencia será marcada mensualmente por la Dirección General de Sanidad para así evitar algunas posibles especulaciones (…) Madrid 8 de febrero de 1947 el secretario José Luis Ortega Ortiz; visto bueno, el presidente Gregorio Varela Calvete». ABC, [8-II-1947]: 8. Madrid, 1947. 34 [SIC]. «Madrid al día». ABC, [7-II-1947]: 15. Madrid, 1947.
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Las penicilinas comercializadas en España: una autarquía imperfecta
Mientras la prensa periódica se hacía eco de las remesas de penicilina procedentes de los Estados Unidos de Norteamérica, un grupo de empresas presentan, ante la Dirección General de Sanidad, expedientes para registrar sus preparados con penicilina; de acuerdo con los datos conservados en el archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, la primera penicilina recogida en el registro oficial de Sanidad fue Penicilina OM (inyectable), propiedad de los Laboratorios Sociedad General de Farmacia S.A, el 22 de mayo de 1945;35 el nombre dado al medicamento da a entender que se trataba de penicilina de los Laboratorios OM de Meyrin-Ginebra (Suiza), que, en cumplimiento de la normativa española, debía comercializarse por laboratorios españoles; aunque los Laboratorios OM tenían su sede en Suiza, en zona neutral, su fábrica más importante se ubicaba en Alemania, eran los laboratorios Deutsche OM Arzneimittel, de Friedrichsdorf; esta comercialización estaba en consonancia con la política, aún germanófila, del régimen franquista. Desde este mayo de 1945, el Boletín de Información… del Consejo General de Farmacéuticos no deja de insertar comentarios sobre la potencia terapéutica del nuevo producto, al que define como un descubrimiento que marca una nueva etapa en el tratamiento de las enfermedades,36 y de incentivar a los farmacéuticos españoles para iniciar su fabricación, apoyada por el sector financiero: 35 Le correspondió el número de registro 6.479. Los Laboratorios Sociedad General de Farmacia S.A. tenían su sede en Esplugues (Barcelona), en el número 99 de la calle José Anselmo Clavé; estaban registrados en la Dirección General de Sanidad con el número 1.433. 36 En mayo de 1945 se hace eco de lo publicado en Notas de LEFA: «La meningitis por neumococos, hasta ahora de pronóstico fatal, cura en proporción del 90 por 100 de los casos por inyecciones intrarraquídeas de Penicilina de 20 a 60.000 unidades, asociadas a inyecciones intramusculares, durante cuatro o cinco días. La curación clínica se obtiene ya a la segunda o tercera inyección, observándose una desaparición de los gérmenes y una caída vertical de la leucocitosis en el
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Para dar una idea de los elementos que se necesitan para la producción de penicilina pura, cristalizada, atóxica, libre de sustancias piretógenas y lista para todas las aplicaciones terapéuticas, que es específicamente formada por Penicillum notatum y no por ninguno de sus próximos parientes, que son fáciles de lograr y aislar, empezamos por publicar esta fotografía de los Estados Unidos de América, ante la cual nos debemos sentir estimulados para que la producción, científica e inmediatamente útil de Penicilina, comparable a la mejor del extranjero, pueda ser un hecho en nuestra patria, en donde los farmacéuticos, de tan arraigada tradición botánica, están capacitados para esta y mas grandes empresas, si el capital les da los elementos necesarios para desarrollar sus técnicas.37
En este 1945 se registraron ante la Dirección General de Sanidad otras penicilinas; de acuerdo con los datos conservados en el Archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, a la Sociedad General de Farmacia S.A., le silíquido cefalorraquídeo. / La mayoría de las infecciones graves por estreptococos ceden a la sulfamidoterapia, especialmente al sulfotiazol y a la sulfadiazina, sin necesidad de recurrir a la penicilina. No obstante hay casos en que esta curación no tiene lugar y se hace preciso recurrir a esta última sustancia tras el fracaso de las primeras, lo cual sienta un peor pronóstico y una mas dudosa eficacia de acción. A pesar de todo, hay publicaciones de casos tratados en estas condiciones que demuestran el poderoso efecto terapéutico de la penicilina. Tal es el caso de la enferma Gennesu Cournot, afecta de septicemia puerperal sulfamido-resistente, con anemia inferior a 1.000.000 de hematíes, curada por una inyección única y masiva de 300.000 unidades en perfusión lenta intravenosa (…) / Ha suprimido casi por completo en la contienda actual la infección de las heridas, y la gangrena gaseosa no debe ser ya en los ejércitos sino un hecho histórico (…) / Se revela la potencia terapéutica y el porvenir de la penicilina, nuevo agente bacteriostático cuya acción sobrepasa a la obtenida con las sulfamidas y cuyo descubrimiento ha marcado una nueva etapa en la historia del tratamiento de las enfermedades» ([Laboratorios Lefa]. «La penicilina. Revista general». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 35: 8-17. Madrid, 1945). 37 [Asociación de la Prensa Médica]. «Nuevos métodos de purificación y aplicación de la penicilina. Publicado en Farmacoterapia Actual». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 36: 6-9. Madrid, 1945. 259
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guieron dos laboratorios más: el Laboratorio Experimental de Terapéutica (LETI) y el Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS), que registraron penicilinas en las formas farmacéuticas de pomadas e inyectables de uso externo. Tabla 3. Penicilinas registradas en España durante 1945.38 Medicamento
Registro
Fecha
Penicilina OM (inyectable)
6.479
22-V-1945
Pomada de penicilina Leti
6.990
26-VII-1945
Micoina (pomada)
6.964
3-IX-1945
7.007
14-IX-1945
7.006
21-XII-1945
Micoina penicilina bruta normal (inyectable de uso externo) Micoina liquido (inyectable de uso externo)
Laboratorio Laboratorios Sociedad General de Farmacia S.A. Laboratorio Experimental de Terapéutica (LETI) Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS) Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS) Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS)
Los Laboratorios LETI de Barcelona registraron, el 4 de mayo de 1946, en la Dirección General de Sanidad, un segundo producto que contenía penicilina, con el número de registro 7.855 y la forma farmacéutica inyectable; anunciaban su fábrica como ‘la única penicilina española’. Casi dos años después de publicada la orden ministerial por la que se autoriza la venta de penicilina en las farmacias, el Gobierno aprobó el decreto de 1 de septiembre de 1948 (BOE, 6-IX-1948), a propuesta del Ministerio de Industria y Comercio, por el que se declaraba de interés nacional la fabricación de penicilina y se abría un concurso, entre entidades españolas, para llevarla a cabo. Apenas tres días de publicado ese decreto, el 10 de septiembre de 38 Fuente: Archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, Registro oficial de medicamentos. Dirección General de Sanidad, s/c.
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1948, ya se empezaba a filtrar en la prensa el interés de ‘tres grupos financieros y científicos’39 en la fabricación; según el director general de Sanidad, José Alberto Palanca Martínez-Fortún, se precisaban en España diez millones de frascos de cien mil unidades, a lo que había que añadir las necesidades para el sector veterinario; sin embargo, por año, se estaban importando entre «dos a tres millones de frascos».40 Por lo que la escasez del medicamento se derivaba de una insuficiente importación, es decir, no se concedían las autorizaciones necesarias para importar la materia prima o el medicamento elaborado, en definitiva para dotar de los productos necesarios a las empresas que comercializaban las especialidades en España. Ese mismo día 10 de septiembre se publicó la declaración de la venta libre de penicilina en varias ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Santander, Córdoba, Cádiz, Sevilla y Málaga; y, además, se informó de que en Barcelona ya existía un pequeño laboratorio que fabricaba penicilina.41 El 4 de noviembre de 1948 se publica una orden del Ministerio de Industria y Comercio (BOE, 6-XI-1948) que convocaba concurso para la fabricación de penicilina, en relación con el producto a obteLa Vanguardia Española, [10-IX-1948]: 2. Barcelona, 1948. La Vanguardia Española, [10-IX-1948]: 2. Barcelona, 1948 41 De esta instalación dio cuenta Víctor Villanueva en el capítulo incorporado al volumen publicado con ocasión de su discurso en el I Congreso HispanoPortugués de Farmacia, celebrado, en Madrid, entre el 30 de mayo y el 6 de junio de 1948 (cf. Víctor Villanueva Vadillo. «El progreso de la Industria Farmacéutica española en el último decenio». En: Catálogo oficial de la Exposición. Primer Congreso Hispano-Portugués de Farmacia. Madrid, mayo-junio 1948: [8r11v]. [Madrid: Gráficas Valera], 1948), un análisis de la trascendencia de este evento en Antonio González Bueno. «El I Congreso Hispano-Portugués de Farmacia (1948): ‘escaparate’ de la industria farmacéutica española». En: Antonio González Bueno et al. (eds.). Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde: 577-604. Granada: SDUHFE / Universidad de Granada, 2011). Se trata del Laboratorio Experimental de Terapéutica Inmunógena (LETI) y Unión Química Farmacéutica (UQUIFA), que empezaron a fabricar penicilina en 1947 (Federico Mayor Zaragoza. «El valor de cada instante». En: Ana María Pascual Leone (ed.). Retroceso en el tiempo: la investigación biomédica en España. Testimonios y reflexiones, lecturas para el futuro: 107-139. Madrid. Real Academia Nacional de Farmacia, 2012; cf. pág. 107). 39 40
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ner. El producto que debía fabricarse era la bencil-penicilina cristalina, en su sal sódica pura, que, con arreglo a los «actuales standard internacionales tiene una actividad de 1.666 U.I.O. por miligramo, bien entendido que se desea un grado de pureza elevado para el producto final y lo mas próximo posible a la cifra señalada, debiendo los concursantes detallar las características de las distintas sales a fabricar, así como los restantes pormenores que se exigen en el texto del mencionado apartado». El presidente de la Delegación de la Cámara de Comercio Americana en España, Walter Smith, el 22 de diciembre de 1948, declaró que existían instrucciones de los Gobiernos español y americano para intensificar las relaciones comerciales entre ambos países;42 en el mismo sentido se produjeron las declaraciones del presidente de la Junta de la Cámara de Comercio americana, Mac Klein, realizadas dos meses después, en febrero de 1949, ante el encargado de Negocios de los Estados Unidos, Culbertson, aunque subrayó, como novedad, que se estaban aprobando nuevas disposiciones del Gobierno español que facilitaban la importación de productos americanos.43 En el verano de ese año de 1949 se resuelve el concurso para la fabricación de la penicilina y se aprueban por el Gobierno dos decretos, a propuesta del ministro de Industria y Comercio, Juan Antonio Suanzes y Fernández, uno para cada una de las empresas autorizadas, acompañados de sendas órdenes complementarias; los adjudicatarios fueron Consorcio Químico Español S.A. / Ban42 [ABC]. «Reunión de la Cámara de Comercio Norteamericana (…) Expresó su optimismo ante las posibilidades que ofrece el año próximo y que se traducirán en hechos satisfactorios para ambos países. Tanto la Cámara de Comercio Americana en Madrid como la de Washington, han recibido, según dijo, instrucciones para preparar la intensificación de relaciones comerciales entre España y los Estados Unidos» (ABC, [23-XII-1948]: 26. Madrid, 1948). 43 [Mencheta]. «Un discurso del encargado de negocios de los Estados Unidos en la reunión anual de la Cámara de Comercio Americana en España (…) Dijo que las recientes disposiciones del gobierno español estableciendo cambios especiales para la importación de productos americanos constituía un primer paso en el encauzamiento de la normalidad en el intercambio comercial entre los dos países» (ABC, [5-II-1949]: 13. Madrid, 1949).
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co Urquijo S.A. e Industria Española de Antibióticos S.A.44 La noticia fue filtrada a la prensa antes de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.45 El 7 de agosto de 1949, cuatro días antes de publicarse esos decretos de concesión de fabricación de penicilina, a dos empresas con patentes americanas, Merck y Schenley, el Senado estadounidense aprueba una ayuda financiera de cien millones de dólares para España, con el fin de incrementar el comercio con nuestro país. Ya a fines de julio de 1949, la prensa informa de la construcción de una fábrica para elaborar penicilina en León;46 en diciembre de este 1949 se publica un amplio reportaje sobre la fábrica de penicilina que se construiría en Aranjuez, cuya finalización se presume para 1950: los planos ya están concluidos; el envasado de la penicilina se efectuará en Madrid; la maquinaria está terminada en Estados Unidos y, parte de ella, ya se encuentra de camino hacia España; la primera fase, el envasado de la penicilina americana, se comenzará a realizar hacia marzo de 1950; la producción de esta fábrica será de doce millones de frascos anuales, de cien mil unidades cada uno; la fase de montaje de la fábrica se efectuará por ingenieros americanos de la casa Merck; e ingenieros españoles se encuentran en Estados Unidos formándose 44 Decreto de 17-VI-1949 (BOE, 11-VIII-1949) por el que se resuelve el concurso convocado por decreto de 1-IX-1948 para fabricar penicilina en España, a favor de la proposición presentada conjuntamente por Consorcio Químico Español S.A. y Banco Urquijo S.A.; decreto de 17-VI-1949 (BOE, 11-VIII-1949) por el que se resuelve el concurso convocado por decreto de 1-IX-1948 para fabricar penicilina en España, a favor de la proposición presentada por Industria Española de Antibióticos S.A.; orden de 28-VII-1949 (BOE, 11-VIII-1949), complementaria del decreto de 17-VI-1949, por el que se resuelve el concurso para fabricar penicilina en España, a favor de la proposición presentada conjuntamente por Consorcio Químico Español S.A. y Banco Urquijo S.A.; orden de 28-VII-1949 (BOE, 11-VIII-1949), complementaria del decreto de 17-VI-1949, por el que se resuelve el concurso para fabricar penicilina en España, a favor de la proposición presentada por Industria Española de Antibióticos S.A. 45 [ABC]. «Resolución del concurso para fabricar penicilina en España». ABC, [18-VI-1949]: 7-8. Madrid, 1949. 46 [CIFRA]. «En León se establecerá una fábrica de penicilinas». ABC, [31VII-1949]: 21. Madrid, 1949.
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en los laboratorios y en las fábricas de esta firma, para regresar después a España.47 Como ya estaba muy avanzada la construcción de las fábricas que, en una primera fase, envasarían penicilina importada, el Ministerio de la Gobernación aprueba la orden de 24 de enero de 1950 (BOE, 28-I-1950), por la que se autoriza en todo el territorio nacional la venta del medicamento ‘penicilina’ en todas las farmacias, según los informes del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid y de la Dirección General de Sanidad, que indican que los «aprovisionamientos actuales de penicilina» disponen de la cantidad suficiente para suministrar a todas las farmacias, para su distribución directa al público.48 Y, una vez oído el Consejo Nacional de Sanidad, se dispone que el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, de acuerdo con las instrucciones que reciba de la Dirección General de Sanidad, procederá a suministrar a los Colegios que lo soliciten de cada provincia, y estos a las farmacias, las cantidades de este producto que les sean pedidas del depósito existente.49 Para atender cualquier eventualidad, la Dirección General de Sanidad fijó un cupo de reserva, que quedó depositado en los almacenes del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid. Ambos organismos tomarían las medidas pertinentes para la supresión paulatina de los despachos oficiales, tanto en Madrid como en provincias; considerándose en lo sucesivo La Vanguardia Española, [11-XII-1949]: 5. Barcelona, 1949. Cinco días antes, el día 19 de enero de 1950, se había reunido en Madrid el Consejo Nacional de Sanidad; acordó proponer al Ministerio de la Gobernación autorizar la venta libre de penicilina (La Vanguardia Española, [20-I-1950]: 1. Barcelona, 1950). 49 El 7 de marzo de 1950, mediante una nota de prensa, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona informaba de que «todas las farmacias están surtidas de penicilina». A su vez, recordaba que, para la dispensación, sería necesario aportar la receta médica ‘especial’ consignando en su dorso el nombre y domicilio del paciente, así como la enfermedad que padeciese. La dosis máxima por receta era de 600.000 UI, y se limitaba a una receta por paciente y día. Si además la prescripción era del Seguro de Enfermedad, había que añadir, a la anterior, la receta oficial del Seguro (La Vanguardia Española, [7-III-1950]: 10. Barcelona, 1950). 47 48
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la penicilina como un medicamento sometido a la reglamentación de esta clase de productos. El 1 de enero de 1950 se presenta el plan íntegro para la instalación, en León, de la fábrica de penicilina perteneciente a Antibióticos S.A., integrada por las industrias químico-farmacéuticas nacionales: Llorente, Ibys, Abelló, Uquifa, Zeltia y LETI, y por la firma americana, Schenley Laboratorios Inc., de Nueva York; el proyecto en España había sido dirigido por los ingenieros americanos de Schenley.50 El 8 de agosto de 1950 llegó a Madrid Sidney Sadoff, director técnico de Schenley, para visitar el departamento de envasado que recientemente había comenzado a funcionar en Madrid,51 donde, como director técnico farmacéutico, se había nombrado, el 13 de enero de 1950, a Álvaro Zaguza Bilbao.52 Sidney Sadoff, después de visitar Madrid, se desplazó a León, lugar de emplazamiento de la fábrica de la futura producción de la materia prima. Y el 28 de septiembre de 1950 viajó hasta Madrid, desde Nueva York, el director general de exportación de Schenley, George R. Gilbert, para supervisar las instalaciones de envasado de la materia prima importada de EE. UU.53 El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, al informar de la obtención de la primera penicilina envasada (la penicilina G potásica y la penicilina G con procaína —Aqucilina ‘Schenley-Antibióticos’—) por una de las dos empresas favorecidas por la concesión, resaltaba el hecho de que había seis importantes laboratorios españoles detrás del nombre de Antibióticos S.A., los cuales, a lo largo de su historia, habían obtenido importantes productos originales de calidad y que habían aportado a la nueva empresa sus equipos técnicos, su capital, su experiencia La Vanguardia Española, [1-XII-1950]: 1. Barcelona, 1950. La Vanguardia Española, [9-VIII-1950]: 1. Barcelona, 1950. 52 Registros oficiales de laboratorios farmacéuticos. Dirección General de Sanidad. Archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, Laboratorio Antibióticos S.A., registro: 2876. 53 La Vanguardia Española, [29-IX-1950]: 4. Barcelona, 1950. 50 51
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y su organización comercial para distribuir el producto.54 Además, resaltaba el ahorro considerable en divisas que se producía al envasar el antibiótico en España, el 60%, que multiplicado por su elevada producción, doce mil frascos de 200.000 unidades en un día que podían elevarse hasta 20.000 frascos, suponía unas ventajas económicas muy importantes, las cuales serían incluso mayores cuando la materia prima se elaborara en España.55 El 54 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Penicilina Americana ‘Schenley’ envasada en España. Seis grandes empresas españolas al servicio de una obra de interés nacional. La fabricación de penicilina». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 84: 33-36. Madrid, 1950. 55 «En el pasado mes de agosto [1950] ha tenido lugar la inauguración de los departamentos de envasado de penicilina de la gran empresa nacional ‘Antibióticos Sociedad Anónima’ (…) A los seis meses de haber recibido esa notoria prueba de confianza, ‘Antibióticos SA.’ corresponde a la misma con la presentación de la penicilina ‘G’ producida por Schenley en su fábrica de Lawrenceburg (Indiana, Estados Unidos) y totalmente envasada en España. Al plasmar los nombres de las Entidades españolas que han contribuido a la realización de tan esplendorosa realidad, nuestra revista no tiene otra exigencia moral que la de reiterar en sus columnas las marcas que han llevado a cabo, junto con Schenley Laboratories, tan meritísima labor. Sean nuestros más entusiastas elogios al comenzar este reportaje a los grandes laboratorios españoles agrupados en ‘Antibióticos SA.’, Llorente, Ibys, Abelló, Uquifa, Zeltia y Leti; cada cual ha aportado a la empresa sus equipos técnicos de primer orden, su capital y su experiencia (…) He aquí la realidad, el hecho trascendental: La penicilina G potásica y la penicilina G con procaína —Aqucilina— ‘Schenley-Antibióticos’ se distribuyen ya en España. ‘Antibióticos, SA.’ es la primera empresa que ha dado ese paso (…) por los laboratorios como Ibys, Abelló, Llorente, Zeltia, Uquifa y Leti, que tanto en el campo de la biología como en el de la química han obtenido productos originales y de auténtica calidad (hormonas, alcaloides, vitaminas, sueros, vacunas, etc.) (…) Un viaje alrededor de las poderosas instalaciones de ‘Antibióticos SA.’, donde se envasan diariamente los miles de frascos de penicilina G Schenley, constituye el mejor modo de darnos cuenta de la excelencia de esta obra nacional (…) En presencia nuestra se ha dado fin a la jornada de trabajo con el frasco de penicilina G número 12.000. ¡Doce mil frascos de 200.000 unidades en un día! Esta es la cifra alcanzada, pero no el límite posible. ‘Antibióticos SA.’ se encuentra en disposición de envasar diariamente unos 20.000 frascos. Los que saldrán ahora para toda España podrán usarse hasta mediados del año 1953. Es importante consignarlo: gracias a la esmerada manera como se realiza el envase, el producto Schenley expedido en España tiene una duración exactamente igual al que sale de fábrica, ya acondicionado, en los Estados Unidos. Las seis grandes firmas englobadas en ‘Antibióticos SA.’ se encargan de
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mismo mensaje propagandista se trasladaba desde los periódicos de tirada nacional.56 distribuir aquella, merced a sus potentes organizaciones comerciales respectivas. Hasta ahora la penicilina era importada en frascos de 200.000 unidades; había que considerar entonces sobre el precio del producto los del envase, la cápsula de goma, el tapón metálico y la envoltura exterior, mas las cargas derivadas del peso y del espacio durante el transporte. La penicilina Schenley se nos envía ahora en grandes frascos. Por lo pronto, se necesita un 60 por 100 menos de las divisas que se necesitaban anteriormente. Y como los frascos, los tapones y las cajas se fabrican en España y el envase se verifica también aquí, estamos ante un beneficio de signo triple que abarca a nuestra balanza comercial, a la mano de obra española y al público en general. Fijémonos en que aproximadamente el 60 por 100 de las cantidades ahorradas en los gastos de adquisición va a parar a la industria nacional; el resto se aplica a favorecer a los consumidores. Con la misma diligencia y atención con que ‘Antibióticos SA.’ ha cumplido su primer compromiso —el del envasado—, hará honor a los demás. Muy pronto comenzará a instalarse la fábrica de penicilina enteramente nacional, que se emplazará en León. En un mañana próximo otros antibióticos serán producidos en España; el acierto del Ministerio de Industria y Comercio al incluir la fabricación de los antibióticos en el plan nacional de industrialización y el vigoroso sentido comercial, la capacidad y el sentido patriótico de unos hombres han hecho posible esta gran obra…» [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Penicilina Americana ‘Schenley’ envasada en España. Seis grandes empresas españolas al servicio de una obra de interés nacional. La fabricación de penicilina.» Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 84: 33-36. Madrid, 1950. 56 «Antibióticos SA., entidad en la que se aúnan los gigantescos recursos de seis grandes laboratorios nacionales y uno extranjero, fue una de las dos empresas encargadas de producir la penicilina en España y envasar, por el momento, la penicilina y estreptomicina que se compra a granel en el mercado de ultramar. A los diez meses de haber recibido esa notoria prueba de confianza, Antibióticos SA. corresponde a la misma con la presentación de la penicilina G producida por las fabricas Schenley, en Lawrenceburg (Estados Unidos), y totalmente envasada en España. Vale la pena de consignarlo: hace ya un año, un grupo de sociedades españolas atraía a su seno a esta firma norteamericana, de gran prestigio en la esfera químico-farmacéutica mundial. El principal factor en la feliz culminación del magno proyecto fue la garantía de toda índole que Antibióticos SA. mereció a la casa Schenley, que a partir de ese momento ofreció su colaboración y su marca. / Subrayemos que la agrupación de seis empresas en Antibióticos SA. entraña un indudable acierto. Antibióticos SA. ofreció a nuestras autoridades y a la casa americana Schenley una lista con nombres de gran prestigio. Son estos los de los laboratorios Llorente, Ibys, Abelló, Uquifa, Zeltia y Leti, cada cual ha aportado a la empresa sus equipos técnicos de primer orden, su capital y su experiencia (…) muy pronto comenzará a instalarse la fábrica de penicilina, que se emplazará en León.» ABC, [3-IX-1950]: 4. Sevilla, 1950. 267
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El 12 de agosto de 1950 se inaugura en Madrid, en Méndez Álvaro, la otra industria para envasar penicilina, Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos (CEPA), con la presencia del presidente norteamericano de Merck, James Kerrigan; más adelante la firma tenía previsto inaugurar la fábrica para obtener la materia prima en Aranjuez.57 Esta cooperación entre EE.UU. y España coincide en el tiempo con la recomendación de economistas americanos de incrementar las relaciones comerciales con España, para lo que se aconsejaba que se efectuasen inversiones financieras.58 En el verano de 1950 el Senado norteamericano aprobó una enmienda del senador Pat Mac Carran otorgando un empréstito a España de cien millones 57 [CIFRA]. «Próxima inauguración de una fábrica de antibióticos (…) En breve llegará a Madrid Mr. James Kerrigan, personalidad de la industria químico-farmacéutica norteamericana, para la inauguración en nuestro país de un importante centro destinado a la fabricación de antibióticos El señor Kerrigan es actualmente presidente de Merck and Company Corporation, de los Estados Unidos, y llegará a España, procedente de Alemania, donde inauguró recientemente importante laboratorio para la fabricación de penicilina.» ABC, [8-VIII-1950]: 8. Sevilla, 1950). [R.]. «La Compañía Española de Penicilina y Antibióticos inaugura en Madrid su fábrica. / Esta mañana con la asistencia del presidente de la famosa industria norteamericana de productos químico-farmacéuticos Merck, James Kerrigan y de destacadas personalidades, se ha celebrado la inauguración de los locales donde están instalados la fábrica, laboratorios y departamentos de envase y preparación de antibióticos de la firma CEPA (…) las instalaciones que hoy han sido inauguradas se alzan en los terrenos próximos a Atocha [Méndez Álvaro] y forman un conjunto de modernísimos edificios (…) al comenzar el acto inaugural, don Antonio Basagoiti, presidente del consejo de administración de la entidad, pronunció unas palabras de salutación a todos los asistentes y destacó la notoria importancia para la industria química y farmacéutica española que patrocina el consorcio químico español por las entidades Explosivos Cross, la fábrica de productos químico y farmacéuticos FAES, productos químico sintéticos PROQUISA, que están todas ya en íntima compenetración y colaboración en todo este sector Merck & Co. Inc. de Rhaway, N. J.» (ABC, [13-VIII-1950]: 18. Madrid, 1950). 58 [EFE]. «El acuerdo del Senado norteamericano acrecentará el comercio con España (…) Los técnicos opinan que una ayuda financiera a España por parte de los Estados Unidos, y con la creación de una prosperidad general mayor en dicho país, daría como resultado una situación en que las exportaciones de los Estados Unidos a España llegarían a ser el doble del volumen de las importaciones que se hicieran de dicho país.» (ABC, [8-VIII-1950]: 10. Madrid, 1950).
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de dólares para impulsar las relaciones comerciales entre ambos países, considerados aliados frente al comunismo: La International News Service ha distribuido el siguiente artículo del senador Mac Carran (…) Me produjo profunda satisfacción el que el Senado aprobara, por abrumadora mayoría, mi enmienda otorgando un empréstito de cien millones de dólares a España, el cual habría de ser negociado y administrado por medio del Banco de Exportación e Importación y la Administración de Cooperación Económica. Estimo que esta decisión senatorial señala el comienzo de una nueva era de cooperación y de amistosas relaciones entre los Gobiernos de Washington y Madrid (…) Los acontecimientos de los últimos meses demuestran la necesidad de que todas las fuerzas del mundo opuestas al comunismo de tipo soviético deben mantenerse juntas o correr el riesgo de caer separadamente bajo la dominación del poder rojo. Los esfuerzos de los Estados Unidos por realizar económicamente las reconstrucciones de las naciones adheridas al ‘Plan Marshall’ han culminado en un franco éxito. Sin embargo, se ha hecho evidente que todos los países opuestos al enemigo común deben ser reconocidos como aliados.59
Los presidentes de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España se desplazaron a Madrid, en el otoño de 1950, para participar en las elecciones del Consejo General, en esos días visitaron las instalaciones madrileñas de CEPA y, durante su visita, el presidente del consejo de administración de la compañía, Antonio Gallego,60 les informó sobre el proyecto de la empresa de crear un Instituto Farmacológico de Investigación, denominado «Fundación Marqués de Urquijo», que sería financiado por las empresas: Bayer, Proquisa y Schering.61 Lo que se pretendía con este InstituLa Vanguardia Española, [9-VIII-1950]: 1. Barcelona, 1950. Antonio Gallego, además de director técnico de CEPA, desempeñó un papel destacado en el desarrollo de la neurofisiología (cf. Raúl Rodríguez Nozal. 2004. Uriach – Cambronero – Gallego. Farmacia e Industria. La producción de los primeros medicamentos en España. Madrid: Nivola, 2004; págs. 89-130). 61 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Penicilina Americana ‘Schenley’ envasada en España. Seis grandes empresas es59 60
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to era crear nuevos antibióticos que se pudieran comercializar en España, sin la dependencia de patentes extranjeras.62 En la primera fase, ambas fábricas, CEPA y Antibióticos S.A., envasaban la penicilina importada y era el Sindicato Vertical de Industrias Químicas el que efectuaba el control de la materia prima.63 El 31 de diciembre de 1950 CEPA daba a conocer a la opinión pública la cantidad de penicilina envasada en su fábrica española: se había alcanzado el medio millón de frascos de penicilina G sópañolas al servicio de una obra de interés nacional. La fabricación de penicilina». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 84: 33-36. Madrid, 1950 (cf. pág. 33). En las páginas del diario La Vanguardia Española, correspondientes a diciembre de 1949, ya se había anunciado que las entidades químico-farmacéuticas del grupo Cros-Explosivos-Urquijo, a las que recientemente le habían sido adjudicados los bienes en España de las casas Bayer y Schering, habían acordado la creación de un Instituto Farmacológico que se denominaría «Fundación Marqués de Urquijo», que comenzaría sus trabajos con una dotación inicial de cuatro millones de pesetas (La Vanguardia Española, [11-XII-1949]: 5. Barcelona, 1949). Sobre el proceso de incautación de las empresas alemanas cf. Rafaela Domínguez Vilaplana, Antonio González Bueno. «La industria químico-farmacéutica alemana en España (1880-1949)». Llull, 32(70): 295-316. Zaragoza, 2009. 62 En este Instituto se descubrió un nuevo antibiótico, la fosfomicina, por el que se le concedió un ‘Premio Laude’ en 1973 (ABC, [9-X-1974]: 131. Madrid, 1974); J. Francisco Martín puso en duda la ‘españolidad’ de la invención en las páginas de ABC; «el estudio y desarrollo de la producción fue hecho por científicos norteamericanos de Merck, Sharp and Dohme» (J. Francisco Martín. «La industria farmacéutica española, subdesarrollada. En las compañías nacionales apenas se realiza investigación». ABC, [12-II-1978]: 34. Madrid, 1978); fue respondido por Antonio Gallego Fernández: «El ejemplo de la fosfomicina, puesto por el doctor Martín como prueba de la incapacidad española por desarrollar nuevos productos, es, por el contrario, una demostración clara de la valía de los investigadores españoles a nivel internacional. Este antibiótico fue descubierto en España, en el programa conjunto de investigación que llevan a cabo ambas compañías. La labor de Merck, Sharp and Dohme en el estudio básico, aislamiento y síntesis del nuevo antibiótico fue excelente…» (Antonio Gallego Fernández. «¿Hace investigación la industria farmacéutica española?» ABC, [26-II-1978]: 35. Madrid, 1978). 63 Sobre el control de la materia prima por el Sindicato Vertical de Industrias Químicas cf. Raúl Rodríguez Nozal. «El Archivo del Sindicato Vertical de Industrias Químicas como fuente para el estudio de la industria farmacéutica durante el franquismo». En: José María Urkia (ed.), XI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. II Encuentro Internacional Europeo-Americano: 113122. Sevilla: SEHCYT / Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 2012. 270
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
dica de 200.000 U.I. fabricada por Merck & Co. Inc. en Rahway (EE.UU.) y distribuido en el mes de diciembre por la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos SA (CEPA).64 Al mes siguiente, en julio de 1951, se informa que CEPA comenzará a fabricar la materia prima en sus instalaciones de Aranjuez, en muy pocos meses.65 Francisco Franco visita en Aranjuez la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos S.A. (CEPA), donde se esperan producir, a partir de agosto de 1951, dieciocho millones de dosis de penicilina por año que, sumados a los que obtendrían en la fábrica de León, alcanzarían la cifra de 36 millones de dosis anuales.66 No hemos localizado documentos relativos 64 «Medio millón de frascos de Penicilina G sódica de 200.000 U.I. fabricada por Merck & Co., Inc. Rahway (USA) ha envasado en España y distribuido en el mes de Diciembre la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos S.A.» Anuncio publicitario de Penicilina G sódica envasada por CEPA (ABC, [31-XII-1950]). Por estas mismas fechas, en 1950, desde NO-DO, se había hecho un amplio reportaje sobre estas instalaciones bajo el título «Penicilina en España»; a este documental siguieron otros sobre la planta de envasado de penicilina en Aranjuez (cf. Rosa Basante Pol, Patricia Martín Fernández, Carlos del Castillo Rodríguez. «La industria farmacéutica española, en la España autárquica, a través de NO-DO». En: Antonio González Bueno et al. (eds.). Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde: 551-561. Granada: SDUHFE / Universidad de Granada, 2011). 65 [Menéndez Chacón]. «Próximamente se iniciará la producción de penicilina en España (…) La fábrica de Aranjuez se inauguró en agosto [1950]. Se había dado un gran paso al conseguir el envasado estéril de penicilina con materia prima importada, pero no era esto suficiente: había que llegar a la fabricación integra. No han transcurrido once meses de aquella conquista cuando el Jefe del Estado puede dirigirse a la Nación para ofrecerle esta realidad de ahora. Dentro de dos, tres meses a lo sumo, la fábrica de Aranjuez iniciará la producción de la materia prima que actualmente se importa. Desde las instalaciones del Real Sitio, el producto terminado pasará a los laboratorios de metátesis, dosificación y envasado de la calle Méndez Álvaro, donde por rigurosos y depurados procedimientos, se finaliza el proceso de preparación y el antibiótico queda, terminado el ciclo de obtención y envase, listo para el uso clínico. La Compañía Española de Penicilina llegará en su fábrica de Aranjuez a obtener una producción de trescientos mil millones de unidades al mes, cantidad equivalente a un millón quinientos mil frascos de doscientas mil unidades. La fábrica está preparada, además, para con las ampliaciones precisas, ya proyectadas, iniciar la fabricación de estreptomicina…» (ABC, [18-VII-1951]: 23. Madrid, 1951). 66 La visita de Franco se efectuó el día 27 de junio de 1951, le acompañaron, entre otros, el ministro de Exteriores, Alberto Martín Artajo; el de la Goberna-
271
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
a una visita similar a la fábrica de Antibióticos S.A., esta no debió realizarse; la presencia continua en los medios de comunicación —prensa, NO-DO— de la fábrica de CEPA parecen insinuar una protección especial del Régimen hacia la Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos, de ahí la utilización a su favor de todo el aparato de propaganda.67 El 18 de septiembre de 1951 se inauguró la fábrica de CEPA para la elaboración de materia prima; para este acto, se desplazaron desde Estados Unidos los directivos americanos de Merck.68 CEPA amplió capital, el año 1951, en cuarenta milloción, Blas Pérez González; el de Marina, almirante Francisco Regalado; el de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco y el jefe del Sindicato Nacional de Industrias Químicas, Juan Antonio Parera Moreno. Francisco Franco fue recibido por los miembros del consejo de administración de CEPA, presididos por José Antonio Basagoiti Ruiz y el consejero-delegado, Antonio Robert y Robert; por el director científico, Antonio Gallego Fernández y por el director técnico, José Luís Mas. (ABC, [29-VI-1951]: 15. Madrid, 1951). 67 La visita ocupo la portada de La Vanguardia Española, 28-VI-1951: «Francisco Franco visita la fábrica de CEPA»; y de ellas se hicieron amplio eco los medios profesionales: «Inauguración de las nuevas instalaciones de la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos. Al acto asistió S.E. el Jefe del Estado. El pasado día 27 fueron inauguradas las nuevas instalaciones que la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos, sociedad anónima ha levantado en Aranjuez. Asistió al acto SE el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, quien anteriormente había visitado e inaugurado dos nuevas industrias nacionales (…) Su excelencia el Jefe del Estado hizo su entrada hacia el mediodía en la fábrica de la CEPA, donde fue recibido por el Consejo de Administración, presidido por don José Antonio Basagoiti, los consejeros delegados, director científico, don Antonio Gallego, y director técnico, don José Luís Mas, así como el alto personal de la empresa (…) El Caudillo, con los ministros, sequito y personalidades, recibió las explicaciones del consejero-delegado, señor Robert, ante un grafico, y a continuación vio prácticamente el enlace de las distintas fases de obtención de la penicilina, recorriendo la sala de maquinas, la de fermentación, extracción, laboratorios, siembra, centrales térmicas etc.» [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España]. «Inauguración de las nuevas instalaciones de la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos». Boletín de Información - Consejo General de los Colegio Oficiales de Farmacéuticos de España, 89: 21-22. Madrid, 1951. 68 [Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España], «Inauguración de la primera fábrica española de penicilina». Boletín de Información - Consejo General de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 91: 23-25. Madrid, 1951 (cf. pág. 23). 272
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
nes de pesetas y, al año siguiente, en 1952, compró un grupo de edificios en la calle Méndez Álvaro, a Construcciones Industriales S.A.,69 representada por Primitivo de la Quintana López, director de productos químicos Schering S.A., y Adolfo Domínguez Merelles, por ocho millones de pesetas. Primitivo de la Quintana fue uno de los redactores de la Ley del Seguro Obligatorio de Enfermedad, vocal del Consejo del Instituto Nacional de Previsión y representante de la medicina social que, a propuesta del Ministerio de la Gobernación, fue nombrado por el ministro José Antonio Girón para que formara parte de la comisión redactora de la ley.70 En el año 1954, sendas órdenes ministeriales firmadas el 3 de mayo (BOE, 9-V-1954) autorizan a la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos S.A. y a Antibióticos, S.A. para ampliar la capacidad de producción de sus fábricas de penicilina de Aranjuez y León hasta setenta y cinco millones de dosis de cien mil unidades Oxford o su equivalente en otras dosis.
