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Spanish Pages [194] Year 2018
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El mundo según Trump
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Entrevistas con Henri Houben, Mohamed Hassan, Majed Nehmé, John Catalinotto, Bruno Drweski y Säid Bouamama
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© Michel Collon y Grégoire Lalieu, 2016 1.a edición: Editorial El Viejo Topo, Investig’Action, Barcelona, 2017 2.a edición: Editorial de Ciencias Sociales, Soygraf. UEB Gráfica de Holguín, Cuba, 2018 © Fundación Editorial El perro y la rana, 2018
Diseño de colección
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Mónica Piscitelli
Imagen de portada y diagramación María Fernanda Oyuela
Edición José Zambrano
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338.973 C714
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Francesco Sarpi
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Collon, Michel y Lalieu, Grégoire. El mundo según Trump: Entrevistas con Henri Houben, Mohamed Hassan, Majed Nehmé, John Catalinotto, Bruno Drweski y Säid Bouamama. Caracas. Fundación Editorial El perro y la rana, c2018. 107 pp. Colección Alfredo Maneiro. Política y gobierno.
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Incluye bibliografía.
1. Estados Unidos - Política económica. 2. Estados Unidos - Política y gobierno. 3. Estados Unidos - Relaciones exteriores. 4. Trump, Donald, 1946. I. Lalieu, Grégoire. II.
Hecho el Depósito de Ley Depósito legal: DC2018001289 ISBN: 978-980-14-4243-1 IMPRESO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
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La colección ALFREDO MANEIRO. POLÍTICA Y SOCIEDAD publica obras necesarias, capaces de desentrañar el significado de los procesos sociales, políticos y económicos que dictaminan el curso del mundo actual. Venezuela tiene un papel activo y determinante en la escena global contemporánea, de allí la importancia del pensamiento, la investigación, la crítica, surgidos del análisis y la comprensión de nuestra realidad. Firmes propósitos animan esta colección: por una parte, rendir homenaje a la figura de Alfredo Maneiro, uno de los principales protagonistas de los movimientos sociales y políticos que tuvieron lugar en Venezuela durante los duros y conflictivos años sesenta y ochenta del siglo pasado; y por la otra, publicar libros que permitan difundir temas e ideas medulares de nuestro tiempo. Está conformada por cuatro series: Pensamiento social, Cuestiones geopolíticas, Identidades y Comunicación y sociedad. PENSAMIENTO SOCIAL es un espacio para el debate teórico en torno al ideario económico, político y social que ha perfilado el devenir histórico latinoamericano y caribeño. Igualmente, sirve para problematizar y profundizar el espíritu emancipador de nuestro continente. CUESTIONES GEOPOLÍTICAS sirve de foro para la creación de una nueva cartografía contrahegemónica del poder mundial, a través de la exploración en los ámbitos económicos, sociales, políticos y culturales de las relaciones Norte-Sur y Sur-Sur, sus estrategias e implicaciones para la humanidad. IDENTIDADES indaga en la diversa gama de culturas ancestrales y populares latinoamericanas, en la búsqueda de los aspectos que nos definen como pueblos. COMUNICACIÓN Y SOCIEDAD aborda los diferentes temas de la comunicación, a partir de sus dimensiones políticas y sociales, en relación con los problemas del mundo contemporáneo.
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MICHEL COLLON Y GRÉGOIRE LALIEU
El mundo según Trump
Traductores
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Entrevistas con Henri Houben, Mohamed Hassan, Majed Nehmé, John Catalinotto, Bruno Drweski y Säid Bouamama
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Alex Anfruns, Yurinis Prieto
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Agradecimientos a la primera edición:
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al equipo de Investig’Action: Alex Anfruns, Miléna Trivier, Eric Pauporté, Olivier Ndenkop, Raffaele Morgantini, Michèle Janss, Elisabeth Beague, Ricardo Vaz. Gracias a nuestros numerosos colaboradores: Anne, Asma, Badia, Benoît, Bruno, Carlos, Carolle, Célestine, Charles, Cheikh, Chris, Christophe, Claire, Daniel, Daniel, Delphine, Denise, Dominique, Emmanuel, Esteban, Fabien, Fatima, Fatima, Federica, Frédéric, Frédéric, Freddy, Goran, Hamdan, Houyam, Jacques, Jean, Jean-Jacques, Jean-Marie, Jean-Pierre, Joël, Julian, Leona, Lucas, Majed, Manuel, Mark, Marlène, Maxence, Maxime, Mehdia, Michaël, Mohamed, Naïm, Nico, Olivier, Paolo, Parfait, Pascale, Patrick, Patrick, Pierre, Pedro, Philippe, Philippe, Philippe, Rémi, Saïd, Samia, Sarah, Sarah, Simon, Stanley, Tina, Viktor...
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Y a todos nuestros mecenas: sin vuestra preciosa ayuda, Investig’Action no podría existir. ¡Todos somos periodistas! GRÉGOIRE Y MICHEL MAYO, 2016
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Primera parte
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CAPÍTULO 1
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LAS CAUSAS ECONÓMICAS DEL DECLIVE DE ESTADOS UNIDOS
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Entrevista con Henri Houben. Economista y miembro de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (Association pour une Taxation sur les Transactions Financières pour l’Aide aux Citoyens, ATTAC), Bruselas.
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¿La controversia Trump-Clinton se debe al declive de la economía de Estados Unidos? El declive es relativo, pero es una realidad que los problemas económicos juegan un papel fundamental.
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Estos problemas, ¿son nuevos? No, aparecieron después de 1945, pero se acentuaron a partir de los años 60 cuando las empresas estadounidenses fueron puestas en aprietos por sus competidoras alemanas y, sobre todo, japonesas...
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¿Es un problema de competitividad? Sí, los japoneses se encargaron primero del mercado de “baja gama” para crecer poco a poco, mientras que las empresas estadounidenses retrocedían sin cesar, al no contar con una estrategia global... De hecho, privilegian la rentabilidad y se concentran espontáneamente en la gama alta, sin tomar en cuenta que la baja gama permite un mayor volumen para asegurar las economías de escala. De modo que progresivamente se hacen expulsar del mercado.
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¿Qué quiere decir? Que no reaccionan de manera coordinada, mientras que los japoneses tienen una estrategia muy organizada. Primero, sus métodos de producción, iniciados por Toyota, hacen que el trabajo sea mucho más intensivo y más lucrativo para el empresariado. Luego, su sistema de crédito es mucho más eficaz. Por último, un ministerio, el Ministerio de Comercio Internacional e Industria (MITI), despliega una estrategia global del Estado para apoyar a sus industrias exportadoras. El resultado es que las empresas japonesas eliminan progresivamente a sus competidoras estadounidenses de importantes sectores industriales: electrónica, fotografía, maquinarias... El sector del automóvil también está bastante afectado. No obstante, Estados Unidos conserva un predominio en sectores de punta como la aeronáutica (sobre todo militar), los servicios informáticos, las biotecnologías, la industria espacial (aunque la competencia se intensifica en algunos de estos sectores).
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¿Pero de qué manera esta vieja historia provoca problemas hoy en día? Porque la respuesta de las firmas estadounidenses en estos sectores ha consistido en “deslocalizar” su producción hacia países del tercer mundo, con el fin de producir mucho más barato. Eso comenzó en los años 60 y supuso el inicio de la desindustrialización en el mismo territorio de Estados Unidos.
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Así que, ¿fue el mismo Estados Unidos el que inventó la deslocalización? Sí. Ya sea porque las firmas se deslocalizaban ellas mismas para ir a buscar una mano de obra menos cara, o porque cerraban sus puertas, y las empresas que se abastecían en ellas entonces iban al tercer mundo para hacerlo. Por otra parte, al importar a muy bajo costo los alimentos, ropa y otros productos básicos, se mantenían los salarios de los trabajadores bastante bajos y eso reforzaba la “competitividad”, como se dice, de las empresas de tecnología de punta estadounidenses.
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En cualquier caso, desde los años 80, no han parado de alardear acerca del crecimiento de la economía estadounidense, diciendo que “impulsaba” la economía mundial... Es exacto, pero hay que fijarse bajo qué artificios. Porque un segundo factor de crisis debilitó muy rápidamente esta economía: la creciente desigualdad de los ingresos. Aproximadamente entre 1950 y 1980, el reparto entre los diferentes estratos sociales se mantuvo estable. Pero a partir de 1981 hubo un vuelco: el presidente Reagan conducía en aquel entonces una política neoliberal agresiva contra los sindicatos, con el objetivo de reducir los salarios y las ventajas sociales conquistadas tras la Segunda Guerra Mundial. Solo se incrementaron fuertemente los ingresos y el patrimonio de los más ricos. Para el 90% de la población, el ingreso real se mantuvo estable, con algunas variantes. En realidad, el crecimiento del que usted habla solo benefició a los más ricos, sobre todo al 1% de los más acomodados.
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Y, entonces, ¿eso no aumenta realmente el consumo global de los hogares? Eso va a conducir a un tercer gran problema. Puesto que se bloquea el aumento de los salarios, ¿qué es lo que va a empujar el crecimiento? El importante endeudamiento de los hogares. Entre 1985 y 2007, el crecimiento de Estados Unidos es menor que en los años 50 y 60, pero tira adelante gracias al consumo privado. Como el poder de adquisición de la mayoría no aumenta, debe hacerse mediante el endeudamiento. Por ello podemos decir que es un crecimiento artificial. De manera general, los economistas consideran que el consumo de los hogares puede representar un 60% del PIB (la riqueza total producida por un país en un año). Pero en Estados Unidos, alcanza ¡un 70%! No es algo muy ortodoxo. Además, se empujará a los hogares hacia la bolsa. Usted debe saber que en Estados Unidos la mitad de la población posee títulos (principalmente vía los fondos y los fondos de pensiones) y puede obtener de ese modo un préstamo que alcanza hasta el 50%, incluso el 100% del valor de esos títulos. Esto tuvo un impacto muy negativo en la economía de Estados Unidos durante las crisis bursátiles de 2000 y 2008. 15
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En resumen, usted nos dice que esta economía, aparentemente fuerte, no es para nada sana... Y eso no es todo. Un cuarto factor va a empeorar la situación. Al abastecerse masivamente en el extranjero de lo que ya no produce en su propio suelo, Estados Unidos desequilibra lo que llamamos la balanza comercial, es decir, la relación entre lo que el país vende y lo que compra. Si esa balanza está desequilibrada, porque el país compra demasiado, entonces debe buscar capitales en el extranjero. Pueden presentarse bajo tres formas: 1) Una inversión, 2) Un puesto en títulos (inversiones en acciones u obligaciones), y 3) Un préstamo.
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¿Es importante esta diferencia? Sí, estamos hablando de montos de más de quinientos mil millones de dólares netos por año en compras (ingresos menos gastos), es decir, entre un 3% y 5% del PIB. Para compensar, las ventas en el extranjero deben aportar, cada año, más de quinientos mil millones de dólares netos. En caso contrario, las cuentas exteriores están desequilibradas, el valor del dólar cae en picada y el sistema monetario internacional estalla, porque está basado en el dólar. Por consiguiente, muchos de los países extranjeros que disponen de dólares los invierten en la bolsa de Nueva York.
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Lo que provoca un incremento de esta bolsa... Sí, entonces los hogares estadounidenses son teóricamente más ricos, por lo que compran más y ese círculo vicioso también reactiva la economía mundial. Hasta que... Hasta que la bolsa colapsa. Se derrumba por primera vez en el 2000, y fue Nasdaq, la bolsa de las nuevas empresas tecnológicas, el “corazón innovador” de la economía estadounidense, el que colapsa. Un profundo choque, un verdadero crac.
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¿Y cuál fue la solución que encontraron las autoridades estadounidenses? El banco central, el Federal Bank, bajó las tasas de los créditos y empujó a los hogares a que se endeudaran para comprar sus casas mediante enormes préstamos. Esta huida hacia adelante será de alguna manera “apoyada” por la crisis financiera que se produjo en Asia del Sureste en 1997. Esta región había vivido un fuerte crecimiento en los años 80, pero entonces todos los capitales se ven obligados a buscar un refugio...
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¿Lo encontrarán en Estados Unidos? ¡Por supuesto! Un billón de dólares suplementarios terminó por llegar a la Nasdaq. ¡Lo que creó una burbuja fenomenal!
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Se tiene la impresión de que la bolsa es en el fondo como la famosa pirámide de Ponzi, en la que un estafador pide un préstamo a tasas elevadas y reembolsa a medida que recibe el dinero de los nuevos prestamistas, de manera que cuando el conjunto se descalabra, el último que llega paga por los demás. Se podría decir que sí. Lo cierto es que esta crisis es el resultado directo de la política de Ronald Reagan (1981-1988) y de Bill Clinton (1993-2000) a favor de la “liberalización” de los bancos. El ministro de Finanzas de Clinton, Robert Rubin, había eliminado las reglas de prudencia impuestas a los bancos después de la terrible crisis de 1929; unas reglas que imponían la separación de actividades entre inversiones (a largo plazo) y los servicios de préstamos y depósitos. Efectivamente, un banco debe poder hacer frente a retiros masivos; pero si ha inmovilizado sus fondos en compromisos a largo plazo, no podrá hacerlo. ¿Esto jugará un papel en 2008, cuando se produzca la crisis de las hipotecas de alto riesgo? La crisis de las hipotecas de alto riesgo se produjo porque se le habían hecho préstamos “generosos” a gente que no era para nada solvente. Ahora bien, al avizorar el peligro, los bancos se protegieron 17
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con la titulización de esos créditos: es un mecanismo complicado en el que cada uno le pasa los riesgos a un tercero. El interés de los bancos es doble: por una parte, cobran comisiones de los créditos muy arriesgados que han pasado a otras personas, que no son conscientes del riesgo. Incluso si no es muy elevado, es un ingreso seguro. Por otra parte, eso no inmoviliza su capital, de manera que pueden continuar prestando en buenas condiciones a clientes solventes, porque los créditos de hipotecas de alto riesgo ya no están en sus cuentas sino en “vehículos de inversión estructurada” (SIV).
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Y este sistema se rompió la crisma... Porque los bancos no habían previsto el colapso de todo el mercado al mismo tiempo.
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Pero las autoridades estadounidenses, ¿no eran conscientes de crear una burbuja que iba a estallar? Sí, Alan Greenspan, el jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), era perfectamente consciente de ello. Pero después del crac del Nasdaq no veía otra solución.
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Por lo tanto, usted nos ha indicado las cuatro causas económicas de esta recesión de Estados Unidos: 1) La deslocalización, 2) La brecha entre los ingresos, 3) El endeudamiento de los hogares, y 4) El desequilibrio de las cuentas exteriores. ¿Pero también hay otros factores extraeconómicos? Sí. La necesidad que tenían de instaurar su hegemonía, primero en el “mundo libre” (Europa y Japón), y luego en el resto del planeta. Esta dominación militar cuesta muy cara y aporta escasos beneficios. La guerra de Vietnam, que duró de 1961 a 1975, fue costosísima: los enormes gastos militares pesaron en la economía de Estados Unidos y el gobierno se vio obligado a endeudarse. Sin embargo, se dice que la guerra activa la economía... Sí, pero básicamente cierta parte de la economía. En detrimento de otros sectores.
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No obstante, la investigación militar, ¿permite desarrollar innovaciones tecnológicas? Sí, es tanto más beneficiosa que es el Ministerio de la Defensa el que paga, es decir, el contribuyente. Pero en este terreno Japón también le ha ganado.
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¿Pero cómo? Si no tenía ejército... Precisamente, al desarrollar sus innovaciones directamente para la industria civil. De modo que llegan más rápido al mercado y están más adaptadas a las necesidades de sus clientes civiles.
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¿Cómo podemos evaluar esta recesión general de la economía de Estados Unidos? El declive más fuerte se constata en la parte estadounidense del PIB mundial. Hace ya bastante tiempo que Estados Unidos no es el motor del crecimiento general. Actualmente, China representa un tercio de este crecimiento. En este plano, Estados Unidos ha cedido su liderazgo. La crisis de 2008 agravó este fenómeno, ya que se originó en Estados Unidos. Bloqueó el motor del crecimiento, que se basaba en el consumo mediante el endeudamiento privado, y eso tuvo repercusiones internacionales. Estados Unidos ya no es el país que impulsa la economía mundial, y esta se mantiene frágil porque no se ha recuperado de una pérdida: más de dos mil millones de dólares solo por consumo estadounidense, sin contar los efectos indirectos en otras economías. Con todo esto, se tiene la impresión de que Estados Unidos es un país virtualmente en bancarrota. Entonces, ¿qué es lo que lo mantiene a pesar de todo en esta posición privilegiada? El papel fundamental del dólar. En la actualidad, todavía es el dólar el que mantiene unido el sistema económico internacional. Pero esto va acompañado por la fe en la hegemonía estadounidense, el hecho de que Estados Unidos representa el refugio necesario.
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¿El refugio, aunque todo vaya mal? Sí, aunque todo vaya mal, se mantiene el papel del dólar como la divisa que asegura al sistema monetario internacional. Se mantiene el dominio tecnológico de Estados Unidos, y la ilusión de que Estados Unidos va bien o no va demasiado mal. Su posición privilegiada mantiene el conjunto de estos elementos. Si una parte tiembla, todo el edificio puede inclinarse.
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¿Es ventajoso para los Estados Unidos atraer de esta manera los capitales extranjeros? Muy ventajoso, ya que no deben pagar sus deudas.
¿Cómo es eso? Aunque el monto de los capitales netos invertidos en Estados Unidos no deja de aumentar, este país paga con servicios financieros en el extranjero menos de lo que recibe.
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Y, ¿era tan ventajoso para quienes le prestaron? No tenían opciones. En aquel entonces, la relación de fuerzas políticas era muy favorable para Estados Unidos. Y si todo el sistema económico se desploma, o es sacudido de raíz, también sufrirá las consecuencias.
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¿De qué países habla usted? De China, de otros países asiáticos y de las petromonarquías, que compensan la salida de quinientos mil millones de dólares netos con la llegada de quinientos mil millones de capitales netos. Y apoyan el presupuesto del Estado. Pero su endeudamiento se ha duplicado. En la economía de Estados Unidos, la deuda pública hoy día ha reemplazado la deuda privada. Actualmente ha alcanzado un 100% del PIB.
¿Por qué hablar del Estado mientras que los capitales privados se invertían en la bolsa? Porque en el momento del crac, los inversores dejan de colocar sus fondos en Wall Street, las cuentas exteriores están desequilibradas y 20
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serán los bancos extranjeros –sobre todo de China– los que taparán el agujero. Lo harán comprando Letras del Tesoro para financiar el endeudamiento estatal de Estados Unidos ¡El banco central chino compra cerca de ochocientos mil millones en estas Letras entre 2007 y 2010!
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Ese reino del dólar, ¿podría tener un fin? Actualmente, a ningún Estado –ni siquiera a China– le interesa que el dólar se derrumbe. Todos ayudan a Estados Unidos salvando su bolsa, para que las acciones que compraron no pierdan su valor. Y mientras el sistema beneficie ampliamente a China, ¿por qué querría que ahora se derrumbara?
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¿Los rusos y los chinos no están buscando una alternativa? Sí, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) quieren comenzar a intercambiar en monedas locales. Como moneda de referencia internacional, China querría reemplazar el dólar por una canasta de divisas diferentes. Está llegando el mundo nuevo multilateral. Esto equilibraría mucho más las relaciones, pero no todo el mundo lo aprecia en Estados Unidos...
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Volvamos a Trump. Amenaza con tomar medidas contra las firmas estadounidenses que hayan deslocalizado su producción. Algunos dicen que eso permitirá proteger a los trabajadores estadounidenses. Eso podría protegerlos a corto plazo, pero ¿funcionará?
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Se anuncia que quiere aumentar los salarios, y algunos de izquierda ven en ello una excelente noticia... ¿Es ese verdaderamente su objetivo o se trata de promesas electorales? En todo caso, si lo aplica, los sectores de la economía estadounidense se volverán menos competitivos. ¿Trump es proteccionista? Si aumenta las tasas de las importaciones, lo es. Dicho esto, hoy día los chinos venden más a Europa que a Estados Unidos. 21
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Ese proteccionismo, ¿es una solución? Hay gato encerrado. Fue Estados Unidos el que inauguró este sistema de globalización y deslocalizaciones. Lo hizo para aumentar su competitividad, sobre todo en sus sectores de punta y para mantener los salarios bajos. Pero ahora, este sistema le parece peligroso. Parecería que Trump desea conservar de la globalización lo que es bueno para Estados Unidos y eliminar lo que es malo. Evidentemente, eso provocaría represalias. Si vienen de un país pequeño, no molestarán a Washington. Pero si los chinos se encuentran frente al proteccionismo, sencillamente devaluarán el yuan...
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¿La guerra comercial mediante la guerra de monedas? Sí. Señalo que todos los acuerdos del G20, por lo demás generalmente vacuos, comienzan por esta cláusula fundamental: nos comprometemos a no embarcarnos en una guerra de divisas. Así pues, hay que evitar el jueguito de las devaluaciones para ganar partes del mercado, un jueguito en el que finalmente todo el mundo pierde.
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Contrariamente a lo que usted dice, algunas personas de izquierda estiman que el proteccionismo es una solución. No hablan de los países del Sur, que efectivamente deben defenderse contra la invasión económica de las grandes potencias. No, hablan precisamente de estas grandes potencias que dominan el mundo de manera imperialista, y nos dicen que la solución sería que se volvieran proteccionistas. ¿Que se hicieran o que volvieran a serlo?
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Efectivamente, ¿el proteccionismo ya ha existido? Sí. El capitalismo ha fluctuado entre esos dos polos. Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña era totalmente librecambista. Sin embargo, desde 1879, Alemania había empezado a aumentar sus tarifas aduaneras y eso concernía igualmente a las colonias. Los otros países europeos, salvo Inglaterra, la siguieron; por su parte, en aquella época, Estados Unidos ya era bastante proteccionista. Para ampliar el mercado, hacía falta conquistar militarmente nuevos territorios. De modo que la batalla por las colonias fue una de las causas fundamentales de aquella guerra.
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¿Y cuál fue el papel del proteccionismo durante la Segunda Guerra Mundial? En el momento en que surge el segundo conflicto, el mundo ya era bastante proteccionista. En aquel entonces, el sistema internacional estaba asegurado por una Inglaterra librecambista, pero en medio de la crisis, eso se volvió imposible para el país. En 1931, Inglaterra también se pasa al proteccionismo y deja devaluar la libra esterlina. En aquel momento, el sistema monetario internacional estalla. Una conferencia internacional intenta recomponer los pedazos, pero fracasa. Entonces se forman tres bloques: uno concentrado en la libra, otro en el dólar y el tercero en el oro, con Francia, Bélgica, Italia y Suiza. Este tercer bloque se desintegra rápidamente, porque debe tener cambios fijos, mientras que los otros bloques dejan flotar sus monedas. Entre los bloques, los bancos centrales aceptan compensar los cambios, lo que permite, a pesar de todo, algo de comercio internacional. Este conflicto va a propiciar el detonante de la guerra.
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Sin mencionar las agresivas intenciones imperialistas de Alemania y de Japón. Por supuesto, pero es precisamente en un período de crisis y de fortalecimiento de la guerra comercial cuando las grandes potencias están tentadas a tomar tales medidas.
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¿De modo que usted nos dice que el proteccionismo contribuyó al estallido de las guerras mundiales? Hay que reflexionar bien. Si los Estados Unidos se pasan al proteccionismo, eso significará que las empresas solo tendrán un territorio para acumular las riquezas que constituyen su capital: su mercado interior. Porque los mercados exteriores también estarán “protegidos” y, por lo tanto, cerrados. Y entonces, ¿qué posibilidad tendrán esas multinacionales para acumular riqueza, lo cual en un sistema capitalista es su lógica inevitable? Pues bien, se verán obligadas a aumentar su mercado interior, es decir, aumentar el territorio que controlan. 23
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¿Mediante invasiones? Sí, sobre todo.
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¿Nos dice usted que el proteccionismo capitalista conduce a la guerra? Sí. Pero repito que soy escéptico. Estados Unidos es el país que más se ha beneficiado de la mundialización. Gracias a eso puede dominar las industrias y la tecnología de punta, además de abastecerse a un precio de ganga en los países del tercer mundo. Compra barato, paga bajos salarios y se mete en los bolsillos un buen porcentaje de los beneficios: ¿por qué las multinacionales estadounidenses renunciarían a ese sistema?
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¿Pero parecería que hoy existen profundas divergencias en el seno de la élite estadounidense? En realidad es desde el 2013. Me di cuenta de ello leyendo los trabajos del Council on Foreign Relations, el círculo donde se reúne toda la élite tradicional de Estados Unidos. Ya se la veía muy dividida con respecto a la estrategia de Bush. A esa corriente en el seno de la élite estadounidense, ahora se agrega otra corriente archiderechista en el partido republicano, y efectivamente, la división es profunda con respecto a la estrategia a seguir.
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Según usted, ¿qué sectores económicos estadounidenses apoyan a Trump? Ciertamente, los que están vinculados al mercado interior, como el del carbón y la energía fósil en general, el de la construcción y el mercado inmobiliario, y también el del armamento. Pero las finanzas, no. ¿Quién está a favor de la globalización? Pues bien, eso depende. Me percaté de que los bancos estaban contra el Brexit, pero algunos hedge funds, esos fondos de inversiones alternativos reservados a los inversores institucionales y a las grandes fortunas, estaban absolutamente a favor.
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¿Por qué? Esperan transformar a Londres en un espacio financiero totalmente libre de regulaciones, liberada de algunos reglamentos de Bruselas.
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Y Trump, ¿no está contra los bancos? En primer lugar, fueron los que salvaron su empresa de la quiebra. Pero, sobre todo, Trump quiere reducir las reglamentaciones. Eso les va a gustar.
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Según los medios, en los últimos años la economía de Estados Unidos ha creado muchos empleos. Sabemos que gran parte de esos empleos son a tiempo parcial, precarios y que no permiten salir de la pobreza. También hay bastantes exclusiones de las listas del desempleo. Entonces, ¿qué valen las estadísticas oficiales? Para empezar, ahora existe una definición internacional del desempleo, elaborada por la Oficina Internacional del Trabajo (BIT). Esta es válida tanto para Estados Unidos como para Europa. Ya no se basa en los indemnizados, sino que se efectúan sondeos. A través del estudio de una muestra considerada representativa, se comprueba si alguien no ha trabajado una hora en la semana, si está disponible para el mercado del trabajo y si está dispuesto a aceptar un trabajo. Si, por ejemplo, está en formación, no estará disponible y, por lo tanto, no aparecerá en las estadísticas.
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¿Y qué dicen de Estados Unidos esas estadísticas oficiales? Muestran un repunte del empleo. Los sectores afectados por la crisis se han recuperado globalmente de sus pérdidas del 2008. Con la excepción de dos sectores que crecieron considerablemente: 1. La salud. En este sector, el empleo se incrementa dado que la población envejece y aparecen nuevas enfermedades, como el estrés causado por el trabajo. 2. Los servicios a las empresas, como la informática, el asesoramiento en la gestión, y diversas ayudas.
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De modo que Estados Unidos ha obtenido mejores resultados que Europa. ¿De qué manera? Por una parte, gracias a su política monetaria: al ser más pragmáticos, ya hace diez años que practican tasas de interés al 0%, mientras que los europeos privilegiaron durante mucho tiempo la lucha contra la inflación. Por otra parte, Estados Unidos ayuda más rápidamente a las empresas con dificultades, mientras que Europa practica la austeridad, reduciendo así la demanda.
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No obstante, la Rust Belt, zona industrial deslocalizada, ¿votó por Trump? Sí, de hecho, unas regiones han creado empleos mientras que otras los han perdido. Algunos sectores han experimentado un crecimiento del empleo, otros una disminución.
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¿Cuáles? La construcción y la industria manufacturera. Tras la crisis de 2007 y sus efectos hasta 2011, estos dos sectores recuperaron puestos de trabajo, no tantos como habían perdido durante la recesión. Para algunas regiones eso fue una catástrofe social.
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¿Porque los obreros no se transformaron en enfermeros ni en informáticos? Exactamente.
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Sin embargo, según las encuestas, los obreros votaron poco y más bien se abstuvieron, tanto en Estados Unidos como en Francia. Dicho esto, entre la línea de Clinton y la de Trump existe una gran divergencia sobre el libre comercio, ¿no? En primer lugar, el libre comercio no existe, porque todo está dominado por unas multinacionales que lo aplastan todo a su paso. Luego, es necesario señalar que la Asociación Transatlántica para
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el Comercio y la Inversión (ATCI/TTIP)2 ya estaba paralizada mucho antes de Trump. Estados Unidos y la UE no lograron ponerse de acuerdo acerca de los procesos legales de las multinacionales contra los Estados. Y entre las multinacionales de Estados Unidos y las de la UE los conflictos de interés son muy numerosos. La Dirección General de Competencia (UE) condenó a numerosas empresas de punta estadounidenses como Microsoft, Google, Intel, Apple... por su “posición de monopolio”. Pero hay, efectivamente, una divergencia entre Trump y Clinton. Desde hace treinta años, los sucesivos gobiernos aceptaron que la hegemonía de Estados Unidos involucraba a las empresas de punta en la informática, la aeronáutica o la biotecnología. Pero para el resto, Estados Unidos podía importar. Como consecuencia, este país se ha convertido en el principal importador neto mundial, al absorber los excedentes comerciales de Asia del Este, México y Europa (con Alemania a la cabeza).
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¿Y es esto lo que Trump no quiere? Pretende invertir completamente la tendencia y utilizar todos los instrumentos a su alcance, incluso los proteccionistas.
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Entonces, cuando alguien como Emmanuel Todd y otros ven en el proteccionismo una solución a los problemas económicos y sociales de Francia, ¿usted no cree en ello? Francia no es víctima de la mundialización, sino sencillamente del capitalismo. Aunque usted compartimentara todas las economías y estas se replegasen sobre sí mismas, a Francia le iría igualmente mal.
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ATCI/TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) o TAFTA (Transatlantic Free Trade Agreement) es un proyecto a favor de un acuerdo de comercio y de inversión bilateral entre Estados Unidos y la Unión Europea. 27
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¿Por qué? Porque en este país la concentración del capital ya llegó al extremo. Ya no nos encontramos en una situación de competencia entre, digamos, una treintena de empresas por sector. Tome por ejemplo el sector del automóvil en Francia: solo quedan Peugeot y Renault. Si usted cerrara el mercado, esos dos gigantes continuarán peleándose. ¿De qué manera? Haciendo una gran presión sobre los salarios y mediante reestructuraciones. Cuando una región completa depende de una empresa monopolística con todos sus subcontratistas, si semejante gigante cerrase una fábrica, sería una catástrofe completa para la región. No es un fenómeno causado por el “extranjero” sino por el capitalismo y sus reglas fundamentales: la propiedad privada, la ley del máximo beneficio y la competencia entre esos gigantes. Es verdad que la mundialización agrava esta situación, pero no es la causa fundamental del problema. Lo es el propio capitalismo.
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¿Qué hará de verdad Trump? ¿Quién lo sabe? En cualquier caso, lo que anuncia es una baja de impuestos para las firmas y los más ricos, la supresión de medidas reglamentarias contra los bancos, el desarrollo del proteccionismo; America first. Las probables consecuencias son el aumento de las desigualdades y la reducción de los impuestos que favorecen a los más ricos. En el mejor de los casos, las medidas de reindustrialización tendrán un efecto incierto en los salarios. Pero el entorno de Trump es probusiness a más no poder.
Y para el Estado de Estados Unidos, ¿cuáles serán los efectos probables? Déficits y una deuda pública elevada. Por un lado, anuncia una reducción de impuestos. Por el otro, quiere armar nuevamente y relanzar proyectos de infraestructura. Haga el cálculo: menos ingresos y más gastos, eso significa más déficit presupuestario y, por lo tanto, más deuda. Ahora bien, la deuda pública ya es muy elevada: el 100% del PIB.
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Primera parte CAPÍTULO 1 Las causas económicas del declive de Estados Unidos
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¿Y en el plano internacional? America first es una declaración de guerra comercial contra el resto del mundo. Ahora bien, Estados Unidos viene absorbiendo los excedentes producidos por los otros países desde 1980. Si dejase de hacerlo, ¿quién lo hará? El proteccionismo ocasionará represalias y la caída del dólar engendrará conflictos.
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¿Agravaría Trump la crisis mundial? Probablemente, al haber un aumento de las desigualdades, menos reglamentaciones en las finanzas y con todos los países queriendo exportar. Sí, esas son las condiciones para acentuar la crisis. A corto plazo, su política puede beneficiar a algunas firmas. Pero no habrá que esperar mucho antes de que estallen nuevas crisis. Esto me preocupa: él quiere desarrollar un nacionalismo económico con connotaciones ideológicas. Ahora bien, detrás de Trump, otros tienen proyectos mucho más oscuros aún: vemos la aparición de una élite alternativa vinculada a valores ultraconservadores. La llegada de Trump a la presidencia anuncia tiempos de turbulencias y las tensiones internacionales se agudizarán. La América de Trump desea atraer a Rusia a su terreno contra China, que es su enemigo número uno. Y sabemos que los conflictos económicos pueden degenerar en verdaderas guerras.
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¡Gracias por estas perspectivas tan alentadoras! Si usted fuera presidente de Estados Unidos, ¿cuál sería su primera medida para cambiar de ambiente? Tomaría el control de las finanzas. El banco central debería controlar los capitales. El ejemplo griego ha demostrado muy bien que si nos encontramos sin dinero frente a unos adversarios despiadados, estamos muertos. Por supuesto que esto no sería suficiente para salir de la crisis, pero es indispensable si uno quiere tomar medidas económicas y sociales: un sector bancario y financiero público, aun siendo compatible con el capitalismo, permitiría avanzar por el buen camino.
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¿CUÁL ES LA ESTRATEGIA DE TRUMP?
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CAPÍTULO 2
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Entrevista con Mohamed Hassan. Exdiplomático etíope, especialista en África y el Medio Oriente. Coautor de los libros La estrategia del caos y Yihad made in USA (Investig’Action), Bruselas.
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¿Trump es “imprevisible” o tiene una visión estratégica para Estados Unidos? Los medios de comunicación han construido la imagen de un presidente caprichoso. Por supuesto, Trump ha jugado a eso. En primer lugar, se presentó como candidato antisistema, criticando tanto a Wall Street como a los burócratas y a los editorialistas de los grandes medios de comunicación. En este sentido, el hecho de comunicar más a través de Twitter que de CNN fue una buena jugada por su parte, porque la desconfianza hacia la prensa mainstream es cada vez mayor. Además, Trump asume ese lado imprevisible como una cualidad que le ha permitido ganar mucho dinero. El multimillonario considera que en medio de unas negociaciones hay que sembrar la confusión. Finalmente, Trump no escatima las declaraciones escandalosas. Los medios de comunicación se precipitaron a cubrir sus excentricidades. Primero para desacreditarlo y luego, porque eso vende. Pero semejante cobertura no permite comprender los desafíos de la elección de Trump, tampoco quién es y cuál es su propuesta para Estados Unidos.
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Entonces, ¿cómo podemos comprender esos desafíos? Algunos periodistas son como los jeques wahabíes, que corrompen la mentalidad de los jóvenes musulmanes al interpretar el islam en su lugar. Eso enloquece a la juventud. Los jóvenes musulmanes deben volver a las fuentes. De igual forma, los medios de comunicación construyen una versión sesgada del mundo. Mientras que los jeques wahabíes llevan la barba, los periodistas occidentales corbatas. Es todo lo que los diferencia. Los rumores no son información. El rumor es un concepto feudal que tiene sus orígenes en una época en la que no había ni periodistas ni conciencia política. Hoy día el rumor se ha convertido en un instrumento de los medios de comunicación. Es terrible. Por lo tanto, para hacerme mi propia opinión sobre Trump, fui a buscar la información a su fuente. Leí dos de sus libros en los que expone su punto de vista sobre Estados Unidos y encontré una fuerte influencia del pensamiento de Chalmers Johnson, el autor de la trilogía Blowback.
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¿Quién fue Chalmers Johnson? Era un politólogo especialista en China y en Japón quien, después de haber trabajado para el ejército y la CIA, se distinguió por su crítica al imperialismo estadounidense. Chalmers Johnson provenía de una familia modesta. Siendo un joven brillante hizo sus estudios en la escuela pública antes de enrolarse en la guerra de Corea. Luego continúa sus estudios en ciencias políticas y se especializa en China y Japón. Su tesis trataba sobre el nacionalismo del campesinado chino. Con ese trabajo quería comprender por qué los campesinos se habían incorporado al Partido Comunista de Mao. Sus investigaciones le llevaron particularmente a analizar numerosos documentos del ejército japonés sobre las masacres cometidas por el imperio nipón durante la ocupación de China. Más tarde, Chalmers Johnson enseña en la universidad de Berkeley. Como feroz anticomunista, también trabajó para la CIA durante la Guerra Fría. Apoyó la intervención de Estados Unidos en Corea y en Vietnam. Como muchos en aquella época, Johnson pensaba que había una conspiración comunista mundial con el propósito
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Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
de controlar el mundo y que era responsabilidad de Estados Unidos combatir ese expansionismo rojo.
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¿Cómo este anticomunista, colaborador de la CIA, llegó a hacerse famoso gracias a su crítica al imperialismo estadounidense? Eso fue el fruto de un largo proceso. Durante los años 60, un importante movimiento estudiantil se había movilizado contra la guerra de Vietnam. En aquella época, Johnson despreciaba esas mentes débiles que consideraba manipuladas por la propaganda comunista. Se fue a la biblioteca de Berkeley para preguntarle al responsable: “¿Dónde están los libros sobre China y el comunismo? ¿Los estudiantes se hicieron con ellos?”. Pero el bibliotecario le respondió. “Profesor, nadie lee esos libros”.
