El "yngenio" en palacio: arte y ciencia en la corte de los Austrias (ca. 1585-1640)
 9788494892509, 8494892509

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C o l e c c ió n

J u a n e l o

T u r r ia n o

d e

H isto ria

d e

l a

In g e n ie r ía

EL “Y N G E N I O ” EN PALACIO: ARTE Y CIENCIA EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS [ca. 1585 - 1640) M A RG A RITA AN A V A ZQ U EZ M A N A SSE RO

C olección J uanelo T urriano

de

H istoria de la In g e n ie r ía

EL “Y N G E N I O ” EN PALACIO: ARTE Y CIENCIA EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS

(ca. 1585- 1640) M A RG A RITA AN A V Á ZQ U EZ M A N A SSE RO

MADRI D 2018

www.juaneloturriano.com

ED IC IÓN

F u n d a c ió n J u a n e lo T u rria n o COORDINACIÓN D an ie l C resp o D elg ad o D ISEÑ O Y M A Q U E TA

E d ic io n e s d el U m b ra l

© De la edición, Fundación Juanelo Turriano © Del texto, su autor © De las imágenes, sus autores ISBN: 978-84-948925-0-9 D.L.: M-26489-2018

C u b ie r t a A d r ia e n v an S t a l b e n t , E l g e ó g r a fo y e l n a tu r a lis ta ( d e t a l l e ) , f i n a l e s d e l s ig lo X V I - p r i n c i p i o d e l s ig lo X V I I , 40 x 41 c m , M a d r id , M u s e o N a c i o n a l d e l P r a d o ( P 0 0 1 4 3 7 ) .

La Fundación Juanelo Turriano ha realizado todos los esfuerzos posibles por conocer a los propietarios de los derechos de todas las imágenes que aquí aparecen y por conocer los permisos de reproducción necesarios. Si se ha producido alguna omisión inadvertidamente, el propietario de los derechos o su representante puede dirigirse a la Fundación Juanelo Turriano.

F U N D A C IÓ N JU A N E L O T U R R IA N O

PATRONATO PRESIDENTE

V ictoriano Muñoz Cava VICEPRESIDENTE

Pedro Navascués Palacio SECRETARIO

José M aría G oicolea Ruigómez VOCALES

José Calavera Ruiz David Fernández-O rdóñez Hernández José Antonio González Carrión Fernando Sáenz Ridruejo José M anuel Sánchez Ron PRESIDENTE DE HONOR

Francisco Vigueras González

La promoción y publicación de estudios sobre la historia de la ingeniería y la técnica ha sido una de las actividades prioritarias de la Fundación Juanelo Turriano desde su creación en 1985. La COLECCIÓN JUAN ELO TU RRIAN O DE H ISTORIA DE LA INGEN IERÍA, a través de m onografías inéditas, del mayor nivel historiográfico pero con vocación de amplia difusión, pretende contribuir al conocim iento de la ingeniería y a la puesta en valor de su relevancia cultural. A partir de una com prensión amplia de la historia de esta no­ table m anifestación del ingenio humano, se publicarán trabajos que la aborden desde una perspectiva tanto biográfica y técnica como institu­ cional, social y económica. La colección cuenta con un Comité de Publicaciones com puesto por reconocidos especialistas y profesionales, siendo los trabajos sometidos a evaluación por pares ciegos. Todos los títulos publicados son accesi­ bles en la red, de forma libre y gratuita.

C O M I T É DE P U B L I C A C I O N E S A licia C ám ara M uñoz Pepa C assin ello Plaza D avid F ernández-O rdóñez H ernández Ju an Luis G arcía H ourcade Pedro N avascués P alacio

A m i m a d re , M a ria A n to n ia , A rte. A m i p a d re , Á n g e l, C ien cia . A m i h e r m a n a , M a ría C r is tin a , y a m i c o m p a ñ e ro , R a ú l, I n g en io . A mi a b u e la , E lp id ia , G en io.

ÍNDICE

12

ABREVIATURAS

13

AGRADECIMIENTOS

17

PREÁMBULO

23

INTRODUCCIÓN

P r im e r a P a r t e

EL IM P E R IO DE LA M ED ID A 37

“ QUAE SINT, QUAE FUERINT, QUAE MOX VENTURA TRAHANT UR”: LA MEDIDA DEL TIEMPO EN LA CORTE

57

PRÍNCIPES DE LA GEOMETRÍA: LA MEDIDA DEL ESPACIO EN LA CORTE

60

66

“CURIOSOS DE LAS MATHEMATICAS” "PARA M A N D A R ES M E N E ST E R S C I E N C I A ” : LA M E D ID A DEL ESP ACIO Y EL E J E R C IC I O DEL PODER

73

‘ P O R Q U E NO HA DE T E N E R EL P R ÍN C IP E E N T R E T E N I M I E N T O NI J U E G O QUE NO SEA UNA IM ITA C IÓ N DE LO QUE D E SP U É S HA DE O B R A R ”

91

GUSTO POR EL ARTIFICIO MECÁNICO: CONSIDERACIONES Y REFERENCIAS TEÓRICAS EN TORNO A LA PRESENCIA DE RELOJES Y OTROS INSTRUMENTOS MATEMÁTICOS EN LA TRATAD í STIC A

108

“SIEMPRE FUE Y SIEMPRE SERÁ QUE LAS COSAS A QUE LOS PRÍNCIPES SON INCLINADOS AQUÉLLAS MÁS QUE OTRAS AMAN Y SIGUEN LOS PUEBLOS”: RELOJES, INSTRUMENTOS MATEMÁTICOS Y COLECCIONES CIENTÍFICAS EN LA CORTE

113

A R T ÍF IC E S, IN S T R U M E N T O S Y L IB R O S C IE N T Í F IC O S EN LA COR TE

S egunda Parte

EL IM P E R IO DE LA R E P R E S E N T A C IÓ N : “ IM A G O M U N D I ” EN LA C O R T E D E LO S A U S T R IA S

155

VER Y COMPRENDER EL MUNDO EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS

165

CUANDO NO BASTA UN MUNDO

179

GUSTO POR REPRESENTAR EL MUNDO

204

“ IMAGO MUNDI” EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS

228

“ PARA QUE PUEDA (...) SI LE D IER E G U ST O EN SU C A SA D E SD E SU A P O S E N T O , CON ESTA TH E O R IC A DE SP H E R A SO B R E VN M A PA , O C ARTA DE M A R E A R , C O N O C E R Y S A B E R ”

261

CONCLUSIONES

273

N OTA S

317

B I B L IO G R A F ÍA

336

PUBLICACIONES

A B R E V IA T U R A S (B ib lio te c a s y arch iv o s)

AGS: Archivo General de Simancas CCA: Cámara de Castilla CED: Cédulas CMC: Contaduría Mayor de Cuentas DGT: Dirección General del Tesoro AHN-SN: Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza (Toledo) AHPM: Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (Madrid) AGP: Archivo General de Palacio (Madrid) ASFi: Archivio di Stato di Firenze (Florencia) ASMi: Archivio di Stato di Milano (Milán) BAV: Biblioteca Apostólica Vaticana (Ciudad del Vaticano) BNE: Biblioteca Nacional de España (Madrid) f.: Folio Fig.: Figura Leg.: Legajo Mss.: Manuscrito Prot.: Protocolo s. f.: Sin foliar

VO LV E R A L ÍNDICE

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A G R A D E C IM IE N T O S

Este libro tiene su origen en mi tesis doctoral. En las páginas de este volumen se presenta una parte de dicha investigación desarrollada entre los años 2014 y 2017 gracias a la A yuda p a ra contratos predoctorales (Formación de P ersonal Investigador) del M inisterio de Economía y Com petidvidad, vinculada al proyecto de investigación “El dibujante ingeniero al servicio de la m onarquía hispánica. Siglos X V I-X V II” (H A R2012-31117) y al D epartam ento de Historia del A rte de la U niversidad N acional de Educación a Distancia (UNED). Tras la defensa de la tesis, ese texto fue objeto de revisión y selección con el fin de presentar un trabajo de investigación que se adecuase a las bases del Premio Internacional García-Diego (IX Edición) de Historia de la Tecnología convocado por la Fundación Juanelo Turriano. El 28 de fe­ brero de 2018, el jurado decidió conceder el accésit del Premio Internacional García-D iego a mi trabajo titulado E l “y n g en io ” en palacio: arte y ciencia en la corte de los A ustrias (ca. 1585-1640). El interés de la Fun­ dación Juanelo Turriano por esta investigación, por tanto, ha sido decisivo en la publicación del libro que ahora se presenta y que es el resultado de la excelente labor editorial que viene desarrollando esta institución en colaboración con Ediciones del Umbral. Además, este libro ha contado con el apoyo del proyecto de investigación “El dibujante ingeniero al servicio de la monarquía hispánica. Siglos XVIXVIII. Ciudad e ingeniería en el M editerráneo” (H AR2016-78098P - AEI/FEDER, UE) del que ac­ tualm ente formo parte y, por tanto, constituye uno de los resultados científicos del mismo. Esta génesis del libro hace que, además de mostrar mi gratitud a las instituciones que han hecho posible que este trabajo vea la luz, desee asimismo expresar mi reconocim iento a aquellas personas que durante este camino me han brindado su apoyo. De ahí que este libro no sea solo de quien suscribe estas líneas, sino que deba un poco a todos ellos y que, probablem ente, las palabras se queden cortas para reflejar todo mi agradecim iento. Com enzando por quienes han sido mis M aestros. La Dra. A licia Cám ara M uñoz, quien durante estos años ha hecho gala de una generosidad y disponibilidad fuera de lo común. Por su interés, su tiempo, su apoyo, sus com entarios y sugerencias que han supuesto un aprendizaje constante. Mi agradecim iento asimismo al Dr. Javier Portús Pérez, gracias a quien tuve la oportunidad de ver y conocer cosas que hasta entonces mis ojos ignoraban. Gracias a ambos, A licia y Javier, por alentar mi curiosidad y por acom pañarm e en este camino. Por otra parte, la vinculación al D epartam ento de Historia del A rte de la UNED de la A yudapredoctoral de la que disfruté y que ha sido la sem illa de este libro, me ha perm itido conocer, trabajar y, sobre todo, aprender de todos los profesionales pertenecientes al mismo. Por ello, deseo expresar mi gratitud a los

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miembros de dicho Departamento. De igual modo, dicha A yuda p redoctoral se integraba en el proyecto de investigación H A R2012-31117, de cuyos m iem bros he podido asim ism o aprender e intercam biar ideas durante los múltiples seminarios y actividades que han tenido lugar desde mi incorporación al pro­ yecto hasta la finalización del mismo. Además, de no haber sido beneficiaría de tres A yudas a la m ovilidad predoctoral del M inisterio de Economía y Com petitividad, con toda probabilidad, el resultado de este libro no hubiera sido el mismo. Deseo no solo expresar mi agradecim iento a esta institución que hizo posible que realizara tales estancias que, sin duda, han contribuido a enriquecer sustancialmente mi formación y la investigación que aquí se presenta, sino asimismo a los profesionales de cada una de las Universidades y Centros de Investigación donde estas se desarrollaron por recibirm e siempre con suma amabilidad. En primer lugar, al Dr. M iguel Ángel Zalama Rodríguez, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid e Investigador Prin­ cipal del Grupo de Investigación Reconocido “Arte, poder y sociedad en la Edad M oderna”, así como a los miembros de dicho grupo de investigación, por su acogida durante mi estancia en Valladolid du­ rante los meses de octubre a diciem bre de 2015. En segundo lugar, a la Dra. Isabella Carla Rachele Balestreri, Profesora del D ipartim ento di Architettura, Ingegneria delle Costruzioni e A m biente Costruito del Politécnico di M ilano, gracias a cuyo apoyo pude disfrutar de una segunda estancia de investigación en dicha Universidad durante el verano de 2016, al tiempo que pude profundizar en algunos aspectos de mi investigación docum ental en los archivos de la capital lombarda. En relación con este último as­ pecto, agradezco al Dr. M arino Viganó los valiosos consejos y la generosidad con la que me los brindó durante mi perm anencia en M ilán. La últim a estancia de investigación de la que he disfrutado tuvo lugar el pasado verano en Roma y tampoco habría sido posible sin el apoyo recibido por parte de la respon­ sable del Centro de Investigación receptor, la Dra. M aría Conforti, Profesora de Historia de la M edicina de la U niversitá degli Studi di Roma “La Sapienza” y responsable de la Unitá e Museo di Storia della M edicina (Roma). A ella y a los especialistas que a través de la Dra. Conforti tuve ocasión de conocer en Roma —el Dr. Peter M asón, la Dra. Florike Egmond, la Dra. Federica Favino, la Dra. Renata Ago y a Antonella Cesarini—mi agradecim iento por su tiempo, generosidad e interés por la investigación que estaba desarrollando. Asimismo, quiero hacer constar mi agradecim iento a las personas que en su día leyeron y evaluaron mi tesis doctoral: la Dra. Emilie d’O rgeix, el Dr. Pierre Civil, el Dr. Antonio U rquízar H errera, el Dr. Peter M asón y el Dr. Fernando Bouza Alvarez. A ellos, mi gratitud por sus agudas observaciones y sustancio­ sos com entarios sobre mi trabajo. Algunos, los he podido incorporar en este libro con la m ejora que ello conlleva. Otros, sin duda, han sido un acicate para abrir nuevas vías de investigación y espero poder

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E L " Y N G E N I O " EN P A L A C I O ; A R T E Y C I E N C I A EN L A C O R T E D E L O S A U S T R I A S (; j¿.YW\V’\

Fig. 1. “Vista de la Ciu­ dad de Toledo con el i ngenio del agua de Juanello Turriano” (de­ talle), en Georg Braun y Franz H o g e n b e r g , Civitates Orbis Terrarum, Amsterdam, 1598.

INGENIO. Latine ingenium, a gignendo, proprie natura dicitur cuique ingénita, índoles. Vulgar­ mente llamamos ingenio una fuer$a natural del entendimiento, investigadora de lo que por razón y discurso se puede alcanzar en todo género de ciencias, disciplinas, artes li­ berales y mecánicas, sutilezas, invenciones y engaños; y assi llamamos ingeniero al que fabrica máquinas para defenderse del enemigo y ofenderle. Ingenioso, el que tiene sutil y delgado ingenio. Las mismas máquinas inventadas con primor llamamos ingenios, como el ingenio del agua, que sube desde el río Taxo hasta el alcázar, en Toledo, que fue invención de láñelo, segundo Archimedes [...]2.

Por lo tanto, a grandes rasgos, el ingenio durante el Siglo de Oro se asoció a las capacidades intelectivas y de razonamiento del individuo3. Además, en su propia definición quedaba patente cómo tan solo unos pocos años después de la muerte de Turriano, su persona y sus invencio­ nes —como el mecanismo para remontar el agua desde el río Tajo hasta el Alcázar de Toledo— le habrían valido al cremonés granjearse la fama de ingenioso y de segundo Arquímedes en el imaginario colectivo de sus coetáneos4 (fig. 1). Por otra parte, la definición de “ingenio” que formula Covarrubias pone de manifiesto el ám­ bito de aplicación de tales capacidades de razonamiento e indagación: “todo género de ciencias, disciplinas, artes liberales y mecánicas, sutilezas, invenciones y engaños”5. De ahí que, bajo el

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amplio espectro que abarcaba el cultivo del ingenio pudieran reunirse dos personalidades, en principio, con escasos puntos de conexión en lo que a su extracción social y ocupaciones se refiere como Juanelo Turriano y don juán Fernández de Velasco. De este modo, el “yngenio” o “ingenio”, en cualquiera de las variantes en que fuera transcrita la palabra en la época, hará las veces de marco de referencia, así como hilo conductor de este trabajo puesto que este rasgo constituirá el común denominador de los artífices, hombres de ciencia, artistas, príncipes y cortesanos pertenecientes a diferentes estamentos sociales que van a ser objeto de estudio en las páginas que siguen. Además, la citada definición de “ingenio” llevaba implícito el que va a constituir el principal campo de investigación de este libro: el arte y la ciencia. La referencia a estas dos esferas del saber durante el Siglo de Oro, como queda patente en la voz “ingenio” de Covarrubias, fue plan­ teada en la mayor parte de los casos siempre como una conjunción, lo que parece hablarnos de la propia autoconciencia que existía en la época de los puntos de contacto entre las artes y las ciencias. En los siglos sucesivos —especialmente a partir del siglo XVIII—se iría produciendo una paulatina disociación entre ambas que cristalizaría y tomaría cuerpo en el XIX con la definitiva especialización y separación entre artes y ciencias. Sin embargo, en la historiografía de las últimas décadas se ha producido un viraje dirigido a la reconsideración y revisión de los puntos de con­ tacto que existieron entre el arte, la ciencia y la técnica desde diferentes ópticas y enfoques dis­ ciplinares6. En esta misma línea se situaría este libro que pretende indagar en las relaciones y transferencias entre arte, ciencia y técnica. En este punto, es preciso efectuar una acotación inicial relativa a la acepción o, si se prefiere, a los aspectos concretos tanto de las artes como de la ciencia y de la técnica en los que se va a poner el foco en este estudio, pues se trata de categorías tan am­ plias como su propia historia y sujetas a una cantidad de matices tan variada como autores han teorizado sobre ellas. Así, este libro se ocupa específicamente de aquellas facultades que para un cosmógrafo como Rodrigo Zamorano derivaban de la geometría, a saber, la pintura, la escultura y la arquitectura, pasando por la ingeniería y la artillería, llegando a la cosmografía y la astronomía'. Por lo tanto, queda patente cómo la delimitación disciplinar del ámbito de aplicación de la teoría y la práctica de la geometría sobre la que teorizaron importantes matemáticos de la época como Zamorano, resultaba igualmente inclusiva. En la jerarquización de los saberes que proporcionaba el cosmógrafo vallisoletano en el proemio de Los seis libros primeros de la Geometria de Evclides (1576),

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las artes (pintura, escultura y arquitectura) ocu­ paban el escalafón más bajo con respecto a otras áreas del saber, como la astronomía y la filosofía natural, situadas en la cúspide de tal clasificación. Sin embargo, el nexo de unión entre todas ellas consistía, precisamente, en que su teoría y práctica se fundamentaban en los principios y herramientas de la geometría euclidiana. Como se verá, el hecho de que tales facultades se basaran en unos principios teóri­ cos (o, si se prefiere, en una “ciencia teórica”) comunes implicó, a su vez, que su praxis se apoyara en unos instrumentos de medición de características similares y que marcarían el tránsito hacia una “ciencia práctica” que daría Fig. 2. “ Retrato de J uan Fernández de Velasco ( de t al l e) ’’ en A n ó ni mo , La c o n f e r e n c i a d e S o n ier se t H o u se , ca. 1604, ól eo sobr e l ie nz o, 2 05 , 7 x 268 cm, L o nd r e s , Na ti on a l P or t ra i t G a l l e r y (NPG 665).

como resultado final unas imágenes que, en bastantes ocasiones, se basaron en códigos de representación análogos.

En este punto, con el fin de delimitar el espacio y el tiempo concretos en los que se va a desa­ rrollar este análisis de las relaciones y transferencias entre las disciplinas derivadas de la geo­ metría (artes y ciencias), es preciso retomar la pregunta formulada al comienzo de esta introducción. En ella, nos interrogábamos acerca de los puntos que tenían en común Juanelo Turriano y el VI condestable de Castilla (fig. 2). Además de la ya mencionada condición de hombres que cultivaron su ingenio, la segunda de las convergencias que se advierten entre ambos consiste en que sus dispares trayectorias vitales se desarrollaron en estrecha relación con un espacio común: la corte española. De un lado, en el ascenso profesional y social del re­ lojero tuvo un papel decisivo el interés que los trabajos de Turriano despertaron en el emperador Carlos V y la protección que este le brindó. Por su parte, donjuán Fernández de Velasco trataría de acrecentar la grandeza de su linaje siempre en el escenario cortesano, ocupando los más ele­ vados cargos como el de gobernador del Estado de Milán o tomando parte en importantes mi­

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siones diplomáticas al servicio de una policéntrica monarquía española. De este modo, la corte española será el espacio en el que se focalizará esta investigación pues, no en vano, durante la Edad Moderna, la corte o las cortes europeas hicieron las veces de “calamita de los ingenios”8. En este sentido, la corte de los Austrias españoles fue el escenario donde se dieron cita los dis­ tintos “ingenios” sobre los que se ha reflexionado en este libro que podrían encuadrarse en dos categorías generales. En la primera tendrían cabida los príncipes, nobles y miembros de la alta jerarquía de la corte, en cuyas personas confluyeron unos amplios intereses culturales que englobarían las artes y las ciencias (un ejemplo ilustrativo de este tipo de perfil cortesano sería el del VI condestable de Castilla). En la segunda categoría a la que se va a dedicar atención en este estudio, se encuadrarían los profesionales que cultivaron aquellas disciplinas fundamenta­ das en la geometría que, como se ha señalado, aglutinaría una serie de áreas de conocimiento y perfiles que, en no pocas ocasiones, presentaban unos límites cuanto menos difusos (pense­ mos en el caso de Juanelo Turriano). A pesar de las evidentes diferencias entre los integrantes de ambos grupos, todos ellos pondrían sus miras en la corte como lugar fundamental que ga­ rantizara su ascenso y promoción social; eso sí, con un matiz diferente. En el caso de los pri­ meros, su existencia gravitaría en torno a la corte y nos va a interesar particularmente el estudio de las redes y prácticas de promoción artística y científica que impulsaron y desarrollaron desde ese centro de poder. En el caso de los segundos, la corte sería el ámbito que les permitiría desa­ rrollar sus actividades profesionales granjeándose el reconocimiento social al que tantas veces aspiraban artífices y técnicos de la época. La elección de la corte y, más específicamente, de la corte española como espacio significativo en el que explorar las cuestiones esbozadas hallaría su justificación, en primer lugar, en la do­ cumentación y fuentes primarias sobre las que se ha construido la arquitectura de nuestro dis­ curso. En segundo lugar, el poner el foco en la corte como escenario fundamental para comprender las dinámicas sociales y culturales de la Edad Moderna, cuenta una tradición historiográfica bastante sólida en los diferentes ámbitos disciplinares que necesariamente se dan cita en este estudio. A la consideración de la corte como punto de referencia para comprender tales procesos habrían contribuido significativamente los estudios del sociólogo Norbert Elias9. Así, en las últimas décadas, tanto desde el ámbito disciplinar de la Historia y de la Historia del

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A rte10, como desde el de la Historia de la Ciencia11, se han ido sucediendo un buen número de publicaciones donde la corte ha constituido un escenario ineludible para conocer e interpretar el cursas honorum de personajes tan importantes para cada una de estas áreas como el celebérrimo pintor Diego Velázquez y el no menos laureado científico Galileo Galilei12. Partiendo de estas premisas, una primera cuestión a la que se ha tratado de dar respuesta con­ siste en analizar el nivel de conocimiento y la relación que mantuvieron con las disciplinas afines a la geometría, los príncipes, nobles y cortesanos españoles. Una de las fuentes que ha permitido tomar el pulso sobre esta cuestión, son los tratados sobre educación de príncipes y la teoría política, puesto que en ellos se recogen interesantes postulados en torno al conoci­ miento que de las artes y de las ciencias debían poseer los miembros de las clases dirigentes. En este sentido, se han tomado asimismo en consideración las ideas que a este respecto con­ tenían la teoría y la literatura tanto “artística” como “científica”. Todo lo cual ha proporcionado un valioso marco donde se ha insertado la interpretación de la relación con esas dos esferas del saber de las figuras del entorno cortesano que han sido objeto de particular atención a lo largo de este libro. Una vez establecidos los parámetros generales en los que se enmarcaba el conocimiento de la geometría por parte de príncipes y nobles, nos hallábamos ante la tesitura de responder a un segundo interrogante: ¿cómo podríamos comprobar que tales postulados teóricos que aboga­ ban en pro del conocimiento de las matemáticas y de la geometría, fueron llevados efectiva­ mente a la práctica? o, si se prefiere, ¿cómo podría ponderarse el grado de conocimiento y los intereses para con tales disciplinas por parte de los cortesanos españoles? A este respecto, tanto las fuentes de la época como la bibliografía contemporánea relativa a la promoción de las artes y las ciencias desarrollada por Felipe II, ofrecen una serie de claves para responder a tales in­ terrogantes. En cuanto a las fuentes coetáneas, existen abundantes testimonios que proporcio­ nan significativos indicios. En este sentido, resultan especialmente reveladoras algunas de las informaciones que Jehan Lhermite, gentilhombre de cámara del rey Felipe II, reflejó en su dia­ rio durante su estancia en la corte española. En un pasaje del año 1598 recogido en dicho dia­ rio —E l Pasatiempos—el gentilhombre flamenco hacía la siguiente valoración acerca del aprecio que el monarca prudente sentía por los instrumentos mecánicos:

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Y puesto que hablamos de relojes y por haber dos de entre ellos que eran de grande comodidad y muy curiosos, no será un despropósito hacer aquí alguna mención de ellos. De estos dos relojes (había algunos otros más) se servía Su Majestad habitualmente en su cámara y puedo decir que no hubo otro mueble ni objeto que apreciara más el rey, ni de los que gustara más y sacara mayor provecho que de estas dos máquinas, y de día y de noche los ponía delante de sus ojos y po­ demos decir para resumir que gobernaban totalmente a este buen monarca, pues re­ gulaban y escandían su vida dividiéndola en minutos que, contados y ordenados, medían sus acciones y ocupaciones dia­ rias, lo que causaba no poca admiración a

Fig. 3. “ R e pr e se nt ac i ó n de uno de los r eloj es que u t il iza b a h a bi t u a l me nt e Felipe II en su c á m a r a ” , en J e h a n L h e r m i t e , E ! P a s a t i e m p o s , 2 005 ( r e e d i ­ ción del ma n us c ri to Ms> II. 1028, c o n s e r v a d o en la Real B i b l i ot e ca Al be rt o I de Bruse l as) .

todos nosotros13 (fig. 3).

En unos pocos renglones, Lhermite sintetizaba algunas de las claves y conceptos fundamen­ tales para tratar de “medir” los intereses y el aprecio que sintieron hacia la ciencia y la técnica los príncipes, nobles y cortesanos de la época: analizar su relación con los objetos inherentes a tales disciplinas (instrumentos matemáticos, libros de teoría científico-técnica, imágenes cartográficas, etc.). Partiendo de esta premisa, el mejor modo para conocer tales aspectos pa­ saba por el estudio de los inventarios, tasaciones, almonedas de bienes, etc., que permitiría tomar el pulso sobre tales intereses. Además, esas informaciones podrían verse complemen­ tadas por el análisis de otro tipo de fuentes como la correspondencia personal, las cartas de pago, las relaciones, los memoriales, etc. Así, el estudio de este tipo de cultura material vin­ culada a la teoría y la práctica de la geometría —contenida en la mayor parte de los casos en los inventarios de determinados nobles o cortesanos—ha constituido un excelente “instru­

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mentó” para tratar de reconstruir (hasta donde las fuentes nos lo han permitido) los intereses que determinadas figuras del ambiente cortesano español sintieron para con tales disciplinas, cuestión de la que, hasta la fecha, carecemos de estudios específicos. De esta forma, en este libro, se ha concedido especial importancia al objeto de scientifica (instrumentos y represen­ taciones) y a las relaciones que sus propietarios establecieron con dichos artefactos. Por lo tanto, tomando como referencia un tipo de cultura material específica y representativa de la geometría, se ha ponderado la relación que con tal disciplina trabaron sus poseedores por lo que, en cierto sentido, este trabajo presenta puntos de contacto con las publicaciones dedi­ cadas al estudio sobre la cultura material de la Edad Moderna que, eso sí, abarcan un espectro más amplio de objetos, entre las que destacan los trabajos de P. Findlen y R. A go14. Desde este punto de vista (el estudio de los artefactos reunidos por un determinado individuo) este libro enlaza asimismo con otro género historiográfico como es el coleccionismo. Como ya señalara K. Pomian, el coleccionismo constituye un fenómeno pluridimensional que no se ajusta bien a las taxonomías académicas que suelen aplicarse y que suponen la separación de arte, ciencia e historia'3. Precisamente, estas tres categorías recorrerán este libro entrelazán­ dose constantemente y puede que, por esta razón, dada la naturaleza “híbrida” de muchos de los artefactos (o conjuntos de artefactos) que se van a analizar se haya puesto especial es­ mero en tratar de determinar la posible percepción y valoración cultural que tales instrumen­ tos o mapas, por ejemplo, suscitaban en sus propietarios y que denotarían un “gusto” por los mismos16. En relación con la cuestión de “medir” los intereses para con la geometría de los cortesanos españoles, otro tipo de fuentes y estudios han contribuido asimismo a acotar y trazar los límites de nuestro campo de investigación. En esta dirección, hay que señalar las conclusiones a las que han llegado estudios precedentes sobre la ciencia y el coleccionismo en época de Felipe II, los cuales han forjado la fama del monarca prudente no solo como protector de las artes sino también de las ciencias, pues Felipe II promovió proyectos tan importantes en este sentido como la biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial o la Academia de Matemáti­ cas1 (fig. 4). Por lo tanto, si como resulta innegable a día de hoy, el soberano del mayor imperio del mundo hizo gala de tales intereses científicos, sería lógico pensar —teniendo en cuenta las dinámicas de emulación de las prácticas regias que movían a la nobleza y a los cortesanos de

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la época—que, tal vez, entre los gustos que cultivaron los españoles de alta alcurnia se ha­ llaran asimismo tales preferencias. O dicho en otras palabras, si el gusto de Felipe II por la pintura italiana, especialmente la veneciana, y la pintura flamenca, acabaría influyendo no solo en las preferencias de sus descendientes

INSTITVCION D E L A

K S AL M A T H E M A T T c Á en C aftellano, que la MagcíUd del R e y Don Phelipjje. 11. N . S . m an do fundar en fu Corte.

colecciones artísticas reunidas por nobles y cortesanos18; ¿pudo influir asimismo su inte­ rés por los saberes científico-técnicos, en la reunión de instrumentos matemáticos, libros e imágenes asociadas a tales disciplinas en los nobles y cortesanos (no solo en aquellos es­

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trictamente coetáneos, sino en las décadas posteriores a su muerte)? De estas hipótesis de partida, emergió ante

Fig. 4. J u a n de He rr e ra , I n s t it u c ió n d e la A c a d e m ia R e a l M a t h e m á t ic a , Ma dr i d , G ui l l e r m o Droy, 1584. B i bl io t e c a Ge ner a l de la Un i ve r s i dad de Sal amanc a.

nuestros ojos lo que resultó ser un fértil ám­ bito de estudio. Mientras que los instrumen­ tos matemáticos, lecturas, imágenes y proyectos científicos promovidos por Felipe II constituían una realidad bastante estudiada, no sucedía lo mismo con la relación y preferencias para con tales objetos y disciplinas de los príncipes y reyes que le sucedieron (Felipe III y Felipe IV), ni mucho menos de la nobleza y ni de la alta jerarquía cortesana española de la época19. Por otra parte, además de indagar y profundizar en la relación que mantuvieron con la ciencia los miembros de las clases privilegiadas en la corte española, poniendo especial atención a su relación con la cultura material vinculada a estos saberes, como se ha anticipado, a lo largo de este libro tendrá cabida asimismo el análisis de lo que podríamos denominar como “la otra cara de la moneda”. Nos referimos a la relación que mantuvieron con la corte distintos

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artífices cuyo perfil profesional pasaba por el cultivo de la geometría: desde artistas, pasando por constructores de instrumentos, hasta ingenieros y matemáticos. El estudio de algunos de estos artífices de la geometría ha permitido explorar y comprobar, tanto la multiplicidad de relaciones que se establecieron entre tales profesionales y la corte, como lo poliédrico de algunos perfiles que conjugaban casi a partes iguales unos intereses tanto artísticos como científicos. De este modo, la constatación del escaso conocimiento que existía en torno a los intereses por las disciplinas afines a la geometría —tanto de quien habría de suceder al monarca pru­ dente, el futuro Felipe III, como de otras importantes personalidades que poblaron el esce­ nario cortesano a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII—contribuyó a que la cronología en la que se iba a mover este estudio se delimitara, aproximadamente, entre 1585 y 1640. La elección de tales fechas no es baladí: 1585 es el año en que se puso casa al futuro Felipe III y, por tanto, a partir de ese momento su progenitor trataría de procurar al heredero de la corona una serie de maestros encargados de educarle. Dados los intereses de Felipe II por las matemáticas y el arte militar, ¿qué peso tendrían tales materias en la formulación del programa pedagógico de quien estaba destinado a gobernar un imperio donde el Sol no se ponía? Por otra parte, 1585 es el año en que fallece Juanelo Turriano. La vida y obra de este constructor de instrumentos matemáticos, autómatas y toda clase de ingenios ha sido objeto de gran atención por parte de la crítica historiográfica, por lo que su trayectoria en la actua­ lidad es bien conocida. Sin embargo, tras la muerte de Turriano, ¿cuál fue exactamente el papel que desempeñaron los artífices que se encargaban de la construcción y del manteni­ miento periódico de los relojes e instrumentos matemáticos en la corte?, ¿continuó existiendo en la corte un interés y un gusto por los instrumentos matemáticos, relojes y artificios mecá­ nicos de naturaleza afín? Por su parte, la fecha de carácter orientativo que cierra este estudio también presenta una serie de connotaciones directamente relacionadas con las cuestiones que se abordan en el mismo. A nivel histórico, es sobradamente conocida la difícil coyuntura política y económica por la que atravesaba la monarquía española en el año de 1640: si por aquel entonces las principales po­ tencias europeas —entre las que se contaba España—se hallaban inmersas en plena Guerra de

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los Treinta Años; en dicho año, los frentes se multiplicaban para la corona española con el estallido de las revueltas de Cataluña y Portu­ gal que harían tambalearse los cimientos del imperium. Incluso, en la explicación o relato que algunos coetáneos ofrecieron de la com­ plicada situación del país en aquel año, es po­ sible hallar indicios sobre la concepción de la ciencia que, a su vez, se traducía en imágenes. Así, algunas de las interpretaciones que se dieron de la crisis de 1640 se asociaron a los eclipses de Sol que se habrían observado desde España entre 1639 y 1640 que tiñeron el firmamento de “color sangre”, extendién­ dose ese color hacia la parte del este peninsu­ lar. Según ese mismo relato, los gobernantes desoyeron los funestos acontecimientos que

Fig. 5. Di ego Saa ve dr a Faj ardo, Idea de un p r í n c i p e p o l í t i c o ch r is tia n o ( f r on t i sp i ci o) , Mi l án, 1642.

presagiaban tales señales del cielo “hasta que se levantaron Cataluña y Portugal”20. A pesar de que en 1640, las nuevas observaciones y datos recabados por Galileo gracias al telescopio habían abierto nuevos caminos en la astronomía resquebrajando el sistema geocéntrico ptolemaico, todavía hacia mediados del siglo XVII sería frecuente (no solo en la corte española, sino también en otros centros de poder europeos) interpretar determinados fenómenos celestes como señal de terribles desgracias. Todo lo cual, a su vez, se tradujo en una serie de interesantes descripciones e imágenes presentes en los ambientes cortesanos que atestiguaban la vigencia y resistencia de una cosmovisión geocéntrica ya torpedeada en su línea de flotación. Además, en ese contexto de crisis del año 1640 tuvo lugar otro acontecimiento significativo en el marco específico de este estudio: la publicación de una de las obras de teoría política más importantes y eruditas que ha dado la literatura española, la Idea de un príncipe político christiano (1640) del diplomático Diego Saavedra Fajardo21 (fig. 5). La relevancia de este tratado en reía-

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ción con las cuestiones que se pretenden explorar en este libro reside en varios aspectos. El primero es que esta obra ha permitido introducir una serie de ideas procedentes del pensa­ miento político y cultural de la época aplicables al ámbito específico de este estudio. En la Idea de un príncipe político christiano o, si se prefiere, en sus Empresas políticas, Saavedra recoge una serie de postulados teóricos relativos al conocimiento que debía poseer un príncipe sobre geometría y sus disciplinas afines (que, a su vez, se hacían eco de la producción de otros eminentes autores que le precedieron como Aristóteles, Tácito o el padre Juan de Mariana, entre otros)22. A partir de esas ideas formuladas por Saavedra se ha ponderado en qué medida dicha teoría tuvo un correlato en las prácticas de Jacto relativas al aprendizaje de las ciencias por parte de príncipes y nobles. Pero el valor de esta fuente no ha residido únicamente en los contenidos teóricos de sus declaraciones. Como es sabido, cada una de las empresas aparecía presidida por un mote acompañado a su vez de una imagen o pictura, a la que seguía el ulterior desarrollo teórico de la declaración. El análisis de algunos de esos motes y picturae ha puesto de manifiesto la per­ meabilidad y la recepción de determinadas ideas y avances que tuvieron lugar en el ámbito de las ciencias y las artes, en un género como la emblemática que a priori poco tenía que ver con tales disciplinas. Con todo, este libro pretende contribuir a alcanzar un mejor conocimiento en torno a las trans­ ferencias entre las artes y las ciencias en un ámbito —la corte de los Austrias españoles—esca­ samente estudiado y en un marco cronológico extremadamente interesante en la evolución de ambas esferas del saber, caracterizado todavía por los delgados límites que, en ocasiones, las separaban. Precisamente, en el carácter “híbrido” de este ámbito de estudio (tantas veces “in­ cómodo” para quien trata de analizarlo) o, si se prefiere, en realidades culturales que se antojan escurridizas a la aplicación de encorsetadas taxonomías reside, a nuestro juicio, la riqueza de este libro. Esta característica es causa, al tiempo que efecto, por una parte, de la multiplicidad de fuentes a las que se ha recurrido que, aunque a priori puedan parecer heteróclitas, todas ellas se insertaban y formaban parte de la misma cultura en la que vivían y operaban tanto príncipes como artífices de la geometría. Por otra parte, el hecho de recurrir a un amplio abanico de fuentes (datos) de procedencia diversa ha permitido articular un discurso representativo de la propia situación que se pretende retratar, caracterizada por la multiplicidad de matices y por unos perfiles, cuanto menos, poliédricos.

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De este modo, sobre la base de las aportaciones contenidas en los estudios precedentes perte­ necientes a los distintos ámbitos disciplinares que necesariamente se dan cita en esta investi­ gación (Historia, Historia del Arte, Historia de la Ciencia, Coleccionismo, Cultura material, etc.), se han analizado una gran cantidad de fuentes primarias —muchas de ellas inéditas hasta la fecha—que han permitido reflexionar y avanzar en el conocimiento sobre las dinámicas y transferencias entre artes y ciencias, en un periodo y en un ámbito escasamente explorado hasta la fecha. Así, se ha podido demostrar cómo, efectivamente, la corte de los Austrias constituyó un escenario fundamental en torno al cual gravitaron los principales ingenios de la época. Ade­ más, gracias a este estudio ha sido posible reconsiderar el papel y la importancia de algunos “príncipes” y “artífices” al servicio de la corte española, cuyo ingenio en el cultivo y promoción de artes y ciencias trascendió las fronteras de los reinos hispánicos, ocupando un lugar de pri­ mer orden en el contexto europeo de la época.

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F o .f j.

Las horas del Día.

Las horas de N oche. Pedro Api ano, L ibro de la C .osm ograpbia, Amb e r e s , 1548.

P rimera Parte

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EL IM PE R IO DE LA M ED ID A

“ Q U A E S IN T , Q U A E F U E R IN T , Q U A E M O X V E N T U R A T R A H A N T U R ” : LA M E D ID A D E L T IE M P O EN LA C O R T E

Desde la publicación del Libro Aureo de Marco Aurelio con el Kelox de Príncipes23 (1529) de fray Antonio de Guevara24 la palabra “relox” tomaría una fuerte connotación moral y este instru­ mento de medida quedaría indisolublemente ligado en el imaginario colectivo de la época a la ordenación del tiempo y de la vida cortesana. En el prólogo de dicha obra, Guevara expone cuál era la finalidad del libro: conducir al emperador Carlos V a comportarse como un verdadero príncipe cristiano al frente de la República. Tras ello, explica cuáles fueron las cinco cosas unánimemente aceptadas en la antigüedad, a saber, la vida en comunidad, el alfabeto, las leyes, los barberos y los relojes. Sobre estos últimos instrumentos, Guevara subraya el prolongado periodo durante el cual los romanos carecieron de relojes (595 años) y las tipologías de relojes de la antigüedad: el reloj de horas, que inventó un discípulo del fi­ lósofo Tales; el reloj de sol, cuya invención atribuye a Aneximénides de Mileto, discípulo de Anaximandro y el reloj de agua, ideado por Scipión Nasica. Guevara realiza esta referencia a los relojes de la antigüedad haciendo hincapié en que “de todas las antigüedades que se truxeron a Roma ninguna a los romanos les fue tan grata como fueron los reloxes”2'1puesto que dichos instrumentos iban a permitir medir con precisión el tiempo y ordenar la vida. Esta línea argumental permite al autor, amparándose en el criterio de autoridad que confiere la referencia a la antigüedad clásica y a autores como Plinio El Viejo, enlazar y legitimar la propia elección del título de su obra: La ocasión de contar estas cinco antigüedades en este preámbulo no ha sino por dar cuenta que fue mi fin llamar Relox de principes a este mi libro, porque siendo como es la

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denominación del libro tan nueva, razón sería que la doctrina fuesse muy estimada. No quiera Dios que ose yo dezir que han estado en España tanto tiempo sin reloxes de doc­ trina quanto estuvieron en Roma sin reloxes de sol y de agua, porque en España siempre uvo varones muy doctos en la sciencia y hombres muy estremados para la guerra. [...] Este Relox de príncipes no es de arena, ni es de sol, ni es de horas, ni es de agua, sino es relox de vida, porque los otros reloxes sirven para saber qué hora es de noche y qué hora es de día, mas éste nos enseña cómo nos hemos de ocupar cada hora y cómo hemos de ordenar la vida26.