Las penicilinas en el Petitorio… del Seguro Obligatorio de Enfermedad La Compañía Española de Penicilina y Antibióticos S.A. y Antibióticos S.A. tuvieron, además, una especial protección económica por parte del Seguro Obligatorio de Enfermedad: para sus antibióticos no existía el descuento de los laboratorios que era habitual para el resto de los medicamentos,71 al atenderse por el Gobierno las ale69 María Jesús Santesmases. Antibióticos en la Autarquía: banca privada, industria farmacéutica, investigación científica y cultura liberal en España, 1940-1960. Madrid: Fundación Empresa Pública, 1999; cf. pág. 46. 70 Gloria Redondo Rincón. El Seguro Obligatorio de Enfermedad en España: responsables técnicos y políticos de su implantación durante el franquismo [Tesis doctoral, dirigida por Antonio González Bueno]. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2012. 71 Por orden del Ministerio de la Gobernación, de 13-II-1953 (BOE, 8-III-1953), los descuentos al Seguro Obligatorio de Enfermedad se aumentaron en un 18%
273
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
gaciones basadas en que el margen de beneficio de los laboratorios era muy pequeño, derivado de los bajos precios establecidos. En compensación, las dos fábricas ofrecían descuentos basados en el volumen de gasto del Seguro: Esta limitación en el tanto de los descuentos se justificaba en la imposibilidad económica de los laboratorios productores de antibióticos dada la justeza de los precios establecidos. Sin embargo, tanto Antibióticos SA, como CEPA, en 1955, ofrecieron al Seguro unos descuentos cifrados en relación al volumen económico del consumo por el Seguro�.72
En 1954, el Ministerio de la Gobernación estableció nuevos precios para los antibióticos, comunicados al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos por la Dirección General de Sanidad: … por orden de este ministerio han sido aprobados los nuevos precios que han de regir, durante el presente año, de las especialidades farmacéuticas de penicilina de producción nacional, cuyos precios suponen una importante baja con respecto a los que venían rigiendo y que son los siguientes: Penicilina, Antibióticos: 13,40 pts. Penicilina, CEPA: 14 pts. Aqucilina, Antibióticos 22 pts. Farmaproina simple. CEPA 22 pts. Aqucilina D. A., Antibióticos 27,10 pts. Farmaproina reforzada, CEPA 27,10 pts. Estos precios se entienden al público, sin incluir el valor de los timbres. Actualmente, esta Dirección, auxiliada por los elementos particulares y oficiales afectados por el canje del precio (5% a cargo de la farmacia, 3% del mayorista y 10% de los laboratorios). Los medicamentos de elaboración exclusiva con uno o más antibióticos únicamente se bonificaban con el descuento del 8% (5% a cargo de la farmacia y 3% del mayorista). 72 [Instituto Nacional de Previsión]. Informe sobre la prestación farmacéutica en el Instituto Nacional de Previsión. octubre de 1958. Archivo histórico del Instituto Nacional de Previsión (INGESA), documento 69 (cf. pág. 130). 274
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
antiguo por el moderno, trata de conseguir que el cambio pueda realizarse durante el presente mes de abril y que a partir del 1 de mayo, todas las farmacias sin excepción, estén en condiciones de suministrar únicamente penicilina con el precio últimamente aprobado.73
Las penicilinas, en su forma de ampolla inyectable, aparecen recogidas en el primer Petitorio… de medicamentos y productos farmacéuticos que podrían recetarse a los beneficiarios del Seguro de Enfermedad, aprobado el 29 de noviembre de 1951; y, como tales, se las hace figurar en el Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio…, revisado el 6 de diciembre de 1954 y aprobado mediante orden comunicada del Ministerio de Trabajo de 2 de marzo de 1955. En la tabla 4 se relacionan todas las penicilinas, un total de sesenta y una, recogidas en el Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio…, con indicación de los laboratorios preparadores Tabla 4. Penicilinas incluidas en el Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio…, redactado por la Jefatura Nacional del Seguro Obligatorio de Enfermedad [Madrid, 1955].74 Medicamento Alteproína [300.000 U.I.] Alteproína [400.000 U.I.] Aqucilina [300.000 U.I.] Aqucilina [600.000 U.I.] Aqucilina D. A. [400.000 U.I.] Aqucilina D.A. [600.000 U.I.] Avloprocil [400.000 U.I.]
Laboratorio Alter Alter Antibioticos S.A. Antibióticos S.A. Antibióticos S.A. Antibióticos S.A. Azamón
73 Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España. «Circular nº 179. Año 1954. Asunto: Nuevos precios de penicilina». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, 105: 10-11. Madrid, 1954. 74 Fuente: Jefatura Nacional del Seguro Obligatorio de Enfermedad. Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio [octubre, 1955]. Madrid: Dirección General de Previsión. Ministerio de Trabajo, 1955.
275
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno Medicamento Avloprocil [3.000.000 U.I.] Benzetacil 3-2-1 [600.000 U.I.] Benzetacil 6-3-3 [1.200.000 U.I.] Benzetacil [2.400.000 U.I.] Bi-Stabillín Boots [8 cm3] Brevicilina simple [10 cm3] Brevicilina mixta [10 cm3] Cepacilina [600.000 U.I.] Cepacilina [1.200.000 U.I.] Citocilina Grünenthal [1/2 cm3] Depolucina [1/10 cm3] Dipenicillín [10 cm3] Duomicina [400.000 U.I.] Duomicina reforzada [600.000 U.I.] Esterloven [8 cm3] Estopén Glaxo [500.000 U.I.]
Laboratorio Azamón Antibióticos S.A. Antibióticos S.A. Antibióticos S.A. Saracho Wassermann Wassermann Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] Ibero-química Ibero-química Farmabión Instituto Farmacológico Latino Instituto Farmacológico Latino Farmabión J. Martín [Glaxo]
Farmaproína reforzada [400.000 U.I.]
ompañía Española de Penicilinas C y Antibióticos [CEPA]
Farmaproína simple [300.000 U.I.]
ompañía Española de Penicilinas C y Antibióticos [CEPA]
Farmaproína simple [900.000 U.I.]
ompañía Española de Penicilinas C y Antibióticos [CEPA]
Farmaproína simple [1.200.000 U.I.]
ompañía Española de Penicilinas C y Antibióticos [CEPA]
Kalicilin [200.000 U.I.] Lucillin [300.000 U.I.] [1/1 cm3] Lucillin [1.200.000 U.I.] [4 cm3] Lucillin [3.000.000 U.I.] [10 cm3] Natricilin [200.000 U.I.]
Dr. Andreu Malo de Molina Malo de Molina Malo de Molina Dr. Andreu Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] Ibero-quimica Miguel Servet
Neocepacilina [600.000 U.I.] Neopenil Grünenthal [½ cm3] Pancillin 200.000 U.I. 276
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Medicamento Pancillin 500.000 U.I. Pancillin 1.000.000 U.I. Pancillin oleoso [10 cm3] Pecilene G Pecillín 300 [10 cm3] Penicilina Efey [200.000 U.I.] Penicilina Efey [500.000 U.I.] Penicilina Efey [1.000.000 U.I.] Penicilina G potásica Penicilina G sódica cristalizada Penicilina G sódica cristalizada Peniclina Larma Penicilina Liebig [200.000 U.I.] Penicilina Liebig [600.000 U.I.] Penicilina Llón Penicilina potásica Boots [200.000 U.I.] Penicilina potásica Boots [500.000 U.I.] Penicilina potásica Boots [1.000.000 U.I.] Penicilina Procaína G sódica Penicilina sódica Boots [200.000 U.I.] Penicilina sódica Boots [500.000 U.I.] Penicilina sódica Boots [1.000.000 U.I.] Peniprocaín [300.000 U.I.] Peniprocaín [400.000 U.I.] Penproín Procaín-Pecilene Procilina [300.000 U.I.] Procilina [400.000 U.I.] Procilina [500.000 U.I.] Procilina [600.000 U.I.] Procilina [1.200.000 U.I.] Propeni [300.000 U.I.] Propeni [400.000 U.I.] Pro-Stabillín oleoso Boots [10 cm3] 277
Laboratorio Miguel Servet Miguel Servet Miguel Servet Instituto Farmacológico Latino Farmabión Efeyn Antibióticos S.A. Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] Made Malo de Molina Liebig Castillón Saracho Laboratorios Reunidos S.A. Saracho Dr. Andreu Made Instituto Farmacológico Latino
Efeyn
Malo de Molina Saracho
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno Medicamento Scurocillina «500» Servecilina [400.000 U.I.] Superpenil 3 Suprabiotina «2» Suprabiotina «7» Suprabiotina «15» Toraxilina [500.000 U.I.]
Laboratorio Industrias Farmacéuticas Miguel Servet Efeyn Esteve Antibióticos, S.A.
Los medicamentos seleccionados en el Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio… se registraron en la Dirección General de Sanidad; sin embargo, no siempre se cumplieron los plazos establecidos. En la tabla 5 se detallan los números y fechas de registro, obtenidos de las fichas originales del Registro oficial de medicamentos conservadas en el archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios;75 separamos los medicamentos que se registraron con posterioridad al 1 de febrero de 1955, pues incumplen la norma reguladora del concurso publicado para la selección de estos medicamentos.76
75 Algunos datos no se han podido localizar, al haberse efectuado el estudio a través de fichas individuales, y no mediante un libro de registro, en el archivo histórico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios se desconoce su existencia. 76 Con fecha de 21 de diciembre de 1954, la Jefatura Nacional del Seguro de Enfermedad remitió una invitación a los laboratorios farmacéuticos para que presentaran, ante las dependencias del Seguro Obligatorio de Enfermedad, los medicamentos de su fabricación que deseaban que formaran parte del nuevo Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio…, el límite para su presentación en la Jefatura Nacional era del 1 de febrero de 1955 ([Jefatura Nacional del Seguro de Enfermedad]. «Comunicación de la Jefatura Nacional de S. de Enfermedad sobre especialidades amparadas en el Petitorio». Boletín de Información - Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 108: 10-11. Madrid, 1955).
278
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Tabla 5. Penicilinas registradas en España [1948-1955], con indicación de la fecha, número de registro y precio.77 Medicamento Penicilina Liebig [200.000 U.I.] Penicilina Liebig [600.000 U.I.]
Laboratorio
Registro
Fecha
Precio
Liebig
10.171
1948. 8-IV
13 pesetas
Penicilina G sódica cristalizada
CEPA
13.601 13.802
Aqucilina [300.000 U.I.]
Antibióticos S.A.
15.011
1950. 24-IV 1950. 19-VI 12 / 50 pesetas 1950. 1-XI 1950. 28-XII 31 pesetas
Farmaproína simple [300.000 U.I.] CEPA
15.419
1951. 16-III
Farmaproína reforzada [400.000 U.I.] CEPA Penicilina Efey [200.000 U.I.] Penicilina Efey [500.000 U.I.] Efeyn Penicilina Efey [1.000.000 UI.] Antibióticos S.A. Aqucilina D. A. [400.000 U.I.]
15.420
1951. 16-III
15.426
1951. 26-III
15 pesetas
15.493
1951. 27-III
44 pesetas
Estopén Glaxo [500.000 U.I.]
J. Martín [Glaxo]
16.426
1951. 27-X
Servecilina [400.000 U.I.]
Miguel Servet
17.708
1952. 4-VIII
Esterloven [8 cm3] Peniclina Larma Penicilina potásica Boots [200.000 U.I.] Penicilina potásica Boots [500.000 U.I.] Penicilina potásica Boots [1.000.000 U.I.] Penicilina sódica Boots [200.000 U.I.] Penicilina sódica Boots [500.000 U.I.] Penicilina sódica Boots [1.000.000 U.I.]
Farmabión
17.962
1952. 18-X
Malo de Molina
17.969
1953. 3-II
13 pesetas
Saracho
18.483
1953. 13-II
13 pesetas
Saracho
18.497
1953. 13-VII
13 pesetas
Pancillin oleoso [10 cm3] Pancillin 200.000 U.I.
Miguel Servet
19.648
1953. 24-VII
100 pesetas
Miguel Servet
19.649
1953. 24-VII
13 pesetas
Pancillin 500.000 U.I.
Miguel Servet
19.649
1953. 24-VII
Pancillin 1.000.000 U.I. Peniprocaín [300.000 U.I.]
Miguel Servet Dr. Andreu
19.649 19.924
1953. 24-VII 1953. 19-IX
40 pesetas
25 pesetas
77 Fuente: registros oficiales de medicamentos. Dirección General de Sanidad. Archivo histórico de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, s/c.
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Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno Medicamento
Laboratorio
Registro
Fecha
Precio 23 pesetas
Scurocillina «500»
Industrias Farmacéuticas
19.928 19.929
1953. 25-IX 1953. 25-IX
Lucillin [300.000 U.I.] [1/1 cc.]
Malo de Molina
19.937
1953. 2-X
19.969
1953. 9-X
20.001 20.065 20.281 20.282 20.497 20.688 20.689 21.550
1953. 26-X 1953. 28-X 1953. 30-XI 1953. 30-XII 1954. 13-I
35 pesetas 13 pesetas 23 pesetas 30 pesetas 12 pesetas
1954. 3-II
13 pesetas
1953. 28-X
26 pesetas
Penproín Kalicilin [200.000 U.I.] Alteproína [300.000 U.I.] Alteproína [400.000 U.I.] Penicilina G sódica cristalizada
Antibióticos S.A. Made Dr. Andreu Alter Alter Made
Natricilin [200.000 U.I.]
Dr. Andreu
Peniprocaín [400.000 U.I.] Suprabiotina «2» Suprabiotina «7» Suprabiotina «15»
Dr. Andreu Esteve
21.596 21.597
1954. 10-VI 68 / 55 pesetas
Cepacilina [600.000 U.I.]
CEPA
21.783
1954. 27-VII
Cepacilina [1.200.000 U.I.] Neocepacilina [600.000 U.I.] Penicilina Llón
CEPA CEPA Castillón Instituto Farmacológico Latino Instituto Farmacológico Latino Malo de Molina Malo de Molina Antibióticos, S.A. Antibióticos, S.A.
21.783 21.784 21.990
1954. 27-VII 1954. 27-VII 1954. 11-X
40 pesetas 12 pesetas
21.991
1954. 11-X
20 pesetas
21.995
1954. 14-X
24 pesetas
22.242 22.242
1954. 24-XI 1954. 13-XII
33 pesetas 35 pesetas
22.294
1954. 30-XI
155 pesetas
22.294
1954. 30-XI
155 pesetas
Toraxilina [500.000 U.I.]
Pecilene G Duomicina [400.000 U.I.] Propeni [300.000 U.I.] Propeni [400.000 U.I.] Benzetacil 6-3-3 [1.200.000 U.I.] Benzetacil 6-3-3 [1.200.000 U.I.] Benzetacil [2.400.000 U.I.]
Antibióticos, S.A.
22.295
1954. 30-XI
Citocilina Grünenthal [1/2 cm3]
Ibero-química
22.570
1954. 28-XII
Depolucina [1/10 cm3]
Ibero-química
22.571
1954. 29-XII
280
50 pesetas
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Medicamento Registroen el Catálogo…] Fecha [Registros posteriores Laboratorio al concurso de inclusión
Precio
Medicamento
Precio
Laboratorio
Registro
Fecha
19 pesetas
Pecillín 300 [10 cm3]
Farmabión
22.602
1955. 2-II
Procaín-Pecilene
Instituto Farmacológico Latino
22.881
1955. 17-II
Procilina [300.000 U.I.] Procilina [400.000 U.I.] Procilina [500.000 U.I.] Procilina [600.000 U.I.] Procilina [1.200.000 U.I.]
Efeyn
23.015 23.017 24.566
1955. 10-III 1955. 10-III 1955. 4-X
Penicilina Procaína G sódica
Laboratorios Reunidos
24.076
1955. 23-VI
Ibero-quimica
24.442
1955. 22-VII
21 pesetas
Efeyn
24.621
1955. 22-XI
20 pesetas
Neopenil Grünenthal [½ cm ] Superpenil 3 3
13 pesetas
24 pesetas
Brevicilina simple [10 cm3]
Wassermann
--
1955. 24-XI
38 pesetas
Brevicilina mixta [10 cm ] Duomicina reforzada [600.000 U.I.]
Wassermann
24.966
1955. 5-XII
41 pesetas
Instituto Farmacológico Latino
25.167
1955. 29-XII
13 pesetas
3
[Sin datos de registro] Aqucilina [600.000 U.I.] Aqucilina D.A. [600.000 U.I.] Avloprocil [400.000 U.I.]
Antibióticos, S.A. Antibióticos, S.A. Azamón
Avloprocil [3.000.000 U.I.]
Azamón
Bi-Stabillín Boots [8 cm3]
Saracho
Benzetacil 3-2-1 [600.000 U.I.]
Antibióticos, S.A.
Dipenicillín [10 cm3]
Farmabión
Farmaproína simple [900.000 U.I.]
CEPA
Farmaproína simple [1.200.000 CEPA U.I.] Lucillin [1.200.000 U.I.] [4 cm3] Malo de Molina Lucillin [3.000.000 U.I.] [10 cm3]
Malo de Molina
281
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno Medicamento
Laboratorio Antibióticos, S.A.
Penicilina G potásica Pro-Stabillín oleoso Boots [10 cm3]
Registro
Fecha
Precio
Saracho
En la tabla 6 se relacionan aquellos medicamentos penicilínicos en cuyo registro se informa, de forma expresa, del nombre del laboratorio fabricante. La totalidad de ellos son extranjeros; sin embargo, los laboratorios que registran la especialidad son españoles. En unos casos, los laboratorios españoles fabricaban la penicilina con licencia extranjera y, en otros casos, los laboratorios españoles envasaban la penicilina adquirida en el extranjero. Precisamente esta diferencia provocó muchos conflictos de competencia, debido a que la materia prima en el extranjero era bastante más barata que en España, como detallamos más adelante. Tabla 6. Penicilinas registradas en España [1948-1955], bajo fabricación —total o parcial— extranjera.78 Laboratorio fabricante
Producto
Nacionalidad del producto
Laboratorio español responsable
Liebig
Penicilina Liebig 200.000 U.I. Penicilina Liebig 600.000 U.I.
Española
D. Gamonoso Villaseñor
Schenley-Antibióticos
Aqucilina
Española
Antibióticos S.A.
Schering S.A.
Penicilina G sódica cristalizada
Española
Wassermann
Brevicilina simple
Española
Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] Sociedad Española de Especialidades Farmaco-terapéuticas
78 Fuente: registros oficiales de medicamentos. Dirección General de Sanidad. Archivo histórico de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, s/c.
282
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Laboratorio fabricante
Producto
Nacionalidad del producto
Wassermann
Brevicilina mixta
Española
Chemie Citocilina Grünenthal Grünenthal G.M.B.H. Chemie Grünenthal Depolucina G.M.B.H Chemie Neopenil Grünenthal Grünenthal G.M.B.H Deutsche Pancillin 200.000 Novocillin U.I. Boehme Kresse Deutsche Pancillin 500.000 Novocillin U.I. Boehme Kresse Deutsche Pancillin Novocillin 1.000.000 U.I. Boehme Kresse Deutsche Novocillin Pancillin oleoso. Boehme Kresse Owg Chemie Lucillin 300.000 G.M.B.H. de U.I. Kiel La Societé Scurocillina Parisienne «500» d´Expansión
Laboratorio español responsable Sociedad Española de Especialidades Farmaco-terapéuticas
Alemana
Ibero-química S.A.
Alemana
Ibero-química S.A.
Alemana
Ibero-quimica S.A.
Alemana
M. Servet
Alemana
M. Servet
Alemana
M. Servet
Alemana
M. Servet
Alemana
Malo de molina
Francesa
Industrias Farmacéuticas
283
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno Laboratorio fabricante
Producto
Nacionalidad del producto
Laboratorio español responsable
Inglesa
Saracho y Cia.
Inglesa
Saracho y Cia.
Inglesa
J. Martín S.A.F.
Penicilina potásica Boots 200.000 U.I. Boots Pure Penicilina potásiDrug Company ca Boots 500.000 Ltd. U.I. Penicilina potásica Boots 1.000.000 U.I. Penicilina sódica Boots 200.000 U.I. Boots Pure Penicilina sódica Drug Company Boots 500.000 U.I. Ltd. Penicilina sódica Boots 1.000.000 UI. Glaxo Estopén glaxo
En total, una veintena de laboratorios farmacéuticos, mayoritariamente ubicados en Madrid, seguidos, muy de lejos, por los laboratorios catalanes y por los sitos en Galicia, que, poco después, habrían de constituir el grupo Zeltia. Tabla 7. Sedes de los laboratorios farmacéuticos españoles con registros de penicilinas [1948-1955].79 Laboratorio Alter, S.A. Antibióticos, S.A. M. Castillón Fernández
Sede del laboratorio Madrid / Mateo Inurria, 7 Madrid / Duque de Sexto, 41 Madrid / Modesto La Fuente, 26
79 Fuente: registros oficiales de medicamentos. Dirección General de Sanidad. Archivo histórico de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, s/c. Indicamos la sede declarada por los laboratorios ante la Dirección General de Sanidad en el momento de realizar el registro.
284
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959) Compañía Española de Penicilinas y Antibióticos [CEPA] EFEYN, S.A. Farmabión, S.A. Ibero-química, S.A. Instituto Farmacológico Latino J. Martín, S.A.F. Laboratorios Reunidos, S.A. Made Malo de Molina Saracho y Cia. Dr. Andreu Dr. Esteve Industriuas Farmacéuticas Sociedad Española de Especialidades Farmaco-terapéuticas
Madrid / Alcalá, 95 Madrid / Bárbara de Braganza, 1 Madrid / Méndez Álvaro, 57 Madrid / Bravo Murillo, 81 Madrid / Francisco Suárez, 14 Madrid / General Mola, 31 Madrid / General Pardiñas, 10 Madrid / Ríos Rosas, 37 Madrid / Granada 28 Madrid / Núñez de Balboa, 54 Madrid / Marqués de Monteagudo, 23 Madrid / García Morato, 4 Madrid / Marqués de Urquijo, 22 Barcelona / Moragas, 15 Barcelona / Virgen de Montserrat, 209 Barcelona / San Salvador, 29 Barcelona / San Antonio Mª Claret, 173 Vigo / López Mora, 74 Vigo / Tomás A. Alonso, 83 [Porriño. Pontevedra] Sevilla / Arfe, 24
Miguel Servet Azamón D. Gamonoso Villaseñor
El conflicto de competencia desleal e incumplimiento de lo acordado por el Gobierno español con las dos fábricas de penicilina, CEPA y Antibióticos S.A., comenzó antes de aprobarse, en octubre de 1955, el Catálogo de especialidades farmacéuticas incluidas en el petitorio…; concretamente el 13 de febrero de 1955, cuando el Ministerio de Industria defendía el precio de la penicilina de las fábricas concesionarias, CEPA y Antibióticos S.A.; cinco laboratorios, con autorización de la Dirección General de Sanidad (Ministerio de la Gobernación) para comercializar especialidades con penicilina, escribieron al diario ABC, cuyas páginas se habían hecho eco de la nota del Ministerio de Industria sobre la contención del precio de la penicilina; los cinco laboratorios habían sido seleccionados por el Seguro Obligatorio de Enfermedad para el 285
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
suministro de este producto; se trataba de Alter S.A., Dr. Andréu S.A., E.F.E.Y.N., Farmabión S.A. e Instituto Farmacológico Latino S.A.: Aludidos recientemente en el diario de su digna dirección por el Ministerio de Industria en una nota referente al precio de la penicilina en España, hemos de recoger, en primer lugar, para ratificarla, la manifestación de que el problema del alcance de la concesión a dos fábricas españolas de la producción de dicha primera materia farmacéutica está sometida a informe del más alto órgano consultivo de la nación: el Consejo de Estado. En consecuencia, resulta inoperante, cualquiera exposición sobre el tema, no obstante lo cual, el Ministerio, en vez de inhibirse, sienta expresamente la afirmación de que ‘se concedió la imposición al mercado nacional, durante el plazo de quince años, para cada empresa, del 50 por 100 del consumo real de aquél en los diferentes periodos’; punto éste que, como decimos, está pendiente de interpretación superior. Resulta paradójico que esta afirmación (que prejuzga el fondo de la cuestión pendiente de informe) se contradiga con la anteriormente sentada por el Ministerio de que ‘se autorizó, en su consecuencia, la instalación de dos industrias de igual capacidad, con el fin de hacer posible la competencia comercial’ ¿Cómo es posible establecer competencia comercial entre dos únicas industrias a las que se otorga la mitad del mercado a cada una, garantizándoles el consumo total del mismo? Ni en la teoría eso es una competencia ni, en efecto, lo ha sido en la práctica, ya que se ha producido una identidad de actuación en todo, hasta en los precios, que nada difieren entre sí. En relación con el precio de la penicilina, lo que procede es tratar de lo que en realidad se discute y tal como parece quererlo el propio Ministerio; el precio de la penicilina exclusivamente, como primera materia para la producción ulterior de especialidades farmacéuticas. Otra cosa, en efecto, conduciría a un confusionismo que el Ministerio parece querer evitar.
286
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
De acuerdo con lo anterior, hemos de rechazar cuanto en la nota se alega en relación con el precio de la penicilina preparada como especialidad farmacéutica lista para el uso. Si hemos de hablar, pues, sólo del precio de la penicilina bruta como primera materia, y no desviarnos de la cuestión, tenemos que rechazar la afirmación de que se haya introducido jamás en España a precio de ‘dumping’. El ‘dumping’ es una baja de una materia para la exportación dirigida intencionadamente por una nación contra otra, exportando la materia a un precio inferior al del mercado interior. Ahora bien, para ilustrar a la opinión en tal delicada materia, damos a continuación la cotización del mercado de la penicilina bruta en el mundo, conforme a las cotizaciones últimas, tomando como unidad del ‘millón de unidades’: Estados Unidos pesetas 1,94 Gran Bretaña pesetas 2,50 Francia pesetas 2,65 Alemania pesetas 2,77 Italia pesetas 3,11 España pesetas 15,00 El precio de la penicilina española lo tomamos del escandallo que el propio Ministerio publica en su nota referida; 3 pesetas por 200.000 U.I.O, lo que equivale a las 15 pesetas por millón de U.I.O. La semejanza de precios del mercado internacional, con exclusión de España, quiere decir que no existe ‘dumping’. La distancia enorme entre los precios españoles no está determinada por un ‘dumping’, sino por otras causas ajenas a la intervención estatal. Lo único que queda claro es que esta fuerte diferencia gravita sobre la economía nacional y sobre la privada de los ciudadanos, sin derivación favorable alguna para el Erario público, que no se lucra en absoluto de ella. Conviene que esté también ilustrada la opinión pública sobre que el alcance de la concesión es interpretado por las compañías titulares de la misma, con el consentimiento del Ministerio de Industria, hasta el punto de que se niega la adquisición de la primera materia a los laboratorios autorizados por la Dirección General de Sanidad —nosotros, entre otros— para la preparación de productos de penicilina inyectables, con lo que se infiere un 287
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
grave daño no sólo a los intereses de una industria muy antigua y honorable, sino al propio progreso científico del país. Los concesionarios se consideran a sí mismos como los únicos autorizados para manipular la penicilina y prepararla como especialidad farmacéutica inyectable, con lo que desconocen los derechos de los laboratorios autorizados para hacerlo con los mismos títulos que ellos ¿Cómo puede hablarse, en semejantes condiciones, de ‘competencia comercial’, que en definitiva, si realmente existiera, habría de proyectarse exclusivamente en beneficio del público consumidor? Los que suscriben poseen las pruebas de la negativa de suministro de penicilina por parte de las fábricas. Estas sólo suministran al precio de 18,20 pesetas el millón de U.I.O. la insignificante cantidad necesaria para preparados de vía oral o tópica. Esta negativa es la que ha inducido a los firmantes, entre otros, a solicitar y obtener penicilina de importación a precios no de ‘dumping’ sino internacionales, sensiblemente iguales a los del consumo interior del país exportador. A esto se debe la aparición de productos de penicilina inyectable a precios de verdadera competencia, sin que por ello hayamos renunciado a los márgenes autorizados por las autoridades sanitarias, únicas que intervenían en nuestro escandallo. Nuestras preparaciones de penicilina han alcanzado precios mucho más bajos que los de las fábricas españolas y parecidos a la mayoría de los preparados similares en el extranjero. En cuanto a los gastos cuantiosos de instalación de las dos industrias, conviene recordar que durante los primeros años de su actuación se limitaron a importar enormes cantidades de penicilina que, comprada a precio internacional, fue escandallada como si se hubiera fabricado en España, y, por lo tanto, vendida al público con unos beneficios que acaso llegaran a sumar cifras capaces de financiar cualquier clase de instalación. No en tan excepcionales condiciones, sino en condiciones normales, sin protección alguna, cualquier empresa farmacéutica española de importancia se comprometería a montar una fábrica de penicilina para venderla a precios bastante más bajos; alguna de ellas ya lo ha solicitado. Nos interesa finalmente rechazar con la entereza necesaria y hasta donde se nos permita, la velada acusación, recogida es288
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
tentóreamente en los titulares de algunos periódicos, de que laboratorios españoles se hayan prestado a maniobras tendentes a arruinar una industria, que, como se ve, está lejos de necesitar defensa. La historia de cada uno de nosotros, nuestros hombres, nuestro origen y nuestra conducta está por encima de toda suspicacia. Nosotros hemos defendido, en todos los terrenos en que España y nuestro honor nos lo han exigido, los intereses supremos de la Patria, del Estado y de la Sociedad. En este sentido, declaramos impropio el parapetarse detrás de nombres sagrados y agitar la sombra de supuestas maniobras y conjuras para defender intereses privadísimos. Con todos nuestros respetos para el Ministerio de Industria, lamentamos que una deficiente información se haya reflejado en su nota, a la que por la presente replicamos.80
Junto a esta nota, el diario ABC inserta la respuesta del Ministerio de Industria, que, obviamente, fue consciente de la enviada por los laboratorios farmacéuticos al periódico antes de que este la hiciera pública: El Ministerio de Industria defiende el precio fijado para las fábricas concesionarias: (…) niegan los laboratorios la posibilidad de que las dos empresas concesionarias del concurso de 1948 compitan en el mercado pues estiman que la capacidad de producción, idéntica en las dos, y las garantías, también iguales, que se les concedieron para la colocación de sus productos, anulan toda competencia posible. Precisamente el haberse autorizado ambas fábricas con igual capacidad, iguales garantías y colaboraciones técnicas igualmente solventes, es lo que las situó en condiciones de posible competencia. Las empresas en cuestión, por debajo del precio máximo autorizado, pueden vender en competencia —y así lo han hecho—, ya que la garantía de colocación de sus productos en el mercado no implica evidentemente, para 80 Alter S.A. – Dr. Andréu S.A. – E.F.E.Y.N. – Farmabión S.A. – Instituto Farmacológico Latino S.A. «Sobre el precio de la penicilina. Los laboratorios independientes sostienen que puede fabricarse y venderse más barato». ABC, [25-II-1955]: 32-33. Madrid, 1955.
