Enclave y sociedad en Honduras


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Spanish Pages 270 [247] Year 1985

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE HONDURAS

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t_~l-

~" ~

Enclave y Sociedad en Honduras ANTONIO MURGA FRASSINETII

1978

Tegucigalpa, D. C., Honduras, C. A.

A Marité

que colaboró permanentemente en este trabajo.

INTRODUCCJON

La versión original de este libro introductorio a la historia económica áe Honduras en la fase de constitución del enclave minero primero y bananero después, fue elaborada como parte del informe de una investigación mayor que sobre la problemática de la industrialización dependiente y las empresas transnaciona/es en Honduras, el autor está realizando desde hace más de dos años atrás. En dicha versión procurábamos reportar algunos elementos de orden general que hicieran explícito porqué el proceso de industrialización que viene afectando a la sociedad hondureña desde la década de 195~1960, se ha llevado a cabo desde sus comienzos como una industrialización desnacionalizada, es decir como una industrialización ' controlada directa .'Y fundamenta/mente por el capital monopolista norteamericano. Este fenómeno explicable principalmente por la presencia y efectos de una serie de factores externos a esta economía y sobre todo, por las nuevas tendencias expansionistas que viene desarrollando el capital monopolista de los países industriales a través de sus empresas transnaciona/es _y conglomeradas, tiene también su base explicativa en una serie de factores internos. Y en una de sus partes, éstos son precisamente de orden histórico. 7

En ese sentido se procedió como parte de dicho estudio, a tratar de rescatar lo fundamental de las raíces históricas que habían configurado el perfil que caracteriza a la sociedad hondureña contemporánea. En esa dirección operó en efecto, la orientación bajo la cual se elaboró la versión original de este libro. Por tanto, algunas de las cuestiones fundamentales que se plantearon como problemas a ser resueltos estaban referidos a la determinación de: a) el momento histórico de articulación interna del sistema productivo y de vinculación al mercado capitalista mundial; b) los intereses económicos que llevaron a cabo esa tarea y las condiciones políticas, económicas y técnicas bajo las cuales dichos intereses lograron realizar el objetivo de articulación interna y de vinculación externa de la economt'a local; c) el significailo de este proceso en tanto que la constitución de una nueva estructura del poder económico y d) las condiciones y las posibilidades de reproducción de dicho sistema y por lo tanto, de dicha estructura de poder económico. En esa perspectiva, cabía indagar a partir de la constatación de la naturaleza estancada del sistema productivo en el primer medio siglo de vida independiente o republicana, los efectos que podían ejercer las transformaciones que ocurrieron en el sistema capitalista mundial durante el último tercio del siglo pasado y que se manifestaban fundamentalmente, en el tránsito capitalista de su fase co'!1'lpetitiva a su nueva fase monopólica y por lo tanto, en la aparición del capital financiero, los monopolios y su expansión a escala mundial vía la inversión directa de capitales. Esta forma de abordar el problema tiene obviamente, algunos fundamentos teóricos. Partiendo del supuesto central de que el papel de la producción capitalista internacional o mejor todavía, del sistema capitalista internacional es determinante para la forma en que se articula y opera el 8

sistema productivo de las economias periférico-dependientes cdmo son las latinoamericanas, nos orientamos bajo una perspectiva que procuraba insertar y explicar el proceso social interno hondureño dentro de la lógica y la dinámica del contexto internacional del sistema capitalista. De ese modo, procurábamos enfatizar en alguna forma, un tipo de análisis relativamente reciente que se ha venido desarrollando desde la última década en nuestros países: el análisis de la dependencia estructural ( 1). De esa forma, se trató de evitar caer en el error de la vieja y tradicional historiografía como era el de aislar la llamada "historia nacional" para explicarla solamente en base a lo que ocurría dentro de sus límites geográficos o fronteras nacionales. Aquí más bien por el contrario, se procedió metodológicamente en una forma que evitaba caer en la distinción metafísica que se ha hecho entre los llamados "factores internos" .V los ''factores externos". Y ello porque en la base del razonamiento teórico se partía del hecho básico: la existencia de un sistema internacional en el que las diferentes sociedades nacionales ocupan posiciones y cumplen funciones diferentes. Unas son llamadas sociedades ''desarrolladas-cen trales-indus tria/es-imperialistas" mientras que las otras son denominadas sociedades ''subdesarrolladas-periféricas-dependientes ''. La relación de ambas economías producida en determinados momentos del desarrollo capitalista a escala mundial, implicó la articulación 'de las economías nacionales a dicho sistema internacional, bajo formas diferentes y con grados también diferentes en el desarrollo de sus fuerzas productivas. De esa forma como ya se ha indicado, se vincularo_n "a un mismo mercado economías que, además de presentar grados diversos de diferenciación del sistema productivo, pasaron a ocupar posiciones distintas en la estructura global del sistema capitalista" (2). Así, se generó "la existencia de un modo determinado de relación distinto 9

dentro de una misma estructura productiva; unos exportan hacia el centro cierto tipo de mercancías, los o~ros venden a la periferia productos industrializados que r~quieren un. alto grado de avance tecnológico y mayor densidad de capitales acumulados" (3 ). En fin, pues, des~aquemo~ qu~, la existencia, de un sistema capitalista mundial y la inserci~n. 1entro de el de las economías latinoamericanas, hace dif~c,l comp~en_de: los fenómenos que ocurren en éstas ~in referirlos a la dznamtca ,1e ese contexto capitalista mundial. En pocas palabras: la dinámica interna de los países dependientes es un ~sp~ct?, particular de la dinámica más general del mundo capitalista (4).

Pero aclaremos para evitar confusiones y malentendidos. En este análisis no se ha tratado en ningún momento, de hacer aparecer el proceso interno de periferia es decir, el proceso social hondureño, como una resultante automática o mecánica de lo que venía ocurriendo en el centro metropolitano del sistema. Y ello porque la forma de análisis que se ha procurado destacar en este trabajo, trata de enfatizar justamente en . las posibilidades internas de la periferia y por consiguiente, en sus posibilidades de respuesta. De allí el ihterés de aprehender entre otras cuestiones, las posibilidades económico-técnicas de las oligarquías locales, el sentido del proyecto económico de los liberales, su implementación a través del aparato de Estado y su resultado histórico y por lo tanto, la suerte histórica de la clase dominante local o mejor, de las oligarquías regionales. Así, el análisis del proceso de formación histórica rompe sus restringidos marcos locales para insertarse ahora en una perspectiva más amplia: la del sistema mundial del capitalismo. Y es aquí donde nos encontramos con la posibilidad de ofrecer una explicación más global de lo que ocurrió en la sociedad hondureña a partir de la década de 1880. Al mismo tiempo, se destaca a través de esta forma de 10

análisis, que es a partir de este período histórico cuando se asientan y consolidan los elementos estructurales que habrían dp configurar la definitiva naturaleza capitalista de la sociedad btmdureña. Es pues, en esta fase cuando el orden capitalista en tanto que el orden económico-social se introduce, asienta, consolida y define la suerte del desarrollo hondureño. ¿cuál es esa suerte? En el capítulo primero hemos apuntado y desarrollado una proposición: que la historia económica de Honduras es la historia de la dinámica expansionista bajo la cual se han movido los diferentes grupos económicos norteamericanos ligados a la economía local y bajo cuyo control se llevó a cabo la articulación y vinculación definitiva de la econo"!Ía primario-exportadora hondureña al mercado mundial del capitalismo. En el capítulo segundo procuramos explicitar este proceso de extranjerización o de desnacionalización del sistema económico local. Verificamos as,', la forma como se llevó a cabo dicho proceso tanto en la fase minera como en la platanera. Aquí pues, tratamos de explicitar los elementos configuradores de esa suerte histórica. Y después, en el capítulo tercero, analizamos específicamente la suerte de las oligarquías locales y el papel que desempeñaron los grupos inmigrantes en la expansión capitalista. Y es en ese resumen donde encontramos la incapacidad histórica de las oligarquías locales que se subordinan sin más, a la lógica, la dinámica y los intereses del capital imperialista norteamericano. Así, esta oligarquía cuando se burguesifica aparecerá también como una burguesía subordinada directamente a los intereses extranjeros que dominan la economía del país. Aquí pues, en Honduras, no debe caber la menor duda: la burguesía local ha sido desde sus comienzos una clase dominada, subalterna y subordinada a los intereses imperialistas. Esa burguesía no puede ser por eso mismo, llamada ni entendida por ningún sentido, como una burguesía nacional. Es pues, solamente, una burguesía subordinada al imperialismo. Este trabajo tiene indiscutiblemente una serie de limitaciones. En primer lugar, su carácter introductorio. No 11

es nuestra intención ofrecer una visión amplia y acabada del proceso histórico de aquella época. En las condiciones actuales del conocimiento histórico acerca del proceso de desenvolvimiento social hondureño, nada pues, más alejado de la realidad. Ello se corrobora en un simple hecho: la historia económico-social de Honduras no ha sido todavía escrita. En ese sentido, este libro no tiene otras pretensiones más que la de plantear algunos problemas y algunas hipótesis explicativas del proceso general aquí reseñado. Al mismo tiempo y por esa vía, hemos procurado llamar la atención acerca de la falta de estudios sobre el proceso formativo o de construcción de la sociedad contemporánea hondureña. Sólo ast' este trabajo tiene en efecto, algún sentido y alguna utilidad. En segundo lugar, este trabajo es fundamentalmente un libro de tipo económico. Si la informaciin económica es relativamente escasa la polt'tica lo es todavt'a más. En ese sentido, la poca disponibilidad de tiempo apenas nos permitió la búsqueda y hallazgo de algún material económico sobre el cual hemos centrado nuestra atención. Así, sólo podemos esperar llenar algún día -y en tanto más prontó mejor- esa laguna. Este libro no se hubiera escrito sin la ayuda de otras personas e instituciones. Entre ellos cabe destacar particularmente a· Marité Galindo S. y Alvaro Gonzáles, estudiantes de la Escuela Nacional de Antropologt'a e Historia (México) que colaboraron estrecha y pacientemente en una de las fases más dift'ciles de este trabajo: la búsqueda y hallazgo .del material histórico que nos ha servido de base para el análisis. Asimismo, a Ramón Oquelt', profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y a don Julio Rodrt'guez, director del Archivo Nacional de Honduras. Ambos, profundos conocedores del proceso histórico de la sociedad hondureña, nos proporcionaron una gut'a experta en lo relativo a las fuentes de la historia hondureña y en general, la colaboración que les solicitamos a todo momento. El Archivo Nacional, la

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Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras

y la Oficina del Registro Mercantil de Tegucigalpa, D. C. o fre ci e ron también, una asistencia cortés e inapreciable durante el tiempo de trabajo. Ramón OqueU y Rafael Menjívar bicieron múltiples y valiosos comentarios a la versión original. · Finalmente, este trabajo no hubiera sido posible realizarlo sin el financiamiento que nos proporcionó la Escuela N acio na/ de Antropología e Historia para trabajar en agosto-setiembre de 1975 en Tegucigalpa, D. C. Asimismo, concluida la fase de recolección de datos en Honduras, el análisis como parte de las actividades que como Profesor de Tiempo Completo realiza el autor en dicha institución. México, D. F., diciembre 1976.

(1) Nos referimos aquí a los aportes teóricos formulados por una serie de autores como son: Cardoso y Falleto, T. Dos Santos, A. G. Frank, F. Weffort, V. Bambirra y los trabajos recientes de A. Quijano y Ruy M. Marini que vienen a significar un entronque definitivo de la ciencia social latinoamericana con el análisis marxista.

(2) F. H. Cardoso y E. Falleto. Dependencia y desarrollo en América Latina, Siglo XXI, 1969.

(3) lbidem. (4) F. H. Cardoso, Estado y sociedad en América Latina, Bs. As., Ed. Nueva

Visión, 1974.

13.