De este modo, el fraile franciscano señala en primer lugar lo novedoso del título elegido para su libro. Pero además de reivindicar su primacía en la aplicación del término “relox” a una obra de carácter moral, el propio concepto de “relox” en el periodo en que fue publicado el tratado de Guevara llevaría implícitas una serie de connotaciones vinculadas a la “novedad”, a los avan­ ces de carácter científico-técnico que desbordaban la cuestión estrictamente pedagógica. Tras el descubrimiento de América, los parámetros y el mundo hasta entonces conocido habían adoptado una nueva dimensión: el dominio geográfico ya no era únicamente el Mediterráneo, sino que ahora entraban asimismo en juego el Atlántico y los dominios intercontinentales. Esta nueva escala geográfica y temporal que se impondrá a lo largo del Quinientos, llevará aparejado un desarrollo de carácter técnico con el fin de crear instrumentos más precisos que permitan medir los nuevos tiempos. Y el emblema de la importancia adquirida por esta nueva dimensión temporal será el reloj. Así, la consideración del tiempo y su medida fue piedra angular en la teoría sobre educación de príncipes en el ámbito cortesano de los siglos XVI y XVII27. Además, la reflexión en torno al tiempo llevaría siempre aparejada la imagen, ya fuera literaria o gráfica, de un reloj constitu­ yendo un lugar común en los tratados de educación de príncipes. En relación con los objetivos de este estudio es importante señalar dos aspectos en esta reflexión teórica. Por una parte, la asociación que se produce en la literatura pedagógica entre el reloj y la medida (entendida como virtud). Por otra parte, la metáfora que se establece en torno al reloj en cuanto complejo me­ canismo cuya adecuada correspondencia de engranajes se identifica con el correcto funciona­ miento del Estado en cuyo vértice se sitúa el príncipe.

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En cuanto al primer aspecto, en la teoría política la presencia del reloj fue asociada a la cues­ tión de cómo debía repartir y pasar el tiempo un príncipe. De este modo, los presupuestos teóricos expuestos por Guevara en época del emperador Carlos V, a tenor de los cuales su libro era concebido en cuanto “relox de vida” para enseñar al príncipe en qué debía ocupar cada hora, fueron recogidos en la literatura pedagógica publicada en fecha posterior, convir­ tiéndose en un lugar común. En este sentido, resulta muy ilustrativa la obra de Jerónimo Fer­ nández de Otero E l M aestro d el Príncipe28 (1633). Este autor dedica el segundo libro de su tratado a exponer, en el primer capítulo, cuáles eran las enseñanzas que debía recibir el prín­ cipe y, en el segundo, explica cómo había de repartir el tiempo el maestro para que el príncipe lo aprovechara debidamente. Sobre esta última cuestión Fernández de Otero comenta: “ [el maestro] deue poner particular estudio en que el Principe desde sus primeros años se sujete al tiempo, y a su natural disposición, sin rendir al sueño la maj^or parte del, pues es la puerta por donde el enemigo entra á sembrar la cizaña en sus estados [...]”29. El autor continúa su argumentación subrayando la importancia de que el príncipe sepa cuáles son las ocupaciones en las que ha de pasar el día y cuáles durante la noche, repartiéndolas en las cosas más impor­ tantes, de modo que: El leuantarse de mañana, y habituarle a esto desde sus primeros años (acostándose a hora, que no le hagan falta las necesarias del sueño) es tan importa[n]te, que me admiro mucho de que esté tan introduzido lo contrario entre personas entendidas, y estalo tanto, que ya es vno de los puntos mas considerables de la grandeza, leuantarse á Medio dia los que tienen, y aun los que la imitan, y procuran mostrar q[ue] la tienen; y yo la llamo corruptela y abuso, y no costumbre pues para serlo, auia de ser razonable: y no lo es, según las reglas de medicina [...]30.

Como ya apuntara Guevara y recogerían otros autores en fecha posterior, el príncipe debería siempre hacer una adecuada estimación del tiempo y de sus ocupaciones, siendo la ociosidad el mayor de sus enemigos. De este modo, la vida del príncipe, tanto en un sentido moral como en un sentido físico, se fundamentaba en la precisa medida del tiempo. Por un lado, las Sagradas Escrituras y las vidas de los Santos proporcionaban un sinfín de exemplum virtutis sobre la im­ portancia de la estimación del tiempo y los daños que ocasionaba la ociosidad. Por otra parte,

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la consideración del tiempo como algo “pre­ cioso” en un sentido moral y espiritual, se veía complementada y reforzada por las “re­ glas de la medicina” con el fin de garantizar la buena salud y larga vida del príncipe. Si­ guiendo a Fernández de Otero, quien a su vez refiere a autores clásicos en esta materia como Hipócrates o Macrobio, así como a su con­ Fig. 6. E mp r es a 28. “ Quae sint, quae f uer int , quae mox v ent ur a t r a h a n t u r ” , en Di ego S a a ve dr a Faj ardo, I d ea de un p r i n c i p e p o l í t i c o c h r i s t i a n o , Mi lán, 1642.

temporáneo el “doctísimo Mercado”31, el príncipe debía levantarse dos horas después del amanecer (que en invierno era a las ocho y, en verano, a las seis de la mañana). Desde

esa hora, su maestro debía comenzar “a repartir las que quedan del día y noche, aplicando a cada vna la ocupación que viere que conuiene para la buena Educación de su Discípulo”32. Esta misma concepción de la medida del tiempo en cuanto que virtud aparece recogida en otro género de obras que gozaría de gran difusión en la época: los libros de empresas y emblemas morales. En el tratado Idea de un príncipe político christiano (1640) de Diego Saavedra Fajardo (pu­ blicado por primera vez en 1640, siendo corregido y ampliado por el autor en 1642), la vigesimoctava empresa aparece encabezada por el mote “Quae sint, quae fuerint, quae mox ventura trahantur” (“Lo que es, lo que ha sido, lo que pronto será”)33. En el centro de la pictura de dicha empresa se representa un reloj de arena sobre el que se asienta un cetro al que se enrosca una serpiente coronada, el cual se refleja en dos espejos situados a derecha e izquierda en sendos montículos (fig. 6). La glosa que acompaña al emblema comienza afirmando que: “Es la prudencia regla y medida de las virtudes” y, más adelante, especifica que dicha virtud consta de tres partes fundamentales: la memoria de lo pasado, la inteligencia de lo presente y la providencia de lo futuro. De este modo, como expone el propio autor: “Todos estos tiempos significa esta empresa en la ser­ piente,símbolo de laprudencia, revuelta sente, quecorre, mirándose

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alceptro sobre el reloj de arena, que es el tiempo pre­

en los dos espejos del tiempo pasado y del futuro’”4. De ahí se

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extrae la conclusión de que el tiempo es gran maestro de príncipes y que, una vez que el joven príncipe conozca bien el pasado y el presente, conocerá también el futuro. Esta ne­ cesidad de considerar el pasado, el presente y el futuro para gobernar con prudencia cons­ tituye un topos de larga fortuna no solo en la emblemática, sino en términos más generales, en los tratados de educación de príncipes que vieron la luz durante los siglos XVI y XVII. Así, la tríada prudencia-medida-tiempo debía regir el comportamiento de un príncipe, lo que tuvo su reflejo, como se verá más adelante, en diversas manifestaciones del ámbito cortesano. Pero además de esta identificación entre el reloj y la medida como virtud, en la cultura cortesana de la época, a estos instrumentos de medición se asociaron otros valores relacionados con el buen gobierno de los estados, estableciéndose analogías con sus características y con los inge­ niosos engranajes mecánicos que regían estos artefactos. En este sentido, Guevara en su Relox de príncipes ya había planteado dicho símil: en el capítulo XL del Libro primero33 en una carta que Marco Aurelio dirige a su amigo Pulión, el emperador no se sorprende de la vanidad im­ perante en Roma puesto que “la vida del emperador virtuoso no es sino un reloj que concierta o desconcierta al pueblo’”6. Es decir, si en el obrar del emperador imperaba el desconcierto, la República a cuyo frente estaba como la manecilla de un reloj, encaminaría sus pasos en esa misma dirección. Por su parte, Saavedra Fajardo recoge ideas de naturaleza análoga: la empresa 57 ilustra a la perfección esta metáfora consistente en la identificación del buen gobierno con el mecanismo de un reloj (fig. 7). Bajo una filacteria en la que puede leerse el mote “Vni Reddatur” (“Sea re­ ducido a uno solo”)37 aparece representado un reloj mecánico de mesa en cuya parte frontal se puede observar la parte “visible” del instrumento, esto es, las manecillas que señalan las horas sobre la esfera. En el lado izquierdo del reloj, se advierte a través del cristal que cierra su caja,

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la parte “invisible” del instrumento, es decir, los complejos mecanismos internos que per­ miten su funcionamiento. La glosa que acom­ paña a este emblema reza del modo siguiente: “Obran en el reloj las ruedas con tan mudo y oculto silencio, que ni se ven ni se oyen. Y aunque dellas pende todo el artificio, no le atribuyen a sí, antes consultan a la mano su movimiento, y ella sola distingue y señala las horas, mostrándose al pueblo autora de sus puntos”38. Es decir, la empresa alude al con­ cierto y a la correspondencia que debía existir entre los Consejos y ministros y el príncipe. Los primeros, se identificarían con las ruedas o engranajes internos del reloj o, dicho en otras palabras, la parte “invisible” que per­ mite el funcionamiento de un complejo me­ canismo. Por su parte, la figura del príncipe Fig. 8. J u s t u s T i el , A le g o r ía de la e d u ca ció n de F e lip e 111, ca. 1590, ól eo sobr e l ienzo, 158 x 105 cm. Ma dr i d , Mus e o Nac i onal del Prado (POI846).

se asociaría con la manilla que muestra las horas y marca los tiempos, parte visible del artificio, a quien corresponde en última ins-

tancia la toma de resoluciones y ser cabeza del reino, “Habiéndose, pues, de reducir toda la suma de las cosas al príncipe”39. Estas ideas de naturaleza político-moral tuvieron su reflejo en las artes, tanto en el ámbito de la cultura visual y de la retratística cortesana, como incluso en la propia arquitectura y distri­ bución espacial de los palacios. De Tiziano a Velázquez, son numerosos los testimonios pictó­ ricos que dan cuenta de la relevancia de los valores y virtudes del príncipe que se concretan en la representación de un reloj o en las que a través de la alegoría se refiere a la importancia de la dimensión temporal en el ejercicio del gobierno40. Un ejemplo paradigmático donde quedan reflejadas estas ideas procedentes de la teoría política de la época es la Alegoría de la educación de

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Felipe III (ca. 1590) de Justus Tiel (fig. 8). En ella, aparece representado el príncipe Felipe a la edad de 12 años como reza la inscripción situada en el ángulo inferior izquierdo del cuadro41. El heredero, situado en la parte central del lienzo, de pie, viste una valiosa armadura que re­ produce muy fielmente la que el duque de Terranova —por aquel entonces gobernador de Milán—regaló al príncipe y cuya ejecución se atribuye al armero lombardo Lucio Marliani, hoy conservada en la Real Armería de Madrid42. Tras el príncipe, se sitúa la figura de un anciano barbado, el Tiempo, quien porta sobre su cabeza un reloj de arena. Con su mano izquierda, el Tiempo aparta del príncipe a Cupido —un amorcillo con los ojos tapados que encarna el Vicio— mientras que con el brazo derecho rodea y pone en primer plano junto al heredero la imagen alegórica de la Virtud. A pesar de que uno de los atributos más destacados que caracterizan a esta última figura femenina es la balanza de la Justicia, este personaje ha sido interpretado como una representación sincrética de las cuatro virtudes cardinales pues además sostiene en sus manos el caduceo de la Prudencia, la espada de la Fortaleza y el freno del caballo que alude a la Templanza43. Por lo tanto, uno de los rasgos más sobresalientes de este retrato estriba en la utilización de un lenguaje predominantemente alegórico, que lo convierte en excepcional en el contexto del retrato cortesano español en época de los Austrias, caracterizado por la escasa presencia de elementos alegóricos. Así, frente a esta tendencia general del retrato español parco en referencias simbólicas, en el cuadro de Tiel la alegoría constituye uno de los rasgos definitorios de esta pintura, que ha sido interpretada como una derivación del tema clásico Hércules entre el vicio y la virtud**. Por otra parte, en la interpretación de esta obra la historiografía ha señalado la estrecha relación existente entre el asunto representado y uno de los tópicos de la teoría política de la Edad Mo­ derna: la relación entre el ejercicio del poder y la administración de la justicia. En concreto, se ha referido a la obra de Gregorio López Madera, Excelencias de la monarquía y reino de España (1592), que vio la luz en fecha cercana a la ejecución del lienzo y en la que su autor señalaba que el principal oficio de los reyes consistía, precisamente, en administrar justicia43. Lo cierto es que son abundantes las referencias al papel de los monarcas en la administración de justicia en la tratadística de la época y la utilización de ese marco ideológico hacía que su significado fuera fácilmente inteligible, aunque se desconoce la función primaria a la que se destinaría la pintura en origen.

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Sin embargo, pese a esta claridad semántica, interesa señalar algunos aspectos y matices de la obra que permiten enlazar con los postulados teóricos con los que se abría el capítulo y que insistían en la asociación de la virtud a la medida del tiempo en el ejercicio del poder. En este sentido, una de las primeras obras que recogieron estas ideas, como se ha señalado, fue el Relox de Príncipes (1529) de fray Antonio de Guevara. Por un lado, la dimensión temporal que­ daba claramente reflejada en el propio título del tratado, cuyas enseñanzas habrían de servir al príncipe como un “relox de vida” destacando la importancia de ordenar los tiempos de la existencia del monarca, dejando de lado la ociosidad que conducía al vicio y al mal gobierno. Pero además de la referencia explícita al tiempo en el propio título del libro, la presencia de esta cuestión será una constante a lo largo de toda la obra de Guevara46. En este sentido, las palabras con las que da comienzo el libro dan cuenta de la relevancia concedida al tiempo en la cultura cortesana de la época. No en vano, el argumento de la obra se inicia con la declara­ ción de intenciones del autor que se concreta, precisamente, en ofrecer la definición del tiempo que, según Guevara, habría sido proporcionada por el matemático de la antigüedad Arquímedes: Archiménides, aquel muy famoso philósopho al qual Marco Marcello por su sciencia le otorgó la vida [...], preguntado qué cosa era tiempo, respondió: “El tiempo es un in­ ventor de todas las cosas nuevas y un cierto registro de las cosas antiguas”. Y dixo más: “El tiempo es el que vee principiarse, y mediarse, y acabarse todas las cosas, y al fin el tiempo es el que a todas las cosas da fin”. No podemos negar a este philósopho ser muy verdadera la definición que nos dio del tiempo, porque si los tiempos supiessen hablar, de muchas cosas que tenemos dubda, ellos nos las dirían como testigos de vista. Dado caso que todo se acaba, todo perece, sola una cosa ni perece ni se acaba, y ésta es la verdad [-..] •

El interés de este pasaje radica no solo en su contenido, sino en el lugar privilegiado que ocupa en el marco y estructura de la obra guevariana: nada más comenzar su argumentación, al em­ pezar el primer capítulo “en el cual el auctor declara su intento, y de la manera que tiene de proceder en el libro”48. Por lo tanto, de ello se desprende la importancia concedida al tiempo y su medida en la educación política del príncipe y la asociación de esta cuestión a la verdad y,

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por extensión, a la virtud. Pero, además, la cita de un filósofo clásico como Arquímedes permite a Guevara introducir la comparación entre los primeros filósofos de la antigüedad y los de épo­ cas posteriores. Así, fueron aquellos primeros sabios quienes comenzaron a especular sobre los astros del cielo, siendo muy estimados en su época. Sin embargo, el devenir del tiempo sería el que revelaría la verdad: su ignorancia. Guevara no se extenderá en demasía en reproches a aquellos primeros filósofos puesto que “La ignorantia de los antiguos no fue sino una guía para acertar nosotros, y porque ellos erraron entonces cúponos la suerte de acertar nosotros después”49. Sin embargo, a pesar de que los antiguos abrieron caminos hacia la verdad, Guevara afirma que el vicio y la ociosidad que imperaban entre sus coetáneos eran la causa de que las sendas trazadas por los antiguos se hubieran convertido en “prados cerrados”. Así, siguiendo a Aulio Gelio, el franciscano concluye que la verdad es hija del tiempo y que, por tanto, en un tiempo presente en el que ya está todo visto, descubierto, escrito, leído y sabido, poco falta por conocer de lo bueno y los hombres se encaminan “por saber más de lo que es menester de lo malo”. De este modo, a los conceptos de tiempo y verdad, queda asociada la consideración moral en torno a los mismos y su derivación en la corrupción de las costumbres, del saber. Los hombres de la época emplean su tiempo en el engaño, en lugar de destinar los conocimientos de los que disponen a ser más honestos y sabios. Esta consideración moral queda ratificada en la afirma­ ción que cierra todo el pasaje, donde se expresa de manera elocuente la importancia que revestía la consideración del tiempo en la educación y en el ejercicio del gobierno de un príncipe cris­ tiano, pues “si el demonio pudiesse como pueden los hombres dormir, seguramente se podía echar a dormir, porque si él vela para engañarnos, nosotros nos desvelamos para perdernos”30. Con todo, parece claro que a lo largo del siglo XVI la consideración del tiempo en toda su di­ mensión y acepciones constituyó un aspecto de gran importancia en el ejercicio del gobierno, asociándolo a la virtud, a la verdad y a la sabiduría. Pero además, es preciso notar que la refle­ xión teórica en torno a esta cuestión no se vería únicamente circunscrita al ámbito de la litera­ tura política y moral, ni a la emblemática, géneros a los que se ha venido haciendo referencia hasta el momento. Además, el tiempo fue objeto de atención desde múltiples y muy variados ámbitos disciplinares. Un buen ejemplo de ello se encuentra en la obra del cosmógrafo, mate­

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mático y Piloto Mayor del Rey, Rodrigo Zamorano. En su libro titulado Cronologíay repertorio de la ra^on de los tiempos (1585) publicado en Sevilla en fecha cercana a la ejecución de la Alegoría de la educación de Felipe III, el cosmógrafo dedica el primer libro del tratado a la reflexión en torno al mundo y sus partes, y a las propiedades naturales de los cielos y elementos. Y, no parece casual, que la obra dé comienzo con un capítulo que lleve por título “Del Tiempo”, donde tras reproducir y considerar las definiciones que aportaron los más eminentes filósofos de la antigüedad como Platón, Aristóteles o Pitágoras, entre otros, subraya que la cuestión de la “esencia del Tiempo sea cosa tan dificultosa” y, a continuación, señala las tres partes que “en su duración y corriente se pueden considerar: una es lo que pasó, otra lo que vendrá, y la ultima lo que tenemos presente”51. De este modo, queda patente, una vez más, esa triple di­ mensión del tiempo a la que se viene haciendo referencia en una obra de género distinto, re­ dactada por un cosmógrafo, cuyo cometido estribaba precisamente en medir tiempos y distancias. Sin embargo, lo que resulta más interesante en relación con la interpretación del cuadro de Justus Tiel es que, tras señalar la dificultad existente en la formulación de una defi­ nición del tiempo y de referir a sus partes, el cosmógrafo ofrece un “retrato” o “imagen” del tiempo, comentando cómo este fue representado en la antigüedad: Pintaron los antiguos Poetas al Tiempo un viejo anciano que tenía alas, y una hoz, o guadaña en la mano; significando por las alas la presteza y velozidad, con que huye y passa; y por la vejez, ser este el que mas dura de todas las cosas, que se acaban, porque comentó con el mundo, y no fenecerá hasta que el mundo se acabe: por la hoz significavan ser el tiempo el que consume y acaba las cosas de este mundo; las quales todas tienen su tiempo, con que com iedan, duran y acaban"12.

Esta “definición visual” que ofrece Zamorano puede que fuera motivada, precisamente, por lo intrincado de establecer una definición del concepto “tiempo” y, ante ello, para ilustrarlo, el autor apela al sentido de la vista y a una imagen plástica que debía ser suficientemente co­ nocida en la época. Prueba de la vigencia que tuvo esta codificación plástica de la imagen del Tiempo durante la Edad Moderna en España, la encontramos en uno de los tratados que sería piedra de toque en la reflexión teórica sobre la liberalidad de la pintura durante el Barroco: los Diálogos de la pintura (1633) de Vicente Carducho’3. En el registro inferior de la estampa

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que precede al Diálogo tercero, presidida por la inscripción “Ad magna praemia per mag­ nos pervenitur labores”, se representa al Tiempo dotado de idénticos atributos a los asociados por Zamorano, acompañado de la Muerte, devastando a una multitud, sobre la que emergen triunfantes tres figuras que en­ carnan otras tantas virtudes34 (fig. 9). De este modo, este tipo de recursos asociativos o transferencias entre ciencia (en este caso, la cosmografía) y arte (con la referencia a mo­ delos visuales), junto con el papel primordial otorgado a la vista en ambas disciplinas como el principal de los sentidos para apro­ ximarse, conocer y ordenar el mundo sensi­ ble, será un aspecto que subyacerá y tendrá amplio calado a lo largo del periodo aquí es­ tudiado.

Fig. 9. Fr an c i sc o F er nández ( según Vi c e nt e Ca r du c ho ) , “A d m agn a p r a e m i a p e r m a gn os p e r v e n i t u r la b o r e s , en Vicente Car duc h o, D iá logos de la p i n t u r a ( Di ál ogo t ercero, f. 46), Madri d, Franc i sc o Ma r t ín e z , 1633.

Retomando la cuestión que se venía conside­ rando, esto es, el retrato alegórico de Felipe III junto al Tiempo y la Virtud, vale la pena detenerse a analizar en qué medida la descripción y atributos que Zamorano señala como inherentes al Tiempo son coincidentes o no con la representación que de él realiza Justus Tiel. En primer lugar, es interesante señalar que la imagen ofrecida por el cosmógrafo resulta plenamente concordante con los atributos vincu­ lados al Tiempo (o Saturno) que aparecen recogidos en Le imagini de g li D ei de g li antichi (1556) de Vincenzo Cartari53, una de las obras que, sin duda, en mayor medida debió contribuir a codificar esta imagen de la divinidad, dada la enorme difusión y fortuna de la que gozó du­ rante los siglos XVI y XVII56 y que, gracias a las estampas que ilustraban las sucesivas reedi­ ciones de la obra, sería una “opera vtilissima á Historici, Poeti, Pittori, Scultori & professori di belle lettere”'’ '. Cartari señala asimismo como principales atributos del Tiempo las alas y

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la guadaña, y lo describe como un viejo ves­ tido andrajosamente, pues ello reflejaba que existió desde el comienzo del mundo, cuando el caos produjo la separación de los elemen­ tos que daría lugar al movimiento del cielo, a raíz del cual los hombres empezarían a medir el tiempo58 (fig. 10). Por otra parte, al comparar sendos retratos literarios del Tiempo —ofrecidos por Cartari y Zamorano—ninguno de ellos parece ajus­ tarse plenamente a la imagen que de él se pre­ senta en el cuadro del pintor flamenco. El principal rasgo coincidente y que se advierte a simple vista en el lienzo de Tiel es la carac­ terización de este personaje como un an­ Fig. 10. A n ó nim o , Im agin e di S a tu r n o ó d e ! Tempo d iu o ra to re de S u o i f i g l i u o l i , cio é d e l tu tto co n su m a to re , e c c e t t u a t i Gioue, G iu n on e, N ettu n o, 8. La elección de este ingeniero para capitanear este viaje cortesano no fue ca­

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sual puesto que Juan Bautista Antonelli era ya por aquel entonces un experto conocedor en materia de navegación fluvial. A comienzos de ese decenio, Felipe II encargó a este ingeniero el proyecto de navegación del río Tajo, una empresa de gran relevancia estratégica para el rey tras la adhesión del reino de Portugal ya que permitiría vertebrar las comunicaciones entre Ma­ drid y Lisboa159. Este viaje fluvial, realizado alrededor del año 1584, surgió por iniciativa del propio monarca, quien mandó llamar a este ingeniero “para saber la forma y orden que habría para ello”. Una vez tomada la determinación de llevarlo a cabo, el rey ordenó a Antonelli que se construyeran tres barcas ex profeso para tal viaje de recreo y que se proveyera de todo lo necesario para nave­ gar, al tiempo que mandó venir de Abrantes y Herrera, a dos arráeces y diez barqueros expe­ rimentados que ya habían navegado con él desde Lisboa a Madrid. De este modo, la principal finalidad de este viaje no era otra que la del entretenimiento del rey, el príncipe, las infantas y los cortesanos que conformaban sus respectivos séquitos, ya que como se especifica en la relación, la navegación se llevó a cabo por el mes de abril, “tiempo que S[u] Mfajestad] [...] suele ir a gozar de los muy regalados y deleitosos jardines, verduras y arboledas de Aranjuez”160. Pero al mismo tiempo, la navegación fluvial del monarca con sus hijos en compañía de un ingeniero como Antonelli daba lugar a determinadas pláticas que po­ dían resultar ilustrativas. Así, durante este viaje, Juan Bautista Antonelli, que iba a la popa de la embarcación, recibe la orden del rey de sentarse y cubrirse, de modo que Su Majestad: [...] iba hablando y preguntando de la primera navegación por este río dos años antes, y diciendo el Antonelli que quedaba Jarama, rio de poco nombre, muy esclarecido en ha­ berlo navegado su persona real, que era tan gran Monarca, y que Vaciamadrid quedaba hecho puerto de mar, en donde aderezándose lo del Tajo, vendrían a desembarcar los trofeos de la China y todo lo navegable, y que algún dia, esperaba, los veria S. M. desem­ barcar debajo de las ventanas del alcázar de M adrid161.

Resultan significativas las palabras que se atribuyen al ingeniero en esta relación, pues están plenamente imbuidas de una retórica cortesana, cuyo fin no era otro que el de alabar al rey y

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ganarse su favor. Así, Antonelli, consciente de la importancia estratégica y del interés que despertaban por aquel entonces los trabajos de ingeniería hidráulica en Felipe II, tales como la navegación del Tajo, llega a afirmar que, los proyectos promovidos por el rey harían de Madrid el lugar donde llegasen a desembarcar “los trofeos de la China”, es decir, la capital de la monarquía se convertiría en el destino final de la carrera de Indias, llegando el rey a ser observador en primera línea de dichos trofeos pues desembarcarían “debajo de las ventanas del alcázar de Madrid”. Pero lo que resulta más relevante, en relación con el argumento que se viene desarrollando aquí es el hecho de que, nuevamente, este tipo de prácticas cortesanas remiten de manera di­ recta a los postulados teóricos formulados en la teoría política. Entre los “entretenimientos” que Saavedra planteaba para que el príncipe conociera lo práctico de la geografía y la cosmo­ grafía se hacía hincapié en el papel que debían jugar los jardines y estanques con el fin de que el príncipe al adentrarse en ellos pudiera reconocer sus elementos “como en una carta de marear”162. Puede que al escribir su tratado, Saavedra tuviera noticia de algunos de los ejercicios cortesanos con los que se instruía al príncipe Baltasar Carlos por esas mismas fe­ chas, pues las prácticas que propone este autor vendrían a reflejar de una manera cuasi-especular los entretenimientos de los que disfrutaba el joven heredero. De estas similitudes entre la teoría política y el aprendizaje cortesano del príncipe, tenemos constancia a través del breve relato que de ello ofrece el matemático Jean Charles de la Faille en una misiva enviada desde Madrid a Flandes en 1638 a su amigo el cosmógrafo Michel Florent van Langren. En ella, entre otras muchas cuestiones, el jesuíta explica a su destinado las razones por las que el ca­ pitán Coen estaba entrando “cada día más y más en la gracia” del conde-duque de Olivares y de Felipe IV: [...] porque han hecho en el Buen Retiro un estanque nuevo, muy grande, y han mandado al capitán Coen que hiciesse unos barcos pequeños con velas, para que se pudiesse na­ vegar en este estanque con viento. El capitán ha hecho algunos, y el rey y el príncipe gustan tanto dello, que solos con el capitán entran en los barquillos quando haze áere, y navegan por el estanque. Hanle dado también un quarto en el mismo Retiro, adonde

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Por lo tanto, todo apunta a que este tipo de “navegaciones” habrían sido una práctica a la que las sucesivas generaciones de los Austrias españoles fueron aficionadas. Pero además, en el caso del viaje fluvial protagonizado por Felipe II y sus hijos, este tipo de experiencia en com­ pañía de un experto ingeniero como Antonelli, tal vez pudo permitir al heredero ejercitarse en el reconocimiento visual de aquello que iba viendo a su paso, al tiempo que el contacto y las pláticas con hombres de ciencia, seguramente fomentaría el aprendizaje “por vía de narración y entretenimiento”. El episodio de la navegación fluvial desde Vaciamadrid a Aranjuez capitaneado por el ingeniero Juan Bautista Antonelli, en el que tomaron parte tanto el monarca como sus hijos y todo su séquito permite introducir un último argumento relativo al aprendizaje y a los “entretenimien­ tos” cortesanos de los príncipes, como es el de su relación con eminentes expertos en materia científico-técnica. Y es que, en la adquisición de este tipo de conocimientos jugarían un des­ tacado papel durante el periodo aquí estudiado aquellos eminentes hombres de ciencia y maes­ tros a los que los sucesivos monarcas de la Casa de Austria encargaron la educación de los herederos a la corona, así como otros personajes competentes en estas disciplinas con los que los príncipes mantendrían contacto en la corte. Como recogía Saavedra en su quinta empresa, “es menester la industria y arte del maestro, procurando que en ellos [los divertimentos\ y en los juegos pueriles vaya tan disfrazada la enseñanza, que la beba el príncipe sin sentir

En

este sentido, lo cierto es que una revisión de los sucesivos hombres que ocuparon el cargo de maestro o a quienes está documentado que se encargó el cometido de educar a los herederos en las disciplinas técnicas resulta aleccionador, pues el denominador común que parece aunar a todos los nombres de esta relación no es otro que el ingenio que todos demostraron en el ámbito científico-técnico. En el caso del príncipe Felipe III, este tuvo por maestro a García de Loaysa quien debió poseer amplios conocimientos en todas las facultades, entre las que se contaban las ciencias164. Pero también otros importantes personajes que jugaron un papel des­ tacado en su educación científica serían el cosmógrafo Juan Bautista Lavanha y el gentilhombre flamenco Jehan Lhermite. En el caso de su sucesor, el futuro Felipe IV, su educación científica fue asimismo encargada a Lavanha, de quien está documentada la preparación de materiales pedagógicos destinados a que este príncipe aprendiera cuestiones relativas a la geografía y la cosmografía16’. Por su parte, en la generación de sucesivos herederos al trono, todo apunta a

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que, de un modo análogo, la educación en aquellas materias basadas en los principios de la geometría sería un aspecto importante, como pone de manifiesto el cuidado en la elección de los maestros en estas disciplinas166. La elección del preceptor de don juán José de Austria re­ sulta ilustrativa en este sentido, pues tal ocupación fue encomendada al eminente matemático y jesuíta antuerpiense Jean Charles de la Faille, cuyas enseñanzas debieron despertar el interés de su pupilo al calor de la posterior carrera militar que este desarrolló y de los intereses de ca­ rácter científico-técnico que se advierten al analizar los objetos y bienes que fue reuniendo en sus colecciones167. En resumen, las evidencias, noticias y argumentos expuestos en este epígrafe permiten tomar el pulso y atestiguar el interés que despertó en la corte el conocimiento de la geometría y sus disciplinas afines y la medida del espacio a las que estas servían. Así, los objetos, imágenes, instrumentos, libros o las experiencias y entretenimientos cortesanos de carácter científico cuyos destinatarios fueron los herederos de unos reinos que se extendían hasta los confines del orbe, evidencian un interés por estos saberes que no se circunscribe meramente al ámbito de la teoría política, sino que esta doctrina se concretó en prácticas defacto durante el arco cro­ nológico comprendido entre ca. 1585-1640 cuyo fin no fue otro que el de educar a “príncipes de la geometría”.

G U ST O PO R E L A R T IF IC IO M E C Á N IC O : C O N S ID E R A C IO N E S Y R E F E R E N C IA S T E Ó R IC A S EN T O R N O A LA P R E S E N C IA DE R E L O JE S Y O T R O S IN S T R U M E N T O S M A T E M Á T IC O S EN LA T R A T A D ÍS T IC A

El coleccionismo de instrumentos científicos fue un fenómeno cuya eclosión se situaría en el siglo XVI en el entorno cortesano. En la configuración y desarrollo de lo que podría denomi­ narse un “gusto” por los artificios mecánicos e instrumentos matemáticos jugaron un impor­ tante papel, por una parte, la codificación y difusión de la teoría artística desde el jQuattrocento y durante los siglos XV y XVI y, por otra, estrechamente relacionada con la difusión de deter­ minados postulados teóricos, el desarrollo de un gusto por las colecciones de instrumentos científicos (identifica) de diversa índole en las principales cortes europeas de la Edad Moderna, así como por parte de algunos miembros de la nobleza y de las clases privilegiadas.

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De este modo, a pesar de que el nacimiento y desarrollo del gusto por los instrumentos cien­ tíficos y de medición —especialmente aquellos de carácter mecánico—tuvo lugar en el Quinien­ tos, es preciso notar que dicho fenómeno entronca con una tradición anterior, cuyas bases o fundamentos parecen asentarse en la antigüedad clásica y que quedarían reflejados en la litera­ tura y teoría artística precedente, lo que constituiría el sustrato cjue permitiría germinar dicho fenómeno en el periodo referido. Por lo tanto, la comprensión de un fenómeno cultural como es el coleccionismo y, más específicamente, de un tipo de coleccionismo muy concreto que po­ demos tildar de “coleccionismo científico” pasa por “excavar” en el sustrato cultural sobre el que se asentarán las bases y enraizarán los principios que permitirán el florecimiento y el cultivo de un “gusto” y de un interés por parte de determinados monarcas, príncipes y nobles por la scientia. Todo ello, a su vez, acabaría concretándose, de un lado, en el mecenazgo y patrocinio de eruditos dedicados a cultivar esos saberes y, por otro, en la tenencia de instrumentos cien­ tíficos y de medición en sus colecciones (o en una combinación de ambas cuestiones). ¿De qué fuentes beben los principales teóricos de los siglos XV y XVI para proponer, como se expondrá más adelante, la presencia de relojes e instrumentos de matemática en determina­ dos espacios cortesanos como las bibliotecas? Esta es la pregunta a la que se pretende dar res­ puesta en las líneas que siguen. Tanto el ámbito cronológico como el terreno disciplinar en el que debemos buscar respuestas —una cultura humanística donde los límites epistemológicos que definen, por ejemplo, a los constructores de instrumentos científicos se antojan difusos y llenos de matices que escapan al establecimiento de categorías absolutas—obligan a tomar cier­ tas cautelas metodológicas en su interpretación, al tiempo que ofrecen un rico ámbito de estu­ dio, de carácter, por así decirlo, “híbrido” o, si se prefiere, interdisciplinar. Los textos de la antigüedad clásica recuperados en los siglos posteriores fueron una de las fuen­ tes de las que se nutrirían los eruditos de la Edad Moderna, dando pie a reflexiones teóricas y a concreciones prácticas de distinta naturaleza. Un caso paradigmático en este sentido es el del tratado De Architectura de Marco Vitruvio Polión. A pesar de que la fortuna crítica de Vitruvio a lo largo de las distintas épocas se ha construido principalmente en torno a la cuestión que hoy denominaríamos arquitectónica strictu sensu166, en este libro encontramos asimismo pasajes que pueden aportar cierta luz en la comprensión e interpretación de determinados postulados teóricos en torno a la consideración de los instrumentos científicos que van a ser objeto de es­ 92

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tudio en las líneas que siguen, poniendo especial atención al caso de los relojes. El análisis de estas últimas consideraciones en las ediciones críticas y traducciones del tratado vitruviano que vieron la luz a partir del Quattrocento, dará cuenta de la recepción de las ideas del arquitecto ro­ mano en materia de instrumentación. En este sentido, interesan especialmente los contenidos que recoge Vitruvio en el Libro IX de su tratado169. Tras un prefacio, el libro noveno se articula en ocho capítulos cuyas áreas temá­ ticas pasan por la descripción del universo y los planetas, las fases de la Luna, el curso del Sol a través de los doce signos, las constelaciones septentrionales y meridionales, la astrología y, tras describir esta área del saber, Vitruvio se adentra en la explicación de los métodos utilizados en la medición de dichos fenómenos: la descripción de los analemas 170 y de los diferentes mo­ delos de relojes. En este último capítulo dedicado a las diferentes tipologías de relojes, el autor da comienzo a su exposición recogiendo un elenco de los más destacados inventores de estos instrumentos de la antigüedad junto con una breve noticia del artificio que idearon. Vale la pena transcribir este fragmento pues contiene múltiples e interesantes referencias que dan cuenta de la diversidad tipológica de estos instrumentos: Se dice que el inventor del Hemiciclo excavado en un “bloque cuadrado” o en un “cubo”, de acuerdo con la latitud, fue Beroso de Caldea; Aristarco de Samos fue el in­ ventor —dicen—del espejo cóncavo o hemisférico y también del disco colocado sobre una superficie plana. El astrónomo Eudoxo inventó la “araña”, aunque otros opinan que fue Apolonio. Escopinas de Siracusa ideó el “plintio” o “artesonado” que todavía ahora vemos en el circo Flaminio. A Parmenio se debe el reloj “que señala las horas de los lugares más conocidos”; Teodosio y Andrias son los inventores del reloj “para cual­ quier latitud”; a Patroclo se debe la invención del reloj en forma de “hacha de com­ bate”; Dionisodoro ideó el reloj solar en forma cónica y Apolonio el reloj en forma de carcaj. Todos estos inventores citados y otros muchos idearon diversos modelos de re­ lojes, que nos han transmitido, como son “la araña cónica”, el “plintio cónico”, y el “antiboreo”. Otros muchos inventores nos han dejado suficientes detalles para com­ poner relojes de viaje y relojes portátiles. Quien lo desee podrá encontrar en sus propios libros diversos diagramas y modelos que ejemplarizan sus relojes, si se conoce la es­ tructura del analema. [...]1/1.

