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Spanish; Castilian Pages 200 [184] Year 2011
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S t ark , E l i s ab et h P o m i n o , Nat as ch a (ed s . )
E l sincre tismo e n la gr a má tic a de l e spa ñol
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L INGÜÍS T IC A
IB ER OAMER IC ANA Vo l . 4 3
DIRECTORES: MARIO BARRA JOVER, Université Paris VIII IGNACIO BOSQUE MUÑOZ, Universidad Complutense de Madrid ANTONIO BRIZ GÓMEZ, Universitat de València GUIOMAR CIAPUSCIO, Universidad de Buenos Aires CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY, Universidad Nacional Autónoma de México STEVEN DWORKIN, University of Michigan ROLF EBERENZ, Université de Lausanne MARÍA TERESA FUENTES MORÁN, Universidad de Salamanca DANIEL JACOB, Universität Freiburg JOHANNES KABATEK, Eberhard-Karls-Universität Tübingen EMMA MARTINELL, Universitat de Barcelona JOSÉ G. MORENO DE ALBA, Universidad Nacional Autónoma de México RALPH PENNY, University of London REINHOLD WERNER, Universität Augsburg
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S tar k, E lisabeth P o mino, Natascha ( eds.)
El sincretismo en la gramática del español
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Ve r v u e r t
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Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2011 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2011 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 978-84-8489-581-7 (Iberoamericana) ISBN 978-3-86527-627-8 (Vervuert) Depósito Legal: Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso integramente en papel ecológico blanqueado sin cloro
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ÍNDICE
Natascha Pomino/Elisabeth Stark Introducción. ¿Una forma + varias funciones = sincretismo? ....................
9
Marc-Olivier Hinzelin/Maria Goldbach El sincretismo verbal en las lenguas ibero- y galorrománicas: aspectos teóricos y comparativos ..............................................................................
29
Hans-Ingo Radatz Leísmo y Marcado Diferencial de Objeto: dos soluciones paralelas acerca del pansincretismo de caso en el español peninsular .................................
45
Fernando Zúñiga Sincretismo, multifuncionalidad en los clíticos de persona del español y escalas nominales ........................................................................................
75
Andrés Enrique-Arias El sincretismo de persona en el plural de los pronombres clíticos del español (os, nos y los) ........................................................................................
99
Álvaro Arias-Cachero Cabal Un sincretismo de género en la esfera de la cuantificación. Los problemas para analizar el neutro de materia como género en asturiano ....................
119
Jan Schroten El determinante neutro lo y el lo “de gradación”: funciones e interpretaciones ..........................................................................................................
145
Manuel Rivas Zancarrón La noción de antisincretismo y su viabilidad en español ...........................
163
Sobre los autores .........................................................................................
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INTRODUCCIÓN ¿ U N A F O R M A + VA R I A S F U N C I O N E S = SINCRETISMO? N ATA S C H A P O M I N O / E L I S A B E T H S TA R K Universität Zürich & Universität Konstanz/Universität Zürich
La pregunta conductora (Leitfrage) de la sección 11 “El sincretismo en la gramática del español” del 17 Congreso de la Asociación Alemana de Hispanistas en Tubinga, 18-21 de marzo de 2009, era la búsqueda de una aclaración y/o fijación satisfactoria del concepto y de los fenómenos de sincretismo bajo el punto de vista teórico y empírico. Así nos hemos preguntado, por ejemplo: ¿Qué es el sincretismo en contraste con otros conceptos lingüísticos que también conciernen la relación entre forma y función? ¿Cuáles son los fenómenos en la gramática del español que se analizan o se pueden explicar como casos de sincretismo? ¿Qué fenómenos del español se analizan erróneamente como casos de sincretismo? La definición de la noción de sincretismo que se encuentra en muchas introducciones a la lingüística es la idea de que el sincretismo es un “[f]enómeno que se produce cuando una forma asume diversas funciones” (Lázaro Carreter 5 1981: 372). Esta primera definición, muy general, que puede describirse con la fórmula “una forma + varias funciones = sincretismo”, hace, por ejemplo, casi imposible distinguir entre sincretismo y amalgamo –como en el caso de al y del–, a no ser que restringiéramos su dominio a un nivel más abstracto, por ejemplo al nivel de la estructura profunda. Es decir, al y del no serían sincréticos bajo esta perspectiva, porque corresponden, en un nivel más abstracto de la lengua, a a + el y de + el respectivamente, donde las funciones en cuestión tienen una “diferenciación formal”. Algo parecido podríamos suponer, consiguientemente, para la muy discutida combinación de clíticos se lo con el llamado “se espurio”: el clítico se en esta combinación no sería sincrético con, por ejemplo, el se reflexivo, porque, como muchos lingüistas argumentan, se lo corresponde a le + lo en la “estructura profunda” de la lengua. Si, por el contrario, decimos que el se en se lo es sincrético con otro se y si apoyamos el análisis de que corresponde a la forma profunda le + lo, entonces el sincretismo resulta ser un fenómeno que se da en la superficie de la lengua y que en un nivel más abstracto no existe.
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Además, la definición de Lázaro Carreter hace también posible clasificar los llamados morfos o morfemas cumulativos como casos de sincretismo, ya que una forma (p. ej. la desinencia verbal -o en amopres.ind.1sg) asume diversas funciones o, mejor dicho, aglutina en sí distintas categorías flexivas (como persona y número). Y de hecho, Eguren y Fernández Soriano dan exactamente este ejemplo para explicar lo que es el sincretismo: (1) Un ejemplo de sincretismo en español es el hecho de que la desinencia verbal -o (v.g., am-o) aglutine distintas categorías flexivas sin que puedan aislarse para cada una de ellas segmentos fónicos diferenciados. (Eguren/Fernández Soriano 2006: 97)
Pero en ningún caso dentro del paradigma verbal del español existe una diferenciación formal de persona y número, es decir, las categorías de persona y número se marcan siempre conjuntamente. Para evitar una sobre-generalización y un ‘desgaste excesivo’ de la noción de sincretismo, podemos suponer, pues, que el caso en que dos (o más) categorías morfosintácticas se realicen por una única forma, por un exponente –cf. (2a)–, se puede denominar sincretismo únicamente si y siempre que exista otro contexto – cf. (2b)– en el que las categorías en cuestión tengan exponentes diferentes. Con esto, los morfos o morfemas cumulativos no entran en el ámbito del sincretismo: (2) Sincretismo por contraste: Categorías morfosintácticas a. Contexto 1
A B
b. Contexto 2
Exponente
Expo1
A
Expo2
B
Expo3
} }
no-distinción formal (sincretismo)
distinción formal
Bajo esta suposición, un caso de sincretismo sería la forma española del imperfecto cantaba para la 1ª y 3ª persona del singular, porque en otros contextos del paradigma verbal (p. ej. en el presente), las categorías en cuestión se marcan mediante exponentes diferentes (véase la contribución de Marc-Olivier Hinzelin y Maria Goldbach que argumentan, entre otras cosas, contra la idea que la forma cantaba es sincrética).
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(3) Sincretismo entre la 1ª y la 3ª persona del singular en el paradigma verbal del español: Presente (contexto 1)
Imperfecto (contexto 2)
1SG
canto
cantaba
2SG
cantas
cantabas
3SG
canta
El contexto de comparación, el que parece ser la clave para decidir si las formas homófonas para varias funciones representan un caso de sincretismo o no, no tiene que estar en el mismo paradigma, como en el caso de cantaba; las funciones en cuestión pueden encontrarse más bien en cualquier otro contexto morfosintáctico –cf. la cita en (4)–. Por tanto, las formas plurales del verbo inglés –p. ej. (we/you/they) sing, can, are– son sincréticas en cuanto a la marcación de persona, no porque existan paradigmas verbales en los que haya una distinción formal de las tres personas en el plural, sino porque en el sistema de los pronombres, las tres personas tienen formas distintas (we, you, they). Según Luraghi (2000), podríamos entonces hablar de sincretismo en todos los casos en los que una misma forma represente varias funciones, si estas son expresadas por exponentes diferentes en otros contextos morfosintácticos. Pero esto nos conllevaría a decir que en español existe sincretismo de caso en los substantivos, porque en los pronombres personales existen aún residuos de marcación casual (véase la contribución de Hans-Ingo Radatz acerca de este punto). (4) [...] wenn eine formale Unterscheidung [...] in irgendeinem morphosyntaktischen Kontext gemacht wird. (Luraghi 2000: 640)
Otra pregunta más difícil de aclarar, pero al mismo tiempo muy fundamental, es si existe una diferencia entre sincretismo y homofonía, y, si fuera el caso, cómo se podría delimitar el ámbito de cada uno de estos conceptos. Según Bobaljik (2002), el sincretismo verdadero, pero no la homofonía accidental, es siempre una neutralización hacia lo menos marcado: (5) […] true syncretism (as opposed to accidental homophony) will always be neutralization towards lesser marked forms […]. (Bobaljik 2002: 64)
Pero, de esta definición resultan aún más preguntas, todas centradas en torno a los conceptos de neutralización y de marquedad: ¿Qué significa marcado? ¿Qué significa “forma menos marcada”? ¿Cuáles son los rasgos más (y menos) marca-
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dos de una lengua? ¿Es el sincretismo una simplificación de los paradigmas, ya que va siempre hacia lo menos marcado? ¿Cómo se pueden explicar variaciones dialectales? Es decir, ¿por qué una variedad usa una forma sincrética donde otra variedad hace una distinción formal o usa otra forma sincrética? La contribución de Andrés Enrique-Arias se sitúa en este contexto, ya que analiza la variación dialectal en cuanto al paradigma de los pronombres personales. En cambio, la de Manuel Rivas Zancarrón discute muchos de los puntos generales mencionados arriba desde una perspectiva metateórica. El criterio más importante para delimitar la homofonía del sincretismo parece ser la casualidad vs. la sistematicidad de las formas idénticas para funciones diferentes (véase también más abajo). Los datos de la investigación tipológica nos pueden ayudar en la decisión (véase la contribución tipológica de Fernando Zúñiga en este volumen). Baerman et al. (2005: cap. 3.2.2.) identifican en su libro sobre el sincretismo varios patrones; uno de ellos se refiere al sincretismo de persona en las formas verbales. (6) Sincretismo de persona (Baerman et al. 2005: 59):
Singular
No-singular
1/3
Koiari, Zoque
Aleut, German, Hindi
2/3
Atakapa, Hindi, Nivkh, Nubian
Amele, Kapau, Kewa, Kobon, Slowene
Chitimacha, Guambiano, Kiwai, Wambon
Burarra, Dogon, Manchad, Nubian, Prinmi, Tetun
Hunzib, Ingush, Nez Perce, Sango, Waskia
1/2
Independiente de número
Patrones de sincretismo frecuentes
Los patrones más frecuentes son los que en (6) están destacados en gris oscuro. El sincretismo de la 1ª y la 3ª persona del singular, que ha sido mencionado más arriba para el español, es, según Baerman et al. (2005), poco frecuente porque, por un lado, no parece ser muy usual de compaginar la 1ª persona con la 3ª y, por el otro, es bastante raro que el sincretismo se dé exclusivamente en el singular. A este punto nos podemos preguntar si, por ejemplo, la forma verbal cantaba es realmente un caso de sincretismo (aunque uno muy raro) o si es más bien una mera coincidencia (= homofonía accidental), causado por la pérdida final de las consonantes -m y -t (cf. lat. cantabam, cantabat), que dos formas idénticas codifican funciones gramaticales diferentes (véase más abajo así como la contribución de Marc-Olivier Hinzelin y Maria Goldbach).
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Respecto a la pregunta si existe una diferencia entre homofonía y sincretismo, podemos quizás constatar que el sincretismo parece ser algo sistemático, mientras que la homofonía no lo es, ésta sería algo casual/accidental. Esta distinción es relevante porque, según Hansson (2007) por ejemplo, solamente la homofonía sistemática es considerada un fenómeno morfológico (que se tiene que explicar mediante reglas gramaticales), mientras que la homofonía casual es tratada como excepción léxica (algo que se tiene que aprender de memoria): (7) Any theory which incorporates a principled treatment of syncretism must have some means of distinguishing between inflectional homonymies that are genuinely systematic and ones which are better seen as purely accidental. Only the former would need to be accounted for in morphological terms; the latter would presumably either be treated as lexical exceptions or as genuine homophony [...]. (Hansson 2007: 99)
A primera vista parece ser que corremos el riesgo de definir lo sistemático y lo casual dentro de los límites del modelo teórico que elegimos; en otras palabras: lo que podemos explicar sin problemas con la teoría elegida es sistemático (= sincretismo) y lo que no podemos explicar con nuestra teoría es algo casual (= homofonía). Y, aparte de esto, para usar el término de Harbour (2008), hay gente más o menos “homofonofoba”; o sea, algunos lingüistas aceptan más excepciones léxicas que otros. Para evitar estos problemas, es decir, una discusión meramente intra-teórica y por consecuencia circular, tenemos que buscar criterios objetivos que nos ayuden a diferenciar entre lo sistemático y lo casual. Haspelmath (2002: cap. 7.6.1.) nombra a este respecto tres criterios posibles (cf. también Hansson 2007). El primero es el criterio cuantitativo según el cual un sincretismo es sistemático si se encuentra en diferentes clases flexivas (cf. Haspelmath 2002: 137). Así, por ejemplo, el verbo alemán spielen ‘jugar’ tiene en el presente dos casos donde una forma ocupa varias parcelas del paradigma –cf. (8)–: spielen para la 1ª y 3ª persona del plural, y spielt para la 3ª persona del singular y la 2ª del plural. Pero, como este último caso no se da con verbos que muestran apofonía (Ablaut) –p. ej. geben ‘dar’– o metafonía (Umlaut) –p. ej. fallen ‘caer(se)’–, no podemos denominarlo sincretismo (= homofonía sistemática): (8) El criterio cuantitativo (sistematicidad) (Haspelmath 2002: 137): SG
PL
SG
PL
SG
PL
1
spiele
spielen
1
gebe
geben
1
falle
fallen
2
spielst
spielt
2
gibst
gebt
2
fällst
fallt
3
spielt
spielen
3
gibt
geben
3
fällt
fallen
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El segundo criterio de Haspelmath (2002) es el criterio cualitativo que está relacionado con ciertas características sintácticas de las formas en cuestión. (9) El criterio cualitativo (sintaxis) (Haspelmath 2002: 137)1: a. Entweder O bien
Bierhoff oder Matthäus spielt gegen Bulgarien. Matthäus.3SG jugar.3SG contra Bulgaria Bierhoff.3SG o
b. *Entweder O bien
ich pro.1SG
oder o
du pro.2SG
spiele jugar.1SG
gegen contra
Bulgarien. Bulgaria
c. *Entweder O bien
ich pro.1SG
oder o
du pro.2SG
spielst jugar.2SG
gegen contra
Bulgarien. Bulgaria
d. Entweder wir oder sie pro.3PL O bien pro.1PL o
spielen gegen jugar.sincr.1PL/3PL contra
Bulgarien. Bulgaria
e. *Entweder Bierhoff oder ihr spielt gegen Bulgarien. pro.2PL jugar.sincr.3SG/2PL contra Bulgaria O bien Bierhoff.3SG o
La oración en (9a) es gramatical porque cada uno de los dos elementos del sujeto complejo concuerda con el verbo en persona y número, mientras que (9b,c) son agramaticales porque uno de los dos elementos del sujeto complejo no concuerda con el verbo. En este último caso hay que resolver la concordancia repitiendo los verbos: Entweder ich spiele oder du spielst gegen Bulgarien. Bajo la suposición de que las formas sincréticas codifican dos (o más) funciones en una misma forma (cf. “una forma + varias funciones = sincretismo”), predecimos que el verbo spielen1PL/3PL es compatible con un sujeto compuesto de X1PL y Y3PL, mientras que el verbo spielt3SG/2PL tendría que concordar con un sujeto compuesto de X3SG y Y2PL. Como muestran los ejemplos (9d,e) esta predicción es correcta para el verbo spielen, pero no para spielt. Según Haspelmath, una forma sincrética, o una forma homófona sistemática, “can be used in situations where two conflicting syntactic requirements must be fulfilled simultaneously” (2002: 137). Entonces, spielen es una forma sincrética, mientras que spielt es un caso de homofonía accidental, una excepción lexical. Podríamos decir ulteriormente que (9d) es posible porque la forma verbal spielen es vaga en el sentido de que codifica solo el número, mientras que (9e) es agramatical porque el verbo spielt codifica persona y número, y causa por eso una des-concordancia con el sujeto complejo. Cabe notar que con esto la formula “una forma + varias funciones = sincretismo” ya no es válida porque bajo esta
1
Acerca de la llamada resolución sincrética (syncretic resolution), véanse también, por ejemplo, McCreight/Chvany (1991), Pullum/Zwicky (1986), Zwicky (1991) y Zwicky/Sadock (1975).
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hipótesis spielen codifica una única función, la de plural –cf. (10)–, es decir que spielen no es “poli-funcional”. (10) Los rasgos codificados por las formas correspondientes: 1SG
PL
2SG
2PL
3SG
PL
a. Formas verbales mono-funcionales: spiele → 1SG spielst → 2SG spielen → PL (vago = solo número) b. Formas homófonas: O formas verbales poli-funcionales:
spielt1 → 3SG spielt2 → 2PL spielt
3SG 2PL
El paradigma de los verbos alemanes para las formas del presente se puede representar como en (10). Aquí hay cuatro parcelas que están especificadas para las categorías de persona y número, mientras que las dos restantes (en gris) expresan solo número. Existen, entonces, formas verbales mono-funcionales –cf. (10a)– que pueden ser asociadas con las parcelas correspondientes: spiele con la que codifica [1SG], spielst con la que codifica [2SG] y spielen, la forma “sincrética”, con las que codifican únicamente [PL]. Para la forma verbal spielt existen al menos dos posibilidades –cf. (10b)–: o decimos que hay dos entradas léxicas para spielt y cada una de ellas codifica una función (homofonía accidental), o bien la consideramos como una forma que codifica dos funciones diferentes (poli-funcionalidad). La cuestión de la poli- o multifuncionalidad es un aspecto central de la contribución de Fernando Zúñiga en este volumen. El tercer criterio que nombra Haspelmath (2002) para distinguir entre homofonía sistemática (= sincretismo) y homofonía accidental es el criterio diacrónico. Si la igualdad respecto a la forma resulta de un cambio puramente fonológico, la homofonía se puede considerar como accidental (véase la contribución de Marc-Olivier Hinzelin y Maria Goldbach que tematiza esta idea dando ejemplos de lenguas románicas). En cambio, si la igualdad de forma es debida a un cambio morfológico, la homofonía tiene que ser sistemática, ya que en este caso, en un estado X de la lengua, los hablantes han “percibido” un núcleo común de dos o más categorías/rasgos diferentes que hace superfluo o redundante una distinción a nivel de la forma: “The morphological change is a strong indication that, at the
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time of the change, the homonymy of the two forms was perceived as systematic by the speaker” (Haspelmath 2002: 138). Como ilustración de esta idea, Haspelmath da los ejemplos siguientes: (11) Las formas verbales del inglés moderno y del inglés antiguo (Haspelmath 2002: 138): a. stand ~ stood ~ stood b. sit ~ sat ~ sat
a’. standen ~ sto¯d ~ gestanden b’. sittan ~ sæt ~ geseten
No existe ningún cambio fonológico con el cual se podría explicar que gestanden ha dado la forma stood y geseten la forma sat (en contraste con la forma verbal del español cantaba que sí se debe a un cambio fonológico regular). El cambio en cuestión se tendrá que explicar más bien a nivel morfológico: el núcleo común de las formas del simple past y del past participle es el rasgo [pasado]. En el momento que este rasgo superordinado (matrix feature) llega a ser el rasgo decisivo, una distinción formal es redundante. Pero, ¿por qué “gana” B y no C? (12) Ilustración del cambio gestanden/geseten → stood/sat: Past
Past
Present A
Present simple
participle
B
C
simple A
participle B
Baerman et al. (2005: cap. 2) distinguen varios tipos de sincretismo respecto a los diferentes patrones que se dan en el paradigma correspondiente. El patrón ilustrado en (13a) que muestra un único dominio de sincretismo lo denominan sincretismo simple (simple syncretism), mientras que el en (13b) es un caso de sincretismo intercalado o anidado (nested syncretism), ya que un dominio (aquí el de A) está contenido en otro dominio (aquí en el de C). Si en un paradigma hay diferentes dominios de sincretismo y estos se excluyen mutuamente, Baerman et al. (2005) hablan de sincretismo contrario (contrary syncretism; cf. Williams 1981). Los llamados efectos de polaridad (polarity effects, Hetzron 1967 y Meinhof 1912; morphological reversals, Baerman 2007; flip-flop distribution of syncretism, Müller 2007: 1; sincretismo diagonal, Wunderlich 2009) constituyen otro tipo de sincretismo, cuya existencia ha sido criticada en varios trabajos, porque pueden ser entendidos también como casos de doble sincretismo diagonal. Aunque con muchas críticas, el hecho de que la primera conjugación en español se marque por ejemplo con -amos (cantamos) en el indicativo y con -emos en el subjuntivo (cantemos), y que la segunda conjugación tenga las
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mismas marcas solo que al revés (bebemos, bebamos), también ha sido clasificado como un efecto de polaridad. (13) Patrones de sincretismo (cf. Baerman et al. 2005: 13-16): a. Sincretismo simple (simple syncretism) SG
PL
1
A
C
2
B
3
SG
PL
1
cantaba
cantábamos
D
2
cantabas
cantabais
E
3
cantaban
b. Sincretismo intercalado o anidado (nested syncretism) SG
DUAL
DAT
A LOC INSTR
C
B
c. Sincretismo contrario (contrary syncretism) N1 NOM SG
N2
A
E C
GEN SG
B LOC SG
N3
F
D
d. Efectos de polaridad (polarity effects) SG
PL
NOM
A
B
GEN
B
A
IND
SUBJ
1ª conj.
-amos
-emos
2ª conj.
-emos
-amos
En relación a esto hay que mencionar que no siempre es posible identificar el tipo de sincretismo mediante la estructura del paradigma. Para ilustrar este punto, veamos la argumentación de Müller (2007: 10-11) respecto a la distinción entre con-
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vergent y divergent bidirectional syncretism hecha por Baerman et al. (2005). El sincretismo bidireccional es convergente si, por ejemplo, la forma de un caso X –en (14a) la del acusativo en bonan, una lengua de Mongolia– es tomada (cf. take-over, adopción2) de otro caso Y (aquí del genitivo) en un contexto (aquí si se trata de un nombre), mientras que en otro contexto (aquí si se trata de un pronombre) es tomada de otro caso Z (aquí del dativo). En cambio, el sincretismo bidireccional es divergente si, por ejemplo, la forma de un caso X –en (14b) la del nominativo en latín– es tomada de otro caso Y (aquí del acusativo) en un contexto, y en otro contexto la forma del caso Y (aquí la del acusativo) es tomada de X (aquí del nominativo). Es decir, en el primer caso las dos formas son adoptadas de otros casos, mientras que en el segundo hay una especie de intercambio de las formas. (14) a. Sincretismo bidireccional convergente (bonan, Mongolia) (Baerman et al. 2005: 136-138; Müller 2007: 10): Nombre
Pronombre
NOM
-Ø
-Ø
GEN
-ne
-ne
ACU
-ne
-de
DAT
-de
-de
ABL
-se
-se
INS
-Gale
-Gale
b. Sincretismo bidireccional divergente (latín) (Baerman et al. 2005: 139-142, Müller 2007: 11):
2
NEUTa
MAS
NEUTb
NOM
-um
-us
-us
ACU
-um
-um
-us
GEN
-§
-§
-§
DAT
-Ç
-Ç
-Ç
ABL
-Ç
-Ç
-Ç
Cf. la definición de take-over: “the realisation of two or more morphosyntactic properties (A and B) in some context by an inflexion which elsewhere realises only one of these properties. In such circumstances we can say that B takes over A” (Carstairs-McCarthy 1987: 117).
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A primera vista parece ser que esta diferencia se refleja en la estructura del paradigma, pero, como nota Müller (2007: 11) si giramos el paradigma (14b) de 90 grados–cf. (15) –, la estructura resultante es idéntica a la del paradigma (14a) respecto a los take-overs. (15) Sincretismo bidireccional convergente, cf. (14): NOM
ACU
GEN
DAT
ABL
INST
pronombre
-Ø
-ne
-de
-de
-se
-Gale
nombre
-Ø
-ne
-ne
-de
-se
-Gale
Entonces, no podemos detectar (siempre) el tipo de sincretismo de la forma del paradigma, o mejor dicho, de la estructura del paradigma. Con lo cual parece ser que el sincretismo (o los diferentes tipos de sincretismo) no es una característica propia del paradigma, al menos no exclusivamente (véase más abajo). La contribución de Fernando Zúñiga está dedicada, entre otras cosas, al análisis de varias estructuras paradigmáticas y tematiza la relevancia de estas estructuras para la gramática de una lengua. Los conceptos de adopción (take-over), y también de neutralización, homofonía etc., se discuten detalladamente y están ilustrados con ejemplos de varias lenguas románicas, en la contribución de Marc-Olivier Hinzelin y Maria Goldbach. Volviendo a la definición de sincretismo de Bobaljik en (5), según la cual el sincretismo es la neutralización hacia una forma menos marcada, nos tenemos que preguntar si existe una diferencia entre neutralización y sincretismo. Y si existe, ¿en qué consiste? Acerca de esta pregunta, Espinosa destaca que: (16) el primer concepto [la neutralización, N.P.] [...] es la suspensión de una oposición funcional […], el segundo [el sincretismo, N.P.] es la no manifestación material, en una sección de un paradigma o en un paradigma, de una distinción de contenido que se manifiesta en otros paradigmas análogos o en otras secciones de dicho paradigma. Por ello, pues, la diferencia de contenido no se pierde, no hay “suspensión de la oposición, ni un valor neutro que represente a los términos de ésta”. (Espinosa 1997: 24, n. 9)
Entonces, el sincretismo puede ser como mucho una neutralización a nivel morfofonológico sin pérdida de la distinción funcional (véase la contribución de Hans-Ingo Radatz acerca de esta reflexión). La cuestión del sincretismo como un eventual caso de neutralización es el objeto de investigación de dos contribuciones de este volumen, una teórica –la de Manuel Rivas Zancarrón– que discute el concepto de “antisincretismo” en la obra lingüística estructural de Eugenio Cose-
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riu, y otra –la de Álvaro Arias-Cachero Cabal– más empírica que se dedica al fenómeno del “neutro de materia” en algunas variedades iberorrománicas. Como nota Luraghi (2000: 638), visto bajo el punto de vista diacrónico, el sincretismo es un proceso por el cual dos o más exponentes de categorías morfosintácticas “fusionan” de modo que resulta un único exponente para dos o más categorías que originariamente tenían exponentes diferentes. Desde esta perspectiva, el proceso contrario, es decir, la distinción formal de dos o más categorías que originariamente tenían un único exponente, sería un caso de “antisincretismo” (véase la contribución de Manuel Rivas Zancarrón en este volumen). (17) Synkretismus bezeichnet [...] einen diachronen Prozeß, durch den zwei oder mehr Exponenten morphosyntaktischer Kategorien zusammenfallen, so daß zwei oder mehr grammatische Bedeutungen (zum Beispiel zwei Kasus), die früher durch zwei verschiedene Exponenten ausgedrückt wurden, später nur noch durch einen ausgedrückt werden. (Luraghi 2000: 638)
La fusión diacrónica de dos exponentes o el sincretismo pueden ser parciales, en el sentido de que solo ciertas clases flexivas o categorías gramaticales se ven afectadas, o pueden ser totales/completos en el sentido de que en el estado “nuevo” de la lengua la distinción formal originaria se ha perdido completamente. El desarrollo de un sincretismo parcial hacia un sincretismo total o un “pansincretismo” es el tema de la contribución de Hans-Ingo Radatz en este volumen. El sincretismo total es más problemático para un análisis sincrónico, ya que se puede descubrir únicamente teniendo en cuenta factores sintácticos (cf., p. ej., el caso abstracto/sintáctico vs. el caso morfológico): (18) ‘Full syncretism’ […] is synchronically recognisable as ‘syncretism’ only if morphology is compared with syntax: it may be maintained that one and the same form has different paradigmatic meanings only if these meanings are differentiated syntagmatically by having different placement and/or grouping possibilities. (Gvozdanovic´ 1991: 135)
Como se ha mencionado más arriba, otra de las preguntas que surge inmediatamente es si la “fusión” de los exponentes es causada por un proceso fonológico, por un proceso morfosintáctico o por una combinación de los dos. Si los exponentes fusionan porque el cambio fonológico hace que sean idénticos, entonces, el sincretismo está fuera del dominio morfológico, es decir, es accidental a nivel morfosintáctico (para más detalles, véase la contribución de Marc-Olivier Hinzelin y Maria Goldbach). En cambio, la fusión puede ser causada exclusivamente por un proceso morfosintáctico. Aquí se da trato prioritario a la función o, en otras palabras, a la compatibilidad de los rasgos morfosintácticos afectados. Es
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decir que, en un estado X de la lengua, dos o más categorías o rasgos tienen un grado suficientemente alto de ‘sinonimia’, o mejor dicho, un núcleo común, que hace superfluo o redundante una distinción a nivel de la forma. A esta última idea podemos apoyar el “principio de sincretismo” de Müller (2005) y la idea de Gvozdanovic´ (1991: 153), según el o la cual en caso de sincretismo la identidad formal implica siempre la identidad funcional. Entonces, la fórmula con la que hemos empezado, “una forma + varias funciones = sincretismo”, no es válida para fijar o delinear el concepto de sincretismo, ya que está justamente opuesta a la conclusión de los autores apenas mencionados: (19) Syncretism Principle: Identity of form implies identity of function (within a certain domain, and unless there is evidence to the contrary). (Müller 2005: 237) (20) […] syncretism as an identity in form presupposes an identity at some level in meaning […] unless this formal identity is due to phonological developments or distributional restrictions. (Gvozdanovic´ 1991: 153)
Luraghi (2000: 638-639) menciona la posibilidad de restringir el término sincretismo al fenómeno visto bajo el punto de vista sincrónico y de usar el término merging (o fusión) para el punto de vista diacrónico. Pero, bajo el Syncretism Principle, esta dicotomía no tiene sentido, porque como la autora misma dice “[...] die Bedingungen, die diese Kompatibilität ermöglichen, sind dieselben, ganz gleich ob ein Sprachzustand oder ein Sprachwandel betrachtet wird” (Luraghi 2000: 639). Para resumir estos puntos y volver a la necesidad de distinguir entre sincretismo y homofonía, creemos que una distinción es viable si tomamos el sincretismo como una “homofonía sistemática” (cf. Bobaljik 2002; Carstairs-McCarthy 1987: 91-102; Müller 2005, 2008; homofonía determinada morfológicamente, Spencer 1991: 45) y la verdadera homofonía como un fenómeno casual o accidental. Bajo el Syncretism Principle, el sincretismo es el fenómeno en el que una forma se asocia con “varias” funciones que, sin embargo, tienen un núcleo en común, es decir, que a un cierto nivel forman una clase natural. Dicho de otra forma, la forma sincrética es asociada exclusivamente con los rasgos que varias funciones comparten –cf. el ejemplo de spielen en (10)–. Esta idea se puede explicar con teorías morfológicas que aceptan la subespecificación, la descomposición de los rasgos y/o las geometrías de rasgos, etc. La idea de subespecificación de rasgos es discutida en este volumen por Jan Schroten en su análisis de un fenómeno muy problemático de la gramática del español, el llamado determinante “neutro”. En el Esbozo leemos que el sincretismo es un fenómeno relacionado al paradigma: “Decimos que hay sincretismo entre dos o más miembros de un mismo
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paradigma con función diferente el uno del otro cuando estos miembros son iguales” (RAE 1973: § 2.5.6.). También Hansson (2007) nota en (21) que “las formas sincréticas comparten una serie de rasgos morfosintácticos y/o semánticos que los separan de otras secciones en el paradigma” (traducción y énfasis nuestros): (21) One commonly held position on the nature of syncretism is that it arises from [...] underspecification of morphosyntactic features (Jakobson 1936; Bierwisch 1967; Williams 1981; Neidle 1988; Blevins 1995; Johnston 1997; Noyer 1997, 1998; Kiparsky 2001). The underlying assumption is that the syncretized forms share an array of morphosyntactic and/or semantic feature specifications separating them from other cells in the paradigm. [...] This is essentially what Blevins (1995) refers to as ‘artifactual’ syncretism: rather than a homophony relation between two inflected forms, we are in fact dealing with a single inflected form whose content is to some extent featurally impoverished or underspecified. (Hansson 2007: 93-94)
En este contexto, es pues necesario discutir la noción del paradigma. ¿Es el paradigma un mero epifenómeno o tiene un estatus significativo en el sistema gramatical de una lengua? Williams se basa, por ejemplo, en la idea de que el sincretismo es “a quite abstract structure, standing above particular words, particular rules, particular suppletive relationships” (1994: 26). Así propone, para dar un caso, que el sufijo inglés -d (en played) “bloquea” el sufijo -s para la 3ª persona del singular del pasado (*playspast simple), no porque esto sea una característica idiosincrática de -d, ya que sucede lo mismo con formas verbales del pasado marcadas con -t (p. ej. /dwel-t/) o con -n (p. ej. broken), sino porque es una característica del paradigma en cuestión de no distinguir en el pasado la 3ª persona del singular de las otras personas. El argumento más fuerte que soporta esta idea es que también verbos supletivos siguen este patrón de sincretismo, como es el caso del verbo go3.
3 “[…] even suppletive verbs, the limiting case of irregularity, respect the pattern of syncretism; the verb go has went as its past tense form. Things could have been different: went could have been the third past plural form, with goed (or something else) for all the other forms; but then, go-went would have violated the language-wide pattern of syncretism” (Williams 1994: 26).
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(22) Sincretismo como característica del paradigma (Williams 1994: 26): Presente SG
Pasado
Presente
PL
SG
PL
1 play-Ø
play-Ø
play-[d]
play-[d]
2 play-Ø
play-Ø
play-[d]
3 play-[z] play-Ø
play-[d]
Pasado
SG
PL
SG
PL
1
go-Ø
go
went
went
play-[d]
2
go-Ø
go
went
went
play-[d]
3
go-[z]
go
went
went
Ya que todos los verbos lexicales corresponden a esta estructura del paradigma, Williams (1994) propone separar la estructura del paradigma de las formas concretas de los verbos. Es decir, el patrón sincrético de los verbos lexicales está memorizado mediante el meta-paradigma en (23a), y, aparte de este, existen diferentes exponentes que son asociados con las secciones del paradigma –cf. (23b)–4: (23) a. El meta-paradigma para los verbos lexicales del inglés: Presente SG
1
PL
ExpA
Pasado SG
PL
ExpC
2 3
ExpB
b. play-ØA go-ØA etc.
play-[z]B go-[z]B
play-ØA wentC
play-[d]C
Pero, refiriéndose al análisis de Williams, Bobaljik (2002) demuestra que los meta-paradigmas no son necesarios para el análisis morfológico del fenómeno de sincretismo. Simplificando un poco, la idea central del análisis de Bobaljik es que las formas sincréticas del verbo inglés play se pueden explicar mediante exponentes subespecificados. Los rasgos morfológicos (presente/pasado, 1/2/3 persona y
4
El análisis de Williams (1994) es más complejo de lo que aquí podemos discutir. Aparte del paradigma, Williams propone especificar, teniendo en cuenta la geometría de rasgos en cuestión, las formas de los verbos con índices que indican la relación entre la forma y las secciones del paradigma que estas ocupan.
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singular/plural) son los que determinan el rango de combinaciones posibles –cf. (24a)–5. De acuerdo con esto, serían posibles 12 exponentes, pero en inglés se encuentran solamente los tres exponentes: /-d/, /-z/ y cero –cf. (24b)–. (24) a. Combinaciones posibles de los rasgos [presente/pasado], [1/2/3] y [SG/PL]: X1 [pr] [1] [SG]
X2 [pr] [2] [SG]
X3 [pr] [3] [SG]
X4 [pr] [1] [PL]
X5 [pr] [2] [PL]
X6 [pr] [3] [PL]
X7 [pa] [1] [SG]
X8 [pa] [2] [SG]
X9 [pa] [3] [SG]
X10 [pa] [1] [PL]
X11 [pa] [2] [PL]
X12 [pa] [3] [PL]
b. Exponentes para las combinaciones (24a): /-d/ ↔ [pasado] /-z/ ↔ [3SG] Ø
↔ default (elsewhere)
Todas las combinaciones que tengan el rasgo [pasado] (también la 3SG) toman la marca -d (X7-X12), la 3SG (del presente, X3) se marca con /-z/ y todas las otras combinaciones posibles toman la marca -Ø (Bobaljik 2002: 55). O sea: para las combinaciones X1, X2, X4, X5 y X6 no tenemos cinco marcas homófonas (p. ej. un cero especificado para los rasgos 1SG, otro para la 2SG, etc.), sino una única marca que tiene que ser elegida si las otras dos no son posibles (ibíd.). Algo parecido es válido para las combinaciones X7-X12: no hay seis /-d/ homófonos que codifiquen las combinaciones respectivas, sino que hay un único exponente que realiza el núcleo común de estas combinaciones, el rasgo [pasado]. Cabe subrayar que aquí la función no está subespecificada, sino el exponente, la forma. Acerca de la 3ª persona hay que aclarar la razón por la cual el exponente /-z/ no es la realización de la combinación X9, aunque esta también codifica los rasgos [3SG]. En el marco teórico que usa Bobaljik para su análisis hay al menos dos posibilidades para resolver la concurrencia de los exponentes /-d/ y /-z/ para la 3ª persona del singular del pasado: 1) usando la noción de marquedad, se puede decir que /-z/ no es el exponente adecuado para X9 porque /-d/ está orde-
5
Estas combinaciones se dan a nivel sintáctico; por ejemplo, una categoría funcional T° codifica [presente] o [pasado], mientras que los rasgos de persona y número se “añaden” por el proceso de concordancia a la categoría verbal. Pos-sintácticamente, la combinación en cuestión recibe una realización fonológica.
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nado más alto en la lista (= es más marcado) y tiene que elegirse antes que los elementos que están ordenados más abajo en la lista (= menos marcados); y 2) antes de realizar las combinaciones posibles fonológicamente, hay un proceso morfológico de “neutralización” que borra los rasgos de persona y número en el contexto del rasgo [pasado] (= impoverishment ‘empobrecimiento’). Si seguimos la segunda línea de argumentación, llegamos a un análisis que se puede representar de la siguiente manera: (25) a. Combinaciones posibles de los rasgos [presente/pasado], [1/2/3] y [SG/PL]: X4 X5 X6 X7 X8 X9 X10 X11 X12 X1 X2 X3 [pr] [pr] [pr] [pr] [pr] [pr] [pa] [pa] [pa] [pa] [pa] [pa] [1] [2] [3] [1] [2] [3] [1] [2] [3] [1] [2] [3] [SG] [SG] [SG] [PL] [PL] [PL] [SG] [SG] [SG] [PL] [PL] [PL] b. “Neutralización” en el pasado: X1 [pr] [1] [SG]
X2 [pr] [2] [SG]
X3 [pr] [3] [SG]
X4 [pr] [1] [PL]
X5 [pr] [2] [PL]
X6 [pr] [3] [PL]
X7 X8 X9 [pa] [pa] [pa]
X10 X11 X12 [pa] [pa] [pa]
c. Exponentes para las combinaciones (25b): /-d/ ↔ [pasado] /-z/ ↔ [3] Ø
↔ default (elsewhere)
El punto relevante del análisis apenas expuesto es que podemos derivar la información contenida en el paradigma de Williams, sin que este mismo forme parte de la teoría. En este marco, entonces, el paradigma es un mero epifenómeno, mientras que el sincretismo es un verdadero fenómeno morfológico que resulta de la subespecificación y de la escasez de exponentes. Resumiendo, tenemos que notar que la hipótesis básica detrás de esta teoría es la noción de subespecificación, que también está contenida en los análisis de Williams (1994), Stump (2001), etc. Es decir, la noción de subespecificación (junto) con un inventario “pobre” de exponentes es un medio muy eficaz y elegante para explicar casos de sincretismo. Todas las teorías que se basan en la subespecificación son obligatoriamente realizacionales (Bobaljik 2002: 56). O sea: en contraste con muchas teorías morfológicas lexicales (p. ej. DiSciullo/Williams 1987: 27), que no separan la forma de la función y dicen que, por ejemplo, plays es la forma de la 3SG,
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porque el elemento -s aporta esta información, en las teorías “realizacionales” (que separan la forma de la función) se adopta la idea de que el verbo es 3SG y que estos rasgos se realizan con la marca -s. Si dijéramos que la información morfosintáctica está codificada en las desinencias o en los marcadores (p. ej. -s = 3SG), entonces necesitaríamos para cada combinación posible de rasgos un marcador. Por lo cual, las formas del pasado y las del presente en cero no serían sincréticas, sino homófonas. Más arriba, ya se ha dudado que la estructura del paradigma sirva para detectar los varios tipos de sincretismo. Aparte de esto quedaría por aclarar si existen casos de sincretismo en los que los elementos afectados no formen un paradigma. Así, por ejemplo, en un sentido estrictamente morfológico, según el cual solo las clases de palabras que flexionan forman un paradigma, la “preposición” a, al no flexionar, no forma un paradigma. Entonces, si el sincretismo fuera necesariamente relacionado con la noción de paradigma, no podríamos hablar de una a sincrética que, por un lado, marque el complemento indirecto y, por el otro, sirva como marca diferencial de objeto (acusativo) (véase la contribución de Hans-Ingo Radatz en este volumen). A partir del análisis de un rango de fenómenos morfofonológicos de la gramática del español que pueden ser considerados respectivamente como ejemplos de sincretismo de caso, de persona, de número y de género, las siete contribuciones del presente volumen mencionadas en esta exposición constituyen una aportación importante a la discusión actual en torno al fenómeno y concepto de sincretismo. Mientras que la distinción entre homofonía accidental y homofonía sistemática (= sincretismo) parece ser aceptada por unanimidad, las cuestiones relacionadas en torno a conceptos como la neutralización, el paradigma y la subespecificación son todavía problemáticas y seguirán siendo el objetivo de una discusión intensiva, teórica y empírica, a la cual el presente volumen pretende aportar una pequeña pero valiosa contribución.