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¿El profesor debía repasar sus conocimientos? Todavía no. El verdadero choque lo recibió más tarde cuando Johnson se dirigió a la isla de Okinawa, un pequeño territorio japonés en el que Estados Unidos había instalado una base militar. Allí los soldados estadounidenses se comportaban como canallas, violaban a las jóvenes, aterrorizaban a los habitantes... Chalmers Johnson conversó con las víctimas. Eso lo conmovió y elevó su nivel de conciencia política. Enseguida se dirigió a Corea del Sur, donde igualmente habló con los habitantes, y de nuevo sus ideas fueron sacudidas. Al final, terminó dándose cuenta de que Estados Unidos no estaba allí para proteger a Corea del Sur y que no buscaba la unidad de los coreanos. Por el contrario, se aprovechaba de las contradicciones entre el Norte y el Sur para mantener una posición estratégica en Asia.
¿Qué impacto tuvieron esas experiencias en el pensamiento de Johnson? Escribirá un importante libro: Blowback. El blowback era un término empleado por la CIA, que podría traducirse como “efecto boomerang”. Señala la posibilidad de que las operaciones clandestinas de los servicios de inteligencia en los países extranjeros conduzcan a represalias contra los estadounidenses, ya sea en su país o en el extranjero. 33
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El término blowback apareció por primera vez en un documento clasificado de la CIA, relativo al derrocamiento de Mossadeq en Irán en 1953:
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En su definición más rigurosa, el blowback no solo implica reacciones ante acontecimientos históricos, sino sobre todo ante operaciones clandestinas llevadas a cabo por el gobierno estadounidense, cuyo objetivo es derrocar regímenes extranjeros o ejecutar a personas que Estados Unidos quiere eliminar por intermedio de ejércitos extranjeros “amigos”, o ayudar a lanzar operaciones terroristas de Estado contra poblaciones que son el objetivo en el extranjero.2
Especifica Chalmers Johnson:
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El pueblo estadounidense probablemente no sabe lo que se hace en su nombre, pero los del otro lado lo saben perfectamente, como el pueblo de Irán (1953), Guatemala (1954), Cuba (desde 1959 hasta hoy día), Congo (1960), Brasil (1964), Indonesia (1965), Vietnam (1961-1973), Laos (1961-1973), Camboya (1961-1973), Grecia (19671974), Chile (1973), Afganistán (desde 1979 hasta hoy), El Salvador, Guatemala y Nicaragua (durante los años 80), Irak (desde 1991 hasta hoy), por citar solo los casos más flagrantes.3
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2
Por tratarse del estilo fluido de las entrevistas, las citas son en gran parte paráfrasis del entrevistado y versión de los traductores al español. Es por ello que no se señalan las referencias bibliohemerográficas de todas ellas. [N. del E.].
3
Idem. No se repetirá en los demás casos este comentario para facilitar la lectura. [N. del E.].
Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
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Ese tipo de operaciones, ¿podría hacerle correr riesgos a Estados Unidos? Johnson sostiene que la política imperialista de Estados Unidos le expone a peligrosas repercusiones. Mediante la expansión militar ha construido bases en casi todo el mundo. Pero esa presencia crea un resentimiento que es contraproducente para Estados Unidos. También acarrea un coste importante. A través de la expansión militar se ha desarrollado una clase de burócratas. Esas personas parasitan la economía del país, viviendo a expensas del contribuyente, mientras que la deuda estadounidense alcanza cifras muy elevadas y la calidad de los servicios públicos colapsa. Johnson destaca igualmente que Estados Unidos se comporta como las potencias coloniales de antaño. Van a matar lejos de su país, y luego regresan para hacer picnic en casa.
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En cierta medida, Chalmers Johnson también participó en ello... Sí, trabajó para la CIA. Se formó en el seno del establishment estadounidense. Y fue precisamente en su interior donde pudo analizar las cosas. Su constatación es contundente. Considera que unas personas ciegas, incluso corruptas, han utilizado la política extranjera de Estados Unidos para servir otros intereses muy distintos a los de la nación. Esa acción no solo ha afectado a la democracia, sino que también ha expuesto al país a peligrosos efectos boomerang. Johnson era muy claro cuando escribió su libro, Estados Unidos ya no está seguro.
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¿Cómo fue la recepción de ese libro? Al comienzo, la recepción no fue realmente calurosa. Por ejemplo Foreign Affairs, la revista del influyente Council on Foreign Relations, consideró que a Blowback le faltaba seriedad y que se leía “como una historieta”. El libro salió algunos meses antes de los atentados del 11 de septiembre. Johnson escribía: Los inocentes del siglo XXI van a cosechar inesperados desastres en respuesta a las incursiones imperialistas de las últimas décadas. La mayoría de los estadounidenses ignoran ampliamente lo que 35
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se ha hecho y lo que todavía se hace en su nombre. Pero todos son susceptibles de pagar un precio elevado –individual y colectivamente– por los continuos esfuerzos hechos por su nación con el objetivo de dominar la escena mundial.
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Menos de un año más tarde las torres del World Trade Center se derrumbaban, y la “historieta” de Chalmers Johnson se convertía en un best seller.
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¿Qué soluciones preconizaba Chalmers Johnson? No compartía el mismo análisis de Lenin sobre el imperialismo. Lenin demostró bien cómo el capitalismo conducía al imperialismo y a la guerra. Este análisis fue compartido por el dirigente socialista Jean Jaurès, quien se opuso ferozmente a la Primera Guerra Mundial. Pero para Johnson, el capitalismo no trae la guerra como la nube la tormenta. Desde luego, considera el imperialismo como un crimen. Y que, al extenderse por todo el mundo, Estados Unidos se encamina hacia la ruina, como todos los grandes imperios del pasado. No obstante, Johnson piensa que su país puede dar marcha atrás, volver al pensamiento de los “Padres fundadores” de la nación. Quiere detener esta política imperial que socava a Estados Unidos desde adentro, con el objetivo de desarrollar un capitalismo democrático.
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¿En qué influenció Chalmers Johnson a Donald Trump? Leyendo los libros de Trump, a veces tenía la impresión de estar leyendo a Chalmers Johnson. Ambos comparten la idea de que Estados Unidos no tiene por vocación la dominación militar del mundo y que la expansión desmesurada del imperio estadounidense podría provocar su derrumbe. Johnson piensa que Estados Unidos podría correr la misma suerte de la Unión Soviética: El peligro que observo es que nos hemos embarcado en un camino que no es muy diferente del que tomó la Unión Soviética hace
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Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
diez años4. Su derrumbe se debió a tres razones: contradicciones económicas internas, sobreexpansión imperial y una incapacidad de reformarse.
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Esta constatación comparte sensiblemente el análisis del historiador Paul Kennedy. En Nacimiento y declive de las grandes potencias5 , estudió la manera como los grandes imperios de la Historia terminaron por alcanzar un crecimiento desmesurado que provocó su caída. Kennedy predecía el posible derrumbe del imperio estadounidense. El país estaba marcado por una recesión económica, una creciente deuda y gastos militares cada vez más importantes. Chalmers Johnson y Paul Kennedy no son intelectuales marginales. Por ejemplo, George F. Kennan también preconizaba un repliegue de Estados Unidos.
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¿El famoso teórico del “containment”? Sí, Kennan concibió la teoría del containment al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Esa estrategia pretendía contener el expansionismo soviético, implicándose militarmente en casi todo el mundo. Pero al final de su vida, Kennan cambió de bando. Cuando Bush anunció la invasión de Irak, el antiguo diplomático se opuso firmemente a la intervención militar. Ofreció numerosas conferencias para explicar que el containment era un error, que se gastaba el dinero del contribuyente para algo contraproducente y que él mismo había participado en la destrucción de Estados Unidos.
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Pero Trump también quiere continuar la guerra contra el terrorismo... Trump adopta una posición radicalmente diferente. Bush utilizó la guerra contra el terrorismo para remodelar el Medio Oriente.
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1990. [N. del T.].
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Paul Kennedy, Naissance et Déclin des Grandes Puissances, Paris, Ed. Payot, 1989. Título original: The Rise and Fall of the Great Powers, New York, Random House, 1987. 37
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Saddam Hussein no tenía ningún vínculo con los atentados del 11 de septiembre. Sin embargo, Bush destruyó Irak, favoreciendo así el resurgimiento del terrorismo en la región. Obama fue mucho más hipócrita aún. No solo continuó con los esfuerzos militares para controlar ese gran Medio Oriente, sino que incluso se apoyó en grupos terroristas en Libia, Siria y Ucrania. Estos últimos años, la política de Estados Unidos para contener a Rusia ha cobrado un nuevo impulso, sobre todo con el paso de Hillary Clinton como secretaria de Estado. Trump no continúa esta línea. Para él, luchar contra los terroristas es un desafío primordial. Si hay que aliarse con Rusia y discutir con Assad para llevar a cabo ese combate, está dispuesto a hacerlo.
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Después del ataque químico a Khan Sheikhoun en abril de 2017, Trump parece alejarse de esa alianza tras haber lanzado misiles contra una base siria. ¿Cómo explica este cambio? Este ataque no tenía ningún sentido. En el 2013, cuando Assad fue acusado sin ninguna prueba sólida de haber utilizado armas químicas en la periferia de Damasco, Trump se había opuesto vehementemente a una posible intervención de Obama. En aquella época, Trump tuiteaba: “Para nuestro muy estúpido líder: ¡No ataque a Siria! Si lo hace, en ese combate ocurrirán muchas cosas terribles y Estados Unidos no ganará nada”. Cerca de cuatro años más tarde, la historia se repite. De nuevo, las pruebas de un ataque químico cometido por el ejército sirio eran insuficientes. Pero Trump atacó. Es muy probable que haya sufrido importantes presiones. Puso en su contra a una gran parte del establishment. Sin lugar a dudas, tras la derrota de la candidata demócrata, todos los que apoyaban a Clinton no han abandonado la partida. En febrero de 2017, Trump ya perdía a su secretario en el Consejo de Seguridad Nacional, Michael Flynn, quien era favorable a la suspensión de las sanciones contra Rusia. En abril de 2017, fue Steve Bannon quien fue expulsado del Consejo de Seguridad Nacional (NSC). Flynn y Bannon tenían la misión de “desinstrumentalizar” el NSC. Cuando Bannon llegó, echó a los directores del servicio de inteligencia (DNI), al director de la CIA y el rango militar más alto de Estados Unidos, el general Joseph Dunford. Todo ese
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personal tan hermoso fue reintegrado al NSC en cuanto Bannon fue excluido. Por otra parte, observemos que esa expulsión y el ataque químico en Khan Sheikhoun ocurrieron solo unos días después de una contundente declaración del gobierno de Trump: “La suerte del presidente Assad, a largo plazo, será decidida por el pueblo sirio”. Era un cambio importante en la estrategia de Estados Unidos. Desde 2011, las soluciones políticas han fracasado porque Washington y sus aliados exigían como condición previa a toda negociación la salida de Assad. De modo que Trump debe estar sufriendo importantes presiones. Podemos verlo en el escándalo que estalló tras su elección. Fue acusado de trabajar al servicio de los rusos. Es probable que el ataque a la base siria solo haya sido una maniobra destinada a probar que Trump no está manipulado por Putin y que puede ir más lejos que Obama. Al fin y al cabo, en lo que respecta a los negocios es astuto como un zorro.
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En enero de 2017, Trump tuiteaba: “Tener una buena relación con Rusia es algo bueno. ¡Solo la gente estúpida y los locos piensan que está mal!”. ¿Piensa que Putin manipula a Trump, como lo han dicho algunos? Limar las asperezas de las relaciones entre Washington y Moscú, es algo que le interesa mucho más a Estados Unidos que a Putin. Porque después de haber apoyado a grupos terroristas contra Rusia, Obama expuso a su país a un severo contragolpe. En los años 80, la CIA apoyó a Bin Laden para combatir a los soviéticos en Afganistán. Ya conocemos lo qué pasó luego. Estados Unidos ha jugado con fuego en Irak, Libia y Siria. Trump destaca que esa estrategia ha terminado siendo desastrosa y que Estados Unidos no tiene ninguna razón para hacerle la guerra a Rusia. Trump prefiere discutir con Putin, y le interesan más los negocios que la guerra. ¿Por eso ha cuestionado la utilidad de la OTAN? Eso no tiene sentido. Ya en el 2000, Johnson se preguntaba “por qué se habían desplegado tropas en países como Japón, más de 39
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medio siglo después del fin de la Segunda Guerra Mundial, y más de una década después de la desaparición de la Unión Soviética como amenaza militar”. Actualmente, esas bases son justificadas por la necesidad de defender los intereses estadounidenses en el extranjero. Sin embargo, Johnson afirma que, al contrario, ese dispositivo pone a Estados Unidos en peligro al exponerle a represalias. Además, a través de esa expansión militar estadounidense, se ha desarrollado una clase parasitaria. En ese vasto aparato de seguridad, hay montones de personas que están más preocupadas por justificar los presupuestos que requiere, que por cuidar los intereses de la nación.
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El nuevo presidente de Estados Unidos, ¿sería un antimilitarista? No, el objetivo de Trump es hacer de Estados Unidos el país más poderoso del mundo. Hasta aquí no hay nada original. Pero es consciente de que el dispositivo actual es contraproducente. El Pentágono gasta sumas irracionales para obtener pocos resultados. Trump se pregunta:
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¿Cómo podremos invertir la tendencia y volver a ganar? Eso solo puede empezar a realizarse con el más moderno y poderoso ejército del planeta, también con el de mayor movilidad. Debemos lograr que los saudíes, los surcoreanos, los alemanes, los japoneses y los británicos, paguen una parte de la factura de esa transformación. Después de todo, nosotros los protegemos, y ellos deberían compartir los costos.
Es por esa razón por la cual Trump pone en duda la utilidad de la OTAN. La alianza atlántica había sido creada para proteger a Europa de la invasión soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Básicamente, lo que permitía era que Estados Unidos controlara al viejo continente. Pero hoy día, Trump no ve ninguna ventaja en asumir una parte demasiado grande del presupuesto militar de Europa. Quiere que los europeos paguen su parte de la factura.
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Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
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¿Es bien recibido este discurso? Trump ha puesto a mucha gente en su contra, particularmente a los dirigentes estadounidenses y europeos que viven de la guerra. A oficiales, lobistas, políticos, expertos e incluso a industriales que se enriquecen a través de las operaciones militares. Un mundo en paz no les interesa. Clinton era la Madre de la guerra. Pero Trump quiere reformar la maquinaria.
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¿Esto podría explicar todos los ataques contra el nuevo presidente de Estados Unidos? Evidentemente que algunas de las críticas están justificadas. Otras hacen pensar que Trump es el enemigo número uno. No me sorprendería que sea destituido antes del fin de su mandato. Por ejemplo, ha sido fuertemente atacado por el Muro en la frontera mexicana, pero su construcción fue lanzada por Bill Clinton, aplaudida por el Congreso y continuada por Bush. Trump no está en contra de la inmigración. Propone una inmigración selectiva:
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No quiero acabar con la inmigración legal en este país. De hecho, me gustaría reformar y aumentar la inmigración de algún modo. Nuestras leyes actuales sobre la inmigración están hechas al revés: le hacen la vida difícil a la gente que necesitamos y la vida fácil a la que no queremos. Este país es un polo de atracción para un gran número de extranjeros entre los que encontramos a la gente más inteligente y trabajadora que existe. Ahora bien, a esa gente inteligente que es respetuosa de las leyes, le hacemos difícil su instalación en nuestro país.
¡Es lo que hacen desde hace tiempo los países europeos! Si usted va a un banco, a una compañía de seguros o a la sede de una importante multinacional, encontrará hermosos autóctonos en la recepción: blancos, perfumados y bien vestidos. Pero las oficinas y los servicios de asistencia o de información están repletos de inmigrantes. ¿Cuántas enfermeras y médicos hay en los hospitales europeos provenientes de los países del Este? Trump quiere hacer lo mismo. 41
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Quiere darles puestos de trabajo sencillos a los estadounidenses, pero no se opone a la inmigración de los profesionales universitarios.
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La inmigración selectiva, ¿es algo bueno? No, en absoluto. Es una forma de saqueo que retrasa el desarrollo de los países del Sur. Estoy en contra de este tipo de inmigración. Pero le explico lo que los medios de comunicación están deformando con mucha hipocresía a propósito de Trump.
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Trump también está en contra de la Obamacare...6 ¿Puede decirme exactamente lo que es la Obamacare? ¿Ha leído esa ley? Es muy importante comprenderla. Pero es tan complicada que todo el mundo se pierde en ella. Cuando el proyecto de ley fue presentado en el Congreso, fue reescrita hasta más no poder por lobistas representantes de importantes compañías de seguro. Sin embargo, la Obamacare ha llegado a ser una suerte de conjuro vudú, pues solo hay que pronunciar esta palabra para provocar una crisis de histeria. Pero Trump no quiere suprimir toda forma de seguro médico:
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No podemos dejar a los estadounidenses sin protección social, bajo el pretexto de que no tendrían suficientes ingresos, escribía el candidato de los republicanos. (…) La verdadera pregunta es: ¿cómo podemos ocuparnos de gente que no puede cubrir sus necesidades? Como lo he dicho, me gustaría ver la existencia de un sistema de seguro privado sin fronteras artificiales entre los estados de nuestro país. Debemos deshacernos de esas fronteras y dejar que la gente y las compañías atraviesen los estados para competir, lo cual será nuestro mayor beneficio. ¿Quieren mejores pólizas de seguro a mejor precio? Aumenten la competencia para ganar clientes.
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“Ley para la Protección de Pacientes y Cuidados de la Salud Asequibles”. (The Patient Protection and Affordable Care Act.). [N. del T.].
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¿Y eso funcionará? No es una solución milagrosa. Trump es un puro producto del capitalismo. No deja de subrayar el hecho de que ha tenido éxito en los negocios. Por consiguiente, debería poder gestionar a los Estados Unidos con éxito, como si se tratase de una gran empresa. De manera que aplica las viejas recetas del capitalismo en todos los sectores, tanto en los económicos como en los sociales. ¿El sistema de educación está en quiebra? Hay que dejar que la competencia entre en juego en las escuelas. Los malos establecimientos desaparecerán en beneficio de los más eficaces. ¿Es demasiado complicada la Obamacare? Es necesario dejar que la competencia entre en juego en las compañías de seguro, así los pacientes tendrán los mejores servicios al mejor precio...
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Parece lógico, ¿no? Hay un problema mayúsculo. La competencia capitalista es: “camina o muérete”. Las empresas deben librarse una lucha sin cuartel para sobrevivir. Eso implica sobre todo reducir al máximo los costes para aumentar los márgenes. Si usted no lo hace, será condenado a la quiebra o será engullido por un pez más grande. ¿Qué pasará si usted aplica este método a la educación o al seguro médico? Las escuelas harán recortes en la calidad de servicios para mantenerse competitivas. Los profesores serán explotados a fondo para superar la competencia. Eso no es lo mejor para salvar la educación. Y ocurre la misma cosa con las compañías de seguro. Desde ahora, en los seguros privados, algunos pacientes no están cubiertos porque cuesta demasiado caro. Además, la competencia capitalista conduce inevitablemente a la formación de monopolios u oligopolios, de modo que los más frágiles desaparecerán en beneficio de los más poderosos. Una vez que el mercado esté dominado por un puñado de gigantes, nada puede impedirles que se pongan de acuerdo entre ellos para aumentar sus beneficios contra el interés de los clientes. Esto se ha visto en numerosos sectores. La salud y la educación no son fuentes de beneficios que puedan someterse a las leyes del mercado. Son servicios que atañen al bien común; deben ser accesibles a todos, en las mejores condiciones, aunque no sean 43
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rentables. No es la competencia la que va a permitir que se lleve a cabo este objetivo, sino una repartición más justa de las riquezas.
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Usted dice que Trump no es militarista. Pero se muestra particularmente hostil con Irán, mientras que Obama había logrado firmar un acuerdo. Pienso que, con estas declaraciones hostiles, Trump y su equipo quieren tranquilizar a la Casa de Saud. El acuerdo de Obama puso particularmente nervioso a Arabia Saudita. Sin duda alguna que Trump también quiere tranquilizar a los grupos de presión proisraelíes. Israel no es muy importante para Estados Unidos desde un punto de vista económico. No es más que una base militar estadounidense. En cambio, Trump desea hacerse con el mercado iraní. Las tensas relaciones entre Washington y Teherán han beneficiado a los europeos, quienes intentaron aprovechar las circunstancias para acaparar Irán. Las imperialistas son una banda de gánsteres que pueden entenderse, pero no vacilan en traicionarse. El acuerdo de Obama abrió nuevas alternativas comerciales que exacerbaron aún más esas rivalidades.
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¿Por qué el mercado iraní es tan importante? Irán es un país con casi setenta y ocho millones de habitantes, sin capacidad para alimentar a toda su población. La media de edad es muy joven, y su urbanización galopante. Estas condiciones hacen que el mercado iraní sea un “Eldorado” para las multinacionales. Irán hace salivar a la industria agroalimentaria estadounidense. Tanto como a las compañías petroleras que perdieron a Irak con el fracaso de Bush. Trump está maniobrando con el fin de excluir a sus rivales en Irán y ubicar a las empresas estadounidenses al frente de la escena.
Eso es sorprendente, si se leen las declaraciones de Trump y su equipo. Irán es designado como el mayor enemigo... Hay que darles el justo valor a esas declaraciones. Trump es un hombre de negocios muy tenaz en su ámbito. Considera que para tener éxito en las negociaciones, es necesario estar en posición de fuerza y ocultar las intenciones. Trump escribe: “Recuerde el principio
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estratégico de toda negociación: el competidor que más necesita negociar, debe terminar con la menor parte”. Trump aplica estos métodos a la política extranjera: “Mi enfoque de la política extranjera está basado en pilares muy sólidos: hay que actuar en posición de fuerza. Esto significa que debemos mantener un ejército que, indudablemente, sea el más fuerte del mundo”. Esta es la razón por la cual Trump aumenta el presupuesto del ejército, intentando que sean sus aliados quienes paguen; mantiene su olfato para los negocios. Y en cuanto a su carácter imprevisible:
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Revelar los propios proyectos es uno de los errores más estúpidos que se puede cometer en una confrontación militar. He leído un gran número de obras históricas y no recuerdo haber leído que el general George Washington hubiese reservado habitaciones de hotel en Valley Forge, en Pennsylvania, o que les hubiera expresado sus mejores deseos a los mercenarios alemanes en Trenton. El factor sorpresa es decisivo en una batalla. Por lo tanto, no le digo a los del campo opuesto lo que hago. No les dejo y no quiero que puedan adivinar nada en mí. No quiero que la gente sepa exactamente lo que hago o lo que pienso. Me gusta ser imprevisible.
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¿Trump estaría dispuesto a hacer la guerra para conquistar el mercado iraní? Difícilmente podemos basarnos en las declaraciones de Trump. En cambio, podemos analizar la condición material de Estados Unidos. Es un país en crisis. La guerra es la política por otros medios. La guerra no se hace para perderla, sino para conquistar nuevos mercados. Ahora bien, ¿qué podría ganar Estados Unidos atacando a Irán? Tendría consecuencias desastrosas para Washington. Chalmers Johnson esencialmente decía: “Si quiere despertar a un pueblo dormido, invádalo, hágale la guerra”. Al hacerles una guerra terrible, Japón despertó a los campesinos chinos, quienes se habían mantenido sumidos en un letargo de centenares de años. De esta manera, se convirtieron en nacionalistas y se incorporaron al Partido Comunista. Esa fue la inesperada consecuencia de una guerra imperialista. Asimismo, en Siria, los medios de comunicación 45
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wahabíes de Occidente se hicieron eco de las declaraciones triunfalistas de los señores de la guerra de la OTAN. Pretendían que Bashar al Assad iba a responder por sus crímenes en menos de una semana. Decían que la minoría alauí ocupaba el poder, y que caería por sí sola como un mango maduro. Nunca habían analizado la composición del pueblo sirio y sus posibles transformaciones. La Siria de los años 40 y la del año 2000 eran dos mundos completamente diferentes. Esa transformación siria no fue tomada en cuenta por los imperialistas. Pensaban que sería suficiente con enviar mercenarios para que el régimen se derrumbara. ¿Quién podía creer en ello? Los franceses tenían intereses en Siria. Se dejaron embarcar en este conflicto y lo perdieron todo.
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Entonces no hay guerra contra Irán. ¿Y contra China? Steve Bannon, el jefe estratega de Trump, declaró: “Dentro de cinco o diez años le haremos la guerra a China”. Chalmers Johnson debe estar revolviéndose en su tumba, ¿no? Chalmers Johnson condenó a “los racistas del establishment”, quienes siempre han querido impedir que China se desarrolle, no reconociendo el estatus de gran potencia a este país con más de mil millones de habitantes. En cambio, Johnson consideraba que Estados Unidos podía sacar provecho del desarrollo de China. Pero que para ello sería necesario dejar de gastar inútilmente en el expansionismo militar, para centrarse en la economía productiva y ser más competitivos. Una vez más, pienso que es la estrategia de Trump. Las declaraciones belicosas de Bannon con respecto a China deben ser vistas bajo la perspectiva de las negociaciones. Ambos países están metidos de lleno en una guerra económica. Por una parte, Washington les saca provecho a sus relaciones internacionales y a la posición del dólar. Por la otra, Pekín devalúa su moneda para favorecer las exportaciones. La batalla es ardua. Efectivamente, Trump quiere presionar a China para tener una posición de fuerza en las negociaciones.
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Negociar con China ¡también sería un cambio! A menudo, Estados Unidos ha adoptado posiciones diferentes con respecto a China. Después de haber intentado contener el comunismo en Asia, sobre todo a través de la guerra de Vietnam, Washington terminó acercándose a Pekín. Fue la histórica visita de Nixon a China en 1972. Detrás de aquella estrategia estaba Kissinger. El objetivo era salir del atolladero vietnamita y aliarse con los chinos en contra de los soviéticos. La caída de la URSS y el fulgurante desarrollo económico de China en los últimos años han cambiado las cosas. Lo constata el discurso de Obama en el 2011: declaró que Estados Unidos era una potencia en Asia del Pacífico, aunque históricamente su país se había posicionado como una potencia atlántica. Estados Unidos comenzó por apoyarse en los países asiáticos con el propósito de constituir unos escudos destinados a contrarrestar la influencia de China en la región. En este contexto, Washington creó problemas en Filipinas, Malasia, Vietnam... Obama, el Premio Nobel de la Paz, incluso hizo modificar la Constitución de Japón, una de las más pacíficas del mundo. El texto, adoptado después de la Segunda Guerra Mundial, era muy claro:
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El pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la Nación, así como también a la amenaza o al uso de la fuerza como medios para la resolución de conflictos internacionales. Para alcanzar este objetivo, nunca mantendrá fuerzas terrestres, navales y aéreas, o cualquier otro potencial de guerra. No será reconocido el derecho a la beligerancia del Estado.7
Pero el gobierno de Abe Shinzo, bajo la presión de Estados Unidos, modificó la Constitución para permitir que el ejército japonés participe en operaciones exteriores.
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Constitución de Japón, Artículo 9, promulgada el 3 de mayo de 1947. 47
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El mundo según Trump
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¿Con qué rompe Trump en esta estrategia? Trump rechaza la visión de Obama: Estados Unidos no es un país de Asia del Pacífico. Estados Unidos debe negociar tanto con China como con otros países de la región. Y el nuevo presidente estadounidense prefiere claramente las relaciones bilaterales a las multilaterales. Por cierto, se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) firmado por Obama.
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¿Esto también explica la cautela de Trump hacia el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (ATCI) y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)?8 Sí. También quiere volver a negociar, e incluso anular estos acuerdos de libre comercio. Esto le ha costado múltiples críticas, pero nadie habla del contenido de los textos. Canadá es uno de los países que ha firmado mayor número de acuerdos de libre comercio. Su gobierno también es uno de los más llevados a los tribunales. Efectivamente, esos tratados permiten que las multinacionales demanden a los Estados firmantes, cuando la plena realización de sus beneficios esté limitada por una ley o un reglamento. Desde que Canadá firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el gobierno canadiense ha sufrido 35 enjuiciamientos y ha debido desembolsar unos ciento setenta y un millones de dólares. El primer juicio es bastante revelador de los problemas que plantea este tipo de acuerdos. En 1997, la empresa estadounidense Ethyl Corp exigió doscientos cincuenta y un millones de dólares al gobierno canadiense porque este había prohibido un aditivo para la gasolina. Ese producto era considerado tóxico. Finalmente, el gobierno se retractó. Ethyl Corp pudo continuar con la comercialización de su aditivo y ganó trece millones de dólares en daños y perjuicios. Juan
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Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP en inglés y en francés) y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ALÉNA en francés y NAFTA en inglés). [N. del T.].
Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
Fernández-Armesto, uno de los jueces encargados de arbitrar los conflictos entre los Estados y las multinacionales, declaró:
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Siempre me sorprende que los Estados Nación se hayan puesto de acuerdo para recurrir al arbitraje internacional. Les conceden a tres individuos el poder de revisar, sin restricción alguna o procedimiento de apelación, cualquier acción de los gobiernos, cualquier decisión de los tribunales y todos los reglamentos y leyes que emanen de su parlamento.
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¿Y Trump quiere salvar la democracia oponiéndose a los tratados de libre comercio? Él tiene sus propias motivaciones. Trump es más proteccionista que sus predecesores. Además, considera que esos tratados frenan la eficacia de la economía y de las instituciones. Como el expansionismo militar, los acuerdos de libre comercio han favorecido el desarrollo de una casta de individuos parásitos. Han sido creados numerosos despachos donde se reúnen abogados y todo tipo de expertos que ofrecen servicios a las multinacionales con el propósito de demandar a los gobiernos. Esos tratados de libre comercio son muy complejos y están constituidos por miles de páginas que solo unos batallones de expertos, generosamente pagados, pueden desentrañar. Al obrero común y corriente no le interesan esos acuerdos; sin embargo, pueden modificar radicalmente su vida cotidiana.
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Durante mucho tiempo la política extranjera de Estados Unidos ha estado dirigida por estrategas como Kissinger o Brzezinski. ¿Con la elección de Trump se marca un punto de inflexión con respecto a sus teorías? Kissinger y Brzezinski no son ideólogos. Son, fundamentalmente, expertos en táctica que han ideado diferentes tipos de mecanismos, con el objetivo de mantener el dominio de Estados Unidos en el mundo. De hecho, ganaron la lotería con la caída de la Unión Soviética. El derrumbe de la URSS se debió a sus contradicciones internas. Pero gente como Kissinger y Brzezinski lo aprovecharon. Desarrollaron teorías y escribieron libros que contaron con un contexto favorable: 49
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El mundo según Trump
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Estados Unidos era la única superpotencia. Ahora bien, para valorar una teoría es necesario poder confrontarla a otras. Si juega solo en un campo de fútbol, ¡es evidente que usted va a ganar! Para mí, Kissinger y Brzezinski son charlatanes. Son el producto del declive de Estados Unidos. Son gestores de crisis con poco talento. No solamente no supieron aprovechar la caída de la URSS, sino que desde hace años intentan salirse de una crisis a otra, mientras que empeoran la situación. Hubo el estallido de la burbuja de Internet en el 2000, luego los atentados del 11 de septiembre y la guerra de Afganistán. Más tarde la guerra de Irak. Posteriormente, la crisis económica de 2008. Finalmente, el conflicto en Siria... Estados Unidos se presenta como una gran pirámide de Ponzi lista para derrumbarse. Los charlatanes como Kissinger y Brzezinski intentan detener la caída, pero tras cada solución empeoran el problema.
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¿Y Trump podría invertir la tendencia? ¿Es posible que un presidente pueda cambiar la estrategia de Estados Unidos? Podemos analizar la estrategia de Estados Unidos a través de su política extranjera, desde Europa, Argelia, Etiopía, Yemen o China. Y eso ofrecerá un buen número de interpretaciones diferentes. Por mi parte, observo a Trump desde el interior, desde la perspectiva de los trabajadores estadounidenses. Trump no cayó del cielo. La estrategia de Estados Unidos no depende solamente de un hombre. Esta elección y el giro que podría tomar la diplomacia estadounidense son el reflejo de la crisis por la que atraviesa Estados Unidos. Hasta ahora, los políticos y los medios de comunicación tenían un discurso monolítico para explicar el mundo. Esta visión ha estallado en pedazos. Hoy día, podría hacer conferencias con trabajadores estadounidenses utilizando mi nombre, Mohamed. Y dirían que tengo razón e incluso ¡rezarían por mí! Hasta hace pocos años esto habría sido inconcebible.
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Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
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¿Usted pretende decir que Trump subió el nivel de conciencia política de los trabajadores? Hay que ponerse en su lugar. Imaginemos la situación. Siendo negro, imagino cuál sería la situación si viviera en Detroit, Estados Unidos, con mi mujer y mis hijos. Perdimos nuestro trabajo. No tenemos perspectivas para el futuro. Hace ocho años otro negro me dijo: “Somos el cambio. Voten por mí”. Hace ocho años movilicé a mi comunidad y aportamos nuestra contribución. Le dijimos a Obama: “Tu eres nuestro hijo, pagaremos por tu campaña y votaremos por ti”. No obstante, Obama nos traicionó, no hubo cambios y nuestro futuro todavía es igualmente sombrío. Caímos en la trampa de Obama, pero no en la de Hillary Clinton. De hecho, un buen número de los electores que habían depositado su confianza en el presidente saliente, esta vez votaron por Trump.
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¿El cambio es Trump? Trump no es el cambio sino el fruto del cambio. Gracias a las políticas estériles de sus predecesores, de sus mentiras y sus guerras inútiles, el nivel de conciencia de los trabajadores ha aumentado. La inevitable crisis económica condujo al cambio. Trump no es más que una reacción a todo esto. Él es la expresión de la división que sufre la élite de Estados Unidos. Clinton tenía el apoyo de Wall Street, de las multinacionales estadounidenses que se benefician de la mundialización, de la industria mediática y cultural, de los intervencionistas, incluyendo a los neoconservadores de la galaxia Bush. Trump representa otro segmento de la élite estadounidense: la de los descontentos. Hace algunos meses, por ejemplo, tuvo lugar una conferencia de importantes terratenientes sobre la guerra de Irak. Al haber perdido el mercado iraquí, que antes les ofrecía muchas oportunidades, se preguntaron porqué Bush había lanzado ese conflicto y quién había ganado. Por otra parte, Trump prometió grandes obras en las infraestructuras que habían sido abandonadas en Estados Unidos. En algunas de sus regiones, al margen de las grandes ciudades, ¡las infraestructuras son peores que en el tercer mundo! Por lo tanto, Trump también tiene el apoyo del sector de la 51
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El mundo según Trump
construcción. Así como el de las grandes empresas nacionales que han sufrido las consecuencias de la competencia globalizada.
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¿Y los trabajadores? El discurso de Trump consiguió llegar a sus corazones, pero él no los representa. No es un revolucionario. Representa los intereses de una parte de la élite. Por cierto, cuando lo analizamos más detenidamente, sus propuestas no mejorarán el nivel de vida de los trabajadores.
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Entonces, ¿es otro callejón sin salida? Pese a todo hay una oportunidad. La elección de Trump muestra hasta qué punto está dividida la élite de Estados Unidos. La crisis es profunda. Ha subido el nivel de conciencia política. Los manifestantes están de nuevo en la calle masivamente.
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¿No existe el riesgo de que ese movimiento de protesta sea recuperado por el establishment que representaba Clinton? Por supuesto. George Soros, por ejemplo, el “filantrópico” multimillonario tan activo en las revoluciones de colores de los países del Este, aportó millones para la campaña de Clinton. Ahora bien, se dice que está involucrado en algunos movimientos de protesta en Estados Unidos. ¿Y entonces? Incluso si Trump fuese derrocado y los protegidos de Soros ocupasen su lugar, la crisis estadounidense continuará estando allí. Soros no la va a solucionar y los millones de estadounidenses cuyo nivel de vida se deterioró no regresarán a sus casas con el rabo entre las piernas. Por lo tanto, ¿son positivas las manifestaciones contra Trump? ¡Es evidente! El lugar de las revoluciones no son los salones ni tras las computadoras. No hay que abandonar la calle a favor de Soros. Los revolucionarios deben aprovechar esas movilizaciones para que el nivel de conciencia política aumente. ¿Trump es racista? Muy bien, entonces protestemos contra su racismo y veamos cuál es el papel histórico que ha jugado el racismo en Estados Unidos para dividir a las masas. ¿Trump es misógino?
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Primera parte CAPÍTULO 2 ¿Cuál es la estrategia de Trump?
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Perfecto, organicemos una marcha a favor de las mujeres y veamos si Hillary Clinton es de verdad feminista. ¿Trump quiere construir un muro? De acuerdo, exijamos su destrucción y también el de Cisjordania. La crisis está lejos de solucionarse. Pero la gente está en la calle. Es la oportunidad para explorar las verdaderas causas de la crisis y movilizar a los trabajadores a favor de cambios reales.
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Precisamente, si usted fuera presidente de Estados Unidos mañana, ¿qué medida tomaría en primer lugar? Me retiraría de las guerras en las que estamos involucrados para reconstruir nuestra economía nacional. Y privilegiaría el diálogo y las negociaciones con los demás países del mundo respetando sus soberanías nacionales. El resto del mundo mejorará. Habrá menos conflictos, los países podrán desarrollarse y eso será beneficioso para Estados Unidos, que podrá negociar tranquilamente con esos socios.
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El mundo según Trump
¿DE DÓNDE SURGIERON KISSINGER Y BRZEZINSKI?
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Majed Nehmé
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Las estrategias que sirvieron a Henry Kissinger y a Zbigniew Brzezinski para ser presentados como vedettes son el fruto del declive de Estados Unidos tras la derrota en Vietnam (1975), la caída del sah de Irán (1979), la derrota en Angola gracias a la participación de los cubanos en la década de los 80, así como también la derrota de Israel en 1973 (que se salvó por un puente aéreo estadounidense). Ahora bien, frente al mundo árabe, Estados Unidos se encuentra a la defensiva, por lo que se impone la pregunta: “¿Cómo gestionar este declive?”. Recurren a Al Qaeda y los muyahidines afganos. Tropas de repuesto. Hubo que esperar a George W. Bush para acabar con la noción de “cero muertos estadounidenses”: hubo cinco mil muertos y treinta mil heridos en Irak. Luego con Obama tuvimos las “revoluciones de colores”, para de ese modo evitar el envío de tropas estadounidenses. Pero ambos fracasaron.
