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Spanish; Castilian Pages 108 Year 2019
Yolanda Pantin Enemiga mía
Editores: Karl Kohut y Hans-Joachim König
Publikationen des Zentralinstituts für LateinamerikaStudien der Katholischen Universität Eichstätt Serie D: Lyrik, 2 Publicaciones del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Católica de Eichstätt Serie D: Poesía, 2 Publicares do Centro de Estudos Latino-Americanos da Universidade Católica de Eichstätt Série D: Poesia, 2
Yolanda Pantin
Enemiga mía Selección poética (1981-1997)
Prólogo de Verónica Jaffé
Frankfurt/Main • Madrid 1998
Composición tipográfica: Jutta Spreng
Impreso con el apoyo de la Eichstätter Universitätsgesellschaft
Die Deutsche Bibliothek - CIP-Einheitsaufnahme Pantin, Yolanda: Enemiga mía : selección poética (1981 - 1997) / Yolanda Pantin. Prólogo de Verónica Jaffé. - Frankfurt/Main : Vervuert; Madrid : Iberoamericana, 1998 (Americana Eystettensia : Ser. D, Lyrik ; 2) ISBN 3-89354-982-X (Vervuert) ISBN 84-95107-00-7 (Iberoamericana)
© Vervuert Verlag, Frankfurt am Main 1998 © Iberoamericana, Madrid 1998 Reservados todos los derechos Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro. Impreso en Alemania
INDICE Prólogo Verónica Jaffé: Entre lobos. Sobre la poesía de Yolanda Pantin
7
De CASA O LOBO (1981) La infancia es una gracia
19
Nadie juega montura de palma
20
Esta casa surge despacio
21
Nada por más me arrancará de mi sitio
22
De CORREO DEL CORAZON (1985) Opio corazón
25
Conversación en un baño
26
Conversación en un automercado
27
Vitral de mujer sola
28
De POEMAS DEL ESCRITOR
(1989)
El escritor está solo
33
Divagación X
34
El escritor sufre considerablemente
35
De LA CANCION FRIA (1989) Las ciudades invisibles
39
Poema de las dos cabezas
40
Sólo veía una carretera polvorienta
42
Destrucciones
43
Los sueños
44
Canción
45
Un niño escribe
46
EL CIELO DE PARIS (1990) El cielo de París
49
De LOS BAJOS SENTIMIENTOS (1993) El día que conocí a Susan Howe
67
Las vacas (Lyons la Forêt)
68
Valsecito
70
Yo hice el cable submarino
71
Son tres los zopilotes
73
De LA QUIETUD (inédito) No disfruto con el baile
77
Der kleine Vampir
78
Las palmeras de los caballos rojos (Gottfried Benn)
79
Yo soy otra
80
Paisaje
81
Somebody loves you in Turmero (Gottfried Benn)
82
Pergamon Muséum
83
Los años de infancia (Pier Paolo Pasolini)
84
Una especie de vacío
87
Apuntes para una poética (Versión II, en contra de mí misma)
88
Epílogo Enemiga mía
95
Algunas notas
103
Prólogo Entre lobos. Sobre la poesía de Yolanda Pantin Verónica Jaffé Yolanda Pantin (1954) es de Turmero, cerca de Maracay. Turmero es hoy un pequeño pueblo, más bien feo y desordenado, aplastado por la febril actividad industrial y comercial que se asentó en sus cercanías, valles fértiles ahora cubiertos de galpones, fábricas, depósitos, chatarreras y ventorrillos. Pero no siempre fue así. Turmero fue alguna vez un centro importante para la agricultura de la región y algunos restos de aquel viejo esplendor colonial y apacible existen aún. Uno de ellos es la referencia familiar obligada de Yolanda Pantin: un caserón con corredores y patios, altos techos de caña brava y sillas de paleta. Nada de esto existe hoy, naturalmente, sino en forma de muros ruinosos y algunas imágenes dolorosas en la poesía, en la poesía de Yolanda Pantin. Parecerá un dato sin importancia esto, personal, interesante nada más para ella o para unos cuantos amigos y familiares. Pero quizá sea algo más. Pues no parece casual que Yolanda Pantin comienze a publicar poesía, a tomar su escritura en serio, como respuesta a ese origen y a esa pérdida. La tan cantada y cacareada infancia del poeta se relaciona en este caso no sólo con las siempre complicadas relaciones paterno-filiales, sino también con una región y una historia que desde siempre fue bella, pero también cruel, aplastante, destructora, que sólo parecía conocer el eterno ritornello de los breves y modestos auges y las estrepitosas caídas. Casa o lobo recogió el ritornello, como lo habían hecho otros en la poesía venezolana, pero con una pequeña disonancia. Debajo de la aparente fascinación por el ritmo y la musicalidad que mostrara el poemario se ocultaba un corte más duro y más lacerante. No se habían perdido solamente el paisaje, el caserón y los corrales, no era sólo el dolor de la madre lo que incomodaba la tranquila enumeración de las nostalgias, había también desde este primero momento una nota extremadamente perso7
nal, profundamente personal que cuestionaba todo: las pérdidas, los dolores, las nostalgias. La nota obligaba a una indagación despiadada de la misma voz que comenzaba a hablar. No era, pues, cuestión de cantar hermosas loas al pasado dorado, a las maravillas del paisaje, a las dulzuras de la infancia, era cuestión de escuchar con más y mejor atención las dudas de esa voz, de la poeta misma. "De qué lugar o infierno esa palabra a morir..." (del poema "Nadie juega") El segundo libro no parecía responder en un primer momento a estas dudas, sino con los recursos de lo conversacional. Otro ambiente, otro tiempo, otra circunstancia. Estamos en la gran ciudad, repleta de gentes, de angustias, de temores, estamos en el día a día de las neveras, del tráfico. Y Tráfico, el grupo literario escandaloso y optimista de los años 80 caraqueños al que perteneció Yolanda Pantin, pregonó estos nuevos tonos. Pero no todo estaba incluido en este ingenuo canto del poeta de la calle, de las banalidades y miserias de lo cotidiano en Correo del corazón. No bastaba con saber de frustraciones matrimoniales o juegos de niños tristes. La distancia ante la propia voz, aquí camuflada detrás de la ironía y el sarcasmo, crecía y crecía. Escribir sobre el amor los ojos claros de Verona —poesía, eres tú— Imaginar una ciudad invisible (de "Las ciudades invisibles") La distancia fue evidente e inocultable ya en La canción fría. Otras voces, otros cantos se entrometen y separan los polos del poema: el poeta y su poesía. La ciudad se transforma monstruosamente y se convierte en trampa mortal, tan mortal como el beso del vampiro enamorado, de la condesa sangrienta. El país, las ciudades, el mundo se desdibujan cuando son colocados sobre el mapa angustiado del cuerpo humano. Deseo y desespero se unen para trazar los rasgos de una distancia pronunciada entre las misteriosas profundidades del amor y el canto frío del desengaño.
