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AUGE YDECADENCIA EN LA ESPANA DE LOS AUSTRIAS N
La manufactura textil de Toledo en el siglo XVI
JOSÉ MARÍA NOMBELA
AUGE Y DECADENCIA EN LA ESPAÑA DE LOS AUSTRIAS. La manufactura textil de Toledo en el siglo XVI
AUGE Y DECADENCIA EN LA ESPAÑA DE LOS AUSTRIAS. La manufactura textil de Toledo en el siglo XVI
José María Nombela
Prólogo de José Antonio Sebastián
XXVIII EDICION DE LOS PREMIOS CIUDAD DE TOLEDO PREMIO NACIONAL DE TEMAS TOLEDANOS SANILDEFONSO
I.S.B.N. 84-87515-57-6 Dep. Legal. TO. 1.435-2003
Fotocomposición, Impresión y Encuadernación: IMPRENTA TORRES, S. A. Plaza de las Tendillas, 4 - 45002 TOLEDO
ÍNDICE
Prólogo..........................................................
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INTRODUCCIÓN El trabajo de la lana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. La sedería....................................................... Toledo........................................................... 1. Notas sobre las fuentes utilizadas........................
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Primera parte TOLEDO EN LA ECONOMÍA CASTELLANA DEL SIGLO XVI Economía y demografía....................................... Demografía y economía....................................... 1570. Nuevos tiempos.......... ...............................
45 51 57
Segunda parte EL MARCO INSTITUCIONAL 1. El papel de la Corona....................................... La legislación y su impacto............................... La pañería...................................... ... ..........
65 66 67
La sedería. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. La confección................................................ Austeridad y lujo en la sociedad castellana............. Una política comercial desafortunada................... La manufactura ante la Real Hacienda..................
71 73 74 79 82
2. La intervención del Ayuntamiento.......................
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3. Las ordenanzas de oficios................................. La siempre dificil redacción de las ordenanzas......... Principales aspectos de las ordenanzas.................. ¿Fueron las ordenanzas un freno al desarrollo de la nlanufactura?.......................................................... 4. Gremios y cofradías........................................ Orígenes del gremialismo en Toledo .............. ,. ..... ¿Gremios cerrados, o abiertos? .......... .......................... Caracteres generales del gremialismo............. ... ... Conflictos internos y beneficiarios del gremialismo...
92 93 101 109 113 115 119 121 128
Tercera parte LA ORGANIZACIÓN DE LA MANUFACTURA TEXTIL La confección............................................... .... La bonetería: una actividad muy peculiar... . . .. . . . . . . . . . . . La pañería y la sedería, o el mercader como organizador El mercader..................................................... Aprendices, oficiales y "tejedores de suyo"............... La manufactura ruraL.................................... ......
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Cuarta parte EVOLUCIÓN DE LA MANUFACTURA TEXTIL TOLEDANA DURANTE EL SIGLO XVI 1. Orígenes de la manufactura textil en Toledo............ El trabajo de la lana........................................ La seda.. .... ........ ....... ..... ... ......... ..... ...... ......
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2. Materias primas y abastecimiento........................ La lana...... ..... ......... ..... ....... ..... ............... ... La seda. ....... ....... ....... .... ... ....... .............. ..... Los tintes.................................................. ... Otras materias............................................ ... 3. Maniobras y operaciones textiles......................... La pañería................................................... El tinte.... ......... ................ ..... .............. ........ Bonetería y sombrerería.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... La sedería. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. La obtención del hilo....................................... El tejido...................................................... La tintura..................................................... 4. Moda y economía como condicionantes: los cambios en la producción.......................................... ... La producción pañera toledana en 1500.............. ... La bonetería y la gorrería.................................. La sedería. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. El arte menor de la seda y la confección................ 5. La dificultad de una cuantificación....................... La manufactura textil de Toledo en las fuentes de la época: una cuantificación imposible.................. Las ordenanzas de oficios................................. La documentación fiscal.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... Encabezados y contribuyentes............................ La población activa ocupada en la manufactura textil. La confección de prendas................................. La sedería.................................................... Toledo en la manufactura textil....................... .... 6. Mercado y difusión del textil toledano.................. La producción comercializada............................ Geografía del comercio textil toledano durante el siglo XVI. ........................................ " . . . . .. 7. Síntomas de agotamiento a fines de siglo............... La agricultura............................................. ... La fiscalidad................................................. ¿ Traición de la burguesía y retraso tecnológico?.......
179 180 189 199 201 205 206 212 214 217 219 223 225 230 232 235 237 244 248 249 252 256 260 263 268 270 275 284 287 291 304 308 312 316
Otros factores: taita de materias primas y expulsión mOrIsca.......................................................
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Sexta parte LA CRISIS DE LA MANUFACTURA TEXTIL DE TOLEDO Y LA CRISIS DE LA CIUDAD Las actividades textiles y su diferente modo de afrontar la crisis....................................................... Las respuestas a la crisis................................... ... La actividad textil en 1621.................................... El textil toledano en 1629.................................... La actividad en 1700.......................................... Epílogo..........................................................
334 339 341 344 345 346
Conclusión.................................................. ....
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APÉNDICES 1. 2. 3. 4. 5.
6. 7. 8.
Bibliograf1a............................................... ... Glosario...................................................... Textos..................................................... .... Aproximación al trabajo textil rural en Toledo en el siglo XVI................................................... Aproximación al comercio de tejidos en Toledo durante el siglo XVI....................................... Evolución de la población activa textil en Toledo durante el siglo XVI....................................... Geograf1a del comercio textil de Toledo en el siglo XV!.......................................................... Lista de cuadros y mapas..................................
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PRÓLOGO Cualquier lector ha admirado, al recorrer las ciudades y pueblos castellanos, los numerosos e imponentes edificios, eclesiásticos y civiles, construidos en el siglo XVI que han llegado a nuestros días. Con menos frecuencia, se habrá preguntado sobre las actividades económicas cuyo desarrollo, en aquel tiempo, sustentó tanto esplendor, y no sería raro que, caso de hacerlo, se haya contentado con la socorrida vinculación entre semejante pujanza y la plata llegada de América. Pero si se le dijese que, en esos mismos lugares en los que el proceso de industrialización de los siglos XIX y XX cosechó escasos éxitos, fue la expansión de la manufactura una de las claves generadoras de los ingresos que financiaron tales monumentos, seguramente se sorprendería. Y, sin embargo, en el curso del siglo que medió entre 1480 y 1580, cuando otras regiones europeas luego vanguardia de la industrialización contemporánea apenas brillaban, el interior castellano conoció apreciables avances en la urbanización del territorio y en la producción de manufacturas. Así lo demuestra, para el caso de Toledo, este libro, construido con entrega por José María Nombela, un joven investigador que ha tenido el arrojo de afrontar una labor que ha asustado a otros más veteranos. Felizmente, su atrevimiento ha prevalecido sobre otras consideraciones.
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Este trabajo es ambicioso, a la par que riguroso y fruto de un notable esfuerzo. Y sorprendente, ya que, si lo primero suele ser moneda corriente en los tiempos que corren, que la ambición vaya unida al rigor y al esfuerzo es mucho más raro. Ambicioso porque se plantea lo principal, no lo accesorio. En la Europa de la Edad Moderna y, en especial, en los islotes urbanos que sobresalían en un océano de economía rural, las manufacturas textiles eran, con diferencia, las más importantes, ya midamos su relevancia por la cuantía de activos empleados en ellas sobre el total de los que trabajaban en el sector secundario, ya a través del valor añadido aportado por las mismas al conjunto de la actividad industrial. Y lo es, aun más, porque el autor, aparte de analizar la rama de la producción textil más descollante en la ciudad de Toledo en el Quinientos, la de la seda, no renuncia a acercarse a otras, como la pañería o la confección. Rigor y esfuerzo corren parejos y se aprecian en la organización de la obra, en los problemas que se plantea, en el modo de afrontarlos y en las fuentes utilizadas para extraer la base factual de la misma. El autor sitúa convenientemente al lector en el contexto general en el que se desenvolvía la manufactura europea en el Quinientos y en el concreto que definía el lugar que ocupaban Toledo y sus talleres textiles en la economía de la Corona de Castilla en el siglo XVI. Y, posterionnente, construye su estudio a partir de tres pilares: el del marco institucional que delimitaba la actividad textil toledana, el de la organización de la producción en las diversas ramas de la actividad desarrolladas en la ciudad y el de la evolución de la coyuntura durante el siglo XVI y comienzos del XVII. En cuanto al marco institucional, el autor va desgranando, de lo más amplio a lo más particular, los efectos de la nonnativa y de la política comercial de la Corona sobre la manufactura textil, la actuación de la corporación municipal toledana, mediada por los intereses dispares de mercaderes de tejidos y productores de los mismos, su plasmación en diversas ordenanzas de oficios, la constitución de gremios en la ciudad y
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la actuación de éstos. En lo referente a las pautas organizativas de los diferentes procesos productivos, elucida el papel desempeñado por los pequeños talleres artesanos, muestra la existencia de establecimientos de mayor tamaño y cierta complejidad organizativa, y establece la importancia y las vinculaciones entre industria rural doméstica, talleres urbanos y mercaderes-fabricantes, dueños del capital comercial que les pem1itía organizar desde fuera la producción. Y en lo que hace a la evolución de la coyuntura del textil toledano durante el Quinientos, atiende a la constitución de la ciudad como el principal centro de producción de seda de Castilla y uno de los primeros en el labrado de paños y en la confección de ropa durante los primeros decenios del siglo, muestra como el crecimiento manufacturero se aceleró entre, aproximadamente, 1530 y 1570, examina las razones del estancamiento observable en las últimas décadas del XVI y se ocupa de explicar la dura contracción productiva acaecida en los primeros decenios del XVII, de la que la seda sería casi la única sobreviviente. Y, a la par, se preocupa por introducir al lector en el interior de los talleres textiles, por mostrarle cómo se abastecían de materias primas, qué operaciones y maniobras efectuaban maestros, oficiales y aprendices en cada fase del proceso de producción, con qué medios técnicos contaban y cómo afectaban a sus decisiones productivas los cambios operados en el mercado y en los gustos de los consumidores. Debe llamarse la atención, por último, acerca del esfuerzo realizado. El autor ha basado la obra en lUla investigación que, aunque ha considerado la bibliografía existente, se ha basado sobre todo en fuentes primarias. Y en fuentes primarias de gran complejidad como son los protocolos notariales. En ellos se registraron múltiples operaciones (contratos de compraventa de todo tipo, de materias primas a géneros tel111inados, contrataciones laborales, testamentos y particiones de herencias de maestros artesanos, inventarios, etc.), testimonios imprescindibles para el estudio de las manufacturas. Pero su explotación, en ocasiones por su abundancia, en otras por su escasez, en otras por su dispersión
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en el tiempo y en el espacio, y casi siempre por las dudas que plantea el que la imagen que se obtiene de ella sea representativa de la actividad, requiere un cuidado, una dedicación y un esfuerzo enormes. Que un investigador elija semejante fuente para su primera obra de calado, dice mucho acerca de su vocación y de su capacidad de trabajo y pem1ite esperar de él otros frutos en el futuro. El lector está, en suma, ante un sólido libro de Historia Económica, que se acerca con precisión a las bases productivas que sustentaron el crecimiento demográfico y la pujanza de la ciudad de Toledo en el siglo XVI y que explora algunos de los principales motivos de su decadencia a comienzos del XVII. Una primera versión de esta obra fue defendida por su autor como memoria de investigación de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, en el seno del Programa de Doctorado de Historia Económica moderna y contemporánea de España, obteniendo la máxima calificación. Ello es otra muestra de su calidad.
José Antonio Sebastián Amarilla Universidad Complutense de Madrid Diciembre de 2003
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INTRODUCCIÓN
Pues que tenemos como sabemos ricos pannos de para el nibierno y beatas de (:egobea digno de Saragosa con otras muchas calidades de otros pannos comunes, y las ragas famosas de Florem;:a con las muchas sedas tan riquas de Tolledo y toda Italia que sirvan para el berano,' y en Portugal mucha cantidad de pannos comunes, que son portalegres, mas finos y mas basgos, ca villas. estamennas, clavas, maqao, y de la tierra por otro nombre; y pan nos de la sierra para los pobres. Pues teniendo esto, no son nescesarias beatas, caraft'ias, grizes, ni pannos de Londres ni otras que se pueden excusar; ¡y megor sera bestir monos de lo nuestro y degar lo ageno! Y para se remediar los lutos, vistan los ricos que pudieren lemistes, y la gente pobre con diferenqa de valonales vas tara que ansÍ hazen estos de aqui, O/anda y Franqia, y 110.1' escusaremos de que salga tanto real de ocho a trueque de sus trapos desenannos. (~egobea
Discurso octavo de como conbiene a Su Magestad y bien y aumento de nuestra Espmla que por prematica se extinga el huso de vestir beatas y otras ropas estrangeras mas comunes, s.l., s.d .• ¿ 16377. BN, Ms, 904, fol. 143.
La manufactura textil de Toledo en el Quinientos es el objeto de este libro l . Según los testimonios de la época, la Ciudad Imperial fue el principal centro sedero de la monarquía de su Católica Majestad y uno de los más conspicuos en el 1
El empleo aquí del concepto "industria", tan alejado durante el siglo XVI de la acepción actual, sería forzado y anacrónico. Por ello, preferimos el uso de "manufactura", más cercano a la realidad de aquel tiempo. No obstante, Toledo fue calificada como una ciudad "de industria y acarreo", en términos actuales, por Luis HURTADO (1963), p. 494.
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tejido de paños y la confección de ropas durante aquella centuria. Y, en efecto, tales afinnaciones no eran del todo desacertadas. Junto a la sedería, pronto la actividad económica de mayor relevancia en la ciudad, existió una numerosa población ocupada en el trabajo de la lana y la confección. Sedas, paños, bonetes, lienzos, sostuvieron el enonne desarrollo de Toledo entre 1500 y 1600. En su confección y comercio se afanó un importante número de sus habitantes. Tal presencia, reconocida por las fuentes coetáneas, apenas ha sido corroborada por la historiografía. Acaso este olvido respondiera a la desaparición de la mayoría de los vestigios pretéritos, cuanto a otras consideraciones. No obstante, cuando, en la primera mitad del siglo XVII, los arbitristas se interrogaron por las causas de la decadencia, una de las razones más reiterada fue la introducción de manufacturas extranjeras, sobre todo telas, más baratas, que desplazaban del mercado a las locales 2• Toledo y Segovia fueron los núcleos más afectados. Los artesanos holgaban sin tener en qué trabajar, los productos de la tierra se perdían y resultaba inevitable la salida de metales preciosos del reino. De modo que Castilla, y Toledo, tierra rica y fértil, quedaba cada día más pobre; y sus enemigos, con industria, tomaban sus riquezas y consumían con telas y engaños a sus súbditos, convertidos en indios 3 . El textil, por tanto, se mostraba una de las principales riquezas de las naciones. La idea, aunque antigua, no ha sido refutada. Al contrario. Reitérase como una verdad tan inmutable como 2
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Noticias similares, aunque referidas a Francia, en GASCON (1971), t. 1, pp. 65,111-119; Y t. n, pp. 614-619. Numerosa fue la nómina de quienes en Toledo elevaron memoriales al Ayuntamiento y al rey para remedio de los males de la ciudad y del reino. Para el caso del textil, destaquemos la figura de Damián de Olivares y su intento, no sólo de aportar soluciones a la crisis de la pañería y la sedería, sino también de cuantificar la producción y los daños provocados por la entrada de géneros extranjeros. Para un contexto más general del arbitrismo castellano, son de utilidad las obras de ANES ÁL VAREZ (1988), ELLIOTT (1982), GRICE-HUTCHINSON (1982), GUTIÉRREZ NIETO (1988), HAMILTON (1984), pp. 185-206, y VILAR BERROGAÍN (1973); y la más reciente de FUENTES QUINTANA (ed.) (1999).
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infundada. Castilla, a pesar de unas materias primas abundantes y baratas, y de un mercado hasta cierto punto amplio, desaprovechó sus ventajas para crear una manufactura textil propia. Deslumbrada por los territorios incorporados, las posibilidades de promoción social a través de la guerra y la llegada de ingentes riquezas de América, abandonó el trabajo productivo por la gloria de la pluma y de las armas 4 • La integración de ambas visiones, documental e historiográfica, se antoja problemática. Sus contradicciones son evidentes, a pesar ciertos puntos comunes. Ello plantea algunas cuestiones que no obviamos. En primer lugar, el problema cuantitativo. Es imposible cualquier afirmación de declive o auge, siempre relativos frente a otro periodo, si carecemos de elementos de comparación. Asimismo, sabemos la dificultad de analizar de forma conjunta realidad tan compleja como la manufactura textil de una ciudad para tan dilatado periodo, con su sedería y pañería, sin olvidar otros sectores menores: algodón, lino ... , y la confección: sastres, jubeteros, calceteros ... Las diferencias eran notables entre unas y otras actividades, ya fuera por el proceso de trabajo, el producto final, el modo de organización adoptado o por su comercialización. En teoría, ninguna relación existió entre el bonetero, el tejedor de terciopelo y el sastre. Cada actividad evolucionó de forma independiente. El predominio casi absoluto de la seda desde 1500 justifica en sí una monografia. No obstante, es imposible comprender de modo aislado el espectacular desarrollo del trabajo de la seda en Toledo durante el siglo XVI. Existió una relación con una base previa de que partía -el obraje de la lanay múltiples conexiones entre las diversas labores textiles. El presente estudio se justifica, pues, en una visión de conjunto que abarca cuantas actividades textiles convivieron durante el Quinientos en Toledo. La Ciudad Imperial no sólo destacó por sus sedas, también por sus bonetes y confección de prendas. Actividades todas muy ligadas y dependientes entre sí, y con los avatares vividos por la ciudad. Y ello por la 4
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ (1963). pp. 13-52; tesis que reafirmaría en (1989), p. 298. Una opinión contraria en CARLÉ (1954), p. 316.
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interdependencia entre sectores en principio tan distintos: es imposible abordar los cambios y transformaciones en la manufactura sedera o pañera, sin aludir a los acaecidos en la moda y el vestido, o las condiciones económicas del reino y de la población, que, en definitiva, gastaba aquellas telas. A pesar de la relación más o menos estrecha entre las diversas actividades textiles por sus características intrínsecas, no pueden ser aisladas del devenir de la ciudad. Tampoco del contexto marcado por la situación general de Castilla. Antes al contrario. Toledo y su manufactura textil conocieron una evolución paralela. Ambas dependieron de la otra para su supervivencia. El crecimiento económico de la primera mitad del siglo XVI, el aumento de la "renta per capita" de amplios grupos sociales motivado por una mayor producción agraria, la influencia del mercado americano, la llegada de metales preciosos y una baja presión fiscal crearon una situación favorable para el desarrollo del textil. Asimismo, la degradación de aquellos mismos factores desde poco después de 1570 propició primero un estancamiento y luego la crisis de la manufactura toledana. En tal sentido, a un periodo de lento crecimiento, en los tres primeros decenios del siglo, siguió un notable desarrollo, hasta inicios de la década de 1570. Con posterioridad, el estancamiento se tornó en catástrofe, poco después de 1600. Al igual que en otras ciudades castellanas. Dichos cambios en la coyuntura general de la economía castellana repercutieron en el vestido y la moda y, por tanto, sobre los tejidos realizados en Toledo. De forma tal, que las calidades producidas en la ciudad evolucionaron casi al unísono de la coyuntura económica castellana. Con ello pretendemos mostrar la transformación de la ciudad de Toledo en su base económica durante el siglo XVI: estancamiento o desaparición de sectores de reducida presencia -lana, lino-, crisis de otros -bonetería-, y surgimiento de uno nuevo -sedería-, que pervivió y sustentó la población de la ciudad hasta el siglo XIX. Es este cambio estructural, sus causas, sus mecanismos y sus efectos, a que personas y recursos hubieron de adaptarse, el objeto de estas páginas.
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El trabajo de la lana
Con todo, antes de adentrarnos en el tema que nos ocupa, es necesario un breve recorrido por el estado actual historiográfico. De hecho, la anterior imagen, fácil, de la bibliografía tradicional, ha cambiado en las últimas décadas 5• El creciente interés científico por la pañería, la manufactura más difundida durante el Antiguo Régimen en Europa, se ha traducido en innovadores estudios sobre la actividad. Así, se ha avanzado en un mayor conocimiento de la producción de la materia prima, la lana, y de los principales agentes de su comercio, con estimaciones cada vez más fundadas sobre su volumen y características. Un resumen de la investigación más reciente descubre tres grandes áreas. En primer lugar, la Mesta, y cuanto representó. Aquí, el clásico estudio de J. KLEIN aún es válido en algunas de sus líneas generales 6 . No obstante, desde su ya lejana publicación, las aportaciones han sido numerosas. Éstas han mejorado nuestro conocimiento del devenir de la institución y de su significado. De entre ellas, destaquemos los trabajos de ANEs, GARCÍA SANZ, LE FLEM, MARÍN o RUIZ MARTÍN 7. Una segunda línea de investigación ha abordado el estudio de las cabañas ganaderas en Castilla: su número, carácter, rasgos internos. En este caso, los trabajos de LAGUNA sobre el merino y de LLOPIS sobre las cabañas monásticas son fundamentales para conocer su evolución histórica en España8 . Y, en tercer lugar, se ha avanzado en una mejor comprensión de los factores que intervenían en el comercio y el mercado lanero, Una visión opuesta a la tradicional de Castilla como simple colonia de las manufacturas extranjeras, en GARCÍA SANZ (1994a). (, KLEIN (1981). Para una revisión de la obra de Klein, BISHKO (1982) y GARCÍA SANZ (1998), pp. 65-89. 7 ANES y GARCÍA SANZ (eds.) (1994); y en especial los dos trabajos de MARÍN. GARCÍA SANZ (1994c). LE FLEM (1972) Y (1979). LÓPEZSALAZAR (1998). MARÍN (1987) Y(1992). RUIZ MARTÍN (1998). 8 AITKEN (1946). CABO (1998). LAGUNA (1986). La cita de los trabajos de LLOPIS sería prolija. Baste sólo la refereneia a sus principales líneas de estudio: las instituciones monásticas de Santa María de Guadalupe y de El Paular. 5
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con estudios sobre la ganadería trashumante y riberiega, el destino de los vellones -mercado local o exportación-, o las 9 calidades objeto de comercio y su destin0 • Mención aparte merece la obra conjunta de PHILLIPS y PHILLIPS 10. En primer lugar, por el ámbito cronológico abarcado, junto a la ambición del tema. A lo largo de los capítulos del libro, los autores reconstruyen la historia de lo que ha sido y significado para España la ganadería lanar y el comercio de esta fibra. De tal f0011a, que es síntesis de una amplia bibliografia sobre el tema. Ello convierte a la ganadería lanar, su carácter e importancia en España en el ámbito de la actividad textil del siglo XVI mejor estudiado. Conocemos asimismo cada vez mejor la evolución de los principales centros textiles de Castilla: Segovia, Cuenca, Úbeda-Baeza, Granada, Córdoba ll . Hoy también sabemos que, junto a aquellas grandes ciudades, existió una importante manufactura rural, a veces independiente, otras en estrecha relación con el mercado y la producción urbanos. No es dificil hallar tejedores, tundidores o sastres como habitantes de los pueblos, con fluidos contactos con la ciudad, en un número antes inimaginado 12 . Desaparece, pues, la antigua y extendida idea de Castilla como desierto manufacturero, exportadora de materias primas e importadora de productos elaborados. Surge, en cambio, una nueva imagen, no por ignorada hasta ahora menos real: un trabajo textil difundido por toda la geografia y BILBAO Y FERNÁNOEZ DE PINEDO (1982). LAPEYRE (1974). PHILLIPS (\ 982) Y (1983). 10 PHILLIPS y PHILLlPS (1997). 11 Para Córdoba, EDW AROS (1978) Y (1982). 12 NIETO (1999). Esta obra, como el propio autor recalca en el título, aborda el estudio de la protoindustria en Castilla. No obstante, conviene alguna matización, no por obvia menos necesaria. Manufacturas rurales habían existido desde tiempos inmemoriales. De hecho, la presencia de los bienes manufacturados locales o para autoconsumo era proporcional al aislamiento comercial de una comunidad. El concepto protoindustria es más restringido e implica cambios profundos en las sociedades tradicionales: demográficos, agrícolas, sociales y de sumisión al capital mercantil. Ello restringe mucho el número de casos posibles. No obstante, en torno a Toledo se dieron varios ejemplos de protoindustria, cuyo estudio hemos emprendido.