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CAPÍTULO 3
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Entrevista con Majed Nehmé. Director de la revista Afrique Asie, París.
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SIRIA, ¿UN GIRO DECISIVO DE LA HISTORIA?
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¿Cuál era el objetivo de Estados Unidos en Siria? Para comprenderlo es necesario, en primer lugar, situar los vínculos entre ambos países en su contexto histórico. En 1956, Francia, Gran Bretaña e Israel atacan a Egipto, con el propósito de controlar el canal de Suez. En aquel entonces, Estados Unidos no apoyó abiertamente esa operación. Al situarse del lado legal contra los atacantes, incluso ayudaron a desactivar la crisis. Por cierto, cuando Ben Gourion alardeaba ante la Knéset (Parlamento de Israel) a propósito de la toma del Sinaí, Eisenhower lo reprendió. Algunos días más tarde, el primer ministro israelí anunciaba el retiro de sus tropas.
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Estados Unidos del lado del derecho internacional, contra los agresores... Sorprendente, ¿no? Washington había aprovechado esa crisis para asestar un golpe mortal a los franceses y a los británicos presentes en la región. Estados Unidos pretendía reemplazar a las antiguas potencias coloniales. Es evidente que, además, esperaba una contraparte árabe. Quería que Egipto y Siria se incorporaran al pacto de Bagdad firmado un año antes. Esa alianza reagrupaba al Reino Unido, a Irak, a Irán, a Pakistán, a Turquía y, más tarde, a Estados Unidos. Tenía por objetivo la contención de la influencia de la URSS en el Medio Oriente. Pero Siria y Egipto se opusieron. Desde la conferencia de Bandung (1955), estos
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El mundo según Trump
países defendían una política de neutralidad positiva. No les incumbía la confrontación entre los bloques del Este y el Oeste.
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¿Para Washington la neutralidad no era suficiente? No, puesto que Siria mantenía relaciones con la Unión Soviética. Sobre todo, Moscú había aceptado armar a Siria y a Egipto, mientras que los occidentales lo rechazaban. Para Estados Unidos, la situación era inadmisible. En 1957, aumentó la tensión entre Turquía y Siria. El ejército turco se concentró en la frontera, amenazando con invadir a su vecino. Estados Unidos estaba implicado en la maniobra. Pretendía aprovechar el conflicto para eliminar tres personalidades claves del gobierno sirio: Abd al Hamid Sarraj, jefe de la inteligencia militar; Afif al Bizri, jefe del Estado mayor; y Khalid Bakdash, jefe del Partido Comunista Sirio. Al final, se evitó el conflicto por los pelos, ya que los soviéticos amenazaron con intervenir militarmente si los turcos invadían a Siria. Como una ironía del destino, después del incidente, Damasco se acerca más a Moscú. Incluso, sirios y soviéticos hicieron un pacto de defensa, por lo que Siria se volvía todavía menos aceptable para Occidente. De hecho, siempre ha estado en el punto de mira de Estados Unidos.
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Pero si la Unión Soviética ya no existe desde 1991, entonces, ¿por qué Siria, hoy día, todavía está en el punto de mira? En primer lugar, porque Siria y Rusia han mantenido sus relaciones después de la caída de la Unión Soviética. Por ejemplo, durante los años sombríos de Boris Yeltsin, los rusos importaban muchos productos agrícolas de Siria. Moscú, por otra parte, continuó proporcionándole armas a los sirios. Del lado de Damasco, también estaban convencidos de que el poder de Yeltsin no era más que un paréntesis en la historia rusa. Siria nunca creyó que la caída de Rusia continuaría y siempre ha apostado por un come back de Moscú. Finalmente, Damasco había diversificado sus relaciones. Y no era precisamente para complacer a Washington. Es así como Siria se acercó a Irán. Por cierto, que mientras duró la guerra Irán-Irak, Siria era el único país árabe que apoyaba a los iraníes. También se acercó al Hezbolá y a Hamas.
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Primera parte CAPÍTULO 3 Siria , ¿un giro decisivo de la historia?
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...¡esos que son tan amigos de Estados Unidos! Sí, y Bashar al Assad también se opuso a la segunda guerra contra Irak (2003), mientras que su padre, por puro cálculo, había apoyado la primera (1991). Por cierto, le contaré un chiste que circula en el mundo árabe: el problema de Bashar es que hace lo que su padre decía. Hafez daba excelentes discursos sobre el nacionalismo árabe, pero no siempre los ponía en práctica. Era un zorro de la política. En cambio, cuando Estados Unidos ocupó Irak en el 2003, Bashar apoyó los movimientos de resistencia –por un período corto– e hizo de Siria un trampolín para los yihadistas que deseaban combatir al ejército estadounidense en Irak. Cuando regresaba de Bagdad, el secretario de Estado, Colin Powell, pasó por Damasco y lanzó un ultimátum a Assad: rompa las relaciones con Irán, no más vínculos con Hezbolá, eche a Hamas, retírese de Líbano y negocie con Israel.
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¿El 2003 marcó un hito en las relaciones entre Siria y Estados Unidos? Efectivamente. Assad no cedió ante las exigencias de Powell. Así que, en diciembre de 2003, George W. Bush ratificó la Syria Accountability Act, que preveía un conjunto de nuevas sanciones económicas y diplomáticas. Más tarde, en el 2004, Estados Unidos y Francia votaron por una resolución de la ONU para que las tropas sirias se retiraran del Líbano. Rusia y China se abstuvieron. En realidad, Siria mantenía una presencia militar por petición del gobierno libanés y con el aval de las Naciones Unidas; y, mucho antes de que votaran la resolución, ya había comenzado a retirar sus tropas. ¿El asesinato del primer ministro libanés, Rafiq Hariri, aceleró los acontecimientos? Exactamente. A Siria se le ha querido adjudicar la muerte de Hariri. Sin embargo, a pesar de que desde hace muchos años un tribunal especial trabaja en ese sentido, no ha sido aportada ninguna prueba que fundamente tal acusación. Ese asesinato, que algunos atribuyen a grupos de islamistas, antiguos aliados decepcionados de Hariri, no ha servido al poder sirio. Es conveniente recordar la 57
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El mundo según Trump
confidencia de Chirac, amigo personal de Hariri, según la cual el día en el que Bashar retire su último soldado del Líbano, será derrocado.
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¿Así pues, mucho antes de la “primavera siria”, Estados Unidos ya quería deshacerse de Assad? Sí. Luego de votar por las sanciones contra Siria y lograr que las tropas sirias se retiraran del Líbano, George W. Bush implementó un programa para financiar a la oposición. Desde el 2006, se le han transferido millones de dólares a una red de opositores sirios exiliados.
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Aquel mismo año, Israel atacaba al Líbano. Un conflicto en el que Siria tuvo un importante papel... Esa ofensiva tenía por objeto romper el eje constituido por Hezbolá, Siria e Irán. Contra cualquier pronóstico, Israel perdió la guerra. Al haber apoyado a Hezbolá tras la victoria, Assad fanfarroneó un poco. Recordamos sobre todo un discurso histórico en el cual trató al rey de Jordania, al de Arabia Saudita y al presidente Mubarak de “medias tintas”. Estos dirigentes árabes habían condenado a Hezbolá en lugar de a la ofensiva israelí.
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No obstante, después de aquel conflicto, Assad mostrará señales de acercamiento a Occidente. Incluso se le verá al lado de Sarkozy en el desfile del 14 de julio de 2008. Assad ha intentado apaciguar las relaciones. Ha dado pruebas de buena voluntad abogando, particularmente, a favor de la liberación de una francesa detenida en Irán. Por otro lado, las potencias occidentales trataban de jugar otra carta. De tal modo que Sarkozy propuso un acuerdo para que Siria obtuviera una apertura en Europa, pero bajo condiciones: Assad debía romper con Irán y Hezbolá. El presidente sirio lo rechazó. Sin embargo, para no mostrarse como un satélite de Teherán y probar que estaba listo para mantener relaciones equilibradas, Assad se acercó a Turquía. Ambos países, incluso, crearon en el 2010 una zona de libre comercio.
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Primera parte CAPÍTULO 3 Siria , ¿un giro decisivo de la historia?
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¿Era eso beneficioso para Siria? No, porque la economía turca era mucho más competitiva. De hecho, esa zona de libre comercio ocasionó muchos daños a las empresas sirias. Además, el país había padecido cuatro años de sequía, lo cual tuvo un impacto terrible en la agricultura. Anteriormente, Siria era el único país árabe que había alcanzado la autosuficiencia alimentaria. Pero con la sequía, muchos campesinos ya no conseguían mantener sus campos. Fueron a engordar el subproletariado en los suburbios de las grandes ciudades.
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¿Un caldo de cultivo propicio para la rebelión? Sí. Sabemos lo que ocurrió luego en el contexto de las “primaveras árabes” con la propaganda de los canales por satélite de las petromonarquías y sus discursos: Assad perdió su legitimidad, es un asesino, tiene que largarse. Estados Unidos y sus aliados inyectaron mucho dinero en esa rebelión.
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¿Estados Unidos se apoyó en grupos de terroristas para derrocar al gobierno sirio? No hay nada nuevo en esos informes tan turbios. Ya no es un secreto para nadie que la CIA y Arabia Saudita crearon Al Qaeda para combatir al ejército soviético en Afganistán. Zbigniew Brzezinski, el antiguo consejero del presidente Carter, fue el arquitecto de aquella alianza con los combatientes islámicos. Poco antes de los atentados del 11 de septiembre, había declarado que la caída de la Unión Soviética le parecía más importante que el terrorismo de Osama bin Laden. Hillary Clinton también declaró que Al Qaeda era “la criatura de Estados Unidos”. Hoy día el enemigo es sobre todo el Estado islámico... La consecuencia de las políticas llevadas a cabo por Estados Unidos contra Irak es el nacimiento de Daesh. Ya durante la operación “Tormenta del Desierto” en 1991, Washington, París y Londres habían exigido una zona de exclusión aérea en el norte de Irak. Los grupos islámicos más radicales se habían refugiado en ella contra posibles represalias del poder central en Bagdad. 59
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Después de la invasión de Irak en el 2003, estos grupos se volvieron contra sus protectores occidentales. Adquirieron mayor potencia, una vez más, gracias a las decisiones de Washington. De hecho, con la disolución del ejército iraquí y de los servicios de seguridad ordenada por Paul Bremer, quedaron desempleados cientos de miles de funcionarios, oficiales y soldados iraquíes. Entonces, un importante número entre ellos se enroló en la resistencia contra la ocupación estadounidense. Una resistencia que al principio era esencialmente patriótica. Pero para contrarrestar esa resistencia, Estados Unidos propició un conflicto interconfesional y estimuló la guerra civil entre iraquíes. Esa fue la misión de John Negroponte, quien ya se había dado a conocer por sus métodos de organización de la guerra civil y del terror en América Central durante el período de los Contras. Ese contexto permitirá la aparición de grupos suníes vengativos como Daesh.
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¿Cómo esos grupos han extendido su campo de acción hasta Siria? Estados Unidos y todos quienes habían prometido vencer a Siria desde el 2011, ayudaron para que esos grupos pasaran las fronteras. Pensaban utilizarlos y después deshacerse de ellos. Se equivocaron ampliamente sobre la capacidad de resistencia del Estado sirio y de sus apoyos, tanto internos como externos. Asimismo, hay que señalar que tanto los occidentales y Turquía como las monarquías del Golfo, se habían prestado a ese peligroso juego. Reconocieron oficialmente que habían entregado armas, dinero y entrenado a los grupos de la oposición llamados “moderados”. Más tarde admitieron que gran parte de esos “moderados” se incorporaron, con armas y equipamiento, bien sea a Al Qaeda, a Daesh o a otros grupos afiliados. Finalmente, Obama formó, a pesar de todo, una coalición contra Daesh. ¿Por qué? Con el tiempo y la extensión del terrorismo en Occidente, la OTAN y sus aliados regionales han dejado de apoyar, por lo menos oficialmente, a Daesh. Y más tarde al Frente Al Nusra. Es solo recientemente
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Primera parte CAPÍTULO 3 Siria , ¿un giro decisivo de la historia?
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cuando han comenzado a asimilar a esos grupos como movimientos terroristas. Hace mucho tiempo que Estados Unidos, sus agentes europeos, así como Turquía, Jordania y las monarquías del Golfo, han puesto en un mismo plano al Estado sirio y a las organizaciones terroristas, negándose a precisar quién era terrorista y quién no. Además, la coalición de Obama no bombardeaba a Daesh cuando ello podía beneficiar al ejército sirio.
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¿Trump representa una ruptura con esta estrategia? Declaró que la prioridad era vencer a los terroristas y que estaba dispuesto a discutir con Putin y Assad para lograr esta meta. Sí, Trump había prometido cambiar esta estrategia y no ha perdido tiempo en ponerla en práctica en Irak y en Siria. Ya se cuentan en millares los militares estadounidenses que coordinan sus acciones con los rusos. Sin hacer mucho ruido. Pero, por el momento, esta coordinación se enfrenta a la obstinación del gobierno de Trump que ve a Irán y a Hezbolá como enemigos. Es porque hay que cuidar a Israel. También hay verdaderas discrepancias con Turquía a propósito de los kurdos. Ankara los mira como enemigos mientras que Moscú y Washington trabajan en el terreno con ellos para combatir a Daesh. Por cierto, esto explica por qué Ankara anunció el fin de la operación “Escudo del Éufrates” el 29 de marzo de 2017.
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Tras esos primeros signos de cambio con respecto al conflicto sirio, Trump lanzaba misiles contra la base aérea de Al Chaayrate en abril de 2017. El ejército sirio habría almacenado armas químicas que luego utilizó contra el pueblo de Khan Sheikhoun. En el 2013, Trump le había aconsejado a Obama que no se implicase en Siria. ¿Cómo puede explicar el ataque del nuevo presidente? No creo que el ejército sirio haya lanzado ese ataque con armas químicas contra el pueblo de Khan Sheikhoun. Sostendría más bien la tesis de un bombardeo a un almacén de municiones químicas en esta localidad por parte del ejército sirio. En distintas ocasiones el gobierno sirio le había informado a la ONU sobre la existencia de 61
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reservas de armas químicas enviadas desde Irak y Turquía para los rebeldes. Sin que la ONU se molestase en investigar.
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En el caso del ataque a Khan Sheikhoun, Trump no esperó los resultados de la investigación de la ONU. Respondió de inmediato. El ejército sirio no tenía ningún interés en realizar semejante ataque. Al menos tres semanas antes, Al Nusra y sus aliados habían logrado ocupar varias decenas de localidades cerca de la ciudad de Hama, lo que había provocado un contraataque de las fuerzas gubernamentales para recuperar esos territorios. En la víspera de ese “ataque químico”, el ejército sirio no solo había liberado un 85% de las zonas que había perdido, sino que también estaba a punto de llegar hasta las bases de Al Nusra. Por lo tanto, ese ejército no estaba en lo absoluto replegado. Pienso que, objetivamente, se trata de una burda manipulación.
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¿Con qué objetivo? ¿Trump se habría pasado al otro bando? No está en condiciones de revertir la correlación de fuerzas en Siria. En consecuencia, si se trataba de lanzar una advertencia sin coste alguno dirigida a los rusos, chinos e iraníes, estaba perdida de antemano. Trump, sin lugar a dudas, pretendió tranquilizar a sus incontables detractores en Estados Unidos, quienes lo acusan de alta traición debido a supuestos vínculos con Rusia. En cualquier caso, los cincuenta y nueve misiles Tomahawk lanzados contra la base de Al Chaayrate no fueron más que una pelea contra molinos.
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Después que hayan pasado seis años de conflicto, esta imposibilidad de revertir la correlación de fuerzas en Siria está marcada por el fracaso de la estrategia de Obama. ¿Por qué no tuvo éxito? Estados Unidos estaba convencido de que Assad no resistiría por mucho tiempo la revuelta. Frederic Hof, consejero de Obama sobre Siria, hace poco declaraba: “Estábamos seguros de que Assad iba a caer rápidamente, incluso antes de que Obama interviniera para condenar al gobierno sirio”.
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Primera parte CAPÍTULO 3 Siria , ¿un giro decisivo de la historia?
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Es el clásico estribillo imperialista: Saddam, Milosevic y los demás malvados debían caer en pocos días, según las declaraciones de los dirigentes estadounidenses. Trataban de influenciar psicológicamente con su propaganda. En Siria, su análisis estaba equivocado desde el comienzo. Y basándose en esa equivocada apreciación, Francia, Inglaterra y Estados Unidos se implicaron e inyectaron mucho dinero en este conflicto. Incluso involucraron al gobierno libanés, con todas las consecuencias desastrosas que eso podía tener para el frágil equilibrio del país de los cedros. Pero estaban convencidos de la inminente caída de Assad. Decían que era necesario ponerse rápidamente del lado correcto de la Historia.
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¿Cómo han podido equivocarse a este punto? No habían comprendido cómo estaba constituida la sociedad siria, el apoyo popular con el que contaba Assad y la solidez del Estado profundo. En Libia, el antiguo embajador de Francia, a quien conocía personalmente, ya había dado la voz de alarma cuando París se preparaba para intervenir. François Gouyette había pronosticado que un cambio de régimen sería catastrófico. Pero el gobierno francés le respondió: “¡O asume nuestra línea o se va!”. Lo mismo ocurrió en Siria. El embajador Eric Chevalier había prevenido a las autoridades francesas que Assad no caería en solo algunos días. También lo llamaron al orden. Todo esto muestra la arrogancia y la necedad del poder. Es una forma de ceguera que no se detiene ante nada. Nada, salvo una bofetada. Y fue esto lo que ocurrió en Siria.
Obama tuvo la ocasión de ir más lejos con el fin de derrocar a Assad. Pero, en el 2013, después del ataque químico a Ghouta, renunció al bombardeo de Siria. ¿Este episodio marca un giro en las relaciones internacionales? El giro psicológico llegó antes, desde el 2011, cuando Rusia y China vetaron la proposición en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Occidente no había previsto la acción de Moscú y de Pekín. Estados Unidos pensaba que Putin iba a abandonar a Assad como 63
MICHEL COLLON Y GRÉGOIRE LALIEU
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había abandonado a Gadafi. Pero Rusia y China utilizaron su veto en seis oportunidades. Esta bofetada dejó grogui9 a todo el mundo. Marcó un cambio total en las relaciones internacionales.
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Hasta entonces, los rusos y los chinos tenían más bien la costumbre de abstenerse en la mesa del Consejo de Seguridad, incluso cuando Occidente maniobraba contra sus intereses. ¿Qué ha cambiado? Tuve la oportunidad de conversar con los expertos rusos que integraban la comisión de investigación sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Estaban en primera fila, vieron cómo los servicios de inteligencia estadounidense saboteaban la investigación para justificar la intervención de Bush. Y cuando se les pregunta por qué en ese momento no dijeron nada, responden: “Vimos perfectamente lo que ocurría. Pero en esa época, ya estábamos luchando por la supervivencia de la federación rusa. De manera que lo único que podíamos hacer era callarnos”. Luego, lo que ocurrió en Libia impactó a Rusia y a China, que no se habían opuesto a la resolución de las Naciones Unidas a favor de establecer una zona de exclusión aérea. Conocemos lo que pasó después: la OTAN no respetó esa resolución y bombardeó las tropas de Gadafi para permitir la victoria de los rebeldes. Un diplomático chino con el que me entrevisté fue muy claro al respecto: “Nos dejamos engañar en Libia, pero no volveremos a caer en la trampa”.
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Hemos visto los vínculos que unían a Rusia y a Siria. ¿Por qué China también dio su apoyo a Assad? Antes que nada, China ya sabía que con la ayuda de Turquía, Estados Unidos ayudaba a los independentistas uigures. Hoy día, miles de esos musulmanes originarios de la provincia de Sinkiang
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Grogui, voz de origen inglés (groggy, derivada de grog), en la jerga pugilística se refiere al hecho de quedar aturdido o tambaleante. [N. del E.].
Primera parte CAPÍTULO 3 Siria , ¿un giro decisivo de la historia?
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integran las filas de la rebelión siria. Luego, a través de Assad, Estados Unidos y sus aliados también quieren debilitar a Irán, país en el que China tiene muchos intereses. Así pues, tanto Rusia como China sabían perfectamente que la guerra en Siria también era contra ellos.
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¿La derrota de la OTAN en Siria expresa la materialización de un mundo multipolar? Completamente. Estados Unidos es tan arrogante como miope, porque todas sus artimañas contra Rusia empujaron al Kremlin a que se acercara a China. Lo que se pone en marcha es Eurasia, ¡la pesadilla de Brzezinski! Según él, la potencia que controlara Eurasia dominaría el mundo.
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¿Cómo evolucionan las relaciones entre Estados Unidos, Rusia y China? Washington no puede impedir la alianza entre Moscú y Pekín. Es demasiado tarde. La cooperación económica, industrial, militar, energética, científica y humana entre ambas potencias les beneficia mutuamente. Y va in crescendo. Las sanciones europeas y estadounidenses contra Rusia facilitaron la puesta en marcha de Eurasia, tan apreciada por Putin. También debilitaron en Rusia a aquellos que estaban a favor de un acercamiento con Occidente.
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Según Kissinger, Estados Unidos debía acercarse a los rusos para aislar a los chinos. Kissinger ha adoptado muchísimas estrategias. Primero aplicó la doctrina del hombre desquiciado contra los chinos: puedo lanzar la bomba atómica en cualquier momento, agárrenme o voy a hacer daño. Pero tras esta política intimidatoria, en 1972 organizó la visita de Nixon a Pekín. En aquel entonces, la idea era acercarse a los chinos para aislar a los rusos. Hoy día, Kissinger preconiza lo contrario. Pero no creo que Trump tenga otra salida diferente a la de negociar con ambos. Su gabinete, por cierto, ha mostrado signos de hostilidad hacia Pekín, antes de afirmar que solo reconocía a una China, unida e indivisible. 65
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El mundo según Trump
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No es cualquier cosa. Trump seguirá siendo un hombre pragmático. No creo que quiera hacer la guerra. Pero la corriente militarista en el seno del poder estadounidense podría prevalecer. Existe ese riesgo.
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Está el gabinete del presidente, ¿pero también el poder que lo rodea? Con certeza. La exclusión de Flynn, el consejero de Seguridad de Trump, quien era partidario de una relación tranquila con Moscú, es reveladora. Da cuenta de un conflicto entre el nuevo presidente de Estados Unidos y la CIA. Efectivamente, Trump sufrirá presiones para obligarlo a ceder en ciertas posiciones.
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Estas contradicciones también dejan entrever divisiones en el establishment estadounidense. ¿Es eso nuevo? No realmente. Por ejemplo, John Kerry explicó que Obama había encontrado un acuerdo con los rusos sobre Siria, pero que el Pentágono se había opuesto. Lo verdaderamente nuevo es la magnitud de las divisiones que experimenta la élite.
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Usted ha dicho que Rusia y China defienden sus intereses en Siria. ¿Ambos países son potencias imperialistas? No, no en la actual situación. Algunos acusan a China de imperialismo, pero es básicamente un Estado apegado a sus derechos y que es intransigente en ese aspecto. Indudablemente, hay una comunidad de chinos en el extranjero que ha acumulado muchos capitales. Esta nueva clase se ha desarrollado invirtiendo en sectores que dan muchas ganancias rápidamente. Luego, estos expatriados han vuelto a colocar sus capitales en China, donde pueden adquirir bancos privados e industrias. Son depredadores que actúan a título privado. El Estado chino, por el contrario, invierte en proyectos útiles, concede préstamos interesantes a los países del tercer mundo y les ofrece asistencia. En fin, China jamás ha agredido a otro Estado. Y en Siria, la posición de Pekín está completamente apegada al respecto del derecho internacional.
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Occidente siempre se muestra como el gran defensor de la democracia, los derechos humanos y la paz en el mundo. Pero al final, ¿solo Rusia y China respetan la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional? Así es, ya que el derecho internacional es una protección para ellos. Rusia y China no son potencias imperialistas. Lo que estos países piden es ser respetados y no ser atacados. Por ejemplo, cuando la Unión Soviética estaba en la cima del poder, cuarenta y cinco mil expertos militares habían sido desplegados en Egipto. Era un ejército completo. Cuando el presidente egipcio Sadat les pidió que se fueran, los soviéticos levantaron el campamento de la noche a la mañana. Ocurrió de la misma manera en Somalia en la época de Siad Barre. Y si mañana Assad se lo pide, los rusos se irán. Por supuesto, hay influencias que entran en juego y una política supeditada a los intereses. Pero Rusia no interviene en Siria por razones económicas. Es una política militar de defensa.
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¿Es real la posibilidad de que haya una Tercera Guerra Mundial? ¿Este riesgo es mayor con Trump o con Clinton? Como secretaria de Estado, Hillary Clinton ya había llevado a cabo pequeñas guerras. Pequeñas pero muy perjudiciales. En el 2013, Obama evitó una grande. Desde una base de la OTAN en España fueron lanzados dos misiles que los rusos neutralizaron. Obama no fue más lejos, sabía lo que podía implicar una escalada. Pienso que con Trump no habrá una guerra mundial. Estados Unidos está en crisis, se siente un malestar generalizado y la sociedad está sumamente fragmentada. El riesgo de una guerra civil es mayor. Allá todo el mundo está armado. Eso podría ser terrible. ¿Qué medida tomaría usted si llegara a ser presidente de Estados Unidos? Fomentaría un verdadero cese al fuego en Siria, firmaría un acuerdo con Rusia y dejaría de apoyar a Israel.
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LOS NEGROS BLANCOS DE EUROPA
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Mohamed Hassan
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Tras el derrumbe de la URSS, los responsables de la política extranjera de Rusia degradaron terriblemente el nivel de relaciones diplomáticas que mantenía la Unión Soviética. Los individuos proeuropeos y atlantistas de la élite rusa tenían el papel protagónico, e influenciaban la política extranjera. Había que ver el comportamiento de los diplomáticos rusos en África, en América Latina o en Asia. Eran muy arrogantes. Perjudicaron bastante la política extranjera de Moscú. Cuando era diplomático en los 90, tuve la oportunidad de conversar con un embajador ruso en Bruselas. Hablamos sobre los errores de la Unión Soviética en Etiopía y del apoyo al régimen militar de Mengistu. Luego, le pregunté bromeando: ahora ustedes son los negros blancos de Europa, cierto . l me respondió sin rodeos: iene ra ón. Los cabrones ue mandan en la Oficina de Relaciones Exteriores han conducido la política extranjera de Rusia a que le besemos el trasero a los alemanes y a los estadounidenses!”. Con Gorbachov, Rusia se dejó engañar. Gerhard Schroeder y George Bush le habían prometido ue si él permitía la reunificación de lemania, la O N no se extendería hacia el Este. Gorbachov debía ser estúpido, porque hasta un niño habría percibido la astucia. ¿Consecuencia? Polonia, Hungría y la República Checa se unieron a la Alianza Atlántica en 1999; Bulgaria, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y Estonia lo hicieron igualmente en el 2004; Albania y Croacia se integraron a las filas en el 2009 y después en el 201 , Montenegro se ha hecho un miembro observador. Rusia está literalmente rodeada. En este contexto, podemos comprender que la guerra siria no es solamente una guerra contra Siria. Ucrania y Siria despertaron a Putin. Rusia no podía quedarse con los brazos cruzados. Si Assad hubiera caído en Siria, Rusia hubiese perdido un importante acceso al mar Mediterráneo. Putin habría conservado una salida al océano Ártico, donde habría podido bailar con los esquimales. Pero habría perdido un importante espacio de consolidación al Sur. Y habría visto debilitarse a Irán, que se trata de un aliado estratégico por su acceso al océano Índico.
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TRUMP VISTO DESDE ESTADOS UNIDOS
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CAPÍTULO 4
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Entrevista con John Catalinotto. Antiimperialista comprometido, militante por los derechos humanos, portavoz de la IAC (International Action Center), miembro del Brussels Tribunal y jefe de redacción del semanario Workers World, Nueva York.
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¿Lo sorprendió la victoria de Trump en las elecciones? Hasta el último momento pensé que ganaría Hillary Clinton. Estaba decepcionado. No por la derrota de Clinton. Decepcionado porque mucha gente había votado por Trump, un multimillonario explícitamente racista y sexista. En Estados Unidos todas las elecciones están sesgadas contra los pobres y los oprimidos. Las personas no inscritas en las listas electorales no pueden votar. Los prisioneros y los antiguos reclusos también están excluidos. Todo ello ayudó a Trump, al igual que las reglas del Colegio Electoral, porque en realidad él perdió el voto popular de tres millones de electores.
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“Make America Great Again”. ¿La gente se lo cree? Ese es el problema político detrás de la derrota de Clinton y el triunfo de Trump. Las condiciones materiales de la clase obrera y la clase media se han deteriorado. Clinton y Obama aseguraban que la vida iba magníficamente y que todo iría cada vez mejor. Pero muchas personas sabían, basándose en su propia experiencia, que era mentira. Trump simuló ser un outsider que luchaba contra el establishment. Siempre declaraba que la vida iba desastrosamente, que esa era la
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consecuencia de las políticas de Obama y de Clinton, y que él mejoraría la situación. Pero no lo hará.
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¿Cómo los medios de comunicación cubrieron la campaña de Trump en Estados Unidos? Veo dos corrientes en los medios de comunicación gremiales. La primera reúne a los medios de comunicación institucionales: Wall Street Journal, New York Times, Washington Post, Los Angeles Times, CNN o MSNBC. La otra corriente integra a los medios de comunicación de extrema derecha; principalmente Fox News y los diarios en manos de Rupert Murdoch, así como también algunos programas de debates en radio y televisión. Cuando comenzó su campaña, Trump tuvo el beneficio de una enorme cobertura publicitaria, tanto en los medios de comunicación institucionales como en los de extrema derecha. Este multimillonario, star de la telerrealidad, tenía algo que fascinaba, drogando a la audiencia en los medios de comunicación. Además, inyectaba una buena dosis de ideología reaccionaria en la campaña. Algo muy útil para crear una alternativa populista de derecha frente al avance de Bernie Sanders.
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No obstante, Trump criticó mucho a los medios de comunicación. ¿Es un ingrato? Hay que distinguir dos momentos de su despegue. En un primer momento, el portento Trump disfrutó de una inmensa publicidad. Eso lo propulsó hasta la victoria en las primarias republicanas. Sin embargo, a partir de aquel momento, los medios de comunicación institucionales intentaron desmontar su invención. El New York Times y el Washington Post se dedicaron a atacarlo cotidianamente a lo largo y ancho de sus artículos. Pero ya era demasiado tarde. Por su parte, los medios de extrema derecha continuaron apoyándolo a lo largo de toda la campaña.
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¿En qué aspectos encarna Trump una ruptura con Obama o Clinton? Los europeos podrían ver en Donald Trump una mezcla de las peores características de Silvio Berlusconi y de Marine Le Pen. Trump es rico, egocéntrico y arrogante. Además, está a la cabeza del gabinete ejecutivo que debe administrar el más importante presupuesto de Estado, así como también la maquinaria de guerra más destructora del mundo. Evidentemente, Trump no posee el monopolio de las políticas reaccionarias y belicistas. Otros políticos demócratas o republicanos también representan una amenaza para la paz en el mundo. Hillary Clinton forma parte de ellos. Pero la diferencia estriba en que Trump da eco a un discurso antimusulmanes, antiinmigrantes, racista y misógino. De manera que su victoria moviliza a la parte más sectaria de la sociedad estadounidense. Con Trump en la Casa Blanca y los republicanos controlando las dos Cámaras del Congreso, preveo un ataque en toda regla orquestado contra los trabajadores, sus sindicatos y sus conquistas sociales. Más o menos lo que ocurrió en Argentina cuando Macri sustituyó a Cristina Fernández de Kirchner. Más o menos lo que ocurrió en los estados de Wisconsin y de Carolina del Norte, cuando los republicanos del movimiento Tea Party alcanzaron el estatus de gobernadores.
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¿Cree que Clinton u Obama están a favor de los derechos de los trabajadores? Por supuesto que no. Pero con Trump, el ataque será más frontal y agresivo. Por ejemplo, Obama expulsó entre uno y dos millones de trabajadores indocumentados. Trump prometió golpear mucho más fuerte y después de ser elegido sembró el miedo entre los migrantes. Asimismo, se declaró a favor de métodos policiales más agresivos, lo cual incitará a una mayor arrogancia y violencia de los policías hacia la comunidad afroamericana. En fin, Trump calumnia abiertamente a los musulmanes. ¿Consecuencia? Los peores racistas no necesitan ningún pretexto para agredirlos.
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El nuevo presidente se opone a los tratados de libre comercio y a las deslocalizaciones. ¿No es algo bueno para los trabajadores estadounidenses? En Estados Unidos, la clase obrera está compuesta por numerosas personas de cultura indígena, afroamericana, latinoamericana, de Asia del Este o del Oeste y de las islas del Pacífico, muchos de ellos inmigrantes. Entre los trabajadores hay hombres, mujeres y, entre ellos, también las personas que forman parte de la comunidad LGBTQ10. Tienen un empleo o están desempleados. Pues bien, Trump divide a esta clase obrera. Con certeza, eso no es nada bueno para los trabajadores estadounidenses. Además, aunque Trump puede parecer imprevisible y se contradice con frecuencia, no habrá ninguna sorpresa en al menos un aspecto: el nuevo presidente será incapaz de crear nuevos empleos en Estados Unidos volviendo a negociar o rompiendo los tratados comerciales. Esos tratados no son la causa de la crisis económica. Los empleos industriales no se han reducido tanto a causa de la mundialización, como del inevitable progreso tecnológico de la industria capitalista. La situación se agudizará, porque el capitalismo sufre de sus propias contradicciones y conduce hacia un callejón sin salida. Ahora bien, Trump no tiene ninguna solución para resolver esos problemas estructurales.
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¿Hay alguna oposición creíble frente a Trump? La izquierda en Estados Unidos debe organizarse y encontrar mecanismos para defender a los sectores más oprimidos de la clase obrera. Además, estos sectores deben proporcionar un liderazgo y reunir a los trabajadores. No solo contra la política reaccionaria de Trump, sino también contra la totalidad del podrido sistema capitalista.
10 Lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros y queer (no heterosexuales o no cisgéneros). [N. del E.]. 72
Primera parte CAPÍTULO 4 Trump visto desde Estados Unidos
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¿Es eso posible con semejante presidente a la cabeza de Estados Unidos? Sí, porque la elección de Trump muestra claramente el gusano en la fruta. Los políticos como Obama o Clinton tienden a ocultar el declive del imperialismo estadounidense, por muy flagrante que sea. Pero la llegada al poder de un personaje como Trump muestra la crisis a la luz del día. Ya reclutó a su equipo de gobierno en la cloaca política, económica y mediática. Eso provocó miedo y rabia. Rápidamente decenas de miles de personas bajaron a la calle. La mayoría nunca había manifestado en su vida. Pero saben que no pueden ser neutrales. La elección de Trump los ha impulsado a tomar partido. Algunos manifestantes se sienten directamente amenazados por el nuevo presidente. Otros se sienten solidarios con los grupos designados como blanco. Poco importa cuál sea la chispa inicial, una vez que se movilicen, su vida podrá cambiar. Como revolucionarios, nuestro trabajo es darle una orientación positiva a ese cambio.
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¿Cuál es su opinión sobre las personas con las que Trump conformó su equipo? Prefiero hablar de pandilla en lugar de equipo. La veo compuesta por tres grupos. Sus amigos más cercanos son los más autoritarios en su ideología: Steve Bannon, Stephen Miller, su yerno Jared Kushner, así como Sebastian Gorka; todos son antimusulmanes. Luego, están sus generales: Trump puso generales a la cabeza de la Defensa y de la Seguridad interior. Su consejero en la Seguridad Nacional y el jefe de la CIA también son oficiales del ejército. El tercer grupo es el Tea Party. Son gente escogida para dirigir departamentos que durante toda su carrera se empeñaron en destruir. Por ejemplo, Betsy DeVos en Educación, Tom Price en Salud y en los Servicios Sociales o Scott Pruitt en la Agencia para la Protección del Medio Ambiente. DeVos pasó su vida privatizando las escuelas, Price combatió la ampliación de la cobertura en la salud y Pruitt es un agente de la industria de la energía.
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Todo eso no es muy antisistema... En el sentido anticapitalista, no son antisistema. Y lejos de ser una antiélite, constituyen el gabinete más rico y más elitista de la época moderna. De ellos podemos esperar un ataque concertado contra todos los sectores de la clase obrera, inclusive contra esos obreros que hayan podido votar por Trump. Por otra parte, han propuesto reducciones de presupuestos en todos los departamentos, incluyendo las ayudas a los pobres y a la población en general. También han previsto aumentar los recursos de los departamentos vinculados con el aparato represivo del Estado, tales como la Defensa y la Seguridad Nacional. Por ejemplo, el cambio previsto en la Obamacare amenaza con dejar a veinticuatro millones de personas sin seguro médico. Al mismo tiempo, los cuatrocientos contribuyentes más ricos recibirían reducciones de impuestos por siete millones de dólares cada uno, es decir, un total de 7,8 billones de dólares por año. Por su parte, el Pentágono podrá contar con un aumento de cincuenta y cuatro billones de dólares.
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¿La llegada de Trump al poder demuestra que en Estados Unidos la élite está dividida? Hasta en el gobierno de Trump hay divisiones. El secretario de Estado, Rex Tillerson, antiguo expresidente director general (PDG) de la ExxonMobil, con un perfil aceptable para la clase dirigente, fue puesto al margen de los encuentros con los jefes de Estado por Trump, Bannon y Kushner. Tillerson no se parece en nada a Trump. Todas sus peticiones de ayuda fueron rechazadas. Por otra parte, Trump está en permanente conflicto con los más importantes medios de comunicación. Incluso, su asistente de prensa expulsó de sus ruedas de prensa a New York Times, CNN y otros medios de comunicación. Asimismo, Trump ha acusado a Obama de poner su torre bajo la vigilancia de agencias de inteligencia. Dicho esto, aprovechando que el mercado bursátil muestra un constante aumento después de su elección y que su gobierno prometió hacer mucho más a favor de los ricos, Trump está tratando de convencer a una buena parte de la élite dirigente de que podrá llenarles los bolsillos.