8
Todo lo que siente corazón distante muda pena es todo cuanto escucho mío cante [...] todo lo que me une a ti es tristeza (de "Canción") Después vienen los Poemas del escritor y la escisión se hace burla abierta. Un escritor tiene grandes dificultades con la palabra y toda su existencia está en juego, un juego que transita, al parecer sin mayor esfuerzo, entre máscaras y decires, imágenes y sentimientos, pero que muestra, a pesar de los chistes y las gracias, de los ridículos expuestos, la vieja duda ahora claramente formulada. El escritor sufre considerablemente ¿Qué significa esta sed partida? [...] Todo es atropello piensa medio a secas: odia la escritura. (de "El escritor sufre considerablemente") Hasta que esta voz escindida explota en un fulgurante despliegue de luces y dolores en El cielo de París: un libro que es un poema que son dos poemas y en el cual se enfrentan, ya sin reconciliación alguna, las dos líneas de reflexión de Yolanda Pantin, las dos fuentes de su preocupación más intensa. Hablo de la palabra poética por un lado, de sus posibilidades de decir, y hablo de una realidad y de un tiempo que parecen demasiado terribles para poder decir de ellos. Las imágenes recurrentes de la herida abierta, del sufrimiento insoportable, de la desesperanza ante la piedra imperturbable se desdoblan: versos cortos y duros, inclusión de otros versos, de otros poetas, balbuceos inconexos en un primer momento y luego el apa9
rente sosegamiento narrativo de la segunda parte, que no puede sino circunscribir tercamente el espacio vacío y silencioso del amor y de la muerte. Abril es el mes más cruel y
los peores poetas escribimos en primera persona versos que no importan a nadie [...] Herir Herir muy bajo cortar abrir la carne (de "El cielo de París") Creo que bajo este cielo de un París desnudado hasta los huesos se concreta definitivamente la duda originaria de Yolanda Pantin. La conciencia extrema de una pérdida y un fracaso, de la historia, de la tradición, de la convivencia humana, niega por una parte la posibilidad de la escritura y de la comprensión y recurre por ello a citas inconexas, palabras sueltas, gritos casi. Por otra, se refugia en una prosa rigurosamente descriptiva y neutra que sabe de la inutilidad de la expresión del dolor y el desconsuelo. Sin embargo, esta poesía no cede a las tentaciones del silencio. En Los bajos sentimientos se muestran las heridas que luego se cerrarán sobre la carne muerta, sin embargo, aquí la voz de Yolanda asume con mayor tranquilidad las trampas y los abismos de la palabra, y una tímida reconciliación con las ineludibles ambigüedades y contradicciones parece insinuarse en estos poemas. Después de todo, todos tenemos bajos sentimientos: Me persiguen las imágenes de cuerpos mutilados en los campos brazos antebrazos frutos de la carne 10
Qué sangrientas las batallas, Susan Howe Yo venía de la guerra y sólo traigo unos poemas (de "El día que conocí a Susan Howe") Con La Quietud parece confirmarse la reconciliación. Ciertamente, acecha el dolor, la guerra, el silencio. Sin embargo, algunas palabras escritas, ordenadas en cierta forma, logran expresar la realidad del sentimiento y prestan la tranquilidad y distancia necesarias para poder decir de cosas y de emociones y así otorgar sentido a la larga batalla de la vida y a la propia voz en busca de su origen. La vida ha devenido en un acto de extrema depuración e incluso el poema exige aquella naturalidad que sobrepasa el desgarramiento Porque al dejar atrás el velo de los grandes gestos tal vez sobrevenga el vacío o lo que verdaderamente importa De momento abro los ojos (de "Apuntes para una poética") Pues el origen, un país perdido y largamente llorado, un pasado de aparente claridad y sentido, ha sido comprendido como parte de esa voz fragmentada, difícil, golpeada, y su presencia, junto con todo aquello que siguió al primer dolor, ha posibilitado la conciliación de los extremos. La conciencia, esa 'enfermedad de conciencia' que dijo alguna vez Yolanda Pantin en su ensayo, encuentra nuevamente formas de decir y de decirse, y goza al menos de cierta quietud, de cierta seguridad, de cierta serena fe en el sentido de la poesía. ***
Considerada sobre todo como parte destacada de un movimiento renovador de la poesía venezolana, aquel que se vinculaba con las propuestas de los jóvenes de los años 80 —los grupos Tráfico y Guaire— Yolanda Pantin se dio a conocer sobre todo con su libro 11
Correo del Corazón, y más específicamente con el Vitral de la mujer sola, recogido en antologías y revisiones, pedido siempre en lecturas. La emergencia de una voz de la vida cotidiana, que sin embargo reflexiona sobre lo que la poesía más tradicional tenía por uno de los temas poéticos importantes, y naturalmente lo específicamente femenino que podía tener esta voz, se etiquetó de inmediato y con extremada facilidad: una mujer-poeta de la vida diaria pide la palabra y ofrece su visión de las cosas, de la realidad y del momento de mujer en el mundo de hoy. Así, Pantin pasó a ser una de las representantes más convincentes de lo que se llamó reiterada —machaconamente— poesía femenina o escrita por mujeres de la actualidad. Y todos los lugares comunes asociados a esta categoría convergieron sobre su obra. Fue entonces autora de lo cotidiano y trivial, de la descomposición irónica de 'boleros banales', del 'drama de la mujer sola' (Ludovico Silva en la Antología comentada de la poesía venezolana de Alejandro Salas). La combinación de poesía de la cotidianidad y voz femenina vuelve a destacarse en la revisión de Javier Lasarte, esta vez con algunas críticas al conformismo y falta de originalidad que Lasarte achaca a casi toda la poesía de los ochenta. Sin embargo, Lasarte resalta los Poemas del escritor como muestra del 'caracter ambiguo, entre paródico y confesional', de 'la complacencia en lo periférico y excéntrico de la escritura' que podría leerse en este libro, por ser buen ejemplo de la 'autorreflexividad poética', uno de los 'temas recurrentes en estos años — afectos a lo declarativo' (Cuarenta poetas se balancean). Pero también insiste en la siempre retomada temática del amor y de sus cuerpos desolados, temática que para Julio Miranda, en Poesía en el espejo, es característica destacada, casi única, de la poesía escrita por mujeres. Las excursiones a países y ciudades reales o imaginarias, el llamado cosmopolitismo 'fabulador' de Pantin, serían así sólo la natural contraparte de la extrema y cruel realidad del cuerpo que ama o desespera, aunque también pueden, como apunta el mismo Miranda para El cielo de París, 'dar cuerpo a un desasosiego existencial que alcanza, con admirable serenidad, la desesperanza' (J. Miranda, p. 177).
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Poeta irónica del contexto banal que la rodea, poeta de imaginación alocada y escapista, poeta de temáticas repetitivas y poco originales (¿quién en este mundo no ha hablado de las bondades y maldades del amor?), poeta mujer y por eso sociológicamente importante. Hasta para la crítica feminista más atenta y perspicaz, Pantin es simplemente la heredera y continuadora de una poesía femenina anterior y por fuerza atendería solamente a los problemas del propio sexo como interés casi exclusivo. El cuerpo femenino, la intimidad de la casa, la sexualidad, la dominación patriarcal son tópicos ineludibles en este sentido y la poesía de Yolanda Pantin respondería fielmente a ello. Seguramente lo hace. Pero también hace otras cosas. Retomando hilos extendidos por sus antecesoras, la Casa por dentro de Luz Machado, por ejemplo, o el 'desnudo corazón del cielo' de Ida Gramcko, Pantin habla de todo esto, pero de otra forma. La casa no es solamente el espacio de la intimidad y de lo propio, de la madre y de los hijos, es un espacio vaciado ya de gentes y de sentidos. El corazón sangra y sufre, ciertamente, pero también envía cartas cursilísimas abriéndose de esta forma a la disección más cruel. El cielo no cobija ya, ni en París ni en Caracas, y la claridad y trascendencia se mudaron hace tiempo a otra parte. Queda el sincero reconocimiento de los bajos sentimientos propios y queda la claridad de la conciencia: ésta soy yo y estas las palabras que me son posibles. Y para volver a Turmero, la distancia que se expresa en la poesía de Yolanda Pantin no se agota en la máscara irónica o en la simple fabulación defensiva. La distancia se relaciona mucho más con la dificultad de encontrar una voz sincera, en asumir una mirada valiente sobre un entorno que se descompone en forma mucho más rápida de lo que puede esforzadamente componer, porque precisamente no toma en cuenta las falsedades y ambigüedades de estas composturas. La escritura no puede obviar las dificultades ofrecidas por este espacio y este tiempo, debe enfrentarlas, razonar sensiblemente sobre ellas y buscar una forma de expresión primero y ante todo profundamente personal. Tal sería su única y posible originalidad, su estilo particular como dirían los antiguos. Yolanda Pantin ha sido constante en esta búsqueda y por eso su poesía puede, como 13
ella misma reconoce en el ensayo final de este libro, nutrirse, en lo emocional y reflexivo que tiene su voz particular, de grandes nombres de la poesía hispanoamericana: Cesar Vallejo, Luis Cernuda, Blanca Varela. Más allá de la autorreflexión desdeñada por Lasarte y rescatada por Miranda, más allá del 'humor delgado y exquisito' (Nelson Rivera) por el cual es tan aplaudida Yolanda Pantin, más allá de la expresión del desasosiego existencial que el mismo Miranda destaca con razón, de la 'filiación oscura' de su poesía (Rafael Castillo Zapata) y de la 'arquitectura de lo desmembrado' (Alberto Márquez) que diseña, esta voz no ha dejado nunca de hablar de poesía de manera pertinente: qué decir y cómo, en un país y en un tiempo donde el decir es cada vez más complicado, más tramposo, más ajeno y más vacío. Justamente el sentimiento de desmembramiento suscitado por la experiencia trágica del horror de las pasiones y la piedad del amor abre una posibilidad real para su escritura y propone una obligación muy personal: escribir. Un poema como 'El día que conocí a Susan Howe' resume perfectamente todo esto: Hay miedo en el dolor ayer no más decía y estas palabras para un nuevo encuentro Lo importante es invisible a los ojos porque el odio fluye en un río de sangre Turmero es entonces imagen primigenia y signo constante de un pasado, de una pérdida, de una ruptura, de una dificultad, pero también de una posibilidad de expresión y escritura. Turmero es París y es Caracas porque los lobos no sólo están en todas partes, están dentro de nosotros mismos.
14
Bibliografía Castillo Zapata, Rafael. 1989. Como una gárgola, desde lo alto. En: El Nacional, Caracas 24.12.89. Lasarte, Javier (ed.). 1991. Cuarenta poetas se balancean. Poesía venezolana (1967-1990). Antología, Caracas: Fundarte. Márquez, Alberto. 1990. El oscuro cielo de la perversión. En: Imagen, No. 100-63, Caracas, Marzo, 38. Miranda, Julio (ed.). 1995. Poesía en el espejo. Estudio y antología de la nueva lírica femenina venezolana (1970-1994), Caracas: Fundarte. Rivera, Nelson. 1989. Recitales de poesía, saco de gatos. En: El Diario de Caracas, 18.6.89. Salas, Alejandro (ed.). 1989. Antología comentada de la poesía venezolana, Caracas: Alfadil Ediciones.
