La Eucaristia Privilegio Del Clero O Derecho De La Comunidad

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jesús equiza

la eucaristía, ¿privilegio del clero o derecho de la comunidad?

JESÚS EQUIZA

LA EUCARISTÍA, ¿PRIVILEGIO DEL CLERO O DERECHO DE LA COMUNIDAD

JESÚS EQUIZA

LA EUCARISTÍA, ¿PRIVILEGIO DEL CLERO O DERECHO DE LA COMUNIDAD?

Reservados todos los derechos © Jesús Equiza © Editorial Nueva Utopía Fernández de los Ríos, 2 Teléfono: 91 447 13 60 Fax: 91 445 45 44 ISBN: 84-87264-70-0 Depósito Legal: M.-41.411-1999 Impreso en ANZOS, Industria Gráfica La Zarzuela, 6 - Pol. Ind. Cordel de la Carrera 28940 Fuenlabrada (Madrid)

ÍNDICE Páginas INTRODUCCIÓN

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PARTE I LA EUCARISTÍA EN LA HISTORIA, MISTERIO DE COMUNIÓN I. LA EUCARISTÍA, ELEMENTO ESENCIAL DE LAIDENTIDAD CRISTIANA 1. Prehistoria de la Eucaristía cristiana 2. La Eucaristía de Jesús 3. La Eucaristía de las primeras comunidades cristianas 4. Clericalización de las comunidades cristianas 5. La Eucaristía genera comunión 6. La proyección social de la Eucaristía Anejo

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PARTE II COMUNIDAD CRISTIANA Y DERECHO A LA EUCARISTÍA II DESPROPORCIÓN ENTRE NÚMERO DE COMUNIDADES Y NÚMERO DE SACERDOTES 1. La crisis religioso-sacerdotal en el siglo xix 1.1. La exclaustración 1.2. La desamortización eclesiástica o el descenso de efectivos del clero secular Texto complementario: Los clérigos en el Valle de Aranguren. . (Navarra): año 1753 7

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Páginas 2. El descenso de sacerdotes en las décadas finales del siglo xx. 2.1. Aumento de vocaciones y ordenaciones eclesiásticas seculares y regulares durante las seis primeras décadas del siglo XX en España 2.2. Aumento de vocaciones sacerdotales seculares y regulares en Europa y en el mundo Conclusión

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III. DISCERNIMIENTO TEOLÓGICO 1. La Eucaristía es don a la Iglesia 1.1. Los Reformadores y el Concilio de Trento 1.2. El clericalismo litúrgico en los siglos xixy xx 2. Derecho de la comunidad cristiana a un pastor 2.1. No hay comunidad cristiana sin dirigente 2.2. Unidad de los ministerios de animación, presidencia y dirección en una misma persona Texto complementario: Celibato obligatorio y derecho de la comunidad a un sacerdote

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PARTE III LA CONCELEBRACIÓN DE AYER A HOY IV. LA CONCELEBRACIÓN: DESARROLLO Y EVOLUCIÓN 1. Historia de la concelebración 2. Recuperación de la concelebración 3. Concelebración y Concilio Vaticano II 4 Concelebración y documentos postconciliares 5. La concelebración hoy EPÍLOGO

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A todos los que valoran la Eucaristía como misterio profundo de Comunión. A todos los que desean participar en ella consciente y comunitariamente. A todos los que quieren llevarla a la vida.

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INTRODUCCIÓN Un libro más sobre la Eucaristía. Un libro pequeño que forma parte de una trilogía sobre el misterio eucarístico, elemento permanente del mensaje revelado y simultáneamente uno de los rasgos de la identidad cristiana. Lafides quae y lafides qua se encuentran frecuente y fecundamente en la Eucaristía. La teología, en cuanto reflexión rigurosa y sistemática sobre la Palabra de Dios al servicio de la fe de la comunidad, trata de actualizar el mensaje salvífico y hacerlo significativo para el creyente de hoy, lo mismo que ayer lo hizo para el creyente de ayer, y mañana lo hará para el creyente del futuro. No es de extrañar que, en momentos de gran cambio cultural y, consecuentemente, de crisis de fe, se repiense la vida desde la fe y, a su vez, la fe desde la vida, y se tomen especialmente en consideración aquellos aspectos de la existencia cristiana más interpelados (cuestionados) por los signos de los tiempos. La Eucaristía, verdad revelada y experiencia creyente, requiere una puesta al día, fiel a los orígenes, fiel a la tradición viva, fiel a los tiempos, tal y como se viene haciendo sobre todo desde el tiempo del Concilio Vaticano II. El círculo hermenéutico o teológico implica a los creyentes de base, a los teólogos profesionales y al magisterio; en ese orden y subsidiariamente. En esa línea, se presentan aquí tres temas, que tendrán su continuación un poco más tarde: La Eucaristía, misterio de comunión, ha sido uno de los aspectos más queridos y hasta entrañables de la tradición cristiana. Hoy su desarrollo cobra un interés añadido porque el marco de vivencia de la fe se ha hecho más conflictivo, sobre todo a nivel de macroambiente. El mundo es un pañuelo y la relación dialéctica entre los diversos colectivos que lo integran (Primer Mundo-Tercer Mundo) es patente. Además el pluralismo crece. Y la pregunta es:¿cómo vivir la eucaristía, misterio de comunión, en una sociedad tan diferenciada y con frecuencia enfrentada? La importancia de la Eucaristía dominical ha sido puesta de relieve a lo largo de la historia del cristianismo. El Concilio Vaticano II y documentos posteriores del magisterio han resaltado esa importancia. Sin embargo, se ha comenzado a 11