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Estas informaciones aportadas por el arquitecto romano permiten introducir dos interesantes cuestiones. La primera hace referencia a la fortuna crítica y recepción del Libro IX en las su­ cesivas ediciones impresas de Vitruvio que verían la luz desde que, en el año 1511, Fra Gioconodo publicara la primera de ellas. En concreto, interesa referir aquí, por los motivos que se expondrán a continuación, la edición en italiano con comentario de Daniele Barbaro de 1567, una de las que gozaría de mayor difusión172. En segundo lugar, Vitruvio, tras efectuar la relación de inventores de la antigüedad y dar una somera descripción de sus correspon­ dientes relojes, no se detiene a enumerar a “otros muchos inventores que nos han dejado su­ ficientes detalles para componer relojes de viaje y relojes portátiles” sino que remite al lector interesado en esta cuestión a que consulte los libros compuestos por los propios artífices de estas invenciones, los cuales contienen entre otras cosas “diversos diagramas y modelos que ejemplarizan sus relojes [,..]” 173. Esta afirmación da cuenta, por un lado, del importante desa­ rrollo de la gnómica en la antigüedad al tiempo que se subraya la estrecha relación que existía ya por aquel entonces, en el ámbito de la ciencia antigua, entre la construcción de instrumentos de medición y la cultura escrita. La necesidad de acompañar estos relojes de gráficos y de de­ talladas relaciones en las que se explicaba su funcionamiento era debido a la dificultad que frecuentemente entrañaba su uso, incluso para los ya iniciados en estas disciplinas, pues en muchas ocasiones se trataba de instrumentos únicos. Desde entonces, el binomio libro-ins­ trumento científico se configurará como un lugar común en la historia de la ciencia y de la técnica, al tiempo que estas ideas serán recogidas, como se verá, por la tratadística artística publicada en fecha posterior. En cuanto a la primera de las cuestiones enunciadas unas líneas más arriba, esto es, la recepción y edición de la obra de Vitruvio, resulta especialmente interesante el tratamiento y el comentario del Libro IX que ofrece Daniele Barbaro, patriarca electo de Aquileia, en la segunda edición que publicó del De Architectura' * (fig. 26). La aproximación de Barbaro a la obra vitruviana, tanto en la primera edición comentada publicada en 1556 como en la de 1567, ha sido consi­ derada por la crítica histórico-artística como una summa del saber científico-técnico antiguo y moderno. En ella confluyen, por un lado, las investigaciones de carácter arqueológico y los profundos conocimientos de las matemáticas y de la técnica de la antigüedad del patriarca electo de Aquileia y, de otro, el comentarista introduce constantes y sustanciosas referencias a

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los autores del Q uattrocento y del Cinquecento italiano, dejando patente una concepción acu­ mulativa del saber1'3. De un análisis comparativo de las dos edicio­ nes publicadas por Daniele Barbaro (1556 y 1567) se desprende que el texto en italiano de 1567, en líneas generales, presenta una estruc­ tura articulada de un modo mucho más orgá­ nico respecto al de la primera edición, pues en esta última se acortan tanto las citas a Vi­ truvio como los comentarios del propio Bar­ baro. Sin embargo, la excepción a esta tendencia general a la reducción de los co­ mentarios de la segunda edición, se encuen­ tra, precisamente, en el Libro IX, en el que se

Fig. 26. Paolo Ve r on e s e , R etrato de D a n iele B arbaro j u n t o a la t r a d u c c i ó n d e l tr a ta d o d e V i t r u v io , 1 55 6- 1 56 7, ól eo sobr e l ienzo, 121 x 105,5 cm. A ms t er da m, Ri jk s mus e um ( SK- A- 4 0 11 ) .

introducen importantes variaciones respecto a la primera edición, al tiempo que Barbaro incluye las últimas novedades sobre la gnómica y la construcción de instrumentos que se estaban produciendo por aquel entonces1'6. Como ha subrayado M. Morresi, es en el Capítulo VIII en el que Barbaro se enfrenta al problema central del Libro IX puesto que Vitruvio, a pesar de dedicar un capítulo a la descripción del analema, “& non c’insegna in questo trattamento di fare alcuno horologio

7. Las dificultades en la

interpretación del analema vitruviano llevan a Barbaro a transformar radicalmente este capítulo de la edición de 1567 pues en él se hace eco de las recientes investigaciones desarrolladas por Federico Commandino en su Líber de orologium descriptione (1562)178. En concreto, Barbaro tomará en especial consideración los postulados de Commandino sobre el analema ptolemaico aplicado a la construcción de los relojes solares, lo que le permitirá superar la laguna existente en el texto de Vitruvio sobre esta cuestión179. Pero además de incorporar y difundir la teoría de la proyección plana de los meridianos de­ mostrada por Commandino, resulta muy interesante la aportación que realiza Barbaro en torno

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al pasaje del Capítulo IX en el que Vitruvio hacía relación de los principales inventores de re­ lojes, transcrito con anterioridad180. Tras reproducir el fragmento del texto vitruviano, Barbaro comenta: “Gli horologi ritrouati dagli antichi, & posti quiui da Vitruuio, si possono imaginare da quelli, che intendeno bene i circoli della spera, & che sanno la ragione degli Analemmi, per­ che poi puo ciascuno accommodargli qualunque forma gli piace”181. Es decir, para Barbaro únicamente aquellas personas capaces de comprender la concepción de la esfera terrestre (con sus paralelos) y de los analemas estarán en grado de “imaginar” y recrear los relojes inventados por los antiguos, puesto que en base a estos principios es posible adecuar los relojes a cualquier forma deseada. Por otra parte, Barbaro, en su comentario sobre los relojes inventados por los antiguos, esta­ blece en cierta manera una relación de paragone con la antigüedad clásica, reconociendo en pri­ mera instancia el criterio de autoridad de los antiguos y sus conocimientos en materia de gnómica; si bien, acaba elaborando un elenco de las aportaciones coetáneas que superaban a las de los antiguos. El reconocimiento del criterio de autoridad de los antiguos se produce cuando, al hablar del reloj de Parmenio “que señala las horas de los lugares más conocidos”, es decir, del inventor del primer reloj universal, el comentarista señala como destacados cons­ tructores de este upo de instrumentos del siglo XVI a Pedro Apiano y a Giovanni Stabio y que el analema utilizado por ellos sería, en esencia, el propuesto por Vitruvio únicamente con al­ gunas pequeñas modificaciones incorporadas por Sebastián Münster y Oronce Finé. De un modo análogo, considera que “é cosa trovata dagli antichi” el planisferio de Juan de Rojas182. Finalmente, tras referirse a otra serie de tipologías de relojes como los anillos, cilindros o cua­ drantes, que se caracterizan por estar colgados y ser portátiles, Barbaro añade las innovaciones que tuvieron lugar en este campo de la instrumentación en su época: “Noi di piú de gli antichi hauemo gli horologi a ruóte, o da spennole & quelli d’arena, che sono mirabili, quelli per lo ingegno dello artefice, questi per la commoditá, & facilita loro”183. En relación con este último capítulo del Libro IX perteneciente a la segunda edición del De Architectura de Vitruvio publicada por Barbaro, cabe destacar un aspecto que permite enlazar con la segunda de las cuestiones anteriormente esbozadas: la necesidad de ékpbrasis, es decir, la relación entre instrumentos y la palabra e imagen de los mismos recogida en los libros. En

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este sentido, uno de los aspectos reseñables de las ediciones de Barbaro es la colaboración que en ellas establece con el importante ar­ quitecto Andrea Palladio, quien elaborará los grabados que la ilustran. Así, junto con la tra­ ducción italiana del texto de Vitruvio y el co­ mentario sobre el mismo efectuado por Barbaro, se establecía una relación dialógica entre imagen y texto, supliendo así una de las principales carencias que arrastraba el texto de Vitruvio desde que suscitara el renovado interés de los eruditos, que residía, precisa­ mente, en la ausencia de imágenes, de un co­ rrelato gráfico. Y, en este sentido, el Libro IX no fue una excepción: de un lado, Daniele Barbaro a partir de las exiguas indicaciones que ofrece Vitruvio sobre los relojes de agua creados por Ctesibio de Alejandría, desarrolla y explica con enorme lujo de detalles cómo se podían llevar a la práctica tales invenciones;

Fig. 27. “ M e c a ni s mo del reloj de agua i de ado p or C t e s i ­ bio de A l e j a n d r í a se gún A n d r e a P a l l a d i o ” , en Dan i el e Barbaro, I d i e c i Ubri d elT a r c h it e t t u r a . T r a d o tti e cor?¡mentati da D a n iele B a rb a r o , 1567.

de otro, encontramos las finas estampas que permiten al lector de época posterior suplir lo que, por razones obvias, no pudo contemplar con sus propios ojos (fig. 27). Por tanto, el testimonio de Vitruvio no hace sino reflejar la imbricación existente entre los gnómones y otros instrumentos de naturaleza similar y la cultura escrita y visual ya desde tiempos antiguos, que respondería a esa necesidad de e'kphrasis. Por su parte, la recuperación de la obra del arquitecto romano y, en concreto, el análisis que se ha efectuado en torno al Libro IX del De A rchitectura editado por Barbaro ha puesto de manifiesto la estrecha relación entre arquitectura e instrumentación y medición y el renovado interés por estos temas demos­ trado por los eruditos del Cinquecento —pues resulta significativo que este fuera el único libro

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en el que Barbaro amplió sus comentarios, mientras que los de los ocho libros restantes se vieron menguados. Este interés por Vitruvio y la relación entre

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permiten vislumbrar y rastrear un origen bas­ tante remoto de esta concepción e interés por los instrumentos de medición y que se vería asimismo reflejada en otros tratados, más allá de las reediciones del De Architectura. No en vano, otro de los creadores de una teoría de la arquitectura y del urbanismo que ha gozado de una mayor difusión desde que viera la luz su tratado, al tiempo que conoce­ dor de los textos vitruvianos —aunque en no pocas ocasiones en desacuerdo con el arqui­ tecto romano—como fue León Battista Al­ berti (Génova, ca. 1404 - Roma, 1472),

Fig. 28. León Bat t ist a Al be r t i, L ’A r c b i te tt v r a di León B a­ tis ta A lb e rti. T radotta in lin g u a F lo r e n t in a da C osim o B a rtoli G e n t i r b u o m o & A cca d en iico F lo r e n t in o ( f r on t i sp i c i o) , F l o­ renci a, 1 550.

recogió en su De Re A edificatoria (1485) algu­ nos postulados interesantes en relación con el tema del gusto por los instrumentos cien­ tíficos (fig. 28). Tanto las ideas contenidas en

la obra de Vitruvio como en la deAlberti sobre esta cuestión resultan significativas en el marco de esteestudio puesto que ambostratados gozaron de una amplia difusión en la España de la Edad M oderna'84. En relación con el gusto por los instrumentos, son interesantes algunas ideas que Alberti recoge en su Libro VIII dedicado a la cuestión del ornamento de los edificios públicos profanos. En el Capítulo IX de dicho libro, Alberti, tras exponer las características y decoración que debían presentar las curias —tanto la de los sacerdotes, como la senatorial—, comenta la decoración que

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deberían albergar otros lugares que, tanto por exigencias funcionales como por motivos esté­ ticos y de dignificación, se encontraban en las ciudades. Entre esos tipos de construcciones, Alberti incluye las piscinas, las bibliotecas, los establos públicos o los astilleros, mencionando en cada uno de los casos algunos destacables ejemplos de la antigüedad. Dada la diversidad ti­ pológica de las construcciones citadas, el humanista genovés señala que sobre los requisitos que debían reunir “no tengo nada especial que decir” dando una genérica directriz para todos ellos, según la cual “aquello que en ellos vaya a tener carácter funcional se tome de los edificios privados, y que aquello que vaya a conferir dignidad y pertenezca al ámbito de lo ornamental se coja de los criterios referidos a los públicos”183. Sin embargo, la única de las tipologías ar­ quitectónicas en las que Alberti se detendrá será la biblioteca, pues “no quería pasar por alto” las siguientes cuestiones relativas a su decoración: El mayor ornamento de las bibliotecas lo constituirán el gran número de libros y su condición de raros, sobre todo los procedentes de la culta antigüedad. Serán también un elemento ornamental los instrumentos matemáticos, entre otros los que se parezcan a aquellos que cuentan que construyó Posidonio, en los que se desplazaban los siete planetas por su propia inercia; también a aquel famoso artilugio de Aristarco, de quien aseguran que representó en una plancha de hierro el mundo y sus provincias con ex­ quisito ingenio. Y Tiberio, con sumo acierto, dotó de retratos de poetas de la antigüedad a las bibliotecas186.

Alberti recoge y anticipa en este pasaje algunos de los criterios que, en fecha posterior, iban a regir y constituirían el criterio de selección y ornamentación de las librerías de los siglos XVI y XVII: en relación con los libros, una característica especialmente valorada por los eru­ ditos sería su condición de raros y únicos. En cuanto a los instrum entos, despertarán un enorme interés aquellos relojes capaces de reproducir los movimientos celestes, encontrando significativos ejemplares y referencias a los mismos en diferentes ámbitos geográficos y cor­ tesanos de la Edad Moderna. Y, finalmente, junto a estos libros “raros” y a los instrumentos matemáticos, se situarían “artilugios” de naturaleza cartográfica como el ingenio ideado por Aristarco en el que se representaba el mundo y sus provincias y, por último, las efigies de poe­ tas de la antigüedad.

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Estas ideas expuestas por Alberti debieron gozar de una notable fortuna puesto que aparecen recogidas en la tratadística posterior. Un ejemplo muy ilustrativo en este sentido se encuentra en la obra de Giovanni Battista Armenini (1530?-1609) D e’ veriprecetti dellapittura (1587)187. En su Libro III, tras abordar en sus primeros capítulos cuestiones relativas a cómo deben pintarse los templos y algunas de sus partes como las bóvedas y capillas, en el Capítulo V I 188 el autor se introduce en la cuestión de la decoración de las bibliotecas conventuales. Al comenzar su exégesis, Armenini se refiere a “aquellas cosas que se pintaban antes y ahora en las bibliotecas, por ser las partes más nobles”, pasaje en el que reproduce, prácticamente a modo de calco, las consideraciones de León Battista Alberti en torno a las librerías de los antiguos: Yo creo que los excelentes antiguos las decoraban, además de con multitud de libros, con instrumentos matemáticos y todos los demás, como aquellos que hizo Posidonio, en los cuales los siete planetas se movían cada uno con movimiento propio. Así hizo Aristarco, que con sumo artificio había pintado en una plancha de hierro todo el mundo y todas las provincias. Pero Tiberio César después mandó poner allí las verdaderas imá­ genes de los poetas antiguos, junto con otras efigies de grandes hombres para conmover con tales ejemplos e inflamar los ánimos de quienes ejercitan sus ingenios en el cono­ cimiento de las cosas humanas y divinas189.

A la luz de esta cita, parece claro que Armenini toma este pasaje del arquitecto genovés: con la excepción de ampliar la tipología de sujetos retratados, la descripción que ofrece Armenini de la ornamentación de las bibliotecas de la antigüedad se fundamenta, de un modo casi literal, en la que dio cien años atrás Alberti. No obstante, es preciso notar que, mientras la referencia a las bibliotecas y a los instrumentos matemáticos en Alberti resulta en cierto modo sucinta, en el caso de Armenini, este no se limita a describir cuál era la decoración de las librerías en el pasado, sino que, esta cuestión, le permite introducir y desarrollar un programa iconográfico destinado al alhajamiento de las bibliotecas conventuales. El planteamiento decorativo que formula Ar­ menini para estos espacios está en estrecha relación con los postulados contrarreformistas de la segunda mitad del siglo XVI puesto que, tras la antigüedad, “iluminado el mundo con la luz de nuestra Santa Fe, aunque está bien que los estudios de las buenas artes estén unidos a nuestra religión, hoy deben pintarse, no obstante, otras luces y otras demostraciones de verdad”190.

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Por otra parte, como se ha señalado, Armenini introduce esta alusión a las bibliotecas antiguas en el marco de su exposición en torno a los preceptos decorativos de las librerías vinculadas a la arquitectura sacra, rechazando su idoneidad en ese contexto. Sin embargo, en otro pasaje del tratado191, al hablar de la decoración apropiada para los estudios 1^2 —es decir, espacios que, como va implícito en su propia denominación, estaban destinados a ser receptáculos del saber en el contexto de edificios profanos—su autor, esta vez sí, considera apropiada para este ámbito de carácter laico una decoración que, a grandes rasgos, se correspondería con los elementos ornamentales que configuraban las bibliotecas de la antigüedad: las pinturas, de un lado, como en el caso de las logias, debían representar temáticas alegres “como son deliciosos paisajes den­ tro de los cuales haya ciudades lejanas, castillos, teatros, puertos de mar, escenas de pesca, ca­ cerías, baños, juegos de pastores y ninfas; que haya faunos, sátiros, silvanos, centauros, monstruos marinos, con otras cosas acuáticas y salvajes del modo que se encuentran fingidas en los libros de los buenos poetas y, sobre todo, que no haya nada de un tono melancólico y aburrido”193. Pero además de decorarse con los temas señalados para las logias —tales como descripciones y vistas de ciudades, mapas y otros asuntos—, en el caso de los estudios, se podían incluir también retratos del natural de personas ilustres. A esta decoración pictórica, Armenini añadía la presencia de “cosas antiguas” como medallas, bustos y figuras de mármol o bronce además de gemas, camafeos, cristales de roca y todo tipo de objetos cuya característica común estribaba en que fuesen cosas “de admirable artificio” puesto que los estudios eran los lugares destinados a albergar “las cosas más raras y de gran precio” de sus poseedores. Como colofón a este aparato decorativo, Armenini sitúa los libros e instrumentos matemáticos, incidiendo nuevamente en la imbricación existente entre ambas tipologías de objetos. Pero además, Ar­ menini señala un aspecto que resultará de gran relevancia en la comprensión e interpretación de la decoración de estos espacios: el criterio de selección tanto de los libros como de los ins­ trumentos matemáticos estará supeditado a la inclinación de su propietario hacia determinados saberes científicos194. Por lo tanto, de estas ideas se desprende que una cuestión fundamental a la hora de afrontar el análisis de estudios y librerías —con todos los objetos y decoraciones que formaban parte de las mismas—estribará, en primer lugar, en determinar, en la medida de lo posible, cuál era el bagaje cultural y los intereses científicos de su propietario195. Aunque es preciso señalar que, en no pocas ocasiones, a tenor de los datos y de la documentación dispo­ nible, será la presencia de determinados volúmenes junto a las tipologías de instrumentos ma­

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temáticos reunidos por un individuo, el indicador que nos permitirá tomar el pulso y analizar cuáles fueron los intereses científicos de su propietario. Estos postulados estéticos para la decoración de estudios debieron de gozar de una notable difusión en la Italia de la segunda mitad del siglo XVI, pues como recoge M. C. Bernárdez Sanchís en su edición crítica del tratado de Armenini, el humanista Vincenzo Borghini expon­ dría una idea decorativa de naturaleza similar en una carta de 1570 dirigida a su amigo Giorgio Vasari, en quien recaería el encargo de decorar el llamado studiolo de Francesco I en el Palazzo Vecchio de Florencia196. De este modo, parece clara la existencia de una idea que subyacerá desde la antigüedad clásica hasta el periodo que es objeto de estudio en el presente trabajo: la estrecha relación entre los instrumentos matemáticos, los libros y las representaciones gráficas e imágenes contenidas en los mismos. Este fundamento, de raigambre clásica, fue recogido en el jQuattrocento por Alberti y se perpetuó en la tratadística de distinto género a lo largo de los siglos XVI y XVII. Ahora bien, del mismo modo que una idea o concepto es susceptible de ser interpretado y concretarse de modos diversos, en el caso específico del coleccionismo que venimos denominando scientifico, este fenómeno podrá adoptar formas o articulaciones diversas dependiendo de las “inclinacio­ nes” de su patrono, de los usos y funciones a los que deba responder y de los espacios en los que se situarán los objetos. Por otra parte, habrá otra serie de factores externos que condicionarán la práctica del colec­ cionismo. En primer lugar, los avances experimentados en el ámbito de la instrumentación y de la medición a lo largo de los siglos XVI y XVII se irán viendo recogidos en las colecciones y en los objetos reunidos en los palacios: en el caso de los relojes, aunque continuaremos en­ contrando determinadas tipologías que ya nos describía Vitruvio (como los relojes solares), a partir del Quinientos se incorporarán a las reuniones de instrumentos matemáticos los relojes mecánicos, que alcanzarán un desarrollo técnico sin precedentes hacia finales del siglo XVI. Pero, ¿cómo se concretaron estas ideas en el ámbito de la corte de los Austrias españoles en el periodo referido? Sin duda, la biblioteca del Real Monasterio de El Escorial 19 , fundada por

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Fig. 29. B i bl i ot e ca del Real M o n as t e r i o de San Lor e nz o de El E s co r ia ! , f undada por F el i pe II, San L o r e n z o de El Escor i al .

Felipe II, constituirá el referente paradigmático en la corte española en la configuración de es­ pacios dedicados al saber en los que se conjuga la presencia de una librería, junto con instru­ mentos matemáticos, una galería de retratos y una importante presencia de decoraciones cartográficas (fig. 29). En este sentido, existen dos importantes fuentes de las que principal­ mente se ha valido la historiografía para conocer y analizar el proceso de creación y construc­ ción del monasterio de El Escorial 5^, más específicamente, la configuración de su biblioteca y la organización de los saberes que reflejaba su programa decorativo. La primera de estas fuentes (anterior a la creación de la librería) es el M emorial sobre los libros y utilidad de la librería y orden y tra^a que en ella se ha de tener?, laborado por el doctor Juan Páez de Castro, un importante huma­ nista alcarreño formado en la Universidad de Alcalá y que mantuvo relación con los más im­ portantes eruditos de la época198. Como expone el propio autor al comienzo del documento, este memorial habría sido ofrecido de su parte al emperador Carlos V y, posteriormente, a su sucesor —Felipe II—a comienzos de su reinado. La finalidad del M emorial iba más allá de cir­ cunscribirse únicamente a una propuesta de creación de una biblioteca, sino que, como han notado autores como M. I. Vicente Maroto y M. Esteban Piñeiro, se trataba de un proyecto más ambicioso destinado a la creación de un archivo científico en la ciudad de Valladolid. Si

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bien no se puede confirmar (pero tampoco desmentir) que Felipe II llegara a leer dicho Memo­ rial, lo cierto es que el proyecto final de la biblioteca escurialense se ajustaría en buena medida a las ideas expuestas por Páez de Castro en su escrito. En este punto del presente trabajo, el aspecto que interesa señalar en relación con los contenidos de este M emorial es que en el por­ menorizado alhajamiento que Páez de Castro dibuja para la biblioteca, el humanista alcarreño incluye además de la fundamental presencia de libros “raros”, la inserción de toda clase de imá­ genes cartográficas —que se analizarán en mayor profundidad en la segunda parte del libro, de­ dicada específicamente a tal cuestión—así como “reloxes de gran invención, y sotileza, assi en las manos, como en el uso, y provecho” y “muchos instrumentos bien labrados, y muy ciertos de astrología, y otras matemáticas”199. Por lo tanto, queda patente cómo uno de los principales humanistas españoles de la época propugnaba una decoración para las bibliotecas en las que asimismo estarían presentes relojes e instrumentos matemáticos. Si el Memorial de Páez de Castro fue redactado con anterioridad a que se pusiera en marcha el proyecto de la biblioteca laurentina, por su parte, Lafundación del Monasterio de E l Escorial del Padre Sigüenza —que ha constituido una fuente fundamental para conocer no solo el proceso de confi­ guración sino el resultado final del proyecto—fue comenzada a redactar con posterioridad, alre­ dedor de 1602200. El fraile jerónimo fue, sin duda, conocedor de primera mano de la librería del monasterio pues, como explica en su obra, sucedió al ilustre Benito Arias Montano —a quien con­ sidera su maestro—al frente de la misma, tomando parte activa en el asiento y clasificación de los volúmenes201. Ahora bien, puede adelantarse que, de una lectura detenida de sus palabras (y de sus silencios) se advierte cómo los aspectos tocantes a los instrumentos y a todo tipo de artilugios e imágenes de naturaleza scientifica no debieron despertar demasiado interés en Sigüenza. Como es sabido, la biblioteca estaba dividida en tres piezas principales y en ellas se dispusieron interesantes instrumentos matemáticos. Sin embargo, la atención que presta Sigüenza a esta cuestión en su descripción de la distribución y adorno de los diferentes espacios de la librería, resulta desigual. El autor dedica su Discurso IX a la descripción de la pieza principal, “la mayor y la más noble”. Tras efectuar una precisa explicación de sus partes, detallando con particular esmero la fábrica de los cajones donde se asentaban los libros, Sigüenza realiza una larga exégesis en torno a la invención y disposición de los frescos que decoraban la bóveda ejecutados

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por Pellegrino Tibaldi202. Sin embargo, en este pasaje dedicado a la pieza principal, mientras Sigüenza ofrece una pormenorizada explicación de su programa iconográfico, no realiza men­ ción alguna a la presencia de instrumentos matemáticos. No obstante, es bien sabido que en dicho espacio fueron colocados importantes instrumentos científicos, como reconocerá el propio fraile en el siguiente discurso dedicado a las otras dos piezas que conformaban la librería. De hecho, descripciones redactadas en fecha cercana como la de Juan Alonso de Almela de 1595 sí que hacen referencia a la presencia de instrumentos en ese espacio20’. Entonces, cabe preguntarse ¿por qué Sigüenza omite su presencia? Como ha se­ ñalado E Checa en su análisis sobre los posibles inspiradores del programa iconográfico de la pieza principal de la biblioteca, aunque en su obra Sigüenza afirma su propia participación en el mismo, dicha afirmación no debe interpretarse a pies juntillas, pero tampoco debe ser me­ nospreciada por completo, si se tiene en cuenta el peso del religioso como importante intelec­ tual en el monasterio y su cercanía al artífice de las pinturas, Tibaldi204. De este modo, parece evidente que en la descripción que ofrece del principal espacio de la librería, las palabras de Sigüenza no hacen sino traslucir de un lado cuáles eran sus intereses e inclinaciones y, de otro, sus omisiones —en este caso relativas a la cuestión científica—dan cuenta de las materias que no despertaban en él apenas interés. Y, como se verá a continuación, la elisión y el desinterés de Sigüenza para con el elemento científico en este pasaje no será un caso aislado. En relación con la decoración de la segunda estancia de la biblioteca, Sigüenza se refiere en primer lugar a la serie de retratos de pontífices y “personas principales en santidad o letras” si­ tuados a lo largo del perímetro de la sala y, a continuación, comenta: Hay también algunos globos terrestres y celestes y muchas cartas y mapas de provincias, como en la librería principal, aunque allí no hicimos caso de ellos, porque son cosas movibles, como ni de otros instrumentos matemáticos, esferas, astrolabios particulares y, como ellos dicen, católicos, todos con mucha observancia labrados en metal, algunos del mismo Gemafrisio (que fue gran hombre de esto), labrados, y otros de Pedro Apiano y de otros grandes maestros en el arte, para los que quisieren ejercitarse en ella y obrar con precisión, porque son grandes20’ .

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De este pasaje, la cuestión que generalmente ha suscitado mayor interés en la historiografía es la mención a Gemma Frisius (1508-1555) como artífice de algunos de los instrumentos pre­ sentes en la colección escurialense206. Sin embargo, este fragmento da pie a introducir otras in­ teresantes cuestiones. La primera de ellas estriba en incidir en la causa del “silencio” de Sigüenza en relación con la presencia de los instrumentos matemáticos en la pieza principal: la razón que alega el fraile al hecho de haber omitido esta cuestión se basa en que se trata de “cosas movibles”, con lo que estaría dando cuenta, por un lado, de una disposición de la colección en cierto modo “dinámica” y, por otro, de una función que iba más allá de un mero carácter or­ namental, sino que se trataba de objetos con un fin utilitario, “para los que quieren ejercitarse”. Por otra parte, vuelve a quedar patente el escaso interés que despertaban en Sigüenza las cues­ tiones de carácter científico. Si en su descripción de la pieza principal su discurso giraba en torno a los frescos de la sala, en esta ocasión parece que su atención se dirige a los libros, pues efectúa una somera descripción de los instrumentos para, inmediatamente, continuar con la explicación de las materias de los volúmenes. Tras el breve pasaje que se ha reproducido, Si­ güenza continúa su escueta descripción de los instrumentos señalando la presencia de “anulos, armilas de muchas diferencias, ráditos y otras cien buenas alhajas de esto”20', pero considera una “menudencia” detenerse en esta explicación, a pesar de que reconoce que estos instru­ mentos y alhajas “en otra parte fueran muy estimadas”208. Finalmente, antes de comenzar a detallar las tipologías de libros contenidos en esta segunda pieza, Sigüenza se refiere a la presencia de un gran número de mapas terrestres y marítimos de mano cuya presencia vendría justificada “porque no falte cosa de las que pueden desear para los que son aficionados a estas letras y observaciones”209. De este modo, vuelve a ponerse de manifiesto la estrecha correlación entre “letras y observaciones” o, dicho en otras palabras, entre libros e instrumentos a la que se viene haciendo referencia. Esta imbricación entre ambas categorías de objetos queda asimismo patente en otra de las fuentes recurrentes en los estudios sobre El Escorial: los libros de entregas de Felipe II. En lo que a los instrumentos matemáticos y a los libros sobre disciplinas científicas se refiere, parece que los estudios en torno a este tema han subraj^ado la llegada de estos objetos al monasterio destinados específicamente a la biblioteca escurialense principalmente en las últimas entregas210.

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Sin embargo, la revisión de las entradas contenidas en los libros de entregas 211 pone de mani­ fiesto que la llegada de instrumentos matemáticos junto con libros científicos y mapas tuvo lugar en un momento inicial, en la entrega segunda efectuada entre los años 1576-1577212. Más específicamente, el día 1 de junio de 1575213, Hernando de Bibriesca entrega al prior, al vicario y diputados del monasterio una significativa partida de “cartas de geographia y de marear”, la mayor parte de ellas en estampas elaboradas por algunos de los matemáticos y cosmógrafos de mayor renombre del siglo XVI: Giovanni Battista Guicciardini, Nikolaos Sofianos, etc.214. En esa misma entrega, a fecha de 12 de febrero de 1577, se anotó una primera partida de ins­ trumentos, junto con reliquias y piezas de plata dorada, pinturas y estampas —algunas de las cuales eran mapas o representaban temas de carácter cosmográfico—y “los libros de la librería y celdas del dicho monesterio”. Al final de la entrada segunda, en esa misma fecha, se registraron “las cosas extraordinarias”, entre las que figuraban varios clavicordios, alfombras, cortinas, portapaces —entre otros obje­ tos—y, finalmente, algunos libros —principalmente breviarios y libros de horas impresos por Cristóbal Plantino—y una serie de relojes de naturaleza diversa, alguno de los cuales iba acom­ pañado de una relación explicativa en la que se detallaba su funcionamiento. Es el caso del “relox para Sol y Luna hecho en una chapa de plata blanca llana assentada en madera de nogal con guarniciones de evano que tiene una quarta en quadro con un papel en que esta la decla­ ración para entender por la luna la hora que es”215. Junto a este particular reloj solar y lunar, destaca la presencia de un reloj de latón dorado en forma de torrecilla con campana “que da las horas y despertador con los signos y planetas que tiene una quarta escasa de alto metido en una caxa quadrada cubierta de cuero negro [.,.]”216. A tenor de lo expuesto, vuelve a emerger la idea esbozada previamente y recogida en diversas fuentes coetáneas, de aquel instrumento matemático construido por Posidonio en la antigüedad en el que los siete planetas se movían por su propia inercia. De igual modo, resulta inevitable pensar en el reloj planetario que Juanelo Turriano realizó para el emperador Carlos V en 1551 y que constituiría un hito en la época en lo que a relojería y construcción de instrumentos de precisión se refiere. Para concluir, interesa señalar una última cuestión: 1575 es el año en que Sigüenza nos informa de que se efectúa la primera entrega de libros con destino a la biblioteca escurialense 21 . Aunque

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en los libros de entregas no se registra este tipo de partidas de volúmenes para la biblioteca, no parece casual que, en ese mismo año, llegara al monasterio una significativa partida de mapas y cartas geográficas y que, en fecha cercana, anotados igualmente en la entrega segunda se re­ gistrasen una serie de instrumentos, fundamentalmente relojes, algunos de los cuales permitían realizar mediciones tanto solares como lunares o presentaban los signos del zodiaco y los pla­ netas218. De este modo, en la génesis de la que se convertiría en una de las librerías más impor­ tantes de la Europa del siglo XVI se advierte una vez más ese binomio indisoluble entre instrumentación científica —a pesar de que fray José de Sigüenza fuera parco en detalles sobre la cuestión—y cultura escrita y visual de carácter científico. Este recorrido desde la antigüedad clásica hasta el siglo XVI teniendo como colofón la refe­ rencia a la biblioteca laurentina, no tenía por objetivo ser exhaustivo sino más bien significativo, esto es, recoger una serie de ejemplos e ideas estéticas que acabarían convirtiéndose en topos y en referentes recurrentes que estarían en la base de un tipo de coleccionismo scientifico, del que en el epígrafe que sigue se van a analizar sus ecos entre los cortesanos hispanos. “ S IE M P R E F U E Y S IE M P R E S E R Á Q U E L A S C O S A S A Q U E LO S P R ÍN C IP E S SO N IN C L IN A D O S A Q U É L L A S M Á S Q U E O T R A S A M A N Y S IG U E N L O S P U E B L O S ” : R E L O JE S , IN S T R U M E N T O S M A T E M Á T IC O S Y C O L E C C IO N E S C IE N T ÍF IC A S EN LA C O R T E

Fray Antonio de Guevara en su Re/ox de príncipes ofrece un ilustrativo ejemplo sobre cómo las preferencias del antojadizo Nerón influyeron en los gustos de su pueblo. La predilección del emperador por una dama de cabellos de “color de ámbar” se haría extensible a todos sus va­ sallos hasta el punto de que la piedra ámbar —hasta la fecha escasamente estimada—pasaría a convertirse en la mercadería más apreciada en la Roma de la época. Así, la conclusión a la que llega Guevara es, precisamente, la frase que encabeza este epígrafe, señalando que, además, la vanidad que reflejaba esta historia no le producía ningún asombro, pues algo similar sucedía en su tiempo “porque los hijos de este siglo trabajan más por imitar una vanidad agena que no por cumplir con su necesidad propia”219. Por ello, emplaza al emperador Carlos V, a quien dirige su obra, a que en lugar de gastar su tiempo en trivialidades similares a las de Nerón, lo emplease en aquellas cuestiones que sirvieran para remediar los agravios de su república, de

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modo que sus acciones constituyeran un ejemplo y fueran dignas de emulación por parte de sus súbditos. De este pasaje de la obra guevariana se desprende claramente cómo las preferencias, las accio­ nes y los gustos de un príncipe habrían de ser objeto de emulación por parte de cortesanos y vasallos. Esta consideración resulta aplicable a los diversos ámbitos que conformaron el gusto de los soberanos de la Casa de Austria y, más específicamente, permite ilustrar la emulación de la que sería objeto el coleccionismo científico que esta dinastía desarrolló en el periodo estu­ diado. El interés por la medida del tiempo y del espacio tuvo su correlato material en la pre­ sencia de determinados objetos como son los relojes e instrumentos matemáticos asociados a las lecturas de carácter científico en las colecciones reales. A lo largo del siglo XVI, la presencia de tales objetos de identifica se iría configurando en base a una estructura articulada de un modo orgánico, siendo su principal exponente la biblioteca laurentina; lo que, sin duda, habría de tener sus ecos en las prácticas y gustos de los cortesanos de la época. La producción y el gusto por los relojes e instrumentos cobraron un nuevo impulso desde el Renacimiento, cuando los poderes políticos comenzaron a promover la creación y el desarrollo de nuevas y diversas artesanías, entre las que suscitarían particular interés aquellas relacionadas con la mecánica220. Resultan reveladoras a la par que ilustrativas de tales intereses las imágenes de la serie de 19 grabados titulada Nova reperta (“Nuevas invenciones de los tiempos modernos”), comisionada hacia 1589 por el noble florentino Luigi Alamanni, miembro de la Accademia degli Alterad, a ja n van der Straet (Bruselas, 1523 - Florencia, 1605) y ejecutados por Philip Galle221. Como señaló McGinty, las imágenes de esta serie están en estrecha relación con la superación de la antigüedad y el interés del hombre moderno por el proceso de mecanización del que se viene hablando, pues según esta autora los cuatro ejes temáticos en torno a los que pueden agruparse los grabados son: los nuevos descubrimientos territoriales (América), la conquista de la materia y del movimiento por parte del hombre, la racionalización de la actividad agrícola y la mecanización de las artes visuales gracias a la estampa222. En relación con el tema de los relojes e instrumentos mecánicos, esta cuestión aparece reflejada en una de las estampas de la serie titulada Horologia ferrea, donde se representa el interior de un taller de relojería, con nu­ merosos artífices trabajando y ajustando los instrumentos, mientras que al fondo se advierte

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Fig. 30. Philip Galle ( se g ú n d i se ño de J an van der St ra e t ) , H oro lo g ia f e r r e a (de la serie N ova rep erta )y ca. 1580-1605, grabado, 20,4 x 26,6 cm. Lon­ dres, British Museum (inv. n° 1948,0410.4.195).

H O R O L O G IA F E R R E A .

cR vta aqua J e m a

a tn ertf^ -voluitur,

.

‘R ecludit aque et hcec e t tila témpora.

una gran fragua (fig. 30). Así, en una sociedad en la que prevalecían los valores humanistas y en un momento en el que se vuelve la mirada hacia los textos clásicos que conjugaban la teoría y la práctica como vías de acceso al conocimiento, al tiempo que se desarrollan innovaciones en el campo de la instrumentación que darán pie a la superación de la antigüedad, se crearían unas condiciones propicias que motivarían la implicación de las élites o clases dominantes en el patrocinio de este tipo de “novedosas invenciones” por varias motivaciones, entre las que se cuentan el prestigio que adquirió la producción de determinados objetos de lujo. Además, el perfeccionamiento técnico de los instrumentos de medición, proceso en el que Italia desempeñó un importante papel, iba a permitir a partir de 1500 la reducción del tamaño de los instrumentos y, en particular, de los mecanismos que componían los relojes y otros ingenios e instrumentos de naturaleza similar, lo que daría lugar a la creación y proliferación de objetos más compactos, sofisticados, ingeniosos y más fácilmente transportables. Todo ello propiciaría y facilitaría su difusión e inserción en los espacios áulicos de las diferentes cortes europeas.

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Fig. 31. Mi guel J a d r a q u e y Sánchez Oc a ña, C a r los V en Yus/e, 1877, ól eo sobr e l ienzo, 146 x 193 era. Ma dr i d, Museo Na c i ona l del Prado ( P04826).

En relación con la corte de los Austrias españoles, una de las imágenes que del emperador Carlos V quedarían fuertemente asociadas a su persona y se perpetuarían a lo largo de los siglos en el ima­ ginario colectivo, es la que le retrata en el ocaso de sus días en el monasterio de Yuste en compañía de su relojero, Juanelo Turriano223. Un buen ejemplo de cómo la imagen del gusto del emperador por los relojes e ingenios ideados por el cremonés todavía estaría plenamente vigente más de 400 años después de su muerte queda patente en el lienzo de Miguel Jadraque, titulado Carlos V en Yuste (1877) (fig. 31). En él, aparece representado Carlos V en un interior, sentado frente a una mesa mientras observa atentamente unas figuras móviles o autómatas colocados sobre la misma, obra del propio Turriano, quien aparece retratado de pie junto al emperador, frente a la atónita mirada de un grupo de monjes que se sitúan a la derecha de la composición. La inclinación que

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sintió Carlos V por este tipo de instrumentos y artificios mecánicos, por una parte, se integraba en una larga tradición de la que la Casa de Borgoña sería uno de sus más destacados exponentes224. Pero además, como se verá, este gusto formaría parte de una moda cortesana que se desarrolló desde la primera mitad del Quinientos en las principales cortes europeas. Por su parte, Felipe II heredaría estos intereses “científicos” de su padre, que se concretarían, en primer lugar, en las diferentes empresas y proj^ectos que promovió relativos a estos campos del saber matemático. Pero a su vez, tales intereses se manifestaron en un gusto por determinados instrumentos como los relojes mecánicos, pues baste recordar el testimonio que recogíamos en la parte introductoria de este libro que nos ofrecía Jehan Lhermite a este respecto, donde el gentilhombre flamenco afirmaba que “[...] y puedo decir que no hubo otro mueble ni objeto que apreciara mas el rey, ni de los que gustara más y sacara mayor provecho que de estas dos máquinas [...]” refiriéndose a los relojes que Felipe II poseía225. De ahí que ese gusto se concretara en la incorporación a las colecciones reales de instrumentos vinculados a estas disciplinas matemáticas, un último aspecto, el de la presencia de objetos científicos en los espacios palaciegos, menos indagado por parte de la historiografía. Unas preferencias y prácticas coleccionistas que, lejos de caer en desuso tras la muerte del monarca prudente, continuarían plenamente vigentes al menos durante las primeras décadas del Seiscientos bajo el reinado de Felipe III, con la llegada de novedosas “inuingiones” a la corte tales como “vn Relox grande dextraordynaria inuingion y con diuersas figuras y mouimientos” que se envió desde Alemania para servicio del rey Felipe III y para el que se concedió cédula de paso en Valladolid, a dos de noviembre de 1601226. Dado que el destino de tan extraordinario instrumento era Valladolid y que este habría de llegar a la capital hacia finales de 1601 o comienzos del año siguiente, las informaciones contenidas en una data de pago al pintor Bartolomé Carducho por los trabajos realizados en las casas que el monarca había comprado al duque de Lerma para su palacio en fecha cercana podrían guar­ dar alguna relación con dicho reloj. De este modo, entre las obras que este pintor había reali­ zado hasta el día 13 de septiembre de 1602 se recoge, junto a las pinturas al fresco de las historias de la guerra de Antequera en la sala de la torre de palacio de enfrente del convento de San Pablo, la siguiente intervención: “yten doro y pinto Una caja para relox grande questa en la galería de su mag[esta]d [...] y parte dello lo estofo y grauo y a otro lo enriqueció con punta de pincel y pinto al olio en el d[ic]ho pedestal y caja ocho ystorias y doro y encarno y

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enriqueció una cantidad de figuras que tiene el d[ic]ho relox y escribió algunos carteles de los eclisis del sol y luna y los ylumino y hicpo otras cosas en ello [...]”227. Resulta difícil determinar si los trabajos de Carducho tuvieron que ver específicamente con el reloj grande de “extraor­ dinaria invención” anteriormente referido, aunque la cercanía de las fechas de ambos docu­ mentos invitaría a formular dicha hipótesis. En cualquier caso, los trabajos realizados por el mayor de los hermanos Carducho ponen de manifiesto la atención y la cuidada instalación de este tipo de instrumentos como parte del alhajamiento palaciego, creando en torno a los mis­ mos un programa visual estrechamente relacionado con sus funciones de medición, como su­ cede con los carteles iluminados relativos a los eclipses solares y lunares. Los ecos de esta manifiesta inclinación de los monarcas de la Casa de Austria por los relojes e instrumentos matemáticos no solo tendrían su correlato en las colecciones reales, sino que, como ilustraba la historia del emperador Nerón recogida por Guevara, aquellas “cosas a que los príncipes son inclinados aquéllas más que otras aman y siguen los pueblos”. De ahí que, por una parte, el objetivo de las líneas que siguen sea, precisamente, analizar esta última cues­ tión: la presencia de relojes e instrumentos matemáticos entre los bienes de diversos personajes del ámbito cortesano que reflejaría de una manera especular cómo los intereses de un príncipe fueron objeto de emulación por parte de los cortesanos. Los perfiles de los individuos que reu­ nieron en sus colecciones este tipo de instrumentos, así como libros que en muchas ocasiones proporcionaban una declaración sobre el uso de los mismos, se corresponderían con bastante precisión a aquellos “curiosos de las Mathemáticas” a los que dirigía su traducción de Euclides el cosmógrafo Rodrigo Zamorano. Por una parte, se analizarán los intereses científicos de al­ gunos miembros de la nobleza que, al calor de los bienes e instrumentos que reunieron, se en­ cuadrarían en esa categoría erudita de hombres “curiosos”. Pero además, el análisis en torno a este aspecto permitirá introducir varias cuestiones estrechamente vinculadas como son el papel que jugaron los artífices de estos instrumentos, su relación con el poder o la imbricación exis­ tente entre libros e instrumentos científicos en algunas colecciones de la época228.

A RT Í F I C E S , I NS T RU M EN T O S Y LI BROS C I E N TÍ F I C O S EN LA CORTE

A lo largo del siglo XVI, el desarrollo, perfeccionamiento y refinamiento técnico alcanzado en la construcción de relojes y otros instrumentos matemáticos, elevaría estas piezas a la categoría

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de objetos de lujo y su consideración áulica, integrándose en el alhajamiento de las Casas del Rey, los convertiría en un símbolo del estatus social de su poseedor. De ahí que, hacia finales de la centuria, se asistirá a una creciente demanda de estos objetos que, además de tener un ca­ rácter meramente utilitario (como medir el tiempo, los movimientos celestes o el espacio), iban a satisfacer las necesidades de autorrepresentación de las élites. Una interesante noticia documental de finales de siglo permite analizar y trazar un panorama bastante preciso en torno a diversas cuestiones relativas, por un lado, a los propios artífices de estos instrumentos229, así como a los cortesanos que poseían relojes por aquel entonces, dando cuenta de lo extendido del gusto hacia estos artefactos. Se trata de una escritura de venta otor­ gada en Madrid, ante el escribano Antonio de la Calle, por el relojero Martin Altman al oficial de su taller Robert Rabiller, fechada a dos de marzo de 1591230. El documento consta de dos partes. En la primera, se asienta la escritura por la que Altman, quien se declara relojero del rey, vecino de Madrid y morador en unas casas de la Plaza Mayor de esa villa, otorga en venta a su oficial Rabiller “Vn Relox grande del alto de Vn hombre despues de armado” así como numerosas herramientas tocantes a su oficio. Esta venta y traspaso de bienes y herramientas debió de efectuarse no sin cierta premura a tenor de lo que se declara en la segunda parte del documento notarial231. En ella se asienta un “Inuentario de lo que dexo en poder de Roberto robiller mi criado que queda en mi lugar [„.]”232. Se trata de una relación de más de 20 relojes de los que se incluye una breve descripción morfológica de los mismos y se indica quién era su propietario. A continuación de esta memoria, se adjunta una nueva es­ critura en la que Martin Altman, relojero del rey, declara que debe ausentarse de la corte para resolver algunos negocios, por lo cual “dexa En su poder los Reloxes y cosas contenidas En la memoria atras Escrita firmada de su nombre” para que su oficial “acuda con ellos a sus dueños que son las personas contenidas y declaradas en la d[ic]ha memoria [,..]”233. En cuanto a la parte correspondiente a la escritura de venta otorgada por Altman a su oficial, interesa destacar varias cuestiones. En primer lugar, es preciso realizar algunas consideraciones relativas a los artífices que se mencionan en el documento. En lo que respecta a Martin Altman, las referencias por parte de la crítica historiográfica aportan escasos datos sobre su persona.