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EL SINCRETISMO VERBAL EN LAS LENGUAS IBERO- Y GALORROMÁNICAS: A S P E C T O S T E Ó R I C O S Y C O M P A R AT I V O S * MARC-OLIVIER HINZELIN/MARIA GOLDBACH Universität Hamburg/University of Oxford
El objetivo de esta contribución es describir, comparar y analizar los patrones de sincretismo en la morfología verbal de las lenguas ibero- y galorrománicas, y de caracterizar su representación teórica. Generalmente, las lenguas iberorrománicas no tienen muchas formas sincréticas, sin embargo, encontramos un sincretismo de la 1SG = 3SG1 muy difundido en casi todas las diversas combinaciones de tiempo, modo y aspecto (que llamaremos paradigmas parciales), excepto el PRES.IND, el PRET.IND (indefinido) y el FUT.IND. Las lenguas galorrománicas presentan una división lingüística en dos áreas muy distintas. El área meridional, con la mayoría de los dialectos occitanos, comparte una parte de los sincretismos de la Península Ibérica, pero se han visto reducidos por extensión analógica en el languedociano (y aun eliminados en el gascón). Los dialectos del área septentrional (dialectos de oíl –e incluso el francés estándar–, el francoprovenzal y algunas variedades occitanas del Croissant que pertenecen al lemosín), sin embargo, presentan más casos de sincretismo que el resto de los dialectos románicos, y de muy diversa naturaleza: p. ej., se puede observar el sincretismo muy conocido del francés (1SG = 2SG = 3SG = 3PL PRES.IND = PRES.SUBJ en la primera conjugación), pero también muchos otros
* Este trabajo se realizó en el marco del proyecto “Autonomous Morphology in Diachrony: comparative evidence from the Romance languages” (), dirigido por Martin Maiden y John Charles Smith, establecido en la Universidad de Oxford y financiado por el Arts and Humanities Research Council (grant AH/D503396/1) y del Instituto Pierre Gardette de la Universidad Católica de Lyon asociado a este proyecto. Agradecemos mucho a Vicente Álvarez Vives la gentileza de haber revisado el estilo del texto de este artículo. 1 Seguimos las reglas para glosar de Leipzig (“Leipzig Glossing Rules”, ) en el uso de abreviaciones para las formas verbales. Las excepciones son PRES = presente (en lugar de PRS), IMPF = imperfecto (PST.IPFV), PRET = pretérito indefinido (PST.PFV), PLQPF = pluscuamperfecto (–), SUBJ = subjuntivo (SBJV), PART = participio (PTCP) y GER = gerundio (–).
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como los que presentan el habla de Gartempe (Creuse) en Lemosín (1SG = 3SG, 2SG = 2PL, 1PL = 3PL) y el habla lorena de Petit-Rombach (Alto Rin) en los valles de los Vosgos en Alsacia (1SG = 2SG = 3SG, 1PL = 3PL). Con estos sincretismos se pueden comparar los que se encuentran en Andalucía e Hispanoamérica porque allí existen variedades del español que han desarrollado nuevos sincretismos. En el campo teórico, la distinción entre neutralización en sentido estricto y take-over (‘adopción’) propuesta por Carstairs-McCarthy (1984) permite comprender mejor los procesos históricos que han causado el desarrollo del sincretismo desde el latín a las lenguas románicas. La cuestión de la significación de los patrones de sincretismo se plantea: en las lenguas galorrománicas existen indicios que podrían ser interpretados en el sentido de que estos patrones juegan un papel bien importante en la gramática de estas variedades y sugieren así una autonomía del nivel morfológico. Nuestra contribución consta de cinco apartados: en el primero, vamos a introducir el concepto de sincretismo y los conceptos de take-over y de neutralización propuestos por Carstairs-McCarthy. Presentaremos después algunos patrones de sincretismo (y también la evitación de sincretismos) en la morfología verbal de variedades del castellano y del catalán, y algunos patrones de las lenguas galorrománicas (francés estándar, dialecto loreno, occitano lemosín y francoprovenzal). Una discusión de los sincretismos de persona y número y de los de tiempo/ modo/aspecto sigue y, al final, presentaremos la conclusión y algunas perspectivas.
1. El concepto de sincretismo y los conceptos de take-over y de neutralización propuestos por Carstairs-McCarthy El sincretismo se presenta como una desviación de la correlación estricta de uno a uno entre forma y sentido, también llamada isomorfismo. El sincretismo se puede entender, por tanto, como una homonimia flexional2. Utilizamos aquí los términos sincretismo y homonimia de manera siguiente: llamamos sincretismo si una forma dentro de un paradigma flexional de un solo lexema tiene más de un significado (= más de un conjunto de rasgos morfosintácticos asociado) y así ocupa más de una celda del mismo paradigma; la homonimia, al contrario, es la identidad de dos lexemas diferentes como los dos lexemas don ‘dádiva’ y ‘tratamiento de respeto’ o la forma siento de los verbos sentir y sentar (véase Tabla 1).
2
Baerman et al. (2005) –obra de referencia sobre el sincretismo– tratan el fenómeno del sincretismo desde el punto de vista tipológico y nos dan una visión general de los tipos y patrones de sincretismo en las lenguas del mundo.
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EL SINCRETISMO VERBAL EN LAS LENGUAS IBERO- Y GALORROMÁNICAS
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TABLA 1 Desviaciones de la correlación estricta de uno a uno entre forma y sentido (isomorfismo) desviación del isomorfismo
una forma → más de un significado
un significado → más de una forma
en la morfología léxica
homonimia don ‘dádiva’, ‘tratamiento’
sinonimia español, castellano
en la morfología flexiva
sincretismo hablaba 1SG = 3SG IMPF.IND
supletismo/alomorfía del tema ir, voy, fui
Carstairs-McCarthy (1984) diferencia dos formas de sincretismo: el sincretismo como una neutralización de dos celdas paradigmáticas y el sincretismo como un take-over (adopción) de una celda paradigmática por otra forma con otra función. Por ejemplo, en el futuro del latín se encuentra un take-over de la forma del PRES.SUBJ por la 1SG del FUT.IND –véase ejemplo (1)–. La vocal a del tema del PRES.SUBJ también se utiliza en la 1SG FUT.IND mientras que la vocal temática en las otras formas del FUT.IND siempre es e. Por ello, se puede decir que la 1SG FUT.IND ha adoptado la forma de la 1SG PRES.SUBJ por un proceso de take-over. (1) Take-over en el futuro del latín: regere ‘dirigir’ Aspecto Tiempo y modo Voz 1SG 2SG 3SG 1PL 2PL 3PL
Imperfectivo FUT.IND
PRES.SUBJ
activa
pasiva
activa
pasiva
regam reges reget regemus regetis regent
regar regeris regetur regemur regemini regentur
regam regas regat regamus regatis regant
regar regaris regatur regamur regamini regantur
En cuanto al concepto de neutralización, Carstairs-McCarthy (1984) aduce el sincretismo de las formas del DAT.PL y ABL.PL que son siempre idénticos en latín –véase ejemplo (2)–. Por tanto, los rasgos caso y número se realizan cumulativamente: en el plural –la propiedad de número marcado– se neutraliza la distinción
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de caso entre dativo y ablativo. Tampoco se puede establecer una dirección de un take-over, por lo que este tipo de sincretismo se conceptualiza mejor como una neutralización. (2) Neutralización en el dativo y ablativo plural del latín:
SG NOM DAT ABL PL DAT ABL
2a declinación, M
3a declinación, M
1a declinación, F
3a declinación, N
dominus dominÇ dominÇ dominı¯s dominı¯s
cÇnsul cÇnsul§ cÇnsule cÇnsulibus cÇnsulibus
cu¯ra cu¯rae cu¯r~ cu¯rı¯s cu¯rı¯s
fulgur fulgur§ fulgure fulguribus fulguribus
Carstairs-McCarthy (1984) llama entonces un sincretismo neutralización si los rasgos son realizados de manera cumulativa (no existe ninguna dirección reconocible) y take-over si una forma proviene evidentemente de otra parte del paradigma (dirección de la adopción reconocible). A continuación implementamos esta distinción para analizar el desarrollo histórico de la morfología verbal en las lenguas ibero- y galorrománicas.
2. Sincretismo, homonimia y procesos de take-over en español y en catalán Aquí tratamos ejemplos del español y del catalán que muestran procesos de take-over y la instauración de sincretismos condicionados por la evolución fonética.
2.1. TAKE-OVER Los paradigmas de los verbos ser e ir en español muestran un take-over y la instauración de una homonimia parcial. En el paradigma parcial del pretérito indefinido de los dos verbos se encuentran las mismas formas –véase ejemplo (3)–. Con el conocimiento de las formas del latín podemos establecer la evolución diacrónica del take-over: las formas del verbo ir provienen de las formas correspondientes del verbo ser que ya en latín conocía el tema supletivo fu-. (3) Pretérito (indefinido) en español: fui, fuiste, fue, etc. = 1SG, 2SG, 3SG, etc.
¡de ser Y de ir!
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Pero también se puede encontrar el uso de un take-over para evitar sincretismos. En español y en catalán, las formas de la 2SG PRES.IND no provienen de una evolución fonética regular. La forma regular sería *es, igual a la forma de la 3SG –véase el ejemplo (4)–. (4) Español y catalán 2SG y 3SG PRES.IND de ser: latín según las leyes fonéticas español catalán
2SG
3SG
ES
EST
*es eres ets
es es és
En el paradigma de este verbo ha tenido lugar un take-over para evitar el sincretismo en ambas lenguas. En español, la forma de la 2SG PRES.IND de ser se explica por una adopción de la forma eres < ERIS, proviniendo de la 2SG FUT.IND (cf. Lausberg 1966: 342)3. Después de la desaparición del futuro latino en las lenguas románicas, se hizo posible un empleo de la forma de la 2SG con otra función. En catalán, el proceso es muy parecido pero esta vez la forma de la 2SG PRES.IND de (és)ser, ets, proviene de ESTIS, la 2PL PRES.IND. La compensación analógica en los temas del plural en catalán ha eliminado la forma hereditaria del latín: som, sou, són –todas las formas tienen una s- en el ataque–. Este cambio hace posible el empleo de la forma ‘vieja’ de la 2PL con otra función, la de la 2SG (cf. Lausberg 1966: 342).
2.2. SINCRETISMO Y HOMONIMIA En la morfología verbal del español y del catalán existen muchos casos de sincretismo que afectan la 1SG y la 3SG, p. ej., las formas de la 1SG y la 3SG PRES.SUBJ de hablar/parlar (1a conjugación en -ar) en (5). (5) Español y catalán 1SG y 3SG PRES.SUBJ: español catalán
3
1SG hable parli
3SG hable parli
También existen otras tentativas para explicar esta forma como una evolución no-estándar de eras (IMPF) o como el resultado de la disimilación de es es reduplicado (cf. Pato Maldonado 2009).
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Ilustramos el desarrollo de este sincretismo en español a partir de la evolución fonética de las desinencias en el imperfecto de indicativo y el presente de subjuntivo en (6) y (7). (6) Desarrollo del sincretismo de persona en español: resultado en la 2a conjugación en -er: beber
IMPF.IND
PRES.SUBJ
1SG
bebía
beba
2SG
bebías
bebas
3SG
bebía
beba
Dos cambios fonéticos independientes –la pérdida de la -m final en la 1SG y la pérdida de la -t final en la 3SG– llegan al mismo resultado: las formas bebía en el IMPF.IND y beba en el PRES.SUBJ con dos funciones, 1SG y 3SG (7). (7) Cambio fonético – reconstrucción: latín BI˘BE˘ RE: IMPF.IND
PRES.SUBJ
1SG *BI˘BE¯ AM > *bibea > *bibia
BI˘BAM
> *biba > beba
2SG *BI˘BE¯ A¯ S > *bibeas > *bibias > bebías
BI˘BA ¯S
> *bibas > bebas
3SG *BI˘BE¯ A¯ T > *bibea > *bibia
BI˘BAT
> *biba > beba
> bebía
> bebía
Una comparación de las lenguas iberorrománicas revela que el sincretismo de la 1SG = 3SG se repite en todas esas lenguas y en casi todas las combinaciones de tiempo/modo/aspecto, a excepción del PRES.IND, del PRET.IND (indefinido) y del FUT.IND –véase (8)–. (8) Sinopsis: sincretismo de persona en las lenguas iberorrománicas: beber/beure
Gallego
Portugués
Español
Catalán
1SG = 3SG IMPF.IND
bebía
bebia
bebía
bevia
1SG = 3SG PLQPF.IND
bebera
bebera
—
—
1SG = 3SG COND
bebería
beberia
bebería
beuria
1SG = 3SG PRES.SUBJ
beba
beba
beba
begui
1SG = 3SG PST.SUBJ
bebese
bebesse
bebiera / bebiese
begués
1SG = 3SG FUT.SUBJ
beber
beber
(bebiere)
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Otro fenómeno es el desarrollo de homonimia de algunas formas, entre dos verbos diferentes, como es el caso de sentir (< SENTIRE) y sentar (< *SEDENTARE de SEDERE - SEDENS, -ENTIS). El ejemplo (9) muestra las diversas formas homonímicas, sobre todo entre el PRES.IND y el PRES.SUBJ de ambos verbos causado por el cambio de la vocal temática entre los modos y las clases de conjugación, por ejemplo, siente puede ser la forma de la 3SG PRES.IND del verbo sentir o la de la 1SG = 3SG PRES.SUBJ del verbo sentar. (9) Desarrollo de formas homonímicas: resultado en las formas de sentir y sentar: PRES.IND
PRES.SUBJ
1SG
siento siento
sienta siente
2SG
sientes sientas
sientas sientes
3SG
siente sienta
sienta siente
3. Sincretismo y supletismo en las lenguas galorrománicas Muchas lenguas galorrománicas están marcadas por un sincretismo aplastante en el paradigma verbal. Este es el caso en las lenguas de oíl –el francés estándar incluso– y de variedades del francoprovenzal –véase (10)–; en muchas de ellas solo se distinguen dos o tres formas en un paradigma parcial de la primera conjugación. En cambio, en numerosos dialectos occitanos el sincretismo es muy parecido al de las lenguas iberorrománicas, pero además se ha visto reducido por la extensión analógica de la -i en la 1SG en el languedociano y todavía más en el gascón que no conoce ningún sincretismo en un paradigma parcial. Un sincretismo muy frecuente que no existe en el francés estándar es el de la 1PL = 3PL. Este sincretismo puede afectar patrones de supletismo, por ejemplo, en el verbo ‘ir’ (véase (11)). (10) Sinopsis: sincretismo de persona y de número en las lenguas galorrománicas4:
4 Los datos dialectales provienen de: oíl loreno de los valles de los Vosgos, Kl[ein]R[um]b[ach] = Petit-Rombach y Altweier = Aubure, Sainte-Croix-aux-Mines, valles de los Vosgos en Alsacia (Alto Rin), Francia –Urtel (1902)–; francoprovenzal del Valle de Aosta: Nus (colline), Valle de Aosta, Italia –Bertolo et al. (1999)–; occitano lemosín: Gartempe (Creuse), Francia –Quint (1996)–.
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Francés estándar
Oíl loreno: Valles de los Vosgos
Francoprovenzal: Valle de Aosta
Occitano lemosín: Creuse
parler ‘hablar’
? ‘cantar’
prèdzé ‘hablar’
[Cãıta] ‘cantar’
PRES.IND
[paʁl] 1SG = 2SG = 3SG = 3PL
[ʃɑ˜t] 1SG = 2SG = 3SG [ʃɑ˜ ıtɑ˜] 1PL = 3 PL
prèdze 2SG = 3SG
[ıtsãtə] 1SG = 3SG [tsãıta:] 2SG = 2PL [tsãıtã] 1PL = 3PL
PRES.SUBJ
[paʁl] 1SG = 2SG = 3SG = 3PL
[ʃɑ˜ ıtøs] 1SG = 2SG = 3SG [ʃɑ˜ ıtε˜s] 1PL = 3 PL5
prèdze 2SG = 3SG prèdzèon 1PL = 3PL
[ıtsãtə] 1SG = 3SG [tsãıta:] 2SG = 2PL [tsãıtã] 1PL = 3PL
IMPF.IND
[paʁılε] 1SG = 2SG = 3SG = 3PL
[ʃɑ˜ ıtε] 1SG = 3SG [ʃɑ˜ ıtεn] 1PL = 2 PL = 3 PL
prèdzae 2SG = 3SG prèdzaon 1PL = 3PL
[ıtsãtavə] 1SG = 3SG [tsãtaıva:] 2SG = 2PL [tsãtaıvã] 1PL = 3PL
(11) Sinopsis: supletismo en las lenguas galorrománicas en el PRES.IND –el verbo ‘ir’–: ‘ir’
Francés estándar
Oíl loreno: Valles de los Vosgos
Francoprovenzal: Valle de Aosta
Occitano lemosín: Creuse
aller [a ıle]
[na ılε]
allé
[(aı)na]
1SG
vais [vε]
[ve:]
(v)ó
[vaw]
2SG
vas [va]
[ve:]
(va)t
[va:]
3SG
va [va]
[ve:]
(va)t
[va/ve]
PRES.IND
5
Las formas del PRES.SUBJ han sido reemplazadas por las del PST.SUBJ.
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‘ir’
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Francés estándar
Oíl loreno: Valles de los Vosgos
Francoprovenzal: Valle de Aosta
Occitano lemosín: Creuse
aller [a ıle]
[na ılε]
allé
[(aı)na]
1PL
allons [a ılõ]
[vɑ˜]
allèn
[vã]
2PL
allez [a ıle]
[a ılε:]
allade
[va:]
3PL
vont [võ]
[vɑ˜]
van
[vã]
sincretismo
2SG = 3SG
1SG = 2SG = 3SG, 1PL = 3PL
2SG = 3SG
2SG = 2PL, 1PL = 3PL
sincr. de la 1ª conj.
1SG = 2SG = 3SG = 3PL
1SG = 2SG = 3SG, 1PL = 3PL
2SG = 3SG
1SG = 3SG 2SG = 2PL, 1PL = 3PL
PRES.IND
En (11) se puede constatar el efecto del sincretismo sobre la distribución de los temas supletivos: en la 1PL del loreno y del lemosín se encuentra una forma en v- que es sincrética con la de la 3PL. El sincretismo regular de 1PL = 3PL de estas variedades –véase (10)– provoca una nueva repartición de los temas supletivos. Este cambio en el paradigma parcial se puede analizar como un take-over de la forma de la 3PL. También existe un take-over en la otra dirección: en el dialecto loreno de Aubure existe la forma [a ı lõ] en las dos personas (cf. Urtel 1902: 683). Así la misma restricción sincrética puede producir dos resultados diferentes. Presuponemos que el sincretismo tiene la función de estructurar todo el paradigma verbal en estas lenguas galorrománicas. Baerman (2005) razona que el sincretismo es codificado sistemáticamente en el componente morfológico de la lengua en algunos casos: There is good reason to believe, however, that some syncretism is systematically encoded in the morphology. One diagnostic of systematicity is the repetition of the same pattern of syncretism across multiple inflectional affixes or rules. A familiar example is the syncretic dative/ablative plural of Latin, which is realized by two different endings, -ı¯ s and -ibus, depending on declension class. If we did not treat this as morphologically systematic, we would have to assume the chance coincidence of two instances of accidental homophony. (Baerman 2005: 810; énfasis nuestro)
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Baerman se refiere al mismo patrón de sincretismo en clases de declinación diferentes en latín con desinencias diferentes. En la morfología verbal, interpretamos además de la repetición de patrones de sincretismo en clases de conjugación diferentes (p. ej., 1SG = 3SG IMPF en español con las desinencias -aba y -ía) y en verbos irregulares también la repetición del mismo patrón de sincretismo en paradigmas parciales diferentes como una señal obvia de una codificación morfológica sistemática. Por consiguiente, los patrones de sincretismo y sus repercusiones en la distribución de temas supletivos con procesos de take-over se pueden considerar un indicio ostensible de un componente morfológico autónomo (en el sentido de Aronoff 1994) dentro de la gramática mental que tiene el poder de reorganizar la distribución de los temas supletivos. Los patrones de sincretismo se pueden comparar con los patrones de alomorfía de tema en la morfología verbal de las lenguas románicas (cf. los trabajos de Maiden, p. ej., el de 2005).
4. El sincretismo en español: variación dialectal y evolución diacrónica 4.1. EL SINCRETISMO DE PERSONA EN EL ANDALUZ Y EL ESPAÑOL CARIBEÑO Algunas variedades del español habladas en Andalucía e Hispanoamérica han desarrollado nuevos sincretismos con la pérdida de la -s en la coda de la sílaba (2SG: cantas > canta[h] > canta) y la sustitución de la 2PL por la 3PL (vosotros cantáis > ustedes cantan). Estos cambios han reducido las formas en el paradigma de seis (PRES.IND) o cinco (IMPF.IND) formas diferentes a tan solo cuatro –cf. (12a)– o tres (1SG = 2SG = 3SG, 2PL = 3 PL) –cf. (12b)– en, por ejemplo, el dialecto andaluz (cf. Mondéjar 1970) y el español dominicano (cf. Henríquez Ureña 2 1975; Toribio 1993): (12) a. Español dominicano: paradigma parcial del PRES.IND: canto, canta = canta, cantamo, cantan = cantan b. Español dominicano: paradigma parcial del IMPF.IND: cantaba = cantaba = cantaba, cantábamo, cantaban = cantaban
Ese desarrollo aproxima el paradigma verbal de estas variedades al de las lenguas galorrománicas –cf. (10)–.
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4.2. EL SINCRETISMO DE PERSONA Y DE TIEMPO/MODO/ASPECTO: EVOLUCIÓN DIACRÓNICA
Hemos observado el sincretismo de persona y número en el sistema verbal del español. También fueron presentados diferentes métodos de modelización formal: en primer lugar, la neutralización que es concebida como una pérdida de una oposición distintiva morfosintáctica en un contexto morfológico determinado (llamado morfológicamente marcado) esquematizado por subespecificación de rasgos gramaticales; en segundo lugar, la adopción de una forma del paradigma verbal por un conjunto de propiedades gramaticales de otra celda paradigmática, formalizado por reglas de referencia. (13) El sincretismo de persona en español: 2a conjugación (-er): beber 1SG = 3SG IMPF.IND 1SG = 3SG COND 1SG = 3SG PRES.SUBJ 1SG = 3SG PST.SUBJ
bebía bebería beba bebiera/bebiese
En esas combinaciones de tiempo/modo/aspecto, las formas de la 1ª y 3ª persona son iguales en el singular –véase (13)–. Pero ese sincretismo, ¿podemos clasificarlo como una neutralización o más bien como una adopción? Conforme a Carstairs-McCarthy (1984), no es una adopción porque ni la forma de la 1ª ni la de la 3ª persona en esos conjuntos de propiedades realizan algunos otros rasgos gramaticales en otras celdas paradigmáticas que las indicadas. En términos de Carstairs-McCarthy podríamos analizar esa homonimia flexional como una neutralización porque la propiedad condicionante, que es el singular, se realiza simultáneamente con la propiedad neutralizada, que es la categoría de persona (1ª o 3ª). Sin embargo, si observamos el desarrollo de ese sincretismo desde el latín al español, entran dudas si esto resulta de un proceso morfológico –véase (14)–. (14) Desarrollo del zsincretismo desde el latín (reconstruido) al español: verbo ˘ RE > beber: BI˘BE IMPF.IND
PRES.SUBJ
PLQPF.IND
>
PST.SUBJ
1SG
*bı˘be¯am > *bibea > *bibia
BI˘BAM
> *biba
BI˘BERAM
> *bibera
2SG
*bı˘be¯a¯s > *bibeas > *bibias
BI˘BA ¯S
> *bibas
BI˘BERA ¯S
> *biberas
3SG
*bı˘be¯at > *bibea > *bibia
BI˘BAT
> *biba
BI˘BERAT
> *bibera
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La homonimia flexional resulta de un cambio fonético regular y, por ende, no parece adecuado concebirla diacrónicamente como un proceso morfológico. Examinamos otro sincretismo del sistema verbal del español: el sincretismo de tiempo/aspecto en español. En la 1a y la 3a conjugación las formas de la 1PL PRES.IND y de la 1PL PRET.IND son sincréticas: por ejemplo, pagamos, partimos. Este sincretismo afecta todos los verbos de ambas clases de conjugación aparte de los verbos con alternancia de tema como andamos/anduvimos o conducimos/condujimos. Pero en la 2ª conjugación no encontramos sistemáticamente ese sincretismo de tiempo/aspecto: por ejemplo, dolemos/dolimos. De nuevo podemos preguntarnos si esta homonimia se basa en un proceso de neutralización o de adopción. La investigación del desarrollo del latín comprueba que la homonimia resulta de la pérdida del formante del perfecto (PRET.IND), es decir, de -vi- –véase (15a,b)–. (15) El sincretismo de tiempo/aspecto en español: desarrollo: a. latín: 1ª y 4ª conjugación: 1PL PRES.IND pa¯ca¯mus/partı¯mus, 1PL PRET.IND pa¯ca¯vimus/partı¯vimus español: 1a y la 3a conjugación: 1PL PRES.IND = 1PL PRET.IND pagamos, partimos b. latín: 2ª conjugación: 1PL PRES.IND do˘le¯mus 1PL PRET.IND do˘lu˘imus español: 2ª conjugación: 1PL PRES.IND dolemos/1PL PRET.IND dolimos
Desde el punto de vista de la morfología diacrónica, no parece justificado clasificar esta homonimia de tiempo/aspecto como una neutralización ni como una adopción, pues surge por casualidad. Vemos que en el sistema verbal del español no se manifiesta ningún caso obvio de neutralización ni de adopción en los sincretismos de las clases de conjugación. Queremos considerar ahora un ejemplo interpretado más unívocamente como un objeto de la neutralización. En el sistema nominal del latín, como ya hemos indicado antes, el ablativo se realiza sincréticamente con el dativo en el plural (la propiedad de número dicha más marcada con respecto al singular), recogiendo todas las declinaciones –véase (16)–. (16) El sincretismo de caso en latín: DAT.PL co¯nsulibus ‘para los cónsules’ ABL.PL co¯nsulibus ‘de los cónsules’
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Supondríamos que el conjunto de rasgos plural y ablativo adoptó la forma del dativo plural en el uso oral porque el dativo es el caso oblicuo menos marcado. Un fenómeno comparable se encuentra en siciliano donde en el lenguaje moderno el condicional es exhaustivamente sustituido por los tiempos del pasado del subjuntivo –véase (17a,b)–. (17) El condicional en siciliano: a. Si durmìssi, m’arripusàssi (siciliano medieval: arripusirìa) ‘Si durmiera, me descansaría’ condicional presente → imperfecto del subjuntivo b. S’avissi travagghiatu, nun avissi patutu la misèria (siciliano medieval: avirria patutu) ‘Si [yo] hubiera trabajado, no habría sufrido la malaventura’ condicional perfecto → pluscuamperfecto compuesto del subjuntivo
Es decir que en la lengua moderna las formas del imperfecto y del pluscuamperfecto del subjuntivo asumen las funciones del condicional. ¿Sería esto un proceso morfológico? O más precisamente: ¿es este fenómeno un caso de neutralización o de adopción? Sin entrar detalladamente en la semántica del pasado del subjuntivo, a primera vista no parece intuitivamente obvio que el pasado del subjuntivo sea menos marcado que el condicional (dado que en algunas variantes románicas, como en el francés hablado moderno, los tiempos del pasado del subjuntivo han caído en desuso, pero no lo han hecho simultáneamente los del condicional). Entonces, es más convincente tratar esa sustitución como una adopción. Sin embargo, la sustitución del condicional se realizó por completo de manera que la categoría del condicional como tal ha desaparecido de la lengua moderna. En español, se podría imaginar que el imperfecto de cortesía sea, tal vez, un fenómeno comparable –véase (18a,b)–. (18) El imperfecto de cortesía en español: a. Quiero pedirle un favor → Quería pedirle un favor PRES.IND → IMPF.IND b. Vengo a decirte que no asistiré a la fiesta → Venía a decirte que no asistiré a la fiesta PRES.IND → IMPF.IND
Al contrario de los ejemplos sicilianos, el imperfecto de indicativo en los ejemplos españoles en (18) tiene una connotación pragmática porque comporta un
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significado de atenuación. Por esto no podemos tratar el imperfecto de cortesía como una adopción.
5. Conclusión y perspectivas En esta contribución hemos presentado los conceptos de take-over y de neutralización propuestos por Carstairs-McCarthy, el sincretismo sincrónico del español y del catalán, y la evolución diacrónica que lo ha instaurado. También hemos observado tendencias opuestas para evitar el sincretismo: Se evita un sincretismo debido a la evolución fonética regular dentro del paradigma de un lexema individual (aquí ser en español y catalán), si éste no coincide con un patrón existente que estructura el sistema. Las formas sustituyentes están instauradas por procesos de take-over. La homonimia parcial entre dos lexemas no parece presentar ningún problema para la gramática (como, en el caso del español, ser/ir, sentir/sentar). Las formas homonímicas pueden codificar funciones gramaticales opuestas (PRES.IND/ PRES.SUBJ en el ejemplo sentir/sentar) o la homonimia se lleva a efecto por takeover de un paradigma parcial (aquí el uso del paradigma de ser en el de ir). Al comparar los sincretismos en las lenguas iberorrománicas con los de las lenguas galorrománicas, constatamos que en las últimas el sincretismo se presenta en muchos casos como una fuerza mayor que estructura todo el sistema verbal. Por consiguiente, los patrones de sincretismo tienen repercusiones en la distribución de temas supletivos, por ejemplo, en el verbo ‘ir’. Para resumir: cabría preguntarnos si los sincretismos en el sistema verbal del español en particular u homonimias flexionales en general sirven para legitimar los conceptos de neutralización o de adopción. ¿En qué respecto es justificado modelizar estos conceptos como subespecificación o como truncamiento de rasgos morfosintácticos o como regla de referencia? ¿Por qué o bajo qué condiciones debería una teoría morfológica modelizar homonimias flexionales? Pensamos que la modelización de sincretismos sería justificada en el caso de que estos fueran interrelacionados con otros fenómenos gramaticales, por ejemplo morfológicos o sintácticos. Por desgracia, parece que hasta ahora las investigaciones no han podido aclarar si los sincretismos correlacionan con otros fenómenos gramaticales. Por ejemplo, sería imaginable que los sincretismos de persona en el sistema verbal correlacionan con el uso de pronombres sujetos; pues esos pronombres podrían acabar con la ambigüedad flexional. Sin embargo, existen varias investigaciones empíricas que refutan de modo inequívoco tal correlación (Fernández 1951: 218-221; Ranson 1991; Castellano Alemán 2002). Igualmente faltan indicaciones claras que los sincretismos desempeñen algun papel funda-
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mental en la adquisición o en el procesamiento del lenguaje. Por ello nos parece que por el momento los conceptos de neutralización y adopción carecen de una justificación científica independiente. En cambio, los procesos históricos, en particular en las lenguas galorrománicas, que afectan también la distribución de los temas supletivos parecen indicar una significación teórica más importante de este fenómeno. En efecto, estos sincretismos se pueden interpretar como estructuras morfómicas (en el sentido de Aronoff 1994), al igual que los patrones de alomorfía de tema en la morfología verbal de las lenguas románicas desenterrados por Maiden (cf., p. ej., Maiden 2005). Así serían una señal de una autonomía de la morfología.
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LEÍSMO Y MARCADO DIFERENCIAL DE OBJETO: D O S S O L U C I O N E S PA R A L E L A S A C E R C A D E L PA N S I N C R E T I S M O D E C A S O E N E L E S PA Ñ O L P E N I N S U L A R H A N S- I N G O R A D AT Z Universität Bamberg
El sistema de los clíticos pronominales de la lengua castellana presenta desde hace siglos un importante foco de inestabilidad y cambio gramatical, un hecho que ha generado un conjunto de innovaciones morfológicas a la vez características del español e inexistentes en las demás lenguas romances. En las variedades del español coexiste hoy toda una gama de sistemas pronominales alternativos que a menudo se solapan mutuamente: leísmo (masculino, singular, de persona, de cosa...), laísmo, loísmo y el “sistema etimológico”. Si nos fijamos en esta abigarrada multitud de innovaciones, la única explicación de una tal variación parece ser que se trate de diferentes soluciones, a veces excluyentes entre sí, para una situación percibida como problemática por una gran parte de los hablantes. O, dicho de otra manera: aunque las soluciones sean diversas, parece haber unanimidad entre los hablantes sobre la existencia de un problema. En lugar de concentrarnos en una simple descripción de las diferentes soluciones (ya descritas detalladamente por otros autores), nos proponemos, en la presente contribución, averiguar las motivaciones que subyacen bajo las diversas soluciones. Estas motivaciones son susceptibles de prestar unidad a un conjunto de fenómenos que de otra manera podrían parecer aleatorios. Desde una perspectiva diacrónica, vemos el tertium comparationis de las innovaciones en el milenario proceso sincrético que ha ido reduciendo el rico sistema casual del latín. En español, la reducción ha llegado a un punto en que el principio morfológico fundamental del sistema latino nominal, el caso, se ha debilitado tanto que la asociación “acusativo = objeto directo (OD), dativo = objeto indirecto (OI)” resulta cada vez más opaco a los hablantes. Las innovaciones responderían, en consecuencia, a una necesidad percibida por parte de los hablantes de reinterpretar la función del sistema morfológico de los objetos pronominales del español; con el concepto de caso morfológico terminalmente debilitado, se buscan nuevas funciones para la oposición morfológica existente. Se retiene el principio según el cual los objetos pronominales deben categorizarse (ya que se dispone de las formas para ello), pero se abandona el principio del
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caso en favor de otras categorías salientes, ya preexistentes en la lengua: género, número, contabilidad, animacidad. Para analizar este proceso nos valdremos del concepto de proceso sincrético, que corresponde a un proceso histórico en que una serie de sincretismos interrelacionados dentro de un paradigma se acumula a lo largo del tiempo y llega a modificar (y últimamente eliminar) las estructuras del paradigma. En la primera parte intentaremos elaborar un marco teórico y terminológico para el análisis de procesos sincréticos de larga duración. En la segunda parte lo aplicaremos a las innovaciones en los clíticos pronominales españoles y trataremos de dar una explicación del leísmo. Se planteará la hipótesis de que el leísmo es un intento de reestructurar la categorización morfológica de los objetos pronominales sobre el modelo de los objetos nominales: se abandona el sistema casual en favor de una categorización basada en el Marcado Diferencial de Objeto (Differential Object Marking), introducido en el debate por Bossong (1985, 1991).
1. Los diferentes grados del proceso sincrético: puntualizaciones terminológicas Según Luraghi (2000) se suele diferenciar entre una perspectiva sincrónica y otra diacrónica del fenómeno “sincretismo”. El concepto sincrónico se refiere “auf das Fehlen von Isomorphismus zwischen Form und Funktion [... y hace hincapié en que] ein und dieselbe Form mehrere Funktionen ausdrücken kann” (Luraghi 2000: 638). Bajo la perspectiva diacrónica, el sincretismo es un Prozeß, durch den zwei oder mehr Exponenten morphosyntaktischer Kategorien zusammenfallen, so daß zwei oder mehr grammatische Bedeutungen (zum Beispiel zwei Kasus), die früher durch zwei verschiedene Exponenten ausgedrückt wurden, später nur noch durch einen ausgedrückt werden. (Luraghi 2000: 638)
Otro enfoque sobre la noción de sincretismo se encuentra en la definición de Carstairs-McCarthy (1994), que combina el concepto de homonimia con el de paradigma flexivo: Definición 1: Syncretism is homonymy within inflectional paradigms. (CarstairsMcCarthy 1994: 4453)
Podemos constatar que esta definición caracteriza el sincretismo como un proceso esencialmente reductivo, ya que la homonimia siempre presupone una pérdida de distinciones formales. Así, una definición alternativa y complementaria del sincretismo podría ser la de ‘un proceso morfológico mediante el cual el
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sistema pierde distinciones formales’. Dicha pérdida puede darse a tres niveles distintos: 1. al nivel de las células; 2 al nivel de las columnas; 3. al nivel de subparadigmas enteros1. Esta terminología se basa en una visualización del paradigma en forma de una matriz como en la Tabla 1, donde la matriz entera representa el subparadigma de una categoría semántico-formal de la flexión (p. ej.: caso, género, número, etc.), las columnas representan los términos dentro de este subparadigma (p. ej.: nominativo, acusativo/dativo, etc., masculino/femenino, singular/plural), las filas las clases flexivas (“declinaciones”) y las células cada una de las formas que integran el subparadigma (= “exponentes”): TABLA 1 Subparadigma (p. ej. de caso, de género, de número) Columna 1 ↓
Columna 2 ↓
Columna 3 ↓
Columna ... ↓
Fila 1 →
Células
→
= exponente x
Fila 2 →
↓
→
= exponente y
Fila 3 →
= exponente a
A cada nivel, el sincretismo es de un tipo distinto y resulta, por ende, importante mantener una diferenciación terminológica estricta entre los tres tipos. a. la fusión de formas al nivel de células dentro de una columna de un subparadigma (p. ej., el sincretismo de nominativo y acusativo en los neutros indoeuropeos) suele llamarse sincretismo parcial; b. la fusión de columnas enteras dentro de un subparadigma (p. ej., la fusión del genitivo y ablativo con el dativo en el latín vulgar con la resultante pérdida de dos casos morfológicos) suele llamarse sincretismo total;
1
Con la noción de subparadigma se pretende designar aquellas partes del paradigma entero que se definen con respecto a los accidentes de la clase léxica en cuestión, como, por ejemplo, número, género, caso, tiempo, modo, aspecto, etc.
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c. la desaparición de un subparadigma entero y desaparición de toda una categoría flexiva entro del paradigma (p. ej., la pérdida del sistema casual en el inglés medio) no se ha fijado aún terminológicamente a mi entender; para referirnos a este último estadio de todo un proceso de sincretismos totales vamos a utilizar a partir de ahora el término pansincretismo2. Nos cabe constatar que el sincretismo en cuanto fenómeno diacrónico se desarrolla típicamente en forma de un proceso en el que sincretismos parciales conllevan sincretismos totales y pansincretismos con la posible incidencia de reinterpretaciones sincréticas. Pasemos a continuación a analizar con más detalle estos diferentes tipos de cambio lingüístico asociados con un proceso sincrético.
1.1. SINCRETISMO PARCIAL El primer tipo de cambio es el llamado sincretismo parcial; parece ser el más citado como “sincretismo” por antonomasia. Se da cuando el cambio fonético obvia una distinción anterior y hace homófonas unas formas que antes se distinguían morfológicamente. Así, en el latín clásico se distinguían la 1ª y 3ª persona del singular del imperfecto mediante la oposición -M vs. -T, como en: lat. 1SG cantabam, 2SG cantabas, 3SG cantabat.
Sin embargo, un cambio fonético provocó la pérdida de la mayoría de las consonantes finales, entre ellas las que antes habían asegurado la diferenciación en cuestión. El resultado fue una homofonía de la 1ª y 3ª del imperfecto: esp. cantaba, cantabas, cantaba.
Nótese que la homofonía se da dentro del paradigma, mientras que el paradigma como tal queda intacto y sin ninguna alteración estructural. Además, con el sincretismo parcial de la 1ª y 3ª persona del singular del imperfecto no desaparecen los conceptos de 1ª y 3ª persona, ya que siguen distinguiéndose en los demás tiempos verbales. Se puede afirmar que cantaba en yo cantaba es gramaticalmente distinto de cantaba en ella cantaba, y que las dos formas son simplemen2
La noción del pansincretismo no es totalmente nueva, sino de uso habitual en las ciencias de la religión. Lo que sí parece nuevo es su transposición a la lingüística con la acepción de “último grado de un proceso de sincretismos que conduce a la desaparición total de un subparadigma”.
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te homófonas. Basándonos en estas observaciones llegamos a la siguiente definición: Definición 2: El sincretismo parcial es la homonimia de formas dentro de un paradigma flexivo sin alteración en la estructura del mismo3.
Parece que la mayoría de los casos de sincretismo en los debates morfológicos pertenecen a este tipo. Así, muchas definiciones del concepto de sincretismo definen realmente este tipo; este es el caso, por ejemplo, en la definición que da Larry Trask en su influyente diccionario terminológico: “Identity in form between two grammatically different inflections” (1997: 215). No obstante, tal definición resulta problemática en relación con el segundo grado del fenómeno, el sincretismo total.
1.2. SINCRETISMO TOTAL Como el sincretismo suele ser un proceso erosivo unidireccional, los casos de sincretismo parcial de un paradigma pueden multiplicarse a lo largo del tiempo, de tal forma que llegan a obviar uno o más términos dentro de su subparadigma (como, por ejemplo, la fusión de plural y dual dentro del paradigma de número). Esto ocurre cuando todas las formas distintivas de un contraste categorial acaban siendo homófonas. De esta manera, la adición sucesiva de sincretismos parciales puede llegar a un punto en que adquiere importancia también a nivel estructural. En este caso el fenómeno alcanza un nuevo nivel que se suele llamar “sincretismo total”: Definición 3: El sincretismo total es la homonimia masiva de formas dentro de un paradigma flexivo, provocando así la reducción estructural del mismo (con la pérdida de términos enteros)4.
Esta forma avanzada del sincretismo ya no consiste en la simple y anecdótica fusión de algunas células del paradigma en cuestión, sino que adquiere una nueva cualidad al modificar –es decir, simplificar– la estructura misma del paradigma. Un ejemplo
3 “[...] (a) eine Unterscheidung ist nur in einem Teil der Paradigmen vorhanden, aber nicht in allen [...] (b) eine Unterscheidung ist nur in einem Numerus vorhanden” (Luraghi 2000: 639). 4 “totaler Synkretismus [...] (c) zwei Kasus, die in einer bestimmten Phase der Geschichte einer Sprache verschieden sind, werden in einer darauffolgende Phase in allen Paradigmen und allen Numeri homophon” (Luraghi 2000: 639).
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conocido de este sincretismo total sería la pérdida de los casos genitivo y ablativo en el pasaje del sistema pronominal del latín clásico al latín vulgar. El sistema pleno con los cinco casos nominativo, genitivo, dativo, ablativo y acusativo mostraba aún un genitivo y un ablativo perfectamente diferenciados de los demás casos: TABLA 2 Pronombres personales en latín clásico (cf. Müller-Lancé 2006: 122-123)
1ª
2ª
3ª
NOM
GEN
DAT
ABL
AC
SG
ego
meı¯
mihi
a¯ me¯, me¯cum
me¯
PL
no¯s
nostrı¯, nostrum
no¯bı¯s
a no¯bı¯s, no¯bı¯scum
no¯s
SG
tu¯
tuı¯
tibi
a te¯, te¯cum
te¯
PL
vo¯s
vestrı¯, vestrum
vo¯bı¯s
a vo¯bı¯s, vo¯bı¯scum
vo¯s
cum eo¯
eum
cum ea¯
eam
cum eo¯
id
a¯ se¯, se¯cum
se¯
SG
PL
M
is
F
ea
N
id
REFL
–
suı¯
M
iı¯ /eı¯
eo¯rum
F
eae
ea¯rum
N
ea
eo¯rum
REFL
–
suı¯
eius
eı¯
sibi
eo¯s eı¯s/iı¯s
cum eı¯s/iı¯s
ea¯s ea
sibi
a¯ se¯, se¯cum
se¯
En el sistema clásico, los pronombres de 3ª persona no eran técnicamente “pronombres personales” sino demostrativos utilizados en tal función. Su uso estaba limitado a referentes inanimados (cf. Müller-Lancé 2006: 123). Con el tiempo, los pronombres de 3ª persona del tipo is, ea, id fueron suplantados por los demostrativos del tipo ille, illa, illud. Paralelamente, el sistema casual del latín se reducía cada vez más a su función prototípica que consiste en marcar y diferenciar los argumentos principales de la oración (sujeto, OD, OI), lo que se efectúa con los tres casos nominativo, acusativo y dativo: • el nominativo marca al sujeto; • el acusativo marca al OD; • el dativo marca al OI.