dejar sin Eucaristía dominical a comunidades creyentes rurales, con solera de siglos. Y ello, por la escasez creciente de sacerdotes. No hay tantos sacerdotes como comunidades. Y ni siquiera presidiendo un mismo sacerdote más de una comunidad se puede llegar al desiderátum de la misa dominical. La solución está en las ADAP (Asambleas dominicales en ausencia de presbítero), que son un hecho en varios países del mundo y ahora en el nuestro.¿Es válida esta solución? No hay incoherencia entre lo que se afirma de la Eucaristía ("La Iglesia celebra el misterio pascual cada ocho días en virtud de una tradición apostólica que se remonta al día mismo de la resurrección de Cristo.", "La Eucaristía es fuente y cima de toda evangelización.", "fuente y culminación de toda la vida cristiana.")...1 ¿Y la praxis? ¿No habrá que buscar otra solución al descenso del número de presbíteros-sacerdotes? La concelebración eucarística, reintroducida por el Concilio Vaticano II, respondió a un clamor en la Iglesia. Ha producido frutos abundantes. Teológicamente ha contribuido a expresar con mayor nitidez la unidad del sacrificio y del sacerdocio de Cristo y la unidad de la Iglesia. Pero, sobre todo, su eficacia ha sido pastoral. Ha contribuido no poco a dignificar la acción eucarística allí donde convivían religiosos sacerdotes (órdenes y congregaciones religiosas) y donde se reunían puntualmente sacerdotes (con ocasión de la práctica de ejercicios espirituales, de congresos de teología, de pastoral, etc.). La simultaneidad de misas en un mismo local constituía un grave problema de conciencia para muchos sacerdotes. Sin embargo, no todo el monte es orégano ni todo el valle, trigo dorado. Algunas concelebraciones sobre todo con ocasión de bodas y funerales, han sido (están siendo) presentadas como un signo de "distinción social". Así surge una nueva "clasificación" de los bautizados, una nueva estructuración en clases, incompatible con la conciencia de igualdad eclesial, refrendada por el Vaticano II. Es encomiable el criterio puesto en práctica por no pocas parroquias y diócesis restringiendo el número de sacerdotes concelebrantes. Con flexibilidad, es verdad. Pero, a la vez, con buen sentido eclesial-litúrgico. Todo lo que se dice en este volumen y se dirá en los siguientes procede del más hondo afecto a la Iglesia y no tiene otro fin que contribuir a su aggiornamento. La fe está llamada a crecer, y este crecimiento ha de tener muy en cuenta los signos de los tiempos, que no son cualquier cosa, sino aspiraciones profundas de la sociedad, que, por su difusión y frecuencia, se convierten en rasgos caracterizantes de una época. Pues bien, participar responsablemente en la realización de las propias exigencias e indigencias personales, jerarquizar las diver-

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Sacrosanctum concilium (SC) 107 y 10.

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sas tradiciones o derechos, dando prioridad a la de más alto rango, constituyen signos de nuestro tiempo que influyen en la reflexión teológica sobre la Eucaristía. No se trata, pues, de planteamientos caprichosos o abstractos sino de fidelidad a la propia fe. Los signos de los tiempos exigen una relectura de las Fuentes de la Revelación. Hoy se habla del lugar social y eclesial del teólogo, que no es otra cosa que el "desde dónde" se abre el libro Santo y se escucha la Palabra de Dios. Estos signos aportan un elemento nuevo a la interpretación del Evangelio. Son lugares teológicos, al menos en parte. A su vez, ese trozo rusiente de vida expresada en ellos ha de ser discernido desde la Biblia y la Tradición: "Es tarea del Pueblo de Dios y, sobre todo, de los pastores y teólogos -dice el Concilio Vaticano II- captar, discernir e interpretar con la ayuda del Espíritu Santo las diversas formas de hablar de nuestros días y juzgarlas a la luz de la Palabra de Dios, a fin de que la verdad revelada se reciba cada vez más completa, se entienda mejor y se presente de un modo más adecuado" } Hay, pues, una interacción entre los signos de los tiempos y la revelación que estimula a buscar un nuevo equilibrio entre existencia y Evangelio, entre vida cristiana y fe eucarística. Esto es lo que nos proponemos. Pamplona/Iruñea, 15 de febrero de 1998

Gaudium et Spes (GS) 45.