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Primera parte CAPÍTULO 4 Trump visto desde Estados Unidos
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¿Cree que la política extranjera de Trump calmará las tensiones en el mundo? La política extranjera de Estados Unidos no depende de un solo hombre. Tanto Trump como Clinton, los republicanos al igual que los demócratas, incluyendo el ala encarnada por Bernie Sanders... todos defienden los intereses del imperialismo estadounidense. Ahora bien, el imperialismo no se reduce a la elección de un pequeño grupo de políticos. Es un sistema económico. Lo que implica el dominio del capital financiero y la necesidad vital que tiene Estados Unidos de dominar el mundo para exportar sus capitales, robar las materias primas y explotar una mano de obra barata. Este sistema ha probado su incapacidad para generar ganancias por medios pacíficos. De modo que quien esté a la cabeza del imperialismo estadounidense, sea quien sea, sufrirá importantes presiones que lo empujarán hacia la guerra.
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Hillary Clinton apoyó todas las guerras hechas por Estados Unidos estos últimos años, desde la de Afganistán hasta la de Siria, pasando por la de Irak y la de Libia. También apoyó la subversión organizada en los países progresistas de América Latina. A pesar de sus promesas, Barack Obama aumentó las tropas en Afganistán y volvió a enviar otras a Irak. Durante el 2016, el Premio Nobel de la Paz llegó a lanzar un promedio de tres bombas por hora. Pero Trump nunca ha estado involucrado en esas decisiones de política extranjera; no tiene antecedentes... Trump es capaz de contradecirse en una sola frase. Ha hecho algunas declaraciones que pueden parecer tranquilizadoras, sobre todo en negociaciones más abiertas con Rusia. Pero también prometió reconocer a Jerusalén como la capital de Israel. Además, quiere romper los acuerdos firmados con Cuba e Irán. Es difícil confiar en un personaje como Trump para construir la paz. Es por ello por lo que debemos crear un movimiento que pueda luchar a un mismo tiempo contra el imperialismo en el extranjero y contra la política reaccionaria de Trump aquí, en Estados Unidos.
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El mundo según Trump
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En Europa, algunos estaban convencidos de que Hillary Clinton podía llevarnos a una Tercera Guerra Mundial, y se alegraron por su derrota. ¿Entiende usted esa postura? En el movimiento antiimperialista europeo reina cierta confusión con respecto al papel que juega Trump. Se puede comprender la maliciosa alegría sentida por algunos frente a la derrota de Clinton. Pues saben hasta qué punto era agresiva la candidata demócrata. Pero quizás perdieron la esperanza en la clase obrera estadounidense. Aquí debemos desarrollar un movimiento contra las guerras de Estados Unidos. Y solo podemos hacerlo si los sectores más oprimidos de la clase obrera estadounidense se unen y se ponen a la cabeza de ese combate. Los que se alegran de la victoria de Trump alejan de ellos a la población negra, las mujeres militantes, las personas LGBTQ y los musulmanes. Se alejan de todos aquellos a quienes la presidencia de Trump produce miedo. Peor aún, se alejan de todos aquellos que la rabia hace movilizar contra un presidente que no es “su presidente”.
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¿No se corre el riesgo de que ese movimiento de protesta sea recuperado por alguien? Sobre todo es una oportunidad que hay que aprovechar. Durante los días que siguieron a su elección, miles de personas manifestaron contra él. Es lo único positivo que ha surgido de aquellos dieciocho meses de campaña burguesa. Algunos manifestantes pueden estar a favor de Clinton por motivos erróneos. Pero en general, la gente que está en la calle está en contra de Trump y lo que él representa. No se manifiestan porque el nuevo presidente dice querer negociar con Rusia. Por lo tanto, todos aquellos que desean combatir al imperialismo deben estar en la calle al lado de esos manifestantes que tienen miedo, que están indignados, que viven un cambio importante y que se replantean sus ideas. Debemos estar a su lado, no solo para incitarlos a combatir el racismo, el sexismo y la xenofobia de Trump, sino también todas las guerras imperialistas.
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¿POR QUÉ EUROPA LLORA A CLINTON?
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CAPÍTULO 5
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Entrevista con Bruno Drweski. Historiador, especialista en el mundo eslavo y maître de conférences en el INALCO (Institut National des Langues et Civilisations Orientales), París.
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¿Por qué la Unión Europea se opone tanto a Trump? Antes que nada, debemos situar el proceso de integración de la Unión Europea en su contexto histórico, y recordar que desde 1918 lo que caracteriza la situación de todas las burguesías europeas es la derrota. Es evidente que Alemania había perdido la guerra. Pero los imperialistas franceses y británicos tampoco salieron vencedores. Fue Estados Unidos el que hizo que se inclinara la balanza a su favor.
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¿Y en 1945 se repitió la historia? Exactamente. Ninguna potencia europea salió triunfante después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, las burguesías imperialistas del Viejo Continente se acostumbraron a la derrota. Alemania intentó regresar a la palestra, pero fue duramente vencida por segunda vez. Así que en 1945, Europa estaba completamente devastada y Estados Unidos pescó en río revuelto. Echaron mano de antiguos nazis: von Braun, el ingeniero de los cohetes V2, para desarrollar la NASA, pero sobre todo Gehlen y los servicios secretos para espiar y perseguir a los comunistas. Y las burguesías derrotadas se abrazaron a Washington por miedo al comunismo. El imperialismo europeo estaba desbordado y llegó a ser parasitario. De manera que Europa se enganchó al remolque del dinámico capitalismo estadounidense, fortalecido por la guerra, “más joven 77
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y lleno de energía”. Y es así cómo la Unión Europea, tal y como la conocemos, tomará forma. Si usted busca a los Padres Fundadores de esta Europa, encontrará a agentes de Estados Unidos como Jean Monnet y Robert Schuman, o a antiguos nazis como el jurista Walter Hallstein, quien había sido encargado por Hitler para organizar la “Nueva Europa”.
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Actualmente, el capitalismo estadounidense no está tan joven ni lleno de energía... La situación es muy diferente, pero la élite de los eurócratas no parece entender que el mundo cambia. Me recuerda a los rodesianos que en 1965 declararon unilateralmente la independencia de su colonia. En aquel entonces, el imperio colonial británico estaba hecho trizas. Londres les había hecho saber a los colonos de Rodesia que la partida había terminado y que ese territorio debía ser africano. Pero los rodesianos se sublevaron contra la metrópolis proclamando la independencia de su territorio. No habían comprendido o no aceptaban que el colonialismo se había terminado. Rodesia apenas sobrevivió una decena de años. Pero hoy día, entre los eurócratas encontramos esa reacción rodesiana. Efectivamente, la elección de Trump señala el final de una época: la de la omnipotencia estadounidense a la que Europa se había consagrado. Así como aquellos colonos rodesianos que no habían aceptado el fin del imperio colonial británico, del mismo modo, cierta élite europea rechaza consignar el fin de la hegemonía de Estados Unidos.
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¿Por qué se aferran de esta manera? El miedo al comunismo desapareció con la Unión Soviética... En primer lugar, porque la Unión Europea necesita que la OTAN sea el gendarme que la proteja tanto dentro como fuera de sus fronteras. ¿Protegerse? ¿Quién amenaza con atacar a Europa? De hecho, es para participar en la dominación mundial, instituir la función de gendarme y garantizar la libre circulación de los capitales internamente. El hecho es que no hay un verdadero
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ejército europeo. Luego, la construcción de la UE generó una clase parasitaria de tecnócratas. En concreto, esa élite no produce nada, pero saca enormes beneficios del sistema puesto en marcha. Por eso se empeña en mantenerlo en pie, mientras que estamos en una situación de profundos cambios: el Brexit, la elección de Trump, el alza de corrientes soberanistas o nacionalistas dentro de la Unión...
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Estas divisiones dentro de la Unión Europea no son del todo nuevas... En Francia ya tuvimos la experiencia de una burguesía intentando preservar las reliquias de su antigua potencia. Era el período gaullista. Francia había intentado emanciparse y convertirse de nuevo en una gran potencia autónoma.
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A pesar de todo, durante el período de De Gaulle, Francia formaba parte del Mercado Común Europeo... Sí, pero en aquella época, el Mercado Común Europeo era muy diferente al actual. Por otra parte, De Gaulle había hecho todo lo posible para limitar ese Mercado, donde Francia ocupaba una posición dominante, ya que en aquel momento la Alemania dividida era un enano político. Sin embargo, la experiencia gaullista terminó siendo un fracaso y, progresivamente, a partir de 1968, Francia vuelve a ser un pobre lacayo de Estados Unidos. Incluso podemos decir que desde Hollande y Sarkozy, Francia es una República bananera. En el momento en que les hablo, no me parece que la élite francesa esté dispuesta a cambiar esto. Por el contrario, Alemania ya no es realmente un enano político Exactamente. Con la reunificación por una parte y el debilitamiento de Estados Unidos por la otra, la burguesía alemana remontó la pendiente. Recuperó cierta autonomía e incluso ha desarrollado una política imperialista tomando el control del continente a través del euro.
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¿Y esta Alemania desea mantenerse dependiente de Estados Unidos? La burguesía alemana atraviesa una contradicción fundamental que está claramente ilustrada por la crisis ucraniana. Una parte del establishment es antirrusa, pro-OTAN, pro-UE y preconiza la expansión hacia Ucrania. Por el contrario, la otra parte promueve la asociación con Rusia. Los alemanes de esta fracción desean emanciparse de Estados Unidos y están dispuestos a desbloquear el presupuesto necesario para militarizarse nuevamente. Por cierto, esta contradicción no es nueva. Desde Bismarck y el nacimiento de Alemania, siempre hubo quienes querían asociarse con Rusia para controlar a Europa y quienes, como Hitler, querían eliminar a los rusos y tomar el control de Europa Central hasta Ucrania, e incluso más lejos.
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Entonces, de hecho la burguesía alemana vuelve a dividirse como en el pasado... Sí, por ejemplo, lo vemos muy claro en las declaraciones del expresidente de la Asociación Federal de la Industria Alemana (BDI), Ulrich Grillo. Él no sigue para nada una corriente rusófoba y en lo que respecta a Ucrania, en cierto modo, le importa un rábano. Del mismo modo, con el apoyo de Polonia, Angela Merkel, primero había previsto el acuerdo de Minsk con el que se debía organizar una salida negociada y pacífica de la crisis en Ucrania. Pero ese acuerdo fue saboteado por la estadounidense Victoria Nuland, la secretaria de Estado para Europa. Con el fin de llevar a cabo el plan de Washington, Nuland organizó, junto a otros, un verdadero golpe de Estado valiéndose de neonazis muy violentos. Esto presionó a Merkel, quien finalmente se puso de acuerdo con Washington para imponer sanciones a Rusia. ¿Estas sanciones afectan a las empresas alemanas? ¡Por supuesto! Un ejemplo impactante: un poco antes de la guerra de Ucrania, Siemens había obtenido un contrato para modernizar las vías férreas en Rusia. ¿Ve el tamaño de Rusia? Entonces, ¡imagínese la importancia del contrato! Pero este se echó a perder por culpa de las sanciones, y una empresa china se llevó la oferta. Si
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usted fuera presidente director general (PDG) de Siemens, eso le habrá puesto de mal humor. ¡Y no va a encontrar consuelo en las vías férreas ucranianas!
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¿También en Francia hay una burguesía que quisiera emanciparse de la línea impuesta por Estados Unidos? Es distinto. La economía alemana continúa siendo industrializada y puede contar con oportunidades en el mercado ruso. Por el contrario, Francia no produce gran cosa. El perfume, el turismo, el armamento... Eso es más o menos todo. Con regularidad, algunos hacen referencia a una burguesía nacional que quisiera regresar a una política gaullista. Pero es como Godot, todo el mundo le espera y nadie lo ve llegar. Desde luego, entre los diplomáticos, los oficiales del ejército o de los servicios de inteligencia, encontramos a muchas personas que echan pestes del deterioro de la situación francesa. Pero eso no encuentra un verdadero eco político ni económico. Estamos muy lejos de las divisiones en Alemania.
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¿Y François Fillon? Después del atentado de Charlie Hebdo, fue uno de los pocos que planteó la necesidad de conversar con Putin y Assad... A pesar de ello, Fillon fue ambiguo en muchos aspectos. Fue el primer ministro de Sarkozy, por lo tanto, tiene cierta responsabilidad en la guerra en Libia. En la elección presidencial, intentó sobre todo seducir a cierto electorado nacionalista. Pero no es verdaderamente el representante de una hipotética burguesía nacional que querría devolverle la independencia a Francia. El ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Marc Ayrault, declaró que Europa debía tomar las riendas con mayor ahínco en el plano militar. ¿No significa esto una voluntad de autonomía con respecto a Estados Unidos? Ayrault ha formulado opiniones soberanistas que nunca habría expresado dos semanas antes de la elección de Trump. Tenía la costumbre de decir “amén” a cualquier cosa que viniera de Washington. Veo, pues, en esta reacción lo mismo que en el conocido ejemplo 81
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rodesiano. Además, no olvidemos que la militarización de Europa es una voluntad de Trump y de la corriente que representa. Quieren que los europeos paguen su parte de la factura. Por lo tanto, la voluntad de autonomía de personas como Ayrault es muy relativa...
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La Unión Europea está dividida. ¿Podría estallar? El peligro es real porque la Unión Europea está socavada por contradicciones internas. Las contradicciones están presentes entre las grandes potencias: Alemania, Francia y Gran Bretaña. A estas se pueden agregar las contradicciones de la UE con respecto a los países del Sur. Particularmente con Grecia. Pero también con Italia y España, relativamente asfixiadas. Por último, en el Este se desarrollan cambios importantes. Esta parte de la UE siempre ha oscilado entre el odio a los rusos y a los alemanes. Sin haber tenido nunca suficiente poder para odiarlos a ambos simultáneamente. Pero hoy día el gobierno polaco, muy nacionalista, muy católico y muy reaccionario –al extremo del trumpismo– muestra su lado rusófobo manifestando un lado antialemán. El presidente Andrzej Duda y su partido conservador alimentan cierta nostalgia por la gran Polonia del siglo XVIII y por el proyecto Intermarium imaginado en el período de entreguerras: una federación contenida entre el mar Báltico y el mar Negro que abarcase a Polonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania.
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¿Polonia tiene los recursos? El gobierno polaco no es muy astuto, pero tampoco completamente tonto. Sabe que si se pusiera en primer plano, por el momento no podría llevar a cabo este proyecto. De manera que Polonia avanza con Croacia como mediador. Por cierto, el presidente croata pasa la mayor parte de su tiempo en Varsovia. Es allí donde se decide todo. Y tras una reciente sesión de las Naciones Unidas, vimos aparecer un bloque constituido por todos los países, desde Estonia hasta Bulgaria, incluyendo a Austria. Un bloque que no es ruso ni alemán. Y que le garantizaría a Varsovia cierta superioridad regional, constituyendo un polo de poder en la UE.
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¿Por qué esos países quieren distanciarse de Alemania y de la Unión Europea? Es evidente que las economías del antiguo bloque del Este tenían su debilidad estructural, pero eran economías maduras. En Polonia, en Hungría o en Checoslovaquia se fabricaban productos farmacéuticos, motores de avión, etc. Esta Unión Europea realmente no es una federación de naciones: domina el libre comercio, en el que entran en juego la competencia y la mano de obra barata. Esto beneficia a los más poderosos. Y el papel de los países del Este está limitado a la subcontratación para la industria alemana. No se produce nada polaco ni húngaro; esto ha creado cierto resentimiento. Gran Bretaña era el protector de esos países. De manera que millones de inmigrantes se instalaron en Inglaterra: cuatro millones de polacos, tres millones de rumanos, trescientos mil lituanos; es decir, una reducción del 10% de la población... Letonia pasó de dos millones quinientos mil a un millón novecientos mil habitantes. Estos países se vaciaron, quedándose solamente los viejos y los niños.
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¿Esas oleadas de migración influyeron en el Brexit? Seguramente. Los países del Este viven tanto de la subcontratación alemana como del dinero que envían los padres, primos o hermanos de Gran Bretaña. Son economías coloniales. Tomemos un ejemplo trivial: si las prostitutas rumanas de Italia no enviaran más dinero a los abuelos que se quedaron en el país, el nieto ya no tendría qué comer. En España, los rumanos compiten ofreciendo la mano de obra más barata; aceptan salarios inferiores a los de los marroquíes. Igualmente ocurre en Bélgica en el área de la construcción. Gran Bretaña se ha convertido en un destino privilegiado, y los trabajadores del Este aprovecharon las reglas del libre comercio que les permiten trabajar allá. Esta situación ha tenido una repercusión significativa en la economía británica: la fracción de la élite que estaba a favor del Brexit la ha utilizado como argumento durante el referéndum.
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MICHEL COLLON Y GRÉGOIRE LALIEU
El mundo según Trump
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¿Es posible que haya otras separaciones de la Unión Europea? No soy adivino, pero estamos presenciando la creación de subgrupos en la Unión Europea. Estos grupos llevan su propia política. La idea de una Europa federal me parece cada vez menos posible ponerla en práctica, porque los países que rechazan este modelo europeo comienzan a ser mayoría. Por cierto, el ministro polaco de Asuntos Exteriores declaró: “Cuidado, nosotros también podríamos pensar en un Brexit”. Quiere presionar a Bruselas. De manera que llegamos a una situación bastante caótica en la que cada uno quiere apropiarse de todos los beneficios. Vamos a terminar negociando el precio de las patatas. Esto promete una buena refriega que nos lleva a la pregunta: ¿sobrevivirá Europa?
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¿Cómo se ubicará esta Europa en el triángulo Estados UnidosRusia-China? Es difícil decirlo. ¿Qué es Europa actualmente? Hay varias Europas. Podemos plantearnos la pregunta acerca de Alemania, pero ya vimos que está dividida con respecto a este asunto. Y si Berlín termina por posicionarse claramente, está por verse si los otros países de la Unión Europea seguirán esa opción.
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¿Cuál sería su primera decisión si usted fuera presidente de Estados Unidos? Disuelvo a Estados Unidos. Cada estado volverá a ser independiente y cada ciudadano decidirá ir a donde quiera. Yo, iré a Vermont. Las montañas de Vermont son bonitas.
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Primera parte CAPÍTULO 5 ¿Por qué Europa llora a Clinton?
LA GUERRA EN UCRANIA Y SUS REFUGIADOS
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Badia Benjelloun
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Oímos hablar bastante de la guerra en Siria y de sus refugiados. Pero Ucrania es un país en quiebra total y esta crisis le resulta sumamente cara a los europeos. Por ejemplo, Polonia discute con Bruselas sobre el número de refugiados sirios que debería acoger: entre dos mil y doce mil. Pero ya recibió más de un millón de inmigrantes ucranianos que presionan por los salarios. Por su parte, Rusia le dio acceso a más de dos millones quinientos mil ucranianos. Antes de la guerra, Ucrania ya se confrontaba a una tasa de crecimiento naturalmente problemática, y actualmente atra iesa una erdadera crisis demográfica. Tendencia que se ha acelerado en los últimos años: conoció una baja de un 20% de su población entre 1991 y 2015. Esto representa diez millones de habitantes menos. Desde una perspectiva migratoria, la situación es aberrante. Los trabajadores polacos emigran a Inglaterra, donde ganan más que en su país de origen, compitiendo con la mano de obra barata local. En Polonia, estos trabajadores expatriados son remplazados por ucranianos. Podemos ilustrar esquemáticamente la situación: si usted va a curarse en un hospital londinense, será atendido por una enfermera polaca; y si va a un hospital de Varsovia, recibirá la atención de una enfermera ucraniana.
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¿CUÁL ES LA RELACIÓN DE GRAN BRETAÑA CON LA UE? Mohamed Hassan
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¿Por qué entró Gran Bretaña en la Unión Europea y por qué se fue? Después de la caída del imperio británico y su sustitición por la Commonwealth (1931), se quedó con un pie en la UE y el otro fuera. Pero no se sentía parte de ella: salvo Londres, la capital financiera, las industrias uerían ol er a la Common ealth y dar prioridad a los ínculos con Canadá, ustralia, Nue a Zelanda y Estados Unidos.
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CAPÍTULO 6
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¿POR QUÉ ESTE AUGE GENERALIZADO DE LA EXTREMA DERECHA?
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Entrevista con Saïd Bouamama. Socioeconomista e investigador para el IFAR de Lille (Intervention Formation Action Recherche).
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Vemos un crecimiento generalizado de la tendencia de la extrema derecha en Estados Unidos y en Europa. Tiene lugar en las nuevas formaciones políticas o en los partidos tradicionales. ¿Cómo lo explica? En primer lugar, este fenómeno tiene una base material: la liquidación de los países del Este hace veinticinco años. Tenemos tendencia a olvidarlo, pero la desaparición de una alternativa socialista puso al capitalismo en su funcionamiento normal. Hasta aquel entonces, debía tener cuidado...
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¿Por qué? El capitalismo no podía hacer lo que le viniera en gana, porque siempre podían compararse los derechos sociales de ambos sistemas. Pero aquella desaparición trastocó las correlaciones de fuerza en cada país y pudimos asistir a una regresión social sin precedentes. Se desestabilizó a sectores enteros del cuerpo social. Y eso puede conducir a corrientes reaccionarias o a corrientes revolucionarias. Pero es solo ahora cuando esto estalla... Porque ahora la situación se combina con una revuelta general contra todos los escándalos, corrupciones y desvío de fondos de los que hace gala actualmente la élite burguesa. De modo que las diferentes capas de la clase media cuestionan cada vez más a esa élite. Y como las fuerzas revolucionarias siguen siendo débiles, la extrema derecha lo aprovecha. 87
MICHEL COLLON Y GRÉGOIRE LALIEU
El mundo según Trump
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¿Trump y sus semejantes representan una alternativa? Trump no es más que una persona confrontada a un sistema. Sea cual sea su preocupación personal, no tiene ninguna alternativa. En realidad, aunque presente una estrategia diferente a la de Obama, lo hace para defender los mismos intereses.
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¿Entonces hay que decir “vade retro” contra Trump, como lo hace la prensa europea tradicional? No, hay que poner cada cosa en su sitio. Por una parte, Trump no ofrece una verdadera alternativa al sistema. Por la otra, con él, los cambios son posibles a nivel de alianzas internacionales, lo cual podría disminuir ciertos peligros de guerra. Me opongo a los análisis binarios simplistas del tipo: “En Trump todo es malo”, o “Trump, un gran salvador frente a Clinton”.
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Sin embargo, tras todas las guerras que ha iniciado y su agresividad contra Moscú y Pekín, Hillary podía conducirnos hacia un gran conflicto mundial... Efectivamente. Pero quizás Trump se acerque a Rusia para aunar fuerzas contra el “peligro” chino. Así que hay que ser prudentes, aunque si disminuyeran ciertas tensiones sería positivo.
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Trump ha hecho algunas promesas en el plano económico que parecen positivas. ¿Pero las cumplirá? Sin duda, todas no. Pero si frena la globalización, eso beneficiaría a las clases populares. De cualquier manera, constato que actualmente si alguien quiere ser elegido, ¡debe tener un discurso antiglobalización! Lo cual muestra que hay una toma de conciencia de las masas. ...¿será respetada? ¡Eso es algo completamente distinto! En este sistema, para ser elegido hay que dirigir el discurso a las víctimas de la globalización. Pero para gobernar, hay que dirigirlo a los que se benefician de la globalización.
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Primera parte CAPÍTULO 6 ¿Por qué este auge generalizado de la extrema derecha?
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Usted dice que la clase obrera se ha empobrecido debido a la globalización en Estados Unidos y Europa. Pienso que no solo se ha empobrecido, sino también dividido, lo que le impide tener una perspectiva colectiva. Está dividida porque una gran parte de esa clase obrera ha surgido de la inmigración.
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¿Y quién es responsable de esa división? Desde hace décadas, los partidos más importantes se empeñan en dividir a la clase obrera entre los blancos y los demás. Ahora bien, la clase obrera jamás podrá liberarse de la explotación si dirige su ira contra otros explotados, en vez de apuntar a los explotadores. La mera idea del Muro contra México ya sirve para debilitar psicológicamente a la clase obrera blanca. De hecho, dividir a los trabajadores por el color de la piel u otra diferencia es el método más eficaz para impedir la lucha contra la explotación. Por esa razón, en la actualidad la rebelión se vuelve hacia la extrema derecha y no hacia el campo revolucionario.
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Sí, ¿pero se trata solo de los partidos? Los medios de comunicación también han contribuido mucho a la división impuesta al mundo del trabajo. Han desconectado las revueltas de los barrios de la opresión social. Han presentado la guerra desvinculada de sus objetivos económicos. Han hablado de los indocumentados y de los inmigrantes sin señalar las verdaderas causas de ese éxodo. Son los diferentes mecanismos utilizados por los medios de comunicación para impedir que veamos las causas. Todo eso no son problemas “culturales”, sino problemas de clases sociales. De modo que sí, el sistema mediático carga una enorme responsabilidad en esa división; pero esa es su función: no mostrar las verdaderas causas.
El sistema está en crisis y se presenta a la extrema derecha como una solución. Entonces, ¿qué se puede hacer? Hay que distinguir bien las cosas. Hablarles a los actores. No a los responsables de la extrema derecha, sino a aquellos que los escuchan. 89
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El mundo según Trump
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¿La extrema derecha ha tenido algún impacto en el mundo del trabajo? Sin duda alguna. El Frente Nacional (FN) no representa los intereses del mundo del trabajo, de verdad que no. Pero influye en él, porque se aprovecha del miedo y la división. Es prioritario hablarles a los electores del FN. Pero de ninguna manera pactar con ese partido. No debemos ceder nada sobre nuestro programa, ni sobre las cuestiones de principio.
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¿El programa del FN contradice sus principios? Sí, desvía la rabia que la gente tiene contra el sistema, cambiándoles el blanco.
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¿Quién pasa a ser ese blanco? Los inmigrantes. En lugar de apuntar a los ricos de nuestro país, apuntan a los inmigrantes. Pero las fronteras no son el problema, el problema es la explotación de los trabajadores. Sobre esto, no hay que ceder.
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El FN habla a favor de los ciudadanos de a pie, ¿no? Si analizamos su programa económico (lo que muy poca gente hace, lamentablemente), pues bien, no, no hay ninguna medida contra los ricos. Ningún impuesto sobre los beneficios, ningún impuesto sobre las operaciones bursátiles. Todas las medidas económicas, incluyendo las “sociales”, son financiadas por los impuestos indirectos: se les quita a los pobres para darles nuevamente a los pobres.
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¿Qué haría usted si fuera presidente de Estados Unidos? Mi primera acción sería retirar todas las tropas estadounidenses desplegadas en el extranjero. Obviamente, eso provocaría resistencias. Así, veríamos con claridad quién está a favor de la globalización y las guerras. Asimismo, eso me permitiría movilizar a los que me eligieron. Movilizarlos para exigir que el sistema cambie.
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Segunda parte
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LAS 7 COSAS QUE SABEMOS (O NO) SOBRE DONALD TRUMP
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Michel Collon. Escritor y periodista belga. Fundador y director de Investig’Action. Autor de los libros Ojo con los media; Los 7 pecados de Hugo Chávez; Hablemos de Israel, Libia, OTAN y mentiras mediáticas; e Islamofobia y terrorismo. Bruselas.
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La victoria de Trump conlleva tanto aspectos negativos como positivos. ¿La buena noticia? Que de ahora en adelante, para ser elegido se les debe presentar a los electores un discurso “antisistema”. Porque la gente está harta. ¿La mala noticia? Que cualquier político, por poco inteligente que sea, lo ha comprendido. En lo sucesivo, todos los candidatos serán “antisistema”. ¿Cómo reaccionó la izquierda europea a la victoria de Trump? La mayoría denunciándolo como charlatán mentiroso. ¿Será verdad que ni Obama ni Clinton nos mentían? ¿Fueron buenos líderes? Otras voces, minoritarias, celebran la derrota del establishment estadounidense, a tal punto que ven en Trump un aliado de los trabajadores. Se impone una valoración que nos permita comprender la victoria de Trump. Nuestro análisis no puede ser parcial, sino que debe abarcar todos los aspectos de la realidad. Por una parte, debemos reconocer que Trump ha dicho algunas cosas muy útiles para cuestionar el discurso dominante de nuestras élites. Pero, por otra parte, aliarse a Trump sería un grave error. Veamos el porqué. ¿Qué método seguir? Conviene distinguir cuatro aspectos bien diferentes para poder comprender lo que pasó en la campaña y sobre todo para prever lo que va a ocurrir en torno a la Casa Blanca: 95
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El mundo según Trump
Lo que piensa Trump Lo que dijo para ser electo Lo que piensan las diferentes corrientes en su administración Lo que el establishment le empujará a hacer Con este método, dejando a un lado el espectáculo mediático y buscando lo esencial, podremos saber algunas cosas. Otras dependen de la pugna que tendrá lugar entre estos cuatro factores. ¡Tal es nuestro desafío! Si solo logramos ver una parte de estos elementos, no podremos comprender hacia dónde Trump lleva a Estados Unidos, y a nosotros también.
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1. Trump ha dicho cosas útiles
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¿Es Trump racista? Sí. ¿Sexista? Sí. ¿Homófobo? Sí. Entonces, ¿de entrada habrá que hacerse el sordo ante todo lo que Trump declare? Esto sería un error porque también ha dicho varias cosas muy útiles para el debate. Son cosas que van a contracorriente de lo que, desde hace tanto tiempo, nos dicen los políticos y los medios de comunicación tradicionales. ¿Qué ha dicho Trump?: 1. Que la globalización capitalista y sus llamados tratados de “libre comercio” perjudican gravemente a los trabajadores y a las pequeñas empresas. Eso contradice décadas de pensamiento único, del estilo: “Es el progreso, no hay alternativa”. 2. Que Estados Unidos no debió haber hecho la guerra contra Irak, Libia y Siria. Eso contradice los veinticinco años de propaganda a favor de la guerra “humanitaria”. 3. Que los medios de comunicación no son fiables porque forman parte del sistema. Eso contradice la pretensión que tienen los medios de comunicación dominantes de impedir cualquier discusión sobre su trabajo. Estas tres afirmaciones merecen que se abra un verdadero debate. Confirman lo que desde hace bastante tiempo venimos diciendo y que los medios de comunicación se han negado a debatir, prefiriendo ponernos todo tipo de etiquetas en lugar de hablar de los hechos. ¿También van a calificar de “antiamericano” al presidente de Estados Unidos? ¿O quizás sea el momento de hacerse preguntas?
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Segunda parte Las 7 cosas que sabemos (o no) sobre Donald Trump
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«Libre comercio» Antes que nada, veamos lo concerniente a los así llamados tratados de “libre comercio”, esos que, como la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), aceleran y favorecen la globalización. Los políticos y los medios de comunicación no han dejado de repetirnos que eso desarrollará el crecimiento y, por lo tanto, el bienestar general. ¿Pero qué había de bueno en unos tratados que permitían a las grandes multinacionales tomar casi todo el control de la economía e incluso de servicios públicos como la educación y la salud? En ellos se incluía la condena por parte de tribunales privados a cualquier Estado que se hubiera atrevido, bajo la presión de sus ciudadanos, a hacer respetar los derechos sociales, la salud pública o el medio ambiente. ¿“Libre” comercio, dice usted? En ello no hay nada de libre. Se trataba solo del refuerzo de la dictadura de trescientas grandes multinacionales sobre el mundo. No importa cuáles sean las motivaciones de Trump, todos deberían alegrarse de que se hayan abandonado esos tratados tan antisociales, antidemocráticos y antiecológicos.
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«¡Nunca deberíamos haber ido!» Ahora, veamos lo relativo a las guerras imperiales de Estados Unidos. El nuevo presidente de este país ha contradicho a todos sus antecesores: “Nunca deberíamos haber ido a Irak. No había terrorismo en todas partes, en su lugar teníamos a Saddam Hussein y a Gadafi. Por lo menos mataban a los terroristas, ¿no?”. “Observen Libia, actualmente ISIS se lleva su petróleo. Mientras hablamos, allá hay un caos total. Si los políticos se hubiesen tomado un día de reposo en lugar de ponerse a hacer la guerra, ahora estaríamos mejor”11 . “Si los rebeldes derrocasen a Assad, por muy malo que sea y sabemos
11 CNN-Telemundo, "Republican Debate on Eve of Texas Primary", 25 de febrero de 2016. 97
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que lo es, con ellos podríamos terminar mucho peor que con Assad”12 . Este Trump, ¿es sincero o electoralista? Una cosa es segura: dice eso porque sabe que la gente está harta de pagar por guerras con las que nadie gana nada. Todo lo contrario: los empobrece, creando cada vez más problemas que afectan a su vida cotidiana. Habría que hacer un balance obligatorio de esas guerras, ¿no? Durante un debate en las primarias republicanas, el siguiente diálogo fue muy instructivo. Sin embargo, fue completamente ignorado por los medios de comunicación: Jeb Bush: —Donald Trump quiere tratar con consideración a Rusia. Pero Rusia no expulsa a ISIS, sino que ataca a nuestro grupo, al que hemos entrenado y que apoyamos. Es completamente grotesco sugerir que Rusia pudiera ser un socio positivo. Por mi parte, yo restauraría la fuerza militar. Donald Trump: —Jeb se equivoca. Primero combata usted a ISIS. Debe combatirlos. Después decidirá qué hacer. Pero no puede llevar a cabo dos guerras al mismo tiempo. Si usted reflexiona, Jeb Bush, es por culpa de eso por lo que estamos en el Medio Oriente desde hace quince años y no hemos ganado nada. Pensando de esta manera, hemos gastado cinco billones de dólares. Debemos reconstruir nuestra infraestructura. Si usted sigue igual y espera quince años más, terminará provocando la Tercera Guerra Mundial.
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La confesión que pasó desapercibida ¿Qué nos permite saber ese debate? Antes que nada, Bush confiesa que Estados Unidos ha entrenado y financiado a las llamadas fuerzas “islámicas” con el propósito de derrocar al gobierno sirio. En segundo lugar, Trump confirma que para Estados Unidos esas
12 "Third 2016 Presidential Debate Moderated by Fox News", 19 de octubre de 2016. 98
Segunda parte Las 7 cosas que sabemos (o no) sobre Donald Trump
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guerras eran inversiones económicas, pero que no les han generado ninguna ganancia. ¡Esto es lo que me llamó la atención! Desde hace veinticinco años me esfuerzo en demostrar que todas estas guerras estadounidenses no son “humanitarias” sino económicas, que violan el derecho internacional, que crean muchos más problemas en regiones enteras, al hundirlas en el caos y el terrorismo, y que además nos las han vendido a fuerza de desinformaciones con noticias manipuladas o falsas. Y he aquí que el presidente del país que las desencadena ¡lo confirma a su manera! ¿También lo van a calificar de “antiamericano”? ¿O más bien, finalmente, vamos a entablar un debate de fondo? Viktor Dedaj, animador del portal Le Grand Soir, ha seguido de cerca los discursos y las publicaciones de Trump y de sus colaboradores. ¿Cuál es su balance?:
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Al final, la campaña de Trump me pareció extremadamente débil en su argumentación sobre la situación “interior” (política, social, derechos, libertades) pero extremadamente eficaz en su denuncia de las derivas externas, las mentiras sucesivas, las traiciones, los peligros planteados por la política exterior de Estados Unidos (y por Clinton). Una verdadera apoteosis (...) difundida a la escala del país y –un hecho raro y excepcional– por altas personalidades ante un público probablemente poco acostumbrado a tales discursos. Sobre este aspecto preciso, me parece que no hay que subestimar los efectos que pudiera tener en el transcurso del tiempo tal exposición pormenorizada de “verdades desagradables” de oír sobre la política exterior de Estados Unidos.
¿Fake news? ¿Solo Trump? Por último, hay una tercera afirmación de Trump que resulta muy interesante. Su ataque frontal a los medios de comunicación que forman parte del sistema y difunden fake news (noticias falsas). Es verdad que el mismo Trump ha sido agarrado in fraganti mintiendo muchas veces. ¿Pero quién debería ser el primero en mirarse al espejo? Los medios de comunicación dominantes, que durante años han repetido al unísono cada embuste, como las “armas de destrucción 99
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masiva” en Irak, la “Operación Herradura” anunciando un genocidio programado en Kosovo, las “diez mil víctimas civiles” de Bengasi en Libia y las “armas químicas” en Siria; ¿esos medios se consideran a sí mismos verdaderamente irreprochables en materia de fake news? Esta confrontación entre Trump y los grandes medios de comunicación es un acontecimiento mayor. Hasta ahora, todos los candidatos importantes intentaban seducir a los medios de comunicación para seducir al público. En la actualidad, se busca cada vez más seducir al público mostrándose como víctimas de esos medios y denunciándolos. Como lo señala Mohamed Hassan en el capítulo 2: “Hasta el presente los políticos y los medios tenían un discurso monolítico para explicar el mundo. Esa visión ha estallado en pedazos”.13 Efectivamente, esto es destacable: ¿cuál era la imagen de Wikileaks que se le había dado hasta ahora al público de Estados Unidos? La de una organización criminal, dirigida por un hombre que había que eliminar por todos los medios. En la actualidad, Trump se apoya en Wikileaks y en Julian Assange para demostrar que los medios dominantes no son fiables. Esto demuestra que las contradicciones en el seno de la élite estadounidense se han vuelto enormes. Volveremos sobre este tema más tarde.