CAPITULO I IMPERIALISMO Y PROYECTO LIBERAL

Desde finales del siglo pasado pero sobre todo desde los comienzos de éste, la economía hondureña ha estado enmarcada dentro de la concepción estricta y tradicional de la división internacional del Trabajo. La combinación histórica de una tardía reforma liberal y la expansión del capital imperialista hacia las áreas periféricas del sistema capitalista, significó la vinculación definitiva de la economía hondureña al sistema internacional del capitalismo vía de la producción mihera primero y la agrícola después. Las condiciones bajo las cuales se llevó a cabo esta dinámica económico-social configuraron asimismo una modalidad específica de relacionamiento de la economía local con el centro metropolitano basada en la exclusión de los productores locales del control del sistema económico primario-exportador y la constitución por consiguiente, del capital imperialista norteamericano en el eje central y directriz del proceso económico y por , eso mismo, en el polo hegemónico del proceso de acumulación capitalista. En esa perspectiva, el período histórico que arranca a partir de las dos últimas décadas del siglo pasado, constituye un punto de ruptura en el proceso general de la sociedad hondureña por cuanto es en esta fase cuando se constituye la base económica del sistema primario-exportador, columna vertebral de la dominación imperialista. Así, la historia contemporánea de la sociedad hondureña comienza propiamente, durante el último cuarto del siglo XIX cuando

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los intereses norteamericanos a través de la N ew York & Honduras Rosario Mining Co. penetran al país y se establecen en el sector minero. Muy pronto sin embargo, la producción minera decae y es reemplazada por la creciente producción bananera que queda a partir de la década de 1910, bajo el control directo de tres grupos también norteamericanos: la Cuyamel Fruit Co. de Zemurray y asociados, la United Fruit Co. de Keith y Cía. y la Vaccaro Bros. que se convertiría después, en la Standard Fruit & Steamship Co. En la década de 1920, estos tres grupos económicos norteamericanos expanden todavía más su ya extenso y consolidado poder económico. En efecto, anclados en el medio local, aprenden bastante bien sus juegos y sus reglas, se amoldan a sus características, se ligan con los grupos locales, subordinan intereses locales y así, pasan a modelar de acuerdo a sus propios intereses, el aparato de dominación y a apropiarse prácticamente sin obstáculos en el camino, de los principales sectores productivos que la misma dinámica primario-exportadora había contribuido a impulsar con mayor o menor velocidad, desde la década anterior. De ese modo, el capital bananero no solo controlaba a mediados de los años de 1920, el movimiento ferroviario y la producción y exportación del banano sino que al mismo tiempo, establece y consolida fuertes intereses en la banca, el comercio, la incipiente industria, la nueva producción agrícola, la navegación, las comunicaciones, etc. En pocas palabras, se apropia y desnacionaliza a la economía local. Así, un político e intelectual hondureño que está muy lejos de ser percibido como un hombre de izquierda, señalaba en un balance que hacía en la década de 1950, que: " . . . si en vez de iniciarse la torpe política concesionaria que llega hasta nuestros días, se hubiese previsto la invasión del capital extranjero,· colocado en manos de voraces empresarios; si hubiese surgido de nuestro mundo político alguien que les prestara toda la protección debida, el hondureño no sería el simple jornalero que es hoy. De uno a otro extremo de aquella privilegiada región se contemplarían florecientes plantaciones de 15

banano de su exclusiva propiedad. De ahí, que especulando en el campo de las conjeturas me considere facultado para decir que los hondureños no sólo serían hoy ricos, sino también dignos hijos de un país pequeño, pero altivo y positivamente autónomo" ( 1 ). Pero obviamente, esa no fue la ruta ni tampoco la realidad económico-social de la sociedad hondureña en el siglo XX. En efecto, nada más lejos· de la realidad histórico-social que se enmarcó rápidamente en la lógica expansiva del capital imperialista. Tal como lo anota el propio Callejas: "Las simples empresas se transformaron de simples exportadoras de bananos en productoras de él también. En breve lapso fueron desposeídos de sus tierras todos los hondureños ... Honduras no aspiró a ser una nación integrada por terratenientes, empresarios y capitalistas, sino un escuálido rebaño de jornaleros. Asombra que tanto nuestros mandatarios como n_uestros legisladores, en el colmo de su fementido patriotismo, hayan creído satisfacer con toda amplitud su cometido, consignando en las concesiones que han otorgado a los capitalistas extranjeros la cláusula de que se les imponía la ·obligación de dar trabajo, en calidad de jornaleros, al 800/0 de hondureños. Se les entregaba todo, todo lo más preciado y también se les entregaba al siervo, al esclavo, nuestro compatriota" (2). Y más abajo, agrega el mismo autor: "Sin desviarse ni un ápice de la regla general, el capital extranjero que llegó a monopolizar la tierra y el banano _de nuestra Costa Norte, procedió a ensanchar hasta el límite sus actividades y su absorción. Desplazado el hondureño de sus tierras, tení:a que ser lanzado del comercio, de las industrias, de cuanta actividad de grande o pequeña remuneración pudiera beneficiarse el monopolista de otros países. A eso de orden general y lógico, hay que agregar algo más, que convirtió desde el primer

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momento a los empresarios bananeros, fundidos hoy en la U11ited Fruit Compau_y en fuerza de poder incontrastable. El poder hondureño no sólo les entregó la tierra, los ferrocarriles, los muelles y las aguas, a título de gracia, sino que les concedió franquicias y exoneraciones que los colocaban de inmediato en un plano de superioridad tal que hacía imposible toda competencia" ( 3). Por eso: "no fue dilatado el lapso que transcurrió sin que se con templara a tales y poderosas empresas absorbiéndolo literalmente todo, desde grandes fábricas, hasta insignificantes negocios de trucha. De modo franco o no, surgieron pronto, como filiales de las compañías bananeras La Naco, La Embotelladora, la Cortes Development, la compañla Salvavida, la Tr.1pical Radio Co., etc. fabricando azúcar, man teca vegetal, calzado, exportando maderas preciosas, desarrollando la crianza de ganado en gran escala, la publicación de periódicos y hasta la creación de un banco, con sede en San Pedro Sula y con sucursal en Tegucigalpa, que ha lesionado y continúa succionando sin piedad los intereses del hondureño. Hoy la United Fruit Co., en manos de Zemurray, habiendo absorbido todas las otras empresas, ha traspasado los linderos físicos: comerciales y agrícolas a que he venido refiriéndome y tiene ya un pie firmemente colocado en el corazón mismo de mi Patria. Tras el membrete de 'Escuela Agrícola Panamericana', generosamente creada, según se dice, para enseñarnos agricultura, existe una de las propiedades más bellas y promisorias del interior de Honduras. Posee, asimismo, derechos adquiridos también a título de concesiones en el Depto. de Yoro y avanza hacia el de Comayagua y el de Valle, con el propósito de absorber cuanto tenga de feraz nuestra costa sobre el Mar Pacífico. Su más i:eciente concesión la faculta

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para cultivar banano, palma africana y abacá en cualquier lugar de Honduras. Se acabaron los límites de la Empresa; hoy no son otros que los de la misma Honduras. "Despojad.1 así el hondureño de su tierra y desplazado del comercio, de la banca y de la industria, ha quedado clasificado como simple empleado subalterno o como jornalero y sirviente"( 4 ). De allí que se pueda apuntar sin riesgo de exagerar ni caricaturizar la profundidad y extensión de la dominación imperialista, que la historia económica y política de Honduras en el siglo XX es la historia de la penetración, consolidación y expansión del capital norteamericano. En efecto, el alcance y los impactos o efectos de la· presencia imperialista en la sociedad hondureña fueron de tal naturaleza y envergadura, que esta sociedad endeble económicamente y desarticulada políticamente, no pudo articular su propia fisonomía de sociedad nacional en tanto que sociedad autónoma o, por lo menos, en todo caso, como sociedad dependiente con alguna capacidad negociadora frente a las presiones feroces del capital imperialista. Aquí pues, se trata sin más, de una sociedad en la que el capital imperialista significa la penetración capitalista y por lo tanto es la penetración y consolidación del capitalismo vía del capital imperialista la que articula en una totalidad históricamente determinada, a la sociedad hondureña contemporánea. De allí que metodológicamente, podamos apuntar sin riesgos a equivocarnos que el análisis de la formación y dinámica de la sociedad hondureña es en gran medida el análisis de la dinámica expansionista bajo la cual se han movido los diferentes grupos económicos norteamericanos ligados a la economía local y bajo cuyo control justamente, se llegó a cabo la articulación y vinculación definitiva de esta economía primario-exportadora al mercado mundial del capitalismo. · En ese sentido, el análisis del proceso de desarrollo capitalista de la sociedad hondureña debe precisarse a partir 18

de una serie de elementos estructurales que determinan precisamente la configura~ión o el perfil de la es,t~ctura soc~al hondureña: el nuevo caracter del proceso econom1co mundial en su fase imperialista, las líneas tendenciales de la inversión norteamericana de capitales, la dinamización de la producción local con destino a la exportación, la generación y desarrollo de nuevos circuitos económicos y la expansión del capital norteamericano hacia esas nuevas áreas de actividad económica. Sólo así en efecto, se hará posible aprender. de un modo más o menos aproximado, la constitución de la estructura del poder económico en la Hondura~ del siglo XX o lo que es lo mismo, la aparición y consolidación de los nuevos dueños de la economía hondureña.

!.-Imperialismo y proyecto liberal. La situación de franco estancamiento y crisis crónica que había caracterizado casi a lo largo del primer medio siglo de vida independiente a la sociedad hondureña, se comenzó a fracturar en las últimas dos décadas del siglo pasado. A partir de las administraciones de Soto y Bográn (1876-1891) la economía entró en una fase de transformación que significó en sus líneas centrales, el resquebrajruniento de una economía aislada y de subsistencia y el establecimiento parcial de otra de corte capitalista, dinámica e integrada subordinadamente al mercado mundial del capitalismo. Ello se manifestaba en el optimismo reinante de aquella época. Tal como han indicado en el año 1876, fecha en que el doctor Marco Aurelio Soto, político liberal influido fuertemente por el proceso reformador de Guatemala, realiza en Honduras diversas transformaciones sociales que abren la posibilidad para un desarrollo económico distinto en el país. Durante su gobierno se sentaron las bases jurídico-institucionales tendientes a remozar ciertas estructuras económicas, abrir las puertas al desarrollo de nuevas fuerzas sociales y alterar un tanto Ja rígida estructura del poder que se había consolidado ( o más bien, predominado hasta entonces) en Honduras" (5). Así pues, no es sino "hasta el gobierno reformista de Soto que el país se enfila por un esfuerzo nacional para organizar las bases de su economía, sentando una política de infraestructura que integró y comunicó esencialmente al país"(6). El país 19

comenzó a salir así, del franco estancamiento que lo había caracterizado al grado que, en el cambio del siglo, el Ministro de Fomento y Obras Públicas indicaba en su Informe al Congreso 1ue: " ...Se ha abierto para el país una era de positivo progreso, cual lo demandan las necesidades y los más vitales intereses de la Nación. Si los hechos que resumiré enesta Memoria confirman el juicio que antes he insinuado acerca de la halagüeña perspectiva que ofrece hoy día el progreso nacional", la sociedad hondureña de ahora solo necesita de paz y de trabajo para llegar a merecer el puesto que le corresponde en el concierto de los pueblos civilizados" (7).

Este proceso de cambio global influido y determinado por la dinámica del capitalismo a escala mundial encuentra su base de sustentación al nivel político-ideológico en el proyecto económico de los liberales. En efecto, triunfantes y asentados en el poder, los liberales emprenden rápidamente la articulación de un proyecto económico cuyo objetivo central era la dinamización y expansión del sistema económico global por la vía del capitalismo. A partir de los fundamentos de la doctrina liberal que sostenía en el plano económico que los individuos tenían la libertad de perseguir su beneficio personal con una intervención mínima del Estado, que lo que era bueno para el individuo era bueno para la comunidad por cuanto la persecución por parte de cada cual de la prosperidad llevaría necesariamente al beneficio de toda la sociedad y que, en cuanto al comercio internacional, todas las naciones podían alcanzar el máximo de riqueza mediante el comercio libre de trabas y obstáculos, los liberales hondureños implementan su concepción y su proyecto de desarrollo económico. Este proyecto era sencillo y optimista. Se basaba en el supuesto de que la vinculación de la economía del país al mercado mundial constituía la mejor vía para que el conjunto de la sociedad recibiera una serie de impulsos externos que los colocaran en el camino del progreso y aseguraran así, "un brillante y lisonjero porvenir" (8). Sin embargo, dada las condiciones prevalecientes hasta esos momentos en el país, la vinculación al mercado mundial demandaba a la economía

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hondureña la puesta en mMcha de un sistema productivo basado en la explotación de los ricos y abundantes recursos naturales del país. "Ahora que he viajado y he hecho comparaciones -escribía Soto- puedo decir que Honduras es uno de los países más ricos de la tierra. Aprovechemos lo que tan prodigiosamente nos ha dado la naturaleza. Hagamos que la luz de la civilización penetre hasta en nuestras montañas desiertas y que el trabajo, el santo trabajo, las fecunde para que todos los hondureños gocen de los beneficios del progreso universal" (9). Solo pues, a través de la explotación de los ricos recursos naturales y su exportación a otros países, ·e1 país se podría encaminar de manera efectiva por la vía del progreso y del desarrollo. Y ello porque la lógica económica de los liberales imbuida por los supuestos beneficios derivados de la división internacional del trabajo, suponía -implícita o explícitamente- que la producción agrícola y /o minera así como la demanda externa de estos productos podía crecer ad infinitum. Por eso la expansión del sistema económico solo resultaba posible en tanto que el país se ligara de manera estrecha al proceso expansivo del mercado mundial y sobre todo, del mercado de los Estados Unidos que por ser " ... el principal factor de nuestro comercio, debemos para el porvenir, esperar de esta nación el verdadero desarrollo comercial de Honduras" (10). La construcción y consolidación del aparato productivo así como la consiguiente consolidación de los circuitos de comercio enfrentaban sin embargo, serios y difíciles obstáculos. La ausencia de capitales nacionales dispuestos a llevar adelante la experiencia primario-exportadora, la pobreza financiera de un Estado desarticulado, la inestabilidad política derivada de las luchas intestinas y faccionales que había caracterizado al país hasta entonces (11), la ausencia de un aparato burocrático eficiente que apoyara la realización de las nuevas tareas, la carencia de una política de fomento y protección al desarrollo de las nuevas actividades productivas, la desarticulación geográfica del país para la ausencia de una infraestructura mínima etc., dificultaban en todos los niveles, cualquier posibilidad de llevar adelante el crecimiento económico del país. El problema era por lo tanto, crear las condiciones para alcanzar esos objetivos. Consiguientement~, se consideraba necesario atacar simultáneamente varios frentes.