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Un documento transcrito parcialmente por E. García Chico situaría a Altman en Madrid en torno a 1578234. Por su parte, D. Goodman recoge la existencia de una lista de modelos e in­ genios bélicos ideados por Altman fechada a 6 de septiembre de 1589, entre los que se incluían, por ejemplo, balas de cañón agujereadas y llenas de veneno que desprendían humos tóxicos, entre otros inventos233. Esta última noticia deja entrever que nos encontramos ante un artí­ fice —Altman—cuyas realizaciones no se limitarían exclusivamente al ámbito de la gnómica, sino que proyectaría asimismo otro tipo de ingenios como sucedió en el caso del propio Juanelo Turriano. A confirmar este perfil de Altman como “relojero-ingeniero”, sin duda, contribuirá la tesis doctoral actualmente en curso de A. Pérez de Tudela sobre el papel ejercido por el car­ denal Granvela como agente artístico de la Casa de Austria. Entre otras noticias, en la investi­ gación en curso de esta autora se dará a conocer que los servicios de Altman a Felipe II debían de remontarse a los últimos años de la década de 1550 y cómo el cardenal Granvela debió de interceder por Altman en la corte española a finales de la década de 157 0236. En el marco del presente libro se analizarán algunas noticias documentales sobre Altman —hasta la fecha inédi­ tas—que permiten dibujar un perfil más preciso de esta figura e introducir algunas considera­ ciones relativas al debate en torno a la nobleza de las artes mecánicas practicadas por determinados artífices de la época. La primera noticia sobre Altman que interesa referir aquí, data del 24 de marzo de 1576 y es un documento notarial donde se registra la entrega a este artífice de tres relojes pequeños “el vno a manera de Coraron [sic\ dorado y el otro Redondo como una nuez [...] también dorado y el otro llano Redondo [,..]”237. Lo más interesante es que en dicha entrega Altman se declara “Relogero de su mag[esta]d [sic\ Residente en su corte”, lo que adelantaría la presencia de este relojero en la corte y su pertenencia al servicio de Felipe II, con respecto a los datos publicados hasta ahora. Por otra parte, la consideración en cuanto “Residente” o “vecino” de Madrid si­ tuaría su lugar de nacimiento fuera de la corte; dato al que apunta su propio nombre y que se verá ratificado por el siguiente documento que se va a analizar. Así, el 13 de octubre de 1588, Altman efectúa la siguiente petición ante el notario Francisco Suárez: Martin Altman, Natural de Alemania, de la ciudad de SchWeidnitz en Alemania estante en esta corte deel Rei philippe de esPaña n[uest]ro señor Digo que Don femando Em-

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Perador de Alemania me hizo M[erce]d. el año de Mili e quis° e sesenta e dos, de un preuilegio de nobleza e libertades y Caballería para mi E mis descendientes e successores confirmando el primero e mas antiguo de mis passados, el qual prebilegio e gra[cia] esta scripto, en pergamino en lengua Alemana e firmado deel d[ic]ho emperador don f[e]r[nan].dY sellado con el imperial sello deel sacro imperio E autorizado e fir­ mado deel Secretario e otros offifiales e Todo en forma como es el costumbre en Alemnya Imperio, e Reinos, e por el d[ic]ho Prebilegio consta, originalm[en].tc que esta en my poder E porque, el d[ic]ho preuilegio, original esta escripto en lengua alemana, y en esPaña e otras partes donde deel podre tener ne 5essidad, no entienden, la d[ic]ha lengua, a lo menos, en general todas personas —Demas que el d[ic]ho Prebilegio, Ori­ ginal se podria, perder, Romper, o mal tractar— A V[uestra] M [ajesta]a pido, e ssup[lico].co mande que, deel d[ic]ho original se saque E Traduzca, en lengua española, Castellana un traslado, Dos o mas. (como las aure menester) firmados, E signados deesCriuano Real en el qual o quales Treslados .Vfuestra]. M[ajesta]d. Interponga su auTtoridad e Judicial decreto, para que, donde quier que Se presentaren e fueren vistos, hagan entera fee e credditos En Juizio e duera deel [sic\ p[ar]a guarda e defensa de my Justicia la qual pido238.

Esta demanda de Altman arroja luz sobre numerosos aspectos relativos a su origen y estatus social. El relojero sería oriundo de la ciudad de Schweidnitz, por aquel entonces perteneciente al Sacro Imperio y hoy en día ubicada en la actual Polonia. Pero, sin duda, el aspecto más re­ levante de este documento es la naturaleza de la petición que Altman realiza. Tras declarar que el emperador Fernando II le habría concedido un privilegio de nobleza e hidalguía en el año 1562, la solicitud del relojero tiene como fin que dicho privilegio, cuyo original escrito sobre pergamino en alemán tiene él mismo en su poder, sea en ese momento —dieciocho años des­ pués de haberle sido concedido—traducido en lengua castellana por un escribano real de modo que quede autorizada su validez. Entre las motivaciones que alega para solicitar dicha traduc­ ción, Altman arguye en primer lugar el hecho de que en España o en otros lugares en los que pudiera necesitar dicho documento no comprenden la lengua alemana, a lo que añade que el original podría extraviarse o romperse por lo que solicita que de él se saque un traslado o los que fueren necesarios.

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Tras esta petición, se adjunta la traducción del privilegio de nobleza concedido a Altman, efectuada por Paulo Hayn de Chrenberga, secretario del rey “de los negocios de Alemania”, quien acredita bajo juramento ante notario en la misma fecha de 13 de octubre de 1588 que la traducción que le había sido encomendada fue realizada fielmente con respecto al docu­ mento original239: Nos Don femando por la gra[cia] de dios electo Emperador de Romanos [...] Manifiesto a toDos que aunque por la dignidad Imperial en que n[uest]ro señor por su diuina Vo­ luntad hos ha puesto Tanbien por nfuestjra natural Clemencia y benignidad Siempre hemos sido y somos inclinados de procurar honrra probecho y acresgentamiento y todo bien a todos los subditos nuestros y deel Sacro Imperio y de n[uest]ros Reinos y estados hereditarios Todabia n[uest]ro Animo Imperial se inclina mas A participar n[uest]ra gra[cia] y benignydad con aquellos y ensalcar su nombre y casta en mayor honrra cuyos ante Pasados y ellos uienen Deestado antiguo y honrrado y los que por sus personas han procurado biuir noble y honradamente y los que a sido leales y firmes servidores y dependientes deel Sacro Imperio y deesta njuestjra Casa de Austria y haviendo consi­ derado el honrado Tracto Valor y habilidad y nobles costumbres Virtud y entendimyento de que nos Alaban A n[uest]ro fiel y charo Martin Altman y asi mismo los fieles y leales seruigios que a f[ec]ho a el emPerador Carlos quinto nuestro muy Charo Hermano y señor de gloriosa Memoria y A Don Phelippe Su hijo Rey deespaña nuestro charo her[ma]no, y Primo y a nos tanbien y se offresge de hazer A nos y a el Sacro Imperio y a n[uest]ra Casa De Austria y puede y deue hazer —Attento A esto con deliberado animo y maduro Consejo y Sperta Sgiengia Hemos ffecjho esta. M[e]r[ce]d. A el d[ic]ho. Martin Alemán y le hemos dado Libertad y ensalgado a el [sic\ y a sus Herederos y descendientes que de el procedieren de legitimo matrimonyo [...] en el estado y grado de la nobleza [...] como los que han nasgido Nobles y Caballeros [...]240.

Evidentemente, el contenido del privilegio de nobleza concedido a Altman respondía a una serie de formulismos altamente tipificados utilizados en este tipo de mercedes. Sin embargo, hay que subrayar algunas de las cuestiones que se señalan tanto en el fragmento aquí reprodu­ cido como en el resto del documento. Por un lado, como suele ser habitual en estas concesiones,

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se alude a los servicios prestados por el artífice; en este caso, a diversos miembros de las dos ramas principales de la Casa de Austria: al propio emperador del Sacro Imperio, Fernando II; a su fallecido hermano, el emperador Carlos V y, por último, a Felipe II. Pero lo más interesante estriba en los argumentos que han motivado la concesión del privilegio de nobleza a Altman. Podría decirse que todas —o prácticamente todas—las consideraciones que se recogen en el do­ cumento forman parte del corpus de virtudes que, en la época, se asociaban a las figuras de príncipes y nobles: el valor, las nobles costumbres, la virtud o el entendimiento son algunas de las cualidades que se atribuj^en al artífice alemán. Estas virtudes no deberían sorprender si el protagonista o destinatario de la merced fuera un hidalgo o noble de nacimiento pero, al tratarse de un relojero o, dicho en otras palabras, de un artesano cuyo trabajo se basaba en el desempeño de labores mecánicas, estas atribuciones adquieren un nuevo sentido. Las únicas referencias a consideraciones en torno a Altman de las que tal vez pudiera inferirse una cierta relación con un oficio de carácter mecánico, parecen hacerlo —en caso de que, efectivamente, fuera así—de una manera completamente velada. Solo podría intuirse una alusión a un oficio artesanal cuando se mencionan las consideraciones relativas a su “habilidad”, de la que en ningún caso se espe­ cifica en qué ámbito Altman desarrollaba dicha aptitud. Algo similar ocurre al mencionar “los fieles y leales seruigios” que prestó a los monarcas austríacos, una referencia tan genérica que bien podría emplearse para aludir a los servicios y labores desempeñadas por miembros de la nobleza pertenecientes a la Casa del Rey o a sus consejos. Esta omisión o, si se prefiere, la parquedad en detalles a la hora de describir los trabajos desa­ rrollados para los distintos monarcas y la inclusión de referencias a la virtud, la nobleza y el entendimiento no parecen ser casuales. Aunque desafortunadamente desconocemos si ejerció alguna otra función durante su periodo al servicio del Sacro Imperio, las noticias expuestas hasta el momento parecen apuntar a que su oficio de relojero debió ser su principal ocupación, a través de cuyo desempeño se habría ganado el favor del emperador Fernando II y habría al­ canzado su condición de noble. No obstante, dado que durante su estancia en la corte española se documentan otro tipo de actividades como el diseño de máquinas de guerra e ingenios pi­ rotécnicos, no habría que descartar que Altman hubiera servido en trabajos de naturaleza afín al emperador Fernando II. Sea como fuere, este documento resulta de especial relevancia e in­ terés. Más aún si este se inserta y analiza comparativamente en el marco del contexto cultural

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Fig. 32. J a c o p o Ni zzol a da Tr e zz o , R e tr a to de J u a n e l o T u rr ia n o ( a n v e r ­ so) y L a F u e n te d e la s C ie n cia s ( re v e r s o ) , siglo XVI, medal l a de bronce, cm ( di áme t r o) . Madri d, Museo Naci onal del Prado ( 0 0 0 9 9 2 ) .

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de la época, en un momento en el que artífices pertenecientes a distintos ámbitos disciplinares aspiraban a alcanzar la condición de noble como recompensa a los fieles servicios prestados a un príncipe o monarca. Un caso paradigmático en este sentido es el del también relojero Juanelo Turriano. Su llegada a la corte al servicio del emperador Carlos V marcaría un cambio en su identidad profesional y social241 (fig. 32). Sin embargo, a pesar del proceso de elevación social que experimentó la figura del cremonés en la esfera de los Austrias, que pasaría por la construcción de una nueva identidad digna de pasar a la posterioridad como “nuevo Arquímedes”242, y de verse recompensado por varias mercedes del emperador, Juanelo jamás llegaría a alcanzar el privilegio de nobleza. En re­ lación con los privilegios recibidos por el cremonés, interesa referir aquí el que le concedió Car­ los V en 1552, garantizándole una pensión perpetua de cien ducados anuales. Resulta ilustrativo reproducir los términos en que se formula dicha merced para ponerlos en relación y cotejarlos con los del privilegio de nobleza concedido a Altman tan solo diez años después: Nosotros, Carlos V, por la Gracia de la Divina Merced [...] reconocemos y por el tenor de las presentes cartas, hacemos manifiesto a quienes les pueda concernir que, concer­ niendo el trabajo artístico digno de alabanzas, el cual para nosotros, para Nuestro Im­ perio y para los vasallos del mismo Imperio ha sido ejecutado por Nuestro querido Janellus Turrianis, un matemático de Cremona y, sin duda el Príncipe de los arquitectos de relojes, en construcción para Nosotros, con admirable técnica y talento, un excep­ cional reloj, y —al menos que se sepa—nunca visto en ningún otro sitio243.

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Como ha señalado C. Zanetti, a Juanelo le fue conferido un diploma imperial que, a pesar de no corresponderse a la categoría de nobleza, sí que debió proporcionarle prestigio, además de una mejor posición gracias a los cien ducados de pensión perpetua al año. Pero al comparar tanto los términos como los beneficios que alcanzaron ambos relojeros en sus respectivas mercedes, las diferencias resultan sustanciales. En lo que a los términos y valores que se tienen en consideración de cada uno de ellos, se ha comentado que en el privilegio de Altman se alude fundamentalmente a virtudes y valores inherentes a la condición de noble. No se ad­ vierte ninguna alusión explícita a su trabajo manual o mecánico. Sin embargo, en el diploma imperial de Juanelo, si bien el cremonés aparece elevado a la categoría de “Príncipe de los ar­ quitectos de relojes”, esta alusión parece responder más bien a un recurso retórico que a un ennoblecimiento de jacto. Además, en este documento, sí que aparecen referencias bien explí­ citas que aluden a una actividad manual o mecánica como “en construcción para Nosotros” o “trabajo artístico”244. Otra diferencia muy significativa entre ambas mercedes reside en la propia naturaleza de los privilegios que alcanzaban los respectivos beneficiarios a través de su concesión. Así, el fin del privilegio de Turriano no era otro que el de concederle una pensión perpetua que, aunque se trataba de una medida ciertamente excepcional, no dejaba de ser de una remuneración econó­ mica. Por el contrario, los privilegios a los que accedía Altman le proporcionaban unos bene­ ficios y un estatus social que solo podía emanar del poder del monarca y que distaban mucho de valorarse simplemente en términos económicos: el estado de nobleza que había alcanzado —y que heredarían todos sus descendientes, tanto varones como mujeres—le había igualado a aque­ llos que “fuessen nasgidos Uerdaderamente Nobles Caballeros”. Pero además, el encumbra­ miento a la nobleza le permitía mejorar y adornar sus armas, a través de un escudo heráldico cuyo diseño se describe minuciosamente en el privilegio y se les daba a Altman y a sus herederos legítimos “Ligengia y facultad que Puedan Traher las d[i]chas armas y Joya Como y en la manera que arriba esta d[ic]ho y es n[uest]ra. M[e]r[ce]d.”24;>. La licencia de uso de las armas como ele­ mento simbólico de representación de la nobleza se hacía extensible a los sellos, sepulturas fa­ miliares y en cualquier aspecto en el que, conforme a su necesidad y honra, fuese requerido “como los demas antiguos y nagidos verdaderamente Nobles”. Entre otras cuestiones, la calidad de noble era la que permitía el acceso a determinados ámbitos reservados a la más elevada es­

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fera social, por lo que en el privilegio del artífice alemán se establecía que “de aquí adelante el d[ic]ho Martin Altman y sus Herederos legítimos [...] continua y perpetuamente sean verdaderos Partigipantes de feudos Caballeros y entrar en torneos como cavalleros nobles y que por tales Sean llamados y Tenydos hauidos y que de todos y en todos cabos y en todo genero de negocios asi ecclesiasticos como seglares sean tenydos y hauidos y rrespetados nombrados asi de Palabra como por escripto. Y que puedan valerse y aprovecharse de todo genero de honrras gragias ventajas derechos y Justigia y costumbres \sic\ —en beneffigios en cabildos de yglesias mayores y offigios de alto y baxo estado [,..]”246. Puede que haya razones o argumentos de legitimación en sendos procesos de reconocimiento social que se desconozcan. Sin embargo, a la luz de los datos aportados, lo cierto es que todo parece apuntar a que, mientras Juanelo fue investido con el título de “Príncipe de los arquitectos de relojes” pero no llegaría a ser elevado a la categoría de noble, por su parte, el también relo­ jero alemán Martin Altman, del que disponemos de muchos menos datos, sí que habría visto encumbrada su posición social gracias al privilegio de nobleza concedido por el emperador Fernando II en ese mismo periodo. De este modo, tras esta petición de traducción al castellano y traslado del privilegio de Altman, fechada en 1588, la última noticia que conocemos en la que aparece referido el relojero alemán corresponde al documento con el que se abría este epígrafe: la escritura de 1591 por la que Altman vende al oficial de su taller Robert Rabiller un “Relox grande” y de las herramientas de su profesión por una suma que asciende a 115 ducados, indicando en cuanto al precio de venta que “si mas valen [...] le hago gragia [...] por el mucho Amor y Voluntad que le tengo por me auer serbido lealmente tiempo de ginco años [,..]”247. De tal afirmación parece des­ prenderse la cercanía de Altman con su oficial y permitiría situar el inicio de la relación pro­ fesional entre ambos relojeros en torno al año 1586, fecha que quizá coincidiría, a su vez, con la de la llegada de Rabiller a la corte madrileña, pues aunque las transcripciones del nombre de este artífice no son exactamente iguales en todas las referencias que a él se efectúan a lo largo de este documento, sí que puede inferirse que se trataría de un constructor de instru­ mentos extranjero, quizá de origen belga248. Se ha podido localizar otra noticia documental publicada parcialmente por J. Martí y Monsó relativa a este artífice, en la que Rabiller, el 8 de

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agosto de 1610, se obligaba a aderezar el reloj de la iglesia de Santa María de Tudela, decla­ rándose “vecino de Valladolid”249, por lo que parece que Rabiller se habría desplazado a Va­ lladolid con la corte y que, una vez que esta hubo regresado a Madrid, el relojero podría haber permanecido en la ciudad del Pisuerga. Efectivamente, Rabiller permaneció en Valladolid tras el fin de la capitalidad hasta su muerte acaecida en 1620. Así lo confirma el hecho de que, en julio de 1619, Roberto Rabiller fue el encargado de sustituir al ingeniero Gaspar Poza en el cuidado de “los ingenios del agua, encañaduras, fuentes y norias” de la ciudad vallisoletana230. Sin embargo, Rabiller desempeñó tal ocupación durante poco tiempo pues su fallecimiento tuvo lugar, como se ha anticipado, en 1620. En ese mismo año, el cargo pasaría a manos de su esposa —Susana Beujer—, quien se encargaría del mantenimiento de la infraestructura hidráulica hasta 1632, cuando fue cesada por desatender sus obligaciones. A pesar de la desidia de Beujer, ello no fue óbice para que en 1638 el hijo de esta y de Roberto Rabiller —llamado Juan Rabiller— fuera designado para encargarse del ingenio del agua de la Ribera y norias de los Alcázares, desempeñando tal cometido hasta mayo de 1652. Con todo, los datos analizados tanto sobre Altman como sobre Rabiller nos hablan, en primer lugar, de la procedencia “extranjera” o, si se prefiere, no castellana, de este tipo de artífices, para quienes la corte española constituiría, sin duda, un polo de atracción. En segundo lugar, ambos artífices presentaban sendos perfiles profesionales, cuyas ocupaciones no se limitaban únicamente a la construcción y manteni­ miento de relojes sino que, asimismo, desempeñaron labores técnicas como el diseño y/o man­ tenimiento de ingenios de distinta naturaleza. Retomando el análisis de la referida escritura de venta de Altman a Rabiller fechada en 1591, dicho documento contiene una segunda parte ya aludida: un “Inuentario de reloxes”, cuyo contenido nos permite dibujar un mapa bastante preciso de lo extendido del gusto por este tipo de instrumentos entre los personajes vinculados a la corte española, así como de la va­ riedad tipológica y refinamiento formal que estos alcanzaron. Entre los personajes que se mencionan en el documento y los instrumentos que Rabiller debía devolver a sus propieta­ rios, cabe destacar: “Primeramente un Reloxito de mesa con su despertador que es de don Juan de Borja Mayordomo de la Emperatriz”, “Mas otro Relox que muestra las horas como flaschillo de poluora es de un gentilhombre pariente de Don Luys de Toledo y deue quatro ducados de adregos”, “Mas otro Relox de Pecho que da las horas y tiene despertador es del

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E M PR E SA S

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M O RALES.

secretario de la Princesa de Ascoli”, “Mas un Relox de pesa ques algo grande es de Martin Idiaquez”, “Mas otro Relox grande con pie echo como espejo redondo con la campana grande que es del Marques de tauera [sic] deue de aderemos quarenta reales”251. En re­ lación con el propietario del primer reloj re­ cogido en la lista, es interesante notar cómo d o n ju án de Borja —por aquel entonces ma­ yordomo de la emperatriz María—habría pu­ blicado unos años antes en Praga un libro de Empresas morales (1581). En uno de los em­ blemas de este libro, don Juan de Borja es­ tablecía el símil entre el mecanismo de un reloj y el buen gobierno de la República, según el cual debía existir el concierto entre los ministros y el príncipe; unos contenidos moralizantes que, en buena medida, coinci­ dirían con los publicados por Saavedra Fajardo

Fff t

FOELIX

Fig. 33. “A S v p r e m o D i r i g a t v r ” , en J u a n de B or ja , E m p r esa s m ora les, 1581 (reed. 1680).

varias décadas después en su empresa 57 ti­ tulada “Vni Reddatur” (fig. 7)2:>2. Así, don Juan de Borja, bajo el mote “A Svpremo Dirigatvr” sitúa una pictura donde se representa un reloj de péndulo y junto a él una ventana desde donde se puede ver un gran sol sobre los que afirma lo siguiente en la declaración: “De la misma manera por muy bueno que parezca el gobierno, sino seguiere el Sol de Justicia, que es nuestro Dios [...] de ningún provecho será [„.]” 253 (fig. 33). Aunque el tipo de reloj representado en la pictura no se corresponde con las características del “reloxito de mesa con su despertador” que en 1591 estaba en el taller de Altman, el hecho de incluir una imagen de este instrumento en la propia obra que redactó d o n ju án nos habla no solo de lo extendido de estos artefactos entre los cortesanos, sino también del calado de la asociación metonímica de los relojes con determinados valores morales relativos al buen gobierno.

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Por otra parte, en cuanto a otro de los propietarios de relojes que pasaban a la custodia del oficial de Altman —“el Marques de tauera”—, puede que este personaje se corresponda con el marqués de Távara, para quien el relojero madrileño Melchor Díaz realizó una ninfa automá­ tica234, lo que constituiría un indicador de sus gustos e inclinaciones para con este tipo de ar­ tificios255. Pero además de nobles y gentilhombres, en esta relación también se cuentan algunos religiosos como el padre fray Juan Bolante, del convento de Nuestra Señora de Atocha, a quien había que devolver dos relojes; o bien un fraile del convento de la Trinidad ya fallecido, cuyo nombre no se especifica y de quien Altman tenía desde hacía años “un Relox que mostra las horas redondo como una naranja”. Pero sin duda, la descripción de uno de los relojes llama la atención: se trata de un “relox grande de música” que tenía once campanas, pertene­ ciente a Rui Gómez, hermano del duque de Pastrana. Este último dato debe ponerse en rela­ ción con las informaciones conocidas en torno a las colecciones de los duques de Pastrana y del Infantado, quienes a lo largo de los siglos XVI y XVII ejercieron un importante papel en cuanto mecenas y coleccionistas236. En este sentido, hay que destacar la figura de Juan Hurtado de Mendoza, VI duque del Infantado, quien hasta su muerte acaecida en 1624 habría conti­ nuado ampliando las colecciones iniciadas por sus predecesores. Además de reunir una im­ portante colección de pinturas, en su inventario destaca la presencia de los relojes, cuya cifra asciende a 80 piezas y algunos de los cuales estaban provistos de autómatas, como aquel “que es una madama que está tañiendo un laúd y vaila sobre una mesa”257. Pero además de relojes, el VI duque poseyó asimismo otro tipo de instrumentos como astrolabios, plomadas y apara­ tos científicos238. Pero el interés del inventario de relojes dejados por Altman a Rabiller no acaba ahí, sino que permite introducir varias cuestiones anticipadas con anterioridad. Así, además de los asientos referidos previamente, dos de las entradas del inventario aparecen completamente tachadas, lo que quizá pueda interpretarse como que dichos relojes ya habrían sido restituidos a sus pro­ pietarios259. Lo que nos interesa destacar es una parte de las informaciones contenidas en las mismas: “Mas otro Relox que da las horas de pecho que tiene la campana quebrada es de Ni­ colás ferero caxero de Juan Bat. Riccio ginoues” y “otro Reloxito chiquito es del hyjo del Prencipe de Salerno fue dado para adregar y es como de aquellas tres que a lo menos en mi casa \sic\ por esto doy yo otro ouado mejor que Aquel”. El común denominador de las informacio­

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nes relativas a ambos relojes es que fueron entregados a Altman para ser reparados, pues el primero de ellos presentaba la campana quebrada y el segundo, fue “dado para adregar”. De ahí que, además de dedicarse a la construcción de instrumentos, entre las labores que desem­ peñaban estos artífices cobrarán especial relevancia el mantenimiento y aderezo periódico al que debían someterse sus mecanismos para asegurar su correcto funcionamiento y medida del tiempo e, incluso, del espacio. Por esta razón, la cámara del rey contaba con uno o varios relo­ jeros para servirle en estas cuestiones en sus distintas casas. En la documentación relativa a la contaduría real, se encuentran pagos que atestiguan la im­ portancia de este tipo de labores desempeñadas por estos artífices. Así, en 1608 se pagó a un relojero llamado Alonso García 330 reales por “vn aderego que hico en el Relox del d[ic]ho alcagar”. Unos años más tarde, en 1620, se registra un pago de naturaleza similar al por aquel entonces relojero del rey, del que sí se especifican con mayor detalle los trabajos que hubo de realizar: a Jacome de Uiana Relojero de Su mag[esta]d V[e]z[in].° desta d[ic]ha villa treZientos y ginquenta y quatro Reales que balen x ii U xxx vi m[a]r[auedi]s que los huuo de hauer los duZientos R[eale]s dellos por dos agujas de aZero de 3 quartas de largo redondas y quadradas Con dos palettas p[ar]a Andar en la Rueda de Santa Catalina del Relox de la cassa R[ea]' del pardo a ginco R[eale]s cada una = doce R[eale]s por una manija que hizo p[ar]a leuant[a]r las querdas del d[ic]ho Relox y m[edi]a Docena de Chauetas para ferallas = Diez reales por unas harpilleras para limpiar el d[ic]ho Relox y Vna Cuerda de Uiguela que Se llama bordon p[ar]a Colgar las aguxas del d[ic]ho Relox limpiarle y ponerle bien y los Ciento y treinta y dos R[eale]s26(l.

Por un lado, esta noticia ilustra con bastante detalle las herramientas e instrumentos de los que se servían estos artífices y el tipo de labores efectuadas. Por otro lado, el relojero al que se efectúa el pago — Jácome de Diana—sería un descendiente del mismo Juanelo Turriano que tal vez podría identificarse con el bisnieto del cremonés, a quien, desde 1594, se le habría otorgado el cargo de administrador de los relojes de su antepasado. Dado que el pago se encuentra en una “Datta” correspondiente al año 1620, resulta difícil determinar si el Jácome de Diana que

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se menciona en este documento, es el mismo que en 1606 estuvo preso en la cárcel de la villa acusado de robar el manuscrito elaborado por Juanelo que se utilizaba para regular los relojes, pues habrían transcurrido unos 14 años entre ambos hechos; si bien, tras este suceso, la familia Diana no abandonó el servicio real261. Pero no solo la persona del rey y sus palacios contarían con un relojero a su servicio. Se ha abierto este capítulo con el relato de Nerón que ilustraba cómo los gustos de los príncipes eran adoptados por sus cortesanos de un modo especular. En la España de comienzos del Seiscien­ tos, si hubo un personaje que transformó su imagen para asemejarla a la del mismo rey, este fue el duque de Lerma262. Un elocuente ejemplo de las intenciones políticas de Lerma de emu­ lación y asimilación a la figura del monarca queda patente en los retratos que de ambos perso­ najes realizó el pintor Juan Pantoja de la Cruz. Aunque salvando todas las distancias, tal vez pueda interpretarse en esa misma dirección el hecho documentado de que el duque de Lerma contara con un relojero para su servicio personal y que su “tienda” se hubiera acomodado en el mismo Alcázar de Madrid. Este dato se desprende de una libranza de pago efectuada en 1620 a Juan Pedraza y Antón Merlo, a razón de las quinientas y cincuenta “texas que dieron para texar de nuevo la buarda de la tienda donde se acomodo el reloxero del duque de Lerma questaba en el alcagar desta d[ic]ha Uilla [,..]”263. A tenor de esta noticia, todo parece apuntar a que el hecho de contar con un relojero dedicado a su servicio, implicaría que, como se ha ex­ puesto, uno de sus principales cometidos habría de ser el concertar y aderezar los relojes del valido y, por ende, daría a entender que Lerma tuvo que poseer tales instrumentos. La figura del duque de Lerma como gran mecenas de las artes y, en particular, de la pintura, fue ya ma­ nifiesta y reconocida por algunos de sus ilustres coetáneos. No en vano, al final de sus días, el que fuera valido de Felipe III llegó a atesorar una vasta colección pictórica que solo era com­ parable a la de los monarcas de la época264. Sin embargo, en relación con sus posibles gustos hacia estos instrumentos de identifica, en la historiografía histórico-artística apenas existen re­ ferencias a esta cuestión. A pesar de este silencio, algunas noticias parecen apuntar en esa di­ rección y, además de contar con el servicio de un relojero personal cuyo nombre se desconoce, el duque de Lerma reuniría entre sus bienes algunos de estos instrumentos. En la correspon­ dencia diplomática entre Madrid y la corte medicea aparecen algunas referencias a la cuestión. Tras la caída en desgracia de Lerma, el 20 de noviembre de 1619 el embajador toscano en Ma­

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drid, Giuliano de’ Medici di Castellina, informaba a Florencia de que el secretario Giulio Inghirami había ido a ver la almoneda de bienes del duque de Lerma con el fin de elaborar un listado “delle cose piu notabili, che sará alligata con i prezzi che domandano, de quali doveranno scemare molto, perché non sono cose che trovino molti compratori [,..]”26:>. En esa misma fecha se redactó un memorial de los suntuosos objetos de plata que se iban a vender, indicando en el mismo que: “Fra 15 giorni metteranno fuori un’altra Almoneda tutta di scrittoi, oriuoli [orolog¡\ e mille curiositá”266. Por lo tanto, a la luz de esta información, parece claro que el duque de Lerma habría reunido entre sus bienes una gran cantidad de “curiosidades” e instrumentos tales como relojes. Además de la correspondencia diplomática, otra clase de documentos revelan algunos encargos de Lerma de este tipo de instrumentos. Así lo atestigua una carta de pago otorgada en Madrid el 10 de febrero de 1617, en la que el tesorero del duque —Fernando de Segura y Puebla—pagaba al relojero de cámara de Felipe III, Antonio Matheo, 200 ducados “que su excelencia por li­ branza firmada de su mano fecha a 17 de diciembre del año pasado de 1616 le mando pagar por valor de un relox de música que le compro su excelencia [„.]”267. En ese mismo mes de fe­ brero de 1617 se registra una nueva carta de pago relacionada con el mismo instrumento: se trata de un pago a otro relojero, vecino de Madrid, llamado Juan León, que en esos momentos estaría encargándose del aderezo en el reloj grande de música cuyo destino se especifica que habría de ser la torre de la iglesia mayor de Lerma268, una villa en la que el duque desarrollaría uno de los proyectos arquitectónicos más importantes de la época269. Con toda probabilidad, los embajadores y agentes del granduca di Toscana residentes en la corte española tuvieron algún indicio de esta inclinación de Lerma durante el periodo en el que Sandoval ejerció mayor influencia en la corte, puesto que encontramos también alguna referencia a este tipo de instrumentos integrados en un suntuoso regalo dirigido al valido. En una misiva fechada a 31 de julio de 1603, Ferdinando I de’ Medici detalla minuciosamente a Cosimo Concini, su embajador en Madrid, el procedimiento a seguir en la entrega de presentes que se en­ viaban desde Florencia. Entre los obsequios, se incluía una cajita con cuatro Evangelistas y un crucifijo de metal dorado diseñados por Giambologna para la condesa de Lemos y “una carrozza con sette cavalli armellini pardati, coperta di fuori di vacchetta et dentro guarnita tutta

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di velluto verde assai vaga, come vedrete, et dentro [sic\ nel cielo é un horiolo \orologió\ et in corpo un fornimento d’argento per un servitio in campagna con coperti et altri similli arnesi [,..]”27() para don Francisco de Sandoval. La descripción de la carroza, con sus caballos y todos sus aderezos y servicios de plata, da cuenta de lo suntuoso de este presente, que se veía com­ pletado por la presencia de un reloj, “qualche altra curiositá” y varios arcabuces271. Asimismo, vuelve a quedar patente la versatilidad de estos instrumentos, que eran presentados integrán­ dose en otros suntuosos objetos, como una carroza en este caso, o en piezas de mobiliario como sofisticados escritorios. En este sentido, aunque se ha referido con anterioridad a algunos complejos escritorios que habrían llegado a la corte española desde finales del siglo XVI y los primeros años del siglo XVII, que hacían las veces de receptáculos de instrumentos, parece que el gusto por este tipo de objetos continuaría vigente algunas décadas después, al menos en el caso de algunos nobles como el marqués de Falces que aquí se va a documentar. Así, el 3 de junio de 1621, don Diego de Croy y Peralta, marqués de Falces y capitán de los archeros, guarda del cuerpo de Su Ma­ jestad272, otorgaba un poder en causa propia a Julio César Scazuola, alemán, para que en su nombre cobrase de la Real Hacienda “ginquenta y seis mili quinientos y quarenta y ocho reales que balen Un quento nouegientas y Ueynte y dos mili seisgientos y treynta y dos m(a]r[avedi]s en El balor de dos escriptorios de Ebano negro Y plata El vno de botica Y ambos con las pie­ zas y en la manera siguiente que todo Ello y lo demas de la d[ic]ha suma es como se sigue. Aquí la memoria”273. Como se especifica en dicho poder, unos folios más adelante se inserta una “Memoria de todo q[ue] ay en el escritorio de Botica dentro de los cajones y a fuera dellos [...] y otro escritorio = y Cosas cjue regiue El s[eño]r Marques de falzes”274. La enumeración y descripción de las partes y piezas que componen el primer escritorio “de botica” realizado en ébano negro “con todas sus molduras sin que falte ninguna cossa y sin quebradura alguna” ofrece todo lujo de detalles relativos a sus características, al tiempo que pone de manifiesto lo suntuoso de la pieza en cues­ tión. Además, en la “Memoria” se efectúa una pormenorizada relación de los objetos que con­ tenía el escritorio. En los primeros cajones, se guardaban numerosos utensilios relacionados con la farmacopea: frasquitos de vidrio, “vn pesso para la botica Con diez y nueue pesos y El

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peso es de bronge dorado con sus cordones de seda”, una caja de plata para contener ungüentos dividida a su vez en seis compartimentos, etc. En el cuarto cajón, se asentaron gran cantidad de útiles relacionados con la escritura (tinteros, plumas, herramientas para abrir, doblar y sellar cartas, etc.)2'3, algunos objetos cuyas características y propiedades parecen dotarles de un cierto componente alquímico, asociados a procedimientos metalúrgicos como es el caso de “vna pie­ dra de tocar oro, Y plata ” 276 y varios instrumentos de medición: dos compases de características diferentes, dos relojes —uno de sol y otro de arena, con su caja de marfil—y, en estrecha relación con la medición del tiempo, se incluye “vn camito de plata” destinado a contener un calendario en su interior. Los objetos que se hallaban en el interior del sexto y séptimo cajón del escritorio parecen guardar cierta relación con los instrumentos referidos, aunque la descripción que de ellos se efectúa resulta somera. Así, en el sexto cajón situado en el lado izquierdo, había ocho cuadernillos de papel dorado, una regla y “un juego de damas y tablas” y el séptimo cajón de ese mismo lado contenía “vn relox quadrado Con despertador y horas = [jvV] con quatro bidrios de Cristal a los lados y todo El d[ic]ho relox sano y q[ue] anda muy bien”, junto con una cam­ panilla de bronce y dos libros: uno de memorias con su puntero de plata y manillas y otro del oficio de Nuestra Señora con sus manillas asimismo de plata del que se declara su condición de “muy bueno”277. A la riqueza tipológica y funcional de los objetos referidos hasta el momento contenidos en el interior de algunos de los cajones del escritorio de botica, habría que añadir la presencia de un último y destacado instrumento que coronaba la pieza de mobiliario. Se trataba de un precioso reloj “de muestra” con cajones secretos situado en medio del escritorio y cuya hechura de plata y ébano era idéntica a la que presentaban el resto de partes del mueble, de modo que el instru­ mento quedaba estética y formalmente integrado en el conjunto278. Las características formales y los objetos de este escritorio de botica que habría de ser entre­ gado al marqués de Falces en 1621 parecen perpetuar en cierto modo una tendencia y un gusto por este tipo de piezas de mobiliario que habría tenido su punto álgido durante el rei­ nado de Felipe II y que, en este caso, en una fecha a caballo entre los reinados de Felipe III y Felipe IV, irían evolucionando hacia unas formas más opulentas y con una finalidad de os­ tentación mayor279. Por otra parte, esta descripción permite constatar la pervivencia de una

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interesante mezcla sacra prophanis en la que los instrumentos quirúrgicos y de medición con­ vivían con libros piadosos, siendo el receptáculo que albergaba todos estos objetos un lujoso escritorio280. Pero además de los dos suntuosos escritorios, la memoria de los bienes que se habían de en­ tregar al marqués de Falces, contenía otros objetos e instrumentos. Así, junto con ocho figuras de latón doradas que representaban las virtudes, veintidós imágenes de chapa de plata de la Pasión y un calvario de plata grande, se asentaron varios relojes: “dos reloxes Grandes de pessas Con horas y despertador en mili ducientos reales”, “dos torrecillas de Campana y despertador que señalan los quartos en mili y quinientos RJeale]5”, “tres relojes sobre pie de Campana en nouegientos reales” y un “relox quadrado que da las horas Con su caja de Cuero en trecientos y treynta R[eal]cs”. Por lo tanto, además de los relojes e instrumentos matemáticos contenidos en el escritorio de botica, encontramos en esta relación otra interesante serie de instrumentos de los que se especifica el mecanismo automático que los regía y su respectiva función. La interpretación de los objetos contenidos en esta “memoria” debe plantearse con cierta cau­ tela pues para obtener una lectura más ajustada de los gustos del marqués de Falces para con este tipo de instrumentos sería necesario poner en relación estos “ítems” con el conjunto de los bienes que debió acumular en su casa de la calle de Alcalá, frente al convento de los Car­ melitas Descalzos, para poder determinar si hubo una ordenación orgánica de los mismos en cuanto que colección; aunque lo cierto es que el documento referido podría ser considerado como un primer indicador hacia esas preferencias. Tal vez pueda establecerse alguna relación entre este tipo de objetos y el contacto documentado del marqués de Falces con un ilustre vi­ sitante extranjero a la corte española en fechas muy cercanas y cuyos intereses científicos sí que han sido ampliamente documentados y estudiados. En una carta enviada desde Madrid a Florencia en noviembre de 1618, el secretario del granduca di Toscana informaba a su señor sobre los últimos acontecimientos acaecidos en la corte española, entre los que menciona la llegada de un relevante personaje en los siguientes términos: II Langrauio d’Hassia fu alloggiato e spesato á nome del Re in casa del Márchese di falzes, et per suo amore in Palazzo le Dame si uestirono di gala, e ui furono fatti festini e

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Fig. 34. Gaspar von Bor cht (?), Ret r a to d e l L a n d g r a v e W ilh e lm I V de H e s s e - K a s s e l con i n s t r u m e n t o s a s t r o ­ n óm icos f r e n t e a su o b serva torio, 1577, ól eo sobr e lienzo. M us e u ms l an ds c h af t H e s s e n - Ka s s e ! ( As t r o no m i c al -P hy si ca l Cabi net ).

W il h e l m v o n o o t s g n a d p .n , L andoraf z v H essen. G kaf z v C atzenelnbogen , D i e t z . Z ic e n h a in . V N I) 'N lD D A .jyj /f.T A T IS SVÁ X X X X V . ,

A n n o . m .d

IX XVII,

comedie hora si é partito per uedere l’escuriale, di quiui passare á toledo, e di la á Lisbona, Siuiglia, Cordoua, Granata, e costeggiando la Riviera del Mediterráneo passare Valenza e Barzelona, donde per francia fá pensiero tornare á sua Casa281.