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principal actividad económica tras la agricultura. Como prueba, basten las múltiples referencias de LARRUGA acerca de telares e hilaturas rurales, o los inventarios de bienes de aldeanos o habitantes de la ciudad con telares, husos o ruecas 13. La ciudad de Segovia aún no cuenta con una monografía sobre su producción textil. Empero, varios han sido los nombres de quienes han abordado hasta la actualidad su manufactura pañera en múltiples artículos y ponencias, desde antiguo: LEC EA, CARANDE, GARCÍA SANZ, LE FLEM, RUIZ MARTÍN o ASENJO I4 . Ello propicia que la pañería segoviana sea hoy la mejor conocida de cuantas existieron en el Quinientos en Castilla. De origen medieval, esta actividad experimentó en la ciudad del Eresma un rápido desarrollo durante el siglo XVI. Con más de 16.000 piezas al año acabadas en su periodo de máximo apogeo, hacia 1580, concentraba desde tiempo antes la fábrica de paños más notable de la época, a gran distancia de otras ciudades l5 . Asimismo, en el marco organizativo, llegó a la implantación de evolucionadas formas de verlagssystem, en algún momento superadas con la introducción, parcial, del JactO/JI system. Ello hizo de Segovia una de las ciudades europeas más importantes en el trabajo de la lana, comparable a los otros grandes centros italianos y del norte. Cuenca, auténtica capital castellana en el obraje de lana durante la Baja Edad Media, quedó relegada a un segundo plano en el siglo XVI, cuando la organización productiva y el contexto socioeconómico cambiaron. Dicho tránsito, entre el medioevo y los tiempos modernos, y los cambios acaecidos en la principal manufactura de aquella ciudad fueron estudiados por IRADlEL 16. Su obra marcó un punto de partida y un camino para estudios posteriores. En ella aborda la pañería conquense en la Baja Edad Media desde su lógica interna, no sólo sujeta a 13 Una muestra del uso de inventarios postmortem en TORRAS y YUN (1999). 14 LEC EA (1897). CARANDE (\961), (1976) Y (1990), pp. 182 Y ss. GARCÍA SANZ (1986), (1987), (1991 a y c) y (1996). LE FLEM (1976). RUIZ MARTÍN (1965-1967). ASENJO (1986), pp. 197-209, Y(1991). 15 GARCÍA SANZ (l991c), p. 178; cifra que corrige la aportada por el mismo
autor en (1986), p. 214.
161RADIEL (1974).
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los dictados de la producción exterior; analiza los diversos condicionantes del proceso productivo y los factores económico-sociales que influyeron en el sector, para aportar una evolución temporal, al menos aproximada, de la actividad 17 • La sedería
Empero, la seda, excepto en Valencia, no ha recibido igual atención investigadora. Tal desinterés historiográfico proviene de su menor relevancia productiva frente a la pañería, su concentración en un menor número de núcleos, y de las fuentes disponibles, parcas. Los trabajos de BEJARANO sobre Málaga y de GARZÓN PAREJA sobre Granada son un comienzo, un punto de inicio para nuevos estudios, sin una continuidad posteriorl 8 . Ambas obras se centran en el marco institucional, por ser el aspecto más fácil de abordar y de información más prolija l9 . Sin embargo, cuando se intenta una aproximación cuantitativa, las fuentes se tornan esquivas, imprecisas, o guardan el mayor de los silencios 20 . Recordemos, además, la breve historia de la seda en España de GARZÓN PAREJA en su obra sobre la sedería granadina, con noticias diversas sobre numerosos núcleos donde su trabajo fue conocid021 • De carácter más reciente, el estudio de la sedería en España fue abordado en un congreso monográfico. A través del cual, los conocedores de Con posterioridad, Paulina Iradiel ha continuado su labor en Valencia junto a Germán Navarro, con estudios sobre la sedería de aquella ciudad. Para un resumen bibliográfico sobre la sedería valenciana, es de utilídad NAVARRO (1999). ALCAIDE (tesis inédita, Universidad Complutense). 18 BEJARANO (1951). GARZÓN (1972). 19 De hecho, la línea investigadora de Félix García Gámez en su tesis doctoral aborda el estudio de la renta de la seda de Granada. 20 Problema que tampoco ha obviado la ciudad de Toledo 21 GARZÓN (1972), pp. 25-103; para la ciudad de Toledo, pp. 79-82, referidas en su mayor parte a los siglos XVlI YXVIII. De enorme interés es el mapa sobre los núcleos donde la seda fue trabajada. En él se aprecian dos grandes regiones: una primera, la andaluza, en su zona oriental, en tomo a Granada; una segunda, la valenciana, con la ciudad como epicentro, y algunas otras comarcas de menor importancia, en tomo a Zaragoza. En Castilla, fue en las ciudades, como Madrid o Valladolid, donde alcanzó mayor desarrollo. 17
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los principales centros sederos peninsulares ofrecen una visión del significado histórico de la seda en la Península Ibérica22 • No obstante, esta obra, con ser un primer paso, denota la carencia de estudios para algunas regiones. En efecto. El caso granadino o valenciano están bien representados, con la inclusión de 3 y 2 trabajos. En cambio, Toledo, Murcia y Mallorca merecen un solo artículo y otros núcleos quedan olvidados. Otras ciudades donde la seda alcanzó relevancia en época modema también han llamado la atención investigadora. Tales serían para Córdoba las páginas que FORTEA dedicó al textil en su tesis doctoral y la obra de CÓRDOBA DE LA LLAVE sobre las manufacturas medievales; o MARTÍN RODRÍGUEZ para Almería23 • A través de éstas, conocemos el origen de la actividad sedera en Castilla, en las ciudades donde alcanzó alguna relevancia, a fines del siglo XV, y su rápido desarrollo hasta mediado el XVI. Se trató de una actividad nueva, ligada al clima de crecimiento económico de aquella centuria y concentrada en núcleos urbanos de la mitad sur peninsular. Todo lo cual llevó a situar su origen sin razones fundadas en época musulmana, hipótesis rechazada tanto por CÓRDOBA DE LA LLAVE como por FORTEA. Caso especial fue la sedería de Granada, única herencia 24 directa musulmana . La Corona procuró mantener su antiguo esplendor con medidas de fomento de la producción de seda y de su trabajo. No obstante, los problemas derivados de la conquista del territorio y, poco después, la rebelión de las Alpujarras, motivaron la ruina de la actividad durante un largo period0 25 . Pese a todo, la ciudad albergó un espectacular incremento de la cría de seda en bruto. Las 90.000 libras cosechadas en 1541 fueron 135.000 veinte años después, y 170.000 antes de la sublevación de las Alpujarras 26 ; ello ilustra 22
VV. AA. (1996).
CÓRDOBA DE LA LLAVE (1986-1987) Y (1990), pp. 27-143. EDWARDS (1978) y (1982). FORTEA (1980), pp. 312-334; quien cita además una obra que no pudimos consultar, sobre las sederías cordobesas: TORRE y REY (1928). MARTÍN RODRÍGUEZ (1990). 24 LÓPEZ DE COCA (1996). 25 GARRAD (\956). 26 LÓPEZ DE COCA (1996), p. 50. 23
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su rápida adaptación y respuesta a las demandas del resto de Castilla. Granada, tras un periodo de crisis por la citada rebelión, recuperó la actividad, pero no los niveles anteriores a 1568. La cosecha de seda alcanzó unas 90.000 libras hacia 1600. Granada se mantuvo como centro manufacturero, y no sólo exportador de seda en bruto, los tres últimos decenios del siglo XVI y en momentos posteriores. No recobró, en cambio, su anterior primacía, que ostentaron primero Toledo y luego Valencia 27 • Por último, resta sólo mencionar la región murciana, con su capital. Su importancia no se debió a ser un centro principal del tejido de seda, cuanto a su calidad de productor de morera y, por tanto, de seda en brut0 28 . De hecho, desde mediados del siglo XV la cría de seda conoció una rápida expansión29 . Durante el Quinientos, se difundió por amplias comarcas de Murcia, hasta convertirse en la principal actividad agrícola30 . Con más de la mitad de la superficie agraria dedicada al cultivo de la morera, la producción alcanzó hacia 1600 entre 115.000 y 120.000 libras al año. A partir de entonces, Murcia fue la principal región castellana productora de seda31 • Cuya mayor parte era destinada al consumo de Toledo y, en menor medida, a la exportación y a los mercados granadino y cordobés 32 • Aquel enorme desarrollo de su cultivo en Murcia se vio favorecido, no sólo por el aumento de la demanda procedente de la actividad textil, sino también por el hundimiento de la cría en Granada desde 1570. En efecto. Según Modesto ULLOA, "no es exagerado decir que el menguado rendimiento de la renta [de la seda] después de la rebelión se consiguió mediante una especie de falsificación, haciendo pasar por granadina la
GARCÍA GÁMEZ (1998). PÉREZ PICAZO y LEMEUNIER (1987) y (1996). 29 TORRES tONTES (1977), pp. 29 Y 34. 30 CHACÓN (1976), pp. 52-53. 31 CHACÓN (1976), p. 276. Cifra que aumentaría aún hasta las 210.000 libras en 1614: COLMEIRO (1986), t. 11, p. 74. 32 CHACÓN (1976), p. 279. 27
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seda de otras procedencias que se tejía o negociaba en Granada,,33.
De tal forma, que los arrendadores de la renta solían obtener facultad para introducir en el reino granadino hasta 50.000 libras de seda procedente de Valencia y sobre todo de Murcia34 . De modo deliberado ormtImos toda menClOn bibliográfica acerca del textil en la corona de Aragón. Y ello por la escasa relación entre las manufacturas castellana, en este caso de Toledo, y la existente en los estados aragoneses 35 • En cambio, prestamos especial atención a la sedería valenciana, por los tempranos contactos entre Toledo y Valencia. Asimismo, tampoco aludimos a otros ámbitos geográficos, para centrar nuestro interés en las manufacturas urbanas. Con ello obviamos, acaso en demasía, la bibliogratla sobre pequeños núcleos, las más de las veces de escasa trascendencia en nuestra argumentación. Por otra parte, la lista de tales títulos resultaría desproporcionada para los propósitos aquí planteados, y fuera del ámbito del presente estudio. Toledo
Tan fecundo interés ha obrado múltiples estudios para Castilla, desde distintos eníoques36 . Los casos conquense, cordobés, granadino o segoviano serían los más singulares. Aún no existe, empero, una monografía sobre esta actividad en la ULLOA (1986). p. 370. En 1562, entraron unas 50.000 libras, procedentes de Murcia y Jaén; la misma cantidad sc repitió cn el arrendamiento de 1572; y si en 1584 la cantidad se estableció en 45.000 libras, lucgo fue aumentada en otras 10.000: ULLOA (1986), p. 369. Lo cual significaría un descenso al menos similar de la producción del antiguo reino nazarí, y un falseamiento de la producción total a que induce el monto de la citada renta. J5 DESPORTES (2002). Como demuestra el autor, la pañería aragonesa mantuvo una estrecha relación con las pañerías perpiñanesa y catalana, no eon la castellana, a pesar de sus semejanzas con ésta. J6 Interés, por otra parte, justificado, dada la importancia de la manufactura textil en las investigaciones sobre protoindustrialización y revolución industrial. A título de ejemplo, y para Castilla, la citada tesis doctoral de NIETO (1999). J4
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Ciudad Imperial durante los tiempos modernos, a pesar de lo sugerido por CARANDE y por IRADlEL varias décadas atrás y por las fuentes 37 • Sólo vagas referencias en algunos historiadores locales. A veces, repitiendo las mismas noticias de autores anteriores, como MARTÍN GAMERO o LÓPEZ DE AYALA 38 • De sus escritos, lo más importante fue haber señalado el peso del textil en la ciudad del Tajo durante la Edad Moderna. Mención especial merece la obra de LARRUGA, fuente inagotable de noticias, sobre todo de los siglos XVlI y XVIII, Y para las zonas '9 rurales J • No obstante, los pocos datos ofrecidos hasta ahora para Toledo en el siglo XVI y su manufactura textil son erróneos, cuando no infundados e irreales, como demostraremos en su momento. Con carácter más reciente, disponemos de las obras de Almudena DE LA MOTA Y de Julián MONTEMAYOR4o . En el primer caso, la autora, cuando contextualiza su estudio, se limita a las noticias de autores antiguos, sin comprobación o comentario alguno, y por completo inverosímiles, ya citadas por MARTÍN GAMERO y LÓPEZ DE A y ALA. Mayor crédito concedemos a MONTEMA YOR. En el capítulo de su tesis doctoral dedicado a la manufach¡ra y en varios artículos más, ha estudiado la actividad textil toledana en la época de los Austrias. Alejándose de los mitos historiográficos aducidos hasta ahora, reconstruye la evolución del textil en Toledo durante más de un siglo a partir de numerosas fuentes hasta hoy desaprovechadas. Aparece así una nueva actividad, retratada dentro de la vida urbana, cúyo era su principal sustento. Empero, también ligada, en un marco más amplio, a la evolución de Castilla y la coyuntura económica general del reino. A partir de sus estudios, conocemos la relevancia de la seda y su trabajo durante los siglos XVI y XVII CARANDE (1990), t. 1, p. 193. lRADlEL (1974), p. 41. CHAUNU (19561959), t. VIIlI, p. 248, nota 1, señaló la necesidad de un estudio acerca de la importante manufactura textil toledana del siglo XVI. 38 MARTÍN GAMERO (1979), p. 440; Y (1982), pp. 47 Y ss. LÓPEZ DE AYALA (1901), p. 55. 39 LARRUGA (1787-1800), en especial los volúmenes VII y VIII. 40 MOTA (1980). MONTEMA YOR (1 996a), en especial las pp. 201-233; Y (J996b). 37
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en Toledo, principal centro sedero de Castilla, con datos más sólidos y numerosos que los hasta hace poco disponibles. No olvidamos, tampoco, el memorial de Luis HURTADO sobre la ciudad, para las Relaciones Topográficas41 • Varias fueron las menciones en su escrito acerca de la seda o la confección. Aun en su brevedad, la respuesta al capítulo XLII ha sido la mejor descripción de la actividad textil toledana del Quinientos hasta los trabajos de MONTEMAYOR. El abastecimiento de materias primas, la organización de la producción, el papel de los mercaderes, la comercialización, quedaron ref1ejados en el texto; donde, si no con datos cuantitativos, sí cualitativos, trazó un esbozo, aproximado, del textil toledano en el siglo XVI, confirmado hoy por otras fuentes. Con todo, es evidente la carencia de monografías de que adolece aún la actividad textil castellana, o española, de los tiempos modernos. Los casos segoviano, granadino o valenciano son una excepción. En la actualidad, los trabajos, en distintos estados de desarrollo, iniciados en Toledo sobre su manufactura son un comienzo prometedor para completar el mapa de los principales centros textiles castellanos del Antiguo Régimen. Acaso pronto podamos disponer de una historia de la actividad en Toledo y conozcamos su verdadera relevancia. Las páginas que siguen fueron presentadas en junio de 2000 como trabajo de investigación para los cursos de doctorado en el departamento de Historia e Instituciones Económicas II de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense. Constituyeron el tribunal que lo juzgó D. Vicente Pérez Moreda, Da Felipa Sánchez Salazar y D. Juan Zafra Oteyza. Sus múltiples sugerencias, todas de enorme interés, mejoraron estas páginas. No obstante, en la entrega del texto, optamos por su redacción prístina. Tan sólo aligeramos algo la redacción y las notas, y añadimos alguna referencia bibliográfica, que el lector notará por sus fechas más modernas. Queremos agradecer, asimismo, 41
HURTADO (1963), pp. 481-576.
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la cálida acogida y amabilidad mostrada en cuantos archivos y bibliotecas visitamos para la recopilación de documentos. Sólo quien lo ha vivido conoce lo arduo, siempre fatigoso, y en ocasiones solitario de esta labor. La soledad del archivo se vio compensada, en cambio, por el continuo diálogo con una bibliografía siempre sugerente. Su reconocimiento está en las numerosas notas, casi 800, que jalonan el texto. Acaso sean demasiadas, y en no pocas ocasiones desmesuradas, en detrimento de un menor carácter explicativo. Sirvan, empero, para reconocer nuestra deuda con cuantos nos precedieron. Especial gratitud y deuda tenemos hacia José Antonio Sebastián. Con su infinita paciencia, y tras las lecturas que mediaron entre el primer borrador y la versión definitiva, hilvanó la madeja del proyecto primigenio. Cual Guzmán, sus consejos, y consejas, si no siempre seguidos, fueron todos oportunos. Si algún acierto tiene este trabajo, es suyo. Las tachas y errores, nuestros. Parece siempre obligado un reconocimiento a la paciencia y benevolencia de la familia para con uno y su capricho de enterrar tres años en estas páginas. Aquí, la deuda es real. Incluso cuando las honis robadas a su compañía comenzaron a ser excesivas. Sin su ánimo y ayuda en los momentos más difíciles habría sido imposible la consecución del proyecto. Por último, y como en la época de nuestros sederos y pañeros, queremos tener aquí un especial recuerdo para la abuela y el abuelo que tanto interés mostraron siempre por un trabajo que, en cambio, nunca podrán leer. A todos, mi cariño y gratitud.
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1. NOTAS SOBRE LAS FUENTE UTILIZADAS
Yo me acuerdo que la primera letra que supe fiJe la que hoy se lisa en los libros de la iglesia, que llaman de redondo; después me pusieron en tirado; de tirado pasé a cortesano, a medio plinto y a punto entera; luego escribí de caja, que aún se pratica hoy en los libros della, y la llaman redondilla, y últimamente me pusieron a escolástico y bastardillo, que agora usal110s com/Ínmente; y creo se 1111' quedan otras tres o cuatro estaciones que anduve con las dichas, que fi/eron chancilleresca, fi'ancesa, encadenada y grifo. ALEMÁN (2000), p. 16.
[... ] y no se la des a trasladar a ningún escribano, que hacen letra procesada, y 110 la entenderá Satanás. CERVANTES (1971), parto I. cap. XXV, p. 187.
Este trabajo, sin descuidar el recurso a la bibliografía disponible, se edifica sobre fuentes primarias. A ello condujo la escasez de estudios y publicaciones acerca del textil toledano del siglo XVI, que contrasta con la riqueza documental de los archivos de la ciudad del Tajo. De tal modo, que la mayor parte de la investigación se basó en la documentación custodiada en el Archivo Histórico Provincial de Toledo y en el Archivo Municipal. Asimismo, los fondos del Archivo General de Simancas, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca del Real
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Monasterio de El Escorial depararon testimonios insustituibles. El manejo predominante de fuentes inéditas, de naturaleza compleja y una explotación problemática para cuantificar ciertos fenómenos, nos mantuvo en más de una ocasión en el terreno de la hipótesis; en otras, los problemas rebasaron el propósito y el carácter de nuestros tines. Con todo, la consulta directa y asidua de fuentes de primera mano supuso un fuerte estímulo. La documentación manejada para realizar el presente trabajo fue de carácter diverso. No obstante, distinguiremos en ella dos grandes conjuntos, por su origen: la pública y la privada. Empezando por la segunda, citemos los registros notariales -l 2• Son el mejor modo para conocer la realidad cotidiana de la manufactura textil de la época y apenas podemos nosotros descubrir una característica nueva de los mismos no resefiada ya. No obstante, necesarias algunas matizaciones acerca de los problemas y limitaciones que su uso plantea. La primera, la cronología. El más antiguo protocolo notarial conservado data de 1503. Sólo para afios posteriores encontramos series casi completas de los registros de cada escribano. Por tanto, fue impositlle remontarnos más atrás de aquella fecha. Especial atención mereció un escribano: Bernardino de Navarra. Su serie documental comienza en 1506 y se prolonga hasta 1550 de forma casi ininterrumpida. Su estudio para las primeras décadas del siglo sirvió como elemento de control para los otros protocolos de la época. Dicha consulta se vio limitada, además, por el reducido número de registros conservados de aquellos primeros momentos. Pues, si el primero data de 1503, el segundo es tres afios posterior y, desde la década de 1510, apenas se conservan dos ó tres por afio, de la treintena de escribanos existentes entonces en la ciudad. La poco halagüefia situación para la ciudad de Toledo durante las primeras décadas del Quinientos, al igual que en otras ciudades, como Córdoba, preludia la de las zonas rurales. 42
Sobre los fondos notariales, custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Toledo, cf. la obra de BORlA SAN ROMÁN (1934).
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Se han perdido todos los registros notariales de lugares tan señeros en el trabajo de la lana en aquel tiempo como La Puebla de Montalbán. Lo cual llevó a renunciar a cualquier sondeo de aproximación a las manufacturas rurales en los mismos núcleos; preferimos un acercamiento, acaso más indirecto, desde la propia documentación toledana. Ésta, aunque de forma aproximada, refleja en igual medida la importancia de cada núcleo. Empero, si para principios de siglo el principal problema fue la falta de registros notariales, conforme avanzamos en el tiempo la situación fue la inversa, y la documentación resultó ingente. Del año 1600 se conservan 21 protocolos, de los 33 escribanos que existían en Toledo, sobre un total de más de 1.000 protocolos para todo el siglo, con otros tantos folios cada uno. Fue imprescindible, por tanto, la selección. Así, vaciamos un protocolo cada 8 años. La elección del escribano fue aleatoria. Se procuró, sin embargo, que siempre se conservara una larga serie documental, lo cual a veces fue dificil. Para los años 1520, 1560, 1576 Y 1600, además, vaciamos 3 protocolos, a fin de profundizar más en sus posibilidades. Éstas son infinitas: sólo dependen de nuestros propósitos. El número y la riqueza de sus contratos hacen de los protocolos una fuente, en ciertos aspectos, más rica que las ordenanzas de oficios, hasta ahora usadas casi de forma única para el estudio de las manufacturas. De tal forma, que la casuística de contratos de trabajo, de compraventa de materias primas, de medios de producción o de géneros ya acabados, es muy variada. Asimismo, y como se apreciará, brindó unas posibilidades de sistematizar y cuantificar ciertos aspectos o realidades de la época moderna aún no exploradas. No obstante, el esfuerzo requerido fue abrumador para las conclusiones alcanzadas. Fue necesaria la consulta de un elevado número de protocolos para obtener resultados coherentes. Además, el manejo de la información nunca fue fácil y sí laborioso. A través de esta fuente se trató de profundizar en ciertos aspectos de la documentación cuya verdadera relevancia desconocíamos. De tal fornla, que el volumen y el carácter de la producción, la aparición y desarrollo
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de ciertas formas organizativas, o incluso la localización espacial de una actividad concreta pudieron alcanzarse de modo más o menos exacto a través suyo. Siempre considerando la limitación que para las áreas urbanas ofrece, y es su inexistencia para determinados periodos, y su sobreabundancia para otros. Ello hace que el tratamiento de toda la infonnación por una persona sola y para un periodo de un siglo sea labor imposible. Las páginas siguientes son una muestra de todo ello. Un segundo tipo de documentación sería aquélla de carácter público, custodiada en su mayor parte en el Ayuntamiento de la ciudad43 . Valgan aquí algunas de las consideraciones sobre los registros notariales, como su escasez a inicios del Quinientos, o la pérdida de valiosos fondos. Éste ha sido, por ejemplo, el caso de los Libros de Acuerdos Municipales, de los cuales disponemos completos sólo 23 de los 100 del siglo; o el de las alcabalas, de tal forma que fue difícil encontrar ninguna serie documental íntegra. Además, es una documentación de carácter diverso, con frecuencia no especializada por su temática, a veces tampoco sistematizada en su cronología, y aún sin catalogar de modo correcto. Compensa, en cambio, por su enorme riqueza de detalles cualitativos, y a veces cuantitativos. Especial atención merecieron las ordenanzas de oficios, allí conservadas, y único vestigio de la documentación generada por una organización tan típica del Antiguo Régimen como la gremial. En efecto. Cada oficio disponía de sus propios libros de registro de aprendices, de maestros, de señales o de cuentas. Los sastres y el arte de la seda, incluso, de una casa. Empero, nada de aquello se ha conservado. Ello hizo que en numerosos temas las sombras fueran más que las luces, y que en no pocas ocasiones debiéramos conformamos con aproximaciones más o menos exactas, cuando no con meras hipótesis o suposiciones. Resulta, pues, envidiable la privilegiada situación de la ciudad de Valencia, donde tantos estudios se han realizado a partir de la documentación interna conservada del Col-legi Mayor de la 43
Acerca de los fondos conservados en el Archivo Municipal de Toledo, cf. las obras de PEDRAZA (1985) y SIERRA CORELLA (1931).