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Los esfuerzos liberales a partir de Soto y Bográn se dirigieron en ese sentido, al establecimiento de las bases de un Estado promotor y protector del lucro del capital privado a través del establecimiento de los basamentos institucionales y políticos que apoyaran el crecimiento económico y propiciaran un ambiente de seguridad y estabilidad interna, una estructura administrativa más o menos eficiente y un sistema de comunicaciones que articulara por lo menos, las zonas productoras con los puertos y de esa manera, se articulara la economía local al mercado internacional (12).

Aquí pues, es bien claro la reformulación de uno de los postulados centrales de la ortodoxia liberal pues los liberales nativos asignaron un papel en cierta medida intervencionista al Estado. En efecto, aquí, en este caso, el Estado local no podía permanecer inmóvil o en todo caso, mantener solamente el orden para permitir el libre desenvolvimiento de las fuerzas que operan en el mercado, sino que más bien, por el contratio, el Estado hondureño tenía prácticamente que afrontar el difícil reto del establecimiento de las bases materiales para el impulso del desarrollo capitalista. Tal como ha indicado Oquelí, la reforma liberal emprendida... en forma autoritaria, logró con relativa facilidad, el acatamiento de leyes e instituciones que el sistema requería" (13). Y así, en efecto, el país entró por la vía del "progreso" y del "desarrollo" para tratar de alcanzar lo que en la concepción del Ministerio de Fomento de 1900, era "el puesto que le corresponde en el concierto de los pueblos civilizados". Si bien el Estado podía ofrecer leyes e instituciones, orden ir. terno y aún más, concesiones de todo tipo para la activación del aparato productivo, el problema siguiente radicaba en el financiamiento de las nuevas actividades económicas. Y en este punto no había prácticamente, ninguna solución interna. En la medida que los terratenientes locales no habían roto los marcos de la economía pre-capitalista en la que estaban insertos ni tenían tampoco los capitales suficientes para llevar a cabo la nueva aventura económica del país hacia el "progreso" y la "civilización", éstos no pudieron pues, aprovechar las condiciones favorables para la inversión privada que aparecieron a partir de la década de 1880. Así, como ha indicado Brands, los terratenientes locales "no 22

ampliaron sus parámetros económicos. Aún afectados por la miopía derivada de su aislamiento, inseguridad, limitada capacidad empresarial, escasez de capital" (14) y su no disponibilidad o carencia de conexiones con grupos económicos extranjeros a través de los cuales pudieran acceder a los canales de financiamiento externo de modo de fortalecer la capacidad económica interna, es dudoso que los terratenientes locales hubieran podido estructurar el sistema productivo o cuando menos, competir en alguna medida, con la política expansionista del capital norteamericano que ya se comenzaba a perfilar en el escenario centroamericano. En efecto , la forma particular del proceso social hondureño en el período anterior a 1880, había determinado que en este país no tuviera curso el mismo fenómeno económico-social que se había procesado en las otras sociedades centroamericanas como era el de la formación de una burguesía cafetalera que ejerciera un control directo sobre el aparato productivo. Aquí pues, el estancamiento económico y la fragmentación política a escala nacional habían impedido de modo decisivo, la formación de un sistema productivo más o menos dinámico, de una burguesía local ya fuera cafetalera -o inclusive, ganadera- y la de un Estado nacional estable y consolidado. En consecuencia, la sociedad hondureña no tuvo en su propio seno, una clase económicamente dominante capaz de responder en un momento determinado, a las nuevas demandas del mercado exterior y configurar así, un sistema productivo con una participación nacional significativa como es el caso por ejemplo, costarricense en el que al lado de la creciente producción bananera predomina antes que nada, la producción cafetalera bajo control nacional (14). Tal como ha apuntado Oquelí: "Es difícil probar que en períodos largos de la historia de Honduras, una minoría pudiente haya· decidido con cierta autonomía, los destinos del país. Lo qua pudiéramos denominar oligarquía hondureña, ha sido débil, dependiente de intereses fuera de su control. Desde que era colonia española, este país se caracterizaba por su pobreza. El grueso de la riqueza minera era conducido a la sede de la

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Capitanía general (la ciudad de Guatemala) y de la Corona (Madrid). Las familias españolas o criollas que se enriquecieron en Honduras abandonaron este país (en las épocas de depresión y cierres de minas) lo cual explica el que aquí no haya habido una fuerte tradición aristocrática. "Las guerras civiles impidieron también en el siglo pasado la consolidación .de la industria ganadera y la explotación bananera durante el presente siglo, fue obra de la inversión extranjera, sin generar el surgimiento de una fuerte burguesía nacional. A diferencia de Guatemala y El Salvador, por ejemplo, d_onde la exportación del café produjo grandes nq uezas, los sectores pudientes hondureños no lograron formar un fuerte núcleo de decisión económico-política. Tampoco se formó una clase dirigente, como la adiestrada en Nicaragua por los jesuitas" (15). . O también como lo han señalado Meza y Lóoez: "Para esa época (de la Reforma Liberal) Honduras presentaba algunas características que diferenciaban el rumbo de su desarrollo con respecto a los demás países centroamericanos. Mientras en el resto de Centroamérica, los vínculos con el mercado mundial se habían establecido ya en una forma más o menos definida y se consolidaban los grupos oligárquicos en torno a los principales productos de exportación, en Honduras las estructuras económico-sociales basadas principalmente en los latifundios, habían generado pequeños grupos oligárquicos diseminados en las diferentes regiones del país y que no presentaban aún perfiles de homogeneidad y cohesión. El ganado constituía el principal producto de exportación (pero pese a ello) es muy importante señalar aquí que para esa época no existía en Honduras una estructura productiva sólida en manos nacionales; por lo tanto, tampoco puede hablarse de un grupo oligárquico nacional dispuesto a defender determinadas posiciones ante la avalancha del capital extranjero" (16). 24

"Esta circunstancia ·histórica determinó en mucho las características ,que adoptó la inversión foránea en Honduras y explica en parte la política de amplias concesiones y exenciones que el gobierno hondureño aplicó con relación a los inversionistas extranjeros. Y esta circunstancia histórica determina la singularidad del proceso de formación de las economías de enclave de Honduras" (17). En ese contexto, es explicable el porqué los terratenientes locales quedaron prácticamente desde un comienzo, eliminados del juego económico reduciendo al mínimo sus posibilidades de participación en la minería y la agricultura de exportación y por eso mismo, en la fase de construcción y auge de la economía exportadora (18). Lo anterior hace evidente entonces porqué la economía hondureña se habría de vincular al mercado mundial en la fase imperialista, bajo la modalidad del enclave, es decir, bajo el control directo del capital extranjero sobre los sectores productivos de la economía local. Por eso la realización y el éxito del proyecto económico de los liberales tuvo que depender necesariamente de la participación del capital extranjero. Soto ya lo indicaba en 1883 refiriéndose a la minería: "Esa industria, que ha estado casi muerta en la República, no podía reanimarse y robustecerse con los elementos del país" (19) porque como indicaría Bográn en 1891, "En países como el nuestro ... la iniciativa individual no ha cobrado todo el vigor de que es capaz" (20). Por eso el propio Bográn insiste: "Romper con la rutina y entrar resueltamente en el ancho camino de la política económica, abriendo el país a las empresas del progreso moderno, han sido el objeto primordial de mi Gobierno y la razón fundamental que ha tenido para las diversas contratas y concesiones. . . En esos actos -agrega Bográn- el Gobierno ha sido liberal y ha debido serlo (porque) para que el capital extranjero venga a radicarse en este país, desierto, inculto y anárquico, debe ser halagado con pingües ganancias" (21). ,,

En _1900, el gobierno renetía casi el mismo argumento. Este importante ramo ha empezado a tomar nuevo

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incremento en el año económico de que trato, y · si bien la producción minera no ha excedido en mucho a la del año anterior, promete aumentar considerablemente, porque son muchas las zonas minerales que se han denunciado, y muchas también las que hay probabilidad de que serán explotadas. Contribuirá a favorecer dicho incremento la exhibición minera de Honduras en la Exposición de Búfalo, porque dándose a conocer en aquel certamen las ricas y variadas producciones minerales del país, se atraerá el capital extranjero, que tanta

falta hace entre nosotros para el ensanche de la industria minera. .. Para lograr pues, que la minería se desarrolle, es indispensable atraer capitales" extranjeros los cuales "se obtendrá(n) dando a conocer en el exterior las producciones del país"(22). Así, en la medida que el objetivo económico del proyecto liberal era la dinamización del sistema económico local para llevar al país por la vía del "progreso" y que para ello era necesario é indispensable el incremento del monto de capital total disponÍble para la invel'Sión productiva pero en tanto que las oligarquías terratenientes regionales estaban incapacitadas para responder de una manera adecuada a las nuevas condiciones que se iban estableciendo en el país, la política gubernamental no podía ser sino decididamente liberal frente a la participación del capital extranjero(23). En pocas palabras, la lógica liberal era muy clara en términos de sus fines y de sus medios: si no hay suficientes capitales nativos para remover de su estancamiento a la economía del país, solo atrayendo invel'Sionistas privados del exterior para el desarrollo de empresas de todo tipo, empezando por las dedicadas a la explotación de los recul'Sos naturales, es como la economía hondureña podrá comenzar a crecer de una manera más o menos rápida. Así, "a partir del gobierno de Marco Aurelio Soto, la presencia del capital foráneo en la economía comienza a hacel'Se sentir". En la medida que "los ideólogos de la Reforma Liberal consideraban al capital extranjero como el vehículo más idóneo para sacar adelante al país. . . Iio vacilaron en promover la aplicación de una política de puertas abiertas ante los inversionistas foráneos" (24). En esa perspectiva, la situación internacional de esa época resultó de una importancia central para el proyecto

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liberal porque de ella dependía no soJ&nlente la demanda de materias primas o alimentos sino también, el financiamiento para hacer funcionar el sistema económico y por medio de ambas vías, el flujo mayor o menor de "progreso" y de "modernización" de las arcaicas estructuras sociales del país. Por eso para comprender el , fundamento del desarrollo hondureño a partir de finales del siglo pasado, es necesario precisar primeramente, la nueva naturaleza del capitalismo internacional porque es dentro de ese nuevo contexto donde se habrá de construir y consolidar la economía primario-exportadora. En términos generales, la reforma liberal en Honduras coincide al nivel internacional, con el tránsito del capitalismo competitivo al capitalismo monopólico y por lo tanto, con la aparición, consolidación y expansión del capital imperialista hacia las áreas periféricas. Los procesos de concentración y centralización del capital, el desarrollo tecnológico, la fusión del capital bancario con el industrial y la aparición del capital financiero significaron en efecto, la entrada a un nuevo ciclo de expansión del capitalismo a escala mundial. Esta transición de una fase a otra y la consolidación de la nueva, afectaron significativamente los procesos económico-sociales de los países de economía no-industrial por cuanto paralelamente a la aparición y consolidación de la fase imperialista, fue apareciendo un excedente de capitales en los países centrales o industriales que presionaba por la búsqueda de nuevos campos de inversión productiva. La presión de este excedente más o menos crónico de capitales aunado al nuevo papel estratégico de las materias primas sin las cuales la gran industria de los países centrales no podía existir (25) y a la consiguiente lucha entre las nacientes metrópolis capitalistas con la hegemónica industria inglesa por el control de las fuentes productoras de materias primas(26), obligó al capital imperialista a buscar una salida a la inversión de sus excedentes en las economías no industrializadas de modo de' canalizar productivamente su capital así como de controlar y asegurarse el abastecimiento de materias primas procedentes de esas economías. Esta tendencia se vio asimismo, fuertemente favorecida y apoyada por la revolución en los medios internacionales de