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De acuerdo con dicha tendencia, las formas de los dos casos restantes, el genitivo y el ablativo, se fundieron en sendas homonimias parciales con formas de los demás casos con el último resultado de que el ablativo y el genitivo desaparecieron por completo del paradigma: TABLA 3 Reestructuración de los pronombres personales en latín vulgar
1ª
2ª
3ª
NOM
DAT
AC
SG
ego
mihi
me¯
PL
no¯s
no¯bı¯s
no¯s
SG
tu¯
tibi
te¯
PL
vo¯ss
vo¯bı¯s
vo¯s
SG
M
ille
F
illa
N
illud
REFL PL
–
M
illı¯
F
illae
N
illa
REFL
–
illum illı¯
illam illud
sibi
se¯ illo¯s
illı¯s
illa¯s illa
sibi
se¯
Aquí nos encontramos delante de un caso de sincretismo total de las categorías morfológicas genitivo y ablativo que conlleva una importante alteración en el paradigma mismo. La historia de la transformación del latín en las diversas lenguas románicas modernas se podría describir en el campo de la morfología nominal como el proceso de erosión del sistema casual. La estructura de este lento proceso de reducción consiste en largas etapas de diversos sincretismos parciales que van debilitando ciertos contrastes del paradigma. De vez en cuando, el debilitamiento llega a tal punto que la distinción entre dos términos ya no es viable; entonces se da la revolución del paradigma en un sincretismo total que lo deja con un número reducido de términos. Dado el nombre limitado de términos de un paradigma, el proceso de sincretismos parciales y totales no se puede perpetuar ad infinitum. Llega a darse la situación en
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que los últimos dos términos del paradigma se acercan a un nuevo sincretismo total que, lógicamente, será también el sincretismo terminal: el pansincretismo.
1.3. PANSINCRETISMO La noción de pansincretismo designa el punto final de una serie de sincretismos totales que han ido erosionando las categorías de un subparadigma hasta su última oposición binaria. Si un último sincretismo total llega a suspender aún esta última oposición, el paradigma ya no se altera, sino que desaparece por completo. Esto puede alcanzar un subparadigma, como el de caso o de género, o incluso llegar al extremo de eliminar últimamente toda flexión. Un ejemplo espectacular de pansincretismo sería el proceso en el que la flexión nominal del latín (y más tarde del protorromance y finalmente de las lenguas romances) perdió su sistema casual y con ello el subparadigma entero de los casos. En un primer paso, el sistema de cinco casos del latín clásico se reduce a tres casos como consecuencia de dos sincretismos totales, en los que desaparecen el genitivo y el ablativo: • Sistema de cinco casos del latín clásico → el sincretismo total de genitivo, ablativo y dativo (= sincretismo total doble) elimina el genitivo y el ablativo. Más tarde, otro sincretismo total en el latín vulgar funde el dativo con el acusativo en un solo caso oblicuo, que se opone a un nominativo residual o caso recto: • Sistema de tres casos del latín vulgar → el sincretismo total del acusativo y el dativo elimina el dativo. Este estadio bicasual, tal como se puede encontrar aún en francés y occitano antiguos, representa la versión mínima de un sistema casual. A finales de la Alta Edad Media tiene lugar en francés antiguo el último sincretismo total del sistema casual, en que el caso oblicuo y el caso recto se funden en uno. • Sistema de dos casos del francés antiguo → el sincretismo total del caso recto y del caso oblicuo. No solo desaparecen ambos casos sino también, con ellos, la categoría morfosintáctica de “caso” de los nominales franceses en un pansincretismo de caso: • Pansincretismo del sistema casual en francés moderno → desaparece el paradigma casual de los nominales (aunque persista en los pronominales).
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Nótese, por lo demás, que las definiciones tradicionales de “sincretismo” citadas arriba no se adaptan muy bien ni al sincretismo total ni al pansincretismo. Recordemos que, según Trask, hay sincretismo cuando existe una “[i]dentity in form between two grammatically different inflections” (1997: 215). En el caso del sincretismo parcial, esta definición era perfectamente justificada ya que, por ejemplo, cantaba tiene efectivamente dos funciones claramente identificables. Sin embargo, cuando intentamos aplicar la misma definición al sincretismo total, esta resulta problemática. Si bien en el sistema pronominal del latín vulgar las formas del genitivo y del ablativo se han fundido con el dativo, lo han hecho de forma total en el sentido de que, una vez terminado el proceso, ya no tiene sentido hablar de ablativo o genitivo en esta lengua. Pero si estas formas morfosintácticas ya no existen en el latín vulgar, resulta igualmente incongruente hablar de las formas del nuevo dativo como si solo se tratara de una simple “identidad formal entre flexiones gramaticalmente diferentes”. El sincretismo total es más que una homonimia sistemática entre dos (o más) términos dentro de un subparadigma; más bien es la eliminación de uno o más términos del mismo. Una vez eliminados los términos ablativo y genitivo ya no se puede hablar de una “homonimia” de estos con el dativo. Lo dicho es aún más válido con referencia al pansincretismo. Aunque es cierto que ambos procesos –tanto el sincretismo total como el pansincretismo – son los resultados de homonimias acumuladas, es también cierto que estos ya no conducen a nuevas homonimias. Al contrario: al eliminar el sincretismo total términos enteros de un subparadigma y el pansincretismo subparadigmas enteros del sistema, las homonimias originales acumuladas dejan de ser homonimias. Así, las formas españolas árbol y árboles son históricamente el resultado de los sincretismos totales que eliminaron sucesivamente los casos del latín y del pansincretismo que eliminó la categoría morfosintáctica de “caso” de los nominales españoles. A pesar de esto, resultaría francamente absurdo describirlas, en los términos de la definición de Trask (1997: 215), como formas idénticas que representan tanto el nominativo como el dativo, acusativo y genitivo. Resumiendo podemos decir, pues, que: • el sincretismo parcial se basa en la homonimia entre formas morfosintácticamente distintas; • el sincretismo total se basa en la acumulación de sincretismos parciales cuando estos acaban eliminando una categoría entera de un paradigma; • el pansincretismo se basa en la acumulación de sincretismos totales cuando estos acaban eliminando un subparadigma entero del sistema lingüístico.
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Desde el punto de vista diacrónico se trata de tres grados de un mismo proceso diacrónico de larga duración en el que solo el primer grado se puede describir como homonímico. Hay que diferenciar, por tanto, dos facetas del fenómeno “sincretismo”: desde el punto de vista sincrónico, el sincretismo es un proceso homonímico dentro de un paradigma, tal como lo hemos definido en la definición 1, es decir, el sincretismo parcial; y, diacrónicamente, en cambio, el sincretismo es un proceso de reducción en el que un paradigma o bien pierde términos (sincretismo total) o bien un subparadigma entero (pansincretismo).
1.4. REINTERPRETACIÓN SINCRÉTICA Hasta ahora hemos tratado las diversas facetas del sincretismo propio que hemos caracterizado como “homonimia dentro de un paradigma” y “proceso reductor de la complejidad de un paradigma”. Ahora bien, desde los primeros sincretismos hasta la eliminación del paradigma en un pansincretismo suelen transcurrir siglos y, aunque el proceso reductor pueda desarrollarse de manera completamente regular, tal como lo acabamos de describir, existe también la posibilidad de que el proceso regular se interrumpa. Esta ruptura se da cuando un sincretismo total no conduce a una simple reorganización dentro del paradigma sino a una reinterpretación funcional del paradigma mismo. La probabilidad de que esto ocurra aumenta en la medida en que el paradigma se atrofia. Veámoslo en un ejemplo histórico: el paso en el desarrollo del sistema pronominal del latín vulgar al protorromance respecto al español antiguo. En este estadio, las marcas morfológicas de caso desaparecen por completo de los nominales y se ven otra vez severamente recortadas en los pronominales (compárese con la Tabla 3 arriba). En esta fase, el sistema pronominal se escinde en dos paradigmas: los llamados pronombres tónicos (es decir, libres) y los llamados pronombres átonos (clíticos). La distinción dativo-acusativo se sincretiza en las formas tónicas y el género neutro desaparece (Tabla 4). No estamos aquí ante un caso de simple sincretismo de formas. En la 1ª y 2ª persona de los pronombres de objeto, la diferencia entre los casos acusativo y dativo es reinterpretada como la diferencia entre dos tipos de pronombres con distribución complementaria: • los antiguos dativos pasarían a ser pronombres fuertes (ya sin distinción de caso); • los antiguos acusativos se convertirían en pronombres débiles, clíticos (ya sin distinción de caso).
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TABLA 4 Reestructuración de los pronombres personales en español antiguo Pron. tónicos
1ª
SG
NOM
DAT/AC
NOM
yo
mi
–
me
–
nos
–
te
vós
–
vos
él
–
nós
PL
2ª
tú
SG PL
3ª
SG
Clíticos
M
ti
DAT
AC
lo le
ella
F REFL PL
–
– si
ellos
M
la
–
se
–
los les
ellas
F REFL
–
– si
–
las se
Esto ya no es un ejemplo de “homonimia dentro de un paradigma inflexional”, sino la creación de otro paradigma esencialmente nuevo y al mismo tiempo de una nueva clase de palabras: los pronombres clíticos. Con esto salimos netamente del ámbito del sincretismo, que es –como hemos dicho antes– esencialmente un proceso de reducción morfológica. Propongo llamar a este tipo de interrupción de un proceso sincrético reinterpretación sincrética: Definición 4: La reinterpretación sincrética es una reinterpretación funcional de las formas residuales de un paradigma en un estado avanzado de sincretismo, lo que supone la creación de un (o varios) paradigma(s) esencialmente nuevo(s).
La reinterpretación sincrética no constituye en ella misma un caso de sincretismo, pero sí es un proceso estrechamente ligado a las fases terminales en la erosión sincrética de un paradigma o, dicho de otra manera, una reinterpretación inducida por un proceso sincrético. Es un concepto que utilizaremos en el momento de analizar las innovaciones del sistema clítico del español. Después de estas puntualizaciones terminológicas, volvemos ahora a la cuestión de las diversas innovaciones en dicho sistema y de su posición dentro del proceso sincrético de la pérdida del sistema casual.
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2. Las innovaciones en los pronombres clíticos españoles Los hechos que nos ocuparán aquí son tan conocidos que nos parece innecesario repetir todo lo que se ha publicado acerca de ellos5. La variación morfológica en los pronombres clíticos de 3ª persona, conocida con los términos leísmo, loísmo y laísmo, es ya un tema clásico de la gramática pronominal del español, por lo cual bastará recordar los hechos. Estamos hablando de fenómenos como los siguientes6: (1) —¿Conoces a Juani? —Sí, lei conozco hace tiempo. [= leísmo masculino de persona] (2) A Maríai hace tiempo que no lei veo. [= leísmo femenino de persona] (3) —¿Sabes dónde está mi libroi? —No, no lei he visto por aquí. [= leísmo de cosa] (4) Cuando vi a Pepa, la di su regalo. [= laísmo de persona] (5) Coges la sartén, la das la vuelta y ya tienes lista la tortilla. [= laísmo de cosa] (6) Cuando recojo a los niños del colegio, los llevo la merienda. [= loísmo de persona] (7) Para arreglar esos trajes, hay que sacarlos el bajo. [= loísmo de cosa]
Todos estos usos tienen en común el hecho de ser innovaciones respecto al sistema tradicional, también llamado “sistema etimológico”, porque en él las formas de la 3ª persona se dividen en dos casos, acusativo y dativo, que desempeñan todavía la misma función sintáctica que ya tuvieron sus formas etimológicamente equivalentes del latín (Tabla 5). Según el sistema etimológico, la distribución de los clíticos de 3ª persona depende de la función sintáctica de su antecedente: los OD son pronominalizados por las formas acusativas y los OI por las formas dativas. Con el leísmo, en
5 Véanse, por ejemplo, Company Company (1998), Delbecque (1990), Eberenz (2000), Fernández-Ordóñez (1999), Flores Cervantes (2002, 2006), González (1997), Moreno Fernández et al. (1988), RAE (1973), Roegiest (2005), Schmidely (1972) y Uruburu Bidaurrázaga (1993). 6 Los ejemplos están tomados de Fernández-Ordóñez (1999), hasta ahora la presentación más detallada de los fenómenos en cuestión.
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TABLA 5 Español: pronombres clíticos (“sistema etimológico”) AC
DAT
1SG/PL
me/nos
2SG/PL
te/os
3SG/PL
lo, la/los, las
le/les
cambio, los dativos invaden funciones de los acusativos; y con el laísmo y el loísmo pasa lo contrario, es decir que los acusativos suplantan las formas de dativo. Podemos distinguir al menos dos aspectos en que dichos fenómenos se relacionan con el proceso morfológico de sincretismo que nos ocupa aquí: • la extensión de formas en el dominio de otras dentro de un paradigma morfológico constituye un sincretismo en sí; • la pérdida patente del concepto de “caso” en las innovaciones puede verse diacrónicamente como la fase terminal de un proceso sincrético. Si bien es verdad que la reducción sincrética de los casos en los sistemas pronominales alcanza todas las lenguas románicas, hay que resaltar que el español es hoy la lengua más avanzada en este proceso. Mientras que en las demás lenguas romances sobrevive un último reducto del sistema casual en el seno de sus sistemas pronominales, en español han aparecido ya sistemas alternativos que reducen aún más la incidencia de la noción de “caso morfológico”, hasta, en ocasiones, llegar a abandonarla por completo. En esto consiste el particularismo español respecto a dicho fenómeno dentro de la Romania; este particularismo explica por qué hay leísmo, laísmo y loísmo en español, algo que no ocurre en ninguna otra lengua romance. Vamos a pasar revista ahora a las diferentes innovaciones a fin de poner de relieve sus semejanzas y diferencias: el laísmo (Cuando vi a Pepa, la di su regalo) consiste en un sincretismo total de las formas de dativo con las del acusativo en que los dativos, que carecen de marca de género, son suplantados por las formas del acusativo, que sí tienen dicha marca. Esta innovación es posible porque la oposición entre acusativo y dativo ya no resulta transparente, y se prefieren los acusativos porque permiten diferenciar el género. La diferenciación del género es más importante socialmente cuanto más arriba se encuentre un referente en la jerarquía de animacidad; por ende, el laísmo es más frecuente en estas circunstancias.
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El loísmo (Cuando recojo a los niños del colegio, los llevo la merienda) está estrechamente relacionado con el laísmo, con el que normalmente convive. El loísmo es en cierta manera “la otra cara del laísmo”, ya que ambos derivan del mismo sincretismo total de las formas de dativo y acusativo, con la pérdida de las formas de dativo en favor de las de acusativo. El loísmo es más frecuente con referentes plurales. Tanto con el laísmo como con el loísmo no se “reinterpreta” nada. Simplemente se abandonan unas formas en favor de otras que permitan una expresión inequívoca de género. El loísmo y el laísmo nos parecen fenómenos menos interesantes que el leísmo, ya que se trata de innovaciones claramente dialectales y socialmente estigmatizadas, sin repercusión en la lengua estándar. Además, en ambos procesos no hay reinterpretación, sino el simple abandono de formas cuya función ha resultado opaca. El leísmo en sus diferentes variedades es un caso completamente aparte.
2.1. EL LEÍSMO: REINTERPRETACIÓN SINCRÉTICA EN REACCIÓN A UN DESAJUSTE ESTRUCTURAL
Las innovaciones de leísmo, laísmo y loísmo coinciden, como decíamos, en abandonar el concepto de caso en favor de otros principios de categorización. Para poner este proceso en perspectiva se impone la necesidad de analizar antes la incidencia del concepto “caso morfológico” tanto en los pronominales como en los nominales, comparando el español con las demás lenguas romances. Para esto nos basaremos en la concepción de “caso” tal como se desprende de la definición de Grimm: “[Case is] a morphological means of marking arguments for syntactic, semantic, and/or pragmatic content” (2005: 8). En cuanto a la función prototípica del caso morfológico, Grimm la caracteriza así: marking argument structure is the primary reason for having a Case system in the first place – in order to signal what is the subject, object etc. of the predicate. Put differently, if a language has Case, its Cases at least have this function. (ibíd. 9)
De lo dicho resulta que si una lengua dispone de un marcador morfológico con la función de identificar inequívocamente al menos uno de los tres argumentos centrales (sujeto, OD u OI), se puede decir que dicha lengua posee “caso”. La cuestión de hasta qué punto las lenguas romances modernas aún disponen de caso morfológico es uno de los asuntos centrales de la filología románica. El juicio mayoritario sobre este problema diferencia entre nominales y pronominales. Se niega rotundamente la existencia de “caso” en los nominales de todas las lenguas romances modernas, con la única excepción del rumano. Sin embargo,
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esto es solo cierto del caso morfológico realizado en forma de afijo y no del marcado de caso mediante partículas o adposiciones antepuestas, tal como ocurre en el francés moderno con el marcador de dativo à: (8) Julie donne le livre à Pierre [marcado = dativo].
Respecto a los pronominales romances hay esencialmente dos corrientes de opinión: la más radical niega la existencia de caso no solo en los nominales sino incluso en los pronominales, analizando las formas residuales como casos de conservación léxica; y la otra, más corriente, en cambio acepta la supervivencia de un sistema casual residual en los pronominales (cf. Oesterreicher 1996: 283). Adoptaremos aquí la segunda de las dos opiniones, compartida también por Fernández-Ordóñez cuando escribe: El paradigma de los pronombres personales de tercera persona del español constituye el único ejemplo (con los de primera y segunda persona) de conservación parcial del sistema casual latino. (1999: 1317)
Las lenguas romances en general y el español en particular se encuentran en la fase terminal de un milenario proceso de pérdida de casos. Para documentar y analizar los detalles de esta fase terminal se impone la visión más refinada, que considera también los usos residuales de casos, sobre la otra visión, que ya da por acabado el debate antes de iniciarlo, al declarar que ya no quedan casos. Para resaltar el particularismo del español, vamos a compararlo ahora con el francés. Analizaremos primero los nominales y después los pronominales.
2.1.1. Caso en el sistema nominal El francés carece de recursos morfológicos para distinguir los sujetos nominales de los OD. Esta información se expresa en la actualidad mediante la posición de los elementos respecto al verbo. Hay, sin embargo, un marcador obligatorio y perfectamente fiable para identificar los OI en el marcador prenominal à7:
7 Es obvio que este marcador está relacionado con la preposición homónima y homógrafa à, de la que se originó etimológicamente. Sin embargo, después de gramaticalizarse en un marcador de dativo, su comportamiento sintáctico y su semántica lo han alejado tanto de su origen preposicional que preferimos ver en él un elemento esencialmente nuevo y independiente de la preposición à.
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TABLA 6 Francés: nominales Sujeto
OD
OI
Ø Ø Pierre (donne)
à ... Ø le livre
Ø Pierre (voit)
Ø Julie
Ø Pierre (voit)
Ø le livre
à Julie
Los nominales franceses se presentan entonces en un sistema bicasual en que el nominativo y el acusativo se han sincretizado en un caso no-marcado, mientras que el dativo recibe el marcador de caso à. Si nos pasamos ahora al sistema español, notamos que, a primera vista, se parece al francés en que ambos marcan los OI con un “prefijo” a. Pero, con todas las similitudes, el análisis bicasual del francés resulta insostenible aplicado a los nominales españoles. Igual que en francés, los objetos españoles se presentan en dos variantes, una marcada con el prefijo a y otra sin marca: (9) Pedro da el libro a Julia [OI marcado = dativo]. (10) Pedro ve Ø el libro [OD sin marca = acusativo].
Pero, a diferencia del francés, la línea divisoria entre objetos marcados y no-marcados no coincide con la que delimita los OD de los OI, sino que recorta y divide los OD, ya que también hay OD que llevan la marca: (11) Pedro ve a Julia [OD marcado = acusativo].
Estamos delante del “acusativo preposicional” (como se ha querido llamarlo tradicionalmente) que diferencia el comportamiento sintáctico de los OD españoles de manera tan nítida de los franceses. La tabla siguiente resume la distribución de nominales marcados y no-marcados en el español moderno (Tabla 7). Se ve muy claramente que el ámbito del marcador a comprende a todos los OI, pero sobrepasa los límites de estos e invade buena parte también de los OD, estrictamente no-marcados en francés. En consecuencia (y a diferencia del francés), el marcador a de los objetos españoles no puede considerarse un marcador de caso ya que no identifica inequívocamente un tipo específico de argumento
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TABLA 7 Español: nominales Sujeto
OD [–animado]
OI
[+animado]8
Ø
a ...
Ø Pedro (da)
Ø el libro a Julia
Ø Pedro (ve) Ø Pedro (ve)
Ø el libro
nuclear como OD u OI, dado que aparece tanto con unos como con otros. Si bien hay un marcador en español para clasificar los complementos de objeto, esta clasificación no se basa en el concepto de caso sino en el del Marcado Diferencial de Objeto (MDO), noción acuñada por Bossong (1985). El MDO, que existe en más de 300 lenguas, consiste en diferenciar morfológicamente dos tipos de transitividad, de los que uno es el término marcado mientras que el otro no lleva marca (de acusativo). La diferenciación se basa en algunas lenguas en los diferentes grados de animacidad de los objetos en cuestión, en otras en su definitud y en otras incluso en una combinación de ambos factores, como lo es también en el caso del español moderno (Aissen 2003). Otros (Parodi 1998: 91; Heusinger/Kaiser 2003: 62) sugieren además la inclusión de un tercer factor para el MDO español, la especificidad. Para facilitar la representación del complicado entrelazado de los tres factores sintetizan de ello una “jerarquía integrada de definidad” en la que se entrecruza la definidad con los otros dos factores animacidad y especificidad: TABLA 8 Jerarquía integrada de definidad, animacidad y especifidad (Heusinger/Kaiser 2003: 62)
Pron. 1a y 2a >
Pron. 3a >
SN lexical/animado > SN lexical/definido > SN lexical/específico >
SN lexical/inanimado SN lexical/indefinido SN lexical/no-específico
8 Con [+/- animado] indicamos aquí la posición alta o baja en la “jerarquía integrada de definidad, animacidad y especifidad” de Heusinger/Kaiser (2003: 62) en Tabla 8.
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A pesar de que los detalles de esta jerarquía y de las demás que se han sugerido son tan variables como sus diferentes denominaciones9, parece haber un consenso general sobre su existencia y relevancia para el MDO. En lenguas con MDO, los OD son subdivididos en dos clases en función de su posición dentro de dicha jerarquía: los OD con referentes más altos en ella forman la clase marcada del sistema y reciben en consecuencia un marcador morfológico que los distingue de los demás OD, bajos en la jerarquía, que carecen de marcador. Nótese que el MDO en general es perfectamente compatible con un sistema casual, ya que en principio deja el acusativo intacto; simplemente consiste en no marcar todos los OD, sino solo un subgrupo de ellos. No es, por tanto, el MDO en sí lo que destruye los últimos restos del sistema casual en los nominales españoles; esto se debe más bien al hecho de que el MDO es idéntico al marcador de dativo (= OI), con lo que este deja de ser un marcador inequívoco. Con la pérdida de un marcador de dativo ya no queda en los nominales ningún marcador que sirva para marcar inequívocamente un argumento principal. En consecuencia, y a diferencia del francés, los nominales españoles no llevan marcador de caso, sino que siguen los principios del Marcado Diferencial de Objeto.
2.1.2. Caso en el sistema pronominal Después de haber destacado las diferencias entre los nominales franceses y españoles, pasamos ahora a fijarnos en ambos sistemas pronominales. En francés los “pronombres tónicos” se comportan como nominales plenos con respecto al sistema bicasual: TABLA 9 Francés: pronombres fuertes Sujeto
OD
Ø Ø lui (donne)
9
OI à ...
Ø celui-ci
à elle
Jerarquías muy similares a la de Heusinger/Kaiser (2003) se han llamado también “jerarquía de tematicidad” (Detges 2005: 156), “jerarquía de agentividad” (Mallinson/Blake 1981: 80) o “jerarquía de especifidad” (Parodi 1998: 91). Todas remontan a una jerarquía de Silverstein (1976: 113) la que su autor simple y sabiamente llamó “feature hierarchy”.
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En sus clíticos, el francés aún mantiene un sistema con tres casos con un “nominativo” para los clíticos de sujeto, y un acusativo y un dativo para los clíticos de objeto: TABLA 10 Francés: pronombres clíticos AC
NOM
DAT
1SG/PL
je/nous
me/nous
2SG/PL
tu/vous
te/vous
3SG/PL
il, elle/ils, elles
le, la/les
lui/leur
No cabe duda de que esto constituye un sistema de caso. Todas las formas no-sincretizadas identifican un tipo de argumento principal: los acusativos de 3ª persona siempre se refieren a OD, mientras que los dativos de 3ª persona identifican los OI. En español –como ocurre también en francés–, los pronombres tónicos muestran el mismo comportamiento que los nominales léxicos plenos. No obstante, en español esto significa que ya no se rigen por un sistema casual, sino que son sujetos al MDO con sus dos tipos de OD: TABLA 11 Español: pronombres fuertes Sujeto
OD OI [–animado]
Ø Ø Él (le da)
[+animado] a ...
Ø este/esta/esto a él/a ella
Ø Él ([lo/le/la] ve) Ø Él (ve)
Ø este/esta/esto
En los clíticos pronominales, la situación en español también se parece a primera vista a la del francés, ya que por el momento nos limitamos al “sistema etimológico” (cf. Fernández-Ordóñez (1999: 1319) y no consideramos los sistemas innovadores:
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TABLA 12 Español: pronombres clíticos (“sistema etimológico”) AC
DAT
1SG/PL
me/nos
2SG/PL
te/os
3SG/PL
lo, la/los, las
le/les
Se ve que los clíticos franceses del acusativo y del dativo coinciden en casi el 100% de los casos con el “sistema etimológico” español; en ambos, la distribución de las formas de 3ª persona se basa en una oposición entre el acusativo y el dativo. En los nominales, en cambio, la situación es claramente distinta en ambas lenguas: en francés existe una correlación estable entre [à SN] ⇔ y [Ø SN] ⇔ . Mientras que en español no se puede construir una relación fiable entre el marcador a y ningún tipo de argumento concreto10.
2.2. DOS SISTEMAS INCOMPATIBLES PARA LA CATEGORIZACIÓN DE ARGUMENTOS DE OBJETO EN ESPAÑOL
Tal y como acabamos de exponer, el MDO ha suplantado la oposición de caso acusativo y dativo en los nominales españoles. Por otro lado, esta oposición casual persiste aún en los pronominales clíticos de 3ª persona del “sistema etimológico”. Con eso, donde en francés solo hay un principio unitario conviven en la mayoría de las variedades del español dos principios distintos (y parcialmente inconmensurables) para la categorización morfosintáctica de los objetos: un sistema basado en la oposición de acusativo y dativo en los clíticos, y otro basado en [+/-MDO] en los nominales y los pronombres fuertes:
10
Es obvio que el marcador a era históricamente la marca exclusiva de los OI y que su extensión al ámbito de los OD constituye una innovación. Sin embargo, en la construcción ditransitiva el estado anterior se ha fosilizado hasta cierto punto: en esta construcción existe la posibilidad e incluso una tendencia de prescindir del MDO, aunque todas las condiciones para marcar el OD estén presentes, cf. “Ha sido forzoso dejar [el/al] conde en rehenes [*el/al] enemigo” (Heusinger/Kaiser 2007: 89). Si es verdad que, en la construcción ditransitiva, el marcador de OD puede suprimirse, no se puede decir lo mismo del marcador del OI, que, aun aquí, es estrictamente obligatorio.
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TABLA 13 Categorización de argumentos en español: “sistema etimológico” → Caso (con clíticos) Función sintáctica Sujeto (= nominativo) OD (= acusativo) OI (= dativo)
→ MDO (con nominales)
Clíticos
SNs (y pronombres fuertes)
—
[Ø Pedro]/[Ø Él] canta.
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [Ø mi coche]/[Ø esto].
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [a mi padre]/[a él].
[Le] doy el libro.
Doy el libro [a Pedro]/[a él].
MDO
[–animado] = [+animado] =
Con todo esto, debemos volver a lo que decíamos en el primer párrafo de este artículo: todas las innovaciones en los clíticos españoles, a pesar de su polifonía de diferentes soluciones, se remontan al mismo desajuste en el sistema, el cual debilita las intuiciones de los hablantes y da vía libre a reinterpretaciones y simplificaciones. Este desajuste lo acabamos de encontrar en los clíticos de 3ª persona del sistema etimológico: el sistema dativo/acusativo de los clíticos entra en conflicto con los principios que rigen la categorización de los objetos nominales (≠ francés). Sugerimos analizar el fenómeno del leísmo en el contexto de este desajuste entre los clíticos y los nominales. El leísmo consiste en el uso de las formas etimológicamente dativas de los clíticos de 3ª persona le(s) en función de OD. Se distinguen diversas formas y diversos grados del fenómeno: el leísmo más frecuente y extendido es el referido a un objeto singular masculino y personal: (12) —¿Conoces a Juani? —Sí, lei conozco hace tiempo.
Algo menos frecuente es el leísmo plural, referido normalmente a personas: (13) Esta tarde voy a recoger a los niñosi del colegio y lesi llevaré al parque.
El leísmo masculino de persona, tanto singular como plural, podría considerarse la variedad más extendida y, por tanto, prototípica de este fenómeno. El leísmo femenino de persona también existe, pero es el tipo de leísmo más raro de todos: (14) A Maríai hace tiempo que no lei veo.
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(15) Aquí no hay monjasi. En la guerra lesi mataron a todas.
Al lado del leísmo de persona hay también ejemplos de leísmo de cosa masculina, de difusión más reducida: (16) —¿Sabes dónde está mi libroi? —No, no lei he visto por aquí11.
Sin embargo, las formas de leísmo más frecuentes y con más incidencia en la lengua estándar se dan sobre todo con referentes animados: Varios autores [...] piensan que el leísmo y la extensión del complemento directo preposicional (que coincide con la marca del complemento indirecto) responden a la tendencia a crear una distinción gramatical entre animado e inanimado. (SánchezMiret 2001: 645-646)
Más exactamente habría que decir que la probabilidad de ser pronominalizado por le(s) depende de la posición del antecedente en la misma “jerarquía integrada de definidad, animacidad y especifidad” que ya hemos aducido como el principio más importante que rige el MDO o, dicho de otro modo: el leísmo (o al menos ciertos tipos de leísmo) traspone al ámbito de los clíticos el principio según el que se categorizan los nominales, es decir, el Marcado Diferencial de Objeto. Con esto, el desajuste entre clíticos y nominales se suaviza (con el “leísmo moderado”) o incluso desaparece por completo: TABLA 14 Categorización de argumentos en español: sistema “leísta” → MDO (con clíticos, pronominales y nominales) Función sintáctica
Clíticos
SNs (y pronombres fuertes)
Sujeto y OD1
—
[Ø Pedro]/[Ø Él] canta.
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [Ø mi coche]/[Ø esto].
Pedro [le] conoce.
Pedro conoce [a mi padre]/[a él].
[Le] doy el libro.
Doy el libro [a Pedro]/[a él].
OD2 y OI
11
Los ejemplos son tomados de Fernández-Ordóñez (1999: 1319).
MDO [–animado] = [+animado] =
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No es muy sorprendente que se haya abandonado el concepto de dativo en favor de otro principio de categorización percibido como más útil. El caso dativo ya no aparece en ningún otro lugar del español, de modo que las formas le/les son los últimos vestigios de este caso puesto que, incluso dentro del paradigma de los clíticos, la oposición de caso se limita a la 3ª persona. Con una carga funcional tan baja era de esperar que la oposición de caso resultara opaca a muchos hablantes. Aun así, las formas la(s), lo(s) y le(s) continúan presentes en la lengua. Los hablantes se ven así confrontados con formas cuya motivación ignoran. En estos casos, las lenguas naturales siguen el principio cognitivo de “¡evítese la opacidad!”, principio que está también detrás de los cambios basados en la “etimología popular”. Si la motivación de una forma o una construcción ya no es evidente, los hablantes tienen dos posibles soluciones para resolver este problema: o bien las formas opacas son abandonadas por completo, o bien los hablantes recurren a la analogía para asignarles una nueva función. Ambas soluciones se encuentran entre las innovaciones del sistema pronominal clítico español: TABLA 15 Español: soluciones alternativas (y complementarias) Sustitución de le(s)
Reinterpretación de le(s)
Nombre:
laísmo, loísmo
leísmo
Técnica:
Uso de formas “acusativas” para los OI
lo(s)/la(s) pronominalizando [–MDO] le(s) pronominalizando [+MDO]
Motivación:
Los casos son semánticamente opacos, el género no lo es. Las formas acusativas permiten la distinción de los géneros.
El MDO es una extensión de las marcas de dativo a los OD [+temático]s. Esto sirve como motivación para una extensión análoga de las formas de dativo a los pronombres clíticos.
Desventaja:
El MDO no se ve reflejado en los clíticos pronominales.
Se pierden las marcas de género.
Ejemplo:
Cuando vi a Pepa, la di su regalo.
A María hace tiempo que no le veo.
Según nuestro análisis, el leísmo constituye una reinterpretación sincrética de la oposición lo(s)/la(s) ~ le(s) basada en una analogía con el sistema binario que establece el MDO en los nominales (o bien con otros sistemas de “non-canonical
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marking of core-arguments”; cf. Haspelmath 2001: 53 y ss.). La base de esta analogía es la única correlación fija entre las marcas nominales y pronominales: al clítico le le corresponde siempre el nominal marcado con a. La teoría expuesta se ve confirmada por una comparación del español con las demás lenguas romances, ya que permite responder a la pregunta: ¿Por qué hay leísmo en español y no en francés o en italiano? La respuesta se debe a los factores ya mencionados: el francés, como tampoco el italiano estándar, no tiene MDO y conserva además el concepto de un marcador inequívoco de los OI (= dativo) también fuera de los pronombres clíticos de 3ª persona. A diferencia del español, en estas lenguas no hay ningún desajuste sistemático entre los clíticos y los nominales, y por lo tanto no existe ninguna necesidad de reinterpretación sincrética en sus clíticos. Otro factor que tal vez favorezca la innovación es la tendencia fuerte y aún creciente de utilizar el doblado de clíticos en español –más fuerte, efectivamente, que en ninguna otra lengua romance–. El doblado de clíticos crea situaciones en las que el clítico aparece en la misma oración con su SN co-referente. Los OD no marcados aparecen siempre con lo: (17) Ø El libro lo conozco y lo he leido12. (18) Ø El libro lo conozco. He oído hablar de él13.
Si, en cambio, el OD es del tipo marcado, se esperaría que esto también se manifieste en el clítico co-referencial. El desajuste entre los dos principios de categorización se haría así más notable en ejemplos como (19) y (20), donde el complemento directo marcado con a aparece en la inmediata vecindad del clítico. La utilización de lo (tal como lo prevé el sistema etimológico) chocaría con el MDO del complemento directo y es reemplazado por le: (19) Yo al tío le conozco. A la tía, por desgracia, no, porque está muy buena14. (20) Yo al tío le conozco, me lo presentaron cuando estaba en amistades peligrosas [...]15. 12 Ejemplos auténticos –(17)-(20)– encontrados en newsgroups en Internet: [última consulta: 22-10-2010]. 13 [última consulta: 22-10-2010]. 14 [última consulta: 13-01-2010]. 15 [última consulta: 22-10-2010].
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Desde el punto de vista cognitivo, la utilización del SN marcado podría desencadenar de forma casi automática la utilización del clítico le(s); una vez categorizado el nominal a base de un sistema clasificatorio y no casual como el MDO, se hace notar más el desajuste en un clítico co-referente que le sigue inmediatamente.
3. Conclusión Hemos argumentado en esta contribución que el sincretismo –visto desde una perspectiva diacrónica– no suele presentarse como un fenómeno singular y aislado, sino más bien en forma de secuencias estructuradas de múltiples sincretismos interrelacionados que sugerimos llamar procesos sincréticos. Dichos procesos sincréticos empiezan con sincretismos parciales que con el tiempo van acumulándose en sincretismos totales, los que, a su vez, se acumulan y llegan finalmente al pansincretismo, la desaparición de todo el (sub)paradigma. Sería, sin embargo, erróneo imaginarse el avance de un proceso sincrético como el funcionamiento imperturbable y mecánico de una ley natural. Cuanto más el proceso se acerca a un nuevo nivel –sea un nuevo sincretismo total o incluso un pansincretismo–, más el sistema se desestabiliza y se presta a reinterpretaciones por parte de los hablantes. Los últimos términos de una oposición en un estado avanzado de desintegración ya no llevan un gran peso funcional y asumen más bien el carácter de excepciones cuya función puede llegar a perderse. En estos momentos de inestabilidad estructural inducida por un proceso sincrético pueden incidir las reinterpretaciones sincréticas: análogamente a los procesos de etimología popular, se buscan nuevas interpretaciones para unas formas cuya función primitiva ya no se entiende. En español, el milenario proceso sincrético que eliminó el caso morfológico del ámbito de los nominales y que lo ha reducido al máximo en los pronominales ha resultado en dos reinterpretaciones sincréticas importantes, cada una asociada con la fase terminal poco antes del pansincretismo final de los respectivos paradigmas: el MDO en los nominales y el leísmo en los pronominales. En los nominales, el sistema morfológico de los casos se había reducido a un dativo marcado analíticamente con el marcador a y en los demás casos sin marca alguna. Este marcador evolucionó de un marcador de caso dativo a un marcador de MDO mediante una reinterpretación sincrética del último término del primitivo sistema casual. El estadio final del pansincretismo, en este caso la pérdida total del subparadigma de caso de los nominales, no se alcanza por el simple abandono de la última marca de caso sino a través de una reinterpretación de la misma y el nacimiento de un nuevo paradigma binario a base del MDO. En cuanto a la pérdida
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definitiva del sistema casual, se podría hablar de pansincretismo, aunque el último paso no se pueda considerar técnicamente como un sincretismo sino como una reinterpretación. Es muy probable que los últimos estadios de los procesos sincréticos se desarrollen típicamente así, con la intervención de una reinterpretación, y que un último sincretismo total, es decir, el simple abandono del último término marcado del sistema, es más bien una excepción que la regla. Podemos observar ambas posibilidades en el proceso sincrético que, paralelamente a aquel que eliminó los casos de los nominales, ha ido reduciendo el sistema casual de los pronominales clíticos españoles –aunque con algunos siglos de retraso con respecto al primero–. En la mayoría de las variedades del español, este proceso aún no ha llegado al pansincretismo de caso, ya que se mantiene en la 3a persona una última oposición casual entre el dativo y el acusativo. De acuerdo con nuestra hipótesis de que la fase terminal de un proceso sincrético es un momento de máxima inestabilidad, podemos constatar la existencia de diversas innovaciones, conocidas como loísmo, laísmo y leísmo, que todas tienen en común el hecho de eliminar el concepto de caso morfológico del sistema y de empujarlo hacia un pansincretismo, aunque sea con sendos resultados distintos. Mientras laísmo y loísmo llegan al pansincretismo a través de un último sincretismo total que elimina las formas del dativo, el leísmo, en cambio, implica otra reinterpretación sincrética –hasta cierto punto idéntica a la que en su tiempo eliminó el sistema de caso de los nominales–: la oposición acusativo-dativo se reinterpreta en analogía con el sistema de MDO de los nominales, asociando las formas lo(s) con el término no-marcado y las formas le(s) con el término marcado de este sistema. Se desprende de estas observaciones que una descripción del sincretismo como fenómeno diacrónico tiene que diferenciar entre diferentes niveles de incidencia del mismo y, lo que es más, debe tener en cuenta también la reinterpretación sincrética, la cual, aunque no sea ella misma un sincretismo, se ve estrechamente ligada con los procesos sincréticos en sus fases terminales. Todos los fenómenos en conjunto constituyen los procesos sincréticos y sería, por tanto, equivocado excluir la reinterpretación sincrética del análisis por el mero afán de mantener la teoría del sincretismo limpia de elementos ajenos.
4. Epílogo: el loísmo astur-cántabro Hasta aquí hemos tratado sobre dos tipos de innovaciones: el primero, representado por el loísmo y el laísmo, consiste en eliminar las formas del dativo en un sincretismo total, suplantándolas por las formas del acusativo, que operan como diferenciadores de género; y el segundo, representado por el leísmo “de perso-
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na”, consiste en una reinterpretación de las formas de dativo en analogía con la categorización morfosintáctica de los objetos nominales, el MDO. Existe, sin embargo, una innovación importante más, que hay que clasificar con el segundo tipo, ya que no se basa en un simple sincretismo total sino en otra reinterpretación sincrética: el loísmo astur-cántabro. Este loísmo es un sistema dialectal particular que, a pesar de su nombre, tiene poco en común con el loísmo general, aparte de ser una expansión del uso de la forma lo. El sistema mantiene el uso etimológico (lo, la, le) con referentes individualizados, pero usa exclusivamente la forma lo para los genéricos: (21) La leche lo traen de las montañas para venderlo. (22) Coge esta manzana y cómetela. (23) La manzana da gusto verlo en el árbol (Fernández-Ordóñez 1999: 1356).
Formalmente se trata de un sincretismo parcial de la oposición de género dentro del acusativo que solo atañe a una parte de sus ocurrencias. Se introduce así en el paradigma una nueva categoría: la oposición [+/-genérico]. En este paradigma esencialmente nuevo, la forma lo es homonímica y puede representar o bien un referente [-genérico, +masculino, +singular] o bien un referente [+genérico, +/masculino]. El loísmo astur-cántabro es, por ende, un ejemplo de una reinterpretación sincrética con el establecimiento de un nuevo paradigma. La creación de este nuevo paradigma, basado en parte en la distinción [+/-genérico], es motivada internamente por su analogía con el sistema astur-cántabro de las desinencias adjetivales, en que se observa la misma distinción:
–genérico +genérico
M
F
-o(s)
-a(s) -o
A pesar de sus diferencias, el loísmo astur-cántabro y el leísmo tienen algunos rasgos importantes en común: ambos son reacciones a la debilitación del concepto de caso en la fase terminal del mismo proceso sincrético y ambos reinterpretan las formas de la 3ª persona a partir de una analogía con una distinción ya preexistente en su sistema: con el MDO en el caso del leísmo y con el neutro de materia en el caso del loísmo astur-cántabro.
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S I N C R E T I S M O , M U LT I F U N C I O N A L I D A D E N L O S C L Í T I C O S D E P E R S O N A D E L E S PA Ñ O L Y ESCALAS NOMINALES* FERNANDO ZÚÑIGA Universität Zürich
1. Introducción: objetivos, terminología y estructura del artículo Para efectos de este artículo entiendo por sincretismo la homonimia que se observa en ciertos paradigmas flexivos de algunas lenguas del mundo, estas últimas típicamente de morfología fusional (Carstairs-McCarthy 1994). Dicho de otro modo, una forma flexiva es sincrética si corresponde a múltiples valores de categorías morfosintácticas; comúnmente, si bien no de manera exclusiva, las categorías de caso, persona, género y número (Baerman 22006). Algunos modelos tipológicos han buscado explicar las formas y el comportamiento de las marcas personales, ya sean ellas sincréticas o no, en una gran variedad de idiomas basados en escalas o jerarquías nominales. La referencia seminal clásica es Silverstein (1976), donde se muestra cómo una escala (o familia de escalas) relativamente simple da cuenta de varios patrones de caso nominal en lenguas australianas. El modelo propuesto por Haspelmath (2007) trata algunos fenómenos relacionados relevantes para formas españolas –en particular, sincretismos de los paradigmas romances de marca de persona–. En este contexto, el presente artículo tiene dos objetivos: primero, explorar en qué medida es posible contribuir a la discusión de los sincretismos de las marcas personales en español desde esta perspectiva funcional-tipológica particular; segundo, ilustrar con ejemplos tomados del español y otras lenguas romances algunos problemas que presentan los modelos tipológicos basados en escalas, así como discutir la aplicabilidad y eventual necesidad de adaptación de las escalas usadas hasta ahora por dichos modelos. Con el fin de analizar las formas y el comportamiento de las marcas personales, distingo –al igual que la mayoría de estudios tipológicos sobre alineación morfosintáctica– tres tipos de cláusulas (es decir, predicado y sus argumentos):
* Agradezco los numerosos y valiosos comentarios de las editoras del presente volumen sobre una versión preliminar de este artículo, así como aquellos de un comentarista anónimo.
