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Castellano; Castilian Pages 189 [192] Year 1973
caian) Mao
aja
LOS INDIOS CONTINUAN ODIANDO A BUFALO BILL Pese a varios siglos de heroísmo blanco, incluidas las hazañas de Búfalo Bill y sus nada heroicas matanzas de búfalos y personas, las tribus indígenas del territorio norteamericano continúan rebelándose contra el poder opresor de los blancos. La rebelión de los Sioux en Wounded Knee, en 1973, puso
a la orden del día, nuevamente, la miseria lamentable de esas minorías numerosas Capaces de enfrentarse a la industrializada y “civilizada” maquinaria militar y social del pueblo aparentemente más poderoso de la Tierra. El libro que hoy presentamos da, en efecto, una maravillosa visión de lo que ha hecho la democracia norteamericana con los pueblos y minorías raciales que tuvieron la desgracia de desarrollarse en ese cruento territorio de los Estados Unidos. Es una historia y un testimonio actual, a la vez, de lo ue representa “el más poeroso de los pueblos de la
- COLECCIÓN
BUDA voómo=.o0o
CONSEJO
EDITORIAL:
GUILLERMO
MENDIZÁBAL
EDUARDO EDGAR
LIZALDE
CEBALLOS
LILIA ARAGÓN
LIZALDE
MARIANA VALENZUELA
HISTORIA DEL DULCE TRATO DADO A LOS INDIOS POR LOS YANQUIS
EDITORIAL
POSADA,
$. A.
O
Editorial
Posada,
Derechos Eleuterio
Reservados
Méndez
11, Col. Churubusco.
Portada:
Rogelio
Naranjo
México 21, D. F.
S. A.
INDICE CAPITULO Wounded
1 Knee
1973
............ooococoncocccccor...
9
....................
29
.....................
55
CAPITULO II Wounded Knee
(Segunda
CAPITULO III Wounded Knee
(Tercera
CAPITULO IV Toro Sentado y la gran
Parte) Parte)
reservación
CAPITULO V La Danza de los Espíritus
Sioux
.........
83
..........oobooommommm.o.oo..
115
CAPITULO VI Mi corazón enterrado
en Wounded
............
129
CAPITULO VII La vida de los indios
.............ooooooooomoom.o.o...
141
..........ooooonooommomrencannonos.
153
CAPITULO VII Los nuevos indios
CAPITULO
Knee
IX
Proclamación
de los indios
de Alcatraz
(Por indios de todas las tribus)
BIBLIOGRAFÍA
....................:.
. .. ..coccococoncccacanco raro ro
173
189
Toro Sentado, jefe sioux
CAPITULO WOUNDED (Primera
KNEE
1 1973
Parte)
Una india llamada Littlefeather La noche
del
27
de
marzo
de
1973,
la atención
de centenares de millones de televidentes del mundo entero estuvo pendiente de lo que sucedía en cierto teatro de Hollywood. La Academia de Ciencias Cinematográficas estaba concediendo en ese momento los famosos Oscares a los personajes de la industria fílmica que más se habían distinguido durante el año anterior. Había gran expectación por saber si no habría problemas al conceder el premio a la mejor actuación masculina. ¿Por qué? ¿Había algo de particular en alguno de los candidatos seleccionados? Era que uno de los más firmes candidatos al 11
12
MARIANA
VALENZUELA
premio había declarado en días anteriores que no pensaba aceptar el galardón. Y que no perdieran el tiempo en concedérselo. Transcurrieron los minutos, y según se iba acer-
cando el momento tan esperado, crecía también la tensión en el ambiente. ¿Cumpliría Marlon Bran-. do su amenaza? ¿Se negaría a recibir el Oscar como
antes que él hizo el actor George C. Scott? ¿Aparecería en el último segundo para contar una anécdota chistosa y hacer. como que se emocionaba al tener en sus manos la presea recubierta por una delgada capa de oro? De pronto sonó en el aire el nombre del ganador. Y entonces esperaron todos en silencio, pen-
dientes de que Brando, el hombre
rebelde, diera la
suradamente
se presentó
gran sorpresa. ¡Y vaya si la dio!... Porque de un rincón de la sala, perdida en el mar de invitados a la fiesta, asomó la cabeza una linda joven vestida de india sioux. Caminó aprehasta
el escenario,
a sí
misma como Sasheen Littlefeather, y pronunció estas palabras: —El señor Brando se disculpa por no estar aquí para decir a ustedes que no puede aceptar ningún premio de una industria que tan mal ha tratado a los indios norteamericanos. Al escuchar este breve discurso no faltaron los que torcieron el gesto, pero hubo muchos más que sintieron curiosidad. Y quisieron saber entonces qué tanto había de cierto en lo que dijo la representante de Brando. Entonces, tal vez por primera
REBELIÓN
Y
MISERIA
DE
LOS
INDIOS
SIOUX