De este modo, parece que el personaje que se habría alojado en casa del marqués de Falces du­ rante su estancia en Madrid fue el Landgrave alemán, por aquellas fechas Mauricio de HesseKassel (1592-1632), más conocido como Mauricio “El Sabio”. Su padre, el Landgrave Wilhelm IV de Hesse-Kassel (fig. 34), fundó uno de los primeros observatorios astronómicos de la Edad Moderna en su palacio de Kassel en 1560, donde desarrolló un programa de investigación as­ tronómica destinado a catalogar las estrellas, detectando los errores existentes en el tradicional sistema ptolemaico sobre esta cuestión con la ayuda de instrumentos de precisión y esta­ bleciendo contactos con astrónomos tan importantes como Tycho Brahe282. De este modo,

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Wilhelm IV adquirió gran reputación por sus conocimientos astronómicos y su observatorio de Kassel se convirtió en un ejemplo paradigmático de la investigación científica promovida por el mecenazgo de un príncipe que daría lugar a avances en el campo de las observaciones astronómicas y de la instrumentación. Fue allí donde por primera vez las longitudes y distancias de las estrellas se midieron con la ayuda de un reloj inventado por J. Bürgi, en lugar de hacerlo a través de la medición de ángulos283. En este ambiente cortesano crecería su sucesor Mauricio que, a tenor de esta misiva, a finales de 1618 visitaría la corte española, alojándose en casa del marqués de Falces. Su visita no pasó inadvertida al embajador florentino pues el Landgrave fue agasajado con festines y comedias en su honor y, tras su paso por la corte, continuaría su viaje deteniéndose en El Escorial y visitando las principales ciudades españolas de la época. El propio Mauricio ha sido calificado por Bruce T. Moran como el prototipo de “prince-practitioner ” 284 por lo que, aunque con los datos disponibles resulta difícil formular conjeturas sobre la repercusión que tuvo la visita de este personaje, lo cierto es que este dato atestigua los con­ tactos que existieron entre eruditos príncipes extranjeros y nobles españoles como don Diego de Croy y Peralta. Con todo, la memoria de los escritorios del marqués de Falces constituye un documento inte­ resante puesto que pone de manifiesto nuevamente y, en una fecha más avanzada como es la de 1621, la vigencia de un gusto por este tipo de mobiliario en el que tenían cabida los instru­ mentos de medición, con una tendencia hacia la ostentación que se veía reflejada en la riqueza de sus materiales y, en consecuencia, en la elevada tasación que de ellos se hacía. En este sentido, es significativo notar cómo el tipo de objetos que suscitan la atención de Gil González Dávila en la descripción que realiza del Alcázar contenida en su Teatro de las Grandevas de la Villa de M adrid (1623) parece situarse en la misma órbita de intereses. Mientras que el cronista pasa de puntillas por la decoración pictórica de los distintos espacios palaciegos, por el contrario, se detiene y se esmera en describir “lo raro de la naturaleza del Orbe”285. Así, en los mismos años en los que el marqués de Falces debía recibir los mencionados escritorios y otras curiosidades, González Dávila deja patente su interés por ese mismo tipo de objetos: mesas taraceadas de piedras extraordinarias como la que presentó a Felipe II el cardenal Miguel Bonelo Alexandrino, reliquias, piedras preciosas, vasos de plata labrada “de maravillosa hechura” y “la riqueza de escriptorios”, constituyen los objetos que, en mayor medida, maravillaron al cronista286.

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Pero además, el documento relativo a la entrega de escritorios y relojes al marqués de Falces pone de manifiesto una de las dificultades a la hora de afrontar el estudio e interpretación de la presencia de instrumentos científicos y de medición en el entorno cortesano, que podría resumirse, en términos generales, en lo fragmentario de las noticias conservadas al respecto. Y es que, como sucede en el caso de la memoria de bienes para don Diego de Croy y Peralta, a pesar de que la noticia documental ofrece una descripción bastante detallada de los objetos, en el estado actual de los conocimientos, resulta difícil situarlos en el contexto más amplio de una posible colección que hubiera podido reunir este noble. En otras ocasiones, las des­ cripciones contenidas en la documentación de la época relativas a estos instrumentos son ex­ tremadamente exiguas, lo que dificulta establecer un análisis en torno a las mismas. Y, en el peor de los casos, en los inventarios o documentos de naturaleza análoga, se asientan nume­ rosos estuches, escritorios o cajas —todos ellos susceptibles de contener este tipo de instru­ mentos—, pero cuya lacónica descripción impide conocer si llegaron a ser receptáculos de los mismos o no. Un caso en el que concurren algunas de estas circunstancias, es el de los bienes —entre los que se incluyen instrumentos matemáticos—de don Antonio Fernández de Córdoba, V duque de Sessa, quien habría ocupado el cargo de embajador del Rey Católico ante la Santa Sede entre 1590 y 160328'. Tras su regreso de Roma, los últimos años de su vida transcurrieron en la corte española hasta su fallecimiento en Valladolid el 6 de enero de 1606. Pocos meses después de su muerte, a fecha de 30 de julio de ese mismo año, se concedió a sus testamentarios cédula de paso para que los bienes que el duque trajo consigo tras su embajada en Roma, pudieran entrar en los reinos de Castilla. El sumario de la relación de bienes da cuenta del valor e importancia de los objetos que reunió: ornamentos de capilla, joyas y cosas de oro, colgaduras de oro y seda, tapicerías, pinturas y cosas de devoción, armas, esclavos, vestidos o “cosas diversas”. Desafortunamente, este memorial no se conserva en su integridad288. Sin embargo, a pesar de lo fragmentario del documento, bajo la categoría de “Cosas Diuersas” se asientan un buen nú­ mero de escritorios, escribanías y bufetes, instrumentos y libros. Entre los instrumentos hay que destacar: “quatro cajuelas con ynstrumentos de yerro matemáticos diez Ducados”, “doze yerros de arquitectura seis dus°”, “dos estuches de Ueru° con su herram[ien]ta Seis ds°”, “Unos estuches de Uarz[elo]na a seis R[eal]es”, “Un Relox de Campanilla Cient Rfealjes” o “Una caja

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Fig 35. A n ó ni m o , D am a ta ñ e n d o u n la ú d (a u tó m a ta ) , s e gu n da mi tad del siglo XVI, hi er r o, m a ­ de ra , l in o y b r o c a d o de seda. Kunsthist or i sches Museum Wi en ( Ku ns t k amme r, Inv. N° 10000).

con una muñeca q[ue] baila gien r[eal]es”289. Si bien la descripción es escueta, esta no deja de ser ilustrativa. El V duque de Sessa, por tanto, trajo desde Roma a España una serie de cajas con instrumentos matemáticos: la tasación de la primera alcanza la nada desdeñable cantidad de diez ducados; junto con doce “yerros de arquitectura” valorados en seis ducados cuya fina­ lidad sería seguramente la de trazar y tirar líneas. A continuación, se recogen dos estuches de los que se especifica que su contenido son, asimismo, herramientas y “unos estuches de Uarcelona”, de los que no se indica el contenido. Además de estos instrumentos, se asientan dos artilugios mecánicos: un reloj de campanilla y un autómata en forma de muñeca cjue baila. La presencia de este autómata debe ser leída en el contexto de la recuperación de escritos cientí­ ficos de la antigüedad clásica sobre mecánica que estaban siendo objeto de renovado interés a lo largo de los siglos XVI y XVII290. Un proceso en el que Italia, precisamente, jugaría un papel muy destacado. En el ámbito de la corte española, se ha hecho ya alusión a la labor pionera desempañada por Juanelo Turriano en la construcción de este tipo de autómatas para entretener

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al emperador Carlos V durante su retiro en Yuste. Unos autómatas a los que S. Bedini encuadra más específicamente en la categoría de “androides”, entendidos como figuras mecánicas que simulaban el movimiento de seres vivos como humanos o animales, operando aparentemente por medio de un sistema de respuesta291. En este sentido, puede que la “muñeca que baila” que perteneció al V duque de Sessa presentara un aspecto similar al de los autómatas conservados en el Kunsthistorisches Museum de Viena y que representan a una mujer tocando un laúd (fig. 35). Pero en cualquier caso, la presencia de esta figura mecánica entre sus bienes daría cuenta de la difusión e interés que estos objetos irían alcanzando entre los cortesanos españoles —aspecto poco estudiado por la historiografía—y que no será el único ejemplo documentado a lo largo de este trabajo. La relación de “Cosas Diuersas” se cierra con el siguiente asiento: “Diuersos cuerpos de libro q[ue] Passan de Mili Y Dogientos Poco mas o menos quinientos dellos chicos sin enquadernar a Real y por los demas se Ponen sesenta Mili Marauedis. No se pone nada Porq[ue] Los Libros no Pagan Derechos”292. Esta referencia, a pesar de ser escueta, pone de manifiesto el hecho de que el V duque de Sessa poseyó una vasta biblioteca, teniendo en cuenta que la media o bi­ blioteca tipo de la nobleza en el Madrid de los siglos XVI y XVII se situaba en torno a los 130 títulos293. A pesar de desconocer los títulos de los libros que regresaron a España, esta cuestión permite retomar una idea que se encontrará en la base de las colecciones de carácter científico: la estrecha relación que existía entre las reuniones de instrumentos y la presencia de una bi­ blioteca. Así, la reunión de instrumentos científicos y de medición (no solo relojes, sino también astrolabios, compases, estuches con “yerros de mathematica”, etc.) por parte de miembros des­ tacados de la nobleza estaría íntimamente ligada a la presencia de libros o de una biblioteca, lo que generalmente dotaría de un carácter orgánico a estas reuniones de objetos que permitiría calificarlas como colecciones. Los instrumentos científicos y de medición y los libros de disciplinas afines reunidos por don Bernardino de Cárdenas, III duque de Maqueda (Torrijos, 1553 - Palermo, 1601), en el ocaso de sus días permiten ilustrar la estrecha imbricación existente entre la teoría y la práctica cien­ tífica en el ámbito cortesano a caballo entre los siglos XVI y XVII294. Al mismo tiempo estos objetos deben ser leídos en relación con los cargos de gobierno político y militar que desem­

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peñó el duque a lo largo de su vida, entre los que destacan los de virrey de Cataluña (15921596) y virrey de Sicilia (1596-1601). En este sentido, como apuntaba don Bernardino de Men­ doza en la dedicatoria dirigida al príncipe Felipe III de su obra Teórica j práctica del arte de la guerra (1596) y quedaba patente en el propio título del libro, resultaba fundamental para los príncipes y nobles el conocimiento de ambas dimensiones —teórica y práctica—del arte militar. No en vano, la motivación que había impulsado a don Bernardino a componer su obra estribaba en poner por escrito lo que había leído y experimentado durante 32 años al servicio de Felipe II puesto que su temprana ceguera le impedía continuar desempeñando dichos servicios a la co­ rona. Así, su libro, como si de un “consejero mudo” se tratase, permitiría al príncipe conocer muchas verdades y “abrirse los ojos para ordenar las cosas presentes con el exemplo y escar­ miento de las passadas, que haze anteuer las futuras” por medio de la “theorica de sciencia, que consiste enteramente en la pratica, como el exercicio de la guerra, siendo la experiencia el principal fundamento della”293. Por lo tanto, estos postulados reflejan claramente la importancia concedida al conocimiento del arte militar y de la guerra como ciencia práctica basada en la experiencia, de la que resultaba fundamental recoger y reducir sus principios teóricos en forma de libros que habrían de ilustrar a los príncipes en el gobierno político y militar. Don Bernardino de Cárdenas, sin duda, debió de conocer y aplicar estos presupuestos teóricos referidos en la obra de Mendoza pues, no en vano, la Theorica y practica de gverra figuraba entre los libros que reunió296. Así, en las líneas que siguen, por un lado se analizarán los numerosos instrumentos de medición que se asientan en su inventario y que permiten acercarnos al cono­ cimiento práctico de la ciencia de la guerra que el duque poseyó. Por otro lado, la dimensión teórica estaría representada por los libros relacionados con las disciplinas a las que estos ins­ trumentos servían: geometría, arquitectura, arte militar o fortificación297. La tenencia de tales objetos constituiría la externalización de los intereses de don Bernardino de Cárdenas hacia tales saberes, al tiempo que sería el germen que daría lugar a otras prácticas, como la promoción de algunas importantes obras arquitectónicas a lo largo de su vida298. Entre los instrumentos científicos y de medición que reunió don Bernardino de Cárdenas se encontraban aparatos de distinta naturaleza que servían para medir y representar el mundo. En primer lugar, hay que destacar la presencia de los relojes mecánicos entre los que se conta­

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ban: un reloj “de torrecilla” de bronce dorado con peana de ébano, que daba los cuartos y las horas tasado en mil reales; otro reloj “de torrecilla” asimismo de bronce dorado y seisavado con unas pirámides que lo remataban y que servía igualmente para dar los cuartos y horas va­ lorado en cuarenta ducados; un tercer reloj de bronce dorado “de hechura de Jarra E por rremate una flor berde Y unos christales pintado a modo desmalte que tiene oras E despertador que parege estar tasado en quatro cientos reales” y un cuarto reloj asimismo a modo de jarra con un ramillete encima “y rrelox de sol con dos mostradores con su caxa que parece estar ta­ sado En quarenta ducados”. El último de los relojes mecánicos era igualmente de bronce do­ rado y “de hechura de toro con una dama Encima El pie de heuano que anda sobre la mesa con caxa parege estar tasado En trecientos Y treinta rreales [.,.]”299. Por lo tanto, todos los re­ lojes mecánicos estaban realizados en bronce dorado, correspondiendo dos de ellos a la tipo­ logía “de torrecilla”, otros dos tendrían forma de jarra y el último presentaría forma de toro con una dama encima, figuración que tal vez podría identificarse con el tema mitológico del rapto de Europa. De este último reloj se especifica que la cabeza de la dama y los cuernos del toro se habrían desprendido de la estructura, lo que indicaría que estaba roto en el momento de su entrega al depositario general de estos bienes del duque alrededor del año 1616300. Pero sin duda, el aspecto más interesante de este último instrumento estriba en el hecho de “que anda sobre la mesa”, lo que con toda probabilidad se trate de una alusión a que, además de los mecanismos que harían girar las ruedas del reloj, dichos giros propiciarían el movimiento de las figuras del toro y de la dama, lo que permitiría hablar de un reloj con autómatas301. Además de estos relojes y automatismos, el 17 de junio de 1616, en las casas del notario Fran­ cisco Testa, se procedió a asentar otra importante partida de instrumentos que debían ser en­ tregados al depositario general de los bienes de don Bernardino de Cárdenas302. Entre ellos había otro reloj: “Un relox general de sol de bronge dorado con su caxa negra que parege estar tasado en seis ducjadjos”. Junto a este reloj se registró un lote de instrumentos científicos y de medición que, dado el interés y detalle de su descripción, se transcriben a continuación y res­ pondían a las siguientes características: [núm.] 546. Un astrolauio Pequeño con qnco laminas todo ello de metal con su caxa negra pare 9e estar tasado En dos£Íentos rreales. + Un anillo de metal a modo de esfera

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con sus miras de metal parece estar tasado en ocho ducados. + Un astrolauio grande con nueue laminas Entero con su caja negra que parece estar tasado en nuebe Ducados. + Un conpas de yerro con su tornillo y dos puntas [sic] que parece estar tasado en quatro ducados. + Un astrolauio pequeño de bronce con su caxa negra para sauer de noche la ora que hes que parece es tasado en quatro ducados. + Un estuche con tres conpases y una rregla y una pluma para tirar linias y un pun$on que parece estar tasado en 5Íent re­ ales. + Un declinatorio de metal con su aguxa en medio con sus miras que parece estar tasado en quatro ducados. + Una rregla de dos medias de metal que parece estar tasado En diez y seis rreales.+ otra rregla con su medio £Írculo y su niuel con su [sic] de metal que pareze estar tasada en $;ient reales303.

Por un lado, la tenencia de tales instrumentos denotaría el interés por parte de su poseedor hacia los saberes científicos. Además, a tenor de otros datos disponibles sobre el cursus honorum de don Bernardino de Cárdenas, todo apuntaría a que la función de estos instrumentos iría más allá de un mero “gusto” por este tipo de “curiosidades” y que se trataría de instrumentos que denotarían una práctica y experiencia científica de Jacto por parte de su poseedor. Una praxis científico-técnica que se vería constatada cuando, al escrutar y analizar los volúmenes de su bi­ blioteca, encontramos entradas como “un libro de mano del Duque hecho de arquitecturas”304, lo cual vendría a ratificar que los compases, reglas y plumas “para tirar linias” anteriormente mencionados responderían a una función práctica. Pero además, la presencia de estos instru­ mentos entre los bienes de don Bernardino debe ser leída en estrecha relación con los títulos de los volúmenes relativos a la geometría y sus disciplinas afines que formaban parte de su bi­ blioteca, respondiendo a esa función exegética que resultaba fundamental para comprender el funcionamiento de dichos artefactos. Como exponía el cosmógrafo Rodrigo Zamorano, el conocimiento teórico de la geometría constituía el fundamento en el que se basada la práctica de todas aquellas disciplinas vinculadas a las “scientias mathematicas” y, a su vez, resultaba fundamental para poder comprender el funcionamiento de los instrumentos de las que estas se servían. De ahí que, entre los volúmenes del duque de Maqueda, aparezcan recogidos tanto autores clásicos como modernos en estas disciplinas. En concreto, don Bernardino poseía la edición de Los quince libros de los Elementos de

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Euclides realizada por el jesuíta, matemático y astrónomo alemán Cristoforo Clavio publicada en 1582305, un libro “De geometría” de Alberto Durero en dos cuerpos, una “Geometría” y “Una arismetica” grande, ambas de Juan Pérez de Moya. La escueta descripción de estos últi­ mos tratados del bachiller jienense impide formular una identificación de las ediciones con­ cretas que el duque de Maqueda poseyó. Sin embargo, lo interesante en este sentido es que, en términos generales, la historiografía coincide en señalar que las obras de Pérez de Moya tuvie­ ron un marcado carácter divulgativo y, en ellas, se puso especial atención a la enseñanza del manejo práctico de los instrumentos científicos306. Otras obras sobre geometría y matemáticas cuyos autores resultan difíciles de dilucidar aparecen recogidas como una “Arismetica de gaspar catalán Escripto de mano en Ytaliano En dos reales” o un libro que podría considerarse de “matemáticas aplicadas” al calor de la descripción que de él se proporciona: “Libro de matematicas de marear en flamenco En seis rreales”307. Sobre esta base matemática habría que situar la interpretación de los instrumentos y libros vinculados a esta materia, pues para comprender el funcionamiento de los primeros resultaba indispensable tener un conocimiento de las proposiciones euclidianas así como de los funda­ mentos de la trigonometría. En relación con los relojes, se asientan “Dos libros de rreloxes de Pedro Ruiz a dos rreales cada uno ” 308 que es posible identificar con sendos ejemplares del Libro de Reloges Solares compvesto p o r Pedro Ro/\ Clérigo Valenciano309 (1575). En este tratado, en la epístola del autor dedicada al marqués de Navarrés, Roiz subraya la importancia de las ma­ temáticas, las cuales, entre todas las “sciencias humanas”, eran las que más ennoblecían e ilus­ traban a los hombres, entre los que destacaba a los príncipes y personas eminentes, “las quales [las matemáticas] con su variedad, no solamente deleytan el entendimiento, pero aun entretienen los sentidos”310. No debe parecer extraña esta consideración de las matemáticas en un tratado sobre este asunto pues, como se viene haciendo referencia y recalca el propio autor, para en­ tender “de rayz” el Libro de los Reloges Solares era menester el conocimiento de la aritmética, la geometría, cognición de la esfera y de otras cosas. Por otra parte, la tenencia de este volumen es interesante debido a la procedencia de su autor y al lugar de publicación del tratado: Va­ lencia, un reino en el que el duque de Maqueda tenía intereses jurisdiccionales y territoriales. Pero además, dada la procedencia de Pedro Roiz y la propia idiosincrasia del tema —esto es, los relojes solares en cuya construcción resultaba fundamental el conocimiento de las coor-

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L l $ \ 0 VE hecho nos fírua por patron)y echada vna raya Iarga,cerca del vn cabo dcl!a,cor tarlahemos a efquadra,o a ángulos reatos,có otra raya,por la propoíicion q ü^ ta>y quedara hecha vna crufc, como v cyí en ia prefentc figura las rayas A-B, 7 C D , lasq ualesfccortáaefq uad raen elpu nto E. Defpues tom ada con clcort» p aslaquan d d ad de la raya A E del quadrante A B C , y puefto el vn pie en ® punto E d clacru z,co rtaren io slaraya E F y g u a la la d ic h a A E delquadrante, v fegun efteefpacio F E, con el mifmo'compás,pueftb el vn pie en el puntf F, harafe el circulo C H E G contingente a la raya A B> y Quedara partido

íígura de vnRelox Horizontal para \”.

Además, en esa misma partida se registraron un total de cinco astrolabios: dos de ellos de bronce dorado, ambos tasados en un total de 800 reales; otro astrolabio tasado en 140 reales “de hechura de plata”; un cuarto astrolabio de bronce valorado en 60 reales y, el último, des­ crito como “vn Estrolabio de Bronce maltratado gugio tassado en fien rreales”351. A estos ins­ trumentos, hay que añadir un par de relojes solares: uno de madera con las armas de la Casa de Velasco valorado en dos ducados y otro de marfil con su bolsa de damasco verde tasado en seis ducados. Entre los instrumentos del condestable, merecen especial atención tres asientos que destacan por la singularidad de sus características. El primero se corresponde con “La Piedra vman con los demas ynstrumentos que costo quatrogientos y quarenta Reales y En lo mismo se taso”3'’2. No podemos determinar cuáles serían esos instrumentos que acompañaban a la calamita pero, teniendo en cuenta la importancia que revestía el uso de este tipo de piedras magnéticas en el arte de la navegación en la época, muy probablemente este conjunto de ins­ trumentos pudieron haber servido a tal fin. El segundo artefacto a señalar es “Vn Estrumento de Bronce dorado que Sirbe de tomar El Altura del Sol, fortificaciones Y otras Cosas con armas de Velasco y de la fiudad de Milán”, que fue tasado en quinientos reales. De tal des­ cripción se infiere, por un lado, la procedencia milanesa de este instrumento y, por otro, el es­ cudo de armas de su propietario parece indicarnos que debió tratarse de un objeto que respondía a unas características muy concretas, pudiéndose tratar, tal vez, de un encargo es­ pecífico del propio condestable o, incluso, de un regalo con el que pudo haber sido obsequiado durante su primer periodo de gobierno en la Lombardía. Además, teniendo en cuenta que, como se ha comentado, a su muerte, don juán vincularía su librería (y su contenido) a su ma­

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yorazgo, la presencia de las armas familiares en este instrumento no haría sino insistir (todavía más) en la asociación de este objeto al linaje familiar3'’3. Por último, la interpretación del tercero de los objetos, si bien su descripción plantea más dudas que certezas, merece la pena ser men­ cionada. Se trata de “Vn Ombregillo de Madera q[ue] se banbolea que le dio Jeronimo Hordoñez al condestable mi s[eñ]or que Uale treinta dos tlu< :atlos^-e*”. £ s preciso señalar que esta figura se asienta en la partida de bienes sucesiva a la de instrumentos matemáticos, junto con un cristo de marfil y varios cuchillos damasquinos3’4. No obstante, teniendo en cuenta las re­ ferencias anteriormente comentadas a algunos posibles autómatas, como en el caso de “Una caja con una muñeca q[ue] baila” que poseía el V duque de Sessa o “la madama que esta tañiendo un laúd y vaila sobre una mesa” que formaba parte de las colecciones del VI duque del Infantado, puede que este “ombregillo” que se bamboleaba que perteneció al condestable deba ser interpretado en esa misma dirección, esto es, como una figura dotada de algún me­ canismo que producía su movimiento355. La presencia de esta más que significativa cantidad de instrumentos que darían cuenta de los intereses para con la “ciencia práctica” de donjuán Fernández de Velasco, debe ser leída en es­ trecha relación con la abundatísima cantidad de libros que el condestable poseía sobre discipli­ nas afines a la geometría en su biblioteca y que reflejarían sus intereses para con la “ciencia teórica” y la necesidad de ékphrasis inherente a muchos de estos instrumentos. Los volúmenes de temática científico-técnica se guardaban principalmente en dos cajones correlativos de su li­ brería: el “Cajón XXVII bajo” y el “Cajón XXVII alto” y abarcaban todas aquellas disciplinas afines a la geometría tanto de autores clásicos como modernos. Desde Euclides y Arquímedes, pasando por las ediciones del matemático siracusano comentadas por el eminente Federico Commandino, hasta obras enteramente redactadas por los principales matemáticos del siglo XVI: Oronce Finée, Nicoló Tartaglia, Gerolamo Cardano, Raffaele Bonelli, Cristoforo Clavio, Francesco Patrizi, Giuseppe Unicorno o Cristoforo Clavio, por citar algunos de los autores más destacados3’6. Además, llama de la atención la notable cantidad de volúmenes dedicados a la exégesis y el uso de instrumentos, tales como el astrolabio que poseía don Juan en su librería: dos ejemplares de la Elucidatio fabricae ususque astrolabii de Johannes Stóffler, el Commentariorum in Astrolabium quodplanisphaerium uocant (1550) de Juan de Rojas (fig. 40), el Trattato dell’uso e della fabbrica dell’astrolabio (1569) de Fray Ignazio Danti, el Planisphaeriorum universaliutn theorica (1579)

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IN P U N I S P H . L IB . I. de Guidobaldo dal Monte (quien cabe recor­ dar que fue protector de Galileo)337, la Astronorniae instaúrate Mechanica de Tycho Brahe, así como numerosas obras de Giovanni Paolo Gallucci, entre otros autores338. Entre los libros que reunió donjuán, interesa destacar un asiento en particular descrito en los siguientes términos: “Discurso de la plaga del Estado de millan y disinios enquadernado enpergam[in]o las tablas alamano en hecho y tragado por El condest[abl]e mi s[eñ]or cinq[uen]ta R[eal]es”339. De tal descripción se desprende que el propio don Juan Fernández de Velasco habría sido el artífice de los “disi­ nios” y del contenido de ese volumen sobre la plaza del estado de Milán. Por lo tanto, aunque si bien el análisis que se ha venido efectuando

Fig. 40. J u a n de Roj as, Con/n/entariorum in Astrolabiur?/ q u o d P l a n is p b a e r in m n o c a u t , li b r i s e x n u n c p r i m ü m in lucen/ e d i t i , Luteci a, 1550.

hasta el momento en torno a los intereses científicos del condestable a través del estudio de los instrumentos y libros reunidos en su librería parecía apuntar a la estrecha relación que mantuvo donjuán con la teoría y la práctica científica, la presencia de un volumen de tales características “hecho y tragado por El condestable” viene a ratificar que nos encontramos ante un auténtico “príncipe de la geometría”. Por todo ello, no es de extrañar que ya en las postrimerías de la vida del VI condestable de Castilla desde la corte florentina se quisiera agasajar a este “vivo et valoroso ingegno” con el que por aquel entonces sería seguramente el instrumento más novedoso y apreciado tanto por hombres de ciencia como por los “curiosos”: el telescopio de Galileo.

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“Am e r i c a e sive Nov i Or bi s Nova D e s c r i p t i o ” , en Ab r a h a m Or t e l i o, T b e a tr u m O rbis T erraru m , Amb er e s, 1584.

S e g u n d a Parte

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EL IM PE R IO DE LA R E PR E SE N T A C IÓ N : “ IM AGO M U N D I” EN LA CO RTE DE LOS A U ST R IA S 360

V E R Y C O M P R E N D E R EL M U N D O EN LA C O R T E DE L O S A U S T R IA S

El creciente interés por la medida a lo largo de las últimas décadas del siglo XVI se materializó y concretó en una serie de cuestiones que han sido abordadas en la primera parte de este libro: la construcción y el perfeccionamiento de los instrumentos científicos y de medición o el interés por promover la publicación de textos científicos en lengua vernácula que posibilitara un mayor alcance y difusión de los saberes fundamentados en la geometría. Todos ellos fueron procesos que se fraguaron desde dentro de las instituciones científicas promovidas desde la corte o en paralelo a las mismas y a la creación de centros del saber como la biblioteca del monasterio de El Escorial. A su vez, todos estos intereses en torno a la “medida” amparados por el poder, por un lado, tuvieron su correlato tanto en la literatura como en la teoría política generando una serie de metáforas visuales en torno a los mismos. Por otro lado, las inclinaciones de los monarcas por la medida y por el conocimiento del tiempo y del espacio se vieron reflejadas de un modo especular en los intereses y gustos que manifestaron algunos nobles durante las pri­ meras décadas del Seiscientos y que ha sido posible perfilar a través de los objetos y de la cultura material que reunieron. En todos estos procesos de difusión de la cultura científica a distintos niveles a menudo difíciles de deslindar unos de otros habrá un aspecto o, si se prefiere, un sentido al que se apelará insistentemente como principal instrumento de aproximación, de conocimiento y de ordenación del mundo sensible ya desde los inicios del Barroco: la vista. Los tratados que vieron la luz en este periodo de todas y cada una de las disciplinas derivadas o dependientes de la geometría a las que refería Rodrigo Zamorano en su traducción de Los Elementos de Euclides, recurrirán con gran frecuencia e invitarán a los “curiosos lectores” a ver,

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mirar y observar en la dirección requerida para cada una de las materias. En este sentido, la li­ teratura artística abundará en referencias a la vista y a las diferentes acepciones y funciones del arte de mirar. En su Diálogo cuarto, Vicente Carducho ponía en boca del Maestro las partes de las que constaba el perfecto pintor, que debían ser el resultado de sintetizar perfectamente a los dos pintores que el autor distinguía en el sujeto: un pintor interior “que es el entendi­ miento intelectivo y discursivo práctico” y el otro exterior, operativo y práctico361. Según Carducho, para alcanzar “una obra docta, científica, gallarda, hermosa, bien considerada, y bien colorida” era necesario, en primer lugar, el empleo de la razón, mucha especulación y el cono­ cimiento de las causas y principios. En segundo lugar, dado que el pintor perito era aquel que “restituye y enmienda”, este proceso pasaba por “vna cuidadosa obseruacion de los objetos, y con vn continuo exercicio en imitar lo que percibiere la vista en ellos: y esto con perseuerancia continua en lo vno y en lo otro”362. Por lo tanto, para Carducho la pintura iba más allá de ser una mera imitación del natural y pasaba por un proceso en el que el pintor, a través del intelecto, mejoraba y enmendaba la realidad observada. Sin embargo, en sus consideraciones el sentido de la vista se sitúa, de manera incontestable, como el primer vehículo de aproximación para representar la realidad sensible363. Además de esta minuciosa observación de la realidad que debe llevar a la comprensión y a la selección de la misma, el pintor insiste en la práctica de “re­ presentar” y en ejercitarse en el dibujo apelando al mote “Nihil die sine linea” como requisitos fundamentales para la realización de una obra científica364. Estas ideas de Carducho no se limitarían meramente a la esfera teórica, sino que el escrutinio del inventario de sus bienes redactado en 1638 revela cómo los postulados contenidos en su tratado se concretaron en prácticas de fa d o . Más específicamente, en relación con la cuestión que aquí se viene dirimiendo —esto es, la importancia de la observación y del sentido de la vista—son cuantiosísimos los objetos que apelan a dicho sentido (más allá de las pinturas que, como parece lógico, debía poseer un artista como Carducho). En su inventario se asientan de­ cenas de modelos (de bronce, de cera, de yeso, etc.) que recrean diferentes miembros del cuerpo humano, maniquís y figurillas de animales, mujeres y hombres de cuerpo entero, así como nu­ merosos libros encuadernados o legajos enteros de dibujos, rasguños o estampas (entre los que llama la atención el siguiente asiento: “En vn legaxo ay treynta y nuebe ojos de notomi y escrito tiene No. 21”)365. Esta cultura material no hace sino subrayar la importancia del estudio, de la

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observación y de la práctica del dibujo para un pintor erudito como Carducho. Pero, al mismo tiempo, es significativo que la tenencia de estos modelos visuales no pasara desapercibida a los ávidos ojos del por aquel entonces todavía poderoso conde-duque de Olivares, quien dio orden al Protonotario de los reinos de Aragón, don Jerónimo de Villanueva, de que comprara en la almoneda de Carducho “var[i]os dibujos modelos libros y un maniquí y piedras de moler [,..]”366 cuyo destinatario habría de ser el príncipe Baltasar Carlos. Una adquisición que nos habla de los intereses cortesanos hacia la cultura visual y hacia la práctica de mirar y observar para ejer­ citarse en este arte. Continuando con el análisis en torno a las “observaciones” que requerían las diferentes disci­ plinas dependientes de la geometría, en el siguiente escalafón, Zamorano situaba aquellas cien­ cias vinculadas al arte militar, entre cuyos profesionales se contaban los capitanes y soldados, los artilleros y los ingenieros. Mientras que los Diálogos de Carducho deben leerse e interpretarse en el contexto ideológico de la pintura española del Siglo de Oro y, en ese escenario, el objetivo que perseguía el pintor de origen florentino era el de la reivindicación de la dignidad y libera­ lidad de su arte36', por su parte, los tratados de carácter técnico relativos al arte militar fueron redactados con una finalidad distinta aunque, como se verá, en ellos se recurrirá con gran in­ sistencia al sentido de la vista. En términos generales, los escritos sobre el “nuevo arte de la artillería” y ciencia militar que vieron la luz a caballo entre los siglos XVI y XVII respondían a la necesidad de reducir a preceptos o principios teóricos la experiencia adquirida generalmente por el propio autor durante largos años de experiencia en el campo de batalla. Uno de los tra­ tados que gozó de una amplia difusión fue el ya referido E l perfecto capitán (1590) de don Diego de Álava y Viamont. La primacía que el autor concede a la percepción visual y las referencias a este sentido quedan patentes ya desde las primeras páginas de la obra. El tratado da comienzo con una exposición “De los admirables efetos de la Aristmetica y Geometria”. En sus primeras líneas Álava se lamenta de la ignorancia de sus coetáneos en esas materias y subraya la impor­ tancia de su conocimiento, pues “son las que auiendonos guiado para alcangar el orden y mouimientos de los cielos, nos pueden con facilidad sacar de todo lo que no fuere conforme á lo que nuestro corto caudal y discurso alcangan”368. Con el fin de avalar sus argumentos y situar tanto a la aritmética como a la geometría como fundamento del verdadero conocimiento, el autor recurre al ejemplo y criterio de autoridad de la antigüedad clásica y, más específicamente,

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a los que califica de “Príncipes de la Filosofía”: Pitágoras y, tras él, Platón, quien sobre la puerta de su academia dispuso un letrero a razón del cual prohibía la entrada de quien no estuviese iniciado y ejercitado en esas dos partes de las matemáticas puesto que, como explica Alava: [...] pareciendoles que sin tan necessario fundamento pudieran assentar mal la contem­ plación y sutilezas de la Filosofía: y que saliendo del trato de las cosas que consisten en materia sensible, al de las insensibles que la Metafísica alcanfa, era forzoso deslumbrarse sin esta guía qualquier ingenio, de la ■ •D E

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iMíSííiS Fig. 6 5 . J a c q u e s C a l l o t , E l s it io de B reda, 1 6 2 8 , g r a b a d o al a g u a f u e r t e , 5 5 x 6 6 , 5 cm. M a d r i d , M u s e o N a c i o n a l del Prado ( G 0 2 9 1 9 ) .

del Prado y catalogada bajo el título Isabel Clara Eugenia en el Sitio de Breda (ca. 1628) (fig. 66). La primera imagen nos habla de la concepción tanto cartográfica como pictórica del grabado y sus mayores posibilidades de difusión, mientras que la segunda, da cuenta de las posibilidades descriptivas de la pintura’36, en su concepción de unicum. El grabado de Callot537 está confor­ mado por un conjunto de seis estampas que, unidas, componen una vista general del sitio de Breda, que tuvo lugar entre el 12 de septiembre de 1624 y el 2 de junio de 1625. Lo interesante en relación con este “mapa grabado” son sus características formales que pretenden asimilarlo

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Fig. 66 . P e t e r S n a y e r s , I s a b e l C la ra E u gen ia en e l S itio d e B reda, ca. 1 6 2 8 , ó l e o s o b r e l i e n z o , 2 0 0 x 2 6 5 cm. M a d r i d , M u s e o N a c i o n a l del P r a d o ( P 0 1 7 4 7 ) .

a una pintura y, por ende, dotarlo de un uso y funciones análogas. Las seis estampas unidas pre­ sentan una bordura de rosáceas y acantos sobre cinta en espiral que hace las veces de “marco”, como si de un cuadro se tratase. A ello hay que añadir el gran formato del conjunto (en el caso del ejemplar conservado en el Museo Nacional del Prado, de 550 mm x 665 mm al unirse las seis estampas) que, junto al marco, lo asemeja nuevamente a una pintura, pues la finalidad de esta clase de “mapas grabados” no era otra que la de ser colgado a modo de cuadro. Este tipo de “mapas” eran, en la mayor parte de los casos, obras maestras en el arte del grabado y, a me­ nudo, ofrecían la representación impresa de mayor detalle y precisión que existía de un territorio o región. Por lo tanto, el mapa de E l sitio de Breda de Callot constituye un ejemplo paradigmático de convivencia entre arte y ciencia en este tipo de imágenes cartográficas grabadas.

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Fig. 67. D eta lle d e J a c q u e s C a l lo t a c o m p a ñ a d o p o r e l i n g e n i e r o i ta l i a n o G io v a n n i F r a n ces co C a n ta g a llin a e f e c ­ tu a n d o la s m e d icio n e s t o p o g r á fica s p a r a lle v a r a cabo e l mapa d e l s itio de B re d a , en J a c q u e s C a llo t, E l s itio de B re d a , 162 8 , g r a b a d o al a g u a f u e r t e , 55 x 66,5 cm. M a d rid , M u seo N a c io n a l del Prado (G 02 9 19 ).

A la ya referida concepción de este mapa en cuanto cuadro, hay que añadir que su composición fue ejecutada según precisas mediciones de carácter científico efectuadas tanto por el propio Jacques Callot, quien poseía una sólida base de conocimientos matemáticos538, en colaboración con el ingeniero italiano Giovanni Francesco Cantagallina339. De hecho, ambos personajes apa­ recen representados en un detalle del grabado de E l sitio de Breda en pleno ejercicio de las me­ diciones topográficas para llevar a cabo la composición del mapa: Callot está sentado registrando sobre un papel la información corográfica obtenida y, junto a él, se sitúa el ingeniero Cantagallina, señalando con una mano la escala del mapa mientras que con la otra sujeta una larga varilla que seguramente les serviría para realizar las mediciones a través de un proceso de triangulación540 (fig. 67). Además, la reproducción a estampa de este tipo de mapas permitió una amplia circulación de los mismos, algunos de los cuales gozaron de gran fortuna y popularidad entre los siglos XVI y XVIP41. Pero el soporte del grabado, además de constituir un excelente medio difusión de una precisa descripción de un lugar (en este caso, del asedio de la ciudad de Breda), se convirtió

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en un excelente medio de propaganda política, como sucedió en el caso del grabado de Callot. No en vano, como demostró S. Zurawski, tras la comisión de este monumental mapa del asedio se encontraba la propia infanta Isabel Clara Eugenia, quien efectuó el encargo al artífice lorenés poco después de que Breda pasara a manos españolas. Así, una vez que Callot finalizó el pro­ yecto (de cuyo desarrollo se informaría desde Bruselas a la corte española a través del todopo­ deroso conde-duque de Olivares), sería la propia infanta quien se encargaría de enviar copias de la estampa a las principales cortes europeas, acompañándolo de la relación del suceso542. De ahí que, en la actualidad, se conserven varios ejemplares del grabado, lo que constituye un indicador relevante de la difusión de la que debieron gozar en origen estas estampas’43. Por su parte, la pintura de Snayers en la que se recrea idéntico asunto y que, sin duda, se basa en el grabado de Callot dadas las más que notables analogías formales cjue existen entre ambas obras, compositivamente casi idénticas344, fue concebida con una intencionalidad diversa. Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo, por lo que este soporte le confería un carácter de uni­ cidad, pues aunque el pintor flamenco recurrió con asiduidad a fórmulas compositivas similares para representar asedios y vistas de ciudades, la propia naturaleza de la técnica pictórica impedía que estas fueran exactamente iguales. Ahora bien, la primera referencia documental a este lienzo de la que se tiene constancia permite inferir que este fue concebido en estrecha relación con otra pintura de temática afín. Así, el Sitio de Breda de Snaj^ers aparece registrado en el inventario del Alcázar de 1636 en la “Pie 9a del quarto vaxo antes de la del despacho”, junto con otro lienzo de idénticas dimensiones y moldura dedicado al “Sitio de Ostende”345. Ambos cuadros, junto con un lienzo “que es el puerto de Mardih y en lejos Dunquerque [...]” y una serie de re­ tratos, principalmente de la familia real española, conformaban el alhajamiento de ese espacio. De este modo, aunque las características compositivas tanto del grabado como de la pintura fueran prácticamente iguales y, por ende, su mensaje, su distinto soporte condicionaba las po­ sibilidades de difusión de dichas imágenes cartográficas, siendo estas mucho más limitadas en el caso de la pintura. Con todo, y a pesar de que a priori la cuestión relativa a la naturaleza material del soporte y la técnica de ejecución pudiera parecer baladí, como se ha visto, esta dista de serlo pues la elección de una u otra implicaba, en la mayor parte de los casos, una génesis diferente de las obras. Por

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una parte, los mapas en estampa que decoraron las Casas del Rey, en la mayoría de los casos dada su mayor reproductibilidad y su carácter seriado, no constituían un encargo ex profeso para el ornato de un espacio concreto sino que permitían adecuarlos y desplegarlos ofreciendo múl­ tiples posibilidades combinatorias. Por su parte, las descripciones “de mano”, sobre lienzo o tabla, aunque también permitían su adecuación a distintos espacios, generalmente, tras estas, sí solía haber un encargo más o menos explícito. Por último, es preciso notar que, en el contexto de la corte española —con la salvedad del Palacio del Viso de don Alvaro de Bazán—no conta­ remos con grandes ciclos al fresco de tema geográfico como sí sucedía con mayor frecuencia en las cortes italianas de esa misma época’46. En cuanto a los espacios que ocuparon estas imago mundi en las Casas del Rey en la corte espa­ ñola, queda patente cómo su presencia fue profusa, tanto en la cantidad y variedad de salas y pasadizos donde fueron colgadas como en el número de las mismas. A grandes rasgos, podrían determinarse algunos lugares comunes en su disposición. En primer lugar, se situaron en aque­ llos espacios destinados al saber como fueron las bibliotecas y estudios. Así lo ejemplifican la biblioteca laurentina, en el marco de un programa universalista del conocimiento, o la librería privada que Felipe IV reunió en la torre alta del Alcázar, que respondería más bien a las fun­ ciones y características del studiolo de un príncipe’47. En segundo lugar, se advierte una estrecha relación en la disposición de vistas de ciudades y territorios junto con galerías de retratos, trans­ mitiendo un mensaje relativo al poder territorial de la dinastía que enlazaría con los presupues­ tos e ideas de la genealogía. De ahí que, en ocasiones, se desplegaran importantes programas iconográficos en los que el elemento geográfico jugaba un papel destacado en espacios pala­ ciegos de gran representatividad con el fin de transmitir un mensaje de poder y magnanimidad de los monarcas españoles. Por último, la naturaleza “movible” de los mapas (fácilmente enrollables y muchas veces desprovistos de guarnición y molduras) permitía su rápida inserción y adecuación en espacios de tránsito y secundarios, como ocurre en la “pie 9a” que estaba sobre el pasadizo del ejército, cuyos mapas en estampa se disponían clavándose directamente sobre la pared con tachuelas548. Como se ha señalado anteriormente, los gustos de los monarcas y príncipes, habrían de con­ dicionar los de los nobles y cortesanos y el caso de las imago mundi no iba a ser una excepción.