2. Trump es el producto de la crisis
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En 1999, el gran estratega estadounidense Henry Kissinger se alegraba: “La globalización es, en realidad, otro nombre para designar el papel dominante de Estados Unidos”14 . Pero hoy día, Donald Trump (y no es el único) acusa a esa misma globalización de haber causado pérdidas en Estados Unidos. ¿Cómo explicar esta contradicción? Todo el mundo lo dice: la crisis permitió que ganara Trump. Todo el mundo, incluso quienes nos anunciaban que no tenía ninguna oportunidad. Entonces, parece ser que en la actualidad todos se
13 Vid supra. 14 Conferencia en el Trinity College, Dublín, 12 de octubre de 1999, citado en Monthly Review, junio de 2002, p. 11. 100
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han puesto a reflexionar sobre los “desfavorecidos”, como se dice en los barrios ricos. Esos desfavorecidos que fueron abandonados por la globalización. Y los expertos aportan sus diagnósticos. Para unos, un poco más de austeridad y mucha paciencia. Para los otros, un poco menos de austeridad y mucha paciencia. En general, consideran que la economía capitalista sería buena en sí misma, pero se habrían producido algunos abusos y, por lo tanto, habría que resolver ciertos problemas. Sin embargo, no responden a la pregunta: ¿de dónde proviene esta crisis? El partido demócrata no tiene respuesta. Considera que es necesario mantenerse en la misma situación y esperar. Ese estribillo dura desde hace cuarenta años, durante los cuales todavía no hemos salido de esta crisis, mientras las desigualdades no dejan de agravarse con millonarios “en crisis” que adquieren fortunas completamente indecentes... ¿Quizás sería necesario buscar otra explicación? ¿Y qué dice Trump? Según él, la crisis se debe a las deslocalizaciones y a los mexicanos, que ocupan los puestos de trabajo de los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, dichos ciudadanos son todos inmigrantes más o menos recientes que han producido la riqueza de ese país. Pero no, a partir de ahora hay que cerrar la frontera y todo irá mejor. Pero ¿por qué han “importado” mexicanos? No hay respuestas. ¿Por qué han “exportado” puestos de trabajo? No hay verdaderas explicaciones. Entonces, de acuerdo... tenemos “crisis”. ¿Pero, de qué crisis hablamos? De una que en realidad es doble: 1. La crisis de la economía estadounidense. 2. La crisis de la estrategia internacional estadounidense. Veamos primero la economía. Para Trump, fue la globalización la que destruyó los empleos en Estados Unidos. Es culpa de los tratados de libre comercio y de las deslocalizaciones. Pero John Catalinotto, quien milita en Estados Unidos, le replica que “ha habido más reducción de empleos industriales debido a los progresos tecnológicos inexorables de la industria capitalista que a causa de la mundialización”. Es verdad que los tratados de libre comercio suprimen todas las protecciones e intensifican la competencia entre los trabajadores. De manera que representan una carrera sin límites hacia los salarios más
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bajos. Por lo tanto, si bien es cierto que indudablemente la globalización agrava la crisis, ¿es esa la causa fundamental? No. Por una simple razón: la crisis comenzó antes. En 1973, y de hecho alrededor de 1965, cuando hubo una fuerte caída de la tasa de beneficios en las grandes empresas estadounidenses y europeas. Para comprender el porqué, vamos a profundizar un poco más en la cuestión.
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¿De dónde viene la crisis? En el primer capítulo de este libro, consagrado a las “causas económicas de la recesión estadounidense”, Henri Houben ha mostrado bastante bien la secuencia de este ciclo infernal, que comienza en los años 70. Algunas multinacionales estadounidenses (del automóvil, textil, instalaciones eléctricas) son rebasadas por sus competidores europeos y japoneses. Entonces, ¿cómo mantener sus beneficios? Para ello deciden deslocalizar una gran parte de su producción industrial. Haciendo esto, reducen los ingresos de los trabajadores estadounidenses, quienes también son sus consumidores. De esta manera agravan la crisis: hay una sobreproducción con respecto al poder adquisitivo. Más tarde, con Reagan en los años 80, la élite estadounidense perturbará el equilibrio de fuerzas, atacando a la clase obrera y a los sindicatos, degradando los salarios y las condiciones de trabajo de los obreros. Las grandes fortunas se acumulan como resultado de este creciente empobrecimiento, lo que significa, simplemente, la transferencia de riquezas. Del trabajo hacia el capital. Para subsanar esta “falta de consumo”, la élite endeudará sistemáticamente a los hogares estadounidenses. Pero cuando las burbujas explotan, dichos hogares están mucho más empobrecidos. Y la situación empeorará debido a las guerras desencadenadas por Washington: largas, costosas y, finalmente, para nada rentables (salvo para algunas multinacionales particularmente interesadas, retomaremos este aspecto más tarde). Con un impacto muy grande y negativo para el presupuesto del Estado. Tal es, en resumidas cuentas, la secuencia de la crisis estadounidense (y la de Europa no es muy diferente, pero con un poco de retraso, esto explica el hecho de que nuestros Trump apenas comienzan a llegar). Y desde esta perspectiva se ve claramente que ningún
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candidato presidencial tiene la más mínima oportunidad para resolver esta crisis si no ataca de frente su causa fundamental: la explotación del trabajo por el capital. Porque es la que crea inevitablemente esta brecha entre ricos y pobres. Y lo hace de manera ineludible, porque las reglas económicas del sistema no son decisiones tomadas por individuos sino una manera automática de funcionar. De modo que no son los tratados comerciales los que han provocado la crisis, porque esta era mucho más antigua. Y los tratados solo eran un intento para resolverla: una huida hacia adelante que no resolvía para nada el asunto de las desigualdades y de la repartición de las riquezas, sino que iba a empeorarlo. Efectivamente, el desempleo ha jugado un papel fundamental en la polarización de los ingresos, pero también en la exacerbación de la crisis. Por un lado, empobrece a los trabajadores, ya sea directamente (mediante la pérdida de su empleo), o indirectamente (ante el miedo de perder su empleo). Por el otro, los despidos masivos permiten a los grandes capitalistas un importante aumento de sus ingresos, haciendo que los trabajadores produzcan más por menos, y jugando igualmente con el miedo.
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Sin embargo, había una solución... Pero, ¿era ineluctable que el progreso tecnológico inflara los índices del desempleo a partir de los años 70? De ningún modo. El fenómeno hubiera sido positivo de haber sido acompañado, lógicamente, por una reducción radical del tiempo de trabajo sin una disminución de los ingresos. En lugar de traducirse en despidos masivos, habría sido necesario compartir el tiempo de trabajo reduciéndolo a treinta horas por semana o incluso a veinte horas, dado el progreso de la informática hoy día. Compartir el trabajo entre todos aquellos que lo necesitan, mejorar la calidad de vida, tener más tiempo para dedicárselo a los hijos con el objetivo de armarlos para la vida, permitirle a cada persona que consuma lo que necesita; lo cual habría tenido un impacto positivo en la producción. Esa hubiese sido la única respuesta racional durante el alza de productividad. Que todos trabajemos veinte horas por semana con el propósito de compartir el trabajo existente. Es una solución lógica desde el 103
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punto de vista de un 99% pero intolerable para un 1%, que no acepta la disminución de sus beneficios. No todos los que representan este 1% son necesariamente sinvergüenzas desde su nacimiento, sino que siguen las reglas del juego; si uno de ellos se atreviera a guiarse por sus buenos sentimientos, “¡Vamos, voy a mejorar los ingresos de mis empleados!”, pues bien, se declararía rápidamente en quiebra porque la competencia aprovecharía su debilidad para vender menos caro que él y arrancarle sus partes en el mercado. Todo esto, pues, no es más que la simple aplicación de unas reglas económicas: la propiedad privada de las grandes empresas, la competencia como base del funcionamiento y los máximos beneficios para vencer a los competidores. Pero cuando el capitalismo explota profundamente a sus trabajadores, es injusto hasta consigo mismo, porque los priva de su capacidad de adquisición, provocando así sus propias crisis. Propicia la caída de la tasa de beneficios. No para todas las empresas, pero sí para la mayoría. Entonces, ¿cómo salen del paso? Mediante la presión sobre los salarios. Hay dos métodos: 1. Importar trabajadores menos caros (inmigrantes sin derechos). 2. Exportar los empleos (las deslocalizaciones). ¿Es posible eliminar estos dos métodos sin afectar el funcionamiento global de la economía capitalista? ¿Esto dará resultados? Lo veremos pronto, analizando la cuestión del “proteccionismo”.
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Las reglas del juego utilizadas contra el sistema Volvamos un instante a Henry Kissinger. ¿Por qué se alegraba al ver que la globalización lograba el triunfo absoluto de Estados Unidos? Porque con la arrogancia acostumbrada de las grandes potencias dominantes, no imaginaba que Estados Unidos pudiese ser vencido en su propio juego. Sin embargo, ocurrió. Esta vez, no fue Japón sino China la que cambió las reglas del juego contra el sistema. Aunque había sido hundida en la pobreza por la ocupación colonial de las potencias occidentales y por Japón durante un siglo completo (de 1840 a 1949), China logró abrirse paso. Planificando su economía, gracias a un Estado que no se deja dirigir por las trasnacionales, sino que por el contrario las utiliza inteligentemente para desarrollarse. Este país diabolizado, conocido –según
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los expertos del establishment– por no entender nada de la economía, sin embargo, ha logrado sacar a quinientos millones de personas de la pobreza en poco tiempo y poner en jaque a las principales potencias económicas capitalistas. ¡No está nada mal para tratarse de “utopistas”! Nacida en Estados Unidos, la globalización se volvió en contra de ellos mismos por culpa de China, pero también debido a las alteraciones surgidas en las relaciones de fuerzas mundiales, que a su vez se basan en respectivos planes políticos y militares.
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La estrategia de Estados Unidos fracasó Después de la crisis económica, veamos ahora lo concerniente a la crisis estratégica. ¿Qué hay realmente tras el objetivo de la política internacional de una potencia como Estados Unidos? El propósito es ayudar a las grandes compañías estadounidenses para que aumenten sus ganancias: procurarles ventajas frente a sus competidores extranjeros, para que puedan ganar la batalla económica internacional. La estrategia se pone al servicio de la economía. Para dominar el mundo, es preciso controlar las “3 ‘M’”: las Materias primas, la Mano de obra y el Mercado. Las dos primeras para producir, la tercera para vender. ¿Y dónde están ubicados los retos estratégicos más codiciados? En el conjunto de Europa-Asia-África. De hecho, un solo continente. Y en este continente se encuentran las materias primas más preciadas: en África, en el Medio Oriente y en Asia Central. Pero allí también están los grandes rivales: Alemania, Francia, Rusia, China, Japón. ¿África? Hasta hace poco había sido neutralizada por el colonialismo que le impedía dirigir su economía. En este sentido, Washington estaba más o menos tranquilo. ¿Europa? Por el momento, Washington ha logrado transformar en vasallas tanto a Gran Bretaña como a Francia. Pero Alemania resiste un poco, por lo menos una parte de la élite alemana (ver la entrevista a Bruno Drweski en este libro). Washington ha hecho un esfuerzo para controlar a la Unión Europea. Por una parte, al implantar caballos de Troya (Gran Bretaña, Polonia, República Checa) y, por otra parte, al bloquear la formación de un
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ejército europeo que pudiera jugar, por cuenta propia, el papel de gendarme en África, incluso en el Medio Oriente. ¿Japón? También se lo mantiene bajo tutela. ¿Rusia y China, los otros dos grandes rivales? Aquí, en cambio, las cosas han tomado un giro no tan bueno para Estados Unidos.
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1989-2011, un período muy especial Estados Unidos es la única potencia que se ha beneficiado realmente de las dos guerras mundiales, y dominó el mundo desde 1945 hasta 1989. Sin embargo, en aquel entonces estaba obligado a tomar en cuenta a la Unión Soviética, que representaba un contrapeso; ya que, a pesar de su debilitamiento a partir de los años 60, encarnaba un sistema alternativo y era una posible aliada para los países del tercer mundo deseosos de escapar del sistema neocolonial. Pero a partir de 1989, la caída de la URSS (mientras China enfrentaba una crisis interna) permitió que Estados Unidos dominara el mundo sin un contrapeso importante. Los veintidós años transcurridos entre 1989-2011, durante los cuales Estados Unidos ha sido la única superpotencia, han constituido un período muy especial: el de una guerra global para la recolonización de los territorios perdidos. Para las trasnacionales estadounidenses se trataba de recuperar todos los territorios que Occidente había perdido en Europa del Este tras la Segunda Guerra Mundial, y también en los países del tercer mundo, debido a los movimientos de liberación nacional. Durante estos veintidós años, todos los presidentes estadounidenses –Bush padre, Bill Clinton, Bush hijo, Obama con Hillary Clinton (¡y eso que se trataba de élites aisladas!)– llevaron adelante esta guerra global con el propósito de reapropiarse de las materias primas y de los mercados perdidos. Ya fuera mediante guerras directas: Irak, Kosovo, Afganistán, Libia; guerras indirectas (proxy wars en la jerga de los estrategas estadounidenses), o guerras por mediación como ocurrió en Bosnia, en el Cáucaso o en Siria. O por golpes de Estado discretos acorde al Regime change (cambio de régimen). Cuando atacó Irak en 1991, Bush padre había prometido un “Nuevo Orden Mundial” y el triunfo de la paz a través de la victoria del
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capitalismo. Pero, de hecho, ha sido un período de superagresividad imperial. Y sumamente peligroso para la paz mundial. En la neolengua (habla reductora y manipuladora), la “paz” es la guerra. Al atacar a Irak en 1991, Bush padre había prometido construir de esta manera un “Nuevo Orden Mundial” que terminaría definitivamente con todas las guerras. Pero contrariamente a aquellas promesas, en esta corta era de arrogante unipolaridad, las tensiones y las guerras se han multiplicado; y se ha demostrado efectivamente que es el sistema dominante el que las lleva a cabo.
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Un momento crucial de la Historia Pero en el 2011 todo da un vuelco. Washington esperaba repetir en Siria la misma jugada que en Libia. Recuerden: pretender instaurar simplemente una no fly zone a fin de proteger a los civiles (una clásica acción propagandista de la guerra “humanitaria”). Pero en realidad era un pretexto para preparar la reconquista del país, el asesinato de su dirigente, el robo de su oro y de su petróleo, la supresión de una alternativa financiera para los países africanos y, finalmente, perturbar las relaciones de fuerza en toda la región. Tras ser utilizada en Libia, Moscú y Pekín aprendieron la lección. Seis vetos en la ONU a propósito de Siria. Y, el 3 de septiembre de 2013, la discreta intercepción por el ejército ruso de dos misiles estadounidenses que salieron de España para atacar a Damasco. De esta manera, Pekín y Moscú firmaron el fin del mundo unipolar. Hillary Clinton y Obama habían decidido tomar el control de Siria, antes de atacar a Hezbolá e Irán, con el objetivo de someter a los palestinos y definitivamente consolidar a Israel. Pero su guerra sucia, interponiendo a terroristas, termina siendo un fracaso. Es un acontecimiento mayor, un momento crucial de la historia moderna, como lo expresa Majed Nehmé en su entrevista en el capítulo 3 de este libro. Es un momento crucial, porque todos han podido ver que el mundo se había vuelto multipolar y que su rey ya no existía. Estados Unidos todavía tiene una gran capacidad de destrucción, pero ya no puede hacer lo que le venga en gana. De hecho, durante 1989-2011, Estados Unidos ha atacado con firmeza a países con poderes limitados, pero su agresividad apuntaba
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igualmente a Rusia y a China. Sin embargo, para recolonizar los territorios perdidos, también necesitaba instalar en Moscú y Pekín regímenes dóciles hacia Occidente.
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Esto es lo que había anunciado claramente el mayor estratega de Estados Unidos, Zbigniew Brzezinski, en su libro El gran tablero de ajedrez15 , en 1997: “Es imperativo que no aparezca ningún rival eurasiático que sea capaz de dominar a Eurasia y, por lo tanto, de responder a la dominación global de América”. Según él, era necesario hacer todo lo posible para debilitar rápidamente a Rusia mediante una terapia de choque, apoyándose en el frágil y sumiso presidente Yeltsin. ¡Brzezinski incluso propuso dividir Rusia en tres! Todos los presidentes estadounidenses han aplicado este plan, combinando varios métodos: el cerco por una red de bases militares más o menos próximas, la instalación de un “escudo” de misiles impidiendo que Moscú responda a una agresión, un imponente financiamiento a la oposición, el condicionamiento de la opinión internacional a través de campañas de diabolización mediática, las sanciones económicas... ¡La gama completa! De hecho, para comprender toda una serie de acontecimientos de estas últimas décadas, nos basta con observarlos a la luz de este gran objetivo estratégico. Son acontecimientos aparentemente aislados, pero que en realidad están al servicio de esta estrategia global: el cerco de Rusia por la OTAN; la presión para mantener a Alemania en la OTAN; el espionaje a Merkel y el torpedeo a las soluciones diplomáticas alemanas en algunos conflictos; la organización de “revoluciones de colores” (golpes de Estado más o menos blandos) en Ucrania, Georgia y otros países; la preparación abortada de otra revolución
15 Zbigniew Brzezinski, “El gran tablero de ajedrez”, Cuadernos de estrategia, 1997. Cfr. Zbigniew Brzezinski, El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, Ediciones Paidós, Buenos Aires, 1998. [N. del E.]. 108
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de color en Rusia; las guerras contra Libia y Siria; el apoyo a las guerras de Israel contra sus vecinos; el apoyo a las agresiones de Arabia Saudita contra Yemen y Bahréin; el apoyo a Turquía hasta el 2016; el establecimiento de la fuerza militar estadounidense Africom para controlar los recursos de África y contrarrestar el avance de China; las presiones sobre Corea del Norte; las injerencias y provocaciones en el mar al sur de China; la presión de Obama (Premio Nobel de la Paz) sobre Japón para que vuelva a militarizarse, violando así su Constitución pacífica promulgada el 3 de noviembre de 1946, y muchas otras acciones más. Pero, a pesar de todo esto, finalmente el Plan Brzezinski fracasó. Putin ha hecho una alianza con China. Ahora bien, ¡esto era precisamente lo que había que impedir! La formación del eje de resistencia Pekín-Moscú, al que Berlín estará tentado a unirse, ¡puesto que es muy difícil rechazar el mercado chino! No hay que olvidar los apetitos de India, Turquía e incluso de Japón por este gran espacio económico asiático. De hecho, si Eurasia logra escapar a su control, la dominación mundial de Estados Unidos tocará a su fin y será una potencia entre otras.
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Buscan una salida
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Al inicio con mucha discreción y luego abiertamente, este nuevo eje Moscú-Pekín también ha construido una alianza económica, político-militar. ¿Quién salvó el rublo cuando Washington utilizó –por intermedio de Arabia Saudita– la caída de los precios del petróleo como un arma para declarar en quiebra a la economía rusa y su moneda? Pekín. La alianza funciona y a Washington eso le duele. Estructuralmente, China impulsó la Organización de Cooperación de Shanghái con el propósito de organizar la cooperación de toda Asia, tanto en materia de seguridad como en términos económicos, creando un Banco Asiático de Desarrollo y un mercado común asiático. De este quedará excluido Estados Unidos (salvo si un día deja de ser la superpotencia que trata de imponerlo todo). Pekín y Moscú también han desarrollado una alianza con las grandes potencias del Sur: Brasil, la India y Sudáfrica, integrándose en los BRICS. 109
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Todo esto demuestra que la relación de fuerzas a nivel mundial ha dado un vuelco. Los estrategas estadounidenses lo saben y buscan la salida para, por lo menos, mantenerse en la cúspide. Como lo ha mostrado bastante bien Mohamed Hassan en el capítulo 2 de este libro, las estrategias de Clinton y de Trump son contrarias. En todo caso, se oponían durante la campaña electoral. Aún está por verse lo que el presidente electo pondrá en marcha de su anunciado programa. De cualquier modo, una cosa es segura: Donald Trump es el resultado de todos estos largos años de decadencia del poderío de Estados Unidos. Es el producto de una crisis económica, de la crisis de la supremacía estadounidense, pero también de la crisis de los partidos políticos tradicionales de izquierda y de derecha, que no logran ganarse la confianza de sus electores. ¿Cuánto tiempo pueden seguir prometiendo el paraíso a sus electores para mandarlos al infierno una vez que han llegado al gobierno? Todo engaño tiene sus límites. Cuando la gente se da cuenta de que ha sido engañada, necesariamente busca algo diferente. También se llega a este punto en Europa.
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La colosal deuda de Estados Unidos Si bien los estrategas estadounidenses están bastante desesperados y no encuentran la solución, es probable que el imperio sufra de otra debilidad muy grave. Sin embargo, los medios de comunicación apenas la mencionan. ¿Para no causar el pánico hacia la economía? Esta debilidad es su deuda. Los medios de comunicación europeos, a los que tanto les gusta suscitar el miedo entre los electores con las deudas de sus países, destinado a justificar las políticas de austeridad, curiosamente apenas han mencionado el Informe Financiero Anual de 2016 del gobierno estadounidense. Es decir, el último balance financiero de Obama. No obstante, ¡es instructivo! La deuda de Estados Unidos se ha duplicado de nuevo: un billón, mientras que eran quinientos treinta y tres millones en 2015. A partir del momento en que se habla de millones, cada uno de nosotros tiene dificultad para figurarse lo que eso representa, pero es útil saber que el presupuesto total del gobierno estadounidense ascendió a cuatro mil cuatrocientos millones de dólares. ¿Quizás se trate de grandes obras de infraestructura? No, nada especial. Por el
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contrario, en Estados Unidos los puentes, las vías férreas, las carreteras, los aeropuertos... en definitiva, los servicios de utilidad pública se hunden en la ruina. En ciudades enteras como Detroit o Nueva Orleans, el remiendo y los agujeros no reparados son moneda corriente. Nada especial, solo que la deuda “normal” se infla, se infla y se infla. Y el informe indica que estos ingresos del gobierno provienen de los impuestos recaudados de los individuos, mientras que los de las empresas han experimentado una continua caída. Junto al Estado, los ciudadanos también se endeudan fuertemente. Así pues, para pagar sus estudios universitarios, cuyos precios se disparan, los estudiantes se ven obligados masivamente a pedir préstamos: su deuda global subió de ochocientos cuarenta y cinco millones en el 2015 a más de un billón a finales del 2016. En cuanto a los jubilados, la crisis de la bolsa ha “reducido” ligeramente sus pensiones: ¡otro endeudamiento! Todo esto significa un freno presente y futuro para la economía. Como lo explica aquí Henri Houben (ver cap. 1), Estados Unidos va a confrontarse a un problema delicado cuando el mundo entero deje de respetar al dólar. No decimos que la caída final será mañana, pero sí que no saben cómo salir de las contradicciones en las que están hundidos.
3. El balance que se ha hecho de Obama no cuenta realmente la verdad
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En su gran mayoría, la izquierda europea considera que Obama ha sido un buen presidente. Y llora por la derrota de Hillary Clinton. Pero, ¿esta gente se ha puesto en el lugar de los que sufrieron durante ocho años la política de los demócratas? Efectivamente, la administración de Obama dio continuidad a todas las políticas devastadoras del neoliberalismo: regalos a los bancos y a los ricos, tratados de libre comercio con la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI/el TTIP en inglés), deslocalizaciones y explotación de la inmigración para bajar los salarios. Y las consecuencias están ante nuestros ojos. Entre 1980 y 2014, la brecha entre ricos y pobres no ha cesado de aumentar, como lo prueba la monumental investigación del economista Thomas 111
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Piketty sobre la evolución de los ingresos en Estados Unidos y en Europa. Ese trabajo nos enseña que, durante este período, el 50% de la población estadounidense (la parte más pobre) perdió un 5% de sus ingresos netos tras la deducción de los impuestos. ¿A dónde fueron a parar? A los bolsillos de los más ricos: el famoso 1%. Por consiguiente, solo durante el año 2014, la transferencia total de pobres a ricos ascendió a quinientos setenta y tres millones de dólares. Esto quiere decir que cada uno de los ciento diecisiete millones de contribuyentes perdió cinco mil dólares en promedio: lo equivalente a tres meses del salario mínimo interprofesional (SMIC) en Francia. Ese agravamiento de las desigualdades es impresionante. Mientras que en 1980 el 1% más rico ganaba veintiséis veces más que el 50% de la población más empobrecida, ¡en el 2014 el mismo 1% gana cuarenta y siete veces más! ¿Y de dónde provienen estas generosas ganancias? La investigación de Piketty también nos lo revela: se deben al aumento de las acciones en la bolsa. Eso es posible gracias al hecho de que el capital en efectivo se basa en el trabajo. En pocas palabras, no hay ninguna diferencia entre el gobierno de los Reagan y los Bush, o los Clinton y Obama, la cartera de los trabajadores estadounidenses ha perdido tanto con unos como con otros. Dado que Obama no cambió nada del neoliberalismo, será necesario preguntarle a esa izquierda europea, que se muestra tan entusiasta con el partido demócrata estadounidense: ¿por qué los trabajadores deberían haber votado por quienes los habían empobrecido tanto? ¿Cómo se les puede reprochar que busquen otra cosa?
Distanciados de las necesidades del pueblo Estas cifras alarmantes no han impedido que el establishment del partido demócrata machaque constantemente su estribillo sobre “la recuperación económica”. Los medios de comunicación le hacen eco sin la menor crítica porque sus Consejos de Medios están en manos de los mismos accionistas de las grandes empresas transnacionales. Y ese establishment, ¿no comprende que la gente se ha dado cuenta de que se burlaban de ellos?
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Por lo tanto, fue Obama quien produjo a Trump. Al no cumplir ninguna de sus grandes promesas sobre mejorar la vida de sus electores, los empujó a los brazos de Trump. ¡Y no es llamando al electorado “miserables” (deplorables en inglés) como Hillary Clinton habría podido atraerlo hacia la supuesta “izquierda” demócrata! Esta ceguera de los dirigentes demócratas tiene sus raíces en la cartera. Cada uno de los esposos Obama recibirá... sesenta millones de dólares por escribir sus cursis memorias. De firmas como Goldman Sachs, ¡los esposos Clinton cobran doscientos mil dólares por dar una simple conferencia de una hora! Sin lugar a dudas, es una buena manera de asegurarse una jubilación de lujo. Pero no es para nada una buena manera de ponerse en el lugar de la gente pobre, que es la víctima de Goldman Sachs y sus consorcios. El establishment del partido demócrata está tan distante de las realidades del pueblo que, como lo plantea la autora canadiense Naomi Klein, “no le ha dado importancia a la necesidad de hacer una campaña en torno a las mejoras concretas de la vida de la gente”. Por decirlo de alguna manera, no tenían nada que ofrecer a la gente cuya vida ha sido arruinada por los efectos negativos de las políticas neoliberales. “Pensaron que podían controlar la situación aprovechándose del miedo a Trump, pero no ha funcionado”. Los electores podían haber votado por Bernie Sanders, quien defendía un programa social, pero el establishment demócrata saboteó su candidatura con el fin de conservar sus privilegios y sus buenas relaciones con el mundo capitalista. Ese es el balance económico del mandato presidencial de Obama. Y en lo que se refiere a la política internacional, veamos ahora cuáles son las razones por las que los electores estadounidenses “deberían haber” votado por Hillary Clinton.
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Hillary, una fan de los muros ¿Muestra Hillary una actitud más simpática hacia los inmigrantes latinos? Tenemos razón al criticar a Trump por su proyecto racista. Sin embargo, es necesario recordar que la construcción del muro fue comenzada por el “amable” Bill Clinton y continuada durante los gobiernos de George W. Bush y de Barack Obama. Y tuvo el fuerte respaldo de Hillary Clinton, quien aún en noviembre de 2016 alardeaba: “Cuando era senadora voté muchas veces para que se invirtiese dinero en la construcción de una valla que impidiera la entrada de los inmigrantes ilegales”. En un debate, se le preguntó sobre la diferencia entre su muro y el de Trump. Respondió: “Creo entender que él habla de un muro muy alto”. De hecho, Hillary es una fan de los muros. Nunca ha dejado de elogiar el que construyó Israel para hacer imposible la vida de los palestinos y anexionar sus tierras. Por cierto, ha sugerido aplicar el modelo israelí en la frontera entre Estados Unidos y México. ¿Deberíamos haber votado por Clinton por su respeto hacia la democracia en los países latinos? En realidad, ella siguió el ejemplo de Kissinger, quien había apoyado las peores dictaduras en América Latina y organizó con la CIA el infame golpe de Estado en Chile en 1973. Hillary Clinton apoyó el golpe de Estado que derrocó, en 2009, al presidente Manuel Zelaya, electo democráticamente en Honduras. Lo reconoció en sus Memorias.16 Por su culpa, Honduras fue hundida en una violencia extrema, que obligó a miles de niños y de pobres a huir y refugiarse en Estados Unidos. Clinton es tan despiadada que ha apoyado la deportación de decenas de miles de niños centroamericanos refugiados. Según ella, deberían ser enviados a sus padres: “No porque su niño haya llegado del otro lado de la frontera debe quedarse aquí”. Ahora bien, más de un tercio de esos niños huían de la violencia desencadenada en Honduras por culpa de... Clinton.
16 http://america.aljazeera.com/opinions/2014/9/hillary-clinton-honduraslatinamericaforeignpolicy.html. 114
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Además, Berta Cáceres, conocida militante a favor de la ecología y de los derechos de los indígenas, acusó claramente a Clinton, quien “reconoció haber impedido el regreso del presidente Zelaya a su país”. El 3 de marzo de 2016, Berta Cáceres fue asesinada por un escuadrón de la muerte hondureño formado en Estados Unidos. ¿Deberíamos haber votado por Clinton con el objetivo de ayudar a que los palestinos finalmente obtengan sus derechos? De ningún modo. Durante la campaña electoral, mientras que Trump evocó la posibilidad de una política neutral en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, Clinton reaccionó defendiendo una línea más dura contra los palestinos: “Estados Unidos nunca puede ser neutral [...] no todo el mundo comprende lo que debe hacer un presidente de Estados Unidos”. Wikileaks reveló un mensaje electrónico enviado por Hillary Clinton, el 31 de diciembre de 2012, donde escribía muy claramente: “La mejor manera de ayudar a Israel es ayudando al pueblo sirio para que derroque el régimen de Bashar al Assad. Con su vida y la de su familia en peligro, solo la amenaza o el uso de la fuerza harán cambiar de opinión al dictador sirio”17. De esta manera, para proteger al último país colonialista del mundo, un Estado racista de apartheid y de depuración étnica, esta mujer decidió hundir al pueblo sirio en el infierno: ¡doscientas cincuenta mil víctimas! ¿Deberíamos haber votado por Clinton por su apoyo a la causa de las mujeres? Quizás en su discurso. Pero en la práctica, ¿no envió a las mujeres libias a la edad de piedra, destruyendo su país y sometiéndolas a las milicias de Al Qaeda? ¿No fue ella quien reconoció estar al corriente (en un mensaje electrónico encontrado por Wikileaks) de que Arabia Saudita y Qatar financiaban las redes terroristas en Siria? ¡Evidentemente, con la complicidad de los dirigentes estadounidenses!
17 US Department of State under case number F-2014-20439, Doc. n.° C05794498. 115
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¿Y en qué aspectos concretamente el feminismo de la gran burguesía defiende a las mujeres de las clases populares de Estados Unidos? Son ellas las que cada vez más pueblan masivamente las prisiones, los sex hotels y los guetos de Estados Unidos. La injusticia social golpea en primer lugar a las mujeres.
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¿Igualmente una fan de la Tercera Guerra Mundial?
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El Estado islámico no existía cuando Obama entró en funciones y nombró a Hillary Clinton para el Departamento de Estado. Fue su operación “Cambio de régimen” la que suministró las armas y el apoyo logístico a las fuerzas terroristas islámicas al este de Libia.18 Después de ese brillante éxito libio, el mismo dúo exportó los mismos terroristas hacia Siria, obteniendo los mismos resultados. De manera que produjeron el fenómeno Daesh, más eficaz que Al Qaeda. Quizás se nos dirá que Estados Unidos terminó por bombardear a las fuerzas de Daesh en Siria y en Irak. Seamos claros: no es que Estados Unidos rechazase a Daesh, sino que fue el mismo Daesh, para seguir con su propia agenda. Además, los bombardeos estadounidenses fueron por mucho tiempo bastante simbólicos. El nuevo cálculo cínico de Washington era: evitemos matar a demasiados combatientes de Daesh, porque necesitamos que queden bastantes como para reunir a algunos “buenos grupos de terroristas” en Siria con el fin de derrocar a Bashar al Assad. No fue sino después de la intervención de Rusia en Siria cuando Washington hizo incursiones aéreas un poco más serias contra Daesh. Pareciera casual que Estados Unidos intervenga en las orillas del Éufrates, en el lugar donde algunos desde Washington han previsto la creación de un “Sunistán” de tipo “saudí moderado”. Pareciera casual
18 Michel Collon, Je suis ou je ne suis pas Charlie?, Investig’Action, 2015, pp. 66-67. [Edición digital a la venta en: https://boutique.investigaction. net/fr/home/20-je-suis-ou-je-ne-suis-pas-charlie-.html. Los demás libros digitales citados en esta obra de este mismo autor se encuentran disponibles para la compra en el portal de Investig’Action.].
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que sea allí donde podría pasar un gasoducto que uniese Qatar, Turquía y Europa occidental para competir con el gas ruso o iraní. Y que permitiría igualmente impedir la integración transfronteriza LíbanoSiria-Irak-Irán. Siria había rechazado ese proyecto un poco antes de los acontecimientos de 2011. En aquel entonces, también rechazaba la idea de que por su territorio pudiera pasar el gasoducto de IsraelTurquía. En resumen, nos preguntamos por qué los medios de comunicación no hablan de Trump cuando este declara: “Obama y Clinton han sido los fundadores” de Daesh. Porque no es el único que lo dice. La Agencia de Inteligencia Militar estadounidense (DIA), aportaba la misma información desde el 2012 en un informe desclasificado tres años más tarde:
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Los países occidentales, del Golfo y Turquía apoyan a la oposición siria... Existe la posibilidad de establecer un principado salafista, declarado o no, al este de Siria (...) y es exactamente lo que desean estas potencias con el objetivo de aislar al régimen sirio.19
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Ha leído bien: el Califato preparado por Daesh era desde el comienzo una opción de Estados Unidos y de sus aliados para debilitar a Bashar al Assad.
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“Hemos fabricado el Califato terrorista” Naturalmente, la DIA se preocupaba: “El deterioro de la situación tiene consecuencias desastrosas en Irak (...) Se ha creado una situación ideal para Al Qaeda [en Irak, Al Qaeda se transformó en Daesh] (...) ISIS también podría establecer un Estado islámico uniéndose a otras organizaciones terroristas en Irak y en Siria, lo que será un grave peligro para la unidad de Irak y la protección de
19 Levant Report.com, 2012. “Defence Intelligence Agency Document: West Will Facilitate Rise of Islamic State ‘in Order to Isolate the Syrian Regime’”, 19 de mayo de 2015. 117
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su territorio”. A pesar de esta lúcida advertencia, de todas formas Obama, Clinton y Kerry lo crearon. ¿Es Hillary una pacifista? ¿Cuál fue la reacción de Richard Perle, uno de los principales artesanos de las guerras contra Irak detrás de George W. Bush, cuando Obama le encargó a Hillary dirigir la política internacional en 2008?: “Estoy contento [...] No habrá tantos cambios como lo creímos al comienzo”. Dick Cheney, el vicepresidente de Bush, también declaró estar “impresionado” por el balance del trabajo de Clinton en el Departamento de Estado. En resumen, los peores belicistas de Estados Unidos estaban satisfechos con Clinton. Ahora bien, ese enorme presupuesto militar de Estados Unidos, gastado para matar y aportar exorbitantes beneficios a los grandes accionistas, ¿de dónde proviene? Del área social. El dinero de los misiles se ha sacado de las escuelas. El dinero de los portaviones ha sido extraído de los hospitales. El dinero de los campamentos, de las milicias privadas y de las prisiones de la CIA, proviene de las infraestructuras. El balance de Obama-Clinton-Kerry es completamente antisocial. Evidentemente no estamos seguros de que, al estar “informados” como lo estuvieron por sus medios de comunicación, los electores estadounidenses hayan podido estar al corriente de todas estas hazañas de sus dirigentes. En cambio, en algo ha debido afectarles: esas guerras costaban un ojo de la cara, mientras que ellos tenían cada vez más dificultad para llegar a fin de mes. Entonces, cuando las operaciones en Irak, Afganistán, Libia y Siria terminan siendo un fracaso, cuando constatan la falta de inversión en las infraestructuras y en lo social en Estados Unidos, resulta ineluctable que tarde o temprano los electores establezcan una relación y rechacen esa política guerrera. No es Trump quien ha inventado el “aislacionismo”, se trata de un sector creciente del electorado estadounidense que no quiere más guerras. Para terminar con este punto, el balance del presidente Obama no es para nada positivo. Su presidencia acrecentó las desigualdades, siguió con una política guerrera, ignoró los sufrimientos de la población trabajadora y es, precisamente, de esta manera como creó
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las condiciones favorables para la llegada de Trump. Solo los medios de comunicación, con sus dispositivos de ocultación, son capaces de presentar a Obama como un presidente “positivo”. Es urgente que se abran verdaderos debates: ¿Quién empobrece al 99 %? ¿Quién agrede a las naciones bajo pretextos tramposos? ¿Quién le prepara el lecho al terrorismo, e incluso lo utiliza cínicamente?
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4. La élite estadounidense está muy dividida: ¿es eso algo bueno?
El presidente Trump es verdaderamente estúpido por empezar un combate contra la comunidad de la información.Esta dispone de muchos medios para golpearlo a su vez.20
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Charles Schumer, líder de la fracción demócrata en el senado estadounidense, 3 de enero de 2017
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El señor Trump tiene que comprender que absolver a Rusia de las diversas acciones que ha emprendido en los últimos años, es un camino que solo podría tomar con una extrema prudencia.
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John Brennan, director de la CIA bajo la administración Obama, 15 de enero de 2017 21
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Son claras amenazas. A principios de 2017, la tensión aumenta entre Washington, sede de la Casa Blanca, y Langley, sede de la CIA. De hecho, todo el establishment estadounidense parece a punto de estallar. Como lo revela George Wright, analista estadounidense, todos los comentarios sobre Trump hasta ese momento han concernido a su personalidad: “perturbado”, “incoherente”, “narcisista”,
20 MSNBC, 3 de enero de 2017. 21 Fox News, 16 de enero de 2017. 119
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El antiguo bloque dominante En el plano económico: Forman parte de él las multinacionales que invierten en el extranjero, utilizan mano de obra barata e importan sus productos a Estados Unidos. Principalmente se trata de las industrias armamentísticas y el conjunto del complejo militar-industrial. En el plano político: Es la mayoría del partido demócrata, que es intervencionista, y los republicanos neoconservadores. Juntos, constituyen el grupo militarista interesado en las guerras. En las administraciones: Son la CIA, la NSA, el FBI y una fracción del Pentágono. En los medios de comunicación: Son las grandes empresas como New York Times, Washington Post, Wall Street Journal, Newsweek, Time, CNN, NBC, CBS.