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Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
el consumidor, la obligación de comprar los de una determinada empresa y adquirirá, por consiguiente, aquellos que por su precio más barato, por su mejor presentación o por estimarlos de más alta calidad, considera preferibles. De otra parte es preciso no olvidar que aquellas garantías están supeditadas a la condición de que el precio de venta al público no exceda del máximo que establezcan las autoridades competentes, y si estas fijan el precio máximo en relación con la empresa que pueda producir más barato, la otra se verá obligada a mejorar su fabricación o administración, y a reducir sus precios, so pena de perder todo derecho a dichas garantías. No es cierto que se haya producido una identidad de actuación en todo, hasta en los precios. (…) El argumento de los laboratorios carece totalmente de fuerza; lo único que podría demostrar es que los precios internacionales de ’dumping’ son semejantes, cosa, por lo demás, perfectamente natural. Para probar que esos precios no son de ‘dumping’, tendrían que demostrar los laboratorios que no son inferiores a los precios que rigen en el interior de los respectivos países, según el significado que ellos mismos atribuyen a la palabra ‘dumping’. Y eso es lo que no han hecho los laboratorios (…) Es cierto que, por las razones ya apuntadas, el precio de venta al público de los antibióticos es superior en España al de ciertos países, aunque es comparable y aún inferior al de otros. Pero no es la penicilina el único artículo que se encuentra en ese caso. Lo mismo en España que en los demás países existen muchos productos, tanto industriales como agrícolas, que pueden ser adquiridos en algún país extranjero a precios más ventajosos que los de producción nacional, bien porque exista ‘dumping’ o simplemente porque las condiciones naturales o industriales lo permitan. Pero en todo el mundo se restringen, y en muchos casos se prohíben, las importaciones, sin necesidad de medidas especiales para cada caso, sino apoyándose en las de tipo general que permiten actuar en esa forma. Es evidente, que si los países europeos continentales que disponen de fabricación propia de penicilina no lo impidieran, las firmas británicas y norteamericanas hace tiempo que hubieran anulado con muy poco esfuerzo a las respectivas industrias indígenas. 290
Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
A medida que aumente el consumo, disminuya el precio de las materias primas y se vayan amortizando las instalaciones, el precio de la penicilina seguirá disminuyendo. La importancia de la amortización es grande, pues estas fábricas es preciso amortizarlas relativamente deprisa y los capitales invertidos son considerables. El capital en acciones de cada una de las empresas españolas es de 80 millones de pesetas, totalmente desembolsados por los accionistas. Los dividendos repartidos no han excedido del 7 por 100 del capital nominal en una empresa y del 9 por 100 en la otra y los fondos de amortización y reserva se han invertido y se están invirtiendo en la autofinanciación de las mejoras y ampliaciones autorizadas, con criterio económico, ortodoxo y plausible. En las disposiciones legales, que regulan las concesiones, se impuso a las compañías adjudicatarias la obligación de instalar rápidamente instalaciones de envasado con objeto de reducir en plazo breve el volumen de divisas a invertir en importaciones de penicilina, medida que se justifica, de otro lado, plenamente por la gran reducción en el precio de venta al público que permitió. Los plazos que se establecieron, tanto para la instalación de los laboratorios de envasado como para la puesta en marcha de las fábricas de penicilina a granel, fueron exactamente cumplidos y se suprimieron las importaciones tan pronto quedó asegurado el abastecimiento nacional. En un primer momento existió confusión entre la penicilina importada y fabricada en España, ya que los escandallos aprobados por este Ministerio se han referido siempre exclusivamente a penicilina a granel y a pie de fábrica…81
Corolario Una orden del Ministerio de Industria de 28 de mayo de 1953 autorizaba a Farmabión S.A. para fabricar penicilina y otra posterior, la orden de 13 de febrero de 1956 (BOE, 1-III-1956) autorizaba 81 Ministerio de Industria. «El Ministerio de Industria defiende el precio fijado por las fábricas concesionarias». ABC, [25-II-1955]: 33-34. Madrid, 1955.
291
Gloria Redondo Rincón, Antonio González Bueno
a Farmabión S.A. para ampliar su industria de fabricación de antibióticos; con esta fueron tres las industrias farmacéuticas que compartieron el ‘monopolio’ de la fabricación industrial de penicilinas. La industria farmacéutica se desarrolla, al comienzo de los años cincuenta, de forma exponencial, debido a la elevada demanda de medicamentos por parte del Seguro Obligatorio de Enfermedad. Esta industria, y en concreto la de fabricación de penicilinas, contó con el apoyo de la Administración pública, mediante la declaración de ‘industria de interés nacional’, a la que se sumaban otros sistemas de protección. El Seguro de Enfermedad actuó con autonomía para decidir qué laboratorios serían los suministradores de los medicamentos que formaban el Petitorio…. En la comisión de selección existía una mayoría de representación del Instituto Nacional de Previsión: José Antonio Girón de Velasco, Carlos Pinilla Turiño, Fernando Coca de la Piñera, Luis Jordana de Pozas, Daniel Pérez y Sáenz de Miera, Sebastián Criado del Rey, etc., y no hubo de someterse a los acuerdos alcanzados por el Estado. Realmente, el Seguro de Enfermedad tenía patrimonio propio y se financiaba mediante las cuotas de los trabajadores, con lo que la autonomía financiera respecto al Estado sí que existía. Sin embargo, el Seguro no favoreció que el Estado cumpliera con los acuerdos suscritos con las empresas de penicilina declaradas de interés nacional, CEPA y Antibióticos S.A., al permitir que fábricas más modestas compitieran en el ‘mercado’ del Seguro de Enfermedad en igualdad de condiciones; esos laboratorios se habían instalado con menor inversión y la materia prima la adquirían fuera de España a precios más baratos. Parece que en esta decisión del Seguro influyó, como razón primordial, el importante gasto en medicamentos. Tres años después de implantarse el Petitorio…, en 1958, la estadística del Seguro Obligatorio de Enfermedad fue la siguiente:82 4.354.622 asegurados, 10.963.555 beneficia82 Instituto Nacional de Previsión. El Seguro Social de Enfermedad: 19421959. Madrid: Instituto Nacional de Previsión, 1959 (cf. pág. 13).
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Penicilina en el primer franquismo (1944-1959)
rios, 2.314.153.154 pesetas de importe de las prestaciones sanitarias, 1.346.523.647 pesetas de importe de las prestaciones farmacéuticas,83 767.028.598 pesetas de importe de las prestaciones económicas, lo que supone 4.427.705.399 pesetas de importe total de las prestaciones. El Seguro de Enfermedad, en ese año de 1958, protegía a un 39,5% de la población española. El móvil económico parece una razón de peso; aunque tampoco hay que desechar la idea de que esta falta de cumplimiento de los acuerdos con las primeras empresas productoras de penicilina tuviera su origen en la propia aptitud propagandista del Régimen, tratando de trasladar la imagen de una potencia con capacidad industrial propia, sobre todo por parte de la vieja guardia de Falange. Al final de los años cuarenta, en plena autarquía, se había llegado a acuerdos con dos laboratorios americanos cuando España era deficitaria en la fabricación de penicilina para cubrir la demanda nacional y, al escasear el medicamento, fue necesario aceptar la inversión extranjera para implantar en España fábricas que evitaran las importaciones; además, el Régimen franquista estaba aislado a nivel internacional, por lo que necesitaba a los EE.UU. para su reconocimiento, a la vez que obtenía una ayuda financiera adicional. Pero, cuando esta situación se empieza a corregir, al mejorar sus relaciones con el exterior a partir del año 1951 y disponer de laboratorios de países cercanos que obtienen la materia prima, incluso el medicamento, más baratos, se permite la importación. En ese año 1951 se nombra como ministro de Comercio a Manuel Arburua, «famoso por la facilidad con que otorgaba licencias de importación a sus selectos amigos» y también tomo posesión como nuevo Jefe Nacional del Sindicato de Industrias Químicas, el farmacéutico falangista Alberto García Ortiz. Quizás ya no fuera tan necesario cuidar las, entonces casi únicas, relaciones internacionales con los Estados Unidos. 83 471.660.367 pesetas de la Caja Nacional del Seguro Obligatorio de Enfermedad y 874.863.280 pesetas de las entidades colaboradoras (cf. Instituto Nacional de Previsión. Op. cit., nota 82, pág. 15).
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Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) y los antibióticos
Capítulo IX FLORENCIO BUSTINZA LACHIONDO (1902-1982) Y LOS ANTIBIÓTICOS* José Fonfría Díaz Universidad Complutense de Madrid Pilar Calvo de Pablo Universidad Complutense de Madrid
El día 12 de diciembre de 1962 Florencio Bustinza Lachiondo leía su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; su título probaba la importancia con que consideraba un tema que había constituido el eje de su actividad científica desde casi veinte años atrás: En la era antibiótica.1 Florencio Bustinza nació en Liverpool, el 7 de noviembre de 1902, en el seno de una familia de origen vasco. Realizó sus primeros estudios en el St. Joseph’s College, en Dumfries (Escocia) y los completó en los Institutos de Reus y Tarragona. En 1919 ingresó en la Universidad de Madrid, donde realizó los estudios de Ciencias Naturales y Farmacia hasta culminar ambas licenciaturas en 1926. Al finalizar sus estudios obtuvo, por oposición, una cátedra de Agricultura y Técnica Industrial que desempeñó inicialmente en el Instituto de Enseñanza Media de Salamanca, aunque pronto la permutó por la del Instituto de Oviedo. * Financiado con cargo al proyecto HAR2010-21333-CO-01, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Florencio Bustinza había publicado, en 1954, una revisión de la situación de las investigaciones sobre antibióticos con el mismo título (Florencio Bustinza. «En la era antibiótica». Arbor, 27(100): 491-517. Madrid, 1954). El discurso, cuya parte dedicada a describir las características de los antibióticos conocidos hasta la fecha (‘Sinfonía antibiótica’) está basada en el artículo anterior, incluía una extensa descripción histórica de las investigaciones que condujeron al descubrimiento y producción de antibióticos, especialmente de la penicilina y la estreptomicina (Florencio Bustinza. En la era antibiótica. Madrid: Real Academia de Ciencias Excatas, Físicas y Naturales, 1962).
295
José Fonfría Díaz, Pilar Calvo de Pablo
Completó su formación científica en la Universidad de Ginebra, con el botánico suizo Robert Chodat (1865-1934) gracias a una beca concedida, en octubre de 1927, por la Junta para Ampliación de Estudios; con él trabajó sobre fermentos y fermentaciones, botánica aplicada y microbiología.2 En 1928 obtuvo el grado de doctor en Farmacia y, en 1930, el de doctor en Ciencias Naturales por la Universidad de Madrid con premio extraordinario en ambos doctorados. En 1930 se reincorporó a la Enseñanza Media al obtener, de nuevo por oposición, la cátedra de Agricultura del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid. Tras la Guerra Civil simultaneó su labor docente en el Instituto con el puesto de auxiliar de la cátedra de Fisiología Vegetal en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, hasta 1943, cuando obtuvo, por oposición, la cátedra de Fisiología Vegetal de la Universidad de Madrid,3 vacante tras el fallecimiento de Antonio García Varela (1875-1942); permaneció en ella hasta su jubilación, en 1972. Al incorporarse a la cátedra universitaria le fue concedida la excedencia voluntaria en la del Instituto,4 pero se reincorporó a ella en septiembre de 19505 y compatibilizó ambas durante un tiempo. Fue recibido, en 1943, como académico de número por la Real Academia de Farmacia y, como hemos mencionado, en 1962 por la Real de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Inicialmente sus intereses científicos giraron en torno a la enzimología, y realizó investigaciones sobre diversa enzimas, especialmente sobre la catalasa. Precisamente en su discurso de ingreso en la Real Academia de Farmacia, titulado Importancia de la enzimología y aplicaciones de las enzimas,6 hacía una revisión de los grupos de 2 Luis Alfredo Baratas Díaz. Introducción y desarrollo de la biología experimental en España entre 1868 y 1936. Madrid: CSIC, 1997 (págs. 285-288) y Carlos Vicente Córdoba. «Florencio Bustinza Lachiondo (7-XI-1902 / 10-1-1982)». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 39(1): 3-8. Madrid, 1982. 3 Orden de 7-IV-1943 (BOE, 17-IV-1943). 4 Orden de 24-V-1943 (BOE, 24-V-1943). 5 Orden de 9-VI-1952 (BOE, 8-IX-1952). 6 Florencio Bustinza. «Importancia de la enzimología y aplicaciones de las enzimas». Anales de la Real Academia de Farmacia, 8(5-6): 311-399. Madrid, 1943.
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Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) y los antibióticos
enzimas conocidas y de sus propiedades, mostrando estar al día en el tema; pero, a partir 1944, los antibióticos constituyeron el tema central de su actividad científica, al que contribuyó de dos maneras: fue, por una parte, el principal divulgador de la importancia de la penicilina, de la estreptomicina y de los productos antibióticos que se fueron desarrollando durante los años cuarenta y cincuenta del siglo xx, con algunos de los cuales realizó experiencias encaminadas a comprobar su actividad; por otra parte, fue un investigador que se interesó por diferentes aspectos relacionados con la actividad antibiótica y que llevó a cabo un trabajo experimental centrado especialmente en tres cuestiones: los posibles antibióticos procedentes de líquenes, la actividad antibacteriana de algunas especies de hongos y de la porción carnosa de algunas semillas y la influencia de los antibióticos en la germinación de las semillas.
La penicilina La penicilina llega a España en 1944 acompañada de una profusa propaganda en la prensa que la celebra como una droga casi milagrosa, salvadora de vidas, algo que ocurrió en muchos lugares, pero que en nuestro país fue especialmente relevante. Se ha argumentado que el carácter heroico que se dio a la penicilina en España surge asociado a la ideología del héroe como salvador, en armonía con la idea de héroe nacional que Franco se construyó a su alrededor. Una prueba de ello es el recibimiento que recibió sir Alexander Fleming (1881-1955) en su viaje a España,7 aclamado por todos los sectores de la sociedad. No obstante la distribución de la penicilina presentó problemas, entre ellos un importante 7 Sir Alexander Fleming llegó a Barcelona el 26 de mayo de 1948 y, despues de visitar Sevilla, Córdoba y otras ciudades andaluzas, donde fue profusamente homenajeado, visitó Madrid, donde fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Madrid, el 12 de junio; el día 14 partió hacia Londres. Una relación detallada del viaje en Florencio Bustinza. Diez años de amistad con Sir Alexander Fleming. Madrid: M.A.S., 1961.
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mercado negro, hasta que comenzó a producirse en España al comenzar la década de los cincuenta.8 Como consecuencia del interés científico que suscitó la penicilina entre los médicos y los escasísimos investigadores españoles aparecen, ya en 1944, algunos artículos en revistas médicas sobre su utilización. También data de 1944 el primer libro publicado en España sobre la penicilina; se trata de un texto de divulgación, Lo que cura la penicilina: presente y porvenir de una droga mágica, redactado por José Álvarez-Sierra.9 En ese mismo año, el 14 de junio de 1944, Bustinza impartía una conferencia sobre «Antibióticos, especialmente penicilina, notatina, patulina y otros productos semejantes» en la Academia Médico Quirúrgica Española10 y unos días después exponía, en una entrevista concedida al diario ABC, sus inicios como micólogo y cómo había surgido su interés por la penicilina.11 En noviembre de ese mismo año publicaba, en este mismo diario, un extenso artículo, «El descubrimiento de la penicilina», en el que exponía cómo se había producido el descubrimiento por parte de Alexander Fleming y resaltaba la importancia 8 De los comienzos de su utilización y posterior producción en España se han ocupado María Jesús Santesmases. Antibióticos en la autarquía: banca privada, industria farmacéutica, investigación científica y cultura liberal en España, 19401960. Madrid: Fundación Empresa Pública, 1999; Ibid. «Distributing Penicillin: the clinic, the hero and industrial production in Spain 1943-1952». En: Vivian Quirke, Judy Slinn (eds.). Perspectives on Twentieth-Century Pharmaceuticals: 91117. Bern: Peter Lang AG, International Academic Publishers, 2010; Raúl Rodríguez Nozal. «¿Fortuna o desdicha? La entrada de la penicilina en la España de la autarquía, un nuevo desafío para la farmacia y la industria farmacéutica». En: Antonio González Bueno et al. (eds.). Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde: 515-550. Granada: SDUHFE / Universidad de Granada, 2011; Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Carlos José Pérez Teijón. «La penicilina en España: difusión, propiedad industrial y negocio en clave autárquica (1944-1959)». Estudos do Seculo xx, 12: 271-288. Coimbra, 2012. 9 José Álvarez-Sierra. Lo que cura la penicilina: presente y porvenir de una droga mágica. Madrid: Afrodisio Aguado, 1944. 10 Florencio Bustinza. «Antibióticos, especialmente penicilina, notatina, patulina y otros productos semejantes». Anales de la Academia Médico Quirúrgica Española, 28: 467-470. Madrid, 1944. 11 C. Elías Saenz de Sicilia. «La tuberculosis y la ciencia virgen de los antibióticos». ABC, [2-VII-1944]: 9. Madrid, 1944.
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del trabajo de los investigadores de Oxford, que «ha dado realidad a la penicilina como medicamento para el tratamiento de graves enfermedades, entre ellas la septicemia estafilocócica».12 Al año siguiente, en 1945, daría a las prensas De Pasteur a Fleming. La penicilina y los antibióticos antimicrobianos,13 una primera recopilación de la historia del descubrimiento y las aplicaciones de la penicilina publicada en España, en la cual el autor confesaba que no sabía qué admirar más, «si las maravillosas propiedades terapéuticas de la penicilina o la asombrosa rapidez con que en los años 1943 y 1944 se ha desarrollado la industria de la penicilina», algo que también resaltaba Gregorio Marañón al prologar el texto.14 12 Florencio Bustinza. «El descubrimiento de la penicilina momento estelar en la historia de la Ciencia». ABC, [5-XI-1944]: 11, Madrid, 1944. En noviembre de 1945, mientras Bustinza se encontraba en Estados Unidos, el diario ABC publicó otro artículo sobre el tema (Florencio Bustinza. «La ciencia al servicio de la humanidad. De Pasteur a Fleming». ABC, [11-XI-1945]: 19, Madrid, 1945) donde resaltaba el impulso que había dado el descubrimiento de la penicilina a la investigación de nuevas sustancias antibióticas procedentes de mohos. 13 Florencio Bustinza. De Pasteur a Fleming. La penicilina y los antibióticos antimicrobianos. Madrid: Plus Ultra, 1945. 14 «En estos cien años hemos visto nacer la antisepsia, con Lister, el gran precursor inglés; y el inmenso edificio de la Bacteriología, con Pasteur; y con él y con Koch, Behring, Roux y Calmette, los vastos recursos de naturaleza vaccinal y suerológica contra las infecciones; (...) hemos asistido a la aurora de la Quimioterapia, en la primera decena de siglo, en el pequeño laboratorio de Ehrlich, rodeado de frondas, junto al Maine, con su ‘salvarsán’, que inicia el comienzo de la desaparición de la sífilis; cuando la guerra actual iba a estallar y se movilizaban las masas de hombres armados y las ruidosas máquinas de destrucción, en los mismos días surgían a la otra orilla, en la de la paz y el bien, las sulfamidas, que en unos cuantos años habían salvado muchas más vidas que todas las que inútilmente han destruido los medios bélicos; y, por fin, ahora mismo, en plena destrucción de Europa, Florey amplía las investigaciones realizadas en los años 1928-1932 por Fleming —el gran bacteriólogo descubridor de la penicilina— y pone de relieve las virtudes terapéuticas de este nuevo medicamento que en nuestras horas luctuosas redime al hombre del pecado de su crueldad; porque entre los cañones y los lanzallamas se insinúa, como un milagro de misericordia, su benéfica, callada y salvadora acción (...). Y todo esto ha sido presenciado por una sola generación, como la mía.» Gregorio Marañón. «Prólogo». En: Florencio Bustinza. De Pasteur a Fleming. Los antibióticos antimicrobianos y la penicilina. Madrid: Plus Ultra, 1945.
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El libro se distribuye en siete partes y describe las características y la manera de trabajar en un laboratorio de investigación; hace una extensa revisión de las características de las bacterias y los mohos, explica en qué consiste la quimioterapia y pasa a informar sobre los antibióticos antimicrobianos, centrándose en la descripción de las características de dieciocho sustancias con esas cualidades. La parte quinta la dedica, en exclusividad, a la descripción de los procesos de preparación de la penicilina; destaca los avances de la técnica entre la escasa y costosa producción de sir Howard Walter Florey (1898-1968) y colaboradores (unas 45.000 U.O.) y la gran producción obtenida en 1944, cuando solo la C.S.C. (Comercial Sovents Corporation) era capaz de producir diariamente 1.300.000 U.O. gracias a varios factores, especialmente la utilización de nuevos medios de cultivo, el empleo de cepas de Penicillum notatun más productivas y la puesta en marcha de los métodos de sumersión; destaca las ventajas de este método frente al cultivo en superficie que desarrollaron los investigadores de Oxford y aún seguían utilizando en las instalaciones inglesas, y frente al método de cultivo ‘sobre salvado’, de gran rendimiento pero con el inconveniente de que el salvado es difícil de esterilizar. Para Bustinza, el método de sumersión es el mejor sistema cuando se dispone de un moho especializado para trabajar en cultivo sumergido; la cepa original de Alexander Fleming sirve de poco para este método, se utiliza la cepa N.R.R.L. 832. En su libro, Bustinza explica detalladamente qué es una Unidad Oxford (U.O.) y una unidad internacional de penicilina, aclara los sistemas de utilización de la sal sódica y de la sal cálcica y describe las formas farmacéuticas en que se administra la penicilina: en disolución, en polvo y en pomada. Por último, menciona los primeros casos clínicos en los que se administró penicilina y, finalmente, en la séptima parte del libro, describe un gran número de enfermedades en las que se ha empleado penicilina y otras en las que no se debe emplear, destacando las producidas por 300
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gérmenes gram negativos y enfermedades producidas por virus, hongos y parásitos eucariotas (por ejemplo, paludismo), además de enfermedades no infecciosas (cáncer, leucemia, lupus eritematoso, etc.). En 1946 publicó un breve apéndice, tan solo ocho páginas, en el que describe algunos avances en el método de cultivo sumergido, cita el primer informe sobre la química de la penicilina, publicado en la revista Nature el 29 de diciembre de 194515 y, finalmente, da cuenta de la importancia que puede tener la estreptomicina, a la cual considera una realidad industrial.16 El otoño de 1945 fue fundamental para el trabajo posterior de Florencio Bustinza; realizó un largo viaje por Estados Unidos, desde agosto hasta diciembre de este año, visitando los principales laboratorios e instalaciones implicadas en la producción de penicilina; entre ellos se encontraba el Northern Regional Research Laboratory del US Department of Agriculture, en Peoria, donde se había desarrollado el eficiente método de cultivo sumergido del moho; también visitó el Food and Drug Administration Laboratory para el control de la penicilina, en Washington, y a Chester Keefer (1897-1972) en el Evans Memorial Hospital de Boston cuando Keefer era el responsable del Committee on Chemotherapeutics.17 Además, visitó varias fábricas de penicilina, entre ellas la C.S.C. (Commercial Solvents Corporation) Abbott, Lederle, Squibb, Merck y Wyeth; se entrevistó con algunos de los investigadores más destacados en el campo de los antibióticos, Charles
15 Se trata de una noticia preliminar en la que se informa de los trabajos realizados por varios grupos de investigadores sobre la estructura química de la penicilina, sin firma de autor: Nature, 156: 766-767 [29-XII-1945]. 16 De Pasteur a Fleming. Los antibióticos antimicrobianos y la penicilina. Apéndice. Madrid: Plus Ultra, 1946. 8 p.; este apéndice se puede consultar en la Biblioteca Nacional de España [BNE], (signatura: VC/1861/12). 17 Charles W. Wainwright. »Chester Scott Keefer». Transactions of the American Clinical and Climatological Association, 84: XXXIII-XXXV. Baltimore [MD], 1973.
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Thom (1872-1956)18 y Selman A. Waksman (1888-1973)19 entre ellos, con algunos mantuvo correspondencia e intercambio de ideas y materiales de investigación, como él mismo expone en sus publicaciones.20 A la vuelta a Europa, Florencio Bustinza hizo escala en Southampton, el 17 de diciembre de este 1946. y visitó a Alexander Fleming en varias ocasiones, antes de volver a España a mediados de enero; de estas entrevista surgió entre ellos una gran amistad (por parte de Bustinza, casi veneración) y, a través de Fleming, pudo conocer a otros investigadores vinculados al mundo de la penicilina, como Howard Walter Florey (1898-1968) y Ernst Boris Chain (19061979), con los que también mantendría una fluida relación.21 En 1946, Florencio Bustinza publica, en las páginas de los Anales del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología Vegetal, un resumen del descubrimiento de la penicilina, al que añade la descripción del proceso de identificación del moho utilizado por Alexander Fleming, inicialmente considerado Penicillium rubrum, en el que, según manifiesta, intervino directamente.22 El moho fue 18 Datos biográficos en Florencio Bustinza. «Charles Thom (1872-1956)». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 14: 27-30. Madrid, 1957 [1954]; y Kenneth B. Raper. «Charles Thom 1872-1956». Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 38: 309-344. Washington, 1965. 19 Selman Abraham Waksman (1888-1973), microbiólogo estadounidense de origen ruso, especializado en el estudio de los microbios del suelo, especialmente en Actinomycetales; realizó investigaciones sobre antibióticos, término que él acuñó en 1941. En 1943 consiguió aislar, con la ayuda de Albert Schatz, la estreptomicina; en 1952 fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología y Medicina [cf. Rolling D. Hotchkiss. «Selman Abraham Waksman (1888-1973)». Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 83: 1-25. Washington, 2003]. 20 Para más información sobre el viaje, véase Florencio Bustinza. De Pasteur a Fleming. Los antibióticos antimicrobianos y la penicilina. Madrid: Plus Ultra, 1945 (cf. págs. 39-41) y, para su estancia en Londres, Ibid. págs. 55-72. 21 Howard Walter Florey y Ernst Boris Chain consiguieron, en 1940, extraer la penicilina de los cultivos del hongo Penicillium notatum y purificarla mediante métodos químicos; junto a Alexander Fleming recibieron el premio Nobel de Medicina en 1945. 22 Florencio Bustinza. «Contribución a la historia de la penicilina». Anales del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología Vegetal, 5: 151-199. Madrid, 1946 (cf. págs. 159-160).
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identificado por Charles Thom (1872-1956) y Harold Raistrick (1890-1971)23 como Penicillium notatum; pero, según relata, en una de sus visitas al Lister Institute para conocer los métodos seguidos para conservar las estirpes bacterianas, tuvo conocimiento de que Johanna Westerdijk (1883-1961)24 había identificado una muestra del moho enviada por el Hospital St. John Brook, procedente de la garganta de un enfermo y que esta resultó ser Penicillun notatum Westling, por lo que había dudas sobre la prioridad. Con el fin de aclarar esta cuestión, Florencio Bustinza escribió, el 4 de marzo de 1946, una carta a Johanna Westerdijk, en la que le preguntaba, entre otros asuntos, por la fecha en que recibió la muestra y otra misiva al St. John Brook, interesándose por cuándo habían enviado la muestra a Westerdijk. De las contestaciones recibidas dio cuenta pública Florencio Bustinza a fines de 1946; Johanna Westerdijk hizo una primera identificación de la muestra como Penicillum piscarium, que luego rectificó a Penicillum notatum Westling; en opinión de Bustinza: … no aparece claro como la estirpe de Fleming llegó a manos de la doctora Westerdijk como aislado de la garganta de un enfermo diftérico, pero en vista de los documentos anteriores podemos deducir que, en efecto, se envió el moho de Fleming a la doctora Westerdijk para su identificación y que ésta lo identificó como P. piscarium en la carta de 9 de marzo de 1930 y que, luego, al recibir del doctor Charles Thom un cultivo de piscarium (…) y comprobarlo con el moho que había identificado como piscarium vio que no había hecho bien la identificación y con fecha del 23 23 Harold Raistrick (1890-1971) fue profesor de Bioquímica en la London School of Hygiene and Tropical Medicine (John Howard Birkinshaw. «Harold Raistrick. 1890-1971». Biographical Memoirs of Fellows of the Royal Society, 18: 488-509. Londres, 1972). 24 Johanna Westerdijk (1883-1961), fisióloga vegetal danesa, especialista en enfermedades causadas por mohos (C. P. Kerling, J. G. ten Houten, G. de BruinBrink. «Johanna Westerdijk: Pioneer Leader in Plant Pathology». Annual Review of Phytopathology, 24: 33-41. Palo Alto [Cal.], 1986.
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de mayo comunicó al N.C.T.C. que el moho que le había enviado era el P. notatum Westling.25
Concluyendo que: … pudo la doctora J. Westerdijk hacer correctamente esta identificación y anticiparse sin ella saberlo a la identificación que hizo después, el día 30 de junio de 1930 el doctor Charles Thom.26
En el resto del artículo publicado en los Anales del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología Vegetal, describe los trabajos de Howard Walter Florey, Ernst Boris Chain y demás colaboradores del Instituto Dunn de Patología, en Oxford, «que dan realidad a la penicilina como medicamento». A continuación informa de la primera experiencia clínica de aplicación de penicilina, el día 12 de febrero de 1941, cuando «se aplicó la penicilina con finalidad terapéutica a un enfermo grave de infección estafilocócica», aunque la cantidad empleada no fue suficiente y el enfermo falleció. Menciona el artículo publicado en The Lancet el 16 de agosto de 1941, donde los investigadores de Oxford daban cuenta de los primeros ensayos clínicos de administración de penicilina con éxito, y revisa las investigaciones y técnicas que permitieron una producción industrial de peniclina, centrándose, como había hecho con anterioridad, en los laboratorios de Peoria. Florencio Bustinza se interesó, también, por aclarar algunas cuestiones relacionadas con las propiedades reductoras de la penicilina y de la estreptomicina, al considerar que podían inducir errores en los controles de azúcares reductores en la orina.27 En su 25 Florencio Bustinza. «Contribución a la historia de la penicilina». Anales del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología Vegetal, 5: 151-199. Madrid, 1946 (cf. págs. 159-160). 26 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 25, pág. 160. 27 Florencio Bustinza. «Sobre las propiedades reductoras de la penicilina y de la estreptomicina». Boletín del Instituto de Patología Médica, 2(7): 133-137. Madrid, 1947.
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experimentación compara pruebas de determinación de penicilina y estreptomicina en la orina y tests de determinación de azúcares reductores, concluyendo que se pueden alterar los resultados; también señala que las orinas con penicilina pueden dar positivo en las reacciones con albúmina. Otros de sus intereses se centraron en los problemas, aún existentes en los años centrales de la década de 1940, para determinar la sensibilidad de las bacterias a los antibióticos y la concentración de la penicilina en los líquidos biológicos. Explica un nuevo método, el antibiograma, generalizado en Estados Unidos mediante … el empleo de pequeñas tabletas de antibióticos o de discos de papel impregnados con antibiótico, los cuales se aplican a la superficie de los medios sólidos sembrados con las bacterias objeto del ensayo; el diámetro de las zonas de inhibición logradas con cada antibiótico sirve de orientación sobre la sensibilidad de la bacteria ensayada.28
Muestra cómo se lleva a cabo el ensayo con los ‘Bacto Sensitivy Disks’ de la empresa Difco Laboratories Inc., de Detroit y con las pequeñas tabletas denominadas ‘Dia-Disks’ de Commercial Solvents Corporation; junto a estos propone la utilización de los ‘Penicillum Concentration Disks’ de Difco Laboratories Inc., para la determinación de penicilina en medios líquidos, como la orina.
La estreptomicina En 1948 vio la luz un nuevo libro de Florencio Bustinza, De Koch a Waksman, la estreptomicina y la lucha contra el Mycobacte-
28 Florencio Bustinza. «Métodos sencillos para determinar la sensibilidad de las bacterias a los antibióticos y la concentración de la penicilina en los líquidos biológicos». Medicamenta (edición para el farmacéutico), 9(74): 39-41. Madrid, 1953.
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rium tuberculosis,29 prologado por Gregorio Marañón, quien, tras destacar la importancia del anterior volumen sobre la penicilina y su traducción al francés, impresa en Suiza,30 insiste en que «la propaganda incansable sobre la penicilina y los antibióticos en general, que en estos tres años realizó Bustinza no la podremos pagar los clínicos».31 El libro está estructurado de manera semejante al De Pasteur a Fleming. Los antibióticos antimicrobianos y la penicilina. En la primera parte hace una introducción al trabajo de Selman Abraham Waksman (1888-1973) y describe una gran cantidad de antibióticos producidos por Actinomicetos, cuyas características expone, así como los microorganismos que los producen. La segunda trata de las características de la estreptomicina, expone algunos datos históricos que condujeron a su descubrimiento y destaca que: El descubrimiento de la estreptomicina, primer antibiótico procedente de Streptomyces utilizado en terapéutica marca un momento en la historia de la Medicina, pues hasta ahora es el agente medicamentoso más activo que conocemos frente al bacilo tuberculoso.32
Se ocupa, también, de la química de la estreptomicina, los métodos de fabricación, las técnicas de valoración y la sensibilidad y resistencia de los microbios, resaltando la mostrada por gérmenes gram negativos, insensibles o poco sensibles a la penicilina, como Aerobacter aerogenes o Escherichia coli y, sobre todo, destaca que la estreptomicina es activa frente a Mycobacterium tuberculosis, una bacteria gram positiva insensible a la penicilina. 29 Florencio Bustinza. De Koch a Waksman, la estreptomicina y la lucha contra el Mycobacterium tuberculosis. Madrid: Espasa-Calpe, 1948. 30 Florencio Bustinza. Les antibiotiques antimicrobiennes et la pénicilline. Neuchatel (Suiza): La Baconnière, 1946. 31 Gregorio Marañón. «Prólogo». En: Florencio Bustinza. De Koch a Waksman, la estreptomicina y la lucha contra el Mycobacterium tuberculosis. Madrid: Espasa-Calpe, 1948 (cf. pág. IX). 32 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 29, pág. 49.