15
De CASA O LOBO (1981)
La infancia es una gracia La infancia es una gracia que me fue desprendida. Aquello que se viene me devuelve persona con brío de reír. Ya no tengo memoria para el nombre del árbol y semilla tallada. Ni de aquel que resiste con caballos en las palmas y tiene a cada lado una rienda tejida. Lo cierto más oscuro, cuando divago y pregunto, háblame de aquello, de las cosas sucedidas, cuando antes: la rudeza de sentarnos en las sillas de madera.
19
Nadie juega montura de palma Nadie juega montura de palma. Ni dan siquiera de beber a las bestias. Ni así tenemos casa. Ni somos. Ni aún seremos parte. Pájaro de árbol, jamás. Ni pasto nuevo. Rajadura donde filtra tu voz haciendo daño. De qué lugar o infierno esa palabra a morir. Y no poseo rincón, sitio de la tierra, reloj para esa hora, ni así donde guardarme. Cómo no volver. Volver mientras tachamos o estarnos en pie sobre el roto de marzo.
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Esta casa surge despacio
Esta casa surge despacio en el agua de la lluvia que caía por los muros y olía a yerba y a todo eso. Antes salían ellos, los siempre vestidos, y uno se quedaba mirando por detrás de las puertas toda esa agua que irrumpía por los muros y las ventanas abarrotadas. Siempre el gesto cuando el cielo caía desaguándose. También Dios mudaba escaparates en el cuarto de al lado de techo enorme con murciélagos y todo. Uno miraba el aire y predecía; hasta nos besábamos los labios de ser tan fértil la tierra de esta casa. Siempre, siempre, había en los pasillos, en los corredores, en cada una de las columnas, había en el zaguán un miedo acongojado. Nos entran por los ojos letanías cuando de noche relucen candelabros, la mesa y la plata dispuestas, ellos tan vestidos y uno en la puerta rogando de la lluvia por afuera de los muros, la cal y los espejos.
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Nada por más me arrancará de mi sitio Nada por más me arrancará de mi sitio. Igual fulgor me escupió de muerte cuando reía mi madre y todos. La paz es un minuto. Cierro las ventanas, las puertas antiguas de mi casa. Es un minuto. Tú, ellos, de las palabras, de los labios a las palabras recias. Lento, prolongado, insistente. No alcanzo más que golpear. En este sitio. La palabra a golpes desprendida. Volcada de revés. La calma es un minuto.
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De CORREO DEL CORAZON (1985)
Opio corazón He vuelto de nuevo al buzón —así comienza el día así terminacorno un rito sagrado opio corazón abrí la caja del apartamento 11-B En el fondo una tarjeta: "Reparamos neveras torres calentadores artefactos eléctricos" primorosamente en letra gótica —Así comienza el día así termina—
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Conversación en un baño
Por costumbre se acuesta en la cama a esperar a su marido que llega siempre tarde da las buenas noches bosteza Ella se va al baño aplaca la furia con su mano maestra recostada en la toalla cuando él entra y pregunta: "¿Qué haces aquí?" "Nada", responde.
26
Conversación en un automercado
Yo he hecho de todo en esta vida mil amores de años con Alberto Abogado Ejercí como abogado Tengo dos hijos sanos qué más puedo pedir No viajo le tengo miedo a los aviones Además viajar con el marido de una cuesta demasiado
Vitral de mujer sola
Se sabe de una mujer que está sola porque camina como una mujer que está sola Se sabe que no espera a nadie porque camina como una mujer que no espera a nadie Esto es se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos Se sabe de las mujeres que están solas cuando tocan un botón por largo tiempo Las mujeres solas no inspiran piedad ni dan miedo si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda se aparta por miedo a ser contagiado Las mujeres solas miran el paisaje y se diría que son amantes de las aceras/ de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del subsuelo de los subterfugios Las mujeres solas están sobre la tierra al igual que sobre los árboles les da igual porque para ellas es lo mismo Las mujeres solas recitan parlamentos estoy sola y esto quiere decir que está con ella para no decir que está con nadie tanto se considera una mujer sola Las mujeres solas hacen el amor amorosamente algo les duele y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor Estas mujeres se alumbran con linternas van al detalle saben donde se encuentra cada cosa porque temen seguir perdiendo y ya han perdido o ganado demasiado Ellas no lo saben porque van del llanto a la alegría 28
y a veces piensan en la muerte También planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles Administran el dinero compran legumbres trabajan de 8 a 8 Si tienen hijos hacen de madres son tiernas y delicadas aunque muchas veces se alteren un pensamiento recurrente es ya no puedo ni un minuto más Las mujeres solas tienen infinidad de miedos terrores francamente nocturnos los sueños de tales mujeres son terremotos catástrofes sociales Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata llevan el mismo cuello airado lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí mismas esto es completamente falso Lo cierto es que la casa de una mujer sola está abierta a su antojo Una mujer sola no puede curar su soledad porque nada está enfermo se remedia lo curable una gripe o un dolor de estómago La mujer que piense que su soledad es curable no es una mujer sola es un estado transitivo entre dos soledades infinitamente más peligrosas Una mujer sola es una mujer acompañada aunque de este hecho no se percate más que el zapato al que mira con detenimiento o el botón que parece representar algo verdaderamente importante como de hecho lo es como los árboles o el cielo 29
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención es más bien propio de las almas temperadas al siguiente fuego: id contigo para estar con vosotros
30
De POEMAS DEL ESCRITOR (1989)
El escritor está solo
El escritor está solo solo ante él solo ante el mundo solo ante la persona que ama Esto último lo aterra "¿cómo solo?" Trata de poner en orden sus pensamientos —la persona amada tiene los ojos color miel— El escritor tiene un gran miedo "¿qué diferencia este amor del otro?" —la persona amada lo mira desde el fondo de sus ojos— El escritor está aterrado El amor blande su arma contra un niño
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Divagación X
Antes de abrir esta boca es mía decir que es esto lo que quiero sufro dictando un número pierdo el café la cucharilla la rodilla o Vallejo Antes de amar —que es tan solemne— largo a sudar el quejo del estado ya diviso los obstáculos el salto me impresiona trastabilleo un caballo todo me asalta un miedo formidable Antes de besar —que es tan h u m a n o resumo del peso alocución de esclavo paño lagrimeo amor hasta el detalle Antes de llegar ya me voy y de nada me pierdo que no sea la muerte
34
El escritor sufre considerablemente
El escritor sufre considerablemente ¿Qué significa esta sed partida? ¿Este rectángulo interior entre puntos y líneas? Debe resignarse ante la duda La muerte empolla un huevo con gran lisura Todo es atropello piensa miedo a secas Odia la escritura
De LA CANCION FRIA (1989)
Las ciudades invisibles Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos Italo Calvino
Escribir sobre el amor los ojos calmos de Verona —poesía eres tú— Imaginar una ciudad invisible como ella reflexionar sobre la muerte y la fotografía Ser fiel y atento a todo lo que en ella se niega suspicazmente tácita y oblicua recordar —sobre todo— que aquello que se ama no existe
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Poema de las dos cabezas
Este es el poema de las dos cabezas Sol Cuello Cortado descansa sobre la hierba Cabeza Soberbia partió a los Australes Sol Cuello Cortado dejó que un insecto revoloteara en sus labios y durmió un instante Cabeza Soberbia cansada del viaje haló de los pies a su amante Estuvieron parloteando un largo rato Una tormenta siguió a la otra mas estas cabezas tenían mucho de que hablar Sol Cuello Cortado saltó sobre la nieve y posó sus labios sobre la boca tumefacta que hervía
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sobre un hervidero de palabras Se contaron sus vidas Esto era todo lo que tenían que decirse sus vidas sus amores La noche las encontró bajo un bloque helado —el viento ululaba en el paisaje blanco— "Es un presagio" dijo Sol Cuello Cortado "No hagas caso" Cabeza Soberbia sintió pánico y entrechocaron sus orejas en un largo abrazo
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Sólo veía una carretera polvorienta
—:"como el calor me sofocaba dije basta y me senté de cara a la ventana para refrescar mi cabeza que tiritaba al igual que una onza de gelatina Con el hilo del sudor hice un collar para apretarme el cuello además las noches eran tristes y rojas tanto que me dediqué a soñar con los ojos abiertos Sólo veía una carretera polvorienta Eran noches nostálgicas Te dije ahógame y como no había cuerda y el hilo en el cuello era invisible juraste amor eterno me hiciste una escena de celos Luego lloramos en voz baja para no despertar a los niños"
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Destrucciones