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Seda, sobre los ámbitos más diversos. Cabía la posibilidad, por último, de que tales fondos se hallaran en los archivos parroquiales de las cofradías adscritas a cada oficio. No obstante, dicha búsqueda fue infructuosa: si se conserva parte de la documentación generada por cada cofradía, queda circunscrita a aquélla de carácter económico, de gestión de su patrimonio: censos, tributos, alquileres de casas ... , pero nada que recuerde su asociación a oficio alguno. Fuentes manuscritas l. Archivo General de Simancas (AGS) Centramos nuestra atención, sobre todo, en aquellos documentos referidos a la administración de las alcabalas de Toledo. Asimismo, para algún año concreto consultamos varios legajos acerca de otras ciudades: Córdoba, Cuenca, Segovia, Granada, destacados centros textiles de la época. Consejo y Juntas de Hacienda (CJH), leg. 149,351,357 Y 398 Contadurías Generales (CCGG), legs. 16, 768, 3919 Contaduría Mayor de Cuentas (CMC), legs. 104, 158,299,301, 304,305,307,317 Diversos de Castilla (OC), legs. 1 Expedientes de Hacienda (EH), lego 85, 86, 87, 89, 132, 157, 165,173,179,180,181,182,183,184,185,357,398,813 Guerra Antigua (GA), leg. 1314 Patronato Real (PR), leg. 78 2. Archivo Histórico Provincial de Toledo (AHPT)
Escribanías de: Jerónimo Castellanos de Navarra: protocolo 1860 (1560) Antonio Flores: protocolo 1219 (1503) Diego García de Alcalá: protocolo 1279 (1520) Gonzalo López de Herrera: protocolos 1699 (1560) Y 1722 (1576) Bernardino de Navarra: protocolos 1220 y 1221 (1506), 1225 (1512), 1236 (1520) Y 1292 (1536)
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Juan de Navarra: protocolos 1819 (1568) Y 1840 (1592) Diego Núñez de Toledo: protocolos 1366 (1528) Y 1377 (1544) Pedro Ortiz Angulo: protocolos 2189 (1584) Y 2196 (1600) Pedro Ortiz de Galdo: protocolos 2165 (1576) Y 2185 (1600) Juan Sánchez Montesinos: protocolo 1271 (1512) Y 1317 (1520) Juan Sotelo: protocolos 1625 (1552) Y 1632 (1560) Eugenio Sotelo de Ribera: protocolo 2733 (1600) 3. Archivo Municipal de Toledo (AMT) Alcabalas. Se conserva documentación de pocos años, circunscrita a las pujas por los arrendamientos o sus cuentas, pero no contiene averiguaciones. Incluyen, además de las rentas de la Ciudad, las sumas pagadas por cada lugar de su tierra. Del siglo XVII, todos los datos son referidos a los repartos a los lugares de la tierra, mas nada conocemos de las rentas de alcabalas del cuerpo de la ciudad. 1476-1582, caja 25; 1582-1583, caja 26; 1587-1589, caja 27, 1589, caja 28; 1590, cajas 29-30; 1591, caja 31; 1592, caja 32; caja 33 Aranceles. Los aranceles eran los derechos cobrados a toda mercancía que pasaba por las puertas de la ciudad, reflejando esta documentación las características de su tráfico. Del siglo XVI sólo hace referencia a 1542, siendo toda la documentación restante posterior a 1600. Para su correcto uso hemos de relacionarlos con los impuestos asociados a ellos, y que recogieron las rentas de propios de la ciudad, documentación también consultada. (1542-1799); caja 56 Cartas. Cartas recibidas por el Ayuntamiento, sin orden cronológico o temático. (1501-1590); caja 297 Censos. Como su propio nombre indica, contienen la documentación generada, y conservada por el Ayuntamiento, sobre este instrumento de crédito.
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1530-1650; 1547-1570; 1571-1667; 1593-1827 Cortes. Refleja las demandas y peticiones presentadas por la Ciudad en las Cortes. De carácter incompleto y fragmentario, en los textos se hace referencia a la ciudad donde se celebraron las Cortes, pero no a su año. Por tanto, en más de una ocasión nos ha sido imposible fechar de modo exacto el contenido de las peticiones. (1542-1655) Exámenes de oficios. A pesar de lo indicado en su título, no coinciden la temática ni la fecha. En un cuadernillo se detallan los nombres de varios de los examinados en 1597 y 1598, pero están incompletos. Hay, además, un número indeterminado de cartas de examen. Por último, debemos mencionar los varios registros de votaciones para la elección de veedores y examinadores de los siglos XVI Y XVII. (1551-1605); caja ]a Gremios. Exámenes. Zapateros. Tundidores. Hace referencia, de forma primordial, a los procesos anuales de elección de veedores de distintos oficios, de fines del siglo XVI e inicios de la siguiente centuria. Gremios, 1700, caja 13 • Libros de acuerdos municipales (LAM), o también Actas capitulares. Son las actas de las sesiones del Ayuntamiento. Cada libro abarca desde el primero de marzo hasta el último día de febrero del año siguiente. En dichos libros quedaban reflejadas todas las sesiones e iniciativas tomadas por la institución, así como un resumen de sus debates. Es de lamentar, sin embargo, que sólo se hayan conservado 23 libros del periodo tratado, pues el primero contiene uno o varios cuadernillos sueltos de 1494, 1526, 1527, 1529, 1531 Y 1540. Libros manuscritos (LM) 001 (1526-1541), 002 (1545); 003 (1547), 004 (1553), 005 (1561), 006 (1563), libros manuscritos, 007 (1564), 008 (1566), 009 (1568), 010 (1569), 011 (1572), 012 (1574), 013 (1575), 014 (1576), 015 (1577), 016 (1581), 017 (1582), 018 (1589), 019 (1591), 020 (1592), 021 (1593), 022 (1594), 023 (1598), 024 (1599), 025 (1603)
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Libro borrador de cartas absolutamente inútil que ber en el, siglos ~\.v i XVI; libros manuscritos, sala B, núm. 120. Contiene, como su mismo título indica, borradores de cartas de ambos siglos, de la temática más variada. Libros de cartas. Son los únicos referentes al siglo XVI, y contienen las cartas remitidas por el Ayuntamiento a personajes o instituciones varios, sobre temas de cualquier índole. Libros manuscritos, sala B, 108 (1537-1541) Y 109 (1547-1600) Libros de registro de escrituras, o de la Escribanía Mayor. Ocho son los conservados del siglo XVI. Su temática es de lo más dispar, y abarca cualquier tipo de contrato realizado en el Ayuntamiento, desde las escrituras de obligados para el abasto de la ciudad, a las licencias de asiento de bancos a cambistas o contratos de servicio. Libros manuscritos, sala B, 67 (1514-1580) Y 68 (15571562) Libros de rentas. Contienen los valores y las subastas de todas las rentas de propios del Ayuntamiento, en un libro distinto para cada año. En el presente estudio hemos recogido los valores de las rentas relacionadas con el textil: de paños, de lienzos, de esparto, del peso de la seda y de la ropa vieja. Esta última fue abandonada en la década de 1550. De las demás poseemos datos desde 1539, en una serie casi continua a partir de entonces. Lista de los gremios y sllgetos que han sacado patente, de hacia 1800; AMT, Gremios. 1700, caja 1a Ordenan::as de oficios Cuatro cajas. Ordenan::as Generales de Paños, en A(rchivo) S(ecreto), cajón 5°, leg. 4°, núm. 8. Ordenanzas de los sastres, en AS, caj. 5°, leg. 4°, núm. 14 Policía urbana, caja 1a. Rentas. Si debería ser documentación referida a la administración de las rentas de la ciudad, la caja 3a incluye también otra referente sobre todo al obraje de los paños, ya del siglo XVII. caja 1a
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(1600: paños, rentas, tiendas, mercados), caja 2a (alcabalas, encabezamiento), caja 3a Seda. La caja consultada incluye las ordenanzas del arte de la seda pertenecientes al siglo XVI, así como otra documentación, ya de la siguiente centuria, hasta casi 1700. 1500-1650; caja 613 Tributos. Los tributos eran los cánones cobrados a los particulares que disfrutaban del uso de un solar del Ayuntamiento. La caja, a pesar de lo que indica la fecha de su título, sólo contiene documentación posterior a 1500. Ha sido consultada para la localización de lugares de trabajos muy especiales, como los tintes. (1400-1500); caja 685 Vecindades. De carácter incompleto, incluyen las cartas de vecindad conservadas. 4. Archivo de la Villa de Madrid
Pretensiones de vecindad. 5. Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial
Nomenclátor de algunos pueblos de España, con los vecinos y rentas que pagaban, Manuscritos Castellanos, L, 1, 19
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Primera parte
TOLEDO EN LA ECONOMÍA CASTELLANA DEL SIGLO XVI
Gloria de Espaija y luz de sus ciudades.
CERVANTES (1990), lib. 1lI, cap. VIII, p. 327.
Aún hoy, Toledo y su pasado se hallan envueltos en una aureola mítica: capital visigótica, ciudad de las tres culturas, imperial, parece querer guardar, orgullosa, la verdad de una historia realizada, inventada por sus moradores y alimentada por el paso del tiempo ¡ . La imagen ofrecida por la historiograf1a de la Toledo de los Austrias mayores es una ciudad próspera, en expansión, su edad de oro, hasta el cataclismo del traslado de Felipe II y su corte a Madrid en J56 J. Se distinguirían, por tanto, según la historiograf1a tradicional, dos periodos durante el Quinientos: uno primero, de auge y crecimiento, hasta la ida de la corte; y un segundo, a pm1ir de aquella fecha, en que crisis y decadencia fueron en aumento, restando sólo su carácter eclesiástico y de capital espiritual del reino; teoría recogida y adoptada por MARTÍN GAMERO o LÓPEZ DE Ay ALA. No obstante, Toledo no fue
I
Contamos con numerosas reconstrucciones del devenir histórico de la Ciudad Imperial. Las historias escritas en aquella misma época: ALCOCER (1554), HOROZCO (1981), PISA (1974), ROJAS (1984). Del siglo XIX, mencionemos la dc MARTÍN GAMERO (1979) y (1982). Y, ya del siglo XX, el trabajo de LÓPEZ DE AYALA (1901) Y los más recientes de MONTEMA YOR (1996a) y MARTÍNEZ GIL (1997), en especial las pp. 259365.
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capital de la monarquía sino ocasional y un periodo más breve que otras ciudades como Valladolid o Madrid, durante la primera mitad del siglo XVI; de hecho, si la Ciudad Imperial acogió al César en ocho ocasiones, ninguna se prolongó más de unos meses 2 . Por otra parte, la bibliografía más reciente y una más atenta relectura de las fuentes muestran una realidad distinta. Asertos antaño incuestionables quedan matizados y nuevas aportaciones nos pem1iten, hoy, ofrecer otra imagen acerca de la evolución de la ciudad durante el siglo XVI. En las primeras décadas del siglo XVI, Toledo era una de las mayores ciudades de Castilla, sólo por detrás de Valladolid y Sevilla3. Los viajeros la describieron como una ciudad populosa y f1oreciente, en que las actividades manufactureras y mercantiles ocupaban a una mayoría de sus habitantes 4 . Y, en más de una ocasión, fue calificada como una ciudad próspera. QUEVEDO, refiriéndose al siglo XVI, la denominó "Toledo la rica", y Pedro de MEDlNA escribió que "esta ciudad es muy rica, de mucho trato"s. Todos los testimonios literarios repiten la palabra "rica" al calificar la Toledo de aquella época. El mismo Lázaro de Tormes, cuando salió de Salamanca, "su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica,,6. El siglo XVI fue para Toledo, a juicio de los contemporáneos, pues, una época de expansión, de gran riqueza, según sus palabras, ñeque se alcanzaron cotas superiores a las de otras ciudades peninsulares. Aquel desarrollo no fue coyuntural. Estuvo motivado por el clima de crecimiento iniciado en Éstas fueron en 1525, 1526. 1528, 1529, 1534, 1538, 1539 Y 1542. LÓPEZ DE AYALA (1901). Además, FORONDA (1914) y MIRANDA CALVO (2002) 3 Valladolid, según el vecindario de 1528, era la ciudad más populosa de Castilla, con 6.750 vecinos -pecheros-, seguida por Sevilla -6.634-, Toledo -5.898- y Córdoba -5.845-. Tomado de Tomás GONZÁLEZ (1982). 4 MÜNZER (1991), p. 247. NAVAGERO (1983), p. 27. MARINEO SÍCULO (1539), 1'01. XII. 5 QUEVEDO (1996), p. 318. MEDlNA (1548: edición facsímile consultada), 1'01. 97r. No son éstas las únicas referencias literarias acerca de la riqueza de Toledo durante el siglo XVI; además, MONTEMA YOR (1996a). 6 La::arillo de Toril/es (1999), p. 35. 2
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Castilla en la centuria precedente y por la buena situación geográfica de la ciudad. Economía y demografia
Toledo, pero también su "tierra", conocieron, desde al menos la década de 1430 y hasta 1570, un rápido y continuo desarrollo agrícola? Se roturaron nuevas extensiones antes incultas y aumentó el número de cabezas de ganado, hasta extremos desconocidos. En algunos lugares, toda la superficie disponible fue puesta en cultivo; en otros, durante las últimas décadas de la centuria, el hambre de tierras fue tan acuciante que el Ayuntamiento hubo de permitir la roturación de dehesas dedicadas a pasto 8 . Asimismo, no obstante la antigüedad de las quejas del Ayuntamiento por los daños del ganado en los Montes, las disposiciones contra su entrada desde antes de 1600 fueron continuas y reiteradas. A pesar de las medidas tomadas, la cabaña ganadera era cada día mayor, y también los daños provocados. Ello obligó al Ayuntamiento a aumentar el número de guardas y de visitas a la "tierra,,9. Y, en tercer lugar, si a principios de siglo existía un mercado de tierra, si bien estrecho, las últimas décadas contemplaron su desaparición. Se concentró entonces la explotación en el arrendamiento a corto plazo, por lo general de un año, a cambio de una renta cuyo producto no dejó de crecer durante el periodo !o. En opinión de MOLÉNA T (1997), pp. 302-303 Y 308-310, la crisis del siglo XIV llegó a su nadir hacia 1400. A partir de aquella fecha, y durante 30 años, hubo una etapa de estancamiento, para, desde entonces, iniciarse el periodo de crecimiento quc culminó en el siglo XVI. R LÓPEZ-SALAZAR (1998), pp. 292-295. RUIZ MARTÍN (1998), pp. 57 Y ss. En 1600, el Ayuntamiento autorizó al concejo de Navalmoral para labrar una dehesa en su ténnino, durante 6 años, ante la escasez de pan. LAlvI, 1599, pp. 573-574; AMT, LM, 025. 9 Sólo en 1593, el tema fue tratado por el cabildo del Ayuntamiento en dos ocasiones: LA¡\{ 1593, pp. 113,280-281; AMT, LM, 021. 10 La bibliogratia disponible aeerca del incremento de la renta de la tierra y sus consecuencias para la agricultura y el conjunto de la sociedad, en todo caso negativos, es hoy numerosa. BRUMONT (1980) y (1984), pp. 111-112; Y LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), pp. 290-291. LLOPIS (1986). SEBASTIÁN AMARILLA (1990). V ASSBERG (1986), p. 32. De ello los protocolos 7
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Procesos éstos que no fueron únicos de Toledo o su hinterland. Tanto Andalucía como Castilla la Vieja, León o la comisa cantábrica, conocieron un temprano proceso de recuperación de la economía y la producción agraria. Su fecha de inicio varió según cada región. No obstante, sería antes de 1450 11 • Dicho proceso conoció iguales líneas de desarrollo que las descritas para Toledo. También en Castilla aumentaron la producción agrícola y la ganadera, en especial de alimentos básicos 12. Crecimiento acompañado asimismo por un aumento de la renta y un acortamiento de los plazos de la explotación de las tierras arrendadas, con graves consecuencias ya a fines del siglo XVI 13. El resultado de todo ello fue un espectacular incremento de la producción agraria, hasta 1570 ó 1580. El producto agrario más que se duplicó, pero sólo aun a costa de una presión excesiva sobre el medio y sobre las estructuras sociales l4 . A partir de aquel momento, una crisis, prolongada, hasta fines de siglo, en que unos años de buenas cosechas precedieron el posterior hundimiento de la producción en el siglo XVII. Aquí reside la razón última del rápido aumento de los efectivos demográficos en Castilla entre 1500 y 1600, cuyo reflejo se dio también en la ciudad del Tajo y su "tierra". Como muestra, valga el GRÁFICO 1, de los diezmos sobre producción cerealista de los arciprestazgos situados en un radio de 60 kilómetros en tomo a Toledo, más Talavera, a partir de los datos publicados
notariales albergan múltiples referencias. Lamentamos, empero, la falta de un estudio riguroso sobre la renta de la tierra en Toledo en época moderna. 11 GARCÍA SANZ (1985), pp. 12-13. PÉREZ MOREDA (1994), p. 24l. 11 GARCÍA SANZ (1994), p. 60. 13 GARCÍA SANZ (1985), p. 16. Cf., además, la bibliografía citada en nota 53. 14 BOSERUP (1987), p. 385. LE FLEM (1979), pp. 39. GARCÍA SANZ (1985), P 17. LLOPIS (1986), pp. 27 Y ss. MARCOS MARTÍN (1988), pp. 256-258 Y 262; (1992), pp. 98-99; Y (2000), p. 39. PÉREZ MOREDA (2000), pp. 262 Y ss, y nota 44. Un estudio más desarrollado y con similares planteamientos, de la crisis bajomedieval, en BOYS (2001), en espeeiallas pp. 20-26.
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por MARTÍN GALÁN Y LÓPEZ-SALAZAR sobre los diezmos del arzobispado de Toledo l5 .
GRÁFICO l. Producción cerea/ícola en torno a Toledo en el siglo XVI
(índice de la media móvil de 5 años) 350
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En efecto. Si desde la década de 1480 hasta 1510 la producción de trigo y cebada pennaneció estancada en su volumen, a partir de entonces experimentó un rápido incremento. Veinte años después, casi se había duplicado. No obstante, a pesar de las grandes oscilaciones anuales, el crecimiento se mantuvo hasta la década de 1570. Situación
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LÓPEZ-SALAZAR y MARTÍN GALÁN (1981). Tomamos para los cálculos los arciprestazgos situados dentro de un radio de 12 leguas de la ciudad de Toledo. Fue esta área la reservada a Madrid para su abastecimiento de grano cuando fue convertida por Felipe Il en corte, con una población que sería pareja a la de Toledo. Éstos fueron: Escalona, La Guardia, Illescas, Ocaña, La Puebla de Montalbán y Santa Olalla, más Talavera. Somos conscientes de que la producción de cereal no ocupaba ni alimentaba a toda la población. No obstante, era el principal alimento y sustento tanto de ricos como de pobres. Por tanto, puede ser tomada, en líneas generales, no sólo como indicador de la tendencia a largo plazo de la producción de cereales, cuanto dc las variaciones de toda la producción agraria.