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PARTE I

LA EUCARISTÍA EN LA HISTORIA, MISTERIO DE COMUNIÓN

I. LA EUCARISTÍA, ELEMENTO ESENCIAL DE LA IDENTIDAD CRISTIANA Ante todo, conviene decir o repetir algo supersabido; la Eucaristía constituye uno de los rasgos esenciales de la identidad cristiana... Creer en Cristo implica seguirle y celebrarlo... Seguir a Cristo no quiere decir imitarle, sino inspirar la existencia en el Evangelio. Más que de calcar sus huellas (las de Cristo) se trata de suscitar actitudes en sintonía con su mensaje y en sintonía con la sensibilidad de los tiempos. Cristo inspira nuestra mentalidad, nuestros comportamientos. Creer en Cristo o ser cristiano significa amar a los hermanos. Pero ser cristiano significa también celebrar a Cristo en la Eucaristía. El día de Jueves Santo es la fecha o la fiesta de (o en que mejor se presenta) la identidad cristiana. Ese día se celebran los dos testamentos de Jesús de Nazaret: el testamento del amor: "Amaos los unos a los otros" y el testamento de la celebración: "Haced esto en memoria mía". Esta fiesta fue introducida con acierto. En el umbral (en la víspera) del gran Triduo Pascual, se nos recuerda y se nos hace experimentar la peculiaridad de la fe, que consiste en adherirse a Cristo en la fraternidad diaria y en celebrarle como al hombre nuevo, como al hijo de Dios salvador.

1. PREHISTORIA DE LA EUCARISTÍA CRISTIANA La Eucaristía que renovamos en la Comunidad Cristiana no es invención total de Jesús. La víspera de su pasión, Jesús se sentó a la mesa con sus discípulos, cenó con ellos y, en el curso de esa cena, hizo testamento, instituyó la Eucaristía. Pero no todo fue nuevo. Como todos sabemos, la Eucaristía es una comida o, mejor, un banquete. Todas las culturas han dado mucha importancia a la comida y, sobre todo, a los banquetes festivos o de amistad o de despedida. 17

En todas las culturas se distinguen comer y banquetear. a) Comer quiere decir asimilar vitaminas, reponer fuerzas. Es una función esencial del ser vivo... Pero comer se hace de cualquier manera: de pie, sentado, echado, de camino..., solo, con otros... Sobre todo solo. Ya veis lo que sucede hoy. En nuestras casas los días de labor apenas se puede comer juntos. Los horarios de trabajo dispersan a los miembros de la familia. b) En cambio, banquetear exige a los miembros del grupo comer juntos... El banquete o presupone una cierta amistad, o se propone crearla. Y, siempre, el banquete genera amistad o, por lo menos, (fraternidad) solidaridad... La mesa común va generando sentimientos comunes. Los antropólogos dan mucha importancia a la comida como expresión de identidad cultural. Los grupos, cuanto más vitales e intensos sean, valoran más la experiencia de estar juntos a la mesa o simplemente comiendo. Una familia bien avenida no descuida la gastronomía. Un grupo étnico, en el seno de una etnia diferente, experimenta el placer de la alimentación, pero, sobre todo, aprecia las relaciones sociales, los vínculos que les unen entre sí y, a la vez, los distinguen del resto de sus semejantes. "El comer y el compartir la mesa tienen una función central en toda cultura, al decir de los antropólogos"1. La historia etnológica ofrece situaciones límite al ser vulneradas las reglas, las normas, los hábitos culturales, cuando hay coacción de por medio. Y no es por capricho o por debilidad. "En todas las sociedades, ya sean simples o complejas, el comer es la primera forma de iniciar y mantener relaciones humanas... Cuando un antropólogo descubre cuándo, cómo, dónde y con quién se come el alimento, puede deducir ya las demás relaciones existentes entre los miembros de esa sociedad... "Conocer qué, cómo, cuándo, dónde y con quién se come es conocer la naturaleza de esa sociedad"2. En Israel, en tiempo de Jesús, se daba mucha importancia a la comida especial, o comida de amistad o comida festiva, esto es, al banquete. La llamaban haburat (singular), haburot (plural)... El haburat tenía una estructura concreta y estaba envuelta en un clima de experiencia religiosa comunitaria... Su estructura era la misma que la de la Cena Pascual. Sólo había una diferencia: en la cena pascual el núcleo estaba constituido por estos tres elementos:

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AGUIRRE, R., La mesa compartida, Sal Terrae, Santander, 1995, 26 FARB, T., ARMELAJOS, G., Consuming passinos, Antropology of eating, Boston 1980, 211, citado por Aguirrre, R. ¡bidem. 2

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• bendición del pan y distribución del mismo, por el cabeza de familia; • degustación del cordero pascual; • bendición y distribución de la copa. En las comidas festivas, también tenían lugar la bendición del pan y su rotura y distribución, así como la bendición y distribución de la copa, pero no era obligatorio el cordero, sino que este elemento era de libre elección. En su vida pública, Jesús participó muchas veces en comidas. Se encarnó en los hábitos de aquel pueblo. Los sinópticos lo hacen constar... Sin duda, registran los casos más escandalosos: "Cuando se iba de allí, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: "Sigúeme". Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa, en casa de Mateo, vinieron muchos publícanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y los discípulos. Al verlo, los fariseos decían a los discípulos. "Por qué come vuestro maestro con los pecadores y los publícanos?" Mas él, al oírlo, dijo: "No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mt. 9, 9-13; Me. 2, 13-17)3 Resulta escandaloso que Jesús se siente a la mesa con un publicano, que era miembro del grupo repulsivo, indeseable, de los colaboracionistas de los romanos. Ese gesto supone que Jesús comparte la causa de Mateo o/y que Mateo se ha convertido. Parecida observación hace el evangelista Lucas (16, 1-10) a la conversación de Jesús con Zaqueo, jefe de publícanos y rico. En realidad, Lucas pone de relieve la frecuencia de la mesa común de Jesús con contemporáneos suyos. Son tres categorías de personas aquellas con las que come Jesús: publicanos o pecadores, fariseos, discípulos. A) La sociedad judía era diversificada en sus componentes y contenía materialmente, entre otras, la categoría de los disidentes amigos de los romanos (publicanos), o, mejor, los excluía... Jesús quiere romper ese esquema, quiere acoger a todos, y aprovecha la ocasión de la comida. Hay tres textos alusivos a este hecho, manifestativos del escándalo (indignación) de los judíos: Lucas 5, 27-39: comida en casa de Mateo. "Más tarde, al salir, vio a un recaudador llamado Leví, sentado al mostrador de sus impuestos, y le dijo: "Sigúeme". Él dejándolo todo se levantó y le siguió. 3