Eran las siete y media de la noche cuando la selección de España goleaba por quinta vez a Dinamarca En realidad no era muy importante sólo que mi hijo/ de nueve años estaba feliz Ya habíamos apostado/ en mi contra tres puntos a uno Entonces sonó el teléfono No sé qué decir/ perdóname Fue todo muy breve El niño grita gol/ sobre mi oído
Los sueños (en la boca de la noche)
El médico mira dentro de mis ojos me hace abrir la boca Le cuento sueños cruzaba una piscina con un niño al cuello A veces me asalta un hambre de miedo devoro todo lo que encuentro a mi lado El médico escucha latir mi corazón Asiente con mucha seriedad consulta un libro encima de su escritorio Estoy perdida —Ya había mirado dentro de mis ojos— Entonces le cuento otro sueño No todo mi corazón te ama sólo la parte que está enferma 44
Canción
Todo lo que me separa de es tristeza Todo lo que siente corazón distante muda pena es todo cuanto escucho mío cante Madre que estás en aquellos que he amado Sombra cuya sombra mudó hasta alcanzarte fría tierra dó el niño dejó y fue instante Cuanto siente ciega corazón grave todo lo que me une a ti es tristeza
Un niño escribe
Un niño escribe "Aquí es redondo como una naranja" ¿Qué miran los ojos detrás del mundo? Ya dije que vivir es imposible Cuándo cesará este nudo esta tarde helada aquí afuera hay una raya invisible El niño mira y ve árboles y pájaros Duerme si algo dulce es posible
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EL CIELO DE PARIS (1990)
El cielo de París
El cadáver es el estado final del sufrimiento Peter Handke
I
Abril es el mes más cruel y los peores poetas escribimos en primera persona versos que no importan a nadie (Escribe: el mundo) El mundo es el ombligo Abrir abrir la carne (ver) soñar con la ciudad de la infancia el país de la primera edad en las faldas de la madre ciudad arqueada que a los quince años ya era imposible pregunté al otro al que apaga la luz al carnicero 49
qué ha sucedido por qué estamos a oscuras Herir herir muy bajo cortar abrir la carne El río bordea la mole de piedra árboles en flor al pie de la muralla santa catedral luces de neón del cielo de París en primavera No he visto nevar palabra blanca de la tierra ¿Cuáles son las raíces que se aferran qué ramas crecen de esta pétrea basura? Hijo de hombre hablaré la lengua de mi madre en los sueños Nada me consuela crines curvatura 50
brillo de la luz sobre el cuerpo del niño de pie en la empalizada trenzas caballos cielo de enero nunca tan claro bosque de luz hasta la casa
ciudad fierro verla con tus ojos ser dolorosamente helados Utero rojizo (escribe: lo has leído) Sin lengua sin palabra dejar al perro mear sobre la acera 51
sagrada del cielo de París Mojarse mis cabellos asida de la mano no me perderé ¿Es ésta la tierra que te habían prometido? Escucha los jardines perfectas hileras de árboles sin sombra ¿Qué sentido oculta la roja marea? Fétidas aguas del río que abraza la ciudad de piedra Ruinas pestilencia cúpula de hierro es un sueño estás sola no hay otro la luz no existe No hay leche para ti ni sal ni agua
52
hijo de hombre guárdate debajo de la roca
(sólo hay sombra bajo esta roca púrpura) Sorda a los oídos sádicos del cielo cava de las siete palabras polvo y silencio abre la puerta que conduce al infierno dorado de tu cuerpo Aquí no hay nadie aquí hay alguien que llama desde un jardín de piedra Lago de la espalda rubios cabellos ir dejarse ir mecerse en el cielo negro de la boca
53
ellas tocan sus delicados relojes una a la vez ellas bailan con el laúd dos a la vez ellas son tan tiernas como musgo de pantano solo a la vez ir dejarse ir abrir los ojos oír mira: cómo acabo el nudo se deshace
II Música en el cielo en los oídos en la piel del antebrazo dormiremos esta noche roja de la sangre Sed todo ha muerto 54
III
Ver volver abrir abrir la carne Visiones que la muerte lleva en el cadáver sordo a su quejido abrir abrir la reja (Sal: ésta es la luz) El niño juega en la caja de arena Gárgolas puertas del cielo sólo de tu mano no tengo miedo Cielo de neón haces de luz en las barcazas sombra de la mole catedral de la ciudad Isla de Francia solo del cielo sombradura Puentes abadías precipicios del Arte Universal 55
música del cielo de París a orillas del Sena El niño danza en la caja de piedra Labio que ha cerrado su boca en el oído ni luz ni oscuridad sólo la sombra áspera del hierro El hombre bebe la inmundicia de las aguas trae una sed de siglos en los belfos una sed fría, en punta, que ara cauces en el sueño moroso de la tierra
Cuerpo henchido saciado besado fango del Leteo Copas de los árboles simétrica belleza veleros en el lago del jardín de Luxemburgo Atiende a tu promesa cielo negro sin oído
56
Ciudad luz belleza santa perra Música del cielo El hombre que ha sufrido bebe de sí mismo se ahoga en la corriente turbia de las aguas hasta el cuello Soy: ahora me pierdo Cúpula cobalto cielo de Francia llorar irse muy lejos Techos de pizarra espejos donde el hambre se devora saciados no
gélido silencio sin color liquidez en la que se puede hundir la mano fascinada
57
Faros del auto luz del cielo cobalto de París en primavera La nube en el ojo de la dama ciega frente al bosque respirando (cortar: abrir la carne) El niño canta en la caja de piedra Llora esta noche campo del espejo quebrado en el desierto abre, por favor, la puerta Dormía en los fangales al sol con los caballos Nadie escucha lo que dices nadie sabe (matar: ser la tiniebla) No no hemos llegado pienso en alas en fuego en música pero no no es eso lo que temo 58
túneles de miedo Dejarte en las palabras decir ¿Tiene usted un vaso con agua? tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil abstinencia angustiosa que presume el dolor y no lo crea que escucha ya en la estepa de sus tímpanos retumbar el gemido del lenguaje y no lo emite Volviéndome entera contemplo la ciudad final tiniebla Yo era la pequeña moría en los rosales La hoja la muralla hiere la mano filosa del sueño (cortar: abrir la carne) Cielo de París cielo helado
59
la música está en ninguna parte Aquí no hay nadie El cadáver se sacia en su florero Cúpula cobalto luz del cielo de Francia en primavera Llora en sus rodillas reclina la frente contra el mármol que ella te consuele La flor saciada en su florero diría duerme en paz eso era todo
60
IV
París, 20 de abril de 1988
Tomamos el barco en le square du Vert Galant Antes habíamos contemplado a los enamorados a la orilla del Sena En el oscuro parque abierto al deseo la ciudad se divisaba como extraída de una tarjeta postal Tú tenías sueño A pesar de ello querías mostrarme no sé qué cosa de París desde el río Ruidosos turistas italianos muchachos de cabellos largos jóvenes mal vestidos sin conciencia de ser extranjeros tomaron el Bateau Mouche ante la mirada indiferente del capitán y de la mujer de falda roja quien al tomar el micrófono saludó Bienvenidos a bordo El barco viró hacia el Oeste frente al Louvre Mientras la joven desgranaba la historia repetida una y mil veces del vetusto palacio (The history of The Louvre is long and complicated) un potente reflector haces de luz desde la barcaza extraían de la noche la notable arquitectura de éste y de otros monumentos "A droite" "á gauche" narraba la voz metálica de la guía relatos en dos idiomas que nadie escuchaba Tú dormías 61
Arriba en lo alto del bote a pesar del frío —helada primavera— los turistas festejaban el paseo con sordos comentarios carcajadas y baladas de su tierra natal Uno a uno dejábamos atrás puentes cúpulas jardines estela de voces ruido no palabras sur le Cours-la-Reine la France de l'époque romaine de Lenoir la France moderne de Michel sur l'Esplanade des Invalides la France de la Renaissance de Couton et la France de Louis XIV de Marqueste La luz indiscreta proveniente del bote cegó por un momento a los circunspectos comensales que cenaban a bordo de un restaurante flotante Al cruzar el puente del Alma la torre Eiffel fue recibida con pequeños gritos flashes de cámaras automáticas misterio en fin de un momento inolvidable que jamás será revelado ni en ésta ni en otra fotografía El capitán maniobró con fastidio rumbo al lugar de donde habíamos partido Durante un largo trecho no hubo nada qué iluminar —ni qué fotografiar— Tú recostaste la cabeza sobre mi hombro y yo recordé a la niña que no había conocido en algún lugar del Barrio Latino decidida a perderse en las aguas del Sena cuando un negro le ofreció de beber 62
y trató de animarla al mostrarle el lugar donde escondía en uno de los muros de Saint Julián le Pauvre haschís heroína No tenía por qué hacerlo y ella no tenía por qué matarse El ruido del motor le otorgaba intimidad a este espacio donde hombres y mujeres bostezaban cansados de una jornada que no excluía la cháchara banal la confusa sucesión de imágenes que luego serán olvidadas Sucedió de improvisto Un haz de luz azul giraba en lo alto de un automóvil extrañamente aparcado en el quai D'Orsay cerca del museo donde quise llevarte para que vieras a la ciudad a través de uno de los relojes de la antigua estación El barco avanzaba penosamente ciego a la visión el capitán la joven guía los turistas italianos en lo alto del bote guardaron silencio cuando un grupo de gendarmes —la luz azul girando m u d a extraía del río el pesado cuerpo de un hombre Te dije: mira El barco se deslizaba indiferente ante las torres de La Conserjería on vous montre les fenêtres de l'ancienne prison des femmes sous la terreur Tú señalaste el espíritu de Dios 63