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En la tercera parte de De Koch a Waksman… trata de la estreptomicina como medicamento, describe las formas de presentación y la manera de administrarlas para centrarse, en la cuarta parte, en la lucha contra el bacilo de Koch. En esta cuarta parte, «La lucha contra el bacilo de Koch», se ocupa de las investigaciones de René Jules Dubos (1901-1981),33 al que visitó el 5 de diciembre de 1945, conducentes al descubrimiento de la tirotricina y la gramicidina; para finalizar, describe otras sustancias activas frente a Mycobacterium tuberculosis, entre ellas la subtilina, la bacilina y la eumicina, producidas por Bacillus subtilis y B. licheniformis, y el ácido polípico generado por Pseudomonas aeruginosa. El tomo de diciembre de 1949 de la revista Medicina y Cirugía de Guerra se dedicó a los tratamientos de la tuberculosis; el primer capítulo, «Introducción a la terapia con estreptomicina» fue escrito por Bustinza, quien comienza haciendo un resumen de los trabajos de Selman Abraham Waksman (1888-1973); expone cómo se dilucidó la estructura química de la estreptomicina, cómo se obtiene a escala industrial la dihidroestreptomicina y resume los primeros tratamientos publicados en la revista Science;34 destaca la importante actividad de la neomicina, «activa incluso sobre estirpes de Mycobacterium patógenas resistentes a la estreptomicina» y finaliza resaltando que: … el advenimiento de la estreptomicina ha presentado un gran progreso en la terapéutica, ya que es eficaz para el trata33 Entre las principales aportaciones de René Jules Dubos (1901-1982) al campo de la bacteriología destaca el aislamiento de numerosas sustancias antibacterianas a partir de microorganismos del suelo; en 1930 aisló una enzima que descomponía la pared bacteriana del bacilo causante de la neumonía lobar en humanos y, en 1939, aisló la tirotricina, el primer antibiótico que mereció la atención de los clínicos. Los trabajos de Dubos significaron un extraordinario avance en la búsqueda de nuevos antibióticos como la estreptomicina y las tetraciclinas. James G. Hirsch, Carol L. Moberg. «René Jules Dubos (1901-1982)». Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 89: 131-161. Washington, 1989. 34 Doris Jones, H. J. Metzger, Albert Schatz, Selman A. Waksman. «Control of Gram-negative Bacteria in Experimental Animals by Streptomycin». Science, 100(2588): 103-105. Washington, 1944.
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miento de ciertas infecciones frente a las cuales la penicilina era totalmente ineficaz (…) Ha significado un paso adelante en la lucha sin fronteras que tiene entablada la humanidad contra el fatídico bacilo causante de la peste blanca.35
En la Biblioteca Nacional de España se conservan dos manuscritos redactados por Florencio Bustinza: «Sobre el empleo de la estreptomicina»36 y «Waksman, el descubridor de la estreptomicina: el sabio en el laboratorio y en su hogar».37 Son dos textos de siete páginas, en cuartilla, escritos en los años cuarenta del pasado siglo, mecanografiados con correcciones manuscritas del propio Bustinza, claramente de divulgación; van acompañados de sendas notas para Joaquín Arrarás Iribarren (1898-1975) con la idea de su publicación, probablemente para un diario. No hemos encontrado estos textos publicados, pero, teniendo en cuenta que Joaquín Arrarás fue fundador del diario madrileño Ya, es posible que fueran para publicar en este periódico. Sí conocemos un artículo publicado en el diario ABC, en diciembre de 1952, donde ofrece una historia de la tuberculosis y relata el descubrimiento de la estreptomicina, cuya eficacia destaca frente a esta enfermedad.38 Años después, en enero de 1974, recordará, también desde las páginas de ABC, la estancia en Madrid de sir Alexander Fleming y de Selman Abraham Waksman y sus
35 Florencio Bustinza. «Introducción a la terapia con estreptomicina». Medicina y Cirugía de Guerra, 11(11/12): 475-485. Madrid, 1949 (cf. pág. 485). 36 Florencio Bustinza. Sobre el empleo de la estreptomicina [manuscrito], [ca. 1946]. 7 h. [Texto mecanografiado con correcciones manuscritas y firma autógrafa; acompaña una carta de Bustinza a Joaquín Arrarás, pidiéndo se le envíen las copias de este artículo, para corregirlo, antes de remitirlas a provincias]. Biblioteca Nacional de España, signatura: MSS/23201/62. 37 Florencio Bustinza. Waksman, el descubridor de la estreptomicina: el sabio en el laboratorio y en su hogar [manuscrito], [ca. 1946]. 7 h. [Texto mecanografiado con correcciones manuscritas y firma autógrafa]. Biblioteca Nacional de España, signatura: MSS/23201/63. 38 Florencio Bustinza. «La lucha contra la tuberculosis. De Koch a Waksman». ABC, [4-XII-1952]: 39-40. Madrid, 1952.
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respectivas contribuciones para la identificación de estos dos antibióticos fundamentales.39
Antibióticos procedentes de líquenes y algunos vegetales Los trabajos sobre la actividad antibiótica de los líquenes constituyen el campo al que Florencio Bustinza prestó mayor atención en su labor investigadora desde el final de los años cuarenta del pasado siglo, buscando, principalmente, la obtención de sustancias activas frente a microorganismos resistentes a la penicilina. En 1946 publicó el contenido de una conferencia impartida un año antes, dentro de los actos organizados en homenaje al botánico Antonio José Cavanilles (1745-1804) con motivo del segundo centanario de su nacimiento; se ocupa en ella de la posibilidad de encontrar sustancias antibióticas en distintos grupos vegetales; parte del descubrimiento de Alexander Fleming: Es evidente que los resultados terapéuticos insospechados logrados con un producto metabólico elaborado por un humilde moho, han movilizado a los investigadores de todos los países, y micólogos, bacteriólogos, fisiólogos, químicos y farmacólogos, a trabajar en equipos bien organizados explorando sistemáticamente las especies y variedades botánicas pertenecientes a los diferentes grupos vegetales en relación con la posibilidad de obtener de las plantas sustancias del tipo de los llamados antibióticos antimicrobianos, o bien de los medios de cultivo metabolizados por determinados vegetales.40
Desarrolla, partiendo de los trabajos de Louis Pasteur (18221895), la historia de los hallazgos científicos que permitieron el 39 Florencio Bustinza. «Memoria de dos acontecimientos: Fleming y Waksman en Madrid». ABC, [19-I-1974]: 89-91. Madrid, 1974. 40 Florencio Bustinza. «Los diversos grupos vegetales en relación con la producción de antibióticos». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 6(1): 95-104. Madrid, 1946 (cf. pág. 95).
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descubrimiento del elevado número de sustancias con actividad antibiótica que ya se conocían en ese momento, para concluir generalizando sobre la gran cantidad de investigaciones que se estaban llevando a cabo: Se trabaja hoy febrilmente en la exploración del mundo vegetal para ver de obtener, con el concurso de una bacteria, de un Actinomyces, o de un moho o de otros vegetales, una sustancia que, reuniendo la atoxicidad de la penicilina, tenga una mayor amplitud en su espectro antibacteriano y sea al mismo tiempo más estable que aquélla.41
De acuerdo con las palabras de Bustinza, los estudios sobre la actividad antibiótica de los líquenes, en nuestro país, los inició él mismo, en octubre de 1947, junto a Arturo Caballero López (1918-2004)42 motivados especialmente por un trabajo de Alfred Marshak,43 que: … avivó nuestro interés por explorar la actividad antibacteriana de los líquenes, que fue despertado por la comunicación que nos hizo en el mes de septiembre del año 1946 el señor don Santiago Gallego, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de la provincia de Soria, diciéndonos que en Abejar utilizan el liquen Usnea barbata como secante y antiséptico para las grietas y escoceduras de los pies.44
Florencio Bustinza. Op. cit., nota 40 (cf. pág. 101). Arturo Caballero López (1918-2004) alcanzó el grado de doctor en 1947, con una tesis sobre «Estudios fisiológicos relacionados con las fitohormonas en Sternbergia lutea gawl. et ker» dirigida por Florencio Bustinza; fue catedrático de Fisiología Vegetal en la Universidad de Barcelona, desde 1949 hasta su jubilación en 1988 (datos biográficos en http://www.bib.ub.edu/recursos-informacio/ colleccions/personals-especials [consultado en XII-2012]). 43 Alfred Marshak. «A crystalline antibacterial substance from the lichen Ramalina reticulata». Extracs from Public Health Reports, 62(1): 3-19. Washington, 1947. 44 Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. «Contribución al estudio de los antibióticos procedentes de líquenes». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 7: 511-548. Madrid, 1948. [1947]; la referencia en pág. 512. 41 42
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En 1948 publicarían un extenso artículo con los resultados de sus investigaciones con tres líquenes: Usnea barbata, Evernia furfuracea y Evernia prunasti, cuyos extractos mostraron actividad frente a bacterias como Bacilluss mycoides y Mycobacterium phlei. Además, Evernia furfuracea y, en menor grado, Usnea barbata mostraban actividad frente a Staphylococcus aureus.45 Uno de los resultados más relevantes fue el aislamiento de ácido úsnico a partir de Usnea barbata y también de una fracción de Evernia prunasti, que era activo frente a Staphylococcus aureus, Mycobacterium phlei y Mycobacterium tuberculosis avium. Además, obtuvieron usnicato sódico cristalizado con gran actividad frente a Mycobactcrium avium y Mycobacterium tuberculosis hominis en placas de cultivo y en medios líquidos; consideraron de gran interés la consecución de «un cuerpo que estimamos es un usnicato o una mezcla de usnicatos de estreptomicina» que en dispersiones en tampón fosfatos a pH 7 era activo frente a Mycobactcrium phlei, Mycobacterium avium, Mycobacterium hominis, Bacillus micoides, Staphylococcus aureus y Escherichia coli, aunque consideraban que, debido a la insolubilidad de este usnicato en agua, era posible que la actividad observada in vitro no coincidiera con la actividad in vivo: … pues creemos que en presencia del fosfato sódico y del cloruro sódico presentes en los líquidos del organismo se irá desdoblando este usnicato lentamente en clorhidrato o fosfato de estreptomicina y en usnicato sódico, sustancias ambas activas frente a diversas bacterias, pero muy especialmente frente a los Mycobacterium.46
Florencio Bustinza continuaría las investigaciones sobre las propiedades del ácido úsnico; nuevos resultados fueron publicados en las páginas de los Anales del Jardín Botánico de Madrid en 1951,47 Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. Op. cit., nota 44. Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. Op. cit., nota 44, pág. 531. 47 Florencio Bustinza. «Contribución al estudio de las propiedades antibacterianas y antifúngicas del ácido úsnico y de algunos de sus derivados». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 10: 151-175. Madrid, 1951. [1950]. 45 46
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tras un pequeño resumen en la revista profesional Farmacia Nueva.48 Especialmente interesante en la investigación era el intento de analizar de qué manera se unía el ácido úsnico a la estreptomicina —si es que lo hacía—, para lo cual envió muestras de sus extractos a diversos grupos que estaban intentando dilucidar la estructura química de la estreptomicina; pero los resultados de la consulta dudaban de la existencia y eficacia de estos compuestos: … los investigadores del Merck Institute for Therapeutic Research, que son los que más brillantes trabajos han realizado en relación con la estructura química de la estreptomicina, dudan que se trate de una verdadera sal del ácido úsnico con la estreptomicina y piensan, aunque no me lo concretan categóricamente, en si se tratará de una mezcla del componente ácido (úsnico) y de la base ([estreptomicina]). En vista de estos antecedentes propongo designar con el nombre de Usnimicina al precipitado que se obtiene al actuar el usanato sódico sobre el clorhidrato de estreptomicina, y con el nombre de Usnidihidromicina al que resulta cuando se hace actuar la disolución del usnato sódico con la del clorhidrato de dihidroestreptomicina, y sin prejuzgar si realmente son verdaderas sales del ácido úsnico y de las bases respectivas estreptomicina y dihidroestreptomicina.49
No obstante, expone una serie de conclusiones que muestran una importante actividad antibiótica del usnato sódico in vitro frente a estirpes de Staphylococcus aureus sensibles y resistentes a la penicilina, frente a Sarcina lutea, Bacillus licheniformis, Bacillus mycoides y Streptococcus haemolyticus e, incluso, frente a algunos hongos como Trichophyton mentagrophytes, Candida albicans, Tonda ulilis var. major y Saccharomyces cerivisae. E insiste en que sus experiencias han demostrado la existencia de ácido úsnico y es48 Florencio Bustinza. «Usnimicina y Usnihidromicina». Farmacia Nueva, 16(172): 213-214. Madrid, 1951. 49 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 47, pág. 158.
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treptomicina en la usnimicina y del ácido úsnico y dihidroestreptomicina en la usnidihidromicina, señalando que es posible que: La mayor actividad in vitro de los polvos de usnimicina y de usnidihidromicina, en comparación con la actividad de los polvos de ácido úsnico, usnato sódico y clorhidrato de estreptomicina frente al Mycobacterium 607 SmR, hace pensar en un posible sinergismo entre el ácido úsnico y la estreptomicina.50
Su interés por la actividad antibiótica de los líquenes continuaría con sus investigaciones sobre Cetraria islandica y Lichina pygmaea. Los extractos de Cetraria islandica poseen actividad antibacteriana in vitro frente a las siguientes bacterias: B. mycoides, Staphylococcus aureus estirpes sensibles y resistentes a la penicilina, Mycobacterium tuberculosis avium, Mycobacterium paratuberculosis smegmatis, Mycobacterium paratuberculosis grassberger, Mycobacterium paratuberculosis phlei y Mycobacterium ranae…51
En cuanto a los extractos de Lichina pygmaea: … han revelado en los ensayos ‘in vitro’ gran actividad frente a Sarcina lutea, Bacillus mycoides, B. licheniformis, B. cereus, Eberthella typhosa, Bacillus dysenteriae (Shiga) y Vibrio comma, buena actividad frente a Bacillus subtilis, Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Mycobacterium phlei y Mycobacterium sp. y ligera actividad frente a Micrococcus lysodeikticus, Mycobacterium smegmatis, Mycobacterium minetti y Staphylococcus aureus, estirpes sensibles y resistentes a la penicilina.52 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 47, pág. 165. Florencio Bustinza. «Contribución al estudio de la actividad antibacteriana de Cetraria islándica (L.) Ach.». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 10: 143149. Madrid, 1951 [1950] (cf. pág. 148). 52 Florencio Bustinza. «Nota sobre la actividad antimicrobiana de Lichina pygmaea A. C. Ag». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 11(2): 521-527. 1953 [1951] (cf. págs. 525-526). 50 51
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En 1959 publicó un par de artículos más en los que presentaba resultados de investigaciones sobre sustancias con capacidad antibiótica. En el primero de ellos53 presenta una serie de experimentos realizados para aclarar el efecto antibiótico de la cebolla, que considera ya había sido observado por Louis Pasteur; el trabajo parte de una visita al Musée Pasteur (París), realizada el 30 de junio de 1958, en la que —según manifiesta— se encontró en el stand dedicado a la fermentación láctica con una gran sorpresa: «Ballon contenant du jus d’oignon brut (cru). La levûre lactique s’y développe et non la levüre alcoolique» y, en las proximidades, se hallaba otro recipiente en el que se había puesto jugo hervido de cebolla y, en el cual, la levadura alcoholígena se había desarrollado rápidamente; según relata: Consagrado desde 1942 al estudio de los antibióticos y de los fenómenos de antibiosis, aquellas experiencias de Pasteur en 1857 me llamaron mucho la atención, y llegué a la conclusión de que Pasteur en 1857 descubrió el efecto antibiótico del jugo crudo de la cebolla que selectivamente inhibía a la levadura alcoholigena, pero no al fermento láctico.54
Según Bustinza, estas experiencias de Louis Pasteur con el jugo de cebolla revelaban que había que considerarle como un precursor en la observación de fenómenos de antibiosis selectiva frente a una levadura, producida por determinadas sustancias. Las experiencias de Pasteur le movieron a realizar algunos ensayos in vitro sobre la actividad del jugo de cebolla frente a diversas levaduras: … he ensayado la actividad del jugo del bulbo de Allium cepa y he observado que in vitro inhibe a las siguientes levaduras: 53 Florencio Bustinza. «Los precursores en la investigación de los antibióticos. Primera nota: sobre la actividad antibiótica del jugo del bulbo de Allium cepa L.». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 18: 3-14. Madrid, 1959 [1958]. 54 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 53 (cf. pág. 4); las cursivas están en el texto original.
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Saccharomyces cerevisiae, Saccharomyces ellipsoides, Saccharomyces oviformis, Candida albicans, Torula major, Kloeckera apiculata y Hansenula anomala. Dicho jugo es activo in vitro frente a Tricophyton mentagrophytes y frente a las bacterias Staphylococcus aureus, Sarcina lutea, Chromobacterium violaceum y Bacillus subtilis…55
También planteó experimentos sobre la actividad antibiótica de las hojas de nogal, inspirado por una referencia del médico francés Casimir-Joseph Davaine (1812-1882), quien afirmaba que estas poseían acción bactericida; decidió comprobar si esto ocurría en hojas de Juglans regia y Juglans nigra; no obstante, al conocer los estudios de E. Lagrange,56 decidió que: … mis proyectados ensayos sobre la actividad antibiótica de las hojas de nogal carecían ya de originalidad, y solamente a título de curiosidad científica, en mayo y junio de 1956 realicé algunas investigaciones, y pude observar que los extractos acuosos de hojas tanto de Juglans regia como de Junglas nigra (una parte de hojas frescas y nueve partes de agua destilada pH = 5,5 y 5, respectivamente), inhiben in vitro (…) al Bacillus anthracis y al Bacillus mycoides. También observé que el jugo del fruto fresco joven de J. regia tiene buena actividad inhibitoria in vitro frente al B. anthracis…57
Florencio Bustinza. Op. cit., nota 53 (cf. pág. 4). Las publicaciones que le indujeron a no plantear una investigación más profunda fueron los trabajos de E. Lagrange. «L’action bactéricide de l’extrait de feuilles de noyer, Juglans regia L». Comptes rendus des séances de la Société de biologie et de ses filiales, 148: 2097-2098. París, 1954; Ibid. «Les actions antagonistes des extraits de feuilles de noyer». Comptes rendus des séances de la Société de biologie et de ses filiales, 149: 593-594. París, 1955; Ibid. «L’action antibiotique de Juglans regia». Comptes rendus des séances de la Société de biologie et de ses filiales, 150: 613-615. París, 1956. 57 Florencio Bustinza. «Los precursores en la investigación de los antibióticos. Segunda nota: sobre la actividad antibiótica de las hojas de Juglans regia y Juglans nigra». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 18: 15-19. Madrid, 1959 [1958] (cf. págs. 17-18). 55 56
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Divulgación y experimentación sobre otros antibióticos Sus intereses por los antibióticos le llevaron a estudiar el éster dietil-amino-etílico, sobre el cual había trabajado la empresa danesa Leo Pharmaceutical Products: … estimo que el descubrimiento danés es trascendental, no solamente porque significa un avance en la terapéutica con penicilina de las infecciones crónicas de los pulmones y de los bronquios, sino porque abre y marca el camino para el descubrimiento y preparación de otros medicamentos que tengan también afinidad selectiva para los pulmones o para determinados órganos vitales de nuestra economía en el tratamiento de cuyas infecciones muchísimas veces en la actualidad no se logran los éxitos deseados por no concentrarse selectivamente en dichos órganos los medicamentos que actúen específicamente sobre los gérmenes causantes de dichas infecciones.58
Sobre este antibiótico publicó un par de artículos: el primero, de carácter clínico, realizado en colaboración con los médicos J. Martínez Díaz y S. Martínez Fomes59 en el que, tras presentar algunas experiencias realizadas con Joaquín de la Torre en cobayas, confirmaron que el antibiótico se acumula en pulmón y que no es alterado por la penicilinasa; los autores exponen siete casos clínicos tratados con Leocillin, seis de los cuales tuvieron un éxito claro. También publicaría un artículo sobre Broncocilline, un éster fabricado por Laboratoires Roger Bellon de Paris-Neuilly.60 58 Florencio Bustinza. «Sobre el éster dietil-amino-etílico de la bencil-penicilina». Medicamenta (edición para el farmacéutico), 7(55): 3-5. Madrid, 1952. 59 Florencio Bustinza, J. Martínez Díaz, S. Martínez Fomes. «Seis casos tratados con Leocillim (iodihidrato del éster dietil-amino-etílico de la bencilpenicilina)». Boletín del Instituto de Patología Médica, 7(3): 45-48. Madrid, 1952. 60 Florencio Bustinza. «Broncocilline. A propos de l’éster diéthylaminoéthylique de la benzil-pénicilline». Q. S. Abrégés mensuels du praticien moderne, [1952]: 87. París, 1952. Este antibiótico se utilizó en veterinaria para el tratamiento del ‘moquillo’ (Pierre Montlaur. La bronchocilline dans le traitement de
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Sobre la bacitracina realizó un artículo preliminar en la revista Medicamenta (edición para el farmacéutico), donde resumía las experiencias realizadas con una muestra enviada por director médico de la Commercial Solvents Corporation;61 los resultados experimentales, más amplios, aparecieron en las páginas de los Anales del Jardín Botánico de Madrid; allí confirma los descritos por Balbina A. Johnson, Herbert Anker y Frank L. Meleney en la publicación que daba cuenta del descubrimiento de la bacitracina como antibiótico;62 el producto inhibía microorganismos resistentes a la penicilina como la estirpe de estafilococo ‘vowreka’, la estirpe de Bacillus mycoides ensayada, y era muy activa frente al Mycobacterium phlei, estirpe solo sensible a las disoluciones concentradas de penicilina.63 Sobre la cloromicetina se ocupó en un artículo aparecido en las páginas de Farmacia Nueva, donde se recogía el contenido de una conferencia radiada en 1949 y destinada al gran público, en la que describía los «rasgos y características más esenciales de este nuevo antibiótico, que entra en la terapéutica por la puerta grande, ya que los éxitos logrados con el mismo en determinadas enfermedades son realmente impresionantes».64 Exponía brevemente la historia de su descubrimiento por Paul Rufus Burkholder (1903-1972),65 profesor de Botánica en la Universidad de Yale (EE. UU.) y la posquelques localisations respiratoires de la maladie de Carré et de la Gourme. Tolouse: Ecole Nationale Vétérinaire de Toulouse, 1952). 61 Florencio Bustinza. «La bacitracina». Medicamenta, 15(193): 7-9. Madrid, 1951. 62 Balbina A. Johnson, Herbert Anker, Frank L. Meleney. «Bacitracin: A new antibiotic produced by a member of the B. Subtilis group». Science, 102(2650): 376-377. Washington, 1945. 63 Florencio Bustinza. «Contribución al estudio de las propiedades antibacterianas de la bacitracina». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 9: 583-589. Madrid, 1950 [1949]. 64 Florencio Bustinza. «La cloromicetina». Farmacia Nueva, 14(155): 630-632. Madrid, 1949. 65 Datos biográficos y bibliográficos sobre Paul Rufus Burkholder en James G. Horsfall. «Paul Rufus Burkholder (1903-1972)». Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 47: 3-25. Washington, 1975. 317
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terior producción industrial, por Parke Davis, de cloromicetina sintética, que, al parecer, resultaba de producción algo más económica que el obtenido con el concurso del Streptomyces venezuelae. Resalta su importancia en el tratamiento de tifus exantemático, en la enfermedad llamada ‘scrub typhus’ (rickettssiosis), frente a la cual no se conocía ningún medicamento eficaz, y en algunas otras enfermedades; sin embargo, advierte que: … la cloromicetina no es ninguna panacea universal, no es un cúralo todo, como tampoco lo es la maravillosa penicilina. Estos medicamentos antibióticos tienen acción selectiva sobre determinados microbios y virus, y por lo tanto solamente sirven para el tratamiento de determinadas enfermedades, y son ineficaces y hasta pueden ser perjudiciales en el tratamiento de otras enfermedades, por todo lo cual la norma que debe siempre tenerse en cuenta es que no debe aplicarse la cloromicetina sino por prescripción facultativa y bajo la vigilancia directa del médico.66
Finalmente resalta que el descubrimiento de la cloromicetina es un producto más del metabolismo de un Streptomyces, como la estreptomicina, la aureomicina o la neomicina, con lo cual se confirmaba la doctrina de Selman Abraham Waksman, según la cual el grupo de hongos actinomicetos es el más rico en antagonistas frente microbios patógenos, y abrigaba «la esperanza de que en los meses y años venideros surgirán nuevos antibióticos, obtenidos con el concurso de estos humildes seres vegetales».67 Sobre la actividad antibiótica de la hidracida del ácido isonicotínico publicó otro par de artículos; en el primero, aparecido en las páginas de la revista Farmacia Nueva correspondientes a abril de 1952, daba cuenta de las investigaciones realizadas en el Instituto Squibb (Nueva York), conducentes al descubrimiento de la acción antibiótica de la hidracida del ácido isonicotínico, que él conoció de ‘primera mano’ al visitar las instalaciones de este centro, con 66 67
Florencio Bustinza. Op. cit., nota 64, pág. 631. Florencio Bustinza. Op. cit., nota 64, pág. 632. 318
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motivo de un viaje a Nueva York para impartir una conferencia ante la New York Academy of Sciences el 28 de marzo de 1952; tras resumir los protocolos de los experimentos resaltaba los resultados obtenidos, que probaban «la extraordinaria actividad antimycobacterium que posee, tanto in vitro como in vivo, la hidracida del ácido isonicotínico, a la cual designaron los de Squibb con el nombre de Nydrazid».68 En el segundo de los artículos especifica que la hidracida del ácido isonicotínico es más activa frente a las estirpes virulentas de Mycobacterium tuberculosis hominis y frente a la estirpe BCG del bacilo tuberculoso bovino que frente a las estirpes de Mycobacterium avium y de Mycobacterium saprofitos, concluyendo «que con estas investigaciones (…) se ha dado un paso adelante, y muy importante en mi opinión, en la lucha (…) para desarraigar de la sociedad, si ello es posible, el espectro de la tuberculosis».69 En relación con la neomicina informa del contenido de un manuscrito que le había enviado Selman A. Waksman en el que, junto con Hubert A. Lechevalier, describía la obtención, a partir de cultivos de Streptoyces fradiae, de una sustancia antibiótica de naturaleza básica, denominada neomicina, con actividad frente a gran número de bacterias tanto gram-positivas como gram-negativas.70 El artículo de Selman A. Waksman y Hubert A. Lechevalier se publicaría en la revista Science, en marzo de 1949.71 En su nota, Florencio Bustinza describe algunos experimentos que ha realizado con neomicina utilizando unas muestras enviadas desde la 68 Florencio Bustinza. «Sobre el Instituto Squibb de investigaciones médicas y sobre la actividad antituberculosa de la hidracida del ácido isonicotínico». Farmacia Nueva, 17(183): 175-178. Madrid, 1952. 69 Florencio Bustinza. «Sobre la hidracida del ácido isonicotínico». Medicamenta (edición para el farmacéutico), 7(62): 256-257. Madrid, 1952. 70 Florencio Bustinza. «Neomicina». Medicamenta, 16(209): 365-366. Madrid, 1951 [reproducida en Medicamenta (edición para el farmacéutico), 6(50): 147-148. Madrid, 1951]. 71 Selman A. Waksman, Hubert A. Lechevalier. «Neomycin, a New Antibiotic Active against Streptomycin-Resistant Bacteria, including Tuberculosis Organisms». Science, 109(2830): 305-307. Washington, 1949.
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Commercial Solvents Corporation de Nueva York y da cuenta de ensayos clínicos en los que se aplicó neomicina para tratar infecciones del tracto urinario y en enfermos tuberculosos con bacilos resistentes a la estreptomicina, pero que fueron suspendidos por los efectos neurotóxicos del producto. Sobre otro grupo de antibióticos, las polimixinas, producidas por Bacillus polimyxa, señala que se llegó a su obtención, casi simultanea, por parte de tres grupos de investigadores: el Northern Regional Research Lboratory (Peoria), el Stanbord Laboratories de la American Cyanamide, que él mismo visitó en octubre de 1945, y por los investigadores británicos Geoffrey Clough Ainsworth, Annie M. Brown y G. Brownlee, de Wellcome Physiological Research Laboratories; estos últimos obtuvieron, además, un producto de Bacillus aerosporus Greer que denominaron aerosporina, con características semejantes.72 Informaba de que se habían identificado cinco polimixinas (A, B, C, D y E), de las cuales la polimixina B es la más activa frente a infecciones graves producidas por el bacilo piociánico (Pseudomonas aeruginosa).73 En las páginas de la revista Medicina y Cirugía de Guerra correspondiente a 1950 describirá una experiencia realizada con furacina, la semicarbazona del 5-nitro-2-furfuraldehido, una de las varias sustancias con anillo furánico y actividad antibacteriana, comercializada por Eaton Laboratories (Norwich, EE. UU.), donde se ponía de manifiesto su actividad frente a Bacillus mycoides y varias especies de Klebsiella; también describió los resultados de mezclar furacina con distintos componentes y las experiencias realizada con otros derivados nitrofuránicos, especialmente con 5-nitro-2-furfuraldehido-2-beta-metil-semicarbazona y 5-nitro-2-furfuraldehido-2-beta-
72 Geoffrey Clough Ainsworth, Annie M. Brown, G. Brownlee. «Aerosporin, an antibiotic produced by Bacillus aerosporus Greer.». Nature, 159(4060): 263. Londres, 1947. 73 Florencio Bustinza. «Las polimixinas». Medicamenta (edición para el farmacéutico), 7(70): 217-218. Madrid, 1952.
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hidroximetil-semicarbazona, activas frente a Lactobacillus acidophilus aislados de lesiones cardiacas.74 Experimentó con las propiedades antibacterianas y antifúngicas de la urea y el peróxido de urea, llegando a desarrollar un producto con actividad antibacteriana que contenía peróxiodo de urea y urea, estabilizados con la 8-hidroxiquinoleína en una disolución en glicerina, que denominó oxigenocilina; describe la fórmula y los resultados de los ensayos realizados con bacterias gram positivas y gram negativas que frecuentemente contaminan heridas, demostrando que el compuesto presentaba una importante actividad frente a varias bacterias y mohos, por lo que la oxigenocilina: Puede ser de gran utilidad para el tratamiento local de muchas infecciones bacterianas y fúngicas de la piel, del conducto auditivo externo, del oido medio, de la boca y de la faringe.75
En el cuarto congreso internacional de Microbiología, celebrado en Copenhague, entre los días 20 y 26 de julio de 1947,76 presentó una comunicación en la que demostraba que el jugo de la porción carnosa de las semillas de granadas dulces era activo, in vitro, frente a un número importante de bacterias; en estudios posteriores, concluyó que esta actividad aumentaba con la acidez, siendo el jugo de las granadas ácidas y muy ácidas activo frente a mayor número de bacterias, incluyendo tanto gram positivas como gram negativas: Staphylococcus aureus, Sarcina lutea, 74 Florencio Bustinza. «Contribución al estudio de las propiedades antibacterianas de los derivados nitrifuránicos empleados en el tratamiento de heridas». Medicina y Cirugía de Guerra, 12(2): 63-79. Madrid, 1950. 75 Florencio Bustinza. «Sobre las propiedades antibacterianas y antifúngicas del peróxido de urea, asociado a la urea y a la 8-hidroxiquenoleína». Medicina y Cirugía de Guerra, 12(6): 299-311. Madrid, 1950. 76 Sobre la participación española en este congreso internacional, cf. [Secretaría de la Sociedad Española de Microbiología]. «Cuarto Congreso Internacional de Microbiología de Copenhague». Microbiología Española, 3/4(1): 294-295. Madrid, 1947.
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Bacillus mycoides, Bacillus cereus, Bacillus subtilis, Micrococcus lysodeikticus, Mycobacterium sp., Pneumobacilo de Friedlander, Vibrio comma, Pseudomonas aeruginosa, Escherichia coli, Proteus X rg, Eberthella typkosa y Skigella dysenteriae entre ellas.77 A partir de los botones florales de Forsythia fortunei Rehd ref., recogidos en el Real Jardín Botánico de Madrid a fines de febrero de 1948, aisló rutina y, a partir de ella, obtuvo quercetina,78 con las que llevó a cabo una serie de experimentos, realizados en colaboración con Arturo Caballero López, destinados a estudiar su potencial actividad antibiótica: Hemos explorado la actividad antibacteriana de la rutina y de la quercetina y hemos observado que el derivado sódico de la quercetina inhibe al Staphylococcus aureus, Bacillus mycoides y a los Mycobacterium phlei, Mycobacterium hominis, estirpe H37Rv; Mycobacterium smegrnatis y Mycobacterium avium…79
Investigaciones con Penicillium Los primeros resultados experimentales publicados por Florencio Bustinza sobre la actividad antibiótica de Penicillium fueron presentados en el sexto congreso internacional de Microbiología,
77 Florencio Bustinza. «Contribución al estudio de la actividad antibacteriana del jugo de la porción carnosa de las semillas de Punica granatum L.». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 14: 5-18. Madrid, 1956 [1954]. 78 La quercitina es el 1-3-3'-4'- tetraoxiflavonol y la rutina es el ramnoglucósido de la quercetina. La investigación surgió a partir de dos artículos que confirmaban la acción bacteriostática de algunos flaonoides: Joseph Naghski, Michael J. Gopley, James F. Couch. «Effect of flavonols on the bacteriostatic action of dicoumarol». Science, 105(2718): 125-126. Washington, 1947 y A. A. Andersen, J. A. Berry. «Effect of flavonols on Clostridium botulinum». Science, 106(2765): 44-45. Washington, 1947. 79 Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. «Obtención de rutina y quercetina y contribución al estudio de sus propiedades antibacterianas». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 7: 549-559. Madrid, 1948 [1947] (cf. pág. 544).