Nuevo Testamento, Traducción de Mateos, J. con la colaboración de Alonso Schokel, L.

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Leví le ofreció en su casa un gran banquete, y estaban recostados a la mesa con ellos un gran número de recaudadores y otra gente. Los fariseos y los letrados de su partido protestaban contra los discípulos diciendo: ¿se puede saber por qué coméis y bebéis con recaudadores y descreídos? Jesús les replicó: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores, para que se arrepientan." Ni la comunidad cristiana, como aparece en Lucas, ni Jesús como aparece en Marcos (2, 13-17) y en Mateo (9, 9-13) pueden marginar a nadie, pueden excluir o excluirse de la mesa común. El lenguaje convival es más expresivo que las palabras. ¡Qué bien lo captan los fariseos y escribas! En el Reino de Dios no caben fronteras étnicas, ni de impureza ritual ni de desigualdad social. Varias perícopas lucanas (en torno al comer y beber) se complementan para mostrar la apertura sin límites del proyecto de Jesús (cfr. Le. 15, lss; 19, 1-10; He. 11, lss) Lucas 14-15: Jesús suele comer con pecadores. Lucas quiere disipar toda duda de con quién come y bebe Jesús. No sólo acepta el reproche de comer y beber con los (pecadores) excluidos, sino que se gloría de ello (7, 34-35), convirtiendo este uso social en hábito. Jesús acostumbra a sentarse a la mesa con los proscritos de la sociedad: "Sucedió que un día fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban acechando. Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los juristas y fariseos, preguntó: 'Está permitido curar los sábados o no'. Ellos se quedaron callados. Jesús cogió al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: 'Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? Y se quedaron sin respuesta.'" Esta polémica sobre el sábado arranca de una comida, participada por Jesús, en casa de un fariseo, y le da pie para ofrecer consejos a los convidados a los banquetes (14, 7-14); y al que le había invitado, le dijo: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para corresponder y quedes pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y dichoso tú entonces porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos." (14, 12-14) A renglón seguido, Lucas narra la parábola del gran banquete (14, 16-24) Todos están invitados al Reino de Dios... Si hay privilegiados, son los marginados de la sociedad. Lo que hay que hacer es aceptar la invitación concreta de Dios. Los engreídos la rechazan, los humildes la aceptan... El inicio del cap. 15 muestra el hecho visible de las relaciones sociales de Jesús con recaudadores y descreídos, y la práctica frecuente de las comidas compartidas con ellos, llegando hasta el escándalo: 20

"Recaudadores y descreídos solían acercarse en masa para escucharlo. Los fariseos y los letrados lo criticaban diciendo: 'Ése acoge a los descreídos y come con ellos.'" (15, 1-2) Entonces, Jesús les narra tres parábolas: la de la oveja perdida (15, 3-10), la de la moneda perdida (15, 8-10) y la de el hijo pródigo (15, 11-32) en las que desarrolla el mensaje de la universalidad de su Reino, expuesto sintética y simbólicamente en la acción de comer con los marginados. Lucas 19, 1-10: El caso de Zaqueo. "Entró Jesús en Jericó y empezó a atravesar la ciudad. En esto un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores y muy rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Para verlo se adelantó corriendo y se subió a una higuera porque tenía que pasar por allí. Al llegar a aquel sitio, levantó Jesús la vista y le dijo: "Zaqueo baja, que hoy tengo que hospedarme en tu casa". Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver aquello, murmuraban todos: 'Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador'. Zaqueo se puso en pie y le dijo al Señor: "Mira, la mitad de los bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces". Jesús le contestó: 'Hoy ha llegado la salvación a esta casa; también él es hijo de Abrahan. Porque este Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.'" Lucas sitúa el hecho en Jericó, ciudad prerromana y romana de gran vitalidad, dotada de servicios aduaneros, en su viaje a Jerusalén (17, 11). Allí se encuentra con los recaudadores (19, 1) y restablece la dialéctica de otras coyunturas parecidas. Jesús ofrece el Reino a todos, incluidos los recaudadores... y lo hace invitándose él mismo a alojarse, a entrar en casa de uno de ellos. Jesús quiere mostrarles que Zaqueo es hijo de Abrahan (19, 9), que es capaz de salvación. Y la respuesta es lógica en Zaqueo y en los presentes (en todos). Zaqueo se convierte y comparte la causa de Jesús (la mesa común hace sintonizar a los comensales), y los demás critican a Jesús por ese mismo motivo, por sintonizar con un excluido, compartiendo su casa, y sentándose a su mesa. Una vez más Jesús rompe los esquemas reduccionistas y excluyentes de sus contemporáneos, que dan por perdidos a esos grupos. Y concluye, como había concluido las parábolas del cap. 15: "Este Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo" (19, 10). B) También llaman la atención en el evangelio de Lucas un segundo tipo de banquetes: los banquetes de Jesús en casa de los fariseos: Son tres momentos de especial significación en la perspectiva de los planteamientos de Jesús: 21