en la caja de piedra la emoción en ruinas de un poema de Cernuda El barco continuó su marcha irreversible hacia lo lejos, más, hacia la flor sin nombre los días en las láminas los versos las palabras ciudad arqueada que a los quince años ya era imposible Gracia de los cuerpos puentes abadías precipicios del Arte Universal a orillas del Sena la voz metálica de la guía anunció a la izquierda la mole de la Santa Catedral de la Ciudad Bella peor bajo los faros y los flashes de las cámaras automáticas abrió su corazón de piedra la gárgola el cielo
Noviembre 1988 — Febrero 1989
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De LOS BAJOS
SENTIMIENTOS
(1993)
El día que conocí a Susan Howe
Yo venía de la guerra es decir de un nuevo engaño de ésos que, al igual que el dolor, hacen bien a la dignidad narcisista según había leído en un poema de Pier Paolo Pasolini y que ahora llevaba como marca en la frente —en cada herida una lección para el futuro vacío pero inmenso— Ya había escuchado el ruido de las aspas y el humano deseo de abrazar hasta los párpados Conocí la metralla en el teléfono y en el océano las yardas Sorbí el trago de París a fondo blanco parte a parte lloré por Alemania Tuve horrendas pesadillas recuerdo especialmente un viaje en elefante —de viajes no me hablen— Me persiguen las imágenes de cuerpos mutilados en los campos brazos antebrazos frutos de la carne Qué sangrientas las batallas, Susan Howe Yo venía de la guerra y sólo traigo unos poemas Hay miedo en el dolor ayer no más decía y estas palabras para un nuevo encuentro lo importante es invisible para los ojos porque el odio fluye en un río de sangre
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Las vacas (Lyons la Forét)
Aquí, en la Normandie fui inmensamente infeliz A la sombra de las vacas tomé un coche —vagaré por estos mundos tan extraños tan profundosSentí miedo por los verdes diluvios los cisnes en los lagos un camino serpenteante —Lloraba en los brazos de la Francia impenetrable— Nunca más veré este cielo ni estas vacas de tersas orejas Les dije: adieu rumien hermosas también sus dulces sueños del prado al establo En el bosque miré al cielo donde Dios habita mudo imperturbable 68
—Dios es b u e n o Las vacas mugían locas de miedo Quise acariciar la pelambre de sus pechos susurrar a las orejas tatuadas de metales
—registros sementales fríos rendimientosNada es puro en esta noche ni estos animales —tontas vacas en las verdes colinaspienso en ustedes sin nostalgia rumiando conmigo la última cena
Valsecito
Un hombre está sentado ante otro hombre. El uno con terror dirige la mirada al cielo raso. El otro se concentra en el cielo de la boca. El uno siente un miedo profundo de sufrir y así lo expresa: "me lastima lo que hace". No podemos decir que el otro lo ha escuchado, sin embargo murmura tal vez para sí mismo: "Si extirpo la raíz lo habré salvado, pero duele".
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Yo hice el cable submarino
Eres mi criatura yo hice tus ojos tus manos tus dientes montados unos encima de los otros Yo puse tu mirada sobre el mundo tus dos piernas Yo hice al mundo ávido y mojado sin palabras hice tu perfil entrar al agua tus brazadas en el mar en la piscina Yo hice tu barbilla tu cansancio tus aletas de pez en el acuario Hice una joven para amarte de venticinco años
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la hice apátrida enfermiza una niña en el marasmo Hice un país un enemigo Me dije no está prohibido mirarte Me hice daño Yo hice a mi criatura con mi sangre abrir la carne Marqué las horas muertas en este calendario la importancia del teléfono mudo repicando Yo hice el cable submarino a París también la hice la ciudad de los amantes
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Son tres los zopilotes Mira volar los zopilotes son horrendos Allí están en la cornisa del otro edificio Mientras sirvo el café las aves negras se han posado en la antena parabólica diríase atalaya Cada uno conserva el equilibrio que es suyo y no del Otro —¿De quién comen? Ahora vuelan sin moverse no hacen ruido Son tres los zopilotes ya lo he visto una madre y dos de sus pequeños o una pareja de amantes y su sombra
De LA QUIETUD (inédito)
No disfruto con el baile
Qué escogencia la mía tan difícil Si un perro es la barcina de mi casa la misada que decía, gata cuando todo era claro a mi entender qué terca vivir en el pasado En aquellos que he amado están atrás mis padres recordándome que no, que no son ellos Y yo vuelvo y los abrazo a mis soñados fantasmas: son mis dueños Si veo llover es la lluvia de Turmero No puedo evitarlo está en el aire todo el pueblo No es un goce ir a una fiesta no disfruto con el baile Es muy triste ya lo sé es una pena el cuarto los recuerdos Cuando afuera está la luz para cegarnos yo no veo yo no siento otra cosa que no sea lo sentido en otro tiempo pero es duro morir, cerrar las puertas
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Der kleine Vampir
Aunque sin hambre debo comerme todo llenar mi estómago de frutas y de pasto mi sed toda beber las jarras de agua que me fueran ofrecidas los refrescos Debo saciar mi pensamiento de muchas maneras engordarlo darle lumbre al fuego que me alumbra pollo las mesas de la casa dispuestas para el niño que llega sin hambre Mis fauces tribales quieren carne mis dientes de leche amoladarse porque viene el silencio si no a torturarme
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Las palmeras de los caballos rojos (Gottfried Benn) Si te invitan a viajar y aceptas, aceptas la razón de quien te halaga. Serás eso que desean, en cualquier parte: poeta o poetastro, algo representas para ellos. Entre un viaje y otro, distraes la conciencia de tu gran fracaso. O no fracaso, no, la angustia adolescente, ¿quién soy? que no ha cesado. ¡Acepta las invitaciones a viajar! ¡La vida es un viaje! Y cuando todo acabe, labrada tu soledad pacientemente, si alguien te preguntase como Pessoa a Alvaro de Campos: —¿Amaste? (qué inútil todo) entenderías que si alguna razón de la existencia hubiese, la habrías desdeñado. 79
Yo soy otra
He aceptado la invitación a viajar. En el auto, el paisaje pasa demasiado rápido. Raspa al oído la música sorda que el interior repele. Atravesamos el país sin detenernos, apenas para orinar o para beber un trago de agua en las gasolineras. El verano castiga gris y estático, como el cielo. Conversaciones banales distraen el asedio de las horas muertas. Levantamos las tiendas a la orilla de un río ancho y cenegoso. Las aves chillan al alzar el vuelo. Me acerco al río como Narciso al estanque. Las aguas turbias no reflejan mi rostro. Yo he soñado con esto. (la herida ha sanado sobre la carne muerta)
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Paisaje
Estaba solo el día El guardián de la planta desalinizadora nos señaló el camino Desde el cementerio veíamos su camisa estridente y el vago gesto de sus manos Estas mujeres El agua y el aire habían desdibujado las inscripciones sobre las viejas lápidas Recuerdo de sus padres y de sus hermanos Hay más muertos que vivos sobre la tierra dijiste cuando el chillido del ave rasgó el cielo del poblado desierto
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Somebody loves you in Turmero (Gottfried Benn)
La desdicha del amante es el engaño de lo que vive en el amor como una ilusión de presente, cuando todo es pasado.
Tomo un mapa y marco un ciego itinerario. Ayer caminé a lo largo de la avenida George Mandel hasta el bosque de Boloña. En esa ocasión quise creer que el goce se elige, como el sufrimiento.
*
Miré la fuente y sobre la terraza, la mancha de pálida luz. Sentada en un banco, percibí la voz de una mujer. Presté atención. Una madre reprendía al mayor de sus hijos. ¡Philippe!, le decía. Yo escuchaba el mandato venido de otros cielos. Entonces recordé lo que había olvidado. Lo que no podía recordar porque no tenía rostro, ni tiempo, sólo la huella de lo que ha muerto en nosotros, pero está profundamente vivo. No del amor se enamora el amante, ni de nadie, sino de la nostalgia del amor. —Usted tiene que obedecerme, le dijo la madre al niño. Yo miraba todo y sentía la herida sobre el labio que ahora sangra.
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Pergamon Museum
Ante al altar de Pérgamo, en Berlín; ante las puertas de Isthar de la antigua Babilonia, sintió el peso caer de su pequeña historia. Llanto detrás de otra puerta que se había cerrado. Ante la espléndida visión de los frisos helénicos, hizo un resumen lacerante de su vida, lo que había ganado y lo que había perdido. Nimia historia, como una de tantas, prescindible y banal, su humilde pertenencia. Ya en el hotel escribió una larga carta, que luego rompió en mínimos pedazos. Inútil recuento de guerras y saqueos —la belleza, sí, las grandes o b r a s como había visto en las salas del museo aquella mañana.
