110 40 6MB
Spanish Pages 494 [495] Year 2019
58. M. T. Ferrer i Mallol et al., La Corona catalanoaragonesa i el seu entorn mediterrani a la Baixa Edat Mitjana, Barcelona, 2005. 59. M. T. Ferrer i Mallol, Entre la paz y la guerra. La Corona catalano-aragonesa y Castilla en la Baja Edad Media, Barcelona, 2005. 60. V. Hurtado, Llibre de deutes, trameses i rebudes de Jaume de Mitjavila i companyia 1345-1370, Barcelona, 2005. 61. M. T. Ferrer i Mallol et al., Négocier au Moyen Âge / Negociar en la Edad Media, Barcelona, 2005. 62. C. Batlle i Gallart et al., El «llibre del Consell» de la ciutat de Barcelona. Segle xiv: les eleccions municipals, Barcelona, 2007. 63. J. Baucells i Reig, Vivir en la Edad Media. Barcelona y su entorno en los siglos xiii y xiv (1200-1344), vol. III, Barcelona, 2007. 64. J. Baucells i Reig, Vivir en la Edad Media. Barcelona y su entorno en los siglos xiii y xiv (1200-1344), vol. IV, Barcelona, 2007. 65. G. T. Colesanti, Una mujer de negocios catalana en la Sicilia del siglo xv: Caterina Llull i Sabastida. Estudio y edición de su libro maestro 1472-1479, Barcelona, 2008. 66. F. J. Apellániz Ruiz de Galarreta, Pouvoir et finance en Méditerranée pré-moderne: le deuxième état mamelouk et le commerce des épices (1382-1517), Barcelona, 2009. 67. M. Turull i Rubinat, El gobierno de la ciudad medieval. Administración y finanzas en las ciudades medievales catalanas, Barcelona, 2009. 68. M. Sánchez Martínez, La deuda pública en la Cataluña bajomedieval, Barcelona, 2009. 69. M. E. Soldani, Uomini d’affari e mercanti toscani nella Barcellona del Quattrocento, Barcelona, 2011. 70. L. Cifuentes i Comamala y R. Córdoba de la Llave, Tintorería y medicina en la Valencia del siglo xv. El manual de Joanot Valero, Barcelona, 2011. 71. J. Mutgé i Vives, R. Salicrú i Lluch y C. Vela Aulesa, La Corona cataloaragonesa, l’Islam i el món mediterrani. Estudis d’història medieval en homenatge a la doctora Maria Teresa Ferrer i Mallol, Barcelona, 2013. 72. J. Morelló Baget, Financiar el reino terrenal. La contribución de la Iglesia a finales de la Edad Media (siglos xiv y xv), Barcelona, 2013. 73. M. Sánchez Martínez, A. Gómez Rabal, R. Salicrú i Lluch y Pere Verdés Pijuan, A l’entorn de la Barcelona Medieval. Estudis dedicats a la doctora Josefina Mutgé i Vives, Barcelona, 2013. 74. E. Juncosa Bonet, Estructura y dinámicas de poder en el señorío de Tarragona. Creación y evolución de un dominio compartido (ca. 1118-1462), Barcelona, 2015 (2.ª ed., 2019). 75. J. Morelló Baget, P. Orti Gost, P. Verdés Pijuan (eds.), Renda feudal i fiscalitat a la Catalunya Baixmedieval. Estudis dedicats a Manuel Sánchez Martínez, Barcelona, 2018. S. de la Torre Gonzalo, Grandes mercaderes de la 76. Corona de Aragón en la Baja Edad Media. Zaragoza y sus mayores fortunas mercantiles, 1380-1430, Barcelona, 2018. A. Reixach Sala, Finances públiques i mobilitat so77. cial a la Catalunya de la Baixa Edat Mitjana, Barcelona, 2018. 78. A. Martínez Giralt, Els vescomtes de Cabrera a la Baixa Edat Mitjana, Madrid, 2019.
Tras un prolongado y complejo proceso de ocupación y colonización, el señorío de Tarragona se articuló como un singular condominio en el que los dos principales poderes de la Corona de Aragón (los condes-reyes y los arzobispos de la antigua ciudad imperial) ejercieron la jurisdicción de forma conjunta. La inicial relación de cooperación entre monarcas y prelados en la cúspide del señorío pronto dejó paso a las primeras tensiones y confrontaciones, que fueron agravándose o disminuyendo de intensidad según cada coyuntura, en función de los intentos por acabar con la dualidad de poderes y convertir el dominio en patrimonio exclusivo de cada una de las partes en litigio, las cuales van a utilizar los diversos medios a su alcance para lograr tal objetivo. Aun siendo múltiples los inconvenientes que todo ello acarreó a los vecinos, la competencia entre la Corona y la Mitra dotó a la capital —sabedora de su glorioso pasado y firme defensora de sus libertades— de un enorme grado de autonomía, hasta el punto de que sus ciudadanos se vanagloriaban de ser «los pus liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són de juridicció comuna». El presente estudio, basado en un amplio abanico de fuentes mayoritariamente inéditas, pretende desentrañar dicha realidad desde una perspectiva histórica y politológica, siguiendo un recorrido teórico-práctico que aborda desde la estructura del poder (surgimiento y adopción de ideas y formas políticas, demografía e instituciones) hasta las dinámicas derivadas de su ejercicio (rituales y ceremonias de ingreso al señorío, fórmulas de acceso a la ciudadanía, elecciones municipales y luchas entre bandos y partidos), reflejo del intenso conflicto interseñorial, a la par que expresión de la cultura y la acción políticas de la comunidad. En esta segunda edición revisada, se ha procedido, fundamentalmente, a la actualización de la bibliografía, en la que se han incorporado los libros, capítulos y artículos publicados a lo largo de los últimos años sobre las diferentes materias abordadas. Se ha procurado así reforzar los contenidos de una obra que ya en su primera edición fue acogida con las mejores críticas en el mundo académico.
ESTRUCTURA Y DINÁMICAS DE PODER EN EL SEÑORÍO DE TARRAGONA
EDUARD JUNCOSA BONET
ANEJOS DEL ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES (últimos títulos publicados)
eduard juncosa bonet Eduard Juncosa Bonet es licenciado en Historia por la Universitat de Barcelona (2003, con premio extraordinario) y en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense (2008, con premios extraordinario y nacional), así como doctor en Historia Medieval por esta última Universidad (2014, con premio extraordinario y mención europea). Desde el año 2008, es profesor ayudante en el Departamento de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación se centran en las relaciones entre los poderes civil y eclesiástico; las teorías y formas políticas (contractualismo político, humanismo cívico, procesos de oligarquización, cauces de participación…); las instituciones representativas; la eclosión y organización de los municipios; los modelos electorales; los ritos y ceremonias; la imagen del poder… todo ello en el marco de la Corona de Aragón durante la Plena y Baja Edad Media. La presente obra, basada en una parte importante de su tesis doctoral, conforma un estudio meticuloso, riguroso y original en el que confluyen todas estas vías, previamente tratadas, de modo parcial, en los ar tículos, capítulos de libro, proyectos de investigación y conferencias en los que ha participado el autor.
ESTRUCTURA Y DINÁMICAS DE PODER EN EL SEÑORÍO DE TARRAGONA
CREACIÓN Y EVOLUCIÓN DE UN DOMINIO COMPARTIDO (ca. 1118-1462)
ISBN: 978-84-00-10538-9
9 788400 105389
CSIC
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Ilustración de cubierta: vista general de Tarragona desde el mar (fragmento) pintada por Anton van den Wyngaerde en 1563 (Ashmolean Museum, University of Oxford, B-II-478-r). Wikimedia Commons.
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
Anuario de Estudios Medievales Anejo 74 Directora ana Gómez rabal, Institución Milá y Fontanals, CSIC Secretario Pere Verdés Pijuan, Institución Milá y Fontanals, CSIC Comité Editorial Iván Armenteros Martínez, Institución Milá y Fontanals, CSIC Ignasi Baiges Jardí, Universitat de Barcelona Antoni Furió Diego, Universitat de València Pere J. Quetglas Nicolau, Universitat de Barcelona Roser Salicrú i Lluch, Institución Milá y Fontanals, CSIC Mercè Viladrich Grau, Universitat de Barcelona Consejo Asesor Pedro Bádenas de la Peña, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC Asunción Blasco Martínez, Universidad de Zaragoza Brian A. Catlos, University of Colorado Damien Coulon, Université de Strasbourg Javier Castaño González, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC Máximo Diago Hernando, Instituto de Historia, CSIC Carlos Estepa Díez †, Instituto de Historia, CSIC M.ª Teresa Ferrer Mallol †, Institut d’Estudis Catalans Enric Guinot Rodríguez, Universitat de València M.ª Dolores López Pérez, Universitat de Barcelona Patrizia Mainoni, Università Degli Studi di Padova Tomàs de Montagut Estragués, Universitat Pompeu Fabra Anna Maria Oliva, Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea (Consiglio Nazionale delle Ricerche) Pere Ortí Gost, Universitat de Girona Flocel Sabaté Curull, Universitat de Lleida Manuel Sánchez Martínez, Institución Milá y Fontanals, CSIC Carles Vela Aulesa, Universitat de barcelona Amalia Zomeño Rodríguez, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC
eduard juncosa bonet
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona creación y evolución de un dominio compartido (ca. 1118-1462) 2.ª edición revisada
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2019
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Primera edición: 2015 Segunda edición revisada: 2019 Gestión científica de Anejos del Anuario de Estudios Medievales: CSIC, Institución Milá y Fontanals (Barcelona), Departamento de Ciencias HistóricasEstudios Medievales: http//www.imf.csic.es (Publicaciones/Colecciones).
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es Editorial CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])
© CSIC © Eduard Juncosa Bonet © De las ilustraciones, las instituciones reseñadas en el índice de ilustraciones y cuadros
ISBN: 978-84-00-10538-9 e-ISBN: 978-84-00-10539-6 NIPO: 694-19-172-6 e-NIPO: 694-19-171-0 Depósito Legal: M-31881-2019 Maquetación: Ángel de la Llera (Editorial CSIC) Impresión y encuadernación: Solana e Hijos, A.C., S.A.U. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Índice
Prólogo...................................................................................................13 Introducción.......................................................................................17 Siglas y abreviaturas utilizadas.................................................... Normas de transcripción. ................................................................. Fuentes y bibliografía....................................................................... Índice de ilustraciones y cuadros.................................................. Agradecimientos.................................................................................
29 31 33 61 65
Primera parte Constitución y estructura jurídico-política del coseñorío de Tarragona De la ocupación de tarragona al establecimiento del régimen coseñorial............................................................71 Los antecedentes de un proyecto de largo alcance.................. 73 El punto de inflexión definitivo...................................................... 87 Los primeros pasos del coseñorío tarraconense..........................95 Población y distribución territorial del poder en la veguería de tarragona.............................................................109 La población de la veguería de Tarragona y el Campo. ........... La «Comuna» del Campo de Tarragona......................................... Tarragona y «les Faldes»................................................................. Los dominios del rey en la veguería..............................................
111 128 133 137
8
índice
Orígenes, organización y desarrollo del gobierno municipal...........................................................................................143 De
los prolegómenos a la plena madurez institucional del
municipio tarraconense...................................................................
Los delegados del poder señorial en la ciudad.......................... Las instituciones de representación ciudadana.......................... Las principales atribuciones del Consell......................................
145 152 162 182
La defensa de los privilegios y del honor de la ciudad.......................182 La organización de la defensa y la seguridad públicas.......................183 El mantenimiento de la paz social y el control de la moralidad.........185 La administración de la justicia: el «juy de prohòmens»...................185 El control de la actividad económica..................................................189 La gestión de la hacienda municipal..................................................191 La planificación urbanística y el mantenimiento de infraestructuras..202 La sanidad, la beneficencia y la higiene públicas...............................204 La educación: las escuelas de gramática............................................207 La organización de ceremonias y fiestas cívicas................................209
Segunda parte Dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional el acceso al señorío: rituales y ceremonias....................215 Las ceremonias de entrada de reyes, reinas y arzobispos en Tarragona........................................................................................
217
Los primeros testimonios: León V de Armenia, Sibila de Fortià y María de Sicilia...............................................................................219 Ènnec de Vallterra y María de Luna (duquesa de Montblanc)...........221 Juan I el Cazador................................................................................225 Martín I el Humano y María de Luna (reina consorte)......................226 Pere de Sagarriga................................................................................228 Fernando I de Antequera....................................................................229 Alfonso V/IV el Magnánimo..............................................................234 Juan II el Grande................................................................................235
índice 9
Dalmau de Mur i de Cervelló, Gonçal Ferrandis d’Híxar y Domènec Ram.................................................................................................237 Pere d’Urrea........................................................................................241 el acceso a la comunidad: ciudadanos y «extraños»..245 La ciudadanía de Tarragona. ..........................................................
247
Los requisitos a cumplir para acceder a la ciudadanía.......................249 La capacidad de concesión de la ciudadanía......................................254 Atraer y mantener ciudadanos: los «antídotos» contra la despoblación.................................................................................................256 Admisión y rechazo de nuevos ciudadanos........................................262 La procedencia de los recién llegados................................................264 La participación política de los ciudadanos........................................266 Los pactos de aceptación de los nuevos ciudadanos..........................267 La pérdida de la condición ciudadana: el destierro............................270 Al margen de la ciudadanía............................................................. Las ordenanzas contra los «extraños»........................................
272 276
elecciones, ligas y partidos municipales............................297 Las elecciones municipales: primeros rastros documentales.... Una década especialmente convulsa: las luchas entre el rey y el arzobispo por el control del gobierno municipal (13731382)....................................................................................................
299
303
La estrategia arzobispal: la excomunión como arma de deslegitimación política....................................................................................306 La contraofensiva real: el «factus Terrachonæ».................................315 Alborotos populares y elecciones ilegales..........................................322 La
introducción de la paridad estamental en el regimiento
municipal y del factor azar en los comicios: el privilegio del infante Juan de Aragón
(1382-1388)......................................
328
El teórico equilibrio de fuerzas...........................................................331 El fracaso del nuevo modelo..............................................................333 La
ciudad adquiere la plena capacidad de decidir su sistema
electoral: el privilegio de Juan
I (1388-1475)...........................
338
10
índice
Alianzas frustradas.............................................................................341 Las principales transformaciones del sistema electoral a partir de 1388................................................................................................347 La querella de 1437: ¿lucha contra el fraude electoral o una nueva estrategia para controlar el gobierno municipal?............................357 La querella de 1443 y las ordenanzas de 1445: una solución de consenso...............................................................................................373 Las elecciones en tiempos de guerra..................................................378 De la cooptación a la insaculación: el privilegio de Juan II (1476)..................................................................................................
381
Conclusiones.......................................................................................397 Apéndice documental.....................................................................411 1. De la historia al mito.............................................................................413 2. La constitución del coseñorío tarraconense..........................................416 3. La culminación del «periodo constituyente»........................................420 4. Incipientes tensiones derivadas del regimiento común.........................423 5. Los vegueres y el ejercicio de la jurisdicción.......................................425 6. El «testamento» o «memorial» de los cónsules salientes.....................427 7. Ordenanzas y venta de la clavaria.........................................................430 8. La desesperación de un cónsul por conseguir dinero............................434 9. El miedo a las represalias de los acreedores.........................................437 10. Los preparativos para la entrada del rey: dudas, debates y soluciones....439 11. Ordenanzas para organizar la entrada del arzobispo Dalmau de Mur..442 12. Los gastos de la entrada del cardenal Domènec Ram...........................445 13. El relato de la entrada de Pere d’Urrea en Tarragona...........................447 14. En busca de la paz social......................................................................449 15. El estallido de una coyuntura especialmente conflictiva......................451 16. Las amenazas de una reina....................................................................454 17. La propuesta de la reina para acabar con el conflicto electoral............456 18. La puesta en marcha del nuevo modelo................................................459 Índice onomástico............................................................................463 Índice toponímico..............................................................................487
A Teresa y Arnau, in memoriam
À vezes el valor con que se acomete un empeño allana los rezelos de emprenderle. F. Vertamon, Recuerdos de los fundamentos, 1684
PRÓLOGO Hubo muchas ciudades medievales hispánicas renacidas sobre otras romanas de las que conservaron el nombre, algunos aspectos topográficos y poco más, si exceptuamos el enorme peso de un pasado clásico idealizado que, hasta tiempos recientes, ha dificultado a menudo el entendimiento de lo que fueron en la Edad Media como ciudades nuevas con el paso previo por una época andalusí más o menos duradera y transformadora, o incluso sin él. Tarragona, como Mérida o Toledo, habían tenido además una preeminencia política y eclesiástica antiguas cuya restauración en las nuevas circunstancias discurrió por derroteros muy distintos: Toledo la obtuvo plenamente desde 1085; Mérida, por el contrario, volvió demasiado tarde al dominio cristiano, en 1230, para conseguir nada. El caso de Tarragona fue distinto: después de siglos de abandono y de algunos intentos efímeros de conquista, su antigua condición de Sede episcopal metropolitana fue restaurada en 1091, decenios antes de que comenzara el dominio militar y la repoblación de la ciudad, a partir de los años 1118-1126, por la acción conjunta de Oleguer, su primer arzobispo, y del normando Robert Burdet, al frente de los aspectos militares. La situación no se consolidó hasta el tercer cuarto del siglo xii cuando, concluida la conquista de la Cataluña Nueva, se afianzó la seguridad y el conde de Barcelona tomó a su cargo la parte del señorío de la ciudad que hasta entonces habían ejercido Burdet y sus herederos. En 1173, el «periodo constituyente» de la nueva Tarragona había llegado a su fin, con el establecimiento del coseñorío episcopal y condal. Tarragona y su Campo fueron una «unidad geográfica e histórica» comarcal, formada precisamente durante los decenios de la repoblación y en función de sus resultados y de la evolución ocurrida en los siglos siguientes. Es evidente que la ciudad no recuperó la condición de metrópoli que había tenido en tiempos romanos, salvo en el aspecto eclesiástico: las dimensiones demográficas alcanzadas fueron modestas, aunque no hay datos anteriores a 1348, y la fase de contracción propia de la segunda mitad del xiv y de casi todo el xv empeoró la situación gravemente, como lo demuestra el análisis de los fogatges que hace el autor: la caída desde los 1071 focs de 1358 hasta los 300 de 1463 parece vertiginosa y fue semejante en muchas localida-
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
des del Campo, con descensos de entre el 40% y el 70%. ¿Hasta qué punto intervino en ello la emigración además de las epidemias y otros elementos?: es un asunto de difícil estudio porque los documentos municipales solo aluden a la posibilidad opuesta, que era la admisión de nuevos ciudadanos. Tanto en la bonanza como en la crisis, Tarragona no alcanzó las condiciones políticas propias de un gran municipio plenamente autónomo, como fue el caso de Barcelona. El hecho de ser coseñorío no solo limitó sus posibilidades en este aspecto sino que, además, complicó el funcionamiento de las relaciones entre las partes interesadas. El autor las estudia principalmente desde el punto de vista municipal, pero deja claro que este nace por voluntad de los señoriales y crece en función de ellos, tanto del más cercano, que era el del arzobispo, como del más alejado, el del conde de Barcelona y rey de Aragón quienes, a su vez, mantenían niveles variables de concordia o de enfrentamiento entre ellos, directamente o a través de los dos batlles y, después, veguers que nombraban, uno por cada señor, y cuyas funciones se definieron paulatinamente hasta llegar a la madurez en los privilegios reales de 1339 y 1343. Las estructuras del gobierno municipal se construyeron desde el segundo tercio del siglo xiii hasta el primero del xiv mediante privilegios señoriales y ordenamientos o estatutos municipales. En esto y en sus instituciones, Tarragona sigue el modelo común a muchos municipios catalanes, aunque cada caso tenga sus peculiaridades. Las atribuciones fueron también las propias de los poderes locales, y el autor expone con todo detalle cada aspecto, en especial la gestión de la Hacienda, y destaca la presencia, ya desde mediados del xiv, de un local o sala del consell, de escuela de gramática, diferenciada de la del cabildo catedralicio, y de un oficio de archivero municipal que aseguró la buena conservación de los documentos, indispensables para «la defensa de los privilegios y del honor de la ciudad». La dinámica de la vida política se puede conocer mejor desde mediados del siglo xiv gracias a la mayor abundancia y riqueza de las fuentes documentales. El autor la expone sucesivamente en tres planos simultáneos y complementarios. Primero, la práctica de las elecciones municipales por cooptación, que alcanza su plenitud tras el privilegio de Juan I, en 1388, hasta ser sustituida por la insaculación en 1476. Segundo, las frecuentes parcialidades, ligas y bandos, que culminaron en los años 1373-1388 —años durante los que la crisis tocó fondo en casi todas partes— coincidiendo en este caso con la ofensiva de Pedro IV y el bando realista para que Tarragona saliera del señorío eclesiástico. Tercero, la pugna por la representación de la ciudad en las Cortes, que fueron otro escenario de la lucha jurisdiccional entablada en Tarragona: los arzobispos argüían que ellos representaban a la ciudad mientras que los tarraconenses «realistas» pre-
prólogo 15
tendían que la ciudad, al ser también señorío del rey, debía tener representación propia, y muchas veces recibió el municipio la invitación regia, especialmente entre 1358 y 1388, pero al cabo o no enviaba o no se admitía en la reunión a sus síndicos representantes. Es máximo el detalle con que Juncosa expone los hechos, traza el perfil social y personal de los participantes, y motiva sus actuaciones en la vida política del municipio, con lo que consigue dar a su relato una calidad interpretativa, unos niveles de originalidad y riqueza de contenido prácticamente insuperables. Prologar un libro cuyo origen es una tesis doctoral entraña algunas dificultades cuando el que lo escribe ha sido director de la investigación —junto con la doctora Mercè Aventín i Puig—, porque no se pueden separar la valoración del resultado y la memoria de cómo se ha llegado a él a través de tanto trabajo, de tantas peripecias en el curso de la investigación y en los estados de ánimo del nuevo doctor y de los que le hemos acompañado en esas largas jornadas de su camino vital. La implicación personal es muy grande en las labores del historiador y el mismo aspecto de la tesis original no se refleja por entero en las publicaciones a que da lugar: Eduard Juncosa cuidó la presentación al máximo, asumiendo unas tareas de maquetación, diseño e ilustración en las que se manifestaba también el afecto que sentía hacia su obra; elaboró notas a pie de página amplias, que proporcionaban un segundo nivel de lectura más minucioso, y completó cada capítulo con documentos, cuadros y gráficos. En la versión que ahora se edita ha habido que reducir mucho estos aspectos pero permanece lo mejor de la tesis doctoral, que incorpora al saber histórico un caso antes menos conocido, estudiado someramente o solo en algunos aspectos, el de la Tarragona medieval. El libro posee gran profundidad y amplitud de conocimientos, es muy detallado y manifiesta la gran capacidad de análisis documental que posee su autor. Está bien organizado, con las referencias precisas a historia comparada y a bibliografía de carácter más general en las que se muestra solo una pequeña parte de las lecturas y de la formación profesional como historiador que su autor ha ido adquiriendo durante los años dedicados a su tesis. He aquí un aspecto al que no se suele prestar la atención que merece: investigación y formación son elementos inseparables para cimentar y alzar una buena tesis doctoral y, cuando concluye la tarea, deben ser suficientes para que el nuevo doctor continúe su obra de historiador desde puntos de partida más amplios y seguros. Hace algunos años, cuando Eduard Juncosa comenzaba su trabajo, imaginábamos objetivos que entonces parecían demasiado ambiciosos pero hoy ya es posible llevarlos a cabo porque posee la experiencia y los conoci-
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
mientos necesarios para continuar, si así lo decide, una investigación global sobre la Cataluña Nueva de los siglos xii al xv en la que se integren los resultados de las investigaciones locales o monográficas en una necesaria e innovadora visión de conjunto. Miguel Ángel Ladero Quesada
INTRODUCCIÓN
Si bene prospicias, mira videre potes.
La obra que aquí se presenta asienta sus raíces en los postulados de la ya no tan ‘Nueva Historia política’, siguiendo la estela de sus aportaciones más recientes e incluso explorando el potencial de vías de análisis todavía muy incipientes relacionadas con la cultura y la acción políticas de las comunidades del Occidente bajomedieval,1 adoptando una doble perspectiva —histórica y politológica— en lo que a temas de interés y metodología se refiere. Se trata de un estudio ambicioso y original, centrado, fundamentalmente, en el surgimiento, adopción y puesta en práctica de ideas y formas jurídico-políticas; en el ejercicio del poder —que suele resistirse a ser compartido—; y en la emergencia de una ciudad —sabedora de su glorioso pasado— que convertirá su anhelo de libertades en un verdadero proyecto colectivo (los cónsules afirmarán con orgullo de sus conciudadanos ser «los pus liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són de juridicció comuna»).2 Así pues, el marco de referencia se fijará en el particular régimen señorial tarraconense, un objeto de estudio que merece especial atención, por varios motivos. En primer lugar, porque la herramienta básica de imprescindible consulta que se centra en la historia de la ciudad y su término en las Edades Media y Moderna fue redactada por Emili Morera hace más de un siglo, a caballo entre los últimos años del xix y los primeros del xx; sin desmerecer en absoluto esta magna obra, se consideró conveniente llevar a cabo una revisión y actualización de sus contenidos.3 En segundo lugar, por1 Superadas las críticas que se versaron sobre la Historia política tradicional (cuya relación puede leerse en la aportación de J. Julliard a la obra colectiva dirigida por J. Le Goff y P. Nora, Faire de l’histoire, 1974), en la actualidad, «la historia política de la Edad Media se construye con múltiples objetos: no solo se estudian las élites del poder o las instituciones, las organizaciones sociales, sino además, los rituales o ceremonias, los símbolos o representaciones, las prácticas o los usos sociales, las normas, las ideas y valores, [...] las formas de dominio y resistencia, [...] de relacionarse y de comunicarse» (A. I. Carrasco, «Análisis de las fuentes literarias», pp. 182-183). Un análisis de su transformación durante las últimas décadas en el medievalismo español en J. Aurell, «Tendencias recientes», pp. 8694. Para el caso concreto de la historiografía catalano-aragonesa, véase C. Batlle, J. Busqueta, «La renovación de la Historia política». 2 AHT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [15.II.1462], f. 31r. 3 Al realizar su enciclopédica obra (Tarragona cristiana), dicho autor bebió de un considerable número de fuentes —que no siempre cita— custodiadas en los archivos civiles y eclesiásticos de la provin-
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
que, a raíz de las primeras prospecciones archivísticas, se comprobó que, al contrario de lo que se suele afirmar,4 tanto el volumen como el valor de la documentación original conservada inédita eran sumamente ricos. Finalmente, porque nos encontramos ante un caso cuyo principal interés reside en el hecho de tratarse de un dominio de jurisdicción mixta y no de un señorío eclesiástico (como se ha presentado a menudo) en la cima del cual se encontraban los dos principales poderes de la Corona de Aragón, quienes no siempre mantuvieron una relación cordial, como pone de manifiesto la misiva real que, sin poder evitarlo el arzobispo, se hizo pregonar por Tarragona la mañana del 21 de marzo de 1374:5 Ahora oíd, que os hace saber la Señoría que ha recibido una carta del señor Rey, de su mano firmada y del tenor siguiente: Yo Pedro, por la gracia de Dios, Rey de Aragón, etc., a nuestros fieles los cónsules y prohombres y a todos los habitadores de Tarragona y del Campo y de sus términos, así de paraje como el resto, a los cuales la presente se dirige, salud y dilección. A nuestros oídos, desplacientemente, ha llegado que el Arzobispo de Tarragona, deseando meter su hoz, temerariamente, en las mies ajenas, no considerando que la Ciudad de Tarragona y sus términos a Nós, de pleno derecho, pertenecen, exceptuadas dominicaturas y algunas otras cosas retenidas por los Arzobispos de Tarragona, o a ellos concedidas por nuestros antecesores, se atreve a haceros mandamientos como si vosotros fueseis sus hombres sólidos y vasallos, esforzándose, tanto como puede, en despojarnos del derecho de Señoría, el cual tenemos sobre vosotros, que sois nuestros hombres propios y sólidos, no considerando que Nós, la Ciudad de Tarragona, con sus términos y sus gentes, tenemos por la Iglesia de Tarragona, y su Arzobispo está obligado a defender a Nós y nuestros derechos, así como Nosotros defendemos, tal como debemos, su honor y derechos, ni tiene en consideración que sobre vosotros, que sois hombres nuestros, ninguna jurisdicción puede ejercer, ni nada, en virtud de dicha jurisdicción, os puede mandar, pues toda la jurisdicción, en dicha Ciudad de Tarragona y en cuanto pertenece a nuestras regalías y dominicaturas, por nuestro veguer, junto con el del Arzobispo, se debe ejercer, así como en la forma de las convenciones y cartas establecidas entre Nós y cia, pero, entre todas ellas, hay que destacar el uso recurrente que hace del Memorial de Fernando de Loazes o Proceso de la Correa (un volumen en folio compuesto de la transcripción de 387 documentos, circunscritos entre 1090 y 1577, compilados y ordenados por el mencionado arzobispo para probar que Tarragona y su término inmediato pertenecían al patrimonio temporal de la Mitra); de la Contrarréplica de F. Vertamon (con idéntica intención); y del Arxiepiscopologi de J. Blanch, lo que, a pesar de los deseos de objetividad expresados por el propio Morera en el prólogo de su obra, va a teñir el resultado final de una perspectiva absolutamente parcial. 4 Me remito a un artículo propio sobre este asunto: «No està tot dit», pp. 17-18. 5 AHN, Cl, catedral de Tarragona, pergaminos (carpeta 2878), n.º 11 [28.XII.1373]. Se transcribe la traducción al castellano del documento original, redactado en latín y catalán. Existe copia de la carta original del monarca en la que se basa el referido pregón en: AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top 7/10.
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nuestros antecesores y el Arzobispo de Tarragona y sus antecesores puede verse claramente, y como se ha observado hasta la fecha. Y como tanta y tan evidente injuria no pueda pasar ante nuestros ojos, ni vosotros [...] sufrir debéis, por ello, os decimos y ordenamos, bajo virtud de la fidelidad y naturaleza debidas, y bajo pena de mil maravedíes de oro [...] que ninguno de los mandamientos que Aquel u otro en su nombre os hiciera en fuerza de jurisdicción, así como a singulares y así como a universales, de ningún modo observéis [...]. Al margen de esto, queremos que guardéis fidelidad de cuerpo y de honor a dicho Arzobispo, así como debéis en virtud de las convenciones establecidas [...] de las cuales os mandamos traslado [...]. Y para que todas las cosas sobredichas sean a todos manifiestas, hágase público llamamiento enseguida. Dada en Barcelona, a XXVIII días de diciembre del año de la Natividad de Nuestro Señor Mo ·CCC·LXX·cuatro. Por ello, la Señoría, mediante el presente pregón público, notifica a todos los contenidos de la carta real, para que nadie pueda alegar ignorancia de dichos asuntos.
A nivel cronológico, conviene precisar que el lapso analizado se sitúa entre dos límites que representan un par de momentos clave para la materia que nos ocupa: 1118 es la fecha en que se produjo un punto de inflexión fundamental, el inicio de un nuevo proyecto que pretendía lograr la definitiva ocupación y consolidar la restauración eclesiástica de la antigua capital imperial, expresado en la donación que del señorío tarraconense hizo Ramón Berenguer III al arzobispo Oleguer Bonestruga; mientras que en 1462 coincidieron el estallido de la guerra civil catalana —cuando Tarragona pasará a convertirse en «capital accidental del Principado»6 y, fruto de las circunstancias, cambiará por completo la relación entre sus coseñores y de la ciudad con ellos—7 y la suspensión de pagos que la universidad se vio obligada a declarar como colofón a una prolongada agonía económica, el punto culminante de su lenta y continuada decadencia. Con todo, ambos extremos no marcan una frontera estricta, sino que establecen unos márgenes aproximados que, en algunos casos, nos hemos visto obligados a exceder, ya sea para exponer los antecedentes de la conquista, o bien por ciertas alusiones posteriores que ayudasen a acabar de perfilar el escenario propuesto y dotarlo de coherencia. Asimismo, por lo general, la exposición no ha seguido una perspectiva diacrónica, sino más bien sincrónica, ya que al tratarse de un tema que reviste cierta complejidad y que se desarrolla en un amplio intervalo temporal, se ha preferido realizar una aproximación centrada en el análisis de hechos y coyunturas primordiales, hitos de tanto relieve como el proceso de forma En palabras del profesor F. Cortiella en su obra Una ciutat catalana, p. 355. El 18 de junio de 1462, la ciudad decidió emanciparse de la autoridad tanto del rey como del arzobispo (Cf. E. Morera, Tarragona cristiana, vol. III, p. 231). 6 7
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ción o «fase constituyente» del régimen de condominio, o las etapas de eclosión y cristalización del conflicto jurisdiccional, fundamentalmente, el último tercio del siglo xiv y las décadas centrales del Cuatrocientos, a través de la selección de distintas formas de expresión del mismo. Para llevar a cabo el trabajo, se han conjugado métodos empíricos convencionales de la investigación histórica, es decir, de descripción y reconstrucción de los hechos a partir de las fuentes, prioritariamente documentales, con metodología cuantitativa (en los capítulos que así lo requerían), aplicaciones gráficas, y un análisis formal, funcional y orgánico de las instituciones políticas8 (estudiadas desde un punto de vista dinámico, convirtiéndolas en un mirador privilegiado desde donde observar la relación de los poderes en acción), sin olvidar las aportaciones de la New political history (que han abierto la puerta a la introducción de temáticas como el estudio de las expresiones simbólicas de cada uno de los poderes analizados en los distintos ritos y ceremonias de acceso al señorío),9 o la perspectiva politológica (que puede distinguirse con claridad en los capítulos dedicados a la ciudadanía10 o a las elecciones,11 ligas y partidos municipales,12 aspectos donde la conflictividad llegó a convertirse en hilo conductor). 8 La anatomía y el desarrollo del municipio tarraconense durante los últimos siglos medievales fue el campo de estudio preferente del profesor F. Cortiella —en cuya interesante obra se puede distinguir la maestría de C. Batlle— aprovechando su vasto conocimiento de las actas municipales, algunas de las cuales contribuyó a transcribir para su publicación, junto con otros profesores y estudiantes de paleografía, como resultado del proyecto impulsado por el historiador J. M.ª Recasens durante la década en la que estuvo al frente de la alcaldía de Tarragona (años ochenta) y que tan buenos frutos ha dado hasta el presente. Los trabajos de ambos, junto con las obras de referencia para el estudio de la organización institucional y el gobierno de las ciudades en los albores del humanismo cívico y el Antiguo Régimen, tanto desde la perspectiva de la historia urbana (resaltando la influencia de los trabajos de M. Asenjo, Ch. Guilleré, P. Boucheron, A. Rigaudière, J. A. Solórzano o J. M.ª Torras), como del derecho (A. Jordà, M. Turull o T. de Montagut), se han convertido en fuendamento y fuente de inspiración constante para la presente investigación. 9 Tomando como fundamento los trabajos de autores como M. Á. Ladero, J. M. Nieto, A. I. Carrasco, B. Palacios, S. Péquignot, Th. N. Bisson, É. Crouzet-Pavan, É. Lecuppre-Desjardin, D. Menjot, M. Raufast o F. Sabaté. 10 Cuestión fundamental para mejorar nuestra comprensión de las estructuras político-sociales del Medievo y que tan escasa atención ha recibido todavía. Parte de las investigaciones que sirvieron de base para el desarrollo del capítulo dedicado a este aspecto han sido publicadas en las obras del autor que firma el presente estudio: «Que madona Lorença»; y «Los pactos de acceso a la ciudadanía». Asimismo, los trabajos de Ph. Daileader y P. Verdés se han convertido en un punto de referencia habitual al tratar sobre estos temas. 11 Las obras que han servido de inspiración y base de partida para la elaboración del capítulo dedicado al estudio de las elecciones municipales han sido el volumen colectivo que recoge las aportaciones de un coloquio celebrado en París a finales de 2006, dirigido por C. Péneau (dir.), Élections et pouvoirs politiques; y la obra colectiva El ‘Llibre del Consell’. 12 Una perspectiva todavía incipiente de la complejidad que adoptó la lucha de bandos en Tarragona, la cual se analiza de un modo mucho más amplio y completo en el capítulo que aquí se dedica a dicha problemática, puede verse en E. Juncosa, «Muyren los traydors!» donde se ofrece una visión renovada y en algunos aspectos divergente respecto a los trabajos que a este tema han dedicado los profesores
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No se pretende hacer un estudio clásico de las relaciones EstadoIglesia,13 ni describir al modo de la historia del derecho el problema de las regalías de los señores, sino que se trata de ver cuáles fueron los factores determinantes que fraguaron la instauración de un dominio mixto (con una delimitación de competencias cambiante e imprecisa), y cómo fue su desarrollo, haciendo especial hincapié en la relación que mantuvieron sus titulares en cada contexto, en sus objetivos y estrategias, arrojando luz sobre los momentos en los que la convivencia pacífica dio paso a la confrontación abierta. Así pues, el enfoque político e institucional goza de un carácter predominante, frente a una perspectiva de perfil más social (aunque se han tenido en cuenta factores tan fundamentales como el estudio de los grupos sociales —principalmente los que formaban parte de la jurisdicción común, por su capacidad de participación en los órganos de gobierno de la cosa pública— o la decadencia poblacional y económica de la ciudad, variables que deben ponerse en relación con las coyunturas de mayor inestabilidad política). Si bien es cierto que hubiese sido interesante profundizar en el análisis de las instituciones eclesiásticas en su conjunto y realizar una evolución detallada de los pasos que marcaron la interacción y convivencia de la Corona y la Mitra en la totalidad del señorío a lo largo de todo el periodo observado, se consideró más conveniente acotar la investigación para centrarla, fundamentalmente, en la ciudad —la cual adquiere un peso considerablemente mayor respecto a su Campo— y en los momentos en que el conflicto alcanzó sus cotas más elevadas, pues, como se ha dicho, se trataba de ver a los dos poderes en interacción y las consecuencias que ello acarreó, estudiando, con la máxima profusión posible y desde múltiples perspectivas, las principales claves, tanto precedentes como consecuentes, de la problemática propuesta, calificada por las fuentes como la «qüestió de Tarragona», y tratar de dilucidar la esencia de una etapa tan ardua como esencial, de la que a menudo bebió la historiografía posterior, utilizando y reinterpretando, de un modo interesado, todos estos hechos para justificar sus propios fines, en un contexto nuevo, marcado por la herencia del pasado, pero con sus particulares claves explicativas.14 F. Sabaté y A. Serra. Para obtener una perspectiva de contraste, pueden consultarse los estudios de M. Á. Ladero o de J. R. Díaz de Durana, centrados en Castilla. 13 Como el que ha intentado elaborar T. Abe en su reciente tesis doctoral siguiendo la estela de los grandes referentes historiográficos que representan los trabajos de J-Ph. Genet y B. Vincent, État et Église; J. Vincke, «Estado e iglesia en la historia»; P. F. Kehr, El papat i el Principat; E. Sarasa, «Las relaciones Iglesia-Estado»; M. Riu, «El poder real y la Iglesia»; J. M. Nieto, Iglesia y poder real; D. J. Smith, «Jaime I y el papado». 14 Los juristas de los siglos xvi, xvii y xviii tuvieron muy presentes los antiguos problemas derivados del dominio jurisdiccional de la ciudad y la veguería tarraconense, pues, lejos de acabar, estos volvieron a resurgir con fuerza en distintos momentos de la Edad Moderna. Cuadernos de agravios plagados
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Con vocación de superar los cauces tradicionales de la historia local, el estudio propuesto pretende sentar una base sólida para facilitar que, en trabajos o proyectos de investigación posteriores, puedan emprenderse análisis comparados en el marco del Campo tarraconense,15 del Principado de Catalunya, de la Corona de Aragón, de la Península Ibérica o de ámbito mediterráneo/europeo. De un modo más sistemático, los principales objetivos por los que se ha regido la investigación pueden detallarse en los siguientes puntos: exponer cuáles fueron los factores que condujeron a la creación del señorío de Tarragona como un dominio cuya jurisdicción ejercieron pro indiviso los condesreyes y los arzobispos, analizando detalladamente los aspectos fundamen tales del marco político-jurídico que estructuró dicho régimen a lo largo del siglo xii; asimismo, se pretende definir cómo se produjo la distribución del poder entre la «espada» y el «báculo» en la capital y su territorio; identificar las coyunturas de cooperación y de competencia en la cúspide del señorío tarraconense, intentando determinar las causas que dieron lugar a las rivalidades y pugnas derivadas del singular reparto de competencias; examinar con imparcialidad las expresiones más destacadas del conflicto jurisdiccional y los pasos emprendidos por ambas partes para convertir la ciudad y su veguería en un espacio de control exclusivo; al mismo tiempo, se pretende resaltar las distintas soluciones que, en cada ocasión, fueron planteadas para poner fin a dichas tensiones; estudiar la configuración y el desarrollo del tejido institucional municipal desde la perspectiva de los mecanismos explicativos del ejercicio del poder, atendiendo a cuestiones como su funcionamiento, reproducción, imagen y discursos de justificación y legitimación, mostrando el papel que jugó la ciudad, como un actor más entre sus coseñores (se pretende atender a las ideas políticas dominantes, a la capacidad de acción del municipio y a la prolongación de cada poder en las distintas instituciones de administración local, territorial, judicial y fiscal); analizar las manifestaciones simbólicas del poder (aspectos ceremoniales y propagandísticos), así como la expresión de algunos de los más clamorosos desencuentros derivados de las relaciones de poder mantenidas por la tríada arzobispo-rey-ciudad en torno a cuestiones de marcado carácter político, como de acusaciones cruzadas, memoriales de derechos, pleitos varios o expresiones públicas de las luchas por lograr el control de las instituciones municipales y territoriales seguirán siendo recurrentes en los nuevos tiempos (tómese, meramente como muestra, el documento conservado en el AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 11/677), aunque no habrá un intento tan claro de sistematizar los motivos y los derechos que, según cada parte, justificaban el dominio exclusivo de Tarragona como el que se produjo entre enero de 1683 y mayo de 1684, dando lugar a un Memorial y una Alegación por parte de la ciudad, respondidos por la Apología y subsiguiente Contrarréplica de F. Vertamon. 15 Analizando en contraste el régimen jurídico-político de otras villas relevantes de la veguería a partir de obras como el Llibre de la cadena de Reus, cuya edición crítica llevó a cabo J. M.ª Guix, u otros libros de privilegios publicados por la Fundació Noguera.
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la voluntad de controlar el gobierno municipal y su representación; someter a crítica y revisión los datos y planteamientos ofrecidos por determinadas fuentes clásicas que han orientado la opinión de buena parte de la historiografía (para ello, y con el fin de realizar una investigación rigurosa, neutral y honesta, libre, en lo posible, de posiciones excesivamente tendenciosas y apriorísticas, se ha acudido al nutrido volumen de documentación original conservada, procurando interpretar y comprobar las distintas hipótesis planteadas asentándolas en toda una serie de testimonios diversos). Por lo que se refiere a la estructura de los contenidos, dos son los ejes principales que vertebran y definen los grandes bloques que configuran el conjunto: el primero, revestido de un cierto carácter introductorio, tiene como aspecto central la presentación de la constitución y la estructura del coseñorío de Tarragona desde una perspectiva más bien teórica; mientras que el segundo, el verdadero corazón de la obra, marcado por un perfil mucho más práctico, se centra en el análisis de las dinámicas institucionales y en una selección de las distintas expresiones del conflicto jurisdiccional que se generaron como resultado de una original y problemática distribución del poder. Respetándose la simetría, ambas partes se componen de tres capítulos que se complementan por pares, a modo de imágenes especulares. En la primera sección, se dedica el capítulo inicial al establecimiento de un recorrido lineal que transcurre entre los primeros intentos de ocupación de la ciudad por parte de las tropas cristianas y de restauración de la antigua sede arzobispal, hasta la configuración definitiva del dominio compartido entre la Corona y la Mitra, haciendo especial hincapié en los hitos que marcaron un proceso harto complejo y dilatado en el tiempo, exponiendo una selección de los principales documentos que condujeron hasta la solución final y que serán reivindicados como fuente de legitimación por ambas partes durante siglos, y presentando, mediante el aparato crítico, los debates historiográficos más relevantes que ha generado la etapa que, dentro del contexto medieval, cuenta con un mayor número de estudios. El segundo capítulo de este primer bloque versa sobre la evolución de la población de la ciudad y su veguería a partir de los primeros datos demográficos disponibles, hasta el fogaje general realizado a fines del siglo xv, y la distribución territorial del poder, analizando las relaciones que mantuvieron la capital y su hinterland, así como la articulación de las distintas realidades jurisdiccionales que se dieron en Tarragona, sus «Faldes» y territorio, en las villas y lugares que constituyeron la «Comuna del Camp» y en los espacios de realengo. El tercer capítulo se dedica a escudriñar los orígenes, la organización y el desarrollo del municipio tarraconense, relatándose en él la progresiva transformación del régimen local de Tarragona en un organismo municipal pleno, el
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papel ejercido por los delegados del poder señorial en la ciudad, así como la definición, el funcionamiento y las atribuciones de las principales instituciones de representación ciudadana. Siguiendo un itinerario que transcurre de lo general a lo particular, los contenidos de este primer bloque están enfocados a servir como marco de referencia para encuadrar los sucesivos apartados, los cuales persiguen conocer, desde el ejercicio práctico del poder y a modo de estudios de caso específicos, cuáles fueron y cómo se expresaron los principales enfrentamientos jurisdiccionales que tuvieron lugar en el ámbito local y que ambos señores protagonizaron, directamente o como instigadores de los mismos, a fin de hacerse con el control efectivo de la capital. Para profundizar en los entresijos del sistema, se ha creído conveniente dedicar el capítulo cuarto a la exposición y contraste de los rituales y ceremonias llevados a cabo tanto por los reyes como por los arzobispos en su primera entrada en la ciudad, momento en el que se ponía públicamente de manifiesto su acceso al señorío, para centrarse, a continuación, en el ingreso a la comunidad de los nuevos ciudadanos, un capítulo dedicado al análisis de las políticas emprendidas tanto para evitar la constante tendencia al declive poblacional que sufrió la ciudad, como para controlar la aceptación o el rechazo de los recién llegados. El sexto y último capítulo está dedicado al examen en profundidad de las elecciones municipales, así como a las ligas y partidos urbanos; en él se incide en los sucesivos privilegios obtenidos por la ciudad relativos a su organización política, en los modelos de elección y sus efectos, en la instrumentalización de los procesos electorales y en los medios seguidos para garantizar el control del regimiento urbano. Y es que, en el particular caso tarraconense, las parcialidades que fueron emergiendo a lo largo del periodo analizado solían tener como fin dominar el gobierno municipal para acabar con el régimen mixto, convirtiéndose así en un reflejo claro de las tensiones generadas en la cúspide del señorío. El colofón de esta segunda parte vendría dado por el estudio de la lucha por la representación de la ciudad en las Cortes generales, pero la amplitud, complejidad y riqueza de la materia hacen que exceda los límites del presente estudio y por ello se ha creído más conveniente presentar dicha cuestión en una nueva monografía, la cual esperamos que sea una realidad próximamente. Como es de esperar de nuestra labor, se ha procurado resolver los diferentes interrogantes planteados a través de la consulta y análisis del máximo número posible de fuentes primarias —las cuales gozan de un enorme protagonismo a lo largo del presente estudio—, a menudo inéditas y, precisamente por este motivo, plagadas de oportunidades.
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Es bien sabido el amplísimo volumen documental que, para los siglos del Pleno y Bajomedievo, se custodia en los archivos de la Corona de Aragón;16 pues bien, en este caso, y por lo general, Tarragona no es una excepción, al conservar una verdadera «polifonía» de fuentes17 que, por su número y rica diversidad, provocan una sensación vertiginosa, a la vez que abren un amplio horizonte de posibilidades que es preciso canalizar adecuadamente. De todos modos, también se hallan vacíos documentales importantes que, como es lógico, suelen coincidir con los contextos de mayor tensión política18 y que responden, con toda probabilidad, a procesos de destrucción selectiva e intencionada —como podrá verse, las propias fuentes dan constancia de algunos de ellos—. Para profundizar en el conocimiento de estas etapas más oscuras, se ha optado por recurrir a la documentación expedida por la cancillería real o a los procesos judiciales. El grueso principal de los fondos documentales utilizados procede de los archivos civiles y eclesiásticos de Tarragona —el municipal,19 el provincial20 y el arzobispal21—. De todos modos, las búsquedas no se han centrado 16 El embajador Vidal de Vilanova, en tono de queja, escribía desde Aviñón a Jaime II que «més hic escrivits vós, Senyor, tot sol, que entre tots los altres prínceps del món» (Cf. H. Finke, «Relacions de l’Església i Catalunya», pp. 295-296). 17 Ya sean ricos pergaminos o minutas de los escribanos, documentos originales o traslados autenticados, pues «por fortuna, en los grandes archivos del territorio tomóse la precaución de copiar en sendos cartularios los principales documentos que podían interesar a la Historia del país, algunos de los cuales, por milagro de la Providencia, se salvaron de aquellos terribles naufragios, supliendo en parte la carencia de los originales, principalmente durante los siglos xii, xiii y xiv» (Cf. E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 46). 18 Un buen ejemplo de ello son los libros de Actas municipales. Solo indicar sumariamente, pues va a profundizarse en ello en el lugar oportuno, que los volúmenes correspondientes a los años en los que se produjeron los conflictos más graves en la ciudad no han llegado hasta nuestros días o se conservan en el Archivo de la catedral en vez de hacerlo en el de la ciudad. Sirvan como ejemplo los libros de clavaria de los años 1370-1373 o el Liber civitatis Terraconæ de 1383 (AHAT, Notaria eclesiàstica, ciutat, C-37). En varias ocasiones, los cónsules reclamaron la devolución de documentación prestada al vicario arzobispal, hasta el punto de tener que prohibir su salida del archivo municipal. 19 Respecto a sus fondos, véase el catálogo que se puede consultar en línea desde la página web del AHCT, así como los índices clásicos del Repertori Municipal 1683 o los Papeles de Burriel [BNE, Ms. 13079]. Respecto a los libros de acuerdos municipales, pueden consultarse las transcripciones de los volúmenes del siglo xiv que realizaron como prácticas estudiantes de paleografía de la URV (con habituales errores) o el editado, con mayor cuidado, por M. Sanmartí e I. Companys. De todos modos, salvo muy escasas excepciones, las transcripciones que figuran en el presente libro han sido realizadas por el mismo autor que lo firma. 20 Cuyos fondos de ámbito local han sido trasladados al nuevo AHCT «Espai Tabacalera - M2», donde se ha vuelto a reunir toda la documentación histórica conservada de la ciudad de Tarragona que tantas vicisitudes ha atravesado. Para obtener más datos sobre este particular, véase la «Introducció» a la obra de I. Companys, Catàleg de la col·lecció de pergamins, pp. 11-38. 21 De todos los archivos tarraconenses, junto con el de la Corte de los vegueres (del que, relativos a los siglos medievales, solo se conservan algunos procesos en el AHCT), el AHAT fue el que padeció las mutilaciones más graves, tanto en la Guerra Civil española, como en 1813 (el año del «gran desastre» pues, a raíz de la voladura del castillo del prelado por parte de las tropas de Bonaparte al abandonar la
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exclusivamente en ellos, sino que se han complementado con los fondos del ACA, del AHN, del AHCB, los municipales de Lleida, Reus, La Selva del Camp (fondo de la «Comuna»), y el ADG. Asimismo, también se han utilizado diversos manuscritos, incunables y facsímiles conservados en la RAH, en la BNE, en la BC, en la BHMT y en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla (UCM). En las próximas páginas, se presentan, de modo esquemático, las referencias del conjunto de fuentes sobre las que se ha trabajado. Asimismo, se expone, sin pretensiones de exhaustividad, la relación de los títulos considerados fundamentales para el tema que nos ocupa y que han sido efectivamente utilizados (dividiéndolos en pocos apartados a fin de facilitar su localización), además del elenco de recursos electrónicos manejados. En esta segunda edición revisada, se ha procedido, fundamentalmente, a la actualización de la bibliografía, en la que se han incorporado los libros, capítulos y artículos publicados a lo largo de los últimos años sobre las diferentes materias abordadas. Se ha procurado así reforzar los contenidos de una obra que ya en su primera edición fue acogida con las mejores críticas en el mundo académico.
ciudad, sabemos por E. Morera —aunque sus afirmaciones deben ser matizadas— que el archivo «del cabildo metropolitano fue enteramente devorado por un incendio; el de la Mitra arzobispal quedó disperso y destruidos no pocos documentos» (Tarragona cristiana, vol. I, p. 45).
SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS Siglas de archivos, bibliotecas y museos consultados ACA Arxiu de la Corona d’Aragó ADG Arxiu Diocesà de Girona AHCB Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona AHCT Arxiu Històric de la Ciutat de Tarragona AHMR Arxiu Històric Municipal de Reus AHN Archivo Histórico Nacional AHT Arxiu Històric de Tarragona (provincial) AHAT Arxiu Històric Arxidiocesà de Tarragona AHS Arxiu Històric de la Selva del Camp (municipal y de la «Comuna») AML Arxiu Municipal de Lleida AMV Arxiu Municipal de València BC Biblioteca de Catalunya BHMT Biblioteca-Hemeroteca Municipal de Tarragona BH (UCM) Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (Marqués de Valdecilla) BNE Biblioteca Nacional de España ICGC Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya MDT Museu Diocesà de Tarragona MNAT Museu Nacional Arqueològic de Tarragona RAH Real Academia de la Historia Principales abreviaturas AA. VV. Autores Varios AE Actas Episcopales AM Acuerdos Municipales ap./aps. apéndice/s BGC Batllia General de Catalunya
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C Cancillería ca. circa cap./caps. capítulo/s CARAVPC Cortes de los Antiguos Reinos de Aragón, Valencia y Principado de Cataluña carp. carpeta CC Consell de Cent Cf. conferre Cl Clero cód. códice CoDoInACA Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de la Corona de Aragón col./cols. columna/s comp. compilador/a dir. director/a doc./docs. documento/s ed. editor/a ép. época esp. especialmente EyH Economía y Hacienda f./ff. folio/s FM Fondo Municipal G Generalitat GEC Gran Enciclopèdia Catalana Ibid. Ibidem Impr. Imprenta Ind. gráf. Industria gráfica MN Manuales Notariales MR Maestre Racional Ms. Manuscrito n. nota op. cit. opera citato p./pp. página/s perg. pergamino PF Procesos en Folio PG Procesos de Greuges PM Patrimonio de la Mitra PV Procesos en Volumen r recto reg. registro Res. Fondo de Reserva
siglas y abreviaturas utilizadas
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RN Registra Negotiorum RP Real Patrimonio sig. top. signatura topográfica s/ sin s./ss. siguiente/s t. tomo Tip. / Est. tip. Tipografía / Establecimiento tipográfico trad. traductor/a trans. transcriptor/a v verso vid. vide vol./vols. volumen/es Normas de transcripción En los documentos transcritos se ha procurado respetar, tanto como ha sido posible, la fuente original. A pesar de ello, y con el fin de facilitar su lectura, se han regularizado la separación de palabras y sílabas, los signos de puntuación, la acentuación y el uso de mayúsculas y minúsculas, de acuerdo con las reglas ortográficas actuales, con escasas excepciones. Por lo general, exceptuando los casos de uso más corriente, se desarrollan las palabras que aparecen abreviadas en las fuentes. Se regulariza el uso de la i/j y de la u/v, mientras que se han mantenido las grafías c y t según el documento original. Las grafías dobles ss y ff se han respetado en posición intervocálica, pero no al inicio de palabra, donde han sido transcritas por letras simples. Se mantienen las palabras repetidas y con grafías anómalas acompañándolas de sic. Los espacios vacíos y las palabras ilegibles se han indicado con unos puntos suspensivos entre corchetes, mientras que, en caso de poderse deducir, se han añadido, indicándose también entre llaves, los fragmentos de palabras de difícil o imposible lectura, debido, generalmente, a la mala conservación del soporte documental o a la corrosión de la tinta. Se hace uso de la línea inclinada (/ /) para incorporar las palabras añadidas en el momento de la redacción del documento. En el apéndice documental, los cambios de folio se han indicado mediante una doble línea oblicua (//) y, en el caso de los pergaminos, los saltos de línea se han indicado con una única línea oblicua (/). Los fragmentos repetidos, subrayados y las tachaduras se indican en nota alfabética tras los documentos transcritos.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA Fuentes inéditas (esquema de la documentación utilizada)
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Fuentes manuscritas e incunables Constituciones de Tarragona (s. xiv) [BNE, Ms. 13021]. Constitutiones sinodales et conciliares barchinonensis et tarraconensis (s. xiv) [ACA, Ms. Ripoll 90]. Crònica anònima universal de 1427 [BNE, Ms. 17711].
fuentes y bibliografía
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Índice de ilustraciones y cuadros Vista general de Tarragona desde el mar (fragmento) pintada por Anton van den Wyngaerde en 1563 (Ashmolean Museum, University of Oxford, B-II478-r). Wikimedia Commons cubierta Plano de Tarragona, realizado por el canónigo Calbet en el año 1643 (Procedencia de la fuente original: Gallica-Bibliothèque Nationale de France) 17 Fragmento del tapiz Bonae Vitae (ca. 1470), 4,65x10,65m, tejido en los talleres de Arras por encargo del arzobispo Gonzalo Fernández de Heredia (Se custodia en el MDT. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 69 Detalle del Plan of the Camp of Tarragona (36x46cm) elaborado en 1744 por Nicholas Tindal, Paul de Rapin e Isaac Basire (Editor digital: Institut Cartogràfic de Catalunya) 71 Representación de la donación de Tarragona a Robert Burdet (retablo barroco de san Oleguer, obra de Francesc Bonifàs, MDT. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 91 Representación del asesinato de Thomas Becket, arzobispo de Canterbury (1170) (absidiolo en el brazo sur de la nave transversal de la iglesia de santa María de la Sede de Égara. Conjunto monumental de las iglesias de san Pedro. Museo de Terrassa. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 103 Cronología de los arzobispos de Tarragona y reyes de Aragón 108 Fragmento del tapiz Bonae Vitae —op. cit.— (MDT. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 109 Cuadro con los datos extraídos de una carta conservada en el AHS [29. XI.1321], donde figuran las cantidades que debían satisfacer varias poblaciones del Camp 126 Cuadro elaborado a partir de un documento notarial con el recuento de fuegos y los sueldos a pagar por parte de distintas localidades del Camp de Tarragona en 1339 126 Mapa de las villas que configuraban la «Comuna del Camp» 129 Mapa de Tarragona y les Faldes 134 Gráfico con la evolución de la población de Tarragona y «les Faldes» entre 1339 y 1497 136 Mapa de los dominios del rey en la veguería tarraconense 138 Mapa de la veguería de Tarragona y el Camp 139 Tabla con el cómputo de fuegos de las poblaciones de la veguería entre 1321 y 1497 140 Evolución de la población de las principales localidades —agregados de villa y término— de la veguería de Tarragona (1339-1497)142
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
Portada del Liber Consulatum Tarracone 1387-1388 (AHCT, FM, AM, n.º 10. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 143 Imagen de un veguer (AHCT, FM, perg. 552 [1377]. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 161 Sello de la corte de los vegueres (AHCT, FM, perg. 477 [1380]. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 161 Esquema gráfico del sistema electoral tarraconense previo a la reforma de 1382 165 Esquema gráfico del sistema electoral aplicado en Tarragona a partir del privilegio de 1382 167 Nómina de consellers (AHCT, FM, AM, n.º 45: 1429-1430, f. 3r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 168 Esquema gráfico del modelo de elección directa y del modelo mixto de elección y azar 169 Registro de los impedidos para «entrar en regiment» (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424, docs. sueltos, n.º 20, f. 1r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 174 Relación de la venta de las imposiciones (AHCT, FM, AM, n.º 21: 1405-1406, docs. sueltos. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 196 Reducción de censales (AHCT, FM, P-8560. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet)201 Mapa del urbanismo de Tarragona en los siglos xiv-xv 204 Representación de santa Tecla, patrona de Tarragona (imagen de cubierta de la primera edición de El triunfo milagroso de la omnipotencia, en la vida, martyrios, y milagros de la esclarecida virgen, e invicta prothomártyr de las mugeres, Santa Tecla, Barcelona, impr. de Rafael Figueró, 1697. Ejemplar custodiado en el AHAT. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 211 Capital historiada del Ms. R14425: Ordinación feyta por el muyt alto e muyt excellent príncep el senyor don Pedro tercero Rey d’Aragón, f. 1r. (Imagen cedida por la Fund. Lázaro Galdiano) 213 Portada del Liber Consulatum Tarracone 1412-1413 (AHCT, FM, AM, n.º 28. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 215 Traslado del acta del juramento prestado por el arzobispo Vallterra (AHCT, FM, perg. 534 [7.II.1387]) 223 Mapa del itinerario seguido por Fernando I de Antequera en su primera entrada en Tarragona 233 Mapa del itinerario seguido por Juan II el Grande en su primera entrada en Tarragona 236 Representación del Adventus de Jesús en Jerusalén (detalle del sarcófago de Bethesda —anónimo, ca. 400 d.C.— incrustado en el frontis lateral derecho de la fachada de la catedral de Tarragona. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet). 243 Fragmento de una proposición presentada el 28 de noviembre de 1422 para la admisión de nuevos ciudadanos (AHCT, FM, AM, n.º 38, f. 9v. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 245 Gráfico con los oficios de los ciudadanos aceptados y rechazados por el municipio tarraconense entre 1358 y 1462 251 Gráfico con la evolución de ciudadanos admitidos y rechazados por el municipio tarraconense entre 1356 y 1460 262
índice de ilustraciones y cuadros
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Gráfico con la procedencia de los recién llegados por ciudades y veguerías en el mismo periodo 265 Minuta notarial con la votación sobre la ayuda a prestar a un nuevo ciudadano (AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440, docs. sueltos, n.º 5, f. 1r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 268 Tabla con los beneficios otorgados a los nuevos vecinos entre 1358 y 1459 278 Recuento de los votos emitidos en las elecciones municipales celebradas en 1408 (ACHT, FM, AM, n.º 24, docs. sueltos, f. 10r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 297 Resultados de los comicios de 1359 (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360, f. 25r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 302 Dibujo de un ahorcado en el margen del Memorial en lo qual se troba en què penjaren un veguer de l’Arquebisbe (AHCT, FM, P-8573. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 319 Modelo de elección de los cónsules «a més veus i redolins». Elecciones de 1408 (AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409, f. 1v y docs. sueltos, n.º 8 y 10. Fotografías: Eduard Juncosa Bonet) 350 Gráficos con los resultados electorales de 1407 por manos 351 Modelo de elección de los cónsules «a més veus». Elecciones de 1423 (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424, ff. 1r-2v y docs. sueltos n.º 2 y 5. Fotografías: Eduard Juncosa Bonet) 354 Gráfico con los resultados de los comicios de 1423 355 Minuta notarial con el recuento de votos para determinar el sistema electoral de 1423 (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424, docs. sueltos n.º 20, f. 1v. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 356 La nómina de consellers con indicación de los «querellantes/apelantes» (AHCT, FM, AM, n.º 62: 1446-1447, f. 3v. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet)377 Tabla con los cónsules de Tarragona y el sistema electoral (1352-1476) 383 Capitel del claustro de la catedral de Tarragona conocido como La processó de les rates, del s. xiii (Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 397 Copia del privilegio del rey Juan I (1388) sobre la organización del regimiento municipal (AHCT, FM, docs. en papel, sig. top. 20/1. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 411 Nómina de los consellers que el partido de los «querellantes/apelantes» eligió en 1446 (AHCT, FM, AM, n.º 62: 1446-1447, docs. sueltos, n.º 2, f. 1r. Fotografía: Eduard Juncosa Bonet) 463
Agradecimientos Con estas líneas, quisiera expresar mi más sincera gratitud a todas aquellas personas que, de un modo u otro, me han prestado su consejo, ayuda y comprensión a través del prolongado proceso que ha dado como resultado la presente obra. En primer lugar, me gustaría hacer especial mención, dándoles las gracias de todo corazón, a quienes actuaron como codirectores de la tesis doctoral que ha servido como fundamento de este trabajo, sin cuyo magisterio y colaboración constante no habría sido posible alcanzar su satisfactoria terminación. Le debo a la Dra. Mercè Aventín i Puig el haberme descubierto esa Edad Media «enorme y delicada» de la que hablaba el poeta Paul Ver laine. Sus clases me despertaron el interés y el placer por el estudio de una etapa que se revelaba cada vez menos oscura ante mis ojos —responsabilidad compartida con otros profesores del Departamento de Historia Medieval, Paleografía y Diplomática de la UB—. Fue también ella quien, con una enorme generosidad, guió mis incipientes pasos en el mundo de la investigación, brindándome la posibilidad de publicar firmando a su lado desde el inicio. Asimismo, me impulsó a emprender mi primera aventura pisana a través de una beca Erasmus y, pensando más en los beneficios a nivel formativo que en los potenciales inconvenientes, me animó a seguir los estudios doctorales fuera de Barcelona. Por otro lado, a pesar de no haber gozado de la experiencia de presenciar sus clases —déficit que he procurado compensar asistiendo, siempre que me ha sido posible, a las conferencias que ha impartido—, el Dr. Miguel Ángel Ladero Quesada jugó un papel decisivo en mi formación como historiador a través de la lectura de su prolífica obra. Que una persona con su sabiduría, claro referente del medievalismo a nivel internacional, aceptase tutelar mis estudios de doctorado en la UCM fue un motivo de enorme orgullo y, a su vez, una gran responsabilidad. Desde el inicio, asesoró y acompañó mi tarea investigadora con gran respeto y confianza, orientando mis lecturas, aportando ideas y consejos, debatiendo mis hipótesis e interpretaciones, y revisando con gran atención e interés los resultados.
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
Además de a mis maestros, quiero dedicar unas palabras de profundo agradecimiento a la institución que se ha brindado a amparar, patrocinar y hacer realidad la publicación del presente proyecto: la Institució Milà i Fontanals (CSIC), sin olvidar que la investigación de base ha sido posible gracias a una beca-contrato de Formación del Profesorado Universitario (MEC); a las ayudas, a ella asociadas, para la realización de estancias breves en centros de reconocido prestigio —siendo admitido, hasta en tres ocasiones, por el Institut Universitari d’Història Jaume Vicens Vives, vinculado a la UPF (agradezco la ayuda de los profesores: Josep M.ª Salrach i Marés, Tomàs de Montagut i Estragués y Víctor Farías Zurita); y a la subvención para la movilidad de estudiantes con el fin de obtener la Mención Europea en el título de doctor, desarrollando una nueva estancia en la Università degli Studi di Pisa —donde fui encomiablemente acogido, pues obtuve todas las facilidades para el desarrollo de mis tareas y se me ofreció la oportunidad de participar, como oyente y ponente, en los «Seminari del mercoledì» (con enorme tradición); mi gratitud a los profesores: Giuseppe Petralia, Mauro Ronzani y Simone Collavini—. Sin abandonar el marco institucional, debo expresar mi reconocimiento, por las ricas discusiones generadas en su seno y las posibilidades para el desarrollo de mis líneas de trabajo, a los proyectos de investigación: «Prácticas de comunicación y negociación en la relaciones de consenso y pacto de la cultura política castellana, ca. 1230-1504» y «Prácticas de consenso y de pacto e instrumentos de representación en la cultura política castellana (siglos xiii al xv)», dirigidos por el Dr. José Manuel Nieto Soria; «Las artes en tiempos de Alfonso el Magnánimo: poder, mecenazgo e intercambios culturales en el Cuatrocientos», dirigido por la Dra. M.ª Rosa Terés Tomàs; y la Acción Integrada «Facciones, linajes y conflictos urbanos en la Europa bajomedieval. Modelos y análisis a partir de las ciudades españolas e italianas», codirigida por los Drs. María Asenjo González y Andrea Zorzi. Agradezco, también, las facilidades y el agradable trato prestados por los archiveros, bibliotecarios y personal de todos los centros de investigación que he visitado a lo largo de todo este tiempo, pues su orientación y colaboración han resultado determinantes. Particular citación merecen: Isabel Companys, Manel Fuentes, Jordi Piqué, M.ª Elena Virgili y Jaume Riera. Me gustaría expresar mi deferencia hacia los miembros del Departamento de Historia Medieval de la UCM, haciendo particular mención, por su especial apoyo y colaboración inestimable en las etapas más duras, a los profesores y amigos: Ana Isabel Carrasco (sin cuya ayuda hoy esta obra no vería la luz), Martín Alvira Cabrer y Óscar Villarroel González, pues es con ellos con quien más he debatido sobre los contenidos que ahora se exponen.
agradecimientos 67
Del mismo modo, quisiera agradecer a los compañeros de fatigas, investigadores y colegas de profesión la sana relación mantenida durante todos estos años, así como su generosidad al haber compartido conmigo su obra, por haberme regalado parte de su valioso tiempo para la discusión constructiva o la resolución de dudas y por haberse mantenido siempre a mi lado, a pesar de que, en ciertas ocasiones, no haya sido tarea fácil. En último lugar, y en absoluto por ello menos destacado, quiero dar las gracias a mi familia —en especial, a mis padres y hermana—, sin cuyo amparo, amor incondicional y ánimo en los momentos más arduos no habría sido capaz de llevar a buen término este trabajo: nunca os podré agradecer suficientemente todo lo que habéis hecho por mí.
primera parte
constitución y estructura jurídico-política del coseñorío de Tarragona
De la ocupación de Tarragona al establecimiento del régimen coseñorial
En virtut de la donació que lo archebisbe d. Bernat Tort en lo any 1151 féu al comte de Barcelona y príncep de Aragó, de la ciutat de Tarragona ab los pactes en ella contenguts [...], sempre los reys de Aragó sos successors han pretès que són senyors útils de Tarragona, y que la Iglésia, y per ella la Mitra, sols hi té lo directe domini. Y per esta causa, com ja he advertit, los sobredits reys, en lo ingrés de son regnat, prestaven fidelitat als archebisbes de Tarragona. Ab aquest motiu, tots ells pretengueren tenir en la ciutat y son Camp lo llibre exercici de la jurisdicció, com a vassalls sòlidos y propis. Al contrari, los archebisbes deian que la jurisdicció ere comuna dels dos, y que lo hú sens lo altre no la podia exercir, y que lo domini de l’archebisbe ere major que’l que lo rei tenia, puis las apel·lacions de les causas que eren de la jurisdicció comuna, sols, y sens lo rei, eren de la cognició de l’archebisbe. Però los reys, sens atendre a la rahó dels archebisbes, tots quants actes jurisdiccionals podian per si sols fer en la ciutat y son Camp los executaven, als quals ab censuras se oposaven los archebisbes, fins que revocaven lo fet y executat. J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. II, cap. XXXIV
Los antecedentes de un proyecto de largo alcance La ocupación1 cristiana de Tarragona y su Campo —considerado como una unidad geográfica e histórica—2 fue una empresa compleja y harto dilatada en el tiempo, lo que contribuyó a convertir su proceso feudalizador en un modelo atípico y profundamente conflictivo.3 1 No es baladí el uso del término ocupación frente al de conquista, pues el control cristiano del espacio tarraconense fue el resultado de un proceso más próximo a un modelo de guerrilla o de infiltración que el resultado de una toma militar efectiva. Coincido con L. J. McCrank en su afirmación de que «quizás sea mejor ver a Tarragona como un apeadero para las incursiones de un lado al otro de la frontera más que como un territorio permanente de alguien» («Tarragona medieval. Reconquista y restauración», p. 213). Incide en la misma idea el profesor F. J. Faci al poner de relieve las diferencias sustanciales que definieron la empresa tarraconense con relación a otras campañas militares de la época, pues «no se dio una conquista militar stricto sensu, sino una ocupación hecha lentamente y en diferentes fases», concluyendo que «se trataba más de un largo proceso que de un acontecimiento aislado y singular» («La restauración de Tarragona», p. 1195). 2 Así lo interpreta el maestro Font i Rius en varios de sus conocidos estudios, al asociar el Campo tarraconense al territorium de la antigua civitas romano-visigoda. Véase, por ejemplo, su artículo «Entorn de la restauració», pp. 83-105 [=Estudis sobre els drets i institucions, pp. 93-112]. 3 M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», p. 211.
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El primer intento documentado de control de la antigua ciudad imperial partió de iniciativa franca y data de principios del siglo ix, en tiempos de Luis el Piadoso, quien se había marcado como objetivo principal la conquista de Tortosa. Tras el fracasado proyecto del rey de Aquitania, se sucedieron nuevas expediciones a lo largo de la centuria4 que convirtieron el área de Tarraqū na en un espacio prácticamente inhabitable, a veces en manos de los andalusíes, otras, de los feudales, pero sin un dominio efectivo por parte de nadie, dificultando enormemente el asentamiento en la llanura que abraza la ciudad, excesivamente abierta por distintos flancos para poderla defender adecuadamente.5 Durante siglos, se ha debatido sobre la despoblación tarraconense en época islámica. Los cronistas más antiguos presentan una ciudad alejada de los principales centros de articulación del poder, totalmente abandonada y yerma a lo largo de cuatrocientos años, aunque las investigaciones más actuales, mediante un estudio más profundo de los documentos árabes y francos, junto con la inestimable contribución de la arqueología, apuntan hacia la posibilidad del establecimiento de asentamientos militares y una tímida colonización de este espacio fronterizo.6 En paralelo, desde finales del siglo ix, van a multiplicarse las iniciativas restauradoras de la Sede metropolitana,7 promovidas por los condes barceloneses, quienes pretendían, de este modo, hacer efectiva la independencia eclesiástica de sus dominios y consolidar su creciente posición hegemónica sobre el resto de condados catalanes.8 La tentativa más temprana de restauración arzobispal y de emancipación de la soberanía ejercida por la prima 4 Sirva tan solo como ejemplo la campaña atribuida a Wifredo I el Velloso por las Gesta comitum en torno al año 888 para expandir los límites de la Marca desde la línea del río Llobregat hasta el Campo tarraconense, expuesta en E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 325-328. 5 A. Virgili, «La qüestió de Tarraqūna», p. 24. 6 Las aportaciones clásicas de E. Morera y S. Capdevila no están exentas de contradicciones internas al respecto, mientras que los trabajos que han abordado esta cuestión más recientemente, parecen confirmar la tesis de É. Lévi-Provençal, quien afirmaba que, tras el frustrado proyecto conquistador de Ludovico Pío, «Tarragona será presa disputada en muchas campañas que la harán unas veces musulmana y cristiana otras» («España musulmana», p. 318). Sobre el papel de primer orden que debe desempeñar la arqueología para intentar alcanzar la resolución de estas cuestiones, véase A. Virgili, «El Camp de Tarragona», pp. 47-66. 7 Las cuales tuvieron como pretensión primordial la reactivación de la autoridad metropolitana, aunque esta no fuese establecida en su lugar original. 8 Fue en este momento cuando «Tarragona se transformó en un objetivo clave, de valor simbólico y estratégico para la política exterior crisitana de la casa condal de Barcelona» (L. J. McCrank, «Restauración canónica», p. 145). De acuerdo con las investigaciones más actuales, los proyectos de restauración arzobispal emprendidos durante la segunda mitad del siglo x, contexto en el que los condes intentaron hacer coincidir sus jurisdicciones civiles con las demarcaciones eclesiásticas, deben entenderse como un instrumento político cuyo fin era legitimar los ficticios derechos sucesorios del casal de Barcelona, en confrontación con el condado de Cerdanya-Besalú, sobre el extinguido arzobispado tarraconense. Véase R. Martí, «Delà, Cesari i Ató», pp. 369-386.
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Sedis franca, puesto en duda por parte de la historiografía,9 se llevó a cabo mediante la figura de Esclua, obispo intruso de Urgell, acusado de usur pador.10 A lo largo de la siguiente centuria, junto con nuevas correrías militares, esporádicas y escasamente coordinadas,11 el proyecto restaurador volvió a resurgir en repetidas ocasiones, siendo el más destacado —por contar con el impulso y el respaldo de la autoridad condal barcelonesa— el que se emprendió mediante el reconocimiento de Ató de Vic, maestro de Gerberto de Aurillac, como heredero del título arzobispal por parte del papa Juan XIII, trasladando a la iglesia ausonense todas las prerrogativas de la antigua pro 9 Al respecto, véanse las aportaciones de R.-H. Bautier, «La prétendue dissidence», pp. 477-498; y J. Mercier, «Les problèmes politico-religieux», pp. 115-133; en contraposición con la perspectiva de autores como P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 6-7; R. d’Abadal, Els primers comtes catalans, pp. 161-181; o D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 218-219. 10 Ante esta situación, para quienes defienden la veracidad del caso en cuestión, la determinación del pontífice Esteban V resultó ser un elemento clave, pues, saliendo a favor de los derechos de la Narbonense, llegó a amenazar con la excomunión y el anatema para los obispos de Urgell, Girona y Barcelona si no estaban dispuestos a deponer su actitud de rebeldía y no se sometían a su verdadero metropolitano. Al respecto véase D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, p. 219. Según información aportada por el padre J. Villanueva, tras su deposición, Esclua hizo penitencia por su culpa al fracasar su intento de suplantación de la Sede arzobispal (Viage literario, t. X, p. 76). Hay que tener en cuenta que esta operación tampoco contó con el apoyo del conde de Barcelona, como destaca F. J. Faci, «La restauración de Tarragona», p. 1197. 11 Al margen de los avances realizados por las tropas del conde Suñer para controlar la zona del Penedès, se ha discutido mucho sobre la dominación cristiana de Tarragona en las décadas centrales del siglo x. Autores como E. Lévi-Provençal o R. d’Abadal coinciden en afirmar el abandono del territorio por parte de los musulmanes alrededor del año 936 y su posterior recuperación a partir del 960. Por su parte, A. Benet establece la cronología del control cristiano entre 941 y 966. Las pruebas en las que asientan sus deducciones son las fuentes de Ibn Khaldūn o de al-Maqqarī que se refieren al conde Miró como «rey de Barcelona y de Tarragona», el relato de una expedición victoriosa en tierras del Islam de Ibn al-Atīr, los textos de al-Mas’ūdī, o la donación que hizo el conde Suñer del lugar de Centcelles (muy próximo a Tarragona) al abad de Ripoll. El fin del supuesto dominio cristiano se ha argumentado a partir de las condiciones impuestas por al-Hakan II a los embajadores de los condes de Barcelona que fueron a su encuentro a Córdoba o a las palabras contenidas en una de las citadas bulas de Juan XIII, donde afirmaba que «ipsa jamdicta civitas Tarraconensem a Saracenis capta et pastore destituta, nulli recuperandi locum, aut inhabitandi usque actenus reperiri valeat». En cualquier caso, resultan más que pertinentes los interrogantes que se plantea H. Dolset al respecto, pues, si efectivamente en esos años Tarragona y su territorio estaban en manos cristianas, ¿por qué se produjeron los intentos de restauración arzobispal en Girona (con Delà) o Montserrat (con el abad Cesari) y no en la propia ciudad? ¿Por qué razón el papa nombró como heredero de la dignidad arzobispal a Ató de Vic en el año 971 sin haber intentado un reconocimiento similar en la antigua capital metropolitana durante las décadas en las que supuestamente la ciudad estuvo bajo la órbita cristiana? Además, resulta particularmente extraño que, en caso de haberse producido efectivamente dicha ocupación, no existan testimonios que la mencionen entre la documentación cristiana. Todo ello empuja al citado autor, con quien coincido plenamente, a concluir que «Tarragone n’était plus aux mains des musulmans, mais pas forcément qu’elle appartenait aux chrétiens» y que «les divers avatars d’archevêché sont motivés par la rivalité des différents comtes, qui consolident chaucun leur principauté et instrumentalisent les évêches au service de leur pouvoir» (Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 77-84). Sobre la figura de Cesari, véase también R. d’Abadal, «El Pseudo Arquebisbe de Tarragona».
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vincia tarraconense.12 Sin embargo, su asesinato, perpetrado en agosto del año 971, pocos meses después de haberse hecho oficial la decisión pontificia, truncó la iniciativa,13 no sin establecer los precedentes para que, ya en tiempos de la reforma gregoriana y de acuerdo con sus nuevos postulados, pudiera restablecerse en su estado prístino la dignidad metropolitana.14 De hecho, debido a las incursiones de al-Mansūr y de ‘Abd-al Malik, no será hasta mediados del siglo xi cuando los condes de Barcelona, aprovechando la desintegración, tan rápida como inesperada, del califato omeya, lograron consolidar la frontera en el curso fluvial del Gaià, lo que permitió establecer como objetivo inmediato y plausible la expansión meridional de los dominios feudales.15 De este modo, paulatinamente, se dejaban a un lado las anteriores conquistas definidas por un marcado carácter militar de urgencia para establecer enclaves definitivos y seguros, quedando completamente conectada la línea de fortificaciones de la ribera del Gaià con la edificada por los barones de Queralt en las zonas superiores de la frontera.16 Tras la superación de la política fronteriza no agresiva llevada a cabo durante las regencias de la condesa Ermesenda y de la poderosa influencia 12 A raíz del viaje a Roma emprendido por el obispo Ató y el conde Borrell, en enero del 971, el papa promulgó cinco bulas, tres de ellas conservadas en papiros originales (transcritas y estudiadas por A. Millares, Documentos pontificios en papiro, pp. 115-147) y las otras dos a partir de traslados posteriores. El primer documento iba dirigido a los prelados «in Galliarum partibus» para darles a conocer que el pontífice había decidido trasladar a la Iglesia de Vic el poder y la primacía de la de Tarragona («pastore destituta, nullum recuperandi locum aut inhabitandi usque hactenus reperire valeat»), cuyos antiguos sufragáneos debían recibir su consagración de manos del arzobispo ausonense. El segundo documento contiene la concesión del palio a Ató. El tercero, destinado a los sufragáneos del nuevo metropolitano, declara que la Iglesia de Tarragona quedaba, en adelante, unida a la de Vic («ex duabus unam fecimus») y que sus derechos de Metrópoli se traspasaban a esta última. De ello se desprende que, más que una restauración, se estaba erigiendo un nuevo centro metropolitano en sustitución de la antigua ciudad imperial. Los dos últimos textos se dirigían específicamente a la Iglesia de Girona. El papa decreta, con ellos, la nulidad de la consagración como obispo de un neófito, para nombrar como provisor y gobernador de dicha sede al propio Ató. Sobre estas cuestiones, véanse P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 1316; D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 222-225; F. J. Faci, «La restauración de Tarragona», pp. 1198-1199. La transcripción completa de las citadas bulas se contiene ya en las obras clásicas de Diago, Blanch, Zurita, Flórez o Villanueva. 13 Según opinión de R. Martí («Delà, Cesari i Ató», pp. 378-379), compartida por otros autores, el responsable de dicho crimen, ya fuese como ejecutor o como inductor del mismo, fue el conde-obispo Miró III Bonfill de Besalú, el principal oponente de Ató desde que se intitulara cabeza de la sede gerundense a mediados de abril del año 970. 14 Para obtener una información más detallada sobre todas estas cuestiones, véase la tesis doctoral inédita de H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 71-77, así como J. M. Salrach, L’assassinat de l’arquetisbe Ató, pp. 5-27. 15 En este periodo, tanto las fuentes musulmanas como cristianas coinciden en presentar la ciudad y sus inmediaciones como un espacio abandonado y en ruinas, rodeado por unos montes plagados de cristianos que impedían el asentamiento de los musulmanes y viceversa. Al igual que se ha visto para intentos de ocupación anteriores, la mención de una conquista feudal de Tarragona entre los años 1017 y 1023 debe ser planteada con idéntica prudencia. H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 82, 106-107. 16 Véanse J. Iglésies, «Les fonts històriques», pp. 280-289; M. Miquel, «Ipsa marcha extrema», pp. 27-35.
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ejercida por la familia de Cerdanya-Besalú sobre la jerarquía eclesiástica del Principado, lograr el control efectivo y permanente de Tarragona se convirtió en una preocupación constante para Ramón Berenguer I, pues tendría que permitir la restauración del arzobispado en su Sede original y el abandono definitivo de la tutela ejercida por Narbona sobre los obispados catalanes. De todos modos, los intereses de los grupos aristocráticos dominantes no convergieron con la voluntad del conde de Barcelona, pues fueron favorables al mantenimiento de la primacía de la Sede narbonense, en manos del sobrino del abad Oliva.17 Mediante la firma de un pacto establecido entre el Viejo y su cuñado, el vizconde Bérenger de Narbona,18 el conde barcelonés decidió crear un nuevo condado, con capital en Tarragona, cuyo límite norte discurriría por el río Gaià, hacia los castillos de Cabra y Prenafeta, siguiendo por el Coll de Lilla (límite natural que separa el Alt Camp tarraconense de la Conca de Barberà), siendo el mar su extremo sur y sin precisar los límites exactos por el oeste. Según los términos establecidos en el documento (atribuido al año 1050), cuyo estado de conservación solo permite realizar una lectura parcial del mismo, el naciente condado se convertía en un feudo perpetuo del casal de Barcelona, sin posibilidad de realizar transferencia alguna sin el consentimiento del señor de Tarragona (quien ostentaría el título de vizconde, quedando supeditado a la dignidad condal que Ramon Berenguer I se reservaba para sí, sumándose, de este modo, a la ejercida sobre Barcelona, Osona y Girona). El conde se comprometía a contribuir al afianzamiento de los nuevos espacios mediante la vigilancia marítima para evitar posibles contraataques musulmanes, así como a construir un castillo en la ciudad del Francolí donde vivirían de un modo permanente, durante al menos diez años, el vizconde con su esposa y primogénito. Una vez establecidos allí, deberían encargarse de asentar el dominio cristiano de la zona sudoeste de la nueva unidad territorial, adquiriendo el control de los tribunales, el cobro de impuestos y los derechos de pesca, acuñación de moneda, pastos y mercancías. Las poblaciones sometidas se convertirían en tributarias, mediante el pago de parias, de las cuales se entregaría un censo anual al conde de Barcelona de 120 onzas de oro, y las obtenidas por el contingente naval serían divididas, por partes iguales, entre ambos señores. Pero más allá de estas precisiones, ignorando los términos estipulados en las bulas de Juan XIII, el convenio establecía los planes para restaurar la Iglesia de Tarragona bajo un obispo ordinario y con la administración de una diócesis cuyos límites fuesen coin Como pone de manifiesto F. J. Faci, «La restauración de Tarragona», p. 1200. Calificado por E. Morera de «carente de todo interés histórico» por «quedar sin efecto la donación» (Tarragona cristiana, vol. I, p. 336), un desprecio que, desde luego, no compartimos, fundamentalmente por sus implicaciones posteriores. 17 18
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cidentes con los del condado para evitar posibles fricciones en un contexto particularmente tenso con el episcopado, supeditando el programa eclesiástico —desarrollado esta vez al margen del pontífice— a la expedición militar y a los objetivos considerados estratégicos, pues este no se haría efectivo hasta que se hubiese producido la ocupación efectiva de la ciudad,19 reservándose el conde y el vizconde la potestad de nombrar, de común acuerdo, al prelado, cuyo castillo poseería como feudo del vizconde —quien actuaría como agente de control sobre la Iglesia— compartiendo con él los diezmos obtenidos. No obstante, las profundas divisiones internas que hacían prácticamente imposible articular una ofensiva militar exitosa, las instigaciones de la condesa Ermesenda, el abierto enfrentamiento con el arzobispo Wifred de Narbona —quien logró promulgar la excomunión de Ramón Berenguer I en el sínodo de Toulouse de 1056— o la falta del apoyo episcopal necesario para impulsar la reavivación canónica de la antigua Sede metropolitana fueron algunas de las principales razones que impidieron la materialización de la maniobra condal. De todos modos, no tuvo que transcurrir demasiado tiempo hasta que, con ciertas modificaciones de calado, el proyecto volviera a reactivarse. La alianza con ‘Alī ibn-Mūgehid de Dénia en contra del rey Hūdita de Zaragoza y señor nominal sobre Lleida y Tortosa, al-Mūqtadir ibn-Sulaimān, sumada a la política de alianzas con los condes de Urgell y Pallars, permitió el avance de las tropas catalanas hasta el valle del Ebro a fines de la década. Según noticia apuntada por F. Diago, el 30 de marzo de 1056, Ramón Berenguer I enfeudó Tarragona a Bernat Amat de Claramunt (quien poseía importantes dominios a lo largo de la frontera del Gaià), nombrándole vizconde de Tarragona,20 título que sus herederos van a conservar hasta la siguiente centuria, sin que ello quiera decir que lograsen retener y colonizar las tierras sobre las que habían adquirido derechos. Tal conveniencia debe ser incluida entre toda una serie de enfeudaciones que el conde realizó en esos años para asegurarse la conservación de las taifas de Lārida y Turtū šha dentro de la 19 La gran diferencia que se estableció en las décadas centrales del siglo xi en relación con los proyectos de restauración anteriores fue que la reactivación de la Metrópoli se vinculó directamente al dominio previo de la ciudad, al que quedó subordinada. 20 «Y el año siguiente, en treynta de Março, que fue el treynteno del Reyno de Henrico, dieron al mismo cavallero y a sus hijos y descendientes el Vizcondado de Tarragona con el castillo de encima del Puerto del mar y con la ciudad, prometiéndole juntamente y obligándose a rescatarlo a él y a su muger, hijos, y familia, siempre que el Castillo de Tamarid, donde avían de morar, los captivassen Moros, como lo he visto en el Archivo Real de Barcelona, en el Armario de Girona, en el saco M, en el número noventa. De esto se puede inferir, si yo no recibo engaño, que la donación del Condado y ciudad de Tarragona, que el Conde avía hecho antes desto, estando casado con doña Isabel, al Vizconde de Narbona, la qual ya se posó arriba, no se efectuó» (F. Diago, Historia de los victoriosíssimos antiguos Condes, vol. II, cap. XLVIII, f. 112r). Véase también F. Rodríguez (ed.), Col·lecció diplomàtica, doc. 172.
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órbita de acción conquistadora catalana, frenando las potenciales pretensiones expansionistas de Aragón. A mediados de 1076, moría Ramón Berenguer I sin haber logrado concretar la operación de erigir un condado y una diócesis en Tarragona, el proyecto más razonable de los surgidos hasta el momento, fruto de una nueva concepción inscrita ya plenamente en las estructuras feudales y estableciendo un estrecho vínculo entre Barcelona y Tarragona que acabará dando lugar a la solución definitiva años más tarde.21 A pesar de todo, ni siquiera en el ocaso de su vida, parece que el conde estuviese dispuesto a abandonar su sueño, ya que en su último testamento, el Viejo dejaba a sus hijos, pro indiviso, ese espacio en tierra de nadie: «ipsam civitatem de Tarragona usque ad Tortuosam et ad fluvium Iberis, et ipsum castrum de Tamarit et Cubellas et de Castelet et de Castro Vetulo et Capra usque ad fluvium Iberis».22 En las últimas décadas del siglo xi, el anhelo por reactivar el proyecto tarraconense vivió un nuevo impulso, aunque esta vez la iniciativa partió desde la jerarquía eclesiástica, no únicamente catalana,23 con una actitud cada vez más partidaria de las tesis reformistas y más reticente a aceptar la tutela de Narbona, acusando a su arzobispo excomulgado de simoníaco y de actuar en flagrante oposición al papado gregoriano. La división entre ambos lados de los Pirineos no hizo más que acrecentarse con sus sucesores en la Sede metropolitana, quienes veían todo intento de restauración de la Iglesia de Tarragona como una amenaza sediciosa a su autoridad y prerrogativas canónicas. Por otro lado, las tradicionales divisiones entre los sectores dominantes se superaron a raíz de la crisis política abierta tras el asesinato de Ramón Berenguer II, el 5 de diciembre de 1082. El magnicidio, del que fue acusado su propio hermano, tuvo como una de sus principales consecuencias la alianza entre la alta nobleza y el clero con el fin de preservar la seguridad interna y garantizar el control de la tutoría del futuro Ramón Beren guer III, hijo del fallecido, reclamada por Alfonso VI de León y Castilla, lo que garantizó el mantenimiento de la hegemonía de la casa barcelonesa. Asimismo, mientras que la decisión de Urbano II de declarar al arzobispo de Idea en la que insiste F. J. Faci, «La restauración de Tarragona», pp. 1200-1202. Puede encontrarse la transcripción completa del documento en P. de Bofarull, Los condes de Barcelona vindicados, vol. II, p. 42. Véase, también, I. J. Baiges, G. Feliu, J. M.ª Salrach (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal, vol. I, doc. 63, p. 228. Para obtener una visión de conjunto de la política del conde Ramón Berenguer I en relación con Tarragona, L. J. McCrank, «La restauración eclesiástica y reconquista», pp. 5-40; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 508-514. 23 Hay que tener en cuenta el papel de primer orden que desempeñó el arzobispo de Toledo, Bernardo de Sédirac, quien, desplazándose ante la curia romana en Anagni, trató con el pontífice sobre la necesaria restauración de la Metrópoli de Tarragona. Así se recoge en la obra del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, De rebus Hispaniæ, a partir de los registros de Urbano II, como bien hace constar D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, p. 227. 21 22
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Toledo como primado «in totis Hispaniarum regnis»24 —pocos años después de haberse logrado la conquista de la ciudad y la restauración de la principal sede visigótica— actuó como un claro revulsivo para impulsar todavía más el resurgimiento de la autoridad metropolitana tarraconense,25 el fracaso de la política exterior del conde Berenguer Ramón II,26 conocido historiográficamente como el Fratricida, y las continuas agresiones del Cid resultaron ser factores clave para convertir Tarragona en un objetivo militar fundamental, amparado por una ideología de guerra santa promovida desde Roma.27 El pontífice, alertado por el arrollador avance almorávide y teniendo en cuenta la posición estratégica de Tarragona en dicho contexto, en vista de que la ocupación de facto de la ciudad y sus términos circundantes no se había hecho efectiva a pesar del dominio de la comarca que desde décadas recientes ejercían los cristianos, dirigió una misiva a los condes de Barcelona, Urgell y Besalú, así como a todos los «Tarraconensis et Barchinonensis provincie episcopis, vicecomitibus et ceteris nobilis et potentibus, sive clericis, sive laicis», exhortándoles con apremio para que destinasen todos los esfuerzos necesarios a la recuperación de la antigua capital,28 «in peni24 Entre los que se integra el arzobispado tarraconense, alterando así su previa adscripción, desde la mentalidad de la curia romana prerreformista, a las «Galliarum partibus». Sobre esta cuestión, véanse D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 225-226; P. F. Kehr, El papat i el Principat, p. 55. La bula a la que aludo es la famosa Cunctis sanctorum, expedida el 15 de octubre de 1088, íntimamente relacionada a la Quisquis voluntatem gerit, dirigida a los obispos hispanos, cuya copia conservada en el códex de Girona Terraconensibus, entre la colección de cánones del Archivo capitular de dicha ciudad, concluye con la frase: «Qui autem vestrum sine metropolitanis propriis sunt, ipsi interim velut proprio subesse, [donec restituatur sua cuique Deo auctore metropolis et canonice obedire] debebunt», una interpolación que se agrega en la versión gerundense con respecto a las copias conservadas en Toledo y el Vaticano, haciendo patente que los obispos catalanes pretendieron dejar constancia de que la solución a la que se había llegado era transitoria y que debía concluir cuando su metropolitanato pudiera ser restaurado, procurando contrarrestar así las pretensiones imperiales de Alfonso VI. Sobre este particular, L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 163-164. 25 Un proceso que, desde hacía siglos, había despertado un interés aparentemente primordial y que, en realidad, no pasaba de ser una aspiración falta de concreción, dando lugar a una desproporción clara entre la voluntad teórica expresada de un modo recurrente en los documentos y unos resultados que, a todas luces, seguían siendo francamente exiguos. Uno de los autores que más ha insistido en ello ha sido F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», p. 475. A pesar de que este nuevo plan de restauración se había fraguado en el concilio de Girona del año 1077, los primeros indicios que hacen evidente un verdadero programa para cumplir dicho objetivo no se llevaron a cabo hasta transcurrida una década. 26 Quien retenía el título condal barcelonés como regente de su sobrino. 27 Estas son las principales causas que identifica L. J. McCrank («Restauración canónica», p. 147 y ss.) para que se produjera el definitivo impulso de la restauración del metropolitano tarraconense en el último cuarto del siglo xi. 28 En el citado documento, emitido el 1 de julio de 1089, se hace constar la mención a la reconstrucción de la ciudad más que a una conquista militar de lo que se había convertido en una res nullius: «ut summa ope nitamini Tarraconensis urbis statum eatenus reparare, quatenus ibi cathedra haberi possit episcopalis» (Cf. F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», p. 475). El objetivo fundamental de la famosa bula papal era incitar a «i principi della regione tarragonese di adoperarsi per la restaurazione della città, anzi arriva a consigliare a coloro che hanno fatto voto del pellegrinaggio a Ge-
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tentiam peccatorumque remissionem», con objeto de poderse establecer en ella la cátedra arzobispal, instándoles a prestar la máxima colaboración al obispo de Vic, Berenguer Sunifred de Lluçà, nombrado depositario y administrador de la archidiócesis tarraconense. El obispo ausonense había viajado a Roma para exponer ante el pontífice los antiguos privilegios y derechos metropolitanos que asistían a su Sede; Urbano II se mostró dispuesto, como se expresa en la citada bula Cunctis sanctorum, a restablecerlos si se podía demostrar con documentación veraz que una Iglesia había ejercido «auctoritatem pristinam» desde antiguo. Ante esta situación, la oposición de Narbona no se hizo esperar, amparada por el legado papal, el cardenal Ricardo de san Víctor de Marsella, pretendiendo demostrar que «Terraconensem provinciam ad Narbonensem pertinere ecclesiam».29 Resulta cuanto menos sorprendente que en el texto se haga mención al «iter ad Hierusalem», pues ello pone en evidencia que el papa convertía la recuperación de Tarragona en una protocruzada,30 actuando como antecedente del concilio de Clermont (1095).31 rusalemme, di consacrare il loro denaro piuttosto in favore della restaurazione della città. Inoltre i papi cercano di dissuadere i milites che volevano andare a Gerusalemme perché rimanessero invece a combattere in Spagna, ed, infine le indulgenze elargite a chi si adopera per la ricostruzione di Tarragona e quelli che rimangono in Spagna per combattere i Mori, riceveranno le medesime ricompense spirituali elargite a chi va in pellegrinaggio in Terrasanta» (Cf. G. Cipollone, «Le varie ragioni», p. 35). Una interpretación muy similar del texto en cuestión puede encontrarse en Th. Deswarte, «Entre historiographie et histoire», pp. 81-83. Una copia de dicha bula se conserva en Rescripta et instrumenta super Tarrachona et Campum (ACA, C, reg. 3, ff. 36v-37r), bajo el título De indulgencia super reparacione Ecclesie Terrachone. Asimismo, se transcribe completa en P. de Marca, Marca hispanica, cols. 1184-1185; E. Flórez, España Sagrada, t. XXV, pp. 215-216; o D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. XXIX, pp. 46-47; entre otros. 29 Sobre estos asuntos, véanse P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 55-62; D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, p. 227; L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 169-175. 30 Según afirma L. García-Guijarro, «[...] desde el apoyo a la campaña de Barbastro en 1064 hasta el impulso para la conquista de Tarragona y restauración de su Sede en los años noventa, el fenómeno apostólico de acciones contra los musulmanes tuvo carácter constante, dentro de un inequívoco espíritu cruzado, con independencia de la ausencia de determinados rasgos formales asociados con posterioridad a dicho fenómeno» (Papado, cruzadas y órdenes militares, p. 47). Han sido varios los autores que han interpetado estas dos operaciones como auténticas cruzadas, mediante la aceptación de un uso más laxo o incompleto del anacrónico término, como pone de relieve C. de Ayala (Las Cruzadas, p. 43), quien prefiere situar este tipo de campañas dentro de una modalidad de guerra santa pontificia «que pretende combinar la reconquista material con vistas al restablecimiento de la soberanía papal con estrategias destinadas a la normalización de la autoridad eclesiástica en la zona». Interesantes reflexiones al respecto de estas ideas pueden encontrarse en A. Demurger, La papauté entre croisade et guerre sainte, pp. 115-131. 31 Mediante dicho documento, al margen de concederse idénticas indulgencias a las recibidas por «qui vel in Hierusalem, vel in partes alias penitente spiritu vel devotionis ituri sunt», se establecía la condición de que la restauración de la Sede no transgrediese la «Narbonensis Ecclesiæ justitia» y se informaba acerca del envío de un legado para que investigase más a fondo la cuestión. En relación con el debate historiográfico surgido alrededor de la ideología de guerra santa anterior a la primera Cruzada, véanse los trabajos de J. Flori, La guerre sainte; C. de Ayala, Las cruzadas, pp. 17-45; L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 168-169; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 528-529.
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La intención expresa del papa era restaurar con premura la Sede metropolitana tarraconense, a pesar de la oposición planteada desde Narbona, cuya causa defendía su propio legado, el cardenal Ricardo, dificultando enormemente la posibilidad de alcanzar un acuerdo con el arzobispo de Toledo. Todo ello provocó que Urbano II le retirase su confianza para entregar la legación hispánica al cardenal Rainerio de san Clemente, el futuro Pascual II, a quien encargó como uno de los objetivos centrales de su misión diplomática la cuestión de la restauración de Tarragona.32 De todos modos, el pontífice, antes de sancionarla plenamente, dio oportunidad al arzobispo Dalmace de Narbona para que, mediante la presentación de privilegios verdaderos, pudiese demostrar sus derechos primaciales.33 Tras la celebración del concilio de Toulouse (1090), cuyas actas no se han conservado, y en vista de que las pruebas aportadas desde la Narbonense —las cuales llegaron a utilizarse para reclamar derechos de primacía sobre toda España— no resultaron convincentes,34 el legado, siguiendo las instrucciones papales, estableció contactos con los condes catalanes para emprender la restauración tarraconense, con el lógico apoyo de Bernardo de Toledo. A raíz del encuentro que el cardenal legado mantuvo con los obispos de Vic y Girona, acompañados por los «boni homines» que contaban con importantes dominios en la frontera tarraconense,35 Berenguer Ramón II, «per consilium et voluntatem» de los presentes,36 se convirtió en vasallo del papa mediante la donación que hizo a Dios, al príncipe de los apóstoles y a su vica32 En busca de una solución de compromiso para frenar los potenciales conflictos derivados de una situación transitoria, el pontífice determinó que «Nostra igitur vice in illis partibus fugens, Terraconensibus episcopis nostra auctoritate precipito, ut interim Narbonensi tanquam proprio metropolitano obediant, donec, prestante Domino, Terraconensis restauretur ecclesia; Toletano autem, sicut primati, reverentiam exhibeant, donec Narbonensis archiepiscopus se eorum primatem fuisse certa possit auctoritate mostrare» (Cf. D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. XXXI, p. 49). 33 Sin pruebas concretas y fehacientes, el legado Rainerio debería iniciar las negociaciones con los condes catalanes para emprender la restauración de Tarragona: «Quia vero Narbonensis archiepiscopus privilegia de primatu ecclesiam suam habuisse memoravit, que a suo predecessore translata, se tamen sperat, prestante Domino, reperturum, tu causam hanc diligentes inquire, inquisitam ad nos referre procura. Quod si privilegiorum nequiverit auctoritas inveniri; tu cum principibus terre de restauratione Terraconensis ecclesie stude» (Idem). Sobre estas cuestiones, véanse D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 229-230; P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 60-61. 34 En defensa de sus pretendidos derechos primaciales, el arzobispo Dalmace hizo uso de las nóminas episcopales que situaban a la Tarraconense como súbdita de Narbona desde tiempos visigodos y falsificaciones tan flagrantes como la de una bula de Esteban VI plagada de anacronismos o la que pretendía demostrar que fue el propio san Pablo quien vinculó la Iglesia hispana al primer obispo narbonense. Véase, al respecto, la interesante y detallada aportación de L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 176-183. Véase también S. Sobrequés, Els grans comtes, p. 143. 35 Situado cronológicamente en junio de 1090, tras la derrota en la batalla de Tévar y la liberación del conde de Barcelona, una vez desligado de sus obligaciones para con los protectorados musulmanes de Lleida-Tortosa-Dénia, como plantea H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 532. 36 Entre quienes no se encontraba el obispo Bertran de Barcelona, pues se seguía manteniendo en alianza con el arzobispo de Narbona.
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rio de su «honor o beneficio», es decir, de todos los bienes que, tras el reparto realizado con su hermano, le correspondían por derecho paterno, especilamente la ciudad de Tarragona con cuanto le pertenecía,37 compromentiéndose a pagar a Roma un censo anual de cinco libras de plata pura como reconocimiento de que «ego tantummodo et posteri mei in perpetuum teneamus hoc totum per manus Principis apostolorum Petri et ejus vicarii Domini Urbani secundi papæ, et successorum ejus Beati Petri sedem canonice regentium».38 Los «cooperatores» del conde que confirmaron dicha donación se comprometieron solemnemente ante el legado pontificio a contribuir con sus bienes y personas a llevar a cabo la campaña de reconstrucción de Tarragona, fijándose el día de Todos los Santos de 1090 como la fecha de su inicio, y aceptando el compromiso de emprender su repoblación antes del inicio de la Cuaresma.39 Todo parece apuntar, pues, que la expedición logró hacer efectiva la ocupación de la ciudad a fines de 1090, cumpliéndose así el requisito previo fundamental para que el papa impulsase la restauración definitiva de la Sede.40 37 En la infeudación, mediante la cual se demostraba la debida reverencia y obedencia solicitadas en la bula de 1089, se resalta específicamente la cesión del proyectado condado de Tarragona a Roma, lo que puede interpretarse como un intento por retener, bajo la protección de la Santa Sede, la región fronteriza del protectorado catalán sobre Lleida-Tortosa que se había perdido en mayo de 1090. Véase L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 186-188. 38 El documento completo del Instrumentum donationis factæ de civitate Tarraconensi Romanæ Ecclesiæ a Berengario, comite Barchinonensi se insertó en el Liber Censuum Ecclesiæ Romanæ (n.º CCXVI) y se encuentra transcrito en E. Flórez, España Sagrada, t. XXV, pp. 213-214. Entre los autores que se han preguntado sobre el sentido que tenía dicha cesión al papado, hay quienes han sostenido que el motivo principal fue la mala conciencia del conde, el temor a sus enemigos y un intento de alcanzar el favor pontificio como resultado del supuesto fratricidio (así lo defienden Sobrequés y Kehr, siguiendo a E. Morera), una conclusión discutida por L. J. McCrank, tanto por la falta de pruebas que vinculasen directamente al conde con el asesinato de su hermano, como por la enorme influencia que ejercía en ese contexto el obispo Berenguer de Vic, verdadero artífice de la donación. También hay que tener en cuenta los reclamos reformistas acerca de la soberanía papal sobre los territorios hispánicos, así como los importantes precedentes que se establecieron en el año 1068, cuando Sancho Ramírez enfeudó formalmente Aragón a Roma, confirmándose justamente un año antes del homenaje prestado por el conde barcelonés; o en 1077, cuando Bernardo II de Besalú se proclamó «specialis miles Santi Petri». En relación con estas cuestiones, véanse F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», pp. 476477 (quien relaciona directamente esta donación con la posterior instauración de «un señorío eclesiástico»); E. Benito, «El principado de Tarragona», p. 108; L. J. McCrank, «Restauración canónica», p. 185; P. Kehr, «¿Cómo y cuándo se hizo Aragón», pp. 285-326. 39 Así se desprende de dos documentos sin fecha conservados en el Archivo capitular de Vic y que transcribió J. Villanueva (Viage literario, t. VI, docs. XXXIX/1-2, pp. 326-329). Una interesante disquisición sobre la datación de los mismos se encuentra en H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 533, n. 1255. 40 Con todo, no hay consenso entre los investigadores sobre dicha ocupación; algunos de ellos niegan que en esta época se produjese finalmente (E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 354-360; D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 231-232; J. Iglésies, La restauració de Tarragona, p. 10; S. Sobrequés, Els grans comtes de Barcelona, pp. 120-124) mientras que otros, aun aceptándola, discrepan sobre el tiempo en que la ciudad se mantuvo bajo control cristiano. Así pues, hay quienes defienden un control efectivo de la capital a lo largo de gran parte de la última década del siglo xi, en contraste con los que apuestan por un dominio más breve de las tropas condales, circunscrito
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En vista de los acontecimientos, el pontífice dictó la bula Inter primas Hispaniarum urbes, el primero de julio del año 1091, en la cual, tras la proclamación de diversas alabanzas dirigidas a Tarragona,41 se ratificaba el instrumento de donación de Berenguer Ramón, poniendo bajo protección apostólica la ciudad, su término y población, y se confirmaban los derechos y libertades que el conde había concedido a los nuevos colonos.42 Asimismo, se concedía formalmente al obispo Berenguer Sunifred la posesión de la iglesia ausonense hasta que, «con la ayuda de Dios y su esfuerzo», la Sede tarraconense no fuera restituida «a la plenitud de su primitivo estado» y se le otorgaba la prerrogativa del uso del palio, signo del poder metropolitano, junto con todos los privilegios sacerdotales correspondientes a esta dignidad, quedando vinculadas a la Iglesia de Tarragona todas las diócesis que había poseído desde tiempos antiguos, incluidas las que seguían estando bajo posesión sarracena.43 El privilegio papal, considerado como el documento que oficializaba la rehabilitación jurídica del arzobispado,44 fue expuesto por el metropolitano de Tarragona ante los eclesiásticos presentes en únicamente entre 1090 y 1093. Sobre este debate, consúltese H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 534-535, n. 1259), autor que definede, con sólidos argumentos, que la principal dificultad a la que tuvieron que enfrentarse los cristianos que llevaron a cabo la ocupación de la ciudad (sin necesidad de ninguna conquista militar) fue mantenerse en ella y conservar la plaza ante posibles contraataques (Ibidem, pp. 535-540); véase asimismo C. Laliena, «Encrucijadas ideológicas», pp. 311-312. La ofensiva que se orquestó en 1091 tenía un plan más amplio que la toma de Tarragona, pues la campaña costera debía coordinarse con otras expediciones encaminadas a confluir en la conquista de la zona del delta del Ebro y su ciudad-fortaleza: Tortosa. Véase L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 226-228. 41 Las cuales fueron utilizadas para oponerse a los intentos de los arzobispos de Toledo de afirmar su primacía sobre la Tarraconense. Las relaciones entre las Sedes primaciales de Tarragona y Toledo en los últimos años del siglo xi fueron estudiadas por L. J. McCrank (Ibidem, pp. 197-203), quien afirma que las tensiones alrededor de la primacía se intensificaron considerablemente a partir de mediados de la siguiente centuria, y así lo demuestran M. M.ª Fuentes, «Tarragona, seu primada», pp. 143-178; J. Caresmar, Història de la primacia; P. Linehan, History and the Historians, pp. 345-349; J. de Pons, Memorias eclesiásticas. Véase también el Ms. 13074 de la BNE. 42 «Nos itaque præstante Deo restitutionis ejus optamus cooperatores existere, prædicti comitis institutum, libertatesque, et consuetudines, quas novis Tarraconensis urbis colonis promulgasse cognoscitur, collaudamus, et rata manere auctoritate nostra decernimus. Cum universa siquidem ipsius comitis terra, quam beato Petro obtulit, et Tarraconensem urbem ac populum, Domino ibi aspirante collectum, sub Apostolicæ Sedis tutela specialiter confovendum suscipimus, libertatemque illius per comitis Berengarii scripto collatam eatenus confirmamus, ut nemeni quidquam ultra persolvant, nisi sponte propria Romanæ se faciant Ecclesiæ debitores» (Cf. Flórez, E., España Sagrada, XXV, ap. XIII, p. 218). La referencia a las «libertades y costumbres» otorgadas a los nuevos colonizadores de Tarragona han hecho presuponer la existencia de una carta de población que, en caso de haber existido realmente, no se ha conservado. Se abordan estos asuntos en P. F. Kehr, El papat i el Principat, p. 64, n. 2; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 535. 43 En dicho documento, además, se encuentra la primera referencia documental al culto a santa Tecla como titular de la Metrópoli tarraconense, utilizado por Berenguer Sunifred para presentarla ante el pontífice, mediante el uso de una enorme carga simbólica, como una Iglesia individualizada de las demás que profesaban un origen apostólico de filiación paulina, como era el caso de Narbona, erigiéndose como su discípula y heredera. Al respecto, M. Pérez, «La invenció (inventio) del culte», pp. 49-52. 44 Como pone de relieve A. Virgili, «El Camp de Tarragona», p. 49, entre otros.
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el concilio de Saint-Gilles (1092), viéndose obligado, el arzobispo de Narbona, a renunciar formal y públicamente a sus pretensiones sobre dicha diócesis de un modo definitivo. Según informa el cardenal legado Gualter, convocante del referido sínodo, pocos meses antes de su celebración, el arzobispo Dalmace tuvo preso al arzobispo Berenguer, un acto del que hubo de arrepentirse públicamente y que, con toda probabilidad, favoreció el respaldo de los demás prelados a la causa de Berenguer Sunifred, quien les exhortó a que colaborasen en la restauración canónica y civil de Tarragona, defendiendo que la tutela narbonense se había ejercido, durante siglos, «sine aliqua auctoritate privilegii», y logrando que se reconociera que Tarragona era «ex antiquis temporibus, nobilior ceteris metropolibus Hispaniarum».45 Una vez superado el impulso inicial, la dominación de Tarragona se tornó más tenue y los progresos alcanzados en el programa restaurador y de reconstrucción se estancaron cuando el interés de los próceres que habían llevado a cabo la ocupación de la ciudad (y que se habían comprometido a garantizar la seguridad de los nuevos colonos) se centró en penetrar por la ribera del Ebro y asediar Tortosa, con el apoyo por mar de las armadas pisana y genovesa.46 La expedición no pudo culminarse y fue a partir de entonces cuando la concatenación de factores de muy distinta índole provocó que el proyecto en el que mayores progresos se habían alcanzado acabase desembocando en un nuevo malogro.47 Entre ellos, cabe mencionar los reiterados contraataques de los musulmanes atrincherados en los montes más próximos a Tarragona que aprovecharon la fragilidad de los colonos cristianos asentados en la ciudad, obligándoles a abandonarla de nuevo a partir de 1093, así como las campañas emprendidas por los almorávides, cuyo principal objetivo se centró en 45 Cf. E. Flórez, España Sagrada, t. XXVIII, ap. XVIII, pp. 295-297. Además, P. F. Kehr, El papat i el Principat, p. 67; L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 194-195; D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 231-232. A falta de las actas de dicho concilio, resulta de especial interés el documento al que aludo, pues se trata de una carta del cardenal Gualter, redactada poco tiempo después de concluidas las sesiones conciliares, que va dirigida a «Berengario comiti Barchinonensi et nepoti ejus Raymundo consuli, cunctisque principibus et clero et populo Tarraconæ», siendo ello indicativo de la existencia de población asentada en la ciudad, como indica H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 536; una interpretación que no comparte L. J. McCrank, quien piensa que la alusión a Tarragona no se refiere a la capital sino a las zonas repobladas de su territorio (op. cit., p. 196). 46 El 25 de abril de 1093, el propio pontífice se dirigía al arzobispo Berenguer Sunifred mediante la bula Noverit dilectio tua en la que expresaba su preocupación por la ausencia de avances suficientes en relación con Tarragona, animándole a persistir en su empeño por lograr el éxito de su empresa mediante estas palabras: «Nunc autem frequenti fama audivimus, vestram illam industriam et vestrum studium iam cessare, et Tarraconensem restitutionem iam pene deficere; te igitur litteris presentibus admonemus, ut huius boni operis perfectionis sedulus operator existas» (Cf. D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. XXXIII, p. 53). 47 A pesar de no contar con fuentes abundantes sobre las que poder asentar sus hipótesis, los autores que han abordado este fallido proyecto colonizador y de restauración canónica de Tarragona lo explican como el resultado combinado de múltiples causas.
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saquear y asolar un amplio territorio, rompiendo el sistema defensivo catalán hasta las puertas de Barcelona y arruinar así la capacidad ofensiva de su conde. Otro elemento a tener en cuenta es el ascenso al poder de Ramón Berenguer III en 1097 y el desarrollo de una «política revisionista»48 que le alejó del anciano y enfermo arzobispo Berenguer Sunifred —con un protagonismo menguante— y de otros antiguos partidarios de su tío, al que consideró deliberadamente fratricida con el fin de anular sus actos y desvincularse de las obligaciones que fueron contraídas durante el periodo de regencia (cabe preguntarse si, a raíz de ello, la donación de Tarragona a la Santa Sede fue revocada).49 Asimismo, es preciso apuntar que el nuevo conde barcelonés alteró considerablemente la política exterior de su predecesor, buscando una reconciliación con Castilla-León y la alianza con el Cid; en lo referente a sus objetivos militares, centró todos sus esfuerzos en la toma de la ciudadfortaleza del Ebro más que en consolidar los avances en Tarragona y sus tierras circundantes, subordinándose así el objetivo de garantizar un asentamiento seguro, pues apenas hubo tiempo para reconstruir las fortificaciones de la antigua capital. Desde el punto de vista de la restauración eclesiástica, el interés que esta había despertado en los primeros años del pontificado de Urbano II pasó a un plano secundario a partir de la proclamación de la primera Cruzada, a pesar de la llamada a los condes catalanes instándoles a que no enviasen a sus caballeros a Tierra Santa e infundiéndoles ánimos para que dedicasen sus esfuerzos en la liberación de «fratres suos ab saracenorum tyrannide». La muerte, en 1099, del prelado Berenguer Sunifred no solo generó un conflicto sucesorio en el obispado de Vic, sino que bloqueó el mantenimiento de la Sede arzobispal tarraconense. Pocos años después, Pascual II reconocía abiertamente que el proyecto que él mismo había contribuido a iniciar durante su legacía había fracasado.50 No obstante, a pesar de permanecer estancado a lo largo de dos décadas, los significativos logros obtenidos por los poderes feudales no se perdieron Según expresión de S. Sobrequés. Un interrogante para el cual resulta harto complejo plantear una respuesta clara, pues no hay evidencias suficientes que permitan ofrecer una conclusión irrevocable; si bien es cierto que no existe constancia de que se hubiese generado la anulación de tal cesión a Roma, tampoco se ha conservado ningún documento confirmatorio de la misma y que, teniendo en cuenta las circunstancias en las que tuvo lugar, pienso que debería haberse producido. 50 «Preterea quoniam Terraconensis metropolis, cuius diocesis ecclesia Aucensis cognoscitur, ita irruentibus barbaris detrita est, ut nullus eam incolere audeat, sicut a prenominato predecesore nostro sedis apostolice presule institutum est» (Cf. D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. XLVII, p. 67). Para obtener una visión más detallada acerca de las distintas causas apuntadas, consúltense H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 540-553; L. J. McCrank, «Restauración canónica», pp. 224244; S. Sobrequés, Els grans comtes, pp. 139-141; P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 65-72; D. Mansilla, Geografía eclesiástica de España, vol. II, pp. 231-234; A. Pladevall, «Maduresa de l’Església», pp. 46-53. 48 49
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por completo, pues su legado tuvo una enorme influencia como germen de la posterior «cruzada»51 y restauración de Tarragona. El punto de inflexión definitivo Los ataques perpetrados por los almorávides sobre las marcas cristianas acrecentaron la inseguridad en la zona tarraconense, dejando la capital arrasada, totalmente despoblada y sin control efectivo.52 Pero las sucesivas victorias militares del conde de Barcelona forzaron su progresiva retirada y, aprovechando su debilidad, el Grande se dirigió a Roma para solicitar al pontífice una bula —promulgada el 23 de mayo de 1116—53 mediante la cual pretendía organizar la tan anhelada conquista de Tortosa, considerada como paso previo fundamental al desarrollo seguro de la ocupación estable y consolidación del proceso restaurador de Tarragona. Para llevar a cabo tal empresa y como fruto de un probable acuerdo con Roma, Ramón Berenguer III buscó, desde un primer momento, la alianza con el obispo de Barcelona,54 Oleguer Bonestruga,55 persona de su máxima 51 Término que utiliza en sus trabajos el historiador americano L. J. McCrank para referirse al caso tarraconense y cuyo uso, basándose en unos planteamientos que considera «casi definitivos», defiende F. J. Faci, como se pone claramente de manifiesto en una reciente publicación, donde, haciendo alusión al proceso restaurador, expresa que: «el estudio en profundidad de sus elementos más específicos manifiesta claramente sus características generales que llevan a considerarla como una empresa de Cruzada» («La restauración de Tarragona», p. 1195). La perspectiva de ambos autores les situaría dentro de la órbita de los llamados «pluralistas» en el eterno y controvertido debate historiográfico que, alrededor de la definición y los elementos constitutivos del propio concepto se viene generando entre estos historiadores y el grupo de los «tradicionalistas o puristas», y que todavía no se ha superado por completo. Al respecto, véanse J. Flori, «Pour une redéfinition», pp. 329-349; C. de Ayala, «Definición de cruzada», pp. 216-242. 52 Una imagen que se expresa en la documentación coetánea y en la que coinciden los cronistas, como demuestra H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 572-573. 53 En dicho documento (transcrito en D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. L, pp. 69-70), Pascual II felicitaba al conde barcelonés por sus logros en la lucha contra los musulmanes y ponía bajo su protección a la familia condal y el conjunto de sus dominios catalanes y provenzales a cambio del pago de un censo anual de treinta maravedís de oro. La tutela ofrecida desde Roma no implicó, en esta ocasión, la conversión de los dominios condales en feudo papal, como había sucedido en el año 1090 con su tío, lo que apoyaría la idea expresada anteriormente de que, tras la caída de la ciudad en manos musulmanas y con el ascenso al poder del nuevo conde, la donación de Berenguer Ramón II a la Santa Sede quedó sin efecto. Solo desde esta perspectiva puede comprenderse el silencio en la documentación de Ramón Berenguer III con relación a los acontecimientos de 1090-1091. Véase F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», pp. 478-479. Por el contrario, hay algunos autores que sí defienden que se mantuvo el reconocimiento de la soberanía feudal del papa en este nuevo contexto, a pesar de carecer de un carácter jurídico definido como el existente en Aragón: P. F. Kehr, El papat i el Principat, pp. 75-77. 54 Alterándose así la antigua asociación Vic-Tarragona, que se había llevado a cabo en los intentos restauradores de los años 971 y 1091, donde la iniciativa papal resultó determinante. 55 Sobre su figura, véanse los estudios de L. J. McCrank, «Santo y héroe», pp. 231-243; G. Gonzalvo, Sant Oleguer (1060-1137); J. M.ª Martí, «Sant Oleguer i l’aplicació», pp. 537-579; M. Aurell, «Prédication, croisade et religion civique», pp. 113-168.
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confianza, mediante la donación ad populandum del señorío de Tarragona56 el día 23 de enero de 1118,57 punto de partida del nuevo proyecto. A través de tal escritura,58 el conde, manteniendo el dominio superior sobre sus súbditos59 —reservándose un palacio, una dominicatura y la posibilidad de solicitar ayuda a los futuros colonos tanto para el mantenimiento de la paz como para emprender la guerra— hacía entrega al prelado y a la Iglesia tarraconense de la ciudad, «la cual ha permanecido muchos años destruida, yerma y despoblada», y sus términos para que emprendiera su reconstrucción, poseyéndola libremente, y concediéndole la facultad para congregar moradores de cualquier dignidad y procedencia, y poder juzgarles y gobernarles de acuerdo con las normas que fueren establecidas.60 Pocos meses más tarde, la donación condal fue confirmada desde Gaeta por el papa Gelasio II mediante una bula,61 a través de la cual Oleguer era nombrado solemnemente arzobispo de Tarragona, recibiendo el palio y todos los honores vinculados a su dignidad. En ella, el pontífice recordaba los enormes esfuerzos realizados por sus predecesores y animaba al prelado a entregarse plenamente a la obra restauradora de la ciudad arzobispal.62 De todos modos, son varios los indicios que llevan a pensar que no será hasta a partir de 1126 cuando Oleguer va a poder centrarse en promover la causa que le había sido encomendada.63 Fue precisamente en ese contexto 56 Cuyos límites van a establecerse en el citado documento de un modo preciso, permaneciendo invariables desde este momento. 57 El profesor E. Benito Ruano advirtió, hace ya tiempo («El principado de Tarragona», p. 109, n. 6), que esta donación fue fechada erróneamente en varias obras clásicas, las cuales la atribuyeron al año 1117 sin tener en cuenta que la datación del documento responde al estilo de la encarnación florentino empleado por la cancillería pontificia. Con todo, se sigue perpetuando el equívoco en las publicaciones más recientes. 58 En cuyo contenido no se hace ningún tipo de referencia al consentimiento pontifical. 59 J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», p. 121. 60 Donatio civitatis et campi Tarracone facta per illustrissimum Raymundum comitem Barchinone domine Oldegario episcopo. El original del documento en cuestión está perdido, pero existen copias y traslados del mismo conservados en el ACA, en el AHAT, en la RAH o en el AHCT, cuyas referencias específicas, así como de las posteriores transcripciones, exponen J. M.ª Font, «Entorn de la restauració», p. 100; Idem, Cartas de población, vol. I, doc. 49, p. 82; I. J. Baiges, G. Feliu, J. M.ª Salrach (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal, vol. II, doc. 478, p. 819. 61 Fechada el 21 de marzo de 1119 y transcrita en E. Flórez, España Sagrada, t. XXV, pp. 225-226. 62 No hay acuerdo entre los historiadores sobre si la colonización cristiana de Tarragona se emprendió inmediatamente tras la donación de Ramón Berenguer III al arzobispo o si se tuvo que posponer. A falta de documentación suficiente, las posturas expresadas en uno u otro sentido se han basado, fundamentalmente, en las dos Vitæ Olegarij: la Vita prima de Renau de Barcelona (siglo xii) y la Vita altera (anónimo del siglo xiv), las cuales exponen perspectivas divergentes al respecto, como resalta H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 576-579 (presentando la relación de los autores que han seguido cada una de las hipótesis en la n. 1378). 63 Anteriormente, el prelado había viajado a Tierra Santa; formó parte de los concilios de Tolosa (1119), del primero de Letrán (1123), donde fue nombrado legado a latere de Calixto II para dirigir las operaciones contra el Islam en la Península Ibérica (una de sus misiones principales fue terminar con las disensiones surgidas entre Alfonso I de Aragón y Ramón Berenguer III, en abierta disputa por la conquis-
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cuando creó la archicofradía de Tarragona, destinada a recibir los fondos que se dedicarían tanto a financiar la reocupación y reconstrucción programadas, como al rescate de cautivos.64 Pero la mera acumulación de recursos materiales no era suficiente para garantizar el logro del objetivo final, el cual corría el riesgo de fracasar nuevamente debido a la amenaza de potenciales ataques de los musulmanes refugiados en las montañas de Prades o desde Tortosa (cuya conquista seguía sin haberse podido culminar), así que el anciano arzobispo, viéndose incapaz de emprender la efectiva ocupación de la ciudad, optó por buscar el auxilio de un verdadero líder militar que fuese capaz de dirigir las operaciones para hacerse con la plaza, fomentar la repoblación y garantizar su seguridad.65 El elegido fue un prestigioso caballero normando, llamado Robert Burdet,66 que había demostrado su valía como combatiente en las huestes de Alfonso I el Batallador,67 convertido en princeps Tarraconæ 68 a raíz de una cesión parcial, tanto territorial como jurisdicta de Lleida, y lograr unir sus esfuerzos en la lucha contra el enemigo común), y del de Barcelona (1126); participó activamente en las negociaciones que tuvieron como resultado el difícil acuerdo comercial entre catalanes y genoveses, así como en el proyecto internacional de expedición marítima contra Tortosa. Véanse J. M.ª Martí, «Sant Oleguer i l’aplicació», pp. 538-554; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 387-389; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 573-574; L. J. McCrank, «Santo y héroe», pp. 238-240. 64 La dimensión de la institución creció considerablemente a partir del concilio de Narbona de abril de 1129, pues pasaron a ser miembros de la misma los clérigos regulares y seculares de ambas provincias eclesiásticas, así como los laicos que participasen con una contribución mínima anual de doce dineros. Sobre esta cuestión, consúltense los trabajos de L. J. McCrank, «The Foundation of the Confraternity», pp. 157-168; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 575. 65 Lo que vendría a demostrar que «aucun progrès n’avait été réalisé su le terrain, et aucun contrôle réel n’était exercé su Tarragona par les autorités chrétiennes» (Ibidem, p. 579). Sobre los casos más tempranos de colonización del territorio tarraconense, véase C. Cuadrada, «Primeros ejemplos». 66 Presentado en la crónica de Orderic Vital como «Normannus eques, Rodbertus de Culcio, cognomento Burdet» (libro XIII, parte I). Sobre su figura y su familia, J. Miret, «La família de Robert Bordet», pp. 53-74; M. Défourneaux, Les Français en Espagne, pp. 223-230; J. Iglésies, «L’ocupació de Tarragona», pp. 55-61; L. J. McCrank, «Norman Crusaders», pp. 67-82; A. Jordà, «Terminologia jurídica i dret comú», pp. 355-362. 67 L. J. McCrank, Restoration and Reconquest, pp. 342-345; E. Benito, «El principado de Tarragona», pp. 111-112. Las glorias pasadas de Robert Burdet no parece compartirlas A. de Bofarull, quien se refería a él como «principillo» o «príncipe ficticio», llegando a afirmar que «nadie puede asegurar en qué consistía la celebridad anterior del famoso capitán normando» [Historia crítica (civil y eclesiástica), vol. II, p. 413], una imagen que fue duramente contestada por E. Morera, quien achaca los «lunares de la crítica histórica» del que llama «gran detractor del normando» a la «pasión guiada por un patriotismo de campanario y una crítica aventurada y deficiente» de las que acusa al historiador reusense (Tarragona cristiana, vol. I, pp. 453-455). 68 Se ha discutido mucho sobre el significado concreto de este pomposo concepto para el caso que nos ocupa. Ciertos autores (L. J. McCrank, E. Benito) entienden que su uso responde a un empleo genérico y ambiguo para designar a un magnate que ejerce dominación o potestas efectiva sobre un territorio, adquiriendo un sentido distinto del que se le dio allende de los Pirineos, donde suele designar «a aquél que no tiene superior» («Norman Crusaders», p. 70; «El principado de Tarragona», pp. 118-119); por el contrario, advirtiendo de la retórica estereotipada de las fórmulas y haciendo hincapié en su contenido ideológico, F. J. Faci defiende que «la conversión de Burdet en princeps manifestaba, en la práctica, la voluntad de ejercer un control más estrecho del nuevo vasallo por parte de la Iglesia [...], ostentando una
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cional, mediante la cual el arzobispo Oleguer Bonestruga, con el consejo y favor del conde Ramón Berenguer III, así como de varios obispos y nobles, infeudó al mercenario de Cullei la ciudad de Tarragona y su territorio bajo la salvaguardia de la autoridad eclesiástica,69 transfiriéndole ciertos derechos señoriales70 —no pudiendo enajenarlos sin su licencia previa— sobre sus habitantes, los cuales serían regidos de acuerdo con las leyes y buenas costumbres que de común acuerdo establecieran, reteniéndose el prelado los diezmos y las iglesias del territorio con sus personas, bienes y rentas. Por su parte, Robert Burdet, tras aceptar la donación, expresaba que mediante ella se convertía en vasallo de la Iglesia de Tarragona y de su titular, comprometiéndose a dedicar todos sus esfuerzos a la restauración y defensa de la ciudad, combatiendo a quien osase atentar contra sus derechos y honores.71 Al final del documento aludido, por la referida tenencia, el príncipe Robert prestó juramento en manos del arzobispo de que sería hombre fiel y sólido suyo y de la Iglesia de Tarragona, comprometiéndose a atender todas las indicaciones recibidas y que, en caso de caer en algún descuido, haría todo lo necesario para resarcirlo.72 La generosa donación del arzobispo al caballero normando fue inmediatamente confirmada por el conde Ramón Berenguer III, como primer donante,73 autoridad jurisdiccional muy centrada en la civitas y su territorio, con unas especiales relaciones de dependencia» (F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», p. 483, quien, en estas cuestiones, sigue fundamentalmente a A. de Bofarull, Historia crítica (civil y eclesiástica), vol. II, p. 426 y E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 396). Para una visión más general de uso del término en el Medievo, véase M. Pacaut, «Recherche sur les termes», pp. 19-27. 69 La fórmula seguida fue la de la advocatio, a través de la cual «se otorgaba al recipiendario laico unos determinados derechos de actuación bajo el dominio eminente de una institución eclesiástica que, en teoría, podría controlar y dominar en todo momento la situación» (F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», p. 481). 70 Algunos más genéricos, como los usaticii, y otros relativos a las imposiciones vinculadas al tráfico, como la lezda y el portazgo. 71 Litteræ S. Ollegarii, archiepiscopi Tarraconensis, de dono civitatis Tarraconæ facto comiti Roberto. El documento en cuestión fue emitido el 14 de marzo de 1129. La relación de las distintas copias y su correspondiente ubicación, así como las distintas referencias de los autores que, parcial o completamente lo han transcrito, se encuentra en J. M.ª Font, «Entorn de la restauració», p. 102; Idem, Cartas de población, vol. I, doc. 51, pp. 87-89. El análisis de las distintas cláusulas expresadas en la infeudación en E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 390-391; E. Benito, «El principado de Tarragona», pp. 109110; J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, p. 723. 72 «Juro ego Rodbertus, Tarraconensis princeps, tibi Domino meo Ollegario ejusdem civitatis archiepiscopo quod ad hac die et deincebs fidelis homo et solidus ero tibi et Ecclesiæ tuæ et faciam et attendam tibi omnes convenientias quas tibi conveni sicut scriptæ sunt inter me et te per fidem sine enganno. Et si forte, quod absit, in his per incuriam delinquero, infra triginta dies ex quo ammonitus fuero, vobis satisfaciam per Deum et hæc Sancta Quatuor Evangelia» (Cf. J. M.ª Font, «Entorn de la restauració», p. 103). 73 Así lo afirma E. Morera, basándose en un manuscrito procedente de Poblet y conservado en manos privadas (Tarragona cristiana, vol. I, p. 393, n. 2). De todos modos, es lógico pensar que dicha confirmación tuvo que producirse, no solo atendiendo al previo consentimiento condal, que aparece implícito en el cuerpo del documento, sino también porque sus derechos no habían dejado de existir en
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Representación de la donación de Tarragona a Robert Burdet.
y, pocos meses después, por el papa Honorio II.74 Si las informaciones apuntadas por el cronista Orderic Vital son ciertas,75 dicho documento fue presentado ningún momento («prouvent que le comte de Barcelone n’avait nullement renoncé à ses droits souverains sur la ville»), generándose una compleja superposición de dominios. Así, vemos que, en su testamento, Ramón Berenguer III, tras legar a su primogénito el condado y obispado de Barcelona, le transfiere el «comitatum Tarraconensem et archiepiscopatum ejus, cum omnibus sibi pertinentibus», donde el uso del término comitatus no resulta en absoluto baladí si se considera que, desde la óptica eclesiástica, el territorio había sido erigido como principatus para obtener una mayor independencia con respecto a la teórica soberanía eminente del conde, síntoma de una sutil tensión institucional entre la voluntad condal y la Iglesia. Véanse al respecto F. J. Faci, «Algunas observaciones sobre la restauración», p. 482; M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», p. 215; M. Défourneaux, Les Français en Espagne, p. 225; interpretaciones que difieren considerablemente de los planteamientos expuestos por L. J. McCrank (Restoration and Reconquest, vol. II, pp. 356 y ss.), quien entiende que, al margen de precisiones conceptuales, en este contexto, la relación entre el conde y el arzobispo es de total sintonía, estableciéndose una jerarquía perfectamente clara. 74 Y no Honorio III como, debido a un error tipográfico, apunta E. Benito, «El principado de Tarragona», p. 110. La referencia a la confirmación papal puede verse en P. de Marca, Marca hispanica, cols. 488-489, quien, a su vez, se basa en el cronista Orderic Vital (M. Chibnall (ed.), The Ecclesiastical History of Orderic Vitalis, t. VI, p. 401). 75 El monje anglo-normando había descrito el estado de desolación en que halló Robert a la vieja urbe con estas palabras: «In episcopali quippe basilica quercus et fagi aliæque proceræ arbores jam creverant, spaciumque internus intra muros urbis a priscis temporibus occupaverant, habitatoribus per immanitatem Sarracenorum peremptis seu fugatis qui eandem dudum incoluerant» (Ibidem, p. 402). Asimismo, explicaba que, durante la ausencia del caballero, fue su esposa Sibil·la quien veló diligentemente por la defensa de la ciudad, manteniendo a los centinelas en guardia noche y día (Ibidem, pp. 403-405), un relato que, adoptando tintes plenamente legendarios, se ha mantenido vivo hasta la actualidad:
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al pontífice por el propio Burdet, quien aprovechó su viaje a Roma para atraer nuevos colonizadores de Italia y Francia;76 asimismo, empezó a subinfeudar castillos y fortalezas en el territorio tarraconense —debiendo jurar sus adquirientes que los tendrían por el prelado y por su Iglesia—,77 y entregó una primera carta de franquicias a los habitantes de la ciudad,78 acciones que hicieron saltar las alarmas entre los musulmanes de Tortosa, quienes enviaron una embajada ante el emir almorávide ‘Alî ibn Tâshfîn con el fin de solicitar la ayuda necesaria para garantizar la protección de sus dominios.79 De todos modos, a pesar de haberse iniciado de un modo positivo la colonización tarraconense, no parece que en los años que siguieron tras la firma del pacto aludido se pudiera avanzar demasiado en la acción de asentamiento de la población cristiana, debido a la inseguridad que seguía imperando en el territorio. A.- J. Soberanas, Llegendes històriques de Tarragona, pp. 78-79. Es también en este contexto donde debemos situar el relato que se transcribe en el apéndice 1. 76 Afirmación que viene confirmada por J. Blanch al exponer que: «Feta esta donació, se posà dit príncep Robert a portar gent y convidar-la a habitar en Tarragona y en son Camp, que com a cosa ja sua hi posà gran cuydado y diligència, perquè de ell, en lo archiu de l’Iltre. Capítol, en la circunferència de estos anys, se troban moltas donacions fetas a diversas personas de terras y possessions per a poblar y cultivar, y en particular hi portà gent de Fransa [...] ab què se comensaren a poblar varias vilas y llochs» (Arxiepiscopologi, vol. I, p. 83). 77 Solución a la que el feudatario y su señor llegaron mediante un convenio firmado el 31 de octubre de 1129: «Sit notum cunctis, quomodo ego Robertus, princeps civitatis et campi Tarracone, convenio te Domino meo Ollegario, ejusdem civitates Dei gratia archiepiscopo atque successoribus vestris, ut omnes homines qui per homines meos tenent vel tenebunt castra vel fortias aliquas in ipsa civitate vel in toto territorio ipsius civitatis, jurent vobis ipsa castra et fortias [habere] Ecclesia Tarracone; ut si ego vel successores mei fregimus in aliquo convenientias quas vobis feci vel fecimus et non emendavimus vobis usque XXX dies, ab illa die tenatis se vobiscum cum ipsis castris vel fortiis per nos donec satisficiamus vel judiciabiliter, vel amicabiliter. Nulli quoque homines possint donare castra vel fortias si hoc sacramentum vobis facere noluerint» (Cf. E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, ap. 18, transcribiéndo a partir de un códice, actualmente perdido, que se encontraba en el Archivo de la catedral de Tarragona: Cód. 4, letra D, f. 2). 78 Dicha carta puebla no se ha conservado, pero sabemos de su existencia y contenidos al ser parcialmente reproducida y los pactos que establecía confirmados en la carta libertatis que fue concedida el 3 de septiembre de 1149: «Sit notum cunctis omnis hominibus presentibus atque futuris, quomodo ego Robertus, princeps Tarracone, recognosco convenientias et franquedas quas feci in personis atque habitatoribus Tarracone, in primo quando ego veni in civitate in simul cum domino meo Beato Olegario, in consilio cum Barchinonensi comite et episcopis et aliis multis hominibus, dedi civitate Tarracone cum suo territorio hominibus habitantibus in ipsa civitate, ita libera et franqua, sicuti ego habeam per Deum et per Ecclesiam et per dominum meum archiepiscopum, ita ut non donassent nisi decimas et primitias et stetissent sub justitia domini mei et Ecclesia et mea, modo propter timorem suplici eterni» (Cf. J. M.ª Font, «Entorn de la restauració», p. 104). 79 Así se expone en un texto de Ibn al-Abbâr que fue editado a finales del siglo xix por F. Codera en el marco de la Bibilioteca Hispano-arábiga (tomo V, vol. I, p. 624) y en el que se basan E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 395; L. J. McCrank, Restoration and Reconquest, vol. II, pp. 369 y 394; o H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 579. No hay que perder de vista que la creciente debilidad del imperio almorávide en este contexto fue lo que, en mayor medida, permitió que se pudiera llevar a cabo la toma de control efectivo de Tarragona, así como las posteriores conquistas de Tortosa, Lleida y Siurana.
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La muerte del arzobispo Oleguer, en 1137, provocó una difícilmente comprensible falta de provisión en la Sede metropolitana que se prolongó durante seis años, siendo elegido como su sucesor el arzobispo Gregori,80 abad de Cuixà, con una prelatura tan breve como desconocida, tras la cual se abrió una nueva vacante, a la que puso fin el nombramiento de Bernat Tort en 1146.81 La ausencia de un poder eclesiástico fuerte durante dicho periodo facilitó enormemente la capacidad de maniobra del caballero normando en la zona. Un exceso de autonomía que pretendió limitar el conde de Barcelona y príncipe de Aragón, Ramón Berenguer IV, en estrecha alianza con el nuevo prelado, al acordar ambos reducir las proporciones del feudo y modificar su naturaleza con el fin de retirar al beneficiario el mero y mixto imperio, así como su prácticamente omnímoda facultad gubernativa.82 Sin contar con el amparo de quienes habían sido sus principales valedores, ante una coyuntura de mayor hostilidad en la que veía peligrar su situación, Robert Burdet presentó una propuesta de convenio al arzobispo donde proponía, en pro de la justicia y el bien común,83 el establecimiento de nuevas normas relativas a los derechos dominicales, a la justicia y al gobierno en la ciudad y su territorio. En dicho documento (emitido el 4 de enero de 1148), donde Robert no firma ya como príncipe, sino que lo hace en calidad de Tarraconensis comes, el caballero normando se comprometía a respetar la fidelidad a su señor, las normas para la designación conjunta de unos jueces locales y sus atribuciones, así como la exención de prestaciones dominicales y violencias personales para los moradores del señorío.84
80 Quien recibió el palio mediante una bula concedida por el papa Lucio II muy similar a la que había sido entregada anteriormente a Oleguer. Su texto íntegro se transcribe en D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. LXXI, pp. 87-88. Según afirma L. J. McCrank, «the archbishop-elect died myste riously before taking office» («Medieval Tarragona: a frontier town», p. 441). 81 El papa Eugenio III, tras confirmar las posesiones de la Iglesia de Tarragona, le confirió el palio el 27 de mayo (D. Mansilla, La documentación pontificia, doc. LXXVI, pp. 92-93), privilegio que estuvo a punto de perder al negarse a obedecer como primado al arzobispo toledano. 82 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 437. En ese mismo sentido, apuntó L. J. McCrank que la elección del arzobispo Bernat Tort «signalled the end of unsupervised Norman governance of Tarragona» («Norman Crusaders», p. 73). 83 Es remarcable que en un documento tan temprano se haga mención expresa a este fundamental concepto. Hay que precisar que fue en esta propuesta de convenio de 1148 y no en la donación arzobispal del año siguiente donde se alude al mismo por primera vez, como fue apuntado por A. Jordà, Història de la ciutat, p. 47, llegando a afirmar que: «[...] hi ha fets realment singulars i originals, com, per exemple, que per primera vegada a Europa, apareix esmentat a Tarragona el concepte jurídic del bé comú». Para obtener una perspectiva comparada sobre esta cuestión, y entre una amplia bibliografía al respecto, destaca el vol. 22 de Studies in European Urban History, bajo el título De Bono Communi (eds. É. Lecuppre-Desjardin y A.-L. van Bruaene). 84 Su transcripción fue realizada en el siglo xviii por M. Marí en su Thesaurus Sanctæ Metropolitanæ Ecclesiæ Tarraconensis (manuscrito conservado en el AHAT), fols. 182-184, y se recoge en J. M.ª Font, «Entorn de la restauració», pp. 104-105.
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Transcurrido poco más de un año, el prelado respondió con la confirmación de la donación que de la ciudad y el territorio de Tarragona había hecho a Robert Burdet su antecesor en la cátedra tarraconense Oleguer Bonestruga, pero, aprovechando este pretexto, Bernat Tort introdujo importantes modificaciones en sus términos, nuevas condiciones más restrictivas y varias de las propuestas —con matices de calado—85 que había recibido del caballero normando, quien no tuvo más remedio que aceptar la merma de sus anteriores potestades y una mayor sujeción al metropolitano. Frente a la generosa donación originaria de 1129, en la que el arzobispo, al margen de los diezmos, se había reservado tan solo los bienes y derechos de naturaleza eclesiástica, a partir de este nuevo instrumento, Bernat Tort exigió que no solo el donatario, sino todos sus vasallos, se reconocieran como hombres sólidos y fieles de la Mitra, para la que retuvo una quinta parte de las rentas feudales, otorgándose la facultad de poseer un horno y un molino, la cual se sumaba a la percepción de los diezmos y primicias de todos los frutos de tierra, caza y pesca, botines y cabalgadas. Las funciones judiciales sobre los laicos, prerrogativa exclusiva hasta ese momento del caballero normando, pasaron a ser ejercidas por las dos personas que, con el consejo preceptivo del prelado, escogiera anualmente Burdet, una responsabilidad que, en caso de no cumplirse, pasaría a manos del arzobispo. A partir de este momento, dichas personas van a encargarse de administrar la justicia según las leyes y costumbres de Barcelona. Otro elemento a tener en cuenta es la referencia a la ocupación del territorio, pues se indica que los caballeros solamente podrían adquirir las tierras yermas que tuvieran capacidad de trabajar, de acuerdo con el consejo de los «iudices», quienes pasaron a arbitrar el reparto de propiedades y a intentar solucionar los conflictos propios de una coyuntura marcada por un elevado nivel de feudalización del espacio tarraconense.86 Según el profesor Font i Rius, fue este conveniodonación, suscrito el 9 de febrero de 1149, el que estableció el régimen coseñorial en Tarragona, siguiendo la estela del acuerdo adoptado dos décadas antes.87 85 Documento transcrito en Ibidem, pp. 105-106, donde también constan las copias, traslados y referencias principales al mismo. 86 Sobre estas cuestiones, consúltense M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», pp. 218-220; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 438-440; L. J. McCrank, «Norman Crusaders», pp. 74-76; E. Benito, «El principado de Tarragona», pp. 112-113; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, p. 580; J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, pp. 723-724. Véase, también, AHCT, FM, perg. 58. 87 «Pero con una franca acentuación del dominio del prelado y mengua de los derechos del príncipe» (Cf. J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», p. 122). Véase también, idem, «Entorn de la restauració», p. 96. El documento aludido, donde se incluyen también las propuestas de reforma planteadas por Robert Burdet un año atrás, resaltadas como glosas en el margen del texto definitivo, puede leerse completo en el apéndice 2.
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Los primeros pasos del coseñorío tarraconense Una vez establecidos y aceptados los términos estipulados en la confirmación/reforma de la antigua donación, y tras prestar Robert y su esposa Agnes juramento de fidelidad al arzobispo Bernat Tort,88 ambas autoridades decidieron dar mayor impulso a la repoblación de Tarragona y el Campo mediante la concesión de una nueva carta de libertad, la cual debe entenderse como un instrumento jurídico destinado, no solo a atraer a nuevos habitantes y articular su establecimiento, sino también, y sobre todo en este contexto —con Tortosa recién conquistada y la inminente caída de Lleida a manos cristianas—,89 a evitar en lo posible la huida de la población ya asentada. Sin duda, lo más curioso de esta carta de franquicias es su dualidad, pues el mismo día —el 3 de septiembre de 1149— fueron emitidos dos documentos, de contenido similar y con idéntica finalidad, el primero de ellos (A) otorgado por el príncipe Robert, junto con su esposa e hijos, figurando al final la suscripción aprobatoria del arzobispo, mientras que el segundo (B) se trata de una concesión conjunta de ambos señores.90
88 AHAT, PM, n.º 9, doc. 10: Homagium et Juramentum fidelitatis prestitum Archiepiscopo Tarraconæ per Robertum Principem et Agnetem, ejus uxorem. 89 La conquista definitiva del sur y el poniente catalán fue el resultado de una estrategia más lenta y eficaz que la seguida en anteriores campañas. Solo a partir de entonces se pudo emprender, de un modo más seguro, la plena activación de la vida económico-social y el desarrollo civil del área tarraconense en un clima de mayor estabilidad, definido por todo un conjunto de proyectos de restauración masiva de amplios espacios territoriales. En dicho proceso, junto con la mesnada de Ramón Berenguer IV, tuvieron un papel destacado, por su activa participación, los genoveses y los cruzados anglonormandos y flamencos; las órdenes militares del Temple y de San Juan de Jerusalén —que accedieron a convertirse en gobernadores y guardianes de las fronteras de la primera línea, desplazando los límites de la antigua frontera—; y, posteriormente, los grandes cenobios cistercienses de Poblet y Santes Creus. Para ampliar estos temas, véanse, E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, caps. XIV y XX; H. Dolset, Frontière et pouvoir, vol. I, pp. 581-594; C. Cuadrada, «Territori i societat», p. 273-294; J. M.ª Font, «La comarca de Tortosa», pp. 104-128; Idem, La Reconquista de Lérida; M.ª T. Ferrer, «I Genovesi visti dai Catalani», pp. 144-146; A. Virgili, «Angli cum multis alijs alienigenis», pp. 297-312, así como su interesante tesis doctoral (‘Ad detrimentum Yspanie’); J. M.ª Sans, Els Templers catalans; J. Serrano, Senyoriu i municipi; P. Ortega, «L’estructuració territorial», pp. 292-302; J. Lladonosa, La conquesta de Lleida; L. J. McCrank, «The Cistercians of Poblet», pp. 313-360; Idem, «The Lost Kingdom of Siurana», pp. 115-148; E. Juncosa, «Tortosa y Lérida», pp. 141-190. 90 Una carta de población que será completada, al final de la centuria (1194), con otra carta de franquicias comerciales concedida a los habitantes de Tarragona conjuntamente por el rey Alfonso II el Casto y el preboste Joan de Sant Boi, centrada en una regulación liberal de las exportaciones de productos. Al respecto, J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, doc. 199, pp. 274-275, y vol. II, p. 466. La transcripción de ambos textos se ha tomado de otro trabajo del mismo autor: «Entorn de la restauració», pp. 108-110.
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Populatio Tarracone (A)
(B)
Incipit in Christi nomine. Hec est carta libertatis secundum sonat, concedit cum istrumento. Actum est anno ab Incarnatione Christi MCXXXXVIIII, tertio nonas septembris, anno XII regni Ludovici junioris. Sit notum cuncti omnibus hominibus presentibus atque futuris quomodo ego Ro bertus princeps Tarracone racognosco convenientias et franquedas quas feci in personis atque habitatoribus Tarracone in primo quando ego veni in civitate in sumul cum domino meo Beato Oldegario in consilio cum Barchinonensi comite et episcopis et aliis multis hominibus dedi civitate Tarracone cum suo territorio hominibus habitantibus in ipsa civitate ita libera et franqua sicuti ego habeam per Deum et per Ecclesiam et per dominum meum archiepiscopum ita ut non donassent nise decimas et primitias et stetissent sub iustitia domini mei et Ecclesie et mea modo propter timorem suplici eterni. Cum voluntate uxoris me Agnetis et filii mei Guillermi Bordet dono et confirmo hominibus qui sunt in Tarracona vel erunt ut sint liberi et franchi et inmunes ab omni servitute et ab hora et deinceps nullum censum faciant vel servitium de domibus in quibus habitaverint; similiter de fructibus quos laboraverint vel habuerint nullum sensum vel servitium vel usaticum faciant alicui persone preter decimas et primitias. Hoc facimus salva fidelitate domino nostro archiepiscopo Tarraconensi Ecclesie ut omnes habitatores predicte civitatis permaneant in iustitiam domini mei et meam sicut constitutum est. Signum Roberti principi. Signum Agnetis uxori ejus. Signum Guillermi Bordet. Signum Roberti Bordet, nos qui hanc cartam libertatis facimus scribere, firmamus, testesque firmare rogamus. Signum Bernardi Tarraconensis archiepiscopi, qui hoc laudo salva fidelitate nostra et Ecclesie nostre [...].
In Christi nomine. Hec est carta libertatis quam ego Bernardus Tarracone archiepiscopus et Robertus princeps eiusdem civitatis facimus habitatoribus Tarracone qui modo ibi sunt vel ad eamdem urbem incolendam deinceps venerint. Donamus siquidem illis et successoribus eorum quod de mansionibus eroum quas infra civitatem vel extra habent et habitaturi sunt ipsi et heredes eorum nullum faciant servitium, censum vel usaticum, sed habeant eas ipsi et heredes eorum solide et libere ad omnem voluntatem suam faciendam. Ita videlicet quod possint eas vendere, donare aut impignorare illis habitatoribus qui assidue steterint in ipsa civitate vel in territorio ejusdem civitatis. Preterea concedimus et donamus eisdem habitatoribus ejusdem civitatis quod de omnibus terris, vineis et hortis quos de eremo in agriculturas redigerint nihil penitus donent nisi decimas et primitias ulli homini sed solide et libere habeant eas ipsi et successores eorum ad voluntatem suam faciendam. Ita videlicet quod possint eas vendere donare aut impignorare illis videlicet habitatoribus qui assidue steterint in ipsa civitate vel in ejus territorio. De terris vero cultis quas modo habent in suum alodium unusquisque faciat inde voluntatem suam sicut de aliis terris quas superius possuimus. In personis autem habitatorum Tarraconensis civitatis et sui territorii nullus hominum faciat districtum vel aliquam fortiam seu exactionem nisi illi duo iudices quos nos eligerimus ad hoc faciendum per iustitiam. Anno ab Incarnatione Domini MCXLVIIII, acta tertio nonas septembris, anno XII regni regis Ludovici iunioris. Signum Bernardi, Tarraconensis archiepiscopi. Signum Roberti, principis Tarracone. Signum Agnetis. Signum Guillelmi Aquilonis [...].
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Tal situación no resulta fácil de explicar, por lo que no es de extrañar que haya dado lugar a interpretaciones divergentes entre los investigadores que se han planteado la problemática. Por un lado, E. Morera propuso dos posibles hipótesis al respecto, considerando que «deseando activar ambos la repoblación de Tarragona, [...] determinaron extender sendos documentos [...] ya para los que podían ser directamente vasallos del príncipe, ya para los que podían serlo del arzobispo; o bien, separada la ciudad en dos gobiernos, [...] se promulgaran las dos cartas de libertad para los que ocupasen la parte gobernada por el jefe civil y para los que habitasen la del recinto sujeto a la autoridad eclesiástica»;91 una visión que fue refutada por el profesor Font i Rius, para quien «no parecen muy convincentes las hipótesis formuladas por Morera para explicar la razón de un dualismo algo desconcertante». Según este último autor, cuya tesis comparto en gran parte, «ambas cartas o versiones podrían reflejar distintas actitudes o reacciones en la relación política entre ambos personajes. Tal vez, la otorgada a nombre de Robert fuera un intento o esbozo de concesión, desarrollado luego en el texto expedido a nombre conjunto del príncipe y el arzobispo. Todo ello, sin excluir la adopción de una ficticia identidad de fechas, como fórmula transaccional».92 Se seguía, pues, un procedimiento muy parejo al adoptado escasos meses antes con el convenio-donación. Pero, de todos modos, quedaría sin resolver el interrogante de ¿por qué suscribió el arzobispo la primera carta sin estar de acuerdo con sus términos? Con todo, si atendemos a las copias y traslados de ambos documentos, se puede constatar que en el primer caso (A) solamente da constancia de su existencia Morera, quien afirma tomar la fuente —hoy desaparecida— para su transcripción del archivo de la catedral de Tarragona (Cod. 4 letra D),93 mientras que del segundo (B), existen varias copias que han llegado hasta nuestros días.94 En el primero de los documentos expuestos (A), el caballero normando hacía directa alusión a las franquicias que concedió a los moradores de Tarragona cuando llegó a la ciudad en compañía del arzobispo Oleguer, las cuales confirmaba en su conjunto, insistiendo en sus libertades e inmunidades, con la única excepción del pago del diezmo y la primicia, y en que todos ellos permanecerían bajo el amparo de la justicia del arzobispo y del príncipe. Es precisamente en este último punto, y en el detalle de sus contenidos, donde se encuentran las principales diferencias entre ambos documentos, pues, en la segunda carta (B), se expresa que el ejercicio de la justicia que E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 441. J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, pp. 724-725. 93 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, ap. 19. 94 ACA, C, reg. 3, f. 3; AHCT, FM, perg. 58, 59, 346, 372, y docs. en papel, sig. top. 1/21; AHAT, PM, n.º 9, doc. 11, entre otros. 91 92
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daba en manos de dos «iudices», los cuales fueron instituidos por convenio entre ambos señores escasos meses antes para evitar posibles coerciones. Todo ello pondría de manifiesto la voluntad arzobispal de reforzar una institución que el príncipe, consciente de la erosión que suponía en sus antiguas prerrogativas, parecía no estar dispuesto a aceptar.95 Las incipientes desavenencias entre ambos señores fueron adquiriendo un calado cada vez más profundo, hasta derivar en una conflictividad manifiesta96 y en un cruce de acusaciones y querellas que, el 7 de agosto de 1151, fueron juzgadas por la Curia condal,97 presente en Tarragona para asistir al acto de consagración del obispo de la restaurada Sede tortosina.98 Los contendientes se acusaron mutuamente de diversos agravios e invasiones en honores y bienes de distinta gravedad.99 Hubo varias de las cuestiones planteadas que quedaron sin resolver por falta de pruebas suficientes, pero la 95 Así lo indica M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», p. 220. Según el cronista J. Blanch, «lo príncep Robert, després de aver feta la donació de la ciutat a l’archebisbe d. Bernat Tort, [...] se empenedí de ella, y ab títol que l’avien enganyat y que y avia frau per a ell y que per açò la donació ere nul·la, volgué tornar al senyorio tenia en la ciutat y son terme [...] com antes de fer-la, obligant als naturals de la ciutat i demés a obehir-lo com a son senyor» (Arxiepiscopologi, vol. I, p. 97). 96 La creciente hostilidad entre ambos señores en este contexto ha sido puesta en entredicho, injustificadamente desde mi punto de vista, por parte de investigaciones recientes, como la tesis doctoral inédita de L. Villegas-Aristizábal, quien afirma que entre el otorgamiento de la carta de libertad (solamente tiene presente el documento A) y la muerte de Robert Burdet «the administration of the principality continued to work without any apparent antagonistic interference of the archbishop», omitiendo gran parte de las informaciones a las que nos estamos refiriendo (Norman and Anglo-Norman Participation, p. 142). 97 F. J. Miquel, Liber Feudorum, doc. 246, p. 259. 98 La vista del juicio tuvo lugar en Tarragona y no en Barcelona, como afirman los profesores Benito Ruano y Font i Rius («El principado de Tarragona», p. 113; Cartas de población, vol. I, p. 725, respectivamente). El contenido íntegro de la sentencia fue transcrito por J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, ap. XXIII, pp. 280-283; puede verse, asimismo, en CoDoInACA, vol. IV, pp. 196-200; F. J. Miquel (ed.), Liber Feudorum Maior, vol. I, doc. 246; o, más recientemente, en I. J. Baiges, G. Feliu, J. M.ª Salrach (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal, vol. III, doc. 940, pp. 1508-1511. 99 A modo de ejemplo, véanse las siguientes: «Conquestus archiepiscopus de Guillelmo de Aquilone quia fregerat molendina sua et suum reg IIIbus vicibus; quod Guillelmus de Aquilone dicebat se fecisse propter fadigam de dret. [...] Conquestus est archiepiscopus de Guillelmo qui auferebat illi quandam fexam que est infra dominicaturas suas, quam Guillelmus dicebat se habere per compram et iuste possideret propter libertatem quam habent habitatores Terrachone. [...] Conquestus Guielmus de Aquilone de archiepiscopo qui auferebat ei suas iusticias et suos rectos et totum quod habet in Terrachona et in territorio eius; quo totum archiepiscopus plane negavit. [...] Conquestus est archiepiscopus de Guillelmo quia abstulerat suo armigero domum suam et in ea furnum fecerat; Guielmus respondit se hoc fecisse quia armiger ille non venerat ad habitandum domum illam ad terminum ad quem promiserat se venturum, et quia terciam partem habebat in Terrachonam. [...] Conquestus est Rodbertus de archiepiscopo, quem dicebat se suscepisse in suo consilio et in suo ducatu de negociis Terrachone et per engan abstulerat illi iusticias Terrachone et totam Terrachonam et seduxerat eum ut faceret cartam per quam auferebat illi totam Terrachonam; archiepiscopus respondit hoc non esse verum, set cartam illam per quam Rodbertus conquestus est Terrachonam perdidisse, ipse eam firmavit spontanea voluntate sua et consilio uxoris sue et amicorum, qui etiam in hac cartam subscripserunt et maxime consilio Guielmi de Aquilone, qui eam suo signo corroboravit. [...]» (Idem).
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sentencia final fue favorable al prelado,100 quien aprovechó la ocasión para desacreditar a la familia normanda y modificar la estructura del señorío, que llevó a cabo mediante una retrodonación —con asenso del papa Eugenio III, el consejo de los obispos sufragáneos y el acuerdo de los canónigos— al conde de Barcelona y a sus herederos legítimos de la ciudad y el término de Tarragona con idénticos fines restauradores y defensivos, pero también para poner fin a las alteraciones y perturbaciones que había generado el gobierno de quienes califica como «malorum hominum», en clara alusión a los normandos. En virtud de la nueva transmisión (conocida como Ad notitiam), el arzobispo traspasó al conde Ramón Berenguer IV la donación que había hecho antes a Burdet, debiéndole prestar, tanto él como sus vasallos, juramento de fidelidad, participando de la mitad de los derechos, las rentas y la jurisdicción, exceptuando, como ya hizo el arzobispo Oleguer en la infeudación de 1129, las décimas y primicias de la tierra y el mar, así como la jurisdicción y los provechos sobre las personas y bienes eclesiásticos y los de sus familiares. De acuerdo con las cláusulas instituidas, los frutos, rentas y emolumentos obtenidos por las nuevas adquisiciones se repartirían por la mitad entre el arzobispo y el conde, mientras que la justicia sería administrada por dos bailes o vegueres, con la condición de que el príncipe nombrase al suyo con el consejo del prelado. Asimismo, se estableció que cuando el conde falleciera, la donación revertiría a la Iglesia hasta que se podujera el debido juramento de fidelidad del sucesor.101
100 Para L. J. McCrank, la elevada presencia de prelados en la curia condal, formada también por algunos de los prohombres más leales a Ramón Berenguer IV, provocó que «the charges against the Archbishop were dismissed, and the court declared that, if Archbishop Bernard could verify his testimony regarding Guillem Burdet’s destruction of church property, these allegations were serious enough to constitute a violation of his vassalage to the Archbishop, so that the contract of 1129 was no longer binding. It did not condemn Prince Robert, but presumably allowed Archbishop Bernard the option of denying Guillem Burdet his right to inherit the principality of Tarragona» («Norman Crusaders», p. 77). El análisis detallado de la sentencia se realiza a partir de la p. 75. Sobre esta cuestión, véanse también M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», p. 221 (quien ve en el juicio una «trampa» para los normandos); E. Benito, «El principado de Tarragona», pp. 113-114; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 442-443. 101 Donatio Civitatis Tarraconensis et ejus Territorii a D. Bernardo Archiepiscopo Raimundo Comiti Barcinonensi. La transcripción del texto puede consultarse en I. J. Baiges, G. Feliu, J. M.ª Salrach, (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal, vol. III, doc. 941, pp. 1511-1515, que se basa en el pergamino conservado en el ACA (Ramón Berenguer IV, carp. 38, n.º 243), aunque es preciso apuntar que en el regesto se indica, erróneamente, que se trata de la renovación de la donación de la ciudad y el territorio «que l’arquebisbe Oleguer havia fet a Ramon Berenguer III», cuando, como se especifica en el documento («sicut beato Oldegario et Ecclesiæ Sanctæ Teclæ donata est a venerabili patre tuo Raimundo»), fue el conde quien entregó Tarragona al prelado. El texto en cuestión se encuentra también en M. Marí, Exposició cronologicohistòrica, pp. 115-117; J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, doc. XXII, pp. 275-279; P. de Marca, Marca Hispanica, doc. 417, cols. 1313-1314; F. J. Miquel (ed.), Liber Feudorum, vol. I, doc. 247; y, en diferentes traslados, en el AHCT, FM, perg. 60, 61 y 372.
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Más allá de demostrar que la actividad socio-económica en la ciudad se encontraba en un estado de desarrollo avanzado,102 la nueva donación arzobispal abrió las puertas a un escenario todavía más complejo si cabe, pues no fue aceptada por Robert Bordet, quien siguió haciendo concesiones encaminadas a favorecer la repoblación en distintas puntos del Campo tarraconense, amparándose en el derecho que le conferían los instrumentos anteriores. Fue entonces cuando, para evitar una confrontación directa, se llegó a una solución de compromiso, mediante la cual, Robert y Agnes cedieron al arzobispo y al conde barcelonés dos terceras partes de sus derechos en la ciudad y su territorio, declarando salvaguardar la fidelidad a ambos por la jurisdicción que mantenían sobre la parte retenida.103 A partir de este momento, el señorío de Tarragona pasó a tener tres titulares: el arzobispo, el conde y el príncipe, los cuales, no sin ciertas contradicciones, confiaron a señores menores la organización de los nuevos espacios partiendo de la edificación de un castillo o fortaleza a cuyo alrededor se pretendía concentrar la población y lograr su consolidación a través de las libertades otorgadas en sus respectivas cartas de franquicias, las cuales se concedían al tiempo que se iban fijando y confirmando las costumbres populares mediante sentencias arbitrales.104 Tras la muerte del caballero normando, su esposa e hijos, con la intención de recuperar la antigua preeminencia de que su familia gozaba en el territorio tarraconense, continuaron ejerciendo su poder de facto sin respetar la renuncia por la cual consevaban solamente un tercio del dominio, alegando el incumplimiento de los acuerdos con relación a las facultades judiciales y la injusta desposesión de sus derechos jurisdiccionales.105 Con la voluntad de esclarecer la situación, el rey Alfonso II el Casto, hizo reunir nuevamente a varios de los testigos que presenciaron el acto en el que la referida renuncia se produjo para que, ante la Curia, suscribieran una declaración jurada donde fuera expuesta con detalle la relación de los acontecimientos transcurri102 Así lo atestigua, según indica M. Bonet, la referencia a las rentas a repartir relativas al comercio, al paso de mercancías, a la llegada de barcos o a los baños («La feudalització de Tarragona», p. 222). 103 Tal y como se desprende de unas informaciones testificales posteriores, de 10 de junio de 1153: «Hæc sunt nomina eorum qui viderunt et audierunt quomodo Rodbertus Princeps Terrachonensis et conjux ejus Agnes diffinierunt et laudaverunt Deo et Ecclesiæ Sanctæ Teclæ et B. Tarrachon. Archiepiscopo et Domino R. Berengarii Barchinonensium Comiti, duas partes de tota civitate Terrachonæ et duas partes similiter de toto territorio ipsius civitatis ita ut tertia pars totius civitatis et territorii set Rodberti et conjugis ejus ac filiorum suorum salva fidelitate Comitis et B. Tarrachon. Archiepiscopi et ecclesiæ Sanctæ Teclæ» (Cf. J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, doc. XVI, pp. 262-263). 104 Véanse, al respecto M. Bonet, «Las dependencias personales», pp. 443-449; J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, pp. 727-744; Idem, «Franquezas, costumbres y privilegios», pp. 126-127; B. Hernández, «Cartas pueblas de Tarragona hasta el final del siglo xiii», pp. 331-337 y «Cartas pueblas de Tarragona desde principios del siglo xiv», pp. 6-14; F. Cortiella, «Les relacions dels arquebisbes», pp. 437-446. 105 Coinciden en esta interpretación E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 456-457; J. M.ª Font, Cartas de población, vol. I, p. 726; y E. Benito, «El principado de Tarragona», p. 114.