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tampoco única de Toledo. En otras zonas de las cuales poseemos estudios, ocurrió algo semejante. La producción agraria aumentó desde antes de 1500 y hasta al menos 1570 ó l6 1580. Serían los casos de ambas Castillas, León o Andalucía • Por otra parte, aquella expansión permitió el rápido aumento del número de habitantes de Castilla. Así lo atestiguan los estudios disponibles 17 . En efecto, la recuperación de la agricultura y de la ganadería precedió, y predispuso, la de los efectivos demográficos. Sólo así es posible explicar el fenómeno que nos ocupa y que no fue único de Toledo o Castilla. Desde 1400, las diversas sociedades iniciaron la ocupación de las tierras abandonadas tras la crisis de 1348. Una población menor a la de cincuenta años antes hallaba ante sí campos incultos sobre los que trabajar. Por otra parte, dado el tradicional subempleo del factor trabajo en las sociedades tradicionales del Antiguo Régimen, tal expansión no sería muy difícil, aun sin contar con un aumento previo de los efectivos demográficos. Antes al contrario. Fue el crecimiento agrario, tras superar cierto nivel mmm10, o umbral, lo que permitió el crecimiento demográfico 18 • No obstante, interesa aquí resaltar un factor inexcusable para comprender el especial desarrollo de la economía y la
BENÍTEZ (1982). BRUMONT (1984), pp. 145-146. CASADO (1997), pp. 284 Y 287. FORTEA (1980), pp. 445-446 Y ss. GARCÍA SANZ (1986), p. 248. LÓPEZ-SALAZAR (1986), pp. 119-146. SEBASTlÁN AMARILLA (1991). YUN (1987), p. 165-168. 17 GARCÍA SANZ (1978), pp. 304-305. LÓPEZ GARCÍA (ed.) (1998), p. 45. MARCOS MARTÍN (1988), p. 249. No obstante, este modelo ha recibido opiniones contrarias por diversos autores. Para estos últimos, la relaeión sería la inversa. Es decir. La presión demográfica sobre unos recursos limitados -tierra, agua, c\ima- habría inducido aquel desarrollo de la agricultura y la ganadería. BOSERUP (1987), pp. 385-389. FORTEA (1980), pp. 134 Y ss., Y 444. KRIEDTE (et al.) (1986), p. 118. MARTZ y PORRES (1974), p. 7. Una posición intermedia, en BOYS (2001), p. 15. Un estudio comparado del papel de la agricultura en la evolución económica de Inglaterra y Francia en el siglo XVII y como factor desencadenante de la Revolución Industrial, en APPLEBY (1979), 18 Una fonnulación del concepto "umbral", aunque en estrictos témúnos demográficos, en LEE (1981), pp. 377-384. 16
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sociedad castellanas durante la época moderna, obviado por la historiografía en cuanto merece. Éste es el más rápido incremento de la producción agrícola que de la población. Ello significó un aumento de la "renta per capita" del castellano. Aumento con numerosos efectos beneficiosos para la sociedad castellana en su conjunto, al alejar el umbral mínimo de l9 subsistencia . En primer lugar, pennitió una mayor capacidad de gasto y, por tanto, de consumo per capita, que se tradujo de modo principal en un mayor uso de bienes suntuarios no producidos por el agricultor. Tal aumento propició, además, una especialización económica y división social y regional del trabajo, que, a su vez, generó un comercio más amplio, diversificado y a mayores distancias. Sólo así es explicable la rápida expansión de los núcleos urbanos, tanto en Europa como en Castilla, desde mediados del siglo XV, con funciones de centros manufactureros y comerciales20 . Tal sería el caso paradigmático de Toledo y demuestra el enonne afán puesto por la sociedad castellana en el desarrollo de la agricultura, al menos hasta los años 70 del siglo. Tampoco fue privativo de la región toledana el estancamiento y retroceso de la producción agrícola desde la década de 1580. En Segovia, Andalucía o León la producción agraria alcanzó los máximos de la centuria entre las décadas de 1560 y 1580, Y entre 1580 y 1600 inició un descens0 21 • En Sobre lo siguiente, SPENGLER (1978), pp. 96 (con bibliografia) y 101; Y DUPLESSIS (2001), p. 204. 20 BRUMONT (1984), pp. 145 Y 173-181. CAMERON (1981), pp. 153-155. CASADO (1997), pp. 284 Y 287. COMÍN (et al.) (2002), p. 40. GARCÍA SANZ (1985), p. 14; (1995), pp. 55-56 Y 61; Y (1999), pp. 136-137. KR1EDTE (et al.) (1986), pp. 21, 27-29 Y 53-56. MARCOS MARTÍN (1988), p. 251; Y (2000), pp. 44-45. PÉREZ MOREDA (1986), pp. 57-58. PIUZ (1977), pp. 1-53. WRIGLEY (1992), pp. 221 Y 264. De aquí se deduce que no fue el descubrimiento y explotación del Nuevo Mundo el origen de aquella expansión, a pesar de lo sugestivo de las fuentes de la época y del papel que se ha atribuido al oro y la plata americanos en aquel proceso. En todo caso, fue posterior al inicio de aquel proceso, al cual sólo reforzó. MUNRO (1998). 21 BRUMONT (1984), pp. 148-150. FORTEA (1980), pp. 445-446 Y ss. GARCÍA SANZ (1986), pp. 94 Y ss. LÓPEZ-SALAZAR (1986), pp. 121-146. 19
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Toledo, poco antes de 1600, la producción experimentó una ligera mejora, tras la cual conoció su desplome más acusado, 22 que se prolongaría hasta bien entrado el Seiscientos • Seti.alemos, sólo, la diferente cronología según las regiones, con un estancamiento y pequeti.o declive en Castilla la Vieja y León ya en la década de 1560 y su retraso hasta 1600, conforme avanzamos hacia el sur, a Andalucía23 • No obstante las diferencias según cronología e intensidad, la agricultura castellana conoció tres periodos muy nítidos durante el periodo: lenta mejora, uno posterior de más rápido crecimiento, y un tercero de estancamiento, si no inicio de crisis, que se tradujeron también en la coyuntura toledana. Los excedentes de aquel formidable crecimiento del producto agrario alimentaron el desarrollo de la ciudad en la época24 • Toledo era centro de un vasto sistema económico, en que ingentes recursos procedentes del medio rural eran canalizados hacia la urbe. En primer lugar, la Iglesia, a través del diezmo como medio primordial pero no único, detraía una fracción considerable del producto agrario final, en su mayoría gastado en Toled0 25 : templos, clero regular y secular, servicio
PÉREZ MOREDA (2000), pp. 256-257. PONSOT (1969). Véase, además de la bibliografía aquí citada, la nota 60. 22 Los casos de Córdoba, Segovia y Castilla en general en FORTEA (1980), pp. 453-455. GARCÍA SANZ (1985), p. 14. LLOPIS (1986). 23 GARCÍA SANZ (1985), p. 14. GARCÍA SANZ y SANZ FERNÁNDEZ (1988), p. 48. MARCOS MARTÍN (2000), pp. 351-355. PONSOT (1969). 24 Acerca de la necesidad de excedentes agrarios suficientes para la existencia de una población no agrícola importante y susceptible de habitar en ciudades, y del significado de tal fenómeno en cuanto a la existencia también de una productividad hasta cierto punto elevada en el agro, en toda Europa: COMÍN (et al.) (2002), p. 55. DYER (1991), pp. 240-241. ErRAS (1987), pp. 23-30 Y 113-121. FORTEA (1980), p. 459. LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), pp. 7 Y 13-14. MARCOS MARTÍN (1988), p. 251. NIETO SÁNCHEZ (1999), pp. 7 Y 65-66 (sobre Toledo). PEUTER (1988), p. 230. PIUZ (1977), pp. 7, 26-48. SLICHER (1978), p. 25. 25 En el periodo 1565-1575, sólo cinco obispados obtuvieron unas rentas superiores a los 500.000 ducados: Toledo -2.200.000-, Sevilla -880.000-, Zaragoza -550.000-, Cuenca -506.000- y Valencia -495.000-; cifras tomadas de ARTOLA (ed.) (1993), pp. 823-824. Para el caso concreto de Toledo,
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doméstico; pero también numerosas obras pías y de beneficencia: hospitales, albergues, comidas y ropas para pobres, que atraían un número indeterminado de personas de otros lugares 26 . El Ayuntamiento, asimismo, a través de los repartimientos a los "lugares" de su "tierra", obtenía buena parte de sus recursos 27 • En fin, las zonas rurales servían de abasto a la ciudad y como mercado a los artículos manufacturados en ella realizados, cuando no entraban a formar parte de las redes de producción artesanal de los numerosos mercaderes urbanos. Surgió, pues, un sistema dual, campociudad, en que ambas partes resultaban complementarias, y sin el cual el crecimiento de Toledo hubiera sido imposible. Fenómeno señalado para otras ciudades castellanas y europeas 28 . El caso de Toledo, con todo, no deja de ser peculiar, dada su situación geográfica y a la importancia y extensión que alcanzaron sus relaciones con el entorno rural circundante y con zonas más alejadas. Demografia y economía véanse también LÓPEZ CELADA (1980); MONTEMA YOR (1996a), pp. 310329; o la descripción que de la ciudad hizo NAVAGERO (1983), pp. 25-30. "6 MARTÍNEZ GIL (1997), pp. 292 Y ss. A este respecto, es ilustrativo el comentario de Lázaro sobre la razón de su llegada a Toledo. Sobre el origen de la inmigración a Toledo, MARTZ (1983), p. 215; Y MONTE MAYOR (1996a), pp. 153-156. RODRÍGUEZ DE GRACIA (1980). Sólo así, mediante el drenaje constante de recursos y personas del mundo rural al urbano, las ciudades del Antiguo Régimen podían mantener su población. GAseON (1970), pp. 992 Y ss. ROSA (1997), pp. 239-173. 27 A modo de ejemplo, en la renovación del encabezamiento de alcabalas de 1546 para el periodo 1547-1556, de 12.515.726 mrs. repartidos a Toledo, 1.467.000 mrs. lo fueron entre los lugares de su "tierra": Alcabalas. 14761582, AMT, caja 25; a lo que habría que añadir lo recaudado por concepto de propios: MONTEMA YOR (1981); y los repartimientos que podía hacer a los lugares en caso de necesidad, como cuando le fue requerida una leva por el rey para la guerra: LAM. 1599, pp. 115-118. AMT, LM, 024. LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), pp. 118-126. PIUZ (1977), p. 37. n BRUMONT (1984). DYER (1991), p. 42. GASCON (1971), t. 1, p. 232. KRIEDTE (et al.) (1986), pp. 19-20,27-29 Y ss., 42,191,199. LIS y SOLlS (1985), p. 26. NARBONA y CRUSELLES (1998), pp. 196-201. PÉREZ MOREDA Y REHER (1997), pp. 133 Y ss. PIUZ (1977), pp. 3-5.
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Sobre esta base asentó su notable desarrollo la Ciudad Imperial durante el siglo XVI. Ello tuvo un fiel reflejo en el número de habitantes, junto a la documentación fiscal, único modo de acercamos a una evolución de su devenir secular. Para ello, nos basaremos en los recuentos para los distintos vecindarios y en las series bautismales publicadas por MARTZ y PORRES, y WEISSER 29 . Éstas muestran un incremento continuo, casi ininterrumpido, de los bautismos, hasta la década de 1570. A partir de 1576-1577, coincidiendo con el cambio de coyuntura agrícola, experimentaron un brusco descenso, en tomo al 10 %. Esto nos lleva a pensar que existió una caída en el número de habitantes que, por desgracia, no ret1ejaron los vecindarios 30 . Situación también común a otras ciudades castellanas: Córdoba, Cuenca, y relacionada con los primeros síntomas de crisis advertidos entonces en el mundo rural castellano. Así lo indican diversos estudios 3l . En tanto que las zonas rurales padecían una situación cada vez más difícil y precaria, las ciudades aumentaban aún el número de sus moradores. Aquel proceso migratorio no fue, sin embargo, como el de 1500. En 1500 la inmigración hacia las ciudades había estado motivada por los excedentes generados en las zonas rurales y las nuevas posibilidades abiertas por el desarrollo del mundo urbano. En cambio, a la altura de 1580 ó 1590, la inmigración a las ciudades era provocada por la crisis
MARTZ (1983), p. 97. MARTZ y PORRES (1974), gráfico 1. WEISSER p. 622, gráfico 1. 30 No obstante, es posible que la natalidad fuera mucho más elevada en aquellos años, por la bonanza de las cosechas de cereales. 31 La bibliografia sobre el tema es muy extensa. Basten aquí algunos ejemplos concretos. FORTEA (1980), pp. 120-134 Y 146-152. MARTÍNEZ CARRIÓN (1988), p. 316. MARCOS MARTÍN (2000), pp. 329-338. PÉREZ MOREDA (1986), p. 59 (con bibliografia); y (2000), pp. 256-257 (con bibliografia), 264 y 272. REHER (1990), en especial los cuadros 2.1. (p. 20) y los gráficos 2.1. y 2.2. (pp. 22 Y 23). YUN (1987), p. 154-164. Incluso Madrid, a la sazón sede de la Corte, conoció un estancamiento del número de bautismos en aquellas fechas: AL VAR EZQUERRA (1989), gráficos de las pp. 32 Y 3429
(1973),
38.
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rural y la pauperizaclOn del campesinado32 . Por tanto, las ciudades pudieron mantener el número de sus habitantes cierto tiempo después de iniciada la crisis rural. No obstante, cuando ésta se manifestó en las urbes, fue más grave y persistente que en las zonas rurales 33 . Sin embargo, en 1585, los bautismos en Toledo habían recuperado sus niveles anteriores. La ciudad albergaba más de 12.000 vecinos de nuevo 34 • El cuadro siguiente, que recoge los vecindarios hasta ahora conocidos, prueba cuanto afirmamos. CUADRO l. La población de Toledo en el siglo XVI
Año 1503 1528 1561 1569 1571 1574 1587 1591 1597
Vecinos 3.013 5.898 11.254 12.248 12.421 12.292 12.703 10.933 9.000
Total vecinos 6.000 7.089
12.000 ¿10.7217
Habitantes 21.18035 /25.000 31.120 49.405 53.770 54.488 53.961 55.766 52.680 ¿47.0657
Clero regular
1.668
-
1.616 36 1.825 1.942
-
FUENTE: GONZÁLEZ (1984). KAGAN (1994), para el año 1569. MARTZ y PORRES (1974). RODRÍGUEZ HORTA (1997), pp. 449-474. para el dato de 1503. Usamos un coeficiente de 4'39 para la conversión de las cifras de los vecinos en habitantes, obtenido del censo de 1569. que aporta ambas cifras. Hemos optado por añadir el clero regular en una columna aparte. pues sólo disponemos de dos datos y es imposible un cálculo siquiera aproximado para otras fechas. Para los años 1528 y 1597, en que sólo fue censada la población pechera, se ha supuesto un doceavo de población GARCÍA SANZ (1985), p, 148. HURTADO (1963), p. 525. LÓPEZ GARCÍA (ed.) (1998), p. 78. 33 GUTlÉRREZ NIETO (1984), pp. 13-14. MARCOS MARTÍN (1992), p. 90. 34 Para una interpretaeión distinta de las series bautismales, REHER (1991), pp. 17-75. 35 Esle dalo, tomado de GARCÍA ORO (1992), p. 115, Y citado por MARTÍNEZ GIL (1997), p. 288, se refiere a almas de comunión. Hemos de sumar, pues, la población infantil que aún no recibiera el sacramento. Por tanto, no estaría muy errada la suposición de Rodríguez Horta de una población para el Toledo de principios de siglo XVI de unos 25.000 habitantes, si admitimos este otro dato. 36 Dato tomado de HURTADO (1963), p. 560, Y referido a 1576.
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hidalga y otro 10 % por el clero. Éstas fueron las proporciones calculadas por los luncionarios carolinos en la confección del censo de 1541, si bien quizá debiera ser mayor el peso de clero y nobleza a fines de siglo. Véase asimismo BUSTELO (1973); MARTÍN GALÁN (1981) y (1985); NADAL (1988), p. 39; y PÉREZ MOREDA (1986), p. 64. No obstante. MARTZ y PORRES (1974), p. 9, se decantaron por el más elevado de 5.
A partir de estos datos, distinguiremos tres grandes periodos para Toledo durante siglo XVI. Una primera etapa, que comprendería las tres primeras décadas, con un lento desarrollo de la ciudad, en consonancia con el periodo de crisis vivido por Castilla: inestabilidad política, con la muerte de Isabel la Católica y los problemas de sucesión; estancamiento de la producción agrícola, crisis económica general y de mortalidad, graves repercusiones de las Comunidades 37 • Una segunda, entre 1530 y 1570, de rápido aumento del número de habitantes y de veloz crecimiento de la ciudad, por las mayores posibilidades para sustentarlos, con el desarrollo de nuevas actividades económicas. Y una tercera, que calificaremos de estancamiento, que no crisis, hasta fines de siglo. Esta teoría, apuntada por MONTEMA YOR, relaciona la evolución de Toledo durante el siglo XVI con la del resto de Castilla38 • Ello no obsta, empero, para que en 1600 se alcanzaran las cifras más altas de bautismos y quizá de población absoluta39 . Por tanto, y como muestra el cuadro precedente, Toledo era una de las ciudades más populosas de la Península. Era el centro de donde partían o el destino de las más importantes rutas comerciales del interior peninsular, nudo imprescindible entre el norte y el sur, el este y el oeste del reino, en torno al cual se organizaba la red urbana de la Castilla meridional 40 • A Toledo llegaban gentes, mercancías, riquezas e ideas, dándole GARCÍA SANZ (1985), p. 13. PÉREZ (1978), pp. 650-665, en especial las dos últimas; y (1988), pp. 365-378. PÉREZ MOREDA (1980), pp. 248-249; (1994), pp. 231-232. 38 MONTEMA YOR (1996a). MARTZ (ln3), p. 97. MARTZ y PORRES (1974), gráfico 1. WEISSER (1973). El caso, similar, de Segovia, en GARCÍA SANZ (1986). 41J ef. el mapa, basado en la obra de Juan Villuga -1546- que publicó BRAUDEL (1993), p. 369. )7
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una apariencia especial, cosmopolita, como pocas ciudades castellanas en aquel ti emp0 41. Existía una nutrida colonia de extranjeros, con los genoveses a la cabeza, dedicados al comercio, seguidos en número por portugueses y franceses 42 • Y, cuando acudimos a los inventarios de bienes, sean de dote o "post mortem", no son raras telas como las holandas o el calicud, prueba de unas redes comerciales de muy largo alcance. Como resultado, la ciudad conoció una rápida expansión. Antes de fenecer el siglo, el Ayuntamiento debió plantearse la ampliación del solar urbano: se ocupó hasta el último rincón disponible, se levantaron nuevos barrios y, cuando esto fue imposible, se inició el ensanche de la ciudad fuera de sus murallas con el proyecto, fracasado, de construcción de una gran plaza renacentista, cuyo único resto hoy visible es la puerta nueva de Bisagra43 . Todo ello justifica, pues, la imagen de Toledo que tenían los contemporáneos: una ciudad "industrial" y de comercio, causa de su riqueza, junto a la intemporal presencia de la Iglesia. Según Luis HURTADO en su memorial para las Relaciones Topográficas: "Toledo y su comarca no es tierra de labranya sino de yndustria y acarreo, tanta que se puede poner della para su nobleza y urbanidad por cosa memorable que no se vera por sus puertas ni puentes entrar arado ni par de mulas uncido o son tan pocas que solo en las huertas estan ocupados, donde avitan, [... ] la una ser mantenida la gente común de las manifaturas de la seda, y de la lana, y de las tendeyuelas, de rregatoneria [... ] Labranse en este pueblo muy buenos sombreros, rejas de ventanas, frenos y cosas de cerrageria, espadas y buenos cuchillos, con sus guarniciones de mulas y cavallos y talabartes, ay mucha copia de sastres, muy
MARAÑÓN (1941), pp. 15 Y ss, 29 y ss. MONTEMAYOR (1984) y (1990). 43 Acerca de la elevadísima densidad de ocupación del espacio urbano disponible, advertida por los contemporáneos: HURTADO (1963), p. 525; Y NAVAGERO (J 983), p. 27.
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ynventores primos y cortesanos y el calvado aunque con mucha carestia por traer dc acarreo la colambre para ello,,44.
O como la ha definido GUT1ÉRREZ N1ETO, según el cual Toledo fue el "auténtico polo industrial y mercantil en la Meseta Sur a lo largo del siglo XVI,,45.
CUADRO 2. Acercamiento a la población activa de Toledo en el siglo XVI Actividades Primario Secundario Terciario Ganapanes Herederos Trabajadores Total
Afio
1503 33 754 488
1506 7 425 812
-
-
1 26 1.302
-
4 1.248
1520 20 646 894 2 7 7 1.529
1560 34 982 1.177 21 17 2.231
1561 16 641 601 1 44 43 1.346
1576 39 845 885
1600 75 1.060 951
-
-
19 28 1.816
61 34 2.l81
FUENTE: AGS, GA 1314; AGS. EH 183. Y AlIPT. protocolos. En la presente clasificación no incluimos los estamentos de la nobleza ni del clero. Además, separamos a quienes se declaraban ganapanes, herederos y trabajadores, dada la dificultad para asignarlos a un sector económico determinado. En tal sentido, a partir de los protocolos notariales, hemos establecido una división socio-profesional, si bien de metodología grosera, ilustrativa y más amplia que lo hasta ahora publicado. Ésta confirma lo señalado por las fuentes literarias. En ella resaltan dos hechos fundamentales: la reducida relevancia de la agricultura y la ganadería entre las ocupaciones de la población de Toledo, que corrobora las palabras de Luis HURTADO; y el enorme peso de los sectores manufacturero y mercantil, ya que de las 924 personas dedicadas a actividades englobadas en el terciario, dos quintas partes lo serían al comercio, en 1520. No obstante, es posible una sobreestimación 44 45
HURTADO (1963), pp. 506, 524 Y 526. Gunr:RREZ NIETO (1988), p. 258.
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del terciario, en especial para alguna fecha como 1506 o 1520, pues los protocolos conservados son de escribanos que vivían y trabajaban en el centro de la ciudad. Allí residían las clases acomodadas, dedicadas al comercio, y la proporción de gentes con otras ocupaciones era menor. En cualquier caso, estas cifras revelan el evidente carácter urbano de Toledo sobre otras ciudades castellanas, con el predominio absoluto de las funciones manufacturera y mercantil, y la nula importancia del sector agrícola.
1570. Nuevos tiempos Llegamos así a la década de 1570, periodo d~ grandes cambios para la ciudad del Tajo. Las series de producción agraria acusan un cambio de tendencia a partir de entonces, con un descenso durante los 20 años siguientes, una recuperación, temporal, en la década de 1590; y, tras 1600, una rápida caída. Ello concuerda con lo conocido para otras regiones de 46 Castilla . Además, una población aún en aumento en las zonas rurales en torno a Toledo y la creciente presión sobre los recursos por una corte en veloz incremento de sus habitantes, fueron una dificultad cada vez mayor47 . De modo que la llegada de más de mil moriscos en 1571 tras la rebelión de las Alpujarras representó un serio problema para la Ciudad48 • Advirtamos, además, la llegada de "gentes de la montaña", cada día más numerosas; no procedentes de los Montes de Toledo, sino de León, Galicia y Asturias, que huían de sus lugares de origen por la degradación de sus posibilidades de subsistencia49 •
A modo de ejemplo, YUN (1987), cuadro 23, p. 167, para Tierra de Campos. Además, rf:REZ MOREDA (1980), p. 246; (1986), p. 59; Y (2000), pp. 256-257 Y 264 (sendas publicaciones con bibliografía). -17 AL v AR EZQUERRA (1989), pp. 105 Y ss, Y 117 Y ss. MONTEMA YOR (1980), pp. 167-168; Y (1996a), pp. 143-144 Y 185-187. WEISSER (1973), p. 268. 48 El caso cordobés, en FORTEA (1980), p. 148. 49 HURTADO (1963), p. 523. FORTEA (1980), p. 147. PÉREZ MOREDA (1986), p. 60. VINCENT (1997), p. 351. 46
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y también, desde aquel momento, la dura competencia con Madrid por unos mismos recursos alimenticios, escasos en toda Castilla. Así pues, las quejas del Ayuntamiento ante las crecientes dificultades de alimentar a toda la urbe fueron cada vez más frecuentes 50 . Sin un aumento continuo de la producción agraria como el de la primera mitad del siglo, la ciudad vio cercenado su notable desarrollo de momentos anteriores, con un periodo de estancamiento, que no de crisis, durante tres décadas. Su población se mantuvo en tomo a los 12.000 vecinos, el monto recaudado por alcabala pennaneció constante tras el aumento sin precedentes de la década de 1570, y el valor de los alquileres se estancó, con un progresivo alargamiento de la duración de los contratos 51 • CUADRO 3. Alcabalas de la ciudad de Toledo durante el siglo XVI
Año 1536 1546 1556 1563 1575 1582 1587 1591 1599
Total alcabalas, en rnrs 12.842.000 10.048.274 10.095.796 12.425.796 66.052.650 40.045.638 60.181.549 49.487.400 43.908.127
Fuente AMT, Alcabalas AMT, Alcabalas AGS, EH 182 AGS, EH 183 AMT, Alcabalas y AGS, CJH 149 AGS, EH 182 AMT, Alcabalas AGS, EtI 181 Y 184 AGS, EH 182
MONTEMA YOR (1996), y (1987). RODRÍGUEZ DE GRACIA (1982). Sobre la llegada de moriscos, de gente de Galicia y de otras partes del norte y los problemas provocados a la ciudad existen quejas ya de 1575: LAM, 1575, pp. 189-190 y 460; AMT, LM, 013; o sobre el papel de la capitalidad de Madrid en el abasto de la ciudad: LAlv!, 1592, p. 311; AMT, LM, 020. En todo caso, esto es sólo una muestra, a título de ejemplo. Las cartas y Libros de acuerdos del Ayuntamiento de las últimas décadas del siglo contienen innúmeros memoriales y escritos en que se aprecia un cambio de coyuntura agraria, con una falta crónica de grano para alimentar a la población de la ciudad, a elevados precios. 51 MONTEMAYOR (1 996a), p. 161, quien presenta los valores medios de los alquileres en la Plaza Mayor de Toledo, con dos máximos, en 1587-1590 y 1603-1606 y, a partir de entonces, una caída casi ininterrumpida en los años posteriores; y LÓPEZ CELADA (1980), pp. 55-57 y 96-97. 50
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Desde 1574, a todo este complejo sistema se sumó un nuevo elemento: la cada vez mayor presión recaudatoria ejercida por la hacienda regia en el cobro de impuestos, en un contexto de renovados problemas 52 . De acuerdo a los datos conocidos hasta ahora, Toledo, tras Sevilla, fue la ciudad que mayor monto por alcabalas debió pagar en el siglo XVI, muy por delante de Segovia, Cuenca, Córdoba o Madrid. Asimismo, desde 1591, el nuevo servicio conocido como de Millones agravó aun más la pesada carga del pechero castellano. Así, alcabalas, millones y otros servicios hicieron de Castilla el Estado europeo con una fiscalidad más elevada, y de Toledo, una de las ciudades más afectadas 53 . Una mayor presión fiscal, destinada a sostener una política exterior, agresiva significaba menor cantidad de dinero disponible para el castellano. Éste, por tanto, para compensar una menor renta real, redujo su nivel de gasto, en especial de aquellos bienes cuya elasticidad de consumo era mayor, como las manufacturas de origen urbano. Pero, además, una mayor presión fiscal, indirecta y basada en los productos básicos, hacía aun más cara la vida en las ciudades y por tanto las manufacturas urbanas, con mayores obstáculos para competir con otras foráneas 54 . Por otra parte, a pesar del fin perseguido por Felipe Ir en un principio, devino una mayor carga fiscal para el pechero castellano, indirecta. Pronto los estamentos privilegiados quedaron exentos y recibieron parte del producto de aquellos impuestos en fonna de rentas por deuda pública consolidada. Ello agrandó los efectos perjudiciales de tal aument0 55 . En Toledo, además, dicho incremento se basó en las
BILBAO (1990), pp. 37-61. FORTEA (1980), pp. 414-444; (1986), (l990a) y (l990b). GARCÍA SANZ (1991 b). ZABALA (2000) . .13 GARCÍA SANZ (1991 b), pp. 17 Y ss. 54 GARCÍA SANZ (1994b), pp. 60-61 Y 64. MARCOS MARTÍN (2000), pp. 232 Y ss, Y 438 Y ss. 55 Acerca de la alianza entre monarquía y nobleza, y la sustitución de la antigua renta feudal por otra de tipo centralizado, tanto en Europa como en España, y su papel en la consolidación del sistema absolutista: BOIS (2001), 52
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rentas sobre las manufacturas, puesto que los consumos estaban grabados con el 10 % legal desde antes de 1574. Fenómenos que los contemporáneos percibieron, y de graves efectos para Toledo. Comprenderemos, por tanto, las dificultades y retos que enfrentó la ciudad en aquel tiempo, y el súbito, mas no por ello menos previsible, desfallecimiento a partir de 1600, cuando la agricultura se mostró incapaz de mantener los niveles de productivos de tiempos precedentes 56 . En este contexto, cambiante, se desenvolvió la fábrica textil toledana en aquella centuria. Ambos, Toledo y la actividad textil, conocieron durante el siglo XVI, como también después, una evolución pareja. Los momentos de esplendor o de crisis en una se reflejaron en la otra. Al tiempo, siguieron el devenir marcado por la coyuntura castellana. Detenémonos, empero, en 1600. Toledo y su manufactura vivían su máximo apogeo. A partir de entonces, se inició una caída hacia al abismo.