Los años de infancia (Pier Paolo Pasolini) Aquí no hablamos de ángeles aquí hablamos de pequeñas venganzas y de pequeños triunfos sobre la voluntad Todo ángel es terrible como terribles son nuestras acciones cotidianas templando el vacío o la desesperanza Estamos solos ante el Gran Sacrificio después de haber viajado a través de un desierto pleno de fantasmas cuyas presencias avivaban los leños de la carne Criaturas, auscultábamos el silencio cuando caía la nieve sobre el amor adolescente año tras año Nuestros corazones brillaban como animales desollados sordos a la sangre o al ruego porque ellos eran la sangre y el ruego La interioridad es un amasijo de órganos no el templo de una esencia sagrada
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Se trata de algo tan antiguo y tan profundo como el odio a sí mismo o la autocompasión Yazgo sobre ti totalmente vencido Recuerda, por favor, cómo reconoce el amo a su esclavo y cómo el esclavo desea ser reconocido Esto es el amor la entrañable voluntad de someterse de hacer daño Tú reconociste en mí al padre que abandona yo reconocí la frente de un niño sin nadie Pero tú también sabías lo que había padecido todos estos años los años de infancia contra el pecho el legado materno nuestra única herencia de parias Distrajimos el miedo como si no supiéramos nada el uno del otro cuando yo había tocado tus entrañas porque el alma respira en la respiración del cuerpo que ahora me niegas No te engañes, no me abandones 85
te lo suplico en un próximo abril
Una especie de vacío
La imagen se avenía con pasmosa realidad Pensé: es la montaña que nunca había mirado como esa tarde cuando el perfil me sorprendió su inmanencia Ahora no me importa porque me he vaciado Sin embargo echo en falta la intensidad de mis efectos Siento un vacío una especie de vacío aun en la luz iridiscencia —malvas n a r a n j a s de la inaprehensible realidad
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Apuntes para una poética (Versión II, en contra de mí misma)
I
Yo había perdido la Gracia poseída como estaba por una galería de fantasmas dediqué a ellos los mejores años de mi vida Naufragios tempestades Turners viejas estampas que el bombardeo ha destruido Las guerras no discriminan Madame X Hoy Persia mañana el río Ouse —El tiempo pasa, el tiempo seguirá pasando— Me pasa como cuando fui a París todo me parecía tan desarticulado —Extraje de una de mis muelas el hilo de Ariadna— Mi hermana Valentina vive aquí Vamos a los museos recordamos a nuestros padres 88
nuestras infancias analizamos las diferencias y casi siempre concluimos cuánta corrupción en nuestro país Dos extranjeras en el Metro En esta ciudad la cultura es gratis Alguien me contó que cuando vio gratis El Espejo de Tarkovsky lloró y lloró La primera vez que lloré fue ante El entierro del conde de Orgaz en Toledo Luego me sucedió viendo un cuadrito de Tolouse Lautrec {El abandono o las dos amigas en la memoria) Me inquietan estos Turners No es difícil reconocerse en sus naranjas Mi hermana Valentina y yo nos reconocemos pedazos de corazón de hígado de pancreas también de riñon en homenaje a nuestro hermano recién trasplantado Qué bella es Londres pero más bellos son nuestros recuerdos —¿En qué época te hubiera gustado vivir? Previsible en el siglo XIX gran dama magenta en Inglaterra 89
Almorzamos pescado frito del día El viento deshilacliaba las orlas de las palmeras Hacía arenilla/ en los ojos en la isla donde habíamos llegado como dos ahogadas —¿Qué más quieres?
Ahora por ejemplo extraño la calidez de tu cuerpo y tu compañía Podría entonces escribir un delicado poema que ya no hablara del miedo sino de esta relación humana tardes de ocio lectura y la tardanza en el jardín como a veces sucede cuando duermes en mi casa No hacemos nada pero de eso se trata levedad y consistencia La vida ha devenido en un acto de extrema depuración e incluso el poema exige aquella naturalidad que sobrepasa el desgarramiento porque al dejar atrás el velo de los grandes gestos tal vez sobrevenga el vacío de lo que verdaderamente importa De momento abro los ojos y dejo a mi piel ser tocada y si escribo será porque tuve el valor de nombrar las cosas por su nombre 90
Mis amigas poetas han escrito sobre estos cotidianos infiernos No es cierto que el hombre tenga valor Somos tan poca cosa en el fondo Mis amigas refieren en lenguaje poético:
Me gusta esta isla Margarita Si viviera aquí no escribiría Tendría un vivero al que previsible llamaría House and Garden Letras blancas sobre fondo verde oscuro anglosajón y envolvente orquidiario jardín de plantas y una pérgola para tomar el té —¿Por qué no nos comunicamos? En esta ciudad la gente llora en los estacionamientos Te dije: dame el volante 91
te di una sopa en mi casa mujer-esencial mujer-ideal mujer-fantasmal —las mujeres no queremos poetizar. Entiende: en sentido lírico bastante nos poetizaron Discursos poéticos poéticas No poesía no narrativa no ensayo diálogos de cine —Son las islas de las que hablaba y todo lo que quería decir sobre los vivos y sobre los muertos ¡Qué dulcemente va cayendo tu belleza!
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II
Mi hermana Valentina y yo regresamos al Museo En el restaurante con vista al parque bebimos té en homenaje a los vencidos La Crítica nos había enseñado —Carlos Basualdo que el Yo estaba en suspenso —Destruir el yo en la literatura
Hicimos una ceremonia frente a la estatua de acero hicimos una hoguera Las lengüetas color naranja —'Turners Inglaterralamieron papeles palabras y las palmeras deshilachadas de William Faulkner todas esas cosas perdidas para siempre —No encuentra una de qué hablar Fragmentos del alma coágulos del siglo XX
Hay poetas así tienen el don de la palabra Dios habla por ellos 93
No sé lo que a una le suceda En todo caso es preferible el silencio a los bellos edificios de palabras que caen
Caracas, octubre de 1995
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Epilogo Enemiga mía* Está siempre en mi pecho la misma garra. Y siempre en mi tedio la misma llamada. Y siempre en mi sueño la misma guerra. Carlos Drummond de Andrade, El enterrado vivo
I Se me pide que diga unas palabras acerca de la poesía. Es curioso, pero siempre que me encuentro en esta incómoda posición —que, por cierto, pocas veces he rechazado— termino elaborando una suerte de discurso a trompicones coherente y siempre insuficiente. El último fue una lectura de la poesía venezolana escrita por mujeres donde creó descubrir una constante y el penúltimo, un trabajo acerca de la relación poesía-música donde enfatizaba la importancia del oído en estos menesteres. Decía que la poesía era música y que al poeta le correspondía percibir ciertos ritmos de la contemporaneidad. Pero el pez es escurridizo. Una definición de lo poético es tan impensable y tan aberrante como una definición de sujeto. Y digo sujeto porque la pregunta que me hago hoy, motivo de mis preocupaciones —quién soy—, cae en la luna de un espejo resquebrajado donde cada imagen es una y otra al mismo tiempo. Con las manos hacia adelante, tanteando en la oscuridad, es natural que busque a alguien que me guíe en mi obcecado proceso de autoindagación; alguien que me ayude a responder ciertas preguntas. En realidad este "alguien" son muchos: muchos poemas, muchos poetas. Pero debo comenzar por el principio. Había una vez una ado* Palabras leídas en el marco de la V Semana Internacional de la Poesía, celebrada en Caracas, en agosto de 1996. 95
lescente frágil y emotiva que sintió de pronto el atrapamiento de la poesía. Es Eudora Welty quien bellamente ha descrito esta particular experiencia: "Y resulta que descubrí a Yeats una vez que echaba un vistazo a los anaqueles de la biblioteca. La misma tarde que me topé con él leí los primeros poemas y los últimos de pie, cerca de una ventana... Leí "Navegando hacia Bizancio" apoyado contra los anaqueles, lo leí a la luz de la nieve que caía afuera. Me dio la impresión de que si pudiera estirarme, si pudiera dar un paso más, podría internarme por el poema con la misma facilidad con que podría internarme por entre la nieve. Sí, como si el poema fuese a caerme sobre los hombros. Me empaparía del todo, podría moverme dentro de él, vivir dentro de él... Podría, tal vez, llegar a morir en él. Por eso, después tuve que aprenderlo de memoria", dijo. "Y me lo propuse muy en serio. Estaba dispuesto a aceptar aquella invitación" . Yo acepté la invitación de manos de Espronceda, Walter Scott, Rubén Darío. Los poemas que me fascinaban y que me aprendí de memoria en honor a mi padre, contaban extraordinarias historias que hablaban de virtud y heroísmo, como aquel publicado en El Tesoro de la Juventud cuyo sujeto protagónico era una yegua prodigiosa en su acción salvadora. No recuerdo el autor del poema, ni tampoco el nombre del animal (que para mí era muy importante porque lo adoraba), pero recuerdo claramente la emoción que la lectura del poema me suscitó, una suerte de éxtasis producido, pienso, por la rima majestuosa de los versos y la contundencia efectista de las estrofas en beneficio de románticos sucesos. Pero lo que en un principio se mostró como música, encantamiento, derivó con el tiempo en algo mucho más complejo, más profundo.