7, 36-38: Un fariseo lo invitó a comer con él. Jesús entró en casa del fariseo y se recostó a la mesa. En esto, una mujer llegó con un frasco de perfume y empezó a regarle los pies con sus lágrimas. 11, 37-39: Apenas terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. El entró y se puso a la mesa. El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer... 14, 1-2: Sucedió que un sábado fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos, y ellos lo estaban acechando. Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía... Hay una gran similitud en el escenario de los tres coloquios. Al decir de los especialistas, en los tres casos se usa el género literario llamado "simposio". Es una conversación de sobremesa que tiene su ritmo y sus reglas. Hay un anfitrión de prestancia, que organiza la comida, a la que ha invitado a una persona destacada, que es nombrada, y a otras que no son presentadas. La conversación gira en torno a un tema relevante en el que el invitado principal lleva la voz cantante4. Las situaciones son análogas en los tres casos; en parte se parecen y, en parte, se diferencian. Son tres casos de exclusión social y religiosa, que Jesús denuncia como opuestos al mensaje de salvación ofrecido por él... Especifiquemos: Lucas 7, 36-50: Se trata del encuentro de Jesús con una mujer pecadora pública (probablemente una prostituta) en casa de un fariseo, el fariseo Simón, en el marco de un banquete. Hay discusión, entre los expertos, sobre algunos aspectos de esta perícopa, sobre dos principalmente: 1) ¿Existe relación entre Le. 7, 36-50; Me. 14, 3-9 y Jn. 12, 1-8, ya que en todos ellos se habla de unción de Jesús por parte de una mujer en el curso de una comida, y de protesta de alguno de los presentes por la aceptación de ese gesto por parte de Jesús? 2) El amor, ¿es causa o efecto del perdón?5 Sea de ello lo que sea, lo que queda fuera de duda es la actitud acogedora de

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AGUIRRE, R., op. cit., p. 69.

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En la primera parte del versículo 47 el amor aparece como causa del perdón; en la segunda es su efecto. Esta antinomia procede de que el texto de la perícopa es heterogéneo. En los versículos 37-38, 44-46 los gestos de la mujer demuestran un gran amor, que le merece el perdón de sus faltas; de ahí la conclusión del 47. Pero en 40-43 se ha incluido una parábola cuya lección es la inversa: un perdón mayor produce un amor mayor; de ahí la conclusión 47a. (Biblia de Jerusalén)

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Jesús... Las prostitutas también están llamadas al Reino de Dios. Jesús rompe, en nombre de Dios, con las convenciones establecidas y con el orden social. No lo hace simplemente como expresión de anomía o de desintegración social sino en nombre de otra visión del orden social y de unos valores alternativos. Propugna la reintegración de los excluidos del pueblo, en lugar de mantener su exclusión y alejamiento. Contra lo que Simón piensa (7, 39), Jesús es profeta, pero de un Dios que se afirma como misericordia y no como santidad; que se acerca con su perdón, del que todos necesitan y que es mejor aceptado por quien tiene conciencia de su pecado y no se atrinchera en su pretendida santidad y justicia (7, 2930; 18,9-14)6. Lucas 11, 37-54: Este texto y su similar 20,45-47 son la refundición de varias fuentes. Aquí Lucas depende de la fuente común a Mateo (Q) y, en 20,45-47, de Marcos. En ambos lugares trata el mismo tema y aporta elementos propios. Invitado a comer por un fariseo, Jesús no se lava las manos, vulnerando una tradición de purificación ritual, tan importante para los fariseos cumplidores de la Ley. En la sobremesa (se trata de un simposio), surge un debate sobre la esencia de la pureza religiosa. Para los fariseos, la pureza ritual, tal como la practican, genera la pureza moral. Jesús no está de acuerdo con ello. Para él, la limpieza que cuenta es la interior, la que consiste en actitudes sinceras y auténticas. La exterior, sin la interior, no vale nada. Es un desorden religioso... También esos impuros rituales están llamados al Reino de Dios. La fe no ha de ser una cuestión ritual o exterior... Ha de ser interior, vital y visible. Jesús se sitúa en línea profética y critica severamente el formalismo cultural de los fariseos tipificando tres casos de hipocresía (11. 39-44), al mismo tiempo que sienta en el banquillo a los juristas haciéndoles ver que son injustos y aduce tres graves cargos (11 45-52) en la interpretación e intimación de la Ley distribuyendo las cargas sin equidad y bloqueando el acceso a Dios. Tanto en Israel como en la comunidad cristiana la verdadera santidad, el verdadero honor ha de consistir en el amor a Dios y a los hombres, en la justicia, en la limosna (11. 41), en el respeto, en el servicio, no en detalles inconsistentes, vacíos, vanidosos y, menos, en desconsideración para con el pueblo... Lucas 14, 1-24: Alusión a varios banquetes. Lucas ha reunido referencias a varios banquetes para mostrar una vez más el carácter abierto de su Reino. Así como los banquetes auténticos son máximamente hospitalarios, así es la acogida de Dios. Y, así como los banquetes de

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AGUIRRE, R., op. cit., 73.