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vez en su vida, leyeron la página política de los periódicos y se enteraron de que en el estado de Dakota del Sur existía una población llamada Wounded Knee, donde los indios se estaban enfrentando a las fuerzas del orden. ¿Qué era lo que estaba sucediendo en ese lugar, y por qué declaró más tarde Marlon Brando que en lugar de ir a Hollywood prefería visitar a sus amigos de Wounded Knee? Una ojeada a Wounded Knee
Wounded Knee es una pequeña aldea situada en el corazón de la reservación de Pine Ridge en Dakota del Sur. El nombre de Wounded Knee y el de sus ocupantes, los Sioux Oglala ha ocupado los encabezados de los periódicos desde el 27 de febrero de este año de 1973, Pero la fama de Wounded Knee no es reciente: en el siglo pasado tuvo gran importancia histórica. ¿Por
qué?,
el
28
de
diciembre
de
1890,
se
libró
bajo su cielo la última batalla de las guerras indias iniciadas en el siglo XVII. Un puñado de indios Sioux se refugió en ese lugar, huyendo de un último
movimiento
de rebelión,
nacido
de la creencia
de que el Mesías vendría para devolver a los indios sus inmensas praderas arrebatadas por los colonos blancos y sus innumerables búfalos. Las autoridades federales hicieron avanzar a la tropa, y el 15 de diciembre, el famoso
jefe Sioux,
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MARTANA
VALENZUELA *
Toro Sentado, fue muerto cuando la policía pretendía arrestarlo. El 28 de diciembre de 1890, Wounded Knee fue tomado por asalto por la * “gloriosa” caballería: 120 hombres, 230 mujeres y niños perdieron la vida. Tal fue el.epílogo de una larga lucha en la cual fueron vencidos unos de los primeros ocupantes del Nuevo Mundo. Desde
entonces,
Wounded
Knee
fue
para
los in-
dios norteamericanos el símbolo de su derrota, un símbolo portador de amargura y de resignación que marcaría el fin de una epopeya heroica y san-
grienta. Arrojados de los vastos territorios donde cabalgaban libremente, diseminados por todo el continente,
sólo
les
quedaba
tratar
de
sobrevivir
miserablemente o dejarse asimilar por la sociedad y los valores norteamericanos.
¿Han sobrevivido los indios o se han dejado asimilar por la sociedad y los valores norteameri-
canos?
Los periódicos del 28 de febrero de 1973 dieron esta noticia: “Un centenar de policías locales y agentes del FBI tienen rodeado al poblado de Wounded Knee, donde doscientos indios Oglala Sioux se atrincheraron desde anoche y tomaron a diez residentes como rehenes. Los indios están armados y disparan contra cualquier vehículo que se acerca.” “Los indios se encuentran en el interior de una
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Y
MISERIA
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LOS
INDIOS
SIOUX
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iglesia junto con sus rehenes y pidieron al gobierno que envíe a los senadores Edward Kennedy y William Fullbright, para que personalmente examinen las actividades de la Oficina Federal de Asuntos Indígenas con relación a los Oglala Sioux. “Declaran que es necesario que se revisen las violaciones de la Oficina de Asuntos Indigenas de los 371 tratados firmados en el pasado entre Washington y las naciones indias. “El portavoz indio, Carten Camp, dijo que los Sioux están dispuestos a morir si fuera necesario, a menos que sean cumplidas sus exigencias. También aseguró que los diez rehenes están bien y que no
sufrirán
dades
añadió
traten que
ningún
daño,
a menos
de rescatarlos
como
todos
que
las
autori-
juntos,
en
un
por la fuerza.
estaban
Carter
res-
cate armado sería difícil distinguir entre los indios y los rehenes. “También pidieron la destitución de los actuales líderes Sioux. El presidente tribeño Richard Wilson, ha tenido problemas con miembros del movimiento indio en otras ocasiones. “En la reserva de Pine Ridge viven unos 11,350 indios. La tierra es en su mayor parte un llano estéril y cerca de la mitad de los hombres se encuentran sin trabajo. “Carter Camp dijo en una entrevista por teléfono que los indígenas están armados con rifles de grueso calibre. Informó que un sacerdote de Wounded Knee está entre los rehenes. Dijo también que
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MARIANA
además
VALENZUELA
de sus modernas
armas,
los indios
lanzas y hachas tradicionales de guerra.” ¿Quién es Richard
tienen
Wilson?