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etc. Pero sería mejor que los medios de comunicación se concentraran en las verdaderas contradicciones entre las diversas corrientes del establishment estadounidense. ¿Qué es lo que pasa? Efectivamente, la larga crisis económica ha provocado una pérdida de confianza hacia los dirigentes estadounidenses y con ello la formación de un nuevo bloque de descontentos que se oponen a la coalición hasta hoy día dominante. Examinemos cuál es la composición de estos dos bloques.
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Este bloque se mantiene dominante a pesar de la victoria de Trump, porque esta se obtuvo gracias a los errores tácticos de sus adversarios. Pronto veremos que este bloque dominante intentará sabotear la presidencia de Trump o bien retomar el control.
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El nuevo bloque de los descontentos En el plano económico: Se trata de la industria extractiva nacional que vende en el mercado estadounidense o exporta. En el plano político: Es la nueva coalición formada por una parte de los republicanos, junto con la extrema derecha nacionalista, racista, neoevangelista o neofascista. En las administraciones: Es una fracción del Pentágono.
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En los medios de comunicación: Es Fox News y otros medios de Ruper Murdoch. Los medios de la extrema derecha.
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Por dar un ejemplo, en el 2016 tuvo lugar una conferencia entre los grandes empresarios estadounidenses sobre la guerra en Irak. Se preguntaron por qué Bush había lanzado este conflicto y qué es lo que había ganado. Por su parte, ellos habían perdido el mercado iraquí, que en el pasado les ofrecía buenas ventas. Asimismo, según George Wright y otros observadores, ambos bloques están librando una verdadera guerra para saber quién decidirá la política de la administración de Trump. Se trata de un desafío muy importante: ¿qué sectores del capital estadounidense se beneficiarán de la política gubernamental? Efectivamente, cuando la crisis económica se perpetúa en Estados Unidos y se experimenta un déficit en la balanza comercial, el margen financiero se restringe. El Estado no puede ayudar a toda la gente, debido a que está superendeudado y gasta muchísimo en la guerra. Entre los diferentes sectores económicos, la batalla es cada vez más feroz para decidir cuáles podrán continuar acumulando capitales, en Estados Unidos y en el extranjero.
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Cinco divergencias ¿En qué consisten las divergencias entre estos dos bloques? 1. ¿Se necesita continuar con los tratados de libre comercio o reemplazarlos por acuerdos bilaterales y por medidas proteccionistas contra ciertas importaciones? 2. ¿Es necesario continuar con la sistemática política de intervenciones militares exteriores o ser cada vez más aislacionistas? ¿Necesitamos actuar con aliados o solos? 3. ¿El Estado está o no está obligado a intervenir para imponer ciertas reglas en la economía? 4. ¿Es necesario mantener un sector público bastante grande o privatizar casi todos los servicios? 5. ¿Hay que luchar contra el cambio climático o burlarse de ello?
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Hoy día, la segunda es el eje de la lucha: ¿Cuál será el contenido de la política internacional? No es la primera vez que la élite estadounidense está fuertemente dividida. Por supuesto, pensamos en la dramática guerra civil en torno a la elección presidencial de 1860 (la guerra de Secesión). Pero también en el asesinato de Kennedy en 1963, en la ruptura del consenso sobre la guerra de Vietnam desde 1968, el caso Watergate en 1973, el escándalo Irán contra en el gobierno de Reagan, la tentativa del impeachment de Bill Clinton, la protestada elección de Bush frente a Gore en el 2000. Salvo el primer ejemplo, ninguno puede compararse con la pelea actual. La crisis económica y estratégica empeora las contradicciones. Es por ello por lo que vemos surgir estrategias opuestas a las aplicadas hasta ahora por los dos partidos mayoritarios.
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Mearsheimer y Walt: ¡Cambiar de estrategia! En el segundo capítulo de este libro, Mohamed Hassan analizó el interesante punto de vista de Chalmers Johnson, que sin duda alguna ha sido una fuente de inspiración para Donald Trump. He aquí otro, con ciertos aspectos en común, pero menos idealista y más cínico. Hace algunos años, John Mearsheimer y Stephen Walt se hicieron famosos con el libro El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos, de 2007. De manera bastante iconoclasta, criticaban el apoyo incondicional de Washington a Israel. Según ellos, era necesario detener de inmediato ese apoyo, por ser muy nocivo para Estados Unidos. Pero ahora proponen una estrategia global completamente nueva. Para eso se basan en un sondeo de abril de 2016, según el cual un 57% de los ciudadanos de Estados Unidos estimaban que deberían “ocuparse de sus propios problemas y dejar que los demás se ocupen de los suyos”.22 ¿Cuál fue la constatación inicial de Mearsheimer y Walt? La estrategia tradicional, que se basaba en el máximo compromiso estadounidense, fracasó en un importante número de regiones.
22 Sondage Pew, abril de 2016. 122
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Los ejércitos estadounidenses todavía combaten en Afganistán y en Irak, sin perspectivas de victoria. A pesar de haber perdido a la mayoría de sus dirigentes, Al Qaeda generó sus metástasis en toda la región. El mundo árabe se ha sumido en un profundo caos, del que emergió Daesh.23
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Los dos autores agregan que el conflicto palestinoisraelí no presenta ninguna perspectiva de solución, mientras que Rusia y China no se dejan imponer este conflicto. “La democracia retrocede por doquier y la imagen de Estados Unidos ha sido ensombrecida a través del mundo por el uso de la tortura, de asesinatos selectivos, etc.”.24
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Intervenir con menos frecuencia De manera que Mearsheimer y Walt proponen nuevamente una “gran estrategia” que llaman Offshore Balancing. A grandes rasgos, Estados Unidos debería contentarse con mantener el equilibrio entre las diferentes potencias rivales y, en la medida de lo posible, mantenerse distante. Entonces, ¿son “aislacionistas”? No, dicen los autores, estimando “que vale la pena derramar sangre estadounidense y gastar recursos para defender ciertas regiones que interesan a Estados Unidos, como Europa, Asia del Noreste y el Golfo Pérsico”. No es precisamente por razones morales por lo que estas regiones son tan importantes: “Las dos primeras son centros neurálgicos de producción industrial y la tercera representa el 30% de la producción mundial de petróleo”. ¿A qué le temen estos dos estrategas? “En Europa y en Asia del Noreste, la principal preocupación es la formación de una potencia regional que podría dominar su región, así como Estados Unidos domina el hemisferio occidental. Tal potencia tendría una
23 John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos, Taurus, 2007, s./p. 24 John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, “The Case for Offshore Balancing, A Superior U.S. Grand Strategy”, http://mearsheimer.uchicago.edu 123
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enorme capacidad económica, la posibilidad de desarrollar armas sofisticadas, el poder de proyectarse alrededor del globo y quizás la capacidad de competir con Estados Unidos en una carrera armamentística. Incluso, tal Estado podría aliarse con países de la esfera occidental”. En resumen, Mearsheimer y Walt comparten la obsesión de Brzezinski: no se debe tolerar a ningún rival, porque Estados Unidos debe continuar siendo la única superpotencia. Sin embargo, para tener éxito debe poner fin a las intervenciones en todas partes. Puesto que en toda esa geografía no tienen vecinos peligrosos, pueden mantenerse distantes de los conflictos en ciertas regiones del mundo y concentrarse en mantener su hegemonía en las tres regiones claves.
La confesión esclarecedora de un ministro de Bill Clinton Mearsheimer y Walt critican fuertemente la política seguida hacia Rusia desde 1989 y de la cual ya hemos hablado antes:
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Una vez caída la Unión Soviética, no había ninguna potencia dominante en la región. Estados Unidos habría debido reducir su presencia militar en buena medida, mantener relaciones amistosas con Rusia y dejar que los europeos se ocuparan de su seguridad. Por el contrario, extendió la OTAN e ignoró los intereses rusos, exacerbando así el conflicto ucraniano y empujando a Moscú hacia China.
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Podríamos pensar que se trata de un razonamiento a priori de los autores. Pero la confirmación proviene de William Perry, exministro de guerra de Bill Clinton, quien ha declarado: “Durante estos últimos años podemos censurar ampliamente a Putin, pero en los primeros debemos culpar sobre todo a Estados Unidos. Nuestra primera acción tomó una dirección equivocada: fue cuando la OTAN se extendió hacia las naciones de Europa del Este”. Según Perry, la segunda acción equivocada fue la instalación de un sistema balístico dirigido hacia Rusia: “Argumentamos que era un sistema para defenderse frente a un misil nuclear iraní. ¡Pero no tienen misiles nucleares!”. Entonces, los rusos dijeron: “Esperen un poco, esto va a debilitar nuestro poder de disuasión”. Valía la pena debatir sobre este tema. Pero solo dijimos:
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¿A quién le interesan las opiniones de los rusos?”25. Usando un lenguaje diplomático, Perry confirma que fue la OTAN la que agredió a Moscú. Mearsheimer y Walt no se lo inventaron.
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¡Déjenlos debilitarse mutuamente! Pero entonces, según estos autores, ¿qué debería haberse hecho? Según ellos se debería haber tomado, por el contrario, como modelo la estrategia utilizada en el Medio Oriente antes de George W. Bush. Hasta 1968, Washington dejó la seguridad de los intereses occidentales en la región en manos de Gran Bretaña. Luego, Estados Unidos volcó su atención hacia Arabia Saudita y el Irán del sah para jugar el mismo papel. Después de la victoria de Khomeiny, apoyó a Irak en la guerra Irán-Irak. Esta es la estrategia adecuada, dicen Mearsheimer y Walt. Dejemos que los países en conflicto se debiliten mutualmente, para luego intervenir cuando uno de ellos domine al otro. Según estos autores, la estrategia estadounidense en medio de las dos guerras mundiales fue un excelente ejemplo: Estados Unidos solo intervino cuando Alemania parecía estar dominando a Europa. De igual manera, en 1991 Bush padre solo intervino cuando Irak invadió Kuwait. En concreto, los autores le recomiendan a Washington que no se inmiscuya en situaciones como el genocidio de Ruanda, a menos que sea realmente necesario, que la misión sea factible y que la intervención no empeore la situación. En una palabra, hay que intervenir únicamente cuando los intereses vitales de Estados Unidos estén amenazados. Para ellos, Vietnam fue un error costoso; y actualmente la organización del Estado Islámico en el Medio Oriente no constituye una verdadera amenaza para Estados Unidos. Por lo tanto, dejemos que los poderes regionales resuelvan el problema. En Siria, dejemos que Rusia haga el trabajo. Después de todo, Estados Unidos ya ha
25 The Guardian, “Russian hostility ‘partly caused by west’, claims former US defence head”, 9 de mayo de 2016. 125
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colaborado con el régimen de Bashar al Assad y una Siria debilitada no representa una amenaza. En el fondo, Mearsheimer y Walt se acercan a la estrategia de Kissinger: aproximarse a Moscú y mantener buenas relaciones con Irán, para impedir que se vincule con China. Este país representa una verdadera amenaza para los intereses de las multinacionales estadounidenses. Washington tampoco debe cuestionar el tratado nuclear con Irán. Si deseamos impedir que intensifique sus relaciones con China, debemos mantener buenas relaciones con ese país.
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Ahorrar las energías para una guerra contra China China es el enemigo para el que Estados Unidos necesita concentrar sus fuerzas. En Asia, Washington no puede apoyarse en las potencias regionales para combatir a Pekín. Por lo tanto, debe intervenir allí, por eso su papel es indispensable. Vemos, pues, que no se trata de aislacionismo, sino de dosificar de otra manera los esfuerzos. Estados Unidos no se repliega sobre sí mismo, sino que selecciona mejor sus objetivos y es más prudente. Cada vez que sea posible intervendrán, pero lo harán indirectamente. No debe ser demasiado visible, ni costoso, ni arriesgado. En resumen, con estos nuevos estrategas, una guerra contra China es perfectamente posible. De hecho, esta estrategia preconizada por Mearsheimer y Walt fue más o menos iniciada bajo la administración de Obama, cuando en 2013 rechazó la intervención directa en Siria y puso énfasis en el “pivote” apuntando hacia China, el nuevo y principal enemigo. Pero Hillary Clinton, quien quería intervenir en Siria y también vérselas con Rusia, cuestionaba la estrategia de Obama. La teoría de Chalmers Johnson, expuesta por Mohamed Hassan en el capítulo 2 de este libro, había alcanzado una posición que también se inspiraba en consideraciones morales. Este no es para nada el caso de Mearsheimer y Walt. Su estrategia es fundamentalmente cínica, lista para derramar sangre (la de otros pueblos, pero también la de los soldados estadounidenses) con el objetivo de imponer frente a China la supremacía del imperio.
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Quien mucho abarca, poco aprieta Sin embargo, las dos estrategias coinciden en un punto. Para fortalecer a Estados Unidos, convendría que la reducción de su presencia militar se vea acompañada por una reducción de los presupuestos militares y que el dinero ahorrado sea invertido en las infraestructuras, la educación y en la investigación. Estados Unidos ha desarrollado su economía manteniéndose al margen de los conflictos extranjeros. Esta es la misma política practicada por China desde hace tres décadas, como lo señalan Mearsheimer y Walt. Su tesis recuerda el libro del historiador Paul Kennedy, Auge y caída de las grandes potencias26 . Estudiando el auge y la caída de diferentes potencias desde el 1500, este autor consideraba que el poder internacional de un Estado dependía de su poder económico. Una vez en la cúspide de su poder, todo imperio tiende a desintegrarse bajo el peso del esfuerzo económico invertido en su defensa. Por lo tanto, la caída estaba asociada al exceso de compromiso estratégico, el strategic overstretch, como lo llamaba Kennedy. Expresado por el refrán: “Quien mucho abarca, poco aprieta”.
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¿Quién piensa (y qué) en el complejo industrial militar? Finalmente, estamos en presencia de tres teorías que pretenden fortalecer a Estados Unidos: • La teoría Chalmers Johnson: Un capitalismo sin imperialismo. • La teoría Brzezinski: Atacar a Rusia y a China. • La teoría Mearsheimer y Walt: Unirse a Rusia contra China.
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La primera nos parece idealista en el mal sentido del término. Irrealista. Porque “el capitalismo trae consigo la guerra como las nubes traen la tormenta”, como decía Jean Jaurès en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Para dominar y repartirse el mundo, los capitalistas tienen una necesidad absoluta de la guerra, en este sistema es una necesidad ineludible.
26 Paul Kennedy, Naissance et Déclin des Grandes Puissances, Payot, 1988. 127
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La segunda teoría, efectivamente, ha encontrado grandes dificultades: plantearse demasiados enemigos cuando ya no se tienen medios, significa diluir sus esfuerzos y perder eficacia, como lo expresaba el historiador Paul Kennedy. La tercera teoría pretende, pues, adaptar los compromisos de Estados Unidos a sus capacidades actuales. Y sobre todo a aplicar mejor la divisa colonial: “Divide y vencerás”. ¿Tendrá la oportunidad de ser aplicada? Al principio parecía que sí, con la propaganda electoral de Trump y sus primeras medidas en la Casa Blanca. Sin embargo, el debate entre los estrategas está sesgado por los intereses del complejo industrial militar. Cuando sus beneficios y sus privilegios están basados en los gastos militares y disponen de los mecanismos para determinar la elección de los candidatos, ¿cómo los comerciantes de bombarderos, de misiles y de múltiples servicios para el ejército podrían aceptar un presupuesto militar “razonable”? ¿Y si ocurre que el ganador no sea el candidato escogido? Harán todo lo posible para ubicarlo en el camino que convenga.
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La guerra: un buen negocio En el sistema capitalista, la guerra es un buen negocio, como cualquier otro. No, más bien es mucho mejor que los otros. De hecho, el que paga –el contribuyente– no tiene ningún control ni sobre la utilidad del producto, ni sobre el precio. Las marcas de los armamentos le hacen pagar por lo menos dos veces más caro debido a la situación de monopolio y al sistema de corrupción generalizado en este sector. Dado que los valores bursátiles de estas sociedades de armamentos han doblado desde el 2014, la directora ejecutiva de Lockheed Martin ha mostrado su satisfacción por “la inestabilidad” (en el Medio Oriente) “y por las oportunidades para los asuntos correspondientes”. Poco importa que Daesh sea un “enemigo” o un “factor estratégico” para Washington. En cualquier caso, es una buena estratagema para los accionistas. Por cierto, vale la pena escuchar un poco el discurso de la directora ejecutiva de Lockheed Martin:
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Estamos muy entusiasmados por la manera como hemos remodelado nuestro catálogo de productos y de competencias. Financieramente, hemos superado todas nuestras previsiones para el 2015 y obtenido niveles récords de pedidos y de ventas internacionales. (...) El mes pasado, al presentar en el Senado su Informe sobre la amenaza global, James Clapper, el director del Servicio de Información (véase más arriba) dijo que “la inestabilidad imprevisible” se había transformado en una nueva norma en lo que se refiere a las amenazas alrededor del planeta, una tendencia que va a persistir en el futuro previsible. El extremismo violento continúa extendiéndose. El ascenso sin precedentes de ISIS, de Boko Haram y de otros grupos militantes no parece menguar. Los ataques terroristas continúan produciéndose con una frecuencia alarmante en Europa, en Asia y en África.27
En resumen, para estos accionistas es ¡viva el terrorismo!
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Diferencias entre Clinton y Trump Clinton había prometido continuar con la misma política que favorecía a los sectores vinculados a la guerra. Como Bush, pensaba que el botín capturado en los países conquistados permitiría la revitalización de la economía estadounidense. También creía que era necesario debilitar, a la vez y activamente, tanto a Rusia como a China, para que Estados Unidos pudiera recolonizar aquellas zonas que comercializaban con estas potencias rivales. Trump se apoyaba en otros análisis, según los cuales la extensión del imperio estadounidense cuesta demasiado cara, ya que un intervencionismo sistemático multiplica las resistencias y todo eso perjudica la economía, privando a las multinacionales estadounidenses del apoyo necesario para su competitividad. Ciertamente, Trump había prometido aumentar los presupuestos militares, pero
27 Marillyn Hewson, "Remarks on 2016". En Media Day, recuperado de lockheedmartin.com/us/news/speeches. (Versión de los autores/traductores). 129
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eso también puede interpretarse como una voluntad de engatusar a los comerciantes de armas y al Pentágono para que se le permitiera acceder a la presidencia. Este dilema de Trump no puede dirimirse basándose en los primeros meses de su presidencia. ¡Lo seguiremos! Gastar lo máximo posible en el ejército está en contradicción con las grandes promesas de reactivar la economía estadounidense al interior del país. Salvo que Trump haya decidido en su fuero interno que esa recuperación se hará masacrando los salarios y las condiciones de trabajo de la mano de obra estadounidense. Retomaremos este tema. De cualquier manera, una cosa es segura: Trump no podrá satisfacer a todos sus electores ni a todos sus patrocinadores. Se anuncia un despertar muy brusco.
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El presidente es un empleado Cuando en el 2008 Obama llegó a la presidencia, publicamos un análisis bajo el título “¿Cuál será mañana la política internacional de Estados Unidos?”, previendo que el nuevo presidente promarketing empaquetaría sus guerras mucho mejor de lo que lo hizo el cowboy Bush. Anunciamos que las guerras no serían menos numerosas sino mejor disimuladas. Guerras indirectas, al estilo de Brzezinski. Así es como ocurrió y efectivamente no era difícil preverlo. Pero ni Bush ni Obama pudieron impedir que se cuestione cada vez más la dominación de Estados Unidos. En aquel artículo, escribimos que el presidente de Estados Unidos no es tan poderoso como se piensa y que de hecho es un empleado. El empleado de las multinacionales dominantes. El verdadero poder no está en la Casa Blanca. Lo mismo le ocurre a Trump. Puesto que hay fuerzas por encima de él, nuestros análisis deben interesarse en evaluar correctamente el peso y los métodos de ese famoso complejo industrial militar. ¿Se aplicará la estrategia Mearsheimer y Walt, o más bien, Trump entrará completamente en las filas de la estrategia militarista tradicional? Toda esa pasta Deben analizarse bien dos cosas. Primero, los medios financieros de los comerciantes de guerra son enormes. Segundo, un organismo como la CIA trabaja de forma encubierta desde hace muchos
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años con potencias corruptoras como Arabia Saudita y Qatar, cuyos activos, robados a sus pueblos, están depositados en los grandes bancos occidentales, que de hecho las controlan. Juntos organizan guerras disimuladas al público. Juntos constituyen, arman y entrenan a tropas no oficiales, como esos grupos terroristas calificados de islamistas o ejércitos privados como Blackwater. Obligatoriamente, esa gente se encuentra ante montañas de dinero secreto, pasa mucha pasta entre sus manos y, además, ¿cómo renunciaría a las comisiones tan buenas de este tipo de tráfico, que les genera riquezas y poderes? Trump está confrontado a un “Estado profundo” que no consiste en una gran conspiración judía o satánica u otras fantasías “conspiracionistas”. Simplemente es la realidad de un sistema económico que acumula enormes fortunas. Un proceso que se ve reforzado por un sistema militar y de espionaje corrupto, que trabaja a espaldas de la gente honesta y de los trabajadores que producen y crean lo necesario alrededor de todo el planeta. Por esa razón, las refriegas se vuelven feroces en el establishment a partir del momento en que un agitador proyecta modificar las estrategias habituales.
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¿La línea de Clinton contra la de Trump? Este conflicto, que reviste una gran importancia, ha sido descrito por el periodista Glenn Greenwald (quien publicó las primeras revelaciones de Edward Snowden). He aquí su opinión sobre las contradicciones entre las dos líneas en Estados Unidos durante la campaña electoral: Hillary Clinton le reprochaba a Obama el no haber ido más lejos, porque ella quería imponer una zona de exclusión aérea en Siria y enfrentarse a los rusos. Donald Trump pensaba exactamente lo contrario. Dijo que le importaba un rábano quién dirigiera Siria, que deberíamos dejarles a los rusos la tarea de eliminar a Daesh, Al Qaeda y otros grupos en ese país, e incluso ayudarles si hiciera falta. El programa que defendía Trump era la antítesis misma de lo que quería la CIA. Clinton respondía exactamente a los deseos de la CIA, de ahí se explica que le mostrase tal adhesión. Por lo tanto, 131
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durante todos los meses que duró la campaña electoral, la CIA intentó socavar la candidatura de Trump. Desde su victoria, la CIA intenta perjudicarle, no solo mediante filtraciones de información en los medios de comunicación, sino que también se dedica activamente a desestabilizarlo. Se dice que no le han transmitido ciertas informaciones, y que no debería tenerlas dado que no se puede confiar en él. La CIA se otorga el poder de promulgar políticas.28
No es precisamente que Greenwald adore a Trump:
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Pienso que la presidencia de Trump es extremadamente peligrosa. Por poco que uno esté informado, no faltan las razones para pensarlo. Quieren destruir el medio ambiente. Quieren eliminar la malla de seguridad. Quieren darles más recursos a los millonarios. Quieren adoptar políticas sectarias hacia los musulmanes, los inmigrantes y muchos grupos más. Es importante oponerles resistencia. (...) Pero lo que hace el partido demócrata es ponerse del lado de una fracción mucho peor que Donald Trump, es decir, del Estado profundo y la CIA, que han cometido tantas atrocidades, al invitarlos prácticamente a fomentar un golpe de Estado suave, impidiendo que el presidente electo ponga en práctica sus políticas.29
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En realidad, el Estado profundo no es “peor” que Trump, sino que son dos categorías diferentes. Trump combate en el terreno aparente, mientras que el Estado profundo constituye una red de influencias mucho más arraigadas y en relación directa con las demandas del mundo de los negocios: económicas, políticas, ideológicas y culturales. Mientras que Trump practica el sufragio universal, el Estado profundo practica el sufragio censitario: está constituido
28 Glenn Greenwald, “Empowering the ‘Deep State’ to undermine Trump is Prescription for Destroying Democracy”, entrevista por Amy Goodman, traducida por Mondialisation.ca, 27 de febrero de 2017. 29 Idem. 132
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por los grandes accionistas cuyo voto es decisivo en los consejos de administración de las grandes multinacionales, las grandes bancas y los grandes medios de comunicación. Sus votos son los más decisivos ya que toman las decisiones esenciales. Y eso no cambiará hasta que las masas no se apoderen de esos asuntos tan importantes. Retomaremos el tema más adelante.
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La batalla continuará en el seno mismo de la administración de Trump La presidencia de Trump, ¿denota una pausa en las contradicciones de los dos bloques? No. Las contradicciones son tan profundas que la batalla continuará y perdurará durante todo el período presidencial. Puede conducir a la transformación o a la formación de nuevos bloques. Desde el 28 de enero de 2017, Donald Trump ha intentado revolucionar la organización misma del poder en Estados Unidos30. Los grandes medios de comunicación, llamados de masas, no han hablado de ello. Creado en 1947, el Consejo de Seguridad Nacional es desde entonces el órgano más importante para definir la política internacional y general de Estados Unidos. A menudo es más importante que el Ministerio de Asuntos Exteriores. Por ejemplo, bajo la administración de Carter, Brzezinski no estaba en Asuntos Exteriores, sino que dirigía ese famoso Consejo. En su creación estaba constituido por el presidente de Estados Unidos, el jefe del Estado Mayor Conjunto (nombrado por el presidente) y la CIA (que acababa de nacer). ¿Qué ha intentado Trump? Simplemente echar a la CIA. Solo debería estar representada eventualmente por el jefe de los diferentes servicios de información. En su lugar, Trump integró a su consejero estratégico Steve Bannon. Pero el 4 de abril, también discretamente, supimos que Bannon había sido apartado del Consejo de Seguridad Nacional.
30 “Presidential Memorandum: Organization of the National Security Council and the Homeland Security Council, by Donald Trump”, Voltaire Network, 28 de enero de 2017. 133
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Del mismo modo, en febrero de 2017, las presiones de los servicios de información habían obligado a Trump a retirar a su consejero de seguridad, Michael Flynn, quien defendía una distensión con Rusia. Al principio, estos ataques contra la política extranjera de Trump estaban dirigidos por el complejo industrial militar, que temía una disminución de los presupuestos militares. Es necesario saber que en Estados Unidos ese presupuesto militar está distribuido, o más bien disimulado, entre diversos presupuestos, más numerosos que los del presupuesto oficial.
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Pelea doméstica Cuando la élite de una gran potencia imperial se divide y se pelea, ¿es algo bueno o malo? Las dos cosas. Por un lado, es peligroso porque significa que esta élite ya no encuentra soluciones para sus problemas y puede recurrir a métodos más agresivos para mantener su dominio y sus beneficios. Por otro lado, es algo bueno. Dado que esas fracciones que se llevan una lucha feroz para controlar el Estado, estarán obligadas a buscar el apoyo del pueblo para que la correlación de fuerzas cambie a su favor. Y para movilizar al pueblo, hay que hablar contra la élite, o más exactamente, contra la otra fracción de esa élite. Esta pelea doméstica puede dar lugar a interesantes confesiones para el público. Es por ello que Trump, que era el outsider, se ha visto obligado a arrojar revelaciones sobre el establishment. Al dividirse, la élite desacredita ella misma la versión oficial, ofreciendo así nuevos argumentos para la movilización de la protesta. Fue de esa manera como, a partir de 1968, al comprender una parte de la élite estadounidense que Estados Unidos no podría ganar la guerra en Vietnam, algunos de los más importantes medios de comunicación publicaron revelaciones sobre las atrocidades de aquella guerra. Entonces sacaron a la luz sus terribles consecuencias para la población vietnamita, pero también para los soldados estadounidenses. Eso ayudó a acelerar el movimiento contra la guerra y a cumplir su objetivo. Del mismo modo, en el 2003, la Francia de Chirac se opuso a la guerra de Bush contra Irak, ayudando a la opinión europea a comprender que aquella guerra no era por los derechos humanos sino por el petróleo. Entonces millones de personas
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salieron a protestar en las calles. Debido a la cobardía de los otros dirigentes europeos, la guerra no pudo detenerse, pero un público más amplio percibió la codicia del imperialismo estadounidense. Ahora que Trump ha contradicho de manera estruendosa la línea oficial de Estados Unidos, esto tendrá un impacto duradero en la opinión estadounidense, y eso incluso si él termina rindiéndose, puesto que esos conflictos de interés entre bloques persistirán y las protestas quizás encuentren portavoces más válidos que un millonario egocéntrico, mentiroso y racista.
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Una gran capacidad de recuperación Trump no era el candidato previsto por el establishment. Bueno, mejor maticemos. Ya que este establishment no está necesariamente unido, sobre todo en un período de crisis y declive. Algunos debieron pensar que había llegado la hora de un pequeño lifting, de renovar la fachada después de esos ocho años de Obama tan decepcionantes para la población. En la época del fascismo italiano, el teórico revolucionario Antonio Gramsci había explicado bien las extraordinarias capacidades de adaptación de la élite burguesa:
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La clase dirigente tradicional, que dispone de un numeroso y entrenado personal, cambia de hombres y de programas, y recupera el control que se le estaba escapando con mucha más rapidez que las clases subalternas; si hace falta hará sacrificios, se expondrá a un futuro obscuro cargado de promesas demagógicas, pero mantiene el poder, lo refuerza por el momento y lo utiliza para aplastar al adversario.31
31 Antonio Gramsci, “Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de los partidos políticos en períodos de crisis orgánica” (Q13, §23), en Cuadernos de la Cárcel, Tomo 5, México, Ediciones Era, 1999, pp. 59-60. [“La classe dirigeante traditionnelle, qui a un personnel nombreux et entraîné, change d’hommes et de programmes, et récupère 135
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5. ¿Trump, un aliado de los trabajadores?
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Para la élite, la crisis es una prueba, pero también una forma de adaptarse mejor. No cambiar nada de la esencia de su dominación, pero variar los métodos y el estilo. Cambiar al personal político cuesta poco, permite ganar tiempo creando una nueva esperanza de cambio, y logra así la neutralización de las resistencias.
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Tanto en Europa como en Estados Unidos, en su mayoría la izquierda era fan de Clinton. Por el contrario, entre quienes eran conscientes de la impostura neoliberal y belicista de Clinton, algunos han tomado una dirección tan opuesta, ¡que han visto en Trump a un perfecto aliado de los trabajadores! Es así como un analista francés que se autodefine marxista elaboró este análisis:
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Esencialmente, hay dos campos que se confrontan, (...) vivimos en un período de lucha intensa entre, por un lado, la alianza del poder de la globalización y el estrato de la burguesía comercial y, por el otro lado, la alianza de la burguesía nacional, los agricultores, los artesanos e indispensablemente el proletariado nacional.32
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Según este autor, actualmente la clase de los millonarios estaría dividida en dos, en Estados Unidos y, sin duda alguna, también en Francia:
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le contrôle qui était en train de lui échapper avec plus de célérité que ne peuvent le faire les classes subalternes; elle fera s’il le faut des sacrifices, elle s’exposera à un avenir obscur chargé de promesses démagogiques, mais elle maintient le pouvoir, le renforce pour le moment et s’en sert pour écraser l’adversaire.” “Observations sur quelques aspects de la structure des partis politiques dans les périodes de crise organique”, Cahiers de prison, marxists. org/français/gramsci/works/1932)].
32 Alexandre Moumbaris, “Les élections étasuniennes nous ont interpellés avec une très grande intensité”, Éditorial Dossier BIP n.° 186, 5 de febrero de 2017. 136
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Quienes se benefician de la globalización y quienes la sufren. Por un lado, están las transnacionales extranjeras e incluso las empresas nacionales más o menos deslocalizadas, que rematan en el mercado interior los productos fabricados en el extranjero en condiciones de producción más lucrativas, gracias a una mano de obra barata y a la ausencia de reglamentación; (...) por el otro lado, la burguesía y la pequeña burguesía comerciante, los agricultores, los artesanos y los trabajadores, quienes a su vez no pueden competir ante precios tan bajos.33
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De manera que el combate ya no sería “los trabajadores contra el 1% del gran capital”, sino que se llamaría a los trabajadores a apoyar la fracción llamada “nacional” de ese 1%. El nuevo criterio decisivo sería: quién fabrica en el extranjero y quién fabrica en el propio país. El proteccionismo llegaría a ser la clave del progreso. Estábamos acostumbrados a escuchar este tipo de análisis más bien en la extrema derecha, pero he aquí que se nos han presentado bajo conceptos aparentemente marxistas, en términos de clases sociales.
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El proteccionismo, una falsa solución Esta ilusión del proteccionismo, Henri Houben la refutó en el capítulo 1 de este libro. Suponiendo que hoy día pueda llevarse a cabo, el proteccionismo (imponiendo impuestos a la importación) no protegería para nada a los trabajadores de los efectos de la competencia entre las grandes compañías en el mismo seno de cada país. La batalla de Peugeot contra Renault haría tantas víctimas como la batalla de Peugeot contra Toyota. Es a la explotación a la que hay que apuntar, y no solo a la globalización que solo representa uno de sus métodos. La tesis de un capitalismo estadounidense que renunciaría a la globalización y a las deslocalizaciones no se sostiene. No es un presidente de Estados Unidos, por muy voluntarioso que se muestre, quien cambiará las reglas de la economía capitalista. Si algunas marcas
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estadounidenses fueron deslocalizadas a partir de los años 60, y si luego aquel proceso se extendió a otros sectores y a Europa, pues bien, aquellas marcas no hacían más que aplicar unas reglas económicas, que en este sistema se imponen a todas las empresas lo quieran o no (por esta razón hay que combatir un sistema y no a los individuos). Para dichas marcas, aquella estrategia era el único medio para hacer frente a las empresas japonesas que utilizaban métodos de explotación más científicos, un financiamiento de mayor rendimiento y una estrategia estatal global para conquistar los mercados (ver capítulo 1). Para las multinacionales estadounidenses, era esto o morir. La idea de que ahora pudieran renunciar a esas políticas solo por los bonitos ojos de Trump, es inverosímil para la economía. Otro autor que se reclama del marxismo, James Petras, ha llegado hasta pretender que Trump fortalecería a los trabajadores frente al capital: “El uso masivo de mano de obra inmigrante sirvió para debilitar los salarios de los trabajadores estadounidenses, sus derechos sociales y la estabilidad del empleo. Esto fue establecido primero en la industria de los envases alimentarios, luego en el textil, las aves de corral y la construcción”. Hasta aquí, nada que objetar, el diagnóstico es correcto. Pero luego lo estropea.
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La propuesta de Trump consiste en limitar la inmigración para permitirle a los trabajadores estadounidenses cambiar la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo, pero también fortalecer el poder de las organizaciones de los trabajadores para la negociación de salarios, condiciones de trabajo y ventajas.34
Deseos y realidades Entonces, se nos viene a decir que un multimillonario cuya fortuna fue adquirida explotando a los trabajadores, ¡de repente va a ayudar a esos mismos trabajadores obligando a las empresas estadounidenses
34 James Petras, “President Trump: Nationalist Capitalism, an Alternative to Globalization”, Global Research, 28 de enero de 2017. 138
Segunda parte Las 7 cosas que sabemos (o no) sobre Donald Trump
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a aumentar masivamente los salarios! ¿No es esto tomar los deseos por realidades? Imaginemos un instante que lo hagan, ¿qué ocurrirá? Pues bien, en pocos años perderán sus partes en el mercado y desaparecerán, a no ser que vuelvan a sus antiguos métodos. De todas maneras, si Trump quiere guardar de la globalización lo que le interesa y apartar el resto, ¿cómo imaginar que sus “socios” (comenzando por China) lo aceptarán? Las importaciones que frenará serán compensadas por las exportaciones que perderá. Aun suponiendo que, por un tiempo, Trump lograra ponerle algún freno a la globalización y desarrollar importantes obras, eso podría relanzar un poco la economía estadounidense y quizás aliviar temporalmente a los trabajadores, pero las contradicciones solo serían pospuestas. Un capitalismo que se desarrollase –suponiendo que sea posible– aislado al interior de sus fronteras, igualmente seguiría el proceso típicamente capitalista: concentración del capital, eliminación de las empresas más frágiles, disminución de la mano de obra y sobrexplotación de los que queden. Temo que los nuevos fans de izquierda de Donald Trump hayan caído en la muy peligrosa ilusión del electoralismo. Para que lo eligieran, Trump hizo una serie de bellas promesas, que comprometen solo a quienes se las creen. Así es el juego de las elecciones desde hace bastante tiempo, ¿no? En marzo de 2006, el periodista colombiano Hernando Calvo Ospina entrevistaba a Danielle Mitterrand, la viuda del antiguo presidente socialista francés. Cuando le preguntó si creía que sociedades como Estados Unidos y Francia eran democráticas, ella respondió con lucidez: “En Francia, elegimos y los electos hacen leyes que nunca habían propuesto y que nunca habíamos pedido. ¿Es democracia cuando después de haber votado no tenemos la posibilidad de ejercer ninguna influencia en los electos?”35. Exacto. Los electos no obedecen a los electores, sino al 1%.