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com unicacion que se produce en la misma época. La sincronización de la navegación a vapor, del teléfono, de los enlaces ferroviarios así como la posibilidad de transportar a más bajo costo el grueso cada vez mayor de materias primas y alimentos que demandaba la economía industrial de los países centrales(27), favoreció el hecho que "la mayor parte de la producción de los países más atrasados se (viera) arrastrada en el torbellino del comercio y la especulación mundial. Al poder controlar a distancia la marcha de las empresas y el estado de las cosechas, el poder desplazarse en unos días de un punto del globo a otro para contratar sobre el terreno el personal d~ control de los propietarios, o para hacer presión sobre un gobernador recalcitrante, los capitalistas pueden arriesgar a invertir sus capitales en los puntos más lejanos de la tierra. El capital se internacionaliza y el mundo se unifica en el sentido literal del término"(28). Así, "el voraz. apetito del nuevo industrialismo, incapaz por su misma naturaleza de obtener sustento suficiente de los recursos local.es, se tragó rápidamente al resto del mundo" (29). La transformación en la naturaleza del sistema capitalista es bastante clara por cuanto sus viejas formas operativas van desapareciendo poco a poco a la vez que las nuevas formas van tomando cada vez mejor su nuevo perfil. Así, más o menos a partir de 1880, la inversión "ultramarina" del capital europeo y luego norteamericano, toma una amplitud tal, que se convierte en un aspecto esencial de las relaciones económicas entre países industriales o "desarrollados" y países no-industriales o "subdesarrollados". De allí la validez del énfasis de la concepción leninista sobre la aparición de los monopolios y trusts, de los excedentes de capitales y su exportación y la consiguiente repartición del mundo entre las asociaciones de capitalistas y entre las grandes potencias (30) por cuanto todos ellos en su conjunto evidencian una de las características más importantes o centrales de esta nueva fase como es la preminencia en el proceso de reproducción ampliada del capital, de la exportación de capitales sobre la exportación de mercancías: "Lo que caracterizaba al viejo imperialismo, en el cual dominaba plenamente la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al imperialismo moderno, en el que impera el monopolio, es la exportación de capital" (31). 28

Ahora bien, si la exportación de capitales es la característica decisiva de .esta nueva fase y constituye el fundamento mismo de la concepción leninista del imperialismo, cabe advertir que "esto no significa en absoluto que la tendencia a la exportación de las mercancías y ampliación del mercado mundial 'ceda' en el estadio imperialista, muy al contrario: significa que la exportáción de los capitales es la tendencia esencial determinante del imperialismo"(32). La exportación de capitales no reemplaza pues, al intercambio desigual de mercancías sino q1.1e se agrega a él a la vez que lo relega a un segundo nivel (33). Esto explica porqué la exportación de capitales procedentes de la economía central -o como dice Amín (34)- de los centros más viejos del capitalismo, sólo tuvo una amplitud real a partir de 1880, aproximadamente. Las exportaciones de capitales de Gran Bretaña pasan de 100 millones de libras en el período de 1825-1830, a 210 en 1854 y 1.300 en 1880, para alcanzar los 3. 763 millones en 1913. En el caso de Francia el salto es brutal: de 12-14.000 millones de francos en 1870 a 45 en 1914; para Alemania de 5.000 millones de marcos en 1883 a 22-25 en 1914; para los Estados Unidos de 500 millones d~ dólares en 1896 a 1.500 en 1914, 18.583 en 1922 y 25.202 en 1933 (35). La historia latinoamericana confirma esta tendencia inversionista. A partir de 1870-1880 en adelante, el sector primario (agricultura y minería) y en menor medida, las comunicaciones (ferrocarriles y telégrafos) y otros servicios (como el comercio) de los países periféricos latinoamericanos comenzaron a crecer rápida y simultáneamente al flujo cada vez mayor de capital privado imperialista. Así, en el período 1870-1914 -la edad de oro del capital extranjero en América Latina(36)- la inversión inglesa crece casi diez veces: sube de 85 millones de libras a 750 millones; la inversión francesa por su parte, se triplica y pasa de 3 mil millones de francos en 1900 a un poco más de 8 mil millones en 1913 (37). Paralelamente, el capital norteamericano también comenzó a prestar cada vez mayor atención a la región latinoamericana en tanto que área inversionista, sobre todo

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después de 1890. En efecto -como ha señalado Dobbademás del gran volumen de inversión interna durante esta fase de gran prosperidad económica en los Estados Unidos, se produjo también la enorme expansión de la exportación norteamericana de capital; y "aunque la transición del país de la condición de deudor a la de acreedor no fue tan abrupta como se ha supuesto a veces, la rapidez con que adquirió inversiones en el extranjero no tiene precedentes en la experiencia de ningún gran país acreedor en los tiempos modernos" (38). En esta fase es cuando tuvo lugar justamente, la penetración definitiva de los Estados Unidos en América Latina. "Tendencias políticas para sustituir el capital europeo por capital estadounidense en los países del Caribe y en Centroamérica(39); las consecuencias de algunas disposiciones del Arancel MacKinley relacionado con las importaciones de plomo en bruto y azúcar; la necesidad de m-ercados extranjeros para los productos de la incipiente industria estadounidense(40); el consumo creciente de frutas tropicales y el crecimiento del mercado de capital en Nueva York: todo esto alentó a los capitalistas de los Estados Unidos a invertir en América Latina a pesar de que su país continuaba importando capital europeo. Sin embargo, la entrada de capital estadounidense en América Latina siguió siendo relativamente pequeña hasta fines del siglo XIX. Desde esa época aumentó con rapidez, de manera que las inversiones estadounidenses, que alcanzaban solo 300 millones de dólares a fines de 1897, llegaron a más de mil millones a fines de 1908 y a más de 1.500 millones a fines de 1914" (41) concentrándose en la agricultura tropical (ingenios de azúcar en Cuba y plantaciones bananeras en Centroamérica), en minas y petróleo (Chile, México, Perú y Venezuela) y en menor grado, en ferrocarriles, energía eléctrica, comunicaciones y comercio( 42). En suma, con la nueva dinámica del capitalismo en su fase imperialista, se configura la economía primario-exportadora latinoamericana y de ese modo, se consolida de modo definitivo, la articulación de éstas al mercado mundial(43). Así, el conjunto de la economía observó una poderosa evolución en tomo a diversas variables ' 30

int.erdependientes. Estaban las actividades de exportación, estimuladas por el auge mundial y las actividades int.ernas inducidas por éstas, por la oleada de inversión y por la elevación explosiva del gasto público así como por la expansión del sist.ema crediticio y financiero privado. Aún cuando no existen estimaciones sobre el crecimiento del producto en este período, se puede suponer sin embargo, que la reacción general de la economía ante el conjunto de estímulos que operaron sobre ella se inició a partir ~egún los países- en el período 1870-1890 (44). A partir de est.e período, las exportaciones se fueron elevando rápidamente y con ellas el producto interno. Sin embargo, a pesar del crecimiento económico coronado por el éxito, la confianza en las exportaciones, las importaciones y la entrada masiva de capital extranjero, implicó una debilidad estructural del propio sistema económico. Si bien es cierto que el estímulo al crecimiento de las actividades productivas era formidable, sin embargo, en la medida en que se generaba el crecimiento prioritario de los sectores exportadores, se iba polarizando ei sist.ema económico a su alrededor a la vez que al adaptarse éste a la demanda externa, la economía en su conjunto se iba haciendo extremadamente vulnerable a la influencia económica del exterior y por lo tanto, quedaba casi a merced del mercado mundial(45). De otra parte, cabe destacar también la naturaleza del sistema económico derivada de la creciente participación de capital extranjero. En efecto, a diferencia de los países -como Brasil o Argentina- que habían conformado su sistema productivo y se habían vinculado al mercado mundial en la fase competitiva del capitalismo y en donde la dirección del proceso interno quedaba fundamentalmente en las manos de las burguesías primario-exportadoras locales, la suerte del proceso en aquellos otros países que recién organizaron !¡_U sistema productivo y se vincularon al mercado mundial en la fase imperialista, sPrá radicalmente distinta. En este caso, el proceso se explica más biPn, por el desarrollo vertiginoso de las fuerzas productivas Pn las economías industriales que pPrmitió y favoreció en efecto, el desarrollo y la articulación dllo hondureño del resto centroamericano. Pues mientras en Costa Rica, El Salvador y Guatemala la producción cafetalera una importancia estratégica en la economía local y es controlada por la burguesía agro-exportadora nativa, lo mismo no ocurre sin embargo, en Honduras. Aquí por el contrario, la importancia del café en la economía del país se hace clara recién en la década del SO. Y la producción fue tradidonalmente controlada por pequeños y medianos propietarios. Lo que se desconoce aún --infortunadamente- es el proceso de comercialización donde parecen haber tenido un papel por demás relevante, la oligarquía salvadoreña hasta la conocida "guerra del futbol". (45) La producción, comerciali1.ación y transformación del tabaco han estado tradicionalmente bajo el control de los Bueso. En gran medida, se puede decir que la historia tabacalera en Honduras es la historia de la familia Bueso. La producción de puros alcanzó en 1930, el millón de dólares. Véase PAPC, op. cit. La historia económica de esta familia - todavía por hacerse y de una importancia fundamental en la región occidental del país - comil•nza en 1RRO con una gran casa coml,rcial de ISO empleados. Al mismo tiempo, opera ligada a la agricultura y sobre todo a la explotación tabacalera donde controlan las haciendas de mayor tama1io. De allí pasan a la industria de los puros. Fn la Meada de 1920, el auge tabacall·ro rnnduce a algunos inmigrantes a aventurarse en esta actividad. Así, Elías S. C'anahuati, uno _ de los comerciantes más importantes de San Pedro Sula, l,xticm.lc primero sus operaciones comerciales a Copán y más tarde, a la fabricación ntra el put>rto dP Omoa, al oeste dt•I cual Streich arrendó en 1902 cinco mil lwctáreas de tiE>rra. Como s(• ha dieho ya, esas tierras fueron después cedidas a la Huhhard-Z(•murray Company. En 1911. el año de la formación de la CuvamC'I Frui t Company, obtuvo esta 220

última una nueva conces1on que le permitía arrendar otras diez mil hect.áreas de tierras nacionales entre sus antiguas propiedades y la ''frontera guatemalteca; después los ingenieros de la compañía delimitaroJJ. lotes de tierra sobre las orillas del río Motagua. En 1913, un representante de la Cuyamel Fruit Company buscó la manera de obtener de Guatemala el derecho a construir treinta millas de ferrocarril. Tras de dos años de negociaciones el gobierno de Guatemala se negó ha hacer la concesión deseada por la Cuyamel, pero permitió a la compañía continuar su ferrocarril una milla más hasta la población de Cuyamelito(26). La compañía construyó en seguida la milla adicional concedida, pero no se limitó a esto. No buscando ya la autorización de Guatemala, continuó la construcción de su ferrocarril al amparo de la protección armada de Honduras sobre tierras que Guatemala había concedido a otros intereses. Guatemala estorbó en seguida la construcción con el apoyo de la United Fruit Company(27), como lo había hecho Costa Rica cuando la American Banana Company estaba extendiendo sus operaciones a través de otra frontera internacional. Honduras y Guatemala habían convenido en el tratado de 1914 tener en cuenta, al hacer la demarcación de la frontera, la extensión de las provincias de Guatemala y Honduras en la época en que se declaró la independencia en 1821(28). En 1918-19 fueron invitados a Washington representantes de los dos gobiernos para examinar sus discrepancias bajo la mediación del Departamento de Estado. Se presentó entonces una gran cantidad de documentos y mapas históricos. Honduras basaba su reclamación principalmente sobre el uti possidetis juris legal de la época colonial, en tanto que Guatemala basaba su derecho, en gran parte, en el control de facto, en especial durante los últimos años. Este último país afirmaba que había hecho 71 concesiones en esta región sin que hubiera protestado .Honduras. Algunas de esas concesiones se hicieron a la United Fruit Company(39). Quedaba aún por hacer la resolución permanente de la disputa. 221

En 1924 hizo el gobierno de Guatemala a la United.Fruit Company una concesión por 25 años de tierra no ocupadas en ambas orillas del río Motagua, desde el puente de El Rico hasta el mar, una distancia de unas 64 millas. Esta concesión no fue aprobada por la legislatura hasta 1927 (30). Durante ese tiempo la hostilidad contra la United Fruit Company aumentó en Honduras, no sólo porque los hondureños y la Cuyamel Fruit Company alegaban derecho sobre porciones de esta tierra, sino principalmente porque se temía que esto impidiera conseguir las ambiciones nacionalistas de Honduras. La Liga Nacional de Defensa de este país, compuesta en gran parte de estudiantes, dirigió una comunicación a la United Fruit Company pidiéndole que renunciara a su concesión, obtenida en Guatemala(31). Tanto la United Fruit Company como la Cuyamel Fruit Company hicieron públicas sus respectivas posiciones. La United Fruit Company, que tenía propiedades en las dos repúblicas, notificó al presidente de Honduras su posición neutral, declarando lo que sigue:

"La United Fruit Company respetará cualquier decisión o arreglo que se haga, ya sea temporal o permanente, confiando plenamente que continuará disftutando en el futuro, como en el pasado, de la confianza de los gobiernos de los países en los cuales trabaja''. Por otro lado, la Cuyamel Fruit Company, que no tenía ninguna propiedad en Guatemala, apelaba al nacionalismo hondureño en los términos que siguen:

"La Cuyamel Fruit Compan.'Y, está dispuesta y desea, cooperar y ayudar por todos los medios a su alcance al gobierno de Honduras, en cualquier situación en que se encuentre en lo fue respecta a la disputa fronteriza con Guatemala, con e fin de que, como desea la compañía, el resultado de la controversia pueda ser un merecido triunfo hondureño; y qv.e Honduras no pierda una sola pulgada de tierra, no sólo en la faja disputaáa sino también en cualquier zona hondureña no en disputa"(32). A consecuencia de un avance de Honduras dentro de la región disputada en 1927, y de la amenaza de represalias por parte de Guatemala, los Estados Unidos intentaron mediar de 222

nuevo. El resultado fue la conferencia Cuyamel de 1928, bajo la mediación de Roy David, ministro de los Estados Unidos en Costa Rica. Guat.émala aceptó la sugerencia del secretario de Estado y de los Estados Unidos de que la disputa se sometiera, sin reserva de ninguna clase, al tribunal Centroamericano; este tribunal tendría en cuenta el control de facto de Guatemala sobre el valle del río Motagua. Por otro lado, Honduras, basando su posición en reclamaciones de jure, no quería ampliar el alcance del· arbitraje y se negó dos veces a aceptar esta sugestión. Con todo, estaba dispuesta a someter el asunto al arbitraje de uno de los miembros de la Corte Permanente de Justicia Internacional, que sería nombrado por el presidente de los Estados Unidos(33). Mientras en 1930 negociaban representantes de los dos países un tratado para el arreglo perm~nente de la disputa, corrió el rumor de que cada uno de los dos países había penetrado en territorio que estaba bajo el control del otro. Sin embargo, los respectivos gobiernos negaron prontamente esos rumores. Con el tiempo el asunto fue zanjado por un tribunal de arbitraje especial autorizado para mediar en esta controversia por el tratado de julio de 1930 entre Honduras y Guatemala. En enero de 1933 entregó el presidente de la Suprema Corte de los Estados Unidos, presidente de este Tribunal Especial de Arbitraje, Hughes, el laudo "esencialmente sobre la base del status quo de operación". Este laudo, que negaba la mayor parte de las pretensiones de los dos países, representaba un compromiso que "juzgaba equitativo". Concedía a Guatemala la orilla izquierda del río Motagua y también la orilla derecha hasta donde hubiera tomado el control de buena· fe. Con todo, sobre la costa los distritos de Omoa y Cuyamel, que habían estado administrados durante mucho tiempo al amparo de las leyes de Honduras, fueron asignados definitivamente a esta última República. Se nombró una comisión de cinco ingenieros para que fijara la frontera. Si bien esta disputa fronteriza había existido anteriormente con absoluta independencia de las dos compañías fruteras norteamericanas, fue intensificada por sus intereses rivales. No obstante, es difícil descubrir si las compañías tenían más deseo de utilizar los gobiernos para 223

alcanzar sus fines económicos que los gobiernos de utilizar las compañías para alcanzar sus fines políticos. Muchas de las tierras del distrito de Cuyamel se han agotado después de dos decenios de explotación; hace algunos años fueron abandonados tanto las plantaciones de bananos como el ferrocarril que las servía.

11.-La Disputa Fronteriza de Nicaragua. Aunque se consideró a Zemurray como partidario de Honduras en la disputa de fronteras con Guatemala, en otra disputa de fronteras en el otro lado de la república desempeñó el papel contrario. La Louisiana Nicaragua Lumber Company tenía una concesión para explotar valiosos bosques en la costa del Caribe que habían sido concedidos primero a Lomax S. Anderson en 1905. La quinta parte septentrional de esta enorme extensión de tierras, situada en Mosquitia, entre el Patuca y el Segovia, cayeron bajo la jurisdicción de Honduras· cuando en 1906 el rey de España entregó su arbitraje en el que decidía que este último río sería la frontera entre Honduras y Nicaragua. Cuando el Congreso hondureño autorizó a los que posefan tierras en la región a inscribirlas en Honduras, la compañía maderera no lo hizo; no obstante, después, al aparecer un rival con potencia, solicitó y obtuvo una prórroga del plazo para registrar esta propiedad. Por este acto reconocía concretamente la compañía la soberanía de Honduras en dicha región. En 1911 aceptó el presidente de Nicaragua la decisión del rey de España. Sin embargo, la prensa se opuso a la decisión; finalmente, el gobierno se negó a sancionar la demarcación de la frontera de acuerdo con el laudo. Estando aún sin zanjar la cuestión, en 1925, Joseph West Montgomery, representando a Samuel Zemurray, que formaba. parte de la Louisiana Nicaragua Lumber Company, subsidiaria de la Cuyamel, obtuvo una nueva concesión en Nicaragua que abarcaba la parte de las tierras de Anderson que se encuentra en la disputada región de Mosquitia y que la compañía 224

maderera había inscrito ya en Honduras. En respuesta a los ataques de la prensa hondureña, Zemurray dijo que esto se había hecho porque, debido a la nueva discusión en Nicaragua poniendo en tela de juicio la decisión arbitral, los banqueros insistían en que se revalidara la concesión. En lo que respecta a este desprecio de los derechos de Honduras según el laudo del rey Alfonso, Honduras protestó tanto ante Zemurray como ante Nicaragua. Zemurray descubrió además que tendría que renunciar a sus pretendidos derechos sobre esas tierras obtenidas gracias a esta concesión disputada antes que Honduras le concediera derechos valiosos que estaba buscando en otra parte(34).

FUENTE: Ch. D. Kepner y H. Soothill, El Imperio Nacional de Cuba, 1961, vol. 1, p. 99-123.

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del Banano,

Cuba, Imprenta

NOTAS ( 1) Decreto No, 30 (1893). Véase Compllaci6n de 1866 a 1903, pp. 631-634.

las Leyes de Hacienda y de la

Rep6blica de Honduras,

( 2) u. s. Consular Report, Vol. 19 (1866), p. 220; Vol. 36, No. 131, mayo-agosto (1891), p. 633; Vol. 61, No. 229 (1899), p. 336; y Unión Panamericana, Boletín (1899). p. 830. 3) Crowther, op. cit., pp. 210, 211. Los datos sobre el control por la United de las acciones de la Hubbard-Zemurray Company: Andrew W. Preston, En u. s. Merchant Marine and

( 4)

Fisheries Committee Proceedlngs in lnvestigation of Schipping Comblnations (H. R.

587) (1913-1914 pp. 735, 736; la formación de la nueva Cuyamel Fruit Company en South Dakota: Industrial de Moody; y otros datos: General Francisco Altschul, que fue Director General de Correos de Honduras 1896-99, y Ministro de Obras Públicas, 1899-1903. 5) Bermúdez, El drama del Ferrocarril Nacional de los Hondureños, p. 55. ( 6) !bid.

7)

Revista Econ6mica,

Honduras, Mayo de 19111, p: 407.

( 8) Long. Railways of Central Ameñca and the West lndies, p. 55. El individuo que recibió este contrato fue E. Gcorgc Squicr y no Georgc L. Squircs, como afirma Long. Para la concesión véase Squicr, Honduras, pp. 316-319. ( 9) Para la primera historia de la construcción de ferrocarriles y los prést,1111os, véase Long. op. cit., p. 55 y el Annual Report dd Co11scjn de la Corpmac:ión d,· Tenedores de Bonos Extranjeros (1929). La cifra dl' 5 125.000.000 la ha dado Crowthcr, op. cit., p. 140. (10) Para este párrafo y el siguiente véase u. s. Foreign Relations, 1912, pp. 549 y sig. y 562 y sig.

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(11) Mario Rivas en Current History Sept. 1927, p. 921. (12) Franck, Tramping Through México, Guatemala and Honduras, p. 365, Y Fortune, marzo de 1933, p. 3 I. (13) Munro, The Five Republlcs of Central America, p. 315, y Foreign Relations, 1911, p. 292. (14) Fortune, marzo 1933, pp. 31, 32; cuenta también 1() del Hornet. (15) Forelgn Relatlons (19\1), p, 297. (16) Annual Report del Consejo de la Corporaci6n de Tenedores de Bonos Extranjeros (1929), p. 229. (17) Forelgn Relatlons (1912), p. 612. (18) Datos sobre los empréstitos proyectados en ibid., pp. 607-612. (19) Current Hlstory, sept. 1927, p. 922. (20) Esta información se obtuvo en entrevistas y es corroborada por Fortuna, la cual en marzo de 1933 decía, p. 2 7: ''Tan pequeña era la Cuyamel y tan modesta era la ambición de Sam Zemurray que en 1912 no vaciló en utilizar su influencia con el fin de conseguir para su amigo Minor Cooper Keith, vice-presidente de la United Fruit, dos importantes concesiones en Honduras". (21) La Cooperativa Bananera Costarricense, Trabajos y Opiniones, publicado el 15 de mayo de 1928, p. 78. (22) Crowther, op. cit.; pp. 258, 259 da un total de 71.000 hectáreas recibidas a través de las concesiones de contra tos de ferrocarriles. (23) Decreto No. 85 del 24 de agosto de 1895, publicado en Leyes de Hacienda, pp. 744 y sig., es la Ley de Agricultura. El Artículo VIII estipula: "Las porciones de las tierras nacionales concedidas para los fines expuestos en los artículos que anteceden, se medirán en lotes que alterarán con otros de igual tamaño que el Estado se reserva para su venta de acuerdo con la ley". (24) Las donaciones de tierras nacionales libres, con los árboles maderablt:s en ellas, para la construcción de ferrocarriles, se hicieron mediante contratos qu~ fueron aprobados por: Decreto Leg. No. 113 del 8 de abril de 1912, a H. V. Rolston traspasadas después a la Tela Railroad Company; el Artículo XVI estipula 500 hectáreas por kilÓmt•tros de línea principal y ramales secundarios en lotes alternados de 4.000 hcctárt,as, una para la compañía y uno para el gobierno. Decreto Leg. No. 99, del 2 de abril de 1912, a V Íctor Camors. traspasada después a la Truxillo Railroad Company; el Artículo XIV estipula 500 hectáreas por kilómetro de Hnca principal y 250 hectáreas para las I Íneas secundarias en lotes alternos de S •..W0 hectáreas. Decreto Leg. No, 117 del 28 de marzo dr 191 9, revisión dt• la concesiÍln dl• 1910 a los Vaccaro, estipula 250 hectáreas por kilómetros en lt,t.,s alternados.

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(25) Decreto Leg. del 6 de abril' de 1929, ratificado el 4 de marzo de 1930 y publicado en La Gaceta del 2_1 de marzo de 1932. Véase Latln American Offlclal Gazettes, Bulletln (1932), Sección 1-fonduras. (26) La Comisión de Límites, Guatemala, Límites entre Guatemala y Honduras, pp. 44-47. (27) R. R. Platt en Foreign Affaln, enero de 1929. (28) Root, Clark, Buckner y Howland, Brlef on Behalf of Honduras, pp. 44-4 7. (29) Límites, citado en la Nota 26 anterior, pp. 8-10, da una lista de esas granjas. (30) Méndez, Leyes Vigentes, pp. 6o"8-611. (31) New York Times, 21 de mayo de 1928, 12-5. (32) Declaraciones de las dos compañías traducidas de La Tribuna del lo. de julio de 1928. (33) Waddell, Unsettted Boundary Disputes In Latln Amerlca, p. 497, del cual se ha tomado una buena parte de la información contenida en esta sección. (34) Alfredo Trejo Castillo. El sellor don Samuel Zemurray y la soberanía de Honduras.