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dos.106 Pero, a pesar de lo que allí se declaró, la querella se perpetuó, dando paso a una abierta y violenta confrontación entre bandos,107 a la que pretendió poner fin el monarca, tras haber recibido la solicitud de auxilio por parte del arzobispo Hug de Cervelló,108 mediante el envío de una carta al heredero de Robert Burdet, Guillem de Tarragona, donde afirmaba estar profundamente consternado por los atropellos que cometía contra sus vasallos («quæ ipsi patiantur per te de die in diem, quia non possunt exire de Tarragona quin statim capiantur et deprædentur per te et tuos»), advirtiéndole de que si seguía valiéndose de la fuerza con tanto arbitrio, sería motivo suficiente para intervenir personalmente y arrebatarle, de un modo definitivo, el control sobre Tarragona («quae caput totius regni mei fore dinoscitur, unde qui eam destruit, caput meum destruit, quia ergo civitas illa sicuti major est dignitate omnibus regni mei civitatibus, ita debet esse major in francheda et libertate») y mandándole enmendar todos los daños y abusos cometidos, así como mostrar el debido acatamiento al arzobispo; de lo contrario, le dice en tono claramente intimidatorio, «cúlpate a ti mismo del mal que te sobrevenga».109 106 «Tempore vero procedente post mortem ejusdem Comitis, et prædicti Roberti, Guillermo, filio ejus et Agnete conjuge ejusdem Roberti, negantibus hanc deffinitionem sive laxationem fuisse factam, dies super hoc maxime, et super quibusdam aliis negotiis, est ipsis apud Barchinonam assignata, in qua per idoneos testes probaretur prædictum Robertum et Agnetem, conjugem ejus duas partes Tarraconæ et totius territorii sui prædicto Comiti deffinivisse, sive, ut dictum est, dimissise. Quoniam ergo prædictus Guillermus, filius Roberti, et Agnes, mater ejus, juditium subterfugiunt, nolentes hujusmodi testificationem audire seu videre: ego Ildephonsus, Dei gratia Rex Aragonensis et Comes Barchinonensis, volens mihi in futurum providere, ne post mortem testium veritas hujus rei inficiaretur, consilio baronum meorum, juditiaria quidem fretus potestate, in plena curia mea testimonia eorum cum juramento suscepi quorum nomina et modus juramenti inferius sunt adnotata. In primis, Bernardus, Tarraconensis Archiepiscopus, juramento dixit, quoniam ipse vidit et audivit, quando in ecclesia Sanctæ Mariæ, quæ contigua est ipsi castro, Rodbertus, Princeps Tarraconæ, et conjux ejus Agnes diffinierunt et tradiderunt cum quodam lapide Raymundo, Barchinonensi Comiti, in manu sua, et in manu G. Barchinonensis Episcopi, duas partes civitatis Tarraconæ, et totius territorii sui, hoc solum modo retento, quod Comes relinqueret ipsis tantum de ipsa proprietate quantum idem Archiepiscopus, et G. Barchinonensis Episcopus, et B. de Castellet laudarent, et ut ipse Comes faciat ei tenere suam tertiam partem, quam per ipsum habet ad feudum. [...] Facta est hæc juramentorum charta in civitate Barchinona, in pallatio prædicti Regis, et in ejus præsentia, et totius curiæ, anno millessimo centessimo sexagessimo secundo, idus februarii» (AHAT, PM, n.º 9, doc. 14; Cf. J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, doc. XXIV, pp. 283-285). 107 Como demuestra en su tesis doctoral L. J. McCrank, Restoration and Reconquest, vol. II, pp. 451-454, siguiendo lo apuntado por J. Blanch: «Morí en esta ocasió lo príncep Robert, y sa muller Agnès y sos fills, continuant la causa y pretenció de son pare, vent que tenian poca rahó de pledejar ab lo archebisbe y que per via de justícia no alcansarian son intent, recorregueren a les armas, y valent-se de sos parents y amichs, [...] posaren gent en campanya y feren molt de mal, axí en la ciutat y son terme, com en la vila de Constantí» (Arxiepiscopologi, vol. I, pp. 97-98). 108 «Vent-se lo bon archebisbe vexat y lo que patian los vassalls, per evitar tantas tiranias ne donà part al rey don Alonso, per a que los manàs desistir del comensat. Féu-ho lo rey, però ells, no obehint las ordes reals, no se abstingueren de obrar de fet y passar avant en sa pretenció» (Ibidem, p. 98). 109 La transcripción completa de dicha misiva se puede ver en P. de Marca, Marca Hispanica, ap. CCCCLV, cols. 1352-1353. A pesar de que en el texto transcrito no se especifica datación alguna, Marca la atribuyó a 1170 —fecha que mantiene E. Benito («El principado de Tarragona», p. 115)— aunque, teniendo en cuenta la sucesión de los acontecimientos, lo más probable es que se redactase entre 1167
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Los reproches del monarca vuelven a poner de manifiesto la enorme confusión existente sobre los derechos en las propiedades de la zona, a diferencia de otros espacios de la Catalunya Nueva donde la intervención regia, repartiendo y organizando el territorio, va a dar lugar a un poder capaz de frenar la agresividad feudal.110 Ante tales amenazas, a pesar de no contar con pruebas documentales que lo corroboren, es de suponer que Guillem de Tarragona respondiera al rey exponiendo argumentos en su defensa y acusando al arzobispo de usurparle cuotas de su legítimo dominio, pues ello explicaría la celebración de un nuevo juicio —celebrado a mediados de 1168— cuya sentencia aporta diversos datos complementarios que habían sido omitidos por las informaciones testificales precedentes.111 Tras recibir la sentencia confirmatoria de la división tripartita del dominio y lograr la tan reclamada recuperación de las justicias,112 el normando prestó un nuevo juramento de fidelidad al prelado.113 De todos modos, el —momento en que se produce un claro recrudecimiento de los conflictos y el rey Alfonso conquista Provenza intitulándose «dux»— y 1168 —año de la muerte de Guillem de Tarragona, según se desprende de varias pruebas documentales aportadas por E. Morera—. 110 Véase M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», pp. 233-234. 111 «Primo, adjudicatum fuit diffinitiva sententia curiæ, et utriusque partis approbatione quod pactum illud et concordia quæ facta fuerunt inter dominum B. Archiepiscopum et dominum Comitem Barchinon. Ray. et Rodbertum et uxorem ejus de duabus partibus civitatis Terrachonæ et territorio suo remanentibus Archiepiscopo et Comiti, et tertia parte remanente Rodberto et uxori suæ, sint rata et firma in perpetuum cum ipsa convenientia, quæ fuit facta a parte Comitis eidem Rodberto et uxori suæ, sicut a testibus ostensa fuerint. Secundo, adjudicatum fuit quod justitie civitatis Terrachon. fuissent restitutæ in pristinum statum a Guillermo de Tarrachona, consilio et laudamento Archiepiscopi atque Regis, salvis unicuique directis suis. Et Guillermus de Tarrachona juret Archiepiscopo propter justitia, quas contra voluntatem Archiepiscopi ejecerat, hoc non fecisse ad suum dedecus et deshonorem, si voluerit, vel emendet ei tantum de suo cum sacramento quantum voluerit, et dicat quod plus ei emendare non debet propter hoc factum se sciente. Tertio, judicatum fuit sententia curiæ et approbatione ipsius Guillermi, se non habere in civitate neque in territorio, chestas, neque toltas, neque forcias, et quod redirigatur ab eo, si aliquid inde abstulit vel abstulerit, infregit vel infregerit suis aclamationibus. Et si pro suis debitis dampnum aliquod evenit hominibus de Tarrachona, aut emendet, aut stet ad directum ipsis malefactoribus et clamatoribus. Et si pro guerris quas fecit de Tarrachona, dampnum evenit ipsis hominbus de Tarrachona, redirigat his, que perdiderunt, sicut visum et verum fuerit. Hoc adjecto quod de malefactis, quæ venerunt Tarrachonæ et ejus territorio propter guerram Guillermi de Claro Monte, faciat directum Guillermus de Tarrachona in manu Regis. Iterum judicaverunt quod Guillermus non faceret guerram de civitate Tarrachonæ vel suis territoriis nisi propter civitatem vel territorium, vel mandamento Archiepiscopi sive Regis. Si vero aliunde guerram fecerit, vel amicis suis auxilium præstaverit, et exeundo vel redeundo non fori fecerit, si ex hoc Terrachonæ vel territorio malum evenerit, Guillermus propter hoc non teneatur. Judicaverunt iterum quod Archiepiscopus vel ecclesia Terraconæ non debet habere fevos quos milites tenent per Guillermum de Tarrachona, vel ipsum honorem, in quo ipse habet censum vel usaticum, absque ejus consilio. Alii vero homines qui libere suum honorem habent, possunt dare vel dimittere ecclesiæ, si voluerint...». (Cf. J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, doc. XXVIII, pp. 287-289). 112 La sentencia no fue, en absoluto, contraria a los normandos, como han visto distintos autores clásicos, quienes han llegado a afirmar que en ella se encuentra el fundamento que daría lugar al asesinato del arzobispo pocos años después. Así puede leerse en J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, p. 98; o M. Marí, Exposició cronologicohistòrica, vol. II, p. 41. 113 «Juro Ego, Guillermus de Tarracona, tibi Hugoni, Tarraconensi Archiepiscopo, quod de malefactis quos feci hominibus de Tarracona et in eis sunt facti ab aliis propter me, stabo tuo mandato, si Deus
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problema se cerró en falso, pues, poco después de hacerse oficial la reconciliación, Guillem Burdet caía asesinado en Tortosa, donde se encontraba por orden y en servicio del monarca.114 La casa del normando acusó al arzobispo de ser el principal instigador del crimen y, por ello, los familiares del fallecido —Robert y Berenguer— vengaron su muerte perpetrando, el 17 de abril de 1171, el asesinato de Hug de Cervelló.115
Representación del asesinato de Thomas Becket, arzobispo de Canterbury (1170).
me adjuvet et hæc ista quatuor Evangelia, et exinde mitto me ipsum in potestatem tuam, ut judicium mandatum cumpleas» (Cf. E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, p. 466). 114 Su propio hermano Berenguer, en una carta dirigida al rey Alfonso, así lo exponía: «Quia ipse Archiepiscopus fuit Tamarit, ibique cum conteribusteriis nostris, qui inimicabantur fratri meo, fecit sacramentum, et eos fecit jurare adversus eum, et post ea anulum quod in manu tenebat causa fortioris pactionis super textum evangeliorum posuit. Et ita hac nefaria conjuratione et invidia nepotes sui mente propria per dictum et voluntatem Archiepiscopi fratrem meum in Tortosa civitate in vestro servitio interfecerunt» (Cf. P. de Marca, Marca Hispanica, ap. CCCCLVI, col. 1354). 115 Estudiado por el profesor D. J. Smith, en su artículo inédito «The Beckets of Catalonia». Agradezco la generosidad del autor al haberme permitido acceder a su interesante lectura.
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Fue algunos años más tarde cuando, en un intento por limpiar la memoria de su hermano Robert y devolver el honor a su sobrino Guillem,116 Berenguer, desde el exilio, asumió toda la responsabilidad del magnicidio,117 el cual generó un enorme escándalo y conmoción, como ponen de manifiesto las cartas que suscribió el papa Alejandro III, dirigidas a los obispos sufragáneos de la provincia eclesiástica,118 al nuevo arzobispo Guillem de Torroja119 y al rey Alfonso,120 a quien amenazó con el entredicho sobre todo el reino si no desterraba de inmediato a la familia normanda de sus dominios y castigaba a quienes admitiesen en sus tierras a los traidores. Asimismo, mientras perduraba la vacante en la cátedra arzobispal, el pontífice ordenó al monarca respetar: Ecclesiæ Tarraconensi medietatem possessionum quæ sunt Tarraconæ vel in territorio ejus secundum tenorem conventionis quæ inter eam et Raimundum, bonæ memoriæ quondam patrem tuum, facta est libere et sine molestatione restituas et in pace habere permittas, ita quod eadem Ecclesia, quæ de morte Archiepiscopi sui tantum deplorat damnum illatum, in ea se parte sentiat alleviari, et tu non videaris contra patris tui pactum venire aut eandem Ecclesiam jure suo defraudare, quod tibi esset admodum pericolosum.121
116 «Restituto Guillelmo de Tarragona, nepote meo, in suo honore [...]. Verum est quod fratrum meus Robertus ad obitum suum hujusmodi fecit testamentum, quia omne jus quod habebat et habere debebat ipse et antecessores ejus in Tarragona sive in alio loco, totum dimisit Guillelmo de Tarragona, suo nipoti» (Cf. P. de Marca, Marca Hispanica, col. 1353). 117 «Si quis adversarius noster exierit accusans Robertum fratrem meum de Archiepiscopi morte in terra vestra, ego sum paratus coram curia quæ mihi sit communis eum defendere pari meo ridentem nec confitentem verbo aut opere, immo magis inde doluit, nec placuit. [...] His omnibus actionibus, [...] si quis de Archiepiscopi morte me voluerit accusare, ut de illo habeo honorem aut possessionem unde dominus meus esset, nisi tantum pro morte fratris, similiter prestus sum in omnia curia quæ mihi communis sit defendere pari modo et pignore» (Ibidem, cols. 1353-1354). 118 A quienes, tras expresar su lamento y profunda turbación al conocer la noticia del trágico suceso, insta a que se reunan de inmediato para que, con el acuerdo del cabildo, elijan a la persona que estimen más idónea para convertirse en nuevo metropolitano, procurando que la elección se realizase con concordia y unánimemente. El contenido íntegro de la bula, que había custodiado el archivo capitular, puede leerse en J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, p. 101; P. de Marca, Marca Hispanica, ap. CCCCLVII, col. 1355. 119 Designándole como su legado y encargándole que: «quoniam igitur tam immane et crudele facinus non possumus neque debemus impunitum relinquere, fraternitati vestræ per apostolica scripta præcipiendo mandamus et mandando præcipimus, quatenus charissimum in Christo filium illustrem Regem Aragonum ex parte nostra et vestra moneatis et inducere modis omnibus laboretis, ut præfatum Robertum in regno suo nulla ratione recipiat nec ibi velit aliquatenus retinere, nec ei exhibeat aliquam gratiam vel favorem» (Cf. J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, pp. 99-100; P. de Marca, Marca Hispanica, ap. CCCCLVIII, cols. 1355-1356). 120 A quien envió dos bulas, ordenándole el destierro de la familia normanda y expresándole su agradecimiento por haber ejecutado el ostracismo: J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, pp. 99 y 100; P. de Marca, Marca Hispanica, aps. CCCCLIX y CCCCLX, cols. 1356 y 1357, respectivamente. 121 P. de Marca, Marca Hispanica, ap. CCCCLX, col. 1357.
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El destierro de la familia normanda conllevó la lógica pérdida de su parte del dominio en el señorío tarraconense, cuya titularidad pasó a repartirse, desde entonces, entre la Corona y la Mitra. Tras la devolución —no sin ciertas fricciones—122 a la Iglesia de Tarragona de parte de los bienes y derechos que el monarca se había apropiado inicialmente, y con el fin de evitar nuevos enfrentamientos, ambos poderes decidieron establecer un convenio de capital importancia, pues en él se definió la estructura del gobierno de la ciudad y el Campo de Tarragona, fijándose las pautas de un modelo de regimiento conjunto que, con muy escasas variaciones, iba a prevalecer durante siglos.123 Considerados como coseñores pro indivisio, para poner fin a ciertas controversias, el rey y el arzobispo —quien seguía reservándose la recepción del juramento de fidelidad y homenaje de los tarraconenses—124 definieron en dicha concordia la distribución del dominio temporal sobre el territorio que se encontraba bajo su dominio compartido, precisando los deberes y funciones de sus respectivos bailes (los cuales, habiendo jurado al inicio de su oficio ser fieles al monarca y al prelado, van a ser los encargados de la administración de la justicia en la ciudad y su territorio), la forma de distribución de las rentas (se fijó la percepción de prestaciones agrarias (taschas) y de los emolumentos derivados de la celebración de juicios (stachamenta) que, una vez recaudados conjuntamente por ambos oficiales —manteniendo al margen de las injerencias de los laicos a las personas establecidas en la dominicatura eclesiástica—, serían repartidos, librada la décima, entre el rey y el arzobispo a razón de dos tercios para el primero y el tercio restante para el segundo) y las diversas competencias jurisdiccionales (según se tratase de los hombres propios de cada uno de los dos señores o de los habitantes sometidos a la jurisdicción común).125 122 Relativas, fundamentalmente, a los límites del dominio, a la percepción de rentas y al reparto de nuevos espacios. Para obtener una descripción más detallada de todo ello, consúltense M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», pp. 234-236; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 477-479. 123 Expone el cronista J. Blanch que «volgué lo rey que·s fes altre concòrida entre ell y lo archebisbe, per a que cada hu dels dos sabés lo dret i jurisdicció que cada hu tenia en Tarragona, y fos valedora en tot temps. [...] Y aquest acte [...] que vulgarment dihuen lo Perenne, sempre que entre lo sr. archebisbe y la ciutat hi ha plets, és molt citat, [...] perquè és la font de la una y altre jurisdicció» (Arxiepiscopologi, vol. I, p. 106). El texto completo, es reportado también por M. Marí, Exposició cronologicohistòrica, vol. II, pp. 123-124; o por J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, ap. XXXIV, pp. 294-297. 124 Cuya prestación será reconocida de nuevo, tras un litigio, por el rey Pedro II el Católico el 5 de junio de 1206. Véase, al respecto, M. Alvira, Pedro el Católico, doc. 537; J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», p. 128. 125 Véanse E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 480-481; Font, J. M.ª, Cartas de población, vol. I, p. 726; M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», pp. 235-236. En el fondo municipal del AHCT, se conservan diversos traslados de esta concordia; son los perg. 1, 59, 115, 130 y 372. El texto completo de la misma, debido a su capital importancia para el tema que nos ocupa, se transcribe completo en el apéndice 3 (aportándose correcciones respecto de las transcripciones de Marí y Villanueva: vid. n. 123).
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Con la alianza establecida entre el arzobispo y el monarca (Ad perennem), se culmina la que puede ser considerada como la «fase constituyente»126 del señorío de Tarragona. El respeto a sus cláusulas —confirmadas, precisadas y ampliadas mediante la concesión de nuevos privilegios—127 abrió el camino a un amplio periodo en el que prevalecieron las buenas relaciones en la cúspide del dominio, basadas en la cooperación y la ayuda mutua.128 Con todo, el ejercicio compartido de la jurisdicción generó ciertas desavenencias que, si bien inicialmente se resolvieron sin demasiados obstáculos,129 con el paso del tiempo, la acumulación de agravios y las crecientes necesidades económicas y militares de los reyes provocaron que las fricciones se hicieran cada vez más evidentes, graves y habituales.130 Tomando la expresión que en su día utilizó E. Morera (Tarragona cristiana, vol. I, p. 554). Sobre esta cuestión, véase el trabajo de J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», pp. 119-150. 128 Como se demuestra por la restitución de los términos que el rey Alfonso, con el consejo de los barones de su Curia, hizo al arzobispo el 18 de julio de 1173; la ausencia de contradicciones en la entrega conjunta de nuevas cartas de población y en la concesión de nuevos feudos; la obtención de generosos donativos y de apoyo militar reconocidos por el rey Alfonso como graciosos tras haber prometido no exigir «quèstia, tolta o força» a los habitantes de Tarragona, privilegio que fue confirmado por su hijo, Pedro II de Aragón, el 28 de marzo de 1208, prometiendo defender siempre los derechos del prelado y de los hombres de la ciudad y su Campo, quienes solo estarían obligados a hacer «host i cavalcada» si así se acordaba previamente con el arzobispo; el juramento de no enajenar, sin licencia de la Iglesia, la parte de la jurisdicción y derechos que el rey tenía en el dominio (22 de agosto de 1213); la declaración de garantizar la protección, amparo y salvaguardia por parte de Jaime I al arzobispo y a los eclesiásticos de Tarragona (1 de julio de 1218); el auxilio prestado tanto por el Conquistador como por su hijo Pedro el Grande al arzobispo Bernat d’Olivella para sofocar las sucesivas insurrecciones de sus vasallos en los años 1276 y 1280; o la convergencia en la organización civil de Tarragona mediante el gobierno de la «Se nyoria». Véanse M. Bonet, «La feudalització de Tarragona», pp. 236-238; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 524, 546, 549, vol. II/1, pp. 114-115; J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», pp. 127-131; C. Batlle, «Una conjura dels tarragonins», pp. 203-207; J. Cubells, «Aspectos político-sociales en Tarragona», pp. 461-479; M. Alvira, Pedro el Católico, docs. 767, 856, 1035, 1138, 1191, 1553, 1554 y 1556. 129 Puede tomarse como ejemplo el litigio entre el rey Pedro el Católico y el arzobispo Ramon de Castellterçol por la dominicatura de Salou, alegando, este último, que fue entregada sin su consentimiento y reclamando, por ello, su anulación. El pleito acabó el 8 de noviembre de 1197, cuando los jueces dictaron sentencia concediendo la razón al prelado (E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, pp. 528529). Pocos años más tarde, el 16 de junio de 1205, existiendo todavía algunas discordias entre el rey Pedro y la Iglesia de Tarragona, fue el propio papa Inocencio III quien, a instancias del monarca, exhortó al arzobispo Ramon de Rocabertí y a los miembros del cabildo a que se repartieran, si ambas partes los creían conveniente, las posesiones controladas pro indiviso, y evitarse en lo posible disensiones (M. Alvira, Pedro el Católico, doc. 549). Asimismo, también deben ser consideradas las iniciales reticencias mostradas por Jaime II el Justo a prestar su juramento de homenaje y fidelidad al arzobispo Rodrigo Tello (E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/1, 173-174) y ciertas fricciones jurisdiccionales entre este monarca y el arzobispo Ximeno de Luna que no impidieron la buena relación de base, como pone de manifiesto F. de Moxó, «Notas sobre el pontificado», p. 97. 130 Las primeras tensiones de un cierto calado se documentan a partir mediados del siglo xiii, cuando Jaime I reclamó al arzobispo Benet de Rocabertí la parte de las rentas sobre la ciudad y el Campo de Tarragona que se negaba a entregarle, le reprochó haber liberado a personas que habían sido encarceladas en nombre del rey, así como no admitir al veguer que había nombrado, impidiéndole ejercer su jurisdicción. Por todo ello, el monarca dirigió una carta al papa el 1 de octubre de 1257. Se ignora el contenido 126 127
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Su estudio pormenorizado se llevará a cabo en el segundo bloque del trabajo, a partir de una selección de temas concretos en los que se centrará el análisis, no sin antes apuntar ciertas cuestiones relativas a la población, a la articulación espacial del poder y a la estructura del gobierno municipal. En la página sucesiva, se presenta, a modo de colofón del presente capítulo, una cronología de los arzobispos de Tarragona y condes de Barcelona/ reyes de Aragón que abarca los siglos xii-xv con el fin de ayudar a situar en el tiempo a los distintos protagonistas de esta historia.
de la sentencia arbitral a la que se llegó, pues los documentos relativos a dicho proceso son simplemente apuntados por E. Morera, basándose en informaciones obtenidas del archivo arzobispal por parte del notario F. Vertamon en el siglo xvii (Tarragona cristiana, vol. II/1, p. 87). En este mismo sentido, también hay que destacar los cada vez más frecuentes conflictos de naturaleza fiscal, estudiados con detalle por J. Morelló, «Fiscalitat i poder jurisdiccional», pp. 43-67). Aunque uno de los primeros documentos que expone con precisión la relación de las causas que fueron motivo de denuncia por parte de los reyes en el regimiento compartido es de época de Jaime II (redactado en los primeros años del siglo xiv) y que, por su relieve para el tema que centra nuestro interés, considero oportuno transcribir íntegramente en el apéndice 4. Con toda probabilidad, los agravios expuestos fueron los que, una vez tratados entre las partes implicadas, dieron lugar a la elaboración de unos capítulos —de los que se desconoce su fecha exacta de redacción— entre el monarca y el arzobispo Tello, conservados a partir de un traslado realizado en el año 1437, mediante los que se pretendía poner fin a las controversias derivadas del ejercicio de la jurisdicción común en cuestiones tan diversas como la recepción de apelaciones, los juramentos de fidelidad, la imposición de censos y lezdas o el cobro de diezmos. El documento en cuestión se conserva en AHCT, FM, perg. 308. Véase una perspectiva de conjunto de los intentos por poner fin al coseñorío tarraconense en E. Juncosa, «Per lo benefici de bona pau», pp. 283-311.
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Cronología de los arzobispos de Tarragona y reyes de Aragón / condes de Barcelona
Población y distribución territorial del poder en la veguería de Tarragona
És Tarragona mal prosperada, car tot jorn cau, e ve a menys e a diminució. [...] E és axí mateix Tarragona mal poblada e de simple gent e grossera. És encara Tarragona pobre e miserable. F. Eiximenis, Dotzè llibre de Lo Crestià, cap. 24
La población de la veguería de Tarragona y el Campo A finales del siglo xiv, el franciscano gerundense Francesc Eiximenis ofrecía la deplorable imagen de la ciudad de Tarragona que encabeza el presente capítulo cuando la comparaba con las grandezas de la capital catalana. Sus palabras son un claro reflejo de la importante pérdida de población y relevancia que vivió, en el ocaso del Medievo, la que en sus tiempos de gloria había sido, en palabras del mismo autor, «totius Hispaniæ lumen». A lo largo de las páginas que siguen, se pretende centrar la atención en el análisis de la documentación que nos permite estimar —con cierta aproximación y gran cautela— el volumen de población que habitó la ciudad y el Campo de Tarragona1 durante los siglos xiv y xv,2 así como su distribución en los territorios cuya jurisdicción fue exclusiva o compartida entre la Corona y la Mitra. Para ello, la fuente fundamental utilizada —por ser la menos imperfecta— son los fogajes, el mecanismo que, a partir de 1358, la monarquía empezó a utilizar en Catalunya para distribuir los donativos concedidos en las Cortes sobre la base objetiva del número de fuegos de las comunida-
1 Los límites territoriales y los dominios pertenecientes a la veguería de Tarragona pueden observarse en el mapa que se presenta como colofón del capítulo. 2 El estudio que aquí se presenta pretende ser una nueva aportación para el ámbito de la demografía medieval, atendiendo a las continuas reivindicaciones que de la misma han realizado destacados historiadores de la sociedad y la economía: G. Feliu, «Evolución y asentamiento», pp. 31-58. Una década antes, el mismo autor ya se lamentaba de la escasa atención que, para los historiadores, han merecido los estudios «protodemográficos» cuando afirmaba que «la demografia medieval enganxa molt poc», ofreciendo un rendimiento muy inferior al de otras épocas históricas (Cf. G. Feliu, «La demografia baixmedieval», pp. 13-14). En un mismo sentido se dirigían las críticas planteadas por A. Simón, «La demografía histórica», pp. 37-38. Un análisis cuantitativo y cualitativo de la evolución demográfica de la ciudad de Tarragona entre los siglos xiv y xviii puede leerse en E. Juncosa, La població de Tarragona.
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des urbanas y rurales sometidas a contribución,3 las cuales se encargaban de «departir entre los habitadors de les dites ciutats, viles e lochs, carregan als uns més e als altres menys»,4 lo que implicaba la existencia de dos esferas fiscales y administrativas: por un lado, los comisarios reales y, desde su fundación, la Diputación del General de Catalunya, encargados de recaudar en cada comunidad las cantidades adjudicadas según el recuento de fuegos; por el otro, los organismos municipales, cuyo cometido se centraba en obtener, directamente de los contribuyentes, la suma de dinero correspondiente.5 En la actualidad, se conocen tres fogajes generales medievales catalanes —1359/60, 1378 y 1496/97—,6 con las revisiones llevadas a cabo en 1365 y 1414, un fogaje parcial —calculado en 1358— y los intentos de fogaje frustrados de 1369, 1375 y 1491. A pesar de tratarse de un recuento parcial, el fogaje de 1358 tiene un enorme valor histórico por ser el documento de estas características más antiguo que se conserva en Catalunya y, probablemente, el primero que se realizó. Su finalidad era la obtención de recursos económicos para sostener la guerra contra Castilla.7 Pedro el Cruel había roto la tregua que fue acordada a mediados de mayo de 1357 y sus tropas estaban invadiendo el reino de Aragón. A sabiendas de que no obtendría la colaboración voluntaria de los catalanes sin recurrir al sistema parlamentario, Pedro el Ceremonioso convocó, durante el mes de julio de 1358, al brazo militar y al eclesiástico en dos Parlamentos distintos celebrados en Girona, después de haber llegado a un acuerdo con el brazo real en el Parlamento de Lleida del año anterior. La 3 P. Ortí, «Una primera aproximació», p. 749. En el mismo artículo, su autor advierte de la falsa idea que se suele tener en relación con los fogajes cuando se les presenta como un impuesto directo de capitación, pues la cantidad de dinero que, según el número de fuegos, se adjudicaba a cada comunidad se repartía posteriormente entre sus miembros a través de las tallas —un impuesto diferenciado según la riqueza mueble e inmueble de cada contribuyente— o se financiaba una parte a través de préstamos a corto plazo, de la venta de censales o de los ingresos de las imposiciones. El procedimiento más habitual seguido para calcular la tasa por fuego se basaba en fraccionar el importe del donativo en dos mitades iguales, una para el brazo real y la otra para los brazos eclesiástico y militar y, a su vez, cada mitad se dividía por el conjunto de fuegos. 4 M. Sánchez, P. Ortí, Corts, Parlaments i fiscalitat, p. 204 (cap. 41 del donativo del brazo real). 5 P. Ortí, «Una primera aproximació», p. 750. 6 A pesar de que algunos autores también incluyen el recuento general de 1515 entre los fogajes catalanes realizados a lo largo de la Edad Media; por tratarse de una fecha alejada de los límites cronológicos que enmarcan el presente estudio, se ha decidido no tomarlo en consideración. Por el contrario, y aunque también supere el marco temporal fijado, se incluyen en el análisis los datos que aporta el fogaje de 1497, pues ofrece interesantes informaciones, útiles para comprender la evolución de la población del Campo tarraconense durante el Cuatrocientos. 7 «En aquest libre són encloses tots los nombres de les quantitats atorguades al senyor Rey per les universitats de les ciutats, viles e lochs reyals de Cathalunya, atorgades en ajuda de la guerra de Castella. [...] Encare, són encloses en lo present libre tots los nombres dels fochs de tots los bisbats e Archabisbat de Cathalunya, [...] tots los nombres dels fochs del priorat de Cathalunya e de la castellania d’Emposta e encare tots los mases aloers de Cathalunya e tots los fochs los quals sien de cavallers e de ciutadans, d’Esgleya e de tots los demuntdits» (ADG, AE, PM, cajón 5, n.º 31, f. 1. Olim: Cód. 23-5. Armario Arévalo de Çuaço).
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resistencia a la contribución se manifestó con fuerza en la Catalunya Nueva y el beneplácito de los nobles y los eclesiásticos se demostró prácticamente inviable, a pesar de haberse alcanzado acuerdos puntuales con algunos prelados. Debido a que la estructura institucional de los Parlamentos, con la asistencia como un acto voluntario y donde resultaba más sencillo negar la ayuda solicitada, obstaculizó la consecución de los recursos necesarios, el monarca decidió convocar las Cortes generales de Catalunya para poder hacer uso del viejo usaje Iuditium in Curia y lograr así que las decisiones adoptadas adquiriesen la forma de sentencia de orden judicial-coercitiva, incurriendo en graves penas quienes se opusieran a su cumplimiento. Los recuentos de fuegos habían empezado a realizarse algunos meses antes de que las Cortes de Barcelona de 1358 fuesen inauguradas. La forma de llevar a cabo el cómputo no fue uniforme, pues en algunas localidades el trabajo fue ejecutado por comisarios del rey, que iban recorriendo las poblaciones, recibiendo más o menos ayuda por parte de los regidores locales; en otras, fruto de los acuerdos particulares adoptados entre el monarca y ciertos miembros del brazo eclesiástico, se determinó que los prelados nombrarían a dos prohombres para que, junto con otra persona elegida por el rey, «vajen per lo bisbat e scriuen los fochs dels lochs»;8 y hubo también algún caso en que la relación de los datos referentes al número de fuegos fue entregada directamente por los señores del lugar, como sucedió con el arzobispo de Tarragona —no sin que antes se hubiese producido un conflicto de cierta gravedad entre el rey y los cónsules de la ciudad, así como entre ambas dignidades—.9 Al parecer, el consejero y alguacil del rey, Ramon de Vilanova, y su tesorero —los comisarios encargados de realizar el recuento de los fuegos tarraconenses— fueron increpados e insultados por los habitantes de Tarragona, impidiendo su gestión. La inobediencia de la capital, junto con la de otros lugares del señorío arzobispal, forzó al monarca a adoptar medidas drásticas, solicitando a los vegueres de Lleida, Tàrrega, Montblanc, Vilafranca, Cervera, Bages y Berga que convocasen a todas sus huestes y se dirigieran con ellas hasta los lugares indicados por Ramon de Vilanova con el fin de «fer execució contra los hòmens e béns de la Esgleya de Tarragona» con tanta intensidad y durante tanto tiempo como ordenase el alguacil para lograr que fuera reconocido y enmendado el error, volviendo de este modo «a la justa senda», es decir, cumpliendo con la ayuda que debían ofrecer.10 ACA, C, reg. 982, f. 135v. Cf. J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», p. 351. Ibidem, pp. 350-354. 10 La carta que el rey envió a dichos vegueres, citada pero no transcrita por Pons Guri, dice así: «Al feel nostre lo veguer de Leyda o a son lochtinent, salut e dilecció. Com los hòmens de Terragona e del Camp, no sintent-se de la nececitat en què som per deffensió de nostres Regnes, los quals lo Rey de Castella, per sola elació s’esforça esvair e occupar, no servant treva donada entre Nós e ell [...], nos deneguen fer covinent ajuda a la qual de dret e de rahó són tenguts, com tots los nostres Regnes facen ·I· 8 9
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El Ceremonioso no estaba dispuesto a conceder la más mínima licencia en una coyuntura política tan delicada como la que estaba atravesando y por ello quiso dejar constancia de su enojo en otras dos encolerizadas misivas dirigidas esta vez a los habitantes y regidores de la ciudad de Tarragona y de los lugares del Campo, así como al propio arzobispo. Los contenidos de ambas son prácticamente idénticos, aunque hay ciertos detalles que las distinguen y que es conveniente precisar por su elevado interés. Según afirma el monarca, recibió una carta de su consejero y alguacil en la que le informaba de que los de Tarragona, a pesar de sus recurrentes instigaciones y protestas, se negaban a prestar la ayuda debida para hacer frente a los gastos que la guerra contra Castilla acarreaba. Ante tal situación, el rey expresa su más profundo lamento —adoptando una retórica de tono paternal—, pero también ofrece sobradas muestras de su indignación —mediante un discurso mucho más desafiante y amenazador—, recordándoles que él es su príncipe y señor:11 Als feels nostres los cònsols, jurats, universitats e singulars de la Ciutat e dels lochs del Camp de Tarragona, salut etc. Sapiats que havem reebuda ·I· letra de l’amat conseller e alguazir nostre en Ramon de Vilanova, cavaller, en la qual nos fa saber que vosaltres, aprés moltes induccions e protestacions a vós fetes per ell e per nostre tresorer com ja d’abans sens tot such de tot haguéssets dit de no resposessets que·ns daríets cascun de dos anys ·L· mill sous en ajuda de la guerra de Castella, denegans expressament fer o atorgar més avant, de la qual cosa som fort meravellats o agreujats com vosaltres axí us portats en nostres afers ne tant poch vos sentits de nostra necessitat e greu que·ns és a dir donats a entendre poca naturalesa en vers Nós que som vostre príncep e senyor ne·us ha stat bé, ans fort mal, de fer aytal resposta. Per ço, havents per desagradable vostra proferta, la qual axí matex los nostres comissaris no han acceptada, axí com fer no ho devien e axí com aquella que no s’atança ne s’acorda a neguna rahó, significam-vos que pus que ab bé no volets fer ço que deuríets e sots tenguts de dret e de rahó, com segons que sab cors e tots los naturals nostres dins nostra senyoria constituïts sien menbres d’aquest cors, a la defensió del qual tots los menbres són tenguts e algun d’açò no·s puga ne·s deja rahonablament scusar. E Nós, per haver covinent ajuda dels dits hòmens de la Esgleya de Terragona hajam destinat l’amat conseller e alguatzir nostre, en Ramon de Vilanova, cavaller, per ço a vós dehim e manam, sots encorriment de la nostra ira e indignació, que, encontinent que per lo dit algutzir nostre ne serets requests, convoquets totes les osts de la vegueria a vós comanada e ab les dites osts anets en aquella o aquelles parts que·l dit algutzir vos dirà per fer execució contra los hòmens e béns de la Esgleya de Tarragona, tant e tan longament tro que·l dit alguotzir diga si haver compliment d’aquella covinent ajuda a la qual los dits hòmens són tenguts o que ells, regonexents lur errada, se sien posats en via rahonable, de la qual lo dit nostre alguotzir se tenga per content, faen e exeguin sobre aquests affers tot ço que·l dit alguotzir nostre vos dirà, axí com si Nós personalment vos ho dèyem. Dat en Perpenyà a XI dies de juliol en l’any de la Nativitat de Nostre Senyor M CCC L VIII. Similes infrascriptis: al veguer de Tàrrega, al veguer de la vegueria de Muntblanch, al veguer de Villaffranca de Penedès, al veguer de Cervera, al veguer de Bages, de Berga e de Bergadà» (ACA, C, reg. 982, f. 137r). 11 Ibidem, ff. 137v-138r [11.VII.1358].
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l’Arcabisbe de Tarragona, e us ho pot o deu haver dit, e los dits tresorer e alguazir nostre vos han declarat, axí sia stat trobat e finat una vegada e moltes en nostre plen conssell per theòlechs, canonistes e legistes que en aytal cas e en aytal necessitat en la qual se tracta es prosegueix la defensió de nostres Regnes e Terres dels quals Regnes tots aquells qui hi són poblats són menbres e tots aquests menbres fan ·I· cors, al qual cors a defendre tots los menbres són tenguts. Nós, a dampnatge vostre, haurem e haver volrem senblant ajuda que altres nostres naturals nos donen e volem-vos-en desenganar, que si encara éram en la frontera d’Aragó, Nós tornaríem deçà per fer execució contra vós e vostres béns [...] si donchs no mellorets, e bé que ha obs gran mellorament, vostra resposta.
Aun no siendo muy distintos el tono y el contenido de la carta que el monarca remitió al arzobispo Pere de Clasquerí, en ella, el Ceremonioso acusaba al prelado de haber permitido, o incluso promovido, la reacción de los hombres de Tarragona, dejando entrever que le consideraba responsable de los hechos con frases como esta: «E creem que si vós bé vos fóssets portat en aquests afers, los dits hòmens aytal resposta no hagueran feta [...]; perquè com los dits hòmens mostren que·s senten poch de nostra necessitat e, greu que·ns és a dir, dónan a entendre poca naturalesa envers Nós, qui som lur príncep e senyor. E a vós no stiga bé que sol los hajats donat leor de fer aytal resposta».12 La actitud de oposición ante el nuevo método de exacción por parte de los habitantes de la ciudad y el Campo de Tarragona13 no fue exclusiva de este territorio, pues también se conoce que los comisarios reales tuvieron que enfrentar serias dificultades en ciertos lugares del obispado de Urgell y en el valle de Andorra, donde se les cerraron las puertas de las villas al grito de «viafors».14 Hasta la aparición de los fogajes, los subsidios satisfechos por las universidades del Campo de Tarragona a la Corona habían sido tasados mediante el procedimiento de la composición15, es decir, por una determinada cantidad que se subdividía entre la ciudad con sus «Faldes» y el Campo a razón de 2/5 y 3/5 partes respectivamente. Fue mediante una disposición dictada por el arzobispo Rodrigo Tello el 2 de octubre de 1305 cuando se determinó y se puso por escrito el establecimiento de estas fracciones para repartirse los gas Ibidem, f. 136. Que, como se ha podido demostrar, efectivamente existió, contrariamente a lo afirmado por otros investigadores (J. Morelló, «Las villas del Camp», p. 363), autor que, en cambio, sí demostró, ampliamente, las resistencias de estas mismas villas al pago del «bovatge». Con todo, es conveniente puntualizar que la oposición se desvaneció ante los sucesivos fogajes, aplicados de un modo general y pactados de antemano en las Cortes, cuyos dictámenes resultaban mucho más difíciles de contravenir. 14 Así sucedió, por ejemplo, en la villa de Sanaüja (Urgell), como se relata en J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», pp. 352-353. 15 Los representantes municipales y territoriales consideraban el reparto y recaudación de las cargas como una cuestión de su incumbencia y que la vía de la composición era el modelo más adecuado para impedir la injerencia de los oficiales reales en tales asuntos. 12 13
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tos comunes y hacer frente así tanto a las demandas de la Corona como a sus propias necesidades. Al parecer, cuando se adoptó tal resolución, dichas proporciones se correspondían, aproximadamente, con los respectivos volúmenes demográficos. Pero muchas localidades se mostraron reticentes a este sistema, alegando sus síndicos que no debían verse constreñidos a contribuir a la reparación de las murallas de la capital, por ejemplo. Por ello, decidieron reunirse y acordaron nombrar un síndico para que se encargase de promover una demanda ante el monarca contra la disposición arzobispal, acción que ha solido interpretarse como el momento fundacional de la «Comuna del Camp». A pesar de que el arzobispo Juan de Aragón introdujo nuevas disposiciones a la ordenación de Rodrigo Tello que suponían ciertas ventajas para los pueblos que constituían dicha institución (como la adquisición del derecho de tener representación en las reuniones donde se fijasen las cantidades que debían ser entregadas), las disputas derivadas de esta forma de reparto de las cargas entre la ciudad y el Campo fueron bastante habituales.16 Previamente al fogaje de 1358, la única excepción documentada —y que ya había supuesto la movilización de todo el territorio dando lugar a un pleito contra la monarquía, no tanto por el pago de la imposición en sí, como por la forma en que el rey pretendía percibirla— tuvo lugar al inicio del reinado de Pedro IV de Aragón, cuando este determinó que el impuesto directo del bovaje no debía recaudarse por la vía de la composición, sino que pretendía percibirlo «al menut», a través de los oficiales reales y directamente de cada contribuyente.17 16 Como pone de manifiesto el contenido de una carta intimidatoria que, el 18 de mayo de 1381, enviaron los vegueres de Tarragona a los bailes de las distintas villas y lugares de su veguería exigiéndoles el pago inmediato de su parte correspondiente: «Fem-vos saber que’ls honrats n’Arnau Ramon e Pere Romeu e en Bernat Arboçar, ciutadans de Tarragona, cònsols l’any present, […] són compareguts davant nós e han dada requesta contra les universitats dels lochs del dit Camp, e han mostrada e produïda una carta pública de convinença, per la qual apar que les dites universitats dels lochs del Camp e·ls singulars d’aquells han e són tenguts a pagar ab la universitat de Tarragona e ab los singulars d’aquella en totes messions e despeses les quals la dita Ciutat en qualque manera faç o hage a fer per profit de la cosa pública, és a saber, de ·V· parts les tres. E han proposat devant nós que per rahó de la qüestió que lonch temps s’és menada entre la dita Ciutat de una part e lo reverent patriarcha d’Antioquia e administrador de la Sgleya de Tarragona de l’altre, per rahó de la població a deffendre axí de la Ciutat com dels altres lochs del Camp, axí en plets, processes, apel·lacions, advocats, procuradors, missatgés, scriptures com en altres coses notòries, la dita Ciutat ha despeses e li ha convengut despendre dels béns de la dita universitat de la Ciutat ·L· míllia liures e pus, en les quals tochen o pertanyen a paguar a les dites universitats dels dits lochs del Camp de ·V· parts les tres. E han-nos request que sobre aquestes coses los degam provehir de remey de justícia convenient, majorment com jatsia los dits cònsols hajen apel·lats e diverses vegades requests los jurats e prohòmens dels dits lochs del Camp de Tarragona, que de les quantitats se deguessen ab aquells cònsols convenir, segons que appar per procés; emperò res no n’han curat fer-ho; com nós a justícia als dits cònsols defalir no puxam axí com no devem, majorment là on convinença ho pacte és». Sobre estos asuntos, véanse J. Morelló, «Las villas del Camp», pp. 358 y 362; E. Fort, Notícia històrica, pp. 37, 285-286; E. Morera, Reseña histórica, pp. 26-29. 17 Todo apunta a que el rey adoptó tal decisión para tener un control más directo sobre la recaudación y lograr incrementarla, como indica J. Morelló, «Las villas del Camp», p. 361.
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Por ello, no es de extrañar que la población se opusiera, aconsejados o no por el arzobispo, al nuevo sistema impositivo. Debido al altercado sufrido con los comisarios del rey y tras haber recibido su conminatoria carta, los cónsules y jurados de Tarragona se reunieron en pleno en la Casa del Consell para acordar que Simó de Quinsac y Berenguer de Figuerola, sabio en derecho, se dirigieran a Vilafranca «per tractar l’avinença amb los comissaris, si fer se porà, sobre la quantitat que·l senyor Rey demane per foch». Del mismo modo, los miembros del Consell concedían plenos poderes a los cónsules para tratar con los prohombres del Campo si estaban de acuerdo en que los mensajeros elegidos se desplazaran al Penedès como representantes de toda la región.18 Una semana más tarde, en una nueva sesión plenaria y después de haber escuchado la relación hecha por los enviados a Vilafranca, se creó una comisión municipal con objeto de buscar una solución al conflicto, jurando que mostrarían su plena disposición cada vez que fuesen requeridos para tratar sobre el asunto que había motivado su elección. A la hora de completas, fueron citados en el claustro de la catedral para encontrarse con los prohombres del Campo y deliberar conjuntamente sobre el citado donativo, determinando si, como quería el rey, darían 24 sueldos por fuego o si, por el contrario, otorgarían cierta cantidad entre todos. Si bien en la reunión se optó por la sumisión a la voluntad del monarca, cuando los comisionados y los representantes del Campo de Tarragona fueron a informar al arzobispo de la decisión tomada, estos últimos, «ahut entre ells algun parlament», cambiaron finalmente de idea, «partiren-se d’açò que havien consentit e atorgat damunt ensemps».19 El día siguiente, nuevamente reunidos en el claustro catedralicio —esta vez en presencia del arzobispo y del alto funcionario real Bernat d’Olzinelles—, los ciudadanos y los prohombres del Campo de Tarragona decidieron, de común acuerdo, que fuesen elegidos dos representantes municipales y otros dos por la veguería con el fin de que «çercassen los alberchs afogats dels lochs e térmens, e que·ls metessen en escrit», consensuando asimismo «que lo compte sia retut al senyor Archabisbe, per esquivar perills e dampnatges que porien venir de part del senyor Rey, per la triga de la paga e per los protests fets a la Ciutat de part del senyor Rey, e per tal com lo senyor Archabisbe per força o vol, e per algunes terrors e menaçes que de paraula ha dites en lo Capítol present Micer Bernat d’Olzinelles, contra los pròmens de la Ciutat e del Camp», no sin antes recordarle al arzobispo «que lo comte se ret per força e no per grat ni per dret, cor no és acustumat de retre compte al senyor Archabisbe, e que no sia tret d’aquí avant a conse18 AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [13.VII.1358], f. 1r. Concretamente, dicha sesión es la que inaugura los Liber consiliorum de Tarragona que se conservan en la actualidad. 19 Ibidem [19.VII.1358], ff. 1v-2v.
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qüència, ni sia fet prejudici a la Ciutat [...] per ço que fochs ni tales ni altres perills no se’n puxen seguir».20 El enfrentamiento se cerró definitivamente con el envío de Bartomeu Sesavasses ante el rey «per haver gràcia sobre los capítols ordonats per la Ciutat e el Camp».21 La relación final de los fuegos de Tarragona y de los lugares del Campo fue entregada por el arzobispo precisando, en distintos casos, el número de hogares habitados por «miserables», pero sin detallar pormenorizadamente la nómina de los cabeza de familia que componían cada unidad de recuento, como sí hicieron otras dignidades eclesiásticas para con sus dominios temporales. Y de este modo es como se encuentra registrado en el manuscrito conservado en el ADG (bajo el título de Talla dels llocs reials de Catalunya),22 transcrito, estudiado y publicado, hace ya medio siglo, por J. M.ª Pons Guri.23 Se trata de un documento compuesto y poco sistemático, realizado siguiendo diversos métodos y por funcionarios de distinta jurisdicción, sin que se produjera la intervención de las Cortes en la recogida y comprobación del número de fuegos, lo que dio lugar a varios fraudes y negligencias por los que se exigieron responsabilidades «contra aquells qui los fochs no han bé comptats o els han abcegats», llegándose incluso a pedir al rey —durante las Cortes de Cervera de 1359— la remisión de las penas en las que habían incurrido los culpables.24 En los primeros folios del documento, aparece la descripción de las ayudas otorgadas por las ciudades, villas y lugares de realengo catalanas, aunque en ciertos casos solo se especifica el total que debía pagar una veguería. No se precisa el número de fuegos, sino solamente la cantidad a satisfacer, mediante pagos bimensuales, durante dos años.25 A partir del f. 10, se inicia el recuento de fuegos —con un importante desorden— de los lugares del brazo eclesiástico, y en el f. 113, comienzan a detallarse las ayudas ofrecidas por Ibidem [20.VII.1358 y 4.VIII.1358], ff. 2v-3r. Ibidem [10.VIII.1358], f. 3r. 22 La signatura actual bajo la que se conserva el documento del fogaje de 1358 es ADG, AE, PM, cajón 5, n.º 31. La relación de fuegos del arzobispado de Tarragona se encuentra en el f. 96. 23 J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», pp. 323-498. 24 Ibidem, pp. 334, 353 y 354. Véase, también, RAH, CARAVPC, vol. III, p. 417. 25 Para el territorio que centra nuestro interés, la única villa real que aparece en el fogaje de 1358 es Cambrils (f. 3v), de la que se dice que deberá pagar, cada dos meses, «DCCCLXXVI sol. X diners», mientras que «és la paga d’un any: Vm CCLXI sol. III diners». Esta cantidad surge del reparto de la proferta de 70.000 libras concedidas en el Parlamento de Lleida de 1357, pero no responde al resultado de un cálculo de fuegos, sino a una tasación hecha por los síndicos de las universidades de los lugares reales. En la documentación existen algunos indicios que hicieron pensar a Pons Guri que, para dichos lugares, no se realizó ningún fogaje. Otro de los argumentos que utiliza para afirmarlo es que no existe proporcionalidad en relación con el fogaje realizado dos años más tarde. Podría tratarse de una mera coincidencia, pero si la cantidad que debía pagar Cambrils se divide por 24 sueldos —la tasa/fuego que fue aplicada a los señoríos para los que se utilizó el método del fogaje— eso nos daría una población de 219 fuegos, un dato que resulta estar en sintonía con las cifras apuntadas por los fogajes posteriores. 20 21
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los grandes barones catalanes, quienes contribuyeron «algun per vigor de la Cort, altres per avinença agradable que han feta ab lo senyor Rey»,26 así como los fuegos de distintos caballeros y ciudadanos. La falta de rigurosidad en su método de elaboración, junto con todos los problemas que conllevó su confección, hacían del fogaje parcial de 1358 un documento muy poco útil y fiable, lo que explicaría la necesidad de encargar otro recuento de fuegos, esta vez de carácter general y con el acuerdo de las Cortes, a fines del año siguiente. El objetivo perseguido por la monarquía era lograr la concesión de un donativo para financiar los gastos acarreados por la guerra contra Pedro el Cruel y que obtuvo, esta vez con una resistencia menor, de la Asamblea de Cervera. El recuento de fuegos y la recaudación del donativo se realizaron a partir de 1360, una de las décadas de mayor presión fiscal del bajo Medievo catalán.27 Cinco años más tarde, tras el flagelo de la epidemia de 1362, las Cortes de Tortosa ordenaron la revisión de las cifras únicamente para los lugares de realengo, dando lugar a un manuscrito que recogía los recuentos de fuegos, precisando, para cada una de las universidades del brazo real, si la cifra resultante había sido calculada «segons lo nombre de Cervera o segons lo nombre de Tortosa». Dicho manuscrito, actualmente conservado en el ACA,28 ha dado lugar a varios errores de interpretación, pues existen indicios suficientes para afirmar que fue compuesto durante el último lustro de la década de los sesenta del xiv, y no en 1376, como se puede leer en su lomo, en una anotación muy posterior al momento de su redacción.29 El recuento está repartido por veguerías y ofrece solamente el resultado numérico de cada lugar, sin detallar la relación nominal de unos fuegos que fueron divididos, para cada territorio y según su titular, en reales, alodiales, ciudadanos, eclesiásticos y nobles, por lo que una misma población, en caso de tener fuegos sujetos a distintas jurisdicciones, puede aparecer en más de una ocasión. Las cifras que ofrece tienden a la simplificación y al agrupamiento de localidades que, bajo una denominación común, configuran un «terme gros» que era contabilizado y que contribuía de manera conjunta. Los datos aportados por las Cortes de Cervera (1359-1360) y de Tortosa (1365) no habrían sido del todo satisfactorios, pues consta que tanto en 1369 como en 1375 se intentó llevar a cabo un nuevo recuento general que revisara los anteriores. En ambos casos, se trató de intentos de fogajes frustrados. Del primero solo se conocen los datos relativos a ciertos lugares reales o de J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», p. 348. P. Ortí, «Una primera aproximació», p. 748. 28 ACA, RP, MR, vol. 2590. Los datos referentes a la «Vegueria e Camp de Tarragona» se encuentran entre los ff. 17v y 18r. Su transcripción y estudio pueden consultarse en J. Iglésies, «El fogaje de 1365-1370», pp. 247-357. 29 Sobre estas cuestiones véase Ibidem, pp. 249-308. 26 27
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ciudadanos de la Catalunya norte,30 mientras que, con toda probabilidad, el segundo intento también fracasó. Las Cortes que sí lograron llevar adelante un nuevo fogaje general fueron las celebradas en Barcelona entre 1377 y 1378. El donativo concedido era complementario al otorgado en las recientes Cortes de Monzón (1375-1376) y su finalidad se encaminaba a financiar la guerra contra el duque de Anjou.31 De dicho fogaje se conserva un traslado notarial del registro resumido de los cuadernos de los comisarios encargados del recuento y organizado por obispados (AHCB, CC, fogajes, serie XIX, vol. 4),32 una copia simple, sin autenticar (ACA, RP, MR, vol. 2591)33 y una variante de sistemática del texto original, refundido y organizado esta vez por veguerías y publicado, erróneamente, primero por Pròsper de Bofarull y, de nuevo unas décadas más tarde, por la RAH, como un fogaje general correspondiente al año 1359 (ACA, C, reg. 1548).34 El fogaje de 1378 resulta de especial interés, pues en él se suelen reflejar las nefastas consecuencias que tuvieron, para una población ya azotada por la Peste Negra, episodios tan trágicos como las epidemias de 1362-1363 («la mortaldat dels infants») y la de 1371 («la mortaldat dels mitjans»),35 así como la guerra, las plagas de langosta, el terremoto del año 1373 o las importantes carestías y hambrunas de 1374-1376. Los encargados de realizar el recuento de fuegos y de controlar el procedimiento de recaudación del donativo eran unos comisarios designados por la Diputación del General (tres por brazo para cada obispado), ayudados por notarios y porteros. Para el arzobispado de Tarragona fueron nombrados: Ber30 J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», pp. 326-328; G. Feliu, «La demografia baixmedieval», p. 23. 31 E. Redondo, El fogatjament general, p. 9. 32 Publicado, en 1901, por la RAH, en el vol. IV de la colección CARAVPC (pp. 86-183). Aporta datos interesantes en lo que al dominio de cada lugar se refiere, evidenciando situaciones complejas como la de Alcover, que «és de diversos senyors. Paga ab Sgleya». 33 Además, de esta copia, existen dos manuscritos parciales correspondientes al obispado de Barcelona (ACA, RP, MR, vol. 2605) y otro que incluye, de forma muy parcial, el obispado de Urgell y, con datos más completos, el arzobispado de Tarragona (ACA, RP, MR, vol. 2592-2). 34 Dicha copia tiene escrito sobre su portada Nombrement dels fochs de Cathalunya segons les Corts de Cervera les quals se celebraren en l’any MCCCLIX, lo que condujo a la equivocación de Bofarull cuando, en 1856, lo transcribió en el vol. XII de la CoDoInACA. El mismo error se repite en el segundo tomo del volumen primero de las CARAVPC, publicado por la RAH en 1896. Ambas ediciones contienen importantes erratas tipográficas o de transcripción. El primer historiador que se percató y advirtió de la desacertada atribución cronológica del texto fue J. Llovet, ofreciendo varias observaciones que conducían a pensar que el texto transcrito no podía ser anterior a 1377 («Sobre la data», pp. 25-26). Motivadas por estas críticas, nuevas investigaciones han confirmado la datación del documento: J. M.ª Pons, «Documents sobre fogatges», pp. 2-18; Idem, «Un fogatjament desconegut», p. 330; J. Iglésies, «El fogatge de 1365-1370», pp. 249-256; G. Feliu, «La demografia baixmedieval», pp. 20-21; E. Redondo, El fogatjament general, pp. 16-17. 35 J.-F. Cabestany, «La crisi demogràfica», p. 168.
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nat Pujol, Bartomeu Benages y Pere Pastor (brazo eclesiástico), Berenguer de Montsonís, Galceran de Canelles y Antoni Muntmajor (brazo noble), Joan Alenyà, Pere de Benviure y Bartomeu de Contijoch (brazo real). En la carta que les enviaron los diputados de la Generalitat dándoles todas las indicaciones sobre cómo tenía que realizarse el recuento, se refieren al conflicto que en ese momento se estaba dirimiendo entre el rey y el arzobispo tarraconense por hacerse con el control jurisdiccional de la ciudad y de algunos lugares de su Campo, lo que dio lugar a lógicas dudas sobre si los fuegos debían contabilizarse como pertenecientes a uno u otro señor. La solución propuesta fue que dichos fuegos siguieran siendo computados como lo habían sido en recuentos anteriores, a la espera de la resolución del enfrentamiento:36 Los deputats del General de Cathalunya, residents en Barchinona, ordonats en les Corts qui de present se celebra en la dita ciutat. Als molt honrats […] comissaris ordonats […], salut e honor. [...] pàrria a nosaltres que en lo comptament dels dits fochs dejats tenir aytal pramàticha e manera, ço es, que apart scrivats nomenadament dels dits fochs, dejats tenir tots los fochs del braç reyal e dels hòmens de les ciutats e de viles reyals qui han acustumat de contribuir ab lo dit braç, exceptats fochs qui sien mendicants ab lo qual braç vol la dita Cort que contribuisquen totes ciutats, viles e lochs qui vuy sien reyals en Cathalunya, e tots aquells e no altres qui han acostumat de contribuir ab aquell si donchs no han mudat de condició de senyor qui sia d’altre braç o lur senyor ha mudat de condició, en lo qual cas o cases contribuesquen ab aquell braç del qual és lo senyor. Declarat però e entès que com entre·l senyor Rey e la Esgleya de Terragona sia vuy qüestió per la Ciutat de Terragona e per alguns altres lochs del Camp de Terragona, los quals abans de la dita qüestió solien contribuir ab lo braç de l’Esgleya, que·ls dits lochs contribuesquen ab lo braç ab lo qual han acostumat de contribuir, sens prejudici de una part e d’altre [...].
Con las oportunas revisiones, el fogaje de 1378 se convirtió en uno de los de mayor vigencia en Catalunya, pues sus datos siguieron siendo la referencia utilizada durante el resto del siglo xiv y gran parte de la centuria siguiente.37 Una de estas correcciones tuvo lugar en 1414, fruto de las demandas producidas durante el transcurso de una de las Cortes más favorables para los intereses de los estamentos catalanes y, por consiguiente, de mayor debilidad del poder monárquico: la Asamblea de Barcelona de 1413. En un capítulo de Corte, aprobado en la sesión del 21 de junio, el rey Fernando I de Antequera autorizaba que se iniciase un nuevo recuento de fuegos para que las demandas económicas se ajustaran mejor a la realidad demográfica del momento. Dicho capítulo se transcribe íntegramente en una carta dirigida a los vegueres de la ciudad y el Campo de Tarragona, donde se 36 ACA, G, serie general (N), reg. 623, ff. 109r-110v (Cf. CARAVPC, vol. IV, pp. 40-43) [10. IV.1378]. 37 E. Redondo, El fogatjament general, pp. 5 y 18.
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intercala también una misiva que el primer monarca Trastámara aragonés dirigió al prelado tarraconense Pere de Sagarriga para que promoviera adecuadamente el nuevo recuento de fuegos de su veguería.38 No se trata de un fogaje general, pues la revisión tuvo un carácter parcial, acogiéndose a ella solamente los lugares que se consideraban fuertemente agraviados. En relación con esta revisión, actualmente se conocen datos puntuales relativos a la baronía de Vallbona, a una docena de localidades dispersas y a los pueblos de la «Comuna» del Campo de Tarragona,39 para los que resulta de un innegable interés al tratarse del primer fogaje conservado con una relación «al menut» que detalla, para cada lugar donde se realizó el recuento, el nombre de los cabeza de familia de los hogares, si bien es cierto que no se incluyen indicaciones referidas al bajo clero ni a la pequeña nobleza, así como tampoco se relacionan las personas exentas de contribución. No hallamos, pues, nóminas completas pero, aun con todo, estas ofrecen una idea del potencial demográfico de cada núcleo registrado.40 38 «Ferdinandus, Dei gratia Rex Aragonum [...] fidelibus nostris vicarijs Civitatis Terracone et Campi ac deputato locale Civitatis ejusdem. Salutem et gratiam. Quia inter ceteras gratias, ordinationes et provisiones contentas et expressatas in duodecim capitulis per nos in Curia generali, quam incolis Cathalonie in hac civitate Barchinone de presenti celebramus dicte generali Curie ac tribus brachijs ejusdem per actum curie concessis sive indultis in quadam provisione in sexto ex dictis duodecim curie capitulis contenta, quodquidem capitulum cum responsione per nos ejdem facta est hujusmodi seriey: “Item, Senyor, com lo nombre dels fochs de algunes ciutats, viles, castells e lochs del Principat de Cathalunya sien disminuïts per mortaldats e en altra manera, que plàcia a vós, Senyor, provehir que los dits fochs d’aquelles ciutats, viles, castells e lochs qui de açò se diran agrehujats, sien novellament e justa nombrats e posats en vertader nombre, comanant açò a certes persones ab poder bastant en la forma e manera que antigament és acustumat de fer, e que, d’ací avant, los fochs que seran nombrats segons lo dit vertader e novell nombre paguen e hajen a pagar en los càrrechs que s’hauran a pagar per fochs en lo cas solament lícit per constitució, privilegi, costum o en altra manera. — Plau al senyor Rey e ho comet en cascuna vagueria al Veguer e al Diputat local”. Ideo suplicante nobis humiliter et de hijs conquerente reverendo in Christo patre nostro Petro, archiepiscopo Terracone, vobis dicimus, comittimus et mandamus quatenus juxta modum et formam antiquitus jam aliud in hijs fieri assuetas omnes fochos civitatis et villarum, castrorum et locorum dicte vestre vicarie, qui seu que de contentis in preinserto capitulo dicent se fore gravatos, noviter et juste numeretis ac in vero et legali numero ponatis seu constituatis, quoniam nos vobis in et super predictis omnibus et singulis et dependentibus seu emergentibus ex ejsdem vices nostras comittimus plenarie cum presenti, per quam volumus et ordinamus quod foci sive los fochs qui secundum verum et novum numerum fuerant per vos, ut predicitur, numerati in omnibus in quibus per fochos in casu simili licite per constitutiones, privilegia, usum aut aliud solvant et solvere habeant de cetero et non aliter neque ultra. Datum Barchinone, vicesima prima die junij anno a Nativitate Domini Milesimo Quadrigentesimo terciodecimo» (ACA, C, reg. 2438, f. 33v. Cf. J. Morelló, «El fogatjament del 1414», p. 600). 39 G. Feliu, «La demografia baixmedieval», p. 24. No todas las localidades tarraconenses solicitaron dicha revisión, dicen las fuentes que «per inadvertentiam seu negligentiam» (ACA, RP, reg. 2541, ff. 24v-25r), lo que provocó que tuvieran que seguir contribuyendo según los datos del fogaje de 1378. Véase J. Morelló, Fiscalitat i deute públic, pp. 257-258. 40 Ibidem, pp. 592-594. El pergamino original en el que se basa dicho artículo se encuentra custodiado en el fondo de la «Comuna» del AHS, inventariado con el n.º 395.
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Los responsables de llevar a cabo su ejecución fueron el jurista y di putado local de Tarragona Berenguer Martí y Bartomeu Sabater —quien ocupaba el cargo de veguer arzobispal y que actuaba, a su vez, como lugarteniente del veguer real—, quienes, en pocas semanas, recorrieron gran parte del Campo tarraconense siguiendo dos itinerarios distintos (desde Tamarit hasta Mont-roig y desde Constantí hasta Colldejou) requiriendo a los síndicos que actuaban como representantes civiles de cada universidad la relación nominal de los fuegos contabilizados, entregada tras haber jurado que los datos brindados eran ciertos.41 Si para gran parte de Catalunya fue el fogaje de 1378 el que estuvo en vigor durante más de un siglo, para el caso tarraconense este papel de referencia para el cálculo y reparto de nuevos tributos lo desempeñó el recuento de 1414. En él se constata una tendencia general a la rebaja de fuegos, quién sabe si ajustándose a la nueva realidad poblacional42 —lo que justificaba la necesidad de su realización según la propuesta sometida a aprobación real en las Cortes— o si, aprovechándose de la coyuntura política, los de Tarragona ocultaron fuegos para que la presión fiscal a la que estaban sometidos disminuyese. Lo cierto es que algunas localidades del territorio hacía ya algunos años que estaban al borde de la quiebra y obtuvieron, por parte de la monarquía, la posibilidad de rebajar su número de fuegos con el fin de que tributasen por un valor menor; Valls se aprovechó de esta vía de escape que se concedía solamente en situaciones absolutamente excepcionales, reduciendo casi a la mitad el número de sus fuegos a principios del siglo xv.43 Al parecer, tal reducción no supuso un aumento de la carga impositiva para el resto de las poblaciones del Campo.44 Desde el fogaje de 1378, no hay constancia documental de ningún otro intento o ejecución de recuento general hasta 1491, esta vez con motivo del cobro del impuesto del maridaje tras la boda de la infanta Isabel con el príncipe Alfonso, heredero al trono de Portugal. Se trata de un cómputo nominal, muy incompleto, del que solamente se conservan los volúmenes de los obispados de Girona, Lleida, Tortosa y Tarragona.45 En realidad, el documento en cuestión debe ser considerado como un precedente del fogaje de 1496/97. Ibidem, p. 595. Se documenta que las pestes de 1404 y 1410 afectaron con intensidad al Campo de Tarragona. E. Gort, Pere de Luna, p. 139. La reducción media de la población del territorio, en comparación con los datos del fogaje de 1378, se sitúa en torno al 30%. 43 Sobre esta cuestión, véase J. Morelló, «La crisi financera», pp. 219-254. 44 J. Morelló, Fiscalitat i deute públic, p. 257. 45 ACA, RP, MR, vol. 2575-5, Cuaderno del cobro del maridaje en el obispado de Tarragona por el matrimonio de la infanta Isabel con el príncipe Alfonso de Portugal (1491-92); ACA, RP, MR, vol. 2602, Nominasió dels fochs feta en l’any MCCCCLXXXXI per raó del maridatge de la il·lustríssima doña Ysabel, filla dels reys nostros senyors, casada ab lo príncep de Portogal. 41 42
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constitución y estructura jurídico-política del coseñorío…
Dicho recuento, del que se conocen tres manuscritos distintos,46 con relación nominal y organizado por veguerías, fue estudiado y transcrito por J. Iglésies, publicándose póstumamente.47 La relación de cada localidad va acompañada por el señorío del que dependía, el día en que se realizó el recuento y los nombres de las personas que comparecieron en representación del lugar para ofrecer, a continuación, el listado de los titulares de los fuegos, con su nombre y apellido o con el sobrenombre por el que se les conocía, seguidos de la cifra que los sumaba.48 Al margen de lo expuesto, no hay que olvidar que los fogajes generales son una fuente problemática por muchos motivos, pero, a pesar de ello, se trata de unos documentos fundamentales como punto de partida para cualquier estudio que quiera aproximarse al análisis de la población catalana bajomedieval.49 Además de su escasez y mala distribución en el tiempo, hay que tener en cuenta que su finalidad era administrativo-fiscal y ello, junto con omisiones, repeticiones y errores,50 podía dar lugar a fraudes y ocultaciones, sin olvidar que de sus cálculos quedaban excluidos tanto los privilegiados como los pobres mendicantes. Su validez temporal era breve y cada vez que los resultados de un fogaje se mantenían en vigor durante décadas sin ser revisados, las diferencias entre esas cifras (fuegos fiscales) y la población real se acentuaba. Se conoce relativamente poco de su ejecución práctica, pero se puede deducir que esta era bastante rudimentaria y, desde el plano teórico, las normas que regían su método de confección no solían ser demasiado precisas, pudiendo variar los procedimientos y criterios no solo de un recuento a otro, sino incluso de un territorio u otro para un mismo fogaje. No se obtiene el mismo volumen de población si se trataba de una imposición a tanto por fuego (modelo mediante el cual los comisarios enviados por el rey o la Diputación del General procuraban contabilizar el mayor número posible de fuegos, mientras que las autoridades locales intentaban reducir la cifra para tener que hacer frente a una menor contribución), que si se repartía una cantidad prefijada por la vía de la composición (en este caso, los regidores municipales deseaban limitar al máximo el total de exentos, mientras que el monarca y sus oficiales se mantenían al margen de los resultados). Por ello, hay que tener 46 Una copia incompleta, de escasos folios, donde se empezaron a anotar los fuegos laicos no privilegiados de Barcelona (AHCB, CC, fogajes, serie XIX, vol. 30); un volumen, fechado en 1496, que contiene la relación de fuegos de las veguerías de Tarragona, Montblanc, Tortosa y condado de Prades (AHCB, CC, fogajes, serie XIX, vol. 13); y una copia completa, pero muy afectada por la humedad (ACA, RP, MR, A-403). G. Feliu, «La demografia baixmedieval», p. 22. 47 J. Iglésies, El fogatge de 1497. 48 Ibidem, vol. I, pp. 8 y 9. 49 G. Feliu, «La demografia baixmedieval», p. 23. 50 Sean estos de la propia fuente original o de sus posteriores copias y modernas transcripciones. A veces, las variantes que se conservan de un mismo fogaje no son coincidentes y casi todos ellos son documentos incompletos, pues faltan pueblos, términos e incluso señoríos enteros.
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siempre presente que las unidades de recuento (población o jurisdicción), así como la forma de organización de los resultados (siguiendo el esquema de la administración civil —veguerías— o el de las divisiones eclesiásticas —obispados—) eran cambiantes y que los cálculos a veces eran fruto de agregaciones poblacionales incluidas bajo un mismo término, resultando muy complejo comparar las cifras que ofrecen estas fuentes sin considerar previamente lo que cada fogaje abarcaba socialmente y comprendía geográficamente. Asimismo, es aconsejable trabajar a partir del número de fuegos sin intentar convertir ese dato en habitantes mediante la aplicación de un coeficiente de transformación; las cifras son ya de por sí suficientemente inseguras como para añadir un nuevo factor de error en el cálculo. El número de habitantes por casa variaba en función del espacio (medio rural o urbano, valle o montaña, litoral o interior), de la coyuntura (socio-económica y política) y del grupo social y étnico al que se pertenecía.51 En Catalunya, los fogajes generales y sus revisiones empezaron a ejecutarse una década después de la Peste Negra —por lo que resulta muy complicado plantear un análisis mínimamente riguroso del impacto demográfico que pudo llegar a tener, junto con las consecuencias derivadas de las malas cosechas y hambrunas empezadas en 1333, «lo mal any primer»— y, además, cubren un marco cronológico amplio pero demasiado espaciado temporalmente (sobre todo para el periodo comprendido entre 1378/1414 y 1491/1497) para posibilitar un adecuado estudio de la evolución poblacional. Con todo, el caso tarraconense ofrece algunas posibilidades excepcionales que cubren, parcialmente, estos vacíos. Entre la documentación conservada en el AHS, se encuentra custodiada una carta, dada en Tarragona, el 29 de noviembre de 1321, que el pavorde de la Sede —titular del dominio temporal de La Selva— envió a sus vasallos sobre la ayuda que los del Campo debían ofrecer al rey para la conquista de Cerdeña, acordada pocos meses antes en las Cortes de Girona.52 Si bien no consta el número de fuegos de las poblaciones que debían contribuir,53 sí que se detalla el importe que cada una 51 La totalidad o parte de estos inconvenientes —expresados de un modo u otro— han sido puestos de relieve, entre otros autores, por G. Feliu, «La demografia baixmedieval», pp. 29-30; Idem, «Evolución y asentamiento», pp. 32-34; J. M.ª Pons, «Un fogatjament desconegut», pp. 334-338; J.-F. Cabestany, «La crisi demogràfica», p. 170; J. Iglésies, «El fogaje de 1365-1370», pp. 249-250; P. Ortí, «Una primera aproximació», pp. 749-761. Muchos de estos autores también insisten en la necesidad de revisar las cifras y los topónimos de los fogajes, regresando a los originales siempre que sea posible. 52 «La vila de Valls, per quiscun any, MDCCCLXXXII, dich mil e vuyt-cents vuytanta-dos sous. Ítem, la vila de la Selva MCCCXXXXIIII sol. Ítem, la vila de Reus MCCLXXI sol. Ítem, lo loch de Constantí DCLX sol. Ítem, l’Alcover DCIII sol. Ítem, l’Alforge CCXCII sol. Ítem, les Borges CXIIII sol.» (AMS, perg., caixa de baix, Actes de la Comuna del Camp. Cf. E. Fort, Notícia històrica, pp. 4243, 256-257; J. Iglésies, «Consideracions sobre les dades», p. 191. 53 Es muy probable que las siete localidades que se relacionan actuasen como cabeza de términos más amplios, configurando agregados poblacionales.
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constitución y estructura jurídico-política del coseñorío…
de ellas había de aportar, dándose a entender, de forma indirecta, su nivel de riqueza e importancia demográfica: Pago anual (en sueldos)
Pago total (5 años, en ss.)
Valls
1882
9410
La Selva
1344
6720
Reus
1271
6355
Constantí
660
3300
Alcover
603
3015
Alforja
292
1460
Les Borges del Camp
114
570
Poblaciones
El interés de estos datos resulta considerablemente mayor si se ponen en relación con los fuegos de «omnibus universitatibus, villarum et locorum Campi Terrachone» que registra, por primera vez en 1339, el manual notarial de Pere Ferrer. El recuento estaba asociado a la recaudación que debía cubrir el pago del bovaje impuesto por Pedro el Ceremonioso al inicio de su reinado y que resultó ser, como se ha dicho ya con anterioridad, tan conflictiva en el territorio estudiado. Los datos de todas las localidades contabilizadas figuran en el cuadro incluido al final del presente capítulo. Aquí, con el fin de realizar la comparación, solo se exponen las cifras referidas a las villas que habían aportado su ayuda al rey un par de décadas antes: A
B
C
D
E
1321 (sueldos)
1339 (sueldos)
% dif.
1339 (fuegos)
1321 (fuegos extrapolados)
Valls
1882
1780
–5,42
712
753
La Selva
1344
1265
–5,87
506
538
Reus
1271
1252,5
–1,45
501
509
Constantí
660
555
–15,9
222
264
Alcover
603
785
30,18
314
241
Alforja
292
460
57,53
184
117
Les Borges del Camp
114
55
–51,75
22
46
Poblaciones
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127
El documento notarial ofrece, para cada universidad, el total de sus fuegos [col. D] y los sueldos que les correspondía pagar por ellos [col. B].54 Debido a que la fuente original se ha perdido, este dato nos ayuda a corregir alguna cifra errónea de la transcripción de Fort i Cogul.55 Teniendo en cuenta que la relación de los sueldos que cada localidad tuvo que pagar en 1339 era proporcional a sus fuegos contabilizados, siempre y cuando el criterio aplicado no hubiese sido distinto para la recaudación de 1321 [col. A], podemos observar el porcentaje de crecimiento o decrecimiento de la carga impositiva total a la que tuvo que hacer frente cada universidad [col. C]. Disponiendo de estas cifras es posible realizar una extrapolación de los datos para aventurar, como simple hipótesis, cuál sería el número de fuegos que dichas comunidades tenían en 1321 [col. E]. Evidentemente, se trata de una aproximación cuantitativa que no contempla otro tipo de variables (migraciones, composición de los términos...) que, muy probablemente, incidirían sobre el resultado, dando pie a demostraciones más empíricas, si la documentación fuese más rica para dicho periodo. En cualquier caso, la caída de población habría sido muy destacable en Les Borges del Camp, moderada en Constantí, débil en Valls y La Selva, y prácticamente imperceptible en Reus; mientras que Alcover y, sobre todo, Alforja —lugares situados en las zonas de transición entre el llano y las montañas que actuaban como frontera natural del Campo de Tarragona con el condado de Prades y la veguería de Montblanc— verían incrementar su volumen poblacional de un modo considerable.56 El otro vacío documental al que aludía antes, y que afecta al estudio de la demografía catalana para las últimas décadas del siglo xiv y gran parte de la siguiente centuria, se ve compensado, en el Campo de Tarragona, por dos estimaciones de finales del Trescientos —una de 1392 57 y otra 54 Estudiando el conjunto de la relación, se puede deducir que la tasa establecida fue de 2 sueldos y 6 dineros/fuego. 55 En su Noticia histórica, p. 264, E. Fort expone que «Constantí per CCXXII fochs, CLV sous», cuando, según la relación proporcional, aplicando la tasa a razón de 2,5 sueldos por fuego, Constantí no tuvo que pagar 155 sueldos, sino 555. Del mismo modo, y de acuerdo con los sueldos que debía pagar La Selva del Camp, su número de fuegos no sería 606, sino 506. 56 A pesar de ello, los territorios de la baronía de Alforja, fueron de los más afectados por las epidemias y hambrunas desatadas a partir de «lo mal any primer», según palabras de J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. II, p. 30, «En lo any 1334, en tota Catalunya hi agué gran carestia de blat, de la qual una nota de l’archiu de mon Capítol diu: “Fuit in Catalonia magna pestilentia famis, qualis visa non fuit a memoria hominum citra”, […] per lo que aquest nostre archebisbe, mogut de compassió dels pobres y vilas del Camp, comprà en lo regne de València dos cents y sincuanta cafissos de blat y ne féu portar los cent y vint y sinc a Tarragona per a que se donàs y repartís entre los necessitats, y los altres cent y vint y sinc féu portar a Miramar per a que se repartís entre los de las vilas del Camp y en particular entre los de la baronia de Alforge que eren los qui més patian». 57 Per a demanar ajuda de part del dit senyor per lo maridatge de la senyora infanta ab lo rey Lluís. La relación de fuegos y la cantidad a pagar por cada uno de ellos fue transcrita y publicada, de forma
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de 1399 58— y los repartos de 1405, 1407 y de inicios de 1414. Los Llibres de comptes e determinacions del Consell de la Comuna que se conservan actualmente son dos: el primero relativo a los años 1414-1432 y el segundo abarca el intervalo 1457-1476. En ambos casos se incluye, en varias ocasiones, la relación de las poblaciones pertenecientes a la «Comuna» con su respectivo número de fuegos. Algunas veces, los datos son muy repetitivos, pero, en otros momentos, se producen revisiones interesantes de los mismos que permiten conocer los principales cambios de tendencia que se produjeron entre 1414 (año del fogaje parcial que sirvió como punto de referencia para posteriores cálculos) y el recuento general de 1491/1497. La «Comuna» del campo de Tarragona Las poblaciones que formaban parte de esta singular institución59 —que dio sus primeros pasos a fines del siglo xiii y que, desde las décadas centrales del siglo xiv,60 articulaba gran parte del territorio analizado— rendían homenaje al arzobispo de Tarragona quien, en algunos casos, compartía el ejercicio jurisdiccional con el monarca, con miembros de la pequeña nobleza o delegaba la administración del dominio en dignidades capitulares como el pavorde o el camarero.61 La participación en la misma incompleta y con erratas graves, por E. Morera, Reseña histórica, pp. 19-20; E. Fort, Notícia històrica, pp. 297-299. 58 Se trata de un fogaje parcial transcrito por Fort i Cogul (Notícia històrica, pp. 309-310) a partir del Llibre de Comptes del Consell de la Comuna de 1366-1405, hoy desaparecido. Lo mismo sucede con los datos de los dos repartos siguientes. 59 No tan exclusiva como algunos autores la han presentado (véase la introducción de la obra de E. Fort, Notícia històrica, pp. 7-12), como ponen en evidencia los trabajos dedicados al estudio de las Comunidades de aldeas aragonesas (Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín), con las que, al margen de ciertas diferencias de calado —como la mayor presencia señorial o del responsable de dar impulso a su gestación—, comparte una estructura jurídica genuina que persigue la defensa de la autonomía orgánica de sus respectivos núcleos de población, unidos por intereses y necesidades compartidas, frente a la tutela de la cabeza del territorio, al margen de la Comunidad. En relación con los casos aludidos, véanse los trabajos de J. L. Corral, La Comunidad de aldeas; Idem, «El origen de las Comunidades», pp. 67-94; Idem, «Aldeas contra villas», pp. 487-500; G. Tomás, «La institucionalización de las tensiones», pp. 39-76. 60 Momento en que, tras el avance hacia la consolidación que había supuesto una sentencia dictada por el patriarca de Alejandría e infante Juan de Aragón en 1329, la comunidad de pueblos del Campo de Tarragona adquiere su plenitud orgánica. 61 De este modo, con la excepción de Cambrils y su término —espacio que fue incorporado al dominio real exclusivo—, el resto del territorio de la veguería fue sometido a la jurisdicción de la Mitra, aunque se establecieron relevantes distinciones según los distintos ámbitos dominicales «alguns en règim de consenyoriu (rei-arquebisbe) i altres, com se solia dir a l’època, en alou de l’Església. En el primer cas, hi havia les poblacions considerades de jurisdicció comuna (Valls, Alcover, Santa Maria del Pla i Montroig, a més de la ciutat); en el segon cas, s’incloïen poblacions el domini directe de les quals era exercit pel mateix arquebisbe (Constantí, Alforja, Riudoms i altres localitats) o bé per alguns canonges: aquest era el cas de la Selva, pertanyent al paborde (primera dignitat canonical, situada immediatament per sota
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La «Comuna» del Campo de Tarragona (mapa de elaboración propia sobre la base cartográfica [ortofotomapa] propiedad del ICGC).
se debía a un acto voluntario62 y, según las informaciones que se desprenden de la documentación estudiada, se puede observar cómo la participación de dichas universidades en las reuniones de la «Comuna» —a través del envío de sus propios representantes— fue cambiante y su número creciente a lo largo del tiempo. de l’arquebisbe, fins a la seva desaparició el 1410) o de Reus, que era del cambrer (la segona dignitat en el capítol tarragoní). A banda, caldria afegir alguns llocs de senyoriu laic pertanyents a petits nobles (homes de paratge), feudalment sotmesos a la Mitra» (Cf. J. Morelló, «Fiscalitat i poder jurisdiccional», p. 45). Y de este modo, en función de la adscripción señorial, «en los llochs o vilas en les quals la Mitra tenia la jurisdicció civil y criminal, mer y mixt imperi, lo archebisbe sols hi posave un balle, que dependia del Governador general del Camp, y lo tal balle no podia fer composicions, perquè aquestas tocaven al Governador, ni podia fer remissions de crims [...] y en estos llochs [Gonstantí, Vilabella, Alforge, Riudoms, Vinyols y la baronia de Escornalbou], los officials reals no hi excercian jurisdicció alguna, sinó lo veguer real de Tarragona per las regalias, quan se offeria lo cas. En los altres llochs que eren de la senyoria comuna [Valls, Alcover, lo Pla y Monroig], lo rey y lo archabisbe y posave cada hu son batlle, y estos dos batlles comunament i per indivís exercian tota jurisdicció civil y criminal, y en ellas no·y entrave lo Governador del Camp, ni los ministres reals, sinó lo veguer real de Tarragona per a las reaglias. [...] En los altres llochs o vilas o termes són en lo Camp, que eren de particulars [Codony, Vilallonga, lo Morell y altres], lo senyor del civil hi posave un balle que administrave lo civil, y lo criminal exercian los veguers de Tarragona» (Cf. J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. II, pp. 84-85). 62 E. Fort, Notícia històrica, pp. 107-108.
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Las relaciones entre la ciudad y las villas y aldeas de su hinterland no siempre fueron del todo buenas, llegando a producirse situaciones de una enorme tensión, coincidiendo con los momentos en los que la lucha jurisdiccional entre los reyes y los arzobispos alcanzó sus mayores cotas:63 És estat acordat, diffinit e declarat en lo dit honrat Conseyl sobre lo fet de la crida que lo senyor Archabisbe ha feta fer per tots los lochs del Camp, ço és, que tots los béns dels ciutadans de la Ciutat sien emparats e seguestrats e, axí matex, per tal com se diu, que lo senyor Archabisbe ha fet manament a tots los lochs del Camp que los ciutadans de la Ciutat qui seran atrobats dins los dits lochs del Camp sien preses en persona, sens tota rahó que no y ha. E com açò sia cosa novella e de mal eximpli, que null temps semblant feyna no fo feta per neguns Arcabisbes pasats, ni és stat sofert per la Ciutat, e sia gran prejudici de la dita Ciutat, per ço és acordat que sia comanat als honrats cònsols que demanen de consell persones sàvies e discretes e que, haüt consell sobre lo dit fet, hi proveesquen segons que trobaran de consell e a ells serà vist fahedor. E, noresmenys, que requiren lo veguer que, com los ciutadans de la Ciutat sien sotsmeses a la jurisdicció comuna e neguna altre persona ni jutge no haja a conèxer dels hòmens de la dita Ciutat, sinó la dita jurisdicció comuna, que ell que·s deffena del dit fet, majorment com si algú ha clams dels ciutadans de la Ciutat, deu-se clamar davant ell e no davant altri. [...] E, noresmenys, que de totes les coses damunt dites sia sabentat e consultat lo senyor Rey, per tal que ell, ab la ajuda de Déu, nos defena d’aquestes coses [...] per tal que escàndel no·s puxa seguir entre la dita Ciutat e lo Camp.
Con todo, existen distintas pruebas documentales que demuestran que, cuando las necesidades y los fines eran compartidos, se actuó en una misma dirección:64 […] en temps passat, havia corregudes algunes discòrides e males volentats entre la Ciutat e los dits lochs del Camp, sien tots axí com a germans e contribuesquen axí com en temps passat havien acostumat, e que plagués al honrat Consell que sobre açò volgués determenar ço que·ls seria vist fahedor.
El mapa que se expone respondería al momento álgido de su configuración y los agregados se corresponderían con los datos de población y sus términos que presentan las actas que se conservan de los consejos comunales. Hay que tener en cuenta que, por compra-ventas, cesiones y permutas, AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [17 y 23.IX.1374], ff. 14r y 16r AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [27.I.1384], f. 26v. En un sentido muy similar, se expresan de nuevo las fuentes escasos meses más tarde al afirmarse que «La Ciutat y prohòmens del Camp, una cosa […] en tots affers que a la Ciutat ho als lochs del Camp tocassen» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [7.VII.1385], f. 14r). Para ahondar en la cuestión de las relaciones entre las ciudades y su entorno en distintos casos del Occidente medieval, véanse los estudios presentados en los III Encuentros Internacionales del Medievo (Nájera, 2006): La ciudad medieval y su influencia territorial (eds. B. Arízaga y J. Á. Solórzano); así como los reunidos en la XLIV Semana Internacional de Estudios Medievales de Estella (Campo y ciudad, 2017). 63 64
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la titularidad jurisdiccional y la vinculación a un término mayor de muchos de estos lugares se vio alterada en distintas ocasiones.65 Asimismo, aparecen algunas localidades que, a pesar de no ser parte integrante de la veguería tarraconense estaban vinculadas a un núcleo que sí formaba parte de ella.66 Hay localidades situadas dentro de los términos de la veguería cuya titularidad dependía de dignidades eclesiásticas distintas al arzobispo tarraconense (Bràfim bajo dominio del obispo de Barcelona, Puigpelat, del Hospital y La Secuita, del abad de Santes Creus), lo que requiere dedicar una especial atención cuando se atiende a las cifras que ofrecen algunos fogajes generales.67 Aunque no siempre es posible precisar si estas se refieren a los datos específicos de una población o incluyen también los distintos núcleos situados bajo la órbita de su territorio, en muchos casos los resultados se nos presentan con la indicación de una determinada localidad «e son terme», a veces desglosados y después sumados, otras, solo con el resultado total. Los agregados más importantes de la zona se encuentran en el límite oeste de la veguería y son las baronías de Escornalbou y de Alforja, en ambos casos contando con un volumen de población considerable. En el primer caso, y debido a la paulatina pérdida de importancia sufrida por el castillo de 65 Véase, como ejemplo, el caso de Alió, primero integrado en el término de La Selva del Camp (localidad con la que compartía vínculo señorial, al encontrarse ambas bajo la jurisdicción del pavorde) para pasar a formar parte, desde mediados del siglo xv, del territorio de Valls. También goza de un especial interés el caso de Sant Joan dels Arcs, un dominio que, por vía matrimonial, a principios del siglo xiii, fue unido al término de Alforja, dando lugar a un extenso señorío que, tras distintas vicisitudes, fue comprado por el arzobispo de Tarragona en 1243 al monasterio de Bonrepòs, creándose así la baronía de Alforja. Con la crisis del siglo xiv, el núcleo de Sant Joan dels Arcs estuvo al borde de la desaparición, hasta que, en 1339, se unió con Vinyols, localidad con la que pasó a formar una sola unidad administrativa y jurisdiccional. De todos modos, la principal transformación, en lo que a la adscripción jurisdiccional se refiere, tuvo lugar a finales de 1391, cuando el rey Juan I, para conseguir recaudar los fondos necesarios para financiar la armada que debía poner fin a la revuelta de Brancaleone Doria en Cerdeña, traspasó mediante venta, a carta de gracia, al arzobispo Ènnec de Vallterra todas las rentas dominicales y los derechos jurisdiccionales de distinta índole que poseía sobre diversos lugares del Campo tarraconense a cambio del pago de 17.000 florines, reservándose exclusivamente las regalías inalienables. La pertenencia jurisdiccional de cada una de las villas y lugares que fueron objeto de venta se distribuía así en el momento del traspaso: en Valls, Mont-roig y Miramar era común entre el monarca y el prelado el mixto y mero imperio; en Santa Maria del Pla, se sumaba a ellos el pavorde, quien obtenía un tercio de la mitad de las rentas que correspondían al rey, quedando la otra mitad para el arzobispo; en Alió y La Masó, la alta jurisdicción era común (rey/arzobispo), mientras que la baja pertenecía al pavorde; en La Pobla d’en Taudell, Vilallonga, Els Garidells, La Pobla de Mafumet, El Morell, Puigdelfí, Peralta, Renau o Perafort, la jurisdicción criminal estaba en manos del monarca y el prelado, mientras que la civil lo estaba de caballeros y donceles; en Vilaverd, el arzobispo poseía el mixto imperio, mientras que el rey tenía el mero imperio; en La Secuita, el abad de Santes Creus era quien poseía la baja jurisdicción, quedando la alta para los coseñores. Sobre estas cuestiones, véanse AHAT, PM, n.º 3; J. Morelló, «Així com de bons vassalls», pp. 259-308. 66 Cada vez que se presentan los fuegos de Ardenya y de Virgili —pertenecientes a la veguería del Penedès— estos se relacionan con el término del castillo de Montoliu. 67 Del mismo modo, hay lugares fuera de las fronteras tarraconenses cuyo titular del dominio temporal era un señor tarraconense. Así pues, parte de los fuegos de Belianes, en la veguería de Montblanc, eran del pavorde de la catedral de Tarragona.
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Escornalbou, a mediados del siglo xv, el centro se desplazó a Riudecanyes, la principal localidad del término en ese momento. En la primera mitad del siglo xiv, Valls era la segunda población más importante de la veguería, con más de 700 fuegos, seguida por La Selva y Reus, ambas con una población que superaba ligeramente los 500 fuegos. Alcover y Riudoms contaban con algo más de 300 fuegos, mientras que Constantí, Mont-roig y Alforja se encontraban cerca de la línea de los 200 fuegos. Con una clara evolución descendiente, Escornalbou sobrepasaba holgadamente el centenar de fuegos a mediados de siglo, único momento en que El Pla de Santa Maria llegó a alcanzar dicha cifra. Según los datos recogidos en el fogaje parcial de 1358, las consecuencias demográficas de la Peste Negra en las poblaciones de la «Comuna» fueron muy irregulares. Al parecer, su paso fue devastador para villas como Mont-roig y Riudoms, que perdieron más de la mitad de sus habitantes (el 59% y el 52%, respectivamente); incidió con fuerza en Reus (-28,5%); y de un modo más moderado (con pérdidas próximas al 15%) en Alforja, La Selva o Valls; Constantí y Alcover sufrieron una caída poblacional muy débil (menos del 10%). Contrariamente, otros lugares de la veguería —situados en las zonas altas de su límite norte— no solo no perdieron población, sino que vieron cómo esta se incrementaba, en algunos casos, de un modo espectacular (El Pla de Santa Maria registraba 37 fuegos en 1339 para pasar a contar 107 veinte años más tarde, mientras que Vilaverd crecía de 21 a 57 fuegos).68 A grandes rasgos, las caídas se siguieron registrando hasta 1378, estabilizándose o apuntando ligeros ascensos (como fue el caso de Riudoms, Reus y La Selva) durante las últimas décadas del siglo xiv y el primer decenio del xv, para volver a decrecer —esta vez sin excepción— en 1414, como se observa en la nueva revisión de los cálculos que afectó a parte del territorio. La caída más clara fue la protagonizada por Valls, llegando a perder casi la mitad de sus fuegos —aunque no hay que olvidar que a dicha villa se le concedió la posibilidad de rebajar su número de hogares para que tuviese que contribuir menos en una situación económica municipal que rozaba la quiebra—. La pérdida poblacional registrada desde el último fogaje general —sin tener en cuenta las cifras que ofrecen los recuentos realizados entre ambas fechas por no ofrecer datos de todas las universidades que aquí se estudian— fue realmente considerable, moviéndose entre el –21% de MontRoig al –44% de Escornalbou, dando lugar a una media global de decrecimiento que rebasa el 30%. Aunque, a partir de este momento, ciertas localidades empiezan a experimentar una tímida recuperación, otras tantas todavía continuaron inmersas en un contexto de depresión demográfica. La 68 Quién sabe si estas poblaciones tuvieron un incremento tal por haberse convertido en el refugio que acogió a aquellos quienes, unos años antes, habían intentado huir del contagio.
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gran mayoría de las ciudades y villas del Campo de Tarragona van a marcar su mínimo de habitantes durante el tercer cuarto del siglo xv, cuando las nefastas consecuencias de la Guerra Civil catalana van a acabar de azotar a unas poblaciones ya fuertemente diezmadas por hambrunas y epidemias. Durante las últimas dos décadas del Cuatrocientos, comenzó a producirse una lenta pero progresiva recuperación que, en algunos casos, se había iniciado —de forma incipiente— un poco antes. El ejemplo más claro es el de Reus, la villa que, tras el declive de Valls y durante el siglo xv, pasó a convertirse en la segunda más habitada de la zona, aproximándose mucho, en 1497, al número de fuegos que registraba en el año 1358.69 Por el contrario, otras poblaciones menores no fueron capaces de superar los catastróficos efectos de las sucesivas crisis del siglo xiv, llegando incluso a despoblarse totalmente.70 Tarragona y «les Faldes» Cuando se ha tratado de estudiar la evolución demográfica de la ciudad de Tarragona durante los siglos medievales, ha habido varios investigadores que se han sorprendido por el impactante declive de su población durante el breve periodo de tiempo que separaba el fogaje general de 1360 y el de 1378, cayendo de 1366 a tan solo 860 fuegos. Es cierto que, según dichas fuentes, la población se redujo considerablemente, pero no lo hizo de un modo tan dramático, pues los fuegos de 1378 se referían únicamente a los de la capital, sin tener en cuenta los 267 correspondientes a sus «Faldes» y que sí habían sido agregados en el dato del fogaje anterior. Teniendo en cuenta lo dicho, la población de Tarragona y su término perdió, entre ambas fechas, el 17% de sus habitantes, un dato a considerar pero menor al que, en ese mismo contexto, registraron otras universidades (Valls o La Selva, por ejemplo). «Les Faldes» estaban compuestas por un conjunto de lugares, más o menos próximos a Tarragona, que contribuían económicamente al mantenimiento de la defensa de la capital, recibiendo, a cambio, su apoyo en momentos críticos por falta de alimentos o por el peligro que suponía un ataque enemigo.71 Configuraban un término que la ciudad tenía cierta capa69 Véase la evolución demográfica de las principales localidades de la veguería —al margen de su capital— en el gráfico que cierra el presente capítulo. 70 En el fogaje de 1497, aparecen citadas por primera vez ciertas poblaciones, algunas de nueva fundación, otras, adquiridas a los señoríos circundantes (como Samuntà y La Plana). Asimismo, vemos cómo en La Pobla d’en Taudell «no·y stà nengú», igual que en Castellet, Porpres o Quart. 71 «De les Faldes. Ítem, fon remès als honrats cònsols que ells tracten los hòmens de les Faldes en aquella forma e manera que los ciutadans de Terragona són tractats. E que los de les Faldes paguen imposicions e los càrrechs de la Ciutat, axí e segons que són tenguts, tota frau cessant, e sia servada justícia e egualtat entre les parts» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [4.VI.1399], f. 10r).
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Tarragona y «les Faldes» (mapa de elaboración propia sobre la base cartográfica [ortofotomapa] propiedad del ICGC).
cidad para administrar,72 aunque la titularidad de la alta jurisdicción de cada uno de estos lugares solía ser común entre el rey y el arzobispo, quedando el mixto imperio en manos de la Iglesia de Tarragona (sea en la persona del propio prelado o de cierta dignidad capitular)73 o de algún caballero, doncel 72 «De les imposicions de les Faldes. A la proposició feta per los honrats cònsols de la Ciutat que com ells hajen haüda certa nova que los hòmens de Vilasecha e altres de les Faldes de la Ciutat han impetrades imposicions novelles del senyor Rey de què si axí pacientment era tol·lerat la Ciutat romandria e seria molt lesa, prejudicada e nafrada, sobre açò sia degudament provehit; l’honrat Consell determenà que d’açò sia scrit al senyor Archabisbe, destinant-hi covinents missatgers. E si lo senyor Archabisbe ho vol fer tornar a loch, si no, que d’açò sia supplicat lo senyor Rey que per sa mercè revoque la provició que n’an haüda los dits hòmens e lochs de les Faldes. E si revocar no la volrà, axí in promptu, que almenys ho remeta a justícia, per ço que la Ciutat no sia privada de sa longeva possesssió, sia sobreseguit en les dites imposicions o ús d’aquelles. E la Ciutat ferme de dret en poder del senyor Rey e aquest fet, si necessari serà, sia degudament prosseguit, ministrant-hi totes messions e despeses e que hi sia fet sindicat a manlevar per aquesta rahó totes quantitats necessàries» (AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413 [20.III.1413], f. 22r). 73 La jurisdicción civil de El Milà estaba en manos del arzobispo, mientras que en La Font de l’Astor, en La Canonja o en La Pineda estaba controlada por el preboste. La situación jurisdiccional que se expone para cada una de las realidades enunciadas se corresponde al momento en que se produjo la citada venta de derechos del rey Juan I al arzobispo de Vallterra, tomándose la información de J. Morelló, «Així com de bons vassalls», pp. 271-274.
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o ciudadano que compró sus derechos (como fue el caso de Botarell, Mas d’en Goda, Masricard, Mangons74 o Vilafortuny). Paralelamente, la ciudad contaba con su «Territori», constituido por varias zonas de aprovechamiento comunal repartidas por los términos de Reus, Riudoms, Vila-seca y Constantí.75 En lo que se refiere a las fuentes, al margen de los fogajes generales, los documentos conservados en los archivos de La Selva solo nos aportan datos esporádicos sobre algunas poblaciones de «Les Faldes», pero nunca de Tarragona ciudad, pues esta no era parte integrante de la «Comuna». Para lograr cifras concretas que permitan aproximarnos a la evolución demográfica de la capital del territorio durante el siglo xv, hay que acudir a los Liber consiliorum del municipio.76 El continuado descenso de la población de Tarragona y su término fue una de las principales preocupaciones de sus cónsules y consellers que, en varias reuniones, adoptaron medidas para evitar que la disminución demográfica prosiguiera.77 Por eso, «desijant que la Ciutat se poble e prosper», se acordó la concesión de distintas «franqueses e libertats als que hic volran 74 «Dels Mangons, que stan en venda. A la proposició feta per los honrats cònsols, com los Mangons stan en venda e serien instats que·ls compràs la Ciutat per ço que no vinguen en mans de mal vehí; lo dit honorable Consell remès e comanà lo dit fet als honrats cònsols que, ab consell e acort de […] persones abtes e expertes, puxen contractar dels affers e menegar e saber si·s porà haver la fadigua bonament» (AHCT, FM, AM, n.º 63: 1447-1448 [23.V.1447], f. 5r). 75 A. Jordà, Història de la ciutat, p. 69. 76 De las actas municipales surgen los datos referentes a 1400, cuando se realizó una talla para cubrir el impuesto de la coronación de la reina y que estipuló el pago de 4 sueldos por fuego durante dos años; Tarragona debía contribuir con 221 libras y 8 sueldos por terminio, de lo que se deduce que contaba, junto con «les Faldes», con una población de 1107 fuegos. Asimismo, en marzo de 1423, con motivo de «les grans e continuades mortaldats», el Consell ordenó la elaboración de un nuevo censo ciudadano que se aplicó para calcular la talla derivada del impuesto que se debía satisfacer con motivo de la coronación de Alfonso el Magnánimo y María de Castilla. Poco tiempo después, en 1429, el organismo municipal determinó que debía realizarse un nuevo recuento de fuegos, cuyos encargados debían recorrer la ciudad calle por calle mientras anotaban todas sus casas y sus habitantes para registrarlo después en el Llibre del manifest. Existen datos relativos a un nuevo cálculo de fuegos realizado en 1451, así como una estimación del año 1463 —la que ofrece el dato mínimo de población para la ciudad de Tarragona durante el periodo analizado—. 77 No solo se tomaron resoluciones para incentivar la atracción de nuevos pobladores, sino que también se aprobaron ordenanzas encaminadas a evitar que los habitantes abandonasen la ciudad, llegándose, incluso, a legalizar el juego: «Com la prohibició de no juguar és molt dampnosa a la Ciutat, axí a les imposicions com altres coses en general e singular, per ço com los bargants e gent mundària, per la qual la dita Ciutat és sostenguda, hic fuga e no n’inch vinga sabent la dita prohibició. Lo dit honrat Consell determenà que la dita ordinació e prohibició de no juguar sia revocada e tolta e de present la revoca. Les altres, emperò, ordinacions de no jurar, reneguar, blasfemar ni despitar e altres stants en lur força e valor a notícia e conexença dels dits honrats cònsols» (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424 [11.X.1423], f. 12r); contraviniendo anteriores ordenanzas en las que se prohibía tajantemente: «A la proposició feta si tornaran lo joch, lo dit honrat Consell determenà que·l joch no sia tornat, ans les ordinacions de no jugar stiguen en son ésser e sien servades ad unguem» (Ibidem [12.IV.1423], f. 6r); insistiéndose de nuevo en ello pocas semanas después (Ibidem [17.V.1423], f. 8r).
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venir».78 En general, las franquicias otorgadas a los nuevos moradores —quienes debían ser naturales de un lugar distinto a Tarragona— suponían la exención del pago de impuestos durante diez años, aunque también se les podía conceder —a lo largo de un lapso determinado, que no solía superar un lustro— ayudas para hacer frente al alquiler de la casa donde residirían o, en el caso de los artesanos, del local que fuesen a utilizar como taller, siempre y cuando permanecieran en la ciudad el tiempo mínimo estipulado.79 Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados por los regidores, estos no fueron suficientes para frenar el declive demográfico de Tarragona, producido, entre otros motivos, por las mortandades de 1404, 1410, 1418-1421, 1424, 1429, 1439 o 1450 —a las que se refieren los registros municipales—.80
Evolución de la población de Tarragona y «Les Faldes» (1339-1497).
Los datos contenidos en el gráfico permiten corroborar la constante y grave pérdida de población tanto de la ciudad de Tarragona como de los lugares incluidos en su término —cuya evolución pormenorizada puede obser AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [24.XI.1404], f. 16v. Sobre estas cuestiones y para ciertos ejemplos concretos de las mismas, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 271-280; así como el capítulo dedicado específicamente a «El acceso a la comunidad: ciudadanos y ‘extraños’». 80 F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 276-279. 78 79
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varse con mayor detalle en la tabla que se presenta al final de este capítulo—. En resumidas cuentas, la ciudad de Tarragona y los lugares que componían sus «Faldes» perdieron, durante la Baja Edad Media —desde la primera vez que disponemos de una cuantificación, en 1358, hasta el cómputo general de 1497—, prácticamente la mitad de su población.81 Los dos momentos en los que el declive se evidenció con mayor intensidad fueron los periodos comprendidos entre 1360-1378 y 1400-1423. Atendiendo únicamente a los datos referentes a la capital tarraconense, otro momento sumamente crítico se vivió a principios de los años sesenta del siglo xv, cuando sintió con fuerza los nefastos efectos que, a nivel demográfico, tuvo para la ciudad el conflicto civil catalán; una guerra a la que se entraba inmediatamente después del fracaso de los intentos de «redreç» de la economía municipal, adoptados en agosto de 1461 o la suspensión de pagos que tanto perjudicó a los creditores barceloneses, en cuyo nombre intervino Miquel Joan Salmònia ante el Parlamento de Tarragona para expresar su inquietud con unas palabras que reflejan perfectamente la situación descrita: «com aquesta Ciutat sia insigne e antigue, que sie venguda avui die a batiment és cosa de molt dolre».82 Los dominios del rey en la veguería El último punto donde va a fijarse el interés es en Cambrils y su término (formado por Montbrió, Els Teixells, Vilagrassa y a los que después se añadió La Pobla d’en Taudell), los únicos lugares de la veguería de Tarragona que formaron parte del realengo de un modo preeminente, con la excepción de la etapa comprendida entre 1391-1436, tras la aludida compra de los derechos sobre su jurisdicción que realizó el arzobispo Ènnec de Vallterra al rey Juan I.83 Precisamente, es entre estas dos fechas cuando se encuentran 81 Hubo momentos en los que determinadas localidades de las «Faldes» rozaron el despoblamiento: «Vilafortuny. Segons ha refferit dessús lo missatgé que dix no star-hi nengú. En lo terme stà Joan Oliver en un mas...» (según el fogaje de 1497). 82 AHCT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [13.IV.1462], f. 21v. 83 Una transferencia patrimonial que se produjo a pesar del privilegio concedido por Pedro el Católico en el que los reyes se comprometían a no alienar nunca la villa y sus agregados de la Corona (Cf. M. Alvira, Pedro el Católico, vol. II, doc. 607, p. 705). Pocos años después de haberse producido la venta de los derechos reales sobre la villa, el rey Martín I concedió permiso a los habitantes de Cambrils para tomar dinero a préstamo o vender censales muertos para lograr su redención, dirigiéndose, asimismo, al arzobispo solicitándole que no interfiriese en la actuación de sus súbditos del Campo y de las «Faldes» con el fin de que «les dites jurediccions sien reduÿdes a la nostra Corona» (ACA, C, reg. 2295, ff. 26r28v). La nueva situación se prolongó hasta 1437, momento en que Cambrils volvió a la plena posesión real mediante un pago de 4.000 florines que se consiguieron con la emisión de censales. En 1449, la villa se convirtió en «carrer» de Barcelona, pero, pese a ello, no va a poderse evitar que, ya en el contexto de la Guerra Civil catalana, volviera a ser traspasada al dominio señorial, esta vez del conde de Cardona-Prades. Sobre estas cuestiones, véanse C. Maristany, Senyoria i població, pp. 51 y 156; J. Morelló, «Així com de bons vassalls», pp. 278; M.ª T. Ferrer, «Viles i llocs associats», pp. 293-314.
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Los dominios del rey en la veguería (mapa de elaboración propia sobre la base cartográfica [ortofotomapa] propiedad del ICGC).
datos relativos a su población en los Llibres de comptes e determinacions del Consell de la Comuna. Tanto el volumen de población de Cambrils, como su evolución durante gran parte del Bajomedievo, es muy parecida a la de otras localidades del Campo, como Riudoms o Constantí, exceptuando el comportamiento que siguió su población entre 1339 y 1358, cuando, a diferencia de estas últimas, incrementó sus habitantes en un nada desdeñable 36%. A pesar de tratarse de una hipótesis prácticamente imposible de confirmar, podría pensarse que la cifra que, para Cambrils, ofrecía el documento de 1339 registrado en el manual notarial de Pere Ferrer solamente contemplara el total de fuegos de la villa sin contar con su término, mientras que los datos posteriores sí que responderían al cálculo agregado, lo que daría lugar a un crecimiento sensiblemente menor. La evolución posterior fue bastante regular, sin prácticamente ningún cambio relevante entre la revisiones de 1365 y 1414, momento en el que su población cayó un 25% (pasando de 195 a 147 fuegos), para ir luego recuperándose, muy lentamente, a lo largo de todo el siglo xv, hasta alcanzar un número de fuegos próximo a los que ofrecía el primer documento del que se tiene constancia.
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Mapa de la veguería de Tarragona y el Camp y cómputo de fuegos de las poblaciones (1321-1497) (mapa de elaboración propia sobre la base cartográfica [ortofotomapa] propiedad del ICGC). 1. La Torre de Fontaubella 2. El Pradell de la Teixeta 3. Colldejou 4. Cortiella 5. L’Argentera 6. Escornalbou 7. Duesaigües 8. Vilanova d’Escornalbou 9. La Pobla d’en Taudell 10. Les Irles 11. Riudecanyes 12. Segura 13. L’Arbocet 14. Mont-roig del Camp 15. Miramar 16. Alforja 17. Els Banys 18. Riudecols 19. Les Voltes 20. Botarell 21. Montbrió del Camp 22. Els Teixells 23. Els Domenges 24. Tascals
25. Les Borges del Camp 26. Riudoms 27. El Brugar 28. Vinyols i els Arcs 29. Cambrils 30. Sant Joan dels Arcs 31. Vilagrassa 32. Vilafortuny 33. L’Albiol 34. Almoster 35. Castellvell 36. Reus 37. Mascalvó 38. Barenys 39. Salou 40. La Selva del Camp 41. La Grassa 42. Vila-seca de Solcina 43. Vila-seca del Comú 44. La Pineda 45. Alcover 46. El Burguet 47. La Font de l’Astor 48. La Canonja
49. Masricard 50. Vilaverd 51. Picamoixons 52. Espinavessa 53. El Milà 54. La Masó 55. El Rourell 56. Vilallonga del Camp 57. El Morell 58. La Pobla de Mafumet 59. Constantí 60. Fontscaldes 61. Masmolets 62. Valls 63. Vallmoll 64. Els Garidells 65. Puigdelfí 66. Perafort / Gunyoles 67. El Codony 68. Els Pallaresos 69. Mas d’en Goda 70. Mangons 71. El Torrell 72. Tarragona
73. Mas Moretó 74. Alió 75. Puigpelat 76. Torrelles 77. Bellavista 78. Casafort 79. Nulles 80. El Pla de Sta. Maria 81. El Pont d’Armentera 82. Bràfim 83. Vilabella 84. Pedrós 85. Renau 86. Peralta 87. L’Argilaga 88. La Secuita 89. El Catllar / Mas Moragues / Cocons 90. Montoliu-Requesens 91. Ardenya 92. Virgili 93. Ferran 94. Monnars 95. Tamarit
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Evolución de la población de las principales localidades —agregados de villa término— de la veguería de Tarragona (1339-1497).
ORÍGENES, ORGANIZACIÓN Y DESARROLLO DEL GOBIERNO MUNICIPAL
[...] Ita quod consules, consiliarij et probi homines dicte civitatis faciant et possint facere, ordinare et expedire omnia facta et negotia dicte civitate ad eorum et aliorum regimini dicte civitatis presidentium bonum arbitrium et cognitionem prout eis videbitur faciendum. Nos itaque attento quod secundum rerum et temporum qualitates opportet ordinationes et negotia variare predictas ordinationes et capitula omniaque et singula contenta in eis huius serie anullamus et prorevocatis et nullis haberi volumus et censemus. Sic quod consules, consiliarij et habitatores dicte civitatis habeant liberum et franchum arbitrium et facultatem eligendi et creandi consules, consiliarios aliosque officiales predictos et alia faciendi et ordinandi super regimine eiusdem civitatis et sub illis modis et formis quibus et prout melius eis videbitur faciendum ordinatione seu capitulis antedictis seu contentis in eis obsistentibus nullo modo. Mandantes per hanc eandem vicarijs Terracone et Campi alijsque officialibus nostris presentibus et futuris quod predicta teneant et observent et neminem contravenire permittant aliqua ratione. In cuius rei testimonium hanc fieri iussimus nostro sigillo secreto munitam. Datum in Villafrancha Penitensis, undecima die januarij anno a Nativitate Domini Millesimo Trecentesimo octuagesimo octavo. Rex Johannes. Fragmento del privilegio concedido por el rey Juan I el Cazador a la ciudad de Tarragona, ACHT, FM, perg. 154 [11.I.1388]
De los prolegómenos a la plena madurez institucional del municipio tarraconense
A lo largo de un prolongado proceso que tuvo su origen en los siglos centrales del Medievo, debido a una conjunción de factores de índole socioeconómica, política y cultural, las distintas comunidades locales del Occidente europeo, marcadas por sus circunstancias particulares y siguiendo ritmos distintos, fueron adquiriendo gradualmente una mayor cohesión y solidaridad entre sus miembros, como fruto de la necesaria armonización de una vida social que resultaba cada vez más compleja y de una conciencia más nítida de las necesidades e intereses colectivos, dando lugar a la configuración de una personalidad jurídico-pública en el ámbito de la comunidad vecinal susceptible de adoptar un régimen político-administrativo
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autónomo y a una progresiva intervención de los vecinos en los destinos del colectivo.1 Tales transformaciones, que para el caso de los centros urbanos catalanes adquirieron su madurez desde mediados del siglo xii, no se produjeron a raíz de una causa concreta, sino que fueron el resultado de una lenta pero gradual evolución que va a ir confiriendo a las comunidades una organización cada vez más precisa, produciéndose así la eclosión del municipio «rudimentario».2 Hasta ese momento, las distintas poblaciones y sus habitantes, sujetos, en el orden político, a la autoridad del soberano o al dominio de un señor jurisdiccional, estaban regidas por unos funcionarios («baiuli», «vicarii», «iudices», «castlanes»...) que fueron concentrando en sus manos toda una serie de atribuciones de carácter judicial, militar, económico y gubernativo que les permitieron erigirse en representantes ordinarios del poder central en cada localidad. Pero a medida que la comunidad fue adquiriendo una personalidad pública más definida,3 se iba perfilando como un ente u organismo que, paulatinamente, va a permitir una incipiente representación popular, la cual va a expresarse mediante la asamblea general de vecinos o de sus elementos más destacados, los «probi homines», que colaboraron, en mayor o menor medida, con las autoridades superiores de la localidad, convirtiéndose en el órgano básico de esta fase embrionaria del municipio. Asimismo, fueron surgiendo comisiones reducidas o delegaciones individuales para cumplir misiones específicas en el ámbito local o como representantes eventuales o transitorios de la comunidad vecinal. A pesar de contar con algunos ejemplos más tempranos, fue desde los años centrales del siglo xiii cuando, a la luz de la recepción del ius commune, estas formas primarias de administración vecinal derivaron en una organización más estable e institucionalizada, a partir de la concentración en un número reducido de personas de las funciones representativas y gubernati1 J. M.ª Font, «Orígenes del régimen municipal», pp. 281-305. Para este autor, el concepto de municipio puede definirse como «comunidad de asiento local organizada jurídico-públicamente para cumplimiento de los fines que interesan a todos, autónoma, dentro de un poder político superior» (Ibidem, p. 282). 2 Una expresión que se contrapone al municipio «orgánico», distinción que fue acuñada y aplicada por autores como E. de Hinojosa para el ámbito rural (El régimen señorial), o J. M.ª Font i Rius para el ámbito urbano, en varios de sus múltiples trabajos que abordan la cuestión de los orígenes del régimen municipal catalán. Dicha distinción ha recibido críticas por parte de A. Iglesia («Concejo y ciudades en Cataluña», pp. 123-173) quien, basándose principalmente en la obra de L. García de Valdeavellano (Curso de Historia de las Instituciones), afirma que «el municipio no es susceptible de ser “rudimentario” u “organizado”, “rural” o “urbano”; puede, en todo caso, que una aglomeración humana sea calificada de rural o urbana atendiendo a consideraciones sociales o económicas, y puede que un consejo presente un mayor o menor grado de organización». Sobre este debate, M. Turull, «Nuevas hipótesis sobre los orígenes», p. 34, n. 13. 3 Expresada ya como concilium o adoptando el término de cuño romanista universitas, a partir de inicios del siglo xiii, manifestando la idea de totalidad de habitantes de un lugar con personalidad activa.
orígenes, organización y desarrollo del gobierno municipal
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vas de las distintas localidades, generándose así la instauración de un régimen municipal «orgánico o pleno»,4 cuyo establecimiento formal se realizó mediante el otorgamiento, por parte de los soberanos o señores jurisdiccionales, de unos privilegios que reglamentaron su estructura y funcionamiento,5 articulándose a través de tres órganos: un colegio reducido de magistrados con funciones directivas y ejecutivas, un «consilium» integrado por un número variable de miembros asesores de las autoridades rectoras y la Asamblea general de vecinos o prohombres de la ciudad, aunque en su cúspide seguía estando presente la figura del oficial regio o señorial. De este modo, se hizo precisa la búsqueda de las fórmulas e instrumentos que permitieran la formación y expresión de la voluntad única de toda la comunidad mediante la obtención del apoyo del conjunto, lo que se logró a través de la ficción jurídica que suponía la elección de unos representantes que se expresaban en nombre propio y de la colectividad, junto con la consecuente institución del Consejo, convertido al mismo tiempo en la sede donde se formará aquella voluntad y el órgano ejecutivo de las decisiones acordadas directamente por la congregación de los miembros de la «universitas», que se personificaban en una unidad superior, intangible e imaginaria.6 En su tesis doctoral, el maestro Font i Rius ya advertía que «hasta llegar a este establecimiento oficial de órganos municipales mediante privilegios formales, solo cabe razonar por hipótesis».7 Son distintas las pruebas que nos permiten corroborar cómo en Tarragona, a lo largo del siglo xiii y durante las primeras décadas de la centuria siguiente, se fue produciendo una paulatina pero constante evolución que supuso la transformación de un régimen local rudimentario en un organismo municipal definido. Basándose en el Arxipiescopologi de J. Blanch, varios autores han situado el primer esbozo de la configuración orgánica municipal en 1231, cuando el arzobispo Aspàreg de la Barca estableció, con asenso del Capítulo y de los ciudadanos tarraconenses,8 una comisión mixta, renovable cada seis meses e integrada por dos laicos y un eclesiástico, encargados de hacer cumplir la 4 Que se correspondería con los «concelhos perfeitos» portugueses, cuya evolución fue trazada por autores como A. Herculano en la segunda mitad del siglo xix (História de Portugal, t. IV, libro VIII), presentándolos como el resultado de un proceso evolutivo que partía de unos modelos «rudimentares e imperfeitos». 5 Que, según la tesis de Font i Rius, vendrían a sancionar la práctica consuetudinaria y esporádica de la reunión de los vecinos para la resolución de problemas comunes («Orígenes del régimen municipal», p. 468). Al respecto, consúltese también A. M.ª Udina, «El régimen municipal». 6 Sobre estas cuestiones, véase M. Turull, «Nuevas hipótesis sobre los orígenes», pp. 30-34; Idem, «El impuesto directo», pp. 317-319. 7 J. M.ª Font, «Orígenes del régimen municipal», p. 464. 8 Unos «civibus Tarrachonensis» que, en ese mismo periodo, se beneficiaron de otras concesiones favorables otorgadas por el arzobispo de la Barca, como la exención del pago de salario en las causas de apelación (AHCT, FM, perg. 44 [1.III.1233]) o la gratuidad de los servicios nupciales y funerarios (AHCT, FM, perg. 269 [18.I.1241]).
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ordenanza que regulaba el pago de molturas y poyas en los molinos y hornos de la ciudad, percibiendo las tasas correspondientes y cuidándose también de todo lo referente a pesos y medidas:9 Aquest archebisbe comensà a posar personas públicas per a que governassen lo polític de la ciutat. Puis, als 23 de octubre de 1231, féu una ordinació del modo se avien de pagar las molturas y pujas en los molins y forns de la ciutat, cometent la execució de l’ordenat per ell a tres personas, nomenadoras de sis en sis mesos per lo archebisbe y Capítol, de les quals la una sie ecclesiàstica y las dos laycas, y que tinguen cuydado se guarde y observe lo contengut en dita ordinació, y que las tres governen tot lo tocant a pes y mesura dins la ciutat y son terme, y que ans de entrar en lo ofici, agen de jurar a portar-se bé y llealment en ell.
A mediados de 1255, el nombramiento de los miembros de la comisión se convirtió en una fuente de conflicto más de entre toda una serie de cuestiones que enfrentaban al arzobispo Benet de Rocabertí con parte del cabildo catedralicio, desencadenando múltiples pleitos que acabaron provocando la reforma del organismo, que, desde entonces, quedó configurado solamente por laicos:10 Arribant lo plasso de nomenar lo comensal que ab dos llaichs governave lo polític de la ciutat y durave sis mesos, [el arzobispo] no volgué que ningun ecclesiàstich fos nomenat, sols perquè lo nomenave lo Capítol, y d’esta manera, encadenant-se unas cosas ab altres, vingué a tenir ab lo paborde y canonges tants plets, que foren quaranta-sinch plets o qüestións las que a un temps se vertian entre ells, que per llarchs dexo.
Paralelamente, a lo largo de este mismo periodo, vemos actuar en distintos momentos, «pro tota universitate»,11 a unos síndicos elegidos para defen 9 J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, cap. XXIII, p. 135. Para el canónigo, dicho organismo era «argument clar que en aquest temps en Tarragona no-y avie cònsols, ni altres officials, puis a aver-n’i no agueren permès que a ells se’ls levàs esta preheminència; y apar ho insinua lo archebisbe en lo acte que de dita ordinació fa, puis diu que la fa: “de assensu et voluntate totius Capituli Ecclesiae Tarraconensis, una cum communi voluntate civium Tarraconensium”. No diu cònsols, ni Consell, sino “civium”, que comprèn a tots los habitants en ella». Partiendo de su texto, E. Morera vio en tal «consejo mixto», el precedente de «un verdadero ayuntamiento» que, según él, se establecería en tiempos del arzobispo Benet de Rocabertí (Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 873). En ese mismo sentido se expresa el Dr. A. Jordà, cuando afirma que «el veritable origen del consell municipal té lloc a partir del moment en què aquesta comissió deixa de ser eventual i nomenada pel prelat i passa a convertir-se en permanent i elegida sense intervenció de la mitra» (Història de la ciutat, p. 63). Por contra, J. M.ª Font i Rius, aportando otros ejemplos similares, hace notar que «estas comisiones colectoras de tallas e impuestos funcionaron al margen e independientemente del régimen municipal» («Orígenes del régimen municipal», p. 454, n. 720). 10 J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. I, cap. XXVI, p. 135. 11 AHCT, FM, perg. 201 [véanse también los perg. 200 y 252, así como los docs. en papel sig. top. 7/68 y 22/94]. Dichos pergaminos son traslados de un original perdido, cuyo principal interés radica en el hecho de ser el primer testimonio donde figura, para el caso de Tarragona, el concepto universitas,
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der los intereses de la comunidad en las más diversas cuestiones, aunque no se dispone de documentación suficiente para demostrar que su nombramiento tuviese visos de perpetuidad, más allá de la representación adquirida para llevar a cabo un encargo específico.12 En 1288, se documenta una nueva transformación, pues, por primera vez, aparecen citados unos «juratos seu consules» que, obrando en nombre de la universidad, actuando en defensa de sus derechos, presentan un requerimiento al preboste y cabildo, estando la Sede arzobispal vacante.13 A partir de entonces, en todas las actas donde consta la presentación del juramento de fidelidad a los nuevos arzobispos, se va a distinguir, mediante una apostilla marginal, a un grupo de cuatro ciudadanos designados como «jurati civitatis Tarraconæ»,14 los cuales van apareciendo, cada vez con más frecuencia, en fuentes de distinta índole que atestiguan, con suficiente claridad, el fin de su eventualidad.15 Con todo, no puede confirmarse documenconvirtiéndose en habitual a partir de entonces, junto con expresiones como «utilitati rei publice», «comunis utilitas» o «comuni consensu», reflejo de una organización política cada vez más desarrollada (AHCT, FM, perg. 292 y 571). 12 Sirva como ejemplo la firma de una sentencia arbitral que, el 23 de enero de 1244, ponía fin a la cuestión abierta entre Guillema de Claramunt, señora del castillo de Tamarit, y los síndicos de Tarragona —Pere de Bisbal, Guerau de València y Bernat de Guanecs— sobre la lezda y pasaje de Tamarit que debían pagar los tarraconenses (documentación citada en la nota anterior); o el acta de presentación al arzobispo Bernat d’Olivella de la apelación que los nueve síndicos de Tarragona enviaron al papa Nicolás III contra el prelado por una cuestión relacionada con la posesión del tinte (AHCT, FM, perg. 364 [5.VI.1280]). 13 AHAT, PM, n.º 9, doc. 57: Requisitio præsentata per juratos seu consules civitatis Tarraconæ nomine Universitatis. A pesar de su muy esporádica aparición en otros documentos, el término consules (en vez de juratos) no se generalizará hasta después de 1336. 14 Así lo demuestran los registros de 1309 —donde los primeros nueve nombres del listado son separados del resto mediante una ligera línea— (Ibidem, doc. 73), 1328 (doc. 80) y 1334 (doc. 83). Por el contrario, en fechas anteriores, este mismo tipo de documentos presenta la relación de todos los cabezas de familia sin ningún tipo de distinción o mención especial; puede tomarse a modo de ejemplo el juramento de fidelidad prestado al arzobispo Bernat d’Olivella, en marzo de 1272 (Ibidem, doc. 51: Homagiorum præstitorum per homines civitatis Tarraconæ domino Bernardo de Olivella Archiepiscopo). Sobre estas cuestiones, véanse también J. M.ª Font, «Orígenes del régimen municipal», p. 466, n. 762 y E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, pp. 873-874. 15 De este modo, podemos observar cómo en los últimos días de 1322, el rey Jaime II, atendiendo a la súplica de los «juratos, probos homines et universitatem civitatis Terrachone», concedió un privilegio por el cual eximía a los ciudadanos y habitantes de Tarragona del pago de toda «lezda, pedatico, penso, mensuratico, portatico, passatico atque ribatico» en el conjunto de sus dominios (AHCT, FM, perg. 206 [21.XII.1322]). Pocos meses después, el lugarteniente del baile de Murviedro y del valle de Uxó, a instancias del ciudadano tarraconense Bernat Sants, quien actuaba en nombre de los jurados y prohombres de la ciudad, ordenaba pregonar la gracia especial que el rey Jaime II otorgó a «tots e sengles ciutadans e habitadors de la Ciutat de Tarrachona», enfranqueciéndoles «de tota leuda, peatge, pes, mesuratge, portatge, passatge e ribatge, axí que en alcun loch o lochs dels regnes e terres damunt dites, ells o alcun d’ells, per alcun temps, no donen ne sien tenguts donar o pagar alcuna cosa per les mercaderies o coses lurs que compraran o vendran o faran portar per los dits lochs» (AHCT, FM, perg. 215 [2.VI.1323]). En este mismo sentido, también cabe resaltar la intervención de los jurados de la ciudad en 1326 —Bernat de Goda, Pere Mulet, Nicolauet Sagarriga y Ramon Donadéu— en la compra de la mitad de un herrenal, al lado de la torre de los Herejes, donde establecer eras para el servicio común (AHCT, FM, perg. 356);
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talmente en qué momento específico se hizo efectiva la autorización que establecía de iure una modalidad de régimen municipal cuya eficacia venía siendo demostrada por la costumbre.16 Será en 1336, sin poder precisar una fecha concreta, cuando los jurados tarraconenses pasaron a denominarse definitivamente cónsules. Según distintos autores, dicha variación se debió a la reforma del organismo del Consejo que llevó a cabo el arzobispo Arnau Cescomes, […] creando cuatro cónsules y designando, en concepto de consellers á todos los que eran cabeza de familia, de ahí que en adelante los cónsules constituyeron la verdadera representación de la ciudad. Elegidos dichos funcionarios cada año por todos los ciudadanos, poseían la facultad de llamar a éstos en Consejo siempre que lo estimasen conveniente, ejecutando sus acuerdos y teniendo atribuciones gubernativas para el régimen, orden y administración del pueblo, después de prestar juramento ante el arzobispo á su ingreso en el oficio, para lo cual acudían á su morada los entrantes y los salientes.17 las cartas que distintos monarcas remitieron a los jurados y prohombres tarraconenses solicitándoles el envío de síndicos y procuradores idóneos, dotados del poder necesario, a las Cortes generales, o concediéndoles el derecho de establecer imposiciones durante un tiempo y para un fin determinados (AHCT, FM, perg. 416 [11.II.1335]); o las misivas del arzobispo Arnau Cescomes a los jurados —Bernat Sagranada, Joan Garriga, Guillem de Torres y Pere Pasqual— y prohombres de Tarragona, escritas a primeros de abril de 1336, requiriendo el envío de gentes armadas a Alforja para defender «sa persona y terra dels hòmens de les montanyes de Prades» (S. Ramon, F. X. Ricomà, Índex Vell, docs. 608-609). 16 Es muy probable que, como sucediera en otras ciudades y villas, la incipiente ordenación municipal de Tarragona se inspirase en las disposiciones que el rey Jaime I estableció para Barcelona (27 de julio de 1249) —basadas, a su vez, en el privilegio que erigió el régimen orgánico de la ciudad de València (13 de septiembre de 1245)— y sus sucesivas confirmaciones y reformas (1258, 1265, 1274), hasta la definitiva ratificación de Pedro el Grande en el privilegio Recognoverunt proceres, también conocido como Consuetuds de Barcelona (11 de enero de 1284), concedido a perpetuidad y que estuvo en vigor hasta la Nueva Planta. Sobre estas cuestiones, véanse J. M.ª Font, «Valencia y Barcelona», pp. 639-657 [=Estudios Jurídicos, pp. 291-315]; N. Sadurní, J. M.ª Salrach, «El govern de Barcelona», pp. 44-61. 17 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 874. Siguiendo las referidas palabras, que no van acompañadas con cita documental alguna, han sido varios los autores que se han basado en ellas para la elaboración de sus respectivos trabajos. Así, el Dr. Font i Rius hacía referencia a este hecho al exponer que «en Tarragona, el arzobispo, señor de la ciudad, ordenó en el año 1336 el gobierno de la misma, confiándolo a cuatro cónsules y designando como consellers a todos los jefes de familia, que elegían a los primeros y celebraban con ellos consejos generales para el régimen y administración de la ciudad» («Orígenes del régimen municipal», p. 507); asimismo, hablando de los antecedentes históricos del Consell, el Dr. Cortiella afirmaba que «si bé ja feia temps que el Consell, d’una manera més o menys rudimentària i amb una autonomia molt precària, assumia l’administració de la ciutat, fou la modificació que hi va fer l’arquebisbe Arnau Cescomes, l’any 1336, la que li va donar una constitució més depurada. Amb això va aconseguir l’arquebisbe que fos el Consell l’encarregat de la recaptació dels impostos i de la gestió de la distribució de les despeses municipals. Aquesta modificació va consistir en la creació de quatre cònsols i en la designació de tots els caps de casa com a consellers [...]» (Una ciutat catalana, p. 79); por su parte, el Dr. Jordà exponía que «durant la prelatura d’Arnau Cescomes [...] tingué lloc l’estructuració definitiva de la municipalitat amb la important reforma del 1336: es crearà la figura de cònsol, que substituïa al jurat» (Història de la ciutat, p. 64). Con todo, el único investigador que puso de manifiesto que el supuesto privilegio arzobispal anunciado por E. Morera no se corroboraba documentalmente en su obra fue el Dr. J. M.ª Font, resaltando que el autor de la Tarragona cristiana no ofrecía «la fuente documental de esta noticia, que ignoramos dónde pudo recogerla» (op. cit., p. 507, n. 934). En un
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Efectivamente, a partir de esta fecha, al margen de contadas excepciones, todos los documentos van a referirse a los oficiales responsables del regimiento de la comunidad como cònsols,18 quienes, junto con el Consell, recibieron del monarca la facultad de «poder statuir» (ius statuendi),19 un derecho vinculado estrechamente al ius edicendi, la capacidad de publicar llamamientos para dar a conocer cualquier tipo de medida acordada y permitir la ejecución de las ordenanzas promulgadas.20 A pesar de contar con una documentación todavía muy fragmentaria, todo parece indicar que las décadas centrales del siglo xiv constituyeron una esfuerzo por intentar localizar el origen de tal información, consultando las principales fuentes en las que se basa E. Morera para la elaboración de su obra, creemos poder afirmar que su noticia surge de un fragmento de la llamada Contrarréplica de Vertamón, redactada a finales del siglo xvii por este notario, asesor de la provincia eclesiástica tarraconense: «es acto de dominio, crear officios de Iurados, o Cónsules en el lugar; y en Tarragona en lo antiguo no los avía, y governavan lo político de ella los sujetos que el Arçobispo, y el Cabildo nombravan, después el Arçobispo dio poder a la Ciudad para nombrar tres Iurados a votos de sus Ciudadanos, y siendo nombrados, los Iurados antiguos visitavan el Arçobispo, y se presentavan los nuevos, los quales si le parecía, admitía, o repel·lía, o dilatava su admissión. […] Admitidos los Iurados, juravan en manos del Arçobispo de portarse fielmente en su officio, añadiendo “sinè præiuditio iuris, et iurisdictionis dom. Archiepiscopi, et Ecclesiæ Tarraconæ”. En el año 1336, el Arçobispo Don Arnaldo Cescomes diò privilegio à la Ciudad, que los Iurados, se nombraran Cónsules, y que su nombramiento fuesse por suerte, y la elección por Pascua de Resurrección, y se observó en esta conformidad en el año de 1337» (F. Vertamon, Recuerdos de los fundamentos, ff. 148-149). Las fuentes en las que se basa dicho notario son escrituras, tomadas del «Castro Palatii Archiepiscopalis Tarraconæ, in Armario Tarraconæ», concretamente, los n.º 193, 256, 301, 327 y 381, documentos, todos ellos, hoy desaparecidos. 18 En 1338, sabemos que eran cónsules de la ciudad: Guillem de Reixac («civis et consul hoc anno civitatis Tarracone, nomine suo proprio et universitatis civitatis Tarracone»), Bartomeu de Mans y Berenguer Sagranada, mientras que Domènec dels Oms actuaba como su procurador (AHCT, FM, perg. 265). En el año siguiente, el rey Pedro IV concedía a los cónsules y prohombres de Tarragona que su veguer prestara caución y seguridad ante el baile de Tarragona, junto con otras licencias que van a verse detenidamente más adelante (AHCT, FM, perg. 277 y 278 [28.VIII.1339]). Curiosamente, unos meses después, el mismo rey enviaba otra carta dirigida a los «iuratis et probis hominibus civitatis Terrachone» para que nombrasen y enviasen «sindicos seu procuratores» a las Cortes generales que se iban a celebrar próximamente en Barcelona, anulando posteriormente dicha invitación: AHCT, FM, docs. sueltos, cartas reales, sig. top. 1/3 y 1/9. A pesar de dichas excepciones, está claro que, a partir de la citada reforma, el colegio de magistrados tarraconenses recibió el apelativo de consulado. 19 En la relación de documentos indexados en el Repertori municipal de 1683, se habla de un «tran sumpto en pergamí escrit en lo qual lo Rey en Pere concedeix la mitat de las penas als Mostasaphs, com ans sols tinguessen la tercera part, y facultat als cònsols y Concell de poder statuir, als 4 de las Kalendas de setembre, 1339» (cajón 10, n.º 1). Dicho documento se conserva a día de hoy en el fondo municipal del archivo de la ciudad bajo la signatura AHCT, FM, perg. 551 (traslado del perg. 163), transcrito por M.ª J. Arnall, «Documents de Pere el Cerimoniós», pp. 75-76. 20 Sobre estas potestades y otras atribuciones reconocidas a las universidades, véase V. Ferro, El Dret Públic Català, pp. 166-170; y para obtener una perspectiva comparada con respecto a la llamada «época de las ordenanzas» del caso castellano, M. Á. Ladero, «Las ordenanzas locales», pp. 293-338. Dichos estatutos y ordenaciones no siempre van a converger con la voluntad de los prelados, y ello va a dar lugar incluso a la excomunión de los cónsules que los promovieron, como sucedería en 1344: «Declaración de la excomunión puesta por el Ilustrísimo Señor Arzobispo don Arnaldo Zescomes contra los cónsoles de Tarragona y otros por haver hecho unos estatutos y ordinaciones opuestas a libertad ecclesiástica [...]. Fueron hechas en 1244 (sic)» (AHAT, PM, n.º 90, doc. 6, f. 67v).
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etapa fundamental en lo referente a la configuración institucional del municipio tarraconense, el cual adquirió su mayor grado de autonomía a partir del privilegio que el rey Juan I concedió a la ciudad a principios de 1388, dotando a sus cónsules, jurados y prohombres de la capacidad de «facere, ordinare et expedire omnia facta et negotia dicte civitate ad eorum et aliorum regimini dicte civitatis presidentium bonum, liberum et franchum arbitrium et cognitionem prout eis videbitur faciendum».21 Una vez presentadas las distintas fases que dieron lugar a la constitución plena del municipio tarraconense, es preciso centrar ahora nuestra atención en su estructura institucional desde una doble perspectiva: funcional y or gánica. Los delegados del poder señorial en la ciudad El «baiulus» y el «vicarius» se convirtieron, a partir del siglo xii, en los oficiales ordinarios del poder público en cada unidad local y circunscripción territorial, respectivamente. Eran nombrados directamente por el monarca o señor para que actuasen como sus delegados y, mediante la progresiva acumulación de toda clase de atribuciones y facultades, se erigieron en el verdadero nexo de unión entre la cúspide del poder jurisdiccional y el municipio/ distrito. La acción de ambos cargos se circunscribía en espacios distintos, con la excepción de las ciudades que eran cabeza de veguería, donde coexistían, lo que hacía difícil discernir bien sus respectivos ámbitos competenciales, generándose así la necesidad de ir precisando tanto su orden de preeminencia como sus funciones específicas.22 Pero más allá de los problemas apuntados —compartidos por las principales ciudades catalanas—, el caso de Tarragona presenta un elemento de complejidad mayor, pues la particular estructura de su dominio compartido hacía que cada señor tuviese el derecho de nombrar a sus propios representantes, dando lugar a la duplicidad de cada uno de estos oficiales.23 AHCT, FM, perg. 154 [11.I.1388], estudiado con mayor profusión en el sexto capítulo. En tiempos de Jaime I, se puede afirmar que, generalmente, «correspondían al veguer los asuntos vinculados con la justicia, el orden público y la representación general de la autoridad, mientras que se reservaban al baile los aspectos patrimoniales, fiscales, urbanísticos y mercantiles» (Cf. J. M.ª Font, «Jaume I i la municipalitat», pp. 677-678). Véase, también, Idem, «Orígenes del régimen municipal», pp. 368-376. 23 Tanto en el convenio propuesto por el príncipe Roberto al arzobispo Bernat Tort a principios de 1148, como en la donación de la ciudad y las posteriores cartas de franquicias del año siguiente, se detallan las normas para la designación conjunta de autoridades locales y sus atribuciones. Todos estos documentos nos hablan de unos «iudices», los cuales se van a convertir en los precedentes inmediatos de los «bailes» y «vegueres» que van a citarse ya en las concordias Ad notitiam (1151) y Ad perennem (1173), analizadas en el capítulo primero. 21 22
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Con el transcurso del tiempo, las capacidades de los vegueres fueron incrementándose hasta que, a lo largo del siglo xiv, eclipsaron paulatinamente a los bailes, lo que acabó por hacer confluir ambos cargos en una misma persona.24 Además de tener jurisdicción civil y criminal,25 los vegueres desempeñaban también funciones militares y eran los encargados de defender las regalías de sus respectivos señores. A todo ello se sumaban otras múltiples facultades, tales como: autorizar y registrar el nombramiento de los cónsules, almotacenes, obreros, recaudadores de imposiciones, mayordomos de cofradías y oficios...; tomar registro de los pregones públicos —tanto para la convocatoria de elecciones, como de todos los llamamientos hechos en nombre de «la Senyoria»—, de todos los inventarios y procesos, así como de los capítulos de las ordenanzas municipales redactadas por el Consejo o sus comisiones delegadas; declarar remisiones generales;26 recibir los homenajes de los guardianes de la ciudad y su término; o prohibir el uso de armas vedadas, mientras no existiera una justa causa para ello.27 24 A lo largo de este periodo, las referencias a los bailes en la documentación tarraconense son cada vez más esporádicas, hasta que se produjo la confluencia definitiva: «Quod duo iudices, qui tunc nominabantur baiuli, nunc vero vicarii, per Nos et dictum Archiepiscopum eligendi...» (AHCT, FM, perg. 15 [17.VIII.1361]). Dicha fusión tuvo lugar tan solo en la capital, pues el resto de villas y lugares del Campo siguieron manteniendo a sus bailes a la cabeza de las mismas; uno, en los municipios de dominio exclusivo, y dos —o incluso tres, como en el caso de Valls, desde 1395—, en los de dominio compartido. 25 El 9 de marzo de 1346, el rey Pedro el Ceremonioso prometía a los cónsules y prohombres tarraconenses «quod nullo unquam tempore dividemus, separabimus vel pariemur aliquo separacionis vel particionis genere ab exercicio vicariorum Terracone aliquam iurisdictionem civilem vel criminalem que ad presens spectet et pertineat vel spectare et pertinere dicatur» (AHCT, FM, perg. 72. Cf. M.ª J. Arnall, «Documents de Pere el Cerimoniós», pp. 83-84). A mediados de julio de 1374, el mismo monarca concedió a los tarraconenses que ningún comisario real o juez delegado no pudiese ejercer jurisdicción en la ciudad, con la excepción de los casos de regalía, al ser los vegueres los jueces ordinarios: AHCT, FM, perg. 20 (Cf. Ibidem, pp. 119-120). Se conserva un traslado del mismo documento con fecha de 21 de abril de 1377 (AHCT, FM, perg. 77 y doc. suelto sig. top. 7/9). A partir del establecimiento de dicho privilegio, los responsables del gobierno municipal van a reclamar su respeto en varias ocasiones, alegando que «la Ciutat ne negun singular no són tenguts de compàrer davant neguna persona, sinó davant los veguers de Terragona, qui són lurs jutges ordinaris» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [2.V.1384], f. 6v). Al respecto, véanse también AHCT, FM, perg. 85; y el apéndice 5. 26 Según se afirma en las actas municipales, «sia cosa acustumada que los honrats veguers de la Ciutat fan tots anys a la dita Ciutat absolució general». Con el fin de obtener tal gracia, los jurados autorizaban a los cónsules para que lograsen de los vegueres dicha remisión «e·ls facen estar contents per aquella manera e per aquell preu que ab ells se poran convenir» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [4.IX.1385], f. 19r). En ese mismo sentido, AHCT, FM, perg. 298 [19.XI.1388] y 410 [28.III.1392], donde se especifica que la «absolución» que recibía la ciudad era general, manteniéndose la excepción para los acusados de herejía, sodomitas, salteadores de caminos y falsificadores de moneda. En 1437, el Parlamento acordó hacer un albarán por los siete florines que se habían pagado a los vegueres tras concluir el bienio de su mandato con el fin de obtener del indulto general para la ciudad y sus ciudadanos, «segons és costum» (AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [12.XII.1437], f. 31r). 27 Dichos poderes constan en la relación de cuentas que la escribanía de la Corte de los vegueres presentó ante el Consell en abril de 1433 y fueron expuestos por F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 57-58. En un estudio específico sobre la figura del veguer, el profesor F. Sabaté enumera sus principales funciones, una vez consolidada la posición jurisdiccional y representativa de dicho oficial (lo que el autor sitúa a principios del siglo xiv): «regula la propietat i la jurisdicció reial; procedeix com a repre-
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Para el cumplimiento de sus misiones, los vegueres recibían la ayuda de unos subvegueres (que actuaban como colaboradores de los titulares de la veguería, nombrados directamente por cada uno de ellos, sin tener la posibilidad de sustituirles en caso de ausencia),28 un asesor jurídico (especialista en derecho que se encargaba de informar e incoar todos los procesos), un procurador fiscal, un abogado de los pobres y un cuerpo de funcionarios burocráticos (escribanos) y ejecutivos (sayones)29 que conformaban su Corte.30 Las reformas de mayor calado en relación con el ejercicio de la función vicarial se fijaron en las décadas centrales de la centuria. Concretamente, el 29 de agosto de 1339, Pedro el Ceremonioso concedió a los cónsules y prohombres de Tarragona que su veguer en la ciudad y Campo prestase caución, obligándose con sus propios bienes, antes de ejercer su oficio; que jurase respetar los privilegios, libertades, costumbres y estatutos de la ciudad; que su actuación no superase un trienio; y que rindiese cuentas al concluir su mandato.31 A fines de febrero de 1343, mediante un nuevo privilegio con validez para dos décadas, el monarca instauró ciertas modificaciones relevantes al otorgar a los cónsules y a la ciudad de Tarragona que su veguer estuviese obligado a prestar garantías previamente a la ocupación del cargo, a «purgar taula» una vez transcurridos dos años, tras los cuales, ni él ni su asesor no podrían volver a ser reelegidos para el bienio inmediatamente susentant ordinari i extraordinari del monarca; vetlla pel respecte de les regalies; endreça els camins públics i les aigües corrents allí on li pertoca; protegeix els febles i menors, amb intervencions significatives com en les tutories; desenvolupa el registre d’esclaus on es practica; actua subsidiàriament en la regulació de l’exportació de productes i directamet en les limitacions d’extreure productes de les vegueries, com també en altres intervencions extraordiniries en el sistema econòmic; autentica els documents; esdevé garant i regulador de la funció pública i dels diferents oficis segons els indrets; aplica, en els llocs on li correspon, els bans i execucions municipals; intervé com a garant dels drets i privilegis locals; presideix el sometent i la host reial; assumeix la defensa municipal fins que va essent relegat pel capità; endreça el deute; ordena empares, penyores i altres intervencions similars; indaga els delictes; imposa les constitucions de pau i treva; vigila, reprimeix i preveu les alteracions de l’ordre públic; gestiona les garanties de protecció sobre béns i persones; endega els mecanismes contra defalliments de justícia, com les marques; i desenvolupa les funcions processals» (Cf. «El veguer a Catalunya», pp. 149-150). 28 Para ello se nombraba a un lugarteniente que, en la mayoría de las ocasiones, era el otro coveguer. Tómese como ejemplo el siguiente fragmento que atestigua la situación expuesta: «[...] Berengarii Requesen de Monteolivo, militis, vicarii Terracone et Campi et locumtenentem venerabilis Petri de Avinione, militis, alterius convicarii, absentis [...]» (AHCT, FM, perg. 78). 29 Para quienes no siempre fue tarea fácil exigir el cumplimiento de los dictámenes emitidos por los vegueres: «A la proposició feta per los honrats cònsols sobre les naffres les quals dien que·s són fetes en la persona d’en Guillemó, qui hera saig dels veguers, lo qual, al present, hera vinyògol e, per dir a alguns hòmens, los quals entraven en les vinyes de la Ciutat, que no·y entrassen, e per tal com ho denuncià als veguers, han-li fetes les dites naffres, les quals coses fan fort a castigar» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 13831384 [12.VIII.1383], f. 19r). 30 F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 71-72. 31 AHCT, FM, pergs. 277 y 278. Puede leerse la transcripción completa de ambos documentos en M.ª J. Arnall, «Documents de Pere el Cerimoniós», pp. 77-78.
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cesivo, y a jurar el respeto por los privilegios, libertades, costumbres y estatutos municipales sobre el altar de santa Tecla, ante la presencia de los cónsules, quienes pasaban a ejercer la supervisión que anteriormente había sido encargada al baile.32 La iniciativa del rey fue llevada a cabo de un modo prácticamente idéntico por parte del arzobispo para con su veguer, pocos meses después, mediante un privilegio otorgado de común acuerdo con el monarca, firmado conjuntamente por ambos en Barcelona, el día 6 de mayo de 1343.33 Asimismo, se estableció que el nombramiento de los vegueres tuviese lugar cada bienio antes de la fiesta de san Juan bautista («sent Johan de juny»).34 Una vez concluido el periodo de validez de dicha concesión, el arzobispo Pere de Clasquerí y el monarca decidieron prolongarla durante veinte años más,35 hasta adquirir un carácter perpetuo mediante la confirmación, sin límite temporal, de los antiguos privilegios.36 32 AHCT, FM, perg. 287 (Cf. Ibidem, pp. 78-80). Con un texto prácticamente idéntico, el día 6 de mayo de 1343, el arzobispo Arnau Cescomes dispuso que se llevase a cabo el mismo procedimiento para su propio veguer (AHCT, FM, perg. 288). Tras haber sido elegidos por sus respectivos señores, los vegueres estaban obligados a presentarse ante los cónsules, quienes se encargaban de examinar escrupulosamente si su nombramiento se ajustaba a los requisitos establecidos en los privilegios municipales. Una vez realizadas las comprobaciones pertinentes, los cónsules prometían obediencia a los vegueres, reconociéndoles así como sus superiores inmediatos, siempre y cuando les ofrecieran buenas garantías de su mando y entregasen un depósito de treinta libras que se utilizaba para satisfacer el pago de los jueces que se nombrarían para regir la «purga de taula». Al concluir cada bienio, los vegueres debían rendir cuentas de su gestión ante dos jueces y un procurador fiscal, nombrado de entre los prohombres de Tarragona. Mediante pregón público, se daba paso a un periodo de quince días para recibir las denuncias de agravios y requerimientos que los ciudadanos quisieran formular en contra de la actuación vicarial, tras los cuales, se abría un nuevo plazo para que los querellantes pudiesen presentar formalmente sus denuncias, que serían estudiadas por los jueces hasta el dictado de la sentencia definitiva. Al respecto, véanse V. Ferro, El Dret Públic Català, pp. 404-406; F. Sabaté, «El veguer a Catalunya», p. 152; o F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 58-59. Las presiones de la ciudad para que los vegueres cumpliesen con dichos trámites fueron constantes: «De les taules de les vegueries. […] que tots los veguers qui són stats tinguen taula e sien compel·lits de tenir taula, segons los privilegis de la Ciutat, ministrant sobre açò aquelles despeses que són acostumades, e proveesquen de haver judges sobre aquelles hon no s’a provehit» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15.IV.1420], f. 5r); y ningún veguer podía volver a ser nombrado para ocupar de nuevo dicha dignidad si no había obtenido sentencia absolutoria. Un ejemplo interesante de penalización perpetrado por los «iudices tabulæ» fue la condena al veguer Guillem Domenge. Sobre el caso en cuestión, consúltense AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [22.IV.1411], ff. 3v-4r, [4.V.1411], f. 6r-v, [13.VII.1411], f. 10r-v, y [19.X.1411], f. 12v; n.º 28: 1412-1413 [15.IV.1412], f. 4v, y [31.V.1412], f. 9r; y F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 61-62. 33 AHCT, FM, perg. 288. 34 AHCT, FM, perg. 279 [28.IX.1345]. 35 AHCT, FM, perg. 291 [20.IV.1365]. 36 Lo que se produjo en dos momentos distintos de la década de los años ochenta del siglo xiv: el primero de ellos fue otorgado desde València por el infante Juan, actuando como gobernador general, el día 23 de junio de 1382 y afectaba solamente al veguer real (AHCT, FM, perg. 283); el segundo, referido al veguer arzobispal, fue concedido por el prelado Ènnec de Vallterra desde Monzón, el día 24 de diciembre de 1388 (AHCT, FM, perg. 298), aunque ya unos años antes, estando la Sede vacante, el prepósito Guillem Sescomes, mediante un documento suscrito por varias dignidades y canónigos, confirmó las disposiciones relativas al veguer del arzobispo y su asesor (AHCT, FM, perg. 285 [12.IV.1386]), respon-
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Con todo, en algunas ocasiones, tanto los reyes como los prelados, de acuerdo con su propia voluntad o a instancias de los cónsules,37 incumplieron algunos de los términos contenidos en los citados privilegios, insistiendo siempre en el hecho de que se trataba de una situación excepcional que no debía perjudicar a lo establecido en los mismos.38 En otros momentos, en cambio, van a ser los responsables del gobierno municipal quienes, de un modo más o menos interesado, vigilen y hagan guardar con celo el respeto por los privilegios, denunciando toda vulneración y exigiendo su estricto cumplimiento, defendiendo así los derechos municipales.39 diendo así a las demandas elevadas al respecto por parte de la ciudad: «A la proposició feta que ·I· privilegi seria bo que la Ciutat agués del senyor pabordre e del Capítol per ço que los veguers de la Ciutat tinguen taules de les vegueries que en la Ciutat tindran, com lo privilegi que la Ciutat havia ja sia finat lo temps; és estat determenat per lo dit honrat Consell que los dits honrats cònsols, ab los discrets en Pere de la Porta e ab en Bernat Joya, tots ensemps, tracten e s’avinguen ab lo dit senyor pabordre com mils poran, per tal forma e manera que la Ciutat haja lo dit privilegi, emperò que no hagen poder de donar més avant de do-ents florins d’or d’Aragó» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [18.VIII.1385], f. 17v); finalmente, fue acordado que se recibiría el nuevo privilegio a cambio del pago de dicha cantidad más «una casulla, dues dalmàtiques e tres capes» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [26.IV.1386], f. 2r). 37 Quienes, a su vez, en determinadas ocasiones, actuaban a instancias de una petición entregada por parte de algún caballero de la ciudad ante el Consejo general: «[…] hoïda e ben atesa la proposició de mossèn A. de Ribes en favor de l’honrat en Romeu Çescomes, veguer reyal, que per ells, segons és dit, fos supplicat lo senyor Rey que li atorgue la vegueria a altre bienni, ha del·liberat que los honrats cònsols hajen lo privilegi qui fa sobre aquesta matèria e facen tenir col·lació e hajen plen acort dels juristas si aquesta supplicació se pot ni·s deu fer sens prejudici del privilegi e, en cas que fer se puscha, que·s faça, e si lo privilegi n’era lès ne prejudicat, que no se’n faça res. E, si fer se pot sens prejudici, que, en cas que messions s’i facen, les pach lo dit Romeu Cescomes e no la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [23.XII.1404], f. 17v). 38 En el año 1371, encontramos dos ejemplos de ello cuando, el 15 de septiembre, el rey, en respuesta a las súplicas de los cónsules, aceptó renovar el nombramiento de veguer real a favor del doncel Berenguer de Montpaó (AHCT, FM, perg. 280). Pocas semanas después, y tomando como precedente la acción regia, el arzobispo solicitó que su veguer, Bord de Bigues, fuese renovado en su cargo, al tiempo que confirmaba los privilegios relativos a sus vegueres para evitar que tal decisión estableciese costumbre (AHCT, FM, perg. 281). La presión ejercida por la ciudad sobre el monarca para que aceptase prorrogar el mandato de su veguer durante otro bienio se puede observar con claridad en esta determinación adoptada en la reunión del Consejo general celebrada el día 6 de junio de 1379: «És determenat en l’honrat Consell, sobre la proposició en lo dit Consell feta per l’honrat en Simon Lorenç, que de present e per avant, si obs serà, sien fetes de part de la Ciutat aytantes letres, ab lo sagell major de la Ciutat sagellades, al senyor Rey, a mossèn en Ramon Alamany, a mossèn en Pere Çacosta e encara a altres curials del dit senyor Rey, que plàcia a ells de provehir lo dit en Simon Lorenç de la vegueria de Terragona e del Camp al bieni primer vinent» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [6.VI.1379], f. 17v). Esa misma situación se repitió en 1405, cuando el rey Martín I, tras prometer a los cónsules y prohombres de Tarragona que su determinación no iba en perjuicio del privilegio sobre la elección del veguer, sino que se trataba de un hecho excepcional, reeligió a Romeu Sescomes para que siguiese ocupando dicha dignidad (AHCT, FM, perg. 424 [11.IX.1405]). Aunque el episodio más llamativo a este respecto tuvo lugar a mediados del siglo xv, pues la reina María de Castilla, actuando como lugarteniente general, haciendo excepción a lo dispuesto en los antiguos privilegios, vuelve a nombrar veguer real al doncel Joan de Llobets el 25 de febrero de 1445 (AHCT, FM, perg. 404), renueva su mandato para un nuevo bienio el 10 de marzo de 1447 (AHCT, FM, perg. 403) y, con el amparo del arzobispo Pero de Urrea, quien concedió la excepción relativa a su reelección, se le permitió que se mantuviese al frente de la veguería hasta 1453 (AHCT, FM, perg. 405 [20.I.1452]). 39 Reunido el Consejo general, se determinó que «com la Ciutat de Terragona haja privilegi e costum antich, que aquell qui volrà ésser veguer de la Ciutat, hans que ús de la vegueria, haja a dar bones ferman-
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Probablemente, uno de los ejemplos más interesantes al respecto sea el caso de Ferrer Ledós quien, en 1443, solicitó al Consejo que elevase una propuesta al arzobispo para que le renovase en el cargo durante un bienio más. Su petición fue sometida a votación, dando lugar a un ajustado resultado mediante el que obtuvo una negativa por respuesta:40 Mossenyors molt honorables. Com en Ferrer Ledós, veguer de aquesta Ciutat e Camp de Terragona per lo molt reverent senyor Cardinal sie bé çert que lo dit senyor lo tornarie proveyr de la dita vegueria per lo bienni prop següent, ab salvetat de vostres privilegis, axí e segons ha fet d’aquest bienni qui ara regex, si per vosaltres mossenyors li serà demanat e supplicat. E com sie cosa que sovint se fa en les altres insignes Ciutats de Cathalunya, que un matex veguer regex dos e tres triennis sens migan una matexa vegueria ab salvetat, e per consegüent sie líçite cosa de fer a vosaltres. Per ço, lo dit Ferrer Ledós, a vosaltres, dits mossenyors, pregue affectuosament que la dita supplicaçió vos plàçie fer al dit senyor Cardinal, car açò lo dit Ferrer Ledós reputarà a gràçia a vostres savieses, les quals la Sanctíssima Trinitat il·lumini de de la lum de gràçia del Spirit Sanct en tal manera que a salut de les vostres ànimes vos lex regir lo ben públich a vosaltres comanat.
La implicación directa de algunos vegueres en las parcialidades y luchas banderizas que se desataron en la ciudad durante el último cuarto del siglo xiv, provocaron que se decretase la prohibición de que las personas que ocupasen dicho cargo fuesen habitantes de Tarragona o de su Campo. La primera vez que se estableció tal impedimento fue a mediados de 1382, cuando el primogénito del rey Pedro IV, ejerciendo la gobernación general del Principado y atendiendo a los ruegos de los síndicos tarraconenses, ordenó que ningún domiciliado o vecino de Tarragona, tanto de la ciudad como çes a la Ciutat per tenir taula, e com Simeó de Quinçach, qui·s diu veguer per lo senyor Archabisbe, ús de la vegueria sens que no ha dades fermançes a la Ciutat o aquells a qui·s pertany de dar, en nom de la Ciutat, [...] per ço és acordat que per los honrats cònsols sia request lo dit en Simeó de Quinçach que no ús, fins que no haja dades fermançes a la Ciutat, segons que·s pertany. En altre manera, que li sia protestat e preada injúria, com pus largament se porà dictar ab consell de savi, e que en açò·s faça tot ço que mester hi serà, per tal com és gran interès de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [25.V.1375], f. 45v). Pueden consultarse otros casos de naturaleza similar en AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386, f. 14v; Ibidem [9.II.1386], f. 26r; y AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [4.VI.1399], f. 9v. A lo largo de todo el siglo xv, se siguieron produciendo problemas de características parecidas, los cuales se exponen detalladamente en F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 59-71. A su exhaustiva relación, cabría plantear una corrección, pues se presenta el caso de la prórroga solicitada por Melcior Icart para volver a ocupar el cargo de veguer arzobispal, cuando, en realidad, dicho caballero pretendía ser nombrado de nuevo veguer del rey, a pesar de que el prelado tenía la intención de llevar a cabo la misma práctica para con su propio oficial, por lo que el Consejo determinó que, a fin de evitar «prejudici ni lesió dels privilegis [...] no sia consentit, ans los dits honrats cònsols suppliquen al dit senyor Archabisbe que sia sa mercè no·y tròpia enuyg» (AHCT, FM, AM, n.º 46: 1430-1431 [28.XI.1430], f. 15r-v). 40 Resultados de la votación del Consell: «fiat» 5 votos; «non fiat» 14 votos; «si d’ací a XX de juny a tenguda taula del primer bienni» 12 votos. Véase: AHCT, FM, AM, n.º 58: 1442-1443, docs. sueltos, 4; n.º 60: 1444-1445, docs. sueltos, 7.