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monovalentes (p. ej., murió, salté), bivalentes (p. ej., vi a María, él la llamó) y trivalentes (p. ej., le dio la carta, se las enviaron). Las cláusulas monovalentes tienen un argumento único, representado habitualmente por medio de S. Las cláusulas bivalentes tienen dos argumentos, representados por A (agentivo) y O (pacientivo) respectivamente. Por último, las cláusulas trivalentes tienen tres argumentos, a saber, un sujeto y dos complementos, de los cuales uno corresponde al tema y el otro al receptor (entre otros roles semánticos que pueden tomar estos argumentos), representados por T (similar al tema) y R (similar al receptor) respectivamente. Una particularidad de la alineación española tiene un rol importante en la discusión que sigue: la marca diferencial del objeto (O) o el fenómeno de DOM –es decir, no todos los argumentos O reciben el mismo tratamiento morfosintáctico–. Dicho fenómeno explica la coexistencia en la lengua de un patrón indirectivo (o sea, O y T son tratados del mismo modo, diferente de R) y uno secundativo (o sea, O y R son tratados del mismo modo, diferente de T; la referencia clásica es Dryer 1986; véanse Haslpelmath 2007 y especialmente Malchukov et al. 2007 para más detalles acerca de la alineación morfosintáctica tomando en cuenta cláusulas trivalentes). El artículo está estructurado como sigue: el apartado 2 presenta brevemente las formas sincréticas en torno a las cuales se centra la discusión posterior. Dado que el examen de los pronombres personales y los clíticos de persona del verbo finito tanto de las variedades del español americano como de aquellas del español peninsular complicaría innecesariamente la exposición sin invalidar las conclusiones, me limito a considerar aquí el español americano –esto es, sin considerar las formas vos, vosotros, etc. para la 2ª persona plural sin honorificidad, pero sí el fenómeno habitualmente llamado voseo pronominal, que introduce una complicación adicional en la 2ª persona singular–. El apartado 3 aborda la cuestión de las formas de las marcas personales con especial énfasis en los sincretismos observados y su posible motivación, mientras que el apartado 4 se concentra en el comportamiento de secuencias de clíticos a la luz del poder explicativo de las escalas nominales. Y el apartado 5 contiene conclusiones y reflexiones finales.
2. Pronombres personales y clíticos de persona del español Los pronombres y clíticos personales del español se aprecian en las tablas 1 y 2. La Tabla 1 muestra no solo las formas que se utilizan para 3ª persona, sino también las formas de 2ª persona que históricamente derivan de sintagmas nominales –usted(es) < vuestra(s) merced(es)–, por comportarse estas del mismo modo que las de 3ª persona para los efectos de los fenómenos tratados en el presente artículo. La Tabla 2 muestra las formas utilizadas para los participantes del acto
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del habla (1ª y 2ª personas, PAH). He clasificado las formas de la 2ª persona singular según honorificidad, sin tomar en cuenta toda la complejidad de su uso –baja (vos), media (tú) y alta (usted)–, con el objetivo de hacer más simple la presentación. TABLA 1 Pronombres y clíticos personales del español, 3ª persona 3SG. F 2SG. HA 3SG. M NOMINATIVO, PREPOSICIONAL
ella
ACUSATIVO
la
DATIVO
le
REFLEJO
se
usted
él
lo
3PL. F
2PL
3PL. M
ellas
ustedes
ellos
las
los
les
TABLA 2 Pronombres y clíticos personales del español, 1ª y 2ª personas
NOMINATIVO,
entre
Otras preposiciones con(-) ACUSATIVO, DATIVO, REFL
1SG
2SG. HM
2SG. HB
1PL. F
1PL. M
yo
tú
vos
nosotras
nosotros
mí
ti
-migo
-tigo
me
te
nos
De la información presentada se desprende que los sincretismos observados en los pronombres y clíticos personales son en cierta medida complementarios. Si bien todos los morfemas en cuestión distinguen persona gramatical, uno de ellos no distingue número (se); solo algunos, casi exclusivamente los de 3ª persona, distinguen género –él, ellos, ella(s), lo(s), la(s), nosotros–; las formas correspondientes a participantes del acto del habla no distinguen acusativo, dativo y reflejo1, pero sí difieren en el singular según sigan a entre, con u otras preposiciones;
1 El latín distingue las formas reflejas (ACC/ABL se¯, DAT sibi, GEN suı¯ ) de las no reflejas (ACC eum/eam, DAT eı¯ , etc.) solo para la 3ª persona, pero todas las personas tienen formas dis-
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y las formas correspondientes a 3ª persona no distinguen entre diferentes preposiciones, al igual que la 1ª persona plural, pero sí difieren según caso gramatical. Esta distribución se aprecia en la Tabla 3; el símbolo ✓ indica que las formas distinguen la categoría gramatical en cuestión y el símbolo ✘ identifica formas sincréticas. TABLA 3 Categorías gramaticales de las marcas de persona PAH SG
PAH PL
3ª
Persona
✓
✓
✓
Número
✓
✓
✓/✘
Género
✘
✓/✘
✓/✘
Caso
✘
✘
✓
Preposición
✓
✘
✘
3. DOM, escalas nominales y los sincretismos de las formas españolas desde una perspectiva tipológica y panrománica Una de las características de la gramática española que resulta particularmente interesante desde una perspectiva comparativa es el uso de la preposición a con algunos complementos directos –el así llamado “acusativo preposicional” o, más precisamente, la marca diferencial del objeto (differential object marking o DOM)–. En términos muy generales, los complementos directos pronominales de 1ª, 2ª o 3ª persona, nombres propios de seres humanos, así como sintagmas nominales que denotan seres humanos específicos (esto último posiblemente ligado a un rol particular en el discurso), van obligatoriamente marcados con a (al igual que los complementos indirectos; en otras palabras, esta marca es sincrética). A excepción de las construcciones donde el argumento pacientivo de algunos predicados como calificar o modificar lleva la marca a en algunas variedades del español, los complementos directos inanimados o humanos no especí-
tintas para las funciones O y R respectivamente (me¯ vs. mihi, eum vs. eı¯ , se¯ vs. sibi, etc.). Las formas reflejas españolas, por el contrario, no distinguen la correferencialidad con un argumento en función O de aquella con uno en función R para ninguna persona: se levanta, se lava las manos, me levanto, me lavo las manos.
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ficos normalmente no aparecen marcados, y se observa cierta variación con complementos directos animados pero no humanos, entre otros2. Como se mencionó en la introducción, dicho fenómeno es responsable de que la alineación morfológica española presente dos patrones con respecto a caso nominal, a saber, uno indirectivo (1) y uno secundativo (2): (1) a. Vi una piedra sobre la mesa. b. Le di una piedra a Antonio. (2) a. Vi a Carlos en la biblioteca. b. Le di un libro a Carlos.
En el patrón indirectivo, el sintagma nominal que corresponde a la función O en una cláusula bivalente –una piedra en (1a)– lleva la misma marca formal que aquel sintagma nominal que corresponde a la función T en una cláusula trivalente –una piedra en (1b)–; en este caso, ninguno de los sintagmas tiene una marca explícita. Aquí se habla habitualmente de complementos u objetos directo e indirecto. En el patrón secundativo, en cambio, el sintagma nominal que corresponde a la función O en una cláusula bivalente –a Carlos en (2a)– lleva la misma marca formal que aquel sintagma nominal que corresponde a la función R en una cláusula trivalente –a Carlos en (2b)–; en este caso, la preposición a. Aquí se habla de complementos u objetos primario y secundario. Un reciente estudio preliminar de Haspelmath (2007) aborda el asunto de la marca diferencial de diferentes argumentos desde una perspectiva más amplia; en particular, investiga la existencia y la motivación de fenómenos como la marca diferencial del sujeto y la del objeto, pero también la marca diferencial del argumento R y la aparentemente mucho menos frecuente marca diferencial del argumento. Haspelmath toma la idea propuesta originalmente por Silverstein (1976) y citada habitualmente en la literatura tipológica sobre patrones de caso nominal y concordancia verbal, según la cual las desviaciones de una configuración prototípica de relaciones semántico-referenciales entre los participantes
2
Un fenómeno relacionado, pero que no se abordará aquí, es el leísmo, es decir, el uso de le(s) en lugar de lo(s) en algunas variedades del español cuando el complemento directo es masculino y humano; tampoco se considerarán en el presente estudio el loísmo y el laísmo. El lector interesado en DOM desde una perspectiva comparativa y teórica deberá consultar los trabajos de Bossong (1985, 1998) y Aissen (2003), pero también los de Dalrymple/Nikolaeva (2006), De Swart (2007), Næss (2004). Especial mención merece el artículo de Company Company (2001) acerca de la evolución de DOM en el español desde una perspectiva tipológica.
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agentivo y pacientivo de un evento transitivo pueden modelarse sobre la base de una o más de las siguientes escalas nominales3: (3) a. Animación: [+humano] > [+animado, -humano] > [-animado] b. Definitud: [propio] > [+definido] > [+específico, -definido] > [-específico] c. Persona: 1ª/2ª > 3ª
En ocasiones estas escalas aparecen combinadas en una (bajo el nombre de escala o jerarquía de empatía, individuación o indizabilidad), por ejemplo, como en la versión relativamente simplificada ilustrada en (4), y a veces se incluyen otros parámetros que han demostrado ser relevantes en algunas lenguas, como el número y la topicalidad. (4) 1ª/2ª > 3ª > nombre propio > [+humano] > [-humano]
Según la opinión comúnmente aceptada, mientras más alto sea el lugar ocupado por el argumento O en dichas escalas, más probable es que reciba un tratamiento morfosintáctico especial, por ejemplo, marca de caso o concordancia verbal distintas de cero. De modo similar, mientras más bajo sea el lugar ocupado por los argumentos A o R en dichas escalas, más probable resulta que reciban un tratamiento morfosintáctico especial4. Para DOM en español, según esta argumentación, el punto de corte se localiza en los entes animados no humanos de 3ª persona (dada la variación observada con animales) y en los entes indefinidos específicos –busco a una secretaria (particular) vs. busco Ø una secretaria (cualquiera). En segundo término, Haspelmath (2007) propone que una escala como (4) sirva para explicar adecuadamente una diversidad particular que se encuentra en diferentes lenguas del mundo: mientras más bajo sea el lugar que ocupe el argumento R, el tratamiento morfosintáctico que reciba será diferente de aquel que reciba el argumento T, pero diferentes idiomas muestran distintos puntos de corte a lo largo de la escala. Por ejemplo, en el latín y el lezgui (norcaucásica; Rusia, Azerbaiyán), el argumento R siempre aparece marcado de manera especial, sin importar dónde se encuentre el argumento en la escala (el tipo I de Haspelmath). Sin embargo, el francés, así como las lenguas abjasia (norcaucásica) y georgiana
3
Véase Zúñiga (2006: cap. 2) para una discusión detallada de las escalas o jerarquías nominales. 4 Ambos fenómenos parecen decir relación con el hecho de que la configuración prototípica (“A alto, O bajo”) es más frecuente en el uso del lenguaje (Jäger 2004).
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(kartveliana) de Georgia, no distinguen entre diferentes formas de los pronombres (átonos) para argumentos T y R si se trata de la 1ª o 2ª persona, pero sí lo hacen a partir de la 3ª persona (tipo II). Haspelmath ha hallado sistemas similares en el tangale (afroasiática; Nigeria) y el krongo (kadugli; Sudán), pero también en el ámele (Trans-Nueva Guinea) y el yimas (Sepik-Ramu) de Papúa Nueva Guinea (ver Tabla 4, donde la primera forma de 3ª persona corresponde al argumento O/T y la segunda al argumento R). TABLA 4 Marcas de O/T y R en lenguas del Tipo II5
Tangale
1SG
2SG
1PL
2PL
3SG (.M)
-no ~ -no. ~ -n
-ko ~ -ko. ~ -k
-mu ~ -mu. ~ -m
-ku ~ -ku. ~ -k
mbé.e.ndâm -ni ~ -n
Krongo
à’àŋ
ù’ùŋ
àŋŋá/óow
àakà
ì’ìŋ àníŋ
Ámele
-it
-ih
-ig
-ig
-ud -ut
Yimas
ŋa-
nan-
kra-
kul-
na(n)akn-
Francés
me
te
nous
vous
le lui
Un tercer tipo de lengua lo representa el pero (afroasiática; Nigeria), donde a partir de los nombres propios el argumento R tiene una marca distinta de aquella del argumento T. Un cuarto tipo se encuentra en el drehu (oceánica; Nueva Caledonia), donde solo los nombres comunes distinguen formalmente R de T –los pronombres y nombres propios no lo hacen–. Los cuatro patrones mencionados se ilustran esquemáticamente en (5):
5 Fuentes: Foley (1991: 200-201), Jungraithmayr (1991: 36), Reh (1985: 144, 166), Roberts (1987).
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(5) Marca diferencial del receptor (Haspelmath 2007):
I II III IV
1/2 X
3 X X
NPR
X X X
[+HUM] X X X X
[–HUM] X X X X
latín, lezgui yimas, georgiano, tangale, francés pero drehu
Es interesante preguntarse cuál es la posición ocupada por las demás lenguas romances en el cuadro descrito anteriormente. Haspelmath ilustra el tipo II en las lenguas romances mediante el sistema francés, idioma en el cual los pronombres átonos de 1ª y 2ª personas no distinguen T de R: me, te, nous, vous; los de 3ª persona sí lo hacen: le, la les (T) y lui, leur (R); los pronombres tónicos y los sintagmas nominales no pronominales no llevan marca en función T (j’ai vu Ø Jean, ‘vi a Juan’) y siempre la llevan en función R (j’ai donné mon livre à Jean, ‘le di mi libro a Juan’). El español es similar al francés, ya que los pronombres átonos se comportan del mismo modo –me, te, nos; lo(s), la(s) vs. le(s) o se, ver tablas 1 y 2–, pero hay dos características adicionales que deben ser tomadas en cuenta. Primero, existe un patrón de DOM, es decir, de alineación escindida no solo con respecto al argumento en función R sino también de aquel en función O, este último ausente en el francés. Segundo, las formas pronominales de 2ª persona que se originaron a partir de sintagmas nominales no pronominales –usted(es)– se comportan como estas últimas, o sea, del mismo modo que las formas pronominales de 3ª persona. Otras lenguas romances presentan algunos problemas de interés en el presente contexto. En primer lugar, el rumano confirma el hecho de que no es posible desestimar la categoría gramatical de número para las marcas personales de los PAH: las formas del plural son sincréticas con respecto a las funciones R y O/T como sus contrapartes españolas, pero las formas del singular no lo son (Tabla 5). TABLA 5 Rumano (ver también Legendre 2000, Monachesi 2000, Loporcaro 2007) 1SG
2SG
DATIVO
îmi
ît¸i
ACUSATIVO
ma˘
te
1PL
2PL
ne
va˘
En segundo lugar, y alejándonos del extremo del espectro representado por el rumano, veamos las marcas personales correspondientes a los PAH en el italiano
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y algunas variedades italorromances. Las formas del italiano estándar muestran sincretismos diferentes según se trate de singular o plural: al igual que en español, el singular distingue un caso recto (io, tu) de uno preposicional (me, te), mientras que el plural tiene una sola forma (noi, voi). Ambos números distinguen estas formas de las formas oblicuas (mi, ti, ci, vi) (Tabla 6). TABLA 6 Italiano estándar 1SG
2SG
RECTO
io
tu
PREPOSICIONAL
me
te
OBLICUO
mi
ti
1PL
2PL
noi
voi
ci
vi
Ahora bien, las formas correspondientes al singular presentan variación en diferentes dialectos italorromances. Por ejemplo, en el florentino te es la única forma para la 2ª persona singular, exactamente al contrario de lo que ocurre en elgarfañino, donde me cubre las funciones recta y oblicua para la 1ª persona singular. En el piemontés y otras variedades, mi y ti cubren ambas funciones (Tabla 7). TABLA 7 Sincretismos RECTO/OBLICUO en dialectos italorromances (Loporcaro en prensa) RECTO 1SG
OBLICUO 1SG
RECTO 2SG
OBLICUO 2SG
Italiano estándar
io
me
tu
te
Florentino
io
me
te
Garfañino
me
Piemontés, etc.
mi
tu
te ti
El dialecto italorromance de Piatta (Lombardía) combina diferentes tipos de sincretismo: la forma proclítica me cubre la 1ª persona oblicua sin importar el número, mientras que el proclítico te cubre la 2ª persona singular sin importar la función (Tabla 8).
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TABLA 8 Dialecto italorromance de Piatta (Gerlach 2002: 110)
RECTO
1SG
2PL
a=
(a)n=
2SG
2PL —
te= me=
OBLICUO
ve=
El sardo muestra una importante diferencia entre la variedad logudoresa, que funciona como el español pero con más distinciones en el ámbito del caso preposicional (Tabla 9), y la variedad campidanesa, que muestra sincretismos no del todo isomorfos con respecto a las funciones recta, comitativa y preposicional1 para las 1ª y 2ª personas del singular, a saber, deu vs. mei en contraste con tui vs. ∂ui (Tabla 10). TABLA 9 Sardo logudorés (Jones 1993: 199-200, 213-214) 1SG
2SG
RECTO
jeo
tue
PREPOSICIONAL1
me
te
mie
tie
mecus
tecus
mi=
ti=
PREPOSICIONAL2: COMITATIVO:
a_
kin _
OBLICUO (ACUSATIVO/DATIVO)
1PL
2PL
nois
vois
nos=
bos=
¿Qué resulta de esta sumaria ojeada a algunos paradigmas de marcas personales seleccionados? Primero, que es injusto pedir de las escalas o jerarquías nominales una explicación tanto para todos los sincretismos como para la variación. Por ejemplo, la argumentación original que busca explicar la existencia de formas marcadas de manera especial para funciones aparejadas a valores semántico-referenciales no prototípicos se refiere a escenarios transitivos y no pretende arrojar luz sobre divergencias entre diferentes casos preposicionales como en las tablas 5 a 10 (especialmente las que se refieren al sardo, o sea, las 9 y 10). Sin embargo, la variación ilustrada anteriormente sugiere que parece no haber motivaciones funcionales, evidentes o no, para el hecho de que determinadas marcas sean diferentes y otras
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TABLA 10 Sardo campidanés (Jones 1993: 199-200, 213-214; Loporcaro en prensa) 1SG deu
RECTO COMITATIVO:
kun _
1PL
2PL
nosu
bosatrus
tui
mei
ðui
PREPOSICIONAL1 PREPOSICIONAL2:
2SG
a_
OBLICUO (ACUSATIVO/DATIVO)
mmimmi
ttui
mi=
ti=
si=
sean sincréticas. ¿Por qué es sincrética la marca de 2ª persona singular en florentino (te) mientras que en garfañino la marca sincrética corresponde a la 1ª persona singular (me) (Tabla 7)? ¿Por qué agrupa el sardo campidanés el comitativo y todas las preposiciones excepto a para la 1ª persona singular bajo la forma mei, mientras que en la 2ª persona singular la marca tui cubre tanto el caso recto como el comitativo, pero no los preposicionales (Tabla 10)? Podría suponerse, en primer lugar, que una mayor frecuencia en el uso de determinadas formas favorecería la neutralización de formas etimológicamente diferentes. No obstante, y aun sin haber realizado estudios de corpus, no es plausible suponer que las formas oblicuas del plural difieran en términos de frecuencia textual de sus contrapartes en el singular; lo cual supuestamente ayudaría a explicar el patrón rumano, que difiere de los patrones observados en otras lenguas romances, donde ninguna marca clítica de PAH distingue acusativo de dativo. Asimismo, no es razonable suponer que la explicación de los sistemas hallados en el florentino, el garfañino, el piemontés y el dialecto de Piatta diga relación con el hecho de que la 1ª y la 2ª personas del singular se comporten de modo decisivamente distinto en términos de frecuencia. En segundo lugar, tampoco está claro cómo debe incluirse la información de número en las escalas nominales. Los paradigmas del francés, italiano, sardo y español, pero especialmente aquellos del rumano, sugieren que las personas en el singular ocupan un lugar inferior a las personas en el plural; las formas de los PAH singulares presentan menos sincretismos que aquellas de los PAH plurales. En el ámele y el hdi (afroasiática; Camerún), no obstante, los PAH plurales ocupan un lugar inferior a los PAH singulares, ya que las formas de los primeros no son sincréticas mientras que aquellas de los segundos sí lo son –según Zúñiga (2006: cap. 3), hay evidencia que sugiere que el patrón rumano es compatible con el de algunas lenguas algonquinas de Norteamérica, donde los PAH plurales ocupan un lugar superior a los singulares–. Es de sobra sabido que numerosos
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tipólogos han abogado por abstenerse de jerarquizar los PAH unos con respecto a otros sobre la base de evidencia contradictoria en diferentes lenguas. Si la evidencia con respecto a número sugiere otro tanto, entonces el panorama se presenta como menos promisorio de lo que parecía indicar una primera formulación de las escalas nominales: algunas lenguas incluirían la información de número en el ordenamiento mientras que otras la ignorarían, y las primeras presentarían diferentes jerarquizaciones debido a distintos factores que, por el momento, no estamos en condiciones de explicitar, y aún menos de explicar. ¿En qué medida ayudan las escalas nominales en (3) y (4) a explicar los sincretismos en la gramática del español mencionados más arriba? Dado que DOM contempla una marca multifuncional a, también ocupada para el dativo, y en la medida en que las escalas de animación y definitud dan cuenta de parte importante de la distribución de dicha marca, la respuesta es que las escalas sí hacen un aporte significativo en esta área. Sin embargo, la variación según las clases de predicados así como la variación dialectal juegan un papel no despreciable y deben ser incorporadas al análisis de algún modo si se busca alcanzar un poder predictivo sustancial; tal como están, las escalas por sí solas explican únicamente una parte del fenómeno. Menos atractivo resulta el poder explicativo de las escalas nominales en el contexto de las formas de los clíticos personales. Si bien la escala nominal predice una posible diferencia entre los PAH y la 3ª persona, nada dice acerca de cuál debe ser dicha diferencia. Los clíticos de PAH distinguen número mientras algunos de 3ª persona no lo hacen; si bien algunos clíticos de PAH plural y 3ª persona distinguen género, aquellos de PAH singular no lo hacen; los clíticos de PAH muestran formas sincréticas con respecto a caso y aquellos de 3ª persona distinguen diferentes formas; por último, las preposiciones no hacen distinciones con los PAH plurales y la 3ª persona, pero sí con los PAH singulares. No es para nada evidente saber qué relación tiene una distribución tal con el hecho de que los PAH ocupen un lugar superior en la escala nominal. Las diferencias de caso podrían estar ligadas con el conocido hecho de que dos 3as personas pueden coocurrir como clíticos en una misma forma verbal mientras que dos PAH están sujetos a restricciones (véase al respecto el apartado siguiente). Las diferencias de número, sin embargo, y sobre todo las de género, son más difíciles de motivar funcionalmente. Aun dejando de lado la cuestión de los PAH plurales heterogéneos en el español americano y la 3ª persona leísta en el español peninsular, el aporte de un modelo basado sobre escalas nominales en esta área es, en el mejor de los casos, dudoso6.
6 Es pertinente mencionar aquí los antecedentes aportados por Filimonova (2005) con respecto a los paradigmas de sustantivos, pronombres y marcas personales en varias lenguas indí-
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4. Las secuencias de clíticos españoles y las escalas nominales Un tema que ha recibido atención considerable en la literatura (tanto descriptiva como tipológica) son las restricciones a determinadas combinaciones de personas gramaticales expresadas por clíticos o afijos. Dicho fenómeno no es exclusivo de las lenguas romances, y en muchos idiomas es especialmente importante en el contexto de la relevancia de las escalas o jerarquías nominales. En particular, la hipótesis de trabajo es que las formas de las marcas españolas de persona presentadas en apartado 2, la mayoría de ellas sincréticas, dan origen a paradigmas cuyo análisis puede enriquecerse si se consideran las escalas nominales. Haspelmath (2007) propone investigar las restricciones mencionadas anteriormente, así como otros fenómenos relacionados, mediante un modelo de alineación entre una escala de personas gramaticales y una de funciones semánticosintácticas. Un modelo de este tipo ya había sido aplicado al estudio de las cláusulas bivalentes, donde se postula una alineación decrecientemente armónica desde el patrón canónico, pasando por los patrones agrupados (clustering en inglés, sin ordenamiento claro entre sí) hasta llegar a los cruzados (6)7: (6) Patrones según persona y rol en cláusulas bivalentes: A. Canónico 1/2 3
B. Agrupado1/2 1/2 3
C. Agrupado3 1/2 3
D. Cruzado 1/2 3
A
A
A
A
O
O
O
O
La predicción es que, en las lenguas cuya morfosintaxis muestre un reflejo con respecto a dicha alineación, las construcciones directas representarán patrones armónicos y las inversas los menos armónicos; lo vi (1→3) corresponde a una forma directa, mientras que me vio (3→1) corresponde a una forma inversa
genas (mayoritariamente australianas). Si bien la evidencia que respalda la argumentación original de Silverstein (1976), así como sus formulaciones y/o extensiones posteriores, es sustancial y en gran medida incontrovertida, Filimonova muestra que no es menos cierto que hay numerosas excepciones problemáticas e interesantes, particularmente en el área de los pronombres y las marcas personales. 7 Haspelmath (2007) trabaja con PAH formando un solo grupo, por lo cual sus patrones agrupados son solo dos: agrupado1 (1/2 con 1/2) y agrupado2 (3 con 3). He modificado esto para permitir tres patrones agrupados diferentes (1 con 1, 2 con 2 y 3 con 3), por razones que se harán evidentes más adelante.
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(véase Zúñiga 2006 para más detalles). Haspelmath formula una predicción en términos ligeramente diferentes: los patrones armónicos estarán representados por construcciones más simples que los menos armónicos. En las cláusulas trivalentes, la escala de funciones semántico-sintácticas relevantes es R > T. Los diferentes patrones se ilustran en (7): (7) Patrones según persona y rol en cláusulas trivalentes (Haspelmath 2007): A. Canónico 1/2 3
B. Agrupado1/2 1/2 3
C. Agrupado3 1/2 3
D. Cruzado 1/2 3
R
R
T
R
T
T
T
T
Haspelmath encuentra que las formas inversas no son necesariamente más complejas, sino construcciones diferentes –y es aquí donde la relevancia para el caso romance se hace evidente–. En francés, por ejemplo, los patrones canónicos (8a) admiten el uso de clíticos; los patrones cruzados (8d) requieren el uso de pronombres tónicos (para evitar problemas de traducción al español he conservado las traducciones de Haspelmath al inglés; la fuente original es la 12ª edición de Le bon usage de M. Grévisse). Al tomar en consideración los patrones cruzados, observamos que si ambos participantes no agentivos son de 3ª persona, los clíticos no son problemáticos pero aparecen en una secuencia diferente a la esperada (8b); si los participantes R y T son PAH, el uso de dos clíticos está excluido (8c): (8) a. 1R, 3T:
Agnès me la présentera. ‘Agnes will introduce her to me.’ ‘Agnes me la presentará.’
b. 3R, 3T:
Agnès la lui présentera. ‘Agnes will introduce her to him.’ ‘Agnes se la presentará.’
c. 2R, 1T:
*Agnès me te présentera. ‘Agnes will introduce me to you.’ ‘?Agnes me presentará a ti.’
d1. 3R, 1T:
*Agnès me lui présentera. ‘Agnes will introduce me to her.’ ‘?Agnes me presentará a ella.’
d2. 3R, 1T:
Agnès me présentera à elle. ‘Agnes will introduce me to her.’ ‘?Agnes me presentará a ella.’
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Así, el patrón canónico y el agrupado3 son similares en permitir el uso de dos clíticos, mientras que el cruzado y el agrupado1/2 son similares en excluirlo. Si bien el griego moderno muestra una situación análoga a la del francés, otras lenguas se comportan de modo diferente: en el catalán, solo los patrones cruzados excluyen el uso de clíticos, mientras que en kambera (malayo-polinésica; Indonesia) el patrón canónico es el único en admitirlo (Haspelmath 2007). Con el fin de aplicar este modelo a las combinaciones de clíticos posibles en español con el verbo finito no imperativo (Vf) es necesario considerar las diferentes combinaciones de clíticos posibles en la secuencia detallada en (9), donde IMPERS es simplemente la marca se, {REFL} representa el conjunto de marcas reflejas (me, te, se, etc.), {DAT} es el conjunto de marcas con función dativa (me, te, le, les, etc.), y {ACUS} representa el conjunto de marcas con función acusativa (me, te, lo, las, etc.). Obsérvese que también se deben considerar al menos las condiciones generales resumidas en (10) en la descripción de las formas gramaticales8. (9) impers={refl}={dat}={acus}=Vf (10) a. Las secuencias *se se y *lV(s) lV(s) (donde V representa las vocales a, e u o, según corresponda) están excluidas9. Para la primera se acepta el reflejo se como clítico único y en la segunda se observa disimilación del primer clítico en la secuencia: se lV(s). b. Hasta dos clíticos en un mismo verbo son universalmente aceptados; cuatro (con dos dativos) son comúnmente rechazados; tres son aceptados con cierta variación (Harris 1995)10.
8
Gerlach (2002: cap. 4) da una visión panorámica y un estudio detallado de las secuencias de clíticos en lenguas romances. Obsérvese además la existencia de “plurales parasitarios” –p. ej., se lo-s [3.DAT 3ACUS.M-SG-3PL] en se los dije, ‘se lo dije (a ellos)’– en algunas variedades no estándar del español; estos plurales no se tratan aquí, a pesar de su obvio interés. 9 Cf. el italiano estándar respecto de IMPERS={REFL}=: *si=si= ? ci=si=. Ci si compra qualcosa, ‘uno se compra algo’, ci si lava, ‘uno se lava’; ci si avvicina a noi ~ uno ci si avvicina ~ uno si avvicina a noi, ‘uno se nos acerca’, y vi ci si avvicina ~ uno si avvicina a quel posto, ‘uno se acerca a ese sitio’ –pero si ci lava, ‘uno se lava’, en Sicilia (Loporcaro 1998: 98) y si si lava, ‘uno se lava’, en Conegliano (Bonet 1995: 627). 10 La evidencia aportada por Harris (1995: 169) sugiere que, en la medida en que se aceptan formas con más de dos clíticos, hay dos posiciones para aquellos de función dativa, a saber, una más a la izquierda para receptores/beneficiarios y otra a continuación para los dativos éticos, cf. Exijo que se te corte la cabeza... ¡que se te la corte, digo!; Exijo que se te me corte la cabeza... ¡que se te me la corte!
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Para las secuencias de dativo y acusativo se observa una alineación obligatoriamente armónica entre [2 > 1 > 3] y [DAT > ACUS]11. Dicho de otro modo, las secuencias en las cuales la persona correspondiente al dativo se ubica por debajo de la persona correspondiente al acusativo –a la derecha en (11)– están excluidas12. Es de notar que solo la 3ª persona admite que ambos participantes involucrados estén a la misma altura (p. ej., en se lo presentaron). (11) {DAT}={ACUS} a. b. c. d. e.
me lo presentaron nos lo presentaron te lo presentaron te me presentaron te nos presentaron
*le me presentaron *le nos presentaron *le te presentaron *me te presentaron *nos te presentaron
Las secuencias te me y te nos en contextos de dativo y acusativo muestran variación con respecto a las interpretaciones posibles; según Harris (1995: 188), “algunos hablantes” oscilan entre un análisis teDAT meACUS y uno teACUS meDAT, pero otros prefieren este último o lo consideran el único válido. En resumen, puede decirse que una secuencia de clíticos es aceptada para patrones canónicos (p. ej., me lo, te lo, te me) y está excluida para patrones cruzados (p. ej., *le me, *le te, *me te). Para los patrones agrupados3 (p. ej., se lo) es aceptada, operando una regla de disimilación.
11
Los juicios de agramaticalidad total [*] o parcial [? (?)] presentados aquí no solo se basan sobre datos obtenidos por introspección y elicitación de hablantes de otras variedades del español americano (Argentina, Chile, Perú y México), sino además sobre datos obtenidos a partir de búsquedas más o menos sistemáticas en Internet o literatura de ficción publicada entre Rayuela de J. Cortázar (1963) y 2666 de R. Bolaño (2004). La complejidad de la materia, así como también la gran variación observada, obligan a un tratamiento probablemente insatisfactorio y en cualquier caso sumario en el presente artículo. Son los trabajos realizados por especialistas –basados, entre otras cosas, sobre estudios sistemáticos de corpus– los que permitirán obtener un cuadro menos reduccionista y con una base empírica más sólida que el presentado aquí. 12 Nótese que dicho comportamiento de secuencias de marcas personales no es en absoluto lógicamente obligatorio; en el pero (Frajzyngier 1989: 109), cada uno de los sufijos -té ‘3SG.F’ y -nò ‘1SG’ cubre tanto la función T como la función R, y además pueden aparecer en ambos órdenes que cabría esperar dado el significado del caso, a saber, R primero y T después (como en castellano DAT=ACUS): a. À-múntée-nò-té-m. NEG-dar-1SG-3SG.F-NEG ‘He did not give her to me.’
b. À-múntée-té-nò-m. NEG-dar-3SG.F-1SG-NEG ‘He did not give me to her.’
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Obsérvese brevemente que el comportamiento de los clíticos dativo y acusativo muestra variación en las lenguas romances. El italiano estándar, por ejemplo, prefiere expresar patrones agrupados1/2 mediante un clítico y un pronombre tónico y excluir las secuencias *me ti y *te mi; sin embargo, admite marginalmente una formalmente diferente, a saber, ?mi ti, con dos interpretaciones posibles (pero no *ti mi, es decir, al contrario del español): (12) Italiano estándar (Gerlach 2002: 131; Loporcaro 2007: 362; Manzini/Savoia 2005: 486): a. Presenta me a te. ‘She/He introduces me to you.’ b. *Me ti presenta./*Te mi presenta. c. ?Mi ti presenta. ‘She/He introduces me to you/you to me.’ d. ?Mi ti raccomandano. ‘They recommend me to you/you to me.’ e. Mi raccomandano a te. ‘They recommend me to you.’ f. Ti raccomandano a me. ‘They recommend you to me.’
Para las secuencias de reflejo y acusativo se observa una alineación obligatoriamente armónica entre [PAH > 3] y [REFL > ACUS]. En otras palabras, no se distingue entre 1ª y 2ª personas, y los patrones cruzados están excluidos. Además, si bien ambos participantes pueden ser simultáneamente de 3ª persona (se lo, patrón agrupado3), no es lícito que ambos sean participantes del acto del habla al mismo tiempo (patrón agrupado1/2). Es necesario, no obstante, investigar más estas construcciones y los patrones de alineación. (13) {REFL}={ACUS} a. b. c. d. e.
me lo inventé nos lo inventamos te lo inventaste *te me inventaste *te nos inventaste
*se me inventó *se nos inventó *se te inventó *me te inventé *nos te inventamos
Finalmente, para las secuencias de reflejo y dativo se observa un comportamiento anómalo de la alineación entre [2 > 1 > (?)3] y [DAT > REFL]. Se aceptan los patrones canónicos con 1ª y 3ª personas, pero los cruzados son de estatus problemático
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(es decir, pocos hablantes los aceptan en el registro culto formal, si bien la variación al respecto no es despreciable) (13a,b). Los patrones canónicos con 2ª y 3ª personas son invariablemente aceptados, pero los cruzados parecen ser algo mejores que aquellos con 1ª y 3ª personas (13c). Se excluyen los patrones canónicos con 2ª y 1ª personas, pero se aceptan los cruzados (13d-e); los patrones agrupados3 son aceptados (p. ej., se le cayó), y los patrones agrupados2 y agrupados1 son básicamente excluidos. Además, nótese que una interpretación diferente de la secuencia te me –o sea, teDAT meREFL en lugar de teREFL meDAT– parece ser aceptable para algunos hablantes (en todo caso, más aceptable que la secuencia (?)te nos)13. (14) {REFL}={DAT} a. b. c. d. e.
?
me le caí nos le caímos (?) te le caíste te me caíste te nos caíste ?
se me cayó se nos cayó se te cayó *me te caí *nos te caímos
te me caí te nos caímos
(?)
Considérese asimismo una importante diferencia con respecto a las dos secuencias de clíticos ilustradas anteriormente: el orden de los clíticos ({REFL}={DAT}) es el inverso del orden de las funciones en la escala a armonizar (DAT > REFL). Si postuláramos un orden contrario para esta última escala (REFL > DAT), la formulación de las regularidades se haría apenas ligeramente menos atractiva: dos patrones canónicos serían aceptados (te me y te le) mientras que uno sería problemático (?me le), y dos patrones cruzados serían aceptados (se me y se te) mientras que uno sería rechazado (*me te) (el lector interesado puede hacer el ejercicio de postular un orden distinto para las personas, a saber: 1 > 2 > 3. La formulación de las regularidades tampoco mejora sustancialmente en este caso). Las escalas nominales [2/1 > 3] y [2 > 1 >3], junto con las escalas funcionales [DAT > ACUS], [REFL > ACUS] y [DAT > REFL], tienen reflejos morfosintácticos variados. Las secuencias *me te y *nos te están excluidas en las variedades estándar del español (y, por lo que sé, también en las subestándar), independientemente de las funciones adoptadas por dichos clíticos. El español parece corresponder relativamente bien al tipo francés/griego identificado por Haspelmath (2007) para [DAT > ACUS], pero con una escala nominal [2 > 1 > 3]: los patrones canónicos y los agrupados de 3a persona admiten secuencias de dos clíticos, pero los cruzados, así
13
Cf. la situación en el sardo nuorés-logudorés, donde Jones (1993: 219) nota que la secuencia ti mi (excluida en italiano estándar y en varios otros dialectos italorromances) es aceptada con ambas interpretaciones: Non ti mi mandikes! Emmo, ti mi mandico!, ‘¡No me comas! ¡Sí, te comeré!’.
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como los agrupados de 2a o 1a persona, las excluyen. El español sugiere que la escala [REFL > ACUS] se comporta aún más similarmente al patrón recién mencionado, ya que la escala nominal relevante es [2/1 > 3]. El español sugiere que la escala [DAT > REFL] con la escala nominal [2 > 1 > 3] se comporta de manera anómala, tanto en relación con el orden de clíticos en la secuencia como en cuanto a los patrones aceptados y excluidos. Se requiere más investigación acerca de este fenómeno, así como de lo recién mencionado, para averiguar posibles causas. Gracias a las formas, sincréticas con respecto a caso, para los PAH, cuando ambos están involucrados en la acción, varias interpretaciones son posibles para las secuencias aceptadas te me y te nos; es decir que la plantilla en (9) no es estricta. Cuando la interacción involucra a dos 3as personas, las formas (sincréticas con respecto a categorías distintas de caso) solo admiten las interpretaciones canónicas y se ajustan a lo previsto en la plantilla en (9). Por último, cuando la interacción involucra a un PAH y una 3ª persona, los sincretismos no generan dificultades. Sin embargo, solo algunas combinaciones son posibles. Las conclusiones resumidas en el párrafo precedente son particularmente relevantes para evaluar la utilidad del modelo propuesto por Haspelmath en el contexto de las marcas personales sincréticas del español. Es claro que los PAH y la 3ª persona constituyen conjuntos diferentes de la categoría de persona, y algunos patrones observados se explican de manera simple y clara. No obstante, una breve inspección de los paradigmas muestra no solo que formular todas las restricciones y las posibles combinaciones multifuncionales en términos de alineación entre escalas nominales y jerarquías de funciones de caso no es trivial, sino también que el modelo deja parte significativa de las regularidades y de la variación observada sin explicar. Las formas del español sugieren que los patrones resumidos en (7) deben ser complementados por una teoría que considere en detalle los otros casos gramaticales además de las funciones T y R, así como por una teoría que articule la complejidad de la interacción entre los PAH cuando ambos están involucrados en la acción14.
5. Reflexiones finales Varios modelos que utilizan las escalas o jerarquías nominales identificadas por la literatura funcionalista parecen tener un poder explicativo que va más allá de
14
Véase Heath (1991, 1998) para una interesante visión panorámica de combinaciones a primera vista anómalas de marcas de persona de PAH en lenguas australianas y norteamericanas respectivamente.
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los patrones de caso nominal de algunas lenguas australianas. Sin embargo, modelar el fenómeno de DOM en español basándose en escalas nominales solo permite explicar una parte del fenómeno; animación, definitud y persona no son sino algunos de los factores que explican la aparición de la marca sincrética a. La utilidad de un modelo tal aplicado a los sincretismos de las formas de las marcas personales españolas es aún más discutible: ¿por qué hay más formas sincréticas de marcas de participantes del acto del habla en plural que en singular? ¿Cuánta funcionalidad es esperable de (la evolución de) las formas después de diferentes preposiciones? ¿Cómo explicar el hecho de que las formas originalmente de 3ª persona (usted, ustedes) no se comporten de acuerdo con su nueva función? ¿Qué papel juegan los sincretismos de género? Además, el comportamiento de dichas marcas en las secuencias de clíticos (en particular, las reflejas) sugiere que aún no sabemos exactamente cómo modelar de modo satisfactorio en términos funcionales casos en los cuales los participantes del habla muestran comportamientos anómalos, o el papel que juegan distinciones de número de los referentes. Antecedentes tomados de una variedad de lenguas del mundo refuerzan esta última conclusión: a pesar de las regularidades que sí pueden capturarse mediante modelos como el presentado por Haspelmath (2007), las excepciones discutidas por Heath (1991, 1998) y Filimonova (2005), junto con aquellas tratadas en el presente artículo, indican que no se ha agotado la capacidad explicativa de las escalas nominales y que aún no se comprende bien por qué los límites de dicha capacidad son los que son. La forma y el comportamiento de las marcas personales españolas, especialmente de las sincréticas, sugieren que una explicación exclusivamente funcional basada en escalas nominales, incluso una sustancialmente mejorada, no capturará ni la diacronía ni la sincronía de dichas marcas de manera exhaustiva.