pp. 108 Y ss. BRENNER (1979), pp. 72-125. KULA (1976), pp. 246-247. LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 294. 56 "Indudablemente. las crisis urbanas graves, [... ] al combinarse un malestar económico con una grave es case::: de alimentos, causaban muchas dificultades y sufrimientos: de hecho, la mayor parte de las ciudades que experimentaron situaciones de este tipo no las superaron, sino que siguieron decayendo poco a poco.": DVER, (1991), pp. 240-241. FORTEA (1994), p. 300. GARCÍA SANZ (199Ia), p. 165.
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Segunda parte
EL MARCO INSTITUCIONAL
El título "Marc.o institucional" engloba ámbitos y realidades diversas. No obstante, justifica su unidad como un todo. Ordenanzas de oficios, gremialismo, actuación del poder político y legislación no eran realidades exógenas al desarrollo del textil toledano. Asimismo, se inscribían en un ámbito más amplio que la manufactura o la ciudad. En efecto. El control de elementos tan decisivos escapaba, al menos en parte, de manos de quienes se hallaban relacionados de alguna forma con la actividad. En cambio, permitía una intervención, a veces decisiva, a grupos en principio no relacionados de modo directo con el sector. Ello les confiere cierta homogeneidad para un ámbito más extenso, como la Corona de Castilla, y permite un estudio más amplio que el estricto marco local. Constituyeron la base sobre la cual se asentó y evolucionó el textil toledano durante el siglo XVI y en momentos posteriores 1. Ello no implica, empero, un carácter ni un papel inalterables en el periodo. Al contrario. En los cien años estudiados, las ordenanzas de oficios, la intervención del Ayuntamiento o de la Corona no fueron algo dado, estático. Evolucionaron con las transformaciones en la economía y la sociedad castellanas. Quizá los cambios de estos "elementos estructurales" fueran muy lentos o imperceptibles en cortos periodos de tiempo; mas, en la "longue durée", marcaron el devenir de la manufactura.
I
Un examen del tema en un espacio más amplio como el europeo, en NEF (1937), (1941) Y (1969); OGILVlE (1996), en especial las pp. 30 Y SS., con bibliogratia; STEELE (1993). Además, CIRIACONO (1981), con una comparación entre las manufacturas francesa y veneciana.
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No obstante, cada una de estas "micro-estructuras" conoció una evolución distinta, a veces incluso divergente. Como resultado, existieron no pocos choques entre la Corona o el Ayuntamiento de una parte, y las organizaciones gremiales de otra. Por tanto, consideramos la acción simultánea y no paralela de estos elementos. Sólo así comprenderemos el resultado final de la misma, y por qué evolucionó de un modo determinado la manufactura textil en Toledo.
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1. EL PAPEL DE LA CORONA
El interés acerca del papel de los poderes públicos en el crecimiento económico, aun desde principios teóricos diversos, ha conocido un notable desarrollo en los últimos años 2 • Ello significa un reconocimiento implícito de la trascendencia del poder político en la economía. Son menos, en cambio, los trabajos que abordan dicho papel en la economía del Antiguo Régimen, o en un sector concret03 . Acaso porque, si para época contemporánea poder político y Estado conforman una misma realidad, no fue así en el Quinientos. Corona, ciudades y villas representadas en Cortes, y estamentos privilegiados en ocasiones, constituían todos el cuerpo político del reino y se repartían el poder. No obstante, y en cuanto atañe a nuestro discurso, dos fueron las instituciones principales creadoras de una política específica sobre la manufactura textil. De una parte, el Ayuntamiento, pero sobre todo la Corona, desempeñaron un papel decisivo en la evolución del textil durante el siglo XVI. Su acción condicionó cuantos agentes intervenían en el proceso 2
Tal interés ha generado una ingente producción bibliográfica. A modo de ejemplo, LANDES (1999), con amplia bibliografia sobre el tema; y menos recientes: MADDISON (1996), en especial las pp. 49 Y ss.; YNORTH (1990). Éste, sin embargo, fue determinante, dada la relativa igualdad del factor téenico en la economía del Antiguo Régimen. Al respecto, PFISTER (1998), p. 11; STEELE (1993), p. 195.
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productivo, aun a los consumidores". Sin embargo, ésta no fue coherente, un todo perfecto, que evolucionara poco a poco. Tanto el poder real como la Ciudad -el Ayuntamiento toledanoejecutaron una política errática, con medidas a veces poco comprensibles o contradictorias con los objetivos perseguidos. Las Ordenanzas Generales de 1511 son un claro ejemplo. Fueron un intento consciente desde la monarquía por sentar unas bases sólidas para el desarrollo de la pañería. No hubo, en cambio, un ordenamiento semejante para la sedería, que fue olvidada. La falta de una política coherente en el tiempo, que fomentara la producción sedera, lastró la manufactura de Toledo. Analizaremos, pues, en estas páginas dos instituciones, que resumen este factor: la Corona y el Ayuntamiento de Toledo, a su vez abordables en tres apartados o aspectos: las medidas antisuntuarias, la política comercial y la política fiscal. La legislación y su impacto La legislación acerca de un sector económico, el marco legislativo, corresponde al ámbito del poder político. Empero, por la relevancia concedida hoy día, y también en el pasado, a la legislación como elemento para desarrollar, limitar o reconducir una actividad, la analizamos de forma independiente de las demás acciones del poder político, como la fiscalidad o la política comercial con otros Estados. Ello por su carácter más específico y concreto en motivos, objetivos y medios respecto a cada sector, que no consideran las acciones del poder político sobre la economía en general 5 • Adviértase, además, que seda, lana, lino, algodón, son materias muy distintas, como su proceso de transformación. Por La adaptación o retraso del marco institucional a las situaciones cambiantes de la realidad y su influencia en los procesos de auge o decadencia han sido estudiados para casos tan significativos como Venecia o Bolonia. CIRIACONO (1988), pp. 42-43. GUENZI (1997), pp. 237-238. 5 De hecho, STEELE (1993), p. 195, considera la regulación de la producción, junto a la tecnología, los costes y la comercialización, uno de los cuatro factores que influye en el éxito o fracaso de una manufactura. Aspectos éstos, por otra parte, extensibles a la sociedad actual.
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ello, nunca existió un ordenamiento legal que abarcara todas de modo conjunto, a pesar de las ventajas que habría reportado. Así pues, seguimos aquí este mismo esquema. Analizaremos primero la legislación básica que afectó al sector pañero, para adentrarnos luego en el papel que tuvo en la sedería. Otras fibras, como el algodón o el lino, en cambio, en consonancia con su menor relevancia productiva en la economía castellana, fueron olvidadas por la legislación. Distinguiremos dos niveles de intervención del poder político, creando una legislación y un corpus jurídico suficiente para el desarrollo de las actividades objeto de su atención. Éstos fueron el poder local, el Ayuntamiento de la ciudad de Toledo, y la Corona. La labor legislativa del Ayuntamiento se plasmaba en el proceso de redacción de las ordenanzas gremiales -cf. cap. 4-, pero también en otras múltiples normas que, en el transcurso del tiempo, adaptaban la ley a la realidad social y sus cambios. En estas páginas, describiremos el segundo nivel, la Corona, principal agente legislador. Su intervención, a través de la promulgación de diversas leyes en todo el proceso productivo, influyó de modo decisivo en la manufactura textil, en este caso de Toledo, y en su devenir durante el periodo. Disponemos para ello de los dos grandes corpus legislativos de la Edad Moderna: la Nueva Recopilación y la Novísima Recopilación, de las actas de las Cortes y de las menos conocidas Reales Ordenanzas y Pragmáticai. La pañería La pañería fue la manufactura más importante en Castilla durante el Antiguo Régimen. Por tanto, era lógico el interés que por su revitalización y progreso mostraron los Reyes Católicos. Fruto del cual serían las Ordenanzas Generales de Paños y sus modificaciones posteriores, en tiempos del emperador. Las Ordenanzas Generales de Paños, publicadas en 1511 Sevilla, fueron el primer intento de la monarquía por establecer 6
Reales Ordenanzas y Pragmáticas, 1527-1567, Biblioteca de Santa Cruz de Valladolid, sigo 12.437; ed. raes.: GONZÁLEZ OíEZ (ed.) (1987).
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un marco legal en toda Castilla para la producción de paños? Para ello, se enviaron repetidas consultas y memoriales a los principales centros pañeros del reino. No sólo los concejos y ayuntamientos, también el artesanado y los mercaderes, expresaron sus opiniones sobre el contenido del proyectos. Unas veces en contra, otras a favor, las reiteradas consultas y propuestas conformaron el texto definitivo. Su largo proceso de redacción, desde 1494-1495 hasta su definitiva promulgación en 1511, prueba la complejidad de intereses enfrentados que suscitó. Entre tanto, varios proyectos fallidos. Unas primeras Ordenanzas Generales, impresas en Granada en 1500 y modificadas en 1501, fueron publicadas por BEJARAN0 9 • Con posterioridad, otro nuevo proyecto, de 1504, no entró en vigor por los problemas internos acaecidos en Castilla tras la muerte de la reina aquel mismo añolo. Empero, la consulta por la Corona a los sectores implicados no supuso la cesión a ciertos intereses particulares. Durante todo el proceso, el poder real mostró una coherencia de que careció en momentos posteriores. Fue un intento, de acuerdo a los principales centros productores, por desarrollar un modelo concreto de pañería. Las Ordenanzas Generales de 1511 significaron, y aquí seguimos una idea ya generalizada, el triunfo de la pañería del sur peninsular, de calidad media y alta y carácter urbano, frente al modelo de la mitad norte castellana, con predominio de paños de media y baja calidad y una manufactura rural más importante. Mediante una minuciosa ordenación de todo el proceso productivo, se pretendió normalizar la producción en unos
El proceso completo de redacción de las Ordenanzas Generales, en AGS, Diversos de Castilla, lego l. Más tarde, estas mismas Ordenanzas Generales fueron publicas en la Nueva Recopilación... , lib. VII, tit. XIII, fols. 244-260; y en Reales Ordenanzas ... , fols. 1-12. Un estudio detallado de la redacción y del contenido de los diversos textos en ¡RADlEL (1974), pp. 132-142. 8 Colaboración entre gobierno e instituciones privadas que podía tener efectos beneficiosos: STEELE (1993), p. 197. 9 BEJARANO (1961), docs. 126 y 152. Uno de los textos también en BN, MS 9554, fols. 114r-119v. De éstas existe copia en el Archivo Municipal de Toledo, sección Archivo Secreto, cajón 5°, lego 4°, núm. 8. 10 AGS, DC, lego 1, fols. 145-163. 7
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paños determinados, comunes a todo el reino. El fin último era elevar la calidad de las telas, para competir con la pañería extranjera, en concreto con la genovesa. Esta, entonces la más importante de Europa, sirvió de modelo. Son constantes las referencias a la "marca ginovisca" a lo largo del texto. Los oficios y el cometido de cada uno de ellos, las materias primas -lanas, tintas- y su modo de empleo, los mismos paños que debían producirse, sus características técnicas, cada fase para la obtención del pafio. Todo era comprendido por el articulado de las Ordenanzas Generales. Regulaban también la vida interna de cada oficio, el acceso al mismo, las organizaciones gremiales, y la elección y actividad de los veedores y examinadores, encargados de supervisar todo el proceso productivo. Su papel fue decisivo. Significaron la homogeneización, al menos parcial, de la producción pañera castellana, con una mejora de la calidad. Fueron el modelo al cual debieron adaptarse las diversas reglamentaciones y ordenanzas locales; y, en general, representaron un punto de partida para una creciente intervención del poder político. Fracasaron, en cambio, en el establecimiento de un mismo modelo organizativo para todo el reino. Tampoco surgió una manufactura capaz de competir con la italiana o la del norte europeo. Con todo, dicho fracaso no fue atribuible sólo a las Ordenanzas Generales, cuanto al conjunto de la sociedad castellana, incapaz de ofrecer una alternativa viable a las importaciones extranjeras, en calidad y precio. Pese al largo tiempo transcurrido hasta su promulgación, aún en 1512 Diego de Cuéllar, Antonio de Córdoba, Cristóbal de Toledo y Pedro de Olivares, veedores de los tintoreros de paños, dieron poder a Miguel Sánchez, tejedor de paños, para "par(e)yer e parescays ant(e) la altesa d(e) la reyna n(uest)ra se(íl0)ra e ant(e) los se(ño)r(e)s d(e)1 su muy alto co(n)sejo, q(ue) vos den e e(n)tregue(n), e ma(n)dar e e(n)tregar la deelarayio(n) sobre las ley(e)s q(ue) sabe(n) yerca d(e) la forma g(l/e) se ha de tener en (e)1 faser d(e) los paños, e cordellates [... ], porq(ue) porq(ue) (sic) por las d(ic)has ley(e)s no se sabe
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ny averigua el largo q(uc) han de tener los paños e cordeIlat(e)s e estameñas [... ll .
r
Esto prueba que la supuesta copia del modelo representado por la pañería meridional no fue completa, y cómo las Ordenanzas Generales crearon problemas de adaptación a las ciudades en principio más favorecidas por su publicación. Este marco, reglamentista y de intervención de la Corona, tuvo su continuidad en modificaciones posteriores. Fueron las Declaraciones de! obraje de los pa¡]os, de los años 1528, 1529, l2 1549 Y 1552, publicadas en la Nueva Recopilación • Reflejan la evolución del sector desde anteriores disposiciones y la presión, exitosa, de determinado grupo: los mercaderes-fabricantes de pañosl 3 . Aquellos nuevos capítulos apenas modificaron los aspectos técnicos de la producción pañera. No así el creciente papel que se arrogó la Corona y que delegó en los concejos y, sobre todo, en el mercader. De hecho, con cada modificación, los intereses del capital mercantil salieron reforzados: sancionada su preeminencia como organizador de la producción, las organizaciones gremiales vieron recortadas sus posibilidades de intervención para modificar aquella posición. No obstante lo anterior, las Ordenanzas Generales pemlanecieron en su mayor parte vigentes toda la centuria. Tan sólo leves cambios respecto a lo establecido en 1511. Contrasta este rápido proceso legislativo sobre la actividad pañera de la primera mitad del siglo con el relativo inmovilismo durante la época de Felipe n, en que no se publicó adición alguna. Ello nos conduce a dos conclusiones distintas, no por ello opuestas: a) que el sector hubiera conseguido, tras los varios ensayos que habían representado las diversas ordenanzas, un marco legislativo acorde con sus intereses; b) que Sl;! evolución se hubiera detenido, o cuando menos ralentizado, desde mediados de siglo, por lo cual no habría necesitado nuevas modificaciones de las ordenanzas. AHPT, prot. 1225, fol. 243v. Nueva Recopilación ... , lib. VII, títs. XIV-XVII, fols. 260-283; y también en Reales Ordenanzas .. . 13 GARCÍA SANZ (1987), p. 70; Y (1996), en especial pp. 107-110. 11
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En efecto. La pañería, o mejor el mercader y el hacedor de paños, obtuvieron de la Corona una legislación favorable a sus intereses, que sancionaba el modelo productivo por ellos dirigido. Que las Ordenanzas Generales de 1511 permanecieran en vigor todo el siglo XVI y con posterioridad, informa de un sector que no demandaba cambios en la legislación a él relativa. Tal fue el caso de Segovia. La ciudad, especializada en el tejido de paños 22"''' durante la mayor parte de la centuria, alcanzó su producción máxima a inicios de la década de 1580; a partir de aquella fecha, comenzó un lento declive hasta entrado el siglo XVII 14. Fue en este contexto en que la opinión contra la entrada de género extranjeros -paños- se extendió, exigiendo una política mercantilista 15 • Con todo, después de 1552 no se promulgó ninguna modificación más. Tras aquella fecha, el sector pañero se vio abandonado a sus propias fuerzas. La sedería
La imagen que ofrece la sedería es aun más desoladora. Nunca existió el intento de promulgar una legislación similar a lo representado por las Ordenanzas Generales para la lana, con la participación de los grupos y ciudades afectados. No fue hasta 1684, cuando desde tiempo antes la decadencia de la sedería era patente, que culminó la redacción de unas ordenanzas comunes para todo el reino 16 • Hasta entonces, sólo LE FLEM (1976). pp. 531-533. "La experiencia ha demostrado los grandes daños é inconvenientes que en estos vuestros reynos y seí'íoríos se han seguido y siguen de consentir traer, como se ha traido de fuera dellos, sedas labradas, rajas y cariseas, y que por esta razon y causa no se hazen ni labran en estos reynos, de donde se harian y podrían hazer con mayor comodidad por la buena disposición y aparejo que hay para ello, y creeeria el comercio y trato, y se entretendria y sustentarian gran número de personas que huelgan por no tener en qué ocuparse, y no se sacaría tanto dinero y se quedaria todo dentro destos reynos, y se enriquecerian y aproveeharian los naturales dellos [ ... ]". Actas de las Cortes de Castilla, publicadas por acuerdo del Congreso de los Diputados, t. VI: 1579, petición LXXXVIII, p. 875. 16 Fueron las Ordenal1:::as con que se han de labrar en estos Reinos los Texidos de Seda de todos gelleros, y los de PIafa, y Oro ... , Madrid, 1684; en 14
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pragmáticas como las de 1586, 1590 Y 1593 sobre la labor de las sedas, todas de similar carácter 17. Dichas pragmáticas respondían, en primer lugar, a la tradicional austeridad castellana, contraria al lujo. Así se reconocía en la exposición de motivos para su redacción. Era dificil, por tanto, que ninguna ley emanada de tales motivaciones ayudara a una actividad como la sedera, basada en la natural inclinación humana por el lujo y la ostentación. Con ellas se pretendió fijar la producción en sedas de calidad, para competir con aquéllas importadas. No obstante, redactadas sin la patticipación de los principales centros sederos, menoscababan la producción existente. Así lo argumentaron maestros y mercaderes en una petición al Ayuntamiento de Toledo para que demandara la anulación o cuando menos suspensión temporal de la pragmática de 1593, pues "los co(n)tribuyentcs no quyeren cncabezarse, a(n)tes se astienen de e(n)tender e(n) (e)l neg09io del obraje de la seda, por las muchas molestias e bexa9iones q(ue) deIlo resultaran, e porq(ue) se an de perder [... ]; [además. I por la d(ic)ha nueba p(re)matica no se mejoran la vondad de las d(ic)has sedas, a(n)tes da nueva ocasyon p(ar)a que se hagan malas e de menos dura, y otros muchos ynco(m)binyent(e)s [... ]"18.
Un año después, en 1594, el Ayuntamiento recibió una pragmática real que le daba la razón en el tema l9 . La situación no era nueva. Tres años antes, en 1590, se había publicado otra pragmática de similar carácter, también contestada por la Ciudad. Queda claro, pues, lo tardío e AMT, Seda 1554-1564, caja la, con la participación de los principales centros sederos: Toledo, Granada y Sevilla; y publicadas también en Nueva Recopilación. .. , lib. V, tít. XII de Autos acordados: De la venta de los brocados, sedas, i paños, i como se han de medir, i tundir, i de los corredores de mercaderias, auto IV. Con todo, este intento muestra el retraso respecto a otros Estados de la época, como Francia, donde igual proyecto había tomado cuerpo 17 años antes bajo los auspicios de Colbert: STEELE (1993), p. 205. 17 Nueva Recopilacián ... , lib. V, tít. XII, leyes XXII y xxrn. 18 LAM, 1593, pp. 677-678; AMT, LM, 021. 19 LAM, 1594, p. 137; AMT, LM, 022.