Richard Wilson es un hombre
gordo, mestizo, de
tez cobriza pero “cara pálida” por dentro, dirigente que ha traicionado a su grupo, que ha sido acusado de corrupción, de nepotismo y de ser lacayo de los blancos, por cuyos intereses económicos ha vendido la causa de su pueblo; precisamente las acciones de este hombre fueron las que desataron la violencia en Wounded Knee; las que orillaron a la rebelión de los jóvenes Sioux, quienes ya no creen en esta clase de dirigentes. El juez Andrew Bogue dio una orden en Rapid City, Dakota del Sur, para que seis vagones con alimentos, medicinas y combustible para cocinar, fueran enviados a Wounded Knee. Pero Richard Wilson y algunos indios Sioux más, blancos por den-
tro, se encargaron de detenerlo; esto 28 de marzo, un mes después de que
habían iniciado su protesta.
ocurrió el los indios
¿Rendición por hambre? Docenas de pieles rojas y blancos que apoyan el
Movimiento
Indio
estado encargando
Norteamericano
de
almacenar
(MIN)
los
se han
suministros
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LOS
INDIOS
SIOUX
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traídos a la localidad. Al preguntar a Dennis Banks, uno de los dirigentes del MIN, si consideraba que el bloqueo impuesto por las autoridades federales
surtiría el efecto deseado, es decir, lograr su rendición por hambre, contestó que no, que tal cosa no surtiría efecto, ya que sus amigos de la reservación de Porcupine y de otros lugares habían prometido enviarles los alimentos y.las medicinas necesarias. Wayne Colburn, inspector del FBI, declaró a la prensa que además del bloqueo económico podría suspenderse el suministro de servicios esenciales a Wounded Knee, tales como el agua y la electricidad. Al ser interrogado respecto a si las autoridades dejarían que los indios se murieran de hambre, Colburn manifestó: “No dejaremos pasar víveres, La gente que necesita alimentos es la que está domiciliada allí y si necesitan comida pueden salir a buscarla”.
¿Es este el primer brote indios norteamericanos?
de descontento
de
los
No, no han faltado brotes aislados de descontento indígena: 40 indios cheroquis obligaron, pistola en mano, a que un jurado federal, en lugar de uno local de Oklahoma, juzgara a un cazador de esa tribu, sin licencia; otros indios aseguraron también por medio de las armas su derecho de pescar en el río Washington; en enero pasado, unos
MARIANA
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más
quemaron
VALENZUELA
la cámara
de comercio
y el tribu-
nal de Custer, Dakota del Sur, por la lenidad con que se juzgó a un blanco asesino de un piel roja;
hace unos días el alcalde de un pueblo
de Nuevo
México fue secuestrado por dos indios, acusado de corromper al pueblo de éstos, con bebidas alco-
hólicas. En noviembre del año pasado los indios ocuparon y destruyeron el edificio que la Oficina de Asuntos Indígenas ocupaba en Washington, D. C. En resumen, cada vez son más frecuentes los estallidos similares de enfrentamiento violento entre indios y blancos. La “Marcha
de los Tratados
Rotos”
A principios del otoño de 1972 los tratados entre los indios y el gobierno federal habían sido rotos
una
vez
más
(tema
que
trataremos
ampliamente
más adelante), hartos, frustrados, sintiéndose traicionados una vez más, se organizó una marcha ha-
cia Washington a la que los indios le dieron el nombre de “La Marcha de los Tratados Rotos”. Nos dicen los periódicos: Varios grupos indios, así como individuos de diferentes reservaciones y ciudades, se unieron para formar tres caravanas de automóviles que partirían, a través del país, en dirección de Washington. Una saldría de Los Angeles, otra de San Francisco y una más de Seattle. El plan era llegar allí antes de las elecciones pre-
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LOS
INDIOS
SIOUX
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sidenciales. Consideraron que ese era un buen momento para llamar la atención del país hacia las demandas de los indios y despertar el interés tanto del
Presidente
Nixon
como
de su oponente,
el se-
nador McGovern. Los grupos estuvieron de acuerdo en que la misión sería pacífica. Varios grupos eclesiásticos donaron dinero y las caravanas se pusieron en marcha en octubre. Se detenían en reservaciones y en centros indios, a lo largo de la ruta, para permitir que se les agregaran nuevos miembros. Participaron
madres
con
en
sus
la marcha,
hijos,
sacerdotes,
parejas
jóvenes,
padres
y
ancianos,
grupos juveniles o jóvenes aislados. Había todo tipo imaginable de personas. Cualquier gente podía participar. No había