Abreviaturas ACUS AUX DAT DU EXCL F GEN HA HB
acusativo auxiliar dativo dual exclusiva femenino genitivo honorificidad alta honorificidad baja
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HM IMPERS INCL INSTR LOC M NEG NOM NPR NS
PAH PL PTCIPIO REFL SG
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honorificidad media impersonal inclusiva instrumental locativo masculino negación nominativo nombre propio no singular participante del acto del habla plural participio reflejo singular
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EL SINCRETISMO DE PERSONA EN EL PLURAL D E L O S P R O N O M B R E S C L Í T I C O S D E L E S PA Ñ O L (OS, NOS Y LOS)* ANDRÉS ENRIQUE-ARIAS Universitat de les Illes Balears
1. Introducción Un aspecto apenas estudiado de la morfosintaxis del español es el empleo de la forma los como pronombre clítico1 de 1ª y 2ª persona plural que se da en ciertas variedades rurales2, como ilustran los siguientes ejemplos3: (1) […] y cuando él vio que todo el mundo se reía […] dice: “no los riais más que ya sé lo que ha pasao”. (2) no, a nosotros dos, […] en aquel día los juntaron, [nada] más que a nosotros dos […] y… y esto fue el día de San Juan, y los bautizaron.
* Esta investigación se ha llevado a cabo en el marco de los proyectos financiados del Ministerio de Ciencia e Innovación de España HUM2007-62259/FILO y FFI2010-18214 cofinanciados con fondos FEDER y también en parte durante una estancia en Harvard University financiada con la beca de movilidad referencia PR2009-0257 del Ministerio de Educación de España. Agradezco a Inés Fernández-Ordóñez y a David Heap sus sugerencias y comentarios en diversos momentos de esta investigación así como el haberme facilitado datos de los proyectos que dirigen: el Corpus Sonoro del Español Rural (COSER) y los cuestionarios digitalizados del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), respectivamente. Asimismo agradezco a Francisco Moreno el haberme llamado la atención sobre datos relevantes del Atlas Lingüístico (y Etnográfico) de Castilla-La Mancha (ALECMAN). También quisiera agradecer los comentarios de las editoras del volumen y de un revisor anónimo. 1 Para evitar extenderme en cuestiones accesorias al asunto central de este trabajo utilizo el término “clítico” como noción preteórica sin que por ello se deba entender que me adhiero a la opinión de que los elementos en cuestión son realmente clíticos. 2 Entiendo que variedades rurales son las que prototípicamente corresponden a sujetos de edad avanzada y con escasa escolarización que han nacido y residido en enclaves rurales, y que a lo largo de su vida apenas han salido de su lugar de origen. 3 Los ejemplos proceden de un hablante varón de 73 años natural de Mora de Santa Quiteria, aldea situada al sur de la provincia de Albacete. Agradezco a Miquel Simonet el haberme facilitado la grabación que contiene estos datos.
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En el ejemplo (1) los aparece concordado con el sujeto de riais (2ª persona plural) en un uso en que el español estándar solo admitiría el empleo de la forma os. En el ejemplo (2) los está refiriendo claramente a una 1ª persona de plural como evidencia el hecho de estar duplicado con el sintagma a nosotros dos; el español estándar emplearía nos en este contexto. Los dos ejemplos son, en definitiva, fenómenos de sincretismo en los que la forma los, exclusiva de la 3ª persona en el español estándar, asume usos de 1ª y 2ª persona plural4. A pesar de haber sido registrados desde hace cerca de un siglo en diversas monografías dialectales, estos fenómenos de sincretismo han sido, hasta la fecha, estudiados muy superficialmente. El motivo principal es que la mayoría de las monografías dialectales y de los atlas lingüísticos que recogen formas del español rural se han centrado en aspectos léxicos o fonéticos sin apenas detenerse a analizar fenómenos morfosintácticos. Asimismo, el hecho de que estas variantes de nos y os hayan sido consideradas fenómenos propios del registro “vulgar” más que manifestaciones genuinas de un dialecto determinado ha hecho que la dialectología tradicional no prestara mucha atención a estas formas5. Al mismo tiempo, se trata de usos lingüísticos que no han participado del interés por la sintaxis de los clíticos de las últimas décadas, posiblemente por tratarse de variantes que se han interpretado como fenómenos que afectan solamente al componente fonético de la gramática (Martín Zorraquino 1979: 360). Además, el hecho de que una gran cantidad de trabajo en sintaxis formal se haga a partir de las intuiciones del analista hace que queden fuera los datos propios de las variedades rurales. El propósito principal de estas páginas es estudiar los fenómenos de sincretismo que resultan del empleo de la forma los como pronombre clítico de 1ª y 2ª persona plural en las variedades rurales y en los registros coloquiales del español. Los objetivos particulares son: (i)
Presentar una descripción lo más detallada posible de los usos y extensión del fenómeno a partir de las fuentes de datos disponibles. (ii) Tratar de llegar a una reconstrucción histórica de su origen. (iii) Explicar qué principios funcionales explican estas tendencias de sincretismo.
4 En adelante me referiré al los que equivale al nos del estándar como los-1PL, y al que equivale a la forma os del estándar como los-2PL. 5 Un exponente de esta postura sería lo afirmado por Moreno Fernández: “Acerca de los pronombres personales, no merece la pena extenderse mucho en rasgos que son usuales en amplias y diferentes zonas del español. Pensamos en usos vulgares como […] los ‘nos, os’” (1996: 225-226).
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2. Extensión geográfica del sincretismo de os, nos y los Hay un número considerable de monografías dialectales que a lo largo de los últimos 80 años han registrado el empleo de los por os en variedades rurales del oriente peninsular, concretamente en las provincias de Teruel (Monge 1951: 206), Albacete (Chacón Berruga 1981: 251; García Payer 1998: 101), zonas castellanohablantes de la provincia de Valencia (Briz Gómez 1991: 64; Llatas 1959: 54), Murcia, donde el fenómeno parece tener especial intensidad (García Cotorruelo 1959: 105; García Soriano 1932: xcvii y s. v. los; Rosenblat 1946: 139; Ruiz Marín 2007: s. v. los), y Jaén (Becerra Hiraldo/Vargas Labella 1986: 41; Mondéjar 1970: 127). Por su parte, el empleo de los por nos ha sido registrado en las zonas ya mencionadas del oriente peninsular donde se da los por os6 y, además, en zonas en las que no existe en el sistema pronominal una forma específica para la 2PL (el suroeste peninsular, las Canarias y variedades de la América hispanohablante). En el suroeste los-1PL se ha documentado en las provincias de Badajoz (Barros García 1974: 45), Sevilla (Alvar 1959: 52-53; Mondéjar 1970: 127), Cádiz (Müller 1925: 53, apud Fink 1929: 119; Rosenblat 1946: 139) y Huelva (Mendoza Abreu 1985: 104). Son también numerosos los testimonios de las islas Canarias (Almeida/Díaz Alayón 1988: 114; Zamora Vicente 1967: 347) y más en concreto en las islas de Tenerife (Alvar 1959: 52; Lorenzo Ramos 1976: 85-87; Trujillo 1970: 54) y Gran Canaria (Almeida 1989: 106)7. Cabe resaltar lo observado por este último autor, quien afirma que “este cambio de nos por los es muy frecuente en el habla de los niños. En vez de los, en ocasiones suele oírse las (sustituyendo naturalmente a nos) cuando los interlocutores son femeninos” (Almeida 1989: 107)8. Por lo general, la información que ofrecen las monografías dialectales es muy escueta; se limitan a señalar el fenómeno y a dar, como mucho, algún ejemplo: ¿los vais u qué? (Monge 1951: 206), los llamé, ‘os llamé’ (Llatas 1959: 54), los dimos, ‘os dimos’ (Briz Gómez 1991: 64), ¿los venís?, los vais a caer, los la dio 6
En el oriente peninsular lo documentan Briz Gómez (1991: 64) en Requena-Utiel (Valencia), Chacón Berruga (1981: 251) en La Roda (Albacete), Guillén García (1974: 61) en Orihuela (Alicante), García Cotorruelo (1959: 119) en Cartagena y su comarca, García Soriano (1932: xcvii y s. v. los) en Murcia, Becerra Hiraldo/Vargas Labella (1986: 41) en Jaén. 7 El rasgo aparece asimismo en el teatro costumbrista de Francisco Guerra Navarro (19091961) como elemento caracterizador del habla popular de Gran Canaria. 8 Si bien se trata de un aspecto en el que no me centraré en este trabajo, cabe señalar que el uso de /los/ para ‘nos’ está además muy extendido en las variedades rurales y coloquiales del español de América. Kany (1969: 132) reúne ejemplos de Argentina, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México y Cuba. Martín Zorraquino (1979: 357-358) señala que el fenómeno es particularmente intenso en Chile y Argentina donde llega a ser observado en el habla de algunos hablantes instruidos.
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(García Payer 1998: 101), ¿los habéis traído la merienda?, ¿pa qué los venís?, los vais a caer, ¿lo las dio? (Chacón Berruga 1981: 251-252). Según se puede deducir de los ejemplos aducidos por estos dos últimos autores, cuando los-1PL o los-2PL aparecen en estructuras biactanciales el contacto con un pronombre de 3ª persona con l- no suscita un alomorfo, como en la combinación de le en presencia de pronombres acusativos de 3ª persona (le + lo > se lo). La distribución geográfica de estos fenómenos, tal como aparece reflejada en las monografías dialectales, coincide en gran parte con lo observado en los atlas lingüísticos. En el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y la Rioja (ALEANR) –mapa 1599 ‘os, nos’ y mapa 1719 ‘sentaos (vosotros)’– los-2PL antepuesto al verbo se registra en seis puntos (tres en Huesca y tres en Zaragoza) y los-1PL en uno, al sur de la provincia de Huesca, pero sin explicación del contexto lingüístico en que se insertan las realizaciones de os y nos (no se detalla con qué tipo de verbo ni en qué tipo de oración). En posición posverbal, solo hay un caso de sentalus en Huesca. En el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Castilla-La Mancha (ALECMAN) hay varios ítemes relevantes en el cuestionario; por ejemplo, estructuras con pronombres antepuestos concordados con el sujeto: ‘os vais’, ‘nos vamos’, ‘os reís’, ‘nos reímos’. En el mapa para ‘os reís’ los-2PL ocupa la zona oriental, con 26 puntos repartidos por las provincias de Guadalajara, Cuenca y Albacete, así como en la parte de Toledo y Ciudad Real que limita con ellas, y en el mapa de ‘nos reímos’ los-1PL aparece en 11 puntos de las mismas zonas, pero con más concentración en Albacete. En el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA) el mapa 1823 ‘os’ no registra los-2PL pero el mapa 1829 ‘vosotros os vais’ sí registra un punto en la parte de la provincia de Granada que linda con Murcia. Al mismo tiempo, el mapa 1821 ‘nos’ registra los-1PL en nueve puntos de Sevilla y zonas limítrofes de Huelva y Cádiz y tres puntos en Jaén. Por último cabe detenerse en el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), por ser el recurso que ofrece información más completa sobre los fenómenos de sincretismo de os, nos y los. El Cuaderno I de los cuestionarios hechos para el atlas contiene nada menos que seis ítemes relevantes para el estudio de las realizaciones de os y nos: 335. 341. 342. 343. 344. 345.
Nos verán cuando vengamos Os vais a caer Os han engañado ¿Os queréis callar? ¡Arrodillaos! Bebeos este vaso de aguardiente
Los ítemes 341, 343, 344 y 345 recogen usos en los que el clítico concuerda con el sujeto del verbo frente a 342 donde os es correferencial con un objeto directo.
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Asimismo, 341, 342 y 343 recogen el pronombre en posición preverbal mientras que 344 y 345 corresponden a mandatos con el pronombre pospuesto. En lo que respecta al empleo de los-2PL en el oriente peninsular, los 30 puntos que recoge el ALPI en esa zona reflejan una extensión geográfica similar a la recogida en las monografías dialectales y atlas regionales9. También la distribución de los-1PL coincide con el resto de fuentes consultadas; de los 18 puntos documentados, 15 se encuentran repartidos por el oriente peninsular (provincias de Ciudad Real, Albacete, Murcia, Valencia, Alicante y Almería) y tres en el suroeste (uno en Badajoz y dos en Sevilla). Por último, es relevante señalar la persistencia del fenómeno en el español actual como ponen de manifiesto los datos del Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER) procedentes de grabaciones de entrevistas semidirigidas realizadas en entornos rurales en los últimos 20 años. Los materiales publicados en la página electrónica del proyecto incluyen ejemplos recogidos en la provincia de Cuenca, en Altarejo (y ya los he dicho) y Belmonte (no los vayáis sin ver el castillo)10.
3. Características del sincretismo de os, nos y los El análisis de los datos presentados en las páginas precedentes permite observar varios aspectos relevantes de las características del sincretismo de os, nos y los que han pasado desapercibidos debido al carácter fragmentario de los estudios hechos hasta la fecha. El primero es que el sincretismo de os y los se produce de manera prácticamente exclusiva en posición preverbal. Un primer indicio, que por supuesto no es determinante, es que en los pocos ejemplos que aparecen en las monografías dialectales no hay ningún caso de los-2PL pospuesto. La misma tendencia apuntan los datos del ALEANR, donde en la pregunta 1719 ‘sentaos (vosotros)’ no hay informantes que ofrezcan *sentarlos. Los datos que mejor permiten analizar esta cuestión son los del ALPI, en los que los mismos encuestados tienen que producir clíticos tanto en posi9 En la pregunta 342 ‘Os han engañado’ el ALPI recoge los han engañao en 10 puntos de las provincias de Cádiz y Sevilla, y en zonas limítrofes de Huelva y Málaga. No parece tratarse de sincretismo de os y los como el registrado en el oriente peninsular sino más bien de un uso de los correferencial con ustedes –los han engañado (a ustedes)– característico de Andalucía occidental donde no existe la forma tónica vosotros específica de 2-PL. En esos mismos puntos el atlas registra se en los ítemes en los que el clítico concuerda con el sujeto (se vais a caer, ¿se queréis callar?, etc.). 10 Inés Fernández-Ordóñez (comunicación personal) me informa de que en los materiales inéditos que se han recogido en la campaña de 2009 en la zona de Albacete el fenómeno se documenta profusamente.
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ción preverbal como en posverbal. Pues bien, en este atlas, para la gran mayoría de los encuestados los-2PL es un alomorfo empleado solo en posición preverbal. Es decir, un mismo informante produce los han engañado (a vosotros) en oración declarativa y arrodillaros en un mandato pero nunca encontramos *arrodillarlos ‘arrodillaos’ ni *beberlos ‘bebeos’11. Para el sincretismo de nos y los no parece haber una restricción semejante. Aunque los datos son fragmentarios y los atlas no nos dan información al respecto, en las descripciones del fenómeno en las monografías dialectales aparecen ejemplos tanto en posición preverbal como posverbal (vámolos ‘vámonos’, vamos a dirlos ‘vamos a irnos’ en Zamora Vicente 1967: 347). Otro aspecto relevante en el que no han reparado los estudios anteriores es que existe una relación jerárquica entre los dos tipos de sincretismo estudiados. Los datos de los atlas lingüísticos señalan claramente que el sincretismo de 1PL y 3PL (es decir, el los-1PL) se da casi exclusivamente en variedades en las que ya se da sincretismo de 2PL y 3PL o bien en las que no existe una forma específica para 2PL, como es el caso de Andalucía occidental, Canarias y la América hispanohablante. Por ejemplo, en el ALPI, que presenta 40 puntos con los-2PL ‘os’ y 18 puntos con los-1PL ‘nos’, una amplia mayoría de puntos con los para 1PL ‘nos’ se dan en zonas donde se registra también los para 2PL ‘os’ (15/18, 83%). Sin embargo, no se produce la circunstancia contraria: los-2PL se da en la misma medida en presencia o ausencia de sincretismo de 1PL y 2PL –hay bastantes puntos (22/40, 55%) en los que se da los-2PL pero se distingue la forma específica nos para 1PL–. Encontramos idéntica tendencia en los atlas regionales: según los datos del ALEANR, hay 6 puntos con los-2PL, en uno de los cuales se da el único caso de los-1PL. Y hallamos lo mismo en ALECMAN, donde los 11 puntos de los-1PL se dan en un subconjunto de los 26 puntos donde tenemos los-2PL. La Tabla 1 describe, de forma esquemática y con ejemplos, el sistema A característico del español estándar peninsular (para simplificar se presenta aquí como distinguidor de caso), el sistema B, donde hay sincretismo de os y los, y el sistema C de sincretismo de 1PL, 2PL y 3PL. En las variedades del oriente peninsular el sincretismo de 2PL y 3PL es parcial, pues solo se da en posición preverbal. En las zonas donde no existen formas diferenciadas para 2PL (Andalucía occidental, Canarias, América hispanohablante) el sincretismo es total12.
11 En el ALPI hay 3 casos (3/40, 7%) y en el ALEANR uno en que un hablante que utiliza los-2PL en posición preverbal también lo hace en posición posverbal (los han engañao, arrodillalos). 12 Otro tipo de sincretismo en el que no me detendré y que se registra en Andalucía occidental y puntos aislados del suroeste es el de la forma se, característica de la 3ª persona, asumiendo funciones de 2ª plural: se vais a caer, ‘os vais a caer’.
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TABLA 1 Sincretismo de pronombres clíticos en plural (A) Español peninsular estándar (distinguidor de caso) ACUSATIVO
DATIVO
1PL
nos
2PL
os
3PL
los
las
les
REFLEXIVO
se
1PL: nos fuimos, nos han visto, vámonos 2PL: os fuisteis, os han engañado, marchaos 3PL: los vieron (a ellos)
(B) Variedad rural con sincretismo de 2PL y 3PL ACUSATIVO
DATIVO
1PL
nos
2PL
los (preverbal)/os (posverbal)
3PL
los
las
les
REFLEXIVO
se
1PL: nos fuimos, nos han visto, vámonos 2PL: los fuisteis, los han engañao, marcharos 3PL: los vieron (a ellos)
(C) Variedad rural con sincretismo de 1PL, 2PL y 3PL ACUSATIVO
DATIVO
1PL
los
2PL
los (preverbal)/os (posverbal)
3PL
los
las
1PL: los fuimos, los han visto, vámolos 2PL: los fuisteis, los han engañao, marcharos 3PL: los vieron (a ellos)
les
REFLEXIVO
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4. Explicaciones para el fenómeno La mayoría de los estudios que han observado los fenómenos de sincretismo descritos en el apartado anterior los atribuyen a un proceso de atracción analógica con las formas de 3ª persona con l- inicial (los, las, les, etc.). Las explicaciones son muy breves y no siempre emplean la palabra analogía, sino más bien términos como “cruce”, “confusión” o “repercusión”13. Lo que parece estar postulándose es una relación proporcional del tipo veo a los niños > los veo, (os) veo a vosotros > los veo, (nos) ven a nosotros > los ven, donde el patrón de la 3ª persona sería adoptado por las demás. Dichas propuestas no explican por qué este sincretismo se da en las formas de plural ni por qué es más común en la 2PL que en 1PL. El limitarse a establecer una relación formal con las formas de 3ª persona equivale a identificar descripción y explicación. En realidad, el apelar a la analogía se hace más por falta de una mejor explicación que por la adopción de un modelo de mecanismo causal que explique de manera razonada los fenómenos de sincretismo. Lorenzo Ramos (1976: 85-87) ofrece una explicación algo más detallada para la variedad grancanaria. En ella atribuye los-1PL a la ausencia de una forma específica no deferencial para 2PL en el sistema pronominal del español de Canarias, donde se emplea la forma ustedes donde la variedad castellana norteña emplea vosotros: Es posible que también haya influido en este cambio el hecho de que, al emplearse ustedes en lugar de vosotros, los significa también ‘os’ (por ej.: los vio ‘a ellos’ o ‘a ustedes’) por lo que, en caso de confusión, es preciso recurrir a las formas analíticas; pudo así sentirse los como forma única del complemento en plural que, a su vez, asimiló a la forma tónica. El hecho de la mayor persistencia de los frente a losotros parece indicar esto último. Quizá pudo haber influido también en dicho cambio el uso del pronombre átono de tercera persona del singular (que empieza por /l/) en construcciones en las que equivale en cierto modo a la primera persona: me ven y no me llaman, lo ven a uno y no lo llaman, los ven y no los llaman; hay que tener en cuenta que el pronombre uno, empleado en lugar del pronombre de la primera persona, en plural
13
“Se registran cruces y confusiones entre algunas formas del pronombre personal átono. Este es el caso, por ejemplo, de los vamos, los dimos ‘nos vamos’, ‘os dimos’ (confusión entre la primera y la segunda persona con la tercera)” (Briz Gómez 1991: 64); “nos parece evidente la analogía con el acusativo de tercera persona los. Nos apoyamos en los numerosos casos de analogía equivalente que presenta el español y sus dialectos: mos ‘nos’ (~ me), sos, tos ‘os’ (~ se, te), y moderno se lo di (< gelo di por influencia del reflexivo se lo...)” (Rosenblat 1946: 140); “nos reflexivo toma l- analógica de los” (García Cotorruelo 1959: 105); “En los pronombres debe anotarse [...] los por nos (por repercusión del pronombre le)” (Alvar 1996: 335).
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concierta con el verbo en primera persona: [...] unoh le desimoh de una forma y otroh de otra [...] unoh pensamoh asi y otroh pensarán de otra forma. (ibíd.: 87)
Evidentemente estos argumentos no servirían para explicar los-1PL y los-2PL en variedades donde sí hay vosotros y no se da la sustitución por formas de 3ª persona. Las peculiaridades del español de Gran Canaria que se describen aquí no pueden explicar fenómenos de sincretismo que se dan en una zona mucho más amplia del español para la que no sirven estas consideraciones particulares. En el caso del los-1PL que sustituye a nos del estándar también se ha propuesto una explicación en términos puramente fonéticos. Corominas y Pascual (1980: s. v. nos) consideran que los para 1PL ‘nos’ se puede deber a una “disimilación ante la m de la desinencia [-mos] en los reflexivos” (por ejemplo en nos vamos o vámonos) “y en combinaciones como nos mata, nos vendrá, etc.”, en las que la raíz verbal contiene una nasal en una sílaba contigua al clítico nos. En lo que respecta a este fenómeno en el español de América, Kany (1969: 132) toma en cuenta la analogía con las formas de 3ª persona pero sin descartar la posibilidad de un cambio puramente fonético, dado que el intercambio de /n/ y /l/ es común en la historia del español. Una vez más estamos ante explicaciones que quedan bastante incompletas: proponen que el cambio nos > los es explicable en términos puramente fonéticos pero no valoran las repercusiones del mismo para el sistema ni explican por qué se considera esta explicación preferible a las que invocan presiones de tipo analógico.
5. Tendencias universales en sistemas flexivos Hace ya tiempo que diversos lingüistas han observado que las propiedades gramaticales de los clíticos tienen mucho en común con las de los afijos verbales: posición fija; posibilidad de combinarse solo con bases verbales; adyacencia obligatoria al verbo; orden rígido interno de las combinaciones de clíticos; idiosincrasias morfofonológicas e irregularidades en la distribución (como el llamado se espurio); duplicación que da lugar a relaciones de concordancia. Todo ello ha llevado a muchos gramáticos a pensar que los pronombres clíticos en español deben caracterizarse como afijos flexivos, y más concretamente como afijos verbales de concordancia de objeto (Enrique-Arias 2003; Franco 1991; GarcíaMiguel 1991; Rini 1991; Silva-Corvalán 1981). De hecho, fenómenos como la alomorfia antes descrita para los-2PL (los en posición preverbal y os en posverbal) son propiedades caracterizadoras de afijos flexivos. Desde un punto de vista histórico, la evolución de las propiedades de estos elementos representa un proceso de gramaticalización por el que han pasado de
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ser pronombres átonos a afijos verbales (Enrique-Arias 2003, 2005b). Desde esta perspectiva, el análisis de las tendencias universales observadas en los procesos de formación y evolución de los paradigmas flexivos tiene una relevancia evidente para entender el origen y la motivación funcional de los fenómenos de sincretismo descritos en las páginas precedentes. Un hecho sobradamente conocido de los sistemas flexivos es que nunca existe una correspondencia total del tipo “una función = un afijo”; lo normal es que se den casos de sincretismo. La homonimia en paradigmas flexivos ha sido analizada como un mecanismo para alcanzar mayor economía y eficiencia, pues un paradigma más reducido es más fácil de adquirir y usar por los hablantes (Plank 1986). En la evolución histórica de los sistemas flexivos, hay además procesos bien conocidos que dan como resultado paradigmas menos diversificados. Uno de ellos es la nivelación analógica, por la cual se elimina la irregularidad en los paradigmas. Otro fenómeno es la erosión fonética, que actúa sobre los morfemas gramaticales eliminando sonidos, induciendo procesos de asimilación, o eliminando rasgos, lo cual también puede resultar en la coalescencia de formas que originalmente eran diferentes. Una consecuencia directa de la erosión cuando actúa sobre marcadores gramaticales es lo que se ha dado en llamar reducción cualitativa, es decir, los sonidos que forman parte de los afijos gramaticales tienden a ser segmentos no marcados universalmente (Bybee et al. 1994: 107; Hopper/Traugott 1993: 145). La motivación funcional es que los marcadores gramaticales tienen una frecuencia textual considerable y, por tanto, deben estar compuestos de unidades que sean fáciles de producir. Históricamente, la presencia de segmentos no marcados en afijos gramaticales se explica porque, al tratarse de elementos que aparecen en posición no prominente, se pronuncian con menor fuerza articulatoria por lo que son relativamente más vulnerables a la erosión fonética. A la debilidad articulatoria en su pronunciación contribuye además el que en muchos casos los afijos gramaticales son redundantes (por ejemplo, los afijos de concordancia necesariamente repiten información ya expresada por otros medios). Así pues, la erosión actúa sobre los morfemas gramaticales eliminando sonidos, induciendo procesos de asimilación, provocando pérdida de tonicidad y eliminando rasgos. Otra noción importante a la hora de describir la distribución de formas en un paradigma es la de las relaciones de marca. Los elementos básicos o no marcados tienden a ser expresados con menos material fónico (o incluso con un cero morfológico), mientras que los elementos marcados tienden a presentar material fónico adicional. También se ha observado que, en los paradigmas, los elementos no marcados tienden a mantener más distinciones formales, mientras que los elementos marcados son más propensos a perderlas (Greenberg 1963).
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La evolución os > los que da lugar a una forma con consonante inicial se puede por tanto explicar por varias motivaciones funcionales que operan simultáneamente: a) necesidad de restaurar el esquema silábico CV, que es el esquema no marcado del español. b) nivelación con las demás formas del paradigma (todas tienen una consonante inicial: me, te, lo, nos, etc.). c) reparar la anomalía de que la forma os sea más corta que otras formas de plural de 3ª persona (los, las, les) que son menos marcadas y tienen mayor frecuencia textual. La forma los con consonante inicial tiene varias ventajas funcionales, entre ellas, la de evitar las dificultades fonotácticas que se presentan cuando os es precedido por una palabra que termina en una vocal media o abierta resultando en un hiato: no os riais. En las variedades rurales y coloquiales del español los hiatos son resueltos con tres tipos de solución: contracción vocálica [nos riais], creación de un diptongo [nows riais], o inserción de una consonante epentética [no los riáis]. Así pues, en los-2PL la consonante inicial funcionaría como un segmento epentético antihiático. La cantidad y variedad de fenómenos de las variedades rurales del español en los que se ha desarrollado un segmento epentético inicial (los, sos, tos) apoyan esta idea. La necesidad de tal segmento parece avalada por el hecho de que en posición preverbal la forma os tiende a ocurrir en contextos en que se produce dificultad fonotáctica de algún tipo. Por ejemplo, analizando los sonidos que preceden a las 683 ocurrencias de os preverbal en los datos orales del siglo XX del Corpus del español (Davies 2002), tenemos que en 183 casos (20%) el marcador va precedido de /i/, /s/, /n/ o /l/ creando una secuencia que es fácilmente pronunciable mientras que en una amplia mayoría (548 casos, 80%) el segmento que precede a os es una vocal media o abierta dando lugar a una secuencia hiática con posibles dificultades fonotácticas. Conviene tener en cuenta que /l/ es un segmento apical, fácil de pronunciar, que aparece frecuentemente como infijo para ayudar a la silabificación en procesos morfológicos de derivación: cafe-l-ito, chiqui-l-ín, madri-l-eño. Posiblemente el segmento /l/ inicial tiene su origen en una segmentación errónea de l + os: él os ve (a vosotros) en habla rápida puede ser interpretado como él los ve14.
14 Hay que tener en cuenta que en la evolución del español no es extraña la segmentación errónea de l- en sustantivos: LATERAL > adral, LUMINALE > umbral.
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La motivación fonética para explicar el origen de los-2PL es apoyada por el hecho expuesto más arriba de que, según los datos disponibles, los-2PL es un alomorfo empleado solo en posición preverbal; es decir, la inserción del segmento epentético l + os aparece exclusivamente en contextos en los que facilita la silabificación dando lugar al esquema consonántico no marcado CV(C). Las formas que llevan el pronombre clítico pospuesto, como por ejemplo el infinitivo que se utiliza en el vernáculo para los mandatos, terminan en consonante y no necesitan la inserción de la epéntesis. En consecuencia, encontramos arrodillaros y beberos pero nunca *arrodillarlos (‘arrodillaos’) ni *beberlos (‘bebeos’)15. Esta distribución indica claramente la existencia de una motivación fonética que prevalece sobre la mera analogía: si la atracción analógica de los de 3ª persona fuera la principal motivación para el cambio os > los, tendríamos la forma con consonante inicial en cualquier posición. Por su parte, el cambio nos > los que da origen a los-1PL también deriva de la tendencia a facilitar la producción de los afijos flexivos, en este caso mediante la pérdida de rasgos. La pérdida de segmentos y rasgos y el reemplazo de sonidos marcados (poco frecuentes) por sonidos coronales (no marcados universalmente) es un proceso típico de la evolución histórica de afijos flexivos, que también es observable en la historia de los marcadores de objeto del español16: (3) Procesos de reducción cualitativa en los pronombres clíticos del español: (a) gelo > selo ([]) > [s]): pérdida del rasgo [sonoro], reducción a posición coronal no marcada. (b) vos > os ([∫] > Ø); os > /los/: pérdida del segmento bilabial y reemplazo por segmento coronal. (c) nos > los ([n] > [l]); perdida del rasgo [nasal].
El resultado de estos cambios en el paradigma de los pronombres clíticos del español es que, con la excepción de me, todos los elementos del paradigma están formados por coronales, que son sonidos no marcados universalmente y los que típicamente aparecen en morfemas gramaticales. Aparte de la motivación funcional de pérdida del rasgo nasal en la evolución de un marcador gramatical, hay que tener en cuenta que, como señala Kany 15 En el ALPI solamente 3/40 (7%) emplea los en posición posverbal: arrodillalos, pero se trata de variedades de Aragón en las que la combinación -r del infinitivo + l- del marcador de objeto se reduce a /l/. En cualquier caso, la presencia de -l- en arrodillalos está justificada para facilitar la silabificación. 16 Para una discusión más extensa de estos procesos aplicada a la explicación del cambio de gelo a selo véase Enrique-Arias (2005a).
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(1969: 132), el cambio /n/ > /l/ es bastante frecuente en la historia del español. En efecto, a lo largo de su historia hay numerosas alternancias del tipo búfano ~ búfalo, carámbano ~ carámbalo, sótano ~ sótalo, murciégalo ~ murciégano, en los que /n/ en una posición no prominente (en sílaba final en una esdrújula) alternaba con /l/. Existe además la tendencia a disimilar /n/ con otra nasal pasando a /l/: esquinón > esquilón, reninchar > relinchar, denante > delante, ANIMA > alma, o la alternancia Menéndez ~ Meléndez17. Así pues, las condiciones más propicias para el cambio /n/ > /l/ son en sílaba átona final y en presencia de otra nasal. Es interesante notar que, según los materiales orales del siglo XX en el Corpus del español (Davies 2002), las diez palabras más frecuentes en las que nos es la sílaba final de una palabra esdrújula son vámonos, cuéntanos, díganos, cuéntenos, háblenos, pongámonos, dándonos, diciéndonos, dejémonos, yéndonos. Todas ellas excepto díganos y háblenos contienen un nasal en la sílaba anterior. Frente al escenario propuesto aquí, en el que los-1PL y los-2PL resultan de la evolución fonética de nos y os respectivamente, cabe considerar una explicación alternativa: que nos y os hayan sido reemplazados directamente por la forma los de 3ª persona. Halle y Marantz (1994: 282), quienes segmentan los pronombres clíticos y asignan significados a los diferentes segmentos, consideran que /l/ es la forma por defecto de los pronombres de objeto en las lenguas románicas: m-1SG, n-1PL, t-2SG, Ø-2PL y l-defecto. En consecuencia, la adopción de las nuevas formas los-1PL y los-2PL supone la propagación de la forma de 3ª persona que, al ser la no marcada y al no codificar significados tan especificados como las demás formas, sería la que automáticamente asume otras funciones en una situación de reducción paradigmática. Los datos disponibles, no obstante, indican de manera clara una motivación fonética para estas innovaciones. Como ya se ha visto, el alomorfo los-2PL se da solo en contextos en los que se hace necesario para la silabificación no marcada CV(C); si se tratara del mero reemplazo de os por los sin una motivación fonética, tal reemplazo se daría por igual en todos los contextos. La motivación fonética se ve apoyada además por el hecho de que la epéntesis de consonante inicial para reemplazar os es algo enormemente frecuente en las variedades rurales del español: en las dos Castillas y Andalucía oriental tenemos s-os (sos han engañao) y en el alto Aragón t-os (tos han engañao) (Martín Zorraquino 1979), y en muchos casos la forma con consonante inicial es un alomorfo empleado solo en posición preverbal. Si fuera una mera cuestión de pro-
17 La tendencia /n/ > /l/ en presencia de otra nasal se manifiesta además con frecuencia en la variación dialectal del español. Por ejemplo, la variación entre castellano nutria y aragonés lodria remite a la alternancia en latín NUNTRA ~ LUNTRA. Asimismo, los nombres de la mustela nivalis en el dominio leonés dan lugar a alternancias como mostalilla ~ mostanilla, dononsilla ~ dolonsilla (Miguélez Rodríguez 2000: 38).
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pagación de la forma menos marcada tendríamos adición de l- en todas las variedades y en todos los contextos fonéticos, y sin embargo encontramos otras formas, como s- o t- que codifican rasgos que, según el análisis de Halle y Marantz (1994: 282), no son compatibles con la 2PL. No obstante, es muy posible que, una vez hayan aparecido los primeros casos de los-2PL condicionados fonéticamente, la coalescencia con los-3PL haya sido favorecida por el carácter no marcado de esta forma, y que a su vez el sincretismo de 2PL y 3PL haya impulsado el de 1PL. La eliminación de las formas específicas 1PL y 2PL parece estar dictada por tendencias universales en la reducción de paradigmas según las cuales los significados no marcados mantienen más formas específicas y las formas más marcadas las pierden más fácilmente. En consonancia con este principio, el sincretismo de persona parece ser más frecuente en el plural como pone de manifiesto la base de datos de fenómenos de sincretismo de persona de Surrey (Baerman 2002) que recoge datos de morfología verbal de número y persona del sujeto a partir de una muestra de 111 lenguas que presentan diversidad geográfica y genética (ver Tabla 2)18. TABLA 2 Fenómenos de sincretismo de número y persona Persona
SINGULAR
PLURAL
TOTAL
1=2=3
8
17
25
1=2
15
20
35
2=3
10
20
30
1=3
14
19
33
TOTAL
47 (37%)
76 (63%)
123
FUENTE: The Surrey Syncretisms Database (Baerman/Brown/Corbett 2002)
Los datos de la Tabla 2 muestran con bastante claridad que los fenómenos de sincretismo de persona son más frecuentes en el plural que en el singular, con una diferencia cercana al doble (37-63). Al mismo tiempo no hay una diferencia clara 18
La Tabla 2 recoge fenómenos, no lenguas; es decir, que para una misma lengua se pueden haber computado varios fenómenos de sincretismo de persona en diferentes subsistemas, por ejemplo, en el presente y en el perfecto, y hay lenguas también en las que no hay ningún fenómeno de sincretismo de persona.
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entre las diferentes personas que explique por qué en las variedades estudiadas los-2PL es más común que los-1PL. En el plural encontramos que las combinaciones posibles de sincretismo entre las diferentes personas tienen 20, 20 y 19 ejemplos. La combinación que más ejemplos tiene en la base de datos es la de las formas más marcadas (1=2) pero en cantidad muy semejante a la de las otras combinaciones. Si consideramos los casos que afectan a personas concretas tenemos que 1 = (2 o 3) tienen 68 fenómenos, 2 = (1 o 3) 65 y 3 = (1 o 2) 63. Las diferencias son muy pequeñas como para poder proponer una diferencia estadística significativa, pero apuntan a la menor preponderancia de fenómenos de sincretismo cuando afectan a la categoría no marcada (3ª persona). También hay que tener en cuenta que los datos son de sincretismo de persona en flexión verbal, si bien en principio este subsistema tendría que regirse por las mismas motivaciones que gobiernan tendencias de sincretismo en el sistema pronominal. A la hora de explicar por qué en las variedades estudiadas el sincretismo de 2PL es condición para que se dé el de 1PL tenemos que considerar que la persistencia de una forma específica para la 2PL es, en general, algo recesivo en el español, pues muchos dialectos (andaluz occidental, canario, español de América) la han perdido en favor de la 3PL. Otro aspecto interesante es el de cuán rentable es mantener marcadores distintivos para os, nos y los para el éxito de las situaciones comunicativas. Un análisis de os y nos en la parte de materiales orales del Corpus del español (Davies 2002) revela que estos marcadores suelen referir a referentes humanos en contextos en los que solo es posible una interpretación reflexiva o dativa. Los diez verbos más frecuentes que acompañan a os son, por este orden, decir, ir, dar, gustar, parecer, hacer, acordar, poder, querer y estar, y los que acompañan a nos son ir, dar, hacer, decir, quedar, poder, estar, parecer, encontrar y llevar. Son verbos en los que no es posible una interpretación de los como acusativo, teniendo en cuenta además que estos fenómenos de sincretismo no se dan en zonas loístas sino distinguidoras de caso. En la gran mayoría de las situaciones comunicativas la distinción formal os/los es prescindible, pues se puede recuperar por el contexto, especialmente si tenemos presente además que en no pocos casos el clítico es doblado por un pronombre tónico explícito, como en el ejemplo (2) de más arriba (aquel día los juntaron ... a nosotros dos). El resultado es que las motivaciones fonéticas que hemos apuntado como iniciadoras del cambio no han sido frenadas por la necesidad de mantener marcadores específicos para las diferentes personas de plural en los pronombres clíticos. Por último, hay que considerar que una de las motivaciones funcionales que explican que la 1ª y 2ª persona tenga menos distinciones formales que la 3ª es que la información del referente suele resultar obvia en el cara a cara de la comunicación.
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6. Resumen y conclusiones El sincretismo de os, nos y los en variedades rurales del español se puede explicar como el resultado de procesos ampliamente documentados en la formación y evolución de paradigmas flexivos en las lenguas del mundo: reducción cualitativa, erosión fonética, nivelación de paradigmas y reducción paradigmática con pérdida de formas específicas para elementos marcados. La interacción de los diferentes factores analizados a lo largo de estas páginas se podría resumir de la siguiente manera: El origen de os > los-2PL estaría en la necesidad de reparar la mala integración paradigmática de os (única forma sin consonante inicial en el paradigma de los marcadores de objeto y única forma plural con solo 2 segmentos) mediante la epéntesis de un segmento inicial coronal que al mismo tiempo ayuda a solventar las dificultades fonotácticas que surgen cuando os va precedido de una vocal media o abierta con la que forma un hiato. La motivación fonética viene apoyada por la existencia del alomorfo los solo en contextos en los que se hace necesario para la silabificación no marcada CV(C). (ii) El origen de nos > los-1PL representa un caso de pérdida de rasgos en elementos funcionales como consecuencia de su atonicidad, posición no prominente, uso en habla rápida y carácter redundante. Sin duda a ello contribuye el hecho de que nos suele producirse en posición átona en combinaciones con otras nasales en contextos en que en la historia del español se ha favorecido el cambio /n/ > /l/. (iii) Estas tendencias fonéticas dan como resultado la convergencia de os, nos y los con la consiguiente reducción del paradigma. Este proceso sigue la tendencia universal a eliminar distinciones formales en formas marcadas: los fenómenos de sincretismo que afectan a formas de plural tienen una mayor frecuencia relativa en las lenguas del mundo. El hecho de que en la mayoría de las situaciones comunicativas la distinción entre 1PL, 2PL y 3PL sea prescindible ha hecho que el sincretismo de estas formas se haya extendido considerablemente. (i)
Los fenómenos de sincretismo descritos en este estudio se integran dentro de las tendencias de reducción cualitativa y paradigmática a las que han estado sometidos los pronombres clíticos del español a lo largo de su historia como parte de un proceso de gramaticalización por el cual han ido adquiriendo propiedades caracterizadoras de afijos verbales de concordancia. Estas tendencias quedan resumidas en la Tabla 3 en la que se aprecia cómo el paradigma de los pro-
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nombres átonos del español medieval, que estaba formado por 12 elementos que empleaban siete consonantes diferentes, ha evolucionado hasta un sistema de nueve afijos verbales que emplean cuatro consonantes en las variedades con sincretismo de os, nos y los. TABLA 3 Reducción cualitativa y paradigmática de los pronombres clíticos (i) Español medieval
(ii) Español moderno (estándar)
(iii) Variedad innovadora (con los-2pl)
(iv) Variedad más innovadora (con los-1pl)
12 pronombres 7 consonantes
11 afijos 5 consonantes
10 afijos 5 consonantes
9 afijos 4 consonantes
[me], [te], [lo], [la], [le], [e], [nos], [∫os], [los], [las], [les], [se]
[me], [te], [lo], [la], [le], [nos], [os], [los], [las], [les], [se]
[me], [te], [lo], [la], [le], [nos], [los], [las], [les], [se]
[me], [te], [lo], [la], [le], [los], [las], [les], [se]
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ANDRÉS ENRIQUE-ARIAS
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UN SINCRETISMO DE GÉNERO EN LA ESFERA DE LA CUANTIFICACIÓN. L O S P R O B L E M A S PA R A A N A L I Z A R EL NEUTRO DE MATERIA COMO GÉNERO EN ASTURIANO* Á LVA R O A R I A S - C A C H E R O C A B A L Universidad de Oviedo
1. El concepto de sincretismo en una morfología funcional de invariantes 1.1. PREÁMBULO El concepto de neutralización es uno de los principios teóricos que nace con el estructuralismo europeo y lo distingue. Pese a contar con una relativamente larga tradición en el marco de la lingüística contemporánea, el desarrollo de este en el ámbito de la sintaxis y la morfología ha sido mucho menor que en el de la fonología. Desde nuestro punto de vista, la razón estriba en que, para poder delimitar oposiciones neutralizables y, en consecuencia, unidades analizables como sincretismos, es necesario definir antes una gramática que opere con unidades conmutables y, por tanto, unidades en relación, en oposición o invariantes. Esto supone, sin olvidar el signo, fijar la atención en el plano del contenido y sus figuras, concretamente en las gramaticales o morfológicas. Esta perspectiva, no precisamente mayoritaria en lingüística, tiene sus raíces en la glosemática de Hjelmslev (1972, 21974: 65-72) y ha tenido eco en el funcionalismo gramatical del español (Alarcos Llorach 1957, 1978; Arias-Cachero Cabal 1999b: 17-46; Martínez 1994a: 153 y 161-162, y 1994b: 28 y 61), línea que aquí adoptamos. A falta de una (auto)denominación más explícita, dado que el término funcional en la actualidad aclara poco, hemos preferido designar a esta morfología como aquella que es funcional y, más específicamente, opera con invariantes o figuras de contenido. En otros estudios hemos abordado los conceptos de oposición y pertinencia, y, de manera paralela, los de neutralización y sincretismo, aunque desde el punto
* Agradecemos a los profesores José Antonio Martínez y Félix Fernández de Castro de la Universidad de Oviedo las observaciones y sugerencias hechas sobre este artículo y que han servido para mejorarlo.