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De modo que, en las líneas que siguen, se analizará cómo los criterios en torno a los usos, funciones y distribución de las imago mundi referidos e identificados en los palacios reales, ten­ drían su correlato y se verían reflejados (en mayor o menor medida) en las prácticas coleccio­ nistas de este tipo de imágenes desarrolladas por la nobleza española en esa misma horquilla cronológica.

“ PARA QUE PUEDA [...] SI LE DIERE GU STO EN SU CASA D E SD E SU A PO SE N TO , CON ESTA T H E O R IC A DE SP H E R A SO B R E VN MAPA, O CARTA DE M A R E A R , CO N O C E R Y S A B E R ”

Ginés de Rocamora, en su Spbera del Universo (1599) proporciona algunas interesantes noticias re­ lativas a los usos y a la consideración de los mapas en la corte en las postrimerías del siglo XVI (fig. 68). En el prólogo de la obra, el autor explica que en el año 1596 había leído en su posada la materia de la esfera y alguna parte de la filosofía natural por su “gusto y deuda” con otros caballeros y personas estudiosas de la corte y que de allí salieron algunos oyentes tan “apro­ T ? l A T A F. 0

vechados, que podrían oy congruamente ser

S A T J . l - B O ^ Cl'Ai A P P . - í T O ' E ^ i r

profesores públicos, de lo que de mi en par­

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GLORIA

D O Al : 1 “2V 1.

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ticular oyeren”349. Esta primera referencia permite inferir la existencia de un cierto pú­ blico cortesano interesado en materia de es­ fera y cosmografía. Más adelante, en el primer capítulo, Rocamora se adentra en la exposi­ ción de los frutos de las matemáticas, dejando claramente patente cuál era la finalidad de su tratado y el papel que jugaban los mapas y cartas de marear en el aprendizaje cortesano en materia de esfera:

Fig. 68. “ E sfe ra a r m i l a r ” , en G in és de R o cam o ra y T o rra n o , S p h er a d e l V n iverso. T r a ta d o te r c e r o . De lo s c i r c v l o s de q v e s e c o m p o n e la s p b e r a m a t e r i a l , M a d rid , 1599.

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434 B U IS SE R E T , 2004, pp. 43-44. 433 E ste pasaje de T ito Livio es analizad o p or: S C H U L Z , 1990, pp. 37-38. Por su p arte , D. B uisscrct (2004, p. 30) a d v ie rte de la a m ­ b igü e da d que p u e d e g e n e ra r la tra d u cc ió n de este pasaje c o n te n id o en uno de los ú ltim os v o lú m en e s de la Historia de R o m a desde su fundación de T ito Livio. E n c o n creto , B uisscrct señala que este episo dio d o n d e se describ e la c eleb ració n tras la c on q u ista de C crdcña p o r T ib e rio S cm p ro n io G ra c o h ab ría sido trad u cid o de m an e ra d isp ar, c o te ja n d o las v ersion es de G c o rg c B aker y de Frank M oorc. A h o ra b ien , esta d ivergen cia en las trad u cc io n e s afectaría a la id en tific a ció n tipo ló gica del m apa (la p rim e ra de ellas daría cuenta d e un tipo de m apa m u c h o más e lab o ra d o que la seg u n da), p ero no a lteraría la in te r p re ta c ió n que aquí se p ro p o n e , al calo r de la cual la re p re se n ta c ió n c a rto g rá fic a se asociaría a la fu n c ió n de “ t r o f e o ” . 436 A L B E R T I, 1991, p. 366. A ristarc o de Sam os fue un a s tr ó n o m o g rie g o cuya actividad cien tífica se d esa rro llaría hacia el 280 a. C. Fue el p rim e ro que tr a tó de calcular el ta m a ñ o de los c u e rp o s celestes. A través de la o b s e rv a c ió n de la fo rm a de la so m b ra p ro y e c ­ tada p o r la T ie rra so bre la Luna y p o r m ed io de raz o n a m ie n to s m ate m á tico s, realizó la estim ació n de que el d iá m e tro de la Luna equivalía a un tercio del te rre stre . A un q ue se excedió en sus cálculos, d eb id o en b u e n a m ed ida a la carencia de in stru m e n to s que le p e rm itie ra n m ed ir dicha s o m b ra con p re c isió n , a él le c o r r e s p o n d e la p rim acía en tal tarca. P or o tra p a rte , su e stu d io so bre el gran ta m a ñ o del Sol in du jo a A ristarco a s o ste n e r que esa lum inaria, y no la T ie rra, era el c e n tro del univ erso y que los p lan e ta s (incluida la T ierra) g ira b an su alred ed o r. Sin em b a rg o , su teoría no resu ltó c o n v in c e n te en la a ntig üed ad: ASIM OV, 2009, pp. 60-61. 437 A R M E N I N I , 1999, p. 217. 438 P A L E O T T I, 1961, p. 356. 439 ¡bid. 440 El titulo c o m p le to de la o bra es: C O R T E S I, P. (1510), Pauli Cortesii Protonotarii Apostoloci D e cardinaiatu Uber primas [• tertius], In C astro C o rtc sio , S ym con N icolai N ard i S cncnsis alias R ufus c alc h o g rap h u s im p rim e b at, 1510 dic d cc im a q u in ta N o u c m b ris. La e x ­ p osic ión de los pareceres de este a u to r en to rn o al palacio ideal se e nc u en tran en: C O R T E S I, Lib. II, Cap. II, “ De D o m o C ard inalis” . Para el análisis de los pasajes de la o b ra que se refieren en este trab ajo se ha u tilizad o la tra d u cc ió n al inglés de este cap ítulo e la ­ b o ra d a por: W E IL -G A R R 1 S , D ’A M IC O , 1980, pp. 69-97. 441

¡bid.,

pp. 63-64.

442 E n su e x p o sic ió n de los p o s tu la d o s relativos a la d istrib u c ió n y d ec o rac ió n ideal del p alacio cardenalicio, C o rtc si a b o rd a d ife ­ ren te s a sp ecto s. En p rim e r lugar, el a u to r plan tea la c u e stió n del e m p la z a m ie n to ad c c u a d o para la resid en cia (“ Q ualis esc d e b e at D o m u s C ard in a lis”), to m a n d o en c o n s id e ra c ió n c o m o crite rio s fu n d a m e n ta les en la elección de dich a localizació n la salu b rid a d , en fun c ió n de los v ien to s y los ciclos (“ ratio v e n t o r u m ” y “ ratio asp cctu s c o c li”). A c o n tin u a c ió n , se o cu p a de la “ D c s c rip tio D o m u s ” en la que d eb e n c o n sid e ra rse d os a sp e c to s fun d a m e n ta les: p o r un lado, la d istrib u c ió n de las salas y h a b itac io n e s y, p o r o tro , la va­ riedad de su d ec o rac ió n . D e to das las técn icas d eco rativ as que p o d ía n utilizarse para o rn a m e n ta r el in te r io r de los palacios (terrac o tta , stu c c o o e sta tu aria, en tre otra s), C o rtc si c o n s id e ra b a la p in tu ra c o m o la más v en ta jo sa de to da s ellas, p u e s to que p erm itía

NOTAS

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r e p r e s e n ta r h isto rias y “ traerlas a la v id a ” , tra n s m itie n d o un m ensaje m oral que d e s p e rta b a la ad m irac ió n de los h o m b re s y, p o r ta n to , su p resencia y e xh ib ició n resu ltab a muy a decuad a en el p alacio de un c ard en al. P or ello, C o rtc si p ro p o n e que en los i n te r c o ­ lu m n ios del p atio (“ in a trio ”) d eb ía n situ arse las p in tu ra s r e p r e s e n ta n d o los h e c h o s y h azañas de los e m p e ra d o re s de fo rm a “ c ris ­ t ia n a ” p u e s to que se trata b a del e sp a c io d e s tin a d o a a c o g e r a los v isita n te s y, p o r ta n to , de g ra n v isib ilid ad . E n la capilla se e m p lazarían —c om o no p o d ría ser de o tro m o d o — im ágenes de la V irgen y de los S antos; en las salas de audiencia se debían d isp o n e r im ágenes en las que se r e p re se n ta ra n los d istin to s m o d o s en que los p rín c ip e s c o n c ed ía n aud iencia; en las h ab itac io n e s deb ían e x ­ p o n e r s e p in tu ras que alud ieran a los sím b o lo s de la v irtu d , de m an e ra que a ctu asen a m o d o de “ r e c o r d a to r io ” m a tu tin o de las p rá c ­ ticas v irtu o sa s en las que d eb e ría ejerc ita rse su alma a lo largo de la jornada. 443 Ibíd., p. 94: “A tquc ídem fere cst a cstiu o ru m tric lin o ru m d c s c r ib c n d o r u m m o d u s, in q uo g en e re co cst p ictu ra p u ta n d a littc ratio r q uo su btiliori m ath cm a tic a ratio n c c o n stat, ut siquid m o d o s p c c tc tu r hydraulica at cthcsibica m ac h in a tio n c p ictu m in q uo ratio subtilior c o n s id c ra n d i sit. Q u o d idem cst de d u c ta ria , trac to ria , o p p u g n a to ria siuc c o r riu a to ria ratio n c d icc n d u m , u t nos apud Iancnscs sum us in C o rtc sii O p p id i lacu c o n s tru c n d o c o m m c n ti, ex q u o h um u m sc ro b ib u s aqua c o rriu a ta e d u x im u s ” . 444 V itru vio en el Libro IX, Cap. V III, titulado “ D ife ren tes m od elo s de relojes y n o m b re de sus in v e n to re s ” , dedica especial aten ció n a la figura de C tc sib io de A lejand ría, a q uien atribuye la in ve n ció n del m é to d o para c o n s tru ir relojes de agua así c o m o el d e s c u b ri­ m ie n to de la fuerza n atu ral del aire y los p rin c ip io s e lem en tales de la n eu m átic a, p o r lo que, sien d o el p rim e ro que c o n o c ió d ichos prin cipio s, V itru vio le co n sid e ra el p rim e r in v e n to r de las m áq u in a s hidráulicas: V IT R U V IO , 1995, pp. 349-350. A dem ás, el a rq u i­ te cto ro m a n o d edica su Libro X , Cap. IX a e x p o n e r el f u n c io n a m ie n to de los “ ó rg a n o s de a g u a ” o m áq u in as hidráulicas: Ibíd., pp. 377-378. 445 S ob re esta villa y su h isto ria, véase: P A S C H IN I, 1957. 446 W E IL -G A R R IS , D ’A M IC O , 1980, p. 118, n ota 124. 447

lbid.y pp.

448

lb id .y

p. 118, n ota 126.

449

lb id .y

pp. 118-119, n o ta 127.

94-95.

450 A L B E R T I, 1991, Lib. IX, Cap. IV. 451 S ob re las fu e n tes utilizadas p o r C o rtc si en el cap ítulo de su G A R R IS , D ’A M IC O , 1980, pp. 52-64.

D e Cardina/atu

d e s tin a d o a d e s c rib ir el p alacio ideal, véase: W E IL -

452 D o n B c rn ard in o de C árd en as g u a rd ab a en su biblio te c a dos ejem plares del D e Arcbitectura de V itruvio: u no en latín con estam pas y o tro en c astellan o, o un “ L eón u au tista de a rq u ite c tu ra E n ginco rea le s” : A H N -S N , Frías, C. 890, D. 12, ff. 418r. y 429r., re s p e c ­ tivam en te. En el in v e n ta rio de 1608 de la b ib lio te c a de d o n Ju an F e rn á n d e z de Vclasco se reg istran , e n tre o tro s v olú m en es, un “ Vitruv v i P olionis de a rq u ita tu ra diez libro s en Vn c u e rp o e n q u a d e rn a d o s e n p e rg a m in o ta ssa d o s en o c h o rrc a lc s ” o “ Las o b ra s del m o m o [de L eón B attista A lbcrti] y las de J u an de M andavila en seis reales” : A H P M , P rot. 28450, ff. 452r. y 521r., resp ectiv am ente. P o r su p arte , el m a e stro del p rín c ip e —G arcía de Loaysa— c o n s c rv a b a b a en su excelsa librería al m en o s c u a tro ejem plares del trata d o de V itruvio, dos ejem plares de la Historia Natural de Plinio, las Epístolas del p o líg rafo ro m a n o y un a sie n to d o n d e se reg istran “T res C u e rp o s de las o b ra s de P linio, to m o q u a rto , y terzero , y segundo, e n q u a d e rn a d o En C a rto n e s en d o z c R [ca]cs” : A H P M , P rot. 1811, ff. 1541v., 1542r. y 1552r., resp ectiv am ente. 453 P Á E Z D E C A S T R O , 1883. 454 V IC E N T E M A R O T O , E S T E B A N P I Ñ E IR O , 2006, pp. 35-43. 455 La reflexió n teórica en to rn o a la idea de magnificientia o c u p ó un lugar relevante en los esc ritos de los h um anistas ya d esde el siglo XV. Un b uen ejem plo de ello se halla en la o bra del im p o rta n te h um a n ista n ap o litan o G io v an n i P o n ta n o ( ca. 1426-1503). E n dos b r e ­ ves tratado s que llevaban p o r titulo D e Magnificentia y D e Splendore, P o n ta n o p ro p u g n a b a un d istin gu id o y elevado estilo de vida en el que el dinero constituía un p rerreq u isito para la m agnificencia y en el que la d isposición de un su ntu oso palacio con stitu ía su principal m anifestación o cxtcriorización. En base a estas prem isas, las librerías eran asim ism o consideradas p o r este a u to r com o un im p o rta n te signo de m agnificencia, la cual, siguiendo los p re c e p to s a risto télico s, se situ ab a en el justo p u n to in te rm e d io e n tre la a usterid ad y la extravagancia. En la o bra de Paolo C ortcsi a la que se ha h ech o referen cia, c o m o h an a p u n ta d o W cil-G arris y D ’A m ico (1980), se re ­ coge una idea análoga del c o n c e p to de m agnificencia. Por su p arte, desde la h isto rio g rafía c o n te m p o rá n e a , la d en o m in a d a “ teoría de la m ag n ific en c ia ” y la n o c ió n de esp le n d o r, d esarro llad a p o r au to res c o m o A. D. F rascr J cn k ins o E .H . G o m b ric h en los año s 1960-

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E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

1970, p ro p o rc io n a r o n un m arco para la in te rp re ta c ió n de las p rácticas de p ro m o c ió n de su n tu o s o s palacios o las ricas d eco racion es que alhajaban el in te rio r de los m ism os d u ra n te la Edad M od ern a. Más rec ie n te m e n te, se han p ro d u c id o nuevas a p o rtac io n e s que han ido d e m o stra n d o c óm o los té rm in o s de m ag nificencia y e sp le n d o r no eran los ú nico s p ará m e tro s que p erm itía n “ r e tr a ta r ” y c o m ­ p re n d e r las p rácticas de p ro m o c ió n artística en to d o s los espacios y c on te xto s, sino que había que to m a r en c o n sid e ra ció n o tro s m a­ tices. Para una v aloración de los lím ites del m od elo h isto rio g ráfic o de la “ teoría de la m ag n ificen cia” c e n trad o en el caso esp añ ol y d o n d e se p ro p o n e una c o m p le m en ta ria “ teoría de las señ a les” rem itim o s al estu d io de: U R Q U IZ A R H E R R E R A , 2014. 456 P Á E Z D E CA STRO , 1883, p. 171. 457 P L I N I O S E G U N D O , 1999, pp. 18-57. 4a8 En rclación con una de las fun cion es que Pácz de C astro atribuye a la carto grafía, gracias a la cual “ se cscu sarán g ra n d es p le ito s ” , es p re c iso señ alar la existencia de un c o n sid e ra b le n ú m e ro de d o c u m e n to s de tipo c arto g rá fic o que fu e ro n recib id o s o g en e rad o s en el ejercicio de las fun cion es de las d istin tas salas del trib u n al de la Real A udiencia y C han cillcría de V alladolid. E sta colección está c o n f o rm a d a p o r el m aterial c arto g rá fic o que se p re s e n ta b a en calidad de piezas de p ru e b a d u ra n te el d e s a rro llo de los p ro c e so s judiciales, a b a rc a n d o un á m b ito c ro n o ló g ic o que c o m p re n d e d esd e finales del siglo XV h asta el año 1834 y las c o o rd e n a d a s g e o g r á ­ ficas en las que la Real C hancillcría tenía ju risd icción . E sta d o c u m e n ta c ió n ha sido estu d iad a por: S O R IA T O R R E S , 1993. 439 S ob re el papel de los c ro n istas en la c o n s tru c c ió n de la “ H is to ria ” d u ra n te los sucesivos rein a do s de los m on arcas a ustríaco s h isp a n o s de los siglos XVI y X V II (cuyo rela to e sta b a ín tim a m e n te ligado a la g e o g ra fía que a b a rc a b a n d ich o s re in o s), véase: K A G A N , 2010. 460 GARIBAY, 1596, p. 9. 461 Más e sp e c ífic am en te , la p rim e ra sala estaría d estin ad a a a lbergar los libros de to das las facu ltad es o rd e n a d o s en a rm ario s, s e ñ a ­ la n d o que no sería tan im p o rta n te su n ú m e ro c o m o su su b sta n c ia, “ de m an e ra , que sean más p ro p ia m e n te te so ro s, que libros, c om o d icc P lin io ” . D e hech o, Pácz de C a s tro recalca que los libro s allí r e u n id o s d e b e ría n te n e r la cua lida d de “ r a r o s ” —re ite ra n d o el m ism o a trib u to que ta n to A lbcrti c o m o A rm c nin i señ alab an c o m o el más d es ta c a d o de los v o lú m e n e s —, si bien, el h u m a n ista alcarre ñ o d esarro lla en m ayor p ro fu n d id a d las c aracterísticas o p ro p ied a d e s que les co n fe riría tal categoría: deb ían ser libros “ de m a n o ” a n tig u o s y, en caso de trata rse de v o lú m en e s im p re so s h ab ría que aseg u rarse que e stu v iera n p e r tin e n te m e n te c o rre g id o s y cote jad o s c on b u e n o s libro s “ de m a n o ” ; y, finalm en te, a p o rta p recisas in dicacio nes relativas a cada u no de los d istin to s g én e ro s tem áticos. E n c u a n to al o rn a m e n to de la p rim era sala, esta h abría de e star p re sid id a p o r retra to s: p o r un lado, de los Santos D o c to re s en T e o ­ logía, cuyas efigies d eb e ría n sacarsc “al p ro p io de retab lo s antig u o s de R om a, y de p in tu ra s g rie g a s ” , y p o r o tro , ju n to a los Santos D o c to re s , se situarían o tro s e m in en te s sabios de los que no especifica su id en tid a d , p e ro sí indica que sus efigies d eb e ría n hacerse c o n f o rm e a e sta tu as antig uas y m edallas o, en caso de carc cc r de esc tipo de refe re n te s visuales, a p artir de lo que de ellos se e sc ri­ b iese en sus vidas. P or últim o, c o m o culm ina c ió n de t o d o el c o n ju n to , Pácz de C astro asigna a cada una de las salas una “ p in tu ra p rin c ip a l” que, en el caso de la p rim era estancia, debía re p r e s e n ta r a C risto e n s e ñ a n d o a los d o c to re s en el te m p lo : P Á E Z D E C A S ­ T R O , 1883, pp. 171-172. 462

Ibíd.,

pp. 172-173.

463 La in clu sió n de tal p re v e n c ió n p o r p a rte de Pácz de C astro d e n o ta la con c ien c ia del p ro p io a u to r ante las p o sib les críticas que p o d ría su sc itar su p ro y e cto en la cortc. Pero adem ás, es c u rio so a dv e rtir c ó m o esa c on cien cia de la existencia de c o r te sa n o s que v en d rían a m e n o sp re cia r los m apas, in s tru m e n to s , p intu ras y d em ás a d o rn o s de la librería, parece p relu diar en cierto m o d o la actitud y el escaso interés d e m o str a d o p o r el p ad re S igúcnza en to r n o a este tipo de o b je to s en su Fundación del Monasterio de fzl ízscoria¡y en la que, tras o m itir la p re se n c ia de in s tr u m e n to s m ate m á tico s en la sala p rin cipal de la librería csc u ria lc nsc , c o m e n ta b a en rclación a la seg u n da sala: “Hay ta m b ién anulos, arm ilas de m uchas d ife ren c ias, rád ito s y o tras cicn b ue n as alhajas de esto, que me parccc m en u d e n cia d e te n e r m e en ellas, au n q u e en o tra p arte fueran muy e stim a d a s ” : S I G Ü E N Z A , 1986, p. 296. 464 U na a p ro x im a ció n al p ro g ra m a d ec o rativ o de la ven ecian a Sala dello Sendo así c o m o la tran s c rip c ió n de la cita se e n c u e n tra n en: F I O R A N I , 2007, pp. 814-815. El d o c u m e n to m en c io n a d o fue p ub licad o p o r prim era vez (jun to con otras noticias relativas al encargo a G astald i de los m apas para la Sala dello Sendo) en: L O R E N Z I , 1868, doc. n° 573. 465 F I O R A N I , 2007, p. 829. 466 Z A R C O C UEVAS, 1924, p. X. 467 V IC E N T E M A R O T O , E S T E B A N P I Ñ E IR O , 2006, pp. 44-64.

NOTAS

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468 E n tre las cartas de c ará cte r c o s m o g rá fic o y cartas de m arc ar p u e d en citarse: “ U na carta general de m arcar de m ano en p erg a m in o que tiene q u a tro baras de larg o y dos de a n c h o g u a rn ec id a de m ad era con m o ld u ra s ” ; “ O tr a carta de m arc ar p a rticu la r que tiene to da la c o sta del Perú h asta el e s tre c h o de M agallanes y de o tra p a rte to d a la n au cgacion de los p o rtu g u e s e s de m an o en p erg a m in o g u a rn ec id a c o m o la m ism a que tiene tres baras y tres q u a rtas de largo y de a n c h o b ara y q u a rta en trian g ulo p o r un la d o ” ; [...J“ O tr o m apa g en eral de e sta m p a c o lo rid o en papel con algunas figuras de in dio s y anim ales h ec h o en circulo con las aras Reales de Ing la­ terra que tiene dos baras m enos sesm a de alto y dos y m edia de a n c h o ” ; (...] “ Una carta de la E u ro p a que siruc para las naucgacioncs dclla de m an o en p erg a m in o que tien e bara y q u a tro d ed o s de alto y de largo bara y tres q u a r ta s ” ; “ U na carta de m arcar de to da la c o sta de la E u r o p a h asta el m ar m ayor h ec h o en p erg a m in o de m an o que tiene de alto bara m en o s sesm a y de larg o bara y tres d e d o s ” y “ U na carta de nau egar de la E u ro p a c o n p arte de la A frica hcch a en p e rg a m in o de m an o y co lo rid a que tiene de alto bara y m edia y de a n c h o bara y s e s m a ” . E n tr e las cartas de p ro v incias p articu la re s se e n c o n tra b a n las d esc rip c io n e s de E sp a ñ a , dos de A lem ania (una de las cuales rep re se n tab a p arte de A lem ania y o tra s p ro v inc ia s c o n v ecin as), de G re c ia , de algunas de las D iecisiete P rov incias de los Países Bajos (dos carras de la p ro v inc ia de G ü e ld rc s, una de la p ro v inc ia de Frisia y o tra de la p ro v incia de H o ­ landa): C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E l i , pp. 254-255. 469 El m ap a m u n d i d ise ñ ad o p o r G u ic cia rd in i en 1549 llevaba p o r títu lo compraebendit y fue im p re so en A m b crcs: D E N U C É , 1912, pp. 141 y ss.

Unirersi terrarum Orbis imaginen/, m a x i m a forma; q u e m Aquila

470 S o p h ian o s nació en el sen o de una familia n o b le en C o rfú y fue e d u c ad o en el C olegio del Q uirinal de R om a, a d q u irie n d o una sólida fo rm a c ió n anticuaría y e ru d ita. T ras trab a ja r c o m o b ib lio te c ario en R om a, se trasla d ó a V cnccia, d o n d e haría las veces de c o ­ pista y c o m e rc ia n te de m an u sc rito s g rie g o s antiguos. Fue en esta últim a ciudad d o n d e e n tra ría en c o n ta c to con el b iblió filo español D ie g o H u rta d o de M en d oz a , e m b a ja d o r de C arlos V en la S erenísim a. Al serv icio de H u r ta d o de M en d oza, S o p h ian o s trab ajó c om o c o p ista y agen te, e m p re n d ie n d o un viaje en 1543 a G re c ia con el fin de re c o r re r m on a ste rio s c o m o los de T esalia y M on te A th o s y adq u irir m an u sc rito s para su p a tró n . E n tr e las cop ias que e fe c tu ó S o p h ian o s, se ha lo g ra d o id en tificar la de un m an u sc rito del m o ­ n aste rio de V atopcdi que incluye varios tr a ta d o s de m ate m á tica s y de g eografía: T O L IA S , 2006. D e la relació n en tre H u rta d o de M en d oza y S op h ian o s q ued a p ate n te c óm o el em b a ja d o r d eb ió c o n o ce r de prim era m ano las actividades del seg u n do y, p o r extensión, sus labo res c arto gráficas. A dem ás, d ad o el papel ejercid o p o r M en d oza c o m o in te rm e d ia rio en las a d q u isicion es de b ien es y o b je to s para la c o ro n a esp añ ola en Italia, no d ebe e xtra ñ a r la p re se nc ia de un m apa de estas características en la biblioteca laurentin a. Sobre el papel de D ie g o H u r ta d o de M en d o z a c o m o b ib lió filo y c o le c cio n ista , véase: H O B S O N , 1999. 471 C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E V I, pp. 367-423. 472 La única c a rta de m arc ar de la que se o fre c e algún p o r m e n o r so b re el área g eo g ráfica que re p re se n ta es la siguiente e sta m p a , fe­ chad a en 1539: “ U na carta de m arcar y d isc rc p tio n de las tierras scc tc n trio n a lc s ym prcs(s) cm papel c o lo rid o año de mil(l) y q u i­ n ien to s y trcy n ta y nucuc p u e s to so b re liengo en m arc o con m old u ra s de m adera. T ien e d os baras y un d o z a b o c largo y de alto bara y siete d o z a b o s ” : lbíd., p. 397. Las re s ta n te s cartas de m arc ar que se asien tan en la e n tre g a sexta a parecen d escritas de m an era sucinta: “ C arta de m a rc ar en p erg a m in o reto c ad a de m an o m etid a en una caxa c u b ie rta de te rc io p e lo azul con c o rd o n e s de o ro y seda azul con sus borlas y en ella a los lados dos com p ase s de h i e r r o ” , “ U na carta de m arc ar de m an o cm p e rg a m in o re to c ad a de co lo res a rro llad a en un palo c o n un belo de s e d a ”, “ O tr a carta de m a rc ar cm p e rg a m in o de la m ism a m an era que la antes d c s ta ” , “ O tra s d o s carta s de m arc ar de m an o en p e rg a m in o reto c ad a s de c o lo r e s ” y “ Mas o tra s d os cartas de m arc ar de m an o cm p erg am in o reto c ad a s de co lo res ar[r]olladas en sus palos y la una c o n un b e lo ” : ¡bid., p. 399. 473 E ste “g r u p o ” de m apas g ra n d e s en p erg a m in o de la cuen ca del m ar M ed iterrán e o resp o n d e ría a las siguientes d esc rip c io n e s: “ Un m apa g ra n d e en p erg a m in o r e to c a d o de m an o arro lad a en un palo c o n m acanillas d o ra d as que es p arte de A frica con v erb eria hasta J h ll r m ” ; “ O tr o m apa de la m ism a m an e ra que el c o n te n id o en la p artid a de antes d csta g co g rap h ia de G re c ia d esd e el g o lp h o de V c­ nccia Rcyno de Ñ ap ó le s, C andia y C ip ro , m ar M c d itc rra n (c ]o ” ; “ O tr o m apa cm p erg a m in o reto c ad o de m an o p a rte de A frica desde el e stre c h o de G ib ra lta r hasta T ripula rollada en un p a lo ” ; “ O tr o m ap a de la m ism a m an e ra con p a rte del m ar m ayor, C ircassia y T artaria y p rin c ip io del A s(s)ia” ; “ O tr a m apa de la m ism a m an era arro llad a Vcnccia hasta la T ie rra S an (c)ta” ; (...) “ Un m apa g ra n d e cm p e rg a m in o c o lo rid o d esd e C o n s ta n tin o p la hasta la Syria” ; “ O tr o m apa cm p erg a m in o de la m ism a m an e ra que el antes d cstc que c o n tie n e L am orca y G re c ia ” . El ú nico m apa que se asienta ju n to con este g ru p o de c aracterísticas form ales afines p ero en el que no se rep re se n ta ría un área de la ribera del M e d ite rrá n e o es: “ O tr a m apa co lo rid a de m an o de la m ism a fo rm a p arte de la fanoria con la ysla de Y ng (a)la tc rra, N o r m a n d ia , P icardía, A ustria, U ngria y B o h e m ia ” : C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E V I, p. 399. 4/4 “ U na d c s c rip tio n del m uelle de Ñ a p ó le s n uc u o y viejo cm papel de m an o re to c ad o de c o lo r e s ” ; “ D c s c rc p tio n del p u e r to de Lcp a n to y Z cp h a lo n ia con la batalla nabal de m an o r e to c a d o de colo res cm p e rg a m in o p u e s to so b re licnco m etid a en una caxa de hoja de la ta ” ; “ U na e sta m p a de la d isc rc p tio n de A rg e l” : ¡bid.

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E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

475 De las d ific u lta d es en la clasificación de este tipo de im ágenes, en tre o tra s m uchas c u e stio n e s, da cuen ta: M ARÍAS, 2002. 476 Un b uen ejem plo de ello se e n c u e n tra en la siguiente e n tra d a que se asienta ju n to a una p artid a de d esc rip c io n e s de ciud ades fla­ m encas: “ D ife re n te s rcg(g)ioncs cm papel c o lo rid o de m ano, que tiene de largo bara y tergia y de alto una bara en su m arc o de m a ­ d e r a ” : C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E V I, p. 397. 477 C H E C A C R E M A D E S , 2013b, p. 23. 478 “ U na g e n e alo g ía cm p e rg a m in o c o lo r id o d e sd e N o c h asta la cas(s)a de A ustria y Reyes de F ran c ia a rro lla d a con d os p alo s en q u e se c ox c p ara m o s tr a r la m etid a en un caxa de m a d e ra p in ta d a de n e g r o y p a r d o d o r a d a a p a r te s q u e es a m a n e ra de [c]sc ri(p )to rio c o n d o s p u e r ta s q u e se a b re n y en ellas d o s r e tr a to s del E n p c r a d o r C arlo s q u in to y E m p e ra tr iz n u e s tro s s e ñ o res de p ing el al ol(l)io c o n f ro n tis p ic io y en m e d io de el una ta rx e ta de m a[dcra] de m cd io rc licu c d o ra d a con un águila y m p erial con c o r o n a y dos ang eles que la tien e n c o n tres p irá m id e s de m a d e ra en lo a lto del f ro n tis p ic io c o n m o ld u ra s de m a d e ra p in ta d a s de n e g r o ” : C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E V I, p. 398. 479 La relación de esto s m apas y vistas que se asien tan de m an era c orrelativa al final de la e n tre g a sép tim a, ju n to con la colo sal g e ­ nealogía de la Casa de A ustria es la siguiente: “ Una d csc rip tio n g ra n d e ym prcs(s)a cm papel colo rido p u e sto so bre licnco del As(s)ia. T ie n e d os baras de largo y bara y dos tercias de alto c o n [c]scrip tura p o r los lados y b a jo ” , “ O tr a de la E u ro p a de la m ism a m anera y del m ism o ta m a ñ o ” , “ O tra de A frica del m ism o ta m a ñ o y m an e ra que las d ic h a s ” , “ O tra de A m erica del m ism o ta m a ñ o y m anera q ue las a n te s d c s ta ” , “ D c s c rip tio n de E sp a ñ a en la costa de B erbería ym p rcs(s)a cm pap el c o lo rid o p u e sta so b re licngo que tiene bara y d o z a b o de largo y de alto onge d o z a b o s ” , “ O tr a d cs c rip tio n de la G c rm a n ia ym prcs(s) cm papel c o lo rid o p u e sta so b re licngo del m ism o ta m a ño y alto que la antes d c s ta ” , “ D o s g lo b o s que e n tre a m b o s se c o n tie n e la d c s c rip tio n de la m ar y tierra con m ucha c sc ri(p )tu ra y e sta m p a s co lo rid a s de arb o les y anim ales cm papel so b re licngo del m ism o ta m a ñ o que los dos antes d c s tc ” , “ Veinte y una cartas p eq u eñ a s de d ife re n te s ta m a ñ o sy m p rc(s)as cm papel colo ridas de d c s c rip tio n c s de d ife re n te s p ro u in c ia s p u e stas so bre licngo to da s ellas en m arc o s c o n m old u ra s de m ad era b la n c a ” , “ O c h o e sta m p a s de ta fe tan am arillo de d ife ren te s p arte s del te m p lo d e S o lo m o n p u e stas so bre tablas en m arcos con m o ld u ra s d o ra d as y n egras y o tra s quinge csta n p a s cm pap el de lo m is m o ” , “ Una g cncaloxia de la cas(s)a de A ustria todas figuradas con sus título s ym prcs(s)a cm pap el colo rida p uesta so bre licngo que tiene q u a tro b aras de alto y tres baras y tres q u a rtas de a n c h o ” : Ibíd., E V I I I , p. 476. 480 E n la e n tre g a sexta (1593) se recoge la llegada al m o n a ste rio de un m o d e lo del S an to S ep u lcro “ con m uchas reliquias puestas p o r to d o él en sus viriles” env ia do p o r el granduca di T osc an a a Felipe II: Ibíd., E V I, p. 378. E n la e n tre g a sép tim a (1597-1598) se a sien ta un relicario “ que es un m o d e lo de una vglcs(s)ia de Milán [...]” : Ibíd., E V II, p. 437. F in a lm e n te, ya en épo ca de Felipe III tiene lugar la llegada al m o n a ste rio un im p o rta n te relicario de plata en fo rm a de m aq u eta de la ciudad de M cssina que, ju n to con a lgu n os retra to s, fo rm aría p arte de la d ec o rac ió n del salón de a p a ra to de la b iblio teca: C H E C A C R E M A D E S , 2013b, p. 24. 481

Ibíd.,

p. 24.

482 “ Un m o d e lo de b u lto de relieve de p a p e ló n p in ta d o de co lo res de la giudad de Jcru s alc n te m p lo de S alo m on lugar del san (c)to s cp u lc (h )ro valle de J o sa p h a A royo de los Z c d ro s M on te O liu c tc con to d o s los d em as lugares san (c)to s, valles, m o n tes, cercas y edificios antig uo s y lugares de la Pas(s)ion de C (h )risto N u e s tro S eñ o r d eclarad os con sus letreros c om o estab a a ntig uam ctn c q uando p ad egio m etid o d e n tr o de una caxa de m ad era de A llcm ania c o n su ta p a d o r y en él un e scu d o de las arm as Reales p o r la p a rte de arriba que tiene bara y tres q ua rtas de largo y b ara y m edia escasa de a n c h o fo rra d a s las talas altas en ras(s)o m o ra d o que le em b io d e Rom a a su M agcstad el Padre Jo an B aptista de V illalpan do de la c o m p añ ía de Jesú s con un libro de in f(f)olio [cjscrito de m ano cm papel en q u a re n ta q u a tro hojas de la dec la ra c ió n del d ich o m o d e lo y de to d o s los lugares de la T ie rra San(c)ta que en él están d e m o s tr a d a s ” : C H E C A C R E M A D E S , 2013a, E V II, p. 475. 483 P E R E D A , 1998. 484 D. B uisscrct (2004, pp. 49-68) d estaca la c u e stió n de los o ríg e ne s p ictó ric o s de p a rte de la c a rto g ra fía e u ro p ea (1420-1650) en la cap ítulo h o m ó n im o que d edica a esta cuestión . 485 S A N T I A G O P Á E Z , 1994 y 1996; y más r e c ie n te m e n te , B O U Z A , 2005a. 486 S C H U L Z , 1987. A p esa r de que en este p e rio d o com e n z a ría a d eslin d a rse las c u e stio n e s relativas al arte y a la ciencia, la u tiliz a ­ ción de m apas c om o “ c u a d r o s ” o “ p in tu r a s ” c o n tó con una p ro lo n g a d a vigencia: R E E S , 1980. 487 C A R D U C H O , 1979, p. 353. 488 R O D R Í G U E Z S A L G A D O , 1988.

NOTAS

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489 AA.VV., s. f., M adrid, B N E , Mss. 5785, f. 75r.: “ R elación de lo que se cscriuc de L isboa a xxiii de A g o sto 1586” . En rclación con la p osib le d ifu sió n que p u d o te n e r en la ép o c a el relato de este e n c u e n tro con Francis D rakc, es in te resa n te n o ta r que una rc ­ lación análoga se c o n s e rv a en la B iblioteca A p o stó lic a V aticana: BAV, U rb. Lat. 1113, f. 607r. 490 ibid. 491 Sobre la m ultiplicidad de valores culturales y sem ánticos que enc ie rra n los m apas, véase: H A R LEY , 2005. P o r su p arte, el catálogo de la reciente exp o sic ió n cele b ra d a en la B N E so bre una selecció n de m apas c o n s e rv a d o s en dicha in stitu c ió n o frccc una a p ro x im a ­ ción d iac rón ic a y su g e ren te en to rn o al p o d e r e v o c a d o r de la carto g ra fía : S Á E N Z - L O P E Z P E R E Z , P I M E N T E L , 2017. 492 Una reflexió n so bre el “ silencio c a r to g r á f ic o ” , su carácter p re m e d ita d o re la c io n a d o con la “ p olítica de s e c re to ” o la o m isió n de in fo rm a c ió n en los m apas de c ará cte r in v o lu n ta rio es la de: HARLEY, 1988. Un e stu d io so b re la c o s m o g ra fía h isp ánica y el c arácter “ s e c r e to ” de sus realizaciones, c e n tra d o en los d o m in io s del N u e v o M un d o es el de: P O R T U O N D O , 2013. 493 S ob re los o ríg enes p ictó ric o s de p arte de la c a rto g ra fía e u ro p e a , v éase el cap ítulo h o m ó n im o c o n te n id o en: B U IS SE R E T , 2004, pp. 49-68. 494 C A R D U C H O , 1979, p. 353. 495 U na in te re s a n te reflexió n general so b re los usos de la c arto g ra fía en E sp a ñ a y los Países Bajos d u ra n te los siglos X VI y X V II es la de: B O U Z A , 1995. Para un análisis de la rclación entre carto grafía y p o d e r d u ra n te el reinado de Felipe II, cen trad a prin cipalm en te en los m apas g en e rale s y los m apas esp ecíficos, véase: PA R K E R , 1992 y la p o s te rio r revisión y tra d u cc ió n al esp añ ol de d ich o e s ­ tudio, P A R K E R , 2001. Para una v isión g eneral en to r n o a la c ultu ra c arto g rá fic a d u ra n te el rein a do de Felipe IV, véase: K A G A N , 2004. 496 P É R E Z D E H E R R E R A , 1598, ff. 54v.-58v. 497 La referen cia a U niv ersid ad es c o m o la de Salam anca en el m arc o de esta p ro p u e s ta de P érez de H errera no p are ce casual pues a finales del siglo XVI se hab rían m o d ific a d o los Planes de E stu d io de las c átcd ras de M atem áticas de dicha U niv ersid ad y de la de Alcalá de H en a re s in tro d u c ie n d o m aterias relativas a las técnicas c o s m o g rá fic as y la nav egación , véase: E S T E B A N P IÑ E IR O , 2004. 498 P É R E Z D E H E R R E R A , 1598, ff. 56v.-57v. 499 Ibid., ff. 57v.-58r.: “ [...] seria bic[n] se p usiesse luego en cxc c u c io n , y n o te n d rá VJucstra] M fajcstad] en tiem p o de o casion es ncccssidad de scru irsc p ara este efe to de g en te s de d ife ren te s n ac io n e s, su jeto s y vassallos de o tro s Reyes y R ep ú blicas, ó tierras re ­ b eldes a V[ucstra] M [ajcstad] traíd o s c o n m ucha c osta, y co[n] falta de fe y fidelidad: pues nos obliga la falta d csto s, v ale rno s para a rtillero s en o ca sio n e s de m ucha im p o rta [n ]c ia, de H ola(n]d cscs, c Ingleses n u e s tro s e nem ig o s, q[uc] p ele a n d o co[n ]tra su nacio[n] y am igos, y c o n tra o tra s de sus sectas; se p od rá co[n ]sid c ra r con q[uc] gana y m aña c argaran las piceas, y harán los tiro s co[n] b uena p u n te ría , p ues ya se ha visto algunas vezes carg ar las piceas sin e ch arles balas, au n q u e assistan ju n to á ellos so ld ado s de m uch a im ­ p o rta n c ia y c uid ado s, p o n ic [n ]d o n o s en o ca sio n e s y riesgo de p erd e r batallas, y salir vc[n]cidos, p rin c ip a lm e n te las de la m ar [...]” . Las ideas e x p u esta s p o r P érez de H e rre ra y la d es c o n fia n z a que d e s p e rta b a n aqu ello s té cn ico s p ro c e d e n te s de países “ e n e m ig o s ” de la c o ro n a e sp a ñ o la tiene que ver con la idea de “ s e c r e to ” que ro d e a b a el trab ajo de p ro fe sio n a le s c om o c os m ó g ra fo s , in ge n ie ro s, etc., cuyas d esc rip c io n e s y las valiosas in fo rm a c io n e s c a rto g rá fic a s deb ían ser c u id a d o s a m e n te g u a rd ad a s p ara evitar que cayeran en m an o s enem igas. N o en vano, se p ro d u je r o n algunos c on o cid o s caso s de “ esp io na je c a r to g r á f ic o ” , c o m o el p ro ta g o n iz a d o p or el c o s m ó g ra fo n ap o lita n o y sú b d ito de Felipe II Ju an B autista G csio, quien en 1574 llegaría a M adrid d esd e L isboa p o r ta n d o valiosa in fo rm a c ió n c a rto g rá fic a fru to del espionaje realizado d u ra n te varios años en la c o rtc lusitana al servicio del e m b a ja d o r esp añ ol: A N D R É S , 1967. S ob re la c o rre sp o n d e n c ia en tre los c o n c e p to s de sccrcto , dibu jo y f ro n te ra en la m o n a rq u ía de E sp a ñ a d u ra n te los siglos XVI y X V II, véase: H E R N A N D O S A N C H E Z , 2016. Un libro d o n d e se analizan d istin to s casos de esp io naje p o r p a rte de in ­ g e n ie ro s e n tre los siglos X VI y X V III en el á m b ito de la m o n a rq u ía e sp a ñ o la es: C ÁM AR A M U Ñ O Z , R E V U E L T A P O L , 2018. Re­ c ien te m e n te , A. C ám ara ha p ub lica d o un análisis so b re la necesidad de d ibu jo y s c c rc to para el ejercicio del p o d e r c om o a sp e c to de gran im p o rta n cia en la d efin ició n de la p ro fe sió n de in g e n ie ro en los siglos XVI y X V II: C Á M A R A M U Ñ O Z , 2018. 500 L H E R M I T E , 2005, pp. 361-362. 501 Ibíd., p. 361. E n las a n o ta c io n e s críticas del d iario de L hc rm itc , J. Sácnz de M iera indica que estos m apas muy p ro b a b le m e n te d eb ía n c o rr e s p o n d e r s e con las edicion es a n tu c rp ic n s c s de 1573, 1574, 1575 (con te x to latino) o la de 1578 (con te x to francés) del Theatrum Orbis Terrarum que c o n te n ía n 70 p lanos: Ibid., n ota 17. 502 Ibid., p. 362.