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II Hace unos días articulé una frase que llamó luego mi atención: Yo soy mi mayor enemiga. No sé si a ustedes les pasa lo que a mí, pero en algunas frases hechas encuentro la diafanidad de su intención inicial y en ese sentido, su claro poder de comunicación, como si tradujeran exactamente lo que quieren decir. Esa frase banal, dicha, tal vez, de manera irresponsable, expresó en su momento algo que sin saber todavía lo que era, sentía como verdadero (verdadero para mí, por supuesto). La persona con la que conversaba me aseguró lo contrario, que ella era su mejor amiga, cosa que me hizo sentir profundamente infeliz. Al aceptarse como era, mi interlocutora podía re-conocerse; yo, en cambio, sufría el síntoma muchas veces molesto y siempre doloroso, del extrañamiento. Aquella adolescente fascinada por la sonoridad de las palabras había caído en la trampa de su interioridad donde dormía al parecer el enemigo. Fiel amanuense de la poesía, devine apenas en una médium de mí misma. Ya sé que es difícil hablar de estas cosas, y en realidad no me gusta hacerlo, me siento un poco incómoda, pero la inspiración, llamémosla así, por favor, sobreviene para mí en medio del fragor de una batalla cuyos contendientes son mis partes internas debatiéndose a muerte. La poesía no expresa sino esa dificultad, y trata de darle voz, nombre, rostro a aquello que siendo parte de uno se presenta, de pronto, como un extraño amenazante. Mi mejor amigo, Igor Barreto, al preguntarle yo la razón de nuestra bizarra escogencia, me dio como siempre una respuesta luminosa: somos poetas porque sufrimos de "enfermedad de conciencia". Los enfermos de conciencia tenemos largas conversaciones con nuestros médicos; muchas veces somos carne del diván, pasto del sicoanálisis. Se supone que somos personas feroces y que no conocemos la piedad.
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III Decía al comienzo de este artículo que tanteando en la oscuridad me había apoyado para no perderme, en algunas lecturas, en algunos poemas, en algunos poetas. Es inútil resumir lo que sería un índice de autores y aunque la lista es larga y haya leído lo que haya tenido que leer, desde los cuentos de los hermanos Grimm hasta Antonio Tabucchi recientemente, he reconocido tres lecturas fundamentales: Cesar Vallejo, Luis Cernuda y Blanca Varela. Lo he dicho en otras ocasiones y se trata casi de una obviedad, pero cuando leí a Vallejo en el segundo año de la Escuela de Letras, de la mano del profesor Hugo Achugar, entendí con la mente y también con el cuerpo, que la poesía es un problema de lenguaje. Antes, por aquel entonces, escribía como todos los adolescentes lo hacen, secretos poemas donde creía volcarme enteramente. Era para mí la poesía un confesionario donde cada tanto dejaba trozos de mi vida. La lectura de Vallejo me alertó a tiempo acerca de mi soberbia. Tenía que dejar a las palabras expresar lo que ellas quisieran. Entender la poesía como un problema formal no hizo sino agravar las cosas, porque si de un vicio se trataba, como fue mi caso, ahora, en el ojo del huracán, conscientemente, quería aprender cómo se hacía, qué hacian los poetas para lograr ésto o aquello. Leí entonces muchísimo, guiada solamente por mi ansiedad y mi deseo no de aprender, seamos sinceros, sino de copiar a los mayores. La Realidad y el Deseo de Luis Cernuda llegó a mis manos de una manera fortuita. Luis Cernuda ha sido, y lo digo con toda humildad, mi maestro. Si con Vallejo aprendí que la poesía es un problema formal, con Cernuda aprendí que para escribir poesía hace falta tener mucho valor. Ya para esa época sabía que escribir poesía es como caminar por un sendero tan angosto y tan peligroso que dificulta terriblemente la vuelta. En este viaje no hay marcha atrás. Podría hablar aquí de las otras muchas cosas que me enseñó la lectura del maestro, como su
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fraseo, pero creo que voy a dejar esas consideraciones para otra ocasión. ¿Por qué admiro tanto la poesía de Blanca Varela? Es difícil contestar esta pregunta, pero, en sus aspectos formales, creo percibir en ella algo que celebro: parquedad, contención. Percibo, además, la insoportable escisión de la conciencia y el abandono del hombre en un mundo absurdo. El cielo —imagen recurrente en toda su o b r a es testigo de una feroz interpelación a un Dios muy cruel; un cielo semejante, en su calma indiferencia, al de su coetáneo y contemporáneo Jorge Eduardo Eielson y también al de Luis Cernuda en cuyo poema "Las ruinas" hay una emoción parecida a la que anima "Las cosas que digo son ciertas" de la poeta peruana: "Todo es perfecto. Estar encerrado en un pequeño cuarto de hotel, estar herido, tirado e impotente, mientras afuera cae la lluvia dulce, inesperada". Habla Cernuda con Dios: "Mas tú no existes. Eres tan sólo el nombre/ que da el hombre a su miedo y su impotencia,/ y la vida sin ti es esto que parecen/ estas mismas ruinas bellas en su abandono". Octavio Paz sugería la influencia de Cernuda en Blanca Varela en lo que se refiere a la objetivación de la experiencia en una segunda persona distanciada. Ponía como ejemplo Paz el poema "Las cosas que digo son ciertas", uno de cuyos fragmentos acabo de citar. Creo que la lección del poeta español rebasa ese aspecto. Cernuda y Varela tienen mucho en común, entre otras cosas el haber comulgado con el surrealismo como bandera de rebeldía y libertad. Pero más allá de eso, inclusive, comparten una aguda y amarga visión del mundo: fe y descreimiento, luz y oscuridad, y la merecida y última soledad conquistada. El abandono a unas leyes que escapan de la comprensión humana en ese imposible diálogo con Dios me hace pensar, también, en el poema de Gastón Baquero:"Yo no comprendo nada, yo soy un inocente". Baquero mantiene a lo largo del poema un tono bajo, sosegado, que permite y facilita el diálogo. Como Cernuda, Varela no habla con Dios, lo increpa: "Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última sala, junto a las letrinas..." La 99
oscuridad domina este paisaje, este "oscuro laberinto profundo" en expresión de Ida Vitale. Varela duda de la existencia de la luz cuando la luz está afuera para iluminarnos, pero, ¿qué ilumina? "El suplicio comienza con la luz". Blanca Varela sufre de "enfermedad de conciencia".
IV Vallejo, Cernuda, Varela. En ese orden. Vallejo exploró en poesía todos los caminos posibles. Con él empieza y acaba la aventura de la poesía moderna entre nosotros. Todo lo que hagamos será siempre eco de su obra, por negación o por afirmación. Luis Cernuda es un antecedente importantísimo, sobre todo en sus últimos libros, y ahora lo percibo claramente, de la antipoesía en lo que tiene ésta de narrativa, prosaica, abierta, contaminada. La poesía de Blanca Varela se castiga para poder "decir" (decir lo indecible, acoto, en una de las escrituras más arriesgadas que conozco) porque es obvio —al menos para mí— el vaciamiento del sentido en la lírica de las últimas promociones en su intento por "decir", cuyo dramático derrotero ya lo señaló Eduardo Milán en su libro Errar. "El sol abrió la herida, abrió la ausencia de palabras, el verano total... Mallarmé, ¿dónde está tu victoria?"
V Ante la crisis del lenguaje que sobrevino a las vanguardias, queda, pienso, una última parcela inalienable. Sigo pensando, y quizás manifieste así mi gran ingenuidad o mi torpeza al querer separar el individuo de su contexto natural, en una posibilidad de ser que es también una posibilidad de lenguaje. El volcarse hacia sí mismo, hacia el yo que nos tienta con su engañosa luna, es algo que han hecho también algunas mujeres. Yo he sido señalada por eso, por mi obcecado "emperramiento" en mi persona; he sido acusada de egotista, alguien que no escribe más que de sí mismo. Pero qué se le hace, digo yo, por alguna parte hay que empezar en la ardua tarea del "entendimiento". Además, ¿quién ha dicho que hablar de sí es hablar solamente de sí? Entre otras cosas, creo así percibirlo,
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porque el yo es una suma de yoes, de posibilidades encontradas y desencontradas de ser. Enferma también de conciencia, la poesía me ha obligado a ver y a escribir cosas que no siempre quiero ni ver ni escribir. Ha arrojado un haz de hiriente luz sobre el bosque. Y este es el punto. Digo que la poesía es enemiga mía porque ha problematizado lo que en principio era un destino más o menos fácil, y si no fácil, complaciente con lo que sería, me van a disculpar pero no puedo llamarlo de otra manera, la voz patriarcal. Mi destino, como el de muchas de nosotras, era el de ser unívoca, una sóla pieza: madre, esposa, amante, mujer como dios manda. Problematizó la poesía mi relación con la familia, con la sexualidad. Siendo así, mi relación con ella no es precisamente pacífica, todo lo contrario, es muy tormentosa. A ambas nos mueve el deseo. A ella el deseo de arrastrarme al vacío de las muchas respuestas; a mí el deseo de saberme aún en la negación, en la ambigüedad, en las máscaras, en el artificio. Mi mayor enemiga me ofrece siempre una imagen distinta de lo mismo. Es entonces cuando sobreviene el extrañamiento: todo me resulta cercano y distante al mismo tiempo en este peligroso viaje del que regreso a veces con poemas dolorosamente reconocibles. Pero el tiempo no pasa en balde. Con los años he aprendido al menos, y ya es bastante, a aceptar la disparidad de las partes que forman una subjetividad. Y a valorar también lo que se me antoja como una historia, una de tantas, la mía propia. En ese sentido me llama la atención el hecho de que haya fechado todos los poemas de mi libro inédito La Quietud como si fuese la prolongación del diario que llevo para que las cosas no se me olviden. Espero que se entienda la clase de relación que tengo con la poesía. Vamos de la mano, ella y yo por la vida. Aprendiendo la una de la otra. En tal sentido, quizás su lección mayor, lo que ha querido comunicarme con tanta paciencia, es que no hay un rostro único, no hay un ser íntegro, como pensaban los mayores, en verdad y en belleza. Mi amorosa enemiga intenta enseñarme que sólo en el
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reconocimiento de esas partes disgregadas puedo hallar algo de paz, la tregua que ambas merecemos después de tan sangrientas batallas.