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de vista de la lingüística general o centrándonos en la fonología (Arias-Cachero Cabal 1999a, 2000 y 2006). Nuestra intención es exponer aquí la aplicación de los mismos al fenómeno del neutro de materia en asturiano (apartado 3), el cual supone un verdadero reto analítico desde cualquier perspectiva teórica. Antes realizamos una descripción del mismo de la manera más “aséptica” posible (apartado 2), fijándonos solo en las concordancias del asturiano al margen de las interpretaciones tradicionales (y de las propias). Dado que en otro lugar hicimos una propuesta de análisis (Arias-Cachero Cabal 1999b: 91-115), nuestro estudio sobre el neutro es aquí “negativo”, es decir, abordamos los problemas y posibles incoherencias de la visión tradicional a partir de la consideración de las oposiciones y sincretismos que pueden tener lugar.
1.2. LA RAZÓN DE SER DEL CONCEPTO DE SINCRETISMO1 Un mérito que proviene del desarrollo de la fonología praguense, y no el único, es el haber distinguido con claridad la idea de suspensión de oposición, la neutralización, y la de la unidad resultante de esa suspensión, el archifonema. En /p : b/ se suspende la oposición que tiene lugar en otros contextos (supe/sube), pero /p : b/ (o /B/) es una invariante en sí misma, una unidad pertinente u opositiva. La distinción entre neutralización y archifonema es útil más allá de la fonología, sirve para cualquier análisis de relaciones paradigmáticas, incluidas las que tienen lugar entre morfemas considerados como figuras de contenido. Para casos ajenos a la fonología, el término general para la invariante resultante no puede ser archifonema, por lo que resulta mejor uno de carácter general y para el que ya hay tradición en este sentido como el de sincretismo (Arias-Cachero Cabal 2000: 88-93; Hjelmslev 21974: 125-132). Neutralización y oposición son fenómenos que se dan en un mismo momento sincrónico en un sistema lingüístico y se deducen por comparación. Se entiende que aquello que en un contexto determinado se opone (a/b), se deja de distinguir en otro (a : b) o neutraliza y que el resultado de esa neutralización es un sincretismo. En el análisis, en realidad, se están comparando paradigmas con un distinto número de miembros (y, en consecuencia, de oposiciones) para igualarlos o considerarlos variedades del mismo. Por ejemplo, un paradigma del tipo /a1, b1, c1, d1/ frente a otro como /a2, c2, d2/. A partir de esta comparación se analiza una invariante, /a2/, como un sincretismo, esto es, la unidad opositiva resultante de la suspensión de la oposición /a1/ – /b1/. Se interpreta así que tiene lugar la equiva-
1
Para este apartado, cf. Arias-Cachero Cabal 2000: 83-110.
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lencia /a2/ ≡ /a1 : b1/; y las restantes unidades se identifican como variedades de una misma invariante, es decir, como equivalentes en tanto que invariantes (/c2/ ≡ /c1/, /d2/ ≡ /d1/). El único sentido de estas operaciones es el de la identificación de invariantes (1) y, lo que no se suele señalar, de paradigmas (2) por medio de las identificaciones vistas: (1) /a2/ ≡ /a1 : b1/ /c2/ ≡ /c1/ /d2/ ≡ /d1/ (2) /a2, c2, d2/ ≡ /a1 : b1, c1, d1/ /a1 : b1, c1, d1/ ≡ /a1, b1, c1, d1/
De este modo, ambos paradigmas se analizan como paradigmas equivalentes, uno de cuatro invariantes, /a, b, c, d/, y otro (el “mismo” o una variedad del mismo) de tres en el que una invariante es un sincretismo, /a : b/, que representa la pertinencia en común de las unidades que se neutralizan o dejan de oponerse (/a/ – /b/). En suma, /a : b, c, d/ ≡ /a, b, c, d/, donde el concepto de sincretismo (y el de neutralización del que es “consecuencia”) es imprescindible para postular equivalencias de este tipo que salvaguarden el análisis unitario de un sistema dado2.
1.3. EL SINCRETISMO EN MORFOLOGÍA Cuando la pertinencia de una invariante de un paradigma puede ser considerada equivalente a la pertinencia en común de varias invariantes de otro paradigma, la primera es una invariante sincrética o un sincretismo. Las unidades que entran en un sincretismo dejan de ser opuestas por neutralización de la oposición entre ellas.
2 En Fonología Funcional, en el nivel de los fonemas, los casos de neutralización se analizan como suspensiones de oposición de las que resulta un archifonema (un sincretismo fonemático). Sin embargo, en el nivel de los rasgos pertinentes no es habitual considerar que haya sincretismos, entre otras razones porque la mayor parte de los paradigmas de rasgos pertinentes son binarios (todos, para una fonología binarista) y la neutralización conlleva la anulación del paradigma. En los paradigmas de rasgos pertinentes de más de dos términos nada impide analizar las unidades resultantes de neutralización como sincretismos, como mostramos en otro lugar (Arias-Cachero Cabal 1999a). Este último es un caso particular del principio general aquí expuesto, aplicable igualmente a las oposiciones entre figuras de contenido morfológicas.
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Veamos un ejemplo como el que tiene lugar en el pretérito imperfecto del español, donde no se distingue entre 1ª y 3ª persona en singular. Paradigmas como los de (3) y (4) son analizables en el plano del contenido, respectivamente, como las oposiciones entre significados que se muestran en (5) y en (6)3: (3) cantabas – cantaba (4) cantábamos – cantabais – cantaban (5) {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘sing.’ + ‘pers. a’} / {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘sing.’ + ‘pers. b’} (6) {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘pl.’ + ‘1ª pers.’} / {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘pl.’ + ‘2ª pers.’} / {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘pl.’ + ‘3ª pers.’}
Se da un paradigma de persona de dos formas en el singular y otro de tres en el plural. Para poder considerar equivalentes ambos (cf. punto 1.2.) es necesario identificar, por un lado, ‘pers. a’ y ‘2ª pers.’ como variantes y, por otro, ‘pers. b’ como un sincretismo resultado de la neutralización de la oposición ‘1ª pers.’/‘3ª pers.’ La neutralización es la ausencia de oposición y el sincretismo la invariante ‘pers. b’ o, así analizada, ‘1ª : 3ª pers.’. De este modo, la oposición entre los significados (5) de parejas como cantabas/cantaba (3) es analizable como: (7) {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘sing.’ + ‘2ª pers.’} / {«cantar» + ‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘sing.’ + ‘1ª pers. : 3ª pers.’}
La neutralización y la unidad analizada como sincretismo se explican o tienen lugar en un determinado “contexto”, en el caso del ejemplo, una determinada combinación de figuras que “provoca” la neutralización y la presencia de un sincretismo. Esto es, tiene lugar una serie de determinadas dependencias sintagmáticas entre figuras y entre paradigmas de figuras que van más allá de la mera combinación. El contexto neutralizador es, en el caso del imperfecto del español, el que sigue, en donde la línea representa el lugar que ocupa el sincretismo: (8) {‘ind.’ + ‘pret.’ + ‘no term.’ + ‘no anter.’ + ‘sing.’ + _______}
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3 Dejando a un lado la cuestión de la persona, tomamos el análisis de Alarcos Llorach 1980a, 31980b.
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En casos como este no es habitual que se reconozca que haya neutralización ni, en consecuencia, un morfema sincrético. Ante estos casos se suele entender que, pese a haber neutralización, se “actualiza” o tiene lugar un valor neutralizado o, lo que es lo mismo, que no hay neutralización en el uso. Creemos que este tipo de visiones se resuelven con un deslinde preciso entre forma y sustancia. En Cantaba bien siempre habrá alguien al que se le atribuya la acción: unas veces el referente será el hablante y otras alguien ausente de la conversación. La forma es idéntica, lo que es obvio, pues pese a ello el significante del verbo no varía, incluso aunque explicitemos el sujeto gramatical (Yo cantaba bien, Anselmo cantaba bien). Si desde un punto de vista operativo entendemos que la forma de contenido es solo aquello distinguible por la expresión (aquello cuya mutación en el contenido conlleva mutación en la expresión) en el signo cantaba solo hay una forma de contenido en cuanto a la persona, la opuesta a cantabas. El hablante siempre tendrá en mente un sujeto, pero eso no es un hecho de forma, sino relacionado con la asignación del referente, lo que tiene que ver con la sustancia (si consideramos que el referente es la sustancia del plano del contenido). La independencia de esta asignación con respecto a la forma de contenido se evidencia en el hecho de que los sujetos pueden ser más o menos probables (con posibilidad, pues, de error por parte del oyente) según el contexto lingüístico del signo y de la situación comunicativa. La combinación de Cantaba bien con el contexto _______ pero se estropeó la voz, parece apuntar, por la 3ª persona de estropeó, a que es la “3ª persona” el referente probable de cantaba (Cantaba bien pero se estropeó la voz), aunque no obligadamente. Si varía el contexto la probabilidad de asignación lo hace también: Cantaba bien pero se estropeó la voz, cuando quisimos hacer un dúo (con, por ejemplo, una asignación referencial del tipo: [referente: “yo”] Cantaba bien pero [referente: “ella”] se estropeó la voz, cuando quisimos hacer un dúo). Otro tanto se puede decir según el entorno extralingüístico y las circunstancias en las que se realice el mensaje.
2. Descripción del neutro de materia en asturiano4 2.1. FLEXIONES “AL MARGEN” DEL NEUTRO DE MATERIA El “fenómeno” del neutro de materia no puede analizarse aisladamente sin tener en cuenta el resto de la morfología nominal del sistema en que se integra. En este 4
Las características del neutro de materia aquí descritas son las propias del dialecto central del asturiano y los ejemplos son nuestros. Para exponer las primeras nos valemos de los estudios señalados, para los segundos de estos y de nuestro conocimiento como hablantes de
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apartado nuestro objetivo es limitarnos a señalar las concordancias adjetivas y de los referentes pronominales átonos de implemento5 de modo que la exposición sea lo más neutra y desligada de cuestiones de escuela que sea posible6. En la variedad central se encuentran sustantivos con variación de número y género (neñu, neños, neña, neñes). Mediante el número se hacen distinciones de cantidad (armariu, armarios ‘más de un armariu’) y el género sirve para expresar distinciones relativas al sexo (perru, perra), tamaño (ventanu ‘ventana pequeña’, ventana) o a la cantidad (maderu ‘pieza de madera’, madera). Atendiendo a las concordancias, los sustantivos pueden tener flexiones con variación de género y número, o solo de número y género invariable: (9) el llobu el xastre el vuelu el balón
vieyu
los llobos los xastres los vuelos los balones
vieyos
la lloba la xastra
la casa la dosis
vieya
les llobes les xastres
vieyes
les cases les dosis
una variedad dialectal central (la centrosureña) bien conservada en todos sus aspectos. Hacemos abstracción de la metafonía, dado que en este dialecto es divisible en dos áreas, una sin inflexión y otra con inflexión de la tónica ante final cerrada. Para la descripción dialectal del neutro de materia en asturiano, véanse Alonso Fernández 1954; Álvarez Fernández-Cañedo 1963; Arias-Cachero Cabal 1992; Calvo Aladro et al. 2000; Canellada 1996; Conde Saiz 1978; Díaz Castañón 1966; Díaz González 1986; Fernández González 1959; García Álvarez 1961; García González 1978, 1999; García Valdés 1979; Martínez Álvarez 1967; Menéndez Pidal 1962, 1990; Neira Martínez 1955; Rodríguez-Castellano 1986; Vallina Alonso 1985. 5 Para no complicar la exposición omitimos los usos del pronombre personal tónico de 3ª persona y de los demostrativos, y remitimos a la bibliografía citada en las notas precedente y siguiente. Estos reflejan, también, la distinción entre lo continuo (ello, esto, etc.) y lo discreto (elli, ella, esti, esta, etc.) en concordancia con los sustantivos con uno y otro morfema (Bebi agua, val más quitar la sede con ello agora) y reflejan el mismo juego de oposiciones que el analizado en los adjetivos no prenucleares. 6 Para el análisis morfosintáctico del neutro de materia en asturiano y, también, para trabajos dialectológicos de conjunto sobre este fenómeno que tratan (o incluyen) el asturiano, veánse Alonso 1972; Álvarez Menéndez 1999; Andrés Díaz 1993, 1994, 1998; Arias Cabal 1999b; Camblor Portilla/Bowden 2005; Fernández-Ordóñez 2006-2007, 2007; García Fernández 1996; García González 1985, 1989, 1999; Granda Gutiérrez 1963; Hualde 1992; Neira Martínez 1982, 1991; Viejo Fernández 1998-1999, 2002.
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También se dan sustantivos invariables en género y en número: (10) el sur el cénit
vieyu los rebelgos los culiestros
vieyos la sede la salú
vieya les parigüeles les tisories
vieyes
Estas concordancias se dan también con el adjetivo antepuesto: (11) el vieyu
llobu xastre vuelu balón
los vieyos
llobos xastres vuelos balones
la vieya
lloba xastra
casa dosis
les vieyes
llobes xastres
cases dosis
En esta posición es más frecuente el uso de determinados adjetivos y de demostrativos, indefinidos, etc., que reflejan igualmente estos valores morfemáticos: (12) esti maestru, estos maestros, esta maestra, estes maestres dalgún vendedor, dalgunos vendedores, dalguna vendedora, dalgunes vendedores esi árbol, esos árboles bon edificiu, bonos edificios aquella xaronca, aquelles xaronques
Es viable la concordancia pre- y posnuclear a un tiempo en torno al sustantivo, hecho relevante, como se verá, en el caso del neutro de materia: (13) esti maestru vieyu, estos maestros vieyos, esta maestra vieya, estes maestres vieyes dalgún vendedor vieyu, dalgunos vendedores vieyos, dalguna vendedora vieya, dalgunes vendedores vieyes esi árbol vieyu, esos árboles vieyos bon edificiu vieyu, bonos edificios vieyos aquella xaronca vieya, aquelles xaronques vieyes
La concordancia va más allá del grupo sintagmático y pueden concordar otros adjetivos y pronombres como los referentes verbales átonos de objeto directo o implemento, que reflejan también estas distinciones:
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(14) esi árbol ta vieyu esos árboles tán vieyos el ventanu vieyu quitélu la ventana vieya quitéla
Por último, la concordancia puede trascender la propia oración: (15) esti maestru vieyu tevo que retirase cuando más preparáu taba estos maestros vieyos tuvieron que retirase cuando más preparaos taben esta maestra vieya tevo que retirase cuando más preparada taba estes maestres vieyes tuvieron que retirase cuando más preparaes taben
En suma, en lo referido a estos aspectos, no se encuentra nada reseñable que distinga la morfología nominal del asturiano con respecto a otros romances hispánicos.
2.2. EL NEUTRO DE MATERIA EN SUSTANTIVOS INVARIABLES En asturiano se encuentra un grupo de sustantivos siempre invariables en género y normalmente invariables en número cuyas concordancias adjetivas son distintas a las arriba descritas. Son sustantivos del tipo: carbón, escanda, panchón, oro, sidra, miel, mantega, etc. Ante el comportamiento gramatical diferenciado que tienen y como muchos designan sustancias o el material del que se compone un objeto, han sido denominados como sustantivos “de materia”. Se trata de sustantivos medibles, aunque no todos los medibles provocan este tipo de concordancias. En cuanto a su carácter invariable, esto es lo frecuente, pero pueden tener un plural que se siente como artificioso, pero no por ello agramatical, y siempre referido a las distintas clases de lo referido por el singular, no a la repetición de una entidad discreta. En la expresión los adjetivos que concuerdan con ellos tienen forma distinta a las vistas más arriba y común para sustantivos masculinos (16) y femeninos (17): (16) *carbón européu *panchón azucaráu *oro blancu
carbón europeo panchón azucarao oro blanco
(17) *madera dura *agua fría *sidra nueva
madera duro agua frío sidra nuevo
En esquema:
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(18) *_____ vieyu *_____ vieya
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_____ vieyo
Sin embargo, en posición prenuclear la concordancia es semejante a la que se observa en el epígrafe anterior. En la columna de la izquierda mostramos el resultado de la permutación del adjetivo, se trata de una posición que estos adjetivos no suelen ocupar, pero acorde con las reglas gramaticales del asturiano. En la columna de la derecha ofrecemos ejemplos con unidades de uso habitual en la anteposición. (19) européu carbón azucaráu panchón blancu oro
esi carbón el panchón bon oro
(20) dura madera fría agua nueva sidra
esta madera poca agua la sidra
Estas distintas concordancias pre- y posnucleares son compatibles en el mismo grupo sintagmático: (21) esi carbón europeo el panchón azucarao bon oro blanco (22) esta madera duro poca agua frío la sidra nuevo
Tenemos, pues, por un lado, sustantivos con concordancia prenuclear masculina y posnuclear con -o (23) y, por otro, con concordancia prenuclear femenina y posnuclear también con -o (24): (23) (esi) _____ (vieyo) (el) _____ (vieyo) (bon) _____ (vieyo) (24) (esta) _____ (vieyo) (poca) _____ (vieyo) (la) _____ (vieyo)
Fuera del grupo sintagmático la concordancia es siempre con adjetivos con -o, anteceda o siga al grupo. Además, el referente pronominal de objeto directo es lo
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para sustantivos de ambos géneros7. Esta concordancia se muestra al interno o fuera del sintagma en cuestión: (25) esi carbón nuevo comprélo ayeri el panchón nuevo gústame frío bon oro nuevo pa llevalo puesto (26) esta madera nuevo ye malo pa serruchalo poca agua nuevo hai pa guardalo na nevera ta bono esti añu la sidra nuevo
Lo que podemos esquematizar como: (27) (esi) _____ (nuevo) […] (_____lo) […] (frío) (bon) _____ (nuevo) […] (_____lo) […] (puesto) (28) (esta) _____ (nuevo) […] (_____lo) […] (malo) (poca) _____ (nuevo) […] (_____lo) […] (bono)
2.3. EL NEUTRO DE MATERIA EN SUSTANTIVOS VARIABLES Por último, nos encontramos con un grupo de sustantivos dentro de la esfera del neutro de materia como fierro, pelo, quesu, figu, café, vinu, merluza, mazana, tela, etc. Todos ellos admiten plural8 y, en su forma “singular”, aceptan tanto
7
Frente a la concordancia con los sustantivos del apartado anterior, con lu y la para masculinos y femeninos en singular, y los y les en plural: Al neñu vilu; A la neña vila; A los neños vilos; A les neñes viles. 8 Algunos usos de plural se constatan solo desde hace pocas décadas, como cafés o vinos, en referencia a la porción que se consume. Estos plurales se desarrollan de manera simultánea a su forma discreta. Por ejemplo, antes café tenía un uso exclusivamente medible (una taza de café, una xarra de café, etc.) y la adjetivación era solo de neutro de materia (café negro, café frío), ahora es fácil escuchar tanto los plurales como las concordancias del tipo café negru o el café fríu bebílu en referencia a una taza de café. Se da actualmente, pues, una triple distinción (café frío, café fríu, cafés fríos). Como hecho de uso, el paso del empleo continuo (café frío) al triplemente distinguidor depende de cada sustantivo en particular, café fríu y cafés no son sentidos como extraños o ajenos al asturiano pero, por ejemplo, sí *sidra fría y *sidres (en referencia a la repetición de entidades discretas). Los hablantes de más edad son conscientes de usos nuevos como los apuntados, pero su empleo no es en absoluto forzado ni interpretado como una influencia del castellano. Esto indica, simplemente, que la posibilidad o imposibilidad de plural y de forma discreta para los
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adjetivos con -o, forma continua, como con -u, forma discreta. Se establece una oposición referida a la cantidad, la segunda individualiza la referencia y la primera es la forma no marcada o genérica cuya referencia engloba a las de las demás formas de su flexión: (29) fierro duro figu maduro café fervío
/ / /
fierru duru figu maduru café fervíu
(30) merluza frito pera crudo tela llargo
/ / /
merluza frita pera cruda tela llarga
(31) _____ vieyo
/
_____ vieyu o _____ vieya
Si en otros idiomas romances la oposición morfológica ‘singular’/‘plural’ no indica propiamente distinción entre “uno” y “varios”, sino entre una forma no marcada que no precisa la cantidad y “varios”, aquí la oposición entre las formas continuas y las plurales coincide con esta distinción, mientras que las discretas, esto es, con adjetivos con formas con -u o -a, aportan el valor de “uno”. Si bien tradicionalmente se ha considerado a la inversa, o sea que las formas continuas tenían el valor semántico de la “continuidad”, un análisis más preciso revela que no es así (Arias-Cachero Cabal 1999b: 108-115). En español, para expresar la unidad mediante el morfema de número, es obligado no usar el plural, dado que este último indica siempre “varios”, pero eso no implica que el singular sirva para indicar “uno” de manera inequívoca. Esta cantidad es uno de sus posibles referentes, pues en realidad no indica una cantidad precisa. Así se explican usos como La vivienda es cara: según el uso el referente puede ser una única vivienda en concreto o una cantidad indeterminada de viviendas cuando se usa para aludir, por ejemplo, al conjunto de las viviendas de un país. Del mismo modo, en asturiano, para expresar lo continuo, es preciso no usar el morfema ‘plural’ (asociado al valor semántico “varios”) ni el morfema ‘discreto’ (asociado a “uno”), pero eso no quiere decir que el valor semántico del morfema ‘continuo’ sea “continuidad”, sino que es algo así como “cantidad (pero no especificada)”, igual que el ‘singular’ del castellano. Con un enunciado como Corta’l pelo, el referente puede ser un conjunto de varios filamentos capilares o uno solo, frente a Corta los pelos (varios) o Corta’l pelu (uno).
casos de neutro de materia es únicamente cuestión de uso, no un impedimento o regla gramatical, ni tal cambio implica variación del sistema morfológico del asturiano.
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La distinción entre ‘continuo’ y ‘discreto’ solo se refleja en la concordancia de los adjetivos y pronombres, pero los sustantivos no varían. Hay unos pocos casos, todos masculinos y acabados en vocal velar, en los que también se distingue en la categoría sustantiva. Los ejemplos difieren según la variedad dialectal y son del tipo: fierro ‘hierro’/fierru ‘pieza de hierro’, pelo ‘id.’/pelu ‘filamento de pelo’ o filo ‘hilo’/filu ‘hebra de hilo’. La regularidad se encuentra en la concordancia adjetiva, esta es del tipo (32) o bien del tipo (33): (32) _____ vieyo _____ vieyu (33) _____ vieyo _____ vieya
Con la permutación, las concordancias prenucleares son similares a las de los sustantivos invariables (cf. punto 2.1.), bien vieyu _____ (34), bien vieya _____ (35), sin distinción entre lo continuo y lo discreto, excepto en los casos en que esta también se da en el mismo sustantivo (fierro/fierru): (34) duru fierro maduru figu fervíu café
/ = =
duru fierru maduru figu fervíu café
(35) frita merluza cruda pera llarga tela
= = =
frita merluza cruda pera llarga tela
(36) vieyu _____ vieya _____
= =
vieyu _____ vieya _____
Esta indistinción puede apreciarse, igualmente, en las unidades de uso habitual en la anteposición: (37) un fierro aquel figu esti café
/ = =
un fierru aquel figu esti café
(38) mala merluza una pera la tela
= = =
mala merluza una pera la tela
La presencia de determinantes y adjetivos prenucleares masculinos o femeninos y la de adjetivos posnucleares en forma continua es compatible, estable-
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ciéndose oposiciones morfológicas con los adjetivos posnucleares en forma discreta: (39) un fierro duro aquel figu pasao esti café fervío (40) mala merluza frito una pera pasao la tela barato
/ / / / / /
un fierru duru aquel figu pasáu esti café fervíu mala merluza frita una pera pasada la tela barata
En esquema, comparando a derecha y a izquierda vemos las posibilidades de conmutación o posibles oposiciones morfológicas (41) (esi) _____ (vieyo) (un) _____ (vieyo) (bon) _____ (vieyo) (el) _____ (vieyo)
/ / / /
(esi) _____ (vieyu) (un) _____ (vieyu) (bon) _____ (vieyu) (el) _____ (vieyu)
(42) (esa) _____ (vieyo) (una) _____ (vieyo) (bona) _____ (vieyo) (la) _____ (vieyo)
/ / / /
(esa) _____ (vieya) (una) _____ (vieya) (bona) _____ (vieya) (la) _____ (vieya)
El tipo de oposición del adjetivo posnuclear es el mismo que se mantiene en cualquier posición fuera del grupo sintagmático del sustantivo. En cuanto a los referentes de implemento, lo es el propio de las formas continuas y lu o la de las discretas: (43) un fierro duro pa trabayalo aquel figu pasao tirélo esti café fervío ta espeso
/ / /
un fierru duru pa trabayalu aquel figu pasáu tirélu esti café fervíu ta espesu
(44) ¡qué malo ta esa merluza! una pera pasao pa vendelo cortólo dafechu la tela barato
/ / /
¡qué mala ta esa merluza! una pera pasada pa vendela cortóla dafechu la tela barata
(45) (un) _____ (vieyo) […] (_____lo) / (aquel) _____ (vieyo) […] (_____lo) / (esti) _____ (vieyo) […] (espeso) /
(un) _____ (vieyu) […] (_____lu) (aquel) _____ (vieyu) […] (_____lu) (esti) _____ (vieyu) […] (espesu)
(46) (esa) _____ (vieyo) […] (malo) (una) _____ (vieyo) […] (_____lo) (la) _____ (vieyo) […] (_____lo)
(esa) _____ (vieya) […] (mala) (una) _____ (vieya) […] (_____la) (la) _____ (vieya) […] (_____la)
/ / /
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2.4. A MODO DE SÍNTESIS DESCRIPTIVA La comparación del cuadro que sigue con los del punto 2.1. permite, de manera sencilla, observar como estamos ante dos “organizaciones” o paradigmas morfológicos distintos, pues las concordancias adjetivas y las oposiciones establecidas difieren. En el caso del neutro de materia tenemos dos grupos de sustantivos sin conmutación entre sí: por un lado, uno de sustantivos masculinos (o al menos con una de sus formas con concordancia adjetiva del tipo vieyu junto con vieyo); y, por otro, un grupo de sustantivos femeninos (con concordancia de tipo vieya, además de las de vieyo). Sin embargo, no hay ninguna flexión con neutro de materia en la que se dé la oposición ‘masculino’/‘femenino’. En estos grupos la flexión con mayor número de miembros no pasa de tres (fierro/fierru/fierros). (47) el pelo el papel el salmón el carbón l’oro el panchón
(48) la merluza la fueya la tela la mantega l’agua la tinta
vieyo
el pelu el papel el salmón
vieyu
vieyo
la merluza la fueya la tela
vieyu
los pelos los papeles los salmones (los carbones) (los oros) (los panchones)
les merluces les fueyes les teles (les mantegues) (les agües) (les tintes)
vieyos
vieyes
3. La incongruencia de un “género neutro de materia” Proveniente de la dialectología, donde prima lo descriptivo sobre lo analítico, subsiste hasta hoy en algunos casos la idea de que el fenómeno descrito conocido como neutro de materia es un caso de un “tercer género”, junto con el masculino y el femenino. Tratamos esto en este apartado y, también, la cuestión de si ese supuesto carácter neutro puede relacionarse con algún caso de sincretismo de género. Ante un hecho que se considera que no está suficientemente explicado, una alternativa legítima es la de intentar ofrecer un análisis que se considere válido por determinadas “virtudes analíticas” (su coherencia, su mayor simplicidad frente a los previos, etc.). Además, también se puede hacer una crítica de los aná-
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lisis previos y resaltar los problemas que presentan. Nosotros hemos hecho únicamente lo primero en otro sitio (Arias-Cachero Cabal 1999b) y aquí lo exponemos de manera resumida (punto 3.1.), nuestra intención ahora es intentar mostrar lo segundo, en suma, las contradicciones de la descripción tradicional. Para ello usaremos como herramienta analítica la conmutación y tendremos en cuenta los principios de oposición y neutralización así como el sincretismo como unidad resultante de esta última.
3.1. DOS PARADIGMAS MORFOLÓGICOS IDENTIFICABLES MEDIANTE SINCRETISMOS9 Centramos nuestro análisis en las flexiones de máxima diferenciación morfológica como las de la ilustración de abajo, pues entendemos que las que presentan menores posibilidades de concordancia se explican a partir de estas (AriasCachero Cabal 1999b: 62-64). En el caso del paradigma de la flexión de cuatro miembros –neñu, neña, neños, neñes– esta reducción se debe a que solo varían en número –besu, besos; casa, cases– o son invariables –pantalones, tisories–, en lo que se refiere al de tres –filo, filu, filos–, la reducción viene dada por el hecho de que el sustantivo suele ser invariable –sidra– o su plural hace referencia a las clases –carbón, carbones. (49)
A neñu neños neña neñes
B filo filu filos
Entendemos que neñu y filo son flexiones de cuatro y tres miembros respectivamente (cf. punto 3.5.). Ha habido algún reparo en considerar el conjunto filo ‘hilo’, filu ‘hebra de filo’ y filos ‘hilos’ como una única flexión, es decir, como un conjunto de sustantivos con idéntico contenido semántico y opuesto únicamente por sus morfemas. Una razón para ello ha sido entender que filos puede ser el plural de filu pero no de filo, dado que filo sería manifestación de lo continuo y no tendría plural. Nuestra visión es distinta (cf. puntos 2.3. y 3.5.): filo no expresa positivamente lo continuo, su valor semántico es, por ejemplo, idéntico al singular del castellano u otros romances, lo ‘extraordinario’ es el valor de uni-
9
Para todo lo referente a este apartado, cf. Arias-Cachero Cabal 1999b.
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dad de filu. Esto se ve con claridad en el hecho de que el referente de filu (y el de filos) siempre puede ser designado por filo, pero no a la inversa (Merca’l filu ∈ Merca’l filo). La flexión de cuatro miembros es analizable como contrapuesta a partir de la combinación de dos géneros y dos números: A
(50) Singular Plural Singular Plural
+ + + +
A Masculino Masculino Femenino Femenino
neñu neños neña neñes
En suma, tenemos los paradigmas de invariantes de contenido morfológicas o morfemas conocidos –A de (49) y (51)– junto con un paradigma de tres figuras –B de (49) y (51)– que se resiste a ser descompuesto en figuras menores: A
(51) Singular Plural
+
B Masculino Femenino
Continuo Discreto Plural
Un hecho relevante es la ausencia de variación de género cuando se trata de un sustantivo “afectado” por el neutro de materia. En caso contrario, podríamos tener flexiones de seis miembros (el producto de tres formas por dos géneros). La inexistencia de esta conmutación no permite entender la presencia de género, al menos como pertinente, en el contenido de estos sustantivos pese a la coincidencia en la expresión con los de las flexiones de cuatro miembros. El mayor reto analítico de la morfología nominal del asturiano es entender esta diversidad de paradigmas morfológicos como un sistema unitario. Para ello es imprescindible el manejo de los conceptos de neutralización y sincretismo, desde nuestro punto de vista solo entendiendo que hay sincretismos en ambos paradigmas es posible identificarlos: el morfema ‘singular’ de las flexiones de cuatro miembros (A) representa, en realidad, un sincretismo resultante de la neutralización de la oposición ‘continuo’/‘discreto’ que tiene lugar en el otro paradigma (B); la imposibilidad de conmutación de género en las flexiones de tres miembros (B) es una suspensión de la oposición ‘masculino’/‘femenino’ que se
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da en el otro paradigma (A). De este modo, puede entenderse que hay equivalencia internamente entre un paradigma (A) y el otro (B)10:
≡
A
(52) Cont. : Discr. Plural (A1)
↔
Masculino Femenino (A2)
≡
B Continuo Discreto Plural (B1)
↔
Masc. : Fem.
(B2)
En las flexiones de cuatro miembros (llobu, llobos, lloba, llobes) se suspende, pues, la oposición de número ‘continuo’/‘discreto’, el contexto de neutralización es la presencia del morfema de género, independientemente de que sea este ‘masculino’ o ‘femenino’. En las flexiones de tres miembros se suspende la oposición de género ‘masculino’/‘femenino’, el contexto de neutralización es la presencia de una de las tres invariantes del paradigma de número sin neutralización en su paradigma. En ambos casos estamos ante paradigmas que pueden ser considerados variantes: (A1) {‘continuo : discreto’, ‘plural’} y (B1) {‘continuo’, ‘discreto’, ‘plural’}, por un lado, y (A2) {‘masculino’, ‘femenino’} y (B2) {‘masculino : femenino’} (esto es, A1 ≡ B1 y A2 ≡ B2), por el otro. En el caso de la suspensión de la oposición de género se trata de una categoría vacía (en realidad, de la ausencia de género) o anulación del paradigma (Arias-Cachero Cabal 2000: 106-110). Lo característico del asturiano es la interdependencia sintagmática entre las variedades de los paradigmas de número y género. Los paradigmas (A1) {‘continuo : discreto’, ‘plural’} y (A2) {‘masculino’, ‘femenino’} se reclaman mutuamente, del mismo modo que (B1) {‘continuo’, ‘discreto’, ‘plural’} y (B2) {‘masculino : femenino’}. Estas interdependencias (A1 ↔ A2; B1 ↔ B2), explican que nunca tenga lugar una flexión ‘ideal’ de seis miembros, con distinción de dos géneros y de tres números nominales:
10
No tenemos aquí espacio para detallar este análisis y sus consecuencias, lo que ya hemos hecho en otro lugar (Arias Cabal 1999b). Los datos aquí aportados son suficientes, sin embargo, para su correcta comprensión y, especialmente, los problemas que plantean los análisis tradicionales (cap. 3.2 sigs.).
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Continuo Discreto Plural
+
Masculino Femenino
Es del “producto”, de la combinación de invariantes de uno y otro paradigma, de donde resulta la variedad morfemática: en el caso de (A), de la combinación de dos invariantes de número (una de ellas un sincretismo), (A1) {‘continuo : discreto’, ‘plural’}, con dos de género (A2) {‘masculino’, ‘femenino’} resultan flexiones de cuatro miembros como máximo; en el caso de (B), de la combinación de tres invariantes de número (B1) con un sincretismo (B2) que abarca toda la categoría (se trata, en realidad, de una categoría anulada; Arias-Cabrero Cabal 2000: 106-110), resultan obligadamente flexiones de un máximo de tres miembros.
3.2. ¿TRES GÉNEROS? Al entender que el neutro de materia es un género, junto con el masculino y el femenino, se sigue la idea, entonces, de que el asturiano tiene tres géneros morfológicos. Este supuesto tercer género solo se opone, en realidad, al masculino cuando no se da el femenino, y a la inversa, al femenino cuando no tiene lugar el masculino. Sería algo así como un género que subespecifica al género al que se opone; dicho en otros términos, indica si un sustantivo masculino es discreto o continuo e igualmente lo hace con el femenino (algo muy parecido a lo que pasa cuando el número se combina con el género). Como la final propia de los adjetivos en forma neutra es -o, se tiene la idea de que, junto con las terminaciones de masculino, -u, y de femenino, -a, forman un paradigma del tipo -u, -a, -o, esto es, {masculino, femenino, neutro}. Incluso los diccionarios representan así los adjetivos en sus entradas (vieyu, -a, -o) como si se tratara de las tres posibilidades de variación genérica a un tiempo. Esto no es así, ni siquiera en el caso de admitir el neutro de materia como género, pues en asturiano no hay ningún sustantivo con triple variación genérica ni, en consecuencia, que entre en concordancias con adjetivos de modo que en un mismo contexto se pueda dar una triple oposición del tipo vieyu, -a, -o. Las oposiciones son del tipo bien vieyu, vieyo, bien vieya, vieyo (cf. punto 2.3.), delimitándose dos grupos, uno de sustantivos masculinos (54) y otro de sustantivos femeninos (55): (54) Pelu negru Pelo negro
Figu miguelín Figu miguelino
Quesu manchegu Quesu manchego
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(55) Merluza fresca Merluza fresco
Fueya seca Fueya seco
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Tela barata Tela barato
Con esta observación es suficiente para afirmar que no hay tal paradigma trimembre, pues nunca hay un contexto en el que se dé esa oposición. En otros términos, que no exista un sustantivo parecido a, por ejemplo, gatu, gata, *gato, con las correspondientes concordancias, es un hecho de sistema.
3.3. ¿SUSTANTIVOS CON DOBLE GÉNERO? Este es el hecho más obvio de la incongruencia de la posición tradicional pese a que no se postula como inconveniente analítico. Se entiende que hay sustantivos que reflejan su género masculino o femenino en los determinantes o adjetivos en posición prenuclear (‘masculino’: un carbón, esi oro; ‘femenino’: una mantega, esa agua), pero que reflejan su género neutro en los adjetivos en posición posnuclear y en el resto de las posiciones sintácticas, y en los pronombres: carbón asturiano, oro blanco, mantega rancio, agua frío. Tendrían, pues, “doble” género, masculino y neutro (un carbón asturiano, esi oro blanco), o femenino y neutro (una mantega rancio, esa agua frío). Así descrito, no se trata solo de una cuestión de posición sintáctica, sino que según esa posición el mismo sustantivo muestra tener uno y otro género a la vez. En el caso de los sustantivos con posibilidad de elección entre lo continuo y lo discreto, unas veces tendrían un género (dalgún filu negru, una merluza fresca) y otras dos al mismo tiempo (dalgún filo negro, una merluza fresco). La contradicción es evidente e invalida el análisis del neutro como género sin más, incumple el principio lógico de no contradicción o, dicho en términos aristotélicos, es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo y bajo el mismo respecto11. 11
Hecho distinto es el de las oposiciones o conmutaciones solidarias de género y número; por ejemplo: amour ‘amor’ en francés, masculino en singular (l’amour est fort) y femenino en plural (les premières amours). En este tipo de flexiones ningún miembro (amour o amours) es a un tiempo masculino y femenino. Solo aparentemente se asemeja un caso como gens ‘gente’ en francés, con adjetivación pronominal femenina y postnominal masculina (les vieilles gens sont fileux ‘la gente mayor es friolera’). El género, cuando no entra en oposición (no es conmutable), es una valencia combinatoria carente de pertinencia opositiva y (en consecuencia) de valor semántico relacionado con el género. Los términos de género ‘fijo’ se limitan únicamente a adoptar una forma invariable ajustada a una de las del modelo de las formas variables. En este sentido gens es una excepción explicable sincrónicamente por el cruce de dos modelos de valencia combinatoria,
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3.4. IMPOSIBILIDAD DE DISCRIMINAR NEUTRO DE MATERIA Y NÚMERO POR CONMUTACIÓN
Salvo justificación por algún tipo de dependencia, para entender que estamos ante un elemento (ab) compuesto por dos invariantes (a + b) en relación sintagmática (considerada como relación de copresencia en el signo), han de poder ser conmutables ambas. En el ejemplo, ha de ser conmutable a (cb) y ha de ser conmutable b (ac). De esto se puede deducir que en flexiones del tipo neñu, neña, neños, neñes, hay en cada sustantivo un morfema de género y otro de número. El género es conmutable con independencia del número (‘masculino’/‘femenino’: neñu/neña; neños/neñes), y el número es conmutable con independencia del género (‘singular’/‘plural’: neñu/neños; neña/neñes). Un ejemplo de imposibilidad de conmutación en partes es el fonema /tʃ/ del español: es posible conmutar [ʃ], chato/trato (/ tʃato/ – / tRato/), pero no [t], pues en español nunca se da otra secuencia consonántica con [ʃ] como segundo elemento. Se concluye que /tʃ/ es una única unidad fonológica en español, dado que no todas las partes tienen pertinencia independientemente de las restantes. En el caso del neutro de materia pasa algo similar al ejemplo de la fonología si lo consideramos un género. Si en filo estamos en el plano del contenido ante los morfemas {‘neutro de materia’ + ‘singular’}, el primero es conmutable: filo/filu {‘neutro de materia’ + ‘singular’}/{‘masculino’ + ‘singular’}; pero no el segundo: {‘neutro de materia’ + ‘singular’}/*{‘neutro de materia’ + ‘plural’}. Puede parecer obvio porque sería contradictorio que algo “continuo” fuera a la vez un plural de repetición de entidades discretas, como es el del asturiano, pero esa imposibilidad apunta a que el neutro de materia está en la esfera del número, no del género.
esto es posible porque el modelo prenominal y el postnominal carecen de valor en el plano del contenido que pueda entrar en contradicción. Sin embargo, en asturiano la casuística es distinta, pues estamos ante un hecho de sistema en el que hay posibilidad de conmutación: en esa mazana seco el supuesto “género neutro” postnominal no es una valencia invariable, es un adjetivo con el valor semántico ‘continuo’ conmutable por ‘discreto’ (esa mazana seca). El hecho de que la adjetivación prenominal (esa) permanezca invariable ante la conmutación (esto es, que ninguna de las dos formas de “género” con valor opositivo –seco y seca– entre en colisión con ella) hace ver que es necesaria una explicación, ya que es necesaria una explicación, ya que entender que mazana puede tener “doble” género o uno solo no lo es.
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3.5. ¿EL NEUTRO DE MATERIA EXCLUYE A OTROS SUSTANTIVOS DE SU FLEXIÓN? En asturiano la oposición de contenido entre filo, filu y filos es exclusivamente morfológica. Lo entendemos así porque consideramos morfema aquel contenido que es susceptible de provocar o entrar en concordancias y recciones, lo que sucede en asturiano en la concordancia adjetiva (filo bono, filu bonu, filos bonos). Se sigue que los tres términos pertenecen a la misma flexión y tienen idéntico contenido semántico (‘hilo’). El sustantivo filos es plural de filu y, también, de filo. Desde esta perspectiva, nada hay para argumentar que filo “carezca” de plural y que no pueda confrontarse directamente con filos como perteneciente a una misma flexión. Si lo hubiera, también habría que considerar que filo “carece” además de singular discreto y la oposición filo/filu no sería exclusivamente morfológica. En suma, no parece justificado entender filu y filos como flexión que excluye al neutro de materia. En realidad, no se justifica ninguna subagrupación de la flexión o partición en subconjuntos desde un punto de vista formal ateniéndose a la conmutación. Son muy pocos los sustantivos que distinguen en su flexión el número continuo y el discreto, pero formalmente es suficiente para determinar la pertinencia de cada invariante, en este caso de cada morfema, en su paradigma. Aunque no deja de ser un ejemplo que, quizá, podría parecer atractivo en una metodología analítica que defendiera la subdistinción en lugar de la neutralización. La morfología del asturiano sería distinta si nunca se distinguiera el número continuo y el discreto en los sustantivos. Entonces habría que considerar que la presencia del morfema ‘artículo’ (o aquello que se considere categorizador de los sustantivos) neutralizaría la oposición ‘continuo’/‘discreto’, lo que explicaría una indistinción sustantiva y una oposición adjetiva. Esta misma observación podría hacerse en el caso de los sustantivos de apariencia femenina, sin oposición en la categoría sustantiva (merluza fresco, merluza fresca): si fuera posible entender que realmente contienen la invariante ‘femenino’ en su significado (cf. punto 3.1.), esta sería la causante de esa neutralización en esos sustantivos junto con el valor del artículo.