35 Danielle Mitterrand, “La démocratie n’existe ni aux USA, ni en France”, Investig’Action.net, 29 de marzo de 2006. (Danielle Mitterrand: “No creo que exista democracia, ni en Estados Unidos ni en Francia”). 139
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El gobierno más rico de la Historia de Estados Unidos El gobierno de Trump es el más rico en la historia de Estados Unidos, ¡vale 13,7 millones de dólares! Cincuenta y cinco veces más que el gobierno de George W. Bush. Prácticamente la mayoría de sus miembros forman parte del 1%: directores ejecutivos, grandes banqueros e incluso algunos multimillonarios, es decir, ¡el 0,001%! El mismo Trump le debe su fortuna a los bancos. Fueron los que lo rescataron y salvaron de la quiebra después de sus malas inversiones en la inmobiliaria que no habían encontrado interesados. En lo que respecta a sus ministros y adjuntos... En el Departamento del Tesoro, Trump colocó a Goldman Sachs: Steven Mnuchin trabajó diecisiete años en ese vergonzoso banco de especuladores y será el encargado de ofrecer todavía más regalos a los bancos. En el Departamento de Estado, Trump colocó a la ExxonMobil: su exconsejero delegado, Rex Tillerson, será el encargado de saquear cada vez mejor el petróleo de los países del Sur. En el Ministerio de Trabajo, Trump había nombrado al patrón de una cadena de comida rápida, Andrew Puzder, quien se opuso rotundamente al aumento del salario mínimo de 7,25 a 9 dólares (finalmente se retiró tras unas revelaciones sobre su vida privada). En el Ministerio de la Guerra, Trump nombró a James Mattis, quien desde su jubilación había entrado al consejo de administración de la General Dynamics. Esta empresa ha fabricado la gran mayoría de los aviones estadounidenses que bombardean en diferentes partes del mundo y hoy sigue siendo la quinta empresa mundial de armamentos. En el Departamento de Comercio, Trump nombró al banco Rotschild en la persona de Wilbur Ross, su exgestor de fondos. Este edificó su fortuna adquiriendo empresas en crisis, destruyendo sus empleos y revendiéndolas con muchos beneficios. En el Departamento de Educación, Trump nombró a Betsy DeVos, ligada al conglomerado de empresas Amway. En la Agencia de Pequeñas Empresas, Trump nombró a Linda McMahon, casada con el multimillonario propietario de WWE. Para dirigir la comisión de bolsas y valores (teóricamente encargada de regular los mercados financieros), Trump nombró a Walter Clayton, abogado que ha trabajado esencialmente para... los grandes bancos Goldman Sachs, Lehman Brothers y JPMorgan; su mujer todavía trabaja en Goldman Sachs.
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Como asesor principal para la economía, Trump nombró al multimillonario Gary Cohn, exsegundo de a bordo en el banco... Goldman Sachs. Como puede verse, el candidato antiestablishment constituyó un gobierno de millonarios y superbanqueros. ¿Y se nos viene a decir que este gobierno de millonarios ayudará a los obreros de Estados Unidos para cambiar la correlación de fuerzas contra el Capital? No, sino que utilizará directamente el aparato del Estado para ofrecer todavía más regalos a su clase de los super ricos. America Great Again, significa “Beneficios great again”. Hay que decirle claramente a James Petras y a todos los que caen en la tentación de pensar como él, que de tal palo tal astilla y que los millonarios no se vuelven sindicalistas.
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Trump avanza hacia un callejón sin salida Desde febrero de 2017, el analista ruso de izquierda, Boris Kagarlitsky, explica que a Trump le será imposible cumplir con sus promesas electorales:
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Los intentos de equilibrar el presupuesto mediante impuestos a la importación, a su vez reduciendo impuestos para estimular la producción pero sin reducir los beneficios de las grandes compañías; y de aumentar los salarios de los trabajadores pero sin afectar a los intereses del empresariado; todo esto llevará tarde o temprano a las políticas del presidente de Estados Unidos a un callejón sin salida. Será imposible salir de él sin elegir uno de los campos. Las contradicciones solo empeorarán cuando el gobierno se vea obligado a tomar decisiones en materia de política extranjera, provocando crisis y discrepancias en la administración.36
Es un hecho. Las contradicciones surgidas en la política de Trump reflejan las contradicciones entre las diferentes clases en
36 Boris Kagarlitsky, “Trump and the contradictions of capitalism”, Counterpunch.org, 21 de febrero de 2017. 141
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las que buscó apoyo. Si analizamos correctamente, su propaganda recuperó una serie de temas de la izquierda que refieren a los trabajadores contra el sistema. Trump sintió la rabia de los de abajo. Pero no tiene ni los medios ni la intención de servirles. Él también es un hombre del establishment, un multimillonario que hizo fortuna contra la gente de abajo, y su gobierno es similar. Todos los que lo apoyaron necesitan protección, pero solo se la concederá a los poderosos. Trump avanza hacia un callejón sin salida, por eso deberá sacrificar la mayor parte de sus seguidores. Y en ese momento puede ocurrir una revuelta, que deberá ser preparada.
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Al estimular el racismo, divide y debilita a los trabajadores Ni Obama ni Clinton ayudaron a los trabajadores estadounidenses, pero con Trump será peor. Al estimular el racismo, al sublevar a los trabajadores blancos contra los trabajadores mexicanos y musulmanes, al atribuir los problemas del capitalismo al “peligroso extranjero” y no al propio capitalismo; Trump debilita el conjunto de la clase obrera de Estados Unidos. Una clase obrera en la que cada uno tiene miedo de su hermano de clase, no será capaz de obtener aumentos de salarios, derechos sindicales, ni la seguridad social. Tenga en cuenta la Historia, ya que ¿cuándo la élite burguesa se vio obligada a mejorar los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores? Únicamente después de importantes luchas obreras. Fue estando unidos, siendo inmigrantes o no, cuando los trabajadores pudieron obtener concesiones, algunas veces importantes; por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial. Sembrar ilusiones sobre el “buen” capitalismo que haría regalos, es desviarse de la única manera de obtener algo: fortalecer la lucha autónoma de los trabajadores. ¿De dónde proviene este error cometido por algunas personas de izquierda, que piensan poder apoyar al nuevo presidente? Olvidan la distinción, que indicamos al comienzo de este texto, entre cuatro cosas muy diferentes: 1. Lo que piensa Trump. 2. Lo que dijo para ser electo. 3. Lo que piensan en su administración. 4. Lo que el establishment le empujará a hacer.
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Como lo hemos dicho al comienzo, con la aversión de la gente por los políticos tradicionales, los listillos comprendieron que para ser elegidos, de ahora en adelante hay que adoptar un discurso antiélite. Pero el verdadero programa de Trump es servir a la élite estadounidense. Con una estrategia diferente a la de Obama y Clinton en algunos puntos, pero todavía se trata de defender al 1%. Sin embargo, para obtener el apoyo de los de abajo, Trump debía presentarse como el héroe de la gente corriente, el que iba a salvarla. Pero haciendo esto, tiene un problema: tarde o temprano los va a decepcionar. Le será imposible mantener sus promesas: ningún mago puede a un mismo tiempo defender al 1% (aumentando sus beneficios) y defender al 90% (disminuyendo la explotación, y con ella, los beneficios). Para desviar la atención de ese fracaso anunciado, entonces Trump debía buscar unos chivos expiatorios. Escogió a los mexicanos y los musulmanes: dos de los grupos más explotados de la clase trabajadora.
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¿Apoyar a Trump? Los que aconsejan a los trabajadores que apoyen a Trump, confunden dos cosas muy diferentes. Por una parte, cuando el adversario se divide y las dos fracciones se combaten con rabia, es legítimo e inteligente que los trabajadores se aprovechen de esas contradicciones entre sus enemigos. Hay que aprovecharse del hecho de que se debiliten mutuamente. Y apropiarse de los pedazos de verdad que se lanzan entre sí para reflexionar sobre las vilezas de esas élites. Por otra parte, de esta pelea doméstica se puede concluir que poner a los trabajadores y los estratos populares a remolque de algunos millonarios contra otros millonarios, significa claudicar y privarse del porvenir. En los países nórdicos, a los millonarios solo es posible mandarlos a la jubilación. Pero entonces, se corre el riesgo de encontrar una resistencia desesperada. Y es ahí cuando entra en escena la guerra, como un formidable medio para dividir a quienes podrían combatirle. Acabamos de ver que en el plano social, Trump no será un aliado de los trabajadores. Y con él en la Casa Blanca, ¿estarán más o menos seguras las otras naciones? 143
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6. ¿Más o menos guerras? ¿Cuáles son los criterios que desencadenan una guerra? En el 2000, Donald Trump formula su punto de vista:
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Mis reglas para comprometerme son muy sencillas. Si debemos intervenir en un conflicto, será mejor que este constituya una amenaza directa para nuestros intereses; la definición “directa” estriba en que la mayoría de los estadounidenses sepa en qué parte del planeta se encuentra ese punto crítico y comprenda rápidamente por qué estamos implicados. La amenaza debería ser tan directa, que nuestros dirigentes, incluido nuestro presidente, deberían poder presentar el caso de manera clara y concisa (...). Además, no debemos implicarnos en un conflicto de larga duración por razones humanitarias. Si ese fuese nuestro criterio, entonces deberíamos tener tropas en todo el continente africano e igualmente en gran parte de Asia.37
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Dos criterios para intervenir según Trump: 1. Una amenaza directa a los intereses de Estados Unidos (en realidad, son ellos la amenaza, pero dejémoslo así). 2. La comprensión del público. Una buena “comunicación” es indispensable. Y de paso, esta interesante confesión: lo humanitario nunca fue el objetivo de todas esas guerras económicas y estratégicas. Con base en ello, ¿podemos delimitar cuáles eran al comienzo las intenciones del nuevo presidente y lo que va a ocurrir?
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¿Cuánto valen esas promesas? Durante su campaña, Trump sedujo a una gran parte del electorado criticando las intervenciones realizadas en Irak, Yugoslavia, Libia y en Siria; prometiendo menos guerras. También prometió renunciar a la estrategia del Regime change para deshacerse de los gobiernos molestos. Pero, ¿cuánto valen esas promesas?
37 Donald Trump, The America we Deserve, 2000, pp. 141-142. 144
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Primero, hay que recordar que todos los presidentes de Estados Unidos siempre hicieron ese tipo de promesas durante sus campañas electorales. Y que una vez en el poder, todos renegaron de ellas. El ejemplo más hermoso: George W. Bush, ¡criticando a su predecesor Bill Clinton y prometiendo menos guerras! Segundo, hay una suerte de contradicción. Trump dijo que ya no pondrán en práctica el Regime change, pero que intervendría militarmente si los intereses de Estados Unidos estuviesen amenazados. Entonces, ¿para qué sirve una guerra si no es para cambiar un régimen molesto y sustituirlo por otro más dócil? La guerra es la continuación de la política por otros medios. Entonces ahora debemos responder a esta pregunta: ¿Quién decide una guerra, el presidente o las principales multinacionales? Esta pregunta no está restringida a Siria, Ucrania o Corea, sino que detrás de esos conflictos regionales se perfila la posibilidad de un enfrentamiento mayor. ¿Con China? ¿Con Rusia? ¿Con ambos?
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China ha creado una situación completamente nueva Trump fue muy hábil al jugar con las contradicciones del sistema para ganar las elecciones. Pero ahora que es presidente, ¿tiene alguna posibilidad para resolver las contradicciones de ese sistema? Ninguna. Tomemos el ejemplo de China, que es la gran amenaza según todos los estrategas estadounidenses. Es claramente su enemigo principal. Sin embargo, ninguna de las estrategias empleadas por los anteriores presidentes logró frenar el ascenso de China. Este país logró transformar radicalmente las correlaciones de fuerza mundiales. Creó una situación completamente nueva que incomoda muchísimo a Washington: 1. China se ha transformado en el principal socio económico de América Latina, África, Asia y Oceanía. Y es el aliado privilegiado de numerosos países en desarrollo. Esto es lo que ha debilitado la posición de Estados Unidos en el mundo, así como su control de los recursos. 2. Contrariamente a Nixon, quien opuso hábilmente a China contra Rusia, la agresividad de Obama y de Clinton empujó a Moscú 145
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a abrazarse con Pekín. China y Rusia han desarrollado una alianza económica, política y militar que ha fortalecido la autonomía de Asia. 3. La intervención de Rusia en Siria (junto a Hezbolá e Irán) le propinó a Estados Unidos una importante derrota. Impidió su Regime change, que se apoyaba en las fuerzas terroristas para derrocar a Assad.
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La imposible guerra contra China La recesión económica de Estados Unidos, la aparición de un mundo multipolar, la alteración de las alianzas regionales, todo eso es lo que ha forzado a Washington a la búsqueda de nuevas estrategias. Para mantener su dominación mundial, Estados Unidos debería enfrentar frontalmente a China. Pero cada vez es más difícil. ¿Por qué? Primero, por razones económicas. Trump prometió frenar las importaciones con el propósito de relanzar la industria “productiva” de Estados Unidos. Pero este aislacionismo es completamente imposible. En primer lugar, hace mucho tiempo que la industria productiva abandonó Estados Unidos, con excepción del armamento, la farmacia y en parte las agroempresas. Sin duda alguna, también existe el polo informático de la Silicon Valley, pero ¿dónde se fabrican todos sus componentes? En China. ¡Hasta las computadoras y otros componentes de la industria militar se fabrican en China! ¿Cómo hacerle la guerra a China con sus productos? Imaginemos por un instante que las multinacionales estadounidenses abandonasen China para producir en Estados Unidos, o para instalarse en otro país, digamos que en Vietnam. ¿Qué pasaría? Suponiendo que China lo permitiera, semejante transformación tomaría muchísimos años en ponerse en práctica. La economía estadounidense estaría muerta. De modo que Estados Unidos no puede irse de China y tampoco puede hacerle la guerra (si a pesar de todo la hiciera, el mundo entero saltaría por los aires y con él Estados Unidos).
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La analista Badia Benjelloun ha explicado bien este dilema:
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En Estados Unidos solo el complejo agroindustrial podría representar un contrapeso productivo. Es ampliamente insuficiente para satisfacer una política “trumpiana”. De modo que el intermedio de Trump se terminará y regresaremos al punto de partida. El imperio necesita guerras y tensiones. No demasiadas para no caer en la guerra mundial pero sí las necesarias para agotar a los demás países y enriquecer al complejo industrial militar. A eso jugará Trump si es lo bastante inteligente y pasivo.
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¿También podría proclamar que Estados Unidos dejará de imponer su voluntad al mundo entero? Badia Benjelloun piensa que no:
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Si fuera un hombre de principios y valiente, decidiría bajar las velas de Estados Unidos y aceptar que el Ivmperio se encoja a imagen y semejanza de los antiguos imperios que negociaron esta modalidad, como Austria o el imperio otomano (...) La otra modalidad, es la escogida por el Reich alemán después de 1918, con la Segunda Guerra al final (...) La gran diferencia es que actualmente existe la bomba atómica y componentes indispensables producidos en China. En todo caso, si Trump decidiera ser valiente y hombre de principios, de un modo u otro sería asesinado. Se necesita mucho coraje y muchos principios. “¡No es el caso de Trump!”.38
38 Comunicación personal con el autor. 147
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¿Ganarse a Rusia o provocarla cada vez más? ¿Y qué hay del otro gran enemigo? Trump tenía un plan. Normalizar las relaciones con Moscú permitía lograr varios objetivos: 1. Desarrollar el comercio y las inversiones en Rusia (favorable para la Exxon y los exportadores estadounidenses). 2. Reducir las tensiones para evitar una guerra entre Estados Unidos y Rusia. 3. Ganarse a Rusia dentro de la llamada comunidad “internacional” (en realidad la comunidad occidental) con el propósito de aislar a China. 4. Poder concentrarse de esta manera en la renegociación comercial frente a China, intensificando la presión económica y militar. Es más fácil hablar de ganarse a Rusia que hacerlo. ¿Qué puede ofrecerle Trump? Un poco de business, sí. Pero, ¿y en el plano estratégico? ¿Ayudar a hacer estallar la Unión Europea? Sí, eso permitiría un acercamiento Alemania-Rusia, aunque con un costo elevado para Washington. ¿Dejar de agredir a Irán, importante socio de Moscú contra el terrorismo islámico? Pero la nueva administración no ha tomado este camino. De hecho, la política de la administración Trump hacia Irán es muy contradictoria. Por un lado, Trump proclama que Daesh es el principal enemigo. Pero por otro lado, James Mattis, su secretario de Defensa, acusa a Irán de utilizar el terrorismo y no hacer nada contra Daesh. El mismo Trump amenaza con revocar el acuerdo de compromiso firmado con Teherán y reactivar las sanciones. La verdad es que Trump no quiere o no puede renunciar al uso de Israel como el gendarme de Oriente Medio. Y eso significa que Israel pueda seguir amenazando a sus vecinos con el arma nuclear, pero que Irán no tenga esa arma. De modo que tiene muy poco que ofrecerle a Putin para tratar de romper la alianza Pekín-Moscú. Prohibido hablar con Putin A pesar de ello, la mera idea de que Trump pudiera calentar de nuevo la guerra fría con Rusia era una pesadilla para la mayoría del establishment. ¡Hablar con Putin! Echar por la borda tantos esfuerzos de propaganda, desplegados desde hace tantos años para que las poblaciones tiemblen ante la “amenaza rusa” y acepten pagar decenas de millones de sus impuestos a las multinacionales del
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armamento, en lugar de que ese dinero sirva ¡para propiciar empleos, la educación o la salud! Como bien indica Richard Labévière:
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Para muchos medios de negocios estadounidenses era inconcebible que Donald Trump pudiera tenderle la mano a Vladimir Putin. Más allá de cualquier consideración política y moral, perennizar al viejo enemigo ruso sigue siendo una necesidad absoluta para la continuidad de los negocios. Por consiguiente, no se puede hablar normalmente con Moscú, sin correr el riesgo de desesperar a Wall Street, la City y los lobbies de Bruselas.39
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Esa es la razón por la cual la CIA y otros servicios de inteligencia, con la ayuda de los grandes medios de comunicación, intentaron socavar la candidatura de Trump. Recurriendo para ello a un gran clásico de la propaganda de guerra, bien expuesto por Anne Morelli: quien no esté de acuerdo con “nuestra” guerra es un traidor que colabora con el enemigo. 40 ¿Trump subía en los sondeos? Forzosamente era gracias a Putin, que lo ayudaba con su horda de piratas. “Estados Unidos sufrió un verdadero ciber Pearl Harbor”, se leía en un sobrio titular del Washington Post del 31 de diciembre de 2016. En definitiva, una suerte de teoría del complot. De ningún modo había que ver las cosas de frente, es decir, tomar en cuenta que la gente estaba tan asqueada del balance Obama-Clinton que quería probar con un recién llegado. Pero no, ¡era necesario que la culpa fuera de Putin! Cualquier cosa menos sacar el balance del sistema. Hoy día, el rastreo a los “agentes de
39 Richard Labévière, “Trump: la petite frappe-Tweet”, Proche & MoyenOrient-Online, 10 de abril de 2017.
40 Anne Morelli, Principes de la Propagande de Guerre, (10ème Principe), Aden, 2010. [Anne Morelli, Principios elementales de la propaganda de guerra: utilizables en caso de guerra fría, caliente o tibia, España, Edit. Hiru, 2002.]. 149
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Moscú” sirve de coco al establishment occidental para impedir todo debate de ideas, cualquier discusión sobre las políticas nefastas que se han llevado a cabo.
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Una cosa es segura: la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) no es incompetente, sino más bien honesta Los medios de comunicación occidentales que se hicieron eco de esa teoría del Hacking Putin, omitieron dos preguntas evidentes: ¿Quién habla de ello?, ¿cuáles son sus antecedentes? El hombre que en ese momento dirigía el conjunto de los servicios de inteligencia estadounidenses se llamaba James Clapper. Fue nombrado en ese puesto por Obama en el 2010, a pesar de tener una hoja de servicios preocupante. En el 2003, había sido nombrado por Donald Rumsfeld (el secretario de Defensa de Bush) para analizar las fotos satelitales que “probaban” la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Diez años más tarde, el mismo Clapper negaba ante el Congreso el espionaje sistemático de los ciudadanos estadounidenses por la NSA. A raíz de las declaraciones de Snowden, se vio obligado a reconocer que había hecho un falso testimonio. ¡Y a finales de 2016, he aquí el hombre en quien el mundo mediático confía para “confirmar” el hacking ruso! De hecho, la tesis del hacking no se sostiene. Con sus formidables medios, la NSA es capaz de detectar el expedidor y el destinatario de cualquier dato que circula en internet. Si no ha entregado pruebas de la “traición” de Trump, es porque no las hay. La única manera de que un documento pueda llegar al exterior es una fuga interna 41. Las revelaciones sobre los mensajes electrónicos de Clinton no venían de Moscú, sino de algún lugar en Washington. En una administración tan inmoral, siempre hay alguien honesto y valiente como Manning o Snowden para filtrar las deshonestidades que encuentre.
41 William Binnie y Raymond McGovern, “Pourquoi les Emails DNC ont été Fuités, pas Hackés”, Counterpunch, 6 de enero de 2017. 150
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En todo caso, una vez que Trump fue elegido, la campaña en su contra debía continuar. Esta vez el objetivo era, ya fuese mantenerlo a raya, ya fuese preparar su destitución (mediante el procedimiento del impeachment). Primera fase: apartar de su entorno a cualquier persona abierta al diálogo con Rusia, y a cualquier persona decidida a combatir con firmeza a Daesh, en lugar de utilizarlo hipócritamente como lo hicieron Obama, Clinton y Kerry. La primera víctima: el consejero de Seguridad Michael Flynn, que fue reemplazado por el general McMaster, un antirruso empedernido. Flynn había cometido el grave error de hacer declaraciones incómodas para los anteriores responsables de Estados Unidos:
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El antiguo jefe de inteligencia militar, Michael Flynn, afirmó, en el canal Al Jazira, que la Casa Blanca se había arriesgado a armar a los rebeldes a sabiendas de que en su seno podían surgir grupos como Daesh. Dicho de otra manera, lejos de ser un monstruo salido de los misterios del Oriente, Daesh sería la criatura de Estados Unidos, un guión comparable al del nacimiento de Al Qaeda en Afganistán durante los años 1980. 42
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Trump, ¿un presidente engañado o tramposo? Ese chantaje terminó el 7 de abril de 2017. Donald Trump lanzó cincuenta y nueve misiles a una base siria que había sido utilizada para recuperar la ciudad de Palmira que había sido tomada por Daesh. Con un pretexto que se ha vuelto clásico: Assad habría utilizado armas químicas contra los civiles. Información basada en unas sencillas fotos. Pero evidentemente, unas fotos no dicen quiénes han provocado los muertos. En resumen, se nos dio el veredicto antes de comenzar la menor investigación. Sin embargo, unas fuentes, al interior mismo de los servicios de inteligencia estadounidenses, advertían que, de hecho, lo que en realidad había sido
42 Régis Le Sommier, en Paris Match, 11 de septiembre de 2015. Ver igualmente su libro Daech, l’Histoire, La Martinière, 2016. 151
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bombardeado era un depósito de armas químicas... de los rebeldes islamistas. Tanto Hans Blix (el inspector de la ONU que había advertido a Bush la inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak) como su colega Scott Ritter denunciaron la versión oficial de Trump. Igualmente la denunciaron una buena veintena de oficiales y de agentes de inteligencia jubilados:
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Nuestros contactos en el ejército estadounidense nos han dicho que esto no había ocurrido de esa manera. No hubo un “ataque sirio con bombas químicas”. Por el contrario, lo que ocurrió fue que un avión sirio bombardeó un depósito de municiones de Al Qaeda, y resultó que estaba lleno de productos químicos tóxicos. Un fuerte viento llevó hasta un pueblo vecino las nubes llenas de esos productos químicos, provocando así numerosas víctimas. 43
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En este asunto, ¿Trump fue manipulado por sus servicios o jugó él mismo a la mentira mediática justificadora? Sin lugar a dudas será difícil saberlo por mucho tiempo. En cambio, su bombardeo en esa fecha se limitó a un ataque muy simbólico. Lo cual puede interpretarse de dos maneras. Ya fuese como un primer paso en la vía de la capitulación y el abandono de su programa personal: Trump, como sus predecesores, continuará protegiendo a los “buenos terroristas”. Ya sea como un ataque simbólico para bajar la presión que pesa sobre él y darse tiempo. Fuera lo que fuera, eso confirma lo que hemos escrito líneas antes: sobre el presidente hay fuerzas que no lo aceptan como comandante en jefe, sino como un instrumento. Y esta presión durará hasta que haya una guerra o hasta que Trump sea destituido. Podrá ocurrir mediante provocaciones militares en Siria y en Ucrania.
43 “Intelligence and Military Sources who Warned about WMD Lies before Iraq War Now Say that Assad Did not Use Chemical Weapons”, Zerohedge.com, 11 de abril de 2017. 152
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Para avanzar en esa dirección, Estados Unidos deberá prepararse para la escalada. El ataque simbólico del 7 de abril de 2017 no podía cambiar la correlación de fuerzas en Siria ni en Oriente Medio. Pero la escalada también acarrea riesgos para Washington: ¿hundirse en una nueva guerra, mientras que ha sido incapaz de ganar en Vietnam, Irak y Afganistán?
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Business con el enemigo ¿Ganarse a Moscú o amenazarla? Es otro factor que puede complicar la estrategia de Washington: los intereses de las empresas que tienen business con los “enemigos”. Ahora, a todo lo que hemos explicado se le añade otra contradicción: en Estados Unidos, algunos no quieren que se designe a Moscú como el “principal enemigo” porque tienen negocios lucrativos con Rusia. Otros no quieren que haya agresividad hacia China, porque es su socio comercial. De igual manera, en los años 30, Estados Unidos tuvo durante mucho tiempo distintas posturas: Henry Ford, la familia Bush y otros tenían jugosos business con Hitler. Otras empresas se veían amenazadas por la peligrosa competencia de las konzerns alemanes. En una empresa en la que también se enfrentan los intereses de los propios capitalistas, algunas opciones estratégicas son complicadas. Estas se deciden finalmente con base en las correlaciones de fuerza entre esas empresas.
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Con Clinton, hacia la Tercera Guerra Mundial. ¿También con Trump? Ya sea frente a Rusia o frente a China, ¿cómo salir de este dilema? Si Estados Unidos no ataca, si deja que las correlaciones de fuerza tengan una evolución que les sea desfavorable, nadie le temerá ni le obedecerá. Si ataca, se desenmascará como belicoso y empuja a las naciones preocupadas a aliarse para resistirle. ¿Atacar en Siria y encontrarse frente al ejército ruso? Desencadenar una guerra comercial contra China y encontrarse en un pulso con su potencia industrial y financiera. Una China cuya opinión es mucho más consensual que la de Estados Unidos. Los diferentes estrategas estadounidenses se enfrentan, pero ninguno tiene 153
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una solución con garantías de ser eficaz. En semejante situación, ¿podemos estar ante un conflicto de magnitud mundial? Una guerra mundial no se produce porque tal o cual potencia lo decida: “Mira, vamos a lanzar un gran conflicto”, sino porque, en una situación de crisis y enfrentamiento económico, al no querer ceder ninguna sobre una cuestión estratégica regional importante, puede pasar que una emplee medios cada vez más brutales para hacer ceder a la otra. Hoy día, por ejemplo, para hacer que China retroceda, Trump debería a la vez empezar una guerra comercial en su contra, proseguir los intentos de infiltración de las ONG en el país y agudizar las tensiones territoriales y militares con el propósito de bloquear el abastecimiento de China por las vías marítimas del océano Índico. ¿Qué resultado se obtendría con todo ello? En cualquier caso, es una aventura de alto riesgo. Pero cuando se está desesperado, uno puede estar dispuesto a todo. John Catalinotto tiene razón al resaltarlo en el capítulo 4 de este libro:
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Cualquiera que sea el presidente, es el declive del imperio estadounidense el que lleva al gobierno a lanzar guerras aventureras. Obama hizo campaña para poner fin a las guerras, pero intervino por lo menos en siete países por la fuerza militar y en muchos otros mediante la subversión.
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¡Sea quien sea el presidente! “¡Sea quien sea el presidente!”, lo que decide las guerras no es el carácter de tal o cual presidente, sino en realidad un sistema económico que se impone a todos los individuos, y se impone a todos los políticos del establishment. Quizás Obama tuviera buenas intenciones sobre Irak y Guantánamo cuando llegó a la Casa Blanca. Pero enseguida obedeció al Pentágono y a los intereses superiores. Antes de él, indudablemente, James Carter era el presidente más honesto después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el sistema lo había dejado pasar para darle un barniz moral a una fachada tan desacreditada después de la guerra de Vietnam, los golpes de Estado fascistas made in USA y las torpezas flagrantes de Richard Nixon.
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Pero, no obstante, fue el “amable” Carter quien lanzó al terrorismo islámico en Afganistán en 1979. Lo hizo empujado por su consejero Brzezinski y las multinacionales que estaban detrás suyo. Hasta Bernie Sanders, quien era mucho más positivo sobre la política social en Estados Unidos, a pesar de ello también habría sido una pieza del sistema. En el plano internacional, que es fundamental para Estados Unidos, Sanders había apoyado la guerra de Clinton contra Yugoslavia en 1999, la invasión de Afganistán por Bush en el 2001 y la de Irak en el 2003. Ciertamente, había criticado el bombardeo de Libia por Obama en el 2011, pero sobre todo por no haber pedido la autorización del Congreso. Había apoyado el bombardeo de Irak y de Siria en el 2014. Sanders apoya al Estado de Israel y los bombardeos salvajes en Gaza, apoyó la intervención de Estados Unidos en Ucrania para fomentar un golpe de Estado. Dijo: “El mundo entero debe resistir a Putin”, votó a favor de enormes créditos para financiar las guerras del Pentágono, así como también las infraestructuras de la CIA y la NSA, y se ha mostrado muy agresivo hacia China. Desde luego, Sanders habría intentado tomar algunas medidas sociales y oponerse a algunos aspectos de las multinacionales. Pero en lo que se refiere a los intereses fundamentales de Estados Unidos para dominar el mundo, él también habría sido un excelente empleado.
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Una cuestión de sistema El sistema solo admite candidatos compatibles con sus necesidades. John Catalinotto tiene razón cuando destaca que “el imperialismo no se reduce a la elección personal de un pequeño grupo de políticos, sino que es un sistema económico global“. Este sistema ha probado su incapacidad para generar beneficios mediante medidas pacíficas. Tanto, que todo aquel que se encuentre al mando del imperialismo estadounidense, sea quien sea, sufre enormes presiones que lo empujan hacia la guerra. La causa de esa agresividad es la crisis, que exige imperativamente la conquista de nuevos mercados de salida para las multinacionales estadounidenses. Nuevos territorios para controlar materias primas más baratas y también para despachar sus mercancías. Pero esos nuevos mercados, ¿cómo los obtenemos? Recolonizando por la 155
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fuerza los territorios que se habían perdido en el momento de las guerras de independencia anticolonial o de las políticas independientes de algunos Estados. Entonces, ¿por cuál estrategia se decantará finalmente Estados Unidos? ¿La estrategia Brzezinski-Clinton, es decir, atacar a Rusia y después a China? ¿O mejor la estrategia de Kissinger, Mearsheimer y Walt, es decir, tratar de neutralizar a Rusia para atacar solo a China? Es posible que la segunda propicie menos guerras regionales en un primer momento, pero si es para que haya mayores oportunidades de desencadenar un conflicto mundial, entonces, ¿dónde estaría la ventaja? La verdadera respuesta a la cuestión es que el capitalismo sin guerra todavía no ha nacido; que este sistema lleva verdaderamente la guerra en su seno como la nube trae la tormenta, y que, para salir de este ciclo infernal, será necesario cambiar el sistema en lugar del presidente.
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7. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos?
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Recapitulemos. ¿Qué nos enseña un atento análisis del fenómeno Trump? 1. El mundo unipolar tocó a su fin. El período (finalmente bastante corto) entre 1980-2011 se terminó con un rotundo fracaso de Estados Unidos en Siria. Hemos entrado en una nueva fase de la historia. 2. La irrupción de este mundo multipolar ha obligado a Estados Unidos a forjar nuevas estrategias para seguir dominando al mundo. 3. Washington lo apuesta todo por un debilitamiento de China. Efectivamente, debido a su espectacular avance económico en África y su alianza con países subdesarrollados, Pekín ha cuestionado la dominación de las materias primas por parte de Washington. He aquí los factores, extrañamente ignorados por los medios de comunicación, que han provocado un fuerte empeoramiento de las contradicciones en el mismo seno del capital estadounidense. No nos sorprendamos: las diferentes fracciones del capital también tienen intereses contradictorios y comienza a ser urgente cuando hay que realizar cambios de alianzas tan importantes. El factor agravante es que esos conflictos, en el seno del capital estadounidense,
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se producen mientras que se prepara una nueva crisis financiera: los problemas de 2008 no han sido resueltos, sino desplazados. ¡Así que existe una lucha a muerte para saber quién saldrá vencedor de esta crisis! Entonces, ¿hacia qué se dirige nuestro planeta? Dependerá mucho de la reacción rusa y su elección estratégica: ¿una alianza antichina con Washington o mantener la unión con China y los BRICS? Pero, ¡cuidado! También dependerá mucho de nuestra elección, la de las clases populares. En la historia, nada está escrito de antemano, nada es inevitable. Al contrario, de lo que les gustaría hacernos creer, es que no somos impotentes, tenemos los medios de contrarrestar la política de la élite. ¿Qué condiciones nos permiten jugar nuestro papel? Es el tema de esta última parte.
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Lo decisivo no es el presidente, sino la gente Está que arde. El presidente Trump presagia graves ataques contra el nivel de vida de los trabajadores. La situación es similar en Francia y Europa. La misma y casi permanente crisis empuja a nuevas guerras, pudiendo llevar a la humanidad al desastre. Entonces, ¿qué podemos hacer? Antes que nada, darnos cuenta de que el factor decisivo para cambiar la situación política no es el presidente. Es la gente. El pueblo. Nosotros. Porque el elector no se encuentra frente a individuos sino frente a un sistema. ¿Para qué sirven las elecciones en el sistema actual? Sobre todo para hacerle creer a la gente que tiene su suerte en las manos. En particular, la elección presidencial funciona como un teatro: cada vez más se vota por el carisma de un buen actor y cada vez menos por su programa. Esta elección mantiene la ilusión de que la buena voluntad de un individuo puede, con base en sus capacidades personales, escoger su política y mejorar la vida de la gente. En realidad, un presidente está ahí para aplicar la política de la clase dominante. ¿Y si, excepcionalmente, aparece no obstante un presidente revolucionario? No podrá hacer nada sin la gente. En Venezuela, Hugo Chávez sufrió enseguida un golpe de Estado y fue el pueblo el que lo salvó. 157
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Todas las revoluciones han sido la obra de una gran masa de gente. Mientras que las masas se dejen arrebatar su poder de decisión, tendremos el desfile de las élites, consejos de administración, lobbies, think tanks y servicios todavía mucho más secretos de lo que creemos. Pero cuando las masas deciden que ya basta, entonces son ellas las que hacen la historia, y no algunos héroes aislados. Con una condición. Estar correctamente informados.
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¿Cuáles son las condiciones para desarrollar la conciencia? Sobre nosotros se ciernen unas terribles amenazas. La guerra antisocial y la guerra pura y simple. Sobre estos dos aspectos, lo que le falta a la gente es una información correcta. Con respecto a la economía, la gente sabe que una pequeña minoría se llena los bolsillos a su costa. Pero no tiene las informaciones concretas sobre los mecanismos de ese pillaje. Y se hace todo lo posible para persuadir a la gente de que no hay alternativas. De manera que en la radio y en la tele desfilan “expertos en economía”, pretendidamente neutrales. Nos hablan del cierre de empresas, de daños a la Seguridad Social, de la Bolsa y de los “mercados” como si fueran meteorólogos prediciendo el tiempo que hará. Salvo que el servicio meteorológico se basa en una ciencia cada vez más exacta, mientras que esos economistas solo son ideólogos bien pagados que difunden la propaganda, es decir, la visión del 1%, pero haciéndonos creer que es la única manera de organizar la economía. Lo que falta es una verdadera información independiente. Y en cuanto a la guerra, ¿cuánta gente está al corriente de las verdaderas motivaciones de Occidente contra Irak, Afganistán, Libia y otros países? ¿Cuántos saben que las ganancias de las multinacionales han sido obtenidas utilizando los peores terroristas? ¿Cuántos saben que esta brillante estrategia puede conducirnos a un conflicto mayor con Rusia y China? Lo que falta es una verdadera información independiente. ¿Cuánta gente, en Francia y en Europa, se ha percatado de la realidad de estas guerras? ¿2% o 3%? Pero existe también una creciente masa de indecisos: ¿20%, 30%, 40%? (necesitaríamos verdaderos sondeos). Son los que sienten que las cosas no son como se las
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presentan. Esa es la masa indecisa, que todavía sigue engañada, y que constituye un potencial decisivo. Si logramos hacerles llegar hechos concretos y explicaciones, harán cambiar la correlación de fuerza entre la mentira y la verdad. Esta es la clave. Informar y debatir. Una información correcta sobre la economía, lo social y la guerra es indispensable si se quiere construir un mundo mejor.
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La gente está a la búsqueda Actualmente, la gente está a la búsqueda. Sin embargo, no dejaban de decirnos que la gente era pasiva y que la situación estaba bloqueada. Pero la toma de conciencia es como un volcán: durante mucho tiempo parece dormido. En realidad, acumula energía, la presión se intensifica y de repente la erupción lo derroca todo a su paso. En Estados Unidos, Francia y en otras partes, los partidos tradicionales están desacreditados porque no cumplen con sus promesas. Y hay una cantidad de dirigentes que se llenan los bolsillos saqueando las arcas públicas, o tomándose una jubilación dorada en los consejos de administración de las multinacionales ¡que se suponía que debían controlar! En un momento dado, la gente se harta y busca en otra parte. ¿De qué lado? ¡He aquí la cuestión! ¿Del lado de Donald Trump, Marine Le Pen y Geert Wilders? ¿O más bien del lado de Bernie Sanders, Jean-Luc Mélenchon, Podemos, el SP en Holanda o el PTB en Bélgica (sin ignorar las importantes diferencias entre esas organizaciones)? En este nuevo paisaje político en plena recomposición, todavía está muy confuso: ¿dónde encontrar una verdadera alternativa? ¿En la “extrema derecha”? ¿En la “extrema izquierda”? Hay que quitarse de encima el peso de las etiquetas para poder reflexionar sobre el contenido de los programas de ambos grupos. Nuestra responsabilidad consiste en aclarar esta investigación aportando las informaciones necesarias. Los demagogos como Trump y sus semejantes en Europa no aportan una respuesta honesta. En el mejor de los casos, apuntan a las consecuencias. Pero ocultan las causas, y protegen a los
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responsables. Digámoslo de nuevo, dividir a los trabajadores mediante el racismo no es atacar al sistema, sino fortalecerlo.