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mayor calidad son los que no rentabilizan inmediatamente, así ha de ser la comunidad de sus seguidores. A ella están invitados todos, incluidos y preferidos los marginados y proscritos de aquella sociedad, de Israel. La escena es un simposio en que el invitado de honor es Jesús; el anfitrión y el resto de comensales son fariseos y ricos. La conversación gira en torno a la naturaleza del sábado, tema sugerido por un hecho escandaloso para los fariseos: Jesús ha curado a un enfermo en sábado, quebrantando gravemente la santidad del sábado (14, 1-6). La ubicación de este texto en sábado y en el marco de una comida "hace suponer -dice H. J. Degenhardt7- que Lucas dirige estas exhortaciones a los cristianos de su tiempo. Parece ser que en las celebraciones comunitarias se habían introducido prácticas negativas o, al menos, que había peligro de ello. Lucas insiste en la necesidad de un cambio de mentalidad de los que participan en la Eucaristía, incluidos los dueños de las casas. Luego, los versos 25-35, las exigencias de los discípulos de Jesús, son dirigidos a la multitud. Pertenecer a los seguidores de Jesús presupone una decisión firme con graves consecuencias: "al que esté dispuesto a colaborar en la obra de Jesús, se le exigirá mucho". Jesús no está de acuerdo con la observancia casuístico-formalística del sábado, vigente en su tiempo. Más que a un día de liberación se asemeja a una red que atrapa al israelita y lo oprime. Está tan rodeado de tabúes que en él no se pueden ejercitar ni las más elementales acciones humanas, bien sean de realización personal, bien sean de servicio al prójimo: "Y si un pobre, desde fuera de la casa, alarga la mano al propietario, que está en el interior, llevando y tomando algo, comete falta"8. El sábado, originalmente, fue jornada de descanso (Ex. 20, 8; 23, 12; 23, 3) y, más adelante, de fiesta (Dt. 5, 12). En todo caso, de liberación. Jesús quiere ser fiel a esa mística liberadora. Jesús observa un reposo liberador... Curar a un enfermo, a un hidrópico, no sólo no constituye violación alguna del descanso sabático sino su más genuina interpretación y su más fiel observancia. Ahí está la diferencia. Para los fariseos el sábado es una ley opresora, mientras que para Jesús es una experiencia humanizadora. Tal vez, para los fariseos sea un día de intereses. Jesús les interpela "ad hominem ": "Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado? Y se quedaron sin respuesta." (14, 5-6) Los conculcadores humanizantes del sábado tienen cabida en el Reino de Dios. Jesús, consciente de los valores antropológicos del convite, aconseja a los convidados que vayan a los banquetes con ánimo de compartir, no de figurar o 1 8

Lucas Evangelista der Armen, Verlag Katholisches Bilble Werk, Stuttgart, 1965, pp. 97-98. Talmud, Sabat, 1, 11.

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de conseguir otros fines (14, 8-11). A los anfitriones les dice que no busquen intereses, al invitar, sino que ofrezcan una hospitalidad desinteresada: "Cuando des un banquete, invita a pobres, a lisiados, a cojos y a ciegos; y dichoso tu entonces porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos." (14, 12-14) Así es el banquete del Reino de Dios, totalmente gratuito. Están invitados todos, preferencialmente los pobres, los que no cuentan, que son los más proclives a aceptar la invitación. (14, 15-24) C) Jesús participó en comidas, de invitado. Pero también él invitó a sus discípulos. La cena de despedida, narrada o transmitida por los sinópticos y por Pablo, y las comidas del Resucitado forman parte de la pedagogía salvífica de Jesús... De ellas tratamos en los apartados siguientes. En síntesis, podemos decir que Jesús valoró los convites como experiencia antropológica de comunicación personal. En ellos, y desde ellos, compartió sus ideales más profundos, expresó sin reticencias su sintonía con todos, incluidos los marginados, los proscritos de aquella sociedad, despertó el rechazo de los que no querían compartir su escala de valores, hasta el escándalo... Jesús actuó así por convicción; no, por inconsciencia.... "A los que se escandalizaban de su comportamiento, Jesús les responde que él no puede actuar de otra manera, porque es el médico cuya misión es estar con los enfermos. Jesús come con los pecadores porque es una manera de salirles al encuentro, de ofrecerles el perdón capaz de curar las heridas abiertas por el pecado. Sentándose con ellos a la mesa, les hace sentirse de nuevo en casa, en familia, les ayuda a establecer relaciones de solidaridad, de fraternidad, de acogida, de igualdad... Sólo así podrán reintegrarse en la comunidad y superar su marginación. Sólo así podrán recuperar la salud perdida."9 Actuando desde la cercanía, Jesús realizaba su misión, mostraba el verdadero rostro de Dios: "El Dios de Jesús no tiene nada que ver con el Dios de los escribas y fariseos, que, para proteger su santidad, necesita apartar de sí a los malos. El Dios de Jesús no busca excluir a los pecadores sino, al contrario, incluirlos y sentarlos a la mesa en el banquete de su Reino para celebrar con ellos la fiesta del perdón y la alegría. Jesús, en sus comidas con los pecadores, ya está haciendo presente el Reino de Dios"10. Estas comidas tenían lugar los sábados o/y en algunos momentos especiales. La cena pascual tenía el mismo o mayor relieve... Jesús comió con sus discípulos y aceptó invitaciones de publícanos, pecadores e, incluso, fariseos. ' VVAA. El auténtico rostro de Jesús, EVD, Estella, 1996, 40. 10 Ibidem.