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de su veguería, pudiese acceder al nombramiento como veguer real.41 De nuevo en este caso, el primero en establecer el citado impedimento fue el rey, seguido, unos años más tarde, por el arzobispo.42 Tal determinación generó interesantes debates y alegatos en torno a la cuestión de la ciudadanía, pues el privilegio apuntado impedía el acceso al cargo a quien tuviese establecida su residencia en Tarragona, más allá de ostentar o no dicha condición. En este sentido, resulta muy ilustrativo ejemplo de Jaume de Gualbes, quien fue nombrado veguer real tras haberse casado y haber habitado de un modo continuo en Tarragona, por lo que «pot ésser dit domiciliat en la dita Ciutat» y ello contravenía y lesionaba los privilegios municipales, como indicaron doctores y hombres de ciencia a los que se interrogó sobre el asunto y entre los que se encontraba Jaume Callís. Al incrementarse la tensión con el candidato, la ciudad solicitó la intercesión del arzobispo y la ayuda de la reina María, quien afirmó que Gualbes «no sia ciutadà de Tarragona», sino de Barcelona. Pero los representantes ciudadanos insistieron en que el referido privilegio «no parla de ciutadà […] ans conté expressament que algú qui sia domiciliat o poblat en la dita Ciutat ni en lo Camp no puga ésser veguer reyal». Ante su insistencia, la reina escribió a los cónsules declarando que «com lo dit en Jacme de Gualbes sia ciutadà de Barchinona e, jatsia haja presa muller en Terragona, ja per això no seria domiciliat ni poblat en la dita Ciutat», mandándoles, bajo la amenaza de una pena de tres mil florines, que enviasen de inmediato la carta de aceptación del nuevo veguer sin impedimento alguno y «que sia admès en nom de Déu».43 41 AHCT, FM, perg. 282 [23.VI.1382]. Pocos años después, una carta del Ceremonioso revocaba dicho privilegio del duque de Girona obligando a los de la ciudad a que «no contrastant lo dit privilegi, deguessen reebre en veguer l’onrat en Pere Bernat Pujol per lo dit senyor Rey», a lo que el Consejo respondió «que los dits privilegis sien deffesos e mantenguts per la dita Ciutat ab raó e ab justícia e raonablement, a proffit de la cosa pública de la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [14.VII.1386], f. 23r-v). El monarca pudo imponer a su candidato a pesar de las reticencias municipales, pero tras su muerte, su hijo, convertido ya en rey, validó nuevamente el privilegio derogado, manteniéndose en vigor durante los reinados sucesivos, como se demuestra por «la letra reyal presentada als honrats cònsols la qual conté in afectu salvament del privilegi que la Ciutat ha que negú domiciliat en la Ciutat o vegueria d’aquella no puxa haver ofici de vegueria reyal dins la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [25.I.1398], f. 10v). La misma situación volverá a repetirse pocos años más tarde: AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [29.I.1405], f. 19v. Será, finalmente, Fernando II quien, mediante provisión derogatoria, va a poner fin al privilegio concedido por el infante Juan un siglo antes. Así lo notificará en una carta, escrita en Salamanca el 20 de diciembre de 1486, donde va a notificar a la ciudad que ha nombrado veguer a Pere Lluís Arlambau, «veí de Tarragona» (AHCT, FM, docs. sueltos, cartas reales, sig. top. 1/52). 42 Aun no pudiéndose precisar la fecha específica en la que entró en vigor la resolución arzobispal, existen suficientes pruebas documentales para confirmar que el impedimento que se establecía únicamente al veguer real también pasó a aplicarse al oficial de la prelatura. 43 Véanse las sesiones conciliares: AHCT, FM, AM, n.º 49: 1433-1434 [25.IV.1433], f. 7r-v; [6. VII.1433], ff. 7v-8r; [1.VIII.1433], ff. 9r-10r. Unas décadas antes, se había producido ya una situación parecida, cuando Guillem Domenge, habiendo ocupado la veguería real durante el bienio 1399-1401, presentó una petición ante el Consejo para que la ciudad solicitase al rey su nombramiento como veguer
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Asimismo, los responsables del gobierno municipal van a requerir, sobre todo en las coyunturas de mayor inestabilidad, que, una vez nombrados, los vegueres se establecieran en la ciudad de un modo permanente,44 procurando evitar así potenciales usurpaciones irregulares del cargo.45 A mediados de octubre de 1437, desde Gaeta, Alfonso el Magnánimo otorgó otra importante licencia a la ciudad que confería a sus regidores una mayor capacidad de intervención en la elección del veguer real, puesto que les facultaba para que, tres meses antes del nombramiento de dicho funcionario, pudiesen presentar una terna de candidatos de entre los cuales el monarca, o su lugarteniente, escogerían a uno.46 Dicho privilegio fue concedido con una validez para diez años, pero la ciudad, considerando los beneficios que le brindaba, intentó, por todos los medios, aunque sin éxito, que se mantuviese en vigor sine die.47 Mientras la concesión estuvo vigente, cada dos años, los cónsules y «consellers», tras prestar el debido juramento,48 procedieron a la elección de la terna mediante voto secreto ante los cónsules y el a partir de 1403. Este escenario no contravenía los privilegios municipales, pues no se estaba solicitando una reelección inmediata, pero en ese tiempo, Domenge se había casado y establecido su residencia en la ciudad, lo que sí era un factor de impedimento, que alegaron los representantes municipales para no atender su petición. Se entendía que, a raíz de su matrimonio, el antiguo veguer se había convertido en ciudadano de Tarragona y, precisamente por ello, pudo ser elegido jurado en distintos años e incluso cónsul de la mano mayor tras las elecciones de abril de 1405, 1413 y 1417, una vez hubo aceptado someterse al fuero de la jurisdicción común de la ciudad, renunciando, mientras ejerciese ambas dignidades, al fuero de los caballeros y pequeños nobles: «D’en Domenge. Com fos proposat en Consell que l’onrat en Guillem Domenge no deu ésser conseller, com se digua hom de paratge, e no sia de for dels altres ciutadans; l’onrat Consell determenà que lo dit en Guillem Domenge sia e puscha ésser conseller e, per consegüent, cònsol, ab tal condició, que en los fets tocants la Ciutat se haja a sotsmetre al for de la juredicció comuna, renunciant a tot altre for de hom generós o de paratge e no en altra forma» (AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [14.IV.1411], ff. 3v-4r). 44 En los primeros días de julio de 1414, Berenguer Martí, actuando como notario y síndico de Tarragona, va a trasladarse a Barcelona para presentar una cédula en papel de requerimiento al veguer Antoni Eixalada para que se trasladase y residiera de inmediato en Tarragona, debido a la sucesión de crímenes que se estaban cometiendo en la ciudad y su territorio (AHCT, FM, perg. 90; doc. suelto en papel sig. top. 23/109). Del mismo modo, se conserva el acta notarial de la presentación por parte de los cónsules y del síndico municipal al veguer arzobispal, Garcia Gai, de una cédula en papel requiriéndole que ambos vegueres, por razón de las «bandosidades», vivieran en la ciudad (AHCT, FM, perg. 94). 45 Como la que desató el «factus Terrachone» y que se analizará a su debido momento (cap. 6). 46 AHCT, FM, perg. 37. 47 «Del privilegi de la nominació del veguer reyal. A la proposició feta per los honrats cònsols, que com lo privilegi obtengut sobre la nominació dels veguers reyals sia a cert temps, si·s treballaria en haver-lo perpetual o a més temps; lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols qui ara són e a lurs successors qui treballen e facen treballar en obtenir e haver lo dit privilegi perpetual, si haver se porà, si no, a aquell més temps que poran» (AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445 [23.III.1445], f. 11v). 48 «Lo jurament fet per rahó de la nominació. E publicades les dites determinacions en Consell, los dits honrats cònsols e consellers, singularment cascú per si, juraren e prestaren sagrament per nostre Senyor Déu e per los seus Sants Quatre Evangelis, de lurs mans corporalment tocats, que en la nominació que faran en l’escrutini secret de les tres persones per ésser veguer reyal la una de aquelles per al bienni prop esdevenidor, segons forma del privilegi, se n’hauran bé e lealment a profit de la cosa pública, segons Déu e lurs bones consciències» (Ibidem [20.I.1445], f. 8v).
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notario de la institución,49 quienes, una vez conocido el resultado, no podían informar del mismo a nadie más que al rey o a su lugarteniente mediante plica cerrada y sellada para que procediesen a la selección de uno de los nombres contenidos en el documento.50 El nuevo escenario planteado no impidió que, cuando el interés lo requería, la monarquía intentase presionar a la institución municipal para que incluyese en la terna el nombre de un candidato específico, a pesar de que ya hubiese desempeñado el oficio durante el bienio precedente:51 Sobre la nominació de les tres persones la una de les quals sia provehida de la vegueria reyal. Primo, lesta en Consell una letra closa de la molt alta senyora Reyna, ab la qual prega molt affectuosament los honrats cònsols e Consell que, per tant com lo honrat en Johan de Lobets, donzell, ara veguer Reyal de la dita Ciutat, és persona molt disposta al dit offici, que en la nominació que han a fer de veguer Reyal per al bienni prop esdevenidor elegesquen o nomenen lo dit en Johan de Lobets, no obstant ja regescha lo present bienni, car ella presta de fer bona e bastant salvetat dels privilegis de la Ciutat que no·n vàleguen menys. Lo dit honorable Consell, rebuda la dita letra, ab humil e deguda reverència e summissió que·s pertany, determenà que, de continent, per lo present Consell, ab scrutini secret e en la forma acostumada, la nominació de les tres persones sia feta per a veguer Reyal, segons forma del privilegi novellament obtengut de la Reyal Magestat [Privilegi de terna per veguer Real], e que·l dit honrat en Johan de Lobets puxa ésser hun dels dits nomenats o nomenadors. Emperò, que ans que sia admès ni regescha en lo dit bienni esdevenidor, haja haver e obtenir a ses despeses bona larga e bastant salvetat als privilegis de la Ciutat, segons la havem haüda del Senyor Cardenal, per la provisió del honrat en Ferrer Ledós. [...] E lo veguer que serà provehit, qui·s que sia, que·s pach ses provisions.
Extinguido el plazo de aplicación de la concesión real, habiéndose negado la posibilidad de prolongarlo, la Corona volvió a retener para sí la potestad de controlar directamente el nombramiento de su principal representante en la ciudad y su territorio. Ello no excluyó la posibilidad de que, como había sucedido en el pasado, los soberanos atendiesen —aunque solamente 49 «Lo scrutini de la nominació. Lo qual jurament prestat, entraren en la Sala del Consell los dits honrats cònsols ab mi, Pere Campredon, notari e scrivà del Consell e aquí perticularment, per virtut del sagrament, prengueren lur scrutini e cascú nomenà tres persones e aquelles a de part foren scrites e continuades en ·I· full de paper» (Idem). 50 Así se decidió en la reunión del Consejo general celebrada el día 27 de marzo de 1439 (AHCT, FM, AM, n.º 54: 1438-1439, f. 25r-v) y, nuevamente, dos años más tarde, cuando se tuvo que volver a repetir el procedimiento: «De elegir les tres persones per a veguers per al bienni prop esdevenidor. Lo dit honorable Consell determenà que, de present, la dita elecció sia feta per via de scrutini secret, lo qual prenguen los honrats cònsols ab lo notari, ab sagrament. E que·ls honrats cònsols ho tinguen secret axí que no sia revelat a degú, sinó a la senyora Reyna o al batle general» (AHCT, FM, AM, n.º 56: 1440-1441 [11.IV.1441], f. 11v). 51 AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445 [20.I.1445], ff. 7v-8r.
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cuando lo creyeron oportuno— la propuesta de un determinado candidato a petición de la ciudad.52
Imagen de un veguer.
Sello de la corte de los vegueres.
Al margen de los vegueres, tanto los soberanos como los prelados contaban con otros oficiales en la ciudad que también desempeñaban funciones de representación, a pesar de que su cometido era mucho más restringido que el de los primeros, como era el caso del procurador real (encargado de conocer de todo proceso, tanto civil como criminal, relativo a los caballeros y hombres de paraje) o el procurador general del Campo y el vicario general (por parte del poder arzobispal), cuyas atribuciones y actuaciones específicas —que en determinadas coyunturas van a adquirir una importancia de primer orden— van a ser estudiadas a lo largo de los capítulos sucesivos.
52 Uno de los primeros ejemplos que se conservan con relación a las súplicas que la ciudad presentaba a los monarcas para la elección de su veguer se encuentra en la reunión del Consejo general celebrada el día 28 de septiembre de 1387: «Per la vegueria. Ítem, fou determenat que sien fetes letres de part de la Ciutat al senyor Rey e a altres persones en favor de l’honrat en Sadorn de Cleriana per haver la vegueria de Terragona, la qual dóne lo senyor Rey, atesa sa bona fama e condició» (AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388, ff. 11v-12r).
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Las instituciones de representación ciudadana A pesar de mantener ciertas particularidades en cuanto a la especificidad de los privilegios disfrutados, a la heterogeneidad de las magistraturas o a la realidad socio-económica, la participación vecinal en el gobierno municipal de Tarragona siguió un esquema muy similar al del resto de ciudades de la Corona,53 articulándose a través de dos instituciones representativas de la comunidad:54 un gabinete ejecutivo formado por un colegio reducido de magistrados —consulado—, acompañado por un órgano de gobierno asambleario de carácter consultivo y con capacidad legislativa —Consell—, del que emanaban comisiones delegadas para la resolución de asuntos concretos, así como todo un amplio espectro de oficios menores para la gestión y organización colectivas.55 La implantación de un modelo basado en la representación supuso una considerable y progresiva disminución del número de voces con capacidad de participación directa en las deliberaciones y en la toma de resoluciones que regían la política local pero, a su vez, permitió la consolidación de unos órganos decisorios estables, de renovación anual, con una elevada capacidad de influencia y presión sobre la autoridad señorial. La relación de los regidores municipales con sus respectivos señores fue cambiante con el transcurso del tiempo, buscando, generalmente, el amparo y protección de quien les ofrecía mejores beneficios o defendiendo, directamente, la causa de uno de los dos en los momentos de mayor conflictividad. Ni los vegueres ni ningún otro representante señorial podían estar presentes en las sesiones del Consell, más allá de los momentos más críticos en los que fueron requeridos. Si bien no solió ponerse en entredicho la superioridad de sus respectivos oficiales en la ciudad, los regidores municipales defendieron con celo su interés y autonomía, vigilando que su actuación se ajustase adecuadamente a derecho, impidiendo toda violación de los privilegios de la universidad y protegiéndose de cualquier posible invasión de sus competencias.56 53 Para tener una imagen de conjunto, véanse Á. Santamaría, «Los Consells municipales», pp. 291-364; R. Narbona, «Algunas reflexiones sobre la participación», pp. 113-150. 54 Expresándose «per si e per tota la universitat e singulars de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 44: 1428-1429 [22.V.1428], f. 5v). 55 Sobre el estudio institucional del caso tarraconense, véanse E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, pp. 870-939; F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 77-337. 56 «Fuit convocatum consilium in hospitio consolatus per vocem preconis pro eo, videlicet, quia fuit imposita pena consulibus mille solidos et scriptori consolatus quingentorum solidos, ut tradant venerabilibus vicariis copiam de duobus consiliis anno presenti celebratis, que consilia dicti vicarii asserunt necessaria habere. Et si dicta pena est justa vel non. Et si copia tradi debet vel non de consiliis [...]. Fuit deliberatum in dicto consilio per omnes quod nullo modo tradatur copia de dictis determinationibus consiliorum cum esset prejudicium civitatis, nam consilia et eius determinationes debent teneri secrete, et quod expensis civitatis deffendantur dicti consules et scriptor a penis eis impositis, per viam appellationis vel alia, et quod habeantur super hiis consilia peritorum, et pro ut jure fuerit defendantur predicta
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Los cónsules57 eran los principales responsables del gobierno político-administrativo de la ciudad,58 aunque en el ejercicio de sus funciones estaban controlados y limitados por el Consejo, el organismo encargado de su elección y del que derivaba su «poder general»,59 gozando de la et omnia serventur dicti consules et scriptor indempnes per civitatem a dictis penis et a penis et dampnis ac interessa que invenire possent eisdem» (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [12.VI.1360], f. 41r-v). 57 Con anterioridad a la reforma de 1336 (vid. supra), los cónsules habían recibido el apelativo de jurats en Tarragona. Los cambios terminológicos fueron frecuentes en la mayoría de las ciudades hasta que se estableciera, de un modo definitivo, el nombre por el que se conocería a las principales magistraturas populares de las distintas comunidades: consellers en Barcelona, jurats en València, Palma, Zaragoza o Girona, pahers en Lleida, Cervera o Balaguer y cònsols en Tarragona o Perpignan. 58 A pesar de que su preeminencia fue discutida en algunas ocasiones, teniéndose que establecer con claridad la jerarquía de las distintas magistraturas y oficios municipales: «Que los cònsols vejen sobre tots los oficis. Determenaren, encara, que los honrats cònsols vejen sobre los mostaçafs e tots altres oficis de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 21: 1405-1406 [2.VI.1405], f. 7r). También se dieron situaciones problemáticas con los almotacenes: «Sobre lo dabat mogut entre los honrats cònsols e mostaçafs de la dita Ciutat per rahó del regiment de la mostaçafaria; és determenat per lo Consell que los mostaçafs hajen a star a regiment, ordinació e consell dels honrats cònsols» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [2. IX.1396], f. 14v); o con el juez de apelaciones: «A la proposició feta en Consell com lo honrat micer Johan Maçó, judge de appel·lacions del senyor Archabisbe, vol precehir als honrats cònsols en processons e en altres actes públichs, contra la forma acostumada; lo dit honorable Consell determenà e donà càrrechs als honrats cònsols que ells mantinguen e conserven la forma, usança e costuma antiquada sobre la preheminència e honor que han e deuen haver en anar primers, aprés dels honrats veguers, qui són officials ordinaris de la Ciutat [...]» (AHCT, FM, AM, n.º 44: 1428-1429 [22.IV.1428], f. 7r). 59 En la primera reunión que se celebraba tras las elecciones municipales, el nuevo Consell otorgaba el «poder general» a los cónsules entrantes. Las atribuciones concedidas van a variar a lo largo de los años y se especificarán de un modo más o menos explícito. Puede tomarse como modelo el ejemplo de 1404: «Lo poder dels cònsols general. L’onrat Consell determena e dóna poder als honrats cònsols de fer despeses fins en XXX sous sens determenació de Consell; de paguar salaris e pensions acustumades; e de fer e administrar totes messions e despeses en les beneytes festes de Corpore Christi, de madona Santa Tecla e de la Santa Caritat. Ítem, de fer, revocar e interpretar statuts e ordinacions; de prestar, supplicar e requerir, llà on sia necessari, de paraula e de scrit, e stimar e proseguir injúries, regir, governar, mantenir e defendre la cosa pública de la Ciutat. E de fer e exequir tot ço e quant cònsols de la Ciutat han acustumat de fer» (AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [16.IV.1404], f. 3v). Algunas de las principales cuestiones que no se citan y que los cónsules solían hacer eran: el establecimiento de salarios, el nombramiento de oidores de cuentas para que colaborasen con el racional en la revisión de las cuentas municipales u ordenar al «clavari» el pago de las deudas. Para todos los demás asuntos, los magistrados requerían el consentimiento expreso del Consejo. Tómense como ejemplo las siguientes proposiciones y sus correspondientes determinaciones para comprobar el grado al que llegaba la especificidad de las atribuciones concedidas: «A la proposició feta, ço és, com en la Ciutat facen a fer alguns estatuts e ordinacions de nou, e n’i haja de fets los quals fan a cancel·lar, e n’i haja d’altres de què fa tolre, affegir e diminuir, e que en fer les dites ordinacions plàcia a l’honrat Consell de elegir algunes persones, és estat declarat e determenat per lo dit honrat Consell que los dits honrats cònsols facen novellament ordinacions en la Ciutat, e pusquen cancel·lar d’aquelles qui són fetes, e d’altra part en les ordinacions fetes o fahedores o en aquelles qui d’ací avant faran, pusquen tolre, affegir e diminuir en tota aquella forma e manera que·ls serà vist fahedor, en encars que en los dits ordonaments hagen mester dues o tres persones de la Ciutat qui, ab ells ensemps, facen les dites ordinacions, que les hajen, les quals persones ells hajen a haver e sien aquelles que·s volran, e açò sia elecció dels cònsols, si demanar n’i volran» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [17.IV.1385], f. 3r); «A la proposició feta per los damunt dits honrats cònsols en la qual suplicaren lo dit Consell que·ls donàs poder que poguesen fer protestacions, requisicions e replicacions e estimar injúries e fer tots altres enantements que en mantenir la Ciutat e los singulars habitants serien mester ni necessàries; és estat determenat per lo dit honrat Consell que los dits honrats cònsols pusquen
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potestad para debatir y llegar a acuerdos con base en las proposiciones planteadas.60 Durante la primera etapa de recorrido de la institución consular, el número de magistrados osciló entre tres o cuatro y la fecha de su elección era variable, 61 hasta que acabó por asentarse la tríada62 —contando a menudo con el apoyo de un asesor— y el martes de Pascua, después de la hora tercia, como la fecha para la celebración de los comicios. 63 Las elecciones eran convocadas mediante pregón público a petición de los cónsules salientes, previa autorización de los vegueres,64 y a ellas debían protestar, requerir, replicar e estimar injúries, si mester ni necessari los serà, e pusquen, axí matex, fer tots altres enantements, axí als honrats veguers de la Ciutat com a totes altres persones que faran injúries ne neguns altres enantements contre la Ciutat o singulars d’aquella, en totes aquelles formes, maneres e condicions que·s volran, e que los protests e altres enantements que fets hauran ne aquells que són fets no pusquen revocar ne anul·lar sens volentat del dit Consell general e de la major partida d’aquell» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [26.IV.1386], f. 3r). 60 Cuando los cónsules elevaban una proposición ante el Consejo, sus miembros la debatían y podían dar la aprobación para emprender el proyecto sin ninguna otra exigencia, rebatirla por considerar que resultaba perjudicial para el bien común o nombrar a una comisión formada por los propios cónsules junto con un número variable de jurados para tratar el particular con minuciosidad antes de dar su consentimiento. En ciertas ocasiones, los miembros de la comisión recibían total libertad de actuación y plena capacidad de decisión, pero, habitualmente, la Asamblea requería que, una vez estudiado el asunto, se presentase, de nuevo, ante el pleno para adoptar una resolución definitiva. 61 Hasta la entrada en vigor del privilegio de 1382, y siempre que no hubiese impedimento alguno, las elecciones municipales se habían celebrado regularmente el domingo antes de la fiesta de san Juan, aunque hay constancia de que, en alguna ocasión, estas tuvieron lugar «in dominica post festum Epiphanie Domini», como sucediera en 1369. Tras el establecimiento de la fecha definitiva, hubo algún otro intento para modificarla, con el fin de hacer coincidir el año consular con el de la clavaria, que solía iniciar el 20 de junio. Dicha propuesta, elevada por el escribano de la ciudad a principios de noviembre de 1418, pretendía simplificar una situación que dificultaba la administración municipal, tanto a efectos prácticos del ejercicio económico como de registro. La iniciativa fue estudiada por una comisión, pero, finalmente, no fue atendida (AHCT, FM, AM, n.º 34: 1418-1419 [4.XI.1418], f. 13v). Fueron motivo de traslado de la fecha habitual en la que debían celebrarse los comicios: los conflictos jurisdiccionales (1374), la presencia de los monarcas en la ciudad (1400): «Com fos e sia acustumada cosa, e per lonch temps praticada, que la festa de Pasqua lo Consell de la Ciutat de Terragona elegex novells cònsols, mostaçafs e obrer, e per ço com lo molt alt senyor en Martí, per la gràcia de Déu, Rey d’Aragó e la senyora Reyna, ara regnants, eren en la Ciutat, los cònsols de l’any prop passat fossen molt occupats e encara los ciutadans, en tant que bonament ni profitosa no podien entendre en convocar Consell ni celebrar aquell, fon del·liberat entre ells que la dita elecció e creació de cònsols, mostaçafs e obrer fos prorogada e al·longada fins al digmenge següent» (AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401, f. 2r); o la coincidencia con otra festividad señalada, como la Anunciación o la «Verge de març» (1421). 62 Con la única excepción del año 1369, cuando volvieron a ser nombrados cuatro cónsules. 63 «[...] hajen e sien tengudes elegir cònsols cascun any lo dit endemà de Pascha» (AHCT, FM, perg. 153 [31.III.1382]). 64 «Noverint universi quod [...] Coram venerabilibus Arnaldo de Rippis et Raymundo de Martorello, vicariis Terraconae et Campi, personaliter constitutis in patio supra gradibus quarterie Terraconae, comparverunt venerabiles Nicolaus Çagarriga, Simon de Quinçacho et Guillermus Martini, consules anno presenti civitatis Terraconae, et dixerunt inibo ac proposuerunt coram dictis venerabilibus vicariis quod die externa pro negociis dicte civitatis fuerat congregatum consilium in forma assueta in domo consili dicte civitatis et specialiter pro creandis et eligendis consulibus et mostaçafiis...» (AHCT, FM, perg. 514 [20.VI.1353]).
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concurrir todos los «consellers», quienes, tras prestar el debido juramento, procedían a la votación de acuerdo con unos sistemas que se fueron transformando a lo largo del periodo que centra nuestro interés. La escasez de documentación directa para los años anteriores a la segunda mitad del siglo xiv no nos permite seguir con detalle la sucesión de modelos y las fuentes secundarias presentan informaciones muy contradictorias al respecto. No obstante, creemos posible afirmar que, a diferencia de otras ciudades, en Tarragona nunca llegó a aplicarse un régimen de cooptación pura, pues los cónsules salientes no tuvieron la capacidad de nombrar directamente a sus sucesores en el cargo.
En un primer momento, los responsables del gobierno municipal eran elegidos directamente por todos los cabezas de familia, tendencia que se perpetuó hasta la entrada en vigor de la reforma de 1336, cuando la capacidad de elección vino a recaer tan solamente sobre una comisión restringida formada por un cuerpo de unos veinte electores, seleccionados por los cónsules salientes de entre los miembros del Consell general o del Consell especial,65 que emitían su voto junto con los antiguos magistrados.66 Los 65 Como sucedería en las elecciones del año 1369: «Hec sunt nomina electorum et sunt de consilio speciali» (AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [7.I.1370], f. 3v). 66 La «veintena electora» estaba dividida en dos sectores: uno formado por los ciudadanos y mercaderes y otro, por los distintos oficios representados en el Consejo (artistas y menestrales).
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nuevos cónsules eran los encargados de designar a los miembros que iban a componer el Consejo que les acompañaría mientras durase su mandato, dando lugar, de este modo, al establecimiento de un sistema de cooptación indirecta o mitigada.67 Las luchas entre las distintas parcialidades para hacerse con el control municipal van a provocar la intervención directa de la monarquía que, a fines de marzo de 1382, estableció un nuevo privilegio, con validez para una década, por el que entró en vigor un sistema electoral basado en una combinación de elección y sorteo «per rodolins»68 entre los nueve candidatos más votados, manteniéndose una composición paritaria de las distintas manos en el seno de un Consejo formado, desde entonces, por cuarenta y cinco «consellers» que designaban a los cónsules entrantes, uno por cada mano, sin que 67 Sobre la fase de cooptación en los municipios de la Corona de Aragón, véase R. Narbona, «Algunas reflexiones sobre la participación», p. 124; cuestión que es tratada también profusamente a lo largo del citado artículo de Á. Santamaría. 68 En una fecha muy próxima a la introducción del sorteo en el sistema electoral tarraconense, el franciscano gerundense F. Eiximenis escribía en un capítulo de su Regiment de la cosa pública (cap. CCCLXXXVIII): «Que res no es faça en la comunitat per elecció, per esquivar discòrdia. Consella encara aquest doctor que, per bon estament de la cosa pública, que totes cerimònies e costumes que puixen torbar pau e concòrdia sien foragitades de la cosa pública. E diu que entre les altres que posen gran divís en la cosa pública sí són les eleccions dels presidents e dels oficials, car tard és que nenguna elecció se faça ab concòrdia de tots los eligents, e per consegüent, en tota elecció ha alguna discòrdia, de què sovint vénen grans mals. Car, com diu Aristòtil, poca error e discòrdia en lo començament és fort gran en la fi. Per tal, doncs, que aquest mal cesse de tots punts, consella que tota manera d’elegir per manifestació de les voluntats dels eligents, cesse, e sien tengudes les maneres que hui tenen algunes notables comunitats d’Itàlia, ço és, que si la comunitat deu elegir duc o batle, o qualsevol altra persona a negun ofici, e per l’ofici aquell són proposats tres o quatre, llavors ells posen al cap de la Ciutat aitantes bosses com són aquells qui són proposats a elegir, e donen a cascú dels eligents los quatre noms dels quatre hòmens proposats a aquell ofici o algun senyal de plom fet novellament. Cascú dels eligents, u aprés l’altre, se lleven e van a les bosses aquelles, assignades cascuna al seu nom d’aquells proposats, e meten la mà on porten los senyals en cascuna bossa: així que negú no pot saber aquell qui va a les bosses en la qual bossa ha posat lo seu senyal. E quan tots los eligents són passats així per les bosses, és així que en aquella bossa en què hom trobarà més senyals o més noms la un d’aquells proposats a elegir, aquella dóna a entendre que aquell per qui la bossa està, aquí deu ésser elet per la major part dels eligents, e aquell llavors envestit d’aquell ofici aquí mateix. E nengú no pot saber qui l’ha elegit, car cascú met la mà en cascuna bossa e hom no sap de nengú en qual bossa gità lo seu senyal. És ver que quan la comunitat dóna a cascú los quatren noms, llavors no hi cal sinó una bossa, en la qual cascú dels eligents met qual nom se vol. Així que si aital elecció se fa ab una bossa, llavors cascú dels eligents té quatre noms; si ab quatre bosses, basta cascú tinga un senyal e que el gite en qual bossa ell se vulla, metent la mà secretament dins, com així dit és. Són altres regidors qui fan per sorts, car hauran los noms dels proposats per la comunitat e posaran cascun d’aquells noms en redolí petit de cera, e aprés metran los dits redolins en un bací d’aigua, e mesclar-los han; e puis fan venir un infant petit que no haja coneixença de negú de dits redolins e pren qualsevol d’aquells redolins. E aquell qui pren, qual que sia lo nom dins dels proposats, aquell ha l’ofici. E nota ací que, fet açò ab la divinal invocació per cessar divisió en la comunitat, no és pecat, segons que posa sant Agustí e l’havem ja posat en lo Segon llibre, parlant de sorts en la matèria del primer manament. E generalment defeneix aquest doctor que en tota manera semblant de què pot nàixer torbació en la cosa pública, més val que la cosa aquella se partesca per aitals sorts que no per via bregosa. Solament n’ha exceptades les eleccions eclesiàstiques, de les quals la santa Església ha ordenat que no sien fetes per sorts, màs per escrutini acostumat de veus, explicants les voluntats dels eligents» (op. cit., pp. 150-153).
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los antiguos cónsules pudiesen tomar parte en las votaciones, aunque estos se convertían automáticamente en miembros del Consejo naciente:
Las presiones ejercidas por la ciudad y la llegada al trono de Juan I provocaron la revocación de dicho privilegio y su sustitución por otro a inicios de 1388, según el cual el municipio adquiría plena libertad para determinar el sistema electoral que creyese más conveniente antes de la celebración de los comicios anuales.69 Tal situación generó graves discusiones en la Asamblea, hasta el punto de forzar que, en algunas ocasiones, la decisión del modelo a adoptar fuese resuelta a través de votación. Los dos sistemas básicos que se aplicaron a partir de entonces, y que convivieron en el tiempo, fueron el de la elección a más voces (respetándose 69 Véase el fragmento que inaugura el presente capítulo, así como el dedicado específicamente a las elecciones municipales.
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o no la distinción de manos para la designación de cónsules)70 y el método mixto de elección y azar (con seis candidatos en lugar de nueve), manteniéndose en vigor hasta el primer intento de establecimiento del régimen insaculatorio, en 1476.
Nómina de «consellers».
70 Contrariamente a lo afirmado por F. Cortiella, quien defendía que «sols era necessari que cada conseller elegís individualment tres candidats qualssevol i sense importar la mà a què pertanyien» (Una ciutat catalana, p. 84).
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Modelo de elección directa
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Modelo mixto de elección y azar
Al margen de escasas excepciones, fruto de coyunturas claramente dominadas por el control de la oligarquía, los cónsules eran nombrados como representantes de cada uno de los tres estamentos o «mans» en los que se dividía aquella parte de la comunidad urbana convertida en sociedad política: el patriciado local (formado por los ciudadanos que vivían de sus rentas y por los hombres de ciencia), la pequeña burguesía (los comerciantes y artesanos enriquecidos) y el pueblo menudo (los menestrales, pescadores y hortelanos). A pesar de intentar evitar prácticas fraudulentas por distintos medios, las presiones para la obtención de votos eran bastante habituales, ejercidas fundamentalmente sobre los miembros del estamento inferior.71 A lo largo de los últimos años del Trescientos, el número de personas que participaban en los comicios creció considerablemente, dejando de ser imprescindible formar parte del Consejo para ejercer el voto, algo que se 71 «Sobre la proposició feta que per squivar dolentes maneres que, segons se diu, alguns serven en la elecció dels cònsols, seria bo que fos ordonat que algú no gosàs donar veu ni elegir persona per qui fos pregat; lo dit honorable Consell determena que, attès que cascú fa la elecció ab sagrament, és presumidor que cascuns hi guarden lurs consciències. E, per ço, que no hi sia res mudat ni ordonat» (AHCT, FM, AM, n.º 38: 1422-1423 [23.III.1423], f. 14r).
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modificó de un modo definitivo con la entrada del nuevo siglo,72 coincidiendo con el descenso progresivo del volumen de «consellers», estableciéndose primero en sesenta para pasar después a cuarenta y cinco miembros,73 manteniéndose siempre la paridad entre las manos. Con anterioridad a la adopción de tales medidas, ya se había decretado la restricción de la asistencia popular a las reuniones del Consejo74 y se vio limitada la posibilidad de presentar súplicas y proposiciones ante el pleno de la Asamblea.75 Una vez elegidos, los nuevos cónsules debían prestar su juramento de que ejercerían bien el gobierno, con diligencia y lealtad, manteniendo y haciendo respetar los privilegios, usos y costumbres de la ciudad y acatando toda una serie de ordenanzas que van a ir modificándose a lo largo del tiempo.76 Junto con los cónsules salientes, los magistrados recién elegidos tenían que presentarse ante el arzobispo o su vicario general para prestar juramento de obediencia, además de aseverar que llevarían a cabo el desempeño de su oficio procurando siempre el bien de la cosa pública.77 A continuación, eran los vegueres quienes autorizaban su designación y registraban sus nombres en el libro correspondiente. Finalmente, tras haber cumplido con todos estos trámites, los nuevos cónsules recibían de los salientes la vara de mando, las 72 Habiéndose intentado ya en 1396: «És determenat per l’onrat Consell que, per cessar algunes informacions que·s diu que·s fahien en la elecció de cònsols, mostaçafs e obrer cascun any, que en la elecció de l’any sdevenidor fahedora dels dits officis sien tant solament los ·LX· consellers que l’any present elets o la major partida e aquells o la major partida hagen a fer la dita elecció e no altres persones» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [10.IV.1396], f. 2v). 73 En 1423, incluso se llegó a proponer una reducción más drástica, con un Consejo formado tan solamente por veintiún miembros, aunque la demanda no llegó a prosperar: «De tornar lo Consell a XXI consellers. Lo dit honorable Consell determenà que no hi sia tocat ni mudat res» (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424 [9.XI.1423], f. 15r). 74 «Que no criden a Consell sinó als consellers. Ordinarunt quod, de cetero, in proclamationibus consilii non dicatur ‘a tot hom generalment que ésser hi vulla’, sed vocentur consiliarii et illi qui haverunt albaranum» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [23.VII.1393], f. 8v). 75 «De no proposar res en Consell. Lo dit honorable Consell determenà que, d’aquí avant, algú no gòs proposar res en Consell, sinó los honrats cònsols en lur pròpria persona o altre de licència lur. Però que los dits honrats cònsols no gosen proposar ni permetra que·s propòs nenguna cosa que sia contra privilegi de la Ciutat, sots virtut del sagrament prestat» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15. IV.1420], f. 5v). 76 Algunos ejemplos de las más habituales son: observar los capítulos decretados sobre la talla y la administración de la ciudad; respetar y hacer cumplir los privilegios de las viñas y las orlas; no hacer uso del dinero de la ciudad si no procedía directamente del «clavari», a excepción del censal de los pobres; encargar la confección de sus gramallas; defender el derecho y la propiedad que la ciudad tenía sobre las aguas del Francolí; no aumentar los censales de la ciudad sin previa autorización de los receptores y oidores de cuentas nombrados según los convenios firmados por el Consejo y los acreedores... Véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 89-90. 77 En un detallado estudio sobre el juramento y su significado jurídico a lo largo del Antiguo Régimen catalán se transcribe el fundamental documento Forma i pràctica de celebrar els juraments i les eleccions a la ciutat de Barcelona en el segle xv, un texto que goza de un elevado interés para obtener una perspectiva comparada: M. Bajet, El jurament, pp. 111-191.
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llaves del archivo donde se custodiaban los privilegios municipales y el sello de la ciudad,78 quedando así posesionados de su cargo. La última tarea de los cónsules salientes consistía en entregar a los recientemente elegidos un «testamento» o «memorial» de los asuntos más urgentes que, según su criterio, debían ser atendidos y resueltos,79 mientras que la primera función de los nuevos regidores era la designación de los miembros que iban a componer el Consejo general. Los cónsules de las manos mayor y mediana tenían la capacidad de nombrar directamente a las personas de sus respectivos estamentos, mientras que el de la mano menor debía hacerlo conjuntamente con los procuradores de los distintos oficios de la ciudad.80 Tras su designación, los «consellers» también debían jurar que ejercerían su oficio adecuadamente,81 respetando las ordenanzas municipales y asistiendo a las distintas sesiones a las que fueran convocados, siempre y cuando no tuviesen motivos suficientes que justificaran debidamente su ausencia.82 78 En 1378, se determinó que «los sagells de la Ciutat stiguen en la Casa del Consell, dins tres tancadures e que cascun cònsol ne tinga una clau» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [26.VIII.1378], f. 8v). 79 Puede consultarse uno de los ejemplos más interesantes transcrito en el apéndice 6. 80 «En aprés, los honrats cònsols, en la forma ordonada e acostumada, ço és, los cònsols de mà major e mà migana, los consellers de mà major e migana, e los cònsols de mà menor ab los officis, los de mà menor, elegiren en consellers per l’any esdevenidor los honrats [...]» (AHCT, FM, AM, n.º 33: 1417-1418 [13.IV.1417], f. 2v). Un procedimiento que asienta sus raíces en una determinación adoptada a mediados del siglo anterior: «Consell per a officis. Ítem, han ordonat que, per ço que en los Consells generals los officis ni los menestrals no·ls càlega laguiar de lurs affers, que cascun offiçi e menestrals de la dita Ciutat hajen e sien tenguts de elegir certes persones, segons lo nombre que los offiçis seran. E aquells dejen presentar o nomenar als cònsols qui ara són e per temps seran, e que cacun any se puxen mudar; los quals assignats e deputats per los dits offiçis sien e dejen ésser per tots los officis en cascun Consell general de la Ciutat. E ço que per aquells serà en lo dit Consell determenat o ordonat, vàlega aytant com si tots los offiçis e menestrals hi eren presents, los quals offiçis dejen elegir los dits deputats cascú de lur offiçi, con per los honrats cònsols seran requests» (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [5.XI.1359], f. 32r). A diferencia de los cónsules, los «consellers» sí podían volver a ser elegidos para ocupar la misma dignidad en años sucesivos, con la única condición de que fuese renovado, como mínimo, un tercio de la nómina de jurados de cada mano. La máxima movilidad se producía siempre en la mano menor, llegando a alcanzar valores entre el 80 y el 90%, mientras que, por el contrario, fue en la mayor donde más personas repitieron en el cargo, sin llegarse a renovar, en algunas ocasiones, ni tan siquiera el tercio requerido por las disposiciones municipales. Sobre esta cuestión, F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 99. 81 «Les quals, de bon grat, juraren a Déu e als Sants IIII Evangelis donar bo, leyal e san consell a la dita Ciutat, cosa públicha e negocis d’aquella, tota vegada que en Consell seran» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [29.IV.1399], f. 4r). Al prestar su juramento, el escribano del Consejo anotaba «jur» junto al nombre de cada miembro. En caso de no asistir a la primera sesión, tal apostilla se añadía la primera vez que el jurado se personaba: «Tots los damunt nomenats qui no havien jurat aquest dia, juraren dar bon e leyal consell tota vegada que seran en Consell» (Ibidem [4.VI.1399], f. 9v). 82 La inasistencia de algunos consejeros a las reuniones conciliares fue un motivo recurrente de preocupación, «com encara sia gran affany de aplegar los consellers per venir a Consell, per ço com hi vénen molt forçats» (AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [11.IV.1387], f. 1v); «Com en lo temps passat los consellers de la Ciutat se sien ajustats ab gran afany e trebaylls als Conseylls; és stat ordonat e determenat que los consellers de la Ciutat hagen e sien tenguts de venir a la Casa del Consell aprés que Consell serà cridat per la Ciutat, segons que és acustumat, és a saber, d’hora de Capítol entrò que començ a tocar tèrcia, sots pena de ·II· sous per cascú e per cada vegada, guanyadors a les obres dels murs, si doncs just
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Tanto los cónsules como los «consellers» debían reunir distintas condiciones para poder ser nombrados, figurando entre las más destacadas:83 ser ciudadano tarraconense;84 pertenecer a la jurisdicción común85 y no ser oficial del impediment no havien, del qual impediment hagen a ésser conexedors los cònsols de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [15.IV.1388], f. 3r). A pesar de las penas impuestas, en alguna ocasión, ni siquiera se llegó a alcanzar el quórum necesario para llevar a cabo las sesiones plenarias: «Com per triga e culpa d’alscuns ciutedans, consellers l’any present de la Ciutat, que no ych són volguts venir no·s sia pogut aplegar Consell general, e en semblant culpa sien estats los dits ciutedans e consellers absents, per ço los dessús requeriren los cònsols que ab carta pública requiren los consellers absents que d’aquí avant vinguen a Consell, con cridat serà, e que no·y fal·leguen, en altra manera, proceeschen contra ells per aquest fet e de perdició dels fets de la Ciutat e altres inconvenients, escàndels e perills o dampnatges, e sia dictat com pus largament dictar se porà» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [23.VIII.1398], f. 26v). El número mínimo de consejeros requerido fue de dos tercios: «que d’aquest any avant haja solament en la Ciutat quaranta e cinch consellers, ço és, ·XV· de mà major, ·XV· de mà mijana e ·XV· de mà menor; emperhò que tota vegada hajen ésser trenta en Consell e aquells facen Consell e tracten e determenen e finen tots los negocis de la Ciutat. Emperhò en fets ardius, los cònsols hi pusquen apel·lar, si a ells o al Consell serà bé vist fahedor, més avant dels ciutadans segons que acordaran» (AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [27.IV.1404], f. 22r). Para hacer frente al absentismo, se impusieron medidas coercitivas en distintos momentos: «Dels consellers. A la proposició dels honrats cònsols que sia provehit que los consellers vinguen a Consell, com ab gran dificultat hi vullen apleguar; l’onrat Consell determenà que tots los consellers hajen ésser en Consell durant lo toch de tèrcia. Si no, que en tot cas paguen ·III· sous, si legítima causa no hauran a conexença dels cònsols, los quals hajen exeguir la dita pena sots virtut del sagrament de tots generalment, sens fer gràcia a degú, sots virtut del dit sagrament, los quals ·III· sous sien axí partits: los ·XII· diners a la Cort e los ·II· sous a l’obra del mur» (AHCT, FM, AM, n.º 27: 14111412 [22.IV.1411], f. 4v); «De l’abús dels consellers que no vénen a Consell. Lo dit honorable Consell, volent provehir al gran abús que fan los consellers de la Ciutat que no vénen a l’ora ordonada al Consell, com és convocat, de què·s seguexen molts scàndels e inconvenients, determenà que sia servada ad unguem l’ordinació sobra açò feta e la forma del jurament que presten los consellers. E si hi volen venir ni ésser sinó que los tres sous de la pena del jurament los sien exequits rigorosament, sens tota gràcia e amor que no·ls ne sia feta. E d’açò hagen càrrech los honrats cònsols» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15.IV.1420], f. 4v); «De executar la pena dels consellers qui no vénen a Consell. A la proposició feta per los honrats cònsols del gran abús que fan los consellers de no venir a Consell com és convocat, ans moltes vegades, per arduus negocis que sien, han a romandre, perquè seria bo que s’i provehís, car gran dan és de la cosa pública; lo dit honorable Consell determenà que, d’aquí avant, aquells tres sous de ban o pena que són posats en lo jurament e ordinació dels consellers que per tot lo toch de tèrcia sien a Consell, se exequesquen per la honrada Cort dels veguers sens fer ne amor ne gràcia algú, gran ni poch, e los dos sous sien de la Cort e lo ·I· sous de la obra del mur, e que·ls honrats cònsols facen scriure tots los qui falran al Consell e donar-los als honrats veguers e que facen sagrament de no fer ne gràcia ni remissió a degú ni tornar-los lo dit ban com pagat serà» (Ibidem [4.VII.1420], f. 12v). Mediante un minucioso estudio cuantitativo, F. Cortiella cifró la asistencia media de los jurados a las sesiones del Consejo celebradas entre 1400 y 1475, teniendo en cuenta que la serie no es completa, en un 72,7% (Una ciutat catalana, pp. 98-99). 83 Sobre este particular, véase: Ibidem, pp. 88-89 y 96, obra en la cual me baso, parcialmente. 84 En el caso de los nuevos ciudadanos, se requería haber residido en la ciudad un mínimo de diez años para el desempeño de sus principales oficios y magistraturas: «De aquells qui no poden ésser cònsols ni consellers de la Ciutat. Lo dit honorable Consell determenà e ordonà que, d’aquí avant, algú qui no sia nadiu o natural de la dita Ciutat o qui no haja habitat en aquella per deu anys, no pugua ésser admès en cònsol ni conseller ni a altre offici públich o benefici de la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 49: 14331434 [5.II.1434], f. 19v). 85 «De jurisdicció comuna. Sia ordonat e ordona lo dit Consell que algú o alguns qui no sien o no vullen ésser de juredicció comuna de la dita Ciutat o en alguna manera sien exemps o·s poguesen exhemir de la dita juredicció comuna, no puxen entrar ni ésser elets ni admeses a cònsols ni consellers de la dita Ciutat. E sobre aquest capítol sia feta e ordonada per los honrats cònsols e adjuncts dejús scrits bona or-
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rey o del arzobispo;86 no estar en controversia ni haber interpuesto pleito alguno contra la ciudad; ni tener deudas contraídas con ella, habiendo cumplido con el pago de los tributos correspondientes; no estar pendiente de juicio por cualquier causa; no haber intentado conseguir votos de un modo irregular; en caso de tener censales de la ciudad, haberlos reducido al interés de treinta mil por mil;87 haber rendido cuentas de la «clavaria» o de la recaudación de las imposiciones, en caso de haber llevado a cabo alguna de dichas tareas; haber cumplido con los oficios cuyo ejercicio era obligatorio una vez designados para ello, ya fuese por azar o por votación;88 o no haber ocupado el consulado durante el año precedente (restricción que afectaba únicamente a los cónsules).89 La elección para ocupar el cargo de cónsules y consejeros era irrenunciable e incompatible con el desempeño de otros oficios municipales.90 A diferencia de los primeros, los «consellers» no recibían remuneración alguna por el ejercicio de sus funciones, a no ser que fuesen escogidos para llevar a cabo dinació e bastant e inviolablament servada» (AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445 [20.I.1445], f. 10r). Caballeros, pequeños nobles y eclesiásticos no podían participar directamente en las instituciones de representación popular. Aun con todo, alguna vez se dio el caso de que un hombre de paraje fuese elegido para ocupar puestos en el regimiento municipal; podía desempeñar los cargos de cónsul o conseller siempre y cuando renunciase a los privilegios propios de su jurisdicción mientras estuviese ejerciendo tales funciones. Véase al respecto: AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [14.IV.1411], ff. 3v-4r. 86 «Ordone l’onrat Consell, per utilitat e bé de la cosa pública de la dita Ciutat, que alguna persona qui sia domèstich o official del senyor Rey, senyora Reyna e del senyor Archabisbe, ni de casa lur, causa honoris vel alias, no entre en Consell ni puxa haver veu en aquell, ni obtenir offici algú de la Ciutat. E que·ls cònsols qui ara són o per temps seran, en l’entrada de lur Regiment, hagen a jurar de fer exir aquells de Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [12.V.1396], f. 7r); determinación que, coyunturalmente, tuvo que ser revocada, pues «com la Ciutat, per mortaldats e en altra manera, sia pobra e freturosa de consellers, specialment com segons un capítol ordenat per los XII qui és en nombre XXVIII e comença: ‘Ítem, que algun ciutadà o altre qui sia domèstic, etc.’, molts són privats e prohibits d’ésser consellers, l’honrat Consell, volent provehir en açò, loant, aprovant e conformant l’elecció dels consellers ja feta, per utilitat de la cosa pública, revochà e hagué per revocat lo dit capítol. Axí que, aquell no contrastant, pusquen ésser consellers aquells qui los cònsols han elegits e elegiran en temps esdevenidor» (AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [16.IV.1404], ff. 3v-4r). Algo parecido sucedió con ciertos doctores, notarios y prohombres «qui ara són privats per los dits capítols de Consell», acordándose que «sien tornats, ab tal emperò forma e condició que ells no sien apel·lats en los fets d’aquells senyors de qui seran oficials, domèstichs o familiars» (AHCT, FM, AM, n.º 19: 1403-1404 [22.II.1404], f. 15r). 87 Condición establecida desde 1438 (AHCT, FM, AM, n.º 54: 1438-1439 [22.X.1438], ff. 18r-19v). 88 «[...] si algun serà elet en obrer o mustaçaffs [...] e no volrà acceptar lo dit offici en què elegit serà, que aquell tal sia privat perpetualment del Consell e encara de tot offici e benefici de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15.IV.1420], f. 6r). 89 Aunque, en algunos momentos, el tiempo requerido para no volver a desempeñar un oficio relevante fue de hasta un trienio: «L’onrat Consell determena que algú qui haja tengut ofici de la Ciutat no puxa tenir altre ofici de la dita Ciutat fins tres anys sien passats» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [29. IV.1399], f. 4v). 90 Sirva como ejemplo el caso de «[…] en Berthomeu Esteve, que és estat elet conseller lo present any del dit Consell, que havia fet sagrament de no ésser en nengú regiment de la Ciutat e per lo sagrament per ell fet no volia ésser conseller, estech declarat e determenat per lo dit honrat Consell que aquell Ber thomeu Esteve fos forçat en poder de cort e en altra manera lícita e honesta que ell degués fer sagrament e ésser forçat de ésser conseller en aquella forma e manera que·ls altres consellers havien fermat» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [26.III.1383], f. 4r).
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alguna labor extraordinaria que conllevase la recepción de cierto tipo de gratificación. Por su parte, los cónsules solían percibir un salario de quince libras anuales, reduciéndose hasta diez, en los contextos de mayores dificultades económicas,91 para volverse a recuperar e incluso aumentar hasta las veinte libras que van a establecerse, de un modo definitivo, a partir de 1442.
Registro de los impedidos para «entrar en regiment».
91 Si bien dicha reducción se había decidido ya en 1394: «és determenat per l’onrat Consell que per cessar messions e despeses a la universitat de la dita Ciutat, que d’ací avant los cònsols qui ara són e per temps seran hajen per lur salari deu liures tan solament» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [12.V.1394], f. 49r); la reducción de los salarios de los distintos oficios municipales va a tener lugar, de un modo generalizado, desde 1402. A partir de esa fecha, los cónsules van a solicitar, reiteradamente, el aumento de su pensión, cosa que no sucedería hasta 1410, cuando se decidió volver a satisfacer el salario de quince libras, pero con la obligación de pagar con parte de ellas la confección de sus túnicas azules. Nuevamente, desde 1416, sus honorarios se establecieron en diez libras, manteniéndose así hasta 1441, cuando se les empezó a obligar a estar cada día unas horas por la mañana y otras por la tarde en la Casa de la ciudad. El estudio detallado de tal evolución fue llevado a cabo por F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 91.
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Los registros municipales dejan constancia del motivo por el que un cónsul no estaba presente en una determinada sesión, detallándose el caso de ausencia, ya fuese por haber salido de la ciudad o por una enfermedad. En tales casos, la baja no era cubierta por ningún sustituto. Por contra, si se producía la defunción de un cónsul o de un consejero durante su etapa de regimiento, lo más habitual, a pesar de existir alguna excepción al respecto, fue el nombramiento de otra persona para que ocupase su puesto, siguiendo un procedimiento distinto según se tratase de una u otra dignidad.92 Al menos desde mediados del siglo xiv, las reuniones del Consejo general se celebraban en la Sala del Consell de la Casa o «l’Alberg» de la ciudad,93 a instancias de los cónsules, tras la autorización de los vegueres y el anuncio 92 Un ejemplo de la sustitución de un cónsul tras su óbito tuvo lugar en 1407: «De elegir cònsol en loch d’en Jachme Çabater. A la proposició feta per los honrats en Bernardó Joya e en Barthomeu Riera, cònsols, que sia elet altre cònsol de mà major com lo honrat en Jachme Çabater, companyó llur, axí com a Nostre Senyor ha plagut sia passat de aquesta vida, e en la Ciutat haja molts negocis e s’esperen més haver, com si hic sperer novell Archabisbe e Senyor e veguers que s’ic deuen mudar, fon determenat per lo honrat Consell que los honrats cònsols de l’any present e de l’any passat, per via de scrutini, ab sagrament, prenguen los vots de tots los consellers qui ara són en Consell, e aquell qui haurà més veus sia cònsol lo present any en loch d’en Jachme Çabater e sia adjunt als dits Bernat Joya e Barthomeu Riera»; «Elecció del consolat d’en Berenguer Martí. En aprés, los honrats en Bernardó Joya e·n Barthomeu Riera, cònsols l’any present, en Nicholauet Rochafort e en Pere Ortoneda, cònsols l’any prop passat, ensemps ab en Pere Campredon, scrivent jurat d’en Pere Çabater, notari e scrivà del consolat, fet per ells primerament sagrament que bé e lealment se hauran en aquest scrutini, de fora a la porta de la Sala, segons és acustumat, prengueren sagrament singularment de cascú dels desús nomenats consellers per virtut del qual elegissen qui seria aquest any cònsol per mà major en loch d’en Jachme Çabater, quodam. E pres lo dit scrutini, fon atrobat, e aprés en lo Consell publicat, que lo honrat en Berenguer Martí, jurista, hagué més veus en lo dit consolat. E axí fon elegit en cònsol de mà major per l’any present lo dit honrat en Berenguer Martí. Lo qual dit Berenguer Martí, encontinent, féu e prestà lo sagrament acustumat, axí e segons havia fet lo dit en Jachme Çabater» (AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [1.VI.1407], ff. 4v y 5v). Por el contrario, en 1462, cuando se produjo otra situación similar, se decidió no designar a nadie para sustituir al cónsul fallecido, dejándose constancia, en cada registro de las sesiones celebradas: «deffunt lo honorable micer Pere Sabater». Mientras que, si quienes morían eran consejeros, solía procederse del siguiente modo: «Dels consellers morts. A la proposició dels honrats cònsols que alscuns consellers e d’aquells dels ·XII· són morts, de què són en afany en les congregacions de Consell e de Parlament; l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells elegesquen en loch dels consellers morts e dels ·XII· altres semblants en la forma que aquells qui són morts foren elegits» (AHCT, FM, AM, n.º 26: 1410-1411 [26.IX.1410], f. 16r). 93 Según noticias dispersas, cuya procedencia no se especifica, E. Morera afirma que en el siglo anterior, la Casa de la ciudad estaba situada junto al cementerio, detrás de la iglesia de Santa Tecla la Vieja, para trasladarse después a la plaza de la «Quartera», aunque en ese periodo se documentan otras reuniones celebradas en el claustro, a las puertas o en el refectorio de la catedral, en el zaguán de la camarería, en el convento de los dominicos (1359), así como en los propios palacios del arzobispo (1369) y del rey (1375); de todos modos, algunas de estas sesiones fueron excepcionales, pues respondían a contextos de especial conflictividad. Véanse, al respecto, E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, pp. 874-875; M. Bonet, A. Isla, Tarragona medieval, p. 181. Un dato más preciso es el aportado por F. Cortiella al documentar un nuevo traslado de la Casa de la ciudad en 1427, tras la compra realizada, dos años atrás y por veintiún mil sueldos, de un edificio adquirido a la esposa de Marc d’Avinyó, entrando en conflicto con su hijo, Joan, quien lo había alquilado ya a Pere Llacera. La situación fue resuelta a favor de la ciudad mediante sentencia arbitral (Una ciutat catalana, p. 162).
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público por parte del pregonero.94 La periodicidad de las sesiones era variable, dependiendo del volumen y la importancia de los asuntos a tratar. En el caso de que no se contase con el quórum suficiente o si no eran convocadas mediante el procedimiento regular, dichas reuniones recibían el nombre de «Parlament» y tenían un carácter meramente deliberativo,95 pues las decisiones que pudiesen ser adoptadas no gozaban de carácter oficial hasta no ser aprobadas en un Consejo posterior, siempre y cuando, excepcionalmente, la Asamblea general no hubiese conferido tal poder de un modo expreso para la resolución de un tema específico o de especial urgencia.96 En tal caso, el Parlamento actuaba «en nom e per part del Consell» y sus decisiones tenían tanta eficacia y valor «com si per tot lo Consell eren fetes e ordonades».97 Para el correcto funcionamiento institucional, el consulado y el Consejo contaban con la ayuda de ciertos oficios, de duración y relevancia dispar: el notario o escribano (encargado de «fer tots actes que toquen a la Ciutat, axí ordinaris com extraordinaris»; de redactar el libro de las actas conciliares y de toda la documentación del consulado, así como de su custodia; de recibir los juramentos de cónsules y consejeros; del escrutinio de los votos; de dar fe de los acuerdos...), el archivero,98 el adjunto o asesor de los cónsules,99 los 94 «Fon públicament publicat Consell general per tota la Ciutat, segons que·s acustumat, en so de trompeta e per en Johan del Bosch, cridador públich e jurat de la dita Ciutat de Terragona, que tots los XLV consellers a Consell general ordonats e assignats [...] e los quals havien haüt albarà a ells o a l’alberch de lur habitació [...] fossen a la Sala del Consell...» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [26. IV.1386], f. 1r). A partir del año 1400, la convocatoria será anunciada de un modo diverso: «Fo convocat e ajustat Consell de LX consellers en la Sala del consolat de la dita Ciutat, ab albarans e ab veu de pública crida publicada solemnament per en Johan del Bosch, [...] de manament dels honrats veguers de Terragona, a instància e requesta dels honrats n’Asbert Lorenç, d’en Francesch Anthoni e d’en Pere Forner, cònsols de la Ciutat l’any present...» (AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401 [25.V.1400], f. 2r). 95 «Per ço com lo Consell no s’és pogut congregar, fonch tengut Parlament» (AHCT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [29.IV.1461], f. 6r). 96 «[...] e sobre açò los dits honorables cònsolls hagen tengut Parlament, e lo Parlament ho haja remès al honorable Consell, que sia vist què és de fer ni com s’i deu provehir per guardar la Ciutat e singulars d’aquella de scàndells e perills» (AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [4.VI.1453], f. 5r). Con todo, la celebración de Parlamentos fue una práctica habitual a lo largo de las décadas centrales del Cuatrocientos, llegándose a superar el centenar en el lustro comprendido entre 1435 y 1440, un periodo especialmente convulso que también cuenta con un número extraordinario de reuniones conciliares ordinarias (143), como demuestra F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 161. 97 AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445 [20.I.1445], f. 10r. 98 «A la proposició que sia provehit en haver racional e archiver qui tingua les scriptures de la Ciutat; l’honrat Consell determenà que açò fos remès als XII sobrenomenats, o a la major partida d’ells, ab poder de tatxar salaris» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1398-1399 [24.II.1399], f. 33v). La preocupación por el orden del archivo municipal había sido expresada ya pocos meses antes: «A la proposició feta per los honrats cònsols contenent que l’arxiu de la dita Ciutat, lo qual està fort mal e desordonadament e perillosa e a gran dan de la Ciutat, sia posat en orda e que·y fossen fet armaris e que fos comanat a una persona o a dues qui tassen les escriptures e que meten en orda e que los dits cònsols puxen administrar messions...» (Ibidem [29.X.1398], f. 28r). 99 «És determenat per l’onrat Consell que los honrats cònsols hajen dos juristes per assessors que mentenguen e deffenen los drets e privilegis de la dita Ciutat e ordonen requestes e protests necessaris,
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abogados municipales,100 los jueces o procuradores fiscales de la «taula» de los vegueres, el racional (responsable de la verificación de las cuentas municipales), los estimadores y recaudadores de tallas y deudas, el mensajero del consulado (guardián de la Casa de la ciudad, responsable de sellar las cartas de franquicia a los nuevos ciudadanos y de redactar citaciones y notificaciones prescritas por los cónsules), los síndicos (ordinario, «ad lites» y eventuales),101 el correo, el pregonero de la ciudad y el corredor público.102 Al margen de los cónsules y los consejeros, los principales oficios de renovación anual en la ciudad eran los «mostaçafs» o almotacenes, el obredels quals assessors sia la hu l’onrat en Jacme Cerdà, als quals los honrats cònsols donen aquell salari que·ls serà vist fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [8.VI.1396], f. 10r). 100 «Lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells prenguen e pensionen per advocats de la ciutat los honrats micer Pere Çabater e mossèn Berenguer Martí ab la pensió acostumada, ço és, ·C· sous per cascú» (AHCT, FM, AM, n.º 44: 1428-1429 [22.IV.1428], f. 7r). 101 Eran los representantes de la ciudad en actos públicos de naturaleza política y económica, como la asistencia a Cortes, la negociación y obtención de privilegios o la rúbrica de capítulos sobre los censales, aunque también actuaban como procuradores en todas las causas de la ciudad y se encargaban de pleitear con los deudores, de buscar prestamistas o de actuar como mensajeros de la ciudad ante el rey, el arzobispo, señores notables y otras ciudades: «De fer síndichs. A la proposició feta per los honrats cònsols que com en Berenguer Martí, síndich de la dita Ciutat hic haja fetes e faça moltes absències e specialment ara se’n sia anat a Barchinona per aturar llà molt e no haja curat de jaquir lochtinent, per la qual rahó los affers, quench són molts, de la Ciutat han mal recapte, per ço lo honorable Consell degua provehir de síndich o síndichs per tant que·ls affers de la Ciutat hagen recapte; lo dit honorable Consell, attenent que segons la qualitat dels negocis sí deuen ésser los síndichs e les persones que s’i elegexen, per ço determenà que per a missatgeries e a grans affrontes davant grans mestres e persones sia síndich de la Ciutat lo honrat en Berthomeu Çabater, e aquest no haja salari sinó com haurà anar fora la Ciutat; e, per a prosseguir los plets e causes, elegí e constituí en síndich lo discret en Bernat Ponçoda, causídich, ab poder de substituir revocant tots altres síndichs; e aquest haja de salari cascun any ·L· sous. E a pleguar e collir deutes deguts e devedors a la dita Ciutat, elegí lo discret en Berthomeu Anthoni; e aquest sia constituït salari per los honrats cònsols presents e esdevenidors, segons los treballs que farà a lur bona coneguda» (AHCT, FM, AM, n.º 40: 1424-1425 [18.IX.1424], f. 14r-v). Cuando actuaban como mensajeros o embajadores de la ciudad, dichos síndicos recibían instrucciones muy precisas sobre cómo debían llevar a cabo su cometido mediante memoriales, cuya conservación no ha sido habitual, al tratarse de documentación suelta y para un fin muy concreto. A diferencia de otros oficios, el nombramiento para una determinada mensajería podía excusarse y no podían ser llevadas a cabo por los cónsules, salvo permiso expreso, motivado por asuntos de extrema urgencia e importancia: «L’onrat Consell loa, aprova, ratifica e accepta totes eleccions de missatgers que los honrats cònsols dels anys justats e de l’any present hajen fetes en qualsevol part, e tots salaris que·ls dits cònsols los hajen tatxats. E noresmenys, ratiffica tota missatgeria que qualsevol cònsol haja feta per la Ciutat [...] e tot salari que per los altres cònsols qui en la Ciutat romanien le sia stat tatxat, no contrastant I capítol que diu que cònsol no puxa ésser elets en missatgeria ni fer nenguna missatgeria, volent lo dit honrat Consell que tots salariis que sien stats promeses, tatxats e donats per rahó de les dites missatgeries al dits missatgers et cònsols que sia stat tramès haja aytan gran valor com si per Consell general era stat determenat» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [15.V.1379], f. 16v). En determinados momentos, se decidió cesar a todos los síndicos de la ciudad: «[…] emperò, que tots los contractes que sien estats fets per los síndichs de la Ciutat valguen e tenguen e hajen fermetat, efficàcia e valor» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [15.V.1385], f. 7v). 102 Junto a todos ellos, la documentación municipal se refiere también a otros oficios más esporádicos, como son: los guardianes —que recibían el nombre de «vinyòvols» cuando su vigilancia se centraba en los huertos, las viñas, los vergeles y los herreñales—, los «aiguaders» —encargados de la extinción de incendios, como el que se declaró a mediados de 1401 en pleno corazón de la ciudad— y los «aposentadors» —responsables del alojamiento de las autoridades civiles y militares que llegaban a la ciudad—.
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ro, el «clavari» y los oidores de cuentas. La vigilancia del mercado era competencia exclusiva de los primeros,103 encargándose del control de pesos y medidas, de los precios y la calidad de los productos.104 Tanto su elección como la del obrero —el funcionario encargado del urbanismo municipal—105 tenía lugar el mismo día que la de los cónsules, mediante un sistema de votación directa, recurriéndose al sorteo tan solo en caso de empate o en los 103 Entrando, a veces, en conflicto con los vegueres, quienes debían reconocer su nombramiento y autorizar el ejercicio de sus competencias: «[…] plàcia a l’honrat Consell que·y vullen fer aquells capítols e ordinacions que a l’honrat Consell serà vist ésser fahedor, per tal manera que los honrats veguers hajen lur dret e los mostaçafs axí matex» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [3.VI.1384], f. 10r-v). Uno de los enfrentamientos más graves se produjo a finales de julio de 1461, cuando el veguer real, Mateu Traginer, se interpuso en un altercado surgido entre uno de los almotacenes y Reverter, un carnicero que había intentado vender carne de cabra como si fuese de cordero. El veguer se posicionó a favor del comerciante, lo que no quiso consentir el almotacén, alegando que el oficial real invadía sus competencias, por lo que fue encarcelado. Ante tal agravio, el Consejo municipal se puso de parte del almotacén y logró alcanzar una solución pacífica, mediante la presentación de «un bon protest contra els veguers» (AHCT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [27.VII.1461], f. 9r). 104 Para llevar a cabo los controles requeridos con el fin de evitar los fraudes, los almotacenes disponían de unos patrones marcados con el distintivo de la ciudad. En 1400, se llevó a cabo un «inventarium dels mostaçafs», donde se afirma que en la casa de los almotacenes de la ciudad había: «un canastó de ferro de forma major; un quintar, mig quintar, una rova, miga rova, un quartó de rova tot de coure, I.ª liura, miga liura de coura; lo march major, en lo qual ha set peces; lo march menor de coura, que són VIII peces; lo march de taula de couro, que són set peces; unes balances pescateres e III parells de balances marcals, ab son stoig; unes balances petites mercals; un quartà, mig quartà, mige liura d’oli tot d’aram; un quarter, mig quarter de vi d’aram; I ferro de senyalar quartans; I quartà, mig quartà de forment, tot de coure; un molí de sanch e una mola soberga; dues tremuges, una gran, altre petita; dues guardes de fust redones, ço és, una de forment e altre d’ordi, les quals són en poder dels imposicioners; una mesura de fust de mesurar verema, la qual és encercolada de ferro; una quartera de calç de fust, encercolada de ferro; I quartà e quart de quartà de fust, encercolat de ferro; un quintar de pedra, ab son anell de ferro» (AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401 [26.XI.14000], docs. sueltos, n.º 3). 105 Sus principales funciones se centraban en la dirección e inspección de las reparaciones de las murallas, procurar la limpieza y buen estado de calles («que los honrats cònsols forcen l’obrer de la Ciutat que vege e regonega los carrers de la Ciutat, e que·ls face denejar e escurar [...] e que lejures no s’i lancen»; «Dels empedraments del carrer de la Civaderia e davant los porxos de la Carniceria. Lo dit honorable Consell determenà, loà e approvà les messions fetes e faedores per los honrats cònsols e obrer de la Ciutat en lo empedrar del carrer de la Civaderia e davant lo escorxador e porxos de la Carniceria, los vehins pagant-hi lur part en forma acostumada»), caminos («que·ls camins de Muntblanch ací fossen adobats per manera que carros poguessen portar de Muntblanch ací forment e altres vitualles»; «que facen adobar lo pas de Centselles, qui per diluvi se és afollat e lo camí se és mudat per altra part a dan e interès de la Ciutat»; «adobar los camins d’Alforge vinent a la Ciutat, en manera que poguessen passar e lavorar carros») y edificios públicos, así como el aprovisionamiento de aguas a la ciudad. Las intervenciones propuestas por el obrero debían ser debatidas y autorizadas por el Consejo: «A la proposició feta, ço és, com lo mur de la Ciutat sia en alguns lochs inderrocat, perquè plàcia a l’honrat Consell que vulla determanar si·ls plaurà que s’i obre ho si romandrà així com se està; fon declarat e determanat per lo dit honrat Consell que·s faça una torra en aquell loch hon los cònsols serà vist fahedor e que y sien ab ells ensemps, allà hon la asiuran alguns bons hòmens de la Ciutat qui hajen estat en guerres e los mestres ensemps ab ells, e que·s façan la dita torra e que·s comens de present. E si lo mur ha de nececitat en alguns lochs de adobar, que s’adob en aquella forma e manera que als damunt dits serà vist fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [27.I.1384], f. 26r). En relación con estos mismos temas, pueden consultarse las sesiones que se relacionan a continuación: AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [20. VIII.1374], f. 9v; [7.I.1375], f. 26r; o [14 y 19.III.1375], ff. 36r-37r.
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años en que así se decidió.106 La aceptación del cargo, al que tampoco se podía acceder durante dos años consecutivos, era irrenunciable,107 sin contemplarse la posibilidad de delegar en nadie el ejercicio de sus funciones.108 Su posición jerárquica era inferior a la de los cónsules, a pesar de demostrarse ciertas reticencias al respecto en algunos contextos.109 Los almotacenes no percibían un salario fijo por parte de la ciudad,110 mientras que el obrero solía
106 Si bien se ha expuesto que, desde 1382, los almotacenes, el obrero, el racional, el «clavari» y el síndico eran «elegits pel Consell mitjançant insaculació» (A. Jordà, Història de la ciutat, p. 65), las fuentes parecen indicar que la práctica más habitual en la elección de dichos oficios fue la votación a mayor número de voces. Para evitar los fraudes derivados de las presiones y compras de votos, se intentó introducir el azar en 1420, determinándose que las tres personas que no habían sido agraciadas por el sorteo para ocupar el consulado (recuérdese aquí que la práctica establecida dictaba que se procediese mediante elección y sorteo entre las seis personas más votadas), fuesen designadas obrero y almotacenes: «[...] que aquells tres qui romanen dels qui entren en redolins, lo de mà major sia obrer e los de mà migana e menor sien mustaçaffs» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15.IV.1420], f. 5v). Con todo, va a tratarse de una dinámica muy esporádica, pues dos años después se volvió a utilizar, de nuevo, el antiguo sistema. 107 «[...] que aquells qui cauran en los dits officis, los hagen forçadament a regir» (Idem). Una obligación que simplemente es recordada en este momento, pues ya estaba en vigor desde hacía varias décadas: «A la proposició feta per en Berenguer Caldés, lo qual fo elet en mostaçaff lo sendemà de Pascha pus proper passada e suplicàs lo honrat Consell que volguessen elegir altre mostaçaff qui regís lo dit offici, com si ell ho regia ell hi faria mal de son prou per moltes rahons que·y al·lega; per ço fon declarat e determanat per lo dit honrat Consell que lo dit en Berenguer Caldés sia forçat per via de dret de regir la dita mostaçafferia» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [15.IV.1384], f. 2r). 108 «[...] los dits obrer e mustaçaffs, aprés que elets seran per la forma damunt dita, hagen a regir, ministrar e tenir los dits officis per si matexos e personalment» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15. IV.1420], f. 6r). Solamente se permitía a los hombres de ciencia que, en caso de ser nombrados obrero, pudiesen delegar el oficio en otra persona. Asimismo, se consitió a los almotacenes que, con el beneplácito de los cónsules, nombrasen a un ayudante para afinar pesos y medidas: «Exceptat, emperò, que si·s convendrà que home algú de sciència caygue en la dita elecció de obrer, aquell tal home de sciència, ab volentat e consentiment dels honrats cònsols, puxa tenir substituit algú per lo qual regesca e tenga lo dit offici de obreria en tant com toca al exercici e treball. Mas que no puxa fer albarans, ans lo dit obrer no contrastant sia home de sciència hage a fer tots los albarans de sa mà e regir compte de aquells, segons que és acostumat. E per semblant, los qui en mustaçaffs elets seran per la dita forma e manera, qu·és damunt explicada, puxen, si·s volran, ab consentiment dels honrats cònsols, haver e tenir ·I· ajudant o substituit per afinar pesos e mesures e en lo pesar que lo dit ajudant haurà a fer hagen a ésser tots temps presents los dits mustaçaffs o la hun d’ells e no en altra manera». 109 Además de los ejemplos expuestos anteriormente (vid. supra), sirva como muestra la siguiente determinación del Consell, por la que se concedía «plen poder als honrats cònsols que si en Barthomeu de Bas, mostaçaf de la Ciutat, usa mal de son offici e que no vol star a regiment dels cònsols, que los dits cònsols, ensemps ab los honrats veguers, lo puxen deposar de l’offici de la mustaçaferia» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [8.III.1379], f. 13v). 110 Cobraban sus tarifas, estipuladas según los servicios prestados, directamente a los comerciantes. En determinados momentos, los cónsules, a petición del Consejo, tuvieron que intervenir para forzarles a reducir unos precios que eran considerados abusivos: «Com sia stat proposat en Consell que los mostasaffs de la Ciutat prenen salaris inmoderats de les mesures que afinen; perquè és determenat que los honrats cònsols diguen e rahonen als dits mostesaffs que reben de les mesures que afineran lo salari acustumat de rebre per los mosteçaffs de la Ciutat en temps passat e segons les ordinacions sobre açò fetes» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [5.IX.1393], f. 18v).
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recibir cien sueldos por su trabajo,111 exceptuando los contextos de mayores dificultades económicas, cuando se determinó la reducción del estipendio a la mitad, el pago por acciones concretas o que sus funciones fuesen desempeñadas por los almotacenes.112 Las múltiples competencias atribuidas a los «mostaçafs» les convirtieron en unos oficiales prácticamente imprescindibles.113 El desempeño de sus obligaciones no siempre resultó ser tarea fácil, pues, en distintas ocasiones, las fuentes municipales dan constancia de los ataques y amenazas que recibieron114 o de las quejas derivadas de una mala administración de las mismas.115 En 1435, se redactaron unas ordenanzas sobre los almotacenes en las que se detallaban las distintas cuestiones que les correspondía inspeccionar, entre las que destacan: la plaza del mercado, los hornos y las panaderías, los pescadores y las pescaderías, los revendedores y regatones.116 La producción y la comercialización del vino, los tejidos de lana y el cuero no eran controladas por ellos, sino por los «sobreposats de les vinyes, dels draps» y «dels cuyrams», elegidos por el Consejo y encargados de velar por la calidad y los precios de dichos productos clave para la economía municipal. 111 «Lo dit honrat Consell, lo present dia, creà, elegí e ordonà que l’any present sia obrer de la dita Ciutat en Jacme Martí, ciutadà de Terragona, assignant-li salari, ço és, cent sous, segons que per la dita Ciutat és acostumat de donar en temps passat a obrer de la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 13831384 [11.IV.1383], f. 31v). 112 En 1402, el salario del obrero se fijó en cincuenta sueldos, en lugar de las cinco libras que había percibido hasta entonces, reduciéndose todavía más en 1423, fecha desde la que pasó a cobrar, tan solo, treinta y tres sueldos y cuatro dineros (AHCT, FM, AM, n.º 18: 1402-1403 [15.XII.1402], f. 18r). Ya desde fines de la centuria anterior, en momentos especialmente graves, se determinó que ni siquiera fuese nombrado obrero para la ciudad: «és determenat que obrer no sia elet per cessar messions a la Ciutat, màs que los mostaçafs de la Ciutat reconeguen les obres...» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1394 [21. IV.1394], f. 45r). Tales reducciones salariales fueron motivo de queja por parte de algunos obreros que se negaban a aceptar el cargo hasta que no se les pagase un sueldo que, al menos, fuese similar al de los maestros de obra. Sobre estas cuestiones, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 110-111. 113 Así se demuestra cuando, a raíz de un conflicto surgido a mediados de 1438 entre el Consejo y el arzobispo, los vegueres se negaron a reconocerlos, desatándose toda una serie de fraudes y escándalos en la ciudad por su ausencia. Otra prueba de ello sería la automática sustitución que se realizaba en caso de muerte de uno de ellos: «L’onrat Consell loa e aprova la elecció de mostaçaf feta en persona d’en Thomàs Jener en loch d’en Guillem Mir, qui és mort» (AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [6.X.1404], f. 15r). Para obtener una perspectiva comparada de las características y atribuciones de este oficio fundamental en otras ciudades, véase M. Bajet, El mostassaf de Barcelona. 114 «De les menaçes fetes a·n Bernat Penedès, mustaçaff. A la proposició feta en Consell per en Bernat Penedès, hun dels mustaçaffs, continent que mossèn Francesch de Menaguera, l’altre jorn, menaçà de abastonejar e desonrà fort desonestament al dit mustaçaff per rahó de son offici; lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, per reintegració de l’interès de la Ciutat, se façen venir lo dit mossèn Francesch de Menaguera e li proposen la gran errada que ha feta. E, noresmenys, li’n donen ·I· bon protest preant-li la injúria que feta ha; e li’n facen fer bona enquesta, en tal forma e manera que·l dit mossèn Francesch conegua sa colpa e que ell e altres se corregesquen de injuriar officials e regidors de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 40: 1424-1425 [24.VII.1424], f. 11r). 115 Pueden tomarse como ejemplo dos sesiones del Consejo celebradas el 18 de junio y el 5 de octubre de 1439: AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440, ff. 5r y 10v, respectivamente. 116 Ordinacions mostassaf. 1435, AHCT, FM, P-8529.
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Por su parte, el «clavari» era el oficial cuyo cometido se centraba en guardar el dinero recibido de las imposiciones, las rentas de los censales muertos y violarios, las tallas y questias, los fogajes y el resto de ingresos de la ciudad; así como en realizar todos aquellos pagos que fuesen encargados y autorizados por los cónsules.117 Si bien inicialmente el cargo era de carácter electivo —siendo nombrado el mismo día en que tenían lugar los comicios municipales—, con un salario fijo y una periodicidad bianual; a partir del último cuarto del siglo xiv, la clavería se convirtió en un oficio que se desempeñaba durante un año, que dejó de coincidir con el consular, y «vendido» al mejor postor,118 por lo que el estipendio percibido era variable, en función de lo establecido por cada candidato en los términos que estipulaba cuando se efectuaba la concesión.119 El «clavari» debía ser ciudadano de Tarragona, había de entregar una fianza antes de ocupar el cargo,120 tenía prohibido comprar las imposiciones municipales121 y solo podía volver a optar a dicho oficio si había rendido cuentas debidamente en caso de haber ocupado esa misma función con anterioridad.122 La inspección de las cuentas 117 Los cuales no podían sobrepasar los treinta sueldos sin la autorización de la Asamblea: «Que los cònsols qui d’aquí avant seran no puxen ni gosen dar ni fer dar al clavari més avant quantitat de XXX sous sens Consell general» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [6.VI.1379], f. 17v). En caso de superarse dicha cantidad, era necesario que «haje haver albarà de reebuda de mà del scrivà del consolat o de son loctinent en loch de àpocha d’aquelles persones a qui darà e liurarà les quantitats ab albarà dels honrats cònsols» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397, clavaria, f. 26v). Los capítulos y la venta de la clavería que se inauguró el primer día de mayo de 1396 y que concluyó a fines de abril de 1397 se conservan íntegros y, debido a su interés, se transcriben en el apéndice 7. 118 Generalmente, se hizo con el oficio la persona que ofrecía una cantidad menor a percibir por el desempeño de sus funciones, aunque en alguna ocasión, ciertas propuestas fueron vetadas por el Consejo cuando estas eran presentadas por personas que tenían abiertos pleitos contra la ciudad, por ejemplo. Si se daba el caso de no encontrarse comprador, era la Asamblea quien encargaba el oficio a un ciudadano, a cambio del salario convenido: «Lo damunt dit honrat Consell e consellers de aquell, novellament ordonats en lo present dia, crearen e elegiren en clavari de la dita Ciutat e la dita clavaria regescha e regir dega en Francesch Çabater, ciutadà de Terragona, lo dit emperò clavari fahent la seguretat que en Garcia del Son, clavari l’any passat, féu a la dita Ciutat, donant poder lo dit Consell als honrats cònsols dessús dits que del salari donador al dit clavari se puxen convenir ab ell, ab aquella millor manera que pus proffitosa sia a la dita Ciutat e a la cosa pública d’aquella» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [5.IV.1385], f. 1v). Para profundizar en dichas cuestiones, F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 259-263. 119 «De comanar o vendre la clavaria e imposicions. Lo dit honorable Consell comanà e donà plen poder als honrats cònsols novells e vells que ells, vinent lo vintè dia de juny, en la forma acostumada, puguen vendre o comanar la clavaria e les imposicions» (AHCT, FM, AM, n.º 45: 1429-1430 [6.IV.1429], f. 5r). 120 Una obligación que no se exigía en todos los casos y que fue eliminada por el privilegio real de 1382, para volverse a instaurar tras concluir su periodo de validez. 121 Condición impuesta a partir de 1407: AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [7.XII.1407], f. 11v. 122 «De aquells qui han a retre compte que no·ls sia comanat altre regiment. Lo dit honorable Consell determenà e ordenà que d’aquí avant los honrats cònsols no comanen ni puguen comanar regiment algú a persona que haja a retre compte de alguna cosa que haja administrada ni regida de la Ciutat, tro a tant que haja retut compte e obtenguda diffinició d’allò, tol·lent tot poder als dits honrats cònsols de fer lo contrari» (AHCT, FM, AM, n.º 36: 1420-1421 [15.IV.1420], f. 7r).
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de la clavería se llevaba a cabo por los oidores de cuentas123 y el racional, una vez el «clavari» acordaba con el Consejo que se revisaran los datos pertenecientes al ejercicio económico vencido.124 Las principales atribuciones del Consell Dejando ya a un lado las cuestiones relativas a la estructura institucional del municipio tarraconense, vamos a centrar ahora la atención sobre las funciones más relevantes que, al margen de las descritas —como la elección y concesión de poderes a los cónsules o sus facultades deliberativas y de toma de resoluciones—, llevó a cabo, de un modo directo, compartido o delegado, la principal institución representativa de la universidad. La defensa de los privilegios y del honor de la ciudad
En múltiples ocasiones, los regidores municipales, asesorados por juristas, van a mostrarse preocupados por mantener y hacer observar los privilegios que durante el transcurso de los años habían sido otorgados a la ciudad, así como por obtener nuevas gracias y prerrogativas, a las que van a remitir123 Los cuales solían ser nombrados directamente por el Consejo en nombre de tres, uno por cada estamento, y recibían un salario fijo de tres florines, reduciéndose a dos, tanto su número como los florines percibidos, a partir de 1402: «És stat determenat que són eletes tres persones, una de cascun braç, a les quals és stat dat poder per lo dit Consell de demenar, exhigir e haver compte e comptes de totes quantitats de moneda que clavaris qui són estats en temps passat de la Ciutat e altres persones de la dita Ciutat degen o tinguen de aquella per qualsevol rahó» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [5.I.1398], f. 6r-v). A veces, fueron los cónsules quienes adquirieron la capacidad de nombrarlos, aunque pronto se canceló dicha práctica, con toda probabilidad a causa de los fraudes cometidos. 124 Los capítulos relativos a la clavería disponían que la revisión de las cuentas debía hacerse en un plazo máximo de treinta días desde el final del ejercicio. La multa que debían satisfacer los «clavaris» que retardaban la rendición de cuentas más de dos meses era considerable, pues, además de perder el salario, debían pagar cien libras. Tal decisión se adoptó a partir del momento en que dichos oficiales empezaron a posponer su obligación de un modo exagerado (hay ejemplos que demuestran que no se llevó a término la inspección hasta el transcurso tres o cuatro años). Véase, al respecto, F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 264-265. En algunas ocasiones, el retraso se debió a que los «clavaris» consideraban que la ciudad tenía contraídas ciertas deudas con ellos y hasta que no se solucionasen sus demandas no estaban dispuestos a cumplir con su obligación: «A la proposició feta del retiment dels comptes que en Pere de la Porta e en Miquel Pagès han a retra de les clavaries que per la Ciutat han tengudes e regides e, segons que·s diu, aquest tinguen alguna quantitat de moneda de la Ciutat, la qual no volen donar ne delliurar, si donchs la Ciutat no·ls fa ço que fer los deu, perquè plàcia al honrat Consell que en açò vulla acordar e del·liberar per manera que aquells donen ço que tenen de la Ciutat e la Ciutat los faça ço que fer los deu» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [17.IV.1385], f. 4r); o a los propios oidores de cuentas, como sucedería en 1369, decidiéndose, como penalización, «que dilluns primer vinent, entren tots los hoïdors dels comptes de la Çiutat dins la casa o monestir dels Frares menors de la dita Ciutat, e que d’aquí no isquen per menjar, per beure ni per jaure, tro que·ls comptes a què són diputats de hoir ajen declarats e finits» (AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [20.VII.1369], f. 14v).
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se cada vez que consideren lesionados sus derechos,125 defendiendo con celo y rigor el honor de la ciudad mediante la promulgación de normas específicas al respecto:126 És estat declarat e determanat per lo dit honrat Consell que los cònsols pusquen perseguir per via de justícia totes persones qui mal tracten ni mal dien ne han dit ne diran a la Ciutat.
Un tipo de legislación muy similar va a desarrollarse mediante la promulgación de ordenanzas para defender tanto a los rectores del gobierno municipal, protegiéndolos de los insultos, amenazas y ataques recibidos,127 como a todos los vecinos en general, con el fin de que cualquier ciudadano fuera bien «defès e mantengut».128 La organización de la defensa y la seguridad públicas
Las amenazas de saqueos por mar y de posibles asedios e invasiones por parte de tropas enemigas provocaron que, en distintas coyunturas, el Consejo organizase la defensa de Tarragona,129 promoviendo la reparación de las 125 «Del libre de privilegis. L’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells facen ordonar fer ·I· bell libre de perguamí en lo qual facen registrar e scriure los privilegis de la Ciutat en latí e en pla e que·n pusquen paguar e satisfer a aquells qui ho faran, ordenaran e treballaran axí com a ells serà vist fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 26: 1410-1411 [8.IV.1410], f. 4v). Asimismo, los consejeros van a procurar en todo momento «que totes scriptures fahedores per la Ciutat, axí de libres de Consells com altres, stiguen en la Casa del Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [26.VIII.1378], f. 8v). 126 AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [9.X.1385], f. 24bis-v. 127 «A la proposició feta per los honrats cònsols que micer Bernat Mayol, qui l’altre jorn desonestà de paraules micer Arnau Massó, cònsol, no vol fer neguna esmena de la injúria, ni lo vaguer lo vol pendre, ans va per Ciutat en desonor dels cònsols e de la Ciutat; l’onrat Consell determenà que los honrats cònsols perseguesquen altament e notable per justícia o en tota manera que rahonablement trobaran e acordaran lo dit micer Bernat Majol, axí e en tant que la Ciutat ne romanga reintegrada, fahent en açò protests als vaguers e, sobre lo fet, tots aquells enantaments, processos e actes que sien possibles e necessaris a la honor sobre açò de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402 [22.V.1401], ff. 11v-12r); «Sobre algunes paraules injurioses dites, segons se diu, contra los honrats cònsols, fon del·liberat que·ls honrats cònsols investiguen, se informen e sàpien qui són aquells qui tals coses han dites ni interrumpides e que parlen ab ells. E si trobaran aquelles voler-se’n sotsmetre a rahó, hagen poder de remetre’ls-ho si·s volrà, si no, que·ls ne perseguesquen o facen perseguir» (AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422 [24.X.1421], f. 12r). 128 «L’onrat Consell, per utilitat de la cosa pública, ordona que, si algun ciutadà de Terragona és menaçat, sobrat o mal tractat per degú, sia qui·s vulla, que los honrats cònsols qui ara són e per temps seran, e tota la Ciutat, si necessària és, lo defenen en juy e fora juy, e ab totes maneres que hi sien necessàries, a despeses e messions de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1407 [28.I.1407], f. 17r). 129 Además de ello, el Consejo también tuvo un protagonismo importante en la autorización del envío de huestes cuando era requerido para ello por sus señores («Fo determenat en lo dit Conseyl que la host de la Çiutat vaga al senyor Rey ab la senyera de la Çiutat...», AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [1.I.1370], f. 2v), aunque en determinadas ocasiones, reclamando sus privilegios o amparándose en la confrontación jurisdiccional, se negó a prestar la ayuda solicitada o pagó una determinada cantidad para no tener que intervenir militarmente, como ha podido observarse con mayor detalle en anteriores capítulos.
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murallas, organizando guardias, ordenando el cierre de portales o la reparación y puesta a punto de las armas disponibles, así como su adecuado reparto entre todos los vecinos, a quienes se prohibía abandonar la ciudad dejándola a su suerte.130 Pero, además de intervenir en los contextos bélicos o de mayor peligrosidad, el Consejo también se encargó de regular las cuestiones relacionadas con la seguridad pública, procurando evitar riesgos y accidentes,131 solicitando la detención y la imposición de penas para los malechores,132 vigilando el término municipal con guardianes o controlando el uso de armas prohibidas:133 Com alscuns, axí clergues com altres, vagen de nit e de dia per la ciutat ab armes vedades, de què·s poria seguir dan en la Ciutat; és stat determenat que los cònsols facen ordinació en açò sobre los lechs e la facen fer sobre los clergues e altres en manera que, d’aquí avant, no vagen per aytal forma.
130 «Per les galeres dels moros e altres enamichs qui van per la mar e per esquivar los perills que se’n porien seguir, ço que Déus no vulla; és determenat e comanat als cònsols de fer guaytar, tancar portals de la Ciutat e altres coses necessàries» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [13.V.1388], f. 6v); «Com sia fama per letres de mercaders, e en altra manera, que los moros de Barberia han armades moltes galeres e fustes de rems contra nació christiana, de què se poria seguir, ço que a Déu no plàcia, gran perill a la Ciutat si alguna provisió no y era feta; per ço l’onrat Consell, volent provehir a la defensió e guàrdia de la Ciutat, comanà als honrats cònsols e als honrats [...] que sobre açò ordonen e facen totes aquelles ordinacions, axí en guaytes, provisions com totes altres coses que coneguen ésser profitoses e necessàries a bona ordinació, tinció e defensió de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [10.III.1400], f. 22r-v); «Per l’estol del Rey de Castella. [...]. Lo dit honorable Consell determenà e donà càrrech e plen poder als honrats cònsols que ells, ab los elets, puxen elegir persones a qui comanen de regonèxer e metre a punt les bombardes, ballestes, armes e altres artellaries necessàries a la deffensió de la Ciutat e als murs d’aquella» (AHCT, FM, AM, n.º 46: 1430-1431 [16.VI.1430], ff. 6v-7v). 131 «Com de algun temps a ençà, per la Ciutat e alberchs de molts ciutadans se facen e·s tinguen pellices, de què se ha cuydat seguir e seria apparellat grans perills e sinestres a la Ciutat per foch [...]; l’onrat Consell determenà [...] que les palles e pellices se tinguen en loch que dan ni sinistre no·n pusqua venir, en special que no estiguen en lo cors de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402 [18. VIII.1401], f. 13r). 132 «A l’honrat Consell plau que els honrats cònsols facen estatuts e ordinacions, los pus forts que puxen, sobre lo fet de les alcavotes, matzineres e altres qui facen maleficis que són en la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [29.X.1398], f. 30r); «Com en la Ciutat sia fama que ha alguns malfaytors e·s sien fets alguns ladronices e altres maleficis; l’onrat Consell, per extirpar tals maleficis e que sien sabuts e castigats, comanà als honrats cònsols que ells, ab consell de lur assessor, requiren mossèn lo vicari, mossèn l’official, los veguers, lo procurador reyal e tots altres qui a requerir facen que en açò facen enquestes e tots necessaris processes que s’i meresquen e procescen e facen superlativa diligència en tal forma que hi sia provehit e los malfaytors sien durament castiguats, de què sia en esdevenidor exempli» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [9.III.1400], f. 21r). 133 AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [19.IV.1387], f. 3r.
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El mantenimiento de la paz social y el control de la moralidad
Además de proteger a los habitantes de la ciudad ante cualquier tipo de amenaza exterior, una de las principales atribuciones del Consejo era garantizar la paz entre todos los vecinos, por lo que, en distintas ocasiones, vemos pronunciarse a la institución con una clara vocación mediadora para evitar o mitigar los conflictos desatados entre particulares o entre bandos y parcialidades,134 haciendo que los cónsules «se meten per migencers e bons tractadors e avinentadors entre les parts», procurando «apaciar-los concordablement» o, en caso de no ser posible, «que sia remès tot lo fet a justícia».135 Asimismo, los encargados del gobierno urbano, a veces empujados por el propio arzobispo o tras la visita a la ciudad de algún predicador, van a dictar varias normas con el fin de lograr lo que consideraban un adecuado comportamiento moral de sus gentes. Dichas ordenanzas afectaban al prostíbulo, a los/as alcahuetes/as, al juego —autorizado o prohibido en distintos momentos—, a las relaciones sexuales con casadas, viudas, doncellas, esclavas y sirvientas,136 al vestido (ordinacions de les orles)137 o a la blasfemia:138 Sobre lo malvat e execrable abús que·s fa de jurar, renegar e despitar de Nostre Senyor Déus e de la Verge Maria e dels Sants; lo dit honorable Consell determenà, remès e comanà als honrats cònsols que […] puxen regonèxer les ordinacions sobre açò ja fetes en temps passat e puxen anadir, tolre e mudar axí com mils los serà vist faedor.
La administración de la justicia: el «juy de prohòmens»
Teniendo en cuenta que la documentación producida y conservada en la Corte de los vegueres fue mutilada a principios del siglo xix, con la ocupación de la ciudad por parte de las tropas napoleónicas, y que no se han con134 Sirva como muestra este ejemplo temprano: «Fo acordat en aquest Consell que, sobre uns deseximents fets a·n Rubert Ginyet de part de n’Arnau Roger, que la Ciutat no·y façe part ab ·I· ni ab altra part, sinó per via d’avinença o de composició, si fer-ho volen les parts de grat; si no, no hi entenen a fer força ni fer part» (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [7.X.1358], f. 8r). 135 AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [4.VI.1399], ff. 9v-10r. 136 Sobre este particular, véanse los estatutos promulgados por los cónsules a principios del Cuatrocientos con el fin de «prohibir e vedar la temerària audàcia e presumpció dels delinqüents ab remeys temporals, pus temor e amor de Déu no·ls retrau de mal» (AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402, docs. sueltos, n.º 1). 137 «És stat ordonat que algun hom, d’ací avant, no guòs vestir lo caperó a Cap d’any. Ítem, és stat ordonat que tota orla, fres, drap d’aur, de seda, de perles, e solemnitats de noces e de pietances vagen fora e, d’ací avant, no s’usen en la Ciutat, encara axí e segons forma de Barchinona» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [26.X.1388], f. 12r). 138 AHCT, FM, AM, n.º 63: 1447-1448 [9.II.1448], f. 9v.
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servado en el archivo municipal los libros de los juicios de prohombres para los últimos siglos del Medievo —en caso de haberlos para dicho perio do—,139 resulta especialmente complejo intentar ofrecer una perspectiva completamente fiable en lo que a los asuntos relacionados con la justicia se refiere. Afortunadamente, algunas de las causas en las que intervino dicho tribunal, con capacidad para juzgar los delitos criminales140 cometidos por los habitantes sobre los que era competente,141 se transcribieron parcialmente en las actas municipales y, gracias a eso, a pesar de no poder precisar con certeza el momento en que empezara a actuar,142 tenemos constancia de su existencia, composición y funcionamiento. Su instauración, íntimamente vinculada a los órganos rectores municipales, se debió a la concesión de unos «privilegis, franqueses e bonas costums del Juy de prohòmens de la predita Ciutat»143 que no se han conservado, pero es a través de los casos prácticos de que se dispone que pueden deducirse ciertas informaciones de interés. 139 Se puede documentar la celebración de juicios de hombres honrados no solo en la capital de la veguería, sino en distintas de sus principales villas, como Valls, Reus, Alcover o La Selva del Camp. Para el caso de Alcover, véase D. Bertran, «Alcover (Alt Camp)», pp. 46-50. Asimismo, a pesar de ser tardío con respecto a la etapa que nos ocupa, es de resaltar la conservación del libro que lleva por título Juhí de Prohoms de la vila i terme de Reus y llochs de Castellvell y Moster, terme de dita vila, un compendio que recoge las sentencias dictadas por dicha institución entre los años 1610 y 1717. 140 En contra de lo expuesto por E. Morera al afirmar que el juicio de prohombres tenía capacidad de actuar siempre «que el delincuente estuviese avencindado en la localidad donde se había hecho el daño, á fin de que su consejo tuviese la oportuna competencia, y que el delito no fuera de los que perturban á la sociedad y causan graves quebrantos á la muchedumbre, así es que estaban esceptuados [...] el incendiario, el monedero falso, el que atentaba á la autoridad, el asesino, el ladrón en despoblado y otros» (Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 904). A pesar de lo dicho, ciertamente, no existe ningún ejemplo de un juicio de estas características que hubiese tratado delitos de lesa majestad, pero sí existen ejemplos de procesos contra asesinos, ladrones, blasfemos, sodomitas, alcahuetes, falsificadores o incumplidores de la pena de destierro. Un caso especialmente llamativo es el que afectaba a quienes hacían «alienación de bienes», recayendo sobre estos un castigo público ejemplar: «Fon ordenat per l’onrat Consell que tota persona que farà cessió de béns haja a servar la solemnitat ordenada per dret, ço és, que haja a venir al juy e que tingua ·I· corona gran de paper e, ab les faldes alçades, don ·III· vegades de les anques nues en ·I· pedra de les grases de la Quartera, digua cascuna vegada “yo do lot o fac cessió de béns” e que sia scrit en la Cort e aprés publicat ab crida solemne per la Ciutat que aquell aytal ha feta cessió. E que null hom li compre, vena, ni contracte ab ell res, segons que pus largament açò sie ordenat per los honrats cònsols e tantost publicat» (AHCT, FM, AM, n.º 18: 1402-1403 [15.II.1403], f. 19v). 141 El juí de prohoms no podía juzgar los crímenes en los que estuviesen vinculados los nobles o los eclesiásticos. En contrapartida, estos no tenían la posibilidad de ser elegidos como miembros del mismo. 142 Algunos autores han apuntado que tal tribunal, que en Barcelona obtuvo su base legal a partir de la entrada en vigor del Recognoverunt proceres, en cuyo capítulo XLII se expresa que «proceres Barchinone et cives iudicant homines in criminalibus», era heredero del «mallus» o «iudicium» de época condal, en el que intervenían los «boni homines», manteniendo ciertas diferencias relevantes con el juicio por jurados de tradición anglosajona, pues este último derivaba de la encuesta judicial y los jueces solamente dictaminaban sin establecer condena, como sí sucedía con el «juí». Sobre esta cuestión, V. Ferro, El Dret Públic Català, pp. 175-176 y n. 240. Con relación al surgimiento, evolución y difusión de este tribunal para la ciudad de Lleida y los dominios de la orden del Temple del sur catalán, véanse J. Serrano, «El ‘juici de prohoms’», pp. 901-920; y J. Massip, «L’administració de justícia», pp. 553-562. 143 Fragmento del primer juicio de prohombres celebrado en Tarragona que se conserva completo, del 28 de septiembre de 1506 (AHCT, FM, AM, n.º 99: 1506-1507, f. 13r-v).
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La primera referencia documental que pone de relieve la participación de los prohombres tarraconenses en los juicios data del primero de abril de 1312, día en el que el arzobispo Rocabertí y el rey Jaime II acordaron el procedimiento a seguir en las apelaciones de las sentencias penales que sus respectivos oficiales dictasen en Tarragona y su Campo, pudiéndose leer que «super appellationibus siquis omitti contingeret a deffinitivis sententijs ferendis in causis criminalibus per probos homines civitatis Tarracone...».144 Con el paso del tiempo, se fueron introduciendo ciertas reformas que afectaron a la administración de la justicia en general y al tribunal de prohombres en particular y que, progresivamente, configuraron su estructura definitiva, contando entre las más relevantes de las que se conocen las provinientes de las Constituciones de Catalunya, de las normas emanadas del Consejo o las incorporadas por los decretos arzobispales, como los del prelado y patriarca Juan de Aragón, dictados en 1332,145 o los estatutos instaurados por el arzobispo Cescomes, en 1335.146 Todo ello se incorporaba a los distintos privilegios que, desde el siglo anterior, los prelados y los reyes habían concedido a los habitantes tarraconenses y que se recogían en un Libro franquitatum Civitatis et Campi Tarracone cum cohopertis pergamineis cum armis sive insignis dicte civitatis [...] recondito et custodito in archivo domus consulatus, cuyo original se perdió, pero que, gracias a los traslados que del mismo fueron realizados en los siglos xvi y xvii, podemos saber que, en relación con el tema que nos ocupa, los ciudadanos de Tarragona y del Campo estaban exentos del pago de salarios en las causas de apelación,147 se prohibía la aplicación de la tortura por causa alguna y gozaban de diversas vías de apelación, con ciertas salvedades.148 Desde las últimas décadas del siglo xiv, los registros municipales empiezan a dar cuenta de algunos de los juicios de prohombres que tuvieron AHAT, PM, n.º 9, doc. 75. Transcritos y traducidos al castellano por A. de Bofarull, Anales históricos de Reus, pp. 80-81. 146 AHAT, PM, n.º 9, doc. 84: Ordinationes et statuta facta per Dominum Arnaldum Archiepiscopum super diversis, scilicet super ordine judiciario... 147 AHCT, FM, perg. 44 [1.III.1233]. 148 «[…] han per lur franquea y de costuma que null hom ni nulla fembra no deu ésser posat a turment per neguna rahó», privilegio que seguía defendiéndose a fines del siglo xiv: «[…] que lo privilegi, ús e consuetud antich que la universitat de la dita Ciutat ha de no muntar a qüestió ni a turment los ciutadans de la dita Ciutat romanguen il·lès e sens prejudici» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [1.III.1396], docs. sueltos, n.º 1); o que «tots los hòmens de Tarragona e de tot lo Camp se poden apeylar al sennor Archabisbe, màs hòmens de La Selva s’apeylen primerament de lur balle al pabordre e de pabordre a Capítol e de Capítol al sennor Archabisbe. Hòmens de Reus s’apeylen de llurs balles a camarer e de camarer a Capítol e de Capítol al sennor Archabisbe, levat hòmens e fembres que sien jutjats a pena corporal o a córrer la vila o a mort d’ome, que no·s poden apeylar» (AHMR, Diplomes, docs. n.º 16 y 28 [24.I.1281]). Su transcripción completa puede verse en J. M.ª Font, «Franquezas, costumbres y privilegios», aps. 3 y 4. 144 145
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lugar en Tarragona aunque, en la mayoría de las ocasiones, las informaciones que aportan son indirectas y fragmentarias. A diferencia de otras ciudades,149 desde 1407, los juicios se celebraban en la Casa de la ciudad. El proceso era instruido por los vegueres, quienes se encargaban, asimismo, tanto de la detención y encarcelamiento del acusado, como de la ejecución de la sentencia dictada por el «juí». Una vez preparado el sumario de la causa, los vegueres convocaban el tribunal, ante el cual presentaban al imputado y abandonaban la sala, dejando el caso en sus manos. Con el reo arrodillado en medio de la estancia, el escribano de la Corte vicarial procedía a dar lectura del proceso y la encuesta formulados contra él y, seguidamente, los abogados municipales presentaban las posibles penas que podían ser aplicadas, sobre las que se llevaba a cabo la votación. El primero en ofrecer su veredicto era el abogado municipal de mayor antigüedad, quien debía expresar razonadamente su dictamen, para proceder a dar sus votos, a continuación, siguiendo el orden de izquierda a derecha, según estuviesen sentados, los cónsules y el cuerpo de prohombres que el azar hubiese dispuesto en cada ocasión. La representación ciudadana en el «juí» era, como en el caso del Consejo, paritaria entre las distintas manos de la ciudad. Los cónsules y los abogados municipales eran miembros natos del mismo. El resto de prohombres-jueces se elegían por sorteo, introduciendo en un recipiente pequeñas cédulas con el nombre de los varones mayores de edad nacidos y residentes en la ciudad, que eran extraídas por un muchacho con los ojos vendados.150 Conocido el recuento final, era el «cònsol en cap» el encargado de anunciar la sentencia adoptada por mayoría simple, expresando, al final de su parlamento, que la resolución sería ejecutada como castigo y ejemplo para todos los demás:151 L’onrat Consell, per moltes justes rahons, del·liberadament determenà que, d’ací avant, com los prohoms de la Ciutat hauran donar juy a algú, que aquell juy donar deuen en la Sala o Casa de la Ciutat, e aquest faça d’aquesta manera que·l juy dels prohoms sia consonant a dret e justícia. Los cònsols, com algú los serà remès a juy, demanen e hajen de la Cort lo procés d’aquell delat, e façent-lo regonèixer a un jurista que sia advocat pensionat de la Ciutat, e aquell jurista sia a dar lo juy e haja la primera veu en lo juy, e en aprés, los prohoms que·y seran, donen lurs veus, axí com és acostumat. E la Ciutat tingua, d’ací avant contínuament, advocat pensio149 Sabemos que en Barcelona, por ejemplo, el juicio tenía lugar en la cárcel del veguer, como relata en su trabajo S. Riera, «La potestat del Consell», p. 790. 150 Sobre este particular, véase D. Bertran, La justicia en Tarragona, pp. 47-48. El procedimiento seguido al respecto en la ciudad condal era muy similar, como se desprende del estudio de S. Riera, «La potestat del Consell», p. 790. 151 AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [17.XI.1407], f. 8r. Los detalles más concretos sobre el funcionamiento del tribunal fueron estudiados a través de más de cien casos por D. Bertran en la obra que acabamos de citar.
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nat qui haja càrrech d’açò e de tots los altres fets de la Ciutat, e haje de salari cascun any X liuras, axí com los cònsols.
Teniendo en cuenta que las sentencias eran ejecutadas prácticamente de inmediato, difícilmente se podían recurrir, aunque existen algunas excepciones al respecto que, en ciertos momentos, generaron conflictos entre el Consejo y los vegueres o el juez de apelaciones.152 Las penas dictadas por el «juí» de un modo más habitual fueron: la horca, las mutilaciones de miembros, la galera, los azotes, la marca, el escarnio público y el destierro.153 El control de la actividad económica
El Consejo se preocupó por garantizar los recursos necesarios para el abastecimiento de alimentos básicos —como el trigo,154 el vino, la carne y el pescado—, estableció las condiciones necesarias para el adecuado riego de la huerta, impulsó políticas de estímulo y reguló los procesos productivos y 152 Algo que no fue exclusivo del caso tarraconense, como puede verse en A. Alonso, «El juí de prohoms», pp. 1-10. Un ejemplo temprano e interesante al respecto tuvo lugar a mediados de junio de 1357, cuando los cónsules presentaron una protesta al veguer Pere de Clariana, quien actuaba a su vez como lugarteniente del coveguer Joan Sanç d’Olmeda, en relación con el zapatero Pere Simó y Bernat Raedor, natural de Falset, que fueron acusados de obstaculizar a los «saigs» que iban a detener a Guillemó Sesarnaldes en la iglesia de Sant Miquel del Mar. Por esa razón, se les condenó a dos años de exilio y a ser azotados por la ciudad, pero los cónsules alegaron, obteniendo la razón, que era a ellos a quienes correspondía dictar los castigos derivados de las causas criminales en la ciudad (AHCT, FM, perg. 159), por tener la capacidad, concedida por el Consejo, de perseguir «per justícia tots aquells qui contra dret e justícia proseguesquen, vexen e tribulen degú per qualsevulla processos, administrant-hi totes messions necessàries» (AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [8.II.1412], f. 18v). 153 Hasta el siglo xvi, cuando las horcas fueron trasladadas a los pies del castillo del rey, en la actual «Baixada de la Peixateria» (conocida en la época como «Baixada de les Forques»), tanto la pena capital como las mutilaciones de miembros, generalmente de puños y de orejas, tenían lugar en la plaza de la «Quartera», mientras que la pena de azotes se empezaba a ejecutar en el puerto para seguir después un recorrido fijo por la ciudad: «[...] comensen altra volta a pagar-los al cap de la plassa de Sant Francesch, lloch acostumat de comensar ensemblants actes, y de allí vayan per los llochs acostumats de la present Ciutat, ço és, al Corral un asot, altre asot al sòl del carrer Major, davant la Verge Maria, altre devant la Casa de la Ciutat, altre a la plassa de la Quartera y altre al portal de Sant Antoni», lugar desde donde, en caso de que el acusado hubiese sido condenado también al destierro, abandonaba la ciudad (AHCT, FM, AM, n.º 104: 1519-1520 [1.III.1520] y n.º 115: 1531-1532 [3.X.1531], f. 19v). 154 «A la proposició feta per los honrats cònsols que com [...] lo temps se encarescha e lo blat sia en pujada e la Ciutat no sia provehida segons se pertany, e fos apparellat seguir en sinistre, que hi fos provehit; l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que [...] tracten de aquest fet e prometen e donen aquella ajuda als que portar-hic volran blat, per mar tan solament e no per terra, que a ells serà ben vist fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402 [4.V.1401], f. 8v). Pocos meses más tarde, se volvió a insistir en que «la Ciutat era pobra de blat e per tota la terra era car», siendo urgente adoptar las provisiones necesarias «ans que scàndel no se’n seguís». Por ello se autorizó que «per via de compra o ab totes aquelles millors maneres que·ls serà vist fahedor, [los cónsules] facen per forma e manera que la Ciutat haja blat, vulle’s per mar, vulle’s per terra» (Ibidem [20.XI.1401], f. 16r). Sobre esta cuestión, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 139-146.
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la actividad comercial a través de medidas de carácter general y de alcance más específico,155 protegió el «honor de la fira»156 —una vez conseguido el privilegio real que permitía su celebración anual a partir del tercer domingo después de la fiesta de Pascua—,157 procuró atraer artesanos para desempeñar las industrias que consideraba imprescindibles, luchó contra la competencia desleal y el fraude,158 prohibió los monopolios159 e impuso medidas proteccionistas para favorecer ciertos sectores estratégicos de su actividad productiva.160 155 «Dels oficis que obren a digmenges e festes. Com payers, barbers, speciers e molts altres menestrals de la Ciutat abusen de lurs officis, obrint obradors e venent públicament a digmenges, festius e hores no degudes; l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, haüda informació ab los officis e menestrals de què serà interès, pusquen fer sobre açò aquelles ordinacions e statuts ab aquelles penes e en aquella forma e manera que·ls sia vist fahedor». (AHCT, FM, AM, n.º 29: 1413-1414 [13. III.1414], f. 16r). Véanse, asimismo, el Llibre d’ordinacions del afers dels draps, AHCT, FM, P-8545; y el Llibre d’ordinacions de paraires, teixidors i tintorers, AHCT, FM, P-8546. 156 Garantizando su anuncio y amenidad («En Nicholau Rochafort, clavari [...], dats a·n Johan Cartasses, Pere de Ribes, Berenguer Sisteller, [...], juglàs, per les crides e servey que han fet a la Ciutat, ara en temps de fira, quinque florinos» [2.V.1399]), el buen estado de la plaza del Corral («[...] dats a·n Pasqual Dasin, saig, per ço com ha agranada la plaça del Corral, ara en temps de fira, quinque solidos» [5.V.1399]), la seguridad durante su desarrollo (llegando incluso a compensar a personas que habían sufrido robos) y obligando a los comerciantes de la ciudad a plantar sus «barraques» en dicho espacio, donde se concentraba toda la actividad, obligando a quienes se resistían a trasladar su negocio durante esos días, alegando «gran treball e enuig»: «A la proposició feta per los honorables cònsols que alguns se escusen de fer barraques a la fira e altres, per scusació d’aquells, se’n retrahuen; l’onorable Consell determenà que tots los oficis que deuen fer barraques les facen axí bé uns com altres, remetent açò a conexença dels honorables cònsols, que·n guarden la honor de la Ciutat e bellea de la fira» (AHCT, FM, AM, n.º 18: 1402-1403 [13.IV.1402], f. 8r-v). 157 Sin contar con el privilegio original, hay varias pruebas que permiten demostrar la celebración de una feria en Tarragona desde inicios del siglo xiv, siendo una de las más interesantes el llamamiento que se hizo en 1348: «Ara hoiats que us fa a saber la Senyoria que tot hom e tota altre persona, de qualque condició sia, que vuyla venir a la fira de Terragona, que vengua san e segur ab tots sos béns e poses, anant e vinent, estant e tornant, en fe de la Senyoria, exceptat bare e trahidor, falsedor de moneda, ladre, homeyer, robador e trencador de camins, eretge, sodomita e hom qui aya comès crim de lesa magestat e hom qui haja ahontat algun hom de la Ciutat de Terragona» (AHAT, MN, 1348; imagen reproducida en M. Bonet, A. Isla, Tarragona Medieval, p. 212). En 1371, el rey Pedro el Ceremonioso concedió, junto con el arzobispo Clasquerí, licencia para la celebración de otra feria antes de Navidad, que daba comienzo el día de san Andrés, disfrutando los mismos privilegios que la anterior, aunque con menor acogida. Será en 1437 cuando Alfonso el Magnánimo confirme y amplíe los beneficios de que gozaba la feria de Tarragona. En este caso, sí se conserva el privilegio original: AHCT, FM, perg. 332. 158 «En lo fet de les flaqueres, les quals se diu que guanyen sobergament, l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols, donant-los càrrech que ells vejen e reguoneguen lo fet de les flaqueres e que hi proveesquen en tal forma com sia necessari, en manera que tot frau cès» (AHCT, FM, AM, n.º 21: 1405-1406 [2.VI.1405], f. 7r). 159 «Dels molins fariners. A la proposició feta en Consell que, segons se diu e notòriament apar, en Guillem Tosquelló, ab enginys e maneres ha haüts a sa mà e poder tots los molins fariners del port, e ell los té e regex, la qual cosa és contra expressa ordinació e probició de la Ciutat; lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, vista la dita ordinació e prohibició, facen tornar a loch lo dit fet» (AHCT, FM, AM, n.º 35: 1419-1420 [27.IX.1419], f. 11v). 160 «Que alguna persona, de qualque condició sia, no gòs texir ni fer texir fora Terragona algun drap on farà o farà fer senyal de T, e qui contra farà paxh ·LX· sous de ban. E semblant pena encórrega tot drap
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La gestión de la hacienda municipal
El estudio de las cuentas presentadas por la clavería permiten corroborar que la difícil situación económica que atravesó la ciudad desde las décadas centrales del siglo xiv no hizo más que agravarse hasta desembocar en un punto realmente crítico —a pesar de los distintos intentos de enderezamiento161 (como los propuestos en 1424/1426, 1435 o 1461) y de breves coyunturas de mayor estabilidad—, coincidiendo con el estallido de la Guerra Civil catalana,162 dando lugar a la «necesaria e imprescindible» declaración de la suspensión de pagos de la «tan insigne e tan antigue Ciutat [...] que vuy stave en punt de total perdició».163 Los registros municipales nos presentan, de un modo recurrente, una «pobre Ciutat»,164 obligada a disminuir gastos —mediante la rebaja del número y los salarios de sus funcionarios y de las limosnas, la venta o reducción de los alquileres de edificios públicos...—;165 en búsqueda constante y desesperada de nuevos ingresos —estableciendo o aumentando ciertas imposiciones, intentando que los clérigos y los hombres de paraje participasen en las contribuciones de la ciudad y que los habitantes de las «Faldes i Territori» lo hicieran con mayor rigor y asiduidad—;166 persiguiendo los texit en Terragona ab senyal d’altre loch» (Llibre d’ordinacions dels afers dels draps, AHCT, FM, P-8545). 161 «De la reformació de la Ciutat. Lo dit honorable Consell remès e comanà e donà special càrrech e plen poder als honrats cònsols, ensemps ab aquelles persones que en altres Consells, en temps passat, hi són stades eletes, o la major partida, e ab consell encara e acort d’altres sàvies e discretes persones que en açò volran demanar e aplicar, treballen ab gran diligència en lo fet de la reformació e esmenant lo deffalliment e la negligència que fins açí en aquest fet, hon va tot lo major benavenir de la cosa pública» (AHCT, FM, AM, n.º 41: 1425-1426 [17.IV.1425], f. 4r); «De la refformació de la Ciutat. Lo dit honorable Consell determenà e donà càrrech als honrats cònsols e als altres qui en açò són elets que treballen ab diligència, mils que no s’és fet fins açí, en lo fet de la refformació e reparació de la Ciutat» (Ibidem [16.I.1426], f. 8v). 162 Una imagen que dista considerablemente de la ofrecida por los autores que han definido el siglo xv tarraconense como un «període de prosperitat, equilibri i també d’una economia sota control» (M. Bonet, A. Isla, Tarragona medieval, p. 20). El estudio más detallado que se ha realizado sobre la hacienda municipal de la ciudad durante la Baja Edad Media es el incluido en la obra de F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 165-269. Asimismo, resulta de gran interés para los temas relacionados con la fiscalidad de otras localidades del Campo tarraconense el trabajo de J. Morelló, Fiscalitat i deute públic. 163 AHCT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [13.IV.1462], ff. 21v-22r. En dicha situación, el monarca adoptó una implicación directa, pues confiscó los censales de los rebeldes a su causa, convirtiéndose de este modo en un acreedor más de la ciudad. Sin contar las deudas contraídas con los prestamistas barceloneses, las pensiones que la ciudad debía ascendían a algo más de 6.091 libras. 164 AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [17.VI.1386], ff. 16v-17r. 165 «De diminuhir salaris. L’onrat Consell, attenent que la Ciutat és pobra e insuficient a paguar los càrrechs, determenà que d’aquí avant, als cònsols, assessors, scrivà e a tots altres als quals la Ciutat acustum de donar salaris, sia diminuït lo terç de llur salari, fins que la Ciutat sia tornada en altra prosperitat» (AHCT, FM, AM, n.º 31: 1415-1416 [6.IV.1416], f. 13r). 166 «De fer avaluar tot hom qui tengut hi sia. Ítem, a l’altra proposició dels honrats cònsols, que stan en dubte que los hòmens de paratge, clergues e hòmens de les Faldes e altres qui són tenguts de paguar en les talles e altres càrrechs de la Ciutat no·s facen forçar de valuar e pagar, axí que sia provehit que si
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fraudes167 y a los deudores168 —sobre quienes planeó la amenaza de penas, arrestos o embargos—;169 preocupada por el abastecimiento de alimentos básicos; con la constante amenaza del despoblamiento; y asfixiada por la acumulación del siempre creciente déficit contraído.170 Los ingresos de la universidad procedían de las sanciones monetarias y los tributos, tanto directos (las tallas sobre los bienes y las rentas), como indirectos (las imposiciones sobre el consumo y el comercio) y ciertos tributos especiales («dret de treta o talla grossa» y los traspasos a «mans mortes»)171 n’i ha que força s’i haja a fer, sia comanat a tres persones que hajen poder de affrontar e afustar-los-ne, havent-hy totes provisions necessàries, axí del senyor Rey, com del senyor Archabisbe e altres a qui·s pertangua, en manera que facen la raó axí com són tenguts» (AHCT, FM, AM, n.º 32: 1416-1417 [24. IV.1416], f. 4r). 167 «Dels fraus que·s fan en les imposicions. Lo dit honorable Consell determenà e donà càrrech als honrats cònsols e als sis elets que en tot cas proveesquen als grans fraus que·s fan en les imposicions e drets de la Ciutat e, singularment, en aquella de la quartera, que·s difrauda e és molt diminuïda de cascuns singulars de la Ciutat quant blat molen» (AHCT, FM, AM, n.º 47: 1431-1432 [19.IV.1431], f. 6r). 168 «L’onrat Consell determenà que los honrats cònsols donen e facen gran diligència que tots los deutes que són deguts a la Ciutat per qualsevulla rahó o manera, sien exeguits e haüts complidament» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [9.IV.1399], f. 4v) 169 «De aquells qui deuen a la Ciutat. Lo dit honorable Consell que·ls honrats cònsols e síndichs, o algú d’ells, convenguen totes persones que hagen a retre compte ne deguen a la Ciutat, fahents-los, si ops serà, posar bones penes e arrestar e fer-los arrestar e pendre e prosseguir e exequitar-los, e fer tot ço que mester hi sia en tal forma que la Ciutat haja prestament tot ço que li sia degut» (AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422 [11.IX.1421], f. 10r). 170 «És estat determenat per los honrats diputats damunt dits que per les grans opressions e extremas necessitats que la Ciutat ha, axí del fet dels florins que ha a pagar al senyor Rey per rahó del usatge Princeps namque, dels quals resten bé ·D· florins, que no basten los fochs que a adés són en la Ciutat, e axí matex, per los fets e tractaments que l’Arcabisbe fa contra la Ciutat, e noresmenys, per les imposicions qui són de molt diminuïdes, en tant que no basten a pagar los interèssers de la Ciuta, e axí matex, per les obres dels murs e per la provisió que la dita Ciutat ha a fer contínuament de gra, e la dita Ciutat no puxe socórrer als dits fets [...]; per ço és determenat que per socórrer e ajudar als dits affers, per tal que la Ciutat no n’haja dampnatge, que de present sien manlevats per les dites rahons duodècim mille sous, e que sien bé assegurats per lo síndich de la Ciutat [...] a aquella persona qui·ls prestarà a la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [8.I.1375], f. 26v); «Luyr censals. A la proposició feta per los honrats micer Bernat Palegrí, micer Arnau Maçó, en Jacme Çabater e en Pere de la Porta, ciutadans de la dita Ciutat, en la qual proposició largament digueren que les altres ciutats i viles de Cathalunya se quiten e·s desendeuten dels censals que fan e que la Ciutat de Terragona en neguna no·s quita ne·s desendeuta, ans tots dies, com més va, se encarregua, per ço proposaren en lo dit Consell que la Ciutat volgués cercar e tractar vies e maneres per les quals aquella se pugue desendeutar e quitar dels censals que fa...» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [12.VI.1386], f. 15v). En este mismo sentido, véanse: «De deutes» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [29.IV.1399], f. 4v); «De cercar diners» (Ibidem [10.III.1400], f. 22v); y las informaciones contenidas en el apéndice 8. 171 Impuestos que se aplicaban sobre los bienes que salían de la contribución de la ciudad por el traslado de residencia a otro lugar de sus propietarios o debido a su transmisión, por herencia, donación o venta, a sectores exentos de la población: «L’honrat Consell, per utilitat e bé de la cosa pública de la Ciutat, ordona que si alguna persona de la Ciutat lexarà, darà o vendrà a persona privilegiada alguns béns, sien stimats per dos bons hòmens de la Ciutat, per los honrats cònsols qui ara són o per temps seran elegidors, e que d’aquells haja a pagar aquell qui·ls darà, vendrà o lexarà, III sous per lliura. E axí mateix, paguen les persones qui s’exiran de la Ciutat per mudar llur domicili en altre part, ço és, III sous per liura dels béns qui hic traurà. E aquesta quantitat sia levada per dos bons hòmens de la Ciutat en açò
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que el municipio tenía capacidad de recaudar como receptor de un poder cedido por el titular de la plenitudo potestatis.172 Las tallas respondían al cobro de colectas en forma de derrama entre los habitantes de la ciudad como fruto de una resolución adoptada por el Consejo general, la institución encargada de determinar la conveniencia de su aplicación para cubrir algún imperativo puntual, dictando las normas necesarias para ello.173 Solían recaudarse, con mayor o menor asiduidad y equidad, para satisfacer las exigencias regias o arzobispales174 y para llevar a cabo actividades de especial interés para el municipio, «com les imposicions no abasten»,175 tales como la defensa de los privilegios, la construcción y reparación de las murallas, el mantenimiento de infraestructuras, el envío de síndicos y embajadas, los gastos de funcionamiento de la propia estructura administrativa, la compensación del déficit de los presupuestos municipales o la amortización de antiguos censales. La necesidad de aumentar la presión fiscal mediante el establecimiento de nuevos impuestos directos para compensar la falta de ingresos a través de las imposiciones fue una situación que se volvió cada vez más preocupante, especialmente a partir de los últimos años del siglo xiv, pues los sectores sociales más desfavorecidos vieron amenazada su propia subsistencia, los comerciantes padecían una notable caída en sus ganancias y los acreedores temían la consiguiente disminución del producto de las imposiciones. Esta situación no llegó a producirse o, en caso de hacerlo, afectó de un modo mucho menor a aquellas ciudades que, debido a su mayor potencia comercial y demográfica, pudieron basar su sistema fiscal de un modo prácticaelegidors, los quals presten sagrament e homenatge de haver-s’i bé e lealment» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [4.III.1394], f. 36r-v). 172 Según afirma M. Turull, «en la cultura jurídica del ius commune, al municipio no le es reconocida la más mínima autonomía fiscal. Es al príncipe al único que le corresponde establecer tributos (a pesar de que, para el caso catalán, no consiguiera establecer un impuesto ni ordinario ni general). No hallaremos, pues, referencias a una potestad tributaria en manos de las civitates en la compilación justinianea, aunque sí encontraremos referencias, sobre todo entre los canonistas, a la posibilidad de la universidad de disponer de un fondo común —el arca communis—. Sin embargo, disponer de fondo común no implica ni mucho menos capacidad para establecer colectas entre los miembros de la colectividad. [...] Por lo tanto, el municipio no era el titular originario de una potestad tributaria» (Cf. «El impuesto directo», pp. 318-320). 173 A diferencia de las imposiciones, cuyo establecimiento y valor estaba sujeto a la autorización real, para el cobro de las tallas no fue necesario el consentimiento expreso y directo del monarca, pues el reconocimiento de la capacidad de los distintos municipios para establecer estas colectas estaba incluida en los privilegios municipales. Ibidem, pp. 321-322. 174 Como serán los donativos exigidos para cubrir los gastos de sus entradas solemnes en la ciudad, para satisfacer el Princeps namque o contribuir con la hueste real, para celebraciones extraordinarias (como el jubileo de Pedro el Ceremonioso, o las coronaciones y maridajes)... 175 AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [28.IX.1387], f. 11v.
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mente exclusivo en los impuestos indirectos, pero este no fue el caso de Tarragona.176 Por lo general, antes de llevarse a cabo la recaudación de las distintas tallas, se procedía a evaluar los bienes de los vecinos para proceder después a su reparto, lo que daba lugar a la confección de tres tipos de registros: las estimaciones (inventarios de bienes que servían como base de aplicación de los impuestos directos), los de tallas (relación de las cantidades asignadas a cada contribuyente) y los de colectas (a partir de los datos de la recau dación).177 De este modo, primándose la condición real del impuesto (según el patrimonio) por encima de la personal (según su condición), no todos los habitantes debían pagar por igual, sino que lo hacían proporcionalmente de acuerdo con el valor de sus bienes muebles e inmuebles («pro solido et libra»)178 aunque, en algunos contextos, la presión ejercida por la oligarquía hizo que determinadas tallas fuesen repartidas por capitación (una sola cuota por fuego, independientemente de la fortuna)179 o por manos o «compartiments» (fijándose varios niveles impositivos a los que se asociaban cuotas diferentes).180 El 6 de abril del año 1400, el Consejo decidió imponer una talla semanal de dos sueldos que todos los vecinos debían pagar cada domingo y que se mantuvo en vigor hasta mediados de 1403, cuando se decidió volver a establecer el modelo impositivo «a sou i lliura», de acuerdo con las evaluaciones que ya se habían realizado. Dicho tributo pretendía dar solución a los «molts deutes a què la Ciutat és obligada, e se faran reemences e quitaments de deutes». La resolución del Consejo, tras haber aceptado los capítulos propuestos por la comisión de los doce dedicada a su estudio, se hizo pública 176 Un caso muy similar al tarraconense fue el de Cervera, estudiado en profundidad por P. Verdés, Per ço que la vila; idem, «Administrar les pecúnies». Podría presentarse como contramodelo para el tema que nos ocupa el caso de la ciudad condal, para cuyo estudio resultan de especial interés las obras de P. Ortí, Renda i fiscalitat; P. Verdés, «Barcelona, capital del mercat». Una perspectiva más general sobre estas cuestiones en M. Turull, P. Verdés, «Gobierno municipal y fiscalidad»; M. Sánchez, D. Menjot (dirs.), Fiscalidad de Estado. 177 J. Morelló, Fiscalitat i deute públic, p. 308. 178 «[...] quia in contributionibus et aliis talliis comunibus, de iure et ratione, debet fieri distributio pro solido et libra ut equalitas et iustitia observetur, quia in hoc non respicitur conditio vel status persone, sed valor bonorum; nam, si filius regis nichil habens esset in aliquo loco [...] et tatxaretur in tallis, nil posset tatxari si nil haberet; et, si rusticus habens mille libre [...], solvet pro mille libre; iniustissimum enim esset quod pauper et dives essent in distributione vel contributione tallie equales, quia nemo dat quod non habet» (AHAT, RN, 1369, f. 30 [7.III]. Cf. J. Morelló, Fiscalitat i deute públic, p. 309). 179 Conocidas también como «talles iguals» o «simples». 180 Un ejemplo de contribución variable según el estamento al que se pertenecía tuvo lugar en 1386, cuando el Consejo determinó que «[...] mà major pach XII diners, la mà mijana, VIII diners, e de la mà menor facen dues mans, la una mà pach VI diners e l’atre mà pach IIII diners, e no puigen ne avall més avant, los quals diners servesquen a les obres dels murs de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [1.X.1386], f. 29v.
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mediante el siguiente pregón, tanto en la propia ciudad como en los lugares de las «Faldes»:181 Ara hoiats que us fa saber la Senyoria, a instància e requesta dels honrats cònsols de Tarragona, que com l’onrat Consell de la dita Ciutat haja determenat que la talla e questa per los XII ordenada e imposada per rembre los deutes e càrrechs de la Ciutat fetes per les obres del mur se començ de paguar e levar digmenge dia de Ram, que·s comptarà XI del present mes d’abril e que cascun foch e cap d’alberch de la dita Ciutat e encara de les Faldes, e altres de contribució d’aquella segons ordinació dels XII en açò elets, pach digmenge aprés tots digmenges de l’any II diners, de III en III mesos, los quals començaran lo dit dia de l’any, pach tothom generalment lo sou per milenar, de tant com muntarà la sua estima e vàlua de béns, e lo qui a milenar no muntarà, pach en la dita forma [...], los quals II diners tots digmenges han a paguar al deener e lo deener a dar o haja [...] als que són deputats a collir la talla e açò sots pena de la dobla, [...] segons pus largament se conté en les ordinacions per los dits XII fetes sobre açò. [...] En altra manera, la dita Senyoria exequirà les dites penes e encara procehirà contra los inhobedients, segons de justícia trobarà ésser fahedor.
Las tallas destinadas a la reparación de las murallas recibieron el nombre de «passades de mur» y la que se conserva con mayor detalle es la correspondiente a 1428, cuando se dividió a los ciudadanos en nueve grupos que debían pagar entre medio y veinte sueldos.182 Por su parte, las imposiciones eran la principal fuente de ingresos del erario municipal, pues constituían alrededor del 65% del total.183 Gravaban tanto la entrada en la ciudad de determinados productos, así como su com AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400, docs. sueltos, n.º 1 (A-B). «[...] dels ciutadans e habitadors de la dita Ciutat, tatxaren en aquesta forma, car feren tres mans: mà major, ma migana e mà menor, e les tres mans subdivisiren en altres tres mans, ço és, que de la major feren tres mans: major, mijana e menor, e de la migana, semblantment, e de la menor, axí matex. E axí, segons lurs bones consciències, a lur bona coneguda e arbitració, per lo poder a ells donat per lo dit honorable Consell, fetes les dites tres differències, tatxaren e ordonaren sots la forma subsegüent. Començant al portal de n’Olivera e pujant per lo carrer Major amunt [...]» (AHCT, FM, EyH, n.º 17, ff. 1r-2v). Al respecto, véase el estudio de J. Morelló, «Les muralles trescentistes», esp. pp. 177, 191-199 y ap. II. 183 Según los cálculos ofrecidos por F. Cortiella (Una ciutat catalana, p. 205) quien, basándose en la documentación municipal, expone que «s’havia afirmat, en un Consell, que era més just el pagament de les imposicions que la implantació d’una talla, ja que així pagaven tots, fins i tot els estrangers i els privats». Una reclamación muy similar fue planteada en otros municipios y ciudades, como en Valls (1369 y 1427) y en Reus (1359 y 1389), dentro de la misma veguería (J. Morelló, Fiscalitat i deute públic, pp. 309-320); en Tàrrega, en 1313, por los miembros de las manos mediana y menor contra la objeción de la mayor para tasar las exacciones por sueldo y libra (Ll. Sarret (ed.), Privilegis de Tàrrega, pp. 5052); o en Lleida por los miembros de la mano menor ante el rey Fernando I, alegando que «com per privilegi e costum de la Ciutat e covinença antiguement feta entre majors, mitjans e manors, quascú sia tengut de pagar segons valia de sos béns per sou e per liura, la qual covinença és stade jurada que los dits privilegis, costum e avinença feyts sien servats d’ací avant negú no pach ni sia tengut de pagar sinó segons la valia de sos béns per sou e per liura, segons que per los dits privilegis e costum inida e pacte 181 182
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Relación de la venta de las imposiciones.
pra-venta. Algunas de las más destacadas eran: la de la «quartera» (sobre el cereal), del «vi» (sobre la vendimia y por carga de vino), del «herbatge» (sobre los pastos de los campos comunales del municipio), de la «carnisseria» (por libra de carne vendida), del «peix» (por carga de pescado, por su desembarco en el puerto y por su venta en el mercado), de la «sal» y del «carbó» (afectaba la compra-venta de dichos productos), de la «mercaderia» (gravamen sobre las transacciones de otros productos, como el aceite, los paños o los bienes muebles e inmuebles), de la «plata» (pagada por los joyeros en la compra-venta de objetos de oro y plata), de las «menuderies» (gravamen transitorio relacionado con la entrada de frutas, verduras, caza, volatería y leña), de la «moltura»,184 del «navili» (cobrada por la entrada y salida de embarcaciones del puerto) o de las «Faldes» (imposición que recaía sobre los distintos lugares que formaban parte de las mismas, pagando una cantidad determinada en función de su población, que solía fijarse en una libra por fuego, generando, en determinadas ocasiones, enormes reticencias):185 A la proposició feta per los honrats cònsols per rahó de les imposicions de les Faldes que·ls hòmens dels lochs de les dites Faldes recusen de pagar, ans hi meten tot aquell contrast que poden, e cové que sobre açò, per la dita Ciutat, hi sia provehit. avinença, és dictat e ordonat, no contrastant qualsssevulla ordinacions per qualsevol persona en contrari fetes» (ACA, PF, leg. 102, exp. 27. Cf. M.ª T. Ferrer, «Un memorial de greuges», pp. 309-310). 184 Una imposición que no presenta Cortiella en su relación, pero que aparece citada en el volumen de las actas municipales correspondientes a los años 1393-1395: «Com per rahó d’algunes messions e avaries que l’any prop passat són estades fetes per rahó de la imposició novellament ordonada sobre la moltura...» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [12.V.1394], f. 48v). 185 Ibidem [28.IX.1393], f. 21r. El estudio pormenorizado de cada una de estas imposiciones, puede leerse en F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 183-195.
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La percepción de dichas imposiciones, procurándose que siempre «sien augmentades e en res diminuïdes»,186 era una facultad que obtenía la ciudad por autorización real a cambio del pago de una cantidad proporcional al valor estimado de los gravámenes que, hasta su entrega definitiva —en 1437—,187 se cedían temporalmente.188 Para llevar a cabo su recaudación se procedía a la venta «en encant públich», durante un periodo determinado —que oscilaba entre cuatro meses y un año—, por parte de un corredor público al mejor postor (ya fuese un particular o un grupo de hasta un máximo de cuatro socios),189 el cual debía pagar la cantidad contratada independientemente del volumen recaudado por las imposiciones que adquiría, asumiendo el riesgo
186 A pesar de ese objetivo ideal, hubo coyunturas especialmente complicadas en las que la pobreza de parte de los vecinos obligó al Consejo a plantear la necesidad de reducir las imposiciones para garantizar su subsistencia: «De moderar les imposicions. Lo dit honorable Consell, attenent que algunes de les imposicions, axí com la imposició de la quartera de flaquers e fariners e de la carniceria e altres, són molt desmoderades, en gran càrrech e dan de les persones pobres e miserables, per ço determenà, remès e comanà als honrats cònsols e als honrats [...] que ells tots o la major partida, ab bona e madura del· liberació, apunten e del·liberen quina moderació se’n poria fer comportabla als grans càrrechs de la Ciutat. Emperò, ans de finar ni de metre-ho en execució, que sia tornat en Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422 [12.III.1422], f. 18r). 187 AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [6.X.1437], ff. 7v-8r. 188 «És determenat en l’onrat Consell que com la Ciutat de Terragona haja mester de present XIII mil sous, los quals ha a pagar per rahó de una concessió de imposició a V anys que lo senyor Rey novellament ha feta a la Ciutat, los quals XIII mil sous la Ciutat al present no ha, e com per la dita concessió de les imposicions a la Ciutat vendrà gran profit perquè és determenat que aquest fet sia comanat als discrets [...] ab los honrats cònsols ensemps, donant-los poder que los damunt dits, o la major partida, tracten, tinguen e ordenen totes aquelles millors maneres, provisions e tractaments e per aquella forma que a ells serà mils vist fahedor, per manera que la Ciutat haja prestament aquesta moneda» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [21.I.1379], ff. 10v-11r). Las licencias eran concedidas habitualmente por los monarcas para un lustro, aunque, en alguna ocasión, llegaron incluso a otorgarse por veinte años, como la que dio el rey Alfonso V desde Castelnuovo (Nápoles) el 15 de enero de 1423 y que debía entrar en vigor cuando finalizase la concesión anterior (dada en Tortosa, el 11 de febrero de 1417, con validez para diez años): AHCT, FM, perg. 575. Generalmente, la ciudad no tenía la potestad de establecer la tasa de las imposiciones. Con todo, en 1378, como recompensa por el donativo otorgado para los viajes a Cerdeña y Sicilia, a pesar de la opresión económica por la que estaba atravesando el municipio, Pedro el Ceremonioso concedió a los cónsules y prohombres de Tarragona la posibilidad de aumentar o disminuir imposiciones (AHCT, FM, perg. 555). De nuevo, en 1406, el Consejo tarraconense obtuvo del rey Martín I el derecho para crear nuevas imposiciones y modificar las tasas de las existentes (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1407 [30.XI.1406], f. 14v). 189 «A la proposició per los honrats cònsols feta per rahó de les imposicions de la Ciutat qui s’an a vendre en los quatre meses sdevenidors; és determenat per l’onrat Consell que les dites imposicions sien venudes per los honrats cònsols al major profit de la universitat de la Ciutat que poran, donant-los plen poder que si conexeran que en les dites imposicions no·s trobàs just preu de aturar aquelles vers ells en fer-les collir per aquelles persones que·ls serà vist fahedor. E axí mateix, si conexeran que major profit fos de la dita universitat de vendre les imposicions a un any que a quatre meses e que major preu s’i trobàs, que les puxen vendre per aquell temps que·ls serà vist fahedor, car lo Consell, confiant de la lur discresió e saviea, comana e dóna plen poder als dits honrats cònsols de fer les vendes de las dites imposicions, e lo dit Consell, en nom de la universitat dessús dita, haurà per ferm e acceptable les dites vendes e comandes» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [3.IV.1393], f. 1v).
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que ello suponía y sin permitirse variaciones en el precio estipulado,190 dándose muy pocas excepciones al respecto.191 En el caso de que nadie las quisiera adquirir o si el precio que se ofrecía por su compra era considerado 190 A pesar de todo, en distintas ocasiones, encontramos a compradores de imposiciones que solicitan a la ciudad una renegociación del acuerdo incial o la prórroga de los pagos: «A la proposició feta per part d’en Guillemó Thomàs, ço és, que con ell agués comprada la imposició del peix e en la dita imposició ell haga fort molt perdut, en tant que si ell pagave ara de present ço que li costà, que li convendria de anarse’n en altra part e açò per tal con ne seria desfet, perquè plagués a l’honrat Consell que·l deguessen comportar per certes pagues ho en aquella manera que a l’honrat Consell plaurà, per tal manera que ho pusque pagar e no·n sia desfet...» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [7.III.1384], f. 29r-v); «A la supplicació donada per en Berenguer Rodera e·n Francoy Rodera e en Jacme Ferriol, olim compradors de la imposició de les Faldes, en la qual suppliquen que la Ciutat los haja esguard rahonable als dans que han haüts en les dites imposicions per la destrucció de Barenys que moros lo barrejaren e per la despoblació de Vila-secha e altre coses en la dita supplicació contengudes; l’onrat Consell determenà que com los dits compradors haguessen comprada la dita imposició a tot llur risch de guany e de pèrdua, la Ciutat no·ls és en res tenguda, ni·ls faria d’açò esmena alguna» (AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [17.XI.1407], f. 7r). 191 Entre las cuales figuran las inhibiciones temporales en la recaudación de las imposiciones establecidas por los reyes como fruto de un castigo, como la privación decretada por Pedro el Ceremonioso en 1384 debido a la pésima acogida que la ciudad ofreció a la reina de Sicilia: «A la proposició feta a huna letra la qual lo senyor Rey ha tramesa a la Ciutat, en la qual feya saber a la dita Ciutat que volia que les imposicions, les quals ell havia donades e atorgades a la Ciutat a cert temps, revocave tantost de present e volie que d’aquí avant no·s levassen; és estat declarat e determanat per lo dit honrat Consell que los honrats micer Johan Abrí e en Ponç Guerau vagen per missatgers al dit senyor Rey e li rahonen les concessions, per tal forma e manera que sia sa mercè que les dites imposicions vullen tornar a la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [28.IX.1384], f. 22r). La ciudad sabía que el enojo real se debía a «lo flach acculliment que [...] és estat fet a la senyora Reyna de Sicília», por lo que el Consejo, a propuesta de los cónsules, expuso que «seria bo que hom donàs a la dita senyora alcun do», decidiéndole dar «dos pitxers e una copa d’argent cubretrada», esperando que así «al dit senyor Rey li plàcia que vulla tornar les imposicions a la Ciutat» (Ibidem [1.X.1384], f. 23r). La capacidad de recaudar las imposiciones no se recuperó hasta tres meses después, tras varias negociaciones, mediante una nueva concesión con validez para cuatro años: «En Garcia del Son, etc., dats a·n Pere Planella, correu, lo qual nos ha portades dues provisions del senyor Rey, la una que puxam manlavar a censal mort, e l’altra de allongament de les imposicions, que lo senyor Rey nos ha fet a IIII anys més que no les havíem, per sos treballs, mig florí» (Ibidem [30.I.1385], clavería). Poco tiempo transcurrió hasta que el Ceremonioso volviese a amenazar a los responsables del gobierno municipal con la cancelación del privilegio otorgado, pues el monarca recurrió a tal extorsión tanto en mayo de 1385, cuando la ciudad quería evitar pagar el fogaje decretado (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [25.V.1385], f. 10r); o, tan solo un año después, cuando se presentaron reticencias a contribuir económicamente para la celebración del jubileo real, alegando «que la Ciutat sia pobre» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [30.V.1386], f. 10r-v). Una estrategia que también fue seguida por sus dos hijos, Juan y Martín, cuando solicitaron al Consejo, respectivamente en 1388 y 1398, la presentación del estado de cuentas de las imposiciones otorgadas en los últimos años, recibiendo una negativa por respuesta. Otra excepción a tener en cuenta fue la presencia en la ciudad de los reyes y su séquito pues, a pesar de estar obligados a pagar las correspondientes imposiciones, lo más habitual fue que no lo hicieran, como lo demuestran las actas municipales de 1393, cuando se decidió compensar a los compradores de la «quartera» con diez libras por las pérdidas sufridas: «Que sien dades o preses en compte per lo discret en Pere de la Porta, clavari l’any passat de la dita Ciutat, a·n Bernat Joya e a·n Barthomeu Albert, compradors de les imposicions de la quartera major e menor de la dita Ciutat, X lliures per rahó de la imposició que·l senyor Rey e senyora Reyna han scusada de pagar del pa que han despès a lur tinell dins lo temps que l’any prop passat han stat en la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [8.VII.1393], f. 7v). Sirva simplemente como apunte el interés que puede tener este dato si se pone en relación con la reclamación del pago del vectigal a Fernando de Antequera por el «conseller» de Barcelona Joan Fiveller en 1416, un hecho más o menos mitificado en el que ciertas corrientes historiográficas han querido ver el quebrantamiento del tradicional pactismo de los monarcas anteriores a la di-
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inadmisible, la ciudad nombraba directamente a unos recaudadores que recibían un salario fijo por su trabajo.192 A grandes rasgos, es posible afirmar que el volumen total de los ingresos percibidos siguió una tónica descendente de un modo prácticamente constante a lo largo del periodo estudiado, siendo factores clave para explicar tal disminución la progresiva pérdida poblacional193 y la paralela y profunda depresión económica que padeció la ciudad, entrando en una espiral decadente de la que resultará extremadamente difícil salir sin acudir a soluciones drásticas.194 El conjunto de los ingresos percibidos servían para cubrir los gastos de las partidas ordinarias (pagos de salarios y administración, obras públicas, autorizaciones y traslados de la Corte de los vegueres, contratos realizados en las escribanías de la ciudad, sanidad, cultura, defensa, ferias y fiestas, donativos y ayudas, o gastos de abastecimiento)195 y extraordinarias (demandas específicas de contribuciones solicitadas por parte de la Corona y la Mitra)196 del municipio. nastía Trastámara. Sobre la instrumentalización política de su figura a lo largo del tiempo, véase P. Verdés, «Las élites urbanas», pp. 147-164. 192 «Com en la terça de les imposicions dels meses de setembre, octobre, noembre e deembre prop vinents, les quals se són donades a vendre, no·s trop fur suficient en esguard del temps passat e acustumat; és stat determenat e comanat als cònsols que les dites imposicions donen a vendre, e si vehen que s’i dó suficient fur, segons les altres a lur coneguda, que les venen, si no, que les facen collir e plegar bé e leyalment com mils fer se puxe e stant fer a aquells que per açò treballaran a lur coneguda» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [31.VIII.1388], f. 10r-v). 193 Los intentos por frenar la caída poblacional y atraer a nuevos habitantes fueron constantes a lo largo del siglo xv. De hecho, la admisión o el rechazo de estos nuevos vecinos, así como la promulgación de ordenanzas para favorecer el aumento o, al menos, mantener el volumen demográfico también fueron competencias del Consejo, como podrá verse en el capítulo titulado «El acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños». 194 Si se realiza una comparación entre dos años para los que se conservan los datos completos de las mismas imposiciones, podemos comprobar que la caída es considerable, pues en 1388-1389 se llegaron a ingresar 4.334 libras y 9 sueldos, mientras que veinte años después, tan solo se recaudaron 2.532 libras y 2 sueldos, suponiendo una disminución del 41,6%. Sin disponer de ingresos suficientes, el «clavari» tenía problemas para satisfacer el pago de los gastos corrientes o de los censales, como ya exponía Pere de la Porta en 1375: «Senyors, bé sabets com les imposicions de la Ciutat són molt diminuïdes, en tant que jo, axí com a clavari, no puch bastar a pagar los censals e interèssers que la Ciutat fa a diverses persones, e axí matex, a molts e diverses albarans que tot dia reb e he a pagar, e per la dita diminució de les imposicions, jo no puxa satisfer als càrrechs de la dita Ciutat, e seria gran dampnatge e perill de la Ciutat que encorregués en les penes e interèssers en què és obligada, per ço, senyors [...] jo us requir que vosaltres, senyors de cònsols e l’onrat Consell me administrets moneda de què jo pusca pagar los censals, violaris, interèsser e altres deutes de la Ciutat, cor jo no haja moneda bastant de la Ciutat per la diminució damunt dita» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [9.II.1375], f. 28r). 195 Secciones propuestas por F. Cortiella para llevar a cabo su estudio cuantitativo, tomando como muestra catorce ejercicios económicos entre los años 1383 y 1493 (Una ciutat catalana, pp. 238-248). 196 Cuya relación presenta con total meticulosidad el Dr. Cortiella para el periodo compredido entre 1369 y 1498, llegando a la conclusión de que el total solicitado por los coseñores a lo largo de este tiempo en concepto de fogajes, adquisición de privilegios, obtención de absoluciones generales o donativos «voluntarios» fue algo superior a las 38.754 libras (sin olvidar que los datos no son exhaustivos por la
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Cada vez que la ciudad se encontraba ante una necesidad a la que no podía dar respuesta con sus propios caudales, se tuvo que acudir al crédito, un recurso que, bajo sus distintas formas,197 fue impulsado por la propia monarquía y debía ser autorizado expresamente por el Consejo,198 convirtiéndose en una salida transitoria y habitual a partir de la segunda mitad del siglo xiv. Pero pronto esta solución va a transformarse en el principal problema de la hacienda municipal, pues para el pago de los intereses que se debía satisfacer anualmente a los acreedores será preciso utilizar todos los ingresos que provenían de las imposiciones199 y, en caso de no ser suficientes, emitir más deuda pública,200 dando lugar a una tendencia tremendamente peligrosa. Conscientes de ello, los responsables del gobierno municipal, desde fechas tempranas, van a intentar librarse de las cargas que suponían las deudas contraídas201 o, al menos, lograr su disminución, mediante la emisión de deuda a un tipo de interés menor y la amortización de los censales más antiguos, a cambio de pagar, en primer lugar, a los acreedores que se acogieran a la reducción.
falta de documentación para algunos años), de las cuales el 81,2% fueron entregadas a los reyes, mientras que el restante 18,8% correspondieron a las peticiones realizadas por los arzobispos. Ibidem, pp. 248258. 197 Fundamentalmente, la emisión de rentas perpetuas («censals morts») y vitalicias («violaris»). 198 En relación con esta cuestión, véase M. Sánchez, «La Corona en los orígenes», pp. 239-273. 199 «Que les imposicions proveesquen als censals […] e no servesquen a altre, fins los censals sien paguats complidament» (AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409 [18.III.1409], f. 14r); «Com lo senyor Archabisbe, per sa mercè, haja molt singular e bona afecció en lo fet de les reduccions dels censals e en lo descàrrech e benavenir de la Ciutat, segons per sa letra que ha tramesa als dits honrats cònsols e a la Ciutat, la qual fou lesta en Consell, e en altra manera e forma clarament mostra; e noresmenys, lo dit senyor haja molt bona e singular afecció, per benavenir e sosteniment de la Ciutat e cosa pública d’aquella, en haver e impetrar les imposicions del senyor Rey en avinentesa; […] fonch determenat per lo honrat Consell que en lo fet de les reduccions dels censals se treballe ab suma diligència e que aquells qui reduir no volran, si per dret o justícia o en altra manera ne poden ésser forçats, que s’i faça tota força, axí ab provisions reyals e del senyor Archabisbe, com per altres vies e maneres, segons altres universitats que·s són visten en semblant supressa e treball; e noresmenys, sia de present treballat, ab sobirana diligència, en haver les imposicions del senyor Rey a un convinent temps, com sens aquelles no·ns puguam sostenir» (AHCT, FM, AM, n.º 32: 1416-1417 [12.XI.1416], f. 13r-v). 200 «Com per fer les coses damunt determenades e del·liberades e altres negocis que la Ciutat tot jorn e sovinament ha a fer, los honrats cònsols freturen de diners, com totes les imposicions sien necessàries a les pensions e annuals de la Ciutat, e encara no y basten, ans los falgua gran quantitat...» (AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401 [3.VI.1400], f. 7r). 201 «Com en Bernat Erboçar, síndich de la Ciutat, deie anar a Barchinona sobre lo fet del censal que la Ciutat ha venut a mossèn en Berenguer Requesens, senyor de Puygdalfí, que ell que·s deie entrametra e çercar, si per ventura hi hauria negú que, dins certs anys, volgués quitar la Ciutat de tots los censals que la Ciutat fa, e que la dita Ciutat li donàs certa cosa cascun any. E que d’aquesta feyna tracte segons que a ell serà vist fahedor, fahent-ne de tot relació al dit Conseyl» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [18. VII.1374], f. 2r).
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Reducción de censales.
El objetivo era rebajar la tasación del tipo de interés del doce mil por mil (8,33%), la más habitual en los censales anteriores a 1375, al catorce mil por mil (7,14%) o quince mil por mil (6,66%), algo que se logró de los acreedores barceloneses en el año 1384, pero que resultó más difícil de aceptar por parte de los de la propia ciudad, del cabildo catedralicio —que amenazó con tomar medidas contra los cónsules y consejeros, en 1431, si no recibían de inmediato las pensiones debidas— o el arzobispo, de quien, en 1439, se afirma que se había negado recurrentemente a reducir sus propios censales.202 A lo largo del Cuatrocientos, se fue logrando la paulatina reducción de los tipos de interés, hasta llegar a los treinta mil por mil (3,33%) que la mayoría de prestamistas recibían en concepto de interés a mediados de la centuria, aunque hubo acreedores que se mostraron en claro desacuerdo, llegando a amenazar a los cónsules y jurados de la ciudad, dando lugar a situaciones de gran tensión y miedo por las posibles represalias.203 202 «A la proposició feta per los honrats cònsols, ço és, que com la vila de Muntblanch e altres lochs de Cathalunya se sien alleugats e diminuïts dels annuals que feyen a diverses persones, que a l’honrat Consell plàcia d’elegir dos bons hòmens qui, en nom de la Ciutat, treballassen e faessen que si aquells qui reeben annuals sobre la Ciutat volen tornar los censals a XIIII mília o a XV mília per mil, si no, que poguessen fer venda a la rahó damunt dita dels dits censals a aquelles persones ab qui mils se poran convenir; fon declarat e determenat per lo dit honrat Consell que sia fet sindichat bastant a·n Garcia del Son e a·n Pere de la Porta e a cascun d’ells in solidum, ço és, que ells, en nom de la Ciutat, pusquen fer reemences dels annuals que la Ciutat fa a qualssevulla persones, axí estranyes com privades, e que en les dites reemences se tingua la pràticha següent, ço és, que los dits síndichs registren tots aquells qui censal reeben sobre la Ciutat a raó de XII mília per mil que si ells volran tornar lo dit censar a rahó de XIIII mília o XV mília per mil, o axí com mils poran, si no, que en aquell cars, puxen los dits síndichs vendre a qualssevol persones los dits censals a raó de XIIII mília o XV mília per mil, ho de més avant si més ne trobaran, e reembre aquells qui baxar no·ls volran. E que primerament comencen a la dita pràticha als strangers qui sobre la Ciutat reeben los dits censals e aprés als de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [7.III.1384], f. 28v). 203 Al respecto, véase el apéndice 9. Sobre las cuestiones relacionadas con la deuda municipal tarraconense, me remito a F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 216-238.
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A pesar de todos los esfuerzos realizados, la ciudad se vio obligada a declararse en suspensión de pagos en el año 1462, siendo este el punto culminante de su lenta pero ininterrumpida decadencia:204 Als molt honorables e savis senyors los cònsols e Consell de la Ciutat de Terragona. Molt honorables e savis senyors. A nosaltres són venguts los creadors censalistes vostres complanyent-se de vosaltres los recusau pagar lurs pensions, dients teniu tancats los portals e no permateu algú intrar sens fer-los prestar jurament de no portar res que toch a l’eacció del que vosaltres deveu. Havem-ne presa alguna admiració, majorment que, per vosaltres, nostres ciutadans, qui a bona fi e fiants de vostre virtut han contractat ab aqueixa Ciutat, romanguen destituhits de lur fiança. E com nosaltres no puxam fallir a la manutenció e deffenció de nostres ciutadans, pregam-vos, per tant quant més podem, que axí per lo deute de justícia al qual sots tenguts, quant encare per sguart d’aquesta Ciutat eurem, vos sia plasent vullats pagar íntegrament als dits nostres ciutadans, altrament covendria a n’aquesta Ciutat e a nosaltres no fallir en la deffensió de la justícia dels dits nostres ciutadans. E sia, senyors molt honorables, la divinitat vostra guarda. Scrit en Barchinona, a VI d’abril de l’any M CCCC LXII. Los consellers de Barchinona a vostre honor apparellats.
La planificación urbanística y el mantenimiento de infraestructuras
La construcción y reparación de edificios públicos; la concesión de permisos para ciertas obras en los albergues de los ciudadanos; la creación, el allanamiento y la limpieza de caminos; la búsqueda y conducción de aguas potables; la ordenación, limpieza y empedrado de calles y plazas... eran algunas de las principales obras públicas que gestionaba el municipio a través de su principal institución representativa, siendo la seguridad y, cada vez más, la estética, dos de los objetivos perseguidos en el diseño urbano:205 Com lo portal de la Ciutat apel·lat dels Preycadors stigue perillós per tal com na vé la volta, e en altres encara portals de la Ciutat e carrers d’aquella sia necessari de fer alscunes obres; és stat determenat e comanat als cònsols e dat poder de tancar lo dit portal e fer les altres obres necessàries dessús dites.
La parte alta de la ciudad comprendía la conocida como «acrópolis eclesiástica» (configurada por la imponente catedral, el conjunto residencial de la canónica agustiniana, los castillos del arzobispo —sobre el muro meridional del temenos romano— y del preboste, el cementerio principal, el hospital, la «Pia Almoina»...) y el «arrabal intramuros» (con islas de casas que seguían una trama viaria irregular y que se diluían paulatinamente hasta llegar a la muralla de levante, donde existían espacios con fines agrícolas y de AHCB, lletres closes, sèrie VI, n.º 22, f. 179r. AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [9.VII.1388], f. 7v.
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almacenamiento —«Puig dels Pallars» y «de les Sitges»—). Además de los principales edificios eclesiásticos, en dicho espacio se situaban los edificios de las principales instituciones político-administrativas de la ciudad, como la Corte vicarial o de la oficialía, las escribanías o la Casa de la Ciudad. La terraza intermedia —ocupando el amplísimo espacio del foro provincial de la civitas bajoimperial— se convirtió en la principal zona residencial de la ciudad durante los siglos xii y xiii, teniendo el «carrer Major» como su arteria principal, desembocando en el «portal de n’Olivera», flanqueado por las torres llamadas «Arandes» y «Morenes», sobre el puluinar del circo. Las vías que cruzaban perpendicularmente dicha calle se organizaron siguiendo un trazado reticular o hipodámico incompleto, con la excepción del sector más oriental, el correspondiente a la «Villa antica» o «Villa veteris comitisse», en cuyo extremo sur se encontraba el pretorio, convertido en el castillo de la familia feudataria, primero, y de los reyes, después. En sus inmediaciones, se situaba el «call», con acceso propio a través de la «Portella». El crecimiento económico y el aumento demográfico de este periodo conllevó la necesidad de ultrapasar los límites marcados por la vieja muralla y empezó a ocuparse también el espacio conocido como el «Corral» o «Villa nova», una antigua zona de usos fundamentalmente agrarios. Fue desde los años sesenta del siglo xiv cuando los responsables del gobierno municipal van a empezar a promover la construcción de una nueva muralla (la «Muralleta») que protegiese este antiguo arrabal, preocupándose también por mejorar las condiciones de la zona, mandando construir una balsa cerca de la Boquería y un pozo. Con la expansión de las actividades económicas urbanas, los distintos espacios de la ciudad van a ir adquiriendo una definición más clara, a menudo vinculada a su función concreta. Las calles y plazas concentraron a los artesanos y mercaderes de determinados productos, dándoles sus nombres («plaça de la Quartera», «de les Cols», «de l’Oli», «dels Talls», «de la Carnisseria», «de la Peixateria», «del Pallol», «cantó del Pes», «carrer de la Civaderia», «dels Pintors», «de la Merceria», «dels Ferrers», «de la Boqueria», «dels Hostals», «de les Cuireteries», «de la Sabateria», «dels Boters», «dels Assaonadors», «de la Draperia...»).206 206 Pueden ampliarse todas estas cuestiones con los estudios de M. Bonet, A. Isla, Tarragona medieval, pp. 82-97 y 185-211; J. Menchón, J. M.ª Macias, A. Muñoz, «Aproximació al procés transformador», pp. 225-243; J. Menchón, «Necrópolis y husun»; J. J. Guidi, A. Villuendas, Història, formació i usos; J. M.ª Recasens, La ciutat de Tarragona; L. J. McCrank, «Medieval Tarragona», pp. 441-474; A. de Palma de Mallorca, Las calles antiguas, 2 vols.; D. Bertran, Tarragonomàstic; E. Riu, «L’arqueologia i la Tarragona feudal», pp. 1-16; AA. VV., El renaixement de Tàrraco; J. Morelló, «Les muralles trescentistes»; J. Menchón, J. Massó, Les Muralles de Tarragona; J. Massó, «La recuperación arqueológica»; J. Llop, Història, urbanisme i arquitectura; J. J. Guidi, A. Villvendas, Història, formació i usos de l’espai; M. Bonet, «Los espacios y conflictos de poder».
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El urbanismo de Tarragona en los siglos xiv-xv.207
La sanidad, la beneficencia y la higiene públicas
El Consell se encargaba de contratar a un médico y pagaba su pensión anual, a la cual se solía añadir ciertas franquicias, en vigor durante el tiempo que se estipulara.208 Al margen del estipendio que recibía de la ciudad, el facultativo, cuando visitaba a los enfermos en sus domicilios, cobraba por los servicios prestados con la excepción de los pobres, a quienes atendía gratuitamente y «per amor de Déu».209 207 Mapa de elaboración propia con indicaciones sobre la maqueta de la Tarragona bajomedieval expuesta en el Pretorio. Puede observarse una planta del municipio con indicaciones complementarias en A. Isla, M. Bonet, Tarragona Medieval, p. 206; y J. A. Remolà, «Tàrraco al Renaixement», p. 72. 208 Además de pensionar a los médicos, los registros de clavería presentan interesantes casos en los que se demuestra el amparo que la ciudad decidió ofrecer a algunos ciudadanos enfermos: «En Nicholau, etc., dats a·n Berenguer Aranyola, perayre de la dita Ciutat, vint florins, los que li fem donar per reverència de Déu e per ajuda de sa malaltia e molts serveys que ha fets a la Ciutat. E recobrats, etc. Scrit en Terracone, a XV de setembre de l’any damunt dit» [1399], concediéndole, un mes más tarde, otros «X sous, los quals havem deliberats que·ls sien fets de adjutori a sustentació per lurs necessitats de despeses de lur malaltia». 209 Al respecto, consúltese E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, pp. 903-904.
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En la Tarragona medieval había varios hospitales:210 el de la catedral —para las personas adscritas al fuero eclesiástico y sus familiares—,211 el de leprosos —que desapareció a inicios del siglo xv— y el que regía la propia ciudad, aunque, en los momentos de mayores dificultades económicas, esta se vio obligada a ceder su administración a determinados ciudadanos o a venderlo definitivamente, como efectivamente sucedió en 1431, produciéndose la unificación de ambos en un centro general. Fue a mediados del Cuatrocientos cuando se decidió organizar una colecta para contribuir a la construcción de un nuevo edificio, concluido a fines de 1464 y siendo dirigido por dos consejeros y dos administradores a elegir por el cabildo y el Consejo.212 Movidos por el «gran e maravellós servey de Déu» y con el fin de llevar a cabo un control social que actuase como antídoto ante la emergencia de desórdenes latentes, las autoridades municipales destinaban una parte de los ingresos recaudados a las obras benéficas, concediendo una ayuda anual a los conventos de la ciudad (predicadores, mercedarios, frailes menores y «minoretes») —que fue disminuyendo a medida que aumentaban las dificultades económicas—, dando limosnas a los pobres y marginados —de un modo coordinado con el cabildo catedralicio desde inicios del siglo xv— y gestionando el «bací dels captius» —encargando su custodia y administración a la corporación de pescadores—213 o el destinado «als cossos a cobrir».214 Procurar evitar que se beneficiasen de la caridad las personas que realmente no la precisaban se convirtió en una prioridad para los responsables del gobierno de la cosa pública, como puede comprobarse a partir de toda una serie de ordenanzas elaboradas a tal efecto:215 Sàpien tots que, com segons experiència a amostrat, la almoyna del pa, per fels definits instituyda en lo simintiri de la Seu de Terragona, la quall per los capellans parroquials de la dita Seu, administradós de aquella, se dóna tots anys en la Qua210 «Donde mejor iba a quedar reflejada la respuesta institucional de la sociedad medieval ante el problema de los pobres y de la pobreza» (Cf. L. Martínez, «Pobres, pobreza y asistencia», p. 80). 211 Que mandó construir el arzobispo Hug de Cervelló (1163-1171), tal y como consta en su testamento. Cf. E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 901. 212 Sobre su fundación y evolución histórica posterior, véase la tesis doctoral de J. Barceló, Poder local, govern i asistència, esp. caps. I y II, así como las publicaciones que de ella se derivan. Véase también N. Sánchez, «Els orígens de la xarxa hospitalària», pp. 43-59. 213 Acerca del rescate de cautivos en el contexto de las luchas de frontera entre la Cristiandad y el Islam en la Península Ibérica y su relación con la Orden de la Merced, J. W. Brodman, Ransoming Captives; así como los comentarios que del mismo realizó en un artículo J. M.ª Salrach, «Els orígens de l’Orde», pp. 189-201. 214 Sobre la cuestión de los «bacins», véanse E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 900; F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 156. Para obtener una perspectiva más general sobre la pobreza, la exclusión y la beneficencia, véanse las obras de D. Piñol (coord.), Història dels altres; AA. VV., La pobreza y la asistencia; así como el referido trabajo de J. Barceló. 215 Introducción de las Ordinations de la almoyna de santa Tecla, AHCT, FM, P-8534, elaboradas en 1411 y no en el año 1300, como figura erróneamente en el catálogo del archivo de la ciudad.
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resma, de gran a larg temps ençà no sia estada distribuyda, jatsia moltes provissions hi sien estadas fetes, ni de present se puxa distribuir bastantment, axí i segons que caritat requer, contrafent lo loy e la manera on se donàs, per tall com los distribuydós de aquella l’an a dar en lo dit simintiri de la Seu de Terragona a tots quants la vollen pendre, e quaix tots los habitadós de la Ciutat, per opulents que sien, no han vergonya de trametre a rebre la dita almonya lus fils, misatgés e esclaus, e axí era e·s derogat als indigens e freturossos hi és contra l’odri de Déu, dient per bocha de Ysahias, propheta, “frange esurienti panem tuum” e en y com la intenció de aquels qui fundaren la dita almoyna. E per semblant la almoyna, per en Guiu de Mongrí, de bona memòria elet en Archabisbe de Tarragona, instituyda e ordenada dar per l’onrat pabrodre de Tarragona a ·X· pobres, e la almoyna que per la cassa de la Canonga de Tarragona ordenada dar a tres pobres cascun jorn en la mensa o taula de la cassa de la Canonga de Tarragona, ajustadas ab la dita almoyna dejús escrita serà comensament tal que la present ordinació ne aurà he·n pendrà cas he principall fonament. E axí mateix, per fer peu en la dita almoyna, los cònsols, prohòmens y Consell della Ciutat de Tarragona, hi assignen, de pressent, quaranta morbatins.
Al margen de todo lo expuesto, el Consejo también adoptó medidas específicas con el fin de proteger la salud pública, pues cuando llegaron a la ciudad noticias relativas a la peste u otro tipo de enfermedades infecciosas que se consideraban especialmente perjudiciales, se ordenó pregonar (mediante las «crides dels morts») la prohibición de la entrada de personas enfermas o provinientes de lugares infectados, con el fin de evitar contagios.216 Del mismo modo, los responsables del gobierno municipal elaboraron distintas ordenanzas encaminadas a mejorar las condiciones higiénicas de la ciudad y su entorno inmediato, intentando evitar con ello reducir los riesgos a contraer enfermedades y los malos olores:217 Com dintre e fora los murs de la Ciutat e en les encontrades d’aquella haja molts femers, de què se seguexen grans infeccions e pudors a la Ciutat e enuigs als ciutadans, qui per les males odors han a lexar los deports e exides de la Ciutat; l’onrat Consell, a proposició dels honrats cònsols, provehí, determenà e comanà als honrats cònsols, o aquells que ells hi elegiran e volran, donen loch als femers envers la Torra dels Heretges o al carreró dels Àsens, o allà on a ells plaurà e millor conexeran que estiguen, en manera que entorn lo mur ni en les encontrades e exides de la Ciutat, dintre ni defora, femers en alguna manera no estiguen per esquivar tota infecció e dampnatge.
216 «Lo dit honorable Consell, per algunes justes causes e rahons, determenà que la crida e ordinació feta que persones malaltes de glànola no gosen entrar en la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422 [21.VII.1421], f. 8v). 217 AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402 [18.VIII.1401], f. 13v. Para obtener información de otros casos similares, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 151-155.