la menor intención de violencia. Para muchos era casi una fiesta, una gran aventura, una oportunidad de salir de la reservación por primera vez y conocer el resto del país. Las caravanas incluían grandes contingentes de jóvenes del Movimiento Indio Norteamericano, un grupo con mucha experiencia en enfrentamientos. El principal arquitecto de la empresa, sin embargo, era Hank Adams, el líder de los derechos de pesca de Puget Sound, que había tratado el año anterior de participar en las elecciones primarias para diputados del Estado de Washington. Perdió
las elecciones,
pero
obtuvo
más
de
10,000
votos
a
su favor. Adams ayudó a organizar la caravana que salió de Seattle y encabezó un grupo llamado los
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MARIANA VALENZUELA
Supervivientes canos. Ya en
de la Asociación
1971, Adams
de Indios
había encabezado
Ameri-
un comité
que preparó un programa de 15 puntos, que marcaba una nueva política nacional en favor de los indios. Algunas de las cosas que se proponían en el programa eran, por ejemplo: “Retirar las aspiraciones y necesidades estrictamente humanas de las tribus indias, de los intereses políticos con que se juega en las campañas electorales...” “Reinstalar un sistema de relaciones bilaterales entre las tribus indias y el Gobierno Federal”. Cuando la caravana que se dirigía a Washington se detuvo en Minneapolis y en St. Paul del Estado de Minnesota, las proposiciones que se habían preparado en 1971 se convirtieron en la base de un nuevo escrito de 20 demandas que se preparó en esas ciudades. Estas demandas exigían fundamentalmente que se estableciera de nuevo una relación entre los Estados Unidos y las “tribus y naciones indias” con el objetivo expreso de elaborar tratados que resultaran satisfactorios a todos. .
Los acontecimientos que tuvieron lugar en Washington reflejaron posiblemente el colmo de la mala fe del Gobierno Federal. El 11 de octubre, Harrison Loesch, jefe de Asuntos Indígenas de Washington, había dictado “instrucciones especiales” en el sentido de que la Ofi-
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INDIOS
SIOUX
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cina de Asuntos Indígenas no debía proporcionar “ningún tipo de asistencia o de ayuda económica, en forma directa o indirecta a los indios que llegaban a ver al Presidente.” Antes de que llegaran las tres caravanas, sin em-
bargo,
Robert
Burnette,
un
sioux
de Rosebud,
ex
director ejecutivo del Congreso Nacional de Indios Americanos y autor del libro “Los Americanos Torturados”, junto con otros dirigentes indios que residían en Washington, convencieron a Loesch de cambiar de actitud. Loesch les prometió que ofrecería ciertas facilidades a los indios mientras se encontraban en Washington. Aunque el Presidente Nixon estaría por aquel entonces en California, el gobierno prometió a los organizadores de las caravanas que los indios podrían entrevistarse con altos funcionarios del Gobierno, que tenían influencia directa en la política federal, incluyendo algunos representantes del Presidente Nixon en la Casa Blanca. Con todos ellos podrían discutir sus quejas y sus proposiciones. Pero todas estas esperanzas de los indios no tardaron en ser destruidas. Los alojamientos que el Gobierno había preparado para los indios eran inadecuados y estaban infestados de ratas. Los altos funcionarios a quienes esperaban ver
resultaron
ser Harrison
Loesch,
Bradley Patterson
de la Clasa Blanca, y otros empleados federales menores, quienes les enfurecieron por su actitud desdeñosa, de obvia superioridad. La amargura y la desilusión llegaron
a su má-
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MARIANA
VALENZUELA
ximo cuando se impidió a los indios la entrada al Cementerio de Arlington para visitar las tumbas de los héroes indios. Finalmente se produjo la explosión. La explosión
A los indios se les había dicho que podrían reunirse en el auditorio de uno de los edificios del Gobierno. Poco antes de que llegaran al edificio en cuestión,
alguien
cerró la puerta con llave. Co-
rrió el rumor de que fue Loesch quien dio órdénes de hacerlo. - Los indios se dirigieron a toda prisa al edificio
de la Oficina de Asuntos Indígenas, y después de una breve charla, se les dijo que podrían quedarse
allí. Cuando se cambió la guardia, sin embargo, el nuevo grupo de vigilancia, aparentemente ignorante del acuerdo, trató de sacarlos de allí. Se produjo una fricción, los guardias mismos fueron arro-
jados del lugar, y los indios tomaron posesión del edificio. Lo tuvieron bajo su control absoluto durante casi una
semana.
El daño que causaron en el interior del edificio —