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La misma multiplicación de los panes es interpretada por algunos como una de estas comidas, como un haburat... Y el Reino de los cielos se parece a un haburat: a un banquete, al que son invitados muchos, primero unos, luego todos. Pero no todos entran. Pues bien, éstos no tendrán parte en el Reino. No compartirán la Causa del Rey, de Dios Padre. Jesús es un adulto: ha asumido la responsabilidad de anunciar el Reino de Dios..., y hace signos que sugieren que los nuevos tiempos están llegando, que Dios es Padre, que acoge a todos, especialmente a los marginados... Uno de esos signos son las comidas con los pecadores.

2. LA EUCARISTÍA DE JESÚS Jesús fue hombre de verdad. Dios se encarnó o se humanizó en Jesús. Y no de mentirijillas, sino de verdad... Por ser realmente hombre, Jesús estaba llamado a morir... Jesús tenía que morir porque era hombre... Pero Jesús murió así, trágicamente, porque era tal hombre. Porque era un profeta y los profetas morían de muerte violenta. Isaías y Jeremías perecieron violentamente. Jesús veía que lo iban a exterminar. Era consciente de que la dinámica de los hechos le llevaba a un rápido final. Él no se arredró. Como todos los años, subió a Jerusalén a celebrar la Pascua... El clima era tenso y él hizo su testamento... Antes de ser exterminado, quiso dejarles su mensaje más profundo: la síntesis de su verdad. Esto es lo que suelen hacer las personas maduras; unas recomendaciones urgentes, que luego suelen ser recordadas. Los tres sinópticos, Pablo y Juan, a su estilo, nos presentan el clima de inquietud en Jerusalén: los escribas y fariseos, los príncipes conspiran contra Jesús, y Judas le traiciona... Entonces, según los tres sinópticos, Jesús preside la cena pascual y es en ella donde les abre su alma... Más o menos, las cosas habrían sucedido así (en tiempo de Jesús la cena pascual se desarrollaba aproximadamente de esta manera): 1) Al principio se pronunciaba sobre una copa de vino una doble bendición de la fiesta y del vino. 2) Después los comensales se lavaban la mano derecha y comían una especie de aperitivo: unas hierbas amargas mojadas en salsa salada y masticadas a conciencia, que evocaban la amargura de los años de la cautividad. 26

PARTE PRINCIPAL 3) El Padre de familia hacia el haggadá, esto es, recordaba el sentido de la fiesta y el simbolismo de los diversos alimentos: el pan ácimo (o sin levadura) representaba el pan que no había fermentado, por falta de tiempo, en la noche del éxodo; el cordero evocaba la primera pascua cuya sangre aplicada a las puertas de sus casas había preservado a los hebreos de los efectos del ángel exterminador; el vino era el símbolo de la alegría y de la acción de gracias debida a los beneficios de Dios. 4) Se recitaba una primera parte del Hallel (Salmos 113-114). 5) Se bebía una segunda copa de vino. 6) El padre de Familia bendecía el pan, se partía, y se distribuía. 7) Se comía el cordero pascual. 8) El Padre de Familia bendecía la tercera copa y la hacía circular de mano en mano (es dudoso que se hiciera circular otra copa) 9) Se terminaba la cena con la segunda parte de la oración del Hallel. La parte central, pues, se componía de tres acciones: - bendición, rompimiento y distribución del pan. - degustación del cordero. - bendición y circulación de la copa. Jesús, israelita fiel, se inculturó en su tierra, en su tiempo, en sus hábitos humanos, religiosos y, por tanto, también en el ritual de la Pascua. Aplicó la normativa y vivió con intensidad todo el banquete, pero especialmente el núcleo central... Las solemnes oraciones de bendición del pan y del vino (que probabilísimamente se conservan) fueron iniciadas y mudadas-actualizadas en el curso de la recitación. Pudiera ser que Jesús no hubiese celebrado la primera eucaristía en el marco de la cena pascual judía. Hay argumentos a favor y en contra. a) A favor, los relatos de los tres sinópticos, que hablan expresamente de la Cena Pascual judía. "Se acercaba la Pascua... o el primer día de los ácimos (Mt 26, 17ss; Le. 22, 7-13; Me. 14, 12-16) y le dijeron ¿dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?" Hay exegetas que defienden esta hipótesis. Su jefe de fila es J. Jeremías que ha reunido catorce argumentos para ubicar la primera eucaristía en la cena pascual judía". Cada vez son menos los que le siguen. León Dufour analiza uno a uno los argumentos de J. Jeremías y muestra su inconsistenLa última cena. Las palabras de Jesús, Cristiandad, Madrid, 1980, 13-92, especialmente 42-64.