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La educación: las escuelas de gramática
Si bien es cierto que la ciudad no tuvo participación en los primeros niveles formativos de los niños («escoles de cant e de legir», controladas por la catedral), ni tampoco en los estudios de enseñanza superior,218 sí jugó un papel destacado, al menos desde mediados del siglo xiv, junto con el cabildo, en la administración de las escuelas de gramática.219 La gestión compartida de dicha institución hizo que, en algunas ocasiones, los maestros fuesen nombrados por la ciudad, mientras que, en otras, su designación corriera a cargo del cabildo; los locales de las escuelas eran comprados por la ciudad, previo consentimiento del arzobispo y el Capítulo catedralicio;220 las pensiones percibidas por los maestros eran satisfechas, a medias, por ambos organismos, los cuales tuvieron divergencias importantes en distintos momentos, hasta que, ya en el siglo xvi, se decidiera que cada institución, celosa por mantener y aumentar su influencia, rigiese su propio centro.221 El maestro mayor, con la ayuda de los bachilleres —cuyo número era variable «segons les escoles e los estudiants que·y seran, requeran, ni hauran 218 A pesar de no recibir ningún privilegio para la fundación de una universidad, el Consejo llevó a cabo algunas políticas para contribuir, en la medida de lo posible, a que sus habitantes pudiesen adquirir los grados de maestro y doctor en otras ciudades, como facilitar permisos para que el médico, con el fin de ampliar sus conocimientos, pudiese abandonar la ciudad en los meses de invierno durante algunos años (fue el caso de Astruch Bonjuha); contribuir económicamente, aunque de un modo modesto, ayudando a algunos estudiantes que se iban a continuar su formación fuera de la ciudad (Berenguer Dueta fue uno de los beneficiados); u organizando fiestas para celebrar la adquisición de títulos relevantes (como se hizo con Francesc Miquel, con la imposición del birrete en la catedral y el posterior banquete y festejo en el convento de san Francisco). Para obtener una visión más detallada de estos y otros casos, Ibidem, pp. 312-314. 219 De origen eclesiástico, bajo la autoridad del preceptor de la Sede desde 1214, el Capítulo, sin conocerse la causa concreta, decidió brindar al Consejo la posibilidad de participar activamente en su patronato. Al respecto, consúltese S. Capdevila, «Les antigues institucions», p. 87. 220 «Com nosaltres, per determinació de Consell celebrat a XIII d’octubre prop passat, hajam comprat per a scoles de gramàticha, obs de la Ciutat, l’alberch d’en Pere Bosch, prevere parroquial de la Seu de Tarragona, sitiat en lo Puig Sarrier, en lo carrer apel·lat d’en Montoliu [...] per lo preu de LV lliures [...]. L’alberch dessús dit, com no fos en altre guisa benal, se pres la Ciutat ab voler e consentiment del senyor Archabisbe e fouch estimat per lo dit preu per mossèn lo vicari, per mossèn l’oficial e per en Pere Çabater, notari, de voluntat dels pares...» (AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413 [22.IV.1413], clavaria, f. 52v). 221 Uno de los primeros enfrentamientos que se puede documentar tuvo lugar a finales de 1399, cuando los cónsules elevaron una propuesta ante el Consell, solicitando «que sia provehit a les cases de les scoles de gramàticha qui són perilloses al debat que és entre la Ciutat e lo Capítol, lo qual al·legua que la Ciutat no pot haver scoles ni mestre», ante la que se resolvió que los magistrados «ab consell de doctors e alguns ciutadans, vejen e regonesquen aquest fet e facen-hi tot ço que·ls parrà fahedor, axí en lo maestre com en les cases e altres coses toquants aquest fet, ab poder de administrar-hi messions necessàries». En esa misma sesión, se acordó que al maestro Arnau Folquer «li sien constituhides per salari ·XXX· lliures per any, e si les vols, si no, que s’estigua sens pensió, car la Ciutat és molt opresa en pensions e interesses. E los honrats cònsols, ab VI o VII ciutadans, facen la conducció a aquell temps e ab aquelles condicions que acordaran» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [13.XI.1399], f. 12r). Sobre este particular, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 289.
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mester»—222 se dedicaba a la formación integral de los alumnos, encargándose también de los internos y los particulares o «especials» —si había recibido la autorización de los regidores municipales para impartir este tipo de clases, pues, en ocasiones, se consideró que afectaban al correcto funcionamiento de las escuelas de la ciudad—:223 Capítols fets e concordats entre los honorables cònsols de la Ciutat de Tarragona, d’una part, e en Pere Martí, batxeler en arts, de part altre, sobre lo magisteri e regiment de les scoles de gramàticha de la dita Ciutat. Primerament, lo dit Pere Martí, promet que, com a mestre major, tindrà e regirà les dites scoles de la Ciutat, nodrint e adoctrinant los scolans e leigint e faen tots actes que fer se deuen e en scoles particulars e en les dites scoles de la Ciutat és acustumat de fer, de dia e de nit, diligentment e complida en totes coses e per totes, sens diminució e defaliment algú, per tres anys primer vinents, los quals començaran la festa de Sant Luch prop vinent. Ítem, promet de tenir bon batxeller qui repetirà e farà los actes que fer deurà e són acustumats de fer. E que ell e lo batcheller jauran contínuament en les scoles, ordenant e servant totes bones costumes e squivant lo contrari. E los cònsols prometen al dit mestre que ell, faen les damunt dites coses en la forma e manera que pertany e segons dit és, que ell haurà cascun any de pensió, primerament, de l’honorable Capítol, quinze lliures, pagades cascun mes XXV sous e en la forma acustumada. Ítem, la Ciutat li donarà quinze lliures, pagades la meytat a Nadal, l’altra meytat a Sant Johan. Ítem, haurà dels scolans de general, segons és acustumat en les dites scoles. Ítem, los cònsols, de gràcia, li otorguen que ell ab sa mare, si la hic mena, e una serventa o dues, sie franch d’imposició de totes coses, axí e segons un prevere és franch en la Ciutat. Ítem encara, de més gràcia, aquest primer any, los cònsols li donen, per portar la sua roba, trenta sous. E per aquestes coses los plau que lo dit mestre puscha tenir specials, si tenir ne volrà.
El Consejo demostró siempre un gran interés y preocupación por las escuelas de gramática, tanto en lo referente a la calidad de la enseñanza, como al buen estado de los edificios donde se impartían las lecciones —mientras hubo recursos suficientes para repararlos y mantener la pensión del maestro—.224 AHAT, MN, n.º 1216 [22.IV.1426]. AHAT, Ibidem [30.VIII.1423]. Cf. F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 419-420. 224 En 1428, por ejemplo, la ciudad decidió vender los locales, junto con las «pertinences, horts, passatges, emprius, drets i llibertats» al maestro Pere Marí, por cincuenta libras. Unos años más tarde, cuando Pere Brugueres solicitó ser nombrado maestro mayor, planteó en su oferta que acondicionaría la casa de su padre para que pudiese servir como local para las escuelas (corría el año 1460). Como se ha afirmado ya, el salario del maestro corría a cargo, a partes iguales, del Capítulo y del Consejo, estableciéndose en quince libras anuales pagadas por cada institución hasta 1405, cuando se redujeron a diez, volviendo a las quince a partir de 1423, manteniéndose de un modo más o menos vigente a partir de este momento. Hubo coyunturas de especial tensión con el cabildo en los que la ciudad, como represalia, decidió no pagar la parte que le correspondía al maestro (como sucediera entre 1437 y 1439) o hubo años concretos en los que la difícil situación económica impidió el pago de la pensión, determinándose que se daría el dinero que se pudiera una vez satisfechas las obligaciones más apremiantes. Además, los propios alumnos, sobre todo los internos y los especiales, pero también, en menor medida, los corrientes, contri222 223
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La organización de ceremonias y fiestas cívicas
La implicación del Consell en la organización de las entradas solemnes de los arzobispos, reyes, reinas y primogénitos en la ciudad era enorme, por lo que merece dedicar un capítulo concreto a dichos actos,225 cargados de simbolismo y profundamente gravosos, donde se ponía de manifiesto la alegría oficial y colectiva de la sociedad.226 Junto a ellos, existía una amplia gama de ceremonias que la ciudad, a pesar de no contar siempre con la presencia de sus protagonistas, celebraba en honor de los prelados y de los monarcas, de sus triunfos y como expresión de júbilo ante acontecimientos de especial relevancia —nombramientos y coronaciones, matrimonios, nacimientos de príncipes, victorias...—227 o de duelo —tras el óbito real o arzobispal—.228 Al margen de las celebraciones políticas de carácter extraordinario, anualmente, el Consejo encargaba a los cónsules la organización de festejos y representaciones en días señalados del calendario litúrgico, destacando, entre ellas, la fiesta del Corpus Christi —al mismo tiempo manifestación religiosa, política y artística—,229 la fiesta patronal —dedicada a la virgen y buían con sus cuotas al mantenimiento de las escuelas. Por su parte, los bachilleres, recibían su pensión del propio maestro, sin obtener beneficio alguno por parte del municipio, más allá de alguna ayuda en especie o para el desplazamiento hasta la ciudad: «A la proposició feta per part d’en Francesch Martí, batxeller en arts, qui regeix de present en les scoles de la Ciutat, lo qual demanà que li fossen donats ·X· florins per ajuda, dels quals diu que los honrats cònsols li donaren sperança com ell vengué en Terragona, si al Consell plahia; fon determenat que, de present, la Ciutat, per altres càrrechs a què és tenguda, no la pot fer ni faça ajuda alguna, car ja dóna salari e pensió al mestre major e lo batxeller haja certa cosa de les collites, e no és acustumat de fer ajuda al batxeller en temps passat» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 13991400 [6.IV.1400], f. 24r). Sobre todas estas cuestiones, véase F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 289-312. 225 Se trata del que viene a continuación, inaugurando la segunda parte, titulado: «El acceso al señorío. Rituales y ceremonias». 226 Como afirma el profesor M. Á. Ladero, se trataba de «fiestas políticas que incorporan a su contenido específico elementos de las fiestas y juegos nacidos para alegrar otras ocasiones sociales de ocio» (Las fiestas, p. 79). 227 Pudiéndose destacar: la boda entre Jaime II y Elisenda de Montcada (1322), el nombramiento de Fernando de Antequera tras el Compromiso de Caspe (1412), la celebración del nacimiento del príncipe Carlos de Viana (1421), de la entrada de Alfonso el Magnánimo en Nápoles (1442), de las concordias firmadas entre este mismo rey y el papa Eugenio IV (1443) o entre Juan II de Aragón y Enrique IV de Castilla, veinte años más tarde. 228 Véanse, al respecto, M. Á. Ladero, Las fiestas, pp. 89-100; F. Sabaté, Lo senyor rey és mort! Para el caso concreto de la ciudad que nos ocupa, resulta de especial interés un legajo custodiado en el archivo histórico municipal de Tarragona, elaborado en 1648, que recoge en copia auténtica las Actes del ‘Liber Conciliorum’ de diversos anys relatives a la mort de Reis, Reines i Prínceps, entre 1387 y 1580 (AHCT, FM, P-8623). 229 El Dr. R. Narbona afirma sobre esta ceremonia anual y triunfal que «la doble protección que gozó en las iglesias catedrales, de sus obispos y capítulos catedralicios, y también de los gobiernos municipales, pronto promovió la creación de una síntesis espiritual y política, pormenorizando cada vez más una manifestación que superaba el mero sentimiento de la religiosidad para transformarse [...] en una alusión directa a los proyectos ideológicos de la sociedad del Antiguo Régimen. [...] La representación del pen-
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mártir de Iconio— y la fiesta de la «Santa Caritat» —en la que se entregaba pan a los pobres de la ciudad cada Miércoles Santo—.230 Tanto las libros del Consell, como los registros de clavería ofrecen múltiples datos que permiten conocer con suficiente detalle los preparativos y los distintos actos llevados a cabo en estas fechas señaladas, para las que se contrataban grupos de juglares, se compraban blandones y cirios —adornados con los símbolos de la ciudad—, se entregaban palmas a las doncellas y alas de ángeles a los niños, se ordenaba enramar la Casa de la ciudad y se engalanaban las calles por donde debían pasar las procesiones «per honor a la beneyta festa de Corpore Christi» o de «Madona Santa Tecla...». En ambos casos, la procesión se abría con la «senyera del Consell», cuyo portador era un ciudadano elegido por los cónsules que iba acompañado de seis hombres «dignament vestits» y tras ellos seguían, en riguroso orden —que será motivo frecuente de controversias—,231 los pendones y banderas de los distintos oficios y cofradías, los cuales organizaban y representaban «castells i entremesos»,232 así como los miembros del cabildo y de samiento cívico, la conjugada escenificación del universo celestial y terrenal, de la sociedad divina y humana, de las efemérides del pasado y del “orden social” del presente histórico —materializada con la conjunción y mezcolanza en pie de igualdad de personajes bíblicos con los máximos representantes de las instituciones de gobierno y las cabezas visibles de la comunidad de creyentes— constituyeron un elemento trascendental de legitimación y propaganda. [...] Este cortejo ceremonial planteaba ante el público [...] una ordenada cosmovisión [...] que constituía una cita regular del calendario, en un acto de majestad y soberanía que al mismo tiempo que evocaba la Historia Sagrada mediante la combinación de teatro y liturgia, legitimaba los orígenes de la sociedad urbana, su cohesión e integración, su estratificación diferencial en distintos cuerpos y su providencial perpetuación, utilizando elementos y significados que profundizaban en los sentimientos patrióticos y de identidad» («Apreciaciones históricas e historiográficas», pp. 374-375). Véase también M. Á. Ladero, Las fiestas, pp. 50-54. 230 «L’onrat Consell dóna poder e facultat bastant als honrats cònsols de fer e administrar messions, bé e honorablement, segons és acustumat, en la festa de Corpore Christi, de Santa Tecla e per la Caritat de la Setmana Santa, e paguar totes messions, pensions e salaris acustumats» (AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401 [3.VI.1400], f. 6r). 231 «De la senyera dels ortolans e dels ferrers. A la supplicació donada per part dels ortolans de la Ciutat sobre la qüestió que és entre ells, d’una part, e los ferrers, d’altre, per rahó de lurs penons e senyeres, quala deu anar pus aprés de la senyera de la Ciutat; fon determenat que los honrats cònsols se informen com és acustumat antiguament e que s’observe la custuma antigua d’ací avant e la ordinació que·s diu ésser ja antigua sobre açò, en manera que, d’ací avant, no·n sia entre ells qüestió» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [30.XII.1400], f. 17r). 232 Debido a su elevado coste en disfraces, construcciones y esculturas efímeras, algunos de los entremeses, juegos y representaciones (la «maça del diable i forques», el «joc del gegant», los «turcs i cavallets», el «Paradís»...) tuvieron que ser suprimidos o reducidos a la mínima expresión en los momentos de mayores carestías, como en los años centrales del siglo xv. Sirvan como ejemplo de su enorme diversidad los datos que se ofrecen en los registros de clavería correspondientes al 21 de febrero de 1437: «Per un parell de lanssols per fer l’infern [...], per lo gegant que ferent [...], per fer Sent Eloy e fer lo bestiment [...], per fer l’ermitatge de Sent Anthoni [...], per les balances de Sent Miquel [...], per fer dur le roque a la Casa de la Ciutat [...], per adobar la barca de Sent Pere [...], per cusir los cavallets [...], per los jochs de l’infern [...], per l’entremès dels hòmens pelosos [...], per fer l’entremès dels cavallets cotonés [...], per un entremès que la Ciutat li hi ha fet ajuda [...], per VI aludes per fer sonar los turchs [...], per embotir los cavallets de bore [...], per pintar los diables [...], per traure les testes dels diables e fer los motllos [...]».
orígenes, organización y desarrollo del gobierno municipal
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las distintas comunidades religiosas. En un lugar preferente se situaban los vegueres, que antecedían a los cónsules y demás oficiales y autoridades, acompañando a la Sagrada Forma o a la reliquia del brazo incorrupto de la santa, que se cubrían con el palio de la ciudad.233
Representación de santa Tecla, patrona de Tarragona.
233 Sobre los festejos y diversiones públicas en la Tarragona medieval, véanse E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, pp. 918-926; y F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 314-320.
segunda parte
dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
EL ACCESO AL SEÑORÍO: RITUALES Y CEREMONIAS
Dits magnífichs señors cònsols, per consuetut antiquísima, approbada y rattificada per los sereníssims Reys, y tanbé del Rey nostre sennor qui vuy viu, estan en possessió quieta y pacífica de rebrer, no sols dits sereníssims Reys, però encara a sos lloctinents y Capitans generals que són vinguts a dita Ciutat de Tarragona. [...] Primerament, per quant ab privilegi Real, dat en Barcelona, a 14 de juliol de l’any 1374, lo sereníssim Rey don Pedro decorà y honrà de son propi motu als cònsols y ciutadans de Tarragona ab privilegi real y perpètuo, dient que, attès que dits cònsols y ciutadans heren hòmens propis, sòlidos y vassalls de sa Magestat y que com y tals faells vassalls, ab diverses necesitats, lo havien socorregut, que per ço los feya partícips que la dita Ciutat de Tarragona y ells gossassen de totes les gràties, prerrogatives, favors, immunitats de les quals gossaven totes las Ciutats y vilas reals del present Principat de Cathaluña, manant que fossen tinguts y respectats com ha fahels vassalls de sa Magestat. [...] Dels quals privilegis pròxim referits, clarament consta que, essent dita Ciutat participant de totas las gràtias, prerrogativas y immunitats que tenen y gossen les demés Ciutats y vilas Reals del present Principat de Cathalunya y que està unida y encorporada a la Corona Real [...]; per sò, se conclou que los señors cònsols de dita Ciutat de Tarragona, tant per la consuetut antiquíssima en què estan, confirmada ab tans exemplars, com encara per los privilegis de participatió, incorporatió y facultat de aportar masses, poden pretendre i·ls toca la precedèntia en la entrada. Libre d’entradas de Reys y Vireys, 1632. AHCT, FM, P-8574
Las ceremonias de entrada de reyes, reinas y arzobispos en Tarragona La atención prestada por la historiografía al análisis de las ceremonias de entrada de monarcas y prelados en las ciudades bajomedievales ha crecido considerablemente a lo largo de los últimos años,1 lo que ha permitido 1 Sobre la tradición historiográfica de las entradas reales, cuyas primeras aportaciones relevantes, y con clara vocación renovadora, se sitúan a finales de los años sesenta del siglo pasado, véase M. Raufast, «¿Negociar la entrada», pp. 296-297, n. 2. Pero, a pesar de las nuevas perspectivas aportadas por dichas investigaciones, alerta el mismo autor de que «la complejidad inherente a este tipo de ceremonias ha dificultado enormemente la posibilidad de ofrecer una imagen exacta de su verdadera dimensión» (Ibidem, p. 297). Para la Corona de Aragón, los estudios más relevantes y actuales al respecto son obra del citado autor, quien dedica su investigación doctoral monográficamente a este tema; mientras que para el caso castellano, aporta una perspectiva muy novedosa el trabajo de A. I. Carrasco, «Las entradas reales», publicado en una obra colectiva (Marquer la ville) donde se analiza la cuestión, junto con otros
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comprobar hasta qué punto se trata de un objeto de estudio complejo y poliédrico que trasciende con creces los límites de un mero acto ritualizado e inmutable de escenificación y ensalzamiento del poder para convertirse en un verdadero diálogo2 entre los príncipes y las comunidades,3 un elemento clave para la defensa de los privilegios municipales y una oportunidad capital para la expresión propagandística de las ciudades,4 hasta que estas últimas fueron perdiendo cotas de autonomía en beneficio de un creciente «autoritarismo prosoberano» y de un «modelo aristocratizante estatal» propios del humanismo político.5 Al elevado interés inherente a este tipo de ceremonias —combinación de instrumento político, expresión identitaria de la comunidad y representación ideal del cuerpo social—,6 se le suma, en el caso de Tarragona, y como fruto de su particular estructura jurisdiccional, el hecho de que tanto los prelados como los monarcas hicieron uso de ellas para presentarse como señores del dominio que compartían —algo que no ha sido puesto de relieve suficientemente hasta el momento—7 y que generó ciertas situaciones particulares que es preciso reseñar. aspectos afines relacionados con los signos y las huellas del poder en los espacios urbanos de la Europa occidental entre los siglos xiii y xvii. Dicho esto, hay que señalar que la atención prestada a las primeras entradas de los reyes ha sido considerablemente mayor a la que se ha brindado a las realizadas por los obispos en las ciudades donde, además del poder espiritual, estos ejercían el dominio temporal. Al respecto, en los últimos años, destaca la interesante aportación de V. Julerot, «La première entrée», pp. 635-675, quien expone claramente que «si les entrées royales ont suscité de nombreux travaux d’analyse, rien de tel pour les entrées épiscopales», además de alertar sobre ciertas discontinuidades y diferencias fundamentales que «ne permettent pas de faire de la cérémonie de la fin du Moyen Âge la descendante directe de celle de l’Antiquité» (Ibidem, p. 637). Para el marco peninsular, destacan los estudios centrados en Sigüenza: A. Blázquez, «L’entrée de l’évêque-seigneur», pp. 188-206; Burgos: J. Díaz, «Simbología y ritual», pp. 91-121; o Palencia: A. Polanco, «Ceremonias de recibimiento», pp. 408-436, quien se basa, en parte, en la obra clásica compuesta en 3 tomos, en los años ‘30 el siglo xvi, por A. Fernández, Silva Palentina. Lo cierto es que, al menos hasta la actualidad, el argumento en cuestión ha sido estudiado con mayor profusión para los contextos tardoantiguo (S. G. MacCormack, «Change and continuity», pp. 721-752; P. Fuentes, «Adventus Praesulis»); y moderno (R. J. López, «Las entradas públicas»; A. M.ª Sánchez, «Las ceremonias públicas»). 2 Expresión de un refrendo público con ciertos tintes de negociación, como demuestra en el artículo mencionado en la nota precedente M. Raufast. 3 Un diálogo que se ponía de manifiesto en «l’équilibre qui existe entre la mémorie et les initiatives de la communauté, et les attentes des pouvoirs politiques» (L. M. Bryant, «La cérémonie de l’entrée», p. 515). De este modo, la combinación entre los códigos ceremoniales urbanos desarrollados en el acto de recepción y el ritual esgrimido por el poder soberano es la que concede el verdadero sentido al acto de la primera entrada solemne, «en tanto que expresión creativa y dinámica, social y política, en la que entra en juego, a diferentes niveles, el conjunto de la sociedad medieval» (M. Raufast, «¿Negociar la entrada», pp. 299-300). 4 A. I. Carrasco, «Discurso político y propaganda», pp. 308-312. 5 R. Narbona, «Las fiestas reales», pp. 463-464. 6 M. Raufast, «¿Un mismo ceremonial», p. 123. 7 Tanto E. Morera (Tarragona cristiana), como F. Cortiella (Una ciutat catalana) dan noticia, con una profusión irregular, de algunas entradas de reyes y arzobispos en Tarragona, aunque no las analizan en su conjunto, dejando escapar detalles de calado, fundamentalmente los relacionados con
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Para ello, debido al papel preponderante desempeñado por la ciudad en el proceso de gestación, materialización y conservación en la memoria institucional de tales eventos, las fuentes que ofrecen una información más rica y fidedigna son los libros de acuerdos municipales. Los primeros testimonios: León V de Armenia, Sibila de Fortià y María de Sicilia
Las noticias más tempranas conservadas que figuran en los Liber consiliorum relacionadas con los actos de entrada en Tarragona de monarcas y arzobispos datan de 1383.8 En cuestión de pocos meses, fueron recibidos por la ciudad, con honores bien distintos, el rey León V de Armenia,9 la reina Sibila de Fortià y la reina María de Sicilia. De todos modos, los datos recogidos son todavía muy sucintos y de escasa precisión, lo que hace prácticamente imposible reconstruir el ceremonial seguido en cada una de las recepciones celebradas. De la acogida del rey de Armenia solo se conoce que tuvo lugar a principios de abril y que el Consejo decidió entregarle «cent florins e huna copa o got de valor de ·X· en ·XII· florins».10 Pocas semanas más tarde,11 con una solemnidad considerablemente mayor y acompañada por el monarca, entró en la ciudad la cuarta esposa de la lucha por la preeminencia señorial y el correspondiente estudio de los símbolos. Asimismo, tomando como referencia los conflictos derivados de la entrada en Tarragona del arzobispo Joan de Montcada, a principios del siglo xvii, se presentan, de modo escueto, ciertas notas referidas a otras situaciones anteriores en J. Blanco, J. L. Quílez, R. Royo, D. Sanahuja, «Protocolo de entradas», pp. 133-138. 8 Se conservan referencias anteriores en el Llibre de la Corretja (AHAT, PM, n.º 9), a las que se aludirá mediante distintas referencias a lo largo del presente capítulo. 9 Quien llegó a la Península ibérica tras haber sido liberado, por mediación de Juan I de Castilla y Pedro IV de Aragón, del encarcelamiento al que le sometieron desde 1375 los mamelucos, llegando a obtener el señorío de Madrid, Andújar y Villareal (Ciudad Real) por concesión del monarca castellano (Véase J. Fradejas, León V de Armenia). 10 AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [31.III.1383], f. 5r. A partir de los registros del «clavari» sabemos que se celebró la entrada y se le concedió donativo al rey de Armenia «per tal com la Ciutat, per letre del senyor Rey, en la qual pregave la Ciutat que fos feta al dit Rey d’Armínia aquella solempnitat e honor que seria feta a la sua persona, e açò haja declarat Consell general celebrat en la dita Ciutat a XXXI die de març, l’any deiús scrit, que per la dita sua entrada li fossen donats los dits cent florins d’or e lo dit got o copa, axí que li és estat donat ·I· got d’argent valent ·VII· llres ·XIII· ss ·IX· drs» (Ibidem [9.V.1383], clavaria, ff. 36v-37r). 11 Sin poder precisar una fecha concreta, sabemos que en los últimos días de abril de 1383 todavía se estaban ultimando los preparativos de la ceremonia, pues se encargaron nuevos vestidos para los cónsules, de quienes se afirma que «no sien vestits axí com deuen». Cada uno de ellos recibió quinze libras para la confección de «robes de mellines ho de florentí o d’altre drap qui vàlega lo fort d’aquells» (Ibidem [20.IV.1383], f. 11r). Asimismo, a partir del 4 de mayo subsiguiente, se empezaron a ordenar los pagos de los diversos gastos derivados de «la festa que la Ciutat féu per la entrada de la senyora Reyna».
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Pedro IV de Aragón, bajo palio,12 siguiendo un recorrido que desconocemos, pero que fue engalanado con esmero para la ocasión,13 y recibiendo un generoso donativo de «·CCCC· florins d’or d’Aragó ab una copa daurada»;14 la fiesta se prolongó durante tres días consecutivos y en ella participaron activamente los principales oficios de la ciudad. Además de contar con los juglares y cornamusas de la capital, los miembros de la cofradía de los sastres se encargaron de contratar a los juglares de Valls; los pescadores hicieron lo propio con los de Constantí y de La Selva; los zapateros se concordaron con los de Riudoms; los peleteros, con los de Montblanc, quienes acompañaban a la «cucha dels dits cuiraters», la recreación de un animal monstruoso que fue realizado para la ocasión y que era portado por varios hombres; los especieros se encargaron de hacer «voladors de foch gresch» y de danzar con los «cavallets», ataviados con cascabeles.15 12 «Pali. A la proposició feta sobre lo pali que la Ciutat ha haver a la festa de la dita senyora; fon declarat e determenat per lo dit honrat Consell que lo pali sia manlevat de la Seu o dels frares manors o dels preycadors, e que aquell reemen al camarlench ho d’aquell qui fer ho haja per aquell preu que puguen. E en cas que no·s pogués reembre, que en aquell cars, sabessen lo pali quant valria e que la valor del dit pali hajen a donar a aquell da qui seria a bona coneguda» (Ibidem [15.IV.1383], f. 9r). Todo apunta a que el uso del palio en la entrada de la reina fue una cuestión controvertida, fruto de un acuerdo alcanzado, tras dos días de negociaciones, entre un representante municipal y el camarlengo de la reina Sibila: «En Miquel Pagès, clavari etc., dats al discret en Berthomeu Albanell, lo qual anà a Constantí de manament dels honrats cònsols, per tractar ab mossèn Pere de Cencelles, camarlench de la senyora Reyna, de la avinença del pali de la Ciutat, e féu les messions següents: Primerament, costà lo mul d’en Johan de Saragossa de loguer, dimarts a XXVIII d’abril, ·III· sous […] Ítem, hi ach a tornar lo dimecres aprés següent, ab l’onrat en Johan de Torres, per finar lo pati o avinença del pali, com lo die damuntdit no aguessen finat […]» (Ibidem [4.V.1383], clavaria, f. 33v). 13 Las calles y plazas por donde transcurrió el cortejo fueron barridas, limpiadas de piedras, cubiertas de juncos y enramadas: «[…] los quals bestragué en fer agranar e fer espedregar alcons lochs de la dita Ciutat. […] Dats a·n Pere Rovira, per ·VIII· somades de jonch que sagà e portà en la Ciutat, per ajonchar los carrers de la Ciutat, per los lochs hon davia passar la senyora Reyna, ·XXIIII· sous. […] Dats a·n Pere Verdaguer e a·n Ferrer Totesaus, ortolans de la Ciutat de Terragona, per ·XXXV· somades de rama que tallaren e aquelles feren portar en la Ciutat per posar aquella per les places e carrers hon passàs la senyora Reyna, trenta-cinch sous, ·II· diners. […] Dats a·n Ferrer Domènech, los quals ha bestrets per la Ciutat, los quals donà a VI hòmens qui feren clots hon fos posada rama, com la senyora Reyna devia entrar en la Ciutat, a raó cascú de ·XVIII· diners, fan nou sous» (Ibidem [4 y 5.V.1383], ff. 35r-36v). 14 Ibidem [15.IV.1383], ff. 8v-9r. El donativo concedido a la reina Sibila obligó a pedir prestado dinero al convento de las franciscanas y a ciertos particulares, cuya devolución, a la que se habían obligado los cónsules, tuvo que realizarse mediante la venta de un censal muerto: «A la proposició feta per los honrats cònsols, ço és, que plàcia a l’honrat Consell que facen ·I· síndich, e açò per tal com ells manlevaren en la venguda de la senyora Reyna, per lo dò que la Ciutat li féu per la novella entrada que féu en la Ciutat, de les manoretes ·CLXXX· lliures e d’en Bernat Joya ·CX· lliures, e los cònsols obligaren-s’i en nom lur propi, perquè plàcia a l’honrat Consell que, axí com ells hi són obligats de pagar-los dia adiat, que·n sien desobligats e que·l síndich de la universitat ne faça venda de censal mort a aquelles persones que li serà vist fahedor; fon declarat e determanat per lo dit honrat Consell que al discret an Berthomeu Albanell sia fet sindichat bastant, ço és saber, de vendre per preu de ·CCC· lliures censal mort en manera que, axí com los dits cònsols hi són obligats, que la Ciutat hi sia obligada, e fermaren de present lo dit sindichat» (Ibidem [21.VI.1383], f. 15v). 15 Ibidem [4-6.V.1383], clavaria, ff. 34r-36r.
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Mucho más controvertida fue la acogida de la nieta del Ceremonioso, pues los regidores de Tarragona decidieron colaborar en su traslado hasta la ciudad desde el puerto de Salou y darle posada,16 pero sin hacerle «negun dò ne festa ne altre solempnitat […] e açò per tal con la Ciutat no n’és tenguda de fer-ho»,17 una decisión que sorprendió negativamente a «alguns hòmens de la casa de la senyora Reyna de Sicília ho de casa de mossèn Johan de Monbuy» y que enfureció al monarca hasta tal punto que, como castigo, invalidó el privilegio del cobro de imposiciones, forzando, de este modo, que el municipio reconsiderase su postura:18 [Present a la senyora Reyna de Sicília per cobrar les imposicions] A la proposició feta per los honrats cònsols, ço és, com lo senyor Rey haja levades les imposicions a la Ciutat, segons que·s diu, per lo flach acculliment que per la Ciutat és estat fet a la senyora Reyna de Sicília, perquè seria bo que hom donàs a la dita Senyora alcun dò, per tal forma e manera que axí com per la sua venguda les dites imposicions són estades levades a la Ciutat, supplicàs lo dit senyor Rey […] que per la sua anada de Vilaffrancha les dites imposicions sien tornades a la Ciutat. És estat declarat e determanat per lo dit honrat Consell que a la dita senyora sien donats dos pitxers e una copa d’argent cubretrada, los quals pitxers e copa sien aytals con los honrats cònsols serà vist ésser fahedor. Encara, és estat determanat per lo dit honrat Consell que a mossèn Johan de Monbuy sie donada huna copa d’argent daurada aytal com als dits honrats cònsols serà vist fahedor, per tal que ab la dita senyora ensemps ayt a pregar lo dit senyor Rey que li plàcia que vulla tornar les imposicions a la Ciutat. Encara, és estat determenat per lo dit Consell que fra Guillem Penadès sia feta la messió e puys li sien donats alguns diners per ·I· àbit, e açò per tal que faça esment a la dita senyora e a mossèn Johan de Monbuy, con seran davant lo dit senyor Rey, lo fet de tornar les imposicions a la Ciutat.
Ènnec de Vallterra y María de Luna (duquesa de Montblanc)
A fines de enero de 1387, los cónsules tarraconenses informaban ante el pleno del Consell sobre la existencia de tres provisiones reales relacionadas con el advenimiento del nuevo arzobispo, Ènnec de Vallterra,19 dirigidas a 16 La reina de Sicilia y la comitiva que la acompañó se alojaron en el convento de san Francisco, donde se hicieron llevar «matalafs, vànoves, lençols e altres coses» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [20.X.1384], clavaria, f. 37r-v). 17 Ibidem [23 y 25.IX.1384], ff. 20v-21r. 18 Ibidem [1.X.1384], f. 23r. Es en los registros de clavería donde se especifica que «per ço que la dita senyora Reyna de Sicília sopplicàs lo senyor Rey que tornàs les imposicions a la Ciutat» se le entregó «una copa d’argent daurada cubertrada ab altra vaxella d’argent [...], la qual copa pesà ·XVIIII· onzes, ·I· quart e mig e la meytat e mig, qui, a raó de ·XVII· sous la onza, fan les dites ·XVI· lliures, ·X· sous, ·V· diners»; también se le dieron «·II· pitxers e altra vaxella d’argent [...], los quals pitxers pesaren ·V· marchs menys ·I· quart, qui, a raó de ·VII· lliures ·XV· sous lo march, munten les dites ·XXXVIII· lliures, ·X· sous, ·II· diners». (Ibidem [25.X.1384], clavaria, f. 40r-v). 19 A pesar de haber sido promovido a la dignidad arzobispal en 1380, debido a la posición de indiferencia adoptada por Pedro IV durante los primeros años del Cisma de Occidente, Vallterra no tomó po-
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los «clergues e poble de la Ciutat e Archabisbat de Terragona», a los «vessalls e sotsmeses de la Esgleya de Terragona» y a María de Luna, duquesa de Montblanc, mediante las cuales, el recientemente entronizado Juan I mandaba a sus respectivos destinatarios que recibieran y tuviesen al nuevo prelado «per senyor e Archabisbe de la Ciutat de Terragona e del Camp», dando indicaciones específicas a su cuñada «sobre la possessió de l’Archebisbat al dit Reverent Ènego liuradora». A pesar del carácter imperativo de los documentos regios, los asistentes a la reunión consistorial decidieron que la Ciudad «no haja l’Archebisbe per reebut» si el cabildo no lo hacía previamente. En caso de que así fuera —como realmente acabaría sucediendo—, los magistrados aprovecharon la sesión para presentar otras proposiciones en relación con la probable recepción del arzobispo: en la primera, se interrogaba a los «consellers» sobre si se iban a celebrar festejos y de qué tipo, a lo que se respondió que los procuradores que actuaban «en nom e veu del reverent pare en Crist Ènnego» consultasen al prelado si su intención era respetar el luto por la muerte de Pedro el Ceremonioso; la segunda, tenía como fin determinar si se iba a conceder algún donativo al arzobispo y a la duquesa de Montblanc —quien iba a acompañar al prelado en su entrada para darle posesión del señorío adjunto—,20 haciéndose recaer la decisión final de nuevo sobre los cónsules; el tercer asunto a resolver era si se decidía solicitar al arzobispo la confirmación de los privilegios municipales y si era necesario pedir otros nuevos, determinándose la creación de una comisión encargada de ordenar y poner por escrito todas las franquezas, usos y costumbres que fueran «en favor e utilitat de la Ciutat» para que se solicitara su confirmación al metropolitano, especificando que no se prestarían los homenajes por parte de la ciudad hasta que no se llevase a cabo dicho juramento.21 Escasos días más tarde, Pere Serra y Joan de Morelló, secretario y procurador del arzobispo respectivamente, se personaron ante los cónsules para presentarles dos bulas papales en las que se requería «que la Ciutat e los altres de la Esgleya façen al dit senyor sagrament de feeltat, e que l’obeesquen axí com a son senyor»,22 además de exponerles los contenidos de una carta sesión de la Sede tarraconense hasta siete años más tarde, tras el fallecimiento del rey y el cambio de política exterior emprendido por su primogénito. Hasta entonces, rigió el obispado de Segorbe con el título de electo de Tarragona. 20 Al respecto, véase E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 638. 21 AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [31.I.1387], ff. 42r-43r. La comisión actuó con celeridad, pues en la siguiente sesión conciliar, celebrada escasos días después, los cónsules informaron de que «sobre la demanda faedora dels privilegis, franquícies e libertats fahedores per utilitat de la Ciutat és estat ja proveyt [...], ço és, que han tramès al dit senyor Archabisbe los honrats micer Bernat Pelagrí e en Ponç Guerau» (Ibidem [5.II.1387], f. 44r). 22 Con el objetivo de mantener «memòria en esdevenidor», los miembros del Consejo encargaron la elaboración de traslados auténticos tanto de las bulas papales como de las provisiones reales que fueron presentadas unos días antes ante el pleno.
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Acta del juramento prestado por el arzobispo Vallterra (traslado).
credencial que el prelado dirigía a la ciudad, donde se hacía constar que «per reverència de la entrada del dit senyor Archabisbe», deberían celebrarse dos días consecutivos de fiesta, sin respetarse el duelo por el óbito real ni por cualquier otra razón.23 Los jurados municipales determinaron que los cónsules, «ab tots aquells que haver poran, honradament vestits e apparellats», salieran cabalgando de la ciudad para ir a recibir al arzobispo. Fue el día siguiente cuando, según consta en el Procés de la Corretja, el «Reverendissimus in Christo pater dominus Enecus, miseratione divina Sancte Tarraconensis [Ecclesie] Archiepiscopus, intravit civitatem Tarracone, in qua fuit tam per clerum quam per populum dicte civitatis honorifice receptus», tomando así posesión de la diócesis.24 Durante las dos jornadas 23 En la carta credencial se especificaba claramente «que en la sua entrada novella fahedora, que los honrats cònsols e tots aquells qui axiran a reebre’l posen lo dol que tenen per la mort del senyor Rey e encara per qualsevol altra raó». Una vez conocidos los contenidos íntegros del documento, el Consejo resolvió que «tot hom de la Ciutat qui vesta dol per qualsevol raó, que’l pos e que·s faça festa dos dies contínuus» (Ibidem [5.II.1387], ff. 43v-44r). 24 La formalización jurídica del acto de posesión —tanto si se realizaba por el propio prelado, como por un procurador debidamente autorizado— era un requisito necesario y previo a la entrada del prelado en la ciudad, así como también lo eran las cédulas reales remitidas al cabildo y al consejo municipal para que ambas instituciones acogiesen adecuadamente al nuevo prelado. Al respecto, véase A. Polanco, «Ceremonias de recibimiento», pp. 409-411.
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sucesivas, después de que el el arzobispo Vallterra jurase respetar, en su castillo y a petición de los cónsules, los privilegios, libertades, usos, costumbres y ordenanzas municipales, los magistrados, ciudadanos y habitantes de Tarragona prestaron al nuevo prelado el debido homenaje y los juramentos de fidelidad,25 según la fórmula que sigue: Ego, Franciscus Çagranada, civis Tarracone, facio homagium et fidelitatis juramentum vobis, Reverendissimo domino in Christo, patri et domino meo, domino Eneco, divina providencia Sancte Tarraconensis ecclesie Archiepiscopo et successoribus vestris et Ecclesie Tarracone. Et promito et juro quod ab hac hora in antea ero vobis et successoribus vestris et ecclesie Tarracone fidelis de corpore vestro et membris vestris et de omni honore vestro et possessionibus vestris et Ecclesie Tarracone sine dolo aliquo et falsitate ac fraude sic Deus me adiuvet et hec Sancta Dei Quatuor Evangelia corporaliter a me tacta.
No obstante, no sería hasta algunas semanas más tarde cuando la ciudad se organizó para festejar la entrada solemne del arzobispo y la duquesa, como se desprende de las distintas reuniones del Consell que se celebraron a lo largo del mes de marzo para acabar de precisar los detalles del acto y en las que se decidió que «la festa sia feta bé e honradament e que los senyors de cònsols deguen emprar tots los caps dels officis que ballen, [...] e que la Ciutat pach los juglars e lo cavall dels pallicers e altres messions»;26 asimismo, para organizar debidamente todos los preparativos, los jurados solicitaron a los cónsules que escribiesen al metropolitano para saber cuándo tenía previsto volver a la ciudad. Sin poder precisar una fecha exacta, podemos afirmar que la entrada y los festejos a ella asociados tuvieron lugar en los últimos días del mes, sin que se haya conservado una relación concisa de los mismos, más allá de las notas que, a diferencia de otras ceremonias posteriores, se recogieron por el «clavari» de un modo fragmentario y desordenado.27
25 «Et sequenti die, que fuit dies jovis, VII predicti mensis febroarii, idem dominus Enecus, Archiepiscopus, constitutus in domo capituli Ecclesie Tarracone, presentibus et assistentibus sibi honorabilis et religiosis viris dominis Guillermo de Cumbis, preposito, et capitulo canonicorum dicte Ecclesie Tarracone recepit homagium et fidelitatis juramenta a consulibus, civibus et habitatoribus Terracone» (AHAT, PM, n.º 9, doc. 275). En total, fueron 629 las personas que prestaron su juramento. 26 AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [4 y 20.III.1387], ff. 46v-47r. Los registros de clavería remiten a otras resoluciones adoptadas en un Consejo general celebrado el martes, 19 de marzo, el acta del cual no se ha conservado. 27 Ibidem, clavaria, ff. 75v-83r.
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Juan I el Cazador
Bastante más complejo resulta determinar si realmente se efectuó la entrada solemne en Tarragona del rey Juan I.28 En las actas municipales, se alude al «aculliment del senyor Rey», exponiéndose que «com se diga que·l senyor Rey deu prestament venir en Terragona, és declarat que li sia fet bell aculliment a conexença dels cònsols, e comanat e dat poder a ells de fer totes coses per açò necessàries».29 Pero, aquejado de una grave enfermedad, por la que estuvo durante meses convaleciente, el monarca no pudo cumplir con su objetivo y se vio obligado a posponer su entrada en la ciudad. No será, pues, hasta principios de noviembre cuando se encuentre una breve nota incluida en los registros de clavería, donde se observa que Garcia del Son pagó dieciocho sueldos a Ramon Gasull, enviado a Vilafranca como correo de la ciudad para averiguar si el rey tenía intención de entrar en Tarragona, recibiendo como respuesta que «el senyor Rey havia deliberat de venir ací en Terragona e aprés a Tortosa».30 Si bien la voluntad expresa del soberano era desplazarse a la ciudad, sus planes volvieron a truncarse cuando recibió noticias sobre el estado sanitario de la zona, infestada por las pestilencias.31 A pesar de que en los meses siguientes no figuran nuevos 28 El inicio del reinado de Juan el Cazador fue anómalo y agitado. Muerto su padre, con quien tan grandes diferencias tuvo en los últimos años de su longeva vida, no acudió a Zaragoza para ser coronado hasta transcurridos varios meses, siendo jurado antes como conde de Barcelona (el 18 de marzo de 1387). De todos modos, la coronación no suponía, en la Corona de Aragón, un acto de transmisión del poder al rey, por lo que, a pesar de retrasarse su celebración, ello no impedía a los monarcas actuar como tales. Véanse B. Palacios, La coronación de los reyes, pp. 205-209 y 270-271; y R. Salicrú, «La coronació de Ferran», p. 700. Sobre los detalles del ritual, consúltense A. Durán, «El rito de coronación», pp. 17-40; C. Orcástegui, «La coronación de los reyes», pp. 633-648; y B. Palacios, «Los actos de coronación», pp. 113-127. 29 AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [10.X.1387], f. 13v. 30 Ibidem [6.XI.1387], clavaria, f. 34v. 31 «Die veneris, XV die novembre anno LXXXo VIIo, in presencia reverendum in Christo, patris et domini, domini Euneco, miseracione dominice, Archiepiscopi Terraconensis, et venerabilis vicariorum et consulum civitatis Terracone, et quam plurium aliorum constitutus venerabilis Franciscus de Granollaco, magister in medicina, presentavit quandam letram serenissimi principis domini regis Aragone, tenoris sequentis: ‘En Johan, per la gràcia de Déu, Rey d’Aragó [...]. Als reverend pare en Christ, amats e feels nostres, l’Archabisbe de Terragona, e los veguers, batles, cònsols e pròmens de la Ciutat de Terragona e dels lochs del Camp, e a tots altres als quals la present pervendrà, salut e dilecció. Sapiats que Nós, per haver certa informació del temps d’aquexes parts, ço és a saber, si y ha sanitat o malalties o altres accidents epidimials, trametem a vosaltres lo feel metge físich de casa nostra, maestre Francesch de Granollach, portador de la present; perquè us pregam, deïm e manam que, ab ell ensemps, reebats o façats reebre la dita informació en escrits del temps desús dit, axí de metges físichs e cirurgians, com de barbers e altres qui en semblants coses deguem saber, de guisa que ell puxa breument retornar a Nós ab la certificació desús dita, en la qual volem que sia deposat ab sagrament per los dits metges e barbers, si e segons que·us semblarà faedor per haver-ne la veritat de ço que·n sia. E noresmenys, hi fets deposar los rectors, domers, vicaris e altres regidors de les esglésies parrochials e d’órdens de la Ciutat e lochs dessús dits [...]. Dada en Vilafrancha de Penedès, sots nostre segell secret, a XIII dies de novembre, en l’any de la Nativitat de Nostre Senyor M CCC LXXX VII’». Una vez presentada dicha carta al arzobispo, vegueres y cónsules, el prelado —queriendo cumplir con lo que en ella se solicitaba— hizo reunir en su palacio a los médicos «tam fisicos quam cirurgicos et apothecarios ac etiam curatos dicte civitatis» quienes, tras prestar jura-
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datos sobre el particular, lo que llevaría a concluir que, finalmente, la ceremonia de entrada no tuvo lugar, los libros de actas municipales conservados que cubren el reinado de Juan I son excesivamente fragmentarios como para afirmarlo taxativamente. De hecho, es gracias a una referencia muy posterior —cuando la ciudad se organizaba para recibir a Fernando de Antequera—, que puede saberse «que al Rey en Johan no feren festa ni donaren res, sinó que ell los demanà subvenció, e entre la Ciutat e lo Camp donaren-li, per los capítols que·ls atorguà del sagramental, ·D· florins».32 De este modo, siguiendo el ejemplo de otras ciudades, la ceremonia celebrada habría estado marcada por la austeridad, siendo carente de toda expresión festiva, pues, el nuevo rey, contrariamente a la opción adoptada por el arzobispo cuando entró en Tarragona, decidió respetar el duelo impuesto por el facellicimento de su progenitor.33 Asimismo, tras la recepción del citado donativo, Juan I confirmó los privilegios, franquezas, estatutos, buenos usos y costumbres escritas y no escritas de la ciudad y su territorio el 16 de abril de 1388, pocos días antes de desplazarse a Zaragoza para ser coronado.34 Martín I el Humano y María de Luna (reina consorte)
También resultó ser bastante anómala la entrada en Tarragona de su hermano Martín y de María de Luna —recibida, esta vez, como reina—, pues mento, expusieron lo que sabían del siguiente modo: El maestro en medicina y en artes Guillem ça Fàbrega, habiendo jurado y siendo interrogado sobre el contenido de la misiva real dijo que «verum est quod sunt pestilencie in civitate et suburbis Terracone», afirmando que «els símptomes habituals apareixen en aquests temps i enmig d’un ambient de pesta, és a dir, que apareixen tumors en els emuntoris dels membres principals i també tumors interiors com pleuresis, esputs de sang i àntrax, i morts súbites [...]. Per tal com s’ha dit a dalt, conclogué que l’aire que alberga la pesta encara no està purificat de la corrupció pestilenta. Venerable Tomàs Caix, batxiller en arts i medicina, que durant molt de temps practicà, testimoni, havent jurat i sent interrogat sobre allò a dalt esmentat, digué que, en veritat, hi havia pesta a la Ciutat i suburbis i que, per tant, l’aire encara no és net [...] i interrogat de quina manera ho sabia, digué que tenia sota la seva influència i la seva cura alguns d’ells. Mestre Perfeyt Cap, jueu, físic de Tarragona, testimoni, [...] digué que ell no sabia segur si hi havia pesta a la dita Ciutat i suburbis perquè no tenia cap cas sota la seva cura; que havia sentit dir que les dites pestilències i àntrax havien estat molt greus. També digué que havia tingut cura de pleurètics, els quals havia guarit. El discret Bernat Cerdà, cirurgià, ciutadà de Tarragona, testimoni, [...] digué que era veritat que hi havia pesta a la dita Ciutat i suburbis, i que el mateix testimoni havia tingut molts apestats sota la seva cura, els quals tenien glànola i àntrax. Guerau Cijar, cirurgià, ciutadà de Tarragona, testimoni, [...] digué que era veritat que hi havia pesta a la Ciutat i suburbis, i que el mateix testimoni havia tingut i tenia molts apestats amb glànola en els engonals, en el coll i en l’esquena. [...] El discret Berenguer Dueta, parroquial de la seu de Tarragona, testimoni, [...] digué que era veritat que sovint havia mort gent a la Ciutat, però ignorava per quina raó [...]» (Registre de les letres del Consolat dels honrats en Berenguer Martí, d’en Pere de la Porta e d’en Bernat Joya, cònsols de la Ciutat de Terragona, AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [15.XI.1387], ff. 54r-55v). 32 AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413 [8.XI.1412], f. 13v. 33 Véase el ejemplo barcelonés en M. Raufast, «¿Un mismo ceremonial», p. 93. 34 AHCT, FM, perg. 185.
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no se produjo hasta cuatro años después de haber sido proclamados reyes, celebrándose con bastante austeridad, tanto por las fechas en las que tuvo lugar —corría la Semana santa de 1400—, como por las dificultades económicas que estaba atravesando el municipio. El rey entró en Tarragona el día 13 de abril, procedente de Zaragoza, mientras que la reina lo hizo unos días más tarde.35 Sin disponer del desglose de los gastos derivados de los festejos, solamente sabemos que las cantidades pagadas «en la venguda e novella entrada e festa del molt alt senyor Rey d’Aragó e de la senyora Reyna [...] munten en suma: deu lliures ·XVII· sous ·IIII· diners».36 Alegando «les grans pobrees de la Ciutat», el Consejo municipal acordó concederles un donativo que ascendió a quinientos florines.37 A lo largo de la semana en la que los monarcas estuvieron en Tarragona, no se alojaron en su castillo —pues se estaban realizando varias reparaciones en el edificio—, sino que lo hicieron en la torre del preboste, donde se llevaron «matalafs, taules e diverses robes de la Ciutat [...] a servey seu e de ses companyes».38
35 En la reunión del Consejo celebrada el mismo día en que «lo molt alt senyor Rey sia novellament intrat [...] en Terragona» se dejó constancia de la próxima venida de su esposa, determinándose consultar al monarca «si volrà que sia feta festa a la senyora Reyna e que la Ciutat proceescha en açò segons la resposta del senyor Rey e los damunt nomenats se concordaran». Por si la respuesta de Martín I fuese afirmativa, los cónsules se hicieron con «·I· drap que han manlevat per a la festa de la senyora Reyna, en cas que lo n’hajen mester» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [13.IV.1400], f. 26r). 36 Ibidem [17.IV.1400], clavaria, f. 53r. 37 «[Del dò del senyor Rey e de la Reyna] Los quals del·liberaren e acordaren que sien donats al senyor Rey ·CCC· florins e a la senyora Reyna ·CC· florins a lurs pròpries persones per bones e aptes paraules expriments les grans probrees de la Ciutat e altres coses a ço covinents. Los quals ·D· florins sien haüts per tal forma que sia regonegud lo compte del clavari per en Pere Tost, e si lo compte del clavari se troba que res hi sobre d’aquest any, que sia pres e haüd d’ell e convertid en los ·D· florins. E per tal com se diu per alguns que ves lo clavari no ha resta, és estat acordat que sien manlevats los dits ·D· florins de certes persones de la Ciutat que’n sien amprades e que a aquestes aytals qui prestaran per gràcia que la Ciutat los fa per diverses serveys que han fets e faran a la Ciutat que’ls sien donats ·II· sous per liura a raó d’any tant com la Ciutat los tendrà. E que açò sia dictat per paraules àbils e covinents, en manera que no sia reputad a loger. E que los cònsols e los altres damunt nomenats empenyoren e obliguen per la dita quantitat la imposició de la carn, axí suficientment com vullen a tota volentat d’aquells qui prestaran, lo qual empenyorament que faran de la imposició sia quitat e delliurat de la talla novella que per paguar aquesta quantitat se farà, segons los capítols per los ·XII· en açò ordonats. Aprés, del· liberaren los dessús nomenats que los dits ·D· florins sien manlevats, ut supra, als quals a paguar e restituhir assignaren lo diner de l’erbatge e totes restes de clavaries passades e de l’any present e totes altres restes e deutes que sien degudes e deguts a la Ciutat, com empenyorar la imposició de la carn fos més dampnós a la Ciutat, per rahó de la clavaria et alterum. Constituhints rebedor del diner, restes e deutes damunt dits l’onrat en Barhomeu Sabater, lo qual jurà de present a Déu e als Sants IIII Evangelis que tot ço que rebrà de les dites coses convertirà en paguar, restituhir e rembre los dits ·D· florins e no en altres usos, ordonants e volents concorditar que digmenge primer vinent, dia de Pasqua, lo dit Barthomeu Çabater començ a collir e fer collir e rebre per la dita rahó lo dit diner de la carn» (Ibidem [15.IV.1400], ff. 26v-27r). 38 Ibidem [17.IV.1400], clavaria, f. 52v.
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Pere de Sagarriga
Pocos días después de conocerse la noticia de la muerte del metropolitano y canciller regio Ènnec de Vallterra —acaecida en Segorbe, el 18 de febrero de 1407—, el Consejo municipal se reunió para determinar «en quina manera la Ciutat farà la novena del senyor Archabisbe»,39 encargando a los cónsules que iniciasen inmediatamente los preparativos previos a la recepción del nuevo prelado.40 Pero, a pesar de la celeridad demandada, el nombramiento arzobispal se prolongó durante meses y no estuvo exento de polémica. El obispo de Mallorca, Lluís de Prades, declinó su elección. Los miembros del Consell se mostraron entonces partidarios de defender, mediante una embajada ante el pontífice, la candidatura del poderoso Pere de Cardona i de Luna,41 promovida por su propia familia y contando con el apoyo del gobernador general de Catalunya, Guerau Alemany de Cervelló. Con todo, la petición no prosperó y el cargo cayó en manos del obispo de Lleida, Pere de Sagarriga, quien envió a sus dos procuradores a la ciudad para que presentaran a sus magistrados la bula donde el papa notificaba su provisión de la Mitra y requería que los miembros del Consejo le admitieran como su «arzobispo, pastor y señor». El problema se produjo cuando esos mismos procuradores solicitaron recibir, en nombre del metropolitano, «sagrament e homenatge de feeltat, axí e segons fer se deu e és acustumat», a lo que los jurados se negaron rotundamente, defendiendo que:42 [...] la Ciutat no haja acustumat de fer homenatge sinó a la persona del senyor Archabisbe, emperhò que ells, volent-se haver feelment, benigna e humil ab lo dit novell senyor e anar ab ell planament e lesca, són prests e apparellats d’admetre lo dit senyor e aquell reeben e admeten. Axí emperhò, que los dits procuradors con39 Una solemnidad prácticamente idéntica a la que se ofrecía a los reyes tras su defunción. Sirvan como ejemplo las honras fúnebres dedicadas al rey Martín I a lo largo de nueve días: «Sobre la mort del senyor Rey en Martí, d’alta recordació, l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, ab los ·XII· elets en altres negocis de la Ciutat, [...] proveesquen en les exèquies, novena o anniversari del senyor Rey, axí e segons és acustumat dels altres Reys morts» (AHCT, FM, AM, n.º 26: 1410-1411 [2. VI.1410], f. 7r). 40 «L’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols qui ara són e per avant seran [...] tracten, acorden e del·liberen quins prejudicis ha en aquesta terra e quins bons privilegis, usos, ni gràcies o altres coses hauran mester del senyor Archabisbe qui vendrà, ni quina honor li faran en sa entrada, ni si sobre la provisió de novell Archabisbe la Ciutat scriurà a nostre senyor lo Papa, e de totes les coses que en aquest fet se degen acordar, demanar e provehir per utilitat de la Ciutat e cosa pública d’aquella. E de tot açò que acordaran, facen memorials e letres e ho meten e en exequció, axí e segons dictaran» (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1407 [25.II.1407], f. 18r-v). 41 Hijo del conde Hug II de Cardona, se convirtió en protonotario del papa Benedicto XIII y, en 1407, al ser designado Pere de Sagarriga arzobispo tarraconense, ocupó la Sede de Lleida que este dejó vacante. 42 AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [15.VII.1407], f. 6v.
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formen a la Ciutat llurs privielegis, usos, franquees, libertats, ordinacions, observances e custums, axí e segons és acustumat per sos predecessors. E feta la dita confirmació, són prests e apparellats fer e prestar homenatge e sagrament de feeltat en la forma acustumada e tot ço e quant hajen a fer al dit senyor.
El desafío de la universidad a su nuevo señor obtuvo como respuesta la negativa de este a acatar los pactos relativos a los límites de ingreso de vino en la ciudad, aunque finalmente, pocos días antes de celebrarse la entrada en Tarragona del prelado, ambas partes reconsideraron su postura al ser prestados los homenajes a sus procuradores43 y al ratificar el arzobispo los privilegios municipales antes de ser recibido con la solemnidad acostumbrada,44 organizándose el acto de acuerdo con el mismo «honor, festa e manera fon reebut lo senyor n’Ènyego, de bona memòria, derrerament defunt [...], e mils, si millorar s’i pot».45 Coincidiendo con las fiestas patronales, a fines de septiembre de 1408, fue celebrada la entrada del arzobispo Sagarriga en Tarragona.46 Fernando i de Antequera
Cuatro años más tarde, una vez conocida la noticia de la proclamación en Caspe del candidato Trastámara para ocupar el trono de la Corona, la ciudad decidió celebrar tres días consecutivos de fiesta, «per la bona nova de la declaració del molt alt e molt excel·lent príncep e senyor, lo senyor en Ferrando, infant de Castella e Rey d’Aragó».47 Pocos meses después, los 43 «E perhò com los seus procuradors, com novellament vengueren e prengueren los homenatges, prometessen e jurassen que·l dit senyor Archabisbe, com vendria, confermaria e juraria los privilegis de la Ciutat, que al portal de Sant Anthoni, ans que entre, los cònsols lo suppliquen e requiren que faça la dita confirmació» (AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409 [17.IX.1408], f. 9r). Los homenajes prestados por los ciudadanos de Tarragona al arzobispo Sagarriga se recogen en el doc. 310 del Llibre de la Corretja (AHAT, PM, n.º 9). 44 A pesar de todo, los desencuentros entre los responsables del gobierno municipal y el arzobispo Sagarriga fueron constantes a lo largo del tiempo en que ocupó la prelatura. Así, los cónsules denunciaron, en distintas ocasiones, ante el Consejo que el arzobispo les dirigía «paraules carregoses» o que no respetaba los procedimientos establecidos por el uso y la costumbre de la ciudad al hacer «manament en los ciutadans ab crida, ni en altra manera», lo que correspondía exclusivamente a la Corte común (AHCT, FM, AM, n.º 26: 1410-1411 [11.VI y 31.VIII.1410], ff. 9r, 13v-14v). En esa misma reunión, el Consejo decidió retirar la subvención entregada al abogado municipal al no querer aconsejar a los cónsules en nada que pudiese resultar perjudicial al arzobispo y, al ser tantos los pleitos que la ciudad tenía abiertos contra él, era preciso buscar un doctor en leyes que les asesorase. F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 30. 45 AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409 [17.IX.1408], f. 9r. 46 A falta de un documento que relate con precisión el acto, son nuevamente los registros de clavería los que permiten tener cierta información del mismo a través del detalle de los gastos que acarreó, los cuales ascendieron —junto con la celebración de santa Tecla— a «XVIIII ll. XV ss. VI ds» (AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409, clavaria, ff. 43v-44v). 47 AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413, clavaria, f. 45v. A pesar de que la celebración dio comienzo el primero de julio de 1412 —apenas fue leída «la crida que·s començà lo divenres, tantost que agueren
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cónsules informaban al Consell de que el rey iba a ingresar en Catalunya a través de Lleida y que tenía la intención de desplazarse a Tortosa para encontrarse con el pontífice,48 prestarle homenaje y concertar con él asuntos de primer orden, siendo muy probable que, en su itinerario hacia Barcelona, el monarca decidiese entrar en Tarragona, por lo que se encargó a los magistrados municipales que «se informen les altres universitats de Cathalunya, ciutats o viles, com se hauran en fer reverència al senyor Rey com sia en Cathalunya, ni en demanar confirmació de privilegis, e segons trobaran que les altres universitats faran, facen semblant».49 Y así fue como efectivamente sucedió, pues, estando Fernando I en Tortosa, la ciudad empezó a prepararse para su pronto arribo, habiendo sido ya confirmado oficialmente.50 A las tradicionales dudas esgrimidas por los representantes municipales cada vez que debía organizarse un acto de tales características, se añadía esta vez la incertidumbre del ceremonial a desarrollar con el monarca que inauguraba una nueva dinastía. Tras haberse mandado revisar los registros antiguos para conocer cómo fueron recibidos sus inmediatos predecesores, se creó una comisión formada por los cónsules y un grupo de ciudadanos para que «ordonen la festa e acolliment del dit senyor Rey, de la senyora Reyna e del primogènit», encargándoles también el nombramiento de «alscuns ciutadans qui, ab los cònsols o dos d’ells, vajen fer reverència a Cambrils als dits senyors, avisant-los de les pobrees de la Ciutat e de la manera de la festa, e com aquesta Ciutat és de la Esgleya e no Reyal, e que li demanen confirmació de privilegis»; la elección de cuatro posaderos para cada barrio de la ciudad que se responsabilizasen del alojamiento y asistencia de los huéspedes; y solicitar a los almotacenes que ordenasen la provisión de todas las agude la letra del Parlament general de Catalunya»—, no fue hasta mediados de octubre cuando los jurados municipales «loaren e aprovaren les despeses per los honrats cònsols fetes per la festa de la nova elecció del molt alt senyor Rey en Ferrando» (Ibidem [13.X.1412], f. 11v). 48 Desde 1409, Benedicto XIII había establecido su residencia en el Principado. A mediados del año siguiente, el papa Luna entró en Tarragona y se estableció unos días en la ciudad, para lo que se decidió «que la companya del Papa sia col·locada en los alberchs de les dignitats e preveres, e aprés en los alberchs que vaguen dels altres alberchs dels ciutadans, si de bon grat los volen lexar en tot o partida que s’avinguen ab ells» (AHCT, FM, AM, n.º 26: 1410-1411 [11.VI.1410], f. 8v). Un año más tarde, el pontífice parecía dispuesto a trasladar su residencia definitivamente a la ciudad, demostrando el Consejo un gran interés en que tal decisión se materializase: «Sobre la venguda de nostre Sant Pare. Com los honrats cònsols haguessen scrit a nostre senyor lo Papa, que és a Sent Matheu, que li plagués mudar la Cort romana en aquesta Ciutat, e sobre açò hi haguessen tramès l’onrat en Jachme Ferrer, lo qual havia portada letra de creença de nostre Sant Pare, e per ço hagués feta relació en Consell; l’onrat Consell, oïda la relació del dit en Jachme Ferrer, determenà que los honrats cònsols [...] tracten e ordonen totes aquelles coses que·ls sia semblant, axí en provisions de blats, de civades, palles, lenyes, e totes coses que sien necessàries a llur juy e bona conexença» (AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [12.VI.1411], f. 8r). A pesar de todo, acabó siendo Tortosa la Sede elegida, hasta la definitiva instalación en Peníscola. 49 Idem. 50 «[...] com lo senyor Rey en Ferrando sia a Tortosa e·s digua que prestament deu anar a Barçalona e passar per aquesta Ciutat...» (AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413 [8.XI.1412], f. 13v).
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vituallas necesarias durante su estancia.51 Asimismo, se acordó entregar quinientos florines a repartir «axí com mils acordaran, entre lo senyor Rey, la senyora Reyna e lo primogènit»,52 idéntica cantidad a la «que donaren al Rey en Martí e a la Reyna, sa muller», y siguiendo el mismo proceder que en aquella ocasión, «no·ls portaren a deguns palis ni cordons». El municipio mostró un enorme interés en lograr que la recepción del rey discurriera con éxito, pues, al margen de las resoluciones adoptadas, fueron concedidos poderes suficientes al escribano municipal para que pudiese ordenar todo lo necesario «per ço que lo fet haja bon recapte e res del món no hi fàllegua».53 A lo largo de los días sucesivos, se reunió en varias ocasiones la comisión delegada del Consell para ultimar los preparativos de la acogida que debía prestarse al soberano. Una vez resueltas las cuestiones relativas a la provisión de alimentos y al hospedaje,54 se empezó a tratar, seguidamente, sobre los asuntos lúdicos y los relacionados con la organización de la ceremonia: junto con la terna de juglares de la ciudad, fueron contratados otros cuatro grupos de lugares próximos; se ordenó la limpieza de los principales caminos de acceso a Tarragona, así como el barrido y la decoración de las calles por donde debería transcurrir el desfile;55 se solicitó a los oficios que 51 «Ítem, avisen los mostaçafs que facen fer provisió de pa, vi, carn, civades, palles e totes vitualles que hic haja mester, axí en les taules, hostals e totes altres coses que hi sien necessàries». Con el fin de disponer de trigo suficiente, se resolvió entregar «·VI· diners per quartera a tot hom qui hic portarà e vendrà blat en botigua d’ací a Nadal» (Ibidem, f. 14r). 52 «[...] los quals ·D· florins e tot ço que sia neceçari a la festa los dits cònsols e elets damunt pusquen haver e manllevar a censal e en tota aquella forma e manera que trobaran, obliguant per pagar aquells e rembre la dita manleuta o venda o altre contracte que·n facen lo dret de l’erbatge, la mesa del vi, los ·II· sous de les torneres, los ·III· sous per lliura dels béns que ixen de contribució, los ·C· florins que deu en Gençana e tots altres drets e béns de la Ciutat que assignar hi vullen e pusquen, axí de l’any present com de l’any esdevenidor». Si bien, en un primer momento, se determinó entregar al rey 250 florines, 150 a la reina y 50 al primogénito, la decisión final fue repartir el donativo del siguiente modo: «·CCC· al senyor Rey e ·CC· a la senyora Reyna, e per no fer novitat a la Ciutat, al present, no sia donat al primogènit [...] e axí fo fet. Ítem, fo concordat que los dits ·D· florins e tot ço que haurà mester a la festa ab totes altres messions sien manllevats a censal mort d’alcú qui prestar los vulla» (Ibidem [22.XI.1412], f. 15r). 53 Ibidem [8.XI.1412], f. 14r. 54 «[...] los quals ordonaren les coses següents: Primo, informaren los mostaçafs que, decontinent, facen que les flaqueres hajen ·C· quarteres de farina o pus, e hajen bastament de pastadores. Ítem, les farineres que sien ben provehides de farina. Ítem, que reguoneguen los hostalers e regateres quanta palla e civada han e que·ls ne facen ben provehir. Ítem, que avisen los carnicers de haver bastament de bons vedells, moltons, cabrits, porchs e totes carns e de taules e talladors. Ítem, les regateres que sien provehides de gallines, capons, perdius, conills e tota altra volateria. Ítem, ordonaren que sia, decontinent, reguonegud en lo quarter de la Ciutat appel·lat de Sancta Maria de Natzaret quants lits hi porà haver e stables, e que, decontinent, sia mès en scrit, e comanaren-ho als honrats: n’Asbert Lorenç, en Gabriel Pasqual, en Bernardó Joya, en Pere Ferrater. Ítem, en lo quarter de sent Miquel del Pla, foren en açò elets los honrats: en Felip Salmònia, en Pere Martí, en Pere Nadal, en Berenguer Rodera. Al Corral, foren en açò elets los honrats: en Ramon Lacera, en Guillem dez Puig, n’Anthoni Perpinyà, en Pere Pasqual» (Ibidem [9.XI.1412], f. 16r-v). 55 «Ítem, fon dat càrrech a·n Johan Martí que faça denejar los camins, començant per Frares menors, seguint lo camí de Tortosa, passant per lo pont fins a Riuclar, faent denejar a cascú sa encontrada de pe-
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preparasen sus banderas y grandes bailes; fueron nombradas también las personas que debían ir a Cambrils para hacer reverencia a los reyes y solicitarles la confirmación de los privilegios municipales;56 se encargó a los cónsules que eligiesen a un grupo de ciudadanos «per exir a cavall ben arreats al senyor Rey fins al mas d’en Romeu Cescomes», el punto elegido para encontrarse con el monarca antes de proceder a la ceremonia de entrada; finalmente, se acordó enviar al notario Pere Camprodon a Tortosa, con un extenso memorial que contenía una minuciosa batería de preguntas que debía plantear al arzobispo, quien había presenciado la entrada de Fernado I en dicha ciudad. El oficial municipal anotó las respuestas obtenidas en los márgenes del mismo documento, el cual fue incorporado, con el sello del consulado, en el correspondiente volumen de actas municipales y que, por su elevado interés, considero oportuno transcribir completo, pues en él se recogen las dudas, los debates y las decisiones adoptadas hasta el momento,57 a la espera de poder resolver los últimos detalles protocolarios con el consejo del prelado y la experiencia de la última ciudad que había recibido al nuevo monarca.58 Los reyes partieron de Tortosa el día 21 de noviembre hacia Guardamar, donde llegaron al atardecer. El encuentro con los cónsules y los ciudadanos que les acompañaban se produjo la mañana siguiente,59 momento en que le hicieron reverencia y solicitaron al soberano la confirmación de los privilegios que «graciosament atorguà a la manera de sos predecessors». A continuación, se prestó reverencia también a la reina, al primogénito y al infante Pedro, volviendo de inmediato a la ciudad para informar de todo ello al arzobispo, quien, atendiendo a los ruegos de los magistrados municipales, ya se encontraba en Tarragona. Fue entonces cuando el metropolitano, acompadres, d’arbres, de romigueres, fangués e tota broça e que lo devallant d’allà lo pont sia adobat e no·y haja fanguar e per semblant d’ací a l’Areny major. Ítem, fon dat càrrech a l’obrer que faça denejar los carrés de la Ciutat de bigues, pedres e tota broça. [...] Ítem, facen encortinar per lla on passarà lo dit senyor» (Idem). 56 «Los cònsols deuen demanar ja a Cambrils tota confirmació de privilegis e que se’n porten alscuns trellats dels Reys passats» (Idem). 57 Confirmándose, de este modo, que «la entrada real nunca aparece como una celebración aislada, y mucho menos como un ritual prefijado de antemano». Pudiéndose interpretar el encuentro ceremonial del rey con las ciudades como el «resultado de un juego de equilibrios en el que intervienen la tradición del pasado, la inmediatez del presente y la previsión del futuro» (M. Raufast, «¿Un mismo ceremonial», pp. 97-98). 58 Al respecto, véase el apéndice 10. 59 A pesar de que, en un primer momento, el lugar que había sido fijado para el encuentro fue el «mas de Romeu Sescomes», finalmente se optó por la opción del «mas de n’Escart», más próximo a la ciudad. El cambio de decisión se debió, con toda probabilidad, a que este último lugar se ajustaba mejor a la distancia de media legua desde la que se realizó el encuentro entre el monarca y los magistrados de Tortosa. La finca ocupada por el «mas de n’Escart» desapareció cuando se amplió la Av. de Catalunya para hacerla enlazar con la carretera de Valls y la Av. de la República Argentina (M.ª T. Muntanya, F. Escatllar, Tarragona: una passejada, p. 241).
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ñado por un cónsul y junto con varios ciudadanos a caballo, salieron al encuentro del rey para hacerle reverencia en el «mas de n’Escart» y, sin más, volvieron hacia la ciudad. Acto seguido, los demás cónsules, con las banderas, los bailes y muchos otros ciudadanos a pie salieron hasta el puente para hacer, también ellos, reverencia al monarca, quien entró en la ciudad, montado a caballo, por el portal de los predicadores, siguiendo el itinerario trazado —«passant per les Salineres, e per lo carrer de n’Ulzinelles, e per lo carrer Major»— hasta llegar a los pies de las escaleras de la catedral, donde fue recibido por el prelado y una procesión de clérigos que le acompañaron en su ingreso a la Sede. Una vez terminados los actos religiosos, Fernando de Antequera fue acompañado al castillo arzobispal, donde se alojaría durante su breve estancia en la ciudad. Inmediatamente después, los cónsules, «ab les banderes, juglars e balls», se fueron hasta el convento de san Francisco, donde aguardaban la reina Leonor y el infante Alfonso, para ofrecerles idéntico recibimiento.
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Antes de acabar la jornada, fue entregado el donativo a los reyes,60 repartiéndose según el modo acordado y recibiendo a cambio, nuevamente, salvedad de los privilegios municipales por parte del monarca.61 Alfonso v/iv el magnánimo
Desgraciadamente, es mucho menor la información que se conserva de las entradas de sus hijos, Alfonso V y Juan II, en Tarragona. A mediados de octubre de 1416, se iniciaron los preparativos para recibir, ahora como nuevo soberano, al primogénito real que, acompañando a sus padres, había entrado en la ciudad escasos años atrás.62 De todos modos, la ceremonia de acogida que se celebró en esta ocasión poco tuvo que ver con aquella, pues estuvo marcada por el luto que regía la reciente muerte de su progenitor:63 L’honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, en la novella venguda del dit senyor Rey, isquen a camí, lla hon los serà viares, al dit senyor, ab tota aquella més gent que poran, a honor de la Ciutat, ab gramalles o vestedures ne-
60 «En Barthomeu de Bas, etc, retenits-vos quingentos florins, los quals, per determinació de Consell celebrat a XXII del mes e any dejús scrits, havets donats e deliurats en presència del senyor Archabisbe, de nosaltres e de […] molts altres ciutadans de Terragona, e present en Pere Çabater, notari e scrivà del consolat, […] tres-centos florins al molt excel·lent lo senyor Rey en Ferrando e dus-centos a la senyora Reyna, sa muller, constituhits en lo castell del senyor Archabisbe lo dia present, que són novellament intrats en la dita Ciutat, sertificant-nos que vós, mostrant lo present albarà com altra cautela, no hagats poguda obtenir los dits cinch-cens florins, vos seràn admessos e rebuts sens tot dupte en vostres comtes» (AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413 [23.XI.1412], f. 46v); «E com per paguar los dits ·D· florins, juglars e altres messions de la festa los en açò elets haguessen manllevats d’en Johan Salmònia sis míllia sòlidos a censal mort a raó de ·XIIM· per ·M· per quitar e rembre lo dit censal, los damunt nomenats, per lo poder a ells donat per Consell, assignaren lo dret de l’erbatge, la mesa del vi, los ·II· sous de les torneres, los ·III· sous per lliura dels béns que ixen de contribució e los ·C· florins que deu en Ferrer Gençana, ço és, del consolat prop esdevenidor, com lo consolat de l’any present sia ja molt encarregat. E constituhiren reebedors de les dites coses ab què remen lo dit censal los honrats en Barthomeu Çabater e en Pere Nadal e cascú insòlidum, los quals hajen a jurar que en la exacció de les dites coses se hauran feelment e diligentment e tot ço que rebran convertiran en paguar, restituhir e rembre lo dit censal e no en altres usos. Ítem, ordonaren que los cònsols que seran elets en continent hajen loar e aprovar, ratificar e conformar la dita asignació e totes les coses sobre açò ordonades, e per semblant lo primer Consell, ans que d’altre, s’i tracte, e jurar e tenir e observar e no contrafer ni venir per alguna causa ni rahó. Ítem, que los cònsols presents no donen claus, segells, inventari ni possessió alguna del consolat als cònsols sdevenidors fins tot açò sia fermat e jurat per ells e per lo primer Consell» (Ibidem [9.XI.1412], f. 17v). 61 La descripción de los hechos expuestos puede verse entre los ff. 16r-17v del volumen citado en la nota precedente. 62 «[De la venguda del senyor Rey] A la proposició feta per los honrats cònsols que com hic haja nova que·l senyor Rey n’Alfonso, per la gràcia de Déu Rey d’Aragó, ara novellament regnant, deu venir a breus dies de Barchinona e passar per aquesta Ciutat, per ço sia provehit com ni en quina manera serà reebut; ítem, si li serà fet dò algú; ítem, si seran al curials donades e assignades posades» (AHCT, FM, AM, n.º 32: 1416-1417 [17.X.1416], f. 10v). 63 Idem.
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gres o scures,64 per rahó de la mort del senyor Rey en Ferrando, de memòria excel·lent, pare seu, e·l reben ab tota aquella major honor e reverència que fer se pugua.
En la misma reunión consistorial, se determinó entregar cierto donativo al monarca, «comportable a la pobresa de la Ciutat», solicitando, en contrapartida, la confirmación de los privilegios municipales y la cesión de las imposiciones por cierto tiempo, como habían acostumbrado a hacer sus predecesores. Exactamente un mes más tarde, se produjo la solemne entrada de Alfonso el Magnánimo y de María de Castilla en la ciudad, sin celebrarse fiesta alguna y recibiendo un donativo de quinientos florines, trescientos para el rey y doscientos para su esposa, «segons al senyor Rey en Ferrando, de excel·lent memòria, pare seu, en sa novella entrada, fonch donat»,65 prolongándose su estancia en la ciudad durante un mes y medio.66 Juan II el Grande
Por su parte, sin contar con la documentación necesaria para conocer con detalle cómo se llevó a cabo la ceremonia de entrada de Juan II en Tarragona, únicamente puede confirmarse que efectivamente se realizó, en los 64 «[Del vestir dels cònsols] Ítem, a la proposició dels honrats cònsols que·ls dóna viares que per la Ciutat los sien pagades gramalles de drap negre, les quals porten tant com sia necessari per la mort del senyor Rey en Ferrando, de bona memòria; l’honrat Consell determenà que [...] attès que tostemps, per mort de Rey, los cònsols de la Ciutat són anats senyalats portants gramalles negres, que·n nom de Déu los dits cònsols se facen gramalles negres e que·s paguen del lur salari del consolat, com attesa la pobresa de la Ciutat en altra manera no s’i pusca pus fàcilment provehir» (Ibidem [24.IV.1416], f. 4r). 65 Ibidem [18.XII.1416] clavaria, f. 58r. El Consejo autorizó a los cónsules para obtener dicha suma «en aquelles vies e maneres que·ls serà vist faedor, exceptat que no toquen als diners de la mesa ni als III diners de somada de la verema ni a ço que s’a haüt més de ·DCC· lliures de la imposició del vi, com aquestes monedes ja per Consell sien assignades a alre» (Ibidem [17.X.1416], f. 10v). Al haber recibido dicho donativo, «per sa novella venguda e senyoria», el monarca reconoció los privilegios, libertades, franquicias, exenciones, gracias y concesiones a la ciudad: «Nos, Alfonsus, Dei gracia Rex Aragonum [...] Quia vos fideles nostri, consules et probi homines Civitatis Terracone, volentes nostris necessitatibus succurrere, quingentos florenos auri de Aragonia, videlicet, nobis trecentos florenos et illustrissime Marie, Regine Aragonum, carissime consorti nostre, ducentos florenos liberaliter, graciose ac vestro proprio motu numerando tradidistis [...]. Providentes ac huius serie concendentes vobis et vestris quod propter subvencionem et donum predicta nullum fiat aut fieri possit generari nunc vel in futurum vobis aut privilegiis, libertatibus, franquesiis, empcionibus, graciis seu concessionibus vestris prejudicium, novacio seu derogacio aliqualis...» (AHCT, FM, perg. 36 [22.XI.1416]). 66 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. III, pp. 50-51. El mismo autor, sin ofrecer ninguna referencia documental al respecto, afirma que el monarca, procedente de la ciudad condal y habiendo descansado unas horas en Torredembarra, donde se encontró con los cónsules tarraconenses, llegó a la ciudad «con su esposa y su madre, formando también parte de la regia comitiva el Arzobispo D. Pedro Çagarriga, y llegando pocos días después el infante D. Juan, que á mediados de septiembre desembarcó en la playa de Murviedro, procedente de Sicilia, y se había entretenido en el reino de València esperando órdenes de su hermano».
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días centrales del mes de enero de 1459,67 gracias a una noticia indirecta obtenida a través del acta de 26 de septiembre de 1479 que relata, con todo lujo de detalles, la recepción de su hijo Fernando, donde se afirma que se hizo donativo gracioso al nuevo rey «de dos-cents florins corrents d’aurs, com ·CC· havien dats al dit senyor Rey son para en sa novella entrada».68 A pesar de no poderlo demostrar documentalmente, proviniendo tanto Juan como antes Alfonso de Barcelona —y no de Tortosa, como hizo su padre—, lo más probable es que, tras el encuentro entre los cónsules y los respectivos soberanos en las cuevas de «l’Areny major» (el límite nororiental del térmi67 Teniendo en cuenta que el monarca salió de Barcelona el 10 de enero de 1459, entrando en los días siguientes a Montblanc y haciendo lo propio, el día 22, en Tortosa, lo más probable es que fuese recibido en Tarragona a mediados de mes, debiéndose añadir dicha acogida en el periplo seguido por el rey desde su entronización en Zaragoza hasta su llegada a València que se expone en M. Raufast, «¿Negociar la entrada», p. 327. Además de la celebración organizada en Barcelona, se conocen bien las entradas solemnes del rey en Lleida (estudiadas por J. J. Busqueta) o Igualada (J. Segura). Asimismo, goza de un particular interés la recepción que la ciudad condal brindó a la segunda esposa de Juan II y a su primogénito, que tuvo lugar pocos meses antes del estallido de la Guerra Civil catalana, el 21 de noviembre de 1461 (Véase, al respecto, N. Coll, Doña Juana Enríquez, pp. 133-140). 68 AHCT, FM, AM, n.º 81: 1479-1480, f. 9r.
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no municipal), el itinerario seguido por el interior de la ciudad fuese muy similar al recorrido por Fernando el Católico, accediendo a través del portal de san Antonio. Dalmau de Mur i de Cervelló, Gonçal Ferrandis d’Híxar y Domènec Ram
Una riqueza informativa parangonable a la disponible para la entrada del rey Fernando I se encuentra a partir de los registros de recepción de los arzobispos en Tarragona que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo xv. A pesar de que, en un primer momento, parece que los datos relativos a la entrada de Dalmau de Mur sean muy escasos,69 al llevarse a cabo una búsqueda más sistemática, se encuentran varios papeles sueltos, sin fechar y conservados entre la documentación anexa a volúmenes posteriores, que deben ser atribuidos a dicho contexto y que permiten ampliar considerablemente lo que hasta ahora se conocía sobre la acogida que se le brindó.70 En los primeros años de la década de los treinta, en cuestión de un breve lapso de tiempo, se produjeron los solemnes recibimientos de Gonçal Ferrandis d’Híxar y de Domènec Ram. A diferencia de anteriores ocasiones, la misiva que el primero de ellos dirigió a los cónsules y prohombres de Tarragona para informarles de su 69 La entrada del arzobispo Dalmau de Mur en Tarragona se llevó a efecto el 22 de diciembre de 1419, al regreso de su estancia en Florencia y aprovechando el intervalo que generó la traslación de las Cortes catalanas de Sant Cugat a Tortosa. Desde algunos meses antes, empezaron a producirse los primeros preparativos para su recibimiento: «Lo honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que, com a Déu plaurà, lo dit senyor vinga per fer sa novella entrada, ells, sabut primerament ab quina honor, festa e manera fon rebut lo senyor en Pere Çagarriga, de bona memòria Archabisbe darrerament deffunt, que en aquella matexa forma e manera, e mils si millorar s’i pot, lo dit novell senyor sia reebut. Però com los seus procuradors, en lo rebiment de la posessió, hagen promès e jurat que·l dit senyor Archabisbe, com vindrà, confirmarà e jurarà los privilegis, libertats e immunitats, etc., que al portal de Sent Anthoni, ans que entre en la Ciutat, los dits cònsols lo suppliquen e requiren que faça la dita confirmació e singularment del contracte de la avinença del vi. Et que com lo dit senyor serà a Barchinona, los dits cònsols trameten a ell lo honrat micer Johan Maçó ab ·I· altre ciutadà, per ells elegidor, com a misatgers de la Ciutat, per fer-li reverència e tractar ab ell dels affers de la Ciutat. Donant plen poder als honrats cònsols de ministrar sobre açò totes messions e despeses, però los dits missatgers vagen sens salari algú, solament los sia ministrada tota messió que faran» (AHCT, FM, AM, n.º 35: 1419-1420 [25.X.1419], f. 14v). Sobre la previa presentación ante el Consejo general de las bulas apostólicas y la carta real correspondientes a su nombramiento como nuevo metropolitano, así como los juramentos y homenajes que, a cambio de la confirmación de los privilegios y libertades de la ciudad, se prestaron a su procurador, Pere Armengol, siempre que todo «contracte e avinença» realizado fuese confirmado y jurado por el arzobispo «en sa pròpria persona, [...] e·n altra forma, que los homenatges prestats vagen per no fets», véase Ibidem [27.VII.1419], f. 8r. No se conserva, en dicho volumen, otra noticia relacionada con la entrada arzobispal más allá de la relación de los gastos que generó, ascendiendo a un total de «·XII· llrs ·V· ss ·I· drs» (Ibidem [22.XII.1419], clavaria, ff. 53v-54r). 70 Vid. infra, n. 74.
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promoción a la Sede arzobispal fue leída y copiada en los registros municipales, pudiéndose conocer así su contenido íntegro:71 Prohòmens. Com a nostre Senyor Deus haje plahut promoure-nos a la dignitat archiepiscopal de la Sancta Esgleya de Terragona, per ço volem a vosaltres notificar aquestes coses per vostra consolació e plaer, pregant-vos que ab affecció preguets nostre Senyor Deus que·ns vulla endreçar en ben regir e governar vosaltres e nostres affers segons la sua voluntat. E si algunes coses podem fer per profit e utilitat de la Ciutat o particularment dels ciutadans, fiablament nos ne scrivits, car de bon cor e voler hi entendrem. Axí matex, com per haver la posessió de la dita dignitat trametem aquí lo noble mossèn Johan de Vilanova, ardiacha de Ribagorça, vicari general, e don Pere Royç de Morós e en Jacme de Casafrancha, procuradors nostres, vos pregam aquells endreçets en tot ço que·us diran de nostra part. E sia la Sancta Trinitat en vostra guarda.
Expuesta dicha carta, fue presentada también ante el pleno del Consejo una «bulla de nostre Sant Pare intimatòria de la dita provisió e ab la qual amonesta e mana al poble de la Ciutat e diòcesi de Terragona que admeten graciosament e benigna lo dit senyor en Gonçalbo, elet en Archabisbe»,72 y acto seguido, se acordó, por todos los presentes, dar la siguiente respuesta al nuevo prelado:73 Los cònsols e Consell de la Ciutat, hoïda la proposició molt notable feta per los honrats procuradors del dit senyor e hoïda la bulla apostolical e la requesta feta dels dits honrats procuradors, ab gran e singular goig e alegria, són prests de admetre lo dit senyor e l’admeten graciosament en lur senyor e pastor. Los dits honrats procuradors, emperò, confirmant e jurant primerament, en avan del dit senyor, los privilegis, usos e costums de la Ciutat, e lo pacte de no metre vi en la forma acustumada. E per ço com se dubta que la procuració sia prou suficient, que los dits honrats procuradors juren e prometen que lo dit senyor, ans que entre en la Ciutat, farà e jurarà la dita confirmació e totes altres coses acustumades, e a què lo dit senyor sia tengut. En altra manera, que los homenatges que ara se pendran, vagen per no fets. E en aquesta protestació consenten aquella e admeten los dits honrats procuradors.
La definición de los actos festivos a realizar el día de la entrada del arzobispo en la ciudad, que tuvo lugar el día 3 de diciembre, se sistematizó a través de la redacción de unas ordenanzas que establecieron, con enorme precisión, el ceremonial a desarrollar, especificándose las personas designadas como responsables de cada una de las actividades programadas.74 AHCT, FM, AM, n.º 47: 1431-1432 [17.X.1431], f. 13v. Ibidem, ff. 13v-14r. 73 Ibidem, f. 14r. Se conserva una copia del mismo texto entre los documentos sueltos anexos al volumen de actas municipales (n.º 24). 74 Ibidem, docs. sueltos, n.º 26. Unas ordenanzas prácticamente idénticas se conservan entre la documentación suelta del volumen citado, acompañadas de otro papel, redactado por el mismo escribano, donde figura la relación completa de los ciudadanos que saldrían a caballo para recibir al prelado y 71 72
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Transcurridos escasos dos años desde la celebración de la referida entrada, el arzobispo moría accidentalmente en una cacería en Valls.75 La elección de su sucesor volvió a ser conflictiva, quedando la Sede vacante durante meses. El Consell no suplicó esta vez directamente al sumo pontífice que nombrase para ocupar la Mitra tarraconense al candidato por ellos propuesto, sino que lo hicieron por mediación del cabildo catedralicio,76 y divergiendo con el rey.77 Fue entonces cuando, sin atender a los ruegos recibidos, el quiénes iban a acompañarle —«al cordó de la mula del senyor»— en su recorrido por el interior de la ciudad. Tanto E. Morera (Tarragona cristiana, vol. III, p. 116), como F. Cortiella (Una ciutat catalana, p. 35) se refirieron a ellas, transcribiéndolas en parte y asociándolas, erróneamente, a la entrada de Gonçal Ferrandis d’Híxar). Dichos documentos, a pesar de encontrarse insertos en el volumen del año consular de 1431-1432, pertenecían a otro libro de actas, del que serían desprendidas posteriormente. Teniendo en cuenta que en el encabezamiento del texto, figura una “D” entrecortada y no una “G” —inicial que correspondería al arzobispo de Híjar—, tales ordenanzas podrían corresponder a la entrada del arzobispo Dalmau de Mur (1419) o a la del cardenal Domènec Ram (1433). Sin que sirvan como pista definitiva ni la tinta utilizada, ni la filigrana del papel —pues ambas son variables a lo largo de los volúmenes— y siendo, además, la caligrafía del escribano idéntica en los dos libros de actas, tomo en consideración dos cuestiones para apuntar que el texto en cuestión se refiere al recibimiento de Dalmau de Mur. El primer factor sigue una lógica basada en la cronología: si los documentos fueron añadidos al volumen del año 1431-1432 sería para tomarlos como modelo y poder basarse en la tradición establecida en la entrada inmediatamente anterior. En segundo lugar, otro elemento relevante a considerar son los protagonistas: entre las personas elegidas para encargarse de la organización de los actos y para salir a caballo a recibir al nuevo prelado y conducir su mula figuran los nombres de muchos más jurados y de los magistrados del año consular de 1419-1420. Consúltese el apéndice 11. 75 «III idus novembris anno Domini M CCCC XXXIII, obiit dominus Gundissalvus Dixar, XXIIII Tarrachonens. Archiep., qui venando cedidit de equo, et rupto collo expiravit prope villam de Valls, in Campo Tarrachone» (según reza el necrologio de donde lo transcribe el padre Villanueva en su Viage literario, t. XX, p. 16); «[De la sepultura del molt reverent senyor, en Gonçalbo, Archabisbe qui morí a Valls a VIIII de noemebre] Primerament, a la proposició feta per los honrats cònsols que com, segons a Nostre Senyor Déu ha plaüt, lo molt reverent senyor, lo senyor en Gonçalbo d’Íxar, de bona memòria, Archabisbe e senyor nostre, sia mort e passat d’aquesta present vida, e la sepultura del seu cos se degua determenar e proveir a les coses que s’i merexen e són degudes e acostumades, axí com és de ciris, gramalles negres als cònsols, e altres coses; e semblantment, de la novena quant que·s faça. Lo dit honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que facen en les dites seputura e novena tota aquella honor que és acostumada de fer, e que·s facen sengles gramalles de negre gros e ciris e tot ço que sia acostumat»; «[De anar visitar lo cos] Ítem, a la proposició dels honrats cònsols si iran a Costantí per visitar lo cos del dit senyor Archabisbe, que han portat aquí; lo dit honrat Consell determenà que com no·s tròpia sia stat fet en temps passat, per ço ara no sia introduït». (AHCT, FM, AM, n.º 49: 1433-1434 [15. XI.1433] ff. 14v-15r). La sepultura del prelado se llevó a cabo cinco días más tarde, ascendiendo los gastos hasta un total de «·XVII· ll ·XVI· ss ·II· d». El desglose de las distintas partidas destinadas al funeral y a la novena por el óbito del arzobispo puede consultarse en los registros de clavería del citado volumen, entre los ff. 29v y 30v [24.XI.1433]. 76 «[De fer elecció d’Archabisbe] Ítem, a la proposició feta en Consell si del·liberarien de fer supplicació a l’honorable Capítol que elegesquen en Archabisbe lo honrat micer Pere Oller, doctor en decrets e camarer de la Seu de Terragona, qui és fill de la Ciutat e molt notabla persona que-u merex bé. Lo dit honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que, decontinent, facen ordonar una bona supplicació e ben ordonada al dit honorable Capítol, supplicant e requerint-los que elegesquen en Archabisbe lo dit molt honrat micer Pere Oller. E si mester serà, ni a ells serà vist faedor, ne sia levada e requesta una carta e moltes» (Ibidem [25.XI.1433] f. 16v). 77 «[De la nova que havia haüda lo Capítol sobre·l fet de l’Archabisbat] A la proposició feta per los honrats cònsols com per los molt honorables mossenyors los vicaris genarals, la Seu vagant, los fonch ir
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papa eligió como nuevo arzobispo a Otó de Montcada, hasta entonces obispo de Tortosa, quien, a pesar de aceptar la transferencia, finalmente no tomó posesión de la prelatura,78 con toda probabilidad, debido a las presiones ejercidas por el monarca, haciendo uso de su derecho de suplicación.79 Finalmente, el nombramiento recayó en una figura que logró generar mayor consenso entre las partes: el cardenal de Lleida, Domènec Ram, el 25 de agosto de 1434,80 aunque la toma de posesión de la administración del arzobispado y la posterior entrada en la ciudad no se producirían hasta un año más tarde.81 denunciat com ells són certificats que mossèn Pujades, cavaller de València, ve del senyor Rey ab certes provisions sobre·l fet del Archabisbat que toquen gran interès de la Esgleya, lo qual ells entenen a deffendre. E per ço los han requests que tinguen Consell e que sien una cosa ab ells, mostrants la bona fidelitat a què són tenguts a madona Sancta Tecla e a l’Esgleya. E axí matex, com seria bo que tinguessen los portals tancats de nit e de dia, en manera que tal pràtica no s’ich pugua servar, com han fet d’Eviça, ço que Déu no vulla. Lo dit honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que, vinent lo dit cas, ço que Déu no vulla, [...] puguen oir e scoltar ço que·ls serà proposat, demanat, dit ni presentat per comissari o per altres persones, e que se aturen acort, axí que no puguen res prometre, atorgar ni respondre, ans ho hagen a remetre e refferir e proposar en Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 50: 1434-1435 [19.V.1434] f. 7r-v). 78 Según la referencia que ofrece al respecto K. Eubel, la revocación tuvo lugar a principios del año 1434: «Et revoc, tr. Ottonis ep. Dertusen. ad Terrae. 13 Jan. 1434 factae (Obi. 96, 10)» (Hierarchia ca tholica Medii Aevi, vol. II, p. 248). 79 Y no a la imposición de un veto vinculado al regium exequatur que debía dar fuerza obligatoria a la bula de nombramiento, como apuntó E. Morera, puesto que tal potestad no fue adquirida por los reyes hasta varias décadas después. Al margen de ello, lo que resulta poco probable es la renuncia del candidato, quien, en una carta dirigida a los cónsules y consejeros tarraconenses, se congratulaba de su elección como nuevo prelado de la Metrópoli con estas palabras: «Honorables, savis e cars amichs, votiva salutació precedent. Segons letres a mi trameses de Roma, e a vostra notícia pens ésser pervingut, nostre Sant Pare, per son propri motiu, me ha transfert e declarat promoure de aquesta Sglésia de Tortosa a la metropolitana vostra de Tarragona. E ja sie per veritat no hagués ambició a tanta promoció [...], emperò, considerant en aprés a haguda matura deliberació ab mos parents e amichs, volent enseguir la ordinació per nostre Senyor Déu promesa e per nostre Sant Pare declarada, per bé d’obediència e per singular voler e devoció que he a la gloriosa prothomàrtir e apostolessa Sancta Tecla e a aquexa Sglésia e a tots vosaltres, he declarat mon voler en acceptar la dita translació e aquella proseguir ab ferment coratge fins a conclusió [...]» (E. Morera, Tarragona cristiana, vol. III, pp. 128-129). 80 K. Eubel, Hierarchia catholica Medii Aevi, vol. II, p. 248 81 «De la posessió presa de l’Archabisbat per lo senyor en Domingo, cardenal. Primo, com los nobles don Pedro d’Urrea, canonge, tresorer de la Seu de Terragona e lo honrat mossèn Pedro de Bolas, veguer de la Ciutat de Leyda, procurador del molt reverent pare en Crist e senyor, lo senyor en Domingo, per la divinal providència, cardinal de la Sancta romana Esgleya e administrador perpetual de la Esgleya de Terragona, haguessen presentada, dins la Sala del Consell, als dits honrats cònsols e Consell una letra closa del dit senyor, continent creença, la qual fon lesta en Consell [...]. La qual creença fon explicada per los dits noble e honrat procuradors e contenia, en effecte, com ells eren trameses per lo dit molt reverent senyor Cardenal e administrador de Terragona, ab procura bastant e ab les bulles de la Esgleya e Archabisbat de Terragona. E per ço, los pregaven e·ls requerien que admetessen graciosament lo dit senyor Cardenal en lur senyor e administrador de la dita Esgleya e Archabisbat de Terragona, majorment com ja hagen presentades les butles a l’honorable Capítol de la Seu de Terragona, los quals han admès lo dit senyor e han ja liurada posessió a ells en nom del dit senyor. Lo dit honrat Consell, lestes primerament e hoïdes les dites butles apostolicals e la procura dels dits noble e honorable procuradors del dit senyor, e tramesos alguns consellers als honorables vicaris e Capítol, e sabut com ells han admès lo dit senyor Cardenal, responeren als dits noble e honorable procuradors com ells eren prests e apparellats de admetre
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Pere d’Urrea
Completa la amplia variedad documental que ha servido para reconstruir —como si de un rompecabezas se tratara— el modelo de las entradas solemnes que los distintos monarcas y prelados hicieron en Tarragona durante la Baja Edad Media el pregón que, el día antes de producirse la recepción del arzobispo d’Urrea, fue proclamado por los lugares habituales de la ciudad:82 Per entrada d’Archabisbe, 1446. Ara hoiats que·us fa a saber la senyoria a tot hom generalment, a instància e requesta dels honrables cònsols de la Ciutat, que com demà, que serà digous per lo matí, lo molt reverent pare en Crist e senyor, lo senyor en Pere, per la divina providència Archabisbe e senyor nostre, deja novellament intrar en la dita Ciutat; per ço, los dits honorables cònsols, volents rebre lo dit senyor en sa novella intrada, ab tota aquella reverència e honor que·s pertany e és acostumat de rebre sos predecessors, han ordonat, ab voluntat de la Senyoria, que demà tot lo dia tot hom e tota persona de la Ciutat, de qualsevol ley, stament o condició sia, e axí pescadós com ortolans, lauradors, hòmens de officis e altres, hagen a fer festa dins e fora la Ciutat, e que degú no gòs fer feyna ni obrir botigues ni obradors, ans hagen a posar vestedures de dol e arrear-se dels millors vestits e arreaments que hagen, sots ban e pena de cent sous per cascú e per cada vegada. Ítem, han ordonat que tots aquells qui són amprats per acompanyar los honorables cònsols, axí a cavall com armats e los balladors ab les banderes dels officis e altres amprats per a entremeses e a la festa sien demà bon matí, a la Casa de la Ciutat, ben arriats e ordonats, per acompanyar los dits honorables cònsols e la bandera de la Ciutat fins als lochs ordonats. E que stiguen cascuns a regiment e ordinació d’aquell a qui és comanat, sots la dita pena. Ítem, han ordonat que tot hom haja esta nit a scombrar e a granar lurs encontrades de bigues, pedres e altres coses. E encara, a encortinar o empaliar o enramar los carrers, taules e envans per los carrers hon lo dit senyor entrarà o passarà, ço és, entrant per lo portal de Sent Anthoni e passant per lo carrer d’en Granada e per lo Forat Micó, e per la Juheria, e per lo castell del Rey, e per lo carrer dels Pintors, e per lo cantó del Pes, e per lo carrer Major amunt, e per la plaça de les Cols,83 sots la dita pena. Ítem han ordonat que demà, tot lo dia, alguna persona stranya ni privada no gòs jugar a degun joch en la Ciutat ni en lo terme d’aquella, sots la dita pena per cascú graciosament e ab singular goyg e alegria lo dit senyor Cardenal en administrador de la Esgleya e Archabisbat de Terragona e en lur senyor e pastor. Los dits procuradors, emperò, confirmant e jurant primerament, en ànima del dit senyor, los privilegis, libertats, usos e costums, scrits e no scrits, de la dita Ciutat, e lo pacte de no metre vi en la Ciutat, en la forma acostumada. E que·l dit senyor sia tengut, com intrarà en la dita Ciutat, ans que entre, segons sos predecessós han acostumat de confirmar semblantment e jurar los dits privilegis, libertats, usos e costums, e lo dit pacte, e totes altres coses acostumades. En altra forma, que los homenatges que deuen rebre dels dits cònsols e ciutadans vagen per no fets. E en aquesta protestació consenten expressament e aquella admeten los dits procuradors» (AHCT, FM, AM, n.º 51: 1435-1436 [15.VII.1435] ff. 8r-9r). La recepción solemne del cardenal se produjo el día 30 de agosto de 1435 y la relación de los gastos que ocasionó tal ceremonia se presenta transcrita en el apéndice 12. 82 AHCT, FM, AM, n.º 61: 1445-1446, docs. sueltos, n.º 2 y 3. 83 Sigue e per la volta de Sancta Maria e fins al portal Major, tachado.
242 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional e per cada vegada que faran lo contrari, les quals penes sien partides en la forma acostumada. Ítem, han ordonat que tota persona que haja bèstia o bèsties, aquelles hagen per huy, tot dia, a denunciar als honorables cònsols per veure quales seran dispostes per a sella, sots pena de XX sous per cascú e partidora axí com damunt. E guart-s’i qui a guardar s’i ha. Ítem, que tot hom pusca tallar rama e canya per enramar, emperò que no scapcen los arbres ni·ls gastessen, en tal manera que·n vinguessen a menys e·s guarden de donar dan. Die mercurii, XVIII mensis madi, anno a Nativitate Domini Mo CCCCo XXXXVIo, Gassionus Arnaldi, preco publicus [...] fecisse preconitzarem suppradictam per loca solita dicte Civitate.
En el mismo documento donde se conserva —en un estado bastante deplorable— la «crida» que se acaba de exponer, fue añadida, a continuación, la descripción detallada de los actos realizados el día siguiente para recibir al nuevo arzobispo quien, llegando desde Barcelona y tras haber pasado dos días completos en Tamarit,84 alcanzaba las «Coves dels Mulnars» —situadas en el extremo del término de la ciudad—, donde fueron a su encuentro dos de los cónsules, ambos vegueres y un grupo de hombres a pie y a caballo, armados con ballestas y lanzas, y fue allí donde, ordenadamente, le prestaron reverencia, en primer lugar, los hombres armados que iban a pie, seguidos por los cónsules, vegueres y quienes montaban las cabalgaduras, deteniéndose ante él y besándole la mano uno a uno. Mientras tanto, salieron hasta la cruz de san Antonio, la bandera de la ciudad, llevada por un ciudadano armado en blanco a lomos de un caballo que lucía un chapelete, y las demás banderas de los oficios municipales. Una vez ofrecido el saludo reverencial, al son de dos trompetas y un ministril, la comitiva emprendió el camino de «l’Areny major», acompañando al arzobispo en el periplo hasta las puertas de la ciudad. Llegados a la cruz de san Antonio, empezaron a desfilar por delante del prelado, realizando bellas danzas y entremeses, los distintos oficios. Cuando el desfile concluyó, precedidos por las trompetas, Pere d’Urrea y los cónsules se desplazaron hasta el monasterio de san Antonio, donde el metropolitano entró, rezó y se sentó en una cátedra habilitada en frente del altar para, a súplica de los magistrados y ante notario, aprobar, ratificar, confirmar y jurar los privilegios, usos y costumbres, escritas y no escritas de Tarragona. A continuación, el arzobispo volvió a montar sobre su caballo, en cuyo banco del freno se incorporaron unos cordones colorados y amarillos asidos, a cada lado, por los cónsules y otros trece ciudadanos. Precedidos por las trompetas y el abanderado, hicieron su ingreso en la ciudad, recorriendo el itinerario establecido hasta llegar a los pies de las escaleras de 84 La demora en la llegada del prelado a Tarragona se debió a los ruegos de los propios cónsules, pues necesitaban algo más de tiempo para dejar listos todos los preparativos.
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la catedral, donde el metropolitano descabalgó para ser recibido por una procesión de eclesiásticos que, tras la adoración de la cruz, le acompañaron hasta el altar mayor, donde realizó sus oraciones antes de comer. Lamentablemente, el mal estado de conservación del documento analizado85 no permite conocer mayores detalles de lo sucedido a continuación, aunque, con toda probabilidad, y siguiendo con la tradición, los festejos se prolongarían durante un par de días más.
Representación del Adventus de Jesús en Jerusalén.
Transcrito en el apéndice 13.
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EL ACCESO A LA COMUNIDAD: CIUDADANOS Y «EXTRAÑOS»
A les grans savieses de vosaltres, molt honorables senyors de cònsols e Conssell de la Ciutat de Terragona, humilment exposa en Ramon Ballester, tintorer de la dita Ciutat, dient que com ell aja tengut lo tint de la Çiutat, degudament, en condret e axí com se pertany, per bé set anys, donant en aquell bon recapte e lo degut; e com per causa e occasió del dit tint lo dit Ballester aja mudat e transpostat del dit temps ençà son statge e domicili ab cor e intenció de star e abitar e fer vida e mort en la present Ciutat; noresmenys, hich ha maridada una filla que, per ventura no n’aguera si voluntat de aturar-s’ich tota veguada no agués e una altra que n’ich ha al cor de maridar, si a Déus e a vosaltres, honorables senyors, será plasent, en tant que per los dits sguarts ell se reputa hi·s té per ciutedà e fill de la present Ciutat. E com lo dit Ramon Ballester haja sentit, senta e sàpia que hun hom stranger sia vengut novament e treball e faça son poder en haver a sa mà lo dit tint, no havent sguart ni conssideració al dan que darà al dit Ramon Ballester, mal desbarat de sa casa com per no haver-hi en tal cars manera alguna de viure, li convengués de força mudar en altra part son domicili, e no és dupte que son jendre e altres lo seguirien. Per tal, tan humilment com sap ne pot, lo dit Ramon Ballester e ab aquella benignitat que fill deu soplicar mare, soplica a vosaltres, molt honorables, qui tota la universitat representau, que us sia plasent retenir-lo e aturar ab aquella charitat tractar que de notable e bona mare se pertany, guiant-vos vès aquest, que vol ésser e és humil e benigne fill, vostres charitatius e piadosos ulls, no volent postposar lo fill natural e llegítim per adoptar lo stern, ço és, que […] lo dit Ramon Ballester no sia desconegut, ans aja del dit tint, davant tot altre stranger, la fadigua, de la qual cosa, ínterin, ab aquella humilitat que·s pertany, vos soplica. E jatssia li paregua molt just e rehonable vos ho reputerà a singular gràcia e mercè. AHCT, FM, AM, n.º 67: 1455-1456, docs. sueltos, n.º 5
La ciudadanía de Tarragona A pesar de la proliferación de los debates teóricos desarrollados desde distintas ramas de las ciencias sociales a lo largo de las dos últimas décadas en torno a la cuestión de la ciudadanía y a sus distintas expresiones históricas —interés que aun no ha calado suficientemente entre quienes dedican su labor investigadora al Medievo, a pesar de la consabida importancia que para su definición y evolución modernas tuvo el republicanismo tardomedieval—, se sigue estando lejos de alcanzar una concepción unánime de un concepto escurridizo y controvertido, estrechamente vinculado a relaciones
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de fuerza y de interés y para el que cada sistema político ha construido su propia idea «a partir de una diferente distribución de poderes, una definición de persona y un modelo de derechos y deberes que determina las relaciones sociales constitutivas vigentes en una sociedad con sus individuos».1 Si bien durante mucho tiempo, «las experiencias históricas de la ciudadanía ejemplificaban versiones incompletas o deformes de la democracia moderna; ahora, en cambio, el mundo clásico y el republicanismo medieval se han convertido en espacio privilegiado desde el cual escrutinizar críticamente los arcanos de la legitimidad de la ciudadanía moderna, en sus principios y representaciones»;2 pero, a pesar de ello, no parece que se haya progresado demasiado sobre esta relevante cuestión a lo largo de los últimos tiempos.3 Centrando la atención en el caso que nos ocupa, vemos que, a diferencia de otras ciudades y villas catalanas, Tarragona sufrió un progresivo y acusado descenso poblacional a lo largo de toda la Baja Edad Media, tardando siglos en recuperar los índices demográficos anteriores a la crisis del Trescientos.4 Tomando como punto de referencia los datos de 1358, cuando la ciudad contaba con 1071 fuegos, se puede comprobar cómo llegó a perder, en los contextos más dramáticos, alrededor de dos tercios de sus habitantes. Dicha situación tenía unas nefastas consecuencias a nivel político, pues hizo que su influencia sobre el conjunto del Principado fuese cada vez menor, pero también, y sobre todo, a nivel económico-social. Conscientes de ello, los regidores municipales van a mostrar una constante preocupación por poner freno al continuado descenso de la población de Tarragona y su término, expresando su deseo de que la ciudad volviese a crecer, luchando así contra su ruina, haciendo frente a «tota desolació e depopulació». En varias reuniones, se discutieron cuáles podrían ser las medidas más adecuadas para lograr atraer a nuevos moradores y evitar que los vecinos abandonasen la ciudad. Ello dio lugar a la proliferación de toda una serie de E. Balibar, «Propositions on Citizenship», pp. 723-724. P. Sánchez, «La ciudadanía», p. 38. 3 A destacar, por tratarse de remarcables excepciones a lo expuesto, las aportaciones de autores como P. Domínguez, Circunstancias personales; y F. Martínez, «El régimen jurídico»; o los estudios de casos concretos, como el de P. Verdés para Cervera (que trata ampliamente en su tesis doctoral, parcialmente inédita, Administrar les pecúnies; y en artículos específicos, como «El veïnatge de Cervera»); o el de R. Izquierdo para Toledo (Un espacio desordenado). Con todo, el interés que el tema ha despertado en el ámbito internacional ha sido considerablemente mayor, como bien demuestran los estudios de D. Quaglioni, «The Legal Definition»; P. Riesenberg, Citizenship in the Western; C. Wells, Law and Citizenship; P. Costa, Civitas, vol. I; K. Kim, Aliens in medieval law; Ph. Daileader, True citizens; R. Ch. Mueller, Immigrazione e cittadinanza; G. Bossenga, «Rights and Citizens»; C. J. Nederman, «Mechanics and Citizens»; o P. Racine, «Le citiyonnetté». 4 Los datos específicos de tal progresión descendente se han podido ver con mayor detalle en el capítulo dedicado al estudio de la «Población y distribución del poder en la veguería de Tarragona». 1 2
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ordenanzas y acuerdos municipales cuyo principal cometido era favorecer el incremento del volumen de ciudadanos mediante la concesión de franquicias y libertades a quienes quisieran desplazar su domicilio a Tarragona, «per proffit e utilitat de la Ciutat». Las particularidades de cada coyuntura hicieron que dichas gracias no siempre fueran otorgadas a todos los que las solicitaban, ni tampoco del mismo modo en todos los casos, siendo preciso un estudio detallado del interés que un determinado oficio o particular tenía para la ciudad, convirtiéndose en una verdadera negociación que, en caso favorable, derivaría en un pacto formal con el nuevo ciudadano. Aun así, la gravedad de la situación económica de algunos contextos hizo que no se pudieran otorgar nuevos beneficios o provocó, incluso, el incumplimiento de las promesas establecidas, dando lugar a toda una serie de reclamaciones por parte de los afectados. Los requisitos a cumplir para acceder a la ciudadanía
La concesión de la cualidad de ciudadano tarraconense comportaba la obtención de una carta sellada de franqueza que, junto con otros beneficios y ayudas convenidas, recibían, durante un periodo determinado, los «forasteros» que decidían establecerse en la ciudad.5 Todos los ciudadanos formaban parte de la «juredicció comuna», es decir, que estaban sometidos al fuero y estatuto de los vegueres.6 Precisamente, por este motivo, quienes contaban con el estatus de privilegiados (caballeros, hombres de paraje y eclesiásticos) no podían acceder a la ciudadanía si, previamente, no renunciaban a los beneficios propios de su condición y pasaban a contribuir con los impuestos municipales.7 Del mismo modo, los 5 «Sobre les cartes de franquea fon determenat que les faça l’escrivà de la Ciutat e lo missatgé del consolat que les segell e haja veta e cera, e per lo dit segell, veta e cera e son treball haja, de cascuna carta, dotze diners» (AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [17.XI.1407], f. 9r). 6 Ante la petición de franquicias de nuevo ciudadano presentadas por Pere Bergueta, el Consejo respondió que solo le serían concedidas «ab condició que no puga mudar de for, ans sia e stigua de for e juredicció dels vaguers» (AHCT, FM, AM, n.º 51: 1435-1436 [23.XI.1435], f. 13r). El incumplimiento de dicha condición hizo que, en varias ocasiones, se volviera a aprobar que «[...] no sie feta franquesa alguna a algú qui no sie de juredicció comuna e que sie abdicada potestat als cònsolls e consellers que, d’ací avant, no·s puxe proposar en Consell ni demanar ésser feta franquesa als ja dits qui no sien de juredicció comuna. E açò los honrats cònsolls ara presents ho hagen a jurar, e los qui aprés vendran, en lo introhit de llur offici, o hagen a jurar» (AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [13.IV.1453], f. 2v). La observancia de tal decisión fue recordada, al principio de cada periodo consular, en los años sucesivos: «Han a jurar los honorables cònsols, per vigor de determinació de Consell fet, celebrat a XIII d’abrill de l’any LIII, que no proposaran en Consell ni demanaran ésser feta franquesa a algú qui no sia de juredicció comuna» (AHCT, FM, AM, n.º 67: 1455-1456, docs. sueltos, n.º 3). 7 Sirva como ejemplo la ordenanza decretada por los cónsules y prohombres tarraconenses mediante la cual se prohibía expresamente la entrada de vino y vendimia a la ciudad a todo aquel «cavaller o hom
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esclavos y sirvientes, los pobres, las minorías étnico-religiosas, los niños y las mujeres —con algunas interesantes excepciones que van a estudiarse posteriormente— no van a gozar de los derechos de ciudadanía, reservándose estos a los «honrats», mercaderes, menestrales y artistas. Todos ellos, cada uno a su nivel, habían de cumplir correctamente con su misión dentro de la cosa pública, procurando su constante engrandecimiento. Los honrados debían actuar de tal forma que su vida no fuese sino «exemple e mirall» para los menores.8 Por su parte, mercaderes, menestrales y oficiales eran considerados el verdadero corazón de la comunidad, la fuente más relevante de su dinámica y la base para garantizar su abundancia y crecimiento, siempre que se produjese una adecuada división social del trabajo.9 Aun así, de acuerdo con los intereses de la ciudad, no todos los oficios eran igual de imprescindibles. Tal motivo serviría para explicar que, en determinadas circunstancias, fuesen los propios regidores, o algunos delegados suyos, quienes se preocupasen por atraer a ciertos artesanos, mientras que, en otras ocasiones, las solicitudes de concesión de franquicias, asociadas a la aceptación de nuevos vecinos, se rechazaran:10
de paratge, ni alguna altra persona qui no contribuesque en totes coses ab la Ciutat [...] si donchs, abans, no·s fan ciutadans» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [20.IX.1378], f. 9r). 8 Estas ideas fueron expresadas, a finales del siglo xiv, por el franciscano gerundense F. Eiximenis, en el décimosegundo libro de su obra Lo Crestià. Sobre las cuestiones expuestas, véase el libro 3.º del t. I, dedicado al Regiment de la cosa pública, en especial, los caps. 357, 358, 367, 374 y 377. Véanse, también, E. Juncosa, «Pensar el pacto»; P. Verdés, «La teoría del gasto». 9 El mismo autor planteaba que «los mercaders són vida de la cosa pública» (Dotzè del Crestià, t. I, libro 3.º, cap. 389), defendiendo la diversidad de oficios, por su complementariedad, pues, «si tots los dits habitadors eren axí eguals e uns, seguexe-se que negú no volria servir a l’altre e, per consegüent, ja negú no·y poria viure sufficientment [...]. Tots los habitadors de la Ciutat no poden, o no deuen, haver I mateix offici, [...] doncs, com los hòmens hagen diverses necessitats, qui requiren diverses arts, les quals arts façen los hòmens en lurs estaments ineguals, segueix-se que tots los habitadors de les Ciutats no poden ésser eguals» (Ibidem, t. I, libro 2.º, cap. 89). 10 El gráfico que se presenta a continuación expone la relación de las ocupaciones de los ciudadanos que fueron aceptados por parte de la ciudad entre 1358 y 1462, en contraste con los que se rechazaron; véase también la tabla que figura al final del capítulo, donde se recoge toda la casuística al respecto. Ambos casos permiten comprobar los oficios que tenían un mayor interés para el municipio, destacando claramente, por encima de todos los demás, los tintoreros, guarnicioneros, médicos y carniceros. Precisamente, de estos últimos, no se pueden ofrecer datos concretos, pues, anualmente, los miembros del Consejo solicitaban a los cónsules que hicieran lo posible por «afermar los carnicers». Los datos analizados revelan también la negación por parte de la ciudad a conceder sus privilegios a varios nobles que los solicitaron, así como a determinados mercaderes y oficiales que, en momentos de dificultades económicas, se consideraban menos necesarios, como los músicos o los sastres. Un caso interesante es el de un sedero que solicitó una subvención de cien libras para practicar en Tarragona «lo offici de les cuques de la seda». Ante su propuesta, el Consell determinó que los cónsules, junto con una comisión formada por mercaderes y «persones entenents», decidieran «si troben que la cosa haja facilitat ni manera ni que sia útil ni profitós» y, en caso de serlo, ponerlo en práctica. Aun así, la documentación conservada no permite conocer la conclusión de dicho caso (AHCT, FM, AM, n.º 52: 1436-1437 [21. II.1437], f. 19r).
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La ocupación de los nuevos ciudadanos (1358-1462).
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Era tan grande la responsabilidad concedida a estos grupos que, en uno de los contextos económicos más difíciles que atravesó la ciudad, gran parte de la culpa de su deplorable situación fue atribuida a la desmedida codicia y ambición de sus mercaderes, menestrales y gentes de los oficios, mediante una interesante comparación con la prosperidad de otras ciudades, cuyo crecimiento se asociaba directamente a su buen hacer:11 Qui ha orelles de hoir que hoia. La comuna utilitat deu precehir la singular. E com en la Ciutat de Barchinona, e en altres, los menestrals, officis e mercaders, per lo bé dels més e per squivar confusió, e perquè los guanys sien partits e que tots pusquen viure, sien axí areglats que cascú és e ha ésser content de son offici e mester; e, per oppòsit, en la present Ciutat de Tarragona sia aquesta confusió que alguns pellers e altres menestrals, no contents de llurs propris officijs, ab gran voracitat e glotonia, occupen a si molts altres officijs e mesters, ço és, que són pellers e encara són mercés, custurés, drapers, argenters, jupponers, sartres e altres il·lícites occupacions, axí que en llurs cases los que hi vénen per coses de pella són allicits e affalagats comprants aquí de totes altres coses pertanyents als dits altres officis, en tant que tots los guanys vénen a quatre o V e los altres menestrals vaguen e moren a fam e han a jaquir e desabitar la dita Ciutat, cerquants en altres parts llur vida, en gran despoblació e dirució de la dita Ciutat e cosa pública, segons experiència lunga demostra; plàcia, donchs, al honorable Consell que dega en los dits abús, destrucció, diminució e despoblació prestament e saludabla provehir.
Precisamente, con el objeto de lograr que Tarragona «se poble e prosper», las gracias otorgadas a los nuevos ciudadanos eran exclusivas para los que «novellament vénen habitar en la Ciutat [...] d’altres parts,12 mudant son 11 AHCT, FM, AM, n.º 45: 1429-1430, docs. sueltos, n.º 10. En un sentido muy parecido, se pronunciaba el platero Jaume Ferrer ante los cónsules y jurados tarraconenses, lamentándose de «la diminució de la Ciutat e guany dels menestrals» (AHCT, FM, AM, n.º 47: 1431-1432, docs. sueltos, n.º 2). Esa ruptura del equilibrio era la principal amenaza a la que, unas décadas antes, hacía referencia Eiximenis cuando afirmaba que «la dita Ciutat [en alusión a Barcelona], si·s volia conservar en sa bona fortuna, no entesés en excessives honors, car aquí li fallia la fortuna; per tal, dix que, mentre la Ciutat entesés en mercaderies, seria prosperada, car honor de mercader és migana e temprada, màs, de continent que la dita Ciutat desviàs de aquesta honor e los ciutadans seus entesessen en ésser cavallers o en ésser curials de senyors o en honors grans, de continent, deya que haguessen per senyal que la dita Ciutat perdria la sua bona fortuna, car lavors son regiment vendria a jovent e a no-res e sos notables habitadors haurien scisme entre si e·s perseguirien e, a la fi, portarien si mateys e la Ciutat a perdició» (Dotzè del Crestià, t. I, libro 1.º, cap. 24). Sobre estas cuestiones, véanse F.-P. Verrié, «Dos capítols de Eiximenis», pp. 145-149; E. Juncosa, «Si·s volia conservar», pp. 155-172. 12 Esta indicación generó conflictos y continuas confusiones con los habitantes de los lugares de las «Faldes». Vemos que, tempranamente, surgió un desencuentro con los hombres de Vila-seca, por considerarse estos beneficiarios de las condiciones favorables que ofrecía la ciudadanía de Tarragona: «Com los hòmens de Vila-seca se façen ciutadans e hajen ·I· carta de franquea, antigament a ells feta, la qual franquea entén lo dit Consell que no sia justa, com lo privilegi del Rey sia atorgat als ciutadans e als habitants de la Ciutat; perquè lo dit Consell donà plen poder als dits cònsols que ells puxen declarar o fer declarar la dita cosa, segons que de dret e de raó trobaran faedor, cor entén lo dit Consell que jassia que hòmens de Vila-seca sien ·I· carrer de la Ciutat, e paguen en lo mur, emperò, cor no habiten en la Ciutat, perquè la franquea no·s deu estendre a ells» (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [17.VIII.1358], f. 4r).
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domicili e habitació», haciendo especial hincapié en que «los hòmens qui són ja de contribució de la Ciutat no·n puxen ésser gitats en deguna manera, ni los sia atorgada franquea de ço en què ja són obligats».13 Todo natural de Tarragona que hubiese abandonado la ciudad, en caso de querer volver a ella, no se podría beneficiar de las franquicias de los «novells ciutadans», pues ya se les tenía como tales.14 Asimismo, quien se casaba con la hija de un ciudadano adquiría, mediante el matrimonio, dicha condición, por lo que, a pesar de desplazarse desde cualquier otro lugar, perdía la posibilidad de obtener los privilegios reservados a las personas «qui verdaderament se n’hic vinguen star d’altra part ab lurs mullers e béns».15 En determinados momentos, particularmente en contextos bélicos o de fuerte inestabilidad política, el recelo ante los foráneos y el miedo a que estos establecieran ciertas alianzas que pudiesen desembocar en conflictos internos, provocó la restricción de la concesión de franquezas o, en caso fundado de sospecha, el motivo de su pérdida.16 Otra razón que podía suponer la privación de los beneficios recibidos por la obtención de los derechos de ciudadanía era abogar en contra de los intereses de la ciudad, cometer Unos años más tarde, cuando algunos hombres de las «Faldes» declararon su voluntad interés por desplazarse a la ciudad y obtener sus gracias, el Consejo decidió que «tals franqueses no·ls sien atorgades» (AHCT, FM, AM, n.º 38: 1422-1423 [28.IX.1422], f. 9v). 13 AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409 [18.III.1409], f. 14r. 14 Un caso claro de dicha situación se dio en la sesión conciliar desarrollada el día 31 de mayo de 1412, cuando en Colell, habitando en Barcelona y tras haber contraído matrimonio, decide regresar a Tarragona, solicitando sus franquicias. De acuerdo con los preceptos municipales, el Consejo rechazó su demanda: «Com lo fill d’en Colell haja sposada muller a Barçalona e demana que haga les franqueses, faent-se ciutadà novell d’ací; l’onrat Consell determenà que, com les ordinacions de les franquees se sien fetes per aquells qui defora poblats vénen poblar açí e no per aquells qui són ja de la Ciutat, que a·n Colell, qui és natural d’ací e hic ha pare e mare, no sia feta la franquea que deman» (AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413, f. 9v). 15 En la reunión del 18 de noviembre de 1429 se planteó ante el Consejo la cuestión «De alguns qui prenen muller en Terragona e demanen franqueses», ante la que se determinó que se respetase la ordenanza que establecía que solamente «aquells qui verdaderament hic mudaran lur domicili d’altra part, ab muller e béns, los honrats cònsols los puguen atorgar les franqueses; a altres, no» (AHCT, FM, AM, n.º 45: 1429-1430, f. 15r). Un ejemplo práctico de ello se encuentra a finales de 1437, cuando el mestre Martí presentó una súplica a través de la cual solicitaba la obtención de las franquezas de Tarragona, pero, «attès que·s diu que·l dit mestre Martí staria ja en punt de finar matrimoni ab una filla d’un ciutadà, lo dit honorable Consell determenà que a ell ni a altri no sia atorgada franquesa» (AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [5.XII.1437], f. 9v). 16 En plena incertidumbre tras el asesinato de Pedro I en Montiel, con una paz que todavía tardaría algunos años en llegar, Tarragona se preparaba ante un posible ataque, por lo que sus regidores ordenaron a los ciudadanos, tanto a los naturales como a los recientes, que se preparasen para su defensa. En caso de que estos últimos se negasen a obedecer dicho precepto, perderían las franquicias y serían expulsados: «Que tot hom estrany del Camp de Tarragona que aga mès en la Ciutat muler, infants e roba, que s’i faça provisió que sien en la Çiutat per deffensió d’aquella, e la provisió és aquesta: que si de fet no·n són en la dita Çiutat per defenssió, que no·ls sia acullit muler, infants ni roba, e aquelles que ja hic an les mulers, infants e roba, que sien foragitats, si donchs no eren en servei del senyor Rey, però no·s faça per via de crida, màs que sia notificat a cascú ho a lurs mulers per ·I· saig ab lo missatgé de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [30.XII.1369], f. 1bis-v).
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fraude o el ataque verbal o físico contra los regidores municipales.17 Del mismo modo, por lógicos motivos de salud pública, se vetó también la acogida de nuevos ciudadanos que procedieran de lugares afectados por epidemias, siempre que se dispusiera de dicha información.18 La capacidad de concesión de la ciudadanía
A pesar de que, en algunas ocasiones, la ciudad aceptó acoger a nuevos ciudadanos a instancias de los monarcas, del Capítulo catedralicio o del arzobispo, «per reverència del dit Senyor», siempre demostró su voluntad de mantener con celo la capacidad de decisión sobre la concesión de la ciudadanía, lo que llevó a sus regidores a contradecir y a retar, más de una vez, la soberanía de sus señores, negándose a cumplir sus dictámenes.19 17 Aunque podría presentarse la transcripción de otros textos similares, véanse, a modo de ejemplo ilustrativo, las siguientes ordenanzas promulgadas por el Consell: «[...] si, d’ací avant, algun doctor o jurista, procurador, scrivà, o altra persona de qualsevulla estament o condició sia, advocarà o donarà consell, procurarà o rahonarà alguna cosa contra la Ciutat, universitat o cosa pública d’aquella, palesament o amagada, directament o indirecta, sens vènia e licència dels honrats cònsols o força de la Cort, que ipso facto sia privat, per a tots temps de sa vida, de tots oficis, honors, privilegis e franqueses de la Ciutat; e, per ço que sia notori e memòria, sien scrits en ·I· pitafi e estiguen scrits per privats de les dites coses en la Sala del Consell e, part açò, encórregua en pena de D florins, guanyadora la meytat la Ciutat e l’altra a la Cort per la exequció, los quals, si paguar no vol o no pot, haja estar ·C· jorns a pa e aygua, dins la Casa Blancha de la presó comuna» (AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402 [18.V.1401], f. 10r-v); «[...] si aquells a qui atorgaran les dites franqueses, en manera alguna, pledejaven ni venien contra los regidors e regiment de la Ciutat e privilegis e ordinacions d’aquella o se aderiran a aquells qui tals plets, debats o qüestions mourien als regidors e regiment de la dita Ciutat, perdessen, ipso facto, e fossen privats de les dites franqueses e haguessen a restituir a la Ciutat tot quant hi serien millorats de la dita franquesa» (AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445 [20.I.1445], f. 8v). 18 «Ordinació de no acollir-hic degú que hic vinga de loch hon haja mortaldats. A una proposició feta que seria bo no hic fos acollit degú que hic vinga d’altres Ciutats o lochs hon se muyren de epidèmies; lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que sobre açò puxen fer publicar certa ordinació que se’n féu en temps passat e fer-ne, si’s volran, de nou. E que·n parlen ab los honrats mossèn lo vicari e official e ab lo procurador Reyal que les facen servar per los de lur for» (AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440 [18.VI.1439], f. 5v). 19 «A la proposició feta per los honrats cònsols que com ·I· mongo del monastir de Poblet los haja presentades dues letres, una de la senyora Reyna e altra de mossèn l’abat, ab les quals […] preguen que deguen soltar e relaxar de la obligació a què és tengut mestre Guillem Monserrat a la Ciutat e·l lexen anar per ésser medge del dit abat e de son convent, per ço, lo dit honorable Consell degua del·liberar què faran del dit fet; lo dit honorable Consell determenà que sien fetes bones letres responsives, axí a la dita senyora Reyna com al dit mossèn lo abat, excusant que com la dita Ciutat haja tan gran necessari lo dit medge que té pensionat, que no·l poden soltar ni relaxar. E que, de fet, per cosa del món no solten ni relaxen lo dit mestre Guillem, ans, en tot cas del món, lo compel·lesquen o·l façen compel·lir de complir lo temps de sa conducció» (AHCT, FM, AM, n.º 49: 1433-1434 [6.V.1433], ff. 4v-5r). Otro interesante ejemplo que puede presentarse en este mismo sentido tuvo lugar unos años más tarde con el tintorero de la ciudad: «lo dit honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells façen fer bones letres responsives a la senyora Reyna e al senyor Archabisbe exprement-los les grans despeses que la Ciutat ha fetes en la casa del tint […] e lo gran benavenir que·s seguex d’ell a la Ciutat, e los dampnatges que hauria la Ciutat si era soltat» (AHCT, FM, AM, n.º 64: 1448-1449 [10.V.1448], f. 4v).
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A lo largo de prácticamente todo el periodo analizado, el Consejo y el consulado rivalizaron por hacerse con la potestad de conceder la condición ciudadana y sus correspondientes beneficios a quienes trasladaban su domicilio a Tarragona. Si bien se observa que, en los primeros tiempos, eran los cónsules quienes decidían otorgar las cartas de franquicia, actuando siempre como los principales responsables de la recepción y admisión de los nuevos ciudadanos, desde el último cuarto del siglo xiv, el Consell se implicó, cada vez de un modo más claro, en dichas funciones, recibiendo las súplicas de los candidatos, sometiéndolas a deliberación y, en caso de considerarlo oportuno, delegando en los cónsules —y los adjuntos que determinase nombrar en cada ocasión—20 los plenos poderes para establecer los convenios que creyeran más adecuados con ellos, forzando, en determinados momentos, que después de haber alcanzado el acuerdo, este fuese presentado de nuevo ante el pleno, en sesión general, para su aprobación definitiva. Siguiendo una lógica de frenos y contrapesos, y usando de sus facultades legislativas, el Consell se erigió como el agente encargado de vigilar por la adecuada concesión de las franquezas y ayudas a los recién llegados, velando por el cumplimiento de los pactos contraídos,21 procurando hacer frente a los fraudes que se cometían, decretando, en situaciones excepcionales, su revocación y prohibiendo que fuesen otorgadas a nadie sin su previo consentimiento.22 20 «A la proposició feta dels qui hich vindran star de defora, és estat determenat que sia comanat a dos bons hòmens, ço és, a·n Pere Morell e a·n Bernat Joya, ab los honrats cònsols ensemps, los quals hagen plen poder de acullir-los e de finar ab ells, segons mils los serà vist faedor» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [26.X.1397], f. 3r). 21 «De aquells qui han franquesa. Com algunes persones a qui és stada atorgada franquesa per venir habitar e star en la dita Ciutat de Terragona, als quals, no contrastant la dita franquesa, és demanada la questa o talla corrent e ells al·leguen que no hi són tenguts; lo dit honorable Consell determenà que la dita franquesa los sia, ad unguem, servada e tenguda, segons que·ls és stada feta e promesa» (AHCT, FM, AM, n.º 33: 1417-1418 [20.XII.1417], f. 11v). 22 Uno de los ejemplos más evidentes de ello se produjo a mediados de 1416, cuando, amparándose en que «d’atorguar les franqueses als qui novellament vénen habitar en la Ciutat se sia mal usat fins açí» se determinó: «Revocació de les franqueses. Lo honrat Consell, per alguns abusos que són stats comesos en atorgar les franqueses, revoca les dites franqueses, axí que, d’esta hora avant, no puguen ésser atorgades a algú sens determinació de Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 32: 1416-1417 [19.V.1416], f. 7r). En un mismo sentido, unos años más tarde, el Consejo volvió a insistir en la prohibición a los cónsules de conceder privilegios a nadie sin su previa determinación: «Lo dit honorable Consell, per algunes justes causes e rahons, determenà e prohibí que, d’aquí avant, los honrats cònsols no puguen fer ni atorgar franquesa alguna a degú, si no és primerament proposat e atorgat per Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 48: 1432-1433 [21.V.1432], f. 8v), devolviéndoles la potestad unos meses después: «Com és stat restituït lo poder als honrats cònsols de atorgar les franqueses. Lo dit honorable Consell restituí e tornà als honrats cònsols lo poder que·ls era stat levat de admetre ciutadans novells e atorgar-los les franqueses, atorgarnt-los que, d’aquí avant, puguen admetre ciutadans novells e atorgar les franqueses acostumades a aquells novells ciutadans, emperò que vendran novellament habitar en la dita Ciutat e verdaderament mudaran son domicili e habitació a la dita Ciutat» (Ibidem [4.II.1433], f. 23v). En un nuevo intento por frenar los abusos cometidos, se volvió a establecer que «d’aquí avant, los honrats cònsols ni los adjunts no hagen facultat ni poder de admetre algú a les dites franqueses sens expressa determinació de Consell»
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Atraer y mantener ciudadanos: los «antídotos» contra la despoblación
Más allá de los conflictos de competencias, a sabiendas de que los nuevos ciudadanos eran básicos para el desarrollo del tejido productivo y comercial de la comunidad, además de ser una fuente de ingresos fundamental a través de sus contribuciones, en un constante intento por combatir la ruina de Tarragona, los miembros de su gobierno municipal van a poner en práctica distintas estrategias para combatir el declive poblacional. La más habitual fue la concesión de gracias y otros tipos de ayudas económicas que promovieran la acogida de forasteros —siempre que fuese en provecho y utilidad de la comunidad— para convertirlos en «novells ciutadans». Desde mediados del Trescientos, cuando empieza a haber información documental al respecto, sabemos que varios individuos obtienen cartas de franquicia «similar a la del resto de ciudadanos», las cuales eran revocadas si el beneficiario de las mismas abandonaba la ciudad y su término.23 No es posible detallar en qué consistían exactamente las gracias concedidas según la «forma acostumbrada» de la que hablan las fuentes, pero el análisis de los casos nos permite afirmar que dicha carta sellada se recibía tras prestar un juramento por parte de los nuevos vecinos en su ingreso, ante testigos y con el aval de algún ciudadano,24 a cambio de «contribuere cum civibus Terracone in omnibus contributionibus civitatis et facere omnia alia que cives et habitatores dicte civitatis tenentur facere».25 (AHCT, FM, AM, n.º 52: 1436-1437 [26.VI.1436], f. 10r). Cuando los cónsules, contraviniendo las normas que prohibían aceptar a nuevos ciudadanos que no fuesen de jurisdicción común, fueron increpados por el Consejo, retirándoles toda posibilidad de conceder nuevas gracias a nadie: «Si seria bo que les franqueses, d’ací avant, sien levades e que fos abdicada e levada potestat als honorables cònsols que, d’ací avant, no·n puxen fer a algú, de qualsevol ley o stament sia; lo honorable Consell deliberà e determenà que, com sobre açò haja ja ordinació, que aquella sia servada e que, d’ací avant, sia ordonat que los honorables cònsolls no puxen posar en Consell franquesa alguna que per algú sia demanada, si·s vol sia de juredicció comuna o no» (AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [27.III.1454], f. 12r) y obligándoles a jurar que no concederían ningún tipo de franquicia a quien no fuese de jurisdicción común (AHCT, FM, AM, n.º 67: 1455-1456, docs. sueltos, n.º 3, vid. supra). 23 Todo parece apuntar a que, en un principio, y con escasas excepciones, no se concedían las franquicias de la ciudad por un máximo de tiempo determinado, sino que tenían validez hasta que el nuevo ciudadano decidía abandonarla. Una de estas excepciones fue el caso de un señalero con quien se pactó que debía establecerse en Tarragona durante, como mínimo, 5 o 6 años, para recibir una ayuda de entre 20 y 25 libras que debería devolver a la ciudad en caso de que se fuera a otra parte (AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [16.I.1370], ff. 4v-5r). 24 Al recibir su carta sellada de franqueza, Berenguer Prunera y Bernat Salvià prometieron y juraron «per Déu e per los Sants ·IIII· Evangelis que si mudava son domicili en altra part, fora la Ciutat e son terme, que la tornarà als cònsols e que no se n’alegrarà. [...] E d’açò fermà carta ab sagrament en poder d’en Ferrer Fenolleres e donà fermança en Ramon Oliver, ciutadà de Terragona, per les coses damunt dites e, per açò attendre e complir, obligaren cascú lurs béns, cascú per lo tot» (AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [17.VIII.1358], ff. 4r y 10r). 25 Ibidem [1.V.1359], f. 20r.
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Resultaba fundamental, para demostrar las gracias y privilegios obtenidos durante el periodo para el cual se concedían, que dicha credencial fuese conservada a buen recaudo, lo que explicaría la preocupación de Antoni Figuera cuando extravió la suya y tuvo que solicitar una copia a los cónsules.26 En estos primeros ejemplos, vemos también repetirse una práctica que respondía, según se precisa, a la costumbre, consistente en entregar una ballesta a la ciudad si el nuevo ciudadano llegaba a la misma sin esposa.27 En ciertas ocasiones, las franquezas iban acompañadas de otro tipo de subvenciones y préstamos o la cantidad con la que la ciudad decidía pensionar a un determinado ciudadano por el desempeño de su oficio.28 Los privilegios asociados a la percepción de las franquicias tarraconenses empiezan a detallarse de un modo mucho más específico a partir de la década de los años noventa del siglo xiv. Las determinaciones del Consejo y las ordenanzas municipales —que van a ser pregonadas públicamente varias veces al año, especialmente en tiempos de feria— establecían que: […] per proffit e utilitat de la Ciutat e per augmentació e població d’aquella, que tota persona qui vingue habitar e poblar en la Ciutat, fahent-se ciutadà, que puxa metre vi o verema de sa collita en aquella per provisió de son alberch, e no en altra manera; axí mateix, sien fetes algunes gràcies als dits pobladors novellament vinents en la Ciutat de questes e de talles fahedores, segons als honrats cònsols serà vist fahedor.29 26 «Die jovis, XIIII die novembris, [...] fuit factum aliud instrumentum franquitatis, quod amiserat, cum iam alterum haberet, Antonio Figuera, in forma solita» (Ibidem [14.XI.1359], f. 32v). 27 «Prima die madij anno a Nativitate Domini ·Mo·CCCo·Lo·nono. Ad supplicationem Petri Mascarell, apothecarij, commorantis in civitate Terracone, oriundique loci de Alcoverio, venerabiles Nicolaus ça Garriga et Guillelmus de Rexacho, consules dicte civitatis, receperunt et admiserunt in civem predictum Petrum Mascarell et quod tanquam civis de cetero gaudeat et gaudere possit privilegijs dicte civitatis et quod contribuat cum civibus in omnibus contribuendis; et nichilominus fuit factum sibi instrumentum franquitatis predicta die in forma assueta. Et dictus Petrus Mascarell acceptavit predicta [...] et promisit quod tamen quo contigeret fovere suum domicilium alibi extra civitatem predictam, tornabit consulibus instrumentum dicte franquitatis, de qua non utetur nec uti possit tamen predicto; et nichilominus dedit predicte civitati quandam ballistam comptetentem pro ut assuetum est dari per alios qui non habent uxorem et in cives admituntur» (Ibidem, f. 20r). Teniendo en cuenta los años en los que tal práctica se llevó a cabo, resulta lógico pensar que respondiera a la necesidad de armas que tenía la ciudad en tiempos de guerra, pues es una preocupación habitual, junto con la reparación de las murallas, en las actas municipales de este periodo. 28 Los detalles concretos de cada uno de los casos estudiados puede verse en el apartado de observaciones del cuadro que actúa como colofón del capítulo presente. 29 AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [25.VIII.1393], f. 14r-v. Una nueva determinación, a la que se llegó pocos años después, matizó que a los nuevos pobladores se les concedieran algunas franquicias pero sin que afectaran «a les imposicions, en tal forma que la Ciutat sia mils poblada e haja profit d’aquells que hich vindran poblar» (AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [1.III.1398], f. 16r), una prohibición sobre la que volverá a insistirse nuevamente en las sesiones conciliares celebradas los días 24 de noviembre de 1404 y 7 de diciembre de 1405: «L’onrat Consell, desijant que la Ciutat se poble e prosper, determenà e comanà als honrats cònsols qui ara són e per temps seran que ells façen e atorguen, a aquells qui hic volran star, totes aquelles franqueses e libertats e a aquell temps e per aquella forma e manera que a ells serà vist fahedor; exceptat d’imposició, de la qual no sia feta franquea a degú» (AHCT, FM, AM,
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Con la llegada de la nueva centuria, se pretende fijar, definitivamente y de igual forma para todos los recién llegados, un reglamento de entrada a la ciudad, aunque, teniendo en cuenta que las condiciones de aceptación se establecían mediante una negociación pactada, va a ser un objetivo díficil de alcanzar. En cualquier caso, se procuró que las franquezas fuesen concedidas durante un plazo de diez años,30 algo en lo que no todos estuvieron de acuerdo.31 El 13 de mayo de 1401, tras intensas deliberaciones, el Consejo de Tarragona decidió aceptar como su nueva ciudadana, con plenos derechos, a madona Isabel Llorença, la viuda de Simó Llorenç y señora de Masricard, un pequeño lugar perteneciente a las «Faldes» de la ciudad. Tratándose de un caso tan excepcional y para evitar posibles confusiones «e que no·y fos qüestió per avant», los regidores municipales ordenaron la redacción de un acta donde se precisaran cúales eran, exactamente, los privilegios, inhibiciones y obligaciones de los ciudadanos de Tarragona, de los que va a poder gozar y los que tendrá que respetar con observancia «madona Lorença». Dicho documento nos permite saber, pues, con total exactitud, que los ciudadanos de Tarragona, «d’açí atràs, de present i en esdevenidor», tenían que satisfacer el pago de tallas, questias, fogajes, obras y «passades de mur», según fuesen ordenadas por la ciudad, evitando la evasión y las deudas; debían cumplir con el pago de las imposiciones sobre el trigo y el vino, así como contribuir con otro tipo de ayudas; estaban obligados a guardar las ordenanzas y los estatutos de la ciudad, muy especialmente las inhibiciones sobre el pan, la carne, y la vendimia. Si llevaba a efecto todo ello, así como los demás ciudadanos hacían, Isabel sería aceptada y tratada, «en tot e per tot, axí e segons que los ciutadans de Tarragona són tractats e alegrar-sa dels privilegis, axí com los altres».32 n.º 20: 1404-1405, f. 16v); «L’onrat Consell, desijant poblar e augmentar la Ciutat e ben acollir, favorejar e tractar tos aquells qui hic vullen venir estar e habitar, determenà elegir e comanà als honrats […] que ells, o la major partida, façen ordinació e ordinacions generals de franqueses e privilegis aytals com acordaran, exceptat de imposició a tots aquells qui hic volran venir estar; la qual ordinació sia general a tot hom. E que los cònsols la facen publicar tots anys ab veu de crida dues o tres vegades en temps de fira e altres temps que acordaran» (AHCT, FM, AM, n.º 21: 1405-1406 [7.XII.1405], f. 13r-v). 30 «De les franquees. [...] Los qui d’ací avant hic vendran, no hajen franquea sinó de ço que hic apportaran en moble. E noresmenys, hajen a fer seguretat de star açí ·X· anys, e si dins aquells s’ic volen exir, que hajen a tornar a la Ciutat tot quant hauran haüd per franquea» (AHCT, FM, AM, n.º 24: 14081409 [18.III.1409], f. 14r). 31 Sirva como ejemplo el caso de Antoni Frexa, un herrero que llegaba a Tarragona junto con otras personas que querían ser admitidas como ciudadanos pero «no assegurarien de tals ni ha X anys, sinó a menys». Los miembros del Consejo, una vez expuesta su petición, remitieron el estudio del asunto a los cónsules, dotándoles de plenos poderes «de admetre en ciutadans novells tots aquells qui novellament se n’hic vendran star e hic mudaran son domicili, atorgant-los les franqueses acostumades, a deu anys o a menys, si·ls parrà fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 38: 1422-1423 [28.XI.1422], f. 9v). 32 Véase AHCT, FM, AM, n.º 17: 1401-1402, f. 5v y docs. sueltos, n.º 5, así como el análisis del caso particular en E. Juncosa, «Que madona Lorença».
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A pesar de todos los esfuerzos realizados por captar a nuevos pobladores, las condiciones no mejoraban y, precisamente por ello, a principios de los años veinte del siglo xv, los responsables del gobierno de la cosa pública decidieron solicitar la ayuda directa de sus señores para intentar hacer frente a un declive todavía mayor. Así pues, se decidió escribir a la reina, proponiéndole que se trasladase, junto con su Corte, un tiempo a Tarragona.33 Alfonso el Magnánimo se encontraba en Nápoles, en su primera aventura partenopea y lo cierto es que, en pocas ocasiones, la monarquía recibió tantas presiones por parte de sus territorios para establecerse en ellos como entonces. Las ciudades solicitaban con insistencia la presencia de los reyes, a la espera de recibir su favor, protección y beneficios que se derivaban de ello, como el incremento de la actividad económica y del prestigio, la realización de obras de embellecimiento urbano o la confirmación y concesión de nuevos privilegios.34 Asimismo, se solicitó ayuda al arzobispo para emprender, junto con él, acciones encaminadas a evitar la «ruyna civitatis», instándole a que contribuyera a la «reparació e conservació de la cosa pública de la Ciutat».35 Al margen de otras soluciones adoptadas, en relación directa con la aceptación de nuevos ciudadanos, se decidió conceder unas franquicias todavía más beneficiosas, asimilables a los privilegios de que gozaban los eclesiásticos, aunque, por decisión del Consejo, «per moltes rahons», no entraron en vigor hasta algunos años más tarde,36 acompañándose, en la ma33 «De scriure a la senyora Reyna si volria venir a Tarragona. Com sia fama que la senyora Reyna és demoguda de Barchinona per les morts, lo dit honrat Consell determenà que·ls honrats cònsols ne scriuen e facen una bona letra a la dita senyora Reyna fahent-li totes bones offertes de fer a ella e a sa Cort tots bons acolliments e de la sanitat e bon stament de la terra» (AHCT, FM, AM, n.º 38: 1422-1423 [27. XI.1422], f. 11v). 34 Sobre estas cuestiones, véase E. Juncosa, «El rei Alfons», pp. 150-152. 35 «A la proposició feta per los honrats cònsols com per lo molt Reverent senyor, lo senyor Archabisbe, havent compassió de la gran desolació e destrucció d’aquesta Ciutat, la qual ve a molt gran diminució, axí per enderrocament d’alberchs, despoblació e diminució de habitadors, càrrechs de censals e censos insupportables en general e en particular, com per moltes altres vies e maneres, en tant que la cosa pública de la dita Ciutat preterex e vé a total extermini, sien stats solicitats los dits honrats cònsols que en açò se meten les mans e·s proceesca en totes aquelles vies e maneres que posibles sien» (AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424 [10.II.1424], f. 18r). 36 «Lo dit honorable Consell, attès que la Ciutat és tan despoblada de minva de pobladors, determenà e comanà als honrats cònsols que ells, ab acort e del·liberació de les persones que·ls són eletes e ajunyides en lo fet de la reformació de la Ciutat, o la major partida, facen e ordonen als qui novellament se n’hic vendran star e habitar e mudaran lur habitació aquelles franqueses de pa, vi e carn axí com ·I· prevere, e a aquells anys e sots aquelles ordinacions o capítols, pactes, forma e manera que·ls serà vist faedor» (AHCT, FM, AM, n.º 40: 1424-1425 [2.V.1424], f. 5r). Cuando, en la reunión conciliar del día 26 de abril de 1426, se discutió sobre si se ponían en marcha las nuevas franquezas, se decidió que, «per moltes rahons, al present, no cal açí exprimir les dites franqueses» (AHCT, FM, AM, n.º 42: 1426-1427, f. 9r). Finalmente, fue a mediados de 1433 cuando se decidió implantarlas: «Com la Ciutat sia molt despoblada e venguda a gran diminució de pobladors, parria fos molt bo e útil e profitós per tirar-hic pobladors que·s fes una franquesa general de pa e de vi e carn a tot hom que se n’hic vengués star, axí com a
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yoría de los casos, de la obligación de comprar una propiedad en la ciudad o su término. La profunda crisis económica y la elevada conflictividad política interna provocaron que, a mediados del siglo xv, se decidiera no conceder nuevas franquicias a nadie más, fuese de la «ley o stament» que fuera.37 En su esfuerzo por mantener y, a ser posible, incrementar la población de Tarragona, además de favorecer la llegada de nuevos vecinos, los regidores municipales se esforzaron por decretar ordenanzas e impulsar distintos acuerdos encaminados a obstaculizar la huida de los ciudadanos. Los primeros ejemplos que, en este sentido, se encuentran documentados en los libros de los acuerdos municipales tuvieron lugar en la sesión celebrada el día 15 de abril de 1384 y responden a la desconfianza propia de una coyuntura repleta de miedos e incertidumbres: con las «fustes de moros» a las puertas de la ciudad; con una sociedad profundamente fracturada y en constante tensión por los incesantes conflictos entre sus dos señores; con la amenaza de la peste cada vez más cerca (las Cortes generales de la Corona tuvieron que posponerse y desplazarse en varias ocasiones, evitando la epidemia)... Por todo ello, resulta comprensible que el objetivo de los cónsules y jurados de Tarragona fuese impedir, a toda costa, «que los hòmens no hisquen fora la Ciutat». Del mismo modo, en la mencionada reunión, los miembros del Consejo solicitaron a los cónsules que, con aquellos mandatos y provisiones que les pareciesen más convenientes, habiendo advertido antes a su prior, actuasen contra el fraile Joan Arboçar, un dominico que, mediante sus prédicas, congregaba a multitud de ciudadanos y les convencía para que le acompañasen «fora lo Regne, e açò sia cosa mal feta», exponiendo, a continuación que, a causa de los ataques piratas recibidos en los mares y en el puerto de Tarragona, «tot hom hi corra, en tant que en la Ciutat no roman negú», lo que hacía imprescindible buscar alguna solución de urgencia para procurar que la ciudad no permaneciese sola. Mientras se discutía la implementación de nuevas disposiciones, la medida de protección que se adoptó inmediatamente fue el cierre de portales durante la noche.38 Unos años más tarde, volvieron a promulgarse nuevos preceptos con la misma intención, aunque a fines del siglo xiv, el problema más acuciante de Tarragona había pasado a ser una cuestión económica: la imperiosa necesi·I· capellà, exceptada mercaderia; lo dit honorable Consell determenà e comanà lo dit fet als honrats cònsols [...], que ells apunten e posen en certa ordinació lo dit fet. Emperò que, com sia entre ells concordat, ans que res se’n meta en exequició, se haja a refferir en Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 49: 14331434 [6.V.1433], f. 5r). Las nuevas ordenanzas sobre esta materia fueron aceptadas, ante el pleno del Consell, el día 5 de febrero de 1434. 37 AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [27.III.1454], f. 12r. 38 AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [15.IV.1384], ff. 2v-3v.
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dad de abastecerse de trigo y hacer frente al gran volumen de deudas contraídas. Con una explícita referencia a que tal ordenanza se hacía «per profit de la Ciutat [...] e per remença dels deutes», el Consejo decidió instaurar un impuesto según el cual quienes decidieran abandonar Tarragona, trasladando su domicilio a cualquier otro lugar, tendrían que pagar diez sueldos por libra del valor de todos sus bienes.39 Transcurridas un par de décadas, el problema se había agravado todavía más, los ciudadanos eran cada día más pobres y, según se afirma, muchos huían evadiendo el pago del nuevo gravamen, por lo que se decidió reducirlo mediante uno nuevo estatuto, especificándose las penas que serían aplicadas a quienes no lo respetasen.40 De entre la escasa documentación que ha llegado hasta nuestros días proveniente de la Corte de los vegueres, se conserva un interesantísimo compendio de procesos que se recogen bajo el título: Sobre los que se’n van, què han de contribuir per los béns que s’enporten en lo que·ls estat taxat.41 De entre todos ellos, el más destacado es el que se abrió contra Francesc Desplà y su esposa, madona Constança, pues su caso generó una intensa tensión jurídico-política entre los vegueres tarraconenses y los «consellers» de la ciudad condal, ya que ambos consideraban a los ciudadanos como propios, enfrentándose abiertamente por la defensa de sus intereses.42 AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [25.V.1398], f. 22r. AHCT, FM, P-8597, ff. 152r-155r; AM, n.º 31: 1415-1416, ff. 14r-15r. En el texto de la ordenanza (statut dels béns que ixen de la contribució de la Ciutat) se afirma, categóricamente, que «attenent e considerant als grans càrrechs e mole de deutes als quals la dita Ciutat és obligada, de què si remey opportú no hi era provehit, la dita cosa pública vendría en total ruyna e destrucció». A diferencia de la ordenanza anterior, este nuevo texto legal establecía el pago de 6 sueldos por libra, «mils e pus fàciment haüts e paguats» que los 10 que se reclamaban antaño sobre el valor de todos los bienes y derechos de quienes se iban, advirtiéndose, asimismo, que «algú no gòs traure de la dita contribució los dits béns e drets ni metre algú o pendre possessió alguna de aquells fins que hagen remuts e pagats los dits ·VI· sous per liura», algo que, según se denuncia en la ordenanza, estaba sucediendo. En caso de descubrir a quienes incumplieran el nuevo dictamen, estos serían penalizados con el pago del doble de lo que deberían haber contribuido, a percibir, un tercio por la Corte de los vegueres y los dos tercios restantes, por la ciudad. 41 AHCT, FM, P-8597. 42 Las cartas se recogen en el citado volumen, entre sus ff. 175r-185v. Como se desprende de su contenido, Constança era hija de Bernat Majol y nieta de Pere Romeu, ambos fallecidos, y de quienes había recibido una cuantiosa herencia por la que la ciudad, a través de su síndico, les reclamaba, a ella y a su marido, cierta contribución. Sin llegar a un acuerdo sobre la tasación de los bienes, deciden abandonar Tarragona y desplazarse a la ciudad condal, por lo que también estaban obligados a pagar (se negoció la rebaja de la contribución a 3 sueldos por libra sobre el valor de las heredades, en lugar de los 6 que dictaba la ordenanza decretada un par de años antes). Incumpliéndose los términos convenidos, ya establecidos en Barcelona, fueron amparados por su veguer y los «consellers», quienes les acogieron como sus «conciudadanos», desatando un intenso conflicto institucional entre ambas ciudades, discutiéndose incluso cuestiones relativas a la aplicación de ciertos privilegios que los vegueres de Tarragona y los juristas que les asesoraron en este caso consideraban no ser aplicables «majorment com la senyoria e jurisdicció d’aquesta Ciutat sia mixta entre lo senyor Rey e lo senyor Archabisbe e per ço lo dit privilegi no liga ni comprèn nosaltres». 39 40
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Admisión y rechazo de nuevos ciudadanos
¿Qué efectos tuvieron realmente las decisiones político-legislativas de los responsables del gobierno municipal con respecto a la aceptación de nuevos ciudadanos? El gráfico que se presenta a continuación permite com probar, sobre todo para las fases temporales donde la documentación conservada es más completa, la evolución del número de ciudadanos que adquirieron dicha cualidad con sus correspondientes beneficios, en contraste con quienes obtuvieron el rechazo como respuesta a sus súplicas.
Serie de actas incompleta: 1356-1360, 1366-1395, 1451-1460. Sin ninguna información, por falta de documentación: 1361-1365.
Los datos más fiables corresponden al periodo que transcurre entre 1395 y 1450, convirtiéndose en un buen indicador de las distintas fases que, en relación con el tema que nos ocupa, vivió la ciudad de Tarragona hasta su total declive en los prolegómenos de la Guerra Civil catalana.43 43 «Com aquesta Ciutat, en lo públich e en universal, sie molt carreguada de càrrechs de imposicions e càrrechs que fa, axí de pensions de censals com en altre manera, e, noresmenys, encara los singulars de la Ciutat, axí de censos com en altre manera sien molt carregats, en tant que la dita Ciutat e singulars d’aquella, stants axí en lo universal com en lo públich molt carregats, no poden ja, ni és versemblant, per avant com més irá se puxe, tol·lerar cens, és vist sperar-se tota desolació e depopulació de la Ciutat, si
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El primer incremento considerable en la admisión de foráneos se produjo durante la segunda mitad de la última década del siglo xiv, coincidiendo con la promulgación de las ordenanzas de finales de 1393, las cuales concedían a los nuevos ciudadanos la posibilidad de introducir vino en la ciudad para la provisión de su casa y la concesión de gracias relacionadas con questias y tallas. En 1398, se prohibió que las franquezas concedidas implicasen una reducción de las imposiciones de los nuevos vecinos, algo que restó considerable interés a la obtención de la ciudadanía tarraconense, como ponen de manifiesto los datos estudiados. Una caída en el número de admitidos que se logrará contrarrestar con la promulgación y publicitación de unas nuevas ordenanzas, a principios del Cuatrocientos, que ofrecían la concesión de amplias libertades, ayudas y ventajas, durante una década, a quienes decidieran trasladar su domicilio a Tarragona. Una mala administración de las mismas obligó a controlar los fraudes, llegando incluso a tener que revocarlas y eso se hizo sentir negativamente en el objetivo de captar a nuevos pobladores. Con la intención de frenar el declive del volumen de nuevos ciudadanos, en 1424, se decidió otorgarles las mismas franquicias que tenían los capellanes, aunque dicha ordenanza no entró en vigor hasta algunos años más tarde, dando lugar a un efecto positivo sobre el ingreso de nuevos habitantes. Pero la restricción en la concesión de las mismas, la obligación de tener que adquirir una casa y otras propiedades en la ciudad, sumado a la elevada conflictividad política interna44 y a las enormes dificultades económicas del municipio, dieron paso a una constante decadencia en el número de los admitidos hasta el final del periodo analizado. Estas últimas causas servirían también para explicar otro de los resultados más llamativos del gráfico en cuestión: el fortísimo incremento del volumen de rechazados en la década de los treinta y en la segunda mitad de los cuarenta del siglo xv. Hay que tener en cuenta que la ciudad había admitido como ciudadanos a particulares de quienes «és romasa il·lusa», muy especialmente del leridano doctor en decretos Pere Tost quien, tras haber sido donchs no·y és provehit degudament; per ço, los honorables cònsolls, per veure com s’i deu provehir e per quin orde s’i deu procehir; lo honorable Consell, attanent que sobre les reduccions havedores, e necessàriament fahedores, dels censals que la Ciutat fa en universal a molts habitadors, e per haver e obtenir aquelles sie stada ja feta determinació de Consell sobre açò e donat càrrech e posant als honorables cònsols en treballar sobre lo dit negoci, exortà e pregà stament e encarreguà los honorables cònsols en haver e obtenir les reduccions dels censals e càrrechs que la Ciutat fa en universal. E, més encara, sobre los càrrechs de quiscun singular de la Ciutat e per saber aquells, ço és, quin càrrech fa quiscun singular, lo honorable Consell dóna plena potestat als honorables cònsols de investigar e saber los càrrechs de quiscun singular de la Ciutat e que·y apliquen e aderesquen a si mateixs aquelles persones que ells conexeran ésser profitoses, a fi que, vists los càrrechs de la universitat en universal e, axí mateix, de quiscun singular de la Ciutat en particular, se puixa haver reducció de tots, a fi que aquesta Ciutat, axí universalment com en particular, puixa prosperar» (AHCT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [1.V.1461], f. 7v). 44 Véanse las ordenanzas que, en esta época, fueron promulgadas para lograr la tan anhelada paz social en el apéndice 14.
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aceptado como nuevo ciudadano en 1432, se convirtió en el cabecilla del partido de los «querellantes» y uno de los principales responsables de los altercados sucedidos en esos años.45 Todo ello sirve para explicar que el recelo de la ciudad aumentase y que, lógicamente, se estudiaran con mucho mayor detenimiento las proposiciones de ingreso de los solicitantes de la ciudadanía. Asimismo, teniendo en cuenta la gravedad de los problemas económicos de Tarragona, también se explica el incremento de los rechazos, particularmente de los candidatos con unos oficios que eran considerados más prescindibles para el sustento y prosperidad de la vida urbana. La procedencia de los recién llegados
No en todos los casos de los nuevos ciudadanos admitidos se especifica su procedencia, por lo que los datos no responden exhaustivamente al conjunto de los mismos. Partiendo de esta premisa y tomando en consideración los más de setenta casos que aportan información al respecto, se puede afirmar que la ciudad desde la que llegaron más habitantes para convertirse en nuevos ciudadanos de Tarragona fue Barcelona (20% del total), seguida, a una distancia considerable, de Constantí y València (7%), Montblanc, Reus, Tortosa y Valls (5,5%). El 86% de los nuevos admitidos eran de procedencia catalana, mientras que, desde los vecinos reinos de València y Aragón, llegaron un 8,5% y un 3%, respectivamente. Solamente un caso (1,5%) procedía del reino de Mallorca y otro de Francia. Si los cálculos se realizan mediante la agregación de las localidades de acuerdo con su pertenencia a una determinada veguería, se llega a la lógica conclusión de que el principal volumen de nuevos ciudadanos tarraconenses fueron atraídos desde las localidades más próximas, aquellas pertenecientes a su ámbito de influencia. Así pues, cerca del 40% se desplazaron desde lugares pertenecientes a la veguería de Tarragona, algo más de una cuarta parte procedían de la veguería de Barcelona, seguidas, de lejos, por el 11,5% que se trasladó desde la de Tortosa, el 6,5% de las de Lleida, Montblanc y el Penedès y el 1,5% de las más lejanas veguerías de Tàrrega, Camprodon y Cervera. 45 Poco tiempo después de haber sido acogido, Pere Tost se enfrentó con los cónsules, como se relata en un sesión parlamentaria con estas palabras: «Com micer Pere Tost, doctor en decrets, novellament vengut de Leyda, pretenia que ell deuria preceir en lo consistori al honrat micer Pere Çabater, cònsol en cap de la Ciutat, fonch del·liberat, per en tot cars del món, per conservar la honor e preminència als regidors de la Ciutat, lo dit micer Pere preceescha. E no sostingua que·l dit micer Tost, ni en consistori ni fora consistori, attempte de precehir ell ni sos companyons» (AHCT, FM, AM, n.º 48: 1432-1433 [16.V.1432], f. 25v).
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La procedencia de los recién llegados (por poblaciones y veguerías).
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La participación política de los ciudadanos
Una de las características esenciales de todo ciudadano era su posibilidad de participar en el gobierno de la república, convirtiéndose así en miembro activo de la sociedad política.46 A partir de las reflexiones de Bartolo de Sassoferrato se va a distinguir entre ciudadanía natural —la del nacido dentro de las fronteras del Estado— y ciudadanía adquirida —condición obtenida por determinación de la comunidad—.47 En el caso de Tarragona, los ciudadanos que habían alcanzado tal condición, según decisión de sus representantes políticos, recibían automáticamente la posibilidad de participar en el gobierno, en caso de ser elegidos para ello, hasta que, en 1426 se decidió restringir dicha libertad mediante la aprobación del capítulo siguiente:48 Lo dit honrat Consell determenà e ordonà que alguns novells ciutadans a qui sien fetes ni atorgades les franqueses de la Ciutat, ni se atorgaran en esdevenidor, no sien elets ni meses en cònsols, ni mustaçaffs, ni obrers, ni elets a consellers, ni meses en Consell fins deu anys o aquell temps al qual les dites franqueses los seran atorgades sien passats. E aquesta ordinació sia lesta tots anys en Consell lo jorn de l’elecció.