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La solución: ¿ayer o mañana? En este creciente malestar que ha provocado la crisis económica, ideológica y moral, aparecen partidos que proponen el regreso a un “ayer” en el que no había tantos extranjeros y en el que todo iba mejor. Ese “ayer” es una verdadera fantasía, un mito. En los precedentes períodos del capitalismo, también hubo graves crisis económicas. Igualmente hubo pobreza, a menudo mucho más importante aún. Y hubo racismo, aunque apuntase a otros grupos. Ese marketing de la nostalgia es un engaño. Reflexionemos. ¿No son las reglas económicas aplicadas ayer las que han producido la situación actual? ¿No son las mismas empresas que reinaban ayer, las que se han beneficiado de la crisis económica surgida a partir de 1965 para atacar los salarios y la seguridad social? Entonces, hacer creer que por conservar esas reglas de juego y no afectar al poder de las grandes empresas se va a defender a los pequeños, es una estafa. Tanto Trump como Marine Le Pen protegen los ingresos más elevados, no toman ninguna medida contra el poder del 1% y quieren destruir los sindicatos, cuyo sector más combativo ha obtenido numerosas conquistas sociales. Sus programas pueden contener grandes promesas, pero cuando se observa de cerca vemos que sus medidas hacen pagar a los pobres por los pobres, como lo muestra Saïd Bouamama en el capítulo 6 de este libro. De modo que el ayer no es la solución. Para construir un mundo mejor, estamos condenados a inventar un mañana.
Diez ejes de resistencia europea A lo largo de los años, la izquierda oficial se ha transformado en una segunda derecha, tan neoliberal como la otra y algunas veces más. La recomposición política debe poner fin a esta confusión entre esas dos izquierdas. Para ello, sería útil tener un gran foro europeo en el que las verdaderas fuerzas de izquierda intercambien sus experiencias y proyectos, con el objetivo de elaborar un programa
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europeo común. Un programa de resistencia. Un programa que haga soñar pero que arraigue el sueño en los combates cotidianos por realizar juntos. Lo que se necesita es luchar juntos para mejorar los salarios y las condiciones de trabajo de todos frente a las multinacionales y contra el aparato de la Unión Europea, que indudablemente no es reformable. Dirigirse no hacia un pasado fantaseado y mítico, sino hacia una sociedad nueva que hay que redefinir juntos. Un programa así, por supuesto, es necesario elaborarlo no en una oficina sino mediante amplios debates en el seno de los pueblos y a partir de combates concretos. Una vez aclarado esto, he aquí algunas sugerencias personales para diez ejes de resistencia y de solidaridad internacional a la escala de Europa: 1. Hacer pagar a los ricos: impuestos a la fortuna, los beneficios, la contaminación y la especulación, que servirán para financiar la salud, la educación y la jubilación. 2. Nacionalizar los bancos para servir al interés general. 3. Suprimir el secreto bancario para luchar contra los paraísos fiscales. 4. La reducción general del tiempo de trabajo para repartirlo y eliminar el desempleo. 5. Iguales condiciones de salarios y trabajo para todos los trabajadores en la Unión Europea, sea cual sea su origen. 6. Disolución de la OTAN, reconversión del ejército limitado a la defensa del territorio, reconversión de las fábricas de armamentos en productos civiles. 7. Reembolso por las multinacionales (dirigentes y accionistas) de los daños causados a los países del Sur, para, de ese modo, ayudar a su desarrollo autónomo y eliminar las migraciones forzadas. 8. Castigar penalmente la divulgación de falsas noticias que siembren el miedo y el odio. Desarrollar en la escuela una verdadera educación acerca de los medios de comunicación. Crear comisiones de investigación popular para comprobar la fiabilidad de las informaciones esenciales.
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9. Creación de asambleas constituyentes para democratizar las reglas del juego político, luchar contra la corrupción y eliminar cualquier ley que impida el control de las autoridades por los ciudadanos. 10. Poner en marcha referéndums populares sobre los asuntos de mayor importancia y el referéndum revocatorio para echar a los electos que no cumplan con sus promesas.
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La gente necesita claves, por lo tanto, informaciones verdaderas En el 2016 y el 2017, los medios de comunicación corrieron de sorpresa en sorpresa: primero el Brexit, luego la victoria de Donald Trump y, finalmente, la quiebra del Partido Socialista de Hollande y Valls, eliminado en solo algunos meses por la France Insoumise de Mélenchon. Pero esa serie de “sorpresas” sorprenden. ¿No veían llegar la insurrección? ¿Pensaban que unos partidos intercambiables podían entretener a la gente con promesas ilusorias durante cuarenta años y calmarla con somníferos sin sufrir un contragolpe? Todo se paga tarde o temprano. Esto, en la conclusión del libro, nos lleva al problema de la información. Hoy día, lo que se llama el “cuarto poder” ha adquirido una importancia tremenda. Filtra, oculta lo que incomoda a la élite y sus intereses; censura a los contestatarios y le dicta a la gente lo que puede leer y lo que debe pensar. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Mediante qué tipo de evoluciones han llegado a formar un único medio de información, que siempre está de acuerdo en lo esencial? Ya sea sobre la economía, la brecha entre pobres y ricos, las guerras y todas las demás agresiones de las multinacionales contra los países del Sur... Pienso que ha sido una combinación de varios factores: 1. La ruptura del vínculo social. En otra época salvábamos el mundo en los cafés del barrio y en otros lugares de reuniones sociales. Pero a partir de los años 60, el trío “automóvil, supermercado, tele” ha vaciado esos lugares. Se ha creado una población que circula mucho más físicamente pero que ha sido encerrada, mentalmente, en una gran soledad individual: Internet reemplazó los cafés, pero no es lo mismo. A pesar de sus importantes aspectos positivos, no es más que una yuxtaposición de burbujas que no se hablan.
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2. El dominio de las multinacionales. Los gigantes mediáticos se han constituido en verdaderos monopolios. Y las multinacionales tradicionales (armamento, banca, energía) han invertido masivamente en los medios de comunicación. Se trata de controlar la opinión a favor de sus inversiones, ya sean económicas, políticas o belicistas. 3. Técnicas de fascinación. Estos enormes medios financieros permitieron el desarrollo de tecnologías fascinantes prácticamente hipnóticas: y para capturar al público en estas posturas políticas, ejércitos de expertos aplican métodos sofisticados. Ha derivado en propaganda: se elogia un producto escondiendo sus defectos (incluso su inutilidad) y se aparta toda crítica. 4. La desaparición de la prensa de los partidos políticos. En los años 60-70, todavía se encontraba un poco de pluralismo en algunos periódicos de los partidos. Desde que los llamados partidos de izquierda adhirieron al partido económico del neoliberalismo, y se identificaron con la derecha, ¿para qué les servían los medios de comunicación? Comenzaron a no ser rentables frente a los imperios de los millonarios. Ese fue el paso hacia un único medio de comunicación.
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Medios de comunicación y “complotismo”: un círculo vicioso Si bien el candidato Trump apuntaba con razón las desinformaciones mediáticas de los demás, él mismo no ha dejado de fabricarlas, mucho más escandalosas aún. Su equipo parece decidido a batir todos los récords en cuanto a fake news se refiere. Dentro de poco retomaremos este tema. Resulta que se ha implantado una suerte de círculo vicioso. En cuatro fases: 1. El discurso de los políticos y los medios de comunicación está cada vez más desacreditado. 2. Surgen nuevos medios de extrema derecha, que se suben al carro de todos los delirios habidos y por haber. 3. Un candidato adopta el código de esos medios, y se apoya en ellos con el objetivo de desviar las protestas hacia una ideología muy reaccionaria y un programa de extrema derecha. 4. Los medios dominantes “renuevan” su discurso, haciéndose los héroes de la lucha contra los fake news y el complotismo. 163
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Pero hacen trampa al mezclar ahí los análisis críticos serios sobre la economía y las guerras. Su objetivo: desacreditar los medios de comunicación independientes para mantener su monopolio y sus ingresos. En primer lugar, veamos la fase inicial de este círculo vicioso.
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Medios tradicionales y fake news: ¿y si nos mirásemos primero en el espejo? El candidato Trump acusaba a los medios de comunicación de haber mentido sobre las grandes guerras que desde hace unos veinte años han sido desencadenadas por Estados Unidos. Tenía razón.
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Puedo testimoniar personalmente basándome en mis investigaciones desde 1991. En mi libro ¡Ojo con los media!44 , mostraba un inventario de las mentiras mediáticas sobre la primera guerra contra Irak: incubadoras falsamente robadas, un derrame de petróleo falsamente atribuido al ejército iraquí, ocultación de bombardeos sobre civiles hechos por el ejército estadounidense y, ya en aquel entonces, una primera versión de las “armas de destrucción masiva” de Saddam Hussein. En mi libro posterior, Póker mentiroso45 consagrado a la intervención de la OTAN en Bosnia, constataba cómo los medios de comunicación ya habían olvidado su unánime “autocrítica” tras la guerra del Golfo. Esta vez hubo una puesta en escena de supuestos campos de concentración y exterminación comparados a los de los nazis, el ocultamiento del papel provocador de los dirigentes alemanes y estadounidenses, el silencio sobre las maniobras entre bastidores de la CIA y del Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND) para intensificar el conflicto, el ocultamiento del pasado fascista de nuestros “amigos”, el dirigente croata Tudjman y el dirigente bosniaco Izetbegovic, la inversión sistemática de los agresores y las víctimas, para demonizar a uno solo de los campos presentes y hacer de los otros unos ángeles.
44 Michel Collon, Attention, médias!, (s./p.), 1992. 45 Michel Collon, Poker Menteur, (s./p.) 1998. 164
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En Monopoly, la OTAN a la conquista del mundo46 , se habla de la invención de un “genocidio” en Kosovo, la descarada falsificación de discursos oficiales, de la disimulación de las injerencias de Estados Unidos para impedir cualquier solución negociada, con el propósito de justificar la intervención militar de la OTAN como gendarme europeo, la transformación de una mafia albanesa y sus dirigentes traficantes de órganos humanos en generosos combatientes por la libertad... casi nos habrían hecho llorar al ver cómo los bombarderos de la OTAN de pronto apoyaban a esos nuevos “Che Guevara”. En Los 7 pecados de Hugo Chávez47, Venezuela venía a ocupar su puesto en la lista, porque una sucesión de golpes de Estado y una guerra económica pueden compararse a una guerra no declarada: esta vez, el ocultamiento sistemático del papel criminal jugado por las multinacionales occidentales en la pobreza del país (y del continente), un deshonesto silencio sobre los prodigiosos progresos sociales realizados bajo Chávez, el embellecimiento de los golpes de Estado tramados por la CIA bajo la apariencia de “revueltas populares espontáneas”, el ocultamiento del financiamiento de Reporteros sin fronteras (pero no sin dólares) por la CIA, etc. En Libia, OTAN y mentiras mediáticas48 , no hubo ningún progreso todavía: la invención de los bombardeos de los manifestantes al Este del país, la puesta en escena de atrocidades trucadas para justificar los bombardeos de la OTAN que hicieron muchas más víctimas que los enfrentamientos originales, el ocultamiento de la alianza firmada con las tribus reaccionarias del Este que organizan el tráfico de seres humanos en el Mediterráneo, el ocultamiento sobre todo
46 Michel Collon, Monopoly, l’OTAN à la Conquête du Monde, Néerlandais, ed. digital, 2000. 47 Michel Collon, Les 7 Péchés d’Hugo Chávez, (s./p.), 2009 [www.investigaction.net]. 48 Michel Collon, Libye, OTAN et Médiamensonges, Investig’Action, (s./p.), 2011. [www.investigaction.net/fr]. 165
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de la alianza con la Al Qaeda libia (única fuerza capaz de derrocar a Gadafi para la mayor felicidad de las multinacionales estadounidenses y francesas), y todo esto para llevar al poder a terroristas mafiosos, con el resultado catastrófico para el pueblo libio que todavía hoy podemos ver. En Charlie, islamofobia y terrorismo49 , exponía el trasfondo de la política de Estados Unidos en materia de terrorismo: la alianza con bin Laden en Afganistán, Bosnia y Kosovo, y luego con otros grupos terroristas en el Cáucaso, Libia y Siria. Todo esto con pruebas fehacientes, basadas en investigaciones de terreno, pero también en documentos oficiales de Estados Unidos y sus aliados. Por lo tanto, fuentes no sospechosas. Y estos últimos años, Wikileaks también lo ha demostrado: cuando hablan entre ellos, los dirigentes y responsables estadounidenses dicen exactamente lo contrario de lo que cuentan en la tele. ¿Por qué ocultarlo? Sobre todo ello, Le Monde, Libération, Le Soir y las teles más importantes han rechazado cuidadosamente hacer cualquier debate. ¿Una manera de confesar su culpabilidad? Hubo dos excepciones: en algunas épocas hubo la radiotelevisión belga RTBF, pero parece que desde entonces se ha ordenado en la fila. Y la famosa emisión “Esta noche o nunca” (Ce Soir ou Jamais) de Frédéric Taddéï, fue guardada en el armario y no se reemplazó nunca. Se acabaron los verdaderos debates. ¿Y todavía nos sorprende que tanta gente pase al complotismo?
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El “cuarto poder”, instrumento del primero “La confianza de los estadounidenses en los medios de comunicación masivos se desmorona”, este era el titular en septiembre de 2016 del oficialísimo instituto de sondeos Gallup. Según esta investigación, que realiza anualmente50, la cifra de ciudadanos, cuya
49 Michel Collon, Je suis ou je ne suis pas Charlie?, Investig’Action.net, (s./p.), 2015. [https://boutique.investigaction.net/fr/home/20-je-suis-ou-je-nesuis-pcharlie-.html.].
50 Gallup.com, “American’s Trust in Mass Media Sinks to New Low”, 14 de septiembre de 2016. 166
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confianza es “grande o bastante grande” en sus informaciones, ha caído de manera constante durante los últimos doce años. ¡Pasamos de un 54% de confianza en el 2003 a un 32% en el 2015! En 2003 fue la invasión de Irak por Bush. En 1976, estábamos a un 72% porque los medios de comunicación estadounidenses habían hecho investigaciones bastante profundas sobre el desastre de la guerra de Vietnam. Por cierto, este es un argumento de los periodistas honestos ante la presión de sus jefes: las investigaciones críticas venden más que una copia de los comunicados oficiales. Lamentablemente, en el plano de la investigación crítica, no podemos mostrarnos muy optimistas. No nos parece que el sistema de medios de comunicación esté capacitado para producir una información fiable, que permita a los ciudadanos conocer y comprender las guerras, los conflictos sociales y todo lo que tiene que ver con los intereses de las multinacionales y de los pueblos. ¿Por qué? Porque en realidad la información de los medios dominantes no es libre. Ha sido seleccionada y deformada a través de un conjunto de cuatro filtros, como lo expusimos en nuestro libro ¡Ojo con los media!, en 1992: 1. La propiedad de los medios de comunicación, que está cada vez más monopolizada por una categoría social muy restringida: los millonarios, es decir, menos de un 0,001% de la población. Son quienes tienen el poder de nombrar –y de despedir– a los directores, jefes de redacción y periodistas estrellas. 2. La publicidad, es decir, los enormes presupuestos igualmente provenientes de las multinacionales e indispensables para la supervivencia económica de los medios de comunicación públicos y privados. 3. Los estrechos vínculos mantenidos con los poderes políticos y económicos. 4. La ideología dominante que impregna la psicología de los periodistas, sean o no conscientes de ello.51
51 Michel Collon, Attention, médias! Les médiamensonges du Golfe, EPO, 1992, [¡Ojo con los media!]. Muy inspirado en el libro de Herman y 167
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Cuando los servicios secretos infiltran vuestra información Ojo, cuando criticamos el sistema de los medios de comunicación, no estamos mezclando a los “periodistas” con los “medios de comunicación”. No son lo mismo. Salvo un pequeñísimo estrato de periodistas conscientes y lujosamente pagados, la gran mayoría no son enemigos, sino igualmente víctimas de este sistema mediático. Que por cierto no deja de degradar sus condiciones de trabajo. Sin embargo, tampoco hay que ser ingenuos. A este análisis hay que agregarle un quinto filtro que deforma la información: la infiltración de los servicios secretos entre los periodistas. Póngase usted por un instante en el lugar de la CIA. Usted recibe grandes presupuestos para condicionar a la opinión pública y neutralizar las protestas contra las políticas puestas en marcha. ¿Dónde invertiría? Pues en la difusión de su propia información a través de periodistas que usted compraría. Es eficaz y barato. ¿Un delirio complotista? No, la misma CIA lo dice: “Durante estos últimos veinticinco años, más de cuatrocientos periodistas cumplieron misiones secretas para la CIA, según unos documentos que pueden encontrar en sus archivos”, escribía el periodista Carl Bernstein, famoso por haber revelado el escándalo del Watergate. Entre los prestadores del servicio de comunicación, estaban los medios más importantes: New York Times, CBS, Newsweeek, Reuters, Associated Press, UPI.52 En el 2005, otra periodista estadounidense, Eva Golinger, daba a conocer documentos en los que la CIA explicaba por qué había puesto en marcha programas para la formación de periodistas venezolanos anti-Chávez: Nuestro objetivo es informar al participante acerca de las prácticas y las reglas del periodismo en Estados Unidos, particularmente
Chomsky, Manufacturing Consent, Random, New York, 1988. 52 Carl Bernstein, The CIA and the media, Rolling Stone, 20 de octubre de 1977. 168
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en el ámbito del periodismo cívico, para poder influir en la forma, y más tarde, en la cobertura dada a importantes temas vinculados a la política exterior de Estados Unidos, y para consolidar el proceso democrático en Venezuela.53
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De manera que quienes han creado cárceles secretas donde se tortura a los contestatarios, se enorgullecen de dar lecciones de democracia a los venezolanos con el propósito de que apoyen los golpes de Estado, militares u otros, ¡tramados por la misma CIA!54
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“Me pagaba la CIA” Más cerca de nosotros, en el 2014, un periodista alemán muy destacado confesó públicamente haber trabajado para la CIA. En su libro Periodistas comprados55 , Udo Ulfkotte, quien había sido jefe de redacción del Frankfurter Allgemeine (periódico ampliamente reconocido, vinculado al mundo de los negocios), desvelaba cómo la CIA pagaba a periodistas en Alemania, Francia, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda para publicar informaciones falsas. Ulfkotte no era un don nadie. Como consejero del gobierno de Helmut Kohl (1982-1998), vivió en Irak, Irán, Afganistán, Arabia Saudita, Omán, Emiratos Árabes Unidos y en Egipto. Fue miembro del German Marshall Fund y de la Fondation Konrad Adenauer desde 1999 hasta 2003, y en el 2003 ganó el premio cívico de la Fondation Annette Barthelt. En resumen, era un reconocido miembro del
53 Eva Golinger, Code Chávez, CIA contre Venezuela, Oser Dire, Ed. Marco Pietteur, Liège, 2006. (El código Chávez, Caracas, Monte Ávila Editores, 2005).
54 Michel Collon, Les 7 Péchés d’Hugo Chávez, Investig’Action, 2009, capítulos: 9 y 18. Trad.: Los 7 pecados de Hugo Chávez, Caracas, Vadell Hermanos Editores, s./p. 55 Udo Ulfkotte, Gekaufte Journalisten, Alemania, Ed. Kopp, 2014, s./p. (Gebundene Ausgabe). 169
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establishment. Por otra parte, era completamente de derecha e islamófobo. El mismo Ulfkotte contribuyó a la prensa “comprada” al redactar en el 2011 una historia falsa sobre la construcción de fábricas de gas tóxico por Gadafi.
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Por ello, su confesión vale su peso en oro: “Soy periodista desde hace veinticinco años, y fui educado para mentir, traicionar, y no decir la verdad al público. Pero veo cómo, actualmente y en los últimos meses, los medios de comunicación alemanes y estadounidenses tratan de llevar la guerra a los europeos y a Rusia (...) Lo que hice en el pasado no es correcto: manipular a la gente, hacer propaganda contra Rusia; tampoco es correcto lo que hacen y han hecho en el pasado mis colegas, porque han sido sobornados para traicionar al pueblo, no solo en Alemania sino también en toda Europa. Hice este libro porque estoy preocupado ante una nueva guerra en Europa, y no deseo que la situación se reproduzca, porque la guerra nunca viene por sí sola, siempre hay gente detrás que empuja en su dirección, y no solo son los políticos... también los periodistas.
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Entiendan que la mayoría de los periodistas que ustedes ven en los países extranjeros pretenden ser periodistas, y podrían ser periodistas, europeos o estadounidenses (...) Pero muchos de ellos, como yo en el pasado, son denominados: “cobertura extraoficial”. (...) Eso significa que trabajan para una agencia de información.56
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La confesión de este periodista tan influyente es una vacuna útil contra la ingenuidad. ¿Piensa que a pesar de todo la política de Obama y de Clinton era buena o no tan mala? Pues bien, pregúntese si su información no ha sido formateada por la CIA, ¡precisamente para que usted apruebe la versión Obama-Clinton! De modo que la CIA tiene todas las razones para invertir en ello. Sobre todo, en algunos medios
56 Citado por Olivier Berruyer, “Un journaliste allemand dévoile le contrôle de la presse par la CIA”, Le Grand Soir, 20 de noviembre de 2014. 170
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de comunicación prestigiosos, cuyas informaciones son frecuentemente replicadas por otros medios, porque cada vez tienen menos posibilidades financieras para investigar por sí mismos. Tampoco generalicemos, porque no es el caso de todos los periodistas, ni mucho menos. Pero los que son honestos harían bien en reflexionar sobre las estrategias empleadas por la CIA para manipularlos a ellos también. Si nos preocupamos por los intereses de la población, debemos aceptar el debate sobre la información. ¿Por qué la profesión de periodista sería la única ajena a ese debate?
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Bannon: el triunfo de los medios de comunicación complotistas de extrema derecha ¿Fue Trump el que ganó? ¿O Breitbart News, el medio de comunicación dirigido por Steve Bannon que logró crear una corriente de opinión y sentar las bases para la llegada de un presidente complotista? Se ha hablado mucho de Bannon en su calidad de jefe de campaña de Trump. Pero casi no se han analizado sus procedimientos y su impacto (junto a algunos otros) en una gran parte de la opinión pública en Estados Unidos. Tras comenzar su carrera en el banco Goldman Sachs (¡uno más!), Steve Bannon se transformó en realizador de documentales políticos conservadores. A través de sus fantasías antimusulmanas, alimenta el miedo de los ciudadanos estadounidenses confrontados a un mundo violento. Y de paso, también preconiza el regreso al pasado:
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En su documental Generation Zero (2010), Bannon sostiene que el capitalismo funcionó bien en los años 50, cuando las tradiciones cristianas y el sentido del deber patriótico permitían que los emprendedores actuaran de manera prudente y responsable, que los hombres trabajaran arduamente por su familia y que las mujeres se limitaran a su progenitura y al hogar.57
57 Olivier Goessens, “Qu’est-ce que le trumpisme?”, Solidaire, mayo de 2017, p. 44. 171
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La misma fantasía de siempre: “Ayer, era el paraíso”. En realidad, la Segunda Guerra Mundial había destruido tanto en Europa, que los libros de pedidos estaban repletos, pero eso no duró mucho. Además, al guardar sus fuerzas intactas el mayor tiempo posible, Estados Unidos había maniobrado tan bien para que todos sus rivales se debilitaran durante aquella misma guerra y que saliera de ella como la única superpotencia que dominaba el mundo, lo que le proporcionaba algunas ventajas. Pero eso también llegó a su fin. Sin embargo, los años 50 fueron igualmente la década en la que Washington desencadenó la guerra en Corea, al mismo tiempo que amenazaba con lanzar una bomba atómica en Rusia y en China. ¡Qué paraíso! Según Bannon, ¿cuál es la receta para regresar a esa edad de oro? “Es necesaria una gran guerra para despertar el sentido del deber nacionalista. Para él, el primer enemigo es el islam: no solo en los países del Medio Oriente, sino también los musulmanes en Estados Unidos. Porque esa religión eliminaría al cristianismo”58 . En resumidas cuentas, son los mismos temas apestosos de la extrema derecha europea. Así está la segunda fase del círculo vicioso descrito anteriormente: algunos medios de comunicación complotistas se han vuelto muy populares porque la gente se ha sentido manipulada por los medios de comunicación tradicionales.
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Presidente a golpe de mentiras Trump es la tercera fase del círculo vicioso. Su éxito le debía mucho a sus tweets y a sus discursos, pero quizás mucho más a su campaña subterránea en las redes sociales. ¿Por qué subterránea? Porque el candidato llamado antiestablishment contó con la ayuda de otro millonario, uno más bien discreto, que había pulido una máquina de propaganda alternativa y muy perfeccionada.
58 Idem, p. 45. 172
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Ese discreto millonario es Donald Mercer, director ejecutivo de Renaissance Technologies, uno de los más prósperos fondos de inversiones estadounidenses, que utiliza una tecnología informática de punta para especular en la bolsa. En el 2011, Robert Mercer invirtió diez millones de dólares en el Breitbart News, el portal web dirigido por Steve Bannon. Por cierto, fue él quien presentó a Trump su futuro consejero político; así como también fue quien le permitió hacer una importante campaña de fake news en las redes sociales. Y, ¿cuál fue el método para que esas fake news (o “hechos alternativos”, como tienen el descaro de calificarlos quienes rodean a Trump) tuvieran la máxima eficacia? Fue elaborado por la firma de comunicación estratégica Cambridge Analytica, controlada por Mercer (mientras que Bannon forma parte del consejo de administración). Teniendo en cuenta que actualmente el 44% de los habitantes de Estados Unidos se informa a través de Facebook, el punto fuerte de Cambridge Analytica estriba en haber reunido
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datos de marketing y de perfil psicológico basados en doscientos treinta millones de ciudadanos estadounidenses. A partir de esta base de datos, la empresa tuvo por misión la creación y publicación en internet de diferentes tipos de publicidad individualizada, capaces de seducir a un público diverso. De esta manera, el equipo de Trump ha difundido diariamente decenas de miles de videos publicitarios diferentes, solo visibles por los perfiles para los que fueron concebidos.59
Fue igualmente Cambridge Analytica la que organizó la campaña de propaganda a favor del Brexit con su trasfondo racista. Por lo visto, la receta funciona.
59 Idem, p. 46. 173
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¡Vaya progreso! ¡Un Big Brother privatizado espía a los ciudadanos para manipularlos mejor y esto tiene como resultado... un presidente de Estados Unidos! Vivimos en un sistema muy enfermo. Así es el nuevo cóctel: tome un millonario extravagante que sueña con ser presidente, agregue un consejero que se destaca por difundir fantasías complotistas y odiosas, mézclelo con un millonario discreto que maneja perfectamente los algoritmos de las redes sociales, y obtendrá usted un nuevo modelo de manipulación de masas supereficaz. Por supuesto que esto va a seguir desarrollándose. ¡Tenemos trabajo por delante! Pasemos ahora a la cuarta y última fase del círculo vicioso que nos acecha.
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Los medios de comunicación se aprovechan de la lucha contra el complotismo para recuperar la credibilidad En marzo de 2016, la revista Society titulaba de esta manera su número 27: “¿Os mienten? ¿Cómo el complotismo ha llegado a ser la ideología dominante?”. ¡Nada más y nada menos! Parece que ahora las “teorías del complot” se han vuelto el caballito de batalla de los medios de comunicación tradicionales, así como también de los políticos. El problema, si me permiten decirlo, es un cierto confusionismo. A ese respecto, la revista francesa Frustration señala acertadamente:
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El problema es que al luchar contra las explicaciones más simplistas, de paso se eliminan teorías realistas que también describen algo así como la acción concertada de un grupo de individuos contra el interés general. De manera que si, por ejemplo, se habla de la acción –no obstante demostrada– de las multinacionales para orientar la investigación científica o las decisiones políticas, se le llamará complotista. Si uno se pregunta acerca de las verdaderas razones de las intervenciones militares occidentales, se le llamará complotista. Si decimos que, en Francia, los grandes burgueses tienen toda una red de conexiones políticas y administrativas que les permiten promover sus intereses financieros y patrimoniales, “caeremos en la teoría del complot”.
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Exactamente: ¿cómo salir de esto?
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A la larga, esta estigmatización del complotismo, al meter en un mismo saco cosas que sin embargo no tienen el mismo grado de realidad, desacredita cualquier crítica a las élites. Para no ser etiquetada como complotista, demasiada gente se ve obligada a callarse, en lugar de expresar su indignación frente a las desigualdades de poder. Para no ser estigmatizados y sufrir sanciones, los profesores, periodistas y sociólogos proponen análisis depurados de cualquier crítica hacia las élites. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? y ¿cómo salir?60
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Para salir del círculo vicioso hay que entablar verdaderos debates ¿Es necesaria la lucha contra el complotismo? Efectivamente, sobre este tema he dedicado un texto en profundidad, publicado en el portal web Investig’Action61 . Y lo desarrollaré en mi próximo libro, que trata sobre la extrema derecha. El problema es que, al criticar a los complotistas, los medios de comunicación tradicionales generalmente meten en el mismo saco tanto las fantasías verdaderamente complotistas, como a los análisis críticos serios de la economía y las guerras. De modo que para los medios de comunicación dominantes, ese combate contra el complotismo se ha convertido en el mecanismo ideal para recuperar la credibilidad. Un espantajo. Un arma absoluta para silenciar las críticas. El argumento de quienes ya no tienen argumentos. Al actuar de ese modo, los medios tradicionales dividen al pueblo. Por una parte, hay quienes se informan con TF1, Arte, Le Monde o Libération y tiemblan ante el peligro de los “conspiracionistas”, pero no los leen, lo que, sin embargo, permitiría que se formaran su propia opinión. Dejan que los demás piensen por ellos. Por otra
60 Revista Frustration, “Contre la répression du complotisme, la critique réaliste des élites”, blog: Mediapart, 14 de julio de 2016. 61 Michel Collon, “Complotiste, moi?”, Investigaction.net, 22 de febrero de 2016, en www.investigaction.net. 175
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parte, hay quienes se sienten excluidos por esos medios de comunicación de otras clases sociales, y tampoco los leen; en consecuencia, no son capaces de refutar las deformaciones y se encierran en una burbuja de Internet con quienes piensan como ellos. ¿El resultado? Un pueblo dividido. Dos bloques que se informan de manera diferente y que no se hablan. ¿Quién se beneficia de ello? ¿Cómo podemos salir de esta situación? Hay que organizar por fin verdaderos debates entre esos dos bloques. Pero primero es conveniente dilucidar la ambigüedad alimentada por algunos sobre estas dos nociones: “periodista neutral” y “periodista comprometido”.
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No hay periodistas neutrales, pero sí objetivos Investig’Action, el portal web que fundé en el 2004, asume sin complejos su carácter de medio de comunicación comprometido. Un defecto según algunos. Para mucha gente del oficio, “periodista comprometido” suena a insulto. No “neutral” es igual a no profesional, y tampoco serio. Mi respuesta es sencilla: en un mundo dominado por las multinacionales, en un mundo caracterizado por una brecha entre ricos y pobres cada vez más grande y que frena el progreso de la humanidad, en un mundo donde una multinacional puede manipular la opinión y desencadenar una guerra solo para aumentar su poder, ningún periodista es neutral. Cualquier periodista toma partido: de entrada escogiendo lo que muestra y lo que oculta, a quién le da la palabra y a quién se la quita, lo que pondrá en la portada y lo que tratará de forma breve. Todo periodista se compromete y toma partido. Ya sea para impugnar los intereses dominantes, o para mantener el statu quo. Quien no sea consciente de ello, no entiende el mundo que pretende reflejar. Quien es consciente y lo oculta, engaña a su público. La información es una batalla. Para nosotros, “comprometido” quiere decir: resistir a los intereses dominantes, escoger el bando de las víctimas, de los olvidados por los medios, e incluso si hace falta, luchar en cualquier lugar donde estemos, y por lo tanto, también dentro del sistema mediático tradicional; no se puede decir plenamente toda la verdad, excepto en un marco independiente de los
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cuatro filtros. En un marco independiente del dinero de las multinacionales.
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La responsabilidad de los periodistas La neutralidad no existe, pero la objetividad sí. Una información objetiva busca la verdad en los hechos, examina objetivamente las situaciones y busca las causas. Esto es indispensable para que la gente pueda reflexionar sobre los problemas y decidir cómo quiere resolverlos. Lamentablemente, al presentar las guerras bajo términos engañosos como “intervención humanitaria”, “lucha contra el terrorismo”, “armas de destrucción masiva” o “derechos humanos”, los medios oficiales ocultan los intereses económicos y estratégicos. Impiden que la gente comprenda y, por lo tanto, que intervenga en el debate como ciudadanos. Peor aún, cuando los medios de comunicación alternativos muestran el otro lado de la moneda, los medios oficiales los etiquetan frenéticamente como: “¡populistas!”, “¡complotistas!”, “¡amigos de dictadores!” y otros “amables” adjetivos. No obstante, cuando estaban en la escuela de Periodismo, esos profesionales aprendieron que los epítetos no valen nada, que solo los hechos tienen valor. El tiempo apremia. ¿Deseamos fabricar nuevos Trump, Le Pen y Wilders eludiendo los auténticos debates? No, hacen falta revelaciones sobre la cara oculta de los acontecimientos económicos, políticos y militares. ¡Necesitamos que todo forme parte del dominio público!
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“Usted tiene razón, pero...” Este llamado concierne a los periodistas que hacen lo que pueden al interior del sistema. ¡Que ayuden a que la población vea claro en medio de las guerras, las migraciones, el empobrecimiento! ¡Que muestren las estrategias secretas! Necesitamos combatir las divisiones entre los diversos estratos del pueblo, hablando al mismo tiempo sobre las mismas cosas y con base en los mismos hechos. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que dentro del sistema, las posibilidades son limitadas. Recientemente, un periodista de un importante medio de comunicación oficial me decía: “Sí, tiene 177
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razón, no le hemos dicho la verdad a la gente sobre este asunto. Pero no soy millonario, debo trabajar hasta mi jubilación”. Es comprensible. De modo que lo esencial ocurrirá fuera del sistema. Con los medios de comunicación independientes, en Internet y, sobre todo, mediante debates en la vida real con la gente que no piensa como nosotros. Los periodistas y los ciudadanos deben encontrarse para intercambiar libremente, sin el yugo del sistema. Para que ocurra esto hace falta que los medios de comunicación independientes se organicen con mayor eficacia y, en la medida de lo posible, con más coordinación. En todo caso, que movilicen a toda esa gente que espera y que está dispuesta a echar una mano. Esta es la filosofía de Investig’Action. Un periodismo participativo y ciudadano, a favor de verdaderos debates. Que la gente pueda dejar a un lado el miedo que se le ha inoculado por goteo. Que puedan hacer las preguntas que molestan. Por ejemplo, ¿cuánto me cuesta la guerra? ¿Qué se podría hacer con ese dinero para la gente como yo?
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Todos somos periodistas Pues bien, la clave es una información comprometida y ciudadanos involucrados. El profesor palestino Mazin Qumsiyeh, a través de la historia de todo un pueblo que resiste desde hace décadas, nos brinda este mensaje:
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La gente siempre tiene el poder de cambiar las cosas. Con frecuencia, los gobiernos mienten a los pueblos, y sus principales instrumentos son: A. Crear el miedo. B. Crear la pasividad (la impotencia). La clave del éxito de un gobierno es hacer de la gente buenos consumidores (de propaganda y mercancía). (...) Mientras que la clave del éxito de los defensores de los derechos humanos es incentivar a la gente para que sean ciudadanos muy implicados y muy informados. Elegir entre la codicia a corto plazo y los
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intereses planetarios a largo plazo. Se trata de un conflicto existencial para la humanidad.62
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Este mensaje expresa perfectamente lo que les proponemos a nuestros lectores desde que comenzamos a trabajar sobre la desinformación en 1991. No hemos dejado de invitarlos a que se comprometan personalmente en la batalla de la información: “Todos somos periodistas”. Porque no habrá paz sin justicia, y no habrá justicia sin una información verdadera.
62 Comunicación personal. 179
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BIBLIOGRAFÍA
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ÍNDICE
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PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1 ESTADOS UNIDOS - HENRI HOUBEN CAPÍTULO 2
¿CUÁL ES LA ESTRATEGIA DE TRUMP? - MOHAMED HASSAN
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Ficha n.˚ 1 ¿De dónde surgieron Kissinger y Brzezinski? - Majed Nehmé CAPÍTULO 3
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LAS CAUSAS ECONÓMICAS DEL DECLIVE DE
¿SIRIA, UN GIRO DECISIVO DE LA HISTORIA? - MAJED NEHMÉ
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Ficha n.˚ 2 Los negros blancos de Europa - Mohamed Hassan
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CAPÍTULO 4
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TRUMP VISTO DESDE ESTADOS UNIDOS - JOHN CATALINOTTO
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CAPÍTULO 5
¿POR QUÉ EUROPA LLORA A CLINTON? - BRUNO DRWESKI
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Ficha n.˚ 3 La guerra en Ucrania y sus refugiados - Badia Benjelloun Ficha n.˚ 4 ¿Cuál es la relación de Gran Bretaña con la UE? Mohamed Hassan
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CAPÍTULO 6 ¿POR QUÉ ESTE AUGE GENERALIZADO DE LA EXTREMA DERECHA?- SAÏD BOUAMAMA
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SEGUNDA PARTE LAS 7 COSAS QUE SABEMOS (O NO) SOBRE
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BIBLIOGRAFÍA
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1. Trump ha dicho cosas útiles 2. Trump es el producto de la crisis 3. El balance que se ha hecho de Obama no cuenta realmente la verdad 4. La élite estadounidense está muy dividida: ¿es eso algo bueno? 5. ¿Trump, un aliado de los trabajadores? 6. ¿Más o menos guerras? 7. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos?
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DONALD TRUMP – MICHEL COLLON
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Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela 1010. Teléfonos: (0212) 768.8300 / 768.8399
Correos electrónicos [email protected] [email protected]
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Páginas web www.elperroylarana.gob.ve www.mincultura.gob.ve
Redes sociales Twitter: @perroyranalibro Facebook: Fundación Editorial Escuela El perro y la rana
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN AGOSTO DE 2018 EN LA FUNDACIÓN IMPRENTA DE LA CULTURA GUARENAS - VENEZUELA LA EDICIÓN CONSTA DE 5.000 EJEMPLARES.
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