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celebrado en Roma en septiembre de 1953;80 posteriormente difundiría los datos desde las revistas Medicamenta81 y Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles.82 La investigación se realizó con una estirpe identificada por Kenneth Bryan Roper (1908-1987)83 como Penicillium funiculosum Thom., a la que Bustinza asignó el distintivo de ‘estirpe C 20-A’ en su colección; se trata de una estirpe de Penicillium que aisló de una tierra de origen volcánico recogida por él el 14 de junio de 1949, al borde de la Caldera de Vandama, en Gran Canaria, la cual «se ha revelado en los ensayos in vitro con mayor actividad antibacteriana y antifúngica que las demás estirpes de P. funiculosum ensayadas…».84 Durante el desarrollo del trabajo experimental observó que, cultivado en medio sólido con glucosa, el Penicillium C 20-A estaba dotado de un amplio espectro antibacteriano y antifúngico, lo que … me hizo pensar en que quizá esta estirpe de P. funiculosum producía una enzima del tipo de la glucosa-oxidasa o Glucosadeshidrogenasa, la cual en presencia de la glucosa del medio de cultivo producía agua oxigenada, y este hidroperóxido sería el responsable del amplio espectro antibiótico (…) En consecuencia deduje que P. funiculosum C 20-A produce H2O2 cuando se desarrolla en medios de cultivo conteniendo
80 Florencio Bustinza. «Antibiotic activity of Penicillium funiculosun Thom strain C 20-A». En: Atti del VI Congresso Internazionale di Microbiologia, 1(2): 486-489. Roma: Fondazione Emanuele Paterno, 1953. 81 Florencio Bustinza. «Actividad antibiótica del Penicillium funiculosum Thom estirpe C 20-A». Medicamenta (edición para el farmacéutico), 11(93): 132133. Madrid, 1954. 82 Florencio Bustinza. «Actividad antibiótica del Penicillium funiculosum Thom estirpe C 20-A». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 12(1): 197217. Madrid, 1954. 83 Kenneth Bryan Raper (1908-1987), micólogo norteamericano especialista en las aplicaciones médicas e industriales de los géneros Aspergillus y Penicillium. Entre 1940 y 1953 trabajó en el Centro Regional del USDA de Peoria (Illinois) en el desarrollo de métodos para producir penicilina industrialmente. Robert H. Burris, Eldon H. Newcomb. «Kenneth Bryan Raper (1908-1987)». Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 60: 251-270. Washington, 1991. 84 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 82, pág. 215.
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glucosa y no en los desprovistos de dicho glúcido, y decidí ensayar las pruebas de actividad antibacteriana después de destruir al agua oxigenada (…) Después de la inactivación del agua oxigenada con catalasa, la actividad antibacteriana es aproximadamente del mismo grado que cuando contiene el hidroperóxido y esto hace pensar en que P. funiculosum C 20-A produce, aparte del H2O2, otras sustancias responsables de su actividad antibiótica…85
En medio de cultivo sólido sin glucosa observó actividad frente a los microbios ensayados, excepto frente a Pseudomonas aeruginosa y Candida albicans aunque «en general se reveló más activo en el medio de cultivo sólido conteniendo glucosa que en el medio sin glucosa». Florencio Bustinza inició el estudio en medios de cultivo líquidos pero, al conocer que en el instituto de investigaciones de Merck and Co. Inc. (Raihway [N.J.], se estaba realizando un amplio programa de investigación, dirigido por Richerd Edwin Shope (1901-1966),86 sobre la actividad anti-virus de diferentes estirpes de Peniciliium funiculosum, abandonó estos ensayos. Revisando estos trabajos, en un artículo publicado en 1954, en la revista Arbor, bajo el título «La era antibiótica», comentaría: Estoy convencido de que existe la posibilidad de aislar muchas nuevas estirpes de P. funiculosum, moho que, según los doctores Thom y Raper, es de amplia distribución, y como quiera que las potencialidades antibióticas de esta especie no son las mismas en las diferentes estirpes, según las investigaciones del doctor Shope y también según mi propia experiencia, creo que merece la pena de ir ensayando la actividad antibacteriana, antifúngica, antiprotozoo y antivirus de todas las estirpes de P. Florencio Bustinza. Op. cit., nota 82, págs. 202-207. Richerd Edwin Shope (1901-1966), virólogo norteamericano, assistant director del Merck Institute for Therapeutic Research en Rahway (New Jersey) entre 1949 y 1952 (Christopher Andrewes. «Richerd Edwin Shope (1901-1966)» Biographical Memoirs of the National Academy of Science, 50: 353-375. Washington, 1979. 85 86
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funiculosum que en el futuro se vayan aislando, con la esperanza de que de alguna de ellas se podrá aislar algún antibiótico que ofrezca posibilidades terapéutica.87
En este mismo artículo aclara por qué abandonó el cultivo de Penicillium funiculosum C 20-A. Bustinza conocía que Richerd Edwin Shope había publicado, en 1948, que las filtradas del líquido de cultivo de una determinada estirpe de P. funiculosum frecuentemente prolongan la vida de ratones infectados con el virus de la ‘influenza’ del cerdo; en julio de 1953 había recibido tres separatas de Richard E. Shope (1901-1966) en las que daba cuenta de sus investigaciones sobre la actividad anti-virus de una estirpe de Penicillium funiculosum encontrada en la isla de Guam:88 a partir de esta estirpe había conseguido un precipitado, que denominó helenina, activo frente al virus SK de la encéfalomielitis y frente al semliki forest virus; esa fue la razón principal para que Bustinza enviará una muestra de su estirpe de Penicillium al Instituto de Investigaciones de Merck; la respuesta de Richard E. Shope, tras ensayar con ella, fue concluyente: Unfortunately my own strain was the only one of several tested (including yours) that was active against the viruses we used. It thus appeared that while your ‘volcano’ strain had conside rable antibacterial and no antiviral activity, my Guam strain was active against certain viruses but inactive against the bacteria, it was tested on (both Gram negative and positive species).
87 Florencio Bustinza. «En la era antibiótica». Arbor, 27(100): 491-517. Madrid, 1954 (cf. pág. 511). 88 Richard E. Shope. «An antiviral substance from Penicillium funiculosum. I. Effect upon infection in mice with swine influenza virus and Columbia SK encephalomyelitis virus». Journal of Experimental Medicine, 97(5): 601-625. New York, 1953; Ibid. «An antiviral substance from Penicillium funiculosum. II. Effect of helenine upon infection in mice with Semliki Forest virus». Journal of Experimental Medicine, 97(5): 627-638. New York, 1953; Ibid. «An antiviral substance from Penicillium funiculosum. III. General properties and characteristics of helenine». Journal of Experimental Medicine, 97(5): 639-650. New York, 1953.
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Es decir, que de todas las estirpes que ensayó Shope únicamente reveló actividad anti-virus la suya, que aisló en Guam, estando desprovistas de actividad anti-virus las demás ensayadas.89
En 1957, estudiando la actividad antibiótica de Penicillium piceum, observará que, en presencia de penicilinasa, P. piceum Bz-Ia era activo frente a las estirpes de estafilococo sensibles a la penicilina y considera, de nuevo, la posibilidad de que parte de esa actividad se debiera al agua oxigenada. Concluye que «aún en presencia de catalasa se revelaba actividad, lo que permite concluir que la sustancia antibacteriana producida por P. piceum es distinta del agua oxigenada». No obstante considera de importancia que «se ha aislado una estirpe de Penicillium piceum con actividad antibiótica frente a: Bacillus cereus, B. licheniformis, B. mycoides, Eberthella typkosa, Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Mycobacterium minetti, Mycob. sp., Sarcina lutea y Staphylococcus aureus».90
Actividad fitotóxica de los antibióticos En el cuarto congreso internacional de Microbiología, celebrado en Copenhague en el verano de 1947 —del que hemos dado cuenta líneas arriba— Florencio Bustinza presentó, junto con Arturo Caballero López, una comunicación sobre la actividad fitotóxica de los antibióticos,91 ampliada en un artículo
Florencio Bustinza. Op. cit., nota 1. Florencio Bustinza. «Nota sobre la actividad antibiótica del Penicillium piceum Raper Fennel (estirpe BZ-Ia)». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 14: 19-22. Madrid, 1957 [1954]. 91 Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. «Preliminary tests in the study of the influence of antibiotics on the germination of seeds». En: Mogens Bjorneboe (ed.). Proceedings of Fourth International Congress for Microbiology: 160. Copenhague: Rosenkilde and Bagger, 1949. 89 90
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publicado en los Anales del Jardín Botánico de Madrid;92 allí los autores exponían sus propias investigaciones, en las que, empleando bencilpenicilina cristalina, no apreciaban inhibición de la germinación de las semillas ensayadas mientras que, utilizando las sales sódica o cálcica amorfas de bencilpenicilina, apreciaban inhibición bien patente, lo que atribuían a su contenido en ácidos fenilacético y betaindol-acético. También observaron que la patulina, antibiótico producido por Penicillium patulum, era muy tóxica y que su acción inhibidora de la germinación puede ser antagonizada por la cisteína, mientras que existía un sinergismo entre patulina y una sustancia de síntesis (5-nitro- 2-furfuraldehido-semicarbazona) que aumentaba el efecto inhibidor de la germinación de las semillas de Lactuca satica varo capitata. En colaboración con María Luisa Calvo Santamaría, Florencio Bustinza realizó una serie de experiencias que demostraban un daro efecto aditivo entre la hidracida del ácido isonicotínico y el sulfato de dihidroestreptomicina, en relación con su acción frenadora del crecimiento de las raíces de las plántulas de Lupinus albus. Por otra parte, la hidracida del ácido isonicotínico disuelta en agua, en diferentes concentraciones, frenaba el crecimiento de plantas como Lupinus albus y Triticum compactum, y observó también cierto efecto aditivo entre la hidracida del ácido isonicotínico y el usnato potásico en estas acciones.93
92 Florencio Bustinza, Arturo Caballero López. «Contribución al estudio de la influencia de los antibióticos en la germinación de las semillas». Anales del Jardín Botánico de Madrid, 7: 177-196. Madrid, 1947. 93 Florencio Bustinza, María Luisa Calvo Santamaría. «Nota preliminar sobre la actividad fitotóxica de la hidracida del ácido isonicotínico». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 11(1): 5-17. 1953 [1951]. Un avance de las conclusiones de este trabajo en Ibid. «Nota sobre la acción fitotóxica de la hidracida del ácido isonicotínico». Farmacia Nueva, 17(185): 286. Madrid, 1952; Ibid. «Preliminary note on the phytotoxic activity of isonicotinic acid hydrazid». Antibiotics and Chemotherapy, 3(8): 793-797. Northfield [Ill.], 1953.
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Corolario En un artículo publicado en 1954, en la páginas de la revista Arbor, bajo el título de «En la era antibiótica»,94 Florencio Bustinza repasa sus trabajos sobre antibióticos e incluye información sobre algunos productos con los que no había trabajado, como la oxitetraciclina (terramicina de Pfizer) y aureomicina; se interesa por el mecanismo de acción de los antibióticos, que observa «algo retrasado en relación con el gran progreso logrado en el aspecto químico e industrial e incluso en relación con las aplicaciones clínicas de los antibióticos que se emplean como medicamento».95 Considera de gran importancia el descubrimiento del mecanismo de acción de los antibióticos, ya que «probablemente conduciría a la preparación de nuevas sustancias dotadas de actividad antimicrobiana y, además, permiría la asociación racional de los medicamentos antibióticos entre si o de éstos con quimioterapia de síntesis».96 Está de acuerdo en que se puede aceptar la consideración de que «algunos antibióticos actúan interfiriendo los mecanismos enzimáticos relacionados con la síntesis de nucleótidos, de proteínas, ácido ribonucleíco y de otros componentes fundamentales celulares»,97 insiste en la necesidad de ser muy cuidadoso a la hora de elegir un antibiótico y previene sobre la asociación de antibióticos: … contra la opinión vulgar de que el manejo de los medicamentos antibióticos no ofrece dificultades, basándose en que si no se logra con su aplicación la curación del proceso infeccioso no se le va a perjudicar al enfermo, y en que si falla en un primer tratamiento el antibiótico A, acto seguido se puede aplicar el antibiótico B o el C.98 94 Florencio Bustinza. «En la era antibiótica». Arbor, 27(100): 491-517. Madrid, 1954. 95 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 503. 96 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 503. 97 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 503. 98 Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 504.
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La razón es que hay que escoger en cada caso el antibiótico —o la asociación de antibióticos— más conveniente, lo que no es tan sencillo como parece ya que hay que tener en cuenta la posibilidad de que aparezcan, durante el tratamiento de una infección, otras provocadas por bacterias u hongos que no son sensibles al antibiótico empleado o que, como ocurre con la penicilina, «puede, en algunos casos sensibilizar a quien se le aplique, sea enfermo o persona sana, y hasta puede producir la muerte».99 También advierte que no se deben asociar dos antibióticos basándose simplemente en que, siendo activos cada uno de ellos por separado frente a una determinada bacteria, la aplicación simultánea de ambos producirá un efecto terapéutico mayor, pues en algunos casos la asociación puede ser indiferente y hasta antagónica. Es especialmente interesante el epígrafe dedicado a «Los antibióticos en la alimentación de los animales domésticos»: En los Estados Unidos se ha realizado el descubrimiento verdaderamente sensacional de que pequeñas dosis de algunos antibióticos de los empleados como medicamentos, tales como la aureomicina, la bacitracina, la penicilina, la estreptomicina y la terramicina, adicionados a la ración alimenticia normal permite lograr en cerdos, gallinas y pavos una mejoría en el crecimiento y engorde que oscila entre el 10 y el 30 por 100, dependiendo del animal, de la dosis y naturaleza del antibiótico y de la composición de la ración alimenticia.100
Aunque manifiesta que aún no estaba del todo aclarado el mecanismo de la acción de los antibióticos en el crecimiento y engorde de los animales, interpreta que se debe a un efecto indirecto al suprimir alguna bacteria perjudicial causante de intoxicación intestinal, por ejemplo Clostridium perfringens, o bien al eliminar ciertas bacterias intestinales y estimular, al mismo tiempo, el de-
99 100
Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 505. Florencio Bustinza. Op. cit., nota 94, cf. pág. 507. 329
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sarrollo de otras capaces de producir vitaminas o ciertos factores desconocidos necesarios para la nutrición animal. Como consecuencia de estas investigaciones se ha producido una verdadera revolución en los métodos clásicos de alimentación y engorde de cerdos y aves de corral, y en los Estados Unidos diversas firmas preparan piensos reforzados con bacitracina, aureomicina, penicilina procaínica o terramicina, no empleándose la estreptomicina por resultar más cara. Es interesante el descubrimiento de que una sola tableta de bacitracina, que contiene mil unidades de este antibiótico, implantada por vía subcutánea cerca de la base de la oreja en cerditos recién nacidos, de dos a cinco días de edad, produce al cabo de cincuenta y seis días un aumento en el peso de un 10 por 100 en relación con los animales sometidos a idéntica alimentación, pero a los cuales no se les ha implantado dicha tableta de mil unidades de bacitracina.101
Publicaciones (1902-1982)
de
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José Fonfría Díaz, Pilar Calvo de Pablo [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Ciencias Naturales. Tercer curso Bachillerato. Plan 1957. [6ª edición]. Madrid: Nuevas Gráficas, 1959, 399 p. «Los precursores en la investigación de los antibióticos. Primera nota: sobre la actividad antibiótica del jugo del bulbo de Allium cepa L.» Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 18: 3-14. Madrid, 1959 [1958]. «Los precursores en la investigación de los antibióticos. Segunda nota: sobre la actividad antibiótica de las hojas de Juglans regia y Juglans nigra». Anales del Instituto Botánico A.J. Cavanilles, 18: 15-19. Madrid, 1959 [1958]. «Sobre una nueva penicilina». Arbor, 47(179): 92. Madrid, 1960. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Ciencias naturales. Tercer curso de bachillerato. Plan 1957. [7.ª edición]. Madrid: Gráficas Canales, 1961, 399 p. Diez años de amistad con Sir Alexander Fleming. [Prólogo de Pedro Laín Entralgo]. Madrid: M.A.S., 1961, 267 p. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Geología, Botánica y Zoología. Ciencias naturales. Quinto curso de bachillerato. [4.ª edición]. Madrid: Gráficas Canales, 1962, 432 p. En la era antibiótica [Discurso leído en el acto de su recepción, como académico de número, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Contestación de Obdulio Fernández]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1962. 2 h., 53 p. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Ciencias naturales. Tercer curso de bachillerato. [8.ª edición]. Madrid: Summa / Canales, 1964, 399 p. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Biología para el curso preuniversitario. [1ª edición]. Madrid: Summa, 1965. 414 p., 1 h. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Ciencias naturales. Tercer curso de bachillerato. [9ª edición]. Madrid: Summa, 1966, 398 p. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Geología, Botánica y Zoología. Ciencias naturales. Quinto curso de bachillerato. [5ª edición]. Madrid: Summa, 1966, 430 p., 1 h. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Biología para el curso preuniversitario. [2ª edición]. Madrid: Summa, 1967. 414 p., 1 h. [F.B.], Fernando Mascaró Carrillo. Ciencias naturales. Tercer curso de bachillerato. [10ª edición]. Madrid: Summa, 1968, 399 p. La obra docente y científica del profesor Dr. Obdulio Fernández y Rodríguez [Solemne sesión celebrada en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el día 21 de diciembre de 1968, para hacer entrega de la Medalla Echegaray al... Sr. D. Obdulio Fernández y Rodríguez]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1968. 113 p. «In memoriam Luis Ceballos y Fernández de Córdoba». Montes, 24: 82-86. Madrid, 1968 [reproducido en Montes, 45: 54-58. Madrid, 1996]. [Discurso de contestación]. En: Ángel Martín Municio. Proyección biológica de los lípidos [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leído el día 11 de febrero de 1969]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1969. 338
Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) y los antibióticos [Discurso de contestación]. En: Enrique Sánchez-Monge Parellada. Androesterilidad vegetal y su utilización [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leído el día 17 de mayo de 1971]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1971. En el cincuentenario del descubrimiento de la lisozina [discurso inaugural del año académico 1971-72 en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leído en la sesión celebrada el día 17 de noviembre de 1971]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1971. [Discurso de contestación]. En: Salustio Alvarado Fernández. El mundo sensorial del hombre y de los animales [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leído el día 15 de marzo de 1972]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1972. «Actividad lisozímica en huevos de lucio (Esox lucius) recogidos y deshidratados hace cincuenta años». Trabajos del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal, 6: 45-49. Madrid, 1973. [Prólogo]. En: Manuel Arroyo González. Fabricación y estudio del queso de Cabrales. Santander: Artes Gráficas Resma, 1974. «Memoria de dos acontecimientos: Fleming y Waksman en Madrid». ABC, [19-I1974]: 89-91, Madrid, 1974. [Discurso de contestación]. En: Eliseo Gastón de Iriarte y Sanchiz. Plásticos en farmacia [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Farmacia, leído el día 6 de febrero de 1975]. Madrid: Real Academia de Farmacia, 1975. [Discurso de contestación]. En: Salvador Rivas-Martínez. Perspectiva sobre taxonomía vegetal [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Farmacia, leído el día 6 de marzo de 1975]. Madrid: Real Academia de Farmacia, 1975. «Nota sobre las aguas mineromedicinales». En: José Moreno (ed.), Balneario de Montemayor [Monografías de aguas minero medicinales, 3]: 3-8. Madrid: Real Academia Nacional de Farmacia, 1975. «Correspondencia cruzada con el Dr. Stuart Craddock, primera persona a la que se aplicó localmente un líquido que contenía penicilina». En: Homenaje al Prof. Dr. D. Manuel Lora Tamayo: 487-509. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1975. «En el cincuentenario del descubrimiento de la penicilina». Las Ciencias, 43: 163179. Madrid, 1978. [Discurso de contestación]. En: Felipe A. Calvo Calvo. La génesis de los minerales, un desafío pendiente [discurso de ingreso, como académico de número, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leído el día 28 de marzo de 1979]. Madrid: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1979. 339
José Fonfría Díaz, Pilar Calvo de Pablo Tesis doctorales dirigidas Arturo Caballero López. «Estudios fisiológicos relacionados con las fitohormonas en Sternbergia lutea Gawl. et Ker». Madrid: Universidad de Madrid / Facultad de Ciencias, 1947. 161 p. Carlos Vicente Córdoba. «Inducción de biosíntesis de ureasa en Proteus mirabilis». Madrid: Universidad de Madrid / Facultad de Ciencias, Sección Naturales, 1969. 108 h. Manuel Arroyo González. «Estudio del queso de cabrales y mejora de su fabricación». Madrid: Universidad de Madrid / Facultad de Ciencias, Sección de Químicas, 1970. 106 h.
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Capítulo X INSTITUTO DE BIOLOGÍA Y SUEROTERAPIA IBYS* Javier Puerto Universidad Complutense de Madrid
Introducción Una de las lamentables características del desarrollo de la ciencia y la técnica en España, a lo largo de la historia, es su casi absoluta falta de sintonía con el capital privado. La ciencia, en nuestro país, ha sido un entretenimiento de mentes selectas; un apoyo al poder imperial —cuando lo hubo—; una palanca de cambio de la realidad social desde el Estado borbónico, durante la primera Ilustración hasta la muerte de Carlos III; un apoyo para las grandes manufacturas nacionales; un anhelo de modernidad en el pensamiento y muy pocas veces una alianza con los financieros para iniciar y consolidar un modelo económico-social productivo, al contrario de lo sucedido en Inglaterra o Francia cuando desarrollaron sus respectivas revoluciones científicas. Por eso resulta tan interesante el análisis de los Laboratorios IBYS. En ellos se produce ese acuerdo, pero también están presentes otra serie de cuestiones de muy distinto calado, curiosas y necesarias para conocer la historia de España y de su ciencia en la Edad Contemporánea. En el proyecto convergen ansias de modernización científica en el terreno de la higiene pública y de la prevención sanitaria; intereses económicos particulares; concordancias —más o menos Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. *
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explícitas— entre instituciones públicas y privadas; amistades personales y familiares y un cierto acuerdo político en torno al republicanismo, entendido como el modelo necesario para la regeneración patria. Todas estas circunstancias hicieron de IBYS, tras la Guerra Civil, un laboratorio único en sus ansias investigadoras; una especie de refugio para todos aquellos grandes científicos depurados por el franquismo y obligados a un exilio interior. Aunque solo sea por eso —la persistencia en la investigación pura y el papel de refugio de perseguidos—, la historia de este laboratorio es extraordinaria y en cierta manera ejemplar. Para conocerla debemos hacer un pequeño repaso por las instituciones sanitarias de principios del siglo xx, presididas todas ellas por Santiago Ramón y Cajal (1895-1934).
El Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII A consecuencia de la publicación del Reglamento de Sanidad Exterior, de 28 de octubre de 1899, se creó el Instituto de Sueroterapia, Vacunación y Bacteriología Alfonso XIII —luego Instituto Nacional de Higiene—. Dependía del Ministerio de la Gobernación y, dentro de él, de la Dirección General de Sanidad ocupada, en ese momento, por Carlos María Cortezo (1850-1933), uno de los primeros médicos españoles en asimilar la moderna bacteriología y destacado higienista.1 Se nombró director del mismo a Santiago Ramón y Cajal. Para su correcto funcionamiento se le dotó de una comisión técnica y otra administrativa. En la técnica figuraron Juan Ramón Gómez Pamo (1846-1913), farmacólogo y catedrático de la Facultad de Farmacia de Madrid; Dalmacio García Izcara (1859-1927), profesor de la Escuela de Veterinaria; Antonio Mendoza (18481 José María López Piñero. «Cortezo Prieto, Carlos María». En: José María López Piñero, Thomas F. Glick, Víctor Navarro Brotons, Eugenio Portela Marco. Diccionario histórico de la ciencia moderna en España. 1: 260-262. Barcelona: Península, 1983.
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1917), director del laboratorio biológico del Hospital de San Juan de Dios; José Alabern y Raspaín, jefe de la sección de Bacteriología del Instituto de Higiene Militar y Luis Simarro (1851-1921), psicólogo experimental, neurohistólogo y, en cierta manera, maestro de Cajal. Al Instituto de Sueroterapia, Vacunación y Bacteriología se le asignaban las siguientes funciones: 1) Se dedicaría a los análisis e investigaciones bacteriológicas. 2) Debía ocuparse de la enseñanza práctica de la técnica bacteriológica en su relación con la higiene pública y epidemiología. 3) Obtendría las linfas, sueros y cultivos destinados a la prevención y curación de enfermedades infecciosas. 4) Debía ocuparse de la generalización y práctica de estos procedimientos preventivos y curativos. En sus orígenes se dotó de una configuración funcional sencilla, que fue complicándose con el paso del tiempo: 1.ª Sección de Análisis Bacteriológicos y enseñanza de su técnica. 2.ª Sección de Sueroterapia y obtención de sueros y vacunas preventivas. 3.ª Sección de Inoculaciones y de la vacuna. 4.ª Sección de Parque Sanitario (1902) 5.ª Sección de Parasitología (1909) 6.ª Sección de Epidemiología (1912) 7.ª Sección de Química (anterior a 1916). En 1905 empezó a publicar un Boletín del Instituto de Sueroterapia, Vacunación y Bacteriología de Alfonso XIII. En principio se estableció en un destartalado edificio; una antigua vaquería de la madrileña calle Ferraz, en el número 98. En 1914 se trasladó a una nueva construcción, muy capaz para su cometido, en Moncloa; se situó en los terrenos de lo que luego fue el Colegio Mayor José Antonio y ahora el Rectorado de la Universidad Complutense. Durante la Guerra Civil fue frente de batalla y simplemente se desintegró a consecuencia de la actividad bélica. Tras la contienda 343
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solo quedaba en pie un pequeño tabique de ladrillo y se adivinaban unas conejeras establecidas en el patio. No se reconstruyó.2 En 1911 se organizó una ‘oficina de contraste’, en el seno del propio Instituto para verificar los sueros y vacunas puestos a la venta por particulares. Estaba constituida por quien era el subdirector del Instituto en ese momento, Francisco Murillo y Palacios (18658-1944),3 como presidente; Francisco Castro Pascual (1871-1949) catedrático de Microbiología, Técnica bacteriológica y preparación de sueros medicinales en la Facultad de Farmacia de Madrid4 y Ángel Morales Fernández, médico del cuerpo de Sanidad Militar y bacteriólogo del Instituto de Higiene Militar.5 A consecuencia de esta disposición se prohibió la venta de vacunas y sueros del Instituto a particulares, al albergar en su seno una comisión autónoma de control de estos productos. En 1916 se publicó un nuevo reglamento. La dependencia del Ministerio de la Gobernación, a través del Inspector General de Sanidad, seguía siendo la misma. Las funciones del Instituto quedaban establecidas de la siguiente manera: 1) Formación del catastro sanitario de España. 2) Vacunar contra la viruela. 3) Inocular contra la rabia. 4) Preparación y expedición de vacunas, sueros y demás productos destinados al diagnóstico, profilaxis y tratamiento de las in2 María Isabel Porras Gallo. «Antecedentes y creación del Instituto de Sueroterapia, Vacunación y Bacteriología de Alfonso XIII». Dymanis, 18: 81-105. Granada, 1998. 3 Francisco Murillo y Palacios era el jefe de la Sección de Sueroterapia del Instituto y fue, también, inspector de Servicios de la Sanidad Exterior (Gaceta de Madrid, 11-XII-1909). 4 Esa cátedra fue la primera de Microbiología en la Facultad madrileña y el tribunal de oposición estuvo presidido por Santiago Ramón y Cajal (Rafael Roldán Guerrero. «Castro Pascual, Francisco». En: Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, 1: 642-646. Madrid: IMPHOE, 1958 y, de manera especial, María Ángeles Mosso Romeo. Un siglo de Microbiología en la Universidad española. Madrid: Universidad Complutense, 2000. 5 Real Orden de 4-VII-1912 (Gaceta de Madrid, 5-VII-1912).
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fecciones del hombre, animales y vegetales; con lo que se levantaba la prohibición anterior. 5) Estudio y adopción de medidas preventivas en endemias, epidemias y epizootias. 6) Custodia y conservación del material del Parque de Sanidad Civil. 7) Preparación del personal sanitario mediante la enseñanza de Microbiología, Química y otras materias, en sus relaciones con la higiene pública. El reglamento de 1916 organizaba el Instituto en siete secciones: 1.ª Microbiología general, con la subsección de Parasitología animal. 2.ª Análisis químicos. 3.ª Vacunación contra la viruela. 4.ª Epidemiología. 5.ª Sueroterapia, con la subsección de inoculaciones antirrábicas. 6.ª Veterinaria. 7.ª Parque sanitario. Para la enseñanza se preveía un curso anual de nueve meses, entre octubre y mayo, en el que se impartiría Bacteriología, Parasitología, Epidemiología, Vacunología, Sueroterapia, Análisis químico, Veterinaria, Arquitectura e Ingeniería sanitarias y Desinfección. Otro curso breve, entre marzo y mayo, de Bacteriología aplicada al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Se añadía a estos enseñanzas prácticas en los laboratorios, instrucción a funcionarios, temas monográficos, si fueran necesarios, y conferencias populares. La dirección del Instituto quedaba en manos de una Junta técnica, formada por el director y los jefes de sección y de subsección, el secretario y el contador habilitado. A partir de la aprobación del reglamento de 1916, la entrada de los técnicos en el Instituto se efectuó por concurso oposición y volvía a permitirse la venta a particulares de sueros y vacunas;
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se preveían otros ingresos: donaciones y recaudación de fondos mediante las matrículas.6 En la práctica, y desde su inauguración, se trabajaba solo por las tardes —de cuatro a ocho— para que los científicos pudieran redondear sus ingresos con otras fuentes estatales o particulares.7 El 16 de septiembre de 1904 comenzó a trabajar en el Instituto el discípulo directo de Ramón y Cajal, Jorge Francisco Tello (1880-1958), como ayudante de la Sección de Sueroterapia; en 1911 viaja a Berlín con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE), junto a él su gran amigo Jorge Ramón Fañanás (1886-1937), el hijo de su maestro, a quien subvencionaba su padre. En Berlín se encuentran con Antonio Ruiz Falcó (m. 1954) y Teófilo Hernando (1881-1976). En 1913 Tello, Falcó y Ramón Fañanás acuden a atender un brote de peste bubónica en Canarias, luego a Alcazarquivir y Larache, en Marruecos y a otros muchos brotes epidémicos. En 1915, Manuel Rodríguez Partearroyo se infecta de peste bubónica en el Instituto y muere; su familia es sometida a cuarentena en el asilo de Yeserías y, por otra parte, se aíslan a Tello, Ramón Fañanás y Falcó, en un descampado junto al propio Instituto. Tello logró que nombraran jornalero del Instituto a Francisco Rodríguez Partearroyo, hermano del fallecido; de esa manera pudo acabar la carrera de Medicina, opositar y obtener plaza en el Instituto.8 De la gripe de 1918 se ocuparon también Tello y Falcó. En 1920, tras la renuncia de Ramón y Cajal, quien fue nombrado director honorario,9 se convoca la plaza de director a oposición; se presentan Tello y Pittaluga y la gana el primero.10 El 23 de octubre
Reglamento del 3-X-1916 (Gaceta de Madrid, 6-X-1916). Francisco Tello Valdivieso. «Jorge Francisco Tello. Esquema biográfico». Revista IBYS, 12(2): 109-132. Madrid, 1959. 8 Francisco Rodríguez de Partearroyo. «A D. Jorge Francisco Tello». Revista IBYS, 12(2): 204-206. Madrid, 1959. 9 Real Decreto de 13-II-1920 (Gaceta de Madrid, 14-II-1920). 10 Real Orden de 27-II-1920 (Gaceta de Madrid, 4-III-1920). 6
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de 1934 obtiene la excedencia del cargo para dedicarse por entero a la cátedra y al Instituto Cajal.11 En la década de 1920, la Sección de Epidemiología estuvo dirigida por Antonio Ruiz Falcó, quien fue subdirector del Centro y solicitó la excedencia en 1929,12 el jefe de la Sección de Vacunación era de Luis Rodríguez Illera (m. 1948), quien luego estudió los virus en una sección creada para él por la Fundación Rockefeller; la de Sueroterapia estuvo a cargo de Ramón Fañanás; la de Desinfección, de Víctor María Cortezo;13 la de Análisis de aguas, de Ruiz de Arcaute; la de Análisis químicos, de Obdulio Fernández, catedrático de Análisis de medicamentos en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central, quien pidió la excedencia voluntaria en 1927,14 su puesto fue ocupado, por oposición, en 1929, por Tomás Garmendía Landa, doctor en Medicina y Cirugía, ayudante por oposición del Instituto;15 de la la subsección de Parasitología se ocupó Pittaluga. Los cursos de seis meses impartidos no eran inferiores a los de los Institutos Pasteur de París o Koch de Berlín. También visitaron el Instituto figuras de la ciencia mundial, quienes impartieron conferencias monográficas.16 La actividad del Instituto se afianzó durante la Primera Guerra Mundial, de manera tal que, en 1923, Cajal lo comparaba con los mejores del extranjero.17 En ese mismo año de 1923, Sadí de Buen
11 Fernando de Castro. «Tello, discípulo de Cajal». Revista IBYS, 12(2): 135143. Madrid, 1959. 12 Real Decreto de 1-VI-1929 (Gaceta de Madrid, 8-VI-1929). 13 En 1926, Víctor María Cortezo fue nombrado inspector general de Instituciones Sanitarias; de su actividad se encargó, interinamente, Victoriano Serrano Lafuente, ingeniero adscrito al Parque Central de Sanidad (Real Orden de 29XII-1926. Gaceta de Madrid, 31-XII-1926). 14 Real Orden de 19-IX-1927 (Gaceta de Madrid, 21-IX-1927). 15 Real Orden de 7-VI-1929 (Gaceta de Madrid, 13-VI-1929); el tribunal lo presidía Francisco Tello, por renuncia de José Rodríguez Carracido. 16 Manuel Tapia. «La personalidad sanitaria de Francisco Tello». Revista IBYS, 12(2): 179-188. Madrid, 1959. 17 María Isabel Porras Gallo. Op. cit., nota 2.