Una determinación que fue rebatida mediante la presentación, pocas semanas después, de una apelación por parte de algunos nuevos ciudadanos que solicitaron su inmediata revocación, algo que no fue, en absoluto, del agrado de los regidores municipales:49 Sobre una appel·lació e protest, ab preament d’injúria, que són stades presentades als honrats cònsols per en Johan Romeu, n’Anthoni Torradamer e en Pere Bufagranyes, axí com a novells ciutadans, per rahó d’una ordinació feta en Consell que no puguen ésser elets a cònsols ni consellers; lo dit honorable Consell, attès que la dita ordinació és stada feta a sancta e bona intenció e per causa justa e urgent, determenà e comanà als honrats cònsols que, si los dits protestants e appel·lants volen revocar la dita nul·la appel·lació, preament d’injúria e protest, que la Ciutat no se irrite ab ells, com sien nostres conciutadans e frares; e, si revocar no·u volen, que ab aquelles persones que·ls serà vist faedor ne recórreguen al senyor Archabisbe e·ls ho menen e prosseguesquen virilment, ministrant-hi totes messions. 46 Aristóteles definía a los ciudadanos por su función en la vida política de la ciudad: «el ciudadano sin más por ningún otro rasgo se define mejor que por su participación en la justicia y en el gobierno» (Política, libro III, cap. 1). A partir del siglo xiii, teóricos como Tomás de Aquino, Marsilio de Padua o Bartolo de Sassoferrato van a centrar parte de sus intereses en esta cuestión y sus tesis son las que van a influir de un modo determinante sobre la práctica política de distintas comunidades del Occidente medieval. 47 W. Ullmann, Historia del pensamiento político, p. 207. 48 AHCT, FM, AM, n.º 42: 1426-1427 [2.IV.1426], f. 1v. 49 Ibidem [8.IV.1426], f. 6v.
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No es posible conocer con certeza cómo fue resuelto el problema, pero hay dos indicios que nos permiten confirmar que la ordenanza no llegó a aplicarse con rigor, pues, en 1433, Pere Bufagranyes, uno de los nuevos ciudadanos que había presentado la apelación, ocupó el cargo de «clavari» y, por otro lado, en 1434, el Consejo va a insistir de nuevo en dicha prohibición que, al parecer, a partir de entonces, sí que iba a ser observada.50 Los pactos de aceptación de los nuevos ciudadanos
La admisión de nuevos ciudadanos se realizaba mediante un procedimiento por el cual el mismo candidato, o alguien en su nombre —un miembro del Consell, los cónsules o, en muy contadas ocasiones, el propio arzobispo o el rey—, presentaba una proposición formal por escrito para que esta fuese leída ante el pleno del Consejo, la institución encargada de deliberar el interés y utilidad que tal aceptación podía suponer para la ciudad. A veces, era en la misma sesión conciliar donde se establecían las condiciones de ingreso del nuevo ciudadano, en caso de ser aceptado, o se sometían a votación, como fue el caso del guarnicionero Pere Ribera, quien, tras haber presentado una súplica a los regidores tarraconenses en la que les rogaba que le concedieran una subvención y ayuda similar a la que recibía el fallecido maestro Julià, afirmando estar dispuesto a «prestar degude seguretat de ésser ciutadà d’aquesta Ciutat», el Parlamento determinó remitir el estudio de su caso al primer Consejo general que se celebrase. En dicha Asamblea se votó si se debía aceptar o no como nuevo ciudadano a Pere Ribera, así como las condiciones en las que tal recepción debía realizarse. Las tres posibilidades que fueron sometidas a votación fueron:51 a) que se le de ayuda a noticia de los cónsules [11 votos] b) que no obtenga ningún tipo de gracia [1 voto] c) que reciba un préstamo de 5 florines a un lustro, con la obligación de permanecer en la ciudad, al menos, 10 años [6 votos]
50 «Que, d’aquí avant, algú qui no sia nadiu o natural de la dita Ciutat o qui no haja habitat en aquella per deu anys, no pugua ésser admès en cònsol ni conseller ni a altre offici públich o benefici de la dita Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 49: 1433-1434 [5.II.1434], f. 19v). 51 AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440, docs. sueltos, n.º 5. Otro caso similar, el de en Barquer, en AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [27.III.1454], f. 12v y docs. sueltos, n.º 3.
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Minuta notarial con el recuento de votos sobre la ayuda a prestar a un nuevo ciudadano.
De todos modos, prácticamente siempre el Consell remitía el estudio del caso a los cónsules, ayudados por una comisión de adjuntos, nombrados en la reunión plenaria, obteniendo plenos poderes para negociar los términos del pacto que iba a regir la admisión.52 Además de los ciudadanos que solicitaban el ingreso, a veces, transcurrido algún tiempo desde su establecimiento, estos presentaban nuevas proposiciones para obtener la protección de la ciudad en alguna materia determinada,53 algún cambio en los términos del convenio establecido o, simplemente, su cumplimiento.54 52 «L’onrat Consell comanà als honrats cònsols qui ara són e seran d’aquí avant e a·n Johan Celmònia e a·n Berthomeu Çabater que ells, o la major partida d’ells, acullen e reben per ciutadans los damunt nomenats, e tots altres qui venir vullen, per habitar en la Ciutat, e·s concorden e paccionen egualment ab ells, e fermen e facen tot ço e quant a ells serà ben vist fer fahedor sobre açò» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [9.III.1400], f. 20v). 53 Probablemente, uno de los ejemplos más interesantes al respecto (que encabeza el presente capítulo) es la petición presentada por Ramon Ballester quien, acudiendo a un símil maternal, espera ser protegido por la ciudad frente a la competencia planteada por un «stern». 54 «A les reverències e savieses de vosaltres, molt honorables cònsols e consellers de la present Ciutat de Terragona, denuncia e notifica en Johan de Poyo que, ja en l’any del consolat dels honrats mossèn Andreu Vallfogona, Bernat Ponçoda e Gabriel Andreu, demanant e volent ésser ciutadà de la dita Ciutat e alegar-se de les franqueses, libertats e privilegis que als novellament volent-se venir poblar en la dita Ciutat eren lavors atorguades e cridades, foren a ell, per los dits honrats cònsols, atorgades les dites franqueses a deu anys, ell mudant son domicili e menant sa muller en la dita Ciutat, la qual cosa, sots la dita sperança, ell féu e complí e ha continuada de lavors en sà; emperò, de les dites franqueses, axí com dit és, a ell atorgades, no s’és alegrat ni ho ha volgut demenar, per no enujar los dits honrats lavors cònsols ni los que aprés d’ells són stats, perquè ells e la dita Ciutat són stats en altres affers e treballs majors occupats; on era lo dit Johan del Poyo vehent, per gràcia de Déu, la dita Ciutat levada de les dites occupacions e treballs, e desigant, axí com és rahonable, que lo que li és stat offert e promès li sia attès, ell prest e apparellat fer tota aquella seguretat que, segons forma he tenor dels capítols de les dites franqueses hage a fer e que los altres han fet, per ço, ab tota aquella reverència e major instancia que sab e pot, supplica vostres reverències e savieses que, attenent-li ço que li és stat promès, donets facultat e poder als honrats cònsols are presents, de admetre e fer passar lo dit Johan del Poyo a les dites franqueses, axí e segons li
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Los contenidos de los pactos eran muy variables y no siempre se recogen en la documentación conservada, aunque en ciertos casos, de un modo indirecto, se pueden deducir. Podían ir desde la fijación de la cantidad a percibir como pensión, a la obtención de préstamos, a la reducción del tiempo obligatorio establecido para residir en la ciudad, a la concesión de ciertas ventajas fiscales o a la percepción de subvenciones y ayudas para el alquiler de albergue..., sin ser excluyentes entre sí.55 A cambio de recibir dichos beneficios, el nuevo ciudadano debía prestar juramento de residir en la ciudad, como mínimo, durante el tiempo establecido, que contribuiría con la misma en todo aquello que se le requiriese, sin cometer fraude alguno y, según las épocas, a entregar una ballesta o a comprar algún tipo de propiedad en la ciudad o su término.56 Por encima de la voluntad de la universidad, lo cierto es que, debido a las graves dificultades económicas por las que tuvo que atravesar en determinadas coyunturas, sus gobernantes no siempre pudieron cumplir aquellas promesas que habían sellado mediante los pactos, aunque eso supusiera quedarse sin médicos, por ejemplo. Evidentemente, gozando de una capacidad coactiva mayor, las consecuencias de la ruptura o el incumplimiento del convenio por parte de la ciudad tenía menores consecuencias que si quien no lo respetaba era el ciudadano. De hecho, si alguien no cumplía con los términos establecidos por la «ley paccionada, feta e inida»,57 podía verse sometido a un veto —como el són stades, com dit és, atorgardes, e de rebre de ell la seguretat acustumada, apparellat fer aquella segons dit ha dessús. E jatsia, honorables senyors, açò procehesca de justícia. Emperò ell ho reputarà a vostres gran savieses a singular gràcia e mercè. E tingue·us lo Sant Sperit en sa guarda. Amén» (AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440, docs. sueltos, n.º 7); «Supplicació d’en Poyo, qui demana franqueses. Lo dit honorable Consell determenà que, encara que·ls honrats cònsols li prometessen, la franquesa no hauria loch, axí per tant com lo Consell ha determenat que no sien atorgades a degú, com per cert capítol contengut en les dites franqueses que obstaria al dit en Johan de Poyo» (Ibidem [10.II.1440], f. 15r). 55 Al respecto, véase E. Juncosa, «Los pactos de acceso». 56 «Ítem, que haja a comprar algun alberch o altra proprietat dins la Ciutat o terme d’aquella per preu de ·CC· lliures o més, dins dos anys primer vinents. E si no·u feya, que, d’aquí avant, no li valgua la franquesa e, noresmenys, haja aturar en la Ciutat e fer sa habitació per tots deu anys, segons haurà assegurat» (AHCT, FM, AM, n.º 51: 1435-1436 [23.XI.1435], f. 13r). 57 «Molt honorables e savis senyors. Com per ley paccionada feta e inida d’entra los honrats cònsols de la Ciutat e Julià Bessalt, seler, lo dit Julià agués stat he habitat en la dita Ciutat per dos anys, los quals finiran les Carnestoltes primer vinents e, com lo dit Julià vulla ésser cert sy, passat lo dit termini, aturarà en la dita Ciutat ho no, volent-ne certifiquar vostres grans saviesses per ço que, abans del dit temps, puxats aver plenament deliberat e lo dit Julià sya cert de bona deliberació, lo dit Julià demana ço que saguex: primerament, demana lo dit Julià que vosaltres, honorables senyors ly sya donada la franquessa de capellà en la forma e manera que és stada cridada e publiquada per la dita Ciutat, e loguer del alberch hon lo dit Julià starà, axí com aquests dos anys proper passats avets acustumat de pagar. Ítem, que hon fos cas que lo dit Julià prengués muller de la Ciutat, que per açò lo dit Julià no perdís la dita franquessa, abans aya aquella axí com si no n’agués pressa he ho açò no fos plasent a la Ciutat de atorgar la dita franquessa en la forma e manera dessús expecifiquada, demana lo dit Julià la franquesa que ja en lo temps passat li és stada atorgada a què lo dit Julià aturarà en la dita Ciutat per ·X· anys e, en aquest cas, que la Ciutat li pach
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que se le impuso a Pere Lloret, quien abandonó Tarragona antes de cumplirse los diez años que había prometido permanecer en ella—58 o la apertura de un proceso que determinase la pena a aplicar según la gravedad del caso.59 La pérdida de la condición ciudadana: el destierro
La desobediencia de las leyes civiles, considerada como un grave ataque contra el bien público, podía suponer la pérdida del amparo de la comunidad, expresada a través del destierro, uno de los peores castigos que la ciudad tenía capacidad de aplicar sobre sus miembros, basándose en el principio civitas sibi princeps.60 de present lo loguer de l’alberch dels dits ·X· anys e lo dit Julià se ofer de comprar del dit loguer ·I· alberch e donar del seu ço que será necessari a la compra del dit alberch e d’açò sopliqua lo dit Julià a vosaltres, honorables senyors, aver vostra bona deliberació he resposta prestament» (AHCT, FM, AM, n.º 50: 14341435, docs. sueltos, n.º 22); «Del seller. Lo dit honorable Consell, lesta públicament una supplicació per ell donada, per la qual demana que li sia atorgada les franqueses de capellà que novellament són stades fetes o, almenys, que li atorguen e prorroguen a ·X· anys les franqueses que ja li eren stades atorgades a dos anys, que ja són passats e, ultra açò, lo loguer de l’alberch que li pagua o la subvenció que li acostumen de fer per aquell; lo dit honorable Consell determenà que, atès lo dit mestre Julià ja s’és alegrat de les primeres franqueses, no li sia feta ni atorgada la dita franquesa de capellà, màs dóna plen poder als honrats cònsols de fer e atorgar-li les primeres franqueses a deu anys primer vinents e los set florins que li acostumaven de donar cascun any en subvenció de loguer d’alberch. Dimarts, a ·V· d’abril del dit any, los dits honrats cònsols atorgaren les dites franqueses al dit mestre Julià, seller, a ·X· anys primer vinents, e la subvenció de ·VII· florins per any als dits ·X· anys a ops de loguer d’alberch. E ell jurà e·s posà pena segons en lo libre de les primeres franqueses és contengut» (Ibidem [20.III.1435], f. 19r). 58 «D’en Pere Loret de Costantí. A una supplicació donada per part d’en Pere Loret de Costantí, qui demana li sia remesa la demanda que li fa la Ciutat que·l té vedat per ço com se n’és anat de la Ciutat no complint los ·X· anys del ciutadanatge; lo dit honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que·l dit Pere Loret, metent-se solament en poder lur e plegant totes les despeses e l’interès de la Ciutat de çò que s’és alegrat de les franques lo pus sia remès als dits honrats cònsols a lur disposició» (AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440 [29.VI.1439], f. 6v). 59 «[Parlamento] Com n’Esteve Rubert se vulla mudar a Barchinona e, de fet, ja haja portada o feta portar alguna roba al port, que vol carregar en una barcha, la qual li han feta emparar; lo dit honorable Parlament del·liberà que, ans de totes coses, se sàpia quines robes ni béns són aquexes que té al port e, aprés, se sàpia la valor de la heretat e béns d’en Jacme Cax, que era fama que eren en bona valor, e que·l dit en Rubert ne faça rahó a la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 63: 1447-1448 [12.X.1447], f. 26v); «[Parlamento] D’en Johan Mateu. Com en Johan Mateu, perayre, qui hic és vengut ab franquesa, se digua haver ajudat a·n Steve Rubert, draper, qui s’és mudat a Barchinona a traure-hic per mar, amagadament, la sua draperia e roba, dient al barquer que del senyor Archabisbe era e, per tant, li han fet cessar la franquesa e encara ha dites algunes paraules mal dites e ab pocha honor als honrats cònsols perquè sia del· liberat si li levaran de tot la franquesa e li soltaran l’omenatge; lo dit honorable Parlament del·liberà que no li tornen ni li leven de tot la franquesa, màs que·ls honrats cònsols facen fer enquesta del frau que és stat fet en lo trer de la roba en nom del senyor Archabisbe li facen fer procés e enquesta si ell ho ha comès» (Ibidem [6.XII.1447], f. 27v). 60 Según las tesis de Bartolo de Sassoferrato, dicho argumento se refuerza por el hecho de que la génesis de la propia civitas no se encuentra en la naturaleza, sino en el deseo colectivo de los hombres, expresado por la vía del derecho. Sobre estas cuestiones, véanse J. Kirshner, «Civitas sibi faciant civem», p. 697; M. Asenjo, «Las ciudades», pp. 115-117.
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La ciudad consideraba a sus nuevos miembros como «conciutadans e frares» y se esforzaba en favorecer su protección y sustento, por lo que no había peor ofensa que los graves crímenes cometidos por un nuevo ciudadano «despuys que aquella l’acullí a ciutadà». Uno de los ejemplos más ilustrativos es el de Duran Martí, «ciutadà e habitador de Terragona», quien fue acusado de seguir usando de su condición de síndico y procurador de la ciudad después de que esta, mediante una ordenanza que se negó a cumplir, revocara de sus puestos a todos quienes ocupaban dicho cargo. Habiéndose ausentado de Tarragona y su veguería, seguía actuando en nombre de la universidad, derrochando, para su propio uso y beneficio, grandes cantidades de dinero, siendo acusado de falsario y de haber cometido otros crímenes contra la ciudad y su jurisdicción.61 Por todo ello, con la voluntad de impartir justicia en dichos asuntos, la «Senyoria» le ordenó que compareciese ante su corte en un plazo máximo de diez días. El imputado no se personó, lo que conllevó el dictamen público de su destierro:62 Ara hojats que us fa a saber la Senyoria que, com en Duran Martí, ciutadà e habitador de la Ciutat de Tarragona, sia stat citat legítimament per la Senyoria, per tal com és enculpat que, contra voluntat dels honrats cònsols e prohòmens de la dita Ciutat, ha usat de sindicat o procuració de la dita Ciutat, de la qual procuració o sindicat, si algú n’avia, era stat revocat, segons que·s diu, et tot açò no contrestant, ell ussa d’aquell sindicat o procuració, manlevant grans quantitats de diners en nom de la universitat de la dita Ciutat e convertint aquells en sos propris usos, cometent crim de fals. Sia, encara, enculpat aquell Duran Martí sí haver comeses altres diverses crims dins la dita Ciutat e juredicció d’aquella e, per les dites coses, lo dit Duran Martí se sia absentat de la Ciutat e vegueria de Terragona, on molts dies ha passats que aquell Duran, per rahó de la perpetració de les dites coses et inculpament d’aquelles, no sia stat vist ni atrobat que hom sàpia en les dites Ciutat e vegueria en la qual tot dia, o quaix, era. Et dins lo temps a ell asignat ni aprés esperat no sia volgut ni haja cuitat empèrer davant la dita Senyoria. Per ço, la dita Senyoria, la contumàcia del damunt dit en Duran Martí inculpat requerint, bandeja aquell de la Ciutat et de tota la vegueria de Terragona, et mana expresament, ab la present pública crida, a totes e singulàs persones, de qualque condició sien, que·l dit en Duran Martí, inculpat de les damunt dites coses, hajen e tinguen per bandejat e que no l’acullen ni li donen compra ni venda ni algun sofert o ajuda en alguna manera, ans si·l vehien, metesen so e sometent, l’encalçassen e·l prenguessen segons lur poder e·l portassen a presó, sots pena de cent morabatins d’or per cascú e per cada veguada e guart-s’i qui a guardar sia.
También goza de particular interés el ejemplo de Joan Tallada. Tras ser expulsado de la ciudad, «per algunes paraules greus e injurioses dites contra Su caso será estudiado con mayor detenimiento en el próximo capítulo. ACA, C, PF, leg. 122, exp. 12, ff. 66v-69r [30.VI.1377].
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los dits cònsols», el arzobispo solicitó a los cónsules que fuese readmitido en la misma. Los regidores municipales aceptaron la petición de su señor, siempre que el desterrado asegurase que iba a permanecer en la ciudad y después de que hubiese pedido «vènia e perdó als honrats cònsols e a la Ciutat en algun bon Parlament per açò avistador, e encara en lo Consell que·s tingua, lo dit fet li sia remès graciosament».63 Efectivamente, habiéndose adoptado tal resolución, Joan Tallada volvió a la ciudad, pero se negó a aceptar las condiciones que se le imponían para ser readmitido, yéndose, con su mujer y su casa, a València. Tal decisión provocó que el Consejo revocase la anterior determinación que había adoptado a instancias del arzobispo, dejando constancia fehaciente de que, «pus no la ha volguda acceptar, [...] may pugua ésser remès lo dit fet sens determinació de Consell e sens que no·y sien appel·lats los dits honrats cònsols qui ara són».64 Al margen de la ciudadanía Por regla general, no recibían la consideración de ciudadanos los exentos de contribución —ni los grupos privilegiados (nobles y eclesiásticos), ni los pobres mendicantes—, los esclavos y sirvientes, los miembros de las minorías étnico-religiosas, las mujeres ni los niños. A pesar de todo, se produjeron algunas interesantes excepciones sobre las que consideramos oportuno centrar brevemente la atención. Desde el momento en que —con enormes resistencias—, para hacer frente a las apremiantes necesidades económicas de la ciudad, los hombres de paraje y los eclesiásticos tendrán que colaborar con algunos impuestos municipales65, como las «passades de mur», estos —especialmente los pequeños nobles— van a reclamar su derecho de participación activa en la política municipal. Como se ha podido ver, en varias ocasiones, los miembros del Consell tuvieron que legislar para impedir que adquiriesen la ciudadanía personas que no fuesen de jurisdicción común y, en caso de hacerlo, se debía lograr que, previamente, renunciasen a su fuero y privilegios para ser aceptados como ciudadanos.66 AHCT, FM, AM, n.º 49: 1433-1434 [26.X.1433], f. 11r. Ibidem [5.II.1434], f. 19v. 65 Sobre la contribución de los eclesiásticos a la fiscalidad municipal, véase J. Morelló (ed.), Financiar el reino terrenal, y muy especialmente la aportación de P. Verdés, «La contribución eclesiástica». 66 «Sobre una suplicació donada per part d’en Barquer, la qual és stada legida en Consell, ab la qual és suplicat per en Barquer al honorable Consell li vullen atorgar franquesa; lo honorable Consell deliberà e determenà sobre açò que si lo dit Barquer no és gentill home e en cas que·s sotsmeta a juredicció comuna, encara que en la suplicació per ell donada se nomèn gentill home, que sia feta franquesa al dit Barquer a dos o tres anys ab què haja a pendre vi de la Ciutat e açò per sguart e contemplació del senyor Archabisbe» (AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [27.III.1454], f. 12r); «D’en Pere Arau, mestre del cant. A 63 64
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En lo referente a los judíos, algunos de ellos, principalmente los que se dedicaban a la medicina, recibieron muchas facilidades y beneficios por su ingreso en la ciudad. A principios de 1386, la comunidad judía solicitó a la ciudad el privilegio de recaudar y gestionar sus propios impuestos, algo que, si efectivamente se acababa concediendo, comportaría la prohibición de que «no·s pusquen alegrar, d’ací avant, de nengú privilegi de la Ciutat».67 Pocos años más tarde, tras los altercados de 1391, el Consejo recibió la petición de un grupo de judíos que pretendían trasladarse y establecer su residencia «e fer call» en la ciudad; el estudio y resolución de tal asunto fue encargado a los cónsules y a una comisión de ciudadanos.68 Al parecer, con el paso del tiempo, muchos judíos se negaron a seguir viviendo apartados del resto de la comunidad, dando lugar a una airada respuesta por parte de los regidores municipales, quienes decidieron informar de ello al rey, solicitando su permiso para expulsarlos, «com no·ls hic hajam mester» y, en caso de no ser posible, decretar la obligación de que se encerrasen en algún lugar apartado «per esquivar scàndels e sinistres».69 Atrás habían quedado los tiempos en los que la ciudad se preocupaba por el bienestar y la paz de su judería y la defensa de sus integrantes.70 una supplicació feta per lo discret en Pere Arau, clergue, mestre del cant e de les scoles dels infants, qui demana li sia atorgada franquesa de capellà, jatsia no sia prevere ni en sacres; lo dit honorable Consell determenà que al dit en Pere Arau sia atorgada franquesa de imposicions, la qual, emperò, per esquivar frau, li sia limitada per los honrats cònsols» (AHCT, FM, AM, n.º 56: 1440-1441 [14.IV.1440], f. 5r). 67 AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [26.III.1386], f. 31r. 68 AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [5.IX.1393], f. 18v. 69 «A la proposició feta per los honrats cònsols del fet dels juheus, qui no stan apartats segons forma de les ordinacions del Papa e del senyor Rey, ni observen les dites ordinacions, ans stan en gran scàndel e perill de la Ciutat […]; lo honorable Consell determenà e comanà als honrats cònsols […] que ells elegesquen ·I· missatger […] lo qual trameten prestament al senyor Rey per supplicar-lo que sia sa mercè vulla provehir que los juheus hic isquen si posible és, com no·ls hic hajan mester. E, si açò no és posible, que almenys sien apartats e enclosos en loch covinent que no·y haja passatge per esquivar tots scàndels e sinistres. E que stiguen sens salvaguarda, com no sia sinó laç dels ciutadans e parany de tot sinistre e mal» (AHCT, FM, AM, n.º 33: 1417-1418 [25.V.1417], f. 6r). 70 «Sobre la supplicació contra en Morrut, donada per part de la aljama dels juheus de Terragona, continent que, per alcuns maleficis sia foragitat de la Ciutat, és stat determenat e comanat als cònsols que requiren la Cort dels veguers que sia foragitat perpetualment de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389 [26.VIII.1388], f. 9r-v); «A la suplicació en lo dit honrat Consell dada per part d’en Vidal Duran, juheu, per rahó de la sua presó, segons en la dita soplicació és contengut; és determenat per l’onrat Consell que los honrats cònsols facen fer per l’advocat de la Ciutat aquelles requestes e protestacions en lo fet necessàries, per manera que·l dit juheu no sia mal tractat ni dapnificat e que hi sia feta justícia» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [12.III.1397], f. 24v); «De mestre Astruch e d’en Jafuda. Sobre una qüestió que és entre mestre Astruch e en Jafuda Cofen, juheus, la qual fon proposada en Consell; l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells, aytant com en ells sia, facen e procuren que los dits juheus se pacifiquen e llurs qüestions e debats cessen» (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1407 [5.VII.1406], f. 7v). Sobre la situación de los judíos tarraconenses y las vicisitudes que experimentaron a lo largo de esta época, véanse J. Morelló, «En torno a la presión»; J. X. Muntané, «Notícies de jueus»; D. Bea, J. Navarro, A. González, El call jueu de Tarragona.
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Los judeoconversos llegaron a ocupar cargos municipales, aunque eso generó las resistencias de una parte importante de la población. A algunos de ellos se les destituyó de sus cargos en el municipio,71 mientras que, unos años más tarde, se llegó a solicitar que se detallasen por escrito las razones que habían motivado la elección del «convers» Pere Macip como «conseller» de la mano mediana,72 lo que demostraría la exclusividad del caso. Según las fuentes, la gran mayoría de los esclavos de Tarragona eran «moros», aunque también los había tártaros y armenios73. Lo cierto es que no todos los musulmanes tenían dicha condición, pues, en 1387, se aceptó la petición de un «moro calderer» que solicitaba una «ajuda d’alberch», es decir, una subvención para afrontar el pago del alquiler de la casa donde estableció su residencia y taller, de acuerdo con la promesa que había recibido por parte de «los cònsols en temps passat».74 El Consejo decretó distintas ordenaciones destinadas a evitar la fuga de esclavos,75 prohibiéndoles transitar por la ciudad de noche, los días festivos, reunirse en conventículos o establecer tratos entre ellos.76 No obstante, también se tomaron medidas contra el maltrato injustificado a los sirvientes y esclavos, incluso si quien lo cometía era uno de los vegueres de la ciudad.77 71 «L’onrat Consell determenà que en Pere Çabater, convers, àlias Morrut, per algunes certes rahons e justes causes a l’honrat Consell induents, no guòs, d’açí avant, usar d’ofici de corredor d’orella del qual usava d’abans» (AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [29.IV.1399], f. 6r-v). 72 Entre la nómina de jurados de dicha mano, figuraba «en Pere Macip, lo qual no és crestià de natura, e per quant ha molts anys passats que no·s trobe que convers entràs en lo Consell de la Ciutat, han manat a mi, Françí Çabater, notari e scrivà del consolat de la dita Ciutat, que la admissió del dit Pere Macip han feta aquesta veguada per çerts bons respectes, no entenent en res prejudicar privilegis, ordinacions o consuetuts de la Ciutat, hans volent romanguen ab sa integritat e força [...]» (AHCT, FM, AM, n.º 80: 1475-1477 [6.IV.1475], f. 3v). 73 A modo de comparación, consúltese la rica obra de M.ª T. Ferrer, J. Mutgé (eds.), De l’esclavitud a la llibertat. 74 AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [24.V.1387], f. 4v. 75 «Dels sclaus. L’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells ordenen e facen statuts ab bones penes civils e criminals e tals com los serà semblant, contra tots aquells e aquelles qui donaran consell, favor ni ajuda, de paraula ni d’obra, en fuyta o aviament d’algun sclau o sclava d’algú de la Ciutat, ni encara agorrarà, pendrà, tindrà o conservarà alguna cosa a macips ni serventes, sclaus o sclaves de degú, en tal forma que si algú hi pecca, que·n sia punit durament e cruel» (AHCT, FM, AM, n.º 23: 1407-1408 [17.XI.1407], f. 8v). 76 «Lo dit honorable Consell, sobre diversos abusos comesos per los catius e esclaus, remès e comanà lo dit fet als honrats cònsols que ells, ab consell e acort de algunes sàvies e expertes persones, vistes les ordinacions fetes ja per lo general, façen altres per part de la Ciutat, per provehir als lurs abusos, segons que serà vist faedor, en tal manera que·ls dits esclaus no puguen anar de nit ni als diumenges e festes no puguen fer ajusts ni conventículs, ni fer entre ells mals tractes alguns» (AHCT, FM, AM, n.º 42: 1426-1427 [26.IV.1426], f. 9r). 77 El caso más significativo que se ha podido observar en este sentido fue expuesto en una reunión del Consejo, celebrada el día 29 de octubre de 1383: «A la proposició feta per los honrats cònsols, ço és, con lo honrat en Bernat de Treballs, vaguer per lo senyor Rey, d’aquests vespres, faent guayta, passà per casa d’en Guillem Banastull e aquí en casa ell sentí que farien la sclava del dit en Banastull, e ell tochà a la porta que li obrissen, com la porta fos tancada en clau, com tantost no li obriren, fon fort fallo e, de fet, a grans espentes, ne mès la balda de la porta en tant que con agueren uberta la porta ell entrà per la casa
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
275
En relación con las mujeres, ya se ha podido observar la aceptación como ciudadana con plenos derechos de Isabel Llorença y la lucha que mantuvo la ciudad con los responsables del gobierno barcelonés por su conciudadana Constança. En este mismo sentido, otro caso a resaltar sería el de la viuda de Arnau Belltall, cuyo nombre desconocemos, que, tras presentar una petición de franquicias para disfrutar a diez años por trasladarse con sus hijos e hijas desde Montblanc, el Consejo decide admitir su solicitud bajo la condición de que «haja a pendre vi de la Ciutat e que, en cas que ella se’n vaja dins los ·X· anys, que ella pach certa cosa per any a la Ciutat d’açò que·s serà servida de les imposicions [...] e que pague en sa casa per si mateixa e no en casa d’altri».78 Al margen de estas tres ciudadanas, en las actas municipales vemos intervenir a otras mujeres que, como la gran mayoría, no contaba con los privilegios que se asociaban a dicha cualidad —pues su función se circunscribía a la transmisión de la misma en su condición de madres (ciudadanía natural) y esposas (ciudadanía adquirida)— generalmente para presentar súplicas ante el Consejo, por los más variados asuntos:79 Ha vosaltres, molt honorables senyors, cònsols e de consallers, esposa la dona na Marió, muller d’en Pere Sanahuja, ciutadà de Terragona, que com ella, ab gran trabayll e despeses, haja constituïts uns banys, per nedetat e salut dels hòmens e e trobà l’esclau del dit en Banastull e dix-li: ‘Ca! fill de ca! Per què no m’obries?’ E va-li donar ab ·I· dall que tenia en la mà, segons que·s diu, per lo cap, e·l naffrà fort legrement, la qual cosa és fort mal feta e açò sia fort gran prejudici de la Ciutat, perquè plàcia a l’honrat Consell que sobre açò vullen determanar ço que·ls serà vist fahedor; fon declarat e determanat per lo dit honrat Consell que sia fet missatger ho missatgers al senyor duch e al senyor Rey e que facen per guisa e manera ab los dits senyors Rey o duch que lo dit en Treballs sia sospès de la vegueria, e que puys que·s faça inquisició contra ell e que sia perseguit en totes aquelles maneres, axí en protest com en totes altres guises que fer se poran ab justícia. E que s’i facen, ab volentat de tot lo Consell, totes aquelles messions que per la dita rahó convendrà fer, e que los cònsols, ab consentiment de tot lo Consell, pusquen elegir missatger o missatger, aquell ho aquells que·ls serà vist fahedor, tota vegada demanant justícia e conservació dels privilegis de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384 [29.X.1383], f. 23r). 78 AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [12.VI.1453], f. 7v. 79 AHCT, FM, AM, n.º 30: 1414-1415, docs. sueltos, n.º 7. Véanse, asimismo, los casos de na Mayola y de madona Martorella: «D’en Mayola. A la supplicació donada per la muller de n’Anthoni Mayola, qui demana reducció d’aquells ·C· sous que fa de cens a la Ciutat per ·I· alberch que ha al carrer Major, prop l’obrador de n’Almenara; l’onrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells vejen a ull lo dit alberch e hi facen e fermen si·ls és vist fahedor, reducció del cens o remissió d’anyades, ajuda a la obra necessària o altres coses que a ells sia ben vist fahedor» (AHCT, FM, AM, n.º 27: 1411-1412 [8.II.1412], f. 19r); «Per en Nicholau Reyg. A una supplicació feta en Consell per madona Martorella que supplica que, per reverència de Déu, plàcia a la Ciutat remetre e perdonar lo clam de pau e de treva que han donat contra en Nicholau Reyg, son genre, per lo qual ha tant de temps que és fora de Terragona e va per mal cap que n’és mig desfet e destrouït; lo dit honorable Consell, attès que ja han licència del honrat vaguer Reyal de contractar del dit fet, determenà e comanà als honrats cònsols que·l dit en Nicholau Reyg, metent-se pres al castell del Rey e purgada per ell la contumàcia e pagades totes les despeses e salaris e ab voler d’en Bernat Galí de la injúria e del pus, li puxen fer gràcia e remissió, axí e segons los serà vist faedor. E que de nou se haja licència e que s’escriva» (AHCT, FM, AM, n.º 55: 1439-1440 [18. VI.1439], f. 5v).
276 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional dones de la Ciutat qui en aquells volran venir, e és endeutada e encarregada e fretur de la subvenció e ajuda de vosaltres, per tant, la dita Marió supplica humilment a vosaltres, honorables cònsols e consellers que, en aquest cas, li vullats fer subvenció e ajuda tal que, per aquella migençant, pusque los dits banys mantener e gobernar e dels deutes per los quals és encarregada axir e desobligar, reputant açò a gràcia.
Las ordenanzas contra los «extraños» En el polo opuesto de los ciudadanos, se encontraban los «estranys», que tantos miedos y sospechas despertaron a los miembros de la república ciudadana, especialmente en aquellos momentos marcados por la inestabilidad política interna, por la amenaza de los ataques y saqueos de los piratas o en épocas de guerra. En función de la gravedad de cada coyuntura, las respuestas planteadas por los regidores municipales varió, llegando a ser particularmente extremas, como sucedió en pleno desarrollo de la guerra de los dos Pedros, cuando los responsables del gobierno tarraconense decretaron que «tot hom strany que sia mundari e sospitós haja axir fora la Çiutat e que si hic són trobat, fins que la ost sia tornada, sia penjat pel coll, però la pena sia aytal com la Cort volrà ordonar».80 Pocos años después, vuelve a prescribirse un nuevo dictamen, encargándose a tres ciudadanos que vayan por Tarragona buscando a todo aquel que sea extraño, forzándole a salir de la ciudad, sin que ello suponga, en esta ocasión, la pena de muerte.81 Una vez alejado el fantasma de la guerra, las disposiciones del Consell se concentraron en los malechores y alcahuetes, unas acusaciones que, en la mayoría de los casos, se asociaban con los extranjeros y contra quienes se ordenó la redacción de unos estatutos «lo pus forts que puxen».82 El castigo público, utilizado de modo ejemplar, y la expulsión de la ciudad fueron las medidas adoptadas más frecuentemente contra ellos.83 AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [1.I.1370], f. 2v. «És determenat que sien eletes tres bones persones que vajen per la Ciutat e que cerquen qui hich serà estrany; e que tothom qui hich serà atrobat estrany, que no haja provisió, que en continent s’ich haja a exir. A les quals coses foren diputats en Duran Martí, en Johan Salmònia e en Maymó Romeu» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [7.I.1375], f. 26r). 82 AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [29.X.1398], f. 30r. 83 AHCT, FM, AM, n.º 14: 1397-1399 [24.II.1399], f. 32v; AHCT, FM, AM, n.º 15: 1399-1400 [9.III.1400], f. 21r; AHCT, FM, AM, n.º 24: 1408-1409 [20.XII.1408], f. 12v. De entre todos, el ejemplo más remarcable es el que fue expuesto en el Parlamento celebrado el día 8 de febrero de 1454: «E convocat lo dit Parlament, los dits honorables cònsols proposaren aquí com vuy, los dos d’ells dits honorables cònsols, ço és, n’Arnau Cendrós e Johan Pujol, demanats per lo honorable en Johan Molgosa, veguer Reyal de la dita Ciutat, són anat a pendre certs alcavots, los quals anit prop passada havien moguda e insertada certa ramor o bregua al Corral e, de fet, ne han presos quatre e aquells mesos en la 80 81
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
277
Para evitar que pudieran atentar contra la ciudad o contra alguno de sus miembros, se prohibió, terminantemente, que los extranjeros pudiesen llevar armas, «en forma e manera que mal, bregua ni dan no s’ic proveescha», extendiendo dicho veto a los ciudadanos «si justa rahó no n’han». De nuevo en otro contexto bélico contra Castilla, emprendido esta vez por Alfonso el Magnánimo para defender los derechos de los infantes de Aragón en la vecina Corona, los regidores municipales decretaron varias ordenanzas en contra de los «bergantes castellanos», sin promulgar, en esta ocasión, su expulsión, pues, «al present, no par necessari», ya que se temía que, en caso de llevarse a cabo, podrían unirse al ejército del rey Juan y ofrecer información sobre la ciudad.84 Con todo, el extranjero más temido era el infiel y sus constantes ataques a las costas de la ciudad. A lo largo del periodo analizado, se promulgaron múltiples ordenanzas encaminadas a «provehir la Ciutat contra moros».85
presó; e com sobre la captura o presó dels dits alcavots sien venguts mossèn Galceran d’Avinyó, prevere comensal, e en Francesch Terré, e hagen hagudes certes noves o rahons ab los dits cònsols, en tant que han desonrats e ultrajats de rahons a ells dits honorables cònsols e dites paraules injurioses, la qual cosa ells dits honorables cònsols, en nom de la Ciutat, extimen e reputen a una gran injúria per ço los dits honorables cònsols proposaren aquestes coses al dit Parlament perquè s’i faça la provisió deguda. E feta la dita proposició, lo dit honorable Parlament deliberà e determenà que com se seguesquen scàndells e perills al present en la present Ciutat, per los alcavots qui ara hic són, que primerament e ans de totes coses, sie provehit que tots los alcavots hic sien foragitats. E, com los dits honorables cònsols són stats injuriats de paraula per los dessús dits e açò redunda en gran injúria de la Ciutat, que sia sobre açò feta missatgeria al senyor Archabisbe, hoc encara al lochtinent del senyor Rey e, axí mateix, los dits honorables cònsols facen fer e insten ésser feta bona enquesta contra aquells qui los dits cònsols han injuriats e facen e hagen e obtenguen les provisions necessàrias» (AHCT, FM, AM, n.º 66: 1453-1454 [8.II.1454], f. 28r-v). 84 «Dels castellans e bargants. A la proposició feta en Consell per los honrats cònsols que com en aquesta Ciutat haja molts bargants castellans per los quals pàrria a molts que, per rahó de la guerra del Rey de Castella, poria venir revés a la Ciutat si fustes armades hic venien; lo dit honorable Consell determenà que al present no par necessari, ans seria molt dampnós a la cosa pública que·nch gitàs hom los dits castellans; màs que·ls honrats cònsols, ab consell e acort del senyor Archabisbe, ordonen e proveesquen sobre lo tenir ni portar armes los dits castellans e sobre lo anar de nit per vila en tal manera que·ls dits castellans sien apitrats e que no puguen haver avinentesa de mal a fer. E, si és parer del dit senyor Archabisbe que·ls hic degem gitar, que·nch sien foragitats» (AHCT, FM, AM, n.º 45: 1429-1430 [18.XI.1429], ff. 14v-15r). 85 «Com fort sovín la Ciutat haja nova de moros e sia mal provehida en defensió e altres coses en açò necessàries; l’onrat Consell comanà als honrats en Guillem Domenge e a·n Jachme Çabater que ells facen totes provisions e totes obres e ordinacions de guaytes d’armes e totes altres coses que sien necessàries, bones, útils e profitoses a llur juy e ordinació, a guarda, defensió e protecció de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1407 [1.IX.1406], f. 10r).
Nombre
Berenguer Prunera
Bernat Salvià
Romeu Ferrer
Pere Mascarell
Guillem Delfí
Bernat Llagostera
Joan Comes
Maimó Romeu
Bartomeu Garriga
Antoni Figuera
Guillem Queralt
Pere Sala
Sesión
17.VIII.1358
30.XI.1358
21.III.1359
1.V.1359
10.IX.1359
3.X.1359
5.X.1359
31.X.1359
14.XI.1359
14.XI.1359
26.II.1360
9.V.1360
mercader
médico
boticario
coracero
tejedor
Oficio
natural de Alcover
Procedencia
Prestado el juramento, se le otorga el documento habitual.
Recibe documento de franquicia.
Se le hace una copia del documento de franquicia, pues lo había extraviado.
Tras prestar el juramento típico, recibió un documento de franquicia.
Se le hace un instrumento de franquicia.
Los cónsules le conceden un documento de franquicia sellado, según la forma acostumbrada.
Fue admitido como ciudadano, obteniendo un documento de franquicia acreditándole como tal, tras el pago de diez sueldos para una ballesta.
Converso. En caso de ser posible, se le darán diez libras anuales como pago por sus servicios.
Los cónsules le reciben y admiten como nuevo ciudadano, por lo que podrá gozar de los privilegios de tal condición. Al no tener mujer, y siguiendo con la costumbre, debió entregar una ballesta a la ciudad.
Préstamo de 10 libras para el ejercicio de su trabajo.
Se le concede carta de franquicia similar a la del resto de ciudadanos.
Obtiene carta sellada de franquicia que será revocada en caso de mudar su domicilio.
Observaciones
Los beneficios otorgados a los nuevos vecinos 278 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Pere Salvador
21.X.1383 panadero
guarnicionero
Procedencia
Quien «hace buen pan y parece ser hombre de bien». Se le concede que pueda usar de un horno de la ciudad por tanto tiempo como los cónsules sucesivos decidan.
Reclama, ante el Consejo, que le concedan doce libras y media que le deben de su pensión anual. Se decide pagarle lo que se le debe, según había sido pactado y prometido.
Judío. Solicita alguna ayuda complementaria por haber servido a la ciudad con su arte. Le son concedidas 10 libras barcelonesas.
Como no se encontraba a ningún médico tan apto como él, los miembros del Consell encargaron a los cónsules que hiciesen cuanto estuviera en sus manos para lograr convencerle de que se quedara a residir en la ciudad. Poco después, el Consejo resolvió retirarle la pensión acostumbrada, como hizo con los demás.
Asegura residir en la ciudad si se le proporciona una casa. El Consejo decide concederle 100 sueldos siempre que prometa y jure que trabajará en la ciudad durante 5 años.
Los términos de la negociación de su aceptación quedan en manos de los cónsules.
Judío. Debido a las enormes dificultades que atraviesa la ciudad, se le propone la posibilidad de establecerse en Tarragona recibiendo únicamente 100 sueldos, si los cónsules lo autorizan.
Se pacta con él que, en caso de establecerse en la ciudad durante 5 o 6 años, reciba entre 20-25 libras que, en caso de desplazarse a otro lugar, deberá devolver.
Se le ofrece una pensión de 10 libras anuales.
Recibe las franquicias según la forma acostumbrada.
Observaciones
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
21.X.1383
Perfet Cap
21.X.1383
médico
médico
Tomàs Caix
platero
n’Argilaga
11.X.1375
4.X.1383
médico
mestre Salamó
1.XI.1374
pintor
señalero
16.I.1370
15.IV.1383
médico
cordero
Domènec Pasqual
13.VI.1360
16.I.1370
Oficio
Nombre
Sesión
279
Berenguer Gallart
23.I.1397
cuchillero
Bernat Brugueres
12.V.1396
20.XII.1398
cuchillero
Bernat Fortor
1.VIII.1387
guarnicionero
guarnicionero
24.V.1387
26.X.1397
calderero
Segorbe
Pide un sueldo de 11 libras y solicita, además, diversas franquezas. De la determinación del Consejo se deduce que ya vivía anteriormente en Tarragona, aunque cobrando un sueldo menor. Se decide que, solo en caso de aceptar el cobro de la misma pensión, pueda seguir habitando en la ciudad.
ministril «xeramiller»
Pere Martí
17.IV.1386
24.V.1387
El «clavari» le paga los 50 sueldos que la ciudad le prometió anualmente el día de la fiesta de san Miguel. El préstamo total ascendía a 30 libras, de lo que se deduce que el pacto que se estableció con el platero se firmó a 12 años.
platero
Francesc Argilaga
?.1383-1384
Tras su petición de ayuda, se decide concederle, mientras a la ciudad le plazca, 50 sueldos anuales.
Se determina pagarle 30 sueldos para el alquiler de un albergue.
Quiere desplazarse a Tarragona y convertirse en uno de sus ciudadanos, no sin antes saber cuánto tendrá que contribuir con la ciudad. Se remite a los cónsules la negociación del pacto.
Recibe el permiso para meter vino en la ciudad de su cosecha para su propia provisión.
Había habitado ya en Tarragona, se desplazó y solicita volver, si la ciudad le ayuda en los gastos que va a acarrear el traslado de su domicilio. Se remite la decisión a los cónsules, que obtienen el permiso para concederle la ayuda cuando haya dinero para ello.
Judío. Se le otorga cierta ayuda para pagar el alquiler de su albergue, pues había obtenido promesa de los cónsules anteriores en dicho sentido.
«Moro». Reclama que le concedan ayuda para el pago del alquiler de su albergue, como le habían prometido los cónsules en tiempos pasados. Su petición es atendida.
Solicita que le paguen los 12 florines que la ciudad le había prometido a su llegada, dos años y medio atrás. El Consejo remitió a los cónsules la decisión de seguir pagándole en adelante.
tintorero de hilos y trapos de lino
Observaciones
Miquel Bruguera
Procedencia
27.I.1384
Oficio
Nombre
Sesión
280 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Ramon Giner
Jaume Despuig
Francesc Martí
9.III.1400
9.III.1400
6.IV.1400
herreros
Igualada
Cambrils
Constantí
Procedencia
Sin concederles préstamo alguno, el Consejo aceptó otorgarles las franquicias habituales.
Cuando decidió trasladarse a Tarragona, obtuvo la promesa, por parte de los cónsules, de recibir una ayuda de 10 florines que no llegó a hacerse efectiva, por lo que presenta una proposición reclamándolos. El Consejo le expuso que la ciudad, obligada por muchas cargas, no podía hacerle ayuda alguna y que no era costumbre en Tarragona dar ayuda al bachiller, pues se concedía un salario al maestro mayor y ya recibía productos de las cosechas.
Solicitaron algunas franquicias y privilegios de Tarragona, así como convertirse en ciudadanos suyos. El Consejo determinó que los cónsules les acojan y reciban como ciudadanos, pactando con ellos todo lo que sea necesario y conveniente.
Al mudar su domicilio y estar continuamente en la ciudad y tener obrador de su oficio, recibirá la franquicia del vino a 10 años, pudiendo introducir libremente en la ciudad el de su cosecha para su consumo.
Promete instalarse en la ciudad durante, al menos, 5 años, a cambio de recibir cierta ayuda y franquicia. El Consejo determinó concederle hasta 50 sueldos anuales en concepto de ayuda para el alquiler de su albergue, haciéndole franco de las tallas y questias de los bienes muebles que posea y adquiera.
Obtienen el pago del alquiler de albergue.
Como ha afirmado que residiría en la ciudad, al menos, 10 años, se decide concederle 50 sueldos además de los 50 que ya se le habían entregado.
Que se le otorgue la mitad del salario dado a Lluís seller.
Observaciones
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
17.XII.1400
peletero
Jaume Granada
30.XII.1399
bachiller en Artes
guarnicionero
pintor tornero vainero
30.XII.1399
24.II.1399
24.II.1399
24.II.1399
cuchillero
24.II.1399
Oficio
guarnicionero
Nombre
24.II.1399
Sesión
281
latonero
Jaume Martí
Arnau Serra
Pere Nadal
Joan Pagès
Bernat Pontons
Pere Miralles
16.V.1404
?.1405-1406
23.IV.1406
5.VII.1406
20.X.1406
9.VII.1408
Joan Pagès se ausentó de Tarragona, lo que conllevó la necesidad de buscar un nuevo médico. Será el maestro Pere Miralles quien acepte desempeñar su oficio en la ciudad por la misma pensión que recibía el anterior (25 libras). A partir de un determinado momento, los regidores municipales no pudieron seguir satisfaciendo su salario, por lo que advirtió ante el Consell que si no recibía su salario, se iría a otra parte (vid. 28.I y 8.IV.1410). Cumplió con su amenaza y se trasladó a vivir a Valls, aunque volvió al aprobarse prorrogar a un año la pensión que percibía por parte de la ciudad (7.II.1415), perdiéndola el año siguiente.
maestro en Artes y licenciado en medicina
Expresa su intención de instalarse en Tarragona, por lo que solicita que se le otorgue alguna pensión. El Consejo encargó a los cónsules que negocien esta cuestión con el interesado. Insistiendo en la pobreza de la ciudad, se decide también pedir al Capítulo que contribuya con el pago de su salario. Acabó recibiendo una pensión anual de 25 libras barcelonesas.
Se convirtió en ciudadano de Tarragona en el año anterior. Era práctica y estilo de la ciudad que el especiero se encargase también de realizar las obras de cera y, como todavía no había recibido el permiso pertinente, presenta una súplica ante el Consell para regularizar su situación.
Solicita a los cónsules y al Consell la reducción del censo de su albergue.
Se remite a los cónsules que puedan ofrecerle la ayuda y ventajas que creerán oportunas. Firmó un pacto con la ciudad que no había sido respetado. La ciudad promete observarlo en el futuro.
El máximo que se decide conceder, por parte de la ciudad, serán 50 florines, junto con otros 50 del Capítulo y los 200 del prelado.
Tras varias deliberaciones, el Consejo determinó que sea tratada, así y según lo son los ciudadanos de Tarragona, y que se beneficie de los privilegios de la ciudad, como los demás, observando sus mismas obligaciones y prohibiciones.
Observaciones
Presenta una reclamación para que se cumplan ciertas promesas que recibió por parte de la ciudad cuando decidió trasladarse y habitar en ella. En su proposición, se queja también de ciertas vejaciones sufridas desde su llegada. Los cónsules le prometen la observancia del pacto y garantías de protección.
Cervera
València
Procedencia
carnicero
médico
especiero
médico
señora de Masricard
madona Llorença (Isabel)
13.IV.1401
22.II.1404
Oficio
Nombre
Sesión
282 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
peletero
Guerau Torrents
20.XI.1411
sillero
17.XII.1410
carniceros
sombrerero
17.XII.1410
17.XII.1410
sastre
2.VI.1410
Pere Ricard
tintorero
herrero
en Bertran
29.XI.1408
5.V.1410
herrero
Francesc Oliver
29.XI.1408
Oficio
vainero
Nombre
9.VII.1408
Sesión
Reus
la Selva (natural de Vilafranca)
Procedencia
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
Recibe una subvención para el pago del alquiler de su albergue de 30 sueldos.
El Consell solicitó a los cónsules que se encargasen de conseguir carniceros mediante los pactos y capítulos que consideren más convenientes.
Reclama que se cumplan todas las promesas que recibió cuando se mudó a la ciudad, un tiempo atrás. El Consejo encargó a los cónsules que se cumplieran las promesas hechas. Recibe, además, una ayuda de 40 sueldos para el pago del alquiler del albergue donde habita. Transcurrido un año, vuelve a reclamar el pago del dinero debido y su confirmación en el futuro. En caso contrario, amenaza con abandonar la ciudad.
El Consell determinó que se le concedieran las franquicias acostumbradas, además de 30 o 40 sueldos para el alquiler de un albuergue.
Trabajaba para la hermana del arzobispo. El Consejo y los cónsules determinaron que se le otorgase, a 5 años, la gracia de las franquicias de los nuevos ciudadanos, a él y a su familia. No se le requiere prestar seguridad, sino solamente el juramento de que iba a usarlas sin cometer ningún fraude.
Propone a la ciudad que dará suficiente seguridad de permanecer en ella y regentar el tinte a lo largo de los próximos 10 años a cambio del cobro de 14 libras a recibir durante tres años.
Plantea su deseo de trasladarse a Tarragona si se le conceden las ventajas de los ciudadanos.
Reclama que se le entregue la subvención que le fue prometida y no pagada de 40 sueldos anuales para el alquiler de su albergue cuando se trasladó a la ciudad. Como no se habían cumplido los términos pactados en las franquicias que recibió y al resultarle muy difícil poder vivir de su oficio en Tarragona, decidió mudarse a la Selva. Tras haber recibido la noticia de que Nicolau Guerau (otro herrero tarraconense) decidió irse al Pla, solicita la recepción de nuevas ayudas a 10 años, las cuales el Consejo promete remitir a los cónsules para su estudio y poder establecer, de este modo, un nuevo convenio.
Solicita las franquicias de la ciudad y un préstamo de 10 florines. Si bien recibirá las franquicias, el préstamo pedido no se le va a conceder.
Observaciones
283
vainero
espartero
Miquel Caldés
Francesc Martí
Francesc Bou
en Gausó
Galceran d’Avinyó
Francesc Bertran
13.X.1412
?.1412-1413
8.V.1413
23.II.1414
2.IV.1414
18.III.1416
carpintero
Vilafranca
Tortosa
Barcelona
Falset (natural de Tarragona)
Antoni Orta
13.X.1412
Converso. Se le concede la gracia de poder entrar vino en Tarragona, a lo largo de un determinado número de años, siempre y cuando contribuya con la ciudad, como hacen el resto de habitantes.
Los cónsules, a instancia del Consejo, le conceden la licencia de introducir vino durante un año, empezando a contar desde el día en que cambie su domicilio y evitando todo fraude.
Expone el deseo de mudar su domicilio a Tarragona, solicitando ayudas y franquicias. El Consejo determinó encargar a los cónsules el estudio de su caso y la concesión de las franquicias, libertades, subvenciones y ayudas que convendrán oportunas.
Presenta una súplica ante el Consejo expresando su deseo de habitar en Tarragona, donde espera poder mudarse con su esposa, y desarrollar su oficio. Solicita un préstamo de 10 florines de oro de Aragón, que va a concedérsele.
Propone a los regidores de Tarragona que le acepten de nuevo como su vecino, a él y a toda su familia. Pide recibir, durante algún tiempo, un préstamo de 12 florines. El Consell remite el caso a los cónsules.
Reclama que se cumpla la concesión de la franquicia que le prometieron los cónsules Salmònia, Nadal y Gilabert, en tiempos de su consulado (1410).
Pide ayuda para el alquiler de un albergue. El Consejo encarga a los cónsules que le concedan 30 sueldos en concepto de ayuda para el alquiler de un lugar donde desempeñar su oficio.
Solicita convertirse en ciudadano de Tarragona y la obtención de las franquicias de la ciudad. Su petición es denegada porque, a pesar de haberse casado con una mujer de Barcelona y residir en la ciudad condal, su familia es natural de Tarragona y por eso se considera que ya es de la ciudad.
residente en Barcelona
en Colell
31.V.1412
correero
Tenía la intención de mudarse a Tarragona, pero el baile de Arbeca no le permitía llevarse de dicha localidad algunos de sus bienes. El Consejo decidió que los vegueres escribieran al conde de Cardona y a sus oficiales para que no se opusieran al traslado de su domicilio.
Arbeca
Observaciones
Ramon Ortigues
Procedencia
8.II.1412
Oficio
Nombre
Sesión
284 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
notario
médico
en Bellot
Françoy Ferrera
Simó d’Almenara
Joan Pasqual
Guillem Monserrat
27.II.1417
4.III.1418
6.IV.1418
10.V.1418
24.I.1419
tintorero
barbero
Eivissa
Barcelona
Valls
Lluís Sagarriga
17.X.1417
cerrajero
l’Aleixar
Françoy dels Oms
Procedencia
18.III.1416
Oficio
Nombre
Sesión
Ya había estado en la ciudad anteriormente. Es probable que la abandonara por un tiempo cuando se le notificó, en abril de 1410, que no recibiría pensión alguna (ni él ni ningún otro médico), debido a la extrema necesidad que estaba atravesando Tarragona. Pasados unos años, vuelve y solicita una pensión y la concesión de algunas franquicias. Al parecer, la pobreza no había remitido y se decide no concederle estipendio alguno, ni a él ni a los demás médicos, pero sí recibirá ciertas ventajas sobre la entrada de vino, además de otro tipo de exención de impuestos.
El Consejo le otorga las franquicias de la ciudad durante 10 años, a contar desde el día en que haya mudado efectivamente su domicilio a Tarragona.
Había recibido las franquicias de Tarragona durante 10 años, pero la ciudad le reclamaba el pago de ciertos impuestos que Almenara no consideraba que tuviese que pagar, por lo que se fue a Barcelona. Posteriormente, aseguró a los regidores municipales que volvería, siempre y cuando la ciudad le hiciese alguna gracia razonable. El Consell, considerándole un ciudadano ejemplar, propone que pague lo que debe por sus bienes inmuebles y solo por la mitad de los muebles que transporte desde Barcelona.
El arzobispo solicitó, mediante una carta dirigida al Consejo y a los cónsules, que quisieran recibirle y que le concedieran ciertas franquicias. La ciudad acepta la petición, siempre y cuando el barbero de la casa del arzobispo no mudara su habitación de la ciudad. Evitando toda ausencia, recibiría la exención de impuestos sobre bienes muebles y la posibilidad de entrar vino a la ciudad para su provisión, la de su mujer y su sirvienta, durante 3 años.
Tras conocer que tenía la intención de desplazarse con su familia a Tarragona, el Consejo solicitó a los cónsules que le admitiesen como nuevo ciudadano, otorgándole las franquicias.
Converso. Presentó su proposición junto con otros que querían mudar sus domicilios si la ciudad les concediese franquicias. El Consejo autorizó a los cónsules para que lo pudieran hacer durante 10 años, estudiando los casos con detalle para evitar todo tipo de fraude.
Recibe franquicias a ciertos años, si contribuye con la ciudad, de acuerdo con el convenio establecido con los cónsules.
Observaciones
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
285
maestro de trapos de raso
«el fill d’en Sartre»
Gabriel Mir
Pere Morató
Arnau Carreres
13.VI.1419
13.VI.1419
18.XII.1419
10.V.1420
7.III.1421
Camprodon
mercader
en Canyelles
13.VI.1419
sillero
tintorero
carnicero
Constantí
Mateu Texidor
26.IV.1419
València
Falset
Badalona
Tortosa
menestral
Berenguer Bertran
26.IV.1419
Procedencia
Oficio
Nombre
Sesión
Solicita el permiso para trasladarse a Tarragona y pide ciertas franquicias, que se le conceden, así como el pago del alquiler de un albergue donde pueda residir y ejercer su oficio 5 años.
En tiempo pasado, se había establecido en la ciudad y dio garantías de encargarse del tinte durante una década, ya transcurrida, obteniendo la promesa de recibir 14 libras anuales durante un periodo de 3 años.
Expone su voluntad de convertirse en ciudadano de Tarragona, solicitando, exclusivamente, la franquicia de las tallas y questias que se impondrán y pagarán a diez años, pero solicita que pueda irse de la ciudad antes de cumplir dicho periodo sin ningún tipo de contradicción. El Consejo determinó que fuese admitido, concediéndole la franquicia reclamada.
Solicitan las franquicias acostumbradas y les son concedidas.
Se le promete que, si verdaderamente traslada su residencia, se le concederán las franquicias habituales.
Muchos años antes, se había mudado a Tortosa y ahora, de nuevo, pretendía volver a Tarragona, solicitando sus franquicias. El estudio de su caso es remitido a los cónsules, quienes decidirán cómo se deberá proceder.
Observaciones
286 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
sastre
herrero
carnicero
Joan de Portugal
Pere Ferrer
Gabriel Sapere
Antoni Frexa
en Mercer
Pere Esteve
9.I.1422
12.III.1422
21.III.1422
28.IX.1422
24.VII.1424
18.I.1425
Vilafranca
Valls
Tortosa (natural de Barcelona)
Barcelona
Procedencia
Solicitó préstamo de dinero y franquicias. El Consejo determinó concederle las franquicias, pero le negó el préstamo.
Se le prometen 30 sueldos para el pago del alquiler de una mesa de la carnicería. Solicitaba, además, 10 florines para trasladar sus pertenencias desde Vilafranca y recibir franquicias.
Solicitó las franquicias de la ciudad, pero sin asegurar quedarse durante 10 años en ella. El Consejo concedió plenos poderes a los cónsules para que pudiesen admitir como nuevos ciudadanos a todos aquellos que estuviesen dispuestos a mudar su domicilio, gozando de la capacidad de conceder franquicias a menos de una década si así lo creían oportuno. En su caso concreto, le habían prometido conceder dichas franquezas, cosa que todavía no había sucedido un año después de su traslado a la ciudad, de lo que elevó protesta pertinente, amenazando con abandonar Tarragona.
Los cónsules, si consideran que es suficientemente apto, le podrán conceder las franquicias acostumbradas a 10 años y un préstamo máximo de 10 florines.
Los cónsules exponen ante el Consejo su intención de trasladarse desde Barcelona con su familia para encargarse del tinte de la ciudad, solicitando, además, un préstamo de 60 florines. Se determinó realizar una prueba a Pericó Martí, para que tuviese oportunidad de demostrar su aptitud y destreza en el oficio, pues, si resultaba ser lo suficientemente bueno, iba a encargarse del tinte antes que Ferrer, ya que no pedía prestamo alguno. En caso contrario, se admite la concesión del préstamo, convenientemente asegurado, al tintorero.
Los miembros del Consejo remiten el estudio de su petición de franquicias a los cónsules, instándoles a que le concedieran las habituales y no otras.
Expone su intención de trasladarse a la ciudad si, además de las franquicias acostumbradas, se le concede un préstamo de 20 libras. El Consejo autoriza a los cónsules para que le otorguen las franquicias y le presten dicha suma.
Presenta la petición de franquicias. El Consejo remite el caso a los cónsules, permitiéndoles que le concedan, solamente, las franquicias habituales y ningún otro tipo de privilegio.
Observaciones
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
tejero
cerrajero
tintorero
calderero
7.III.1421
Oficio
maestro del tinte
Nombre
7.III.1421
Sesión
287
tintorero
Antoni March
Vicenç Masreig
12.III.1428
22.IV.1428
libretero pescador
18.XI.1429
1.VII.1430
Guillem Soler
bancalero
tejero
18.XI.1429
21.X.1428
Jaume Mestre
peletero
27.II.1428
12.VII.1428
guarnicionero
27.II.1428
alfarero
tintorero
22.VIII.1427
Oficio
bancalero
Nombre
26.IV.1426
Sesión
Tamarit
el Catllar
València
València
Barcelona
Barcelona
Procedencia
Había sido habitante de Tarragona, se trasladó a vivir a Tamarit y ahora solicita algunas franquicias para ser aceptado de vuelta. Concretamente, solamente pidió estar exento de las imposiciones de los bienes ganados y adquiridos mientras estuvo allí.
Se le ofrecen, en caso de que las desee, las franquicias habituales.
Recibe las franquicias acostumbradas y alguna subvención, a determinación consular.
Recibe la protección de sus bienes por parte de la ciudad.
Se presenta una proposición ante el Consejo en la que se expone que un tejero quería trasladar su domicilio a Tarragona si se le concedían las franquicias y algún préstamo. Se aprueban las condiciones, ofreciéndole, además, un trozo de tierra.
Unos años atrás, había recibido las franquezas y un préstamo de 10 florines a devolver en 5 años. Debido a ciertas dificultades, solicita a la ciudad que le quiera aceptar la devolución de la mitad del préstamo, a cambio de dar garantías de permanecer en Tarragona durante, al menos, 5 años más.
Se instala en Tarragona, convirtiéndose en ciudadano, obteniendo las franquicias, un préstamo de 15 libras barcelonesas y una ayuda de 7 florines anuales para el pago del alquiler de su albergue.
Además de recibir las franquicias de los nuevos ciudadanos de Tarragona, el Consejo encargó a los cónsules que le procurasen una curtiduría para el desarrollo de sus labores.
Recibe las franquicias de la ciudad, así como un préstamo, cuya cantidad precisa van a decidir los cónsules, con el beneplácito del Consell.
El Consejo determinó concederle las franquicias acostumbradas. Solicitó, además, que le comprasen un albergue pero, debido a la pobreza y necesidad de la ciudad, se decide no hacerlo, aunque le conceden una ayuda de alquiler.
Se le otorgan las franquicias habituales, así como algún préstamo que se le quiera hacer.
Observaciones
288 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Nombre
Pere Torner
Pere Arau
Jaume Ferrer
Pere Tost
Antoni Bonet
Guillem Baldrich
Pere Martí
Gabriel Andreu
Sesión
5.XI.1431
5.II.1432
15.II.1432
21.V.1432
21.V.1432
21.V.1432
30.VI.1432
4.II.1433
mercader
bancalero
tintorero
Constantí
Barcelona
Barcelona
Solicita recibir las franquicias de todo nuevo ciudadano. El Consejo otorgó plenos poderes a los cónsules para que se las puedan conceder solamente en caso de que tome esposa en otro lugar y se traslade con ella.
doctor en decretos
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
Reclama al Consell que le prorroguen las franquicias otros 10 años. En caso contrario, amenaza con abandonar la ciudad. Su petición es rechazada.
Recibe, por parte de los cónsules y a instancia del Consejo, las franquicias de Tarragona.
Mediante una suplicación, solicita que se le haga un préstamo de 30 florines, junto con las franquicias habituales. Estas últimas le son concedidas, siempre y cuando mude su domicilio, pero se le deniega el préstamo. A principios de 1433, volvió a insistir, solicitando, esta vez, un préstamo de 100 sueldos, comprometiéndose a residir en la ciudad, como mínimo, 10 años. Debido a que Felip Salmònia se ofreció a prestale 50 sueldos, la ciudad decidió concederle el resto del préstamo.
Tras la muerte del tintorero, los pelaires, a instancia de la ciudad, se encargaron de buscar un buen tintorero. Presentaron ante el Consell la propuesta de Antoni Bonet, quien no estaba dispuesto a trasladar su domicilio si no se le otorgaban las franquicias habituales y no se le hacía un préstamo conveniente. Por un problema surgido posteriormente, se puede saber que recibió las franquezas y un préstamo de 25 libras.
Recién llegado a la ciudad se instala en la casa aportada por la dote de su mujer. Debido a su deplorable estado, solicita una reducción del censo que debía pagar en beneficio de las doncellas y de los pobres vergonzantes.
platero Lleida
Demanda a la ciudad que le concedan las mismas franquicias que recibían los capellanes. Se deniega su petición. Tras insistir, se autorizó que los cónsules le concedieran tales ventajas, estudiando bien que no pudiese cometer ningún fraude. Tres años más tarde, se denunció ante el Consejo que Arau había abusado fraudulentamente de sus franquicias. Se encarga su investigación y, en caso de ser ciertas las acusaciones, los regidores le amenazaron con retirarle todo privilegio.
maestro de las escuelas de canto de la catedral
Observaciones Solicita un préstamo de 100 florines y las franquicias. El Consell permite que los cónsules le concedan las franquicias y el préstamo que convengan con él.
Procedencia
tintorero
Oficio
289
guarnicionero
mestre Julià
Joan Pujol
Antoni Riubregós
Bernat Saportella
Pere Brugueres
Alfonso de Coro
Pere Bergueta
4.II.1433
4.II.1433
5.V.1433
12.VII.1434
12.VII.1434
12.VII.1434
11.VII.1435
tejero
pelaire
caballero
sastre
sastre
Oficio
Nombre
Sesión
Barcelona
Barcelona
Vila-rodona
Tàrrega
Barcelona
Procedencia
Asegura habitar en la ciudad si recibe sus franquezas. El Consejo encargó a los cónsules que le otorguen el beneficio de poder entrar vino para su provisión y la de su casa. Probablemente, no aceptó estas condiciones, pues transcurridos unos meses (23.XI.1435) vuelve a discutirse en otra Asamblea el caso de Bergueta, quien expuso su deseo de convertirse en ciudadano tarraconense. Finalmente, el Consejo decidió aprobar su admisión, a condición de no poder cambiar de fuero, debiendo permanecer bajo la jurisdicción de los vegueres, y comprometiéndose a comprar, antes de dos años, un albergue u otra propiedad en la ciudad o su término, cuyo precio no fuese inferior a 200 libras.
Debido a la enorme necesidad que de su oficio tenía la ciudad y, en beneficio de la cosa pública, se autoriza la concesión de franquicias, subvenciones y un trozo de tierra apto para sus labores.
Había apalabrado el matrimonio con una mujer de Tarragona y, por ello, se discute si entregarle o no las franquezas de la ciudad. El Consejo resolvió que, en caso de que se trasladara junto con otros tres matrimonios, se les conceda gracia especial; en caso contrario, no. Al parecer, pocos meses después, el pelaire se casó y solicitó la antigua franqueza de poder introducir vino en la ciudad, renunciando a las de capellán. Advierte a los regidores que, de no ser así, se volverá con su mujer a Vila-rodona.
El Consejo, por algunas razones no especificadas, determinó negarle las franquicias acostumbradas.
Ante su petición de franquicias, el Consejo respondió que no se las iban a conceder porque ya habitaba en Tarragona y había contraído matrimonio con una mujer de la ciudad.
Solicita que le concedan las franquezas. El Consejo se las deniega alegando que, desde hacía mucho tiempo, tenía casa en Tarragona.
Se le conceden las franquicias habituales. Dos años después, en la sesión del Consejo del 11 de marzo de 1435, solicitó que se le concedieran las franquicias de capellán o bien que le prorroguen a 10 años la ayuda para el pago del alquiler y el resto de privilegios que le habían otorgado a lo largo de los 2 años ya transcurridos. El Consejo rechaza concederle las franquicias de capellán, pero se le prorrogan los beneficios de que disfrutó durante 10 años más, así como el pago de 7 florines anuales para el alquiler.
Observaciones
290 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
caballero
noble
tejero
notario tejedor sedero pelaire sastre
n’Albanell
Joan Icart
Ramon de Cardona
Bartomeu Martí
Antoni Torradamer
en Noya
Berenguer de Roda
Estruc Rubert
mestre Martí
23.XI.1435
23.XI.1435
24.X.1436
24.X.1436
21.II.1437
21.II.1437
21.II.1437
20.VIII.1437
5.XII.1437
especiero
Guillem Franch
23.XI.1435
Oficio
Nombre
Sesión
Barcelona
Vendrell
Renau
Procedencia
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
Pide las franquezas de la ciudad. No se le conceden, pues se sabe que está a punto de contraer matrimonio con la hija de un ciudadano de Tarragona.
El Parlamento le concede la franquicia a 10 años, sin posibilidad de hacer franco a su primo hermano, Jaume Caix, quien le acompañaba.
Solicita una subvención de cien libras para practicar en Tarragona el oficio de los gusanos de seda. El Consejo encargó a los cónsules que, junto con algunos mercaderes y otros entendidos, decidieran si tal ocupación sería útil y provechosa para la ciudad.
Se traslada a Tarragona con su mujer y toda su casa para convertirse en ciudadano, gozando de las franquicias de capellán.
Propuso trasladarse a la ciudad con toda su casa si se le otorgaban las franquicias de capellán. El Consejo remitió el caso a los cónsules para que lo estudiasen, pues Noya se había casado con una mujer de Tarragona, por lo que no tendría derecho a recibir dichas gracias.
Los cónsules acordaron con el tejero quien, a cambio de asegurar que iba a residir en la ciudad al menos 10 años haciendo tejas y ladrillos, recibiría las franquezas y un préstamo de 40 florines.
Los cónsules informan al Consejo que Ramon de Cardona les ha expuesto su deseo de vivir en Tarragona en caso de que le eximan del pago de imposiciones. De lo contrario, se iría a Constantí, donde el cardenal le ofrecía su castillo.
Plantea al Consejo que si le conceden únicamente la franqueza de poder introducir vino en la ciudad va a trasladarse a Tarragona con su casa. Su petición es rechazada.
Reclama que se le hagan efectivas las franquezas prometidas por los cónsules anteriores. El Consell aprueba que sea admitido y que se le concedan las franquicias, siempre y cuando no se haya casado con Joana de Queralt, señora del Catllar.
Habiendo presentado una reclamación mediante la cual solicitaba que la ciudad le pagase lo que le debía por el año que había ejercido su oficio y habitado en Tarragona, el Consell decide atender a su petición, siempre que él también pague lo que le debe a la ciudad.
Observaciones
291
Solicita las primeras franquicias de meter vino y ser franco de tallas. Se rechaza su petición. A la petición de franquezas, el Consejo determinó que ni a él ni a nadie, por el momento, se concediese ninguna otra gracia de la ciudad.
tejedor
ollero, alfarero y tejero
«germà de Pere de Vallfarta»
Giner
Pere Martorell
Bernat de Fonstcaldes
Bernat Bellisèn
22.X.1438
22.X.1438
8.I.1439
8.I.1439
8.I.1439
Pere Lloret
en Poyo
29.IV.1439
10.II.1440
20.II.1439
Se había trasladado con su madre a Tarragona y en plenos debates sobre las luchas con los «querellantes», propone ofrecer su ayuda.
Constantí
Morella
Solicita que la ciudad le entregue las franquicias. Se rechaza.
Se fue de Tarragona antes de cumplir los 10 años de ciudadanía; fue vetado por la ciudad.
El Capítulo y el clero de la Sede plantearon ante el Parlamento que se pactase con un herrero para realizar las rejas que se debían colocar ante el altar mayor, solicitando que le quisieran conceder las franquicias. Se acepta la proposición a cambio de que el nuevo ciudadano asegure que compraría una propiedad en la ciudad o su término en dos años.
herrero o cerrajero
Asegura que se trasladará con sus hijos y toda su casa si recibe las franquicias y un trozo de tierra. El Consejo da su consentimiento siempre que compre alguna propiedad en la ciudad.
Pide las franquicias de Tarragona tras exponer que tenía la intención de mudarse con su esposa, hijos y toda su casa. El Consejo autoriza a los cónsules para que se las concedan si asegura que compará alguna propiedad en la ciudad o su término en los próximos dos años.
herrero
Vilafranca
Valls
Constantí
Recibirá las franquicias si accede a comprar en la ciudad o su término alguna propiedad. Sabemos, por una noticia de 12 de abril de 1443, que los cónsules prometieron concederle las franquicias del pan, el vino y la carne así como a un capellán, además de un préstamo de 20 florines a dos años. El Consejo se esforzó en lograr que el convenio de las franquicias a cambio de residir en la ciudad se firmara a 10 años en vez de a 5.
trompetero
Había solicitado ya las franquicias de la ciudad unos años antes (4.II.1433), pero se rechazó su petición. En esta ocasión, el Consell decidió concederle las franquezas y libertades acostumbradas.
Francesc Desplà
la Selva
13.III.1438
sastre
Observaciones
Joan Pujol
Procedencia
?.1437-1438
Oficio
Nombre
Sesión
292 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
pelaire
tahonero
Jaume Arters
Nicolau de Luxemburg
Pere Ribera
19.VIII.1440
19.VIII.1440
19.VIII.1440
cerrajero
notario
Jaume Pexó
Gabriel Coloma
Gabriel Sobirats
23.XI.1442
20.VII.1444
20.I.1445
20.I.1445
Falset
Barcelona
Segorbe
Reus
Francia
Procedencia
Tras pedir las franquicias de capellán, el Consejo determinó concedérselas a 10 años bajo la aceptación de varios pactos.
Solicita las franquicias de capellán. Se le conceden a 10 años si acepta ciertos pactos (como no actuar contra los regidores ni regimiento de la ciudad, ni de sus privilegios u ordenanzas).
A la solicitud de franquicias, el Consejo concedió a los cónsules plena capacidad para que le concediesen dichas gracias, siempre que el notario presentase la seguridad habitual.
El Consejo dio plenos poderes a los cónsules para que se convenieran con él, otorgándole dichas franquicias.
2 jóvenes alfareros u olleros expresan su deseo de trasladarse a Tarragona, solicitando un préstamo de 10 florines de ayuda, tierra hábil y la franquicia de la imposición de la molienda. El Consell encarga a los cónsules y a sus adjuntos que negocien los términos del traslado.
Pide la misma ayuda recibida por mestre Julià, asegurando que habitaría en la ciudad. El Consejo encargó el estudio de su suplicación.
Solicita las franquicias de capellán y la ayuda para el pago del alquiler de algún albergue hábil para su oficio. El Consejo solo determinó que los cónsules pudiesen concordar con el tahonero la ayuda anual para el albergue, siempre que habitase en Tarragona durante 10 años.
Se le habían concedido las franquicias de la ciudad a 10 años, pero le reclamó el noble don Felip de Castra para que fuera a Guimerà, por lo que pidió permiso para ser licenciado y abandonar la ciudad. El Consell no se lo permite hasta que no hubiese transcurrido dicho periodo. Le mantiene en vigor las franquicias y condiciones pactadas.
Fue su tío, Dalmau de Tolosa, quien planteó la solicitud de franquicia de capellán para Gabriel. Después de haberlo deliberado, el Consejo se negó a concedérselas.
Observaciones
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
curtidor
calderero
alfarero
23.XI.1442
guarnicionero
mercader
Gabriel de Tolosa
14.IV.1440
Oficio
Nombre
Sesión
293
Joan Mateu
Jaume Móra
Nicolau Vestit
6.XII.1447
9.II.1448
17.VI.1448
mercader
pelaire
València
Antoni Ardèvol
23.VIII.1447
cofrero
Montblanc
herrero
en Figuerola
23.V.1447
Aitona
Montblanc
Valls
Barcelona
Procedencia
23.VII.1447
calderero
platero
Joan Llonc
Bernat Liula
23.III.1445
jurista
27.VII.1447
Bartomeu Cases
23.III.1445
tintorero
tañedores
Joan Vessiat
23.III.1445
Oficio
3.VI.1446
Nombre
Sesión
Pide las franquezas y algunas otras ventajas que los cónsules deberán concordar con él.
Habiendo disfrutado de las franquicias de la ciudad durante 5 años, pide que se le renueven por otro periodo idéntico. El Consejo lo aprueba.
Puesto que ayudó a huir hacia Barcelona al trapero Esteve Robert, con sus mercancías y parte de sus propiedades, se decidió retirarle parte de sus franquicias.
Solicita las franquicias a 3 años y que, durante dicho tiempo, la ciudad prohibiera la llegada y venta de cofres de otras partes. El Consejo determinó que los cónsules pudiesen concederle las franquicias a 2, 3, 4 o 5 años, pero no autorizó la prohibición de entrada de mercancías.
Se deniega su solicitud de franquicias.
Pide franquicias y un préstamo que le van a ser denegados.
Tras recibir su petición de adquirir las franquicias a 10 años y un préstamo de 30 florines, se decide concederle las franquezas y un préstamo menor, concretamente, de 20 florines.
El Consejo autoriza a los cónsules para que puedan hacerles algún préstamo y otorgarles las franquicias y demás ventajas, según su criterio.
Solicita, además de las franquicias habituales, la prerrogativa de la exención de la imposición sobre la plata que venderá, comprará o contratará. Se le conceden las franquicias acostumbradas, pero no la gracia de la imposición de la mercadería de la plata.
Recibió las franquezas acostumbradas, según las ordenanzas.
Presenta una proposición a la ciudad para que sus regidores le concedan la franquicia como a un capellán por 10 años, solicitando también la posibilidad de disponer libremente de la casa del tinte y que se cubra una casa adyacente donde poder tener la fragua y la leña. Teniendo en cuenta su buena fama, el Consejo decidió concederle todas las ventajas contenidas en su petición, con la excepción del asunto de las obras, que deberían estudiar los cónsules.
Observaciones
294 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Montblanc
Vila-rodona
Joan Marroquí
Joan Barral
Ferran Barber
Pere Gilabert
«muller d’Arnau Belltall»
Bartomeu Ibanyes
en Barquer
17.VI.1448
17.IV.1448
12.III.1451
12.VI.1453
3.XI.1453
27.III.1454
barbero
herrero
cerrajero
cerrajero
Reus
Tortosa
17.VI.1448
guarnicionero
Joan Arcís
Procedencia
17.VI.1448
Oficio
Nombre
Sesión
el acceso a la comunidad: ciudadanos y extraños
Si se somete a la jurisdicción común y no es gentilhombre, el Consejo le concede la franquicia del vino, a dos o tres años.
Petición de las franquicias acostumbradas.
Presenta la petición de franqueza a 10 años, expresando su voluntad de trasladarse con sus hijos e hijas a Tarragona. Se le concede, con ciertas condiciones y deberá pactar con los cónsules la cantidad a pagar por año en caso de abandonar la ciudad antes de haber transcurrido dicha década.
Recibe las franquicias a 10 años y acuerda que, en caso de tener que abandonar antes la ciudad, pague seis florines por cada año que hubiese disfrutado de dichas ventajas.
Expone ante el Consell que, como no puede seguir viviendo en Tarragona, acepte rescindir el juramento de seguridad. Los consellers remiten la decisión a los cónsules.
Reclaman que la universidad les prorrogue el préstamo de 20 florines que deben a la ciudad y las franquicias durante algunos años más. Deberán llegar a un acuerdo con los cónsules.
El Consejo loó, aprobó y confirmó la subvención de diez florines anuales que se le concedió.
Observaciones
295
n’Oller
?.1459
A la solicitud de franquezas, el Consejo respondió negativamente.
Recibe, por parte de la ciudad, las franquicias que suelen obtener los maestros de dichas escuelas, con una pensión de 15 libras.
maestro escuelas de Gramática
Pere Brugueres
?.1459 Montblanc
Se le concede la franquicia a cambio de tener limpia de malas hierbas una parte de la muralla. Idéntico privilegio se otorgará a quien esté dispuesto a continuar el trabajo para todo el resto de la construcción.
En caso de mudar su domicilio con su mujer e hijos, se le otorgará la franqueza habitual a 10 años, sin recibir ningún otro préstamo ni ayuda.
albañil
Lleida
Jaume Mestre
tintorero
Llegó a la ciudad siete años atrás, para encargarse del tinte, mudando su domicilio. El problema que plantea ante el Consejo es que ha oído decir que un «extranjero» recién llegado está presionando para lograr hacerse con su oficio, lo que supondría, para él y su familia, un enorme daño que, con toda probabilidad les forzaría a irse de nuevo. Por todo ello, solicita a los representantes de la universidad que les plazca darle protección.
Expresa su propósito de trasladarse a Tarragona y vivir en dicha ciudad de un modo permanente si se le concede la franqueza de capellán. A cambio, promete comprar un albergue y otras propiedades.
Observaciones
24.IV.1459
Ramon Ballester
?.1455-1456
Reus
Procedencia
peletero
Pere Forés
?.1455-1456
Oficio
24.IV.1459
Nombre
Sesión
296 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
ELECCIONES, LIGAS Y PARTIDOS MUNICIPALES
Molt alt e molt excel·lent príncep e poderós Senyor. Misser Pere Çabater, licenciat en leys, e en Thomàs del Bosch, missetgers de la Ciutat de Terragona, re corren a la vostra gran excel·lència per impetrar e obtenir de aquella benifici salutable de les grans oppressions a les quals la dita Ciutat és supposada, en tant que si la vostra mà poderosa no reprèn tot gosar injust e no tanque la porta per la qual tals oppressions entren, la dita Ciutat no pot escapar a la sua gran destrucció. La causa, Senyor molt excel·lent, és per ço com lo reverent Cardinal, administrador de la Esglea de la dita Ciutat, segons som informats, per metre e posar sos familiars e oficials en lo regiment de la dita Ciutat, se esforçe metre qüestió en lo dit regiment. E, opposant-se los cònsols e regidors de la dita Ciutat a la defensió majorment de la juridicció vostre, Senyor, lo dit reverent Administrador, pretenent invasió de la sua juridicció ecclesiàstica, ha supposada la dita Ciutat a intradit ecclesiàstich, la qual sa serva en aquella, de què, molt alt Senyor, moguts per deute de gran fraternitat de la dita Ciutat, ab aquesta nos dolem molt e planyem lur destrucció, sabents la dita Ciutat de Terragona ésser famosa e de les antigues de Espanya, e sie marítima, e gran clau del vostre Principat de Cathalunya. [...] Per ço, supplicam molt humilment a la vostra molt alta Senyoria que sia de vostra mercè haver la dita Ciutat e la causa dessús dita en lur justícia favorablament recomenats, manant aquells ésser desempetxats [...]. Scrite en Barchinona, a XVI de juliol de l’any M CCCC XXXVII. Senyor, vostres humils servidors e vassalls qui, besant vostres mans e peus, humilment se recomanen en vostra gràcia e mercè. Los consellers de la Ciutat de Barchinona. AHCB, CC, lletres closes, 1B.VI, 5 [1436-1438], ff. 104v-105r
Las elecciones municipales: primeros rastros documentales Ara hoiats que us fa saber la Senyoria a tots los consellers de la Ciutat e encara a tothom qui haja haüd albarà que, sus ara per lo matí, sien a la Sala del Consell per crear cònsols, mostaçaffs, obrer et hoïdors de comptes, sots la pena que posada hi és. E, encara, a tothom de la Ciutat general qui ésser hi vulla.1
AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [21.VI.1378], f. 1r.
1
300 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Con estas palabras, proclamadas al son de la trompeta, el jurado y pregonero público de Tarragona, Joan del Bosch, convocaba a los habitantes de la ciudad para que asistieran a la celebración de las elecciones que debían tener lugar el domingo 21 de junio del año de la Natividad del Señor de 1378.2 Una vez congregadas las más de cien personas que respondieron a la llamada en la Sala del Consell, los cónsules juraron, ante el notario municipal y con el testimonio de todos los presentes, que nombrarían lealmente, sin fraude y sin atender a los ruegos de ningún particular, a las veinte personas que, junto con ellos, se convertirían en los electores de los tres nuevos cónsules. Debían ser seleccionadas diez «bones persones» pertenecientes al grupo de ciudadanos y mercaderes y otras diez, entre los menestrales y artistas.3 Los escogidos juraron que, «segons Déu e lur bona consciència, remoguts prechs, favor e amor d’algú, elegirien aquelles millors persones que·ls seria semblant de millor consell dels dits staments per cònsols, mostaçaffs, obrer e hoïdors de comptes, segons forma dels capítols a aquest acte ordonats per la Ciutat».4 2 Desde hacía algunos años, las elecciones consulares se venían celebrando el domingo anterior a la fiesta de «Sent Johan de juny», aunque en el Consell general del día 7 de enero de 1369 se determinara que «de inde quolibet anno in dominica post festum Epiphanie Domini fiant et eligantur consules et mostaçafii et operarius, per illos qui electi fuerint ad dictas electiones faciendas» (AHCT, FM, AM, n.º 2: 1369-1370 [7.I.1370], f. 3r). A pesar de esta excepción, todo parece apuntar a que la tradición establecía que los cónsules fuesen elegidos el domingo previo a san Juan. 3 Si bien en las elecciones de 1378 simplemente se distinguía entre dos grupos de votantes (ciudadanos-mercaderes por un lado; menestrales-artistas por el otro), en otros procesos electorales es posible precisar con mayor detalle el sector al que pertenecía cada «elegidor». Así, por ejemplo, en 1369, fueron seleccionados 4 ciudadanos, 3 profesionales y 4 mercaderes, mientras que por el brazo de los oficios participaron en la elección: 1 representante de los pescadores, mercaderes y vendedores de pescado; 1 por los hortelanos; 1 por los carpinteros y canteros; 1 por los espaderos y cuchilleros; 1 por los carniceros y taberneros; 1 por los notarios y procuradores; 1 por los cordeleros y hosteleros; 1 por los zapateros y guarnicioneros; 1 por los peleteros y tejidores; 1 por los sastres y curtidores; 1 por los esquiladores y barberos (Ibidem, f. 3v). En esta ocasión, fueron 22 las personas escogidas para proceder a la votación de los cónsules, 11 de cada sector. En realidad, se trata de una cifra que fue cambiando a lo largo del tiempo y que dependería de una decisión de los cónsules salientes. Los electores solían formar parte del llamado «Consell especial». 4 Con más o menos detalle, los escribanos municipales dejaron constancia de este juramento declarado solemnemente por quienes tenían que elegir a los nuevos cónsules. Probablemente, uno de los más interesantes sea el que se conserva entre las páginas del Liber consiliorum de 1369-1370, que dice así: «Fuerunt die predicta electi per electores superius ordinatos [...] consules, mostaçafii et operarius infrascripti, tanquam plus voçes habentes videlicet per talem modum quod infrascripti electores, in presentia totius consilii predicto, jurarunt in posse notarius consulatus ad Sancta Quatuor Dei Evangelia manibus suis corporaliter tacta, quod circa electionem dictorum consulum, mostaçafiorum et operarii fiendam bene et fideliter se haberent utilitatem, comodum et honorem civitatis et singularium de eadem, advertendo, gerendo et respiciendo et omnem materiam, rancoris et male voluntatis ac inutilitatem et incomodum penitus evitando, iuxta et secundum tenorem et formam capitulorum superius super hiis ordinatorum et firmatorum. Et hiis pactis prefaci et infrascripti, electores, una mecum notario predicto, ascenderunt porticum, qui est super aulam dicte civitatis, et ibi suaviter, concorditur et bene elegerunt et fecerunt ac crearunt consules [...] infrascriptos et per plus voçes habentes» (Ibidem [21.VI.1375], f. 3r-v).
elecciones, ligas y partidos municipales
301
Siguiendo con la costumbre, los cónsules y la veintena electora, acompañados por el notario público, subieron al pórtico que había encima de la sala donde estaban reunidos para proceder a la votación mediante el sistema de «per més veus e, puys, per tots concordablement». En esta ocasión, los cónsules elegidos fueron: Joan de Torres, Pericó Sabater y Guillem Solzina, quienes prestaron el juramento habitual ante todos los presentes, proclamando que «bé e diligentment e leal se haurien en lo regiment de lur offici e que defendrien e mantendrien los privilegis, usos e costums de la dita Ciutat».5 Hasta principios del siglo xv, no es habitual encontrar en las actas municipales los detalles concretos de cada una de las elecciones anuales, dado que solamente se nos informa de quiénes habían sido escogidos para votar y los nombres de los cónsules que se creaban. Por ello, adquiere una especial relevancia el registro de la reunión del Consell general que se celebró el domingo 23 de junio de 1359, pues nos permite conocer los votos de cada uno de los «elegidores», es decir, «les veus d’aquells qui eren en Consell per elegir»:6
5 Idem. El primer juramento completo prestado por los nuevos cónsules en su ingreso al cargo que se conserva en el archivo de Tarragona corresponde al año 1522, una fecha muy tardía respecto al periodo estudiado, pero su contenido goza de un interés suficiente como para transcribirlo en su totalidad: «Nosaltres [...], elets en cònsols per lo honorable Concell de la dita Ciutat l’any present, juram per Déu e per los seus Sants Quatre Evangelis per nostres mans corporalment tocats, en mans e poder de vós, Reverent micer Hyeroni Ferreres, en decrets doctor, canonje e pavordre de la Seu de Vich y per lo Il· lustríssim y Reverendíssim senyor don Pedro de Cardona, per la gràcia divina Arcabisbe de la Sancta Iglésia de Tarragona, que en lo dit offici del consolat de la dita Ciutat nos haurem bé e lealment envers la utilitat de dita Ciutat, bé e feelment entendrem sens, emperò, prejudici del dit Il·lustríssim y Reverendíssim senyor Arcabisbe de la Iglésia Sancta de Tarragona et totes coses e per totes segons nostre poder. E noresmenys, en virtut de jurament, prometem solemnament e nos obligam que, quant a nosaltres serà, no consentirem en admissió ni recepsió del magnífichs veguers de la present ciutat de Tarragona axí bé del Reverendíssim senyor Arcabisbe com del Sereníssim senyor Rey faedora sinó que primerament aquells tals ajen purgada la taula, a la qual són tenguts y obligats de tenir e purgar juxta forma dels privilegis de la dita Ciutat per ço atorgats; e, per lo semblant, prometem tenir e servar a la ungla la capitulació feta e fermada entre la dita Ciutat e creadors de aquella e totes e sengles coses de aquelles tenir, complir e executar. E per totes les coses damunt dites, hoyreu scentència de excomunicatió, per vós, dit Reverent micer Hieroni Ferreres, vicari general y official, ara per llavors e llavors per ara, envers nosaltres si contra farem en aquests scrits promulgadora en lo qual volem ésser incorreguts tota e quant serà fet lo contrari» (AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 19/1916). 6 AHCT, FM, AM, n.º 1: 1358-1360 [23.VI.1359], f. 25r-v.
302 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Resultados de los comicios de 1359.
Los datos contenidos en la relación anterior permiten deducir que el método de elección de los cónsules era todavía bastante simple, algo que va a transformarse profundamente a lo largo de los años inmediatamente sucesivos. En este caso, los registros locales informan de que los cónsules fueron designados «per la major partida del Consell»,7 pero no se especifica cómo fueron seleccionados sus electores. Considerando que entre ellos se encuen7 Ibidem, f. 24v. En realidad, los miembros del Consejo general que asistieron a la sesión del domingo antes de san Juan de 1359 para celebrar los comicios fueron 65, mientras que solamente un tercio de ellos adquirieron la capacidad de votar, una vez convertidos en electores.
elecciones, ligas y partidos municipales
303
tran dos de los cónsules salientes (Nicolau Sagarriga y Joan Ricart), es muy probable que el procedimiento seguido fuese bastante similar al de 1369.8 La falta de datos no permite comprobar si —como en esa ocasión y durante los siguientes procesos electorales— se respetó el criterio de seleccionar a un número determinado de personas pertenecientes a las distintas capas sociales de la ciudad. Cada elector daba tres nombres, uno por cada cónsul, pudiéndose añadir un cuarto candidato que, supuestamente, actuaría en caso de renuncia de alguno de los más votados. Si se analizan con detalle los resultados, se observa que las personas elegidas eran miembros del Consejo general —aunque no todos habían asistido a la sesión—, apreciándose, además, que no parecen estar en correspondencia estricta con los tres estamentos municipales (más allá del orden en que los votos fueron emitidos). Una flexibilidad que podría ser propia de una etapa todavía incipiente de la estructura institucional del municipio tarraconense y que bien pronto daría paso a un sistema considerablemente más complejo y pautado, definido —hasta el más mínimo detalle— por el propio monarca. Una década especialmente convulsa: Las luchas entre el rey y el arzobispo por el control del gobierno municipal
(1373-1382)
Como se ha podido comprobar en anteriores capítulos, el dominio jurisdiccional de Tarragona y su Campo fue, con ciertas vicisitudes, un motivo de confrontación habitual entre la Corona y la Mitra. A pesar de ello —y debido sobre todo a la mutua dependencia que existía entre los dos principales poderes de la Corona de Aragón—, los conflictos nunca llegarían a ser tan abiertos ni a adquirir una gravedad tan notoria como en el último tercio del siglo xiv, momento en que las confrontaciones protagonizadas por Pedro el Ceremonioso y su canciller, el arzobispo Pere de Clasquerí, incidieron sobremanera en el regimiento municipal de Tarragona y sentaron las 8 Expuesto detalladamente en la n. 3 (vid. supra). Hay que tener en cuenta que el primer libro de actas municipales de que disponemos es de los años 1358-1360 y en él solo constan las elecciones de 1359. El siguiente volumen conservado corresponde al año 1369. Por lo tanto, únicamente es posible comprobar la evolución del modelo partiendo de estas dos noticias. Contrariamente a lo expuesto por F. Cortiella (Una ciutat catalana, p. 79), a mediados del siglo xiv, los electores ya no eran designados por todos los cabeza de familia de la ciudad, sino que dicha selección estaba en manos de los cónsules salientes. Con todo, hay que resaltar un detalle del pregón que llamaba a la reunión de los miembros del Consell de Tarragona en las elecciones de 1378 y que podría entenderse como una reminiscencia de la antigua Asamblea de vecinos: se permite la asistencia a la sesión a «tothom de la Ciutat general qui ésser hi vulla». Las convocatorias posteriores van a plantearse de un modo más restrictivo, pues no volverá a admitirse la presencia abierta de todo el pueblo, pudiendo ser esta una de las claves para comprender los alborotos y altercados surgidos durante los años sucesivos.
304 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
bases de la particular lucha política vivida en la ciudad durante la siguiente centuria. Al margen de algunos otros precedentes dispersos en el tiempo, el principal viraje de la actuación regia con respecto al control efectivo sobre Tarragona tuvo lugar a mediados de 1373. Concretamente, el día 10 de septiembre, el Consell —alentado por el propio monarca— declaró solemnemente que la ciudad y sus habitantes eran de realengo, por lo que se comprometían a prestar juramento de homenaje al soberano, alegando que el ofrecido a los arzobispos era tan solo de «corpore et honore».9 En consecuencia, empezaron a producirse una sucesión de enfrentamientos entre el poder real y el eclesiástico que inauguraron una de las coyunturas de mayor tensión que jamás haya vivido la ciudad de Tarragona. Y es que cualquier movimiento realizado por una de las partes era visto con recelo por la otra. Si bien, inicialmente, se procuró llegar a soluciones de compromiso, las distintas acciones, provocaciones y constantes amenazas fueron adquiriendo, paulatinamente, una mayor envergadura, lo que difuminó toda posibilidad de lograr nuevas vías de encuentro.10 9 A falta del volumen de actas municipales correspondientes a dicho año, véase la noticia que del citado proceso ofrece el Repertori Municipal, 1683, cajón III, doc. 31: «Acte en pergamí escrit en lo qual apar com la Ciutat de Tarragona y hòmens de ella són del Rey y an de prestar los homenatges al Rey, y los homenatges que la Ciutat preste al Señor Archabisbe són de Corpore et de honore, al deu de setembre, 1373». El pergamino al que alude el antiguo catálogo se encuentra, actualmente, en un estado de conservación bastante deplorable; responde a la signatura: AHCT, FM, perg. 76. 10 Sirvan como ejemplo la carta enviada por el Ceremonioso a los cónsules, prohombres y demás habitantes de Tarragona, emitida el 28 de diciembre de 1373 —que se transcribe parcialmente en la «Introducción»—, conservada en el AHN, Cl, catedral de Tarragona, pergaminos (carpeta 2878), n.º 11 y de la que existen traslados posteriores custodiados en el AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 7/10, f. 2r-v, y 7/11 (Cf. Repertori Municipal, 1683, cajón III, doc. 34); o la que dirigió al vicario general del arzobispo, tras haber excomulgado y desposeído del cargo a su veguer: «Lo rey. Nós havem vists et fets regonèxer en nostre Consell los processes que vós havets fets per vostra temeritat sens algun dret et justícia contra lo nostre veguer et alguns singulars de Terragona, et sobre açò havem fet apel·lar et oyr l’Archabisbe de Terragona, qui és en nostra Cort present, et sos advocats els havem hoyts; e són estats vists tals et tant folls et fats vostres processes que per lo dit Archabisbe ne neguns no·s són puguts defendre ne rahonar et, si no fos per reverència de Déu et de la Santa Església, la quals Nós, axí com a catòlich Príncep, honram et temem, Nós faerem tal procés contra vós que tota la follia que havets feta compràrets bé. Màs, aquesta vegada, havem acordat, a supplicació de mossèn de Leyda et d’altres de nostre Consell, de passar en aquest fet benignament; però dehim-vos et manam que, d’aquí avant, semblants processes no façats, si no bé us prometem et volem hajats per ferm que si·l contrari fets, ço que no creem, Nós ne farem tal càstich et punició que serà a tots altres exemple et terror. E açò us volem notificar per tal que no pugats ignorància al·legar. Dada en Barchinona, sots nostre segell secret, a XVI dies d’octubre del any M CCC LXXIII. Rex Petrus. Dominus rex missit signaturam. Fuit directa officiali Archiepiscopi Terracone» (ACA, C, reg. 1238, f. 56v. Cf. P. de Bofarull, CoDoInACA, vol. VI, pp. 365-366). Haciendo caso omiso de las amonestaciones del rey, el vicario general dictó varias censuras contra los cónsules de Tarragona por haber expresado su disconformidad contra la elección de Pere Ramon —antiguo procurador fiscal del arzobispo— como veguer del prelado, a quien no querían reconocer como tal; por haber dado cuenta de las imposiciones de la ciudad ante el maestre racional del rey en lugar de hacerlo ante la Curia eclesiástica; por haber hecho pregonar por la ciudad —con el amparo del veguer real— ciertos preceptos del so-
elecciones, ligas y partidos municipales
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Con el fin de reafirmarse en su arriesgada decisión y lograr una protección más decidida del monarca ante la nueva situación planteada, el día 8 de junio de 1374, el Consejo general del municipio acordó enviar unos mensajeros ante la Corte real para manifestar al soberano que la ciudad se consideraba absolutamente desligada de su fidelidad con la Mitra, expresándole su deseo de ser únicamente vasallos reales y solicitándole que, con la mayor brevedad posible, pudieran prestarle el debido juramento de homenaje. En un contexto particularmente delicado, debido a las presiones que ejercían en las fronteras de la Corona las tropas del infante de Mallorca y del rey de Castilla, Pedro IV de Aragón decidió no abandonar Barcelona, pero no dejó desatendidas las súplicas de sus súbditos tarraconenses, ya que, escasos días después de la audiencia mantenida con los emisarios de la ciudad, envió una carta a su consejero y lugarteniente en la gobernación de Catalunya, Ramon Alemany de Cervelló, indicándole que debía recibir el homenaje «de mano y de boca» por parte de los ciudadanos de Tarragona.11 De igual modo, ese mismo día, escribió otra misiva a los cónsules y prohombres tarraconenses solicitándoles que obedecieran al lugarteniente en todos aquellos asuntos que resultasen beneficiosos para la ciudad y su Campo.12 Transcurrido un mes, el 14 de julio de 1374, la Corona otorgaba un privilegio a los cónsules y prohombres de Tarragona mediante el cual la ciudad y sus habitantes podían gozar de las mismas gracias, favores, libertades e inmunidades que el resto de lugares de realengo catalanes13 y, a raíz de ello, el rey dirigía una nueva misiva a Ramon Alemany de Cervelló, a los vegueres, bailes y demás oficiales suyos, dándoles la orden de capturar y condenar a muerte a todos berano que, desde la perspectiva del vicario general, se consideraban profundamente lesivos para el señorío arzobispal; o por ordenar que el portal de la pavordía fuese tapiado (AHAT, PM, n.º 9, docs. 233, 234 y 235). 11 Sabemos que, a mediados de julio, los habitantes de Tarragona habían prestado ya su juramento de fidelidad al rey, pues así se afirma en una reunión del Consell que confirió poder suficiente a dos de sus miembros para que prestasen idéntico homenaje en nombre de los ciudadanos ausentes: «És determenat que sia fet sindicat bastant a·n Bernat Erboçar e a·n Jacme Martí, quisque eorum insolidum, de fer homenatge en poder de mossèn en Ramon Alamany de Cerveyló, en nom de tots aquells qui són absents de la Ciutat, segons que los honrats cònsols e los altres ciutadans han fet» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [18.VII.1374], f. 2v). Asimismo, goza de un especial interés el caso de Bernat de Morelló, quien había sido durante años doméstico del arzobispo y que, tras prestar el homenaje de fidelidad, pasó a convertirse en un hombre de confianza de la casa del monarca. El texto de su juramento se conserva íntegro, transcrito como parte de una carta que el rey envió a su lugarteniente el 13 de octubre de 1374, informándole de lo sucedido (AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 1/11, f. 2r-v). 12 Debido a la importancia de la misión confiada, y mediante el envío de otra misiva, fechada ese mismo día, el rey informó a su hijo Juan de la decisión que había adoptado. La carta del monarca a su lugarteniente, la enviada a su primogénito y la dirigida a los cónsules de Tarragona se conservan gracias al traslado que de ellas hizo el notario Gaspar Amat en 1521 (Idem). 13 AHCT, FM, perg. 318. Existen, del mismo documento, dos traslados posteriores: perg. 319 [6. VI.1375] y 320 [4.II.1496].
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los que, no respetando el juramento de vasallaje que le habían prestado, se dedicaban a difamar a los cónsules, erigiéndose como sus más acérrimos detractores.14 La estrategia arzobispal: la excomunión como arma de deslegitimación política
Siendo especialmente desfavorable la coyuntura para los partidarios del señorío eclesiástico, algunos de ellos huyeron, mientras que otros, negándose a cumplir con los dictámenes del gobernador general, fueron sometidos al destierro o, incluso, a la pena capital. Fue a partir de entonces cuando dichos «bandejats» empezaron a organizarse, ayudados por algunos «hombres de mala vida» y los «hombres de la casa del arzobispo», para espiar, amenazar y atacar a ciertos ciudadanos con el fin de lograr recuperar su anterior estatus, lo que llevó a los representantes del poder municipal a expresar su creciente preocupación ante las posibles represalias, creando una comisión ad hoc que, con la ayuda de los cónsules, disponiendo de todos los ciudadanos armados que requiriesen y contando con el beneplácito de la Corte vicarial, llevase a cabo las acciones necesarias para detener a los «malechores» y someterlos a un castigo ejemplar.15 Por su parte, ante un escenario tan adverso para sus propios intereses, el arzobispo formuló una enérgica protesta contra el juramento de vasallaje que los cónsules, «consellers» y algunos otros ciudadanos de Tarragona habían prestado al soberano. El día 15 de junio de 1374, su notario irrumpió en la Sala de la Ciudad mientras se estaba celebrando una sesión del Consejo y, en nombre del prelado, ordenó que no se cumplieran los dictámenes del rey ni 14 AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 21/1 (Cf. Repertori Municipal, 1683, cajón I, doc. 18). Del mismo documento se conserva otra copia bajo la signatura: AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 7/10, ff. 2v-3v. Poco antes, el monarca ya había dispuesto, en una carta enviada a sus funcionarios, «que los oficials del Señor Archabisbe no·s puguen entremetre en cosas del govern de la Ciutat» (Cf. Repertori Municipal, 1683, cajón I, doc. 22). 15 «Com alguns bandejats de la Ciutat e de la Vegueria e hòmens de mala vida estiguen contínuament al loch de Constantí e, segons que·s diu, facen sovén aguayts dins lo terme de la dita Ciutat per dampnifficar los ciutadans e habitants en aquella, e açò seria gran dampnatge e evident prejudici, que negú estrany dampnifficàs algú de la Ciutat, fo comenat als discrets Bernat Manresa, a·n Pere Sabater, a·n Jacme Martí e a·n Ferrer Alamany que sobre lo dit fet façen aquelles provisions que s’i merexen o a ells serà vist fahedor. E que los honrats cònsols los donen consell, favor e ajuda en lo dit fet e que, de continent que ells hauran mester o demanaran alguns de la Ciutat per ajudà a pendre los dits malsfeytós, que, encontinent, sien apparellats ab ses armes per pendre los dits malsfeytós, ab licència de la Cort […] e açò per tal com serà profit de tota la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [6.IX.1374], f. 12r). Pocos días más tarde, volverá a insistirse en la necesidad de perseguir y castigar a quienes amenazaban la seguridad de la ciudad, afirmándose específicamente que se trataba de «alguns hòmens bandejats de la Ciutat e hòmens de Casa l’Arcabisbe» (Ibidem [12.IX.1374], f. 13r).
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de sus diputados bajo pena de incurrir en felonía.16 A partir de entonces, y actuando en alianza con sus representantes, decidió llevar a la práctica sus amenazas y recurrir al uso de una de sus principales armas, declarando la excomunión a toda persona que actuase de acuerdo con los preceptos regios —determinación que afectó directamente a algunos cónsules y a otros oficiales ciudadanos—,17 lo que generó que se desataran varios escándalos en la ciudad.18 El objetivo perseguido era lograr la deslegitimación del nuevo gobierno municipal, pues el vicario general se negó, reiteradamente, a recibir el juramento de fidelidad de los cónsules recién elegidos y lograr así un mayor manejo sobre las principales instituciones del regimiento urbano, situando a su cabeza a personas afines a su causa. 16 Protestatio facta consulibus et vicariis Tarracone ne obediant litteris Regis vel commissariis ab eo deputatis ad recipienda homagia ut dominus civitatis (AHAT, PM, n.º 9, doc. 237). 17 Las quejas de los ciudadanos ante la actitud del arzobispo no se hicieron esperar. Una muestra clara de sus denuncias se puede ver en la sesión del Consejo general celebrado el día de santa Tecla de 1374, fiesta de la patrona de la ciudad: «Lo Archabisbe contra ciutadans. Primerament, és estat acordat, deffinit e determenat en l’honrat Consell que, com lo senyor Archabisbe, no contrestant molts e diverses prejudicis, injúries e greuges que ell e sos officials, contínuament, han fets e fan a la Ciutat, e ara, novellament, hajen fets denunciar en la trona de la Seu, per lo parroquial, molt e diverses vets contra tots los ciutadans de la Ciutat, ultra aquells que ja havien denunciats per vedats, sens alguna rahó, [...] e noresmenys, hajen denunciats en la dita trona, de part del dit senyor Archabisbe, alguns fets tocants la fe dels ciutadans de la Ciutat e dels singulars d’aquella; e axí matex, lo dit senyor Archabisbe haja fetes letres al senyor Rey, en les quals, entre les altres coses, li haja escrit que los ciutadans de Tarragona, contra lur fe, prejudiquen e fan prejudicis contra lo dit senyor Archabisbe e l’Asglésia de Terragona, les quals coses, parlant ab honor sua, no són veres ni contenen veritat, car los ciutadans de la dita Ciutat no han acustumat de fer aytals coses; perquè és estat del·liberat que vajen missatgers, de part de la dita Ciutat, al senyor Rey per escusar e defendre aquest fet. E noresmenys, que li espliquen tot ço que s’és fet e denunciat per lo parroquial en la dita Seu contra ell e contra tots los ciutadans de la dita Ciutat, e que li plàcia que de les dites oppressions nos vulla defendre» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [23. IX.1374], f. 15v). 18 De los que dio sobrada constancia el canónigo J. Blanch en su Arxiepiscopologi, vol. II, pp. 64 y 65: «Lo Archebisbe [...] no volgué absoldre als que avie excomunicat, ans los aggravava e reaggravava tot sovint. Y també publicà per excomunicats los cònsols y ciutadans perquè avien prestat lo sagrament de homenatge al Rey, y tampoc los volgué absoldre; y, estant d’esta manera irritats los de la Ciutat de vèurer-se axí excomunicats, y tenint-se ja per vassalls del Rey y no de la Iglésia, feren un statut que totas las terras, casas y altras cosas que per herència, llegat o altres dexas arribarian a ser de la Iglésia, hi arribassen ab sas càrrechs de pagar drets, sisas e imposicions, com antes que fossen de la Iglésia, y per fer més befa a l’Archebisbe, la feren ab trompetes y tabals publicar per la Ciutat. Arribat a notícia de l’Archebisbe, manà a l’endemà que li portaren una cadira al Pla de la Seu, y assentat allí públicament, en ella féu sercar lo trompeter per a fer una altra crida en revocació de aquell estatut, perquè ere en contra la llibertat eclesiàstica. Al veure allí lo Archebisbe, tot lo poble acudí a veure què intentave fer, y sabuda la causa, feren amagar lo trompeter y no·s trobà sinó un home que tocave un anyafil, al qual féu venir devant de sí, y a la que volia comensar a sonar per a fer la crida, lo veguer del Rey li prengué lo instrument y no volgué que la fes. Lo sacristà de la Seu, que ere lo sobredit Anglesola, vent la descortesia, se agafà ab lo veguer per a fer-la-y tornar, y forcejant los dos se rompé, quedant cada hu ab son tros. Los de la Ciutat, vent açò, llansaren mà a les armes, cridant: ‘Muyra lo Archabisbe!’, lo qual, vent que de tot se li perdia lo respecte, per temor no li fessen algun agravi, se n’entrà a la Seu y, per la porta del claustre, se’n pujà a la pabordia y, de allí, per la porta falsa, se n’anà a Gostantí. Los de la Ciutat, vent-lo fora, li assaltaren lo castell, al qual saquejaren, li cremaren lo archiu i li feren molts altres agravis».
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La primera vez que, según la documentación conservada, se puede constatar una situación de estas características tuvo lugar tras las elecciones de junio de 1374. Siguiendo con la costumbre, los nuevos rectores del gobierno de la república, antes de iniciar su mandato, debían presentarse ante el arzobispo o su representante legal para jurar lealtad. Así lo hicieron Joan Sabater, Francesc Foguet y Guillem Solzina, acompañados por los cónsules salientes, pero el vicario general, Bernat Terré, les respondió que, antes de aceptar la recepción de su juramento de fidelidad y concederles su consentimiento para el desempeño de las funciones de gobierno, debía consultarlo previamente con el arzobispo. Dicha respuesta provocó la inmediata protesta de los cónsules, pero sus consecuencias se extenderían a lo largo del tiempo, pues los regidores recién elegidos emprendieron su mandato sin tal autorización y ello desató nuevas tensiones en el seno de la política municipal.19 Al problema de los ataques de los desterrados y defensores del señorío arzobispal se le sumó la amenaza de conquista del Principado por parte de las compañías provenientes del Rosellón, lo que obligó a la ciudad a organizarse para hacer frente a un posible asedio. Ante tal situación, los responsables del gobierno urbano decidieron destinar todos sus esfuerzos a garantizar la seguridad frente al enemigo, tanto interior como exterior. Para ello, determinaron enviar unos mensajeros al rey solicitándole que nombrase un «capità de la Ciutat, qui la regesca ara, en aquest cas de guerra»;20 decidieron impulsar la 19 La presentación de los cónsules ante el vicario general y sus respectivas respuestas se conservan en un acta notarial fechada el 17 de julio de 1374 (AHCT, FM, perg. 498), cuyas partes de mayor interés son las que se transcriben a continuación: «Mossèn lo vicari. Ara novellament en Conseyl general, axí com és acustumat de fer, foren elegits e creats en cònsols per l’any present los honrats en Johan Çabater, en Francesch Foguet e en Guillem Solzina, ciutadans de Tarragona. E com sia acustumat que abans que· ls cònsols novells usassen o començassen a usar de lur consolat devien ésser presentats al senyor Archabisbe o a son vicari per rebre lo sagrament que era acostumat de fer, per ço, senyor, nosaltres som venguts ara ací devant vós e presentam-vos los dits honrats en Johan Çabater, Francesch Foguet e en Guillem Solzina, elets e creats en cònsols, requirents-vos que us plàcia de pendre o rebre d’els lo segrament que era acostumat de fer, quar ells són prests e apparellats de fer-lo sus ara en continent. Quibus verbis prolatis incontinenti dictus dominus vicarius verbo respondit quod de hiis ipse consultabit dominum Archiepiscopum et [...] ipse respondebit eis. [...] Consules verbo protestaverunt [...]». Para comprender la actitud del Consejo ante una situación tan confusa, resulta especialmente ilustrativa la decisión adoptada en la sesión celebrada el día siguiente, en la que se planteó que «tot lo dit honrat Consell dóna plen poder als cònsols, ço és, als honrats en Bernat Manresa e a·n Bernat Erboçar, de tractar e fer, ab un síndich ensemps, tot ço que a ells serà vist fahedor sobre lo fet de la presentació del segrament dels cònsols novells. E lo dit Consell ha per ferm tot ço que ells faran. E que si los dits cònsols troben de Conseyl que los cònsols novells puxen usar ab lo síndich, que lo dit Conseyl los dóna plen poder de usar» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [18.VII.1374], f. 2v). 20 Dicha figura no era nueva, pues un mes antes, cuando ya se había alertado de las amenazas que suponían las «companyes qui vénen vers les parts de França, qui de nit e dia se forcen de entrar en Cathalunya», el rey Pedro había dispuesto que «mossèn en Johan d’Ulzinelles fos capità de la Ciutat e del Camp», pero como fue llamado a acudir a la frontera del Rosellón, «ara, novellament, lo dit senyor Rey haja proveït de la dita capitania l’onrat miçer Guillem Miquel», cuyo principal cometido fue asegurar «lo fortifficament e la restauració de la dita Ciutat» mediante la elaboración de unos capítulos que fueron aprobados, «unanimiter», por el Consejo municipal. Teniendo en cuenta que, transcurridas unas pocas
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mejora de las fortificaciones —obligando a los ciudadanos a contribuir en la obra, tanto en los trabajos de reconstrucción como en los gastos que esta acarrease, disponiendo que quienes contasen con moneda la prestasen y estableciendo nuevos impuestos sobre los habitantes de otros lugares de la veguería que poseyeran tierras y bienes en la capital y su territorio—; se preocuparon por asegurar el abastecimiento de trigo —la necesidad de grano era tan apremiante que se forzó a los ciudadanos a prestar dinero y, en caso de no disponer de él, a entregar sus bienes, sobre todo la plata—; o la adecuada distribución de las armas entre los habitantes —para asegurarse de que todos pudiesen defenderse, se decretó que quienes tuviesen más de un arma prestasen las sobrantes a los que no dispusieran de ellas—.21 Con la muerte de Jaime IV de Mallorca, a principios de 1375, y la ratificación de la paz con Castilla, pocos meses después, la amenaza exterior remitió, pero las luchas internas no hicieron más que agravarse, a pesar de los continuos intentos del pontífice, Gregorio XI, para que el arzobispo y el rey se avinieran. De hecho, la convulsión llegó a adquirir tal gravedad que, antes de finalizar el mandato consular de Sabater, Foguet y Solzina, el día 2 de mayo de 1375, se desató un tumulto popular cuya principal consecuencia fue la designación, «contra ús e costum antich de la Ciutat», de otras tres personas como cónsules:22 Die mercurij, secunda die menssis madij, anno predicto [1375], coram hospitio venerabilis camerarij Sedis Terracone, fuerunt congregati venerabiles infrascripti per magnis et arduis negotijs civitatem Terracone, privilegia, franquitates et libertates eiusdem diversi mode tangentibus, et specialiter super quadam concitatione populi que hijs diebus fuit facta per aliquos de civitate predicta, in qua concitatione populi crearunt consules. semanas, los gobernantes municipales elevaron una nueva petición a la monarquía para que nombrase a otro capitán de la ciudad, todo apunta a que el cargo dejaba de desempeñarse cuando el peligro remitía y que, en esta ocasión, la proclamación no podía recaer sobre Guillem Miquel, pues había sido elegido por el rey como su procurador en Tarragona. 21 AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [23.IX.1374], f. 16r-v. 22 Ibidem [2.V.1375], f. 42r. Es oportuno recordar aquí que, un par de meses antes, en el marco de las Cortes generales de Lleida, el monarca y el prelado, por la intervención del delegado apostólico, Martí de Santdionís, y la presión de los cardenales que se habían puesto de parte del patriarca de Antioquía, establecieron un convenio mediante el cual el dominio directo sobre Tarragona volvía a pasar a manos de la Iglesia, sin que por ello perdieran vigencia los privilegios y franquicias otorgados anteriormente por sus señores. Si algo caracterizó tal acuerdo fue su enorme fragilidad, pues los acontecimientos posteriores demuestran que el rey, más allá de la coyuntural necesidad de «obedecer al Santo Padre Gegorio y complazer á la Corte que se havía atravesado», siguió insistiendo en su voluntad de hacerse con el control absoluto de la ciudad. Véase AHAT, PM, n.º 9, doc. 241 (Præsentatio facta consulibus de quadam littera Regia directa Raymundo Aleman de Cervelo, coetenisque suis officialibus, ut revocarent omnia procedimenta per eos facta vigore commissionis illis data nempe quod revocarent homagia quia haec ipsa Rex revocabat, hominesque absolvebat ab homagio sibi praestito ad praeces Gregorii 11, anno 1375).
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La respuesta del Consell ante las proclamaciones de Duran Martí, Bernat Joan y Ramon Aleu —quienes habían sido designados sin respetar el procedimiento electoral habitual— fue tajante: «los quals lo dit Consell espressament revocha e ha per revocats [...] no contrestant la elecció e creació que d’aquests dits fo feta».23 En esa misma sesión, se determinó que, por parte de la ciudad, fuese solicitado de nuevo al vicario general que recibiera el juramento de los cónsules legítimos y que no considerase la proclamación de los elegidos a raíz de la algarada que había tenido lugar unas horas antes. La respuesta del vicario fue negativa, por lo que se levantaron nuevas protestas. Todos los miembros del Consejo, acompañados por otros ciudadanos, se personaron ante la Corte de los vegueres, solicitándoles que fuesen ellos quienes concedieran a los cónsules la plena legitimidad de la que habían carecido durante gran parte de su mandato. Fue entonces cuando el veguer del rey, Bernat Manresa, decidió acompañar a los representantes de la ciudad hasta la Sala del Consell y allí cumplir con su demanda, pues «mès en possessió los dits honrats cònsols». A continuación, estos, junto con las personas que asistieron al acto, celebraron una nueva reunión cuyo primer y más relevante acuerdo fue la revocación de un llamamiento realizado unos días atrás por el cual se declaraban inhábiles los síndicos, procuradores y demás personas que ocupasen un oficio municipal, reafirmándose todos sus puestos y confiriéndose plena validez a todos los actos, deliberaciones, pleitos y órdenes llevados a cabo desde que inició su consulado.24 Si bien no se precisan los detalles concretos del alboroto popular que desembocó en los nombramientos de Martí, Joan y Aleu, resulta lógico deducir que estos tres personajes —junto con los ciudadanos que les dieron su apoyo— eran partidarios del señorío eclesiástico de Tarragona. Se pueden encontrar distintas pruebas confirmatorias de tal hipótesis en varios sucesos acaecidos con posterioridad, dado que sus nombres van a figurar entre la relación de ciudadanos que, pasados algunos meses y guiados por los vicarios generales y el veguer del arzobispo, irrumpieron por la fuerza en la Casa de la ciudad y celebraron un subsiguiente Consejo ilegal.25 Además, Duran Martí fue acusado por sus conciudadanos de haber atacado al veguer real, Bernat Manresa, reteniéndole en el castillo del monarca y haciendo pregonar por la ciudad que nadie le tuviese por veguer ni obedeciese sus órdenes, bajo penas corporales y AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [2.V.1375], f. 42v. Ibidem, ff. 42v-43v. 25 Se conserva el acta notarial que atestigua la presentación de una cédula de protesta que los cónsules entregaron a los vicarios generales y a los vegueres porque el día 2 de diciembre de 1375, bajo las órdenes de Galceran d’Anglesola, se rompieron las cerraduras de la Casa de la ciudad para la celebración de un Consejo que reunió, exclusivamente, a los partidarios o familiares del arzobispo, recluyendo a los cónsules legítimos y a los partidarios de la causa real en el castillo del monarca: AHCT, FM, perg. 75. 23 24
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de haberes26 o de aprovecharse de la mensajería a Aviñón para actuar en connivencia con el arzobispo en vez de presentar ante el papa las denuncias que la ciudad había acordado interponer contra él, motivo por el cual fue despojado de su sindicato.27 Quizá por ello, en 1377, va a ser el elegido por el prelado para convertirse en su veguer, una proclamación que va a comportar una intensa resistencia por parte de los cónsules,28 provocando la implicación directa del propio monarca, quien escribió al veguer arzobispal anterior, Berenguer de Requesens, para informarle de que había solicitado a los cónsules que no le aceptasen y al vicario general y al cabildo que revocaran su nombramiento, debido a su involucración en distintos crímenes, como el ataque armado y asedio en el castillo real de su veguer, Bernat Manresa; por todo ello, insta a Requesens a permanecer en el cargo hasta que no sea nombrada una persona idónea para ocuparlo.29 Aprovechándose de esta situación de inestabilidad institucional, Duran Martí, poco antes de la celebración de las elecciones de 1377, instigó una nueva brega que debería ser protagonizada por una gran multitud de pescadores, hortelanos, sastres, zapateros, abogados y procuradores del arzobispo y otros partidarios de su causa, cuyo principal cometido sería la elección de los nuevos cargos del gobierno ciudadano sin contar con la participación de los cónsules salientes.30 Al margen de los altercados protagonizados por Martí, a finales de junio de 1375, se celebraron unas nuevas elecciones consulares de las que salieron proclamados Simó Llorenç, Berenguer Gibert y Joan Salmònia. Al parecer, la presión de los representantes del arzobispo contra ellos fue todavía mayor 26 Las fuentes hablan de un ataque perpetrado a traición por Duran Martí, Bartomeu Peris y sus cómplices (las fuentes hablan de unos 80 hombres armados) contra el oficial del monarca. Véase, al respecto: AHCT, FM, perg. 83 y 394. Asimismo, el citado llamamiento se transcribe en otro proceso conservado en el Archivo de la Corona de Aragón: «Ara ojats que us fa saber la Senyoria, per part del senyor Archabisbe, que null hom no tenga per veguer en Bernat Manresa, sots pena de cors e d’aver» (ACA, C, PF, leg. 122, exp. 12, f. 38r). 27 En el pleno del Consell fue acordado que «com en Duran Martí, estant en Avinyó, haja fetes diverses manleutes, les quals se són fetes despuys que ell fo revocat del sindicat, e axí matex haja fetes moltes e diverses messions extraordinàries, les quals manleutes e despeses la Ciutat no deu pagar; per ço, és determenat que los honrats cònsols requiren los veguers e façen instància en los dits fets, segons lo procés que per aquesta rahó, en la Cort dels dits veguers, se mena» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [25.V.1375], f. 46r). 28 El 20 de junio de 1377, los cónsules presentaron un cédula en papel a Guillem Bosom, arcediano de Sant Llorenç y vicario general, así como al Capítulo catedralicio, solicitando que no se hiciese oficial el nombramiento de Duran Martí como veguer arzobispal, por pronunciar palabras ofensivas contra ellos y a causa de la acusación que pesaba sobre él de haber tomado para sí dinero de la ciudad mientras disfrutó del cargo de síndico municipal (AHCT, FM, perg. 82). No era la primera vez que los cónsules y demás miembros del Consell se oponían al nombramiento del veguer arzobispal. Además del caso, ya planteado, de Pere Ramon, tampoco estuvo exento de polémica el nombramiento de Simó de Quinsac, quien ocupó dicho honor hasta 1375 (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [25.V.1375], f. 45v). 29 AHCT, FM, perg. 394. Asimismo, me remito al testimonio de los propios protagonistas en la investigación sobre el «hecho de Tarragona» (vid. infra). 30 AHCT, FM, perg. 552.
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que en el año precedente. Lo cierto es que, durante los meses que siguieron a dichos comicios, en cada sesión del Consejo general que se celebró, continúan figurando como cónsules Joan Sabater, Francesc Foguet y Guillem Solzina. Dicha irregularidad preocupaba a los representantes de la ciudad y ello explicaría que, de forma habitual, se intentase buscar una solución que pusiera fin a la inestabilidad política urbana.31 Pero además, y como se va a poder comprobar a continuación, el propio rey se implicará directamente en la resolución de este asunto, procurando también su propio beneficio. Desgraciadamente, no puede seguirse con detalle la sucesión de los acontecimientos a través de los registros municipales, pues las actas de las deliberaciones y acuerdos adoptados entre finales de 1375 y mediados de 1378 no se han conservado. Sin embargo, atendiendo a una noticia indirecta, se puede comprobar hasta qué punto la información que dichos volúmenes contenían resultaría fundamental para el tema que nos ocupa:32 La letra del Rey en Pere manant als veguers que dexassen regir los cònsols impedits per los officials del Archabisbe, que eren stats elegits a Sant Joan, dat-se·n Barcelona, lo primer de octubre M CCC LXXV; és en la scrivania comuna de Tarragona, insertada en lo libre de la Ciutat y, en lo any següent, M CCC LXXVI, hi ha en dit libre de la Ciutat grans protests i excomunicacions contra los cònsols. La qüestió d’en Duran Martí, que no·l volien admetre en veguer del Archabisbe y los actes sobre aquests fets són en dit libre de la Ciutat, en dita srivania comuna, any de juliol M CCC LXXVII.
De acuerdo con las noticias que se desprenden del citado documento, el día 1 de octubre de 1375, el monarca escribió al lugarteniente de su veguer en Tarragona, el caballero Berenguer de Requesens i Montoliu ordenándole que dejase ejercer el gobierno libremente a los cónsules creados el domingo anterior a la pasada fiesta de san Juan, pues habían sido elegidos «in concordia juxta morem solitum et antiqum». En el transcurso del mes, Pedro el Ceremonioso insistió hasta tres veces en este precepto mediante distintas cartas que, con el paso del tiempo, iban adquiriendo un tono cada vez más amenazante. La situación no era fácil de resolver, pues cada una de las partes se consideraba agraviada en distintos momentos de un proceso prolongado en el tiempo. Conviene recordar que los cónsules de 1374 y 1375 solo contaron 31 Un claro ejemplo de ello se encuentra en la siguiente proposición pronunciada durante una sesión del Consell: «Senyors, tuyt sabets la qüestió que és entre lo Senyor e la Ciutat, e ha molt de temps que dura, e tantes bones persones, diverses vegades, no s’i a meses que ho hajen pogut levar de carrera. Ara, novellament, per lo contrast que era de la recepció dels cònsols novellament creats, dues bones persones són-se meses entre los vicaris del dit senyor Archabisbe e la Ciutat dient que, ab la ajuda de Déu, a breus dies ells lavaran totes les qüestions de carrera. E axí, senyors, provehist-hi, en manera que del fet se seguesca pau e amistat» (AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [6.VII.1375], f. 51v). 32 AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 7/14, f. 1v.
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con el consentimiento del veguer real y que, precisamente por ello, el arzobispo y sus representantes no les reconocieron como legítimos, ni a ellos ni a sus sucesores, a pesar de los intentos que se emprendieron para que «se seguesca avinença e amistat […] entre los senyor Archabisbe e la Ciutat».33 La complejidad del problema se incrementó cuando el monarca tomó claro partido a favor de estos últimos y su veguer, Pere d’Avinyó, se encontraba ausente de la ciudad, actuando en su nombre el veguer arzobispal, afín a las demandas del prelado y de sus vicarios generales (los arcedianos de san Lorenzo y san Fructuoso).34 Ante tal confusión, se intentó llegar a una solución pactada según la cual Berenguer de Requesens, en nombre propio y de acuerdo con el vicario general, propuso a los cónsules “en funciones” que se vetase el acceso al consulado tan solo a Simó Llorenç, debido a su excomunión, al tiempo que se aceptaba el regimiento de los otros dos cónsules elegidos medio año atrás (Berenguer Gibert y Joan Salmònia), mientras que el puesto vacante podría ser ocupado por otras dos personas a elegir. Los cónsules elevaron la propuesta al Consejo general y, tras varias deliberaciones, los representantes ciudadanos acordaron negarse en redondo a aceptar tal resolución, pues la consideraron una agresión contra los privilegios, usos, costumbres y franquicias de Tarragona, insistiendo en que Simó Llorenç había sido elegido cónsul por la ciudad «bé e legítimament, ab pau e ab concòrdia».35 Todo apunta a que tal respuesta no satisfizo en absoluto a los poderes eclesiásticos tarraconenses, puesto que, pocas horas después de haberse conocido los acuerdos adoptados por el municipio, los vicarios generales, Galceran d’Anglesola y Guillem Bosom, junto con el veguer del arzobispo y lugarteniente del veguer real, Berenguer Requesens de Montoliu, dieron la orden de forzar las cerraduras de la Casa de la ciudad para celebrar un Consejo constituido por los partidarios o familiares del arzobispo, acompañados por algunos ciudadanos.36 Su objetivo estaba claro: atacar los intereses del AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [6.VII.1375], f. 52r. Consúltese el apéndice 15. 35 Ibidem, [1.XII.1375], f. 67r. 36 Así lo denunciaron los cónsules a través de una cédula de protesta en papel que fue presentada a los vicarios generales y a los vegueres de la ciudad. El acta notarial que recoge la relación fehaciente de este suceso fue redactada en Tarragona a 5 de diciembre de 1375 y se conserva bajo la signatura: AHCT, FM, perg. 75. «Scriptum est quod consensus spontaneus locum non habet ubi metus et coactio vendicant sibi locum ut in causa seu causibus infrascriptis fuit secutum. Sicque certum, notorium et manifestum quod die domenica de mane, secunda die presentis mensis decembris anno presenti, metu iussu et coactione nobilis viri domini Galcerandi de Angularia, archidiaconi Sancti Fructuosi in Ecclesia Terracone ac vicarii generalis rev. patris Archiepiscopi Terracone et hon. Guillermi Boshom, archidiaconi Sancti Laurenti, convicarii cum eodem nobili et hon. Berengari de Requesen, militis, vicarii dicti domini Archiepiscopi et locumtenentem hon. viri domini Petri de Avinione vicarii illustrissimi domini Regis absentis. Necnon ven. Bernardum de Bacho, judicio generalis appellationum ac procuratoris generalis eiusdem domini administratoris aliqui habitatoris et civis dicte civitatis accesserunt ad hospicium comune dicte civitatis et cum essent janue clause et cum clave clausuram sive tancaduram ipsius hospicii fregerunt per 33 34
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rey en la ciudad.37 Aun sin poder precisar exactamente cómo se fueron sucediendo los acontecimientos, existe un acta notarial fechada el 25 de junio de 1376 que demuestra que, a pesar de todos los altercados, el excónsul que fue a presentar —como portavoz de los salientes— a los nuevos cónsules ante el vicario general, Guillem Bosom, para que recibiera su juramento fue, precisamente, Simó Llorenç. Sus palabras resultan sumamente interesantes, pues, más allá de acudir a las fórmulas que tal ceremonia regía, le recuerda al representante arzobispal que ya en dos ocasiones pasadas se había negado a admitir dicho homenaje y que entendía que si esa misma situación volvía a repetirse por tercera vez, la costumbre les eximiría de jurar fidelidad ante la autoridad arzobispal en el futuro. A pesar de las advertencias, el vicario general aceptó el nombramiento de Joan de Torres y de Mateu Ferrer, pero se negó a recibir el juramento de Pere Sobirà por tratarse de otro ciudadano excomulgado:38 Mossèn lo vicari. Digmenge prop passat, en Consell general, axí com és acustumat, foren elegits e creats en cònsols per l’any present los honrats en Johan de Torres, Matheu Ferrer e en Pere Sobirà, ciutadans de Tarragona. On com fos acustumat que·ls cònsols novells, abans que usassen ho començassen ussar de lur consolat, deuen ésser presentats al senyor Archabisbe o a son vicari per reebre lo sevim qua fracta fuerunt congregati in aula dicti hospicii ubi est assuetum negocia civitatis pertractare et consilia celebrare colore [...] consulum inhibi pro communi utilitate celebrare venerabilibus dicte civitatis Terracone minime vocatis nec petitis ut decet immo absentibus. Et sic ut predicitur congregatis cum alieno scriptore et dimiso scriptorem consulatus [...] contra privilegia, libertates et immunitates et statuta ipsius civitatis ordinarunt in quantum in eis fuit procuratores, regitores, administratores et bonorum communitatis dicte civitatis distributores. Videlicet Berengarium de Figuerola qui debet et renetur refundere seu tornare plurimas quantitates pecunie dicte civitati [...] et Simonem de Quinçacho, civem dicte civitatis, qui est domesticus et familiaris eiusdem domini Archiepiscopi, necnon fuit contrarius dicte civitati in pluribus causis signanter in causis quas dictus dominus Archiepiscopus habet cum dicta civitate. Et propter ista et plura alia fuit eidem de consilio dicte civitatis. Item, ordinarunt consiliarios inter alios Petrum Martini, notario, Bartholomeum Periç, Berengarium Ermengandi, Bartholomeum Albanelli, Petrum de Vilario, Johannem Messeguerii, Bernardum Johannis, Durandum Martini, Petrum Bonelli, Petrum Martorelli e non nullos alios. Qui omnes vel maior partis eorum sunt domestici, afines et familiares et etiam officiales eiusdem domini Archiepiscopi. Item, omnes supradicti fecerunt et de presenti faciunt partem in causis quas civitas habet cum aliquibus singularibus signanter in causa seu causis quas dictus dominus Archiepiscopus habet cum eadem civitatem. [...] Et quod de certo est predictum consilium fuit congregatum cum turba hominum armatorum quos secum duxerunt dicti nobilis vicarius generalis et dictus convicarius generalis et ven. Bernardus de Bacho, procurator generalis ad finem ut creditur quod si aliquis contradixisset [...] maximo ponitus scandalo». 37 Ante tal situación, el soberano respondió enviando una carta al arzobispo Clasquerí para que revocase todos los procesos iniciados por él y sus oficiales contra los reales y determinados ciudadanos afines a la causa del soberano (AHCT, FM, perg. 79); o, más adelante, con una nueva misiva que, redactada en Monzón el 2 de agosto de 1376, Pedro IV envió a los vicarios generales, al oficial arzobispal, Bernat de Santdionís, al juez general de apelaciones, Bernat de Bac, y al veguer del prelado, Berenguer Requesens de Montoliu, para que no se inmiscuyesen en las funciones del procurador real, Guillem Miquel, especialmente en lo referente a la percepción de derechos y rentas y en el ejercicio de la jurisdicción del rey (AHCT, FM, perg. 172). 38 AHCT, FM, perg. 69.
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grament que era acustumat de fer, per ço, senyor, nosaltres som venguts ara açí davant vós e presentam-vos los dits hòmens en Johan de Torres, Matheu Ferrer e Pere Sobirà, elets e creats en cònsols, requirents-vos que us plàcia de pendre o reebre d’ells lo segrament que era acustumat de fer, car ells són prests e apparallats de fer-lo sus ara en continent. E com ja haja passats dos anys que no havets volgut reebre lo dit segrament dels cònsols passats, e aquest sia lo terç, si rebre los recusats, confiam que, d’ací avant, no siam tenguts de venir davant lo senyor Archabisbe o vós o son vicari o altre official seu per semblant rahó. Quibus verbis sit parlatis incontinenti dictus dominus vicarius generalis respondens ad predicta dixit quod erat paratus recipere juramentum solitum prestari a venerabilis Johanne de Turribus et Matheo Ferrarii electus in consulibus [...] quod non reciperet instrumentum dicto Petro Sobira eo quia est publice excomunicatus et pro tali habetur et denuntiatur diu est.
En resumen, a pesar del vacío documental, se puede apreciar una dinámica que fue repitiéndose durante el periodo comprendido entre 1374 y 1377: con el pretexto de la excomunión que pesaba sobre alguno de los cónsules recientemente elegidos, el representante del poder eclesiástico tarraconense les negó la posibilidad de prestar su juramento de obediencia y de buena práctica de su mandato, un paso fundamental para tomar posesión del cargo y que antecedía a la formalización que de la proclamación realizaban los vegueres, anotando los nombres de los tres cónsules en los registros de su Corte. De este modo, la principal institución del gobierno ciudadano carecía de plena legitimidad de origen por no haber superado todos los trámites necesarios para acceder al regimiento (a pesar de que en alguna ocasión fuese el veguer real quien les concediese el beneplácito). Apro vechándose de tal irregularidad, los vicarios generales y el veguer arzobispal, actuando de común acuerdo, promovieron distintos levantamientos populares, destituciones de cargos públicos y elecciones ilegales con el fin de situar a la cabeza del municipio a las personas más próximas y fieles a los intereses del señorío eclesiástico. La creciente espiral de violencia acabó desembocando en los dramáticos acontecimientos sucedidos durante el verano de 1377. La contraofensiva real: el «factus Terrachonæ»
Por lo visto, las recurrentes amenazas del rey dirigidas a los representantes del arzobispo no causaron el efecto deseado, pues en ningún momento sirvieron para que estos se inhibieran lo más mínimo en su ataque directo contra los cónsules y «consellers» de Tarragona. El monarca, furioso con la situación, esperó el momento oportuno para cambiar de estrategia y actuar de un modo más directo y contundente. Tal ocasión se presentó pocos días antes de las elecciones consulares de 1377, cuando el rey fue informado de
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que el recientemente nombrado veguer arzobispal, Duran Martí, «temerario ductus spiritu», estaba concitando a determinados ciudadanos con el fin de desatar un tumulto popular durante la jornada electoral que lograse el bloqueo del procedimiento habitual y que le permitiera proclamar a los cón sules que considerase más favorables. Ante la noticia, el Ceremonioso respondió con celeridad enviando una carta a su veguer, Bernat Manresa, indicándole que, si realmente tenía lugar tal escándalo, capturase al veguer del arzobispo y que colgase a todos aquellos responsables de sostener dicho tumulto, sin posibilidad de obtener el amparo de la justicia. A modo de humillación pública, Martí debería ser encadenado de pies y manos, tirado con una cadena por el cuello y enviado ante el rey.39 Aun no pudiendo confirmar documentalmente qué fue exactamente lo sucedido durante dicha jornada, otras fuentes ofrecen suficientes indicios para pensar que la tensión, más que ceder, se incrementó. Pocas semanas después de las elecciones, el monarca exigía, de nuevo, a los vicarios generales y al veguer arzobispal que dejasen regir a los cónsules impedidos por la excomunión, pero las autoridades eclesiásticas tarraconenses hicieron caso omiso a dichos preceptos, lo que colmó la paciencia del soberano. La palabra cedió ante la violencia más desgarradora, pues las tan reiteradas como ineficaces advertencias dieron paso a una acción que sembró el terror en la ciudad. Corría la madrugada del día de santa María Magdalena (22 de julio), cuando una compañía de hombres armados con lanzas, paveses, dardos y ballestas, a pie y a caballo, irrumpieron en la ciudad de Tarragona con el fin de proclamar definitivamente a Duran Martí como veguer del arzobispo y «damnificar a algunos hombres de la ciudad».40 Al poco de haberse levantado de la cama, el veguer real, Bernat Manresa, fue informado de que «·CC· hòmens armats se són recollits en lo castell de l’Archabisbe per dampnificar los de la dita Ciutat e vós matex». Ante tal noticia, el oficial real hizo llamar al veguer arzobispal “en funciones”, Berenguer de Requesens, y una vez en su casa, mientras se proclamaba el somatén al grito de: «Via fos, via fos! Que companyes estranyes van per la Ciutat armats e encalcen aquells que troben!», acordaron armarse y reunir un grupo de gente La carta al veguer Manresa fue emitida el 18 de junio de 1377: ACHT, FM, perg. 552. Cabe recordar aquí que Duran Martí había sido elegido, un mes antes, para ocupar dicha dignidad, pero que, previamente a la toma de posesión oficial del cargo, fruto de las resistencias esgrimidas por los cónsules y las presiones del propio monarca, contando con el beneplácito del vicario general y el apoyo de la mayoría del cabildo, se decidió prolongar el mandato del caballero Berenguer de Requesens, a la espera de encontrar una persona que suscitase un mayor consenso entre las partes. Tomando las palabras del propio protagonista en su declaración, sabemos que «ell testimoni, qui era vaguer de l’Archabisbe e ragí la dita vagueria per una letra del senyor Rey en què li manave que no leixàs la dita vegueria per la Esgleya [fins] que de hom sufficient hi fos provehit, per tal com encara no·y havia altre vaguer...» (ACA, C, PF, leg. 145, exp. 1, f. 4r). 39 40
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suficiente que les acompañase a pie y a caballo. Mientras sonaba la campana del castillo del arzobispo, lugar donde, tras haber forzado sus puertas, se hicieron fuertes los rebeldes y proclamaron veguer arzobispal, de un modo totalmente irregular, a su cabecilla,41 varios ciudadanos se acercaban a la casa del veguer real alertándole de que Duran Martí y los suyos iban por la ciudad con las ballestas montadas, persiguiendo e hiriendo a quienes se cruzaban en su camino y exclamando: «Muyren los traydors! Hisquen los traydors!». Ambos vegueres, acompañados por los vecinos que se habían ido reuniendo, tomaron la calle de los Pintores y, saliendo por el rincón del Peso, ascendieron por la calle Mayor, divisando al fondo, sobre las escaleras de la catedral, a Duran Martí junto con otros cincuenta o sesenta hombres armados, muchos de los cuales seguían tomando lanzas y otras armas de la casa de Guillem Creixell, escribano de los cónsules. Viéndoles acercarse, los sublevados entraron en el castillo arzobispal, cerrando las puertas tras de sí. Para tratar de buscar una solución coordinada que pusiera fin al conflicto abierto, los vegueres y cuatro prohombres se reunieron en la catedral con el vicario general, Guillem Bosom, y otro oficial arzobispal, pero, a causa de ciertos desacuerdos, no se alcanzó ninguna determinación precisa. Fue entonces cuando, de nuevo en la plaza de la Sede, los representantes del municipio propusieron al veguer real que consintiese una negociación mediante la cual, si algunos de los invasores decidían rendirse, pudieran huir sin sufrir represalia alguna. A pesar de negarse en un primer momento, Manresa, finalmente, consintió que se llevase a cabo el parlamento. Joan d’Olzinelles, Simó Llorenç, en Torà y en Montsonís se acercaron al castillo del prelado y se les permitió el acceso a través de un portillo. Poco después, estando los vegueres y los ciudadanos que les acompañaban delante de la catedral, a la espera de conocer el resultado de las conversaciones, los del castillo empezaron a tirar piedras y a disparar con ballestas hacia la plaza, obligándoles a refugiarse en los soportales de la Cuartera.42 Ante tal respuesta, algunos hombres de la ciudad lograron acceder a la catedral a través de un hueco que había cerca del patio de la torre del pavorde y abrieron las puertas principales. El veguer real, alertado, preguntó qué estaba sucediendo y sus hombres le respondieron: «Senyor, nostres són!». El día estaba llegando a su fin y fue entonces cuando Bernat Manresa decidió dividir a sus seguidores en varios grupos. Ordenó a uno de los suyos que, acompañado por otros diez o doce, se quedasen en la catedral, contro «[...] per tal que aseguessen en lo banch dels vaguers en Duran Martí» (Idem). Berenguer Ferrer, médico de Vilafranca del Penedès, fue testigo presencial de estos acontecimientos y, en su declaración, los exponía de este modo: «E de sobre el portal, on se dehia que via canonges e capellans e companys lurs, tiraven ab pedres e ballestes contra lo dit en Manresa e los altres qui ab ell eran, si que no·ls jaquiran aturar en lo Pla ni davall la Quartera de sots los porxos que·y són» (Ibidem, f. 8r). 41 42
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lando las torres e impidiendo que nadie más pudiese acceder al templo; a otros les encargó que cerrasen con cadenas el portal de santa María y que pasasen la noche haciendo guardia cerca del hospital y del puerto, para evitar que nadie pudiese abandonar el castillo arzobispal sin haberse arrepentido previamente y recibido la pena correspondiente. Asimismo, los vegueres hicieron pregonar que todos los habitantes de la ciudad, preparados con sus armas, velasen durante toda la noche por los alrededores de la Cuartera, bajo pena de cuerpo y de haberes. La mañana siguiente, los responsables de las negociaciones pidieron al veguer real que permitiese abandonar el castillo sin escarmiento a los que quisieran irse pacíficamente, pero se mantuvo firme en su negación, dando lugar a un nuevo ataque de piedras y saetas que, esta vez, fue correspondido desde lo alto de la catedral, de donde se disparaban «grans canteras». Transcurrían las horas sin que la situación se volviese más favorable para ninguna de las partes contendientes, por lo que el veguer real, «haven sguart al gran scàndel que stave apparellat», decidió atender a las recomendaciones de los prohombres, quienes insistían en que los rebeldes acabarían por morir de inanición antes de poderles aplicar la justicia, por lo que Bernat Manresa ofreció la oportunidad, a los que se rindiesen, de abandonar el castillo voluntariamente, para someterse a juicio y recibir una pena moderada, aceptando la propuesta los hermanos Tamarit, gentes de Valls, del Pla y de Vilabella y hasta otros doscientos extraños que fueron atados con cuerdas y conducidos a la cárcel común. De nuevo, se volvió a ordenar que durante la noche se hiciesen guardias en torno al castillo, pues todavía permanecían en él algunas personas que no habían querido entregarse (el cabecilla de la revuelta, Duran Martí, junto con Bartomeu Peris, Bernat Joan, Pere Vilar, Bernat Bonell o Albert Sastre, entre otros). Tras la rendición de gran parte de sus defensores, Martí accedió a hablar directamente con Manresa y este le aseveró que «vertaderament, jamés no·s lavaria de la plassa ni d’aquelles parts, entrò que·ls hagués tots presos», rompiéndose así toda posibilidad de alcanzar una solución pactada al conflicto. El viernes por la mañana, alrededor de la hora tercia, el vicario del patriarca cambió de opinión y solicitó al veguer arzobispal que entrase en el castillo del prelado con el fin de detener y aprisionar a Duran Martí y a los que seguían ofreciendo resistencia, una determinación que fue consentida y celebrada por el veguer real. Sin contar apenas con efectivos ni con otro apoyo externo, los rebeldes se vieron forzados a ceder y fueron conducidos a la cárcel. Inmediatamente después de comer, se celebró una reunión extraordinaria del Consell que congregó a más de sesenta personas. Los cónsules solicitaron, mediante una mensajería, la presencia de los vegueres para deliberar
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conjuntamente sobre los altercados y las penas a aplicar a los culpables. El caballero Berenguer de Requesens había abandonado la ciudad por motivos personales, puesto que tenía un hijo enfermo en Puigdelfí al que fue a visitar.43 Por el contrario, Bernat Manresa estuvo presente en la sesión para determinar, de acuerdo con los representantes del poder municipal, cómo se debía proceder con los responsables de la sedición. El cónsul primero, Joan Sabater, en nombre propio y del resto de la Asamblea, advirtió al veguer de que era peligroso tener a tanta gente encerrada en prisión y le requirió que actuase con celeridad y todo el rigor necesario, evitando posibles alborotos populares y que quedasen impunes «tantes injúries e violències que·ls dits presos havien fetes, so és, que […] eran anats ab ballestes teses per la Ciutat e havien encalsades diverses persones e, noresmenys, en los combatiments que havien fets, havien nafrades moltes persones de la Ciutat ab pedres hi havian injuriats tots los de la Ciutat cridan-los: ‘traydors, muyren los traydors, hisquen los traydors!’», amparándose en el privilegio que el rey había concedido a Tarragona según el cual «de tota persona qui algú de la Ciutat apellars ‘traydor’ fos fata corporal justícia, no servada alguna solempnitat de dret».
Imagen de la ejecución pública de Duran Martí.
43 Coartada que utilizará posteriormente el veguer arzobispal, confirmada por la declaración del coveguer, para desentenderse de la decisión de ejecutar a los cabecillas la revuelta.
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Bernat Manresa decidió aplicar la pena de muerte como castigo ejemplar a los principales promotores del levantamiento, apoyando su decisión no solo en los recientes acontecimientos, sino también en otros actos de rebeldía acaecidos con anterioridad e inducidos por los mismos personajes.44 Una vez expuesta públicamente su determinación, y contando con el consentimiento de los miembros del Consejo, el veguer real ordenó la construcción de varias horcas que hizo distribuir por distintos puntos de la ciudad. Ejecutó a los principales rebeldes, la mayoría de ellos clérigos tonsurados, seis naturales de la ciudad y siete forasteros, en grupos de dos y de tres: en el Corral (Duran Martí y Albert Sastre), en las escaleras de la catedral y en la Cuartera (Bernat Joan y Bartomeu Peris, Bernat Cerdà y en Cogul), en la Pescadería (Bernat Bonell y Pere Vilar), en la Carnicería (en Palamós y Pere de Pau) y en el portal de san Antonio (Guillem Oller, Guillem Maymó y en Maestre).45 Con la intención de evitar que, fruto de las ejecuciones, se pudiese levantar cualquier tipo de alboroto popular, el veguer del monarca, acompañado por un centenar de hombres, fue recorriendo las calles de la ciudad durante horas, ordenando después que repicasen las campanas de las iglesias y que se celebrasen misas de perdón. Atendiendo a las súplicas del vicario general, el oficial regio accedió a que los ahorcados recibiesen sepultura. Pocos días después, la ciudad y sus cónsules obtuvieron la remisión general por parte de ambos vegueres.46 Sorprendentemente, pocas semanas después de haberse producido las ejecuciones públicas promovidas por el rey, el arzobispo envió un decreto desde Aviñón mediante el cual levantó el entredicho que pesaba sobre Tarra44 La determinación adoptada por el veguer real fue expuesta a los cónsules y demás ciudadanos afines a su causa con las palabras que se recogen en la propia declaración de Bernat Manresa durante la investigación que se abrió transcurridas dos semanas desde los hechos inquiridos. 45 Distintos testimonios coinciden en los nombres de los ejecutados y en los lugares donde fueron ahorcados, aunque no todos ofrecen la relación completa. Asimismo, resulta bien interesante la denuncia que de los hechos hizo, en 1378, Galceran d’Anglesola, la cual se contiene en un legajo conservado en el AHCT bajo el título: Memorial en lo qual hi ha moltes coses convenients per a entrar en Corts; se troba en que penjaren un veguer de l’Arquebisbe i 12 persones que eren part de la Iglésia (P-8573), uno de los escasos testimonios que se han conservado relativos a dicho episodio, relatado de un modo más amplio en el proceso judicial que ha servido de base para la reconstrucción de los hechos (ACA, C, PF, leg. 145, exp. 1) y expuesto con gran concisión, casi a modo de titular, en un documento del AHCT (FM, docs. sueltos, sig. top. 7/14): «En lo dit mes de juliol y en dit any de M CCC LXXVII, lo señor Rey en Pere predit féu comissió o letra de manament a n’en Bernat Manresa, leshores veguer seu, que penjàs lo veguer del Archabisbe ab sos adherents, y de fet los penjà ab XII de altres y fonch feta en Barcelona la letra, e és en dit registre». 46 AHCT, FM, perg. 84 [30.VII.1377]. Aunque ello no evitó que se abriese un proceso para investigar detenidamente el caso, llevado a cabo en Barcelona, desde mediados de febrero de 1378 (ACA, C, PF, leg. 131, exp. 2: Testes producti pro parte Regia in facto Terrachone» y exp. 3: «Testes producti pro parte ecclesie Tarracone). Tras su detención, Bernat Manresa recibió el perdón real el 2 de junio de ese mismo año (AHCT, FM, perg. 338. Véase también: AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 10/465).
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gona, concediendo la absolución al veguer real, cónsules y ciudadanos que, en 1374, habían sido excomulgados por «infames, perjuros y perseguidores de la Iglesia».47 Este gesto del prelado debe entenderse como un primer paso para alcanzar la necesaria concordia con el soberano, quien, a su vez, respondió con algunos actos de clemencia, remitiendo, por ejemplo, las penas en que incurrieron los partidarios del arzobispo cuando expresaron su tenaz oposición a la intervención del gobernador general de Catalunya, Ramon Alemany de Cervelló.48 De todos modos, podría pensarse también que cuando el arzobispo decretó el levantamiento del entredicho todavía no hubiese tenido tiempo de recibir la noticia de los últimos acontecimientos. Al margen de ello, y a pesar de las concesiones realizadas por ambas dignidades con el fin de restablecer la paz en el gobierno de la cosa pública de Tarragona, ni los representantes de la ciudad ni los de sus señores parecían estar dispuestos a aceptar tregua alguna. Aun perdiendo intensidad, y de un modo más bien latente, el conflicto entre los bandos enfrentados por el dominio jurisdiccional de la ciudad continuó después de las ejecuciones públicas.49 De tal modo que, en las actas municipales de 1378, volvía a ponerse de manifiesto el temor ante los ataques que, nuevamente, estaba organizando y perpetrando Galceran d’Anglesola, junto con otros fervientes defensores de la causa de la Mitra,50 quienes, aprovechando la ausencia del arzobispo, decidieron tomarse la justicia por su mano, utilizando las huestes de distintas villas y lugares del Campo para ingresar violentamente en Tarragona y atacar a sus contrarios.51 47 Dicho documento fue emitido el día 25 de julio de 1377, poco antes de que el arzobispo partiera hacia Roma acompañando a Gregorio XI en su último intento por acabar con el “cautiverio babilónico del papado”. Está recogido en AHAT, PM, n.º 9, doc. 251 (Absolutio excommunicationis lata contra consules, vicarium regium et alios cives Tarracona Ecclesia rebelles, anno 1377). 48 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 571. 49 Sirvan como muestra la destitución —a instancia de los vicarios generales— del notario público del Consejo, Ramon Virgili, quien se vio despojado de su cargo y expulsado de la institución donde ejercía sus funciones, a pesar de que el monarca solicitara vehementemente la inmediata readmisión en el consistorio del procurador (AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 7/14 y 22/76); o las constantes presiones de los representantes ciudadanos por lograr la excarcelación del veguer del rey (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [26.VII.1378], f. 4v). 50 «[...] mossèn en Galceran d’Anglesola, ab d’altres officials del senyor Patriarcha, fa, ordone e tracte molts e diverses orribles e malstractaments contra la Ciutat de Terragona per dampnificar e maltractar aquella» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 1378-1379 [1.VIII.1378], f. 6v). 51 «És determenat per l’onrat Consell que com la Ciutat sia certa de persones dignes de fe que mossèn en Galceran d’Anglesola, ab d’altres officials del senyor Patriarcha, fa, ordone e tracte molts e diverses orribles e malstractaments contra la Ciutat de Terragona per dampnificar e maltractar aquella, e en especial que vol entrar en la Ciutat ab companya stranya de cavall e de peu per tal que pus leugerament puxa dampnificar la dita Ciutat; perquè lo dit honrat Consell, volent guardar la Ciutat e los habitants de aquella de perill e d’escàndol, e havent esguard a les paraules que lo dit en Galceran ha dites en Barchinona contra la Ciutat, e no cessan de dir, determene que en alguna manera lo dit en Galceran d’Anglesola ni companya stranya de cavall ni de peu, ab ell ni sens ell, no entra en la Ciutat, hans los sia bé deffès per manera que la Ciutat sia guardada de perill» (Ibidem, ff. 6v-7r). Para conocer con mayor detalle las
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Paralelamente, la inicial unidad entre los partidarios del señorío regio, empezó a resquebrajarse a partir del momento en que se volvió a plantear la necesidad de que los hombres de paraje contribuyeran con los impuestos municipales, dando lugar a un nuevo tipo de luchas, de matiz fiscal y en defensa de los privilegios de la baja nobleza,52 que convivirán con las expuestas hasta el momento, centradas, fundamentalmente, en la confrontación político-jurisdiccional, aunque a menudo estuvieran teñidas de enemistades personales. Probablemente, serían muchos más los ejemplos de conflictos que podrían ofrecerse, pero la serie de los registros municipales se interrumpe, de nuevo, a mediados de 1379, abriéndose un vacío que se extenderá hasta 1383. Con todo, para cubrir el estudio de este periodo va a resultar fundamental la documentación procesal. Sin contar con los documentos oportunos, resulta imposible saber si los nuevos cónsules elegidos a partir de los sucesivos procesos electorales pudieron prestar el juramento de fidelidad ante el representante del poder eclesiástico sin impedimento alguno.53 Lo que sí se puede conocer es que las tensiones por acceder a los puestos de gobierno de la ciudad no disminuyeron en absoluto. Alborotos populares y elecciones ilegales
El cargo de procurador real de Tarragona y su Campo fue creado a inicios de 1374, aunque el decreto que le confirió un carácter oficial no se publicó hasta el 10 de abril del año siguiente. Su cometido era conocer de todo proceso, tanto civil como criminal, relativo a los caballeros y hombres de paraje, con la excepción del somatén, reservado al veguer. La persona elegida para ocupar por primera vez dicho puesto fue el doctor en decretos Guillem Miquel, uno de los ciudadanos más reputados e influyentes de Tarragona.54 Deacusaciones que se versaron contra el vicario general en el proceso que se abrió contra él, el propio prelado y los demás oficiales de la Iglesia de Tarragona que actuaron en contra de la salvaguardia de los derechos del rey en dicho territorio, véase ACA, C, PF, leg. 131, exp. 8, ff. 1r-8v. 52 Como se verá unas líneas más adelante, la resistencia de los hombres de paraje estuvo encabezada por el procurador real, Guillem Miquel, quien actuaba en defensa de los derechos e intereses de dicho grupo social: «jatsia que micer Guillem Miquel aja tots dies clams per part dels cònsols […], per los hòmens de paratge que no volen pagar en les imposicions ni en altres ajudes de la Ciutat en les quals són tenguts de pagar. Lo dit micer Guillem neguna justícia no·y vol fer, hans advoca e fa part e bossa comuna e ab ells» (ACA, C, PF, leg. 117, exp. 16, f. 2r). 53 La ausencia de cualquier tipo de comentario o denuncia al respecto en las actas correspondientes a los años 1378-1379 hace pensar que al menos esa elección no fue contestada por el representante arzobispal y que la proclamación de Joan de Torres, Pere Sabater y Guillem Solzina no fue vista con recelo, pudiendo estos ejercer su mandato con total legitimidad. 54 En el momento de ser nombrado procurador, Guillem Miquel era miembro del Consell de Tarragona. Resulta de enorme interés observar cómo en distintas actas de sesiones es citado como asistente, precisándose que participa en la reunión «axí com a ciutadà e habitador de la Ciutat, e no com a procura-
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bido a su cargo, gozó de sello especial, contó con varios oficiales a su disposición y obtuvo licencia para establecer su residencia en el castillo del monarca en la ciudad.55 Actuando de acuerdo con sus funciones, se dedicó a proteger los intereses de la baja nobleza residente en la veguería, viéndose por ello sensiblemente afectada su relación con los cónsules y el veguer real, hasta el punto de recibir acusaciones de tanta gravedad que provocaron la apertura de un proceso —a finales de 1381— destinado a inquirir si se aprovechó del honor que le había sido otorgado para fines inadecuados.56 Según los capítulos de dicha causa, el procurador incitaba al pueblo para que se levantase contra los cónsules,57 a quienes culpaba de haber prometido al duque de Girona el pago de 60.000 sueldos para la remisión de las penas por los crímenes cometidos por algunos ciudadanos que tenían especial interés en proteger. Se dice que con sus gritos y proclamas difamatorias lograba congregar a grandes multitudes que formaban corros por las plazas de Tarragona y que, una vez reunidos e informados, «molts hòmens de poch consell e de pocha rahó» se desplazaron todos juntos, encabezados por él mismo, junto con Simó Llorenç, Guillem Font y Salvador Destorrents,58 hasta la Casa de la ciudad, donde aquel 30 de septiembre se estaba celebrando Consejo general para acordar el pago de las 200 libras que la ciudad debía satisfacer con motivo de la coronación de la reina Sibila de Fortià. Irrumpieron en la Sala, interrumpiendo la sesión «e començaren de avalotar e desondor real». Sirva como ejemplo el registro de la sesión: AHCT, FM, AM, n.º 3: 1374-1375 [26.XII.1374], f. 23r. 55 E. Morera, Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 565. La creación de dicho cargo conllevó la oposición del vicario general, pues consideraba que no era admisible sin contar con el previo consentimiento por parte de la Iglesia. Si atendemos a los antecedentes que sirven para explicar la instauración de tal figura, debemos tener en cuenta que los hombres de paraje del Campo de Tarragona estaban sometidos a la jurisdicción arzobispal pero, en 1370, crearon una confederación, luchando por convertirse en vasallos del rey. Un año después, en las Cortes de Tortosa de 1371, el arzobispo expresaba su malestar ante el monarca instándole a no perjudicar la jurisdicción que tenía sobre ellos. A pesar de todo, tanto las Cortes de Montblanc de 1370 como las de Tortosa de 1371 se convirtieron en un punto de inflexión para la relación entre la monarquía y los caballeros residentes en las grandes baronías, pues se acordó que en cada veguería se crease la figura de un juez especial encargado de defender las regalías y de administrar las causas civiles y criminales abiertas contra los nobles y los hombres de paraje de su territorio. Sobre estos asuntos véase J. Morelló, «La incidència», pp. 614-615. 56 El proceso contra Guillem Miquel se conserva custodiado en el Archivo de la Corona de Aragón bajo el título: Super avaloto sequitur in civitate Tarrachone causa Guillermi Miquelis (ACA, C, PF, leg. 117, exp. 16). La nómina de los testimonios interrogados en dicho proceso están en un legajo a parte: Atacs al veguer reial de Tarragona (ca. 1370) (ACA, C, PF, leg. 144, exp. 27, ff. 1r-3r). 57 Literalmente, se afirma que: «aquestes paraules, lo dit micer Guillem, deya a les gens, axí com són ortolans e pescadós, per tal que lo poble se levàs e avalotàs los cònsols e d’altres ciutadans [...] Té Consels per molts lochs de la Ciutat contra la Ciutat e regidós de aquella e contra los ordonaments de la dita Ciutat e provisions del senyor Rey [...] Micer Guillem, com raone neguna cosa que·s pertangue al senyor Rey o per via de advocació, tots temps se raone cridant e manaçant a manera de hom avalotador, e per los seus crits fa ajustar molta gent». 58 En el proceso de este último se dice que «avien induhides e fetes apel·lar bé ·CC· persones».
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rar los cònsols e altres ciutadans de la dita Ciutat qui en lo dit Consell eren». Ante tal escándalo, los cónsules solicitaron la presencia del veguer real para que hiciese callar y expulsara a la muchedumbre, pero no logrando pacificar sus ánimos, ordenó el desalojo del edificio. La decisión del veguer provocó que Guillem Miquel reaccionara animando todavía más a quienes le habían secundado, pidiéndoles que no se fuesen y que no tuvieran miedo, garantizándoles que él les iba a defender.59 Viendo que el tumulto no cesaba, el veguer tomó por el brazo a dos de los pescadores que más revuelo causaban,60 un gesto que provocó de inmediato la reacción de los concentrados quienes, a gritos de «¡lexats-los!, ¡lexats-los!», se los arrebataron de las manos, mientras otros impedían la salida de la Sala a los que allí estaban reunidos. Finalmente, los cónsules y «consellers» lograron abandonar el lugar, permaneciendo dentro los responsables de la algarada, contraviniendo los preceptos del menospreciado veguer, para celebrar a continuación una reunión conciliar irregular. Al margen de tales sucesos, Guillem Miquel también fue acusado de «difraudar e abceguar les imposicions de la Ciutat», no solo a título personal, sino también amparando a los hombres de paraje que no estaban dispuestos a pagar los tributos y ayudas que la ciudad les requería, encubriéndoles si cometían crímenes y concediéndoles guiajes cuando el primogénito real se los denegaba. Resulta lógico deducir que los levantamientos populares orquestados por el procurador real iban dirigidos en contra de los cónsules que formaban parte de la liga de Bernat Manresa61 y que habían sido proclamados por este, 59 Según se expone, Guillem Miquel gritaba: «No·us n’anets e no ajats pahor, que yo us n’estaré davant!», unas palabras que infundieron más fuerza, si cabe, a sus seguidores. 60 Calificados en los capítulos del proceso como «hòmens de poca valor». 61 Alrededor de 1379, Pedro el Ceremonioso concedió una licencia para la conformación de una «gabella e liga fermada ab sagrament e homanatge ab molts e diverses de la Ciutat de Tarragona» que podía juntarse y gozar de plenos poderes cada vez que fuese preciso proteger los intereses jurisdiccionales del soberano en la ciudad y defenderse de los ataques perpetrados por los partidarios del señorío eclesiástico. Uno de los testimonios interrogados afirmará que «temps ha passat, e pot ésser un any o dos, que·l dit Bernat Manresa presentà una letra aleyal a·n Johan de Torres, lavors veguer de Tarragona, en la qual se contenia que·l senyor Rey donava licència e plen poder al dit Bernat e a altres contenguts en la dita licència e a lurs adherens que·s poguessen ajustar tota vegada que·ls fos vijares ésser expedient e fer e tractar altres coses contengudes en la dita licència. [...] La dita licència fon donada al dit Bernat e als altres en la dita licència contenguts a utilitat e conservació de la juredicció del dit senyor Rey e açò per tal que aquells qui eren per part de la Esgleya feyen moltes males obres e mals tractaments contra aquests qui eren per part del Rey, e·ls feyen encare moltes oppressions, car moltes vegades aquells de part de la Esgleya hagueren mort lo dit Bernat e aquells qui ab ell eren si no fos lo palau reyal on se havien a recullir, e aquí·s salvaven» (ACA, C, PF, leg. 117, exp. 1, f. 1r-v). Bajo el título: Processus inquisicionis facte contra Bernardum Manresa, olim vicarium, et quosdam alios civitatis Terrachone, que responde a la signatura aludida, se conservan las causas contra Bernat Manresa (capítulos: fols. 121r-124r, interrogatorios: fols. 1r-90r), Salvador Destorrents (capítulos: fols. 99r-100r; interrogatorios: leg. 117, exp. 15, 10 fols.), Joan de Torres (capítulos: fols. 101r-102v y 119, interrogatorios: 103r-118r) o Guillem Font (capítulos: fol. 91, interrogatorios: fols. 92r-98r). De todos modos, existen otros legajos dispersos, con distinta signatura, que los completan.