3.6. ¿UNA CONMUTACIÓN DE NÚMERO QUE ARRASTRA AL GÉNERO? Admitido que filo, filu y filos son tres sustantivos de la misma flexión, si se considera que filo y filu es una oposición exclusivamente de género (‘neutro de materia’ frente a ‘masculino’), en el caso de la oposición filo/filos estaríamos tanto ante una oposición de género (‘neutro de materia’/‘masculino’) como de
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número (‘singular’/‘plural’). Partiendo del análisis tradicional de un sustantivo como filo con el contenido morfemático {‘neutro de materia’ + ‘singular’}, más arriba observamos que la imposibilidad de conmutación del número, pues no existe la combinación *{‘neutro de materia’ + ‘plural’}. De forzarla, el único resultado posible es el del plural masculino (filos), esto es, la conmutación del supuesto ‘singular’ del neutro de materia por ‘plural’ provoca la conmutación de ‘neutro’ a ‘masculino’. Si la conmutación de una invariante, el número, provoca la de otra, el supuesto género neutro, se deberá a que una y otra son una única figura no discriminable en unidades menores. Esta incoherencia es otra muestra de que con el análisis tradicional el número y el género no están correctamente delimitados.
3.7. ¿UNA NEUTRALIZACIÓN DE GÉNERO DE LIBRE ELECCIÓN? El neutro de materia supone una indistinción de género en la concordancia adjetiva: mediante un adjetivo como seco no podemos determinar si estamos ante un sustantivo masculino (esi figu seco) o femenino (esa pera seco). Debe evitarse pensar que la explicación del neutro de materia se basa únicamente en una neutralización de género ‘masculino : femenino’ combinada con el número singular. La neutralización es un hecho de sistema y condicionado por el contexto, mientras que con esta interpretación el uso de la neutralización dependería de la elección del hablante (según la cantidad que deseara expresar). Dicho con un ejemplo, en figu seco/figu secu, si el adjetivo seco fuera una neutralización de género en número singular, estaríamos ante una “neutralización” de género decidida por el hablante frente a la posibilidad de usar la forma pertinente en género masculino figu secu.
3.8. ¿UNA NEUTRALIZACIÓN DE GÉNERO OPUESTA AL GÉNERO QUE SE NEUTRALIZA? Si las concordancias adjetivas del tipo seco se analizan como una neutralización de género, sin más precisiones, las oposiciones como figu seco/figu secu, además de por la posibilidad de elección, representarían una paradoja. La unidad resultante de una neutralización, un sincretismo, no puede oponerse por lógica a una unidad que entra en esa neutralización. El sincretismo ‘masculino : femenino’ no puede oponerse a ‘masculino’ ni a ‘femenino’, del mismo modo que en fonología sería contradictorio afirmar que /b : p/ puede oponerse a /p/ o a /b/.
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3.9. ¿UNA OPOSICIÓN DE GÉNERO QUE SEMÁNTICAMENTE SOLO EXPRESA CANTIDAD? La denominación de “neutro” se remonta a los orígenes de la detección del fenómeno, cuando se resaltaba la “anómala” concordancia femenina en la expresión (lleche cuayao). Según se fue conociendo mejor, se le denominó morfema “de materia”, por el tipo de referencias a las que suele designar, pero la denominación de “neutro” persistió, motivada por una visión diacrónica en la que parte de los autores lo consideran proveniente del neutro latino. No detallaremos aquí la historiografía sobre este fenómeno, simplemente queremos señalar que la denominación de neutro ha tenido peso en su consideración como género. Sin embargo, actualmente sabemos que mediante el neutro de materia (pelo, mazana mayao) y, también, mediante las invariantes que pertenecen a su mismo paradigma (pelu, pelos; mazana mayada, mazanes mayaes) únicamente se expresa un modo de cantidad. Se trata, además, de una indicación de la cantidad independientemente del género. Por último, dejando a un lado los sustantivos invariables, la indicación de esa cantidad es libre y depende de lo que quiera expresar el hablante. Sin tener que profundizar en cuestiones teóricas o de escuela, estos hechos son una evidencia palmaria de que el neutro de materia se sitúa en la esfera del número nominal pese a la terminología y la tradición dialectal.
4. Conclusión Es viable una morfología que parta de los principios de oposición y neutralización, y que opere, con fiabilidad, con la conmutación como herramienta analítica. Para ello es necesario delimitar el morfema como invariante de contenido; únicamente así cobra pleno sentido el concepto de neutralización de oposición morfológica (y el sincretismo resultante) y se libra de posibles incoherencias. Una morfología de este tipo, sin excluir otras perspectivas y, por tanto, sin agotar el objeto de estudio, tiene un gran poder explicativo, tanto para entender el funcionamiento de las distinciones morfológicas (punto 3.1.) como para detectar las posibles incoherencias o contradicciones del análisis (puntos 3.2. y ss.). En el caso que aquí nos ocupa, despojando la descripción de la terminología propia de nuestra perspectiva, esta morfología ha servido, en primer lugar, para poder identificar la verdadera naturaleza del neutro de materia, un fenómeno del ámbito de la cuantificación y no del campo del género romance; y, en segundo lugar, siendo ajeno al género, para observar que la verdadera relación entre el género y el neutro de materia estriba en que este último condiciona la invariabili-
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dad del género y, lo que ha oscurecido más la cuestión, cuando está en forma continua, provoca la indistinción del género (plásticu blanco, fueya blanco). La singularidad reside en que el propio sincretismo de género se ha constituido o (trans)morfologizado como un valor distinto y ajeno al género conformando una oposición peculiar, aunque no exclusiva, en el ámbito románico.
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EL DETERMINANTE NEUTRO LO Y EL LO “DE GRADACIÓN”: FUNCIONES E I N T E R P R E TA C I O N E S JAN SCHROTEN Uil OTS/Universiteit Utrecht
En la tradición lingüística, descrita en el comienzo de la introducción a este volumen, una forma que asume varias funciones puede constituir un caso de sincretismo. Como la forma lo tiene varias funciones –de pronombre (p. ej.: lo veo), de determinante “neutro” (p. ej.: lo atractivo), de introductor de una construcción “de gradación” (p. ej.: lo atractivo que es el libro) y de parte de un pronombre relativo “neutro” (que son: lo que/lo cual)–, podríamos deducir que se trate de un elemento sincrético. En este estudio vamos a argumentar que, contrariamente a ello, el elemento “neutro” lo en español no es un caso de sincretismo, sino que se trata siempre del mismo elemento en la misma construcción subyacente, lo más un nombre nulo, y que las varias funciones que se atribuyen a este elemento resultan de interpretaciones contextuales y de ciertas transformaciones estructurales. Para apoyar esta hipótesis, vamos a centrar nuestra atención en las funciones e interpretaciones del lo “neutro” en construcciones con el determinante neutro lo y construcciones con el lo “de gradación”. El análisis tiene como objetivo mostrar que la forma neutra lo en sus distintas funciones no es un caso de sincretismo. En las construcciones españolas con el determinante neutro lo, esta forma se halla en el mismo entorno sintáctico en el ejemplo (1) que el artículo definido masculino el/los y el artículo definido femenino la/las< PLURAL > en (2a,b): (1) Lo honesto causa admiración. (2) a. El honesto causa admiración. / Los honestos causan admiración. b. La honesta causa admiración. / Las honestas causan admiración.
El entorno sintáctico del determinante lo en (1) y el de los determinantes con valor de artículo definido el, los, la y las en (2a,b) es su combinación con el adjetivo honesto(s)/-a(s), una combinación que funciona como sujeto del predicado
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causa(n) admiración. En los sujetos de (1) y (2a,b), el adjetivo se va a analizar como modificante que sigue a un nombre nulo, un análisis que se muestra en (1’) y (2’a,b): (1’) [SD [D lo] [N Ø ] [A honesto]] (2’) a. [SD [D el] [N Ø ] [A honesto]] / [SD [D los] [N Ø ] [A honestos]] b. [SD [D la] [N Ø ] [A honesta]] / [SD [D las] [N Ø ] [A honestas]]1
En (3a,b), el nombre nulo de (2’a,b) se ha sustituido por un nombre léxico del género apropiado: hombre(s) masculino y mujer(es) femenino (se indican los valores de género y número de los elementos léxicos): (3) a. [SD [D el] [N hombre] [A honesto]] / [SD [D los] [N hombres] [A honestos]] b. [SD [D la] [N mujer] [A honesta]] / [SD [D las] [N mujeres] [A honestas]]
Los sintagmas determinantes (SD) en (3a,b) se componen de un determinante masculino o femenino y singular o plural, con valor de artículo definido, un nombre y un adjetivo, con concordancia de género ( o ) y número ( o ). Al determinante neutro lo le faltan las propiedades siguientes que tiene normalmente el artículo definido: (4) (i) Lo nunca acompaña a un nombre léxico; (ii) Lo no tiene forma de plural; (iii) Lo no concuerda con una forma especial neutra del adjetivo.
Estas propiedades del determinante lo en (1) constituyen el punto de partida de este estudio en que tendrán explicación por las hipótesis siguientes. En primer lugar, el determinante neutro lo se analizará como un artículo definido neutro que siempre va seguido de un nombre nulo, o sea, de un elemento léxico nulo con valor categorial [N]. En segundo lugar, el nombre nulo que sigue al determinante neutro lo carece de rasgos de género y número, así como de rasgos semánticos, por lo que necesita un elemento que lo acompañe y que le dé contenido. El adjetivo que lo acompaña en (1) tiene rasgos seleccionales que dan contenido al
1 Abreviaciones: SD = Sintagma Determinante; D = Determinante; N = Nombre; A = Adjetivo.
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nombre nulo. En tercer lugar, el determinante neutro lo es un elemento “agenérico” y “anumeral”, o sea, no tiene rasgos de género y número, por lo que tiene concordancia “por defecto” con la forma menos marcada del adjetivo que lo acompaña, la masculina singular. Las hipótesis se resumen en (5): (5) (i) El determinante neutro lo es el determinante de un nombre nulo; (ii) El determinante neutro lo tiene valor de artículo definido; (iii) El determinante neutro lo no tiene rasgos de género y número.
Veremos que el determinante neutro lo se comporta como un artículo definido que va seguido de un nombre nulo, como en (2a,b). Las diferencias tienen que ver con las propiedades señaladas en (5). El otro tipo de construcciones con lo que se van a analizar son las en que aparecen el lo “de gradación”: lo se combina con un adjetivo extraído de un constituyente oracional (p. ej.: …que eran fuertes) y tiene valor de intensidad, como en el ejemplo siguiente: (6) Lo fuertes que eran es sorprendente. La interpretación que tiene (6) sugiere que la estructura esbozada en (6’) es la base de la interpretación: (6’) Lo (mucho) que (ellos) eran fuertes es sorprendente.
El lo “de gradación” tiene las propiedades siguientes: (7) (i)
Lo acompaña a una forma del adjetivo que concuerda con el sujeto de la oración de la que se ha extraído y en la que tiene valor de predicado del sujeto; (ii) El adjetivo tiene valor de intensidad, de “grado alto”.
Con una extensión de la hipótesis (5) se explicará la función y la interpretación de lo “de gradación” y sus propiedades. Este análisis de las construcciones con lo neutro y lo “de gradación” permitirá tratar el sincretismo de las formas neutras en español en la parte final de este estudio. Los apartados de este estudio se estructuran de la manera siguiente. En el primer apartado se va a mostrar el tratamiento de los fenómenos de concordancia de otros determinantes, los demostrativos, que tienen un paradigma comparable con el artículo definido. El método se basa en una variante de la teoría “minimalista” propuesta en Chomsky (1995). El tratamiento de la concordancia relacionada
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con los demostrativos se aplicará después a los fenómenos de concordancia del determinante neutro lo. En el segundo apartado se analizarán tres construcciones con lo neutro así como las interpretaciones que tienen, siguiendo en gran parte los análisis que propusieron Bosque y Moreno (1990), Leonetti (1999) y Otheguy (1978). En el tercer apartado se estudiará la construcción más famosa de lo neutro, que es el lo “de gradación” –cf. el ejemplo (6) arriba y Alarcos Llorach 1970; Gutiérrez Rexach 1999; Lois 1971; Ojeda 1982–. En el cuarto apartado se resumirá y se precisará el análisis de las construcciones con el género neutro y su interpretación. Se mostrarán los paradigmas del artículo definido y de los demostrativos. Los paradigmas y las funciones e interpretaciones de las formas que se habrán visto en los apartados dos y tres de esta contribución no mostrarán casos de verdadero sincretismo (cf. Baerman et al. 2005; Pomino/Stark 2006, 2009).
1. Los géneros del determinante español y la concordancia en SD: tratamiento “minimalista” El artículo definido se analiza tradicionalmente como un determinante con tres formas de singular: el (forma masculina), la (forma femenina) y lo (forma neutra). Los demostrativos también tienen tres formas de singular, una masculina, otra femenina y la tercera de género neutro: (8) a. este / esta / esto b. ese / esa / eso c. aquel / aquella / aquello< NEUTRO>
La forma masculina y la femenina del demostrativo tienen función de determinante de un nombre léxico en (9a-c): (9) a. este libro / esta revista< FEM> b. ese libro / esa revista c. aquel libro / aquella revista
La forma neutra no puede funcionar como determinante de un nombre léxico: (10) a. *esto libro / *esto revista b. *eso libro / *eso revista c. *aquello libro / *aquello revista
Cada una de las tres formas de los tres demostrativos en (8) se puede usar como sintagma nominal entero, o sea, determinante de un nombre nulo, como se mues-
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tra en (11) y como hemos visto más arriba para los artículos definidos en (1) y (2a,b): (11) a. Este [NØ] / Esta [NØ] / Esto [NØ] no sirve para nada b. Ese [NØ] / Esa [NØ] / Eso [NØ] no sirve para nada c. Aquel [NØ] / Aquella [NØ] / Aquello [NØ] no sirve para nada
Consideremos la hipótesis de que la forma de género neutro es una forma que carece de rasgo de género. Para poder evaluar ahora la hipótesis, es necesario que nos detengamos en cómo se analiza y cómo se interpreta la concordancia. La concordancia de género y número consiste en la combinación de formas léxicas que expresan el mismo género y el mismo número, como en (9). Un método formal de dar cuenta de la concordancia y del efecto interpretativo que tiene se basa en una variante de la “teoría minimalista” de Chomsky (1995). En este modelo, las unidades léxicas se introducen en su forma completa, flexionada: no se introducen bases léxicas con afijo(s) morfológico(s) que obtenga(n) interpretación fonológica en el curso de la derivación. El determinante, que es el artículo definido en (2a,b) o el demostrativo en (9), siendo el núcleo sintáctico del SD, elide los rasgos concordantes de género y número del nombre que determina y del adjetivo que modifica a este nombre. En realidad, veremos después –véase (32)– que la elisión se efectúa en dos etapas: el nombre elide los rasgos concordantes del adjetivo y el determinante elide los del nombre. Los rasgos no concordantes no se eliden y la derivación falla. La elisión es necesaria, ya que los rasgos de género y número no elididos de los elementos no nucleares, el nombre y el adjetivo que lo modifica, son “ininterpretables” (cf. Chomsky 2001) y se clasifican como elementos “agramaticales” si permanecen en la derivación hasta la interpretación en la estructura lógica. Es que los rasgos de género y número se interpretan una sola vez en el sintagma determinante, en su núcleo, que es el determinante. La manera como funciona este tipo de proceso interpretativo se esboza en (12): (12) (i) (elisión) (interpretación) (ii)
2
√
[SD [D la] [N mujer] [A honesta]] [SD [D la] [N mujer] [A honesta]] [SD [D la] [N mujer] [A honesta]]
[SD [D la] [N mujer] [A honesto]] (elisión) [SD [D la] [N mujer] [A honesto]] (interpretación) * [SD [D la] [N mujer] *[A honesto]]2
√ = interpretable; * = ininterpretable.
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Veamos qué pasa con la forma neutra esto, uno de los determinantes demostrativos: (13)
[SD [D esto] [N libro] [A hermoso]] (no hay elisión) [SD [D esto] [N libro] [A hermoso]] (interpretación) * [SD [D esto] *[N libro] *[A hermoso]]
Con los principios que se proponen en esta variante de la teoría minimalista logramos dar una interpretación coherente de la forma llamada “neutra” en español. La interpretación es que se trata de una forma “agenérica”. Para entender mejor este punto, consideremos cómo es posible que el artículo lo, neutro o “agenérico”, permita un adjetivo de forma masculina singular, lo que sugiere que este adjetivo tiene rasgos de género y de número . La observación de que la forma neutra lo tiene concordancia con la forma masculina singular del adjetivo se halla en casi todos los estudios mencionados en la bibliografía (cf., por ejemplo, Hare 2001 y Pomino/Stark 2009). Pero, si el lo neutro es “agenérico”, el adjetivo que acompaña a lo debe analizarse también como carente de rasgo de género. El rasgo de género del adjetivo no podría ser elidido por el determinante neutro, que no tiene rasgo de género. Aparentemente, la forma del adjetivo que acompaña al lo neutro es la del masculino singular. Este género se podría considerar como el género “débil”, no marcado, en contraste con el femenino, el género “fuerte”, marcado (cf. Schroten 2001, 2005), y sus formas se pueden reinterpretar como valores por defecto (de la misma manera que la falta del rasgo de número es otro valor de la forma singular, forma obtenida por defecto). La conclusión de esta aproximación al género llamado “neutro” en español es que el género neutro equivale a la ausencia de género o “agenericidad” del determinante. Faltando el rasgo de género en el determinante –el demostrativo o el artículo definido– no se puede usar ningún nombre, ya que el nombre léxico siempre tiene género, femenino o masculino, que debe ser elidido por la concordancia con el determinante. El adjetivo, en cambio, no tiene género ni número inherente, sino que tiene distintas formas que expresan diferentes valores de género y número. La forma más débil desde el punto de vista de valores de género y número es la forma con rasgos de género masculino y número singular. Esta forma es también la forma básica, la forma por defecto, lo que permite su uso en concordancia con el determinante neutro.
2. Interpretación del determinante neutro lo en tres construcciones Como hemos visto, la ausencia de rasgos de género y número del artículo “neutro” implica que la única posibilidad de selección nominal sea el nombre nulo
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o cero, un nombre sin contenido fonológico y sin contenido de género y número. Consideremos ahora los distintos tipos en que figura el determinante lo “neutro” y su nombre nulo: (i) lo + adjetivo; (ii) lo + de + SD; (iii) lo + adjetivo + de + SD.
Partiremos de la hipótesis de que siempre se trata de un artículo definido sin rasgos de género y número seguido de un nombre nulo sin contenido alguno, menos el rasgo categorial [+N] para indicar su categoría. O sea, nos basaremos en las estructuras siguientes: (14) (i)
Construcción lo + adjetivo [Art lo] [N Ø] [A ….] (ii) Construcción lo + de + SD [Art lo [N Ø] [Genitivo de +SD] (iii) Construcción lo + adjetivo + de + SD [Art lo] [N Ø] [A …] [Genitivo de+SD]
2.1. LA CONSTRUCCIÓN LO + ADJETIVO La interpretación del nombre nulo depende de su modificante adjetival. El artículo definido indica que debe haber un elemento en el discurso disponible como referente del nombre nulo; el adjetivo tiene valor de modificante de un nombre nulo, nombre que no tiene propiedades gramaticales o semánticas. El adjetivo, pues, es el elemento responsable del contenido del nombre y de su designación, ya que requiere y/o prefiere determinada clase de nombres. Por ejemplo, honesto se predica prototípicamente de actos de personas, de modo que lo honesto se puede interpretar como “el acto honesto”; dulce se predica a menudo de acontecimientos que producen emociones agradables, de modo que lo dulce se puede interpretar como “el acontecimiento que produce emociones agradables”. Consideremos los ejemplos (15a,b) y la interpretación de lo + Adjetivo: (15) a. Lo honesto es decir “nos equivocamos”. b. Lo dulce es la vuelta al hogar.
Nótese que se trata de construcciones relacionadas con las oraciones copulativas (16a,b):
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(16) a. El acto honesto es decir “nos equivocamos”. b. El acontecimiento dulce es la vuelta al hogar.
La interpretación del nombre nulo en lo honesto en (15a) y lo dulce en (15b) se debe al rasgo seleccional del adjetivo, que da contenido semántico al nombre nulo. El adjetivo que es modificante del nombre nulo que acompaña al determinante neutro lo le da valor semántico que hace posible su uso. Este análisis de una construcción con el determinante neutro lo se basa en las propuestas de Pustejovsky (1995) sobre los “Qualia” de los adjetivos. Es que los adjetivos suelen modificar determinados tipos de nombres; el tipo de nombre que modifica un adjetivo es uno de sus “qualia”, que forma parte de su significado y que el adjetivo proyecta en el nombre que modifica.
2.2. LA CONSTRUCCIÓN: LO + DE + SD Algunos ejemplos de la segunda construcción, que se compone de lo + de + SD, se muestran en (17a-c): (17) a. Lo de los reyes ha provocado mucha discusión. b. No entendemos lo de ayer. c. No hay que dar atención a lo del periódico.
En esta construcción, no se permite otra preposición que de “genitivo”. Son agramaticales e inaceptables los ejemplos (18a-c): (18) a. *Lo con los reyes ha provocado mucha discusión. b. *No entendemos lo desde ayer. c. *No hay que dar atención a lo sobre el periódico.
Los ejemplos (17a-c) tienen una interpretación similar a la de (19a-c): (19) a. Lo relativo a los reyes ha provocado mucha discusión. b. No entendemos lo relativo a ayer. c. No hay que dar atención a lo relativo al periódico.
El nombre nulo que acompaña a lo en (19a) y (17a) identifica un elemento del discurso anterior, en que los reyes desempeñan un papel central. El elemento del contexto al que se refiere lo + nombre nulo puede ser la actitud de los reyes o de otras personas con respecto a los reyes, o rumores sobre la actitud de los reyes o de otras personas con respecto a los reyes. Dicho de otra manera, el discurso determina a qué se refiere lo de los reyes en (17a).
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2.3. LA CONSTRUCCIÓN LO + ADJETIVO + DE + SD Consideremos otra construcción con lo, lo + adjetivo + de + SD, en base a los ejemplos (20a-c): (20) a. Lo atractivo de la ciudad me anima a vivir en ella. b. Lo interesante de la novela captará al lector más crítico. c. Lo filosófico del entorno atrae a muchos turistas.
La parte encabezada por lo se puede interpretar como un constituyente predicativo del tipo que se ve en (21): (21) a. La ciudad es atractiva (lo que me anima a vivir en ella). b. La novela es interesante (lo que captará al lector más crítico). c. El entorno es filosófico (lo que atrae a muchos turistas).
Otra interpretación se obtiene en ejemplos del tipo que se muestra en (22a-c): (22) a. Lo atractivo de la ciudad es el centro histórico. b. Lo interesante de la novela es el primer capítulo. c. Lo filosófico del entorno es el jardín del monasterio.
En cada uno de estos ejemplos, se menciona una parte concreta del referente del SD introducido por de “genitivo”. Este uso de lo, calificado como lo “individuativo” por Bosque y Moreno (1990), tiene parecido con las construcciones copulativas “ecuativas”, mientras que la interpretación presentada en (21) es comparable con una construcción copulativa atributiva; véase Gutiérrez Ordóñez (1986: cap. 3).
2.4. RESUMEN: FUNCIÓN E INTERPRETACIÓN DEL DETERMINANTE NEUTRO LO La función del determinante “neutro” lo en estas tres construcciones es indicar la presencia de un nombre nulo sin contenido semántico o discursivo alguno. A la falta de valor semántico y discursivo se debe la necesidad de que el nombre nulo vaya acompañado de un adjetivo o un constituyente “genitivo” con propiedades de selección que hacen posible la interpretación del nombre nulo.
3. Análisis del lo “de gradación” Otro uso del lo neutro es, hasta hoy en día, uno de los más difíciles de analizar. El ejemplo clásico de la construcción llamada lo “de gradación” se debe a Alar-
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cos Llorach (1970): “¡Lo fuertes que eran!”, que es el título del artículo en que presenta un análisis detallado de la construcción. El ejemplo que vamos a usar en este apartado se presenta en (23): (23) Me sorprende lo curiosas/*curioso que son estas construcciones. [lo] [Adj. curiosas&] que [Cóp. son] [SD estas construcciones&]
Lo sorprendente del ejemplo es la concordancia del adjetivo curiosas, con los rasgos y con el SD estas construcciones, que tiene los mismos rasgos. El ejemplo en (23) tiene una base como (24a) y una interpretación como (24b): (24) a. Me sorprende: estas construcciones son curiosas. b. Estas construcciones son curiosas y eso me sorprende.
Una comparación detallada del ejemplo en (23) y la interpretación sugerida en (24b) y en muchos otros casos similares muestra que la equivalencia no es exacta. Los que han analizado la construcción con lo “de gradación” están de acuerdo en señalar que curiosas tiene interpretación de “muy curiosas” en el ejemplo en (23). A eso se debe el término de lo “de gradación”: en estas construcciones, se trata siempre de un adjetivo graduado implícitamente, con valor intensivo. Entonces, el ejemplo en (23) no tiene la interpretación de (24b), sino la de (25), en la que el adjetivo curiosas va introducido por el adverbio intensivo muy: (25) Estas construcciones son muy curiosas y eso llama la atención.
Como observa Leonetti (1999), se trata de una construcción enfática comparable con la variante que se da en (26a) y otras similares como (26b), con entonación exclamativa, enfática: (26) a. ¡Qué curiosas son estas construcciones! b. ¡Lo curiosas que son estas construcciones!
El aspecto del análisis que queremos focalizar en lo que sigue es la identificación de la categoría o del valor que tiene lo: ¿tiene valor de artículo definido o valor de adverbio intensificador del adjetivo? Además, ha resultado difícil determinar el tipo de régimen que hay entre lo y el adjetivo concordado con el sujeto de la cláusula de donde viene (cf. Alarcos Llorach 1970; Gutiérrez Rexach 1999; Leonetti 1999: 12.1.3; Lois 1971; Ojeda 1982, 1984). El análisis más adecuado que propondremos y explicaremos aquí es que el lo “de gradación” es idéntico al artículo definido neutro lo.
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Limitándonos a la parte esencial de la construcción y siguiendo la pista que hemos seguido, el artículo neutro lo rige un nombre nulo sin rasgos morfológicos y sin contenido semántico. Si aplicamos esto al ejemplo (23), resulta lo siguiente: (27) lo curiosas que son estas construcciones [Art lo] [N —] [A curiosas&] [que son [SD estas& construcciones&]]
Es evidente que la pregunta más difícil de contestar es cómo tenemos que representar la relación entre el nombre nulo y el adjetivo que sigue. O sea, es improbable y casi imposible que el adjetivo modifique el nombre nulo y que el neutro lo sea el núcleo sin rasgo de género y número de un nombre nulo modificado por un adjetivo con rasgos de número plural y género femenino. El tratamiento de la concordancia en la variante de la “teoría minimalista” de Chomsky (1995), que se ha mostrado en el apartado 1, con los ejemplos (12) y (13), da posibilidades de análisis que no existían antes. Lo novedoso del tratamiento de la concordancia es que la concordancia del sujeto de la cláusula copulativa con el predicado tiene como efecto la elisión de los rasgos de género y número del adjetivo predicativo. Se trata de rasgos “ininterpretables” en el adjetivo predicativo, que se eliminan en el proceso de concordancia. En otras palabras: suponiendo una base como (28)(i), que es la cláusula, obtenemos los resultados de la concordancia en (28)(ii) y (28)(iii), y el resultado del desplazamiento del adjetivo y de la cópula en (28)(iv): (28) (i) Base: lo + que + estas construcciones son curiosas (ii) Primera etapa: elisión de los rasgos en A por concordancia con N [SD [D estas &][N construcciones &] ] son [A curiosas &] (iii) Segunda etapa: elisión de los rasgos de N por concordancia con D [SD [D estas &][N construcciones &] ] son [A curiosas &] (iv) Tercera etapa: (a) extracción del adjetivo a la derecha de lo (b) traslado de la cópula a primera posición en la cláusula [D lo] [N —] [A curiosas&] que [Cóp.son] [SD estas& construcciones&]] [Cóp.son] [A curiosas]
El aspecto enfático de la construcción del lo “de gradación” se debe a posiciones funcionales en los SSDD y su interpretación, tema que no podemos tratar en este estudio –cf. Villalba/Bartra-Kaufmann (2010) sobre la posición enfática en el SD, en la que se encuentra también el lo “de gradación”.
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En (28)(ii) vemos que el adjetivo predicativo de forma femenina y plural pierde estos rasgos por concordancia con el sujeto. Se trata de rasgos que el adjetivo predicativo tiene que perder por elisión en concordancia, ya que son rasgos ininterpretables del adjetivo. Hay que tener en cuenta que esta elisión afecta a los rasgos gramaticales que tienen que ser interpretados, pero no a la forma morfológica. La elisión de estos rasgos morfológicos sin que cambie la forma hace posible tratar curiosas en (27) como adjetivo “agenérico”, un adjetivo de forma femenina y plural sin rasgo de género y número, con lo que es compatible con el lo neutro. O sea, la elisión previa de los rasgos de número y género del adjetivo predicativo hace posible considerar la posibilidad de que se convierta en adjetivo regido por un artículo neutro, sin efectos de “discordancia” y agramaticalidad. Suponiendo que las formas adjetivales expresan rasgos de género y número elididos en el curso de la derivación de la cláusula con verbo copulativo, nos queda la pregunta de cómo se interpreta el nombre nulo regido por el lo neutro. La hipótesis que proponemos es que el lo neutro, en esta situación, rige un nombre nulo que obtiene interpretación “por defecto”. La propuesta es que la interpretación es un valor nominal de cantidad: “mucho”. La estructura que obtenemos interpretando (28) se presenta en (29): (29) lo + (“definitud”)
[N —] (“mucho”)
+ curiosas + [que son estas construcciones] + (“curios-“)
Si nos ponemos a elaborar esta estructura insertada, observamos que tiene efectos ‘agradables’. Uno de estos efectos es que este método indica la razón por la cual los adjetivos predicativos siempre “pierdan”, por decirlo así, los valores de número y género que expresan por su forma. Cuando nos referimos a un predicado adjetival, nos referimos a una forma adjetival con rasgos de género y número. La forma anafórica que se usa para la correferencia con el predicado es siempre la forma neutra y nunca la forma que expresa el número y el género del “antecedente”. Un ejemplo se presenta en (30): (30) Estas personas son locasx, pero Juan y Pedro no lox/*lasx son.
Es un fenómeno bien conocido del español que las formas neutras se usan para expresar valores predicativos sin que el género y número del adjetivo con que se coindizan tengan efecto. En el enfoque de la concordancia que se discute en la teoría minimalista, se trata de una consecuencia necesaria y lógica. La construcción misteriosa que estamos discutiendo pierde de esa manera parte del misterio.
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4. Resumen. El género neutro en español: interpretación y sincretismo Las formas neutras del español actual y su uso tienen poco en común con las propiedades del neutro en latín. En la historia del español, casi no hay evidencia de nombres léxicos neutros y las formas y los usos que se señalan tienen que ver con determinantes o pronombres (cf. Lapesa 2000). Por eso, en este estudio solo se han tratado las formas neutras lo y esto/eso/aquello, que tienen valor de artículo definido y de demostrativos. Otras formas neutras, como el pronombre ello y los pronombres relativos lo que y lo cual tienen características similares: no toman como antecedente un SD con núcleo masculino o femenino y no tienen forma de plural. La hipótesis avanzada en esta contribución de que las formas neutras son formas “agenéricas” permite un análisis elegante de los fenómenos de concordancia en la construcción con lo “de gradación” de la manera que se acaba de proponer en el apartado 3. El problema que queda por solucionar es cómo funciona la concordancia del lo neutro o “agenérico” con el adjetivo en las construcciones mencionadas en 2.1. y 2.3. En estas combinaciones de lo + adjetivo, la forma del adjetivo siempre es la del masculino singular. Como se ha mencionado más arriba, es usual observar que esta forma es “débil”, forma no marcada, o forma “por defecto” (cf. Schroten 2001, 2005). Como hemos visto en el apartado 1, la concordancia de género y número de una palabra con otra se muestra en la identidad de los valores de género y número que tienen. En la variante de la “teoría minimalista” que hemos usado en este estudio, los rasgos de género y número se interpretan al nivel del sintagma. A esto se debe que es conveniente asumir que los rasgos de género y número del núcleo del sintagma eliden los que se hallan en unidades léxicas o nulas que se encuentran en las posiciones no nucleares del sintagma, donde son “ininterpretables”. La “agenericidad” del determinante neutro lo hace imposible la concordancia con el adjetivo masculino singular, si la concordancia consiste en la elisión de rasgos como & del adjetivo. La “agenericidad” de la forma neutra lo y su combinación con la forma masculina singular del adjetivo implica que la concordancia con el adjetivo consiste en la selección de la forma por defecto del adjetivo, forma sin rasgos de género y número. Para ilustrar este punto, consideremos los ejemplos (32a,b) y (33). El primer paso del proceso de concordancia, en estos sintagmas determinantes, es la elisión de los rasgos en el adjetivo que concuerdan con los del nombre; el segundo paso es la elisión de los rasgos en el nombre que concuerdan con los del determinante. Cuando el adjetivo es el modificante de un nombre nulo, se supone que el adjetivo copia sus rasgos de género y número en el nombre, con elisión de los rasgos copiados en el adjetivo. Después, el determinante masculino o femenino
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elide el rasgo correspondiente en el nombre nulo. En (32), se esbozan estos procesos con un ejemplo de concordancia femenina en singular: (32) a. [SD [D la] [N hija ] [A pequeña]] N + A: elisión de género en A por concordancia con N [SD [D la] [N hija ] [A pequeña]] D + N : elisión de género en N por concordancia con D [SD [D la] [N hija] [A pequeña]] b. [SD [D la] [N Ø] [A pequeña]] N + A: copia del género de A en N nulo [SD [D la] [N Ø] [A pequeña]] N +A: elisión del género A por concordancia con N [SD [D la] [N Ø] [A pequeña]] D + N y elisión del género en N por concordancia con D [SD [D la]i [N Ø] [A pequeña]]
En los sintagmas determinantes con lo neutro, no hay proceso de concordancia de género, evidentemente, ya que se trata de una forma “agenérica”. En (33) se muestran los efectos nulos de la concordancia en un SD con determinante neutro, nombre nulo y un adjetivo sin rasgos de género y número, la forma “por defecto”: (33) [SD [D lo] [N Ø] [A pequeño]] N + A, copia del género de A en N [SD [D lo] [N Ø [A pequeño]] N + A, elisión del género de A en N SD [D lo] [N Ø] [A pequeño]] D + N: elisión del género en N por concordancia con D [SD [D lo] [N Ø] [A pequeño]]
La interpretación de un SD con nombre nulo, como (32b), requiere principios especiales de interpretación del nombre nulo en un SD de género masculino o femenino que no vamos a tratar. Aproximaciones tradicionales actualizadas son las de Otheguy (1978) y Velleman (1979). En este estudio, nos limitamos a considerar la interpretación de los SSDD neutros con el determinante neutro lo y con uno de los pronombres demostrativos esto/eso/aquello. Llegados a este punto, tenemos que mencionar brevemente que hay una diferencia importante entre el artículo definido y los demostrativos o pronombres deícticos, que consiste en que los SSDD que se componen solamente de un artículo definido neutro y un nombre nulo neutro no pueden aparecer ‘solos’, sino que hay que completar el SD con un adjetivo y/o un “genitivo” por falta de valor
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deíctico del artículo definido. El artículo definido es un operador con variable que debe ser identificada en el campo nominal, o sea, los referentes posibles del nombre: los elementos que corresponden a la descripción contenida en el valor significativo del nombre lexical en cuestión. El nombre nulo neutro no tiene rasgos que contengan una descripción y que permitan, por eso, interpretación referencial, lo que explica a qué se debe la necesidad de usar un adjetivo o un “genitivo” para poder dar interpretación al nombre nulo, de manera indirecta. Los demostrativos son distintos: no solo tienen valor de definitud, sino también valor déictico. El demostrativo da acceso a un referente discursivo o un referente situacional –véase Pomino/Stark (2009) para un tratamiento metódico y actual de establecer los referentes de los déicticos, tanto los de género y como los de género “neutro”3. Por fin, el análisis de los determinantes españoles con forma neutra que se ha presentado en este estudio sugiere que el paradigma del artículo definido del español actual tiene la estructura siguiente: (34)
femenino
masculino
“neutro”
plural
las
los
—
singular
la
el
lo
De manera similar se organiza el paradigma de los tres demostrativos: (35)
femenino
masculino
“neutro”
plural
estas esas aquellas
estos esos aquellos
—
singular
esta esa aquella
este ese aquel
esto eso aquello
Como vemos, no hay formas idénticas con funciones diferentes en los paradigmas. Además, los fenómenos relativos al determinante lo y al lo “de gradación”
3
Un análisis extenso y sistemático de los referentes de los sintagmas neutros requiere un análisis del discurso, con identificación de los referentes, siguiendo las pautas que dieron Kamp/Reyle (1993).
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y su interpretación que hemos estudiado no permiten concluir que las funciones que asume la forma lo son un caso de sincretismo. Más bien, hemos visto en los apartados 2 y 3 que el análisis más adecuado es que el lo “de gradación” es idéntico al artículo definido neutro lo. Si hay identidad completa y no solo identidad formal en estos casos, se trata siempre del mismo elemento y de la misma construcción, lo que no permite un análisis en términos de sincretismo.
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1. Introducción En 1969, se publicaba un libro de Eugenio Coseriu –Einführung in die strukturelle Linguistik– en el que, en uno de sus epígrafes, se aludía fugazmente a dos conceptos –con sus términos correspondientes–, que poca vida tendrían tanto en sus epígonos como en su propio creador. Se plantearon como apostillas a dos clásicos de la lingüística estructural, aunque esta parece haber obviado su existencia. El nacimiento de las nuevas etiquetas se justificaba por la necesidad de diferenciar determinados fenómenos que se explicaban precisamente por ser la cruz de su cara. La neutralización y el sincretismo se llevaban el reconocimiento de ser los perfiles de la moneda, y los neonatos quedaron relegados al revés. Estos dos conceptos fueron bautizados con los nombres de antineutralización y antisincretismo, y pretendían, por lo menos, convertirse en la sombra de sus correlatos triunfantes. Y ya sea porque el rendimiento de su potencial descriptivo no permitía altas expectativas, ya porque su mención aislada no corroboraba aquella difusión que debiera, de manera que pudieran ser utilizados como instrumentos de la descripción lingüística, la verdad es que hoy en día ni se conocen los términos, ni, por consiguiente, se discute sobre ellos. En este trabajo, sin embargo, queremos, por un lado, desempolvar sus contenidos y, por el otro, presentar argumentos para saber si su presencia esporádica en el mundo conceptual debiera convertirse en constante o si, por el contrario, habríamos de devolverlos a ese cuarto oscuro en el que se encuentran. De paso, echaremos una ojeada a la potencialidad descriptiva de los fenómenos lingüísticos de los cuales se han desarrollado: la neutralización y el sincretismo. El ámbito de aplicación del concepto de antisincretismo alcanzará no solo la disciplina morfológica –en donde se manifiestan los primeros ejemplos, desde el punto de vista historiográfico–, sino también la sintáctica, entendida esta última como conjunto de esquemas oracionales, de los cuales se elimina cualquier consideración de la lógica tradicional y, por supuesto, la distinción aristotélica entre sujeto y predicado. En este sentido, la inclusión de un término como antisincretismo en el ámbito de la sintaxis conllevará las matizaciones que implican teorías
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como las de Báez San José (1979/80), Báez San José y Moreno Martínez (1974, 1985), Danesˇ (1966), Rojo (1979), Trujillo (1976), etcétera, etcétera1. 1 Cada uno de los términos usados aquí para defender un hilo descriptivo diferente pueden resultar problemáticos para un lector no acostumbrado a los principios de la llamada Escuela de Tubinga, encabezada por E. Coseriu. Este autor, que parte de sucesivas reformulaciones de la escuela estructuralista, advierte de manera insistente –y en ello asentimos vehementemente– de la necesidad de no confundir la lógica del lenguaje con la lógica de la gramática. Casi toda la descripción gramatical de los últimos años está fundamentada en una aceptación sin más de la distinción aristotélica entre sujeto y predicado, la cual responde a un señalamiento de la lengua hacia la realidad. Lo que aquí pretendemos es precisamente anular este movimiento deíctico-metodológico hacia lo designativo y convertir la descripción lingüística en un complejo de definiciones en las que toda referencia a la realidad exterior esté ausente. Para ello es necesario, según creemos, una profunda labor de filtrado, la cual tendrá razón de ser si se cree que los presupuestos de esta escuela son esenciales para la descripción. En este sentido, en muchos de nuestros trabajos hemos puesto de relieve la necesidad de no confundir el objeto de una disciplina concreta, así como el manejo incontrolado de muchos de los términos que se inscriben en esta. Así, por ejemplo, en Rivas Zancarrón (2000, 2002, 2009) y en Rivas Zancarrón/de Cos Ruiz (1994) se insistía en no relegar al ámbito de una disciplina determinada un fenómeno que bien no cumplía con los presupuestos coserianos de materialización histórica frente a universal e individual (Coseriu 1981), o que la manifestación analítica o sintética de un elemento lingüístico fuera el único criterio para incluirlo ya en la sintaxis, ya en la morfología (así, una expresión como empezar a jugar suele adscribirse a lo sintáctico por el mero hecho de aparecer descompuesto en tres elementos, cuando componentes como empezar a podrían ser concebidos funcionalmente como morfemas y, por tanto, estudiar el conjunto dentro de la morfología). Esto nos lleva a una consideración de la sintaxis no como unión de sucesivos elementos visuales o gráficos o como gestor de la división clásica entre sujeto y predicado, sino como un administrador de estructuras subyacentes que se proyectan desde el verbo. En palabras de Báez San José y Moreno Martínez, “la sintaxis no es mera combinatoria de categorías, sino la forma de un significado de rango superior, no identificable a la combinatoria de los significados parciales de los morfemas, como postula el generativismo clásico, ni tampoco una estructura gnoseológica o lógica, sino un estrato intralingüístico definible dentro de cada lengua particular” (1974: 152). De otro lado, entiéndase también que términos aquí empleados como funcional resultan de una caracterización que responde a unos contenidos inscritos dentro de la Nueva Escuela de Praga y que implican que dentro del concepto de la existencia de una unidad en el sistema ha debido llevarse a cabo antes toda una serie de operaciones de abstracción, para hacer que esa unidad tenga cabida dentro de un nivel histórico (cf. Coseriu 1969). Por esto, para que el antisincretismo y ad lateres afloren con productividad descriptiva en una lengua concreta, debe advertirse primero si los elementos expuestos a descripción no están inscritos ni en el nivel universal (conceptos generales sin conformación particular en una lengua), ni en el individual de las lenguas (conceptos particulares resultantes de manifestaciones contextuales varias). Esta desconsideración motiva que las diferentes escuelas que tomaron como préstamo los conceptos y los términos de sincretismo y neutralización los hayan adaptado a sus presupuestos y haya ocasionado esa migración que ha terminado por desvirtuar su origen descriptivo.