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(1893-1936) era ayudante del Instituto y acompañó a Alfonso XIII, como técnico de higiene, en su viaje a Roma.18 Francisco Murillo y Palacios, de quien ya nos ocupamos, fue nombrado en 1923 director general de Sanidad. Gracias a él, en 1924 se creó la Escuela Nacional de Sanidad,19 cuyo primer director fue Gustavo Pittaluga; también se fundó, en 1926, la Revista de Sanidad e Higiene pública, luego llamada Revista Española de Salud Pública, rótulo que conserva hasta la actualidad. La creación de la Escuela Nacional de Sanidad privaba al Instituto de parte de su función docente. Las plazas del Instituto se cubrían con alumnos suyos,20 aunque también les enseñaban allí algunas materias, como Bacteriología.21 En 1928 se integra en el Instituto, como ayudante de sección, otro hijo de Santiago Ramón y Cajal, Luis Ramón Fañanás (n. 1891), quien ya pertenecía al Cuerpo de Sanidad Nacional.22 En 1930 se le concedió a Diego García Alonso, médico del Cuerpo de Sanidad Nacional y ayudante de sección del Instituto, una licencia de cuatro meses para ampliar estudios sobre tuberculosis en el extranjero.23 Ese mismo año de 1930, con el fin primordial —según el preámbulo de la disposición— de poder subir el sueldo de los componentes del Instituto, peor pagados que el resto de los sanitarios dedicados a la función pública, se amplían sus finalidades hacia la preparación de los productos necesarios para la desinsectación, desratización y desinfección cuando sean realizadas por organismos oficiales y la comprobación de toda clase de aparatos y sustancias dedicadas a prácticas de saneamiento sanitario. Los Institutos provinciales de Higiene, los dispensarios antivenéreos, dispensaReal Orden de 17-XI-1923 (Gaceta de Madrid, 20-XI-1923). Real Decreto de 9-XII-1924 (Gaceta de Madrid, 12-XII-1924). 20 Real Orden de 28-V-1927 (Gaceta de Madrid, 31-V-1927). 21 Real Orden de 3-I-1928 (Gaceta de Madrid, 4-I-1928), donde se le encomendaba a Antonio Ruiz Falcó la enseñanza de esa materia a un grupo de alumnos de la Escuela. 22 Real Orden de 3-VIII-1928 (Gaceta de Madrid, 6-VIII-1928). 23 Real Orden de 26-III-1930 (Gaceta de Madrid, 28-III-1930). 18 19
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rios y sanatorios antituberculosos oficiales o subvencionados por el Estado, las estaciones sanitarias de puertos y fronteras, los hospitales de beneficencia y cuantas instituciones dependieran o estuvieran subvencionadas por el Estado debían surtirse del Instituto en todo lo necesario para el tratamiento, profilaxis, diagnóstico de los enfermos y prácticas sanitarias, para lo cual debían realizar un pedido anual en la primera quincena del mes de enero y, en cualquier caso, no podría utilizarse en las instituciones oficiales ninguna otra vacuna antivariólica que la preparada por el Instituto.24 En mayo de 1930 se autorizaba a este Instituto Nacional, y a varios provinciales, el impartir cursillos de prácticas sanitarias y ampliación de conocimientos higiénicos a los alumnos del último año de Medicina y a los médicos no pertenecientes al Cuerpo de Inspectores Municipales de Sanidad; una vez realizado el curso, tendría igual valor que el haber aprobado las oposiciones de ingreso al Cuerpo de Inspectores Municipales de Sanidad. La mitad de la matriculación se destinaba al Instituto y la otra a los docentes de un amplio plan de trabajo también publicado en la Gaceta.25 En 1934 se unieron de nuevo el Instituto Nacional de Higiene y la Escuela de Sanidad, con el nombre de Instituto Nacional de Sanidad, ahora bajo la dirección de Gustavo Pittaluga.26
El Instituto de Investigaciones Biológicas o Instituto Cajal El 8 de agosto de 1900 se celebró la sesión de clausura del XII Congreso Internacional de Medicina, organizado en París. En el seno de dicho Congreso, convocado cada tres años, la ciudad de Real Decreto de 26/27-IV-1930 (Gaceta de Madrid, 30-IV-1930). Disposición de la Dirección General de Sanidad de 22-V-1930, firmada por el General de Sanidad y Director general de Sanidad, José A. Palanca (Gaceta de Madrid, 23-V-1930). 26 Emilio Luengo. «Ha muerto el Doctor Pittaluga». Revista IBYS, 14(2/3): 147-152. Madrid, 1956. 24 25
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Moscú otorgaba un premio —conocido obviamente como ‘premio Moscú’— mediante el cual resaltaba los mejores trabajos efectuados en el ámbito de las ciencias biológicas. Ese año recayó en Santiago Ramón y Cajal. A consecuencia del mismo, en España, le concedieron las Grandes Cruces de Isabel la Católica, de Alfonso XII y le nombraron Consejero Nacional de Educación. Tras una extraordinaria polémica mediática y política, el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Antonio García Alix (1852-1911), del gobierno de Francisco Silvela (1843-1905), consiguió sacar adelante un decreto, con la correspondiente financiación, para establecer un laboratorio dedicado a la investigación del flamante ‘premio Moscú’. En principio se instaló en un hotelito de la calle Ventura de la Vega. Por iniciativa del conde de Romanones (1863-1950), sucesor de García Alix al frente de la cartera, se trasladó a la calle Atocha, al antiguo Museo Antropológico del doctor Velasco,27 donde quedó instalado de manera definitiva.28 Pronto empezó a publicar su propia revista y formó escuela. Algunos consideran el primero de sus discípulos a su hermano, Pedro Ramón y Cajal (1854-1950), pero nunca trabajó a su lado. Quien sí lo hizo, en el laboratorio recién instalado, fue Domingo Sánchez y Sánchez (1860-1947). Santiago Ramón y Cajal le conoció cuando tenía casi cuarenta años; había pasado doce de ellos en Filipinas, como recolector de materiales faunísticos para el Museo de Ciencias Naturales. A la vuelta de la colonia perdida, estudió Medicina y se convirtió en el mejor colaborador de Cajal en el análisis de los centros nerviosos de los insectos. 27 José María López Piñero. «González Velasco, Pedro». En: José María López Piñero et al. Op. cit., nota 1, vol. 1: 417-420. También Miguel Ángel Puig Samper, Andrés Galera. Introducción a la historia de la Antropología española en el siglo xix. Madrid: Instituto Arnau de Vilanova, 1983. 28 Santiago Ramón y Cajal. Recuerdos de mi vida. Historia de mi labor científica [3.ª ed.]. Madrid: Alianza, 1981 (cf. pág. 253); José María López Piñero. Cajal. Madrid: Debate, 2000 (cf. pág. 200); Ángel González de Pablo. «El noventayocho y las nuevas instituciones científicas. La creación del Laboratorio de Investigaciones Biológicas de Ramón y Cajal». Dymanis, 18: 51-80. Granada, 1998.
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En 1907 Cajal reestructuró el laboratorio y nombró tres ayudantes: Domingo Sánchez, Jorge Francisco Tello y su hijo mayor, Jorge Ramón Fañanás; este último, en 1926, renunció a la plaza porque le interesaba más la bacteriología que la neurología; en su lugar nombró a Fernando de Castro (1896-1967). Para el nuevo impulso dado al centro aprovecharía su pertenencia a la Junta de Ampliación de Estudios, de la que era presidente, y mediante la cual su laboratorio pasaba a pertenecer a un entramado institucional estable, en lo referente a plazas y presupuesto. En 1911 se incorporó a su equipo Nicolás Achúcarro Lund (1880-1918), procedente de los laboratorios de la Residencia de Estudiantes, donde había iniciado un grupo de investigación con ayuda de la JAE; lo hizo acompañado de sus propios discípulos: Miguel Gayarre (1886-1936), José Miguel Sacristán (1887-1957), Luis Calandre (1890-1961) y, sobre todos, Pío del Río Hortega (1882-1945), quien continuó al frente del laboratorio de Histología, tras la muerte de Achúcarro. Entre 1914 y 1920 se integraron en el laboratorio otros discípulos de Luis Simarro: Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-1971), José María Villaverde (1888-1936) y, por último, Rafael Lorente del No (1902-1990).29 En 1922, con motivo de la jubilación de Santiago Ramón y Cajal, a instancias del rey Alfonso XIII, el centro pasa a llamarse Instituto Cajal. Al tiempo se decide construir un gran edificio para albergarlo en el cerrillo de San Blas, junto al Observatorio Astronómico. Para agilizar las obras, Jorge Francisco Tello, como 29 Alfredo Baratas Díaz. «Neurociencias en la Junta para Ampliación de Estudios». Asclepio, 59(2): 115-136. Madrid, 2007; Ibid. «Santiago Ramón y Cajal y su escuela; paradigma del desarrollo científico español del primer tercio del siglo xx». Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 63/64: 175-188. Madrid, 2006; Fernando de Castro. «Cajal como maestro». Revista IBYS, 3: 117-129. Madrid, 1952; Rafael González Santander. La escuela histológica española, VII. Instituto Cajal. Madrid: Dertansan, 2005; José Luis Peset. «Cajal y las Ciencias bio-médicas». En: Miguel Ángel Puig-Samper (ed.). Tiempos de investigación JAE-CSIC, cien años de ciencia en España: 55-67. Madrid: CSIC, 2007; Jorge Francisco Tello. «Recuerdos de Cajal». Revista IBYS, 3: 87-98. Madrid, 1952.
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ayudante primero, consigue el nombramiento de subdirector, pese a lo cual no se finalizaron las obras hasta el año de 1933. El traslado del Museo Antropológico del doctor Velasco se produjo porque el edificio amenazaba ruina, con las obras del nuevo espacio sin concluir,30 poco tiempo antes de la muerte de don Santiago, quien nunca ocupó despacho alguno allí y solo fue de visita media docena de veces. En 1934 Jorge Francisco Tello es nombrado director del Instituto Cajal y se establecen definitivamente en el nuevo edificio. Dejaron libre la planta baja y un amplio semisótano. Contaban con un gran salón de actos, sala de juntas, biblioteca y muchos espacios perdidos. Se pensó acoger a Pío del Río Hortega y los suyos, pero la JAE les puso unas dependencias suficientes en la Residencia de Estudiantes y no quisieron trasladarse. Allí se instalaron Jorge Francisco Tello y sus discípulos: R. Martínez, J. M. Herrera, P. Rodríguez Pérez; J. L. Arteta; J. Rodríguez Puchol, M. Gorriz y J. Alonso. Gonzalo Rodríguez Lafora y los suyos: M. Prados Duch, J. Gonzalo, F. Llavero, N. R. López-Aydillo, B. Llopis… también D. Sánchez, F. de Castro, J. M. Villaverde y J. Sanz.31
La cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central Según nos cuenta Jorge Francisco Tello, su discípulo predilecto, colaborador y amigo, Santiago Ramón y Cajal había efectuado sus estudios en el laboratorio de la cátedra madrileña desde 1892, pero al ser fundado el Instituto de Investigaciones Biológicas, solo dedicaba al de la cátedra «algunos minutos, antes de empezar sus lecciones o al terminarlas, informándose vagamente de los trabajos prácticos de las asignaturas y de los realizados por los alumnos 30 31
Francisco Tello Valdivieso. Op. cit., nota 7. Francisco Tello Valdivieso. Op. cit., nota 7. 352
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que concurrían al laboratorio»; quien allí trabajaba era el profesor auxiliar Eduardo del Río.32 El propio Tello fue nombrado, en 1905, auxiliar interino de la cátedra de Histología, Anatomía Patológica y Bacteriología, encargándose de las prácticas de laboratorio; en 1910 pasa a auxiliar numerario por oposición y, en 1926, sucedió a su maestro en la cátedra. Cuando Tello vuelve de su viaje de estudios a Berlín (1911), Santiago Ramon y Cajal logra que se establezca un departamento de Autopsias, vinculado a su cátedra, y nombra jefe a Tello. Con la ayuda del decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, Julián Calleja, obtiene una disposición gubernamental que hace obligatoria la práctica de la autopsia a todos los fallecidos en el Hospital de San Carlos. Durante muchos años Tello realiza las autopsias personalmente; luego le sustituyen sus discípulos: Guillermo de la Rosa, quien más tarde se traslada, como jefe del Servicio de Anatomía Patológica, al Hospital de la Princesa y, sobre todo, Lorenzo Ruiz de Arcaute, quien le sucedió en la jefatura de ese servicio. Cuando, en 1926, Jorge Francisco Tello gana la cátedra se nombra profesor auxiliar de Histología a Fernando de Castro, de Anatomía Patológica a Ramón Martínez Pérez y, como jefe del departamento de Autopsias, a Joaquín Alonso. La enseñanza de la Bacteriología se encarga a Antonio Ruiz Falcó.33
El Instituto de Inmunoterapia THIRF y el Instituto de Biología y Sueroterapia IBYS En la primavera de 1918, en Madrid, se reunió un grupo de personas, dotadas de una sólida preparación científica, para intentar poner en pie un laboratorio de productos biológicos, principal32 33
Jorge Francisco Tello. Op. cit., nota 29. Jorge Francisco Tello. Op. cit., nota 29. 353
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mente de sueros y vacunas. La mayoría de ellos procedían de la escuela higienista cajaliana. Su intención era liberar a España de su dependencia del exterior, en este ámbito científico-técnico. Influyó en la iniciativa la violenta perturbación causada en el mercado de productos biológicos —como en todos los demás— por la Primera Guerra Mundial y la carestía provocada por la epidemia gripal de 1918/1919.34 Muchos de esos productos biológicos provenían de Francia y Alemania. En España se producían muy escasamente en el Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII, en algunos laboratorios municipales, como el de Madrid,35 y en otros particulares sitos en la capital y en Barcelona, principalmente. Se usaban mucho los sueros antidiftéricos, antitetánicos, antimeningocócicos y antineumónicos y menos el antipestoso, el de la vena renal y el antiescarlatinoso. Vacunas antitíficas, antimelitense, antipestosa, anticolérica y antivariólica, eran empleadas como preventivas y curativas.36 En 1918 se fundó el Instituto de Inmunoterapia THIRF, anagrama realizado con la primera letra del apellido de los socios fundadores: Jorge Francisco Tello (1880-1958), Julio Hidalgo (m. 1939), Luis Rodríguez Illera (m. 1948),37 Jorge Ramón Fañanás (1886-1937) y Antonio Ruiz Falcó (m. 1954). El primer administrador fue Agustín González, compañero de la Facultad de Medicina de Tello. Comenzaron con un capital de 55.000 pesetas, aportadas a partes iguales por cada uno de los componentes. Se ubicaron en una casa situada —probablemente— en el número 111 de la calle Antonio López.38 34 Beatriz Echeverri Dávila. La gripe española: la pandemia de 1918-1919. Madrid: Siglo XXI, 1993. 35 José Madrid Moreno. El servicio del suero antidiftérico en el Ayuntamiento de Madrid. Madrid: Imprenta Municipal, 1898. 36 Francisco Tello Valdivieso. Op. cit., nota 7. 37 Una breve reseña vital en Revista IBYS, 5(1). Madrid, 1948. 38 Revista IBYS, 13(1). Madrid, 1955. En un anexo de propaganda, bajo el título «Secciones del Instituto IBYS», se ocupa de los sueros y describe esa sección, situada en la mencionada calle. Si el Instituto original se estableció en Bravo Murillo, cabe suponer que allí se fundó THIRF.
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Como resulta evidente, este laboratorio estaba formado por Jorge Francisco Tello y sus discípulos. Todos los médicos trabajaban en el Instituto Nacional de Higiene, en la cátedra o en el Instituto dirigido por Cajal; el veterinario, Julio Hidalgo, ejercía en el Instituto de Higiene. Entre los fundadores del Instituto de Inmunoterapia THIRF estaba el más querido discípulo de Santiago Ramón y Cajal y su propio hijo. Compraron aparatos, maquinaria, caballos, terneras, conejos, cabras y se pusieron a producir sueros y vacunas. Nunca quisieron aumentar demasiado la producción para no tener que abandonar sus otros trabajos. Solo actuaron ellos cinco como técnicos, ayudados, en su última época, por el veterinario Julio Hidalgo Armengot, hijo de uno de los fundadores. En 1919 se fundó el Instituto de Biología y Sueroterapia IBYS por otro grupo de médicos y biólogos amigos de los creadores del Instituto de Inmunoterapia THIRF: Gustavo Pittaluga, Lorenzo Ruiz de Arcaute, Adolfo Cervera Moltó, José Sanchís Banús, Sadí de Buen, D. Gutiérrez Arrese, Tomás Garmendía Landa, Mouriz, González Barrios, Campuzano y el empresario Nicolás María Urgoiti (1869-1951), que se encargó de organizar la empresa, junto a Sergio Ochoa de Retana. El gerente administrativo fue José Cabezón Eceizabarrena.39 Urgoiti fue un ingeniero de caminos vasco, nacido accidentalmente en Madrid. Su papel como empresario fue muy destacado; se ocupó de La Papelera Española, que llegó a presidir; fundó los diarios El Sol, La Voz, Crisol y Luz; cofundó la mítica editorial Calpe, se relacionó con los mejores intelectuales de su época y se sintió cercano a las ideas republicanas, pues militó algún tiempo en la Agrupación al Servicio de la República. Fue un liberal, crítico con los políticos monárquicos, benevolente con la labor depuradora de la Dictadura y luego desengañado de ella; entusiasta con la República y rápidamente desesperanzado de la misma. Cayó enfermo 39 Instituto de Biología y Sueroterapia. IBYS Instituto de Biología y Sueroterapia 1919-1944. Madrid: Gráficas Reunidas, [ca. 1944].
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en 1932 con una depresión que le llevó a una clínica en Suiza, de donde no regresó hasta 1939. Durante la epidemia madrileña de gripe de 1918, ante el temor de enfermar él o alguno de sus parientes, Nicolás María Urgoiti celebró una cena con José Ortega y Gasset (1883-1955), Gregorio Marañón (1887-1960), Gustavo Pittaluga y Serapio Huici (1868-1953), importante empresario navarro con intereses en empresas eléctricas, periodísticas y con afanes artísticos y arqueológicos. Pittaluga —tan amigo suyo que hasta le acompañó a un duelo a espada— le convenció de la necesidad y el beneficio económico que podía obtenerse de un laboratorio dedicado a la preparación de sueros y vacunas. Acorde con su idea se formó el Instituto de Biología y Sueroterapia IBYS con un capital inicial de 1.500.000 pesetas; el primer presidente del consejo de administración fue Carlos María Cortezo y Prieto (1850-1933), uno de los primeros médicos españoles en asimilar la nueva bacteriología; el vicepresidente, Serapio Huici, y varios vocales: los médicos Marañón, Pittaluga, Ángel Elvira, José Madinaveitia y diversos inversionistas procedentes de La Papelera: el propio Urgoiti, José Cruz, Manuel Rodríguez Acosta, Julio Arteche y Enrique Gonsálvez, entre otros. Luego de su creación, Nicolás María Urgoiti hubo de dedicar mucho esfuerzo y atención a sus negocios periodísticos. Tras la recuperación de su enfermedad, en 1945, le quedaban solo sus acciones de IBYS, aparte de la fortuna personal, y quiso asumir un papel directivo en la gestión del laboratorio e incluso se ilusionó con verlo convertido en una gran central de laboratorios españoles asociados. Sin embargo rápidamente se desilusionó; escribió: «Me parece que he hecho en dos años todo lo posible para salvar de la ruina a ese negocio guiado por amateurs…» y no quiso volver a ocuparse de él ni exponer más dinero.40
40 Mercedes Cabrera. La industria, la prensa y la política. Nicolás María de Urgoiti (1869-1951). Madrid: Alianza, 1994.
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La fusión de IBYS y THIRF En la primavera de 1929 se fusionaron los Laboratorios IBYS y THIRF, por iniciativa de Nicolás María Urgoiti, quien empleó la amistad de su hijo Gonzalo Urgoiti con Francisco Tello, estudiantes ambos de Medicina, y la habilidad diplomática de Gustavo Pittaluga, uno de los más favorables a la fusión. THIRF tenía una magnífica base técnica, pero una organización ineficaz basada en la amistad entre los socios. IBYS deseaba aumentar su capacidad técnica y poseía una verdadera organización empresarial. Se conservó el nombre de Instituto de Biología y Sueroterapia IBYS41 y se le otorgó la dirección a Jorge Francisco Tello, quien se negó a ocuparla por sus múltiples obligaciones,42 con lo cual se nombró a Gustavo Pittaluga, quedándose el primero como presidente del consejo técnico. Aunque en el primitivo IBYS había también científicos relacionados con Ramón y Cajal, lo principal de esa línea formada por alumnos suyos y parientes provenía de THIRF, pero IBYS la asumió como propia y la expuso siempre que fue posible. En el homenaje a Santiago Ramón y Cajal publicado por la Revista IBYS, en un número monográfico de mayo-junio de 1952, puede leerse: De este grupo de hombres preparados en los tiempos del ‘Alfonso XIII’ procedían los técnicos que intervinieron en la constitución de las dos Entidades que andando el tiempo habían de fusionarse para formar en la primavera de 1929 el Instituto de Biología y Sueroterapia. A través de ellos, nuestro Instituto ha estado, pues, vinculado directamente, desde el primer momento de su fundación, con la persona y la obra de Cajal, lo que constituye un legítimo timbre de orgullo para nuestra Entidad (…) hemos de recordar muy especialmente a Don Jorge Ramón y Fañanás, que como hijo de Don Santia41 42
Instituto de Biología y Sueroterapia. Op. cit., nota 39. Francisco Tello Valdivieso. Op. cit., nota 7. 357
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go representó en vida un entrañable lazo de unión entre la persona de Cajal y nuestro Instituto. El Dr. Ramón y Fañanás fue nuestro primer Subdirector, y por su labor y sus prendas personales dejó en IBYS un recuerdo imperecedero. Esta vinculación familiar fue indudablemente una causa más del afecto con que siempre distinguió Cajal a nuestra institución. La figura de Cajal estuvo así unida a los técnicos de IBYS, no sólo por los lazos de la formación científica, sino por los más puramente afectivos derivados del hecho de ser padre de uno de aquellos. La vinculación familiar entre Cajal y el Instituto de Biología y Sueroterapia tiene continuidad afortunada, representada en estos momentos por el Dr. D. Ramón Urioste (Marqués de Ramón y Cajal), que desde hace años presta su valiosa colaboración en el departamento de Bacteriología de nuestro Instituto.43
En principio se orientaron a la producción biológica para utilizar en humanos. En el primer año el principal obstáculo fue el gran crecimiento alcanzado y la imposibilidad de atender a la demanda; en poco tiempo lo superaron e iniciaron su expansión hacia los mercados portugueses y latinoamericanos. Hasta el momento de su fusión, THIRF había registrado dieciocho sueros e IBYS setenta y tres.44 El primer director del Instituto IBYS fue Gustavo Pittaluga Fattorini (1876-1955), que ocupó el cargo hasta 1920;45 catedrático de Parasitología y Patología tropical en la Facultad de Medicina de 43 [Revista IBYS]. [Homenaje a Santiago Ramón y Cajal]. Revista IBYS, 10(3): [a. p.] Madrid, 1952. 44 Alberto Gomis. «El registro español de sueros y vacunas con anterioridad a la Guerra Civil». En: Antonio González Bueno, Raúl Rodríguez Nozal, Esteban Moreno Toral (eds.). Simples y compuestos. El medicamento en la historia: 171-186. Madrid / Sevilla: Sociedad de Docentes Universitarios de Historia de la Farmacia de España, 2007. 45 Concepcion Carles Genovés, Thomas F. Glick. «Pittaluga Fatorini, Gustavo» En: José María López Piñero et al. Op. cit., nota 1, vol. 2: 186-187; Manuel Díaz Rubio. 100 médicos españoles del siglo xx. Madrid: You & US, 2000 (cf. págs. 148-149); Silvestre Martín Gómez. Vida y obra de Gustavo Pittaluga [tesis doctoral, dirigida por José Luis Peset]. Madrid: Universidad Complutense, 1988; Consuelo Naranjo Orovio. Cuba, otro escenario de lucha: la guerra civil y el exilio republicano español. Madrid: CSIC, 1988; Esteban Rodríguez Ocaña. «La intervención de la Fundación Rockefeller en la creación de la Sanidad contemporánea en España». Revista Española de Salud Pública, 74: 27-34. Madrid, 2000. Conviene consultar José A. Nájera, Antonio González Bueno (eds.). Malaria [catálogo
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la Universidad Central (1911), académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina (1913), luego director de la Escuela Nacional de Sanidad (1931), presidente de la Primera Conferencia Europea sobre Higiene rural (Ginebra, 1931), director del Instituto Nacional de Sanidad (1934) y exiliado en Cuba tras la contienda civil. Tras él, durante el período de 1924 a 1928, lo dirigió el médico Jerónimo Durán Cortés y, más tarde, entre 1929 y 1934, Antonio Ruiz Falcó, uno de los discípulos predilectos de Francisco Tello.46 de la exposición]. Madrid: Biblioteca Nacional de España, 2009; Emilio Luengo. Op. cit., nota 26. 46 Francisco José Martínez Tello. «La Escuela de Cajal. La creación del primer servicio de Anatomía Patológica en España por D. Francisco Tello». Revista Española de Patología, 35(4): 475-480. Madrid, 2002. También Emilo Bouza, Evelio Perea, Juan Pizazo de la Garza, Antonio Rodríguez-Torres. «Contribuciones e influencias de Gregorio Marañón en las enfermedades infecciosas». En: Fundación Gregorio Marañón. Revisión de la obra médica de Gregorio Marañón: 371-396. Ciudad Real: Fundación Gregorio Marañón / Ediciones Puertollano, 2003. La muerte accidental de Antonio Ruiz Falcó, ocurrida en 1954, recibió este epitafio de Gregorio Marañón, entonces director de la Revista IBYS: «Con profunda emoción dedico estas líneas al Dr. Antonio Ruiz Falcó, al que un terrible accidente acaba de separar de nosotros. No importan a los demás los motivos de que el dolor que a todos ha producido su muerte, sea especialmente agudo para mí. Muchos de los que lean estas líneas saben, por otra parte, que fuimos fraternales amigos, día a día, desde que empezamos los estudios en San Carlos, hasta hoy. Juntos hicimos nuestros trabajos de ampliación en Alemania, después de licenciarnos. Juntos realizamos, con otro grande amigo, el Dr. Pittaluga, en misión oficial (sin dietas ni viajes pagados, que era como entonces se servía a la Ciencia y a la Patria), el largo estudio de epidemiología de la gripe, en los distintos frentes de guerra, el año 1916, e igual en todos los momentos de nuestras actividades. Fue Ruiz Falcó un verdadero maestro en su disciplina predilecta, la bacteriología. Lo demostró en sus años de servicios en el Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII; en su labor de enseñanza en la Facultad de Medicina, hasta la guerra civil; en su compleja, exacta y eficaz actuación al frente del Instituto Ibys, que como todos, o casi todos los grandes organismos modernos de producción terapéutica, fue y es, para los médicos españoles, una fuente de conocimientos científicos. La industria, la biología y las demás, se va acercando, cada vez más a la Universidad. »Pero fue, sobre todo, maestro Ruiz Falcó en las raras disciplinas de la bondad inalterable, sin ñoñería; de la pulcritud en el trato humano hasta con los que no la merecían; del ejemplo permanente de sencillez y alegría ante la vida, no siempre grata para nadie, ni para él. »Quede aquí el recuerdo fervoroso de los que fuimos sus amigos, que eran cuantos, de cerca o de lejos, le conocieron». Gregorio Marañón. «Los maestros 359
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En 1930, cuando la sede del Instituto se encontraba en el número 45 de la calle Bravo Murillo —entonces un territorio madrileño de suelo rural— iniciaron sus investigaciones para preparar un suero contra la peste porcina. En esa tarea participaron los técnicos de la casa: Julio Hidalgo López, veterinario del Instituto Nacional de Higiene; Pascual Lucas, veterinario municipal y un tercer veterinario apellidado García, quienes fueron los primeros en obtener suero y virus para la profilaxis de la peste del cerdo, sin colaboración extranjera de ningún género y con preparación técnica adquirida exclusivamente en nuestro suelo. Entre 1930 y 1931, siendo director del centro Antonio Ruiz Falcó, se publicaron una serie de disposiciones mediante las cuales se autorizaba a las casas productoras de suero contra la peste porcina a expender, previa inspección sanitaria, el ganado sacrificado con tal fin, incluso para el consumo humano, con lo cual se les hizo posible económicamente dedicarse a su producción.47 El año 1932 lanzaron al mercado el suero y virus contra la peste porcina. La producción de cinco mil litros anuales resulta insuficiente y hubieron de ampliar sus servicios. Ese mismo año publican su primer folleto sobre la profilaxis de la peste del cerdo; se agota con extrema rapidez y establecen un frente de batalla comercial con las casas extranjeras, productoras de las mismas sustancias farmacológicas. El Instituto IBYS, como parte de su estrategia comercial, redacta un folleto donde se puede leer: Nosotros, aún a trueque de encontrarnos con serias dificultades en los problemas técnicos a resolver, hemos puesto singular empeño en que fuese exclusivamente española toda nuestra
desaparecidos. El Dr. Antonio Ruiz Falcó». Revista IBYS, 12(2): [encarte]. Madrid, 1954. 47 Real Orden del Ministerio de Gobernación de 18-VII-1930 (Gaceta de Madrid, 18-VII-1930) y Orden de 6-IX-1931, firmada por el director general de Ganadería e Industrias Pecuarias, Álvaro de Albornoz (Gaceta de Madrid, 6-IX1931). 360
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organización, medios y procedimientos, al igual que habíamos hecho con nuestras secciones de medicina humana.48 Tabla 1. Esquema funcional del Instituto IBYS [1936].49 Jorge Francisco Tello Gregorio Marañón Gustavo Pittaluga Manuel Tapia Luis Rodríguez Illera Antonio Madinaveitia
Consejo Técnico
Organización Técnica Director Secretario técnico Sección de Bacteriología Sección de Farmacología Sección de Veterinaria Sección de Diagnóstico Sección de Química farmacéutica Sección de Opoterapia
Antonio Ruiz Falcó Adolfo Cervera Moltó Jorge Ramón y Fañanás Heliodoro del Castillo L. Gonzalo Urgoiti José Manuel Gómez J. Cisneros Tomás Alday Redonnet Julio Hidalgo López Julio Hidalgo Armengot Pascual Lucas Lorenzo Ruiz de Arcaute Julio Dávila Nicolás María Urgoiti Oriol Utande Antonio de la Vega
Jorge Francisco Tello (1880-1958) era jefe de la Sección de Epidemiología del Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII (19121920), centro que dirigió entre 1920 y 1934; académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina (1923); catedrático de Histología y Anatomía Patológica (1926) y director del Instituto 48 IBYS. Suero y virus contra la peste porcina IBYS producto nacional [folleto publicitario, con trece fotografías del establecimiento y descripción de la manera de obtener el suero]. [Madrid]: [s. n.], [ca. 1932] (archivo personal). 49 Revista IBYS, 1(1): [encarte]. Madrid, 1936.
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Cajal (1934-1939), empezó a trabajar en el Instituto IBYS en 1919 y permaneció en él hasta el fin de su vida.50 El secretario técnico, Adolfo Cervera Moltó, fue miembro fundador del Instituto IBYS. Jorge Ramón Fañanás era subdirector del Instituto Nacional de Sanidad; Heliodoro del Castillo, miembro del Cuerpo Nacional de Sanidad y jefe de sección en el Instituto de Higiene Militar; L. Gonzalo Urgoiti, auxiliar de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Central y del Instituto de Puericultura y José Manuel Gómez J. Cisneros, auxiliar de Microbiología en la Facultad de Medicina madrileña. Tomás Alday Redonnet era catedrático de Farmacología. Julio Hidalgo López, veterinario del Instituto Nacional de Higiene; Julio Hidalgo Armengot y Pascual Lucas, veterinarios municipales. Lorenzo Ruiz de Arcaute, miembro del Cuerpo Nacional de Sanidad, realizaba su trabajo en el dispensario Olavide. Julio Dávila y Nicolás María Urgoiti eran farmacéuticos ambos. Oriol Utande trabajaba como farmacéutico en el Laboratorio Municipal de Madrid y Antonio de la Vega era farmacéutico. A partir de febrero de 1936 empezaron a publicar la Revista IBYS, una auténtica publicación científica, con la cual querían completar la tarea efectuada por los Manuales IBYS. Con ello se constituían en un auténtico laboratorio científico español de capital privado, dedicado a la producción y la investigación de fármacos. El comité de redacción estaba formado por Tomás Alday Redonnet, Heliodoro del Castillo, Adolfo Cervera, Julio Dávila, José Manuel Gómez Cisneros, Julio Hidalgo Armengot, Julio Hidalgo López, Pascual Lucas, Jorge Ramón Farañás, Lorenzo Ruiz 50 José María Lopez Piñero. «Tello Muñoz, Jorge Francisco». En: José María López Piñero et al. Op. cit., nota 1, vol. 2: 347-348; Manuel Díaz Rubio. Op. cit., nota 45 (cf. págs. 186-187); Fernando Pérez Peña. Exilio y depuración política (en la Facultad de Medicina de San Carlos). Madrid: Vision Net, 2005 (cf. págs. 153-156); este libro está repleto de opiniones personales y cabildeos no contrastados que dificultan su aceptación como instrumento historiográfico; pero maneja también un gran caudal de información procedente de los archivos de la Universidad Complutense de Madrid y del Archivo General de la Administración, muy aprovechables.
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de Arcaute, Antonio Ruiz Falcó, Gonzalo Urgoiti, Nicolás María Urgoiti, Oriol Utande y Antonio Vega. Antes de la Guerra Civil solo se publicaron los números de febrero y mayo de 1936. Como dejamos señalado, Antonio Ruiz Falcó fue jefe de la Sección de Epidemiología del Instituto Alfonso XIII. El 17 de enero de 1927 fue nombrado ayudante de clases prácticas de Histología y Anatomía Patológica, donde se explicaban «Nociones de Microbiología». El 25 de junio de 1930, la Junta de Facultad de la Facultad de Medicina de la Universidad Central le nombró auxiliar temporal de la cátedra de Francisco Tello, quien le había propuesto como ayudante.