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ilegalmente, poco antes de la fiesta de san Juan, cuando se acostumbraban a celebrar, en ese momento, las elecciones municipales.62 Quien antaño había ocupado el consulado y el vicariato real, celebró un conciliábulo con los miembros pertenecientes a su «gabella »63 en el refectorio de la catedral, de entre los cuales salieron elegidos los nuevos cónsules de la ciudad,64 jurando que solo reconocerían su autoridad, en el caso de que se celebrasen otras elecciones, y acordando que todo aquel que se atreviera a cuestionar su proclamación fuese castigado severamente.65 Asimismo, se rodearon de personas afines a sus intereses y, cada vez que se convocaba un Consejo general, Bernat Manresa intentaba impedir, mediante la intimidación con armas vedadas —las cuales prohibía usar a los demás— que asistieran a las sesiones ciudadanos críticos con el regimiento de los cónsules, expulsando, con palabras amenazantes, a quien osase decir algo que no fuera del agrado de los componentes de la liga, «en tant que no·y roman sinó aquells de sa liga e que ells volen, per ço que puxen fer del Consell ço que·s volen». Fueron varias las voces que acusaron a los miembros de la liga de utilizarla para su beneficio personal y el de sus parientes, rebasando sobremanera los límites de la 62 Dicha información se desprende de los capítulos e interrogatorios de la causa contra Bernat Manresa y sus aliados, unos procesos que se emprendieron durante el mes de diciembre de 1381, contemporáneamente al de Guillem Miquel. La enemistad entre ambos es patente, pues Manresa pretendía hacerse con el control de «les regalies del senyor Rey, de les quals deu ésser conexedor lo procurador reyal» intentando, por varios medios, que «l’offici de la procuració reyal fos fora de Tarragona, a fi que ells poguessen fer a lur guisa de les regalies». La confrontación entre los dos principales oficiales reales en Tarragona creció todavía más cuando el monarca nombró veguer a Joan de Torres, miembro de la liga de Bernat Manresa y acérrimo detractor de algunos hombres de paraje de la ciudad. En el proceso que se le abrió se afirma que «stant cònsol lo dit Johan de Torres, era en la Ciutat de Barchinona per afers de la Ciutat de Terragona e dix en presència de molts quy eren aquestes paraules o semblants: ‘A breus dies jo seré regidor de Terragona, e pel cap de Déu jo·n gitaré en Guillem Ramon de Jorba e d’altres hòmens de paratge’». 63 Cuyos integrantes, a diferencia de otras tipologías de bandos, «entre sí mateys no han parentesch de sanch ne ajustament de affinitat en lurs fets propris si és que fossen de bregues com plets o d’altres coses en ajustada haguessen mester, són stats e són un cor e se han ajudat e s’ajuden axí affectuosament com si se’n devien salvar e eren germans o més que germans e per tal guisa s’i fan obres que null hom raonablement no les faria si per obligació, liga, sagrament o homanatge no·y ere stret», según se desprende del testimonio del propio Joan de Torres (Ibidem, ff. 86r-89r). 64 En los capítulos del proceso, se afirma que «lo dit Bernat Manresa fa fer cònsols aquells que·s vol, los quals fan ço que ell vol e parteixen los béns […] de la dita Ciutat entre ells e ab aquells que·s volen». Concretamente, para las elecciones de 1381, resulta especialmente esclarecedor el testimonio de Garcia d’Oms, trapero, quien aseveró que «és ver que, abans de la festa de sent Johan de juny prop passada, fon fama pública en Tarragona que aquells qui ara són cònsols de la dita Ciutat eren stats elets cònsols en lo refretor de la Seu de la dita Ciutat e que·ls havien elets lo dit Bernat Manresa, en Foguet, en Berenguer Gibert, en Berenguer Rodera e·n Pere de la Porta». Por su parte, Ramon Virigili, notario de la Corte de los vegueres, afirmaba que «Bé VIII dies abans que la publicació dels dits cònsols se feés, se deya que l’any present serien cònsols los dits Johan Çabater, en Johan Anglès e en Bernat Torres, e alcuns hi anomenaren en Simó Lorenç e altres deyen que no·u podia ésser». 65 En el documento se utiliza la expresión «que li fos dada mala strena», que debe entenderse en sentido de dar un castigo o hacer pasarlo mal. Uno de los argumentos que conducen a afirmar que «per rahó de la dita gabella, la Ciutat de Tarragona és fort mal regida».
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causa que debían defender.66 Los conjurados se habían convertido, gracias a su alianza y a la inicial protección directa del soberano, en «los pus potents de la Ciutat per rahó de la dita gabella», valiéndose de su situación para hacerse con el control político, económico y judicial de Tarragona, gozando de total impunidad para cometer los más diversos fraudes y desmanes,67 sembrando, además, el terror entre los habitantes de la ciudad, a quienes advertían de que «valria a hom més que callàs», por lo que «les gents han pahor e terror e·s dupten que si deyen res qui fos contra ells, que·ls darien de bones coltellades, e per aquesta rahó alcun no gosa parlar contra ells».68 De este modo, a nivel institucional, los miembros de la «gabella» ocupaban la veguería real (Joan de Torres), dominaban el consulado (situando a sus aliados como regidores, mediante el quebrantamiento del procedimiento electoral habitual) y ponían en manos de sus amigos y familiares los oficios municipales. Desde el punto de vista económico, los conjurados hacían «bossa comuna» y se enriquecieron repartiéndose el dinero que provenía de los impuestos municipales, de la administración de la justicia, de ciertos robos o de la especulación derivada de la venta del vino que adquirían fuera de la ciudad, sin respetar las ordenanzas municipales al respecto, y que vendían cuando se habían agotado las reservas locales «doblant-hi la moneda, en la qual lo dit veguer ha sa part». Mientras que, a nivel judicial, los delitos cometidos por el propio Bernat Manresa y sus allegados fueron encubiertos o absueltos, aplicándose la justicia de un modo completamente arbitrario según si el denunciante era miembro o partidario de la liga o no.69 66 A lo largo del proceso se repiten distintas denuncias al respecto: «El dit Bernat ab los altres se ajudaven e·s valien e eren ensemps contra tot hom qui ab ells o alcun d’ells hagués res a partir»; «La dita liga en res no profita al senyor Rey ne a ses regalies, ne val a res, sinó a els qui són de la dita ligua e a enriquir lo dit Bernat e los de sa liga qui, en temps passat, eren pobres e ara són richs en ab la dita forma» (Ibidem, ff. 45r y 124r). 67 «Ítem, que per la dita gabella negun no pot haver justícia d’alcú d’aquells qui són en la dita gabella […]. Ítem, negú pot haver ne aconseguir justícia del dit Bernat ni de ses companyies, jatsia hajen fets e façen molts crims e donen diverses damnatges als habitants de la dita Ciutat e a lurs béns. Ítem, lo dit Bernat oppremeix les gens contra justícia [...]. Ítem, lo dit Bernat ha part en les imposicions de la Ciutat e coneix de les qüestions qui entrevenen per aquelles, occupant-se les regalies del senyor Rey, de les quals deu ésser conexedor lo procurador reyal. Ítem, lo dit Bernat, un any que fou cònsol, e en Berenguer de Déu, cunyat seu, fou obrer, féu quaix tot l’any tirar pedres e arena al mur de la Ciutat, fahent menar tres bèsties sues a una sclava sua qui feya pocha fahena e havia son salari. E noresmenys, féu a la dita Ciutat calç que·l dit cunyat seu féu a gran preu e valia poch. [...] Ítem, lo dit Bernat, stant veguer, no vol ne ha volguda fer alcuna justícia a altre qui no sia de la dita liga, qui·s clam e·s sia clamat d’alcun d’aquells de la sua liga. E si alcun d’aquells de la sua liga se clama d’altre, encontinent fa la exequció rigorosament, no servant orde de dret. [...] Ítem, lo dit Bernat, stant veguer, ha venuda e ven justícia no volent administrar aquella sens que aquells qui la demanen no li donen diners» (Ibidem, ff. 121r-123r). 68 Según el testimonio del zapatero Pere Miró (Ibidem, ff. 13r-15r). 69 Sirvan como ejemplo el caso de Pere de Sanaüja, pariente de Bernat Manresa, quien agredió al prior de la catedral porque se decía que «havia mal parlat d’alcuns» y asesinó a un alguacil llamado Bernat Ferrer ante la presencia del veguer, el cual, en lugar de detenerlo, no solo permitió que huyera, sino que ordenó la remisión de dicha muerte; los ataques y crímenes contra capellanes (Bernat Gaçó y
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Llegó a ser tanto el miedo infundido por Manresa y sus secuaces entre los habitantes de Tarragona que algunos de los testimonios, cuando supieron que habían sido citados para declarar en el proceso abierto contra él, se echaban a llorar, temiendo que, si llegaba a entesare, les iba a hacer perseguir y descuartizar. Solo empezaban a hablar cuando el inquisidor les prometía que estaban a salvo, garantizándoles el amparo del primogénito real y asegurándoles que nunca iban a ser delatados:70 Sobre los dits capítols s’és començada reebre informació de testimonis, los quals, prima fan jurar que proven los dits capítols o major partida d’aquells, jatsia la dita informació no sia acabada ne publicada ne dades deffensions. Emperò, és ver que alcuna partida dels testimonis qui sobre aquella han deposat, en començament de lur deposició, com veyen que eren interrogats contra lo dit Bernat Manresa, començaven a plorar dients: ‘mala nos som lavats, que si el dit Bernat Manresa ho sab que nosaltres hajam fet testimoni contra ell o alcuna cosa qui sia contra ell, tots nos farà peçajar e no·ns calrà aturar ne nós ne nostros fills en aquesta Ciutat ne en tots sos térmens’. E ab gran força e empentes volien deposar, sinó que aquell qui reebia lur deposició los deya: ‘no hajats por, que·l senyor duch [...] f[ar]à j[u]stícia en aquest fet o, en cas que fos empatxat en fer aquella, tremarà la inquisició, en manera que no·s puga mostrar que vosaltres hajats fet testimoni contra lo dit Bernat o alcun de sos amichs, ne·n poguéssets aver dan per avant. E lavors, ells deposaven, e encare ab certa temor.
La situación había sobrepasado los cauces que el rey estaba dispuesto a tolerar, pues la liga que él mismo había autorizado y promovido para su propia utilidad y conservación ante los partidarios del señorío arzobispal, se le había ido de las manos. Por ello, actuando esta vez como pacificador, el soberano intentó poner remedio a un problema que él mismo había contribuido a generar. Para lograr mitigar las constantes agresiones y venganzas que se producían entre ciudadanos, Pedro el Ceremonioso, a través de su primogénito y gobernador general, impulsó una profunda reforma del gobierno municipal; promovió la apertura de distintos procesos paralelos para investigar las graves irregularidades que habían tenido lugar en la ciudad a lo largo de Guillem Murta); el de un mozo de Bernat Manresa que intentó violar a una muchacha que estaba prometida con el hijo de un enemigo suyo (en Burgada) y cuando este lo quiso denunciar, el mozo intentó matarle, a él y a su hijo, sin ser castigado por ello; el de un esclavo de Manresa, llamado Joan, quien clavó un cuchillo en la cabeza de un cautivo de Guillem Safont para robarle cuarenta florines, obteniendo después la absolución de los vegueres; o el del propio Bernat Manresa cuando, siendo veguer, «més per rancor e per mala voluntat que per justícia», se hizo acompañar por una compañía de hombres armados y entraron en la casa del procurador de pleitos, Berenguer Ermengol, quien estaba sentado en una silla porque no se encontraba bien, lo prendió por el pelo, lo tiró contra el suelo y, arrastrándole, lo arrojó escaleras abajo para advertirle después de que lo iba a ahorcar sin previa inquisición. Si bien es cierto que algunos testimonios desmienten estas y otras acusaciones, también lo es que todos los que lo hacen son miembros próximos a la liga. 70 Último párrafo de los capítulos de la acusación (Ibidem, ff. 123v-124r).
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los últimos meses;71 y adoptó medidas encaminadas a impedir que ciertas situaciones volviesen a repetirse, como prohibir que los ciudadanos y domiciliados en Tarragona pudiesen acceder a la veguería real.72 Del mismo modo, con el fin de restaurar la concordia en la ciudad y esquivar todo «mal, perill e escàndel», los responsables del gobierno municipal también adoptaron medidas para procurar evitar que los enfrentamientos personales surgidos entre ciudadanos se convirtiesen en el germen de nuevas parcialidades que volviesen a poner en peligro la concordia.73 La introducción de la paridad estamental en el regimiento municipal y del factor azar en los comicios: el privilegio del infante Juan de Aragón (1382-1388) Con el claro objeto de acabar con tan graves altercados y de mejorar el sistema político municipal de Tarragona, el 31 de marzo de 1382, el infante Juan de Aragón, actuando como gobernador general, concedió un privilegio a la ciudad compuesto por una serie de capítulos destinados a precisar las características de los órganos de gobierno urbano.74 La importancia de dicho documento radica en que, más allá de establecer el esquema teórico del funcionamiento institucional, resultó ser un instrumento clave que alteró por completo —mediante la decidida intervención directa de la Corona— el procedimiento electoral habitual y que favoreció la cristalización de un modelo cooptativo mixto en el seno de la política municipal. Su otorgamiento se produjo unos días antes de la celebración de las elecciones locales, a fin de bloquear la capacidad de los cónsules entrantes de nombrar a los jurados de 71 Tras concluir las investigaciones contra la universidad y algunos particulares de Tarragona, el infante Juan concedió la absolución general, a cambio de recibir 400 florines de oro de Aragón, y exceptuando de la misma a los traidores y a los culpables de felonía, a los herejes, sodomitas, asaltadores de caminos, falsificadores de moneda, a los acusados por los asesinatos de Guillem Ramon de Jorba y Bernat de Torres, a Bernat Manresa y a su pariente Pere de Sanaüja por distintos crímenes (AHCT, FM, perg. 489 [23.VI.1382] y 533 [Traslado: 25.XI.1382]). 72 AHCT, FM, perg. 282 [23.VI.1382]. Todas estas medidas, junto con otras relativas a aspectos de distinta índole, otorgadas por el infante Juan a Tarragona fueron confirmadas por su padre, pocos días más tarde: AHCT, FM, perg. 21 [3.VII.1382]. La transcripción completa del documento puede verse en M.ª J. Arnall, «Documents de Pere el Cerimoniós», p. 122. 73 Para ahondar en la cuestión de los conflictos banderizos tarraconenses a fines del Trescientos, véase E. Juncosa, «Muyren los traydors!». Una imagen más amplia de la problemática puede leerse en los trabajos de F. Sabaté («Les factions dans la vie urbaine»; «Els bàndols com a solidaritat»); y A. Serra («Lucha de bandos»; «Bandositats a Catalunya»), para el caso catalán, o M. Á. Ladero Quesada («Linajes, bandos y parcialidades») y J. R. Díaz de Durana («Las luchas de bandos»), para el castellano. 74 El infante Juan justifica la concesión de su privilegio a Tarragona por estas razones: «havents molt a cor, axí com haver devem, que les universitats de les Ciutats, viles e lochs de la senyoria del dit senyor Rey e nostre sien ben regides e hajen e serven tals ordinacions que entre ells, per discòrdia ne en altra manera, oys, rancors, males volentats, sedicions o bregues moure no·s puguen, ans en pau e tranquil·litat visquen axí com Nós volem e desijam [...]» (AHCT, FM, perg. 153).
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su Consell. Para ello, lo primero que hizo el duque de Girona fue presentar la relación de los cuarenta y cinco «consellers» que iban a determinar qué tres personas debían ocupar la dignidad consular a partir de la tercera fiesta de Pascua, concediéndoles plenos poderes para «procurar, administrar, exercir e governar tots los béns e drets de la dita universitat de Tarragona, axí com singularment tots los habitants en aquella foçen açí exprimits e nomenats».75 Todos ellos, y los que fueran a ocupar el cargo en el futuro, estaban obligados a prestar el juramento acostumbrado al inicio de su oficio o consejo. Los jurados seguían siendo los encargados de elegir a los cónsules, pero el procedimiento electoral va a verse alterado de un modo considerable, pues, con la intención de disminuir las presiones y otras prácticas fraudulentas, va a introducirse el factor azar. Los cuarenta y cinco miembros del Consell general, o su mayoría, debían elegir a las nueve personas —tres de mano mayor, tres de mediana y tres de menor— que, a su parecer y siguiendo su buena conciencia, fuesen más aptas para regir la ciudad. Los nombres de dichas personas, escritos en un papel o pergamino, serían insertados —ante la presencia del Consell en pleno y del notario— en nueve «rodolins» de cera nueva, del mismo peso, forma y medida, que se introducirían en una vasija con agua para que, luego, un niño menor de diez años extrajera y abriese una de las bolitas de cera ante todos. La persona cuyo nombre estuviese escrito en el pergamino contenido en ese «rodolí» se convertiría en el cónsul del brazo o mano a la que perteneciera, quedando así anulados los otros dos nombres restantes de ese mismo estamento. El procedimiento seguiría repitiéndose del mismo modo para el nombramiento de los demás cónsules hasta que «de cascú braç o mà —major, mijana e manor— hi haja I cònsol elegit cascun any per la forma dessús dita». Debido a la inminencia de las elecciones y a la considerable complejidad del nuevo modelo establecido, el primogénito real concedió a los miembros del Consejo —tan solo por esta vez— la posibilidad de nombrar a los nuevos cónsules eligiéndolos directamente de entre ellos, dotando a estos últimos de la facultad de seleccionar a otras tres personas, una por cada mano, para que cubriesen las vacantes producidas a raíz de su designación. Se prohibió, en particular, que dichos cónsules pudieran volver a ser nombrados para ocupar el cargo en las elecciones del año siguiente y, en general, que nadie fuera designado cónsul por dos años consecutivos. Una vez elegidos, los tres cónsules tendrían la obligación de reunirse para determinar quiénes iban a ocupar los cuarenta y cinco puestos del nuevo Consell general, institución de la que formarían parte automáticamente Idem.
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tras abandonar su cargo.76 Dicho nombramiento había de respetar una absoluta proporcionalidad entre las manos, ya que serían designadas quince personas de cada una de ellas; en caso de no poder contar con los quince hombres de la mano mayor, las vacantes se podrían cubrir con miembros de la mediana. Este sería, pues, el procedimiento a seguir a partir de las elecciones de 1383, visto que, en esta ocasión y de manera excepcional, «lo senyor duch los haja ja provehit de jurats». Asimismo, en la primera sesión que celebrase cada nuevo Consejo, sus jurados tendrían que escoger al responsable de la clavaria, al oidor de cuentas y al notario que fuera a actuar como escribano de la institución. A partir de ese momento, las elecciones de todos los cargos municipales podrían tener lugar, única y exclusivamente, en la Sala del Consell.77 Del mismo modo, las actas de las distintas sesiones, los albaranes de los cónsules, las cartas credenciales y las escrituras de la ciudad habrían de ser registradas en un libro específico, restando siempre en poder del notario-escribano y del Consejo con el fin de evitar «que res no s’i puga mudar». El privilegio de 1382 no alteró en demasía el poder y atribuciones de los cónsules, más allá de limitar algunas de sus capacidades en materia económica y de representación política, dado que, desde su promulgación, estos deberán contar con la autorización de la mayoría de los votos del Consell para administrar cantidades superiores a los treinta sueldos (exceptuando el pago de los censales, rentas vitalicias y salarios de los oficios municipales)78 o para conceder cartas credenciales y enviar mensajeros en nombre de la ciudad.79
76 Sobre este asunto en concreto, el privilegio estudiado expone claramente que: «En les quals XLV personas sien e romanguen los III cònsols, qui seran estats l’any prop passat». 77 Tras las irregularidades producidas durante la proclamación ilegal de Duran Martí, Bernat Joan y Ramon Aleu en 1375 —obteniendo dicho honor en el albergue del camarero de la Sede tarraconense— o el caso protagonizado por Bernat Manresa en 1381, cuando nombró a tres cónsules de su liga en el refectorio de la catedral—, no es de extrañar que el privilegio del infante Juan estableciera que el único lugar válido para la celebración de los comicios municipales fuese la Sala del Consell. 78 Una norma que ya había sido aprobada por el Consell pocos años antes, en la sesión celebrada el día 6 de junio de 1379: «És determenat que los cònsols qui d’aquí avant seran no puxen ni gosen dar ni fer dar al clavari més avant quantitat de XXX sous sens Consell general...» (AHCT, FM, AM, n.º 4: 13781379, f. 17v). 79 Se especifica que dichas cartas credenciales deberán ser selladas con el sello de la ciudad y devueltas a los cónsules una vez terminada la misión que las motivó. En caso de que los regidores no respetasen el capítulo de nombrar mensajeros con el consentimiento previo del Consejo en pleno, se ordenaba que «aquells qui·ls trametran, com aquell qui serà tramès, sien punits per crim de falç e que, d’aquí avant, no puxen tenir alcun offici de la dita Ciutat». Dichos mensajeros, si no querían ser acusados de falsarios, debían evitar aprovecharse de su nombramiento para su propio beneficio («que alcun missatger [...] no gòs empetrar, procurar ne haver alcun offici o renda per a ssi matex durant la missatgeria ne·n gòs parlar»).
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El teórico equilibrio de fuerzas
A pesar de seguir manteniéndose una significativa falta de proporcionalidad en la representación,80 uno de los principales efectos que generó la puesta en práctica de los capítulos contenidos en el privilegio de 1382 tuvo que ver con el reparto de los puestos de las principales instituciones políticas locales, pues, con su aplicación, se logró una composición paritaria tanto en el órgano ejecutivo municipal —el consulado— como en su institución consultiva por excelencia —el Consejo—, dando lugar a una participación equilibrada de los tres grandes sectores que componían la sociedad tarraconense del momento.81 Resulta, cuanto menos, sorprendente que el artífice de estos cambios fuese quien, una vez convertido en rey, eliminase una reforma de un signo 80 Evidentemente, los mayores no eran más que un grupo reducido de ciudadanos, muy lejos de suponer un tercio de la población, gozando de una fuerte sobrerepresentación en los órganos responsables del bienestar de la comunidad. Del mismo modo, el peso económico y demográfico de los mercaderes no se reflejaba adecuadamente en las instituciones locales. Y el grupo de los menores, del que formaba parte la gran mayoría de la población, contaba con el mismo número de representantes que el resto de estamentos. 81 Atendiendo a la documentación conservada en las actas municipales, puede confirmarse que, efectivamente, los comicios de 1383 se llevaron a cabo «segons ordinacions fetes per lo senyor duch en la dita Ciutat». Siguiéndose el procedimiento habitual, el pregonero municipal, por mandato de los vegueres y a instancia y petición de los cónsules (habían sido elegidos para ocupar el cargo: Joan de Torres, Garcia dels Oms y Bernat Joia) citó a los 45 consejeros para que se reunieran en la Sala del Consell con el fin de proceder a la elección. Gracias a la relación de los asistentes, se puede comprobar que fueron 40 quienes respondieron a la llamada. En su mayor parte, todos ellos eran personas que había nombrado, en el propio privilegio, el infante Juan para que ocupasen dicho honor; pero aparecen otros tres personajes nuevos: Berenguer Potau, Pere Ramon de Bas y Bonanat Ninot. Con toda lógica, se podría deducir que fueron los tres miembros que pasaron a cubrir las vacantes producidas a raíz de la elección de los cónsules y que designaron directamente estos mismos. Si se prosigue la lectura de los registros municipales del lunes, 23 de marzo de 1383, se puede comprobar cómo el escribano dejó constancia detallada de todo el procedimiento seguido, ajustándose perfectamente a los dictados del nuevo privilegio: «Lo damunt dit honrat Conseyll elegí e nomenà en cònsols, axí com a més veus aquells havents en lo dit Consell, IX persones, ço és, tres de mà major, tres de mà migana, tres de mà menor, davall specifficades e nomenades [...] Los noms de les quals IX persones foren meses cascú per si en I albaranet de paper e los dits albarans foren mesos cascú en I redolí de cera nova, los quals foren en nombre IX redolins, tots d’una mesura, d’un pes e d’una egualtat. E tot açò fon fet en presència de tot lo damunt dit honrat Consell, per l’escrivà del dit consolat. E fets los dits IX redolins, en aprés, foren mesos en I bací d’aygua e dins en l’aygua, estants dins lo bací, foren dats tres torns ab la mà per lo dit scrivà als dits redolins que·s mesclassen e, dats los dits tres torns, fo haüt I infant appel·lat Periconet Romeu, fill d’en Maymó Romeu, de edat de VII anys, lo qual, en presència del dit Consell, segons que per lo molt alt senyor duch era estat ordonat en la dita Ciutat per profit de la cosa pública de aquella Ciutat, trach del bací I dels dits IX redolins de cera, lo qual redolí fo ubert, dins lo qual era I albaranet on era scrit nom de Berenguer Martí [...] elet e creat cònsol en l’any present de la dita Ciutat per mà menor. En aprés, lo dit infant trasch del dit bací altre redolí de cera e, aquell ubert, dins aquell fo atrobat I albaranet hon hera scrit nom de Nicholau Rochafort [...] cònsol per mà migana. E aprés, lo dit infant trach del dit bací altre redolí de cera e, aquell ubert, dins aquell fo atrobat un albaranet hon hera scrit nom de Francesch Çagranada [...] cònsol per mà major [...]». En la primera sesión del nuevo Consejo va a especificarse, en una glosa, que los cónsules recién nombrados habían sido «los primers trets a redolins» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384, ff. 1r-3r).
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muy parecido llevada a cabo en Barcelona por su padre, Pedro IV de Aragón, poco antes de morir.82 El Ceremonioso, consciente de los graves problemas económicos y sociales que estaba atravesando la ciudad condal, sumergida en un profundo descontento que afloraba de una forma cada vez más frecuente y violenta, se decidió a intervenir con el objetivo de pacificarla.83 Para lograrlo, tomó cierta distancia de la potente oligarquía urbana y amplió el protagonismo de los medianos y menores, concediéndoles la facultad de reunirse y prometiéndoles escuchar, estudiar y, en caso de ser posible, aplicar sus demandas. Así lo hicieron y presentaron al monarca varias propuestas encaminadas a conseguir una mejor representación política, un mayor control de los cargos públicos para evitar los abusos y la opresión de los mayores o la reducción de la deuda municipal. En concreto, pedían que la «conselleria»84 estuviese integrada por seis miembros, dos de cada estamento y entre los que no existiera jerarquía alguna, «car rahonable cosa és que axí com supporten càrrech del bé e del mal de la Ciutat, que axí mateix càpien en lo Consell e ordinació d’aquella e que guarden per lo bé e profit de la cosa pública»;85 que no se pudiera disfrutar del cargo de «conseller» durante dos años consecutivos; que se exigiese la rendición de cuentas cuando los responsables de las finanzas públicas acabasen su función; que se reforzara la autoridad del Consell de Cent y que en la elección de sus jurados participaran los cónsules de mar y los de los oficios; que se rebajara el sueldo de los magistrados y otros oficiales... El rey aceptó gran parte de los capítulos que le fueron planteados y se reunió con los «consellers» para discutir los contenidos. Estos presentaron las propuestas ante el Consell de Cent y determinaron que, para su estudio, fuesen remitidas a una comisión de expertos. Ante el dictamen, el Consell deliberó pero no llegó a ningún acuerdo concreto, por lo que el monarca prohibió a los jurados que llevasen a cabo la elección de nuevos magistrados, posponiendo las elecciones municipales. Cuando estas se iban a celebrar, llegó una nota escrita por el propio soberano mediante la cual instaba a los jurados barceloneses a nombrar como «consellers» a las cinco personas que él mismo había designado, entre los que no se respetaba ningún tipo de 82 La política pro-oligárquica no solo la llevó a cabo Juan I en Barcelona, sino que, durante este mismo periodo, también está bien documentada para el caso gerundense (estudiado por Ch. Guilleré y M.ª T. Ferrer). De hecho, el giro de la política real se debió, por un lado, a las profundas tensiones desatadas en el seno de la Corte, con sus correspondientes apoyos entre la oligarquía y el sector popular, sin olvidar que, por otro lado, en una crisis económica tan intensa como la de los años ochenta del siglo xiv, únicamente la adinerada burguesía urbana podía conceder grandes sumas de dinero al monarca. 83 Sobre la planificación e implementación de la reforma del gobierno municipal llevada a cabo por Pedro el Ceremonioso en Barcelona, véase C. Batlle, La crisis social, vol. I, pp. 80-100; así como la aportación más reciente de N. Sadurní, J. M.ª Salrach, «El govern de Barcelona», pp. 87-96. 84 Institución que equivaldría al consulado tarraconense. 85 C. Batlle, La crisis social, vol. II (ap. doc. n.º 8), p. 393.
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jerarquía, así como a crear un grupo reducido de asesores compuesto por dos ciudadanos, dos mercaderes, cuatro menestrales y cuatro artistas. Todo esto sucedía el día 8 de diciembre de 1386. El rey Pedro falleció pocas semanas después. Una de las primeras acciones que su primogénito y sucesor emprendió como monarca fue la anulación de las modificaciones impulsadas en Barcelona, eliminando el privilegio concedido a favor del partido reformador, aboliendo el recién creado consejo asesor y dictando unas disposiciones sobre el procedimiento electoral y la composición de la «conselleria» que favorecían enormemente a la oligarquía tradicional, el sector que, en contra de la actitud de su progenitor y de su cuarta esposa — Sibila de Fortià—, le había brindado todo su apoyo y confianza. En la ciudad condal, no se logrará establecer un sistema de representación estamental paritario —un «proyecto de democratización del régimen municipal», en palabras de Carme Batlle—86 parangonable al de Tarragona hasta los últimos años del reinado de Alfonso el Magnánimo, mediante el privilegio otorgado a la ciudad en 1455 que fijaba, de iure, las reformas introducidas en el gobierno municipal un par de años antes, durante la convulsa lugartenencia de Galceran de Requesens.87 El fracaso del nuevo modelo
El principal objetivo por el que había sido concedido el privilegio de 1382 era mejorar la gobernabilidad urbana, estableciendo un sistema electoral e institucional más equitativo que evitase, en la medida de lo posible, las «discordias, odios, rencores, malas voluntades, sediciones y bregas» entre los ciudadanos. Si bien es cierto que, a nivel procedimental, las distintas elecciones celebradas a partir de su aplicación se celebraron cumpliendo puntualmente con sus preceptos, ello no significó, en absoluto, el logro de la tan anhelada paz social. A pesar de que, en un primer momento, el nivel de violencia disminuyó, los cónsules siguieron recibiendo calumnias e insultos deshonrosos por parte de los ciudadanos que no aprobaban sus decisiones o el simple hecho de su elección, recibiendo, en varias ocasiones, el consentimiento del Consell para que tomasen las medidas que considerasen oportunas contra quienes les difamaban.88 Tampoco mejoró especialmente la relación entre los regidores Ibidem, vol. I, p. 85. Sobre esta cuestión véase el estudio en profundidad realizado por C. Batlle, La crisis social, caps. V-VIII, pp. 165-320; y el análisis desde una perspectiva eminentemente política de E. Juncosa, «Segles xv i xvi», pp. 116-129 y 157. 88 Véanse, a modo de ejemplo, la acusación que, en la sesión del Consejo del día 21 de octubre de 1383, se hizo contra Romeu Sescomes —antaño veguer real—, por haber dicho a los cónsules «fort males paraules e de fort avols desonestes e injurioses» (AHCT, FM, AM, n.º 6: 1383-1384, f. 21r); el 86 87
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del gobierno municipal y ambos vegueres de la ciudad, a quienes se pagaron considerables cantidades de dinero por obtener remisiones generales para todos los habitantes de la ciudad.89 Así como en años anteriores los cónsules habían expresado su disconformidad con los nombramientos de algunos vegueres arzobispales, en 1386, sus resistencias se dirigieron contra el nombramiento de Pere Bernat Pujol como veguer del rey, pues con su proclamación el soberano contravenía el privilegio que prohibía a los domicialiados en Tarragona o su Campo ocupar dicho cargo.90 Además, las profundas dificultades económicas que atravesó la ciudad durante este periodo, agravadas por una alarmante carestía de trigo, sumadas a la enorme inestabilidad política de los últimos años del prolongado reinado del Ceremonioso —de la que la ciudad no pudo mantenerse al margen—, provocaron que los enfrentamientos entre los particulares de Tarragona fuesen habituales, dando pie a una espiral de venganzas que no resultaba fácil de detener desde los órganos de gobierno urbanos.91 planteamiento del mismo problema, de un modo más general, realizado unos meses más tarde: «Sobre les paraules injurioses dites als honrats cònsols per moltes e diverses persones de la Ciutat, que plàcia a l’honrat Consell que y vulla provehir en tal forma e manera que ells no sien injuriats ne viltenguts per nengú; és estat declarat e determenat per lo dit honrat Consell que los honrats cònsols pusquen fer aquells protests e deffensions que·ls serà vist fahedor, ne per dret atrobaran en tal manera que ells sien deffesos e mantenguts e que negú no·ls gòs dir paraules desonestes rahonant los fets de la Ciutat, donant poder als dits honrats cònsols que ells hi pusquen fer aquelles messions que hi seran necessàries» (AHCT, FM, AM, n.º 7: 1384-1385 [3.VI.1384], f. 9v); o los insultos que incluso les dirigían los almotacenes: «sia enquerit contra los dits mostaçafs per les paraules injurioses que han dites, per ço que sien castigats per tal forma e manera que a ells sia càstich e als altres qui semblants coses volran fer ne dir, eximpli» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [17.I.1387], f. 41r). 89 El día 4 de septiembre de 1385, los cónsules elevaron una propuesta al Consejo en la que solicitaban «que com sia cosa acustumada que los honrats veguers de la Ciutat fan tots anys a la dita Ciutat absolució general; perquè supplicaren lo dit honrat Consell que la Ciutat vulla haver la dita absolució» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386, f. 19r). Lo cierto es que, al margen de los acuerdos a los que se llegó para obtener las remisiones generales, las protestas de los cónsules ante la actuación de los vegueres fueron bastante habituales en este periodo: «[...] que plàcia al dit honrat Consell que vulla lloar, approvar, ratifficar e confermar los protests e injúries que hajen estimades los dits cònsols als honrats veguers de la Ciutat per ço com no volien mantenir los drets de la Ciutat, e que axí mateix los donen poder que, d’ací avant, ne pusquen fer en ço que tocarà interès de la Ciutat» (Ibidem [9.II.1386], f. 26r). 90 «A la proposició feta de les letres e provisions que en Pere Bernat Pujol ha agudes del senyor Rey, per les quals vol haver la vegueria real de la dita Ciutat, e ell volent usar de la dita vegueria, ans convenguts fer a ell diverses protestes, e lo dit Pere Bernat digué que los protests que los dits cònsols li han fets no han poder de Consell ne u feyen ab volentat de aquell, per ço, proposaren en lo dit Consell que en lo dit fet vulla acordar ço que li plaurà; és estat determenat per lo dit honrat Consell que ja los dits honrats cònsols havien poder de protestar, requerir e appel·lar en tots fets de la Ciutat, e açò per determinació de Consell general, e en mantenir axí mateix los privilegis de aquella. E ara, lo dit Consell loa e approva, ratiffica e conferma tot ço que protestat, request e respost és estat per los dits honrats cònsols en deffensió dels privilegis e libertats de la dita Ciutat. E encara los dóna poder de protestar, de respondre e de requerir e estimar injúries e aquelles exequir e fer exequir e totes altres coses en açò necessàries contra lo dit Pere Bernat e contra tots altres qui vinguen contra la Ciutat e privilegis e libertats de aquella» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [28.VII.1386], ff. 18v-19r). 91 En un intento por lograr la concordia entre dos ciudadanos enfrentados, el Consejo encargó a los cónsules que, junto con algunas buenas personas, «tracten e practiquen de la dita pau o treva, per forma
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La Sede vacante en la Mitra tarraconense (1380-1387) y la decidida actuación real por hacerse con el dominio exclusivo de la ciudad habían de bilitado al poder eclesiástico, algo que se agravó todavía más con el sur gimiento de fuertes disensiones en el seno del cabildo catedralicio. A la espera del nombramiento de un nuevo arzobispo, algunos de sus miembros eran partidarios de trasladar la regencia a la segunda dignidad capitular, el camarero y coseñor de Reus (familiar de la reina Sibila), Bernat Pujol,92 alegando la avanzada edad del preboste, quien tenía derecho a ocupar la silla post pontificalem.93 Una división que venía inducida, en parte, por la intervención del propio monarca,94 consciente de las ventajas que le podía acae per manera que en lo dit fet pau o treva s’i faça, e si cars era que açò ells bonament no poguessen finar, al Consell plau que la part qui no volrà ésser obedient sia destreta per via de cort o de presó, per esquivar mal, perill e escàndel de la Ciutat» (AHCT, FM, AM, n.º 8: 1385-1386 [17.IV.1385], f. 3v). 92 Sobre la figura del que la historiografía califica como el «camarero intruso», E. Gort, «Dels orígens», pp. 195-197. 93 En la reunión del Consejo general de 26 de marzo del año 1386, la mayoría de los asistentes se mostraron partidarios a defender al pavorde, Guillem Sescomes, ante los ataques de quienes abogaban por su destitución: «A la proposició feta […] que, com mossèn Galceran d’Anglesola e lo camarer de Reus se forcen de gitar lo senyor pabordre, portantveus d’Archabisbe, la Seu vagant, de la administració, e que plagués a dit honrat Consell que lo dit Senyor tinguessen per recomanat e que li fessen bon testimoni en sos fets, e que, axí mateix, plagués al dit honrat Consell de fer-li alguna ajuda ab què ell se pogués ajudar a defendre d’aquests qui de la dita administració lo volen gitar; és estat determenat per lo dit honrat Consell que […] tracten ab lo dit senyor pabordre, ab mossèn Galceran d’Anglesola e ab lo camarer, per tal que, si fer se pot, los tolguen de la qüestió que han e que hajen bona pau e concòrdia. E açò facen en totes aquelles formes, maneres e condicions que·ls seria vist fahedor; [...] axí mateix, al dit Consell plau que per los dits honrats cònsols sien fetes letres al senyor Rey, e a qui ells se volran, a escusació de dit senyor pabordre, e que fassen testimoni de veritat de sa bona fama» (Ibidem [26.III.1386], f. 30r-v). Con toda probabilidad, dicha defensa provocó que el preboste recompensara a la ciudad con la confirmación de las disposiciones relativas a la obligación del veguer arzobispal y de su asesor a prestar caución antes de iniciar su mantado y a «purgar taula» tras su conclusión, una vez transcurrido el bienio que daba comienzo el día de san Juan (AHCT, FM, perg. 285). 94 En su Arxiepiscopologi, el cronista Blanch afirma que «Vent lo Rey que no podia exir-ne ab la sua, tractà ab manya ab los canonges y Capítol que llevassen lo govern de l’archebisbat al paborde, ab títol que ere molt vell y no podia regir-lo, y lo donassen y entregassen al camarer de la Seu, que ere un cavaller que·s deia Bernat Despujol, parent molt propinc de la Reyna Fortiana, sa muller, per a que axí ab més facilitat y ab sciència, y ab paciència de la Iglésia, se apoderàs de tot. Però los canonges y Capítol, suspitant que la demanda del Rey ere ab segona intenció, no volgueren condescendir ab ella, y respongueren que lo paborde no avie donat ocasió a que se li fes tal agravi» (op. cit., vol. II, pp. 66-67). En la reunión del Consejo municipal celebrada el día 18 de mayo de 1386, se expuso la cuestión en los siguientes términos: «con lo camarer e algunes altres persones, segons que·s diu, se vullen esforçar ab lo senyor Rey e ab la senyora Reyna e ab d’altres persones de gitar lo senyor pabordre de la administració de l’Archabisbat de Tarragona, la seu vagant, e lo dit senyor pabordre haja constitució en la qual som tenguts de mantenir-lo e, d’altre part, nos ha posada pena de la feeltat, segons que per letra sua se apart que los ciutadans de la Ciutat no soffiren ne consenten que sia gitat de la administració [...]; és estat declarat e determanat que los honrats en Berengaró Martí e en Maymó Romeu vagen a Barchinona per supplicar lo senyor Rey e per parlar ab totes altres persones qui en açò hajen feta instància contra lo dit pabordre, que plàcia al dit Senyor que si res ha ementat contra aquell, que ho vulla tornar al primer estament o que l’informen largament de sa fama, e que, axí matex, li mostren la letra en la qual lo dit senyor pabordre mana als hòmens de la Ciutat, en pena de la feeltat, que·l deguen mantenir e deffendre» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387, ff. 7v-8r).
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rrear, para cumplir con sus objetivos,95 el hecho de que el gobierno eclesiástico estuviese en manos del camarero, pariente cercano de su cuarta esposa y hermano de su veguer en la ciudad y Campo de Tarragona.96 Ante la oposición que generó la implicación real entre la parte del cabildo que no estaba dispuesta a sustituir a Guillem Sescomes por Bernat Pujol, el soberano mandó llamar ante su Corte a los rebeldes quienes, por no cumplir con dicho mandato, fueron proclamados enemigos reales y, como represalia, el Ceremonioso dispuso que los vegueres de Montblanc y Vilafranca alistasen a sus tropas y se preparasen para invadir las villas de la Mitra en el Campo de Tarragona. La ocupación se llevó a efecto bajo las órdenes del caballero Bernat de Vilademany, «fent més mal y danys en lo Camp que no agueren fet a ser gents estrangeras» y fue de tal envergadura que obligó al pavorde y a varios canónigos a desplazarse a Barcelona para tratar sobre el fin de las agresiones. Se intentó llegar a una solución arbitrada pero con la muerte del rey, en los primeros días de 1387, las negociaciones se interrumpieron, quedando el conflicto irresuelto. Los últimos momentos de vida del rey Pedro dieron pie al surgimiento de un nuevo relato legendario, del que hay constancia al menos desde fines del siglo xv, mediante el cual se cuenta que, estando el monarca moribundo, 95 El rey tenía la intención de adueñarse por completo del dominio temporal de la Iglesia sobre Tarragona, negociando con el Capítulo la cesión de otros de sus dominios en el Campo o en veguerías vecinas a cambio del control de la capital: «Hovo de consejo que diesse otra ciudad a la Yglesia, con tantos vasallos, tierras y renta, y podría entonces cumplir su deseo. Mas los del cabildo de Tarragona pretendían no poderse por ellos fazerse, que solo el Papa, que es cabeça de la Yglesia, puede agenar, por mayor bien de aquella destrocar y alterar las tales possessiones. Y, como entonce no hoviesse Papa, que la Yglesia estava en scisma, y los unos seguían un Papa, los otros, otro, y el rey don Pedro a ninguno, fallecía quien tal podiesse fazer» (Cf. G. F. de Vagad, Crónica de Aragón, f. CXLVII). Véase también la crónica del propio monarca (S. M.ª Cingolani, Les Quatre grans cròniques) o los estudios clásicos sobre su reinado, como el de R. d’Abadal. 96 Los Pujol, originarios de Castellfollit, se trasladaron a Tarragona a finales de 1380, cuando Bernat obtuvo la camarería. Su hermano, Pere Bernat, era doncel y estaba casado con Agnès, quien compró y tomó posesión de los derechos sobre el castillo de Mangons —en feudo del arzobispo de Tarragona— por 20.000 sueldos (AHCT, FM, perg. 139); obtuvo la veguería real durante el bienio de 1384-1386, siendo reelegido por el rey para seguir desempeñando el puesto, a pesar de la oposición mostrada por parte de la ciudad, que decidió obedecer el mandato del preboste según el cual no le debían admitir ni recibir como veguer: «A la proposició feta que en Pere Bernat Pujol, qui vol exercir lo offici de la vegueria en la Ciutat de Terragona, entre de nit ab companya estranya en la Ciutat; és estat declarat per lo dit honrat Consell que per los dits honrats cònsols sien requests los honrats veguers que de les dites coses deguen enquerir e fer inquisició, per manera que la veritat de les dites coses sia atrobada, e fer guayta e guaytes per forma que la dita Ciutat sia guardada que per gents estranyes ne altres alguna persona no puxa ésser injuriada ne maltractada en persona ne en béns» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387 [14.VII.1386], ff. 23v-24r). Finalmente, para evitar mayores problemas con la ciudad, el rey cedió ante sus peticiones y sustituyó a Pere Bernat Pujol por Berenguer Sellent. Los responsables del gobierno municipal se mostraron conformes con el cambio, pero el veguer destituido, a modo de venganza, informó al rey de que «la Ciutat no havia volgut reebre lo dit en Sellent per veguer», lo que provocó la ira del monarca y el envío de su hueste contra la ciudad, que respondió enviando a los cónsules y algunos prohombres a Barcelona «ab creu alçada e ab sobrepellices vestits, cridant e demanant justícia» (Ibidem [28.X.1386], f. 31r-v).
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se le apareció santa Tecla para reclamarle, mediante un fuerte bofetón, la restitución a los arzobispos e Iglesia de Tarragona del patrimonio y derechos que les arrebató, especialmente desde que la Sede quedó vacante.97 Dicho relato mítico, además de servir como fiel reflejo de las luchas mantenidas en este contexto por el control jurisdiccional de la capital y su territorio, fue utilizado para justificar la redacción de un codicilo, cuya autenticidad ha sido puesta en discusión en varias ocasiones, donde el Ceremonioso se excusaba por los daños cometidos, solicitando a su heredero y albaceas que se encargaran de su reparación y restitución.98 Con la llegada al trono de Juan I, se emprendió una persecución contra su madrastra, el hermano de esta y los principales consejeros del periodo final del reinado de su padre, acusados de felones y de haber sembrado la discordia entre ambos, siendo todos ellos encarcelados, destituidos de sus cargos y honores, perdiendo sus bienes e incluso, en algunos casos, la vida. Es precisamente en ese marco donde hay que situar también las persecuciones contra quienes habían apoyado tanto al camarero de la Sede tarraconense como al veguer real. Asimismo, el nuevo monarca quiso resolver cuanto antes otros asuntos pendientes del reinado de su padre, como abandonar la posición de indiferencia ante el Cisma de la Iglesia occidental y otorgar la obediencia de sus reinos al papa aviñonés, lo que abrió la posibilidad a que el obispo de Segorbe, Ènnec de Vallterra, pudiese tomar posesión de un arzobispado del que tan solo era electo. Garantizar la estabilidad del regimiento municipal se convirtió en una tarea harto compleja y, según los responsables del gobierno, el estricto cumplimiento de los capítulos contenidos en el privilegio de 1382 no facilitaba las cosas, por lo que decidieron dirigirse al monarca que, siendo todavía infante, lo había concedido con validez para una década.99 La petición de la ciudad no fue atendida de inmediato, pues las elecciones de 1387 todavía se celebraron de acuerdo con el modelo establecido unos años atrás, «segons ordinacions fetes per lo senyor duch en la dita Ciutat».100 La carta que se Al respecto, E. Juncosa, «La bofetada de santa Tecla». Ibidem, n. 34. 99 El acuerdo tomado en Consejo para solicitar al nuevo monarca que fuese decisión de la propia ciudad si quería o no seguir aplicando el citado privilegio tuvo lugar durante la sesión del día 17 de enero de 1387 con estas palabras: «Lo duch fonch Rey. Encara, és estat determenat per lo dit honrat Consell que lo honrat micer Johan Abrí, qui va per missatgeria de la Ciutat al senyor Rey, que haja una provisió del dit Senyor que sia elecció de la Ciutat si volrà usar de la ordinació que lo dit Senyor, estant duch, féu en la Ciutat o no» (AHCT, FM, AM, n.º 9: 1386-1387, f. 41v). 100 Dichas elecciones tuvieron lugar el día 8 de abril y con ellas se cerraba el libro de los acuerdos municipales del consulado anterior. En el f. 36 del libro de actas hay cosido un documento suelto de gran interés para el tema que nos ocupa, pues se trata de una relación de «impedidos» —muy probablemente por ser deudores más que por un motivo de excomunión—, lo que no les permitía ocupar oficios en la 97 98
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transcribe a continuación demuestra que, en septiembre, continuaban todavía las negociaciones para que el privilegio fuese revocado:101 Al molt honorable e molt savi senyor en Pere Çacosta, conseller del senyor Rey e batle general de Cathalunya. Molt honrat senyor, sàpia la vostra sabiesa que nosaltres trametem aquí lo discret en Nicolau Pallerès e havem-li recomanat que en tot cas ell nos hage una provisió del senyor Rey, ço és, revocatòria de aquelles ordinacions que·l dit Senyor, stant duch e general governador, féu en aquesta Ciutat, de la qual provisió ja largament vos scrivim enguany per lo discret n’Antoni de Vallmoll, lo qual, per aquesta rahó matexa, remetem a vós e de la qual en Francesch Foguet, segons que·ns dix, vos havia parlat, e·ns digueren de part vostra que, per rahó com lo dit Senyor era molt discresiat, vós, senyor, no haviets pogut entendre en lo fet. Perquè, senyor, ara, altra vegada, recomanats-vos lo dit Nicolau Pallarès sobre lo dit fet, vos pregam, afectuosament e con mils podem, que per honor de la dita Ciutat, la qual se tén molt a vós per obligada, vullats lo dit en Nicolau Pallarès en tal manera endreçar que mijantçant pugam haver la dita provisió del senyor Rey. E si algunes coses podem fer pel vostre honor, som prests apparellats de complir en continent. Scrita en Terragona, lo primer dia de setembre. Los cònsols de Terragona, apparellats a vostre honor.
La ciudad adquiere la plena capacidad de decidir su sistema electoral: el privilegio de Juan I (1388-1475) Habitatores dicte civitatis habeant liberum et franchum arbitrium et facultatem eligendi et creandi consules, consiliarios aliosque officiales.
Finalmente, el 11 de enero de 1388, desde Vilafranca del Penedès, el rey dictó una provisión mediante la cual quedó invalidado el privilegio de 1382, satisfaciendo así las demandas de la ciudad.102 Junto con la revocación de ciudad: «Impedits per a cònsol de mà major: Agustí Frexa, Miquel Joan Martí, mossèn Madiona, mossèn Comalada. Impedits per a cònsol de mà mijana: Francesch Berthomeu, major, Joan Soler, ortolà, Benet Baldrich. Impedits per a cònsol de mà menuda: Fructuós Fígols, Honoffre March. Impedits per a mostasaf: Miquel Colom, Joan Cerdà. Impedits per a obrer: Berthomeu Guasch, Francesch Frexa. Impedits per a receptor: Miquel Joan Martí, Francesch Cisterer. Impedits per a clavari: Francesch Frexa, Benet Baldrich. Impedits per a hoïdors de comptes: Francesch Cisterer, Raphel Jaques, Gabriel Rausich, Honoffre Reig. Impedits per a consellers de mà major: Benet Baldrich. Impedits per a mà mijana: Joanot Noguers, Miquel Babot». A modo de comparación, véase también el caso de 1423 (vid. infra). 101 Registre de les letres del Conssolat dels honrats en Berenguer Martí, d’en Pere de la Porta e d’en Bernat Joya, cònsols de la Ciutat de Terragona, AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388, ff. 43r-57r. 102 El rey Juan I deja constancia de ello cuando afirma que: «Nunc autem fuit nobis pro parte consulum et proborum hominum dicte civitatis humiliter supplicatum ut cum ordinationes et capitula ipsa dicte civitati et eius bono statui multis causis et juribus ex rationibus nobis expressis quadam modo sint dampnosa eadem capitula et contenta in eis» (AHCT, FM, perg. 154). Dichas demandas —conociendo la actitud del nuevo monarca con respecto al gobierno de otras capitales— no distarían demasiado de la
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dicho documento, Juan I concedió a los cónsules, «consellers» y prohombres de Tarragona que pudiesen actuar, ordenar y dar curso a las causas y negocios relacionados con el bien de la cosa pública municipal, guiados por su buen arbitrio y sus conciencias.103 Concretamente, adquirieron la prerrogativa que les facultó para decidir el sistema que considerasen más adecuado para la elección de sus representantes en el gobierno municipal, así como la organización de la estructura institucional encargada del regimiento.104 Recibido el nuevo privilegio, los cónsules y consejeros de Tarragona se reunieron para determinar cuál sería el modelo que debían seguir las próximas elecciones municipales. Para estudiar el caso con detenimiento, fue creada una comisión formada por seis ciudadanos, cuyo principal encargo fue la elaboración y redacción de unas nuevas ordenanzas que definieran todo lo relativo a la estructura y funcionamiento del gobierno, haciendo especial hincapié en el sistema electoral que debía ser implementado. Una vez establecidos los capítulos pertinentes, estos tendrían que ser presentados y discutidos en el Consejo como paso previo a su aprobación.105 En la selección de los componentes de dicha comisión, se había excluido a la mano menor que, a raíz de sus denuncias, logró incorporar a la misma —un par de semanas después de haberse constituido— a dos nuevos miembros de su estamento.106 Prácticamente un mes más tarde, los debates dieron sus frutos voluntad del soberano, en su intento por aproximar posturas con la oligarquía tradicional. Es de suponer que fuese así por la poca resistencia que opuso a otorgar algo tan relevante como la concesión de la libertad total a la ciudad para que decidiera su propio sistema electoral y su composición institucional, lo que demostraría que estaba en claro desacuerdo con la intervención de su padre en el municipio, a pesar de haber tenido que ser él quien, actuando en nombre de su progenitor como gobernador general, concediese el privilegio de 1382. 103 La provisión de Juan el Cazador gozó de una prolongada vigencia, pues el documento fue trasladado el 19 de abril de 1407 (AHCT, FM, perg. 155), confirmado, por Alfonso el Magnánimo desde Gaeta, el 4 de julio de 1437 (AHCT, FM, perg. 156) y, nuevamente, trasladado el 1 de abril de 1456 (AHCT, FM, perg. 530). 104 En la provisión se expresa del siguiente modo: «Sic quod consules, consiliarii et habitatores dicte civitatis habeant liberum et franchum arbitrium et facultatem eligendi et creandi consules, consiliarios aliosque officiales predictos et alia faciendi et ordinandi super regimine eiusdem civitatis et sub illis modis et formis quibus et prout melius eis videbitur faciendum ordinatione seu capitulis antedictis seu contentis in eis obsistentibus nullo modo». 105 «Com la Ciutat hage novellament haguda una letra del senyor Rey en Johan, ara regnant, revocatòria d’alscuns capítols e ordinacions que ell, stant duch e general governador, féu en la Ciutat sobre lo regiment e eleccions dels cònsols e altres officials de la Ciutat, axí que la Ciutat puxa usar en aquestes coses e altres segons que mills li apparrà, e sia necessari de tractar e haver manera e encara ordonar capítols sobre les dites coses, és stat declarat e comanat a·n Pere Guerau, a·n Berenguer Gibert, a·n Pere Morell, a·n Nicolau Albanell, a·n Francesch Foguet e a·n Maymó Romeu, e dat poder a aquells de fer e ordonar capítols sobre lo dit regiment e elecció e altres coses semblants e emergents d’aquelles, segons lur coneguda e a major profit de la Ciutat. Axí, emperò, que fets e ordonats los dits capítols, aquells hagen a tornar e mostrar al Consell per saber ço que hauran fet si·ls plaurà» (AHCT, FM, AM, n.º 10: 1387-1388 [13.II.1388], ff. 18v-19r). 106 Junto con ellos, también los propios cónsules fueron autorizados para participar en los trabajos llevados a cabo por la comisión: «És stat declarat e determenat que los cònsols e, per la mà menor, en
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y fue presentada públicamente la nueva «forma de elegir cónsules y consejeros»:107 Com per los ordenadors dessús elets per rahó del regiment de la Ciutat observador, axí en elecció de cònsols com en altres coses, segons que en altre Consell dessús celebrat die jovis, XIII die febrerij, e en altre Consell encara celebrat aprés, die veneris, XXVIII die febrerij, anno predicto, és pus largament contengut, sien stats capítols fets e ordenats concordablement, segons que·s diu, exceptat que·s discorden sobre la elecció dels cònsols fahedora. Com ne sien de diverses oppinions, és determenat que los consellers de l’any present elegesquen cònsols per l’any esdevenidor e, d’aquí avant, elegesquen cònsols LXXV persones elegidores en consellers, los quals LXXV consellers sien elegits per tres mans, ço és saber, major, mijana e menor, és saber, per cascuna mà lur partida de consellers. Axí, emperò, que los dits cònsols sien fets per redolins, axí com ara s’acostumave, en los quals redolins sien meses dues persones per cascuna mà, axí que, axí com d’abans eren IX, ara sien VI, e les primeres persones qui exiran de cascuna mà sien hagudes per eletes en cònsols, axí que sien tres cònsols, los quals, emperò, cònsols e consellers no deguen ne puxen ésser de casa del senyor Archabisbe o officials d’aquell, ne encara de la Cort dels veguers de Terragona.
Al parecer, las disensiones que habían caracterizado las negociaciones para determinar el sistema de elección del consulado no remitieron con este acuerdo conciliar, visto que, tan solo unas horas después, hubo de reunirse otra vez el pleno municipal para adoptar una nueva determinación, la que resultó ser definitiva ante la inminencia de los comicios y mediante la que fueron elegidos «a més veus havents», los cónsules Ponç Guerau, Francesc Foguet y Nicolau Albanell, todos ellos miembros de familias tarraconenses acomodadas:108 Sobre la elecció fahedora de cònsols e de consellers per l’any esdevenidor, de què ir se féu menció en lo Consell pus prop celebrat, és novellament determenat que, lo dimarts post Pasqua prop vinent, sien eletes III persones per lo Consell en cònsols, aquelles que viares los serà ésser bones e profitoses al regiment de la Ciutat, de qualsevol condició o stament sien, sens distinció de mans o de braces fahePere Gilabert e en Barthomeu Albert sien ajustats, ensemps ab los altres dessús elets en Consell celebrat die jovis, XIII die febrerii, anno presenti, per fer e ordonar, tots ensemps, les ordinacions e capítols necessàries e profitoses sobre lo regiment de la Ciutat e eleccions de cònsols e altres coses en lo dit Consell als altres dessús dits comanades» (Ibidem [28.II.1388], f. 20v). 107 Ibidem [23.III.1388], f. 21r. 108 Ibidem [24.III.1388], f. 22r. Ponç Guerau y Nicolau Albanell eran miembros de la mano mayor, mientras que Francesc Foguet formaba parte del estamento mediano. Ellos serán los encargados de elegir, junto con los cónsules salientes, a las 75 personas que iban a componer el nuevo Consejo, cuya relación inaugura el libro de actas de 1388-1389. Al final de la nómina se especifica que formaban parte de la institución «Sartores II, çabaters II, perayres I, texidors I, cuyraters I, taverners I, carnicers I, corders I, ortolans II, pescadors II, calafats I, scrivans II, fabridors I, speciers II, barbers I, pellicers I, ferrers I, picapedrers I, fusters I» (AHCT, FM, AM, n.º 11: 1388-1389, f. 1v).
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dora, e que los cònsols vells e novells elegesquen los LXXV consellers per l’any esdevenidor, segons lur bona consciència.
Resulta especialmente importante tener en cuenta los dos modelos que se propusieron en las sesiones del 23 y 24 de marzo de 1388, pues van a determinar, de un modo decisivo, el procedimiento electoral de los años subsiguientes. Alianzas frustradas
Paralelamente a lo expuesto, el nombramiento del nuevo prelado permitió al monarca plantear la necesidad de alcanzar un acuerdo que permitiese acabar, de una vez por todas, con los continuos choques jurisdiccionales entre ambas dignidades,109 implicando a personajes de la talla de Francesc Eiximenis en la mediación:110 Lo Rey. Mestre Francesch. Nós scrivim a l’Archebisbe e Capítol de Tarragona per altres letras nostras del tenor següent: ‘Lo Rey. Nós, sabents que entre lo senyor Rey en Pere, de bona memòria, pare nostre, de una part, etc., data ut supra; post cuius data et signo sequitur’. Perquè·us pregam que vós, per esguart nostre, vullats en lo dit fet entrevenir e trabellar totes e quantes vegades per los elets per nostre part hi serets demanats, en manera que·l dit fet vingue a bon acabament, axí com 109 Así lo expresa claramente el rey Juan I en la carta que envió al arzobispo de Vallterra y a la que se alude en la misiva al reputado franciscano: «Lo Rey. Archabisbe. Nós, sabents que entre lo senyor Rey en Pere, de bona memòria, pare nostre, de una part, e la Esgleya vostra de la Ciutat de Tarragona, de la altra, era stat mogut tracte e avinença que la juredicció de la dita Ciutat e dels altres lochs del Camp que era comuna entre lo dit Senyor e la dita Esgleya fos e romengués del tot al dit senyor Rey, ell faent a la dita Esgleya e·n altres lochs e coses esmena covinent de la part de la dita juredicció, e açò a conexença de certes personas que quescuna de les dites parts elegidores, e volens per bé e utilitat de la dita Esgleya e Nostre, e per ben públich de la dita Ciutat e lochs, lo dit tracte continuar e finir, trametem a vós per aquest fet lo feel conseller e promovedor dels negocis de nostra Cort, micer Bernat Miquel, informat plenerament per Nós del dit fet, pregants-vos que a tot ço que lo dit micer Bernat Miquel vos dirà en lo dit fet de part nostra donets fe e creença, axí com si Nós personalment vos ho dèhiem, e a·llò donets e dar façats tal obra ab spatxament que·l dit fet vingue a bona fi; e offerim-nos apparellats, en açò que nostre senyor lo Pape haja a fer e fermar sobre lo dit tracte o cambi, scriure a ell, e aquell pregar en tal manera que per ço que ell a fer haja, Déus volent, lo dit fet no romandrà; segons que totes aquestes coses lo dit micer Bernat vos dirà pus largament. Dada en Saragoça, sots nostre segell secret, a XIIII de juliol de l’any M CCC LXXXVIII. Rex Johannes» (ACA, C, reg. 1955, f. 60r). 110 Ibidem, f. 60v. Escasos días después, el rey escribía a sus procuradores, quienes gozaban de «plen poder de tractar e finar ab l’Arcabisbe e Capítol de Tarragona, e ab altres qui a açò necessaris sien», con el claro objetivo de que «la juredicció de la Ciutat de Tarragona, que és comuna vuy entre Nós e la Esgleya de Tarragona, sia del tot nostre, e de fer esmena e satisfacció a la dita Esgleya sobre açò aquella que a vosaltres serà vista feadora, volem e a vosaltres dehim e manam que en lo dit tractament entenat ab diligència». Una vez alcanzados los capítulos del borrador del acuerdo, estos debían ser enviados al monarca para ser debatido en el Consejo real. Vid. ibidem, ff. 61r-64r. Agradezco la generosidad del Sr. J. Riera al haberme proporcionado estas noticias cuando estaba preparando la edición del diplomatario Francesc Eiximenis i la casa reial, donde se presentan dichos documentos (pp. 25-26).
342 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional Nós, a profit de la dita Sgleya e nostre, desigam. E d’açò·ns farets pler, lo qual molt vos grahirem. E serà benstar e laor vostra que aquest tracte, migençant vós, se fin, per lo qual tants escàndels e mals qui se’n són seguits e són apperellats de seguir cesseran. Dada en Çaragoça, sots nostre segell secret, a XIIII dies de juliol de l’any de la Nativitat de Nostre Senyor M CCC LXXXVIII. Rex Johannes. Dirigitur magistro Francisco Eximenez.
Tras varios meses de negociaciones, se precisaron los términos de una concordia que, a grandes rasgos, convertía al rey en señor único de la ciudad de Tarragona a cambio de la cesión de los derechos que este poseía sobre la mayoría de sus dominios en el Campo.111 Pero, debido a las apremiantes necesidades económicas de la monarquía para hacer frente a una nueva rebelión sarda, tal permuta no se puso en efecto, produciéndose, en su lugar, la venta a la Mitra de una parte importante del patrimonio real en la veguería por la suma de 17.000 florines,112 con posibilidad de redención.113 Al margen de dicha cesión, la ciudad siguió manteniendo su régimen de condominio entre el arzobispo y el rey, hasta que, a mediados de abril de 1393, el monarca decidiese conceder a su esposa, Violante de Bar, las rentas y jurisdicciones que seguía poseyendo en Tarragona y su Campo, lo que produjo la frontal oposición de los representantes municipales, pues creían que con tal donación se podrían ver menoscabados los derechos de la ciudad.114 Asimismo, el prelado también se mostró en desacuerdo con la decisión real, recla111 AHAT, PM, n.º 9, doc. 281: Capitula concordia qua per vim permutationis tractabatur inter Regem Joannem et Ennecum Archiepiscopum super civitate Tarracona et insula Ivissa, qua non habuerunt effectum. 112 El instrumento de la venta se firmó en Vilafranca del Penedès el 4 de diciembre de 1391. El documento se transcribe también en Ibidem, doc. 282. 113 El cronista Blanch nos da la noticia que «als 21 de janer de l’any 1392, ab altre acte, lo dit Archebisbe d. Íñigo concedí y donà facultat al rey que-u pogués lluir y quitar» (Arxiepiscopologi, vol. II, p. 84). Sabemos también que las negociaciones para llevar a cabo la recuperación patrimonial tuvieron lugar a principios de febrero de 1398 (M.ª T. Ferrer, El patrimoni reial, p. 468). 114 ACA, C, reg. 1856, ff. 27r-28r. Dicho donativo tuvo lugar el 14 de abril en València y no en junio en Tortosa, como afirma E. Morera (Tarragona cristiana, vol. II/2, p. 671), según se precisa en el acta notarial de la lectura pública que tuvo lugar en la plaza de la «Quartera» de la cédula en papel en la que los cónsules expresaban su oposición al traspaso de las regalías de la ciudad (AHCT, FM, perg. 29). Las deliberaciones sobre el mismo tuvieron lugar en la reunión del Consell celebrada el 21 de junio de 1393, donde se exponía que «sobre les provisions e letres reals lestes en lo present honrat Consell per rahó de la donació que lo senyor Rey ha feta a la senyora Reyna de les jurediccions e altres drets al dit senyor pertanyents en la Ciutat, Vegueria e Camp de Terragona, en les quals provisions, segons prima faç apar, són contengudes algunes coses qui si axí staven tornarien en prejudici e lesió de la universitat de la dita Ciutat, és acordat e determenat per l’honrat Consell que a rahonar los dits prejudicis e provehir en aquells e ordonar capítols, privilegis, gràcies e altres coses necessàries a utilitat e profit de la universitat de la dita Ciutat sia comenat als cònsols e als honrats e discrets [...], o a la major partida, donant-los poder de haver consell e consells d’aquells doctors, juristes e altres persones sàvies, axí fora la Ciutat com dins aquella, sobre aquest fet e administrar messions e despeses necessàries [...], determinándose, también, que fuese enviada una mensajería al arzobispo para mantenrle informado de las novedades (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [21.VI.1393], f. 5v). Vid. E. Juncosa, «Las amenazas de una reina», pp. 89-110.
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mando con insistencia al monarca que le prestase homenaje de fidelidad por las prerrogativas que mantenía en Tarragona. Será precisamente en este nuevo marco cuando los antiguos problemas derivados del control jurisdiccional de la ciudad volverán a aflorar, implicándose en ellos algunos de los principales representantes del poder municipal. Las tensiones se agravaron a partir del momento en que la reina decidió enviar una carta dirigida al arzobispo en la que, mediante la exposición de distintos ejemplos, acusaba al prelado de actuar recurrentemente en menosprecio y perjuicio del poder de los monarcas, usurpando sus regalías y derechos, agraviando a sus oficiales y sobrepasando los límites jurisdiccionales que le competían, exigiéndole, con tono amenazante, que no osase continuar por esa vía y que corrigiera los errores cometidos, advirtiéndole, además, del inicio de una investigación para determinar la veracidad de las imputaciones que sobre él recaían.115 Para evitar que el conflicto pasase a mayores, los reyes y el arzobispo convinieron reunirse en la ciudad condal para tratar de buscar una solución pactada a las desavenencias que por el dominio temporal seguían existiendo entre ambos. A pesar de haber sido citados los representantes municipales para que participasen en las negociaciones, en esta ocasión, el Consejo determinó declinar la invitación y mantener una posición neutral.116 El compromiso al que se llegó en los primeros días de 1395 pretendía poner fin a las controversias existentes entre ambos poderes mediante el nombramiento de unos árbitros que, por cada una de las partes, debían encargarse de recoger en un memorial la relación de los agravios y perjuicios 115 Dicha misiva, dada en Barcelona el 31 de mayo de 1394, fue copiada en el proceso conservado en el ACA bajo el título: El rey contra el arzobispo de Tarragona, sus oficiales y algunos hombres de ‘paratge’ por “alscuns greuges, injúries e offenses en alscuns officials e altres persones del dit Senyor” [contra las regalías y derechos reales] (ACA, C, PF, leg. 114, exp. 12, ff. 4v-6r). Véase el apéndice 16. 116 Fue en la reunión celebrada el martes, 21 de julio de 1394, cuando se votó y se acabó decidiendo que: «A la proposició per los honrats cònsols feta e a la letra, en lo present honrat Consell publicada, la qual la senyora Reyna ha tramesa als honrats cònsols de la Ciutat de Terragona, continent in efectu que la Ciutat trameta a Barchinona síndichs per rahó dels tractaments començats entre lo senyor Rey e senyora Reyna, d’una part, e lo senyor Archabisbe, de la part altra, sobre los drets que cascú pretén haver en la Ciutat e Camp de Terragona; és respost e determenat per l’onrat Consell que per aquesta rahó la Ciutat no trameta ni alegesque síndichs, màs que sia tramès un bon hom de part de la Ciutat de Barchinona en Cort del senyor Rey per haver les provisions del senyor Rey e de la senyora Reyna contengudes en la soplicació donada per los honrats cònsols a la senyora Reyna, mentres que ara en la Ciutat, la qual no·n s’haja cura de interposar-ne en res en los debats, qüestions o tractaments fahedors entre los dits Senyors, màs tan solament se certifich si en los dits tractaments, debats o avinences ha alguna cosa qui tocàs en res lo interès de la Ciutat. E si cas ésser que interès hi hagués algun, que·n certifich los honrats cònsols de administrar e fer messions necessàries. E que d’açò sia fet memorial sprés a aquell qui per açò serà tramès, per tal que manera no hi puxa ésser mudada» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395, f. 52v).
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perpetrados con el fin de reparar, en la medida de lo posible, los daños cometidos.117 Pero, al margen de la concordia firmada, el arzobispo Vallterra no desistió en su empeño por convertirse en el único señor de Tarragona y, para lograrlo, decidió favorecer una liga formada por algunos de los principales partidarios de su preeminencia con el fin de que actuasen en contra del patrimonio, los derechos y los oficiales del rey.118 Encabezados por Joan Sabater, acusado de ser «lo major concitador de poble de tota Tarragona e del Camp»,119 formaban parte de la misma: Arnau Massó, Bernat de Quinsac, Jaume Sabater, Bernat y Guillem Cerdà, Nicolau Albanell y Joan Texidor, entre otros, todos ellos firmes defensores de la causa arzobispal120 y miembros relevantes de un Consejo municipal que modelaron y dirigieron a su antojo para difamar a los representantes del poder real en la ciudad,121 tildando de alborotadores a quienes no estuviesen de su parte, llegando incluso a ordenar el encarcelamiento de sus detractores más obstinados.122 Además del control institucional del municipio, Sabater y sus aliados promovieron distintos «scàndils, gabelles e bandositats», con el fin de lograr que en la ciudad no se hiciese sino «ço que ell e alguns còmplices seus volen», sin que nadie osase contradecirlos. 117 «Com novellament se ha fermat compromés en la Ciutat de Barchinona entre lo senyor Rey e lo senyor Archabisbe sobre totes qüestions, accions, controvèrsies, dabats e demandes que entre ells e llurs predecessors sien stades en temps passat e al present, axí per jurisdiccions com per prejudicis fets en la Ciutat e Camp de Terragona, axí per la hu com per l’altre, e per officials de cascun d’ells, los àrbitres del qual compromés, segons se diu, han poder de fer tornar a loch los dits prejuidicis e punir los officis, los dits prejudicis perpetrats e general poder, segons en lo dit compromés se conté; e és de necessitat que los prejudicis e greuges fets en temps passats e al present se fan a la universitat de la dita Ciutat sien tots scrits e posats en memorial e dats davant los àrbitres per los dits senyors elets; perquè són elets per lo dit Consell a ordonar e fer scriure los dits greuges e prejudicis e fer memorial d’aquells los honrats: micer Johan Abrí, Berenguer Martí, Nicholau Albanell, Pere Morell o la major partida» (Ibidem [7.I.1395], ff. 63v-64r). 118 «Lo dit Johan Çabater e micer Arnau Maçó e còmplices seus tractaren que la Ciutat e lo Camp e l’Archabisbe se ligaren e foren una cosa contra los officials e drets reals» (ACA, C, PF, leg. 102, exp. 2, f. 2r). A lo largo de todo el proceso aparecen distintos testigos que corroboran dichas informaciones: «migançant lo dit Archabisbe, alscuns de la dita Ciutat e del Camp de Tarragona feren entre si molts ajustaments contra los officials e ministres del senyor Rey». 119 Así lo afirmaba Guillem de Ferreres cuando testificó en el proceso que se abrió contra él a principios de 1397 (Ibidem, f. 4r). 120 Proclamaban que «aprés Déu, no havien altre Senyor sinó lo dit Archabisbe» (Ibidem, f. 5v). 121 Sus quejas se centraban en «les persecucions, vexacions, manleutes, lesions, obres, grans oppresions, perjudicis e tractaments que incessanment, tot dia, se tracten e·s fan contra la universitat de la dita Ciutat de Terragona e ciutadans d’aquella, sens alguna rahó, per los honrats en Johan del Bosch, veguer real, en Guillemó de Ferrera, procurador real, Pere de Biel, scrivà, Ramon Çalmet e Anthoni Arbossar, fiscals e assessor» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [24.VII.1394], ff. 59r-60r; vuelven a presentarse acusaciones muy similares en las sesiones celebradas el 20 de marzo, 6 de abril y 10 de mayo). En el proceso abierto contra Joan Sabater, se pretendía demostrar que gran parte de dichas acusaciones se basaban en hechos falsos con un fin muy claro: «per devorar los drets reyals» (ACA, C, PF, leg. 102, exp. 2, f. 2r). 122 «Lo dit Johan Çabater, ab alguns còmplices, fan ajustar Consell quant se volen. E si algú diu ni contrasta al seu dit e de sos còmplices en favor de la cosa pública, fan-los metre e star en presó, dient que avoloten lo Consell» (Ibidem, f. 1r).
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De hecho, a pesar de la oposición de parte del Consejo, el cónsul Joan Sabater y Joan Texidor se desplazaron a Perpiñán ante los reyes, como representantes de la ciudad y del Campo de Tarragona, respectivamente, para exponer toda una relación de agravios en contra de sus oficiales en la veguería, dando pie a una investigación sobre los mismos que se prolongaría durante varios meses, quedando interrumpida, momentáneamente, debido a la repentina muerte del soberano y proseguida tras la subida al trono de su hermano Martín:123 Cum venerabilis Johannes Sabaterii, civis Terracone et Johannes Texidor, loci de La Selva, mercij, ambaxiatores dicte civitatis et Campi Terracone ad Curias dominorum Regis et Regine in villa Perpinyani tunc existentium destinatos fuerint, dictis dominis Regi et Regine certa capitula per viam denunciationis et supplicationis presentata. […] I.
II.
III.
IV. V. VI.
Primerament, que en Pere de Biel, scrivà del dit procurador Reyal, per sa pròpria auctoritat o temeritat, usurpant-se la juredicció comuna de Terragona, en l’any prop passat, tota justa causa cessant, près tres ciutadans de Terragona, passants devant lo castell de Terragona, e aquells féu entrar dins lo dit castell e·ls tench presos. […] Ítem, los veguers de Terragona han acustumat, de tant temps a ençà que memòria de hòmens no és en contrari, de guardar al Divenres Sant los juehus de Terragona. Lo dit Pere de Biel e Ramon Çalmet volien los dits juheus guardar, e stant aquest debat entre ells, los dits Pere e Ramon, mostrant que més zelen son profit que los drets del senyor Rey, digueren als veguers que·ls donassen dos florins e callarien e en aquest pacte entrevengué en Foguet, axí com a loch tinent de procurador Reyal. […] Ítem, posen que los dits Guillem de Ferrera, Pere de Biel e Ramon Çalmet han tretes de diverses persones per composicions e avinences que han fetes ab ells e ab lo veguer Reyal per processos de pau e de treva e alcunes diverses e grans quantitats de moneda, les quals és fama que no han meses en compte en les letres de les remissions que han fetes no són entegrament expressades. […] Ítem, és fama que·ls dits Guillem de Ferrera, Pere de Biel e Ramon Çalmet són exactors e oppremedors de les gents contra justícia e que studien e vetlen con poran haver drets injustament de les gents e alcuns són de mala fama. Ítem, Senyor, lo dit Guillem de Ferrera, en gran prejudici vostre e de la Ciutat, en lo castell Reyal acuyll bandejats e hòmens de mala vida e tals qui auran delenquit en la dita Ciutat, fahents furts e altres delictes. […] Ítem, Senyor, que lo dit Guillem de Ferrera se atura tot quant pot rebre per qualsevulla causa e no cure de satisfer a negú de sos treballs, ans se ature tots los salaris de aquells qui en les causes, per Vós, Senyor, auran trabellat, passant-los tots dies per noves.
123 Investigación sobre diversos capítulos presentados al rey en Perpiñán por los concelleres y otros representantes de la ciudad y Campo de Tarragona [1396], ACA, C, PF, leg. 114, exp. 11, ff. 2r-5r (capítulos de la acusación). En las actas municipales, se da cuenta del proceso abierto contra los oficiales reales «qui, al present, són detenguts, preses e arrestats»: AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [10. IV.1396], f. 2r-v; [12.V.1396], f. 8r; [24.I.1397], f. 22v.
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La respuesta de la monarquía ante tales acusaciones fue la apertura de una inquisición paralela contra el propio denunciante,124 quien acabó siendo encarcelado,125 atribuyéndole delitos tales como: haber «devorat la cosa pública; stroyda la Ciutat de Tarragona, tant que no s’i fa sinó ço que ell e alguns còmplices seus volen»; «tractat que la Ciutat e lo Camp e l’Archebisbe se ligaren e foren una cosa contra los officials e drets reals; fabricat e fet, ymaginàdament, capítols contra los oficials reals»126 o «feta liga contra lo patrimoni, drets e oficials del senyor Rey, ab alguns còmplices lurs moguts de mal sperit, en la Ciutat e Camp de Tarregona, avalotant los officials e conscitant los pobles contra aquells […] per abcegar e deperir los drets e patrimoni real de Tarragona»; ser promovedor «de scàndils e fauctor e consellador de gabelles e de bandositats», provocado un tumulto popular armado mediante el cual se invadió el palacio real con el fin de divulgar entre el pueblo las escrituras que allí se conservaban, alentando la destrucción de toda la documentación relativa a los privilegios y derechos reales en la ciudad y dándose a conocer cédulas con informaciones secretas;127 o el arresto del procurador real, su lugarteniente, fiscal y escribano, al grito de «sien presos tots los officials del rey! Muyren!», siendo sometidos a toda una serie de vejaciones y escarnios públicos. De hecho, Guillem de Ferrera, Francesc Foguet, Joan Selmet y Pere de Biel habían sido encarcelados en la Casa Blanca, la prisión de los condenados a muerte, donde, según el testimonio de este último, el veguer arzobispal, Guillem Despuig, les injuriaba con frases como: «digats al vostre Rey que us en traga; ara regnarem altre tant nosaltres e no·ns hic farets nosa, que ara ací no hic ha Rey ne Reyató, car l’Archabisbe és Rey e Senyor».128 ACA, C, PF, leg. 102, exp. 2. En la reunión conciliar celebrada el día 24 de enero de 1397 se exponía que: «A la proposició per los honrats cònsols feta e a dues letres en lo present honrat Consell lestes e publicades, la una de part del senyor Arcabisbe, l’altre de part d’en Johan Çabater, qui és en la Ciutat de Barchinona, continents, in efectu, que·l que són stats posats alguns capítols contre alguns de la Ciutat e del Camp e que lo dit Johan Çabater és stat pres e encara té aquell manlevat lo senyor Arcabisbe per ço com han possat que·l dit Johan Çabater ha comeses alguns crims on com açò sia fet per vexar lo dit Johan Çabater, per ço com no puxe provehir e satisfer als fets tocants la universitat de la dita Ciutat per los quals és stat tramès; és determenat per l’honrat Consell que lo dit Johan Çabater e tots altres misatgers qui per la Ciutat serà tramès sien dafesos la dita Ciutat e messions d’aquella d’açò de què serà inculpat, per ço que sa ignoscència sa aparega, donant poder als honrats cònsols de administrar e fer messions e despeses en aquest fet necessàries» (Ibidem, ff. 21v-22r). 126 Se trataría de los capítulos transcritos en el párrafo anterior. En este mismo sentido, también se afirma, en la inquisición contra los miembros de la liga del arzobispo encabezada por Joan Sabater, que este último «anà en missatgeria a Perpenyà, a la Cort real, contra los dits oficials reals, contra voler dels cònsols e regidors de la Ciutat, per los quals fou request que no anàs a la dita missatgeria en nom de la Ciutat ne ell per si mateix» (Ibidem, cap. XXVI de la acusación). 127 Entre ellas, había una que contenía un precepto real por el que se ordenaba la ejecución en la horca de toda una serie de hombres de la ciudad y la veguería y que demostraría la directa implicación de Pedro el Ceremonioso en los sucesos del «factus Terrachonæ» que tuvieron lugar a finales de julio de 1377, estudiados unas páginas atrás (vid. supra). 128 Ibidem, f. 46r. 124 125
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Transcurridos algunos días, los prisioneros, con la excepción del procurador real,129 fueron conducidos por la ciudad con cadenas en los pies y en el cuello, rodeados por un grupo de muchachos que, animados por el propio veguer y su camarilla de hombres armados, les empujaban, escupían y apedreaban, mientras la multitud les lanzaba todo tipo de oprobios hasta su llegada al puerto donde, tras repartirse sus pertenencias entre las gentes, los oficiales reales fueron subidos a un laúd que les trasladó hasta Barcelona. Entre tanto, la conflictividad en la ciudad llegó a ser tan grave que los miembros del Consell solicitaron a sus señores que nombrasen a un capitán general que, sin ser ciudadano de la misma, garantizase su defensa y protección, manteniendo el orden entre sus habitantes.130 A pesar de que las fuentes conservadas no permiten confirmar que su nombramiento se hiciese efectivo, lo cierto es que, durante varios años no se vuelve a dar noticia de ningún otro enfrentamiento jurisdiccional de este calado. A lo largo de las primeras décadas del siglo xv, de un modo progresivo, las antiguas parcialidades que habían luchado impetuosamente por copar el gobierno municipal y transformar desde las posiciones de poder la estructura jurisdiccional de la ciudad en pro de uno de sus dos señores, fueron cristalizando hasta desembocar, de un modo definitivo a mediados de los años treinta, en dos partidos antagónicos, los «ciudadanos» y los «querellantes», reflejo de las particularidades definitorias del caso tarraconense, produciéndose así la transformación de la violencia armada en una confrontación institucionalizada. La intensificación del conflicto va a darse, de nuevo, en las décadas centrales del Cuatrocientos, como habrá ocasión de demostrar. Las principales transformaciones del sistema electoral a partir de 1388
Volviendo a centrar la atención sobre los aspectos institucionales y las alteraciones que a este nivel se produjeron durante estos años, se puede observar que uno de los primeros cambios que se introdujo en el método que regía la elección consular fue el que obligaba a que se respetase, de nuevo, que cada uno de los tres cónsules de la ciudad perteneciera a distinto esta Guillem de Ferrera había sido puesto en libertad por orden expresa de la reina. «Capità general demana la Ciutat. És determenat per l’onrat Consell, per bé e utilitat de la Ciutat e per defensió e tuïció d’aquella, que per los honrats cònsols sia scrit al senyor Arcabisbe e a la senyora Reyna, si mester serà, soplicant-los que ací vullen alegir e trametra hun bon hom e asenyalat per capità general de la Ciutat e Camp de Terragona, lo qual hom sia strany e no de la Ciutat. E si general no·s pot haver, que en tot cas sia haüd special, al menys salari que haver se porà, per matre la Ciutat e habitants en aquella, en bona disposició e ordinació» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [22.XI.1396], f. 20r). Salvando todas las distancias, esta figura, que hasta el momento solo había existido para hacer frente a las amenazas exteriores en tiempos de guerra, podría relacionarse con el corregidor castellano o el podestà de las ciudades-república italianas. 129 130
348 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
mento.131 Otra variación a tener en cuenta fue la oscilación en el número de votantes —quienes no siempre eran «consellers»—, que fue creciendo a lo largo de la última década del siglo xiv, hasta alcanzar una cifra superior a 130 personas. A causa de varios conflictos, en 1396, va a decidirse, nuevamente, que solo los jurados tuviesen la capacidad de votar, intentando fijar su número en 60,132 algo que se logrará a partir del año 1400, momento en el que se recuperó también el equilibrio interestamental en el Consell, pues serán elegidas veinte personas de cada mano para su composición. Cuatro años más tarde, debido a que «la Ciutat, per mortaldats e en altra manera sia pobra e freturosa de consellers»,133 va a producirse una nueva disminución del volumen de jurados, hasta alcanzar los cuarenta y cinco, quince por cada mano. También se acordó que los cónsules volviesen a ser elegidos mediante el sistema combinado de elección y sorteo, que substituía al procedimiento de votación simple que había estado en vigor entre 1388 y 1399:134 Ítem, ordenaren que, d’ací avant, los cònsols sien elets per los dits XLV consellers per via d’escrutini, axí que en públich no s’hajen a nominar, segons se solia fer. E aprés que seran elets, sien meses en sis redolins de cera d’una forma, pes e mesura, segons se fa ara, lo qual scrutini se faça per los cònsols d’aquell any e de 131 La primera vez que se puede atestiguar dicha transformación fue en las elecciones de 1393, en las cuales «foren elets per les més veus a cònsols [...] los honrats en Pere Romeu, per mà major, en Johan Salmònia, per mà migana, en Barthomeu Albert, per mà menor» (AHCT, FM, AM, n.º 12: 1393-1395 [21.IV.1394], f. 45r). No es posible precisar el momento exacto en el que se impuso tal precepto, pero tuvo que establecerse entre 1390 y 1393, periodo para el que no se han conservado los registros municipales. Lo que sí sabemos es que en las elecciones de 1389, el consulado volvió a estar copado por tres miembros de la mano mayor: Joan Sabater, Arnau Ramon y Mateu Ferrer (AHCT, FM, AM, n.º 11: 13881389 [20.IV.1389], f. 20v). 132 «És determenat per l’onrat Consell, qui per cessar algunes informacions que·s diu que·s fahien en la elecció de cònsols, mostaçafs e obrer cascun any, que en la elecció de l’any sdevenidor fahedora dels dits officis sien tant solament los LX consellers que l’any present són stats elets o la major partida e aquells o la major partida hagen a fer la dita elecció e no altres persones. E açò és stat jurat en lo present Consell» (AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397 [10.IV.1396], ff. 2v-3r) 133 AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [16.IV.1404], f. 3v. Unas semanas antes, el 22 de febrero, el Consejo había autorizado, con algunas reservas, la admisión de ciertas personas que, en ese momento, tenían vedada su asistencia en dicho organismo: «D’aquells qui són privats de Consell. A la proposició feta per los honrats cònsols que, per ço com hic ha fretura de consellers, fos provehit que alguns doctors, notaris e altres bons hòmens de la Ciutat, qui són exclosos de Consell, que hi fossen tornats, l’honrat Consell determena que si, segons los capítols fets per los XII qui són jurats, fer se pot, aquells ciutadans qui ara són privats per los dits capítols de Consell sien tornats, ab tal emperò forma e condició que ells no sien appel·lats en los fets d’aquells senyors de qui seran oficials, domèstichs o familiars. Si, emperò, açò és contra los capítols, que no s’i toch de present» (AHCT, FM, AM, n.º 19: 1403-1404, f. 15r). 134 AHCT, FM, AM, n.º 20: 1404-1405 [27.IV.1404], f. 22v. Unos días antes de la celebración de los comicios de 1403, se intentaron modificar las ordenanzas que regían el procedimiento electoral, lo que desató fuertes disconformidades en el seno del Consejo, acordándose que no se aceptaría ninguna propuesta que atacase los privilegios municipales y que, en caso de producirse, debería ser automáticamente bloqueada por los cónsules, expulsando de la sesión al incitador y, si este no quería dejar la Sala, ordenando que se diese por concluida la reunión: «lo Consell cessarà e se n’exirà tothom» (AHCT, FM, AM, n.º 18: 1402-1403 [8.III.1403], f. 23v).
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l’any passat. E per semblant forma, sien elets mostaçafs e obrer per via d’escrutini, a més veus, màs no ab redolins. Que aquestes ordinacions duren per X anys primer vinents e que no·s pusquen mudar per deguda forma, e que açò sia ordonat llargament ab grans penes e seguretats o pus fermament se puscha dir ni escriure. [...] Ítem, confirmaren e ordenaren que en l’elecció e altres coses del regiment s’observen d’aquells capítols que los XII primers elets havien ordenats.
A grandes rasgos, se puede afirmar que, durante gran parte del siglo xv, se fueron alternando los dos modelos que habían provocado las disensiones de 1388, aun siendo considerablemente más frecuente el uso del método que introducía el azar como segunda fase en la elección consular.135 El método combinado de elección y azar: «a més veus e rodolins»
Siguiendo unos pasos prácticamente idénticos a los que establecía el privilegio de 1382, mediante dicha fórmula, cada «conseller» elegía, individualmente, ante la presencia de los cónsules del año presente, de los del año anterior y del escribano de la institución, a dos personas para cada uno de los estamentos ciudadanos —aunque no era requisito obligatorio que sus candidatos coincidiesen con la mano para el que eran elegidos—.136 Antes de dar comienzo a la votación, se requería que los llamados a participar en ella (ya 135 Las convulsas elecciones de 1406 fueron una excepción, una especie de vía intermedia. A pesar de que la jornada electoral había empezado con todas las formalidades acostumbradas, de repente, cuando el escribano se disponía a hacer públicos los datos del escrutinio, la sesión se interrumpió y el Consejo acordó «que lo dit scrutini no fos publicat, ans fos clos e sagellat e romangués en poder de mi, dit notari» (AHCT, FM, AM, n.º 22: 1406-1408 [13.IV.1406], f. 1v). Transcurridos unos días, se convocó una nueva reunión del Consejo con el fin de resolver el problema de las elecciones que había quedado abierto (y que, muy probablemente, tendría que ver con la demostración de una compra de votos o de cualquier otro tipo de fraude; hay que recordar que si se podía demostrar que un ciudadano había logrado acceder a un cargo de responsabilidad o a un oficio de la ciudad siguiendo un sistema deshonesto, ello podía suponer su destitución). La nueva reunión se abrió con un parlamento en el que se informaba de que, gracias a la disposición de algunas buenas personas, se había acordado que los cónsules salientes, junto con tres «consellers» —uno por cada estamento— se encargarían de recontar los votos, dando cuenta, a continuación, de las seis personas que habían recibido un mayor número de apoyos. Estos seis candidatos no pasaron a la fase de los «redolins», como venía siendo ya habitual, sino que fueron presentados a los cónsules que finalizaban su mandato para que eligieran directamente a las tres personas que les iban a suceder, una de cada mano, obteniendo un protagonismo sin precedentes y del que no volverían a gozar (al menos para el periodo estudiado). Además de los registros municipales, véase también, para este caso concreto, la obra de F. Cortiella, Les lluites socials, pp. 13-14. Para determinar qué modelo electoral debía seguirse en cada ocasión, se solía proceder a una votación en la que participaban los miembros del Consell. Los resultados se anotaban en un pequeño papel suelto que no ha solido conservarse. Por gozar de un elevadísimo interés, debido a su exclusividad, presento la imagen de uno de estos testimonios documentales (el correspondiente a las elecciones de 1423, vid. infra). Para el estudio pormenorizado de los oficios con representación en el Consejo de Tarragona durante la primera mitad del siglo xv véase E. Juncosa, «Del obrador al Consell», pp. 334-345. 136 Se permitía escoger, para cónsul de una determinada mano, un miembro del estamento inmediatamente superior, pudiéndose votar, por ejemplo, a un ciudadano de la mano mayor como candidato a cónsul de la mano mediana.
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Modelo de elección de los cónsules a més veus y redolins (elecciones de 1408).
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en este momento gozaban de la condición de electores todos los miembros del Consell que decidían asistir a los comicios) prestasen su juramento de que iban a escoger a las personas que, según su buen juicio y guiados por sus conciencias, gozaban de mayores cualidades para el digno desempeño del cargo. Una vez anotados todos los votos y hecho el oportuno recuento, los dos candidatos que, para cada una de las manos, hubiesen obtenido un mayor número de apoyos, eran proclamados para pasar a la segunda fase del proceso. Con la atenta vigilancia de los interesados, sus nombres eran escritos en un pequeño papel o pergamino y, cada uno de ellos, personalmente, introducía su albarán dentro de una bolita de cera. A continuación, el escribano sumergía los seis «rodolins» en el interior de un recipiente con agua y, con la ayuda de un bastoncillo, los removía tres veces consecutivas para que, después, fuese un niño de poca edad quien, tras haberse santiguado, extrajera una de las bolas ante todos, siendo la persona cuyo nombre contuviese elegida cónsul por la mano correspondiente. Quedando automáticamente cancelado el nombre del otro candidato para esa misma mano, idéntico procedimiento se repetía hasta obtener la nómina de los tres nuevos regidores municipales. Pueden tomarse como ejemplo de referencia las elecciones celebradas en abril de 1407,137 a las que asistieron 35 de los 45 «consellers» que habían ejercido el cargo dicho año. Cada uno de ellos votó a dos candidatos, distribuyéndose los apoyos del siguiente modo:
137 Estudiadas escrupulosamente por F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 84-85. Apunto algunas correcciones de los datos que, en su momento, ofreció dicho autor y que afectan tanto a los cálculos como a las transcripciones de los nombres.
352 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Estos resultados permiten comprobar la enorme diferencia existente entre las distintas manos en lo que a la dispersión del voto se refiere (en el estamento de los mayores, solamente siete candidatos, todos ellos de dicha
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mano, se repartieron los 70 votos, mientras que los mediocres y los menores nombraban a 10 y 17 personas distintas respectivamente, no siendo todos ellos miembros de su propia mano), pudiéndose concluir que el estamento más compacto e influyente era el de los oligarcas, lo que explicaría, para poner un ejemplo, el caso de Joan Salmònia, miembro de la mano mayor que obtuvo muchos más votos de entre los electores del brazo mediano (10) que del sector al que pertenecía (1).138 El método de elección por mayoría: «a més veus»
Gozando de una simplicidad considerablemente mayor, el otro procedimiento seguido en los comicios tarraconenses establecía que cada elector escogiese a tres candidatos sin importar el estamento del que formasen parte, favoreciéndose así el control de la principal institución del regimiento municipal por parte de la oligarquía. Las tres personas que lograsen acaparar un mayor número de votos eran nombradas cónsules directamente. Este sistema fue el elegido para llevar a cabo, por ejemplo, las elecciones consulares celebradas en 1423, como atestiguan las actas municipales de dicho año:139 [Consellers] Los quals, primerament, prestat per tots singularment solemne sagrament per Déu e per los seus Sants Quatre Evangelis que bé e lealment elegiran los oficis de cònsols, mustaçafs e obrer en aquesta forma novellament atrobada e ordonada per lo dit honrat Consell, que nomenen e elegesquen en cònsols tres bons hòmens de la dita Ciutat de qual mà se vulla, qui sien bons e suficients a ben regir e governar la Ciutat e cosa pública de la dita Ciutat, axí que aquells tres de qualsevulla mà qui hauran més veus sien cònsols l’any esdevenidor; e los mustaçafs e obrer en la forma acostumada. E la dita elecció faran e segons Déu e lur bona consciència a profit de la cosa pública de la Ciutat, tota amor, amistat, ranchor e mala volentat a part posades. Legits aquí alguns capítols que toquen la dita elecció, hisqueren de la dita Sala, al cap de la grasa, en lo loch e forma acostumats per pendre l’escrutini, los honrats en Felip Salmònia, en Ramon Verdú e n’Anthoni Rocha, cònsols l’any present, en Berthomeu Çabater, en Pere Nadal, en Johan Ferrandis, cònsols l’any prop passat, ensemps ab mi, Pere Campredon, notari e scrivà del consolat de la dita Ciutat. E prengueren scruitini bé e lealment, feel e diligent de 138 Como se ha dicho anteriormente, este procedimiento fue el más utilizado en Tarragona durante el Cuatrocientos. Puede verse otro ejemplo de ello —concretamente, el de las elecciones de 1408, las inmediatamente sucesivas— en las fotografías que ilustran dicho modelo. 139 AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424 [6.IV.1423], f. 1v. Una vez la ciudad adquirió la capacidad de decidir el régimen electoral que quería seguir, el método de elección simple fue aplicado en muchas menos ocasiones que el modelo de combinación de elección y suerte. En concreto, los registros municipales conservados nos permiten afirmar que fue puesto en práctica en los años: 1388, 1389, 1393, 1394, 1395, 1398, 1399, 1423, 1428, 1461, durante todo el conflicto civil catalán y hasta 1476, cuando se estableció, por primera vez en la ciudad de Tarragona, el método insaculatorio. La aplicación de cada uno de los métodos electorales a lo largo del periodo analizado se expone detalladamente en el cuadro que pone fin al capítulo en curso, donde se presenta también la fecha y el resultado de cada comicio.
354 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional cascun conseller a cabal. E aprés, tornaren a seure e foren scrites les veus de cascú singularment. E fon trobat, verdaderament, que los honrats en Johan Salmònia, en Francesch Cerdà e en Pere Çabater, notari, havien més veus per ésser cònsols per l’any següent. E axí fou publicat en la Sala del Consell.
Modelo de elección de los cónsules a més veus (elecciones de 1423). (se presenta solamente el primer folio, a modo de ejemplo, y los resultados).
El día 6 de abril de 1423, decidieron participar en los comicios 34 «consellers», eligiendo, cada uno de ellos, a tres candidatos. Los 102 votos emitidos fueron repartidos entre dieciséis candidatos (13 de la mano mayor y 3 de la mediana) del siguiente modo:140
140 Se toma como punto de partida, con algunas correcciones derivadas del cotejo de las fuentes originales y para el posterior análisis, el vaciado de datos que F. Cortiella ofrece en Una ciutat catalana, pp. 85-86. Debido a ciertos errores producidos en el recuento, los resultados no coinciden exactamente con los votos de las tablas. Con todo, los tres cónsules siguen siendo quienes obtuvieron más apoyos.
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Los datos presentados demuestran que este modelo favorecía, de un modo mucho más obvio, la capacidad de control de la oligarquía municipal, pues, al margen del resultado electoral —fueron proclamados cónsules tres ciudadanos de la mano mayor—,141 se puede observar también que ningún miembro del brazo menor votó ni siquiera a un candidato de su propio estamento (con toda probabilidad, fueron presionados para no hacerlo), siendo solo tres los candidatos de la mano mediana que obtuvieron votos (13 de los 102 posibles). Otro hecho remarcable es el sentido del voto de los nuevos cónsules elegidos: considerando que Francesc Cerdà votó a favor de Joan Salmònia, Albert Llorenç y Pere Sabater; que Joan Salmònia dio sus apoyos a Marc Patau, Pere Sabater y Francesc Cerdà; mientras que Pere Sabater elegía a 141 Dos de los cónsules elegidos, el notario Pere Sabater y Francesc Cerdà, eran personajes que se encontraban en un impreciso límite entre las manos mayor y mediana. En distintas ocasiones, a lo largo de los años circundantes a las elecciones de 1423, fueron elegidos como jurados de ambos brazos indistintamente. Con todo, las veces que fueron seleccionados como «consellers» del estamento mediano, siempre figuran entre los primeros puestos de la lista, lo que daría a entender que serían los más poderosos e influyentes dentro de dicho sector. Del mismo modo, cuando eran designados como miembros del Consejo por la mano mayor, su situación en la nómina es siempre más discreta. Nuevamente, en 1428, cuando volvió a aplicarse el mismo sistema, fueron designados tres cónsules del estamento superior.
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Joan Salmònia, Francesc Cerdà y Bartomeu de Bas, se comprueba que los tres ciudadanos se votaron entre sí, una dinámica que sería absolutamente habitual entre los componentes del sector de los poderosos para perpetuarse en la cima del poder municipal, limitando la capacidad de intervención de los demás sectores y bloqueando, tanto como pudieran, el acceso a la institución de nuevos miembros. Antes de llevarse a cabo las elecciones de 1423, se precisó —como se solía hacer habitualmente— qué personas no podían ser elegidas para ocupar los puestos del gobierno municipal, detallándose los motivos de su exclusión. Tenían prohibido el acceso al nuevo consulado: los cónsules del año anterior (pues no se podía ejercer tal dignidad durante dos años consecutivos); todos aquellos que tenían deudas contraídas con la ciudad (cuyos nombres se detallan); los «clavaris» que no habían rendido cuentas tras finalizar el desempeño del cargo; quienes se encontraban detenidos o pendientes de juicio; así como los que «sien en qüestió en la Ciutat». A continuación, tuvo lugar la votación del sistema electoral que los miembros del Consell a extinguir preferían aplicar en estos nuevos comicios.142 Las opciones y sus correspondientes votos fueron estos: • «Que sien eletes tres persones, de qual mà·s vulla per XII persones» [19 votos] • «Que sien eletes VI persones, de qualsevol mà se vulla» [9 votos] • «Ut prius» [4 votos]
Minuta con el recuento de votos para determinar el sistema electoral (1423). 142 El notario de la institución recogía estos datos cada año en un papel suelto que, en la mayoría de los casos, se ha perdido. Como se ha expuesto, por su rareza y gran interés para el tema que nos ocupa, el documento correspondiente a las elecciones de 1423 goza de una importancia capital.
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Las dos primeras posibilidades —recibiendo la gran mayoría de los apoyos— eran claramente favorables a los intereses oligárquicos, pues se aplicaba el método de elección directa (con más o menos candidatos) sin distinción de manos; mientras que la opción «ut prius» hacía referencia al modelo de elección combinada, con la introducción del azar a través del sorteo por «rodolins». La querella de 1437: ¿lucha contra el fraude electoral o una nueva estrategia para controlar el gobierno municipal? 143
El día 21 de febrero de 1437, los regidores tarraconenses hicieron lectura pública ante el Consell de una carta remitida por el cardenal Domènec Ram en la que presentaba una relación nominal de todos aquellos ciudadanos que habían denunciado distintas irregularidades cometidas durante algunas elecciones pasadas y que solicitaban su intervención para que, a partir de entonces, los comicios se celebrasen «bé e·n la manera deguda»; asimismo, el prelado aprovechó la misiva para advertir a los cónsules de que, atendiendo a las súplicas de sus vasallos, iba a vigilar atentamente el cumplimiento de la justicia y la ley en cada proceso electoral que tuviese lugar desde entonces. Actuando con enorme diplomacia, los miembros del gobierno municipal agradecieron al arzobispo el interés que demostraba por defender el bien común de la ciudad, comprometiéndose a actuar con corrección, a fin de que sus conciencias y famas quedasen libres de cualquier sospecha.144 Insatisfechos con tan vaga respuesta, el grupo de ciudadanos que había mostrado su descontento con el regimiento de Tarragona decidió presentar una apelación dirigida en contra de los cónsules y demás miembros del Consejo con el fin de invalidar las elecciones que estaban a punto de celebrarse. Dicho documento contenía tal cantidad de injurias, que la cúpula del gobierno 143 Tanto la querella de 1437 como la de 1443 fueron estudiadas en profundidad por el profesor F. Cortiella, a mediados de los años ochenta del siglo pasado, en su interesante obra Les lluites socials, por lo que, en los apartados que dedicamos a su estudio, nos basaremos, fundamentalmente, en sus investigaciones, incorporando nueva documentación inédita, replanteando algunas de las interpretaciones del autor y, sobre todo, analizando ambas querellas como parte de una evolución histórica de largo alcance. Solo así, dejando de verlas como un hecho aislado, podrá comprobarse que las motivaciones que las impulsaron y los argumentos y prácticas esgrimidas por las partes en conflicto no eran nada nuevo. 144 «De una letra del Cardenal sobre les eleccions. A la proposició feta per los honrats cònsols, com ells han rebuda una letra del molt reverent Senyor, lo senyor Cardenal, ab I gran memorial ab molta nòmina de singulars de la Ciutat, concloent que, com li fossen fetes clamors sobre la forma de les eleccions de cònsols e consellers, que s’i haguessen bé e·n manera deguda, lo dit honrat Consell determenà e comanà als honrats cònsols que ells facen una bona resposta al dit molt reverent senyor, lo senyor Cardenal, faent a sa Senyoria infinides gràcies e mercès de sa bona intenció que ha en los dits affers, e que si plaurà a Nostre Senyor Déus, ells se hauran en los dits affers de tal forma e manera que lurs fames e consciències ne romanguen descarregades» (AHCT, FM, AM, n.º 52: 1436-1437, ff. 16v y 17r).
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municipal lo consideró un libelo difamatorio más que una apelación, por lo que se determinó que fuese enviada de inmediato una embajada al cardenal —quien había trasladado su residencia a Barcelona— formada por el cónsul Pere Sabater y otros dos jurados de la mano mayor, requiriéndole diligentemente que volviese a la ciudad para impedir que las todavía incipientes discordias adquiriesen una mayor gravedad.145 Según se deduce de los acuerdos adoptados en el Consell, la ciudad no estaba demasiado convencida de recibir una actitud favorable por parte del cardenal, por lo que encargó a sus emisarios que entablasen contactos también con el arzobispo de Zaragoza, Dalmau de Mur,146 con los «consellers» de Barcelona, con la reina María y con algunos juristas de reconocido prestigio, informándoles de la situación. Del mismo modo, y debido a la lentitud intrínseca a la práctica conciliar, se autorizó a los cónsules para que pudieran nombrar a tres jurados de cada estamento con quien deliberar sobre los asuntos que requiriesen mayor urgencia y agilizar, de este modo, la toma de decisiones.147 Por su parte, los «querellantes» o «apelantes» emprendieron distintas acciones con la intención de incrementar sus apoyos entre los ciudadanos de Tarragona y lograr así ejercer una presión mayor para evitar la celebración de las elecciones.148 145 «Sobre los debats dels appel·lants e perturbants la elecció e bon regiment de la Ciutat. Primo, a la proposició feta per los honrats cònsols com, ir, fonch presentada a ells una gran apel·lació per part dels honrats n’Ivo Terré, procurador general del Camp de Tarragona, micer Pere Tost, micer Guillem Vallbona, en Johan Terré e molts d’altres nomenats en la dita appel·lació, en la qual ha expressades moltes paraules e coses carregoses e injurioses als cònsols, regidors e regiment de la Ciutat, axí que sab més a libell diffamatori que a appel·lació ni provocació, majorment com aquelles coses sien falses e ne continguen veritat, lo dit honrat Consell, lesta públicament la dita appel·lació, attenent que·ls dits affers són massa arduus e que la dita appel·lació és enervació total de la població e privilegis de la Ciutat, determenà que sia ben deffès e mantengut, e elegí en missatgers los honrats micer Pere Çabater, cònsol, n’Asbert Lorenç e en Berthomeu de Bas, que prestament sien tramesos e vagen al senyor cardenal per rahonar-li, graciosament e bé, lo dit fet e per supplicar-lo que per sa mercè vulla viure ab nosaltres, axí com sos predecessors. E que en los dits affers se prengua remey degut e que la població de la Ciutat e privilegis no sien lesos ni prejudicats, applicant-hi, si mester serà, lo senyor Archabisbe de Çaragoça, consellers, depputats e altres nobles persones. E si vol dar remedi en lo dit prejudici ni la sua resposta és bona, que se’n tornen tots, sinó que se’n torn lo dit micer Pere Çabater, haüt consell de altres bons doctors en lo dit fet com s’i deu proveir, e los altres dos que y romanguen e que·n prosseguesquen […], recorrent-ne a la senyora Reyna e a tots remeys de justícia que·ls serà vist faedor» (AHCT, FM, AM, n.º 52: 1436-1437 [19. III.1437], ff. 19v y 20r). 146 Quien había ocupado la Sede arzobispal tarraconense entre 1419 y 1431, distinguiéndose por su gran interés en resolver la grave situación económica que atravesaba la ciudad. 147 «Per ço com axí prest per ventura no·s porà tenir Consell, dóna plen poder als honrats cònsols que tota vegada que Parlament per los dits affers volran tenir, que puxen elegir aquells nou consellers, tres de cascun braç, que·ls serà vist faedor, e que s’escriven los Parlaments. E tot ço e quant ells ab los dits VIIII elets, o la major partida, determenaran ni acordaran, axí en los dits affers com en altres affers de la Ciutat occorrents, vàlegua tant com si per Consell era determenat» (Ibidem, f. 20r). 148 Una de las tácticas que siguieron fue la de recorrer de noche las casas de los ciudadanos que mantenían su neutralidad política, intentándoles convencer de que se adhiriesen a su causa. Así lo denunciaron públicamente los cónsules en la reunión del Consell del día 20 de marzo de 1437: «Los honrats
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La prohibición fue dictada finalmente por el juez de apelaciones, mandando de modo expreso a los vegueres, bajo pena de dos mil florines, que no autorizasen los comicios,149 lo que provocó la consiguiente respuesta del Parlamento ciudadano, que informó de las novedades a los emisarios de la ciudad ante el cardenal y solicitó el regreso inmediato de Pere Sabater en compañía de dos doctores en derecho para que actuasen como asesores en una causa de tan difícil solución.150 El cónsul atendió al llamamiento de la ciudad y, en unos pocos días, volvía a estar en Tarragona para presentar una carta del cardenal en la que se dirigía al vicario general, al juez de alzadas y a todos sus oficiales, ordenándoles la revocación de la apelación e insistiendo en la necesidad de que las partes llegasen a un acuerdo.151 A pesar de las directrices del prelado, los contendientes no parecían estar dispuestos a alcanzar concordia alguna, pues los «apelantes» se mostraron reticentes a retirar su querella para dar paso al inicio de las deliberaciones, siendo esta la condición sine qua non que habían exigido los miembros del cònsols han sabut que algunes persones van de nit per vila, ab lo notari, convocant o concitant los ciutadans que fermen e se aderesquen als altres qui han presentada la appel·lació e feta e fermada la procura […] Los dits honrats cònsols e Parlament del·liberaren e determenaren que, de continent, sia fet correu cuytat als honrats missatgers, scrivint-los dels dits affers, e que tantost facen resposta per aquell matex de ço que sentran a Barchinona ni trobaran ab lo senyor cardenal. E que tantost, si altre se innova, que, de continent, facen ordonar bons protests ab preament de gran injúria, axí als honrats vaguers que contra tals convocadors e concitadors proceesquen, axí per via de presó, com per altres remeys de justícia opportuns. E, axí matex, altre protest ab gran preament de injúria contra aquells qui fan les dites convocacions e concitacions» (Ibidem [20.III.1437], f. 25v). 149 «Anit, en la vesprada, los procuradors d’aquells qui han presentada la appel·lació, ab notari públich, vingueren a la Casa de la Ciutat cercant los cònsols e, com no·ls trobaren, presentaren aquí una letra patent de mossèn lo judge de appells citatòria als cònsols e als consellers per a huy, a ora de tèrcia, e inhibitòria als dits cònsols e consellers que no proceesquen a elecció alguna de cònsols, mustaçaffs, ni obrer, ni consellers, en altra manera que dicernex irrit et nulle, etc. Ara, huy de matí, en Thomàs del Bosch, axí com a síndich de la Ciutat, ha presentada al dit mossèn, lo judge, una cèdula de dissentiment e ab certes protestacions e molts dels consellers semblantment. E, a la hora de tèrcia, los dits procuradors de la part adversa són compareguts davant lo dit judge e han acusada la contumàcia, e lo dit mossèn, lo judge, salvant dret sobre la contumàcia, signà als dits appel·lants lo primer dia jurídich aprés Pasqua a donar libell e greuges. E ells, prevenit lo dia tantost, donaren lur libell e greuges en una gran cèdula. E donada aquesta cèdula, los dits procuradors dels appel·lants proposaren aquí com los honrats cònsols e consellers se jactaven que, no contastant la dita appel·lació e inhibició, ells procehiran a lur elecció en prejudici de la dita appel·lació e en vilipendi de la juredicció del dit mossèn, lo judge, e de sa Cort, e per ço lo requeriren que proveís degudament en lo dit fet. E lo dit mossèn, lo judge, de continent, manà una provisió e letra als honrats vaguers, sota pena de dos mília florins, que per remeys de justícia deguts als cònsols e consellers que no proceesquen a elegir cònsols, mustaçaffs, ni obrer, ni consellers» (Ibidem [23. III.1437], f. 26r-v). 150 En la sesión parlamentaria se expresó, con toda claridad, que la ciudad se consideraba fuertemente agraviada por la actitud de los «apelantes», llegándose a afirmar que «de dia en dia, hic fan grans novitats per fer-nos perdre lo privilegi, ús e costum de la elecció dels cònsols e altres officis» (Ibidem, f. 26v). 151 «Lo molt reverent senyor Cardenal […] ha scrit, ab letra sua, als honrats mossèn lo vicari e oficial seu e al dit judge d’apells e altres de son consell, que a la dita appel·lació sia renunciat e les inhibicions e provisions del dit mossèn, lo judge, sien revocades. Emperò, conté la dita letra que facen ab lurs bons tractes que porten les parts a alguna bona concòrdia» (Ibidem [27.III.1437], f. 27r).
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gobierno municipal.152 Sin esperar un nuevo pronunciamiento del cardenal, y con el fin de desbloquear las negociaciones, las autoridades eclesiásticas hicieron una nueva propuesta según la cual se comprometían a retirar la querella siempre y cuando los cónsules y el Consejo les garantizasen que un tercio de los nuevos «consellers» a elegir serían seleccionados de entre la nómina que había dado su apoyo a la apelación. Tal proposición fue rechazada por tratarse de una solución que contravenía la costumbre y los privilegios de la ciudad en materia electoral, siendo la designación de los jurados una competencia exclusiva de los futuros cónsules.153 A pesar de la inhibición decretada por el juez de apelaciones y sin haberse alcanzado acuerdo alguno entre las partes en litigio, se celebraron las elecciones. Cuando los cónsules entrantes se presentaron ante el vicario general para que aceptara el juramento acostumbrado, el representante del prelado no se lo admitió, alegando que consideraba nulas las elecciones.154 De este modo se abría una nueva crisis de legitimidad en el seno de la política municipal, con unas características muy similares a la acontecida entre 1374 y 1377. 152 Debido al escaso éxito que había tenido la misiva del cardenal, los miembros del Parlamento organizaron una nueva embajada a Barcelona con el fin de lograr un posicionamiento más firme del prelado. En caso de recibir una respuesta negativa por su parte, se encargó a los diputados que planteasen la cuestión ante la reina, el arzobispo zaragozano y los «consellers» de la ciudad condal: «com aquells bons hòmens appel·lants no volen revocar a la dita appel·lació, ans volen retenir aquella, fortificar e probar que se acostumen de fer tals appel·lacions, e axí si ells volen provar ni mostrar de part de la Ciutat lo contrari que·ls hi admetrien, emperò que valria més la cosa se levàs per bon tracte e bon expedient, e pus fossen en alguna bona concòrdia e apuntament, de continent ells farien renunciar a la appel·lació e revocar les inhibicions e provisions del judge; e sobre açò debateren molt, car los dits cònsols no han volgut scoltar partit algú ni tracte fins la appel·lació sia renunciada e revocats los greuges e, açò fet, lavors són apparellats de scoltar tractes e bons expedients. E sobre açò pregaren los dits cònsols que, huy de matí, ne ajustassen-se Parlament e que haguessen millor acort en los affers, e·ls ne tornassen resposta. Lo dit Parlament, ab les protestacions ja damunt scrites, per lo poder del Consell a ells donat, del·liberaren e acordaren que facen resposta als dits honrats mossèn lo vicari e official e altres del consell del Senyor, que per cosa del món tracte algú ni partit sia scoltat si primerament no·s fa la renunciació de la appel·lació nul·la e la revocació de les inhibicions e greuges fets e manats per lo dit mossèn, lo judge, màs que, pus axí és de continent, scriuen a Barchinona al dit senyor Cardenal com no han volgut renunciar la dita appel·lació ni fer la dita revocació segons la sua senyoria ha manat. E per ço, que·l suppliquen que ab letra patent sua los ne torn a scriure, car la dita revocació feta, ja·s són offerts de scoltar tots bons tractes e concòrdia. E si fer no u volrà lo dit Senyor, que tantost en Berthomeu de Bas e en Thomàs del Bosch, missatgers de la Ciutat, recorreguen axí a la senyora Reyna, a la qual ne scriven, e al senyor Archabisbe de Çaragossa, a els honrats consellés de Barchinona, braç de les ciutats, e altres a qui trobaran, ab consell dels advocats» (Ibidem, f. 27r-v). 153 «Per los honrats mossèn lo vicari e official judge de appels e altres del consell del senyor cardenal és stat mogut I partit e expedient sobre lo debat demunt dit, ço és, que·ls cònsols e altres en açò elets prometen e asseguren que per a l’any esdevenidor metran a consellers XV persones d’aquells que són nomenats en la appel·lació […] Fonch deliberat que·l dit partit no és per res aceptador, com fos gran derogació e ruptura del privilegi e ordinacions de la Ciutat sobre les dites eleccions fetes, com ni n’i metessen sinó I en la dita forma, majorment com los cònsols ni consellers qui ara són no hagen a fer ni elegir consellers per l’any esdevenidor» (Ibidem [31.III.1437], f. 28r). 154 En la primera reunión del Consejo que se celebró tras las elecciones de los nuevos cónsules y jurados, se denunciaba que «lo honrat mossèn lo vicari no ha volgut admetre lo jurament acostumat dels dits honorables cònsols novellament elets, jatsia ir e huy» (AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [4.IV.1437], f. 10r).
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Una de las primeras determinaciones adoptadas por el nuevo Consell fue enviar una embajada a Barcelona, «ab bon memorial e instruccions», para que denunciaran la difícil situación en la que se encontraba la ciudad ante la reina, el cardenal, el arzobispo de Zaragoza, los «consellers» de la ciudad condal e incluso ante los «creedors nostres de Barchinona».155 Pa ralelamente, se solicitó el consejo del doctor en ambos derechos Antoni Torres, quien planteó su parecer a la ciudad del siguiente modo:156 Attès que·l molt honrat mossèn lo vicari general en spiritual e temporal del molt reverent senyor Cardenal no vol admetre ni rebre lo jurament acostumat dels honrats cònsols novellament elets e no cura de rebre aquell, passant-los per dilacions, aturant-se del·liberació de acort en acort, […] que si, feta altra fadigua peremptòria al dit molt honrat mossèn lo vicari general, no admet, de continent, lur jurament acostumat, e levada d’açò carta pública, los dits honrats cònsols se’n vagen ab lo notari ensemps e ab testimonis bons e autèntichs a l’altar major de la Seu e aquí, posades les Scriptures dels Sants Quatre Evangelis sobre lo dit altar, en presència del Sagrat Cos Preciós de Jesucrist e de les Santes relíquies de madona Santa Tecla e de les Sanctes Virtuts, presten lo jurament acostumat, e que d’aquest acte e prestació de jurament facen levar carta pública.
Al parecer, el Consejo estuvo de acuerdo en elevar otra vez su petición ante el vicario general pero, tras haber recibido nuevamente una respuesta negativa, no optaron por seguir la recomendación del jurista, sino que decidieron mantenerse en una vía que entrañase un riesgo menor. Ante la gravedad de la situación, el noble Ramon de Cardona y el Capítulo catedralicio se presentaron como posibles mediadores en el conflicto. La propuesta del primero era que se incorporasen en el Consell algunas de las personas que se sentían agraviadas por no tener nunca acceso al regimiento municipal, acabando así con el pleito existente entre la ciudad y el cardenal. La respuesta del cónsul en funciones, Pere Sabater, fue que la ciudad no estaba enfrentada con el prelado, sino con un grupo de quebrantadores de la paz social, cuyas propuestas, precisamente por la forma en que se planteaban, carecían de toda validez.157 Ante el ofrecimiento del cabildo para colaborar en la consecución de una solución pacífica, el Consejo se limitó a agradecer su buena 155 El volumen más importante de créditos que recibió la ciudad durante este periodo provenía de los prestamistas barceloneses. La inestabilidad política podría afectar todavía más al delicadísimo equilibrio económico de la ciudad y eso explicaría la decisión de los cónsules y «consellers» de Tarragona de informarles de los potenciales riesgos que podrían sufrir «com la Ciutat stigua en gran perill sens orde de son regiment», procurando que actuasen como “grupo de presión”. 156 Ibidem [5.IV.1437], ff. 10v-11r. 157 El encuentro entre el noble y el cónsul se produjo el domingo, «ans de missa». Después de haber escuchado el ofrecimiento de Cardona, Sabater le respondió que «la Ciutat no ha e no cuyda de haver debat algú ni qüestió ab lo dit senyor Cardenal, ja Déu no·u vulla; e que no·s cuyda que partit algú se scoltàs d’aquells qui, ab tantes males maneres, han volgut rompre e interrompir los privilegis e libertats de la Ciutat» (Ibidem [7.IV.1437], f. 12r).
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predisposición y a notificarles que tenían intención de aguardar el resultado de la embajada. De hecho, la respuesta de los emisarios llegó pocos días después y, en sus cartas, leídas públicamente en una nueva sesión conciliar, exponían que la reina había mostrado un gran interés por contribuir a poner fin a las tensiones.158 Una vez confirmado el apoyo de María de Castilla, y siguiendo las indicaciones de los juristas barceloneses, se reunió un Consejo extraordinario en el que se produjo el traspaso de poderes de los cónsules salientes, quienes renunciaron a su regimiento, cediéndolo a los cónsules que habían sido elegidos dos semanas antes «legítimament e bé». El protocolo que se debía seguir en el acto fue determinado por el Parlamento, con el consejo de Bonanat Pere, Antoni Torres y «d’altres notables e famosos hòmens de sciència». Se decidió que, ante la presencia del notario público, los cónsules salientes expresaran de palabra y ordenadamente su intimación, requerimiento y protestación para justificar su renuncia oficial al cargo que seguían ejerciendo en funciones. A continuación, se debería producir la respuesta de los cónsules electos. La transmisión del poder se completaría con la entrega de las llaves de la caja de los privilegios municipales, de los sellos de plata de la ciudad, la presentación de los nuevos cónsules directamente ante los vegueres y la elección del nuevo Consell y otros oficiales municipales. El ceremonial se desarrolló, tal y como estaba previsto, el día 17 de abril de 1437. Los cónsules salientes empezaron su intervención pública recordando que las elecciones del día 2 de abril se habían ajustado plenamente a los privilegios, ordenanzas, usos y costumbres de Tarragona y que, el día siguiente a su celebración, acompañaron a los cónsules recién elegidos ante la presencia de Pere Oller, camarero y vicario general del arzobispo, para que recibiera su juramento y que pudieran así empezar a ejercer el cargo con 158 En dicha sesión del Consejo asistieron también los reputados juristas Antoni Torres y Bonanat Pere (compilador y traductor de los Usatges y las Constitucions de Catalunya junto con Jaume Callís y Narcís de Santdionís), quienes manifestaron su enorme desconcierto por el hecho de que los cónsules elegidos todavía no pudiesen ejercer su oficio tras haber intentado, hasta cuatro veces, ofrecer el juramento de fidelidad ante el representante de la autoridad eclesiástica: «Los honrats en Miquel Pasqual e en Thomàs del Bosch, missatgers de la Ciutat, han scrit dues vegades com, per gràcia de Déu, han parlat ab la senyora Reyna sobre los affers damunt dits e com la dita Senyora ha notabla intenció e bona en los affers e mostra que ha per recomanada la justícia de la Ciutat e que·ls advocats de la Ciutat, ço és, los honrats micer Bonanat Pere e micer Anthoni Torres, concordablament, són de vot e intenció que atteses les offertes en scrits e de paraula fetes per los honrats cònsols sobre la prestació del jurament acostumat de fer per los cònsols novellament elets cascun any, ans que usen, en poder del senyor Archabisbe o de son vicari una, dues, tres e quatres vegades, los dits cònsols novellament elets deuen usar en la gràcia de Déu, e que·s meravellen molt com tant ho triguen». Está claro que si los nuevos cónsules tardaban tanto en tomar una senda más drástica era para evitar su propia excomunión y la de sus seguidores, por lo que en cada nueva decisión que se adoptaba se recordaba que «no entenen res a dir ni fer que sia prejudici ni derogació de la fealtat e preheminències e drets del senyor Cardenal e de la Esglea de Tarragona» (Ibidem [14.IV.1437], f. 13r).
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pleno derecho. Remarcaron, ante todos, que el representante en lo espiritual y temporal del prelado se negó a aceptar el juramento «una, dos, tres e quatre e moltes vegades, axí de paraula com per scrits», insistiendo en que «no ha stat ni stà per vosaltres que·l dit jurament no prestasseu si rebre’l volia, màs per ell qui no l’ha volgut rebre», por lo que consideraban que «d’aquí avant, lo dit jurament anàs per prestat». Tras plantear el motivo que impedía el habitual relevo de poderes, los cónsules en funciones expresaron públicamente su voluntad de abandonar el regimiento,159 pues el año consular había llegado ya a su fin, y presentaron su renuncia ante los electos notificándoles que, a partir de ese momento, querían ser considerados «privades persones», completamente desligados del regimiento y administración de la ciudad, sin responsabilidad alguna sobre los conflictos, escándalos, daños y perjuicios que sufriera la cosa pública. Una vez terminada la declaración de quienes habían decidido dimitir de sus funciones, los cónsules electos —Simó Llorenç, Bartomeu de Bas y Francesc de Ferrera— respondieron ante todos quienes asistieron a su toma de posesión del cargo consular que estaban prestos a ocuparlo y a cumplir con las obligaciones del mismo, no sin antes recordar que no aceptaban el gobierno de la ciudad como forma de perjuicio o lesión a los derechos y preeminencias de la Iglesia tarraconense,160 sino para evitar los males que podrían derivarse, en una coyuntura especialmente delicada, de un vacío de poder.161 A continuación, y siguiendo con lo previsto, los cónsules salientes hicieron entrega de los sellos de la ciudad y de las llaves de la caja que custodiaba los privilegios municipales a los cónsules entrantes.162 Si hasta este momento el cardenal se había mantenido, aparentemente, en un discreto segundo plano, el acto de la transmisión autónoma de poderes entre unos y otros cónsules sin pasar por la previa aprobación de su vicario general fue el detonante que impulsó su airada reacción. Bajo el pretexto de haber incurrido en el incumplimiento de las constituciones del Sacro Concilio Tarraconense, los nuevos cónsules y quienes asistieron a su toma de posesión fueron citados ante el vicario general para ser juzgados y la sentencia, como cabía esperar, fue condenatoria. A partir de entonces, los partidarios Expresan con toda claridad que «nós volem desexir, attès que som lassats e fatigats de regiment». Reiteran, de nuevo, públicamente, su total disposición a prestar el juramento acostumbrado ante el vicario general o el propio arzobispo cuando lo quisieran recibir. 161 «… per ço que no romangua la dita Ciutat e cosa pública sens govern e regidors». Se precisa que la ausencia de gobierno podría perjudicar muy seriamente a la ciudad durante la celebración de su principal feria, «que és de les solemnes de Cathalunya». 162 La descripción detallada de todo el ceremonial, así como la transcripción íntegra de los parlamentos se encuentra en el volumen de registros conservado bajo la signatura siguiente: AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [17.IV.1437], ff. 14r-16r. 159 160
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del prelado emprendieron una decidida política en contra de las nuevas autoridades municipales, quienes pronto denunciaron que el propio arzobispo animaba y respaldaba sus hostilidades.163 Actuando en contra de la jurisdicción común de la ciudad, por no contar previamente con la autorización de ambos vegueres, el prelado mandó que se pregonase que todo ciudadano que quisiera evitar incurrir en felonía no reconocería como cónsules a los recién nombrados, prohibiendo, además, a los jurados municipales que asistieran a las sesiones del Consell. Ese mismo día, el vicario general, acompañado por el procurador fiscal, otros familiares del arzobispo, los miembros del partido de los «querellantes» y varios capellanes protagonizaron una demostración de fuerza, situándose en las escaleras de la plaza de la Cuartera unidos y bien armados. Como respuesta a tales hechos, el veguer real, Miquel Bordell, decidió emprender una réplica mediante otro pregón de signo opuesto en el que obligaba a todos los ciudadanos, bajo pena «de cuerpo y de haber», que tuviesen como cónsules a Llorenç, de Bas y Ferrera, una iniciativa que fue castigada con la excomunión y que, debido a la oposición que generó por parte del veguer arzobispal, desató un importante alboroto popular.164 La ciudad se organizó con celeridad y, a fin de acabar con los agravios que estaba sufriendo, solicitó al veguer y al procurador reales que, junto con otros representantes municipales, se presentasen ante la reina y le expusie163 Afirman que sus detractores actuaban «ab favor e calor que han en açò del dit senyor Cardenal» (Ibidem [22.IV.1437], f. 4r). Para hacer frente a tal situación («affers tan prejudicials, scandalosos e dampnosos a la població […] e a tot lo bon regiment e stat de la dita Ciutat»), el Consejo se organizó con el claro fin de defender con rigor los privilegios, usos, costumbres y libertades municipales. Deseando alcanzar una mayor agilidad en la toma de decisiones, consiente la elección de nueve personas, tres por cada mano, para que «tot ço e quant per los dits honrats cònsols ab los dits nou o més persones de consell per ells elegidores o per la major partida serà ordonat, del·liberat, acordat, ni determenat, sia haüt per determinació de Consell, axí prestament com si per los quaranta e cinch consellers o per la major partida en plen Consell era stat determenat, ordenat e acordat, e sia exequit, e ara per lavors e lavors per ara» (Ibidem [22.IV.1437], ff. 4v-5r.). 164 La sucesión de todos estos acontecimientos se relató con detalle en las actas municipales de la ciudad: «Sobre una crida que ha feta fer huy de matí lo senyor Cardenal de part sua e per manament seu, sens sabuda dels vaguers, per en Guillem de Montoliu, ab trompeta ab senyal del dit Senyor, continent en acabament a tothom generalment que, sots pena de fealtat, no tinguen per cònsols los honrats en Simó Lorenç, en Berthomeu de Bas e en Francesch de Ferrera, ni facen res per ells ni entrevinguen en lurs Consells ni actes, lo qual manament és molt prejudicial e en occupació de la juredicció comuna de la dita Ciutat. E com lo honrat micer Pere Oller, camarer, vicari e official del dit senyor Cardenal, és vengut al cap de les grases de la Quartera ab mossèn Pelegrí Mir, procurador de les rendes, e ab altres familiars del dit Senyor e ab capellans armats, e ab en Felip Salmònia, sens armes, en Gabriel Cerdà, en Berthomeu Anthoni, en Francesch Llacera e molts d’altres de lur aderència, armats, e ja ir que per casades se veren preparatoris d’armes en casa d’en Gabriel Cerdà e per altres casades de la plaça. E com l’honrat en Miquel de Bordell, vaguer real, jatsia lo honrat en Berenguer de Plegamans, vaguer del dit senyor Cardenal, li haja molt contrastat, ha feta fer altra crida al dos per en Gassió Arnau que, sots pena de cos e d’aver, tothom tingua e haja per cònsols los dessús nomenats, elets per Consell e, per açò, lo dit honrat vicari e official li ha lançada la constitució e d’açò s’ha cuydat seguir avalot e gran scàndel en la Ciutat» (Ibidem [29.IV.1437], f. 17r-v. Cf. F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 427-428).
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ran, detalladamente, la evolución de los acontecimientos.165 Escasos días después, la reina María respondía que estaba dispuesta a proteger los intereses de la ciudad, requiriendo a los regidores tarraconenses que pusieran el pleito en sus manos. Cuando los miembros del Consell supieron que la reina había aceptado también la causa del cardenal y de los «apelantes», decidieron elevar su memorial de agravios directamente al rey y al pontífice.166 Antes de pasar a relatar todos y cada uno de los aspectos en los que se consideraban lesionados los privilegios municipales,167 en dicho documento, se recuerda, entre otras cosas, que:168 Com lo senyor Rey sie Senyor de la ciutat de Terragona, salva la feeltat de l’Església seguons la retranslació feta per l’Esgleya en lo Comte de Barchinona, e lo exercici de la juredicció se pertangués a Ell, jatsie aprés per via de transacció sie estat pactat que cascú hi tinga son vaguer e que aquells abdosos reben tots los stacaments e ministren la justícia en la Ciutat. E la Ciutat age en privilegi que los ciutadans e habitants en aquella no puxen ésser per alguna altra persona destrets ni jutjats sinó per aquells dits vaguers per justícia. E més, hage la dita Ciutat per privilegi del rey en Johan, de bona memòria, que lo Consell d’aquella puxe fer elecció cascun any de cònsols, consellers, mustaçaffs e obrer e en açò jamés no hage cabut archabisbe de Terragona. Emperò ara, en aquest any passat, lo dit reverend cardenal, volent-se entrametre de les dites eleccions per ço que lo regiment de la dita Ciutat totalment vingués en mans de sos oficials, domèstichs e familiars e la Ciutat no pogués haver dret de molts prejudicis que li eren irrogats […].
165 «Fonch del·liberat e determenat que aquest prejudici tan gran e tan perillós e scandalós sia ben mantengut e deffès. E que no s’i planguen treballs ni despeses e que sien requests lo dit vaguer reyal e procurador reyal que, de continent, d’açò consulten la senyora Reyna. E que, per part de la Ciutat, hi sien trameses, ara prestament, a la senyora Reyna, per multiplicar nostres clamors, aquelles dues persones que·ls honrats cònsols hi volran elegir. E que la supliquen per sa mercè hi proveescha. E que·ls honrats cònsols hi puxen ministrar totes messions e despeses» (Idem). 166 «La senyora Reyna vol que la Ciutat, per via de compromès, meta en son poder tots los debats e qüestions que són per rahó de la elecció de cònsols, mustaçaffs, obrer e consellers de la Ciutat, car lo senyor Cardenal e los appel·lants ja ho hagen mès en son poder. Lo dit honorable Consell determena que per cosa del món no sia fet compromès algú dels dits affers, ans sia feta de part dels honrats cònsols e Consell una molt bona letra responsina a la senyora Reyna en la qual sia supplicada humilment que sia mercè sua açò no prengua a greuge, ans sia sa mercè nos vulla ministrar presta e spatxada justícia. [...] Determenant encara que, una vegada sien elets de continent per los honrats cònsols [...] aquells missatgers que elegir hi volran ni·ls serà vist faedor, els trameten, prestament, axí a nostre Sant Pare, com al senyor Rey, ab bo, larch e bastant memorial dels dits affers» (Ibidem [14.V.1437], ff. 5v-6r). 167 Que son, en gran medida, los que se han venido exponiendo hasta aquí. De todos modos, se recomienda encarecidamente la lectura del documento completo en la obra de F. Cortiella. 168 Con toda probabilidad, el referido memorial de agravios debe de tratarse del documento que se inicia con estas palabras: «Seguexen-se los prejudicis que lo reverent cardenal e sos officials han fets e continuen fer al molt alt senyor Rey e a sa juridicció, domini e drets que ha en la Ciutat de Terragona e en los habitants d’aquella; e les grans opressions e vexacions injustes que han fetes e fan als ciutadans de la dita Ciutat e violació dels privilegis d’aquella», y que responde a la signatura: AHCT, Ar. 8, caixa 26, n.º 140, referencia antigua que presenta y transcribe el Dr. Cortiella en Una ciutat catalana, ap. 45, pp. 428-432.
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La embajada a Nápoles se prolongó durante algunos meses, en los cuales se fue agravando paulatinamente el nivel de tensión entre las partes en litigio.169 Las dificultades de los cónsules se incrementaron todavía más a partir de la fiesta de san Juan pues, transcurrido el bienio de su mandato, se quedaron sin el apoyo del veguer real, mientras que el arzobispo reforzaba su causa señalando a Joan Terré, uno de sus más fieles partidarios y hermano del procurador general, como veguer suyo. Efectivamente, el caballero barcelonés Bartomeu Castelló había sido nombrado veguer real, pero pasaban las semanas y no tomaba posesión del cargo; cuando finalmente lo hizo, llegó a la ciudad y, viendo el enorme malestar que reinaba en ella, no quiso quedarse. Los cónsules le ofrecieron veinticinco florines para que permaneciese en Tarragona solamente durante ocho días para mitigar los escándalos que se producían a diario y mientras se conocía la proclamación de su sustituto.170 Durante este tiempo, tampoco cesó la intensa actividad diplomática que se venía desarrollando en Barcelona ante el arzobispo de Zaragoza, el obispo de Lleida y los «consellers» de la ciudad condal, lo que dio lugar a nuevas propuestas para poner fin al conflicto.171 Precisamente, estos últimos, ac169 El procurador general del Campo de Tarragona, Iu Terré, reunió a varios grupos armados procedentes de distintas localidades de la veguería quienes, tras haber roto las cerraduras de los portales de la capital, de noche, recorrían sus calles como medida intimidatoria. Los Consejos se reunían de forma ilegal, pues el pregón que los anunciaba debía ser consentido por los vegueres y, de un modo recurrente, el veguer del arzobispo se negó a dar su consentimiento, llegando incluso a prohibir el pregón que llamaba a la preparación de las calles por donde debía transcurrir la procesión del Corpus. El cardenal multó con cien sueldos a los cónsules y «consellers» que seguían asistiendo a los Consejos a pesar de su expresa prohibición. Además de las penas pecuniarias, también se tomaron medidas represivas de otra índole, siendo un ejemplo el caso de Bernat Galí, el campanero de la catedral que, por haber asistido a una sesión consistorial, fue despedido de su oficio. Por su parte, como represalia, el Consejo determinó retirar la pensión que otorgaba al maestro mayor de las escuelas de gramática, quien percibía la mitad de su salario del Capítulo catedralicio y la otra mitad de la ciudad. 170 La reina María fue informada, a través de una embajada, de tal situación. Los emisarios tarraconenses le rogaron que nombrase a otro veguer en sustitución de Bartomeu Castelló, insistiendo en que no fuese nadie que pudiese demostrar simpatía alguna por el partido querellante. La proclamación recayó, finalmente, sobre el notario barcelonés Bernat de Naves. 171 Se planteó, por ejemplo, que algunos de los jurados del Consejo fuesen sustituidos por personas del partido del cardenal (algo que el Consell rechazó por tratarse de una ilegalidad, recordando, además, que, «por reverencia al cardenal», ya habían sido nombrados algunos «consellers» de su adherencia); otra solución, de signo contrario, pasaba por expulsar del Consejo a los miembros del bando arzobispal quienes, siguiendo sus mandatos, no acudían a las sesiones (no se hizo ninguna alteración de la composición conciliar para no incurrir en irregularidades); la proposición de Ferran Ram, el sobrino del cardenal, consistía en aplicar en Tarragona el modelo electoral barcelonés, basado en una combinación de elección y sorteo, pero considerablemente más complejo y con un protagonismo menos directo del Consell de Cent, pues los ciudadanos honrados elegían a 8 mercaderes y estos, a su vez, a 8 honrados, mientras que los artistas seleccionaban a 4 menestrales y viceversa. Quedaba configurada así la «vint-i-quatrena» de la cual, mediante el sorteo por «rodolins», surgía la docena electora de los cinco «consellers». Si se quiere conocer con mayor detalle el desarrollo del sistema electoral barcelonés durante este periodo, véase E. Juncosa, «Segles xv i xvi», pp. 116-123.
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tuando como cabeza del brazo real catalán, escribieron una carta al monarca impetrando su favor para con los embajadores tarraconenses.172 La situación sufrió un giro considerable tras el regreso de los embajadores que habían sido enviados a Nápoles para tratar directamente con Alfonso el Magnánimo, pues el rey, más allá de conceder distintos privilegios muy favorables para la ciudad,173 encargó que la causa fuese vista sumariamente por Lluís de Castellví y Francesc d’Alzamora174 y que, en caso de creerse oportuno, se procediera contra el cardenal, requisándole todas las temporalidades de las que gozaba sobre Tarragona. Así se registró la relación de los mensajeros ante el pleno del Consejo:175 Micer Pere Sabater e Thomàs del Bosch, missatgers de la Ciutat qui eren stats trameses en lo realme de Nàpols al senyor Rey per provehir als grans prejudicis fets al senyor Rey e a nosaltres e a nostres grans vexacions que·ns són stades fetes, e·s fan tot dia, e per impetrar imposicions perpetuals, renovació del privilegi de la fira, que s’era perdut, e altres privilegis e provisions necessàries, per la qual relació appar que, per gràcia de Déu, com han impretrats privilegis, concessió de fira e tot quant hajen volgut, emperò costen dos mília florins d’una part e d’altra, ara resta que·l senyor Rey mana que·l fet dels vets e entredits sia vist sumàriament per micer Luís de Castellví e micer Francesc d’Alçamora e si, injustament, per iniquitat s’és fet, que el senyor Cardenal ho releu e revoque tot; si no, que sia proceït contra ell, levant-li temporalitats e per altra manera axí com trobarà de consell.
Es probable que esta advertencia preocupase al arzobispo, pues, pocos días después de haberse conocido las nuevas de los emisarios, el prior de la catedral anunció, en nombre del prelado, su intención de reconciliarse con la ciudad, distanciándose de los «apelantes» y de sus demandas, «car ell los comença ja a conèixer».176 A pesar de esta aparente buena predisposición del 172 En dicha misiva, emitida el 16 de julio de 1437, informaban al rey de que el cardenal tenía la clara intención de poner a sus familiares y oficiales a la cabeza del regimiento de la ciudad, acusándole de un intento de usurpación de la jurisdicción real en una ciudad que era «famosa e de les antigues d’Espanya, e sie marítima e gran clau del vostre Principat de Catalunya» (AHCB, CC, lletres closes, 1B.VI, 5 [1436-1438], ff. 104v-105r). Un extracto relevante de la carta a la que nos referimos encabeza el presente capítulo. 173 A destacar, para el tema que nos ocupa, la confirmación del importantísimo privilegio otorgado por el rey Juan I en 1388, que concedía a la ciudad la plena libertad para decidir sobre su sistema electoral; o el de imposiciones (AHCT, FM, docs. sueltos, sig. top. 7/26). 174 Se trata de dos abogados barcelonenses de gran reputación y que desempeñaron un papel de primer orden en la lucha entre la Busca y la Biga. 175 AHCT, FM, AM, n.º 53: 1437-1438 [27.XI.1437], f. 29v. No solo resultará ser exitosa la embajada ante el rey, ya que, pocos meses después, se va a obtener sentencia favorable en la causa de apelación enviada ante la Curia romana contra las providencias de excomunión y entredicho que pesaban sobre la ciudad. 176 Con estas palabras, el cardenal pretendía dar a entender que su implicación con los «querellantes» había disminuido, al perder la confianza que había depositado en ellos. El prior informó, además, al Consejo que «el Senyor [arzobispo], volenterosament, se exirà del mig de aquestes qüestions e debats e·s
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cardenal para alcanzar una concordia, su consecución no fue tarea fácil, puesto que, si bien al calor de las amenazas regias el prelado había demostrado una actitud sumisa, transcurridos unos meses, condicionaba el acuerdo al cumplimiento de varias exigencias, entre las que se encontraba el perdón que debía solicitarle la ciudad o una más que considerable compensación económica.177 Sin que se hubiese llegado a ningún acuerdo concreto, llegó la fecha de las nuevas elecciones. Unos días antes de su celebración, y con el fin de evitar posibles altercados de envergadura, se había pregonado —sin el consentimiento del veguer arzobispal— la prohibición de transitar por las calles portando armas. A diferencia de otros comicios anteriores, se determinó que los nuevos jurados fuesen seleccionados por los cónsules entrantes junto con los salientes. Para evitar nuevos enfrentamientos con el prelado, la decisión que adoptaron los seis regidores fue muy conservadora, pues no se produjo ningún cambio en la nómina de los «consellers» de la mano mayor —con la única excepción de la permuta de los cónsules— y fueron muy pocos los nombres que variaron en la mano mediana, manteniéndose incluso en la institución a aquellas personas que, desde hacía meses, no asistían a las sesiones por ser del partido de los «apelantes» el cual, por otro lado, no vio incrementada su fuerza en el Consejo. De nuevo, el cardenal y el vicario general se negaron a recibir el juramento de los cónsules hasta que no se solucionara el conflicto de un modo definitivo, perpetuándose, así, la situación irregular del año anterior. Los nuevos cónsules no contaron, ni tan siquiera, con el apoyo del veguer real, quien mantuvo una posición neutral entre los dos partidos municipales, lo que resultó ser bastante perjudicial para los intereses de la ciudad, dado que no quiso aceptar el nombramiento de los almotacenes ni del obrero y no autorizó los pregones que convocaban las reuniones conciliares.178 Por todo ello, el Consejo municipal solicitó al monarca que le sustituyese a pesar de concordarà ab la Ciutat, e los appel·lants que facen lurs affers com se vullen» (Ibidem [12.XII.1437], f. 31r). 177 Siguiendo con su papel de mediadores, los «consellers» de Barcelona propusieron a los cónsules de Tarragona que aceptasen las condiciones del prelado, pero que solicitasen, a cambio de dicha suma monetaria, la otorgación de nuevos privilegios y la reducción de los precios de la escribanía de los contratos. Para tratar sobre dichas cuestiones, se celebró una nueva reunión del Consejo en la que se determinó que no se tenía que pedir perdón al arzobispo bajo ningún concepto, pues, «els cònsols, consellers e Consell de la Ciutat, usant de sos privilegis, libertats, usos e costums, jurats e confermats per lo dit senyor Cardenal, e proseguint lur bona justícia, no han feta errada en res» y, en relación con el pago de cierta cantidad de dinero se decidió que «ni per lo fet de la scrivania, ni per altres privilegis, no sia donat res al dit Senyor, com la Ciutat no haja diner ni malla que li pogués dar ni ara fos per res expedient de donar-li» (Ibidem [21.I.1438], f. 32r). 178 Es por ello que, durante algunos meses, en lugar de celebrarse Consells, se reunían Parlamentos, cuya composición era considerablemente más restringida, pero con una convocatoria que no requería la autorización previa de los vegueres.
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no haberse cumplido todavía los dos años de su mandato, una petición que fue atendida y que dio lugar al nombramiento del notario de Barcelona Joan Carreres, quien no llegó a tomar nunca posesión de la veguería y, para evitar que quedase vacante, los «ciudadanos» volvieron a aceptar a Bernat de Naves, quien había recibido una carta de su tío, el prestigioso jurista y consejero de la reina María, Jofre d’Ortigues, instándole a cumplir bien con las obligaciones derivadas de la dignidad que ocupaba. Los miembros del Capítulo catedralicio demostraron también su oposición a los nuevos cónsules negándose a aceptar que portasen el palio de la ciudad en la procesión del Corpus y decidiendo que esta tuviese lugar en el claustro de la Sede en vez de transitar por las calles de la ciudad. Viendo que las desavenencias no cesaban, la reina insistió en la apremiante necesidad de recomponer la paz social y política en Tarragona. Para alcanzar una solución definitiva a los conflictos, convocó una reunión en Barcelona donde deberían asistir: el lugarteniente del procurador real, Joan de Llobets, el antiguo veguer real, Miquel de Bordell, el vicario general, Pere Oller, el procurador general, Pelegrí Mir, uno de los sobrinos del cardenal, Ferran Ram, y los tres representantes que quisiera enviar la ciudad en su nombre;179 solicitó, asimismo, la intervención del arzobispo de Zaragoza, del obispo de Lleida y de Galceran de Requesens.180 Las negociaciones se interrumpieron en repetidas ocasiones, pues los representantes del cardenal acusaban, recurrentemente, a los miembros del gobierno municipal de traidores, al romper la fidelidad que le debían al prelado. Cada vez que esto sucedía, los cónsules y jurados, reunidos en Parlamento, determinaban evitar cualquier acuerdo que condujese a la reconciliación. Finalmente, el día 4 de agosto, quizá debido a una mayor presión monárquica, el veguer real autorizaba la celebración de un Consell en el que acabarían por aprobarse los términos de la concordia que serían presentados ante el vicario general quien, en ausencia del cardenal, actuaba como su representante legal.181 Se acordó que la concordia se basara en los términos siguientes: Los designados fueron: Pere Sabater, Tomàs del Bosch y Simó Llorenç. El cardenal Ram no se encontraba en Barcelona, pues se había desplazado a Basilea para asistir al Concilio ecuménico que allí tenía lugar. Así lo expresan las actas municipales, contradiciendo la tesis del canónigo J. Blanch —a quien siguió E. Morera— quienes afirman que el prelado excusó y logró rehuir su presencia en el Concilio: «Fonc citat per los prelats y pares del Concili de Basilea que acudís a ell. Però com aquell Concili se tingués en odi del Papa Eugènio IV, li sabia mal aver de anar allà, majorment sent ell criatura del dit Papa y axí, des de Barcelona, en lo any 1437, envià a Basilea a Matias Figuerola, familiar seu, per a què, ab títol de aparellar-li casa, digués que anave devant a prevenir lo necessari per a sa posada, y en lo secret portave commissió de procurar lo excusassen de anar-hi» (Cf. J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. II, p. 109; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. III, p. 145). 181 A pesar de la importancia del acuerdo, debido a la débil situación económica municipal, el Consejo determinó no enviar ninguna embajada a Basilea para tratar directamente con el arzobispo sobre este 179 180
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1. La ciudad obtendría del cardenal la revocación de todos los vetos y entredichos que pesaban sobre los regidores y otras autoridades municipales, como si nunca hubiesen tenido lugar. 2. Al no ser contrarias a los privilegios existentes, se aceptaban unas nuevas ordenanzas sobre las elecciones municipales: • Mientras hubiese hombres de mano mayor hábiles para el gobierno, no podría designarse a ningún miembro de la mano mediana como jurado del estamento mayor. asunto y concedió plenos poderes a los cónsules para que, junto con otros ciudadanos, pudiesen firmar la concordia con el vicario general: «Ab tenor de la present, donam e atorgam a vosaltres damunt nomenats cònsol e missatgers nostres licència e plen poder de venir a bona concòrdia e avinença ab lo molt reverend pare en Crist e Senyor lo senyor en Domingo, per la divinal providència Cardenal de la Sancta Romana Esgleya e Administrador perpetual de l’Esgleya de Terragona e ab los molt honorables micer Pere Oller, doctor en decrets, camarer de la Seu, vicari e official en Ferrando Ram e mossèn Pelegrí Mir, baxeller en decrets, procurador general en nom e per part del dit senyor Cardenal e Administrador sobre certes qüestions e debats que són stades e són entre lo dit senyor Cardenal e lo procurador o procuradors e officials del dit Senyor, de una part, e los cònsols e consellers e síndich de la universitat de la dita Ciutat e singulars d’aquella, de la part altra. De sobre e per rahó de la prestació del jurament acostumat de prestar per los cònsols de la dita Ciutat aprés lur elecció en mans e poder del dit Senyor o de son honorable vicari general, com per altres rahons e causes, com encara sobre tots processos, litigis e causes principals o d’appel·lacions que per açò se sien menats o fets e·s menen axí en la Cort de Terragona com en Cort Romana e encara en la Sacra Real Audiència e en altres parts. E sobre açò presentar qualsevol supplicació o supplicacions concordades o concordadores per part nostra e de la Ciutat al dit molt honorable mossèn lo vicari general del dit senyor Cardenal e Administrador. E fer e receptar qualsevol renunciacions e revocacions de prejudicis, greuges e injúries que per qualsevulla parts se pretenguen ésser fets e fetes e renunciar encara a qualsevol processos, litigis e causes axí principals com d’apel·lacions e fer renunciar l’altra part e venir encara a concòrdia e avinença ab totes e sengles persones singulars de la dita Ciutat vulgarment vocats ‘los apel·lants’ de e sobre certes qüestions, apel·lacions e causes que pretenien haver ab los dits cònsols, consellers e Consell de la dita Ciutat. E encara de e sobre certs clams e quereles de pau e de treva donats o donades devant lo honorable veguer real de la Ciutat de Terragona o son lochtinent per lo síndich o sotsíndich de la dita Ciutat contra alguns dels dits apel·lants nomenats en les dites quereles per les causes o rahons en los processos d’aquen fets contengudes. E als dits clams e quereles e appel·lacions e processos d’aquen fets e fetes si e com a vosaltres serà vist fahedor renunciar a aquells consentir ésser abolits e cancel·lats. E part açò, venir e fer pacte e concòrdia ab los dits molt honorable mossèn lo vicari e offical en Ferrando Ram e mossèn Pelegrí Mir, procurador general, en nom e per part del dit senyor Cardenal e Administrador, de e per aquella taxació e moderació tractada dels testaments, codicils, inventaris e totes natures de contractes de la scrivania comuna dels contractes de la dita Ciutat de Terragona de què ja se havia molt tractat e quasi finat ab lo dit molt reverend senyor Cardenal e Administrador, ans de sa beneventurada partença, ab aquells capítols, pactes, forma e manera que a vosaltres serà vist fahedor e ab los dits molt honorables mossèn lo vicari en Ferrando Ram e mossèn lo procurador general vos poreu convenir e concordar. E per la dita taxació e moderació permetre e fer al dit molt reverend senyor Cardenal aquella subvenció que·us serà vist fahedora e ab aquells vos poreu convenir e concordar. E totes altres coses fer, prometre, fermar e atorgar en e sobre les dites coses que en aquelles sieu útils, necessàries e opportunes ni que nosaltres e lo Consell de la dita Ciutat fer porien si personalment hi érem, car nosaltres sobre les dites coses, totes e sengles, vos donam tot nostre loch e plenerament nostres veus e del dit Consell. Prometents nosaltres e lo Consell haver agradable e ferm tot ço e quant per vosaltres sobre les coses serà fet promès, procurat ni pactat e no revocar-ho sots obligació dels béns de la Ciutat» (AHCT, FM, perg. 270 [4.VIII.1437]).
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• Mientras hubiese hombres de mano mediana aptos para gobernar, no sería proclamado nadie de mano menor como «conseller» de la mediana. • Se consideran miembros de la mano mayor: los ciudadanos honrados, quienes viven de sus rentas, los hombres de ciencia y todos aquellos cuyos bienes superen los 30.000 sueldos.182 • Serán considerados de mano mediana: los notarios, los mercaderes y aquellos hombres que, sin ser menestrales ni hombres de oficio, posean unos bienes con un valor superior a los 10.000 sueldos. • Que nadie se atreviera a sobornar a otra persona para conseguir su voto y, en caso de hacerlo, que se le prohíba el ejercicio de cualquier cargo municipal durante un periodo mínimo de cinco años. • Si se logra demostrar que alguien ha buscado votos para ser elegido cónsul, que se le prive el acceso al Consejo durante un lustro. • Antes de celebrarse cada comicio, todos los jurados estarán obligados a jurar que no han sido pagados ni sobornados para dar su voto. • Cada dos años deberán cambiar, al menos, cuatro jurados de mano mayor y cinco de mediana, para lograr que pase por la institución el mayor número posible de ciudadanos.183 3. La ciudad renunciaría a sus peticiones de paz y tregua interpuestas contra los «querellantes» (este punto se aceptó bajo la condición de que fueran los miembros de dicho partido quienes corrieran con los gastos que hasta entonces había satisfecho el municipio por ese motivo). 4. La ciudad pagaría quinientos florines al cardenal a cambio de la moderación de los precios de la escribanía común de los contratos (las condiciones que impuso la ciudad fueron que se redactase una carta 182 El acceso a la mano mayor era más restrictivo en Tarragona que en otras ciudades catalanas, como Lleida, donde se había establecido que, de acuerdo con sus bienes, aquellos cuya riqueza se tasaba entre 1.000 y 10.000 sueldos eran adscritos a la mano menor; de 10.000 a 20.000, a la mano media; si superaba los 20.000 sueldos, o se pertenecía al grupo de los «honrados», o se era doctor o licenciado, se adscribían a la mano mayor. Al respecto, R. Gras, La Paheria de Lérida, p. 99. 183 Una condición que empezó a cumplirse a partir de las elecciones de 1439. Si bien es cierto que se observó dicho mandato, también lo es que el partido «ciudadano», gozando de una holgada mayoría, siguió controlando la institución. Prácticamente sin excepción, las nuevas incorporaciones al Consell provenían del partido «apelante», pero lo hacían siempre cubriendo las vacantes que dejaban otros ciudadanos de su mismo grupo, sin lograr una representación más amplia ni el poder suficiente para conseguir que, al menos, uno de los cónsules fuese elegido de entre los de su partido.
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pública que debía ser ratificada por el papa o por el Concilio en la que constase que dicha suma se concedía única y exclusivamente para ese fin, y que solamente se pagaría ese dinero a partir del momento en que se recibiera tal ratificación). Antes de su firma definitiva, surgieron todavía ciertos contratiempos, pues los «querellantes» no querían aceptar la condición impuesta por la ciudad en el tercer punto y algunos oficiales del prelado solicitaban que se presentase, previamente, una súplica escrita ante el cardenal en persona. Estas cuestiones, que estuvieron a punto de echar por la borda el principio de acuerdo, se estudiaron en una nueva sesión del Consell y, tras intesas discusiones, se votó si se debían mantener o romper las negociaciones. Por un estrecho margen, venció la primera opción y, por la intervención del arzobispo de Zaragoza y del obispo ilerdense, los representantes de la ciudad aceptaron las últimas condiciones impuestas por los miembros del partido arzobispal. Una vez incorporadas las modificaciones, el día 16 de septiembre, los cónsules, acompañados por diversos prohombres tarraconenses, presentaron la súplica concordada ante el poder eclesiástico. Fueron recibidos, en el castillo arzobispal, por el vicario general, Pere Oller, quien aceptó el documento que se le presentaba. En él, la ciudad volvía a insistir en que no creía haber perjudicado, en absoluto, los derechos del cardenal ni de la Iglesia tarraconense y que, en caso de considerarse lo contrario, que tales injurias e agravios fuesen tenidos por no dichas ni hechos, al tiempo que esperaba obtener la misma respuesta por parte del prelado y sus oficiales, para que:184 […] lo dit Senyor e la dita Ciutat romanguen quiscú en son plen dret, e tots actes, processos, sentències e enantaments per la dita qüestió fins ací fets per qualsevulla de les dites parts o per lo dit Senyor o son procurador e o officials seus, prejuidicials al dit Senyor e a la dita Ciutat e singulars sien haüts per no fets, e no puxen ésser en esdevenidor trets a conseqüència, ús ni possessió alguna.
Mediante un discurso mucho menos ponderado, el representante arzobispal leyó su respuesta, dando a entender que, a pesar de las gravísimas faltas en las que la ciudad había incurrido, «vista la intenció en bona voluntat […] e considerades les coses en la dita cèdula […] contengudes», el cardenal aceptaba la concordia por su gran misericordia, siguiendo el ejemplo de Jesucristo y sus Apóstoles en cuanto a «benignitat, mansuetut e cari184 AHCT, FM, perg. 270. Debido a su enorme importancia, la súplica presentada ante Pere Oller y su respuesta se copiaron tanto en el volumen de registros municipales (AHCT, FM, AM, n.º 54: 1438-1439 [16.IX.1438], ff. 14r-17v), como en la propia concordia, sirviendo como preámbulo de sus capítulos.
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tat», teniendo por olvidado «tot greuge e tot desplaer que per la dita rahó hagués haüt».185 Una vez anulados todos los vetos, excomunicaciones y entredichos, sin imponer ningún tipo de penitencia ni de compensación pecuniaria por ello, el vicario general se mostró dispuesto a recibir el juramento acostumbrado, en la forma habitual, por parte de los cónsules, no sin antes insistir en que, tras todos estos altercados, «no sie fet ni engendrat algun prejudici, novació o derogació a la dita Sancta Esgleya de Terragona ni al dit senyor Cardenal, Administrador d’aquella, ni a les preheminències, jurisdicció, dominicatures e superioritats […] pertanyents e degudes».186 Si bien se esperaba que la concordia que habían acatado ambas partes diese paso a un periodo de estabilidad política, la realidad fue muy distinta, pues más que suponer la resolución definitiva de los enfrentamientos, simplemente los sumió en un letargo del que pronto volverían a despertar.187 La querella de 1443 y las ordenanzas de 1445: una solución de consenso
El primer cometido que debían cumplir los cónsules tras haber sido elegidos era el nombramiento de los jurados que iban a componer el Consejo. En la primera reunión que se producía tras su proclamación, los «consellers» estaban obligados a prestar su juramento de lealtad y buen desempeño de sus funciones ante los cónsules, algo que no estuvieron dispuestos a hacer diez de los jurados designados tras las elecciones de 1443, inaugurándose así una nueva fase del conflicto. Justificaron su negación amparándose en que no se habían respetado las ordenanzas de 1438 en lo referente a la designación de los consejeros del estamento superior. Los cónsules se defendieron de dicha acusación, afirmando que los postulados de la concordia habían sido cumplidos al pie de la letra, «bé e deligentment». Mostrando su disconformidad, los «perturbadores» abandonaron la Sala de la Ciudad, «recusants de jurar», con la intención de interrumpir el desarrollo de la sesión conciliar,188 pero, como AHCT, FM, perg. 270. Idem. La extensa concordia fue transcrita, parcialmente, en I. Companys, J. Piqué, Catàleg dels protocols, pp. 108-112, donde se centra la atención en la parte del documento que se refiere al acuerdo sobre la disminución y el control de los precios de las tasas cobradas por las escribanías. 187 Tuvieron tanto impacto en la ciudad los acontecimientos relatados que en la portada de las actas municipales correspondientes a 1437 se hace constar que: «En aquest any va ésser suscitada i portada una urgent qüestió entre el reverent senyor Cardenal, Administrador de l’Església tarragonina i certs singulars ciutadans anomenats ‘els apel·lants’, els quals es van insubordinar contra els regidors i el govern municipal, dapnificant i posant la Ciutat en el màxim escàndel i perill i perjudicant la cosa pública, ocasionant molts treballs i grans despeses, però no en varen reeixir, per la gràcia de Déu». 188 Quienes abandonaron la Sala fueron acusados de hacerlo «per desviar lo Consell e reboltar e perturbar lo bon regiment de la Ciutat, segons los dessús dits o los demés ab lurs adherits han mal acostumat, de què serien dignes de gran punició» (AHCT, FM, AM, n.º 59: 1443-1444 [10.V.1443], ff. 3r-4v). 185 186
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continuaba habiendo suficiente quórum, la reunión pudo seguir celebrándose, pues «són trenta e hun, e basten bé a celebrar Consell». Unos instantes después de haber abandonado la sesión, Albert Llorenç, actuando como portavoz de los discrepantes, volvió a ingresar en la Sala para advertir a los demás «consellers» de que no iban a aceptar ningún acuerdo que adoptase el Consejo si previamente no se resolvía el agravio cometido contra la mano mayor, a lo que se le respondió que, no habiéndose incurrido en ilegalidad alguna, lo mejor que podían hacer tanto él como sus compañeros era volver a la sesión y prestar su juramento. El consejero no aceptó la propuesta y abandonó definitivamente la Asamblea. Ante tal situación, el Consejo decidió conferir plenas facultades a los cónsules para actuar «contra los perturbadors»:189 Lo dit honrat Consell determena e dóna plen poder als dits honrats cònsols que, en cars que sentissen que·ls dits consellers qui comencen a perturbar lo bon regiment de la Ciutat, ni altres se moguessen o preparassen moure qüestions ni debats, los puxen perseguir en béns e en persones, e deffendre e mantenir lo dit bon regiment de la Ciutat, e elegir e trametre missatger o missatgers, síndich o síndichs axí al senyor Rey com a la senyora Reyna, en totes parts, e de menar-ho e prosseguirho virilment e potent, e no s’i planguen despeses.
Asimismo, se acordó conceder suficiente poder a los cónsules para que, en caso de que los «consellers» que se negaban a prestar juramento no cambiasen de actitud, pudieran sustituirlos por otros.190 La amenaza del Consell no llegó a ejecutarse, pues algunos de los opositores acabaron jurando. El problema se mantuvo de un modo más o menos latente hasta la celebración de las elecciones de 1444. Los nuevos cónsules quisieron respetar «ad unguem» las recientes ordenanzas municipales y, a pesar de los problemas surgidos, decidieron nombrar, de nuevo, a los mismos jurados de mano mayor que en el año anterior quienes, en esta ocasión, sí ofrecieron su juramento (al menos aquellos que asistieron a la sesión, porque no lo habían hecho todos) y aprovecharon la primera reunión conciliar del nuevo año consular para informar de que un grupo de ciudadanos había presentado un requerimiento ante la reina contra el sistema electoral tarraconense. Para contrarrestar su efecto, los cónsules decidieron enviar una mensajería a València con el objeto de defender los privilegios municipales en dicha cuestión. Tras distintos parlamentos desarrollados en presenEn realidad, salieron de la sala nueve de los diez disidentes, pues Guillem Gibert se quedó sentado en su banco, «màs recusà jurar». 189 Idem. 190 «Lo dit honrat Consell [...] dóna plen poder als dits honrats cònsols que, en loch lur, puxen elegir e pendre altres consellers en tal forma que·l bon regiment de la Ciutat no romanga» (Idem).