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E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

503 A R C O T E D E M O L IN A , 1582, Cap. X L V II, f. 21 r. 504 La d e c o ra c ió n p ic tó ric a de esta sala se c o n o c e gracias a algunas d e s c rip c io n e s c o e tá n e a s c o m o la de A rg o tc de M olina (1582), así c o m o a los estu d io s de M. K uschc: K U S C H E , 1991a y b y 1992. S ob re la “ nueva g ale ría ” de r e tra to s c o n fig u ra d a en tiem p o s de Felipe III tras la d e s tru c c ió n de la antigua sala de retra to s en el in cen dio que su frió El Pardo en 1604, véase: D E L A P U E R T A M O N T O Y A , 2002, pp. 405-442. 505 K U S C H E , 1991a, pp. 15-16. 506 A R C O T E D E M O L IN A , 1582, f. 22r. 507 M A R T ÍN E Z LEIVA , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, pp. 77-78. E sto s au to res con sid e ra n que la cuarta vista, c o rre sp o n d ie n te a la ciudad de V alladolid, que f o rm ó p arte inicialm cntc de la galería de retra to s de El P ardo, se identificaría con la siguiente p intu ra situada en el “ Passadigo A n g o sto h asta San G il” en la Casa del T eso ro “ [15] V alladolid. Un liengo al olio g ra n d e en que esta p intada la ciudad de V alladolid con unas letras amarillas que lo d ig e n ” ( lbíd., p. 47) in te g rán d o se en un c o n ju n to d eco rativ o del que form ab a n parte asim ism o o tra s vistas de ciudades (G ib raltar, Argel, Brujas, Toledo, San Sebastián, Siracusa y un p ar de ciudadcs cuyo n o m b re no se especifica). Sin e m b arg o , esta id en tificació n de la vista de V alladolid que, en o rig en, f o rm ó p arte de la galería de retra to s de El P ard o c o n la e ntrada n° 15 del in ven tario del Alcázar de 1636, p re se n ta algunos p u n to s débiles: el p rim e ro estriba en que, a d ife­ rencia de las vistas de El Pardo (todas ellas al tem ple), de la n° 15 se especifica que su técnica era “ un liengo al o lio ” . A dem ás, en el caso de las vistas de M adrid, L o n d re s y N áp o lcs, inicialm cntc u bicadas en El Pardo y que en 1636 se e n c o n tra b a n en el A lcázar, en to das ellas se indica que “ se tr u je ro n de el P a rd o ” ; m ien tras que en la vista de Valladolid (n° 15) no se incluye tal especificación. 508 lbíd. 309 S ob re las “g en te s de p la c e r ” en la c o rte de los A ustrias: M O R E N O V IL LA , 1939; B O U Z A , 1991. s,° M A R T ÍN E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 78: “ [160] Ju an N ú ñ c z , J ig a n tc. Un liengo g ra n d e al olio en que está un retra to de un g igan te llam ado J u a n N ú ñ c z , que le e m b io el C on d e de C h in c h ó n el a ñ o de 1631, y un ró tu lo que lo d igc” . 511 Según M artínez Lciva y R odríguez Rebollo (2007, p. 135), de las p in tu ras a sen tad as en la “ Q u in ta p ie z a ” del p asa d iz o del C on sejo de O rd e n e s , la ú nica de las que fo r m a r o n p a rte de la d ec o rac ió n de d ich o esp acio y que a día de hoy se c o n se rv a ría sería el retra to del “ Rey de Inglaterra” , que estos autores identifican con el lienzo c onservado en el M usco Nacional del Prado: M arcus G hccracrts II, Retrato de Jacobo 1 de Inglaterra, ó leo so b re lienzo, 196 x 120 cm, M adrid, M usco N acional del P rad o (P01954). 5.2 LAV AN HA , 1622. T a n to la e n tra d a de su p re d e ce so r, Felipe II, en la ciudad de L isboa de 1581, c o m o esta p ro ta g o n iz a d a p o r Fe­ lipe III, han sido o bjeto de especial aten ció n p o r p arte de F. Bouza en el m arco de sus estu d ios en to rn o a la im agen p ro p a ga n dística p ro m o v id a p o r la c o ro n a e sp a ñ o la en la épo ca de “ Los F elip es” , véase e sp ecialm en te: B O U Z A , 1998b, pp. 58-92. 5.3 M A R T Í N E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 78. 5.4

lbíd.,

pp. 89-91.

5,3 E n ellas se r e p re se n ta b a n seis escenas “ en que están g u e rras del S e ñ o r E m p e ra d o r C arlos V ” ju n to c o n o tro s doce lien zos al ó leo “ que so n batallas que tuvo el se ñ o r E m p e ra d o r C arlos V en A lem ania, que tien e n en lo alto cada u no una tarx eta q ua d rad a p ro lo n g a d a en que están las d ec la ra c io n e s de cada uno y las de los tres están en b lan c o las dichas ta rje ta s ” o algunas p in tu ra s de en tra d a s triu n fale s c o m o la “ que higo el c xcrgito del S e ñ o r Rci P hclipc 2o en L isboa, d o n d e se d e m u estra la batalla que h u b o so bre la p u e n te de A lcántara y p o r m ar y t ie r r a ” o los “ D o s liengegitos al tem p le p ro lo n g a d o s y biejos, el uno la e n tra d a del S eñ o r Rci P hclip c I o en La C o ru ñ a. Y el o tro las fiestas que le higicron en V allado lid ” . 9.6 S ob re esta serie, véase: D ÍA Z P A D R O N , 1995, vol. 1, pp. 106-111. 5.7 Para un análisis de las re p re se n ta c io n e s de o b ra s de ingeniería civil y m ilitar de los siglos X V II y X V III en la p in tu ra esp añ ola de esa ép o c a que ha llegado a n u e s tro s días, véase: P O R T Ú S P E R E Z , 2005. 5.8 M A R T ÍN E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, pp. 90-91: “ [577] F áb rica de la fu e n te de D am an icl. Un liengo al olio, de diez y seis pies de largo c o n m o ld u ra negra, que es la d csc rip g ió n de la fábrica que, p o r m a n d a d o del S eñ o r Rci P hclipc 3 o, se higo para c o n d u c ir la fuen te del Valle de D am an icl al palagio de M adrid, en que ai una tarjeta aovada p ro lo n g a d a c o n un le tre ro que lo digc” , “ [578] D ich a fábrica. O tr o liengo al olio de q u a tro pies de larg o con m old u ra negra que sigue la m ism a d cscrip g igo n . Y está p in ta d o palagio y una tarx eta en que está p u e s ta la d csc rip g ió n de la c o n d u g ió n del agua” , “ [579] D icha fábrica. O tr o liengo al olio de o c h o pies de largo c o n m o ld u ra d o ra d a en que está la fáb rica de la c o n d u g ió n de la dich a fu e n te d esd e el Valle D a m an ic l a

NOTAS

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palagio, c o n un c o rtc de la fábrica que se higo para la cxccugión de esta, o b ra de m an o de Roela, p in to r c lé rig o ” . S ob re la bajada de aguas desde una fuen te situada en las extre m id ad e s del valle de A m anicl, véase: B A R B E IT O , 1992, pp. 148-149. Según este autor, fue el sec re ta rio de la J u n ta de O b ra s y B osques y su pe rin te n d e n te del C uarto de la Reina, Tom ás de Angulo, quien tuvo conocim iento de la existencia de esta fuente y ofreció al rey Felipe III traerla hasta el Alcázar. E n esta com plicada em presa particip aro n fray Alberto de la M adre de D ios y Pedro de Lizagáratc y c o n tó con la financiación de don Rodrigo de C alderón. 5,9 G O N Z Á L E Z D Á V IL A , 1771, p. 209. 520 C o m o h an señ alad o M artínez Lciva y R od rígu ez R ebollo (2007, p. 47, n o ta 140) la p rim era referen cia a esta p in tu ra de Roelas fue reco g id a en las “A d ic io n e s ” del C o n d e de V iñaza, quien la fechaba e rr ó n e a m e n te en 1637, véase: V IN A Z A , 1894, p. 32. P o ste ­ r io rm e n te , V aldivieso y S crrcra (1985, p. 173, n° 140) c o rrig ic ro n el e r r o r relativo a la c ro n o lo g ía de la obra. 521 M A R T ÍN E Z LEIVA , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, pp. 47-48. El d o c u m e n to relativo a la tasació n de estas p in tu ras e fe c tu a d o p o r V clázqucz se e nc u en tra en: PITA A N D R A D E , 2000, p. 89, n° 88: “ 1631, 12 y 26 de mayo. D oc. 78. V clázqucz tasa en 1.510 reales dos q u a d ro s el u no de v einte pies de largo de la gession in te r io r de la n avegación del agua que viene d esd e el valle de amanicl a el alcagar d csta villa y el o tro de q u a tro pies en q u a d ro y m ed io de la fachada de p alacio y in te rio r de la fuen te de dicha agua, que hizo el p in to r Isaac G u ille r m o ” . AGS (CM, Lcg. 697. P ag a d o r J u an G ó m e z M angas. D estajo s, 1631, f. 8). 522 G O N Z Á L E Z D Á V IL A , 1623, p. 310. 523 Para una v isión de c o n ju n to de la e volución del p ro g ra m a d e c o rativ o de esta sala, véase: C H E C A C R E M A D E S , 1994, pp. 395398. s24 S ob re la Casa del T e s o ro del A lcázar de M ad rid , véase: B A R B E IT O , 1992, pp. 70-75. 525 M A R T Í N E Z L E IV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, pp. 80-81. 526 Ibíd., p. 87: “ [251-337] 87 mapas. Mas o ch e n ta y siete m apas de las q u a tro p arte s de la tierra, de E sp a ña , Frangía, Ytalia, Alem ania y d em ás p ro v ing ias del o rv e en papel a fo rra d a s en licngo, so n de varios tam año s, sacadas de libro de A b ra h a n O rsc lio , que se c o m ­ p ra ro n para esta pieg a” . 527 Ibíd. 328 U n análisis de este esp a c io d o n d e se a p o s e n tó al card en al legad o B arbcrini d u ra n te su visita de 1626 a la c o rtc m ad rileñ a y de la relació n que se e sta b lec ió e n tre A n to n io M ancclli, Ju an G ó m e z de M ora y el m ie m b ro de la legación del card en a l, C assian o dal Pozzo, se e n c u e n tra en: B A R B E IT O , 2013, pp. 113-115. 329 A. M atilla T ascón fue el p rim e ro en relacio n ar a M ancclli c o n el p rim er p lan o de la Villa de M adrid y dio a c o n o c e r su te sta m e n to en sen d as p ub licacion es: M A T IL L A T A S C Ó N , 1980 y 1982. El p lan o de la ciud ad de Valencia de M ancclli ha sido e stu d iad o por: B E N I T O D O M É N E C H , 1994. La re c o n stru c c ió n del perfil b iog ráfic o de M ancclli se debe a: M U Ñ O Z D E LA NAVA C H A C Ó N , 2005 y 2006. a3° B A R B E IT O , 2013, p. 1 14. B arb cito utiliza en su estu d io la d o c u m e n ta c ió n relativa a los pag o s realizad o s con m otiv o de la visita del card en al c o n s e rv a d o s en el AGP. Esa m ism a libran za de p ago a A n to n io M ancclli, a parece c o n te n id a en la d o c u m e n ta c ió n de la C o n ta d u ría M ayor de C u e n tas c o n se rv a d a en el AGS, c o in c id ie n d o p le n a m e n te ta n to en las fechas c om o en el c o n te n id o : AGS, CMC, 3* é p o ca, Lcg. 3014, s. f. A c o n tin u a c ió n , se tran s crib e el c o n te n id o in te g ro de la libranza: “Ju an g o m e z m an g as \sic\ Pag[ad]or de las o b ra s del alcagar d csta U [ucstr]a de m [ajcstad]d y cassas Reales del p a rd o y el cam p o y t e n e d o r de m ateriales de las d |ic]h as o b ra s de los m rs que son a Su c arg o p ara el g asto dcllas m an d e U [ucstra] m [crccd] d ar y p ag ar a A n to n io m anchcl e sta n p e ro U cx ino d csta d[ic]ha Uilla trcg icn to s y sete n ta y ginco Reales que balen doge mili sctc g icn tos y g inq u en ta m [a]r[avcdi]s que los h u b o de h au cr = Los g icnto y o c h e n ta Reales p o r d os m apas U nib crsalcs que dio para la cassa del te so ro d o n d e se a de a p o s e n ta r el legado de su san tid ad a rrag o n de a n o v e n ta Reales cada U na = trcy n ta y tres Reales p o r o tra m apa de esp a ñ a = trcy n ta y tres Reales p or o tra m apa de aragon = trcy n ta y tres Reales p o r Un a rb o ro de las a rm as y título s de los Reyes de y ng latcrra y los n o b e n ta y seis Re­ ales R estantes p o r doge m apas m ed ian as c o m o parege p o r el c o n g ic rto que con el su so d [ic]ho higo el m a e stro m ayor J u a n g o m e z de m ora y to m e U [ucstra] m [crccd) Su carta de p ago c o n la qual y esta libranga le Serán R ecaudos y p assa do s en q u e n ta los d ich o s tr c ­ gicn tos y sete n ta y cinco Reales fecha en m adrid a diez y o c h o de m ayo de mili y seis gicntos y b cy n tc seis a ñ o s ” . E n esc m ism o le­ gajo de la C o n ta d u ría M ayor de C u e n tas se incluyen n u m e ro sa s libranzas de p ag o relativas a las o b ra s e jecu tad as en el que habría de ser el a p o s e n to del card en al B arbcrini en la Casa del T eso ro, c o n c e n tra d a s p rin c ip a lm e n te e n tre los m eses de abril a junio de 1626. T e n ien d o en c ucn ta que el card en al B arbcrini haría su in g re so oficial en M adrid el 24 de mayo de 1626, de la c ro n o lo g ía de

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E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

d ichas libran zas se d e s p re n d e el retra so en los p re p a ra tiv o s para recib ir al n e p o te del Papa, pues todavía en el m es de mayo y ya e n ­ trad o junio de d ich o año se c o n tin ú a n e fe c tu a n d o libran zas de p ago para las o bra s de la Casa del T esoro. Por ejem plo: “ = C o m p r a s = d e texas p ara c u b rir los te x a d o s de las chim en e as que de n uevo se an h ec h o en la casa del te so ro d o n d e se a a p o s e n ta d o el legado d e Su S an tid ad . 23 de Ju n io de 1626” ; ctc: AGS, CMC, 3* é p o ca, Lcg. 3014, s. f. En su “ E s tu d io I n t r o d u c t o r i o ” del Diario del viaje a España del Cardenal Francesco Barberini escrito por Cassiano da! Po%%ot A. A nsclm i refiere a esto s retra so s a los p re p a ra tiv o s referid o s p o r el c o n tr o la d o r en la c o rtc , e n c a rg a d o de o rg a n iz a r la esta n cia en M adrid de la legación: A N S E L M I, 2004, pp. X X X III-X X X IV . 531 B A R B E IT O , 2 013, p. 111. 532 M A R T ÍN E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 87. S ob re la d e sc rip c ió n del reino de A rag ón de Ju an B autista L avanha, véase: H E R N A N D O R IC A , 1996. 533 M A R T Í N E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 93. 534 A N S E L M I, 2004, pp. X X X III-X X X IV . De hech o, el gran d isp e nd io que para la hacienda real d eb ió s u p o n er el te ne r que h o sp e d a r al card en a l y a to d o su s éq u ito o b lig ó a re d u c ir los g a sto s al m ín im o , hasta el p u n to de que, p o r ejem plo, no sien d o su ficien tes to d o s los p lato s de p lata que la C o ro n a p oseía para d ar de c o m c r a sus in vitado s, la fam ilia “ b aja ” del legad o tuvo que c o m e r so bre p lato s de te rra co ta . 535 AGS, CMC, 3a época, Lcg. 3014, s. f., n° 5. C u e n tas de J u a n G ó m e z M angas [j /V], p a g a d o r de las o bra s del A lcázar de M adrid y C asas Reales del Pardo y C am p o. A ños 1618-1627. 536 Un e stu d io de esta in te re s a n te c u e s tió n c e n tra d o en la p in tu ra h o la n d e sa de este p e r io d o es el de: A LP ER S , 1983. 537 S ob re este g ra b a d o de Jac q u cs C allot, véase: L IE U R E , 1969, vol. V, n° 593, pp. 81-88. C on p o s te rio rid a d , S. Z uraw sk i (1985) a p o rta nueva d o c u m e n ta c ió n que p e rm ite c o n o c e r con m ayor p re c isió n la c ro n o lo g ía y génesis de este m o n u m e n ta l g ra b a d o , c o m i­ s io n a d o p o r la in fa n ta Isabel Clara E ugenia c o m o p arte de una cam p añ a de p ro p a g a n d a p olítica y m ilitar d estin ad a a e nsalzar la v icto ria e sp a ñ o la en B rcda. 538 F. B aldinucci en su Noticie de' professori del disegno [...] da n oticia de la llegada de C allot a F lorencia, s itu á n d o le c o m o discíp ulo d e G iu lio Parigi, in g e n ie ro del granduca di T oscan a y de la fo rm a c ió n m atem ática que recibiría el g ra b a d o r lo ren és en casa de Parigi: B A L D IN U C C I, 1812, vol. 11, pp. 362-364. 539 Z U R A W S K I, 1988, pp. 623-625. 540 G E H R I N G , 2014, pp. 48-49. s41 F. F iorani (2007, p. 805) estim a que a m ed iad o s del siglo X VI e x istiero n a lre d e d o r de 1.500 m apas im p re so s, cada u no de los cuales tenía unas d im e n sio n es de en tre 2 y 3 m etro s. Sobre la d isp o sició n de este tip o de m apas en el á m bito italiano, véase: W O O D W ARD, 1996, pp. 79-87. 542 Z U R A W S K I, 1988. 543 Solo en b iblio tecas y m uscos esp a ñ ole s se c o n s e rv a n varios ejem plares de este m o n u m e n ta l g ra b a d o de C allot. E n el M usco N a ­ c ional del P rad o se c o n se rv a un e jem p la r de este g ra b a d o (Inv. G 02919) que según el catá lo g o raz o n a d o de J. L icurc (1969) es un te rc e r esta d o y c o n stitu y e una pieza de c ierta rareza. U n ejem pla r sim ilar se c o n se rv a en la B N E (Inv. 41.914) cuya p rin cipal d ife ­ rencia con el a n te r io r m e n te m e n c io n a d o es que sus b o rd e s han sido re c o rta d o s, care cie n d o de m arc o p crim ctral. U na carencia que, si bien no afecta a la csccn a c en tral del g ra b a d o , sí que d e s v irtú a la c o n c e p c ió n p rim igen ia de estas e stam pas cuyo m arco las asim i­ laba a una p in tu ra p ro p ia m e n te dicha. s44 S ob re esta p in tu ra, véase D IA Z P A D R O N , 1995, vol. 2, p. 1232. E n to rn o a la p e rs p ec tiv a a do p tad a p o r Snaycrs en este cuad ro: W E IB E L , 2014, pp. 441 y 444, lám. 442.2; G E H R I N G , 2014, pp. 48-49. 545 M A R T Í N E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, pp. 101-102: “ [822] Sitio de O stc n d c . Un lie n to de n ucu c pies de largo p o c o más o m en o s, con la m o ld u ra que es d o ra d a y negra, que diccn ser el Sitio de O s tc n d c q ua n d o, el A rc h id u q u e a rm a d o y la Se­ ñ o ra In fa n ta , ucstida de aguí con b o e m io y s o m b re ro , a cauallo en p ala fré n , le salieron aucr el m arq ués S pinola a rm a d o a cauallo y d e s c u b ie r to con b an d a co lo rad a se d e m u e s tr a ” ; “ [823] Sitio de B rcda. O tro , del m ism o ta m a ñ o , del Sitio de B rcda, con m o ld u ra d o ­ rada y n eg ra , y se d e m u estra q u a n d o salió a ucrlc en co c h c la S eñora Y nfanta y el m arq ués S pinola a rm a d o a cauallo y d e s c u b ie rto cerca de él y o tro coch c d e la n te ” . 546 F I O R A N I , 2007.

NOTAS

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547 B O U Z A , 2005a, pp. 51 y ss. 348 M A R T Í N E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 80. Por ejem plo: “ (343] M apa. Un m apa de q u a tro pies y m ed io de largo p o c o más o m en o s, de una de las p ro v incias de Flandcs, que tiene dos esc u d os de a rm as im p eriales en lo alto a las dos p u n ta s y abajo una tarjeta b lan ca, está clavada en la pared con una ginta c o lo rad a y tachuelas d o r a d a s ” ; “ [344] M apa. O tr o m apa, de m ano, so b re pap el y lum inad o de los e sta d o s de F landcs, que tiene de largo diez pies p o c o más o m en o s, y tiene p o r orla una labo r carm esí y en lo bajo la escala de leguas con un co n p as, y en m ed io una ta rje ta d o n d e está el n o m b re de quien la higo y en lo alto, en la mar, un e sc u d o de a rm as de su m ag estad , que las tiene un tritó n cab allero so bre un pez m arin o, e sta m p a clavada en la p a r e d ” , etc. 549 R O C A M O R A Y T O R R A N O , 1599, ff. lv.-2r. 550 lbíd.y ff. 5v.-6r. 351 lbíd., ff. 6r.-6v. E. L laguno y A m irola, 1829, vol. 2, p. 143, fue el p rim e ro en n o ta r que G in é s de R ocam o ra “ p re s u m ib le m e n te ” e n s e ñ ó en la A cadem ia de M atem áticas, al calor de las in fo rm a c io n e s q u e p ro p o rc io n a en su tra ta d o so b re la c ue stión . 352 Los p rim e ro s estu d ios fun d am entales so bre d on B crn ard in o de M en d oza fueron realizados p o r el h ispanista francés Alfrcd M orclFatio, quien pub licó en 1906, en el Bulletin Hispanique, un estu d io so b re esta figura, que p o s te rio rm e n te se vería am pliado y m ejo rad o en un cap ítu lo que fue p arte de sus Etudes sur TEspagne'. M O R E L -F A T IO , 1906 a y b. Más a d elante vio la luz la p u b lica c ió n de J. De L am ar (1964) en la que se d ib u jab a un c o m p le to perfil de las la b o res d ip lo m á tic a s d e s e m p e ñ a d a s p o r M en d o z a , s itu á n d o lo a la cabeza de los serv icio s de in teligen cia del E sta d o e sp a ñ o l b ajo la m o n a rq u ía de Felipe II. U n b ue n resu m e n de las c o n trib u c io n e s a p u n tad a s se e n c u e n tra en: H E R R E R A C A S A D O , 1989. Más rec ie n te m e n te , su figura ha sido estu d iad a p o r: C A B A N A S A G R E L A ,

2001 . 553 M E N D O Z A , 1592. E sta o b ra fue editada p o r vez p rim era en francés, en París, p o r G uillau m c C hau dicrc en 1591 y, un año más tarde en esp a ñ o l, en M adrid, p o r P ed ro M adrigal, cdición de la que nos h em o s serv id o en este estudio. 554 Á L V A R E Z D E B A E N A , 1790, vol. 2, pp. 109-111. 555 M E N D O Z A , 1592, Lib. V I, ff. 141v.-142r. 556 Ibíd.t Lib. X, ff. 217v.-218v.; Á L V A R E Z D E B A E N A , 1790, vol. 2, pp. 109-110. 357 M E N D O Z A , 1592, Lib. X I, f. 225r.; Á LV A R EZ D E B A E N A , 1790, vol. 2, p. 1 10, m e n c io n a este m ism o e pisodio. 558 lbíd., p. 110. 359 Un análisis general del perfil del IV conde de P u ñ o c n ro s tro , así c om o de las m aterias que c o n f o rm a ro n su biblioteca, se e nc u en tra en: D A D S O N , 1998, pp. 155-164. E ste a uto r, en esa m ism a p ub lica c ió n , incluye un apé n dic e d o c u m e n ta l d o n d e se tran s c rib e ta n to el inventario de la librería c o m o algunas de las p intu ras que p erte n e c iero n al IV c on d e de P u ñ o c n ro s tro . E n el m arco de este estudio, in teresa analizar la p re se nc ia de la cultu ra g eo g ráfica y de la c a rto g ra fía en su colección. 360 lbíd., Inv. IV-A, p. 356. Si b ien cada cajó n llev aba su p ro p io títu lo in d ic a n d o las m a te ria s que c o n te n ía , c o m o ha a p u n ta d o T. D a d s o n en su análisis de esta c u e stió n , tal clasificación n o resulta del t o d o fiable p ues algu n os v o lú m en e s a parecían “ tr a s p a p e ­ la d o s” en los cajones c o r r e s p o n d ie n te s a o tras áreas tem áticas: lbíd., p. 162. 561 lbíd., Inv. IV-A, n° 181, p. 357. 362 lbíd., Inv. IV-A, n° 101, p. 350. 563 La relación de o b ra s en m ateria de arte m ilitar que fue re u n ie n d o d o n F ran cisco Arias en su librería es exten sa. S eñ alarem o s, a c o n tin u a c ió n , algu n os de los título s más d estacad os que poseyó en esta d isciplina cuya id en tific a ció n, siguiendo a T. D a d s o n (1998), parece in eq u ív o ca, o rd e n a d o s aquí c ro n o ló g ic a m e n te según su fecha de p ub licación : D E L P O Z Z O , P. (1544), Libro llamado batalla de dos, co[n]puesto por el generoso Paris de puteo doctor en leyes: que trata de batallas particulares de reyes, emperadores, príncipes, Sevilla, D om cn ico de R ob crtis; G RA C1Á N , D. (1566), D e re militari, B arcelona, C laudio B o rn at; C E N T O R I O D E G L I H O R T E N S I I , A. (1568), Discorsi di guerra, Vcnccia, G. G io lito ; T H E T I , C. (1569), Discorsi di fo rtifica^io ni, R om a, G. A cco lto ; CA TA N EO , G. (1571), Dell'arte militar libri tre, B rcscia, V. S abbio; C A T A N E O , G. (1571), M o d o di formare lemoderne battaglie, B rcscia, G. F. & P.M. D e ’M archcti; F R O N T IN U S , S. J. (1574), Stratagemi militari,Vcnccia, B.Z a lticro ; B R A N C A C C IO , L. (1582), Della vera disciplina etartemilitare, Vc­ nccia, V. Baldini; R O C CA , B. (1582), D e ’discorsi di guerra, V cnccia, D. Z cn a ro ; ÁLAVA Y V IA M O N T , D. (1590), E l perfecto capitán, M adrid, P ed ro M adrigal; S A L A Z A R , D. de (1590), Tratado de re militari[...] R ogcr Vclpius; T R IL L O , A. (1592), Historia de la Rebelión y guerras de Flandes, M adrid, G u ille rm o D ro u y ; ISABA, M. (1594), Cuerpo enfermo de la milicia española, M ad rid , G u ille rm o D ro u y;

308

E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S ( í j . 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

V ALLE D E LA C E R D A , L. (1599), Auisos en materia de Estado y Guerra, para oprimir Rebeliones y ba^er payes con enemigos armados, o M adrid, P ed ro M adrigal; L E C H U G A , C. (1603), Discurso del Capitan C.bristoual Lechuga, en que trata del cargo de Maestre de C a m p o General, y de todo lo que de derecho le toca en el Exercito, Milán, P an d o lfo M alatesta. Para una relación c o m p le ta de los título s de la librería ju nto con una p ro p u e s ta id cn tificativ a de los m ism os, véase: Ibíd., Inv. IV-A, pp. 342-356. tratar con subditos rebeldes,

564 Ibíd., Inv. IV-A, n° 100, p. 350. 565 P É R E Z P A S T O R , 1891, p. 321. 566 M E N D O Z A , 1596. 567 V éan se algu n os de los v o lú m en e s que reu n ió en m ateria de arte m ilitar en la n ota n° 563. s68 D A D S O N , 1998, Inv. IV-A, n° 40. D a d s o n id en tific a este libro c o m o la Historia de ¡a Rebelión y guerras de Flandes de A n to n io Trillo. Sin em b a rg o , la d esc rip c ió n de este ejem plar es tan sucinta que resulta difícil e sta b lec e r una id e n tific a ció n in eq u ív o ca, pues al calo r de la m ism a, bien p o d ría c o rr e s p o n d e r s e con la obra de T rillo c o m o c o n la de M endoza. 569 A H P M , P rot. 2638, f. 85 lv. y f. 854v., resp e ctiv am e nte . s7° D A D S O N , 1998, Inv. IV-A, n° 54, p. 346. T. D a d s o n id en tifica la e n tra d a del in v e n ta rio c o r r e s p o n d ie n te a “ vida de o m b re s ylustres en y talia n o ” c o n la o b ra de Paolo G io v io titulada Gli elogi. Vite d'buomini illustri di guerra p ub licad a en F lore nc ia en 1554. Esta no era la única o b ra que el c o n d e de P u ñ o c n r o s tr o p oseía del h u m a n ista italiano. A ella hay que a ñad ir L a seconda parte dell'istoríe del suo tempo, p ub lica d a en 1560 en Vcnccia ( Ibíd., n° 37) y una e n tra d a que reza “ O tra s ynp resas m ilitares en y talia n o ” que p ro b a b le ­ m en te se c o rre sp o n d e ría con el Dialogo dell’ imprese militari et amorose (Vcnccia, 1557) de esc m ism o a u to r (Ibíd., n° 159). 571

Ibíd.,

Inv. IV-B, n° 1, p. 357.

572 U n b u e n ejem plo de ello lo e n c o n tra m o s en las “ Picgas an g o sta s so bre la casa el P an a d ero y cocin as de los o sped ajes [...]” d on d e según el in v e n ta rio del A lcázar de 1636 c olgaban un b u e n n ú m e ro de m apas, e n tre los que d estaca la serie c o n f o rm a d a p o r 87 e jem ­ p lares “ en papel a fo rra d a s en licngo [...] sacadas del libro de A b ra h a n O rsc lio , que se c o m p ra r o n p ara esta p ieg a ” : M A R T IN E Z L EIV A , R O D R Í G U E Z R E B O L L O , 2007, p. 79. 573 Para una v isió n de c o n ju n to de las vistas de la ciudad de R om a, véase: D E S ET A , 2006 y M A IE R , 2015. S ob re la p ro d u c c ió n de im ág en es u rb a n as de A n to in c Lafréry, véase: S T R O F F O L I N O , 1996. 574 C E L L A U R O , 2007; S A N T I A G O P Á E Z , 1994, pp. 304-305. 575 K O E M A N , 1964, pp. 22-26. 576 Para una relación de los p rin c ip a les e stu d io s so b re la figura de d o n B c rn ard in o de M en d oza, véase n ota 552. 577 M O R E L -F A T IO , 1906a, pp. 20-23. 578 E n su c o r r e s p o n d e n c ia d ip lo m á tica , que en m uchas o ca sion e s debía atra v esa r te rrito rio s e n e m ig o s h asta llegar a su d e s tin o (ge­ n e ra lm e n te la c o rtc de M adrid), d o n B c rn ard in o de M en d o z a utilizó un a m plio aban ico de técn icas de cifra do que han sido p o rm e n o riz a d a m e n te analizadas p o r: D E LAM AR, 1964, esp e c ia lm e n te pp. 231-239. 579 M A R Q U É S D E LA F U E N S A N T A D E L V A L LE , S A N C H O R A Y Ó N , Z A B Á L B U R U , 1888, vol. 92, p. 383. 580 Ibíd., p. 385. 581

Ibíd.,

pp. 386-387.

582 M E N D O Z A , 1592, ff. lr.-9v. 583 M O R E L -F A T IO , 1906b, pp. 133-135. E ste a u to r re p ro d u c e el fra g m e n to c o m p le to c o n te n id o en la el que d o n B c rn a rd in o d esc rib e tales in ven cio n es: M E N D O Z A , 1596, f. 64r.

Tbeoricay practica de guerra,

en

s84 S ob re los o ríg e ne s de este atlas, su rec e p c ió n y sucesivas edicion es, véase: K O E M A N , 1964. 585 Ibíd., p. 18. 586 D E N U C É , 1918, vols. V III & IX. Son n um erosas las misivas con tenid as en esta p ublicación en las que se refiere a don B crn ard ino d e M en d oza c om o in te rm e d ia rio en París de los envíos realizados d esd e A m b crc s p o r C ristó bal P lan tin o con d e s tin o a la c o rtc de M adrid: n° 1 178. C arta de P lan tin o al sec re ta rio G arn ic r, 16 de d icie m b re de 1586 (p. 100); n° 1205. C arta de P lan tin o a B crn ard in o d e M en d o z a , 1 de e n e r o de 1587 (pp. 144-146); n° 1208. C a rta de P la n tin o al s e c re ta rio G a r n ic r , 6 de f e b re ro de 1587 (p. 151);

NOTAS

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n° 1218. C arta de P lan tin o a G ab riel de Zayas, 6 de m arz o de 1587 (pp. 164-165); n° 1243. C arta de P lan tin o a F rangois Lucas, 12 de abril de 1587 (p. 203); n° 1256. C arta de P lan tin o a G ab riel de Zayas, 15 de mayo de 1587 (p. 223); n° 1321. C arta de P lan tin o a G ab riel de Zayas, 19 de n ov ie m b re de 1587 (pp. 321-322); n° 1350. C arta de P lan tino a G ab riel de Zayas, 18 de feb re ro de 1588 (pp. 361-362); n ° 1369. C arta de P lan tino a Arias M o n tan o , 24 de abril de 1588 (pp. 389-390); n° 1370. C arta de P lan tin o a G abriel de Zayas, 24 de abril de 1588 (p. 392); n° 1378. C arta de P la n tin o a B c r n a r d in o de M en d o z a , 1 de ju nio de 1588 (pp. 4 01 -402); n° 1392. C arta de P lan tin o al sec re ta rio G arn icr, 6 de a g o sto de 1588 (pp. 419-420); n° 1397. C arta de P lan tin o a G a b riel de Zayas, 27 de a g o sto de 1588 (pp. 425-426). E n c o n tr a m o s a sim ism o refe ren c ia s al pap el ejercid o p o r d o n B crn a rd in o c o m o in te rm e d iario en los envíos de libros de la e m p resa p lan tin ia n a a M adrid en la c o rre sp o n d e n c ia de B en ito Arias M o n tan o : D A V IL A P E R E Z , 2002, vol. 2, pp. 505, 555, 677 y 685. 587 D E N U C É , 1918, n° 1178, p. 100. 588 lbiti., n° 1397. C arta de P lan tino a G ab riel de Zayas, 27 de a g o sto de 1588, pp. 425-426. a89 Ibid., n° 1378. C arta de P lan tino a d o n B c rn ard in o de M en d o z a , 1 de junio de 1588, pp. 401-402. 590 Ibid., n° 1392. C arta de P lan tino al sec re ta rio G a rn ic r, 6 de a g o sto de 1588, pp. 419-420. 591 A GS, CCA , C E D , 364, ff. 308r.-309v. 992 Ibid., f. 308r.: “ P rim c ra m tc en siete fardos de T apicería d esde nuo 1. hasta no 7 — d o Z c piceas de tapicerías de flandcs vieja de figuras de o b ra de ginco anas de c a y d a/ siete piegas de tapicería Vieja de figuras de ginco anas de Cayda / o c h o piegas de o tra T a ­ picería de B oscaje -mw- g ru e ssa de cinco anas de cayda / siete piccas de o tra tapigeria p eq u eñ a de b oscaxc m uy g ru e sa / Tres alon b ra s de T urq ue a y vn R ep o ste ro biejo de p a ñ o aguí” . 593 Ibid., f. 3 09 v. 594 Ibid., f. 308v.-309r. s95 Ibid., f. 308v.: “ E n c o fre n°. X va: Vna cam a Roja de d a m a sc o g ua rn ec id a C on p a sa m a n o s de o ro [...]; O tr a C am a de d am asco aguí g uarn eg ida con p asa m a n o s de o ro y Seda y franxas con sus c o rtin a s c o b e r to r y m ancanillas R odapiés y C o rd o n e s de seda aguí y amarilla; vn R etrato del santi[si]m o sacram [cn]to de Seda y o ro so b re rra so colo rad o ; o tro del s[antisi]m o sacr[am cn]to délo m ism o so b re raso c o lo rad o ; o t r o R etrato de la V erónica tegido de o ro y seda; o tro R etrato de n [u cst]ro s[cñ ]or y san to T h o m a s so b re Raso C o lo r a d o ” . s96 Ibid.: “ en c o frc n° 9 va: [...] Vn R etrato del duq[uc] de Alba; V na oja de C u e ro n eg ro a p o n e r p apeles; Vn legaxo de papeles atad o yntit[ula]do encim a el duq[uc] de Alúa; Vn libro b iejo de papel de cop ias de C artas en y taliano y o tro de papel b lan c o sin scrcuir; O tr o libro en y taliano c sc rip to de m an o de la R [claci]on de C ario q u in to ; Vn aderego de V n candil de E u a n o ” . 597 Ibid., f. 308r. s98 Ibid., f. 309r.: “ en c o frc n° 12 va: [...] vn legaxo de pap eles de d iuersas m aterias atado; vn libro de papel Reglado; o tro libro c s ­ c rip to de m an o en ynglcs y cifras; o tro libro en ynglcs y C an tares; o tro libro de g asto s del biaje de yng alatcrra; o tro libro en Ingles; o tro libro de q [u cn ]tas y salario de C riad os; o t r o libro en ynglcs sC rip to a la m an o ; o tro libro en latin de las p aZ c s en tre el Rey de E sp a ñ a y el Rcyn de In g a latc rra ; o tro libro en ynglcs de Virgilio s C ritp to a la m an o ; o tro libro en esp a ñ o l de m old e; vn legaxo de p apeles de in stitu cio n es con vna tabla dcllas; vn misal de Roma con V na m anilla de Plata; vnas h oras g ra n d es del o ffio de nra Señora c o n dos m anillas de plata; vn p ar de e strib o s de plata con Sus fun d as de C ue ro c o lo rad o ; vn Saquillo de C anam ago con los yerros de P lata para aderego del fre n o y lo d em as de Vn cauallo vn p ar de esp u elas de plata; vn to rillo de Latón d o ra d o agu x erad o; vn Sello de palo C o lo ra d o y B lanco D o s Papeles de fig u ras” . s" Ibid., f. 309v.: “ E n Vn lio a p |a r]tc N° 13: Vn q u a d e rn o de papeles con vn y n b e n ta rio dcllos to c a n te a la liga e n tre el papa pió q u in to y el Rey de E sp a ñ a y v en e cia n o s c o n tra el tu rco ; o tro q u a d e rn o de p apeles to ca n te s a los c on clau cs con vn y n b e n ta rio dcllos; o tro Q u a d e r n o p artic u la r y n fo rm a g io n del esta d o de la C o rte R om ana; vn legaxo de o tro s pap eles m em oriales y C artas de p ago de d ife re n te s p e rso n a s; o tro s pap eles c u rio so s y C arta s de d iuersas m aterias; o tro s pap eles en o tro legaxo; o tro s pap eles e n tre dos tablas de C uero; o tro legaxo de o tro s papeles; o tro s legaxos de diuersas cartas m em orias y o tra s cosas de g asto y q u a d e rn o s b aro n es y libros en e s p a ñ o l” . 600 AGS, CCA , C E D , 364, ff. 266v.-267v. 001

310

Ibid.,

f. 266v.