El impacto de la Guerra Civil en los Laboratorios IBYS Jorge Francisco Tello fue nombrado, en 1937, decano accidental de la Facultad de Medicina de la Universidad Central; permaneció en Madrid durante toda la guerra y fue sometido a depuración política tras el final de la contienda. Durante su proceso de depuración fue acusado por Fernando Enríquez de Salamanca (1890-1966),51 el juez instructor, catedrático de Patología y Clínica médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid y decano encargado de las depuraciones —y quien con tanta virulencia las efectuó en la Facultad madrileña—, de tener una ideología marcadamente izquierdista, ser ateo práctico y librepensador, basándose en que no había bautizado a sus hijos —lo cual luego fue rebatido por el acusado— y que había prestado su ayuda al gobierno marxista, al firmar un manifiesto a favor de Azaña y, en octubre de 1936, otro contra el ‘alzamiento’ (la sublevación militar). A su favor declararon numerosísimos testigos, entre ellos José Botella Llusiá (1912-2002), pero fue separado de la cátedra hasta el curso 1949/50, siete meses antes de su jubilación. 51
Manuel Díaz Rubio. Op. cit., nota 45 (cf. págs. 62-63). 363
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Antonio Ruiz Falcó dejó de asistir a la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid cuando se inició la contienda civil. Se dedicó al Instituto IBYS y a su función como médico del Cuerpo de Sanidad Nacional, del que estaba en excedencia y adonde fue reintegrado por las autoridades republicanas. Desde el Instituto IBYS se distribuía vacuna BCG, preventiva contra la tuberculosis, a la población madrileña. Al finalizar la contienda le aplicaron la Ley de Responsabilidades Políticas, abriéndole expediente depurador el 29 de septiembre de 1939. Fernando Enríquez Salamanca, le acusó de ser izquierdista porque evitaba el trato con los médicos de derechas; de «alegrarse del triunfo del Frente Popular; de su irónica conmiseración con los médicos de derechas expulsados del Instituto IBYS por el comité rojo»; de haber sido reintegrado al Cuerpo de Sanidad por el Gobierno republicano y, sobre todo, de pertenecer a la asociación de médicos liberales, al parecer del juez instructor, «entidad masónica nacida para combatir a los médicos de derechas, de matiz claramente frente-populista». En su descargo, Ruiz Falcó manifiesta no ser ciertas las acusaciones y haberse considerado siempre persona apolítica. Desde el ‘alzamiento’ manifestó siempre su adhesión al mismo y ocultó a numerosas personas ‘de derechas’ en el Instituto IBYS, incluso recuerda que él mismo hubo de huir del Instituto, perseguido por el ‘Comité rojo’, y refugiarse en el Hospital de San Luis de los Franceses, ayudado por Fernando Sánchez Covisa. A su favor incluyó una interminable lista de testigos entre los cuales hubo varios que atestiguaron su encuadramiento en la Falange clandestina de Madrid. Pese a ello, Enriquez Salamanca propuso su inhabilitación para cargos directivos y de confianza. En contra de su opinión, el Ministerio resolvió su reintegro en el goce de sus derechos, sin sanción alguna.52 Gustavo Pittaluga, ya se ha dicho, hubo de exiliarse en Cuba tras la contienda y tuvo un destacado papel en la fundación de la UPUEE, la unión de profesores en el exilio, de la que fue el primer presidente, y en la publicación de la revista Ciencia, voz de 52
Fernando Pérez Peña. Op. cit., nota 50 (cf. págs. 209-210). 364
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los científicos exiliados, aunque él personalmente hubo de superar situaciones materiales muy difíciles en su nueva tierra de adopción. Quien peor lo tuvo fue Sadí de Buen Lozano (1893-1936); hijo de Odón del Buen y discípulo de Gustavo Pittaluga, fue miembro del Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII y uno de los fundadores de los Laboratorios IBYS. Como miembro del Instituto Nacional de Higiene fue nombrado vocal de la Comisión Antipalúdica Central. En 1920 dirigió la fundación de treinta y dos dispensarios antipalúdicos y, en 1924, fundó y dirigió el Instituto Antipalúdico de Navalmoral de la Mata. Con su hermano Fernando, introdujo y aclimató en España la Gambusia affinis, un pez que devora las larvas del mosquito Anopheles, transmisor del paludismo, en el cual se basó buena parte de la lucha biológica contra esa enfermedad. En 1931 fue nombrado director general de Instituciones Sanitarias y se convirtió en el hombre de confianza de Marcelino Pascua (1897-1977), director general de Sanidad, luego embajador en la URSS durante la Guerra Civil y más tarde, en el exilio, funcionario de la Organización Mundial de la Salud. En julio de 1936 se encontraba en Córdoba, efectuando investigaciones para la lucha antipalúdica e inspeccionando las instalaciones sanitarias; el 23 de julio fue apresado por las fuerzas sublevadas y se le fusiló la noche del 2 al 3 de septiembre contra las tapias del cementerio de San Rafael. Su bárbaro asesinato tuvo una gran repercusión en Europa, por lo que se le ha comparado, en ocasiones, con el de Federico García Lorca.53 Antonio Madinaveitia y Tabuyo (1890-1974), catedrático de Química Orgánica en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid (1925), director de la Sección de Química del Instituto Nacional de Física y Química (1930) y decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central durante la contienda civil, se 53 Josep Bernabeu Mestre. «El papel de la Escuela Nacional de Sanidad en el desarrollo de la salud pública en España 1924-1934». Revista Española de Salud Pública, 68: 65-89. Madrid, 1994; Ibid. «La utopía reformadora de la Segunda República: la labor de Marcelino Pascua al frente de la Dirección General de Sanidad, 1931-1933». Revista Española de Salud Pública, 74: 1-13. Madrid, 2000.
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exilió en México, donde fundó, con la ayuda de la Casa de España y de la Fundación Rockefeller, el Instituto de Química de la UNAM, dedicándose luego a la actividad industrial. Su hermano, José Madinaveitia, otro de los fundadores de IBYS, fue médico y se afilió al Partido Socialista Obrero Español a los tres días del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera; tras la guerra permaneció en el exilio. No así otro de los hermanos, Juan Manuel, que se especializó en cirugía digestiva junto a su padre, el médico de ideología anarquista Juan Madinaveitia Ortiz de Zárate, en el Hospital General de Madrid y permaneció en la capital tras la contienda. José Sanchís Banús (1893-1932) fue otro de los fundadores de IBYS. Había sido nombrado profesor auxiliar honorario, a propuesta de Teófilo Hernando (1918). Afiliado al PSOE, fue diputado durante las Cortes constityentes. Falleció en 1932, pese a lo cual le abrieron un alucinante expediente de depuración. Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960) había participado directamente en la llegada de la República. Una vez iniciada la contienda, alejado del rumbo que iba tomando el Gobierno del Frente Popular, logró viajar a París; desde allí manifestó su seguridad de la victoria de las fuerzas sublevadas. En 1937 el Gobierno republicano le separó de sus cargos asistenciales y docentes por abandono de destino. Terminada la contienda, a consecuencia de una denuncia de su compañero de claustro, Leonardo de la Peña, se le abre expediente en el juzgado de responsabilidades políticas: se le considera uno de los hombres que más contribuyeron a crear el clima revolucionario del Frente Popular, dada su relevancia intelectual y su participación como diputado en las Cortes constituyentes; se recuerda su pertenencia a la Agrupación al Servicio de la República; se le imputa el haber celebrado, en su cigarral de Toledo, numerosas entrevistas con personajes izquierdistas y masones —se cita a Maura, Madariaga, Fernando de los Ríos, Martínez Barrios, Pérez de Ayala y Miguel Unamuno—; haber firmado una circular de propaganda de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y colaborar económicamente con ella; firmar el manifiesto de los 366
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intelectuales publicado en el ABC de 31 de julio de 1936, en apoyo del Gobierno republicano; hablar en la emisora del Partido Comunista para elogiar al Gobierno del Frente Popular; huir de la zona roja y no regresar en el plazo establecido. Se investiga el dinero que tiene en los bancos y las acciones de los Laboratorios IBYS; se comprueba que son 74 pese a que solo están allí depositadas 20 y se las incautan. Los cargos fueron mantenidos por su primer denunciante y el psiquiatra Juan Antonio Vallejo Nájera. En 1943 regresa a España y presenta un recurso contra la incautación de sus bienes; deja constancia de sus frecuentes visitas a la legación española y presenta un certificado firmado por el embajador, José Félix de Lequerica. Ese mismo año es absuelto por la Diputación Provincial de Madrid y reintegrado en sus puestos docentes y asistenciales. En 1945 queda libre de todo cargo. Contó siempre con la ayuda de Antonio Tovar, Pedro Laín y Manuel Bermejillo. Su hijo pertenecía a Falange, había luchado con las fuerzas sublevadas y él insistió en que su huida de España no fue por miedo a sus correligionarios, sino para no autorizar con su presencia en Madrid los excesos del Frente Popular, impregnado de ideología marxistaleninista.54 Tomás Alday Redonnet (1892-1981) era profesor auxiliar temporal, desde 1928, en la cátedra de Teófilo Hernando, aunque estaba en situación de catedrático excedente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca. Efectuaba parte de su investigación en el laboratorio de Juan Negrín (1892-1956), en la Residencia de Estudiantes, y mantenía con él una estrecha amistad. En 1930 se afilió al sindicato Unión General de Trabajadores. Al iniciarse la guerra 54 Luis Sánchez Granjel. Gregorio Marañón: su vida y su obra. Madrid: Guadarrama, 1960; Teófilo Hernando. Marañón y la tolerancia. Madrid: Instituto Farmacológico Latino, 1966; Pedro Laín Entralgo. Gregorio Marañón: vida, obra y persona. Madrid: Espasa-Calpe, 1969; José Botella Llusiá. Gregorio Marañón: el hombre, la vida, la obra. Toledo: Centro Universitario de Toledo, 1972; Marino Gómez Santos. Gregorio Marañón. Barcelona: Plaza & Janés, 2001; Fernando Pérez Peña, Op. cit., nota 50 (págs. 132-141); Benjamín Herreros, Pedro Gargantilla, Fernando Bandrés (coords.), Gregorio Marañón: cumbre y síntesis para el siglo xxi. Madrid: Ademas, 2008.
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estaba en la provincia de Ávila; se reincorporó a Madrid y pasó todo el conflicto en su puesto de trabajo en el Laboratorio IBYS; solo fue esporádicamente a la Facultad de Medicina de la Universidad Central, en compañía de Teófilo Hernando y del decano Márquez. El 28 de noviembre de 1939, Enríquez de Salamanca le acusa, de acuerdo con el informe del servicio secreto de Falange, de fecha 14 de agosto de 1939, de haber formado parte del comité revolucionario de los Laboratorios IBYS; de haber aceptado la representación del Frente Popular en el Colegio de Médicos de Madrid; de haber sustraído durante la contienda —o no haber custodiado convenientemente— sustancias y medicamentos de la cátedra de Farmacología susceptibles de ser cambiados por alimentos; de haber sido el presidente del comité de la casa de la calle Narváez, donde vivía con su querida; incluso mencionaba que, frecuentemente, se encontraba ebrio. El expediente se prolongó por la dificultad de localizar a Teófilo Hernando, exiliado en París. En 1944, después de informar de su situación como jefe de la Sección de Farmacología de los Laboratorios IBYS, se sobreseyó el proceso.55 A consecuencia de una denuncia contra Gustavo Pittaluga, el día 14 de mayo de 1940, el miembro de la policía político-social, Emiliano de la Fuente Armero, siguiendo órdenes superiores, se personó en la sede social de los Laboratorios IBYS, en el número 49 de la calle Bravo Murillo; allí se dio a conocer al director, Antonio Ruiz Falcó, y al secretario técnico, Adolfo Cervera Moltó, y les indicó que debía intervenir las acciones y obligaciones de los propietarios ausentes de España por una disposición emanada del Tribunal de Responsabilidades Políticas. Ambos le dieron toda clase de facilidades. Le enseñaron la última lista de socios, redactada en 1933, y de ella obtuvieron el nombre de los ausentes: incautó 20 acciones a Ricardo Urgoiti; 152 a Gustavo Pittaluga; 20 a Manuel 55 Fernando Pérez Peña. Op. cit., nota 50 (págs. 212-213); Francisco Giral. Ciencia española en el exilio (1939-1989). Barcelona: Anthropos, 1994 (pág. 196); Luis Enrique Otero Carvajal. La destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismo. Madrid: Editorial Complutense, 2006 (cf. pág. 289).
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Tapia; 74 a Gregorio Marañón y 10 obligaciones a Antonio Madinaveitia.56 Nicolás Urgoiti no salió mal parado, en lo que cabe. Después de su intento frustrado de pegarse un tiro, permaneció en una clínica de reposo suiza durante toda la contienda y se reintegró a España, al final de la guerra, sin más contratiempos. Su hijo, Ricardo Urgoiti Somovilla (1900-1979), quien heredó la participación de su padre en el Instituto, se exilió en Buenos Aires hasta 1943 y luego rehízo su vida en España.57
La organización del laboratorio tras la contienda: el refugio de perseguidos
Como se ha puesto de relieve, buena parte de la dirección científica y económica del Instituto IBYS tuvo problemas con la depuración franquista. Algunos hubieron de exiliarse. Muchos habían tenido simpatías o militancia en las filas republicanas. Todos tenían una excelente imbricación social y pudieron rehacerse con relativa facilidad. Tras la finalización de la contienda, en el año 1942 reaparece la Revista IBYS y, en su primera página, se publica el organigrama del laboratorio, muy similar al de antes de la contienda con las ausencias obligadas por el exilio. Las instituciones efectuaron su propia depuración instigadas por el nuevo Estado. El Instituto IBYS soportó la depuración de sus miembros en sus trabajos públicos, pero no realizó depuración interna alguna por motivos políticos. Muy al contrario, se convirtió, evidentemente con la autorización o la tolerancia de las autoridades franquistas, en refugio de los científicos depurados de sus puestos de trabajo. Luis Enrique Otero Carvajal. Op. cit., nota 55 (cf. pág. 251). Juan José Alzugaray. Vascos relevantes del siglo xx. Madrid: Encuentro, 2004. 56 57
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Javier Puerto Tabla 2. Esquema funcional del Instituto IBYS [1942].58 Consejo Técnico Presidente
Jorge Francisco Tello
Vicepresidente
Simeón de Pedro Tomás Alday Redonnet Heliodoro del Castillo* Adolfo González Rodríguez Francisco Grande Covián Dámaso Gutiérrez Arrese Julio Hidalgo Armengot Francisco R. Partearroyo Antonio Ruiz Falcó Luis Sancho Catalán Gonzalo Urgoiti Somovilla Antonio de la Vega Samper
Vocales
Secretario
Adolfo Cervera Moltó
Sección de Bacteriología
Gonzalo Urgoiti Somovilla Vicente Callao Fábregat Francisco Cabrero Gómez Alejandro Otegui Vicandi
Sección de Farmacología
Tomás Alday Redonnet
Sección de Veterinaria
Julio Hidalgo Armengot Juan Talavera Boto José Sancho Vázquez Jesús Martín de Frutos
Sección de Diagnóstico
Gonzalo Urgoiti Somovilla
Revista IBYS, 1(3): 1. Madrid, 1942. * Heliodoro del Castillo (1884‐1946), formado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, fue médico militar (1910), especializado en el Instituto de Higiene Militar, del Cuerpo Médico de Sanidad Nacional (1923) y colaborador del Laboratorio IBYS (1921), del que era subdirector en el momento de su muerte; fue autor de Fundamentos de Bacteriología general e Inmunología. Madrid: IBYS, 1933 [Revista IBYS, 4(7). Madrid, 1946]. 58
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Sección de Química farmacéutica
Adolfo González Rodríguez Nicolás Urgoiti Somovilla Consuelo Tello Valdivieso Gregorio Aranda Vergara
Sección de Opoterapia
Antonio de la Vega Samper
Sección de Vitaminas y Hormonas
Francisco Grande Covián Valentín de la Loma Fernández
Llama la atención la continuidad científica y ‘familiar’ con las figuras de antes de la guerra; los depurados siguen en sus altas responsabilidades, aunque no pudieran hacerlo en los lugares oficiales; en el ámbito de la química orgánica, el exiliado Madinaveitia ha sido sustituido por Adolfo Rodríguez González, farmacéutico y químico militar, estrecho colaborador y amigo suyo en ‘el Roque’, —aunque de tendencia política opuesta— junto a Consuelo Tello, también discípula de Madinaveitia en la misma institución. La continuidad de Pittaluga se produce a través de médicos especializados en microbiología y aparece en el esquema funcional Francisco Grande Covián (1909-1995). Francisco Grande Covián (1909-1995) obtuvo, en 1932, plaza de médico interno en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid y, el 17 de diciembre de 1934, la de profesor auxiliar temporal, ambos en la cátedra de Fisiología dirigida por Juan Negrín, en cuyo laboratorio de la Residencia de Estudiantes también trabajó; allí fue compañero de Severo Ochoa. Durante la Guerra Civil fue nombrado, a propuesta de su mentor, secretario de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, puesto que desempeñó también con el decano accidental, Francisco Tello; gracias a esta actividad se le consideró exento de hacer el servicio militar, pese a ser el único profesor de la Facultad médica madrileña con edad para acudir a los reemplazos. En vísperas de la contienda civil se creó en Madrid el Instituto Nacional de Alimentación, donde Grande fue nombrado subdirector en 1937. Durante la guerra, Negrín nombró director del Instituto 371
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a José Puche (1896-1979),59 quien —al tiempo— ejerció como director general de la Sanidad Militar. Puche, catedrático de Fisiología y rector de la Universidad de Valencia, descansó el cargo del Instituto alimentario en Grande Covián, quien pasó en Madrid la mayor parte de la guerra intentando paliar la situación de la población y estudiando las consecuencias de la alimentación deficitaria; de esa manera estableció contacto con Ancel Keys, jefe del laboratorio de higiene fisiológica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota. Al finalizar la Guerra Civil, Francisco Grande Covián fue depurado con los siguientes cargos: haber servido al Gobierno del Frente Popular al desempeñar la secretaría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid; no haber sido destituido durante «la dominación marxista», lo que demostraba su adhesión «al gobierno rojo»; estar afiliado a la UGT desde 1937; su puesto en el Instituto Nacional de Alimentación; ausentarse con frecuencia de Madrid y pasar períodos de dos o tres meses en Valencia o Barcelona, en casa de Negrín o Puche; servir de intérprete, mediante su conocimiento de siete idiomas, de comisiones extranjeras ante las cuales se pretendía desacreditar «el alzamiento nacional». El juez instructor, el 29 de mayo de 1940, propuso al ministro —y este aceptó— la inhabilitación para cargos directivos y de confianza y la incapacitación durante cuatro años para opositar a cátedras, obtener becas y pensiones de estudio, ocupar cargos directivos y de confianza o desempeñar cargos anejos a la enseñanza. Grande Covián solicitó una revisión del expediente el 18 de julio de 1940; alegó varios teóricos intentos de huir a zona nacional y la animadversión personal del juez instructor, Fernando Enríquez de Salamanca, pues al inhabilitarle para opositar permitía que otros profesionales, con peor currículo, ocuparan las cátedras vacantes de Fisiología; también desmiente el haberse alojado en las casas 59 José Luis Barona Vilar, María Fernanda Mancebo. José Puche Álvarez (1896-1979) historia de un compromiso. Estudio biográfico y científico de un republicano español. Valencia: Generalitat Valenciana, 1989.
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de Negrín o Puche, pero no el resto de las acusaciones. Recuerda que dos de sus hermanos lucharon a favor de Francisco Franco y presenta diversos avales de su adhesión al ‘Movimiento’, entre otros el de Amelia Azarosa Echeverría, viuda de Ruiz de Alda, quien fundara la Falange española junto a José Antonio Primo de Rivera. También denuncia como elementos izquierdistas a Negrín y Méndez, aunque sabía perfectamente que ambos estaban exiliados fuera de España. Tras el expediente de depuración a que fue sometido, Francisco Grande Covián decidió continuar en Madrid o —seguramente—, en aquel momento y con su situación tan complicada, no tuvo más remedio. Quería intentar cubrir la vacante dejada por Juan Negrín, pero se tardó mucho en convocarla a oposición y, luego, no se le concedió por sus anteriores relaciones con él. Entretanto fue acogido en los Laboratorios IBYS, donde desarrolló una importante labor investigadora, efectuada también en la Sección de Fisiología del Instituto de Investigaciones Jiménez Díaz de Madrid, a partir de 1940. En 1950 ganó la cátedra de Fisiología de la Universidad de Zaragoza, con grandes dificultades, pues no podía justificar los dos años necesarios de docencia anterior —le faltaban unos meses—, aunque algunos amigos próximos al poder del nuevo Régimen se lo facilitaron. Pese a la nueva situación reanudó sus relaciones con Ancel Keys y, en 1953, decidió trasladarse a trabajar a Minnesota, en la ciudad de Minneapolis. Allí se dedicó a sus estudios en nutrición e hizo importantes aportaciones sobre el colesterol; reanudó su amistad con Severo Ochoa y publicó algunos trabajos en Ciencia. Al regresar a España se jubiló como catedrático en Zaragoza.60 60 Francisco Giral. Op. cit., nota 55 (págs. 205-210); Marino Gómez Santos. 5 grandes de la ciencia española: Severo Ochoa, Carlos Jiménez Díaz, Fernando de Castro, Francisco Grande Covián, Francisco Orts Llorca. Madrid: Biblioteca Nueva, 1986; Ibid. Francisco Grande Covián. Oviedo: Biblioteca Caja de Ahorros de Asturias, 1991; Vicente Bermejo Palacios, José Antonio Mases (dirs.). Asturianos universales. Vol. XIII, Rey don Pelayo, Francisco Grande Covian, Diego de Muros, Conde de la Vega del Sella. Madrid: Berma, 1997; Fernando Pérez Peña. Op. cit., nota 50 (págs. 210-212).
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Francisco Grande Covián publicó bastantes trabajos en la Revista IBYS, además de una monografía exitosa sobre vitaminas.61 En las instalaciones del Instituto IBYS dirigió tesis doctorales, al menos la del académico de la Real Academia Nacional de Medicina, Pedro Zarco.62 Al reanudarse la publicación de la Revista IBYS, en 1942, no se hace mención alguna al nuevo Régimen; al contrario, se presenta como una prolongación natural y con los mismos fines e intenciones anteriores. No sé si esto sucedió en alguna otra; desde luego no fue lo usual, sino una servil adulación al nuevo orden imperante.63 En el año 1943 entró a colaborar, en el Instituto IBYS, Enrique Moles Ormella (1883-1953). La biografía de este profesor e investigador es hoy suficientemente conocida.64 A su regreso a España, 61 Francisco Grande Covián. Las vitaminas. [Manuales IBYS, 3]. Madrid: IBYS, 1942 [reeditado en Madrid: IBYS, 1944]. 62 «Yo estaba haciendo la tesis doctoral con el profesor Grande Covián en el Instituto IBYS y me encargaron que escribiera un folleto de propaganda de los Apiroserunz IBYS, lo que hice puntualmente. Pero don Teófilo Hernado que lo leyó, dijo que de ninguna manera el trabajo era para ponerlo como folleto de propaganda sino que tenía que publicarse como manual IBYS, como el libro de Vitaminas de Grande Covián o el de Anemias de Valentín de la Loma… por cierto, el Instituto IBYS tenía un personal en aquella época de sesenta personas, muchas extraordinarias, cuando el laboratorio Servier, con el que yo colaboro en varias publicaciones, eran tres en París, el Dr. Servier y dos más. Hoy el Instituto IBYS ha desaparecido, es una casa de pisos en Bravo Murillo y el Laboratorio Servier tiene catorce mil empleados». Pedro Zarco. «Prólogo». En: Juan Martínez Hernández. Nociones de Salud Pública. Madrid: Díaz de Santos, 2003. 63 «Renovamos la publicación de la Revista ‘IBYS’ a los seis años justos de haberla interrumpido y tras muchos intentos por nuestra parte para reanudar esta publicación. Razones que a todos nuestros lectores se les alcanzan han hecho imposible tal intento. Hoy, vencidas las dificultades fundamentales, nos ponemos en contacto con nuestros compañeros médicos, siguiendo la misma pauta que teníamos trazada y cuya exposición hicimos en nuestro primer número de 1936. »Tan sólo deseamos que aquella acogida tan cordial de nuestra Revista entre la clase médica española sea renovada y que podamos mantener con nuestro trabajo el interés y la atención a la par que el beneplácito de nuestros compañeros». Revista IBYS, 1(1). Madrid, 1942. 64 Augusto Pérez Vitora. Enrique Moles y el sistema periódico de los elementos. [Santander]: Universidad Complutense de Madrid, 1983; Ibid. Un químico y una exposición: Enrique Moles. [Madrid]: Ayuntamiento de Vélez-Málaga, 1991; Ibid.
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privado de su cátedra y de cualquier laboratorio oficial de investigación, entra a trabajar en IBYS. En octubre de 1946 aparece un primer artículo de Enrique Moles en la Revista IBYS65 y continúa sus contribuciones en años sucesivos. De su actividad en el Instituto da cuenta la necrológica publicada por la revista del centro: Las circunstancias no permitieron que Moles disfrutase hasta el fin de su vida de los laboratorios que él mismo había contribuido a crear con su esfuerzo y tuvo que padecer el profundo pesar de verse separado de sus discípulos y reducido en sus posibilidades de continuar su labor de investigación. Alejado de la universidad, convivió con nosotros en el Instituto Ibys los últimos diez años de su vida. Aquí dio nuevas pruebas de su capacidad y su entusiasmo, consagrándose sin desmayo al estudio de los nuevos problemas que su incorporación a nuestro Instituto le planteaba. Colaboró eficazmente en nuestras actividades, sin escatimar esfuerzo, aleccionándonos a todos con sus conocimientos y su experiencia y dándonos ejemplo de inquebrantable voluntad al servicio de la investigación científica. Tuvo siempre una singular capacidad para saber ver los problemas generales, de importancia fundamental, dentro de los problemas concretos y de aplicación inmediata que la industria plantea…66
Si no fuera suficientemente valiente la necrológica, en el tiempo en que se publicó, añade una frase del discurso de contestación de Blas Cabrera al suyo de ingreso en la Real Academia de Ciencias: «Fervoroso de la ciencia y sincero patriota, aspira a impulsar una violenta corriente de trabajo en cuantos le rodean. Empuja a todos, se entrega a cuantos le siguen y choca con quienes van más despacio de lo que él quiere». Y concluye el anónimo autor de la necroEnrique Moles: la vida y la obra de un químico español. Madrid: CSIC, 1985; Francisco González de Posada, Dominga Trujillo Jacinto del Castillo, Francisco A. González Redondo. Enrique Moles: farmacéutico, químico y artista [catálogo de la exposición]. Madrid: Real Academia Nacional de Farmacia, 2005. 65 Enrique Moles. «El peroxhidroxido de magnesio». Revista IBYS, 4(6): 1-20. Madrid, 1946. 66 Revista IBYS, 10(2): 75-77. Madrid, 1953. 375
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lógica: «Descanse en paz nuestro entrañable compañero, y sirva su ejemplo de estímulo para cuantos sinceramente se preocupan por la elevación del nivel científico en nuestra Patria». Algo diferente a la de Enrique Moles fue la situación de Miguel Ángel Catalán Sañudo (1894-1957). Especializado en espectroscopia en el entorno de la JAE, colaboró con Blas Cabrera y Enrique Moles en el proyecto del Instituto Nacional de Física y Química; al iniciar sus trabajos, en 1932, fue nombrado director de la Sección de Espectroscopia; desde 1934 fue catedrático de Estructura Atómico-Molecular y Espectroscopia en la Universidad Central. Tras la Guerra Civil fue expulsado del Instituto Nacional de Física y Química y no gozó de ninguna subvención para sus investigaciones; tampoco pudo continuar con la cátedra. Empezó a trabajar para la industria privada; en 1946 se incorporó a la Universidad de Madrid y, cuatro años después, se le nombró jefe de Sección de Espectros Atómicos del Instituto de Óptica del CSIC.67 Una necrológica firmada por Ricardo Urgoiti, publicada en las páginas del ABC de 12 de noviembre de 1957, fue reproducida, con adiciones, en la Revista IBYS;68 en ella se señala que prestó su colaboración en la industria químico-farmacéutica en los Laboratorios Zeltia, aunque indica que siempre estuvo ligado «por fuertes lazos de amistad con el Instituto IBYS, entre cuyos cuadros de técnicos deja muchos discípulos. Con menos frecuencia de la que hubiéramos deseado, tuvimos la satisfacción de verlo en nuestros laboratorios y siempre dejó entre nosotros una huella de humanidad y simpatía». En definitiva, no debió de cuajar una colaboración formal con el Laboratorio, acaso por su pronta reincorporación a la Universidad y al CSIC, pero es evidente la simpatía y acaso algún proyecto común llevado a cabo por ambos. En esa década de 1940 empezó a colaborar con el Instituto IBYS Teófilo Hernando (1881-1976), quien tenía una especial 67 José Manuel Sánchez Ron. Miguel Catalán: su obra y su mundo. Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal / CSIC, 1994. 68 Ricardo Urgoiti. [Necrológica de Miguel Ángel Catalán Sañudo]. Revista IBYS, 15(6): 474-475. Madrid, 1957.
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autoridad en todo lo referente a las publicaciones de la casa. Catedrático de Terapéutica, Materia Médica y Arte de Recetar de la Facultad de Medicina de la Universidad Central (1912), miembro de la Real Academia de Medicina (1922), durante la República fue presidente del Consejo Nacional de Cultura. A mediados de octubre de 1936 decidió ausentarse en París, donde coincidió con su amigo Gregorio Marañón. El 15 de junio de 1937 las autoridades republicanas le separaron de su cargo de catedrático por abandono de destino; curiosamente, el 4 de febrero de 1939 también le separaron de su cátedra, por idéntico motivo, las autoridades franquistas. En el Tribunal de Responsabilidades Políticas le abrieron dos instrucciones: una como profesor universitario y otra por una denuncia presentada contra él por el Ayuntamiento de Aravaca, donde tenía una segunda residencia, plagada de verdades, medias verdades y mentiras peligrosas en aquella situación. En 1940 se presentó en Madrid, con una autorización de las fuerzas alemanas de ocupación en Francia y, en febrero de 1942, obtiene un salvoconducto de la Dirección General de Seguridad para viajar a París a recoger sus enseres personales; por esa fecha debió de ser su reingreso definitivo. En su proceso de depuración presenta avales de José Quiñones de León y José Félix de Lequerica, el embajador de España en Francia, donde dan cuenta de su adhesión al Jefe del Estado y «al movimiento nacional». Al parecer solicitó permiso para entrar en zona nacional, pero no recibió respuesta alguna. El 27 de abril de 1942 el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas dictó sentencia con una sola consideración probada: su salida «de la zona roja en los primeros días de octubre de 1936, como consecuencia de verse perseguido por elementos socialistas y su regreso a España un año después de terminada la guerra, así como su adhesión al Movimiento»; determinaba su absolución y la recuperación de sus bienes. Sin embargo, el ministerio fiscal interpuso recurso y se declaró el proceso nulo en 1943. Por esas fechas ya se había celebrado el concurso de 377
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traslado de su cátedra y la había ocupado Benigno Lorenzo Velásquez, discípulo suyo que se había negado a declarar en su contra. En 1945 se le condenó a tres años y un día de inhabilitación para cargos públicos y sindicales y al pago de una multa de mil pesetas. El 31 de marzo de 1951, catorce días antes de jubilarse, quedó rehabilitado por el Ministerio, con pérdida de haberes no percibidos. Nunca volvió a ocupar la cátedra, aunque —al parecer— Benigno Velásquez ofreció desdoblarla en Farmacología, para él, y Terapéutica clínica para Hernando. El 3 de mayo de 1957 recibió el indulto de la sanción económica pendiente de ejecución.69 Además de numerosas colaboraciones en la Revista IBYS, los prospectos y las memorias del Instituto eran revisados por él, quien decidía cómo debían publicarse. Tabla 3. Esquema funcional de IBYS [1944].
Consejo Técnico Presidente
Francisco Tello Muñoz
Vicepresidente
Simeón de Pedro Abello
Vocales
Gregorio Marañón Posadillo Luis Sancho Catalán Dámaso García Arrese Francisco R. Partearroyo Antonio Ruiz Falcó Heliodoro del Castillo Martínez Julio Hidalgo Armengol Tomás Alday Redonnet Francisco Grande Covián Adolfo González Rodríguez Antonio de la Vega Samper Gonzalo Urgoiti Somovilla Enrique Moles Armella
69 Manuel Díaz Rubio. Op. cit., nota 45 (cf. págs. 96-97); Fernando Pérez Peña. Op. cit., nota 50 (págs. 142-146).
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Secretario
Adolfo Cervera Moltó
Organización Técnica Director-gerente
Antonio Ruiz Falcó
Subdirector
Heliodoro del Castillo Martínez
Secretario técnico
Adolfo Cervera Moltó
Sección de Sueroterapia Jefe de sección
Heliodoro del Castillo Martínez
Encargados de servicios
Vicente Callao Fabregat Alejandro Otegui Vicondi
Sección de Bacteriología Jefe de sección
Gonzalo Urgoiti Somovilla
Encargados de servicios
Francisco Cabrero Gómez Ramón Urioste Otermin
Sección de Opoterapia, Hormonas y Vitaminas Jefe de sección de Opoterapia
Antonio de la Vega Samper
Jefe de sección de Hormonas y Vitaminas
Francisco Grande Covián
Encargado de servicio
Valentín de la Loma y F. Marchante
Sección de Química Farmacéutica Jefe de sección
Adolfo González Rodríguez
Asesor técnico
Enrique Moles Ormella
Encargados de servicio
Consuelo Tello Valdivieso Nicolás Urgoiti Somovilla Rafael Jerez Cobeña Gregorio Aranda Vergara Gumersindo García Fernández.
Sección de Farmacología Jefe de sección
Tomás Alday Redonnet
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Sección de Veterinaria Jefe de sección
Julio Hidalgo Armengol
Encargados de servicio
Juan Talavera Boto Jesús Martín de Frutos José Sancho Vázquez Nicolás Martínez Balmisa.
Consejo de Administración Presidente
Luis de la Peña Braña
Vicepresidente
Francisco Tello Muñoz
Vocales
Dámaso García Arrese Simeón de Pedro Abello Francisco R. Partearroyo Luis Sancho Catalán José Soto Reguera Gregorio Marañón Posadillo
Secretario
José Luis Bas
Administrador
Samuel Otaduy Basualdo
Un centro interesado en la investigación científica y en su difusión
Como es bien sabido, la comunidad internacional mantuvo al régimen franquista aislado desde el año 1946 hasta 1950. Pese a ello, desde al menos un año antes de finalizar el aislamiento diplomático y político, en el Instituto IBYS se vivía la vida científica de un centro de investigación con importantes relaciones internacionales. En 1949 el profesor Friedrich Adolf Paneth, director del Londonderry Laboratory for Radiochemistry, de la Universidad de Dirham (Inglaterra), impartió una muy concurrida conferencia sobre los radioindicadores;70 lo hizo en un aula del centro con una enorme 70 Friedrich Adolf Paneth. «Los radioindicadores». Revista IBYS, 7(6): 208214. Madrid, 1949 [con fotografías del acontecimiento].