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cia12. Y termina: "Ninguno de los catorce argumentos aducidos por Jeremías en favor de la comida pascual es decisivo. Además, el autor mismo no está muy convencido, ya que, después de haber refutado las objeciones contra la comida de rito pascual, concluye: "Tanto la sentencia de Jesús sobre la renuncia a beber vino otra vez como las palabras explicativas y el mandato de repetir todo aquello, sólo pueden entenderse plenamente en el contexto del rito pascual. Con todo hay que recalcar que la última cena de Jesús estuvo rodeada de una atmósfera pascual aun en el caso de que se celebrara la tarde anterior a la Pascua."13 J. Jeremías no da importancia a las cenas solemnes, a las comidas de amistad, a las cenas de bendición, contentándose con referirse a la cena pascual y a las comidas ordinarias. b) En contra están los dos textos de Jn 18, 28: ("Ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así comer la pascua") y 19, 31 ("Los judíos como era el día de la Parasceve o Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz, en sábado -porque aquel sábado era muy solemne- rogaron a Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran"). Luego Jesús fue condenado a muerte y ejecutado antes de la cena pascual que se tomaba aquel día al atardecer. El fue izado en cruz hacia las doce del mediodía y murió hacia las tres de la tarde... Resulta chocante que en los relatos institucionales no haya ninguna referencia al cordero pascual, siendo así que constituía el centro de la cena de la Pascua y que estaba ausente en las comidas de amistad. Además, la coincidencia cena pascual-Eucaristía hubiese conllevado vulneraciones muy graves de la ley judía, ya que todo el proceso de Jesús hubiese tenido lugar dentro de la Pascua en su primer día que era sábado. Difícilmente cabe pensar en violaciones mayores del descanso y de la santidad sabáticos para aquellos mismos que condenaban y mataban a Jesús en nombre de la ley. Para resolver esta duda, algunos apelan a un calendario solar antiguo, que había sido oficial en Israel y que ya no lo era. Solamente lo usaban los esenios, como lo prueban los documentos de Qumran y, según él, la cena pascual habría tenido lugar el martes anterior14 12

La fracción del pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid, 1983, pp. 377-378. " La última cena, ... 92; cfr. DUFOUR, L., op. cit., p. 378. 14 JAUBERT, A., La date de la Cene, Gabalda, París, 1957; DESCAMPS, A., Los orígenes de la Eucaristía, en Varios; La Eucaristía símboloy realidad, Studium, Madrid, 1973, pp. 71-83.

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Otros, en cambio, dicen que Jesús, previendo su fin, habría invitado a los discípulos a una cena de amistad o de fiesta, a una cena de despedida, a un haburat y allí habría revelado su testamento... Sea de ello lo que sea, el resultado es el mismo. El contexto pascual de la muerte y de la resurrección de Jesús presenta estos hechos como la realización plena del éxodo o pascua judía.

PRIMER BLOQUE DE TEXTOS: LOS RELATOS DE LA INSTITUCIÓN 15 2.1 Los cuatro relatos aparecen íntegros en todos los códices, con la única excepción de Luc. 22, 9: "que es dado por vosotros Haced esto en memoria mía" que es omitido por D. Vetus Latina y el verso 19 que es colocado entre el 16 y el 17 por Vetus Latina, Sir-Sin y Sir-Cur. Le 22, 20: "Y la copa, lo mismo, después de cenar, diciendo: Esta copa (es) la nueva alianza en mi sangre que es derramada por vosotros." Es omitido por Vetus Latina y Sir-Cur El texto literariamente más antiguo es el de Pablo en 1 Cor 11, 23-25. Tiene afinidad con él, pero es independiente, el de Luc. 22, 15-20. Es independiente también el texto de Marcos 14, 22-25, repetido con divergencias en Mt 26, 26-29. A esto hay que añadir Juan 6, 57: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le voy a dar es mi carne para la vida del mundo." Son la forma joánica de las palabras pronunciadas sobre el pan.

" Véanse los Relatos Eucarísticos, (Anejo), cuadro tomado de VVAA, La Eucaristía en la Biblia, Estella, 1996,31.

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2.2 La tradición marcana es más sobria que la paulina en cuanto al pan: Mateo Marcos Tomad, comed, Tomad este es mi esto es mi cuerpo, cuerpo.

Lucas Pablo Éste es mi cuerpo que es dado por vosotros. Haced esto en conmemoración mía.

Parece ser que la mayor amplitud dada por Pablo y Lucas se debe a razones litúrgicas: a la tendencia a construir períodos paralelos. En cuanto al vino: Mateo Marcos Ésta es mi sangre de la alianza.

Lucas Pablo Esta copa es la nueva alianza en mi sangre.

La formulación de Lucas y Pablo es más complicada. "Sospechamos -dice J. Jeremías- que la formulación un poco más complicada de Pablo y Lucas obedece el deseo de evitar toda apariencia de que se bebía la sangre'"6 2.3 Marcos y Mateo hablan de alianza, refiriéndose a Ex. 24, 4-8, sin duda subrayando la continuidad. Pablo y Lucas hablan de alianza nueva, citando a Jeremías 31,31 poniendo de relieve la discontinuidad-ruptura-superación entre ambas alianzas. Las convergencias entre ambas tradiciones son importantes: ambas coinciden en lo substancial: Aápete TOÜTO TÓ o á u á uou TOÜTO TÓ aíuá uou xfji; Sia6Tp

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