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APENDICE No. 2 SITUACION ECONOMICO-COMERCIAL DE HONDURAS Y DEL CIUDADANO HONDUREÑQ J. J. CALLEJAS

Del estudio anterior se desprende que el hondureño es ciudadano de un pa~~ eminentemente limitado en riquezas naturales. Que podía 'naber dispuesto para su propio beneficio de tierras feraces, como las de la Costa Norte y de pequeñas y raras fracciones de tierra ubicadas entre cerros y en la cúspide de elevadas montañas. Como zona realmente feraz y de amplitud suficiente para elevar la economía hondureña, no disponía sino de la costa sobre el Atlántico. Ya se dijo que un capricho de la naturaleza dotó de toda la feracidad posible a nuestra Costa Norte, en tanto que despojaba de ella a todo el interior del país; y ya se dijo también que sin la primera de esas secciones de tierra la economía de Honduras tenía que ser precaria. Incluso la costa sobre el mar Pacífico recibió del destino la humilde consigna de alojar y alimentar cuando más algunos núcleos de pastores de ovejas. Imprimió la naturaleza a esa zona la nota pintoresca y romántica, pero de ninguna manera las cualidades necesarias para estructurar sobre ella un estado económicamente próspero. Uno de los problemas más apremiantes y a la vez de más düícil solución en los países montañosos es perforar cimas escabrosas y salvar abismos para ponerse en contacto con el mundo exterior, a fin de asimilar cultura y ensanchar· el comercio nacional. Y tratándose en particular, de -países primitivos como Honduras, sin estructuración económica ni social, sin una legislación adecuada a sus necesidades, sin

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princ1p1os científicos ni orientación definida, se vegeta o se expira a manos de ambiciosos surgidos de su propio seno, o venidos del exterior. Aprisionada esta sección de Honduras por sus altas y escabrosas montañas sorbía de libros venidos de muy lejos ideales de libertad, de progreso y de cultural, y al chocar con los prejuicios que ~os legaron nuestros conquistadores surgió la pugna política que había de absorber todas nuestras actividades, hasta hoy. Surgió, cuando más, el letrado en ciencias filosóficas, el poeta romántico y el usurero prestamista. Sin Morazán, actuando como político y militar práctico y a la vez patriótico y sin unos pocos varones más que han sabido contemplar las positivas necesidades del país, nuestra historia caracería de importancia. Se explica así q-:.1e durante las tres primeras cuartas partes del siglo pasado ni siquiera hubiéramos explorado convenientemente el territorio nacional. Se tenía un concepto vago de la feracidad de la Costa Norte del país. Apenas si se sabía algo de ella, por su malaria, su parasitismo intestinal y sus víboras. De cuando en vez servía de escenario a nuestras luchas fratricidas. Era cruzada y saqueada entonces por nuestros desordenados y fatídicos ejércitos. No fue sino a fines del siglo que atrevidos agricultores hondureños iniciaron allá el cultivo del banano. Sin caminos, sin alimento, sin medicina, sin higiene y también sin fondos, penetraban valientemente en aquellas selvas vírgenes y exponiendo su vida, establecían su pequeño cultivo. Es de suponerse que sin sospecharlo siquiera abrían una fuente de riqueza de ilimitado alcance para la Nación; así como es de suponerse que no soñaron que despertaban avideces de extraños, que culminarían con el despojo de ellos mismos, con afrenta y también despojo para su Patria. Luchaban heroicamente contra la inclemencia del clima, contra el aislamiento, contra la pobreza, pero eran dueños de la tierra, así como de sus proyectos. Sufrían lo indecible, pero se creaban un patrimonio independiente y seguro. Contemplaban, quizás en un porvenir lejano, lisonjeras perspectivas que les infundían aliento para proseguir en la brega. 230

Si un destino menos implacable que el nuestro les hubiese deparado a aquellos valientes avanzados de nuestra agricultura algún estadista de lejana visión patriótica, que hubiese puesto en sus manos los recursos indispensables de que carecían; si en vez de iniciarse la torpe política concesionaria que llega hasta nuestros días, se hubiere previsto la invasión del capital extranjero, colocado en manos de voraces empresarios; si hubiese surgido de nuestro mundo político alguien que les prestara toda la protección debida, el hondureño no sería el simple jornalero que es hoy. De uno a otro extremo de aquella privilegiada región se contemplarían florecientes plantaciones de banano de su exclusiva propiedad. No es del caso entrar en especulaciones respecto a la influencia que en todos los órdenes de la vida del ciudadano ejerce el derecho de propiedad.- Influencia moral, infundiéndole la autonomía propia del ciudadano libre e independiente porque se baste a sí mismo, e influencia cultural, abriéndole todas las puertas que conducen a la civilización. De ahí, que especulando en el campo de las conjeturas me considere facultado para decir que los hondureños no sólo serían hoy ricos, sino también dignos hijos de un país pequeño pero altivo y positivamente autónomo. Pero al m1c1arse el siglo actual se presenta en nuestras playas del norte un inmigrante de Besarabia, naturalizado en los Estados Unidos, Samuel Zemurray, equipado de juventud, audacia y ambición. Se había iniciado en el negocio del banano adquiriendo la fruta que menospreciaban las empresas bananeras, para venderla por su cuenta, a precios ínfimos, en Mobila. Nos refiere el ilustrado y digno hondureño, José Angel Ulloa que Zemurray dormía después en nuestras playas del norte: cuidando personalmente la pequeña adquisición de banano que embarcaría al día siguiente, en pequeñas goletas, · rumbo a su patria de adopción. Se dedicaban también a igual negocio la Atlantic Fruit Company, la United Fruit Co., la Pizz.atty Bros, Co., la Hubbará Zemurray y la Vaccaro Bros, Co.

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Obsérvese que el cultivo del banano por el hondureño en persona y no obstante· la falta de toda protección llegó a adquirir tal importancia que satisfacía la demanda de tantos exportadores y obsérvese también que lograba venderlo, en aquellos lejanos tiempos, a $1.50 oro el racimo, o sea con pingües utilidades. Es un error creer que la "protección social" data de hoy. Por simple intuición patriótica, o por lo que sea, ha inspirado en todos los tiempos a los forjadores de patria. No es de hoy que se sabe que quien gobierna a un país en formación debe prestar tan amplia y decidida protección a quienes abren los primeros surcos, a quienes taladran las primeras rocas eJl busca de metales preciosos, a quienes establecen los primeros caminos, o inician las primeras industrias, como sea posible. Procede de muy lejanos tiempos el concepto creador de que el ciudadano que agota sus energías, tanto físicas como morales, en empresas que no sólo han de labrar su propio porvenir, sino también el del Estado a que pertenecen, necesita que se le infundan alientos para que no desmaye en su obra fecunda. En ningún tiempo se ha ignorado que el humilde labriego que empeña cuanto es y cuanto posee en la penosa tarea de roturar su propia parcela de tierra, para extraer de ella paz y prosperidad para sí mismo, para su familia y para su patria, carece casi siempre de las luces necesarias para evitar determinados y desconocidos peligros. Es y ha sido siempre reconocido que tal misión corresponde al verdadero estadista. Personajes ficticios, Juan Hernández y Pedro López, han llegado, calzados de caites y con su pobre mochila al hombro a nuestras ubérrimas tierras del norte. Sin poseer la menor preparación intelectual y sin elementos de lucha adoptan la heroica determina~ión de desafiar a la naturaleza virgen, para entrar en posesion de ella y hacerla parir elementos de felicidad para el hombre. Si Juan Hernández y Pedro López se encuentran de pronto frente a un adversario conocedor de la vida ·y sus accidentes y a la vez amparado por el capital y por poderosas influencias, caen sin tardanza en calidad de ■ victimas mgenuas. "'



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Y si a eso se agrega que se llega hasta tergiversar la mis1on de quien manda, convirtiéndolo no sólo en elemento anodino, sino en fuerza de agresión, por cobardía, ignorancia, o venalidad, contra sus humildes y . valerosos compatriotas, Hernández y López, el resultado es necesariamente catastrófico. ¡Ah! y no es otra cosa lo que ha sucedido y continúa sucediendo en nuestra costa norte. Las mencionadas empresas se transformaron pronto de simples exportadoras de banano en productoras de él también. ¡En breve lapso fueron desposeídos de sus tierras todos los hondureños que allá habían dejado sus juveniles energías. Honduras no aspiró a ser una nación integrada por terratenientes, empresarios y capitalistas, sino por un escuálido rebaño de jornaleros! Asombra que tanto nuestros mandatarios como nuestros legisladores, en el colmo de su fementido patriotismo, hayan creído satisfacer con toda amplitud su cometido, consignando en las concesiones que han otorgado a los capitalistas extranjeros la cláusula de que se le imponía la obligación de dar trabajo, en calidad de jornalero, al 800/0 de hondureños. Se les entregaba todo, todo lo más preciado y también se les entregaba al siervo, al esclavo, nuestro compatriota. Justo es conocer que accidentalmente se presentó en escena un gobernante, Policarpo Bonilla, estipulando la condición nacionalista de los "lotes alternos". Su propósito fue conciliador y de grandes alcances. Si se concedían tierras feraces al extranjero, con sus ríos, ferrocarriles, muelles, etc., los que en breve lapso adquirirían gran valor, se valorizarían al mismo tiempo los "lotes alternos", previamente destinados a familias hondureñas. Más no se contó entonces con la voracidad del empresario extranjero, así como no se contó con la venalidad del poi ítico hondureño. No tardó aquél en pretender absorberlo todo, así como no tardó éste en vendérselo al mejor precio posible. Descolló en este sentido el gobierno anárquico de López Gutiérrez. Sus parientes inmediatos adquirieron grandes capitales con sólo traspasar a empresarios extranjeros lo que no era de ellos, sino del pueblo hondureño. Posteriormente, gobernantes nacionalistas y liberales han

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procedido de manera semejante, a grado tal que los lotes alternos desaparecieron en su totalidad y hoy nuestra Costa Norte forma un cuerpo conjunto, sólidamente presionado y estrujado por el extranjero. El nacional hondureño, cuando no mendiga allá trabajo, mendiga un pedazo de pan. No es este el momento de analizar conductas para deducir responsabilidades. Más tarde se verá como la fatídica confabulación del capitalista extranjero y del venal político hondureño ha formado en torno al proletario nuestro un sólido círculo de acero. Dentro de él puede moverse, pero como un autómata; puede alcanzar muy limitadas prebendas, pero a título de gracia, no de un derecho que le asista. Se le niega aun un Código de trabajo que lo convierta siquiera en un jornalero digno, con la dignidad inalienable que corresponde a todo ser humano. No hay quien se haya movido en un medio econór..ico y comercial que desconozca la enorme fuerza de absorción que ejerce el capital colocado en manos despiadadas. Y si esto es así en términos generales, fácil es deducir hasta dónde puede llegar el poder absorbente de un capital invertido en un país como Honduras, cuyos políticos no han sabido ni han querido, proteger a sus connacionales. Tampoco puede existir legislador o socialista que ignore que la usura es la antesala del crimen social, de donde se deduce la abundancia de medidas de defensa que han dictado ya y continúan dictando todos los estadistas patriotas del mundo civilizado. Al capital no sólo extranjero sino también nacional, se le establecen normas de justicia y de moralidad; se le construyen sólidas barreras que sin estorbar sus actividades lícitas le impiden llegar hasta lo injusto. Triste y lamentable excepción es hoy Honduras, país absorbido por capitales extranjeros, con motivo de que todo se les ha entregado a discreción. Sin desviarse ni un ápice de la regla general, el capital extranjero que llegó a monopolizar la tierra y el banano de nuestra Costa Norte, procedió a ensanchar hasta el límite sus actividades y su absorción. Desplazado el hondureño de sus tierras, tenía que ser lanzado del comercio, de las industrias, de cuanta actividad de grande o pequeña remuneración pudiera beneficiarse el monopolista de otros países. A eso, de 234

orden general y lógico, hay que agregar algo más, que convirtió desde el primer momento a los empresarios bananeros fundidos hoy en la United Fruit Company, en fuerza de' poder incontrastable. El poder hondureño no sólo les entregó la tierra, los ferrocarriles, los muelles y las aguas, a título de gracia, sino que les concedió franquicias y exoneraciones que los colocaban de inmediato en un plano de superioridad tal que hacía imposible toda competencia. Hablan tales concesiones, de franquicias para importar cuanto artículo fuese necesario para vestir, alojar y alimentar a los respectivos empleados. De ahí se originó una cadena de "comisariatos" que, en teoría, estaban destinados a satisfacer tales necesidades. No quiero consignar en mis estudios afirmaciones que no esté en capacidad de comprobar, por lo que me limito a dejar consignada la sospecha, evidencia casi, de que tales importaciones han servido constantemente, no sólo para abastecer al empleado, sino también a quien no lo sea. Yo mismo he tenido la oportunidad de adquirir en los mencionados comisariatos cuanto he deseado, sin que jamás, ni en forma alguna, haya devengado sueldos, ni obtenido favores de aquellas empresas agrícolas. Si a esto se agrega el capital con que cuenta el gran monopolio del banano, que le permite hacer adquisiciones de mercaderías en gran escala y por lo mismo con grandes descuentos; y si se añade también el transporte de ellas, utilizando embarcaciones y ferrocarriles propios, esto es, sin costo alguno, las franquicias otorgadas han tenido la equivalencia de una orden de cierre de todo establecimiento comercial de cualquier pertenencia que no sean las poderosas empresas bananeras. Podría haberse esperado que tan gran capital, puesto en circulación por tan poderosos empresarios no hubiese contemplado sino el gran comercio, esto es, respecto a mercaderías importadas, absteniéndose de intervenir en industrias, fábricas y talleres ajenos a sus ramos. Mas no fue dilatado el lapso que transcurrió sin que se contemplara a tales y poderosas empresas absorbiéndolo

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literalmente todo, desde grandes fábricas, hasta insignificantes negocios de trucha. De modo franco o no, surgieron pronto, como filiales de las compañías bananeras La Naco, La