VI Quisiera acotar aquí algo acerca de la falta de piedad de los "enfermos de conciencia" que decía Igor Barreto. Al parecer de Igor, la crueldad es el signo de la poesía contemporánea. Yo no lo llamaría crueldad, lo llamaría descreimiento. Y valor. Y rabia, también. Pienso, sí, que la poesía que ahora se escribe no cree en "pajaritos preñados". Recuerdo mi reciente visita al Retén de Catia donde en la boca cosida de uno de los presos creí percibir una despiadada metáfora de esto que vivimos, llámese como se llame. Blanca Varela ha escrito feroces poemas que hablan del sufrimiento humano. Yo no creo que Blanca sea cruel; fue ella quien una vez me dijo que en su poesía había mucha ternura. En todo caso, la exposición de la parte oscura del ser y de la vida, escrita así, de esa manera, dice, más bien, de humildad y de compasión, como si a través de su voz y por su experiencia, minimizado y martirizado el cuerpo y la conciencia, hablara toda la humanidad. Además, y pensando en ella, por lo que ha escrito y por lo que ha arriesgado, recuerdo siempre los versos de Ritsos: "Si la poesía no es consuelo entonces/ no esperes misericordia en ninguna parte."
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Algunas notas: • En el poema Somebody loves you in Turmero hay una referencia directa al poema Mutter (Madre) de Gottfried Benn, traducido por Verónica Jaffé para la antología que hizo del poeta alemán y que fue publicada en Ediciones Angria, Caracas 1989: "Te llevo como una herida/ que no se cierra sobre mi frente./ No siempre duele, y el corazón/ no se derrama mortalmente por ella./ Sólo algunas veces, de pronto, estoy ciego y siento/ sangre en mi boca." • En Las palmeras de los caballos rojos resumo un diálogo imaginado por Antonio Tabucchi entre Alvaro de Campos y Fernando Pessoa que forma parte del relato Los tres últimos días de Fernando Pessoa traducido por Carlos Gumpert M. y Xavier González Rovira: ¿Has amado de verdad a alguien?, susurró Pessoa. He amado de verdad a alguien, respondió en voz baja Campos. Entonces yo te absuelvo, dijo Pessoa, te absuelvo, creí que en tu vida sólo habías amado la teoría. • El poema de Pier Paolo Pasolini Súplica a mi madre, me dio pie para escribir Los años de infancia. El último verso del poema de Pasolini, en la traducción de Juan Antonio Méndez para la colección Visor de poesía, dice así: "Estoy aquí, solo, contigo, en un futuro abril..." • El cielo de París fue escrito a pulso con la ayuda de fragmentos de poemas y frases (de los que pueda concientemente reconocer), de T.S. Eliot, Blanca Varela, Eduardo Mitre, José Gorostiza, Luis Cernuda, Gottfried Benn, Clarice Lispector, Juán Sánchez Peláez, Anne Sexton y Elena Vera. Las muchas citas, en cursiva o no, forman parte del intrincado tejido del poema y en ese sentido, de mi voz que se apropió de ellas. 103
americana eystettensia Publicaciones del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Católica de Eichstätt
A. ACTAS 1.
Benecke; K. Kohut; G. Mertins; J. Schneider; A. Schräder (eds.): Desarrollo demográfico, migraciones y urbanización en América Latina. 1986 (publicado por la editorial F. Pustet de Ratisbona como vol. 17 de Eichstätter Beiträge)
2.
Karl Kohut (ed.): Die Metropolen in Lateinamerika — Hoffnung und Bedrohung für den Menschen. 1986 (publicado por la editorial F. Pustet de Ratisbona como vol. 18 de Eichstätter Beiträge)
3.
Jürgen Wilke/Siegfried Quandt (eds.): Deutschland Imagebildung und Informationslage. 1987
4.
Karl Kohut/Albert Meyers (eds.): Religiosidad popular en América Latina. 1988
5.
Karl Kohut (ed.): Rasse, Klasse und Kultur in der Karibik.
1989
6.
Karl Kohut/Andrea Pagni (eds.): Literatura dictadura a la democracia. 1989. 2a ed. 1993
hoy.
7.
Karl Kohut (ed.) en colaboración con Jürgen Bähr, Ernesto Garzón Valdés, Sabine Horl Groenewold y Horst Pietschmann: Der eroberte Kontinent. Historische Realität, Rechtfertigung und literarische Darstellung der Kolonisation Amerikas. 1991
und
Lateinamerika.
argentina
De
la
7a. Karl Kohut (ed.) en colaboración con Jürgen Bähr, Ernesto Garzón Valdés, Sabine Horl Groenewold y Horst Pietschmann: De conquistadores y conquistados. Realidad, justificación, representación. 1992 8.
Karl Kohut (ed.): Palavra brasileira. 1991
e poder.
Os intelectuais
9.
Karl Kohut (ed.): Literatura mexicana hoy. Del 68 al ocaso de la revolución. 1991. 2a ed. 1995
10.
Karl Kohut (ed.): Literatura mexicana hoy II. Los de fin de siglo. 1993
11. Wilfried Floeck/Karl Kohut (eds.): Das moderne Theater 1993
na
sociedade
Lateinamerikas.
12.
Karl Kohut/Patrik von zur Mühlen (eds.)-Alternative Lateinamerika. deutsche Exil in der Zeit des Nationalsozialismus. 1994
13.
Karl Kohut (ed.): Literatura colombiana hoy. Imaginación y 1994
14.
Karl Kohut (ed.): Von der Weltkarte zum Kuriositätenkabinett. deutschen Humanismus und Barock. 1995
Das
barbarie.
Amerika im
15.
Karl Kohut (ed.): Literaturas del Río de la Plata hoy. De las utopías al desencanto. 1996
16.
Karl Kohut (ed.): La invención del pasado. marco de la posmodernidad. 1997
17.
Karl Kohut/José Morales Saravia/Sonia V. Rose (eds.): Literatura hoy. Crisis y creación. 1998
La novela histórica en el peruana
B. MONOGRAFIAS, ESTUDIOS, ENSAYOS 1.
Karl Kohut: Un universo cargado de violencia. Presentación, aproximación y documentación de la obra de Mempo Giardinelli. 1990
2.
Jürgen Wilke (ed.): Massenmedien in Lateinamerika. Erster Band: Argentinien — Brasilien — Guatemala — Kolumbien — Mexiko. 1991
3.
Ottmar Ette (ed.): La escritura de la memoria. Reinaldo Arenas: Textos, estudios y documentación. 1992. 2a ed. 1995
4.
José Morales Saravia (ed.): Die schwierige Modernität Lateinamerikas. Beiträge der Berliner Gruppe zur Sozialgeschichte lateinamerikanischer Literatur. 1993
5.
Jürgen Wilke (ed.): Massenmedien in Lateinamerika. Zweiter Band: Chile — Costa Rica — Ecuador — Paraguay. 1994
6.
Michael Riekenberg: Nationbildung, Sozialer Wandel und wußtsein am Rio de la Plata (1810-1916). 1995
7.
Karl Kohut/Dietrich Briesemeister/Gustav Siebenmann (eds.): Deutsche in Lateinamerika — Lateinamerika in Deutschland. 1996
8.
Jürgen Wilke (ed.): Massenmedien in Lateinamerika. Dritter Band: Bolivien — Nicaragua — Peru — Uruguay — Venezuela. 1996
Geschichtsbe-
C. TEXTOS 1.
José Morales Saravia: La luna escarlata. Berlin Weddingplatz.
1991
2.
Carl Richard: Briefe aus Columbien von einem hannoverischen Officier an seine Freunde. Reeditado y comentado por Hans-Joachim König. 1992
3.
Sebastian Englert, O.F.M.Cap: Das erste christliche Jahrhundert Osterinsel 1864-1964. Edición de Karl Kohut. 1996
der
3a. Sebastian Englert, O.F.M.Cap: Primer siglo cristiano de la Isla de Pascua. 1864-1964. Edición de Karl Kohut. 1996
D. POESIA 1.
Emilio Adolpho Westphalen: "Abschaffung des Todes " und andere frühe Gedichte. Edición de José Morales Saravia. 1995
2.
Yolanda Pantin: Enemiga mía. Selección poética (1981-1997). Prólogo de Verónica Jaffé. 1998