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semejanza a las de las instituciones docentes o de investigación del momento, muy alejada de las suntuosidades decorativas propias de los laboratorios de producción de especialidades farmacéuticas. En 1950 E. G. Nank, director del Institute of Tropical Medicine (Hamburg), impartió otra conferencia en el Instituto.71 Por esas fechas sabemos de la continuidad de la relación de la familia Madinaveitia con el Instituto IBYS. Juan Manuel, el médico-cirujano, publica un artículo en su revista72 y luego se ocupa, durante un dilatado periodo de tiempo, de la reseña de los más importantes congresos médicos celebrados dentro y fuera del territorio nacional. En 1951 aparece, en la Revista IBYS, un artículo firmado por Faustino Cordón y A. Martínez, adscritos al laboratorio de bioquímica del Instituto IBYS.73 Faustino Cordón Bonet (1909-1999) había estudiado la carrera de Farmacia en la Universidad Central, donde se licenció en 1931. Al comenzar la Guerra Civil preparaba oposiciones a cátedra de Química orgánica, con la intención de seguir los pasos de su abuelo Baldomero Bonet y Bonet. Su militancia republicana le impidió dedicarse a la docencia y la investigación en centros oficiales y lo hizo desde la industria privada.74 Desde 1941 hasta 1945 trabajó en los Laboratorios Zeltia, otro de los grandes refugios de los científicos republicanos; su director fue Fernando Calvet, un bioquímico apartado de su cátedra universitaria por razones políticas, con quien obtuvo una sólida formación investigadora. El año 1945 pasó al Instituto IBYS; trabajó en el 71 E. G. Nank. «Enfermedades del aparato respiratorio causadas por virus». Revista IBYS, 8(2): 41-48. Madrid, 1950. 72 Juan Manuel Madinaveitia. «La hipoglucemia en los resecados gástricos». Revista IBYS, 5(2): 41-52. Madrid, 1949. 73 Faustino Cordón, A. Martínez. «Modificación del método de G. Ramón para valorar la antitoxina diftérica». Revista IBYS, 9(5): 164-174. Madrid, 1951; Edmundo Arcadio Chacón Torres. «Semblanza: Dr. Sadí de Buen López de Heredia». Revista Médica del Hospital General de México, 63(3): 213-214. México, 2000. 74 Alberto Gomis Blanco, Ángeles Bernardo López. «Mirar hacia afuera: los trabajos de Faustino Cordón (1909-1999) en la industria farmacéutica durante la España autárquica». En: Antonio González Bueno et al. (eds.). Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde: 719-734. Granada: Universidad de Granada / SDUHFE, 2011.
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Departamento de Bioquímica y lo dirigió desde 1953. En 1958 le permitieron fundar el Departamento de Investigación, que dirigió hasta 1966. En esos años configuró sus primeras ideas sobre el origen de la vida y la evolución que le convirtieron en un químicobiólogo de pensamiento originalísimo. Es muy poco frecuente conocer los criterios de selección de becarios de investigación de un laboratorio; en el caso que nos ocupa, Faustino Cordón lo hizo, a requerimiento del director, Gonzalo Urgoiti, cuando él dirigía el Departamento de Bioquímica; en su trabajo escribe: No cabe duda de que los investigadores, en su esfuerzo por crear la ciencia del mañana, conmueven la fe en el sistema en que hoy descansamos y, es más, la fe en la posibilidad de alcanzar nunca un descanso seguro. Y así, el buen sentido, que sabe que la ciencia mejor del mañana es enemiga de la buena actual, hace que el investigador tropiece mientras investiga con la justificada hostilidad de quienes hacen valer lo estatuído, lo sabido, lo incorporado. El investigador, pues, sólo encontrará apoyo en los espíritus que alienten una enérgica afición al acto mismo de conocer; es decir, en quienes no teman decidir por sí mismos sus propias opiniones.75
Palabras cuando menos curiosas, emitidas desde un organismo privado de investigación. Añade cómo decidieron elegir entre recién licenciados con la certeza de no encontrar competidores, dado el «poco volumen de la industria animada de propósito creador». En confirmación de su idea, uno solo de los tres preseleccionados fue solicitado por una fábrica catalana de colorantes, sin llegar a efectuar la prueba, pese a los largos meses de selección. Por eso cree mayor su responsabilidad de «nutrir uno de estos raros núcleos ya iniciados. Sería imperdonable que alguno de ellos desaprovechara esta ventaja que ofrece nuestro país, rincón de Europa científicamente baldío, pero Europa al fin». 75 Faustino Cordón. «Elección de becarios para trabajar el en departamento de investigación del Instituto IBYS». Revista IBYS, 13(4/6): 151-187. Madrid, 1955.
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En 1957 Faustino Cordón da cuenta del propósito de la edición de una ‘Biblioteca Biológica’, que tanto le facilitaría su desarrollo científico personal, mediante una colaboración del Instituto IBYS con la Revista de Occidente;76 su primer título sería: Inmunidad y automultiplicación proteica.77 La apuesta por el trabajo, en una empresa privada, de un pensador tan original, explica la firme determinación del mismo por dedicarse a la investigación, no solo aplicada. Dos años antes, en 1955, se fundó, en el Instituto IBYS, la Sección de Química Clínica, donde se ocupaban de la … puesta a punto de técnicas analíticas de bioquímica que recientemente se hayan aplicado o deseen aplicarse a la investigación o a la práctica clínica (…) procurará plegarse con docilidad a las necesidades de la investigación médica trabajando en contacto con quienes hayan propuesto la puesta a punto del método. De este modo espera desempañar una labor auxiliar eficiente y evitar, en mayor o menor volumen, que quienes recurran a ella distraigan atención de las líneas principales de su pensamiento y labor de médicos.78
En el año 1959, Gonzalo Urgoiti, para celebrar la concesión del premio Nobel a Severo Ochoa, recuerda una de sus clases prácticas en el laboratorio de Juan Negrín, junto a otros destacados condiscípulos y atribuye a Cajal el impulso hacia «la investigación libre y pura, que extirpa el dogma en la ciencia, y cancela la muelle aceptación a priori del recurso escolástico ‘razón de autoridad».79 Indica cómo en esa línea experimental trabajan nuestros profesores más ‘progresivos’: Tello, Negrín, Hernando, García Tapia, Sánchez Covisa, Márquez, Varela Radío y Recasens en Medicina; 76 Faustino Cordón. «Carácter y propósito de la biblioteca IBYS de ciencia biológica. Urgencia de renovar los conceptos biológicos en la ciencia médica». Revista IBYS, 15: 247-256. Madrid, 1957. 77 Faustino Cordón. Inmunidad y automultiplicación proteica [Biblioteca IBYS de ciencia biológica]. Madrid: Revista de Occidente, 1954. 78 Revista IBYS, 13(4/6): 185-187. Madrid, 1955. 79 Gonzalo Urgoiti. «Severo Ochoa. Premio Nobel de Medicina del año 1959». Revista IBYS, 17(5/6): 383-386. Madrid, 1958.
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Cabrera, Moles, Duperier y Catalán en Física y Química. «Fueron los representantes de la nueva escuela en nuestra universidad.» No sé si por esas fechas alguien se podía permitir una loa como esa al exilio científico español —exterior e interior—, sin temer represalia alguna o, simplemente, sin sufrir una absoluta censura. Evidentemente la Revista IBYS no la pasaba y los médicos, o no la leían o estaban absolutamente de acuerdo. Como un testimonio más del espíritu que había sido cercenado durante la contienda civil, en 1954 Juan Rof Carballo (1905-1994) publica en la revista del Instituto algo tan alejado aparentemente de sus intereses comerciales como: «El punto de vista psicosomático», donde pretende vulgarizar algunos aspectos novedosos de la psiquiatría, poco novedosos —dice él— para el lector americano, pero no para el europeo y español, que había desarrollado en el Instituto de Patología Médica de Marañón, en un curso dirigido por Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-1971)80. Aunque ha sido interpretado de una manera negativa, como ejemplo del carácter gregario, automático y no cualificado del trabajo femenino, es llamativo indicar que, en 1957, la fabricación de las vacunas contra la gripe asiática se efectuaba en estos laboratorios exclusivamente por personal femenino, lo que, al contrario de lo supuesto por Pilar Amador y Rosario Ruiz Franco,81 también puede recordar el interés de los institucionistas en la equiparación de las mujeres con los hombres y rememora ejemplos como los de la Residencia de Estudiantes, aunque los productores del NO-DO dieran una imagen muy distinta a lo deseado por los responsables del Instituto. En 1976 Ricardo Urgoiti fue nombrado presidente del Instituto IBYS y vicepresidente de Antibióticos S.A., con lo cual comenzaba la vida conjunta de los dos laboratorios y la decadencia del primero.82 80 Juan Rof Carballo. «El punto de vista psicosomático». Revista IBYS, 12(1): 7-31. Madrid, 1954. 81 Pilar Amador Carretero, Rosario Ruiz Franco. Representación, construcción e interpretación de la imagen visual de las mujeres. Madrid: Archiviana, 2003 (cf. págs. 400-401). 82 Juan José Alzugaray. Op. cit., nota 57 (cf. pág. 158).
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Capítulo XI LABORATORIOS PROFANSA (PRODUCTOS FARMACÉUTICOS NACIONALES, SOCIEDAD ANÓNIMA)* Carlos del Castillo Rodríguez Universidad Complutense de Madrid Rosa Basante Pol Universidad Complutense de Madrid
Introducción Tras la Guerra Civil, la realidad en España era confusa e incierta. El país se encontraba en una gran crisis económica y social, consecuencia de la contienda bélica que había arrebatado infinidad de vidas humanas. Desde el punto de vista económico, la situación era grave ya que la mayor parte de las reservas de oro1 habían sido empleadas durante el periodo de guerra para, principalmente, adquirir armamento.2 Consecuentemente, la Hacienda Pública estaba arruinada y las perspectivas de futuro eran bastante confusas, dada la inestabilidad política internacional, donde España tenía un destino incierto que dependía de quién fuera el vencedor en la Segunda Guerra Mundial que acontecía. La inflación multiplicó por diez el índice de precios en la década siguiente a la guerra (1940-1950). El nivel de renta de 1935 no se recuperó hasta mediados de los años cincuenta.
Financiado con cargo al proyecto HAR2009-09564, del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Pablo Martín Aceña. El oro de Moscú y el oro de Berlín. Madrid: Taurus, 2001. 2 Miguel Martorell Linares. «Una guerra, dos pesetas». En: Pablo Martín Aceña, Elena Martínez Ruiz (eds.). La economía de la Guerra Civil: 329-356. Madrid: Marcial Pons, 2006. *
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En este entorno se decidió el fomento de un sistema económico de carácter autárquico e intervencionista por parte del Estado franquista, próximo al desarrollado por Benito Mussolini en Italia, pero con diferencias sustanciales.3 Esta estructura tuvo, como uno de sus principales ejes, el fomento de la industria (incluida la químico-farmacéutica), con el fin de dotar al país de una base potente e independiente, para así poder afrontar la delicada situación, sin tener que contar con otros Estados. Las autoridades franquistas impulsaron las industrias de bienes de equipo, que recibieron una considerable y continua ayuda pública, lo que generó un notable gasto económico; pero, de cara al exterior, se mostraba una España industrial y con perspectivas de futuro.4 Lo cierto es que la situación no era así, y aunque el deterioro del sector industrial tras la Guerra Civil no fue tan grave en algunos casos, debido a que algunas fábricas catalanas y vascas apenas habían sufrido daños, analizando diferentes fuentes económicas de información, podemos hacernos idea de la realidad tan delicada en que se encontraba la industria española en esos tiempos. De todas formas, las autoridades optaron por un tipo de economía no dependiente del extranjero, para así garantizar, en momentos críticos, las materias primas y los productos de primera necesidad;5 un sistema económico autónomo e independiente que otorgara un cierto grado de ‘suficiencia’ a España.6 3 Elena Martínez Ruiz. «Sector exterior y crecimiento en la España autárquica». Revista de Historia Económica, 19(extr.): 229-252. Madrid, 2001. 4 José Antonio Miranda Encarnación. «El fracaso de la industrialización autárquica». En: Carlos Barciela López (coord.). Autarquía y mercado negro: el fracaso económico del primer franquismo, 1939-1959: 95-122. Madrid: Crítica, 2003. 5 Luis Alarcón de la Lastra. «Discurso». En: Problemas técnicos de importancia económica en la nueva organización de España. II Ciclo de conferencias organizado por la Universidad de Barcelona: 589-599. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1940. 6 Eduardo Rico Boquete. «La política autárquica y la industria de la celulosa en España, 1939-1959». En: Actas del VII Congreso de la Asociación de la His-
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Laboratorios Profansa
Como puede comprobarse en la tabla 1, en España el retroceso originado por la Guerra Civil fue considerable, la reconstrucción económica del país originó un estancamiento, hecho que no acaeció en otros Estados europeos, lo que constituye una diferencia con otras autarquías de nuestro entorno. Sobre el porqué de estos datos existen diversas interpretaciones, quizás la más aceptada sea la que formula José Antonio Miranda: El mayor fracaso económico del régimen de Franco en su etapa autárquica se produjo probablemente en el sector industrial porque el Nuevo Estado había situado la industrialización del país como objetivo central de su política económica. Los dirigentes franquistas aspiraban a superar el atraso y a fortalecer la independencia y el potencial militar de España a través del desarrollo industrial. Sin embargo, los resultados fueron absolutamente decepcionantes durante los años 40 y, aunque en la década siguiente sí se logró un rápido crecimiento, éste fue todavía incapaz de recortar la distancia, en nivel de desarrollo, que separaba a España de sus vecinos europeos, e hizo evidente, con el colapso en el sector exterior que generó, que el proyecto autárquico era inviable.7
De todas formas, aunque en la mayor parte de los casos esta afirmación sea cierta, en el sector químico-farmacéutico el crecimiento económico parece mayor que en otros ámbitos.8 Este es el contexto económico y social donde nació Laboratorios Profansa.
toria Económica, [Zaragoza 19-21 de septiembre de 2001]. http://www.unizar.es/ eueez/cahe/ricoboquete.pdf [consultado en XII-2012]. 7 José Antonio Miranda Encarnación. Op. cit., nota 4. 8 Enric Morellá. «El producto industrial de posguerra: una revisión (Índices sectoriales, 1940-1958)». Revista de Historia Económica, 10: 125-143. Madrid, 1992. 387
Carlos del Castillo Rodríguez, Rosa Basante Pol Tabla 1. La recuperación del producto industrial en algunos países europeos occidentales tras la Segunda Guerra Mundial.9
País
A
B
C
Alemania [RFA] 44,1 % 1949 4 años España 9% 1952 13 años Francia 42,9 % 1951 6 años Italia 47,6 % 1949 4 años Reino Unido 51 % 1947 2 años Suecia 100 % 1945 0 A. Crecimiento de la producción industrial en el período 1935-1950 (porcentaje respecto al nivel de 1935). B. Año en que se recuperó el máximo prebélico de producción industrial per cápita. C. Número de años que se tardó en alcanzar el nivel máximo de producción desde el final de la guerra. Tabla 2. Tasas de crecimiento del producto industrial en España por sectores (tasas medias de crecimiento anual acumulativo en 1935-1950)10.
Sector Energía Minería y primera transformación en mineral Química Transformación de metales Industrias de consumo
1935-1940 1940-1945 1945-1950
1935-1950
4,1
3,7
11,4
7,5
0,1
–2,7
7,4
2,2
–7,3
3,2
1,4
–3,6
7,7
1,9
–7,7
2,1
–0,5
0,8
18
10,4
José Antonio Miranda Encarnación. Op. cit., nota 4; también, Albert Carre«La industrialización española en el marco de la historia económica europea: ritmos y caracteres comparados». En: José Luis García Delgado (dir.). España, economía: 79-118. Madrid: Espasa Calpe, 1993 y Jordi Catalán. «Economía e industria: la ruptura de posguerra en perspectiva comparada». Revista de Historia Industrial, 4: 111-142. Barcelona, 1993. 10 Enric Morellá. Op. cit., nota 8. 9
ras.
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Laboratorios Profansa
El nacimiento de Productos Farmacéuticos Nacionales S.A. (Profansa) La entidad industrial químico farmacéutica Laboratorios Profue fundada el 1 de enero de 1947; su inscripción en el registro mercantil fue publicada en el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial el 14 del mismo mes.11 Su fin, desde sus comienzos, fue la «fabricación de productos químicos, farmacéuticos, medicinales, desinfectantes, sueros, vacunas para la curación humana y animal (clase 40)» aunque, a partir de 1953,12 amplió la gama de sus productos, incorporando también «toda clase de componentes y preparados, insecticidas, raticidas, fungicidas, parasiticidas (excepto los de uso humano), y demás productos y preparados para combatir, destruir los animales y plantas dañinos, desinfectantes agrícolas, productos y preparados aplicables a tratar las enfermedades de las plantas, así como otros destinados a la destrucción de plagas del campo, productos anticriptogámicos, fertilizantes y abonos de todas las clases y muy especialmente insecticidas domésticos», si bien únicamente fueron dos los productos comercializados con tal fin (Profazoo y K.O.).13 fansa
Figura 1. Anagrama de Profansa (Productos Farmacéuticos Nacionales S.A.). Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1483: 266. Madrid, 1949.
Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1437: 697. Madrid, 1949. Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1589: 109. Madrid, 1953. 13 Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1586: 68. Madrid, 1953. 11 12
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Desde su fundación, Laboratorios Profansa tuvo una notable actividad en la fabricación de medicamentos, fruto de la cual registró 89 marcas comerciales (véase tabla 3), lo que le convirtió, durante casi quince años, en un laboratorio modelo de medicamentos en la llamada España autárquica. Su principal inversor fue José Galofré Jané (m. 1959), quien ya desde su juventud había mostrado interés por el mundo químicofarmacéutico. El 11 de agosto de 1938, en plena Guerra Civil española, se le concedió una patente, por la que legalizó el procedimiento para la obtención de calcio coloidal emulsionado para usos terapéuticos y medicinales.14 La dirección técnica de los Laboratorios Profansa recayó, inicialmente, en Ricardo Pascual González (m. 1976),15 natural de Valladolid, licenciado en Farmacia en 192116 y, con posterioridad, en Pedro Bielsa Chueca. El capital inicial con el que contaba esta sociedad, en 1947, ascendía a un millón de pesetas que se emplearon para la construcción de los laboratorios y para sufragar gastos de gestión y puesta en marcha de los mismos.17 «Procedimiento para la obtención de calcio coloidal emulsionado para usos terapéuticos y medicinales». Archivo histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas, patente 144.134, solicitada con fecha 9-VIII-1938 y concedida en 11VIII-1938, nunca puesta en práctica. 15 Junto a este farmacéutico, José Galofré Jané fundó, en 1933, los Laboratorios Galofre-Pascual y Compañia S.L. domiciliados en Madrid, en el número 15 de la calle de las Naciones, para la preparación y venta de medicamentos y productos químicos y farmacéuticos en general y para análisis químicos (Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1132: 132. Madrid, 1933), y comercializaron veintitrés productos; este laboratorio cesó sus actividades en diciembre de 1940. Ricardo Pascual, después de la muerte de José Galofre Jané, fue director farmacéutico de Laboratorios CarullaVekar S.A. de Investigación Terapéutica y, posteriormente, consejero delegado de este laboratorio hasta su muerte, acaecida en 1976 (ABC, [5-V-1976]: 106. Madrid, 1976). En septiembnre de 1937, José Galofré Jané registró una marca, Perfumes Galofré, para distinguir productos que se elaboraban en un laboratorio contiguo a los Laboratorios Galofre-Pascual y Compañia S.L. 16 Archivo Histórico Nacional, Universidades, signatura 5987(3). 17 [Farmacia Nueva]. «Un laboratorio modelo de especialidades farmacéuticas. Productos Farmacéuticos Nacionales S.A. PROFANSA». Farmacia Nueva, 14(144): 546-548. Madrid, 1949. 14
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Laboratorios Profansa
Las instalaciones de Laboratorios Profansa se ubicaban en la madrileña calle de López de Hoyos, número 69. El edificio constaba de cinco plantas más un sótano destinado al almacenaje de productos de papelería. En la planta baja se encontraban la secretaría, una sala para la recepción del público, una pequeña biblioteca y una oficina dedicada a la propaganda de los diferentes productos que se comercializaban. En el mismo edificio existían dos almacenes, uno dedicado a la recepción y distribución de mercancías y otro al acopio de productos elaborados y listos para su distribución por toda la geografía española.18 Las otras cuatro plantas estaban dedicadas a la elaboración y los controles de calidad de sus diferentes productos. La más importante de ellas era la que se dedicaba a la elaboración de comprimidos, granulados, grageas y pomadas, que poseía maquinaria automática de precisión; contigua a esta sala se encontraba otra en la que se elaboraban jarabes. Además poseía tres laboratorios: uno de ellos destinado a la preparación y envasado de inyectables; otro, al análisis y control de calidad de los productos de la empresa; y un tercero dedicado a esterilización, lavado, revisión y limpieza de ampollas. Además, en el cuarto piso existían otras dependencias donde se acomodaban un desecador de vacío, una cámara de desecación, un grupo electrógeno y un grupo concentrador. En su ático, disponían de una sala donde se ubicaban jaulas con diferentes animales de experimentación, unida directamente con una pequeña habitación donde se encontraba una mesa de bisección, una cámara oscura, quirógrafo y diversos baños para la limpieza de órganos aislados.19 Paralelamente a su inversión en los Laboratorios Profansa, José Galofré Jané fundó, en 1956, otras dos empresas: Espumosos Galj20 y Espumosos Concafé�, que utilizaban parte de las instalaciones de la calle López de Hoyos, en especial sus oficinas, para la gestión de sus actividades administrativas. Ambas se dedicaban a [Farmacia Nueva]. Op. cit., nota 17. [Farmacia Nueva]. Op. cit., nota 17. 20 Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1639: 363. Madrid, 1955. 18 19
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la comercialización de «bebidas carbónicas no alcohólicas ni terapéuticas, gaseosas, refrescantes, granulados, efervescentes, jugos, zumos de frutas, limonadas, naranjadas, agua de seltz y sodas, comercializando más de diez marcas de bebidas»21; el 1 de diciembre de 1955 se patentaron dos diseños especiales de botella para la conservación de bebidas no alcohólicas, en especial mosto, a requerimiento de estas empresas.22 Laboratorios Profansa tuvo una actividad muy fructífera durante su existencia, pero quedó tristemente marcada con la muerte de su fundador, José Galofré Jané, el 1 de junio de 1959.23 Siguió a ella, además de una mengua en la producción, algunos problemas de ámbito jurídico planteados con otros grupos empresariales, tal el contra-acuerdo sobre la utilización del nombre comercial, interpuesto contra Propán S.A. en el verano de 1964, sentenciado a favor de Productos Farmacéuticos Nacionales S.A.24 No era esta la primera vez que los Laboratorios Profansa acudían a los tribunales; ya en 1951 se originó una controversia con el material de acondicionamiento del producto Evaflux, donde los Laboratorios Profansa tuvieron que reivindicar los colores blanco y rojo que figuraban en su diseño frente a otra marca, que los había utilizado, lo que inducía a error en el momento de su adquisición.25
Publicidad de Laboratorios Profansa Laboratorios Profansa se publicitó a través de diferentes medios, como prensa diaria, profesional, tarjetas y obsequios en los que figuraba el nombre tanto del laboratorio como del producto objeto de Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1651: 102. Madrid, 1956. Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1648: 333. Madrid, 1955. 23 ABC, [1-VI-1960]: 69. Madrid, 1960. 24 Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1059: 687. Madrid, 1964. Expediente de nombre comercial número 42.029; fue interpuesto con fecha 16-VI-1964; se dictó sentencia a favor de Productos Farmacéuticos Nacionales S.A. el 13-VIII-1964. 25 Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1551: 51. Madrid, 1951. 21 22
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Laboratorios Profansa
publicidad. Era habitual que, al menos en las tarjetas, las ilustraciones se refirieran a figuras, escenas, objetos y motivos relacionados con la enfermedad o con las propiedades curativas del medicamento;26 en el reverso de estas tarjetas publicitarias figura el texto publicitario en sí y, en el anverso, información relativa al producto, tal como composición, indicaciones, posología y presentación. Laboratorios Profansa encargó la impresión de estas tarjetas publicitarias, al menos, a dos talleres de impresión, ambos ubicados en Barcelona: T.G. Llauger S.A. e I.G. Piulats. Las técnicas empleadas para su impresión fueron offset y la reproducción fototipográfica. Otro sistema publicitario fueron los regalos promocionales, objetos en los que quedaba impreso el nombre del producto; Laboratorios Profansa distribuyó, en torno a 1945, una colección de naipes franceses, fabricados por Hijos de Heraclio Fournier,27 donde se observa la marca del laboratorio y del producto Calcinsulin.
Figura 2. Pro-Revulsín. Laboratorios Profansa. Colección Museo de la Farmàcia Catalana.
Figura 3. Cartera de piel impresa con el nombre de Laboratorios Profansa [Madrid, modelo 202J. Hijos de H. Fournier. 1945].
26 [Tarjetas y prospectos de laboratorios y productos farmacéuticos]. Biblioteca Nacional, signaturas: EPH/581-G(248) y EPH/574–G(15). 27 Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1132: 132. Madrid, 1933.
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Laboratorios Profansa estuvo presente en el ambiente sanitario español; durante sus casi veinte años de existencia fueron numerosos los eventos en los que participó, entre ellos es necesario resaltar la aportación económica y presencial en el acto de imposición de la encomienda con placa de la Orden Civil de Sanidad al presidente del Consejo General de Medicina, Juan Córdoba Pérez. Este acto se celebró en Madrid, el 26 de junio de 1952, en el ‘salón regio’ del Círculo de la Unión Mercantil;28 asistieron como invitados tanto José Galofré Jané como Ricardo Pascual. Cabe destacar que, además de la presencia de los dos representantes de Laboratorios Profansa, el laboratorio contribuyó con una aportación económica, junto a otros veinticinco laboratorios, cuarenta y cuatro Colegios Provinciales de Médicos y veintinueve particulares.29 La ceremonia de imposición estuvo presidida por el director general de Sanidad, José Alberto Palanca y Martínez Fortún; junto a él se encontraban el obispo consiliario general de Acción Católica, monseñor Vizcarra, el catedrático de Anatomía de la Universidad de Madrid, Daniel Mezquita Rodríguez, y los procuradores en Cortes Galindo y March, pertenecientes al Sindicato de Actividades Diversas, así como toda la junta directiva del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. Tabla 3. Marcas comerciales registradas por Laboratorios Profansa, recogidos en el Boletín Oficial de la Propiedad Intelectual (1947-1954). Registro 197.443 197.806 197.807 197.808
Nombre comercial
Fecha de registro
Sepatisanon Profansa Sulfaprofansa Gastrocarbonil Procalcio
16-II-1947 16-II-1947 16-II-1947 16-II-1947
28 Francisco José Estrada Peláez. «Imposición de Encomienda con Placa de la Orden Civil de Sanidad al Presidente del Consejo General de Medicina, Ilmo. Sr. D. Juan Córdoba Pérez». Medicina y Cirugía Auxiliar, 13: 5-12. Madrid, 1952. 29 El total de la recaudación para dicho homenaje fue de 29.647 pesetas, de las cuales 23.761 fueron aportadas por Colegios médicos, 5.248 por laboratorios farmacéuticos y 648 por particulares; Laboratorios Profansa aportó 75 pesetas (cf. Francisco José Estrada Peláez. Op. cit., nota 28).
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Laboratorios Profansa Registro 197.809 197.810 198.064 198.065 198.066 198.067 198.068 198.069 198.070 198.071 198.072 198.073 198.074 198.075 198.076 198.077 198.078 198.122 198.123 198.124 198.125 198.126 198.544 198.545 198.546 198.547 198.548 198.549 198.550 198.575 198.577 199.109 199.110 199.111
Nombre comercial
Fecha de registro
Glucansa Procarbon Profagisol- Profansa Progastrol- Profansa Privicalcio- Profansa Profane- Profansa Prohistilina- Profansa Procinsal- Profansa Provitina- Profansa Profimina- Profansa Peroxina- Profansa Profasmina- Profansa Profadelfa- Profansa Profane- Profansa Proface- Profansa Pronutil- Profansa Profasmil- Profansa Profimil- Profansa Prohistidil- Profansa Prohepat- Profansa Prosulfamida- Profansa Profapenil- Profansa Prodionin- Profansa Piridoxol- Profansa Prolanger- Profansa Procalfitin- Profansa Piridoxinal- Profansa Ascorglufina- Profansa Profitin- Profansa Sacarina- Profansa Prohepatisan- Profansa Procafein- Profansa Calciocalmodolina- Profansa Profatiazol- Profansa
16-II-1947 16-II-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 1-III-1947 16-III-1947 16-III-1947 16-III-1947 16-III-1947 16-III-1947
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Carlos del Castillo Rodríguez, Rosa Basante Pol Registro 199.112 199.113 209.411 209.412 209.523 209.524 209.526 209.645 210.017 209.411 210.812 211.312 211.313 218.93822 219.912 222.575 227.807 227.808 227.810 230.592 231.222 231.223 221.224 221.225 221.226 221.227 221.228 231.825 231.895 231.896 231.897 231.898 231.899 231.900
Nombre comercial
Fecha de registro
Procafor- Profansa Anatensina- Profansa Phofosminal- Profansa Perosinal- Profansa Profagil- Profansa Proyodil- Profansa Pronervional- Profansa Profolin- Profansa Lacto- Profansa Profosminal Profercoviol Profansa Hepatisanon Proferrisinal Suporreumol
16-III-1947 16-III-1947 16-I-1948 16-I-1948 16-I-1948 16-I-1948 16-I-1948 16-I-1948 1-II-1948 16-II-1948 16-II-1948 1-III-1948 1-III-1948 1-XI-1948
Pentoasmol Profansa Suproden Profansa Tiazolepal Profansa Elpavical-A Profansa Epalvical-D Profansa Pas-Profansa Evofalin Profansa Evagisal Profansa Evaviges Profansa Evasanguin Profansa Evamenstrin Profansa Evanexin Profansa Evaflux Profansa Prodionina Profansa Provitol-A Profansa Provitol-D Profansa Profaticil Profansa Profatinol Profansa Profavitin Profansa Profebrine Profansa
1-XII-1948 1-III-1949 1-IX-1949 1-IX-1949 1-IX-1949 16-XII-1949 1-I-1950 1-I-1950 1-I-1950 1-I-1950 1-I-1950 1-I-1950 1-I-1950 16-I-1950 1-II-1950 1-II-1950 1-II-1950 1-II-1950 1-II-1950 1-II-1950
396
Laboratorios Profansa Registro 281.229 282.200 282.493 282.494 282.495 282.731 282.820 283.417 281.748 287.551 287.252 289.809 249.056 241.872 244.552 249.227 254.595 254.596 256.773 258.397 258.398 263.080 263.144 268.145 267.158 267.657 269.932 281.748
Nombre comercial
Fecha de registro
Evadilatur Profolina Profansa Profan-B Profansa Profan-C Profansa Profan-D Profansa Citroperoxal Profansa Profagaril Profansa Profan B-12 Profansa Ascorglucina Profansa Prodioninol Profansa Profolinil Profansa Escrotoerectil Profansa Tanidina Profansa Profolico Profansa Profagrispsan Profansa Supodrina Profansa Cuticilina Profansa Evacilina Profansa Penicela Evacilina Profansa Pronicot Profansa Anakoch Profansa Pronicotprofansa Anakoch Profansa Profanicot Anakoch Profansa Prorevulsin Profansa Reupiragen Pronicotin Profansa Profazoo Profansa K.O. Propenicila Profansa
16-II-1950 16-II-1950 16-II-1950 16-II-1950 16-II-1950 1-III-1950 1-III-1950 16-III-1950 1-IV-1950 16-VI-1950 16-VI-1950 5-IX-1950 1-XI-1950 16-XII-1950 16-III-1950 16-VIII-1951 1-II-1952 1-II-1952 16-IV-1952 1-VI-1952 1-VI-1952 1-XII-1952 1-XII-1952 1-XII-1952 1-IV-1953 16-IV-1953 16-VI-1953 1-VI-1954
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El sistema científico y tecnológico implantado durante los primeros años del franquismo, en los que la economía estuvo basada en los principios de autarquía, enfatizó los aspectos aplicados de la investigación básica. En este marco, el colectivo farmacéutico adquiere un especial protagonismo y lo hace desde distintos frentes: desde su actividad académica, tanto en las universidades como en el CSIC; desde la cómoda situación profesional que su diligente participación en la contienda y en el diseño del nuevo Estado deparaba a quienes se vincularon al Ejército; y desde la industria privada, motor de la renovación terapéutica y, en algún caso, refugio de los que optaron por el exilio interior. Este volumen recoge las aportaciones de un grupo de investigadores que, durante los últimos años, se han ocupado de estudiar las relaciones entre ciencia, farmacia y sociedad durante los ‘años grises’ del primer franquismo.
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Antonio González Bueno (Alhucemas, 1958) es catedrático de Historia de la Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid. Sus intereses investigadores se centran en el campo de la historia de la botánica y de la industria farmacéutica española. Es autor, con Raúl Rodríguez Nozal, de Entre el arte y la técnica. Los orígenes de la fabricación industrial del medicamento (2005) y coordinó El medicamento de fabricación industrial en la España contemporánea (2008). Alfredo Baratas Díaz (Madrid, 1963) es profesor titular de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense. Ha enfocado su investigación en temas relacionados con la historia de la biología en la España de los siglos xix y xx. Es autor de Introducción y desarrollo de la biología experimental en España entre 1868 y 1936 (1993).
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MINISTERIO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD
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62 Xavier Calvó-Monreal Polímeros e instrumentos. De la química a la biología molecular en Barcelona (1958-1977) 63 Francisco Villacorta Baños La regeneración técnica. La Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el extranjero (1910-1936) ISBN 978-84-00-09706-6
CSIC
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
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