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inadecuado de tales medidas, cuando el principal centro productor de tejidos de seda del reino clamaba contra la aplicación de unos capítulos perjudiciales para toda el arte y sus miembros. Significaba, por tanto, un divorcio entre la demanda de la sociedad y la oferta de la manufactura de un lado, y por otro una legislación obstruccionista para la actividad. Si comparamos ambas pragmáticas con las ordenanzas de 1684, observamos notables diferencias y faltas en las primeras. Aquéllas no prestaban atención al hilado ni al tinte, tan sólo al tejido. Además, como anticipa su título, pretendían sólo una producción para consumo del pechero castellano, pues entonces ya era evidente el fracaso de la legislación antisuntuaria. Una carencia más: la falta de menciones a la organización gremial o de los oficios. Eran, en definitiva, unas ordenanzas dirigidas a regular el tej ido de sedas destinadas al conjunto de la población pechera; y evidencia, al tiempo, del fracaso de la legislación anterior contra el lujo, sin embargo, no derogada ni suprimida. La confección
Junto a los sectores dedicados a la producción de paños y sedas, existieron numerosos maestros, oficiales y aprendices ocupados en labores de confección, al menos en Toledo. Sastres, jubeteros, calceteros, roperos, boneteros, bordadores se vieron afectados por las reiteradas leyes contra el lujo emanadas de la Corona. Ellos eran quienes habían de trabajar con aquellos paños, sedas o lienzos, permitidos o prohibidos por las leyes, pero que sus clientes demandaban. Por tanto, sobre éstos centró su atención la ley, y a ellos afectaron también las disposiciones antisuntuarias. Eran los más perjudicados por las múltiples medidas contra el desorden en el vestir, pues suya era la confección de trajes y vestidos. El choque entre la ley y la realidad fue constante. Aun los labradores continuaron usando seda, a pesar de las reiteradas disposiciones en contra. Éstas, en última instancia, acabaron por aceptar el "desorden en el vestir", aunque de modo parcial: se
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penuitió en ciertos casos el uso de la seda , y se intentó poner fin a los abusos de algunas justicias en la aplicación de la ley "porque ha acaescido que por agora se ha disimulado con algunas personas la pena de la dicha prematica, y a otras personas de honrra les han los alguaziles desnudado las ropas bordadas que traen, y los alcaldes de vuestra eorte no las han condenado, sy vuestra magestad mandare que la dicha prematica se guarde, mande que se execute contra todos igualmente,,2J.
Sólo la Iglesia, en tanto que institución, quedó libre de tales prohibiciones, si casullas o mantos eran para el culto. Ello hizo de los bordadores, acaso quienes trabajaban tejidos más ricos, los menos afectados por la legislación antisuntuaria. Además, aunque pocos, los casulleros y bordadores tenían en la Iglesia un fiel cliente, haciéndolos menos sujetos de otros avatares. Así pues, no existió una legislación que abarcara el textil en su conjunto. Es más, fue contradictoria. Desde fines del siglo XV era patente la necesidad de una legislación específica para la pañería, que cristalizó en las Ordenanzas Generales de Paños de 1511. Su redacción, buscando la opinión de los principales grupos afectados, propició su éxito, aunque parcial; y sus modificaciones posteriores tuvieron un carácter consecuente, reflejo del nuevo rumbo que tomaba la actividad. La seda, en cambio, nunca recibió igual atención. Y, cuando fue regulada mediante pragmática, las medidas tomadas se antojaron tardías, insuficientes y perjudiciales.
Austeridad y lujo en la sociedad castellana Los Reyes Católicos, tras la conquista del reino nazarí, cuidaron recuperar las otrora florecientes sederías granadinas. 20
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Pregmatica en que se permite ha::er sedas labradas en estos reynos y vestirse dellas lihremente ... , Alcalá de Henares, Juan Gracián, 1590. Sobre el efecto contrario y las protestas contra esta pragmática del gremio de tejedores de seda, pidiendo la derogación o la suspensión temporal de la misma, cf.: LAlvl, 1593, pp. 677-681 Y 689-694; AMT, LM, 021. Petición Cl. COLMEIRO (ed.) (1861), t. IV, p. 571.
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No obstante, este intento chocó con la arraigada aversión al lujo del pensamiento castellano, materializada en múltiples pragmáticas y medidas antisuntuarias recogidas en la Nueva Recopilación y en la Novísima Recopilación22 • Había leyes limitadoras del uso de la seda por los grupos no privilegiados, u opuestas al uso de los tejidos de oro, plata o piedras preciosas, excepto por las personas reales 23 . El motivo esgrimido solía ser los elevados gastos y el ya mencionado "desorden en el vestir". Del mismo modo, las actas de las Cortes de Castilla contienen numerosos memoriales y quejas por el lujo y los desmedidos gastos de amplias capas sociales. Con ellos arruinaban el reino e impedían el servicio al rey. La gente, se decía, prefería gastar su dinero antes en trajes y vestidos que en comer, sobre todo la mujer24 . Sastres, jubeteros y roperos proliferaban por doquier y se abandonaban todos los oficios productivos y beneficiosos a la "república", que quedaba consumida y arruinada25 . Asimismo, el lujo en el vestir borraba las diferencias extemas entre los diversos estamentos. Era un atentado directo
Aversión que no fue úniea de esta época ni de Castilla. Al respecto: BERRY (1994). HARTE (1993). MANIKOWSKI (1993). PIPONNIER (1993). PIUZ (1993). Sobre España, SEMPERE y GUARIÑOS (i 973). Acerca del papel del lujo en el desarrollo del capitalismo, aunque con postulados discutibles, SOMBART (1979). 23 Carlos 1, en Toledo, 9 de marzo de 1534; Libro VI, tít. xm, ley 1, arts. 15 y 1 de la Novissíma Recopilación. Cortes de Valladolid de 1537, petición XIII: COLMEIRO (ed.) (1861), 1. VI, p. 639. 24 ALEMÁN (2001),1. 1, pp. 430-431. 25 "Yen esto de los ofi¡;iales mecánicos del Reyno se a de considerar que es tan grande la profanidad y cosas azerca de los bestidos que cada día se ynbentan, que ya ni procuran, ni aprenden en él los onbres otros ofi¡;ios sino sastres jubeteros y cal¡;cteros. Y si se mandase que ningunas personas, de cualquier estado y condi¡;ión que sean, no traxesen sino pafío sin guami¡;ión, o seda sin guami¡;ión, bemán deHo ynnumerables proveehos al Reyno, y lo prin¡;ipal que la rrepública se afi¡;ionará a otros oti¡;ios fuera de los diehos; y para que esto de los trages no se aga la euenta difieultoso, se a de considerar que hechada bien la cuenta es lo prin¡;ipal que disminuye y desaze los caudales de todo estado de ombres, para remedio de lo qual en muchas provin¡;ias donde tienen buena orden en el bibir, an hecho leyes de que an redundado grandes bienes a sus ITepúblicas ( ... )"; ORTIZ (1963), pp. 384385. COLMEIRO (1986), t. ll, p. 358. 22
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contra la rígida jerarquía social de la época. No podía distinguirse al noble del mercader, ni al mercader del artesano o labrador. Ello implicaba la desaparición de los símbolos de estatus más aparentes y visibles, un ataque trontal contra el orden establecid0 26 . En una sociedad como la del siglo XVI, que concedía tanto significado a la apariencia externa y cuanto representaba, el traje podía ser un medio de ascenso social. Un vestido rico y ostentoso permitía el matrimonio con alguien de "mayor calidad", o que dicha persona se confundiera dentro de otra categoría social superior27 • El fin de todo aquel cuerpo legislativo antisuntuario era claro: acotar el uso de ciertos tejidos y prendas a reducidos grupos, minorías selectas, como medio de diferenciación y de mantenimiento del orden estamental y privilegiado. Seda y lana tornábanse metáforas de la jerarquía social: la seda para los estamentos privilegiados y la lana para el "ordo laboratorum,,28. Todo ello se tradujo en un importante corpus de medidas, disposiciones y leyes antisuntuarias, basado en una concepción del lujo como lacra social, a erradicar. Consumía los recursos de la población, empobrecía el reino y privaba de ingresos a la 29 Real Hacienda • De tal suerte que se prohibía que nadie excepto el rey y su familia "sean osados de traer. ni vestir brocado, ni tela de oro, ni plata tirada, ni de hilo de oro. ni plata, ni cordon, ni pespunte, ni passamano, ni otra cosa alguna de ello, ni bordado, ni Como reconoce Germán NAVARRO (1999). p. 110, "el vestido en época medicval fue elemento clave para la representación simbólica de las jerarquías soeialcs". Adcmás. el trabajo más antiguo, pero no menos valioso. de VIÑAS (1975), pp. 353 Y ss. MIRALLES (2002), pp. 120-121. GAseON (1971), t. 11, p. 742. 27 Valga a modo de ejemplo la descripción que hace Lázaro del escudero y el motivo por el cual cntró en servicio con él: "un escudero que iba por la calle con razonable vestido. bien peinado, su paso y compás en orden [... ], que me parcscía, según su hábito y continente. ser el que yo había menester": Lazarillo de Tormes (1999), pp. 72 Y 73; Y continúa, más abajo, en similares términos, la descripción de su nucvo amo: pp. 82-84. 28 Fenómeno común a otras latitudes, como muestra. DYER (1991), pp. 118119. IIUGHES (1983). 29 COLMEIRO (1986 l, t. ll, pp. 359 Y ss. 26
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recamado, ni escarchado de oro, o plata, tino o falso, o de perlas, ó aljofar, ó piedras, ni guamicion alguna de abalorio, de seda, ni cosa hecha en vastidor [... ]"30.
Para las clases privilegiadas, quedaban reservados otros tejidos. Mientras tanto, una mayoría de la población, pechera, veía recortadas sus posibilidades de acceso a unos géneros cuya oferta se hallaba en expansión. Asimismo, la aristocracia! nobleza recibió frenos a su desmedido apetito por el lujo. De tal modo, quedó restringido el uso de seda, oro o piedras preciosas en las ropas o incluso en los coches, costumbre entonces muy extendida. He aquí un notable obstáculo para las ciudades donde la sedería fue más importante, como Granada o Toledo. La observancia de tales normas, empero, nunca fue generalizada. La reedición continua de aquellas pragmáticas y sus elevadas penas traslucen similar grado de incumplimiento. Las Cortes repitieron similares quejas contra aquellos excesos en todas sus convocatorias 31 • Para una confirmación más, basten los registros notariales de la época. Son numerosos los contratos de compra de rasos, terciopelos, tafetanes por artesanos o campesinos a los mercaderes de Toledo 32 . Los ejemplos como éste son múltiples en los protocolos y en todos los inventarios de bienes aparecen telas y ropas de seda, si bien en proporciones muy diversas. Es evidente el papel que estas Nueva Recopilación ... , lib. VII, tít. XII, ley 1, fol. 238r. Cortes de Burgos de 1515, petición 1; Cortes de Valladolid de 1518, peticiones XLV y LXVII; Cortes de Valladolid de 1523, petición LIII; Cortes Madrid de 1528, petición LXXXVII; Cortes de Segovia de 1532, petición Cl; Cortes de Valladolid de 1537, peticiones XIII, XIV Y CXLI. Así se podría continuar en todas las convocatorias de las Cortes, con constantes reiteraciones. Y, para el reinado de Felipe JI, los capítulos LB y LIII de las Cortes de 1586-1588, de marcado carácter antisuntuario, y las pragmáticas a que dieron lugar, luego modificadas por su excesivo rigor. Actas de las Cortes de Castilla ... , t. XI: 1586-1588, pp. 445-450 Y 481-504. 32 Por ejemplo, Juan Guerrero el Viejo y Juan Guerrero el Mozo, su hijo, labradores, vecinos de Consuegra, se obligaron a pagar a Juan Ordóñez, mercader, vecino de Toledo, 538 reales y 3 cuartillos, por 3 varas y 3 cuartos de 22"°, 4 varas y tercia de terciopelo y medio, 12 varas y media de tafetán, 2 tercias de friseta, 3 varas y sexma de raso negro y un manto de seda. AHPT, prot. 1722, fol. 369r.
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compras, no muy importantes pero numerosas, tuvieron en el desarrollo de la manufactura sedera. De hecho, no fue sólo el cambio de moda implantado en Castilla con la llegada de Carlos I y la demanda de la alta nobleza y su gusto por el lujo. También su extensión a amplias capas sociales para las cuales el uso de la seda se convirtió en una necesidad, el auténtico origen de la expansión de las sederías 33 . Idéntica política hallamos en el Ayuntamiento. Mientras 34 unas veces clamaba contra las excesivas dotes , o contra el desorden en los trajes 35 , en otros casos pedía un proteccionismo que salvara las manufacturas castellanas 36 . Ayuntamiento y C¡POLLA (1989a), p. 17. AMT, Cortes 1542-1655, fol. 41. 35 "Otrosy. hacer relayion a su a!tesa como ay tanta deshorden en estos sus reynos en los trajes e vestir, y es tanto el numero de la seda que se gasta, que todos estados de gentes estan alcanyados en muchas partes son ayer losas del serviyio de su alteza, con la grand deshorden que ay va en el vestir no puede yr a serviyio de su alteza en las guerras e casos que ocurre, por no podcr yr como amhm otros de sus maneras e de mas baxa manera en todos los tractantcs o oliyiales a causa de costar el vestir mucho, e de sus mugeres e hijos no tienen caudales, e todo el tracto se asuela, e muchos dexan de casar sus fijas e fijos por no poder cumplir la grand deshorden del vestir e otros muchos ynconvinientes que de ello resultan. Que a su alteza plega de lo mandar proveher como sea su servi¡;:io e bien de estos sus reynos, pues que es cosa tan nesyesaria", en lb., 1'01. 14. 36 "Yten, por prematieas de estos reynos esta proveydo e mandado que no se pueda meter en ellos seda de fuera de ellos eyebto del reyno de Valenyia so graves penas. En la qual proybiyion se entiende que no pueda entrar seda de Portogal ny en toqueria, ny en tela de yedayos, ny en otra manera. La qual prematica su magestad confimlO en las Cortes de Toledo el año pasado de quinientos e veynte e yineo. Despues de lo qual la serenysyna enperatriz nuestra señora que es en gloria, el año de treynta que agora paso dio liyenyia para que pudiese entrar del reyno de Portogal la dicha seda texida en telas de yedayos por quanto fuese su voluntad. A cabsa de lo qual vienen a estos reynos muchas telas de yedayos, las quales son falsas, e las hazen con seda de Calabria y de Yucatan, que cuesta muy barato, y no se puede hazer de ellas obra que sea buena. E aunque lo dan muy barato, sale mas caro, porque no dura nada; e como esto no se sabe comunmente, pierdese el trato e negoyiayion de estos reynos. Por ende, se pide e suplica a su magestad mande que de aquí adelante la dicha prematiea se guarde e cumpla en todo e por todo como en ella se contiene, so las penas en ella conthenydas", en lb., fol. 28. 33
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Corona, pues, coincidían en su actitud frente al lujo en el vestir. Ambas instituciones se debatieron durante toda la centuria entre el treno o la prohibición del comercio y venta de unos géneros considerados perniciosos para la sociedad, y el fomento de su trabajo, para ocupar la población y evitar la salida de metales preciosos. Ya entonces era manifiesta la imposibilidad de conjugar ambas posturas. Ni Cortes ni Corona se decantaron en última instancia por ninguna. Reflejaban así las contradicciones de la sociedad castellana, como el Ayuntamiento las representaba a escala local. En todo caso, el Ayuntamiento clamó contra cuantos obstáculos dificultaron el desarrollo de la manufactura local. Seguía, de este modo, las peticiones del sector mercantil, pero también atendía el interés de la mayor parte de los vecinos, que vivía del trabajo de la seda. Así, varias cartas de la Ciudad tuvieron como fin la supresión, o al menos la rebaja, de derechos impuestos a la seda de Murcia o de Valencia, o impedir las vejaciones a los mercaderes toledanos en aquellas ciudades 37 . Una política comercial desafortunada Un segundo ámbito sobre el cual actuó la Corona fue la política comercial. Con decisiva trascendencia para el tema que nos ocupa. En este caso, la monarquía mostró una actitud cambiante. Nunca articuló una política comercial exterior a largo plazo, ni coherente ni constante. El reinado de los Reyes Católicos se había caracterizado por un marcado "proteccionismo". En cambio, el alza de precios y el desabastecimiento, provocados por una mayor demanda, determinaron que durante la época de Carlos 1 prevaleciera la política la contraria, de apertura más general de las fronteras 38 • En efecto. Las pragmáticas a favor del proteccionismo o de la entrada de mercaderías foráneas se sucedieron, señalando varios periodos, con efectos devastadores para la producción local. A Libro de cartas 1547-/590, fols. 42, 46-47,54,260-261 Y 327; AMT, LM, sala R, núm. 109. 38 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ (1963), p. 27. 37
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periodos de cierre de las fronteras a las importaciones del exterior, de crecimiento de la producción local, siguieron otros de completa libertad para introducir tejidos, con gran perjuicio 39 para los castellanos, que con frecuencia eran desplazados . En última instancia, sin embargo, intereses más inmediatos decidieron el rumbo de tal política. En este sentido, ante las apremiantes necesidades de la Real Hacienda, se optó por una clara política a favor de la exportación de materias primas -lana, seda, cochinilla-, que rindiera más jugosos beneficios en las rentas de los puertos que las alcabalas, al menos a corto plazo. Todo ello significó una subordinación de la política económica y comercial a las necesidades financieras de la Corona, por todos conocida. Además, como ULLOA sugiriera, bien pudo responder a los intereses de los grandes financieros del monarca, también los más importantes exportadores de materias . 40 pnmas . Con todo, en 1552, por una pragmática real, se alcanzó la mayor incoherencia 41 • El objetivo de aquélla era que los telares castellanos dispusieran de lana suficiente y barata, en igualdad con los extranjeros para su compra, para el desalTollo de las manufacturas locales. Al tiempo, se ordenaba que, por cada doce sacas de lana exportadas por mercaderes extranjeros, fueran introducidos en Castilla por el mismo puerto antes de un año un fardel de lienzo de media carga y dos paños enteros. Ello significaba atender las necesidades de un consumo creciente que reclamaba productos baratos, pero olvidar una manufactura autóctona todavía en expansión. En el caso de la seda, se prohibía la importación de fibra en bruto. Se protegía así la producción granadina, y con ello el valor de la renta de la seda RUIZ MARTÍN llamó la atención sobre el aumento de las exportaciones de manufacturas y sus efectos beneficiosos para las ciudades castellanas, cuando los banqueros de la monarquía no pudieron realizar sacas de moneda. Sólo así, mediante la exportación de materias primas o productos manufacturados, podían repatriar sus beneficios. También CARANDE (1990),1. I1I, pp. 498-501. 40 ULLOA (1971 l, p. 30. 41 Pragmática de Toro, de 23-IV-1552, citada por CARANDE (1990), t. 1, p. 110. 39
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de Granada. Pero, asimismo, se permitía la entrada de toda seda tejida, para abastecer el mercado local e impedir el alza de precios, desoyendo todas las peticiones en contra del sector manufacturero urbano. Mayor gravedad revestía que aquellos cambios respondieran a alguna petición de las Cortes. Sus objetivos se debatían entre el fomento de la fábrica local, vista como necesaria y beneficiosa, y su lucha contra el alza secular de los precios. Así, las Cortes celebradas en 1537 en Valladolid dejaron varias demandas antagónicas, vistas en conjunto: contra los excesivos gastos en telas y desorden en el vestir -petición XIII-, contra la entrada de mercaderías extranjeras -petición LXXXIV -, contra el alza de precios de los paños -petición CXVI-, a favor del cultivo de seda -petición CXXIlI- o contra su extensión en el vestido -petición CXLI-. Todo ello muestra las aludidas contradicciones de la sociedad castellana del momento, con un proceso inflacionario y una afluencia de riquezas nunca antes conocidas, que minaban la tradicional austeridad castellana. En otros casos, el comercio era una simple pieza de la política exterior de la Corona: a veces motivo de ent'rentamiento; otras, punto importante de los tratados de paz.f::. Los periodos de guerra y de paz afectaban al textil. La exportación a otros Estados -y parte de la producción toledana se exportaba- encontraba condiciones favorables o adversas, o cesaba la importación de materias primas imprescindibles en el proceso productivo. Como, por ejemplo, en 1573. La guerra había interrumpido la importación de agalla, cuyo comercio monopolizaban los genoveses. Apenas existía en la ciudad, y sólo a muy subidos precios. Ambos factores, escasez y alto coste de la materia prima, detenían la producción. Numerosa población quedaba en paro forzoso, no sólo la dedicada al tinte, sino también al tejido. Como solución, aunque temporal, se 42
Sobre la economía como fundamento o medio para la guerra en época de los Austrias, BOUZA (1992); o, para fechas posteriores, DOMÍNGUEZ ORTIZ (1963), ECHEVARRÍA (1986) Y RÓDENAS (1962). Para una síntesis más actual del problema, ISRAEL (1996). Un estudio comparativo de la política aduanera a nivel europeo en STEELE (1993), p. 201.
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recurrió al uso del zumaque, prohibido hasta aquel momento por considerarlo de baja calidad y falso 43 . Sin embargo, aquella medida sólo podía ser transitoria, pues un tinte de menor calidad afectaría a la fama de las entonces reputadas sedas de Toledo. La errática política comercial descrita tuvo un profundo impacto en. el mercado castellano. Sedas, paños, y sobre todo lienzos, inundaban, según los contemporáneos, el reino, con grandes perjuicios para la manufactura local. Fiel testimonio son los registros notariales. No obstante, aunque las Cortes y la Corona fueron conscientes del problema que representaba el volumen de aquellas importaciones, nunca ofrecieron una alternativa coherente. Añadamos a esto un obstáculo más contra el cual debió bregar la sedería toledana: la prohibición de toda exportación hacia América de tejidos de seda no procedentes de Granada, entre 1569 y 1591 44 . Ello afectó a la capacidad productora y exportadora de la ciudad: América era uno de los mercados naturales para las manufacturas castellanas, de relativo alto poder adquisitivo y en expansión. Por desgracia, la falta de registros completos de alcabalas para la década de 1560 y primeros años de la siguiente impide cualquier cuantificación detallada de su impacto, en todo caso negativo. Así, cuando en 1591 aquel monopolio fue derogado, la actividad sedera conoció en Toledo un nuevo despertar. La manufactura ante la Real Hacienda Con estos condicionantes, era dificil alcanzar una producción estable. El número de telares o de tomos en activo podía variar de forma brusca en pocos años por cambios en la política comercial o exterior45 . Así lo demuestran para tiempos posteriores las cifras que del número de telares en la ciudad ofreció LARRUGA. Pero si decisiva fue la política comercial para 43 44 45
AMT, Seda, 1500-1650. MONTEMA YOR (1996b), p. 128. GAseON (1971), t. 11, p. 419.
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impedir o favorecer el desarrollo del textil castellano, no fue menor el papel de una físcalidad cada vez más agobiante. Públicas y notorias fueron a los súbditos de Carlos J y Felipe Il las crecientes necesidades de una Hacienda Real agobiada por sus acreedores, con sus rentas empeñadas y cada día con mayores necesidades, todo ello estudiado por CARANDE y ULLOA 46.