Embotelladora, La Cortes Development, la compañía Salvavida, la Tropical Radio Co., etc. fabricando azúcar, manteca vegetal, calzado, exportando maderas preciosas, desarrollando la crianza de ganado en gran escala, la publicación de periódicos y hasta la creación de un banco, con sede en San Pedro Sula y con sucursal en Tegucigalpa, que ha lesionado y continúa succionando sin piedad los intereses del hondureño. Hpy la United Fruit Co., en manos de Zemurray, habiendo absorbido todas las otras empresas, ha traspasado los linderos físicos comerciales y agrícolas a que he venido refiriéndome y tiene ya un pie firmemente colocado en el mismo corazón de mi Patria. Tras el membrete de "Escuela Agrícola Panamericana", generosamente creada, según se dice, para enseñarnos agricultura, existe una de las propiedades más bellas y promisorias del interior de Honduras. Posee, asimismo, derechos adquiridos también a título de cor.cesiones en el Depto. de Yoro y avanza hacia el de Comayagua y el de Valle, con el propósito de absorber cuanto tenga de feraz nuestra costa sobre el Mar Pacífico. Su más reciente concesión la faculta para cultivar banano, palma africana y abacá en cualquier lugar de Honduras. Se acabaron los límites de la Empresa; hoy no son otros que los de la misma Honduras. Despojado así el hondureño de su tierra y desplazado del comercio, de la banca y de la industria, ha quedado clasificado como simple empleado subalterno, o como jornalero y sirviente. Ha sido designado para desempeñar en su propia tierra iguales funciones que el individuo de color en el sur de los Estados Unidos. Se han rebasado las aspiraciones de nuestros altos políticos; no sólo el 800/0, sino que el 1000/0 de los hondureños del norte, puede, si así se digna disponerlo el empresario norteamericano, servirle de jornalero o de criado. El hondureño colocado en las tierras altas del país no puede acariciar sino muy limitadas perspectivas de prosperidad. Sus ilimitados pinares, surgidos de arideces extremas, carecen prácticamente de valor, tanto por el difícil acceso hasta ellos, como porque sólo en contadas excepciones,

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adquiere el mástil del árbol el grosor suficiente para ser utilizado en la ebanistería, o como madera de construcción. A la sombra pintoresca de ellos se desarrolla un raquítico forraje que por su enorme extensión podría utilizarse con éxito para grandes rebaños de ovejas; pero wia cruel ironía del destino ha querido que ese pintoresco y útil animal sea poco menos que desconocido en Honduras. Los escasos bosques de maderas preciosas con que antaño contaba el hondureño han desaparecido ya casi por completo, también a mano del extranjero. Fue algo así como en 1880 que un humilde minero del Valle de Angeles descubrió el yacimiento de oro y plata más abundante y rico que ha tenido Honduras. No tardó en ser adquirido por la Honduras Rosario Mining Co., empresa también norteamericana, a la que ha proporcionado rendimientp no menor de L 5.000.000 por año, o sea, hasta hoy, de L 355.000.000 de utilidad neta. Se le endosaron al Presidente de entonces, Ledo. Marco Aurelio Soto, algunas acciones de ella y se procedió a solicitar concesiones de toda índole, las que se obtuvieron sin dificultad, y las que en igual o parecida forma subsisten hasta hoy. Casi como única compensación se le impuso a la empresa la obligación de establecer y mantener en buen estado los _20 kilómetros de carretera, que de la capital del país conduce a aquel mineral. Sobre un trazo primitivo de mal camino de herradura construyó la empresa tal ·carretera, esto es, sin técnica alguna. Si a esto se agrega el abandono casi absoluto en que se le tiene constantemente, se explica la gran cantidad de accidentes y de víctimas humanas que ocasiona. Parece que en los dos o tres últimos años esa poderosa empresa minera paga al Fisco hondureño el impuesto sobre la renta, pero, en qué forma: ¿Deduciéndolo de una contabilidad llevada en buen idioma castellano y no en inglés y con apreciación exacta de la calidad y cantidad de metales exportados? No se sabe que la empresa en cuestión exporte oro en lingotes; pero lo que sí se sabe es que el mineral lo produce en abundancia y que necesariamente es allá, en la tierra de los empresarios, donde se le separa de las barras de plata que en su interior lo contienen. Seguramente ese oro

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sale de nuestro país libre de todo gravamen, para ir a pagar con rigurosidad mat.emática, lo mismo que la plata, los altos impuestos establecidos en la tierra del dólar. Determinadas exenciones no sólo producen desfalco económico, sino también afrenta moral: que el país, dueño indiscutible de la riqueza, haya de soportar el hecho de que indefensos hondureños que en las profundas concavidades de aquel mineral perecen por accident.e, o por enfermedad; que haya de tolerar incumplimientos morosos, respecto a gravámenes de pequeñez irrisoria y que sea el omnipot.ente fisco del país más rico del mundo el que perciba todos los impuestos y todas las ventajas comerciales, como en el caso en cuestión, significa para Honduras no sólo una especulación leonina, sino también una burla sangrienta. En otro capítulo de est.e libro me he referido, con explicable emoción, al suplicio que con su propia sangre escribe el hondureño en las lóbregas profundidades de ese mineral. Es con ella,· es con la ingenuidad del jornalero y es con baldón et.erno de quienes han asumido la obligación de respaldar con vigilante sinceridad la salud y la prosperidad del indefenso proletario nuestro, que magnates del nort.e de América redondean fabulosas riquezas. No desconozco que toco en estos instant.es el lindero de donde parte la propaganda fácil y despreocupada del demagogo. Hablar de martirios, ciertos o ficticios del humilde connacional; servirse de locuciones impresionant.es, aunque carentes de sinceridad; llamar al pueblo a reivindicaciones de agravios positivos o falsos, sin sinceridad alguna y sólo por mifmtras se produce en el público la emoción esperada, es el arma del falso patriota, del demagogo funesto. Y o he querido, en cambio, infundir a mi humilde libro el mérito de la sinceridad. No ignorando que carecerá él de numerosas cualidades, he deseado que sea al menos la expresión de una verdad, apreciada con observación y estudio sereno y expuesta con franqueza absoluta, sean cuales fueren las consecuencias que tal labor me atraiga. Y consecuent.emente con tal criterio lanzo hoy mi acusación categórica, más que contra el especulador extranjero

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contra el venal hondureño. La vida práctica dice a todo el que sabe contemplarla que no incurre en tan gran responsabilidad quien compra a bajo precio, como quien vende así. Y si quien vende no es más que un simple servidor del Estado, vende lo que no le pertenece; vende de tal manera, por estupidez, por venalidad, o por ignorancia. Se hace, en todo caso, reo del delito de malversación de lo ajeno. Humildemente pido perdón al lector por esta digresión en la que he incurrido porque llego en estos instantes al punto neurálgico de mi exposición. Pareciera como si un capricho de poderosas fuerzas geológicas hubiese determinado la aglomeración de oro y plata, en gran cantidad, únicamente en las entrañas de la elevada y bella montaña de "El Rosario!'. No obstante cateos constantes practicados por nuestro sufrido "güiris", a pesar de continuas y enérgicas actividades desplegadas por la misma Rosario Mining Companv, y por numerosos empresarios extranjeros, en busca de metales preciosos a lo largo y ancho del país, nada de positivo valor se ha encontrado. El único mineral digno de consideración es el que me ocupa ahora. La única riqueza minera de Honduras pertenece al extranjero. El hondureño no posee más que el triste privilegio, tanto allá, en nuestras playas del Norte, como acá, en las altas cimas del interior, de consagrarse a las funciones de jornalero, esto es, de súbdito irredento. Se sabe también que en .ya lejanas épocas poseía nuestro connacional el patrimonio del ganado. Deseando remozar mi espíritu con aires frescos de la juventud, he incluí'do en el texto de este volumen un recuerdo de gratas avenkras por las cálidas tierras de una hacienda de ganado. Y ante la triste realidad de la hora actual, que por virtud de nuestras guerras civiles y de falta de protección del ganadero hondureño, aquellas extensas, pintorescas y productivas haciendas de ganado casi han desaparecido, no es en manera alguna expresión de conformidad la que profiero, sino de imperecedera protesta contra nuestros menguados mandatarios, porque no supieron o no quisieron contemplar el pavoroso destino de sus gobernados. 239

Agotadas o entregadas las riquezas naturales de su Patria le resta al hondureño el recurso heroico de crearlas por sí mismo. Fabricar, preparar, descubrir, esto es, crearindustrias. Sólo que para acometer tal empresa necesita empezar pot fabricarse, prepararse y descubrirse a sí mismo. Fabricando sangre, nervios y músculos, mediante higiene, nutrición y asistencia racionales; preparando un alto espíritu de empresa, mediante técnica que le enseñe a acometerla y desarrollarla con éxito; descubriendo recursos ignorados dentro de su propio organismo físico e intelectual. No debe olvidar, ni por un instante, que el sencillo labriego, que el sufrido jornalero, que el humilde artesano y que hasta el altivo capitalista de nuestro medio tropical no son otra cosa que arcilla a modelar. Destruir en ellos numerosas y graves deformidades creadas por nuestra ignorancia y por nuestra política, para modelar un hombre enteramente distinto: letrado, disciplinado, activo y patriota. Marea hasta el vértigo la simple enunciación de este enorme problema. En el capítulo respectivo me referiré a él. Que baste en este instante laconizar sus soluciones como sigue: Revolucionar radicalmente nuestra escuela, nuestra política y nuestro bogar. Destruir casi todos nuestros conceptos actuales de la vida, para reconstruirlos después sobre el amor a la Patria y a nuestra propia dignidad y grandeza. Mientras tanto palpemos la dura realidad: todas las industrias, como fábricas de cerveza, de fósforos, de camisas, de manteca, de pan, de pastas italianas, de helados, de confites, etc. así como la limpieza y confección de ropa al por mayor y multitud de otras actividades han caído en poder de extranjeros. Nos quedaba en calidad de último recurso la transacción comercial respecto a mercaderías importadas, así como las fabricadas en el país; pero aún en ese terreno hemos sido violentamente desplazados los hondureños. Dos razas prolíficas y activas, acaparadoras al extremo, la palestina y la china, se han arraigado y expandido en forma tal que hoy casi absolutamente todo el comercio de las grandes y medianas poblaciones del país está en poder de ellos, así como numerosas industrias.

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Que yo sepa, no ha habido hasta hoy quien se refiera a este tema. Cons_tantemente se habla del imperialismo anglosajón, sin advertir que dentro tenemos ya un imperialismo que por virtud del disimulo y cautela con que acostumbra proceder, así como por la fina política de solidaridad que entre los individuos de esas dos razas existe, es tanto o más peligroso que aquél. Que yo sepa, tampoco exist.en en positiva vigencia normas legales destinadas a seleccionar los inmigrant.es al país y menos aún a regularizar sus actividades, en concordancia con las necesidades del hondureño. Palestinos y chinos, reproducidos aquí o por inmigración ilimitada, de manera franca o clandestina, se suman a los existent.es en constant.e actividad monopolística. El trist.e embotamiento de facultades diligentes que sufren nuestros estadistas les impide observar la fina táctica de absorción que ponen en práctica los extranjeros referidos. No han advertido aún que el hondureño se asfixia entre las mallas que tan sutilmente saben ellos t.ejer; ignoran, o pretenden ignorar, los salarios, hirientes por su pequeñez, que pagan a mujeres y hombres hondureños en sus insalubres talleres. El caso doloroso, por trágico, es que también del campo comercial ha sido totalmente desplazado el hondureño. De todas partes ha sido lanzado ¿hacia dónde? : hacia la vida rutinaria y enervante de parásito del presupuesto nacional, hacia las cuadras malolient~s donde aglomera el empresario altivo sus rebaños de jornaleros, hacia la pocilga infecta, donde debe esperar con mansedumbre de bestia, órdenes tajantes en calfdad de criado, hacia la campaña estéril, donde expira olvidado del hombre y de la ciencia, hacia el cuart.el inmundo, donde se le despoja de su civismo, para convertirlo en esbirro, o en espía. Cuando bien le va asciende a profesional o artesano, a caza del mendrugo del día. Se ha llegado al extremo. Un paso más por la senda del entreguismo y degeneraremos en esclavos en nuestros propios dominios. Sin producir algo, el hondureño nada puede exportar. Se limita obligadament.e a ejercer en el interior del país el comercio de "pulpería", único que aún no ha sido