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cia de la reina María por ambas partes, el día 20 de enero de 1445 se hizo relación, ante el pleno del Consejo, de la propuesta que la soberana —sin ninguna intención de perjudicar los privilegios que ostentaba la ciudad en materia electoral ni de quitar del gobierno a sus regidores— presentaba a la ciudad para que fuesen cumplidos durante el siguiente lustro:191 1. Que fuesen cónsules dos miembros del partido «ciudadano», «los qui ara regexen», reservándose el tercero para los «querellantes». 2. Del mismo modo, que de los 45 puestos del Consejo, un tercio estuviese ocupado por «querellantes», 5 personas de cada mano, mientras que los 30 «consellers» restantes fueran del partido «ciudadano». El Consejo deliberó en base a las propuestas de la reina y acordó aceptar el nuevo reglamento, introduciendo nuevos matices y precisando que con él quedaban derogadas las ordenanzas de 1438:192 —— Sobre la elección de los cónsules: cada año, antes de la celebración de las elecciones, el Consejo decidiría de qué mano sería el cónsul de los «querellantes». En su elección, como en la de los otros dos cónsules, se seguiría el procedimiento habitual basado en el escrutinio secreto y en el sorteo por «rodolins». —— Sobre la elección de los jurados: considerando el escaso número de personas que formaban parte del partido «querellante», se creía exagerado que sus miembros ocupasen 15 de los 45 puestos del Consejo, proponiendo reducir dicha cifra a 12, manteniéndose la proporción entre las distintas manos. La designación de los «consellers» elegidos entre la nómina de los «querellantes» se llevaría a cabo por los tres cónsules conjuntamente, mientras que los demás serían seleccionados por los dos cónsules «de la partida dels qui ara regexen», sin nombrar, en ningún caso, a nadie que formase parte del partido de los «apelantes». En caso de no contar con suficientes personas de mano mayor, podrían ocupar el puesto de jurado de dicho estamento, hombres de mano mediana, del mismo modo que, en caso de ser preciso, los de la mano menor podrían acabar de completar los puestos reservados al estamento de los mediocres. 191 «La dita molt excel·lent senyora Reyna, per sa gran clemència, no és de intenció fer prejudici algú ni lesió al privilegi de la Ciutat de les eleccions, ni vol que·l regiment de la Ciutat sia levat als qui ara regexen en virtud del dit privilegi, màs per lo dit benefici de bona pau e concòrdia e repòs de la Ciutat vol que de cascuna part hi càpien» (AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445, f. 9r). Véase el apéndice 17. 192 «Aquesta concòrdia e capítols derogaran a aquelles ordinacions o capítols que·s feren sobre lo primer debat, ara ha VII a VIII anys, cessen aquells, e aquests presents romaneguen en lur força e valor» (Idem).
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Por su parte, los «querellantes» no se mostraron dispuestos a aceptar las condiciones propuestas por la ciudad si antes no se aprobaba la introducción de dos matices importantes: —— Que fuese la reina quien decidiera, cada año, dos manos posibles para el cónsul de su partido, de entre las que eligiera una el Consejo, tras haberse presentado ante el pleno una relación de cuatro candidatos para cada una de dichas dos manos. —— No se toleraba la reducción del número de jurados reservados a su grupo, debiéndose mantener la primera propuesta regia de cinco hombres por cada mano. Los treinta jurados del partido «ciudadano» serían elegidos por sus dos cónsules, mientras que los quince pertenecientes al partido de los «apelantes» serían designados únicamente por su propio cónsul con el asesoramiento de Pere Tost, el cabecilla del partido. Finalmente, la negociación se cerró con la incorporación de estas últimas modificaciones, dando lugar a unas nuevas ordenanzas de consenso que rigieron en la ciudad a lo largo de cinco años. Las actas municipales relativas a dicho periodo muestran con claridad la distinción de cada cónsul y jurado según el partido al que pertenecían.193 Del mismo modo, se cumplió con el requisito estipulado de que, antes de celebrarse cada comicio, la reina indicaba las dos manos de las que debía elegirse el cónsul de los «querellantes». Pere Tost, junto con otras personas «de sa voluntat e adherència», presentaba una relación de cuatro candidatos para cada una de esas manos y el Consejo se encargaba de elegir la nómina que creía más favorable para sus propios intereses.194 Dichos candidatos eran sometidos a votación y los nombres de los dos que obtenían un mayor número de apoyos eran introducidos en los «rodolins» para prodecer a su extracción por la vía del sorteo. Así fue como, durante un lustro, se escogió el 193 Puede verse detalladamente cómo se puso en marcha el nuevo sistema en la documentación transcrita en el apéndice 18. 194 En un papel suelto (n.º 3), anexo al volumen n.º 62 de las actas municipales tarraconenses, se especifica que: «Los dits honrats cònsols de mà migana e menor requeriren lo honrat en Felip Salmònia, cònsol de mà major, que ell e lo honrat micer Pere Tost, ab los altres lurs adherents, los donen e nomenen quatre persones de lur part e adherència de mà migana e altres quatre de mà menor, a fi que, axí com fonch fet e praticat entany, puxen elegir de qual mà pendran aquest any en la elecció de cònsols de present faedora. [...] E, de continent, se apartaren los honrats en Felip Salmònia e axí Pere Tost e tots los altres consellers de la lur partida [...]. E romangueren en la dita Sala del Consell los honrats en Thomàs del Bosch e n’Anthoni Miró, cònsols de mà migana e menor ab micer Pere Çabater, mossèn Vallfogona e tots los altres consellers de la Ciutat de la lur partida, los quals determenaren que, enguany, l’altre part del dit micer Pere Tost nomenen les quatre persones que han a nomenar per a la elecció de cònsols de la mà migana menor».
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cónsul perteneciente al partido de los «apelantes». En 1445, fue elegido Felip Salmònia para ocupar el consulado de la mano mayor; en 1446, Joan Pujol (mano menor); en 1447, Guillem Jover (mano mediana); en 1448, Felip Salmònia (mano mayor); y en 1449, Gabriel Salmònia (mano mediana, a pesar de ser miembro del estamento superior).
La nómina de «consellers» con indicación de los «querellantes»/«apelantes».
El partido arzobispal se vio con serias dificultades para lograr presentar cada año una nómina suficiente para ocupar los puestos que se le reservaban en la institución municipal y, paulatinamente, fue perdiendo fuerza hasta su práctica disolución en 1450, cuando el sistema volverá a su esquema primitivo sin demasiada oposición, dando paso a una etapa de relativa calma política.195 195 A lo largo de los cinco años en los que se mantuvo en vigor dicho sistema se repartieron los 16 puestos que se reservaban a los «querellantes» (15 jurados y 1 cónsul) solamente 21 personas, que se fueron turnando de forma recurrente en el ejercicio de distintos cargos. Es muy probable que la pérdida de fuerza del partido tuviese mucho que ver con la muerte, el 25 de marzo de 1445, del cardenal Ram, su
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Así pues, teniendo en cuenta que las nuevas ordenanzas habían sido elaboradas «per repòs e pacificació dels ciutadans», todo parece apuntar a que, a pesar de la aparición de algún conflicto menor que el nuevo arzobispo, Pere d’Urrea, intentó resolver por la vía del diálogo, estas lograron cumplir con éxito su cometido.196 Las elecciones en tiempos de guerra
Tras la firma de las capitulaciones del día 2 de noviembre de 1462, Tarragona se rindió ante el bando realista, lo que desembocó en una serie de represalias. Cuando el arzobispo —firme partidario de la causa de Juan II— volvió a la ciudad, castigó a los sacerdotes que no le guardaron fidelidad.197 Por su parte, Rodrigo de Rebolledo, quien había sido designado por el monarca como capitán general de Tarragona, tomó severas medidas contra algunos «consellers», expulsándolos de la ciudad.198 En 1463, Tarragona se convirtió en la capital del Principado para el bando de Juan II, lo que supuso que, tras su nombramiento como capitán general de Catalunya, el conde de Prades, Joan Ramon Folc de Cardona, fijase su residencia en la ciudad, relegando a un segundo plano a Rodrigo de Rebolledo.199 Poco antes de tener lugar los comicios de 1464, cuya celebración se consideraba necasaria «attesa la concorrència del temps de la guerra», el capitán general va a solicitar al Consejo municipal que estos se desarrollasen de acuerdo con el método basado en la proclamación directa como cónsules de los candidatos que hubiesen obtenido un mayor número de votos, imponiendo como condición que los tres regidores que salieran proclamados fuesen firmes defensores del rey y del arzobispo, lo que demostraría que, a principal impulsor, con las disensiones internas de sus miembros y con la escasa personalidad carismática de su líder, Pere Tost. 196 Afirmación que debe ser tomada con cautela, debido al vacío documental que caracteriza la década de los años cincuenta del siglo xv, para la que solo se conservan las actas de 1450 y 1453. 197 «Aquest Archebisbe servia las parts del Rey y los de Tarragona ja comensaven a pèrdrer-li lo respecte, per lo que se n’anà y seguí los exèrcits del Rey, y com [...] esta Ciutat, a forsa de armas, se rendís al servey y fidelitat del dit Sr. Rey d. Juan, y ab los exèrcits entràs lo Archebisbe en ella, castigà alguns capellàs que se li eren atrevits quan se n’exí de la Ciutat, privà de la comensalia a Narcís Morató, y del benefici a Leonardo Ferrer, y féu altres càstichs» (J. Blanch, Arxiepiscopologi, vol. II, p. 113). 198 El destierro sufrido por los jurados municipales hostiles al bando real puede constatarse en las actas de la primera reunión del Consejo que tuvo lugar tras la rendición de Tarragona. Para que esta pudiera celebrarse, hubo que nombrar a once nuevos jurados: «...com dies ha no ych hage hagut compliment de Consell, per quant lo magnífich mossèn Rodrigo de Rebolledo, capità del molt alt senyor Rey hich ha gitats tant nombre de consellers que Consell no s’és pogut tenir, e que ab aquells que són restats en la dita Ciutat, los quals no bastaven a tenir Consell...» (AHCT, FM, AM, n.º 71: 1463-1464, f. 1v). 199 J. Iglésies, Pere d’Urrea, p. 48.
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pesar de los destierros dictados, se sospechaba que entre los regidores municipales seguía habiendo partidarios del bando anti-realista. Si bien el uso de dicho sistema, al estar avalado por la costumbre, no entraba en contradicción con los privilegios electorales del municipio, lo que sí resultaba ser un hecho anómalo era la injerencia de un poder ajeno al Consejo que había determinado, sin contar con la institución, el procedimiento a seguir en la celebración de los comicios, estableciendo, además, ciertos requisitos para que el resultado pudiera considerarse válido. La aceptación de tales novedades debe ser entendida como un acatamiento de la ciudad ante la autoridad militar que la controlaba. Además, hay que tener en cuenta que, durante los años en los que se prolongó el conflicto civil catalán, la importancia del Consell disminuyó considerablemente, puesto que la principal institución representativa del poder municipal quedó relegada a un segundo término, viéndose eclipsada por el Consejo real, el organismo que, hasta la entrada de Juan II en Barcelona en octubre de 1472, dirigió efectivamente la política tarraconense.200 Las elecciones del 3 de abril de 1464 transcurrieron con normalidad hasta que, una vez terminado el escrutinio, y antes de que se diesen a conocer los resultados a los jurados, por orden del conde de Prades, se prohibió a los cónsules salientes y a los del año anterior —encargados de recoger los votos y realizar el recuento— que hicieran públicos los datos hasta que el arzobispo lo considerase oportuno. Fue entonces cuando, para evitar altercados, cuatro miembros del Consejo real irrumpieron en la Sala de la Ciudad para ordenar la suspensión y aplazamiento de la sesión que se venía celebrando. Los cónsules expresaron que, a pesar de suponer un perjuicio para los privilegios y libertades municipales, estaban dispuestos a no publicar los resultados oficiales hasta obtener la autorización del prelado, no sin antes solicitar el levantamiento de un acta notarial expresando su disconformidad ante tal imposición, procurando evitar que derivase en costumbre. Los demás asistentes a la sesión juraron que no difundirían nada de lo que habían presenciado, manteniendo, asimismo, el compromiso de no revelar su voto a nadie.201 Cuatro días más tarde, tras haberse verificado que los ciudadanos elegidos no eran sospechosos de incurrir en potenciales traiciones, se levantó la prohibición de hacer públicos sus nombres. Una vez conocidos por todos, 200 A pesar de que su composición fue variando a lo largo del tiempo, inicialmente, dicho Consejo estaba formado por: el arzobispo Pere d’Urrea, el capitán general de Tarragona, Rodrigo de Rebolledo, Bernat Salbà, Guillem de Masdovelles, Berenguer de Montpalau, Tomàs Pujades, Andreu Bisbal, Pere Boquet y Pere Montmany. Véase S. Sobrequés, J. Sobrequés, La guerra civil, vol. I, p. 432, n. 7. 201 AHCT, FM, AM, n.º 72: 1464-1465, ff. 1v-3r. Véase también el capítulo «Tarragona, capital accidental del Principat», en F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 355-381.
380 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
los tres nuevos cónsules ofrecieron su juramento y tomaron posesión del cargo sin impedimento alguno. En ningún momento, la universidad había demostrado una sumisión tan grande ante un poder externo;202 incluso cuando la señoría eclesiástica se había negado a recibir el juramento de los cónsules, estos incurrieron en la ilegalidad y, a pesar de la inhibición, ejercieron el regimiento derivado de su oficio.203 La guerra condicionó claramente la política municipal y, si bien es cierto que la ciudad nunca llegó a estar completamente bloqueada, también lo es que algunos de sus derechos y libertades se vieron irremediablemente limitados.204 Con la única excepción del intervalo comprendido entre 1465 y 1467, la serie de actas municipales conservadas no se interrumpe durante el transcurso del periodo bélico. A pesar de todo, el estudio detallado de las elecciones correspondientes a dichos años resulta complejo, pues es habitual encontrarse con los primeros folios de cada volumen —donde se solían registrar los datos referidos al «Consilium electionis»— en blanco o arrancados. Por ello, debido a su exclusividad, adquieren una importancia capital las actas de 1463, 1464 y 1471. Como se ha podido comprobar, las primeras nos permiten conocer con precisión las particularidades del sistema electoral que fue aplicado a lo largo de la guerra. Asimismo, la documentación relativa a las elecciones de abril de 1471 ofrece la posibilidad de realizar un análisis más concreto a nivel práctico, ya que, en un cuaderno anexo al volumen de los acuerdos municipales, se detalla la relación de los votos emitidos por cada uno de los electores. Una de las principales conclusiones que se puede extraer tras la consulta atenta de los resultados es que los tres cónsules elegidos obtuvieron 83 de los 99 apoyos posibles, lo que demostraría que, de un modo considerablemente más evidente que en otras ocasiones, el sentido del voto a favor de unos pocos candidatos estaba fuertemente condicionado por alianzas o presiones previas a la celebración de los comicios. El caso más claro es el del cónsul Joan Molgosa, quien recibió el voto unánime de todo el 202 Ciertamente, los hechos acaecidos durante los comicios de 1464 podrían recordar a lo sucedido en los de 1406, cuando también se prohibió hacer público el escrutinio hasta que se demostrara que no se había producido ningún fraude electoral; con todo, la principal diferencia es que, en esa ocasión, fue el propio Consejo quien determinó, autónomamente y por consenso, adoptar tal resolución. 203 Recuérdense, en este sentido, la particular coyuntura de 1374-1377 o los altercados de 1437. 204 A pesar de que los ciudadanos que ocupaban algún puesto en el gobierno municipal habían tenido que demostrar su afinidad con la causa realista y del arzobispo para poder mantener su residencia en Tarragona, algunos jurados siguieron elevando sus voces críticas contra los agravios que los oficiales del patriarca cometían para lograr un mayor control político sobre la ciudad, procurando mermar el poder de los cónsules y demás responsables del regimiento urbano. En un folio suelto, recortado y sin fecha, anexo a los registros de los acuerdos de 1470-1471, se conserva la siguiente pregunta que elevaron al Parlamento ciertos jurados: «Sobre la fracció y violació dels privilegis y franqueses de la present Ciutat y abusos y excessos dels officials del Archabisbe que, per deffensar la Ciutat sos privilegis y preheminències, inquirexen per vies exquisides contra cònsols y ciutedans, quina provisió s’i farà».
elecciones, ligas y partidos municipales
381
Consejo, algo que nunca antes se había producido y que no se volvería a repetir en el futuro. Llorenç Rocafort fue el segundo candidato que más respaldo obtuvo, concentrando el 87% de las voces a su favor y, por su parte, Guillem Benestull se hizo con tres cuartas partes del total de las «veus» de sus conciudadanos. De la cooptación a la insaculación: el privilegio de Juan II (1476) La principal transformación que va a sufrir el régimen electoral tarraconense se produjo pocos años después de la terminación de la Guerra Civil catalana, cuando el monarca, para obtener un control más directo sobre el regimiento municipal, va a establecer en Tarragona el régimen insaculatorio. Las buenas relaciones mantenidas entre Juan II y el arzobispo Pere d’Urrea, fiel amigo y aliado durante el episodio bélico, se rompieron bruscamente cuando el soberano decidió nombrar al conde de Prades como capitán de su castillo y de la ciudad.205 La necesidad de dicha figura podía ser justificada en tiempos de guerra, pero el prelado no estaba dispuesto a tolerar su presencia en época de paz, puesto que ello podría dar lugar a un enfrentamiento directo entre ambas dignidades por el dominio de la ciudad si no se detallaban con precisión las competencias propias de cada poder. El Consejo municipal, consciente de la enemistad entre ambos personajes, y en un claro intento por evitar males mayores, determinó escribir al rey, en absoluto secreto, para que reconsiderase su decisión antes de hacerla oficial y evitase dicho nombramiento. Tras la guerra, las diferencias entre los habitantes se habían visto agravadas y los jurados temían que el nuevo escenario que se planteaba no haría más que agudizarlas. El rey hizo caso omiso de la petición del Consell y llevó a cabo el nombramiento previsto, provocando la irritación del arzobispo y del cabildo. Ciertamente, los conflictos entre los ciudadanos se hicieron cada vez más profundos y recurrentes, lo que sirvió como excusa perfecta al monarca para dar el paso definitivo que le permitiera implantar un nuevo sistema electoral que garantizase su mayor capacidad de control sobre la institución municipal.206 Para lograr dicho objetivo, el rey, a través de su procurador, se 205 En el Parlamento celebrado el día 19 de noviembre de 1472, se planteó dicha cuestión con estas palabras: «La majestat del senyor Rey havie del·liberat provehir lo egregi comte de Prades de la capitania del castell reyal de aquesta Ciutat hoch encara, se diu, de tota la Ciutat, lo que si tal cosa era, serie grandíssimo dampnatge de aquesta Ciutat e poblats de aquella per les grans differències que, en dies passats, són stades entre lo reverendíssimo senyor Patriarcha e lo dit comte de Prades per causa de aquesta Ciutat per moltes evidents rahons» (AHCT, FM, AM, n.º 78: 1472-1473, f. 11r). 206 Ambas intenciones quedaron bien reflejadas en las primeras líneas del privilegio concedido en Tudela, el 17 de abril de 1476. En distintas ocasiones, la aplicación del nuevo sistema había logrado los efectos deseados, y así se hizo constar, a modo de justificación, en el privilegio de insaculación que el
382 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
reservó la facultad de revisar y modificar la nómina de candidatos a cónsul que los regidores municipales le propondrían por cada uno de los estamentos y que iban a ser insaculados en tres bolsas distintas para proceder cada año al correspondiente sorteo de los cargos.207 El nuevo método «per via de sach» se implantó en 1476,208 después de haberse prohibido la celebración de los comicios que debían haberse celebrado el martes de Pascua. Con su aplicación, la ciudad dejó de ser autónoma para elegir su sistema electoral y, del mismo modo, se puso fin al modelo cooptativo,209 lo que limitó considerablemente el margen de acción de los regidores municipales en los procesos electorales, dificultándose mucho más su habitual reproducción en el poder (hasta el año anterior a su entrada en vigor, se seguirá insistiendo en que «lo honrat Consell vega e determèn si la elecció se deu fer a rodolins o a més veus, attès que la Ciutat té privilegi de fer-ho com bé li serà vist fahedor»).210 Por todo ello, es posible afirmar que el privilegio insaculatorio de Juan II 211 fue el punto de inflexión que puso fin, aun teniendo que superar nuevos obstáculos, a un largo ciclo político, inaugurando, a su vez, una nueva etapa, fuera ya de los límites del presente estudio. virrey Juan José de Aragón y Sotomayor, a instancias del rey Fernando el Católico, concedió a la ciudad de Lleida en 1499: «segons experiència ha mostrat en totes les Ciutats hon lo regiment e govern d’aquelles se fa a sort per mijà de insaculació, los poblats en aquelles vihuen ab pacificació e concòrdia», de modo que, desde entonces, «tots los oficis e Concell de dita Ciutat se façen no per elecció, màs per insaculació» (AML, FM, perg. 212). 207 Cada saco sería cerrado, ante la presencia del procurador real, con los sellos del monarca y de la ciudad. 208 La insaculación no empezó a implantarse en Catalunya hasta la segunda mitad del siglo xv (Vic, 1450 y Girona, 1457). En el resto de la Corona de Aragón, se contaba con varias experiencias previas, como la de Xàtiva (1427), Menorca (1429), Castelló (1446), Zaragoza (1442) o Mallorca (1447). A pesar de todo, la generalización del nuevo sistema en el Principado no se implantó hasta finales de la centuria: Barcelona —con una enorme oposición— y Olot (1498), Figueres, Perpiñán y Lleida (1499), Manresa y Balaguer (1500), Cervera (1501)... [Datos tomados de la entrada «insaculació», GEC]. Sobre los problemas que supuso la introducción del nuevo sistema en Barcelona, véanse, por ejemplo, J. Vicens, Ferran II, pp. 290-300; J. M.ª Torras, «L’organització municipal», pp. 259-262. 209 Resulta conveniente recordar que el sistema cooptativo mixto —aplicado de facto al menos desde mediados del siglo xiv— había cristalizado jurídicamente en la ciudad de Tarragona mediante el privilegio concedido por el infante Juan, duque de Girona, en 1382. El nuevo privilegio, otorgado seis años después, una vez convertido en rey, confirió a la ciudad la posibilidad de establecer libremente el sistema de elección que creyera más oportuno antes de la celebración de cada comicio. Dicho documento fue confirmado y trasladado en época de Alfonso el Magnánimo (1437 y 1456, respectivamente). Los dos modelos que se utilizaron históricamente, seguían basados en la lógica de la cooptación. El veradero cambio fue introducido por el privilegio de la insaculación, otorgado por Juan II en 1476. Sin tener presente dicho esquema evolutivo, S. Casas incurrió, en un artículo relativamente reciente, en errores graves de interpretación relativos al sistema electoral de Tarragona: «Alguns apunts sobre el govern», pp. 409-418. 210 Resolución adoptada antes de la celebración de las elecciones del 28 de marzo de 1475. 211 AHCT, FM, perg. 157. Existe un traslado fechado el 17 de marzo de 1500 (perg. 158).
Método electoral
MV
MV
MV
MV
MV
MV
MV
MV
Fecha elecciones
1352.06.?
1355.06.?
1356.06.?
1358.06.?
1359.06.23
1368.?
1369.01.07
1373.?
Bernat Manresa
Bernat Arbocet
Salvador Destorrents («pro pericis»)
Berenguer Soler («pro mercatoribus»)
Bernat Ginyet («pro civibus»)
Simó Llorenç
Antoni Bertran
Berenguer de Figuerola
Ramon Sagarriga
Joan Ricard
Guillem de Reixac
Berenguer Martí
Guillem Martí
Pere Pasqual
Guillem Martí
Ferran Sagoda
Joan Ricard
Simó de Quinsac
Pere Ramon
Simó de Quinsac
Nicolau Sagarriga
Guillem Sagarriga
Nicolau Sagarriga
Nicolau Sagarriga
Cónsules designados
Aun no contar con el libro de actas de dicho año, se conserva un acta notarial en la que constan como cónsules salientes: AHCT, FM, perg. 498.
Cambio de fecha de celebración de las elecciones (domingo después de Epifanía). Electores: 11 por ciudadanos y mercaderes; 11 por artistas y menestrales. Elegido un cuarto cónsul: Berenguer Albió («pro menestralis»).
Liber Consiliorum 1369, f. 2.
Elección por la mayoría del Consell, con previo establecimiento de un grupo de electores.
Liber Consiliorum 1358-1360, f. 16.
AHCT, FM, perg. 296, 350
AHCT, FM, perg. 183
Son quienes, el día 20 de junio de 1353, comunican a los vegueres la celebración de un Consell para la elección de nuevos cónsules y almotacenes: AHCT, FM, perg. 514
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
383
Método electoral
MV
ILG
MV
MV
MV
MV
MV
ILG
MV
MV+9R
Fecha elecciones
1374.07.17
1375.05.02
1375.06.17
1376.06.?
1377.06.?
1378.06.21
1380.?
1381.06.?
1382.04-06.?
1383.03.23
Francesc Sagranada (MY)
Joan de Torres
Joan Sabater Bernat Joia
Bernat Torres
Bernat Arboçar
Guillem Solzina («per los manestrals e altres arts»)
Nicolau Pallarès
Primera elección tras la concesión del privilegio del infante Juan, duque de Girona.
Designados e impuestos, de forma ilegal, por el conciliábulo de Bernat Manresa.
Escogidos por los cónsules salientes y la «veintena» electora, formada por 10 ciudadanos/mercaderes y 10 artistas/menestrales.
El juramento de este último no fue aceptado por tratarse de un ciudadano excomulgado.
No toman posesión. Siguen figurando como cónsules Sabater, Foguet y Solzina.
Proclamados, sin respetar el procedimiento electoral, tras el estallido de un conflicto popular.
Elección legítima; veto del poder eclesiástico (no se acepta el juramento de fidelidad).
Comentarios
Nicolau Rocafort Berenguer Martí Los primeros elegidos por «rodolins», en aplicación del privilegio (MD) (MN) concedido en el año anterior.
Garcia dels Oms
Joan Anglès
Pere Romeu
Pere Sabater («per los mercaders»)
Joan de Torres «(per los ciutadans»)
Arnau Ramon
Guillem Font
Pere Sobirà
Joan Salmònia
Berenguer Gibert Mateu Ferrer
Ramon Aleu
Guillem Solzina
Bernat Joan
Francesc Foguet
Joan Sabater
Joan de Torres
Simó Llorenç
Duran Martí
Joan Sabater
Cónsules designados
384 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Método electoral
MV+9R
MV+9R
MV+9R
MV+9R
MV
MV
MV
MV
Fecha elecciones
1384.04.11
1385.04.?
1386.04.23
1387.04.08
1388.04.02
1389.04.20
1393.04.?
1394.04.21
Miquel Pagès (MD)
Pere de la Porta (MD)
Francesc Sagranada (MY)
Berenguer Martí (MY)
Pere Gilabert (MN)
Ramon Benestull (MD) Joan Salmònia (MD)
Berenguer Martí (MY)
Pere Romeu (MY)
Se elige como cónsules a los candidatos que hayan obtenido un mayor número de voces, pero se establece que va a respetarse la división de manos.
La ciudad adquiere la libertad de escoger su sistema electoral. Tras varias discusiones, se determina que sean elegidas tres personas por el Consejo, a más voces, y sin distinción de manos.
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
Bartomeu Albert (MN)
Mateu Ferrer
Arnau Ramon
Nicolau Albanell
Bernat Joia (MN)
Bernat Cerdà (MN)
Berenguer Calders (MN)
Pere Gilabert (MN)
Joan Sabater
Francesc Foguet
Bernat de Santmartí (MD)
Berenguer de Figuerola (MY)
Ponç Guerau
Jaume Sabater (MD)
Jaume Cerdà (MY)
Cónsules designados
385
Método electoral
MV
MV
MV
MV
MV
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1395.04.13
1396.04.?
1397.04.?
1398.04.09
1399.04.01
1400.04.25
1401.04.05
1402.03.28
Pere Morell (MD)
Francesc Antoni (MD)
Pere Tost (MD)
Francesc Cerdà (MD)
Felip Salmònia (MD)
Bartomeu de Quinsac (MY)
Albert Llorenç (MY)
Ponç Guerau (MY)
Arnau Massó (MY)
Bernat Manresa (MY)
Ramon Llacera (MN)
Bernat Cerdà (MN)
Pere d’Avinyó (MN)
Pere Forner (MN)
Pere Gilabert (MN)
Pere Miró (MN)
Ramon Benestull (MD)
Berenguer Martí (MY)
Las elecciones fueron prorrogadas debido a la presencia de los reyes en la ciudad. F. Cortiella sitúa, erróneamente, dicho traslado electoral un año más tarde, en 1401 (Una ciutat catalana, p. 82).
Liber Consiliorum 1397-1399, f. 1.
Se propone restringir el número de electores en futuras celebraciones de comicios.
Bartomeu Sabater
Unas elecciones multitudinarias. Los votos emitidos se conservan en la documentación anexa al volumen de Actas.
Comentarios
Joan Sabater
Nicolau Albanell
Jaume Sabater
Arnau Ramon
Bernat Manresa
Cónsules designados
386 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+COM
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1403.04.17
1404.04.01
1405.04.21
1406.04.13-16
1407.04.?
1408.04.17
1409.04.09
Bernat Joia (MN)
Ramon Benestull (MD) Pere Benestull (MD)
Nicolau Rocafort (MD)
Bartomeu Riera (MD)
Pere de la Porta (MD)
Pere Martí (MD)
Jaume Sabater (MY)
Guillem Domenge (MY)
Arnau Ramon (MY)
Jaume Sabater (MY) Berenguer Martí (MY)
Bartomeu Sabater (MY)
Pere Romeu (MY)
Guerau Cijar (MN)
Joan Cortals (MN)
Bernardó Joia (MN)
Pere Ortoneda (MN)
Antoni Roca (MN)
Pere Gilabert (MN)
Pere de la Porta (MD)
Arnau Ramon (MY)
Cónsules designados
El día 1 de junio de 1407 se trató en el Consejo sobre la muerte y sustitución del cónsul Jaume Sabater. Los otros dos cónsules, junto con los del año anterior, eligieron a Berenguer Martí.
El día 13 tuvieron lugar los comicios pero el Consejo acordó que los resultados no fuesen hechos públicos, debido a ciertos conflictos derivados de la elección. Finalmente, se decidió que los cónsules salientes, junto con una persona designada por cada mano, recontasen los votos y eligieran a los tres cónsules de entre las seis personas que hubiesen obtenido un mayor número de apoyos.
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
387
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1410.03.27
1411.04.14
1412.04.05
1413.04.25
1414.04.10
1415.04.02
1416.04.21
1417.04.13
Joan Ferrandis (MN)
Joan Virgili (MD)
Pere Tost (MD)
Francesc Cerdà (MD)
Joan Laver (MD)
Jaume Ferrer (MD)
Pere Nadal (MD)
Bartomeu Sabater (MY)
Guillem Domenge (MY)
Albert Llorenç (MY)
Felip Salmònia (MY)
Gabriel Pasqual (MY)
Guillem Domenge (MY)
Pere Cerdà (MN)
Joan Ferrandis (MN)
Berenguer Simó (MN)
Francesc Penedès (MN)
Pere Gilabert (MN)
Pere Ortoneda (MN)
Bernardó Joia (MD)
Marc Potau (MY)
Pere Gilabert (MN)
Pere Nadal (MD)
Joan Salmònia (MY)
Cónsules designados
Comentarios
388 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV
Fecha elecciones
1418.03.29
1419.04.18
1420.04.09
1421.03.25
1422.04.14
1423.04.06
Pere Sabater (MD)
Pere Nadal (MD)
Ramon Verdú (MD)
Albert Llorenç (MY)
Bartomeu Sabater (MY)
Felip Salmònia (MY)
Francesc Cerdà
Pere Ferrater (MD)
Joan Massó (MY)
Joan Salmònia
Francesc Cerdà (MD)
Joan Salmònia (MY)
Cónsules designados
Pere Sabater
Antoni Roca (MN)
Joan Ferrandis (MN)
Guillem Ferrer (MN)
Pere Gilabert (MN)
Antoni Roca (MN)
Antes de celebrarse las elecciones, el Consell acordó que fuesen elegidos como cónsules tres buenos hombres de la ciudad de cualquier brazo. Joan Salmònia era miembro de la mano mayor, mientras que Francesc Cerdà y el notario Pere Sabater eran los más influyentes de la mediana.
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
389
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1424.04.24
1425.04.10
1426.04.02
1427.04.22
1428.04.06
1429.03.29
1430.04.18
1431.04.03
Pere Pasqual (MN) Pere Sabater (MY) Joan Fenolleres (MN) Francesc Foguet (MN)
Francesc Cerdà (MD) Ramon Verdú (MD) Bartomeu Sabater (MY) Pere Berguedà (MD) Bartomeu de Bas (MD) Bernat Ponçoda (MD)
Iu Terré (MY)
Marc Patau (MY)
Albert Llorenç (MY)
Pere Sabater (MY)
Marc Patau (MY)
Felip Salmònia (MY)
Antoni Miró (MN)
Antoni Miró (MN)
Antoni Roca (MN)
Bernat Ponsoda (MD)
Felip Salmònia (MY)
Joan Ferrandis (MN)
Pere Nadal (MD)
Joan Massó (MY)
Cónsules designados
Francesc Foguet formaba parte del estamento mediocre.
El cónsul de la mano menor, Joan Fenolleres, era miembro de la mano mediana.
Los miembros del Consejo acordaron evitar el sorteo por «rodolins» y proceder a la elección directa sin respetar la distinción de manos.
De nuevo, se produce un empate en la mano menor.
Empate de votos en las manos mediana y menor. Se realizó un segundo sorteo para cada caso.
Comentarios
390 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1432.04.22
1433.04.14
1434.03.30
1435.04.19
1436.04.10
1437.04.02
1438.04.15
1439.04.07
Antoni Miró (MN)
Berenguer Solà (MN) Francesc de Ferrera (MN) Jaume Roca (MN)
Bartomeu de Bas (MD) Bernat Ponsoda (MD) Francesc Ferrer (MD) Bartomeu de Bas (MD) Tomàs del Bosch (MD) Francesc Foguet (MD)
Miquel Pasqual (MY)
Andreu de Vallfogona (MY)
Pere Sabater (MY)
Simó Llorenç (MY)
Albert Llorenç (MY)
Marc Patau (MY)
Elección del Consejo junto con los cónsules salientes.
No toman posesión hasta el día 17, cuando se produjo la renuncia pública de sus antecesores.
El cónsul Solà obtuvo dicha dignidad por la mano menor, a pesar de ser parte de la mediana.
El notario Pere Sabater había accedido, unos años atrás, a la mano mayor pero, en esta ocasión, fue elegido cónsul del estamento de los medianos.
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
Jaume Seguí (MN)
Gabriel Andreu (MN)
Francesc Foguet (MN)
Joan Fenolleres (MD)
Marc Patau (MY)
Berenguer Solà (MN)
Pere Sabater (MD)
Pere Sabater (MY)
Cónsules designados
391
Método electoral
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
MV+6R
Fecha elecciones
1440.04.29
1441.04.18
1442.04.03
1443.04.22
1444.04.14
1445.04.?
1446.04.19
1447.04.11
Jaume Roca (MN)
Antoni Miró (MN)
Joan Pujol (MN) Guillem Benestull (MN)
Francesc Foguet (MD)
Berenguer Solà (MD)
Joan Fenolleres (MD) Tomàs del Bosch (MD) Pere Bufagranyes (MD) Guillem Jover (MD)
Andreu de Vallfogona (MY)
Arnau Cendrós (MY)
Pere Sabater (MY)
Felip Salmònia (MY)
Andreu de Vallfogona (MY)
Simó Llorenç (MY)
Guillem Benestull (MN)
Joan Ponsoda (MN)
Antoni Miró (MN)
Joan Fenolleres (MD)
Albert Llorenç (MY)
Francesc de Ferrera (MN)
Berenguer Solà (MD)
Pere Sabater (MY)
Cónsules designados
Primeras elecciones en las que se aplicaron las nuevas ordenanzas de 1445, con la reserva de un cónsul y de 1/3 del Consell para los «apelantes» o «querellantes».
Joan Ponçoda pertenecía a la mano mediana.
Comentarios
392 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
Tomàs del Bosch (MD) Pere Bufagranyes (MD) Pere Bergueta (MD)
Simó Llorenç (MY)
Pere Sabater (MY)
Andreu de Vallfogona (MY)
Pere Ramon de Bas (MY)
Pere Sabater (MY)
1455.04.?
1456.04.?
1460.04.?
1461.04.07
MV
Bernat Dueta (MD)
Arnau Cendrós (MY)
MV+6R
1453.04.?
Guillem Benestull (MD)
Antoni Riera (MN)
Jaume Roca (MN)
Joan Ferrer (MN)
Joan Pujol (MN)
Joan Vendrell (MN)
Joan Fenolleres (MD)
Arnau Cendrós (MY)
MV+6R
1450.04.07
Antoni Miró (MN)
Gabriel Salmònia (MD)
Pere Sabater (MY)
MV+6R
1449.04.?
Jaume Roca (MN)
Tomàs del Bosch (MD)
MV+6R
1448.03.26
Cónsules designados
Felip Salmònia (MY)
Método electoral
Fecha elecciones
Antes de celebrarse las elecciones se discutió si debían ser elegidas directamente tres personas como cónsules o si se escogerían a suertes, tras haber establecido los seis ciudadanos que más votos hubiesen obtenido. Finalmente se determinó que fuesen seleccionadas las tres personas que hubiesen recibido más votos. El cónsul Llorenç era miembro de la mano mayor. El cónsul Sabater falleció durante su mandato; no fue sustituido.
Dejan de aplicarse las ordenanzas de 1445 (en vigor durante un lustro). Vendrell pertenecía a los medianos.
Salmònia era miembro del partido querellante; formaba parte del brazo mayor.
Comentarios
elecciones, ligas y partidos municipales
393
Método electoral
MV+6R
MV
MV
MV
MV
MV
MV
MV
Fecha elecciones
1462.04.20
1463.04.12
1464.04.03
1467.04.?
1468.04.23
1469.04.04
1470.04.?
1471.04.?
Nicolau Llobets (MD)
Nicolau Llobets (MD)
Antoni Riera (MD)
Damià Roca (MD)
Guillem Benestull (MD) Berenguer Dalmau (MY) Joan Comes (MY)
Salvador Miró (MY) Berenguer Dalmau (MY) Llorenç Rocafort (MY)
Simó Llorenç (MY)
Pere Arlambau (MY)
Joan Molgosa (MY)
Nicolau Albanell (MY)
Pere Arlambau (MY)
Joan Molgosa (MY)
Guillem Benestull (MD)
Guillem Benestull (MD)
Antoni Riera (MD)
Pere Arlambau (MY)
Nicolau Albanell (MY)
Damià Roca (MN)
Pere Bufagranyes (MD)
Joan Molgosa (MY)
Cónsules designados
Mientras duró la Guerra Civil, así como en los años inmediatamente posteriores, se votó un cónsul para cada mano, respetándose la división estamental, aunque nunca ningún miembro de la mano menor accediera al consulado.
A pesar de ocupar el consulado de la mano menor, Roca pertenecía al estamento mediano.
Comentarios
394 dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional
MV
MV
MV
MV
INS
1472.04.?
1473.?
1474.04.12
1475.03.28
1476.?
LEYENDA
Método electoral
Fecha elecciones
?
Entrada en vigor del privilegio de Juan II que establece la insaculación como nuevo método electoral.
MV Elección «a más voces». ILG Cónsules elegidos de un modo ilegal, sin respetar el procedimiento regular. MV+COM Elección «a más voces»; posteriormente, una comisión escoge a los cónsules de entre los 6 más votados. MV+9R Elección «a más voces» y sorteo con nueve «rodolins» (tres candidatos por cada mano). MV+6R Elección «a más voces» y sorteo con seis «rodolins» (dos candidatos por cada mano). Felip Salmònia Cónsul del «partido de los querellantes». INS Elección basada en el sistema insaculatorio. MY/MD/MN Estamento o mano mayor/mediana/menor.
?
Francesc Miró (MY)
Simó Llorenç (MY)
?
Antoni Riera (MD)
Berenguer Dalmau (MY)
Salvador Miró (MY)
Comentarios
Antoni Benestull Vuelve a discutirse el sistema electoral a aplicar. (MD)
Berenguer Jover (MD)
Damià Roca (MD)
Pere Arlambau (MY)
Nicolau Llobets (MD)
Joan Patau (MY)
Simó Llorenç (MY)
Cónsules designados
elecciones, ligas y partidos municipales
395
CONCLUSIONES
Sia certa cosa e notòria, que no fretura de prova, que la juredicció de la Ciutat de Terragona és comuna per indivís […] al senyor Rey e a l’Arquebisbe. Arzobispo Pere de Sagarriga: ACA, PG, 1413, V greuge
Los ciutadans d’aquesta Ciutat sien los pus liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són de juridicció comuna. Cónsules de Tarragona, AHT, FM, AM, n.º 69: 1461-1462 [15.II.1462], f. 31r
Llegados al final de este trabajo, es momento de echar la mirada hacia atrás y recopilar algunas de las conclusiones y aportaciones que se perfilan como las más relevantes de un estudio que, más que considerarse definitivo, nace con la expresa voluntad de convertirse en un punto de partida sobre el que debatir y seguir construyendo, esperando poder abrir nuevas vías a futuras investigaciones. A lo largo de toda la obra, adoptando un método de análisis histórico clásico, se ha concedido una relevancia de primer orden a la documentación original —en su gran mayoría inédita—, de naturaleza y procedencia diversa, y sobre ella se han sustentado las distintas hipótesis y reflexiones que conforman una investigación de archivo meticulosa, la cual se presenta como el estudio de una realidad urbana desde el punto de vista del análisis político-institucional, de las relaciones mantenidas entre la comunidad y sus señores, y de las alianzas, las crisis y conflictos que se generaron en distintas coyunturas en la cúspide del dominio compartido. Dicho modelo de articulación del señorío goza de un destacado relieve por su singularidad y complejidad, tanto desde el punto de vista de la estructura jurídica, como desde su expresión práctica en el ejercicio de la política, generando unas determinadas dinámicas de poder, las cuales han servido para demostrar hasta qué punto este último, más allá de intereses circunstanciales, se resiste a la compartición.
400
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
Con visos a servir como marco de referencia para el conjunto de la obra y tras haber expuesto los diversos proyectos de ocupación de la ciudad y el territorio de Tarragona, así como las iniciativas restauradoras de la Sede metropolitana —antecedentes de un proyecto de largo alcance que acabaron por definir un proceso feudalizador atípico que fue adoptando varios modelos y que llegó a estar amparado por una ideología de guerra santa—, se ha ahondado en la fragua y estructura jurídico-política del coseñorío tarraconense, centrando el análisis, fundamentalmente, en la fase constituyente de dicho sistema, resultado de un prolongado proceso que partió de la alianza establecida entre Ramón Berenguer III y el obispo de Barcelona, Oleguer Bonestruga, expresada en la donación que el Grande hizo al prelado del señorío de Tarragona a principios de 1118 para que, poseyéndolo libremente, llevase a cabo su reconstrucción. Viéndose incapaz de hacer efectivo su cometido, el arzobispo tarraconense, con el consejo y favor del conde —como primer donante—, cedió, mediante la fórmula de la advocatio, parte del territorio y la jurisdicción a Robert Burdet, un caballero normando de cierta fama que, bajo la salvaguardia de la autoridad eclesiástica, se convirtió en «princeps Tarraconæ». A resultas de la transferencia de ciertos derechos señoriales y tras haberse comprometido a garantizar la reconstrucción y defensa de la ciudad, el feudatario adquirió la potestad de legislar y regir a sus habitantes de común acuerdo con el arzobispo. Se generaba así una compleja superposición de dominios que, poco a poco, empezó a provocar algunas tensiones, todavía muy sutiles. Para acabar con dicha situación y limitar la capacidad de maniobra del normando —haciendo caso omiso a su propuesta de reforma-convenio, alegando la defensa del bien común—, el conde Ramón Berenguer IV y Bernat Tort acordaron reducir las proporciones del feudo y modificar su naturaleza, lo que dio lugar a la firma de un nuevo convenio-donación en 1149 (año en el que también fue concedida, conjuntamente por el caballero de Cullei y el prelado, una carta de franquicias a los habitantes de Tarragona), antesala del definitivo régimen de condominio, establecido a través de la retrodonación Ad notitiam (1151) y la composición Ad perennem (1173) —punto culminante de la fase constituyente—. Mientras que mediante el primero de dichos documentos el arzobispo Tort traspasó al conde de Barcelona la donación que, previamente, había hecho a Robert Burdet, estableciéndose, de este modo, una situación jurídica en la que resulta realmente complejo identificar con claridad el poseedor del dominio directo y útil, generándose una habitual confusión de derechos y jurisdicciones; el segundo se erigió como la concordia que sentó las bases del gobierno y la administración de la ciudad durante siglos. Con ella, la Mitra y la Corona se distribuyeron el dominio temporal de Tarragona de tal modo que la capital y ciertas villas fueron gobernadas bajo un régimen coseñorial, otras se convir-
conclusiones 401
tieron en alodio de la Iglesia —donde el titular del mero y mixto imperio era el propio arzobispo o, por delegación, algún canónigo del cabildo— y el resto pasó a formar parte del realengo o de señoríos particulares. A través de este sistema, en los espacios de dominio compartido, el poder quedaba repartido de tal forma que el rey gozaba de un teórico dominio supremo, encargándose de conceder los privilegios que iban destinados a toda la comunidad, mientras que el arzobispo era el responsable de la parte ejecutiva del gobierno, gozando de ciertas atribuciones propias de los soberanos (autorizar ferias y mercados, fabricar moneda, declarar la guerra y convocar las huestes, conceder salvoconductos...), aunque su poder fue decayendo, paulatinamente, a favor del municipio o del rey. En el intervalo transcurrido entre la promulgación de ambos documentos (los cuales van a adquirir un papel de primer orden a través del tiempo, al figurar en el centro de los principales debates historiográficos, ya sea señalándose como inválidos o bien utilizándose como fuente de legitimación del poder en la ciudad y su territorio por las partes en litigio), se desarrolló una breve etapa en la que el señorío de Tarragona pasó a tener tres titulares —lo que incrementó todavía más, si cabe, la enorme confusión existente sobre los derechos en las propiedades de la zona—, intensificándose la confrontación entre bandos hasta desembocar en las muertes violentas del príncipe de Tarragona, primero, y del propio prelado, luego. Acaecido escasos meses después del asesinato del arzobispo de Canterbury, tal magnicidio generó un enorme revuelo y consternación, provocando que el rey Alfonso el Casto se erigiera como defensor de la persona y los derechos del prelado tarraconense. Con todo, antes de acabar su reinado, caía muerto, por causas que siguen estando poco claras, otro titular de la Sede tarraconense (Berenguer de Vilademuls), víctima de la violencia más extrema perpetrada por el noble Guillem Ramon I de Bearn, su sobrino político. Todavía un siglo después de dichos asesinatos, las constituciones provinciales seguían haciéndose eco de lo sucedido. Tratándose de dos poderes «simbióticos», a lo largo de un amplio periodo, las relaciones que mantuvieron reyes y arzobispos estuvieron marcadas, generalmente, por la cordialidad y la cooperación mutua. Al margen de la colaboración habitual en el proceso de repoblación del Campo tarraconense o en las conquistas del siglo xiii (muy especialmente las de Eivissa y Formentera), cabe recordar aquí que varios de los arzobispos de Tarragona fueron, a su vez, cancilleres de los monarcas, que tenían una importancia de primer orden en las Cortes generales del reino como cabeza del brazo eclesiástico y, hasta que la responsabilidad se trasladó a los arzobispos de Zaragoza, se encargaban de coronar a los reyes en la Seo aragonesa. Con todo, el ejercicio compartido de la jurisdicción empezó a hacer cada vez más evidente la oposición entre ambos, yendo in crescendo las colisiones de
402
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
intereses, desavenencias y fricciones, hasta que el conflicto entre los poderes civil y eclesiástico acabó por estallar, con enorme virulencia, a partir del último tercio del Trescientos (un contexto especialmente problemático en gran parte del Occidente). Es por ello que, desde bien temprano, se plantearon propuestas para rebajar las tensiones en la cúspide del señorío, como la de Inocencio III, en 1205, al solicitar al rey Pedro el Católico, al arzobispo Rocabertí y al cabildo que, si ambas partes lo tenían a bien, se repartieran las posesiones controladas pro indiviso. Del mismo modo, se llevaron a cabo acciones que pretendían poner fin a la jurisdicción compartida. En ese sentido, cabe mencionar la declaración de Tarragona como ciudad de realengo en 1373 —situación que se mantendría durante un periodo relativamente breve—. A pesar de que tal decisión fuese causa y consecuencia a la vez de graves discordias, llegando a adquirir incluso una dimensión mítica, la principal transformación en el ámbito jurisdiccional se produjo en los primeros años del reinado de Juan I, momento en que el monarca, aprovechando la reciente elevación a la prelatura tarraconense del arzobispo Vallterra, quiso poner fin, por la vía del pacto, a los continuos choques jurisdiccionales entre ambas dignidades, tomando parte en las negociaciones personajes de la talla de Francesc Eiximenis. A pesar de acordarse las cláusulas de una concordia que, en términos generales, convertía al rey en señor exclusivo de la ciudad de Tarragona a cambio de la cesión de los derechos que este poseía sobre la mayoría de sus dominios en el Campo, finalmente la Corona —a causa de las apremiantes necesidades económicas— se vio obligada a renunciar a tal permuta y realizar, en su lugar, un traspaso patrimonial a la Mitra de todas las rentas dominicales y los derechos jurisdiccionales de distinta índole que poseía sobre diversos lugares de la veguería tarraconense —sin que ello incluyera la ciudad y con posibilidad de redención— a cambio del pago de 17.000 florines y reservándose tan solo las regalías inalienables. De nuevo en 1437, cuando la conflictividad había cristalizado institucionalmente en la creación dos partidos antagónicos —«ciudadanos» (defensores de la causa realista) y «querellantes o apelantes» (partidarios del dominio exclusivo del arzobispo)— estuvo a punto de modificarse la estructura jurisdiccional de la ciudad, al decidir el rey —dotado de un protagonismo creciente— que si el arzobispo no ponía punto y final a los agravios que cometía contra la ciudad, le serían requisadas todas las temporalidades de que disfrutaba sobre Tarragona. Como consecuencia de ello, el cardenal Ram expresó su intención de reconciliarse con los tarraconenses, manteniéndose intacto el régimen de condominio (amenazado, en varias ocasiones, por las parcialidades, ligas y bandos que se desarrollaron en el ocaso del Medievo). Cada paso emprendido por una de las partes era visto con recelo por la otra, desatando una sucesión de advertencias que
conclusiones 403
anunciaban réplicas contundentes, hasta el punto de llegar a amenazar con la aplicación de sus recursos más efectivos: pena de muerte y excomunión. Sin tapujos, ambos señores querían atraer para sí el favor de los síndicos de la ciudad, quienes, según las ventajas de cada coyuntura, se declaraban vasallos de la Mitra o de la Corona. En un segundo nivel, a la luz de una nueva lectura de las fuentes originales (en su mayoría fogajes), ha sido posible compilar, ampliar y corregir los datos de población que hasta ahora se conocían para el territorio objeto de análisis, contribuyendo, de este modo, a mejorar el conocimiento de la demografía histórica en Catalunya. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto la importante incidencia que tuvo, también en la veguería de Tarragona, la crisis bajomedieval, cuyas nefastas secuelas van a convertirse prácticamente en crónicas, pues se sintieron con fuerza a lo largo de un lapso de tiempo bastante más amplio de lo que lo hicieron en otras ciudades, cuya recuperación de dicha coyuntura involucionista fue considerablemente más temprana. De este modo, Tarragona no vivió una etapa de crecimiento en el Cuatrocientos parangonable con el resto del territorio, sino que su continuada y grave decadencia económica y demográfica hizo fracasar cualquier intento de enderezamiento hasta conducirla, irremediablemente, a la quiebra (1462). Asfixiada por la enorme deuda contraída, son muy habituales, desde finales del siglo xiv y a lo largo de prácticamente todo el periodo analizado, las referencias a la pobreza de la ciudad, llegando incluso a plantearse, en los momentos más graves, el riesgo de la «destrucción de la cosa pública» y de su «total despoblación» (teniendo en cuenta la etapa objeto de análisis, tanto la ciudad de Tarragona como sus «Faldes» llegaron a perder más de la mitad de su población y la capital alcanzó su mínimo histórico de 300 fuegos en el contexto de la contienda civil catalana). Por ello, resulta relativamente sencillo encontrar acciones emprendidas por los representantes municipales encaminadas a la disminución del gasto (ya sea en personal, salarios, bienes inmuebles o reduciendo el tipo de interés de los censales) y a la búsqueda incesante de fuentes de ingresos (se establecerán nuevos impuestos, se tomarán medidas de persecución del fraude y de los deudores, se procurará dinamizar la actividad económica de la ciudad y ampliar el volumen de contribuyentes —ya sea mediante la atracción de nuevos ciudadanos y evitando el éxodo de los presentes o procurando la eliminación total o parcial de los privilegios de los exentos—, …). Debido, en gran parte, al enmarañado modelo jurisdiccional y al hecho de no haber sido capaz de adquirir un papel económico preponderante, la ciudad tendrá serias dificultades para ejercer un papel de centralidad, es decir, un control e influencia efectivos y evidentes sobre el resto de espacios de su veguería, ya sea en la explotación del «Territori», en las relaciones con
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
los lugares que configuraban sus «Faldes» o en la habitual oposición mantenida con el organismo conocido como la «Comuna del Camp». Desde el plano institucional (tercer gran bloque y verdadera alma de la obra), a pesar de las lagunas documentales para la etapa anterior a la segunda mitad del Trescientos, se ha prestado especial atención a la eclosión del municipio tarraconense como un organismo bien definido, partiendo del primer esbozo que, en 1231, estableció el arzobispo de la Barca, con asenso del cabildo y los prohombres tarraconenses. Asimismo, como fruto de las reformas que van a tener lugar entre la segunda mitad del siglo xiii y las primeras décadas del xiv, los prelados perderán la capacidad de intervenir personalmente en la elección de los representantes ciudadanos, manteniéndose tan solo la obligación a los nuevos regidores de prestar juramento ante la autoridad eclesiástica. Por su parte, el monarca concedió facultad a los cónsules y al Consejo de poder estatuir y hacer públicas las determinaciones y ordenanzas adoptadas (las cuales no siempre convergieron con la voluntad y los intereses de sus señores); asimismo, se ha hecho hincapié en la configuración del municipio y al desarrollo de sus atribuciones, hasta el punto de emerger entre sus dos copríncipes mediante la afirmación de una creciente autonomía (alcanzando su clímax en 1388, a raíz del privilegio concedido a la ciudad por Juan I el Cazador), convirtiéndose, de este modo, en un actor más, que desempeñará su propio papel, a menudo variable, entre la Corona y la Mitra (reyes y arzobispos rivalizarán por controlar, encauzar o fomentar dicha autonomía ciudadana, expresada a través de privilegios relativos a la capacidad de organización política o en los actos de rebelión derivados del ejercicio de las funciones consulares sin haber prestado el debido juramento ante el vicario general, aunque ello conllevase la excomunión, un arma de extraordinario alcance que fue instrumentalizada con evidentes fines políticos). La relación de la ciudad con sus señores fue cambiante a lo largo del tiempo, pues, por norma general, al margen de aquellas coyunturas marcadas por los conflictos banderizos, se buscó el amparo y la protección de quien le proporcionaba mayores beneficios o se mantuvo en una posición de neutralidad entre las partes, las cuales no van a lograr, más allá de momentos puntuales, llevar a cabo un gran intervencionismo en el gobierno de la ciudad ni jugar un papel fundamental en la articulación de la sociedad política tarraconense, como sí sucediera en otras ciudades. La cuestión jurisdiccional dividió de un modo evidente a los ciudadanos de Tarragona, algunos de los cuales se erigieron como firmes defensores de mantener el régimen compartido (lo mismo que harán reyes y arzobispos cuando vean peligrar su dominio), mientras que otros no dudarán en elevar proclamas y promover alborotos a favor de uno u otro de sus señores con frases como esta, pronunciada por los partidarios de la causa eclesiástica: «ara regnarem altre tant
conclusiones 405
nosaltres e no·ns hic farets nosa, que ara ací no hic ha Rey ne Reyató, car l’Archabisbe és Rey e Senyor»; o los gritos de «Muyra lo Archabisbe!» de los defensores de los derechos de la causa realista. Una de las expresiones más claras de la dualidad de poderes era la coexistencia de bailes y vegueres propios de cada autoridad —cuyos llamamientos se hacían siempre «en nombre de la Señoría»—, actuando como los principales delegados del poder señorial en la ciudad y el territorio. Al hilo de la conflictividad, ambas dignidades intentaron romper tal equilibrio de poderes mediante la introducción de figuras institucionales novedosas o dotando de mayores atribuciones a las existentes, como sería el caso del procurador real y los capitanes generales —por parte de la Corona— y del procurador fiscal o general del Campo, los vicarios generales y los jueces de apelaciones y suplicaciones —por parte de la Mitra—. En el otro lado de la balanza, se han analizado las prácticas de gobierno y la cultura política de la comunidad mediante la exposición de sus vías de participación, las cuales se articularon a través de dos instituciones estables que actuaban en nombre de la universidad, de renovación anual y dotadas de una enorme capacidad de influencia y presión sobre la autoridad señorial: el consulado —gabinete ejecutivo formado por tres magistrados, pertenecientes a la jurisdicción común (quedando expresamente excluidos del regimiento de la república ciudadana los nobles, los oficiales y domésticos del rey y el arzobispo), principales responsables del regimiento político-administrativo de la ciudad— y el Consejo —órgano asambleario de composición va riable, carácter consultivo (aunque dotado de capacidad de control sobre los cónsules, al ser la fuente originaria de su «poder general»), con funciones legislativas y del que emanaban tanto comisiones específicas, como la mayoría de los oficios municipales menores—. En el estudio de dichas instituciones, se ha hecho especial hincapié en los distintos juramentos prestados, en la actividad política de los regidores, en la representatividad, en las votaciones, en las expresiones de resistencia y disensión, y en los intentos de oligarquización que van a tener lugar, sobre todo, a partir de los últimos años del siglo xiv, entre los que se puede hacer mención a la progresiva reducción del número de consejeros (aunque se solió respetar la paridad entre las tres manos), a la prohibición de asistencia a las Asambleas a los vecinos que no hubiesen sido designados como jurados o al quebrantamiento del respeto a proclamar un cónsul para cada estamento. Este hecho es muy remarcable, ya que, a diferencia de otras ciudades, en Tarragona, se mantuvo la representación paritaria, tanto en el consulado como en el Consejo, de miembros del patriciado local, de la pequeña burguesía y del pueblo menudo (participando en el gobierno hortelanos y pescadores junto con la menestralía local). Se podría concluir que, en este ámbito, la competencia jurisdiccional generada
406
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
a la cabeza del dominio incidió sobre el municipio favoreciendo su «emancipación» política. Una vez definidos los elementos característicos de la estructura del señorío tarraconense (una perspectiva teórica de la distribución del poder, la población y las instituciones), se ha procedido al estudio de las dinámicas, es decir, de los poderes en acción, mediante el análisis en profundidad de algunas de las principales expresiones del conflicto jurisdiccional. A lo largo de la investigación, han aflorado varias cuestiones —algunas de ellas totalmente desconocidas o tratadas superficialmente por la historiografía— que revelan, con enorme claridad, la naturaleza y la intensidad de las discordias: las manifestaciones simbólicas del poder, las artes para lograr el control de los ciudadanos, del territorio y de sus instituciones, el uso de la excomunión como instrumento de deslegitimación política, el «hecho de Tarragona», las ligas y los partidos a favor del dominio del rey o del arzobispo… constituyen algunos de los ejemplos más destacados —utilizados y reinterpretados a lo largo de varios siglos, a la luz de nuevos debates—, cuya exposición se ha articulado, a modo de estudios de caso que siguen, en relación con la primera parte, un esquema de exposición especular. Completándose la visión de otros autores y usándolo a modo de observatorio privilegiado desde donde admirar la relación y el diálogo entre los príncipes y la comunidad, el estudio de los ritos y ceremonias de acceso al señorío —tema que ofrece grandes posibilidades a raíz de la riqueza de la documentación conservada— ha servido para poner de manifiesto que, sucesivamente, todos los reyes entraron en Tarragona y se les hizo un recibimiento prácticamente idéntico al ofrecido a los arzobispos. Como forma de expresión simbólica e instrumento esencial del poder, combinación de estética y política, de propaganda y negociación, en dichas ceremonias se representó y ritualizó el conflicto entre los titulares del dominio, generándose varias situaciones particulares —como los intensos debates relativos al uso del palio, a una determinada utilización del espacio público a través de los itinerarios seguidos o las interesantes dudas que generó en el municipio la entrada de Fernando de Antequera…— que han sido puestas de relieve. Siguiendo una cierta simetría, tras exponer las particularidades del acceso al señorío, se ha centrado la atención en el acceso a la comunidad, un capítulo en el que, gracias a la enorme riqueza de las fuentes conservadas, se ha podido presentar una variada casuística que refleja la complejidad de las situaciones relativas al ingreso de nuevos ciudadanos a lo largo de algo más de una centuria. La presentación del marco relativo a la evolución demográfica, al procedimiento institucional, a la legislación y a sus consecuencias en cada coyuntura nos ha permitido exponer la dinámica seguida a la hora de aceptar a nuevos vecinos, una práctica en la que se ponen de manifiesto cier-
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tas contradicciones entre el elevado nivel de libertades alcanzado por la ciudad —al llegar incluso a rechazar frontalmente las órdenes dictadas por la autoridad señorial— y la búsqueda del amparo y la ayuda de esos mismos señores en las coyunturas que entrañaron un mayor riesgo de «desolación y despoblación». A pesar de la voluntad expresada en varias ocasiones por la ciudad de aplicar normas de carácter general —siendo la práctica más común en otros centros urbanos—, se tuvo que recurrir a la negociación de las condiciones de aceptación y al establecimiento de pactos formales, aunque no siempre fueron respetados sus términos, dando lugar a consecuencias más o menos graves según la parte contrayente que quebrantase unos convenios surgidos de la necesidad generada por una situación política y socioeconómica desesperada. Se han estudiado cuestiones relativas a la ocupación de los nuevos ciudadanos —exponiéndose el interés que la ciudad mostró por atraer o mantener a determinados profesionales, fundamentalmente físicos, tintoreros y curtidores—, a la procedencia de los recién llegados —destacando Barcelona y otros puntos de la veguería como principales centros emisores—, a la participación política de quienes adquirían la ciudadanía por determinación de la universidad —restringiéndose dicha capacidad, a partir de los años treinta del siglo xv y como fruto del «desengaño» (al que se alude como consecuencia de las crecientes tensiones entre los miembros de los partidos municipales), hasta que hubiesen transcurrido diez años desde el establecimiento en la ciudad de los nuevos vecinos—, a la pérdida de la condición ciudadana —el destierro— y a quienes se encontraban excluidos de la ciudadanía —exentos de contribución, esclavos y sirvientes, miembros de las minorías étnico-religiosas, mujeres y niños, con algunas salvedades destacadas—. En lo relativo a las elecciones municipales, esperando aportar una perspectiva amplia y rigurosa que enriquezca el panorama dedicado a los sistemas electorales en el Occidente medieval y tras proceder a la revisión de anteriores aportaciones, se ha ofrecido una relación completa de los cónsules tarraconenses (la cual goza también de un considerable valor desde el punto de vista cronológico, al utilizarse, en ocasiones, los consulados como elementos de datación); se ha incidido sobre la importancia del mantenimiento de un sistema de cooptación indirecta o moderada y no pura, al carecer, los cónsules salientes, de nombrar directamente a sus sucesores y establecerse, según los casos, un cuerpo intermedio de electores o el factor azar como complemento de la elección «a más voces»; se ha definido la cronología de las principales transformaciones a través del estudio de los privilegios reales de 1382 y 1388, hasta el primer intento de instaurar el sistema insaculatorio en tiempos de Juan II (1476); asimismo, se ha realizado un considerable esfuerzo por desentrañar los mecanismos del sistema elec-
408
estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
toral (demostrándose que el uso de uno u otro modelo —fruto de una votación del Consejo— tenía consecuencias directas sobre los resultados, permitiendo definir las fases de mayor nivel de oligarquización del municipio), clarificando los procedimientos —acompañando la descripción de los modelos con su correspondiente plasmación visual— y las estrategias seguidas por controlar los procesos y los resultados de las elecciones municipales (sacando a la luz prácticas como las presiones ejercidas sobre los electores, la compra de votos o la celebración de comicios ilegales). Por su parte, la mayoría de las parcialidades, ligas y bandos que se desarrollaron en Tarragona surgieron con una orientación más política que familiar o de linajes, pues su fin último era hacerse con el control del municipio y acabar con la dualidad de poderes en la cúspide del señorío. Al organizarse en función del apoyo al arzobispo o al rey, se convirtieron en un reflejo más de las tensiones político-jurisdiccionales protagonizadas por sus señores, quienes, más que como árbitros, actuaron, a menudo, ejerciendo un papel de promotores de los mismos y así se demuestra a partir del estudio de toda una serie de procesos judiciales, pudiéndose identificar los partidarios de cada causa y aquellos que, en función del desarrollo de los acontecimientos, cambiaron de bando, así como los argumentos y las motivaciones de quienes los compusieron. Lejos de resolverse, la problemática cuestión jurisdiccional analizada no finalizó en los límites del presente estudio, sino que resurgirá de nuevo con fuerza a lo largo de los siglos modernos y, más concretamente, desde mediados del reinado de Fernando II el Católico, quien, anticipando nuevas fricciones (que son ya harina de otro costal), hará advertir a Gonzalo Fernández de Heredia —uno de sus principales hombres de confianza—, escasos días antes de ser promovido a la prelatura tarraconense, sobre algunas cuestiones que venían de antiguo:1 De la jurisdicción de Tarragona […] no reciben provecho alguno los arçobispos y, siendo mixta la jurisdicción, como es siempre, hay contenciones y diferencias entre los vegueres real y del arçobispo, por donde se siguen, de continuo, enojos y molestias, los cuales algunas vezes son causa de inquietud y turbación al arçobispo, porque las tales cosas suelen llegar a noticia de su real preeminencia, ca por privilegios parece claramente, los de Tarragona no ser vassallos de la Yglesia, antes ser vassallos reales, y no tener el arçobispo en la dicha Ciudad salvo su spiritualidat y la mixtura d’aquesta jurisdicción, y a esta causa no es que no les recrezca d’ello contenciones y enojos, por evitar los quales, es muy expediente a los arçobispos dexarse d’esta jurisdicción y recebir alguna poca compensa por ella, pues es poca o ninguna la utilidad que d’ella se recibe y son, como dicho es, muchas las molestias que por causa d’ella se le siguen. 1
ACA, C, reg. 3686 [7.V.1490], ff. 109v.-110r.
conclusiones 409
Con la profundización en el conocimiento de la estructura y las dinámicas de poder que se dieron en el particular señorío bicéfalo tarraconense —cuya jurisdicción compartieron y se discutieron reyes y arzobispos durante siglos— se da satisfacción a los objetivos prioritarios formulados al inicio del trabajo, esperando que ello permita la realización de sólidas comparativas con otros casos más o menos similares tanto en la Península Ibérica —contrastándolo con la caracterización y alcance de la autoridad eclesiástica, las colisiones de intereses por el ejercicio del poder y las manifestaciones de la conflictividad que se dieron entre la Mitra, las colectividades vecinales y la Corona en otras ciudades de señorío episcopal pleno o compartido—, como en el Occidente medieval, presentándose como un observatorio especialmente destacado el ámbito italiano, al ser temas clásicos y que siguen despertando el interés de su historiografía, más que en cualquier otro lugar de Europa, los conflictos desatados entre obispos y ciudades, oligarquía y pueblo llano o güelfos y gibelinos. De este modo, se pone punto y final a una monografía que ha pretendido —a partir del estudio en profundidad de un caso específico— arrojar algo más de luz para una comprensión más global de las Españas medievales y de la historia de la vida política y de las sociedades urbanas (en definitiva, del gobierno de la cosa pública) en la última etapa del Medievo. Para acabar, volviendo la mirada por última vez sobre el objeto que ha centrado nuestra atención a lo largo de estas páginas, solo quedaría apuntar que, precisamente, será el hecho de estar sometida a la autoridad conjunta de monarcas y prelados lo que dotará de una fisonomía propia a una ciudad que alcanzará unas elevadísimas cotas de autonomía, sabiéndose aprovechar, en ocasiones, de la incómoda rivalidad entre sus señores, quienes, más de una vez, parecen estar imitando al gato del capitel del claustro de la catedral que no deja de controlar nunca la situación, pues hace creer a las ratas que ha muerto cuando, en realidad, solo se hace el dormido para atacar en el momento oportuno.
Apéndice documental
Apéndice 1 De la historia al mito 1427, s/fecha. Versión legendaria que la tradición literaria creó sobre la donación de los dominios de unos míticos «condes de Tarragona» a la Iglesia como contraprestación por un milagro. Crònica anònima universal, BNE, Ms. 17711, ff. 154r-155v.
[f. 154r] Com Terragona e lo comdat fou donat a la Ecclésia.1 En aquest temps, lo comte de Terragona donà Terragona e tota sa tinència a la Església, e fou aquesta la causa: lo comte de Barchinona tramès per misatger lo comte de Terragona a Roma, al Papa, e com aquell se’n fo partit, hun germà bort que tenia lo dit comte enamoràs de ça muller e fahia taules e molts torneigs per amor de ella; e ella no havia cura d’aquell, en tant que ell lo-y dix e lo-y féu dir; e aquella no havia cura d’aquell. E estant axí, vench nova que·l comte venia de la misatgeria e lo germà tench-se per perdut, e féu una letra al comte certificant-lo com la comtesa havia fet mal ab hun cavaller e, si no per ell, se’n fóra anada ab aquell. E lo comte, rebuda la letra, crehent que son frare li deya veritat, féu una letra en la qual manà als officials de Terragona que, de continent, sens alguna triga, la prenguesen e que, axí com stava vestida, la lançassen en la mar. E aquells, rebuda la letra ab gran dolor, anaren a la comtessa, la qual trobaren vestida ab les pus belles robes d’aur que tenia per goig de la venguda del comte e diguen-li la causa perquè venien, la qual los respòs que complisen lo manament de lur senyor. E lavors, aquells prengueren la comtessa e meteren-la en una barcha dins mar. E aquella, confiant en Déu e ab la Verge Maria, pres lo mantell e lançà’l en l’aygua, e saltà sobre lo mantell, lo qual la sostench axí com si fos barcha, e féu sa via tro que la perderen de vista, de la qual cosa aquells qui eren en la barcha stigueren molt enmaravellats, e, ab gran dol, tornaren-se a la ciutat. E la comtessa anà aquell dia tant per mar que arribà en Anglater ra, e dos pescadors que estaven en una barcha, veren-la venir axí, fugiren cuydantsse que fos algun fantasma; e aquella los cridà e los féu señal // [f. 154v] que no haguessen por. E lavors, aquells tornaren e reberen-la en la barcha e portaren-la en 1 El relato que nos ocupa, se conoce, popularmente, como la «leyenda de la condesa de Tarragona», y de ella se da constancia en A. Cortadellas, Repertori de llegendes, p. 81.
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
casa de lur mare, que era bona dona e po fembra. E de continent, la comtesa féu vendre lo seu mantell a la bona dona e féu-li’n comprar lli prim e seda, e obrà coxins e tovalloles, e féu-les-li portar a vendre a la Cort del Rey, a la Reyna e donzelles. E la Reyna li demanà qui les havia obrades; e aquella li respòs que una dona qui estava en casa sua, e comtà-li tota la manera de la sua venguda. E la Reyna la pregà molt que la li menàs aquí. E lavors, la comtessa vench a la Cort de la Reyna e la Reyna la pregà que aturàs aquí ab ella, la qual li respòs que li plahïa, ab condició que no isqués fora la sua cambra. E axí fou fet, e romàs aquí. Ara tornem al comte. En aquell dia mateix, en la vesprada, lo comte vench en Terragona e son frare fou fugit, e lo comte trobà tota la gent trista, e demanà què era allò; los quals li dixeren lo gran peccat que havia fet en fer matar tal dona santa com era la comtesa, e diguen-li la maravella que li era esdevenguda en la mar. E lavors, lo comte plorà agrament. E l’endemà, pres ab si alguns amichs singulars e anàs-se’n al bosch ab aquells, e aquí donà Terragona e tot lo condat a la Esgléya, e donà tots los diners e joyes que tenia a quells qui eren aquí ab ell, e votà devant aquells que jamés no cessaria de anar tro que hagués trobada la comtessa. E ab gran dol, partí’s de aquells e anà cercant la terra gran temps que jamés no trobà rastre algú. E passant en Anglaterra, esdevench-se que, estant en la plaça, vench lo maiordom del Rey e dix-li: -«Amic, pren aquexa canasta de pex e porta-la al palau»; e aquell la pres e, com fou en la cuyna, lo cuyner li dix que aturàs aquí tant com se volgués, e romàs-se aquí, ajudà al coch. E esdevench-se que lo // [f. 155r] Rey de Bretanya tramès misatgers al Rey d’Anglaterra que li donàs lo trahüt de ·VII· anys ho hagués cavaller que lo deffenés dins hun mes, en altra manera, que s’aparellàs a la guerra; de la qual cosa lo Rey hac gran desplaer, com no trobàs cavaller algú qui volgués combatre’s per ell, en tant que perdé lo menjar. E com lo majordom digués al cuyner lo desplaer que lo senyor Rey havia, dix lo comte: -«Yo’m combatré per ell». E acostant-se lo terme que ja no havien a passar sinó ·IIII· dies, dix lo majordom al Rey: -«Sapiats, senyor, que ab lo vostre cuyner és un hom que dix que ell se combatria per vós, lo qual me par ben forts e ha bon cors, e axí, senyor, pus no·n trobau altre, prenets aquest, que no s’i perdrà res». E lavors, lo Rey féu-los venir davant e dix-li quin hom era, e aquell li respòs que era hom qui cercava ventura, e lo Rey dix-li si·s volia combatre per ell, lo qual li respòs que hoc, volenterosament. E lavors lo Rey li donà les sues robes e aquell se mostrà en sos gets que era gran hom. E com vench lo dia de la batalla, aquell anà al camp ab totes ses armes a cavall en continença de bon cavaller, e combatent-se, lo comte passà la lança per los pits de aquell, que’l derrocà mort del cavall en terra. E lavors, lo Rey fonch quiti del trahüt e, ab gran goig e festa, tornaren-se’n al palau a dinar. E com vingué per pendre ayguamans, demanaren tovalloles, e la comtessa, passant devant la porta de la cambra del Rey per donar les tovalloles, lo comte la vehé e mudàs tot, e ella axí metex. E com foren en taula, lo comte no menjà res, ne axí matex la comtessa. E com foren levats de taula, lo Rey pres ha hun de part lo comte e dix-li per què s’era transmudat al pendre de la aygua // [f. 155v] mans ne per què no havia menjat al dinar, que per la honor que li havia feta, que li digués si havia algú en la sua Cort que li hagués fet algun desplaer, que ell li’n faria venjança, aquella que ell ne volrria. E açò matex dix la Reyna a la comtesa. E lavors, dix lo comte al Rey: -«Senyor, yo vaig cercant per lo món, gran
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temps ha, una ventura e és-me deparer que la he vuy vista en la vostra Cort, de una dona que yo amava molt». E lavors, lo Rey entràs-se’n en la cambra e dix a la Reyna quala poria ésser la dona, e la Reyna dix-li açò que la comtessa li havia dit, e lavors, conegueren que la ventura que lo cavaller cercava era aquí. E lavors, lo Rey e la Reyna affrontaren-los en una e, tantost que·s veren, abrassaren-se e caygueren esmortits. E com foren retornats, lo comte dix al Rey com ell era lo comte de Terragona e comtà-li tota la ventura que li era esdevenguda, de què lo Rey hac gran plaer, com per tant honrat cavaller era estat deffès del trahüt e com aquell havia trobada la ventura en ça terra. E obtenguda licència del Rey e de la Reyna de venir aquells en Terragona per a mostrar les maravelles que Déus les havia fetes, ab provisions, emperò, que feren al Rey que tantost tornarien en Anglaterra, e lavors, vengueren en Terragona e totes les gens hagueren-ne gran e inextimable goig e gran alegria. E com hagueren estat aquí un temps, tornaren en Anglaterra. E aprés pochs dies, lo Rey morí sens fills e lexà lo Regne al comte de Terragona.
Apéndice 2 La constitución del coseñorío tarraconense 1148, enero, 4 / 1149, febrero, 9.2 El arzobispo de Tarragona, Bernat Tort, renueva y actualiza la donación, prácticamente inoperante, que de la ciudad y el territorio tarraconense hizo, en 1129,3 su predecesor Oleguer al príncipe Robert Burdet, restringiendo sus derechos efectivos sobre el condominio. Ante la perspectiva de una inminente acción repobladora, se define un modelo coseñorial, quedando el normando en una situación de vasallaje respecto a la Mitra. Se añaden, en nota marginal, los términos divergentes que fueron planteados por el referido caballero en el convenio que propuso al prelado un año antes. Original en el AHAT, actualmente perdido. Transcripción del siglo xviii de Marià Marí. / Original perdido. Traslado efectuado el 18 de septiembre de 1365: AHCT, FM, perg. 59.4
Concessio Terrachone facta Roberto per Bernardum Terracone Archiepiscopum. Quoniam sicut antiquorum auctoritas commendat, concordia, pace ac iustitia populi nutriuntur, atque ab eodem populo his tribus gratia divina copiosus adquiritur idcirco ego Bernardus, Terraconensis archiepiscopus, ob restaurationem Terraconensis Ecclesiæ et civitates et ut illi qui ad eandem urbem incolendam convenerint suam ibidem tutius peragant vitam, dono, laudo, confirmo tibi, Rotberte, Terraconensis principi, et successoribus tuis illam donationem quam beatæ memoriea Oldegarios predecessor meus fecit tibi de ipsa civitate Terracone cum territorio suo ac terminis 2 En los respectivos documentos originales: Secundo nonas ianuarii, anno ab Incarnatione Domini MCXLVII / Anno ab Incarnatione Domini MCXLVIII, V idus febroarii. 3 Documento transcrito por J. M.ª Font i Rius, Cartas de población, vol. I/1, doc. 51, pp. 87-89; idem, Entorn de la restauració, ap. II, pp. 102-103. 4 Existen disponibles otras transcripciones y copias en: ACA, C, reg. 3, f. 4r-v (siglo xiv); RAH, Colección de privilegios y escrituras de las Iglesias de España, vol. XXXVIII, f. 118r-v (siglo xviii); BC, ms. 729, vol. II, f. 109r-v (siglo xviii); AHAT, Nominum et actorum, vol. II, pp. 240-247 (siglo xviii). Al margen de las transcripciones de P. de Marca, Marca Hispanica, col. 1302, ap. CCCVI; y de J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, p. 221, ap. VIII; el trabajo más fidedigno realizado al respecto es obra de J. M.ª Font i Rius, Cartas de población, vol. I/1, doc. 69, pp. 111-114; y del mismo autor, Entorn de la restauració, ap. V, pp. 105-107.
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sicut resonat in ipsa carta quam Raymundus, illustris comes Barchinone et marchio fecit ei et Ecclesiæ Sanctæ Teclæ. Dono quoque ego Bernardus, prædictus archiepiscopus, tibi, Roberte, principi Terracone, et successoribus tuis ut in ipsa Terracone civitate et extra civitatem, videlicet in toto territorio ipsius civitatis, sicut ipsum territorium terminatur suis terminis in carta præphati comitis assignatis, habeas IIIIor partes tu et successores tui de omnibus redditibus, usaticis, expletis, leudis, iustitiis, aliisque profligationibus et adquisicionibus, quæ in ipsa civitate vel in territorio suo sunt, aut erunt nostro communi consilio, tam in terra quam in mari. Quintam vero partem omnium supradictorum civitatis et territorio retineo michi et successoribus meis archiepiscopis et Ecclesiæ Sanctæ Teclæ. Concedo interum tibi, Roberte et successoribus tuis atque dono ut in ipsa civitate Terraconæ habeas tuum proprium furnum et tuum proprium molendinum; michi quoque et successoribus meis archiepiscopis retineo alterum furnum et alterum molendinum. In coeteris autem furnis et molendinis retineo quintam partem sicut in aliis proventibus civitatis ipsius et territorii. Tibi autem Roberto et successoribus tuis quibus hunc honorem post te habendum concesserimus, nulla erit licentia donare de supradictis omnibus vel alienare alicui extraneæ potestati, sed ille tuus heres vel successor qui per nos hunc honorem habiturus est per successores nostros et tuum locum tenuerit, ita sit fidelis et solidus homo noster et Ecclesiæ nostræ atque successorum nostrorum sicut tu. Retinemus præterea ad portionem nostram et dominicaturam nostram, omnes ecclesias et ecclesiastica iura et ecclesiasticas personas et familias nostras et clericorum sive monachorum, et omnes qui ecclesiasticis habitaverint; ita ut in his omnibus nullus princeps vel inferior persona layca præsumat aliquid iudicare, exigere vel distringere seu disponere ullo unquam in tempore absque nostro iussu. In omnibus quoque quæ tibi principi concedimus, retinemus omnes decimas fructum terræ et animalium et piscium et de prædis et cavalcatis et de omnibus proventibus ipsius civitatis et territorii tam de terra quam de mari. Propter hæc omnia beneficia quæ mihi concedit liberalitas vestra ego quoque Robertus vester fidelis homo et solidus convenio Deo et Ecclesiæ Terracone et vobis domne Bernardo archiepiscope ut ab hac die et deinceps sim vester fidelis homo sine aliquo dolo de corpore vestro et de omni honore quem hodie habet ipsa ecclesia et vos habere debetis et nominatim de his quæ in dono quod mihi facitis, retinetis et de omnibus ecclesiasticis iustitiis et directis quæ ad vos pertinent vel pertinere debent. Convenio quoque vobis ut secundum meum posse et sensum contendam restaurare ipsam civitatem et defendere illam et omnem vestrum honorem et guerrejare omnes homines qui iustitias et iura Ecclesiæ et vestra et ipsius civitatis tollere vel minuere temptaverint et observare iustitiam sicut superius constituistis. Convenio propuesto por Robert Burdet tuum
propria manu
Convenio iterum vobis propter commune comodum et utilitatem ipsius civitatis ut singulis annis in die Cineris, qui vocatur caput ieiunii, eli gam per [vestrum] consilium duas personas de habitatoribus urbis Terraconensis sub quorum arbitrio, iuditio vel consilio tota præphata Terracone civitas cum suo territorio et terminis ponatur.a Quæ supradictæ personæ [vobis] iurabunt se se-
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
cundum suum posse servare iustitiam et commune bonum ipsius civitatis et ut fideles sint [vobis et mihi de mea iustitia mihi Rotberte de nostra iustitia].b Itsi duo accipient omnes estacamens totius civitatis Terracone et sui territorii, iudicabunt placita et facient districtos ubi opus fuerit.c Et si ego Rotbertus nollem eligere vel non possem iamdictas personas, vos vel vestri successores eligant eas. Iterum adicimus ut omnes habitatores Terracone civitatis et supradictis duabus personis sui territorii preter clerum iurent [vobis et succesquod fideles sint eis de ipsa soribus vestris fidelitatem de corpore vestro et de iustitia quam dictaverint honore vestro atque de honore Ecclesiæ Sanctæ contra cunctos homines Teclæ].d Istæ supradictæ duæ personæ non habebunt estacamens, neque aliquod districtum in prælatis ecclesiarum vel in suis familiis neque in aliquo ex clero. Illi homines quibus ego Rotbertus dabo meum honorem, per consilium supradictarum personarum faciant mihi fidelitatem hominii. Iudicabunt supradicti iudices negotia civitatis et territorii secundum leges et bonas consuetudines Barchinone curiæ.5 Illi vero qui ad incolendam urbem vel territorium venerint non facient aliquem censum vel servitium de mansionibus in quibus de eremo traxerint habitaverint, neque de terris quas [laboraverint] præter decimas et primitias [et quod [...] par bovum donet et migeram ordei annuatim,] neque faciet quisquam habitatoribus prædicte urbis et territorii aliquam forciam, districtum aut exactionem nisi supradicti iudices per iustitiam. Terras autem heremas, quas Terracone milites adquisierint, retineant per consilium iudicum secundum quod eis opus fuerit ad propriam laborationem. Reliquas dent ipsi milites per consilium eorumdem iudicum laboratoribus et nichil ab eis exigant nisi quantum iudices dictaverint. Si autem contingeret me Rotbertum habere causam cum domino meo archiepiscopo, non in potestate iudicum sed in manu ipsius archiepiscopi firmarem et facerem iustitiam. Decretum siquidem convenientiæ præphatæ paginæ erit inter me et successores
5 Dicha remisión al derecho aplicado por la curia barcelonesa, núcleo inicial de los Usatges de Barcelona, según expone el profesor Font i Rius, y que no volverá a reaparecer en la documentación relativa a Tarragona, suponía un reconocimiento de la superioridad legislativa del conde catalán. Véase, del referido autor, Franquezas, costumbres y privilegios, p. 123. En el margen del traslado conservado en el ACA (C, reg. 3), se indica: «astringet se ad leges et consuetudines Barchinone».
apéndice documental
Mo Co XLVIIo, secundo nonas ianuarij Sig+num Roberti, Sig+num Agnetis, eiusdem uxoris, qui hanc supradictam convenientiam facimus, firmavimus, fimarique rogavimus.
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meos et inter dominum meum archiepiscopum et successores suos. Actum est hoc, anno ab Incarnatione Domini [Mo Co XLVIIIo, V idus febroarii]. [Sig+num Rotberti, Sig+num Agnetis, eius uxoris, qui supradictas convenientias fecimus et fimavimus], Sig+num Guillermi de Aquilone, [...] Sig+num Bernardi, Terrachonensis archiepiscopi.
a En la copia conservada en el ACA (C, reg. 3), figura, hacia esta altura, una nota marginal de la misma década redactada por otro amanuense donde se indica que non electionem vicariorum spectare ad dominum regem.- b Nota marginal de idénticas características: de iuramento vicariorum fiendo domino archiepiscopo.- c Nota marginal en el referido documento: vide diversa ese accipere stacaments, iudicare, et facere districtus. Et valet ad cosntitutionem ad perennem.6- d Nota marginal como las anteriores: vide hic quod habitatores Terrachone non debent facere homagium sed solum iuramentum fidelitatis. De tribus idem est in instrumento ad notitiam.7
Vid. infra (apéndice 3). La transcripción completa de dicho documento puede consultarse en I. J. Baiges, G. Feliu, J. M.a Salrach, (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal, vol. III, doc. 941, pp. 1511-1515. 6 7
Apéndice 3 La culminación del «periodo constituyente» 1173, julio, 7.8 Convenio conocido como Ad perennem o Lo perenne establecido entre el rey Alfonso I el Casto y el arzobispo Guillem de Torroja mediante el que se fijaron las bases de un modelo de regimiento pro indiviso, definiéndose la distribución del dominio temporal, precisándose los deberes y funciones de los oficiales de los respectivos poderes, la forma de distribución de las rentas y las distintas competencias jurisdiccionales. ACA, C, PV, 15-16 (2ª parte), ff. 173r-175r.9 Composicio facta per comitem Barchinone cum archiepiscopo super jurediccione et quibusdam aliis.10 [f. 173r]
Ad perennem rei memoriam solitum est scripturea mandari quod inter contrahentes convenerit: ea propter cunctorum notitie pateat, quod Guillermus, Dei gratia, Nonas julii anno Dominice Incarnationis MCLXXIII. El texto del presente convenio, junto con los subsiguientes acuerdos complementarios del mismo año, se encuentran en M. Marí, Exposició cronológico-històrica, pp. 123-126; J. Villanueva, Viage literario, t. XIX, caps. XXXIV-XXXV, pp. 294-298; y E. Morera, Tarragona cristiana, vol. I, ap. 28, pp. XXX-XXXI. Véase, asimismo, AHCT, FM, perg. 1, 59, 115, 130 y 372. 10 El título expuesto se ha tomado del Procés sobre tots los fets pertanyents al senyor Rey e al Archabisbe de Tarragona, donde se transcribe el texto íntegro de la concordia. El proceso en cuestión, elaborado en tiempos del rey Pedro el Ceremonioso, está compuesto por dos partes: la primera, «en averiguación de los derechos que corresponden a S. M. en la ciudad y campo de Tarragona», la segunda, «para terminar las disputas que tenía el rey con el arzobispo e Iglesia de Tarragona sobre jurisdicción y demás derechos y castigar ciertos alborotos». Su capital importancia es puesta de manifiesto por unas palabras que encabezan el volumen en las que Pere Miquel Carbonell afirma haberlo protegido durante el transcurso de la guerra civil catalana: «Record com aquest procés o libre és stat tret de aquest Reyal Archiu de Barcelona, e occultat per tot lo temps de les turbations del Principat de Catalunya. E aprés de haver yo, Pere Miquel Carbonell, presa possessió del dit Archiu, passaren XIII anys que yo cobrí aquest libre mijançant e entrevenint-hi misser Barthomeu de Verí, regent la Cancelleria del senyor Rey, qui·m dix lo guardàs bé, que vendria temps que aquest libre se hauria bé mester per lo interès del senyor Rey qui és molt prejudicat en la jurisdicció e coses a ell pertanyents en lo Camp de Tarragona que s’occupen lo Archabisbe de Tarragona e altres. E per ço se’n traurien molts translats, los quals serien per mi tabel·lionats...». 8 9
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Tarraconensis Archiepiscopus, Apostolice Sedis legatus, et Ildefonsus, Dei gratia, Rex Aragonum, Comes Barchinonensis et Marchio Provincie de quibusdam controversiis, quas ad in iurem habebant de tasquis videlicet et stacamentis habitatorum Tarracone et Territorii eius, mediante consilio venerabilium virorum Bernardi Barchinonensis, et Poncii Dertusensis, et Guillermi Gerundensis Episcoporum, et Arnaldi de Turre Rubea, milicie Templi magistri, et Arnaldi de Castroveteri, et Raymundi de Montecateno, et Raymundi Fulconis, et Bernardi Abbatis Sancti Faelicis de Gerunda, et Guillermi de Jorba, et Arnaldi de Villamulorum, et Guillermi de Belloco, aliorum plurium virorum nobilium ad huiusmodi transactionem venerunt. In primis ex utriusque partis conveniencia constitutum est quod Baiulus Domini Archiepiscopi et Domini Regis Baiulus et omnium successorum suorum insimul accipiant omnia stacamenta habitancium in Tarracona vel in eius Territorio, // [f. 173v] preterquam clericorum et familie eorum, et eorum qui in dominicaturis vel possessionibus ipsorum habitaverint et qui de dominicaturis eorum sunt vel fuerint. In hiis enim nulla laicalis persona presumat aliquid disponere vel vim aliquam illis inferre nisi ipse Archiepiscopus et eius clerici setb sint omnes immunes et liberi ab omni jugo et oppressione laicalis persone. Baiulus vero Domini Archiepiscopi et Baiulus Domini Regis jurent quod sint fideles Domino Archiepiscopo et Domino Regi de eorum justiciis. Proventus vero qui ex comunibus stacamentis et causis provenerint ita dividantur, quod data decima, duas partes habeat Rex, et Archiepiscopus et Ecclesia terciam. Item statutum est quod homines qui sunt proprii Regis et de dominicatura ipsius non firment directum Baiulo Archiepiscopi nisi Archiepiscopus vel eius clerici convenerint eos de decimis vel primiciis, vel si quam illis, vel suis injuriam fecerint. In hiis enim casibus cogantur Archiepiscopo et eius clericis firmare directum et in eorum curia subire judicium. Sed et fidelitatem qua generaliter omnes habitatores Tarrachone et ejus Territorii sub sacramento et homagio se debent astringere Archiepiscopo, eidem Archiepiscopo faciant et exhibeant. Item si controversia fuerit inter proprios homines Domini Archiepiscopi et Ecclesie et eos qui sunt // [f. 174r] vel fuerint de dominicaturis Domini Regis; ita distinguitur quod si homines Regis prius convenerint homines Archiepiscopi vel clericorum firmetur directum in manu Baiuli Domini Archiepiscopi et in Domini Archiepiscopi vel canonicorum curia presente Domini Regis Baiulo causa tractetur et proventus qui inde exierint, deducta decima, per medium dividatur. Si vero homines Archiepiscopi vel Ecclesie conquesti fuerint de propriis hominibus ipsius Regis, tunc in simul, præter in clero et cleri familia accipiant stacamentum Baiulus Domini Archiepiscopi et Baiulus Domini Regis et cause tractetur et deffiniatur illorum judicio et lucri quod inde consequti fuerint, data decima, habeat Rex duas partes et Archiepiscopus tertiam. Præterea inter eos convenit quod si Dominus Archiepiscopus et Ecclesia et Dominus Rex vel eorum Baiuli voluerint facere aliquam hominum populacionem omnia stacamenta illorum hominum, dum in comunione illa perseveraverint, Dominus Archiepiscopus et Ecclesia et Dominus Rex, Baiulus Domini Archiepiscopi et Ecclesia et Baiulus Domini Regis in simul accipiant et, levata decima, habeat Rex duas partes lucri et Archiepiscopus, terciam. Si vero divisio illorum hominum facta fuerit, ita quod certum sit qui fuerint proprii juris Domini Archiespiscopi et Ecclesie et qui proprie dominicature // [f. 174v] ipsius Regis, ita procedat ius in hiis omnibus,
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quemadmodum distinctum est superius de propriis hominibus utriusque. Item de tasquiis inter eos ita convenit, quod nomine tasquarum, quas Rex asserebat, patri suo donatas fuisse a Bernardo, bone memorie Tarraconensi Archiepiscopo, de uno quoque bone jugo, Baiulus Regis et Baiulus Archiepiscopi accipiant tres quarterias ordei, et unam tritici, et preter hanc exaccionem nulla unquam alia exaccio fiat eis. Illarum vero IIIIor quarteriarum annone, quæ nomine tasquarum, et aliarum exaccionum a singulis bone jugis sumentur, unam tritici et duas ordei habeat Rex, etc quarta ordei sit Domini Archiepiscopi. Ab huiusmodi autem exaccione tasquarum excipiuntur omnes dominicature Domini Archiepiscopi et Ecclesie et clericorum, omnia quoque predia, quæ sunt, vel a quibuslibet excoluntur infra hos terminos, videlicet ab ipso Molnar, sicuti ascendit ad ipsamd serram de Tapioles, et descendit per impsum torrentem de ferrariis, et transit per terminum Centumcellarum, et vadit ad podium de Lentisclel, et transit per terminum Constantini, et vadit ad podium quod est inter Alburnarium et Boellam, et vadit ad serram quæ dicitur /de/ Murta, et inde in directum descendit ad mare. Omnes hæc possessiones, infra hos videlicet terminos costitute sint perpetuo immunes et libere ab huiusmodi // [f. 175r] exaccione sine molestia quæ ratione tascarum et aliarum exaccionum introducta est. /Ab/ habitatoribus vero Tarrachonensis Civitatis nihile prorsus exhigatur, nisi propter illa predia quæ sunt ultra supradictos terminos; illa namque predia tantum nisi sint vel fuerint Ecclesie huic tantum supradicte exaccioni subiciuntur. Actum est hoc Nonas Julii, anno Dominice Incarnationis Mo Co LXXIIIo. Sig+num Ildefonsi, Regis Aragonum, Comitis Barchinonensis et Marchionis Provincie. Sig+num Berengarii Abbatis Montisaragonum. Sig+num Arberti de Castroveteri. Sig+num Geraldi de Jorba. Ego Bernardus Barchinonensis Episcopus subscribo. Ego Petrus de Tarrachona hoc scripsi ex precepto Domini Archiepiscopi et Domini Regis die et anno prefixo. a Anotación marginal: Ad perennem est etiam infra folio CXVI.- b Podría interpretarse también como et, al que se añadió, posteriormente, una s inicial, convirtiendo la conjunción copulativa en adversativa, terminada en t, una forma que se contempla como correcta, aunque de uso menor, en el Lexicon totius latinitatis de Forcellini.- c Sigue quatuor, tachado.- d Sigue serreram, tachado.- e Sigue pros, tachado.
Apéndice 4 Incipientes tensiones derivadas del regimiento común
S/fecha (mediados de 1303). Relación de algunos de los principales agravios que los oficiales reales argüían que el monarca Jaime II padecía en Tarragona y su Campo por parte del arzobispo Rodrigo Tello, sus representantes y ciertos señores bajo su protección a raíz de la apropiación y uso indebido de facultades en los dominios que se encontraban bajo la jurisdicción común o que pertenecían a la potestad regia. ACA, C, reg. 200, f. 228r-v. [f. 228r] Memorial dels torts que·l senyor Rey pren en la Ciutat e el Camp de Tarragona.
Primerament, pren tort lo senyo[r] Rey en les notaries de Tarragona e dels locs del Camp, les quals deuen ésser de comun [e] el senyor Archabisbe ha-les-se apropriades. Ítem, pren to[rt] que tots los habitants de Tarragona deuen fermar dret e respondre en poder dels veguers comuns de Tarragona e els canonges qui han dignitats e la Esgleya ha·s apropriats tots aquells qui estan en lurs censals, en tal manera que se’n pereix justícia e rahó, axí que·ls veguers no·ls ne gosen destrènyer. Ítem, pren tort en alcunes taules del maell que deuen ésser de comun, e·l senyor Archabisbe ha-les-se apropriades. Ítem, pren tort e·l Corral en alcuns alberchs que·l senyor Rey donà e l’Esglea à·ls-se apropriats. Ítem, pren tort que·l senyor Archabisbe no vol ne sofer que hòmens de Tarragona ne del Camp sien demanats de pau ne de treves per lo veguer del senyor Rey. Ítem, pren tort a Selou e en son terme, hon se fan justícies de sanch sens requeriment dels veguers comun[s], qui deuen aquelles fer. Ítem, pren tort a Scornalbou e en son terme, per ço com lo batle del senyor Archabisbe penjà aquí ·II· hòmens sens que veguer del senyor Rey no·n fo demanat, e açò no fo anc acustumat. Ítem, pren tort a Sancta Maria des Pla per lo feu qui fo dat per los antecessors del senyor Rey a linyatge de Vilafrancha e és-se venut e alienat sens fadiga e luysme, e·l senyor Archabisbe ha·l-se apropriat. Ítem, pren tort lo senyor Rey a Sentceles, per ço cor çells qui hi deuen fer estada no la y fan, e axí nuyll servey no és fet d’aquell loch a la senyoria comuna de Tarragona. Ítem, pren tort de la vila que és dita Mas d’en Calvó, cor ço que és e deu ésser de senyoria comuna s’à apropriat en Calvó e no vol mostrar les cartes de l’acapte d’aquell loc ne de la aygua
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que hix a Porpres, que és de senyoria comuna. Ítem, pren tort en la honor que fo d’en Pere des Archs, on se fan justícies de sanch que no·s solien fer sens requeriment dels veguers de Tarragona. Ítem, pren tort lo senyor Rey en la justícia que·l senyor Archabisbe hac d’en Berenguer Sagí. Ítem, pren tort lo senyor Rey de treta de blat de què ell ha ahut et no n’ac sa part lo senyor Rey. Ítem, pren tort lo senyor Rey que si cosa grossa se fa en la Ciutat, que·ls veguers no gosen fer plet entrò que·l senyor Archabisbe n’à ahut serviy e el senyor Rey no n’à res. Ítem, pren tort lo senyor Rey de una inquisició que·s féu a Sancta Maria des Pla que pujà a gran quantitat, e el senyor Archabisbe aproprià’s-o tot, sí que·l senyor Rey no n’ach res. Ítem, pren lo senyor Rey greu deseret e·l mercat de Vayls, que·l senyor Archabisbe s’o pren tot d’un any a ençà [la qual] cosa no pres anch ell ne·ls seus predecessors. Ítem, pren tort lo senyor Rey en los molins que·l senyor Archabisbe ha fets en la seny[o]ria comuna de Sentceles. Ítem, pren tort lo senyor Rey en forches que·l senyor Archabisbe [fé]u fer a Costantí [e]n què penjà ·I· hom e [els] veguers no·n foren demanats. // [f. 228v] Ítem, pren tort lo senyor Rey en los hòmens de Sentceles que·s n’à fets pujar a C[osta]ntí lo senyor [Archa]bisbe, e axí los molins que solien valer ·CCCC· sòlidos de renda al senyo[r] Rey, ara no li valen res. Ítem, pren tort lo senyor Rey e·ls jueus de Tarragona qui devien ésser seus, e el senyor Archabisbe à·ls tornats a senyoria comuna.
Apéndice 5 Los vegueres y el ejercicio de la jurisdicción S/fecha (2ª mitad s. xv). Tarragona. Selección de los principales puntos que describen el papel de los vegueres en el regimiento de la ciudad de Tarragona, de los emolumentos derivados de su jurisdicción, de la forma en la que se reparten entre ambos y de ciertos agravios que recibe el rey por parte del arzobispo y sus oficiales. AHCT, FM, EyH, n.º 12, ff. 101r-102v.11
[f. 101r] La Ciutat de Tarragona se regeix per dos veguers, ·I· per lo senyor Rey e altre per lo reverent Archabisbe de la dita Ciutat per indivís, e dels emoluments que ixen de la jurisdicció de aquella se partexen en lo modo següent: I. Los veguers levan dels emoluments lo quint e partexen-los mig per mig. E puix del restant fan cinch parts, de las quals n’a tres lo senyor Rey e dues lo Archabisbe. En aquesta pràtica és lo senyor Rey prejudicat, car solament se’n deu levar la dècima, e del restant se deu fer tres parts, les dues són del Rey e la terça de l’Archabisbe, segons appar en la concòrdia qui comença ‘Ad perennem rei memoriam’ 12 […]. II. Ítem, no·s mostre que yamay sie stada donada mar a l’Archabisbe ni juredicció sobre aquella ni sobre los vagabunts ni strangers, però lo Archabisbe se esforce de conèxer de tots actes marítims e més dels vagabunts e strangers sots lo exercici comú dels vaguers e lo exercici deu ésser sol del senyor Rey, e los dits vagabunts e strangers un temps ab altre són lo terç dels hòmens de la Ciutat, e en açò és prejudicat lo senyor Rey […]. // IV. [f. 101v] Ítem, se pratica que·l veguer del senyor Rey presta jurament a l’Archabisbe o a son official de no prejudicar a la Església e lo veguer de l’Archabisbe no presta jurament ni altra caució en poder de negún official
11 Texto incorporado al final de la copia de la ejecución del proceso entre el rey Pedro IV y el arzobispo de Tarragona sobre cuestiones económicas de ambas jurisdicciones (1377-1378). 12 Vid. supra (apéndice 3).
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real de no offendre los drets del Rey […] e en açò és prejudicat lo senyor Rey […]. V. Ítem, se pratica que·ls veguers tenen taula a la fi de lur bienni, e si és condempnat lo veguer del Rey appella·s al jutge dels apells, lo qual dóna lo Archabisbe e en açò és prejudicat lo senyor Rey e les Constitucions de Catalunya, car apellar se deu al jutge provincial, lo qual dóna lo Rey en Barchinona o en Leyda […]. // XI. [f. 102r] Ítem, lo senyor Rey en Pere se aturà lo port e mar de Tarragona e ell (sic) drets del carregador e descarragador e lo Archabisbe vol que las conexenças de aquells se façan per los veguers comune, e en açò és fet prejudici al senyor Rey […]. XII. Ítem, quant se donen les vagaries de Tarragona, lo senyor Rey deu ésser avisat que·l seu veguer no sia familiar ni domèstich de l’Archabisbe, sinó tots // [f. 102v] temps serà fet prejudici en ses regalies […]. XIII. Ítem, los veguers prenen assessor, lo qual pagen dels emoluments e comunament lo elegexen favorable a l’Archabisbe, com tots los juristes de la Ciutat sian pensionats e de consell de l’Archabisbe, perquè és necessari que los dits veguers sien encarregats de haver assessor fora per ço que no sia prestada favor a uns ni altres […]. XIV. Ítem, en [sentències] e altres actes lo vaguer de l’Archabisbe se met primer e, atesa la dignitat, lo vaguer real deuria anar primer […].
Apéndice 6 El «testamento» o «memorial» de los cónsules salientes 1421, marzo, 26. Tarragona. «Testamento» de los cónsules salientes, redactado al finalizar su mandato. Se trata de un memorial que, sin tener un carácter imperativo, era entregado a los regidores recién nombrados, donde se elencaban aquellos asuntos que se consideraba que debían ser atendidos y resueltos con mayor premura.13 AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422, docs. sueltos, n.º 8.
[f. 1r] Memorial lo qual n’Asbert Lorenç, en Pere Çabater e en Guillem Ferrer, qui són stats cònsols l’any prop passat de la Ciutat de Terragona, lexen e fan als honorables en Barthomeu Çabater, en Pere Nadal e en Johan Ferrandiç, novellament elets en cònsols per l’any present de la dita Ciutat. Primerament, los cové provehir en haver provisió de forment, notificant-los com los dits olim cònsols n’han comprades ·XLV· migeres a Muntblanch que costen a X diners II sous, los quals ha bestrets en Guillem Pujol e han VI diners per quartera. Ítem, han fet inhibir al honrat en Barthomeu Çabater qui n’ha ·D· quarteres en botigues sues al port que no lo hic traga. E noresmenys han request los veguers que forcen al dit Barthomeu e a tots quants hic han forment que obren les botigues e tinguen en venda lur blat a tothom qui·n deman de la Ciutat. Och noresmenys sien forçats de fer sagrament quant blat han fora la Ciutat asignant-los cert termini aquell hajen portat en aquesta Ciutat segons pus larch se conté en lo protest que és a la scrivania comuna lo qual cové que vejen. Ítem, los notifiquen com la terça paga del fogatge que són ·CCXXVII· lliures se ha a pagar a Barçalona a XI del mes d’abril prop vinent. És-ne plegador en Pere Benestull. Hajen fetes ja dues crides perquè hajen cura de haver-lo e provehir a la paga per squivar comissari e altres dampnatges. 13 El principal interés de este tipo de documentos radica en el hecho de que permiten conocer el estado real de la ciudad en distintas coyunturas. Otros ejemplos remarcables, de similar naturaleza, responden a las signaturas: AHCT, FM, AM, n.º 39: 1423-1424, docs. sueltos, n.º 6; AHCT, FM, AM, n.º 46: 1430-1431, ff. 3v-5r.
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Ítem, los notifiquen com ells han provehit de regidor al spital de la Ciutat an Bernat d’Orta. E com l’espitaler deja tenir un ferraginal, lo qual és del spital e aquell se haja occupat en Francesch Audiacs, lo honorable Consell ha determenat que sia tornat al spital e lo dit Audiacs ha recusat e recusa tornar aquell, jassia haja promès moltes vegades de dar la clau als dits olim cònsols perquè cové hi sia provehit. Ítem, los notifiquen com en la Cort dels veguers se mena ·I· procés sobre lo anul·lament de les cartes de dos censals que se són executats de la hereva d’en Pere Romeu, e com aquestes cartes tinga la dita hereva o son marit és molt necessari se dó sentència en lo dit procés e la triga és perillosa a on cové sia provehit. // [f. 1v] Ítem, los notifiquen com en la dita Cort han fetes dar demandes contra alguns qui han trets exovars, per ço que paguen los sis sous per lliura segons la ordinació de la Ciutat, les quals demandes cové sien proseguides de les quals hauran informació ab en Berenguer Martí e en Barthomeu Anthoni, síndichs de la Ciutat. Ítem, los notifiquen com ·I· procés que·s menava contra en Berenguer Mestre és finat e la Ciutat ha obtengud, e jassia lo dit Berenguer sia condempnat a paguar, encara deu les talles que se són fetes en la Ciutat. Ítem, los notifiquen que jassia se sia feta relació de ·I· talla que plegà en Bernat Martí e hi hagués certa resta que aquella deu encara. Ítem, en Pere Lacera, mercader, deu resta de la imposició de la carneceria e es n’haja feta relació. Ítem, los hereus d’en Johan Simó deuen resta de ·I· compte ja difunt dels ·III· diners per jornada lo qual regí lo dit Johan Simó. Ítem, n’Antoni Perpenyà ha a retre compte de ·I· regiment de forment. Ítem, los notifiquen com lo honrat Consell ha determenat que sia fet novellament inventari de l’archiu de la Ciutat. Ítem, los notifiquen com la Ciutat e ells per nom d’aquella han proferts generosament al senyor Archabisbe ·D· florins e han-li’n ja donats ·CC· e a pagar los ·CCC· han asigndada la mesa del vi de l’any present. // [f. 2r] Ítem, los notifiquen com en l’afermament d’en Bernat Andreu, carnicer, li han promès e fet albarà ab volentat que en açò eren adjunts, que de XXI de juny prop vinent en avant ell pusca metre en la Ciutat pan cuyt per sa provisió e de sa companya e vi, e que no pach imposició de begut, e que·ls recort en la venda fahedora de les imposicions. Ítem, los notifiquen com molts libres e scriptures de comptes difunts de la Ciutat són en poder de l’honrat en Gabriel Pasqual, racional de la Ciutat, los quals deuen venir en lo archiu de la Ciutat. Ítem, los notifiquen que en poder del honrat en Johan Salmònia ha LXXXII lliures que eren per a fer remences e lo honrat Consell ha determenat que sien compartides entre aquells a qui la Ciutat deu pensions, axí matex hi ha asignada la imposició de la carneceria per pagar los ròçechs segons en la determinació de Consell a la qual se referen és pus largament contengut. Ítem, los notifiquen com en lo fet de la cena que demana lo senyor Rey a la Ciutat, lo senyor Rey ha feta asignació a la dita Ciutat que aprés ·XX· jorns que la senyora Reyna serà en València, la ciutat poseguescha sa justícia.
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Ítem, los notifiquen com ells han feta letra contra los marmessors d’en Pere Poch que convertesquen ·C· sous en l’espital de la Ciutat, los quals deuen de ·X· anys saul compte, e ells han posades rahons, és neceçari proseguir neceçàriament aquesta causa. // [f. 2v] Dimecres, que·s comptava a XXVI de març any M CCCC XXI, los honorables n’Asbert Lorenç, en Pere Çabater e en Guillem Ferrer, cònsols de l’any prop passat, liuraren aquest present memorial als honrats en Berthomeu Çabater, en Pere Nadal e en Johan Ferrandiç, cònsols novellament elets, lo qual memorial appel·la hom testament.
Apéndice 7 Ordenanzas y venta de la clavaria 1396, abril, 24. Tarragona. Capítulos relativos a la regulación del funcionamiento y venta de la clavaria que se inauguró el primero de mayo de 1396 y concluyó a último de abril del año siguiente. AHCT, FM, AM, n.º 13: 1396-1397, ff. 26r-29r.
[f. 26r] Venda de la clavaria de la Ciutat de Terragona a hun any primer vinent, qui començarà lo primer die de maig primer vinent, l’any de la Nativitat de nostro Senyor Mil CCC noranta sis e finirà lo darrer die del mes d’abril de l’any de la Nativitat de nostro Senyor M CCC XC set, segons tenor de los capítols dejuscrits: Primerament, que lo clavari qui serà haja a pendra totes quantitats de moneda que a la Ciutat se pertanguen, axí de les imposicions com de rendes de censals morts i violariis, de questes, talles, fogatges e d’altres qualsevol sdaveniments de la Ciutat. Ítem, que lo dit clavari haja a distribuir e donar totes dites quantitats que a sa mà vendran per albarà dels honrats cònsols de la Ciutat, en lo qual se hajen cascun d’els a sotscriure. Emperò, que la quantitat no sie // [f. 26v] de trenta sous amunt si donchs no hera declarat per Consell e, en aquest cas, haja a donar e distribuir totes quantitats de monedes que per lo dit Consell declarades seran per albarà dels dits cònsols. Emperò, que en lo dit albarà se contenga la declaració del dit Consel o substància d’aquella. Ítem, que lo dit clavari, de XXX sous avant, haje haver albarà de reebuda de mà del scrivà del consolat o de son loctinent en loch de àpocha d’aquelles persones a qui darà e liurarà les quantitats ab albarà dels honrats cònsols e haje haver albarà de pagar de aquelles persones a qui pagarà de X sous fins en XXX sous. E si lo clavari rebia altres albarans que no fosen aytals con demunt se conté, que sie comptat a ell e a sos béns. E encara que no li sie rebut per los hoïdors de son compte en lo tempus qu·el retrà. És entès, emperò, que lo clavari, ab albarà dels honrats cònsols, tansolament haja a pagar lo salari lur e pensions de metge, d’escrivans, de viyògols, de misatgé del consolat, de jutglars e altres persones a qui la Ciutat sie acostumada de donar pensions e salaris dins la Ciutat, segons que en lo capbreu dels censals, pen-
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sions o salaris liuradors al clavari és pus largament contengut, e encara totes altres pensions acostumades dins la Ciutat. Emperò, que haja haver àpocha de cascuna de les dites persones con los pagarà, segons en lo començament del present capítol és declarat. Ítem, que lo clavari haja a fer asegurar les imposicions als compradors a sa bona coneguda, en manera que no se’n perde res. En altra manera, si res se perdia, que·u haja a pagar del seu e que no li sie legut de dar-ne deute algú de res que s’i agués perdut en la fi de la clavaria, con retrà compte. Ítem, que lo clavari desús dit haja a pagar tots censals morts que la Ciutat faça dia adiat e açò pusque fer sens albarà dels cònsols. E si la Ciutat cahia en les penes que no·s pagasen los dits censals, que·s compte a el e a sos béns e a ses fermances // [f. 27r] que haurà donades. És entès, emperò, que dels censals que defora la Ciutat se han a pagar haje e sie de restituir àpoches. E aquels qui dintre la Ciutat se pagaran als albarans scrits de mà del scrivà de la Ciutat ho de son loctinent. Ítem, que·l dit clavari, com obreran, haja a pagar tots vespres per menut, axí com lo obrer farà albarà los hòmens e altres coses que lo dit obrer haurà haüdes a obs de la dita obre. E açò a a fer compte spars e mostrar los albarans del dit obrer al retiment del seu compte. Ítem, en cars que los cònsols hajen mester moneda e manaran al clavari que la dó, si lo clavari al·legave que no tenga moneda de la Ciutat, que tota vegada que request serà, haja a dar encontinent compte de la clavaria per saber si tendrà moneda o no. E si no·n té, que no·n sie tengut entrò que·n tenga. E d’aquella que tendrà, se haja e·s degue desaxir de present a ordinació dels cònsols, segons que damunt se conté. E si no·u feya, que tots depnatges e messions que la Ciutat sostenga per aquesta rahó se compte al dit clavari. E ell ho pach e sos béns o de les fermances per ell donades. Ítem, que en los capítols de les imposicions, haje un capítol aytal segons que·s segueix: ‘Ítem, que tot comprador de la present imposició haja asegurar la present ab dit clavari a coneguda sua’. E si no·u feya e la dita imposició se havia tornar vendra, que si res s’i perdia, que·s perdés a quell qui la li haurà comprada e a sos béns. És entès, emperò, que los cònsols facen tenir he aver les imposicions que vendran als compradors. E açò hajen a menar e defendra devant tota persona a qui·s pertangue de rahonar. Ítem, que lo clavaria començarà de reebre totes les imposicions de la Ciutat lo primer die de maig primer vinent e de l’any present. E pagarà los censals del dit mes e any. E finirà lo present any de la sua clavaria lo darrer die del mes de abril de l’any M CCC XC VII subsegüent. // [f. 27v] Ítem, que lo clavari haja a collir e levar les imposicions a messions pròpies sues, emperò que la Ciutat haja a pagar salarii de cartes faedores per les dites imposicions. Ítem, és entès que totes monedes de censals morts en què la Ciutat sie obligada fora la Ciutat a pagar, que lo clavari, ab ses pròpies messions e a risch e perill seu, les haja a trametre e a pagar. Emperò, que totes les cartes de àpoches, axí dels dits censals com d’altres qualsevol quantitats de moneda pagadores, axí dintre la Ciutat com fora la Ciutat, sie la Ciutat tenguda de pagar.
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Ítem, que en cars que lo clavari, per ses pròpies feynes o per altres, vaje fora la Ciutat en qualsevol parts, que en aquels cars el aja a lexar procurador bastant qui bestrega hi dó aquella moneda qui serà pagadora per la Ciutat per interès que la Ciutat faça o moneda que s’haja a donar ab albarans fets per los cònsols. E en cars que açò recusars fer o per ignorància li axoblidava, que en aquest cars sie tengut de pagar tot interès totes messions que la Ciutat per la dita rahó haja a fer e a sostenir. Ítem que lo clavari, en pagar les quantitats damunt dites, no puxe al·legar que no tengue moneda de la Ciutat, ans los haja a pagar seguns que damunt és dit. Emperò, que en la fi del seu tempus, se puxa pagar del salari seu e d’açò que li sie tengut. Entèn-se, emperò, que les quantitats que·l clavari ha a pagar són dels censals morts e de les pensions e de les mesions acostumades de pagar e de fer dins l’any. Ítem, que la Ciutat haja fer, tenir e haver les imposicions al dit clavari per lo seu tempus e que si res s’i perdia per qualsevol contrast e embarch, que no fos culpa del dit clavari, que lo dit clavari o sos béns e de les fermances sues no·y sien tenguts ni obligats. És // [f. 28r] entès, emperò, que açò no s’entén en la seguratat de les imposicions, ans si res s’i perdia, se compte a ell e a sos béns, segons que demunt és dit. E aytambé, si lo clavari havia de cobrar res que agués bestret per la Ciutat dins lo seu temps que haurie regit, que la dita Ciutat sie tenguda de tornar e smenar. Ítem, que lo clavari, per seguretat de la Ciutat, haja asegurar que darà compliment a les coses desús dites. E d’açò darà dita de taula o fermances o ferà la seguretat a coneguda dels cònsols. Ítem, que lo clavari, dins un mes aprés que l’any de la sua clavaria sia finat, haja a restituir a la Ciutat tota la moneda devers si restant de la clavaria, retengudes tansolament XX lliures, les quals puxe tenir tro absolució li sie fermada per la Ciutat de l’any de la clavaria per ell regida. E si apparrà més de les dites XX lliures per lo dit clavari ésser retengudes, que perde lo salari que per la dita clavaria aquell any haver haurà. Ítem, que·l clavari, a la fi de son any de la clavaria, en restituir les quantitats damunt dites en sos térmens, no·s pusque retenir ni aturar aquelles en tot ho en partida per nagun deute, trebals ni messions, ni al·legar compensació, ni per naguna altre manera, retenir e quitar o compensar que li fosen vengudes ans de la recepció de la clavaria. E açò jurarà e·s poserà pena de cent lliures que contra lo demunt dit capítol no vendrà la qual sie guanyada la meytat a la Cort per fer la execució e l’altra a la obra del mur. Ítem, que·l clavari, dins XXX dies aprés que serà finit lo seu tempus de la clavaria, haja a metre en mans dels compradors o hoïdors a açò diputats tots sos comptes e compliment de cauteles. E açò jur lo dit clavari de fer e complir. Sie encara tengut de tornar o asegurrar de tornar a la Ciutat, dins spay de tres dies aprés que con compte serà finat; la resta, haurà a tornar sots pena de la doble, la qual sie // [f. 28v] comesa ipso facto passat lo dit termini, guanyadora la terça part a la Cort e les dues parts a la obre del mur. Emperò, que la absolució no li sie feta entrò que la restab sie per aquell pagada. E si lo contrari se feye, que no agués valor ni efficàcie alguna. Ítem, que cascun clavari de la Ciutat, encontinent que haurà retut son compte, sie tengut d’escriura en un ful de paper lo asumament de tot son compte de l’any o tempus que serà stat clavari, expriment aquí les quantitats o suma de la rebuda o
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suma de la despesa e la resta que haurà a tornar o a cobrar divisidament e aquell asumament los hoïdors del compte sien tenguts de dar al notari de la Ciutat per tal que·l dit notari puxa scriura en son libre lo dit asumament, segons que serà scrit en lo dit full de paper, axí que con lo dit clavari restituirà la dita resta al clavari vinent o cobrerà ço que degut li serà, sie feta menció en lo dit libre de la dita restitució e del dia e de l’any e del clavari qui la pendrà e de la àpocha que se’n farà e del notari qui la dita àpocha pendrà. E la dita clavaria se ven, segons dit és, francament e sens càrrechs de prestar alguna quantitat de diners ni ab alguns altres càrrechs, sinó axí com dejús és scrit, tota frau cesant. És entès, emperò, que la present clavaria algú no pusque regir o fer regir, trer o fer trer de l’encant per sí o per interposada persona qui haja regida en temps passat clavaria de la dita Ciutat e d’aquella encara no haja retut compte ans de tot e·n tot ne sia exceptat. Quaquidem clavaria subastata in encantu publico per aliquos dies palam et publice per predictum Johannem del Bosch, curritorem juratum fuit tradita per dictu curritorem discreto Jacobo Ferrario, mercatori Terracone, qui de encantu publico dictam clavariam abstraxit et promisit et juravit per Deum et eius Sancta Quatuor Evangelia corporaliter ab ipso tacta in pose mei, notarii infrascripti, tanquam publice persone habet ab ipso // [f. 29r] Jacobo Ferrarii vocem et vice dictorum venerabilium consolum et universitatis civitatis Terracone et omnium illorum quorum interest vel intererit legittime stipulanti et recipienti ipsam clavariam bene et fideliter per annum superius expresum regere et administrare pro viginti octo libras racione sui salarii que quod tanto ipsam clavariam de encantu abstraxit juxta formam continentiam et tenorem capitulorum superius insertorum. Et pro complendis, tenendis et observandis dictis capitulis et contenta in eis ac penis solvendis causa quo comiteretur quod Deus avertat, obligavit se et omnia bona sua habita et habenda renunciando omni iuri contra habet iuvanti. Et pro maiori securitate premisorum dedit fideiussores suos venerabiles Berengarium Martinus, iurisperitum magistrum, Arnaldum Folquerii, Raymundus de Podio, scriptores, Guillermus Dominici, mercatorem, et Anthoni Roca, apothecarium civis civitatis Terracone prefatis. Qui secum et sine ipso de predictis insolidum tenentur. Quam firmantiam omnes superius nominati libenti animo fecerunt et pro predictis omnibus et singulis attendendis et fimiter complendis pro ut in dictis capitulis continetur omnia eorum bona et cuiuslibet ipsorum habita et habenda obligarunt. Utrique quod toto etc. renuntiando etc. et dicti fideiusores renunciarunt legi dicendi quod prius conveniantur principales quod fideiusores etc iurarunt omnes. Que fuerunt acta Terracone die et anno quibus super presentibus testibus supradictis et me notario supra et infrascripto. Item, dictus Jacobus Ferrarii et Barbara, eius uxor, firmarunt instrumentum indempnitatis superius nominatis fideiusoribus et promiserunt eos a dicta fideiussorie indempnes servare in pose mei, Guillelmi Crexelli, notari supradicti, ipsa renunciando Velleyani etc. iurarunt etc. fiat largo modo, presentibus testibus discretis Bartholomeo Çabaterii et Anthonio Cabot, civibus Terracone. Sigue haja a collir, tachado.- b Sigue requesta, tachado.
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Apéndice 8 La desesperación de un cónsul por conseguir dinero 1400, s/fecha (post. 5 de agosto). Tarragona. El cónsul Ponç Guerau expone, ante el pleno del Consejo, las acciones llevadas a cabo para rebajar la asfixia de las cuentas municipales y dar solución a los problemas más acuciantes que padecía la ciudad debido a las deudas contraídas, solicitando estar exento de toda responsabilidad. AHCT, FM, AM, n.º 16: 1400-1401, docs. sueltos, n.º 4.
[f. 1r] Honorables senyors: Bé sabets com les imposicions de la Ciutat de Tarraguona són asignades e deputades a pegar les pensions dels sensals morts que la dita Ciutat fa a persones diverses, les quals pensions munten a tant gran quantitat ho a major com fan les dites imposicions, axí que a les dites imposicions no·s pot tocar en res e, encara que·n sobràs,a no·s se’n poria hom planir tro a la fi de l’ayn, car són obliguades al clavari, qui s’és obligat a pegar les ditas pensions. Axí mateys, sabets con lo emolument qui hix del diner que per cascuna lliure de carn que·s ven en la carniceria de Tarragona, lo qual diner los carnicers dónan a la dita Ciutat per rahó d’erbatge o de pestures, e lo qual diner era asignat a distribució dels cònsols, en ço que mester haguessen e encara totas restas degudes per rahó de clavarias, fo e és asignat per los honrats n’Asbert Lorens, en Francesch Anthoni e en Pere Forner, cònsols l’ayn prop pessat de la dita Ciutat e per alscunas persones per l’onorable Consell de la dita Ciutat ha açò eletes e havents plen poder a pegar certa quantitat de moneda dada per la dita Ciutat al senyor Rey e a la senyora Reyna en lur novella entrada. Encara, sabets con en Pons Guerau,a cònsol l’ayn present de la dita Ciutat, per ordinació dels dits honrats cònsols predecessors lurs e de les dites persones, havents poder de Consell, abans que fossen admesos en lo regiment de son ofici, hagué a jurar de no tocar al dit diner ni a les /restas/ de les clavarias ni a naguns deutas que fossen deguts a la dita Ciutat e ço fos pegada la dita moneda dada als dits senyors. Més avant, sabets, senyors, con los dits cònsols, en un Consell ajustat en la Casa del Conssell a IIIb dias de junyc prop pessat, veent que no havia diners de què poguessen pagar salaris o pensions que la dita Ciutat ha a peguar, part les pensions
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dels dits censals morts e altres messions que han a fer, axí per missatgarias com per adops de camins e de murs, peguar escrivans, l’espacier e altres cosas moltes e necessàries, les quals se acustumaven de pegar del dit emolument del dit diner e de les dites restes, requeríd e preguàd lo honorable Consel e a cascú dels consallers ajustats, ladonchs axí com ara celebrants Consell, que·ls plagués provehir e fer que·ls dits cònsols haguessen monedes de què poguessen fer pagar los dits salaris e altres messions. E lo dit Conssell provahí e ordonà que·l clavari de l’ayn present reebés los diners de les torneras, que les flaqueres de la Ciutat han acustumat de peguar. E los dits cònsols, veents que aquests diners eren pochs, specialment per les messions que s’havien a fer per la missatgeria que la Ciutat havia a fer per lo fet de la coronassió que la senyora Reyna demanava e per lo plet qui per açò e per lo fet de la host se menava, axí con de present se mena en la Cort del senyor Rey, diguéd que no·s s’i havia provahït suficientment e lo dit Consell no curà àls fer ni dar altre recapta. Aprés, los dits cònsols,e veents la perdició e derisió dessús dita, en un Consell celebrat a V d’eguost, féu semblant proposició e requesta, ço és, que provahissen a les dites necessitats, diens que los murs de la Ciutat se perdien, que no y anava aygua a canal e eren plens d’erbes e perillosos de caura en moltes parts, e los camins affollats per aygües qui estaven vituperosament e en derrisió, en tant que les perssones estranyes e encara los privats flestomaven e malahien los dits cònsols. E totase aquestes cosese e altres se perdien per falta de dinés e la cosa póblicha petia e vania a menys. Dients-los, encara més, los dits cònsols que·l tinguessen per escusat e que si algun sinistre se’n seguia, que no·s comptàs a ells com ells no podien àls fer ni eren tenguts de pegar-ho de ço del seu propri. E lo dit Consell, closes les orelles, no y curà fer altre provisió. On com, per la dita rahó, la cosa pública de la Ciutat sia venguda e vinga a meyns e contínuament se pijor, e molts qui no saben la veritat donen culpa e flestomen, vituperen e difamen los dits cònsols /qui no han culpa/ e encara dir injustícias tals que al present no·s deuen recitar,e car cascuna cosa deu vanir en son temps, cars e loch. E sia escrit que cruel és aquell qui meynspree sa fama. Per ço, los dits /Ponç Guerau/ cònsol, qui, principalment per aquesta rahó, vos han fets justar per escusació sua a dar major càrrech // [f. 1v] a vosaltres, ab la present escriptura, requer, com mils pot, vosaltres, dit honorable Consell, a tots generalment e a cascú per si, que, ans que de la Sala del Conssell hiscats, provehiscats per manera que·ls dits cònsols hajen diners ab què puyen dar recapta a les necessitats sobre dites. Encara més, los dits cònsols, com jassia diligentment ho haje encercat, no troben qui plech los dos diners qui, per ordinació de la dita Ciutat, se han a pagar cascun dicmenge per cascú cap d’alberch, los quals són ordonats, ensemps ab altre taylla, per descarregar la dita Ciutat, requerin com mils poden a vosaltres, honorables senyors, que elegiscats persones ydònees a plegar los dits dos diners, axí del temps passat con de l’esdevenidor, car los dits cònsols, segons dit és, no troben qui u vulla plegar. E més avant, vos raqueren, com mils poden, que ordonets e fessats que·ls honrats en Gabriel Pesqual, Francesch Anthoni e Pere Forner exequesquen ço que·ls és comenat per los XII qui ordonaren la taylla, ço és, que facen avaluar los ciutedans e hòmens de paratge e hòmens de les Faldes e los terratinents en lo terme de la dita
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Ciutat e perssones aclesiàstichas e altres qui no an avaluat, car no ho volen fer, jassia ne·s sien estats requests ab carta póblicha, dients que no ho han a fer, ho hi diputets altres qui ho fassen ab acabament, per manera que la dita Ciutat se puxa descarregar, axí con és ordonat. En altre manera, si per triga o falta de les coses sobre dites o alguna d’elles se seguyx dan, perill o diminució de la dita Ciutat e de la cosa pública d’aquella, o si esdevé algun sinistre, lo dit cònsol /Pons Guerau/,e demostran se innocència ab deguda honor, proteste contra vosaltres, en general e en especial, que·s compte a vosaltres e a vostres béns e a cascú de vós e no pas al dit cònsol ni a sos béns, con ell nof puxeg ni sieg tenguth fer àls. Requirents-vos, notari, que d’açò feçats ha elli Ia carta e moltes espressats en la dita carta los noms de cascun singular qui assí sie present, per haver mamòria en esdevenidor. Testes Jacobus Ferrarii, Jacobus Bach. a Sigue un fragmento de texto tachado (ilegible).- b XX, tachado.- c mayg, tachado.- d Sigue ren, tachado.- e Sigue un fragmento de texto tachado (ilegible).- f Sigue puxen, tachado.- g Sigue una n, tachada.- h Sigue una s, tachada.- i Sigue un fragmento de texto tachado (ilegible).
Apéndice 9 El miedo a las represalias de los acreedores
1428, abril, 22. Tarragona. Determinación conciliar mediante la cual se pone de manifiesto la necesidad de lograr la reducción del interés de los censales y las consecuencias que se teme que ello pueda acarrear. Ante las posibles represalias, se promete defender a los cónsules y sus bienes, así como el honor de la ciudad. AHCT, FM, AM, n.º 44: 1428-1429, ff. 4v-6r. [f. 4v] Indempnitat dels cònsols si no paguen los creedors qui no volran reduir.a
[f. 5r] Si les reduccions dels censals que la Ciutat fa a diverses persones, axí dins com fora la Ciutat, no·s fan a rahó de XXXM per mil, segons és stat ben vist e digestament del·liberat, la dita Ciutat no és sufficient ni bastant a sostenir-se ni pagar los annuals a què és obligada, e ja menys les quantitats moltes que d’alguns anys ençà roçègua de molts deutes als quals les clavaries passades no han pogut bastar. E les dites reduccions, ab treball, consell, favor e ajuda del molt reverent senyor Archabisbe, qui en açò, per sa gran benignitat, ha molt gran voler, se sien començades fer, axí per los creedors de Barchinona ab cert contracte, lo qual encara no és fermat per la Ciutat. Jatsia sia concordat ab los dits creedors qui han grans quantitats sobre la dita Ciutat, com per altres habitants dins e fora la Ciutat; e tots los creedors sien en açò stats amprats e requests; e alguns, axí stranys com privats, no considerants la impotència e necessitat de la dita Ciutat a ells manifestada e massa notòria, se reten diffícils a fer les dites reduccions och e les recusen fer, cominants que per les pensions a ells degudes e per avant devedores impetraran letres de vet contra los cònsols e ciutadans de la Ciutat, faran reclams, accusaran penes, requerran hostatges e faran fer exequcions aquelles que poran. E sia molt necessari en açò sia provehit, com los dits cònsols temen de açò ésser molt inquietats, e vullen, demanen e requiren que lo dit honorable Consell hi proveescha e·ls don forma, regla e manera com s’i hauran e se’n regiran; lo honorable Consell, proposades aquestes coses per los dits honrats cònsols largament, segons que·s són continuades fins en lo present dia, axí per lurs predecessors en l’offici e altres a ells adjuncts, com per ells mateys, considerant que les dites reduccions són axí necessàries que aquelles cessants la cosa pública de la
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Ciutat fàcilment e sens dubte vendrà a total destrucció e la Ciutat a despoblació; loant e approvant los Consells sobre açò ja tenguts e tots actes que per los cònsols passats e presents e adjuncts a ells se sien fets e seguits fins en lo present dia, ha del·liberat, provehit e determenat que los dits honrats cònsols qui ara són, ajustats a ells los cònsols de l’any passat, qui han en açò grandment e loabla treballat, e aquells qui en altre Consell hi són stats elets, hoc encara los ciutadans qui han reduhït e tots aquells qui haver // [f. 5v] sobre açò volran e poran en son cas e loch per la dita gran e urgent necessitat de la dita Ciutat e cosa pública d’aquella, prosseguesquen ab gran esforç e solicitud lo fet de les dites reduccions fins a final conclusió. E noresmenys, los dits cònsols e clavari qualque sia, passat e esdevenidor, dilaten la pagua de totes annuals pensions de censals degudes e devedores a tots creedors qui reduhït no hagen o hauran o ab ells concordar sobre açò no·s volran e dilataran. E usen contra ells de totes provisions impetrades e impetradores del senyor Archabisbe e del senyor Rey si e quant a ells serà vist faedor [...]. E com no fos just ni rahonable que los dits cònsols ni altres qui en açò entrevendran, de açò haguessen particular dampnatge, lo dit honorable Consell per si e per tota la universitat e singulars de la Ciutat, determena, vol, convé e promet del·liberadament que los dits cònsols e tots los altres qui en açò entrevindran e d’aquests affers hauran dampnatge algú, servaran ells e lurs persones e béns indempnes; e si per cessació dels dits annuals deguts o devedors o altres rocechs o deutes de la Ciutat los dits cònsols o altres singulars seran vedats, la Ciutat los procurarà e haurà a ses despeses absolució. E si exequció los és feta en alguns béns lurs, axí dins com fora la Ciutat e en qualsevulla part, la Ciutat los reintegrarà e pagarà totes exequcions, despeses, interesses e dampnatges que per la dita rahó rebran e hauran en qualsevulla manera. Och encara, los deffendrà en juy e fora juy de totes injúries menaces que·ls sien dites ni fetes e de tots perills que·ls ne seguesquen o seguir pusquen per la dita rahó [...]. // [f. 6r] Declarat, emperò, que si per occasió de les dites coses serà en algun loch declarada marcha contra la Ciutat e ciutadans e habitadors d’aquella, tot hom de la dita Ciutat sia tengut esquivar sa persona e béns de contractar e contribuir en aquell loch o lochs hon serà declarada e publicada la dita marcha.14 Texto en el margen izquierdo.
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14 Para obtener una perspectiva amplia sobre los aspectos relacionados con la deuda municipal tarraconense, consúltese F. Cortiella, Una ciutat catalana, pp. 216-238. Un estudio reciente de conjunto para el ámbito catalán bajomedieval en M. Sánchez, La deuda pública.
Apéndice 10 Los preparativos para la entrada del rey: dudas, debates y soluciones 1413, noviembre, s/día. Tarragona. Memorial que los representantes municipales de Tarragona entregaron al síndico Pere Camprodon con un elenco de interrogantes para ser formuladas al arzobispo Sagarriga, quien se encontraba en Tortosa y había presenciado personalmente la entrada que la ciudad del Ebro ofreció a Fernando I de Antequera en su primera entrada. Tras cada duda y cuestión, se incorpora la respuesta que el representante del municipio anotó en los márgenes del propio documento. AHCT, FM, AM, n.º 28: 1412-1413, ff. 18r-19v.15 [f. 18r] Memorial del discret en Pere Campredon de ço que ha a fer a Tortosa per la Ciutat de Terragonaa
Primerament, que present la letra que porta al senyor Archabisbe, la qual és de creença, per virtut de la qual, aprés deguda recomendació e reverència dels cònsols e prohòmens de la Ciutat, li explicarà les coses següents, scilicet: Que ells han reguonegud los registres e libres de la Ciutat e han trobat que al Rey en Johan, com intrà en Terragona la primera veguada, no li fon feta festa deguna ni oferta donatiu de res, ans ell los demanà que li fessen alguna subvenció, que era posat en nececitat. E la Ciutat e lo Camp supplicaren-lo que·ls atorguàs lo sagramental e entre tots donaren-li ·D· florins. E lo senyor Rey, encara, confermà los privilegis a la Ciutat e al Camp en comú e encara a la Ciutat ad partem et hoc del Rey en Johan. Del Rey en Martí han trobat que, com ell intrà, ballaren e semblant com intrà la senyora Reyna, perhò no hi portaren palis ni cordons aquí ni altre. E estigueren ací ·V· o ·VI· jorns, car fon la Setamana Sancta e festes de Pasqua. E la Ciutat donà al senyor Rey ·CCC· florins e a la senyora Reyna ·CC· florins e anaren-se’n. Stan ara los cònsols e prohòmens en dubte què faran d’aquest senyor, com lo rebran, quina festa li faran, ni si li donaran e quant, alscuns dien que los sia feta festa de banderes, juglars e grans balls, sens pali e cordó, e donatiu, entre lo senyor 15 Varios autores hacen referencia al documento en cuestión, resaltando aspectos concretos y transcribiéndolo de un modo muy parcial: M. Raufast, «¿Un mismo ceremonial», pp. 121-122; E. Morera, Tarragona cristiana, vol. III, pp. 5-6; F. Cortiella, Una ciutat catalana, p. 24.
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
Rey, la senyora Reyna e lo primogènit, de ·D· florins; altres són d’altres oppinions, /car donant al primogènit defalquen del dò del senyor Rey e de la senyora Reyna e començen novitat inaudita en dar a primogènit,/ b perquè desijen molt haver consell sobre aquestes coses del dit senyor Archabisbe e que s’i pusquen haver en tal manera que ni desplàcien o sien ingrats al dit senyor, ni prejudiquen o facen novitats a la Ciutat, perquè lo suppliquen com a pare e senyor llur que·ls hi consell e endreç de son poder. E ells, per ço que lo senyor Rey no fos maravellat com no li fan ço que les altres Ciutats fan, han del·liberat d’anar-hi ·II· cònsols e ·IIII· ciutadans fins a Cambrils per fer-li reverència, denunciar-li com són de la Església e fan segons han acustumat e no més, e per demanar-li confirmació de privilegis.c // [f. 18v] Axí mateix, per llur endreç e benavenir e per la llur insuficiència que han en moltes coses e per les damunt dites e altres inexplicables nececitats, a les quals bonament no són bastants provehir axí com se mereix sens la presència del dit senyor Archabisbe, que·l suppliquen axí humilment com poden e li demanen en singular gràcia que sia sa mercè ell hic vulla ésser en aquesta jornada, car serà honor sua e gran benavenir de la Ciutat e cessaran tots scàndels, defalliments e inconvenients que en sa absència fàcilment se poran seguir. E de tot açò haurà clara resposta del dit senyor Archabisbe. /Lo dit senyor, per fer ço que deu e per consolar la Ciutat, jaquits tots affers, serà abans que·l senyor Rey en la dita Ciutat e consellerà e ordonerà moltes coses segons se pertenyerà/. Ítem, se certificarà ab lo dit senyor de la partença del senyor Rey, en forma que los cònsols la sàpien ab temps e que, sabuda aquella, la notifich ab letra si ell no pot tantost tornar als cònsols ab la resposta del dit senyor Archabisbe e certificació si ell hi vendrà o no. /Tothom creu que partirà dissapte o diluns al pus luny/. Ítem, se certificarà quanta companya vé ab lo senyor Rey. /De ·CCCCL· en ·D· cavalcadors/. Ítem, si saber pot, quant ha en cor d’aturar en Terragona. /·VII· jorn o menys/. Ítem, sabrà quina festa ha feta Tortosa. /Lo senyor los ho declarerà/. Ítem, fins hon li són exits los procuradors e ciutadans a cavall. /Mige leuga/. Ítem, com foren a l’encontre del senyor Rey? Quina reverència feren al senyor Rey, a la senyora Reyna ni al primogènit? Ni si·ls digueren alguna cosa. /A cavall se acostaren un aprés altre a cascun d’ells e, feta reverència, besaren-los les mans e digueren-los paraules de les quals seran per lo senyor informats/. Ítem, si descavalcaren ni cavalcant ni a peu s’i acostaren e què feren ni què digueren. /Jam est supra responsum capitulo proximo/. Item, feta la reverència, s’i romangueren o se n’anaren? /Devant se deuen metre anant a cavall/. Item, si romangueren, on se col·locaren en la cavalcada ni quant ni com descavalcaren? /Devant entre los altres a la mescla/. // [f. 19r] Ítem, si se’n tornaren, on descavalcaren e com ni fins on isqueren a rebre los dits senyors? /Lla on lo Rey descavelquerà cascuna vegada/. Item, com lo reberen? /Ja és dit/. Ítem, si li feren cercar la Ciutat o via dreta anà a la Seu o a sa posada. /Iran per los carrés de n’Olzinelles e per lo carrer Major/.
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Ítem, si hi haurà dançes ni de quina gent e on anaven les dançes e juglars. Ítem, si hi haurà sonadors de struments. /Molts juglars e de tota manera e grans dançes de menestrals e mariners e d’ortonals, senyeres, banderes e empeliar e enremar les dites carreres sens pali ni cordó/. Ítem, si los procuradors demanaren al senyor Rey confirmació de privilegis ni quant ni a on. /Ja n’és informat de paraula en Campredon/. Ítem si los conformà los dits privilegis e on, com ni quant. /Idem/. Ítem, si los han fet donatiu, ni com, ni quant. /No li han feyt donatiu que no és acostumat tro açí/. Ítem, si en lo donatiu li han res demanat. /No és fet susara/. Ítem, si li han haüdes a dar moltes poades. /Tantes com n’an haüdes mester als officials e curials del senyor Rey, de la senyora Reyna e del primogènit, però cascun dels damunt dits han posades que·ls ho manifestaran ab temps/. Ítem, si les paguen. /Les posades paguen en aquesta manera que·y són dipputades certes persones a raquesta dels regidors de la Ciutat/. Ítem, quantes onzes ha en la doblera. /En la doblera ha de pasta ·XII· onçes e com és cuyt torna en ·X· onçes/. Ítem, què·s ven lo quarter del vi. /Lo quarter del vi se ven al mes for ·III· sous ·VI· diners e altre ·III· sous e altre ·II· sous ·VI· diners segons que és/. Ítem, com s’i ven ordi e com avena e com palla. /Ordi ·X· diners mescla e avena a ·VIIII· diners/. Ítem, capons, gallines, perdius, ni conills. /Capons ·X· sous, ·VIIII· sous, ·VIII· sous, galines ·V· sous, ·VI· diners e ·V· sous, perdius hi són taxades a ·II· sous ·IIII· diners lo parell, conills a ·X· diners la peça/. Ítem, quina guayta s’i fa? /Los officials fan guayta ab gran diligència de nit e de dia e signanter per rahó dels castellans qui·s provoquen lleugerament a bregues e a rapines/. Ítem, si tot hom hi porta armes. /Per crida general feta per la Ciutat és inhibit/. Ítem, pus la Ciutat no dóna pali ni fa vestedures, si los cònsols ab certs ciutadans deuen descavalcar com lo Rey serà per la Ciutat ni, si cas és que descavalquen, en quin loc deuen anar ne quants e si és impròpria cosa descavalcar, pus no hi ha pal·li. /Ja és dit dessús/. // [f. 19v] Ítem, en cas que lo senyor Rey sia partid e lo senyor Archabisbe no vingua ab ell encara vaja al senyor Archabisbe e parle ab ell e torn invaçosament nit e dia caminant que hic sia ans que lo senyor Rey. Ítem, en cas que lo senyor Rey no vulla atorgar la confirmació de privilegis què faran ni com se hauran los cònsols /Lo senyor qui hi serà hi darà consell/.d a En el margen izquierdo: Per entrada del Rey.- b Texto añadido en el margen izquierdo del texto.- c per fer-li reverència, denunciar-li com són de la Església e fan segons han acustumat e no més, subrayado.- d Sello del consulado.
Apéndice 11 Ordenanzas para organizar la entrada del arzobispo Dalmau de Mur 1419, s/fecha. Tarragona. Ordenaciones promulgadas por el Consejo municipal destinadas a preparar la ceremonia del primer ingreso en la ciudad del nuevo prelado, con instrucciones para las personas y oficios implicados en la celebración. AHCT, FM, AM, n.º 47: 1431-1432, docs. sueltos, n.º 25 y 27. [doc. 25, f. 1r] De la festa faedora lo jorn de la novella entrada del senyor en D[...], Archabisbe de Terragona.a
Primo juglars ___ IIII par[elles] E que sia donat càrrech a·n Gassió Arnau de provehir-hi que·ls haja hom. Ítem, sien amprats tants hòmens com haver-se poran per exir armats, ben arreats, tants ballestés com scudats, e açò és comanat al senyor en Berthomeu Vallmol e a·n [...], los quals són ampradors e regidors de la dita gent. Ítem, sien amprats tants hòmens ben encavalcats e ben arreats com haver se puguen, los quals hisquen e acompanyen los honrats cònsols per exir a camí al senyor Archabisbe, e d’aquests són ampradors en /Pere Gilabert/b e en Pere Albanell, segons ja són scrits. Ítem, sien amprats aquells qui són elets a destrar lo cavall o mula del senyor e tenir la veta com entrarà lo senyor.c De què hagen càrrech d’amprar e ordonar-los segons són scrits, a dextris e a sinistris, lo senyor en Pere Ferrater e en Johan de Torres. Ítem, que la bandera de la Ciutat, acompanyada de totes les altres banderes, isquen fins a la creu de la devallada de Sent Anthoni. E qued /bandera de la Ciutat/ la port ·I· bon hom al bon cavall ben armat. E és-hi elet lo senyer en Felip Salmònia, lo qual ho ha acceptat. Ítem, que sien ordonades grans dançes e balls de sartres, çabaters, ortolans, pescadors e altres officis e gents de la Ciutat. E d’açò han càrrech d’amprar los honrats cònsols. Ítem, sien aparellades la confirmació dels privilegis feta per lo senyor en Pere Çagarriga e la bulla de la avinença del vi, de la qual cosa pren càrrech en Pere Cam-
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predon, en forma que, dins lo monastir de sent Anthoni, lo dit senyor ferm la confirmació, segons és acostumat. // [f. 1v] Ítem, que sia feta provisió dee murta e de jonch, e que sia bé enjonchat e enramat del monastir de Sent Anthoni, entrant al portal de Sent Anthoni, e passant per lo carrer d’en Granada, per la juheria, per lo castell del Rey, per lo carrer dels Pintors, per lo carrer Major, per la plaça de les Colls, per les grases de la Quartera, davant lo pati de la Seu, e fins al portal del castell del senyor Archabisbe. E d’açò ha càrrech en March Cases. Ítem, que tots los dits carrers sien ben desats, denejats e empaliats, sots bona pena de què haja càrrech lo obrer de regonèxer-ho, e facen fer crida. Ítem, que ab veu de crida sia publicat, sots bona pena, que aquella jornada tot hom haja a fer festa, axí dins la Ciutat com fora la Ciutat, e hagen a posar dol e vestir e arrear-se de les millor vestedures que hagen, e que no gosen obrir obradors. E encara que tots aquells qui seran amprats de exir a camí al senyor Archabisbe, axí armats com cavalcant e ballant e en altra manera,f vinguen a la dita jornada com se farà la segona crida a la Sala de la Ciutat,g per acompanyar los honrats cònsols, sots pena. Ítem, que la dita jornada, los honrats cònsols, ab aquella millor gent que poran, pugen /aprés dinar/ per fer reverència al dit senyor. Ítem, semblantment hi pugen les dançes e balladors per mostrar major festa. // [doc. 27, f. 1r] A cavall Primo, los cònsols micer Guillem Majol en Berenguer Martí micer Andreu Terré mossèn Pere Folquer en Nicholau Martí en March Patau en Johan de Torres en Barthomeu Çabater n’Asbert Lorenç mestre Pere Miralles en Bernat Guillem Lorenç en Galceran Lorenç en Gabriel Pasqual en Johan Salmònia en Felip Salmòniah en Pere de Comabella en Francesch Cerdà en Guillem Cerdà en Barthomeu de Bas en Pere Albanell n’Eymerich Desprats en Pere Çabater
en Pere Campredon en Johan Vergili n’Anthoni Rocha en Johan Ferrandiç en Francesch dels Homs mossèn Anthoni de Ribes en Simon d’Almenara en Jachme Ferrer en Berenguer Simó en Berenguer Martí, síndich en Francesch Cerdà, del Corral en Berenguer Mestre en Pere Nadal en Berenguer Ponçoda en Bernat Quinçach en Ramon Verdú en Miquel Alegre en Pere Soler mestre Guillem Montserrat Bernat Martí Francesch Ferrer Berthomeu Cruelles //
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[f. 1v] Al cordó de la mula del senyor a dextris
a sinistris
micer Johan Maçó micer Andreu Terré micer Bernat Majol en Johan de Torres en Berthomeu Çabateri en Nicholau Martí en Johan Salmònia en March Potau
en Pere Ferrater en Pere Gilabert en Berenguer Martí en Berthomeu Çabater en Johan de Torresj mestre Pere Miralles en Francesch Cerdà en Felip Salmòniak en Pere de Comabella
Sien haüdes ·VI· alnes de veta reyal ab botons e flochs als caps, han càrrech en Pere Ferrater. a En el margen superior izquierdo Per entrada de senyor Archabisbe.- b Felip Salmònia, tachado y sustituido. mula, añadido en el margen e subrayado.- d Sigue si posible és, tachado.- e Sigue rama, tachado.- f Sigue sien prests, tachado.- g Sigue con, suprimido.- h en Felip Salmònia, tachado.- i en Berthomeu Çabater, tachado.- j en Johan de Torres, tachado.- k en Felip Salmònia, tachado. c
Apéndice 12 Los gastos de la entrada del cardenal Domènec Ram 1435, agosto, 5. Tarragona. Desglose y suma total de los gastos, registrados por el «clavari», en los que la ciudad de Tarragona incurrió para festejar la solemne recepción del cardenal Domènec Ram como su nuevo señor. AHCT, FM, AM, n.º 51: 1435-1436, clavaria, f. 30r-v.
[f. 30r] Les messions que foren fetes per lo senyor Cardinall, administrador de la Sancta Seu de Terragona, com ell intrà, e foren fetes en volentat dels honrats de cònsols, e foren fetes divenres, a XXVIIII de julioll, en l’any M CCCC XXXV. /E entrà en Terragona lo disabte matí, ans de dinar, a XXX d’agost./ Primo, doní e·n Pere Castell, per agranar la plasa de la Seu
I ss. III
Ítem, doní e·n Guillem Mertí, per legir la crida de la intrade del senyor
I ss. VI
Ítem, doní e·n Berthomeu Codina, perayre, per anar a la Torra d’en Barra per mossèn Menxior, que li prestàs lo drap de ras per la Casa de la Ciutat
IIII ss.
Ítem, doní e·n Johan de Calatayhú, per dur letres mosèn Johan de Setcastells per saber quant intraria lo dit senyor Ítem, doní e·n Masià Marí e Francesch Garriga, per portar ·XII· somades de rama per ramar los carrés Ítem, doní als dits qui enramaven, qui eren que·us doni a beure, pa ·II· ss e vin blanch ·II· ss VI, e vin vermell ·I· ss VIII, fruyte e companage ·I· ss VI Ítem, doní e·n Johan de micer Pere Çabater per fer mesió com los senyor de misagers anaren a Valls al senyor a, ço és, entre pa, vi, carn, molons, sivade, ·XVIII· bísites e palla, entre tot //
X ss. XX ss.
VII ss. VIII XVIII ss. VII
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[f. 30v] Ítem, doní per loguer de bísities, entre l’anade de Valls e la jornade que senyor entrà, qui són set bísties e és entre tot
XXIII ss.
Ítem, doní per ·I· ll de canelles de sèu per los qui enramaven
ss. VI
Ítem, doní e·n Pere de Pallàs per lo cordó que serví al cavall del senyora
XXVII ss. VI XXII ss.
Ítem, doní als ministrés que sonaren en la dita festa
LV ss.
Ítem, doní e·n Bover de La Selva e sos companyons per tropar en la dita festa
XX ss.
Ítem, doní e·n Pere Cano e sos companyons, de ·II· dies, a raó de XX ss
XL ss.
Ítem, doní e·n Tarrés del Callar e a sos companyons
XX ss.
Ítem, doní e·n Sagio, trompador, e a sos companyons, de dos jorns que trompà
XL ss.
Ítem, doní e·n Cortey Çabater per reperar lo gegant que anà per la dita festa
Suma de tota la festa ____ ·XV· ll ·XI· ss. Cordó a entrada d’Archabisbe, añadido posteriormente en el margen izquierdo, aproximadamente a esta misma
a
altura.
Apéndice 13 El relato de la entrada de Pere d’Urrea en Tarragona 1446, mayo, 19. Tarragona. Exposición de los preparativos, festejos y ceremonias que se llevaron a cabo en Tarragona con motivo de la primera entrada del arzobispo Pere d’Urrea en la capital metropolitana. Se indica el itinerario que siguió la comitiva. AHCT, FM, AM, n.º 61: 1445-1446, docs. sueltos, n.º 3.
[f. 1v] Digous, que·s comptava a XVIIII del dit mes de mayg, any damunt dit, ans de dinar, lo dit senyor Archabisbe, qui havia aturat dos dies a Tamarit, vinent de Barchinona, a pregàries dels honorables cònsols, per ço que mils se poguessen ésser preparats, féu sa novella entrada en la Ciutat. E isqueren-li a camí los honrats mossèn Andreu de Vallfogona, en Pere Buffagranyes e en Johan Pujol, cònsols, ab los honrats en Berenguer de Plegamans e en Johan de Lobets, donzells, veguers, e ab qualsque ·XXXX· cavalcadors e ab molts hòmens armats, ballestés e lancers. E les banderes, axí la de la Ciutat, la qual portava n’Arnau Lorenç, armat en blanch sobre ·I· cavall ab ·I· bell capellet, e les altres dels officis isqueren fins a la creu de Sent Anthoni. E los dits honorables veguers e cònsols, ab tota la gent de cavall e de peu armada isqueren fins a les Coves dels Mulnars, hon ja trobaren lo dit senyor Archabisbe ab sa gent de cavall que·ls sperava per ço com se fonch cuytat ·I· poch. E aquí, al cap de terme, endret les creus de les coves, reberen lo dit senyor Archabisbe en aquesta manera, car primerament li passaren davant los dits hòmens armats de peu, que anaven primers, ben ordonats, faent-li reverència e voltant davant ell. E aprés, los dits honorables vaguers e cònsols /e altres a cavall/, aturant-se a ell e besant-li la mà, passaren tots, metent-se en via vers la Ciutat per l’Areny major, ab dues trompetes ea /hun ministrer de Seròs/, que hic havien fets venir, qui fahien fort bell so. E axí vengueren fins a la dita creu de sent Anthoni. Emperò [...] isqueren los pescadors ab gran dança, vestits com a apòstols, e [...] com a dones ·I· gran ball. E aprés, los ortolans, ab capells de palma, ben arreats [...] gran dança. E com foren a la dita creu de Sent Anthoni totes les banderes [...] primeres ab los balls e ab la gent de peu armada, e aprés la de cavall. E la bandera de la Ciutat a cavall ab lo dit ministrer e trompetes veniren aquí davant lo senyor Archabisbe fins al monastir de Sent Anthoni. E aquí descavalcà lo dit senyor e tots los altres /cavalcadors/. E entrà-se’n /lo dit
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senyor/ ab los dits cònsols dins lo dit monastir de Sent Anthoni. E davant l’altar, feta oració, fonch-li aquí aparellada una cadira hon se asegué. E, a supplicació dels ditsb honorables cònsols, lo dit senyor [loà], approvà, /ratificà/, confirmà e jurà los privilegis, usos e costums scrits e no scrits de la Ciutat, etc., segons en la carta que pres en Francesch Comes, notari, se conté. E aprés, tornà lo dit senyor tot sol a cavalcarc son cavall, e los dits honorables cònsols, ab ·XIII· ciutadans, e axí foren ·XVI·, posaren la veta al banch del fre del cavall. E ·VIII· deçà e ·VIII· dellà, ben ordonats, meteren-se en la veta e no·y cavalcava altre sinó lo dit senyord [...] avant, e lo dit Arnau Lorenç, qui portava la bandera a cavall. E axí, entraren per lo portal de Sent Anthoni. Stà, emperò, en veritat, quee fins a la dita creu de Sent Anthoni li isqueren alguns balls entremeses, ço és, los corders, ab lesf [...] e los fusters ab unes ximeres ben arreats, e altre ball de dos draps, ·I· vermell, altre groch, que eren molta gent; e altre ball de banchals de fadrins pochs abf mitres de bisbes de paper, ballant davant lo dit senyor. E aprés, fora lo dit portal,g fins al dit monastir de Sent Anthoni, isqueren ab ·I· altre entremès molt bell de negres que ballaven ab uns grans tabals, que era del pus bell que hi fos, que anaven ab caresh ennegrides e ab dens blanques faytices que·ls fahia fort bell veure. E axí entraren, passant per lo carrer d’en Granada e per la Juheria, per lo castell del Rey, per lo carrer dels Pintors e per lo cantó del Pes, per lo carrer Major. E lo dit senyor descavalcà al sòl de les grases, hon li davallà la processó de la Seu, e li hagueren aparellat ·I· drap d’[au]r e adorà la creu. E axí, mès-se en la processó e pujà a la Seu, e tot dret a l’altar major, e aquí féu oració [...].16 a Sigue un fragmento borrado (de difícil lectura).- b Aproximadamente a esta altura, añadido en el margen izquierdo, jurament.- c tot sol a cavalcar, subrayado.- d no·y cavalcava altre sinó lo dit senyor, subrayado.- e Sigue a Sent Anthoni li isqueren alguns entrò, tachado.- f Sigue una palabra suprimida (ilegible).- g Sigue de Sent, tachado.- h Sigue negres, tachado.
16 El principal interés del presente documento radica en el detalle con que los hechos son expuestos. Desgraciadamente, el relato, debido al mal estado del soporte, queda incompleto.
Apéndice 14 En busca de la paz social 1421 o 1422 (s/fecha). Tarragona. Pregón de las ordenaciones destinadas a evitar desórdenes, escándalos y lucha entre bandos. Se prohíbe, entre otras cosas, el uso de armas ilegales, dar lugar a bregas, formar parte de bandosidades en caso de querer ser aceptado como nuevo ciudadano, no atender las advertencias de somatén, acoger a sospechosos en hostales y domicilios privados, escalar las murallas... AHCT, FM, AM, n.º 37: 1421-1422, docs. sueltos, n.º 9.17 [f. 1r] Jhs.
En nom de Déu. Ara hoiats que us fa saber la Senyoria han ordonat los honrats cònsols e prohòmens de la Ciutat de Terragona, ab voluntat de la dita Senyoria, per tenir la dita Ciutat en pau e tranquil·litat, com a cascun president se pertanga tenir sa província pacífica e quieta, les ordinacions següents. Les quals ordinacions, perquè comprenguen tota condició de persones, la dita Senyoria publica encara a requesta de mossèn lo lochtinent de official e vicari en quant toquen penes civils per sos sotsmeses: Primerament, han ordonat los honrats cònsols e prohòmens de la Ciutat, per bé e utilitat de la cosa pública e per relevar scàndels, bregues e sedicions que, per portar armes, se seguexen tots jorns, que no sia legut o permès a algun hom stranger, de qualque condició o stament sia, portar armes prohibides o vedades, de nit o de dia, dins la Ciutat de Terragona. E qui contra farà haja perdudes aquelles e sien guanyades e atquisides a aquella Senyoria a la qual se pertanyeran sens sperança de cobrar aquelles. Encara més, han ordonat, seguints e investigants les bones e loables costums antigues de la dita Ciutat, que tot ciutadà o habitador de la Ciutat que, al present, sia en bandositat o si sperarà ésser, en esdevenidor, ab altre ciutadà o habitador de la 17 En un sentido muy parecido, pocos meses más tarde, se solicitaron nuevas medidas al arzobispo «útils e necessàries a la cosa pública e bon stat de la dita Ciutat»: AHCT, FM, AM, n.º 38: 1422-1423, docs. sueltos, n.º 1.
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dita Ciutat, haja e sia tengut tota hora que raquest serà per la Senyoria o per los dits cònsols fer e fermar pau a ordinació e disposició dels dits cònsols. E aquell o aquells qui fer no la volran, o desobedients seran a fer la dita pau, sien preses o arrestats tant e tan longament fins sien obedients a fer la dita pau, segons damunt és dit. Ítem més, han ordonat que si algun stranger o no fahent contínua // [f. 1v] habitació en la dita Ciutat qui a present sia en bandositat o serà en esdevenidor ab algú o alguns ciutadans o habitadors de la dita Ciutat e volrà star o habitar dins aquella que, de present, haja a fer pau ab sos contraris, a voluntat e ordinació de la Senyoria e dels honrats cònsols. E si açò fer no volrà, tal hom stranger o no fahent contínua habitació en la Ciutat sia pres o arrestat en persona o persones e stiga tant pres o arrestat fins que la dita pau haja feta o fermada o sia expel·lit e foragitat de la dita Ciutat, elecció de açò servada a la dita Senyoria e als honrats cònsols. Declarat, emperò, que si l’estranger havia injuriat o aminvat lo ciutadà, que·l dit ciutadà no puga ésser forçat de fer la dita pau ab lo dit stranger. Ítem, que no sia algun hom, de qualque condició o stament sia, qui gòs moure brega dins la Ciutat ni fer moure. E qui lo contrari farà, que sia penjat pel coll de guisa que muyra. Ítem més, han ordenat que tothom de la Ciutat stigua aparellat ab ses armes en lurs portes o entrades. E los menestrals tinguen a les lurs portes ganxos. E tantost que senten brega o so de viafós, atenten llà hon la brega o so serà, e los malfaytors per tot lur poder aturen e prenguen, ara hi sia la dita Senyoria o no, e aquells preses e aturats, meten en mans e poder de la Cort, sots pena de cinquanta sous, per cascú e per cada vegada. Encara més, han ordonat que tothom strany e privat qui haja fer faena deffora haja anar ab ses armes, ço és, lo qui ha ballesta, ab ballesta, e los altres, ab les armes que han. E si senten so de viafors, que hi accórreguen, perseguint los malfaytors o fogints a la Cort e aturant aquells per tot lur poder. E presos, los meten en mans de la Senyoria sots pena de cinquanta sous per cascú e per cada vegada. Ítem més, han ordonat que si algú veurà o sabrà dins la // [f. 2r] Ciutat o terme de Terragona ajust d’alguna gent de cavall o de peu, que, de continent, totes faenes a part posades, ho hagen a denunciar a la Senyoria sots pena de ·CC· sous per cascú e per cada vegada. Encara més, han ordenat, per tolre tota occasió de mal, que algun hostaler o altre persona de la Ciutat no gòs acollir ni receptar en sa casa alguns hòmens strangers o privats de dia o de nit que venguen ab armes o ab tal àbit que sia presumidor que per dampnificar algú hic entren o s’avisten, ans ho hajen tantost venir a denunciar a la dita Senyoria sots pena, en cascú cars, de cors e d’aver. Ítem, que no sia algú qui affronte ab los murs de la Ciutat qui, de nit o de dia, gòs recollir armes ni persones per finestres ni per mostres, ni gòs dar loch que algú o alguns munten o pugen per los murs de la Ciutat, ni algú non gòs pujar ni muntar per los lochs damunt dits sots pena de cos e d’aver. Les quals penes pecuniàries, si comeses seran, sia la tercera part a la Senyoria o Cort exequint; l’altra tercera part, a la obra del mur; e l’altra tercera part, a l’acusador comeses. E qui pagar no les porà o no les volrà stiga, per cascun sou, ·I· jorn pres en la Casa Blancha o en altra presó de la Senyoria de la qual serà.
Apéndice 15 El estallido de una coyuntura especialmente conflictiva
1375, octubre, 20. Tarragona. Acta notarial de la presentación de una carta de Pedro el Ceremonioso dirigida al veguer arzobispal, Berenguer Requesens de Montoliu, representante, a su vez, de su coveguer, Pere d’Avinyó, para que hagan regir y administrar a los nuevos cónsules a pesar de que este último no les quisiera admitir por estar excomulgados. En dicho documento, el monarca se refiere a otra carta emitida pocos días antes, en la que aludía a los conflictos surgidos a raíz de las elecciones para la renovación de los cónsules el domingo antes de san Juan.18 AHT, FM, perg. 78.19
Noverint universi quod a die sabbati, hora vesperorum, vicesima die octobris, anno a Nativitate Domini Millesimo Trecentesimo Septuagesimo quinto, in presentia mei, Nicholau Albanelli, notarii publici Terracone, pro domino Geraldo de Palaciolo, licen/ciato in legibus, eiusdem civitatis notario publico et venerabilium Salvatoris de Torrentibus, Berengarii Patau, jurisperitorum, ac Bernardi Marqueti, civis Barchinone, testium ad hec specialiter vocatorum et rogatorum constituti personaliter venerabiles Johannes Çabaterii, Franciscus / Fogueti et Guillermus Solzina, consules civitatis Terracone, ac Raymundus Virgilii, sindicus, actor et procurator universitatis eiusdem civitatis, ante presentiam honorabilis Berengarii Requesen de Monteolivo, militis, vicarii Terracone et Campi et locum/tenentem venerabilis Petri de Avinione, militis, alterius convicarii, absentis, exhibuerunt et presentarunt et per me dictum notarium publice legi petierunt et requisiverunt eidem domino vicario et locumtenenti quandam litteram papiream patentem illustrissimi domini / Regis Aragonum eiusque sigillo secreto in dorso ut prima facie videbatur sigillatam tenoris seguentis: Petrus, Dei gratia Rex Aragonum, [...]. Fidelibus nostris vicariis Terracone / et Campi vel eorum locatenentibus, salutem et gratiam. Liçet vobis scripserimus 18 Nos encontramos ante un testimonio más que pone de manifiesto el creciente malestar en la ciudad de Tarragona a raíz del conflicto jurisdiccional mantenido por sus coseñores. 19 En el mismo archivo se encuentra otro ejemplar de la misma acta notarial —aunque su estado es considerablemente peor— bajo la signatura AHCT, FM, perg. 152.