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Las líneas que el lector encontrará en adelante están escritas en el marco de una hipótesis de trabajo, desde los conceptos y términos de una escuela concreta, y desde la perspectiva de un método que pretenderá dar coherencia a los elementos conceptuales preexistentes y a los creados a partir de estos. Trataremos en lo que sigue de ceder un hueco al antisincretismo en el terreno de la descripción lingüística, pero depurando todo aquello que no encaje en los presupuestos primigenios o reformulados de una corriente de pensamiento determinada. La viabilidad del término que presentamos a análisis solo es posible, desde nuestro punto de vista, siguiendo los principios de la escuela que lo creó, y que lo hizo siguiendo patrones conceptuales concretos. Estamos ante un fenómeno que nace como contrapartida de otro en el ámbito de la morfología, aunque como correlato de su oponente (la neutralización), el cual se consolida y se pone en evidencia dentro de la fonología. Nuestro objetivo es observar sus repercusiones igualmente en sintaxis, aunque entendiendo todas estas disciplinas lingüísticas de una manera diferente: ni como lo concibe la tradición gramatical, ni como es preconcebida por la lingüística moderna de corte no funcional. En este sentido, disciplinas como la morfología y la sintaxis serán concebidas como tales, siempre que haya existido una aplicación previa de los principios ya formulados para la fonología (conmutación y oposición). Ni la sintaxis será mera combinatoria de elementos gráficos, ni la morfología será entendida solamente como unidades en síntesis (morfemas). Así, una forma verbal descompuesta que se equipare con una función de nivel morfológico será asignada a la morfología, a la vez que una forma sintética con capacidad de proyección sintáctica podrá elevar el fenómeno a la sintaxis. En la morfología se incluirán, por tanto, unidades que representan un cambio de significado funcional en el nivel de la categoría gramatical (sustantivo, adjetivo, verbo…), en tanto que en la sintaxis los elementos que habrán de ser considerados dentro de esta disciplina serán aquellos que se proyecten como complementos obligatorios del verbo, aludiendo a las tradicionales partes orationis.
2. Sincretismo y neutralización: desajustes terminológicos y conceptuales Los conceptos de neutralización y sincretismo surgen de desajustes entre el método descriptivo estructural y la esencia del objeto de estudio. Si el modo de acercamiento explicativo prevé que los elementos que intervienen en la explicación funcionan por oposición de unos con otros y que a las posibles unidades de ese nuevo sistema se llega por conmutación, esto es, un mecanismo que las enfrenta hasta conseguir que dé positivo en un contraste de significados y, consiguientemente, entren en el elenco de unidades sistemáticas, entonces es per-
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fectamente esperable que algunos de los elementos que han sido llamados a ese sistema se resistan a una identificación tan evidente como la mayoría de sus hermanos. Cuando todo eso no encaja en el juego explicativo, se podría barajar entonces varias opciones: o excluir el intruso inexplicable del ámbito de estudio, pues no casa con el método general, o incluirlo con la creación de una nueva etiqueta identificativa. Así, si advertimos que en español hay un contraste significativo entre el morfema -o y el -a, y que regularmente implica una oposición genérica, en donde -o aludiría al masculino y -a al femenino, entonces mal llevaríamos dar cuenta de la identificación como masculino de la palabra niño en una expresión como ¡Qué niño más bonito tienes! (dicho a una madre que tiene realmente una niña). La aclaración del desajuste la resuelve sin problemas el método: en determinados contextos situacionales, el morfema de género masculino -o puede funcionar por el femenino para designar un ente de sexo femenino, pero es una sustitución que la facilita el mundo extralingüístico, la realidad exterior, y no la lengua en sí. Por tanto, si un elemento que habitualmente se distingue de otro usurpa un ámbito que no le corresponde, hasta conseguir la plena identificación referencial con su oponente, y, además, esta usurpación acontece solo en el momento en el que se actualiza en el hablar, entonces toparíamos con la neutralización, o sea, la suspensión de una oposición sistemática en un punto concreto de la cadena hablada. Este nuevo término con la definición dada aquí tiene su justificación para evitar el desajuste entre método (defensa de un estudio de la lengua inmanente, libre de lo que piensa el emisor y de lo que interpreta el receptor) y concepto creado previamente (el de oposición lingüística), que se vería burlado por un efecto de actuación del presunto elemento en un ámbito que no compete al lingüista. En realidad, el término neutralización se crea, desde esta perspectiva, más para defender el concepto de oposición ante los detractores de la escuela que lo inventan, la estructuralista, que para servirse de él como modelo de la descripción lingüística: se trata de un fenómeno que debe descartarse del objeto de estudio, ya que opera en un terreno en el que la aclaración no debe ponerse en práctica por principios metodológicos. Otra cosa es cuando no existe oposición formal en terreno lingüístico para una oposición de significado, independientemente de cualquier manifestación del hablar, siendo así que esta se manifiesta regularmente en el mismo terreno. De esta manera, entre la desinencia de 1ª persona del imperfecto de indicativo (-aba) y la de 3ª (-aba) existe coincidencia formal, aunque la diferencia de persona gramatical se realice constantemente en los demás puntos del mismo paradigma. En este caso, tendríamos que hablar no de neutralización, pues la oposición no deja de funcionar en el acto comunicativo, sino de sincretismo, ya que la diferencia no se manifiesta formalmente en el propio sistema lingüístico. El
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investigador crea el término al observar nuevamente un descuadre entre método y aplicación, pero esta vez lo achaca a un fallo en el sistema, no a una situación que el lingüista no debe tener en cuenta por desarrollarse en un ámbito que ha de excluir por método de su perspectiva de estudio. Realmente, se trata de esclarecer una ambigüedad, en donde, de un lado, un término es utilizado extrañamente por otro al cual se opone lingüísticamente y, de otro, dos elementos coinciden formalmente en funciones que otros puntos del paradigma se encargan de diferenciar. En un caso estamos ante una suspensión real de la oposición; en otro, ante la no distinción formal en un punto concreto del sistema al que pertenecen las unidades. La defensa del sincretismo desde una metodología estructural también podría acarrear problemas de método a aquellos que defienden la simetría del signo lingüístico (una forma, una función), por lo que, en sentido estricto, ninguno de los dos fenómenos deberían encajar en la descripción de los hechos de lengua: uno por considerar lo extralingüístico; otro, por violar un principio teórico. Desde mi punto de vista, existe un problema adicional interesante en la aplicabilidad de los conceptos anteriores: ambos nacen de una ambigüedad que está presente en el investigador como hablante de la lengua en cuestión y no como descriptor lingüístico. Me explico. Para que tengamos casos de sincretismos, el lingüista debe abstraerse de todo saber extralingüístico, es decir, de todo aquello que contribuya a dar al signo una información que este no contiene per se. Tomado de esta manera, lo que me dice que entre el amaba de 1ª persona y el de 3ª hay sincretismo gramatical no es otra cosa que la no puesta en contexto de esta expresión: hasta que yo no considere la situación comunicativa o el contexto lingüístico, no podré resolver la ambigüedad. Si esto es así, el gramático tiene un problema, pues en unos casos crea un término para resolver la ambigüedad metodológica (neutralización) y, en otros, fundamenta un concepto que alude a elementos lingüísticos que solo se desambiguarán en un contexto lingüístico concreto (“sincretismo”). Por ello, mientras que en la neutralización los elementos en contraste no contribuyen a aclarar un hecho lingüístico, sino a justificar un desajuste metodológico, en el sincretismo, por el contrario, lo que interesa es dar cuenta de por qué un elemento coincide materialmente cuando hay una diferencia formal constante entre sus iguales “materialmente entendido”. En el primer caso, se pretende una desambiguación metodológica (conviene explicar por qué el método no puede dar cuenta de la suspensión de la oposición) y, en el segundo, topamos con un intento de desambiguación descriptiva (hay coincidencia material en el sistema y solo el co- o el contexto resolverá la ambigüedad). Si queremos llegar a establecer las fronteras teóricas que diferencian los conceptos de antineutralización y antisincretismo, hemos de aclarar en primer lugar cuáles son los límites de sus opuestos y, a la vez, progenitores.
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2.1. ALCANCES Y LÍMITES TEÓRICOS DE LA NEUTRALIZACIÓN Y EL SINCRETISMO 2.1.1. La neutralización Para empezar, como ya hemos advertido, la neutralización se justificó conceptualmente en el nivel fonológico, que para ser su primer terreno de aplicación ofrece igualmente desfases teóricos. Se dice, por ejemplo, que existiría neutralización entre /p/ y /b/ en posición final de sílaba en español, ya que los rasgos que oponen a ambos fonemas (‘sonoro’/‘sordo’) se suspenden en ese punto concreto de la secuencia fonética. Esta consideración no puede resultar menos que problemática, ya que es verdad que en esa posición los rasgos de /p/ y /b/ no ofrecen nunca contraste significativo, pero no porque no puedan hacerlo, sino porque no se han manifestado casos. Este hecho reduce el concepto de neutralización a un mero efecto de frecuencia o a una dificultad mayor en la discriminación de sonidos. Recuérdese que entre /p/ y /k/ el único rasgo diferencial (‘labial’/‘velar’) no se neutraliza en esos puntos (aptitud/actitud), y si se defiende la predisposición de determinados sonidos a la suspensión de la oposición en determinados contextos fónicos, entonces quizá deberíamos de hablar de un hecho sistemático y no fortuito, motivado por el encuentro de estos sonidos en el hablar. Dicho de otro modo, si la posición final de sílaba es un punto débil para fomentar la distinción opositiva entre únicos rasgos diferenciales como ‘sonoro’/‘sordo’, entonces tal posición ha de erigirse como hecho de sistema y no casual, como se pretende. Es decir, no es que una posición implosiva sea el punto de la cadena donde se suspende una oposición, sino que es la posición implosiva en general la que neutraliza regularmente rasgos diferenciales de sonoridad y sordez: desde esta perspectiva, el punto en el que se desarrolla una oposición distintiva es tan sistemático o discursivo como aquel en el que nunca tendría lugar. El concepto de neutralización en fonética sería productivo si se entendiera como algunos lo han entendido posteriormente aplicado al léxico (cf. Coseriu 1977), o sea, en un punto concreto de la cadena hablada uno de los rasgos diferenciales se erige en valor neutro y actúa por los dos, pero esto es difícil de dilucidar en el ámbito de los sonidos, ya que la opción por un rasgo u otro sí que es claramente discursiva (depende de los sonidos circundantes)2. Por último, querríamos apostillar que si bien es cierto que en la neutralización es importante la intervención de un contexto o una situación, también lo es que en muchos casos no es necesario, lo que 2
El término discursivo ha de entenderse en sentido general. Este abarca no solo los fenómenos relacionados en el cotexto (lo que aparece delante o detrás del elemento en cuestión), sino que, además, implica la situación comunicativa completa. Dentro del estructuralismo europeo, el texto abarca no solo el érgon (el producto de lo hablado), sino el hablar en sí.
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nos obligaría a establecer una diferencia entre valores que se neutralizan en lengua y valores que se suspenden en el hablar. Por poner un ejemplo, no es lo mismo la suspensión genérica en Estos niños son muy malos (incluyendo ellos y ellas) que en Tengo dos niños (sin especificar). Este par de ejemplos nos sirve para reflexionar sobre si la neutralización es un fenómeno que desea dar cuenta de la ambigüedad producida en un contexto. Pero en unos casos es resoluble por este (Estos niños son muy malos) y en otros no (Tengo dos niños), lo que nos llevaría a pensar que la existencia de un valor general no está exclusivamente inserto en la situación, sino en el sistema mismo de la lengua.
2.1.2. El sincretismo El concepto de sincretismo se fundamenta desde el lado del contenido, pues debe haber divergencia significativa para que se hable de coincidencia en una estructura formal. Este concepto, a diferencia del de neutralización, tiene su fundamento en la morfología y poco desarrollo –o ninguno– en el campo de la fonología (por faltar el plano del contenido) o en el del léxico (pues ya existe el concepto de “homonimia”). Sin embargo, este término suele llevar implícito, en muchas ocasiones, el concepto de cambio lingüístico3, por el que los valores del estado de lengua anterior siguen presentes en el actual en una suerte de coincidencia fónica, o también la idea de coincidencia de valores contextuales en una misma forma4. Así las cosas, existe un desequilibrio aplicativo de los conceptos de neutralización y sincretismo en el ámbito de la explicación lingüística, ya que el primero se asienta sobre un nivel, el fonológico, en donde no se manifiesta
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Como podemos deducir de la definición que nos da Bußmann: “Sprachgeschichtlicher Wandel: formaler Zusammenfall verschiedener, urspr. getrennter gramm. Funktionen, besonders deutlich im Kasussystem verschiedener Sprachen zu beobachten, so entsprechen dem griech. Dativ in anderen ideur. Sprachen Ablativ, Lokativ und Instrumental, dem lat. Ablativ die Funktionen des Instrumental und teilweise des Lokativ; im Dt. hat der Nominativ die Funktion des Vokativ übernommen. Synkretismus bewirkt, daß an sich vorhandene gramm. Kategorien morphologisch nicht mehr ausgedrückt werden können” (21990: 763). 4 Es el caso de la definición planteada por Eguren y Fernández Soriano: “Fenómeno que consiste en que un solo morfo exprese dos o más significados gramaticales correspondientes a morfemas distintos. Un ejemplo de sincretismo en español es el hecho de que la desinencia verbal -o (v.g., am-o) aglutine distintas categorías flexivas sin que puedan aislarse para cada una de ellas segmentos fónicos diferenciados” (2006: 97). Desde esta perspectiva, existirían tantos casos de sincretismo como posibilidades contextuales contempláramos en morfos diversos. En -aba, por ejemplo, además del sincretismo de persona podríamos mencionar otros muchos: duración, iteración, aspecto no acabado…
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productivo desde un punto de vista teórico, y con posibilidades de ofrecer juego en la morfología y el léxico; y el segundo, por el contrario, no es viable ni en fonética, ni en el léxico, y tampoco se aplica adecuadamente a veces en morfología, disciplina en la que se conformó. El problema que presenta la defensa del sincretismo en morfología es la identificación de los valores de lengua en la disciplina morfológica. Si el sincretismo se define como la coincidencia formal en un punto del sistema de valores significativos diversos, los cuales se diferencian materialmente en otros lugares del paradigma, lo primero que ha de hacerse es detectar correctamente tales valores de significado, ya que puede que los elementos pretendidamente sincretizados no sean más que efectos de contexto o contenidos situacionales. Decir que en un caso concreto se sincretiza un valor instrumental y ablativo, presupone la presencia de tales dimensiones categoriales en la lengua que se analiza, porque si la expresión del instrumento o de lo ablativo se consigue solo en la cadena discursiva, entonces parece evidente que no podemos hablar de sincretismo. De esta manera, si digo que en la desinencia -a del presente de indicativo del verbo español están sincretizados valores como la duración, la frecuentatividad o la iteración, tengo que demostrar primero que tales categorías tienen manifestación opositiva en español, porque, de lo contrario, los valores que se sincretizan son contextuales y, por tanto, el sincretismo no tiene razón de ser. Y efectivamente, en una expresión como El autobús pasa, la desinencia -a no expresa duración, sino que es el acto de hablar concreto el que determina que esa secuencia sea interpretada como durativa. De la misma manera, en El autobús pasa cada diez minutos, la iteración no es consecuencia de la -a del presente, sino reflejo de haber añadido el sintagma cada diez minutos. Por último, la frecuentatividad que deja colegirse en El autobús pasa todos los días no se justifica por un valor opositivo sincretizado en -a, sino por el añadido todos los días. Y no se pretenda calificar esta última circunstancia de neutralización por el hecho de que tiene lugar en puntos concretos de la cadena hablada o del contexto, pues para que este fenómeno –al igual que el sincretismo– tenga existencia teórica debe haber existido previamente una identificación de unidades sistemáticas, o sea, que ha debido establecerse con anterioridad una relación opositiva entre unidades. Y dado que la frecuentativad o la iteratividad son dimensiones que no han probado en español su pertenencia a un paradigma verbal concreto, el destierro del mundo del sincretismo parece evidente5. 5
Recuérdese que si alguien pensara calificar esta circunstancia de neutralización, debería presuponer una existencia de unidades extraídas por conmutación y descritas por oposición. Ni la frecuentativad ni la iteratividad pueden ser consideradas en español unidades de lengua, ya que solo justifican su presencia por el contexto. Una cosa distinta es la neutralización del
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3. La antineutralización y el antisincretismo Con este cartel, Coseriu (1969) complica la trama y desdobla el par anterior. De esta manera, a la neutralización le sale un correlato que bautiza con el nombre de antineutralización, y al sincretismo lo contrapone con un antisincretismo. La definición de los términos la reconduce dándole la vuelta a la de los términos ya creados y las argumenta con un ejemplo para cada uno de los nuevos intrusos.
3.1. LA ANTINEUTRALIZACIÓN Si la neutralización quedaba definida como la suspensión de una oposición en un punto concreto de la cadena hablada, su fenómeno opuesto, la antineutralización, consistiría en la creación de un par opositivo en un punto concreto del hablar, en donde habitualmente tal efecto no tiene lugar. La justificación la encuentra Coseriu en un ejemplo extraído del francés: en esta lengua, por norma, no existe oposición genérica entre los animales no domésticos, de manera que para referirse tanto a un lobo macho como a un lobo hembra se utiliza la voz loup. Sin embargo, en un punto concreto de la cadena discursiva, una oposición genérica que habitualmente no tiene razón de ser es creada con el objeto de realizar la distinción: frente a loup, el francés crea esporádicamente louve. A este proceder idiomático, Coseriu le da el nombre de antineutralización.
3.2. EL ANTISINCRETISMO Y así como el sincretismo tomaba cuerpo cuando una oposición, que se manifestaba constante en todos los puntos del paradigma, deja de manifestarse materialmente en un punto concreto de este, el fenómeno contrario, el antisincretismo, quedaría definido como la creación de un rasgo opositivo en un lugar determinado del sistema, en donde de manera habitual no tendría posibilidad de aflorar. Apliquémoslo con la misma muestra de Coseriu. En el paradigma de la gradación del adjetivo en español, intervienen tres elementos: grado positivo, grado comparativo y grado superlativo. Cada uno de ellos presenta un esquema de formación regular que sigue el patrón bonito – más bonito – el más bonito. Sin valor futúrico o pasado que se da en el presente de indicativo: las tres categorías se oponen entre sí morfológicamente, pero en puntos concretos (la presencia de un contexto específico) la forma de presente puede hacer las veces de pasado (Cristóbal Colón descubre América) o de futuro (Mañana voy al cine).
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embargo, en un punto concreto del paradigma, en el del comparativo de grande, tiene lugar una distinción opositiva que el sistema nunca contempla: así, el modelo se desdobla en la comparación (grande – más grande/mayor – el más grande), de donde surge una distinción significativa posterior (“el hermano mayor” no es “el hermano más grande”). A esta distinción operada en un punto concreto del sistema es a lo que llama Coseriu antisincretismo6. Hasta aquí el caldo de cultivo en el que se han desarrollado los nuevos términos, que, como vemos, está plagado de ingredientes problemáticos. Ciertamente, el nuevo cuño coseriano sobre los ya existentes está plenamente justificado y podría tener productividad explicativa, si los conceptos de los que se originan se manifestaran coherentes desde el punto de vista teórico, pero no es el caso, como hemos visto en los puntos 2.1.1. y 2.1.2. El problema que acarrea denominar sincretismo a la suspensión opositiva en fonología es que este término se basa en un desajuste entre la forma y el significado del signo lingüístico y fue entonces creado en morfología y ejemplificado con alomorfos, es decir, unidades que disponían de una cara de contenido. De otro lado, la neutralización, surgida en el terreno del fonema, ha tenido mayor aplicabilidad al campo del léxico, en el que ha entrado con mayor coherencia. Además, del sincretismo no se habla en el léxico y se descarta para la sintaxis, campo este en el que la neutralización también está olvidada. En suma, los encajes y descuadres de los conceptos primigenios nos hacen sospechar o bien de su escaso poder descriptivo o de su deficiente aplicación metodológica. En lo que sigue, intentaré demostrar cómo pueden salvarse los conceptos de neutralización y sincretismo para el mundo de la descripción lingüística, y mostraré si, tras una delimitación cohesionada de tales elementos, es posible buscarles una parcela de actuación a sus términos opuestos.
6 La distinción que aquí planteamos se hace visible, como hemos advertido, en la obra de Coseriu (1969: 136-137) titulada Einführung in die strukturelle Linguistik. A la antineutralización la llama también diferenciación (“eine Unterscheidung wird gemacht, die sonst nicht gemacht wird”). Y continúa la precisión del concepto: “Bei der (ursprünglich ) entstehen , bei der (ursprünglich ) entstehen ” (ibíd.: 136). Y luego define el antisincretismo: “Wenn die Erscheinung der Anti-Neutralisation (=Differenzierung) besteht, so stellt sich die Frage, ob eventuell eine Erscheinung des existieren könnte. Der wurde definiert als die Inexistenz eines Unterschiedes, der in anderen Sektionen desselben Paradigmas durchgeführt wird. Damit wäre der Antisynkretismus gerade das Gegenteil davon, d.h. die Existenz eines Unterschiedes im System, der in anderen Sektionen analoger Paradigmata nicht gemacht wird, d.h. gerade die Tatsache, dass ein Unterschied nur in einer bestimmten Sektion existiert” (ibíd.: 137).
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4. El antisincretismo en la morfología y la sintaxis del español Una condición sine qua non para que los cuatro conceptos anteriores en liza no pierdan su coherencia es que se apliquen sobre unidades sistemáticas, es decir, sobre elementos en los que previamente ya ha habido un contraste significativo. Siguiendo este principio, sería dudoso considerar, como hemos advertido, que en determinadas desinencias verbales hubiera un valor sincrético de rasgos como la ‘frecuentatividad’, la ‘iteratividad’ o la ‘semelfactividad’. Así, para determinar que en el morfema de presente se sincretizan esos significados, hemos de determinar previamente que constituyen unidades lingüísticas en nuestra lengua. Y puesto que no es el caso, las manifestaciones son contextuales, así que hemos de desterrar los términos de sincretismo o de neutralización para fenómenos de tales características7.
4.1. ALGUNOS CASOS DE ANTISINCRETISMO EN MORFOLOGÍA Con el rasgo ‘duración’ o con el estado sincrético de este en la desinencia del presente de indicativo estaríamos ante otra circunstancia. Parece que las dimensiones de “fase” y “visión” (cf. Coseriu 1976), con sus correspondientes rasgos, son contempladas como valores de lengua, pues se distinguen, en el ámbito de las perífrasis verbales, de significados como ‘visión parcial retrospectiva’ (venir + gerundio), ‘visión parcial prospectiva’ (ir + gerundio), ‘visión parcial comita-
7 Muchas veces, cuando se contrastan unas lenguas con otras, se cae en incoherencias de aplicación metodológicas, pues se considera que las categorías de unas lenguas aparecen sincretizadas en otras. Es lo que ocurre incluso con Coseriu, que hace afirmaciones de estas características: “Das Französische besitzt ausserdem eine semantisch neutrale Periphrase für irgendeinen Grad einer schon begonnenen Handlung: étre en train de + Infinitiv, eine Periphrase, die zugleich für die Kategorie der Schau dient. In diesem Fall liegt im Französischen ein Synkretismus zwischen Schau und Phase vor. Ein ähnlicher Synkretismus erscheint im übrigen nicht nur im Französischen, sondern auch in den anderen romanischen Sprachen – mit Ausnahme des Rumänischen – bei der progressiven Phase” (1976: 107). Si el autor confunde, en el ámbito de aplicación, conceptos que él mismo ha desarrollado entre “categorías universales” y “categorías idiomáticas”, es lógico que el concepto propio de “sincretismo” quede desvirtuado, ya que este solo debería participar de las propiedades de una categoría idiomática. El traslado de un valor sistemático de una lengua a otra solo debería hacerse si en el idioma meta se desarrolla también formalmente, de lo contrario, lo que en una lengua puede ser un valor idiomático, en la otra se traduciría en un mero efecto contextual, o sea, universal. El uso del concepto de sincretismo por parte de Coseriu en el fragmento de arriba es a todas luces inadecuado.
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tiva’ (andar + gerundio), ‘visión parcial continuativa’ (seguir + gerundio), ‘fase inminencial o ingresiva’ (estar por + infinitivo), ‘fase inceptiva’ (ponerse a + infinitivo), ‘fase progresiva’ (ir +a gerundio), ‘fase continuativa’ (continuar + gerundio), ‘fase regresiva’ (terminar de + infinitivo), y ‘fase egresiva’ (acabar de + infinitivo)8. La “visión parcial prospectiva” se gana el privilegio de ser una unidad lingüística en español, ya que tiene manifestación formal y se opone a otras unidades del sistema. Entre el presente de indicativo (juega) y la forma prospectiva (está jugando) existe una oposición de ‘plano actual paralelo’/‘+ visión prospectiva’, que, en un punto de la cadena hablada (tras la adición de determinados elementos contextuales: El niño juega durante la comida), puede quedar neutralizada en el morfema de presente. Evidentemente, no puede hablarse de sincretismo, pues la oposición entre ambas formas deja de existir en un lugar concreto de la cadena discursiva. Si tomamos como muestra otro conjunto de unidades que prueban ser lingüísticas igualmente, aquellas que Coseriu (1976) determina bajo la dimensión de fase, podríamos aventurar casos de antisincretismo. Según el autor, bajo tal categoría se subscriben los valores ya citados: ‘inminencialidad’, ‘inceptividad’, ‘progresividad’, ‘continuidad’, ‘regresividad’ y ‘egresividad’. Cada uno de estos significados se oponen sistemáticamente entre sí; sin embargo, estos valores, que se desarrollan formalmente en el ámbito de la ampliación perifrástica, podrían crear una distinción material en terrenos en los que normalmente no tienen lugar, como es el de las formas sintéticas, que solo muestran estos matices con ayuda del contexto extralingüístico. En este sentido, casos de antisincretismos los constituirían manifestaciones con un se añadido a verbos de movimiento: un determinado valor lingüístico (‘visión prospectiva’), que se cristaliza sistemáticamente en la forma estar + gerundio (Pedro está yendo a Madrid), en un punto concreto del paradigma (presente de indicativo), crea un valor ‘inceptivo’ (Pedro se va a Madrid). Y, aunque alguien pensara que la ‘inceptividad’ pudiera ser mejor un caso de sincretismo, lo cierto es que tal opinión se vería rechazada por el hecho de que la coincidencia formal no se da (hay presencia de un se, que se une exclusivamente a verbos de movimiento para la obtención del efecto antisincrético). E, incluso, podríamos hacer una clasificación de los antisincretismos según el tipo de verbos en los que
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Entiéndase “fase” como la contemplación por parte del emisor de una acción que transcurre entre un punto A (anterior al momento de visión) y C (posterior a ese instante), pasando por un instante B (lugar en el que se sitúa el observador). Según la dirección del movimiento, se canalizarán distintos tipos (regresiva [venir a + gerundio], progresiva [ir a + infinitivo], continuativa [seguir + gerundio], etc.). En la “visión”, por el contrario, trataríamos con el proceso en el que se encuentra la acción verbal (inminencial [estar por + infinitivo], inceptiva [empezar a + infinitivo], conclusiva [acabar de + infinitivo], etc.).
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operara la subdistinción sistemática. Así, con un se + inergativos (como, por ejemplo, dormir) provocaríamos una migración del valor ‘prospectivo’ (Juan está durmiendo) al ‘inminencial’, representado por la forma estar a punto de + infinitivo (Juan se duerme). Y por citar un último caso, sirviéndose de se + inacusativos, pasaríamos de una fase progresiva (Pedro está comiendo las patatas) a una subdistinción ‘regresiva’ en el presente (Pedro se come las patatas)9.
4.2. ALGUNOS CASOS DE ANTISINCRETISMO EN SINTAXIS Interesante sería también ampliar el concepto de sincretismo al mundo de la sintaxis. Sin embargo, dado que esta disciplina no ha sido precisamente una niña mimada por el estructuralismo, ha sido difícil encajar un término que tuvo resonancia y origen en la morfología. A esto hay que añadirle un inconveniente: la escasa unidad de ideas en torno al concepto de “oración”. Si las fronteras de la unidad sintáctica por excelencia no están bien perfiladas, es normal que cualquier concepto lingüístico huya de su terreno o, si tuviera la suerte de aplicarse, mostrara incoherencias. El peso de la tradición, por un lado, y la misma naturaleza del objeto, por otro, han sido coadyuvantes en la conformación de esa lacra que lleva pesando sobre este sector de la lengua. El modo de acercamiento a los fenómenos sintácticos ha pasado por alto siempre uno de los niveles de abstracción deseados para identificar las unidades de la sintaxis. Esta es la razón por la que si no se distingue entre elementos obligatorios y optativos en una manifestación sintáctica concreta, difícilmente podremos llegar a establecer diferencias entre valores que acontecen en el hablar y significados inherentes lingüísticos de la construcción. Y para asegurarnos de que la identificación llegue a buen puerto hemos de escaparnos del engaño visual al que nos someten nuestros propios sentidos: debemos tener claro desde el principio que la frase que oímos o vemos representada sobre el papel es tan solo el brote de una estructura básica que debe excluir cualquier adorno contextual. Desde esta perspectiva, es muy fácil prever que dentro del marco teórico estructural el sincretismo no tenga asiento en la sintaxis, pues las estructuras formales abstractas no han sido nunca bien catalogadas10. Sin embargo, si el observador lingüístico prescinde de los elementos floridos, aparca en un
9 No solo hay variación en el nivel de la expresión, sino también en el del esquema, pues la introducción de se, que diversifica el significado, influye en la reducción de las variables: alguien se va/alguien va algún lugar. 10 Por estructuras formales abstractas entendemos aquellas que configuran el nivel del esquema oracional en Báez San José (1987) o Danesˇ (1966). Siguiendo a estos autores, parece evidente que la sintaxis no ha de concebirse como la simple unión de elementos materiales del
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nivel de abstracción superior e identifica las unidades de acuerdo con el principio de forma/función, entonces podría toparse con estructuras sincréticas reales. No obstante, para encontrárnoslas, debemos añadir una nueva condición, que también está recogida en los principios del estructuralismo: la distinción entre la cara de la expresión y la cara del contenido. Aclarémoslo con un ejemplo. Todas las gramáticas, siguiendo una tradición que se remonta a los griegos, hablan de la polisemia del verbo andar, pues ven variaciones significativas en estructuras de superficie como Pedrito anda; Juan anda cinco kilómetros; Julián anda loco; Mi amigo anda buscando un piso; El reloj anda; Este político se anda por las ramas, etcétera11. Cada una de las expresiones, dicen los gramáticos, significa algo distinto y, por ello, el verbo queda definido como polisémico. Sin embargo, a raíz de las distintas manifestaciones significativas que se desprenden de las construcciones anteriores, podríamos defender que las expresiones esconden estructuras diferentes y no una misma base con distintos significados. El reconocimiento de la polisemia forma parte del engaño visual, de contemplar andar como mera secuencia fonética (/a/-/n/-/d/-/a/-/r/) o gráfica (a-n-d-a-r). Si diéramos un vuelco a esta concepción, descubriríamos diferentes unidades con significados distintos: (1) Pedrito anda. Estructura formal (sujeto + verbo)/estructura de contenido (agente + acción). (2) Juan anda cinco kilómetros. Estructura formal (sujeto + verbo + complemento directo)/estructura de contenido (agente + acción + complemento de medida). (3) Julián anda loco. Estructura formal (sujeto + verbo copulativo + atributo)/estructura de contenido (sujeto afectado + predicación). (4) Mi amigo anda buscando un piso. Estructura formal (sujeto + verbo perifrástico + complemento directo)/estructura de contenido (agente + visión parcial comitativa + objeto afectado). (5) El reloj anda. Estructura formal (sujeto + verbo)/estructura de contenido (experimentador + acción). nivel de la expresión, sino como un conglomerado de formas subyacentes que entran en oposición unas con otras. A este respecto, puede consultarse también el trabajo de Rojo (1979). Además, el punto de partida que aquí se adopta no es el de la división clásica y lógica entre sujeto y predicado, sino la que se inscribe dentro de la gramática de la valencia y sus epígonos. 11 Para una ampliación de la idea, cf. Rivas Zancarrón/de Cos Ruiz (1994).
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(6) Este político se anda por las ramas. Estructura formal (sujeto + acción ergativa + complemento circunstancial)/ estructura de contenido (agente + verbo ergativo + lugar)12.
Independientemente de los acuerdos terminológicos en la definición de las estructuras formales y de contenido –de lo que habría que hablar y seguir profundizando–, esta división anularía el concepto de polisemia en lingüística funcional, que se introduce por no saber explicar diferencias formales, y permitiría la identificación de unidades sistemáticas, para su posterior puesta opositiva. Si garantizamos unidades lingüísticas sintácticas, el concepto de sincretismo podría tener viabilidad en esta disciplina. De hecho, si observamos los ejemplos anteriores, veremos una coincidencia formal, diferenciada en el contenido, entre (1) y (5) (sujeto + verbo). Este podría ser un caso de sincretismo sintáctico. Los casos de antisincretismo en el nivel sintáctico se dejarían ver en aquellos puntos del sistema (esquema oracional) en el que aparece una subdistinción sobre la estructura base. Por lo general, serían especificaciones metafóricas que encuentran su lugar como categoría idiomática y que se convertirían en nuevas raíces de esquemas productivos. Así, si la estructura argumental del verbo matar es alguien mata a alguien, en donde las dos variables –alguien y a alguien– son necesarias para construir el significado de la expresión verbal anterior, puede ocurrir que en un punto concreto, una de las variables optativas –de algo– se introduzca para provocar una diferenciación: alguien mata a alguien de algo = Emilio mata a Santiago de aburrimiento. Es decir, una adición de variables que el sistema no prevé, en determinados puntos, es factible para suscitar una distinción significativa. Y quien dice adición, dice también sustracción, pues la pérdida de un argumento oracional, que siempre es obligatoria, podría actuar como diferenciador formal de otra estructura: si al verbo trivalente dar le quitamos una variable intralingüística –a alguien–, evocaremos una migración significativa, una subdistinción que podría considerarse también antisincretismo: alguien da
12 Un análisis de estas características, que ya había sido expuesto en Rivas Zancarrón y de Cos Ruiz (1994), sigue los principios de defensa de simetría del signo lingüístico expuestos en la primera etapa de Trujillo (1976) o Rojo (1979). En Báez San José (1987) se aboga por la asimetría en el ámbito de los esquemas oracionales, pero creemos que, dado que siempre hay un rasgo diferenciador de estructuras subyacentes (ya sea formal material o formal sustancial), la descripción lingüística ganaría en el principio de simplicidad explicativa, pues eliminaríamos conceptos como la polisemia o la sinonimia. Naturalmente, el análisis que aquí planteamos de andar adolece de una interpretación exhaustiva sobre papeles semánticos, pero la idea es demostrar que, en un nivel de abstracción superior, las estructuras sintácticas están o deben estar perfectamente desambiguadas.
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algo a alguien = Pedro da unas llaves a Juan ≡ alguien da algo = Pedro da la tabarra. Los resultados subdistinguidos son calificados por la lingüística como metafóricos, pero lo cierto es que se convierten en auténticos esquemas productivos, con una nueva estructura formal y una nueva estructura de contenido. Un acercamiento del objeto lingüístico en este sentido permitiría no rechazar del plano lingüístico muchas estructuras que se cree pertenecen a la designación. Hemos de insistir, no obstante, que, para que el fenómeno del antisincretismo tenga validez en sintaxis, hemos de partir necesariamente de un nivel de abstracción superior, pues el plano de la expresión es siempre per se ambiguo, por lo menos desde la perspectiva de DaneÓ (1966) y la sintaxis de la Escuela de Praga.
5. Conclusiones Y hasta aquí todo lo que da de sí el fenómeno del antisincretismo, un término y un concepto que surge como antónimo de otro ya viciado por las diferentes escuelas lingüísticas. Si respetáramos ortodoxamente la definición de sincretismo, posiblemente deberíamos sacar del mismo saco algunos fenómenos lingüísticos clasificados bajo esa etiqueta y, consecuentemente, habríamos de plantear una revisión del contrario. Resulta sospechosa la operatividad de los nuevos instrumentos explicativos, si tenemos en cuenta que muchos de ellos nacen en una disciplina en donde es difícilmente aplicable (neutralización ≡ fonología), y encajan en otras para las que no fueron creados (neutralización ≡ morfología, léxico). El sincretismo nace y se aplica en morfología, pues en el léxico se confundiría con la homonimia, y en fonología –dada la consideración del fonema como ente abstracto, sin representación material– no tendría viabilidad. Sin embargo, el nivel de abstracción en el que opera este concepto es muy discutible, pues no avanza de lo puramente visual, lo que nos llevaría a considerarlo simplemente como un correlato de la homonimia en el plano morfológico. Por esta razón, aquellas escuelas lingüísticas que no abstraen desde una estructura superficial se han servido del término y lo han usado como mecanismo explicativo, sin analizar las posibles consecuencias teóricas. En este trabajo, en cambio, defendemos que el punto de partida no es el de la palabra o la oración como secuencia de fonemas o unidades superiores, sino como entes abarcadores de una estructura más abstracta, en donde tanto el sincretismo como su contrario podrían tener descanso teórico, ya que, de lo contrario, estos fenómenos no serían otra cosa que abscesos terminológicos de otros como la homonimia o la polisemia, fenómenos estos últimos que no encuentran lugar en el marco de una teoría simétrica del signo como aquí estamos defendiendo. Desde nuestro punto de vista, para que el antisincretismo tenga validez
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funcional como concepto debe haber existido previamente una labor de filtrado entre los principios de una escuela lingüística y los resultados de su aplicación. Desde una perspectiva funcional estricta, para que el fenómeno tenga asiento, debe demostrarse, en primer lugar, si los rasgos que entran en oposición tienen manifestación formal en un nivel histórico concreto (cf. Coseriu 1969), pues si estos pertenecen al nivel universal de las lenguas, en donde el proceso de abstracción operado es menor, este término y su correlato conceptual no tienen más validez descriptiva que la que lo otorga la tradición gramatical, que contemplará el fenómeno como una excepción de una confluencia polisémica. Lo que aquí defendemos es ir más allá de lo que esconde la palabra como manifestación material y comprobar si la estructura formal que subyace –comprobada primero su existencia en el nivel histórico de las lenguas– permite una diferenciación en un punto concreto del sistema. Creemos que el fenómeno de antisincretismo es posible encontrarlo en múltiples procesos de la descripción lingüística del español y que, además, constituye una de las bases de la explicación diacrónica de algunos fenómenos de esta lengua. La creación de una diferencia en el sistema pasa por demostrar si el rasgo a partir del cual nace la nueva distinción existe como tal en el nivel histórico. Siendo esto así, el antisicretismo podría erigirse en uno de los principios promotores en la explicación del cambio lingüístico: cómo de estructuras subyacentes formales han surgido otras nuevas que son, a su vez, la base para nuevas diferenciaciones.
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MANUEL RIVAS ZANCARRÓN
RIVAS ZANCARRÓN, Manuel (2000): El aspecto verbal perifrástico en las gramáticas del español y su relación con otras lenguas. Cádiz: Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz. — (2002): “Desde una sintaxis histórica hasta una morfología sincrónica. Primeros pasos del concepto ‘auxiliar’ en las gramáticas del español”, en: Zeitschrift für romanische Philologie 118, 3, 376-391. — (2009): “Binarismo, perspectivas y planos en los tiempos del verbo español y románico”, en: Neuphilologische Mitteilungen 110, 2, 209-221. — /DE COS RUIZ, Javier (1994): “Construcciones con andar: modelo de análisis en una teoría del signo lingüístico”, en: Wotjak, Gerd (ed.): Verbo e estructuras frásicas. Oporto: Faculdade de Letras do Porto, 287-297. ROJO, Guillermo (1979): “La función sintáctica como forma del significante”, en: Verba 6, 107-153. TRUJILLO, Ramón (1976): Elementos de semántica lingüística. Madrid: Cátedra.
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SOBRE LOS AUTORES
Álvaro Arias-Cachero Cabal es profesor de Filología Hispánica de la Universidad de Oviedo. Sus líneas de investigación principales son la fonología y la morfosintaxis, con especial atención al español, al gallego y al asturiano. Email: [email protected] Andrés Enrique-Arias es profesor titular de Historia de la Lengua Española en la Universitat de les Illes Balears. Trabaja sobre morfosintaxis histórica del español, lingüística de corpus, edición y estudio filológico de textos medievales e historia del contacto entre el castellano y el catalán en Mallorca. Email: [email protected] Maria Goldbach se interesa por la intersección entre morfología y sintaxis. Trabaja sobre la morfología flexional de variantes ítalo-románicas y portuguesas, en particular sobre la metafonía en el sistema flexional del galego-português medieval. Email: [email protected] Marc-Olivier Hinzelin se doctoró en la Universität Konstanz, trabajó como investigador en la University of Oxford y, actualmente, es profesor de Lingüística Románica en la Universität Hamburg. Sus áreas de investigación son la sintaxis pronominal y la morfología verbal de las lenguas galo- e iberorrománicas. Email: [email protected] Natascha Pomino es asistente posdoctoral (investigación y docencia) en el Seminario de Lenguas Románicas de la Universität Zürich y de la Universität Konstanz. Sus líneas de investigación principales son la morfología y la sintaxis formal de las lenguas románicas. Email: [email protected] Hans-Ingo Radatz es catedrático de Filología Románica de la Universität Bamberg. Entre sus líneas de investigación destacan la lingüística cognitiva y la sociolingüística de las lenguas regionales y minoritarias de Europa occidental. Email: [email protected] Manuel Rivas Zancarrón es profesor titular de Lengua Española en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz. Sus investigaciones abarcan
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SOBRE LOS AUTORES
disciplinas como la morfología, fonética coloquial, historiografía lingüística y enseñanza de español como segunda lengua. Email: [email protected] Jan Schroten es profesor emérito de la Universiteit Utrecht e investigador del Instituto de Lingüística UiL OTS de esta universidad. Sus líneas de investigación son los aspectos formales del español y su interpretación, en sintaxis, morfología y lexicografía. Email: [email protected] Elisabeth Stark es catedrática de Lingüística Románica de la Universität Zürich. Sus principales líneas de investigación son la tipología, la morfosintaxis de las lenguas románicas y la variación lingüística. Email: [email protected] Fernando Zúñiga es profesor asistente de Lingüística Comparada en la Universität Zürich. Entre sus líneas de investigación destacan la tipología morfosintáctica y la descripción de algunas lenguas indoamericanas como el mapudungún (Chile, Argentina) y el pie negro (EE UU y Canadá). Email: [email protected]
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