Queremos aquí resaltar el duro impacto de la fiscalidad en la manufactura textil, y su influencia en Toledo. Ya en 1520, poco después de llegar Carlos 1 a la Península, sus demandas de dinero a las Cortes fueron el detonante de las Comunidades47 . Tras Villalar, la Corona aumentó de modo gradual y constante sus recursos hasta la década de 1560, si bien nadie obvió el proceso. Felipe 1I continuó durante sus primeros años de reinado la línea marcada por su padre. No obstante, deudas y compromisos fueron cada vez mayores. Dos hechos de gran trascendencia marcaron la política fiscal posterior y la vida de toda Castilla. En 1575, el alza de las alcabalas, y en 1590 la creación del "servicio de Millones,,48. El impacto de alcabalas y millories fue muy duro en todo el reino; también en Toledo. Ayuntamiento y mercaderes clamaron contra ambos 49 . El aumento de las alcabalas -cf. ut supra- coincidió además con el inicio de una prolongada crisis agrícola, que afectó al sector manufacturero. La presión fiscal se tomó agobiante, y a lo largo de las tres últimas décadas del siglo la Corona, al menos en la CARANDE (1990). ULLOA (1986). Fueron éstas las Cortes eelebradas en Santiago de Compostela y luego en La Coruña. En ellas, mediante presiones, el futuro emperador consiguió la concesión de un servicio extraordinario de 200 millones de maravedís. PÉREZ (1985), pp. 153-155 Y 163-169. 48 ULLOA (1986), pp. 178 Y 508. 49 Libro de cartas /547-/600, fol. 185; AMT, LM, sala B, núm. 109. Y, en 1591, los gremios se negarían a encabezarse, pues los años anteriores habían pagado a razón de mús de un 10%: LAM, /59/, pp. 406-408 Y 559; AMT, LM, 019. Compúrese dicha postura con la vivida por las mismas teehas en Cuenca, donde la falta de trato no alcanzaba a cubrir el valor de la aleabala a razón de die7}uno, y se procedía a repartimientos según estimación de la riqueza/capital de cada vecino: AGS, EH 89-31. 46 47
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ciudad de Toledo, no consiguió aumentar el rendimiento de las alcabalas, cuyo valor se mantuvo casi constante. Mucho se ha discutido, desde aquel tiempo, si la mayor presión fiscal fue el detonante y el principal motivo de la crisis, cada vez más evidente a fines del siglo XVI, y tan extendida en la siguiente centuria. Quizá la hipótesis más acertada sea la propuesta por FORTEA para el caso cordobés. En la ciudad andaluza, el aumento de los impuestos coincidió con un cambio en la coyuntura económica general y, en todo caso, la agravó. No se busque, empero, una relación directa de causalidad, que no existió 50. Para la seda, la presión fiscal fue muy elevada, sin comparación posible con la soportada por la lana. Materializada ésta bajo el epígrafe de "renta de la seda de Granada", englobaba distintos conceptos y derechos. Su estudio ha sido realizado por varios autores 51 • Aquí queremos mostrar sólo cómo la elevada presión fiscal de la más importante materia prima influyó en la evolución del sector. En efecto: la Hacienda Real, a través de los arrendadores, cobraba un diezmo -10 %- de la seda cuando ésta estaba en madeja, amén de otros pequeños derechos, como el tartil y el perteneciente a la alcaicería. Para fomentar su trabajo en el mismo reino granadino, la seda pagaría otro diezmo, junto a algunos otros de menor cuantía. En cambio, si la seda salía en bruto, se distinguía según su destino: a) si salía por mar hacia Túnez, sólo pagaría el diezmo, sin las doblas; b) si para Valencia, Génova, Florencia o cualquier otro lugar, el diezmo; c) y si era para Castilla, diezmo y medio, más los derechos de saca, lía y otros menores 52 .
FORTEA (1980), p. 413. CARANDE (1990), t. n, pp. 314-337. GARZÓN PAREJA (1972), pp. 219242. LÓPEZ DE COCA (1996), pp. 41-49. ULLOA (1986), pp. 359-393. En la actualidad, además, Félix García Gámez realiza su tesis doctoral sobre dicha renta. 52 Nueva Recopilación ... , lib. IX, tít. XXX, "Arancel de los derechos de la seda del Reyno de Granada, pertenecientes a los Reyes ... ", de 1546, fols.
50 51
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Es decir, la seda procedente de Granada incorporaba unos impuestos "ad valorem" del 25 % cuando entraba en Castilla53 . A esta cantidad se sumaban luego los pagos por alcabala en cada compraventa. Queda justificada, por tanto, la acusación de don Francisco de Orense, procurador de Burgos en las Cortes de 1583-1585: no se aplicaban con rigor las pragmáticas contra el lujo de Cortes anteriores, dados los elevados ingresos que la Corona obtenía de la renta de la seda54 • Por tanto, para crear una manufactura sedera, Castilla competía en clara desventaja con otros centros textiles, incluso extranjeros. Desde el mismo inicio del proceso productivo, la materia prima era más cara. La situación, recuerdo de la existente en época nazarí, se mantuvo durante todo el siglo XVI. Entonces la seda era exportada a Berbería e Italia, pero no a Castilla, que prohibió la entrada de seda granadina para ahogar la economía del reino andalusÍ. Todo ello contrasta con lo acontecido en Italia. En la Península transalpina, las autoridades locales o de los diferentes Estados: Florencia, Nápoles, Venecia, y en particular Bolonia, se preocuparon por disponer de un suministro fluido y al mejor precio, de seda. Para lo cual no dudaron, si era necesario, en fomentar la importación de seda en bruto de otras zonas, si con ello se mantenía la actividad de los husos y telares 55 . La diferencia con la actitud castellana es evidente. Más si se advierte que la granadina era la seda de mejor calidad de la Península Ibérica. Por último, la fábrica de Toledo debió enfrentar un problema, aunque padecido por Castilla, de fuerte impacto en la ciudad: la alta presión fiscal resultante del aumento de alcabalas de 1574. Un documento simanquino reconoce el hecho. Antes de aquel año las manufacturas de la ciudad contribuían a la Real Hacienda apenas unos 2.000.000 de mrs. El nuevo encabezamiento, con un aumento de 50.000.000 millones de 154-161. Para una explicación más amplia de cada uno de estos conceptos, cf. GARZÓN PAREJA (1972), pp. 220-223. 53 CARANDE (1990), t. !l, p. 319. 54 Actas de las Cortes de Castilla ... , t. VII: 1583-1585, pp. 716-717. 55 BELFANTI (1993), pp. 267 Y ss. GUENZI (1997), pp. 230-231. ROSA (1997), p. 255.
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mrs. en las alcabalas de Toledo, fue cargado en su mayor parte sobre la producción y los tratos de manufacturas. De tal forma que las rentas de paños de oro y seda, y seda y lana, hasta entonces separadas, valieron en 1574 1.194.500 mrs., de los cuales 738.000 pelienecían a los vientos arrendados; en 1575, 56 6.375.000 mrs.; y en 1582, ya unidas ambas, 10.700.000 mrs • Las consecuencias no se hicieron esperar. El mismo documento reconoce el duro impacto de tal aumento y la pesada carga que significaba para numerosos contribuyentes. Ésta, no obstante, se mantuvo hasta fenecer la centuria. Y, como veremos más abajo, representó un importante papel en la crisis iniciada hacia 160057 .
AGS, EH 182 Y 185. AGS, CJH 149. De hecho, era una cantidad similar a la pagada por el cuerpo de la ciudad de Segovia, o más de la mitad de lo contribuido por Cuenca, asimismo importantes centros textiles castellanos. 57 Situación que contrasta con la de Lyon en la misma época. Tanto la Corona como el poder local fueron conscientes en todo momento del papel de la liscalidad en el mantenimiento de una manufactura floreciente. Por tanto, a pesar de las constantes demandas de los monarcas franceses a la ciudad para obtener nuevos recursos, siempre se grabó en la menor medida posible la actividad scdcra, guardando las exenciones y privilegios concedidos por Francisco I. GASCON (1971), t.1I, pp. 702-710.
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2. LA INTERVENCIÓN DEL AYUNTAMIENTO
La intervención de los poderes públicos no se materializó sólo en la aplicación de unas políticas comerciales o fiscales determinadas. Desde el Ayuntamiento, a través suyo, cuando no desde la Corona, se buscó un control lo más cercano posible a la actividad manufacturera. Ello gracias al desarrollo del sistema gremial, fomentado en tiempos de los Reyes Católicos por la Corona. Así, conforme surgían y se desarrollaban las estructuras gremiales más características, el poder político dispuso de más fluidos cauces de participación en la economía urbana. La Ciudad era la intermediaria entre las organizaciones gremiales y el "Muy Alto Consejo de su Majestad", cuando alguna de aquéllas pretendía constituirse, aprobar ordenanzas o sólo reformarlas. En los registros del gremio o cofradía debía asentarse el nombre de los aprendices; pero, cuando el oficial adquiria la condición de maestro, la Ciudad, no gremio alguno, otorgaba la carta de maestría. Y, lo más decisivo, tampoco el gremio, sino el Ayuntamiento, custodiaba y conservaba las ordenanzas. Ello le confirió un control absoluto sobre las posibles veleidades ordenancistas de las organizaciones gremiales. Pronto, sin embargo, el Ayuntamiento intervino de forma más directa en cada oficio, a través de la creación de la figura
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de "sobreveedor"s8. Las sobreveedurías eran sorteadas con carácter anual para todos los oficios, no sólo los textiles, entre los miembros de los cabildos de regidores y jurados. Su finalidad era asegurar la participación del Ayuntamiento en la vida gremial. Debían presenciar los exámenes de los oficiales para obtener la categoría de maestro, así como las visitas de los s4 veedores a los talleres y tiendas . Además, su intervención en la designación de veedores y examinadores fue cada vez mayor. Esto motivó amplia oposición y múltiples pleitos en contra, pues los sobreveedores debían asistir a tales elecciones y luego presentar los veedores y examinadores en el Ayuntamiento. Allí eran asentados en los Libros de acuerdos y recibían facultad para ejercer su cargo. Esta nueva "innovación" fue introducida con las ordenanzas de 15526 Con el argumento de las disputas y altercados anuales entre los maestros de cada oficio a causa de tales reuniones, se estableció un nuevo procedimiento. La votación se realizaría ante la justicia de cada lugar, villa o ciudad, y ante el escribano del concejo. Los papeles con los nombres de los seis maestros más votados serían introducidos en un cántaro, de donde un niño sacaría dos. Éstos serían nombrados veedores, con deber de presentarse ante el concejo para tomarles juramento y poder ejercer su ocupación. Para Toledo contamos con escrituras originales de lo acontecido algunos años en tales elecciones, que se conservan en el Ayuntamiento ó1 • Todo ello es clara muestra de cómo las instituciones locales buscaron y ejercieron un control más o menos directo y efectivo de las manufacturas.
°.
Libro horrador de cartas absolutamente inútil que ber en el, siglos XV i XVI, fol. 283v; AMT, LM, sala B, núm. 120. 59 A modo de ejemplo, en 1568 el Ayuntamiento anuló una visita de los veedores de la bonetería. Éstos, cuando iban por la calle, habían descubierto por azar que ciertos merceros \'endían dos gorras contra las ordenanzas. La razón esgrimida fue que no habían estado acompañados por los sobreveedores. Se mandó, además, que no se repitiera ninguna visita sin la presencia de dichos sobreveedores. LAM, 1568, p. 326; AMT, LM, 009. 60 Nueva Recopilación ... , lib. VII, tí!. XVII, ley XLIII: Como se ha defazer la eleccioll de los veedores, y aílade a las Ordenal1l;as antiguas, fols. 280-281. Para el caso cordobés en el siglo XV, CÓRDOBA DE LA LLAVE (1988). 61 AMT, Gremios. Exámenes. Zapateros. Tundidores. SR
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Como era de esperar, la reacción de las organizaciones gremiales contra esta nueva intromisión del poder municipal fue unánime. Los oficiales y los tejedores de seda, también los demás oíicios, impugnaron aquellos cambios ante la justicia. La documentación disponible sugiere que a los tejedores de seda se les reconoció la antigua costumbre. Con todo, poco después encontramos idéntica petición de los mismos, con resultado favorable a fines de dicho año, y en contra de los mercaderes62 • En 1563, los pleitos continuarían, esta vez por los calceteros, quienes al final obtuvieron satisfacción63 • Pese a todo, la reforma de 1552 se extendió poco a poco a todas las actividades, con la inclusión de este capítulo en las ordenanzas según eran reformadas. Empero, la falta de los· Libros de acuerdos municipales para la mayoría de aquellos años impide describir con exactitud el proceso 64 • Además, las fuentes se prestan a múltiples problemas de interpretación. En tanto que en unos casos cada oficio habría conservado sus facultades para elegir veedores y examinadores, en otros se dice que el sobreveedor había presentado a los veedores y examinadores, o que incluso los había nombrado 65 . Cada oficio eonoció una situación distinta. Así, los tejedores de seda obtuvieron facultad en 1623 para reunirse en el monasterio de San Pedro Mártir para elegir veedores y examinadores; en cambio, los tundidores en 1589 los eligieron sin ningún penniso expreso del corregidor, ambos mediante votación66 • Sin embargo, no deja de LAM, 1553. pp. 83,615,87,154,213; AMT, LM, 004. LA M, 1563, pp. 37, 107, 122,491; AMT, LM, 006. LA M, 1564, p. 375; AMT, 10M, 007. 64 Con todo, aun en 1581 hallamos peticiones de los tejedores de seda -LAM, 1581, p. 232; AMT, LM, 016- Y en 1598 de los tejedores de cortinaje y toquería -LAM, 1598, pp. 19-20, 134-135; AMT, LM, 023- para la refonna de la ordenanza sobre elección de veedores y contra la pragmátíca de 1552. 65 Juan de Herrera, regidor, sobreveedor de los guarnicioneros y cinteros, nombró veedor y examinador a Pedro de Toledo; y Diego de Robles, sobreveedor, a Juan Gómez de la Montaña. LAM, 1599, p. 74; AMT, LM, 024. Don Juan de Figueroa Gaitán, regidor, sobreveedor de los boneteros, presentó veedores y examinadores a Pedro Hernández Cervatos y Jerónimo de Morales. fh., p. 87. 66 AMT, E,ámcncs dc oficios. 1551-1605, caja ¡a. tic
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ser revelador que dicha documentación se conserve en el Ayuntamiento y no como pelieneciente a organización gremial a l guna67 . Ya en aquel momento, las organizaciones gremiales percibieron que aquella política respondía a los intereses de los mercaderes y fabricantes de escritorio. Los sobreveedores, regidores y jurados del Ayuntamiento, debían ser figuras independientes que evitaran y resolvieran los conflictos en el seno de las organizaciones gremiales. No obstante, hallámoslos con frecuencia en sus negocios privados dedicados a la actividad sedera o pañera68 . Era dificil, pues, que su imparcialidad fuera la requerida. En todo caso, si la figura de sobreveedor no representaba bien los intereses del capital mercantil, éste dispuso de una oportunidad más de intervenir, desde el momento que consiguió un representante en las visitas de los veedores, elegido por el Ayuntamiento. Esta elección fue un caso único entre los centros textiles castellanos. En ningún otro lugar dispusieron los mercaderes de una tan importante institución. Todo indica que su figura fue un elemento clave para participar en las principales acciones de control de la producción que realizaban los maestros a través de los veedores. No obstante, a pesar de los buenos deseos mostrados, el Ayuntamiento primó sus necesidades de control de la actividad en lugar de un auténtico fomento de la actividad económica. El interés en la fluidez de la llegada de materias primas o de la movilidad laboral no se tradujo en políticas más comprometidas. La Ciudad no intervino de fonna decidida para Sería el caso, por ejemplo, del Col'legi de ¡'art mayor de la seda de Valencia: NAVARRO (1996). 68 Valga como ejemplo el siguiente: Francisco de Moneada, jurado, mercader, vendió a Lucas del Valle, mercader, vecino de Medina del Campo, 3 piezas de terciopelo y 10 de tafetanes prietos y de colores, por 61.993 mrs., a pagar en la feria de mayo de Medina del Campo; unos meses después, recibió de Martín Hernández de Arroyo, mercader, en nombre de Lucas del Valle, 43.065 mrs., por 8 piezas de tafetán sencillo de pelo, y otra de tereiopelo, a pagar en la feria de Villalón; y, también de Lucas del Valle, 11.367 mrs., por 3 piezas de tafetán de colores, en la teria de Villalón. AHPT, prot. 1625, fols. 159v, 573r y 884r. El vecindario de 1561 contiene numerosos ejemplos.
(,7
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garantizar el abasto de lana, seda u otras materias. Tampoco buscó la llegada de mano de obra experta que renovara el conocimiento técnico o permitiera la introducción de nuevas manufacturas 69 . Al contrario. Carecemos de testimonios que indiquen acciones similares. De hecho, la institución se limitó, dentro del pensamiento de la época, a establecer un marco de acción donde se desenvolvieran los varios agentes, sin tomar medidas concretas de fomento. Como se colige de los puntos tratados, en poco tiempo, el Estado, o los diversos poderes políticos, consiguieron intervenir en la vida económica de forma cada vez más amplia. No sólo mediante la legislación y nonnas varias que dictaban o la aplicación de un régimen fiscal determinado, sino a través del control de los principales agentes que intervenían en el proceso productivo: artesanos y mercaderes. Se pretendía afianzar con ello las bases del nuevo Estado y evitar cualquier posibilidad de contrapoder; y, en la medida de lo posible, conseguir recursos para una depauperada Hacienda Real y para un Ayuntamiento, el de Toledo, que no tardaría en hallarse en situación parecida. No hubo, pues, al menos durante el siglo XVI en el caso del textil, una política coherente y estable en el tiempo, con unos objetivos reconocidos y compartidos por la sociedad. Se quiso, se buscó, una manufactura importante en Castilla, que ocupara a sus gentes, enriqueciera el reino y evitara la salida de moneda. Empero, estos deseos chocaron con la realidad de un pensamiento colectivo contrario al lujo y reacio a determinadas ocupaciones, con una política comercial que se demostró inadecuada, un militarismo exterior insostenible a largo plazo, y una presión fiscal y deuda pública que engulleron buena parte del metal precioso castellan0 70 . 69
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VERMAUT ( 1988), pp. 190-191. Por su claro sentido y acierto, hacemos nuestras las palabras de CARLÉ (1954), p. 316: "Las medidas del gobierno, a lo largo de todo este periodo, estuvieron más frecuentemente destinadas a favorecer el comercio que la industria. [ ... 1 Las circunstancias y la errada política económica y no una supuesta incapacidad de quienes lograron crear y mantener viva una industria en medio de las más adversas condiciones" habrían sido los mayores enemigos de la manufactura.
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3. LAS ORDENANZAS DE OFICIOS
[ ... 1 E quiriendo los dichos señores proveer e remediar en las dichas fraudes e engal1os. e porque las obras e labor de colchería e colchas sean buenas e perielas [... ] hordenaron e mandaron. e hordenan e mandan que de oy dicho día en adelante se guarde e tengan las capitulos e hordenanzas siguientes.
Ordenanzas del oficio de la colchería, 1519.
Las ordenanzas de oficios fueron, con los gremios, la principal y más original creación de la manufactura del Antiguo Régimen. Ambos estaban consustancialmente unidos, y es difícil comprenderlos de modo aislado. Ello ha motivado que, si en principio eran realidades diferentes, con desarrollos en ocasiones opuestos, la historiograt1a los haya confundido en no pocas ocasiones. Por tanto, para facilitar la claridad expositiva, optamos por su estudio separado. Analizaremos el papel de las ordenanzas y, en el capítulo siguiente, la organización gremial. No obstante, esta separación es hasta cierto punto artificial, de carácter metodológico. Algunos de los temas del presente capítulo serán retomados más tarde, desde una óptica distinta. Sin embargo, a pesar de su concepción como uno de los principales elementos organizadores de la manufactura durante el Antiguo Régimen, su estudio independiente apenas ha sido
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abordado por la historiografía y en Toledo, sólo por MARTÍN GAMERO, hace más de 140 años 71 • En las páginas siguientes abordaremos los tres aspectos más relevantes. Uno primero, su proceso de redacción, y cómo atendía a intereses contrapuestos de varios grupos, con reflejo en su articulado. En segundo lugar, el contenido de tales ordenanzas y su análisis. Por último, relacionaremos dichos textos con la evolución de la manufactura. De este modo, desentrañaremos su papel desde una perspectiva comparada con la de otros centros. Sólo así descubriremos su auténtico significado.
La siempre dificil redacción de las ordenanzas Intereses varios, en ocasiones enfrentados, intervenían en la redacción de las ordenanzas. A su vez, el contexto socioeconómico en que debían ser ejecutadas y cumplidas nunca fue el mismo. Tampoco su grado de adecuación a los cambios de la coyuntura. Así pues, en el juego de fuerzas distintas, tuvieron un proceso irregular de redacción y un papel cambiante con el tiempo. Para una mejor comprensión, véase el CUADRO 4, con todas aquéllas promulgadas en Toledo durante el siglo XVI y concernientes al textil. Excluimos las publicadas por IZQUIERDO y por SÁEZ SÁNCHEZ sobre la pañería, cuyos capítulos datan de distintos momentos del siglo XV. Éstos, sin una cronología segura, pern1anecerían vigentes durante las primeras décadas del Quinientos, si no aparecieran otras nuevas, aún ignotas. En todo caso, y a través de sus cambios, se adivina el progresivo desarrollo y diferenciación de cada oficio, su evolución a lo largo de aquella centuria y la reducida importancia de la seda en la ciudad durante el siglo XV.
71
MARTÍN GAMERO (1858), pp. Vil-XVI. ce también las publicadas por SÁEZ SÁNCHEZ (1944-1947), aunque sin estudios introductorios.
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CUADRO
4. Ordenan::as de (?licios promulgadas en Toledo durante el siglo XVI
Oficio 1-1 ilanderas Roperos y ropavejeros Boneteros Bordadores o brosladores Colcheros Tintoreros de seda Cortinaje Pasamaneros Sombrereros Tejedores de paños Tintoreros de paños Sastres y jubeteros Cordoneros Tejedores de seda
Fecha de primera ordenanza Sin fecha** Sin fecha** Sin fecha (4) 1496** 1519 (1) 1525 (2) 1526 (1) 1526(1) 1529 (4) 1529(4) 1529(4) 1532 1533* 1533 72
Torcedores de seda Tundidores
72
1538(2)
-
1540
Revisiones durante el siglo XVI
1529**,1531**,1533**,1558**,1572*,1597(4) 1551*,1560* 1531*, 1550**, 1560(2),1574(S) 1531 (1), 1574*, 1596(1) 1549* 1544 (4),1561 (4), 1566 (4),1585 (4) 1549(4) 1561* 1543, 1566 (2),1601 (2) 1543 (4),1590* 1545 (S, 2), 1544 (S), 1561 (S), 1564*, 1573 (S), 1576 (S), 1590**, 1592 (L), 1593(L) 1571 (2), 1573 (2), 1583 (CODOIN., t. XV, pp. 388-394)
-
Unos capítulos fueron publicados por LARRUGA (1787-1800), t. VII, p. 207. Asimismo SAN ROMÁN las citó insertas en unas Reales ordenanzas del arte de la seda, de 1750, cuya copia se halla en el Ayuntamiento dc la ciudad.
CUADRO 4 (y Il). Ordenanzas de oficios promulgadas en Toledo durante el siglo XVI
Oficio Calceteros Tejedores de tocas o toqueros Tejedores de mantos de burato Cordeleros Guarnicioneros y cinteros Carda y peine Anafayas y herbajes Gorreros Uunto a los boneteros en tiempos del empcrador) Esparteros
Fecha de primera ordenanza 1552 (1) Sin fecha, quizá de 1553 (4) Sin fecha, quizá de 1560** 1561** 1565 (2) 1565* 1577 (L) (S) 1581-1583 (2) 1588 (2)
Revisiones durante el siglo XVI 1564(1),1587-1588** 1592(4) -
Sin fecha** 1588(4)
-
Junto la fecha de promulgación o de reforma, total o parcial, se inse11a un símbolo, para la consulta de dichas ordenanzas: * referencia tomada de MONTEMAYOR (1996"), sin localizar; ** ordenanzas publicadas por MARTÍN GAMERO en su recopilación; los números entre paréntesis de uno a cuatro indican el número de caja "de ordenanzas de oficios"; (S), caja "Seda, 1500-1650"; y (L), "Libro de Acuerdos Municipales" del año que se indica, en el Archivo Municipal de Toledo. En AMT, Archivo Secreto, cajón 5°, legajo 4°, núm. 14, las ordenanzas de los sastres y jubeteros de 1544.