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estructura y dinámicas de poder en el señorío de tarragona
per aliam litteram sub hac forma: Petrus, Dei gratia Rex Aragonum, etc. Fidelibus nostris vicariis Terraconem et Campi vel eorum locatenentibus, salutem et gratiam. Ad aures nostras noviter / est deductum quod liçet annuatim die domenica ante festum beati Johannis mensis Junii, ex ordinacionis, usu et observantia civitatis Terracone mutentur et mutari habeant consules per generale consilium civitatis predicte. Et consules nunc regentes / officium consulatus eiusdem civitatis finiverint tempus eorum regiminis in proxima preterita die domenica ante festum beati Johannis proximi preteriti. Tamen contra dictas ordinationem, usum et observantiam dicti consules dictum adhuc regunt officium propter dis/cordiam duarum electionum que facte fuerunt de diversis hominibus civitatis predicte in dicte civitatis et habitantium in eadem dampnum et prejuditium manifestum. Nosque volentes indempnitati jamdicte civitatis ut convenit providere, vobis dicimus et mandamus / de certa sciencia et expresse quatenus visis presentibus generale consilium dicte civitatis faciatis ut moris est convocari et congregari eidem consilio impingendo sub penis eidem vestro arbitro imponendis ut novos inibi concorditer eligant consules idoneos / et sufficientes qui sciant, velint et valeant officium predictum ad utilitatem rei publice et habitatorum omnium dicte civitatis fideliter exercere et hoc nullatenus differatis si iram et indignationem nostram cupitis evitare. Scientes quod si ex mora, culpa vel / negligentia vestra propter hoc rei publice dicte civitatis dampnum aliquod evenerit seu scandalum imputabitur merito culpe vestre. Datum Barchinone, sub nostro sigillo secreto, decima die octobris, anno a Nativitate Domini Millesimo CCCo LXXo quinto. Rex Petrus. Tamen / quia ex post scrivimus dictam litteram privilegis et bono statui dicte civitatis non modicum derogare presertim cum jam die domenica ante festum Sancti Johannis proxime lapsi mensis junii, fuerint electi consules in concordia juxta morem solitum et antiquum. / Quos vicarius Archiepiscopi Terracone admittere denegavit pretendendo ipsos excommunicatos fore et per consequens alia electio consulum fieri non debeat cum vergeret in privilegiorum ipsius civitatis non modicam lesionem. Idcirco revocata preinserta littera et contentis / in ea, vobis dicimus et mandamus sub ire et indignacionis nostre incursu ac etiam sub pena mille morabatinorum auri nostri errario (sic) aplicandorum quatenus vigore ipsius in aliquo erga electionem aliorum consulum fiendam minime procedatis. Quinimmo si in / aliquo processeritis illud ad statum /primevum/ reducendo consules jam electos ad utendum dicto consulatus officio compellatis exceptione excommunicationis per dictum vicarium contra eos opposita non obstante ubi vero dictus vicarius maliciose eorum nollet ut est moris re/cipere juramentum ob hoc non scetis quin res dicto uti officio faciatis. Cum nos sit pro bono statu rei publice dicte civitatis et pro conservatione privilegiorum eiusdem de certa scientia et ex justitie debito fieri providerimus et velimus. Datum Barchinone, / sub nostro sigillo secreto, decimanona die octobris, anno a Nativitate Domini Millesimo CCCo LXXo quinto. Rex Petrus. Quia littera lecta et presentata dictus venerabilis vicarius et locumtenens petiit dictam litteram sibi tradi in sui forma protestans quod non currat sibi tempus / ad impundendum donech dictam litteram in sui forma humiliter. Et dicti venerabiles consules dixerunt eidem domino vicario quod dictam litteram volebant presentare domino Petro de Avinione, militi, alteri convicario et sit quod sufficiebat sibi habere copiam de eadem / que copia jamdicte littere fuit dicto venerabile vicario eadem die quasi
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incontinenti per me dictum notarium tradita presentibus testibus supradictis. Post haec die martis hora vesperorum vicesima tertia die octobris anno predicto, dictus venerabilis vicarius et locumtenens tradidit / mihi dicto notario presentibus testibus Bernardo Lambart et Antonio Gilii civitatis Terracone quandam papiri cedulam scriptam et quandam litteram papiream patentem in dorso sigillatam quarum tenor sequitur in hunc modum: Et idem Berengarius Requesens / de Monteolivo, vicarius Terracone et Campi et locumtenens venerabilis Petri de Avinione, militis, alterius convicarii absentis, recepta predicti serenissimi domini Regis littera cum ea maiori reverentia qua potuit respondet predicte littere regie preinserte quod non modum tam / ipse quod alii qui in et super contentis in dicta littera regia notitiam habuerint in preteritum admitantur quod dictus serenissimus dominus Rex taliter scripserit dictis vicariis.
Apéndice 16 Las amenazas de una reina
1394, mayo, 31. València. Carta de la reina Violante de Bar al arzobispo Ènnec de Vallterra acusándole de haber usurpado regalías y derechos del monarca y de haber obrado indebidamente al invadir su jurisdicción, exigiéndole, en tono amenazante, que pusiera fin a los agravios cometidos y que todo volviera a su debido estado, si no quería desatar la ira de «su Príncipe y Señor». ACA, C, PF, leg. 114, exp. 12, ff. 4v-6r.
[f. 4v] Yolant, per la gràcia de Déu, Reyna d’Aragó, de València, de Mallorques, de Sardenya e de Còrsega e Comtessa de Barchinona, de Rosselló e de Cerdanya. Al reverent pare en Crist, l’Archabisbe de Tarragona, salutem et dilectionis. Entès havem, desplasentment, en qual manera vós, mogut no degudament en gran menyspreu del senyor Rey, marit e senyor nostre molt car, e nostre, e deterioració no pocha de les regalies e drets del dit Senyor e nostres, havets intentats e a fi desordonada portats alscuns greuges, injúries e offenses en alscuns officials e altres persones del dit Senyor e nostres, exercin juredicció e altres coses fahen en la Ciutat e Camp de Tarragona, e singularment los següents: ço és que, algun temps ha, lo batle de Valls, remetent ·I· presoner qui havia delinquit dins la Ciutat de Tarragona als veguers de la juredicció comuna, vós trametés, hora captada, al camí per hon lo dit presoner devia venir, vostre nebot ab cinch hòmens a caval qui tolgueren al fiscal e saigs de la dita juredicció, los quals menaven lo dit presoner. Més avant, havets preses o fets pendre dins la mar, la qual sabets que és del dit Senyor, // [f. 5r] ne en aquella, ne encara en los camins públichs vós alguna juredicció havets, com sien solament del dit Senyor e no d’altre, tres hòmens e aquells fahés penjar. Hoc encara, que l’altre dia, de mentre n’Eymerich Sellent fahia les demandes per lo senyor Rey per rahó del matrimoni de la Comtessa de Foix, vós, per desviar la execució que·l veguer fahia per les dites demandes, manàs a tots los saigs los quals, segons dit és, són de la juredicció comuna d’aqueixa Ciutat que se n’anassen a Contestí, per tal que·l dit veguer no hagués ab qui pogués aquelles executar. Més avant, que aprés que fon feta ·I· crida per part del veguer reyal, la qual tocava regalies e drets del dit Senyor e nostres, vós manàs al vostre veguer que punís bé lo cridador, lo qual des-
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puix de fet se féu aquell cridador venir davant e si no que li tolgueren, li dava de la daga per matar-lo o nafrar legament dient-li encara en batallar: ‘vós farets crides per lo veguer reyal, yo us mataré’. E lo dit cridador, spaordit per açò, humiliàs a ell e féu seguretat de voler e manament del dit vostrea veguer que, d’ací avant, no faria crida alguna per lo dit veguer reyal, posat que crides se haguessen a fer per actes propris del senyor Rey e nostres si donchs son voler e assentiment no·y intervenia. E més, havets posades e fetes posar penes per certs actes als sotsmeses del dit Senyor e nostres dins Tarragona per vós tansolament e per vostre propri porter e manat encara a tots los saigs de Tarragona que no citen alscuns testimonis ne facen manaments alscuns per lo veguer reyal posat que sien fets qui toquen lo dit Senyor e Nós, si donchs lo dit vostre veguer // [f. 5v] no ho mana. E ço qui és intolerable e de greu correcció, avalotàs asprament, l’altre dia, en Ramon Celmet, fiscal, e en Pere de Biel, scrivà del dit Senyor, presentan a vós ·I· letra del senyor Rey menaçant-los e dient moltes paraules injurioses e no de poch càrrech. E últimament, per tal com lo veguer reyal près ·I· saig vostre, l’altre dia, en lo castell nostre d’aqueixa Ciutat, e per tal com lo dit saig era entrat en lo dit castell per presentar alscunes letres al dit veguer contra privilegis e franqueses del dit castell, tranquant les inmunitats e libertats d’aquell, prohibents l’entrada del dit saig e altres coses que·l dit saig fahia inconsultament procehís contra lo dit veguer e altres per la constitució de Tarragona. E més avant, fets moltes altres infinides coses no degudes e greus, toquants usurpació de les regalies e drets del dit Senyor e nostres en no poch menyspreu e dampnatge del dit Senyor e nostre e en gran elació vostra, de què som molt meravellada e no poch agreujada que vós hajats tan gosar que en detracció de vostre Príncep e Senyor e Senyora vós presumiscats semblants coses assejar. Perquè sentins-nos axí com devem d’açò, tant que més no poríem, vos pregam e manam expressament que de les dites coses desistats encontinent e totes aquelles que fetes hajats tornets tantost a estament primer. En altra manera, sie·us ben cert que Nós provehirem ab lo senyor Rey sobre açò en tal manera que vós veurets e sintrets per obra quant és greu cosa fer e temptar alscunes coses temeràries en detracció e quant les regalies e drets antiquats de son Príncep e Senyor. E, per tal cor lo dit Senyor e nós // [f. 6r] volem clarament ésser informats dels dits greuges e injúrias, havem provehit e trametem per açò ésser presa aquí deguda informació, per tal que si·s troben de les dites coses ésser veres, segons nos és estat dat entenent, vós ne reportets deguda correcció e paga. Dada en Valèntia, lo derrer jorn de maig de l’any de la Nativitat de Nostre Senyor ·M·CCC·XC·IIII· La Reyna Yolant. Sigue voler, tachado.
a
Apéndice 17 La propuesta de la reina para acabar con el conflicto electoral 1445, enero, 20. Tarragona. Propuesta de reglamento planteado por la reina María de Castilla, sin intención de menoscabar los privilegios tarraconenses, para poner fin a los continuados conflictos derivados de la aplicación de las ordenanzas relativas al sistema electoral en 1438 y lograr la participación equilibrada en las instituciones representativas de los miembros de cada partido municipal. AHCT, FM, AM, n.º 60: 1444-1445, ff. 9r-10v.
[f. 9r] Sobre lo apuntament fet a València sobre los debats de les eleccions dels cònsols e consellers.a E aprés, per los dits honrats cònsols fonch proposat en Consell com a València, davant la molt alta senyora Reyna, aprés molts amfractes e alteracions seguits e seguides entre los missatgers de la Ciutat e aquells qui·s querelen dels qui regexen la dita Ciutat, per veu de pau e de concòrdia, e per posar en repòs e tranquil·le stat les ciutadans e habitadors de aquella, e tolre e amputar tota mena de qüestions e debats /migançants e entrevinents lo molt reverent senyor bisbe de Leyda e lo molt honorable mossèn Matheu Pujades, cavaller e tresorer del senyor Rey,/ són stats moguts alguns tractes e apuntaments /o expedients/ de bona concòrdia en aquesta forma, ço és, que la dita molt excel·lent senyora Reyna, per sa gran clemència, no és de intenció fer prejudici algú ni lesió al privilegi de la Ciutat de les eleccions, ni vol que·l regiment de la Ciutat sia levat als qui ara regexen en virtut del dit privilegi, màs per lo dit benefici de bona pau e concòrdia e repòs de la Ciutat, vol que de cascuna part hi càpien, seria de intenció que per lo Consell de la Ciutat, en virtut del dit privilegi reyal, sia ordenat que per alguns anys sia servada tal pràctica en les eleccions que·s faran de cònsols e consellers, ço és, que de la part dels qui ara regexen en la elecció primer vinent sien elets e mesos dos cònsols, e de la altra part dels querelants,b /ço és, de la nòmina que daran davant la dita senyora Reyna,/ hun cònsol tercer. Ítem, que en la primera elecció de consellers que·s farà aprés la dita elecció de cònsols sien elets XXX consellers de la part dels que ara regexen e altres de la Ciu-
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tat, e XV d’aquella partida dels querelants,c so és, V de cascuna mà, e axí seran XXXXV consellers, segons les bones e antigues ordinacions de la Ciutat. Ítem, que aquesta forma de eleccions sia servada per V anys contínuus.d E de açò ha haver resposta clara la dita senyora Reyna per tot lo present mes de janer. Lo dit honorable Consell, volent condescendre /humilment/ a la santa e bona voluntat e intenció de la dita molt excel·lent senyora Reyna,e e desigant molt lo sosech, repòs, tranquil·litat e pacífich stat dels ciutadans e habitadors de la dita Ciutat, // [f. 9v] determenà sobre les dites coses per la forma e manera següents: De la elecció dels cònsols:f Primo, sobre lo primer capítol de la elecció fahedora en son temps acostumat dels cònsols, li plau que hi entren e sien elets dos cònsols de la part dels qui ara regexen e altres ciutadans de la dita Ciutat;g emperò, que aquests dos ni algú d’aquells no sien /ni puxen ésser/ de la nòmina que daran los dits querelants ni de altres lurs adherents, ni que hagen contribuït ni contribuesquen d’aquí avant en lurs messions e despeses dels dits debats. E axí matex, hi entre e sia elet hun tercer cònsol de la nòmina dels qui·s querelen del dit regiment; emperò, que la elecció que·s farà ara primera, la terça festa de Pasqua de Resurrecció primer vinent, haja a començar e ésser lo dit tercer cònsol d’aquella mà que·l Consell de la ciutat qui ara és, la jornada de la dita elecció, determenarà, ans que sia procehït a la dita elecció de cònsols. La qual se faça per scrutini secret de tot lo Consell e ab los VI redolins, segons bones e antigues ordinacions e costumes de la Ciutat, ço és, que de aquella mà que serà determenat sie lo tercer cònsol, sien elets dos per tot lo Consell ab scrutini secret de la nòmina dels querelants e aquell que primer axirà sie còncols, axí com los dos qui primers exiran dels quatre qui seran elegits de les altres dues mans, ço és, hu de quiscuna. De la elecció dels consellers: Ítem, sobre lo segon cap de la elecció dels consellers, lo dit honrat Consell determena i li plau, per los esguarts damunt dits, que, attès lo poch nombre de partida dels querelants e lo gran nombre dels /qui regexen e altres/ restants de la Ciutat, bastarà que en la elecció dels consellers sien elets e entre dotze consellers de la nòmina dels dits querelants,h ço és, IIII de cascuna mà: major, migana e menor; e los restants XXXIII consellers, a compliment de XXXXV consellers, sien dels qui ara regexen e altres de la Ciutat, ab que no n’i haja algú en los dits XXXIII d’aquells de la dita nòmina dels dits querelants ni de lurs aderents ni contributaris, segons damunt és dit. La qual elecció de consellers se faça per aquesta forma: que·ls dits dotze consellers, quatre de cascuna mà, sien elets e presos, aprés la elecció dels dits tres cònsols serà feta, per tots treses los dits cònsols, de la dita nòmina dels dits querelants,i prenent-// [f. 10r] nej /quatre/ de cascuna mà; e si discòrdia o discrepació ne havia entrek /los dits cònsols/ sobre algú o alguns dels dits /XII/ consellers de qui no·s poguessen concordar, que aquella discrepació o discòrdia sia remesa a determinació del primer Consell que tindran /e açò que per lo dit Consell serà determenat se age seguir/. E los dos cònsols de la partida dels qui ara regexen puxen e hagen a elegir los trenta e tres consellers, ço és, XI de cascuna mà en la forma acostumada. E si no·y bastaven les de mà major, que hi puxen supplir de la mà migana, e axí matex de la menor puxen supplir a la migana a lur coneguda.
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Del temps que durarà: Ítem, sobre lo temps quant durarà aquestes ordinacions e concòrdia, plau al dit Consell que sia servada e dur aquesta concòrdia per V anys contínuament següents e V eleccions. De jurisdicció comuna:l Ítem, sia ordonat e ordona lo dit Consell que algú o alguns qui no sien o no vullen ésser de juredicció comuna de la dita Ciutat /o en alguna manera sien exemps ho·s poguessen exhemir de la dita juredicció comuna/ no puxen entrar ni ésser elets ni admeses a cònsols ni consellers de la dita Ciutat. E sobre aquest capítol sia feta e ordonada per los honrats cònsols e adjuncts, dejús scrits, bona ordinació e bastant e inviolablement servada. Adjuncts: Ítem, lo dit honrat Consell determenà e comenà, tot son loch, als dits honrats cònsols e als honrats mestre Guillem Castellar, n’Arnau Cernós, en Matheu Toda /per mà major/, en Francesch Foguet, en Berenguer Solà, en Pere Buffagranyes /per mà migana/, n’Anthoni Miró, en Guillem Benastull, en Cristòfol de Fornell /per mà menor/,m los quals donen, elegexen e assignen per adjuncts, axí que ells, o la major partida, puxen les dites coses, en nom e per part del Consell, posar e ordonar e metre en bon orde o pràtica, ab totes les coses deppendents e emergents, e ordonar e fer-ne bons capítols e ordinacions, si mester serà, les quals hagen tanta efficàcia e valor com si per tot lo Consell eren fetes e ordonades. […] // [f. 10v]n Ítem, determenà lo dit honrat Consell que en quant aquesta concòrdia e capítols derogaran a aquelles ordinacions o capítols que·s feren sobre lo primer debat, ara ha VII a VIII anys, cessen aquells, e aquests presents romaneguen en lur força e valor.o E totes aquestes coses fa lo dit honrat Consell ab protestació e expressa retenció que per aquelles no sia en alguna manera fet ni engenrat, tàcitament ni expressa, prejudici, derogació ni lesió al privilegi reyal que han sobre les dites eleccions de officis que la Ciutat ha a tota sa libertat, ans romangua il·lès. E encara volen que sien entesos e aquelles entenen a fer e atorgar ab tal retenció que·l /molt alt/ senyor Rey no hagués per altra manera sobre les dites coses dispost ni ordenat, la voluntat del qual ab que no derogàs ni fes prejudicial a lurs privilegis, volenp /en tot cas que sia/ inviolablement observada. a Apostilla en el margen superior izquierdo del documento.- b Sigue o de lurs aderits, tachado.- c Sigue e adherents lurs, tachado.- d Sigue o almenys per tres anys, tachado.- e Sigue Sens, tachado.- f Texto incorporado en el margen izquierdo, igual que el resto de apartados que siguen.- g Sigue E un cònsol tercer de la nòmina dels qui·s querelen del dit regiment, tachado.- h Sigue e altres lurs adherents. E los restants XXXIII conselle, tachado.- i Sigue e altres lurs aderents, tachado.- j Sigue tres, tachado.- k Sigue ells, tachado. - l Encuadrado y subrayado.- m La relación de nombres figura en el margen derecho, en grupos de tres, divididos por manos.- n Encabeza el folio de jurisdictió comuna sien los insaculats.- o Letras iniciales de una palabra tachada.- p Sigue que sia, tachado.
Apéndice 18 La puesta en marcha del nuevo modelo 1446, abril, 19. Tarragona. Exposición práctica del nuevo sistema de elección de cónsules y «consellers» en vigor durante un lustro, resultado del consenso alcanzado tras diversas negociaciones en el año anterior.20 AHCT, FM, AM, n.º 62: 1446-1447, ff. 1r-3v.
[f. 1r] Los quals [consellers], celebrants Consell, procehiren a la elecció de cònsols, mustaçaffs e obrer en la forma següent: E, primerament, lesta en Consell la ordinació entany feta per lo honorable Consell, sens prejudici e derogació dels privilegis de la Ciutat atorgats sobre les eleccions, per complaure a la molt alta senyora Reyna e a son Sacre Consell que en açò entrevingueren per repòs e pacificació dels ciutadans de la dita Ciutat; e lesta, axí matex, en Consell, una letra closa de la molt alta senyora Reyna, huy rebuda per los honrats cònsols, ab humil e deguda reverència, en lo dós de la qual és la // [f. 1v] supprascripció següent: ‘Als feels nostres, los cònsols e prohòmens de la Ciutat de Tarragona. La Reyna. Pròmens, l’any prop passat, Nós, per posar aquexa Ciutat e los ciutadans e habitadors de aquella en tranquil·litat e /en/ repòs, e per remoure totes differències /e debats/ que fossen entre vosaltres e aquells qui dels regiment se tenien per entrenyorats, ab letra nostra dada en València, a XX dies de març any M CCCC XXXXV, vos scrivim de nostra intenció, ço és, que fossen nomenades quatre persones per part de micer Pere Tost e de altres de sa adherència, qui fossen de juredicció comuna de la dita Ciutat, de major o migana, a vostra elecció, e d’aquelles fossen elegides dues per scrutini e meses en redolins, en tal manera que la una d’aquelles hagués necessàriament exir cònsol per aquell any, pregant e encarregant-vos que en aquella lavors prop venidora elecció tinguesseu la pràtica dessús dita e ho fessets segons la Vid. supra (apéndice 17).
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dita nostra intenció, e que·ns plaïa açò fos fet en tota aquella millor e pus segura forma que fer se pogués a conservació de tots vostres privilegis e sens algun prejudici e derogació d’aquells, segons aquestes coses en la dita letra, a la qual nos refferim, són pus largament contengudes. E vosaltres, voltent-ne a Nós complaure, segons som informada, axí ho passàs, ço és, que per part del dit micer Pere Tost, e altres de sa voluntat, foren nomenades quatre persones de mà major e quatre de mà migana de la dita juredicció comuna, e foren-ne preses e elegides per vosaltres les quatre de mà major; e d’aquelles foren meses les dues que·s trobaren en lo scrutini en més veus en redolins en la forma dels altres, e la una d’aquelles que isqué primera és stada e és aquest any cònsol de mà major, e axí per lo dit migà e expedient havets, per gràcia de Déu, viscut en repòs. Ara doncs, per aquells mateys esguarts, e perquè d’aquells de l’adherència del dit micer Pere Tost en la una de les altres mans, ço és, migana o menor, hi haja un cònsol, vos scrivim e declaram nostra intenció, axí com l’any passat, que sien nominades quatre persones per part del dit micer Pere Tost e altres de sa adherència, que sien de la dita juredicció comuna, de mà migana o menor, a vostra elecció, e d’aquelles sien elegides dues per scrutini e meses en redolins, en tal manera que l’una d’aquelles haja, necessàriament, exir cònsol per l’any següent. E los altres dos hagen ésser elets del cors de la Ciutat, pus no sien de aquells de l’adherència e voluntat del dit micer Pere Tost. Pregant-vos, // [f. 2r] e molt estretament encarregant, que en la prop venidora elecció tingats la pràtica dessús dita e ho façats segons aquesta nostra intenció e en tota aquella millor forma per salvetat de vostres privilegis que fes l’any prop passat. E que en l’elecció dels consellers per al dit any següent sia servada e feta la pràtica de l’any passat ab les qualitats expressades en una ordinació feta en lo Consell a Nós exhibida, la qual haguem lavors e havem ara per bona, e segons en una altra letra per Nós feta, dada en València, a XXVIIII d’abril del dit any, és largament contengut. E en açò vos pregam e encarregam res no mudets, no obstants qualsevol letres o provisions en contrari d’açò fetes, car ultra que serà, Déu volent, repòs e benavenir del públich d’aquexa Ciutat, vos ho reputarem a servey. Dada en València, a VII dies del mes d’abril de l’any Mil CCCC XXXXVI. La Reyna.’ Les quals ordinació e letra lestes, los dits honrats cònsols de mà migana e menor requeriren los honrats en Felip Salmònia, cònsol de mà major, e micer Pere Tost que ells, ab los altres de lur aderència, los donen e nomenen quatre persones de lur part e adherència de mà migana e altres quatre de mà menor, a fi que, axí com fonch fet e praticat entany, puxen elegir de qual mà pendran enguany en l’elecció de cònsols de present faedora. E los dits honrats en Felip Salmònia e micer Pere Tost, en nom lur e dels altres de lur adherència, protestaren que per aquest acte no·ls sia fet prejudici en esdevenidor. A la qual protestació fonch respost per l’atra part que no la·ls admetien. E, de continent, fetes les dites protestació e resposta, se apartaren los honrats en Felip Salmònia, cònsol lo present any, e micer Pere Tost e tots los altres consellers de la lur partida o adherència qui eren en Consell, al sòl de la Sala vers carrera, e romangueren en la Sala hon se celebra lo Consell los altres honrats cònsols e consellers, los quals, haüt sobre açò lur acort e del·liberació, determenaren que enguany
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l’altra part del dit micer Pere Tost e de sos adherents nomenen les quatre persones que han ac nomenar per a l’elecció de cònsols de la mà menor. E foren per la partida de micer Pere Tost e de sos adherents nomenats e donats en scrits en Guillem Franch, en Matheu Perpinyà, en Johan Cerdà e en Johan Pujol. E los dits honrats cònsols de mà migana e menor e altres del Consell, per tant com lo dit Guillem Franch és conseller de mà migana e ells lo meten o nomenen a cònsol de mà menor, protestaren que per açò no sia fet prejudici en esdevenidor que ells axí puxen transportar de una mà, // [f. 2v] ans romangua lur dret san, e que en l’esdevenidor no puxa ésser tret a conseqüència. E lo dit honrat micer Pere Tost, semblantment, protestà en nom seu e dels altres de sa adherència que cascuna part romangua en son dret, e que per aquest acte a ell ni als altres de part sua no·n sia fet prejudici. E fetes les ditesd protestacions, tornaren-se tots, de una part e altra, a seure ordonadament en la dita Sala hon se celebra lo Consell, e ans que anassen ni entrasen al scrutini tots los dits consellers, singularment prestaren solemne sagrament per Déu e per los seus Sants Quatre Evangelis, de lurs mans corporalment tocats, que bé e lealment elegiran los dits cònsols, mustaçaffs e obrer en la forma dessús dita e ordonada per Consell, prenent enguany de la mà menor dos dels dits quatre qui han nomenats micer Pere Tost e los altres de lur adherència, e los altres de la mà major e migana, de la partida del cors de la ciutat, segons és acostumat, ço és, que elegiran VI persones, dues de cada mà, e los tres que exiran primers, hun de cada mà dels VI redolins, qui seran fets en la forma acostumada, seran cònsols per l’any esdevenidor; e los dos qui hauran més veus per ésser mustaçaffs, seran mustaçaffs; e aquell qui haurà més veus per ser obrer, serà obrer. E la dita elecció faran segons Déu e lurs bones consciències, a profit de la cosa pública de la dita Ciutat, tota amor, amistat, ranchor e mala voluntat a part posades. E lests aquí, públicament, alguns capítols /e ordonaments/ qui toquen la dita elecció, axí los vells com encara alguns qui per rahó de la concòrdia dels debats e qüestions qui són stats per rahó del regiment se són fets novellament per lo honrat Consell de la Ciutat. Isqueren de la Sala del Consell los honrats en Felip Salmònia, en Thomàs del Bosch e n’Anthoni Miró, cònsols l’any present, micer Pere Çabater, en Johan Fonolleres e en Jacme Rocha, cònsols de l’any passat,a ensemps ab mi, Pere Campredon, notari e scrivà del consolat de la dita Ciutat, e entrare-se’n al sòl de la Sala vers carrera, e prengueren scrutini bé e lealment, feel e diligent de cascú conseller a cabal, scrivint les veus de cascú singularment en secret, e aprés tornaren-se a seure e portaren les veus ja sumades e scrites. Et fon trobat, verdaderament, que·ls honrats // [f. 3r] en Simó Lorenç, mossèn Andreu de Vallfogona, per mà major, en Bernat Dueta, en Pere Buffagranyes, per mà migana, en Matheu Perpinyà, en Johan Pujol, per mà menor, havien haüdes més veus per ésser cònsols; en Francesch Audiacs, en Gabriel Alegre, mustaçaffs; en Bernat Çabater, obrer.b E feta la dita elecció, en continent, los dits honrats mossèn Andreu de Vallfogona e en Pere Buffagranyes, qui eren presents en Consell, juraren e feren lo sagrament acostumat, públicament, en poder de mi, Pere Campredon, notari e scrivà del consolat de la dita Ciutat, a Déu e als seus Sants Quatre Evangelis, per cascú d’ells corporalment tocats, ço és, que regiran lo present any de lur consolat bé e lealment la dita
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Ciutat e cosa pública d’aquella, atribuint-hi tot profit e squivant tot dampnatge de lur poder. Ítem, que servaran lo privilegi e privilegis de les vinyes. Ítem, que servaran les ordinacions del Consell per rahó del regiment novellament fetes. Ítem, que no rebran diners alguns de la Ciutat sinó per mans del clavari, exceptat lo censal dels pobres vergonyans que han acostumat de ministrar los honrats cònsols. E semblant sagrament prestà lo dit honrat en Johan Pujol, cònsol de mà menor. E, aprés, los dits honrats cònsols, segons la determinació e ordinacions damunt dites e letres deprecatòries de la senyora Reyna entany e enguany trameses, elegiren quaranta e cinch consellers, ço és, los dits mossèn Andreu de Vallfogona e en Pere Buffagranyes. // [f. 3v] Los XXX, ço és, X de cascuna mà, e lo dit en Johan Pujol, ab micer Pere Tost e lurs adherents los XV, cinch de cascuna mà, los quals són los següents […].
a El elenco de cónsules, divididos en dos grupos (antiguos y nuevos) se expone en dos grupos en el centro del folio.- b Cada nombre se presenta en conjuntos según las manos y los oficios correspondientes.- c Sigue el inicio de una palabra, tachada.- d Sigue determ, tachado.
Nómina de los consellers que el partido de los «querellantes/apelantes» eligió en 1446.
índice onomástico Abad de Cuixà: 93 Abad de Poblet: 254n Abad de Ripoll: 75n Abad de Santes Creus: 131, 131n Abd-al Malik, chambelán del califa omeya Hisham II: 76 Abrí, Joan, ciudadano y síndico de Tarragona: 198n., 337n., 344n Acreedores de Tarragona: 170n., 193, 200202, 361, ap. 9 Agnes, segunda esposa de Robert Burdet: 95, 96, 100, 100n., 101n., 102n., ap. 2 Agnès, esposa de Pere Bernat Pujol y señora del castillo de Mangons: 336n Agustín de Hipona, santo: 166n Al-Hakan II, califa omeya de Córdoba: 75n Al-Maqqarī, historiador: 75n Al-Mansūr, caudillo del califato de Córdoba: 76 Al-Mas’ūdī, historiador: 75n Al-Mūqtadir ibn-Sulaimān, rey Hūdita de Zaragoza y señor nominal sobre Lleida y Tortosa: 78 Albalat, Pere d’, arzobispo de Tarragona: 108, 131n Albanell, ciudadano de Tarragona: 291 Albanell [Albanelli], Bartomeu [Bartholomeum / Bertomeu], ciudadano y síndico de Tarragona: 220n., 314n Albanell [Albanelli], Nicolau [Nicholau], notario público, síndico y cónsul (1388, 1396) de Tarragona: 339n., 340, 340n., 344, 344n., 385, 386, ap. 15 Albanell, Nicolau, mercader y cónsul (1463, 1469) de Tarragona: 394 Albanell, Pere, notario de Tarragona: 168, 354, 355, ap. 11
Albert, Bartomeu [Barthomeu], ciudadano y cónsul (1394) de Tarragona: 198n., 340n., 348n., 385 Albió, Berenguer, ciudadano y cónsul (1369) de Tarragona: 383 Alegre, Gabriel, almotacén de Tarragona: 354, ap. 18 Alegre, Miquel, ciudadano y síndico de Tarragona: ap. 11 Alejandro III, papa: 104 Alemany [Alamany], Ferrer, ciudadano de Tarragona: 306n Alemany de Cervelló, Guerau, gobernador general de Catalunya: 228 Alemany [Alamany] de Cervelló, Ramon, gobernador general de Catalunya: 156n., 305, 305n., 309n., 321 Alenyà, Joan, comisario de la Generalitat (brazo real): 121 Aleu, Ramon, ciudadano y cónsul (ilegal – 1375) de Tarragona: 310, 330n., 384 Alfonso, infante de Portugal (hijo de Juan II el príncipe tirano o perfecto): 123, 123n Alfonso I el Batallador, rey de Aragón: 88n., 89 Alfonso II/I el Casto,rey de la Corona catalanoaragonesa: 95n., 100, 101, 101n., 102, 103, 106n., 108, 401, ap. 3 Alfonso III/II el Liberal, rey de la Corona catalanoaragonesa: 108 Alfonso IV/III el Benigno, rey de la Corona catalanoaragonesa: 108 Alfonso V/IV el Magnánimo, primogénito real: 230, 231, 231n., 232, 233, ap. 10. / rey de la Corona catalanoaragonesa: 66, 108, 135n., 159, 160, 190n., 197n., 209n., 234, 234n., 235, 235n., 236, 239, 240,
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Índice onomástico
240n., 259, 277, 277n., 333, 339n., 365, 365n., 367, 367n., 374, 382n., ap. 6, ap. 9, ap. 17 Alfonso VI el Valiente, rey de León y Castilla: 79, 80n Alī ibn-Mūgehid, emir de Dénia: 78 Alî ibn Tâshfîn, emir almorávide: 92 Almenara, Joan d’, ciudadano de Tarragona: 275n., 354, 355 Almenara, Simó [Simon] d’, tintorero de Tarragona: 285, ap. 11 Almorávides: 85, 87, 92 Almotacenes [mostassafs / mostasaphs] de Tarragona: 151n., 153, 163n., 164n., 169n., 173n., 177, 178, 178n., 179, 179n., 180, 180n., 231n., 266, 299, 300, 300n., 334n., 338n., 348n., 349, 350, 353, 354, 359n., 365, 365n., 368, 383, ap. 18 Alzamora [Alçamora], Francesc d’, jurista: 367 Amat, Gaspar, notario de Tarragona: 305n Andreu, Bernat, carnicero de Tarragona: ap. 6 Andreu, Gabriel, mercader y cónsul (1435) de Tarragona: 268n., 289, 377, 391, ap. 18 Anglès, Joan [Johan], mercader, síndico y cónsul (ilegal – 1381) de Tarragona: 325n., 384 Anglesola [Angularia], Galceran [Galcerandi] d’, vicario general del arzobispo de Tarragona: 313, 313n., 320n., 321, 321n., 335n Antoni [Anthoni], Bartomeu [Berthomeu], ciudadano y síndico de Tarragona: 177n., 364n., ap. 6 Antoni [Anthoni], Francesc [Francesch], notario y cónsul (1399) de Tarragona: 176n., 386, ap. 8 Antonio [Anthoni], santo [Sent / Sant]: 210n Apelantes / Querellantes, partido municipal de Tarragona defensor de la causa arzobispal: 22, 26, 63, 155, 264, 292, 297, 347, 358, 364, 365, 366n., 367, 367n., 368, 368n., 370n., 371, 372, 375, 376, 377, 377n., 392, 395, 402, 407, ap. 17, ap. 18 Aragón, Juan de, arzobispo de Toledo, arzobispo de Tarragona, patriarca de Alejandría e infante real (hijo de Jaime II el Justo): 108, 116, 128n., 187
Aragón y Sotomayor, Juan José de, virrey de Catalunya y Nápoles, sobrino del rey Fernando II el Católico: 382 Árabes / moros / musulmanes / sarracenos: 74, 74n., 75n., 76n., 77, 78n., 81n., 82, 85, 87n., 89, 91n., 92, 184n., 198n., 205n.,260, 274, 277, 277n., 280 Aranyó, Pere, pescador de Tarragona: 168 Aranyola, Berenguer, pelaire de Tarragona: 204n Arau, Pere, clérigo y maestro de canto: 272n., 273n., 289 Arboçar [Arbossar], Antoni [Anthoni], asesor: 344n Arboçar [Erboçar], Bernat, ciudadano, cónsul (1380) y síndico de Tarragona: 116n., 200n., 305n., 308n., 384 Arboçar, Joan, fraile dominico: 260 Arbocet, Bernat, ciudadano y cónsul (1373) de Tarragona: 383 Arcís, Joan, guarnicionero de Tarragona: 295 Arcs [Archs], Pere dels, feudatario de Sant Joan dels Arcs: ap. 4 Ardèvol, Antoni, cofrero de Tarragona: 294 Argilaga, Francesc, platero de Tarragona: 279, 280 Arévalo de Çuaço, Francisco, obispo de Girona: 34 Aristóteles, filósofo y científico griego: 166n., 266n Arlambau, Lluís, ciudadano de Tarragona: 201 Arlambau, Pere [Pere Lluís], ciudadano, cónsul (1463, 1467, 1470, 1473) y veguer real de Tarragona: 158n., 394, 395 Armenios: 274 Arnau [Arnaldi], Gassió [Gassionus], corredor y pregonero público de Tarragona: 242, 350, 364n., ap. 11 Arters [Artés], Jaume, pelaire de Tarragona: 293 Arzobispo/s de Narbona: 77, 82n., 85 Arzobispo/s de Toledo: 79n., 82, 82n., 84n., 93n Arzobispo/s de Zaragoza: 358, 360n., 361, 366, 369, 372, 401 Arzobispo/s / prelado/s / metropolitano/s / la Mitra de Tarragona: 14, 20, 28n., 34, 61, 80, 80n., 88, 90, 90n., 92-98, 98n, 99, 99n.,
Índice onomástico
100, 100n., 101n., 102, 102n., 103, 103n., 104, 104n., 105, 105n., 106, 106n., 107, 108, 111, 113, 114, 117, 118, 121, 122, 122n., 123n., 128, 128n., 129n., 130, 131, 131n., 134, 134n., 137n., 148, 148n., 149, 150, 150n., 151n., 152, 153n., 155, 156, 156n., 157, 157n., 158, 161, 162, 165-167, 169, 170, 173, 173n., 175n., 177n., 180n., 187, 192n., 200n., 206, 207, 207n., 209, 217, 218, 218n., 219, 222, 223n., 225n., 226, 228, 228n., 232, 233, 237, 239, 241, 241n., 254, 254n., 259, 259n., 261n., 266, 267, 270n., 272, 272n., 277n., 283, 299, 301n., 303, 304, 305, 306n., 307n., 308, 308n., 309, 309n., 311n., 312, 312n., 313, 313n., 314, 314n., 315, 320, 320n., 321, 321n., 323n., 335, 336, 336n., 337, 341, 341n., 342, 343, 343n., 344, 344n., 346, 346n., 347n., 357n., 359, 359n., 364, 364n., 365, 365n., 366n., 367, 367n., 368, 368n., 372, 373, 373n., 378, 378n., 379, 379n., 399, 400-406, 408, 409, ap. 2, ap. 3, ap. 4, ap. 5, ap. 6, ap. 9, ap. 10, ap. 11, ap. 13, ap. 14, ap. 16 Astruch, judío de Tarragona: 273n Ató de Vic, obispo ausonense: 75, 75n., 76n Audiacs, Francesc [Francesch], ciudadano y almotacén de Tarragona: ap. 6, ap. 18 Avasses, Bartomeu (çes Avaçes), síndico tarraconense: vid. Vesavasses Avinyó, Marc d’, ciudadano de Tarragona: 175n Avinyó, Galceran d’, presbítero comensal de la Seo de Tarragona: 277n., 284 Avinyó, Joan d’, ciudadano de Tarragona: 175n Avinyó, Pere d’, ciudadano y cónsul (1400) de Tarragona: 291, 350, 352, 386 Avinyó [Avinione], Pere [Petri] d’, veguer real de Tarragona: 154n., 313, 313n., ap. 15 Aznárez d’Anyon, Garcia, obispo de Lleida: 366, 369, 372, ap. 17 Babot, Miquel, ciudadano de Tarragona: 338n Bac [Bacho], Bernat [Bernardum] de, procurador general y juez general de apelaciones: 313n., 314n
465
Bac [Bach], Jaume [Jacobus], ciudadano de Tarragona: ap. 8 Baile de Murviedro y del valle de Uxó: 149n Baile/s [batlle/s] de Tarragona: 14, 99, 105, 116n., 129n., 152, 152n., 153, 153n., 155, 225n., 305, 405, ap. 3 Baldric [Baldrich], Benet, notario y síndico de Tarragona: 338n Baldric [Baldrich], Guillem, bancalero de Tarragona: 289 Ballester, Ramon, tintorero de Tarragona: 247, 268n., 296 Bàrbara, ciudadana de Tarragona y esposa de Jaume Ferrer: ap. 7 Barber, Ferran, ciudadano de Tarragona: 295 Barca, Aspàreg de la, arzobispo de Tarragona: 108, 147, 147n., 148, 404 Barones de Queralt: 76 Barquer, gentilhombre: 272n., 295 Barral, Joan, cerrajero de Tarragona: 295 Bartolo de Sassoferrato, jurista italiano, má ximo artífice del Derecho Privado Común: 266, 266n., 270n Bartomeu [Berthomeu], Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 338n Bas, Bartomeu [Barthomeu] de, ciudadano y almotacén de Tarragona: 179n Bas, Bartomeu [Barthomeu] de, ciudadano, cónsul (1430, 1434, 1437) y clavari de Tarragona: 168, 234n., 355, 356, 358n., 360n., 363, 364, 364n., 390, 391, ap. 11 Bas, Pere Ramon de, ciudadano de Tarragona: 331n Bas, Pere Ramon de, mercader y cónsul (1460) de Tarragona: 393 Becket, Thomas, arzobispo de Canterbury: 61, 103, 401 Bellissèn [Bellisen], Bernat, herrero de Tarragona: 292 Bell-lloc [Belloco], Guillem [Guillermi] de, caballero: ap. 3 Bellot, cerrajero de Tarragona: 285 Belltall, Arnau, ciudadano de Montblanc: 275, 295 Benages, Bartomeu, comisario de la Generalitat (brazo eclesiástico): 121 Benedicto XIII, papa: 228, 228n., 230n., 273n
466
Índice onomástico
Benestull [Benastull], Antoni, ciudadano y cónsul (1475) de Tarragona: 395 Benestull [Banastull / Benastull], Guillem, ciudadano y cónsul (1393, 1397) de Tarragona: 274n., 385, 386 Benestull [Benastull], Guillem, ciudadano y cónsul (1443, 1447, 1461, 1464, 1468, 1471) de Tarragona: 377, 381, 392-394, ap. 17 Benestull [Benastull], Pere, ciudadano y cónsul (1405) de Tarragona: 174, 387, ap. 6 Benestull [Benastull], Ramon, ciudadano y cónsul (1404) de Tarragona: 387 Benviure, Pere de, comisario de la Generalitat (brazo real): 121 Bérenger I, vizconde de Narbona y conde de Tarragona: 77, 78, 78n Berenguer [Berengarii], abad de Montearagón [Montisaragonum]: ap. 3 Berenguer Ramón II el Fratricida, conde de Barcelona: 79, 80, 82, 82n, 83n., 84, 84n., 85n., 86, 87n Berga, Bernat [Bernardus] de, obispo de Barcelona: ap. 3 Berguedà, Pere, ciudadano y cónsul (1429) de Tarragona: 390 Bergueta, Pere, ciudadano y cónsul (1460) de Tarragona: 290, 393 Bernardo II, conde de Besalú: 83n Bernat [Bernardus], abad de Sant Feliu [Sancti Faelicis de Gerunda]: ap. 3 Bertran, herrero de Tarragona: 283 Bertran, obispo de Barcelona: 82n Bertran, Antoni, ciudadano y cónsul (1368) de Tarragona: 383 Bertran, Berenguer, menestral de Tarragona: 286 Bertran, Francesc, converso de Tarragona: 284 Bessalt, Julià, guarnicionero de Tarragona: 267, 269n., 270n., 290, 293 Biel, Pere, escribano del procurador real: 344n., 345, 346, ap. 16 Biga, partido oligárquico barcelonés: 367n Bigues, Bord de, veguer arzobispal de Tarragona: 156n Bisbal, Andreu, miembro del Consejo real: 379n
Bisbal, Pere de, síndico de Tarragona: 149n Blanch, Josep, canónigo de la catedral de Tarragona: 73 Bolas, Pedro de, veguer de Lleida: 240n Bonell, Bernat, participante en el «factus Terracone»: 318, 320 Bonell [Bonelli], Pere [Petrum], ciudadano de Tarragona: 314n Bonestruga, Oleguer [Oldegarius], santo, obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona: 13, 21, 87, 88, 88n., 89, 90, 90n., 92, 92n., 93, 93n., 94, 96, 99, 99n., 108, 400, ap. 2 Bonet, Antoni, tintorero de Tarragona: 289 Bonifàs, Francesc, escultor barroco: 61 Bonjuha, Astruch, médico judío de Tarragona: 207n Boquet, Pere, miembro del Consejo real: 379n Bordell, Miquel de, veguer real de Tarragona: 364, 369 Borrell II, conde de Barcelona, Girona, Osona y Urgell: 76n Borrell, Pere, hortelano de Tarragona: 168 Bosch, Bartomeu [Berthomeu] del, ciudadano de Tarragona: 168 Bosch, Joan [Johan / Johannem] del, pregonero público de Tarragona: 176n., 300, 344n., ap. 7 Bosch, Pere, presbítero de la Seo de Tarragona: 207n Bosch, Tomàs [Thomàs] del, ciudadano, cónsul (1438, 1445, 1448, 1455) y síndico de Tarragona: 299, 359n., 360n., 362n., 367, 369n., 376n., 377, 391-393, ap. 18 Bosom [Boshom], Guillem [Guillermi], arcediano de Sant Llorenç y vicario general del arzobispo de Tarragona: 311n., 313, 313n., 314, 317 Bou, Francesc, vainero de Tarragona: 284 Bover, músico de La Selva: ap. 12 Brazo eclesiástico (Cortes y Parlamentos): 112, 113, 118, 120, 121, 401 Brazo militar (Cortes y Parlamentos): 112, 120, 121 Brazo real (Cortes y Parlamentos): 112, 119121, 367 Bruguera, Miquel, tintorero de Tarragona: 280
Índice onomástico
Brugueres, Bernat, ciudadano de Tarragona: 280 Brugueres, Joan [Johan], curtidor de Tarragona: 168 Brugueres [Bruguera], Pere, maestro de las escuelas de gramática de Tarragona: 208n., 296 Brugueres, Pere, pelaire de Tarragona: 290 Brugueres, Ramon, ciudadano de Tarragona: 352 Bufagranyes [Buffagranyes], Pere, ciudadano, cónsul (1446, 1455, 1462) y clavari de Tarragona: 266, 267, 392, 393, 394,ap. 13, ap. 17 Burdet, Berenguer, hijo de Robert Burdet: 100, 101n., 103, 103n., 104, 104n Burdet [de Aquilione / de Tarragona], Guillem [Guillermus], hijo de Robert Burdet: 96, 98n., 99n., 100, 101, 101n., 102, 102n., 103, 103n., ap. 2 Burdet, Guillem, nieto de Robert Burdet: 104, 104n Burdet [d’Aguiló o de Cullei], Robert [Robertus / Rotbertus], caballero normando y príncipe de Tarragona: 13, 61, 89, 89n., 90, 90n., 91n, 92, 92n., 93, 94, 94n, 95, 96-98, 98n., 99, 99n., 100, 100n., 101, 101n., 152n., 400, ap. 2 Burdet, Robert, hijo de Robert Burdet: 96, 100, 101n., 103, 104, 104n Burgada, ciudadano de Tarragona: 327n Busca, partido de los estamentos inferiores barceloneses: 367n Cabildo / Capítulo de Tarragona: 14, 92n., 104, 106n., 117, 127n., 129n., 147-149, 151n., 156n., 171n., 187n., 201, 205-207, 207n., 208, 208n., 210, 222, 223, 224n., 239, 239n., 240n., 254, 282, 292, 311, 311n., 316, 316n., 335, 335n., 336, 336n., 341, 341n., 361, 366n., 369, 381, 401, 402, 404 Cabot, Antoni [Anthonio / Anthonius], ciudadano de Tarragona: ap. 7 Caix, Jaume [Jacme], ciudadano de Tarragona: 270n Caix, Tomàs, bachiller en artes y medicina de Tarragona: 226n., 279 Calatayud [Calatayhú], Joan [Johan] de, ciudadano de Tarragona: ap. 12
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Caldés [Calders], Berenguer, cónsul (1385) y almotacén de Tarragona: 179n., 291, 350, 385 Caldés, Miquel, ciudadano de Tarragona: 196, 284 Calixto II, papa: 88n Callís, Jaume, jurista y abogado: 158 Calvó, señor de Mascalvó: ap. 4 Camarero de la Seo de Tarragona: 128n., 187n., 239n., 335, 335n., 336, 337, 362, 364n., 370n Camprodon [Campredon], Pere, notario y síndico de Tarragona: 160n., 232, 353, ap. 10, ap. 11, ap. 18 Canelles, Galceran de, comisario de la Generalitat (brazo militar): 121 Cano, Pere, músico: ap. 12 Canyelles, mercader de Tarragona: 286 Cap, Perfet [Perfeyt], físico judío de Tarragona: 226n., 279 Capitán de la ciudad de Tarragona: 308, 308n., 309n., 347, 347n., 378, 378n., 379n., 405 Carbonell, Pere Miquel, notario público y archivero: ap. 3 Cardona, Ramon de, caballero: 291, 361, 361n Cardona Anglesola, Hug II de, conde: 228n Cardona i de Luna, Pere de, caballero y protonotario del papa Benedicto XIII: 228 Carreres, Arnau, tintorero de Tarragona: 286 Carreres, Joan, notario barcelonés nombrado veguer real de Tarragona (no tomó posesión del cargo): 369 Cartasses, Joan [Johan], juglar: 190n Casafranca [Casafrancha], Jaume [Jacme] de, procurador del arzobispo Gonçal Ferrandis d’Híxar: 238 Cases, Bartomeu, jurista de Tarragona: 294 Cases, Marc [March], ciudadano de Tarragona: ap. 11 Castell, Pere, ciudadano de Tarragona: ap. 12 Castellar, Guillem, ciudadano de Tarragona: ap. 17 Castellano/a/os/as: 151n., 277, 277n., 328n., 347n., ap. 10 Castellnou: ciudadano de Tarragona: 196 Castelló, Bartomeu, veguer real de Tarragona: 366, 366n
468
Índice onomástico
Castellterçol, Ramon de, arzobispo de Tarragona: 106n., 108 Castellvell [Castroveteri], Albert [Asbert] de, caballero: ap. 3 Castellvell [Castroveteri], Arnau [Arnaldus] de, caballero: ap. 3 Castellví, Lluís de, jurista: 367 Castra, Felip de, noble de Guimerà: 293 Catalán/a/es/as: 14, 19n., 20n., 21, 30, 74, 77-80, 82, 82n., 83n., 86, 87, 89n., 95n., 111, 112, 112n., 118, 119, 121, 124, 127, 133, 137, 137n., 146, 146n., 152, 170n., 186n., 191, 193n., 236n., 237n., 248, 262, 264, 305, 328n., 353n., 367, 371n., 379, 381, 403, ap. 2, ap. 3, ap. 9 Cendrós [Cenrós], Arnau, ciudadano y cónsul (1443, 1450, 1453) de Tarragona: 276n., 377, 392, 393, ap. 17 Cendrós [Cenrós], Nicolau [Nicholau], sastre de Tarragona: 168 Centcelles [Cencelles], Pere de, camarlengo de la reina Sibila de Fortià: 220n Cerdà, Berenguer, ciudadano y cónsul (1386) de Tarragona: 385 Cerdà, Bernat, cirujano y cónsul (1401) de Tarragona: 226n., 344, 291, 350, 352, 386 Cerdà, Bernat, participante en el «factus Terracone»: 320 Cerdà, Francesc, mercader, cónsul (1401, 1414, 1418, 1423, 1426) y síndico de Tarragona: 168, 291, 350, 354, 355, 356, 386, 388, 389, 390, ap. 11 Cerdà, Francesc [del Corral], ciudadano de Tarragona: ap. 11 Cerdà, Gabriel, ciudadano de Tarragona: 174, 364n Cerdà, Guillem, ciudadano de Tarragona: 168, 291, 344, 350, 352, ap. 11 Cerdà, Jaume [Jacme], jurista, ciudadano y cónsul (1384) de Tarragona: 177n., 385 Cerdà, Joan [Johan], barbero de Tarragona: 377, ap. 18 Cerdà, Joan, notario y síndico de Tarragona: 338n Cerdà, Pere, ciudadano y cónsul (1417) de Tarragona: 352, 388 Cervelló, Hug de, arzobispo de Tarragona: 101, 102n., 103, 103n., 104, 108, 205n., 401 Cesari, abad de Montserrat: 75n
Cijar, Guerau, cirujano y cónsul (1409) de Tarragona: 226n., 291, 350, 352, 387 Cisteller [Sisteller], Berenguer, juglar: 190n Cisterer, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 338n Ciudadanos, partido municipal tarraconense defensor de la causa realista: 22, 26, 297, 347, 368, 369, 371n., 375, 376, 407, ap. 17 Ciudadanos / habitantes / hombres / particulares / población / pueblo / singulares / súbditos / tarraconenses / vasallos / vecinos de Tarragona: 20, 25, 62, 85n., 91n., 92, 92n., 95n., 96, 97, 98n., 102n., 106n., 109, 111, 113n., 114, 115, 117, 130, 133n., 135n., 147, 147n., 148n., 149, 149n., 151n., 153n., 157, 158n., 159n., 162, 162n., 165, 172, 172n., 178n., 181, 181n., 183, 184, 185, 187, 187n., 192n., 193, 194, 199n., 202, 204n., 206, 207n., 217, 224, 224n., 229n., 230, 230n., 232, 233, 234n., 238, 238n., 241, 242, 245, 247, 249, 250n., 251, 255, 255n., 256, 256n., 257, 257n., 258, 258n., 259, 259n., 260, 261, 261n., 262, 262n., 263, 263n., 264, 266, 267, 267n., 268, 268n., 269, 269n., 271, 272, 274-276, 278, 280, 281-296, 299, 300, 304, 304n., 305, 305n., 306, 307n., 308n., 309, 313, 313n., 314, 314n., 316-318, 320n., 321, 321n., 323n., 324, 326n., 327, 328, 328n., 329, 331, 331n., 333, 334, 334n., 335n., 339n., 344, 344n., 345, 347., 348n., 349n. 350, 353, 357, 357n., 358, 358n., 364, 365, 365n., 370, 370n., 371, 373n., 374, 378, 378n., 380n., 381, 381n., 399, 400, 402, 403, 406, 407, ap. 2, ap. 3, ap. 4, ap. 5, ap. 8, ap. 9, ap. 10, ap. 11, ap. 14, ap. 17 Claramunt, Bernat Amat de, vizconde de Tarragona: 78 Claramunt, Guillema de, señora del castillo de Tamarit: 149n Clariana, Pere de, veguer [real] de Tarragona: 189n Clariana [Cleriana], Sadorn de, veguer real de Tarragona: 161n Clasquerí, Pere de, arzobispo de Tarragona y patriarca de Antioquía: 108, 113, 115, 116n., 117, 118, 121, 122n., 155, 156n., 190n., 192n., 303, 304n., 306n., 307n.,
Índice onomástico
313, 313n., 314n., 315, 320, 320n., 321, 321n., 323n., 336n., ap. 5 Clavari/s de Tarragona: 163n., 170n., 178, 179n., 181, 181n., 182, 182n., 190n., 198n., 199n., 219n., 220n., 224, 225, 227n., 267, 280, 330n., 338n., 356, ap. 7, ap. 8, ap. 9, ap. 12, ap. 18 Clemente VII, papa: 341n Codina, Bartomeu [Berthomeu], pelaire y síndico de Tarragona ap. 12.Men Cofen, Jafuda, judío de Tarragona: 273n Cogul, participante en el «factus Terracone»: 320 Colell, ciudadano de Tarragona: 253n., 284 Colom, Miquel, ciudadano de Tarragona: 338n Coloma, Gabriel, calderero de Tarragona: 293 Colomer, Dalmau, ciudadano de Tarragona: 377 Comabella, Pere de, ciudadano de Tarragona: 354, 355, ap. 11 Comalada, ciudadano de Tarragona: 338n Comdor, Romeu: ciudadano de Tarragona: 291, 350 Comes, Francesc [Francesch], notario de Tarragona: 168, 377, ap. 13 Comes [Cumbis], Guillem de, preboste de la Seo de Tarragona: 224n Comes, Joan, ciudadano de Tarragona: 278 Comes, Joan, ciudadano y cónsul (1468) de Tarragona: 394 Company, ciudadano de Tarragona: 196 Conde/s / casal de Barcelona (a partir de la formación de la Corona, véase la entrada Rey/es de Aragón): 13, 14, 74, 74n., 75, 75n., 76, 77, 79, 80, 82n., 83n., 86, 87, 87n., 88, 92n., 93, 96, 99, 107, 108, 225n., 365, 400, ap. 1, ap. 2, ap. 3 Conde/s de Cerdanya-Besalú: 76, 80 Conde/s de Pallars: 78 Conde/s de Prades: 137n., 378, 379, 381, 381n Conde/s de Tarragona [Tarraconensis comes]: 93, ap. 1 Conde/s de Urgell: 78, 80 Condesa de Foix: ap. 16 Condes catalanes: 82, 82n., 86 Conesa, Bernat, ciudadano de Tarragona: 196, 291, 350
469
Consellers de Barcelona: 163n., 202, 261, 261n., 275, 299, 332, 358, 360n., 361, 366, 368n Consellers / jurados de Tarragona: 62, 63, 117, 135, 145, 150, 150n., 152, 153n., 159, 159n., 162n., 164n., 165-168, 168n., 169, 169n., 170, 170n., 171, 171n., 172n., 173, 173n., 175n., 176, 176n., 177, 201, 205, 222-224, 224n., 239n., 240n., 249n., 252n., 256, 260, 262, 266, 267, 267n., 268n., 275, 295, 299, 302n., 306, 320, 324, 328-330, 338, 338n., 339, 339n., 340, 340n., 345n., 346n., 348, 348n., 349, 349n., 351, 354, 358, 358n., 359n., 360, 360n., 361n., 364, 364n., 365, 365n., 366n., 368, 368n., 369, 370, 370n., 371373, 373n., 374, 374n., 375, 376, 376n., 377-379, 382-395, 403, 404, ap. 8, ap. 10, ap. 17, ap. 18 Cónsules / magistrados / regidores de Tarragona (olim jurados): 20, 113, 114, 115n., 116n., 117, 130, 134n., 135, 135n., 136, 145, 148n., 149, 149n., 150, 150n., 151, 151n., 152, 153, 153n., 154, 155n., 156, 156n., 157n., 158, 158n., 159, 159n., 160n., 162, 162n., 163, 163n., 164, 164n., 165, 166, 167, 168, 169, 170, 171n., 172n., 173, 174, 174n., 175, 175n., 176, 176n., 177-179, 179n., 181n., 185n., 189, 189n., 190n., 197n., 199n., 200n., 201, 203, 205, 206, 207n., 208, 209, 209n., 217, 219n., 220n., 221-223, 225n., 226n, 228, 229n., 230, 230n., 231n., 232-234, 234n., 235n., 236, 237, 237n., 238, 239n., 240n., 241, 242, 242n., 247, 248, 249n., 250, 250n., 252n., 254, 254n., 255, 255n., 256n., 257, 257n., 258, 258n., 259, 259n., 260, 260n., 262, 263n., 264n., 266, 267, 267n., 268, 268n., 269, 269n., 270n., 271273, 273n., 274n., 275, 275n., 276, 276n., 278-295, 299, 300, 300n., 301, 301n., 302, 303, 304n., 305, 305n., 306, 306n., 307, 307n., 308, 308n., 309, 309n., 310, 311, 311n., 312, 312n., 313, 313n., 314, 314n., 315, 316, 316n., 317, 318, 319, 320n., 321, 321n., 322, 322n., 323, 323n., 324, 325, 325n., 326, 328-330, 330n., 331n., 333, 333n., 334, 334n., 335n., 336n., 338, 338n., 339, 339n., 340, 340n., 341-343,
470
Índice onomástico
343n., 346n., 347, 347n., 348, 348n., 349, 349n., 350, 351, 353, 354, 354n., 356, 357, 357n., 358, 358n., 359n., 360, 360n., 361, 361n., 362, 362n., 363, 363n., 364, 364n., 365, 365n., 366, 366n., 368, 368n., 369, 369n., 370, 370n., 371n., 372, 373, 373n., 374, 374n., 375, 376, 376n., 378, 378n., 379, 380, 380n., 382, 403, 404, 407, ap. 6, ap. 7, ap. 8, ap. 9, ap. 10, ap. 12, ap. 13, ap. 14, ap. 15, ap. 17, ap. 18 Constança, ciudadana de Tarragona, esposa de Francesc Desplà, hija de Bernat Maiol y nieta de Pere Romeu: 261, 261n., 275, ap. 6 Contijoch, Bartomeu de, comisario de la Generalitat (brazo real): 121 Conversos de Tarragona: 274, 284, 285 Copons i de Copons, Pere de, arzobispo de Tarragona: 34 Coro, Alfonso de, tejero de Tarragona: 290 Cortals, Joan, sastre y cónsul (1408) de Tarragona: 168, 291, 350, 352, 387 Creixell [Crexelli], Guillem [Guillelmus], notario de Tarragona: 317, ap. 7 Creus, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 377 Cristianos: 25, 73, 74n., 75n., 76n., 77, 80, 83n., 84n., 85, 87, 88n., 92, 95, 205n Cruïlles [Cruelles], Bartomeu [Berthomeu], ciudadano de Tarragona: 196, ap. 11 Dalmace, arzobispo de Narbona: 82, 82n., 85 Dalmau, Berenguer, ciudadano y cónsul (1467, 1470, 1474) de Tarragona: 394, 395 Dasin, Pasqual, sayón: 190n Delà, supuesto obispo gerundense: 75n Delfí, Guillem, médico converso de Tarragona: 278 Desplà, Francesc, ciudadano de Tarragona: 261, 292 Desprats, Eimeric [Eymerich], ciudadano de Tarragona: ap. 11 Despuig [dez Puig], Guillem, ciudadano y veguer arzobispal de Tarragona: 231n., 346 Despuig, Jaume, ciudadano de Tarragona: 281
Despuig [Podio], Ramon [Raymundus], ciudadano de Tarragona: ap. 7 Destorrents, Salvador, ciudadano y cónsul (1369) de Tarragona: 323, 324n., 383 Díaz de Vivar, Rodrigo [el Cid], caballero castellano: 80, 86 Domènec [Domènech], Ferrer, ciudadano de Tarragona: 220n Domenge [Dominici], Guillem [Guillermus], mercader, cónsul (1405, 1413, 1417) y veguer real de Tarragona: 155n., 158n., 159n., 277n., 291, 350, 387, 388, ap. 7 Donadéu, Ramon, ciudadano de Tarragona: 149n Doria, Brancaleone, señor de Castelgenovese y conde de Monteleone: 131n Dueta, Berenguer, parroquial de la Seo de Tarragona: 226n Dueta, Bernat, ciudadano y cónsul (1453) de Tarragona: 207n., 377, 393 Duran, Vidal, judío de Tarragona: 273n Eixalada, Antoni, veguer real de Tarragona: 159n Eiximenis, Francesc, escritor franciscano gerundense: 111, 166n., 250n., 252n., 341, 341n., 342, 402 Elisenda de Montcada, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa, cuarta esposa de Jaime II el Justo: 209n Eloy, santo: 210n Enrique II el Fratricida o el de las Mercedes, rey de Castilla: 305 Enrique IV el Impotente, rey de Castilla: 209n Ermengol [Ermengandi], Berenguer [Berengarium], procurador de pleitos de Tarragona: 314n., 327n Ermengol [Armengol], Pere, procurador del arzobispo Dalmau de Mur: 237n Ermesenda, condesa de Barcelona: 76, 78 Esclavo/a/s [sclaus] de Tarragona: 185, 206, 250, 272, 274, 274n., 275n., 326n., 327n., 407 Esclua, obispo intruso de Urgell: 75, 75n Españoles/as [hispánicos/as]: 13, 19n., 59, 66 Esteban V, papa: 75n
Índice onomástico
Esteban VI, papa: 82n Esteve, Bartomeu [Berthomeu], ciudadano de Tarragona: 173n Esteve, Pere, tejero de Tarragona: 287 Eugenio III, papa: 93n., 99 Eugenio IV, papa: 209n., 238-240, 240n., 365, 365n., 369n., 372 Fenolleres, Ferrer de, notario de Tarragona: 256n Fenolleres [Fonolleres], Joan [Johan], ciudadano y cónsul (1429, 1433, 1441, 1444, 1450) de Tarragona: 377, 390-393, ap. 18 Fernández de Heredia, Gonzalo, arzobispo de Tarragona: 61, 108, 408 Fernando I de Antequera, rey de la Corona catalanoaragonesa: 62, 108, 121, 122, 122n., 134n., 192n., 195n., 198n., 209n., 226, 229, 230, 230n., 231, 231n., 232, 232n., 233, 234, 234n., 235, 235n., 237, 273n., ap. 10 Fernando II el Católico, infante real: 236n. / rey de la Corona catalanoaragonesa: 108, 158n., 236, 237, 382n., 408 Ferrandis [Ferrandiç], Joan [Johan], boticario y cónsul (1412, 1416, 1421, 1424) de Tarragona: 215, 291, 350, 352-354, 388, 389, 390, ap. 6, ap. 11 Ferrandis d’Híxar, Gonçal, arzobispo de Tarragona: 108, 158, 237-239, 239n., 272 Ferrater, Pere, ciudadano y cónsul (1419) de Tarragona: 231n., 291, 350, 352, 389, ap. 11 Ferrer, Berenguer, médico de Vilafranca del Penedès; 317n Ferrer, Berenguer, zapatero de Tarragona: 168 Ferrer, Bernat, alguacil de Tarragona: 326n Ferrer, Francesc, ciudadano y cónsul (1436) de Tarragona: 168, 391, ap. 11 Ferrer, Guillem [Guim], pelaire y cónsul (1420) de Tarragona: 168, 355, 389, ap. 6 Ferrer [Ferrario], Jaume [Jachme / Jacobo / Jacobus], platero, cónsul (1416) y síndico de Tarragona: 230n., 289, 291, 350, 352, 388, ap. 7, ap. 8, ap. 11 Ferrer, Joan [Johan], cónsul (1455) de Tarragona: 393
471
Ferrer, Leonardo, beneficiado de la Seo de Tarragona: 378n Ferrer [Ferrarii], Mateu [Matheo / Matheu], ciudadano y cónsul (1376, 1389) de Tarragona: 314, 315, 348n., 384, 385 Ferrer, Pere, notario de Tarragona: 126, 138 Ferrer, Pere, tintorero de Tarragona: 287 Ferrer, Romeu, coracero de Tarragona: 278 Ferrera, Francesc de, ciudadano y cónsul (1437, 1440) de Tarragona: 363, 364, 364n., 391, 392 Ferrera, Françoi [Françoy], barbero de Tarragona: 285 Ferrera [Ferrares], Guillem [Guillemó] de, procurador real de Tarragona: 344n., 345, 346, 347n Ferreres, Jeroni [Hyeroni], doctor en leyes, canónigo y pavorde de la Seo de Vic y vicario general del arzobispo Pere Folch de Cardona: 301n Ferriol, Jaume [Jacme]: 198n Fígols, Fructuós, ciudadano de Tarragona: 338n Figuera, Antoni [Antonio], ciudadano de Tarragona: 257, 257n., 278 Figuerola, herrero: 294 Figuerola, Berenguer [Berengarium] de, jurista y cónsul (1368, 1385) de Tarragona: 117, 314n., 383, 385 Figuerola, Francesc, ciudadano de Tarragona: 291, 350, 351 Figuerola, Maties [Matias], familiar del arzobispo Domènec Ram: 369n Fiveller, Joan, ciudadano y conseller de Barcelona: 198n Flamencos: 95n Foguet [Fogueti], Francesc [Francesch / Fran ciscus], ciudadano, cónsul (1374, 1388) y síndico de Tarragona: 308, 308n., 309, 312, 325n., 340, 340n., 345, 346, 384, 385, ap. 15 Foguet, Francesc [Francesch], ciudadano y cónsul (1430, 1433, 1439, 1442) de Tarragona: 168, 338, 377, 390, 391, 392, ap. 17 Folc [Fulconis], Ramon [Raymundus], caballero: ap. 3 Folc [Folch] de Cardona, Joan Ramon, conde de Prades, capitán general de Catalun-
472
Índice onomástico
ya y capitán de la ciudad de Tarragona: 378, 379 Folc [Folch] de Cardona, Pere [Pedro], arzobispo de Tarragona: 301n Folquer [Folquerii], Arnau [Arnaldum], maestro de las escuelas de gramática de Tarragona: 207n., ap. 7 Folquer, Pere, ciudadano de Tarragona: ap. 11 Font, Guillem, ciudadano y cónsul (1377) de Tarragona: 323, 384 Fontscaldes, Bernat de, ollero, alfarero y tejero de Tarragona: 292 Forés, Pere, ciudadano de Tarragona: 296 Fornell [Fornells], Cristòfol [Xpsfol] de, ciudadano de Tarragona: 377, ap. 17 Fornells, Galceran de, ciudadano de Tarragona: 377 Forner, Pere, ciudadano y cónsul (1399) de Tarragona: 176n., 291, 350, 386, ap. 8 Fortià, Bernat de, caballero y hermano de la reina Sibila: 337 Fortor, Bernat, cuchillero de Tarragona: 280 Franceses: 92, 264, 293 Franch, Guillem, especiero y obrero de Tarragona: 291, 354, ap. 18 Francos: 74, 75 Freixa [Frexa], Agustí, ciudadano de Tarragona: 338n Freixa [Frexa], Antoni, herrero de Tarragona: 258n., 287 Freixa [Frexa], Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 338n Gai, Garcia, veguer arzobispal de Tarragona: 159n Galí, Bernat, zapatero y campanero de la catedral de Tarragona: 168, 275n., 366n., 377 Gallart, Berenguer, ciudadano de Lleida, pariente de Miquel Pagès: 280 Galter, Pere, ciudadano de Tarragona: 291, 350, 352 Garriga, Bartomeu, ciudadano de Tarragona: 278 Garriga, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: ap. 12 Garriga, Joan, ciudadano de Tarragona: 150n Gassó [Gaçó], Bernat, capellán de Tarragona: 326n
Gasull, Ramon, ciudadano y síndico de Tarragona: 225 Gausó, espartero de Tarragona: 284 Gelasio II, papa: 88 Gençana, Ferrer, ciudadano de Tarragona: 231n., 234n Gener [Jener], Tomàs [Thomàs], ciudadano y almotacén de Tarragona: 180n Genoveses: 85, 89n., 95n Gibert, Berenguer, mercader y cónsul (1375) de Tarragona: 311, 313, 325n., 339n., 384 Gibert, Guillem [Guim], mercader de Tarragona: 168, 374n Gilabert, Pere, herrero y cónsul (1384, 1393, 1398, 1403) de Tarragona: 295, 340n., 385, 386, 387 Gilabert, Pere, trapero, cónsul (1410, 1413, 1419) y síndico de Tarragona: 284, 388, 389, ap. 11 Gili [Gilii], Antoni [Antonio], notario de Tarragona: ap. 15 Giner, trompetero de Constantí: 292 Giner, Bernat, ciudadano de Tarragona: 291, 350 Giner, Ramon, ciudadano de Tarragona: 281 Giner, Tomàs, ciudadano de Tarragona: 352 Ginyet, Bernat, ciudadano y cónsul (1369) de Tarragona: 383 Ginyet, Robert [Rubert], ciudadano de Tarragona: 185n Goda, Bernat de, ciudadano de Tarragona: 149n Granada, Jaume, peletero de Tarragona: 281 Granollac [Granollach / Granollaco], Francesc [Francesch] de, médico del rey Juan I el Cazador: 225n Gregori, arzobispo de Tarragona: 93, 108 Gregorio XI, papa: 309, 309n., 321n Gualbes, Jaume de, veguer real de Tarragona: 158 Gualter, cardenal y legado papal: 85, 85n Guanecs, Bernat de, síndico de Tarragona: 149n Guasch, Bartomeu [Berthomeu], ciudadano de Tarragona: 338n Guillemó, sayón de los vegueres de Tarragona: 154n Guerau, Pere, notario de Tarragona: 198n., 222n., 339n
Índice onomástico
Guerau, Ponç, ciudadano, cónsul (1388, 1400) y síndico de Tarragona: 340, 340n., 291, 350, 385, 386, ap. 8 Hermano de Pere de Vallfarta: 292 Hija de Pere Benestull: 174 Hijo de Colell: 253n Hijo de Sartre, maestro de trapos de raso de Tarragona: 286 Hombres de paraje de Tarragona: 20, 129n., 159n., 161, 173n., 191n., 249, 250n., 272, 322, 322n., 323n., 324, 325n., 343n., ap. 8 Honorio II, papa: 91, 92. Honorio III, papa: 91n Hospitalarios (Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén): 95n., 131 Ibanyes [Ybanyes], Bartomeu, barbero de Tarragona: 295 Ibn al-Abbâr, historiador: 92n Ibn al-Atīr, historiador: 75n Ibn Khaldūn, historiador: 75n Icart, Joan, caballero: 291 Icart, Melcior, veguer real de Tarragona: 157n Iglesia de Girona: 75n., 76n Iglesia de Lleida [Leyda]: 228n Iglesia de Narbona: 81n Iglesia de Tarragona: 20, 33, 73, 75, 76n., 77, 79, 84, 88, 89n., 90, 90n., 92, 92n., 93n., 96, 99, 100n., 101n., 102n., 104, 105, 106n., 113, 114n., 116n., 120n., 121, 134, 151n., 222, 230, 238, 240n., 241, 299, 301n., 304n., 307n., 309n., 313n., 316n., 320n., 321, 321n., 322n., 323n., 324n., 335n., 336n., 337, 341n., 342, 362n., 363, 365, 370n., 372, 373, 373n., 401, 408, ap. 1, ap. 2, ap. 3, ap. 4 Iglesia de Vic / ausonense: 75, 76n., 84, 86n Infantes de Aragón: 277 Inocencio III, papa: 106n., 402 Isabel de Aragón, infanta de Castilla y Aragón, esposa del infante Alfonso de Portugal: 123, 123n Isabel de Nimes, condesa consorte de Barcelona, segunda esposa de Ramón Berenguer I el Viejo: 78n Italianos/as: 92, 347n
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Jaime I el Conquistador, rey de la Corona catalanoaragonesa: 106n., 108, 150n., 152n Jaime II el Justo, rey de la Corona catalanoaragonesa: 27n., 106n., 107n., 108, 149n., 187, 209n., ap. 4 Jaime IV, infante y rey titular de Mallorca: 305, 309 Jaques, Rafel [Raphel], ciudadano de Tarragona: 338n Jiménez de Rada, Rodrigo, arzobispo de Toledo e historiador: 79n Joan, esclavo de Bernat Manresa: 327n Joan [Johannis], Bernat [Bernardum], ciudadano y cónsul (ilegal – 1375) de Tarragona: 310, 314n., 318, 320, 330n., 384 Joia [Joya], Bernat, mercader, cónsul (1382, 1387, 1404), clavari y síndico de Tarragona: 156n., 196, 198n., 220n., 226n., 255n., 331n., 338n., 350, 384, 385, 387 Joia [Joya], Bernardó, ciudadano y cónsul (1407, 1411) de Tarragona: 175n., 231n., 350, 352, 387, 388 Jorba, Gerard [Geraldi] de, caballero: ap. 3 Jorba, Guillem de, caballero: ap. 3 Jorba, Guillem Ramon de, hombre de paraje de Tarragona: 325n., 328n Jover, Berenguer, ciudadano y cónsul (1473) de Tarragona: 395 Jover, Guillem, especiero y cónsul (1447) de Tarragona: 377, 392, ap. 18 Juan I, rey de Castilla: 219n Juan I el Cazador o el Amador de la gentileza, duque de Girona (infante real): 155n., 157, 158n., 275n., 305n., 323, 327, 328, 328n., 329, 330, 330n., 331n., 337, 337n., 382n., 384 / rey de la Corona catalanoaragonesa: 14, 63, 108, 131n., 134n., 137, 145, 152, 158n., 161n., 167, 198n., 222, 222n.,225, 225n., 226, 331, 332n., 337, 338, 338n., 339, 339n., 341, 341n., 342, 342n., 343, 343n., 344, 344n., 345, 365, 367n., 402, 404, ap. 10, ap. 16 Juan II, rey de Castilla: 184n., 277n Juan II el Grande, infante real: 235n. / rey de la Corona catalanoaragonesa: 62, 108, 191n., 209n., 234-236, 236n., 277, 378, 378n., 379, 381, 381n., 382, 382n., 395, 407
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Índice onomástico
Juan XIII, papa: 75, 76n., 77 Juan bautista [sent Johan de juny], santo: 155, 208, 300n., 302n., 312 Juana Enríquez, reina consorte de la Corona catalano-aragonesa, esposa de Juan II el Grande: 236n Judíos [juheus] de Tarragona: 226n., 273, 273n., 279, 280, 285, 345, ap. 4 Juez de apelaciones (o alzadas) de Tarragona: 163n., 187, 189, 314n., 359, 359n., 360, 360n., 405, ap. 5 Juez de suplicaciones de Tarragona: 405 Justiniano I el Grande, emperador bizantino: 193n Lambart, Bernat [Bernardo]: ap. 15 Laver, Joan, mercader y cónsul (1415) de Tarragona: 291, 350, 352, 388 León V, rey de Armenia y señor de Madrid: 219, 219n Leonor de Alburquerque, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa, esposa de Fernando I de Antequera: 230, 231, 231n., 232-234, 234n Liula, Bernat, platero de Tarragona: 294 Llacera [Lacera], Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 364n., 377, ap. 18 Llacera [Lacera], Pere, mercader y clavari de Tarragona: 174, 175n., ap. 6 Llacera [Lacera], Ramon, ciudadano y cónsul (1402) de Tarragona: 231n., 386 Llagostera, Bernat, ciudadano de Tarragona: 278 Lledós [Ledós], Ferrer, veguer arzobispal de Tarragona: 157, 160 Lloaces, Fernando de [Loazes], arzobispo de Tarragona, cardenal in pectore y patriarca de Antioquía: 20n Llobets [Lobets], Joan [Johan] de, veguer real de Tarragona, lugarteniente del procurador real y procurador real: 156n., 160, 369, ap. 13 Llobets, Nicolau, ciudadano y cónsul (1464, 1467, 1472) de Tarragona: 394, 395 Llonc [Lonch], Joan, calderero de Tarragona: 294 Llorenç [Lorenç / Lorens], Albert [Asbert], ciudadano y cónsul (1399, 1414, 1420, 1428, 1438) de Tarragona: 168, 176n.,
231n., 291, 350, 354, 355, 358n., 374, 377, 386, 388-391, ap. 6, ap. 8, ap. 11 Llorenç [Lorenç], Albert [Asbert], jurisperito y cónsul (1441) de Tarragona: 377, 392 Llorenç [Lorenç], Arnau, ciudadano de Tarragona: 377, ap. 13 Llorenç [Lorenç], Galceran, ciudadano de Tarragona: ap. 11 Llorenç [Lorenç], Guillem [Bernat Guillem], ciudadano de Tarragona: ap. 11 Llorenç [Lorenç], Simeó [Simó / Simon], ciudadano, cónsul (1373, 1375) y veguer real de Tarragona, marido de Isabel: 156n., 258, 311, 313, 314, 317, 323, 325n., 383, 384 Llorenç [Lorenç], Simeó [Simó], ciudadano y cónsul (1437, 1447) de Tarragona: 363, 364, 364n., 369n., 377, 391, 392, ap. 18 Llorenç [Lorenç], Simeó [Simó], ciudadano y cónsul (1461, 1464, 1472, 1475) de Tarragona: 393-395 Llorença, Isabel, señora de Masricard y esposa de Simó Llorenç: 258, 275, 282 Lloret [Loret], Pere, ciudadano de Tarragona: 270, 270n., 292 Lluçà, Berenguer Sunifred de, obispo de Vic y administrador de la archidiócesis tarraconense: 81, 83n., 84, 84n., 85, 86 López d’Ayerbe, Sanç, arzobispo de Tarragona: 108 Lucas [Luch], santo: 208 Lucio II, papa: 93n Luis I el Piadoso [Ludovico Pío], rey de Aquitania: 74, 74n Luis II de Anjou, rey de Nápoles, duque de Anjou y conde de Provenza: 120, 127n Luna, Ximeno de, arzobispo de Tarragona: 106n., 108 Luxemburg, Nicolau de, tahonero de Tarragona: 293 Macip, Pere, converso y conseller de Tarragona: 274, 274n Maestre, participante en el «factus Terracone»: 320 Maimó [Maymó], Guillem, participante en el «factus Terracone»: 320 Maimó [Maymó], Pere, pescador de Tarragona: 168, 377
Índice onomástico
Maiol [Majol / Mayol], Bernat, ciudadano de Tarragona: 183n., 261n., ap. 11 Maiol [Majol], Guillem, ciudadano de Tarragona: 291, 350, ap. 11 Maiola [Mayola], esposa de Antoni: 275n Maiola, Antoni [Anthoni], ciudadano de Tarragona: 275n Mamelucos: 219n Mano mayor (Tarragona): 159, 165, 167, 168, 169, 171, 171n., 172n., 182n., 194n., 195n., 291, 329, 330, 331n., 338n., 340n., 348n., 349n., 350-355, 355n., 358, 368, 370, 371, 371n., 374-376, 376n., 377, 382, 389, 391, 393, 395, ap. 17, ap. 18 Mano mediana (Tarragona): 165, 167-169, 171, 171n., 172n., 182n., 194n., 195n., 274, 291, 329, 330, 331n., 338n., 349n., 350, 352-355, 355n., 368, 370, 371, 375, 376, 376n., 377, 382, 390, 392, 395 Mano menor (Tarragona): 165, 167, 168, 169, 171, 171n., 172n., 182n., 194n., 195n., 291, 329, 331n., 338n., 339, 349n., 350, 352, 353, 354, 355, 371, 371n., 375, 376, 376n., 377, 382, 390, 391, 394, 395 Manresa, Bernat [Bernardum], ciudadano, cónsul (1373, 1395, 1402) y veguer real de Tarragona: 306n., 308n., 310, 311n., 316, 317, 317n., 318-320, 320n., 324, 324n., 325, 325n., 326, 326n., 327, 327n., 328n., 330n., 291, 350, 383, 384, 386 Mans, Bartomeu de, jurisperito y cónsul (1338) de Tarragona: 151n Marc [March], Antoni, tintorero de Tarragona: 288 Marc [March], Honofre [Honoffre], ciudadano de Tarragona: 338n March lo sartre, ciudadano de Tarragona: 174 Marí, Macià [Masià], ciudadano de Tarragona: ap. 12 María de Castilla, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa, esposa de Alfonso V/IV el Magnánimo: 135n., 156n., 158, 160, 235, 235n., 254n., 259, 358, 358n., 360n., 361, 362, 362n., 364, 365, 366n., 369, 374, 375, 375n., 376, ap. 6, ap. 17, ap. 18 María de Luna, duquesa de Montblanc: 221, 222, 224 / reina consorte de la Corona ca-
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talanoaragonesa, esposa del rey Martín I el Humano: 135n., 173n., 226, 227, 227n., 231, ap. 8, ap. 10 María de Sicilia, reina de Sicilia, nieta de Pedro IV/III el Ceremonioso y esposa de Martín el Joven: 198n., 219, 221, 221n María Magdalena, santa: 316 Marió, ciudadana de Tarragona y esposa de Pere Sanahuja: 275 Marroquí, Joan, cerrajero de Tarragona: 295 Marquet [Marqueti], Bernat [Bernardi], ciudadano de Barcelona: ap. 15 Marsilio de Padua, teólogo y escritor político italiano: 266n Martí, sastre de Tarragona: 253n., 291 Martí, Bartomeu, tejero de Tarragona: 291 Martí, Berenguer [Berengaró], ciudadano y cónsul (1359) de Tarragona: 123, 383 Martí, Berenguer, escribano de Tarragona: 168, ap. 11 Martí [Martinus], Berenguer [Berengarium / Berengaró], jurisperito, cónsul (1383, 1387, 1393, 1397, 1407) y síndico de Tarragona:159, 168, 175n., 177n., 226n., 331n., 335n., 338n., 344n., 350, 354, 355, 384-387, ap. 6, ap. 7, ap. 11 Martí, Bernat, ciudadano de Tarragona: 168, 354, 355, ap. 6, ap. 11 Martí [Martini], Duran [Durandum], ciudadano, cónsul (ilegal – 1375), veguer arzobispal (ilegal) de Tarragona y cabecilla del «factus Terracone»: 271, 276n., 310, 311, 311n., 312, 314n., 316, 316n., 317, 317n., 318, 319, 320, 320n., 330n., 384 Martí, Francesc [Francesch], bachiller en artes y maestro de las escuelas de gramática de Tarragona: 209n., 281 Martí, Francesc, carpintero de Tarragona: 284 Martí [Mertí], Guillem, ciudadano de Tarragona: ap. 12 Martí, Guillem, ciudadano y cónsul (1352, 1356) de Tarragona: 164n., 383 Martí, Jaume [Jacme], ciudadano y obrero de Tarragona: 180n., 305n., 306n Martí, Jaume, latonero de Tarragona: 282 Martí, Joan [Johan], molinero de Tarragona: 231n Martí, Miquel Joan, ciudadano de Tarragona: 338n
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Índice onomástico
Martí, Nicolau [Nicholau], bachiller en leyes de Tarragona: 168, ap. 11 Martí, Pere, bachiller en artes y maestro de las escuelas de gramática de Tarragona: 208, 208n Martí, Pere, ciudadano de Tarragona: 289 Martí [Martini], Pere [Petrum], notario y cónsul (1409) de Tarragona: 231n., 314n., 387 Martí, Pere, ministril de Tarragona: 280 Martí, Pericó, tintorero: 287 Martín I el Humano,duque de Montblanc: rey de la Corona catalanoaragonesa: 108, 137n., 156n., 173n., 197n., 198n., 226, 227, 227n., 228n., 231, 345, ap. 8, ap. 10 Martorell, Andreu, ciudadano de Tarragona: 291, 350 Martorell [Martorelli], Pere [Petrum], tejedor de Tarragona: 292, 314n Martorell [Martorello], Ramon [Raymundo] de, veguer de Tarragona: 164n Martorella, ciudadana de Tarragona, suegra de Nicolau Reig: 275n Mascarell, Pere [Petri], boticario de Tarragona: 257n., 278 Masdovelles, Guillem de, miembro del Consejo real: 379n Masreig, Vicenç, alfarero de Tarragona: 288 Massó [Maçó], Arnau, licenciado en leyes y cónsul (1401) de Tarragona: 183n., 192n., 344, 344n., 350, 351, 386 Massó [Maçó], Joan [Johan], doctor en leyes, cónsul (1419, 1424), síndico y juez general de apelaciones de Tarragona: 163n., 237n., 354, 355, 389, 390, ap. 11 Mateu, Joan [Johan], pelaire de Tarragona: 270n., 294 Mediona [Madiona], ciudadano de Tarragona: 338n Menaguera, Francesc [Francesch] de, caballero de Tarragona: 180n Menaguera, Pere, ciudadano de Tarragona: 291, 350 Menxior, capellán de Torredembarra: ap. 12 Mercer, carnicero de Tarragona: 287 Messeguer [Messeguerii], Joan [Johannem], ciudadano de Tarragona: 314n Mestre, Berenguer, ciudadano de Tarragona: 174, ap. 6, ap. 11
Mestre, Jaume, albañil de Tarragona: 296 Mestre, Jaume, ciudadano de Tarragona: 288 Miguel [Miquel], santo: 210n Miquel, Bernat, consejero del rey Juan I el Cazador: 341n Miquel, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 207n Miquel [Miquelis], Guillem [Guillermi], capitán de la ciudad y el Campo de Tarragona y procurador real: 308n., 309n., 314n., 322, 322n., 323, 323n., 324, 324n., 325n Mir, Gabriel, ciudadano de Tarragona: 286 Mir, Guillem, ciudadano y almotacén de Tarragona: 180n Mir, Pelegrí, presbítero, bachiller en decretos, arcediano de Vila-seca y procurador general del Campo de Tarragona; 364n., 369, 370n Miralles, Pere, maestro en artes y médico de Tarragona: 282, 354, 355, ap. 11 Miró, Antoni [Anthoni], barbero y cónsul (1426, 1431, 1434, 1441, 1445, 1449) de Tarragona: 168, 376n., 377, 390-393, ap. 17, ap. 18 Miró, Francesc, ciudadano y cónsul (1475) de Tarragona: 395 Miró, Joan [Johan], ciudadano de Tarragona: 377, ap. 18 Miró, Pere, zapatero y cónsul (1397) de Tarragona: 326n., 386 Miró, Salvador, ciudadano y cónsul (1469, 1474) de Tarragona: 394, 395 Miró I, conde de Barcelona: 75n Miró III Bonfill, conde-obispo de CerdanyaBesalú: 76n Molgosa, Joan [Johan], mercader y cónsul (1462, 1468, 1471) de Tarragona: 380, 394 Molgosa, Joan [Johan], veguer real de Tarragona: 276n Monells, Guillem [Guillermi] de, obispo de Girona [Gerundensis], hermano de Ponç: ap. 3 Monells, Ponç [Poncii] de, obispo de Tortosa [Dertusensis], hermano de Guillem: ap. 3 Montbui [Montbuy], Joan [Johan] de, caballero: 221
Índice onomástico
Montcada i de Bearn, Guillem Ramon I de, caballero y sobrino político del arzobispo Berenguer de Vilademuls: 401 Montcada i de Gralla, Joan de, arzobispo de Tarragona: 219n Montcada, Otó de, obispo de Tortosa y arzobispo electo de Tarragona: 240, 240n Montcada [Montecateno], Ramon [Raymundus] de, caballero: ap. 3 Montgrí, Guillem [Guiu] de, arzobispo de Tarragona: 108, 206 Montmany, Pere, miembro del Consejo real: 379n Montoliu, Guillem de, pregonero público de Tarragona: 354, 364n Montoliu, Valentí, ciudadano de Tarragona: 377, ap. 18 Montpalau, Berenguer de, miembro del Consejo real: 379 Montpaó, Berenguer de, veguer real de Tarragona: 156n Montserrat, Guillem, médico de Tarragona: 254n., 285, ap. 11 Montsonís, ciudadano de Tarragona: 317 Montsonís, Berenguer de, comisario de la Generalitat (brazo militar): 121 Móra, Jaume, mercader de Tarragona: 294 Morató, Narcís, comensal de la Seo de Tarragona: 378n Morató, Pere, carnicero de Tarragona: 286 Morell, Pere, notario y cónsul (1398) de Tarragona: 255n., 339n., 344n., 386 Morelló, Bernat de, doméstico del arzobispo y hombre de confianza del rey Pedro IV/ III el Ceremonioso: 305n Morelló, Joan de, procurador del arzobispo de Tarragona: 222 Mulet, Pere, jurado (cónsul) de Tarragona y veguer real: 149n Muntmajor, Antoni, comisario de la Generalitat (brazo militar): 121 Mur i de Cervelló, Dalmau de, arzobispo de Zaragoza: 358, 360n., 361n., 366, 369, 372 / y de Tarragona: 108, 157n., 237, 237n., 238n., 239n., 259, 259n., 266, 277n., 369, ap. 6, ap. 9, ap. 11, ap. 14 Murta, Guillem, capellán de Tarragona: 327n
477
Nadal, Pere, especiero y cónsul (1410, 1417, 1421, 1424) de Tarragona: 168, 231n., 234n., 282, 284, 352-354, 388-390, ap. 6 Napoleón I Bonaparte, emperador de los franceses: 27n., 185 Naves, Bernat de, veguer real de Tarragona: 366n., 369 Nicolás III, papa: 149n Ninot, Bonanat, ciudadano de Tarragona: 331n Nogués [Noguers], Joanot, ciudadano de Tarragona: 338n Noya, tejedor de Tarragona: 291 Normandos / anglonormandos: 89n., 90, 93, 93n., 94, 95n., 97, 99, 99n., 100, 102-105, 400 Obispos catalanes: 77, 80, 90, 92n., 96, 99, 104 de Barcelona: 75n., 87, 131 de Girona: 75n, 82, 123 de Lleida: 123 de Tarragona: vid. arzobispo/s de Tarragona de Tortosa: 123 de Urgell: 75n de Vic: 76n., 81, 82 Obrero [obrer] de Tarragona: 153, 164n., 169n., 170n., 173n., 177, 178, 178n., 179, 179n., 180n., 266, 299, 300, 300n., 326n., 338n., 348n., 349, 350, 353, 354, 359n., 365, 365n., 368, ap. 7, ap. 11, ap. 18 Oficios y cofradías de Tarragona: 62, 153, 163, 165n., 170n., 171, 171n., 190n., 210, 220, 224, 231, 241, 242, 250, 250n., 252, 264, 300, 344n., 348n., 359n., ap. 11, ap. 13, ap. 17 Oidores [hoïdors] de cuentas [comptes] de Tarragona: 163n., 170n., 178, 182n., 299, 300, 330, 338n Oliva [Oliba], escritor, obispo de Vic, abad de Ripoll y Cuixà y conde de Berga y Ripoll: 77 Olivella, Bernat d’, arzobispo de Tarragona: 106n., 108, 149n Oliver, Francesc, herrero de Tarragona: 168, 283 Oliver, Joan, habitante del término de Vilafortuny: 137n
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Índice onomástico
Oliver, Ramon, ciudadano de Tarragona: 256n Oller, ciudadano de Montblanc: 296 Oller, Guillem, participante en el «factus Terracone»: 320 Oller, Pere, doctor en decretos, enfermero y camarero de la Seo de Tarragona y vicario general del arzobispo: 239n., 291, 350, 362, 364n., 369, 370n., 372 Olmeda, Joan Sanç d’, veguer de Tarragona: 189n Olzinelles [Ulzinelles], Bernat d’, doctor en leyes, síndico, consejero y tesorero real: 117 Olzinelles [Ulzinelles], Joan d’, capitán de la ciudad y el Campo de Tarragona: 317 Oms, Domènec dels, notario y procurador de los cónsules de Tarragona: 151n Oms [Homs], Francesc [Francesch] dels, mercader de Tarragona: ap. 11 Oms, Françoi [Françoy] dels, ciudadano de Tarragona: 285 Oms [Homs], Garcia d’ [dels], trapero y cónsul (1382) de Tarragona: 325n., 331n., 384 Orta, Antoni, correero de Tarragona: 284 Orta, Arnau d’, ciudadano de Tarragona: 168, 196 Orta [Horta], Bernat d’, regidor del hospital de Tarragona: ap. 6 Ortigues, Jofre, veguer real de Tarragona: 369 Ortigues, Ramon: 284 Ortoneda, Joan [Johan], ciudadano de Tarragona: 377, ap. 18 Ortoneda, Pere, ciudadano y cónsul (1406, 1411) de Tarragona: 175n., 350, 387, 388 Pablo [Pau], santo: 82n., 84n Pagès, Berenguer, ciudadano de Tarragona: 291, 350, 352 Pagès, Joan, bachiller en medicina de Tarragona: 282, 350 Pagès, Miquel, ciudadano, cónsul (1386) y clavari de Tarragona, 182n., 385 Palamós, participante en el «factus Terracone»: 320 Pallarès [Pallerès], Nicolau, ciudadano, cónsul (1377) y síndico de Tarragona: 338, 384
Pallars [Pallàs], Pere de, ciudadano de Tarragona: ap. 12 Pallol [Palaciolo], Gerard [Geraldo] de, licenciado en leyes y notario público de Tarragona: ap. 15 Pascual II [Rainerio de San Clemente], legado pontificio y papa: 82, 82n, 83, 86, 87, 87n Pasqual, Domènec, cordero de Tarragona: 279 Pasqual [Pesqual], Gabriel, ciudadano, cónsul (1416) y racional de Tarragona: 231n., 291, 350, 355, 388, ap. 6, ap. 8, ap. 11 Pasqual, Joan, notario de Tarragona: 285 Pasqual, Miquel, ciudadano, cónsul (1434) y síndico de Tarragona: 168, 362n., 391 Pasqual, Pere, ciudadano y cónsul (1355) de Tarragona: 150n., 383 Pasqual, Pere, cordero y cónsul (1427) de Tarragona: 168, 231n., 390 Pastor, Pere, comisario de la Generalitat (brazo eclesiástico): 121 Patau, Berenguer [Berengarii], jurisperito: ap. 15 Patau [Potau], Marc [March], jurisperito y cónsul (1427, 1430, 1433, 1439) de Tarragona: 351, 354, 355, 390, 391, ap. 11 Patau, Joan, ciudadano y cónsul (1472) de Tarragona: 395 Pau, Pere de, participante en el «factus Terracone»: 320 Pavorde o preboste de la Sede de Tarragona: 125, 128n., 131n., 134n., 148, 149, 156n., 206, 335, 335n., 336 Pedro [Pere], santo: 83, 83n., 84n., 210n Pedro I el Cruel o el Justiciero, rey de Castilla: 112, 119, 253n., 276, 305 Pedro II/I el Católico,rey de la Corona catalanoaragonesa: 105n., 106n., 108, 137n., 402 Pedro III/II el Grande, rey de la Corona catalanoaragonesa: 106n., 108, 150n Pedro IV/III el Ceremonioso o del punyalet, rey de la Corona catalanoaragonesa: 14, 20, 62, 108, 112, 112n., 113, 113n., 114, 114n., 115, 116, 116n., 117, 118, 121, 126, 151n., 153n., 154, 155, 156n., 157, 158, 158n., 183n., 190n., 192n., 193n., 197n., 198n., 217, 219n., 220, 221, 221n., 222,
Índice onomástico
222n., 223n., 225n., 226, 252n., 253n., 275n., 276, 303, 304, 304n., 305, 305n., 306, 306n., 307n., 308, 308n., 310, 312, 314n., 315, 316, 316n., 319, 320, 320n., 321, 321n., 322n., 323n., 324n., 325n., 326n., 327, 332, 332n., 333, 334, 334n., 335, 336, 336n., 337, 339n., 341, 341n., 346n., ap. 3, ap. 5, ap. 15 Pelegrí [Palegrí / Pelagrí], Bernat, licenciado en leyes y síndico de Tarragona: 192n., 222n Penedès, Bernat, mercader y almotacén de Tarragona: 180n Penedès, Francesc, ciudadano y cónsul (1414) de Tarragona: 388 Penedès [Penadès], Guillem, fraile: 221 Penedès [Penadès], Marc [March], ciudadano de Tarragona: 174 Pere, Bonanat, jurista barcelonés: 362, 362n Peris [Periç], Bartomeu [Bartholomeum], ciudadano de Tarragona: 311n., 314n., 318, 320 Perpinyà, Antoni [Anthoni], ciudadano de Tarragona: 231n., ap. 6 Perpinyà [Perpenyà], Mateu [Matheu], cordero de Tarragona: 377, ap. 18 Pexó, Jaume, notario de Tarragona: 293 Pi, Bernat [Bernardó], ciudadano de Tarragona: 291, 350, 352 Pisanos: 85 Planella, Pere, correo del rey: 198n Plegamans, Berenguer de, veguer arzobispal de Tarragona: 364n., ap. 13 Pobres y miserables de Tarragona: 118, 124, 127n., 140, 141, 154, 170, 197n., 204-206, 210, 250, 261, 272, 289, ap. 18 Poc [Poch], Pere, ciudadano de Tarragona: ap. 6 Ponsoda [Ponçoda], Berenguer, ciudadano de Tarragona: 443 Ponsoda [Ponçoda], Bernat, causídico, cónsul (1425, 1431, 1435) y síndico de Tarragona: 168, 177n., 268n., 390, 391 Ponsoda [Ponçoda], Joan, ciudadano y cónsul (1442) de Tarragona: 377, 392 Pontons, Bernat, carnicero de Tarragona: 282 Porta, Pere de la, trapero, cónsul (1387, 1403, 1408), clavari y síndico de Tarrago-
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na: 156n., 182n., 192n., 198n., 201n., 226n., 291, 325n., 338n., 350, 352, 385, 387 Portugal, Joan de, sastre de Tarragona: 287 Portugueses: 147n Potau, Berenguer, ciudadano de Tarragona: 331n Potau, Marc, ciudadano y cónsul (1411) de Tarragona: 168, 388 Poyo, Joan [Johan] del, ciudadano de Tarragona: 268n., 292 Prades, Lluis de, obispo de Mallorca: 228 Príncipe de Tarragona [Tarraconensis princeps]: 89, 89n., 90n., 92n., 93, 94n., 9598, 98n., 99, 100, 100n., 101n., 400, 401, ap. 2 Prior de la Seo de Tarragona: 326n., 367, 367n Procurador [gobernador] general [fiscal] del Campo de Tarragona: 129n., 161, 304n., 364, 366, 366n., 369, 370n., 405 Procurador real de Tarragona: 161, 254n., 309n., 314n., 322, 322n., 323, 324, 325n., 326n., 344n., 345-347, 364, 365n., 369, 381, 382n., 405 Prohombres de Tarragona: 20, 99n., 113, 145-147, 149n., 150n., 151n., 152, 153n., 154, 155n., 173n., 185, 186, 186n., 187, 188, 197n., 206, 225n., 235n., 237, 238, 242, 249n., 271, 304n., 305, 317, 318, 336n., 339, 372, 404, ap. 10, ap. 14, ap. 18 Prohombres del Campo de Tarragona: 116n., 117, 130n., ap. 10 Prunera, Berenguer, ciudadano de Tarragona: 256n., 278 Pujades, Mateu [Matheu], caballero de València y tesorero real: 240n., ap. 17 Pujades, Tomàs, miembro del Consejo real: 379n Pujol [Despujol], Bernat, comisario de la Generalitat (brazo eclesiástico), camarero de la Seo de Tarragona, coseñor de Reus y hermano de Pere Bernat: 121, 335, 335n., 336, 336n., 337 Pujol, Guillem, ciudadano de Tarragona: ap. 6 Pujol, Joan [Johan], sastre y cónsul (1446, 1453) de Tarragona: 276n., 290, 292, 377, 392, 393, ap. 13, ap. 18
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Índice onomástico
Pujol, Pere Bernat, veguer real de Tarragona, hermano de Pere: 158n., 334, 334n., 336n., 337 Queralt, Guillem, ciudadano de Tarragona: 278 Queralt, Joana de, señora del Catllar: 291 Quinsac, Bartomeu de, ciudadano y cónsul (1398) de Tarragona: 386 Quinsac [Quinçach], Bernat de, ciudadano de Tarragona: 344, ap. 11 Quinsac [Quinçach / Quinçacho], Simó [Simeó / Simon] de, ciudadano, cónsul (1352, 1359) y veguer arzobispal de Tarragona: 117, 157n., 164n., 311n., 314n., 383 Racional de Tarragona: 163n., 176n., 177, 179n., 182, 304n., ap. 6 Raedor, Bernat, natural de Falset: 189n Ram, Domènec, cardenal obispo de Lleida y arzobispo de Tarragona: 108, 157, 160, 180n., 237, 239n., 240, 240n., 241n., 299, 357, 357n., 358n., 359, 359n., 360, 360n., 361, 364, 364n., 365, 365n., 366, 366n., 367, 367n., 368, 368n., 369, 369n., 370, 370n., 371-373, 373n., 377n., 402, ap. 12 Ram, Ferran, vicario, oficial y sobrino del cardenal Domènec Ram: 366n., 369, 370n., 377n Ramon, Arnau, ciudadano, cónsul (1380, 1389, 1396, 1403, 1406) y síndico de Tarragona: 116n., 348n., 384-387 Ramon, Pere, notario, cónsul (1359), procurador fiscal y veguer arzobispal de Tarragona: 304n., 311n., 383 Ramón Berenguer I el Viejo, conde de Barcelona: 77-79, 79n., Ramón Berenguer II Cap d’Estopes, conde de Barcelona: 79, 83 Ramón Berenguer III el Grande, conde de Barcelona: 21, 79, 86, 87, 87n., 88, 88n., 90, 92n., 96, 99n., 108, 400, ap. 2 Ramón Berenguer IV el Santo, conde de Barcelona y príncipe de Aragón: 73, 93, 95n., 99, 99n., 100n., 102n., 108, 400 Rausic [Rausich], Gabriel, ciudadano de Tarragona: 338n
Rebolledo, Rodrigo de, capitán general de Tarragona y miembro del Consejo real: 378, 378n., 379n Receptores de Tarragona: 170n Reig, Onofre [Honoffre], ciudadano de Tarragona: 338n Reig [Reyg], Nicolau [Nicholau], ciudadano de Tarragona y yerno de madona Martorella: 275n Reixac [Rexacho], Guillem [Guillelmus] de, ciudadano y cónsul (1358) de Tarragona: 151n., 257n., 383 Renau de Barcelona, autor de la Vita prima: 88n Requesens, Galceran de, lugarteniente general de Catalunya: 333, 369 Requesens [Requesen] de Montoliu [Monteolivo], Berenguer [Berengarii], veguer arzobispal de Tarragona y señor de Puigdelfí: 154n., 200n., 311-313, 313n., 316, 316n., 319, ap. 15 Reverter, carnicero de Tarragona: 178n Rey/es de Aragón / la Corona / el monarca / la monarquía / el soberano: 14, 15, 20, 20n., 33, 61, 73, 99, 100, 100n., 101, 101n., 102, 103, 104, 104n., 105, 105n., 106, 106n., 107, 107n., 108, 111, 112n., 113, 113n., 114-116, 116n., 117-119, 121, 122, 122n., 123-126, 128, 129n., 130, 131n., 134, 134n., 137, 137n., 138, 145, 146, 149n., 150n., 151, 151n., 152, 153n., 154-156, 156n., 157, 157n., 158, 158n., 159, 160, 160n., 161, 161n., 162, 164n., 165, 167, 169, 173, 173n., 175n., 177n., 183n., 187, 189n., 190n., 191n., 192n., 193n., 195n., 197n.,198n., 200, 200n., 209, 209n., 215, 217, 218, 218n., 219, 219n., 220n., 221, 221n., 222n., 223n., 225, 225n., 226, 227, 227n., 228n., 229, 230, 230n., 231, 231n., 232, 232n., 233, 234, 234n., 235, 235n., 236, 236n., 237, 239, 240, 240n., 241, 252n., 253n., 254, 254n., 259, 259n., 261n., 267, 273, 273n., 274n., 275n., 277, 277n., 301n., 303, 304, 304n., 305, 305n., 306, 306n., 307n., 308, 308n., 309, 309n., 310, 310n., 311, 311n., 312, 313, 313n., 314, 314n., 315, 316, 316n., 319, 320, 320n., 321, 321n., 322n., 323, 323n., 324n., 325n., 326, 326n., 327,
Índice onomástico
328n., 331, 332, 332n., 333, 334, 334n., 335, 335n., 336, 336n., 337, 337n., 338, 338n., 339n., 341, 341n., 342, 342n., 343, 343n., 344, 344n., 345, 345n., 346, 347n., 358n., 360n., 361, 362n., 364, 365, 365n., 366, 366n., 367, 367n., 368, 369, 374, 375n., 376, 378, 378n., 381, 381n., 382n., 399, 401-406, 408, 409, ap. 3, ap. 4, ap. 5, ap. 6, ap. 8, ap. 9, ap. 10, ap. 15, ap. 16, ap. 17, ap. 18 Rey/es de Bretaña: ap. 1 Rey/es de Castilla: 113n., 183n., 277n., 305 Rey/es de Inglaterra: ap. 1 Ribera, Pere, guarnicionero de Tarragona: 267, 293 Ribes, Antoni de, ciudadano de Tarragona: ap. 11 Ribes [Rippis], Arnau [Arnaldo] de, caballero y veguer de Tarragona: 156n., 164n Ribes, Pere de, juglar: 190n Ricard [Ricart], Joan [Johan], ciudadano y cónsul (1355, 1358) de Tarragona: 303, 383 Ricard, Pere, sillero de Tarragona: 283 Ricardo, cardenal y legado papal: 82 Riera, Antoni, ciudadano y cónsul (1460, 1463, 1469, 1474) de Tarragona: 393-395 Riera, Bartomeu [Barthomeu], ciudadano y cónsul (1407) de Tarragona: 175n., 350, 352 Riubregós, Antoni, sastre de Tarragona: 290 Robert [Rubert], Esteve [Steve], trapero de Tarragona: 270n., 294 Robert [Rubert], Estruc, pelaire de Tarragona: 291 Roca [Rocha], Antoni [Anthoni], especiero y cónsul (1405, 1418, 1422, 1425) de Tarragona: 168, 291, 350, 353, 387, 389, 390, ap. 7, ap. 11 Roca, Damià, ciudadano y cónsul (1462, 1470, 1473) de Tarragona: 394, 395 Roca [Rocha], Jaume [Jacme], ballestero y cónsul (1438, 1444, 1448, 1455) de Tarragona: 168, 377, 391-393, ap. 18 Roca [Rocha], Joan [Johan], ballestero de Tarragona: 377 Rocabertí, Benet de, arzobispo de Tarragona: 34, 106n., 108, 148, 148n Rocabertí, Guillem de, arzobispo de Tarragona: 108, 187
481
Rocabertí, Ramon de, arzobispo de Tarragona: 106n., 108, 402 Rocafort, Llorenç, ciudadano y cónsul (1471) de Tarragona: 381, 394 Rocafort [Rochafort], Nicolau [Nicholauet], ciudadano, cónsul (1383, 1406), clavari y síndico de Tarragona: 175n., 190n., 196, 204n., 291, 331n., 350, 384, 387 Rocafort [Rochafort], Tomàs [Thomàs], ciudadano de Tarragona: 377 Roda, Berenguer de, sedero de Tarragona: 291 Rodera, Berenguer, ciudadano de Tarragona: 196, 198n., 231n., 325n Rodera, Françoi [Francoy], ciudadano de Tarragona: 196, 198n Roís [Roýç] de Morós, Pere, procurador del arzobispo Gonçal Ferrandis d’Híxar: 238 Roger, Arnau, ciudadano de Tarragona: 185n Romeu, Joan [Johan], ciudadano de Tarragona: 266 Romeu, Maimó [Maymó], mercader de Tarragona: 276n., 278, 331n., 335n., 339n Romeu, Pere [Periconet], mercader y cónsul (1380, 1394, 1409) de Tarragona, hijo de Maimó: 116n., 261n., 331n., 348n., 351, 384, 385, 387 Rostoy, Gabriel, ciudadano de Tarragona: 377 Rovira, Pere, ciudadano de Tarragona: 220n Sabater [Çabater / Çabaterii], Bartomeu [Barthomeu / Berthomeu / Bartholomeo], ciudadano, cónsul (1396, 1408, 1412, 1421, 1428), síndico y veguer arzobispal de Tarragona: 123, 168, 215, 227n., 234n., 268n., 291, 350, 353, 354, 386-390, ap. 6, ap. 7, ap. 11 Sabater [Çabater], Bernat, ciudadano y obrero de Tarragona: 377, ap. 18 Sabater [Çabater], Cortey, ciudadano de Tarragona: ap. 12 Sabater [Çabater], Francesc [Francesch / Françí], notario, escribano y clavari de Tarragona: 168, 274n., 351 Sabater [Çabater], Jaume [Jacme / Jachme], mercader, cónsul (1384, 1395, 1404, 1407) y síndico de Tarragona: 175n., 192n., 277n., 344, 351, 385-387
482
Índice onomástico
Sabater [Çabater / Çabaterii / Sabaterii], Joan [Johan / Johannes], ciudadano, cónsul (1374, 1377, ilegal – 1381, 1389, 1395) y síndico de Tarragona: 308, 308n., 309, 312, 325n., 344, 344n., 345, 346n., 348n., 384-386, ap. 15 Sabater [Çabater], Pere [Pericó], mercader y cónsul (1378) de Tarragona: 301, 306n., 322n., 384 Sabater [Çabater], Pere, mercader y cónsul (1420, 1423, 1428, 1432) de Tarragona: 168, 177n., 354, 355, 376n., 377, 389-391, ap. 6, ap. 11 Sabater [Çabater], Pere [alias Morrut], converso de Tarragona desterrado: 273n., 274n Sabater [Çabater], Pere, notario, escribano y cónsul (1429, 1432, 1436) de Tarragona: 175n., 207n., 234n., 291, 350, 358, 358n., 359, 361, 361n., 367, 369n., 390, 391, ap. 12 Sabater [Çabater], Pere, notario, síndico y cónsul (1440, 1444, 1449, 1455, 1461) de Tarragona: 168, 299, 392, 393, ap. 18 Sacosta [Çacosta], Pere, consejero real y baile general de Catalunya: 156n., 338 Safàbrega [Ça Fàbrega], Guillem, mestro en medicina y en artes de Tarragona: 226n Safont, Guillem, ciudadano de Tarragona: 327n Safont, Ramon, almotacén de Tarragona: 352, 354 Sagarriga, Guillem, ciudadano y cónsul (1356) de Tarragona: 383 Sagarriga, Lluis, converso de Tarragona: 285 Sagarriga [Çagarriga / ça Garriga], Nicolau [Nicolauet / Nicolaus], ciudadano y cónsul (1352, 1355, 1358) de Tarragona: 149n., 164n., 257n., 303, 383 Sagarriga, Ramon, ciudadano y cónsul (1368) de Tarragona: 383 Sagarriga [Çagarriga] i de Pau, Pere de, obispo de Lleida y arzobispo de Tarragona: 108, 122, 134n., 192n., 207n., 228, 228n., 229, 229n., 232, 233, 234n., 235n., 237n., 283, 399, ap. 10, ap. 11 Sagí, Berenguer: ap. 4 Sagio, músico: ap. 12 Sagoda, Ferran, ciudadano y cónsul (1356) de Tarragona: 383
Sagranada, Berenguer, ciudadano y cónsul (1338) de Tarragona: 151n Sagranada, Bernat, ciudadano de Tarragona: 150n Sagranada [Çagranada], Francesc, ciudadano y cónsul (1383, 1386) de Tarragona: 224, 331n., 384, 385 Sala, Pere, notario de Tarragona: 278 Salamó, médico judío de Tarragona: 279 Salbà, Bernat, miembro del Consejo real: 379n Salelles, Ramon, ciudadano de Tarragona: 291, 350 Sallent [Sellent], Eimeric [Eymerich], doctor en decretos y consejero real: ap. 16 Salmònia, Felip, ciudadano, cónsul (1402, 1415, 1422, 1425, 1431) y síndico de Tarragona: 168, 196, 231n., 289, 291, 350, 352, 353, 386, 388-390, ap. 11 Salmònia, Felip, ciudadano y cónsul (1445, 1448) de Tarragona: 364n., 376n., 377, 392, 393, 395, ap. 18 Salmònia, Gabriel, ciudadano y cónsul (1449) de Tarragona: 377, 393, ap. 18 Salmònia, Joan [Johan], mercader y cónsul (1375, 1394): 268n., 276n., 311, 313, 348n., 384, 385 Salmònia, Joan, ciudadano y cónsul (1410, 1418, 1423) de Tarragona: 196, 234n., 284, 291, 350, 352-356, 388, 389, ap. 6, ap. 11 Salmònia, Miquel Joan, representante de los creditores barceloneses: 137 Salvador, Pere, guarnicionero de Tarragona: 279 Salvià, Bernat, tejedor de Tarragona: 256n., 278 San Víctor de Marsella, Ricardo de, cardenal y legado papal: 81 Sanaüja [Sanahuja], Pere de, ciudadano de Tarragona, pariente de Bernat Manresa y marido de Marió: 275, 326n., 328n Sancho Ramírez, rey de Aragón: 83n Sant Boi, Joan de, preboste de la Seo de Tarragona: 95n Santdionís, Bernat de, licenciado en decretos, arcediano de Sant Llorenç y oficial del arzobispo de Tarragona: 309n., 314n Santdionís, Martí de, delegado apostólico: 309n
Índice onomástico
Santdionís, Narcís de, canónigo de Barcelona y jurisconsulto: 362n. Santmartí, Bernat de, ciudadano y cónsul (1385) de Tarragona: 385 Sants, Bernat, ciudadano de Tarragona: 149n Sapere, Gabriel, cerrajero de Tarragona: 287 Saportella, Bernat, caballero de Tàrrega: 290 Saragossa, Joan [Johan] de, ciudadano de Tarragona: 220n Sardo/a/s: 342 Sastre, Albert, participante en el «factus Terracone»: 318, 320 Sédirac, Bernardo de, arzobispo de Toledo: 79, 79n., 82, 82n., 85 Seguí, Jaume, ciudadano y cónsul (1439) de Tarragona: 377, 391 Sellent, Berenguer, veguer real de Tarragona: 336n Selmet [Çalmet / Celmet], Ramon, procurador fiscal de Tarragona y el Campo: 344n., 345, 346, ap. 16 Serra, Arnau, ciudadano de Tarragona: 282 Serra, Pere, doctor en decretos y secretario del arzobispo de Tarragona Ènnec de Vallterra: 222 Sesarnaldes, Guillemó, ciudadano de Tarragona: 189n Sesavasses [çes Avaçes], Bartomeu, síndico de Tarragona: 118 Sescomes [ces Comes / Cescomes / Zescomes], Arnau [Arnaldo / Arnaldum], arzobispo de Tarragona: 108, 150, 150n., 151n., 155n., 187 Sescomes, Guillem, pavorde de la Seo de Tarragona: 335n., 336 Sescomes [Cescomes / Çescomes], Romeu, veguer real de Tarragona: 156n., 333n Setcastells, Joan [Johan] de: ap. 12 Sibila de Fortià, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa, cuarta esposa del rey Pedro IV/III el Ceremonioso: 219, 219n., 220n., 323, 333, 335, 335n., 337 Sibil·la, primera esposa de Robert Burdet: 91n Silvestre II [Gerberto de Aurillac], papa: 75 Simó [Simon], Berenguer, ciudadano, clavari y cónsul (1415) de Tarragona: 168, 174, 352, 388, ap. 11
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Simó, Joan [Johan], ciudadano de Tarragona: ap. 6 Simó, Pere, zapatero de Tarragona: 189n Síndicos [emisarios / mensajeros] de Tarragona: 15, 117, 148, 149n., 150n., 151n., 157, 177, 177n., 179n., 192n., 193, 201n., 305, 308, 310, 330, 330n., 343n., 358, 359, 359n., 360n., 362, 366n., 367, 374, 403, ap. 6 Síndicos del Campo de Tarragona: 116, 177, 345 Sobirà, Pere [Petro], ciudadano y cónsul (1376?) de Tarragona: 314, 315, 384 Sobirats, Gabriel, curtidor de Tarragona: 293 Solà, Berenguer, mercader y cónsul (1432, 1436, 1440, 1443) de Tarragona: 168, 377, 391, 392, ap. 17 Soler, Berenguer, ciudadano y cónsul (1369) de Tarragona: 383 Soler, Guillem, pescador de Tarragona: 288 Soler, Joan, hortelano de Tarragona: 338n Soler, Pere, ciudadano de Tarragona: 168, ap. 11 Solzina, Guillem [Guillermus], ciudadano y cónsul (1374, 1378) de Tarragona: 301, 308, 308n., 309, 312, 322n., 384, ap. 15 Son, Garcia del, ciudadano y clavari de Tarragona: 198n Suñer I, conde de Barcelona: 75n Tallada, Joan, ciudadano de Tarragona: 271 Tamarit, hermanos que participaron en el «factus Terracone»: 318 Tarrés, músico del Catllar: ap. 12 Tártaros: 274 Tecla, santa de Iconio, patrona de Tarragona: 33, 34, 62, 84n., 99n., 100n., 155, 163n., 205n., 210, 210n., 211, 229n., 240n., 307n., 337, 337n., ap. 2 Tello, Rodrigo, arzobispo de Tarragona: 106n., 107n., 108, 115, 116, ap. 4 Templarios (Caballeros de la Orden del Temple): 95n., 186n., ap. 3 Terré, Andreu, doctor en leyes y juez general de apelaciones de Tarragona: ap. 11 Terré, Bernat, doctor en decretos, vicario general y oficial del arzobispo de Tarragona Pere de Clasquerí: 308, 308n
484
Índice onomástico
Terré, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 277n Terré, Iu [Ivo], ciudadano, cónsul (1426) de Tarragona y procurador general del Campo de Tarragona: 358n., 366n., 390 Terré, Joan [Johan], ciudadano y veguer arzobispal de Tarragona: 358n., 366, 377 Texidor, Joan [Johannes], habitante de La Selva y síndico del Campo de Tarragona: 344, 345 Texidor [Teixidor], Mateu, ciudadano de Tarragona: 286 Toda, Mateu [Matheu], mercader de Tarragona: 377, ap. 17 Tolosa, Dalmau de, tío de Gabriel: 293 Tolosa, Gabriel de, sobrino de Dalmau: 293 Tomàs [Thomàs], Guillemó, ciudadano de Tarragona: 198n Tomás de Aquino, santo: 266n Torà, ciudadano de Tarragona: 317 Torner, Pere, tintorero de Tarragona: 289 Torradamer, Antoni [Anthoni], notario de Tarragona: 266, 291 Torrents, Guerau, peletero de Tarragona: 283 Torrents, Jaume, ciudadano de Tarragona: 291, 350, 352 Torrents [Torrentibus], Salvador [Salvatoris] de, jurisperito: ap. 15 Torres, Antoni, doctor en ambos derechos: 362, 362n Torres, Bernat, ciudadano y cónsul (ilegal – 1381) de Tarragona: 325n., 328n., 384 Torres, Guillem de, ciudadano de Tarragona: 150n Torres [Turribus], Joan [Johan / Johanne] de, ciudadano, cónsul (1376, 1378, 1382), síndico y veguer real de Tarragona: 220n., 301, 314, 315, 322n., 323, 324, 324n., 325n., 331n., 384 Torres, Joan [Johan] de, ciudadano de Tarragona: ap. 11 Torroja [Turre Rubea], Arnau de [Arnaldus], maestro del Temple: ap. 3 Torroja, Guillem de, arzobispo de Tarragona: 104, 106n., 108, ap. 3 Tort, Bernat [Bernardus], arzobispo de Tarragona: 73, 93, 93n., 94-98, 98n, 99, 99n., 100n., 108, 152n., ap. 2 Tosquelló, Guillem, ciudadano de Tarragona: 190n
Tost, Pere, notario, clavari y cónsul (1400, 1413) de Tarragona: 227n., 352, 386, 388 Tost, Pere, doctor en decretos y cabecilla del partido de los «querellantes»: 263, 289, 358n., 376, 376n., 377, 378, ap. 18 Totosaus [Totesaus], Ferrer, hortelano de Tarragona: 220n., 291, 350 Traginer [Treginer], Mateu [Matheu], ciudadano de Tarragona: 377, ap. 18 Traginer, Mateu, veguer real de Tarragona: 178n Trastámara, Casa de / dinastía: 122, 199n., 229, 230 Treballs, Bernat de, veguer real de Tarragona: 274n., 275n Turcos [turchs]: 210n Urbano II, papa: 79, 79n., 80-84, 84n., 86 Urrea, Pere [Pedro / Pero] d’, canónigo y tesorero de la Sede de Tarragona: 240n. / arzobispo Tarraconense y miembro del Consejo real: 108, 156n., 241, 242, 242n., 243, 254n., 270n., 272n., 378, 378n., 379, 379n., 381, ap. 13 Vagad, Gauberto Fabricio de, monje benedictino cisterciense y cronista aragonés: 35 València, Guerau de, síndico de Tarragona: 149n Vallbona, Guillem, licenciado en decretos de Tarragona: 358n Vallfogona, Andreu de, jurisperito y cónsul (1435, 1442, 1446, 1456) de Tarragona: 268n., 376n., 391-393, ap. 13, ap. 18 Vallmoll, Antoni de, ciudadano y síndico de Tarragona: 338 Vallmoll [Vallmol], Bartomeu [Berthomeu], ciudadano de Tarragona: 168, 354, 355, ap. 11 Vallterra, Ènnec de, arzobispo de Tarragona: 34, 62, 108, 131n., 134n., 137n., 155n., 173n., 221, 221n., 222, 222n., 223, 223n., 224, 224n., 225n., 226, 228, 229, 337, 341, 341n., 342, 342n., 343, 343n., 344, 344n., 346, 346n., 347n., 402, ap. 16 Van der Wyngaerde, Anton, dibujante paisajista flamenco: 61 Veguer de Bages: 113, 114n Veguer de Berga: 113, 114n
Índice onomástico
Veguer de Cervera: 113, 114n Veguer de Lleida: 113, 113n Veguer de Montblanc: 113, 114n., 336, 336n Vegueres de Tarragona (ciudad y Campo): 14, 62, 116n., 121, 122n., 129n., 145, 146, 152, 152n., 153, 153n., 154, 154n., 155, 155n., 156n., 157, 159, 159n., 161, 162, 164, 164n., 165, 167, 169, 170, 172n., 175, 175n., 176n., 177, 178n., 180n., 183n., 185, 188, 189, 199, 211, 225n., 242, 249, 249n., 261, 261n., 274, 284, 290, 301n., 305, 307n., 310, 310n., 313n., 315, 317, 318, 320, 325n., 327n., 331n., 334, 334n., 336n., 340, 345, 359, 359n., 362, 364, 364n., 365, 366n., 368, 368n., 383, 405, 408, ap. 4, ap. 5, ap. 6, ap. 13, ap. 15, ap. 16 Veguer arzobispal: 20, 33, 63, 154n., 155, 155n., 156n., 157n., 158n., 159n., 160, 164n., 189n., 304n., 311, 311n., 312, 313, 313n., 315, 316, 316n., 317-319, 320n., 335n., 346, 347, 364, 366, 366n., 368, 408, ap. 5, ap. 13, ap. 15 Veguer real: 20, 129n., 151n., 154, 154n., 155n., 156n., 157, 157n., 158, 158n., 159, 159n., 160, 161n., 164n., 178n., 189n., 274n., 275n., 276n., 304n., 307n., 310, 311n., 312, 313, 313n., 315, 316, 317-320, 320n., 321, 321n., 323, 323n., 324, 324n., 325n., 326, 326n., 328, 333n., 334, 334n., 336, 336n., 337, 344n., 364, 366, 368, 369, 370n., 408, ap. 4, ap. 5, ap. 13, ap. 15, ap. 16 Veguer de Tàrrega: 113, 114n Veguer de Vilafranca del Penedès: 113, 114n., 336, 336n Vendrell [Venrell], Joan [Johan], ciudadano y cónsul (1450) de Tarragona: 377, 393 Verdaguer, Pere, hortelano de Tarragona: 220n Verdú, Francesc [Francesch], ciudadano de Tarragona: 377, ap. 18 Verdú, Ramon, notario y cónsul (1422, 1427) de Tarragona: 168, 353, 377, 389, 390, ap. 11, ap. 18
485
Verí, Bartomeu de, jurisconsulto regente de la cancillería real: ap. 3 Vertamon, Francesc, doctor en leyes y asesor de la provincia eclesiástica tarraconense: 11, 24n., 107n., 151n Vessiat, Joan, tintorero de Tarragona: 294 Vestit, Nicolau, ciudadano de Tarragona: 294 Vicario/s general/es del arzobispo de Tarragona: 27n., 161, 170, 184n., 207n., 225n., 238, 239n., 240n., 254n., 301n., 304n., 305n., 307, 307n., 308, 308n., 310, 310n., 311, 311n., 312n., 313, 313n., 314, 314n., 315, 316, 316n., 317, 318, 320, 321n., 322, 322n., 323n., 359, 359n., 360, 360n., 361, 362, 362n., 363, 363n., 364, 364n., 368, 369, 370n., 372, 373, 404, 405, ap. 14 Vilademany, Bernat de, caballero: 336 Vilademuls [Villamulorum], Arnau [Arnaldi] de, caballero: ap. 3 Vilademuls, Berenguer de, arzobispo de Tarragona: 108, 401 Vilagut, Bernat, ciudadano de Tarragona: 168 Vilanova, Joan [Johan] de, ardiácono de Ribagorza: 238 Vilanova, Ramon de, notario, consejero y alguacil real: 113, 114, 114n Vilanova, Vidal de, embajador: 27n Vilar [Vilario], Pere [Petrum] de, participante en el «factus Terracone»: 314n., 318, 320 Violante [Yolant] de Bar, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa, esposa de Juan I el Cazador: 342, 342n., 343, 343n., 345, 347n., ap. 16 Violante de Aragón, infanta (hija de Juan I el Cazador) y esposa de Luis II de Anjou: 127n Virgili [Vergili], Joan [Johan] de, notario y cónsul (1412) de Tarragona: 215, 291, 350, 352, 388, ap. 11 Virgili [Virgilii], Ramon [Raymundus], notario y síndico de Tarragona: 325n., ap. 15 Vital, Orderic, monje anglo-normando y cronista: 91, 91n Vizconde de Tarragona: 78 Wifred, arzobispo de Narbona, 78 Wifredo [Guifré] I el Velloso, conde de Barcelona: 74n.
índice toponímico Aitona: 265, 294 Albarracín: 128n Albiol (L’): 129, 139, 141 Alcover [Alcoverio]: 125n., 126, 127, 128n., 129, 132, 139, 140, 142, 186n., 257n., 265, 278 Aleixar (L’): 265, 285 Alforja [Alforge] baronía: 127n., 129, 131, 131n., 142 pueblo: 125n., 126, 127, 128n., 129, 129n., 131n., 132, 139, 140, 142, 150n., 178n Alió: 129, 131n., 139, 141 Almoster: 129, 139, 141 Alt Camp: 77 Amposta (castellanía): 112n Anagni: 79n Andorra: 115 Andújar: 219n Antioquía: 309n Aquitaine [Aquitània / Aquitania]: 74 Aragón [Aragó] Corona: 19n., 20, 24, 27-30, 33, 35, 78, 115, 166n., 217n., 225n., 229, 234n., 235n., 260, 303, 311n., 323n., 382n reino: 14, 20, 30, 61, 62, 73, 79, 83n., 87n., 88n., 93, 101n., 104n., 106n., 107, 108, 112, 115, 116, 122, 122n., 128n., 156n., 164n., 209n., 219n., 220, 225n., 227, 229, 234n., 235n., 264, 277, 284, 305, 328, 328n., 332, 336n., 401, ap. 3, ap. 15, ap. 16 Arbeca: 265, 284 Arboç [Arbocet] (L’): 129, 139, 140 Ardenya: 129, 131n., 139, 140 Argentera (L’): 129, 139, 140
Argilaga (L’): 129, 139, 140 Armenia [Armínia]: 219, 219n Arras [Arrás]: 61 Aviñón [Avignon / Avinyó]: 27n., 311, 311n., 320 Badalona: 265, 286 Balaguer: 163n., 382n Banys (Els): 129, 139, 140 Barbastro: 81n Barcelona [Barçalona / Barchinona] archivos > municipal: 28, 29, 34/ real: 78n., ap. 3 ciudad condal: 13, 14, 21, 65, 73, 74n., 75n., 76, 77, 79, 79n., 80, 82n., 83, 83n., 85n., 86, 87, 88n., 89n., 91n., 92n., 93, 96, 98n., 99, 100n., 101n., 107, 108, 111, 121, 122n., 124n., 137n., 150n., 151n., 155, 158, 159n., 163n., 170n., 177n., 180n., 186n., 188n., 194n., 198n., 200n., 202, 217, 225n., 230, 230n., 234n., 235n. 236, 236n., 237n., 242, 252, 252n., 253n., 259n., 261, 261n., 264, 265, 270n., 284, 285, 287-291, 293, 294, 299, 304n., 305, 312, 320n., 321n., 325n., 332, 332n., 333, 335n., 336, 336n., 343, 343n., 344n., 346n., 347, 358, 359n., 360n., 361, 362, 365, 366, 366n., 367n., 368n., 369, 369n., 379, 382n., 400, 407, ap. 1, ap. 2, ap. 3, ap. 5, ap. 6, ap. 9, ap. 13, ap. 15, ap. 16 Consell de Cent: 332 Cortes (1377-1378): 113, 120, 121 Cortes (1413): 121 Leyes, usos y costumbres: 35, 94, 185n., 252
488
Índice toponímico
obispado: 80, 82n., 87, 91n., 120n., 131, 400 veguería: 264, 265 Barenys: 134, 139, 141, 198n Basilea (Concilio de 1431-1449): 369n Belianes: 131n., 140 Bellavista: 129, 139, 141 Benes (Les): 140 Berbería [Barberia]: 184n Boella [Boellam]: ap. 3 Bonrepòs (monasterio): 131n Borges del Camp (Les): 126, 127, 129, 139, 140 Botarell: 134, 135, 139, 141 Bràfim: 131, 139, 140 Brugar (El): 134, 139, 141 Burguet (El): 129, 139, 141 Cabra (castillo): 77, 79 Calatayud: 128n Califato omeya: 76 Cambrils: 118, 128n., 137n., 138-140, 142, 230, 232, 232n., 265, 281 Camprodon (veguería): 264, 265, 286 Canonja (La): 134, 134n., 139, 141, 206 Canterbury: 61, 103, 401 Cardona: 284 Casafort: 129, 139, 141 Caspe ciudad: 229 Compromiso (1412): 209n Castellet: 79, 133n Castellfollit: 336n Castelló: 382n Castellvell del Camp: 129, 139, 141 Castellví de la Marca [Castro Vetulo]: 79 Castilla-León: 86, 112, 112n., 114, 229, 277, 277n., 309 Catalunya [Cathalunya / Cataluña]: 19, 59, 61, 87n., 111, 112, 112n., 118, 120n., 121, 123, 125, 127n., 157, 187, 192n., 201n., 228, 230, 230n., 232, 264, 305, 308n., 321, 338, 362n., 363n., 378, 382n., 399, 403, ap. 5 Biblioteca de: 28, 29, 35, 59 Cortes generales: 30, 113, 118, 119, 120, 122n., 123, 150n., 151n., 230n., 237n., 320n., 401 Diputación del General / Generalitat: 112, 120, 121, 124
Norte: 120 Nueva: 13, 16, 95n., 102, 112, 186n Principado: 21, 24, 30, 77, 122n., 157, 217, 230n., 248, 260, 299, 308, 367n., 379n., 382n., ap. 3 Catllar (El): 139, 140, 265, 288, 291, ap. 12 Centcelles [Centselles / Sentceles]: 75n., 178n., ap. 3, ap. 4 Cerdanya-Besalú (condado): 74n., 76n., ap. 16 Cerdeña [Sardenya / Sardegna]: 125, 131n., 197n., ap. 16 Cervera ciudad: 163n., 194n., 248n., 265, 282, 382n Cortes (1359-1360): 118, 119, 120n veguería: 264, 265 Clermont (concilio de 1095): 81 Cocons (Els): 139, 140 Codony (El): 129n., 134, 139, 141 Coll de Lilla: 77 Colldejou: 123, 129, 139, 140 Comuna del Camp de Tarragona: 25, 28, 29, 34, 59, 61, 116, 122, 122n., 125n., 128, 128n., 129, 132, 135, 138, 404 Conca de Barberà: 77 Condados catalanes: 74 Constantí [Contestí / Gonstantí]: 101n., 123, 125n., 126, 127, 127n., 128n., 129, 129n., 132, 135, 138-140, 142, 220, 220n., 239n., 264, 270n., 281, 286, 289, 291, 292, 306n., 307n., ap. 3, ap. 4, ap. 16 Córdoba: 75n Corsica [Còrsega / Córcega]: ap. 16 Cortiella: 129, 139, 140 Cubelles: 79 Cullei: 90, 400 Daroca: 128n Dénia [Denia] taifa: 82n Domenges (Els): 129, 139, 140 Dominios templarios: 186n Duesaigües: 129, 139, 140 Ebro (río): 78, 79, 84n., 85, 86, ap. 10 Eivissa [Eviça / Ibiza / Ivissa]: 240n., 265, 285, 342n., 401 Escornalbou [Scornalbou]
Índice toponímico
baronía: 129, 129n., 131, 140, 142 castillo: 132 pueblo: 129, 132, 139, 140, ap. 4 España [Espanya / Hispania/Hispaniarumregnis / territorios hispánicos]: 28, 29, 35, 59, 80, 81n., 82, 83n., 85, 111, 299, 367n., 409 Espinavessa [Espinaversa]: 129, 139, 141 Europa / ámbito europeo / Occidente europeo: 24, 66, 93n., 145, 402, 407, 409 Falset: 265, 284, 286, 293 Ferran: 129, 139, 141 Figueres: 382n Florencia [Firenze / Florència]: 237n Font de l’Astor (La): 134, 134n., 139, 141 Fontscaldes: 129, 139, 141 Fontscaldetes: 140 Formentera: 401 Francia [França / Fransa / France]: 61, 92, 92n., 264, 265, 293, 308n Francolí (río): 77 Gaeta: 159, 339n Gaià (río): 76, 77, 78 Garidells (Els): 129, 131n., 139, 140 Girona archivo diocesano: 28, 29 ciudad: 78n., 80n., 163n., 250n., 329, 332n., 382n., 384 concilio (1077): 80n condado: 77 Cortes (1321): 125 obispado / Sede: 75n., 76n Parlamento (1358): 112 Grassa (La): 139, 140 Guimerà: 293 Gunyoles: 139, 140 Híjar [Híxar / Íxar]: 239n Iconio [Iconi / Konya]: 210 Igualada: 236n., 265, 281 Imperio almorávide: 92n Inglaterra [Anglaterra / England]: ap. 1 Irles (Les): 129, 139, 140 Italia [Itàlia]: 92
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Jerusalén / Tierra Santa: 80n., 81, 81n., 86, 88n., 243 Lentisclell [Lentisclel] (colina): ap. 3 Letrán [Laterno] (concilio de 1123): 88n Lleida [Leyda] archivo municipal: 28, 29, 34 ciudad: 78, 92n, 95, 163n., 186n., 236n., 240n., 264n., 265, 289, 296, 304n., 371n., 382n., ap. 5 Cortes (1375): 309n obispado / Sede: 228, 240, 372, ap. 17 Parlamento (1357): 112, 118n veguería: 264, 265 taifa [Lärida]: 78, 82n., 83n Llobregat (río): 74n Madrid: 219n Real Academia de la Historia: 28, 29, 59 Universidad Complutense: 28, 29, 35, 65, 66 Mallorca [Mallorques] Ciudad: 382n obispado / Sede: 228 reino: 264, 305, 309,ap. 16 Mangons: 134, 135, 135n., 139, 141, 336n Manresa: 382n Marca hispánica: 74n Mascalvó [Mas Calvó / Mas d’en Calvó]: 134, 139, 141, ap. 4 Mas d’en Goda: 134, 135, 139, 141 Mas d’en Romanills (El): 141 Mas Moragues: 139, 140 Mas Moretó: 134, 139, 141 Masmolets: 129, 139-141 Masó (La): 129, 131n., 139, 140 Masricard: 134, 135, 139, 141, 258 Mediterráneo (mar): 24 Menorca: 382n Mérida: 13 Milà (El): 134, 134n., 139, 141 Miramar [Guardamar]: 127n., 129, 131n., 139, 140, 232 Monnars: 129, 139, 141, ap. 3 Montblanc [Muntblanch] ciudad: 178n., 201n., 220, 221, 236n., 264, 265, 275, 294, 295, 296, ap. 6 Cortes (1370-1371): 323n
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Índice toponímico
veguería: 124n., 127, 131n., 264, 265 Montbrió del Camp: 138-140 Montiel: 253n Montoliu-Requesens castillo: 131n pueblo: 129, 139, 140 Mont-roig del Camp: 123, 128n.,129, 131n., 132, 139, 140, 142 Montserrat (abadía): 75n Monzón [Montsó] ciudad: 155n., 314n Cortes (1375-1376): 120 Morell (El): 129, 129n., 131n., 134, 139, 140 Morella: 265, 292 Morvedre [Murviedro]: 149n Murta (sierra): ap. 3 Nápoles [Napoli / Nàpols]: 197n., 209n., 259, 366, 367 Castelnuovo: 197n Narbona / Narbonense: 74, 75n., 77, 79, 81, 82, 82n., 84n., 85 concilio (1129): 89n Nulles: 129, 139, 141 Occidente (Cisma): 221n., 266n Olot: 382n Osona (condado): 77 Oxford: 61 Pallaresos (Els): 134, 139, 141 Palma de Mallorca: 163n Pedrós (El): 129, 139, 141 Penedès (zona / veguería): 75n., 117 Península Ibérica: 24, 88n., 219n., 409 Peníscola [Peñíscola]: 230n Perafort: 129, 131n., 139, 140 Peralta: 129, 131n., 139, 140 Perpiñán [Perpignan / Perpinyà / Perpinyani]: 114n., 163n., 345, 346n., 382n Pla de Santa Maria [Santa Maria del Pla]: 128n., 129, 131n., 132, 139, 140, 283, 318, ap. 4 Plana (La): 133n Picamoixons: 129, 139, 141 Pineda (La): 134, 134n., 139, 141 Pirineos: 79, 89n Pisa: 66 Pobla de Mafumet (La): 129, 131n., 139, 140
Pobla d’en Taudell (La): 129, 131n., 133n., 139, 140 Poblet (monasterio): 90n., 95n., 254n Pont d’Armentera (El): 129, 139, 141 Porpres: 133n., ap. 4 Portugal: 123, 123n., 147n Pradell de la Teixeta (El): 129, 139, 140 Prades condado: 124n., 127, 137, 378, 379, 381, 381n montañas: 89, 150n Prenafeta (castillo): 77 Provence [Provença / Provenza / Province]: 87n., ap. 3 Puigdelfí [Puygdalfí]: 129, 131n., 139, 141, 200n., 319 Puigpelat: 131, 139, 140 Quadra (La): 140 Quart: 133n Renau: 129, 131n., 139, 140, 265, 291 Reus archivo municipal: 28, 29, 34 pueblo: 125n., 126, 127, 129, 129n., 132, 133, 135, 139, 141, 142, 186n., 187n., 264, 265, 283, 293, 295, 296, 335, 335n Ribagorça: 238 Riuclar: 231n Riudecanyes: 129, 132, 139, 140 Riudecols: 129, 139, 140 Riudoms: 128n., 129, 129n., 132, 135, 138, 139, 141, 142, 220 Roma: 76n., 80, 81, 83, 83n., 86n., 87, 92, 240n., 321n., ap. 1 Rosellón [Rosselló /Roussillon]: 308, 308n., ap. 16 Rourell (El): 139, 140 Saint-Gilles (concilio de 1092): 85 Salamanca: 158n Salou: 106n., 129, 139, 141, 221, ap. 4 Samuntà: 133n Sanaüja: 115n Sant Cugat (Cortes de 1419-1420): 237n Sant Joan dels Arcs: 129, 131n., 139 Sant Mateu [SentMatheu]: 230n Santes Creus (monasterio): 95n
Índice toponímico
Secuita (La): 131, 131n., 139, 141 Segura: 129, 139, 140 Selva del Camp (La) archivo municipal: 28, 29, 34, 61, 135 pueblo: 125, 125n., 126, 127, 127n., 128n., 129, 131n., 132, 139, 141, 142, 186n., 187n., 220, 265, 283, 292, ap. 12 Seròs Serra (La): 140 Sicilia [Sicília]: 197n., 198n., 235n Siurana: 92n Sogorb [Segorbe] ciudad: 228, 265, 280, 293 obispado: 222n., 337 Tamarit castillo: 78n., 79, 103n., 149n., 242, ap. 13 pueblo: 123, 129, 139, 141, 149n., 265, 288 Tapioles (sierra): ap. 3 Tarragona [Terrachona / Tarrachone / Terracone / Terragona] archicofradía: 89 archivos > arzobispal: 27, 29, 34, 97 / capitular: 27, 29 / municipal: 27, 29, 33, 59, 62, 63, 176n., 186, 205n., 301n., ap. 6./ provincial: 27, 29 arzobispado / diócesis / Sede metropolitana: 13, 25, 74, 74n., 75, 77-79, 79n., 80n., 81, 81n, 82-84, 84n., 86, 86n, 87n., 93, 94, 112n., 118n., 120, 120n., 149, 222, 222n., 223, 238, 239, 239n., 240, 240n., 241n., 292, 309, 335, 337, 358n., 363, 364n., 400, 401, 408, ap. 13 baños públicos: 275 bibliotecas > biblioteca-hemeroteca municipal: 29 Call / aljama / judería [juheria]: 203, 236, 241, 273, 273n., ap. 11, ap. 13 calles y arcos > Àsens: 206 / Assaonadors: 203 / Baixada de la Peixateria [de les Forques]: 189n., 203 / Boqueria: 203 / Boters: 203 / Cantó del Pes: 203, 241, 317, ap. 13 / Cavallers [de n’Olzinelles / Ulzinelles]: 204, 233, ap. 10 / Civaderia: 178n., 203 /
491
Cuireteries: 203, 204/ Draperia: 203 / Ferrers: 203 / Forat Micó: 241 / d’en Granada: 204, 236, 241, ap. 11, ap. 13/ Hostals: / Major:189n., 195n., 203, 204, 233, 236, 241, 275n., 317, ap. 10, ap. 11, ap. 13 / Merceria: 203, 204/ d’en Montoliu: 207n. / Natzaret: 236 / Nau [Pintors]: 204, 236, 241, 317, ap. 11 / Puig dels Pallars: 203, 204/ Puig de les Sitges: 203 / Puig Sarrier: 207n. / Sabateria: 203 / Salineres: 233 / Volta de Santa Maria: 241n. / Voltes de l’oficialat: 236 capital / ciudad: 13-15, 20, 21, 22n., 23, 23n., 24-27, 27n., 28n., 33, 61, 62, 63, 71, 73, 73n., 74, 74n., 75n., 76n., 77-79, 79n., 80, 80n., 81, 82, 82n., 83, 83n., 84, 84n., 85, 85n., 86, 87, 87n., 88, 88n., 89, 89n., 90, 90n, 91n., 92, 92n., 93n., 94, 95, 96, 97, 98, 98n., 99, 99n., 100, 101, 101n., 102n., 104, 104n., 105, 105n., 106n., 111, 113-118, 121, 123, 125, 127n., 128n., 130, 130n., 133-135, 135n., 136, 137, 137n., 139, 141, 145, 147, 148, 148n., 149n., 150n., 151n., 152, 152n., 153n., 154, 155n., 156n., 157, 157n., 158, 158n., 159, 159n., 160, 161, 161n., 162n., 163n., 164n., 166n., 167, 170, 171, 171n., 173n., 174, 175, 175n., 176, 176n., 177n., 178n., 180n., 181n., 182, 182n., 183, 183n., 184n., 185, 186, 186n., 187, 188, 189n., 190n., 191, 191n., 192n., 194, 194n., 195, 195n., 196, 197n., 198n., 199, 199n., 200, 200n., 201, 201n., 202, 204, 204n., 205, 206, 206n., 207n., 208, 208n., 209, 209n., 210, 210n., 211, 211n., 217, 218, 218n., 219, 219n., 220, 220n., 222, 222n., 223, 223n., 224, 224n., 225, 225n., 226, 226n., 227, 227n., 228, 228n., 229, 230, 230n., 231, 231n., 232, 232n., 233, 234, 234n., 235, 235n., 236, 236n., 237, 237n., 238, 239n., 240, 241, 241n., 242, 242n., 247, 248, 249, 249n., 250n., 252, 252n., 253, 253n., 254, 254n.,
492
Índice toponímico
255, 255n., 256, 256n., 257, 257n., 258, 258n., 259, 259n., 260, 261, 261n., 262, 262n., 263, 264, 266, 266n., 267, 267n., 268, 268n., 269, 269n., 270, 270n., 271, 272, 273, 273n., 274n., 275, 275n., 276, 276n., 277, 277n., 278-296, 299, 303, 303n., 304, 304n., 305, 305n., 306, 306n., 307, 307n., 308, 308n., 309, 309n., 310, 311n., 312, 312n., 313, 313n., 314, 314n., 315, 316, 319-321, 321n., 322, 322n., 323, 323n., 324n., 325, 325n., 326, 326n., 328, 328n., 330, 330n., 331n., 332n, 333, 334, 334n., 335, 335n., 336, 336n., 337, 337n., 338, 338n., 339, 339n., 340, 340n., 341, 341n., 342, 342n., 343, 343n., 344, 344n., 345, 345n., 346, 347, 347n., 348, 348n., 353, 353n., 356, 357, 357n., 358, 358n., 359, 360, 360n., 361n., 363, 363n., 364n., 365, 365n., 366, 366n., 367, 367n., 368, 368n., 369, 370n., 371, 371n., 372, 373, 373n., 374, 374n., 375, 375n., 376, 378, 378n., 379, 379n., 380, 380n., 381n., 382, 382n., 385, 386, 399-409, ap. 1., ap. 2, ap. 3, ap. 4, ap. 5, ap. 6, ap. 7, ap. 8, ap. 9, ap. 10, ap. 11, ap. 12, ap. 13, ap. 14, ap. 15, ap. 16, ap. 17, ap. 18 cárcel [Casa Blancha]: 254n., 277n., 346, ap. 14, ap. 17, ap. 18 castillos y palacios> del arzobispo: 151n., 175n., 202, 204, 224, 233, 234n., 307n., 316, 317, 318, ap. 11 / del preboste: 202, 204, 307n./ del rey [Pretorio]: 175n., 189n., 204, 204n., 227, 241, 310, 310n., 323, 324n., 345, 381, 381n., ap. 11, ap. 13 Casa de la Ciutat / Casa del Consell / Hospici de la Ciutat / Sala del Consell: 14, 117, 160n., 162n., 164n., 171n., 174n., 175, 175n., 176n., 183n., 188, 189n., 203, 204, 210, 210n., 240n., 241, 254n., 299-301, 306, 310, 310n., 313, 313n., 314n., 323, 324, 330, 330n., 331n., 348n.,
353, 354, 359n., 373m 373n., 374, 376n., 379, ap. 8, ap. 11, ap. 12, ap. 18 cementerio: 202, 205 condado: 77, 78n., 79, 83n., 91n., ap. 1 conventos> Mercedarios: 205/ Sant Antoni: 242, ap. 11, ap. 13/ Sant Francesc [Framenors]: 205, 207n., 220n., 221n., 233 / Santa Clara [Manoretes / Minoretes]: 205, 220n. / Sant Domènec [Predicadors]: 175n., 205 Corte de los vegueres: 62, 153n., 154, 161, 172n., 185, 188, 203, 229n., 254n., 261, 261n., 273n., 276, 306, 310, 311n., 315, 325n., 340, 370n., ap. 6, ap. 7, ap. 14 cuevas> de l’Areny major: 232n., 236, 242, ap. 13 / dels Monnars [Mulnars]: 242, ap. 13 escuelas de canto y de gramática: 14, 207, 207n., 208, 208n., 209n., 272n., 289, 296, 366n escribanías: 203 Faldes / término: 25, 61, 115, 133, 133n, 134, 134n., 135, 135n., 136, 137, 137n., 141, 183n., 190, 191, 191n., 195, 196, 198n., 226n., 237, 248, 252n., 253n., 256, 258, 260, 401, 403, 404, 405, 406, ap. 2, ap. 8 hospitales> catedral: 202, 204, 205, 318 / ciudad: ap. 6. (Capítulo + Consell): 205/ leprosos: 205 iglesias> catedral: 20n., 27n., 34, 63, 92n., 97, 117, 131n., 155, 175n., 202, 204-207, 207n., 220n., 226n., 233, 236, 241n., 242, 243, 289, 304n., 307n., 317, 318, 320, 325, 325n., 326n., 330n., 335n., 361, 366n., 367, 369, 370n., 409, ap. 10, ap. 11, ap. 12, ap. 13/Sant Fructuós: 61, 313n. / Sant Llorenç: 204, 311n., 313n./ Sant Miquel del Mar: 189n. / Sant Miquel del Pla: 204, 231n./ Santa Maria de Natzaret: 204, 231n. / Santa Tecla la Vella: 204 masías > de n’Escart: 232n., 233 / d’en Romeu Sescomes [Cescomes]: 232, 232n
Índice toponímico
municipio/universidad: 14, 15, 25, 27, 27n., 62, 63, 116n., 135, 136, 137, 143, 145, 147, 148, 149, 149n., 150n., 152, 153n., 155, 155n., 156, 158, 158n., 160, 162, 162n., 167, 167n., 171, 171n., 173n., 174, 174n., 176n., 178, 180, 180n., 181, 181n., 182, 184n., 186, 187n., 191n., 192, 193, 193n., 195n., 196, 197n., 198n., 200n., 201n., 202, 205, 209n., 219, 222-224, 226-229, 231-235, 237n., 238, 238n., 240n., 241n., 242, 247, 249, 250n., 253n., 254, 254n., 256, 257, 257n., 258n., 259n., 260, 261, 261n., 263, 263n., 264, 266, 266n., 267, 267n., 268, 268n., 269, 269n., 270, 270n., 271, 272, 273n., 274, 274n., 275, 275n., 276, 277, 277n., 295, 296, 297, 299, 303, 303n., 304n., 305, 307, 308n., 310-312, 312n., 313, 315, 322n., 324, 325, 325n., 326, 328, 328n., 329, 330, 330n., 331, 331n., 332n., 333, 334, 337, 337n., 338, 338n., 339, 339n., 340, 340n., 341n., 342, 342n., 343, 343n., 344, 344n., 347, 347n., 348n., 349n., 351, 353, 353n., 356, 357, 357n., 358, 358n., 360, 360n., 361, 361n., 362, 363, 363n., 364, 364n., 365, 365n., 366n., 367, 367n., 368, 368n., 369, 369n., 370, 370n., 371, 371n., 372, 372n., 373, 373n., 374, 374n., 375, 375n., 376, 376n., 378, 378n., 379, 379n., 380, 380n., 381, 382, 382n., 385, 386, 399-409, ap. 6, ap. 7, ap. 8, ap. 9, ap. 10, ap. 11, ap. 12, ap. 13, ap. 14, ap. 15, ap. 16, ap. 17, ap. 18 murallas, portales y torres>Arandes: 203, 204/ Heretges: 149n., 206 / Monges: 204/ Morenes: 203, 204/ Muralleta: 203, 204/ Murs: 178n., 193n., 195n., 203/ n’Olivera: 195n., 203 / Paborde [Pavorde / Preboste]: 204, 227, 305n., 317/ Portella: 203, 204/ Predicadors [Preycadors / Roser]: 202, 204, 233/ Sant Antoni: 189n., 204, 229n., 236, 237, 237n.,
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241, 242, 320, ap. 11, ap. 13 / Santa Maria: 318 museos> arqueológico: 29 / diocesano: 29, 61 Pia Almoina: 202, 204 plazas > Carnisseria: 178n., 203, 320 / Cols: 203, 241, ap. 11 / Corral: 189n., 190n., 203, 231n., 277n., 320, ap. 4 / Oli:203 / Pallol: 203 / Peixateria: 203, 320 / Pla de la Seu: 307n., 317, 317n., 320, ap. 11, ap. 12, ap. 13 / Quartera: 164n., 175n., 186n.,189n. 203, 317, 317n., 318, 320, 342n., 364, 364n., ap. 11 / Sant Francesc: 189n. / Talls: 23 principado: 91n., 99n., 108 provincia eclesiástica (Tarraconense): 80-82, 82n., 84n., 85n., 86, 86n., 104 puerto: 196, 318, ap. 5 sinagoga: 204 territorio: 135, 191, 309, 401, 403, 405, 406, ap. 2, ap. 3 veguería / dominio / señorío / hinterland (Tarragona y su Campo): 1315, 19, 21, 23, 23n., 24, 24n., 25, 26, 34, 61, 69, 71, 73, 73n., 74, 74n., 75n., 76n., 80n., 81n., 85n., 87, 88, 88n., 89n., 90, 90n., 92, 92n, 93, 93n., 94, 95, 95n., 96, 97, 98n., 99, 99n., 100, 101n., 102n., 104, 105, 106, 106n., 109, 111, 111n., 112n., 113, 114, 114n., 115, 116, 116n., 117, 118, 119n., 121, 122n., 123, 123n., 124n., 125, 126, 127, 127n., 128n., 129n., 130, 130n., 131, 131n., 133, 133n., 137, 137n., 138, 139, 153n., 154, 154n., 157, 157n., 158, 158n., 159n., 186n., 187, 187n., 191n., 215, 218, 222, 226, 239n., 241, 248n., 253n., 264, 271, 303, 306n., 308n., 309, 321, 322, 323, 323n., 334, 336, 336n., 341n., 342, 342n., 343n., 344, 344n., 345, 345n., 346, 346n., 347n., 358n., 366n., 369, 378, 378n., 399-409, ap. 1.,ap. 2, ap. 3., ap. 4, ap. 10, ap. 14, ap. 15 Villa antica [Villa veteris comitisse]: 203
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Índice toponímico
Villa nova [Corral]: vid. Tarragona > plazas > Corral vizcondado: 78n Tàrrega ciudad: 195n., 265, 290 veguería: 264, 265 Tascals: 129, 139, 140 Teixells (Els): 138, 139, 140 Terrassa: 61 Teruel: 128n Tévar (batalla): 82n Toledo ciudad: 13, 80n., 248n Sede: 80, 84n Tolosa [Toulouse] concilio (1056): 78 concilio (1090): 82 concilio (1119): 88n Torre de Fontaubella (La): 129, 139, 140 Torredembarra: 235n., ap. 12 Torrell [Torell] (El): 134, 139, 141 Torrelles: 139, 140 Tortosa ciudad: 74, 78, 84n., 85-87, 89, 89n., 92, 92n, 95, 103, 103n., 197n., 225, 230, 231n., 232, 232n., 236n., 264, 265, 284, 286, 287, 295, 342n., ap. 10 Cortes (1364-1365): 119 Cortes (1370-1371): 323n Cortes (1419-1420): 237n obispado / Sede: 98, 230n., 240, 240n taifa [Turtūšha]: 78, 82n, 83n veguería: 124, 264 Tudela: 381n Urgell condado: 78, 80, 115n obispado: 75, 75n., 115, 120n València [Valencia] archivo municipal: 29 ciudad: 150n., 155n., 163n., 236, 236n., 240n., 264, 272, 282, 286, 288, 289, 294, 342n., 374, ap. 16, ap. 17, ap. 18
reino: 30, 127n., 235n., 264, ap. 16 Vall d’Uixó [Uxó]: 149n Vallbona (baronía): 122 Vallmoll: 129, 139, 141 Valls [Vayls]: 123, 125n., 126, 127, 128n., 129, 129n., 131n., 132, 133, 139, 141, 142, 153n., 186n., 195n., 220, 232, 239, 239n., 264, 265, 282, 285, 287, 292, 294, 318, ap. 4, ap. 12, ap. 16 Vaticano / Santa Sede / Sede Apostólica: 80n, 83n., 84n., 86, 87n., 240n., ap. 3 Vendrell (El): 265, 291 Verfull: 140 Vic archivo capitular: 83n ciudad: 382n Sede / obispado: 86, 87n., 301n Vilabella: 129, 129n., 139, 141, 318 Vilafortuny: 134, 135, 137n., 139, 141 Vilafranca del Penedès: 117, 145, 221, 225, 225n., 265, 283, 284, 287, 292, 317n., 338, 342n Vilagrassa: 138-140 Vilallonga del Camp: 129, 129n., 131n., 139, 141 Vilanova d’Escornalbou: 129, 139, 140 Vila-rodona: 265, 290, 295 Vila-seca: 134n., 135, 198n., 252n del Comú: 134, 139, 141 de Solcina: 134, 139, 141 Vilaverd: 129, 131n., 132, 139, 141 Villareal (Ciudad Real): 219n Vinyols i els Arcs: 129, 129n., 131n., 139, 141 Virgili: 129, 131n., 139, 140 Voltes (Les): 129, 139, 140 Xàtiva: 382n Zaragoza [Çaragoça /Çaragossa /Saragossa]: 78, 163n., 225n., 226, 236n., 341n., 342, 358, 360n., 372, 382n., 401.
58. M. T. Ferrer i Mallol et al., La Corona catalanoaragonesa i el seu entorn mediterrani a la Baixa Edat Mitjana, Barcelona, 2005. 59. M. T. Ferrer i Mallol, Entre la paz y la guerra. La Corona catalano-aragonesa y Castilla en la Baja Edad Media, Barcelona, 2005. 60. V. Hurtado, Llibre de deutes, trameses i rebudes de Jaume de Mitjavila i companyia 1345-1370, Barcelona, 2005. 61. M. T. Ferrer i Mallol et al., Négocier au Moyen Âge / Negociar en la Edad Media, Barcelona, 2005. 62. C. Batlle i Gallart et al., El «llibre del Consell» de la ciutat de Barcelona. Segle xiv: les eleccions municipals, Barcelona, 2007. 63. J. Baucells i Reig, Vivir en la Edad Media. Barcelona y su entorno en los siglos xiii y xiv (1200-1344), vol. III, Barcelona, 2007. 64. J. Baucells i Reig, Vivir en la Edad Media. Barcelona y su entorno en los siglos xiii y xiv (1200-1344), vol. IV, Barcelona, 2007. 65. G. T. Colesanti, Una mujer de negocios catalana en la Sicilia del siglo xv: Caterina Llull i Sabastida. Estudio y edición de su libro maestro 1472-1479, Barcelona, 2008. 66. F. J. Apellániz Ruiz de Galarreta, Pouvoir et finance en Méditerranée pré-moderne: le deuxième état mamelouk et le commerce des épices (1382-1517), Barcelona, 2009. 67. M. Turull i Rubinat, El gobierno de la ciudad medieval. Administración y finanzas en las ciudades medievales catalanas, Barcelona, 2009. 68. M. Sánchez Martínez, La deuda pública en la Cataluña bajomedieval, Barcelona, 2009. 69. M. E. Soldani, Uomini d’affari e mercanti toscani nella Barcellona del Quattrocento, Barcelona, 2011. 70. L. Cifuentes i Comamala y R. Córdoba de la Llave, Tintorería y medicina en la Valencia del siglo xv. El manual de Joanot Valero, Barcelona, 2011. 71. J. Mutgé i Vives, R. Salicrú i Lluch y C. Vela Aulesa, La Corona cataloaragonesa, l’Islam i el món mediterrani. Estudis d’història medieval en homenatge a la doctora Maria Teresa Ferrer i Mallol, Barcelona, 2013. 72. J. Morelló Baget, Financiar el reino terrenal. La contribución de la Iglesia a finales de la Edad Media (siglos xiv y xv), Barcelona, 2013. 73. M. Sánchez Martínez, A. Gómez Rabal, R. Salicrú i Lluch y Pere Verdés Pijuan, A l’entorn de la Barcelona Medieval. Estudis dedicats a la doctora Josefina Mutgé i Vives, Barcelona, 2013. 74. E. Juncosa Bonet, Estructura y dinámicas de poder en el señorío de Tarragona. Creación y evolución de un dominio compartido (ca. 1118-1462), Barcelona, 2015 (2.ª ed., 2019). 75. J. Morelló Baget, P. Orti Gost, P. Verdés Pijuan (eds.), Renda feudal i fiscalitat a la Catalunya Baixmedieval. Estudis dedicats a Manuel Sánchez Martínez, Barcelona, 2018. S. de la Torre Gonzalo, Grandes mercaderes de la 76. Corona de Aragón en la Baja Edad Media. Zaragoza y sus mayores fortunas mercantiles, 1380-1430, Barcelona, 2018. A. Reixach Sala, Finances públiques i mobilitat so77. cial a la Catalunya de la Baixa Edat Mitjana, Barcelona, 2018. 78. A. Martínez Giralt, Els vescomtes de Cabrera a la Baixa Edat Mitjana, Madrid, 2019.
Tras un prolongado y complejo proceso de ocupación y colonización, el señorío de Tarragona se articuló como un singular condominio en el que los dos principales poderes de la Corona de Aragón (los condes-reyes y los arzobispos de la antigua ciudad imperial) ejercieron la jurisdicción de forma conjunta. La inicial relación de cooperación entre monarcas y prelados en la cúspide del señorío pronto dejó paso a las primeras tensiones y confrontaciones, que fueron agravándose o disminuyendo de intensidad según cada coyuntura, en función de los intentos por acabar con la dualidad de poderes y convertir el dominio en patrimonio exclusivo de cada una de las partes en litigio, las cuales van a utilizar los diversos medios a su alcance para lograr tal objetivo. Aun siendo múltiples los inconvenientes que todo ello acarreó a los vecinos, la competencia entre la Corona y la Mitra dotó a la capital —sabedora de su glorioso pasado y firme defensora de sus libertades— de un enorme grado de autonomía, hasta el punto de que sus ciudadanos se vanagloriaban de ser «los pus liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són de juridicció comuna». El presente estudio, basado en un amplio abanico de fuentes mayoritariamente inéditas, pretende desentrañar dicha realidad desde una perspectiva histórica y politológica, siguiendo un recorrido teórico-práctico que aborda desde la estructura del poder (surgimiento y adopción de ideas y formas políticas, demografía e instituciones) hasta las dinámicas derivadas de su ejercicio (rituales y ceremonias de ingreso al señorío, fórmulas de acceso a la ciudadanía, elecciones municipales y luchas entre bandos y partidos), reflejo del intenso conflicto interseñorial, a la par que expresión de la cultura y la acción políticas de la comunidad. En esta segunda edición revisada, se ha procedido, fundamentalmente, a la actualización de la bibliografía, en la que se han incorporado los libros, capítulos y artículos publicados a lo largo de los últimos años sobre las diferentes materias abordadas. Se ha procurado así reforzar los contenidos de una obra que ya en su primera edición fue acogida con las mejores críticas en el mundo académico.
ESTRUCTURA Y DINÁMICAS DE PODER EN EL SEÑORÍO DE TARRAGONA
EDUARD JUNCOSA BONET
ANEJOS DEL ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES (últimos títulos publicados)
eduard juncosa bonet Eduard Juncosa Bonet es licenciado en Historia por la Universitat de Barcelona (2003, con premio extraordinario) y en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense (2008, con premios extraordinario y nacional), así como doctor en Historia Medieval por esta última Universidad (2014, con premio extraordinario y mención europea). Desde el año 2008, es profesor ayudante en el Departamento de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación se centran en las relaciones entre los poderes civil y eclesiástico; las teorías y formas políticas (contractualismo político, humanismo cívico, procesos de oligarquización, cauces de participación…); las instituciones representativas; la eclosión y organización de los municipios; los modelos electorales; los ritos y ceremonias; la imagen del poder… todo ello en el marco de la Corona de Aragón durante la Plena y Baja Edad Media. La presente obra, basada en una parte importante de su tesis doctoral, conforma un estudio meticuloso, riguroso y original en el que confluyen todas estas vías, previamente tratadas, de modo parcial, en los ar tículos, capítulos de libro, proyectos de investigación y conferencias en los que ha participado el autor.
ESTRUCTURA Y DINÁMICAS DE PODER EN EL SEÑORÍO DE TARRAGONA
CREACIÓN Y EVOLUCIÓN DE UN DOMINIO COMPARTIDO (ca. 1118-1462)
ISBN: 978-84-00-10538-9
9 788400 105389
CSIC
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Ilustración de cubierta: vista general de Tarragona desde el mar (fragmento) pintada por Anton van den Wyngaerde en 1563 (Ashmolean Museum, University of Oxford, B-II-478-r). Wikimedia Commons.