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completamente abarcado por el extranjero. El 800/0 de la exportación hondureña es el banano, esto es, del productor extranjero, del que reserva para sí y para su patria todas las utilidades y del que apenas paga al fisco hondureño un centavo y medio por cada racimo cuidadosamente escogido, reservando para sí mismo y para su país utilidades verdaderamente fabulosas. No existe así corriente económica y comercial, derivada de la tierra y de la industria, que justifique la existencia de una cámara de comercio de los. hondureños y para utilidad de los hondureños. No hay intercambio de productos, de conocimientos, de semillas, de plantas, de razas de animales entre unos y otros de nuestros compatriotas. No existe la rivalidad comercial entre ellos mismos, que es, en definitiva, fuerza de superación personal. Gracias a la escasa densidad de población disfruta el labriego hondureño de limitadas parcelas de tierra cultivable; y gracias a tal circunstancia es que su degrada~ión aún no es absoluta. Pero se advierte ya la tendencia del -poderoso trust bananero, así como del absorbente palestino y de. algunos otros extranjeros a extender su predominio hacia las tierras montañosas del interior, así como al ejercicio de las profesiones liberales, hasta hace poco tiempo patrimdnio exclusivo del hondureño. Ya existen abogados y médicos de sangre palestina y no es de dudarse que en el transcurso de muy poco tiempo se nos eliminará también hasta de ese raquítico campo de subsistencia. En estos momentos (abril de 1952) se encuentra empeñado el gobierno de la república en activa campaña de progreso material. Con todo acierto creó el Banco Nacional de Fomento así como el Banco Central, en calidad de organismo económico y a la vez técnico, encargados ambos de promover actividades agrícolas, industriales y comerciales, en nuestra tierra y en la mayor escala posible, pero ese mismo gobierno acaba de traspasar a la omnipotente United Fruit Company un ilimitado servicio de agua en nuestra Costa Norte y acaba de ceder también, en dilatado arrendamiento, nuestro Ferrocarril Nacional. 242

Existe indudablemente en nuestro círculo gubernativo actual alguna visión de progreso. Pero se comprende que la redención de un país como Honduras demanda un planeamiento tan extenso y profundo como sus grandes necesidades lo exigen. Por desgracia los hechos están comprobando que el progreso del país no puede ser integral. Ellos nos dicen que efectivamente el gobierno actual está promoviento obras de progreso material, que indudablemente redundarán en beneficio del hondureño; pero ¿hasta dónde podrá ese gobierno llevar tal influencia bienhechora? El está indefectiblemente limitado por los linderos que definen la Costa Norte del país, en calidad de un feudo norteamericano, así como por los límites que en la zona central del país demarcan los avances y predominios adquiridos ya por el extranjero. Esto es, no le queda al gobierno de Honduras sino el radio montañoso y árido del interior del país, como campo de acción. Podrá en consecuencia ese gobierno dejar constancia de buena voluntad; y podrá también dejar obra benéfica, pero de manera alguna le será posible redimir económicamente a su pueblo. Para tal fin hace falta mucho más de lo que actualmente se hace. Hace falta, ante todo, saber definir cuáles son los derechos de Honduras y de los hondureños, para tomar con firmeza los que aún no han sido enajenados y readquirir estos últimos. Quiero consignar en pocas palabras el concepto anterior: los recursos de Honduras y de sus hijos son todos aquellos que sean necesarios para conservar indefinidamente la soberanía y dignidad de la primera y para labrar la felicidad de los últimos. Parecerá extenso y vago este concepto, pero no lo es, ni aún tratándose de Honduras, absorbida por el capital extranjero. Porque si se contemplan las cosas con la serenidad y la pericia necesarias se admite que no sólo no debe haber pugna entre nuestros derechos y el capital extranjero, sino, . antes bien, cooperación franca y armoniosa. Podemos los hondureños conservar y fomentar los intereses que aún nos restan y redimir los que han sido traspasados de modo fraudulento o ilegal, sin traspasar los límites que demarca la justicia, esto es, sin incurrir en falta alguna.

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Ello quiere decir que no es posible hacer una concesión más y que, sin caer en la injusticia, que a la vez_ ~ería inconveniencia para nosotros mismos, debemos readqwnr lo que fuera de derecho retienen los capitalistas y empresarios extranjeros. Esto no es, ni puede ser comunismo; no es otra cosa que el derecho a la vida que a ninguna nación ni a ningún ser humano se le puede negar. Debe advertirse que labor de tan gran trascendencia no se realiza con sólo construir edificios, ni abrir carreteras. Ello podrá ser en Honduras eficaz paliativo para nuestra miseria; pero nada más. Sólo es posible alcanzar tal finalidad mediante el desarrollo de un programa de acción, que por ser concebido con espíritu justiciero haya de merecer buena acogida, si no en el seno mismo del capitalismo extranjero que nos domina, sí entre nuestros vecinos, así como en el extenso campo donde fructifica y, o se cultiva, la pura filosofía humanista. Tal programa deberá reconocer como principio esencial que la Honduras escabrosa del interior no puede aspirar a ser una entidad nacional.- No debe ignorarse, asimismo, que el principio básico de nación, no sólo reposa en la tierra, sino principalmente en el alma de sus habitantes. Esto es, que no nos bastaría la recuperación de los elementos materiales que hemos cedido torpe o criminalmente, sino también la de los derechos políticos o sociales que se nos han arrabatado; que no podemos aspirar sólo a ser más o menos ricos, sino también a ser ciudadanos dignos, dentro de una nación también digna y soberana. Y planteando así nuestra redención en todos los órdenes sería imprescindible reconocer que la fuente de vida y d~ prosperidad en Honduras reside en sus costas del Atlántico· que es de allá de donde deben fluir hacia el interior del paí; todas_ las corrientes de cultura y de progreso material. Esto, no solo por la feracidad de sus tierras, sino también porque son sus puPrtos las wntanas que miran hacia Europa y Norteamérica, cuna la primera de la civilización más antigua y centro la segunda de fuerzas y cultura modernas omnipotentes hoy. '

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Mas no quiero anticipar conceptos. Capítulo tan importante como es el que haya de resumir el ideario de quien aspire a redimir y engrandecer en todo lo posible a Honduras, me propongo incluirlo -después. Que baste por hoy extraer de lo dicho la conclusión de que tendemos a desaparecer como pueblo libre, por virtud de fuerzas económicas, políticas y sociales, que aún podemos esquivar. No es esto un simple decir. Hagamos un estudio somero que nos conduzca a deducir cuál es el puesto que en verdad corresponde a Honduras en relación a las otras repúblicas centroamericanas y llegaremos a la triste conclusión de que es el último, el más precario económica y comercialmente. Hasta hace muy pocos años podíamos haber admitido, en calidad de atenuante, la altivez cívica del hondureño humilde constantemente puesta al servicio de las instituciones democráticas que habían normado la vida de su pequeña nacionalidad. Pero hoy, ni eso. La dilatada influencia de una dictadura ominosa, ha influido, si no extinguido, el abnegado valor cívico y material del hondureño, que no rehuía sacrificios ni peligros; a fin de conservar incólume su integridad ciudadana y la integridad cívica de su patria. El rigor despótico instaurado durante más de tres lustros consecutivos, unido a las armas que la "Buena Vecindad" proporcionaba de modo gratuito al dictador, a la vez que las arrebataba al pueblo oprimido a título de solidaridad continental, han venido a reducir al ciudadano hondureño a un grado de sumisión o de pasividad desesperante. Sin poseer las corrientes económicas, más o menos grandes de El Salvador y Guatemala y en virtud de las cuales sus exportaciones de café, de azúcar, de algodón, de aceites esenciales, de cacao, de madera, etc., los colocan en vías de superación, tampoco posee, mi pobre Patria, suficientemente extensas satisfacciones cívicas. Se comenta con énfasis que Honduras entró en esa época de su historia a una era de paz, precursora de prosperidad. Falso. Paz instaurada sobre el cadáver físico y moral del hondureño; paz que enriquece al ladrón, que garantiza la impunidad del criminal, que autoriza la violación de las 245

instituciones nacionales y que deja así exánime en lo moral y en lo económico a la Nación, no es, ni puede ser una pu bienhechora. No es otra cosa que la paz del cementerio para el pueblo humilde y la paz de la impunidad para el círculo impositor. Consignada esta digresión, veamos en cifras exactas la posición económica de Honduras en el concierto de los países centroamericanos; y veamos también lo que sería nuestro país si no hiciera donación en beneficio de compañías extranjeras de sus principales fuentes de riqueza. CUADRO COMPARATIVO DE HABITANTES, INGRESOS Y EGRESOS DE LOS CINCO PAISES CENTROAMERICANOS

Habitantes Guatemala El Salvador Honduras Nicaragua Costa Rica

Ingresos

2.783.479 Dls. ,, ,, 44.975. 780 Dls. 2.000.000 ,, 44.000.000 ,, 1.533.625 ,, 17.904.815 ,, 1.054.000 ,, 21.333.300 ,, 19.285.714 800.875

Egresos 44.975.000 43.788.000 17.254.716 21.333.000 19.285.000

El análisis de este cuadro nos revela, con la evidencia incontrastable de los números, los siguientes conceptos: 1.-Honduras ocupa actualmente el último lugar, en cuanto a ingresos, respecto a las otras repúblicas del Istmo. 2.-Habiéndose calculado con exactitud que el país regala en exenciones de toda índole más de las rentas que percibe, su presupuesto normal debería estar inmediatamente después del de Guatemala y El Salvador, con Dls. 36.000.000, aproximadamente. 3. - El caudal de sus importaciones no beneficia a Honduras y a los hondureños más que por los impuestos aduanales con que el Fisco grava las mercaderías que se importan. La corriente comercial que esas mercaderías 0casiona, con sus cuantiosas ganancias, casi sólo redundan en 246

beneficio de las compañías bananeras y de los palestinos y chinos, en su condición de comerciantes e industriales monopolistas del país. Ya se ha dicho que el hondureño ha sido totalmente excluído de estas actividades. 4.-De conformidad con cálculos hechos por nacionales de otros países, o sea bajo la mayor imparcialidad, cuatro quintas partes de las exportaciones de Honduras son representadas por el banano. Le corresponde apenas al hondureño una proporción insignificante, por exportación minúscula de café, de madera y de ganado. 5.-Hay que advertir, como paradoja hiriente, que Honduras cede, fuera de· las concesiones consignadas en documentos oficiales, algo más, derivado de la inescrupulosidad de empleados del Fisco., o de su supina candidez. Me refiero a que la exportación del banano es eximida de cubrir en gran parte el insignificante impuesto fiscal de un centavo y medio por cada racimo de fruta. Es generalmente sabido que por culpables connivencias entre extranjeros y hondureños que actúan en el embarque del banano, se omite consignar grandes cantidades de racimos en nuestros documentos fiscales respectivos. En cambio, el rígido Fisco norteamericano sabe contar los racimos que llegan a sus dominios.

*** La explotada tierra que produce el oro verde es estafada en la forma que queda indicada, así como lo es porque en la patria del dólar no hay concesiones. El capital paga allá impuestos enormes, destinados a ensanchar cada día más el poderío económico de aquel país. No hay influencias, ni hay supercherías que impidan tales ingresos al fisco más poderoso del mundo. De donde se deduce que el fruto más preciado de nuestra patria va a engrosar poderosos capitales de individuos de otra nacionalidad, así como al omnipotente capital del Tío Sa:r_n. El pobre cede lo mejor de su patrimonio al rico. ¡El pa1s en desarrollo pone al servicio de la nación más poderosa del orbe casi todo lo que tiene!

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Asómbrese el lector al saber que en el transcurso de once años, esto es, de 1932 a 1943, los derechos dispensados por Honduras, en virtud de las concesiones otorgadas a monopolios extranjeros sumaron.

L 141.950.902

En tanto que el fisco hondureño recaudó apenas la suma de.............................

" 115.224.063

O sea una diferencia entre la renta total de que ha dispuesto durante ese lapso la nación hondureña, para cubrir desnudeces, mitigar hambres, curar enfermedades, educar y desarrollar a sus hijos y la cantidad que ha cedido para alentar orgullos y satisfacer los más refinados deseos o caprichos de. individuos de otro país y de otra raza, de . • •

"

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26. 726.839

INDICE

Introducción..................................................................................

Págs. 7

CAPITULO I.-Imperialismo y proyecto Liberal.......................... CAPITULO ll.-Los nuevos dueños de la economía..................... CAPITULO III.-La participación del capital local y de los

14 38

inmigrantes en la expansion capitalista ............................... ;..... ANEXO No. 1.-Memoria presentada al Congreso Nacional por el Secretario de Estado en el Despacho de Fomento y Obras

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Públicas (1899-1900)................................................................. ANEXO No. 2.-Marco A. Soto 0900): ORDEN, PAZ y

121

~•ri••············--·········

PROGRESO ................................................. ANEXO No. 3. -Comercio Exterior de la República de Honduras. Importaciones y Exportaciones desde el año económico de 1901-1902 a 1937-1938..................................... ANEXO No. 4.-Honduras y las Compañías Ferroviarias.~Felipe Reyes........................................................................................ ANEXO No. 5.-Certificado de incorporación de la Tela

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Railroad Co. .............................................................................. ANEXO No. 6.-Decreto No. 121.................................................

174 177

ANEXO No. 7.-Decreto No. 111.................................................

187

149 151

ANEXO No. 8.-San Pedro Sula: Su pasado, su presente y su

L.............................................

porvenir.-José Reina Valenzuela APENDICE No. 1.-Sam Zemurray y la United Fruit Co. en

191

Honduras.-Ch. Kepner y H. Soothill........................................ APENDICE No. 2.-Situación económico-comercial de Honduras

201

y del ciudadano hondureño.-}. J. Callejas...............................

229