E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

602 D U E R L O O , 2015, pp. 88-89, 200, 204. 603 E n sus Comentarios so b re las g u e rras de F landcs, d o n B c rn ard in o de M en d oza da n oticia de la p a rticip a ció n en tales su cesos de F ran c isc o de Ib a rra, en calidad de P ro v e e d o r G en e ra l de ejército s y arm a da s de los reinos de E sp aña: M E N D O Z A , 1592, Lib. I, f. 22v. Resulta difícil d e te rm in a r si el Francisco de Ibarra que m en c io n a M endoza en su o b ra se c o rre sp o n d e con alguno de los retrato s que poseía d on D iego de Iba rra, pues com o señaló A. M orcl-F atio (1878, pp. 315-327) existen varios p erso najes de id én tico n om b re, quizá de la m ism a fam ilia, de los que apa rec e n refe ren c ia s en la d o c u m e n ta c ió n de finales del siglo XVI y c o m ie n z o s del X V II. E n tre esos p e rs o n a je s h o m ó n im o s se e n c o n tr a b a el a u to r del m an u sc rito en el que se relata la Guerra del Palatinado (1621), quien se d eclarab a hijo de D ie g o de Ib a rra y n ieto de F ran cisco de Ib a rra , el cual hab ría serv id o en Italia y en los Países Bajos, o b te n ie n d o el c arg o de m ie m b ro del C o n se jo de G u e rra . 604 AGS, CCA , C E D , 364, f. 67v. 605 AGS, CCA, C E D , 365, f. 300v\: “ M em oria de la rro p a y m en ages del c o n d e de Villa M ediana que Va a Vall(adol]id c o n te n id a en los fard o s desde n.° 1. h asta 5 4 ” . D e s a fo r tu n a d a m e n te , el m em orial d o n d e se re g istra ro n los bienes que d o n ju á n de T assis llevaba a V alladolid se c o n s e rv a in c o m p le to y solo c o n o c e m o s el c o n te n id o de los diez p rim e ro s cofres. 606 AGS, CCA , C E D , 365, ff. 438v.-439v. 607 A los e jem p lo s s eñ a lad o s p u e d en a ñ a d irse o tro s m uc h o s, c o m o el de d o n D u a r tc de B rag an za, m arq u é s de F rcchilla, de quien F. Bouza ha señalado —entre otra s cue stio n e s— su afición a las m aterias geográficas y cosm og ráficas. La vida del m arqués de Frcchilla tr a n s c u rrió entre sus casas de E v o ra, O ro p c s a y M adrid. D o n D u a rtc hab ría re u n id o n u m e ro sa s p in tu ras, e n tre las que se c u e n tan las series de retra to s fam iliares y de las d istin tas d inastías p ortu g u e s as , reta b lo s y lám inas de d e v o ció n , series de lien zos c om o los c u a tro d ed ic ad o s al tem a de la cre a ció n del m u n d o y, más d ire c ta m e n te relacio n ado s c o n la g eo g rafía, una serie de c u a tro m apas de los c u a tro c o n tin e n te s , un m ap a de A ragón id e n tific a d o c om o el le va n ta d o p o r Ju an B autista L avanha o el de la villa de M adrid, que se ha relacio n ado c o n el e jecu tad o p o r A n to n io M ancclli ju n to con g lob o s y esferas. P or o tra p arte, F. B ouza recoge c ó m o entre los b ien es de su “ casa m o v e d iz a ” d u ra n te la jo rn a d a de O ro p c s a a Vila V igosa de d o n D u a rtc en 1599, el n o b le hab ría llevado c o n ­ sigo algunas “ cosas tr a s h o r d in a r ia s ” en tre las que figu rab an a rm as o “ diez m apas g ra n d e s y p e q u e ñ o s ” que p o n d ría n de m an ifiesto el g u s to de este caballero p o r las a rm as y la esfera: B O U Z A , 2003. 608 N o o b s ta n te , c o m o ha señ alad o S. S ch ro th (1990), quien ha e stu d ia d o dicha d o c u m e n ta c ió n , a p esar de su im p o rta n c ia , esto s in ­ ven ta rio s tan solo p e r m ite n a c e rc a rn o s de una m an e ra frag m en taria a la c o lecció n pues n unca reco g ie ro n el esta d o de la m ism a en to da su d im e n sió n en un m o m e n to d e te rm in a d o . Más rec ie n te m e n te , el papel ejercid o p o r d o n F ran cisco S andoval y Rojas c om o p r o m o t o r de las artes ha sido analizad o por: S C H R O T H , 2008; W IL LIA M S , 2011. 609 Un análisis so b re el p e rio d o de fo rm a c ió n de la c olecció n de d o n F ran c isc o de Sandoval se e n c u e n tra en: S C H R O T H , 1990, pp. 22-60. 6.0 E sta “ M em oria y T assa g io n ” aparece tra n scrita y a n o ta d a en:

lbíd.,

pp. 116-187.

6.1 lbíd., pp. 184-186: “ n° 412. U n R etrato del d uq u e de m edinageli el Viejo de diez pies de alto y seis de anch o c o n m o ld u ra d orad a en sese n ta ds.o; n° 413. Un R etrato de d o n yñigo lopez de m e n d o s a de ginco pies en q u a d ra d o c o n m arco d o ra d o y una c ortin a de ta fe tan carm esí en v[cin]tc d [u cado ]s; n° 414-422. diez q u a d ro s flam en co s con m arcos a v[cin]tc d[u cad]o ; n° 424-425. d o s R etratos del Rey y Rcyna n [u c st]ro s s(cño]rcs con m arcos d o ra d o s en trcg icn to s Reales de m [cdi]a bara; n° 426-427. o tro s d os del d uq u e mi s[cñ o ]r y el a rc o v isp o de T oled o c o m o los de arriba en v einte d [u cado )s; n° 428. Un retra to del y nfan ta y arch id u q u e to d o en un q u a d ro con su m old u ra d o ra d a en cinq [ucn ]ta R[calc]s; n° 429-460. T re in ta y dos m apas con m arcos d o ra d o s a diez R[calc]s 6.2 La “ R clazion de la fo rm a en que q ued a la cassa ” es id en tific a d a p o r S. S ch ro th c o m o el in v e n ta rio de los b ien es que se e n c o n ­ trab an en los a p a rta m e n to s d ucales en el Palacio Real de Valladolid en el año 1606. S ob re la ju stificació n de dicha id en tificació n del d o c u m e n to , véase: lbíd., p. 199, n ota 1. S. S ch ro th o frece una tran s c rip c ió n a n o ta d a de d ich o in v e n ta rio en: lbíd., pp. 199-225. El d o c u m e n to original se c o n se rv a en el A rchivo de los D u q u es de L crm a, T oledo, Lcg. 53, cxp. 8. 6.3

lbíd.,

pp. 199-201.

6.4 lbid.y p. 222. E n lo que resp ecta e sp ecíficam en te a los m apas, esta a u to ra ha señalado la c o rre sp o n d e n c ia e n tre los 32 m apas que se asien tan en la “ M em oria y T assa gio n ” realizada p o r los C a rd u c h o en 1603 y los 10 m apas que, en 1606, c olgaban en la “ G alcria prim [cr]a en su b ie n d o el p a tin illo ” y los resta n te s 22 m apas que figuraban en tre las p intu ras p en d ien te s de colgar. E n efecto, el c ó m ­ p u to total de estos dos últim os g ru p o s asciende a los 32 m apas reg istrad os en el in ven tario de 1603. A ello, esta auto ra añade que

NOTAS

311

p arte de este g ru p o de 32 im ágenes p od ría h ab e r p asado a d ec o rar la casa de La R ibera, pues en el in ven tario que de esa villa del d uq u e se e fe c tu ó en junio de 1607 se reg istrab an “ diez y siete m apas g u a rn ec id o s y lu m in ad o s de A n to n io m o r o ” . Sin d esd ecir c o m ­ pleta m e n te esta posib ilid ad, d ad o lo escu eto de la referen cia a los m apas reg istrad os en sen d o s in ve n ta rios de 1603 y 1606, parecería algo a v e n tu ra d o esta b lec e r dicha id en tificació n. A estas reservas hay que añadir que esa “ serie” de m apas n o fuero n los únicos que se a n o ta ro n en el in ven tario de La R ibera, p or lo que cabría la p osibilidad de que no se tratase exa c tam en te de los m ism os. 6.5 S C H R O T H , 1990, pp. 47-51; F E R O S, 2002, p. 172, n o ta s 69 y 70; P É R E Z G IL , 2002. 6.6 F L O R IT , 1906, p. 156. 6.7 W IL LIA M S , 2011, pp. 27-30 y n o ta 6. Según este a u to r, el d uq u e de L crm a enc a rg ó a fray P ru d e n c io de Sandoval (parien te suyo) una histo ria de A lfo n so V il y o tra de C arlos V c o n la finalidad de e xaltar los serv icio s p re s ta d o s p o r sus a n te p a s a d o s a la c o ro n a. S en d as h isto ria s serían fin a lm e n te p ub lica d a s a c o m ie n z o s del siglo XVII b ajo los siguientes título s: S A N D O V A L , P. de (1600), Chrónica del ínclito emperador de España don Alonso VII, M adrid, Luis S ánchez; y S A N D O V A L , P. de (1604-1606), Vida y hechos del em ­ perador Carlos Quinto, 2 vols., V alladolid, S. de Cañas. La p rim era o b ra fue d ed icad a al p ro p io d on F ran c isc o de S andoval, m ien tras que la seg u n da lo fue al rey Felipe III. 6.8 F L O R IT , 1906, p. 158. 6.9

Ibíd.,

p. 159.

620 E sta pareja de stipi c o n s e rv a d o s en el M usco P old i-P czzo li de Milán se atrib u yen al taller de J a c o p o F iam cn g o y están fech ad o s a lre d ed o r de 1619-1620. E n u n o de ellos [figs. 73 y 73a], en las placas de m arfil in se rtas en su su perficie se d espliega el siguiente p ro g ram a ic on o grá fic o : so b re la p a rte s u p e rio r del m ueble se rep re se n ta un g ra n m apa de N áp o lc s, m ie n tra s que los p e q u e ñ o s ca ­ jones se d e c o ran con vistas de las p rin cipales ciud ades e u ro p e a s (Vcnccia, N áp o lc s, M ilán, París, R om a, T oledo, Sevilla, A m bcrcs) y de la ciudad de M éxico. En la placa cen tral de m arfil de la p a rte fro n tal e n c o n tra m o s la r e p r e se n ta c ió n de la batalla de L cp anto (1571) p re sid id a p o r el r e tra to de d o n J u an de A ustria, c o m a n d a n te de la v icto rio sa flota cristiana. S ob re este tipo de m obiliario, véase: G O N Z Á L E Z -P A L A C I O S , 1978; A G U IL Ó A L O N S O , 1992. 621 AGS, D G T , 124, Lcg. 1288, s. f. “ = Lo librad o y p ag a d o a m [acst]ros y o ffi(cia]cs de fabricas p o r o b ra s de tasas[aci]on y d estajo c o n o tro s g asto s, h ec h o en la d[ic]ha caSa Jard in e s y Riu[cr]a = [...]Lo q B ar[tolo ]m c C a rd u c h o P in to r h uu o de h au cr y se le pago p o r lo q[uc] p in to E n la d[ic]ha caSSa y R iucra a to da costa d el V iiio U c c c m [a]r[avcdi]s E n q[uc] E n tr a ro n III U de R[cal]cs de la p in tu ra de D os lienzos de p rc s p cc tiu a para los e stre m o s de la galería de la d h a caSa p in ta d o al olio E n El Lienzo q[uc] p[ar]a Ello se le dio, Y n ucuc m usas y apo lo que están al n atural E n la Scalcra Principal dclla y c III cauczas de m ugeres R om anas y poetas, y o tra s c o s a s ” . C on to da p ro b a b ilid a d , las p in tu ras de las “ nucuc m usas y apo lo que están al n atu ral En la Scalcra P rin ^ icip a l” se c o r r e s p o n d a n con el a sien to del in v e n ta rio de 1607 en el que se reg istran “ Mas del m ism o tam año , en nucuc lie n to s, o ch o m ussas y Vn a polo, sin g u a rn ic ió n , H o r d in a r io ” situ a d o s en la “ S eg u n da E sc a le ra ” (F L O R IT , 1906, p. 157). Por su p a rte , los lien zos de “ p ers p e c tiv a ” apa rec e n a sim ism o re g istra d o s en el in v e n ta rio de La R ibera de 1607: “ Mas dos P rcsp ctiu as que e stá n en la galería orillas del rio de o ch o baras de largo y q u a tro de a lto ” ( Ibíd., p. 159). En c u a n to a las “ III cau czas de m ugeres R om anas y poetas, y o tra s c o s a s ” que figuran en la libran za de p ago a B arto lo m é C ard u c h o , resulta m en o s evid e nte su c o rre sp o n d e n c ia in eq u ív o ca con a lguno de los asie n to s de in v e n ta rio de 1607. 622 Ibíd. 623 C A R D U C H O , 1979, p. 330. E n sus a n o ta cio n es a los Diálogos de la pintura, Calvo S crrallcr a p u n ta que en este pasaje C a rd u c h o se hace eco de las m o d a lid a d e s de r e p r e se n ta c ió n icon o grá fic a p ro p u e s ta s p o r o tro s trata d ista s aquí refe rid o s c o m o A rm cnini: Ibíd, p. 330, n ota 833. 624 U na apro x im a ció n biog ráfica ju n to con el análisis del perfil c o le c cio n ista del c on d e de los A rcos (con cspccial a te n c ió n a su re ­ lación con El G re c o) se e nc u en tra en: CAV1RO, 1985 y, p o s te rio rm e n te , en K A G A N , 1992. E ste ú ltim o artic ulo incluye un apéndice c o n una relació n (no una tran s c rip c ió n íntegra) de las p in tu ra s de la colecció n. A m b o s a u to res (prim ero C aviro y d esp u és K agan) se han serv ido del in v e n ta rio de las p in tu ra s c o n s e rv a d o en el In s titu to Valencia de D o n J u an (M adrid), D o c u m e n to s su elto s N o. 26-V-18. Por n u e s tra p a rte , en el p re s e n te trab ajo se ha c o n s u lta d o la d o c u m e n ta c ió n in ven tarial c o n s e rv a d a en el A H P M , Prot. 6175, ff. 1 177r. y ss.: “ P artiz io n y D ib isio n de los bienes que q u e d a ro n p o r m [u cr]tc de la s[cñr]a C o n d e s a de los arcos — s[cño]r C on d e de A ñ o b c su hixo (•--]” . El in v e n ta rio de b ien es se inicia en el m es de julio de 1633, Ibíd., ff. 1 192r. y ss. 625 K A G A N , 1992, pp. 152-153.

312

E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ca. 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

626

Ibid.,

p. 153.

627 G O N Z Á L E Z D Á V IL A , 1623, p. 313. 628

Ibid.,

pp. 313-314.

629 Las referen cias a la a ctu ació n y asistencia a la legación del card en al B arbcrini p o r p a rte del c o n d c de los A rcos en calidad de m ay o rd o m o m ayor so n cua n tio sa s en E l diario del viaje a España del cardenal Francesco Barberini red a cta d o p o r C assian o dal Pozzo. En el se refiere al pap el ejerc id o p o r P ed ro Lasso de la Vega a la llegada de la legación y a su a co m o d a m ie n to en la Casa del T eso ro o al a c o m p a ñ a m ie n to en n um e ro sa s o ca sio n e s y cele b ra c io n e s que tu v ie ro n lugar en la cortc: d u ra n te la visita al card cn al In fa n te , a la in fa n ta M argarita en el c o n v e n to de las D escalzas Reales, su asistencia a la Plaza M ayor de M adrid para p re s e n c ia r una corrida de to ro s el día 25 de junio de 1626, etc. E stas y o tras m en c io n e s al m ay o rd o m o m ayor se e n c u e n tra n en: A N S E L M I, 2004, pp. 9293, 100, 106, 1 10-1 11, 1 14-1 16, 124, 196-197, 205, 238, 251 -2 52 , 272. 630 Ibid., pp. 106-107. 631 A H P M , P ro t. 6175, ff. 1192r. y ss. 632 Ibid., ff. 1214 r . - 1214v. T ras reg istra rse una serie de im ágenes religiosas, se a se n ta ro n las siguientes entra da s, e n tre las que figu­ raban los m apas, en el o rd e n siguiente: “ Mas Vn r e tra to de mi señ o ra la c o n d cssa de los A rcos m uerta tasad o en c ien to Y trein ta Y d o s reales” , “ O tr o s dos retra to s de dos s eñ o res d ifu n to s tasad os en lo m is m o ” , “ Mas Vn retra to de la co n d csa de P riego en quarenta re a le s”, “ O tr o de la m adre luysa de c a rrio n tasad o en sesen ta Y seis re a le s” , “ Mas siete q u a d ro s de fru ta s que se sac a ro n del a lm o ­ neda del D u q u e del y n fa n ta d o ta sa d o s a q u a re n ta y q u a tro reales cada v n o m o n ta tre c ien to s y o c h o R[calc]s” , “ Mas d os b o d e g o n e s tasad os a m b o s en g icn to Y trein ta y d os reales” , “ Y tcn q u a tro r e tra to s P eq u e ñ o s a lo to sc a n o a diez Y seis reales cada v n o ” , “ O tro s d o s q u a d rito s de fru tas tasad os en d os d u c a d o s ” , “Y tc n d os q u a d ro s P eq u eño s de P rcsp ctib as con sus g u a rn ic io n e s tasad os a q uatro reales cada V no q[uc] m o n ta n q ua re n ta Y o c h o reales” , “ Mas un m ap a con su g u a rn ic ió n tasado en ^inco d u c a d o s ” , “ Vn q u a d ro de m adrid ta sa d o en diez y seis reales” , “ Vn m apa de la Plaza de m ad rid en q u a re n ta reales” [...]. 633

Ibid.,

ff. 1225r.-1226r.

634

Ibid.,

ff. 1228v.-1229r.

635 E L L IO T T , 2011, pp. 11-13. 636 E n rclación c o n los g u sto s cineg éticos del c o n d c de los A rcos, el 30 de junio de 1626 C assiano dal P ozzo a n o ta b a lo siguiente en su d iario de viaje: “ [...] D o s h oras más tard e, m o n ta n d o en c arro za s de a seis y seg u ido s p o r un s é q u ito de o tra s tres o cuatro, fu e ro n a una casa del rey, que se e n c o n tra b a a una d istan cia de tres o c u a tro millas, llam ada El C am pillo, que está fabricada con fo rm a de to rr e c u a d rad a (...]. H abía q u e rid o llevar el c o n d c de los A rco s p e r r o s lebreles y se o rg a n iz ó una cacería c o n tr a unas c ab ras de las que hab ía en g ra n n ú m e ro p o r aquellos m o n tes, si bien no se cazó n ing u na. Se v iero n algu n os cisnes, se c o g ie ro n tres o cua tro liebres [y] se v isitó o tra casa de frailes, y al reg re so de la caza h icim os la m erien d a , d esp u és de lo cual r e g re sa m o s ” : A N S E L M I, 2004, p. 238. 637 A H P M , P ro t. 6175, f. 1231 r. 638 K A G A N (1992, p. 155) sugiere que tal vez este árbol g en ealó g ico p o d ría d escrib e en el e stu d io de Jo rg e M anuel T h c o to k ó p u li en el año 1621.

c o r r e s p o n d e r s e c o n “ un

lienzo de los a rc o s ” que se

639 A H P M , P ro t. 6175, ff. 1231v.-ff. 1232r. La referen cia al “ d ese ñ o de lag ra n c a m á n d u la ” que se sitúa en esta b ó v e d a g ra n d e baja, d eb e ser in te rp re ta d a en estre ch a rclación con una im p o rta n te o bra de El G re c o que figuraba en su colecció n: L a Alegoría de la orden C.amalduense q ue, según R. K ag an, muy p ro b a b le m e n te d eb ió ser c o m isio n ad a p o r d on P ed ro L asso de la Vega pues en la p o c o fre ­ c u e n te c o m p o s ic ió n utilizada p o r El G rc c o para el a su n to se incluyó el e scu d o de a rm as de los L asso de la Vega y de los M endoza. S ob re esta últim a c u e stió n , véase: K A G A N , 1992, pp. 152-153. 640 A H P M , P rot. 6170, f. 81 lv.: “ El S[cño]r C o n d e de los A rcos. Su C o b d ig ilo ” . 641

Ibid.,

ff. 8 1 0r.-8 1 1v.

642 L E F É V R E , 1931. 643 A H P M , P ro t. 7154, ff. 272 y ss. Una breve reseña de las p in tu ras que p e rte n e c ie ro n a d o n F ran cisco de G a la rrc ta O ca riz se e n ­ c u e n tra en: B U R K E , C H E RR Y , 1997, vol. 1, p. 557. E s to s a u to res tra n s c rib e n la tasació n de las p in tu ra s p ero e n tre estas no se in ­ cluyen los asie n tos c o r r e s p o n d ie n te s a los m apas: Ibid., pp. 557-560.

NOTAS

313

644 Las tem áticas de algunas im ágenes com o: “ O tra [lámina] del m cs[m ]o ta m a ño de n [u cst]ra s(cñor]a c o n su hixo en los brag o s con vna g uirn ald a de flores y m o ld u ra de h cb [an]o en trey n ta d u c a d o s ” rem iten a los m o d e lo s de las p in tu ras de R ubcns y B rucghcl de la V irgen con el n iñ o e n m a rc a d a s p o r una guirn ald a floral, así c om o la a b u n d a n te p resencia de paisajes, m apas y b o d e g o n e s en el in v e n ta rio de d o n F ran cisco de G ala rrc ta d e n o ta el g u sto de su p ro p ie ta rio p o r unos g én e ro s que g o z a r o n de g ra n fo rtu n a en los Países Bajos. Por o tra p arte, las a trib u cio n e s de algunas p in tu ras en c u a n to cop ias de a rtistas c om o A n tó n van Dyck a p u n ta n asi­ m ism o a un g u s to p o r la p in tu ra de las escuelas del n o rte . A dem ás, es sabido q u e una de las p in tu ras más d esta ca d as de la C atedral de Santa María de V ito ria -G a s te iz (ciudad de d o n d e p ro c e d ía n los G ala rrc ta) a trib u id a a G as p ar de C raycr h ab ría llegado allí com o p arte del ajuar m ueble de las capillas de San P ru d e n c io y S anto C risto de las que fuero n p a tr o n o s los h e rm a n o s G ala rrc ta: B A R T O ­ L O M É G A R C ÍA , 2010 y 2011. 645 A H P M , P ro t, 7154, f. 336r.: “ Vn r e tra to de m [cdi]o c u e rp o del s[cñor] e n p e r a d o r C arlos q u in to cop ia del tigiano con m old u ras n egras en tres g icn tto s R[calc]s” . 646 Ibíd.y f. 335r. (Tasación realizada p o r Matías P a sto r “ P in to r vibe E n la callc de la g org u cra E n cassas p ro p ias [...]”): “ Vn r rc tra tto de m o rrilla e n a n o de bara y m edia con m old u ra negra en d o sg icn to s R[calc]s; O tr o R etrato del m arques de m irauel del m cs[m ]o tam añ o y con el m cs(m ]o g cn [cr]o de m old u ra en c icn to y g inq [ucn ]ta R[cal]cs” . 647 l b í d ., f. 339v. 648

l b i d .y

f. 380v. (A lm oneda).

649 lbid. f. 375v. (A lm oneda). 650 l b i d . y

f. 374r. (A lm oneda).

651 E n la B N E se c o n s e rv a n a lgu n os in te re s a n te s m a n u sc rito s rela c io n a d o s con el c ita d o espía. E n tr e los Papeles varios de Estado ( B N E , Mss. 4163) hay un b u e n n ú m e ro de cartas red actad as p o r el cap itán Ju an de T o rres d esd e B arcelona d u ra n te la d éc a da de 1630 dirigidas, p re c isa m en te , a d o n G as p ar B onifaz, de q uien se dice que es p rim o de d o n M artin de Aspe. En dichas misivas se a b o rd a, entre o tras c ue s tio n e s, a su n to s refe re n te s a la d efe n sa y fo rtific a cio n es de C ataluñ a y la c o sta M ed iterrán e a o so b re la e m ­ presa del Río A m azo n as. A dem ás, en tre las cartas dirigidas a B onifaz se e n c u e n tra una “ Rclagion de la V isita q[uc] se higo del rio G u a d alq u iv ir p o r los in gen iero s in fra cs c rito s de su M.d en p re se nc ia de D ie g o [sic] C o m is a 0 de su M.d p [ar]a el d[ic]ho e fe to en la cual an h allado que se d cu cn hager las o b ra s siguientes la cual se higo el año de 625 en los dias y m eses que s ig u e n ” ( lbid., ff. 70r.72r.) que v incularía a B onifaz con la la b o r de los in g e n ie ro s en el río G uad alq u iv ir. E sta c o r r e s p o n d e n c ia e n tre el cap itán Ju an de T o rres y G a s p a r B onifaz ha sido tra n s c rita y p ub lica d a , p re c ed id a p o r un e stu d io in tro d u c to rio , por: N AVARRO B O N IL L A , 2007. 6s2 A H P M , P rot, 7154, f. 321v. (In v entario ). 653 l b i d . y f. 379v. (A lm oneda). 654 l b i d . y f. 491r. y ss.: “ 1660. P artig io n y d iu issio n de los V ien es que q u e d a ro n p o r m u e rte de el s[cñ ]or fra n c isc o de G a la rrc ta o carcs C au auallcro de el o rd e n de S an tiag o de el C o n sscjo de su M ag[csta]d Y su sec re ta rio en el de G u e r ra de la p a rte de Spaña e n tre la señ o ra D o ñ a C laudia de lira V iuda de el su sso d [ic]ho (...)= y D o n M artin de G ala rrc ta C auallcro de la m ism a o rd e n de S an tiag o s e c re ta rio de esta d o y g u e rra en las P rouingias de flandcs h e r m a n o y h e re d e ro en p ro p ie d a d de el d[ic]ho se ñ o r secretario frangisco de G ala rrc ta p ara d e sp u és de los dias y vida de la d[ic]ha s eñ o ra d o[ñ]a C laudia o d u ra n te el tiem p o que no se C assarc y p o r e sta r el d[ic]ho D o n m artin de G ala rrc ta avscn tc de estos Rcynos en los e sta d o s de flan d cs C arlos de el hoyo P r o c u ra d o r en los Reales c o n sscx o s d e fe n so r de sus vienes = y D o n frangisco de o cariz G a la rrc ta c an o n ig o y dign id ad de la san ta yglcssia de san tiago hijo n atu ral de el d[ic]ho se ñ o r sec re ta rio fran[cis]co de G ala rrc ta y legatario de el R em a ne n te de el q u in to de to d o s sus V ienes d e sp u es de c u m p lid o el funeral En lo que to ca a su alma Y p o r ser m e n o r de v einte y ginco año s frangisco B erm ejo P r o c u ra d o r en los d[ic]hos R(calc]s con sscx o s su c u r a d o r ad litcm de la o tra = 655

lbid.,

ff. 648r. y ss.: “ Hixue/a

de D o n Francisco de Ocaris¿

656 l b i d . y f. 657v. 657 l b i d . y ff. 657v.-658r. 658 R O C A M O R A Y T O R R A N O , 1599, f. 4v. 659 U na in te re s a n te a p ro x im a ció n a la utilizació n ta n to m eta fó rica c o m o literal de los té rm in o s relativos a la c arto g ra fía en la lite­ ratu ra e sp a ñ o la de la E dad M o d e rn a se e n c u e n tra en: P IN E T , 2007.

314

E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E DE L O S A U S T R I A S (ra . 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

660 C A R R IL L O , 1634, s. f. 661 A. U rq u ízar (2007, pp. 22-24) en su rev isión del u so del te rm in o “ c o le c c ió n ” y de su aplicab ilidad al caso del c o le c cio n ism o a r ­ tístico de la n ob leza andaluza señala, e n tre o tro s arg u m e n to s, que aunque la m ayor p a rte de los te so ro s que son o b je to de su estu d io no c o n fo rm a n c oleccio nistas artísticas en un sen tid o clásico, en m uc h os casos se trata de “ o b je to s p e n s a d o s ” c incide, p recisam en te, en los “ m o d o s de c o le c c io n a r ” . 662 M E N D O Z A , 1592. 663 Un análisis de algu n os de los in s tr u m e n to s que se “ r e t r a ta n ” en esta p in tu ra de g ab in ete , c o n p a rticu la r aten c ió n a la presencia del perpctuum niobiíe a trib u id o al in v e n to r h o la n d é s C o rn cliu s D rc b b c l, se e n c u e n tra en: M A R C A ID A L O P E Z , 2009 y 2014, pp. 4852, 54, 77-78, 131-132 y 327. 664 R. A go en su e stu d io so b re los b ien es y o b je to s rec o g id o s en in v e n ta rio s de la Rom a del siglo XVII o to rg a una c o n s id e ra ció n si­ m ilar a los i n s tr u m e n to s c ien tífic o s en ese c o n te x to . Así, en la Rom a del S eiscien tos, la te n e n cia de tales in s tr u m e n to s —ju n to con o b je to s c o m o p in tu ra s de tem ática p ro fa n a , etc.— c o n s titu ía un in d ic ad o r de d istin c ió n social: A G O , 2012, pp. 218-219. 665 A H P M , P ro t. 24850, ff. 260r. y 262r., resp e ctiv am e nte : “ n° 2518. Un R etra to del D u q u e de o su n a [...] tassado en 4-e w t-e trein ta R[calc]s; n° 2521. D o s q u a d ro s al olio de fru tta p in ta d o s so b re tabla tassado cada U no en v ein te y cinco Reales; n° 2547. D o s Estro la b io s de B ronce d o ra d o s tassado s a m b o s en o c h o c ie n to s R [cal]cs” . 666 Ibid.y f. 260v.: “ n° 2528. d o s g lo b o s de que son Las E sp h cra s del m u n d o T erre s tre y c eleste y E sfe ra mili y seisc ien to s R [calc]s” .

ta ssado s a m b o s en

667 A H P M , P ro t. 7154, f. 379v. 668 B O U Z A , 2005a, p. 33, refiere a este m an u sc rito red a c ta d o p o r M iranda y Paz re c o g ie n d o las p rin cipales ideas que reflejó en él en to r n o a la e d u cació n de p rín c ip e s y a la im p o rta n c ia del libro y de las letras en la m ism a. C o m o señala el p ro p io B ouza, los b o ­ rra d o re s de d ich o m an u sc rito se c on s e rv a n en la B odlcian L ibrary de O x fo rd : Ms. A dd. C. 127-128. 669 B O U Z A , 2005a, p. 34, n o ta 82. 670 M O R A N , 1981. 671 E C O , 2009, p. 67. 672 D A D S O N , 1998, Inv. IV-A, p. 356. 673 V IC E N T E M A R O T O , E S T E B A N P I Ñ E IR O , 2006, p. 106 y pp. 129-130, doc. 21. C édula de Felipe II o r d e n a n d o al p a g a d o r de las o b ra s del A lcázar p ague a A n to n io S pano, e sc u lto r y c o sm ó g ra fo , cicn d u c a d o s de salario al año, d esde el día de la fecha, al t o ­ m arle al serv icio real. M ad rid , a 26 de junio de 1595. D e su la b o r c om o e sc u lto r se sabe que fue a u to r de un rosario de m arfil con g ra b a d o s del z od iaco y del A ntig uo T es ta m e n to para el o b is p o de C o n s ta n z a , J a c o b o F uggcr, y de una placa de m arfil para El E s ­ corial d o n d e se r e p re se n ta b a la A d o rac ió n de los Reyes: E S T E L L A M A R C O S, 1978.

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NOTAS

315

F UE NTE S P R I MA R I A S M A N U S C R I T A S E I MP RES AS

A A .W . (s. f.), Papeles varios con informes, cartas, versos, breves, bulas pontificias, noticias históricas, etc., M adrid, BNE, Mss. 5785. A A .W . (siglo X V II), Papeles varios de Estado d el siglo XVII, M adrid, BNE, Mss. 4 1 6 3 . A LAVA Y VIA M O N T , D. (1590), E l perfecto capitán, instrvido en la diciplina M ilitar, y nneua ciencia de la A rtillería. Por don Diego de

Alaba y Uiamont. Dirigido a l Rey Don Felipe nuestro señor, segundo deste nombre, Madrid, por Pedro Madrigal. A LBE RTI, L. B. (1 9 9 1 ), De Re Aedificatoria. Prólogo de Ja vier Rivera. Traducción de Ja vier Fresnillo N úñez, M adrid, Akal. A L D E R E T E Y SOTO, L. de (ca. 16 80), Discurso d el cometa del ano 1680, Madrid, véndese en la im prenta de Lucas A n ton io de Bedmar. ALVAR E Z D E B A E N A ,J. A. (1790), Hijos de Madrid, Ilustres en Santidad, Dignidades, Armas, Ciencias y Artes. Diccionario Histórico

p o r e l orden alfabético de sus nombres, que consagra a l lllm o. y N obilísimo Ayuntamiento de la Im perial y Coronada Villa de M adrid su autor, 4 vols., Madrid, en la O ficina de D. Benito Cano. A N D O SIL L A , D. de (1949), “A las pinturas de el Buen Retiro donde se retratan las grandezas de la Real Casa de A ustria”, en A. PEREZ G O M E Z (ed.), Obras varias a l Real Palacio del Buen Retiro, M adrid, T ipografía M oderna. A P IA N O , P. (1548), U bro de la Cosmographia, Am beres, en casa de G rego rio Botio. A R C O T E DE M O LIN A, G. (1582), Libro de la M ontería qve mando escrevir e l mvy alto y m vypoderoso Rey Don Alonso de Castilla, y

de León, VItimo deste nombre. A crecentado p o r Gonzalo A rgote de M olina. Dirigido A la S. C. R. M. d el Rey Don Pbilipe Segundo N uestro Señor, Sevilla, por A ndrea Pescioni. AR M EN IN I, G. B. (1999), De los verdaderos preceptos de la pintura. Introducción, traducción y notas M .a Carmen Bernárdez Sanchis, Madrid, V isor Libros. AU R 1A , V. (1697), Historia cronologica delli Signori Vicere di Sicilia. D al tempo che manco la Personale assisten^a d e ’ Serenissim i Re di

quella. Cio 'e d a ll’A nno 1409 sino a l 1697 presente. Composta dal D ottor Don V incensó A vria Palermitano. A ggiuntoui un Indice Cronologico d e*Re, e Viceré di Sicilia, un discorso deWOfficio, e Prerogatiua d el Pretore, e Senato di Palermo, la Cronología d e’ Capitani, Pretori, Giurati, e G ouernatori della Tauola dell'istessa Cittá [...], Palerm o, Per Pietro Coppola Stamp. Cam. della SS. Inqu. e Illstr. Senato. BALD IN U CC I, F. (1 8 12 ), N oticie de'p rofessori del disegno da Cimabue in qua opera di Filippo Baldinucci A ccademico della Crusca con

note ed aggiunte, vol. 11 , Milán, Societá Tipográfica de’ Classici Italiani. BO RJA, J. de (1 9 8 1 ), Empresas morales. Edición e introducción de Carmen Bravo-V illasante, Madrid, Fundación U niversitaria Espa­ ñola. BOTERO, G. (1593), Die% libros de la ra^ón de Estado. Con tres libros de las causas de la grandeva, y magnificencia de las ciudades de luán Botero. Tradv^ido de Italiano en vulgar Castellano, p o r mandado d el Rey nuestro señor, Por Antonio de H errera, M adrid, Im ­ prenta de Luis Sánchez. BRAUN, G. y H O G EN BERG , F. (1582), Civitates Orbis Terrarum. U b erp rim u s, C olonia, C oloniae Prostant Apud Auctores A nuerpiae Apud Philippum Gallaeum Coloniae Agrippinae A pud G odefridum K em pensem , Sum ptibus Auctorum . C A R D 1, A . (1653), “La calamita de la corte”, en A. M A SC A R D I (ed.), S aggi accademici, Venecia, Baba, pp. 24 2-26 4. CARD U CH O , V. (1979), Diálogos de la Pintura. Su defensa, origen, esencia, definición, modos y diferencias. Edición, prólogo y notas de

Francisco Calvo Serraller, M adrid, Ediciones Turner. CARRILLO , M. (1634), A nales cronológicos del mvndo d el abad de M onte-Aragon el dotor don M artin Carrilo. A ñádese en esta segunda

impression en diuersas partes Adiciones, las quales comienzan con esta señal f y acaban con esta * Alas se añaden los años 1621. hasta 1630. que son die% años de Historia, las quales tenia e l A utor para imprimir, y sacadas U cencias d el Ordinario antes que muriera, Za­ ragoza, en el Hospital Real y G eneral de N uestra Señora de Gracia. A costa de Pedro Escuer, m ercader de Libros.

317

C AR TAR I, V. (1609), Le imagini De g li Dei de g li A ntichi, d el Signor Vincen^o Cartari Reggiano, Nel/e quali sono descritte la Re ligio ne

de g li Antichi, li Idoli, riti, & Ceremonie loro, Con l'aggiiinta d i molte principali Imagini, che neU’altre mancan ano, Hl con l'espositione in epilogo di ciascheduna & suo significato. Estratta da iTistesso Cartari p e r Cesare M alfatti Padoano, Con vn Catbalogo d el Medesimo di cento ep iu fa m osi Dei, lor natura eproprietá, estratto da questo & altri A utori: Opera vtilissima á Historici, Poeti, Pittori, Scultori, & professori d i belle lettere, Venecia, A ppresso Euangelista Deuchino, & G io. Battista Pulciani. C ASTILLO , H. {ca. 1560), Libro muy curioso y útilísimo de A rtillería compuesto p o r Hernando d el Castillo, Madrid, BNE, Mss. 9034. C O C K , E. (1876), Relación d el viaje hecho p o r Felipe II en 1585, á Zaragoza, Barcelona y Valencia, escrita p o r Henrique Cock, notario apostólico y archero de la guardia d el cuerpo real, y publicada de R eal Orden p o r A lfredo M orel-Fatio y A ntonio Rodrigue^ V^illa, Ma­ drid, Im prenta de Aribau. C O M M AN D IN O , E (1562), Federici Commandini liber de Horologium descriptione, Roma, Apud Paulum Manutium. CORIPO, F. C. y RUIZ D E A Z A G R A , M. (15 8 1), Corippi A fricanigram m atici De laudibus Justini A ugusti minoris heroico carmine libri ////, Am beres, Ex officina C hristophori Plantini. C O VARR U BIAS O RO ZC O , S. de (1 6 1 1 ), Tesoro de la lengua castellana, o española, M adrid, por Luis Sánchez, im presor del Rey N. S. C O VARR U BIAS O RO ZC O , S. de (1978), Emblemas Atórales. Facsímil 1610, M adrid, Fundación U niversitaria Española. D A Z A VALD ES, B. (1623), De los antojos para todo genero de vistas: En que se enseña a conocer los grados que a cada vno le fa ltan de su

vista, y los que tienen qualesquier antojos. Y as si mismo a qve tiempo se an de vsar, y como se pedirán en ausencia, con otros auisos im­ portantes, a la utilidady conseruacion de la vista, Sevilla, por D iego Pérez. DI BLASI, G. (1842), Storia cronologica dei Vicerre e luogotenenti d el Regno di Sicilia. Seguita da u n ’apendice sino a l 1842, Palermo, Dalla Stam peria O retea. FER N AN D EZ DE OTERO, J. (1633), E l maestro d el Príncipe Diuidido en dos Libros. En el prim ero se prueua quan importante y ne­

cesario es dar M aestro a vn Principe desde sus prim eros años: qual debe ser: como se a de eleg ir:y que autoridad le an de dar sus Padres. En e l Segundo se trata de lo que a de enseñar a l Principe y como y en qué le a de repartir e l tiempo, Madrid, por la viuda de luán G onzález. G A R C IA DE CESPED ES, A . (1606), Libro de Instrvmentos nvevos de geom etría muy necesarios para medir distancias, y alturas, sin que

interuengan números, como se demuestra en la practica. Demas de esto se ponen otros tratados, como es vno de conducir aguas, y otro vna question de artillería, en donde se ponen algunas demostraciones curiosas. Por A ndrés de Céspedes, Cosmographo M ayor d el Rey, nuestro Señor. Dirigido a l Serenissimo Señor A rchiduque Alberto, Conde de Flandes, Duque de Brabante, M adrid, por luán de la Cuesta. G ARIBAY, E. de (1596), Ilustraciones genealógicas de los Catholicos Reyes de las Españas, y de los Christianissimos de Francia, y de los

Emperadores de Constantinopla, hasta e l Catholico Rey nuestro señor Don Phelipe e l II. y sus serenissimos hijos, lu is mes mas hasta svs A ltelas de muchos Sanctos confes sores de la Iglesia Catholica Romana, sus gloriosos progenitores: como lo mostrará la pagina siguiente. Para e l mvy alto y muy poderoso Principe de las Españas, y d el N ueuo Mundo, Don Phelipe nuestro Catholico señor, M adrid, p or Luis Sánchez. G O M E Z D E LA R E G U E R A , E (s.f.), Empresas de qve hvsaron los Reyes de Castilla Recoxidas Exornadas e iluminadas Por Don Fran­

cisco Góme% de la Reguera y Serna natural de V allfadolifd, G entilhombre que fu e de la Camara d el Sere[nisi]m S [eñ]or Infante Cardjenal] D. Fern[an]do de Austria, sacadas de sus originales, M adrid, BNE, Mss. 17 4 8 1. G O M E Z D E LA R E G U E R A , E (2 0 11 ), Empresas de los Reyes de Castilla con máximas y documentos para príncipes. N ieves Pena

Sueiro Ed. Lit., La Coruña, Sielae. G O N Z A L E Z D A V IL A , G. (1623), Teatro de las Grandevas de la Villa de M adrid Corte de los Reyes Católicos de España. A l muy p o ­

deroso señor Rey Don Felipe Q varto p o r e l maestro G il Gon^ále^ D ábila Su Coronista, M adrid, Im prenta de Tomás Iunti. G O N Z A L E Z D Á V IL A , G. (1771), M onarquía de España. Historia de la vida y hechos del ínclito monarca, amado y santo D. Felipe Tercero.

Obra postbu ma del maestro G il Gon%ále% Davila, cronista de los señores reyes D. Felipe III y IV, y M ayor de las dos Castillas y de las Indias. Publícala don Bartbolome de Ulloa, mercader de libros, 3 vols., Madrid, D. Joachin de Ibarra, Im presor de Cámara de S.M. G U E V A R A , Er. A . de (1994), Relox de principes. Estudio y edición de Emilio Blanco, Madrid, Conferencia de M inistros Provinciales de España - AB L Editor.

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E L “ Y N G E N I O ” EN P A L A C I O : A R T E Y C I E N C I A EN LA C O R T E D E L O S A U S T R I A S ( c a . 1 5 8 5 - 1 6 4 0 )

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