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Sería sólo a partir de la tercera década del siglo, como muestra el cuadro, que el proceso de redacción de ordenanzas comenzó. Distinguiremos tres grandes periodos: uno inicial, que abarcaría los primeros 25 años del siglo, con la sola aprobación de las de los colcheros en 1519 y de los tintoreros de seda en 1525; un segundo periodo, comprendido entre 1525 y 1575, en que fueron promulgadas o rectificadas 45; y un tercero, hasta 1600, con 14 nuevas ordenanzas o modificaciones. En todo caso, coincide esta evolución con la conocida por la ciudad y la manufactura textil. Fueron redactadas, por lo general, en el periodo de mayor expansión de la urbe, en un contexto de crecimiento económico y desarrollo de nuevas actividades, que exigían una ordenación legal nueva. Fenómeno éste nada original de la Ciudad del Tajo. En toda Europa proliferaron durante el siglo XVI las ordenanzas de oficios. Se pretendía con ello el control y regulación de actividades nuevas, al calor del desarrollo económico de la centuria73 . No descartamos, empero, la pérdida de algunos textos, máxime en los primeros momentos del periodo. Su desaparición adelantaría el proceso de redacción de las mismas y el asentamiento del sistema gremial a un momento anterior al deducido del cuadro precedente. Aun así, sorprende la relativa demora de la fecha de las primeras ordenanzas de algunos oficios, como el de tejedores de seda, de 1533 74 • Baste comparar lo ocurrido en otras ciudades. Según CÓRDOBA DE LA LLAVE Y FORTEA, las primeras ordenanzas de la seda en Córdoba datarían de 1478, con una renovación posterior en 1503 ó 1504, y después en 1529, copia de las de Granada 75 • Y, en la antigua
73
CARLÉ (1954), p. 192.
No obstante, en 1529, fueron elegidos veedores y examinadores del arte de la seda: LA M, 1526-1541, p. 35; AMT, LM, 001. ¿Existían unos capítulos anteriores, de los cuales no conservamos su texto? Así lo sugieren algunas referencias para que se cumplieran ciertas normas, de cronología anterior a 1533. De lo contrario, no se comprende la finalidad de unas autoridades encargadas de la observancia de una legislación inexistente. Con todo, es imposible determinar sus fines y carácter, y menos aun su ámbito y cronología. 75 CÓRDOBA DE LA LLAVE (1989), p. lOO. FORTEA (1990), p. 313. 74
96
capital nazarí, en 1501 se publicaron las primeras ordenanzas76 • Resulta evidente, pues, el retraso de la redacción de ordenanzas sobre la seda en Toledo, frente a lo acontecido en otros centros. Ello, quizá, por el más tardío desarrollo de la sedería en la Ciudad del Tajo respecto a otros núcleos del sur peninsular. Para una mejor comprensión de dicho proceso, es ilustrativo el CUADRO 5, con las fechas de primera promulgación de ordenanzas en las principales ciudades castellanas. CUADRO 5. Año de primeras ordenanzas algunos oficios textiles en las principales ciudades castellanas Año
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Equivalencias: C: Córdoba; G: Granada; S: Sevilla; T: Toledo.
76
GARZÓN PAREJA (1972).
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Dicho proceso de redacción se centró en los oficios y arte de la seda y en la confección. El trabajo de lana recibió las ordenanzas de 1529 para todo el sector, no más. Sólo los tintoreros de pafios y los tundidores redactaron textos separados, pues las de la carda y peine de 1585 son copia de las segovianas de 20 afios antes. En cambio, los boneteros, quizá tras la seda el oficio más numeroso, promulgaron ordenanzas propias a lo largo de todo el siglo. Regulaban éstas algún sector o actividad, con frecuencia un oficio. Su carácter era muy variado, según la actividad y el momento de redacción. Empero, todas o la mayoría compartían ciertos rasgos comunes, no sólo en la ciudad de Toledo, sino en Castilla y aun en un contexto más amplio. En primer lugar, la mera existencia de ordenanzas denotaba la relevancia alcanzada por una actividad. Eran, por tanto, el reconocimiento del oficio, entendido como el conjunto de personas ocupadas en un mismo trabajo mecánico; y a veces, también, el de la cofradía o del gremio, cuando no su constitución "ad hoc,,77. Luego, quedaba regulado todo aquello relacionado con la manufactura: producción, características técnicas, obra falsa. Sólo en último lugar, se establecía la estructura de dicho gremio o cofradía, con sus cometidos, sus medios y organización interna: veedores, examinadores ... No obstante, cada oficio atendió determinados aspectos. Ello implica, a pesar de ciertos rasgos comunes a todas las ordenanzas, otros específicos de cada una. La iniciativa primera de su redacción partió siempre de quienes ejercían cada oficio. Así lo indican las ordenanzas cuando afirman que el "gremio reunido ... " o que fueron presentadas por los oficiales/maestros. Lo cual no suponía la participación de todos ellos en las consultas y redacción de los capítulos. De la lectura de diversos procesos insertos en ellas adivinamos la diferenciación socio económica existente en su seno. Un reducido número de maestros, con mejor posición 77
Existieron, no obstante, excepciones. En algún caso las ordenanzas no supusieron el reconocimiento o creación de gremio o cofradía alguno. Por ejemplo, en las ordenanzas del cortinaje y pasamanería de 1525. En cambio, con la reforma de 1585, fue reconocida la cofradía de Nuestra Señora de la Salud, asociada a dicho oficio. AMT, Ordenanzas de oficios, caja la.
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económica, controlaba la institución y dirigía su redacción. Proceso común a otras ciudades y descrito con anterioridad para Córdoba78 . En otras ocasiones, aquella minoría pretendió redactar nuevos capítulos, aun a costa de la oposición de los demás miembros del oficio. Como en 1592, cuando se pretendió para el arte de la toquería. Ambas partes, tanto la favorable como la contraria a dicha redacción, se acusaban de ser los menos y de actuar contra la mayoría79 • Una vez redactadas, las ordenanzas debían ser "pasadas por ciudad". El proyecto era enviado al Ayuntamiento, para su conocimiento. Allí recibía las modificaciones oportunas y era remitido a otros grupos interesados en su contenido, aunque no fueran del oficio, como los mercaderes. El Ayuntamiento "diputaba" una comisión de un regidor y un jurado para proponer las alegaciones pertinentes y recabar cuantas fueran presentadas. En otras ocasiones, dichos diputados redactaban el texto, a partir de la consulta de "maestros peritos e(n) (e)l arte y de otras personas"so. En aquel momento, como veremos después, los mercaderes hacían valer todas sus posibilidades e influencia para imponer sus intereses. Asimismo, su papel se acrecentaba, dada su intervención en todo el proceso productivo y la notable acogida de sus propuestas en el Ayuntamiento. La institución municipal, sin participación de organizaciones gremiales, estaba compuesta de no pocos regidores y jurados dedicados a actividades comerciales o mercantiles 81 • La pugna entre mercaderes y oficios, y sus respectivos intereses, no tardaba en surgir. Si importantes eran las divergencias entre los maestros en el momento de redactar los capítulos, mayores eran las existentes con los mercaderes. De todo ello han dejado constancia los procesos de apelación que, FORTEA (1980), pp. 380-381. Por ejemplo, cuando fueron reformadas las ordenanzas de los sastres en 1601, sólo once maestros se hallaron presentes en la concesión del poder para ello. AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2". 79 AMT, Ordenanzas de oficios, caja 3". 80 "Ordenanzas de los guarnicioneros y cinteros, 1565". AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2". 81 ARANDA PÉREZ (1992), pp. 95, 97 Y 134; Y (1999), pp. 150-151. El caso Iyonés, paradigmático, en GASeON (1971), t. 1, pp. 408-413. 78
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en algunos casos, se adjuntaron a las ordenanzas. Todos ellos recogen un enfrentamiento entre los maestros y mercaderes por dirimir el modo de organizar la producción. Éste se centraba, como tema principal durante la segunda mitad del siglo XVI, en el método de elección de los veedores, en sus prerrogativas para la inspección y en el papel del mercader en todo el proceso productivo. Tomemos como ejemplo el pleito entre los tejedores de seda y los mercaderes. Las ordenanzas prohibían que nadie que no fuera maestro examinado tuviera telares a su cargo, sólo en su casa, y no más de tres aprendices, o cuatro para tirar de las cuerdas 82 . Los veedores, además, tenían facultad y obligación de inspeccionar cualesquier casas, de la ciudad y hasta 20 leguas a la redonda, en tierra de realengo o de señorío, fueran de artesanos o de mercaderes. Éstos, en cambio, se mostraron siempre contrarios a tales medidas, y apelaron de fonna reiterada, pues mermaba su capacidad de influencia. Por tanto, para evitar los fraudes y chantajes, pidieron tener también ellos facultad para visitar a los "tejedores de suyo", siquiera en compañía de veedores y sobreveedores. Tales prevenciones de los maestros frente al capital mercantil fueron, empero, insuficientes. Como veremos más adelante, la existencia de ordenanzas no impidió que el mercader -verlager- se erigiera en auténtico director y protagonista de la actividad textil. Redactado el proyecto definitivo en el Ayuntamiento, era enviado al "Consejo de su Magestad". En él se harían de nuevo las alegaciones oportunas y las modificaciones pertinentes. Al Consejo acudían, de nuevo, maestros y mercaderes en sus procesos de apelación resueltos en primera instancia en el ámbito local. El Consejo veía el proyecto y las alegaciones; por último, redactaba un texto definitivo. Éste era remitido por segunda vez al Ayuntamiento, "pasado por ciudad", y luego aprobado y pregonado en las principales plazas de Toled0 83 • Tan complicado proceso de redacción y aprobación hacía que Caps. XL VII, XL VIII Y LVIII, "Ordenanzas del arte de la seda del año 1545". AMT, Seda, 1500-1650. 83 Similares procesos han sido descritos para Córdoba, Segovia y otras ciudades castellanas. 82
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los plazos entre el primer proyecto y su pregón en la ciudad fueran muy amplios. No fue raro que se prolongaran uno, dos ó más años. Valga como ejemplo el siguiente: "Ordenanzas del ofizio de toeas y velos heehas el a(ñ)o de 1592. Pleyto que se siguio entre los maestros del d(ic)ho ofi(ci)o y mercaderes de d(ic)hos generos sobre que la Ziu(da)d las aprovasse. Y estando pendiente el a(ñ)o de 1599, por d(ic )hos maestros se presentaron en la ziu( da)d d(ic)has ordenanz(a)s con provision p(ar)a que se hiciesen dilig(encia)s sobre su confirmacion. Y bolbieron hazer eontradiz(i)on d(ic)hos mercader(e)s, y se bolbio a continuar el d(ic)ho pleyto. El qual fue en apelaz(i)on a Valladolid, adonde se siguio entre d(ic)hos maestros y mercaderes. Y se despacho ex(ecuto)ria el a(ñ)o de 1602 en que se manda no aya hordenanzas de d(ic)ho ofi(ci)o, y que solo se ponga precio en el bender"s4.
Mientras tanto, las antiguas, o las nuevas con carácter provisional, eran aplicadas. Éstas, sin embargo, sólo entrarían en vigor cuando lo aprobara el Ayuntamiento, no el oficio; y cuando el original de las precedentes fuera entregado al Ayuntamiento y guardado en su archivo, razón por la cual hoy las conservamos. Control municipal no sólo exclusivo de la ciudad de Toledo, mas de ámbito castellano o europeo. Así, cuando en Lyon se recibió la "pragmática real" para la creación de las "jurandes", la municipalidad se opuso a la publicación. De hecho, en la ciudad del Saona nunca existieron jurandes y el trabajo fue libré 5 . Principales aspectos de las ordenanzas
Las nuevas ordenanzas, en algwlOs casos, no contenían grandes diferencias con sus antecesoras 86 . Sin embargo, a través AMT, Ordenanzas de oficios, caja 33 • Caso que no fue único: las ordenanzas de los colcheros, aprobadas en 1519, fueron confirmadas sólo en 1540; y las del cortinaje y pasamanería de 1525, tras 6 años, aún no habían recibido confirmación. 85 GASeON (1971), t. Il, pp. 680-681. 86 Los mercaderes redactaron memoriales y presentaron quejas de que, so pretexto de nuevas ordenanzas, sólo se quería cambiar el método de 84
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de tales cambios, adivinamos la evolución de cada oficio. Aquéllas de principios de siglo poseen un carácter más sencillo, con un articulado más breve, sin especificaciones técnicas tan exhaustivas como las posteriores. En ellas se constituían las figuras de veedor y examinador con sus funciones, el periodo de aprendizaje y el examen de ingreso en el oficio, así como las penas contra la obra falsa y el fraude. Ya antes de la década de 1550, adquirieron mayor complejidad: se fortalecieron las figuras de veedores y examinadores, el examen de ingreso y las categorías de aprendiz, oficial y maestro se asentaron de modo definitivo, la regulación del trabajo y de la producción fue cada vez más minuciosa y las penas fueron incrementadas. Se pretendía con ello reforzar el sistema gremial en sus aspectos fonnales y, al tiempo, guardar la posición de quienes se hallaban en la cúspide del sistema productiv0 87 • Confonne avanzó el siglo, la regulación de los aspectos técnicos de la producción se hizo más detallada. Aquella mayor complejidad estaba justificada. Hacia 1500 en Toledo se tejían tocas, terciopelos, rasos y damascos, para lo cual eran necesarios detenninados hilos. Debía existir, por tanto, coordinación entre las madejas que producían los hiladores y las calidades demandadas para las telas 88 . Con el tiempo, aparecieron nuevos tejidos más ligeros, como el terciopelo de aguas. La necesidad de nuevos hilos fue entonces evidente. Las ordenanzas, pues, incorporaron aquellos cambios, obligados por los acontecidos en la moda, los gustos y posibilidades en el vestido. En efecto. Si con el tiempo fueron más complejas, no se impute a un espíritu "ordenancista" desenfrenado de organizaciones gremiales y autoridades locales, deseosas de erigir particularismos y crear privilegios. Aquel desarrollo
elección de los veedores, tan favorable a sus intereses a partir de 1552: AMT, Seda. 1500-1650. De hecho, en más de una ocasión, los mercaderes fueron los más firmes partidarios en la estabilidad del sistema ordenancista. 87 FORTEA (1980), pp. 380-386. Sg De hecho, en las primeras ordenanzas de torcedores de seda se distinguía entre los hilos para tocas y para el arte mayor, incluso con la elección de tres veedores: dos para el tejido de ancho y uno para la toquería.
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enraizaba en la mayor complejidad que adquiría el proceso productivo, de la cual era fiel reflejo. El cambio técnico y del vestido imponían nuevas formas de trabajo. Tales transfon11aciones eran recogidas por las ordenanzas cuando éstas eran renovadas o revisadas. El problema surgía si eran muy antiguas. En el caso de los torcedores de seda, fue el motivo esgrimido para su revisión en 1571, la antigüedad del texto y su no correcta adecuación al trabajo realizado entonces. No obstante, era imposible que ninguna ordenanza recogiera las "innovaciones" aparecidas a cada momento. Muchas tenían un carácter temporal o pasajero; otras, escasa repercusión como para ser incluidas o quedar reflejadas en el articulado. Fue una de las razones esgrimidas por quienes se oponían en 1592 a su redacción en el oficio de la toquería. Argumentaban que, como oficio de mujeres, los cambios y las invenciones eran constantes, casi diarios; por tanto, lo absurdo de redactar unos capítulos pronto desfasados 89 • Empero, éstas parecen objeciones menores. Más importante sería el coste de tal cambio, tanto para el oficio como para el Ayuntamiento. Toda normativa, cualquiera que sea su carácter, alberga en sí un propósito de perdurar en el tiempo. Se hace impensable el cambio de una ley pasados unos meses, uno ó dos afias tras su promulgación. Es necesaria cierta seguridad jurídica, que aportaban las ordenanzas. Tal seguridad sería imposible de ser continuos los cambios en la ley, con periodos de adaptación solapados, y su desconocimiento por los interesados90 . Ello Juan de Sarantes, maestro de la toquería, y uno de los testigos llamados para deelarar en el pleito entre ambas partes, "a la se sta pregunta dixo que sabe que en el d(ic)ho arte e oflici)o de la toqueria, por ser arte y trage de mugeres, de hordi(nari)o ay nuebas ynbenyiones, e labores e usos nuevos, e a este rrespeto cada dia se podrian hazer hordenanzas nuevas, por lo q(ua)1 le pareze a este testigo que no es of(ici)o ni arte en que aya eosa por lo que d(ic)ho e deelarado tiene". En "Pleyto que se siguio entre los maestros del d(ic)ho ofi(ci)o y mercaderes de d(ic)hos genero s sobre que la Ziu(da)d las aprovasse", fol. 32v; AMT, Ordenan::as de oficios, caja 3". 90 La mayoría de las ordenanzas, tras su pregón público en las prineipales plazas y calles, entraba en vigor. Se establecía entonces un periodo de varias semanas o meses para la venta y consumo de toda la posible obra falsa, y
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habría provocado la desconfianza general de artesanos, mercaderes y consumidores, y habría privado al sistema de una de sus principales razones de existencia: la estabilidad, concepto tan caro en todos los ámbitos de la sociedad de la época, y en la cual se basaban las relaciones entre productores y consumidores. En segundo lugar, no descartamos el coste del cambio para los interesados. Hemos visto el largo proceso que debía superar toda ordenanza hasta su publicación, en tiempo y en dinero. Podía ocurrir, como así fue, que el Ayuntamiento, que debía correr con los gastos de "tramitación", careciera de recursos suficientes. Fue lo acaecido en 1594, cuando se quiso enviar a la corte una comisión para moderar la pragmática del año anterior')!: el Ayuntamiento no disponía de fondos y fue 92 sufragada por el "arte de la seda" con sus propios fondos • Otras veces, la duración de tales gestiones desanimó la redacción de nuevos capítulos, como el caso de los cinteros. O los previsibles conflictos que surgirían en dicho oficio, entre sus miembros, o con otros sectores, con los mercaderes, como el aludido ejemplo de los cinteros. Incluso, el enfrentamiento podía ser entre oficios diferentes 93 . Así ocurrió en 1560 entre los tintoreros de seda y los tintoreros de paños sobre el tinte de los mantos de burato, que acabó en pleit0 94 . No tenemos la sentencia última. Desconocemos, pues, su resolución. Empero, los testimonios aportados por ambas partes descubren los contrapuestos intereses que podían surgir entre oficios cercanos con el inicio de nuevas ordenanzas. Acaso éste no fuera el único ejemplo, e inconvenientes semejantes alguna vez desanimaron la redacción de nuevos capítulos. para que los afectados se familiarizasen con los nuevos artículos. Cap. LXXVIII, "Ordenanzas del arte de la seda", 1554; AMT, Seda, 1500-1650. 91 El texto de la pragmática en Nueva Recopilación ... , lib. V, tít. XII, ley XXIlI, fol. 32. 92 LAM, 1593, pp. 677-681 Y 689-692; AMT, LM, 021. 93 JACQUES (1972), pp. 30 Y ss. LÓPEZ GARCÍA (dir.) (1998), p. 387. 94 AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2". Acerca de los mantos de burato, cf. HERRERO GARCÍA (1945).
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Una vez aprobadas, las ordenanzas regían la actividad del oficio y de todos sus miembros. Ello a través de la regulación de diversos aspectos básicos: acceso al oficio, categorías laborales, control y calidad de la producción, supervisión de los apartados anteriores, derechos o penas por infracciones. El primer paso para el desempeño de un oficio era el cumplimiento de un periodo de aprendizaje, que culminaría con el examen. Aprendizaje y examen merecieron siempre la atención de las ordenanzas. Sus artículos regulaban toda posible contingencia. Cuando alguien entraba en servicio como aprendiz con un maestro, debía asentarse contrato ante escribano y en libros que al efecto tenían los oficios. En el contrato se estipulaba el tiempo de aprendizaje, las condiciones de trabajo: alojamiento, manutención, vestido; el pago recibido al final del servici095 . Tanto en las ordenanzas como en los contratos de aprendizaje se prohibía la fuga del aprendiz, o el cambio de maestro sin el consentimiento de éste; en caso contrario, el maestro agraviado debía ser resarcido y el aprendiz finalizar su servicio con el nuevo maestro en las condiciones del contrato primitivo. Se limitaba, además, el número de aprendices por maestro, por lo general en dos. La historiografía ha visto en todas estas disposiciones medidas para evitar la excesiva diferenciación entre los maestros. Las ordenanzas justificaban dicho límite en la buena enseñanza del oficio para el aprendiz, imposible si un maestro se hacía cargo de un elevado número. Sin embargo, nunca se prohibió que un maestro acogiera en un taller otros maestros a su servicio, y éstos, sus correspondientes aprendices. Se trataría, pues, más que de una medida indirecta para limitar el acceso a la maestría y el posible desajuste entre población activa y demanda del mercado, y reducir la competencia; de una forma de reparto del trabajo, para evitar que los maestros más pobres cayeran en el
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Aunque para una época posterior, el Ayuntamiento de Toledo conserva alguno de estos libros, del oficio de la pasamanería. Para otros ejemplos distintos del toledano, BUCHBINDER (1991), pp. 31 Y ss, Y 46-47. CARANDE (1976), pp. 469-470. FORTEA (1980), pp. 359-361. JACQUES (1972), pp. 71 Y ss.
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paro continuo y en la miseria más absoluta, frente a la presión ·d os 96 . . de mercad eres y maestros ennquecl Tras el fin del periodo de aprendizaje, entre 2 y 8 años, según el oficio, el aprendiz debía superar el examen. De conseguirlo, recibía la categoría de maestro; ya podía trabajar por su cuenta. No obstante, se establecía un periodo de transición, entre 1 y 2 años, de permanencia con su antiguo maestro, como de "laborante,m. En caso de no superar el examen, el contrato de aprendizaje finalizaba; el aprendiz adquiría la categoría de oficial y quedaba libre para trabajar a las órdenes de cualquier maestro. Aprendiz, oficial y maestro, fue la jerarquía laboral instituida en Castilla como medio de organización del trabajo, sancionada por las ordenanzas. Sin embargo, no siempre que se establecía la existencia de examen se regulaba cómo sería, qué debía hacer el aspirante, o su duración. En estos casos, la propia voluntad de los examinadores determinaba el carácter de dicho examen. A veces, las ordenanzas, como las de los sastres, especificaban de qué obras debía examinarse el aprendiz y la duración del examen, nunca superior a dos días 98 • Era un modo de equiparar a cada aspirante con una mínima equidad. Además, y lo que más nos interesa, cuando se detallan las obras a realizar, son una oportunidad para conocer al menos la producción cualitativa, si no cuantitativa, en determinado momento, y qué se consideraba más importante. Otras, se establecía un examen, pero no las obras de que debía examinarse el todavía aprendiz. Quedaban, pues, al arbitrio de los examinadores, a menudo las
Desde el siglo XVIII, una amplia representación del pensamiento y teóricos de la economía o las ciencias morales ha visto en estas medidas un supuesto carácter cerrado, igualitario y monopolista de las ordenanzas. No es nuestra intención refutar ahora una postura con un origen y condicionantes económicos e intelectuales muy concretos. Pero sí remarcar que existieron otros factores, como evidencia el caso toledano, que trataremos más abajo. 97 Caso excepcional fue la bonetería: las ordenanzas de 1597 establecieron un periodo de aprendizaje de cuatro años, seguido de otro como laborante de cuatro años más. 98 Cap. J, "Adiziones y declaraciones sobre las hordenanzas del oficio de los sastres, 1612", fols. 3r-4v. AMT, Ordenanzas de oficios, caja 2a • 96
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mismas personas que los veedores 99 . Todo ello motivaba frecuentes protestas. Recogidas incluso en las ordenanzas. Denunciaban la parcialidad de los examinadores y la existencia de corruptelas, cuando se prohibía que ningún examinador, "por amor, ny debdo, ny ynterese ny otra cosa yli